1000111790

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Identificar la función predominante en un texto ¿Qué tipo de texto es? ¿Qué funciones cree que tiene? ¿Cuál es la función que predomina? ¿Cuál es la Trama textual? ¿Qué particularidad tiene este texto? El empleo de las características del texto, ¿es útil para facilitar la comprensión del mismo? ¿Por qué? ¿Qué características hay en este texto?

Todo lo contrario - Veamos –dijo el profesor-. ¿Alguno de ustedes sabe qué es lo contrario de IN? - OUT- respondió prestamente un alumno. - No es obligatorio pensar en inglés. En español lo contrario de IN (como prefijo privativo, claro) suele ser esa misma palabra, pero sin esa sílaba. - Sí, ya sé: insensato y sensato, indócil y dócil, ¿no? - Parcialmente correcto. No olvide, muchacho, que lo contrario de invierno no es el vierno sino el verano. - No se burle, profesor. - Vamos a ver. ¿Sería capaz de formar una frase, más o menos coherente, con palabras que, si son despojadas del prefijo IN, no confirman la ortodoxia gramatical? - Probaré, profesor: ‹‹Aquel dividuo memorizó sus cógnitas, se sintió dulgente pero dómito, hizo ventario de las famias con que tanto lo habían cordiado, y aunque se resignó a mantenerse cólume, así y todo en las noches padecía de somnio, ya que le preocupaban la flación y su cremento››. - Sulso pero pecable -admitió sin euforia el profesor.

La tolerancia Ser tolerante no significa solo respetar las ideas, creencias o prácticas del otro. No es “permitir” que otros se expresen de modo distinto según su ideología, cultura o concepción de la vida. Significa respetar y defender el derecho a la libre expresión de las opiniones y modos de vida, respetuosos de los valores humanos de todos, aunque no sean compartidos por nosotros. Más aún, implica la aceptación y acogida del “otro diferente”, con sus creencias, cultura o prácticas. No es, por tanto, ser indiferente a las ideas o modos de vida de otros. Tolerar es una acción que primariamente está dirigida a la persona. Y sólo en segundo lugar, a las ideas, creencias y modos de vida. Tolerar no es hacer a alguien una concesión gratuita. Por el contrario, cuando toleramos no hacemos más que manifestar nuestro reconocimiento de la dignidad del otro, de su radical alteridad y diversidad, que le viene dada no por concesión nuestra, sino por su condición de persona. E implica reconocer que cada hombre es en sí mismo “diverso” en la forma propia de realizar una existencia humana concreta en una cultura también concreta

Las palabras … Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se asechan, hasta que de pronto caen… Vocablos amados, brillan como piedras de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío… Persigo algunas palabras… Son tan hermosas que quiero ponerlas todas en mi poema… Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes, ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas… Y entonces, las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las libero… Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola… Todo está en la palabra… Una idea entera cambia porque una palabra cambió de sitio, o porque se sentó como una reina dentro de la frase que no la esperaba, y la obedeció… Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando, de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria en patria, de tanto ser raíces… Son antiquísimas y recientes… viven en el féretro escondido y con la flor apenas comenzada… Qué buen idioma es el mío (…)

“Darse la buena vida” ¿Qué pretendo decirte poniendo un «haz lo que quieras» como lema fundamental de esa ética hacia la que vamos tanteando? Pues sencillamente hay que dejarse de órdenes y costumbres de premios y castigos, en una palabra de cuanto quiere dirigirte desde fuera, y que tienes que plantearte todo este asunto desde ti mismo, desde el fuero interno de tu voluntad. No le preguntes a nadie qué es lo que debes hacer con tu vida: Pregúntatelo a ti mismo. Si deseas saber en qué puedes emplear mejor tu libertad, no la pierdas poniéndote ya desde el principio al servicio de otro o de otros, por buenos, sabios y respetables que sean: interroga sobre el uso de tu libertad... a la libertad misma. Si te digo «haz lo que quieras» parece que te estoy dando de todas formas una orden, «haz eso y no lo otro», aunque sea la orden de que actúes libremente. Si la cumples, la desobedeces (porque no haces lo que eres, sino lo que quiero yo que te lo mando), si la desobedeces, la cumples (porque haces lo que tú quieres en lugar de lo que yo te mando... ¡Pero eso es precisamente lo que te estoy mandando!): no se trata de pasar el tiempo, sino de vivirlo bien. La aparente contradicción que encierra ese «haz lo que quieras» no es sino un reflejo del problema esencial de la libertad misma: a saber, que no somos libres de no ser libres, que no tenemos más remedio que serlo. Por eso un filósofo francés de nuestro siglo, Jean-Paul Sartre, dijo que «estamos condenados a la libertad». Para esa condena no hay indulto que valga... De modo que mi «haz lo que quieras» no es más que una forma de decirte que te tomes en serio el problema de tu libertad, lo de que nadie puede dispensarte de la responsabilidad creadora de escoger tu camino. No te preguntes con demasiado morbo si «merece la pena» todo este jaleo de la libertad, porque quieras o no eres libre, quieras o no tienes que querer. Aunque digas que no quieres saber nada de estos asuntos tan fastidiosos y que te deje en paz, también estarás queriendo no saber nada, queriendo que te dejen en paz aun a costa de aborregarte un poco o un mucho. Pero no confundamos este «haz lo que quieras» con los caprichos de que hemos hablado antes. Una cosa es que hagas «lo que quieras» y otra bien distinta que hagas «lo primero que te venga en gana». No digo que en ciertas ocasiones no pueda bastar la pura y simple gana de algo. La vida está hecha de tiempo, nuestro presente está lleno de recuerdos y esperanzas. Si te digo que hagas lo que quieras, lo primero que parece oportuno hacer es que pienses con detenimiento y a fondo qué es lo que quieres. Sin duda te apetecen muchas cosas, a menudo contradictorias, como le pasa a todo el mundo: quieres tener una moto pero no quieres romperte la crisma por la carretera, quieres tener amigos pero sin perder tu independencia, quieres tener dinero pero no quieres avasallar al prójimo para conseguirlo, quieres saber cosas y por ello comprendes que hay que estudiar pero también quieres divertirte, quieres que yo no te dé la lata y te deje vivir a tu aire pero también que esté ahí para ayudarte cuando lo necesites, etc. Eso mismito es lo que yo quería aconsejarte: cuando te dije «haz lo que quieras» lo que en el fondo pretendía recomendarte es que te atrevieras a darte la buena vida. Y no hagas caso a los tristes ni a los beatos, la ética no es más que el intento racional de averiguar cómo vivir mejor. Si merece la pena interesarse por la ética es porque nos gusta la buena vida. Sólo quien ha nacido para esclavo o quien tiene tanto miedo a la muerte que cree que todo da igual se dedica a las lentejas y vive de cualquier manera... Quieres darte la buena vida: estupendo. Pero también quieres que esa buena vida no sea la buena vida de una coliflor o de un escarabajo, sino una buena vida humana. Es lo que te

corresponde, creo yo. Y estoy seguro de que a ello no renunciarías por nada del mundo. Ser humano, consiste principalmente en tener relaciones con los otros seres humanos. Precisamente la gracia de todas esas cosas estriba en que te permiten relacionarte más favorablemente con los demás! Por medio del dinero se espera poder deslumbrar o comprar a los otros; las ropas son para gustarles o para que nos envidien, y lo mismo la buena casa, los mejores vinos, etcétera. Muy pocas cosas conservan su gracia en la soledad; y si la soledad es completa y definitiva, todas las cosas se amargan irremediablemente. La buena vida humana es buena vida entre seres humanos o de lo contrario puede que sea vida pero no será ni buena ni humana. Las cosas pueden ser bonitas y útiles, los animales resultan simpáticos, pero los hombres lo que queremos ser es humanos, no herramientas ni bichos. Y queremos también ser tratados como humanos, porque eso de la humanidad depende en buena medida de que los unos hacemos con los otros. El hombre no es solamente una realidad natural sino también una realidad cultural. No hay humanidad sin aprendizaje cultural y para empezar sin la base de toda cultura, el lenguaje. El mundo en el que vivimos los humanos es un mundo lingüístico, una realidad de símbolos y leyes sin la cual no sólo seríamos incapaces de comunicarnos entre nosotros sino también de captar la significación de lo que nos rodea. Pero nadie puede aprender a hablar por sí solo porque el lenguaje no es una función natural y biológica del hombre sino una creación cultural que heredamos y aprendemos de otros hombres. Por eso hablar a alguien y escucharle es tratarle como a una persona, por lo menos empezar a darle un trato humano. Es sólo un primer paso, desde luego, porque la cultura dentro de la cual nos humanizamos unos a otros, parte del lenguaje pero no es simplemente lenguaje. Hay otras formas de demostrar que nos reconocemos como humanos, es decir, estilos de respeto y de miramientos humanizadores que tenemos unos para con otros. Todos queremos que se nos trate así y si no, protestamos. Lo más importante de todo esto: la humanización es un proceso recíproco. Para que los demás puedan hacerme humano, tengo yo que hacerles humanos a ellos; si para mí todos son como cosas o como bestias, yo no seré mejor que una cosa o una bestia tampoco. Por eso darse la buena vida no puede ser algo muy distinto a fin de cuentas de dar la buena vida.

Telefonema De espalda a las gentes que esperamos en la cola de la caseta telefónica de la esquina, un hombre, medio encorvado y vestido de traje verde seco, está mordiendo el teléfono desde hace diez minutos; cuando se vuelve hacia nosotros, descubrimos que se ha puesto la bufanda del teléfono a pesar del calor que nos ahoga. Levanta el brazo izquierdo en especie de saludo marcial, junta los dedos índice y pulgar a manera de espérenme tantito, y entonces el teléfono es la barba negrísima que se rasca. Pero la cola no está dispuesta a tolerar el abuso de este cínico que ahora usa un barbiquejo de hule azabache; empezamos a discutir en forma desordenada sobre política nacional, fútbol y el precio de las verduras. Ante esto, el tipo le mete los dedos a la caja tragamonedas; al recibir una respuesta tan fría del artefacto, decide enredarse el cable ondulado alrededor del cuello. Se deja caer de golpe; su lengua amoratada es una corbata guinda que alguien cortó a la mitad con unas tijeras para podar el césped.

Reglas para viajar 1. Recuerde que para viajar en vuelo nacional debe llegar con dos horas de anticipación a la salida de su vuelo y tres horas antes, cuando es vuelo internacional. 2. Una vez que esté en el aeropuerto, lleve a la mano su tiquete aéreo y su pasaporte. 3. Averigüe una vez llegando al aeropuerto o con anticipación a la agencia de viajes o aerolínea, si tiene que pagar algún tipo de impuesto aeroportuario y si éste debe pagarlo directamente en la aerolínea o en la Oficina de Impuestos Aeroportuarios. Visite esta guía para saber cuánto debe pagar por impuesto según su destino. 4. Diríjase al counter de la aerolínea por la cual va a viajar y realice su check in, esto significa que usted debe pasar su equipaje para que sea pesado y etiquetado. Allí debe mostrar su tiquete aéreo (muchos ya son electrónicos) igualmente debe mostrar su pasaporte. No olvide pedir la tirilla para marcar su equipaje de mano y no lleve equipaje pesado, ya que será multado. El peso permitido es de 23 kilos por maleta. 5. Una vez tenga su pasabordo, debe tener muy presente la hora en la que debe estar en la sala de espera, igualmente el número de la sala donde debe estar y asimismo, averigüe dónde queda la salida hacia el muelle nacional o internacional, según sea el caso. 6. Importantísimo, trate de no llevar tanto equipaje de mano, ya que éste será previamente revisado. No lleve alimentos en su equipaje de mano, tampoco armas corto punzantes como navajas, limas metálicas, corta uñas, entre otros. Ni tampoco lleve en su equipaje, frascos de vidrio ni frascos en aerosol como perfumes, ya que todo esto será decomisado. 7. Una vez que entre al muelle internacional o nacional, debe presentar en la puerta su pasabordo, tiquete aéreo y pasaporte. Para vuelo nacional, mostrar la cédula de ciudadanía o identificación. 8. De allí pasará a migración, esto quiere decir que debe pasar por unos cubos plásticos. Su equipaje de mano será revisado por los rayos “X” y usted debe quitarse todo lo que sea metálico, como monedas, cinturones, aretes, collares, entre otros. 9. Terminado este proceso, pasará a migración donde le preguntarán quién es usted, a dónde viaja y a qué viaja. Revisarán su pasaporte. Este proceso para muchos, es causante de nervios. No infunda miedo, ni se sienta atemorizado ya que podría tornarse sospechoso y si usted no hace nada malo, no tiene por qué sentirse así. 10. Luego de este proceso, usted debe iniciar la búsqueda de la sala correspondiente, misma que está escrita en el pasabordo, es decir, no debe memorizarla. Cuando llegue a la sala, un asistente de vuelo estará en la puerta revisando los pasabordos. Ingrese, tome asiento y espere que los asistentes de vuelo den las indicaciones para comenzar a subir al avión. 11. Una vez que esté en el avión, busque la silla que le corresponde o pida ayuda a la azafata. Ubique su equipaje de mano en los compartimentos que están ubicados en la parte de arriba de las sillas. Tome asiento, abroche su cinturón, y preste atención a las indicaciones de seguridad del mismo. 12. No olvide viajar con ropa cómoda, llevar un suéter ya que dentro del avión colocan el aire acondicionado para evitar la presurización del avión y hace mucho frío.

13. Si se siente nervioso, tome un calmante antes de viajar y medicamentos que eviten que se enferme del estómago. 14. Es recomendable llevar un libro, un dispositivo móvil, aproveche ver las películas que el avión ofrece a sus pasajeros como parte de la diversión de viajar y si es una persona sociable, hable con sus compañeros de viaje, esto evitará que sienta que es eterno el viaje. 15. Y no deje de disfrutar de su viaje. Dentro del avión es muy poco el movimiento del mismo, se recomienda viajar en la noche para que no se mueva el avión por las turbulencias. 16

135 detenidos en elecciones Un total de 135 ciudadanos fueron detenidos el fin de semana durante el proceso electoral en los 200 recintos electorales. Cerca de 600 policías vigilaron las afueras de los recintos en toda la provincia. Con su estadía de más de 10 horas en las puertas de los establecimientos educativos, evitaron posibles enfrentamientos entre simpatizantes de los diferentes movimientos políticos o personas en estado de embriaguez. Luis Ramos, jefe de operaciones del Comando de la Subzona del Azuay, indicó que las causas de las detenciones fueron: 28 por boletas de captura, 103 por boleta de apremio, 4 por violencia intrafamiliar y hubo 26 citaciones al Consejo Nacional Electoral (CNE), por incumplir la “Ley Seca”. La sanción para los infractores ya no es con prisión, sino con citación para el pago de una multa de 170 dólares, que lo harán en el CNE. La Policía también intervino en la detención de 103 ciudadanos por no cumplir con la pensión alimenticia de sus hijos. Las parejas de los infractores solicitaron la ayuda de los policías que estaban a las afueras de los recintos, para que detengan a sus ex parejas y paguen, según la Ley, las pensiones adeudadas. (FCS) 17

Proyecto cultural acerca a los autores con escolares El escritor Oswaldo Encalada Vásquez, mantendrá un diálogo personal con niños y niñas escolares que acudirán mañana a las 0:00, a la librería “Pedro Páramo” de la Casa de la Cultura Núcleo del Azuay (calle Luis Cordero y Presidente Córdova). El objetivo de Encalada, doctor en Filología, catedrático universitario y autor de 22 publicaciones, es “contar” algunos de sus cuentos e intercambiar opiniones con los niños, para escuchar también su visión sobre la literatura e incentivar el interés por la lectura y creatividad literaria en los niños. El presente proyecto espera reunir a niños de varios planteles con escritores locales. Los cuentos que les leerá son: “La casita de nuez”, “Los pergaminos de Jarislandia” (11 narraciones dedicadas a los niños, en las que se cuenta el mundo de fantasía de la “gente bichita”), “Los asaltamontes”, “El milixho”, “El mago de goma”, “Esperando la noche buena” y otros. (ACR) 18

El origen de las especies Cuando comparamos los individuos de la misma variedad o subvariedad de nuestras plantas y animales cultivados más antiguos, una de las primeras cosas que nos impresionan es que generalmente difieren más entre sí que los individuos de cualquier especie en estado natural; y si reflexionamos en la gran diversidad de plantas y animales que han sido cultivados y que han variado durante todas las edades bajo los más diferentes climas y tratos, nos vemos llevados a la conclusión de que esta gran variabilidad se debe a que nuestras producciones domésticas se han criado en condiciones de vida menos uniformes y algo diferentes de aquellas a que ha estado sometida en la naturaleza la especie madre.

Art. Art. 238.- Los gobiernos autónomos descentralizados gozarán de autonomía política, administrativa y financiera, y se regirán por los principios de solidaridad, subsidiariedad, equidad interterritorial, integración y participación ciudadana. En ningún caso el ejercicio de la autonomía permitirá la secesión del territorio nacional. Constituyen gobiernos autónomos descentralizados las juntas parroquiales rurales, los concejos municipales, los concejos metropolitanos, los consejos provinciales y los consejos regionales. Art. 239.- El régimen de gobiernos autónomos descentralizados se regirá por la ley correspondiente, que establecerá un sistema nacional de competencias de carácter obligatorio y progresivo y definirá las políticas y mecanismos para compensar los desequilibrios territoriales en el proceso de desarrollo.

¿Anhelas ver el hosco misterio que me enturbia? Pues, sube a mí luciendo silencio y paz de claustro. Aunque si no has soñado más que cosas posibles, bien poco ha de valerte despetalar lo abstracto. Yo soy un cielo trágico oscuro a lente y sonda. No intentes entenderme... no quiero hacerte daño. ¡Mejor rimemos la hora con la ignara inocencia, igual que el angelito guardián de nuestros pasos! II Llevo abiertas las llagas del dolor cotidiano, difundiendo ese verso sembrador de acritudes, como aquel loco hereje que al gustar lo malsano fue arrojando sofismos que estrangulan virtudes. Y zozobro en parajes donde el crápula impera, desahuciado por todos y escribiendo congojas: pues allá en el Averno -- donde nadie me espera -mi difunta esperanza yergue su árbol sin hojas!

Todo lo contrario - Veamos –dijo el profesor-. ¿Alguno de ustedes sabe qué es lo contrario de IN? - OUT- respondió prestamente un alumno. - No es obligatorio pensar en inglés. En español lo contrario de IN (como prefijo privativo, claro) suele ser esa misma palabra, pero sin esa sílaba. - Sí, ya sé: insensato y sensato, indócil y dócil, ¿no? - Parcialmente correcto. No olvide, muchacho, que lo contrario de invierno no es el vierno sino el verano. - No se burle, profesor. - Vamos a ver. ¿Sería capaz de formar una frase, más o menos coherente, con palabras que, si son despojadas del prefijo IN, no confirman la ortodoxia gramatical? - Probaré, profesor: ‹‹Aquel dividuo memorizó sus cógnitas, se sintió dulgente pero dómito, hizo ventario de las famias con que tanto lo habían cordiado, y aunque se resignó a mantenerse cólume, así y todo en las noches padecía de somnio, ya que le preocupaban la flación y su cremento››. - Sulso pero pecable -admitió sin euforia el profesor.

La tolerancia Ser tolerante no significa solo respetar las ideas, creencias o prácticas del otro. No es “permitir” que otros se expresen de modo distinto según su ideología, cultura o concepción de la vida. Significa respetar y defender el derecho a la libre expresión de las opiniones y modos de vida, respetuosos de los valores humanos de todos, aunque no sean compartidos por nosotros. Más aún, implica la aceptación y acogida del “otro diferente”, con sus creencias, cultura o prácticas. No es, por tanto, ser indiferente a las ideas o modos de vida de otros. Tolerar es una acción que primariamente está dirigida a la persona. Y sólo en segundo lugar, a las ideas, creencias y modos de vida. Tolerar no es hacer a alguien una concesión gratuita. Por el contrario, cuando toleramos no hacemos más que manifestar nuestro reconocimiento de la dignidad del otro, de su radical alteridad y diversidad, que le viene dada no por concesión nuestra, sino por su condición de persona. E implica reconocer que cada hombre es en sí mismo“diverso” en la forma propia de realizar una existencia humana concreta en una cultura también concreta. 23

Las palabras … Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se asechan, hasta que de pronto caen… Vocablos amados, brillan como piedras de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío… Persigo algunas palabras… Son tan hermosas que quiero ponerlas todas en mi poema… Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes, ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas… Y entonces, las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las libero… Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola… Todo está en la palabra… Una idea entera cambia porque una palabra cambió de sitio, o porque se sentó como una reina dentro de la frase que no la esperaba, y la obedeció… Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando, de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria en patria, de tanto ser raíces… Son antiquísimas y recientes… viven en el féretro escondido y con la flor apenas comenzada… Qué buen idioma es el mío.

El gran Amor Leo un artículo sobre el Faraón Ramsés II en un número de la revista Nacional Geographic. El autor del trabajo visita Saqqara, la necrópolis de Menfis, en donde están enterrados muchos de quienes ocupaban altos cargos en la corte de Ramsés. En las paredes de las tumbas se pueden ver aún unos cuantos graffitis de la época, frases en jeroglíficos que fueron formuladas hace ya más de tres mil años. Algunas de ellas, cuenta el periodista, son de amor y reproduce lo que sin duda salió de la mano puesto en el dedo para así ver a mi amor todos los días”. Hay algo profundamente conmovedor en esta galantería: Se diría que la frase condensa, de una manera muy especial, el peso y el polvo de los tiempos. La fugacidad de todo lo humano. Me imagino a ese muchacho egipcio creciendo y olvidando, en pocos años, a la dueña de ese dedo tan anhelado. Lo imagino soñando con otros sellos, otras pieles, otros contactos íntimos; con otros amores que, en cada momento, juzgaría inagotables y absolutos. Claro que también puede que el chico se casara con la chica, e incluso, puestos a imaginar que fueran felices. Pero aun así, seguramente la frase perdió su contenido abrasador algún tiempo después de vivir juntos. Porque la convivencia y el amor real son otra cosa, un asunto más complejo; mientras que la inscripción responde a la pasión, a ese obnubilamiento de la carne y del espíritu mediante el cual el tiempo se anula, la muerte se fulmina, la realidad se desdibuja. Cuando amas así estás seguro de que esa pasión perdurará indefinidamente. Crees, en suma, que querrás seguir siendo el sello de firmar para siempre jamás, todos los días, hasta que los soles se enfríen y el universo se detenga. Pero la pasión, como la borrachera, es pasajera. Seguramente la frase perdió sentido para su autor mucho antes de que se acabaran los días del muchacho, del hombre, del anciano. Y desde entonces hasta hoy han transcurrido otros tres mil años, toneladas de polvo, de deseos olvidados, de pasiones marchitas. Que la pasión amorosa es un espejismo es una verdad incuestionable. ¿Quién no ha tenido en el pasado algún enamoramiento fulminante, uno de esos sentimientos que te atropellan y ocupan, que te hacen pensar las veinte y cuatro horas en el ser amado y creer que, sin él, la vida es imposible? ¿Y quién no ha mirado desamoradamente, años después, a esa misma persona, con la incredulidad del que no se recuerda en la pasión, de quien no se conoce? Pasan los amores eternos por nuestras vidas, uno detrás de otro, como estrellas fugaces. De modo que la relatividad de la pasión es un hecho conocido de sobra. Y sin embargo se trata de un tema delicado, que suele irritar a mucha gente. Pocas veces recibo tantas cartas de protesta como cuando escribo en los periódicos que este tipo de delirio amoroso es un invento, es hijo de nuestra imaginación y nuestro deseo. Se diría que los crédulos del amor son tan susceptibles como los muy beatos salen en seguida a combatir, lo que suene a actitud crítica, a herejía ante su fe. Y es que la pasión amorosa puede ser como la religión, un apoyo para sobrellevar el vértigo de la existencia, los terrores del ser y de la nada. Porque cuando crees estar enamorado de ese modo tan alocado y frenético, te sientes tan lleno de vida que la muerte no existe: eres eterno. Quizá es por todo eso que algunas gentes reaccionan de forma tan airada cuando les hablas de lo relativo y de lo pequeño que es eso que ellos llaman “gran amor”: porque, para que el truco funcione, necesitan creer en él a pie juntillas. Hay personas capaces de vivir una pasión, aun conociendo que es una droga dulce, del mismo modo que pueden disfrutar del espectáculo de un mago, aún a sabiendas que no ha aserrado en dos a su ayudante. Pero hay otras personas que se alimentan exclusivamente de certidumbres.

También en el amor hay fanatismo. Pero sobre todo hay inocencia. No hay pasión más crédula que la primera. Es un deseo en estado puro, un espejismo intacto. Quizá fuera eso, un primer amor, el del muchacho egipcio, ese chico que quiso convertirse en sello labrado y acariciar el dedo de su amada para siempre. Y sobre ese sueño de felicidad y de eternidad, tan conmovedoramente humano, cayeron después los siglos y los milenios, los quejidos de tantos nacimientos y los estertores finales de innumerables muertos.

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