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Stamateas, Bernardo Modo espíritu : cómo vivir la vida Zoe / Bernardo Stamateas. - 1a ed . Buenos Aires : Presencia de Dios, 2019. 176 p. ; 23 x 15 cm. ISBN 978-987-1338-54-2 1. Religión Evangélica. I. Título. CDD 230.0462

MODO ESPÍRITU Cómo vivir la vida zoe Bernardo Stamateas - 1ª edición 2019 Presencia de Dios Jose Bonifacio 332, Caballito, Buenos Aires, Argentina Tél.: (54011) 4924-1690 www.presenciadedios.com Edición: Silvana Freddi Corrección: Verónica Hermo Quiroga Diseño de tapa y diagramación: Creativos PDD Impreso en: ARTES GRAFICAS DEL SUR SRL - Av. Australia 2924 - 1296 - CABA Buenos Aires, Argentina. En septiembre de 2019. La cantidad de 1000 ejemplares. No se permite la reproducción parcial o total de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante fotocopias, digitalización u otros métodos, sin el permiso previo y escrito del editor. Su infracción está penada por las leyes 11.723 y 25.446.

Índice

Introducción 5 1. Las dos vidas 7 2. Mendigos de la Palabra

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3. Debe entrar en el corazón

27

4. Dimensiones de la fe

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5. Hablar la Palabra 47 6. Entrar en el reposo 59 7. Cómo sale la Palabra

67

8. Vivir en el Reino 71 9. El espíritu humano 75 10. Los dos árboles 87 11. La muerte del alma

93

12. La vida de Dios 101 13. El objetivo de Dios al crear al ser humano es que el hombre pueda experimentar la vida zoe en Él

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14. La paciencia 115 15. Gobernados por el alma o por el espíritu

121

16. Facetas del alma 131

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17. “Historias” de la vida zoe 141 18. Gobernados por la emoción o la vida zoe 147 Prácticas 157

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Introducción

¡Qué privilegio saber que la vida de Dios vive en nosotros! Los que nacimos de nuevo recibimos un nuevo ser, un nuevo espíritu, donde la vida de Cristo, la Palabra, ha hecho habitación. El gran desafío es darle muerte al alma, renunciar a su gobierno, decirle “No” a la vida humana gobernando nuestro ser. De allí que el apóstol Pablo decía: “Ya no vivo yo”. Cuando renuncia a su propio gobierno, es decir, cuando pasa por la cruz, el alma muere. Morir significa que ya no nos gobierna. Es entonces que la vida del espíritu es liberada. Es entonces que Cristo fluye tomando nuestra alma, nuestro pensamiento, voluntad y emociones, resucitándolos y utilizándolos como una forma de expresión. El alma es ahora sirviente del espíritu, expresa la vida de Dios. Es Cristo quien nos gobierna y es Su Palabra, Su vida, la que hace todas las cosas a través de nosotros. Este libro no es para estudiarlo, memorizarlo o analizarlo. Nuestro objetivo es comer a Cristo, disfrutar de Él, y al hacerlo, obtendremos el conocimiento de la vida. Nuestra tarea es ser vasos llenos de la vida divina. Declaramos que así será en todos nosotros.

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« Parte 1 »

Las dos vidas

[1] Dios es el creador de la vida humana. Explique. [2] ¿Qué pasó cuando el hombre desobedeció a Dios y entró en pecado? [3] ¿Qué recibimos de Adán por herencia los seres humanos? [4] ¿Qué obtenemos de Cristo al recibirlo como nuestro Señor y Salvador? [5] ¿Qué significa que somos “nueva criatura”? [6] ¿Dónde funciona nuestro sexto sentido, la fe? [7] ¿Cuál es el único alimento de nuestro espíritu?

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Principio #1 “Cuando Dios creó a Adán y a Eva les dio la vida humana”. En el original griego existen tres términos diferentes para la traducción de la palabra “vida”: a. La vida bios, es decir, la vida biológica. b. La vida psijí, que es la vida psicológica. Estas dos son la vida humana. c. Y existe una tercera: La vida zoe, que es Su vida, la vida de Dios. Cuando Dios sopló Su aliento, el hombre que era barro recibió la vida de Dios y, entonces, se transformó en un alma viviente. Es decir, materiales: el polvo de la tierra más el soplo de Dios. De la unión de ambos creó el alma.

Principio #2 “Cuando Adán y Eva pecaron, Dios retiró Su vida zoe, y el espíritu del hombre murió”. A partir de entonces quedó lo que actualmente conocemos como el hombre natural que describe 1 Corintios 2:14, es decir, solo con biopsiquis (vida humana). Esta es la razón por la cual el apóstol Pablo afirma que el hombre natural no puede entender las cosas de Dios. BERNARDO STAMATEAS « 9 »

Cuando Adán y Eva pecaron, Dios les retiró Su vida. Ahora Adán y Eva vivirían de afuera hacia adentro, y no de adentro hacia afuera. Ellos comenzaron a vivir con el mundo externo dado que su mundo interno, su espíritu, había muerto. Su biopsiquis (vida humana) comenzó a morir hasta el día de hoy.

Principio #3 “Todos los que nacimos de Adán heredamos su misma naturaleza”. Romanos 5:12 declara: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”.

Y 1 Corintios 15:21 expresa: “Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos”.

Nacemos con una biopsiquis (vida humana) condenada a la muerte, pero es en Cristo donde es creado el nuevo hombre. Ahora vivimos de adentro hacia afuera; ya no buscamos las circunstancias externas para ser felices, sino la vida que está en nuestro interior. « 10 » MODO ESPÍRITU | CÓMO VIVIR LA VIDA ZOE

Principio #4 “Cuando recibimos a Cristo, la vida zoe viene a nuestra vida, y Él crea un espíritu nuevo”. El pasaje de 2 Corintios 5:17 declara: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.

Esta es una nueva creación. Ahora tenemos un espíritu nuevo, eterno, donde podemos escuchar y entender a Dios. Ezequiel 36:26-27 expresa: “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra”.

Aquí el profeta Ezequiel describe el proceso de cómo Dios nos da un espíritu nuevo, y dentro de él, la vida de Dios.

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Principio #5 “Este nuevo ser es creación de la vida de Dios”. A este principio no lo producen ni la educación ni la moral, solo la Palabra, que es la semilla. 1 Juan 5:12 afirma: “El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida”.

La Palabra asegura que el que tiene al Hijo, tiene la vida. Nosotros morimos, es decir, nuestra biopsiquis (vida humana) muere, pero el que cree en Él, aunque esté muerto vivirá. ¿Cómo es la vida zoe? Es una vida que no depende de nada ni de nadie, y tiene la misma naturaleza de la vida de Dios. Es una calidad de vida indestructible, con la cual podemos conectar con Dios, con Su presencia, y entonces traer el cielo a la tierra.

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Principio #6 “Es en nuestro espíritu que funciona nuestro sexto sentido, la fe”.

La biopsiquis trabaja con cinco sentidos, sin embargo, es en nuestro espíritu donde Dios pondrá Sus semillas, Su Palabra, para que la creamos, y desde allí fortalecer y sanar todo nuestro ser. ¿Cómo se produce este nuevo nacimiento al recibir a Cristo? Juan 3:3 declara: “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”.

Para entrar en el Reino se debe nacer en ese Reino, puesto que lo que nace de la carne —primera semilla natural—, carne es; pero el que nace del Espíritu —semilla espiritual— espíritu es. La palabra “semilla” en el griego es sperma, de donde proviene la palabra “esperma”. Cuando una persona nace en el reino animal, vegetal o humano no puede cruzar fronteras de reinos, pero cuando nacemos y recibimos a Cristo, la Palabra, que es la semilla, esta crea en nosotros un espíritu nuevo. No es nues-

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tra alma ni nuestra mente, tampoco es algo material, sino que es nuestro nuevo ser. La expresión “de nuevo” en el griego es anozen que significa “de lo alto” o “de nuevo”. Es interesante notar que el apóstol Juan utiliza palabras que tienen más de un sentido, y juega con ellas. En este caso, expresa que este nuevo nacimiento es de lo alto y de lo nuevo.

Principio #7 “Nuestro espíritu se alimenta solamente de la Palabra de Dios”. “No solo de pan vivirá el hombre”, dijo Jesús en Mateo 4:4. Nuestro espíritu nuevo ahora anhela, ama y desea el Pan de vida. Cuanta más Palabra creemos, más se ensancha nuestro espíritu y más vida abundante de Dios hay dentro de nosotros.

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« Parte 2 »

Mendigos de la Palabra

[1] ¿Qué significa “Bienaventurados los pobres de espíritu” en Mateo 5:3? [2] ¿Cuál es el único material que Dios utiliza y respalda? [3] ¿Qué significa que las palabras de Dios producen? [4] ¿Qué es lo que construyen las Palabras de Dios? [5] ¿Cuál es nuestra máxima autoridad en la vida cristiana? [6] ¿Qué significa que la Palabra tiene la vida de Dios? [7] ¿Cuál es la diferencia entre las palabras de Dios y las palabras humanas? [8] ¿Qué significa que “soy tan fuerte como la cantidad de Palabra que tenga en mi corazón”?

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Principio #1 “Solo cuando somos mendigos de la Palabra, buscadores incansables, es que podemos vivir en el Reino”. Mateo 5:3 declara: “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”.

La palabra griega ftojí tiene dos significados en español: “pobre” y “mendigo”. Cuando se habla de la viuda pobre que dio dos monedas se usa otro término para “pobre”. Ftojí es usada para una persona más que pobre, para un mendigo. Sin embargo, en este pasaje se usa en su máxima expresión el concepto de “mendicidad”, es decir, se refiere a alguien que necesita de la vida del otro sí o sí para poder subsistir. Y justamente esta es la actitud que debe tener el corazón de cada cristiano. Por eso 1 Samuel 16:7 asegura que Dios no mira lo que mira el hombre: Él mira el corazón. ¿Qué es lo que vio el Señor en David? La búsqueda de la Palabra de Dios. Recordemos que David no fue tras el palacio, sino que el palacio fue a su casa. Cuando tenemos un corazón de buscador, todo lo que necesitamos nos busca a nosotros.

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Principio #2 “La Palabra de Dios es el material que Él utiliza para construir las cosas”. La expresión “Palabra de Dios” es en el griego remati zeú, es decir, “palabras rhema”. Su Palabra fue la que diseñó, ordenó, equipó y construyó todo lo visible. Esta palabra rhema proviene del verbo reo que significa “hablar, pronunciar”. Esto quiere decir que rhema es una palabra hablada. Dice Hebreos 11:3: “Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía”.

El término “constituido” es en el griego katirtize, y significa “equipar algo para que pueda servir al propósito para el cual fue creado”. De modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se ve. Las palabras no se ven. Si se abre un cuerpo, se comprueba que ellas no están alojadas ni en el cerebro ni en el corazón. Son invisibles, y son las que trajeron y construyeron el mundo visible. Sin Palabra nada se construye, nada sucede. Todas las cosas son hechas con la Palabra. La Palabra es el material de las cosas. Dios no puede construir nuestra salud, nuestro milagro, nuestra sanidad, sin tener ese material. « 18 » MODO ESPÍRITU | CÓMO VIVIR LA VIDA ZOE

Leemos en Juan 1:3: “Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”.

El apóstol Juan utilizó la frase “todas las cosas” y “todas” en el griego se dice panta que significa “que no deja lugar a excepción”. “Todas las cosas” son todas sin excepción. Todas las cosas fueron construidas a través de Cristo, que es la Palabra eterna. Leemos en Génesis 1:2 que el Espíritu se movía sobre la faz de las aguas. El Espíritu se movía, pero no hacía nada. Fue cuando Dios “dijo” que el Espíritu tuvo material (la Palabra) para ordenar el caos. Cuando la Palabra es soltada comienzan a crearse las cosas. Observemos lo que declara Hebreos 1:3: “[…] el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas […]”.

En la frase “quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder”, el término “sustentar” es en el griego feron, que

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significa “guiar” o “sostener”. Se utilizaba para describir un barco transportando material. El universo está sostenido y equipado por la Palabra de Su poder, en el griego es rímatis dinamios. Y aquí surge un nuevo principio.

Principio #3 “Las palabras son semillas que producen”. Proverbios 18:20 afirma: “Del fruto de la boca del hombre se llenará su vientre; se saciará del producto de sus labios”.

Del fruto de nuestra boca quedamos embarazados. Si hablamos crítica y chisme, quedamos embarazados de esas palabras. La Palabra es el único material que Dios usa. El poder más grande del mundo es la Palabra. La Palabra es creadora. A diferencia de las palabras humanas que animan o acarician, la Palabra crea las cosas.

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Principio #4 “Las palabras construyen lo que se ve”. Nada sucede si no tenemos una palabra de Dios. Es interesante notar que dice “con la Palabra de Su poder” y no “con el poder de Su Palabra”. Cristo no sostiene el mundo como lo hacía Atlas, sobre sus hombros, sino que Él es la Palabra llena de Su poder, la que hace todas las cosas. Un versículo extraordinario es Colosenses 1:17, que asegura: “Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten”.

Este texto señala que Él es antes de todas las cosas. Observamos que la Palabra es eterna, pero la frase a analizar es: “y todas las cosas en Él subsisten”. La palabra “subsiste” en griego es sinéstequen, y significa “cohesionar, mantener juntos”. La Palabra es lo que mantiene todo unido. El Sol tiene una temperatura de 12.000 grados Fahrenheit. Si este estuviera más cerca de la tierra, nos quemaría, y si estuviera más lejos, nos congelaríamos. Nuestra tierra tiene una inclinación de 23 grados, lo cual nos permite disfrutar las cuatro estaciones. Si no estuviera inclinada, los vapores del océano se moverían hacia el norte y el sur, eventualmente acumulando continentes de hielo. Si la Luna no se mantuviera

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a una distancia específica, la marea del océano inundaría la tierra completamente dos veces al día. Si el fondo del océano se deslizara unos pies más profundo, el dióxido de carbono y el equilibrio de oxígeno en la atmósfera terrestre estarían completamente alterados y no podría haber vida animal ni vegetal. Si nuestra atmósfera se diluyera repentinamente, muchos de los meteoritos que hoy se queman sin hacernos daño golpearían nuestra atmósfera y nos bombardearían constantemente. Todo esto y mucho más está sostenido por la Palabra. Es lo que algunos físicos denominan “energías vinculantes”, las cuales evitan que los átomos se desintegren en el caos. Nadie entiende tales energías ni su origen, simplemente se describen. Es la Palabra la que sostiene todo aquello. Hebreos 4:12 declara: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”.

En el griego el texto aparece de la siguiente manera: “viva” es la Palabra de Dios y “eficaz”. Se emplea el participio vivo que en el griego es zon para enfatizar cómo es y cuál es el contenido de la Palabra. De aquí surge un nuevo principio. « 22 » MODO ESPÍRITU | CÓMO VIVIR LA VIDA ZOE

Principio #5 “La Palabra tiene que ser nuestra máxima autoridad”. Todo lo que hablamos con temor no es oído. Si oramos con miedo y decimos: “Señor, por favor, ayudame, te lo pido”, esa oración no funcionará. Salmos 119:89 declara: “Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos”. Cuando hablamos debemos elegir dónde pararnos: si en la fe o en el temor. Dios no responde al miedo, Él responde a la fe. ¿Cuál es la diferencia entre “fe” y “miedo”? La definición es la misma: tanto “fe” como “miedo” es esperar algo que no vemos. La fe habla lo que no es como si fuese, y en el miedo también. La fe viene por el oír y el oír, y el miedo también viene por el oír y el oír. Job 1:5 narra: “Y acontecía que habiendo pasado en turno los días del convite, Job enviaba y los santificaba, y se levantaba de mañana y ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos. Porque decía Job: Quizá habrán pecado mis hijos, y habrán blasfemado contra Dios en sus corazones. De esta manera hacía todos los días”.

Job hacía sacrificios por sus hijos por temor. En el relato del gadareno, en lugar de ver el milagro en la vida del hombre endemoniado, la gente vio lo que el enemigo hizo en los cerdos. El BERNARDO STAMATEAS « 23 »

hecho donde ponemos el foco determinará si tenemos miedo o no. El miedo comenzó cuando Adán y Eva se vieron desnudos de la gloria (Génesis 3:10). Ellos habían sido vestidos por la gloria, pero cuando la perdieron, se vieron desnudos y tuvieron miedo. ¿Qué significa esto? Cuando tenemos miedo a ser abandonados, a perder el trabajo, a no ser queridos, necesitamos aplicarle gloria a esa situación. Cuando recuperamos la gloria a través de Cristo —ya la hemos recuperado al aceptar al Señor— y vivimos en el nivel de gloria, el temor se tiene que ir.

Principio #6 “La Palabra tiene la vida de Dios”. Cada palabra que recibimos viene con la vida divina. No con la vida humana (bio psiquis), sino con la vida zoe que es la misma naturaleza de Cristo, eterna e indestructible, que no depende de nada ni de nadie. En Juan 6:63, Jesús dijo que Sus palabras son espíritu y son vida. La Palabra “es viva” (Hebreos 4:12) porque sale de Él. “Este es aquel Moisés que estuvo en la congregación en el desierto con el ángel que le hablaba en el monte Sinaí, y con nuestros padres, y que recibió palabras de vida que darnos […]”.

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La Escritura asegura que la Palabra es “eficaz” (Hebreos 4:12). El término griego es energuis, de donde provienen las palabras “energía” y “energizante”, y su significado es “que logra objetivos”.

Principio #7 “La Palabra porta la vida de Dios y siempre trae resultados”. ¿Cuál es la diferencia entre una palabra humana y una palabra de Dios? La palabra humana ayuda, acompaña, pero no crea. La Palabra de Dios, en cambio, produce aquello que está diciendo. Cuando declaramos: “Mi Dios suplirá todo lo que me falta”, por ejemplo, esa palabra produce el dinero o aquello que necesitamos de manera milagrosa. La Biblia afirma también que la Palabra es una “espada cortante”. El término “espada” en griego es májeran y significa “daga”. Una daga es un arma escondida utilizada para destruir los órganos internos de la persona. La Palabra es un arma cortante que destruye todo aquello que se levanta contra nosotros. La próxima característica de la Palabra —que tiene la vida de Dios, que siempre produce y que es un arma— es que tiene “dos filos”. La frase “dos filos” en el griego es distomos y significa literalmente “dos bocas”: un filo es cuando sale de la boca de Dios y el otro filo es cuando sale de nuestra boca. BERNARDO STAMATEAS « 25 »

Principio #8 “Soy tan fuerte como la cantidad de Palabra que tenga en mi corazón”. ¿Por qué los cristianos se apartan? Por falta de Palabra. ¿Por qué se atacan? Por falta de Palabra. ¿Por qué nos duelen los dichos de los otros? Por falta de Palabra. Todos los problemas espirituales se resuelven o permanecen de acuerdo a si tenemos o no la Palabra. Para aumentar nuestra fortaleza espiritual y física debemos ser mendigos de la Palabra. Leemos en Deuteronomio 3:24: “Señor Jehová, tú has comenzado a mostrar a tu siervo tu grandeza, y tu mano poderosa; porque ¿qué dios hay en el cielo ni en la tierra que haga obras y proezas como las tuyas?”.

Moisés, el hombre que vio el Mar Rojo abrirse, la zarza arder, los milagros, el maná, antes de morir le dijo a Jehová: “Recién has comenzado”. ¡Eso es ser un buscador de la Palabra!

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« Parte 3 »

Debe entrar en el corazón [1] Al oír la Palabra, ¿qué es lo primero que debe suceder? [2] ¿Qué significa que el alma gobierna al espíritu y por lo tanto debe ser separada del mismo? [3] ¿Por qué la Palabra internviene en nuestro sistema inmunológico? [4] ¿Qué significa “de la abundancia del corazón habla la boca”? ¿El corazón es bueno o es malo? [5] ¿Cómo sé que comí la Palabra de Dios y no la recibí en el alma?

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Principio #1 “Nada sucede si primero la Palabra no entra en mí”. Dice Hebreos 4: 12: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”.

Si primero la Palabra no me corta a mí, no puede cortar afuera. Si preparo una charla para dar a otros, primero esta tiene que entrar y producir un corte en mí para que, recién entonces, al salir, pueda partir y penetrar a los demás. “La Palabra penetra hasta partir el alma y el espíritu”. El término “dividir” en griego es merismú, y quiere decir “separar”. Aquí tenemos un nuevo principio.

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Principio #2 “El alma quiere gobernar al espíritu y debe ser cortada, separada, para que la Palabra entre en el espíritu”. Sigamos analizando Hebreos 4:12: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”.

Nunca la Palabra va al alma, porque la Palabra es vida de Dios —no es vida psijís ni vida bios—, y debe entrar en nuestro espíritu. Por eso, tiene que dividir el alma. La Palabra “separa” porque no trabaja en la carne sino en el espíritu. “Alma” en el griego es psigís, mientras que “espíritu” es pnébmatos. Observamos así que la Palabra trabaja en la parte invisible (alma-espíritu). Esto no implica que la Palabra no sirva al alma, sino que primero debe ir al espíritu para que luego, al salir de nuestra boca, ordene, resucite, calibre y alinee el alma a ella. Hebreos 4:12 menciona “las coyunturas y los tuétanos”. La palabra “tuétano” es mielón y se refiere a la medula ósea. Aquí tenemos el origen de un nuevo principio.

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Principio #3 “La Palabra entra en nuestro sistema inmunológico para fortalecernos y traernos salud física”.

Dice Hebreos 4:12: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”.

En la médula ósea se producen los glóbulos rojos que llevan el oxígeno a cada célula. Los glóbulos blancos están en nuestro sistema inmunológico y las plaquetas se encuentran donde se produce la curación de las heridas o hemorragias, tanto externas como internas. Aquí vemos que la Palabra no se queda en el mundo invisible (alma-espíritu), sino que también entra en la parte física para traer salud a todo nuestro ser. El pasaje de Hebreos 4 continúa diciendo: “y discierne los pensamientos”. El término “discernir” es criticós. Una vez que la Palabra fue plantada en mi espíritu, ahora va a criticar, evaluar, distinguir qué pensamientos hay en mi alma, qué pensamientos no son

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correctos y qué pensamientos deben ser desechados para establecer los pensamientos divinos. También dice: “y las intenciones del corazón”. La palabra “corazón” es cardías. Es en el corazón donde se produce la motivación. ¿Por qué estoy haciendo lo que hago? Puedo hacer una obra buena con una mala intención, y es allí también donde la Palabra arroja luz. Leemos en Hebreos 4:11: “Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia”.

La Palabra es el material con el que Dios construye las cosas. Esa Palabra debe mezclarse con mi fe, y esa mezcla produce una imagen en mi interior de lo que Dios me va a dar. Una vez que creo, entro en el próximo principio.

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Principio #4 “Si plantamos palabras buenas, nuestro corazón se vuelve bueno. Si plantamos palabras malas, nuestro corazón se vuelve malo”. Mateo 12:34 afirma: “Porque de la abundancia del corazón habla la boca”.

Nuestro corazón es la casa de la que entran y salen palabras. La Palabra entra, es plantada en nuestro corazón, y luego sale a través de nuestra boca. Debemos cuidar qué palabra es la que entra y qué palabra es la que sale. Jesús dijo que todo lo malo salía de adentro del corazón. Observemos cómo lo explica este pasaje: “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo” (Lucas 6:45).

Principio #5 “Sabemos que comimos la Palabra y no la recibimos en el alma cuando la ponemos en práctica”. Sabés que comiste la Palabra y la recibiste en el espíritu cuando esta es parte de tu vida. Por ejemplo, Jesús les lavó los pies BERNARDO STAMATEAS « 33 »

a los discípulos y les dijo: “Hagan esto”. Todos respondieron: “¡Amén!”, pero nadie le lavó los pies a Él. Los discípulos solo recibieron esa palabra en el alma. Cuando hacés algo en el espíritu, suceden cosas, y el alma lo observa y lo copia. De allí que empezamos en el espíritu y terminamos en la carne. Eso mismo les escribió Pablo a los gálatas. El espíritu no se repite ni hay dos milagros iguales. Sabés que comiste la Palabra y la recibiste en el espíritu porque la aplicás, la vivís. Después de haberles lavado los pies, Jesús les dijo a Sus discípulos que ellos debían hacer lo mismo. Todos dijeron que sí, pero ninguno lo hizo. Es decir, oyeron pero no comieron. Jesús declaró: “[…] todo el que me oye estas palabras y las pone en práctica [las vive] es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca” (Mateo 7:24).

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« Parte 4 »

Dimensiones de la fe [1] ¿Por qué es tan importante la fe? [2] ¿En dónde está la fe? [3] ¿Cómo se declara la fe? [4] ¿Qué es la fe? [5] ¿Por qué decimos que no hay medidas de fe sino solo fe? [6] ¿Cómo se produce la fe? [7] ¿Qué indican las emociones de ansiedad y preocupación? [8] Si la fe es sustancia, ¿debe ser mezclada?, ¿con qué? [9] ¿Qué produce la fe mezclada con la Palabra?

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Principio #1 “A Dios le desagrada cuando no creemos en Su Palabra, y le agrada cuando la mezclamos con nuestra fe. Sin fe es imposible agradar a Dios”.

Hebreos 11:6 asegura: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”.

En el griego “que le hay” significa que “Él es”. Ahora bien, la pregunta sería: ¿Que Él es qué? ¡Lo que necesitamos! Él es mi Sanador, mi Protector, mi Pastor, etc. El amor de Dios no varía. Él nos ama de igual manera, pequemos o no. Y nos ama a todos por igual, pero no le agrada cuando nos da una promesa y no le creemos. Supongamos que le pido a un amigo que me lleve a una grabación a una determinada hora, por ejemplo, a las diez de la noche. A las diez de la mañana lo llamo para comprobar su disponibilidad, a lo que responde que podrá llevarme. Nuevamente, a las once de la mañana lo llamo para confirmar si podrá llevarme, y me contesta: “Sí, te dije que sí”. A las dos de la tarde lo vuelvo a llamar para preguntarle lo mismo. Y otra vez a las cuatro. Mi amigo podría pensar que no confío en él o preguntarse qué me ocurre por preguntarle tantas veces lo BERNARDO STAMATEAS « 37 »

mismo frente a su respuesta que ha sido afirmativa. Cuando Dios nos da una palabra debemos mezclarla con nuestra fe, ya que todo en el Reino funciona mezclando la Palabra con fe. Puedo llamar a mi amigo a las diez de la mañana, a las doce del mediodía y a las dos de la tarde para darle las gracias, para agradecerle por su bondad, pero no para confirmar una respuesta que ya me dio, pues eso implica desconfianza. De aquí, el próximo principio.

Principio #2 “La fe está en mi espíritu, nunca en mi alma (allí solo está la confianza)”. Todo lo que Dios dice va a nuestro espíritu. Allí esa palabra es mezclada con fe. El segundo significado de la palabra “certeza” o hipóstasis que mencionábamos en en principio anterior está en Hebreos 11:1, y era utilizado para conceptualizar el “título de propiedad”. Podríamos entonces extraer la siguiente metáfora: “La Palabra es el título de propiedad, y mi fe es la firma que se apropia de ello”. La fe es mi mano que se extiende para tomar lo que la Palabra me ofrece. Dios me ofrece en Su Palabra muchas promesas, pero es mi fe la que extiende la mano para firmar ese título de propiedad.

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Principio #3 “La fe es ahora, es presente”. Hebreos 11: 1 declara: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”.

Analicemos detenidamente los principios de este poderoso versículo. Cuando declaramos: “vienen días buenos” o “van a suceder cosas extraordinarias”, estamos en el futuro, en la esperanza. Pero la fe no habla futuro sino presente. Debemos modificar nuestro lenguaje y dejar de decir, por ejemplo: “este fin de año será glorioso” o “los próximos meses serán extraordinarios”, para empezar a hablar de “hoy”: “hoy es un día de victoria”, “hoy es un día lleno del poder de Dios”.

Principio #4 “La fe es una sustancia invisible en el mundo natural pero visible en el mundo espiritual”. Hebreos 11:1 declara: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”.

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“Es la certeza de lo que se espera”. La palabra “certeza” es en el griego hipóstasis y tiene dos significados. El primero es “sustancia”. Cuenta la historia que cuando Jesús miró a los cuatro amigos bajando al paralítico, vio “la fe de ellos”. Mientras Pablo estaba predicando, vio “la fe del paralítico” para ser sanado. La fe es vista por Dios como una sustancia interna. Esa sustancia fue creada en nuestro espíritu para ser mezclada con la Palabra de Dios. Esa “mezcla” debe cuidarse. Si me quejo, o si hablo miedo o ansiedad, contaminé la mezcla entre la sustancia fe y la Palabra. La mezcla debe mantenerse pura y constante. Observemos lo que declara Mateo 9:29: “Entonces les tocó los ojos, diciendo: ‘Conforme a vuestra fe os sea hecho’”.

Dos ciegos se acercaron a Jesús para pedirle sanidad. El Señor les preguntó: “¿Ustedes creen que Yo puedo?”. Y ellos respondieron: “Sí”. Estos hombres en una declaración breve fueron sanados. ¿Qué es lo que Jesús ocasionó aquí? Una mezcla: “Yo creo, ¿ustedes lo creen?”. Al responder ellos que sí, se produjo la mezcla, el milagro. “La certeza de lo que se espera”. La fe espera. Debemos esperar que sucedan cosas: esperamos prosperar, esperamos estar sanos, esperamos caminar en victoria, etc. Eso es la esperanza: que haya un sueño, un proyecto, un milagro hacia adelante

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que estamos esperando. No esperar nada se traduce como falta de fe. La palabra “espera” en griego se dice elpiyomenon. Existe una aparente contradicción en este punto. En el principio anterior dijimos que la fe es presente, pero ahora se nos dice que la fe espera algo hacia el futuro. Pero lo que espera hacia el futuro es “ahora”, por lo tanto, no hay contradicción.

Principio #5 “No hay medidas de fe. Solo fe en Su carácter, en quién es Él”. Dice Romanos 12:3: “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno”.

Hay personas que dicen: “Si yo tuviera la fe de tal persona, Dios obraría”. Esta afirmación es falsa. Podríamos pensar de esta manera si estuviéramos viviendo en el Segundo Piso, pero no en el Tercer Piso donde vivimos actualmente, experimentando al Cristo glorificado. Supongamos que contrato a un amigo para que atienda mi negocio. No necesito tener más fe o mucha

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fe en él, o buscar creer más en él; lo que tengo que preguntarme es: ¿Es digno de confianza? ¿Es fiel? Si lo es, entonces ya tengo fe. Del mismo modo, no debo preguntarme si puedo creer en esta palabra o en otra, o si tengo menos fe o más fe. Tengo que salir de los niveles de fe y pensar: ¿Es Dios confiable? Sí. ¿Es Dios fiel? Sí. Entonces, ya tengo fe. Por eso, leemos en 2 Timoteo 1:12: “[...] yo sé a quién he creído [...] ”.

Principio #6 “La fe se produce por oír, y el oír, por la Palabra”. Romanos 10:17 declara: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”.

La fe es por el oír y el oír. Un oír intenso, completo, comprometido, y es la Palabra la que produce fe. Podemos interpretar este texto que es el oír y el oír, es decir, el oír constante lo que produce la fe, y como dijimos, ella es producida por la Palabra.

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Principio #7 “Nuestras emociones negativas son el termómetro que nos indica que hay falta de fe”. Si tenemos ansiedad, miedo, estrés, preocupación, es porque no estamos creyendo, es decir, no estamos actuando con fe en lo que Dios nos dijo. Solo cuando le creemos a Él entramos en el reposo, y nuestras obras son realizadas en paz.

Principio #8 “La fe sin la Palabra, no activa la vida zoe y la Palabra sin fe es solo letra”. Lo que esta afirmación está diciendo es que lo que no se ve con los ojos naturales se ve con los ojos de la fe. Podríamos imaginar, visualizar, meditar, ver en el espíritu, aquello que estamos creyendo. Jesús dijo: “Mirad lo que oís”. Las palabras y las promesas de Dios, al mezclarse con nuestra fe, producen una imagen. Vemos esa imagen de lo que esperamos recibiéndolo hoy. Por eso, las declaraciones de fe son breves. Jesús decía: “sé sano”; “sí, quiero”; “sé limpio”. No debemos hacer oraciones del estilo “serie de temporadas”, sino declaraciones concretas y específicas. La razón es que tenemos el título de propiedad y la mezcla de aquello que Dios nos ha ofrecido por gracia, y la

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Palabra que nosotros estamos creyendo y viendo en nuestro espíritu que hoy se cumple. La fe dice: “Lo tengo, es mío ahora”. Hay multiplicidad de definiciones de fe. Sencillamente diremos que “fe es creer”. La Biblia no da una definición de fe. En este pasaje vemos cómo la fe funciona porque consiste en creer en algo o en alguien. Leemos en Hebreos 11:6: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”.

“Porque sin fe es imposible agradarlo”. La palabra “agradar” es en el griego evarestíse. Cuando me acerco a Dios sin fe a Él le desagrada. De la misma manera, cuando un amigo nos dice algo y no le creemos, generamos un sentimiento de molestia y de tristeza en el otro.

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Principio #9 “La fe, al mezclarse con la Palabra, libera la vida zoe”. La fe es inútil si no se mezcla con una promesa de Dios, y esta no se activa si no es mezclada con fe. Solo cuando esto ocurre se libera la vida de Dios. Es decir, tengo una palabra mezclada con fe que es hablada en el presente y es creída que sucederá en el día de hoy.

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« Parte 5 »

Hablar la Palabra [1] ¿Qué frases y expresiones cotidianas negativas decimos sin darnos cuenta? [2] ¿Qué significa que debemos hablar lo que creemos y no lo que vemos? [3] ¿Qué significa que la Palabra es creativa? [4] ¿Qué significa: “Lo único que Dios escucha es Su Palabra”? [5] En la parábola del sembrador se describen tres terrenos no aptos para la siembra. Explique. [6] “Lo creo y lo hablo”. Explique [7] “Nuestra vida va en la dirección de nuestras palabras”. ¿Qué pasaje bíblico apoya esta afirmación? [8] ¿Qué significa el término “espada de dos filos” en el pasaje de Hebreos 4:12? [9] “Debemos mantener nuestra confesión”. ¿Qué pasaje bíblico apoya esta verdad? BERNARDO STAMATEAS « 47 »

[10] ¿Qué es lo primero que debemos hacer frente a una situación difícil? [11] Siempre que Dios nos da una palabra, el enemigo nos da un antilogos. ¿Qué significa esto? [12] Nombre seis características de cómo se declara la Palabra. [13] ¿Qué significa que la Palabra queda “estancada”? [14] Explique el concepto: “La Palabra es para mí y para las generaciones venideras”.

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Principio #1 “Debemos cuidar lo que hablamos”. Cuando decimos frases como “no puedo”, “me estoy muriendo de risa”, “en mis tiempos era mejor”, “esta enfermedad me está matando”, estamos sembrando semillas que traerán cosecha , y según lo que declaremos, esa cosecha será de bendición o de maldición. Las palabras son semillas que siempre traen fruto.

Principio #2 “Debemos hablar lo que creemos y no lo que vemos”. No tenemos que hablar lo que sentimos, lo que opinamos, lo que pensamos, sino la Palabra de Dios, que ha sido mezclada con nuestra palabra. En Hechos 17:18 los filósofos lo acusan a Pablo de hablar, de ser un charlatán. La palabra “hablar” en griego es spermologos, que significa “hablador de semillas”. Justamente, esta es la tarea que tenemos los hijos de Dios.

Principio #3 “La Palabra crea lo que decimos”. Cuando declaramos creyendo “Soy más que vencedor”, la Palabra produce victoria en nuestra vida. No necesitamos dinero, ropa u objetos, sino una palabra. Cuando hablamos mal rompemos el cheque de bendición que nos ha sido dado, que es Su Palabra. BERNARDO STAMATEAS « 49 »

Principio #4 “Lo único que Dios escucha es Su Palabra”. Cuando oramos, lo que pensamos, lo que sentimos, lo que vemos o lo que hablamos mal, no funciona. Dios solamente oye y respalda Su Palabra. No podemos orar una cosa y luego hablar otra.

Principio #5 “Todo lo que Dios hace, lo hace con Su Palabra plantada en nuestro corazón”. Recordemos la parábola del sembrador: la semilla cae en tres tierras que no producen. Las tres tierras son las del alma: la tierra endurecida, la tierra emocional y la tierra ansiosa. Solamente cuando cae en nuestro espíritu la Palabra funciona.

Principio #6 “Lo creo y lo hablo”. Nada sucede si no lo decimos. No debemos orar con la mente ni leer la Biblia en silencio. Tampoco tenemos que hablar lo que opinamos o lo que sentimos, sino lo que Dios ha dicho. Ahora bien, la abundancia se da de adentro hacia afuera: nuestro hombre interior se renueva y entonces bendice nuestro hombre exterior. Nuestro hombre nuevo se fortalece

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y entonces vence a nuestro hombre viejo. Del mismo modo, nuestro mundo interno triunfa sobre las circunstancias. Todas estas son distintas maneras con las que Pablo habla de una misma verdad: ya no dependemos en absoluto del afuera, porque es el hombre interior el que gobierna al hombre exterior. Victoria interior, victoria exterior.

Principio #7 “Nuestra vida va en la dirección de nuestras palabras”. Nuestras palabras son el timón que guía nuestra vida. Cuando hablamos ejercemos o entregamos dominio, por eso, todo lo que Dios hace y hará es para afinar nuestra boca a Sus palabras, dado que en el cielo, como hemos enseñado, solo se habla Su Palabra. Santiago 3:2 asegura: “Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo”.

En este pasaje Santiago afirma que todos ofendemos. En el griego, la palabra “ofender” es scandalon, que significa “tropezar hasta caer”. Cuando una persona aprende a administrar su máxima expresión espiritual que es su voz, la Escritura BERNARDO STAMATEAS « 51 »

dice que es una persona perfecta. La palabra “perfecta” en el griego es telios que significa “alcanzar un objetivo”. El término “capaz”, por su parte, es dilatos, que significa “capacidad para hacer algo”. Nosotros no debemos hablar de la Palabra, sino la Palabra. Nuestro trabajo principal es, justamente, soltar la Palabra. Más adelante, en el versículo 3, el apóstol compara la Palabra con el freno de un caballo, el cual controla a través de la boca a todo el animal. En el versículo 4, Santiago habla que la Palabra es como el timón de un barco, haciendo alusión a que nuestra vida va en la dirección de nuestras palabras. Luego, en el versículo 5, compara el hablar mal con un fuego, algo pequeño que es un mundo de maldad, y que enferma absolutamente todo. La rueda o ciclo de la creación es que el hablar mal puede quemar no solo algo grande como un bosque, sino que también contamina la infancia, la adolescencia, la juventud y la vejez, todas las etapas de la vida.

Principio #8 “Toda palabra tiene dos filos”. Como hemos mencionado, Hebreos 4:12 afirma: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”.

« 52 » MODO ESPÍRITU | CÓMO VIVIR LA VIDA ZOE

Cuando escucho una palabra de Dios, esta sale de Su boca con un filo y entra en mi espíritu; yo la creo y, cuando sale de mi boca, sale con el segundo filo. Esa palabra tiene poder, es decir, tiene dos bocas: la de Dios y la mía: un filo cuando sale de la boca de Dios y el otro cuando sale de nuestra boca.

Principio #9 “Debemos mantener constantemente nuestra confesión”. Hebreos 4:14 expresa: “Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión”.

La palabra “profesión” en el griego es homologueo, que significa “decir lo mismo”. Salmos 55:17 declara: “Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, y él oirá mi voz”. Debemos mantener en el tiempo nuestra confesión de fe. 2 Pedro 2:2 declara: “[...] desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación [...]”.

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Sabemos que la leche materna previene enfermedades, y aporta nutrientes y anticuerpos que mantienen sano al bebé. Además, la leche tiene lactosa, inmunoglobulina, vitamina A, B1, B2 y B12, que defienden al niño de las enfermedades. Así como la leche materna, la Palabra es sanadora.

Principio #10 “Frente a una situación cualquiera, nuestra primera reacción debe ser declarar la Palabra”. La Palabra transforma las situaciones. La boca no nos fue dada para comunicarnos con los demás sino como nuestra herramienta principal de trabajo. Nuestra boca nos fue dada para usarla con Su voz. Quien maneja la Palabra, maneja el mundo espiritual, porque todo en el Reino se activa con Su voz.

Principio #11 “Frente a una situación cualquiera, nuestra primera reacción debe ser declarar la Palabra”. Hebreos 6:16 declara: “Porque los hombres ciertamente juran por uno mayor que ellos, y para ellos el fin de toda controversia es el juramento para confirmación”.

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Controversia es antilogos en el griego. Justamente, “jurar” significa “poner una cerca, poner un límite”. Es cuando nos determinamos a cancelar esa palabra antilogos que podemos caminar en victoria.

Principio #12 Formas de declarar la Palabra • Hablar lo que queremos, no lo que vemos. Jesús le dijo a la higuera: “Sécate”, y a la tormenta le ordenó: “Cállate”. Debemos hablar el resultado que deseamos. • Usar pocas palabras. Jesús no estuvo largas horas hablándole a la higuera para que se secase. Cuando hablamos mucho es porque no creemos lo que estamos diciendo. Nuestro hablar debe ser específico. Frente a una crisis, ¿cuáles son nuestras primeras palabras? Las primeras palabras son las que determinan si abrimos camino de vida o camino de muerte. • Ordenar en voz alta. Debemos decirlo, y eso que decimos debe escucharse. Nuestras palabras son el vehículo donde viajan las palabras poderosas de Dios. • Las palabras de Dios se mueven con la voz de Dios. Juan 15:7 dice: “Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho”, pero Él es quien nos dice qué palabras declarar. Cristo y la Palabra son lo mismo. Debemos dejarnos guiar, de lo contrario tendríamos BERNARDO STAMATEAS « 55 »

un catálogo de palabras a declarar. Necesitamos orar al Señor y en comunión preguntar: “Señor, ¿qué debo decir?, ¿qué palabra debo soltar ahora?”. • El ambiente debe sujetarse a la Palabra. Cuando Dios creó a Adán, lo hizo de la tierra (adamaj), y cuando el hombre dejó de hablar lo que hablaba Dios, la tierra produjo espinos y cardos. Esto es así porque el ambiente se sujeta a las palabras que hablamos. Si hablamos palabras de vida, la tierra tiene que producir; si hablamos palabras de muerte, la tierra producirá espinos y cardos. • Lo recibo y lo declaro. Debemos recibir la Palabra para que esta trabaje dentro de nosotros, pero luego debemos hablarla para que trabaje afuera. Si la recibimos y no la declaramos, o si la declaramos sin haberla recibido, no se habrá cumplido el ciclo de entrada y salida de la Palabra.

Principio #13 “Si no suelto la Palabra, esta queda estancada”. Así como Rebeca le dio de beber a Eliezer y a cambio tuvo camellos, prosperidad, etc., toda palabra que sale de nuestra boca siempre trae recompensa. Jesús le dijo a la samaritana que ella estaba bebiendo agua estancada, agua muerta. Toda palabra que no se suelta, que no fluye, no trae poder. « 56 » MODO ESPÍRITU | CÓMO VIVIR LA VIDA ZOE

Juan 5 relata la historia del paralítico que estaba en el estanque de Betesda. Donde hay agua estancada siempre hay enfermos y heridos. El paralítico del pasaje estuvo toda su vida esperando que el ángel bajara a mover el agua. Todavía hay cristianos que esperan al ángel, al adorador de moda, al pastor conocido, para que les mueva el agua, la Palabra. Pero somos nosotros quienes recibimos una palabra y quienes debemos soltarla.

Principio #14 “La Palabra ordena y limpia nuestra generación y las venideras”. Salmos 119:133: “Ordena mis pasos con tu palabra, Y ninguna iniquidad se enseñoree de mí”.

Aquí David está hablando acerca de la iniquidad, de pecados que no cometí yo, sino mis padres, mis abuelos y mis antepasados. Esos pecados son la tentación que hoy puedo tener. Es como una herencia en el alma que me lleva a repetir eso malo. Ahora bien, ¿cómo descubre David que él no repetiría lo que hicieron sus generaciones anteriores? Ordenando su vida con la Palabra.

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« Parte 6 »

Entrar en el reposo [1] ¿Qué sucede cuando la fe se mezcla con la Palabra? [2] ¿Qué papel juegan las emociones en este tema? [3] ¿El reposo implica inactividad? Explique. [4] Si ya declaré la Palabra, ¿qué debo declarar en las sucesivas veces?

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Principio #1 “Cuando creo la Palabra y la mezclo con mi fe, entro en el reposo de Dios, y la gracia comienza a trabajar a mi favor”. El apóstol comienza el Capítulo 4 del libro de Hebreos tomando la tierra prometida como símbolo de reposo, y explica la forma en que Dios le dio una promesa de cómo entrar en ese reposo. Hebreos 4:1-2 dice: “Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron”.

Sin embargo, la Palabra dice que ellos no creyeron. Leemos en el pasaje: “por no ir acompañada de fe en los que la oyeron”. Es por eso que no pudieron entrar en aquel reposo. Hebreos 4:9-10 declara: “Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas”. BERNARDO STAMATEAS « 61 »

El reposo es un estado de paz interno que consiste en descansar en que lo que Dios nos dijo se va a cumplir. Es la paz que mencionaba Jesús: “Mi paz os dejo, mi paz os doy, no como el mundo la da” (Juan 14:27). El mundo da la paz basada en el hombre exterior o en las cosas que se ven; mientras que Dios nos da la paz de Su Palabra interna. Este reposo que queda es Cristo. En la antigüedad el día de reposo era el sábado. ¿Cuál es el día del reposo actualmente?, ¿el domingo? No, son todos los días, porque el reposo es una persona: Cristo. El versículo 10 asegura: “Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas”.

Aquí la Palabra asegura que trabajaremos y haremos muchas cosas, pero en paz. Leemos en Romanos 4:16: “Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros”.

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La gracia es Cristo mismo trabajando por nosotros con Su poder. Es Cristo quien se mueve en nosotros y a través de nosotros. Ya no necesitamos trabajar para ganarnos el pan, el dinero o la vida. Todo eso ya lo ha ganado Cristo. Vos y yo solo debemos creer y permitir que la gracia trabaje a través de nosotros. Pablo escribió en 1 Corintios 15:10: “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo”.

Fue la gracia la que operó en su carácter. Pablo trabajó más que todos, pero no él, sino la gracia. Ella es la que nos trae los resultados. En una ocasión Pedro estuvo pescando toda la noche sin lograr sacar un solo pez (trabajar en el alma). Pero, a primera hora de la mañana, el apóstol escuchó una palabra y dijo: “En tu palabra, echaré la red”, es decir, trabajó en el espíritu. La gracia fue quien trajo la pesca milagrosa. “Porque la salvación es por gracia, y la vida cristiana también”. El esfuerzo no es meritorio. No debemos trabajar para ganarnos las bendiciones. Hay quienes expresan: “Yo oro, me congrego, sirvo, pero Dios no me bendice”. Estas personas, en su

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interior, no comprendieron que Cristo ya ganó todo por nosotros. Ahora solamente debemos creer y trabajar en paz, sabiendo que es Cristo, la gracia, quien nos bendice”.

Principio #2 “Las emociones son la voz que me dirán si estoy creyendo o no”. Las emociones negativas son una voz que me dicen si estoy creyendo o no la Palabra. Si tenemos ansiedad, miedo, estrés, preocupación, etc., es porque no estamos creyendo, no estamos actuando con fe en lo que Dios nos dijo. Solo cuando le creemos, entramos en el reposo, y nuestras obras ahora son realizadas en paz.

Principio #3 “Trabajo más que antes; sin embargo, lo hago con la paz de Dios”. El reposo no implica inactividad o haraganería, sino que hace referencia a que nos movemos en paz. Por ejemplo, si alguien dice que nos darán regalos en diferentes lugares, no esperamos que estos vengan solos sino que salimos velozmente a buscar esos presentes. Y lo hacemos con alegría y en paz, porque conocemos las bendiciones que nos esperan. Así funciona

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la Palabra: no nos quedamos quietos: salimos y nos cansamos, pero es un cansancio de alegría, debido al conocimiento de lo que nos espera. Justamente, Hebreos 4:11 declara: “Procuremos, pues, entrar en aquel reposo […]”, y luego, el versículo 12 cita: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz […]”.

Principio #4 “Debemos declarar la Palabra y acompañarla con acción de gracias”. No es necesario buscar que cientos de personas se sumen a nuestra declaración. No es necesario repetir lo mismo muchas veces, ya que eso es una señal de incredulidad en muchas ocasiones. Debemos declarar la Palabra y luego mantener la confesión en acción de gracias. Observemos lo que dice Hebreos 6:12: “[…] a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas”.

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La fe nos permite heredar aquello que hemos creído. Hebreos 10:22 declara: “[…] acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura”.

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« Parte 7 »

Cómo sale la Palabra [1] ¿Qué significa la afirmación “la Palabra lo hace fácil”? [2] Explique: “la Palabra sale como gracia”.

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Principio #1 “La palabra lo hace fácil”. En Mateo 9:25 Jesús les preguntó a los escribas: “¿Qué es más fácil, decir: Los pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda?”. La respuesta es sencilla: es igual de fácil decir una cosa o la otra. La Palabra siempre lo hace fácil, siempre resuelve, porque tiene el poder de Dios de hacer todo fácil. Romanos 8:2 declara: “Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte”.

Tenemos dos leyes: la ley de la vida y la ley de la muerte. La ley de la vida sale de nosotros al hablar la Palabra, y la Palabra lo hace todo fácil.

Principio #2 “La Palabra sale como gracia”. Gálatas 5:4 afirma: “De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído”.

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El pasaje afirma que los gálatas se habían “caído de la gracia”. Cuando trabajamos en nuestras fuerzas nos salimos del reposo de Dios, entramos en la carne, y entonces nos salimos de la gracia, es decir, la gracia ya no trabaja. La gracia es el poder de Dios que nos hace recuperar lo perdido, nos trae el milagro y obra con poder.

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« Parte 8 »

Vivir en el Reino [1] ¿Cómo se activa el Reino? [2] ¿Qué significa “en el cielo como en la tierra”? [3] Explique el concepto: “Debemos buscar primero el Reino”.

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Principio #1 “Todo en el Reino se activa con palabras”. Dios creó un proyecto, una copia del Reino en el Edén. Eligió unos kilómetros de tierra, y puso allí a Adán y a Eva. Ese lugar era algo así como una embajada de lo celestial, en donde se vivía acá lo que se vive allá. A partir de ese territorio ellos debían llenar la tierra. Ser ciudadanos del cielo nos habilita para que traigamos las leyes del cielo a la tierra. Nada sucede si no lo decimos. Podemos tener fe, pero hasta que no lo hablamos, la fe no se desata. Para crear el mundo Dios no pensó, Él habló. Las palabras son el mayor instrumento espiritual que tenemos. Podemos pensar, tener fe, pero hasta que no lo decimos, nada cobra vida. Si no hablamos fe pero hablamos mal, entonces lo malo que decimos cobra vida. La Palabra de Dios y las palabras humanas son dos cosas completamente distintas. Las Palabras de Dios, el logos, siempre crea, mientras que las palabras humanas no tienen ese poder. Podemos decir: “Descansá”, y esa es una palabra de ánimo, pero cuando decimos: “Su presencia te dará descanso”, y lo soltamos en fe, esa palabra efectivamente dará descanso.

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Principio #2 “El anhelo de Dios es que se viva aquí en la tierra como se vive en el cielo”. En el cielo se vive sin enfermedad, sin escasez, en victoria, plenos de alegría. El Reino es una extensión del cielo acá en la tierra, un pedazo de cielo en la tierra. El Reino de Dios es un reino espiritual. Cada uno de nosotros trae las leyes espirituales y las implementa aquí en la tierra.

Principio #3 “Jesús enseñó que lo primero que debemos buscar es que venga Su Reino”. Cuando buscamos el Reino, todo lo demás nos sigue. El Padre Nuestro nos dice que debemos orar que venga Su deseo, Su voluntad, aquí a la tierra, que Su deseo sea nuestro deseo. Entonces podremos pedir por el pan, por el trabajo, por nuestra familia, por el perdón y por la victoria. Nuestra prioridad tiene que ser clonar el cielo en nuestra tierra, que nuestro trabajo, nuestra salud, nuestra familia, sean una extensión de lo celestial.

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« Parte 9 »

El espíritu humano [1] Defina qué es el espíritu humano. [2] ¿Cómo funcionamos en el Reino? [3] ¿De qué se alimenta mi espíritu? [4] Explicar: “Cuanta más Palabra meta en mi espíritu, más fuerte este será y más fácil saldrá con la Palabra”. [5] ¿Qué sucede cuando se une Su Palabra con mi fe? [6] ¿Qué se libera cuando suelto la Palabra? [7] ¿Hacia dónde tengo que estar enfocado? [8] ¿Cómo sé que la Palabra salió de mi espíritu? [9] ¿Qué sucede cuando la Palabra y el espíritu salen? [10] Explique qué significa “morir al alma”.

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Principio #1 “El espíritu es el lugar donde Dios vive y donde Él pone Su Palabra”. Nosotros “masticamos” la Palabra con nuestros oídos y la “absorbemos” con nuestro espíritu, que vendría a ser el “estómago”. El espíritu es la aduana por donde Dios envía todas las cosas. Podemos compararlo con una radio, pues es el receptor que capta las señales del cielo.

Principio #2 “Todo lo que tenemos que hacer en el Reino es usar nuestro espíritu”. El apóstol Pablo enseñó que todo en el Reino debe hacerse con el espíritu. Esto nos hace ser “espirituales”.

Principio #3 “Mi espíritu se alimenta de las palabras de Dios”. Las palabras de Dios le dan forma a nuestro espíritu. Nuestro espíritu cobra forma por las palabras que recibimos.

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Leemos en 2 Timoteo 1:7: “Porque Dios no nos ha dado espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”.

Dios nunca te da una palabra de miedo sino una palabra de poder. Cuando creés en tu corazón —tu espíritu—, tu espíritu se vuelve poderoso, porque toma la forma de la palabra que metiste. Si metiste chisme, tu corazón es malo; si metiste desánimo, tu corazón está desanimado. Pero si metiste una palabra de poder, tu espíritu está fuerte; si metiste una palabra de amor, ahora tenés un espíritu de amor; si metiste una palabra de dominio, ahora tenés un espíritu de dominio, y tu ser —tu corazón— es fuerte y poderoso. Tenemos el ejemplo de María en Lucas 1:47. Cuando el ángel le anunció que nacería Jesús, ella le declaró: “Mi espíritu está feliz”, no dijo “mi alma”. En el alma hay emociones, pero en el espíritu están las palabras de Dios que creemos. Entonces, cuando Dios nos da una palabra, esa palabra Suya trae gozo. Si recibiste una palabra, te vas contento y expresás: “¡Estoy feliz!”. “Pero perdiste el trabajo”, quizás te recuerde tu alma, “tenés que estar mal”. “Sí, es verdad, perdí el trabajo, pero tengo una promesa y estoy feliz”, afirmará tu espíritu. María le dijo al ángel: “Mi espíritu está feliz porque voy a parir al Salvador, voy a parir algo grande”. Cuanta más Palabra metemos, más fuerte es nuestro espíritu. Si metemos poca Palabra, nuestro espíritu

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está débil. El espíritu no se fortalece con el shofar ni danzando: el espíritu solamente se fortalece con la Palabra de Dios, porque Sus palabras son espíritu y son vida. Si no buscás la Palabra para fortalecerte, siempre vas a tener un corazón débil. Otro ejemplo lo encontramos en 1 Pedro 3:4 donde el apóstol les dice a las mujeres: “[…] sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible […]”. Esto quiere decir que cuando Dios nos da una palabra afable, cariñosa, nos volvemos cariñosos, apacibles, tranquilos. Él nos da una palabra, y ella forma nuestro espíritu. Es por esta razón que Jesús declaró: “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón, saca lo bueno […]” (Lucas 6:45). Tu corazón es bueno porque lo llenaste de la Palabra de Dios, pero si ponés en él otras palabras, tu corazón será malo. Las palabras de Dios son el único alimento para nuestro espíritu, nuestro hombre interior, como lo llama también Pablo, nuestro corazón.

Principio #4 “Cuánta más Palabra meta en mi corazón, más fuerte, feliz, con autoridad y capacidad este se volverá”. ¿Cómo se capacita el cuerpo? Haciendo ejercicio y comiendo bien. ¿Cómo se capacita el alma? Estudiando. Los neurocientíficos aseguran que para prevenir el Alzheimer es bueno estudiar un idioma, pensar, tener algún hobby. ¿Y cómo se puede capacitar el espíritu? El espíritu se capacita más que el cuerpo y

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más que el alma. ¿Cómo? Con la Palabra de Dios. La Palabra es al espíritu lo que el gimnasio es al cuerpo y lo que el estudio es a la mente. Pero hay muchos cristianos que no tienen Palabra.

Principio #5 “Cuando recibo una palabra, la pongo en mi corazón —mi espíritu— y la creo. La Palabra y mi corazón se mezclan y se hacen uno”. Esto sucede porque en el corazón está la fe. Recibís una palabra y la mezclás, porque la fe es una sustancia de mezcla. La fe se combina con la Palabra y ahora la Palabra fortalece tu psiquis con sus miedos, y se hacen uno.

Principio #6 “Cuando suelto la Palabra —la Palabra tiene que salir con mi espíritu—, se libera el poder de Dios”. Romanos 8:16 declara: “El Espíritu mismo da testimonio conjuntamente con nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios”.

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“Si hablo la Palabra y ella no sale con mi espíritu, nada ocurrirá”. No alcanza con hablar la Palabra, ella tiene que salir con nuestro corazón. Por ejemplo, si digo llorando: “Jehová es mi pastor, nada me faltará”, la palabra es correcta, pero no salió mi espíritu, porque salió emoción. El versículo del punto anterior es clave: “El Espíritu mismo da testimonio juntamente con nuestro espíritu”. Dios nos ha dado el privilegio no de que repitamos la Palabra una y otra vez sin sentirla, sino de que con ella salga nuestro corazón. Porque si hablo la Palabra durante horas y digo con indiferencia: “Jehová es mi pastor, nada me faltará”, dije lo correcto, pero no salió mi espíritu, por lo tanto, no ocurrirá nada. Otro ejemplo: si digo gritando: “¡Jehová es mi pastor, nada me faltará! ¡En lugares de delicados pastos me hará descansar!”, la Palabra fue correcta, pero en este caso tampoco salió mi espíritu. No tenemos que evaluar si el otro da la Palabra con el espíritu o no, nuestra tarea es evaluarnos a nosotros mismos. Si digo: “Jehová es mi pastor, nada me faltará… prepará el almuerzo que no comí nada en todo el día”, tampoco salió mi espíritu, porque estaba el alma. Cuando el espíritu está distraído, sale el alma, y entonces Dios no obra. El Señor no obra si Su Palabra no sale con tu corazón o con el mío. Hay dos frases muy populares que nos pueden ayudar a comprender mejor: a) “Dio todo en la cancha”. ¿Qué quiere decir esto?, ¿que dio el espíritu? No; porque el espíritu nuevo solo lo tenemos aquellos que aceptamos a Cristo. “Dar todo” es como

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“dejar el alma”, para hacer un paralelo; y b) “Esta persona habla con el corazón”. La mujer dice: “¡Te amo con el corazón!”, y ahí sale el espíritu entero de ella. El hombre, en cambio, directamente dice: “Te amo, mi amor”, y ahí sale el espíritu de él. Un espíritu distinto, pero espíritu al fin. Ahora, también es cierto que muchos hombres dicen “te amo” sin espíritu. En 1 Corintios 6:17, Pablo afirma: “Pero el que se une al Señor [a la Palabra] es un espíritu con Él”.

Cuando decimos, por ejemplo: “Vamos a hablar la Palabra, tomen nota: Hay que leer la Biblia, hay que congregarse, hay que orar”, ¿sale el espíritu? No. Así no tocaremos nunca el corazón de la gente. Cuando Jesús iba caminando y le dijo a Zaqueo: “Quiero comer en tu casa”, le tocó el espíritu. El espíritu de ese hombre estaba muerto, pero Él se lo tocó. ¿Por qué? Porque cuando Cristo soltaba la Palabra, Su corazón salía con ella. No tenemos que hablar por hablar, sino lograr que con la Palabra de Dios salga nuestro espíritu. Del mismo modo, no se trata de adorar por adorar. Dios busca adoradores que lo adoren con el espíritu. Si querés tocar el corazón de tus hijos, tenés que soltar la Palabra con tu corazón, no con las emociones —es muy importante que no confundamos las emociones con el espíritu—, así la Palabra sale mezclada. Tal vez pienses: “¡esto

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es muy complicado!”, y sí, es complicado de explicar, pero es fácil de llevar a cabo.

Principio #7 “Tengo que enfocarme en la Palabra y en mi espíritu”. Si estoy enfocado en si me van a aplaudir, mi espíritu no va a salir, porque mi alma está distraída mirando si los demás me van a reconocer o no. Si estoy enfocado en si me equivoco o no, mi espíritu no va a salir, porque el espíritu es muy sensible, y si lo único que quiero es lucirme, no va a salir. Puede ser que hable una palabra y salga mi espíritu, pero la palabra posterior a mi espíritu no saldrá. También es posible que hable una palabra de Dios y mi espíritu salga fuerte o salga débil.

Principio #8 “Cuando sale mi espíritu hay vida y hay paz”. Romanos 8:6 declara que cuando sale el espíritu, hay vida y paz. Si cuando hablo me siento oprimido, no me siento libre y tengo una carga interna, algo de mi espíritu quedó atado, guardado. Eso no depende del afuera, sino del hecho que no solté mi espíritu.

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“Cuanta más Palabra meta en mi espíritu, más fuerte este será, y más fácil saldrá con la Palabra”. Todo se resuelve con la Palabra. Si no buscamos la Palabra, nuestro espíritu estará débil, pero si somos pobres en el espíritu, si buscamos la Palabra y la creemos, nuestro espíritu tomará la forma de la Palabra, y nuestro corazón será como el corazón de Dios. De esta manera, nuestro corazón —nuestro hombre interior, nuestro espíritu— se fortalecerá, por lo que la Palabra saldrá con nuestro corazón cada vez más fácilmente. Así, tocaremos el corazón de las personas, y estas buscarán al Señor. Uno de los grandes interrogantes es saber cómo lograr que nuestro espíritu salga. Y la respuesta es: comiendo la Palabra. Cuando Dios puso a Adán y a Eva en el Edén, les dio el primer mandamiento: “Coman de todo árbol, especialmente del árbol de la vida, que es Cristo”. El Salmo 23 afirma que Dios puso una mesa delante de nuestros enemigos para que comamos. En Mateo 15 la mujer sirofenicia le dijo que si ella comía una miga del pan, con eso le alcanzaba. Y así fue como su hija fue libre. La hija nunca se acercó a Jesús, pero la madre comió, eso fue suficiente para que ella fuera liberada. El hijo pródigo recibió anillo, vestido y sandalias, pero el padre le dijo: “Ahora vas a llenarte por dentro. Vamos a matar el becerro gordo”. El becerro gordo que comieron es un símbolo de Cristo. Elías le dijo a la viuda: “Dame de comer primero”, y gracias a ello, la

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Palabra se cumplió. Todo en la Biblia tiene que ver con comer la Palabra. María se echó a los pies del Señor, y eso le permitió saber el futuro. Gracias a eso, ella supo que tenía que ungir a Jesús. Jesús le dijo a Zaqueo que iba a comer a su casa, y él fue libre de la adicción al dinero. Comer la Palabra es lo más importante en el Reino. Cuanto más como, mi espíritu más se fortalece y más sale.

Principio #9 “Cuando hablo la Palabra de Dios y se libera mi espíritu, el Espíritu Santo trabaja”. De que soltemos la Palabra con el espíritu o con el alma dependerá que salga nuestro espíritu o no. Cuando creemos la Palabra y soltamos el corazón con ella, el Espíritu Santo trae victoria. Cuanto más fuerte es nuestro corazón por la Palabra, más fácil va a salir. No podemos liberar nuestro espíritu, si tenemos poca Palabra. Es decir, el nivel de nuestro espíritu sale de acuerdo al nivel de Palabra que metemos. Cuanta más Palabra metas y creas, más fuerte será tu hombre interior, más fácil saldrá, y más victoria y poder tendrás. Y cuanto más buscás la Palabra, menos atento estás a tu alma. Pablo asegura que ya no andamos por vista, sino por fe. La única manera en que nuestro corazón sale es hablando palabra de fe, de lo contrario, no sale.

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Principio #10 “Para que salga mi corazón, tengo que matar mi alma”. Necesitamos morir al alma, porque si tenemos mucho del alma, Dios no obra. Cuando preparo los bosquejos de las prédicas, estudio las palabras en el griego, investigo, me preparo. Pero cuando tengo que soltar la Palabra, uso mi mente. Sin embargo, mi mente no es mi amo, sino mi siervo. Cuando hablo, uso mis cuerdas vocales, pero mis cuerdas vocales no son mi amo, sino mi siervo. Alineo mi mente —porque me preparo y estudio— y alineo mi cuerpo —porque uso mis cuerdas vocales— a la Palabra. Es como un general con dos cañones. El general ordena: “¡Disparen los cañones!” y los cañones le obedecen. El general es la Palabra, la voz del general es tu espíritu, que gobierna los dos cañones: tu cuerpo y tu alma. Necesitás alinear tu cuerpo y tu alma a tu espíritu.

« 86 » MODO ESPÍRITU | CÓMO VIVIR LA VIDA ZOE

« Parte 10 »

Los dos árboles [1] ¿Cuántas maneras de vivir existen? [2] ¿Cómo se activa la vida zoe? [3] Explique: “La vida de Dios es la vida de resurrección”.

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Narra Génesis que entre los árboles del Edén había dos árboles: el árbol del conocimiento del bien y del mal, y el árbol de la vida.

Principio #1 “Hay dos maneras de vivir la vida”. Observemos lo que dice Génesis 2:9, 16-17: “Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal”. “Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”.

El árbol del conocimiento del bien y del mal El árbol del conocimiento del bien y del mal es el árbol de la independencia, el primer paso para independizarse de la vida de Dios. Esta es la razón por la que Dios les dijo a Adán y a Eva: “[…] el día que de él comieres, ciertamente morirás”. Moriría su espíritu, su mente y su alma. El árbol del conocimiento del bien y del mal es el árbol donde cada uno es su propio gobernador, es el árbol de la experiencia del bien y del mal. Hay personas que

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al opinar de otros dicen: “Es tan bueno que solamente necesita convertirse”. Esto es falso, porque el planteo de Dios nunca fue portarse bien, sino disfrutar de Su vida. El árbol de la vida El árbol de la vida representa a Cristo mismo. El Evangelio de Juan afirma que Él es la vida. Comer de este árbol es comer la vida de Dios. ¿Qué es la vida de Dios? La naturaleza de Él en mí, lo que Dios es y hace en mi vida. La vida de Dios es divina, no depende de nada ni de nadie, mientras que la humana sí. Es eterna, porque es sin principio y sin fin, y no está sujeta a ninguna fuerza humana. Comer de este árbol significa comer de la Palabra y depender de Él. Todos tenemos dentro de nosotros estos dos árboles. Debemos elegir si vamos a ser gobernados por el alma o por la Palabra.

Principio #2 “Solo comer la Palabra nos da y activa la vida de Dios”. ¿Cuál es la mayor necesidad de un enfermo? ¿Ser sano? No; comer la Palabra. ¿Cuál es la mayor necesidad de un pobre? ¿Tener dinero? No; comer la Palabra. En el Libro de Ezequiel 2:8; 3:1-3 Dios le dice al profeta que coma la Palabra y que la hable.

« 90 » MODO ESPÍRITU | CÓMO VIVIR LA VIDA ZOE

“Mas tú, hijo de hombre, oye lo que yo te hablo; no seas rebelde como la casa rebelde; abre tu boca, y come lo que yo te doy”. “Me dijo: Hijo de hombre, come lo que hallas; come este rollo, y ve y habla a la casa de Israel. Y abrí mi boca, y me hizo comer aquel rollo. Y me dijo: Hijo de hombre, alimenta tu vientre, y llena tus entrañas de este rollo que yo te doy. Y lo comí, y fue en mi boca dulce como miel”.

Comer la Palabra es el principio más poderoso para vivir y soltar la vida de Dios.

Principio #3 “La vida de Dios es la vida de resurrección”. En Filipenses 3:10 Pablo declaró que quería conocer tres cosas: “[…] a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte […]”. 1. Experimentar a Cristo 2. El poder de la resurrección 3. La muerte

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Detengámonos en el punto 2. ¿Qué es la vida de resurrección? Es la vida de Dios tocando algo que está muerto, algo que pasó por la cruz. Jesús dijo: “Yo soy la resurrección y la vida”. La resurrección siempre va en tiempo presente. Significa que todo lo que se ha muerto puede ser resucitado a través de la vida, y ese poder vive en nosotros. Cuando Jesús se paró frente a la tumba de Lázaro (Juan 11), Él dijo: “Gracias porque me oíste”. ¿Cuándo soltó Cristo esa palabra? En Juan 5:25: “De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán”.

Anticiparnos a las situaciones y soltar la Palabra es la mejor manera de lograr que cuando las situaciones difíciles vengan, ya estén resueltas. El Señor no soltó la Palabra en el momento, lo había hecho antes de que la situación ocurriera.

« 92 » MODO ESPÍRITU | CÓMO VIVIR LA VIDA ZOE

« Parte 11 »

La muerte del alma [1] Explique la diferencia entre “morir” y “ser quebrantado”. [2] Explique la frase: “El alma es la cáscara que…”. [3] Explique la frase: “Cuanto más rápido muere mi alma, más rápido se libera la vida de Dios”. [4] ¿Cómo sabemos que hemos muerto al alma? [5] ¿Qué produce la muerte del alma? [6] ¿Por qué el alma debe separarse del espíritu?

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Principio #1 “Morir y no sufrir”. Cuanto más rápido decidimos ser muertos, más rápido experimentaremos la vida de resurrección. Los dos ladrones que estaban con Jesús en el Calvario no morían: el mundo vino y les quebró los huesos. El quebrantamiento genera sufrimiento, pero la muerte genera vida. Tanto lo que sentimos como lo que vivimos debe morir. Nuestras opiniones deben morir. Esto significa que nada nos gobierna. Nuestra autoridad máxima es la Palabra de Dios. Esta no es una muerte difícil de lograr, no se trata de un esfuerzo humano, dado que si así fuera, intervendría el alma. Se trata sencillamente de dejar que Cristo gobierne nuestra vida. Gálatas 2:20 declara: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”.

Pablo decidió morir. Jacob, en cambio, cuando peleó con el ángel, no decidió morir, por ende, fue quebrantado. Somos quebrantados en aquella área que hemos transformado en

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nuestra fuente. Si creo que mi fuente es el dinero, seré quebrantado en las finanzas, tal vez perdiendo el trabajo; si creo que soy el mejor, seré quebrantado quizás cuando aparezca alguien mejor que yo; si cuido la imagen, seré quebrantado cuando me humille. Cuando aprendemos a morir es cuando la vida de Dios se libera.

Principio #2 “El alma es la cáscara que cubre al espíritu”. Observemos lo que dice Juan 12:24-25: “De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará”.

Jesús compara la vida con un grano. Cuando la semilla cae y se rompe la cáscara, se produce la vida. La cáscara es el alma. El alma es como el papel que envuelve un regalo, es el saco que cubre al espíritu. Solo cuando el espíritu es roto y es muerto se libera la vida de Dios. Dice el versículo 25 que el que ama su vida —su alma, su vida psijí— la perderá, pero el que la odia, la ganará para vida (zoe) eterna. Es decir, cuando le damos muerte al alma se libera

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la vida del espíritu. Un ejemplo de esto es el caso de la mujer que rompió el frasco de perfume (Marcos 14:3-9). Cuando ella rompió el frasco se liberó el perfume. El frasco es nuestra alma. Nuestra alma debe ser rota para que el perfume inunde toda la atmósfera. Nosotros no juntamos frascos, liberamos perfumes.

Principio #3 “Cuanto más rápido muere mi alma, más rápido se libera la vida de Dios”. Es interesante que cuando las mujeres fueron a ungir el cuerpo de Jesús, Él ya había resucitado. Solo María lo pudo ungir anteriormente. Lo que significa que cuando uno rompe su alma, siempre se anticipa a las situaciones.

Principio #4 “Sabemos que hemos muerto porque nos volvemos dóciles”. Una persona vencida es una persona dócil. Observemos las palabras de Jesús en Mateo 11:29: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas […]”. BERNARDO STAMATEAS « 97 »

Jesús nos enseña a llevar Su yugo, Sus enseñanzas, y eso nos volverá accesibles, humildes, dóciles. Debemos ser como un caballo que ha sido domado: no perdió las fuerzas, pero ahora se deja dirigir. La persona dócil se deja enseñar. Muchos de nosotros fuimos quebrantados, y ese fue el punto de inflexión que permitió que ahora seamos más flexibles.

Principio #5 “La Palabra es la que produce la muerte del alma”. Hebreos 4:12 declara: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

Este pasaje compara la Palabra con una espada que separa el alma del espíritu. Imaginemos el alma (la cáscara) y el espíritu aprisionado. Cuando la Palabra separa se queda en el medio de ambas. Entonces nos volvemos personas duales. Podemos trabajar, cumplir funciones en nuestras casas y empleos en el alma, pero nuestro espíritu está conectado a las cosas del Señor. Es el espíritu el que ahora gobierna el alma.

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2 Reyes 4:8-9 narra que cada vez que el profeta estaba en Sunem iba todos los días a comer a la casa de la mujer. Y la sunamita dijo: “Este es un varón de Dios”. Si Eliseo no había orado ni hecho ningún milagro, ¿cómo lo vio así si solo pasaba para comer? El hecho es que cuando el alma es separada del espíritu, todo lo que hace es movido por el espíritu.

Principio #6 “Cuando el alma se separa del espíritu por la Palabra, nos volvemos seres espirituales”. 2 Corintios 5:16 declara: “De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así”.

Pablo ya no se proponía conocer a nadie en la carne sino en el espíritu. Tenemos discernimiento de espíritus. Tal vez una persona nos dice que nos quiere, y sin embargo nuestro espíritu percibe lo contrario. O quizás alguien nos trata con mucha ira, y nuestro espíritu discierne que esa persona nos está pidiendo ayuda.

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« Parte 12 »

La vida de Dios [1] ¿Explique la frase: “Todos los seres humanos nacemos con la vida humana y se nos añade la vida divina”. [2] “Las dos vidas desean gobernar”. [3] ¿Qué es la vida zoe? [4] ¿Cómo se alimenta la vida zoe? [5] ¿Cómo cuidarnos de no vivir en el árbol del conocimiento? [6] ¿Qué es tocar la vida zoe? [7] ¿Cuál es la relación entre dar muerte al alma y amar a Cristo?

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Principio #1 “Todos los seres humanos nacemos con la vida humana y se nos añade la vida divina”. Cuando nacemos tenemos nuestra biopsiquis, nuestra vida humana, que es dirigida a través de nuestra alma. Cuando recibimos a Cristo, Él es la vida de Dios. Ahora tenemos dos vidas: la humana y la divina.

Principio #2 “Hay una lucha entre dos vidas”. La vida humana (el alma) quiere gobernar a la vida del espíritu (zoe), mientras que la vida zoe quiere gobernar a nuestra vida humana. Esta es la lucha. De allí que la muerte del alma es entregarle el dominio, el gobierno, a la vida de Dios. Cuanto más rápido se produzca esta muerte, más vida de Dios se soltará.

Principio #3 “La vida zoe es una persona: Cristo”. La vida divina es distinta a la vida humana. Mientras la vida humana tiene principio, es creada, necesita del alimento y de los demás, la vida de Dios es la expresión de quien Él es. No necesita de nada, es una persona, no depende de nada ni de nadie. BERNARDO STAMATEAS « 103 »

Principio #4 “La vida zoe debe ser alimentada cada día”. Como hemos visto, en el huerto del Edén había dos árboles. Uno de ellos es el árbol de la vida. Leemos en Juan 6:63: “El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida”.

¿Qué quiere decir que “las palabras son espíritu”? Que son de la misma naturaleza que nuestro espíritu humano, creado por la vida de Dios. De allí nace el próximo principio.

Principio #5 “Debemos tocar la vida de la Palabra, de lo contrario, lo que tendremos es conocimiento del alma”. Cuando escuchamos una palabra y no tocamos la vida de Dios, lo que tenemos es conocimiento. Cuando los sabios llegaron a ver al rey Herodes, le dijeron: “Venimos a ver al Rey de los judíos”. Herodes llamó a los religiosos, y estos le dijeron que nacería en Belén, pero ninguno de ellos fue a adorar. Tenían « 104 » MODO ESPÍRITU | CÓMO VIVIR LA VIDA ZOE

conocimiento. Caifás dijo: “Es necesario que uno muera por todos”, sin embargo, no impidió la muerte de Cristo. Cuando tenemos el conocimiento pero no tocamos la vida, estamos sencillamente en el alma, en el árbol del bien y del mal.

Principio #6 “Tocar la vida significa tener el trato de Dios”. Supongamos que sé que “soy más que vencedor en Cristo”, pero ¿qué testimonio, qué experiencia puedo contar sobre ese versículo? Conozco sobre la ley del acuerdo, pero si no tengo un trato, una experiencia, es solo conocimiento. Ahora bien, imaginemos que se enferma un familiar mío, por lo que decido llamar a un compañero para orar en acuerdo. Mi compañero viene, oramos juntos, y mi familiar se sana. ¡Ahora sí toqué la vida de la Palabra! Tocar la vida es experimentar esa palabra, aplicarla. Filipenses 4:9 expresa: “Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros”.

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Y Juan 13:17 declara: “Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis”.

Y Jesús dice que quien oye la palabra y no la pone por obra, no la practica inmediatamente, es como un hombre que construyó una casa, vino la tormenta y la derribó, mientras que quien la practica tiene victoria, ya que construye sobre Cristo. Si no muere, el alma gobierna la vida de Dios, y la apaga. Israel dio vueltas por el desierto durante cuarenta años. El alma nos hace dar vueltas sin sentido e impide que entremos en la tierra prometida, lo cual es la vida del espíritu. Cuando Gedeón y sus hombres fueron a pelear, lo primero que hicieron fue hacer sonar las trompetas: la trompeta es nuestra boca. La Palabra debe salir de nuestra boca. Luego, rompieron el cántaro. El cántaro es el alma que debe ser rota en la batalla. Por último, tomaron la antorcha de fuego. El fuego es la vida del espíritu. ¿Cómo termina esta batalla? El enemigo terminó matándose, a sí mismo.

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Principio #7 “El amor es el motivador más grande para morir al alma”. Hubo varias “Marías” en la vida de Jesús. En primer lugar, está María, Su madre, quien cuando el vino el ángel dijo: “Hágase conforme a tu palabra” (Lucas 1:38). Ella sabía que sería cuestionada, burlada por el pueblo y aun por todo Israel. Su imagen social había muerto. También está María, la que rompió el frasco de perfume. Ella no calculó el precio del perfume, simplemente lo derramó para la muerte del Señor. Por último, está María (María Magdalena), la mujer que estuvo en la escena después de la resurrección. Ella se levantó muy de madrugada y fue con el frasco a ungir al Señor. En medio de un ambiente político agitado, no le importó ni el riesgo ni el peligro, porque amaba a Jesús. El alma muere, y es difícil cuando no amamos lo suficiente al Señor, pero cuando nuestro amor al Señor es grande podemos morir a: a) la imagen, como lo hizo María, Su madre; b) al costo, como lo hizo María, la mujer que derramó el frasco de perfume; o c) al riesgo, como lo hizo María Magdalena. Cuando Pablo dijo: “Ya no vivo yo”, lo imagino al apóstol diciendo estas palabras con una sonrisa. Él amaba tanto al Señor que dijo: “Ahora vive Cristo en mí, el cual me amó y se entregó por mí”.

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« Parte 13 »

El objetivo de Dios al crear al ser humano es que el hombre pueda experimentar la vida zoe en Él.

[1] ¿Cuál fue el propósito de Dios al crear al hombre? [2] Explique los símbolos en 2 Reyes 4:8-10: a. aposento alto b. mesa c. cama d. silla e. candelero.

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Principio #1 “El propósito de Dios al crear al hombre es que este pudiera experimentar la vida zoe.”. El único sueño que Dios tiene es que el hombre pueda experimentar la vida zoe. Nosotros tenemos muchos sueños y proyectos: viajar, estudiar, comprar una casa, etc., pero Dios nos creó con un solo proyecto en mente: que la vida zoe que está en nosotros bañe, cubra, cada sueño de nuestra vida.

Principio #2 “El espíritu humano al unirse a la Palabra trabaja de cuatro maneras”. El espíritu humano está representando en muchas partes del Antiguo Testamento a través de la “casa”. Observemos el pasaje de 2 Reyes 4:8-10: “Aconteció también que un día pasaba Eliseo por Sunem; y había allí una mujer importante, que le invitaba insistentemente a que comiese; y cuando él pasaba por allí, venía a la casa de ella a comer. Y ella dijo a su marido: He aquí ahora, yo entiendo que éste que siempre pasa por nuestra casa, es varón santo de Dios. Yo te ruego que hagamos un pequeño aposento de paredes,

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y pongamos allí cama, mesa, silla y candelero, para que cuando él viniere a nosotros, se quede en él”.

Aquí tenemos cinco elementos que la mujer construyó para el profeta Eliseo: a. Lo primero que la Biblia menciona es que la mujer construyó es un aposento alto. En las azoteas de las casas se construía una habitación a la cual se la llamaba de este modo. Mi espíritu es lo más alto; es más alto que mi psiquis y mi bios, y fue creado por Dios específicamente para poner Su vida zoe allí. De allí que en Hechos 2, el Pentecostés vino cuando estaban en el aposento alto. La Pascua se celebró en el aposento alto. En el aposento alto Jesús lavó los pies a los discípulos, reveló quién era Judas, etc. Todo lo que Dios va a hacer lo hará en nuestro espíritu. Es por eso que Mateo 6:6 dice: “Entra en tu aposento, y cierra la puerta”. b. Luego, puso una cama. Cuando la Palabra se une a nuestro espíritu nos da descanso. Primero descansamos y luego trabajamos. No hacemos nada sin la paz de Dios. c. En tercer lugar, puso una mesa. Hemos explicado que comer es la manera que Dios creó para relacionarnos con Él. No le dio a Adán y a Eva un mandamiento, sino que les dijo: “coman del árbol de la vida”.

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d. La mujer puso una silla. La silla es un símbolo de trono. La Palabra debe ser el gobierno absoluto y la autoridad en nuestra vida. e. Por último, la sunamita puso un candelero, que simboliza el mostrar la vida zoe no solo hacia nosotros, sino también a los demás. Dice el relato que cuando el profeta le preguntó qué quería, la mujer dijo “nada”. Ella lo había hecho todo por amor. Y el premio que recibió fue abrazar un hijo un año más tarde. Siempre hay bendiciones por los actos que hacemos sin esperar nada de nadie.

BERNARDO STAMATEAS « 113 »

« Parte 14 »

La paciencia [1] ¿Por qué la tardanza en el cumplimiento de la Palabra? [2] Explique: “Algo del alma debe morir en el proceso”. [3] Explique: “La fe es antes del problema. La paciencia es durante el problema”. [4] Explique: “Cuanta más Palabra pongamos más fuerza tendrá nuestro espíritu y nuestra fe”.

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Principio #1 “Soltamos la Palabra y muchas veces hay una tardanza en las respuestas. Esta tardanza es parte de la respuesta”. Cuando llamaron a Jesús en ocasión de la muerte de su amigo Lázaro, Él tardó cuatro días en llegar. El objetivo de esa tardanza era parte de la respuesta: algo debía morir para que pudiera dar vida. Lo mismo sucedió con Jairo. La demora que ocasionó que su hija muriese fue porque algo en Jairo debía morir, en este caso, su fe de corta duración.

Principio #2 “Cada vez que tarda la respuesta debemos preguntarnos qué debe morir de nuestra alma en el proceso”. Hay algo que debe morir, que al identificarlo y crucificarlo, traerá la respuesta más rápidamente. Supongamos que vamos a hacer un trámite. Nos pedirán una cantidad de requisitos que debemos cumplir. La gestión solo se completa cuando terminamos de juntar todos los papeles que nos pidieron. Cuanto más rápido crucifiquemos el gobierno de nuestra alma de manera completa, más rápido y gloriosamente viviremos la vida zoe. Hay personas que van muriendo de a poco, por eso

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tardan años en ver la victoria. Otras, reúnen todos los gobiernos del alma, y les dan muerte de una vez y para siempre.

Principio #3 “La fe es antes del problema. La paciencia es durante el problema”. No tenemos que buscar construir fe a través del oír de la Palabra cuando ya estamos en el problema, sino antes. Construir una casa y esperar que venga la tormenta para destruirla, no sirve. La paciencia es Cristo mismo viniendo a sostener esa fe. La fe se cansa, pero Cristo toma forma de paciencia y nos sostiene hasta alcanzar la promesa. Esta es la razón por la que Hebreos 6:12 declara: “[…] fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas”.

« 118 » MODO ESPÍRITU | CÓMO VIVIR LA VIDA ZOE

Principio #4 “Cuanta más Palabra pongamos, más fuerza tendrán nuestro espíritu y nuestra fe”. Dice Lucas 5:35-37 que no se pone vino nuevo en odres viejos. El vino nuevo fermentaba y rompía los odres viejos que no cedían. Colocar vino nuevo constantemente evitaba que el odre se avejentara. Cuando dejamos de poner Palabra, nuestro espíritu se vuelve seco, duro y rígido. Ya no queremos crecer, nos resistimos a los cambios y repetimos todo de memoria. Es decir, el alma toma el gobierno.

BERNARDO STAMATEAS « 119 »

« Parte 15 »

Gobernados por el alma o por el espíritu [1] ¿Cuáles son las diferencias que podemos encontrar entre el gobierno del alma y el gobierno del espíritu? [2] ¿Qué mira el alma y qué mira el espíritu? [3] ¿Qué hace permanentemente el alma? [4] ¿Cuál es el peligro de no hablar la Palabra?

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Principio 1: “El alma funciona por reacción”. Llega un buen estímulo y nos ponemos contentos; recibimos una mala noticia y nos desanimamos; nos aumentan el sueldo y estamos felices; nos suben el alquiler y nos deprimimos. El alma reacciona, pero el espíritu determina, es proactivo. Al espíritu no le importan las circunstancias ni los estímulos externos, sino que toma la iniciativa y declara lo que Dios dijo. Salmos 103:2-5 declara: “Bendice, alma mía, a Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus iniquidades, Él que sana todas tus dolencias; Él que rescata del hoyo tu vida, Él que te corona de favores y misericordias; Él que sacia de bien tu boca De modo que te rejuvenezcas como el águila”.

El salmista le dice al alma que no importan las circunstancias, sino lo que Dios prometió. Él nos ama y nos perdona.

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Principio #2 “El alma mira las circunstancias externas y el espíritu mira la Palabra”. El alma se mueve de afuera hacia adentro. Mira y observa el mundo exterior. El espíritu, en cambio, se mueve de adentro para afuera. Dice Pablo que, aunque lo externo se desgasta, lo interno se va renovando. Yo no miro si estoy rico o pobre, sano o enfermo, sino que determino que lo que Dios me prometió es. Dice Apocalipsis 1:12: “Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro […]”.

El apóstol Pablo “vio” la voz. La voz se escucha, pero él la vio. Debemos permitirnos visualizar lo que Dios nos habla: tenés que verte sano, tenés que verte próspero, etc.

Principio #3 “El alma opina”. El alma arma historias. Cuando Adán cayó le echó la culpa a Eva, y ella, a la serpiente. Al alma le gusta hablar, pensar,

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opinar, mientras que el espíritu no opina sino que declara. El espíritu dice lo que Dios dijo. 2 Reyes 4:1-7 narra la historia de la viuda que buscó al profeta porque estaban a punto de llevarse a sus hijos como parte del pago de la deuda de su marido: “Una mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos por siervos. Y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite. Él le dijo: Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas. Entra luego, y enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas las vasijas, y cuando una esté llena, ponla aparte. Y se fue la mujer, y cerró la puerta encerrándose ella y sus hijos; y ellos le traían las vasijas, y ella echaba del aceite. Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otras vasijas. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite. Vino ella luego, y lo contó al varón de Dios, el cual dijo: Ve y vende el aceite, y paga a tus acreedores; y tú y tus hijos vivid de lo que quede”.

En este pasaje observamos varios símbolos:

BERNARDO STAMATEAS « 125 »

• Cuando el marido se murió vino el milagro. Cuando el alma muere, entonces el milagro llega. La viuda fue la que salió a buscar su milagro. Cuando hay tardanza en lo que declaramos es porque la tardanza es parte de la respuesta. Seguramente hay algo de nuestro gobierno, de nuestra alma, que Dios quiere que muera para que entonces llegue el milagro. • La mujer solo tenía una vasija. El enemigo puede sacarnos todo, pero no puede tocar la Palabra. Lo único que debe reinar en nuestro corazón es la Palabra. • La viuda buscó vasijas, y no pocas. Las vasijas representan nuestros sueños. Cada sueño que traemos será llenado por la Palabra. • Fue la vasija de aceite la que llenó las demás vasijas. No es el auto el que me trajo un nuevo contacto, o el contacto el que me trajo una nueva bendición. Todas las bendiciones son llenas con la Palabra. • La mujer cerró la puerta. Esto simboliza el practicar. Debemos practicar la Palabra. Cuando la mujer del flujo de sangre se dijo así misma: “Si toco Su manto seré sana”, declaró en privado y tuvo recompensa pública. Jesús se detuvo, preguntó quién lo había tocado, y la honró públicamente. Jairo, por su parte, confesó públicamente: “Mi hija acaba de morir; mas ven y pon tu mano sobre ella, y

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vivirá” (Mateo 9:18). Y la niña fue resucitada en la intimidad de su habitación. Confesión privada = Recompensa pública; Confesión pública = Recompensa privada. Esta palabra está dividida en dos partes. La primera parte es la indicación de juntar las vasijas, la segunda, la orden de vender el aceite. Dios no nos da toda Su Palabra junta. Nos da la parte A, y una vez que la cumplimos, entonces recibimos la parte B. Su milagro fue tan grande que no solo pagó la deuda, sino que no necesitó trabajar más, ni ella ni sus hijos. Jueces 13 narra el nacimiento de Sansón. El ángel le habló a una mujer estéril y le prometió la llegada de un hijo. La Palabra siempre trae buenas noticias. Le habló solo a la mujer porque ella representa el espíritu —el marido representa el alma—. La mujer corrió inmediatamente a repetirle al marido lo que el ángel le había dicho. El marido oró pidiendo que el ángel volviese para que él supiese qué tenía que hacer. El alma no entiende las cosas de Dios. La mujer ya le había explicado lo que debían hacer. Cuando el ángel apareció, le repitió lo mismo, y este hombre, en lugar de adorar, lo invitó a comer un cabrito. Incluso le preguntó su nombre para poder adorar cuando se cumpliera la Palabra. Finalmente entendió y ofreció holocausto. La Biblia relata que el ángel se fue en la llama de fuego. Allí vemos a la mujer y al hombre postrados adorando. El alma y el espíritu alineados a la Palabra, pero inmediatamente después dice el relato que el marido le dijo: “Vamos a morir”. El alma entiende para luego dejar de entender.

BERNARDO STAMATEAS « 127 »

Principio #4 “Cada creyente debe aprender a hablar la Palabra desde el comienzo de su vida cristiana”. Hemos aprendido en este libro que necesitamos hablar la Palabra. Si no le enseñamos a hablar, el nuevo convertido quedará mudo toda la vida. Nos convertimos confesando. Romanos 10:10 afirma: “[…] con la boca se confiesa para salvación”.

Cuando hablamos constantemente de los problemas que no se van de nuestra vida, lo que hacemos es justamente alimentarlos con palabras negativas. Ahora, cuando declaramos la Palabra y la repetimos, a veces corremos el riesgo de que nuestra alma tome gobierno y la repita como loro. Por eso necesitamos la rhema personal, una palabra específica para esa situación. 1 Samuel 8:5 declara: “[…] y le dijeron: He aquí tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones”.

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El pueblo le pidió al profeta un rey como tenían los otros pueblos. En vez de preguntar: “Señor, ¿qué es lo que querés darnos?, ¿qué es lo que tenemos que pedirte?”, ellos pidieron un político. ¿Y qué sucedió? El rey Saúl les trajo grandes dolores de cabeza. Lucas 12 narra que Jesús estaba predicando a la multitud. Decía que Él mismo nos confesaría delante de los ángeles de Dios y que no debían preocuparse por lo que iban a responder delante de los poderosos, porque el Espíritu Santo les iba a indicar qué debían decir. De pronto, un joven dijo: “Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia” (Lucas 12:13). Durante todo el mensaje él había estado pensando en qué momento le iba a hablar al Señor de su hermano y la herencia. Muchas veces el alma deja de escuchar todas las promesas de Dios para concentrarse en su tema, la persona no escucha sino el asunto que está en su alma. Entonces, para no caer en las repeticiones vanas, permanentemente debemos preguntarle a Dios: “Señor, ¿hay alguna rhema, alguna palabra especifica que deba declarar?”. Si es así, Él la va a poner en nuestro espíritu. Si no aparece, tenemos que seguir declarando la palabra que estábamos declarando.

BERNARDO STAMATEAS « 129 »

« Parte 16 »

Facetas del alma [1] Explique qué es “morir al amor almático”. [2] Explique qué significa “morir al gobierno del Yo”. [3] ¿Cuántas maneras de pelear la guerra espiritual hay? [4] ¿Cuándo nacen la ideas zoe? [5] Explique lo que significa “vivir al gobierno de las cosas”. [6] ¿Tenemos un día asignado por Dios para partir?

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Principio #1 “Una de las facetas del alma es morir al amor almático”. Mateo 10:37-39 declara: “El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará”.

Jesús habla en cuatro oportunidades de morir al Yo. En cada una de ellas, enfatiza un aspecto distinto del alma. Observemos: El pasaje que mencionamos habla acerca de que nadie debe amar más a padre, madre, hijo, hija, etc. que al Señor. Y el pasaje paralelo de Lucas 14:26-27 cita que hay que aborrecer padre y madre para seguir al Señor. La Palabra enfatiza así que necesitamos morir al amor del alma. Cuando morimos al amor humano (del alma), a nuestro padre, madre, etc., el amor zoe, la vida sobrenatural, fluye, y entonces podemos amarlos en victoria. El amor humano es condicional: “te amo si me hacés feliz, si me ayudás, si...” o “te amo porque me hacés bien, porque me

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hacés feliz, porque...”. El amor divino, en cambio, es un amor incondicional, es el amor zoe. Solo cuando muero al gobierno de mi propio amor es cuando el amor de Él puede fluir. El amor de Él todo lo cree, todo lo soporta, nunca falla. Romanos 8 dice que nadie nos podrá separar de ese amor.

Principio #2 “Otra de las facetas es morir al gobierno del Yo”. Mateo 16:24-25 narra: “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará”.

Otra faceta del alma es morir al gobierno del Yo. Otro pasaje en el cual Jesús se refiere a la faceta del alma y la muerte del Yo es el Evangelio de Mateo 16:24-25. El Yo que gobierna es el corazón del alma. Somos seres emocionales, y son las emociones las que nos dominan. Lo cierto es que las emociones son cambiantes, de corta duración, y Jesús enseña que no deben gobernarnos. Por el contrario, necesitamos morir a ellas. ¿Qué

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quiere decir esto? Que aceptamos lo que sentimos, lo reconocemos, pero no permitimos que nos dirijan los sentimientos. No me muevo por lo que siento sino por lo que creo. Cuando Jesús dijo que la hija de Jairo estaba dormida, todos se burlaron. Sin embargo, Él no respondió con Sus propias emociones sino que hizo lo que tenía que hacer, un milagro. Debemos aprender a no reaccionar en las emociones sino en lo que creemos, en lo que Dios nos dice. Muchas veces las emociones no nos dicen la verdad. Podemos sentir que no somos queridos, que no somos valorados, que estamos solos, sin embargo, esto es falso, dado que somos amados todo el tiempo por el Señor. Observemos lo que le ocurrió al muchacho de Lucas 12:13. El joven le dijo: “Maestro, dile a mi hermano que comparta la herencia conmigo”. Como analizamos anteriormente, Él no había escuchado el mensaje del Señor, sino que estaba anclado en que Jesús le hiciera justicia. La tercera vez que aparece la muerte del Yo es en Juan 12:24-25. Este pasaje hace referencia a morir a las propias capacidades. Aquí el foco es el fruto, mi capacidad, mi conocimiento, mi sabiduría. Debo morir al creer en mi propia capacidad. Esto no significa aniquilación ni destrucción, sino que mi capacidad no es mi fuente. Mi fuente es Cristo vivo, y cuando muero a mi propia capacidad, es entonces que la vida zoe activa mis propios recursos.

BERNARDO STAMATEAS « 135 »

Tenemos historias en las cuales están expresadas las relaciones del alma y del espíritu, por ejemplo, 2 Reyes 5. Naamán representa al alma y Eliseo, al espíritu. El espíritu le ordenó al alma lo que debía hacer: “Zambúllete siete veces”. Las siete veces son un símbolo de muerte. De esta manera, cuando el alma obedeciera, sería resucitada. Giezi también representa el alma. Eliseo le dice que no acepte nada de Naamán, sin embargo, Giezi desobedece y enferma de lepra como consecuencia. El alma debe seguir las indicaciones del espíritu para encontrar la victoria.

Principio #3 “Hay dos maneras de pelear: alma vs. alma y alma vs. espíritu”. Cuando alguien ataca o enfrenta a otra persona lo está haciendo con el alma. Cada vez que elegimos reaccionar perdemos la batalla. No debemos responder en el alma sino en el espíritu. ¿Qué hizo David con Goliat? El gigante tenía asustado a todo el ejército (alma vs. alma), sin embargo, David cambió el escenario y respondió en el espíritu: “Dios está conmigo y me dará tu cabeza”, dijo. Cuando leemos Hebreos 11, la Biblia cita que por la fe Abel, Enoc, Noé, Moisés, Abraham lograron cosas. Nada se logra

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bajo el gobierno de las emociones sino bajo el gobierno de lo que creemos, de lo que Dios nos dice. El escritor cristiano chino Watchman Nee dijo: “La emoción me hace mirarme a mí”. No importa lo que dice mi emoción sino lo que Dios me dijo. Por eso, el fruto del Espíritu es el dominio propio, no dominio ajeno. No debo controlar el alma ajena sino mi propia alma para que ella no tome el gobierno sobre mi vida.

Principio #4 “Cuando las emociones mueren, ideas zoe nacen”. ¿Qué son la ideas zoe? Son ideas divinas que vienen listas para traer victoria a la tierra. David fue a pelear con la armadura de Saúl. Él no tenía un plan armado, pero cuando se puso la armadura Dios le dio una idea zoe: que pelee con la honda. Pablo, alquiló un teatro en medio del calor de Éfeso llamado Tirano y se calcula que ganó allí más de doscientas mil personas. Cuando la viuda multiplicó el aceite, el profeta le pidió que lo vendiera. Una mujer que nunca había vendido nada, pagó así todas sus deudas y vivió próspera hasta sus últimos días ella y sus generaciones.

BERNARDO STAMATEAS « 137 »

Las ideas zoe son ideas creativas. Vienen del cielo, y están escondidas en el mundo de lo humano, pero son reveladas solo a los que morimos al gobierno del alma. En el pasaje de Isaías 22:22, Dios le dice a Eliaquín que le dará la llave del palacio para abrir y cerrar. Las ideas zoe abren y cierran puertas. Cuatro amigos tuvieron una idea zoe de hacer un agujero en el techo, y el paralítico recibió el milagro. La mujer del flujo de sangre tuvo la idea zoe de tocar el manto, y así fue sanada. Las ideas zoe vienen para traernos grandes victoria. José interpretó el sueño del copero y del panadero. Al panadero le dijo que iba a morir y al copero que saldría de la cárcel, y le pidió que cuando eso sucediera se acordara de él. El pan (Cristo) murió, y la sangre salió y lo llevó al palacio. La muerte de Cristo significa que Su sangre está viva y nos abre las puertas con ideas zoe para resolver grandes problemas.

Principio #5 “La tercera faceta del alma que debe morir es al gobierno de las cosas”. Cuando vivimos arraigados a nuestros propios proyectos, perdemos la vida zoe.

« 138 » MODO ESPÍRITU | CÓMO VIVIR LA VIDA ZOE

“Acordaos de la mujer de Lot. Todo el que procure salvar su vida, la perderá; y todo el que la pierda, la salvará”.

Lucas 17:32-33 es el tercer pasaje en que Jesús habla de morir al gobierno del alma. En este caso, se refiere a la mujer de Lot. Ella murió antes de tiempo porque quedó aferrada a lo que había dejado en Sodoma. Sabemos que Dios ha establecido el día de nuestra partida. Ese día está en la agenda de Dios. Sin embargo, tenemos autoridad para reprender cuando la muerte quiera venir antes de lo estipulado por Dios. En el caso de Jesús, tres fueron las veces que intentaron matarlo, y están narradas en Lucas 4:2930, Juan 7:1 y Juan 8:39. El apóstol Pablo también resistió a la muerte. Lo mordió una serpiente y estuvo preso con sentencia de muerte, pero él sabía que no era el momento de morir. Recién cuando fue encarcelado en Roma por segunda vez supo que su hora había llegado, y así se lo hizo saber a Timoteo (2 Timoteo 6). Cuando nos llenamos de los proyectos de Dios, Él cumplirá los nuestros. Debemos buscar el sueño de Dios: que la gente conozca a Cristo. Cuando abrazamos Su sueño, Él bendice nuestros sueños, los multiplica, los restaura y los resucita.

BERNARDO STAMATEAS « 139 »

Principio #6 “Todos tenemos un día asignado por Dios”. 2 Pedro 1:14 afirma que Pedro conocía el tiempo de su partida, y como vimos anteriormente, a Pablo también le fue revelado que su vida llegaba a su fin. Vos y yo debemos reprender todo espíritu de muerte, morir vacíos y declarar como lo hizo Pablo: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe”. Muchas veces, Dios da a conocer ese día, sin embargo, lo más importante no es saber cuándo vamos a morir, sino decidir cómo viviremos hasta ese momento.

« 140 » MODO ESPÍRITU | CÓMO VIVIR LA VIDA ZOE

« Parte 17 »

“Historia” de la vida zoe [1] Defina vida zoe. [2] ¿Cómo era la vida zoe antes y luego de la caída? [3] ¿Qué sucedió con la vida zoe cuando Cristo murió? [4] ¿Cómo podemos vencer la muerte y el pecado? Desarrolle Romanos 8:2. [5] Explique 1 Juan 5: 16. [6] Nombre algunas imágenes bíblicas sobre la muerte.

BERNARDO STAMATEAS « 141 »

Principio #1 “La vida zoe es Dios mismo”. La vida de Dios es lo que Dios es. Es Su naturaleza, Su eternidad, Su poder. Es quien Él es, Su carácter. Esa vida, como hemos visto, estaba afuera, y envolvía a Adán y a Eva. Cuando ellos decidieron comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, la vida zoe fue retirada, y sin ella quedaron “desnudos”. Fue allí que la muerte entró en todos los ámbitos.

Principio #2 “La vida zoe envolvía al ser humano y ahora vive dentro de nosotros”. Cuando Dios creó a Adán y a Eva, sopló Su Palabra, y el hombre fue entonces un alma viviente. La vida zoe los vestía y los envolvía. Dios les dio la posibilidad de elegir si ellos querían que esa vida no solo estuviese afuera, sino también en su interior, viviendo en su espíritu. De allí el ofrecimiento de comer del árbol del conocimiento del bien y del mal o del árbol de la vida. Al elegir comer del árbol del alma (el árbol del conocimiento del bien y del mal), la vida fue en retirada. La vida zoe, a partir de entonces y hasta que Cristo ascendió, descendía sobre algunos, operaba y se retiraba. Recién cuando fue ascendido,

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Cristo estableció que la vida zoe ya no estaría más afuera, sino viviendo eternamente en nuestro espíritu.

Principio #3 “Cristo habilitó que la vida zoe viva dentro de nosotros”. La vida zoe vestía a Adán y a Eva, pero ahora vive en nuestro interior. Es la resurrección de Cristo la que nos habilita a vivir la vida divina. Cuando Cristo murió en la cruz, derramó sangre y agua. La sangre era para el perdón de los pecados, y el agua, como símbolo de que ahora la vida iba a ser impartida al interior del ser humano. La anastasis se produjo en el espíritu, el alma y el cuerpo. Cuando recibimos a Cristo, nuestro espíritu es resucitado, salvo, regenerado. Pero el alma debe ser salva cada día. El pasaje de Santiago 1:21 habla, justamente, de darle muerte cada día a nuestra alma. Esto permite que el alma sea resucitada, sin embargo, el cuerpo será resucitado recién en la venida de Cristo. “Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas”.

« 144 » MODO ESPÍRITU | CÓMO VIVIR LA VIDA ZOE

La vida eterna es vida zoe. Entre las muchas ideas no bíblicas sobre qué sucede después de la muerte podemos nombrar el limbo, la reencarnación, la aniquilación, etc., pero nosotros sabemos que quien tiene al Hijo, tiene la vida eterna. Su vida nos garantiza eternidad.

Principio #4 “La cruz mata el alma y así se libera el esíritu”. El pecado introdujo la muerte, y aquí el apóstol Pablo sienta un principio: “podemos vencer la muerte”. ¿Qué significa esto? Que Dios estableció un día para que partamos. Ese es el día establecido por el Señor, sin embargo, el enemigo puede buscar adelantar nuestra partida. Es allí donde nosotros tenemos autoridad para reprender la muerte. La Escritura narra que la mujer de Lot quedó convertida en estatua de sal antes de tiempo. El propio Sansón también murió prematuramente.

Principio #5 “Hay pecados de muerte”. 1 Juan 5:16 declara: “Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida; esto es para los que

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cometen pecado que no sea de muerte. Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida”.

La Biblia enseña que hay pecados que son de muerte. Por su pecado, Ananías y Safira adelantaron el día de su partida, y Coré y sus séquitos fueron tragados por la tierra. Tenemos varios ejemplos de personas que cometieron un pecado y murieron. No está especificado cuál es este pecado. Probablemente es un pecado distinto para cada uno, pero tiene que ver con atentar contra la iglesia de Cristo.

Principio #6 “La muerte es un cambio de habitación”. Hay varias imágenes que la Biblia usa para representar la muerte: un barco que levanta anclas y parte; una tienda que se desmonta; agua derramada que no puede volver a tomarse. Cuando el cuerpo muere, el espíritu y el alma vuelven al Señor hasta que nuestro cuerpo sea resucitado. La muerte es el último gran enemigo que será vencido.

« 146 » MODO ESPÍRITU | CÓMO VIVIR LA VIDA ZOE

« Parte 18 »

Gobernados por la emoción o la vida zoe

[1] ¿Nos guían las emociones o la fe? ¿Por qué? [2] ¿Qué papel juegan las emociones en la vida cristiana? [3] ¿Existe la verdad absoluta? [4] ¿Cuál es la diferencia entre “conocimiento” y “experiencia”? [5] Explique la expresión “ser injertados en Cristo”. [6] Explique qué significa que “estamos sentados en lugares celestiales”.

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Principio #1 “No somos guiados por lo que sentimos sino por lo que creemos”. Somos seres emocionales que pensamos. Nuestro cerebro límbico es el encargado de activar nuestras emociones. La emoción nos hace mirarnos a nosotros mismos, a lo que sentimos, pero la fe nos hace mirarlo a Él. No importa lo que sentimos sino lo que Dios nos prometió. Cuando somos guiados por la emoción, nos salimos de la vida zoe.

Principio #2 “No ignoramos lo que sentimos, sino que no permitimos que nos gobierne”. Debemos reconocer y aceptar todas las emociones que surgen en nuestra vida. No tenemos que reprimirlas ni taparlas, pero tampoco dejarnos guiar por ellas. Lo que necesitamos considerar es lo que dice Dios al respecto. De allí que uno de los frutos del Espíritu es el dominio propio. No el dominio ajeno, sino el dominio de nuestras emociones; es decir, no permitir que ellas nos gobiernen. No somos gobernados por lo que pensamos, por nuestras opiniones, sino por la vida zoe.

BERNARDO STAMATEAS « 149 »

El corazón del alma es la opinión. Los seres humanos defendemos, nos sincronizamos y peleamos por nuestras opiniones. Sin embargo, en 2 Corintios 3:16 leemos: “Pero cuando se conviertan al Señor, el velo será quitado”.

Cuando el corazón se vuelve a Dios, el velo es quitado. El velo son las opiniones que no nos dejan ver la vida, la luz de Cristo. Cuando buscamos al Señor, nuestra opinión cae. La opinión es nuestra percepción de las cosas, lo que pensamos de un tema. Unos opinan en un sentido, otros, en otro. Cada vez que peleamos por nuestra opinión estamos bajo el gobierno del alma. Cuanto más expresamos y defendemos nuestros propios puntos de vista, menos podemos ser usados por Dios. Cada vez que vivimos bajo el gobierno de la opinión subjetiva —como lo son todas las opiniones—, perdemos de vista el poder de Dios. La opinión es la expresión del alma. Observemos lo que narra Mateo 16. En ese capítulo Jesús les hizo a los discípulos una pregunta: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?”. Ellos respondieron: “Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas”. Pero Pedro dijo: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. Jesús le dijo: “Eso no es una opinión humana, sino que te lo reveló mi Padre que está en los cielos”. Inmediatamente des-

« 150 » MODO ESPÍRITU | CÓMO VIVIR LA VIDA ZOE

pués, cuando el Señor declaró que iba a ir a la cruz, Pedro dio su opinión. Jesús lo reprendió diciendo: “¡Quítate de delante de Mí, Satanás!”. Es muy fácil que la opinión vuelva a gobernar nuestra vida, por eso, es esencial que nuestra opinión muera para que seamos gobernados por la vida zoe.

Principio #3 “Solo La Palabra de Dios es la verdad”. Juan 4:24 dice: “Dios es espíritu; y es necesario que los que le adoran, lo adoren en espíritu y en verdad”. Por su parte, Juan 16:13, declara: “Y cuando venga el Espíritu de verdad, él los guiará a toda la verdad pues no hablará por sí solo sino que hablará todo lo que oiga y les hará saber las cosas que han de venir”. Juan 17:17 cita: “Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad”. Estos pasajes bíblicos, entre muchos otros, hablan de la verdad. La palabra aletheia en el griego es “realidad”. Solo Su Palabra es la realidad espiritual. Todas nuestras opiniones son subjetivas, construidas desde nuestro punto de vista. En la actualidad el mundo científico sabe y enseña que nadie puede capturar toda la verdad, que solamente tenemos fragmentos de la verdad, y que la verdad humana es subjetiva. La única realidad consiste en preguntarle a Dios qué es lo que Él dice.

BERNARDO STAMATEAS « 151 »

Principio #4 “ La vida zoe no es conocimiento, es una experiencia”. Lucas 5:33-35 cita: “Entonces ellos le dijeron: ¿Por qué los discípulos de Juan ayunan muchas veces y hacen oraciones, y asimismo los de los fariseos, pero los tuyos comen y beben? Él les dijo: ¿Podéis acaso hacer que los que están de bodas ayunen, entre tanto que el esposo está con ellos? Mas vendrán días cuando el esposo les será quitado; entonces, en aquellos días ayunarán”.

Cuando Adán y Eva pecaron, la vida zoe fue retirada, y el hombre comenzó a gobernarse por su conciencia. Sin embargo, ya en la época de Noé vemos que esto llevó al aumento de la maldad. Así que una segunda guía fue el gobierno humano. Pero observamos que, frente a la orden de Dios de dispersarse, los hombres comenzaron a construir la torre de Babel, porque querían estar todos juntos. Aquí vino una tercera guía que es la promesa. Leemos en Génesis 12 que, aunque Dios le había prometido bendiciones, Abraham en vez de quedarse en Canaán, se fue a Egipto. Posteriormente, Dios estableció la ley a través de Moisés: “Cumple y te bendeciré”. Ninguna de estas guías pudo cambiar el corazón humano. Es solamente con Cristo y

« 152 » MODO ESPÍRITU | CÓMO VIVIR LA VIDA ZOE

Su resurrección que la vida zoe ahora entra en nosotros para ser nuestra guía a través de la Palabra. El pasaje de Lucas 5 narra la ocasión en que los fariseos le preguntaron a Jesús por qué Sus discípulos no ayunaban. Esa era una pregunta doctrinal, pero el Señor no les dio una respuesta doctrinal. Él dijo: “Es que ellos están con el novio”. Nuestra relación con Cristo no es conocimiento. Durante muchos años la iglesia ha enseñado conocimiento, pero el conocimiento no nos cambia, la religión no nos cambia, la doctrina no nos cambia. Lo que nos cambia es comer a Cristo, tener la vida de Él. Debemos acercarnos a Dios y decirle: “Señor, no quiero nada, ni que me prosperes ni que me bendigas. Sencillamente en este momento estoy con Vos para disfrutar de Tu presencia”. Aprender a vivir en la vida zoe es el secreto de las grandes victorias. Un árbol tiene frutos, que es lo visible, pero esos frutos nacen de las raíces invisibles. Nuestras raíces son nuestra vida secreta con el Señor, nuestra experiencia de disfrutar a Cristo. Solo en los creyentes que viven en esa dimensión se cumplirá la promesa de Salmos 1 que asegura: “Todo lo que hagas te saldrá bien”.

Principio #5 “Fuimos injertados en Cristo”. “Pues si fuimos injertados en Cristo cuando él murió, de la misma manera participamos con él en su resurrección.

BERNARDO STAMATEAS « 153 »

Sabemos que nuestra vieja naturaleza pecaminosa fue clavada en la cruz junto con Cristo; de esta manera, ya no está bajo el dominio del pecado, ni tiene que someterse a la esclavitud del pecado, porque al morir quedamos libres de su dominio. Y por cuanto nuestra naturaleza pecadora murió con Cristo, creemos que también compartiremos su nueva vida.”.

En Romanos 6:5 Pablo utiliza la imagen del injerto para mostrar cómo funciona la vida zoe. Cuando se realiza un injerto, se trae una rama de Europa y se injerta en un árbol para mejorar su fruto. Aquí el apóstol cambia la imagen: nosotros, que somos una rama seca, somos injertados en el árbol, en la vida zoe. Y Cristo, como el tronco, nos alimenta. Pablo cambia la imagen porque no somos nosotros los que mejoramos la vida de Dios: es la vida de Dios la que nos mejora a nosotros. La rama y el árbol son distintos, pero están unidos bajo una misma vida. Ambos deben ser cortados para fluir en la vida zoe. La rama debe ser cortada, es decir, debe morir. Pero el árbol también tiene ser cortado para unirse a la rama. Dicho de otro modo, nuestra muerte al alma se une con la muerte de Cristo. Esta es la expresión que usa Pablo en Romanos cuando dice que hemos muerto con Cristo para que la vida de resurrección inmediatamente fluya hacia nosotros.

« 154 » MODO ESPÍRITU | CÓMO VIVIR LA VIDA ZOE

Principio #6 “La vida de resurrección es la vida del Cristo ascendido”. Efesios 2:6 declara: “[...] y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús [...]”.

Dios nos ha sentado en lugares celestiales con Cristo. Nosotros no peleamos alma vs. alma, sino que peleamos de arriba hacia abajo. Nuestras armas son espirituales, es decir, peleamos alma vs. espíritu. Es con nuestro espíritu y la Palabra de Dios que les damos batalla a las dificultades. El Salmo 148:1 declara que adoramos desde arriba: “Alabad a Jehová desde los cielos; alabadle en las alturas”. Podemos ponernos debajo del conflicto y ser aplastados, podemos pelear al lado del conflicto, o podemos estar arriba del conflicto. Esta última opción significa lograr sobrenaturalmente que todo lo que sucede en este plano ya no nos afecte.

« 155 » BERNARDO STAMATEAS

Prácticas

Querido líder y discípulo ¡bienvenidos a las Prácticas de la vida zoe! Pablo le dijo a Timoteo: “Ejercítate en la piedad”. La palabra “ejercitarse” quiere decir “hacer gimnasia”. Así como ejercitamos nuestro cuerpo mediante la actividad física y ejercitamos nuestra mente a través del estudio, así también tenemos que ejercitar nuestro espíritu. ¿Cómo lo hacemos? Practicando. Necesitamos comer a Cristo, y eso es una experiencia. Las Prácticas de la vida zoe no son un método ni un ejercicio que tenemos que hacer bajo el alma, sino una experiencia del espíritu. Es muy importante que lo tengamos en claro. Es la experiencia o el ejercicio de la vida divina en cada uno de nosotros. Comencemos. Imaginá que frente a vos hay un plato de comida, y tenés que comerlo, hacer la experiencia. Eso es la práctica. No se trata de un método ni de un ejercicio del alma, es una experiencia: comer a Cristo, disfrutar de los sabores, experimentarlos. Una vez que hayas comido, ya tendrás claro qué es el picante, qué el dulce, etc. En otras palabras, sabrás detectar los sabores, tendrás un conocimiento que vino de la experiencia. No es que primero enseñamos y luego comemos a Cristo, sino que comemos a Cristo y, al experimentarlo a través de las prácticas de la vida zoe, entonces ahora tenemos conocimiento de BERNARDO STAMATEAS « 157 »

la vida. Cristo es un plato de comida que necesitamos experimentar. Una vez que vivimos la experiencia, Dios nos dará el conocimiento, la revelación que viene de esa experiencia. Primero es la experiencia, después el conocimiento.

« 158 » MODO ESPÍRITU | CÓMO VIVIR LA VIDA ZOE

Prácticas de la vida zoe Ejercicio N° 1: “Invocar el nombre del Señor todos los días” Cada día proponete invocar el nombre del Señor en voz alta. No es orar, ni armar una oración, es nombrar al Señor. Por ejemplo: “Señor, Vos sos santo”, “Oh, Señor Jesús, santo”, “Vos sos grande. Te adoro, Jesús”. Invocar Su nombre en cualquier lugar y a cualquier hora. Cada vez que invocamos el nombre del Señor, entramos en “modo espíritu”. Declarar: “Señor Jesús, grande es Tu nombre”. Hacerlo en voz alta. Observar qué es lo que sucede cuando invocamos el nombre del Señor.

Ejercicio N° 2: “Comer a Cristo” Nuestro objetivo es comer al Señor. Esto quiere decir que no prepararemos más prédicas, no haremos anotaciones para entregar, no intercambiaremos apuntes, sino que comeremos a Cristo. Necesitaremos papel y lápiz, porque todos los días escribiremos de nuestra lectura, de lo que el Señor nos muestra, BERNARDO STAMATEAS « 159 »

aquello que nos ha impactado. Lo vamos a comer. No pensaremos en transmitirlo ni en pasarlo, sino que lo disfrutaremos. Nos olvidaremos de todo y lo disfrutaremos. Una vez que ya anotamos y lo incorporamos, eso se metabolizará en nuestro espíritu. Se hará parte de él. Nuestro espíritu y el de Cristo estarán mezclados, entonces, cuando salga, irá al espíritu del otro. Esta es una práctica eterna. Nos olvidamos de pensar en darle algo al otro. Lo único que importa es comer al Señor, que nos impacte, que nos bendiga de manera personal. Si anotamos algo y lo soltamos, irá al alma. Pero si nuestro único objetivo es que entre en nosotros, y anotar esa visión, esa luz, aquello que nos impactó y se hizo rhema, si lo disfrutamos primero y le damos tiempo para que sea metabolizado, entonces cuando lo soltemos irá directo al espíritu de la otra persona. ¿Cuánto tiempo hay que darle? No existe un tiempo específico para la metabolización de la comida que es Cristo. “Esto es para mí, y lo estoy disfrutando yo”, debemos decir. Y una vez que forme parte de mi ser, cuando lo soltemos, traerá fruto al treinta, al sesenta y al ciento por uno.

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Ejercicio N° 3: “Morir al alma” Comer a Cristo es como comer un plato de comida. Lo comemos, lo disfrutamos. No es un ayuno, no es algo que hacemos con el alma, es una experiencia. No importa la hora, el lugar o la circunstancia, necesitamos comer a Cristo. “Morir al alma” implica declarar: “Señor, renuncio al gobierno de mi alma sobre mi vida. Renuncio. No me gobiernan mis pensamientos, ni mis emociones, ni mi voluntad. Señor, hablá Vos. Expresate Vos. Hacelo Vos”. Te invito a hacer esta declaración en voz alta. Debemos recordar que no se trata de decir: “¿Hablé bien o hablé mal?”, sino de preguntarnos: “¿Quién habló? ¿Hablé yo o habló Cristo?”. No digamos: “Yo serví al Señor en esto”. ¡No! Cristo es quien sirve a través de nosotros. Cristo es quien habla a través de nuestra boca. No tenemos el objetivo de imitar a Cristo o de ser como Cristo. No pensemos: “¿Qué haría Cristo en mi lugar?”. Permitamos que Él lo haga, dejemos que el Cristo que está en nosotros lo haga a través nuestro. Vamos a la práctica: Declarar: “Señor, ya no me gobierno yo. Hablá Vos. Hacelo Vos. Cociná Vos. Cerrá el negocio Vos. Expresate Vos”. Esta

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declaración de que lo haga Cristo a través de nosotros trae fruto al treinta, al sesenta y al ciento por uno.

Ejercicio N° 4: “Respirar la Palabra” La práctica es como comer un plato de comida. Se disfruta, se experimenta. No estudiamos el plato ni averiguamos qué ingredientes tiene. Si lo hacemos, mediante el árbol del conocimiento del bien y del mal, estaremos funcionando en el alma. Pero si entramos a través del árbol de la vida, simplemente comeremos lo que está servido. Una vez que hagamos la experiencia, tendremos conocimiento, pero no del alma, sino de la vida. ¿Qué quiere decir “respirar la Palabra”? La Palabra fue soplada por Dios, y necesitamos inspirarla sin intervención del alma. Al principio cuesta porque parece que no logramos nada, pero la Palabra estará entrando y saliendo de nosotros. La estaremos respirando, y al cabo de uno o dos meses, comenzaremos a tener revelación extraordinaria de lo que acabamos de respirar. ¡Respiremos la Palabra!

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Veamos el ejercicio: Tomar un versículo cualquiera y orarlo, respirarlo y declararlo en voz alta. No pensar. Por ejemplo, abrimos la Biblia y leemos: “Todavía un poco y me veréis”. Decimos: “Gracias, Señor, por esta palabra”. Y de nuevo declaramos: “Todavía un poco y me veréis”. Volvemos a decir: “Gracias, porque Tu Palabra afirma que luego de un poco te veré”, “gracias, porque voy al Padre”. Así, vamos orando y leyendo lo que está en la Biblia. No lo pensamos, no lo estudiamos, no lo analizamos: lo respiramos. Nuestra alma no interviene.

Ejercicio N° 5: “Soltar la Palabra” Estas prácticas o ejercicios acerca de comer la vida zoe — liberar el espíritu— no es algo que hacemos en el alma. No se trata de un ritual, sino de una experiencia con la vida. Es comer del árbol de la vida. Hoy incorporamos la práctica, la gimnasia del espíritu, de soltar la Palabra. Todas las palabras de Dios tienen vida y poder, nunca fluyen vacías. Entonces, vayamos al ejercicio: • A cualquier hora, en cualquier lugar, en cualquier momento y de cualquier manera, tenemos que hablar la Palabra. Debemos hacerlo en voz alta, y con una frase. Por ejemplo: “Declaro victoria. Cristo está conmigo”. Puede BERNARDO STAMATEAS « 163 »

ser un versículo, una declaración que el Espíritu Santo nos inspire. Una frase corta que soltamos en fe y que mantenemos hasta que se cumpla lo que Dios nos prometió. Hablemos la Palabra. • No digamos más: “¡me muero!”, “¡qué difícil!”, “¡qué duro!”, sino: “Mi Dios suplirá lo que necesito. Si dos estamos de acuerdo, Dios nos dará la respuesta”. Declaremos, usemos pasajes escritos. Pongamos estos pasajes en el trabajo, en el living, en el celular, y hablemos la Palabra. Siempre que hablamos la Palabra, como ella es Cristo mismo, cuando Él entra en escena, siempre hay fruto al treinta, al sesenta y al ciento por uno.

Ejercicio N° 6: “Oración de liberación del espíritu” Muchas veces tenemos conocimiento y después practicamos, pero entramos por el lado del alma. Esta es la razón por la que la Palabra no nos funciona. Necesitamos entrar por la experiencia de comer a Cristo. Es como comer el plato y después entender qué era cada elemento que lo componía. Ese conocimiento es el resultado de la experiencia con la vida de Cristo. Hoy compartimos la oración de liberación del espíritu. Esta oración es para tenerla siempre con nosotros, en el celular o pegada en un lugar visible, y declararla: « 164 » MODO ESPÍRITU | CÓMO VIVIR LA VIDA ZOE

Hoy me olvido de mi prueba, de mi mejora personal, de mi deuda, de mis problemas, de mi dinero, de mi familia, de mis cosas, de todo. Hoy vuelvo a mirar solamente mi espíritu para verte y decirte: “Señor, te amo, te adoro, sos grande. Solo te busco y te adoro a Vos. Quiero ser lleno de Vos. Nada de mí, todo de Vos. Nada de otros, todo de Vos. Te respiro y me lleno de Vos. Soy un vaso lleno de Vos. Te disfruto porque sos mi todo. Amén”. Hagamos esta oración bajo el espíritu y observemos qué es lo que Cristo hace a nuestro favor. Cristo, la Palabra, siempre trae fruto al treinta, al sesenta y al ciento por uno.

Ejercicio N° 7: “Dame las palabras” Siempre que comemos la Palabra y la creemos, nuestro espíritu la metaboliza y genera una carga en nuestro corazón. ¿Qué es esa carga? Es la fuerza de la Palabra que quiere salir, ya que ella primero entra para luego salir y bendecir a otros. Esta práctica consiste en decir: “Señor, poné las palabras en mi boca para que lo que ya comí, metabolicé, me bendijo y se hizo rhema en mí, ahora se lo pueda compartir a otros”.

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Hagamos este ejercicio a cualquier hora, en cualquier lugar, de cualquier manera y en cualquier situación. Soltemos una palabra, que ya es nuestra, que es parte de nuestro ser, y pidámosle al Señor (así como Jesús le dijo a Zaqueo: “Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa”, a la samaritana: “Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva”, y a Nicodemo: “Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu”): “Dame las palabras para soltar todas las palabras que ya pusiste dentro de mí, para liberar así la carga y ser de bendición”.

Ejercicio N° 8: “Poner la mente en el espíritu” Líderes y discípulos, practiquemos la vida zoe. Ejercitar nuestro espíritu, de eso se trata. Dice Jesús que el que oye la Palabra y no la pone por obra es necio, porque construyó sobre la arena. ¿Qué es “poner por obra”? Poder comer a Cristo. Estos ejercicios de la vida zoe son para hacer en cualquier lugar, a cualquier hora y con cualquier persona. Hoy ejercitaremos Romanos 8, lo cual consiste en poner la mente en el espíritu y decir: “Señor, hablame; Señor, decime”. Necesitamos suspender lo que sentimos, lo que pensamos, lo que viene a « 166 » MODO ESPÍRITU | CÓMO VIVIR LA VIDA ZOE

nuestra mente, dejar que eso se diluya. Una vez que desaparece y sentimos como un vacío en el espíritu, debemos ver qué nos dice el Señor: “llamá a tal persona”, “andá”, o quizás no nos dice nada. Eso es poner la mente en el espíritu. Tenemos la expectativa de que un profeta nos diga hasta el número de documento, pero “las ovejas oyen Mi voz”, dice el Señor. Esta es la razón por la que necesitamos ejercitarnos más en mirar nuestro espíritu. Decile a Dios: “Señor, tengo que hacer esto, decime cómo, porque quiero que Vos me digas y que Vos lo hagas”. ¿Cómo sabemos que nuestra mente está puesta en el espíritu? Porque tenemos vida y paz. ¿Y cómo sabemos que nuestra mente está puesta en la carne? Porque tenemos muerte y nos sentimos cansados, tristes, enojados, molestos. Allí estamos funcionando en el alma. Cuando nos movemos y sentimos la vida zoe, la paz de Cristo, estamos en el espíritu. Practiquemos: “Señor, ¿qué hago? ¿Cómo querés que le conteste a esta persona?”. Y esperar. El alma va rápido, el espíritu va despacio. Esperar el silbo apacible y, una vez que se calma el terremoto, el fuego y el viento —el alma—, escuchar lo que Dios nos dice y obedecer. Si frente a lo que nos dice tenemos dudas, pedimos una señal: “Señor, confirmame con alguien, o de esta manera”.

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Cuando estábamos aprendiendo a caminar, nos caímos. Es ensayo y error hasta que aprendamos a escuchar bien la voz de Cristo que vive en nuestro espíritu.

Ejercicio N° 9: “Respirar a Cristo” Cristo crece en la medida que comemos de Él. ¿Qué quiere decir “comer de Él”? ¿Sentarse en una reunión a escuchar? No. Comer de Cristo es practicar y ejercitar nuestro espíritu para liberar el espíritu de Cristo. Hoy veremos la práctica de respirar a Cristo. ¿Cómo se hace? Veamos: Vamos a orar y a olvidarnos de nuestra lista de peticiones, problemas, circunstancias, etc. Aguardamos a que nuestra alma se calme. Si estamos bajo pensamiento, acción o emoción, estamos en “modo alma”. Esperamos. Se diluye. Nuestro objetivo no es pedirle nada, que nos resuelva un problema, sino disfrutar de Su presencia. Entonces le decimos: “Señor, te adoro. Vos sos grande, sos hermoso. Estoy acá para disfrutarte”. De esta manera nuestro espíritu conectará con Su hermosura. No le pedimos que nos hable ni que nos sane, no le pedimos nada sino más de Él.

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La oración más potente no es la que trae el milagro, sino la que está centrada en disfrutar de la presencia del Señor. Nos tomamos este tiempo. ¿Cuánto tiempo? No hay un tiempo establecido, el que sea necesario. Disfrutamos de Él, y luego que lo hacemos, casi seguro que escucharemos la voz del Espíritu que nos dirá algo. El ejemplo más claro es el de Abraham. Él disfrutó dándole comida al Señor, y el Señor le dijo: “Vas a tener un hijo”. Abraham no pidió un hijo, pero después de que disfrutó la comida con los ángeles, llegó el milagro. Abraham los acompañó para despedirlos, y mientras los estaba despidiendo, el Señor le dijo: “Voy a destruir Sodoma”. Y es ahí cuando Abraham intercede por Sodoma y salva a Lot. ¿De dónde salió su motivo de oración? De lo que el Señor le había dicho. Veamos entonces el ejercicio: • No pedir nada. Disfrutar de Su hermosura, de Su belleza, de Él. Si Él nos habla, entonces oramos eso. El Señor nos dice: “Si permanecés en Mí, y Mis palabras permanecen en vos, pedí todo lo que quieras, y te será hecho. ¿Por qué? Porque disfrutaste de Mí, porque lo que pidas será lo que Yo te diga que tenés que pedir para que Yo te lo dé”. Necesitamos disfrutar más del Señor. Por eso, David decía: “Quiero estar en Tu templo y disfrutar de Tu hermosura”. ¡A practicar!

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Apuntes

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