08 Avergonzados Del Evangelio John Macarthur

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Avergonzados

dI

Cuando la iglesia se vuelve semejante al mundo

I

evangelio Jobo f. MacArtbur

~

EDITORIAL PORTAVOZ

.

Título del original: Ashamed ofthe Gospel, © 1993 por Iohn F. MacArthur, Ir. y publicado por Crossway Books, una división de Good News Publishers, Wheaton, Illinois 60187. Edición en castellano: Avergonzados del evangelio, © 2001 por Iohn F. MacArthur, Ir. y publicado por Editorial Portavoz, Grand Rapids, Michigan 49501. Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación podrá reproducirse de cualquier forma sin permiso escrito previo de los editores, con la excepción de citas breves en revistas o reseñas. Traducción: Iohn Alfredo Bernal López EDITORIAL PORTAVOZ P.O. Box 2607 Grand Rapids, Michigan 49501 USA Visítenos en: www.portavoz.com ISBN 0-8254-1530-6 2 3 4 5 6 edición I año 06 05 04 03 02

Impreso en los Estados Unidos de América Printed in the United States ofAmerica

Dedicado a Rick Draa, mi amigo fiel y amado, siervo del Señor para mi bien, quien durante más de veinte años ha realizado la grabación de mi voz y la ha difundido a lo largo y ancho del planeta

Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. -Romanos 1: 16

Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios... Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día. -2 Timoteo 1:8, 12

Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles. -Marcos 8:38

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INDICE

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Prólogo El cristianismo cuesta abajo ¿La iglesia al gusto del consumidor? i Quiero religión de entretenimiento! Todas las cosas para todos los hombres La locura de Dios El poder de Dios para salvación Pablo en el Areópago La soberanía de Dios en la salvación Yo edificaré mi iglesia Epilogo Apéndice 1: Spurgeon y la controversia del declive Apéndice 2: Carlos Finney y el pragmatismo evangélico norteamericano Apéndice 3: Sabiduría carnal frente a sabiduría espiritual Índice de temas

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PROLOGO

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"Hay apatía en todas partes. A nadie le preocupa saber si lo que se predica es verdad o mentira. Un sermón es un sermón, sin importar su tema; pero eso sí, entre más corto sea, mejor". Carlos H. Spurgeon l

Esas palabras de Spurgeon fueron escritas hace más de cien años, pero el gran predicador podría estar describiendo con ellas la condición de la iglesia evangélica a comienzos del siglo veintiuno. El verano pasado estuve parado frente a su tumba en Londres, una pesada bóveda de piedra que se confunde con las demás tumbas en el cementerio, entre una calle y una enorme edificación. De no haber sido guiado allí por otra persona, no la habría encontrado. Los nombres de Spurgeon y su esposa están tallados en piedra, pero no hay información en la tumba misma acerca de quién fue este hombre. El visitante casual podría pasar por alto la bóveda de piedra (hay otras más grandes y vistosas alrededor), o al verla no darse cuenta de que se trata de la sepultura de un hombre que en su tiempo fue quizás mejor conocido y más influyente que el primer ministro inglés. Estando allí de pie al lado de la tumba de Spurgeon, no pude más que pensar en cuánto necesita la iglesia de hombres como él en la actualidad. Spurgeon no tenía miedo de sostenerse con brío a favor de la verdad, así ello significara quedar solo. Predicar la Palabra de Dios fue su única pasión. Creía que la transigencia de la iglesia con la predicación estaba empezando a decaer, mientras algunos ministros experimentaban con métodos alternativos y mensajes abreviados. Para él había un gran peligro en ello, y su preocupación le involucró en una

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batalla que condujo en últimas a su muerte. Había sido dejado en esa tumba cien años antes de mi visita. Contrastemos la actitud de Spurgeon hacia la predicación con la opinión prevaleciente de nuestros tiempos. De hecho, el lamento de Spurgeon es diametralmente opuesto a la perspectiva expresada en un artículo que apareció hace algunos años en una revista cristiana bastante popular. Cierto predicador conocido estaba ventilando su propia repulsión hacia los sermones prolongados. Como se acercaba el primero de enero, tenía resuelto mejorar el año que venía. "Eso significa desperdiciar menos tiempo escuchando sermones largos y pasando mucho más tiempo en la preparación de sermones cortos", escribió. "He descubierto que la gente está dispuesta incluso a perdonar una teología deficiente con tal que puedan salir antes del mediodía".2 Lo triste de la situación es que esta es una síntesis perfecta de la actitud predominante que existe en gran parte de los ministerios modernos. La mala doctrina es más tolerable que un sermón extenso. Esperar el momento de la bendición final es más importante para el parroquiano promedio que escuchar el contenido del sermón. Llenar los estómagos con el almuerzo dominical tiene precedencia sobre la alimentación de nuestras almas con el estudio bíblico. Hablar por mucho tiempo desde el púlpito se ha convertido en un pecado más grande que la herejía. La iglesia se ha bebido la filosofía mundana del pragmatismo, y apenas estamos empezando a probar los resultados amargos.

¿QUÉ ES PRAGMATISMO? El pragmatismo es la noción de que el significado o valor de algo viene determinado por consecuencias prácticas. Se acerca bastante al utilitarismo, la creencia de que la utilidad es la medida de 10 que es bueno. Para una persona pragmática o utilitaria, si una técnica o curso de acción tiene el efecto deseado, es bueno. Si no parece funcionar debe ser errado. El pragmatismo como filosofía fue desarrollado y popularizado a finales del siglo diecinueve por el filósofo William James, al lado de otros intelectuales de renombre como John Dewey y George Santayana. Fue James quien dio a la nueva filosofía su nombre y carácter. En 1907 publicó una colección de clases magistrales titulada Pragmatismo: un

Prólogo

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nombre nuevo para una vieja manera de pensar. Así definió una nueva fonna de abordar los temas de la verdad y la vida. El pragmatismo tiene sus raíces en el darwinismo y el humanismo secular. Posee un relativismo inherente que rechaza la noción de lo correcto y lo incorrecto, el bien y el mal, la verdad y el error en sentido absoluto. En últimas el pragmatismo define como verdadero todo aquello que es útil, lucrativo y ventajoso. Las ideas que no parezcan viables o relevantes son rechazadas como falsas. ¿Qué problema hay con el pragmatismo? Después de todo, el sentido común incluye cierta medida de pragmatismo legítimo, ¿no es cierto? Por ejemplo, si un grifo que goteaba funciona bien después de reemplazar los empaques, es razonable suponer que el problema había sido empaques dañados. Si la medicina que su médico prescribe produce efectos secundarios adversos o no tiene efecto en absoluto, usted necesita preguntar si existe un remedio que funcione. Esas realidades pragmáticas simples por lo general son tan obvias que no requieren justificación. Por otro lado, cuando el pragmatismo se utiliza para emitir juicios acerca de lo correcto y lo incorrecto, o cuando se convierte en una filosofía que orienta la vida, la teología y el ministerio, resulta inevitable su choque frontal con las Escrituras. La verdad bíblica y espiritual no se determina a partir de una prueba empírica de lo que "funciona" y lo que no. Sabemos basándose en las Escrituras, por ejemplo, que el evangelio muchas veces no genera una respuesta positiva (1 Co. 1:22, 23; 2: 14). Por otra parte, las mentiras y el engaño de Satanás pueden tener bastante eficacia (Mt. 24:23, 24:2; 2 Co. 4:3, 4). La reacción de las mayorías no constituye una prueba de validez (cp. Mt. 7: 13, 14), y la prosperidad no es una medida de honestidad (cp. Job 12:6). El pragmatismo como filosofía orientadora del ministerio tiene carencias intrínsecas insuperables, y como examen de la verdad no es más que un artificio satánico. A pesar de esto, hay un torrente recio de pragmatismo recalcitrante que está tratando de arrastrar a la iglesia evangélica. La metodología tradicional, y la predicación como el caso más notable, está siendo descartada o arrinconada para favorecer medios novedosos como el drama, la danza, la comedia, la amenidad, el histrionismo, la espectacularidad, la psicología popular y muchas otras formas de entretenimiento. Se supone que los métodos nuevos son más "eficaces",

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es decir, atraen a las muchedumbres. Puesto que para muchos el criterio esencial para medir el éxito de una iglesia viene dictado por las estadísticas de asistencia, todo lo que sirva para captar la mayor cantidad de público es aceptado sin análisis crítico como bueno. Eso es pragmatismo. Tal vez los síntomas más visibles del pragmatismo en la iglesia se pueden ver en los cambios agitados que han revolucionado los cultos de adoración en la última década. Algunas de las iglesias más grandes e influyentes se jactan de tener cultos diseñados a propósito para ser más rimbombantes que reverentes. Todavía peor, la teología ahora va en el asiento trasero de la metodología. Un autor escribió: "En otros tiempos una declaración doctrinal representaba la razón de ser de una denominación. Hoy día, la metodología es el pegamento que mantiene unidas a las iglesias. Una declaración de ministerio es lo que las define como tales sin consideración alguna de diferencias denominacionales".3 Es increíble que muchos crean que esta es una tendencia positiva y un gran avance para la iglesia contemporánea. Es evidente que algunos líderes eclesiásticos piensan que las cuatro prioridades de la iglesia primitiva, a saber, la enseñanza de los apóstoles, la comunión fraternal, el partimiento del pan y la oración (Hch. 2:42), son una agenda bastante raquítica para la iglesia en los tiempos actuales. Las iglesias permiten ahora que los dramas, la música, la recreación, el entretenimiento, los programas de auto superación y otras actividades similares eclipsen la adoración y el compañerismo tradicionales. De hecho, todas las cosas parecen estar de moda en la iglesia actual excepto la predicación bíblica. El nuevo pragmatismo ve la predicación, y en particular la predicación expositiva, como un vestigio anacrónico. Declarar con sencillez la verdad de la Palabra de Dios se considera algo burdo, ofensivo y por completo improductivo. Ahora nos dicen que podemos obtener mejores resultados amenizando primero a la gente o dándoles psicología popular y sugerencias para el éxito, porque todo eso les embelesa y así se animan a entrar al redil. Después de sentirse cómodos allí, estarán listos para recibir la verdad bíblica en dosis pequeñas y muy diluidas. Los pastores acuden a libros sobre métodos de mercadeo en busca de nuevas técnicas para hacer que sus iglesias crezcan. Muchos

Prólogo

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seminarios han cambiado la capacitación pastoral basada en los estudios bíblicos y la teología por técnicas de consejería y métodos de iglecrecimiento. Todas estas tendencias reflejan el compromiso creciente de la iglesia con el pragmatismo. Como Martyn Lloyd-Jones advirtió: Estas propuestas según las cuales deberíamos predicar menos y hacer una gran diversidad de otras cosas, por supuesto que no son nuevas. La gente parece pensar que todo esto es bastante nuevo y que uno de los rasgos distintivos de la modernidad es denunciar o despreciar la predicación del evangelio y atribuir mayor importancia a otras cosas. La respuesta simple a esto es que no es nuevo en absoluto. La fonna actual puede ser nueva, pero el principio no es novedoso aunque sea el énfasis particular del siglo presente. 4

¿ES EL PRAGMATISMO UNA AMENAZA SERIA EN REALIDAD? Estoy convencido que el pragmatismo presenta la misma amenaza sutil a la iglesia en nuestro tiempo que la planteada por el modernismo un siglo atrás. El modernismo fue un movimiento que acogió la alta crítica (una manera de tratar las Escrituras que descarta la noción de la Biblia como la Palabra de Dios) y la teología liberal, así como la negación de casi todos los aspectos sobrenaturales del cristianismo. Sin embargo, el modernismo no salió a la superficie en un principio como un ataque abierto contra la ortodoxia doctrinal. Los primeros modernistas parecían estar interesados ante todo en la unidad entre las diferentes denominaciones. Estaban dispuestos a sacrificar la doctrina por esa meta debido a que creían que la doctrina en sí creaba divisiones y que una iglesia fragmentada se volvería irrelevante en la era moderna. Para promover la importancia del cristianismo, los modernistas procuraron integrar las enseñanzas cristianas con los últimos avances en ciencia, filosofía y crítica literaria. El modernismo empezó como una metodología pero en poco tiempo se transformó en una teología única. Los modernistas veían la doctrina como un asunto secundario. Insistían en la importancia de la hermandad y la experiencia individual, por lo cual desestimaron el alcance de las diferencias doctrinales. Creían que la doctrina debería ser flexible y adaptable porque en últimas no era algo por lo que valiera la pena luchar. En 1935 John Murray presentó esta apreciación del modernista típico:

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El modernista se enorgullece con mucha frecuencia al dar por sentado que su foco de interés es la vida, los principios de conducta y la puesta en práctica de los principios de Jesús en todos los compartimientos de la vida individual, social, eclesiástica, industrial y política. La frase que lo identifica ha sido que el cristianismo es vida y no doctrina, y piensa que el cristiano ortodoxo o fundamentalista, como le gusta llamarle, solo está preocupado por la conservación y perpetuación de dogmas desgastados de creencia doctrinal, una preocupación que hace, en su opinión, de la ortodoxia una petrificación fría y exánime del cristianismo. 5

Cuando los precursores del modernismo empezaron a aparecer a finales del siglo diecinueve, pocos cristianos fueron perturbados. Las controversias más inflamadas en aquellos días eran pequeñas refriegas contra hombres como Carlos Spurgeon, hombres que estaban tratando de advertir a la iglesia sobre la amenaza y el peligro inminente. La mayoría de los cristianos, en particular los líderes en las iglesias, no fueron receptivos a tales advertencias. Después de todo, no era como si unos forasteros estuvieran imponiendo nuevas enseñanzas a la iglesia; era gente dentro de las denominaciones y además de todo, eruditos bíblicos. Era impensable que tuvieran algún interés personal en menoscabar la teología ortodoxa en su esencia o atacar el corazón mismo del cristianismo. Las divisiones y los cismas parecían peligros mucho más grandes que la apostasía. Sin importar cuáles hayan sido los motivos de los modernistas al principio, sus ideas sí representan una amenaza grave a la ortodoxia, como lo ha corroborado la historia. El movimiento engendró enseñanzas que diezmaron casi todas las denominaciones principales en la primera mitad del siglo veinte. Al restar importancia a la doctrina, el modernismo abrió la puerta al liberalismo teológico, el relativismo moral y el descreimiento mezquino. La mayoría de los evangélicos hoy día tienden a equiparar la palabra "modernismo" con negación total de la fe. Con frecuencia se olvida que el objetivo de los primeros modernistas era tan solo hacer a la iglesia más "moderna", más unificada, más relevante y más aceptable para un nuevo mundo moderno y escéptico. Tal como sucede en la actualidad con los pragmatistas. Al igual que la iglesia cien años atrás, vivimos en un mundo de cambios rápidos con grandes avances en ciencia, tecnología, política mundial y educación. Como los hermanos de aquella generación, los

Pr6logo

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cristianos hoy están abiertos al cambio en la iglesia y aun ansiosos frente a las posibilidades. Al igual que ellos, anhelamos la unidad entre los fieles y somos sensibles a la hostilidad de un mundo incrédulo. Es lamentable que exista al menos otro paralelo entre la iglesia actual y la iglesia a finales del siglo diecinueve: muchos cristianos parecen no estar al tanto, si acaso no quieren ver y darse cuenta, de los peligros serios que amenazan a la iglesia desde su interior. Si hay algo que nos pueda enseñar la historia de la iglesia, es que los ataques más devastadores contra la fe siempre han empezado como errores sutiles que surgen dentro del cuerpo mismo. Al estar viviendo en una era de tanta inestabilidad, la iglesia no puede darse el lujo de fluctuar. Estamos ministrando a personas desesperadas que buscan respuestas, y no podemos ablandar la verdad ni desmenuzar el evangelio. Si nos hacemos amigos del mundo, nos constituimos enemigos de Dios. El mismo instante que confiamos en artilugios humanos estamos renunciando al poder del Espíritu Santo. Estas verdades son afirmadas de forma reiterada en las Escrituras: "¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios" (Stg. 4:4). "No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él" (l Jn. 2: 15). "El rey no se salva por la multitud del ejército, ni escapa el valiente por la mucha fuerza. Vano para salvarse es el caballo; la grandeza de su fuerza a nadie podrá librar" (Sal. 33: 16, 17). "¡Ay de los que descienden a Egipto por ayuda, y confían en caballos; y su esperanza ponen en carros, porque son muchos, y en jinetes, porque son valientes; y no miran al Santo de Israel, ni buscan a Jehová!" (Is. 31: 1). "No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos" (Zac.4:6). La idea de que Israel fuese luz para el mundo (Is. 42:6; 49:6) tenía que ver con que el pueblo escogido fuera del todo diferente. Recibieron la prohibición explícita de imitar las costumbres de los gentiles en cuanto a vestuario, casamiento, alimentación, religión y demás aspectos de la cultura. Dios les dijo: "No haréis como hacen en la tierra de Egipto, en la cual morasteis; ni haréis como hacen en la tierra de Canaán, a la cual yo os conduzco, ni andaréis en sus estatutos" (Lv. 18:3). Como Martyn

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Lloyd-Jones señaló: "Nuestro Señor atrajo a pecadores porque Él era diferente. Captó su atención y les acercó a Él porque sintieron que había algo diferente en Jesús ... y el mundo siempre espera que seamos diferentes. Esta idea de que podemos ganar a los incrédulos para Cristo mostrándoles que al final de cuentas somos bastante parecidos a ellos, es un error teológico y psicológico de gran profundidad".6

¿LA MUNDANALIDAD SIGUE SIENDO PECADO? Rara vez se menciona la mundanalidad en nuestro tiempo, mucho menos se identifica como lo que es. La palabra misma está empezando a sonar anticuada. La mundanalidad es el pecado de permitir que los apetitos, ambiciones o conductas individuales sean moldeados de acuerdo a valores terrenales. "Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre" (1 Jn. 2:16, 17). A pesar de este hecho, ante nuestros ojos tenemos el espectáculo extraordinario de programas eclesiásticos diseñados con el objetivo explícito de proveer para los gustos carnales, los apetitos sensuales y el orgullo humano: "los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida". Para obtener este atractivo mundano, algunas actividades de las iglesia van más allá de la mera frivolidad. Durante varios años un colega mío ha estado compilando un "archivo de horror" con recortes en los que se informa sobre la manera como las iglesias están empleando diversas innovaciones para evitar que los cultos de adoración se vuelvan aburridos. En la década pasada, algunas de las iglesias evangélicas más grandes han utilizado artificios mundanos de distracción como teatro cómico y payasos, espectáculos musicales, exhibiciones de lucha libre y hasta juegos irreverentes para amenizar las reuniones dominicales. Parece que ningún tipo de truco y bufonada es demasiado descabellado como para no ser introducida en el santuario. El histrionismo burlesco se está convirtiendo con rapidez en la liturgia de la iglesia pragmática. Encima de todo, muchos en la iglesia creen que esta es la única manera como podremos alcanzar al mundo. Nos han dicho que las multitudes que no asisten a la iglesia no quieren escuchar predicación bíblica y por eso debemos darles lo que quieren. Cientos de iglesias han

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seguido esa teoría con fiel precisión y hasta se toman el trabajo de averiguar por medio de encuestas qué se requiere para que los incrédulos decidan convertirse en asistentes regulares. De manera sutil la meta imperante ha venido a ser asistencia a los cultos y aceptabilidad por parte del mundo, no la transformación de vidas. Predicar la Palabra y confrontar el pecado con denuedo son cosas vistas como medios arcaicos e ineficaces para ganar al mundo. Después de todo, lo cierto es que tales cosas en realidad alejan a la gente. ¿Por qué no embelesar a la gente para que entre al redil ofreciéndoles lo que quieren, creando un ambiente amistoso y cómodo, alimentando los deseos que constituyen sus impulsos más fuertes? Es como si pudiéramos hacer que acepten a Jesús presentándole de alguna forma como un ser más encantador o modificando su mensaje para que les resulte menos ofensivo. Esa manera de pensar pervierte la misión de la iglesia. La gran comisión no es un manifiesto de mercadeo. El evangelismo no requiere vendedores sino profetas. Es la Palabra de Dios, no un embeleso terrenal, lo que siembra la semilla para el nuevo nacimiento (1 P. 1:23). No ganamos más que el desagrado de Dios si procuramos quitar la ofensa de la cruz (cp. Gá. 5: 11).

¿TODA INNOVACIÓN ES ERRÓNEA? Por favor, que no se entienda mal mi preocupación. No me opongo a la innovación. Reconozco que los estilos de adoración se mantienen en movimiento constante y también soy consciente de que si el puritano típico del siglo diecisiete entrase a la iglesia "Comunidad de Gracia" (donde sirvo como pastor), podría quedar asombrado por nuestra música, es probable que se sintiera muy perturbado al ver hombres y mujeres sentados juntos, y bastante aturdido por nuestro uso de sistemas de amplificación. Spurgeon mismo no apreciaría mucho nuestro órgano. Lo cierto es que no estoy a favor de una iglesia adormecida, y no estoy suscrito a un estilo musical o litúrgico en particular. Esas cosas en sí mismas no son cuestiones que las Escrituras siquiera traten como un problema relevante. Tampoco pienso que mis propias preferencias personales en tales asuntos sean superiores a los gustos y preferencias de los demás. No tengo deseo alguno de confeccionar unas cuantas reglas arbitrarias que gobiernen lo que sea o no aceptable en las iglesias. Hacer tal cosa es la esencia dellegalismo.

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Mi protesta tiene que ver con una filosofía que relega a Dios y su Palabra a un papel subordinado en la iglesia. Creo que es contrario a la Palabra de Dios colocar el entretenimiento por encima de la predicación y la adoración bíblicas en la iglesia. Me mantengo en firme oposición frente a los que creen que el profesionalismo en las ventas puede traer personas al reino con más eficacia que un Dios soberano. Esa filosofía ha abierto la puerta para la mundanalidad en la iglesia. "No me avergüenzo del evangelio", escribió el apóstol Pablo (Ro. 1: 16). Lo triste es que "me avergüenzo del evangelio" parece ser una descripción más correcta de la actitud manifestada por las iglesias más visibles e influyentes de nuestros tiempos. Veo paralelos marcados entre 10 que está sucediendo en la iglesia hoy día y lo que sucedió un siglo atrás. Cuanto más leo acerca de esa época, se hace más fuerte mi convicción de que estamos viendo cómo la historia se repite a sí misma. A través de este libro destacaré las características de la iglesia evangélica de finales del siglo diecinueve que corresponden a la situación contemporánea. En particular me voy a enfocar en un episodio de la vida de Spurgeon que llegó a ser conocido como "La controversia del declive7*". En estas cuestiones incluyo diversas citas de los escritos de Spurgeon. Tengo por 10 menos dos cosas en común con Carlos Spurgeon: ambos nacimos el 19 de junio, y al igual que yo, él pastoreó una congregación durante casi todo su ministerio. Entre más conozco sus escritos y predicaciones, más siento una afinidad de espíritu. Sin embargo, de ninguna manera me veo como un igual de Spurgeon. Con toda seguridad ningún predicador en la historia de la lengua inglesa ha tenido la facilidad de palabra de Spurgeon, su habilidad para transmitir la autoridad del mensaje divino, su pasión por la verdad o su maestría en la predicación combinada con un vasto conocimiento teológico. También fue un dirigente eclesiástico por excelencia y recibió cualidades innatas para el liderazgo. Fue pastor en tiempos calamitosos y varias veces a la semana Spurgeon llenaba su auditorio de 5.500 asientos. La estima que recibió de su propio rebaño permaneció sin disminuir hasta su muerte. Yo estoy sentado a sus pies, no a su lado. Por cierto, no es mi deseo prender la llama de un altercado semejante al que Spurgeon protagonizó en la controversia del declive. Spurgeon mismo atribuyó su propia muerte al conflicto. Al partir en 1891 hacia la

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costa francesa del Mediterráneo para un tiempo de descanso, dijo a sus amigos: "La pelea me está matando"8. Tres meses después llegó un mensaje de Francia diciendo que Spurgeon había muerto. Este hombre no se había propuesto encontrar un pleito, pero al negarse a ceder con el mundo en sus convicciones bíblicas le fue imposible evitar la controversia resultante. Soy franco al decir que la controversia es algo que no me apetece en lo absoluto. Quienes me conocen de cerca pueden afirmar que no disfruto las disputas de ninguna clase. A pesar de ello, hay un fuego en mis huesos que me constriñe a hablar con claridad y firmeza sobre mis convicciones bíblicas. No puedo quedarme en silencio cuando hay tanto en juego. Es en ese espíritu que ofrezco este libro. Espero que nadie lo perciba como un ataque en contra de cualquier persona o ministerio en particular. No 10 es. Más bien es una súplica a la iglesia entera con relación a cuestiones de principio, no sobre diversidad de personalidades. Aunque tengo esperado un desacuerdo bastante difundido frente a muchas de las cosas que digo, he tratado de escribir sin fomentar los cismas y las desavenencias. Estos son asuntos acerca de los cuales muchas personas tienen convicciones profundas. Al poner estas cuestiones sobre la mesa, y en particular cuando se expresan opiniones contrarias con franqueza, las personas pueden enojarse con facilidad. Yo no escribo motivado por el enojo, y solicito de manera comedida a los lectores que reciban lo que escribo con el espíritu en el cual es ofrecido. Mi oración es que este libro se constituya en un reto para su pensamiento de tal manera que usted se acerque a las Escrituras "para ver si estas cosas [son] así" (cp. Hch. 17: 11). Oro también para que el Señor libre a su iglesia de la misma clase de resbalón y caída cuesta abajo hacia la mundanalidad y el descreimiento que devoró a la iglesia y agotó su entereza espiritual poco más de cien años atrás.

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1. Prólogo en The Sword and the Trowel [La espada y el palustre] (1888, volumen completo), p. iü. 2. Jamie Buckingham, ''Tiempo desperdiciado", revista Charisma (diciembre de 1988), p. 98. 3. Elmer L. Towns, An Inside Look at 10 ofToday 's Most Innovative Churches [Una mirada al interior de las diez iglesias más innovadoras de la actualidad] (Ventura, Calif.: Regal, 1990), p. 249. 4. Preaching and Preachers [Prédicas y predicadores] (Grand Rapids, Mich.: Zondervan, 1971), p. 33. 5. "La santidad de la ley moral" en Collected Writings ofJohn Mu"ay [Colección de escritos de John Murray], 4 volúmenes (Edimburgo: Banner ofTruth, 1976), 1:193. 6. Preaching and Preachers [Prédicas y predicadores], p. 140. 7. Se conoce en inglés como "The Down-Grade Controversy". 8. Iain Murray, The Forgotten Spurgeon [El Spurgeon olvidado] (Edimburgo: Banner ofTruth, 1966), p. 163.

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EL CRISTIANISMO CUESTA ABAJO ¿ Será que ama a su Señor aquel hombre que estaría dispuesto a ver a Jesús con una corona de espinas mientras él mismo apetece una presea de laureles? Después que Jesús ascendió a su trono por la cruz, ¿ acaso esperamos ser llevados allí sobre los hombros de una multitud que nos aplaude? No seamos tan vanos en nuestra imaginación. Cada uno de nosotros debe calcular el costo, y si alguien no está dispuesto a llevar la cruz de Cristo, que se devuelva a su granja ya sus mercancías, y sáqueles todo el provecho que pueda; tan solo permítame susurrar esto en su oído: "¿ qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?" Carlos Spurgeon I

Si usted está familiarizado con la vida de Carlos H. Spurgeon, es probable que haya oído acerca de "la controversia del declive". Spurgeon pasó los últimos cuatro años de su vida en franca lid contra las tendencias del modernismo original, el movimiento que vio de manera acertada como una amenaza al cristianismo bíblico. El nombre por el cual la historia recuerda la controversia proviene del título de una serie de artículos que Spurgeon publicó en su revista mensual llamada La espada y el palustre ("The Sword and the Trowel"; véase en el Apéndice una recapitulación de los artículos sobre el declive o "Down-grade" para obtener información más completa sobre la controversia generada). Spurgeon quería apercibir a su congregación sobre los peligros de apartarse de las posturas históricas del cristianismo bíblico. La verdad bíblica es como la cúspide de una montaña empinada y resbaladiza, como sugirió Spurgeon. Un paso en falso es todo lo que

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se necesita para rodar cuesta abajo. Tan pronto una iglesia o individuo cristiano se coloca en el sendero hacia la decadencia, dijo Spurgeon, el arrastre es inevitable. Es bastante inusual la recuperación y solo ocurre cuando los cristianos se "trepan" a la rampa de ascenso por medio del avivamiento espiritual. En la controversia que sobrevino, Spurgeon renunció a su posición en la Unión Bautista y más adelante fue sujeto a censura oficial por parte de la Unión. En pocos años la Unión Bautista fue conquistada del todo por la nueva teología y Spurgeon había fallecido. En 1900 la esposa de Spurgeon, Susana, escribió: En 10 que concierne a la Unión Bautista, fueron muy pequeños los logros obtenidos mediante el testimonio y la dimisión del señor Spurgeon... Pero en otras cuestiones, cuento con pruebas abundantes de que la protesta no fue en vano. Muchos que ya habían descendido bastante por el precipicio de la decadencia, fueron detenidos en su declive mortal y por la gracia de Dios fueron devueltos al ascenso espiritual; otros que sin darse cuenta se estaban deslizando cuesta abajo, fueron guiados a puerto seguro y a mantenerse firmes sobre la Roca; al menos por un tiempo, en todas las iglesias, se predicaron las doctrinas del evangelio con una claridad y un vigor que habían hecho falta por largo tiempo.2

Ella creyó que el Señor haría ver a todos con claridad cuánta razón tuvo su esposo al "protestar contra la doctrina falsa y la mundanalidad".3 Hasta el día de hoy, los historiadores eclesiásticos debaten entre ellos acerca de si Spurgeon hizo lo correcto al salir de la Unión. Muchos creen que debió permanecer allí para conservar su ortodoxia. Spurgeon consideró esa opción pero concluyó que habría sido inútil. Me siento inclinado a creer que estuvo en lo correcto al dimitir, pero sea que nos parezca correcto o no su curso de acción, debemos reconocer que la historia sí ha demostrado la validez de las advertencias de Spurgeon sobre el declive espiritual y teológico de la iglesia. En la primera parte del siglo veinte, la "doctrina falsa y mundanalidad" en la forma de liberalismo teológico y modernismo que se difundieron por el mundo, devastaron el cristianismo denominacional en todas partes. La mayoría de las principales denominaciones quedaron alteradas por estas influencias de manera violenta si acaso no fatal. El resultado en la propia Inglaterra de Spurgeon fue una gran desolación. Cien años después que Spurgeon hizo sonar la alarma, gran parte de la educación teológica en

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Inglaterra es del todo liberal y secular. La concurrencia eclesiástica es apenas una fracción de lo había sido entonces. Los evangélicos son la escasa minoría, la predicación bíblica verdadera está en desuso hasta en las iglesias donde se supone que se cree en la Biblia, y el movimiento evangélico ha sido susceptible casi que a todas las modas teológicas nocivas que se exportan desde los Estados Unidos. En pocas palabras, la iglesia evangélica en Inglaterra nunca se recuperó del ataque modernista y liberal que empezó un siglo atrás. Cien años más tarde estamos viendo cómo la historia se repite a sí misma. La iglesia evangélica se ha vuelto mundana, y no solo mundana por negligencia sino con deliberado propósito. Se están levantando todo el tiempo vientos de indulgencia doctrinal. "Doctrina falsa y mundanalidad", las mismas dos influencias atacadas por Spurgeon, siempre van de la mano pero la mundanalidad va un paso adelante. Los cristianos tienden a olvidar hoy día que el modernismo no fue al principio una innovación teológica sino una metodológica. Los primeros modernistas no intentaban destruir la fe bíblica sino tan solo hacer el cristianismo más apetecible al gusto de un mundo lleno de cinismo. Ese mismo espíritu está presente en la iglesia actual. Estoy convencido de que la mayoría de quienes vienen detrás de usted no tienen la intención deliberada de menoscabar el cristianismo bíblico. No obstante, han introducido en la iglesia una filosofía de pragmatismo y un espíritu de mundanalidad que si no son controlados, tarde o temprano traerán la misma cosecha amarga que trajo consigo el modernismo un siglo atrás.

¿EL MINISTERIO IMPULSADO POR EL MERCADO? La nueva filosofía es bastante simple y directa: la iglesia está en competencia con el mundo. El mundo es bastante bueno para captar la atención y el afecto de las personas. Por otro lado, la iglesia tiende a ser muy deficiente en la "promoción y venta" de su producto. Por lo tanto, el evangelismo debería ser visto como un reto de mercadeo y la iglesia debería mercadear el evangelio de la misma manera que todos los negocios modernos venden sus productos. Esto hace necesario introducir algunos cambios fundamentales. La meta en todo esfuerzo de mercadeo es "dejar satisfechos tanto al productor como al consumidor",4 de

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modo que se debe prescindir de todo lo que tiende a dejar insatisfecho al "consumidor". La predicación, en particular la predicación acerca del pecado, la justicia y el juicio, crea demasiada confrontación como para ser satisfactoria de verdad. La iglesia debe aprender a acolchar la verdad para que pueda cumplir su función de divertir y entretener. Cierto escritor de libros con éxitos de ventas expresó: "Creo que el desarrollo de una orientación a la mercadotecnia es exactamente lo que la iglesia necesita hacer si es que vamos a influir en la salud espiritual de esta nación de aquí en adelante".5 Añade: "Mi argumento, basado en el estudio detenido de los datos y las actividades de las iglesias norteamericanas, es que el problema principal de la iglesia es que ha fracasado en acoger una orientación hacia el mercado en un ambiente que ha llegado a ser dominado por el mercado".6 Todo esto puede sonar muy moderno y avisado, pero no es bíblico. Además le ha dado a la iglesia un empujón bastante fuerte en su descenso. Los principios de mercadotecnia se están convirtiendo en árbitros de la verdad. Aquellos elementos del mensaje que no cuadran con el plan de promoción se omiten. La pericia mercantilista demanda que la ofensa de la cruz pase a un segundo plano. La estrategia de ventas requiere que temas negativos como la ira divina sean evitados por completo. Satisfacción del consumidor significa que la norma de justicia no puede ser demasiado elevada. Así se siembran las semillas de un evangelio aguado, en una filosofía que dicta la operación de muchos ministerios en la actualidad. No debemos engañamos, la nueva filosofía está alterando el mensaje que la iglesia transmite al mundo, aunque muchos de los que proponen estas ideas piensan que son leales a la doctrina bíblica. El cristianismo otra vez va en descenso. ,

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HACIA UNA FILOSOFIA BmLICA DEL MINISTERIO ¿ Cómo se puede comparar un ministerio orientado hacia el mercado con el modelo bíblico? ¿Cómo le habría ido a Timoteo bajo la tutela . de Pablo si hubiese seguido los consejos de los mercadotecnistas del siglo veintiuno? Contamos con una respuesta completa a esa pregunta en las dos epístolas que Pablo escribió a Timoteo en el Nuevo Testamento. Pablo había actuado como mentor personal del joven pastor, pero Timoteo se

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encontró con pruebas severas al recibir la tarea de dirigir la iglesia en Éfeso para sacarla del pecado y el error. Luchó con el temor y la debilidad humana. Es evidente que se vio tentado a suavizar su predicación ante la amenaza de persecución. En ocasiones pareció sentir vergüenza del evangelio. Pablo tuvo que recordarle que se mantuviera firme en la fe con denuedo, aun si ello significaba sufrimiento: "Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios" (2 Ti. 1:8). Las dos epístolas de Pablo a Timoteo contribuyen a definir una filosofía de ministerio que se opone a la sabiduría humana que prevalece hoy día. Pablo instruyó a Timoteo que debía: • • • •

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Corregir a los que enseñan doctrina falsa y llamarles a tener un corazón puro, buena conciencia y fe sincera (1 Ti. 1:3-5). Luchar por la verdad divina y por los propósitos de Dios, manteniendo su propia fe y una conciencia limpia (1:18, 19). Orar por los perdidos y dirigir a los hombres de la iglesia a hacer lo mismo (2: 1-8). Llamar a las mujeres en la iglesia a cumplir su papel dado por Dios en sumisión, para criar hijos piadosos y dar ejemplo de fe, amor y santidad con modestia (2:9-15). Seleccionar con cuidado a líderes espirituales para la iglesia basándose en sus dones, piedad y virtud (3:1-13). Reconocer la fuente del error y a quienes lo enseñan; mostrar estas cosas al resto de la iglesia (4:1-6). Alimentarse con tesón de las palabras de las Escrituras y su sana doctrina, evitando todos los mitos y doctrinas falsas (4:6). Disciplinarse a sí mismo con el propósito de vivir en santa piedad (4:7-11). Enseñar la verdad de la Palabra de Dios y demandar su obediencia con denuedo (4:12). Ser un modelo de virtud espiritual que todos puedan seguir (4:12). Ser fiel en la lectura, explicación y aplicación de las Escrituras en público (4:13, 14). Avanzar hacia la semejanza de Cristo en su propia vida (4:15, 16).

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Tener gracia y amabilidad en la confrontación del pecado en su congregación (5:1, 2). Dar cuidado y consideración especial a las viudas (5:3-16). Honrar a los líderes fieles en la iglesia que trabajan duro (5:17-21). Elegir con cuidado a los líderes de la iglesia, asegurándose de que sean maduros y aprobados (5:22). Cuidar su condición física a fin de tener fortaleza para servir (5:23). Enseñarypredicarprincipios de piedad verdadera, ayudando alas personas a discernir entre piedad verdadera y mera hipocresía (5:24-6:6). Huir del amor al dinero (6:7-11). Seguir la justicia, la piedad la fe, el amor, la perseverancia y la mansedumbre (6:11). Pelear por la fe contra todos los enemigos y todo ataque (6:12). Guardar todos los mandamientos del Señor (6:13-16). Instruir a los ricos que hagan el bien, a ser ricos en buenas obras y a ser generosos (6:17-19). Defender la Palabra de Dios como un depósito y tesoro sagrado (6:20,21). En su segunda epístola, Pablo recordó a Timoteo:

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Mantener fresco y útil el don de Dios que había en él (2 Ti. 1:6). No ser tímido sino lleno de poder y denuedo (l :7). Nunca avergonzarse de Cristo o de cualquier persona que sirve a Cristo 1:8-11). Aferrarse con firmeza a la verdad y defenderla (l: 12-14). Ser fuerte en su carácter (2:1). Ser un maestro de la verdad apostólica para reproducirse a sí mismo en otros hombres fieles (2:2). Sufrir dificultad y persecución de buena voluntad al aplicar su esfuerzo máximo por la causa de Cristo (2:3-7). Mantener su mirada fija en Cristo en todo momento (2:8-13). Dirigir con autoridad (2:14). Interpretar y aplicar las Escrituras con precisión (2: 15). Evitar conversaciones inútiles que solo llevan a la impiedad (2: 16). Ser un instrumento de honra, apartado del pecado y útil para el Señor (2:20,21).

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Huir de las pasiones juveniles y procurar vivir en justicia, fe y amor (2:22). No dejarse atrapar en contiendas filosóficas y teológicas (2:23). No ser disputador sino amable, paciente y dispuesto a ser enseñado por otros aun cuando ha sido ofendido (2:24-26). Enfrentar tiempos peligrosos con un conocimiento profundo de la Palabra de Dios (3:1-15). Entender que la Palabra de Dios es la base y el contenido de todo ministerio legítimo (3: 16, 17). Predicar la Palabra, a tiempo y fuera de tiempo con amonestaciones, reprensiones y exhortaciones en un espíritu paciente y didáctico (4:1,2). Ser sobrio en todas las cosas (4:5). Soportar aflicciones y penalidades (4:5). Hacer la obra de un evangelista (4:5).

En esta lista no hay un solo elemento que sugiera la aplicación de una filosofía de orientación al mercado. En realidad, resulta imposible armonizar la mayoría de estos mandatos con las teorías que son tan populares hoy día. Para resumir todo en cinco categorías, Pablo mandó a Timoteo: 1) ser fiel en su predicación de la verdad bíblica; 2) tener denuedo en la exposición y refutación del error; 3) ser un ejemplo de piedad para el rebaño; 4) ser diligente y trabajar duro en el ministerio; y 5) estar dispuesto a sufrir aflicción y persecución en su servicio para el Señor. Por supuesto, la importancia práctica de esto va más allá de quienes trabajan como pastores. Todo cristiano está llamado a una vida ministerial productiva y debe seguir el ejemplo de los pastores (1 Ti. 4:11-12). Por eso las instrucciones de Pablo a Timoteo contienen principios que se aplican a todos los creyentes en todos los campos de ministerio. Cuando la iglesia va cuesta abajo, significa que multitudes de individuos se encuentran al mismo tiempo en un declive espiritual. "Doctrina falsa y mundanalidad" son cosas que de estar presentes en la iglesia infectan a todos los miembros del cuerpo. Las instrucciones de Pablo a Timoteo de ninguna manera están dirigidas tan solo a una "élite" en el liderazgo cristiano o en el ministerio profesional. Quiero decir que la filosofía de ministerio, incluso los asuntos que se tratan en este libro, deben ser

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objeto de interés y preocupación para todos los cristianos; estas cuestiones no son en modo alguno el dominio exclusivo de funcionarios eclesiásticos profesionales. Hace poco pasé un tiempo leyendo más de diez de los últimos libros publicados sobre ministerio e iglecrecimiento. La mayoría de estos libros tenían largas secciones dedicadas a la definición de una filosofía de ministerio. Ni siquiera uno de ellos hizo referencia a las instrucciones que Pablo dio con tanto esmero a Timoteo. De hecho, para la definición de su filosofía ministerial, ¡ninguno de ellos extrajo algún elemento de las epístolas pastorales del Nuevo Testamento! La mayoría tomaban prestados los principios de administración moderna de negocios, técnicas de mercadeo, teoría de gerencia, psicología y otras fuentes similares. Algunos trataban de ilustrar sus propósitos con el uso de anécdotas bíblicas, pero ninguno de ellos sacó su filosofía de las Escrituras, ¡aunque gran parte del Nuevo Testamento se escribió con el fin explícito de instruir a iglesias y pastores sobre estas cuestiones!

QUÉ SIGNIFICA MINISTRARA UNA GENERACIÓN CON COMEZÓN DE OÍR Lo desafortunado es que la filosofía de ministerio orientada al mercado apela a la peor tendencia anímica de nuestra era. Le da gusto a personas cuyo primer amor son ellos mismos y a quienes no les importa Dios de no ser porque puedan tenerle sin que intervenga en sus estilos de vida egoístas. Si a esa clase de personas se le promete una religión que les permitirá seguir con comodidad en su materialismo y amor a sí mismos, van a responder en manada a la invitación. Pablo previó la llegada de un tiempo así. Casi al final de su segunda epístola a Timoteo, tras exponer los principios que ya hemos listado, Pablo condensó sus consejos a Timoteo en este versículo conocido: "que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina" (2 Ti. 4:2). Luego el apóstol añadió esta advertencia profética: "Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas" (4:3,4). Es claro que en la filosofía de ministerio de Pablo no había lugar para la teoría de dar a las personas lo que quieren, que prevalece tanto

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en la actualidad. El apóstol no instó a Timoteo para que tomara una encuesta para averiguar qué querían recibir las personas, ni sugirió que estudiara datos demográficos o que realizara una investigación sobre las "necesidades percibidas" de la congregación. Más bien le mandó a predicar la Palabra de una manera fiel, sistemática, edificante, exhortadora y paciente, de tal manera que ella confrontara con su pleno poder al espíritu de la época.

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¿COMO DEFINIMOS EL EXITO? Notemos que Pablo no dijo algo a Timoteo sobre las posibles reacciones de las personas. No le dio instrucciones acerca del tamaño de su iglesia, la cantidad de dinero que manejaba o cuanta influencia tenía en la sociedad. No sugirió que el mundo tuviera que admirar, estimar o siquiera aceptar a Timoteo. De hecho, Pablo no dijo una sola palabra acerca de tener prestigio externo en el ministerio porque su foco de atención era el compromiso, no el éxito. La filosofía contemporánea del ministerio se ha envanecido por su apego a normas mundanas del éxito. Las iglesias que se consideran "exitosas" son grandes tanto en número de asistentes como en instalaciones costosas, gimnasios y sauna, canchas deportivas, servicio de cuidado de niños, y otras cosas por el estilo. Lo cierto es que ni siquiera una iglesia entre mil cae dentro de esa categoría, yeso significa una de dos cosas: la mayoría de las iglesias son fracasos dignos de conmiseración, o la medida del éxito en el ministerio debe ser algo más que la prosperidad material. La respuesta es obvia para cualquiera que conoce las Escrituras. Criterios externos tales como propiedades, números, dinero o acogida del mundo, nunca han sido la media bíblica del éxito en el ministerio. Fidelidad, piedad y compromiso espiritual son las virtudes estimadas por Dios, y tales cualidades deberían ser los bloques básicos para construir cualquier filosofía ministerial. Esto es cierto en iglesias pequeñas y grandes por igual. El tamaño no es un índice de la bendición de Dios y la popularidad no es un barómetro del éxito. De hecho, puede ser razón para la condenación. Dios dijo a Jeremías: "Cosa espantosa y fea es hecha en la tierra; los profetas profetizaron mentira, y los sacerdotes dirigían por manos de ellos; y mi pueblo así lo quiso. ¿Qué, pues, haréis cuando llegue el fin?" (Jer. 5:30, 31).

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Considere una vez más las instrucciones de Pablo a Timoteo. En lugar de urgir a Timoteo para fOljar un ministerio que le permitiera obtener todos los reconocimientos del mundo, le advirtió acerca del sufrimiento y las penalidades, algo que no corresponde mucho a las aspiraciones de los expertos modernos en iglecrecimiento. En las Escrituras el éxito externo nunca es una meta válida. Pablo no estaba contando a Timoteo la manera de ser "exitoso", sino que le estaba animando a seguir y procurar la norma divina. Por supuesto, esto es lo que define el éxito verdadero. El éxito real no consiste en obtener resultados a cualquier costo. No es prosperidad, poder, preeminencia, popularidad o cualquier otra noción mundana de éxito. El éxito real es hacer la voluntad de Dios sin importar las consecuencias. O, para utilizar los términos como el mundo los emplea con frecuencia, la meta apropiada no es el éxito, sino la excelencia. 7 Pablo estaba animando a Timoteo para que fuese todo lo que Dios le había llamado a ser con los dones que le había dado. No estaba dando consejos a Timoteo sobre cómo alcanzar el éxito, le estaba instando a buscar la excelencia.

EL FUNDAMENTO DE UN MINISTERIO EXCELENTE Miremos más de cerca estos versículos al principio de 2 Timoteo 4: Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas. Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio.

Ese pasaje breve define el ministerio bíblico. Incluye nueve principios para recordar que Pablo dio a Timoteo y que ningún ministro debe atreverse a omitir. Quienes se descuidan en el cumplimiento de estos deberes están en el declive ministerial, bien sea que estén o no conscientes de ello.

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RECUERDA TU LlAMADO "Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino"; así empieza Pablo esta sección final de la última epístola inspirada que escribió. En ese momento era un prisionero y se acercaba el fin de su vida, por lo cual anticipaba su propia ejecución (v. 16). Sabía que pronto tendría que presentarse ante Dios para rendirle cuentas. Estos pensamientos ocupaban su mente y por eso recordó a Timoteo la seriedad de la comisión dada al joven pastor. El apóstol aconsejó a Timoteo que viviera y trabajara ante la realidad de un juicio inminente. Era necesario que Timoteo se preocupara por lo que Dios pensaba de su ministerio y no por lo que pensara la gente. Nótese que Pablo invoca la presencia divina ("delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos"). Quería que Timoteo entendiera que Aquel quien le juzgaría es Aquel en cuya presencia estaba ejerciendo el ministerio. Dios juzga por sus propios criterios y no conforme a lo que piensa la gente. En otro lugar Pablo dice: "todos compareceremos ante el tribunal de Cristo... De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí" (Ro. 14:10, 12). Ese es el punto que quiere esclarecer a Timoteo, porque él no debe ministrar para agradar a los hombres sino para agradar a Dios. PREDICA LA PAlABRA ¿Qué clase de ministerio agrada a Dios? Pablo dice a Timoteo "que prediques la palabra" (v. 2). La obediencia a ese mandato sencillo debe ser la parte central de toda filosofía bíblica y verdadera del ministerio. La tarea del predicador consiste en proclamar las Escrituras y ponerle sentido (cp. Neh. 8:8). Cualquier otro contenido es algo extraño y perjudicial. Mi padre es pastor, y cuando le dije por primera vez hace años que creía que Dios me había llamado al ministerio, él me dio una Biblia en la que había escrito: "Querido Johnny: Predica la Palabra. 2 Timoteo 4:2". Esa simple declaración se convirtió en el estímulo que impulsó mi corazón desde entonces. Nunca he olvidado esa sencilla instrucción bíblica de mi padre: predica la Palabra. ¿Acaso hay algo más para predicar?

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Predicar la Palabra no siempre es fácil. El mensaje que se nos requiere proclamar con frecuencia es ofensivo para las personas. Cristo mismo es una piedra de tropiezo y una roca de caída (Ro. 9:33; 1 P. 2:8). El mensaje de la cruz es tropezadero para algunos (1 Co. 1:23; Gá. 5:11) y nada más que locura para otros (1 Co. 1:23). "El hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente" (1 Co. 2:14). Por esa razón Pablo escribió "no me avergüenzo del evangelio" (Ro. 1: 16), porque seguro hay muchos cristianos que sí se avergüenzan del mismo mensaje que Dios nos ha mandado proclamar. Como hemos advertido, es evidente que Timoteo luchó con la tentación de sentirse avergonzado. Pablo le amonestó diciendo: "no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor", y que tampoco se avergonzara de Pablo (2 Ti. 1:8). Timoteo parece que se hubiera convertido en un alma tímida que exhibía un "espíritu de cobardía", nada semejante al carácter fuerte y valiente del apóstol Pablo. Era joven y algunas personas lo menospreciaban por ello (1 Ti. 4:12). Sabía muy bien que el simple hecho de estar asociado con Pablo era peligroso para él. Proclamar en público la verdad de Dios le podría llevar a la cárcel igual que a Pablo, y por lo menos podía tener la seguridad de ser objeto de hostilidad y debates por parte de los judíos que se oponían al evangelio. Encima de todo, parece que Timoteo luchaba con los impulsos propios de las pasiones juveniles (2:22) y tal vez sentía que no era todo lo que debería ser. Estas eran algunas razones de peso para que Timoteo silenciara su proclamación. De modo que cuando Pablo lo mandó a predicar, estaba exigiendo que fuera en contra de sus propias inclinaciones e inhibiciones. ¿Cuál era la "palabra" que Timoteo debía predicar? Pablo lo deja en claro al final del capítulo 3: "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia" (2 Ti. 3:16, cursivas añadidas). Esta es la Palabra que debe ser predicada: todo el consejo de Dios (cp. Hch. 20:27). En el capítulo 1 Pablo había dicho a Timoteo: "Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste" (v. 13). Estaba hablando de las palabras reveladas de las Escrituras, en toda su extensión. Urgió a Timoteo: "Guarda el buen depósito por el

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Espíritu Santo que mora en nosotros" (v. 14). Luego le dijo en el capítulo 2 que estudiara la Palabra y la usara bien (2: 15). Ahora le está diciendo que la proclame, de modo que las actividades y la tarea del ministerio fiel giran alrededor de la Palabra de Dios: para guardarla, estudiarla y proclamarla. En Colosenses 1 el apóstol Pablo, al describir su propia filosofía de ministerio, escribe: "[ .. .la iglesia;] de la cual fui hecho ministro, según la administración de Dios que me fue dada para con vosotros, para que anuncie cumplidamente la palabra de Dios" (v. 25, cursivas añadidas). En 1 Corintios da un paso más adelante: "Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado" (1 Co. 2:1, 2). En otras palabras, su meta como predicador no era entretener a la gente con su estilo retórico ni amenizarlos con su pericia, humor, opiniones sazonadas o metodología complicada; tan solo predicó a Cristo crucificado. Siempre ha habido personas que desde un estrado han aglomerado a su alrededor grandes multitudes como resultado de sus dotes de oratoria, las historias interesantes que pueden contar, su habilidad para entretener con la palabra hablada, su personalidad dinámica o su sagacidad para manipular a las muchedumbres con discursos conmovedores y locuaces, bien sea como políticos populares, académicos expertos o simples parlanchines. Esa clase de predicación puede ser popular, pero no es poderosa en sí. Nadie puede predicar con poder sobrenatural si no predica la Palabra de Dios, y ningún predicador fiel disuelve o ignora todo el consejo de Dios. Proclamar la Palabra de Dios en toda su extensión es el llamado del pastor. Por eso la predicación de la Palabra debe estar en el corazón mismo de nuestra filosofía ministerial. Cualquier otra filosofía reemplaza la voz de Dios con sabiduría humana. La filosofía, la política, el humor, la psicología, los consejos hogareños y la opinión humana jamás pueden llevar a cabo lo que hace la Palabra de Dios. Esas cosas pueden ser interesantes, informativas, entretenidas y algunas veces hasta útiles, pero no tienen poder de transformación espiritual y no son parte del quehacer de la iglesia. La labor del predicador no debe ser un canal para la transmisión de sabiduría humana porque él es la voz que Dios usa para

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hablar a la congregación. Ningún mensaje humano cuenta con el sello de la autoridad divina, solo la Palabra de Dios. Soy franco al decir que no entiendo a los predicadores que están dispuestos a abdicar este privilegio solemne. Las conferencias morales y las charlas de motivación no pueden sustituir la Palabra de Dios. ¿Por qué deberíamos proclamar la sabiduría de los hombres cuando tenemos el privilegio de predicar la Palabra de Dios? SER FIEL A TIEMPO Y FUERA DE TIEMPO Pablo pasa a continuación a recordarle a Timoteo que este deber es una labor inacabable. No solo debe predicar la Palabra, también lo debe hacer sin consideración alguna por el ambiente de opinión que le rodea. Debe ser fiel cuando la predicación del evangelio es tolerada, pero también cuando no lo es. Enfrentémoslo: ahora mismo predicar la Palabra está algo fuera de tiempo para el mundo. La humanidad está experimentando la ira de Dios a medida que Él abandona a las personas a las consecuencias de sus decisiones y acciones pecaminosas (Ro. 1:24,26, 28), "la retribución debida a su extravío". La sociedad está sintiendo este abandono divino en nuestros tiempos más que nunca antes, y el declive de la predicación en la iglesia en realidad contribuye al sentido de indefensión y desesperanza de las personas. Martyn Lloyd-Jones argumentaba que "en muchos sentidos es el alejamiento de la iglesia frente a la predicación lo que se debe responsabilizar en gran medida por la condición de la sociedad moderna ... La iglesia, al abandonar su labor y función real, ha dejado a la humanidad abandonada a sus propios recursos y suerte".8 Es indudable que ahora no es el tiempo para hombres débiles, mensajes débiles y ministerios débiles. Lo que se necesita es fortaleza y valentía moral, así como una proclamación irrebatible de la verdad que pueda poner en libertad a las personas. "Lejos de decir que debemos tener menos predicación y recurrir cada vez más a otros recursos y procedimientos, digo que tenemos ante nosotros una oportunidad dada por el cielo para predicar a la raza humana".9 Por otro lado, la filosofía de orientación al mercado que está en boga dice que la declaración directa y simple de la verdad bíblica es inoperante e insuficiente. La teología y la exposición bíblicas son vistas como anticuadas e irrelevantes. Esta filosofía dice: "los que van a la

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iglesia ya no quieren que se les predique. Ellos no tienen ganas de sentarse en una banca mientras alguien predica un sermón al frente. Son el producto de una generación manejada por los medios y necesitan una experiencia eclesiástica que les satisfaga en sus propios términos". Pablo dice frente a esto que el ministro excelente debe ser fiel en predicar la Palabra incluso cuando su labor no sea apetecida por la moda del momento. La expresión que emplea es "estar listo". El término griego (ephistemi) tiene el significado literal de "ponerse al lado de". Se empleaba con frecuencia para describir a un guardia militar que siempre está en su lugar asignado y preparado para cumplir su deber. Pablo estaba hablando de una disposición explosiva para predicar con ganas, como la que tuvo Jeremías, quien dijo que la Palabra de Dios era como fuego en sus huesos. Eso es lo que el apóstol demanda a Timoteo. Nada de vacilación sino apresto constante. Nada de titubeos sino ausencia total de temor. Nada de zalamería sino el fuego de la Palabra de Dios. REDARGÜIR, REPRENDER Y EXHORTAR Pablo también da instrucciones a Timoteo acerca del tono de su predicación. Utiliza dos palabras de connotación negativa y una de connotación positiva: redargüir, reprender y exhortar (2 Ti. 4:2). Todo ministerio válido debe tener un equilibrio entre elementos positivos y negativos. El predicador que no redarguye ni reprende está incumpliendo su comisión. Hace poco escuché una entrevista radial con un predicador que evita cualquier mención al pecado en su predicación porque siente que las personas de todas maneras están cargadas con demasiada culpa. El entrevistador preguntó cómo podía justificar esa política y el pastor contestó que había tomado la decisión de concentrarse en las necesidades de las personas, no en atacar su pecado. Lo cierto es que la necesidad más profunda de las personas es confesar su pecado y vencerlo, de manera que toda predicación que no confronta y corrige el pecado a través de la Palabra de Dios no satisface las necesidades de las personas. Es posible que les haga sentirse bien, y que ellos respondan con entusiasmo al predicador, pero eso no significa que esa clase de predicación satisfaga sus necesidades reales. Redargüir, reprender y exhortar es predicar la Palabra ya que esos son los mismos ministerios cumplidos por las Escrituras: "Toda la

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Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia" (2 Ti. 3: 16). Nótese el mismo equilibrio de tono entre elementos positivos y negativos. Redargüir y corregir son negativos; enseñar e instruir son positivos. El tono positivo también es crucial. La palabra "exhortar" (parakaleo) significa "animar". El predicador excelente confronta el pecado y luego alienta a los pecadores arrepentidos a que se comporten con justicia. Debe hacer esto "con toda paciencia y doctrina" (4:2). En 1 Tesalonicenses 2: 11, Pablo habla acerca "de qué modo, como el padre a sus hijos, exhortábamos y consolábamos a cada uno de vosotros". Esto requiere muchas veces de gran paciencia y mucha doctrina, pero el ministro excelente no puede descuidar estos aspectos de su llamado. NO CEDER EN TIEMPOS DIFÍCILES Hay cierta urgencia en el encargo de Pablo al joven Timoteo: "Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias" (2 Ti. 4:3). Esta es una profecía que hace eco de las que también se encuentran en 2 Timoteo 3:1 ("También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos") y en 1 Timoteo 4: 1 ("Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe"). Esta es la tercera advertencia profética de Pablo a Timoteo acerca de los tiempos difíciles que se avecinan. Notemos la progresión: la primera advertencia dice que vendrá un tiempo cuando muchos se apartarán de la fe. La segunda advirtió a Timoteo que se aproximaban tiempos peligrosos para la iglesia. La tercera sugiere ahora que vendrá el tiempo cuando quienes están en la iglesia no soportarán la sana doctrina, sino que van a desear que alguien calme su comezón de oír. La predicación sin temor es necesaria con mayor razón en tiempos peligrosos. El tiempo en que las personas no están dispuestas a tolerar la verdad es cuando se hace más necesario que los predicadores valientes y arrojados la proclamen. ¿Por qué las personas no están dispuestas a tolerar la sana doctrina? Es porque aman el pecado. Como hemos visto, la predicación de la doctrina sana confronta y reprende el pecado, y las personas engolosinadas con sus estilos de vida pecaminosos no están dispuestas

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a tolerar esa clase de enseñanza. Solo quieren que alguien les calme su comezón de oír (v. 3). Pablo también emplea la expresión "sana doctrina" en 1 Timoteo 1. En los versículos 9 y 10 de ese capítulo habla de "los transgresores y desobedientes ... los impíos y pecadores ... los irreverentes y profanos ... los parricidas y matricidas ... los homicidas ... los fornicarios ... los sodomitas ... los secuestradores ... los mentirosos y perjuros, [todo aquel que] se oponga a la sana doctrina" (cursivas añadidas). Una sociedad atestada e influenciada por mentirosos, perjuros, homicidas y homosexuales de ninguna manera tolera la predicación de sana doctrina. Note que Pablo no sugiere que la manera de alcanzar una sociedad de ese tipo sea ablandar el mensaje para que tales personas se sientan a gusto con su contenido. Lo cierto es todo lo contrario. Esa comezón de oír es algo abominable, y Pablo urge a Timoteo a que esté dispuesto a sufrir por causa de la verdad, y que siga predicando la Palabra fielmente. Esa es la única forma como las personas intolerantes pueden ser expuestas a la verdad, y esto es lo único que puede ablandar sus corazones. Como algo secundario, la polémica interpretativa alrededor de este pasaje tiene que ver con establecer de quiénes se está hablando en el versículo 3. ¿Se está haciendo referencia al mundo o a la iglesia? Es seguro que incluye al mundo, porque las personas no regeneradas rara vez están dispuestas a tolerar la sana doctrina. No obstante, Pablo está hablando aquí de personas a quienes Timoteo predica. Esto parece referirse a las personas en la iglesia. Sugiere que vendría un tiempo cuando los cristianos de profesión en Éfeso no recibirían con agrado la enseñanza de la sana doctrina. ¿Acaso no es también esa la condición de la iglesia en nuestra sociedad actual? De hecho, es justamente lo que están señalando los expertos en mercadeo a los líderes de las iglesias. Toda la base de tu filosofía es que las personas no quieren escuchar la verdad proclamada, solo quieren ser entretenidos. El plan de mercadeo eclesiástico dice que se les debe dar lo que quieren. Las Escrituras dicen algo muy distinto. Hay miles de iglesias alrededor del mundo que se supone son evangélicas y que no les sienta bien la sana doctrina porque no la quieren digerir. No estarían dispuestas a tolerar dos semanas de enseñanza bíblica fuerte que refute su error doctrinal, confronte su pecado, les convenza

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de ello y les llame a obedecer la verdad. No quieren escuchar una enseñanza saludable. ¿Por qué? Porque las personas en la iglesia quieren poseer a Dios sin tener que renunciar a estilos de vida pecaminosos, y no van a soportar a una persona que les diga lo que la Palabra de Dios dice al respecto. ¿ Qué es lo que sí quieren escuchar? El pasaje dice que esas personas, "teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias" (v. 3). Lo irónico del asunto es que van a buscarse maestros. De hecho se amontonarán numerosos maestros siempre y cuando no enseñan la sana doctrina. Van a escoger a todos los maestros que les digan lo que ellos tienen deseos de oír. Quieren lo que aplaque la comezón de sus oídos y sacie sus antojos. Quieren lo que les haga sentirse bien consigo mismos. Los predicadores que les ofenden son rechazados por ellos, y optan por acumular una masa de maestros que alimenten sus apetitos egoístas insaciables. Aquel predicador que trae el mensaje que más necesitan oír es al que menos les gusta oír. Es lamentable que abundan los predicadores con mensajes diseñados para satisfacer la comezón de oír y están disponibles en todas partes. "En períodos de fe inestable, escepticismo y mera especulación por curiosidad en cuestiones de religión, pululan maestros de todo tipo como las moscas en Egipto. La demanda crea la oferta. Los oidores invitan y moldean a sus propios predicadores. Si las personas desean un becerro para rendirle culto, se encuentran con facilidad un ministro especializado en la confección de becerros".lO Este apetito de predicación para la comezón de oír tiene un fin terrible. El versículo 4 dice que estas personas en últimas "apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas". Se convierten en víctimas de su propia negación a escuchar la verdad. La frase "apartarán" está en voz activa porque las personas optan por actuar así de manera voluntaria, en cambio "se volverán a las fábulas" está en la voz pasiva porque describe lo que les sucede. Tras apartarse de la verdad se hacen víctimas del engaño. Tan pronto se apartan de la verdad, se convierten en peones del diablo. La ausencia de luz es tinieblas. Esto sucede hoy mismo en la iglesia evangélica, porque ha perdido su tolerancia hacia la predicación que confronta. Ahora la iglesia coquetea con errores doctrinales serios. Los cristianos buscan con

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desespero revelaciones ajenas a la Biblia en forma de profecías y sueños. Los predicadores niegan o ignoran la realidad del infierno. El evangelio moderno promete un cielo donde no se necesita la santidad. Las iglesias ignoran la enseñanza bíblica sobre las funciones de la mujer, la condenación de la homosexualidad y otros temas con cierta carga política. El intermediario humano ha tomado precedencia sobre el mensaje divino. Esto es evidencia de un debilitamiento doctrinal serio. Si la iglesia no se arrepiente y vuelve al sendero que asciende cuesta arriba (como diría Spurgeon), estos errores y otros parecidos llegarán a ser epidémicos. Miremos otra vez la frase clave en el versículo 3: "teniendo comezón de oír". ¿Por qué no están siquiera dispuestos a tolerar la sana doctrina? ¿Por qué se amontonan para sí maestros de mentira? ¿Por qué se apartan de la verdad? Porque en lo profundo de su ser lo único que apetecen es saciar su comezón de oír. No quieren ser confrontados. No quieren ser convencidos de pecado. Solo quieren ser entretenidos, quieren una predicación que produzca sensaciones placenteras. Quieren sentirse bien, desean que les hagan cosquillas con anécdotas, humor, psicología, charlas para aumentar la motivación y la seguridad del futuro, pensamiento positivo, elogios y masajes para el ego, conversaciones superficiales e incontrovertibles. Por otro lado, la verdad de Dios no fricciona de manera servil para calmar la comezón de oír, sino que conecta puñetazos a izquierda y derecha, también es como un fuego que consume lo que encuentra a su paso. Primero redarguye, reprende y convence. Luego exhorta y anima a seguir. Los predicadores de la Palabra deben ser cuidadosos en mantener ese equilibrio. En Juan 6, después que Jesús pronunció un mensaje contundente en particular, la Biblia nos dice que "desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él" (v. 66). Al dispersarse la multitud, nuestro Señor se volvió a sus discípulos y preguntó: "¿Queréis acaso iros también vosotros?" (v. 67). La respuesta de Pedro en nombre de los doce es significativa: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna" (v. 68). Esa fue la respuesta correcta y reveló a todos la diferencia entre discípulos verdaderos y meros simpatizantes: su hambre por la Palabra. Jesús dijo: "Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos"

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(Jn. 8:31). Las personas que buscan ser entretenidas o mantenidas, los curiosos que no se quieren comprometer y los que se limitan a ir donde va la multitud, no son discípulos verdaderos en absoluto. Los verdaderos seguidores de Cristo son los que aman la Palabra. Ellos nunca desearán que se les predique para calmar la comezón de oír. SER SOBRIO EN TODO La actitud del ministro excelente debe ser una de sobriedad y prudencia. "Sé sobrio en todo" (v. 5) no es una mera advertencia contra la ebriedad. Tampoco sugiere Pablo que Timoteo debía ser ceñudo, adusto, lánguido o desabrido. Más bien describe un estado de alerta mental y control de las facultades individuales. El ministro excelente es una persona sólida, una persona estable, semejante a un atleta que ha puesto bajo control total todas sus pasiones, apetitos y energías para tener un desempeño al nivel máximo. Este mismo mandato en sentido negativo implica que un predicador no debe ser quebradizo ni amoldable, no debe seguir los dictados de la moda ni ser complaciente con los antojos de las personas. Enfrentados a un mundo cambiante, en medio de una iglesia vacilante y en el contexto de una sociedad que da tumbos repentinos y zigzagueantes, más vale que los ministros estén bien arraigados en la Palabra y que se mantengan constantes y firmes sobre la roca. No podemos ceder terreno ante la presión externa. La iglesia ya ha tenido bastantes predicadores erráticos, extravagantes y veleidosos cuyo estilo depende del estado de ánimo del populacho. Lo que más se necesita ahora son predicadores que siempre permanecen afianzados en un mundo inestable y ante todo conocen y respetan sus prioridades. Necesitamos ministros cuyas mentes estén libres de engaño, falsas enseñanzas y nociones ajenas a la ortodoxia. Necesitamos predicadores que declaren con valentía todo espiritual consejo de Dios. ¡Cuán agobiante debe ser para Dios escuchar la verborrea anodina e insípida que sale de los púlpitos con la pretensión caprichosa de reemplazar su Palabra inspirada! El predicador noble es equilibrado, congruente y sólido. Es inerme e inamovible ante los reclamos y súplicas de los que solo quieren calmar su comezón de oír.

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SOPORTAR LAS AFLICCIONES Es obvio que los ministros excelentes no pueden ser los que anhelan recibir aplausos terrenales. Tampoco pueden ser amadores de la comodidad sobre esta tierra. La vida del ministro no es una vida de molicie. Era necesario que Timoteo estuviese dispuesto a soportar las aflicciones (v. 5). No podía tener la clase de ministerio que Dios deseaba de él a no ser que estuviera dispuesto a pasar por alguna medida de sufrimiento. Ningún ministerio de valor ha llegado a existir sin dolor. Con frecuencia encuentro a jóvenes que aspiran al ministerio y procuran tener una iglesia sin problemas, un ministerio sin retos, una congregación que les haga fácil la vida. No existe un lugar así para el predicador fiel de la Palabra. La noción de que el ministerio puede ser eficaz e indoloro al mismo tiempo es una mentira. Es inevitable tener aflicciones si se predica la Palabra sin adulteración, y cuando golpea la adversidad solo se tienen dos opciones: soportar y mantenerse firme y fiel, o negociar y ceder terreno. El ministro fiel siempre guarda sin fluctuación la línea que separa la verdad de la mentira, y esto es algo que no se puede hacer al mismo tiempo que se escapa del sufrimiento: "todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución" (2 Ti. 3: 12). De modo que la fidelidad y la penalidad van de la mano. Este es un tema reiterado en 2 Timoteo. Pablo escribió en 2: 1,3: ''Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús ... Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo". Ahora recuerda de nuevo a Timoteo que el sufrimiento es parte del deber del ministro fiel tanto como lo es cualquier otro aspecto de la obra ministerial. ¿Siguió Timoteo el consejo de Pablo? Es evidente que así lo hizo. Hebreos 13:23, un versículo breve y un tanto relegado, dice: "Sabed que está en libertad nuestro hermano Timoteo, con el cual, si viniere pronto, iré a veros". Es obvio que el escritor de Hebreos conocía bien a Timoteo y le amaba, por eso cuenta a los hebreos que Timoteo había sido puesto "en libertad" ¿De qué fue libertado? La palabra griega empleada allí sugiere que Timoteo había sido liberado de la prisión. Podemos suponer que cuando llegó el sufrimiento, Timoteo lo soportó y no cedió ante la presión. Permaneció fiel aunque es evidente que ello le significó ser encarcelado. No trató de salir bien librado sin pagar el precio de proclamar la verdad.

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HACER OBRA DE EVANGEUSTA A primera vista podría parecer que el mandato "haz obra de evangelista" es un cambio abrupto de dirección, pero no lo es. Pablo estaba alentando a Timoteo para que alcanzara más allá de la esfera cómoda de su propio rebaño y proclamara con denuedo la Palabra a los incrédulos. Pablo no estaba sugiriendo que el oficio de Timoteo fuera el de un evangelista, sino que le quería decir que parte de su deber como pastor era evangelizar a no creyentes. De nuevo, Pablo estaba mandando a Timoteo a que declarara la verdad con denuedo. Es posible que Timoteo se hubiera visto tentado a buscar refugio en la comodidad del rebaño. En lugar de ello, Pablo le instó a ministrar al frente en la línea de combate. Quería que Timoteo se decidiera a encarar el mundo con valentía y predicar a Cristo crucificado. Quería que hiciera proclamación pública de pecado,justicia, juicio y la ley de Dios. Quería que declarara la depravación, no la dignidad de la raza humana. Quería que fuese un heraldo de la segunda venida que advertía a todos sobre el juicio eterno. Quería que magnificara la cruz, la resurrección, la expiación, la gracia y la fe. Estaba urgiendo a Timoteo a ser solemne y persuasivo en la confrontación de la falta de fe y obediencia. CUMPUR EL MINISTERIO El breve encargo de Pablo a Timoteo termina con un imperativo final: "cumple tu ministerio" (v. 5). "Cumple" significa completar, obrar al máximo, finiquitar, hacerlo todo. Es como si hubiera dicho: "No sirvas a Dios con mediocridad, hazlo con todas tus fuerzas". Pablo estaba llegando al término de su propia vida y estaba en capacidad de decir: "Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida" (4:6-8). Quería que Timoteo llegara a ese mismo punto algún día. Debemos recordar que este encargo de Pablo a Timoteo tiene implicaciones para cada cristiano. Todos nosotros debemos ser ministros en alguna esfera de servicio. Bien sea usted una madre que ministra a sus propios hijos o el pastor de una gran congregación, estos principios

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se aplican a su vida. No hay una sola excusa para bajar la guardia. No hay lugar para la cobardía y el apocamiento. No hay tiempo que perder ni necesidad de temer. Llene hasta el tope la medida de su servicio para el Señor, cumpla todo lo que ha sido llamado y llamada por Dios a cumplir. Esto es algo posible solo si el ministerio se lleva a cabo de la manera correcta.

AFERRADOS A LA FE En el punto culminante de la controversia del declive, dos semanas después de haber sido censurado por la Unión Bautista, Spurgeon predicó un mensaje titulado "Firmes en la fe", en el cual dijo: Nunca debemos esconder nuestros colores. Llegan tiempos en los que debemos pasar al frente y responder a la iniciativa de combate, cuando vemos que el honor de nuestro Capitán lo demanda. Nunca debemos sentir vergüenza ni temor. Nuestro Señor Jesús merece que nos rindamos como sacrificios voluntarios en defensa de su fe. Comodidad, reputación y hasta la vida misma deben capitular al nombre y la fe de Jesús. Si en el ardor de la batalla nuestro buen nombre o nuestra vida deben arriesgarse para ganar la victoria, digamos entonces: "En esta batalla algunos de nosotros deben caer, ¿por qué no? Estoy dispuesto a tomar parte y fortuna con mi Maestro y a soportar el vituperio por su causa". Los soldados valientes son los únicos dignos de nuestro gran Señor. Los que se esconden en la retaguardia para estar cómodos todo el tiempo, no son dignos del reino. Hermanos, debemos estar dispuestos a ser ridiculizados por causa de Cristo, incluso la clase peculiar de ridículo envenenado que tanto le gusta a "los cultos" verter sobre nosotros. Debemos estar dispuestos a ser considerados como grandes tontos por causa de Jesús ... Por mi parte, yo estoy dispuesto a ser diez mil veces tonto por mi amado Señor y Maestro, y cuento como el honor más elevado que se me puede conceder el ser despojado de toda honra y ser cargado con todas las censuras por la causa de la antigua y gloriosa verdad que está escrita para siempre en mi corazón ... Antes que yo pueda renunciar a mi fe ... voy a tener que ser pulverizado, y todos los átomos que queden deberán ser transmutados.!!

Spurgeon terminó con estas palabras: Todos admiran a Lutero, sí, claro; pero nadie quiere que alguien más haga lo mismo el día de hoy. Los que van al jardín zoológico admiran al oso, pero, ¿le gustaría tenerlo suelto en su casa o deambulando por las calles? Algo tan "osado" le resultaría insoportable a cualquiera.

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De modo que admiramos a un hombre que se mantuvo firme en la fe hace unos cuatrocientos años; el pasado es para él como una especie de fosa o jaula de hierro que le mantiene asegurado tras las rejas como al oso en el zoológico; tener a un hombre así en la actualidad sería una gran molestia y todos estarían a favor de la captura y encierro de ese fanático recalcitrante y obcecado o un apelativo todavía peor que se pueda pensar. No obstante, imaginemos por un instante que en el pasado, Lutero, Zwinglio, Calvino y sus camaradas hubieran dicho: ''El mundo está en desorden total, pero si tratamos de arreglarlo solo crearemos perturbación, vamos a quedar mal con la gente y caeremos en la deshonra. Mejor vamos a nuestras recámaras y nos ponemos a dormir durante los tiempos malos; quizás al despertar hayan mejorado un poco las cosas". Tal conducta por parte de ellos nos habría dejado un legado de errores. Cada generación caería cada vez más bajo en los barrancos infernales y los fangales pestilentes del error nos habrían tragado a todos. Estos hombres amaban la fe y el nombre de Jesús en demasía y no estuvieron dispuestos a contemplar cómo eran pisoteados. Estamos obligados a reconocer lo que debemos a ellos, y pagar a nuestros hijos la deuda que tenemos con nuestros padres. Hoy sucede lo mismo que en los días de la Reforma. Se necesita un espíritu resuelto y decidido. Ha llegado el día para el hombre; ¿dónde está el hombre para el día? Más nos vale a nosotros, a quienes el evangelio ha sido transmitido por manos de mártires, que no lo tratemos con trivialidad ni nos quedemos ahí sentados oyendo a traidores negarlo mientras aparentan amarlo cuando por dentro aborrecen todas sus palabras. La fe a la que estoy aferrado está marcada con la sangre de mis antepasados. ¿Acaso voy a negar su fe, por la cual fueron forasteros en este mundo? ¿Acaso vamos a arrojar por la borda el tesoro que nos fue entregado a través de rejas de cárceles o que llegó pasado por las llamas de Smithfield? En lo personal, cuando mis huesos han sido torturados con reumatismo he recordado a Job Spurgeon, sin duda alguna de mi propia simiente, a quien le fue permitido en la cárcel de Clemsford tener una silla, puesto que no se podía acostar debido al intenso dolor reumático. Los sufrimientos de ese cuáquero fueron mayores que los míos, pero no lamento haber heredado su reumatismo si también poseo su fe obstinada, la cual no me dejará ceder una sola sílaba de la verdad de Dios. Al pensar en cuánto han sufrido otros por la fe, una desatención o injuria menor parece baladí y no es algo digno de mención. Una estirpe de ancestros amantes de la fe debería ser motivo suficiente para permanecer en la obediencia al Señor Dios de nuestros padres y la fe en la cual ellos vivieron. En cuanto a mí, debo aferrarme al antiguo evangelio: no puedo hacer otra cosa. Con la ayuda de Dios soportaré todas las consecuencias de lo que según los hombres es pura obstinación. Caballeros, miren esto con cuidado: quedan generaciones por venir. Si el Señor no aparece en la nuestra, vendrá otra generación, y otra después

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de ella, y todas estas generaciones serán peIjudicadas y dañadas si no somos fieles a Dios y a su verdad hoy mismo. Hemos llegado a un punto decisivo en el camino. Si volteamos a la derecha, puede ser que nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos irán por ese camino; pero si volteamos a la izquierda, generaciones que ni siquiera han nacido maldecirán nuestros nombres por haber sido infieles a Dios y a su Palabra. Yo les encargo con solemnidad, no solo por nuestros ancestros sino también por la posteridad, que procuren ganar los elogios de su Maestro, que a pesar de vivir en medio del lugar donde mora Satanás, se aferren al nombre del Señor Jesús y no nieguen su fe. ¡Que Dios nos conceda ser fieles por causa de las almas que nos rodean! ¿Cómo se va a salvar el mundo si la iglesia es falsa con su Señor? ¿Cómo vamos a levantar a las masas si carecemos de medios para ejercer influencia? Si nuestro evangelio es incierto, solo quedan miseria y desesperanza. Manténganse firmes, amados míos, ¡en el nombre de Dios! Yo, su hermano en Cristo, les ruego que permanezcan en la verdad. Condúzcanse como hombres y sean fuertes. Que el Señor les sustente por amor de Jesús. Amén. 12

Spurgeon hizo su parte. Pasó la batuta a la generación siguiente, y ellos la pasaron a una nueva. Terminaron la carrera guardando la fe y ahora es nuestro tumo. ¿Guardaremos la fe? ¿Cumpliremos nuestro ministerio? ¿Estamos dispuestos a sufrir aflicción por ser fieles? ¿Estamos comprometidos con un ministerio bíblico en el cual se predica la Palabra sin vergüenza? Los que amamos al Señor y su iglesia no debemos quedamos allí sentados mientras la iglesia se arrastra con mayor impulso hacia el declive de la mundanalidad y la mediocridad. Hombres y mujeres antes de nosotros han pagado con su sangre para transmitimos la fe intacta. Ahora es nuestro tumo de guardar la verdad. Es una labor que requiere valentía sin concesiones, y es una responsabilidad que exige devoción constante para el cumplimiento de un propósito específico. En el mismo sermón que he venido citando, Spurgeon incluyó este recordatorio: Amados amigos, este nombre, esta fe, este es nuestro mensaje. Nuestra única ocupación aquí abajo es proclamar a voz en cuello: "He aquí el Cordero". ¿Acaso alguno de ustedes ha sido enviado por Dios con otro mensaje? No puede ser. El único mensaje que Dios ha mandado proclamar a su pueblo es salvación a través del Cordero, salvación por la sangre de Jesús ... Hablar de Jesús es nuestra ocupación y no tenemos algo que decir que no esté comprendido en la revelación de Dios en Jesucristo para nosotros. Aquel quien es nuestro consuelo es el único tema de nuestra vida" .21

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Esto hace eco de las palabras de Pablo a Timoteo: "Predica la palabra". No tenemos otra cosa para decir que sea digna de mención. No hay otro mensaje. No hay otro ministerio válido. Hasta que la iglesia recupere el lugar central de esa verdad y ese compromiso sin distracciones a nuestro llamado, la iglesia evangélica seguirá siendo arrastrada a empellones cuesta abajo.

1. "Aferrado a la fe", The Metropolitan Tabernacle Pulpit, vol. 34 (Londres: Passmore and Alabaster, 1888),78. Este sermón fue predicado e15 de febrero de 1888 en el punto más álgido de la controversia del declive, justo después que Spurgeon fue censurado por la Unión Bautista (véase Apéndice). 2. The Autobiography of Charles H. Spurgeon [La autobiografía de Carlos Spurgeon], 4 vols. (Londres: Passmore andAlabaster, 1897),4:255. 3. Ibíd., 4:257. 4. George Barna, Marketing the Church [Cómo mercadear la iglesia] (Colorado Springs, Colo.: NavPress, 1988), p. 41. 5. Ibíd., p. 13. 6. Ibíd., p. 23. 7. Se puede hallar un contraste útil entre éxito y excelencia en el libro de Jon Johnston, Christian Excellence: Alternative to Success [La excelencia cristiana: alternativa frente al éxito] (Grand Rapids, Mich.: Baker, 1985). 8. Preaching and Preachers [Prédicas y predicadores] (Grand Rapids: Zondervan, 1971), p. 35. 9. Ibíd., p. 42. 10. Marvin R. Vincent, Word Studies in the New Testament [Estudios etimológicos en el Nuevo Testamento], 4 vols. (Nueva York: Scribner's, 1900),4:321. 11. "Holding Fast the Faith" ["Aferrado a la fe"], pp. 78, 83. 12. Ibíd., pp. 83-84. 13. Ibíd., p. 81.

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¿LA IGLESIA AL GUSTO DEL CONSUMIDOR? En cierta reunión de ministros y funcionarios eclesiásticos, uno tras otro negaron el valor de las reuniones de oración; todos confesaron que la asistencia era muy escasa, y varios reconocieron sin la más leve compunción que ya se habían dado por vencidos. ¿ Qué significa esto? ¿ Están las iglesias en buena condición al tener solo una reunión semanal de oración, la cual de todas maneras no es más que un esqueleto? Carlos H. Spurgeon l

La iglesia contemporánea está experimentando una revolución sin precedentes desde la Reforma protestante en cuanto a estilos de adoración. El ministerio se ha enlazado con la filosofía del mercadeo y esta revolución ha sido la prole monstruosa de tal unión. Consiste en un esfuerzo calculado y meticuloso para cambiar la manera como el mundo percibe a la iglesia. El ministerio en la iglesia es objeto de retoques y modificaciones en un intento de hacerlo más llamativo para los no creyentes. Los expertos ahora nos dicen que los pastores y líderes eclesiásticos que quieran ser exitosos, deben concentrar sus energías en esta nueva dirección. Se debe suministrar a los no cristianos un ambiente agradable y no ofensivo. Hay que darles libertad, tolerancia y anonimato. Siempre hay que ser positivo y benévolo. Si resulta necesario tener un sermón, debe ser breve y entretenido. Al predicarlo no debe sonar mandón o autoritario. Por encima de todo, que la gente se divierta y pase un buen

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tiempo. Se ha asegurado que las iglesias que siguen este patrón verán crecimiento numérico, y aquellas que lo ignoran están condenadas al fracaso. Los diferentes tipos de innovación que se están tratando de introducir son extraordinarios y hasta radicales. Por ejemplo, algunas iglesias ofrecen ahora sus cultos de mayor asistencia el viernes o el sábado por la noche en lugar del domingo en la mañana. Estos cultos por lo general tienen bastante música y entretenimiento, de modo que ofrecen a las personas una alternativa frente al teatro, el cine o las reuniones sociales. Así los miembros de la iglesia arreglan el problema de tener que ir a la iglesia y pueden pasar el resto del fin de semana como más les guste. Un asistente a la iglesia los sábados explicó por qué estos cultos alternativos son tan importantes en Estados Unidos: "Si uno va a la Escuela Dominical a las nueve de la mañana, después al culto de las once de la mañana para salir a eso de la una de la tarde, el día queda prácticamente arruinado".2 A juzgar por las cifras de asistencia, son muchos los miembros de iglesia que tienen la sensación de que pasar el día del Señor en la iglesia equivale a perder todo el día. En muchas iglesias los cultos alternativos en días diferentes al domingo tienen mayor asistencia que el culto dominical. Eso no es todo. Muchos de estos cultos no ofrecen predicación de ninguna clase, en lugar de ello se dedican a la música, los dramas y otros medios de comunicación para transmitir el mensaje. "Esta es una generación que creció con la televisión", dijo un pastor a la revista Time. "Uno tiene que presentarles la religión de una manera creativa y visual". Algunas iglesias están llevando esa filosofía un paso más adelante y también eliminan la predicación los domingos por la mañana. Incluso la música y los dramas son preparados con mucho cuidado para hacer sentir cómodos a los no creyentes. Casi todo se considera apropiado: clásicos del rack' n' roll, éxitos de todas las décadas, rock pesado, rap, música bailable y de discoteca, comedia, payasos, mimos y hasta actos de magia, son cosas que se han convertido en parte del repertorio ministerial evangélico. De hecho, una de las pocas cosas que se juzga como fuera de lugar en la iglesia estos días es la predicación clara y vehemente. Según ellos el objetivo es poner la iglesia al alcance del usuario o al

¿ La iglesia al gusto del consumidor?

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"gusto del consumidor", una noción que se ha tomado prestada de la industria de las computadoras. Se empleó para describir los programas y sistemas cuya operación es fácil para los principiantes. Al aplicarse a la iglesia sirve para describir un ministerio que es complaciente y que no presenta retos significativos a quienes presta sus servicios. En la práctica se ha convertido en una excusa que permite introducir en la iglesia pasatiempos y diversiones mundanas para tratar de atraer a "indagadores" incrédulos o personas que no asisten a la iglesia, apelando a sus intereses carnales. La consecuencia obvia de esta preocupación por los que no asisten a la iglesia es un descuido correspondiente de los que sí conforman la iglesia verdadera. Las necesidades espirituales de los creyentes se ignoran con mucha frecuencia y el cuerpo se debilita y lastima.

PUÑETAZOS SOBRE EL PÚLPITO Esto no significa que la predicación se haya abandonado del todo. Algunas de las iglesias al gusto del consumidor ofrecen por 10 menos un culto a la semana, que a veces tiene lugar en la mitad de la semana y en el cual se da un mensaje como parte central de la reunión. Sin embargo, en esas reuniones el estilo corresponde más a una charla psicológica de motivación que a la exposición bíblica. Por encima de todo se recalca la importancia del gusto y la accesibilidad de los usuarios. Hace poco leí un montón de artículos de periódicos y revistas acerca del fenómeno y alcancé a notar un hilo común. Incluyo aquí algunas citas de recortes en los que se describe el estilo de predicación en las iglesias al alcance del usuario: • •



"Aquí no hay fuego y azufre. No se le dan palmadas a la Biblia, solo se dan mensajes prácticos e ingeniosos". "Los cultos en [la iglesia presentada en el artículo] tienen un aire de informalidad. No va a escuchar que se amenace a los asistentes con el infierno o que se haga referencia a ellos como pecadores. La meta es hacerles sentir bienvenidos, no espantarlos". "Como sucede con todos los ministros, la respuesta de [este pastor] es Dios; pero él solo hace mención de esa respuesta al final, y al presentarla con cuidado no se vuelve pesado. Nada de gritos e increpaciones. Nada de fuego y azufre. Ni siquiera utiliza la palabra

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infierno. Llámele evangelio liviano. Ofrece la misma salvación que la religión de viejos tiempos pero con la mitad de los sentimientos de culpa". "Los sermones son relevantes, positivos y lo mejor de todo, breves. U sted no escuchará que se predique mucho sobre pecado, condenación y fuego en el infierno. Aquí la predicación no suena como si le estuvieran predicando. Es una charla cortés y amistosa que rompe todos los estereotipos". "[El pastor] predica un mensaje muy positivo... es un mensaje de salvación, pero la idea no es tanto salvarse de las llamas del infierno, más bien salvarse de la falta de sentido y dirección en esta vida. Es algo más fácil de vender, y también de comprar". "La idea, según dice [el pastor], es que las personas tan pronto entran por la puerta puedan ver la manera como ya se ha superado el estereotipo de aquel tipo de predicador que se suelta la corbata y suda mientras da manotazos a la Biblia y grita a todo volumen, para aterrar a sus oyentes con la posibilidad de quemarse en el infierno por la eternidad".

Las nuevas reglas del juego pueden resumirse así: sea perspicaz, ameno, informal, positivo, breve y amigable. Nunca se afloje la corbata. Nunca permita que le vean sudar, y nunca jamás utilice la palabra infierno. La mayoría de las citas anteriores representan lo que observadores externos de los medios seculares han dicho acerca de las iglesias al alcance del usuario, no de la manera como estas iglesias definen sus propios ministerios. Muchas de ellas negarían con resolución que disminuyan la importancia o nieguen cualquier punto de la doctrina evangélica. De hecho, el libro de George Barna con gran éxito de ventas titulado Iglesias al alcance del usuario incluye esta aclaración en dos lugares: "Ninguna de las iglesias exitosas que se describen en este libro está interesada en ponerse al alcance del usuario en el sentido de comprometer el evangelio o la fe histórica de la iglesia tan solo para entablar amistad con el mundo incrédulo",3 No obstante, el hecho es que sí se está comprometiendo la verdad de las Escrituras tan pronto es descentrada para forjar una amistad con el mundo evitando las verdades difíciles de aceptar, y esto se hace

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reemplazando la sana doctrina con diversiones insípidas y malabares semánticos para evitar toda mención a las verdades duras de las Escrituras. Si el objetivo final es hacer que el indagador se sienta cómodo, ¿no resulta algo incompa- tibIe con la enseñanza bíblica sobre pecado, juicio, infierno y otros tópicos de gran importancia? Como resultado inevitable, el mensaje bíblico es distorsionado por la filosofía. ¿Qué va a pasar con el creyente que necesita ser alimentado? Por favor entienda que no estoy sugiriendo que los predicadores tengan que ser sermoneadores gritones, desarreglados y sudorosos que dan puñetazos al púlpito y agitan la Biblia en el aire. Seamos sensatos, a excepción de algunas facciones fundamentalistas ultraconservadoras esa clase de predicadores no abunda estos días. La imagen de los agitadores de Biblia se ha convertido en un estereotipo de fácil acceso que se utiliza muchas veces en contra de los que creen con llaneza que la proclamación directa y sencilla de la verdad es más importante que hacer sentir cómodos a los que están de visita en la iglesia. La debilidad actual del púlpito no se debe a la supuesta influencia de parlanchines frenéticos que arengan sobre el infierno, sino que es el resultado de hombres que dan el brazo a torcer y temen hablar la Palabra de Dios con poder y convicción. La iglesia nunca sufre por abundancia excesiva de predicadores templados, más bien tiene un exceso de hombres que buscan agradar a los hombres (cp. Gá. 1: 10).

EL CLIENTE ES SOBERANO En el corazón de la iglesia orientada al mercado y al gusto del consumidor está la meta de dar a la gente lo que quiere. Los defensores de la filosofía son bastante francos al respecto. Hice notar en el capítulo 1 que la satisfacción del consumidor es la meta declarada de la nueva filosofía. Un recurso clave en el ministerio orientado al mercado dice: "En esto consiste el mercadeo de la iglesia: suministrar nuestro producto (relaciones) como una solución a la necesidad percibida de la gente" .4 De este modo, las "necesidades percibidas" determinan el mapa del recorrido en el plan de mercadeo de la iglesia moderna. La idea es un principio básico de ventas: se satisface un deseo existente en lugar de persuadir a las personas a comprar algo que no quieren. Por lo tanto, la medida precisa de las necesidades percibidas de las

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personas es una de las claves en la teoría moderna de iglecrecimiento. Se aconseja a los líderes de iglesia que apliquen encuestas a "clientes" en potencia para averiguar qué están buscando en una iglesia, y proceder a ofrecerlo. Información demográfica, estudios comunitarios, encuestas puerta a puerta y cuestionarios en la congregación forman parte de las nuevas herramientas ministeriales. La información recolectada en esas fuentes se considera esencial para diseñar un plan viable de mercadeo. Se ha dicho a los ministerios en la actualidad que no pueden alcanzar de una manera eficaz a las personas sin estos recursos. Lo peor de todo es que parece que las "necesidades emocionales percibidas" de las personas se toman más en serio que las deficiencias reales tratadas en las Escrituras y que por alguna razón no se quieren "percibir". Estas supuestas necesidades tienen que ver con áreas como la soledad, el temor al fracaso, la dependencia excesiva de otros, autoimagen deficiente, depresión, enojo, resentimiento y otras carencias individuales similares. Algunas de estas son reales y otras son fabricadas con la oferta del producto psicológico que se quiere vender. Nos dicen que estos problemas son la causa real de la drogadicción, la adicción al sexo y muchos otros problemas y síndromes, cuando el problema real y la raíz de todos los demás problemas, es la depravación humana, un asunto que con cuidado evaden (aunque casi nunca niegan en público) los que están encargados de la enseñanza en las iglesias típicas que existen para beneficio exclusivo del consumidor. Los pastores ya no son capacitados para declarar a las personas lo que Dios demanda de ellos. En lugar de esto, les aconsejan que averigüen cuáles son las exigencias de las personas y que hagan todo lo que sea necesario para cumplir con ellas. Se considera a los oyentes como "soberanos", y el predicador sabio "está dispuesto a moldear su manera de comunicarse de acuerdo a las necesidades de ellos, con el fin de recibir la respuesta que procura obtener".5 El efecto de esa clase de filosofía es evidente: los púlpitos de nuestras iglesias se llenan cada vez más de hombres que buscan agradar a los hombres. Además se está imponiendo el plan de mercadeo como la guía autorizada para el ministerio, ¡por encima de las Escrituras! Un libro de texto sobre mercadotecnia eclesiástica incluye esta afirmación: "El plan de mercadeo es la Biblia en el juego de mercado; todo lo que sucede en la vida del producto ocurre porque así lo

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determina el plan".6 Esto aplicado al ministerio de la iglesia significa que una estrategia humana, y no la Palabra de Dios, se convierte en la fuente para todas las actividades de la iglesia, y la norma por la cual se mide el ministerio. Es tan evidente la confusión intrínseca de esa manerade abordar el ministerio, al igual que su carácter del todo ajeno a la Biblia, que me sorprende encontrar a tantos pastores influenciados por ella. No obstante, el hecho es que se ha convertido en una filosofía en extremo influyente. Miles de iglesias se han sometido a sus dictados para cambiar el rumbo y la acción de sus ministerios, de tal manera que ahora su objetivo principal es darle gusto a las masas. De hecho, el movimiento de la iglesia al gusto del consumidor se ha expandido tanto que muchas publicaciones seculares han empezado a notar la tendencia. Un artículo en el periódico Los Angeles Times describía el crecimiento explosivo de una iglesia gigante basándose en una encuesta puerta a puerta para un "estudio de mercadeo" que se realizó antes que la iglesia siquiera se formara. El título del artículo era "La encuesta de opinión que generó una iglesia", y es bastante acertado. La historia contaba cómo el pastor "ajustó el programa de la iglesia a las necesidades y sugerencias que la gente mencionó en su encuesta puerta a puerta".7 Por supuesto, el artículo decía que sus mensajes eran breves, amortiguados, positivos y sobre temas actuales, con títulos como "Cambios recientes en el sueño norteamericano". Sus pequeños sermones son salpimentados con citas de revistas de noticias y finanzas. Otro periódico del sur de California publicó un artículo titulado: "Cómo mercadear al Creador". Describe a varias iglesias locales que han empleado la filosofía de orientación al mercado y parecen estar creciendo a pasos agigantados. Cierta iglesia "pagó para transmitir avisos en emisoras de rock clásico con mensajes variados que sonaban más como la promoción de un club social que una invitación para unirse a la iglesia. Además, los anuncios en los diarios se colocaban en la sección de entretenimiento, no en la de religión".8 Por supuesto, no tiene nada de malo que una iglesia coloque sus avisos en la sección de entretenimiento, pero está mal que una iglesia prometa (y entregue) un "culto" que no es más que una alternativa de entretenimiento. Eso es lo que muchas de estas iglesias están haciendo. "Una celebración, no un culto", es la manera como esta iglesia en

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particular promueve sus reuniones, las cuales se llevan a cabo en una sala de cine, lo cual en realidad resulta apropiado. Una "iglesia" ha llevado ese concepto a su conclusión lógica: "El nuestro es un culto de iglesia creado para el medio televisivo. Nuestro santuario no tiene bancas ... nuestro santuario es el aparato receptor de nuestros televidentes".9 El programa "Adoración" es un "culto de 24 horas al día y siete días a la semana" que fue creado por el fundador de una cadena de ventas por televisión. Uno se pregunta: ¿cómo puede una "iglesia" de ese tipo ofrecer algún grado de comunión fraternal? Los directores de "adoración" consideran que tienen cubierta esa área. "En el programa el compañerismo también es una parte importante de cada culto, pero se maneja de una manera exclusiva mediante herramientas modernas de comunicación... Adoración utiliza la última tecnología en equipos de telefonía digital para permitir a los televidentes en todo el país que se conecten de manera inmediata con cualquier afiliado de la comunidad". 10 De esta manera el "cliente" alcanza el máximo grado de soberanía. Si no le gusta lo que ve, tan solo tiene que apagar el televisor. Si no disfruta del "compañerismo" puede colgar el teléfono.

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LA TE ORlA DEL IGLECRECIMIENTO PATAS ARRIBA La Biblia dice que los primeros cristianos "trastornaron el mundo entero" (cp. Hch. 17 :6). En nuestra generación el mundo es el que está trastornando a la iglesia entera. La enseñanza bíblica es que el soberano es Dios y no la gente que está por fuera de la iglesia. Se supone que es la Biblia y no un plan de mercadeo, el único patrón a seguir y la autoridad final para todo ministerio en la iglesia. El ministerio debe satisfacer las necesidades reales de las personas y no transigir en el egoísmo de ellas. El Señor de la iglesia es Cristo, no un televidente veleidoso con el control remoto en su mano. Siempre que escucho la expresión "iglesia al gusto del consumidor" pienso en Hechos 5 y el episodio de Ananías y Safira. Lo que sucedió allí contradice por completo la teoría contemporánea de iglecrecimiento. Por cierto que la iglesia de Jerusalén no era al gusto del consumidor. De hecho era todo lo opuesto; Lucas nos cuenta que este episodio generó "gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los que oyeron estas

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cosas" (v. 11). La actividad de la iglesia era tan perturbadora en ese entonces que ninguno de los que no tenían parte con los creyentes "se atrevía a juntarse con ellos". Tan solo pensar en asistir a una iglesia así llenaba de terror sus corazones, a pesar de que "el pueblo los alababa grandemente" (Hch. 5: 13). La primera iglesia cristiana en definitiva no era un lugar donde los pecadores se podían sentir cómodos, i era un lugar aterrador para ellos! Vamos a mirar este pasaje con detenimiento y a tratar de entenderlo en el contexto apropiado. Para hacerlo tenemos que regresar a Hechos 4. Recordemos que la iglesia acababa de nacer y gozaba de la frescura y vitalidad de su belleza prístina. Aún estaba libre de toda mancha de pecado o desperfecto humano. Las personas estaban dedicadas al estudio de la doctrina de los apóstoles. Aquellos primeros días en la historia de la iglesia fueron días brillantes y felices, llenos de amor y compañerismo real. El gozo era desbordante y el amor era profundo y sin exclusivismo; en consecuencia, el testimonio de los creyentes era claro y sonoro. Como resultado, en contadas semanas unas quince a veinte mil personas llegaron a la fe en Jesucristo. Satanás ya había intentado estropear el propósito de la iglesia mediante persecución, pero no hizo diferencia alguna; los creyentes tan solo oraban pidiendo más denuedo. Dios contestó esa oración y se salvaron todavía más personas. Dios era muy real, Cristo estaba muy vivo entre ellos y el Espíritu Santo se manifestaba con gran poder en aquellos días. No obstante, Satanás se encontraba tramando un ataque más peligroso. Si no podía destruir a la iglesia con asaltos externos y persecución, trataría un ataque más sutil desde adentro, yeso es lo que sucedió con exactitud.

PECADO EN EL CAMPAMENTO Esta es la primera ocasión en la que se registra pecado en la iglesia. De todas las cosas que suceden por vez primera en el libro de Hechos, esta es la más triste. La estrategia de Satanás para infiltrar la iglesia empezó en ese momento y continúa en la actualidad. Todo este relato es un ejemplo claro de la honestidad total de la Biblia. Dios pudo habernos dado un cuadro borroso de la iglesia para esconder todas sus imperfecciones, pero las Escrituras nunca dejan la verdad de los hechos por fuera, incluso cuando estos son dolorosos y

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deslucidos. La iglesia no es perfecta y jamás lo ha sido. Algunas personas utilizan esto como excusa para mantenerse alejados: "Yo iría a la iglesia, pero es que hay demasiados hipócritas"; y pienso: No hay problema, tenemos lugar para uno más. La objeción misma es hipócrita. Por supuesto que hay hipócritas en la iglesia. Esa es una de las verdades que encontramos en el relato de Hechos 5. De modo que en cierto sentido un pasaje como este puede servir para animar. No es que aliente el pecado, más bien nos anima saber que la iglesia en sus comienzos tuvo que enfrentarse a la misma clase de problemas que tenemos en la actualidad. Hasta el apóstol Pablo debió desanimarse algunas veces por los problemas que encontraba en las iglesias. En 2 Corintios 11 :24-27 dio una lista de todas las clases de pruebas y persecución que había soportado: De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hennanos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez.

Luego añade en conclusión la prueba más grande de todas: ''y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias" (v. 28). No estaba hablando de cuestiones administrativas, sino de la batalla de llevar a los creyentes a la madurez en Cristo. Comenzando por este incidente en Hechos 5, los pecados de los santos se volvieron un problema perpetuo para la iglesia. Todas y cada una de las epístolas que Pablo escribió en el Nuevo Testamento incluyeron algo de mayor consecuencia sobre el pecado específico en la iglesia. En Romanos 16:17, 18 escribió: "Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los

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ingenuos". La iglesia de los corintios estaba atestada de problemas: divisiones, contiendas, inmoralidad, abuso de los dones espirituales y así por el estilo. Los gálatas eran tolerantes con la doctrina falsa y el legalismo (cp. Gá. 3:1-4). Pablo tuvo que rogar a los efesios que se comportaran de una manera digna de su llamamiento, a ser humildes y amables, pacientes para soportarse unos a otros en amor y también a ser diligentes en conservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz (4: 1-4). Tuvo que urgir a los filipenses a ser de un solo sentir, unidos en la paz y en un mismo propósito (2: 1, 2). Incluso nombró a dos mujeres, Evodia y Síntique, para rogarles que tuvieran una buena relación y un mismo sentir (4:2,3). En Colosenses 3 Pablo repite una lista entera de deficiencias espirituales y termina con un mandato para que los colosenses limpien sus vidas. El apóstol libró una guerra sin tregua contra el pecado en la iglesia.

UNA COMUNIDAD GENEROSA La iglesia había empezado como una comunidad en la que todos participaban de todas las cosas. Hechos 4:32-37 dice: y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común. Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos. Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido, y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad. Entonces José, a quien los apóstoles pusieron por sobrenombre Bemabé (que traducido es, Hijo de consolación), levita, natural de Chipre, como tenía una heredad, la vendió y trajo el precio y lo puso a los pies de los apóstoles.

TENÍAN UNIDAD ESPIRITUAL VERDADERA La congregación ya había germinado y florecido para incluir a miles de personas, y su multiplicación era continua. No obstante, todos eran "de un corazón y un alma". No solo era como si pertenecieran a la misma organización, sino que tenían una verdadera unidad espiritual. Creían como uno. Pensaban como uno. En el sentido más verdadero de la palabra eran un cuerpo, un solo organismo con un latido y un alma Ccp. Fil. 1:27). Se preocupaban los unos por los otros y por quienes

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habrían de ganar para Cristo en el mundo. Estaban demasiado ocupados con esas prioridades como para preocuparse por ellos mismos. Todos cuidaban de todos, de manera que las necesidades de todos eran satisfechas. Por ende, el egoísmo era del todo innecesario. ¡Qué preocupación más hermosa era esa! ¡Cuán exuberante y dulce debió haber sido su comunión fraternal! PARTICIPABAN DE TODAS SUS POSESIONES Muchos entienden mal este pasaje. ''Tenían todas las cosas en común" no significa que estas personas vivieran en una comuna. Recordemos que en Pentecostés Jerusalén se llenó de peregrinos que vinieron para la fiesta. Durante los festivales religiosos cerca de un millón de personas acudían a Jerusalén. Es obvio que necesitaban vivienda y alimentación, y no había suficientes mesones y albergues para acomodar a toda la gente. Era acostum- brado que los creyentes abrieran sus hogares y dejaran que los peregrinos vivieran con ellos. De repente, en el Pentecostés de ese año en particular, cientos de estas personas recibieron a Cristo y empezaron a ganar a sus amigos y familias para Él. De seguro muchos de ellos se quedaron en Jerusalén para recibir la enseñanza de los apóstoles. Las presiones económicas de estas personas y sus anfitriones debieron ser tremendas. Además, había demasiada gente pobre en Jerusalén y el ingreso de algunos creyentes pudo verse reducido a causa de dar testimonio de su fe en Cristo. Para resolver estas cuestiones, todos los creyentes estuvieron dispuestos a repartir entre todos lo que tenían. N o se trataba de una comuna porque las personas no se evadieron de la sociedad ni renunciaron a sus trabajos, tampoco pusieron todo su dinero en una bolsa ni vivieron en un campamento comunitario. Hechos 2:44-46 describe lo que estaban haciendo: Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.

Era una comunidad espiritual, no un claustro religioso. Los cristianos

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seguían siendo dueños de sus propias casas, ya que continuaban "partiendo el pan en las casas" (v. 46). Es decir, partían el pan o tenían comunión, en hogares privados. "Vendían" y "repartían" en el versículo 45 están en tiempo verbal presente, 10 cual sugiere que la venta y repartición de bienes eran actividades que se realizaban todo el tiempo. Es decir, no hubo un momento específico en que la comunidad de creyentes vendió todo 10 que poseía y los fondos fueron colocados en una bolsa común. Tenía lugar un proceso continuo en el que las personas que tenían recursos los estaban poniendo a disposición de los creyentes que no los tenían. No vivían en un refugio comunitario ni construyeron galpones para acomodar a toda la gente. Eso habría menoscabado la prioridad ordenada por Dios de la unidad familiar, la cual Dios diseñó para que fuera independiente y funcionara como la base de la sociedad y el medio para transmitir la verdad y la justicia de generación en generación. Las personas estaban vendiendo posesiones tales como terrenos e inmuebles, y repartiendo el dinero a medida que se enteraban de las necesidades de otros hermanos. Pablo mandó que siempre se debe dar en este mismo espíritu. Instó a los corintios a que fuesen generosos en la provisión para las necesidades de los santos en Macedonia, "para que en este tiempo, con igualdad, la abundancia vuestra supla la escasez de ellos, para que también la abundancia de ellos supla la necesidad vuestra, para que haya igualdad" (2 Co. 8:14). ¿Acaso es diferente de 10 que hacemos hoy día? No debería serlo si nuestras iglesias son saludables. Los cristianos que ven a un hermano o hermana en necesidad deberían tener el deseo natural de proveer para la necesidad (cp. 1 Jn. 3: 16). Eso es 10 que estaban haciendo estos primeros cristianos, y los que vendían propiedades lo hacían por completo de manera voluntaria. Este es un punto crucial cuando examinamos el pecado de Ananías y Safira. ERAN ALIMENTADOS POR UNA PREDICACIÓN PODEROSA "Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús" (Hch. 4:33). La predicación era denodada y poderosa. Ellos no estaban avergonzados del evangelio a pesar de la cruenta persecución de aquel tiempo. De hecho, dice de manera específica que estaban predicando acerca de la resurrección. Esa es la verdad que más los metía en problemas con los incrédulos. Al principio del

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mismo capítulo nos enteramos que los sacerdotes, el jefe de la guardia del templo y los saduceos, "resentidos de que enseñasen al pueblo, y anunciasen en Jesús la resurrección de entre los muertos" (v. 2), arrestaron a Pedro y Juan y los pusieron en la cárcel. Pedro y Juan no estaban tratando de ganar la aprobación de los saduceos y sacerdotes predicando un mensaje que les gustara oír a ellos, sino que proclamaron con denuedo lo que más les ofendía. Se negaron a bajar de tono las grandes doctrinas de la Palabra de Dios para eliminar la ofensa. Nunca suprimieron el mensaje bíblico en vista de que alguien pudiera sentirse ofendido, sino todo lo contrario. El ministerio de predicación de los apóstoles abarcaba tanto enseñanza como evangelismo. Hechos 2:42 dice que quienes creían "perseveraban en la doctrina de los apóstoles". Era un rebaño bien alimentado pero que siempre andaba de buen apetito. La iglesia de Jerusalén debió haber sido un lugar maravilloso para el compañerismo cristiano. No se regían por alguna de las técnicas de mercadeo contemporáneas para darle gusto al consumidor, sino que su comunión fraternal era acogedora y real. Con amor mutuo satisfacían las necesidades reales de cada uno, y contaban con una enseñanza amplia y completa. Hechos 2:42 nos dice que todos ellos "perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones". Ni una sola de esas cosas estaba diseñada para atraer a los incrédulos. No obstante, todo el tiempo entraban a la congregación nuevos creyentes porque el Señor día tras día continuaba añadiendo a la iglesia a quienes habían de ser salvos (v. 47).

UN MODELO POSITIVO DE CONDUCTA Lucas registra la manera como los recursos eran repartidos entre los creyentes necesitados. Los que tenían superávit de propiedades las vendían y colocaban el producto de la venta a los pies de los apóstoles (4:34, 35). Los apóstoles distribuían los fondos a los que tenían necesidades. Por medio de ese sistema tan sencillo, todas las necesidades eran satisfechas (v. 34). En esencia es el mismo sistema que utilizamos en la actualidad cuando se recoge una ofrenda en la iglesia. El dinero va a un fondo común de cuya administración son responsables los líderes de la iglesia como parte de su mayordomía.

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Bernabé es el ejemplo específico que Lucas eligió para mostrar un modelo de conducta espiritual. Bernabé era un sobrenombre que significaba "hijo de consolación". Parece que este hombre llamado José, "levita, natural de Chipre", tenía un don especial para la exhortación, así que el apelativo era apropiado para él. Bemabé acompañó más tarde al apóstol Pablo en su primer viaje misionero. Bernabé era un levita, miembro de la tribu sacerdotal de Israel. Es improbable que él siendo sacerdote haya sido un hombre muy acaudalado, pero de alguna manera había adquirido cierta propiedad. Decidió venderla y así lo hizo. Luego trajo el dinero a los apóstoles para su distribución. Este hombre no pidió un reconocimiento ni trató de controlar la manera como se utilizó el dinero, solo se limitó a ponerlo a disposición de los creyentes. Lo que resulta claro a partir de Hechos capítulo 4 es que Bernabé dio motivado por amor y con un corazón puro, tan solo por la bienaventuranza de dar. También podemos suponer que muchos otros creyentes en la iglesia de Jerusalén hicieron la misma cosa con el mismo sentir.

UN MODELO NEGATIVO DE CONDUCTA El problema es que así no sucedió con todos. La historia que sigue a continuación establece un contraste pasmoso frente a lo que se ha narrado en Hechos 4. Es muy inquietante ver un pecado de esta clase en esta iglesia. Resulta aterrador ver la falsedad desfachatada que Ananías y Safira habían conspirado para engañar a la comunidad. Sobre todo resulta estremecedor ver la manera tan severa como el Señor trató con su pecado: Pero cierto hombre llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una heredad, y sustrajo del precio, sabiéndolo también su mujer; y trayendo sólo una parte, la puso a los pies de los apóstoles. y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios. Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró. Y vino un gran temor sobre todos los que lo oyeron. Y levantándose los jóvenes, lo envolvieron, y sacándolo, lo sepultaron. Pasado un lapso como de tres horas, sucedió que entró su mujer, no sabiendo lo que había acontecido. Entonces Pedro le dijo: Dime, ¿vendisteis en tanto la heredad? y ella dijo: Sí, en tanto. Y Pedro le dijo: ¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del

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Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán a ti. Al instante ella cayó a los pies de él, y expiró; y cuando entraron los jóvenes, la hallaron muerta; y la sacaron, y la sepultaron junto a su marido. y vino gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los que oyeron estas cosas (Hch. 5:1-11).

Aunque los santos en Jerusalén eran generosos, sacrificados y abnegados como, había una excepción a la norma. El pecado de Ananías germinó a partir de las semillas de la codicia y el engaño. Es en el libro de Hechos lo que el pecado de Acán representó en el libro de Josué. Los dos fueron actos que se caracterizaron por el engaño, la mezquindad y el egoísmo, los cuales interrumpieron el progreso victorioso del pueblo de Dios y trajeron pecado al campamento en la cima del triunfo. Los santos en Jerusalén estaban dando con un corazón lleno del Espíritu. El pecado de Ananías reveló un corazón lleno de Satanás (v. 3). A duras penas podría ser más dramático el contraste entre el final del capítulo cuarto y el comienzo del quinto. El nombre de Ananías significa "el Señor es lleno de gracia"; Safira significa "hermosa". Su acto no se caracterizó por la gracia ni la belleza. Al ver que otros estaban vendiendo propiedades y dando el dinero a los apóstoles, ellos se comprometieron a hacer lo mismo. El versículo 2 nos dice que al llegar el momento de dar lo que les correspondía, ellos sustrajeron del precio total y trajeron "sólo una parte". Es claro que ambos habían tramado hacer lo mismo.

LA LEVADURA DE LOS FARISEOS ¿Cuál fue su motivo? Querían cierta cantidad de prestigio espiritual. Querían presentar la apariencia de ser dadores sacrificados, pero decidieron quedarse con parte del dinero para su propio disfrute. Esto sugiere que tenían amor al dinero, y la "raíz de todos los males es el amor al dinero", escribió Pablo a Timoteo; "el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores" (1 Ti. 6: 10). Sin duda alguna esto fue cierto acerca de Ananías y Safira. El libro de Hebreos dice: "Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré" (13:5). Aquí se encontraban dos personajes que estaban tan dominados por

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el amor al dinero que estuvieron dispuestos a conspirar juntos para cometer hipocresía pública. Vendieron su propiedad, pero en lugar de dar el dinero al Señor como habían prometido, solo dieron una porción al Señor tratando de hacer creer que se trataba del precio completo. Debieron haber pensado que podrían ganar estima espiritual y recursos monetarios con el chasco. Su pecado no consistió en abstenerse de dar todo el producto de la venta. No había requisito divino alguno para que lo diesen todo, ellos ni siquiera tenían que vender su propiedad. Todo era voluntario, al igual que todas las veces que se habla de dar en el Nuevo Testamento. El pecado fue su mentira. Es evidente que habían hecho un voto público al Espíritu Santo frente a la congregación. Mintieron a la congregación entera, pero peor todavía: mintieron a Dios (Hch. 5:4). Quizás pensaron que iba a ser un pecado secreto, pero no quedó en secreto por mucho tiempo. Dios mismo lo expuso ante toda la congregación. Ahora seamos honestos. Esta clase de hipocresía no es un pecado que no sea en particular bastante común. Tampoco es la clase de acto de maldad que estemos inclinados a considerar abominable. Muchos dan dinero con motivos incorrectos y apariencias falsas. Es el equivalente moral del hombre que enrolla unos cuantos billetes para que otros crean que está colocando una gran cantidad de dinero en el plato de la ofrenda, o la mujer que deposita con parsimonia un sobre con un supuesto cheque, pero en su interior solo hay un billete o una moneda de baja denominación. Es como los fariseos que hacían sonar una trompeta en las sinagogas y en las calles cada vez que daban limosna, para que todos se dieran cuenta de ello (Mt. 6:2). Jesús dice de tales personas que "ya tienen su recompensa" (Mt. 6:2,5, 16). Quieren que otros vean su exhibición de buenas obras, que los demás se percaten de ello. Esa es su recompensa. Buscan gloria de la gente y no de Dios, así que el reconocimiento humano es la única recompensa que van a recibir. "Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público" (6:3, 4). Este pecado nos puede parecer ínfimo, pero no lo es para Dios. Jesús lo llamó "la levadura de los fariseos" (Lc. 12:1). Ahora esta levadura estaba amenazando infectar a la iglesia recién

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nacida. Dios trataría ese pecado con dureza e inmediatamente como una señal para todos acerca de la seriedad de la manera de vivir y conducirse en la iglesia.

LA RESPUESTA DE PEDRO Pedro, bajo la inspiración del Espíritu de Dios, vio con claridad su hipocresía. Tratemos de imaginar la sorpresa tan grande que se llevó Ananías. Este hombre vino ante los apóstoles, puso el dinero ante sus pies y les dijo complacido que era todo el dinero que había obtenido de su venta de la propiedad. Es probable que se haya quedado de pie por un momento, disponiéndose a disfrutar la aprobación que esperaba recibir de ellos. Debió suponer que le estaban viendo como un ejemplo espiritual para la congregación, un hombre generoso y piadoso. De repente Pedro le dijo: "Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad?" (Hch. 5:3). Esta es una confrontación que a muchos les suena como algo que no tendría cabida en una iglesia. En muchas iglesias Ananías habría recibido la aprobación que buscaba sin importar cuáles hubieran sido sus motivos. Un líder pragmático en alguna iglesia podría razonar: Después de todo es una cantidad substancial de dinero. Está bien, sus motivos no son puros pero vamos al grano, el hecho es que no es un mal tipo y el dinero nos va a servir mucho. No podemos hacerle quedar mal frente a toda la congregación. Si lo hacemos nunca vamos a recibir un centavo más de él. Pedro no trató así el asunto sino que confrontó el pecado sin vacilación. "¿Por qué llenó Satanás tu ·corazón... ?" Nótese que Pedro atribuyó la culpa de todo a Ananías y no a Satanás. Le preguntó "¿por qué?", al igual que en el versículo 4: "¿Por qué pusiste esto en tu corazón?" Pedro dejó en claro que el pecado fue la hipocresía de Satanás, no el hecho de haberse quedado con parte del dinero: "Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder?" (v. 4). Ananías pudo haber hecho lo que quisiera con el dinero y pudo haberse quedado con la propiedad. No había requisito alguno por parte de Dios o la iglesia para hacer algo diferente. No habría sido pecaminoso que Ananías dijera: "Vendí mi propiedad y he venido a entregarles parte del dinero". Tenía

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todo el derecho de dar tanto como quisiera, fuese mucho o poco, pero pecó al afirmar que estaba entregando todo cuando en realidad se había quedado con una parte. Además mintió a Dios y no solo a los hombres. En sentido específico fue una mentira insolente al Espíritu Santo.!1 ¿Cómo había mentido al Espíritu Santo? Había hecho un voto solemne para dar el valor completo de su propiedad y no cumplió con su palabra. El sabio del Antiguo Testamento escribió: "Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes. Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas" (Ec. 5:4, 5). La ley mosaica contenía una advertencia similar: "Cuando haces voto a Jehová tu Dios, no tardes en pagarlo; porque ciertamente lo demandará Jehová tu Dios de ti, y sería pecado en ti. Mas cuando te abstengas de prometer, no habrá en ti pecado. Pero lo que hubiere salido de tus labios, lo guardarás y lo cumplirás, conforme lo prometiste a Jehová tu Dios, pagando la ofrenda voluntaria que prometiste con tu boca" (Dt. 23:21-23).

EL JUICIO DE DIOS La respuesta de Dios a la situación fue inmediata, severa y definitiva. Hizo morir a Ananías en ese mismo instante y lugar. "Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró" (Hch. 5:5). Fue un acto judicial del Dios Santísimo. Quizás el corazón de Ananías dejó de palpitar de puro terror, frente a toda la iglesia. ¿Al gusto del consumidor? Yo diría que no. De hecho, el efecto fue que "vino un gran temor sobre todos los que lo oyeron" (v. 5). Dios había hecho de Ananías un ejemplo para los demás que pudieran sentirse tentados a tomarle a la ligera o a degradar la pureza de la iglesia. ¿Acaso Dios siempre juzga el pecado de esta forma? Es obvio que no, pero al igual que Nadab y Abiú (Lv. 10), Coré (Nm. 16), Acán (Jos. 7), Herodes (Hch. 12) y otros en las Escrituras, Ananías fue juzgado de inmediato por su pecado y lo pagó con su vida. Dios en su soberanía eligió someterle a muerte instantánea, y de ese modo se convirtió en ejemplo para todos. La verdad es que Dios podría juzgar todo pecado de esta manera. "La paga del pecado es muerte" (Ro. 6:23). Solo es gracias a la misericordia infinita del Señor que no todos somos consumidos (Lm. 3:22). Algunas veces Dios sí opta por juzgar el pecado con la muerte

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física. Pablo escribió a los corintios que estaban perturbando y profanando la mesa del Señor: "Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen" (l Co. 11:29, 30). "Duermen" en ese versículo se refiere a la muerte física. En efecto, Dios estaba juzgando a aquellos corintios irreverentes mediante enfermedades y algunos de ellos estaban muriendo a causa de su pecado.

EL PECADO DE SAFIRA El recuento bíblico dice: "Y levantándose los jóvenes, lo envolvieron, y sacándolo, lo sepultaron" (Hch. 5:6). Safira no estaba presente cuando su esposo murió. "Pasado un lapso como de tres horas, sucedió que entró su mujer, no sabiendo lo que había acontecido" (v. 7). Safira ignoraba lo ocurrido a su esposo, quizá pensó que ya era hora de hacer su entrada triunfal para que todos la admirasen por el gran acto de generosidad que había realizado junto a su esposo. Pedro la confrontó de inmediato: "Dime, ¿vendisteis en tanto la heredad? Y ella dijo: Sí, en tanto" (v. 8). Esta fue una mentira deliberada con la cual probó que ella y su esposo habían conspirado juntos para cometer un acto premeditado de hipocresía. Pedro fue tan directo como lo había sido con Ananías: "¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán a ti" (v. 9). Ella nunca tuvo siquiera la oportunidad de responder. "Al instante ella cayó a los pies de él, y expiró; y cuando entraron los jóvenes, la hallaron muerta; y la sacaron, y la sepultaron junto a su marido" (v. 10).

EL JUICIO DEBE EMPEZAR POR LA CASA DE DIOS Dios es muy serio en cuanto a la pureza de la iglesia. Esta fue una lección temprana e inolvidable sobre la manera como Dios ve el pecado entre la comunidad de creyentes. En esencia Dios quería decir: "Yo no estoy jugando a tener iglesia. No voy a tratar con liviandad a los pecadores. No estoy interesado en darle gusto a todos y a satisfacer sus antojos. Lo que deseo es justicia, verdad y corazones sinceros". De esa manera notificó a todos que es serio, hasta la muerte. La iglesia no es un club social. ¿Cuál fue el resultado de este episodio? De nuevo, "vino gran temor

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sobre toda la iglesia, y sobre todos los que oyeron estas cosas" (5:11). Se puede tener certeza de que muchos examinaron en la iglesia de Jerusalén aquel día cómo estaban viviendo. Dios quería que su pueblo tomara el pecado en serio; quería desalentar los compromisos superficiales; quería que los suyos le tuvieran temor y reverencia. La iglesia se reúne para adorar a Dios yeso demanda la confrontación del pecado. Aquí el Señor nos da el modelo básico de reunión de la iglesia con uno de sus objetivos principales: tratar con fiereza y vigor el pecado. No importa qué piensan los creyentes acerca de tal severidad, sino lo que Dios piensa acerca de tal iniquidad. Es seguro que en la Jerusalén del primer siglo había pecadores mucho más ignominiosos que Ananías y Safira. Herodes, por ejemplo. ¿Por qué Dios no le hizo caer muerto al instante? Lo cierto es que también hizo lo mismo más adelante (cp. Hch. 12:18-23). No obstante, el caso es que sucede aquello escrito por Pedro: "Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios" (1 P. 4: 17). Dios juzga a su propio pueblo antes de dirigir su ira a los paganos. ¿Puede la iglesia evitar el juicio de Dios? Sí, pero solo mediante su propia purificación. Después de advertir a los corintios que Dios ya estaba juzgando con enfermedad y muerte a los miembros de la iglesia que vivían en pecado, Pablo les dijo: "Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados" (1 Co. 11:31). En otras palabras, es labor que corresponde a los miembros fieles de la iglesia mantener la pureza de la iglesia. Siendo francos, esto habla con mucho más poder a los incrédulos sobre la realidad de las cosas que una charla blanda que se da con el fin de hacerles sentir bienvenidos y aceptados. Esto hace saber al no creyente que la iglesia es un pueblo santo y que no es para pecadores no arrepentidos, sino para los redimidos que aman la justicia. Mantenemos la pureza siguiendo el proceso que Jesús delineó en el capítulo 18 de Mateo: "Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano" (vv. 15-17, cursivas añadidas). Nos referimos a este proceso como "disciplina eclesiástica". Puede que no sea un concepto que guste mucho al

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consumidor, pero es lo que Dios manda. Su designio es purificar a la iglesia y de esa manera bendecir a su pueblo y protegerlo de su juicio santo. Pablo escribió: "mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo" (1 Co. 11 :32). Jesús continuó diciendo: "De cierto os digo que todo 10 que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo. Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mt. 18:18-20). Recordemos que en este contexto el Señor estaba describiendo la manera de tratar el pecado en la comunidad de la fe. El punto es que Cristo cumple su propia voluntad en la iglesia mediante el proceso de disciplina. "Allí estoy yo en medio de ellos" significa que Él obra de manera personal en y a través de los creyentes para purificar a su iglesia a medida que ellos siguen los pasos dados por Él. El efecto es que los creyentes que se arrepienten son restaurados (son "desatados" de la carga de su pecado), y los pecadores duros de corazón son expuestos y sacados de la comunión fraternal (su pecado les es "atado"). Si no seguimos este proceso para mantener pura la iglesia, Él intervendrá con juicio (1 Co. 11 :30).

CONOCIENDO EL TEMOR DEL SEÑOR, PERSUADIMOS A LOS HOMBRES Aquí se encuentra el punto saliente que corresponde al tema de este libro en particular: el juicio de Dios contra el pecado de Ananías y Safira tuvo un efecto más allá de la comunidad de los creyentes: "vino gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los que oyeron estas cosas" (Hch. 5:11, cursivas añadidas). El versículo 13 dice que los incrédulos no se atrevían a asociarse con ellos, y esto es todo lo opuesto a la filosofía que buscar darle gusto a la gente y que es tan popular hoy día. En lugar de halagar y atraer a las personas para ir a la iglesia haciendo que se sientan cómodos y seguros, Dios utilizó el temor para mantener por fuera a los incrédulos. El temor del Señor fue una doctrina central en la iglesia primitiva, así como en el Antiguo Testamento. Incrédulos y creyentes por igual eran instruidos a temerle. Nadie excepto un completo necio se atrevía a

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tratar a Dios con frivolidad. Era ese mismo temor el que empujaba a las personas hacia la salvación y les mantenía obedientes. La salvación no viene por el deseo de unirse a la diversión y terminar el dolor emocional, sino porque el corazón clama con ansias por su liberación del pecado. El movimiento contemporáneo de iglesias al gusto del consumidor apunta a todo lo contrario. En lugar de despertar el temor a Dios intenta presentarle como un ser divertido, jovial, transigente, sin complicaciones, y hasta permisivo. Los pecadores arrogantes que deberían acercarse a Dios con terror (cp. Le. 18: 13), se envalentonan y presumen de su gracia. Ahora los pecadores no oyen una sola mención a la ira divina. Esto es algo tan erróneo como predicar herejías abiertas. Al aprender sobre el carácter de Dios basándose en lo sucedido a Ananías y Safira, llegamos a la conclusión de que la ira de Dios no debe tomarse a la ligera. Pedro escribió: "si primero comienza [el juicio] por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios?" (l P. 4: 17). Pablo habló acerca de la ira divina como una de las motivaciones primordiales para el evangelismo: "Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres" (2 Co. 5:11).

¿A DÓNDE LLEGA LA IGLESIA QUE DA GUSTO AL CONSUMIDOR? La filosofía religiosa de dar gusto al consumidor y estar al alcance del usuario común y corriente es un giro brusco en bajada por un sendero erróneo para la iglesia de Cristo. Estoy convencido de que el declive en la adoración, la predicación bíblica y la teología traerá en últimas concesiones doctrinales bastante graves. De hecho, es posible que ya esté sucediendo. Líderes cristianos que se identifican como evangélicos están empezando a cuestionar doctrinas cardinales como el infierno y la depravación humana. Uno de los movimientos más populares en la actualidad acoge una doctrina conocida como "inmortalidad condicional", que es semejante a la idea de aniquilación. 12 Es la idea de que los pecadores no redimidos son desarraigados de la existencia en lugar de pasar una eternidad en el infierno. Esta visión tiene un ajuste perfecto con la filosofía de darle gusto al consumidor porque enseña que un Dios de misericordia no podría consignar a seres creados por Él al tormento eterno. En lugar de eso, los borra por completo.

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Las ideas de inmortalidad condicional y aniquilación no son nuevas. No obstante, la historia muestra que la mayoría de las personas y los movimientos que adoptan tales nociones dejan de ser ortodoxos. Negar la eternidad del infierno es lo mismo que dar el primer paso para empezar a rodar cuesta abajo. Spurgeon atacó la inmortalidad condicional como uno de los grandes errores que llevaron al declive de la iglesia en el siglo diecinueve. Dijo que quienes niegan el carácter eterno del infierno "casi que han obliterado la esperanza de un cielo eterno como el que hemos esperado todo este tiempo. Por supuesto, la recompensa de los justos no debería tener una continuidad diferente al castigo de los malvados, puesto que ambas cosas se describen como 'eternas' en el mismo versículo [Mt. 25:46], con palabras pronunciadas por los mismos labios sagrados; si el 'castigo' solo dura cierta cantidad de tiempo, la 'vida' tendría que durar lo mismo".J3 La Biblia dice: "Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos" (Ap. 20: 10). Jesús habló del hombre rico que "en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama" (Lc. 16:23,24). También fue Jesús quien dijo: "Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga" (Mr. 9:47, 48). Además, Apocalipsis 14: 11 describe la condición eterna de los que siguen al anticristo en la tribulación: "el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre". El maestro más prolífico sobre el infierno en todas las Escrituras fue el mismo Señor Jesús. Él tuvo más que decir sobre el tema que todos los apóstoles, profetas y evangelistas juntos. Toda predicación que atenúa o disminuye la ira de Dios no contribuye al evangelismo sino que 10 menoscaba. La urgencia del evangelio se pierde por completo cuando el predicador niega la realidad o severidad

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del castigo eterno. La autoridad de las Escrituras se desacredita cada vez que se niega o confunde la enseñanza clara de Cristo. La seriedad del pecado es reducida por esta enseñanza y con su propagación se subvierte la esencia misma del evangelio. ¿Cuán profundo ha sido el alcance de esta tendencia a negar el infierno en la iglesia evangélica? Una encuesta aplicada a estudiantes de seminarios evangélicos reveló que cerca de la mitad (el 46 por ciento) consideraban que predicar sobre el infierno a los incrédulos es "de mal gusto" .14 Peor todavía, tres de cada diez personas indagadas que profesan ser "nacidas de nuevo" creen que la gente "buena" va a ir al cielo al morir, incluso si nunca han depositado su confianza en Cristo.I 5 Uno de cada diez evangélicos dicen que el concepto tradicional de pecado está mandado a recoger. Demasiadas personas que han acogido la tendencia de dar gusto al consumidor no se han detenido a pensar cuán incompatible es con la teología bíblica verdadera. En su corazón mismo es una perspectiva pragmática y no bíblica. Se basa en una manera de pensar que está demoliendo la doctrina ortodoxa y está llevando a la iglesia evangélica a un nuevo modernismo y a un declive todavía más acelerado que el observado en otros tiempos. La respuesta, por supuesto, no se encuentra en una iglesia que se proponga no tratar bien a las personas, sino más bien en una comunidad vibrante de creyentes amorosos, honestos y comprometidos que adoran a Dios de corazón y se ministran unos a otros como la iglesia descrita en Hechos capítulo 4. Una iglesia que se mantiene alejada del pecado, donde todos dan cuenta de sí a los demás y proclaman con denuedo toda la verdad de las Escrituras. Puede ser que los que carecen de amor por las cosas de Dios encuentren que un lugar así no es de su agrado ni está a su alcance, pero la bendición de Dios vendrá sobre la comunión de los creyentes verdaderos porque Él ordenó que la iglesia fuera así. Además, es Él quien añadirá personas a la iglesia, tal como lo prometió.

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1. "Otro comentario sobre el declive de la iglesia" ["Another Word Concerning the Down-Grade", en The Sword and the Trowel (agosto de 1887), pp. 397-98. 2. Citado en el artículo de John Dart, "Las iglesias protestantes se suman al rebaño y ahora llenan las bancas con cultos nocturnos el sábado", en Los Angeles Times (15 de septiembre de 1991), sección B, p. 3. 3. User-Friendly Churches (Ventura, Callf.: Regal, 1991), pp. 1, 15-16. 4. George Barna, Marketing the Church [Cómo mercadear la iglesia] (Colorado Springs, Colo.: NavPress, 1988), p. 51. 5. Ibíd., p. 33. 6. Ibíd., p. 45. 7. Russell Chandler (11 de diciembre de 1989), sección A, p. 1. 8. Mike McIntyre, The San Diego Union (6 de noviembre de 1988), sección D, p.8. 9. "Designio del Espíritu Santo para cambiar la televisión cristiana para siempre" (aviso publicitario), Religious Broadcasting (octubre de 1992), pp. 4-5. 10. "En espíritu yen verdad", Religious Broadcasting (diciembre de 1992), p. 12. 11. Este pasaje es una de las pruebas de la deidad y personalidad del Espíritu Santo. En el versículo 3 Pedro dijo que Ananías había mentido al Espíritu Santo. En el versículo 4 dice a Ananías: "No has mentido a los hombres, sino a Dios". El Espíritu Santo es Dios. Al mentir a los apóstoles sobre lo que estaba haciendo, Ananías cometió una ofensa todavía mayor contra el Espíritu Santo. 12. La doctrina falsa de inmortalidad condicional enseña que las almas humanas no son inmortales en sí mismas; por esa razón los condenados en el juicio dejan de existir, mientras que a los justos se les concede la inmortalidad. La noción de aniquilación consiste en que todas las almas son inmortales pero los malvados pierden su inmortalidad en el juicio. 13. "Teología progresiva", The Sword and the Trowel (1888), p. 158. 14. James Davison Hunter, Evangelicalism: The Coming Generation [La nueva generación en la iglesia evangélica] (Chicago: University of Chicago, 1987), p.40. 15. George Barna, The Barna Report [El informe de Barna] (Ventura, Calif.:Regal, 1992), p. 52.

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¡QUIERO RELIGION DE ENTRETENIMIENTO! El hecho es que a muchos les gustaría unir iglesia y candilejas, cartas y oración, baile y sacramentos. Si no tenemos poder suficiente para obstaculizar esta corriente, por lo menos podemos advertir a los hombres de su existencia y rogarles que se alejen de ella. Si desapareciera la fe antigua y se extinguiera el entusiasmo por el evangelio, no sorprendería que la gente buscara algo más para su deleite y esparcimiento. Al faltarles el pan se alimentan con cenizas; al rechazar el camino del Señor corren con afán por el sendero de la necedad. Carlos H. Spurgeon l

"Hacia finales del siglo diecinueve ... la era de la exposición se empezó a desvanecer, y ya se podían discernir las primeras señales de su reemplazo, el cual habría de ser la era de los espectáculos y la farándula". 2 Mientras Carlos Spurgeon batallaba en la controversia del declive empezaba a surgir una tendencia mundial que definiría el rumbo de la actividad humana durante todo el siglo veinte. Fue el surgimiento del entretenimiento en el centro mismo de la vida familiar y cultural. Esta tendencia vio el ocaso de lo que Neil Postman llama "la era de la exposición" que se caracterizó por el intercambio educado de ideas por medios impresos y verbales (predicación, debates y conferencias). Cedió lugar a "la era de los espectáculos y la farándula", en la cual las

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diversiones y el entretenimiento se han convertido en los aspectos más importantes y que consumen la mayor cantidad de tiempo en la vida humana. El drama, el cine y por último la televisión, han colocado la industria del entretenimiento en el centro de nuestra vida y nuestro hogar. En el negocio de los espectáculos la verdad es algo irrelevante. Lo que importa en realidad es que seamos entretenidos. La sustancia cuenta muy poco; el estilo lo es todo. En las palabras de Marshall MacLuhan, el medio es el mensaje. Lo más triste es que esa manera de pensar rige ahora en la iglesia tanto como en el mundo. A. W. Tozer escribió estas palabras en 1955: Durante siglos la iglesia se mantuvo finne en contra de toda modalidad de entretenimiento mundano al reconocerlo tal como era: un mecanismo para fomentar el desperdicio de tiempo, un refugio frente a la voz perturbadora de la conciencia, un artilugio para distraer la atención de la responsabilidad moral. Por esa razón fue atacada sin clemencia por los hijos de este mundo. Sin embargo, en los últimos tiempos se ha cansado de ser atacada y ha abdicado de la lucha. Parece haber decidido que si no puede conquistar al gran dios del entretenimiento, le va a ir mejor unirse a él y utilizar sus poderes cuanto más pueda. De modo que tenemos hoy ante nosotros el espectáculo chocante en que se vierten millones de dólares para realizar el trabajo nada santo de suministrar entretenimiento terrenal para los llamados hijos del cielo. El entretenimiento religioso en muchos lugares está suplantando con rapidez las cosas serias de Dios. Muchas iglesias estos días se han convertido en poco más que teatros de mala muerte donde "productores" de quinta categoría tratan de rebuscárselas con sus ofertas mediocres, ya que cuentan con la aprobación plena de líderes evangélicos que hasta son capaces de citar algún texto bíblico para defender su delincuencia. A duras penas algún hombre se atreve a levantar su voz contra tal atrocidad.3

Si tenemos en cuenta las normas actuales de diversión, las cuestiones que inflamaban a tal punto la vehemencia de Tozer parecen baladíes. Por ejemplo, las iglesias trataban de atraer personas a los cultos del domingo en la noche presentando películas cristianas. Las campañas de jóvenes incluían música con ritmo y conferenciantes cuya especialidad era el humor. Los juegos y las actividades energéticas empezaban a ejercer una función importante en el ministerio de jóvenes de la iglesia. Al ver en retrospectiva, parece difícil entender qué era lo que tanto perturbaba a Tozer. Casi nadie en estos días se molesta o preocupa por cualquiera de los métodos que parecían ser innovaciones

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en exceso radicales durante la década de los cincuenta. Hoy día la mayoría son considerados por lo general como herramientas convencionales. Sin embargo, Tozer no estaba condenando los juegos, los estilos musicales o las películas en sí mismos. Estaba preocupado por la filosofía subyacente que motivaba y trataba de justificar lo que estaba sucediendo en la iglesia. Estaba haciendo sonar una alarma acerca de un cambio mortífero de enfoque. Vio que los evangélicos utilizaban el entretenimiento como una herramienta para el crecimiento de la iglesia, y creyó que eso era subvertir las prioridades de la iglesia. Su temor era que las diversiones frívolas y los pasatiempos carnales en la iglesia tarde o temprano destruirían el apetito de las personas por la adoración real y la predicación de la Palabra de Dios. Tuvo mucha razón al respecto. De hecho, la amonestación de Tozer es más apropiada que nunca ahora que la iglesia emprende el camino de un nuevo siglo. Tanto él como Spurgeon antes que él, estaban identificando una tendencia que se ha manifestado a plenitud en nuestra generación. Las cosas con que la iglesia flirteaba en el tiempo de Spurgeon se volvieron afición en el de Tozer. Ahora son una obsesión. Peor todavía, las formas de entretenimiento que se utilizan hoy en la iglesia en muchos casos son por completo seculares y carecen de cualquier contenido cristiano. Un artículo en el diario The Wall Street Journal describía la oferta que una conocida iglesia estaba presentando "para aumentar la asistencia a los cultos dominicales nocturnos". La iglesia "coloca en escena un combate de lucha libre en la que los contendientes son empleados de la iglesia. A fin de prepararse para el acontecimiento, diez de los empleados recibieron lecciones de Remolque Taylor, un luchador profesional retirado que les enseñó a tirar del pelo, patear las extremidades y lanzar cuerpos por el aire sin causar daños reales".4 Quizás ningún daño para los miembros de la nómina, pero ¿cuál es el efecto de una exhibición de ese tipo a favor del mensaje de la iglesia? ¿Acaso el evangelio mismo no queda oscurecido y caricaturizado con esa clase de rufianería? ¿Se puede imaginar lo que Spurgeon o Tozer habrían pensado de algo así en la iglesia? Esa exhibición de lucha libre no es un ejemplo rebuscado de alguna iglesia excéntrica o al borde de la demencia. Tuvo lugar un domingo

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por la noche en una de las cinco iglesias más grandes de los Estados Unidos. Ejemplos similares pueden hallarse en muchas de las iglesias evangélicas principales que se supone son ortodoxas. Algunos sostienen que siempre y cuando se presenten principios bíblicos no importa el medio por el cual se transmitan. Este es un contrasentido. Si un medio de entretenimiento es la clave para ganar a las personas, ¿por qué no utilizar todos los recursos disponibles? En ese caso se podría tener un "carnaval bíblico" y contratar a un acróbata con tatuajes que grita versículos bíblicos desde una cuerda floja mientras hace maromas. Seguro que eso atraería muchedumbres y el contenido del mensaje seguiría siendo bíblico. Es una situación extravagante pero ilustra la manera como el medio puede abaratar y corromper el mensaje. Además, lo triste es que esto no se diferencia mucho de lo que se hace con frecuencia en los templos de algunas iglesias. Parece que no hay un límite a lo que están dispuestos a hacer los líderes modernos para cautivar a la gente que no está interesada en la adoración y la predicación. Hay demasiados que se han creído la noción de que la iglesia debe ganar a las personas ofreciendo una forma alternativa de entretenimiento. ¿Qué tan lejos va a llegar la iglesia para tratar de competir con Hollywood? Una iglesia grande al sudoeste de los Estados Unidos ha instalado un sistema de efectos especiales de medio millón de dólares que puede producir humo, fuegos artificiales, centellas y luces láser en el anfiteatro. La iglesia envió a miembros del personal para que estudiaran los efectos especiales de los espectáculos en vivo que tienen lugar en un famoso casino de Las Vegas. El pastor terminó uno de los cultos ascendiendo al "cielo" por medio de cables invisibles que lo hicieron perder de vista mientras el coro y la orquesta añadían un acompañamiento musical al despliegue de luces, humo y fuegos artificiales. 5 Para el pastor solo se había tratado de un espectáculo típico de domingo: "Este hombre se asegura de tener un salón repleto con la utilización de efectos especiales ... por ejemplo enciende una sierra eléctrica y derriba un árbol para ilustrar un punto... ellos realizan los fuegos artificiales más ostentosos de la ciudad para celebrar el día de la independencia y la fiesta navideña con alquiler de elefantes, canguros y cebras. El espectáculo navideño incluye cien payasos con regalos para los niños de la congregación".6

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Trucos de esa clase habrían sido parte de las peores pesadillas de Spurgeon, y ni siquiera Tozer podría haber visto por adelantado los extremos a que llegarían los evangélicos para rendir tributo al gran dios del entretenimiento.

IMPULSADOS POR EL PRAGMATISMO No se puede negar que estos tejemanejes parecen funcionar, es decir, logran atraer a multitudes. Muchas iglesias que han experimentado con tales métodos informan sobre mayores cifras de asistencia. Un puñado de iglesias gigantes, aquellas que tienen los medios para pagar producciones, efectos e instalaciones de primera clase, han sido capaces de estimular un crecimiento numérico enorme. Algunas de ellas llenan recintos descomunales con miles de personas varias veces a la semana. Algunas de estas iglesias gigantes se asemejan a clubes elegantes y hoteles o centros de convenciones de elevada categoría. Cuentan con instalaciones impresionantes con pistas de patinaje y boliche, salas de cine, saunas, restaurantes, salones de baile y gimnasios ultramodernos para la práctica de varios deportes. La recreación y el entretenimiento son los aspectos más visibles de estas grandes corporaciones. Tales iglesias se han convertido en lugares obligados de peregrinación para los estudiantes de técnicas de iglecrecimiento. Ahora los evangélicos en todas partes se han embarcado en la búsqueda frenética de nuevas técnicas y nuevas formas de entretenimiento para atraer a las personas. Al líder eclesiástico promedio de la actualidad no parece importarle mucho si un método es bíblico o no. ¿ Funciona, sí o no? Esa es la nueva prueba de legitimidad. De esa manera el pragmatismo puro se ha convertido en la fuerza propulsora para gran parte de la iglesia de profesión.

¡LLEGÓ LA HORA DEL ESPECTÁCULO! Desde el momento en que Carlos Spurgeon advirtió acerca de "los que les gustaría unir iglesia y candilejas, cartas y oración, baile y sacramentos", fue desdeñado como un alarmista. No obstante, la profecía de Spurgeon se ha cumplido ante nuestros ojos. Los edificios modernos que albergan a las iglesias se construyen como teatros (que Spurgeon llamaba "casas de juego"). En lugar de un púlpito toda la atención se

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centra en el escenario. Las iglesias están contratando de tiempo completo a especialistas en medios, consultores de programación, directores de teatro y coreografía y expertos en efectos especiales. Todo esto es la extensión natural de una filosofía de iglesia orientada al mercado. Si la iglesia solo se debe ocupar en la promoción de un producto, más vale que los líderes de la iglesia presten atención a los métodos de la industria publicitaria. Después de todo, la competencia principal de la iglesia es un mundo lleno de diversiones seculares y un sinnúmero de bienes y servicios mundanos. Por lo tanto, los expertos en mercadotecnia dicen que nunca ganaremos a las personas hasta que desarrollemos formas alternativas y eficaces de entretenimiento para captar la atención y lealtad de ellas frente a las ofertas que reciben del mundo. Esa meta define la naturaleza de la campaña de mercadeo. ¿Qué tiene eso de malo? Para empezar, la iglesia no debe ocuparse en mercadear su ministerio como una alternativa frente al entretenimiento secular (1 Ts. 3:2-6). Eso corrompe y desvaloriza la misión real de la iglesia. No somos vocingleros de carnaval, vendedores de autos usados ni presentadores de comerciales. Somos los embajadores de Cristo (2 Co. 5:20): conocemos el temor del Señor (v. 11), estamos constreñidos y motivados por el amor de Cristo (v. 14), hemos sido renovados por completo en Él (v. 17) y por ende rogamos a los pecadores que sean reconciliados con Dios (v. 20). Además, en lugar de confrontar al mundo con la verdad de Cristo, las iglesias gigantes impulsadas por el mercado promueven con entusiasmo las peores tendencias de la cultura secular. Alimentar el apetito de entretenimiento de la gente solo exacerba los problemas emocionales, la apatía y el materialismo. Para ser francos, resulta difícil concebir una filosofía de ministerio que contradiga más el patrón que el Señor nos dio. Proclamar y explicar la Palabra para la madurez y la santidad de los creyentes debería ser el corazón del ministerio de toda iglesia. Si el mundo mira la iglesia y ve un centro de entretenimiento, estamos enviando el mensaje erróneo. Si los cristianos ven la iglesia como un salón de entretenimiento o un parque de diversiones, la iglesia morirá. Cierta mujer estimada que luchaba en una iglesia que había acogido todas las modas modernas, se quejó hace poco diciendo: "¿Cuándo será que la iglesia va a dejar de entretener a los cabritos para volver a alimentar a las ovejas?"

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No hay una sola cosa en las Escrituras en la que se indique que la iglesia deba atraer la gente a Cristo presentando el cristianismo como una opción atractiva. Nada en el evangelio es opcional: "Yen ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hch. 4: 12). El evangelio tampoco tiene que ser atractivo en el sentido del mercadeo moderno. Como hemos advertido, el mensaje del evangelio es con frecuencia "piedra de tropiezo y roca de caída" (Ro. 9:33; 1 P. 2:8). Es perturbador y genera malestar, confrontación, convicción y ofensa para el orgullo humano. No hay forma de "promover y mercadear" eso. Los que tratan de borrar su ofensa presentándola como algo que entretiene, de forma inevitable corrompen y oscurecen los aspectos cruciales del mensaje. La iglesia debe darse cuenta de que su misión nunca ha sido las relaciones públicas o las ventas; estamos llamados a vivir vidas santas y a declarar toda la verdad de Dios sin rodeos a un mundo incrédulo. Con amor pero sin concesiones.

¿EL CRECIMIENTO NUMÉRICO ES UNA META LEGÍTIMA? Quizás debo decir que no me opongo a las iglesias grandes o al iglecrecimiento como tales. La iglesia "Comunidad de Gracia" donde soy pastor fue fundada hace más de treinta y cinco años y ha experimentado un crecimiento tremendo a lo largo de la mayor parte de su historia. En un domingo típico asisten a nuestros cultos unas diez mil personas. Hemos experimentado ciclos de crecimiento seguidos por períodos estables. En el presente estamos pasando por otra fase de crecimiento fuerte. A lo que me opongo es al pragmatismo que tanto defienden los especialistas en iglecrecimiento que elevan el crecimiento numérico sobre el crecimiento espiritual y quienes creen que pueden inducir ese crecimiento numérico siguiendo las técnicas del momento que parezcan funcionar. La imposición de modas alimentada por esa filosofía esta cada vez más fuera de control. Se está distrayendo a la gente de las iglesias bíblicas y a las iglesias de las prioridades bíblicas, al mismo tiempo que se produce un puñado de iglesias gigantes cuyo crecimiento depende de su capacidad de anticipación y respuesta frente a la tendencia cultural del momento. La iglesia ha sido alejada del avivamiento

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verdadero y está siendo seducida por quienes defienden la popularización del cristianismo. Lo trágico es que la mayoría de los cristianos parecen ignorar el problema, satisfechos con un cristianismo que está a la moda y tiene apariencia de vitalidad. ¿Es el crecimiento numérico una meta legítima en el ministerio de la iglesia? Es seguro que ningún líder respetable en la iglesia argumentaría con seriedad que el crecimiento numérico es algo indeseable en sí mismo. Además, nadie cree que deba procurarse el estancamiento o el decrecimiento numérico. No obstante, esto no quiere decir que el crecimiento numérico sea la mejor medida de la salud de una iglesia. Estoy de acuerdo con George Peters, quien escribió: El crecimiento cuantitativo... puede ser engañoso. Es posible que no sea más que el agrandamiento de un movimiento psicológico o social a partir de una instigación mecánica, una cuenta numérica, una aglomeración de individuos o grupos, un aumento de masa y volumen sin el desarrollo de músculos y órganos vitales. Puede ser cristiandad en expansión pero no cristianismo con transformación. Muchos movimientos de masas del pasado y movimientos comunitarios y tribales han sido tan solo eso. Encontramos un ejemplo en las agregaciones de territorio en Europa, sobre todo en Francia y Rusia, cuando muchos eran obligados a bautizarse e incorporados a la iglesia, trayendo como resultado grandes masas que profesaban su pertenencia oficial a la cristiandad pero no su participación voluntaria en una iglesia de Jesucristo dinámica, vibrante, creciente y responsable... Debe admitirse que en una gran medida esta expansión de la forma, la profesión y el nombre de la cristiandad en nada se parece al cristianismo definido en el Nuevo Testamento y la iglesia mostrada en el libro de los Hechos. En muchos sentidos la expansión de la cristiandad se ha dado a costa de la pureza del evangelio y del orden y la vida de verdaderos cristianos. La iglesia quedó infestada de creencias y prácticas paganas, y su teología se caracteriza por el sincretismo... grandes segmentos de población han adoptado una mezcla peligrosa de cristianismo y paganismo.?

En las Escrituras nada nos indica que los líderes de la iglesia deban establecer metas numéricas para el crecimiento de la iglesia. 8 Esta es la forma como el apóstol Pablo describe el proceso de iglecrecimiento: "Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento" (1 Co. 3:6, 7, cursivas añadidas).

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Si nos ocupamos en la profundidad de nuestro ministerio, Dios se hará cargo de la amplitud del mismo. Si ministramos para el crecimiento espiritual, el crecimiento numérico será tal como Dios disponga que sea. Después de todo, ¿de qué sirve la expansión numérica si no está arraigada en el compromiso firme con el señorío de Cristo? Si las personas asisten a la iglesia debido en primer lugar a que les parece una buena opción de entretenimiento, lo más seguro es que saldrán de allí tan pronto dejen de ser entretenidos o se presente alguna cosa que les interese más. La iglesia queda así reducida a un ciclo desesperanzador en el cual debe tratar todo el tiempo de eclipsar cada espectáculo y nueva función con algo más grande, llamativo y mejor.

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RAICES PRAGMATICAS DEL MOVIMIENTO DE IGLECRECIMIENTO El pragmatismo como filosofía de ministerio ha recibido ímpetu del movimiento de iglecrecimiento que se ha abierto paso durante los últimos cincuenta años. Donald McGavran, el padre del movimiento moderno de iglecrecimiento, fue un pragmatista sin pretextos. Esta es una cita de sus escritos: Nosotros concebimos métodos y políticas misioneras a la luz de lo que Dios ha bendecido, teniendo también en cuenta lo que es obvio que no ha bendecido. La industria llama a esto "modificar la operación con una mirada retrospectiva a la experiencia pasada". Nada hace tanto daño a las misiones internacionales como los métodos, instituciones y políticas que deberían traer a hombres y mujeres a Cristo pero no lo hacen; aquellas cosas que deberían multiplicar las iglesias, pero no lo hacen. Enseñamos a los hombres a que sean implacables con respecto al método. Si hay algo que no funciona para la gloria de Dios y la expansión de la iglesia de Cristo, hay que echar eso a la basura y conseguir algo que funcione. En cuanto a métodos, somos pragmáticos fieros; la doctrina es cuento aparte.9

Como misionero joven en la India e hijo de padres misioneros, McGavran había notado que no es inusual que las organizaciones misioneras trabajen en la India durante años y tengan escaso o ningún fruto que mostrar a cambio. La agencia misionera del propio McGavran había plantado tan solo veinte o treinta iglesias pequeñas en varias

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décadas de labor misionera. lO McGavran estaba determinado a diseñar una estrategia de misiones que diferenciara entre los métodos que parecían funcionar y los que no. "Como declaró en el prólogo de un libro que escribió con otro autor en la década de los treinta, se había dedicado a 'descartar teorías de iglecrecimiento que no funcionaban, y a aprender y practicar los modelos productivos'''.ll Parece que el pragmatismo de McGavran fue suscitado en un principio por un interés legítimo en la buena mayordomía. Estaba "alarmado al ver demasiados recursos de Dios, tanto en personal como en finanzas, utilizados sin hacerse la pregunta de si estaba o no avanzando el reino de Dios por medio de los programas que estaban sosteniendo" .12 No obstante, el pragmatismo se convirtió en la base filosófica de casi todo lo enseñado por McGavran, y esto a su vez definió el esquema operativo de todo el movimiento de iglecrecimiento. McGavran fundó el "Instituto de Iglecrecimiento", que en 1965 se unió con la Escuela Fuller de Misiones Mundiales. Desde allí los preceptos pragmáticos del movimiento de iglecrecimiento han alcanzado casi todos los campos misioneros del mundo. C. Peter Wagner, profesor de iglecrecimiento en la escuela misionera Fuller, es el estudiante mejor conocido de Donald McGavran. Wagner es el vocero más prolífico, si no el más influyente, en el movimiento actual de iglecrecimiento. Escribe lo siguiente acerca del pragmatismo inherente del movimiento: El movimiento de iglecrecimiento siempre ha subrayado la importancia del pragmatismo, y lo sigue siendo a pesar de las críticas de muchos. No es la clase de pragmatismo que está dispuesto a hacer concesiones doctrinales o éticas, ni del tipo que deshumaniza a las personas al utilizarlas como medios para un fin. Sin embargo, es la clase de pragmatismo consagrado que examina de manera implacable las metodologías y los programas tradicionales haciendo las preguntas más duras. Si alguna variedad de ministerio en la iglesia no está alcanzando las metas propuestas, el pragmatismo consagrado dice que algo anda mal y es necesario corregirlo. l3

Wagner, al igual que la mayoría de quienes están involucrados en el movimiento de iglecrecimiento, afirma que el "pragmatismo consagrado" que defiende no permite las concesiones doctrinales o éticas. "La Biblia no nos permite pecar para que la gracia pueda abundar,

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ni a utilizar algún medio prohibido por Dios con el fin de obtener los fines recomendados por Él", advierte de manera correcta. 14 "Ahora, teniendo en cuenta esta condición estipulada", Wagner continúa, "deberíamos ver con claridad que el fin sí justifica los medios. ¿ Qué otra cosa podría justificar más los medios? Si el método que estoy empleando logra la meta a la que estoy apuntando, por esa misma razón se trata de un buen método. Si, por otra parte, mi método no está logrando la meta, ¿cómo me puedo justificar por su uso continuado?"15 ¿Esto es verdad? Por cierto que no. En especial si "la meta a la que estoy apuntando" es crecimiento numérico sin respaldo bíblico, o si "mi método" que "no está logrando la meta" es la predicación clara de la Palabra de Dios. Esta es precisamente la manera de pensar que está arrancando la exposición bíblica del ministerio cristiano a fin de reemplazarla con espectáculos y ambiente teatral. Un libro reciente con éxito de ventas va más lejos todavía: Resulta crítico que tengamos en mente un principio fundamental de comunicación cristiana: los oyentes son soberanos, no el mensaje. Si nuestra publicidad va a lograr detener a la gente en medio de sus agendas apretadas y sus vidas ajetreadas para hacerles pensar en lo que estamos diciendo, nuestro mensaje tiene que adaptarse a las necesidades de los oyentes. Cuando producimos publicidad que se basa en una proposición de "tómelo o déjelo" y no en la sensibilidad y respuesta a las necesidades de las personas, el resultado invariable será el rechazo de nuestro mensaje por parte del público. 16

¿ Qué habría pasado si los profetas del Antiguo Testamento se hubieran suscrito a esa filosofía? Jeremías, por ejemplo, predicó cuarenta años sin buscar alguna respuesta positiva. Por el contrario, sus coterráneos amenazaron matarle si no dejaba de profetizar (Jer. 11: 1923); su propia familia y amigos se confabularon en su contra (12:6); no se le permitió casarse y por eso tuvo que padecer soledad (16:2); se urdieron planes para matarle en secreto (18:20-23); fue golpeado y colocado en el cepo (20:1, 2); fue espiado por amigos que buscaban venganza (v. 10); fue consumido por la tristeza y la vergüenza, al punto de maldecir el día en que nació (vv. 14-18); por último, debido a la acusación falsa de ser un traidor a la nación (37:13, 14), Jeremías fue golpeado, arrojado a la cárcel y sometido al hambre durante muchos

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días (vv. 15-21). Si un gentil etíope no hubiese intercedido en su favor, Jeremías habría muerto allí. Al final de todo, según la tradición estuvo exiliado en Egipto, donde fue apedreado hasta morir por su propio pueblo. No hubo muchas personas convertidas como prueba de su ministerio y servicio al Señor durante toda una vida. Supongamos que Jeremías hubiera asistido a un seminario sobre iglecrecimiento para aprender una filosofía pragmática del ministerio. ¿Cree usted que habría cambiado su estilo ministerial de confrontación? ¿Le puede imaginar montando un espectáculo variado o utilizando la comedia para tratar de ganar los afectos de la gente? Quizás habría aprendido a reunir una multitud que reconociera sus talentos, pero de seguro no habría tenido el ministerio al que Dios le llamó. El apóstol Pablo tampoco utilizó un sistema basado en la habilidad publicitaria, aunque algunos expertos en su propia opinión han tratado de presentarle como modelo del nuevo pragmatismo. Un defensor de la técnica de mercadeo afirma: "Pablo fue uno de los mejores estrategas de todos los tiempos. Todo el tiempo estudiaba estrategias y tácticas para identificar las que le permitieran atraer la mayor cantidad de 'candidatos' y obtener el número máximo de conversiones".1 6 Por supuesto, la Biblia no dice algo semejante. Por el contrario, el apóstol Pablo eludía los métodos astutos y las maniobras sutiles para hacer proselitismo y llevar a las personas a conversiones falsas mediante la persuasión camal. Pablo mismo escribió: Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios (1 Co. 2: 1-5).

El apóstol recordó a la iglesia en Tesalónica: Porque nuestra exhortación no procedió de error ni de impureza, ni fue por engaño, sino que según fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio, así hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones. Porque nunca usamos de palabras lisonjeras, como sabéis, ni encubrimos avaricia; Dios es testigo; ni buscamos gloria de

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los hombres; ni de vosotros, ni de otros, aunque podíamos seros carga como apóstoles de Cristo (1 Ts. 2:3-6).

La corrección bíblica es el único marco de referencia por el cual debemos evaluar todos los métodos del ministerio. Cualquier filosofía de ministerio en la que el fin justifica los medios llevará de forma inevitable a las concesiones doctrinales, a pesar de cualquier condición estipulada que parezca asegurar lo contrario. Si hacemos de la eficacia el criterio para medir la rectitud y el error, ¿cómo se puede evitar que esto tiña nuestra doctrina? En últimas la noción de verdad del pragmático se deja moldear por todo lo que parezca eficaz y no por la revelación objetiva de las Escrituras. Una mirada a la metodología del movimiento de iglecrecimiento muestra cómo sucede esto. El movimiento estudia todas las iglesia con crecimiento, incluidas aquellas que tienen doctrinas falsas como parte de su enseñanza. Iglesias de denominaciones liberales, sectas carismáticas extremistas y dictaduras religiosas fundamentalistas y militantes, son colocadas por igual bajo el escrutinio de los especialistas en iglecrecimiento. Algunas veces se extraen principios de crecimiento hasta de las asambleas mormonas y los salones del reino de los testigos de Jehová. El experto en iglecrecimiento busca las características comunes a todas las iglesias en crecimiento y defiende todos los métodos que parezcan funcionar. La cuestión fundamental detrás de todo es siempre el crecimiento numérico. ¿Acaso hemos de creer que el crecimiento en congregaciones no cristianas es prueba de que Dios está obrando allí? ¿Por qué estaríamos dispuestos a duplicar la metodología de grupos religiosos que corrompen el evangelio? ¿No es apenas justo preguntarse si cualquier crecimiento que resulte de la aplicación de tales métodos es ilegítimo y fabricado por medios carnales? Después de todo, si un método funciona tan bien para una secta como para el pueblo de Dios, no hay razón para suponer que los resultados positivos sean un indicio de la bendición de Dios. Algo que falta por completo en la mayoría de los libros sobre iglecrecimiento es un análisis crítico de la plataforma doctrinal anómala sobre la cual se construye gran parte del iglecrecimiento contemporáneo. Un escritor ha dicho acerca de Peter Wagner: Wagner no presenta evaluaciones negativas de tan siquiera un grupo. Su

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carrera ha consistido en hallar lo que es bueno en las iglesias que crecen y afirmar su validez sin hacer muchas preguntas críticas. Esto le permite establecer como modelos de vida de iglesia grupos tan diversos como la Viña de Wimber, la Catedral de Cristal de Schuller, la denominación entera de los Bautistas del Sur, y cualquier otra iglesia que evidencie crecimiento numérico. l7

El hecho de que una iglesia esté creciendo se percibe muchas veces como una sanción divina. Después de todo, según razona la gente, ¿por qué se debe criticar cualquier enseñanza que Dios esté bendiciendo con crecimiento numérico? ¿Acaso no es mejor tolerar las faltas doctrinales y los deslices en la ortodoxia para bien del crecimiento y la unidad? De esa manera el pragmatismo moldea y perpetúa la perspectiva doctrinal de las personas. Wagner mismo, por ejemplo, quien antes no había sido carismático, cambió su perspectiva doctrinal para acoger las señales y prodigios del movimiento de la tercera ola, por razones que en gran medida son pragmáticas. Su admisión al respecto es bastante cándida: Estoy orgulloso de contarme entre los que están defendiendo el evangelismo de poder como una herramienta importante para el cumplimiento de la gran comisión en nuestros días. Una de las razones por las que estoy tan entusiasmado es que está funcionando. En todos los grupos existentes, el evangelismo más eficaz en el mundo actual está acompañado por manifestaciones sobrenaturales de poder.l 8

En conclusión, resulta obvio que la perspectiva pragmática de Wagner es lo que ha definido su doctrina, y no a la inversa. Wagner concede este punto y dice que la metodología del movimiento de iglecrecimiento es "fenomenológica", no teológica. Esa perspectiva "puede parecerle demasiado subjetiva a muchos teólogos tradicionales", según admite.1 9 Continúa diciendo: "Como punto de partida, el iglecrecimiento casi siempre mira las cosas como son y no como deberían ser... Lo que los cristianos experimentan en lo relacionado con la obra de Dios en el mundo y en sus vidas no siempre va precedido por racionalizaciones teológicas minuciosas. Muchas veces la secuencia va en la dirección opuesta: la teología es definida por la experiencia cristiana" .20 Siendo así las cosas, ¿acaso no pierde todo sentido la afirmación de

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Wagner según la cual su pragmatismo "no es del [tipo] que hace concesiones doctrinales"? 21 Después de todo, si la experiencia sugiere que señales y prodigios son herramientas eficaces para el iglecrecimiento, y si es legítimo permitir que nuestra experiencia moldee nuestra teología, resulta bastante lógico enmendar la doctrina (como Wagner mismo lo hizo) para acomodar alguna observación pragmática y heurística. Uno solo tiene que encontrar la manera de interpretar de nuevo o adaptar las Escrituras para que se ajusten a cualquier esquema doctrinal dictado por el pragmatismo. Es necio pensar que se puede ser pragmático y bíblico al mismo tiempo. El pragmatista quiere saber qué funciona ahora mismo. Al pensador bíblico solo le interesa saber qué manda hacer la Biblia. Las dos filosofías se oponen entre sí en el nivel más básico.

LA ERA DEL PRAGMATISMO A pesar de todo esto, el pragmatismo filosófico nunca ha sido más popular en las iglesias evangélicas. El movimiento de iglecrecimiento, que durante años fue un componente principal de la actividad misionera mundial, ahora tiene una influencia enorme en los cuarteles generales de la iglesia evangélica occidental. Los polluelos del pragmatismo ahora regresan a casa cantando como gallos de pelea. Las iglesias norteamericanas están experimentando con metodologías pragmáticas, y el resultado ha sido una explosión de interés en técnicas innovadoras de iglecrecimiento. El movimiento de iglecrecimiento ha formado una alianza no oficial con quienes creen que el evangelismo es antes que nada una empresa de mercadeo y publicidad. El pragmatismo en la iglesia refleja el espíritu de nuestra época. Libros con títulos como Aprenda a mercadear su ministerio, Mercadotecnia eclesiástica y Desarrollo de estrategias eficaces de mercadeo y comunicación para iglesias, están en furor de venta. La industria de publicaciones cristianas está produciendo cada vez más materiales de asesoría para líderes eclesiásticos, provenientes de campos seculares de estudio: psicología, mercadotecnia, publicidad, gerencia, política, entretenimiento y negocios; al mismo tiempo ha declinado la distribución de comentarios, ayudas para el estudio bíblico y libros sobre cuestiones bíblicas. El modelo de acción y conducta para los pastores contemporáneos

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no es el profeta o el pastor sino el ejecutivo, el empresario, el político o lo peor de todo, el anfitrión de programas de opinión. Gran parte de la iglesia contemporánea tiene una preocupación desmedida en niveles de audiencia, encuestas de popularidad, imagen como grupo, crecimiento estadístico, utilidades financieras, sondeos de opinión, tablas demográficas, cifras de censo, tendencias en la moda, prestigio y celebridad, su lugar en las listas de los mejores y otras cuestiones pragmáticas. Se está desvaneciendo con rapidez la pasión de la iglesia por la pureza y la verdad. A nadie parece importarle siempre y cuando la respuesta del público sea entusiasta. Tozer advirtió que el pragmatismo también se había introducido en la iglesia de su tiempo. Escribió: "Digo sin vacilación que una parte, una gran parte de las actividades que se llevan a cabo hoy día en círculos evangélicos, no solo están influenciadas por el pragmatismo sino que además son controladas casi del todo por sus dictados" .22 Tozer describió el peligro que el pragmatismo representaba para la iglesia, aun el llamado "pragmatismo consagrado": La filosofía pragmática... no hace preguntas embarazosas acerca de la sabiduría de lo que estemos haciendo o siquiera de su moralidad. Acepta nuestros fines elegidos como correctos y buenos, y parte en busca de medios y procedimientos eficientes para alcanzarlos. Tan pronto descubre algo que funciona busca un texto para justificarlo, "consagra" el método al Señor y avanza sin reservas. A continuación se escribe un artículo acerca del método en alguna revista, luego un libro y por último se otorga a su inventor un grado honorífico. Después de esto cualquier duda sobre la autoridad bíblica de las cosas o tan siquiera su validez moral es rechazada por completo. No se puede discutir con el éxito. El método funciona, luego tiene que ser bueno. 23

UNA FILOSOFÍA EN BANCARROTA ¿Puede ver cómo es por necesidad lógica que la nueva filosofía menoscaba la sana doctrina? Descarta los propios métodos de Jesús, la predicación y la enseñanza, como los medios primarios del ministerio. Los reemplaza con metodologías que carecen por completo de sustancia y su existencia es independiente de cualquier credo o canon. De hecho, evita las convicciones fuertes porque se consideran divisorias, indecorosas o inapropiadas. Rechaza la doctrina como algo académico, abstracto, estéril, amenazador o simplemente impracticable. En lugar

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de enseñar el error o negar la verdad hace algo más sutil pero eficaz desde el punto de vista del enemigo: elimina toda carga de contenido. En lugar de emprender un ataque frontal contra la ortodoxia, sirve a la verdad de labios para afuera al mismo tiempo que menoscaba calladamente los fundamentos de doctrina. En lugar de exaltar a Dios denigra las cosas que son preciosas para ÉL En ese respecto, el pragmatismo representa un peligro más sutil que el liberalismo que amenazó a la iglesia en la primera mitad del siglo. El liberalismo atacó la predicación bíblica. Una de las figuras principales del liberalismo a principios del siglo veinte en los Estados Unidos fue Harry Emerson Fosdick, quien escribió: "Los predicadores que sacan textos de la Biblia y luego proceden a explicar su situación histórica, su significado lógico en el contexto, su lugar en la teología del escritor, con unas cuantas reflexiones prácticas al final, están haciendo un uso muy desatinado de la Biblia".24 Fosdick fue empujado a su aversión hacia la exposición bíblica por el mismo interés pragmático que ha invadido a la iglesia evangélica actual: ¿Podría algún procedimiento estar predestinado con mayor seguridad al fastidio y la futilidad? ¿Quién es serio en suponer que haya al menos uno por cada cien de la congregación que se interese, para empezar, en lo que Moisés, Isaías, Pablo o Juan quisieron decir en esos versículos especiales, o quién vino a la iglesia con un interés profundo en ello? Nadie que habla al público supone que sea de interés vital para la gente el significado de unas palabras que fueron dichas dos mil años atrás. 25

Lo que Fosdick sugería es que los predicadores empiecen por las necesidades percibidas de los oyentes: "Que no terminen sino que empiecen pensando en las necesidades vitales de los oyentes, y que a partir de ello el sermón se organice alrededor de sus esfuerzos constructivos para satisfacer esas necesidades" .26 "De todo lo que se trata es sentido común y buena filosofía", escribió Fosdick, apelando al pragmatismo como su justificación. "Todo el mundo lo está utilizando, desde los maestros de primera clase hasta los publicistas de primer orden. ¿Por qué tantos predicadores lo ignoran y siguen tan atrasados en los estilos que están en boga?"27 Esa es una representación exacta de la sabiduría convencional de la filosofía orientada al mercado, que está al alcance del usuario y que da

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gusto al consumidor. Empieza con las necesidades percibidas y los atiende con mensajes temáticos. Si se emplean las Escrituras en absoluto, solo es con fines ilustrativos, tal como Fosdick lo proponía. Es pura acomodación a una sociedad adicta al amor propio y al entretenimiento, solo que ahora esos consejos provienen del interior de la iglesia evangélica. Sigue lo que está de moda pero revela poco interés en lo que es verdadero. Se ajusta muy bien al liberalismo del cual provino, pero está en todo sentido fuera de lugar entre cristianos que profesan creer que la Biblia es la Palabra inspirada de Dios. Cierto libro evangélico con éxito de ventas advierte a los lectores que deben mantenerse en guardia contra los predicadores que recalcan la interpretación de las Escrituras por encima de su aplicación. Espere un minuto. ¿Es ese un consejo sabio? No lo es en absoluto. No existe peligro alguno de doctrina irrelevante; la amenaza real es una pretensión de relevancia no doctrinal. El núcleo de todo lo que en verdad es práctico se halla en la enseñanza de las Escrituras. No somos nosotros quienes hacemos relevante la Biblia; ella lo es de forma inherente, por la sencilla razón de que es la Palabra de Dios. Además, al fin de cuentas, ¿cómo puede ser irrelevante cualquier cosa dicha por Dios (2 Ti. 3: 16, 17)?

LA IGLESIA COMO UNA CAFETERÍA El pragmatismo radical de la escuela de "darle gusto al cliente" despoja a la iglesia de su papel profético. Hace de la iglesia una organización popular en la que se incorporan miembros nuevos suministrándoles una atmósfera agradable y amistosa en la que pueden comer, beber y ser entretenidos. La iglesia funciona más como una cantina que como una casa de oración y adoración. Esta no es una exageración. Un libro reciente con éxito de ventas en el que se defienden ideas pragmáticas de iglecrecimiento incluía esta sugerencia: ¿Recuerda usted que la taberna de la esquina solía ser el sitio donde los hombres del vecindario se congregaban para ver la transmisión de grandes acontecimientos deportivos como la serie mundial de béisbol o los campeonatos de boxeo? Aunque los tiempos han cambiado, ese mismo concepto aún puede ser utilizado por la iglesia con gran efecto. La mayoría de las iglesias tienen un salón o auditorio grande que podría utilizarse para reuniones especiales alrededor de grandes acontecimientos seculares en los

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medios: deportes, debates políticos, grandes espectáculos y otros por el estilo. 2B

Todo este escenario se construye sobre una serie de presuposiciones cuyo carácter no bíblico es patente. La iglesia no es una logia en la que se reclutan miembros nuevos. No es una cafetería para el vecindario. No es una fraternidad que recolecta compromisos de apoyo. No es un centro comunitario donde se celebran fiestas. No es un club privado para las masas. No es una asamblea cívica donde se tratan problemas de la comunidad. No es un tribunal donde se rectifican las injusticias de la sociedad. No es un foro abierto ni una convención política, ni siquiera una campaña evangelística. La iglesia es el cuerpo de Cristo (l Co. 12:27), y las reuniones de la iglesia son para la adoración como grupo y la instrucción doctrinal. La única meta legítima de la iglesia es "perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo" (Ef. 4: 12). Crecimiento vital, no mera expansión numérica. La noción de que las reuniones de la iglesia deberían utilizarse para atraer o deslumbrar a no cristianos es algo que se desarrolló en tiempos recientes. En las Escrituras no se encuentra algo semejante; de hecho, el apóstol Pablo habló sobre la entrada de incrédulos a la asamblea como un acontecimiento excepcional (1 Co. 14:23). Hebreos 10:24 y 25 indica que los cultos en la iglesia son para el beneficio de los creyentes y no de los incrédulos: "Y considerémonos unos a otros para estimulamos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregamos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca". Hechos 2:42 nos muestra el patrón seguido por la iglesia primitiva en sus tiempos de reunión: "Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones". Nótese que las prioridades de la iglesia fueron desde un principio la adoración a Dios y la edificación de los hermanos. La iglesia se reunía para adoración y crecimiento espiritual, y se dispersaba para evangelizar al mundo. Nuestro Señor comisionó a sus discípulos para realizar la obra de evangelismo en estos términos: "id, y haced discípulos a todas las naciones" (Mt. 28: 19). Cristo deja en claro que la iglesia no debe esperar

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que el mundo llegue a sus reuniones y ni siquiera invitarle a asistir, sino que debe ir al mundo. Esa es la responsabilidad de todo creyente. Me temo que una perspectiva en la que se destaca una presentación pasable del evangelio dentro de los muros de la iglesia absuelve al creyente individual de su obligación personal de ser luz en el mundo (Mt. 5: 16). Insisto de nuevo en que la proclamación de la Palabra de Dios debe ser central en la iglesia (1 Co. 1:23; 9:16; 2 Co. 4:5; 1 Ti. 6:2; 2 Ti. 4:2). "A tiempo y fuera de tiempo", la labor de los ministros de Dios consiste en redargüir, reprender y exhortar "con toda paciencia y doctrina" (2 Ti. 4:2). El pastor que pone el entretenimiento por encima de la predicación bíblica vigorosa está abdicando frente a la responsabilidad primordial de un anciano: ser "retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen" (Tit. 1:9). La estrategia de la iglesia nunca ha sido apelar al mundo en los términos dictados por el mundo. No se supone que las iglesias deban competir por el consumidor al mismo nivel de los canales de televisión y las agencias de publicidad. No podemos estimular un crecimiento auténtico mediante persuasión sagaz o técnicas innovadoras. Es el Señor quien añade personas a la iglesia (Hch. 2:47). Las metodologías humanas no pueden acelerar el proceso divino ni adelantarlo. Cualquier crecimiento adicional que produzcan es una imitación infructuosa. El crecimiento artificial, no natural, en el reino biológico puede ocasionar malformaciones, o peor todavía, cáncer. El crecimiento sintético en el reino espiritual tampoco es saludable en absoluto.

¿BUENA TÉCNICA? NO, MALA TEOLOGÍA La filosofía que acopla técnicas de mercadeo con teoría de iglecrecimiento es el resultado de una mala teología. Parte de la presunción de que si uno envuelve el evangelio con el empaque correcto, la gente va a ser salva. Está arraigado en el anninianismo, que hace de la voluntad humana y no un Dios soberano, el factor decisivo en la salvación. Habla de la conversión como una "decisión por Cristo". Esa clase de lenguaje y doctrina ha empezado a pigmentar el ministerio moderno. La meta del ministerio orientado al mercado es una decisión humana instantánea antes que una transformación radical del corazón por obra del Dios todopoderoso mediante la convicción del Espíritu Santo y la verdad de su Palabra. Una creen-

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cia honesta en la soberanía de Dios pondría fin en gran medida a la insensatez que tanto abunda en la iglesia hoy día. Además, esta manera de entender la iglesia desde el punto de vista de una agencia publicitaria corrompe el cristianismo y da gusto a los deseos carnales que forman parte esencial del sistema de este mundo (1 Jn. 2:16). Tenemos una sociedad llena de personas que quieren lo que quieren cuando lo quieren. Están obsesionadas con su propio estilo de vida, su recreación y su entretenimiento. Quieren comodidad, felicidad y éxito. Cuando las iglesias apelan a esos deseos egoístas, tan solo exacerban las pasiones que impiden la piedad verdadera. La iglesia se ha acomodado a nuestra cultura con el diseño de una variedad de cristianismo en el que tomar la cruz es opcional o incluso extravagante e impropio. Sin duda alguna muchos creyentes en la iglesia del mundo occidental suponen que pueden servir mejor a Dios presentando la menor confrontación posible al mundo que les rodea. Tras haber absorbido los valores del mundo, el cristianismo en nuestra sociedad ahora está muriendo. De manera sutil pero segura, la mundanalidad y la indulgencia egoísta están royendo el corazón de la iglesia. El evangelio que se proclama hoyes tan rebuscado que ofrece creer en Cristo como un simple medio para obtener satisfacción y prosperidad en esta vida. La ofensa de la cruz (cp. Gá. 5:11) ha sido extirpada de manera sistemática con el fin de que el mensaje sea más aceptable para los incrédulos. De alguna manera a la iglesia se le ocurrió la idea de que podía declarar paz con los enemigos de Dios. Cuando encima de todo eso hay grupos de punk y rack, ventn10cuos, payasos, lanzadores de cuchillos, luchadores profesionales, levantadores de pesas, comediantes, bailarines, malabaristas, equilibristas, raperos, actores y celebridades de la farándula que toman el lugar del predicador, el mensaje del evangelio recibe un golpe catastrófico. "¿Y cómo oirán sin haber quién les predique?" (Ro. 10:14). Yo sí creo que podemos ser innovadores y creativos en la manera como presentamos el evangelio, pero debemos ser cuidadosos en armonizar nuestros métodos con la profunda verdad espiritual que estamos tratando de transmitir. Es demasiado fácil caer en la trampa de tratar con trivialidad el mensaje sagrado. También debemos hacer que el mensaje y no el medio, sea el corazón de 10 que queremos transmitir a los oyentes.

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No se apresure a acoger las tendencias de las iglesias gigantes con tecnología complicada y tampoco menosprecie la adoración y predicación convencionales. No necesitamos métodos astutos para lograr que la gente se salve (1 Co. 1:21). Tan solo necesitamos volver a predicar la verdad y plantar la semilla. Si somos fieles en ello, el terreno que Dios ha preparado dará fruto. Por otro lado, si la iglesia en Norteamérica no regresa al cristianismo bíblico, pronto veremos el fin de su influencia para Cristo. Todos se sorprenden al ver con cuánta rapidez cambia el aspecto del mundo moderno. En cambio, son muy pocos los cristianos que logran darse cuenta del declive penoso por el cual también desciende la iglesia a ritmo acelerado. Es posible que seamos testigos de los últimos días del movimiento evangélico bíblico como una fuerza significativa en nuestra nación. En realidad no es exagerado imaginar que de aquí a veinte años, misioneros de Europa oriental vengan a evangelizar en Norteamérica. La realidad de esa posibilidad me sobresalta en gran manera. Quienes conocemos y amamos la verdad debemos ser la voz profética de nuestro Dios y afirmar la santidad de su nombre. Debemos demandar que cualquier esfuerzo en el nombre de nuestro Señor haga manifiesta la integridad de su naturaleza. Él es "santo, santo, santo" (Is. 6:3) y debe ser representado de igual manera. Cualquier cosa por debajo de esto no es digna de la majestad, la grandeza y la santidad de nuestro Señor.

EL DAÑO OCULTO DE UNA LEPRA Spurgeon vio esta misma tendencia de introducir cosas divertidas a la iglesia hacia finales del siglo diecinueve. Con los embates de la controversia del declive en 1889, la salud de Spurgeon estaba colgando de un hilo y tuvo que abstenerse de predicar muchos domingos; pero cierto jueves por la noche en abril dio un mensaje en el Tabernáculo y dijo entre otras cosas: Confío que no esté encontrando fallas donde no las hay, pero no puedo abrir mis ojos sin ver cosas que se hacen en nuestras iglesias, las cuales hace treinta años ni siquiera se habrían podido soñar. En el asunto de las diversiones, los profesores han ido demasiado lejos por la senda de la laxitud. Lo que es peor todavía, las iglesias ahora han concebido la idea de que es deber suyo entretener a la gente. Los que antes disentían y protestaban en contra de ir al teatro, ahora han hecho que el teatro venga a ellos. ¿No se debería exigir

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licencia de teatro a muchas iglesias? Si alguien tuviera que asegurar el cumplimiento rígido de la ley, ¿no estarían obligados a conseguir un permiso oficial para la presentación de espectáculos? No me atrevo a hablar de lo que se ha hecho en bazares y ferias organizados por varias iglesias. Si gente decente del mundo se hubiera encargado de realizarlas quizás no habrían llegado tan lejos. ¿Qué necedad les ha faltado probar a las iglesias? ¿Qué disparate ha sido demasiado grande para las conciencias de los que profesan ser los hijos de Dios, quienes no son del mundo sino llamados a andar con Dios en una vida separada y santa? El mundo juzga como hipocresía las pretensiones elevadas de tales hombres y en verdad no sé de otro calificativo para ellos. ¡Pensar en los que disfrutan de comunión con Dios haciendo el papel de tontos con disfraz y todo! Hablan de luchar con el Señor en oración secreta, pero hacen malabares con el mundo y le apuestan a escondidas. ¿Acaso puede esto ser correcto? ¿Han canjeado posiciones el bien y el mal, lo correcto y lo errado? Con seguridad existe una clase de conducta sobria que es congruente con una obra de la gracia en el corazón, y existe una liviandad que hace evidente la supremacía de un espíritu de maldad. ¡Ah, señores! Puede ser que hubo un tiempo cuando los cristianos eran demasiado escrupulosos, pero seguro no ha sido en mi tiempo. Es posible que haya existido una cosa tan espeluznante como la rigidez puritana, pero jamás la he visto. Hemos pasado de la libertad al libertinaje. Hemos ido más allá de lo dudoso a lo peligroso, y nadie puede profetizar dónde vamos a parar. ¿A qué lugar se ha ido la santidad de la iglesia de Dios? .. Se ha esfumado como la hierba seca y ahora es objeto de burla antes que de reverencia. ¿Acaso no puede medirse la influencia de una iglesia por su santidad? Si la gran hueste de cristianos de profesión fueran santificados por el Espíritu, tanto en su vida doméstica como en los quehaceres de la vida, la iglesia se convertiría en una gran potencia en el mundo. Los santos de Dios hacen lloro y lamentación junto a Jerusalén cuando ven la espiritualidad y la santidad tan débiles y en bajamar. Otros pueden considerar esto como un asunto sin mayor consecuencia; pero nosotros lo vemos como el esparcimiento de una lepra. 29

El reto para la iglesia de Cristo es el siguiente: "Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios" (2 Co. 7:1).30 No es la sagacidad de nuestros métodos, las técnicas de nuestro ministerio o el ingenio de nuestros sermones lo que da poder a nuestro testimonio. Es la obediencia a un Dios santo y la fidelidad para conformarnos a sus demandas de justicia en nuestra vida diaria.

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Debemos despertar ahora mismo. El declive espiritual es un estado muy peligroso para quedarse en él. No podemos darnos el lujo de ser indiferentes. No podemos continuar nuestra búsqueda alocada de placer y gratificación egoísta. Estamos llamados a pelear una batalla espiritual, y no podemos ganar mitigando al enemigo. Es necesario que una iglesia débil se fortalezca y un mundo necesitado sea confrontado con el mensaje de salvación; es posible que nos quede poco tiempo. Como Pablo escribió a la iglesia en Roma: "Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz" (Ro. 13:11, 12).

1. "Un comentario adicional sobre el declive de la iglesia", The Sword and the Trowel (agosto de 1887), p. 398. 2. Neil Postman, Amusing Ourselves to Death [Nos vamos a matar de la risa] (Nueva York: Penguin, 1985), p. 63. 3. The Root ofthe Righteous [La raíz de los justos] (Harrisburg, Peno.: Christian Publications, 1955), pp. 32-33. 4. R. Gustav Niebuhr, "Mighty Fortresses: Megachurches Strive to Be All Things to AH Parishioners" ("Castillos fuertes: las iglesias gigantes se esfuerzan en hacer todo tipo de cosas para todo tipo de parroquianos"), The Wall Street Journal (13 de mayo de 1991), p. 6, sección A. 5. Robert Johnson, "Heavenly Gifts: Preaching a Gospel of Acquisitiveness, a Showy Sect Prospers" ("Dones celestiales: con la predicación de un evangelio de opulencia, una secta rimbombante prospera, The Wall Street Journal (11 de diciembre de 1990), pp. 1-8, sección A. 6. Ibíd., p. 8, sección A. 7. A Theology of Church Growth [Teología del crecimiento de la iglesia] (Grand Rapids, Mich.: Zondervan, 1981), pp. 23-24. 8. Cp. C. Peter Wagner, ed., Donald A. McGavran, Understanding Church Growth [Entendamos el iglecrecimiento] tercera edición (Grand Rapids, Mich.: Eerdmans, 1990), pp. 265-281. AquíWagner y McGavran arguyen que la definición de metas numéricas es una parte esencial de la manera bíblica de abordar el iglecrecimiento: "Establecer metas para tener cierta cantidad de miembros nuevos es algo que se hace de conformidad con el propósito eterno de Dios. La definición de metas para el cumplimiento de la gran comisión es algo que agrada a Dios ...

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La Biblia tiene argumentos sólidos a favor de la planeación meticulosa del crecimiento de la iglesia" (p. 270). No obstante, el único pasaje bíblico que citan para respaldar esa declaración es Hechos 18:4,5,9, en el cual no se habla acerca del establecimiento de metas, sea numéricas o de cualquier otro tipo. "For Such a Time as This" ("Para un tiempo como este") (discurso no publicado, 1970), citado en C. Peter Wagner, "Pragmatic Strategy for Tomorrow's Mission" ("Estrategia pragmática para la misión en el futuro"), en A. R. Tippet, ed., God, Man and Church Growth [Dios, el hombre y el crecimiento de la iglesia] (Grand Rapids, Mich.: Eerdmans, 1973), p. 147. Wagner, ed., Understanding Church Growth, pp. viii-ix. Ibíd., p. ix. Ibíd. Leading Your Church to Growth [Lleve su iglesia al crecimiento] (Ventura, Calif.: Regal, 1984), p. 201. Your Church Can Grow [Su iglesia puede crecer] (Ventura, Calif.: Regal, 1976), pp. 160-61. Ibíd., p. 161 (cursivas en el original). Barna, Marketing the Church [Cómo mercadear la iglesia], p. 145 (cursivas añadidas). Ibíd., pp. 31-32. Tim Stafford, ''Testing the Wine from John Wimber's Vineyard" ("Hay que poner a prueba el vino del viñedo de John Wimber", revista Christianity Today (8 de agosto de 1986), p. 18. The Third Wave of the Holy Spirit [La tercera ola del Espíritu Santo] (Ann Arbor, Mich.: Vine, 1988), p. 87. Church Growth: State ofthe Art [Iglesia: estado del arte] (Wheaton, Ill.: Tyndale, 1986), p. 33. Ibíd. Leading Your Church to Growth [Lleve su iglesia al crecimiento], p. 201. God Tells the Man Who Cares [Dios habla con el hombre al que le importa] (Harrisburg, Penn.: Christian Publications, 1970), p. 71. Ibíd., p. 70. "What is the Matter with Preaching?" ("¿Qué está pasando con la predicación?) Harpers Magazine (julio de 1928), p. 135. Ibíd. Ibíd. Ibíd., p. 136. George Barna, The Frog in the Kettle [La rana en el perol] (Ventura, Calif.: Regal, 1990), pp. 94-95. "A Dirge for the Down-Grade, and a Song for Faith" ("Un lamento fúnebre por el declive y un cántico por la fe"), The Metropolitan Tabemacle Pulpit, vol. 35 (Londres: Passmore and Alabaster, 1889), pp. 267-68.

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TODASLASCOSASPARA TODOS LOS HOMBRES El grado a que se han llevado lafrivolidad desfachatada y la entretención vacua en algunos lugares de adoración es algo que casi excede los límites de lo creíble... No puede haber duda que se han introducido toda clase de entretenimientos bastante parecidos a espectáculos teatrales en diferentes lugares de adoración, los cuales gozan del favor de muchos en el presente. ¿ Pueden estas cosas promover la santidad o contribuir a la comunión con Dios? ¿ Pueden los hombres participar de tales actividades y sentirse motivados a rogar a Dios por la salvación de los pecadores y la santificación de los creyentes? Detestamos tocar ese tema ignominioso porque está muy lejos del andar de fe y el talante de la comunión celestial. En algunos casos las necedades que impugnamos rebajan la dignidad humana y son más apropiadas para los imbéciles que para hombres con alguna capacidad de pensamiento. Carlos H. Spurgeon 1 Dudo que haya existido alguien como la hermana Paula en toda la historia del cristianismo. Ella se describe a sí misma como "una cristiana abiertamente transexual que predica el evangelio ... a las cinco de la tarde me empieza a salir otra vez la barba". 2 La hermana Paula nació con el nombre Larry Nielsen, y supuestamente se convirtió al cristianismo "en 1950, siendo un muchacho de doce años, afeminado por nacimiento". Después que Larry se convirtió en Paula mediante una

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operación de cambio de sexo hace algunos años, cierta mujer pentecostal que dirigía un programa evangelístico por televisión apoyó a Larryl Paula para que tuviera su propio ministerio televisivo. La revista People informó que la hermana Paula tenía cincuenta y tres años, un metro y ochenta centímetros de estatura, "con la complexión de un jugador de fútbol".3 ¿Puede usted imaginar algo más incongruente o más profano que un evangelista que se siente orgulloso de ser transexual? Sin embargo, la hermana Paula cree que puede tener un ministerio más eficaz entre las personas de nuestra generación que el cristiano típico "normal" que solo se limita a usar el evangelio. La filosofía de ministerio de la hermana Paula es en lo fundamental la misma estrategia defendida por los expertos en mercadeo eclesiástico, así ninguno de ellos estuviera dispuesto a llevarla a esos extremos. La noción de que la iglesia debe ser como el mundo para ganar al mundo ha caído como una tormenta incontenible sobre la iglesia evangélica. Casi todas las atracciones mundanas de la actualidad tienen algún equivalente "cristiano". Tenemos pandillas cristianas de motociclismo, equipos cristianos para hacer ejercicios físicos, clubes cristianos de baile, parques de diversiones cristianos, e incluso leí acerca de una colonia nudista para cristianos. ¿De dónde sacaron los cristianos la idea de que podíamos ganar al mundo imitándolo? ¿Hay un solo fragmento de justificación bíblica para esa manera de pensar? Muchos especialistas en mercadotecnia eclesiástica afirman que lo hay, y se han encargado de convencer a millares de pastores. Lo irónico es que por lo general citan al apóstol Pablo como un hombre que defendió la adaptación del evangelio a los gustos de la audiencia. Uno de ellos escribió: "Pablo suministró lo que yo considero quizás la perspectiva más esclarecedora y persuasiva sobre comunicaciones y mercadotecnia, el principio que llamamos contextualización (1 Co. 9:19-23). Pablo... estuvo dispuesto a moldear su manera de comunicarse de acuerdo a las necesidades de sus oyentes, con el fin de recibir la respuesta que buscaba".4 Otro autor hace eco de lo mismo y dice: "El primer experto en mercadotecnia fue el apóstol Pablo".5 Después de todo, se debe tener en cuenta que el apóstol escribió: "Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me

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he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos. y esto hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él" (1 Co. 9:22, 23). ¿Acaso esta declaración es un mandato a ser pragmáticos en el ministerio? ¿Estaba sugiriendo el apóstol Pablo que el mensaje del evangelio puede hacerse atractivo a la gente complaciendo sus gustos por ciertas diversiones o accediendo a sus antojos viciosos? ¿Qué tan lejos supone usted que él habría estado dispuesto a llegar con el principio de "contextualización"?

LO QUE NO SE PUEDE NEGOCIAR Por lo menos esto es bastante claro: el apóstol Pablo no era complaciente con la gente. Escribió: "Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo" (Gá. 1:10). Pablo no enmendó ni abrevió su mensaje para contentar a alguien. Jamás estuvo dispuesto a quitar la ofensa del evangelio (Gá. 5:11). No utilizó metodologías que se ajustaran a los deseos de sus oyentes. Ciertamente no siguió la filosofía pragmática de los ministerios modernos orientados hacia el mercado. Lo que hacía eficaz a Pablo no era su pericia en los negocios sino una devoción empeñada a la verdad. Era el embajador de Cristo, no su secretario de prensa. La verdad era algo que debía declararse, jamás negociarse. Pablo no se avergonzaba del evangelio (Ro. 1:16). Sufrió con disposición voluntaria por causa de la verdad (2 Co. 11 :23-28). No retrocedió ante la oposición o el rechazo. No hizo concesiones a los incrédulos ni entabló amistad con los enemigos de Dios. El mensaje de Pablo siempre fue no negociable. En el mismo capítulo donde habló de estar dispuesto a ser todas las cosas para todos los hombres, Pablo escribió: "Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y i ay de mí si no anunciare el evangelio!" (1 Co. 9:16). Su ministerio era realizado en respuesta a un mandato divino. Dios le había llamado y comisionado. Pablo predicó el evangelio tal como lo había recibido del Señor, y siempre transmitía el mensaje "primeramente" (1 Co. 15:3). No era un vendedor ni un mercader sino un emisario divino. Jamás estuvo "dispuesto a moldear su manera de comunicarse" para acomodarse a la inclinación de sus oyentes o para producir una respuesta deseada. El

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hecho de que fue apedreado y dejado por muerto (Hch. 14: 19), azotado, encarcelado y por último, muerto por causa de la verdad, debería ser suficiente para demostrar que no adaptó el mensaje para hacerlo agradable a sus oyentes. Además, el sufrimiento personal que padeció a causa de su ministerio no era indicativo de algún error en su proceder, sino de que todo había sido hecho bien. ¿Qué quiso decir Pablo cuando escribió: "a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos. Y esto hago por causa del evangelio"? Como siempre, el contexto aclara su significado.

RENUNCIAR PARA GANAR Miremos de nuevo lo que Pablo está diciendo realmente en estos versículos: Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar a mayor número. Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley; a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están sin ley. Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos. y esto hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él (1 Co.9:19-23).

La primera frase en este pasaje muestra con claridad de qué estaba hablando Pablo. No estaba describiendo su disposición a sacrificar el mensaje, sino a sacrificarse él mismo por la predicación del mensaje. Estaba dispuesto a renunciar a todo y aun a ser "siervo de todos" si al hacerlo avanzaba la propagación del evangelio no adulterado. Su deseo de ganar almas es la médula de este texto, y 10 repite en varias ocasiones: "para ganar a mayor número"; "para ganar a los judíos"; "para ganar a los que están sujetos a la ley"; "para ganar a los que están sin ley"; "para ganar a los débiles"; "para que de todos modos salve a algunos". De modo que ganar personas para Cristo era su único objetivo, y con el fin de alcanzarlo Pablo estaba dispuesto a renunciar a todos sus derechos y privilegios, su posición, su rango, sus medios de subsistencia, su libertad, y en últimas su propia vida. Si de algo servía para la extensión del evangelio, Pablo no reclamaría derechos, ni haría demandas ni insistiría en privilegios.

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Esa es la manera exacta como Pablo vivió y ministró. No modificó el mensaje para ajustarlo al mundo, sino que se comportaba de tal manera que jamás se convirtiera en obstáculo para nadie que necesitara escuchar y entender el mensaje de Cristo. En este pasaje estaba describiendo una actitud de sacrificio personal, no de disposición a la negociación y a hacer concesiones doctrinales. Jamás habría estado dispuesto a alterar el llamado claro al arrepentimiento y la fe. Pablo estaba insistiendo en que la libertad cristiana debe ser circunscrita por el amor. Ese es el tema de los capítulos octavo al décimo de 1 Corintios. Es el contexto en que se encuentran estos versículos. Es evidente que los corintios estaban debatiendo acerca de la naturaleza y el alcance de la libertad cristiana. Algunos querían usar su libertad para hacer todo lo que deseaban. Otros se inclinaban hacia el legalismo y envidiaban a quienes disfrutaban de su libertad en Cristo. Pablo estaba recordando a ambos grupos que la libertad cristiana debe emplearse para glorificar a Dios y servir a los demás, no por razones egoístas. Aquí tenemos un ejemplo de la manera como se aplica ese principio. Parece que algunos de los corintios habían preguntado a Pablo si estaban o no en libertad de comer carne ofrecida a ídolos (8:1). Esa carne se recolectaba en los templos paganos y se vendía en la plaza de mercado a precio rebajado. Pablo les dijo que no había pecado inherente en el consumo de esa carne, pero si comer de ella se convertía en piedra de tropiezo para alguien, la falta contra esa persona era pecaminosa. Pablo condensó su respuesta en estas palabras: "Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios; como también yo en todas las cosas agrado a todos, no procurando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos" (10:31-33). ¿Cómo usó Pablo su propia libertad en Cristo? "Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar a mayor número" (9:19). Vio su libertad personal y sus derechos humanos como algo que debía usarse para la gloria de Dios, no para su propia complacencia. Si pudiera canjear su propia libertad por una oportunidad para proclamar el evangelio y así poner a otros en libertad, estaba dispuesto a hacerlo de buena voluntad.

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LmERTAD EN CRISTO Es crucial que entendamos la naturaleza de la libertad cristiana. N o estamos bajo la ley sino bajo la gracia (Ro. 6:14). La libertad de la ley no significa por cierto que los principios de justicia revelados en la ley del Antiguo Testamento hayan quedado anulados. No significa que los diez mandamientos no se apliquen a nuestra vida en el presente. No significa que podemos someter las normas de santidad de Dios a nuestras preferencias personales. Es obvio que no significa que seamos libres de toda exigencia moral. ¿Qué significa? Significa que los cristianos no están obligados a observar la ley ritual del Antiguo Testamento. No tenemos que sacrificar animales, cumplir las leyes de limpieza ceremonial y celebrar todas las lunas nuevas y fiestas religiosas con sus sacrificios respectivos. No tenemos que seguir las leyes alimentarias dadas a Israel por medio de Moisés. Somos libres de todas esas cosas. Como es obvio, también somos libres de toda ceremonia religiosa y superstición de los gentiles. Sin importar cuál haya sido nuestro trasfondo o legado religioso, en Cristo somos libres de todas las cosas relacionadas con esas tradiciones. Ahora vivimos por la gracia de Dios, la cual posee de forma inherente el principio de justicia verdadera. En otras palabras, nuestra vida espiritual no es gobernada por un mero código externo sino por la gracia de Dios, la cual opera en nosotros para cumplir las demandas justas de la ley (Ro. 8:4). La gracia nos enseña a negar la impiedad y los deseos mundanos y a vivir con sensatez, justicia y piedad (Tit. 2: 12). Además, la gracia nos da poder para llevar una vida santa. Esta grandiosa libertad es uno de los aspectos más sobresalientes de la vida cristiana. No tenemos necesidad de sometemos a costumbres, ceremonias ni opiniones humanas. No necesitamos sacerdotes terrenales que intercedan por nosotros ante Dios: "Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre" (1 Ti. 2:5). No necesitamos hacer peregrinación a algún templo para adorar allí; nuestros propios cuerpos son templos del Espíritu Santo (1 Co. 6:19). Podemos adorar a Dios en espíritu y en verdad a cualquier hora, en cualquier lugar (Jn. 4:23, 24). Todo lo que pidamos en el nombre de Jesús, Él lo hará (Jn. 14:13, 14). El Espíritu Santo nos ha sido dado como nuestro abogado y consolador (vv. 16,26). Todas las cosas nos

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pertenecen y nosotros pertenecemos a Cristo, y Cristo a Dios (1 Co. 3:21-23).

SIERVOS DE UN NUEVO PACTO Al mismo tiempo, existe una paradoja que contrapesa esta verdad. Aunque libres, todos los cristianos son siervos. Se trata de una nueva clase de servidumbre: somos "ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica" (2 Co. 3:6). Como siervos dispuestos, debemos restringir por voluntad propia nuestra libertad por el bien de los demás. ¿No es esto lo que Jesús mismo enseñó? "Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos" (Mr. 9:35). Pablo aplicó el principio de servidumbre voluntaria al evangelismo. Se hizo a sí mismo siervo de todos, incluido el pagano más crudo, despreciable y reprobable. Siendo libre, él no obstante accedió con gozo a la servidumbre por causa del evangelio. Este principio de esclavitud voluntaria fue presentado en términos gráficos en la ley del Antiguo Testamento. Éxodo 21:5 y 6 describe el proceso por el cual una persona podía optar por hacerse sierva de otra: "Y si el siervo dijere: Yo amo a mi señor, a mi mujer ya mis hijos, no saldré libre; entonces su amo lo llevará ante los jueces, y le hará estar junto a la puerta o al poste; y su amo le horadará la oreja con lezna, y será su siervo para siempre". Los israelitas tenían permitido mantener a compatriotas judíos como esclavos solo durante seis años. En el séptimo año debían ser puestos en libertad, pero si una persona elegía de fonna voluntaria seguir sirviendo como esclavo, su amo le colocaba junto a la puerta o al poste, tomaba una lezna o punzón y le perforaba la oreja. El orificio en la oreja del siervo era una señal para todos de que estaba sirviendo por amor y no por obligación. Pablo quería decir que había renunciado a su libertad por su propia voluntad con el propósito de servir a todos los hombres. En un sentido espiritual, Pablo había horadado su oreja para beneficio de los no salvos. "Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar a mayor número" (l Co. 9: 19). La palabra que se traduce "hecho siervo" es el verbo griego douloo, que significa "esclavizar". Es una expresión bastante fuerte y es la misma palabra que se emplea en 1 Corintios 7: 15 con relación al vínculo

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matrimonial. Describe una ligadura en extremo segura. Pablo se habia negado a sí mismo en el sentido más verdadero al colocarse bajo un yugo tal para servicio de todos los demás. La frase "para ganar a mayor número" no se refiere a la obtención de recompensas terrenales o celestiales. Pablo estaba hablando de ganar a los perdidos para Cristo. Tan grande era el interés de Pablo en las almas perdidas, que a pesar de ser un hombre libre en Cristo, estaba dispuesto a hacerse siervo de la gente si ello le daba una oportunidad para proclamar el evangelio. También expresó un compromiso similar en 2 Timoteo 2: 10: "Por tanto, todo lo soporto por amor de los escogidos, para que ellos también obtengan la salvación que es en Cristo Jesús con gloria eterna". Consideremos por un momento todas las cosas que Pablo sufrió por causa del evangelio. Fue prisionero y estuvo mucho tiempo en la cárcel. Fue golpeado, azotado, apedreado y naufragó. Todo el tiempo puso a un lado su propia comodidad. En últimas fue sometido a muerte por el testimonio del evangelio. De ser posible habría ido más lejos. Pablo escribió estas palabras estremecedoras la iglesia en Roma: "Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo, que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón. Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne" (Ro. 9:1-3). En otras palabras, sentía en lo más profundo de su ser la disposición de renunciar a su propia salvación si pudiera, de tal modo que sus hermanos judíos pudieran ser salvos. En contraste, los corintios estaban exigiendo sus derechos. Abusaban de su libertad a expensas de los demás. Los hermanos más débiles estaban tropezando, y es muy probable que los incrédulos sintieran repulsión frente al egoísmo y el espíritu de pugna que dominaba en la congregación de los corintios, como Pablo relata con tantos detalles en su primera carta a ellos. Pablo quería que más bien decidieran seguir su ejemplo: "Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo" (1 Co. 11:1). ¿Cuál había sido su ejemplo? Vayamos al versículo anterior, el último de 1 Corintios 10: "como también yo en todas las cosas agrado a todos, no procurando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos". De modo que el único sentido en que nosotros como creyentes debemos procurar

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agradar a los hombres es "no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros" (Fil. 2:4). Esa es la idea que Pablo estaba comunicando aquí. No estaba defendiendo un plan de mercadeo ni proponiendo una "contextualización" del mensaje de salvación. No estaba sugiriendo que el mensaje se hiciera más aceptable a los hombres o que se reemplazara la predicación con psicología, dramas y entretenimiento mundano. Estaba llamando a la negación de uno mismo y al sacrificio por causa de la proclamación de la verdad no adulterada del evangelio a quienes no conocen a Cristo.

A LOS JUDÍOS COMO JUDÍO ¿De qué manera aplicó Pablo este principio? En 1 Corintios 9:20 describe la puesta en práctica de la negación de uno mismo: "Me he hecho a los judíos como judío ... a los que están sujetos a la ley... como sujeto a la ley". Esto describe un sacrificio abnegado de la libertad personal de Pablo: "aunque yo no esté sujeto a la ley", él se sometió de buena voluntad a los requerimientos rituales de la ley a fin de ganar a los que estaban bajo la ley. En otras palabras, adoptó sus costumbres. Todo lo que dictara su ley ceremonial, él estaba dispuesto a hacerlo. Si era importante para ellos abstenerse de comer cerdo, él se abstenía. Si la sensibilidad de ellos demandaba la observancia de cierta festividad, él la observaba. ¿Por qué? No para ablandar el orgullo de ellos ni para afirmar su religión, sino con el propósito de abrir una puerta de oportunidad que le permitiese predicar la verdad sin concesiones, de tal modo que pudiese ganarles para Jesucristo. Juan Calvino entendió este pasaje: [Pablo] adoptó la manera de vivir de los judíos estando en compañía de los judíos, pero no delante de todos; esto debido a que muchos de ellos eran obstinados, y estando bajo la influencia del fariseísmo, el orgullo o la malicia, les habría gustado ver suprimida por completo la libertad cristiana. Pablo nunca habría deferido al mismo grado que esa clase de personas, porque Cristo no quiere que nos preocupemos por sus opiniones. Nuestro Señor dice: "Dejadlos; son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo" (Mt. 15.14). Por lo tanto, debemos adaptarnos a los débiles pero no a los obstinados. El propósito del apóstol era traerles a Cristo, no adelantar sus propios intereses o conservar su benevolencia. .. .Están en grave error las personas cuya preocupación principal consiste

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en mantener sus vidas libres de problemas, y quienes por esa razón se cuidan de no ofender a la gente, es decir, a los malvados primero que a los débiles. Además, los que no distinguen entre cosas que son neutrales y cosas que están prohibidas están en un doble error. Puesto que no hacen esa distinción, no vacilan en hacer cosas que Dios ha prohibido con el fin de agradar a los hombres. Pero su pecado más grande es que hacen uso incorrecto de esta

frase de Pablo, con el fin de tener una excusa para su propia e inicua hipocresía.6

Pablo estaba dispuesto a condescender sin hacer concesiones de la verdad. Sacrificó con sencillez sus libertades y preferencias personales, quitando toda distracción o excusa innecesaria que pudiera estropear la oportunidad para declarar el evangelio poderoso de salvación a sus oyentes. Pablo no estaba sugiriendo que el evangelio pueda hacerse más poderoso mediante su adaptación a un contexto cultural. No estaba hablando de acomodar el mensaje. Tan solo quería decir que no estaba dispuesto a poner en peligro su capacidad para predicar el mensaje con cosas innecesarias que podían ofender a la gente. Si el mensaje en sí era una ofensa, que así lo fuera: "nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura" (1 Co. 1:23). Sin embargo, Pablo nunca permitiría ser él mismo una piedra de tropiezo para los incrédulos: "No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios" (10:32). Se pueden hallar varias ilustraciones de esto en el Nuevo Testamento. En el capítulo 15 de Hechos se relata lo sucedido en el primer concilio de la iglesia que se reunió en Jerusalén para determinar la manera como la iglesia debía asimilar a los convertidos de entre los gentiles. Muchos de los creyentes judíos estaban tan afincados en la tradición judía que eran escépticos acerca de los gentiles que estaban creyendo en Cristo. Después algunos hombres procedentes de Judea empezaron a enseñar a los cristianos: "Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos" (Hch. 15:1). En otras palabras, estaban afirmando que los gentiles no podían convertirse en cristianos a no ser que primero se volvieran judíos. La iglesia quedó envuelta en una gran confusión. El concilio de Jerusalén fue convocado para discutir el asunto. La Biblia dice que se debatió bastante al respecto (v. 7). En cierto punto Pedro testificó que había estado presente cuando los gentiles recibieron

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por primera vez al Espíritu Santo, y toda la evidencia demostraba que Dios había dado su aprobación (vv. 7-22). Por último, Jacobo como líder del encuentro decretó esta ordenanza: "Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios" (v. 19). Esto arregló el asunto. La iglesia empezaría a aceptar a los gentiles tal como eran, sin imponerles un sometimiento a la ley ceremonial judía. Nótese en todo caso el versículo siguiente. Jacobo prosiguió a añadir esto sobre la instrucción de los creyentes gentiles: "que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre". Hizo mención de cuatro cosas de las cuales debían mantenerse alejados los gentiles. En primer lugar, "las contaminaciones de los ídolos" relacionadas con los alimentos ofrecidos a ídolos. Ese es el mismo asunto que había ocasionado problemas entre los corintios. Comer alimentos ofrecidos a ídolos paganos era una ofensa grave para los judíos. Ellos aborrecían la idolatría pagana, pero como Pablo indicó, no es malo en sí mismo comer algo que haya sido ofrecido a los ídolos. Al fin de cuentas, ¿qué es un ídolo? "Acerca, pues, de las viandas que se sacrifican a los ídolos, sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios" (1 Co. 8:4). De todas maneras, el concilio de Jerusalén añadió esta advertencia para que se mantuvieran alejados de las cosas contaminadas por ídolos, con el fin de no incurrir en ofensas innecesarias contra los judíos. En segundo lugar, los gentiles debían alejarse de la fornicación. Esto no solo significa que no debían cometer fornicación, lo cual es obvio. Aquí no hay confusión ni excepciones. La enseñanza apostólica incluía muchas prohibiciones de toda forma de fornicación o pecado sexual. De modo que apartarse de fornicación en este contexto es mucho más que un mandato en contra de actos específicos de fornicación. Puesto que las religiones gentiles incluían ritos sexuales, prostitutas de templo y cultos orgiásticos, Jacobo quería decir que los creyentes gentiles no debían tener parte alguna en sus antiguas costumbres religiosas. No debían asistir a ceremonias donde tuvieran lugar ese tipo de cosas, y tenían que cortar todos sus vínculos con estilos paganos de adoración que también eran repulsivos para los judíos. En tercer lugar, debían abstenerse de consumir carne de animales ahogados, y en cuarto lugar debían abstenerse de sangre. La carne de los animales ahogados retiene mucha sangre, y la ley judía exigía que

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la carne de todos los animales para el consumo humano debía estar libre de toda la sangre. Para los judíos la ingestión de sangre era una de las prácticas más ofensivas de los gentiles. Por ende, el concilio de Jerusalén mandó a los creyentes gentiles que se abstuvieran de todas esas prácticas. Entendamos la importancia y el significado de esto. La decisión del concilio de Jerusalén fue una condenación explícita dellegalismo. El concilio rehusó someter a los gentiles bajo la ley mosaica. ¿Por qué les impusieron entonces estas cuatro prohibiciones? La razón se expresa con claridad en Hechos 15 :21: "Porque Moisés desde tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien 10 predique en las sinagogas, donde es leído cada día de reposo". En otras palabras, debían abstenerse de esas cuatro cosas para no ofender a los judíos no creyentes. Si los cristianos seguían practicando los rituales gentiles más ofensivos, los judíos no creyentes se verían más inclinados a apartarse del evangelio sin siquiera escucharlo. Hechos capítulo dieciséis incluye una ilustración similar. Es la primera vez en las Escrituras que encontramos a Timoteo. Lucas escribe que era "hijo de una mujer judía creyente, pero de padre griego" (v. 1). Los judíos le habrían considerado un gentil porque su padre era gentil. De hecho, la madre de Timoteo habría sido juzgada como traidora por casarse con un gentil. No obstante, Lucas nos dice acerca de Timoteo que "daban buen testimonio de él los hermanos que estaban en Listra y en Iconio. Quiso Pablo que éste fuese con él; y tomándole, le circuncidó" (vv. 2, 3). Espere un minuto. ¿Por qué hizo eso el apóstol? Sin lugar a dudas Pablo no creía que los gentiles necesitaban circuncidarse para ser salvos. De hecho, Pablo se negó a permitir que Tito fuese circuncidado cuando los legalistas de Jerusalén 10 demandaron (Gá. 2: 1-5). Es más, Pablo se opuso en cierta ocasión a Pedro "cara a cara" porque había cedido ante la presión de los legalistas (Gá. 2:11-14). El apóstol preguntó a Pedro: "Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?" (v. 14). En vista de ello, ¿por qué razón Pablo hizo circuncidar a Timoteo? ¿Estaba haciendo concesiones y demostrando su inconsecuencia? No. Timoteo no lo estaba haciendo para obtener la salvación. Es obvio que no había sido sometido a la circuncisión cuando se salvó, y

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no lo estaba haciendo para complacer a los legalistas encallecidos ni para bajar de tono la ofensa y el tropiezo del evangelio. Tan solo quería identificarse con los judíos para tener cabida entre ellos y predicarles el evangelio. Pablo y Timoteo no lo hicieron con la expectativa de apaciguar a los falsos cristianos legalistas, para mantener una apariencia favorable o para mitigar el evangelio en cualquier modo. Tan solo querían mantener abiertas las líneas de comunicación con los judíos a quienes se habían propuesto predicar el evangelio. No fue un acto de negociación ni una concesión para agradar a los hombres. Fue un sacrificio abnegado, amoroso y en realidad de gran padecimiento físico, realizado por amor a los perdidos. Dondequiera que pudiese reconocer la tradición religiosa fuerte de un pueblo y no ofender su susceptibilidad, Pablo lo hacía de buena gana, siempre y cuando no transgrediera la Palabra de Dios ni afectara la comunicación del evangelio. Sin embargo, el apóstol nunca adaptó su ministerio para complacer deseos pecaminosos, mundanos y egoístas.

ME HE HECHO GENTIL POR LOS GENTILES Si regresamos al capítulo noveno de 1 Corintios, leemos en el versículo 21: "a los que están sin ley, [me he hecho] como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están sin ley". "Los que están sin ley" son los gentiles. Nótese la aclaración insertada por Pablo. Declaró de manera específica, "no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo". Fue claro en afirmar que no estaba faltando a la ley moral para agradar a los que aborrecen la justicia verdadera. Aunque se había hecho como uno que "estuviera sin ley" en el sentido ritual o ceremonial, no estaba viviendo de manera licenciosa ni se comportaba faltando a la justicia y la rectitud. No se identificaría jamás con los antinomianos, quienes creen que toda la ley fue abolida para los cristianos y están exentos de obedecerla. "Sin ley" no es una referencia a la ley moral. Pablo no está implicando que la estaba pasando de lo lindo y haciendo lo que le placía para ganarse la admiración de los gentiles. El apóstol no alentaba a las personas a pensar que se podían convertir en cristianos y seguir aferrados a un estilo de vida mundano. De nuevo, estaba hablando acerca de la ley ceremonial del Antiguo Testamento. Cuando ministraba a gentiles Pablo dejaba a un lado todas

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sus tradiciones judías no morales. Cada vez que Pablo estaba con los gentiles, seguía las costumbres gentiles y su cultura mientras ello no entrara en conflicto con la ley de Cristo. De esa manera evitaba incurrir en cualquier ofensa innecesaria a los gentiles. Por ejemplo, cuando Pablo estuvo en Jerusalén, siguió las costumbres religiosas judías. Observó las fiestas y los días de reposo y acató las leyes alimentarias de los judíos. No obstante, cuando fue a Antioquía, comió con los gentiles a pesar de que esto iba en contra de su propia tradición y crianza. Pedro fue a Antioquía y también comió con los gentiles hasta que llegaron algunos judaizantes. En ese momento Pedro y otros creyentes se apartaron y no participaban de la comunión fraternal (Gá. 2:12). Pablo dice que "en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos" (v. 13). En ese momento Pablo reprendió a Pedro cara a cara y frente a los demás. Nótese la razón por la cual Pablo arrostró a Pedro: "vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio" (v. 14). Pablo estaba dispuesto a ser todas las cosas para todos los hombres pero no con el fin de introducir el evangelio a escondidas. Por el contrario, lo hacía para proclamar sin estorbo alguno la verdad del evangelio y de la manera más directa y relevante posible. Quería remover todo tropiezo personal y circunstancial para que solo quedara el tropiezo inherente del evangelio. Pablo vio la aquiescencia de Pedro como algo que menoscababa la claridad y la fuerza del evangelio, y por esa razón lo confrontó sin titubeos.

ME HE HECHO DÉBIL A LOS DÉBILES Si volvemos a 1 Corintios 9 notaremos que Pablo menciona un tercer grupo: "Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles" (v. 22). ¿Quiénes son los débiles? En teología paulina esta expresión se refiere a cristianos con demasiados escrúpulos, creyentes inmaduros que no entienden su libertad. En la comunidad judía, por ejemplo, algunos cristianos nuevos todavía querían observar los días de reposo, asistir a las sinagogas, acatar las leyes alimentarias y mantener todas las fiestas y ceremonias de la ley del Antiguo Testamento. Algunos en la comunidad cristiana tenían conciencias débiles y consideraban que esas cosas seguían siendo obligatorias. Acababan de salir del judaísmo y

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seguían aferrados a la tradición porque sentían que sus conciencias les impulsaban a hacer todo lo que se había convertido en hábito y que estaba asociado con el Dios verdadero y las Escrituras del Antiguo Testamento. Por otra parte, muchos entre los gentiles antes de alcanzar la salvación habían practicado la idolatría y ahora tenían gran aprensión de tener algo que ver con alimentos ofrecidos a ídolos. Quizás algunos seguían creyendo en antiguas supersticiones y temían a los demonios de los ídolos, simplemente no querían tener relación alguna con todo lo que les recordara su pasada manera de vivir. Por supuesto, Pablo estaba libre de tales temores y supersticiones al igual que frente a la ley ceremonial del Antiguo Testamento. La ley de Cristo gobernaba en su vida. Aunque se sentía libre de hacer cosas que las conciencias de otras personas no les permitían hacer, cuando Pablo estaba con hermanos más débiles era cuidadoso en no vulnerar su sensibilidad. Adaptaba su conducta para no ser causa de tropiezo en sus vidas. Renunciaba a sus preferencias por amor para no ofender a un hermano más débil. ¿Cómo lo hizo? En cierta ocasión tomó un voto nazareo para acallar un rumor falso entre los judíos creyentes de Jerusalén en el sentido de que estaba predicando en contra de Moisés e instando a los judíos a no circuncidar a sus hijos (Hch. 21:17-26). Lo irónico es que fue el cumplimiento de ese voto lo que condujo en últimas a su arresto y encarcelamiento. Los judíos incrédulos aborrecían el mensaje del evangelio, así que se lanzaron a destruir al mensajero. El problema es que no tenían alguna queja legítima contra Pablo como persona, ya que había hecho grandes sacrificios para ser un judío entre los judíos, un gentil entre los gentiles y un hermano débil entre los débiles en la fe. Surge de nuevo la pregunta: ¿por qué Pablo se sometió a todo esto? En 1 Corintios 9:22 y 23 dice: "para que de todos modos salve a algunos. y esto hago por causa del evangelio". "De todos modos" podría sonar en un principio como un eco del pragmatismo, pero no se debe olvidar que Pablo está hablando aquí de deferencia y no de concesión. ¿Cuál es la diferencia? Deferir significa quitar las ofensas innecesarias a la conciencia religiosa de la gente, dejando de lado cierta medida de libertad personal y opcional. Conceder es poner de lado una verdad esencial y por esa vía alterar o debilitar el mensaje del evangelio.

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Pablo se diferenció con claridad de los que negociaban con la verdad y hacían concesiones en 2 Corintios 2: 17: "Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo". El que hace concesiones vende un evangelio barato y trata dehacerlo atractivo quitando el tropiezo de la cruz de Cristo. Pablo tan solo quería asegurarse de no ser él mismo un obstáculo o una piedra de tropiezo para la conciencia de las personas, a fin de que el mensaje no adulterado pudiera penetrar los corazones y llevar a cabo la obra divina. Si alguien se ofendía por el mensaje, Pablo no trataba de remover la ofensa del evangelio o eliminar el tropiezo de la cruz, y tampoco estaba dispuesto a tolerar a quienes lo hicieran (cp. Gá. 5:11). Sin embargo, estaba dispuesto a practicar la abnegación y la deferencia si ello le abría oportunidades para predicar.

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LA "CONTEXTUALIZACION" y LA CORRUPCION DE LA IGLESIA Debería quedar en claro que los mercaderes modernos de la iglesia no pueden buscar aprobación de su metodología en el apóstol Pablo ni reclamarle como el padre de su filosofía. Aunque Pablo ministró a los paganos más inicuos en todo el Imperio Romano, nunca adaptó la iglesia a los gustos de la sociedad secular. No habría considerado siquiera la posibilidad de alterar el mensaje o la naturaleza de la iglesia. Cada una de las iglesias que fundó tenía su propia personalidad y su serie de problemas únicos, pero la enseñanza de Pablo, su estrategia y por encima de todo su mensaje permanecieron iguales a lo largo de su ministerio. Su medio para la realización del ministerio, como veremos en el capítulo siguiente, siempre fue la predicación: la proclamación directa y sencilla de la verdad bíblica. A diferencia de ello, la "contextualización" del evangelio hoy día ha infectado a la iglesia con el espíritu de la época. Ha abierto del todo las puertas de la iglesia a la mundanalidad, la superficialidad y en algunos casos una atmósfera de fiesta inexcusable. Ahora el mundo está dictando la agenda de la iglesia. Esto se demuestra con claridad en un libro de James Davison Hunter, un profesor de sociología en la Universidad de Virginia. Hunter realizó un sondeo entre estudiantes de universidades y seminarios evangélicos,

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y llegó a la conclusión de que el cristianismo evangélico ha experimentado cambios dramáticos en las últimas tres décadas. Descubrió que los jóvenes evangélicos se han vuelto mucho más tolerantes hacia actividades antes vistas como mundanas o inmorales, incluyendo fumar, consumir marihuana, ver películas restringidas para adultos y tener relaciones sexuales antes del matrimonio. Hunter escribió: Las fronteras simbólicas que antes definían la circunspección moral para el protestantismo conservador han perdido cierto grado de claridad. Muchas de las distinciones que separan la conducta cristiana de la "conducta mundana" han sido cuestionadas si no eliminadas del todo. Incluso las palabras mundano y mundanalidad han perdido, en el espacio de una sola generación, gran parte de su significado tradicional... El significado tradicional de mundanalidad sin lugar a dudas ha perdido su relevancia para la próxima generación de evangélicos.?

Lo que Hunter notó entre estudiantes evangélicos es un reflejo de lo que ha ocurrido en la iglesia evangélica en general. Muchos cristianos de profesión parecen estar mucho más preocupados por la opinión del mundo que interesados en la de Dios. Las iglesias se han obsesionado tanto con tratar de agradar a los no cristianos que muchos han olvidado su deber prioritario de agradar a Dios (2 Co. 5:9). La iglesia se ha adaptado en tal medida al contexto que se ha dejado corromper por el mundo.

PARA QUE DE TODOS MODOS SALVE A ALGUNOS La única meta de Pablo al hacerse siervo de todos era que pudieran salvarse. No estaba tratando de ganar un concurso de popularidad. No estaba procurando hacer del evangelio o de sí mismo un producto atractivo para los no creyentes. Todo su propósito siempre fue evangelístico. C. H. Spurgeon, al predicar sobre este pasaje dijo lo siguiente: Temo que hay algunos que predican teniendo en la mira divertir a los hombres, y para ellos siempre que haya personas dispuestas a conglomerarse en multitudes motivadas por su comezón de oír, que después se puedan retirar complacidas con lo que han oído, es razón de más para que el orador se sienta campante, se frote las manos de contento y se devuelva por donde vino satisfecho consigo mismo. En cambio, Pablo no se dispuso jamás a complacer al público y a mantener distraída a la multitud. Si no era para llevarles a la salvación, de nada le servía ganar su atención e interés. A menos que la verdad atravesara sus corazones, afectara sus vidas y les convirtiera en nuevas criaturas, Pablo regresaría desconsolado a su casa exclamando:

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"¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿Y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová?" Ahora observen esto hermanos: si yo o ustedes, o cualquiera de nosotros, o todos nosotros hemos pasado nuestra vida nada más que divirtiendo a los hombres, o educando a los hombres, o moralizando a los hombres, cuando tengamos que rendir cuentas en el último y gran día, vamos a estar en una condición muy lamentable y solo vamos a poder presentar un informe muy deplorable; al fin de cuentas, ¿de qué le sirve a un hombre ser educado si va a terminar en condenación? ¿Qué servicio le prestará el haber sido entretenido cuando suene la trompeta, cuando tiemblen el cielo y la tierra y el abismo abra sus fauces de fuego para atragantarse con las almas de los no salvos? ¿De qué servirá haber moralizado a un hombre si todavía está a la izquierda del juez y será contado entre los destinatarios de las horrendas palabras "Apartaos de mí, malditos"? 8

Esa es la misma preocupación que yo tengo con respecto a las estrategias pragmáticas de iglecrecimiento en la actualidad. Están diseñadas para atraer a los que no asisten a la iglesia. ¿Para qué? ¿Para entretenerlos? ¿Para hacer que asistan con regularidad a las reuniones de la iglesia? El simple hecho de "meter" en las actividades de la iglesia a los que no pertenecen a ella no constituye un logro de valor eterno en lo más mínimo. Sin embargo, con demasiada frecuencia es allí donde la estrategia deja de funcionar y a partir de ese momento se combina con un evangelio aguado que asegura de manera errónea a los pecadores que una "decisión" positiva por Cristo tiene el mismo valor que la conversión verdadera. Grandes multitudes compuestas por personas que no son cristianos auténticos ahora se identifican con la iglesia. De esa manera la iglesia ha sido invadida por los valores del mundo, los intereses del mundo y los ciudadanos del mundo. Debemos procurar en lo posible y "de todos modos" la salvación de los perdidos. Debemos ser siervos de todos y tener deferencia hacia todo tipo de personas. Para los judíos debemos ser judíos; para los gentiles debemos ser como gentiles; para los niños debemos ser como niños; y de igual manera con todas las personas y grupos humanos. Sin embargo, no podemos atrevemos a pasar por alto el principal medio de evangelismo: la proclamación directa y centrada en Cristo de la Palabra de Dios no adulterada. Los que canjean la Palabra por diversiones o trucos descubrirán que no tienen medios eficaces para alcanzar a las personas con la verdad de Cristo.

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1. "Restoration of Truth and Revival" ("Restauración de la verdad y el avivamiento"), The Sword and the Trowel (diciembre de 1887), p. 606. 2. Revista People (16 de marzo de 1992), p. 68. 3. Ibíd. 4. George Barna, Marketing the Church [Cómo mercadear la iglesia] (Colorado Springs, Colo.: NavPress, 1988), p. 33. 5. Citado en Mike McIntyre, "Cómo mercadear al Creador", The San Diego Union (6 de noviembre de 1988), sección D, p. 8. 6. John W. Fraser, traductor, The First Epistle of Paul to the Corinthians [La primera epístola de Pablo a los Corintios] (Grand Rapids, Mich.: Eerdmans, 1960), p. 196, cursivas añadidas. 7. Evangelicalism: The Coming Generation [La próxima generación de evangélicos] (Chicago: University of Chicago, 1987), p. 63. 8. "Soul Saving Our One Business" ("Salvemos el alma de nuestra única ocupación"), The Metropolitan Tabemacle Pulpit, vol. 25 (Londres: Passmore and Alabaster, 1879), pp. 674-76.

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LA LOCURA DE DIOS Orar sin cesar y predicar la Palabra fiel en términos más claros que nunca antes: tal es el curso de acción que a algunos se les antoja como quedarse quieto sin hacer algo concreto, pero de lo que se trata en verdad es que por esa vía se introduce a Dios en la batalla; y lo que sucede es que cuando Él venga para combatir por su pacto, no va a tardar mucho en obtener la victoria. "¡Levántate, oh Señor, por tu gloria defiende tu causa!" Carlos H. Spurgeon I

Las tendencias al declive han sido continuas y no intermitentes en el transcurso de la historia eclesiástica. Nunca ha habido un tiempo en que el cristianismo bíblico no se haya visto amenazado con mundanalidad y doctrina falsa. La iglesia evangélica de este siglo ofrece un ejemplo en extremo penoso de ello. La historia del movimiento evangélico a escala mundial en los siglos pasados ha sido una de lucha prolongada y frustrada contra las influencias de la teología liberal y las componendas con el mundo. Empezando hace más de cien años con Spurgeon y la controversia del declive, el movimiento evangélico ha sido trastornado y deshecho una y otra vez por las mismas cuestiones que agobiaban a Spurgeon. Las primeras advertencias de Spurgeon en contra del modernismo y el declive de la iglesia fueron ignoradas en gran parte, pero en la primera década del siglo veinte ya era evidente que el protestantismo ortodoxo estaba perdiendo la batalla contra el liberalismo. A partir de

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1909, un grupo internacional de líderes cristianos comprometidos con la verdad bíblica, empezó a escribir y publicar una serie de artículos conocidos como Los fundamentos. A. C. Dixon, pastor de la Iglesia Moody Memorial en Chicago, fue el editor principal de la serie con la asistencia de R. A. Torrey y Louis Meyer. En 1911 Dixon fue llamado a pastorear El Tabernáculo Metropolitano en Londres, la famosa iglesia donde Spurgeon fue pastor. De modo que los cuarteles generales en la batalla contra el declive regresaron por fin al lugar donde había empezado a librarse. Los artículos de Los fundamentos fueron compilados en doce volúmenes y la serie se completó en 1915. Con a financiación de dos empresarios cristianos de California, cerca de tres millones de copias de los libros fueron distribuidas sin costo alguno a obreros cristianos alrededor del mundo. El material suministraba una defensa bíblica sólida de cada una de las doctrinas esenciales que se encontraban entonces bajo el ataque de los teólogos liberales y los librepensadores que opinaban sobre temas religiosos. Los artículos condenaban la "alta crítica", que se caracterizaba por imponer presuposiciones humanistas al conocimiento bíblico y casi siempre llevaba al descreimiento total. Defendían la inerrancia y autoridad de la Biblia, la historicidad de las Escrituras, la inspiración verbal, la deidad de Cristo, la doctrina de la expiación substitutiva y otras cuestiones bíblicas cruciales. Entre los contribuyentes conocidos a la serie se encontraban B. B. Warfield, J. C. Ryle, G. Campbell Morgan, C. I. Scofield, James M. Gray (presidente del Instituto Bíblico Moody), A. T. Pierson (otro de los sucesores de Spurgeon en el Tabernáculo), y Tomás Spurgeon, hijo de Carlos. Aquellos libros marcaron el ascenso del movimiento conocido como fundamentalismo. En 1919 ya se reconocía la fuerza del movimiento; en el mes de mayo se celebró la Conferencia Mundial sobre Fundamentos Cristianos en la ciudad de Filadelfia, Estados U nidos, y asistieron a ella más de seis mil cristianos de una variedad de trasfondos denominacionales. El fundamentalismo parecía tener un futuro brillante, pero esa primera reunión oficial se convertiría en el punto máximo del movimiento fundamentalista. En poco tiempo la palabra "fundamentalista" se convirtió en un término despectivo que se aplicaba con mayor frecuencia a líderes truculentos del islamismo que a verdaderos hombres de Dios. El movimiento fundamentalista ahora está

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fragmentado y subdividido en bandos diminutos. Además, como hemos visto, un nuevo tipo de modernismo está empujando a los cristianos cuesta abajo. ¿Qué sucedió? ¿Por qué ha sido tan vulnerable el cristianismo bíblico en tiempos modernos a las concesiones doctrinales y la influencia mundanal? Un recuento histórico fascinante del movimiento evangélico fundamentalista a partir de una muestra en microcosmos, se encuentra en un libro escrito por George Marsden. 2 Allí se presenta el desarrollo histórico de una institución educativa influyente, y el autor relata en detalle la manera como el seminario Fuller hizo concesiones y en últimas abandonó su compromiso con la inerrancia bíblica. La escuela se fundó originalmente para suministrar capacitación bíblica conservadora después que los seminarios denominacionales acogieron el liberalismo o abandonaron la fe de otro modo. No obstante, en unas cuantas décadas el seminario Fuller también capituló en el punto de la inerrancia bíblica. ¿Por qué? La exposición de Marsden revela que muchos de los fundadores de Fuller y los primeros profesores estaban obsesionados con la noción de respetabilidad intelectual y académica. Querían que el seminario Fuller fuese visto en la comunidad académica elitista con la misma estima que las escuelas liberales de las denominaciones mayoritarias. Desdichadamente, el clima intelectual de la época simpatizaba casi de manera unánime con el escepticismo, el liberalismo, el humanismo y el racionalismo subcristiano. La misma comunidad de la cual procuraron ganar su aprobación los hombres de Fuller estaba en franca lid con la teología que el seminario Fuller fue fundado para defender. Con el fin de alcanzar la altura y el reconocimiento que buscaban, los hombres de Fuller estuvieron dispuestos a hacer concesiones doctrinales. Por eso la historia de la escuela suena muchas veces como una crónica triste de controversias y declinación doctrinal.

CUANDO LO INSENSATO ES SABIO ¿Acaso la respetabilidad intelectual y académica es una meta digna de alcanzar? No cuando el mundo establece las normas que determinan qué es aceptable y qué no lo es. "Nadie se engañe a sí mismo; si alguno entre vosotros se cree sabio en este siglo, hágase ignorante, para que llegue a ser sabio. Porque la sabiduría de este mundo es insensatez

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para con Dios; pues escrito está: El prende a los sabios en la astucia de ellos" (1 Co. 3:18, 19, cursivas añadidas). Es una insensatez buscar aprobación de la sabiduría humana; la meta misma es incompatible con la integridad bíblica. El apóstol Pablo trató este asunto con detalle en su primera epístola a los corintios. Al darse cuenta de que la verdad bíblica casi siempre es vista por el mundo como insensatez total, Pablo escribió: "lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres" (1 Co. 1:25). El hecho mismo de hablar de "lo insensato de Dios" resulta perturbador, pero Pablo estaba utilizando la expresión para que sus lectores enfocaran con claridad el conflicto entre la filosofía humana y la verdad bíblica. La sabiduría divina no siempre parece sabia cuando es sometida a la evaluación humana. En una era pragmática como la nuestra, lo que es verdadero puede ser incompatible con lo que funciona, y lo que es correcto puede tener diferencias profundas con lo que es aceptable a juicio del mundo. De hecho, casi siempre este es el caso; pero eso no demuestra que el evangelio tenga algún defecto, más bien subraya la deficiencia de la sabiduría humana. Pablo defendió el evangelio contra la acusación de que es inferior a la sabiduría de este mundo. No trató de argumentar que el mensaje de Cristo sea erudito en un sentido intelectual humano, y tampoco buscó apreciación o estima de los llamados sabios de este mundo. En lugar de ello, admitió que el evangelio es una insensatez completa a los ojos de la sabiduría humana y escribió lo siguiente: Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio; no con sabiduría de palabras, para que no se haga vana la cruz de Cristo. Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé el entendimiento de los entendidos. ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación. Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios. Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.

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Pues mirad, hennanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que 10 necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y 10 débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y 10 vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer 10 que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia. Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor. Así que, hennanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.

LA INFERIORIDAD DE LA SABIDURÍA HUMANA Recordemos que Pablo estaba ministrando en una civilización que había sido llevada a la cúspide de la civilización bajo el Imperio Griego y ahora disfrutaba el auge de una cultura encumbrada bajo el gobierno romano. Los griegos antiguos veían la filosofía como el más sublime de los logros humanos, y construyeron toda su sociedad alrededor de ella. Los griegos educados tomaban muy en serio su filosofía. Había por lo menos cuarenta sistemas filosóficos distintos que competían entre sí por influencia y aceptación entre la gente. Muchos de ellos eran de contenido abiertamente religioso y explicaban el origen del hombre, la moralidad, las relaciones sociales y el destino humano en términos de las iniciativas y actividades de un atiborrado panteón de dioses paganos. Estas filosofías griegas eran muy complicadas y se constituyeron en la base de todas las relaciones sociales, económicas, políticas y educativas. La mayoría, si no todas ellas, eran del todo incompatibles con la verdad revelada en las EscritUras. En pocas palabras, la sociedad griega rendía culto a la sabiduría humana. La misma palabrafilosofía significa "amor a la sabiduría". Lo triste es que algunos de los convertidos al cristianismo en Corinto seguían aferrados a su amor por la sabiduría humana y trataron de introducirlo en la iglesia. Es evidente que tenían la idea de que la sabiduría humana podía complementar y expandir la revelación divina, o añadir algo a lo que ya tenían en Cristo. Pablo se dispuso a corregirlos al respecto en el pasaje citado.

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El apóstol incluyó una admonición similar en su epístola a los Colosenses: "Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo" (2:8). Su punto era que los cristianos no tienen una sola razón válida para ocuparse en procurar la sabiduría humana. No es de provecho espiritual para los no salvos, y no puede contribuir a la edificación del creyente. De hecho, la sabiduría humana no tiene para ofrecer más que confusión y división. Es importante advertir que el argumento de Pablo no estaba dirigido en contra del conocimiento de los hechos naturales o de la verdad racional. No estaba asumiendo una postura irracional en contra del uso de las facultades humanas. Por el contrario, Pablo mismo apeló a las mentes de sus discípulos: "transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento" (Ro. 12:2); "renovaos en el espíritu de vuestra mente" (Ef. 4:23); "que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual" (Col. 1:9); etc. Pablo no era hostil a las ideas o actividades intelectuales. Para Pablo toda verdad era objetiva, fija y había sido revelada de manera infalible por Dios a través de su Palabra. Conocer la verdad requería de estudio y diligencia (2 Ti. 2:15). Era una cuestión de entendimiento y no de emoción (1 Co. 14:14-20). La verdad, como él insistía, es algo que debe entenderse de manera racional y no se puede discernir por intuición mística (cp. Job 38:36; Le. 24:45). No hay razón alguna para creer que Pablo desestimaba la importancia de la mente. Pablo tampoco estaba a la ofensiva en contra de la tecnología y la ciencia. La medicina, la arquitectura, la ingeniería, la matemática y otras ciencias habían tenido grandes avances en el tiempo de Pablo, tal como sucede en nuestro tiempo. Pablo no estaba condenando alguno de estos campos del conocimiento humano en sí. No se oponía al aprendizaje y la aplicación de los beneficios de las disciplinas científicas que Dios había concedido a la humanidad. Tampoco se habría opuesto a áreas nuevas de aprendizaje como la electrónica o la mecánica automotriz. Los cristianos pueden y deben dar gracias a Dios por las bendiciones que disfrutamos como resultado del desarrollo de estas ciencias. Siempre y cuando se utilicen para fines buenos y mientras no se conviertan en base para la especulación acerca de Dios, el bien y el mal, lo correcto y lo erróneo o el significado espiritual de la vida, las ciencias verdaderas no representan una amenaza para la verdad del evangelio.

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A lo que Pablo se oponía era la sabiduría humana sobre la cual se apoya la filosofía mundana: "Porque nuestra gloria es esta: el testimonio de nuestra conciencia, que con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo, y mucho más con vosotros" (2 Co. 1: 12, cursivas añadidas). A diferencia de Pablo, muchos evangélicos contemporáneos han elevado a un lugar inmerecido la opinión humana y la sabiduría mundana y carnal. Durante gran parte de los siglos pasados, la teología evangélica se ha hincado en el santuario de la academia secular para tratar de asimilar su teología, filosofía, política, psicología, relativismo moral, teoría evolutiva y todas las demás modas especulativas. Al descubrir que esas cosas son incompatibles con la Biblia y la sencillez del evangelio, los cristianos muchas veces han estado dispuestos a torcer y moldear la verdad divina para hacer que encaje. De esa manera grandes multitudes se han alejado de la devoción exclusiva a la doctrina bíblica para acogerse a la sabiduría humana. Es indudable que el deseo de aceptabilidad intelectual ha hecho rodar cuesta abajo a más líderes e instituciones cristianas que cualquier otra fuerza singular. En la búsqueda de esa meta desviada, la iglesia mundana se ha asegurado con esmero de ir uno o dos pasos detrás del mundo en sus modas y manera de pensar. Por ende, los evangélicos que creen en la Biblia han tenido que librar una guerra continua en contra de las opiniones humanas del momento. Puede ser que la voluntad firme para perseverar en esa batalla se esté desvaneciendo a medida que más y más iglesias se conforman al mundo. Ahora es práctica regular entre los evangélicos tomar prestadas la psicología y la metodología del mundo. Algunos piensan que pueden añadir a la Biblia sin mayor problema todo tipo de opiniones humanas, y creen que así bautizan la sabiduría humana para hacerla "cristiana". Por otro lado, Pablo no estaba dispuesto en lo más mínimo a incorporar la sabiduría humana en la iglesia. Más bien la atacaba sin reservas como un enemigo infame: "no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio; no con sabiduría de palabras, para que no se haga vana la cruz de Cristo" (1 Co. 1: 17). La tarea de Pablo era predicar la Palabra de Dios, no la sabiduría dellÍombre. En este punto puede ser procedente preguntar si siempre ha sido un error apelar a la sabiduría humana, incluso en contextos evangelísticos.

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Después de todo, si nuestra tarea es alcanzar al mundo con el evangelio, ¿por qué no tratar de expresarlo en maneras que se acerquen a la mente humana? Pablo responde esa pregunta diciendo que esa metodología anula la cruz de Cristo. Hay dos razones por las que esto es así. Primero que todo, el mensaje de la cruz "es locura a los que se pierden" (v. 18). No hay forma de convertirlo en otra cosa sin ser infieles al mensaje. En segundo lugar, es imposible elevar la sabiduría humana sin rebajar la verdad de Dios. La sabiduría humana complace la voluntad egoísta, el orgullo intelectual y social, los deseos carnales y el deseo de independencia de Dios. La sabiduría humana y el evangelio son incompatibles por constitución y esencia propias. Pablo insiste en que todo intento de combinarlos anula el contenido del evangelio. La razón por la que a muchos les encanta la religión complicada y la moral intelectual es que esas cosas apelan al ego humano. Al mismo tiempo, la sabiduría mundana hace mofa del evangelio por el hecho mismo de que confronta el engreimiento humano. El evangelio demanda que las personas reconozcan su pecado y su impotencia espiritual. Les humilla, les convence de culpa y les llama pecadores. Además, ofrece salvación como una obra de la gracia de Dios y no algo que puedan alcanzar por sus propios esfuerzos. En todo sentido la cruz aplasta el orgullo humano.

LA SUPERIORIDAD DE LA SABIDURÍA DE DIOS La sabiduría humana descarta la verdad de Dios como "locura" (v. 18). Los que son sabios según este mundo emplean con frecuencia epítetos como "simplista", "irrelevante", "ingenuo", "rústico" y hasta "disparatado" para describir el evangelio, y así es como les parece. Después de todo, ¿cómo es posible que tenga alguna relevancia para la humanidad moderna o el destino de la civilización humana el hecho de que Jesús haya sido clavado a un pedazo de madera sobre una colina remota en un lugar agreste del mundo hace miles de años? ¿Acaso no hay cabida en realidad para los logros personales, la bondad humana, la benevolencia natural o el mérito religioso? ¿Es Dios tan severo que en efecto está dispuesto a castigar a los pecadores? ¿Somos de verdad pecadores indignos al fin de cuentas? Así razona la mente del hombre caído. De ese modo, la palabra de la cruz es locura para los que se pierden. Cuando Pablo habla de "la palabra de la cruz", tiene en mente todo

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el mensaje del evangelio. La cruz es central para todo lo que creemos y proclamamos. Recordemos que antes que las personas empezaran a ponerse cruces en piezas de joyería y a llevarlas como adorno, la cruz era una instrumento ignominioso de ejecución. Era un lugar donde los criminales más ruines eran torturados y muertos. ¿Qué podría ser más despreciable que eso? La fuerza del argumento de Pablo es que no solo incluye la parte del mensaje que tiene que ver con la cruz, sino todo el conjunto de la verdad salvadora de Dios. La cruz está en el corazón de la revelación de Dios y es el blanco central del desprecio humano, mientras que la verdad revelada por Dios en su conjunto es juzgada como "locura" por el mundo y es objeto del escarnio de la sabiduría de este mundo. Pablo había confrontado la sabiduría humana en el Areópago de Atenas justo antes de llegar a Corinto (Hch. 17: 18-21; véase capítulo 7 de este libro). Los intelectuales atenienses se burlaron de él cuando mencionó la resurrección de los muertos (v. 32). El apóstol sabía que iba a enfrentar más de lo mismo en Corinto, una ciudad conocida por su devoción a la filosofía mundana, los placeres terrenales y los apetitos de la carne. Un experto en mercadeo podría haber sugerido a Pablo que cambiara su metodología, adaptara el mensaje, suavizara las declaraciones que podrían ofender a las personas y les hablara de cosas que parecieran tener más relevancia inmediata para sus vidas e intereses. Pablo respondería sin titubeos: "me propuse no saber entre [ellos] cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado" (1 Co. 2:2). El apóstol no iba a cambiar su mensaje para amoldarse a los corintios. Ellos ya tenían bastante opinión humana y filosofía terrenal sin que Pablo añadiera la suya. Lo que necesitaban era el profundo pero sencillo mensaje de la cruz.

LA SABIDURÍA HUMANA FRENTE A LA LOCURA

DE DIOS Aunque la mente natural percibe la cruz como ofensa y locura, "a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios" (v. 18). La cruz es la cúspide de la sabiduría divina y la demostración innegable de su superioridad. La sabiduría de Dios derroca a la sabiduría humana en muchos sentidos.

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La sabiduría humana es temporal; la sabiduría divina es eterna "Destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé el entendimiento de los entendidos" (v. 19), es una cita de Isaías 29:14. En 1 Corintios Pablo lanza una serie de preguntas que silencian la sabiduría humana: "¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo?" (v. 20). En esencia está preguntando: "¿Dónde están los que han refinado la sabiduría humana a tal grado que pueden alegar ser superiores a Dios?" ¿Acaso la sabiduría humana ha eliminado la guerra, el hambre, el crimen, la pobreza o la inmoralidad? ¿A dónde han llevado a la humanidad todos los argumentos ingeniosos y la retórica deslumbrante? ¿Están los seres humanos en mejores condiciones de vida gracias a ellos, o tan solo se han vuelto más complacientes y satisfechos consigo mismos? La sabiduría humana no ha cambiado una sola cosa. La vida está llena de los mismos problemas y los mismos dilemas que siempre han aquejado a la raza humana. Las opiniones humanas muchas veces son contradictorias, siempre están cambiando y algunas veces pasan de moda tan solo para reaparecer maquilladas en otra generación. Tras haber rechazado la autoridad divina, la sabiduría reciclada de este mundo no tiene un ancla que la mantenga firme y estable. La sabiduría humana es impotente; la sabiduría divina es poderosa Pablo señala en los versículos 21-25 que la sabiduría mundana no es eficaz en el campo espiritual. No puede mejorar la naturaleza humana ni acercar la gente a Dios. La iglesia contemporánea necesita con desesperación ver esta verdad. La suma de todos los filósofos, intelectuales, sociólogos, antropólogos, psicólogos, políticos y demás personas sabias en toda la historia humana, jamás han encontrado una solución al problema del pecado ni han acercado la humanidad a Dios un solo centímetro. De hecho, la condición espiritual de nuestra especie es peor en la actualidad que nunca antes, con mayores cifras de suicidio, la amenaza constante de una guerra nuclear y los niveles epidémicos de frustración, confusión, depresión y alcoholismo. La sabiduría humana en nuestro tiempo está en la misma bancarrota que todas las filosofías en la antigua Grecia y en Corinto, o es posible que mucho peor todavía.

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La verdad es que la sabiduría humana y la filosofía humana tienden a empeorar la condición de la humanidad, no a mejorarla. Problemas contemporáneos tales como guerra, racismo, alcoholismo, crimen, divorcio, abuso de sustancias alucinógenas y pobreza lo atestiguan. Estas cosas son diagnosticadas en todo el mundo como males, pero exhiben un crecimiento continuo en todas partes y no se encuentra una cura. Cuanto más dependa el mundo de la sabiduría humana, estos problemas van a empeorar aun más. ¿Existe una solución? Sin duda alguna: "agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación" (v. 21). "La predicación" es una palabra en el texto griego: kerugma. Destaca tanto el mensaje como el método a través del cual Dios eligió comunicar a las personas su mensaje de salvación: la proclamación directa y simple del evangelio. Este es el método que "agradó a Dios", así el mundo lo considere una locura. Los que quieren reemplazar la predicación con dramas, música y medios más sutiles, harían bien en considerar lo siguiente: Dios eligió a propósito un mensaje y una metodología que la sabiduría del mundo juzga como locura. La palabra griega para "locura" es moria, de la cual se derivan palabras como morondanga (inutilidad, trivialidad, tontería). El medio de salvación provisto por Dios es literalmente una tontería a los ojos de la sabiduría humana, pero es la única estrategia de Dios para impartir el mensaje. ''A los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios" (v. 18). Los que abandonan la sabiduría humana por la locura divina reciben vida eterna. Esta "locura" es la única esperanza de toda persona. En conclusión, el evangelio simple suministra todo lo que la sabiduría humana compleja siempre ha buscado. "Si alguno entre vosotros se cree sabio en este siglo, hágase ignorante, para que llegue a ser sabio" (3:18). Nótese que Dios no espera que las personas lleguen a tener un conocimiento de la verdad por medio de la inteligencia humana. Él escogió la locura de la predicación. Nadie puede encontrar su camino a Dios por la razón ni llegar a Él mediante manipulación. El caso sigue siendo que "agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación" (v. 21). Ese es su plan, y ha sido ordenado "en la sabiduría de Dios". Pablo no estaba defendiendo la predicación loca o insensata, sino que solo estaba explicando que la predicación del evangelio de una

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locura según la sabiduría del mundo. Los que promueven principios de mercadotecnia en el ministerio de la iglesia sugieren que si las personas no quieren predicación, debemos darles lo que quieran tener. ¿Cuál fue la perspectiva de Pablo al respecto? Pablo fue inequívoco: "los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura" (vv. 22, 23, cursivas añadidas). Los judíos quieren una señal; ¿por qué no darles una? Los griegos aman la filosofía; ¿por qué no enmarcar el mensaje en un diálogo filosófico? Después de todo, ¿no es este el mismo apóstol que dijo "a todos me he hecho de todo"? Pero aquí vemos de nuevo que a pesar de que Pablo estaba dispuesto a hacerse siervo de todos, no estaba dispuesto a modificar el evangelio o alterar el designio de Dios para su predicación. No iba a darle gusto a las preferencias de la sabiduría humana, haciendo señales milagrosas para los que exigían algo sensacional, o poniendo el mensaje en términos filosóficos rebuscados para los que tenían gustos más cerebrales. En lugar de eso Pablo predicó a Cristo crucificado, una piedra de tropiezo para los judíos incrédulos y una locura para los griegos filosóficos. Los judíos querían ver poder; los griegos querían oír sabiduría. Solo los que respondían a la locura del mensaje predicado encontraban ambas cosas: "mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios" (v. 24, cursivas añadidas). Lo irónico y trágico del asunto es que preciso aquello que la sabiduría humana considera débil e insensato es la expresión más clara posible del poder y la sabiduría de Dios. "Porque lo [que se llama] insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo [supuestamente] débil de Dios es más fuerte que los hombres" (v. 25). La sabiduría humana es para la élite; la sabiduría divina es para todos Pablo conocía muy bien a los miembros de la iglesia corintia, así que les recordó que muy pocos de ellos habían obtenido alguna notoriedad en el mundo: "Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte" (vv. 26, 27). Para dar continuidad al contraste doble entre neciol sabio y débil/fuerte, Pablo señaló que muy pocos cristianos en Corinto

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tenían buena educación o eran poderosos, ricos o famosos. Además, quienes tuvieron eso en el mundo ya habrían perdido gran parte de su prestigio al convertirse en cristianos. El poder de Dios se perfecciona en la debilidad humana (2 Co. 12:9). Su sabiduría parece locura según las normas humanas, pero Él de todas maneras utiliza la necedad de este mundo para avergonzar a quienes son sabios; las cosas débiles para avergonzar a quienes son fuertes, lo vil y menospreciado del mundo para avergonzar a los que están en eminencia (1 Co. 1:27, 28). Estamos inclinados a pensar que Dios debe usar a intelectuales para ganar a otros intelectuales, pero el hecho es que nadie es ganado para Cristo por el nervio o el refinamiento intelectual de otra persona. Quienes buscan ser impresionados en lo intelectual van a considerar el mensaje de salvación como locura y necedad. Por otra parte, los que han escudriñado las profundidades de la sabiduría mundana para descubrir su vacuidad, no necesitan ser impresionados por un argumento para convencerse del evangelio. Conozco a doctores y profesores universitarios que fueron ganados para Cristo por porteros, vigilantes y obreros sin títulos académicos. El Señor diseñó el evangelio de esa manera "a fin de que nadie se jacte en su presencia" (v. 29). La sabiduría humana exalta al hombre; la sabiduría divina glorifica a Dios "Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor" (1:30, 31). La salvación es por entero la obra de Dios. "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya" (Ef. 2:8-10). "¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley" (Ro. 3:27, 28). "Mas el que se gloría, gloríese en el Señor" (2 Co. 10: 17). La sabiduría humana quiere ingeniarse un camino de salvación donde la gente reciba el mérito. Si no pueden tener todo el mérito, se conforman con parte del mismo. Pero en el diseño de Dios ninguno que se salva tiene por qué jactarse. Esto se debe a que Dios hace todo en lugar y a favor de aquellos a quienes salva. Los que se salvan no contribuyen en

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lo más mínimo. Él los escoge, los llama, los atrae y les capacita para creer. Su voluntad soberana, no la resolución o la decisión humana, es lo que determina incluso quiénes se salvan. Todo es por iniciativa y obra divina. Ningún aspecto de la salvación depende de algo bueno que haya en los creyentes, sino que estamos "en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención" (1 Co. 1:30). En el capítulo 8 vamos a examinar más de cerca el papel soberano de Dios en la salvación. Nótese aquí, sin embargo, que la esencia de la obra salvadora de Dios puede verse en nuestra unión con Cristo. Dios no se limita a darnos sabiduría, justificación, santificación y redención. Lo que hace mas bien es colocarnos "en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho ... sabiduría,justificación, santificación y redención" (v. 30). Dios en su soberanía nos une con Cristo, de tal manera que todo lo que Él es llegue a ser nuestro. Nótese también la suficiencia perfecta de la obra de salvación de Dios. Sabiduría, justificación, santificación y redención; ¿acaso hay algo más que necesitemos fuera de lo que nos ha sido dado en Cristo? Por cierto que no. De hecho, cualquier intento de añadir a lo que Dios ha hecho a nuestro favor equivale a anular su gracia (cp. Gá. 2:21). Cualquier esfuerzo para aumentar su don perfecto tan solo lo disminuye (Stg. 1: 17). Cualquier iniciativa para ampliar la sabiduría divina con opiniones terrenales solo empaña su perfección absoluta. ¿Cómo podríamos mejorar en la vida por encima de Cristo y su Palabra? A diferencia de la sabiduría humana que exalta al pecador, la sabiduría divina glorifica a Dios. "Como está escrito: el que se gloría, gloríese en el Señor" (1 Co. 1:31). En otro lugar Pablo escribió: "Lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo"" (Gá. 6:14). No es sorpresa que Pablo estuviera determinado a no saber nada más entre los creyentes que de Jesucristo crucificado (1 Co. 2:2). ¿Por qué razón deberíamos discutir filosofía o sapiencia humana? Esas cosas no tienen para ofrecer algo de valor eterno, en cambio Jesucristo, el Salvador crucificado, resucitado y redentor, ofrece la única esperanza verdadera para el mundo. El predicador fiel, y sin duda alguna todo discípulo verdadero, debe mantener en alto a Jesucristo frente a un mundo incrédulo como el único camino, la única verdad y la única vida

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verdadera (cp. In. 14:6). Si tratamos de ganarles con entretenimiento, argumentos inteligentes, credenciales escolásticas o sabiduría mundana, vamos a fallar y en últimas les desviaremos del camino a la verdad. Pablo dijo a los corintios: "ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios" (1 Co. 2:4, 5). Si les hubiese ganado por medio de la erudición, las palabras sagaces o los discursos dinámicos, la confianza de ellos habría estado depositada en el lugar incorrecto. Recordemos que Pablo llegó a Corinto después de haber sido azotado y encarcelado en Filipos, perseguido y desalojado de Tesalónica y Berea, y escarnecido en Atenas (Hch. 16:22-24; 17:10, 13, 14,32). El apóstol sabía que Corinto era una ciudad plagada de corrupción moral, un centro de prostitución y vida licenciosa. La ciudad era la epítome del estilo de vida pagano. Pablo pudo haberse visto tentado a ser menos directo y abstenerse de cualquier confrontación, presentando su ministerio en un empaque diferente y tal vez suavizando la ofensa de la cruz. En lugar de eso, él dice de manera explícita que había optado por la determinación consciente de no hacer una sola de esas cosas. Su mensaje y su "predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría" (1 Co. 2:4). No estaba interesado en cambiar la mente de las personas; quería que Dios cambiara sus vidas. No tenía un mensaje propio que predicar; fue llamado a proclamar el evangelio de Dios, yeso fue lo que hizo tan poderoso su ministerio. En un sermón de 1871, Carlos Spurgeon dijo: Jesucristo ha sido hecho por Dios sabiduría para nosotros. No buscamos más la sabiduría en los pensamientos que brotan de la mente humana, sino en Cristo mismo; no esperamos que la sabiduría nos llegue a través de la cultura que es del hombre, sino que esperamos ser hechos sabios mediante el acto de sentarnos a los pies de nuestro Maestro y aceptarle como sabiduría de Dios mismo.

Luego añadió esta observación al parecer discordante que anticipaba los años conflictivos que pasaría más tarde en la controversia del declive: Ahora, como sucedió en los días del apóstol ocurre casi lo mismo en la

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actualidad. Hay unos que consideran que el evangelio, el evangelio sencillo tal como fue predicado por Juan Bunyan o George Whitefield, o Wesley y otros, fue algo bueno para las mayorías, y sobre todo en los tiempos de tinieblas en que vivieron, ya que por medio suyo las grandes masas de la humanidad recibirían ayuda y mejorarían sus condiciones; pero lo cierto es que se necesita, según los sabihondos de este siglo de luces tan intensas, una teología más progresista, mucho más avanzada del evangelismo que ya es objeto de una ridiculización generalizada. Los hombres de mente y los caballeros de pensamiento profundo nos deben enseñar doctrinas que fueron desconocidas para nuestros ancestros; debemos proseguir en la mejora de nuestro conocimiento de la verdad divina hasta que dejemos rezagados a Pedro, Pablo y los demás dogmáticos de antaño. Nadie sabe con certeza cuán sabios llegaremos a ser. Hermanos, nuestros pensamientos aborrecen esta idea; detestamos este canturreo acerca del progreso y el pensamiento profundo; lo cierto es que nuestro único deseo es que pudiésemos conocer tanto de Cristo como los predicadores de antaño. Tememos que en lugar de introducirnos a una luz mayor mediante los pensamientos de los hombres, las especulaciones y contemplaciones de los escribas ancianos y modernos, y los descubrimientos de los intelectuales y eclécticos, lo que se ha hecho es empeorar las tinieblas y suprimir parte de la luz que ya estaba en el mundo. De nuevo se ha cumplido la profecía divina: "Destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé el entendimiento de los entendidos. ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo?" 3

Dios una y otra vez ha enloquecido la sabiduría del mundo. Sin embargo, la iglesia se ha dejado engatusar una y otra vez por la noción de que la sabiduría mundana tiene algo de valor o algo útil en lo cual debemos ser expertos para poder ministrar con eficiencia. Pablo sabía que esto no era cierto. Los hombres de Dios a lo largo de los siglos siempre han sabido esto y también cómo es que funcionan las cosas de verdad. Nuestra fe no puede cimentarse sobre la sabiduría de los hombres sino sobre el poder de Dios (1 Co. 2:5).

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1. "Restoration of Truth and Revival" ("Restauración de la verdad y el avivamiento", The Sword and the Trowel (diciembre de 1887), p. 607. 2. Reforming Fundamentalism: Fuller Seminary and the New Evangelicalism [La reforma del fundamentalismo: el seminario Fuller y el nuevo movimiento evangélico] (Grand Rapids, Mich.: Eerdmans, 1987). 3. "The Fourfold Treasure" ("El tesoro cuádruple") The Metropolitan Tabernacle Pulpit, vol. 17 (Londres: Passmore and Alabaster, 1871), p. 281.

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EL PODER DE DIOS PARA SALVACIÓN Donde se predica el evangelio con poder y en toda su plenitud gracias a que el Espíritu Santo baja del cielo, nuestras iglesias no tienen que seguir con los mismos miembros, sino que siempre ganan nuevas almas. Pero cuando desaparece aquello que constituye su fortaleza, es decir, cuando el evangelio es encubierto y se menosprecia la vida de oración, todo el asunto se convierte en mera forma y ficción. Por esta causa nuestro corazón está acongojado en gran manera. Carlos H. Spurgeon I

Un libro reciente en el género de "ministerios al gusto del consumidor" incluye una sección titulada "Tiempos diferentes requieren mensajes diferentes". Ese título me llamó la atención, así que empecé a leer. Este autor, el cual pastorea una iglesia de gran tamaño que da gusto a sus usuarios, dice que los tiempos modernos han destrozado tanto la autoestima, que en realidad las personas necesitan oír un mensaje diferente del que era apropiado cien años atrás. Este hombre escribe: En tiempos pasados el espíritu humano era mucho más robusto de lo que es ahora. La modernidad ha dejado grandes pérdidas para el espíritu humano, tal como lo ha hecho el elevado costo del sueño norteamericano. El estrés de

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la vida moderna ha tenido un efecto bastante negativo sobre la autoestima del hombre moderno. En consecuencia, existe un elevado grado de fragilidad en el ego humano moderno. Esta generación en particular ha sido fragmentada y despedazada por el paso acelerado del desarrollo en tiempos modernos. Esa es la razón por la que nuestros jóvenes adultos se encuentran hoy día en una condición muy frágil. ¿Alguna vez se ha tomado el tiempo que se requiere para leer los mensajes de algunos de los grandes predicadores del siglo diecinueve... ? Si lo ha hecho, es probable que haya notado que [los hombres de esa época] se estaban dirigiendo a una multitud bastante diferente de la que atendemos en la actualidad, y les hablaban de una manera muy ajena a nosotros. A causa de esas profundas diferencias, no estoy de acuerdo con quienes dicen que tales mensajes son apropiados para nuestro tiempo. Debemos darnos cuenta de que las personas en nuestra cultura de verdad han experimentado rupturas y heridas profundas. Necesitan con desesperación ser sanadas y restauradas, pero yo creo que el proceso de sanidad es diferente para cada época y para cada generación, incluida la nuestra. Sí, los tiempos diferentes requieren mensajes diferentes.2

Ese autor tiene una franqueza inusual para declarar su perspectiva. Admite con cierto candor su convicción de que la predicación debería acomodarse al espíritu de la época. (Su libro también incluye los reconocimientos y el patrocinio incondicional de los más importantes dirigentes del movimiento de iglecrecimiento y mercadotecnia eclesiástica). ¿De qué manera piensa este pastor que deberíamos determinar cuál es el mensaje apropiado para nuestro tiempo? Esta es la lista de sugerencias que ofrece a los predicadores: 1 2 3 4

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Visite la sección de manuales y técnicas en sus librerías locales. Organice un grupo que le entregue de forma regular una lista con los retos más grandes que deben enfrentar en sus hogares y trabajos. De manera similar, haga un inventario de las necesidades que tienen las personas no creyentes de su comunidad. Examine con cierta periodicidad las revistas de noticias como Times y Newsweek, ya que estas publicaciones tienden a llevar la delantera en la determinación de las necesidades percibidas y los temores que las personas enfrentan a diario. Aplique y cumpla metas prácticas para cada estudio, mensaje o programa en su iglesia. Practique la composición de títulos prácticos y fáciles de recordar para sus mensajes (sermones) basados en diversos textos bíblicos.

El poder de Dios para salvación

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Limite su predicación a unos 20 minutos porque los de nuestra generación no tienen mucho tiempo sobrante, y no olvide mantener sus mensajes ligeros, informales y fáciles de digerir; salpíquelos con dosis generosas de humor y anécdotas personales. 3

Esa lista es una receta para la predicación débil e insípida. También se opone diametralmente al ministerio bíblico. En una crítica soberbia del movimiento de mercadotecnia eclesiástica, Douglas D. Webster compara la predicación bíblica con los métodos al alcance del usuario: La predicación bíblica estaba centrada en Dios, exponía el pecado, convencía al individuo y retaba la manera de vivir, todo lo opuesto a los sermones livianos e informales de la actualidad que pretenden cristianizar la autosuperación y entretener más que convencer de pecado. Hay tantas ilustraciones en los sermones actuales orientados a satisfacer las necesidades del mercado religioso, que el oyente olvida la verdad bíblica que se supone está siendo ilustrada; hay tantas anécdotas personales que el oyente conoce mejor al pastor que a Cristo; tantas historias de interés humano que escuchar el sermón es más fácil que leer el periódico; es tan práctico que casi no queda algo concreto para poner en práctica. No es de sorprenderse que los cristianos nominales salgan de la iglesia sintiéndose bien consigo mismos. Su autoestima ha quedado intacta y solo hay lugar para el optimismo. Sus mentes y corazones han sido arrullados y pacificados con bocados de teología superficial, máximas cristianas y algunas instrucciones sobre la autoestima, los hijos o el trabajo. Después de todo sigue sin responderse la pregunta: ¿se ha proclamado con eficacia y fidelidad la Palabra de Dios, irrumpiendo con la verdad de Jesucristo en las áreas confortables en la vida de las personas y en el cobertizo de la satisfacción individual? 4

La realidad simple es que uno no puede seguir una estrategia de orientación al mercado y seguir siendo fiel a las Escrituras. Los predicadores que se preocupan por mantenerse al alcance y gusto del consumidor, no pueden predicar sin temor todo el consejo de Dios. Los que aspiran a predicar en el momento oportuno un mensaje perecedero van a descubrir que han entrado en conflicto con la verdad imperecedera de la Biblia. Los ministros que se dejan guiar por las revistas y los programas de opinión antes que por la Palabra de Dios, descubrirán pronto que el mensaje que pareció tan relevante la semana pasada no es más que una noticia rancia. La predicación que encubre el evangelio

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inalterable y lo esconde tras los acontecimientos pasajeros de nuestro tiempo elimina la fuerza que hace de la predicación buena algo poderoso de verdad. Después de todo, el "poder de Dios para salvación" (Ro. 1: 16) no está en nuestras anécdotas, aplicaciones, fórmulas, chistes, títulos llamativos, bosquejos ingeniosos u otros dispositivos que inventemos, sino que es el evangelio eterno.

APARTADO PARA EL EVANGELIO La epístola de Pablo a los romanos es una exposición del evangelio casi que punto por punto. En el primer versículo de la epístola, Pablo se describe como un hombre que ha sido "apartado para el evangelio". El evangelio fue el fundamento del ministerio de Pablo, y en Romanos el apóstol hace una presentación clara y completa del mismo. Escribe acerca de la ira de Dios y el pecado humano (capítulos 1-3), la justificación y la justicia imputada (3-5), la santificación y la justicia práctica (6-8), la elección y el rechazo de Israel hacia Cristo (9-11), para terminar con aplicaciones prácticas de varias verdades del evangelio desde el capítulo doce hasta el final. El evangelio es su tema en toda la epístola, y una de las razones de Pablo para escribir Romanos parece haber sido demostrar el carácter central del evangelio en toda la vida y el ministerio cristiano. Cuando hablamos sobre "el evangelio" tendemos a pensar en un mensaje evangelístico, y seguro que el evangelio lo es; pero no solo se trata de un bosquejo de cuatro o cinco puntos con verdades sobre la salvación. El evangelio en el sentido en que Pablo y los apóstoles emplearon la palabra, incluye toda la verdad revelada acerca de Cristo (cp.Ro.1:1-6; 1 Co.15:3-11).Nosedetieneenelpuntodelaconversión y la justificación por fe, sino que abarca todos los demás aspectos de la salvación, desde la santificación hasta la glorificación. Por ende, la importancia del evangelio no se acaba en el momento cuando ocurre el nuevo nacimiento, porque el evangelio se aplica a toda la experiencia cristiana. Siempre que Pablo y los demás escritores del Nuevo Testamento hablaron de "predicar el evangelio", no se estaban refiriendo tan solo a predicar a los no creyentes (cp. v. 15). Todo el ministerio en los comienzos de la iglesia giraba alrededor del evangelio. Allí nadie habría sugerido la realización de un debate sobre política secular, un programa para la pérdida de peso, un acto

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cómico, un espectáculo musical, una obra de teatro, un seminario sobre el cuidado de niños en edad de gatear o cualquier otra actividad con el fin de aumentar la cantidad de miembros de la iglesia. La iglesia y todos sus ministerios estaban comprometidos sin distracción alguna con la tarea singular de fortalecer a los creyentes para el avance del evangelio en el mundo. El compromiso personal de Pablo con el evangelio como el corazón de todo ministerio se puede ver con claridad en el capítulo inicial de Romanos, donde expresa su deseo de ir a Roma y ministrar a los santos del lugar. El apóstol quería con desesperación llegar a Roma, pero no con el fin de reanudar viejas relaciones personales aunque tenía muchos buenos amigos que formaban parte de esa iglesia. Tampoco estaba interesado en ministrar en una de sus propias iglesias, ya que Pablo no plantó la iglesia en Roma. No era para escapar de la persecución en otro lugar, puesto que tenía certeza de que se convertiría en blanco de ataques furiosos en una ciudad con oposición militante al cristianismo. Más bien, la pasión de Pablo por predicar el evangelio era tan grande, que le costaba esperar para hacerlo en Roma, el centro del mundo civilizado.

SIRVO EN MI ESPÍRITU EN EL EVANGELIO Pablo escribe: "Primeramente doy gracias a mi Dios mediante Jesucristo con respecto a todos vosotros, de que vuestra fe se divulga por todo el mundo. Porque testigo me es Dios, a quien sirvo en mi espíritu en el evangelio de su Hijo, de que sin cesar hago mención de vosotros siempre en mis oraciones, rogando que de alguna manera tenga al fin, por la voluntad de Dios, un próspero viaje para ir a vosotros" (Ro. 1:8-10). En estos breves versículos hay una gran riqueza de verdad espiritual acerca del ministerio bíblico, y en otro libro he comentado este texto con detalle. 5 Aquí quiero empezar con el enfoque en una corta frase en el versículo 9: "sirvo [a Dios] en mi espíritu en el evangelio de su Hijo". Para Pablo, predicar el evangelio era un acto espiritual de adoración. La palabra griega que se traduce "sirvo" es latreuo, que significa rendir culto o adorar y es la misma palabra que se traduce "servimos" en Filipenses 3:3: "los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne". Pablo servía o adoraba

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a Dios en su espíritu mediante la predicación del evangelio. En otras palabras, Pablo veía su ministerio como el de un sacerdote que rinde culto a Dios como un deber sublime y santo: "si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y i ay de mí si no anunciare el evangelio!" (1 Co. 9:16). Sin embargo, no solo se trataba de un deber o una necesidad impuesta, también era un privilegio inmenso: "pronto estoy a anunciaros el evangelio también a vosotros" (Ro. 1:15). La prontitud y deseo de Pablo para servir a Dios empezó a brotar de su espíritu desde el momento de su salvación. Su primera pregunta como cristianos fue: "¿Qué haré, Señor?" (Hch. 22:10). Su corazón y sus energías estaban fijados en predicar el evangelio, y él lo hacía con toda su alma. Notemos que el interés de Pablo era el bienestar espiritual de quienes él ministraba: "Porque deseo veros, para comunicaros algún don espiritual, a fin de que seáis confirmados" (Ro. 1: 11). No tenía el antojo de visitar Roma como un turista. No estaba interesado en el mero entretenimiento de los creyentes romanos o en ver cuántas personas nuevas era capaz de traer a sus reuniones. No estaba pensando en sus propias recompensas, reputación o remuneración. Quería dar de sí mismo para el beneficio espiritual de sus hermanos en la fe. ¿Qué "don espiritual" quería impartir Pablo a los romanos? Por supuesto, no estaba hablando acerca de dones espirituales como los descritos en 1 Corintios 12 y Romanos 12. Esos dones son impartidos por el Espíritu Santo a todo creyente (1 Co. 12:7-11), no son pasados de mano en mano entre las personas. Pablo estaba hablando acerca de un don de valor espiritual, algo que les ayudaría a ser "confirmados" en sus vidas cristianas. Lo que tenía en mente involucraba predicarles (cp. Ro. 1:15). Quería darles ánimo con la plenitud de las riquezas de la verdad del evangelio, y a su vez ser animado por la fe de ellos en esa verdad: "esto es, para ser mutuamente confortados por la fe que nos es común a vosotros y a mI'" (v. 12). De modo que la carga de Pablo por la iglesia en Roma tenía una relación profunda con su deseo de servirles mediante la predicación y la ministración del evangelio. En últimas Pablo llegó a Roma, pero no antes de pagar un elevado precio. Fue llevado en cadenas, atado a guardias romanos. No obstante, así él hubiera sabido al escribir esta epístola lo

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que le costaría llegar a Roma, el deseo de Pablo de predicar el evangelio en Roma no se habría reducido en lo más mínimo. Después de todo, fue a Jerusalén aunque sabía que allí sería detenido y encarcelado (cp. Hch. 21:10-15). Cuando los hermanos trataron de disuadirle por todos los medios de ir a Jerusalén, él contestó: "¿Qué hacéis llorando y quebrantándome el corazón? Porque yo estoy dispuesto no sólo a ser atado, mas aun a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús" (Hch. 21:13). Pablo habría ido a Roma de buena voluntad bajo las mismas circunstancias, y en últimas lo hizo. El apóstol escribió a los filipenses desde Roma: "Todos los santos os saludan, y especialmente los de la casa de César" (FiL 4:22). Pablo estaba bajo arresto domiciliario al escribir esas palabras, a la espera del veredicto del tribunal imperiaL Aun en esas circunstancias difíciles se mantuvo fiel predicando el evangelio. Es evidente que incluso había sido usado por Dios para conducir a personas de la propia casa de César a un conocimiento salvador de Cristo. Resulta obvio que la proclamación del evangelio era una necesidad imperiosa para Pablo. Esa es la razón por la que habló de sí mismo como alguien "apartado para el evangelio" (1: 1). N o conocía cualquier otra clase de ministerio.

SOY DEUDOR A TODOS LOS PERDIDOS Pablo escribió: "A griegos yana griegos, a sabios y a no sabios soy deudor" (Ro. 1: 14, cursivas añadidas). Pablo no predicaba el evangelio solo por razones personales o porque el llamado pareciera atractivo, sino que se consideraba bajo una obligación ineludible. En el tiempo de su conversión, Pablo era el opositor más resuelto de la iglesia. Odiaba a Cristo y a todos los cristianos. Cuando Esteban, el primer mártir, fue apedreado hasta morir, Pablo estaba allí y "consentía en su muerte" (Hch. 8: 1). Después de su salvación, el celo de Pablo por Cristo era mayor que su celo anterior para perseguir a los cristianos. Este versículo nos da una idea de por qué fue así. La perspectiva de Pablo era que como Dios había escogido y llamado a un enemigo como él, en sus propias palabras "[de entre] los pecadores, de los cuales yo soy el primero" (1 Ti. 1: 15), Pablo había adquirido una obligación inmensa para con los demás pecadores de predicarles el evangelio. Sabía que por soberanía divina había sido designado para esa función, y estaba en la obligación de cumplirla.

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Todos los que hemos creído el evangelio estamos bajo esa misma clase de obligación. En primer lugar, como notamos antes, Cristo mismo nos manda predicar el evangelio (Mr. 16: 15). En segundo lugar, los que conocemos el camino de la vida eterna estamos obligados con los incrédulos en el mismo sentido en que tendríamos la responsabilidad de advertir a alguien que hay un incendio en su casa, y el deber moral de dar agua a alguien que está muriendo de sed. Pablo se consideraba deudor a judíos y a gentiles por igual, a personas sabias y a incultas sin discriminación. No se concentraba en los jóvenes, en los que tenían posibilidades de ascenso social y en la gente con educación, ignorando a los esclavos y los excluidos de la sociedad. Predicó el evangelio a todos ellos por su obligación como deudor a todos ellos y "porque no hay acepción de personas para con Dios" (Ro. 2: 11). Pablo no discriminaba entre las personas ni tenía parcialidad hacia unos u otros. A diferencia de esto, en el movimiento de las iglesias al alcance del consumidor un elemento clave es apuntar la estrategia de mercadeo a una población específica. George Barna ha escrito: Para mercadear su producto de manera exitosa, tiene que identificar el mercado donde va a ser consumido. La clave para la identificación de mercados es ser lo más específicos posibles en la selección del público al cual se va a ofrecer el producto. Al ajustar las características de su producto a los intereses y necesidades de segmentos específicos de la población, usted se puede concentrar en llevar el producto a los mejores destinatarios sin desperdiciar recursos en personas que no tienen necesidad o interés en su producto... Si se conoce el mercado del producto, se puede desarrollar el producto mismo para atender las necesidades especiales de ese segmento, y se puede diseñar todo el esfuerzo de mercadeo con garantía de eficacia máxima. 6

En otras palabras, decida a quiénes va a ministrar, modele el "producto" para que se ajuste a las expectativas de esa población y no "desperdicie recursos" en personas que estén por fuera del grupo que está en la mira. ¿Por qué razón casi todas las iglesias al alcance del usuario identifican como su "mercado objetivo" los profesionales que viven en los suburbios y otros grupos de personas adineradas? ¿Por qué muy pocas iglesias de este tipo dirigen sus esfuerzos a atender las necesidades de la gente pobre o de grupos compuestos por personas de todas las

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clases? La respuesta puede ser obvia. Cierto pastor que encabeza el movimiento dice: "Cualquier pastor puede definir la composición del grupo de oyentes que quiere alcanzar, si determina con quién le gustaría pasar vacaciones o una tarde amena". Es difícil imaginar una filosofía de ministerio que sea más incompatible con la Palabra de Dios que esta. ¿Acaso no dice la Biblia: "Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas" (Stg. 2:1)? También dice: "Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman?... pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como transgresores" (vv. 5, 9). Los que circunscriben su ministerio a una "audiencia objetivo" selecta, seguro que no están ministrando en el mismo espíritu de Pablo, quien se consideró deudor a todos y ministró a todos por igual.

PRONTO ESTOY PARA ANUNCIAR EL EVANGELIO Al decir que debía predicar el evangelio debido a que era "deudor", Pablo no estaba implicando en modo alguno que fuese un testigo de Cristo a regañadientes. El apóstol deja esto en claro: "en cuanto a mí, pronto estoy a anunciaros el evangelio también a vosotros que estáis en Roma" (Ro. 1:15). No solo estaba dispuesto sino también deseoso y determinado a predicar el evangelio. Pablo deseaba con todas las fuerzas de sus ser predicar el evangelio en Roma. No habría podido entender a los predicadores que teniendo a disposición el privilegio de predicar el evangelio, optan por entretener a la gente, contar anécdotas o dar charlas sobre la autoestima. El apóstol estaba pronto y dispuesto a sufrir persecución, ser golpeado, ir a la prisión y aun ser muerto por el privilegio de predicar el evangelio. C. H. Spurgeon dijo: El apóstol estaba listo para ir a cualquier parte con el evangelio, pero no lo estaba para predicar otro evangelio; nadie podría aprestarle para tal cosa. No estaba listo para esconder el evangelio, no estaba listo para bajarle el tono, no estaba listo para abreviarlo o alargarlo. Pablo dijo: "no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego". En cuanto a la posibilidad de predicar el evangelio, Pablo siempre estuvo listo para

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aprovechar todas las oportunidades; no dejó por fuera una sola de sus verdades, ni una sola parte de su enseñanza. Incluso cuando le producía que lo ridiculizaran y despreciaran, así fuera una piedra de tropiezo para los judíos y locura para los griegos, Pablo siempre diría: "en cuanto a mí, pronto estoy" para predicar el evangelio a todos ellos por igual. No siempre se sentía igual de idóneo para la obra, no siempre se abría paso con el mensaje de la misma forma y no siempre tuvo la misma libertad para hablar, pero siempre tuvo un espíritu pronto para predicar dondequiera el Señor le diera oportunidad de hacerlo.?

Al final de su vida, Pablo pudo decir: "He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe" (2 Ti. 4:7). Esto se debió a que nunca eludió su llamado, nunca cedió a la tentación de buscar popularidad, nunca se sentó a negociar con los enemigos del evangelio, nunca permitió que su ministerio se conformara al mundo y nunca se prestó para calmar la comezón de oír de las muchedumbres. Por las apariencias externas, el mundo creía que Pablo era un fracaso. Fue arrestado, encarcelado durante años y por último ejecutado por oficiales del Imperio Romano. No obstante, incluso en esas horas tenebrosas Pablo se mantuvo fiel predicando. Cuando no podía predicar a multitudes, testificaba a los soldados que habían sido asignados para vigilarle. Si no podía ministrar en las iglesias, ministraba en las prisiones. Siempre estaba pronto y en guardia para dar el evangelio, pero nunca para hacer concesiones.

NO ME AVERGÜENZO DEL EVANGELIO La siguiente declaración de Pablo podría llamarse la tesis central de la epístola: "Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego" (Ro. 1: 16). Es una de las declaraciones más potentes y hondas en todo el Nuevo Testamento. ¡Pablo iguala el evangelio mismo con el poder de Dios todopoderoso! Por eso no es de extrañarse que dijera sin reservas que no se avergonzaba del evangelio. El resto de la epístola es una exposición detallada de esta declaración, para desarrollar en detalles espléndidos la verdad del evangelio y para mostrar por qué es tan poderoso. Esa es la razón por la que Romanos ocupa un lugar tan prominente entre las epístolas paulinas. Pablo estaba tan consagrado al evangelio que en algunas ocasiones se refirió a él

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como "mi evangelio" (Ro. 2:16; 16:25; 2 Ti. 2:8). Lejos de avergonzarse, hablaba de él como si fuera su propia posesión preciada. No obstante, como Pablo bien lo sabía, el precio de llevar el evangelio en alto podía ser bastante grande. En consecuencia, había demasiados cristianos que se comportaban como si estuviesen avergonzados del evangelio. El escarnio fue un arma clave que utilizaron los primeros enemigos del cristianismo. Los romanos en especial tendían a mirar el cristianismo como una religión cruda para ignorantes. Circulaban rumores en la sociedad romana de que los cristianos eran caníbales por cuanto participaban de la cena del Señor. Los cristianos eran acusados de sedición, homicidio y otros crímenes terribles. Algunos enemigos del evangelio alegaban que los cristianos tenían orgías, y los paganos atacaban a los cristianos diciendo que eran ateos porque rechazaban a todos los dioses mitológicos. El precio de seguir a Cristo podía ser elevado en extremo. Como hemos notado en repetidas ocasiones, para el mundo el evangelio es insoportable, discordante y alarmante porque expone el pecado, condena el orgullo, convence de culpa al corazón incrédulo y muestra que la justicia humana, aun los aspectos más bondadosos y agradables de la naturaleza humana, carecen de valor y son como trapos de inmundicia (cp. Is. 64:6). Afirma que los problemas reales en la vida solo se deben a nosotros mismos porque somos pecadores caídos con corazones engañosos, motivos perversos y orgullo absoluto. No podemos culpar a otros por nuestro fracaso y miseria. Esa no es una forma popular de ver las cosas, en particular con el ambiente psicológico que caracteriza a la sociedad actual. Llega como una mala noticia para todos los que aman el pecado, y muchos que lo escuchan por primera vez reaccionan con displicencia en contra del mensajero. No es fácil mantener una postura firme y denodada por el evangelio, carente por completo de vergüenza. La mayoría de nosotros debemos confesar que tenemos mucho en común con la debilidad de Pedro, quien la noche antes de la crucifixión de Jesús negó al Señor tres veces y se acobardó ante una criada que le reconoció como un seguidor de Cristo (Lc. 22:56-62). Por otro lado, no se registra un solo incidente parecido a ese en la vida de Pablo. Desde el momento de su conversión, Pablo fue un hombre

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con una misión y nunca fluctuó en el cumplimiento de su único propósito: predicar el evangelio. Conocía el poder asombroso del evangelio para transformar vidas y anhelaba ser el heraldo que tuviera el privilegio de proclamarlo. ¿Cómo podría jamás avergonzarse del evangelio? Tras recibir el evangelio por revelación directa del mismo Señor resucitado (Hch. 20:24; 1 Co. 11 :23; 15:23), Pablo estaba ansioso de proclamarlo a todos, sin temor ni vergüenza. El evangelio es poder de Dios Es difícil imaginar que alguien que de verdad entienda el poder del evangelio se pueda sentir avergonzado de proclamarlo, cuando "es poder de Dios" (1:16). Dunamis es la palabra griega que se traduce "poder". La palabra dinamita se deriva de la misma palabra griega, y dinamita no es una expresión exagerada para describir lo que Pablo está diciendo aquí. Algo inherente al mensaje del evangelio es el poder de un Dios omnipotente. Ese solo poder es suficiente para salvar al más vil de los pecadores y transformar el corazón más endurecido, sin depender de la intervención de un instrumento humano con sus argumentos, ilustraciones y ocurrencias. El profeta Jeremías escribió: "¿Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros hacer bien, estando habituados a hacer mal?" (Jer. 13:23). La verdad es que las personas carecen en absoluto de poder para vencer su propio pecado. El pecado es parte de nuestra naturaleza, como las manchas de un leopardo. No podemos cambiarnos a nosotros mismos. Las técnicas de autosuperación y los programas de recuperación pueden ayudar por un tiempo a los humanos para sentirse mejor consigo mismos, pero no tienen poder alguno para quitar el pecado o cambiar el corazón humano. Solo el evangelio puede hacer eso ya que es poder de Dios para salvación. En otras palabras, la verdad objetiva del evangelio tiene poder inherente para transformar vidas al ser aplicado por Dios. Pedro habló de la Palabra de Dios como la semilla que genera vida nueva y un nuevo nacimiento: "[somos] renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre" (1 P. 1:23). Ambos apóstoles querían decir en esencia lo mismo: la Palabra de Dios, es decir, el mensaje del evangelio, es el vehículo

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mediante el cual el poder transformador de Dios invade una vida y lleva a cabo el nuevo nacimiento. Ya consideramos en un capítulo anterior las palabras similares que Pablo escribió a los creyentes en Corinto: "la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios" (1 Co. 1:18, cursivas añadidas). Además: "nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios" (vv. 23, 24). El evangelio es el único mensaje que Dios usa para salvar. Hay un lugar apropiado para la persuasión, la ilustración gráfica y la aplicación relevante. Sin duda alguna todo predicador o evangelista de valor siempre buscará maneras de estimular el interés de las personas, pero solo para captar y aprestar sus oídos para escuchar el evangelio. Si la verdad sencilla del evangelio no penetra el corazón, ninguna cantidad persuasión, apremio y promoción por parte del evangelista va a llevar a una persona a la salvación. Nótese que el evangelio "es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree" (Ro. 1: 16, cursivas añadidas). Algunas personas siguen sin ser afectadas por el evangelio. Aunque el mensaje es poderoso, no tienen efecto positivo en los que se apartan de él en incredulidad. Por supuesto, Pablo experimentó mucho rechazo y escarnio de quienes repudiaban el evangelio. A pesar de esto rehusó cambiar sus métodos o adaptar el mensaje a sus gustos. No supuso que el rechazo de los incrédulos se debiera a una falta de poder en el evangelio. Conocía demasiado bien el poder inigualable del evangelio para transformar "a todo aquel que cree". Cuando Pablo se refiere al evangelio como el "poder de Dios para salvación", también estaba afirmando que el poder revela el único camino de salvación. Jesús dijo: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mi'" (Jn. 14:6). Hechos 4:12 dice: "Yen ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos". Predicación bíblica significa predicar a Jesucristo (2 Co. 4:5), tanto su persona como su obra. Quizás la denuncia más seria que se puede hacer en contra de la predicación contemporánea orientada a la demanda del mercado, es que se caracteriza por la ausencia de Cristo en su mensaje. Aunque se mencione su nombre

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o algún hecho relacionado con Él, es raro que nuestro Señor ocupe un lugar central en los estilos modernos de predicación. El evangelio revela la justicia de Dios El término "el evangelio" es objeto de gran abuso en estos días. En otro libro he tratado en detalle algunas de las falacias contemporáneas con relación al evangelio. 8 Aquí es suficiente señalar que muchos evangélicos han redefinido el evangelio en términos antropocéntricos. En lugar de proclamar a Cristo crucificado y enfocarse en la justicia de Dios, hablan acerca de las necesidades humanas. Lo cierto es que el evangelio es primero que todo un mensaje acerca de la justicia de Dios: "Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá" (Ro. 1: 17). La palabra justicia al igual que sus derivaciones aparece por lo menos treinta y cinco veces en Romanos. La justicia divina es el punto de partida y el tema del mensaje del evangelio. La justicia de Dios rechazada por la humanidad pecadora, se cumplió a perfección en Cristo encamado. Es imputada al pecador que se arrepiente y cree en el Señor Jesús, y se va a desplegar en manifestaciones prácticas en la vida del cristiano. Esas frases constituyen un resumen del evangelio tal como Pablo lo desarrolla en el texto de Romanos. "La justicia de Dios" es un concepto con dos connotaciones. En un sentido habla del aborrecimiento santo del pecado por parte de Dios. A principios del siglo dieciséis, Martín Lutero se encontraba en la torre del claustro de Wittenberg leyendo este versículo. "Esa expresión, 'justicia de Dios' fue como un relámpago que sacudió mi corazón", dijo Lutero años más tarde. "Odié a Pablo con todo mi corazón cuando leí que la justicia de Dios es revelada en el evangelio".9 Lutero veía la justicia de Dios como un obstáculo infranqueable a la vida eterna. Era un hombre con una conciencia profunda de su propia pecaminosidad, y sabía que a causa de ello era inaceptable delante de un Dios justo. Por lo tanto, al leer este versículo se rindió en desesperación. Por otro lado, hay una segunda connotación del concepto de justicia en el versículo 17: "como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá". Esto habla de la justicia perfecta de Cristo cuando es imputada a favor del pecador que tiene fe en Cristo (Ro. 4:24). Cuando Lutero por fin logró entender este sentido de la palabra justicia, pudo conocer el

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significado verdadero del evangelio, y ese descubrimiento trajo como resultado la Reforma protestante. Esto se conoce como la doctrina de justificación. Significa que Dios acredita de forma gratuita toda la justicia perfecta de Cristo en la cuenta personal del creyente, y cancela toda su deuda por el pecado. Cuando Dios mira a la persona que cree, .la ve como si fuese tan plena y perfectamente justa como Cristo mismo. Así es como Dios ''justifica al impío" (Ro. 4:5). Gracias a que Cristo obró una expiación total por el pecado mediante su muerte y resurrección, Dios puede justificar a los pecadores sin traicionar su propia justicia, "a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús" (Ro. 3:26). Este es el corazón mismo del evangelio, y la razón por la que el mensaje es de buenas nuevas. El evangelio revela la ira de Dios Sin embargo, el mensaje del evangelio no es solo buenas noticias. De hecho, no son buenas nuevas en absoluto para los que se apartan de Cristo. Note que el punto de partida para el evangelio de Pablo es la ira de Dios contra el pecado: "Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad" (v. 18). Pablo procede luego a escribir más de dos capítulos completos para demostrar de manera sistemática que toda la humanidad es pecadora y está bajo la ira de Dios. La ira de Dios está ausente casi por completo de las presentaciones modernas del evangelio. No es conveniente ni elegante hablar de la ira de Dios contra el pecado o decirle a las personas que deberían temer a Dios. La típica presentación actual del evangelio empieza en el extremo opuesto al que Pablo presentó como punto de partida. El apóstol escribió acerca de "la ira de Dios... contra toda impiedad e injusticia de los hombres", en cambio el evangelismo moderno empieza diciendo: "Dios te ama y quiere hacerte feliz". Si usted lee la literatura del movimiento que promueve un cristianismo al alcance del consumidor notará una preocupación constante por transmitir cada punto del mensaje en un tono positivo. Un pastor que lidera el movimiento escribe: Aunque nuestra generación quizás reconozca en privado sus faltas y defectos, e incluso que son pecadores, es muy poco probable que estén dispuestos a

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sentarse en un lugar público para escuchar a alguien que los describa como gusanos, depravados, criaturas miserables y caídas, etc. Como pastor de esta generación, estoy convencido de que necesitan escuchar la presentación en términos positivos de todos los mensajes, incluidos los negativos. Debemos filtrar todas las cosas de esa manera porque si no podemos ser positivos, incluso al hablar acerca de temas negativos como el pecado, las personas de esta generación no nos van a escuchar. Por lo tanto, necesitamos tener mucho cuidado con el tono que adoptamos en nuestros cultos ... Yo he adquirido la práctica deliberada de asegurarme que los mensajes que dirijo a mis contemporáneos siempre lleven un acento positivo. 10

Los comentarios de esta naturaleza que aparecen en escritos recientes sobre iglecrecimiento, casi siempre incluyen aclaraciones en las que se asegura a los lectores que lo que el autor tiene en mente no es hacer concesiones doctrinales, y este no es la excepción. El escritor dice a continuación: "Ahora, no estoy cediendo terreno en cuanto a la premisa bíblica de que todos nosotros somos pecadores caídos y tenemos la necesidad angustiosa de ser salvos. Debe admitirse que somos depravados, pero el evangelio también presenta la premisa según la cual, debido a que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, Él nos llegó a considerar lo bastante valiosos como para enviar a su Hijo a redimimos".l1 También dice después que quienes quieran ministrar con eficacia en esta generación deben mantener su tono siempre "optimista". Me permito decir en primer lugar que yo ejerzo el ministerio en una congregación numerosa y representativa de esta generación, y estoy en desacuerdo con la generalización injustificada de ese escritor según la cual todas las personas de hoy hacen oídos sordos frente a las verdades negativas y las descartan de manera automática. No se puede negar que quienes en verdad son salvos deben reconocer y aceptar los aspectos negativos como motivación para arrepentirse. Además, una cosa es decir que "todos nosotros somos pecadores caídos y tenemos la necesidad angustiosa de ser salvos", y otra muy diferente es decir, como el apóstol Pablo, que "la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres". Ambas declaraciones son verdaderas, por supuesto, pero el evangelio no es completo sin los dos lados. Lo que muchos predicadores dejan por fuera de su mensaje en la actualidad es el punto de partida de Pablo que es la ira de Dios, no una afirmación tácita sobre la necesidad humana de salvación.

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Como se indicó en un capítulo anterior, no hay manera de sintetizar la verdad acerca de la ira de Dios con una presentación del evangelio que solo sea positiva. No hay forma de declarar la verdad sobre la ira de Dios a un pecador incrédulo en un tono "optimista". Como resultado, el evangelio que se predica en estas iglesias se ve truncado con mucha frecuencia, y el punto que se censura de manera más deliberada es el mismo en que Pablo iniciaba su presentación del evangelio: ¡la realidad de la ira divina! Los que consideran que deben ser optimistas para siempre se ven forzados a ignorar partes cruciales de las Escrituras, incluida la carta a los romanos en gran medida, Lucas 16, todos los pasajes de advertencia en Hebreos, gran parte de las verdades fundamentales del Antiguo Testamento, y casi la mitad de toda la enseñanza de Jesús. Así es como la filosofía humana moldea el mensaje que se transmite. No se haga la impresión de que estoy a favor de un estilo funesto de predicación, siempre negativo, opresivo y cruel. Por supuesto que no es así, pero lo hemos señalado en repetidas ocasiones, debe darse un equilibrio bíblico entre aspectos negativos y positivos, o de lo contrario no estamos ministrando de acuerdo con la voluntad de Dios. La estrategia que está de moda en la actualidad consiste en tratar de estilizar el evangelio para que sea por entero positivo. Ese no puede ser el mensaje bíblico, y ciertamente no corresponde al evangelio que es poder de Dios para salvación. Para Pablo, la amenaza cierta de la ira eterna de Dios era el primer punto a tener en cuenta. Estaba determinado a que entendieran la realidad espantosa de la ira santa de Dios y la depravación angustiosa de la humanidad. No era una forma positiva de presentar el tema, pero es como lo abordó Pablo bajo la inspiración del Espíritu Santo. Entender la ira de Dios es crucial para entender su carácter. Todos sus atributos existen en un equilibrio divino perfecto. Si Él no tuviera enojo justo, no sería Dios. Aparte de su ira, el concepto de su amor carece de sentido: "Has amado la justicia y aborrecido la maldad" (Sal. 45:7). Además, Dios aborrece el pecado con la misma perfección y totalidad con que ama a los pecadores caídos. Cualquier lado sin el otro queda en el vacío absoluto. En la Biblia con frecuencia se recalcan los aspectos inseparables de ira y misericordia al mismo tiempo: "El que cree en el Hijo tiene vida

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eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él" (Jn. 3:36). Ese versículo aparece en el mismo capítulo donde se encuentran las conocidas palabras de Juan 3:16. Si no se entiende la severidad de la ira de Dios contra el pecado, hasta la frase "no se pierda" en Juan 3:16 pierde todo significado y relevancia. La ira de Dios no es un tema secundario en las Escrituras. Se destaca con vigor a lo largo del Antiguo y el Nuevo Testamento. El Salmo 7: 11, 12 dice: "Dios es juez justo, y Dios está airado contra el impío todos los días. Si no se arrepiente, él afilará su espada; armado tiene ya su arco, y lo ha preparado". La frase "se encendió contra Israel el furor de Jehová" se encuentra en repetidas ocasiones en el Antiguo Testamento (por ejemplo, Jue. 2: 14,20; 3:8; 10:7; 2 S. 6:7; 24: 1; 2 R. 13:3; Sal. 106:40). El Nuevo Testamento también está repleto de advertencias sobre la ira de Dios (por ejemplo, Ro. 2:5; 3:5; 9:22; Ef. 5:6; Col. 3:6; Ap. 14:10). El escritor de Hebreos dice con llaneza: "nuestro Dios es fuego consumidor" (He. 12:29; cp. Dt. 4:24; 9:3). Esas verdades no se supone que tengan que hacemos sentir cómodos ni confiados. Tienen el propósito de llenarnos de temor y temblor considerables. Después de todo, "el temor de Jehová es el principio de la sabiduría" (Pr. 9: 10). Solo cuando el evangelio provoca un terror santo de Dios puede ser apreciado como las buenas nuevas que es en verdad. "En el temor de Jehová está la fuerte confianza" (Pr. 14:26); "El temor de Jehová es manantial de vida" (14:27); "El temor de Jehová es enseñanza de sabiduría" (15:33); y "El temor de Jehová es para vida, y con él vivirá lleno de reposo el hombre; no será visitado de mal" (19:23).

¿UN MENSAJE DIFERENTE PARA UN TIEMPO DIFERENTE? El evangelio que debe predicarse hoy día es el mismo mensaje al que Pablo consagró su vida y proclamación. Su advertencia solemne a la iglesia fue que no tomara ese evangelio a la ligera ni lo alterara en lo más mínimo (Gá. 1:6-9). La historia de la iglesia está llena de ejemplos de personas que pensaron que podían acomodar el mensaje a su propia época, pero terminaron corrompiendo la verdad y trayendo condenación sobre ellos mismos. La mayoría de quienes procuran hacer de la iglesia un lugar "al alcance del público" no tienen la intención de per-

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vertir el evangelio a tal extremo, pero necesitan reconocer que su deseo de presentar un mensaje más agradable y atractivo es por completo incompatible con el evangelio verdadero. Con el avance vertiginoso de su movimiento, cada vez es más claro que van descendiendo por el mismo sendero declinante recorrido por los modernistas más de cien años atrás. Si la historia de la iglesia nos enseña algo, es que tiempos y sociedades diferentes no requieren mensajes diferentes. Quienes predican algo que no se~ el evangelio no adulterado abandonan el poder de Dios en sus ministerios. Carlos Spurgeon dijo que los modernistas de su tiempo estaban tratando de inventarse "una fe fabricada para el siglo presente, o quizás debiéramos decir, para el mes presente".l2 También escribió: La idea de un evangelio progresista parece haber fascinado a muchos. Para nosotros esa noción es una especie de cruce canino entre el absurdo y la blasfemia. Después que el evangelio ha demostrado su eficacia en la salvación eterna de multitudes incalculables, parece ser un poco tarde para alterarlo; y, puesto que es la revelación de un Dios inalterable quien todo lo sabe, parece un tanto audaz tratar de mejorarlo. Cuando vemos en un cuadro en nuestra mente a los caballeros que se han impuesto la realización de una tarea tan presuntuosa, nos sentimos medio inclinados a soltar una carcajada; su caso es semejante a la propuesta de que se puede mejorar la luz del sol prendiendo velas ... ¿Acaso los hombres creen que en realidad hay un evangelio para cada siglo de la historia humana? ¿O una religión para estrenar cada cincuenta añOS?13

Spurgeon entendió con claridad que quienes deseaban ser acogidos como "relevantes" por un mundo cambiante, no podrían y no estarían dispuestos a permanecer fieles a la Palabra inalterable de Dios. Citó con su aprobación una carta escrita por Henry Varley al editor de un periódico llamado Palabra y obra. Varley escribió: "La revelación, que nunca cambia, no es lo bastante veloz para una era de la cual puede decirse que su moda constante es el cambio. Por esa razón resulta mucho más necesario 'retener la forma de las sanas palabras' y 'contender ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos"'.l4 Si el cambio era la moda en el siglo diecinueve, ¿cuánto más lo es en la actualidad? Con mucho mayor celo que todas las generaciones anteriores de cristianos, nosotros debemos cuidar el tesoro que nos ha

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sido encomendado (2 Ti. 1: 14). No lo canjeemos por las modas y antojos de un mundo vacilante. El evangelio debe ser predicado con persuasión, urgencia y claridad. Es cierto que hay una gran necesidad de predicadores y testigos para Cristo con dones intelectuales y creativos únicos que puedan aplicar sus capacidades comunicativas a la presentación esmerada del evangelio. De ningún modo es incorrecto el deseo de ser vigorosos, dinámicos, persuasivos e interesantes. Es natural que cualquier predicador que en realidad siente emoción por el evangelio y tiene un compromiso firme con él, manifieste esos atributos. No obstante, su enfoque debe mantenerse fijo en el mensaje, no en el estilo. Debemos hacer del evangelio nuestro único mensaje al mundo. Después de todo, es el evangelio, y no la ingeniosidad humana, la capacidad de poner todo "al alcance del público", las técnicas audaces o la tecnología moderna, lo que en realidad es poder de Dios para salvación de todos los que creen.

1. "Another Word Concerning de Down-Grade" ("Un comentario adicional sobre el declive de la iglesia"), The Sword and the Trowel (agosto de 1887), pp. 398-99. 2. Doug Murren, The Baby Boomerang [El rebote generacional] (Ventura, Calif.: Regal, 1990), pp. 217-18. 3. Ibíd., pp. 102-3. 4. Selling Jesus: What's Wrong with Marketing the Church [El error garrafal de la mercadotecnia eclesiástica: Jesús no está a la venta] (Downers Grove, Ill.: InterVarsity, 1992), pp. 83-84. 5. Comentario bíblico MacArthur del Nuevo Testamento, Romanos 1-8 (Grand Rapids: Editorial Portavoz, 2000). 6. Marketing the Church [Cómo mercadear la iglesia] (Colorado Springs, Colo.: NavPress, 1988), p. 42-43. 7. "Paul the Ready" ("Pablo, siempre listo"), The Metropolitan Tabernacle Pulpit, vol. 38 (Londres: Passmore and Alabaster, 1892), p. 578. 8. The Gospel According to Jesus [El evangelio según Jesús], segunda edición (Grand Rapids, Mich.: Zondervan, 1994); Faith Works: The Gospel According to the Apostles [La fe obra: el evangelio según los apóstoles] (DalIas, Tex.: Word, 1993). 9. Table Talk [Charlas en la mesa], Theodore G. Tappert, ed. en Luther's Works [Las obras de Lutero], 55 volúmenes, Helmut T. Lehmann, editor general (Filadelfia: Fortress, 1967), vol. 54, pp. 308-9. 10. Murren, pp. 215-217.

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11. Ibíd. 12. "Attempts at the Impossible" ("Intentos de hacer lo imposible"), The Sword and the Trowel (diciembre de 1888), p. 619. 13. "Progressive Theology" ("Teología que progresa"), The Sword and the Trowel (abril de 1888), pp. 157-58. 14. Citado en "Notas", The Sword and the Trowel (agosto de 1888), p. 445. Años atrás, Varley, un carnicero que se volvió evangelista laico, había sido uno de los hombres responsables de alentar a D. L. Moody en su primera visita a Inglaterra. Varley y Spurgeon provenían de tradiciones muy diferentes, ya que Varley pertenecía a la fraternidad de Plymouth. Durante muchos años Spurgeon había expresado sin reserva sus cóticas sobre la fraternidad de Plyrnouth y las tendencias exclusivistas que la caracterizaban. No obstante, la defensa de Spurgeon por parte de Varley en esta carta extensa y elocuente al editor fue uno de los puntos sobresalientes en la controversia del declive.

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PABLO EN EL AREOPAGO En días pasados, los predicadores que ya iban en declive tenían el objetivo de ser considerados por los demás como gente respetable, prudente, moderada y educada, yen consecuencia abandonaron la enseñanza puritana con que habían empezado, y morigeraron el tono de sus doctrinas. La vida espiritual que había sido la causa propulsora de su arrojo decayó casi hasta el umbral de la muerte... Es triste, muchos están volviéndose a las copas envenenadas que inocularon a aquella generación decadente.

Carlos H. Spurgeon 1

Quienes creen que la "relevancia cultural" es el secreto para tener una predicación poderosa señalan muchas veces el ministerio de Pablo en Atenas como un ejemplo cardinal de la manera como el apóstol acomodaba su mensaje y su metodología a la cultura en la cual ministraba. Sugieren que el sermón de Pablo en el Areópago es un paradigma para el ministerio que se orienta a satisfacer las demandas del público. A primera vista puede parecer que ellos supieran de qué están hablando. Es cierto que Pablo estaba predicando en medio de los miembros de la élite intelectual de la ciudad. Les habló en su propio idioma y aunque no tuvo tiempo para prepararse incluyó citas de los poetas y filósofos conocidos por ellos, haciendo uso de su propio método de discurso, el debate público, como el vehículo a través del cual les comunicó su mensaje. ¿No sería este un prototipo excelente para la /

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"contextualización" y la aplicación de metodologías de mercadotecnia al ministerio? Hechos 17: 16-33 se convierte así en un texto fundamental para tratar la problemática del movimiento contemporáneo de mercadotecnia eclesiástica: Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía viendo la ciudad entregada a la idolatría. Así que discutía en la sinagoga con los judíos y piadosos, y en la plaza cada día con los que concurrían. Y algunos filósofos de los epicúreos y de los estoicos disputaban con él; y unos decían: ¿Qué querrá decir este palabrero? Y otros: Parece que es predicador de nuevos dioses; porque les predicaba el evangelio de Jesús, y de la resurrección. Y tomándole, le trajeron al Areópago, diciendo: ¿Podremos saber qué es esta nueva enseñanza de que hablas? Pues traes a nuestros oídos cosas extrañas. Queremos, pues, saber qué quiere decir esto. (Porque todos los atenienses y los extranjeros residentes allí, en ninguna otra cosa se interesaban sino en decir o en oír algo nuevo.) Entonces Pablo, puesto en pie en medio del Areópago, dijo: Varones atenienses, en todo observo que sois muy religiosos; porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio. El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas. Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación; para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros. Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos. Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres. Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos. Pero cuando oyeron lo de la resurrección de los muertos, unos se burlaban, y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto otra vez. Y así Pablo salió de en medio de ellos.

La primera parte de Hechos 17 describe cómo Pablo había sido desalojado de Tesalónica y Berea. Algunos de los cristianos en Berea

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habían sacado a Pablo en secreto de la ciudad y se encargaron de hacerle llegar a Atenas por mar (v. 15). Silas y Timoteo se habían quedado en Berea, y Pablo mandó a decirles que se reunieran con él en Atenas. De manera que Pablo estaba solo en Atenas, esperando que llegasen Timoteo y Silas. Es probable que no haya sido un tiempo difícil para Pablo, quien también había tenido la sensación de soledad en otros momentos de su vida (cp. 2 Ti. 4:9-22). El ministerio que le había llevado a este punto era una crónica extensa de persecución y rechazo. Ahora estaba solo en una ciudad con una vasta cultura pero también pagana en extremo. La Biblia no dice cuáles eran los sentimientos de Pablo en esa ocasión, pero no hay razón para pensar que tuviera desánimo espiritual. Sus epístolas dan evidencias asombrosas de la forma como él manejaba situaciones como esta. El apóstol escribió a los corintios: "estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos" (2 Co. 4:8, 9). En la misma epístola escribió: "Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte" (12: 10). Pablo, estando en una posición de debilidad, estaba a punto de ser un canal para que el poder de Dios fuera desatado en Atenas.

UN HOMBRE CONTRA UNA CIUDAD Recordemos que Pablo fue instruido bajo la disciplina más estricta de los fariseos, como él mismo testificó: "Yo de cierto soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad, instruido a los pies de Gamaliel, estrictamente conforme a la ley de nuestros padres, celoso de Dios" (Hch. 22:3); "circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo" (Pil. 3:5, 6). También era un ciudadano romano y tenía conocimiento de asuntos militares y políticos. Tarso, el lugar donde Pablo creció y fue adiestrado, era una ciudad muy cosmopolita, así que la abundante educación de Pablo le preparó y aclimató para desenvolverse bien en cualquier cultura del vasto Imperio Romano incluyendo Atenas, que durante muchos siglos fue el corazón mismo del mundo intelectual y de las artes. Pablo estaba muy familiarizado con la cultura, costumbres, religión, arte y filosofía de los griegos. Era un erudito bien documenta-

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do que además había viajado mucho. Por designio de Dios, todos los aspectos en la vida de Pablo le habían preparado para situaciones tales como esta. En los siglos cuarto y quinto antes de Cristo, la ciudad de Atenas era considerada por muchos como la más grandiosa del mundo entero. Algunos aspectos de la cultura ateniense nunca han sido igualados. Atenas llegó a la cúspide en arte, literatura, arquitectura y filosofía. Jamás en la historia de la humanidad alguna ciudad ha logrado alcanzar la altura de esplendor en esos campos como Atenas durante los años dorados del Imperio Griego. Atenas se encontraba en la provincia de Acaya, de la cual Corinto era capital, no muy lejos de allí. No obstante, Atenas seguía siendo el centro del mundo cultural e intelectual, así como Roma era el centro político. Con frecuencia se hacía referencia a Atenas como la universidad del mundo. Todas las grandes mentes del mundo se congregaban allí. Atenas también acogía 1;>ajo su techo el panteón de dioses propio de la mitología griega. Cada edificio cívico en Atenas era un santuario dedicado a algún dios. Por ejemplo, el lugar donde se mantenían guardados los registros públicos estaba dedicado a la madre de los dioses. El objeto central del edificio municipal era un ídolo de Apolo. Un refrán popular decía: "Es más fácil encontrar a un dios en Atenas que a un hombre". La ciudad era pagana hasta la médula; aunque tenían dioses para todo, no conocían al único Dios verdadero. Es interesante notar la manera como Atenas afectó a Pablo. Uno podría pensar que con su trasfondo cultural y educativo, Pablo habría sentido fascinación por la ciudad de Atenas, ya que estaba llena de templos antiguos, bellas obras de arte, edificaciones espléndidas, esculturas insuperables, oradores elocuentes, filósofos ingeniosos y vistas espectaculares que podrían cautivar el interés de un estudioso como Pablo. Además, en el tiempo de Pablo el mármol y el oro todavía brillaban. ¿Cuál fue la reacción de Pablo ante el espectáculo que Atenas le ofreció? "Su espíritu se enardecía viendo la ciudad entregada a la idolatría" (Hch. 17: 16). En lugar de asombrarse por las maravillas del ingenio humano, Pablo solo vio una ciudad llena de ídolos, y esto le afligió en gran manera.

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Hay un diccionario bíblico del siglo diecinueve que dice lo siguiente: Pablo tenía a sus pies el Teseión [un templo espectacular de mánnol cerca de la plaza de mercado], y a su mano derecha la acrópolis con sus templos espléndidos e intactos. Tales contornos llenarían de entusiasmo a cualquier cristiano conocedor de la actualidad. Donde quiera que volviese Pablo la mirada, sus ojos se habrían posado en obras de arte cautivantes que seguían adornando la ciudad decadente. Ante él se había dispuesto una mesa con todos los manjares de antaño cuyas migajas .los humanistas del siglo diecinueve ahora se esfuerzan en recolectar. Nada de esto resultó atractivo para la imaginación semita del apóstol Pablo. Para él no era más que oro, plata o piedra, trabajados y esculpidos por el arte y el ingenio del hombre, el producto de un período de ignorancia que Dios en su misericordia pasó por alto. 2

Un escritor que vivió en el tiempo de Pablo visitó Atenas y escribió seis volúmenes describiendo las glorias de la ciudad. Si Pablo hubiese venido escribiendo una crónica de sus viajes, tan solo habría dicho: "Atenas está llena de ídolos". Punto. Es obvio que Pablo no era obtuso ni insensible, no es que le faltara el conocimiento para apreciar la cultura ateniense; por el contrario, he aquí un hombre que había recibido la preparación ideal para ajustarse a la vida en una ciudad así. Pero él tenía un llamamiento más elevado y asuntos que atender de mayor importancia y seriedad que el turismo, la curiosidad o la investigación académica. El apóstol vio a profundidad, más allá de la fachada deslumbrante de la ciudad y con mayor percepción que los intelectuales atenienses tan bien vestidos y alimentados. Lo que vio fue gente condenada a una eternidad sin Cristo. Atenas hizo estremecer a Pablo en sus emociones. La frase "su espíritu se enardecía" emplea una palabra griega, paroxuno ("se enardecía"), que alude a una agitación intensa. La palabra paroxismo se deriva de este vocablo griego y hace referencia a emociones de exacerbación, efervescencia, exasperación y por supuesto, enardecimiento. Pablo estaba entristecido, afligido, indignado y enfurecido por la idolatría que vio en todas partes. Sabía que estas personas estaban dando a unos ídolos fabricados por hombres la gloria que solo pertenece a Dios.

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PABLO EN LA PLAZA La respuesta de Pablo fue hacer lo que había hecho en todas las ciudades donde había ministrado por primera vez. Fue a la sinagoga y a la plaza de mercado y predicó a Cristo. El versículo 17 dice: "Así que discutía en la sinagoga con los judíos y piadosos, y en la plaza cada día con los que concurrían". Su método fue un evangelismo directo y frontal. No aplicó una encuesta de opinión ni realizó una investigación de la comunidad. No trató de reunir un comité de evangelización. Tan solo fue a la sinagoga y a la plaza y predicó a todo el que estuviera alñ. La palabra "piadosos" se refiere a gentiles que estaban asociados con la sinagoga, personas que conocían acerca de Jehová, el Dios del Antiguo Testamento, y que creían en Él lo suficiente como para temerle. Pablo estaba ministrando a judíos, gentiles temerosos de Dios y paganos totales. No se aplicó un enfoque al mercado ni hubo un grupo específico en la mira. Pablo proclamó la verdad en todo lugar y a toda persona, tal como lo había hecho por todo el territorio de Asia menor. La plaza en Atenas se denominaba el Ágora. Era el foco de actividades en Atenas, situado en el extremo sur de la antigua ciudad y a la sombra de la colina llamada Areópago. Al sudeste se encontraba la gran Acrópolis, el punto geográfico más elevado de Atenas, donde estaban situados los templos más espectaculares, incluido el macizo Partenón, una estructura opulenta de mármol que ya tenía quinientos años cuando fue vista por Pablo. El Ágora era una explanada inmensa en medio de todos los edificios públicos. Allí, en corredores cubiertos a lo largo de grandes columnas colocadas en círculo, la gente instalaba sus pequeños toldos y talleres. Los vendedores ofrecían sus mercancías, los agricultores traían legumbres y animales para vender, y los comerciantes realizaban alñ sus negocios. Todo el tiempo era un lugar congestionado. Un equivalente moderno podría ser la plaza de un pueblo o el área central de un centro comercial. En la mitad de la plaza los filósofos se reunían y competían entre sí para ganarse la atención de las personas. Había espacio para maestros peripatéticos que seguían la tradición de Aristóteles de filosofar caminando, especialistas en artes curativas, magos, mercachifles y artistas callejeros de todas las clases; todos por igual tenían acceso a un foro en el cual podían dedicarse a distraer a las multitudes para obtener algo a cambio.

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Pablo también vio que era un lugar ideal para predicar. La Biblia dice que "discutía... cada día con los que concurrían". ¿Qué aspecto tuvo la discusión? El versículo 18 dice que predicó el evangelio. Estaba predicando acerca "de Jesús, y de la resurrección", el ministerio pauHno clásico. ¿Cómo podría un hombre esperar que llegara a tener algún efecto sobre una ciudad como Atenas? Desde una perspectiva humana Pablo estaba solo frente a siglos de tradición pagana y de paganismo intelectual. ¿Qué podría tener la expectativa de lograr predicando en la plaza acerca de Jesús y de la resurrección? Esas son preguntas que se podría haber hecho un especialista en mercadotecnia, pero no Pablo. Él no se veía a sí mismo como un hombre solo en contra de una ciudad entera. Se veía a sí mismo como una voz por medio de la cual el poder de Dios, es decir el evangelio, podría desatarse en la metrópolis más grande e influyente de esa parte del mundo. Tenía la convicción de que puesto allí de pie en el Ágora proclamando a Cristo, estaba soltando el poder de Dios mismo en la ciudad de Atenas. El efecto que esto tendría estaba en manos de Dios.

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EL APOSTOL CONTRA LOS FILOSOFOS No pasó mucho tiempo antes que Pablo se hiciera notar. "Y algunos filósofos de los epicúreos y de los estoicos disputaban con él". Lejos de estar impresionados con su grandilocuencia persuasiva y la relevancia de 10 que decía, algunos se preguntaban: "¿Qué querrá decir este palabrero?" (v. 18). La palabra que se traduce "palabrero" es en griego spermologos, cuyo significado literal es "colector de semillas". Se refería a los pájaros que recogen con el pico semillas y desperdicios de la calle. Era una alusión despectiva a Pablo y su mensaje. Es claro que los intelectuales atenienses no quedaron pasmados por la erudición o la sagacidad de Pablo. No obstante, Pablo había atraído la atención y despertó el interés de estos dos grupos de filósofos. Los epicúreos se remontaban cuatro siglos atrás a su fundador, Epicuro. Creían que todas las cosas suceden por casualidad y accidente. No tenían un dios que fuese soberano en su sistema. Por 10 tanto, creían que el desenlace de todo es fortuito y cuestionable. También creían que la muerte es el fin de la existencia humana. Por esa razón enseñaban que el placer es la meta natural y el bien supremo de la vida (aunque insistían en que el placer verdadero

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solo se encuentra en la vida recta, de modo que tenían una moral muy elevada). Una forma corrupta de epicurianismo se escucha con frecuencia en el medio publicitario, por ejemplo en la frase que hizo popular un comercial de cerveza: "Usted solo pasa una vez por aquí, así que atrape todo el sabor que pueda". El existencialismo moderno a veces no es más que una variación disipada del epicurianismo. El otro grupo que reparó en Pablo fue el de los estoicos. Su filosofía en muchos sentidos contradecía a la de los epicúreos. Eran fatalistas y panteístas. Creían que hay un dios detrás de todas las cosas y que todo sucede porque un dios lo quiere así. A diferencia de los epicúreos, tenían un fuerte humanitarismo. A causa de su panteísmo extremo, trataban a todo el mundo como dioses. Por ende, su filosofía era muy altruista, caritativa y magnánima. En la actualidad empleamos la palabra estoico para hacer referencia a una persona impasible que es capaz de soportar el sufrimiento sin expresar sus emociones. Esto se debe a que el fatalismo de los estoicos les llevaba a resignarse a la noción de que todo lo que acontecía era por voluntad de algún dios. Como notamos, algunos de estos filósofos paganos estaban haciendo mofa de Pablo sin escrúpulos al llamarle palabrero, pero hubo otros que quedaron intrigados por su mensaje: "Parece que es predicador de nuevos dioses; porque les predicaba el evangelio de Jesús, y de la resurrección" (v. 18). Por cierto es curioso que hayan utilizado el plural "dioses", pero parece que habían tenido una confusión con la palabra "resurrección" que es anastasis en griego. Estaban tan acostumbrados a personificar todas las cosas como una deidad, que creyeron que Pablo estaba hablando de una diosa llamada Anastasia. Por ejemplo, ellos tenían dioses para la piedad, la misericordia y la modestia, así que ¿por qué no tener una diosa de la resurrección? Es posible que hayan creído que Pablo estaba promoviendo un culto nuevo con dioses nuevos. Sin importar cuál fue su presunción, el hecho es que querían oír más.

EL PREDICADOR Y LOS ACADÉMICOS "Y tomándole, le trajeron al Areópago, diciendo: ¿Podremos saber qué es esta nueva enseñanza de que hablas? Pues traes a nuestros oídos cosas extrañas. Queremos, pues, saber qué quiere decir esto" (vv. 19, 20). Esto no quiere decir que estuvieran bajo convicción de pecado. Para ellos lo que Pablo les estaba contando era una curiosidad filosófi-

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ca, y estaban dispuestos a escucharle como alguien con algo novedoso que decir. La situación era como un pasatiempo cualquiera, "porque todos los atenienses y los extranjeros residentes allí, en ninguna otra cosa se interesaban sino en decir o en oír algo nuevo" (v. 21). Algo relacionado con Pablo les llamó la atención, así que le llevaron como la última atracción al Areópago. El Areópago era el tribunal de los filósofos en Atenas. La palabra griega areopagus significa "colina de Ares". El nombre romano de Ares era Marte, así que el nombre latino del lugar donde se reunía ese tribunal legal es colina de Marte. De modo que cuando el texto dice que Pablo estaba "puesto en pie en medio del Areópago" (v. 22), es una referencia al tribunal de los filósofos y no a la colina, aunque es posible que la audiencia haya tenido lugar allí mismo o en la vecindad. La corte del Areópago estaba compuesta al menos por treinta hombres que actuaban como los jueces supremos de Atenas. Tenían jurisdicción sobre casos civiles y penales, pero más que impartir justicia eran los guardianes de la filosofía ateniense. Escuchaban a los proponentes de enseñanzas nuevas para determinar si debían ser vetadas como blasfemia. Es evidente que los filósofos querían que los jueces escucharan la enseñanza de Pablo y decidieran si las "deidades extranjeras" que estaba proclamando podían o no ser añadidas a las ya existentes en el panteón. ¡Qué oportunidad! Estos hombres llevaron a Pablo ante el tribunal más importante de la ciudad y le pidieron que explicara en detalle lo que estaba predicando en la plaza pública. Era la clase de situación para la cual Pablo había sido preparado por Dios, y la aprovechó al máximo. Por supuesto, este no fue el único sermón de Pablo en Atenas ni tampoco el primero. El texto no dice por cuántos días había venido predicando en la sinagoga y en la plaza. Sus sermones en esos lugares no quedaron registrados para nosotros en las Escrituras, pero este mensaje ante el Areópago es una vislumbre fascinante de la manera como Pablo predicaba. Hay algunas características sobresalientes que hacen de este sermón un modelo único para la predicación del evangelio. Pablo fue amable pero rotundo "Entonces Pablo, puesto en pie en medio del Areópago, dijo: Varones atenienses, en todo observo que sois muy religiosos" (v. 22). Otras

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versiones traducen esa última frase: "Percibo que en todas las cosas sois demasiado supersticiosos". Spurgeon dijo acerca de esa traducción: El apóstol no dijo "demasiado supersticiosos" como aparece en nuestra versión, ya que esto habría sido una provocación innecesaria al comienzo de su intervención. Pablo prosiguió diciendo: " ... Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio". No dijo: "Al que adoráis en vuestra ignorancia". Pablo fue muy prudente en su forma de expresarse porque estaba ante un grupo de hombres pensadores con mentes cultivadas, y tenía en la mira ganarles mediante la declaración cortés del evangelio.3

Como hemos advertido, sí existe un sentido legítimo en que el apóstol acopló su estilo a las personas que estaba tratando de ganar para Cristo. A los judíos se hacía judío. En Atenas se hizo griego. Habló a estos hombres con gran respeto hacia su posición, y se dirigió a ellos con la deferencia de un ciudadano respetuoso de la ciudad sobre la cual presidían. Pablo procedió a explicarles: "porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio" (v. 23). Nótese el tacto con el cual Pablo les confronta. Tras percatarse de un altar dedicado a un dios desconocido, Pablo utilizó esto como una herramienta para ilustrar el hecho incuestionable de que la religión de ellos era incapaz de darles conocimiento seguro e irrefutable acerca de cualquier dios, mucho menos acerca del Dios verdadero. Implicó con gran gentileza que la existencia de un altar de esa naturaleza era un reconocimiento abierto de que no conocían la verdad acerca de Dios en absoluto. Fue claro en considerar la inscripción en el altar como el testimonio que ellos mismos estaban dando acerca de su ignorancia espiritual. Pablo enmarcó su mensaje en una: terminología diplomática, cortés y amistosa ("en todo observo que sois muy religiosos"), pero de todas maneras fue directo al punto ("Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio"). Con denuedo el apóstol estableció de inmediato que iba a declarar la verdad acerca del Dios a quien no conocían. Sin movimientos estudiados, sin retórica debajo de la manga; tan solo dijo lo que tenía que decir. Ese estilo dogmático no era más

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típico en la corte del Areópago que en nuestros días. De hecho, es muy probable que haya tomado por sorpresa a estos hombres que representaban las mentes más finas de Atenas. Pablo no se retractó, no perdió su seguridad ni trató de suavizar la autoridad del evangelio. Habló con tanto denuedo como lo habría tenido en cualquier otro lugar. ¿Cuál era ese altar dedicado a un dios desconocido? Lo cierto es que en Atenas había muchos de estos altares. Seiscientos años antes del tiempo de Pablo, Atenas había sido azotada por una plaga terrible. Había cientos de enfermos y moribundos, y aumentaba la angustia en la ciudad. Un famoso poeta de la ciudad de Creta llamado Epiménides ideó un plan para aplacar la ira de los dioses que estaban causando la plaga, sin importar cuáles fueran. El poeta fue al Areópago y soltó un rebaño de ovejas. El plan era dejar que las ovejas se pasearan libremente por la ciudad. Cuando se echaran a dormir, debían ser ofrecidas en sacrificio al dios del templo más cercano. Se suponía que los dioses airados eran los que iban a atraer a las ovejas. Sin embargo, cuando las ovejas fueron soltadas muchas de ellas se echaron en lugares donde no había templos cercanos. Epiménides decidió que la oveja debía ser sacrificada de todas formas, y mandó que se erigieran altares en todos los lugares donde se hiciera el sacrificio, solo para asegurarse de no pasar por alto a deidades desconocidas. Puesto que se trataba de dioses sin nombres familiares, la gente erigía altares y santuarios "AL DIOS NO CONOCIDO". Sin duda este fue uno de los altares que Pablo observó. Pablo les dijo con denuedo: "Yo conozco a este Dios no conocido. Permítanme contarles quién es Él". Luego empezó con gran autoridad a decirles con claridad y profundidad quién es Dios. Se identificó con ellos sin comprometer el mensaje Pablo se lanzó directo a comunicar su mensaje y empezó con la creación: "El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas" (vv. 24, 25). Hay una abundancia de verdad acerca de Dios en esas palabras, y el concepto era una contradicción directa de las creencias religiosas griegas. Pablo no se estaba conduciendo con cuidado para no

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herir su susceptibilidad ni evitó decir verdades que tal vez no les gustaría escuchar. Todos los dioses de ellos habitaban en templos hechos por el hombre, y eran entidades semejantes a los hombres que en nada se parecían al Ser Supremo que Pablo estaba describiendo. Los hombres que le escuchaban eran bien educados, y sin duda estaban familiarizados con el Dios de los hebreos. Sabían algo sobre su exclusividad ("Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas"; Dt. 6:4, 5). Sabían que su primer mandamiento era: "No tendrás dioses ajenos delante de mI'" (Éx. 20:3; Dt. 5:7). Es seguro que tan pronto Pablo empezó a hablar, estos hombres entendieron que les estaba declarando al mismo Dios que los hebreos adoraban, y ellos habrían entendido las implicaciones que ello tenía. Pablo identificó a Dios como el Creador: Él "hizo el mundo y todas las cosas que en él hay" (Hch. 17:24). Él es el sustentador de toda vida: "él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas" (v. 25). Él es soberano porque es "Señor del cielo y de la tierra" (v. 24) y también porque "de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación" (v. 26). Además Él es omnipresente: "ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros" (v. 27). Pablo también les dijo que Dios desea que todos los seres humanos "busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle" (v. 27). El apóstol quería decir a estos filósofos que buscar a Dios es una obligación moral. Si Él es sin duda el Creador soberano y omnipotente quien desea que le busquemos, en consecuencia no buscarle es un pecado. Esa verdad no habría pasado desapercibida para estos filósofos. Sabían que Pablo estaba exponiendo ante ellos el imperativo universal claro de que buscaran y adorasen al único Dios verdadero a quien representaba. En otras palabras, Pablo dijo: "el Dios a quien declaro a ustedes es supremo sobre todos los demás seres que existen, y Él es digno de nuestra lealtad y adoración exclusivas. Más les vale buscarle hasta que le hallen en sus vidas". Tal afirmación era un golpe directo al sincretismo y el politeísmo que tanto dominaban su sistema de pensamiento y su forma de vida. No podía quedar duda en sus mentes

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en cuanto a que Pablo definitivamente no les estaba proponiendo que añadieran su Dios al panteón que tenían. Pablo les estaba instando a abandonar su religión para que adoraran al Creador eterno de todas las cosas, el Dios quien hacía evidente la insignificancia y futilidad de todos los demás dioses. Nótese la forma inusual como Pablo respalda su defensa del único Dios verdadero: menciona unas cuantas citas de la poesía griega. "en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos" (v. 28). Tanto la frase al principio como la frase al final de ese versículo son citas de poetas griegos. Epiménides, el mismo poeta que erigió los altares al Dios desconocido, dijo: "En él vivimos, nos movemos y existimos". Es probable que haya sido el poeta Aradus quien dijo: "Somos su descendencia" . Lo irónico es que cuando Epiménides dijo "en él vivimos, nos movemos y existimos", se estaba refiriendo a Zeus. ¿Por qué Pablo estaría dispuesto a citar este panegírico para un ídolo y aplicarlo a Dios? Porque estaba haciendo una defensa de la fe. Su punto podría ser parafraseado así: "Sus propios poetas, quienes carecen por completo de un conocimiento del Dios verdadero, de todas maneras dieron testimonio del hecho incuestionable de que seguro debe existir un creador soberano quien da vida a todas las cosas y es omnipotente. Zeus no es conforme a esa descripción, pero el Dios que les declaro, el cual todavía no conocen, es el Todopoderoso". El uso que Pablo hace de los poetas antiguos cumple la función de recalcar la verdad de Romanos 1: 19, 20: "lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas". La mente racional exige una causa eterna para el efecto de la creación. Por lo tanto, muchos atributos de Dios son tan obvios que incluso los poetas paganos los entienden, a pesar de que los arrogan al dios equivocado. Era un punto de gran importancia y efecto. Pablo estaba aprovechando al máximo la situación, declarando que el Dios verdadero a quien ellos no conocen es el Creador, sustentador y soberano del universo, y luego cita a sus propios poetas como prueba que ese Creador soberano debe existir. Spurgeon dijo: "Fue bastante atinado de su parte referirse a la

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inscripción que había en el altar que observó, y de igual manera citar a los propios poetas griegos. Si se estuviera dirigiendo a los judíos no habría citado a un poeta griego ni se habría referido a un altar pagano: su amor intenso hacia quienes le escuchaban le enseñó a tener en cuenta sus peculiaridades para asegurar la atención de sus oyentes".4 Sin embargo, Pablo no se contentó con la mera idea de asegurar la atención de sus oyentes. No estaba tratando de impresionarles con su intelecto ni obtener su aprobación de él como persona. No estaba tratando de ganar el respeto del mundo ni de obtener la aceptación del mundo como un filósofo. Su única meta era convertir estas personas a Cristo, y estaba llegando al corazón de su mensaje.

Fue denodado y directo Las siguientes palabras de Pablo fueron como una descarga nefasta contra el paganismo ateniense: "Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres" (Hch. 17:29). En otras palabras, si Dios nos hizo (como los propios poetas griegos lo habían indicado), Dios mismo debe ser más grande que cualquier imagen hecha por el hombre. Este es un punto muy importante. Es como si Pablo hubiera tomado un mazo filosófico gigante y hubiera triturado con él todos sus ídolos. Si Dios es en realidad el ser soberano e infinito que hasta los poetas paganos reconocían como tal, no podemos conocerle por medio de un ídolo, un santuario o una imagen. Pablo va directo al corazón del asunto: "Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos" (vv. 30, 31). Nótese que Pablo predicó el arrepentimiento, como siempre. No trató de acomodarse a los epicúreos prometiéndoles una vida maravillosa y llena de placer. Tampoco trató de ganar a los estoicos haciendo que el evangelio sonara lo más parecido posible a su filosofía. Llamó a ambos grupos al arrepentimiento, haciendo referencia a los años dorados de la filosofía griega como "tiempos de esta ignorancia". La palabra "ignorancia" viene de la misma raíz griega de "no conocido" en el versículo veintitrés, y la expresión "pasado por alto"

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viene de una palabra que significa "no interferir". N o significa que Dios desconociera o fuese indiferente hacia la idolatría y el pecado. Significa que Él eligió no intervenir en juicio justo quitando a Atenas de la faz de la tierra. Como Pablo les dijo, no obstante, Dios ha señalado un día en el cual juzgará al mundo, incluida Atenas, en su justicia perfecta. El agente de ese juicio será un Hombre a quien ha ordenado y del cual ha dado testimonio levantándole de los muertos. Sabemos quién es ese Hombre, por supuesto. Es Jesucristo, a quien Dios ha dado todo el poder y la autoridad para juzgar (Jn. 5:22). Sin embargo, Pablo fue interrumpido al llegar a este punto, y es evidente que no alcanzó siquiera a mencionar el nombre de Cristo. "Pero cuando oyeron lo de la resurrección de los muertos, unos se burlaban, y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto otra vez. Y así Pablo salió de en medio de ellos" (Hch. 17:32, 33). Los epicúreos no creían en la resurrección en absoluto, mientras que los estoicos creían en una resurrección espiritual pero no en la resurrección del cuerpo. Quizás irritados por su llamado al arrepentimiento, respondieron de forma colectiva haciendo mofa de Pablo. De hecho, tan pronto hizo mención de la resurrección, los escépticos empezaron a burlarse. Es evidente que algunos habían escuchado suficiente como para rechazar el mensaje de Pablo sin siquiera escuchar toda su exposición. Otros dijeron que le escucharían un poco más en otra ocasión, así que Pablo se limitó a apartarse de ellos. Por otro lado, no todos dudaron o postergaron su respuesta: "Mas algunos creyeron, juntándose con él; entre los cuales estaba Dionisio el areopagita, una mujer llamada Dámaris, y otros con ellos" (v. 34). La verdad había penetrado lo suficiente en sus corazones y estas personas siguieron a Pablo para aprender más. Es obvio que Pablo continuó su sermón para los que querían escuchar, y algunos de ellos se convirtieron. Uno de los convertidos fue Dionisio, un miembro de la corte del Areópago. Otra persona que se convirtió fue una mujer llamada Dámaris, y como no se menciona un título suyo en particular podemos suponer que este sermón alcanzó a personas en los dos extremos del espectro social: filósofos y amas de casa, hombres y mujeres, intelectuales y gente corriente. Este grupo pequeño de convertidos se unió a Pablo y se convirtieron en los primeros cristianos en Atenas.

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EL CRISTIANO EN LA SOCIEDAD SECULAR Puede parecer a algunos que Pablo no tuvo mucho efecto en Atenas. Ese puñado de convertidos en Atenas de alguna forma tiene un aspecto menos espectacular que los avivamientos que Pablo había visto en Antioquía o Tesalónica. No obstante, lo cierto es que Pablo tuvo un efecto dramático en la ciudad. Expuso a su tribunal más encumbrado al conocimiento del Dios verdadero. Este acontecimiento tuvo como resultado el inicio de una iglesia en Atenas y el lanzamiento del ministerio de Pablo en la ciudad cercana de Corinto. Pablo también abrió más oportunidades para predicar ("Ya te oiremos acerca de esto otra vez"). Aunque la respuesta de la corte de Areópago quizás no fue tan sensacional como lo provocado por la predicación de Pablo en otros lugares, podemos tener la certeza de que se cumplieron los propósitos de Dios y que la Palabra no volvió vacía. La respuesta triple de aquel día con los elementos de desprecio, curiosidad y conversión, es típica en todos los lugares y tiempos en que se predica el evangelio con fidelidad. Fue inmediatamente después del incidente en el Areópago que Pablo fue a Corinto. Años más tarde el apóstol escribió: "Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado" (1 Co. 2: 1, 2). Algunos intérpretes creen que Pablo estaba renunciando al método de aproximación que había empleado en el Areópago. Es indudable que esa opinión resulta de una lectura especulativa del segundo capítulo de 1 Corintios. Pablo no indica en ninguna parte que hubiera visto su ministerio en Atenas como un fracaso. Rechazo la noción de que su sermón en el Areópago se malogró. basándose en todo lo que nos informa la Biblia, fue del todo coherente con la forma como Pablo abordó el ministerio en todas partes. No obstante, esto sí queda claro a partir de 1 Corintios 2, así como el resto de las epístolas pastorales del apóstol: Pablo no creía que el secreto de su ministerio poderoso tuviera algo que ver con su capacidad para citar a poetas griegos. Jamás se ve a Pablo aconsejando a Timoteo o a Tito que se apliquen a estudiar la cultura secular, que aprendan a citar a los clásicos o que estudien filosofía para que puedan participar en debates con la élite intelectual. Tan solo les dio el mandato sencillo de predicar la Palabra, a tiempo y fuera de tiempo, y que estuvieran preparados para enfrentar la hostilidad del mundo si

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eran fieles en el cumplimiento de esa tarea. Hechos capítulo 17 demuestra que aunque Pablo ajustaba su estilo de hablar según la situación particular de sus oyentes, jamás adaptó su mensaje. Lo más importante es que nunca adoptó el espíritu de la época en su ministerio. Hace algunos años Francis Schaeffer escribió: "Acomodarse al espíritu del mundo en nuestra era es la forma más grosera de mundanalidad en la definición propia de la palabra".5 Eso es precisamente lo que muchos están haciendo el día de hoy, pero Pablo jamás estuvo dispuesto a hacerlo. Nunca se conformó a sí mismo, y lo más importante, nunca trató de conformar al Dios a quien declaraba, a los gustos y expectativas de la gente. Se contentó, como nosotros debemos hacerlo, con permitir que el poder del evangelio hablase por sí solo.

1. "Another Word Concerning the Down-Grade" ("Un comentario adicional sobre el declive de la iglesia"), The Sword and the Trowel (agosto de 1887), p. 398. 2. F. C. Conybeare, "Areópago", A Dictionary ofthe Rible, James Hastings, ed. (Nueva York: Scribner's, 1898), tomo 1, p. 144. 3. "By All Means Save Sorne" ("De todos modos salvar a algunos"), The Metropolitan Tabernacle Pulpit, vol. 20 (Londres: Passmore and Alabaster, 1874), p. 248. 4. Ibíd. 5. The Great Evangelical Disaster [El gran desastre evangélico] (Westchester, Ill.: Crossway, 1984), p. 142. Schaeffer añadió: "Es triste, pero hoy debemos decir que en general, el establecimiento evangélico se ha venido acomodando a las formas del espíritu del mundo tal como se expresa en la actualidad. Digo esto con lágrimas, y no debemos en modo alguno abandonar la esperanza ni dejar de orar al respecto. Tenemos que recordar con gran pesar que muchos de aquellos con quienes tenemos un desacuerdo básico sobre estos asuntos de acomodo contextual son hermanos y hermanas en Cristo. No obstante, en el sentido más básico de la cuestión, el establecimiento evangélico se ha vuelto profundamen te mundano" (Ibíd).

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LA SOBERANIA DE DIOS EN LA SALVACIÓN Hijos de Dios, no importa qué les haga falta porque ustedes tienen un Dios en quien se pueden gloriar en gran manera. Teniendo a Dios ustedes tienen más que si tuvieran todas las cosas, porque todas las cosas vienen de Él; y si todas las cosas fuesen eliminadas, Él podría restaurar todas las cosas con un simple acto de su voluntad. Él habla y es hecho; Él manda y queda establecido. Bienaventurado es el hombre que tiene al Dios de Jacob por su confianza, y cuya esperanza es Jehová. En el Señor Jehová tenemos justicia y fortaleza; confiemos en Él para siempre. Que los tiempos sigan su curso, ellos no pueden afectar a nuestro Dios.

Carlos H. Spurgeon 1

Una de las ideas más ridículas que he visto en mucho tiempo es un muñeco llamado "Jesús" que los niños pueden accionar como quieran. El juguete plástico viene vestido con túnica y sandalias. Es solo uno de los personajes que forman parte de toda una colección de "figurillas de acción de la Biblia" de cuya fabricación es responsable una empresa en el estado de Michigan. La serie también incluye a Juan el Bautista, Pedro, David y Goliat, Daniel y los leones, etc. Para las niñas las alternativas incluyen a María, Rut y Ester. Los padres ocurrentes también pueden comprar los trajes bíblicos y convertir la muñeca Barbie de su hija en una "mujer de fe".

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Para no dejarse ganar de la competencia, un fabricante de muñecos en la Florida ofrece a "Jesusito", un muñeco de trapo bastante costoso que puede lavarse a máquina. Está diseñado con el objetivo primordial de "ayudar a los niños a descubrir a Jesús", se supone que el juguete también "puede suministrar sosiego para los ancianos y los enfermos, para los que están en programas de rehabilitación y los que están pasando por tiempos difíciles en su vida emocional. En otras palabras, para todo el mundo". ¿Qué clase de "sosiego" puede suministrar un juguete de trapo que el Jesús real no pueda proveer? Según el fabricante del muñeco, el Jesús de verdad no es tangible lo suficiente: "Es difícil abrazar el aire". Se tiene planeado completar la línea con más muñecos de trapo que el fabricante llama "primeros frutos". Los siguientes dos serán María y Dios. Al preguntársele qué aspecto tendría un muñeco de trapo que representara a Dios, el empresario mostró un prototipo. Tiene sesenta centímetros de alto, pelo blanco y barba blanca, con una túnica larga que tiene los colores del arco iris, y por supuesto, también se puede lavar a máquina. Cuando leí por primera vez acerca del "Jesusito" de trapo y del muñeco "Jesús" con capacidad de articulación, me parecieron metáforas apropiadas para describir la manera en que algunos cristianos de profesión imaginan a nuestro Señor. Hay demasiados que piensan en Él como un ser maleable que puede ser manipulado de todas las maneras que se les antoje, y no como el Señor Jehová de la Biblia, un ser de soberanía absoluta. Lo cierto es que la persona promedio prefiere en realidad una imagen de tela y algodón que parece benigna, tiene barba blanca y es pasiva por completo, y no el Dios Todopoderoso revelado en las Escrituras.

LA SOBERANÍA ABSOLUTA DE DIOS Ninguna doctrina es más odiada por la mente natural que la verdad de que Dios es absolutamente soberano. El orgullo humano detesta el concepto de que Dios ordena todas las cosas, controla todas las cosas y gobierna sobre todas las cosas. La mente carnal que arde en su enemistad contra Dios, aborrece la enseñanza bíblica de que nada sucede sin que haya sido conforme a sus decretos eternos. Por encima de todo, la carne odia la noción de que la salvación es por entero la obra de Dios.

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Si Dios decidió quiénes habrían de ser salvos, y si su elección quedó establecida antes de la fundación del mundo, los creyentes no merecen mérito alguno por un solo aspecto de su propia salvación. No obstante, eso es precisamente lo que enseñan las Escrituras después de todo. Incluso la fe es el don que Dios da en su gracia a sus elegidos. Jesús insistió en ello: "Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre" (Jn. 6:65). "Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar" (Mt. 11 :27). Por lo tanto, nadie que se salva tiene de qué jactarse (cp. Ef. 2:8,9). "La salvación es de Jehová" (Jon. 2:9). La doctrina de elección divina es enseñada de manera explícita en toda la Biblia. Por ejemplo, tan solo a partir de las epístolas del Nuevo Testamento, aprendemos que todos los creyentes son "los escogidos de Dios" (Tit. 1:1). Fuimos "predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad' (Ef. 1: 11, cursivas añadidas). "[Dios] nos escogió en él antes de la fundación del mundo ... en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad" (vv. 4, 5). Somos aquellos "que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo ... y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó" (Ro. 8:28-30). Cuando Pedro escribió que nosotros fuimos "elegidos según la presciencia de Dios Padre" (1 P. 1: 1, 2), no empleó la palabra "presciencia" dando a entender que Dios sabía de antemano quiénes iban a creer y por ende les escogió a causa de haber visto por adelantado la fe que tendrían en Él. Más bien, Pedro quiso decir que Dios determinó antes que el tiempo existiera, conocerles, amarles y salvarles; además les escogió sin tener en cuenta las cosas buenas o malas que podrían hacer. Vamos a regresar de nuevo a este punto, pero por ahora, nótese que esos versículos declaran de manera explícita que la elección soberana de Dios se realiza "según el puro afecto de su voluntad" y conforme "al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad"; es decir, no por una razón externa a Él mismo. Ciertamente, no eligió a ciertos pecadores para salvación debido a algo digno de alabanza que poseyeren en sí mismos, o

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a causa de haber visto por adelantado quiénes le elegirían a Él. Les escogió por la razón única y exclusiva de que le agradó hacerlo. Dios declara: "[Yo] anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo pennanecerá, y haré todo lo que quiero" (ls. 46: 10). Él no está sujeto a las decisiones de otros. Sus propósitos para escoger a algunos y rechazar a otros están escondidos en los consejos secretos de su propia voluntad. Además, todo lo que existe en el universo existe porque Dios lo permitió, lo decretó y lo llamó a existencia. "Nuestro Dios está en los cielos; todo lo que quiso ha hecho" (Sal. 115:3). "Todo lo que Jehová quiere, lo hace, en los cielos y en la tierra, en los mares y en todos los abismos" (Sal. 135:6). Él es quien "hace todas las cosas según el designio de su voluntad" (Ef. 1: 11). "Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén" (Ro. 11 :36). "Sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él" (1 Co. 8:6). ¿Qué hay del pecado? Dios no es el autor del pecado, pero es indudable que lo permitió, es algo integral en su decreto eterno. Dios tiene un propósito para permitirlo. No puede ser inculpado de maldad ni manchado por la existencia del mal (1 S. 2:2: "No hay santo como Jehová"). No obstante, Él no fue tomado por sorpresa ni fue incapaz de detenerlo cuando el pecado entró al universo. No conocemos sus propósitos para permitir el pecado. Si no fue para otra cosa, lo permitió con el fin de destruir para siempre la maldad. Además, Dios algunas veces utiliza el mal para hacer el bien (Gn. 45:5-8; 50:20; Ro. 8:28). ¿Cómo puede ser esto? La Biblia no responde todas las preguntas que tenemos, pero sabemos basándose en su Palabra que Dios es soberano por completo. Él es perfectamente santo, y Él es absolutamente justo. Hay que admitir que esas verdades son difíciles de captar para la mente humana, pero las Escrituras no dan lugar a equívocos. Dios controla todas las cosas, incluyendo su elección de quienes serán salvos. Pablo expresa la doctrina en términos ineludibles en el capítulo noveno de Romanos, mostrando que Dios escogió a J acob y rechazó a su hennano Esaú a pesar de que "no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios confonne a la elección pennaneciese, no por las obras sino por el que llama" (v. 11). Unos

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versículos más adelante Pablo añade esto: "Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca. Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia" (vv. 15, 16). Pablo anticipó el argumento que se presentaría en contra de la soberanía divina: "Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? porque ¿quién ha resistido a su voluntad?" (v. 19). En otras palabras, ¿acaso la soberanía de Dios no abroga la responsabilidad humana? En lugar de ofrecer una respuesta filosófica o un argumento metafísico detallado, Pablo reprende a los escépticos: "Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?" (vv. 20,21). La Biblia afirma tanto la soberanía divina como la responsabilidad humana. Debemos aceptar ambos lados de la verdad, así no entendamos cómo se relacionan entre sí. Las personas son responsables por lo que hacen con el evangelio, o por lo que hacen con la luz espiritual a la que hayan tenido acceso (Ro. 2: 19, 20), de modo que el castigo es justo si rechazan la luz, ya que lo hacen por voluntad propia. Jesús se lamentó así por quienes rechazan la luz: "no queréis venir a mí para que tengáis vida" (Jn. 5:40). Dijo a los incrédulos: "Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis" (Jn. 8:24). En Juan capítulo 6, nuestro Señor combinó soberanía divina y responsabilidad humana cuando dijo: "Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera" (v. 37); "Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero" (v. 40); "Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere" (v. 44); "De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna" (v. 47); y "Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre" (v. 65). La manera como esas dos realidades son verdaderas al mismo tiempo no puede ser entendida por la mente humana, solo por Dios. Por encima de todo, no debemos concluir que Dios sea injusto porque elige conceder gracia a algunos pero no a todos. Dios nunca debe ser medido por lo que parezca justo y razonable según el juicio humano.

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¿Acaso vamos a ser tan insensatos como para presumir que nosotros, quienes somos criaturas caídas y pecadoras, tenemos una norma más elevada de lo que es correcto que un Dios santo, eterno, infinito y libre de pecado? ¿Qué clase de orgullo es ese? En el Salmo 50:21 Dios dice: "Estas cosas hiciste, y yo he callado; pensabas que de cierto sería yo como tú; pero te reprenderé, y las pondré delante de tus ojos". Dios no es como nosotros y no puede ser evaluado con normas humanas. "Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos" (Is. 55:8, 9). Nos salimos de límites siempre que llegamos a la conclusión de que algo hecho por Dios es injusto. En Romanos el apóstol escribe: "¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero?" (Ro. 11:33,34).

SOBERANÍA DIVINA FRENTE A PRAGMATISMO ¿Qué tiene que ver la soberanía de Dios con el tema de este libro? Todo. La razón misma por la que muchas iglesias contemporáneas se acogen a la metodología pragmática es que carecen de cualquier entendimiento del lugar que ocupa la soberanía de Dios en la salvación de los elegidos. Pierden confianza en el poder de Dios para usar el evangelio predicado para alcanzar a incrédulos endurecidos. Esa es la razón por la que abordan el evangelismo como un problema de mercadeo. Su metodología se define de conformidad con esa suposición. Hace más de treinta años, J.I. Packer escribió: Si olvidamos que es prerrogativa de Dios el dar resultados cuando el evangelio es predicado, vamos a empezar a pensar que es responsabilidad nuestra asegurarlos. Además, si olvidamos que solo Dios puede dar fe, vamos a empezar a creer que el hecho de que alguien se convierta no depende de Dios, sino en últimas de nosotros, y que el factor decisivo es la manera como evangelizamos. Esta línea de pensamiento, si se sigue hasta sus últimas consecuencias, nos desviará por completo del camino. Vamos a tratar el asunto. Si considerásemos como nuestro trabajo no solo presentar a Cristo sino en efecto producir conversiones, es decir: evangelizar de una manera no solo fiel sino también exitosa, nuestra manera

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de abordar el evangelismo se volvería pragmática y calculadora. Llegaríamos a la conclusión de que necesitamos una herramienta doble, tanto para el trato personal como para la predicación pública: un entendimiento claro del significado y la aplicación del evangelio, y una técnica irresistible para inducir una respuesta positiva. Por lo tanto, deberíamos ocupamos en tratar de desarrollar una técnica que produzca esos resultados, y deberíamos evaluar el evangelismo, tanto el nuestro como el de otras personas, conforme a un criterio que no solo considere el mensaje que se predicó sino también los resultados visibles. Si nuestros esfuerzos propios no dan los frutos esperados, debemos concluir que nuestra técnica todavía requiere mejoras. Si estamos dando frutos, debemos concluir que esto justificó la técnica aplicada. En consecuencia, deberíamos considerar el evangelismo como una actividad que involucra una batalla de voluntades entre nosotros y las personas a quienes presentamos el evangelio, una batalla en la cual la victoria depende de que lancemos una descarga pesada y contundente de metodología que sea lo bastante irresistible como para generar los efectos calculados. 2

Packer estaba haciendo una advertencia en contra de la misma manera de pensar que ha hecho surgir la iglesia orientada a la satisfacción del consumidor y su filosofía pragmática de mercadeo. En realidad, la visión pragmática del ministerio no es nueva. Tiene raíces profundas en la historia de la iglesia en Norteamérica. La contribución principal no vino de Harry Emerson Fosdick, Norman Vincent Peale, Robert Schuller, o cualquier otro defensor contemporáneo del pragmatismo. Ellos, al lado de muchos otros, han seguido la influencia de otro hombre, el evangelista del siglo diecinueve Carlos G. Finney. Carlos Finney empezó con el pie que no era cuando despreció la visión ortodoxa de elección divina diciendo que era "un ejercicio de soberanía arbitraria".3 Rechazó la doctrina de que la conversión es por entero una obra de Dios. Enseñó en cambio que la fe es en lo fundamental una decisión humana y que la salvación está asegurada por el movimiento del pecador hacia Dios por iniciativa propia. Aunque el error teológico fundamental de Finney fue su rechazo de la soberanía de Dios, fue inevitable que condujera a otros errores en su enseñanza. Concluyó que las personas son pecadoras por preferencia personal y decisión propia, no por naturaleza. Creía que el propósito del evangelismo era convencer a las personas de optar por algo diferente, o como muchos dirían hoy: de "tomar una decisión por Cristo". Por lo

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tanto, la elección del pecador y no la de Dios, se convirtió en el factor determinante en la conversión. En la opinión de Finney, el medio para salir de la oscuridad y entrar en la luz no era más que un simple acto de la voluntad humana. La labor del predicador consiste en asegurar una decisión de fe, aplicando todos los medios que demostraran ser útiles. Finney introdujo "nuevas medidas" (metodología no convencional) a su ministerio, mediante el empleo frecuente de técnicas que estaban diseñadas con el fin exclusivo de impresionar e intrigar a la gente apática que iba a las iglesias. Estaba dispuesto a implementar cualquier medio que produjera la respuesta deseada en sus oyentes. La visión del ministerio introducida por Carlos Finney sentó las bases y fue la precursora del pragmatismo moderno. Su enseñanza y sus métodos han matizado gran parte del evangelismo norteamericano durante más de siglo y medio. Podría ser llamado el padre del pragmatismo evangélico. El ministerio moderno de orientación al mercado no es más que el punto culminante del movimiento iniciado por Finney (véase Apéndice 2). Podría esperarse que quienes rechazan la doctrina bíblica de la sabiduría de Dios sigan a Finney, pero no quienes dicen que la afirman. Su pragmatismo es una negación de su teología, y cuando insisten en lo contrario desarrollan una especie de esquizofrenia espiritual.

LA SALVACIÓN ES DEL SEÑOR Spurgeon libró la batalla generada por la controversia del declive varios años después del auge de Finney. Sin embargo, la influencia de Finney se seguía sintieqdo, incluso en Londres.4 La teología reformista estaba en una condición de profundo deterioro. La metodología pragmática estaba en furor. Spurgeon fue muchas veces una voz solitaria, en particular sobre la doctrina de la soberanía de Dios. Uno de los contemporáneos de Spurgeon, R. W. Dale, escribió en 1881 que "el señor Spurgeon queda solo entre los líderes modernos del inconformismo evangélico en su fidelidad al antiguo credo calvinista".5 Spurgeon vio con mucha claridad que esa pérdida desastrosa de confianza en la soberanía de Dios podría hacer rodar cuesta abajo a las iglesias. Estaba por completo de acuerdo con una carta publicada en el diario The Christian Age, dirigida al editor por el doctor David Brown, director del Free Church College en Aberdeen: ''Todas nuestras iglesias

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están agujereadas por todos lados con la tendencia malévola a minimizar todas las características del evangelio que el hombre natural no puede recibir. No es sorpresa, ya que su objetivo parece ser atraer la mente natural. Dondequiera este es el caso, la espiritualidad del púlpito desaparece y el Espíritu mismo está ausente".6 Spurgeon consideró la soberanía divina como "la clave para la verdad de Dios".? Veía esta doctrina en el corazón del evangelio mismo: "Yo tengo mi propia opinión privada de que no puede existir algo que se llame predicar a Cristo crucificado, a no ser que prediquemos lo que se conoce hoy día como calvinismo... No creo que podamos predicar el evangelio si no predicamos la justificación por fe, sin obras; tampoco, a no ser que prediquemos la soberanía de Dios en su dispensación de gracia". 8 Spurgeon citó de Jonás 2:9, "La salvación es de Jehová", y a continuación comentó: Esa es un epítome del calvinismo, es la suma y sustancia de su contenido. Si alguien me pregunta qué quiero decir con el término calvinista, debo responder: "Es una persona que dice: la salvación es de Jehová". No puedo hallar en la Biblia una doctrina diferente a esta. Es la esencia de la Biblia. "Él solamente es mi roca y mi salvación". Si alguien me dice algo contrario a esta verdad, se trata de una herejía cuya esencia encuentro aquí, en el hecho de que se ha apartado de esta verdad fundamental y grandiosa: "Dios es mi roca y mi salvaci6n". ¿Cuál es la herejía de Roma, si no es la adici6n de algo a los méritos perfectos de Jesucristo, la inclusi6n de las obras de la carne, para asistir en nuestrajustificaci6n? ¿Cuál es la herejía del arminianismo, si no es la adición de algo a la obra del Redentor? Toda herejía se descubre como tal cuando se compara con esta verdad. 9

LAS ESCRITURAS y LA SOBERANÍA DE DIOS ¿Es la salvación por entero la obra del Señor? 0, ¿será que Él ya ha hecho todo lo que puede hacer, y ahora aguarda la decisión del pecador? Las Escrituras son claras al respecto. Si la salvación dependiera de la iniciativa del pecador, nadie se salvaría. "No hay quien entienda. No hay quien busque a Dios" (Ro. 3:11). "Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere" (Jn. 6:44). Dios mismo suscita la fe en quienes ha ordenado para vida eterna (Hch. 13:48). Después de esta iniciativa divina empi~za la búsqueda, como en Isaías 55:6, 7: "Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cerca-

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no. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar". Ese texto es seguido por una afirmación de la soberanía de Dios en las palabras clásicas del versículo 11: "así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará 10 que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié". Si esto resulta confuso, los versículos 8 y 9 ayudan a explicarlo: "Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos". Dios manda a todos que se arrepientan (Hch. 17:30), pero en últimas Él es quien concede el arrepentimiento (Hch. 5:31; 11: 18; 2 Ti. 2:25). Aunque Dios demanda la respuesta de fe, Él debe motivar esa respuesta con su gracia y poder en los corazones de los elegidos (Hch. 18:27). El corazón humano es tan depravado, que dejados a nosotros mismos, ninguno estaría dispuesto a creer. Si pudiéramos generar fe por iniciativa propia, por cierto tendríamos algo de qué jactarnos; pero la Palabra de Dios dice: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se glorie. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas" (Ef. 2:8-10). Estas verdades no están escondidas en pasajes aislados de las Escrituras, sino como 10 indicó Spurgeon, son "la esencia de la Biblia", afirmada en toda la extensión del texto sagrado. Sin embargo, quiero enfocarme en un pasaje breve que tiene una claridad particular con respecto a la soberanía de Dios en la salvación, y es 1 Pedro 1:1-5: Pedro, apóstol de Jesucristo, a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas. Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero.

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ESCOGIDOS POR DIOS Por supuesto, este es solamente el saludo introductorio de la carta de Pedro. El apóstol se zambulle en las profundidades teológicas desde el principio. Muchos predicadores, incluso algunos que afirmarían la doctrina, evitan hacer cualquier mención de la elección en su enseñanza pública, porque el tema ha sido objeto de malentendidos y abusos de toda clase. Por otro lado, Pedro empezó su primera epístola con una afirmación clara e inequívoca de la doctrina. Entra en materia antes de terminar la primera frase. Recordemos que Pablo estaba escribiendo a creyentes perseguidos en todos los niveles de madurez espiritual, esparcidos a 10 largo y ancho de Asia menor. En medio de su persecución, cuando quizás estuvieran empezando a tener dudas sobre la soberanía de Dios o su cuidado de ellos, Pedro estaba deseoso de recordarles que eran los escogidos de Dios. La palabra griega que se traduce "escogidos" es eklektos, del verbo kaleo que significa "llamar" y la preposición ek "afuera". Su significado literal es "los llamados a salir". El término se emplea con frecuencia en el Nuevo Testamento como sinónimo de la palabra cristianos (por ejemplo, Col. 3:12; 2 Ti. 2:10; Tit. 1:1). La expresión "los llamados a salir" subraya el hecho de que los salvos somos redimidos a causa de la elección de Dios, no la nuestra. Jesús dijo a sus discípulos: "No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros" (Jn. 15: 16). En otras palabras, si usted es cristiano, se debe en últimas a que fue escogido por Dios mismo, no a alguna cosa que usted hizo para lograr la entrada al reino de Dios. Como Spurgeon escribió: Cuando vine a Cristo pensé que lo estaba haciendo por mi cuenta, y creí que había buscado al Señor con suficiente anhelo, pero no tenía ni idea que el Señor me estaba buscando ... [Entonces] me sobrevino el pensamiento: ¿ Cómo llegaste a ser cristiano? Busqué al Señor. Pero, ¿cómo llegaste a buscar al Señor? La verdad pasó por mi mente en un instante: no le habría buscado a no ser que hubiese alguna influencia anterior en mi mente que me hiciera buscarle... Vi que Dios estaba en el fondo de toda la situación, y que Él es el autor de mi fe. De ese modo quedó expuesta ante mí toda la doctrina de la gracia... Deseo hacer esta confesión permanente: "Atribuyo mi cambio por entero a Dios". 10

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En 1 Pedro 2:9, Pedro ratifica el tema de la elección soberana de Dios en estos términos: "Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable". ¿Está Dios tratando de salvar al mundo entero? No, está llamando a salir de él a su pueblo para la gloria de su nombre (cp. Hch. 15:14). En Juan 17:9, Jesús está orando por los elegidos: "Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste". Antes que empezara el mundo, en el pasado eterno y carente en absoluto de temporalidad, el Padre escogió a un pueblo para su nombre. Efesios 1:4, 5 dice: "nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad". Quienes somos salvos estuvimos en su mente antes del principio del tiempo. Antes que el mundo empezara, fuimos escogidos. Siempre hemos sido escogidos. Ese es un pensamiento insondable y a la vez de una intensidad conmovedora y emocionante. Él "nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos" (2 Ti. 1:9, cursivas añadidas). Así es como nuestros nombres pueden estar "escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado, desde el principio del mundo" (Ap. 13:8). El apóstol Pablo afirmó con claridad que predicaba como "apóstol de Jesucristo, conforme a la fe de los escogidos de Dios" (Tit. 1: 1). Sabía que cuando predicaba el evangelio, Dios habría de salvar a los elegidos mediante la verdad predicada (cp. Hch. 18:9-11). Su tarea consistía en predicar la verdad salvadora de tal manera que el Espíritu de Dios pudiera usarla para activar la fe de los elegidos. Si usted lucha con estas verdades, tenga la certeza de que no está solo. Son difíciles de recibir, imposibles de comprender, y hasta repugnantes para nuestra susceptibilidad como seres finitos. La mente humana caída tiende a pensar que es injusto de parte de Dios que escoja a unos y no a todos, como si nosotros tuviéramos el derecho de exigir su gracia inmerecida. "¡Eso no es justo!", es la respuesta típica. Lo cierto es que no se supone que deba ser justo. No nos debería interesar que fuera justo, por nuestro propio bien. "Justo", significaría que todos

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se condenarían por la eternidad. Dios en su gracia salva a muchas personas que solo merecen ser objetos de su ira. Si Él elige manifestar su ira a otros, eso en ningún sentido menoscaba su justicia e integridad (Ro. 9:21-23). Sin embargo, no es inusual que las personas respondan con enojo a la soberanía de Dios. El cuarto capítulo de Lucas describe un incidente en que Jesús tocó el tema de la doctrina de elección, y la multitud tomó una actitud hostil. Estaba enseñando en la sinagoga de Nazaret, justo después de haber comenzado su ministerio público. Al principio "todos daban buen testimonio de él, y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca" (4:22). Habían oído hablar de los grandes milagros que había hecho en Capemaum y querían ver algunos milagros similares en N azaret. Estaban admirados y también un poco escépticos, frente al hecho de que alguien de su propia comunidad tuviese el poder para realizar tales señales y prodigios. Por otro lado, no era parte del plan soberano de Dios para Él que obrase milagros en Nazaret. Anticipándose a lo que la gente quería, Jesús dijo: "Sin duda me diréis este refrán: Médico, cúrate a ti mismo; de tantas cosas que hemos oído que se han hecho en Capemaum, haz también aquí en tu tierra. y añadió: De cierto os digo, que ningún profeta es acepto en su propia tierra. y en verdad os digo que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en toda la tierra; pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidón. y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio" (vv. 23-27).

En otras palabras, Dios es soberano en cuanto a cómo, cuándo y dónde manifiesta y concede su gracia. Jesús no hacía espectáculo de milagros a petición del público. ¿Cuál fue la respuesta de la multitud? Los mismos que habían parecido apreciarle contados instantes atrás, "se llenaron de ira; y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada la ciudad de ellos, para despeñarle" (vv. 28, 29). No querían escuchar la verdad porque la aborrecían, y descargaron su odio contra Él. "Mas él pasó por en medio

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de ellos, y se fue" (v. 30). El milagro que querían ver sucedió y ellos ni siquiera se dieron cuenta: tan solo caminó por en medio de ellos y escapó de forma sobrenatural de la turba enfurecida. La elección soberana es una de esas verdades que constituye una prueba irrefutable de que la Biblia es la Palabra inspirada de Dios. No es una verdad que la razón humana podría inventar, aun si quisiera. La única razón por la que una persona la cree, es que está revelada con claridad ineludible en la Palabra de Dios. No la podemos comprender con nuestras facultades limitadas; debemos recibirla con sencillez por fe. Eso sí, debemos recibirla. De otro modo no estamos dando a Dios la gloria que le es debida como el Señor soberano, perfecto y omnisciente quien nos escogió. Además, si no la recibimos vamos a terminar atribuyéndonos mérito por algo que en realidad es la obra exclusiva de Dios en nosotros.

VIVIR COMO EXPATRIADOS Nótese otra expresión en 1 Pedro 1:1 que Pedro utiliza para describir a sus destinatarios: "expatriados". Pedro estaba escribiendo a creyentes judíos que habían sido dispersados por toda Asia menor en una serie terrible de persecuciones. Sin embargo, tenía en mente mucho más que su condición de extranjeros en una nación terrenal. Les estaba recordando que como los escogidos de Dios "eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra" (He. 11:13), forasteros en este mundo. Como cristianos, pertenecemos al reino de los cielos, no a este mundo. No debemos amar al mundo (1 In. 2: 15). No debemos ser amigos del mundo (Stg. 4:4). Debemos ser embajadores de Cristo (2 Co. 5:20). Somos gente extranjera que vive conforme a una norma suprema. Estamos en el mundo, pero no somos del mundo (cp. In. 17:11-16). Pedro quería que aquellos creyentes dispersados y perseguidos entendieran que aunque el mundo les había rechazado, Dios mismo les había escogido. Sabía que iban a ser animados y fortalecidos al saber que aunque eran forasteros y desheredados en este mundo, eran ciudadanos escogidos en el reino de Dios.

CONOCIDOS DESDE LA ETERNIDAD Examinemos la frase "según la presciencia de Dios Padre" (1 P.

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1:2). Es similar al lenguaje que Pablo empleó en Romanos 8:29: "a los que antes conoció, también los predestinó". Dios nos escogió según su presciencia. Como advertimos antes, esto no significa que Dios tuvo una observación pasiva en la eternidad y supo antes que existiera el tiempo lo que íbamos a hacer, así que eligió a quienes vio de antemano que habrían de tomar la decisión de creer. Esto haría soberanos a los seres humanos e implicaría que Dios se sujeta a la elección de los hombres. Después de todo, el punto que Pedro está estableciendo es que Dios nos eligió, no que nosotros le elegimos a Él. La palabra "presciencia" se deriva del término griego prognosis. Pedro emplea una forma diferente de la misma palabra más adelante en este capítulo. El versículo 20 dice que Cristo mismo fue "destinado-desde antes de la fundación del mundo". ¿Acaso "destinado" en ese versículo podría referirse a la simple omnisciencia previa de Dios? Es obvio que no. Dios no se adelantó para ver en el futuro qué haría Cristo. En este contexto el significado claro es que Dios el Padre conoció a Cristo mismo de manera íntima y personal antes de la fundación del mundo. Pedro también aludió al concepto de "presciencia" en su sermón de Pentecostés. En Hechos 2:23, hablando de Jesús dice: "a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole". Pedro no estaba dando a entender que Dios vio de antemano la crucifixión y decidió sacarle el mejor provecho posible. No, este fue su plan o consejo "determinado". Él lo sabía de antemano porque Él lo decretó. Él lo planeó. Él lo determinó. La crucifixión fue el foco de su designio eterno para la redención. Aquí "presciencia" o "conocimiento anticipado" alude con claridad a la idea de una preordenación deliberada. (Nótese, a propósito, la verdad correspondiente: "[a quien vosotros] prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole". Los que habían gritado "crucifícale" no quedaron absueltos de su responsabilidad horrible solo porque sus acciones fueron parte del plan eterno de Dios. Pedro les dijo con claridad que ellos habían hecho estas cosas. Ellos eran culpables. Eran responsables por sus acciones aunque esas acciones concordaban a perfección con el plan eterno de Dios. La soberanía divina no niega la responsabilidad humana. El hecho de que Dios predeterminó y conoció de antemano la muerte de Cristo no absolvió a quienes le asesinaron, ni les libró de culpa condenatoria.)

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En ese caso, ¿cómo debemos entender el término presciencia? Hemos visto que puede significar conocimiento personal e íntimo. Además puede significar elección deliberada. Al combinar esas dos ideas se obtiene el sentido pleno de la palabra. Esta clase de presciencia era un concepto familiar para los lectores judíos de Pedro. Expresiones similares habían sido empleadas en el Antiguo Testamento para hablar del amor eterno de Dios hacia sus elegidos. Por ejemplo, Dios dijo a Jeremías: "Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones" (Jer. 1:5). En Amós 3:2 Dios dice a Israel: "A vosotros . solamente he conocido de todas las familias de la tierra". Él dijo a Moisés: ''También haré esto que has dicho, por cuanto has hallado gracia en mis ojos, y te he conocido por tu nombre" (Éx. 33: 17). Todos esos pasajes hablan acerca de una relación íntima. La palabra hebrea yada ("conocer") tenía esta connotación en un sentido tan intenso, que se empleaba con frecuencia como eufemismo para aludir a las relaciones sexuales: "Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió" (Gn. 4: 1, cursivas añadidas). El Nuevo Testamento también utiliza la palabra conocer para describir la relación personal estrecha de nuestro Señor con sus elegidos. Jesús dijo: "Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen" (Jn. 10:27). Quienes carecen de esa relación son condenados. A los tales Él dirá en el juicio: "Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad" (Mt. 7:23, cursivas añadidas). Cuando las Escrituras dicen que la elección de Dios es de acuerdo con su presciencia, significa que Él conoció a sus elegidos de manera íntima desde antes de la fundación del mundo. Él predeterminó en su plan eterno depositar su amor sobre ciertas personas, y ellas forman parte del pueblo que escogió para su gloria. En otras palabras, Él estableció su relación amorosa con ellos incluso antes que empezara el tiempo, y es en ese sentido que tuvo una presciencia o conocimiento anticipado de ellos por la eternidad. Por eso el escritor de Hebreos denomina este plan divino el "pacto eterno" (13:20). Pablo dijo a Tito que este plan de salvación fue prometido por Dios "desde antes del principio de los siglos", una frase que significa antes que el tiempo existiese (1 :2).

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LLAMADOS A SANTIFICACIÓN Elección no es lo mismo que salvación. Los creyentes son escogidos desde la eternidad, pero en un punto específico en el tiempo pasan de muerte a vida. Todos los que son elegidos con certeza absoluta serán salvos, pero Dios no les salva aparte de los medios que Él ha determinado: la Palabra de Dios, la convicción de pecado, el arrepentimiento, la fe y la santificación. Los elegidos de Dios deben creer para ser salvos. Esta es la manera como el decreto divino y eterno se convierte en un hecho histórico. Pedro destaca esta verdad con la frase "elegidos ... en santificación del Espíritu" (1 P. 1:2). Aquí emplea el término santificación, no en el sentido técnico y doctrinal sino como un término amplio que incluye todos los aspectos de la experiencia de salvación: arrepentimiento, fe, regeneración, obediencia, santificación y todo lo que el Espíritu Santo produce en los elegidos. Nótese que es la "santificación del Espíritu". Esta es la obra del Espíritu, apartarnos del pecado, consagrarnos y hacemos santos como Él. Nos está conformando a la imagen de Cristo. En 2 Tesalonicenses 2: 13 el apóstol emplea un lenguaje similar: "Dios os [ha] escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad". En otras palabras, los tres miembros de la Trinidad intervienen en el proceso. Dios planeó nuestra salvación. Cristo compró nuestra salvación. El Espíritu Santo efectúa nuestra salvación. Santificación no significa perfección. Significa separación. Se refiere a que somos separados del pecado y apartados para Dios. Todo cristiano es santificado. Por esa razón Pablo podía escribir aun a la apurada iglesia de los corintios: "ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios" (1 Co. 6: 11). La separación del pecado es ahora la dirección de nuestra vida, y algún día será laperfección de nuestra vida. La santificación es al mismo tiempo un acontecimiento y un proceso de toda la vida. Hemos sido separados del pecado y conformados a la imagen de Cristo, pero también lo seguimos siendo. No alcanzaremos santificación o perfección definitiva hasta que la muerte o la segunda venida nos hagan estar cara a cara con Él: "cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es" (1 Jn. 3:2). Ningún creyente falla en ese proceso (cp. Jn. 6:39,40 y Ro. 8:30-39).

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Como lo indica el lenguaje de Pedro, la santificación tiene una relación tan estrecha con la elección que las dos son inseparables. Por eso afirma que ninguno que en verdad es un elegido de Dios puede evadir el proceso de santificación. Somos predestinados "para que [seamos] hechos conformes a la imagen de su Hijo" (Ro. 8:29). Sería una contradicción decir que Dios escogió a una persona para estar en Cristo y que no' da comienzo al proceso para hacerla santa. Sin embargo, hay miles hoy que creen que son cristianos pero nunca han visto cambio alguno en sus vidas. A tales personas más les vale "hacer firme [su] vocación y elección" (2 P. 1:10). La elección soberana de Dios abarca todos los aspectos de nuestra salvación de principio a fin. Él es el autor y perfeccionador de nuestra fe (He. 12:2). Salvarnos es su obra por completo, puesto que incluye presciencia, elección, regeneración (Stg. 1: 18), arrepentimiento (Hch. 11:18), fe (Jn. 6:44; Ro. 12:3), justificación (Ro. 3:24), santificación (He. 2:11), en absoluto todas las cosas desde nuestra predestinación hasta nuestra glorificación final (Ro. 8:30). Los que son elegidos no solo son escogidos por Dios para ir al cielo, sino para tener parte en todas las fases de su obra de salvación. No nos atrevamos a ver la santificación como algo opcional: "Seguid... la santidad, sin la cual nadie verá al Señor" (He. 12:14).

ORDENADOS PARA OBEDIENCIA Pedro lleva esto un paso más adelante. Dice que somos escogidos "para obedecer" a Jesucristo. Aquí volvemos a Efesios 2: 10 que dice: "Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas". De modo que hasta nuestras buenas obras fueron preordenadas por un Dios soberano. Jesús dijo: "No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto" (Jn. 15:16, cursivas añadidas). Por cierto, las buenas obras no son la causa de nuestra elección. No son razones para la justificación. En ningún sentido son la base para nuestra salvación. No obstante, son la evidencia inevitable de nuestra salvación. Si en verdad somos "hechura suya", si Él nos escogió y en su soberanía ha preparado buenas obras para que andemos en ellas, no es

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posible que los elegidos de Dios lleven una vida terrenal carente de obediencia a Cristo. La mera suposición hipotética de esa posibilidad es un ataque a la soberanía y omnipotencia de quien nos escogió a fin de que pudiésemos obedecer a Jesucristo.

ROCIADOSCONSUSANGRE Pedro continúa: también somos elegidos para "ser rociados con la sangre de Jesucristo" (v. 2, cursivas añadidas). ¿A qué se refiere esto? En el Antiguo Testamento, la sangre de los sacrificios era rociada muchas veces sobre objetos inanimados. En la Pascua era rociada sobre las puertas y dinteles. En relación con algunas de las ofrendas por el pecado, era rociada sobre el altar y alrededor del tabernáculo. Hebreos 9:22 dice: "casi todo es purificado, según la ley, con sangre". No obstante, muy rara vez en el Antiguo Testamento se rociaba a las personas con sangre. De hecho, solo se hacía una aplicación directa de la sangre sobre personas en dos casos de la ley levítica. Uno era la limpieza simbólica de un leproso (Lv. 14:7, 14). El otro era cuando los levitas eran consagrados al sacerdocio (Éx. 29:20, 21; Lv. 8:24, 30). Primera Pedro capítulo dos no está hablando acerca de la limpieza de leprosos o la consagración de sacerdotes, así que recurrimos al único otro incidente en las Escrituras donde personas fueron rociadas con sangre. Fue algo que sucedió una sola vez, cuando Moisés roció a los israelitas (Éx. 24:8). La sangre que Moisés roció sobre los israelitas fue llamada "la sangre del pacto". Después que Moisés proclamó la Palabra de Dios al pueblo, ellos respondieron varias veces con una promesa para obedecerla. Ese fue el pacto. La sangre rociada simbolizaba su obediencia. Era la señal externa de su promesa de obedecer. Moisés construyó un altar y ofreció un sacrificio de dos becerros. Tomó la mitad de la sangre de esos sacrificios y la roció sobre el altar como un símbolo de la promesa de Dios de salvar y bendecir. El resto de la sangre la roció sobre el pueblo diciendo: "He aquí la sangre del pacto que Jehová ha hecho con vosotros sobre todas estas cosas" (Éx. 24:8); esto simbolizó la promesa de obediencia que había hecho el pueblo. La sangre fue requerida para sellar el pacto: "De donde ni aun el primer pacto fue instituido sin sangre. Porque habiendo anunciado Moisés todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos,

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con agua, lana escarlata e hisopo, y roció el mismo libro y también a todo el pueblo" (He. 9: 18, 19). Es este rociamiento simbólico de la sangre de Jesucristo sobre los creyentes el que Pedro tenía en mente al escribir: "elegidos ... para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo" (1 P. 1:1,2). Esto significa que los elegidos al recibir su salvación se comprometieron a obedecer al Señor, quien ya había provisto salvación y bendición para ellos. Pedro está diciendo que Dios nos hizo partícipes de este pacto al escogemos, antes de la fundación del mundo. ¿Puede usted ver la extensión total en que la soberanía de Dios cubre nuestra salvación? Él nos escogió antes que el tiempo empezara. Él nos amó con un amor eterno (Jer. 31:3). Él nos salvó. Él nos llamó a santificación. Él nos ordenó para obediencia. Él estableció su pacto con nosotros. En verdad somos hechura suya en todo el sentido de la palabra (Ef.2:1O).

APLICACIÓN DE LA DOCTRINA DE SOBERANÍA DIVINA La doctrina de la soberanía de Dios es objeto de abuso frecuente, y no se entiende ni se aplica bien en muchos casos. Muchos cristianos se hacen la idea de que es demasiado profunda, demasiado difícil de entender, o demasiado ofensiva. Lo cierto es que no deberíamos rehuirle, sino por el contrario, debemos recurrir a ella. No debemos tenerle miedo sino regocijamos en ella. Esta doctrina aplasta el orgullo humano, exalta a Dios y fortalece la fe del creyente. ¿ Qué podría ser más alentador que saber que Dios tiene el control soberano de toda su creación? El universo no está sujeto a acciones arbitrarias ni accidentes fortuitos. No existe la más remota posibilidad de que los planes de Dios fallen. "Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados" (Ro. 8:28). Esa es la promesa mejor conocida y más amada en todas las Escrituras, y se fundamenta en la doctrina de la soberanía de Dios. Además, la doctrina de la soberanía de Dios debería ser una motivación para el evangelismo. Sabemos que cuando testificamos o predicamos Dios tiene a sus escogidos en mente, los que van a dar una respuesta positiva, yeso nos debe animar a ser fieles en la proclamación

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del evangelio. La elección no es una excusa para la inactividad. Quienes piensan que pueden quedarse de brazos cruzados y dejarle a Dios la tarea de salvar a los elegidos por medio de algún artificio místico, no entienden las Escrituras. Los elegidos no se salvan aparte del evangelismo: "¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quién les predique?" (Ro. 10:14). Esa es la razón por la que debemos proclamar el evangelio a toda persona (Mr. 16:15; Le. 24:47). Y lo podemos hacer con la confianza y la seguridad absoluta de que "todo aquel que en él cree, no se [pierde], mas [tiene]vida eterna" (Jn. 3: 16). Algo central para el tema de este libro, es que nuestra confianza en la soberanía de Dios nos llevará a determinar el cómo debemos predicar. Nuestros métodos del ministerio se van a transformar por completo si estamos dispuestos a examinarlos a la luz de la soberanía de Dios. En el maravilloso libro de J. l. Packer titulado El evangelismo y la soberanía de Dios, él discute estos mismos asuntos con mucha percepción y sabiduría. Packer incluye una sección de gran valor titulada "¿Por qué medios y métodos debería practicarse el evangelismo" ? Allí escribe lo siguiente: Solo existe un método de evangelismo: a saber, la explicación y aplicación fieles del mensaje del evangelio. A partir de ahí se puede concluir, y este es el principio clave que estamos buscando, que cualquier estrategia, técnica o estilo propuesto de acción evangelística debe someterse a esta prueba: ¿sirve o no sirve en efecto a la Palabra? ¿Está calculado para ser un medio de explicación verdadera y completa del evangelio, así como de su aplicación profunda y exacta? En la medida en que haya sido calculado con tal propósito, el medio es legítimo y correcto; en la medida en que tienda a aderezar y oscurecer las realidades del mensaje y a quitar el filo tajante de su aplicación, es profano y erróneo.! 1

Packer sugiere una serie de preguntas que debemos formular acerca de cada nueva forma de ministerio: "¿Esta forma de presentar a Cristo está calculada para infundir en la gente que se trata de una palabra de parte de Dios?"; "¿Esta forma de presentar a Cristo tiene sabor a sagacidad y espectacularidad humanas? ¿Tiende por esa razón a exaltar al hombre?"; "¿Está calculada esta forma de presentar a Cristo para promover o impedir la obra de la Palabra en las mentes de los hombres?

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¿Va a hacer claro el significado del evangelio o lo va a presentar como un mensaje enigmático y oscuro?"; "¿Esta forma de presentar a Cristo está calculada para transmitir a las personas la doctrina del evangelio y no solo una parte de su contenido?"; "¿Esta forma de presentar a Cristo ha sido calculada para comunicar la aplicación del evangelio? .. Por ejemplo, ¿dejará o no a las personas sin saber que tienen una obligación inmediata de responder a Cristo?"; "Esta forma de presentar a Cristo está calculada para transmitir la verdad del evangelio en un tono apropiado de seriedad? ¿Está calculada para hacer sentir que sin duda alguna se encuentran ante una cuestión de vida o muerte? .. ¿Les ayudará a darse cuenta de que es una cosa horrenda caer en las manos del Dios vivo? O, ¿esta forma de presentar a Cristo es tan ligera y casual, tan cómoda y jovial que a los oyentes les queda difícil sentir que el evangelio es una cuestión de alguna consecuencia inmediata en sus vidas?"12 La fe en la soberanía absoluta de Dios libraría a la iglesia del declive del pragmatismo y la mundanalidad. Nos haría regresar por fin a la predicación bíblica. Si los predicadores solo tuvieran confianza en el poder de Dios y la Palabra de Dios, no considerarían necesario maquillar, ajustar ni bajar de tono el mensaje. No sentirían la necesidad de utilizar medios artificiales para inducir a mas personas a salvarse. No verían el evangelismo como un problema de mercadotecnia, sino que lo verían como lo que es: la proclamación de revelación divina como el único medio por el cual Dios llama a los elegidos a Él mismo. Se apoyarían más en el evangelio, el "poder de Dios para salvación". También abandonarían los tejemanejes mundanos que empujan a la iglesia cuesta abajo con mayor velocidad. Escuchemos la Palabra inspirada por Dios: "Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, ... siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Porque: Toda carne es como hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada" (1 P. 1:22-25, cursivas añadidas).

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1. HA Sermon for the Time Present" ("Sermón para el tiempo presente"), The Metropolitan Tabemacle Pulpit, vol. 33 (Londres: Passmore and Alabaster, 1887), pp. 605-6. Este sennón fue predicado el 30 de octubre de 1887. 2. Evangelism and the Sovereignty of God [El evangelismo y la soberanía de Dios] (Downers Grove, Ill.: InterVarsity, 1961), pp. 27-28. 3. Charles G. Finney, Systematic Theology [Teología sistemática] (Whittier, Calif.: Colporter Kemp, 1944, reimpresión), p. 489. 4. Finney tuvo una prolongada campaña en Londres entre 1849 y 1851, Y regresó a ministrar en las islas británicas entre 1859 y 1860. Dejó huellas perdurables en algunos segmentos de la iglesia evangélica inglesa. Su libro titulado Teología sistemática fue publicado en Inglaterra en 1851. Todavía se estaban imprimiendo ediciones del libro en Inglaterra hasta en el año 1878, menos de diez años antes que estallara la controversia del declive. 5. Citado en lan Murray, The Forgotten Spurgeon [El Spurgeon olvidado] (Edimburgo: Banner of Truth, 1966), p. 176. 6. Citado por Spurgeon en "The Case Proved" ("Demostración del caso"), The Sword and the Trowel (octubre de 1887), p. 512. 7. C. H. Spurgeon 's Autobiography [Autobiografía de C. H. Spurgeon], 4 vols. (Londres: Passmore and Alabaster, 1889), vol. 1, p. 167. 8. Ibíd., vol. 1, p. 172. 9. Ibíd. 10. Ibíd., vol. 1, pp. 168-69. 11. Packer, Evangelism and the Sovereignty of God, p. 86. 12. Ibíd., pp. 87-90.

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YO EDIFICARÉ MI IGLESIA Ni siquiera en sueños vayan a creer que un capricho súbito se ha metido a nuestras cabezas y que hemos escrito con precipitación injustificada: hemos esperado mucho tiempo, quizás demasiado, y hemos sido tardos para hablar. Que tampoco suponga alguno que fabricamos nuestras declaraciones basándose en unos cuantos hechos aislados... No hemos tenido otro motivo que el progreso general de la causa de la verdad, y la gloria de Dios.

Carlos H. Spurgeon 1

Hace algunos años un periodista que se encontraba escribiendo un artículo sobre iglesias y congregaciones de gran tamaño, vino para entrevistarme acerca de la iglesia "Comunidad de Gracia", donde soy pastor. En cierto punto casi al final de nuestra conversación, él preguntó: "¿Ha sido usted siempre impulsado por el deseo de edificar una iglesia grande?" Fue una pregunta inesperada, pero respondí de inmediato: "No tengo deseo alguno de edificar la iglesia. Ninguno en absoluto". Me dio una mirada inquisitiva y dijo: "No entiendo eso". Le expliqué: "Jesucristo dijo que Él edificaría su iglesia, y yo no quiero estar en competencia con Él". No lo dije en broma. Esta es mi perspectiva exacta de la iglesia. Con frecuencia en conferencias para pastores y seminarios de liderazgo me

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preguntan cuál es el secreto para hacer crecer una iglesia y mantener su gran tamaño. Tengo que confesar que si uno desea ser fiel a Cristo y su Palabra, no existe una sola técnica o sistema que garantice una iglesia grande. El crecimiento en el campo espiritual es como el crecimiento en el campo físico. Puede ser nutrido y alentado. Podemos hacer cosas para asegurar un crecimiento saludable, pero no podemos generar crecimiento verdadero. Nada puede hacer que un arbusto en miniatura crezca con las mismas proporciones de un pino gigante. Si pudiera desarrollarse alguna tecnología genética para hacerlo, el resultado sería una monstruosidad. Lo mismo es cierto en el campo espiritual. "Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican" (Sal. 127:1). Debo atribuir el crecimiento numérico y espiritual de nuestra iglesia a la voluntad de nuestro Dios soberano. No existen técnicas de mercadeo o métodos modernos que lo puedan explicar. Tampoco nos apoyaríamos en esas tácticas porque no queremos un crecimiento fabricado por fórmulas, programas y artificios humanos. Nos contentamos con mantener el enfoque en el ministerio bíblico agresivo y dejamos al Señor la obra de añadir personas a su iglesia (Hch. 2:47). Nuestra tarea consiste en ser fieles en aquello que Él nos ha ordenado hacer. Volvemos otra vez al principio del Dios omnipotente y soberano. No debemos olvidar que edificar la iglesia es su obra. La nuestra consiste en ir por todo el mundo y predicar el evangelio a toda criatura (Mr. 16:15). Apenas empezamos a pensar en nosotros mismos como los arquitectos y constructores de la iglesia, usurpamos la función propia y exclusiva de Dios, y cambiamos la definición de nuestros objetivos en términos de éxito, números, tamaño y otras normas artificiales. Una iglesia edificada solo sobre esa filosofía puede florecer por un tiempo, pero está condenada en últimas al fracaso espiritual. El texto bíblico clave para esta verdad se encuentra en Mateo 16: 1820. Jesús dijo a Pedro: "Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos". Ese pasaje ha sido una fuente de controversia entre la iglesia católica romana y las iglesias protestantes durante siglos. Es cierto que presenta algunos problemas para el intérprete, pero en su corazón mismo contiene

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una verdad simple, profunda, exuberante y gloriosa acerca de la iglesia que Cristo está edificando. También constituye una culminación perfecta para nuestro estudio.

EL FUNDAMENTO DE LA IGLESIA: "SOBRE ESTA ROCA" Establezcamos el contexto del pasaje. Jesús pronunció estas palabras justo a continuación de la gran confesión de Pedro: "Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente" (Mt. 16: 16). El Señor respondió con estas palabras: "Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos" (v. 17). De esta manera, destacó la soberanía de Dios al conducir a Pedro a la verdad y la fe. Las siguientes palabras de Jesús introducen el asunto que ha generado tanta controversia entre católicos y protestantes: "tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia". Sobre la base de esa afirmación, la iglesia católica romana enseña que la iglesia está edificada sobre Pedro, y esto le convierte en el primer Papa, establece la sucesión papal y hace del papado el alma y el corazón mismos de la autoridad divina sobre la tierra. Por otro lado, la mayoría de los protestantes toman la frase "sobre esta roca" como un juego de palabras. El nombre Pedro (lit., "piedra pequeña") es un contraste con "esta roca" (lit., "piedra grande"). Ellos creen que la "roca" se refiere a la confesión de Pedro, no a Pedro mismo. La paráfrasis que hacen del significado del texto sería: "aunque tú eres una piedra pequeña, yo edificaré mi iglesia sobre la roca sólida de la verdad que has confesado". También señalan que las Escrituras enseñan con claridad que Cristo es la cabeza de la iglesia (Ef. 5:23; Col. 1: 18), y nada en la Biblia hace referencia a un relevo de autoridad divina sobre un hombre o a un suplente terrenal que encabeza a la iglesia en el lugar de Cristo. Esa perspectiva es una interpretación viable del texto y es más consecuente con la verdad bíblica que la interpretación católica. Ciertamente, Jesús no estaba convirtiendo a Pedro en un Papa ni se había propuesto establecer una línea de sucesión papal en este pasaje. Después de todo, contados versículos más adelante leemos que el Señor reprendió a Pedro y le llamó "Satanás" (v. 23).

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Sin embargo, una interpretación más natural de esta frase es que Jesús se estaba dirigiendo a Pedro como el líder y representante de los doce apóstoles. La Biblia sí dice que la iglesia está edificada "sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo" (Ef. 2:20). De manera que en un sentido bíblico, Pedro y todos los apóstoles constituyeron el fundamento sobre el cual se construyó la iglesia. La iglesia que Cristo está edificando se levanta sobre el fundamento seguro de la doctrina y el ministerio de los apóstoles. Lucas registra que los miembros de la iglesia desde un comienzo "perseveraban en la doctrina de los apóstoles" (Hch. 2:42), y en su obra de edificación sobre ese fundamento, "el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos" (v. 47). En todo el resto del libro de Hechos, la enseñanza y el ministerio apostólicos siguen siendo el fundamento sobre el cual se edifican todas y cada una de las congregaciones locales (por ejemplo, 4:31; 32; 8:12, 35-40; 10:34-48; 12:24,25; 13:44-49). La iglesia es un edificio compuesto por "piedras vivas ... edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo" (1 P. 2:5). En otras palabras, todo cristiano es una piedra en la estructura. Pedro y los apóstoles fueron las piedras de fundación, pero Cristo mismo, y no Pedro o cualquier otro ser humano, es la principal piedra del ángulo.

LA SOLIDEZ DE LA IGLESIA: "YO EDIFICARÉ MI IGLESIA" La declaración de Jesús "edificaré mi iglesia" es la clave para entender e interpretar este pasaje. Todo lo demás en estos versículos es un desarrollo de esas palabras que tanto se relacionan con nuestro tema. Ante todo fue una promesa que tenía el propósito inmediato de animar a los discípulos. Todos iban caminando por los senderos polvorientos de las aldeas de Cesarea de Filipo, lejos de Jerusalén en el extremo norte de Israel y cerca a las montañas del Líbano. En esencia se encontraban en el exilio. Jesús había sido rechazado por Israel, tanto en Judea (la región del sur) como en Galilea (la región del norte). Los líderes religiosos y políticos tenían a Jesús en la mira y estaban determinados a verle muerto. El pueblo estaba buscando un Mesías político, militar y económico que los libertara del yugo romano, pero Jesús ya había deshecho esas esperanzas. Las multitudes que antes le

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habían seguido se volvieron atrás tan pronto se vieron retadas por su enseñanza (Jn. 6:66). Además, los expertos en profecías mesiánicas, los escribas y fariseos por igual, eran los más perniciosos y encarnizados de todos los que estaban en contra de ÉL ¿Quién podría censurar a los discípulos por sentirse desanimados? Todo el concepto del reino como lo habían entendido los discípulos parecía estar por completo fuera de alcance. Sus gloriosas expectativas mesiánicas, con Jesús sobre un trono terrenal, su dominio centrado en Israel y su reino abarcando todo el orbe, no parecían estarse cumpliendo en lo más mínimo. Por el contrario, eran una partida de desconocidos, con preparación deficiente, rechazados por las mayorías y según parecía, sin rumbo fijo. Se habían retirado a un lugar remoto donde había más gentiles que judíos, para hallar descanso y seguridad en privado. Los discípulos debieron estarse preguntando si el plan de actividades iba según lo programado. Seguro les parecía como si todo estuviera saliendo contrario a sus propios planes. Como si todo ello no fuera bastante desolador, "desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto" (v. 21). Pedro se alteró tanto por la posibilidad de que las cosas tomaran ese rumbo, que "tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca" (v. 22). La confianza de todos estaba por el suelo. Su esperanza iba decayendo. Muchos indicios ominosos les amenazaban. Es indudable que también estaban muy confundidos y preocupados. Fue en el contexto de todas estas emociones que Jesús les aseguró: "edificaré mi iglesia". Él quería hacerles saber que no había desviación alguna del plan original. Nada se había perdido y el programa no había cambiado. Podemos obtener consuelo de estas palabras para nuestro propio tiempo. Sin importar cuán acosada, perseguida, martirizada, rechazada, calumniada, pobre o deshonrada pueda parecer la iglesia verdadera. El Señor no abandonará a sus escogidos. Cuando el pueblo de Dios parezca haber llegado a su punto de debilidad máxima, debemos mirar de nuevo la realidad. Jesús todavía está edificando su iglesia. El plan original sigue en operación. Los tiempos modernos no constituyen una amenaza para sus propósitos soberanos. Las circunstancias de nuestro mundo

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atribulado no alteran su designio eterno, y sin importar cuán corrupta y mundana haya sido o pueda llegar a ser la iglesia visible, Jesucristo todavía está edificando su iglesia sobre el fundamento original y seguro de la enseñanza y el ministerio apostólicos. Cuando Jesús dijo "[Yo] edificaré mi iglesia", dio la garantía más fuerte posible del éxito final de la iglesia Si la edificación se dejara en manos del pueblo de Dios, la iglesia hace mucho tiempo se habría desplomado por completo. La historia de la iglesia está llena de evidencias de fi"acaso humano, conupciónmundana, infidelidad, desviación doctrinal, indulgencia y debilidad. No obstante, el Señor es quien sigue construyendo la iglesia Sin importar qué apariencia externa tenga la iglesia, en sus tuétanos todavía existe un cuerpo que Cristo mismo está edificando, compuesto por los elegidos de Dios, y ese cuerpo crece con fortaleza y fidelidad. Hasta en los tiempos más asoladores, siempre ''ha quedado un remanente escogido por gracia" (Ro. 11 :5). Pablo escribió al final de su vida y ministerio: "me abandonaron todos los que están en Asia" (2 Ti. 1: 15), y: "En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon" (4:16). El apóstol Juan casi al final de su vida, se encontraba exiliado en la isla de Patmos cuando el Señor le dio la tarea de transcribir las cartas a las siete iglesias de Asia menor (Ap. 2-3). Cinco de las siete tenían problemas graves que amenazaban su misma existencia. No obstante, Cristo continúa edificando su iglesia, y de manera personal se encarga de proteger la pureza del remanente de creyentes. Efesios 5:25-27 dice: "Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha". La iglesia que Cristo está edificando será santa y sin mancha, y Él se presentará a sí mismo una iglesia gloriosa. En otras palabras, la iglesia está diseñada por Dios como un vehículo a través del cual Cristo puede manifestar su propia gloria por toda la eternidad. Esa es la razón por la que nos oponemos a la sabiduría humana, pero también es la razón por la que la mundanalidad, la carnalidad, la ineptitud, la indiferencia y la apostasía no pueden detener a la iglesia que Cristo está construyendo. Es posible que detengan a una congregación, pero la iglesia seguirá adelante. Cristo ciertamente edificará su iglesia. Si Él es por nosotros, ¿quién contra nosotros?

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LA INTIMIDAD DE LA IGLESIA: "EDIFICARÉ MI IGLESIA" Las palabras de Jesús también hablan de una intimidad sagrada. Edificar la iglesia no es una empresa impersonal para Él. La iglesia es su propia posesión preciosa. Hechos 20:28 habla de "la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre". La Biblia incluso habla de la iglesia como su cuerpo (Col. 1:24). Estamos ligados de forma inseparable con Él en unión santa. Recordemos cuando Saulo de Tarso estaba persiguiendo a la iglesia. Cristo le arrestó en el camino a Damasco y preguntó: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" (Hch. 9:4, cursivas añadidas). Quienes atacan a la iglesia atacan a Cristo mismo. "el que se une al Señor, un espíritu es con él" (1 Co. 6: 17). Existe un paralelo de esta verdad en el Antiguo Testamento. Zacarías dijo a la nación de Israel: "el que os toca, toca a la niña de su ojo" (Zac. 2:8). "La niña de su ojo" se refiere a la pupila. Dios quería decir que quienes persiguen a Israel es como si estuvieran metiendo el dedo en su propio ojo. Esa es la misma clase de relación que Cristo tiene con la iglesia. Su ira es seria en contra de cualquiera que ofenda a sus escogidos (cp. Mt. 18:6, 10).

EL CARÁCTER INVENCIBLE DE LA IGLESIA: "LAS PUERTAS DEL HADES NO PREVALECERÁN CONTRA ELLA" La iglesia que Cristo edifica es invencible. "Las puertas del Hades no prevalecerán contra ella" (v. 18). A veces no se entiende bien la imagen presentada en este pasaje. Jesús no estaba dando a entender que la iglesia quedaría impertérrita ante los ataques del infierno. La palabra "puertas" no alude a un embate ofensivo. Las puertas no son armas sino barricadas. Jesús estaba presentando el Hades como una prisión, indicando que sus puertas no serían capaces de contener o aprisionar a la iglesia. El "Hades" es la residencia de los muertos. Es el equivalente griego de la palabra hebrea Seol (cp. Sal. 6:5). Jesús no hizo aquí una alusión al tormento eterno en el infierno, sino que quería decir que la muerte no puede retener a los elegidos. Las puertas de la muerte no pudieron retener

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a Jesucristo, y tampoco pueden dejar cautivos a los cristianos. "¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?" (1 Co. 15:55). De hecho, "las puertas del Hades no prevalecerán contra ella" es una promesa de resurrección. El lenguaje de muerte y resurrección se estaba volviendo una característica común de los temas en la enseñanza de Jesús. Él sabía que sus discípulos estaban enfrentando días difíciles y peligrosos, y todos ellos (a excepción de Juan) terminarían dando sus vidas terrenales como mártires por su causa. El Señor iba a decirles un poco más adelante: "todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará" (Mt. 16:25), pero primero les dijo que la tumba nunca podría retener a los elegidos. Este tema es común a todo el Nuevo Testamento. Desde que Cristo conquistó la muerte, los cristianos no tienen que temerle en absoluto. "Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él" (Ro. 6:9), y tampoco puede enseñorearse de quienes están unidos a Él por la fe . Jesús prometió: "porque yo vivo, vosotros también viviréis" (Jn. 14: 19). En la visión apocalíptica de Juan, Jesús le dijo: "No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. y tengo las llaves de la muerte y del Hades" (Ap. 1: 17, 18). Jesucristo destruyó "al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, [para] librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre" (He. 2:14, 15). Él arrebató las llaves de la muerte y el Hades, y ahora el sepulcro no puede contener a sus elegidos. Estos discípulos un día estarían en el fragor de la batalla, y el Espíritu Santo traería a sus mentes esta promesa. Seguro les dio gran ánimo y renovó su vigor. Sabían que en últimas eran invencibles. Serían perseguidos y hasta morirían por su fe, pero tenían la garantía final de salir victoriosos, ya que al morir, las puertas del Hades no podrían prevalecer contra ellos.

LA AUTORIDAD DE LA IGLESIA: "TE DARÉ LAS LLAVES DEL REINO DE LOS CIELOS" Luego Jesús dijo a Pedro: "a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos" (Mt. 16: 19).

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La interpretación de esa frase también ha sido una materia de discusión y desacuerdos entre protestantes y católicos. La teología católica enseña que Cristo estaba instituyendo el rito de la absolución con esta promesa. Se debe admitir que Jesús parece estar concediendo una cantidad inmensurable de autoridad celestial a Pedro con esta declaración. No obstante, antes de conceder que esto haya hecho de Pedro el primer Papa, nótese que después de su resurrección, en Juan 20:23, Jesús dio una autoridad similar a todos los apóstoles. Les dijo: "A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos". De nuevo, parece que en Mateo capítulo 16 nuestro Señor estaba hablando a Pedro como representante de todos los apóstoles. Sin embargo, nótese que Jesús hizo una declaración similar acerca de "atar y desatar" en el contexto de sus instrucciones sobre disciplina eclesiástica en Mateo 18: 15-20, un pasaje que se consideró de pasada en el capítulo 2. Recordará usted que Jesús dijo a los discípulos que si un creyente que había pecado se negaba a arrepentirse después de una confrontación en privado, una segunda advertencia con uno o dos testigos, y luego la amonestación pública frente a la congregación entera, la persona debía ser tenida "por gentil y publicano" (v. 17). A continuación Jesús les dijo: "De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo" (v. 18). Se deben notar varias verdades a partir de ese pasaje. En primer lugar, la enseñanza no solo se aplica a Pedro. Ni siquiera está limitada a los discípulos. Estas son instrucciones para todos los creyentes. En segundo lugar, "atar y desatar" no tiene que ver con la manera como se debe manejar a espíritus malignos. El versículo 19 ("si dos de vosotros se pusieren de acuerdo ... les será hecho"), no es una enseñanza sobre la forma de obtener respuestas a la oración. Jesús estaba dando instrucciones sobre la manera de tratar el pecado en la asamblea de los redimidos. Lo que se "ata" es el pecado de la persona no arrepentida, y lo que se "desata" es la culpa de esa persona cuando se arrepiente. Cualquier creyente puede afirmar esas dos posibilidades basándose en la forma en que alguien responde al llamado de arrepentimiento. La cuestión sobre la cual "dos de vosotros se [ponen] de acuerdo" es la

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manera como se va a tratar al miembro del rebaño que ha pecado. Jesús quería decir que la autoridad para tratar el pecado se concede desde lo alto a cualquier asamblea, incluso de tan solo "dos o tres congregados en mi nombre" (v. 20) . La tercera verdad es que la fuente de esa autoridad es Cristo, no un vicario terrenal: "allí estoy yo en medio de ellos" (v. 20). Él da su veredicto por mediación personal a través de la comunidad de creyentes que actúan de conformidad con sus principios. En cuarto lugar, nada de esto implica una autoridad aislada de la Palabra de Dios. Jesús no estaba autorizando a un dirigente humano para promulgar edictos ex catedra. No estaba dando autoridad para atar y desatar a otros en sentido literal. Por cierto no estaba nombrando a Pedro cabeza de la iglesia. La autoridad de la cual habló pertenece a todo creyente, y esa autoridad radica en el hecho de que tenemos revelación y palabra del cielo sobre "todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad [las cuales] nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia" (2 P. 1:3). Jesús estaba dando a Pedro y a los otros discípulos la comisión de hacer que el mensaje del reino, la Palabra de Dios, ejerciera su autoridad en la vida de las personas. En ese sentido les entregó las llaves del reino. Las llaves del reino son una encomienda sagrada de Cristo a su iglesia. Esas llaves simbolizan la custodia de la entrada misma al cielo. Él ha puesto a la iglesia en el mundo y nos ha mandado predicar el evangelio para que nos sostengamos como un faro que señala y alumbra el camino para ir a ese reino. Si desacreditamos su Palabra o camuflamos el evangelio, dejamos de ser ese faro y perdemos la única autoridad que tenemos para usar las llaves del reino. Cuando la iglesia es fiel a Dios y su Palabra, por otro lado, en efecto estamos ejecutando las decisiones del cielo aquí en la tierra. Podemos hablar con autoridad a un mundo incrédulo. Cuando el cielo está en acuerdo total con nosotros, los asuntos se definen de conformidad con la autoridad más elevada posible, pero si comprometemos la Palabra de Dios, perdemos la fuente de nuestra autoridad. Por esa razón es tan importante que la iglesia trate a Dios con seriedad, que maneje su Palabra con integridad, y que se mantenga separada del mundo. Eso es lo que queremos decir al orar: "Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra" (Mt. 6: 10).

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SEÑALES DE UNA IGLESIA EFICAZ Debe quedar claro que la iglesia es una obra sobrenatural. Es Cristo mismo, no la aplicación del conocimiento de mercadotecnia, la astucia humana o las técnicas de iglecrecimiento, quien añade personas a la iglesia, genera su crecimiento genuino y la bendice con salud y vitalidad. El crecimiento numérico por sí solo no asegura que se tenga una iglesia saludable. El crecimiento es una de las señales de vida, pero como hemos visto, el tamaño no es prueba tácita de la bendición de Dios o de la salud espiritual de una iglesia. ¿Cuáles son las señales de una iglesia saludable? ¿Qué metas son válidas y dignas para una iglesia una vez dejamos que el Señor edifique la iglesia a su modo? Para terminar, me permito indicar algunas de las marcas que caracterizan a una iglesia saludable. Sobre este tema he escrito con mayor extensión en otro libro,2 pero quizás resulte beneficioso este breve resumen para los que buscan algo más que principios de mercadeo para ayudar a una iglesia que lucha por mantener la mira en Cristo. Creo que estos son los principios bíblicos básicos que suministran un modelo para la iglesia que es edificada por Cristo: LÍDERES PIADOSOS El propio ministerio terrenal de Jesús fue invertido en primera medida en once hombres que habrían de convertirse en el núcleo del liderazgo para la iglesia primitiva. El liderazgo es primordial, y el requisito principal para los líderes de la iglesia es que deben ser maestros idóneos de la Palabra de Dios, que además sean irreprensibles. Me atrevo a decir que la deficiencia principal en la mayoría de las iglesias en la actualidad está en el área de liderazgo. Hay demasiadas iglesias que ignoran los requisitos espirituales para los líderes, y optan sin dudarlo por hombres que demuestran ser líderes por naturaleza o expertos en motivación, que tienen éxito en los negocios, o que tienen dinero o influencia. No obstante, todo líder en la iglesia por encima de todo debe ser un maestro temeroso de Dios, "retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen" (Tit. 1:9). Primera Timoteo 3:1-7 y Tito 1:5-9 contienen el perfil que Pablo

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presenta de la clase de personas que deberían ejercer el liderazgo en la iglesia. Al juntar esos dos pasajes obtenemos una lista completa de cualidades espirituales que deben poseer pastores y ancianos por igual. El líder piadoso es irreprensible, fiel a su esposa, moderado, prudente, amable, respetable,justo, devoto, hospitalario, amante de 10 bueno, capaz de enseñar, no egocéntrico ni voluntarioso, no irascible ni belicoso, no contencioso ni polemista, libre del amor al dinero, buen administrador de su propio hogar, con buena reputación entre los incrédulos, y además creyentes maduros, no conversos recientes. Basándose en esa plataforma de ejemplo de piedad, pueden enseñar las Escrituras y encaminar a su congregación hacia la semejanza de Cristo. ¿Acaso parecen normas demasiado elevadas? Sin embargo, esas son las cualidades y condiciones establecidas por las Escrituras. Las iglesias que ignoran esas pautas van en contra del designio de Dios y pierden su bendición. Hacer concesiones en la cuestión del liderazgo es, como diría Carlos Spurgeon, "el acto más suicida que puede cometer una iglesia" .3 Sin lugar a dudas uno de los desastres trágicos de la iglesia evangélica norteamericana en nuestra generación, es la facilidad con la que un hombre puede ser restaurado en el liderazgo tras haberse descalificado para ejercer el ministerio en su vida espiritual y moral. No es poco común que los líderes cristianos ocasionen graves perjuicios para la iglesia mediante sus notorias caídas morales, y que después vuelvan al liderazgo casi antes que se disipe la publicidad del escándalo. Esta es una concesión fatal de la norma bíblica. Es uno de los resultados más nefastos del pragmatismo moderno. ¿Estoy diciendo que no debería ofrecerse restauración a un líder que falla en su vida moral y se arrepiente de verdad? Con toda certeza debe hacerse restauración al compañerismo fraternal, pero no al ejercicio de las funciones de un anciano o pastor. Las iglesias no pueden abandonar las normas bíblicas para acomodar el pecado de sus líderes. Los requisitos bíblicos para líderes están a esa altura con un propósito, debido a que el liderazgo tiene que ejercerse mediante el ejemplo. Los que generan escándalos para la iglesia no son irreprensibles y están descalificados para el liderazgo mientras permanezca el motivo de reprensión. En casos que involucran el escándalo o la infidelidad sexual, ello puede significar una descalificación permanente (Pr. 6:32, 33). El

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SEÑALES DE UNA IGLESIA EFICAZ Debe quedar claro que la iglesia es una obra sobrenatural. Es Cristo mismo, no la aplicación del conocimiento de mercadotecnia, la astucia humana o las técnicas de iglecrecimiento, quien añade personas a la iglesia, genera su crecimiento genuino y la bendice con salud y vitalidad. El crecimiento numérico por sí solo no asegura que se tenga una iglesia saludable. El crecimiento es una de las señales de vida, pero como hemos visto, el tamaño no es prueba tácita de la bendición de Dios o de la salud espiritual de una iglesia. ¿Cuáles son las señales de una iglesia saludable? ¿Qué metas son válidas y dignas para una iglesia una vez dejamos que el Señor edifique la iglesia a su modo? Para terminar, me permito indicar algunas de las marcas que caracterizan a una iglesia saludable. Sobre este tema he escrito con mayor extensión en otro libro,2 pero quizás resulte beneficioso este breve resumen para los que buscan algo más que principios de mercadeo para ayudar a una iglesia que lucha por mantener la mira en Cristo. Creo que estos son los principios bíblicos básicos que suministran un modelo para la iglesia que es edificada por Cristo:

LÍDERES PIADOSOS El propio ministerio terrenal de Jesús fue invertido en primera medida en once hombres que habrían de convertirse en el núcleo del liderazgo para la iglesia primitiva. El liderazgo es primordial, y el requisito principal para los líderes de la iglesia es que deben ser maestros idóneos de la Palabra de Dios, que además sean irreprensibles. Me atrevo a decir que la deficiencia principal en la mayoría de las iglesias en la actualidad está en el área de liderazgo. Hay demasiadas iglesias que ignoran los requisitos espirituales para los líderes, y optan sin dudarlo por hombres que demuestran ser líderes por naturaleza o expertos en motivación, que tienen éxito en los negocios, o que tienen dinero o influencia. No obstante, todo líder en la iglesia por encima de todo debe ser un maestro temeroso de Dios, "retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen" (Tit. 1:9). Primera Timoteo 3: 1-7 y Tito 1:5-9 contienen el perfil que Pablo

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presenta de la clase de personas que deberían ejercer el liderazgo en la iglesia. Al juntar esos dos pasajes obtenemos una lista completa de cualidades espirituales que deben poseer pastores y ancianos por igual. El líder piadoso es irreprensible, fiel a su esposa, moderado, prudente, amable, respetable,justo, devoto, hospitalario, amante de lo bueno, capaz de enseñar, no egocéntrico ni voluntarioso, no irascible ni belicoso, no contencioso ni polemista, libre del amor al dinero, buen administrador de su propio hogar, con buena reputación entre los incrédulos, y además creyentes maduros, no conversos recientes. Basándose en esa plataforma de ejemplo de piedad, pueden enseñar las Escrituras y encaminar a su congregación hacia la semejanza de Cristo. ¿Acaso parecen normas demasiado elevadas? Sin embargo, esas son las cualidades y condiciones establecidas por las Escrituras. Las iglesias que ignoran esas pautas van en contra del designio de Dios y pierden su bendición. Hacer concesiones en la cuestión del liderazgo es, como diría Carlos Spurgeon, "el acto más suicida que puede cometer una iglesia".3 Sin lugar a dudas uno de los desastres trágicos de la iglesia evangélica norteamericana en nuestra generación, es la facilidad con la que un hombre puede ser restaurado en el liderazgo tras haberse descalificado para ejercer el ministerio en su vida espiritual y moral. No es poco común que los líderes cristianos ocasionen graves perjuicios para la iglesia mediante sus notorias caídas morales, y que después vuelvan al liderazgo casi antes que se disipe la publicidad del escándalo. Esta es una concesión fatal de la norma bíblica. Es uno de los resultados más nefastos del pragmatismo moderno. ¿Estoy diciendo que no debería ofrecerse restauración a un líder que falla en su vida moral y se arrepiente de verdad? Con toda certeza debe hacerse restauración al compañerismo fraternal, pero no al ejercicio de las funciones de un anciano o pastor. Las iglesias no pueden abandonar las normas bíblicas para acomodar el pecado de sus líderes. Los requisitos bíblicos para líderes están a esa altura con un propósito, debido a que el liderazgo tiene que ejercerse mediante el ejemplo. Los que generan escándalos para la iglesia no son irreprensibles y están descalificados para el liderazgo mientras permanezca el motivo de reprensión. En casos que involucran el escándalo o la infidelidad sexual, ello puede significar una descalificación permanente (Pr. 6:32, 33). El

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apóstol Pablo reconoció esa posibilidad y escribió: "golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado" (1 Co. 9:27). Si los líderes de una iglesia fracasan en su santidad personal, la iglesia misma recibe el descrédito, sin importar cuán ortodoxa sea su confesión de fe. Los que ignoran los requisitos previos para los líderes en la iglesia están construyendo una estructura con materiales inservibles y no de acuerdo con el fundamento verdadero (cp. 1 Co. 3:10, 11). No importa con cuánto vigor hagamos llamados a la verdad y la justicia, si las vidas de nuestros líderes no respaldan esos esfuerzos, muchos rechazarán sus enseñanzas como hipócritas, o llegarán a la conclusión de que la piedad genuina es algo opcional.

METAS BÍBLICAS No está mal en absoluto que una iglesia se fije metas. De hecho, una iglesia debe tener algunas metas funcionales o de lo contrario carecerá de dirección. Nuestras metas para la iglesia deben ser btblicas. Las metas erróneas fijan un rumbo erróneo, yeso es tan malo como tener ninguna dirección, quizás peor. ¿Cuáles son las metas bíblicas? Incluyen adoración, compañerismo, crecimiento espiritual y evangelismo. Estas deberían ser metas primordiales. Metas más específicas como fortalecimiento de la familia, consejería bíblica disponible para todos, educación para los niños y propósitos similares, deben ser vistos a la luz de la manera como contribuyan a alcanzar las metas primordiales. Por ejemplo, una iglesia puede tener un ministerio de música estupendo o una escuela cristiana de primaria. Si solo tiene estas cosas para aumentar las cifras de asistencia o para hacer dinero, estas metas no son válidas. En cambio, si la iglesia ve el ministerio como un medio para fortalecer a la congregación en su vida espiritual o para ampliar el alcance del evangelio, se trata de metas legítimas. Si podemos evaluar cada ministerio de la iglesia determinando de qué manera contribuye a las metas primordiales, esa perspectiva ayudará a mantener enfocada a la iglesia. DISCIPULADO La iglesia no es una arena donde un ministro profesional es animado y aplaudido por laicos que no son más que espectadores. La iglesia

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debe discipular y capacitar a los cristianos para el ministerio. Todos los miembros de la iglesia deben ministrar, no solo los que forman parte del personal. Ese es el punto de Efesios 4:12, 12. Apóstol, profetas, evangelistas y pastores-maestros son dados a la iglesia para preparar a los santos para hacer la obra del ministerio. Todo esto viene como resultado del discipulado. El discipulado es el ministerio que consiste en desarrollar amistades con gran profundidad espiritual, enfocadas en la enseñanza de verdad bíblica, la aplicación de las Escrituras a la vida, y por ese medio el aprender a resolver problemas con herramientas y perspectiva bíblicas. Debe reforzarse con un ejemplo de piedad y no tan solo transmitirse como una serie de preceptos académicos. Por lo tanto, el discipulado supone la inversión de tiempo y recursos, así como el establecimiento de relaciones personales. El ministerio terrenal de Jesús a sus propios discípulos es el modelo bíblico del discipulado. La iglesia debe suministrar un ambiente que estimule esa clase de discipulado en todos los niveles, desde el pastor hasta el recién convertido. EXTENSIÓN AL MUNDO La iglesia edificada por Cristo dará gran importancia al evangelismo, empezando en su propia comunidad y extendiéndose hasta los lugares más lejanos de la tierra. La iglesia primitiva trastornó al mundo con su vida y su mensaje (Hch. 17:6). Los líderes judíos dijeron a los cristianos: "ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina" (Hch. 5:28). En poco tiempo su mensaje invadió la comunidad entera. Demasiados cristianos piensan que cumplen su responsabilidad de ser testigos cada vez que van a la iglesia con un automóvil que tiene atrás un pez u otros avisos adheridos. Las iglesias eficaces recalcan la importancia de alcanzar a otras personas mediante relaciones personales a todo nivel. Nuestra iglesia ha sido tildada de no evangelística en algunos círculos, pero nosotros tenemos un culto de bautismo para creyentes nuevos casi todos los domingos en la noche. Al bautizarse, estas personas dan sus testimonios ante toda la congregación. ¿Sabe usted qué lleva a la mayoría de estas personas a un conocimiento de Cristo para salvación? Su contacto personal con cristianos fieles. Las personas en nuestra iglesia dan testimonio a sus vecinos, sus compañeros de trabajo, en reuniones

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de padres de familia en las escuelas, a las personas en los supennercados y las tiendas, a sus médicos, sus abogados y a todos los que encuentran en su camino. Todos estos años, el Señor ha bendecido esa actividad evangelística "uno a uno" de tal manera, que ha servido para traer más personas a la fe en Cristo que cualquier culto, programa, servicio o acontecimiento que hayamos realizado o patrocinado. Si una iglesia carece de este énfasis en la extensión a los no alcanzados, está condenada a la atrofia, el declive y en últimas al fracaso. El medio que Cristo usa para edificar su iglesia es el testimonio fiel de los cristianos en su nombre. CUIDADO MUTUO En la iglesia que Cristo está edificando, todos sus miembros están involucrados en las vidas de unos y otros. La iglesia no es un teatro donde la gente llega a observar qué sucede. No se supone que las personas entren, se sienten y salgan otra vez sin participar en el compañerismo fraternal. No debemos alentar el anonimato y la falta de participación. En lugar de esto, tenemos el mandato claro: "considerémonos unos a otros para estimulamos al amor ya las buenas obras; no dejando de congregamos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos" (He. 10:24, 25). "Unos a otros" es una expresión reiterada en las instrucciones a la iglesia en el Nuevo Testamento. Aquí encontramos una muestra de algunos de estos mandatos bíblicos: • "Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros" (Ro. 12: 10). • "Unánimes entre vosotros" (Ro. 12: 16). • "Ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hennano" (Ro. 14:13). • "Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios" (Ro. 15:7). • "... estáis llenos de bondad, llenos de todo conocimiento, de tal manera que podéis amonestaros los unos a los otros" (Ro. 15:14). • "Servíos por amor los unos a los otros" (Gá. 5:13). • " ... con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor" (Ef. 4:2). • "Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos

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unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo" (Ef.4:32). "Someteos unos a otros en el temor de Dios" (Ef. 5:21). " ... antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo" (Fil. 2:3). "No mintáis los unos a los otros" (Col. 3:9). " ... soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro" (Col. 3: 13). "Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis" (1 Ts. 5:11). "Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros" (Stg.5:16). " ...amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro" (1 P. 1:22). "Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones" (1 P.4:9). "Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros ... " (1 P.4:10). " ... todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad" (1 P.5:5).

Esa simple lista por sí sola tiene mucho más valor que todos los libros que se hayan escrito jamás sobre técnicas de mercadeo y ministerios al alcance del usuario. Estas son las cualidades de la iglesia que Cristo está edificando. Al igual que el edificador mismo, la iglesia que pone en práctica esos "unos a otros" será una iglesia sensible y llena de amor y cuidado para todos sus miembros. Si añadimos a esto el ejercicio adecuado de los dones espirituales (Ro. 12:3-8; 1 Co. 12:4-11; y 1 P. 4: 10, 11), el producto resultante será una comunidad conformada a la imagen misma de Cristo, que por supuesto nunca se conformará al mundo ni con el mundo.

UN COMPROMISO FIRME CON lA FAMIliA La sociedad moderna ha desatado una campaña de exterminio sin precedentes en contra de la familia. La mayoría de los principales temas de controversia en las noticias actuales, tales como la homosexualidad, el aborto, el feminismo, el divorcio, las pandillas, etc., son ataques directos contra la familia. Las familias ya no pueden contar con quienes afirmaban su lealtad a ella. Son pocas las familias que funcionan como unidades. Esta fragmentación de la familia ha menoscabado

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la moralidad y la estabilidad en todos los sectores de la sociedad. La iglesia no puede tolerar esta devastación ni acomodarse a ella. Debe confrontar y corregir a sus familias, para luego proceder a educarlas. Las familias fuertes son la columna vertebral de la iglesia, entre otras cosas porque producen individuos fuertes. Tendremos que pagar un precio muy elevado si no hacemos de la familia una prioridad. Eso significa que debemos ayudar a los nuestros a desarrollar matrimonios sólidos y familias robustas enseñando a los esposos a amar y dirigir a sus esposas (Ef. 5:25), a las esposas a sujetarse a sus esposos (5:22), a los hijos a obedecer a sus padres (6:1), y a los padres a no exasperar a los hijos sino a nutrirles y levantarles en el Señor (6:4). ENSEÑANZA y PREDICACIÓN BÍBLICAS Ninguna iglesia puede mantenerse saludable por largo tiempo si el púlpito no tiene la fuerza adecuada, y ningún púlpito es fuerte en verdad si la Biblia no es la base de la predicación. Por supuesto, este ha sido el mensaje central de este libro, pero vale la pena subrayarlo de nuevo. Como escribió el doctor Martyn Lloyd-Jones: El mismo instante en que usted empieza a apartarse de la predicación para emplear otros medios, va a experimentar una serie constante de cambios. Una de las ventajas de ser viejo es que se tiene experiencia, así que cuando surge algo nuevo y se ve a la gente muy emocionada al respecto, uno se encuentra en la posición adecuada para recordar una emoción similar que se tuvo hace quizás cuarenta años. Uno ha visto pasar modas, novedades y embelecos uno detrás de otro por la iglesia. Cada uno genera gran emoción y entusiasmo al ser anunciado con bombos y platillos como la cosa que va a llenar la iglesia, la cosa que va a resolver el problema. Han dicho eso mismo sobre cada uno de ellos, pero en pocos años ha sido olvidado por completo y llega otro embeleco, otra idea nueva; alguien descubre la supuesta única cosa necesaria, o afirma tener una manera revolucionaria de entender la psicología del hombre moderno. La cosa novedosa se pone al alcance de las personas y todas la quieren tener, pero en poco tiempo mengua y desaparece, y algo nuevo toma su lugar. Con toda seguridad esta es una condición muy triste y lamentable como para que la iglesia cristiana se quede allí, imitando al mundo con estos cambios constantes de moda. En ese estado carece de la estabilidad, la solidez y la permanencia del mensaje eterno que ha sido por siempre la gloria de la iglesia cristiana. 4

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La predicación bíblica no puede ajustarse a la satisfacción de las necesidades percibidas, la solución de problemas psicológicos, el esparcimiento de los oyentes, la meta de hacer sentir bien a las personas consigo mismas o cualquier otra de las modas pasajeras y superficiales que han maniobrado a los púlpitos en esta era orientada al entretenimiento. La predicación bíblica debe proclamar la verdad de Dios y demandar que sea oída y acatada. Queda espacio suficiente para la innovación y la creatividad dentro de esos parámetros, pero el mensaje mismo no puede ser alterado o simplificado en modo alguno sin degradar la responsabilidad de la iglesia. La verdad proclamada con poder y autoridad a partir de las Escrituras es la condición esencial y la característica imprescindible de la iglesia. Cualquier otra clase de predicación no es digna de la iglesia que Cristo está edificando. DISPOSICIÓN A CAMBIAR Las iglesias saludables deben estar dispuestas al cambio. ¡Espere un minuto!, alguien dirá: ¿Acaso no está haciendo usted un llamado al tradicionalismo en las iglesias? No. La tradición humana no tiene un ápice de carácter sagrado. No estoy a favor del formalismo anquilosado o las costumbres trilladas. Estoy de acuerdo con quienes advierten que el estancamiento puede ser fatal para una iglesia. Es solo que no creo que la iglesia necesite abandonar su afirmación del lugar central que ocupa la Palabra de Dios, la primacía de la predicación y los fundamentos de la verdad bíblica con el fin de ser renovadora y creativa. Alguien ha dicho que las últimas seis palabras de una iglesia antes de morir son: "Nunca 10 hemos hecho así antes". Una actitud inflexible es la causa de la ruina para una iglesia sana. Debemos estar dispuestos a crecer, adaptarnos y tratar cosas nuevas, pero nunca a expensas de la verdad bíblica, y nunca en detrimento del mensaje del evangelio. ADORACIÓN Dejé la adoración para el final, no porque tenga menor importancia, sino más bien porque resume todas las demás marcas de la iglesia saludable. Hace algunos años escribí un libro sobre adoración titulado La prioridad última.5 Creo que la adoración es la prioridad suprema de la iglesia y del cristiano individual. La adoración verdadera abarca y cumple todas las demás características de la iglesia que Cristo edifica. La igle-

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sia que se enfoca en Dios verá cómo todas las demás cosas por naturaleza quedan en su lugar apropiado. He aquí el problema que tienen las metodologías ministeriales pragmáticas, orientadas al mercado y a la satisfacción del consumidor: están centradas en el hombre y no en Dios. Su preocupación principal está en los deseos de las personas, no en lo que Señor demanda. Ve la iglesia como una entidad que existe por causa de la gente y no por causa de Dios. Funciona a partir de un modelo defectuoso y no cumple el plan del Maestro constructor. Es probable que las iglesias pragmáticas al alcance del consumidor, orientadas al entretenimiento y enfocadas en el mercado, sigan floreciendo por algún tiempo. Sin embargo, todo el movimiento está basado en las modas actuales y por esa razón no puede durar mucho. Cuando los vientos caprichosos cambien de dirección, es factible que suceda una de tres cosas. Estas iglesias saldrán de moda y van a desaparecer; o van a optar por cambiar con el espíritu de la época y es probable que abandonen cualquier parecido que aún tengan con el cristianismo bíblico; o verán la necesidad de volver a construir sobre un fundamento verdadero y más seguro. Por supuesto, mi oración es que tomarán el tercer curso de acción y que no van a esperar hasta que la mundanalidad y las concesiones impregnen tanto sus congregaciones que resulte imposible cambiar. Carlos Spurgeon escribió: "Es difícil sacar levadura de la masa y muy fácil meterla ... Oh, que los vivos espirituales en las iglesias puedan encargarse de hacerlo, iY que el Señor mismo confunda al adversario!"6

1. "Qur Reply to Sundry Critics and Enquirers" (Nuestra respuesta a toda clase de críticos e indagadores", The Sword and the Trowel (septiembre de 1887), p. 463. 2. Véase The Master's Planfor the Church [El plan del Maestro para la iglesia] (Chicago: Moody, 1991). 3. "This Must Be a Soldier's Battle" ("Esta batalla es para soldados"), The Sword and the Trowel (diciembre de 1889), p. 634. 4. Preaching and Preachers [De prédicas y predicadores] (Grand Rapids, Mich.: Zondervan, 1971). 5. The Ultimate Priority (Chicago: Moody, 1983). 6. "Notas", The Sword and the Trowel (octubre de 1888). Reimpreso en The "DownGrade Controversy" [La controversia del declive] (Pasadena, Tex.: Pilgrim, s.f.), p. 67.

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EPILOGO El tren viaja muy rápido cuando va "cuesta abajo" y ya ha pasado otra estación en su declive. ¿Qué sigue ahora? ¿Y qué viene después? Carlos H. Spurgeon 1

¿Cuál es el futuro de la iglesia evangélica? En una serie lúcida de artículos sobre el movimiento de iglecrecimiento, Os Guinness señala que los evangélicos tradicionales no solo resistieron las influencias mundanas, sino que también ejercieron presión mediante el "desafío cognitivo" al espíritu del mundo. Históricamente, los evangélicos han entendido que su llamado es estar en el mundo sin ser del mundo. Ahora, sin embargo, "cuando arde el sol canicular de la modernidad, el mundo ha llegado a ser tan poderoso, amplio y fascinante, que la postura tradicional de desafío cognitivo se ha convertido en algo desusado y casi impensable". 2 En algún lugar de la línea divisoria los evangélicos decidieron entablar amistad con el mundo. Guinness señala que aunque hemos sido llamados a estar en el mundo sin ser del mundo (Jn. 17:14-18), muchos cristianos han invertido la fórmula, de tal modo que llegan a ser del mundo sin tener que estar en el mundo. Lo han hecho al permitir que la televisión por cable, las películas, la radio, el Internet y otras formas de comunicación inyecten valores mundanos en su pensamiento, al mismo tiempo que se aíslan de

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cualquier vinculación personal con la gente del mundo que necesita más del evangelio. "Los evangélicos ahora están superando a los liberales como los supremos modernizadores religiosos de la actualidad, y también como los especuladores que hacen las mayores concesiones en el terreno doctrinal", escribe Guinness.3 Además sugiere que la filosofía de orientación al mercado que es tan popular entre los evangélicos modernos, no es más que "un reciclaje del error propagado por el liberalismo clásico". 4 Notamos antes que la razón por la que la mayoría de los evangélicos fueron tomados por sorpresa por el modernismo más de cien años atrás, es que los liberales salieron de las mismas filas de los evangélicos, emplearon el vocabulario evangélico y ganaron aceptación mediante sus llamados incansables a la paz y la tolerancia. El nuevo modernismo está siguiendo ese mismo curso, y es probable que esa táctica tome de nuevo por sorpresa a los evangélicos. La mayoría de las iglesias gigantes orientadas a satisfacer la demanda del mercado insisten en que jamás harían concesiones doctrinales. Son atractivas para los evangélicos debido a que alegan ser ortodoxas en su doctrina en la misma medida en que no son ortodoxas en su metodología. Hay multitudes que derivan una seguridad suficiente de esas promesas y están listas para abandonar sus facultades críticas, aumentando así su vulnerabilidad. Es triste, pero el discernimiento real es casi inexistente entre los<evangélicos modernos. La verdad es que no importaría mucho saber qué postura doctrinal han tomado algunas de estas iglesias, ya que en su opinión la doctrina es una cuestión por poco irrelevante. Un amigo mío quería aprender cómo integran la doctrina en sus ministerios las iglesias que se ponen al alcance del usuario. Seleccionó una de las iglesias más grandes y mejor conocidas en el movimiento y realizó un pedido de varias grabaciones de su ministerio de mensajes grabados. Pidió mensajes que se enfocaran en la doctrina bíblica y le enviaron varias cintas y un catálogo. Una revisión del catálogo reveló que los sermones predicados en la iglesia, en una proporción de más de treinta a uno, tenían que ver por lo general con tópicos contemporáneos, asuntos psicológicos (depresión, desórdenes en la dieta, autoimagen), relaciones personales, motivación personal y laboral, y otros temas de moda. Los mensajes que trataban

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doctrina, incluso los sermones basados en algún texto bíblico, eran demasiado escasos. Una cinta titulada "El costo del compromiso" no tenía que ver con el compromiso con Cristo, sino con el sacrificio personal requerido para establecer relaciones personales sólidas con otros. Tras escuchar varias horas de grabación con mensajes de este pastor, mi amigo llegó a la conclusión de que era imposible decir cuál era la postura de este hombre sobre asuntos doctrinales básicos. La mayoría de los mensajes se habrían podido transferir de inmediato y con facilidad a cualquier contexto: una convención de vendedores, una asamblea escolar o un almuerzo de negocios. En conclusión, evitaban por completo hasta la más mínima referencia a asuntos doctrinales o bíblicos, utilizando las Escrituras nada más que con fines ilustrativos, y reservando las escasas alusiones bíblicas para el final, cuando las había. Como los modernistas de un siglo atrás, las iglesias en el movimiento de darle gusto al consumidor han decidido que la doctrina crea divisiones y que la paz es más importante que la sana doctrina. Con su deseo de ser atrayentes en una era moderna, tratan de enmarcar su mensaje como un diálogo amistoso, relevante, conciliatorio y que promueva los acuerdos. Lo desafortunado es que casi siempre los tópicos más "relevantes" son aquellos sobre los cuales la iglesia jamás podrá ponerse de acuerdo con el mundo. Las doctrinas mimadas de nuestra era moderna tales como el radicalismo, el aborto, el feminismo, la homosexualidad y otros asuntos con mucho contenido político, plantean los problemas más obvios para las iglesias que quieren darle gusto a su clientela. Su teología indefinida y su filosofía sensible a las necesidades de los indagadores, no les permite tomar una postura bíblica firme sobre tales asuntos, porque tan pronto se enfrenten al espíritu de la era perderán su atractivo en la sociedad de consumo. Por lo tanto, se ven forzadas a guardar silencio o a capitular. En cualquier caso traen descrédito a la verdad. Si una iglesia ni siquiera está dispuesta a mantener una postura firme contra el aborto, ¿cómo podrá enfrentar esa iglesia el ataque contra una doctrina crucial? Si una iglesia carece del discernimiento suficiente para condenar errores tan abiertos como la homosexualidad o el feminismo, ¿cómo manejará un ataque sutil contra la integridad doctrinal? El contorno del movimiento evangélico está experimentando cambios vertiginosos. El ejemplar del 19 de febrero de 1990 de la revista

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Cristianismo hoy incluyó un artículo de Robert Brow titulado "Cambios enormes en la iglesia evangélica", en el cual informó acerca de una ola reciente de pensamiento radical entre varios teólogos evangélicos. El "nuevo modelo" de iglesia evangélica, como el artículo llamó al movimiento, resulta no ser más que el "viejo modelo" de liberalismo. Mediante la nueva definición de términos esenciales, este nuevo modelo teológico busca diseñar un cristianismo más afable y más gentil, ¡quizás en todo el sentido de la palabra! Por ejemplo, el nuevo modelo de teología evangélica presenta una nueva definición de la palabra infierno. ''Es imposible que haya alguien en el infierno que prefiriera estar en el cielo", afinna la nueva ideología.5 De manera que ya no se piensa en el infierno como un lugar de tormento eterno. En lugar de eso, se trata de un refugio exclusivo de la presencia de Dios, abierto únicamente a quienes estén determinados a ir y quedarse allá. Hay más: En el nuevo modelo de teología... la ira, y en sentido específico la ira de Dios, también significa algo diferente de lo que se entendía en el viejo modelo. La ira no connota el castigo divino impetuoso sino las consecuencias malas que Dios retribuye, como cualquier padre amoroso lo haría, en respuesta al comportamiento destructivo o errado de los seres humanos. La palabra ira como se emplea en el Antiguo Testamento, según ellos argumentan, no es en principio un término judicial. Nunca significa enviar personas a un infierno eterno. De hecho, puede traducirse simplemente como "malas consecuencias", las malas consecuencias de pestilencia, sequía y hambre, o ataques de animales salvajes y ejércitos invasores, todo lo cual es experimentado en el aquí y el ahora. 6

Eso no es todo. "Pecado, también es una palabra que cambia de significado... En el viejo modelo de teología, hasta un solo pecado sería suficiente para condenamos al infierno. Los evangélicos del nuevo modelo, por otra parte, no pueden pensar en un concepto de pecado sin referencia al cuidado paternal de Dios. Para los padres amorosos, la conducta mala o pecaminosa requiere disciplina y corrección, teniendo en la mira ayudar a que el niño cambie; pero el propósito nunca es excluir al niño del hogar ni expulsarle de la casa". 7 Es decir, Dios jamás citaría el pecado como una razón para enviar a algún ser humano al infierno. En el nuevo modelo de teología, el atributo principal de Dios es la

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benevolencia, ya que rebasa y prevalece sobre su santidad, justicia, ira y soberanía. El nuevo modelo de Dios es un juez solo en el sentido de ser un "defensor de su pueblo". Su único interés es "la libertad y paz del pueblo".8 Además, el nuevo modelo de iglesia es llamado no a confrontar el mundo, sino "dar a conocer el amor de Dios y decir a todos 'tus pecados te son perdonados', como lo hizo Jesús, y ofrecer los recursos del Espíritu a todos los que quieran aprender cómo amar y disfrutar su relación con Dios y con su prójimo".9 Si alguna vez ha existido una teología al gusto del consumidor, tiene que ser esta. El problema es que no es bíblica, y en realidad tampoco es una novedad. Estos son los mismos argumentos y las mismas enseñanzas que los liberales han promovido durante muchos años, solo que ahora se denominan "evangélicas". No se deje engañar por el empaque o la etiqueta del producto. Spurgeon escribió: "No es más que parlería hipócrita exclamar: 'somos evangélicos, todos somos evangélicos', sin siquiera atreverse a decir qué significa ser evangélicos".I 0 "Usted puede creer cualquier cosa, todas las cosas o ninguna cosa, y no obstante estar enrolado en el ejército 'evangélico', según dicen ellos. ¿No se van a levantar los evangélicos honestos y manifiestos entre los inconformistas para sacar a la luz y repudiar esta actitud de tolerancia doctrinal y avenencia con elliberalismo?"ll Según el nuevo modelo de teología, "la cruz no fue un pago judicial, sino la expresión visible en un cuerpo espacio-temporal de su naturaleza eterna como Hijo".I 2 Esto no es más que una nueva manera de afirmar el precepto central de la teología liberal: que la obra salvadora de Cristo no fue una expiación substitutiva sino el habemos dado su ejemplo moral. Es un ataque a la verdad central de la teología evangélica y demuestra sin lugar a dudas que algunos a quienes les gusta ser vistos como evangélicos ya han pasado los avisos de advertencia y se han desbocado cuesta abajo sin acatar el apercibimiento. Las iglesias al gusto del consumidor carecen de medios de defensa contra tendencias como el nuevo modelo de teología. Su filosofía de orientación al mercado no les permite con facilidad tomar posturas doctrinales lo bastante fuertes para hacer oposición a estas enseñanzas. Su visión del liderazgo les lleva a contratar expertos en mercadeo que puedan vender, en lugar de pastores con idoneidad bíblica que puedan enseñar. Su concepto del ministerio carece tanto de la doctrina bíblica

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que no les sirve para educar a su congregación en contra de errores sutiles. Su repulsión a la controversia les coloca en una posición en la que no pueden oponerse a doctrinas falsas que se disfrazan de verdades evangélicas. De hecho, el nuevo modelo de teología parece tener un ajuste ideal con la filosofía de poner las cosas al alcance del usuario. ¿Por qué razón estaría dispuesta a oponerse a tales doctrinas la iglesia al alcance del usuario? No obstante, es nuestro deber hacerles oposición si es que vamos a permanecer fieles a la Palabra de Dios y a mantener un testimonio verdadero del evangelio. El pragmatismo no tiene respuestas para los peligros que acechan al cristianismo bíblico. El pragmatismo es sabiduría camal y como tal es contrario a la Palabra de Dios. (Véase Apéndice 3, un contraste del siglo dieciocho entre la sabiduría camal y la espiritual que se aplica muy bien al pragmatismo del presente siglo en particular.) Las técnicas de mercadeo no ofrecen más que la promesa de popularidad y aprobación del mundo. De seguro no ofrecen salvaguardias contra los peligros del declive espiritual. La única esperanza es volver a las Escrituras y a la sana doctrina. Nosotros los evangélicos tenemos la necesidad imperante y angustiosa de recuperar nuestra determinación a permanecer bíblicos, nuestra negativa a obedecer los dictados del mundo, nuestra disposición a defender 10 que creemos, y nuestra valentía para combatir la doctrina falsa. A no ser que nos despertemos del sueño colectivo para ver los peligros actuales que amenazan nuestra fe, el adversario nos atacará desde adentro, y no seremos capaces de resistir y vencer. La historia se repetirá y el mismo desastre que arrasó a la iglesia cien años atrás también herirá de muerte a nuestra generación. No obstante, seguro debe haber alguien que esté dispuesto a echar fuera el amor pérfido a la paz mentirosa, ya hablar con denuedo por la causa de nuestro Señor y por su verdad. Un espíritu cobarde está sobre muchos, y sus lenguas están paralizadas. ¡Oh, cuánta falta hace un estallido de fe verdadera y celo santo!

(Carlos H. Spurgeon)13

Epílogo

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1. "Notas", The Sword and the Trowel (mayo de 1889). Reimpreso en The "DownGrade Controversy" [La controversia del declive] (Pasadena, Tex.: Pilgrim, s.f.), p. 76. 2. "Recycling the Comprornise of Liberalism" ("El reciclaje de las concesiones al liberalismo"), Tabletalk (mayo de 1992), p. 51. 3. Ibíd. 4. Ibíd., p. 51. 5. "Evangelical Megashift", Christianity Today, p. 13. 6. Ibíd. 7. Ibíd. 8. Ibíd. 9. Ibíd., p. 14. 10. "Notas", The Sword and the Trowel (octubre de 1888). Reimpreso en The "DownGrade Controversy" [La controversia del declive] p. 66. 11. "Notas", The Sword and the Trowel, (enero de 1889), p. 40. 12. "Evangelical Megashift", p. 14. 13. "Notas", The Sword and the Trowel (mayo de 1889). Reimpreso en The "DownGrade Controversy" [La controversia del declive] p. 76.

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APÉNDICE 1

SPURGEON y LA CONTROVERSIA DEL DECLIVE [Al final de la era puritana] por uno u otro medio, primero los ministros y luego las iglesias, se subieron al tren del declive y empezaron a rodar cuesta abajo. En algunos casos el descenso fue rápido y en todos los casos, muy desastroso. En la misma proporción en que los ministros cortaron vínculos con la piedad puritana de vida y la antigua forma calvinista de doctrina, se volvieron por lo general menos urgentes y menos sencillos en su predicación, más especulativos y menos espirituales en los temas de sus discursos, y más apetecieron concentrarse en las enseñanzas morales del Nuevo Testamento que en las grandes verdades centrales de la revelación divina. La teología natural con frecuencia tomó el lugar que las grandes verdades del evangelio deben ocupar por derecho propio, y los sermones fueron perdiendo cada vez más menciones de Cristo. Resultados correspondientes en el carácter y la vida, primero de los predicadores y luego de la gente, se hicieron demasiado evidentes como para ignorar. La espada y el palustre!

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En marzo de 1887, Carlos Spurgeon publicó el primero de dos artículos titulados "El declive" en su revista mensual La espada y el palustre. Los artículos fueron publicados de forma anónima, pero el autor fue Robert Shindler, el amigo cercano de Spurgeon y como él, un pastor bautista. Shindler escribió los artículos con aportes de Spurgeon, quien escribió su respaldo personal al autor en una nota del primer artículo: "Se requiere de atención solícita a este documento porque estamos rodando cuesta abajo a una velocidad nefasta".2 Haciendo un recorrido histórico de la condición de la iglesia evangélica desde la era puritana hasta sus propios días, Shindler notó que cada avivamiento de la fe evangélica verdadera había sido seguido al término de una o dos generaciones por un alejamiento gradual de la sana doctrina, que llevaba en últimas a la apostasía indiscriminada. Asemejó este alejamiento de la verdad a un descenso cuesta abajo, por esa razón lo denominó "el declive".

DECLIVE 1 En ese primer artículo Shindler hizo un recuento de la historia de las denominaciones protestantes principales en Inglaterra desde que el puritanismo comenzó a menguar en 1662. Notó que en la primera generación después de la era puritana, casi todas las denominaciones no conformistas (protestantes no anglicanas) en Inglaterra, se alejaron de la ortodoxia hacia una forma antigua de liberalismo teológico denominado socinianismo (el cual niega el pecado original y la deidad de Cristo). Shindler describió cómo cientos de iglesias de tradición puritana habían abandonado la sana doctrina en favor del escepticismo racional, los credos unitarios y otras creencias liberales. El declive empezaba con lentitud por lo general y casi era imperceptible. Con frecuencia las denominaciones empezaban su descenso tan pronto abandonaban el calvinismo (que destaca la soberanía de Dios en la salvación) para favorecer el arminianismo (que hace de la voluntad humana el factor decisivo). Otros grupos acogieron el arrianismo (que niega la deidad plena de Cristo). Otros todavía simplemente quedaron fascinados con la erudición y la sabiduría mundana; en consecuencia, perdieron su celo por la verdad. "Los presbiterianos fueron los primeros en treparse al desnivel", escribió Shindler. Tomaron la ruta de la sabiduría mundana: "Prestaron

Apéndice 1

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más atención a los logros del clasicismo y otras ramas del estudio humano ... Por ende, prestar mayor atención a los logros académicos en sus ministerios y menos en las cualidades espirituales fue un paso que dieron con mucha facilidad en la dirección errónea; también les resultó fácil asignar un valor mayor a la erudición y la oratoria que al celo evangelístico y la capacidad para usar bien la palabra de verdad".3 Shindler declaró además: Como es habitual entre quienes descienden, algunos que empezaron a "rodar cuesta abajo" fueron más lejos de lo que se habían propuesto, lo cual demuestra que es más fácil entrar que salir de la pendiente, y que si no hay con qué frenar es muy difícil parar. Los que se apartaron del calvinismo quizás no imaginaron jamás que terminarían negando la deidad del Hijo de Dios, renunciando a la fe en su muerte expiatoria y su rectitud justificante, y denunciando la doctrina de depravación humana, la necesidad de renovación divina y la precisión de la obra de gracia del Espíritu Santo a fin de que los hombres puedan convertirse en nuevas criaturas; pero, sea que lo hayan imaginado o no, este resultado se convirtió en la cruda realidad. 4

Algunos que abandonaron la fe lo hicieron de forma abierta, dijo Shindler. Pero muchos disimulaban a propósito su escepticismo y herejía, prefiriendo plantar semillas de duda mientras aparentaban ser creyentes ortodoxos. "Estos hombres hicieron más honda su propia condenación y promovieron la ruina de muchos de sus seguidores mediante su hipocresía y engaño [cp. Mt. 23: 15]; profesando ser los embajadores de Cristo y los heraldos de su evangelio glorioso, su plan era ignorar sus afirmaciones, negarle sus derechos, degradar su carácter, romper sus vestiduras de justicia y salvación, y pisotear su corona en el polVO".5

Muchos de los que siguieron fieles a la verdad y a la fe, de todas maneras no estuvieron dispuestos a luchar por lo que creían. Su predicación del evangelio era fría y sin vida, e incluso los que mantenían la sana doctrina eran descuidados en lo referente a trazar líneas divisorias en sus asociaciones con otros: "Quienes en realidad eran ortodoxos en sus sentimientos con demasiada frecuencia eran laxos e infieles en cuanto a permitir la intromisión de ministros herejes en sus púlpitos, bien fuese como asistentes o como predicadores ocasionales. De esta manera se introdujeron las herejías de arrianos y socinianos en las congregaciones presbiterianas en la ciudad de Exeter".6

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Así que en el transcurso de unas cuantas décadas, el fervor puritano que tanto había cautivado el alma de Inglaterra dio paso a enseñanzas estériles, desabridas y ante todo, apóstatas. Las iglesias se volvieron laxas en el otorgamiento de privilegios de miembros a los no regenerados. En palabras de Shindler, personas que eran "ajenas a la obra renovadora de la gracia", no obstante alegaban ser cristianos y eran admitidos como miembros en las iglesias e incluso en posiciones de liderazgo. Estas personas "elegían a pastores conforme a sus propios corazones y gustos, hombres que pudieran y quisieran exclamar 'Paz, paz' , cuando el único camino hacia la paz era ignorado o negado".7 Shindler concluyó ese primer documento sobre "el declive" con estas palabras: "Estos hechos constituyen una lección para los tiempos presentes, cuando en algunos casos resulta demasiado evidente que los hombres están dispuestos a abandonar lo antiguo por causa de lo nuevo. No obstante, lo que se descubre una y otra vez en la teología es que aquello que es verdadero no es nuevo, y aquello que es nuevo no es verdadero".8

DECLIVEll En abril, La espada y el palustre incluyó un segundo artículo titulado "El declive". En él, Robert Shindler continuó su revisión de la historia del ocaso del puritanismo. Atribuyó la culpa del deslizamiento cuesta abajo a los líderes de las iglesias. Incluso los que eran ortodoxos en su enseñanza no estaban contendiendo ardientemente (Jud. 3), sino que eran débiles en la defensa de la fe, según dijo Shindler. Como un ejemplo citó a Philip Doddridge (1702-1751), mejor conocido en la actualidad como el compositor de himnos que escribió la letra de "Día feliz" y "Gracia, cuán dulce el sonar". Doddridge, según Shindler, "era tan cuerdo como amistoso, pero tal vez no siempre hizo uso del buen juicio; o es probable que haya confiado demasiado en su buen juicio y por eso no fue lo bastante denodado y decidido".9 Doddridge había sido director de la academia donde asistían la mayoría de los ministros no conformistas para recibir capacitación a mediados del siglo dieciocho. Según el criterio de Shindler, "la disposición amigable de Doddridge le permitía hacer lo que hombres más estrictos nunca estarían dispuestos a hacer. En algunas ocasiones fraternizaba con hombres cuya ortodoxia estaba en entredicho, y hasta

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intercambiaba el púlpito con ellos. Esto tuvo un efecto en muchos de los jóvenes y contribuyó a que las personas vieran como algo normal la divergencia creciente de sentimientos y opiniones". 10 En otras palabras, Shindler consideró que la tolerancia de Doddridge hacia los maestros no ortodoxos ocultó de la vista de sus estudiantes ministeriales la realidad tremenda de que estos hombres eran culpables de serios errores doctrinales, y dejó a los estudiantes expuestos a los efectos mortíferos de su herejía. Sin embargo, Shindler se apresuró a añadir, nadie podía "insinuar siquiera la sospecha de herejía" contra Doddridge mismo. A causa de la actitud de tolerancia implantada por Doddridge, la academia terminó sucumbiendo al socinianismo y luego se disolvió en la generación siguiente al fallecimiento de Doddridge. 11 Shindler hizo la siguiente paráfrasis de Oseas 4:9: "De tal sacerdote, tal pueblo", y escribió: "Pocas cosas buenas pueden esperarse de los tales ministros, y queda muy poca esperanza para los oyentes que aprueban sus opiniones" .12 Advirtió en contra de esa tolerancia y sugirió que es mejor errar por el lado de la precaución extremada que por la imprudencia: En demasiados casos la temeridad escéptica parece haber tomado el lugar del celo evangélico, y el tamo inútil de las especulaciones teológicas es preferido al pan saludable de la verdad del evangelio. Con algunos parece que sus esfuerzos no se dirigen a asegurar que puedan andar con firmeza y fidelidad en la verdad, sino a ver qué tan lejos pueden apartarse de ella. Para ellos la verdad divina es como un león o un tigre del cual toca mantenerse a "una distancia prudente". Nuestro consejo es: no se acerquen demasiado al precipicio; podrían resbalar y caer. Permanezcan allí donde el suelo es firme y no se arriesguen a caminar sobre la capa de hielo.!3

Shindler dio ejemplos específicos de la manera como la tolerancia ha llevado al desastre, indicando que "el renacuajo del darwinismo fue incubado ... [en una banca] de la antigua capilla en la calle alta de Shrewsbury", donde Carlos Darwin había sido introducido por primera vez al escepticismo gracias a la influencia de un pastor que se había dejado fascinar por el socinianismo. También la capilla antes pastoreada por Matthew Henry, autor del famoso comentario de toda la Biblia, por algunos años había venido enseñando 'socinianismo pleno"'.14 Los bautistas, señaló Shindler, habían tenido su parte de iglesias en

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pleno declive. Nombró varias iglesias en el condado de Kent que habían acogido el socinianismo: las de Dover, Deal, Wingham y Yalding. No obstante, añadió que hubo unas cuantas excepciones notables a la norma. Aquellas iglesias que estuvieron dispuestas a luchar por la fe y mantener en alto las doctrinas de la gracia y la soberanía de Dios, se las arreglaron para evitar el destino de las que iban cuesta abajo. Eran ilustraciones singulares del ascenso cuesta arriba, como dijo Shindler, y con su simple existencia mostraban por contraste el cariz pavoroso del declive. ¿Cómo es posible que se extraviaran tantas iglesias que afirmaban su creencia en la Biblia? Además, ¿por qué sucede esto una y otra vez en la historia humana? Shindler planteó estas preguntas: En el caso de todo curso erróneo siempre hay un primer paso errado. Si podemos establecer la ubicación de ese paso en falso, tal vez podamos evitarlo junto a sus resultados desastrosos. ¿Dónde, entonces, se encuentra el punto de divergencia que nos empieza a alejar de "el camino de la verdad del Rey"? ¿Cuál es el primer paso hacia el extravío? ¿Es el momento en que se duda de esta doctrina, o cuando se cuestiona aquel sentimiento, o al ser escépticos con relación a aquel otro artículo de la creencia ortodoxa? Pensamos que no. Estas dudas y este escepticismo son el resultado de algo que viene de antes. 15

¿ Qué era ese "algo"? ¿Cuál era el denominador común entre todos los que empezaban a deslizarse hacia el declive? El primer paso extraviado es la pretensión de tener una fe adecuada en la inspiración divina de las Sagradas Escrituras. Mientras un hombre permanezca sumiso a la autoridad de la Palabra de Dios, no va a entretener un solo sentimiento contrario a su enseñanza. "¡A la ley y al testimonio!", es su llamada en lo concerniente a toda doctrina. Tiene en mucha estima la Santa Biblia en lo que dice sobre todas las cosas y lo considera correcto; por lo tanto, detesta todo camino de falsedad. No obstante, permita usted que un hombre cuestione o entretenga dudas u opiniones bajas sobre la inspiración y autoridad de la Biblia, y queda sin un mapa del camino para guiarse, y sin un ancla que le mantenga firme. Al observar con detenimiento la historia de los tiempos y el movimiento de los tiempos, acerca de lo cual hemos escrito con brevedad, este hecho resulta patente: que allí donde los ministros y las iglesias cristianas se han asido con fuerza a la verdad de que las santas Escrituras han sido dadas por Dios como fuente de autoridad y norma infalible de fe y práctica, nunca han experimentado desviaciones serias del camino recto. En cambio, por el otro

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lado, cuando la razón humana ha sido exaltada por encima de la revelación humana y se convierte en la fuente de revelación, el resultado siempre ha sido toda clase de errores y desvaóos. 16

Shindler notó una correlación entre doctrina calvinista y el aprecio por las Escrituras, sugiriendo que la gran mayoría de quienes mantenían firme su compromiso con la autoridad de las Escrituras eran "más o menos calvinistas en cuanto a doctrina".l1 En sección de "Notas" de ese mismo ejemplar de La espada y el palustre, Spurgeon añadió lo siguiente: "Nos preocupan mucho más las verdades centrales del evangelio que el calvinismo como un sistema, pero creemos que el calvinismo posee una fuerza de conservación que contribuye a mantener el apego de los hombres a la verdad vital".18 Lo que Spurgeon y Shindler implican con claridad aquí es que un elevado concepto de las Escrituras va de la mano con un elevado concepto de la soberanía divina. Además, Shindler indicó que las iglesias que se aferraban con firmeza a la sana doctrina seguían siendo saludables y crecían, mientras que las que acogieron el socinianismo empezaron a debilitarse y morir de forma inevitable. Shindler citó al reverendo Job Orton, un hombre cuyas inclinaciones socinianas eran evidentes, y que a pesar de ello escribió una advertencia a los pastores que estuvieran flirteando con la teología liberal: "He descubierto desde hace mucho", dice [Orton], "(y cada año que vivo aumenta mi convicción al respecto), que cuando los ministros entretienen a su gente con cosas vivaces y bonitas, se limitan a arengar con generalizaciones, e insisten ante todo en deberes morales sin reforzarlos en amor conforme a la motivación del evangelio; al mismo tiempo que descuidan los puntos esenciales y distintivos del evangelio, nunca o rara vez exponen con claridad la gracia de Dios y el amor de Cristo en nuestra redención; tampoco la necesidad de regeneración y santificación mediante la dependencia constante del Espíritu Santo de Dios para recibir ayuda y fortaleza en el cumplimiento de los deberes de la vida cristiana, etc., el resultado de ello es que sus congregaciones se encuentran en un profundo estado de miseria; algunas están mermando hasta casi desaparecer, como es el caso de varias en este vecindario, donde ya no hay tantos asistentes como los cientos que solían acudir a sus lugares de reunión cincuenta años atrás ... Hay una mortandad nefasta que cubre a la congregación entera. Todos corren 'la carrera de este mundo' y siguen cualquier clase de necedades que estén de moda, mientras la piedad familiar y personal parece haberse perdido entre ellos en general. A duras penas queda alguna apariencia de vida y celo santo".19

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Shindler añadió con algo de ironía: "Es como si Orton se hubiera dado cuenta de la necedad intrínseca del 'declive', y que estuviera ansioso de dar su propio testimonio para detener a otros en su descenSO".20

Luego terminó ese artículo con un llamado a mantener el lugar central de la Palabra de Dios y afirmar su suficiencia absoluta: Mas ahora dejamos a los hombres y sus opiniones, porque la Palabra del Señor permanece para siempre; y esa Palabra para todo aquel que emprende la tarea de ser mensajero de Dios, y de comunicar el mensaje del Señor a su pueblo, es "como fuego" y "como martillo que quebranta la piedra", al cual dice el Señor: "aquel a quien fuere mi palabra, cuente mi palabra verdadera. ¿Qué tiene que ver la paja con el trigo?" Que el Señor nos ayude a todos a ser "firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que nuestro trabajo en el Señor no es en vano")!

Con estas palabras terminó la serie de artículos en dos entregas. Shindler la complementó con un tercer artículo para el ejemplar de junio de La espada y el palustre. El artículo de junio ofrecía un análisis de un litigio sobre herejía en los Estados Unidos en el que estaban involucrados algunos miembros de la facultad en el seminario teológico de Andover en el estado de Nueva York. Este seminario había sido fundado menos de cien años antes en respuesta al socinianismo que se defendía en Harvard. Los fundadores de Andover, escribió Shindler, "eran calvinistas de sana doctrina al estilo de Cotton Mather, y el seminario se instituyó con el propósito especial de capacitar en la fe a futuros ministroS".22 Shindler acusó a "los cinco caballeros que ahora ocupan los escaños magistrales" de haberse "apartado seriamente de la fe de los fundadores". Lo hicieron mediante el engaño, según dijo Shindler. Tras haberse suscrito a la declaración doctrinal de la institución, ahora la estaban menoscabando por medio de su enseñanza, la cual había sido denominada "ortodoxia progresista" por algunos. Shindler emitió su propio juicio al respecto: "Sin duda el progreso es tan considerable que la 'ortodoxia' se pierde de vista".23 Procedió luego a describir las herejías enseñadas por estos hombres, las cuales, aunque se consideraron sutiles a finales del siglo diecinueve, constituyeron sin lugar a duda un abandono abierto de la fe.

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Shindler vio el desastre de Andover como una lección objetiva sobre los peligros del declive, y no titubeó para demostrar, haciendo uso de los bautistas norteamericanos como ilustración del caso, que la Unión Bautista en Inglaterra se estaba encaminando en el mismo rumbo. Tres meses más tarde, el mismo Carlos Spurgeon escribiría acerca del "declive". La controversia apenas empezaba a subir de temperatura.

DECLIVEill En agosto, La espada y el palustre incluyó un artículo de Spurgeon titulado "Un comentario adicional acerca del declive". El tono de su artículo era más urgente que el usado por Shindler hasta el momento. Es evidente que los primeros artículos habían provocado dos respuestas básicas: disgusto por parte de quienes creían que el análisis de Shindler era demasiado pesimista, y beneplácito por parte de muchos que también estaban consternados por las tendencias de la iglesia evangélica británica. Quienes estuvieron de acuerdo con las advertencias de Shindler respondieron ofreciendo más pruebas de apostasía y transigencia en iglesias que antes defendían la sana doctrina. Spurgeon leyó estas respuestas y su indignación aumentó. Un hombre reportó que dos ministros se habían burlado de él porque pensó que deberíamos orar pidiendo lluvia. Una mujer contó a Spurgeon que una promesa preciosa en Isafas que era una fuente de aliento para ella, había sido declarada como no inspirada por el ministro de su iglesia. 24 La oficina editorial de La espada y el palustre estaba inundada con relatos similares. Desde el párrafo inicial, el tono de Spurgeon fue más militante y más intenso que el de Shindler en los primeros artículos. En las semanas que siguieron a la publicación de esos dos primeros artículos, es evidente que Spurgeon había llegado tener la sensación de que La espada y el palustre había subestimado la gravedad del "declive": Nuestra convicción solemne es que las cosas están mucho peor en muchas iglesias que lo indicado por las apariencias, y que propenden con rapidez a seguir decayendo. Lea los periódicos que representan a la escuela del disentimiento general, y pregúntese: ¿Cuánto más podrían alejarse de la sana enseñanza? ¿Qué doctrina falta por ser abandonada? ¿Qué otra verdad queda para hacerla objeto de escarnio? Se ha dado inicio a una nueva religión, la cual es tan diferente del cristianismo como la tiza y el queso; y esta religión,

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al carecer por completo de honestidad moral, se hace pasar por medios fraudulentos como la fe antigua con algunas mejoras, y con esta pretensión usurpa púlpitos que fueron levantados para la predicación del evangelio. 25

En lugar de la predicación del evangelio, esta variedad "nueva y mejorada" de cristianismo estaba introduciendo toda clase de diversiones. Spurgeon advirtió que muchos estaban convirtiendo la iglesia en una "casa de juegos", permitiendo que los valores y las técnicas del teatro invadieran el santuario del Señor. Spurgeon notó que muchas iglesias habían dejado de tener reuniones de oración. El fervor espiritual estaba menguando, las congregaciones se estaban reduciendo y el entusiasmo por el evangelio se extinguía con rapidez. "¡Qué tragedia! Muchos están volviendo a las copas envenenadas de aquella generación decadente [posterior a la era puritana] ... Demasiados ministros están jugueteando con la cobra mortífera de 'otro evangelio', en la forma de 'pensamiento modemo"'.26 ¿A quién se debía atribuir la culpa por el declive? Spurgeon creía que los mayores responsables eran los predicadores: "El caso es lamentable en extremo. Ciertos ministros están haciendo apóstatas en lugar de nuevos discípulos. Los ateos declarados no son tan peligrosos como aquellos predicadores que esparcen dudas y apuñalan la fe ... Alemania quedó convertida en una nación de incrédulos por obra de sus predicadores, e Inglaterra está siguiendo sus pisadas".27 Spurgeon no se esforzó en ocultar su distancia de los modernistas: "Estos destructores de nuestras iglesias parecen estar tan contentos con su obra como los micos con sus travesuras. Se deleitan en las cosas por las que se habrían lamentado sus padres: la alienación de los pobres y los sencillos de su ministerio es algo que aceptan como un cumplido, y consideran la aflicción de las personas espirituales como una evidencia de su poder".28 Spurgeon escribió a los que pudieran sentirse perturbados por tal franqueza: "Ahora mismo un poco de claridad en llamar las cosas por su nombre nos haría bien a todos. Estos caballeros desean que los dejen en paz. No quieren que se haga ruido. Por supuesto, los ladrones detestan a los perros guardianes y aman la oscuridad. Ya es hora de que alguien haga sonar su silbato y llame la atención sobre la forma como Dios está siendo robado de su gloria, y el hombre de su esperanza" .29

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Al final del artículo, Spurgeon lanzó el disparo que por primera vez planteó la cuestión que habría de convertirse en el foco de toda la controversia subsiguiente: Ahora resulta ser un asunto serio saber a qué distancia deberían fraternizar los que permanecen en la fe una vez dada a los santos con los que se han apartado para seguir otro evangelio. El amor cristiano tiene sus razones, y las divisiones deben eludirse como males nocivos, ¿pero cómo vamos a justificar nuestra mancomunidad con los que se están apartando de la verdad? Es una pregunta difícil de contestar a fin de mantener el equilibrio de los deberes cristianos. Por ahora incumbe a todos los creyentes ser precavidos, no sea que den su apoyo y su sanción a los traidores del Señor. Una cosa es cruzar todas las fronteras de restricción denominacional por causa de la verdad: esperamos que todos los hombres piadosos hagan esto cada vez más. Es otra poütica muy diferente la que nos presionaría a subordinar la protección de la verdad a la prosperidad y la unidad denominacional. Grandes números de personas fáciles de convencer hacen guiños al error siempre y cuando sea cometido por un hombre astuto y un hermano de buenas maneras que tiene varias cosas a su favor. Que cada creyente lo juzgue por sí mismo. Nosotros por nuestra parte, hemos puesto bisagras y tomillos nuevos a nuestras puertas, y hemos dado la orden de poner cadena y candado; porque, bajo el disfraz de mendigos que piden la amistad del siervo, hay unos por ahí que tienen en la mira robar al Maestro. 3o

Spurgeon ahora estaba sugiriendo que los creyentes verdaderos podrían tener razón para cortar sus vínculos con quienes estaban promulgando la nueva teología. En su apreciación, la verdad de la Palabra había sido comprometida con tal gravedad que los cristianos verdaderos necesitaban considerar la observancia actual del mandato de 2 Corintios 6: 17: "Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo". Este no era un llamado para organizar una denominación nueva. Spurgeon era claro en su desconfianza frente a las organizaciones terrenales: Tememos que no se puede guardar la esperanza de conformar una sociedad que sea capaz de mantener fuera de sus linderos a hombres lo bastante viles como para profesar una cosa y creer otra; pero sería posible establecer una alianza informal entre todos los que se mantienen aferrados al cristianismo de sus padres. Así sea muy poco lo que puedan hacer, por lo menos podrían protestar, y en la medida de lo posible librarse de aquella complicidad implícita

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que viene con una conspiración de silencio. Si por un tiempo los evangélicos están condenados a desaparecer, entonces que mueran combatiendo, y en la certidumbre plena de que su evangelio tendrá una resurrección cuando las invenciones del "pensamiento moderno" sean consumidas con un fuego inextinguible.3!

Como es de esperarse, el artículo sacudió al mundo evangélico. Spurgeon, quien por décadas había sido reverenciado por los cristianos casi en todo el mundo, de repente se vio cercado por críticos dentro del campamento. Lo que estaba proponiendo se oponía diametralmente a la iniciativa de consenso propia del pensamiento evangélico de la mayoría. Todas las tendencias eran hacia la unificación, la armonía, la amalgamación y la hermandad universal. De súbito apareció una voz solitaria, claro que la voz más influyente de todas, instando a los creyentes verdaderos a volverse separatistas. La iglesia no estaba preparada ni dispuesta para recibir esa clase de admonición, ni siquiera de parte del "príncipe de los predicadores", como Spurgeon llegó a ser conocido.

DECLIVE DE LA IGLESIA EVANGÉLICA A pesar de los ruegos de algunos de los hermanos para que suavizara su retórica o bajara el tono de sus quejas, Spurgeon aumentó la intensidad en un artículo de La espada y el palustre del mes de septiembre. Spurgeon creía que la respuesta de los lectores a los primeros artículos vindicaba su posición. Las cartas llegaban por raudales para corroborar sus alegatos más fuertes. De hecho, ahora se estaba preguntando si había hecho sonar la alarma muy poco y demasiado tarde: De conformidad con nuestra capacidad y mejores esfuerzos, dimos alarma en Sion en lo concerniente a los males crecientes de los tiempos, y hemos recibido pruebas abundantes de que no fue en balde ni demasiado pronto. Cartas de todas las direcciones declaran que la situación de la iglesia en este momento es todavía peor de lo que pensamos. Parece que, en lugar de ser culpables de exageración, habríamos tenido justificación en la presentación de un cuadro mucho más terrible. Este hecho nos ocasiona gran tristeza. De haber tenido convicción de imprecisión en las declaraciones, nos habríamos retractado mediante confesiones penitentes y sinceras, y deberíamos haber estado dichosos al ver la razón de nuestros temores fuera del panorama. No es motivo de alegría para nosotros el presentar acusaciones; no trae placer a nuestro corazón el estar en antagonismo con tantos.3 2

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En lugar de responder a las denuncias de Spurgeon, los críticos habían declarado que eran vagas (aunque lo escrito por Shindler y Spurgeon no se prestaba para ambigüedades de ningún tipo). Spurgeon ahora estaba luchando en lo personal con una aflicción recurrente en los riñones y había estado ausente del púlpito. Algunos insinuaron que los artículos sobre el declive eran las andanadas de una persona enferma y desesperada. Es claro que Spurgeon se entristeció a causa de ese reproche: Nuestros opositores se han propuesto hacer alusiones burlonas a nuestra enfennedad. Según ellos todas las cosas solemnes que hemos escrito son producto de lo que sugiere nuestro dolor, y nos han aconsejado tomar un descanso prolongado. Con compasión fingida pero con insolencia real, justifican su detracción de la verdad señalando la fragilidad de sus testigos. Acerca de esta fruslería tenemos esto que decir: en primer lugar, nuestro artículo fue escrito cuando gozábamos de una salud vigorosa, y fue impreso antes que se pudiera descubrir alguna señal de un ataque perentorio. En segundo lugar, si estuviéramos en un debate con cristianos nos sentiríamos seguros de que, sin importar cuán exiguos sean sus argumentos, jamás recurrirían a los ataques personales)3

Sus oponentes le habían atacado en lo personal, aunque él y Shindler habían tenido un cuidado extremo para evitar que cualquier aspecto personal se convirtiera en el objeto de sus censuras. Es más, los adversarios de Spurgeon ignoraron por completo la substancia de su criticismo. "Ni uno solo se ha puesto a la tarea de demostrar la falsedad de nuestro alegato", escribió Spurgeon. 34 Nadie había negado alguna de sus acusaciones. Sin duda, nadie lo habría podido hacer en su sano juicio. Aunque pocos querían admitirlo, la iglesia evangélica inglesa estaba rodando cuesta abajo por el declive denunciado por Shindler y Spurgeon. Mediante el empleo de imágenes vívidas, que era un distintivo de la homilética de Spurgeon, él escribió: "La casa está siendo robada y sus paredes mismas están siendo erradicadas, pero las buenas personas siguen en sus camas y están demasiado apegadas a la tibieza de sus cobijas; además tienen demasiado miedo de terminar con un golpe en la cabeza si bajan las escaleras para enfrentar a los timadores; hasta se sienten medio irritados porque un fulano ruidoso que tienen al lado hace sonar su silbato o grita: '¡Ladrones!'''35

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Spurgeon estaba empezando a pensar con mayor seriedad y a hablar de manera más explícita acerca del rompimiento del compañerismo con los que él creía, se estaban oponiendo al evangelio de Dios. Durante varias décadas Spurgeon había sido el miembro más visible e influyente de la Unión Bautista. Sin embargo, parece que en esos momentos estaba considerando muy seriamente su retiro de la Unión como un asunto de conciencia. La divergencia se hace cada día más manifiesta. Se está abriendo un cisma entre los hombres que creen todo lo que sus Biblias dicen y los hombres que están preparados para emprender un avance sobre las Escrituras. Inspiración y especulación no son cosas que puedan quedar juntas yen paz por mucho tiempo. No pueden hacerse concesiones de ninguna clase. No podemos afirmar la inspiración de la Palabra y al mismo tiempo rechazarla; no podemos creer en la expiación y luego negarla; no podemos sostener la doctrina de la caída y después hablar de la evolución de vida espiritual a partir de la naturaleza humana; no podemos reconocer el castigo de los impenitentes y sin embargo, acceder a la idea de "esperanza para todos". Debemos ir en una u otra dirección. El carácter decisivo es la virtud de la ocasión. Además, a la hora de elegir nuestro camino tampoco se puede contar con la compañía de quienes optan por el rumbo contrario. 36

Según parece, Spurgeon esperaba que los líderes evangélicos de la Unión Bautista estuvieran dispuestos a ver las cosas desde su punto de vista y a optar por la reforma. La Unión nunca había exigido la adherencia a algún tipo de declaración doctrinal. Desde un principio se había mantenido con relativa firmeza la suposición de que los miembros de la Unión eran todos evangélicos por igual. Por lo tanto, el único punto de doctrina sobre el cual se requería consenso entre los miembros, tenía que ver con el modo de bautismo. Spurgeon creía que esa era una protección insuficiente contra la erosión de la verdad, así que apeló a la Unión Bautista para que se afirmara una estructura nueva que pudiera asegurar la integridad doctrinal entre sus miembros. Al tener que escoger entre la posibilidad de perder a Spurgeon y la seguridad de ver el fraccionamiento de la Unión, los líderes denominacionales empezaron a buscar un punto medio para negociar entre ambos bandos. Pero Spurgeon rehusó hacer concesiones:

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Que quienes van a quedarse en el camino angosto se queden allí y que sufran por su decisión; pero guardar la esperanza de seguir al mismo tiempo el camino anchuroso es un absurdo. ¿Qué concordia tiene Cristo con Belial? Hasta aquí hemos llegado, y ahora nos detenemos en la encrucijada. Todos cuantos seamos de una misma mente, esperemos en el Señor para saber qué debiera hacer Israel. Con fe constante tomemos nuestros respectivos lugares; no con enojo ni en el espíritu de sospecha o de división, sino con un espíritu vigilante y resuelto. No finjamos un compañerismo que no sentimos, ni escondamos las convicciones que están ardiendo en nuestros corazones. Los tiempos son peligrosos, y la responsabilidad de cada creyente individual es una carga que solo él puede llevar, o probar de lo contrario que es un traidor. El lugar en que cada hombre debe estar y la dirección en que debe andar son cosas que el Señor hará saber a cada uno con claridad)?

De esta manera Spurgeon terminó su artículo, empuñó su sable y se dispuso para el combate. Su mente y su corazón estaban resueltos y no estaba dispuesto a dejarse mover.

DECLIVE V El ejemplar de octubre de La espada y el palustre incluía el tercer artículo de Spurgeon sobre el declive. Este artículo, titulado "Demostración del caso", consistía en su mayor parte de referencias a cartas y observaciones que Spurgeon había recibido en respuesta a los primeros artículos. Las referencias caían en dos categorías. La primera era de lectores que veían el aumento de intensidad en la controversia y deseaban intervenir para acallar la tormenta. Spurgeon les caracterizó como "amigos estimados" que querían "correr a colocarse en medio de los combatientes y declararles que no hay causa válida para seguir en una guerra sin sentido, y que nuestro lema debería seguir siendo '¡Paz, paz!"38 Spurgeon acusó a esas personas de ser "tan supremamente amigables que ven todo color de rosa". 39 La segunda categoría incluía respuestas de personas que ratificaban el diagnóstico de Spurgeon sobre el estado caótico de las cosas. Muchos describían ejemplos específicos de transigencia doctrinal y enseñanzas falsas entre quienes se clasificaban a sí mismos como evangélicos. De nuevo Spurgeon hizo la pregunta: "¿Están preparados los hermanos que siguen siendo ortodoxos para convalidar tales opiniones y permanecer en unión con los que los sostienen y enseñan?" 40 Creyendo que la Unión Bautista trataría estos asuntos en sus reuniones anuales en

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Sheffield durante el otoño, Spurgeon expuso una vez más su posición con claridad. Qué acción debe tomarse es algo que dejamos a quienes puedan ver con más claridad que nosotros 10 que Israel debería hacer. Una cosa sí es clara para nosotros: no se puede esperar que nos encontremos con una Unión en la que se incluye a aquellos cuya enseñanza es, sobre puntos fundamentales, la antítesis exacta de todo 10 que es substancial para nosotros... Nos parece que hay muchas cosas sobre las cuales es posible hacer concesiones, pero hay otras en las cuales sería un acto de alta traición fingir el compañerismo cristiano. Con profunda tristeza nos abstenemos de reunirnos en asamblea con aquellos a quienes amamos de corazón y respetamos en el alma, puesto que ello nos dejaría involucrados en una mancomunidad con quienes no podemos tener comunión en el Señor.41

El problema es que en Sheffield ni siquiera se hizo mención del asunto.

RETIRO DE LA UNIÓN El 28 de octubre de 1887, Spurgeon escribió la siguiente misiva a Samuel Harris Booth, secretario general de la Unión Bautista: Querido amigo: Deseo expresarle de manera oficial, como el secretario de la Unión Bautista, que debo retirarme de la tal sociedad. Hago esto con gran pesar pero no tengo otra opción. Las razones están expuestas en el ejemplar de La espada y el palustre del mes de noviembre, y confío que usted me disculpará por repetirlas aquí. Le ruego que no envíe a alguien a pedir que reconsidere la situación. Temo que ya la he considerado demasiado tiempo, y es un hecho que cada hora del día se afianza en mí la convicción de que no estoy haciendo las cosas con la urgencia suficiente. También deseo añadir que no ha operado en mí resentimiento alguno en lo más mínimo. En lo personal he recibido más respeto del que podría desear. Es basándose en las razones más graves que he decidido dar este paso, y usted sabe que lo he retrasado mucho a causa de mi esperanza de que las cosas mejoraran. Siempre cordialmente, C. H. Spurgeon42

Es evidente que Spurgeon ya había escrito su artículo de noviembre para La espada y el palustre cuando escribió la carta a Booth. Empezó su artículo titulado "Fragmentos sobre la controversia del declive" con

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estas palabras: "A estas alturas muchos de nuestros lectores estarán hastiados de la controversia del declive. Lo cierto es que la controversia no ha sido para ellos motivo de ni siquiera un décimo del hastío y la prueba agobiante que ha sido para nosotros".43 La controversia había consumido los pensamientos y las emociones de Spurgeon mientras deliberaba entre retirarse o no de la Unión. Spurgeon sintió que no tenía alternativa. Cortar vínculos con los enemigos del evangelio no era una opción en lo que a él atañía: "El compañerismo con errores conocidos y esenciales es participación en el pecado".44 La fuerza de su retórica nos da una idea de cómo era el corazón de Spurgeon: "Para ser francos, somos incapaces de llamar estas cosas uniones cristianas, porque ya empiezan a verse como coaliciones de maldad. Delante de Dios confesamos que para nosotros no tienen otro aspecto. En lo íntimo de nuestros corazones esta es una verdad triste que no podemos ignorar".45 Spurgeon no veía razón alguna por la que los cristianos verdaderos debieran acomodarse a quienes dudaban de la autoridad y la suficiencia de las Escrituras. "Si estos hombres creen tales cosas, ¡entonces que las enseñen y que construyan para sí mismos iglesias, uniones y fraternidades! ¿Por qué tienen que seguir entre nosotros?"46 Sintió que no tenía otra opción además del curso de acción que ya había emprendido: "Durante el mes pasado muchos nos han formulado la pregunta ansiosa: '¿Qué debemos hacer?' Para los tales no hemos tenido una respuesta detallada, excepto que cada uno debe actuar por sí mismo tras haber buscado la dirección del Señor. En nuestro propio caso hemos anunciado oficialmente nuestro curso de acción en la publicación del mes pasado. Nuestro retiro de la Unión Bautista es definitivo".47 Ese anuncio debió sorprender bastante a muchos lectores. Tan solo unos cuantos habían creído que Spurgeon haría realidad sus amenazas. La paz y la unidad eran objeto de estima casi universal como virtudes cristianas supremas. Era impensable que Carlos H. Spurgeon, el evangélico británico más visible y popular de su tiempo, terminaría siendo un cismático. Esa fue la percepción popular de la decisión tomada por Spurgeon.

SPURGEON y LA UNIÓN BAUTISTA No obstante, lo cierto es que Spurgeon no se había retirado de ma-

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nera caprichosa o precipitada. El 23 de noviembre escribió desde el sur de Francia para explicar sus acciones a un colega pastor, el señor Mackey: "Fue para mí un deber de cumplimiento obligatorio el abandonar la Unión, puesto que carecieron de efecto mis protestas privadas a oficiales y mis apelaciones reiteradas a toda la corporación. Mis acciones críticas me llevaron a una posición desde la cual, como hombre resuelto y coherente, no se presentó ante mí otro curso de acción que no fuese el retiro voluntario".48 La carta privada a Mackey fue distribuida entre los cien miembros del concilio de la Unión Bautista. Ochenta de estos hombres se reunieron el 13 de diciembre para discutir las impugnaciones de Spurgeon. La mayoría de ellos se indignaron por las acusaciones de Spurgeon y su subsiguiente separación del grupo. Le acusaron de levantar cargos basados en información imprecisa, y los oficiales de la Unión negaron que Spurgeon alguna vez hubiese acudido a ellos para presentar "protestas privadas" o inquietudes de algún tipo con respecto a la situación doctrinal de la Unión. Un oficial en particular, el secretario general Booth, había estado más al tanto de las cosas. Booth y Spurgeon habían tenido muchas conversaciones privadas e intercambiaron muchas cartas sobre el estado deplorable de la Unión. De hecho, Booth mismo había instado a Spurgeon para que se pronunciara en contra del modernismo que se había apoderado de la Unión. Es evidente que Booth había presentado detalles a Spurgeon sobre la transigencia generalizada así como los nombres de miembros cuya ortodoxia era dudosa. 49 Sin embargo, Booth creyó que había hecho jurar a Spurgeon que mantendría su correspondencia en secreto. "Mis cartas a usted no fueron oficiales sino en confidencia", escribió Booth cuando pensó que Spurgeon estaba a punto de sonar el silbato. "Como un asunto de honor, usted no las puede utilizar" .50 Las minutas del concilio muestran que Booth desorientó al concilio en cuanto a la naturaleza de sus conversaciones con Spurgeon. Les dijo: "Digo de nuevo que cualquier conversación que haya tenido con el señor Spurgeon no fueron acerca de formular cargos contra los hermanos a fin de obligarles a comparecer ante este concilio. Nunca entró a mi mente que el señor Spurgeon tuviera la intención de traer aquí las cosas que se mencionaron en conversación privada para formularlas como

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acusaciones".51 Aunque en sentido estricto esto era cierto, estaba lejos de ser toda la verdad. Booth, después de todo, había acudido primero a Spurgeon con ciertas inquietudes. Su diálogo sobre los asuntos fue más que una conversación casual y pasajera. Booth más que nadie sabía, y según creía Spurgeon participaba, de la preocupación profunda del gran predicador por el descarrío de la Unión. Sin embargo, aún cuando el concilio de la Unión Bautista, incluido Booth mismo, acusó a Spurgeon de hacer una representación falsa de la verdad, Spurgeon honró los deseos de Booth para mantener la confidencialidad de su correspondencia. "Spurgeon con mucha facilidad habría demostrado el alcance de sus consultas previas con oficiales de la Unión presentando la correspondencia que había recibido de Booth".52 En lugar de ello, soportó el abuso y las acusaciones falsas, incluso cuando Booth mismo se convirtió en uno de los acusadores. "Es desconcertante que el doctor Booth haya dicho que nunca me quejé", Spurgeon escribió a su esposa. "Dios sabe todo al respecto y Él me hará justicia" .53 Sin embargo, como un biógrafo comentó: "A Spurgeon nunca le hicieron justicia. La impresión que quedó en muchos lugares sigue siendo que él hizo acusaciones que no pudo demostrar, y que cuando fue llamado a presentar evidencias sustanciales, renunció y salió corriendo. Nada podría estar más lejos de la verdad. Spurgeon pudo haber presentado las cartas del doctor Booth, para empezar. Yo creo que lo debió haber hecho".54 El concilio de la Unión Bautista acusó a Spurgeon de haber infringido las instrucciones de Jesús en Mateo 18 porque no acudió primero en privado a los causantes de sus agravios. En otra carta a su esposa Spurgeon respondió a esa acusación: "¡ Qué farsa han montado diciendo que no me reuní con estos hermanos en privado, de acuerdo a Mateo 18: 15! Por supuesto que vi al secretario y al presidente en varias ocasiones; luego procedí a presentar mi denuncia por escrito, y dejé la Unión solo después de ver que no se harían cambios".55 Spurgeon escribió al doctor James Culross, presidente de la Unión: He seguido paso a paso la mente de nuestro Señor en cuanto a las quejas privadas, viendo a los presidentes y al secretario en oportunidades pasadas, y he escrito mis reparos una y otra vez sin recibir respuesta. No he tenido más recurso que retirarme. No creo que una persona cuerda piense que yo

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debí haber hecho un recorrido dispendioso para tratar con cada individuo involucrado en el error. No tengo jurisdicción sobre ellos, y debería haberse considerado como una intrusión ofensiva de mi parte si hubiese acudido a ellos. Mi querella es con la Unión, y solo con ella he tratado todo el tiempo.56

Al plantear la cuestión de Mateo 18 y acusar a Spurgeon de no haber presentado sus inquietudes por los conductos adecuados ante los líderes de la Unión, es claro que el concilio estaba evadiendo los problemas reales. Propusieron enviar una delegación de cuatro hombres para confrontar a Spurgeon, y le escribieron para coordinar una visita mientras el predicador estaba en Francia. Spurgeon no estuvo de acuerdo y dijo que se reuniría con los hombres a su regreso a Inglaterra. Spurgeon vio la respuesta del concilio como un intento claro de convertirle a él en el asunto problemático, y a impedir que siguiera su curso la controversia sobre la desviación doctrinal de la Unión. Además, él se había cuidado mucho para no hacer de sus ataques algo personal, y ahora el concilio utilizaba hasta eso en su contra, afirmando que como no había mencionado nombres y detalles específicos, sus acusaciones eran demasiado vagas como para ser susceptibles de consideración seria. En una carta de defensa que no es característica de su estilo, Spurgeon envió una carta al editor de la publicación principal de la Unión: Al editor de "El Bautista". Estimado señor: No ocuparía sus columnas con un asunto personal si no fuese de importancia considerable como para hacerlo. En la carta al señor Mackey escribí: "Fue para mí un deber de cumplimiento obligatorio el abandonar la Unión, puesto que carecieron de efecto mis protestas privadas a oficiales y mis apelaciones reiteradas a toda la corporación". Esto no es incierto ni impreciso. Tras un suceso doloroso en Leicester [en 1883, cuando se le permitió predicar a un ministro unitario en las reuniones de la Unión Bautista en ese lugarl, presenté una queja muy seria al secretario, al presidente (el señor Chown), y otros miembros del concilio. El señor Chown tuvo la amabilidad de visitarme en el orfanato, y me hizo una patética llamada de atención para que considerara el problema como un incidente aislado, y expresó su esperanza de que yo estuviera equivocado. No insistí más en el asunto, y es posible que por ello sí sea digno de culpa. Desde entonces he hablado en repetidas ocasiones con el secretario [Boothl sobre el tema, como él lo admitirá de buena voluntad. Creo que cada año él o el señor Baynes me han invitado a predicar para la Unión, o a predicar a quienes prestan servicios misioneros relacionados con las reuniones de la Unión. En cada ocasión uno u otro ha escuchado mis quejas a tal punto que

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me temo, deben haber quedado fastidiados. Aquí me permito añadir que no confundo la misión con la Unión, pero sucede que estos buenos secretarios me llaman cuando están haciendo arreglos para la misma serie de reuniones, y por eso considero que todo lo que haya dicho a uno de ellos lo dije a ambos. El hecho es que me he abstenido de toda participación pública en las reuniones porque no me sentí seguro de no quedar en un apuro de transigencia. De seguro esta acción habló con mayor contundencia que las palabras. Con el señor Williams y el doctor Maclaren he mantenido correspondencia considerable, lo cual es bajo cualquier circunstancia, bastante admirable de su parte. Mi amigo el señor Williams dice que mis cartas estaban marcadas con la palabra "privado", yeso es lo que dije al señor Mackey. Por otro lado, el señor Booth no consideró que mis comunicaciones con él fueran oficiales, y tampoco dije yo que lo haya hecho. Sin embargo, las quejas fueron presentadas por mí a él, mientras yo intentaba arreglar el asunto con mi juicio uniéndome a la obra y no al habla de la Unión, con el deseo de que se pudiera llegar a una mediación. No me arriesgo a decir quiénes en el concilio conocían bien mis opiniones y sentimientos tras oírme decirlos en varias ocasiones, pero sí fueron más que suficientes para justificar mi manifestación al señor Mackey. Note por favor que solo está tomando en cuenta la primera parte de la frase, y se hace creer que tiene mayor importancia que lo afirmado por mí a continuación, lo cual se deja por fuera: "mis apelaciones reiteradas a toda la corporación". Mis cartas sobre "el declive" no tienen que ver de forma exclusiva con la denominación bautista, la cual he admitido que está mucho menos afectada que cualquier otra; pero tenían tanto que ver con ella que los artículos en toda su extensión fueron distribuidos en todos los sectores del ministerio para su consideración. "El órgano de la denominación bautista" describió el problema como "una miga gigante", y declaró que ciertos ministros que se dirigían a Sheffield la consideraban como "un gran chiste". En las reuniones no se hacían menciones públicas excepto para hacerme quedar mal en lugares donde no tenía oportunidad de explicar la magnitud del problema. Acerca de otras expresiones de carácter infamante empleadas por ciertos individuos no escribiré, pero todo en su conjunto me dejó en claro que nadie consideraba mis llamados dignos de atención. Si alguno de los hermanos los hubiese juzgado serios, podría haber hecho mención de ellos al concilio, y exigido que las declaraciones privadas se volvieran públicas; pero nadie consideró esto prudente. De esto no me estoy quejando, pero no debe decirse que no he hablado la verdad en las líneas arriba citadas. El hecho parece ser que la pregunta planteada no fue: "¿Es verdadera esa afirmación expresada por el señor Spurgeon?", sino que la averiguación real que se hizo fue: "¿Ha escrito de tal manera que los oficiales se sientan en la obligación de presentar el asunto ante el concilio?" Esto es algo muy diferente, como cualquiera puede darse cuenta de ello. Por eso puedo exonerar a interrogadores y críticos con la teoría de que ellos quisieron decir una cosa y yo quise decir otra; lo hago aquí de inmediato.

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No obstante, este es un comienzo penoso para una reunión entre hermanos. La acusación no fue que yo a sabiendas hubiese dicho algo que no era cierto, sino que dije con buenas intenciones lo que no era verdad, supongo que debido a alguna anomalía en mis facultades mentales. Lo que se infiere de ello es que sería un desperdicio de tiempo enviar una comisión de representantes para deliberar con una persona tan imbécil. Sin embargo, no voy a derivar esa inferencia. Estoy confiado de no haber descendido a los ataques personales. Ni siquiera imputo motivos, pero espero que pueda escribir lo que considero necesario manifestar sin faltar el respeto de los hermanos honorables que solicitaron una audiencia conmigo. Cordialmente, C. H. Spurgeon. Menton, 19 de diciembre. 57

La revista nunca publicó la carta de Spurgeon.

LA CENSURA DE LA UNIÓN BAUTISTA La reluctancia de Spurgeon para reunirse con la delegación de la Unión en Francia se debió a su temor de que solo estaban tratando de hacerle quedar como una persona obstinada e inconciliable. El predicador escribió a Susana: "¡Imagínate a cuatro doctores en teología que vengan hasta aquí solo para verme! Quedé perplejo y no supe qué contestar. No puedo ver bien de qué se trata todo esto. Me estoy quedando despierto hasta las dos de la madrugada... no es que les tenga miedo a cuatro doctores, pero creo que es una jugada muy avisada de su parte. Si significa que van a rendirse, es algo bueno; pero si la intención es achacarme el oprobio de ser implacable, ya es otra cuestión". 58 El 13 de enero de 1888, Spurgeon estaba de vuelta en Inglaterra y se reunión con la delegación de la Unión en el Tabernáculo. El grupo incluía al secretario general Booth, el presidente saliente James Culross, y el presidente electo John Clifford. Alexander Maclaren, el cuarto miembro del comité y el que más se habría identificado con Spurgeon, estaba enfermo y no pudo asistir. 59 Los hombres solicitaron a Spurgeon que reconsiderara su retiro. Spurgeon propuso que la Unión adoptara una declaración evangélica de fe. La delegación se rehusó. Ningún bando sintió que se hubiera logrado algo con la reunión. Cinco días después el concilio de la Unión Bautista se reunió en pleno. Esta vez votaron para aceptar la renuncia de Spurgeon. Luego votaron para censurarle mediante una resolución en la que se condenaban sus acciones.

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Una sorpresiva mayoría aprobó la censura contra su miembro más conocido; solo cinco de los casi cien miembros apoyaron a Spurgeon en el voto. El concilio emitió esta resolución: El concilio reconoce la gravedad de las acusaciones que el señor Spurgeon ha traído contra la Unión antes y a partir de su retiro. Considera que la manera pública y general como se han presentado ha afectado a la corporación entera y expone a sospecha a hermanos que aman la verdad con la misma pasión que él. Puesto que el señor Spurgeon se niega a dar los nombres de quienes tenía la intención de denunciar así como la evidencia que los sustente, esos cargos no debieron presentarse desde un principio, a juicio del concilio. 60

Un escritor del tiempo, Richard Glover, hizo una tasación precisa de la situación en la publicación Evangelical Nonconformist: La política que adoptaron fue tratar que Spurgeon quedara como el responsable de haber perturbado la paz de la Unión. Tomaron la postura de que sus acusaciones eran demasiado vagas como para justificar la realización de investigaciones serias, y que no fue capaz de corroborarlas mencionando el nombre de alguno de los ministros culpables. Aunque esta medida parece haber traído beneficios políticos para la corporación, solo puede ser descrita como una manipulación deshonesta del tema real de la controversia. 61

Como hemos visto, el hecho es que Spurgeon sí pudo haber mencionado algunos nombres. Habría podido presentar como evidencia las cartas de Booth, no solo para salir exonerado sino también para forzar a Booth a convertirse en testigo contra los herejes. Además, Spurgeon pudo haber citado las obras publicadas por otros bautistas. "Spurgeon tenía bastante evidencia a su disposición: todas las declaraciones de hombres conocidos que habían sido publicadas en órganos de gran difusión como Christian World, The Independent, The Freeman, el British Weekly y The Baptist. Todavía es posible consultar los archivos de estas publicaciones entre 1887 y 1888, Y suministran pruebas fehacientes de la veracidad de las acusaciones generales de Spurgeon".62 ¿Por qué Spurgeon no mencionó por nombre a quienes habían traicionado la esencia de la iglesia evangélica? Una de las razones es que no quería protagonizar un escándalo público alrededor de unos cuantos individuos. Además temía que el debate se degradara hasta

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convertirse en una guerra personal: "Si no estuviéramos empeñados en evitar los señalamientos personales, podríamos aludir a otras expresiones de algunos de estos escritores estimados, las cuales darían a conocer al público 10 que de verdad hay en sus mentes".63 "La guerra se ha vuelto demasiado personal, y es un hecho que ciertos incidentes en los cuales no voy a insistir la han hecho demasiado dolorosa como para que yo sienta deleite alguno por la idea de continuar en ella". 64 La razón más importante es que Spurgeon consideraba que la mención de nombres no era más que un intento de desviarse del asunto que en realidad estaba en cuestión: las políticas doctrinales de la Unión Bautista. Como él señaló, la Unión no tenía una declaración doctrinal y por lo tanto carecía de autoridad para someter a disciplina a cualquiera de sus miembros por causa de falsa doctrina: "Nadie puede ser heterodoxo bajo esta constitución, a no ser que reniegue de su bautismo".65 De modo que así hubiera mencionado nombres, nada se podría hacer con respecto a los herejes a no ser que la Unión estuviera dispuesta a adoptar una declaración evangélica de fe y exigir que todos sus miembros se acogieran a ella. Eso es lo que la Unión hasta ese momento se había negado a hacer. Spurgeon tenía la esperanza sincera de que la controversia del declive moviera a todos los miembros de la Unión a demandar que el concilio instituyera esa norma como grupo.

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LA CONCESION FINAL "Ningún credo excepto Cristo", era un sentimiento popular entre los evangélicos en el tiempo de Spurgeon. Muchos consideraban que los credos y las declaraciones doctrinales de alguna manera desvalorizaban el cristianismo. En cierto sentido legítimo sí debemos guardarnos en contra de elevar cualquier credo por encima de las Escrituras. Cuando esto sucede, el credo mismo se puede convertir en un ídolo, algo que en efecto entorpece la adoración verdadera. Por otro lado, Spurgeon señaló que si el credo mismo es verdadero, es decir, si está en armonía con las Escrituras y sujeto a las Escrituras, no existe tal peligro: Decir que "un credo se atraviesa entre un hombre y su Dios", es suponer que no es verdadero, puesto que la verdad, sin importar cómo se declara en

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definitiva, no tiene por qué separar al creyente de su Señor. En lo que a mí concierne, aquello en lo que creo no me avergüenzo de declararlo en los términos más inteligibles y sencillos posibles; la verdad a la que estoy aferrado la defiendo porque creo que es la mente de Dios revelada en su Palabra infalible. ¿Cómo podría ella apartarme de Dios quien la reveló? Es un medio para mi comunión con mi Señor, porque así recibo sus palabras tanto como a Él mismo, y someto mi entendimiento a lo que aprendo de Él. Todo lo que Él diga yo lo acepto porque Él lo dice, y de ese modo le rindo adoración humilde en lo más recóndito de mi alma. Soy incapaz de simpatizar con un hombre que dice no tener un credo, porque creo que demuestra con sus hechos que está en un error. Es seguro que tiene un credo. Debe tener uno aunque repudie la noción. Su misma incredulidad, en un sentido, es su credo. La objeción a un credo es una manera muy risueña de esconder la objeción a la disciplina y la apetencia de transigencia liberal. Lo que tanto desean muchos es una Unión que, como el arca de Noé, ofrezca abrigo a animales puros e inmundos por igual, a las aves del cielo y también a los reptiles que se arrastran por la tierra. 66

En el ambiente teológico de Inglaterra a finales del siglo diecinueve, era imposible no darse cuenta de que Spurgeon tenía razón. Incluso después de su censura a Spurgeon, el concilio de la Unión sabía que tendría que tratar la cuestión de adoptar un credo en la reunión de la asamblea general el 23 de abril. Spurgeon abrigaba la esperanza de que la asamblea general de la Unión avanzara en esa dirección. En las "Notas" de La espada y el palustre de abril escribió: El pueblo de Dios debería estar ofreciendo oraciones continuas en esta hora. La Unión Bautista se reúne en asamblea plena el 23 de abril, y la gran pregunta que tendrán que responder será: "¿Esta Unión debe tener un fundamento evangélico o no?" Confiamos que la pregunta será discutida con buen temperamento, y que la decisión será de naturaleza recta y adecuada. Sin lugar a dudas, así como cualquier otra agrupación de cristianos admite su fe con una declaración abierta y franca, la Unión Bautista debería hacer lo mismo. Sea cual sea su creencia, que se apropie de ella del todo. 67

Spurgeon hizo un llamado a la claridad por encima de todo. Envió una carta al editor de El Bautista que decía en parte: "Sin importar qué haga el concilio, debe cerciorarse por encima de todo que se va a evitar el uso de lenguaje que pueda tener dos significados legítimos y contrarios

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entre sí. Seamos diáfanos y francos. Existen graves diferencias. Permitan que sean reconocidas con claridad".68 En las palabras de Iain Murray: "Esta fue casi con precisión total la política que el concilio optó por no seguir". 69 En una reunión previa a la asamblea general de la Unión en abril, el concilio preparó una declaración doctrinal breve, hasta cierto punto vaga pero evangélica en esencia. No obstante, cuando la declaración fue leída en la reunión de la asamblea, fue introducida con una aclaración de que la Unión no reclamaba autoridad alguna para imponer normas doctrinales a sus miembros. Peor todavía, se había anexado una nota según la cual "algunos hermanos en la Unión ... no han acogido la interpretación común" de pasajes que hablaban sobre la resurrección y el juicio final.70 A pesar de esto, muchos evangélicos en las reuniones de la asamblea, incluido James el hermano de Carlos Spurgeon, creyeron que la declaración tal como había sido leída representaba una concesión aceptable y conciliatoria. Quedó claro que la Unión no estaba dispuesta a dar un solo paso más. Un proponente de la "nueva teología" llamado Carlos Williams (no el novelista famoso), hizo una moción para que la asamblea adoptara la declaración contemporizadora. Williams aprovechó la oportunidad para entonar una perorata apasionada en defensa de las ideas liberales. James Spurgeon "secundó la propuesta del señor Williams, pero no su discurso". 71 El Bautista reportó que "la sinceridad, el coraje y la hombría del discurso del señor Spurgeon dejó una impresión profunda en los oyentes, y contribuyó en gran parte a la unanimidad substancial del voto subsecuente".72 La propuesta fue aprobada por 2.000 votos contra 7. Un hombre llamado Henry Oakley estuvo allí ese día. Años más tarde recordó así la algarabía desbocada que se desató en el auditorio: Estuve presente en el templo de la ciudad cuando se propuso, secundó y convalidó la moción. Es posible que el templo tuviera lleno total, porque estaba abarrotado. Llegué muy temprano pero solo encontré un "asiento de pie" en el corredor de la galería en la parte posterior. Escuché los discursos. El único que recuerdo con claridad es el que pronunció el señor Carlos Williams. Citó a Tennyson el poeta en favor de una teología liberal y la justificación de la duda. Llegó el momento de votar. Solo los que se encontraban en el área estaban calificados para votar como miembros de la asamblea. Cuando se propuso la moción de censura se levantaron casi todas las manos. "En contra", dijo el secretario, el doctor Clifford. No vi manos

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levantadas, pero los registros históricos dicen que hubo siete. Sin que se hubiera anunciado el número de votos, la inmensa asamblea estalló en vivas estrepitosos y más vivas y más vivas. Algunos hombres de edad dieron rienda suelta al desahogo de la hostilidad que habían acumulado; muchos de los jóvenes expresaron su resistencia salvaje contra "todos los aparejos del oscurantismo", como decían, y se enloquecieron. Fue una escena muy extraña. La vi casi que con lágrimas en mis ojos. Yo estaba parado cerca de un "fulano de apellido Spurgeon" que parecía ser estudiante universitario. Estaba fogoso y casi pude ver regodeo en su expresión mientras era testigo de la censura de su grande y generoso maestro. Digo que fue una escena extraña, que aquella vasta asamblea se deleitara con tal arrebato por la condena del más grande y noble líder de su fe)3

Sin embargo, es casi innegable que la mayoría de los evangélicos presentes aquel día no vieron las cosas con la misma claridad que Oakley. No podrían haber entendido el voto como una censura contra Spurgeon. Por supuesto que James Spurgeon no había tenido la intención de afrontar a su hermano cuando secundó la moción, pero como la mayoría de los evangélicos que se encontraban allí aquel día, James estaba tan ansioso de reconciliación que se dejó convencer de que una declaración doctrinal constituía una victoria para la denominación. Carlos Spurgeon sabía que las cosas eran de otro color y escribió a un amigo: "Mi hermano piensa que ha ganado una victoria, pero creo que hemos sido vendidos sin esperanza. Siento el corazón partido. Es evidente que ha hecho todo lo opuesto a lo que yo habría hecho, pero él no tiene la culpa porque siguió los dictados de su mejor juicio. Ora por mí, para que mi fe no desfallezca". 74

LAS SECUELAS G. Holden Pike escribió: "Como lo demostraron las consecuencias, la paz ganada [por el voto de la asamblea] no fue aquella paz permanente que muchos habían anticipado. La ruptura con la Unión ... jamás sería reparada". 75 Tal como Carlos Spurgeon lo había advertido todo el tiempo, nada se ganaría a cambio de hacer concesiones a los enemigos del evangelio. Quizás el único cambio notable fue que el declive de la Unión Bautista aceleró. Quienes acogieron la "nueva teología" se sintieron envalentonados después de la asamblea de la Unión. Ahora llevaban las riendas de la Unión. Spurgeon escribió:

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La declaración de "fe", con su nota aclaratoria, con la interpretación de su proponente y la reelección del viejo concilio, representa el máximo esfuerzo que todos realizarían estando de buen humor. ¿Es satisfactoria? ¿Acaso alguien la entiende en el mismo sentido que todos los demás? ¿No es la virtud de la cosa que se las arregla para dar un poquito de gusto a ambos lados? ¿No es también el vicio y la condenación de la cosa? 76

Spurgeon entendió lo que la mayoría de los evangélicos que votaron en la asamblea no entendieron: que las modificaciones de último minuto negaron por completo la razón de ser de una declaración doctrinal. Los puntos mencionados por cierto era,n lo bastante elementales, y no nos sorprendió que uno de los hermanos exclamara: "¡Que Dios se apiade de los que no crean estas cosas! ¿A dónde irán a parar?" Es obvio que no se objetarían las declaraciones como tales, puesto que la objeción era en contra de una creencia según la cual esas declaraciones debían hacerse indispensables para todos los miembros de la Unión. Es como si hubieran dicho: "Sí, creemos en la deidad del Señor Jesús; pero no estamos dispuestos a expulsar a un hombre de nuestra comunión fraternal porque él piense que nuestro Señor es un mero mortal. Creemos en la expiación; pero si otro hombre la rechaza, no debe ser, en consecuencia, excluido de nuestro conglomerado")7

Spurgeon detestaba los cismas y no quería crear divisiones, pero su conciencia no le permitía aliarse con los enemigos del evangelio y mucho menos ceder a sus exigencias. Al final concluyó que separarse de la Unión era en realidad la mejor manera de promover la unidad verdadera: "Nada ha fomentado más la unión de lo verdadero que la ruptura con lo falso") 8 Spurgeon vio la separación como una necesidad bíblica para él mismo. "Bien sea que otros hagan lo mismo o no, yo he sentido el poder del texto: 'Salid de en medio de ellos, y apartaos'; por eso he renunciado del todo a la Unión y a la Asociación ... Esto me ha sido impuesto, no solo por mis convicciones, sino también por la experiencia de la infructuosidad absoluta de tratar con el mal de otra manera que no sea cortar todo vínculo y salir de él sin mirar atrás")9 Spurgeon no procuró de manera activa sacar a otros de la Unión, pero no podía entender por qué personas que querían mantenerse fieles a las Escrituras estarían dispuestas a seguir perteneciendo a una organización que estaba rodando cuesta abajo de una manera tan conspicua:

Apéndice 1

257

Muchos hermanos buenos permanecen de diferentes maneras en compañerismo con quienes están menoscabando el evangelio; hablan de su conducta como una acción de amor al prójimo que el Señor aprobará en el día de su manifestación gloriosa. Nosotros no podemos entenderles. El deber obligatorio de un creyente verdadero hacia los hombres que profesan ser cristianos y al mismo tiempo niegan la Palabra del Señor y rechazan los fundamentos del evangelio, es salir de en medio de ellos y apartarse. Si hay indicios de que ciertos esfuerzos traerán como resultado la reforma, estamos de acuerdo con el argumento; pero cuando se sabe que tales esfuerzos serán en vano, ¿de qué sirve quedarse? Allí donde la asociación permite en su base el error y casi lo invita, y existe una determinación evidente a no alterar esa base, nada hay que pueda hacerse desde el interior para prestar algún servicio radical. La operación de un evangélico en el interior tan solo puede reprimir y quizás ocultar el mal por un tiempo; pero al mismo tiempo le hace cometer pecado con la concesión misma, y ningún bien duradero puede venir como resultado. Quedarse en una comunidad que fraterniza con todas las creencias con la esperanza de arreglar todos los conflictos, es como Abraham si se hubiera quedado en Ur o en Harán con la esperanza de convertir a aquellos de entre los cuales había sido llamado a salir. La complicidad con el error despojará a los mejores hombres del poder para levantar cualquier protesta exitosa contra él... Nuestra protesta actual y penosa no es una cuestión de este o aquel hombre, de este o aquel error; es ante todo una cuestión de principio. so

La controversia del declive fue motivo de pesadumbre perpetua para Spurgeon hasta su muerte el 31 de enero de 1892. Amigos cercanos, e incluso algunos de los estudiantes de su colegio para pastores, se pusieron en su contra. No obstante, Spurgeon declaró hasta el fin que no se lamentaba de haber mantenido su posición con firmeza. Sin duda alguna fue difícil para Spurgeon mismo y aun para sus primeros biógrafos, establecer el valor de la controversia del declive. En aquellos últimos días de la vida de Spurgeon, la contienda estuvo tanto en el primer plano que oscureció para la mayoría de los observadores la importancia real de la postura tomada y defendida por Spurgeon. Este predicador fue el primer evangélico de influencia internacional que declaró la guerra al modernismo. La Unión Bautista nunca fue la misma, pero la Alianza Evangélica, una confraternidad interdenominacional, respaldó a Spurgeon y se fortaleció. Las acciones de Spurgeon contribuyeron a alertar a los evangélicos de todo el mundo sobre los peligros del modernismo y el declive doctrinal y espiritual. Robert Shindler, autor de aquellos artículos originales sobre el

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"declive" en La espada y el palustre, escribió una biografía de Spurgeon que fue publicada el año de la muerte del gran predicador. Haciendo memoria de una escena de aquellos años finales y tumultuosos cuando Spurgeon fue invitado a dirigirse a la Alianza Evangélica, Shindler escribió: La acogida de los oyentes al señor Spurgeon cuando se levantó para hablar fue casi abrumadora en su efusión y sinceridad. Estábamos ocupando un asiento en la plataforma que nos permitió presenciar de cerca las emociones poderosas que agitaban su alma y las lágrimas que rodaron por sus mejillas mientras escuchaba a los oradores anteriores; aunque solo estaban presentes unos cuantos de sus hermanos bautistas, no faltó una manifestación afectuosa de simpatía que alegró su corazón y confortó su alma. Desde entonces el tiempo ha revelado muchas cosas, y no hay duda que los meses y años que vienen harán cada vez más evidente cuán necesaria fue la protesta que por fidelidad a Dios y al evangelio este hombre no pudo esquivar. j Que el Señor en su gracia purgue a su iglesia de toda doctrina falsa, de todo maestro falso y de todos los traidores que haya en el campamento de Israel! j Que el Espíritu sea derramado de lo alto sobre toda carne, y que todos los términos de la tierra puedan ver, hacer suya y regocijarse en la salvación de nuestro Dios!81

l. Robert Shindler, ''The Down Grade" ("El declive"), The Sword and the Trowel (marzo de 1887), p. 122. 2. Ibíd., nota p. 122. 3. Ibíd., p. 123. 4. Ibíd., p. 124. 5. Ibíd., p. 125. 6. Ibíd. 7. Ibíd., p. 126. 8. Ibíd. 9. ''The Down Grade" (segundo artículo), The Sword and the Trowel (abril de 1887), p.166. 10. Ibíd., p. 167. 11. Ibíd. 12. Ibíd., p. 168. 13. Ibíd. 14. Ibíd. 15. Ibíd., p. 170. 16. Ibíd.

Apéndice 1

17. 18. 19. 20. 21. 22. 23. 24.

25. 26. 27. 28. 29. 30. 31. 32. 33. 34. 35. 36. 37. 38. 39. 40. 41. 42.

43. 44. 45. 46. 47. 48. 49.

50. 51. 52.

259

Ibíd. Ibíd. Ibíd., pp. 171-72. Ibíd., p. 172. Ibíd. Robert Shindler, "Andover Theology" ("Teología de Andover"), The Sword and the Trowel, vol. 23 Gunio de 1887), p. 274. Ibíd. "Another Word Conceming the Down-Grade" ("Un comentario adicional sobre el declive de la iglesia"), The Sword and the Trowel (agosto de 1887), p. 399. Ibíd., p. 397. Ibíd., p. 398. Ibíd., p. 399. Ibíd., p. 399-400. Ibíd., p. 400. Ibíd. Ibíd. "Our Reply to Sundry Critics and Enquirers" (Nuestra respuesta a toda clase de críticos e indagadores", The Sword and the Trowel (septiembre de 1887), p. 461. Ibíd., p. 462. Ibíd., p. 461. Ibíd., p. 465. Ibíd. Ibíd. The Sword and the Trowel (octubre de 1887), p. 509. Ibíd., p. 510. Ibíd., p. 513. Ibíd., p. 515. Citado en G. Holden Pike, The Lije and Work of Charles Haddon Spurgeon [La vida y obra de Carlos H. Spurgeon], 6 vols. (Londres: Cassell and Company, s.f.), vol. 6, p. 287. The Sword and the Trowel (noviembre de 1887), p. 557. Ibíd., p. 559. Ibíd., p. 558. Ibíd., p. 559-60. Ibíd., p. 560. Letters ofCharles Haddon Spurgeon [Correspondencia de Carlos H. Spurgeon] (Edimburgo: Banner ofTruth, 1992), p. 183. Lewis Drurnmond, Spurgeon: Prince of Preachers [Spurgeon: príncipe de los predicadores] (Grand Rapids, Mich.: Kregel, 1992), p. 671. Ibíd., p. 697. Ibíd. rain Murray, The Forgotten Spurgeon [El Spurgeon olvidado] (Edimburgo: Banner ofTruth, 1966], p. 145.

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53. Susannah Spurgeon y J. W. Harrald, editores, C. H. Spurgeon's Autobiography [Autobiografía de C. H. Spurgeon], 4 vols. (Londres: Passmore and Alabaster, 1897), vol. 4, p. 257. 54. J. C. Carlisle, C. H. Spurgeon-An Interpretative Biography [C. H. Spurgeon: una biografía interpretativa] (Londres: Religious Tract Society, 1933), p. 247. 55. Autobiography, vol. 4, p. 256. 56. Ibíd., vol. 4, p. 263. 57. Citado en Pike, vol. 6, pp. 292-93. 58. Autobiography, vol. 4, p. 257. 59. "Notas breves", The Baptist (febrero de 1888), p. 84. 60. Ibíd., p. 85. 61. Citado en Drurnmond, pp. 700-1. 62. Carlisle, p. 248. 63. "Demostración del caso", p. 27. 64. "La censura de la Unión Bautista", The Sword and the Trowel (febrero de 1888), p.83. 65. Ibíd., p. 81. 66. Ibíd., p. 82. 67. Ibíd., pp. 197-98. 68. "Notas", The Sword and the Trowel (marzo de 1888), p. 148. 69. The Forgotten Spurgeon [El Spurgeon olvidado], p. 147. 70. Citado en Drurnmond, p. 704. 71. "A Welcome Conclusion" (Una conclusión bien recibida), The Baptist (mayo de 1888), p. 230. 72. Ibíd., p. 231. 73. Citado en Murray, pp. 149-50. 74. Ibíd., p. 148. 75. Pike, p. 302. 76. "Notas", The Sword and the Trowel Gunio de 1888). Reimpreso en The "Down Grade" Controversy [La controversia del declive] (Pasadena, Tex.: Pilgrim, s.f.), p.56. 77. "Attempts at the Impossible" (Intentos de hacer lo imposible), The Sword and the Trowel (diciembre de 1888), p. 618. 78. "Notas", The Sword and the Trowel (mayo de 1888). Reimpreso en The Down Grade Controversy, p. 55. 79. "Notas", The Sword and the Trowel Gunio de 1888), p. 56. 80. "Notas", The Sword and the Trowel (octubre de 1888). Reimpreso en The Down Grade Controversy, p. 66. 81. From the Usher's Desk to the Tabernacle Pulpit: The Lije and Labors o/Charles Haddon Spurgeon [De la mesa de los ujieres al púlpito del Tabernáculo: la vida y los desvelos de Carlos H. Spurgeon] (Nueva York: A. C. Armstrong and Son, 1892), p. 274.

, 11

APENDICE2

11

CARLOS FINNEY Y EL PRAGMATISMO , EVANGELICO NORTEAMERICANO Carlos Finney nació en 1792 en Connecticut pero vivió la mayor parte de su infancia en el condado Oneida del estado de Nueva York. Sus padres no fueron cristianos, y Finney creció en casi total ignorancia de la doctrina cristiana. No recordaba que se hubiera predicado o dado testimonio del evangelio en esa parte de Nueva York que él llamaba "inhóspita", aunque los registros históricos indican que por lo menos había una iglesia evangélica con presencia fuerte en la comunidad. 1 La religión que Finney recordó siendo niño fue, como dijo más adelante, "del tipo que no había sido diseñado en absoluto para cautivar mi atención".2 Así describió al único predicador que recordaba de su juventud: Me senté en el balcón y observé que el hombre colocó su manuscrito en la mitad de su Biblia e insertó sus dedos en los lugares donde encontraría con facilidad los pasajes de las Escrituras que iba a citar en la lectura de su sermón. Esto hacía necesario que sostuviera la Biblia con ambas manos e hizo imposible cualquier gesto de comunicación con sus manos. A medida que iba leyendo los pasajes de la Biblia donde sus dedos estaban insertados, quitaba uno por uno los dedos hasta que todos quedaron libres, y cuando se

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quedó sin dedos en la Biblia procedió a tenninar el sermón. Su lectura fue por completo monótona y carente de pasión; aunque las personas fueron reverentes y prestaron mucha atención a su lectura, debo confesar que para mí no fue como una predicación de verdad.3

Finney calificó el contenido de 10 dicho por aquel pastor como "una discusión seca de doctrina" y luego añadió: "aunque se trataba de una predicación tan buena como todas las que había escuchado en otros lugares, cualquiera puede darse cuenta si esa predicación había tenido la intención calculada de instruir o interesar a un joven que no sabía nada sobre religión ni estaba interesado saberlo".4 Finney decidió estudiar leyes y llegó como aprendiz de derecho a Adams, Nueva York, donde por primera vez tuvo participación activa en una iglesia. El pastor presbiteriano de la localidad, George W. Gale, un joven unos dos años mayor que Finney, se interesó en el estudiante de leyes, le convirtió en director del coro en la iglesia y empezó a visitarle en el despacho de los abogados para conversar acerca de cuestiones espirituales. Luego Finney empezó a notar referencias a la Biblia en sus libros de derecho, así que adquirió una Biblia y la empezó a estudiar. Finney decía, sin embargo, que la predicación seguía siendo una piedra de tropiezo para él. "[Gale] parecía suponer que sus oyentes eran teólogos, y por ende que podía dar por sentado todo el cúmulo de doctrinas fundamentales y profundas del evangelio. Debo decir que me sentí más desconcertado que edificado por su predicación".5 Finney presionaba al joven pastor con preguntas doctrinales durante sus conversaciones en el despacho legal: "¿Qué quiso decir con arrepentimiento? ¿Era un mero sentimiento de tristeza por el pecado? ¿Implicaba un estado de ánimo pasivo, o requería un elemento de fuerza de voluntad? Si era un cambio de mentalidad, ¿de qué naturaleza específica era ese cambio de mente?" ,6 y así por el estilo. Por la clase de preguntas que Finney estaba haciendo, queda la impresión de que la predicación de Gale no podía haber sido tan tediosa como Finney la caracterizó después. La evidencia sugiere que el ministerio del pastor Gale estaba teniendo el efecto deseado sobre la congregación, incluido el mismo Finney.

Apéndice 2

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LA CONVERSIÓN DRAMÁTICA DE FINNEY El hecho es que mientras Finney estuvo en Adams, experimentó una conversión espectacular. Lo irónico del caso es que, aunque la conversión de Finney fue dramática, abrumadora y revolucionaria, él nunca llegó a entender que la conversión es por entero una obra de Dios. Por la manera como Finney cuenta la historia, es claro que él creyó que su propia voluntad fue el factor determinante que trajo como resultado su salvación: "En una noche sabatina del otoño de 1821, decidí en mi mente que sin mayor dilación resolvería la cuestión de la salvación de mi alma, y que de ser posible yo me pondría en paz con Dios". 7 Es evidente que bajo convicción intensa de pecado, Finney fue al bosque donde hizo la promesa: "daré mi corazón a Dios o moriré en el intento".8 Finney se convirtió allí en medio de los árboles. Al principio pareció una conversión normal. Finney mismo no estaba seguro de lo que había ocurrido, excepto que se había rendido del todo al Señor. Su mente gozaba de "una quietud maravillosa y pacífica". La convicción irresistible de pecado que había sentido ya había desaparecido por completo, e incluso él se preguntó si de alguna forma había "entristecido al Espíritu Santo al punto de hacerle desaparecer de su vida del todo".9 Sin embargo, más tarde en la noche, en el despacho donde estudiaba y trabajaba, Finney tuvo una experiencia que describió como "un bautismo poderoso del Espíritu Santo ... El Espíritu Smto descendió sobre mí con una manifestación que me traspasó en cuerpo y alma. Pude sentir su impresión poderosa como un torrente de electricidad que me atravesó una y otra vez". 10 Sin embargo, aún después de todo eso, el estado mental de Finney esa noche era de tal confusión, que años más tarde escribió: "A pesar del bautismo que recibí, ... me fui a dormir sin sentirme seguro de estar en paz con Dios".l1 Ese no es el fin de la historia: de manera súbita y mística, todas las dudas de Finney se desvanecieron a la mañana siguiente, y más tarde ese mismo día decidió que Dios quería que él predicara, y que debía empezar a hacerlo de inmediato. "Tras haber recibido estos bautismos del Espíritu me encontré bastante dispuesto para predicar el evangelio. Además descubrí que no estaba dispuesto a hacer otra cosa aparte de ello. Ya no tenía deseo alguno de practicar la abogacía... Mi mente entera

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estaba colmada con Jesús y su salvación, y el mundo me pareció algo de poca importancia" .12

¿LLAMADO A PREDICAR? Yo creo que fue en extremo desafortunado que Finney tomara la decisión de empezar un ministerio de predicación de manera inmediata tras su experiencia de conversión. Al haber carecido de alguna influencia cristiana sólida en sus primeros años, era casi por completo ignorante de las Escrituras y de la teología bíblica. No obstante, Finney tenía una mente brillante y siempre había sido capaz de mantener su posición en un debate teológico, incluso frente a un hombre preparado como el pastor Gale. Su capacitación legal le había condicionado a pensar de manera lógica, pero también le mantenía adherido a un sinnúmero de presuposiciones erróneas. Las nociones que Finney tenía de justicia, culpa, rectitud, transgresión, perdón, responsabilidad, soberanía y muchos otros términos, habían sido extraídas de sus estudios legales y no de las Escrituras. En todos los lugares donde Finney predicaba, las personas respondían con entusiasmo. Parece que había evidencias inmediatas de avivamiento a su paso, y con la divulgación de su reputación también aumentó su influencia. Finney retaba con arrojo la doctrina convencional y era persuasivo en la promoción de su propia serie algo novedosa de doctrinas. Finney empezó a predicar en cualquier lugar donde pudiera congregar a una multitud, y en poco tiempo empezó a tener un efecto sobre las iglesias establecidas. "Había aparecido en escena este joven que apenas llevaba dos años de ser ministro pero cuatro de ser cristiano, sin tradiciones refinadas que le respaldaran y sin experiencia para predicar salvo como predicador de frontera. De repente se había convertido en el encauzador y protagonista de un ataque frontal a las iglesias. Por naturaleza era extravagante en sus aserciones, imperioso y rígido en su trato; estaba más inclinado a cautivar con intimidación los sentimientos de los hombres que a derretirles con llamados tiemos".13 Debe advertirse que cuando Finney apareció en escena muchas iglesias se habían desviado de la ortodoxia verdadera hacia un hipercalvinismo frío. Hipercalvinismo es la creencia de que la invitación del evangelio es única y exclusivamente para los elegidos. Los

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hipercalvinistas no creen que el evangelio deba ser predicado de forma indiscriminada o que la salvación deba ofrecerse de manera gratuita a todos. En esencia, se oponen a la idea misma de hacer evangelismo. Muchas de las iglesias en el tiempo de Finney estaban obstruidas del todo por tendencias hipercalvinistas. El mismo pastor de Finney, George Gale, pudo haber tenido sesgos hipercalvinistas. Finney describió así la predicación de Gale: "Nunca parecía esperar que alguien se convirtiera, ni siquiera tuvo eso en la mira en ninguno de los sermones que le escuché predicar" .14 Finney llegó a la conclusión de que la creencia de su pastor en la depravación humana y la soberanía divina eran incompatibles con el evangelismo. Escribió: "El hecho es que estos dogmas eran como una camisa de fuerza para él. Si predicaba sobre arrepentimiento, tenía que asegurarse de dejar a sus oyentes la impresión de que no se podían arrepentir. Si les llamaba a creer, debía cerciorarse de haberles informado que, hasta que su naturaleza fuera cambiada por el Espíritu Santo, la fe era imposible para ellos. De este modo su ortodoxia fue siempre como una trampa perfecta para él y para sus oyentes. Yo nunca pude recibir esto".IS

AVERSIÓN DE FINNEY POR LA ORTODOXIA Finney no distinguía entre ortodoxia calvinista e hipercalvinismo. 16 En consecuencia, siempre desconfió de la doctrina ortodoxa y rechazó el calvinismo por completo. Estudió la doctrina tan solo de manera superficial y procedió a inventar un sistema único de teología que satisfacía su propio sentido de la lógica. Aplicó normas propias de la jurisprudencia norteamericana del siglo diecinueve a todas las doctrinas bíblicas. "No había leído sobre el tema [de la expiación] excepto en mi Biblia", escribió; "y lo que encontré sobre el tema lo interpreté tal como habría entendido el mismo pasaje o pasajes similares en un libro de derecho". 17 Concluyó que la justicia de Dios exigía que Él extendiera la gracia a todos por igual. Su razonamiento era que Dios siendo justo no podía considerar culpable a toda la humanidad por la desobediencia de Adán. En su opinión, un Dios justo jamás estaría dispuesto a condenar a los seres humanos por ser pecadores por naturaleza: "La Biblia define el pecado como una transgresión de la ley. ¿Qué ley hemos transgredido al heredar esta naturaleza [de pecado]? ¿Qué ley nos exige tener una

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naturaleza diferente de aquella que poseemos? ¿Acaso la razón afirma que somos merecedores de la ira y la maldición de Dios para siempre, por haber heredado de Adán una naturaleza pecaminosa?"18 De esta manera, Finney descartó la enseñanza clara de las Escrituras (Ro. 5: 1619) en favor de la razón humana Peor todavía, Finney negó que un Dios santo estuviera dispuesto a imputar el pecado de los humanos a Cristo o a imputar la justicia de Cristo a los creyentes. Finney concluyó que esas doctrinas, las cuales se enseñan con claridad en los capítulos tercero, cuarto y quinto de Romanos, eran "ficción teológica".19 En esencia, negó la esencia de la teología evangélica. El éxito inicial de Finney en la predicación dejó en la sombra las graves anomalías de su teología. Finney mismo admitió que cuando fue sometido al examen de su iglesia para recibir la licencia de predicador, el presbiterio "evitó hacer preguntas que dieran lugar a una colisión natural entre mis opiniones y las de ellos".20 Es evidente que se sentían intimidados por la popularidad creciente de Finney como experto en avivamientos. Sin embargo, uno de los examinadores sí preguntó a Finney si aceptaba la confesión de fe de Westminster. Finney admitió luego que nunca había leído la confesión, pero respondió al presbiterio de una forma que dio a entender la afirmación de sus normas doctrinales. "Contesté que la recibía como substancia de doctrina, tal como la había entendido" .21 Más adelante, cuando Finney leyó la confesión, quedó sorprendido al descubrir que contradecía gran parte de lo que él creía. ''Tan pronto me enteré de cuáles eran las enseñanzas de la confesión de fe que no se prestaban a ambigüedades, ... no vacilé en declarar en todas las ocasiones propicias mi discrepancia total con ellas", escribió. 22 En su rechazo abierto de las tendencias hipercalvinistas, Finney optó por oscilar con impetuosidad hasta el extremo opuesto. "No hay nada en la religión que esté por fuera del alcance de los poderes ordinarios de la naturaleza", escribió. 23 "Un avivamiento no es un milagro, ni es algo que dependa de un milagro en sentido alguno. Es el puro resultado filosófico del uso correcto de los medios constituidos para tal fin, de la misma manera que cualquier otro efecto es producido por la aplicación de los medios ... Un avivamiento es un resultado natural del uso de medios así como una cosecha lo es del uso de sus medios apropiados".24

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¿EL FIN JUSTIFICA LOS MEDIOS? Finney fue el primer evangelista de influencia en sugerir que el :fin justifica los medios: "El éxito de cualquier medida diseñada para promover un avivamiento de religión es lo que demuestra su sabiduría... Cuando es evidente que la bendición sigue a la introducción de la medida misma, la prueba es incontestable en el sentido de que la medida es sabia. Es profano decir que tal medida hará más daño que bien. Dios sabe eso muy bien. Su objetivo es hacer la mayor cantidad de bien que sea posible".25 La influencia de Finney en el movimiento evangélico norteamericano fue profunda. Este hombre fue el primero en solicitar a los convertidos "pasar al frente" en las reuniones evangelísticas para indicar su aceptación de Cristo. Fue el primero en aplicar el término "avivamiento" a las campañas evangelísticas. Fue Finney quien popularizó la reunión subsiguiente después del culto con los indagadores que buscaban salvación. También dejó su huella en el estilo norteamericano de predicación, alentando a los predicadores jóvenes a ser intempestivos, improvisadores, anecdóticos, más conversadores y menos doctrinales que los predicadores tradicionales. Todas esas ideas que hoy día son elementos corrientes en la iglesia evangélica, eran parte de las "nuevas medidas" introducidas por Finney. Por supuesto, no todas las innovaciones de Finney fueron erróneas. Instó a los predicadores a que dieran mensajes directos, claros, convincentes, apremiantes y rotundos. Les aconsejó que no hablaran acerca de los pecadores en tercera persona, sino que se dirigiera a ellos diciendo "usted amigo", por ejemplo, con el fin de apuntar más directo a sus conciencias. Recalcó la necesidad de conversiones inmediatas, a diferencia de la noción prevaleciente de la época, en la cual se aconsejaba con frecuencia a los pecadores que esperaran en Dios hasta recibir arrepentimiento y fe. Haciendo eco de las Escrituras y la enseñanza de Jesús mismo, Finney llamó a los pecadores a arrepentirse y creer, no a quedarse pasivos esperando que Dios los convirtiese. El ministerio de Finney estuvo concentrado en la parte occidental del estado de Nueva York. Incluso en vida de Finney, el área llegó a conocerse como "el distrito carbonizado" ,26 porque era como si las olas reiteradas de fervor religioso hubieran abatido cualquier interés real por el evangelio. De todas maneras, en sus años más jóvenes Finney siempre pareció capaz de avivar las llamas al menos una vez más.

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No obstante, en poco tiempo la emoción y el fervor del supuesto "avivamiento" dieron lugar a la dureza de corazón, incredulidad y agnosticismo generalizado. El "distrito carbonizado" se calcinó una vez más y quedó más endurecido que nunca. De hecho, desde el tiempo de Finney nunca se ha experimentado otro avivamiento en esa parte del país. Uno de los trabajadores que laboró al lado de Finney en los avivamientos le escribió en 1834: Miremos los campos donde usted, otros y yo mismo hemos sudado como ministros del avivamiento; ¿cuál es su condición moral ahora? ¿Cuál fue su condición tres meses después que salimos de allí? He visitado y vuelto a visitar muchos de estos campos, y he gemido en el espíritu al ver la condición triste, fría, carnal y porfiada en que han caído estas iglesias; y cayeron muy poco después de nuestra primera salida de entre ellos.27

B. B. Warfield escribió: No hay testimonio más contundente que el de Asa Mahan [amigo de Finney de mucho tiempo y colaborador persistente], quien nos dice, para ponerlo en pocas palabras, que todos los que participaron en estos avivamientos sufrieron algún retroceso o lapso penoso tras la experiencia: la gente quedó como un tizón apagado que no podía prenderse de nuevo; los pastores fueron despojados de todo su poder espiritual; y los evangelistas, "entre todos ellos", dice el testigo, "y yo conocía personalmente casi a todos y cada uno, no puedo recordar a un solo hombre, a excepción del hermano Finney y el padre Nash, quien después de unos cuantos años no hubiera perdido su unción y sido descalificado para el oficio de evangelista o de pastor". De ese modo los grandes "avivamientos del oeste" cayeron en el desastre ... Una y otra vez, cuando Finney proponía volver a visitar alguna de las iglesias, le enviaban delegaciones o se utilizaban otros medios a fin de evitarle ver y sentir lo que ellos consideraban un motivo de aflicción innecesaria. 28

"Incluso después de haber pasado una generación", señala Warfield, "estos hijos quemados habían perdido el gusto por el fuego",29

UN FINAL TRISTE Finney se desanimó cuando sus métodos fallaron. Aceptó la posición de pastor de la Iglesia Congregacional del Tabernáculo de Broadway

Apéndice 2

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en la ciudad de Nueva York, y más adelante la presidencia de la universidad Oberlin en Ohio. Dedicó sus energías al desarrollo de sus doctrinas perfeccionistas y al trabajo de administración académica. En una evaluación posterior de su carrera evangelística, Finney escribió: "En muchas ocasiones serví como un instrumento para llevar cristianos a un estado de gran convicción y de arrepentimiento temporal y fe ... [pero] a veces fracasé en urgirles a profundizar en el conocimiento de Cristo hasta el punto en que pudieran permanecer en Él, y por esa razón volvieron a caer en poco tiempo en su estado anterior" .30 Al darse cuenta de que su metodología evangelística había fallado, Finney, como el pragmático que siempre fue, llegó a la conclusión de que sus enseñanzas perfeccionistas eran la clave real para el ministerio de éxito. En mirada retrospectiva sintió que habría sido exitoso si hubiera predicado un mensaje perfeccionista fuerte basado en el temor, pero si hubiera vivido lo suficiente, habría descubierto que el perfeccionismo plantaba semillas de un desastre espiritual peor que el producido por el evangelismo superficial. Un contemporáneo de Finney dijo: Durante diez años, se infonnó que cientos y quizás miles de personas, se convertían cada año por todos lados; pero ahora se admite que los verdaderos conversos [de Finney] en realidad son muy pocos en comparación. Algo que hasta él mismo declara, es que "la gran mayoría de ellos son una deshonra para la religión"; como una consecuencia de estas defecciones, hay males grandes, terribles e innumerables que han acaecido a la iglesia)!

De modo que la influencia de mayor permanencia y alcance que tuvo Finney no tiene que ver con multitudes de almas salvadas o pecadores alcanzados con el evangelio. Parece que esos efectos fueron por entero superficiales ya que se desvanecían tan pronto Finney salía de los pueblos que visitaba. El legado real de Finney es el efecto desastroso que tuvo en la teología evangélica norteamericana y en la metodología evangelística. La iglesia en nuestra generación todavía está impregnada de la levadura introducida por Finney, y el pragmatismo evangélico moderno es prueba de ello.

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1. B. B. Warfield, Peifectionism, [El perfeccionismo] 2 vols. (Nueva York: Oxford, 1932), vol. 2, p. 10. 2. Charles G. Finney: An Autobiography [Autobiografía de Carlos Finney] (Old Tappan, N.J.: Revell, s.f.), p. 78. 3. Ibfd., p. 6. 4. Ibfd., pp. 6-7. 5. Ibfd., p. 7. 6. Ibfd., p. 8. 7. Ibfd., p. 12 (cursivas añadidas). 8. Ibfd., p. 16. 9. lbfd., p. 17. 10. 11. 12. 13. 14. 15.

Ibfd., p. 20. Ibfd., p. 22. Ibfd., p. 25-26. Warfield, vol. 2, p. 21. Autobiography, p. 59. Ibfd., p. 59-60.

16. Finney escribió: "En todas partes he encontrado que las peculiaridades del hipercalvinismo han sido una gran piedra de tropiezo, tanto para la iglesia como para el mundo. Una naturaleza pecaminosa en sí misma, una incapacidad total para aceptar a Cristo y para obedecer a Dios, condenación a muerte eterna por el pecado de Adán y por una naturaleza pecaminosa, y todos los demás dogmas similares que son el producto de esa escuela peculiar, han sido la piedra de tropiezo para los creyentes y la ruina de los pecadores" (Ibfd., pp. 368-69). Sin embargo, las doctrinas que Finney enumera no son doctrinas únicas y exclusivas del hipercalvinismo, sino que son ortodoxia calvinista simple, y en la mayoría de los casos, enseñanzas bíblicas sencillas y claras. Finney las echó todas'por la borda y de esa manera repudió el corazón de la teología bíblica. La teología sui géneris que Carlos Finney inventó estaba llena de problemas, en particular en el área de la santificación. Finney desarrolló una forma radical de perfeccionismo, lo cual a su vez engendró muchas otras ideas fanáticas entre sus seguidores. B. B. Warfield escribió una crítica completa y devastadora de la teología de Finney en su obra en dos volúmenes titulada El perfeccionismo, vol. 2, pp. 1-215. Finney se equivocó al no considerar con el esmero suficiente que los avivamientos más robustos del siglo dieciocho en Norteamérica incluido el denominado "Great Awakening" o gran despertar, tuvieron su origen en la doctrina calvinista. Jonathan Edwards, George Whitefield, David Brainerd y los primeros bautistas fueron todos abanderados de un fuerte calvinismo, pero al mismo tiempo mantuvieron un celo enérgico y un compromiso activo por el evangelismo. Desafortunadamente, Finney tenía demasiadas ganas de prescindir de ese legado para proceder a fOIjar su

Apéndice 2

17. 18. 19. 20. 21. 22. 23.

271

propia rúbrica teológica. La perspectiva pragmática que fue parte esencial e inseparable del sistema de Finney ha perdurado hasta la actualidad, incluso entre muchos cristianos que deplorarían las innovaciones doctrinales de Finney. Autobiography, p. 42. lbíd., p. 339. lbíd., pp. 56-58. lbíd., p. 51. lbíd., p. 51. lbíd., p. 59. Revivals of Religion [Avivamientos religiosos] (Old Tappan, N.J.: Revell, s.f.),

p.4. 24. lbíd., p. 5. 25. lbíd., p. 211 (cursivas añadidas en el original). 26. Aunque parezca raro, es posible que Finney mismo haya contribuido a acuñar esta expresión. En sus memorias se refería al área como "un distrito quemado", a causa de la resistencia que encontró allí a sus propias iniciativas de avivamiento. Autobiography, p. 78. Un análisis secular fascinante de la región y su historia de avivamientos ha sido escrito por Whitney R. Cross, The Burned-Over District: The Social and lntellectual History of Enthusiastic Religion in Westem New York, 1800-1850 [El distrito carbonizado: la historia social e intelectual de la religión entusiasta en Nueva York occidental entre 1800 y 1850] (Nueva York: Harper Torchbooks, 1950). 27. Citado en Warfield, vol. 2, p. 26. 28. lbíd., vol. 2, pp. 26-27. 29. lbíd., vol. 2, pp. 28. 30. Citado en Warfield, p. 24. 31. lbíd., p. 23.

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APÉNDICE 3 ,

SABIDURIA CARNAL , FRENTE A SABIDURIA ESPIRITUAL Este apéndice incluye una selección adaptada del libro "A Soliloquy on the Art of Man-Fishing" ("Soliloquio sobre el arte de pescar hombres"), escrito por Thomas Boston en inglés antiguo. Boston fue un pastor evangélico en Ettrick, Escocia, a principios del siglo dieciocho. Fue un escritor prolífico en la tradición puritana, recordado por varias obras importantes, incluidas Human Nature in Its Fourfold State (La naturaleza humana en su condición cuádruple), y The Crook in the Lot, or The Sovereignty and Wisdom of God Displayed in the Afflictions of Men (La curvatura en el hado, o la soberanía y la sabiduría de Dios manifestadas en las aflicciones de los hombres). Ambos libros son impresos y distribuidos en la actualidad. La perdurabilidad de las obras de Boston es un testimonio elocuente de la naturaleza imperecedera de las verdades que trató, como se hace evidente de manera especial en esta selección. Aunque la palabra pragmatismo no se inventaría hasta unos doscientos años después, Boston presenta en este escrito un ataque aplastante contra el ejercicio pragmático del ministerio.

11

274

AVERGONZADOS DEL EVANGELIO

El mandato de nuestro Señor: "Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres" (Mt. 4: 19), cursivas añadidas), implica un renunciar a nuestra propia sabiduría. La sabiduría humana no puede ser nuestra guía (Mt. 16:24); debemos negarnos a nosotros mismos. Pablo rehusó predicar con la sabiduría de las palabras humanas (1 Co. 1:17), y tampoco siguió las reglas de la sabiduría carnal. Por lo tanto, oh alma mía, renuncia a tu propia sabiduría. Busca la sabiduría que viene de lo alto; procura predicar las palabras del Dios vivo y no las tuyas. Una vez que hayas determinado seguir en esta dirección, orando para no predicar de acuerdo a tu propia sabiduría y razón natural, recibirás la señal de la bendición de Dios. No tomes el sendero de la razón natural ni sigas las reglas de la sabiduría carnal. Su argumento siempre será: "Sálvate a ti mismo. Protege tu honor y tu reputación entre los demás. Si hablas con franqueza te llamarán alborotador y tu predicación será tildada de reaccionaria. Todas las iglesias tendrán pavor de ti como si fueras un monstruo que les manda al infierno con su predicación, y por eso no te van a aceptar en ninguna parte ni podrás establecerte en algún lugar. Nunca vas a ser del agrado de aquel hombre que tiene gran influencia en la iglesia. Después de todo, la predicación directa no es la manera de ganarse a las personas porque los amedrenta desde el mismo comienzo. En lugar de hacer esto, deberías atraerles poco a poco mediante una gran delicadeza, por lo menos al principio. Porque esta generación no es capaz de resistir la doctrina que tú predicas". Más bien, escucha y sigue las reglas de la sabiduría que viene de lo alto: "Porque la sabiduría de este mundo es insensatez para con Dios" (l Co. 3:19). Aquello que es tenido en mucha estima entre los hombres es nada ante los ojos de Dios. La sabiduría que viene de lo alto nos dice que debemos negarnos a nosotros mismos (Mt. 16:24; Lc. 14:26). No podemos buscar honor, reputación, aclamación y otros encantos terrenales. La sabiduría celestial nos dice que sin importar la manera en que quiera llamarnos la gente, todavía tenemos que cumplir este deber: "Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado" (Is. 58: 1). La sabiduría divina nos dice: "no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles" los que son llamados (1 Co. 1:26), "sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar

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275

a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es" (vv. 27, 28). "Les hablarás, pues, mis palabras, escuchen o dejen de escuchar; porque son muy rebeldes" (Ez. 2:7). La sabiduría de Dios te mostrará reglas contrarias a las de la sabiduría carnal. Considera pues lo que dice la sabiduría carnal, y lo que dice la sabiduría que es de lo alto. De esta manera puedes ver cómo la sabiduría carnal, aunque habla de manera convincente y con mucha razón aparente, es bastante contraria a la sabiduría que es de lo alto (cp. Stg. 3:15-18). Promete grandes ventajas a los que la siguen, pero sus promesas no siempre son cumplidas. Amenaza con gran calamidad a quienes la desafían, pero sus amenazas tampoco se hacen realidad todas las veces. Hace de montículos montañas y de montañas montículos. Por lo tanto, tú rechaza la sabiduría del mundo, porque es insensatez para con Dios. El precepto carnal nos quiere infundir temor de los que solo pueden matar el cuerpo, yeso que ni siquiera lo están haciendo mucho en estos días. La sabiduría mundana también nos precisaría desprendemos del temor verdadero de Dios, pero recuerda esto y úsalo para fortalecerte: "El temor del hombre pondrá lazo; mas el que confía en Jehová será exaltado" (Pr. 29:25). Nunca procures hacerte al lucro temporal poniendo en peligro tu alma, sino "Espera en Jehová, y guarda su camino, y él te exaltará para heredar la tierra; cuando sean destruidos los pecadores,

SABIDURÍA CARNAL Tu cuerpo es débil; no lo desgastes porque no puede resistir trabajos pesados, trajín y estrés. Cuida de ti mismo.

SABIDURÍA ESPIRITUAL Tu cuerpo es de Dios al igual que tu espíritu; no impidas que sea usado para que Dios sea glorificado: "Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo" (1 Co. 6:20). Pablo dijo que había estado "en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez" (2 Co. 11 :27),

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,

SABIDURIA ESPIRITUAL pero Dios "da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ninguna" (Is. 40:29). Esto es algo que tú mismo has experimentado.

Trabaja con diligencia para adquirir fluidez y elocuencia en tu manera de hablar; el estilo fino es muy atractivo y sin él todos tendrán en poca estima tu predicación.

Cristo te envió "a predicar el evangelio; no con sabiduría de palabras" (1 Co. 1: 17). No prediques "con excelencia de palabras o de sabiduría" (1 Co. 2: 1). Tu mensaje y predicación no deberían "con palabras persuasivas de humana sabiduría" (v. 4).

Trata de ser suave y reposado en tu predicación. No ataques los pecados particulares del medio o de las personas a quienes predicas.

"Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado" (ls. 58:1). "Mejor es reprensión manifies-ta que amor oculto" (Pr. 27:5). "Procura con diligencia presen-tarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad" (2 Ti. 2: 15).

Si no eres sutil, tus oyentes se irritarán contra ti y pueden crearte problemas. Sería muy necio de tu parte que hablaras con arrojo a una generación como esta, j que hasta en su aspecto exterior es desagradable!

"El que reprende al hombre, hallará después mayor gracia que el que lisonjea con la lengua" (Pr. 28:23). Esto es algo que he experimentado. "He aquí yo he hecho tu rostro fuerte contra los rostros de ellos, y tu frente fuerte contra sus frentes ... no los temas, ni tengas miedo delante de

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Apéndice 3

,

SABIDURÍA CARNAL

SABIDURIA ESPIRITUAL ellos, porque son casa rebelde" (Ez. 3:8, 9). La experiencia también confirma que esto es una realidad.

Corres un riesgo al hablar con franqueza y mencionar problemas específicos: puede haber en ello más peligro del que supones.

"El que camina en integridad anda confiado" (Pr. 10:9). "El que en integridad camina será salvo" (Pr. 28:18).

Serás percibido como un insensato y como un monstruo; serás llamado quejumbroso y perderás tu reputación y prestigio, lo cual necesitas preservar. La gente te probará y aborrecerá; ¿para qué quedar expuesto a tales trances?

" ... si alguno entre vosotros se cree sabio ... hágase ignorante, para que llegue a ser sabio" (l Co. 3:18). " ... hemos llegado a ser espectáculo al mundo ... Nosotros somos insensatos por amor de Cristo" (4:9, 10). "El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán" (Jn. 15:20). ¿Qué importa lo que la gente diga de ti? Después de todo, muchos dijeron de Jesús: "Demonio tiene, y está fuera de sí" (Jn. 10:20). Él dijo: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame" (Mt. 16:24). "Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros", dice nuestro Señor (Jn. 15:18).

En especial, las personas importantes se van a ofender a no ser que les hables con halagos y aprendas a compla-

N o haré ahora acepción de personas, ni usaré con nadie de títulos lisonjeros. Porque no sé hablar lisonjas; de otra manera, en

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SABIDURÍA ESPIRITUAL

cer sus gustos. Además, si estas personas que son sabias y poderosas te menosprecian, ¿qué respeto vas a tener por ti mismo?

breve mi Hacedor me consumiría" (Job 32: 21, 22). "¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes, o de los fariseos?" (Jn. 7:48); "mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles" (1 Co. 1:26). "Hablaré de tus testimonios delante de los reyes, y no me avergonzaré" (Sal. 119:46); "si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como transgresores" (Stg. 2:9). "

Nuestro pueblo acaba de salir de la jerarquía opresora de una iglesia estatal. N o es su deseo que ciertos pecados sean revelados ni que se vuelvan a abrir heridas viejas. Tampoco pueden soportar ciertas doctrinas. Algo mejor para ellos sería la enseñanza de doctrinas más benignas. Evita todas las cosas negativas, la doctrina que tenga tales cosas puede hacerles mucho daño y nada de bien.

"Les hablarás, pues, mis palabras, escuchen o dejen de escuchar; porque son muy rebeldes" (Ez. 2:7); "oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte. Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano" (3:17, 18). "Vive Jehová, que 10 que Jehová me hablare, eso diré" (1 R. 22:14).

Si llegas a predicar tales cosas, la prudencia requiere que hables de ellas con mucha cautela. Si la conciencia dice que debes hablar, hazlo de una

"Clama a voz en cuello, no te detengas ... " (Is. 58:1). "Maldito el que hiciere indolentemente la obra de Jehová" (Jer. 48: 10). "Antes bien renunciamos a 10 oculto y

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manera encubierta, para que no ofendas demasiado a la gente. Esto tiene una importancia especial con respecto a personas que son jóvenes en la fe. Toma todo el tiempo que se requiera para exponerles a las verdades duras y suavizarles todo 10 posible; no quieres que los creyentes nuevos salgan corriendo espantados.

vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios" (2 Co. 4:2, cursivas añadidas). Pedro, en su predicación a incrédulos en el primer sermón de la era cristiana, dijo a los indagadores judíos: "a éste [Hombre], ... prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole" (Hch. 2:23). "Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar" (Jn. 9:4).

En especial debes ser agradable para quienes tienen la mayor influencia en la iglesia, por 10 menos hasta que estés bien instalado y asegurado con holgura de salario. De otra manera, vas a tener que estar buscando empleo todo el tiempo, porque las iglesias se van a amilanar contigo y no te van a llamar. ¿De qué vas a vivir entonces? Por 10 tanto, la predicación franca y directa puede ir en detrimento de tu manutención. Un proceder más sutil te asegurará un ministerio más amplio.

"Hacer acepción de personas no es bueno; hasta por un bocado de pan prevaricará el hombre" (Pr. 28:21). "Hágase la voluntad del Señor" (Hch. 21: 14, 15). Dios ha "ha prefijado el orden de [tus] tiempos, y los límites de [tu] habitación" (Hch. 46: 10). "Mi consejo permanecerá, y haré todo 10 que quiero" (Is. 46: 10). "Dios hace habitar en familia a los desamparados ... mas los rebeldes habitan en tierra seca" (Sal. 68:6). "El hombre de verdad tendrá muchas bendiciones; mas el que se apresura a enriquecerse no será sin culpa" (Pr. 28:20). "El temor del

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SABIDURÍA ESPIRITUAL hombre pondrá lazo; mas el que confía en Jehová será exaltado" (Pr. 29:25).

De esta manera puedes ver cómo la sabiduría camal, aunque habla de manera convincente y cun mucha razón aparente, es bastante contraria a la sabiduría que es de lo alto (cp. Stg. 3:15-18). Promete grandes ventajas a los que la siguen, pero sus promesas no siempre son cumplidas. Amenazad con gran calamidad a quienes la desafían, pero sus amenazas tampoco se hacen realidad todas las veces. Hace de montículos montañas y de montaás montículos. Por lo tanto, tú rechazas la sabiduría del mundo, porque es insensatez para con Dios. El precepto camal nos quiere infundir temor de los que solo pueden matar al cuerpo, yeso que ni siquiera lo están haciendo mucho e estos días. La sabiduría mundana también nos precisaría desprendemos del temor verdadero de Dios. pero recuerda esto y úsalo con fortalecerte: "El temor del hombre pondrá lazo; mas el que confía en Jehová será exaltado" (Pr. 29:25). Nunca procures hacerte al lucro temporal poniendo en peligro tu alma, sino "Espera en Jehová, y guardar su camino, y él te exaltará para heredar la tierra; cuando sean destruidos los pecadores, lo verás" (Sal. 37:34). Su camino es el camino más seguro, aunque la sabiduría camal diga lo contrario y llame su camino mera locura. Por encima de todo, recuerda que "lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres" (1 Co. 1:25). "Lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar·a lo fuerte" (v. 27). "Para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios" (2:5). "Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé el entendimiento de los entendidos. ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría

Apéndice 3

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del mundo? Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación" (1 Co. 1:18-21, cursivas añadidas). "No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. He aquí que todos los que se enojan contra ti serán avergonzados y confundidos; serán como nada y perecerán los que contienden contigo" (Is. 41:10, 11).

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INDICE DE TEMAS

A Aborto, el dilema de las iglesias orientadas al consumidor con respecto al 219, 225, 228 Absolución, rito de 211 Adoración, estilos diferentes de 18, 49, 56, 111 Ananías y Safira, el pecado de 56, 69, 71 Andover, desviación teológica del seminario teológico de 239 Aniquilación espiritual, creencia en la 71, 72 Arrninianismo 94, 187, 232 Arrianismo 232

B Barna, George, su aclaración acerca de las concesiones 52, 146 Booth, Samuel Harris, su participación dudosa en la controversia del declive 246 Brow, Robert, sobre cambios enormes en la iglesia evangélica 226 Brown, Dr. David, sobre la alteración del evangelio 187

e Calvino, Juan, sobre 1 Corintios 9: 19-23 109 Campañas de avivamiento, origen de las 186, 240, 289, 295 Camalidad 242 Compromiso, mensaje grabado sobre el 48, 69, 108, 123, 143, 248, 257 Comunidad de gracia, crecimiento de la iglesia 19, 81, 203 Comunión fraternal, prioridad de la 14, 70, 114, 258 Concesiones, pecado de hacer 47, 71, 105, 123 Contextualización 162 Crecimiento, preocupación de la iglesia con el 213 Credos 232 Crimen, incapacidad de la sabiduría mundana para tratar el 130 Cristianismo evangélico 117 Cross, Whitney R., sobre el "distrito carbonizado" 271, 272 Cruz, la Véase Evangelio 34 Culross, Dr. James, carta de Spurgeon a 249, 252 Cultos de iglesia los sábados 50

D Dale, R. w., su respaldo de Spurgeon 186 Darwin, Charles, su exposición al socinianismo 235 Dewey, John, su defensa del pragmatismo 12

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Discipulado, definición del 216 Discoteca, música de, utilizada en iglesias 50 Divorcio, incapacidad de la sabiduría mundana para 131 Dixon, A. e., editor de la obra Los fundamentos 122 Doddridge, Philip, su tolerancia excesiva 234 Drama, su utilización en las iglesias 13

E Encuestas 102, 109, 204 Entretenimiento, preocupación de los evangélicos con el 220 Epiménides, el poeta 171, 173 Espectáculos musicales en las iglesias 18 Evangelio, la alteración de 19 Evangelismo,bíblico 25, 88 "Evangelista transexual",la 101 Exhibiciones de lucha libre utilizadas en iglesias 18, 77, 78

F Familia, prioridad de la 215 Feminismo, el dilema de las iglesias al gusto del 219 Fosdick, Harry Emerson, su defensa del pragmatismo 91, 185 Fumar, actitudes cambiantes de los evangélicos acerca de 117 Fundamentalismo, origen del 122

G Glover, Richard, sobre la controversia del declive 253 Gray, James M., su contribución a Los fundamentos 122 Guerra, incapacidad de la sabiduría humana para tratar con la 130 Guinness, Os, sobre la transigencia evangélica 223

H Hermana Paula, la "evangelista transexual" 101 Hipercalvinism, valor del 268 Hipocresía, pecado de 28, 65 Homosexualidad, el dilema de las iglesias al gusto del usuario con la cuestión del 219, 225 Hunter, James Davison, sobre la iglesia evangélica 117

1 Iglesias gigantes 79, 82 Infierno, denigración evangélica contemporánea del 209, 226 Inmorta1idad condicional 71, Ira de Dios 142, 153

L La iglesia al alcance del usuario 228 Libertad cristiana 105 Lloyd-Jones, Martyn sobre las propuestas de reduci r la predicación 15, 36, 219 Lutero, Martín, sobre la enseñanza de Pablo acerca de la justicia de Dios 152

Índice de temas

M Mal, existencia del 182 Marihuana, actitudes cambiantes de los evangélicos hacia la 117 Marsden, George, su libro sobre el fundamentalismo 123 McGavran, Donald A., sobre iglecrecimiento 83, 84 Mercadeo, insistencia excesiva de los evangélicos en el 14, 19, 30 Meyer, Louis, como editor de Los fundamentos 122 Modernismo 15 Moody, Instituto Bíblico 122 Moody Memorial, iglesia en Chicago 122 Morgan, G. Campbell, su contribución a Los fundame 122 Mundanalidad, definición de 177, 200, 209 Murray, John, sobre el modernismo 15 Murray, lain, su biografía de Spurgeon 256 Música estilo rap usada en iglesias 50 Música rock usada en iglesias 50, 55, 95

N Necesidades, reales frente a percibidas 38, 62

o Oak1ey, Henry 256 Oración, reuniones de 240 Orton, el reverendo Job 237

p Packer, J. l., sobre el evangelismo y la soberanía de Dios 184, 199 Payasos empleados en iglesias 18, 50, 79 Peale, Norman Vincent, su defensa del pragmatismo 185 Películas restringidas para adultos, actitudes cambiantes de los evangélicos hacia 117 People, revista de periodismo y opinión 102 Perfeccionismo, refutación de B. B. Warfield del 273 Peters, George, sobre iglecrecimiento 82 Pike, G. Holden, su biografía de Spurgeon 257 Pistas de patinaje y boliche en iglesias 79 Pobreza, incapacidad de la sabiduría mundana para tratar con la 130 Postman, Neil, su libro Amusing Ourselves to Death 75 Predicación, camal frente a espiritual 12 Programas de autosuperación empleados en las iglesias 14

R Racismo, incapacidad de la sabiduría mundana para 131 Relevancia, preocupación por la 92 Respetabilidad académica, apetecer la 123 Respetabilidad intelectual Véase Respetabilidad académica Rock pesado, utilización en la iglesia de esta música 50

s Santayana, George, su defensa del pragmatismo 12 Santificación, definición de la 195

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AVERGONZADOS DEL EVANGELIO

Schaeffer, Francis, sobre la mundanalidad 177 Schuller, Robert, su defensa del pragmatismo 88, 185 Scofield, C. 1., su contribución a Los fundamentos 122 Shindler, Robert, sobre la controversia del decliv 232, 233 Spurgeon, Carlos H. 16, 20, 75, 136 Spurgeon, James, su afmnación de una declaración doctrinal décil 256, 257 Sucesión papal 205

T Taberna, la iglesia vista como una 92 Televisión, cultos de iglesias por 50, 102 Time, revista informativa y de opinión 50 Tolerancia excesiva del error 41 Torrey, R. A., como editor de Los fundamentos 122 Tozer, A. W., sobre el pragmatismo 76

u Unión Bautista 24

v Varley, Henry, Spurgeon y 157 Vincent, Marvin R., sobre los ministros que confeccionando los becerros al gusto de la gente 185

w Wagner, C. Peter, sobre iglecrecimiento 84 Wall Street Joumal, The 77 Warfield, B. B., su contribución a Los fundamentos sobre Carlos Finley y el perfeccionamiento 122 Webster, Douglas D., su crítica del mercadeo de la iglesia 141

I

L

ISBN 0 - 8254 - 1530- 6

111 111

9 780825 415302

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