12 Sobreviviendo

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Un mal día parecía haber empezado o al menos eso indicaba el pesado caminar de Santana hacia su cocina. Su pierna derecha arrastraba tras la izquierda y sus manos trataban de borrar el cansancio que su rostro proyectaba. Había sido una mala noche, ni siquiera las pastillas habían podido ayudar esta vez a conciliar el sueño después de despertar desesperadamente de una pesadilla. Aunque lo que había despertado a la morena la noche anterior no podía ser considerado como una pesadilla, sino más bien como un insano recuerdo que parecía no querer abandonar su mente jamás. “Hace mucho que no pensaba en eso” Santana abría lentamente su nevera mientras seguía cuestionándose por qué ese suceso había regresado a su cabeza después de muchos años de evadirlo, o al menos intentarlo. Mecánicamente, cogió una caja de leche, cereal y un bowl de la nevera y la alacena respectivamente. Con el mismo desgano sus pies anduvieron el pequeño trayecto hacia su comedor, dejó su desayuno en un tapete para luego proceder al segundo paso de su rutina, recoger el periódico. Psicópata disfrazado de Barney roba $50.000 en un banco del centro de New York -decía el titulo principal de la portada del New York Times. “Parece que es un mal día para todos” pensó Santana mientras regresaba con el diario semiabierto hacia su desayuno. La leche caía a montones sobre el cereal mientras la morena seguía horrorizándose con las noticias del diario local. La bolsa de valores cae brutalmente – decía la noticia principal en la sección de Economía, “Papá se suicidará al leer esta noticia” rió Santana mientras daba una leída rápida al cuerpo de la noticia. Leer sobre economía y matanzas en el mundo, solamente hacían que el mal día de Santana se extendiera hasta en sus comidas así que giró con rapidez hacia la sección de Espectáculos del periódico. -Justin Bieber planea contraer nupcias el próximo año con su prometido, el rico heredero Adam Garriet - Rezaba la primera página de la sección. “Mi gaydar no se equivocó con Bieber” Hablar consigo misma era un hábito que ‘el vivir sola’ había sembrado en Santana. -Lady GaGa: Lanzarme a la presidencia y perder, fue una experiencia que inspiró mi nuevo album “Lose in this way”- El humor de Santana estaba mejorando así que se sintió lo suficientemente cómoda como para poder empezar a desayunar. Cambió la página del periódico sin leer nada aún para concentrase enteramente en llenar un sustancial cucharón de cereal con leche. Simultáneamente, sus ojos volvieron a la lectura y su mano izquierda llevaba por convicción el desayuno a su boca. -Rachel Berry prepara su nuevo disco solista de la mano de su esposo.

El mundo dejó de tener sentido de movimiento en menos de 2 segundos para Santana, la cuchara con cereal cayó totalmente al suelo pero ni siquiera el sonido del metal contra el piso de madera pulida podía sacar a Santana del letargo en el que había quedado al leer ese nombre frente a ella después de varios meses de creer que finalmente aquella chica había dejado de ser importante para la prensa Neoyorkina. Uno, dos, tres, cuatro y cinco minutos tuvieron que pasar para que la latina recobrara la noción de tiempo y el espacio. Con la adrenalina un poco más controlada tomó el diario con ambas manos para darle su total atención a esa noticia. Releyó el título un par de veces, miró la fotografía que acompañaba a la nota, hasta que decidió por detenerse antes de leer la reseña completa, arrancó con fuerza aquella página del New York Times y se dirigió al gran armario en su habitación, buscando con ansiedad un cofre azul de anchas dimensiones, lo abrió con apuro y depositó ahí la página arrancada del periódico, con la misma prisa lo cerró y en su rebuscado lugar lo volvió a guardar. Cerró el armario con fuerza, recostándose de espaldas contra la puerta. Pasó su lengua entre sus labios en señal de inquietud para segundos después desplomarse hacia el suelo con la cabeza golpeando suavemente con la puerta del armario. “Hacía mucho que no aparecía” Se notaba un temor y confusión únicos en su tono de voz, “¿por qué me sigue afectando así?” Su voz había dejado el miedo y era reemplazado con el reproche. La pesadilla de la noche anterior, no había sido solamente un recuerdo que acechaba nuevamente a la latina, sino tal vez, había sido un presagio de que Rachel Berry aún no había muerto para Santana López. NO HAY LUGAR COMO EL HOGAR Se había cumplido casi 1 semana desde que el New York Times publicó aquella noticia sobre la nueva producción musical de Rachel Berry, al igual que se había cumplido 1 semana desde que Santana se trataba de mantener lejos de todos los medios de comunicación, es decir, no sabía ni siquiera que día ni hora eran con exactitud lo único que sabía era que debía ir en busca de un nuevo empleo, no podía pasarse la vida encerrada ya que no era bueno para su salud –física y mental –y principalmente porque aquel departamento donde vivía, no se pagaba solo. “No nos llame nosotros la llamaremos” Esa era la frase más común a la cual los oídos de la morena se habían acostumbrado con los años. Conseguir un buen trabajo en New York no era fácil en lo absoluto. Santana caminaba fatigada por la tumultuosa y estrecha calle de Wall Street, conocida por el mundo, como el corazón histórico de las finanzas, pero conocida por Santana, como la maldita calle donde peleaba como un perro por un puesto en alguna firma de abogados.

Estudiar leyes nunca había sido el sueño de la morena, es más, habían pasado 7 años y aún se preguntaba por qué estudió leyes en lugar de seguir sus sueños. En realidad, sí sabía el motivo principal por el cual eligió leyes por encima de sus sueños de estrellato, pero admitir que fue el miedo y el rencor lo que la hizo correr de la Escuela Julliard de artes escénicas hacia la Escuela de leyes de la Universidad de Columbia, no era algo que la hiciera sentirse muy orgullosa. El sol estaba en su máxima expresión al igual que el malhumor de Santana. No había conseguido desenvolverse bien en las entrevistas de los diversos bufetes, era muy poco probable que alguno de esos estirados abogados la invitaran siquiera a ser su secretaria. Frustrada, cansada y principalmente derrotada caminaba Santana intentando salir de Wall Street. Sin darse cuenta se encontraba en la avenida Broadway, mirando de manera panorámica la majestuosidad de aquel lugar que, lamentablemente, era también el sueño truncado de la morena. Santana se llevó las manos a la cara para secarse las gotas de sudor que yacían en su frente para luego elevar su mirada. “Última función Rent: No day but today” La latina miró con atención y perplejidad aquel panel gigante en uno de los teatros de la gran avenida. ¿Por qué parecía que el fantasma de Rachel Berry no quisiera dejarla en paz? La morena tragó saliva con dificultad al ver en gigantescas dimensiones a Rachel Berry y Noah Puckerman sosteniendo una vela, imitando la clásica imagen de la pareja protagónica del musical, Mimi y Roger. Aquellos ojos marrones parecían haberse clavado en ese panel, la latina desvió su mirada de Rachel hacía su ex – novio y compañero de secundaria para soltar una pequeña risa “Y yo que me lo imaginaba en la cárcel” La voz de Santana tenía un cierto dejo de envidia “Se dejó crecer el cabello y ahora trabaja acá”. -Papi ¿me compras una paleta? -La voz de una niña pequeña calaba en los oídos de una Santana aún con la mirada fija en aquel panel de Rent –Papi, quiero una paleta por favor –Pataleaba la pequeña. –En un momento Beth, hay que esperar a tía Rachel. En ese momento los cinco sentidos de la morena se agudizaron y sin pensarlo giró para corroborar de quién se trataba esa voz. Efectivamente, era Noah Puckerman junto a su hija Beth. Santana no sabía exactamente qué hacer, saludar no era una opción, tal vez correr era lo mejor, aunque no se

sentía capaz de hacer alguna de esas dos acciones ya que sus piernas parecían haberse estancado en el suelo de concreto por la sorpresa. Santana seguía sudando en frío sin decidir qué hacer y, sin notarlo, unos pequeños y curiosos ojos verdes se habían posado sobre ella. La morena se cruzó con aquellos ojos que la miraban sin parpadear, se sintió un poco incómoda con esos ojos entrecerrados, pero era inevitable sentirse así ya que aquella niña había sacado los mismos penetrantes ojos de su madre. La mujer de ojos oscuros sonrió ante ese pensamiento al mismo tiempo que hacía sonreír a la pequeña rubia. Ambas se miraron por unos minutos en los cuales la incomodidad de la latina se desvaneció totalmente. Minutos en los cuales Santana recordó las innumerables veces en las cuales ella le había cambiado los pañales sucios a Beth, las veces en las que ella tuvo que cuidar de Beth mientras Quinn presentaba sus últimos exámenes de la escuela. -Beth, ahí viene tía Rachel – Decía Puckerman cubriendo el auricular de su celular. Santana dejó los recuerdos al escuchar esa voz y la persona mencionada, inmediatamente se giró dándole la espalda a Beth quién empezó a patalear para llamar la atención de la morena. Santana giró nuevamente para hacerle una seña de silencio a la niña en vano, la niña gritó para tratar de atraer ahora la atención de su papá quien seguía al teléfono. Santana se desesperó al ver a los lejos una silueta a la cual ella conocía a la perfección. “Me he escondido por 7 años, hoy no será la excepción” Decía Santana cogiendo su curriculum y cubriéndose el rostro para proseguir a correr en dirección de un grupo de gente que intentaba cruzar la calle. -Al fin llegaste Rachel, necesitaba que alguien me echara una mano con Beth –Decía Noah aún con el teléfono en el oído mientras le entregaba la mano de Beth a Rachel. –Papi, papi, papi hazme caso –Gritaba Beth. -¿Qué es lo que pasa preciosa? –Preguntó Rachel arrodillándose a la altura de Beth. –Vi a tía San, estaba ahí –Beth señaló el lugar donde vio a la morena. El rostro de Rachel mostraba una gran consternación, hacía muchos años que no pensaba y mucho menos escuchaba el nombre de Santana. Mucho menos podía creer que Santana estuviera en viviendo en New York después de los sucesos ocurridos 7 años atrás. Y mucho más insólito aún se le hacía pensar que Santana pudo haberse escapado de tantos investigadores privados que la diva contrató en el pasado y no había podido esconderse de una pequeña de 8 años. -¿A Santana? –Preguntó Rachel mirando fijamente a la pequeña rubia. –Si, a tía San, estaba ahí, quise ir pero papá no me hacía caso –Rachel miró con fastidio a su compañero de reparto que seguía concentrado en su llamada telefónica.

–Eso no creo que sea posible, dudo mucho que tía San esté por estos lugares –Decía la diva tratando de convencerse –Te has de haber equivocado, además eras muy pequeña cuando ella dejó de visitarte. –Sí, tal vez me haya confundido –Aceptó Beth después de tratar de buscar con la mirada a aquella morena de hermosa sonrisa -¿Me compras mi paleta? –Preguntó la pequeña rubia con entusiasmo. –Por supuesto –Rachel aceptó con una sonrisa dejando de lado el tema de Santana. *** La morena respiraba con dificultad después de haber caminado con rapidez entre la gente tratándose de mezclar en el tumulto. Santana abordó un taxi que tomó la ruta de Broadway, al pasar por segunda vez por aquel teatro se dio el lujo de visualizar nuevamente aquel panel gigante donde posaban Rachel y Puck. -Rachel ni siquiera luce como Mimi –Dijo Santana con los brazos cruzados. –Pero sí que canta mejor que cualquier otra –Comentó el anciano taxista. –Limítese a manejar –Soltó cortantemente la morena. *** Había una gran diferencia entre Rachel y Santana, la primera supo desde los 5 años que quería pasar su vida brillando en Manhattan, la segunda, por el contrario se preguntaba a diario por qué había elegido Manhattan en lugar de un lugar más tranquilo, más alejado de los malos recuerdos. Nuevamente recordó que sí sabía por qué había elegido Manhattan en primera instancia, pero no sabía porque continuaba viviendo ahí a pesar de todas las malas experiencias que le había tocado vivir en aquella ciudad. “Costumbre” decían los padres de la latina, “Rutina” decían sus amigos pero Santana estaba casi segura que era puro masoquismo. UNA LLAMADA, UNA SORPRESA Titanic… ugh, Jack fue un idiota al darle la puerta a Rose” Santana revisaba las películas que se hallaban en su gran estante negro, tratando de buscar la ‘indicada’ para pasar la noche, “Twilight… mmm no entiendo aún como Edward embarazó a Bella, él ni siquiera tenía sangre para una erección, oh! El amor lo puede todo, al diablo con eso” La morena lanzó el estuche de le película a un lado “The Notebook… Remember me… The Last Song…Dear John… Valentine’s day” Santana seguía sin entender en qué punto de su vida había comprado tantas películas románticas “La Sirenita” La morena frunció su ceño “Ugh En que momento fui tan patética” La latina lanzó esa última película junto con el cúmulo de películas que se había formado en el suelo “Debo tener algo menos estúpido por algún lado” Santana rebuscaba en lo más profundo de su

estante “¿American Pie?” La morena entrecerró sus ojos con curiosidad mirando la contraportada del video “Rachel odiaba esta película” la mujer soltó una pequeña carcajada conformista al recordar ciertos sucesos en la preparatoria “Esta es la película perfecta”. A pesar de que el departamento de Santana no se encontraba ubicado en una zona popular o pudiente de Manhattan, este tenía una vista envidiable del centro de la ciudad. Muchos hubieran dado lo que fuese por tener el privilegio de ver las famosas calles y avenidas desde la comodidad de su hogar, muchos menos la propia habitante de aquel departamento. Cada noche las luces cegadoras de la 5ta avenida se encendían al mismo tiempo que los teatros y sus afiches iluminaban toda la calle, convirtiéndolos en un espectáculo al cual Santana se rehusaba a presenciar. Las persianas de su departamento se cerraban apenas empezaba a caer el atardecer. Para ella, observar la majestuosidad que irradiaba Broadway en las noches, más que excitante, era frustrante y a la misma vez doloroso. Ver lo que pudo ser, oír lo que pudo obtener, estar tan cerca y a la vez tan lejos. Esas eran unas de las heridas que parecían nunca poder sanar en su ser. “Ahora entiendo porqué Rachel odiaba esta película, es para retrasados mentales” De un fuerte golpe apagó el reproductor de DVD para luego arrojar la película junto al resto de filmes románticos que había encontrado antes. Era un viernes por la noche y ahí se encontraba Santana, sentada en su sofá color carmín con los brazos sobre su estómago, mirando su televisión pero oyendo los estruendosos ruidos que provenían de la agitada calle. Era un silencio mortífero en el cual la latina creía poder oír incluso los aplausos nacidos en los teatros. Nuevamente sentía arder las heridas interiores. Nuevamente se remontaba a su juventud, cuando se sentía capaz de dominar el mundo. Y por una segunda vez las heridas volvían a arder. *** -¿Por qué no le haces caso a tu hija cuando debes hacerlo? –Una molesta castaña caminaba de un lado al otro en uno de los camerinos de la puesta en escena de Rent. –Pero quién nos asegura que Beth no se equivocó –Noah Puckerman daba vueltas en su silla giratoria tratando de sacar del pánico a su castaña compañera de reparto. – ¡Tú! – Rachel había detenido el movimiento de la silla de Puck con fuerza -Tú podrías asegurarme eso Puckerman – Susurró la castaña a milímetros del rostro de su compañero, dándole un total aire asesino o psicópata –Pero no lo puedes hacer y ¿Por qué? Por atender una estúpida llamada de Sam. –En primer lugar, Los Chicago Bulls ganaron el partido, no fue una llamada estúpida –El chico del mohawk se había levantado de su asiento apuntando con su dedo índice a Rachel en señal amenazante –En segundo lugar, debes calmarte Rachel –Puck posó sus fuertes manos en los

hombros de su compañera al mismo tiempo que apaciguaba su voz –Si Santana estuviera o no cerca de New York eso no debería importarte, tú no la quieres ver y me imagino que ella tampoco, así que por qué propiciar encuentros indeseados –Rachel había fruncido el ceño mientras iba asimilando las palabras de su amigo –Olvidemos lo que dijo Beth, apuesto que se equivocó y vio a Clarissa, ya sabes que ella es idéntica a Santana –Puck soltó una media sonrisa pero Rachel aún se veía insegura. -Beth tiene memoria de elefante, si ni siquiera olvida que hace años le prometí contratar a Mickey Mouse para su cumpleaños y que nunca lo pude cumplir –Decía Rachel con su puño en la frente. –Le prometiste traer Disneylandia al jardín de su casa –Aclaró Puckerman –Eso no es fácil de olvidar –El ex cantante de New Directions trataba de animar a Rachel, pero esta seguía luciendo preocupada -Vamos Rachel, deja de agobiarte y hay que alistarnos para nuestra última función – Finalizó Puck dándole un ligero golpe en la espalda a la madrina de bautizo de su hija. - Si… es mejor que olvidemos esto –Susurró Rachel tratando de sonreír. -¿Olvidar qué? –Un hombre con un ramo de rosas rojas había entrado desprevenidamente haciendo saltar de la impresión a la diva y su compañero. –Jesse… ¿qué haces acá? –Se notaba el nerviosismo en la voz de Rachel Berry al dirigirse a su esposo quien miraba de par en par a su mujer y a Noah –Pensé que no regresarías de Las Vegas hasta después de la función. –Quise darte una sorpresa para desearte buena suerte, aunque sé que no la necesitas –Jesse miró con ternura y admiración a la mujer que estaba frente a él –Pero ¿Pasó algo? –Los ojos de Jesse se volvieron suspicaces nuevamente, conocía muy bien a Rachel como para saber cuando algo andaba mal. -Nada, solo unos problemas técnicos de último minuto, ya sabes como la estresan este tipo de cosas –Noah respondió la preguntar al notar que su amiga no tenía palabras coherentes en el acto. –Estos teatros son cada vez menos profesionales –Jesse pasó sus largos dedos por su rizada cabellera –Pero no te preocupes amor, tú podrías deslumbrar a todos aún estando de cabeza Jesse le dio un suave apretón a la mano de su mujer. –Gracias mi amor –Rachel tomó la otra mano de su esposo para depositar en sus labios y dulce beso –Mi última función te la dedicaré a ti –Ambos se miraron por un par de segundos hasta que Puck rompió la magia de ese instante. –Bueno St.James tu esposa y yo tenemos un musical que protagonizar –Dijo el chico del mohawk. –Te veré luego–Dijo Jesse despidiéndose con una sonrisa dirigiéndose a su esposa –Espero verte al nivel de mi esposa –Miró directamente a Noah quien solamente soltó una pequeña risa.

–Eso estuvo cerca –Dijo la castaña recostándose en la puerta al asegurarse que Jesse se había alejado. –Algún día deberías contárselo –La diva frunció el ceño en señal de molestia ante su amigo – Okay, olvida que dije eso, es mejor que ensayemos. -Bien dicho Puckerman *** “Olvídalo, no estoy de humor para salir” Santana estaba prácticamente gritando a través de su teléfono celular “¿A un club nocturno? Olvídalo” La morena caminaba alrededor de su departamento agitando su cabeza en señal de negación “No me digas aburrida ni aguafiestas, ya sabes que odio esos lugares” Eso tenía una porción de verdad, para Santana los clubes nocturnos no eran más que lo más bajo que había en la sociedad. “Ya sé que es su fiesta de cumpleaños… ya sé que olvidé su fiesta el año pasado pero no tengo ganas de salir” La latina jugaba con su cabello mientras trataba de cortar la llamada de Savannah, una de las pocas amigas que había conservado con el paso de los años “Sé que se la debo por todas las bromas pesadas que le hice, pero… ¡Deja de gritarme!… Okay iré a ese apestoso club ¿feliz?” La morena estaba muy segura que se arrepentiría de aceptar la invitación en pocos segundos pero la llamada se estaba tornando pesada y sabía que la única manera de cortarla era aceptando salir “Si, recógeme en 30 minutos”. Era irónico como hacía un poco más de un par de horas, Santana se lamentaba por estar destinada a pasar una noche de viernes encerrada entre las cuatro y frías paredes de su departamento y como repentinamente, se lamentaba por estar destinada a pasar la noche en un club nocturno “festejando” la fiesta de cumpleaños de Derek, un ex – compañero de universidad. Santana se lamentaba de muchos hechos y deseos en su vida. *** -Este es un club de mala muerte –Santana miró de arriba abajo el establecimiento nocturno en el que se encontraba junto a un grupo de amigos. –Santana tiene razón, este lugar luce como un burdel barato, además hoy era la última función de Rent, hubiera pasado un mejor cumpleaños mirando una buen musical en lugar de esto –Santana tragó un amargo sorbo de saliva al escuchar al cumpleañero mencionar aquella obra. –Es mejor que entremos, un amigo de un amigo me lo recomendó, no debe ser tan malo –Sugirió Savannah para luego sumergirse entre las luces rojas y el humo del lugar. ***

El club no era un lugar tan malo como Santana lo había visto exteriormente, tenía un buen ambiente, buena música y una muy variada barra de licor. -Ya va a empezar el show especial –Susurró Savannah al oído de la latina quien solamente asintió mientras le daba un sorbo a su vaso de vodka. *El Insomniac Night Club manda un saludo especial a Derek DeGraw que cumple años esta noche* La voz del presentador se apagó al mismo tiempo que las luces del Club, para inmediatamente empezar a sonar la música que daba la bienvenida a una bailarina exótica del establecimiento. Santana rodó sus ojos al ver aparecer sobre el escenario a una mujer en mallas, quien empezaba bailar sensualmente sobre el estrado. Para la morena, ver a una mujer exhibiéndose de tal manera era simplemente humillante. *Démosle un fuerte aplauso a Brittany Pierce* La semidesnuda rubia sobre el brillante escenario recuperaba la respiración mientras el público aplaudía fuertemente. Aunque ella supiera que el 90% del público aplaudía porque la rubia había quedado con muy pocas prendas, trataba de pensar que aplaudían a la bien lograda rutina de baile que había realizado. Para la ojiazul bailarina era muy importante saber que había satisfecho a su público, pero entre toda la enardecida masa de personas había una que resaltaba por sobre las otras, una morena ocupada en su celular mientras bebía un trago, siendo totalmente indiferente a la bailarina del Insomniac Night Club. Inexplicablemente eso causó una fuerte preocupación en la rubia. *** La noche había transcurrido bien en su mayor parte, pero Santana había perdido ese toque fiestero que se desbordaba en ella en la escuela y la universidad, cotidianamente se sentía cansada, muy cansada. "Chicos, estoy muy cansada, fue una gran noche pero ya me quiero ir" Santana tomó su abrigo siendo ignorada por el resto de sus amigos quienes estaban ocupados bebiendo, bailando o coqueteando con algún desconocido "No se preocupen por mí, tomaré un taxi" Dijo la morena con sarcasmo antes de abandonar el club sin despedirse de nadie. Las madrugadas Neoyorkinas eran extremadamente ventosas y frías, tanto que Santana sentía el frío volverse parte de sus huesos, lo que causaba que el caminar se le hiciera aún más lento y pesado. “Maldita sea, ¿por qué no pasa ningún taxi?” La mujer de ojos oscuros llevaba 15 minutos congelándose a la espera de un taxi, pero parecía ser que todos se habían extinguido “¿Qué rayos

se supone que haga?” Se preguntaba a sí misma mientras buscaba con ansiedad en los bolsillos de su gabardina negra su teléfono móvil. Y de pronto un fuerte sonido metálico resonó en los oídos de la morena. -¡Eres estúpida o que sucede contigo! –El preciado celular de la morena había caído al suelo a causa del tropiezo de una persona. -¡Oh! Lo lamento muchísimo, no me fijé que estaba ahí, lo lamento de verdad –Decía la causante de la enorme molestia de la latina. – ¿Lo lamentas? Eres una estúpida ¿por qué no te fijas por dónde caminas, rubia tonta? –Santana movía su celular para todos lados en busca de alguna señal, pero parecía ser que el golpe recibido había sido demasiado fuerte. –Soy Brittany –Dijo la rubia mientras veía como la mujer frente a ella maldecía de muchas formas. –Y eso que me importa a mí –Dijo furiosa la latina – ¡Dios! Has arruinado mi celular –Santana sacudiendo su celular con fuerza. –No es un termómetro, deja de agitarlo porque se puede…. –En ese momento el móvil de la morena se despedazó cayendo la batería y la pantalla al suelo – Romper… –Completó la rubia al ver los estragos de la furia de Santana López. -¿Por qué el mundo me odia? –Se lamentaba Santana mirando hacia el cielo –Estoy en medio de la nada, no tengo celular, no aparece un maldito taxi. –Yo te puedo llevar –Ofreció la rubia – Y así me dices porqué no aplaudiste al verme bailar – Santana miró extrañada a la ojiazul mujer. –Oh! ¿Tú eras la stripper? –Preguntó Santana haciendo que Brittany hiciera una mueca de desagrado con su boca. –Bailarina Exótica –Corrigió la rubia. -Okay Stripper –Volvió a mencionar Santana –En primer lugar no me gustó tu bailecito “calienta cabezas” –Santana levantó su dedo índice –En segundo lugar, eres una total desconocida, prefiero irme caminando a subirme a tu carro –Santana levantó un segundo dedo –En tercer lugar me debes 500 dólares por lo de mi celular –Santana tenía tres dedos levantado para luego darle la espalda a la rubia y empezar a caminar en sentido contrario. –Pero… ¿Me das tu número para llamarte y pagarte lo del teléfono? –Gritó Brittany a la mujer que se alejaba con paso firme por las calles.

-¡Acabas de romper mi teléfono! –Gritó Santana furiosa alejada -¿Sabes qué? Olvídalo –Gritó nuevamente con frustración siguiendo su camino. –No te preocupes, yo te buscaré para pagarte –Vociferó la rubia para que la morena la escuchara– Adiós desconocida-Gritó por última vez mientras agitaba su mano en el aire. Y después de que la enfurecida mujer desapareciera de la vista la rubia, una pequeña sonrisa de formó en el rostro de la bailarina, una sonrisa de verdad. *** Santana caminó hasta Broadway en busca de un taxi, pudo haberlo conseguido en otra calle pero su instinto la guió hasta el centro de los teatros. Y a lo lejos pudo oír desde los adentros de un teatro los fuertes aplausos de los asistentes. Asumió que eran los asistentes de la última función de Rent, asumió también que eran los grandes fanáticos de Rachel Berry aplaudiendo a la grandeza de la diva. Al pensar en eso, las heridas de su alma volvieron a arder con intensidad. “Maldita noche” Susurró antes de detener un taxi para abordarlo y con suerte, desaparecer DEMASIADA BONDAD Desde aquella fría madrugada del cumpleaños de Derek; Santana había pescado un fuerte resfriado, era algo de esperarse tomando en cuenta que la morena había caminado varias calles, maldiciendo todo lo que ponía ante ella –el frío pudo haberse colado por su garganta –hasta encontrar un taxi, definitivamente era de esperarse aquella terrible gripe que no la dejaba siquiera levantarse de la cama. Esto estaba frustrando a Santana de sobremanera ya que, era lunes, llevaba prácticamente 3 días en cama, cuidándose a sí misma, apestando a muerto – ni siquiera tenía las fuerzas para ducharse – y principalmente a sopa de pollo que había sido lo único que la morena podía cocinar con rapidez, mencionando también el chiquero en el cual se había convertido su departamento. Vivir sola tenía muchas desventajas. El reloj indicaba las 10:00 am, lo que significaba, un nuevo tazón de sopa de pollo para la enferma. Salir de la cama, era para Santana una manera irónica de resumir su vida: Quieres algo, tienes buenas intenciones, te propones lograrlo, la frustración te gana y vuelves al comienzo sin ningún éxito.

Con mucho malestar físico, llegó Santana a su cocina, sus piernas temblaban, su cabeza daba vueltas por el dolor pero su estómago pedía a gritos algo para calmar el hambre, aunque sea una repetida y poco gustosa sopa de pollo. La cocina estaba hecho un desastre al igual que las otras secciones de la casa de la morena, estaba llena de gérmenes, mucosa, pañuelos desechados. Era un total chiquero que solamente enfermaba más a la pobre Santana. “Señorita López, la llamamos de la firma “Morrison y Asociados”, agradeceríamos que se contactase con nosotros a la brevedad, hasta luego” “Morrison y Asociados” Santana susurró con estupefacción el nombre de la firma que acababa de llamar a su departamento, “Morrison y Asociados” Repitió esta vez mientras corría velozmente hacia la sala de estar donde se ubicaba la grabadora de voz. No era posible que aquella firma de abogados acabara de llamar a casa de Santana. Era simplemente irreal que uno de los bufetes a los cuales la morena había presentado su curriculum más de 15 veces, estuviera llamando a su domicilio. “Contáctese con nosotros a la brevedad” Santana recordó esas palabras del mensaje y por un momento olvidó el dolor físico que sentía para proceder a alistarse y partir hacia el prestigioso bufete de abogados. Tal vez no sería un mal día después de todo. “Dios mío, no soporto mi cabeza” Ducharse en pleno proceso de gripe no había sido la decisión más acertada de la latina, quién se sentía más agripada que antes, pero por lo menos ya estaba limpia. Santana se tomó la temperatura, y en efecto, tenía más 38 grados ; pensó por un instante en quedarse en casa pero luego recordó que se trataba de “Morrison y Asociados” y que si se quedaba por unas horas más en casa, alguien más podría tomar el lugar que posiblemente querían ofrecerle a la latina. Así que con eso en mente, Santana vertió en su boca 2 pastillas. “Me siento como el demonio” Santana se quejaba mientras tomaba la perilla de la puerta para salir y así llevarse una sorpresa inesperada. -¡Bien! Por fin te encontré –Una emocionada rubia se encontraba al otro lado de la puerta -¿Aún me recuerdas, cierto? –Preguntó la rubia al notar que Santana la examinaba con curiosidad –Soy Brittany… la que chocó contra tu

celular –Completó la ojiazul apenada. -¡Oh! La stripper –Dijo Santana con veneno mientras Brittany hacia una mueca de molestia –Como no recordarte… -Susurró la morena con desdén – Pero ¿cómo me encontraste? ¿Cómo llegaste gasta acá? Ni siquiera sabías mi nombre –Preguntó Santana alarmada al darse cuenta que no tenía lógica que aquella mujer hubiera podido encontrarla. –Todo es posible si lo deseas –Brittany emitió esa simple respuesta mientras se encogía de hombros. Escuchar esa frase incomodó mucho a la morena quien sabía que si esas palabras fueran ciertas hacía mucho que medio mundo hubiera muerto a causa de los deseos de Santana, eso sumados el resto de metas que tenía y que nunca se hicieron realidad, a pesar de lo mucho que las deseó. Definitivamente para Santana, Brittany era otro ejemplo de rubios con gran falta de masa cerebral. “Quinn se arrepentiría de ser rubia al ver a esta chica” Pensó Santana mientras miraba de pies a cabeza a la mujer que se encontraba frente a ella. -Como sea… tengo prisa ¿qué es lo que quieres? –Preguntó tajantemente la morena. –Venía por lo de tu teléfono –Al escuchar esto, Santana se alegró, un poco de dinero nunca caía mal. –Creo que tengo unos minutos en ese caso –Dijo Santana mientras trataba de forzar una expresión más amable. –Bueno, lo que pasa es que… -Brittany aguardó un momento mientras Santana miraba impacientemente su reloj –Aún no tengo el dinero - Antes de que Brittany pudiera seguir hablando Santana cerró la puerta de su departamento y haciendo a un lado a la rubia siguió su camino hacia Morrison y Asociados –Hey detente –Brittany vociferó a la mujer que iba a mitad de pasillo de salida. –Si no tienes el dinero para pagarme, vuelve otro día –Dijo Santana mientras sonaba su congestionada nariz. -¿Te sientes bien? –Preguntó Brittany al notar gracias a la luz del pasillo el rostro pálido y las ojeras que mostraba Santana.

–Sí estoy bien, solamente me enferma perder el tiempo… como lo estoy haciendo ahora – Decía Santana con la paciencia casi nula mezclada con su malestar físico. –Lo siento, pero no sabía si realmente vivías acá o no, pero te voy a pagar, es una promesa –Contestó la rubia parada frente a la latina. –Es un deber – Aclaró la morena con fuerza antes de darle a la espalda a Brittany volver a seguir su camino. –Lo sé, lo sé –Decía Brittany tratando de seguir el paso de la mujer delante de ella –Pero, no deberías salir así, me refiero a que luces enferma, no deberías salir podrías enfermarte más –Aconsejó la rubia. –No creo poder estar peor que ahora –Decía Santana entrando al elevador y cerrándolo de inmediato para librarse de tener que usarlo junto a esa inoportuna mujer. El ascensor se cerró y empezó a bajar, en ese momento Santana sintió una ligera paz interior de no tener que seguir lidiando con la charla con esa rubia, quién seguía pareciéndole una total molestia. “Diablos, ya es casi mediodía” Murmuró Santana mientras volvía a ver su reloj de mano “Ahora a esperar un taxi, o tal vez me moriré antes de que llegue uno” Cotidianamente Santana estaba de mal humor, pero las enfermedades siempre sacaban esa dosis reservada de amargura que siempre llevaba. -¿Necesitas un taxi? –Nuevamente era Brittany, estaba vez saliendo del estacionamiento con su auto. –Oh no –Se quejó Santana -¿De nuevo tú? Brittany no sabía porque aquella morena tenía tanta mala onda con ella, ni siquiera la conocía como para que pudiera llevarse mal con ella, pero entonces ¿por qué tan mal trato? Según su propio concepto, Brittany se consideraba agradable y según el concepto de su familia y amigos, ella era un total arcoíris así que era difícil de creer que Santana tuviera tanta mala vibra con ella. Aunque destrozar el celular de alguien a plena noche en las afueras de un club nocturno, no era la mejor manera de conocer a una persona ¿cierto?

-¿A dónde vas? Yo te llevo antes de que te desmayes esperando un taxi – Ofreció la sonriente rubia. –No gracias –Dijo Santana forzosamente pero Brittany no movía su vehículo –No necesito que me lleves – Soltó la morena con firmeza cruzando sus brazos y desviando su vista de la mujer de ojos azules. –Lo digo enserio, luces cada vez más pálida, ni siquiera deberías estar intentando ir a algún lugar –Aconsejaba la rubia. – ¡Déjame en paz! – Gritó Santana sorprendiendo a la mujer en el carro –¡No necesito tu maldita ayuda! –Dijo la latina con la paciencia totalmente colmada. Brittany no estaba acostumbrada a los gritos y mucho menos a los de una extraña y mucho peor aún, cuando ella solamente intentaba ayudar. Miró a esa alterada Santana y lo siguiente que hizo fue apretar el acelerador de su auto y alejarse. Alejarse por el momento ya que algo en su interior la obligaba a intentar agradarle a esa terca morena. Algo que simplemente la hacía sentir una completa masoquista. Santana miró aquel volvo desaparecer por la calle y lo único que sintió era culpa, una inexplicable e ilógica culpa que la estaba llenando por dentro. Por momentos deseaba regresar al pasado, cuando hacer sentir mal a las personas y burlarse de ellas era totalmente sencillo y divertido para ella. Sabía que eso ya no era posible. Flashback 3er año de preparatoria -No, de ninguna manera voy a ayudarte Berry –Santana se paró con firmeza cruzando sus brazos. –Santana, por favor, nunca te he pedido nada en la vida-Rogó Rachel -Y es mejor que todo siga siendo así –Interrumpió Santana haciendo que la castaña rodara sus ojos. –Solamente quiero que me des algunos consejos y esas cosas, no es un gran favor –Dijo Rachel tomando a Santana de ambos brazos quien inmediatamente se soltó.

-¿Y por qué me lo pides a mí? ¿No puedes preguntarles a tus papás o a la srta. Pillsbury? –Dijo Santana con fastidio, esa charla estaba tomando más de lo previsto. –Este no es un tema que quiera hablarlo con mis papás, la srta. Pillsbury tampoco es una opción, pensé en Quinn, pero ella es su ex novia y no creo que quiera ayudarme, además tú has sido la única que ha –Rachel tragó un poco de saliva –la única que ha estado de esa manera con Finn –Terminó la castaña con una mueca que le causó satisfacción a la morena. –Lamentablemente, yo he sido la única que se ha acostado con Finn y déjame decirte, no estoy nada orgullosa –Contestó Santana con una sonrisa burlona –Bueno como sea, no pienso darte consejos, ni tips, ni nada por el estilo para que no decepciones a Hudson cuando tengan sexo, además no creo que lo decepciones más de lo que él te decepcionará a ti –Nuevamente Santana volvió a soltar una carcajada mientras Rachel la miraba con fastidio. –Santana, por favor, será mi primera vez y quiero que sea especial, pero tampoco quiero que sea aburrido, y no sé como es Finn… ya sabes –Rachel guardó silencio por unos segundos –… Sin ropa –Completó en voz baja. –No hay nada que te sorprenderá al verlo sin ropa, tal vez te sorprenda que tenga los pechos más grandes que los tuyos , pero aparte de eso, nada más –Santana se sentía inspirada para buscar nuevas formas de molestar a Rachel. -¡Santana! –Reclamó la pequeña e incómoda castaña –Deja de burlarte y dime que me ayudarás, no me hagas confiar en lo que dice internet, por favor, haré lo que me pidas si me ayudas –La morena la miró fijamente para luego procesar la propuesta en su mente. -¿Lo que sea que te pida? –La castaña miró con cautela a Santana quien parecía un tigre merodeando su presa, pasaron unos segundos y Rachel asintió tímidamente –Está bien Manhands, aunque es patético lo que estás pidiendo, te ayudaré a que sepas qué hacer cuando tú y Frankenteen lo hagan, pero te advierto que no hago milagros. Y por última vez, Rachel volvió a mirar a la morena con fastidio, pero sabía que todo tenía un precio, y si soportar las burlas de Santana era lo que tenía que pagar, tragaría su orgullo. Fin Flashback.

UN PIE EQUIVOCADO -¿Se siente bien señorita? –Un hombre alto y rubio de unos 35 años aproximadamente miraba con una ligera preocupación a la mujer que entraba por la puerta de su oficina. –Sí, estoy bien, solo estoy un poco agripada, pero nada que me impida ser productiva –Mintió Santana tratando de forzar una sonrisa, aunque realmente lo único que deseaba era volver a su cama con otro plato de su insípida sopa de pollo. –Bien, en ese caso tome asiento –Santana hizo caso al ofrecimiento –Vamos directamente al grano ¿le parece? –La morena asintió tranquilamente -La llamamos porque hemos estado leyendo su curriculum desde hace un par de semanas y queremos ofrecerle un puesto en nuestra prestigiosa firma –Los ojos de Santana se abrieron como dos grandes platos –Aunque lamentamos ver que no cuenta con mucha experiencia laboral –La morena frunció sus labios –Así que ¿le parece bien empezar en modo de prueba? No era la primera vez en la cual le ofrecían a Santana un empleo en modo de prueba para al cabo de un par de semanas decirle que “no daba el ancho para el puesto”. Aunque no podía comparar trabajar de mesera en una cafetería del centro de Manhattan en modo de prueba con trabajar en Morrison y Asociados en modo de prueba. -¿De cuánto hablamos monetariamente? –Preguntó Santana con desconfianza. – 3500 dólares más las comisiones –El hombre encargado de recursos humanos miró la expresión de sorpresa de la morena –Pero esto es negociable y es solo por el periodo de práctica –Ofreció el rubio expositor. –Acepto –Dijo Santana con presura -¿Cuándo firmamos el contrato? – Preguntó la latina causándole gracia al tipo frente a ella. –Bienvenida a Morrison y Asociados –Anunció el tipo estrechando su mano con la nueva abogada del bufete. *** -Lamento la tardanza –Dijo una rubia sin aliento apareciendo tras la puerta de un gran salón iluminado. –Es tu segunda tardanza en la semana, Pierce, ¿sabes que no podemos detenernos solamente por tu irresponsabilidad, cierto? –Una suspicaz

pelirroja miró con determinación a la rubia. –Es que tuve un inconveniente… pero –Brittany dijo con su voz ahogada por la vergüenza a las múltiples miradas puestas en ella. -Esto no es solamente una escuela de artes, esto es un recinto de perfección y creación –Brittany miraba hacia sus zapatillas mientras la maestra encargada daba su sermón diario –Cuantas luminarias han pasado por estos suelos, estos pisos de madera – Hizo sonar el tacón de sus zapatos contra el suelo –tienen una historia, personajes como el legendario Michael Chang, el afamado Kurt Hummel y hasta incluso estrellas de Broadway como Rachel Berry han pisado este salón de danza y ¿crees que ellos postergaban sus ensayos por inconvenientes? Una vez llamaron a Rachel Berry avisándole el fallecimiento de uno de sus padres ¿crees que ella dejó la clase? ¡Claro que no! –Gritó con fuerza a una ya desmoralizada Brittany –Ella permaneció acá, con lágrimas en los ojos pero dando el 120% de ella, porque este era su sueño, ella luchó por esto ¿y tú te atreves a decirme que lamentas tu irresponsabilidad por un inconveniente? –Vociferó duramente la mujer a la rubia que permanecía con la cabeza gacha. –Lo siento –Musitó Brittany con la voz entrecortada. –Vístete rápido –Ordenó la mujer –Y ¿Ustedes por qué dejaron de danzar? – Se alejaba dirigiéndose a las otras asistentes. Brittany se arrinconó a una esquina del gran salón para alistarse y de paso limpiarse las lágrimas que brotaban de sus azules ojos. La rubia no tenía duda, ese era su sueño, había dado demasiado por entrar a Juilliard, y ella sentía estar dando el 200% de su potencial pero entonces ¿por qué seguía sin satisfacer a nadie? ¿Por qué nunca podía ser valorada por sus buenas acciones, por sus enormes esfuerzos? Rachel Berry no era siquiera una bailarina profesional pero de igual manera era un ícono en la división de danza, ¿por qué Brittany veía cada vez más lejano el día en el que ella pudiera ser considerada así? Brittany siempre trataba de ver la vida con el mayor positivismo, pero había días como ese, en los cuales no podía encontrar un solo ángulo desde el cual ver las cosas y darle una sonrisa. De por sí se sentía abatida por todo el inútil intento de afianzar una amistad con cierta morena, luego de recibir insultos y desprecios , le tocó vivir el calvario que es tratar de manejar por New York al mediodía para finalizar con los golpes a su autoestima causados por su maestra de danza contemporánea.

Aunque sabía que su día aún estaba empezando y que en unas horas le llegaba el turno a una de las cosas que más odiaba. *** -Esta será su oficina Srta López – Decía un atento asistente de Morrison y Asociados. –Me parece perfecto –Santana deseaba no tener aquel odioso dolor de cabeza para poder demostrar lo feliz que se encontraba por el hecho de haber conseguido un puesto en un bufete de gran categoría. Pero no podía ir contra su cuerpo. –Este es su secretario –La morena soltó un pequeña carcajada al escuchar la palabra “secretario” pero no pudo esconder su risa al ver al muchacho. -¿Secretario?- Preguntó Santana con curiosidad. –Buenos tardes Srta. López, mi nombre es Ralph, soy su secretario –El castaño de grandes ojos verdes ocultos en unas horribles gafas borró su sonrisa al notar como Santana reía sin ningún sentido aparente. Inexplicablemente la palabra secretario causaba que por la mente de Santana ocurrieran mil y un bromas. -¿Se encuentra bien señorita? –Preguntó el primer tipo que acompañó a la morena en el recorrido. –Sí, claro –Dijo Santana limpiando una pequeña lágrima que se había escapado por tanta risa -¿Cómo me dijiste que te llamabas? –Preguntó la morena al recuperar la compostura. –Ralph… Ralph St.James. En ese instante Santana sintió que su cuerpo perdía la fuerza de gravedad y como todo a su alrededor se veía de manera panorámica. “Mierda” Pensó la morena mientras miraba anonadada al tipo frente a él quien seguía mirándola con escéptico. *** “Nuevamente estoy retrasada, ¿qué pasa conmigo en estos días?” Brittany abría la puerta de su automóvil con torpeza mientras miraba su reloj rápidamente.

Brittany miró la altura del imponente edificio en el que se encontraba, 59 brillantes pisos de altura, unas relucientes ventanas en las cuales la rubia podía verse reflejada. No era la primera vez que se hallaba frente aquel edificio, pero siempre era aterradoramente fascinante admirarlo. “A ver que me espera esta vez en Morrison y Asociados” La rubia bailarina tomó la manija de la puerta giratoria para proceder a adentrarse al establecimiento. -Buenos días señorita Pierce –Saludó con confianza una de las recepcionistas del bufete de abogados -¿Viene por lo de siempre? –Preguntó la mujer a rubia que asentía cansadamente frente a su recepción - Lo sentimos mucho Srta. Pierce, el licenciado Stevenson está de vacaciones en estos momentos. Brittany hizo una mueca de desgano e inmediatamente miró sus zapatillas, quería asegurarse de no habérselas puesto al revés, ya que obviamente se había despertado con el pie equivocado. -¿Cuándo volverá? –Preguntó la rubia sobando su sien con su mano derecha. –En un mes –Comentó la recepcionista mientras Brittany fruncía su ceño – Pero descuide, su caso se asignará a otro abogado, un momento… -La mujer tomó su intercomunicador mientras la rubia miraba a todos lados con tedio – El nuevo abogado que tomará su caso la espera en la oficina 35 piso 57. Usualmente Brittany acostumbraba ir por las escaleras para fortalecer los músculos, pero en ese momento se encontraba raramente malhumorada como para hacerlo. Aún una parte de ella quería ser optimista, pero a medida que avanzaba el día, iba perdiendo las esperanzas. “Piso… 57” La respiración de Brittany era sumamente irregular, efectivamente, había tenido que subir los 57 pisos ya que de una manera extraña, los elevadores no servían. Algo estaba en contra de la rubia. -¿Señora Pierce, cierto? –Preguntó un curioso castaño con enormes anteojos, la mujer asintió lentamente –Puede pasar –Anunció el muchacho desde su escritorio a las afueras de la oficina 35 Brittany giró la perilla dorada de la puerta de madera con molestia y al ver a

aquella persona ahí, pensó que estaba en algún programa de cámaras escondidas. -¡No puede ser! ¡Qué haces tú aquí! –Una consternada y boquiabierta morena se paró furiosa al ver nuevamente a esa rubia. –Yo me pregunto lo mismo, ¿Qué haces tú acá? –Tartamudeó la rubia perpleja. -¿Me estás persiguiendo o algo así? Llamaré a seguridad –Amenazó Santana cogiendo su intercomunicador antes de ser detenida por un fuerte y blanca mano. –No te atrevas –Dijo Brittany con seriedad – Yo estoy tan o más sorprendida que tú, ni siquiera sabía que trabajabas aquí, mucho menos que eras abogada –Explicaba la rubia mientras Santana se apaciguaba. –Si bueno, llevo unas horas trabajando acá – Santana relajó su rostro cuando recordó lo importante –Un momento ¿Estás casada? –Preguntó con asombro mientras revisaba unos fólderes con documentos. –Estoy a punto de dejar de serlo, por eso estoy aquí –Aclaró Brittany tratando de sonar divertida pero la morena seguía examinando los papeles. –Un momento, ¿Estabas casadas con una mujer? –La mandíbula de Santana estuvo a punto de desprenderse al ver ese pequeño detalle –Un momento, ¿Eres gay? –El tono de voz de la latina su volvió un susurro ante esa conclusión. –Eres muy deductiva para ser abogada –Dijo Brittany con una sonrisa ¿Tienes algún problema con eso? -Preguntó al notar que la abogada seguía sin reaccionar. –No, ninguno en lo absoluto, es más jugamos para el mismo equipo –Dijo Santana soltando una carcajada - solo que me sorprendió tener tanta información de un solo golpe –La morena relajó sus hombros mientras pasaba sus manos por su cuello y volvía su mirada a la de ojos azules -¿Te parece bien que yo lleve tu divorcio? –Preguntó dudosa la latina. –Sí, con tal de que me separes de la bruja de mi ex, me parece bien todo – Dijo Britt mientras agitaba su cabeza tratando de sacar de su cabeza la imagen de su ex esposa. –Entonces tenemos que empezar desde ahora –Avisó Santana mientras

frotaba sus manos. –Genial, siempre es mejor a alguien conocido a cargo de tus problemas oh! Y pronto te pagaré lo del teléfono, no lo he olvidado –Decía Brittany mientras Santana la volvía a mirar. –Por favor, te pido que mantengamos esto de una manera netamente profesional, yo soy la Licenciada López y tú, mi clienta, la Sra. Pierce ¿Entendiste? –Santana arqueó un ceja mientras cruzaba sus brazos. –Disculpa San… Perdón, Licenciada López – Pronunció la rubia. Lo ocurrido en esa oficina había sido una total montaña rusa de emociones para Brittany, en un comienzo estuvo asombrada, luego enfurecida, siguiendo a la euforia, para pasar a la tranquilad, estancándose por unos minutos en alegría para finalizar en una decepción. La Licenciada López, era eso, estrictamente su abogada. Hay personas imposibles de conocer. -Y Brittany, siento mucho lo ocurrido en la calle esta mañana, me sobrepasé –Santana dijo eso prácticamente en un susurro mientras miraba avergonzada a Brittany quien se limitó a sonreír. –No te preocupes. Tal vez Santana no era imposible de conocer, solamente difícil. Flashback 3er año de preparatoria: -Anda Berry, no seas cobarde, este es el precio por mis conocimientos – Santana empujaba por la espalda a la pequeña castaña quien ponía resistencia a seguir avanzando por el estacionamiento de la escuela Westville. -¿Por qué no puedes decírselo tú? tú siempre rompes el corazón de todos ¿Por qué no lo haces nuevamente? –Preguntaba Rachel aferrándose a la puerta de un auto con tal de no seguir siendo llevada por Santana por el pavimento. –Porque haciendo esto mato dos pájaros de un tiro, me cobro los consejos sexuales y me quito de encima a la molesta de Katie –Explicaba la morena mientras jaloneaba a Rachel –Mira, ahí está –Señalaba Santana a una chica alta, rubia y voluptuosa.

-¿Y qué tal que ella si está enamorada de ti? Que yo mienta solo podría lastimarla –Aconsejaba la castaña. –Eso no me interesa sinceramente, solo quiero sacármela de encima – Confesó la Cheerio. -¡Santana! ¡Hey! ¡Por aquí! –La guapa rubia de la escuela de Westville se percató de la presencia de la morena, quién inmediatamente soltó una sonrisa fingida. –Es tu turno Berry, hazlo –Santana miró directamente a Rachel mientras tomaba su mano y la llevaba a la fuerza hacia la rubia. –Hola, Katie –Saludó Santana –Te quiero presentar a Rachel Berry, mi novia –Dijo la morena mientras la rubia frente a ella se quedaba perpleja, instintivamente Santana pellizcó la mano de Rachel para darle “la señal”. –Katie, quería advertir algo, quiero que porfavor dejes de buscar, llamar o intentar tener algún tipo de contacto con mi novia, ella cometió un error contigo pero ya superamos nuestras dificultades, así que porfavor déjala y por consiguiente déjanos en paz. Ojala te vaya bien, adiós –Rachel había aplicado genialmente sus grandes dotes histriónicos ya que aquella rubia reventó a llorar cuando Santana y ella se alejaron. –Muy bien Berry, la hiciste llorar, creo que con eso bastará –Dijo Santana mientras subía a su auto junto a la judía. –Me siento terrible –Contestó la diva –Tú deberías sentirte igual por jugar con las personas y más aún con una chica, por cierto no sabía que eras gay o bisexual. –No soy gay, solo quise experimentar ¿ok? –Aclaró Santana con fastidio. -Como digas Santana, ese no es mi asunto en lo absoluto. Fin del Flashback. UN PASO ADELANTE, UN PASO ATRAS Un irritante e inacabable timbre de reloj despertador sonaba con fuerza en el departamento N.165 del edificio Buffay ubicado en la calle Grand Street de Manhattan. Efectivamente, aquel departamento le pertenecía a Santana, quien a pesar del insoportable ruido de su

despertador, despertaba con una gran sonrisa en los labios ya que, aquel molesto ruido a las 5:30 de la mañana, indicaba “hora de trabajar”, una hora que desde hacía un par de meses la morena no podía conseguir programar en su despertador. En esencia, ir a trabajar ponía de buen humor a Santana; lo que mirándose en retrospectiva era un enorme cambio en ella, tomando en cuenta lo mucho que, incluso, le costaba despertarse cada mañana en los tiempos de escuela. Despertar para trabajar, hacía que Santana soportara a ese horrible despertador que compró en una tienda de liquidación. “Lo primero que haré cuando me paguen, será comprar un nuevo despertador” La morena miró con odio hacia aquel inerte aparato para luego apagarlo con un puño. Tal vez, ni siquiera la idea de trabajar podía hacer que alguien soportara por un largo tiempo aquel sonidito punzante. *** -Buenos días Licenciada López –Saludó la recepcionista principal de Morrison y Asociados al ver llegar a una imponente Santana. “Licenciada López” Escuchar ese apelativo hacía que la morena se irguiera con orgullo. Sentirse respetada siempre fue la mejor medicina para todos sus males. Excepto para uno. -Buenos días abogada López –Este saludo provenía de un ejecutivo que se cruzaba con Santana en el elevador. La morena caminaba más altiva que nunca antes. Por fin reconocían su grandeza. -Buenos días Señorita López –Un grotesco tipo con uniforme de conserje dijo en un susurro al ver llegar a Santana al piso de oficina. Santana solamente rodó sus ojos con asco al ver como aquel tipo la desvestía con la mirada. Inmediatamente la morena hizo una nota mental: Buscar una falda más larga. Aunque después de unos pasos volvió a sonreír, ya que notó que aún metida en un serio traje de sastre se seguía viendo increíblemente sexy.

-Buenos días Jefa –Esa voz le pertenecía a Ralph, el “secretario” de la morena. “Ralph St.James” Santana no podía pensar en el nombre de su asistente de la cabeza sin sentir que un ligero escalofrío recorría su médula. Ese apellido, ese apellido significaba tanto en el pasado de la morena, un pasado que estaba tan cerca y a la vez tan lejos de ella. -Buenos días Ralph –Respondió la morena sin mirar al tipo en su escritorio. -Buenos días Santana- Esa despreocupada voz le podía pertenecer solamente a Brittany, quien aparecía desprevenidamente en la recepción en las afueras de la oficina de Santana. El nombre de la latina tenía un gran significado histórico, lo que le hacía sentirse la mayor parte del tiempo especial, pero escuchar su nombre en su lugar de trabajo, le hacía sentir que no era respetada como debía de ser. Y más aún cuando eso venía de aquella rubia quien, a pesar de ser el primer caso de la morena, seguía sin agradarle del todo. -Si no es mucha molestia, prefiero Licenciada López- Aclaró Santana a una sonriente Brittany quien levantó la mano para saludar también a Ralph -¿Qué se te ofrece tan temprano? –Preguntó la latina mirando su reloj de pulsera. –Hoy tengo clases en la tarde, así que preferí venir en la mañana ¿te molesta? –Preguntó Brittany mirando expectante a Santana. –Creo que no –Respondió la abogada fríamente –Vamos a mi oficina para hablar –Ofreció mientras abría la puerta de madera pulida. -¿Les puedo ayudar en algo? –Preguntó cortésmente Ralph a las dos mujeres que entraban a la oficina. –Te ayudaría mucho quitarte esos anteojos, son muy feos –Dijo Brittany inocentemente ¿o tal vez no? –En nada por ahora, Ralph –Contestó Santana mientras reía por el comentario de la rubia. El comentario había sido bien intencionado, pero al parecer la morena lo tomó como una burla hacía su secretario, lo que se le hacía sumamente gracioso ya que, desde el primer día, Santana tuvo tantos apodos en

mente pero sabía que el hacerlos podía causar que la demandaran por abuso de autoridad o en el peor de los casos, el karma, que era la manera más efectiva de venganza que le había tocado vivir. Brittany sonreía al ver reír a Santana mientas cerraba la puerta de su oficina. Había algo que incitaba en la rubia la necesidad de agradarle a la morena, pero verla reír, indirectamente, a causa de ella, la complacía enormemente. -Bueno, estuve leyendo tu expediente anoche y ¿por qué te casaste tan joven? –Preguntó Santana con cierta preocupación –Yo hubiera hecho algo diferente a los 18 años. –Estaba enamorada, ¿no es por eso por lo que las personas se casan? – Respondió la ojiazul mientras la abogada fruncía su ceño. –Entonces ¿por qué te divorcias ahora? –Preguntó tajantemente. –Porque ya no estoy enamorada ¿no es por eso por lo que las personas se divorcian? –Respondió nuevamente la rubia con una media sonrisa. –Que simple es todo para ti ¿no? –Dijo la latina mientras soltaba una risa divertida al ver la sencillez de las respuestas de la mujer frente a ella. –Para qué complicarnos la vida –Soltó Brittany encogiéndose de hombros mientras, nuevamente, se sentía plena al ver la risa de la morena. *** La rubia tenía dos talentos: Bailar y dar mucha más información de la necesaria. Eso lo entendió Santana después de varias horas de charlar. -Así que ella tenía muchos problemas estomacales que no te dejaban dormir tranquila –Santana no paraba de reír ante las historias maritales de Brittany. –Eso no es nada, hubo una vez en la que estábamos en la cena de Acción de Gracias y … -La rubia llevó su vista hacía el reloj de pared de la habitación –¡Diablos! –Maldijo Brittany cortando abruptamente las risas de Santana. -¿Pasó algo? –Preguntó consternada la latina. –Me tengo que ir, tengo clases – La rubia se paró con rapidez de la silla de cuero y se dirigió a la puerta seguida por Santana – Maggie Thompson me

matará si vuelvo a llegar tarde –Decía Brittany hablando para sí misma. -¿Maggie Thompson? –Preguntó – Un momento, ¿Estudias en Juilliard? – Preguntó consternada tomando del brazo a la rubia en la puerta de su oficina. –Sí, ¿Cómo supiste eso? –Cuestionó Britt con rapidez mientras abría la puerta -¿Esa maldita también es abogada? -No, solamente lo supe –Respondió nerviosamente Santana haciendo que Brittany enarcara una ceja - Es mejor que te apures, se te hace tardeRecordó para evitar más cuestionamientos. –Hasta luego Licenciada –Se despidió Brittany con una sonrisa. Esta vez decirle “Licenciada” no fue incómodo, inclusive lo sintió como una ironía, ya que durante todas esas horas de charla sobre su vida marital, en la cual Brittany vio plenamente la sonrisa de Santana, no hubo ni un solo momento en el que la rubia la llamara “Licenciada” y aún así, la latina no hizo ni un gesto de molestia. *** -Así que su clienta es de Juilliard, una aspirante más a Broadway –La voz de Ralph sonaba con pesimismo mientras su jefa seguía en el marco de su puerta. – ¿Por qué dices eso? – Preguntaba la latina quien, aunque ya llevaba 1 semana en el bufete, era la 1ra vez que hablaba sobre algo ajeno al trabajo con Ralph. –No me gusta mucho ese mundillo de perdición –Soltó el castaño con desdén lo que sorprendió enormemente a Santana, ya que hasta donde ella suponía, él era un St.James, ¿cierto? -¿Te puedo preguntar algo? –Ralph asintió mientras la morena se acercaba más a su escritorio - ¿tú eres… algo de Jesse St.James? –La voz de Santana era un temeroso susurro. –Lamentablemente sí, soy su hermano –Contestó Ralph frunciendo sus labios –medio hermano –aclaró –Pero somos muy distantes, nunca he tenido una buena relación con él o con su esposa- Confesó el muchacho mientras desviaba su mirada. –Pero… ¿Por qué no te llevas bien con él?, muchos matarían por ser

familiares de Jesse St.James –Preguntó Santana tratando de sacar información y asegurarse de que Ralph no era un peligro para ella. –Somos muy incompatibles, él está metido en todo eso de la fama y los tabloides junto a su esposa, quien tampoco se me hace la mejor persona, en cambio yo preferí estudiar algo de verdad –Contaba Ralph mientras Santana asentía con curiosidad –Pero si usted es fan de alguno de ellos, yo podría hablar con Jesse o con Rachel y así usted puede conocerlos o algo por el estilo –Ofreció el castaño haciendo que la morena reaccionara instantáneamente. –No para nada Ralph, es más, a mí tampoco me gusta nada de eso del mundo de la fama, es una total banalidad –Dijo Santana mientras acomodaba los pliegues de su falda –Bueno, tengo que seguir trabajando, me gustó conocer algo más sobre ti –Agregó la mujer mientras regresaba a su oficina. Ralph no era un gran peligro por el momento, pero sí que seguía siendo un riesgo a largo plazo. *** -No puedo creer que nuevamente Maddison esté detenida, es simplemente increíble –Un alterado Jesse caminaba de un lado al otro en la sala de estar mientras su esposa lo miraba atentamente desde el sofá. –Ya conoces a tu hermana, siempre hace lo mismo –Dijo Rachel mientras su esposo seguía sin calmarse. –Que esta vez ni se le ocurra pedirme que busque abogados para sacarla, no lo haré –Jesse llevó ambas manos a la cabeza mientras trataba de calmarse a sí mismo –Es una irresponsable. – ¿Recién lo notas? –Preguntó Rachel con ironía –Ha estado 8 veces detenida, cada vez por un delito peor, no sé porque sigues corriendo cada vez que te llama –La castaña sacudió su cabeza con enfado. –Soy su hermano mayor, pero que esta vez ya se excedió en definitiva – Afirmó Jesse. –Es lo mejor amor, Maddison debe aprender que no puede hacer lo que quiera y siempre salir bien librada –Concluyó Rachel mientras acunaba el rostro de su nervioso esposo entre sus manos. –Voy a la recamara, hablaré con tu manager para que evite que esto llegue a la prensa – Finalizó la diva mientras su esposo asentía lentamente.

A pesar de que Rachel tenía toda la razón, Jesse tenía esa necesidad de cuidar a la menor de sus hermanos, tal vez porque su hermana no pasó mucho tiempo con su papá antes de él falleciera e inconscientemente Jesse ocupó ese lugar. Él era un tipo correcto e intachable, pero cuando se trataba de su familia, era capaz de muchas cosas. -Vamos contesta –Jesse tenía entre sus manos su teléfono celular. -¿Aló? –Respondieron desde la otra línea. -¿Ralph? ¿Eres tú? –Preguntó Jesse para corroborar. -¿Qué es lo que quieres? estoy trabajando –Respondió su medio hermano fríamente. –Es Maddison… hay un problema con ella, debes ayudarla –Dijo el mayor de los St.James captando toda la atención telefónica de su medio hermano. *** Había sido un día agotador y fructífero para Santana; cada vez afianzaba más confianza en el bufete, cada día recibía más felicitaciones de parte de otros abogados. Parecía ser que su vida estaba tomando un rumbo nuevo, uno en el que la mala suerte no reinaba. Liberarse de aquella estresante vestimenta formal era la parte favorita del día de la morena. El saco gris y la blusa blanca se habían desprendido ya del cuerpo tonificado la latina cuando el timbre de su departamento suena 3 veces seguidas. -Buenas noches… ¿Santana o Licenciada López? ¿Cómo debo llamarte ahora? –Una divertida rubia se encontraba en la puerta de la morena, quien la miraba extrañada. –Santana estaría bien, ya no estoy en horarios de trabajo, ¿Pasa algo con tu caso? –Preguntó curiosa la abogada. –No, no vengo por mi divorcio, tú misma dijiste que no estás en horarios de trabajo –Dijo Brittany soltando un pequeña risa –Vengo por el otro asunto –Santana lucía confundida –Tu teléfono –Aclaró la rubia mientras Santana sonreía un poco. –Ya no es necesario, el bufete me dio mi propio Blackberry –Confesó la latina.

–¿Enserio? –Santana asintió ante la pregunta –Te había comprado un nuevo celular –Dijo Brittany mientras sacaba una caja de regalo de su cartera, la morena solo sonrió ante el gesto -¿Me dejas pasar porfavor? estoy cansada de estar parada –Pidió la rubia, Santana, dudosa, se hizo a un lado. Brittany miraba con curiosidad cada rincón de la pequeña sala de estar de la morena, a pesar de ser un lugar pequeño, era elegante y sobrio, como la dueña. -Es un lindo lugar –Dijo Brittany mientras tomaba asiento en el sofá. –Sí bueno , volviendo al tema, devuelve el teléfono y guarda tu dinero, tú pagas mis honorarios, creo que ya estamos a mano –Aseveró Santana. –Y por qué mejor –Brittany se movió unos centímetros más cerca de la morena –Devuelvo el teléfono y con el dinero, te invito a salir –Santana abrió con fuerza sus ojos al escuchar la proposición mientras la rubia se veía impaciente y cabe resaltar que mucho más cerca de su rostro. -¿Me estás invitando a salir? –Preguntó la latina con una burla mirando fijamente a esos ojos azules que asentían con rapidez -¿Estás loca o algo? –Preguntó nuevamente mientras la bailarina solamente veía aquellos ojos café –No voy a salir contigo Brittany –Confesó la morena con seriedad y alejándose abruptamente de la rubia, quien parecía salir de un letargo. -¿Por qué no? –Preguntó con confusión la ojiazul mujer. –Porque no quiero y punto, era mi clienta, esto no sería profesional, ni siquiera está bien que estés en mi casa así que por favor retírate –Mandó la morena. Brittany no entendía en que momento, el cuerpo de Santana había sido poseído nuevamente por aquella fría y déspota mujer de los primeros días. -Lo siento –Musitó la rubia antes de irse. –Acepto tus disculpas –Respondió Santana. La morena examinó por última vez a su clienta quien tenía un semblante de decepción. Solo tomó un respiro y abrió la puerta. -Licenciada López, disculpe la molestia pero necesito su ayuda

urgentemente –Ralph hablaba entrecortadamente mientras Santana trataba de evitar que Brittany fuera vista. -¿Qué es lo que pasa? –Preguntó preocupada cerrando la puerta y dejando escondida a aquella rubia dentro de su departamento. Flashback 3er año de preparatoria: -He sido golpeada por tu culpa, tengo un ojo morado por tú culpa –Una furiosa Rachel Berry llevaba quejándose varias horas. –Lo siento Berry, no sabía que todas las chicas de Westville se irían contra ti –Se disculpaba Santana mientras colocaba una bolsa de hielo sobre el rostro de Rachel –Pero, mírale el lado positivo a todo –Rachel miró confundida y molesta a la morena. -¿Qué tiene de positivo todo esto? –Preguntó entre quejidos. –Tú siempre has querido popularidad, pues ahora lo tienes e incluso la tienes en otras escuelas –Cuando la latina hablaba así, todo sonaba mejor. –Claro… -Rachel se levantó un poco de la camilla para mirar fijamente a la morena -me conocen como ¡La novia de Santana López! –Gritó la castaña con frustración. –Entonces es mejor aún –Contestó cínicamente la latina. –Yo me rindo, me voy de acá –Con esfuerzo la diva se levantó –Ni siquiera mil consejos valen la pena para soportar todo esto, he pasado un mes librándote de todas esas chicas, y en lugar de pegarte a ti, trataron de matarme a mí –Rachel seguía con la bolsa de hielos en su ojo derecho mientras buscaba su mochila –Finn tendrá que aceptarme tal y cual soy, ya no quiero consejos. –Okay, Okay, tranquila enana, perdón Rachel –Santana cogió de los hombros a su compañera –sé que me he aprovechado un poco en estas semanas pero has sido la mejor novia de todas –Rachel rió un poco ante eso, pero aún no era suficiente para evitar irse –Okay, te daré tus tips para que todo sea muy especial, ¿Feliz? –la diva asintió pero aún no confiaba del todo. –Siempre dices lo mismo –contestó con perspicacia la pequeña judía. –Ven a mi casa esta noche, hoy seré Finn, tendremos una cita

ridículamente romántica y luego te ayudaré con el asunto, ¿Feliz? –volvió a preguntar Santana. –Es lo mínimo que tu novia se merece –Rió Rachel mientras Santana desviaba la mirada. ¿PORQUE VINO? Flashback 3er año de preparatoria. -Adiós papi –La voz de Santana sonaba dulce y angelical, es decir, falsa -Adióscomo-sea-que-te-llames- La voz de la morena regresó a su estado natural de veneno al ver a la nueva novia de su papá. –Soy Brooke –Aclaró la acompañante pelirroja del reconocido médico del Ohio Grace Hospital, Santiago López, forzando una sonrisa, Santana solo rodó los ojos. –Realmente no estoy interesada en saberlo, sé que no durarás mucho – Refutó la morena forzando también una sonrisa. –No le hagas caso, amor –Dijo calmando Santiago López a su nueva y muy indignada novia –Bueno princesa, volveré tarde así que no te desveles mucho –La morena solamente asintió con una sonrisa. –Papi, ¿No te molesta que una amiga se quede conmigo esta noche, cierto? –Preguntó Santana arqueando sus cejas de una manera adorable – ¡Oh! Precisamente ahí viene –Señaló la morena al ver a una pequeña castaña cruzando por la puerta de su bien cuidado jardín. –Buenas noches doctor López, buenas noches señora, buenas noches Santana –Una educada Rachel Berry estaba bajo la puerta de la casa de los López. -¿Rachel Berry? Hace años que no te veía –Santiago estrujó a la castaña contra su pecho en un fuerte abrazo –La última vez que te atendí tenías una fuerte alergia que no te dejaba ni hablar, tenías como 10 años –Rachel se sonrojó un poco mientras Santana soltaba una carcajada. –Bueno papá, es muy gracioso oír sobre el comportamiento anormal del cuerpo de Rachel, pero tenemos mucho que estudiar y tú y como-sea-quese-llame tienen un concierto al que asistir- Dijo Santana con presura mientras jalaba la mano de la castaña dentro de la casa.

–Bueno preciosa, me voy –Santiago López depositó un tierno beso en la frente de su hija –Pórtense bien, y ya saben… nada de chicos en la casa – Advirtió el médico. –Los chicos es de lo último que debe preocuparse ¿no es así, San? –Dijo Rachel mandándole una indirecta a Santana quien solamente le lanzó una mirada fulminante. Había pasado casi un mes en el cual la castaña llevaba notando la fuerte inclinación de Santana hacia las chicas, así que en efecto, el doctor López no debía preocuparse por los chicos. –Que bien que no piensen en chicos por ahora, pronto van a tener que buscar una universidad y un novio solo las distraería , pero bueno, ahora sí se me hace tarde, cuídense mucho –Se despidió el progenitor de la morena mientras caminaba hacia su automóvil junto a su novia. Santana cerró la puerta de su hogar y soltó un gran respiro de alivio mientras recostaba su cabeza contra la puerta. Desde el divorcio de sus padres, Santana había sido la única mujer en la cual su papá confiaba ciegamente, es decir que, a la última persona que ella quisiera lastimar o decepcionar era a su papá, es por eso que ante él, ella tenía que lucir intachablemente perfecta. Claro, ella ya se sentía perfecta a su manera, pero sabía también que a su manera, su papá no se sentiría tan orgulloso de ella. Rachel solamente había visitado la casa de los López 1 vez en su vida hacía muchos años, y fue un caso de emergencia ya que la castaña tuvo una fuerte neumonía y el único médico cercano a su casa era Santiago López. Así que se podía afirmar que la castaña visitaba realmente por primera vez la imponente casa de la porrista. Ambas guardaban un mortífero silencio, Santana porque no sabía exactamente que hacer ahora que Rachel estaba en su casa, ella le había prometido una cita de prueba y efectivamente, la morena tenía preparada en su habitación una muy ¿romántica? escena pero no sabía de qué manera empezar con todo. Por su lado Rachel estaba anonadada por la belleza y majestuosidad de la casa de la morena, no estaba repleta de lujos, pero sí tenía un toque fascinante que podía cautivar a todo visitante. Realmente la Ex – señora López tenía un exquisito gusto que plasmó en su hogar antes de separarse de su esposo y partir hacia Londres. -Bueno… ya estoy aquí –Dijo Rachel mientras despertaba a Santana de su letargo. –Sí, lo sé, no eres tan enana como para no verte –Rachel frunció sus labios –

Lo siento, esa fue por el comentario de los chicos que hiciste, noté tu indirecta Berry y no lo vuelvas a hacer si es que quieres seguir respirando, ¿entendido? –La asustada diva asintió rápidamente –Mejor vamos a mi habitación, te prometí que hoy sería Finnocente y que te daría la mejor cita de tu vida. -¿En tu habitación? –Rachel soltó una pequeña risita ante eso, ya que no se imaginaba a Finn llevándola a su habitación a tener una cita. –Créeme, muchos morirían por tener una cita conmigo en mi habitación, así que no te quejes –Dijo la morena con una sonrisa sugestiva. –Sigo sin entender como una habitación puede ser un buen lugar para un cita con una persona –Afirmaba la diva mientras subía las escaleras junto a Santana. –Solamente sígueme… y cierra los ojos – Pidió Santana para darle más emoción al asunto. *** -Puedes abrirlos –Ordenó Santana al abrir la puerta blanca de su alcoba. La castaña abrió su boca pero no salían palabras de ella. Todo era tan “antiSantana”, un cuarto repleto de velas aromáticas que servían de iluminación, en el centro, una pequeña pero elegante mesa de mantel blanco con una apetitosa cena, y lo que más asombró a la castaña fue la cama, llena de pétalos de rosas en forma de una gran corazón. ¿Acaso Santana pretendía darle los tips de una forma“practica”? -Wow… ¿tú… tú hiciste esto? –Preguntó Rachel adentrándose lentamente a la habitación. –Sí… algo así, no hace falta preguntar si te gusta o no ¿cierto? Porque llevas 5 minutos sin hablar, eso significa que te he sorprendido –Decía Santana con voz triunfante. –Claro que estoy sorprendida, no tenía idea que tú podrías ser tan… romántica –La morena solo sonrió altivamente ya que sabía que ella podía ser lo que quisiera –Pero… la cama… ¿para qué es? –Preguntó la castaña un tanto asustada. –Tú y Hudson se acostaran, ¿acaso piensan hacerlo en el asiento trasero de un auto? –Rachel negó rápidamente acomodando un mechón de su cabello

con incomodidad -¡Oh! Ya entendí… Tranquila Berry, tú y yo no haremos nada, desde que vi como te taclearon las chicas de Westville tomé conciencia y disfrutaré de la abstinencia por un tiempo… además tú no eres mi tipo – Dijo Santana soltando una carcajada fastidiando a la diva. Las horas pasaban y Rachel seguía sin creer en el gran “caballero” que podía ser Santana, le había separado la silla para invitarla a sentarse, había destapado la botella de vino tinto y llenado ambas copas para brindar. Y principalmente había dejado de lado los apodos y bromas para llamarla Rachel y en el mejor de los casos Rach. Se suponía que en esa cita Santana actuaría como Finn lo haría, pero con el pasar de las horas Rachel se preguntaba si Finn sería capaz de hacer algo lo suficientemente bueno para superar lo que había hecho Santana. -¿Así tratas a todas las chicas con las que sales? –Preguntó Rachel al terminar de cenar. –No, ¿sabes lo que cuesta algo así? Pues mucho, y ¿crees que gastaría mucho en una chica con la que terminaré al pasar una semana? –Santana tenía un buen punto –Solo haría algo así en el caso de una propuesta de matrimonio -Finalizó con un risa. -¿Entonces te quieres casar conmigo? – Rachel no sabía si era el vino lo que le había hecho sacar esa preguntar al aire. –Te recuerdo que en este momento soy Finn –Aclaró Santana mientras rellenaba su copa de vino. Y entre brindis y brindis, llegó el momento más esperado por Rachel, recibiría los sagrados consejos de Santana. Los consejos que le habían costado un ojo de la cara, literalmente. -Mira, lo primero que hará Hudson para meterse en tus pantalones será sentarte al filo de su cama, luego se acercara –Santana representaba todo lo que hablaba –Luego te besará –Eso no lo representó por obvios motivos –Y te dirá alguna cursilería como “No sabes cuánto he esperado por este día” – Rachel tenía los ojos cerrados, imaginándose a Finn, aunque la voz de la latina sonaba mucho mejor diciendo algo como eso –Ahora échate en la cama –la castaña abrió automáticamente los ojos en señal de confusión –Ya te dije que no haré nada Berry –La diva asintió y se recostó tímida en la cama llena de rosas. –Santana, ¿crees que Finn se moleste si se entera sobre esto? –Preguntó al

ver que la morena se posicionaba ligeramente sobre ella. El quarterback no era del agrado de Santana, así que lo que sea que pasara, la tenía sin cuidado. -Finn es un gran chico, se alegrará mucho de saber que has buscado muchas formas de hacer perfecta su noche –Rachel sonrió ante la frase de Santana. –Sí, tienes razón… mejor continuemos –Pidió Berry. –Finn te acariciará un poco, empezará por tu rostro –Rachel volvió a cerrar los ojos para imaginarse a su novio, pero ella sabía bien que sus manos nunca serían tan suaves como lo estaba siendo las de Santana –luego tus brazos, tomará tus manos y jugará con ellas porque pensará que es romántico. –Tus manos son muy suaves –Tartamudeó Rachel ante el tacto –Tu papá debe cuidar bien la salud de tu piel, es muy brillante y muy suave –La castaña abrió sus ojos y se encontró con el bello efecto que producían las velas en la piel de la morena, esta solo rió ante el comentario. –Mientras Frankenteen este manoseándote un poco, te besará y no dejará de hacerlo hasta llegar a tu cuello –Rachel tembló un poco al sentir la punta del dedo índice Santana trazar una pequeña línea a través de su cuello en lugar de los besos. La castaña era hermosa, eso era algo que Santana nunca había notado hasta ese momento. “Seguramente ha de ser el vino” Pensó Santana para dejar de mirar el rostro de Rachel debajo de ella. -No te he pedido que cierres los ojos, no sé porque los tienes cerrados – Susurró Santana mientras acomodaba un mechón de cabello de Rachel. –Debo pensar en Finn, no en ti –Dijo la castaña mientras apretaba con fuerza sus ojos. –Como quieras… -Soltó Santana con indiferencia –Ahora viene la parte importante, Hudson empezará a desnudarse, o al menos eso fue lo que hizo cuando estuvo conmigo –Rachel apretó sus labios con disgusto –Te puedes asustar un poco porque él es gigantesco y piensas que te puede aplastar –La pequeña bajo Santana soltó una pequeña risa. –Pensé que me iba a asustar por otro motivo –Nuevamente Rachel sentía el vino hacer efecto en ella ¿o no?

–Que mente tan sucia Berry –Rió Santana –Además yo sí cerré los ojos para no tener que necesitar un psiquiatra después –Dijo la latina borrando cualquier imagen de aquel encuentro en 2do año –Después él empezará a desvestirte a ti, aunque se demorará una vida en descubrir cómo sacarte toda esa ropa, debes usar algo más cómodo ese día –Soltó Santana mirando a la diva –Yo sigo buscando una manera de sacarte esa blusa pero no puedo distinguir donde empieza ni donde acaba –Ok, ese comentario fue demasiado gay. Inclusive Rachel lo notó y abrió los ojos para encontrarse con los de la morena sobre ella y reír sin sentido alguno. -¿Puedes traer más vino? Tengo sed –Pidió la castaña apresurada. Rachel no tenía sed, pero sí mucho calor. Por un instante pensó que era por la posición en la que se encontraba con Santana, pero prefirió echarle la culpa al fuego de las velas. -Listo, una copa bien llena –Rachel bebió todo de golpe al igual que Santana, la castaña no era de las que bebían mucho, pero quería hacer algo para dejar de sentir esa incómoda y agradable sensación en la habitación de la morena. Pasaron unos segundos y Santana se posicionó nuevamente sobre Rachel y sonrió, ¿así lo haría Finn, no? La morena empezó a explicarle a Rachel cosas más técnicas, como el hecho de cómo se supone que se sentirá en su primera vez y como actuar ante Finn. Curiosamente, todo esa parte, Santana la recitó innecesariamente sobre el cuerpo de Rachel. ¿Así lo haría cualquier psicólogo/amiga/Finn, no? -Tu papá debe cuidar mucho tu salud dental porque tienes unos dientes muy lindos – Admitió la diva al ver la sonrisa de Santana –Y unos labios también –Ese fue obviamente el vino tinto, claro, el vino tinto, Rachel lo sabía. “¿Qué diablos haces Berry?” Se preguntaba Santana sin creer lo que Rachel hacía ¿Acaso estaba coqueteando con ella?, bueno… eso era obvio, pero Santana … ¿por qué no podía dejar de pensar en el lindo color de piel de Rachel? , “malditas velas”pensó la morena. “¿Qué diablos haces Berry?” Ahora la pregunta se la hacía la misma Rachel, por qué no podía cerrar su boca, bueno … eso nunca había sido posible, pero por lo menos quería pensar y luego hablar, no lo que estaba haciendo en ese momento: Verla y hablar lo primero que se le ocurra. ¿Acaso eso le pasaría en su noche con Finn? Realmente ya no le importaba mucho cerrar los ojos e

imaginárselo, ya que aunque los cerrara solo se imaginaba a Santana. El silencio se tornaba cada instante más y más incómodo, obviamente Santana seguía sobre Rachel, ya no había motivo porque al parecer, los consejos se habían entumecido por tanto vino. Que mejor manera que romper un silencio incómodo que las risas, y más aún la risa de Rachel, la escandalosa y, en ese momento para Santana, adorable risa de Rachel Berry. La morena no tuvo otra opción que reír al igual que la diva, reían sin sentido pero sin dejar de conectar sus miradas, así que el momento seguía siendo sumamente perfecto e incómodo. -V… voy por más vino –Tartamudeó Santana cuando Rachel dejó de reír inesperadamente. –No –Dijo la castaña con seriedad mientras sujetaba el brazo izquierdo de la latina quien la miro consternada. – ¿Q… Qué? – Antes de que Santana pudiera terminar de hablar, con una fuerza descomunal Rachel las cambió de posición dejando a la latina debajo de ella -¿Qué haces? –Susurró Santana con algo de miedo. –No tengo idea… En ese momento sucedió lo que se podría llamar el fin del mundo. La boca de Rachel colisionó desesperadamente contra la de Santana. Era cierto, la castaña no tenía idea de lo que hacía, nunca había besado a una chica, y mucho menos se imaginaba besando a Santana, pero ahí se encontraba, probando los labios de la morena, en un principio con una caricia tímida por el miedo de que Santana reaccionara mal, luego, al sentir más confianza en sí misma -y principalmente por las manos de la latina rodeando su cuello con fuerza- se atrevió a profundizar el beso. Y en ese momento, al sentir totalmente a la latina, la pequeña castaña olvidó inclusive hasta su nombre. Santana estaba acostumbrada de ser ella la encargada de la situación, pero en definitiva, en esa ocasión, Rachel Berry estaba al mando. Ambas lenguas se conocían por primera vez, y al parecer no querían dejarse ir, se entrelazaban al mismo tiempo que la de la latina chocaba contra el paladar de la castaña, causando un pequeño gemido ahogado y que esta mordiera el labio inferior de la morena quien sentía que pronto perdería la cabeza. Fueron varios minutos, los cuales Santana sintió como horas, los cuales Rachel sintió como días. Era un hecho, para ambas había sido algo trascendental.

Se miraron un par de segundos, confundidas –agitadas-, el aliento de Rachel chocaba contra la barbilla de Santana logrando una sensación muy placentera, pero alguien tenía que acabar con la magia de ese momento, esa fue Santana quien de un fuerte empujón movió a Rachel a un lado de la cama liberándose de ella. -Vete –Ordenó Santana con una mano en su cintura y la otra frotando su frente parada en la alcoba -¿No escuchaste? Vete. Rachel lucía sumamente confundida, y vale decir que despeinada –Santana, hay que hablar… -Pedía la castaña. –Luego hablaremos, pero ahora quiero que te vayas –Sentenció la morena sin mirar a la diva que se ponía de pie desorientada. La mente de Rachel estaba totalmente nublada, no sabía qué hacer, todo se había salido de control. -No le digas nada a Finn –Pidió desde la puerta de la habitación de Santana, esta solo levantó su mano en señal de silencio. El silencio reinaba esa habitación, los pensamientos de Santana estaban mezclados. Besar a una chica no era algo nuevo para ella, y hablando con sinceridad, la castaña no besaba tan mal. Lo que la tenía en ese estado comatoso era su estómago, su estómago estaba lleno de mariposas después de ese beso. Sí, totalmente ridículo. “Maldito vino” Susurró la morena para luego lanzar la botella por la ventana y abandonar su recámara, deseando así también, abandonar su mente por una noche. Fin del flashback. LAS PALABRAS QUE GOLPEAN No era común que un empleado visitara a su jefa en su departamento y más aún al anochecer, pero al igual que Jesse St.James , Ralph era capaz de muchas cosas cuando se trataba de su familia. Santana no entendía exactamente qué era lo que buscaba su secretario con ella, hablaba sobre su hermana, sobre un abogado y cosas así, pero todo muy mezclado. Ambos se dirigían hacía un café cerca del edificio donde vivía la abogada, aunque a ciencia cierta, Santana hubiera preferido hablar en su departamento de no haber sido por aquella

impertinente rubia que, recordándolo bien, seguía encerrada ahí. -No entiendo qué es lo que quieres Ralph, ¿quieres que sea la abogada de tu hermana? –Preguntaba Santana con nerviosismo. –Sí, o al menos que sea mi respaldo para yo poder ser el abogado de mi hermana, aún no acabo la carrera así que necesito un abogado que me respalde, es urgente, ¿sabe que pueden encerrar a mi hermanita en la cárcel? –Decía un consternado Ralph. –Tranquilo Ralph –Pedía Santana al ver que su secretario empezaba a llamar la atención de los presentes en el café –Me gustaría ayudarte, pero… La parte que le faltaba a ese "pero" era “no quiero mezclarme con tu familia”. Aunque más que querer era poder, la morena no podría resistir tener que volver a ver a Jesse St.James o a Rachel Berry, o en el peor de los casos a ambos, después de tantos años, después de tantas heridas causadas, después de tanto dolor. –Por favor licenciada, sé que esto no es muy correcto, pero ella es mi hermana y tengo que ayudarla y no conozco a una mejor que usted para ayudarme –Rogaba Ralph al ver la expresión dubitativa de su jefa. Santana no era una mala persona, tal vez un poco cruel, pero mala no era en lo absoluto. Ella sabía lo que era el amor fraternal y si fuera su hermano el que estuviera en algún problema judicial, no dudaría ni un minuto en mover mar y tierra para ayudarlo. Pero, lamentablemente, Ralph no tenía conciencia del gran sacrificio que le pedía a la mujer. Con toda la pesadumbre de su ser, Santana no podía ayudarlo, no podía arriesgarse tanto. -Lo siento Ralph, pero no puedo ayudarte con lo que me estás pidiendo, ser tu respaldo judicial implicaría poner en riesgo mi nombre y el del bufete en caso de algún tipo de improviso y por lo que me dices sobre tu hermana, no hay mucho que se pueda hacer –Explicada Santana a su desesperado empleado – Y ¿ Por qué tu hermano Jesse no busca un abogado? –Su esposa no quiere que siga ayudando a Maddison, es una arpía esa tipa con la que se casó –Soltó con veneno Ralph, la morena se sorprendió para luego fruncir sus labios al escuchar un insulto al nombre de la castaña.

-¿Tú le has dicho a Jesse que yo te ayudaría? … ¿Él sabe que tú trabajas conmigo? –Preguntó asustada la abogada ante la idea de estar cerca de los St.James. –No, él no sabe que estoy trabajando con usted, solamente le dije que buscaría ayuda pero, ya veo que usted no me podrá ayudar ¿cierto? –Dijo un indignado Ralph. –Lo siento, pero no puedo, aunque… Antes de que la morena pudiera terminar de hablar, el muchacho se paró con firmeza y, dejándola con la palabra en la boca, se marchó molesto del establecimiento. “Mal agradecido” Pensó la morena mientras pagaba la cuenta del café. Definitivamente esa sería una de las peores noches. Y al pensar en “peores” recordó que tenía a cierta persona encerrada en su departamento, una muy fastidiosa persona. *** Brittany estaba un poco aturdida y confundida, llevaba cerca de 1 hora y 30 minutos sentada quietamente en el sofá de la licenciada López pensando en los recientes sucesos. El primero, su intento fallido por invitar a salir a la abogada; el segundo, ser echada del departamento de la mujer y el tercero, la repentina aparición del secretario de la morena, quien –cabe resaltar- había dejado a la rubia bailarina sola y encerrada en su departamento sin ninguna explicación. En un primer instante pensó en abandonar el recinto, pero luego pensó que no sería algo prudente ya que por “algo” la morena la había dejado adentro ¿no? Después de dejar pasar unos minutos más en el sofá, la rubia llegó a la conclusión que Santana no volvería pronto. Se dirigió hacia la puerta y antes de girar la perilla notó algo más, las llaves del departamento seguían colgadas en la pared, es decir, que si ella se iba, Santana no podría entrar nuevamente; lo que ocasionaría seguir siendo del poco agrado de la morena. Brittany examinó la situación por unos minutos, irse o quedarse. Pensó en todos los pro’s y contra’s , y después de tantas conjeturas, decidió quedarse y esperar, para su buena suerte, podría esperar toda la noche ya que ese día era su día libre en el club nocturno. “¿Ahora que hago?” Se preguntó con pereza antes de dejar caer pesadamente su cuerpo en el sofá. Encendió la televisión y no encontró

nada atractivo de ser visto. Miró por la ventana y -aunque la vista fuera majestuosa- las cerró casi al instante a causa del fuerte frío que empezaba a correr. Miró por segunda vez, el living del pequeño lugar para terminar con su mirada fija en el estrecho corredor oscuro que, obviamente, conduciría a las habitaciones. “¿Voy o no voy?” La mente de la rubia luchaba con sus deseos de conocer algo más sobre la vida de aquella terca mujer contra el debido respeto que merecía el espacio personal de la morena. Britt se mordió el labio inferior con nerviosismo y después de tanta lucha mental, decidió sucumbir a sus deseos. Miró a ambos lados cerciorándose de encontrarse sola “Diablos, obviamente que estás sola” Se recriminó ante tal gesto para luego adentrarse en el oscuro pasillo. No había nada fuera de lo común en aquel pasadizo, solo algunos cuadros artísticos y unos floreros al lado de unas esculturas. En definitiva la morena tenía muy buen gusto. Con algo de temor la rubia abrió la primera puerta del corredor para encontrarse con una pequeña biblioteca/oficina. La bailarina se acercó al primer estante para ver los libros contenidos ahí y, tal vez así, conocer algunos de los gustos de la abogada. Desafortunadamente al pasar unos segundos, notó que todo en esa habitación eran puros artículos relacionados íntegramente a las leyes. Santana era abogada, eso era algo que Brittany ya sabía a la perfección. La rubia cerró la pequeña oficina y continuó su recorrido para toparse con las siguientes dos puertas que eran solamente el baño y un cuarto de huéspedes. Brittany, ya sin ningún temor al abrir puertas, tomó la perilla de la cuarta habitación del corredor. “Bingo” susurró la bailarina al ver que había llegado a la habitación de Santana. Era un espacio moderado, pero sí muy acogedor. Una gran cama en el medio, la rubia no pudo resistirse a sentarse y soltar una sugestiva sonrisa al sentir la comodidad del colchón; frente a la cama un armario, Britt trató de abrirlo inútilmente ya que se encontraba cerrado con seguro.“¿Qué tendrás ahí dentro Santana?” Pensó la rubia después de forcejear un poco con el seguro. Al girarse visualizó una pequeña mesa de noche al lado de la cama, de nueva cuenta se acercó y trató de abrir el cajón para llevarse el mismo resultado que con el armario. Un tanto frustrada la rubia regreso a la puerta de la habitación con intenciones de salir, no sin antes darle un último vistazo al lugar “Es un

enigma Licenciada López” dijo antes de regresar al pasillo, aún quedaba una última puerta. Tomó la brillante perilla de la última habitación y la giró con determinación. Era un desván, lleno de cajas empolvadas y a punto de reventar por el exceso de peso. “Espero que no sean más cosas de abogados” Pensó al tirar del interruptor de la lámpara que colgaba en el reducido lugar. Estornudó un par de veces ante la polvareda que causaba el sacudir aquellas cajas. “Familia” – Decía el título de la primera caja que se encontraba repleta en su mayoría de fotos de una familia de 4 personas, una mujer , un hombre y dos niños , uno de ellos era Santana. Se veían aparentemente felices pero la rubia podía ver en los ojos de los dos adultos una capa de falsedad mientras que en la de los niños un aire de tristeza. El resto de fotos eran de la morena junto a un hombre, quien Brittany supuso era su papá debido al fuerte cariño y amor que demostraban, otras cuantas junto a un muchacho alto y fornido, supuso también, era su hermano y en un pequeño sobre amarillo, unas pocas fotos junto a una guapa señora, quien la rubia denominó como la mamá de Santana debido al gran parecido físico, aunque no podía encontrar el mismo lazo de amor que demostraban Santana y su papá en las demás fotos. La rubia solo dibujó en su rostro una triste sonrisa al imaginarse la clase de familia en la cual había crecido la morena. “William McKinley High School” –Era el nombre que indicaba la caja siguiente, aquella estaba llena de papeles, exámenes en su mayoría en los cuales la latina tenía unas calificaciones envidiables. “Hermosa e inteligente” pensó la rubia para proseguir a cerrar la caja al notar que solo había papeles con registros de notas. “Cheerios” –Decía la tercera caja. Lo primero que la rubia pensó fue que la latina tenía una ligera obsesión con los cereales Cheerios como para tener una caja dedicada a eso; idea que cambió radicalmente al notar que todo lo que se hallaba en la caja eran artículos de porrista, pompones, un viejo uniforme el cual la rubia sacudió para verlo en su totalidad, “Lo que daría por verte nuevamente en este uniforme” Susurró la bailarina al ver la diminuta longitud de la falda y sus pliegues. Un poco más al fondo halló fotos de un escuadrón de porristas, entre ellas la morena con una pretenciosa sonrisa, otras más junto a una rubia mujer con su megáfono, imaginó que era la entrenadora. “Hermosa, inteligente y popular, sí que fuiste un sueño en la secundaria” Rió Brittany al

terminar de esculcar en esa caja. “Club Glee” –Era la caja más grande de todas, y por ende, la más pesada también. La mujer frunció su ceño al no entender el significado del título. La rubia se disponía a abrir caja cuando a los lejos escuchó un murmullo, era una voz familiar que hizo que inmediatamente diera un pequeño salto de susto. “¡Brittany! ¡¿Sigues acá?!” La voz de Santana se oía cada vez más alta así que la rubia apiló las cajas con rapidez, no sin antes coger de aquella gran última caja un disco un poco sucio que estaba sobre todas las cosas, para luego apagar la luz y salir del desván. Se limpió como pudo las manos polvorientas para esconder aquel disco que traía bajo su polera, para tomar un respiro regresar al living junto a Santana. La morena vio a la bailarina salir de corredor y de inmediato arqueó una ceja mientras cruzaba sus brazos esperando una explicación. -¿Me puedes decir que hacías ahí? –Preguntó con fastidio la latina. –Yo… nada… fui… fui al baño –Contestó una nerviosa Brittany, Santana no parecía creerle demasiado. -¿Estás segura? No luces como alguien que acaba de ir al baño –Dijo notando la marcas de suciedad en la ropa de la rubia, pero a decir verdad, Santana se encontraba muy cansada como para pelear en el momento – Como sea, disculpa por dejarte acá, pero … no quería que Ralph te encontrara, no quería que pensara algo equivocado. –¿Y todo se arregló con él? –Preguntó Brittany mientras la morena desviaba su mirada. –Algo así … pero ya es tarde y … ¿no tendrías que estar trabajando en el club? –Preguntó una confundida Santana. –Hoy tengo el día , o mejor dicho, la noche libre –Expresó la ojiazul con una gran sonrisa –Así que … ¿por qué no vamos a tomar algo? –Ofreció la rubia mientras acortaba la distancia con la abogada. –¡Oh! Ya recordé porque la estaba echando de mi casa Señora Pierce, ¿me haría el favor de retirarse? –Refutó la morena apuntando con firmeza hacia la salida de su departamento. Segundo intento fallido para la rubia en una sola noche. Nuevamente con la mirada hacia el suelo, Brittany llegó hasta la puerta siendo secundada

por la morena, ambas se miraron por un momento y Santana sintió una gran incomodidad ante los ojos azules de la bailarina, prefirió ignorarlos y desviar su mirada hacia la pared. -Buenas noches, Brittany –Se despidió Santana un poco apenada sin motivo, ver el rubor en las mejillas de la latina hizo sonreír ligeramente a la rubia. –Buenas noches Santana –Contestó la bailarina – Y déjame decirte que eras una hermosa porrista –Soltó inesperadamente un beso en la mejilla izquierda de la morena antes de partir velozmente hacia el ascensor dejando totalmente perpleja a la morena. Santana se quedó parada en el marco de su puerta por varios minutos, atónita en su totalidad. Aunque no sabía que era lo que más la tenía en ese estado, ¿el hecho de que Brittany supiera sobre su pasado como porrista? Ó ¿El beso que soltó en su mejilla y que, de una rara forma, aún quemaba en su piel? A decir verdad, ninguna de las dos opciones le agradaba a Santana. Flashback: 3er año de preparatoria. -¿Cuánto más vas a seguir evitándome? –Rachel había acorralado a Santana después de varias semanas de intentarlo. –No te estoy evitando y si me permites, tengo clases que atender – Contestó la morena tratando de no mirar a la castaña. -¿Qué ha pasado? ¿Sigues así por lo del beso? –Susurró Rachel haciendo que la latina mirara preocupada hacia todos lados –Olvidemos eso, estábamos ebrias, no fue importante –Ese comentario causó un fuerte golpe en el ego de la morena cantante. -¿Crees que me importó ese horrible beso? –Se burló Santana –Ya ni siquiera recuerdo eso, solamente… ya estamos a mano, yo te dí tus consejos, tú cumpliste con tu parte, no tenemos porque seguir pretendiendo que somos amigas –Afirmó la morena mientras jugaba con su cola de caballo. –Pero, a mí me gustaba pasar tiempo contigo, además que… -La castaña acomodó su cerquillo en señal de incomodidad –lo que pasó en tu casa, no sabía que podías ser tan gentil con alguien –Dijo la pequeña diva con sinceridad haciendo que la expresión de la morena se relajara un poco.

–Eso solo fue porque me sentía culpable de que te golpearan, solo fue eso –Respondió Santana a la defensiva –Tú sigue siendo la fastidiosa Rachel Berry y yo seguiré siendo Santana, la que te tortura diariamente ¿entendido? –Y ¿por qué no admites que eres Santana la chica que no me soltaba mientras nos besábamos? –Dijo Berry con sarcasmo mientras Santana fruncía el ceño. -¡¿QUÉ USTEDES… QUÉ?! – Ninguna lo había notado, ninguna había notado la presencia de un furioso Finn Hudson en la puerta de aquel salón de clases. –Finn, no sabía que estabas ahí –Dijo una atemorizada Rachel Berry al ver a su novio con la boca abierta. -¡¿Qué ha pasado entre ustedes?! –Preguntó el quarterback molesto, mientras la latina veía con cierta gracia aquella escena. –Anda Berry, dile lo que pasó –Decía Santana con voz de arpía, aunque dentro de ella, lo hacía para demostrarle a Finn que su novia la prefería a ella. La pequeña castaña miraba alternamente a ambos, no sabía que hacer, estaba Santana a su izquierda y su novio a su derecha, no era fácil decidir que hacer, no era fácil decidir nada en ese momento. -Santana… ella… ella me besó –Mintió una tartamuda diva –No tiene importancia amor, vámonos –Pidió la castaña mientras arrastraba a su novio fuera del aula, y dejando atrás a una decepcionada latina. Fin flashback. DIAS PARALELOS Una castaña se encontraba mirándose fijamente en el espejo de su tocador de caoba, el peine de seda paseaba por lo largo de su lacio y suave cabellera, la castaña llevaba alrededor de 45 minutos haciendo lo mismo, no era precisamente por vanidad, era más que nada porque estaba esperando una sorpresa, estaba esperándolo , esperándolo a él. Era 15 de Octubre, él nunca olvidaba esa fecha y cada año la sorprendía más que el anterior.

“15 de Octubre” Pensó con lentitud mientras seguía mirándose fijamente, “15 de Octubre” Susurró antes de dibujar en su rostro una pequeña y soñadora sonrisa. -¿Cómo se encuentra la señora St.James? –Rachel escuchó la voz de su esposo en la entrada de la habitación. –Esperándote, ¿A dónde fuiste tan temprano? –Preguntó la castaña mientras posaba ambas manos en el fuerte pecho de su esposo. –Tenía unas cosas que hacer –Dijo el dueño de la Disquera Powerfull con algo de nerviosismo. Rachel entrecerró sus ojos de manera divertida, estaba realmente a la expectativa de lo que le esperaba ese día. Jesse había salido muy temprano y de manera misteriosa, la única respuesta a eso en la mente de la diva, era una gran sorpresa para ella por ser una fecha tan especial. -¿No me piensas decir qué cosas andabas haciendo? –Preguntó mientras jugaba con los rizos de su esposo quien la tomó por la cintura. –No, no era nada importante –Argumentó el hombre mientras sonreía suavemente. “¿Has olvidado el 15 de Octubre?” Pensó la castaña al no notar ninguna nueva expresión –o intención- en el rostro de su esposo. -Está bien Rach … -Susurró el castaño haciendo que la pequeña preocupación de la mujer desapareciera –Fui a ver a Maddison a la delegación, sé que te dije que no la ayudaría esta vez, pero es mi hermana, estoy para ayudarla… siempre debo estar para ayudarla, soy el mayor –Rachel se separó inmediatamente del cuerpo de su esposo con fastidio, no tanto por el asunto de su hermana, sino porque había olvidado un fecha tan importante como lo era el 15 de octubre -¿Tanto te molesta esto, Rachel? –Preguntó consternado el hombre. –No es eso Jesse, mira ya veía venir todo esto, siempre dices que no volverás a ayudarla pero siempre caes, no me sorprendes en realidad – Contestó la diva mientras cruzaba sus brazos y trataba de contener sus lágrimas de impotencia por la mala memoria que parecía tener su esposo – Puedes ayudarla si quieres… no tengo problema, es tu familia –Completó para girarse, dándole la espalda a Jesse.

–Bueno, agradezco tu compresión Rach –Pronunció el castaño cantante –Voy a llamar a Ralph, él también querrá saber sobre Maddi, parece que solo cuando ella se mete en problemas, él y yo tenemos algo de comunicación – Ironizó el hombre- Te veo luego –Se despidió antes de dirigirse a la puerta de su habitación con el fin de salir. Al escuchar el sonido de la puerta cerrándose, Rachel soltó las lágrimas que había estado escondiendo de Jesse. “¿Cómo pudiste olvidarlo?” Se preguntó la castaña mirando la foto de ambos que yacía en su mesa de noche. -Se me olvidó decirte… -Jesse había entrado sorpresivamente a la habitación para acercarse a su esposa y tomar su cintura con decisión –Feliz aniversario amor, gracias por todos estos años que me has dejado compartir contigo, te amo y nunca podría olvidar esta fecha- Dijo el castaño con una sonrisa mientras secaba con sus pulgares las lágrimas de su esposa para luego besar con pasión sus labios. “Sabía que no lo olvidarías” Pensó con felicidad la castaña mientras besaba a su esposo. Era un 15 de octubre que para el matrimonio St. James –Berry marcaba un año más de felicidad juntos. Cada día que pasaba, Rachel volvía a confirmar que no había podido encontrar a un hombre mejor que él. *** La brisa corría fuertemente a través del gran ventanal de la oficina de Santana, quién inmediatamente se estremeció aunque principalmente por la ironía que encerraba el clima y el día que se presentaba. 15 de octubre. La morena pensó en acercarse a la ventana con la finalidad de cerrarla pero desistió al pensar que ese día era un hecho que iba a estremecerse por muchos más motivos –especialmente recuerdos –así que prefería tratar de engañar a su mente adjudicando aquellos futuros estremecimientos y temblores al frío en lugar de a su propia historia. La mesa de la morena estaba llena de carpetas y papeles por revisar, le hubiera pedido ayuda a Ralph pero desde aquella noche en la que ella declinó su petición de ser ella la abogada de su hermana, su secretario tenía una actitud sumamente molesta. No era que Santana fuera de las que soportara que un “inferior” faltara a su autoridad pero especialmente ese día no tenía humor para trabajar en algún caso legal con el fastidioso resentimiento de su secretario y mucho menos para romper tensiones con él.

Habían fechas que ella prefería olvidar de su calendario como el cumpleaños de su tía Julia -una mujer irritante, con una voz creada por el propio infierno y ,para terminar de desagradarle a la morena, con un trasero enorme que siempre que podía asfixiaba a Santana – luego, el aniversario de bodas de su hermano Samuel ya que con el pretexto de querer celebrar con su esposa, la latina siempre tenía que hacerse cargo de sus dos pequeños y desastrosos sobrinos, que para el colmo de males eran gemelos. Pero de todas esas terribles fechas, la que ella quería y anhelaba olvidar era el 15 de octubre. Exacto, el día del matrimonio de Jesse y Rachel. A pesar de sus intentos por tratar esa fecha como cualquier otra, algo en su sistema no se lo permitía en lo absoluto. Aparte que, desde que ambos se volvieron“estrellas”, los medios de comunicación más amarillistas acostumbraban a hacer una reseña en honor a sus años de casados. No eran muchos años, pero la prensa siempre se encargaba de llenar páginas con lo primero que apareciera. Para Santana aquella boda no había sido sencilla, habían surgido tantos problemas, recordaba con pesar como la poca dignidad que le quedaba había sido pisoteada por todos, incluyendo a Rachel y especialmente, pisoteada por Jesse St.James. De ahí se desprendía el gran desagrado que le tenía a él y a aquel fatídico 15 de octubre. Muchas veces la morena deseaba vivir en una cueva alejada de la ciudad, del país, del mundo entero con el único propósito de no tener que ser víctima de los medios de comunicación, que en día como ese llenaban páginas de Internet con imágenes y felicitaciones, y mucho peor aún las redes sociales. Santana no llegaba a entender como ese par había llegado a conseguir tanta atención entre la gente, tanto que inclusive el tag #Jesse&Rachel se había convertido en trending topic en la Twittosfera. La latina apagó la pantalla de su computador al notar que nada ahí ayudaba a hacer ese día más llevadero y se dirigió a su gran ventana principal. El viento corría con fiereza haciendo que la mujer abrazara sus propios brazos para darse algo de calor. “Todo sería más fácil si apareciera un maldito arcoiris para distraerme” Susurró la morena con nostalgia mientras miraba la oscuridad de la ciudad. -Licenciada López –Ralph había entrado secamente –La señora Pierce la está esperando, ¿La hago pasar?

“Lo que me faltaba” Pensó la abogada, aunque dentro de ella sabía que, a pesar de todo, la rubia era la única que había causado sus sonrisas en las últimas semanas. Tal vez no necesitaba un arcoiris real después de todo. -Dile que pase –Ordenó la latina mientras cerraba la imponente ventana para tomar asiento en su brillante silla giratoria de cuero. –Buenos días Licenciada– Saludó cortésmente la rubia, lo que llamó inmediatamente la atención de Santana. La rubia estaba siendo llamándola Licenciada, esa no era una buena señal. –Buenos días Señora Pierce –Respondió la latina observando con detenimiento el decaído semblante de la rubia quien tomaba asiendo frente a ella –Supongo que viene por noticias, bueno déjeme decirle que su divorcio estará listo más pronto de lo que esperábamos –Anunció la abogada tratando de levantar un poco el apático rostro de aquella rubia, quien instantáneamente se hundió más en el asiento mientras apretaba su entrecejo con dos de sus dedos. –Gracias por decírmelo –Comentó la ojiazul bailarina con un tono de melancolía que desconcertaba a la latina. –Sé que esto no me compete, pero ¿Me puede decir por qué estás así? – Preguntó Santana con cierta preocupación, la rubia la miró con timidez. -¿Sabes que día es hoy? –Preguntó con un profundo suspiro la rubia haciendo que la licenciada López frunciera sus labios. Esa pregunta descolocó a la morena, porque por supuesto sabía “qué día era”, es más, daría lo que fuese por no saberlo. -15 de octubre –Contestó la abogada en voz baja y pesada -¿Qué hay con eso? -¿Tienes idea de que se celebra hoy? –Preguntó la otra mujer mientras acomodaba perezosamente uno de sus rubios mechones de cabello. La mujer de los ojos oscuros se sorprendió por la serie de preguntas de la rubia. -No, no tengo idea de que pasó hoy –Mintió la abogada con indiferencia causando un nuevo suspiro profundo por parte de la rubia.

–Hace un año… un día como hoy… estaba casándome con mi novia y…–Un nuevo respiro- bueno, es duro hacerme a la idea de que todo acabó y que ahora nos estamos divorciando –Confesó la bailarina con una triste expresión. –Oh! Lo lamento mucho, pensé que tú querías divorciarte también –Dijo la morena jugando con un lapicero. –Y quiero hacerlo –Reafirmó la ojiazul –Quiero divorciarme, pero es que… es difícil de asimilar, uno no se casa teniendo en mente divorciarse al año siguiente ¿no? –Preguntó la rubia con una débil sonrisa, la morena solo se encogió de hombros. –Sientes que hacerlo fue una pérdida de tiempo –Sentenció la abogada, la rubia negó fuertemente con la cabeza -¿Entonces…? –Preguntó la ex cantante de New Directions. –Si pudiera, sin duda alguna, volvería en el tiempo solo para volver a casarme –Contestó la rubia confundiendo a la abogada –Fuimos felices mientras duró, muy felices, ya sabes… uno conoce a alguien, se enamora, cambia todo en ella y quiere pasar la vida entera junto a esa persona, eso me pasó a mí –Contó la clienta del bufete. –Entonces, se apresuraron mucho en casarse –Conjeturó la abogada, la rubia volvió a negar con fuerza. –Llevábamos 5 años juntas, desde que yo tenía 14, no íbamos juntas a la escuela, ella vivía en Bronx pero hicimos que lo nuestro funcionara, ¿Sabes lo que es evadir tus hormonas en la secundaria? Es horrible –Comentó la rubia causando una pequeña risa en la abogada quien se encontraba atentaPero nos amábamos a pesar de todo y eso fue lo que importó, nos graduamos y decidimos casarnos, queríamos mostrarle al mundo que habíamos sobrevivido a mucho y así lo hicimos –Brittany tenía una soñadora sonrisa en su rostro. -¿Qué fue lo que pasó? –Preguntó Santana con curiosidad. –No lo sé… creo que en algún punto de nuestras vidas tomamos caminos diferentes y todo se fue arruinando con la universidad, los gastos maritales, nuestras peleas y todo lo demás –La sonrisa soñadora había sido reemplazada por una triste mueca. –Lo siento –Dijo la morena al ver la palidez de la mujer frente a ella –Pero,

¿Por qué tomaron tanto tiempo en cavilar el divorcio? 1 año es mucho tiempo. –Nos separamos, ella su mudó, yo me quedé acá y perdimos el contacto… ¿Sabes qué? Yo tenía esperanzas de que la separación nos ayudaría a arreglar nuestro matrimonio pero un día llamó para decirme que ya era tiempo de iniciar los papeles del divorcio… fue ahí donde realmente me di cuenta que todo había acabado –Confesó Brittany con sus ojos cristalizados por el recuerdo. –Tal vez no estaban hechas la una para la otra -Trató de ayudar la morena, solo consiguió que la rubia rompiera en llanto –Por favor, no llores –Pidió la abogada desorientada. Ver llorar a Brittany, solo hacía que la morena se sintiera aún más miserable. Necesitaba calmarla, ya que, indirectamente, ella había iniciado aquella conversación sobre su vida matrimonial. Los recuerdos atacaban a la rubia, hacían tanto que ya no merodeaban por su cabeza y justamente en esa fecha volvían con fuerza. No quería llorar por el pasado, prefería hacerlo por el presente, aunque de antemano sabía que el 15 de octubre sería un día difícil de superar, al menos por unos años más. La rubia cubrió su rostro con sus manos, no quería causarle lástima a aquella morena pero no estaba en ella obligarse a dejar de llorar. Se sentía sola y patética pero en esos instantes de abismo personal, sintió un par de brazos abrazándola por atrás de forma protectora. Brittany giró su cabeza chocando con una morena quien había posado su rostro sobre su hombro mientras intentaba abrazarla a pesar de la estorbosa silla donde la rubia se encontraba. Las lágrimas desaparecieron al ver como aquella dura mujer cerraba sus ojos y dibujaba una pequeña sonrisa. Era algo único. -San… -Susurró la rubia con felicidad sintiendo como la morena se tensaba y separaba su cabeza de su hombro. –No sabía como calmarte –Afirmó Santana ruborizada mientras lentamente liberaba a la rubia del abrazo –Pero ¿Te sientes mejor? –Preguntó mientras se ponía de pie y alisaba su falda. –Mucho mejor –Sonrió Brittany –Pero… Es mejor que ya me vaya, tengo clases en unas horas, pensaba en faltar pero ya no me siento tan mal –Decía la rubia con dulzura.

–Que tengas un buen día –Deseó la morena tratando de ocultar el color carmesí que habían tomado sus mejillas ante las palabras de la Señora Pierce. –Gracias por arreglar mi 15 de octubre –Dijo la ojiazul acercándose a la latina para lograr tomar su mano –Te recompensaré pronto –Prometió la rubia para dejar un beso en la mano derecha de Santana –Adiós. La morena tenía una sonrisa sincera en su bello rostro, no era porque realmente esperara algún tipo de recompensa por parte de la rubia, sino por el simple hecho de haberla hecho feliz. Haber logrado reconfortarla había logrado que inclusive su propia tristeza disminuyera. Era el primer año en el 15 de octubre, no dolía tanto como los otros. Flashback 3er año de preparatoria. -Aléjate de mi novia –Un imponente Finn Hudson había cerrado con fuerza el casillero de Santana para enfrentarla. -¿Te refieres al ser extraño con el que vas a clases? ¿Era tu novia? Por un momento pensé que eras una especie de Harry Potter junto a su elfo doméstico –Se burlaba la morena mientras peinaba su coleta. –Hablo enserio –Amenazó el quarterback –Ya sé lo que pasó entre ustedes, sé que te aprovechaste de ella –dijo el grandulón. -¿Aprovecharme? –Preguntó Santana con indignación antes de soltar una carcajada. –Sí, tú tienes la fama de querer meterte en los pantalones de todo lo que se mueva, sin importarte la opción sexual, pero te advierto –Hudson frunció su ceño –Rachel es mi novia, no dejaré que la confundas, a ella no le gustan las chicas. -¿Estás seguro? –La morena quería sembrar la duda –Si mal no recuerdo, ella me besó y se la pasó muy bien –Dijo la latina haciendo que Finn tensara su rostro. –Estás mintiendo, ella solo te pidió consejos y tú te aprovechaste de ella – Contradecía el quarterback. –Cree lo que quieras –Soltó la Cheerio –Aunque … Si quieres saber toda la

verdad, te veo hoy en la noche, bajo las escaleras del campo de juego , no llegues tarde –Concluyó la morena dejando a un total confundido e indeciso Finn Hudson. Fin Flashback. HURACAN DEL FUTURO Bailar era la pasión de Brittany, pero bailar en un club nocturno ante las morbosas miradas de los espectadores, no era en lo absoluto el sueño de la rubia. La vida no era barata, mucho menos lo era Juilliard y mucho menos aún, lo era un divorcio; pero ahí se hallaba Brittany, lidiando diariamente con todos los gastos y penurias, dándole la mejor de las sonrisas a los problemas. Aparte de todos los sentimientos e ilusiones que la rubia desarrolló mientras estuvo casada, una de las cosas que también extrañaba el apoyo financiero de su esposa, mejor dicho, el apoyo mutuo ya que Brittany no era totalmente dependiente de su esposa, pero sí que era mucho más sencillo llegar a fin de mes cuando existían dos salarios. Fue por eso que la bailarina tuvo que conseguir un empleo nocturno para solventar sus gastos, ya que el dinero que recibía por medio de su familia mensualmente ya no llenaba los pagos de la universidad, más sus necesidades básicas y estos que incrementaron con todo el papeleo del divorcio. Al conseguir aquel empleo, Brittany tuvo una pequeña esperanza de adquirir una experiencia valiosa ya que a fin de cuentas hacía lo que le gustaba, bailar, pero aquella idea se desvaneció totalmente con el pasar de la primera semana. Ser bailarina exótica, no tenía nada de maravilloso, es más, aquel oficio podía llegar a ser un tanto desastroso, especialmente por los horarios que no le daban mucho tiempo a la rubia para descansar y reponerse para el siguiente día, y también por la paga no muy justa que recibía. Si vivir, mantenerse y sobrevivir sola era algo sumamente pesado para Brittany, el día en el que tuvo que empezar a buscar abogados para tramitar el divorcio, todo dejó de ser pesado para volverse simplemente insoportable. Pero ahí seguía Brittany, tratando de darle una buena cara a los días, pensando siempre que tal vez algún día le llegaría una agradable sorpresa. Y la sorpresa a la vida de la bailarina parecía haber llegado, aunque el adjetivo de“agradable” era muy… subjetivo.

Esa sorpresa vestía trajes muy formales, poseía una par de hermosos, profundos y –lamentablemente- tristes ojos marrones e irónicamente era la encargada de darle un fin al matrimonio por el cual la rubia había luchado tanto tiempo. Santana López, así se llamaba la sorpresa de Brittany Pierce. La ojiazul mujer sabía que su relación con Santana había empezado muy mal para luego transformarse en algo que parecía ser irreversiblemente profesional. Pero la rubia no estaba satisfecha con ese “avance”. Desde la primera vez que la vio en el club nocturno, la mujer captó totalmente su atención por su indiferencia y frialdad, y toda esa atención se multiplicó la primera vez que la morena discutió con ella por el incidente de su teléfono celular, para luego elevarse a la enésima potencia al descubrir que aquella extraña morena sería la abogada que manejaría su caso. Cualquier persona con sentido común podría concluir que lo único que Santana sentía por Brittany era un gran desagrado después de todos los sucesos ocurridos entre ellas. Pero para la rubia, Santana solamente estaba mostrando su lado rudo con ella, su lado inseguro desde una perspectiva más analizada de la rubia. Cada vez que Brittany miraba a Santana, no podía evitar sonreír a pesar de que la otra mujer se limitara a gritar por cualquier motivo. Tal vez ese constante rechazo era lo que más le atraía a la rubia; cada vez que recibía una mala respuesta de Santana, la bailarina tenía tendencia a deprimirse un poco para luego darse muchos más ánimos de acercarse a la abogada. Tal vez eso sonaba a obsesión, pero la rubia no estaba dispuesta a detenerse hasta conocer a la verdadera Licenciada López. “¡Oh! ¡Dios! ¡Mío!” El pequeño grito emocionado e incrédulo de la rubia había resonado en todo el living de su apartamento “Esto es increíble” La voz de la bailarina sonaba divertido mientas levantaba el volumen a los parlantes de su computadora. Desde el día en el que tomó sin permiso aquel disco de la casa de Santana, la rubia había tenido un ir y venir de remordimientos mezclados con miedo ya que en primer lugar, lo que ella había cometido era un robo y segundo porque sabía que si la morena llegaba a enterarse de eso, lo poco conseguido con ella se perdería; además que no tenía idea de lo que aquel disco podía contener, podrían ser cosas buenas tanto como malas, y si Brittany le temía

más a algo que desatar la furia de la morena, era a decepcionarse de ella. Otro de los motivos por lo que la rubia se sentía tan atraída a Santana, era por su aparentemente intachable forma de ser. La morena siempre irradiaba un halo de perfección. Parecía que no tuviera ningún defecto por reprochar, y por el momento, la rubia prefería seguir con esa idea en la cabeza. “Wow… suenas como un ángel” Susurró perpleja la bailarina mientras miraba y escuchaba con atención la pantalla de su computador. Afortunadamente, aquel disco no tenía nada que pusiera en tela de juicio la concepción que Brittany tenía sobre Santana, inclusive, ese disco solamente hacía que la morena fuera más perfecta ante los ojos de la rubia. El disco contenía un video de la morena con un vestido negro, ceñido a su cuerpo, totalmente elegante sobre un gran escenario rodeado por una conmovida muchedumbre que la miraba con emoción mientras interpretaba “Don’t you remember” de galardonada cantante británica Adele. Santana se veía totalmente entregada al escenario, el micrófono y el público, como si de ese momento dependiera toda su vida, sus ojos se presionaban mientras interiorizaba cada frase de la canción. Su voz, su cuerpo, su pasión, todo eso, hacían lucir a la latina en la plena gloria. Era algo mágico. “Damas y caballeros, New Directions” Decía la morena en el video con lágrimas en los ojos luego de haber sido ovacionada de pie por los asistentes. Inmediatamente después de esa frase, el video concluyó abruptamente con una pantalla negra que indicaba “Nacionales 2012”. La rubia no tenía palabras, solo tenía lágrimas al escuchar la apasionada interpretación de la morena. ¿Acaso había algo que la licenciada López no supiera hacer? “Eres perfecta” susurró Brittany mientras pasaba sus delgados dedos por la pantalla de su computador que tenía una imagen congelada de Santana en la presentación. *** Cierta morena se encontraba tratando de leer una serie de contratos que tenía que revisar por un cliente, pero sin ningún éxito ya que por algún motivo se encontraba desconcentrada, aburrida, fastidiada; aunque lo único nuevo en su actitud era la desconcentración, ya que los otros dos eran cosa de todos los días.

La latina frotó sus ojos con el envés de sus manos para volver a los papeles que tenía regados por su escritorio, nuevamente fue en vano, Santana seguía sin concentrarse en lo que leía, es más, solamente estaba viendo letritas negras. “¿Qué diablos…?” Maldijo la morena mientras lanzaba a su mesa los contratos para luego estirar ligeramente su cuello a la izquierda intentando relajarse, lo que obviamente no consiguió. Con algo de fuerza se empujó en su silla giratoria terminando por dar casualmente una vuelta que le arrancó una pequeña risa, nuevamente giró su silla y se sintió bien, giró de nuevo y una carcajada inocente provino de sus labios así que volvió a girar una vez más, y una más y otra y otra y otra más sin poder controlarse ni a ella ni a sus risas. -Como puede ver la abogada López está trabajando arduamente en su caso, Sra. Pierce-Dijo irónicamente Ralph al abrir la puerta y atrapar a su jefa girando en su silla de trabajo como si se tratara de una niña. -¿Acaso no sabes tocar la puerta? –Preguntó una molesta y avergonzada Santana. –Según mis conocimientos, girar en una silla no es un curso válido en la escuela de leyes –Dijo con veneno el secretario de la morena quien levantó su dedo índice en forma amenazante –Bueno Sra. Pierce la dejo con su abogada –Se despidió mientas soltaba una carcajada burlona. -¿Te estabas divirtiendo? –Preguntó divertida Brittany mientras la puerta de la oficina se cerraba. –No me podía concentrar, solo me estaba tomando descanso –Se defendió la morena avergonzada. –Claro, si yo tuviera una silla giratoria también me tomaría muchos descansos –Reía la rubia mientras tomaba asiento –Pero ¿para qué me llamaste? Dijiste que era importante. –Por supuesto, estuve trabajando en tu caso y me alegro decirte estás a punto de ser soltera –La morena vio como la rubia se sorprendía, tal vez nuevamente había vuelto la nostalgia del divorcio. –Quieres decir que ¿te alegra que yo esté soltera? –Preguntó la rubia sonrojada, haciendo que la abogada se sorprendiera también. –No, quiero decir que… que me alegra haberte divorciado –Aclaró la morena

con nerviosismo por la pregunta. –Entonces lo que quieres decir es ¿Que te alegra que yo esté divorciada? – Preguntó la bailarina con una pícara sonrisa. -¡No! me refiero a que … -La morena pausó para pensar en un grupo de palabras que no se puedan malentender por la rubia –Bueno eso no importa, lo que te quería decir es que aún faltan las firmas de tu esposa, tienes que hablar con ella para que firme los papeles inmediatamente –Anunció la morena borrando todas las risas de Brittany. -¿Tengo que buscar Claire? –Preguntó la rubia con preocupación, la morena asintió –Llevo meses sin hablar con ella, apenas he tenido contacto con su abogado, ¿No hay otra forma?. –¿Cómo piensas divorciarte sin que ella firme los papeles? –Se mofó la abogada –Tienes que buscarla o por lo menos busca a su abogado, yo que sé –Dijo la latina mientras la rubia mordía su labio inferior con nerviosismo. –Licenciada, como mi abogada ¿podría usted encargarse de eso? –Preguntó Brittany tratando de sonar lo más elegante posible. -¿Quieres que yo hable con tu esposa? –Preguntó la morena con confusión, la rubia asintió –Eso es algo que te compete a ti … ¡Vamos! Es tu esposa, no te va a comer ni nada por el estilo –Dijo Santana algo frustrada por el miedo de Brittany. -¿Sabes lo que es hablar con alguien a quién quisiste tanto después de tantos meses sin cruzar ni una sola palabra? –La morena se irguió con fastidio ante la pregunta –Es horrible, por favor haz la llamada y lo que falte por mí. –Debes hacerlo tú, además tarde o temprano se tendrán que ver- Decía la abogada mientras se ponía de pie para buscar un fólder en su estante. Una gran pasó por la cabeza de Brittany. -Lo haré, siempre y cuando… -Brittany susurró a milímetros del oído de la morena quien estaba de espaldas y totalmente estremecida por la sensación del aliento de la rubia –Tú aceptes salir conmigo –Susurró para luego atreverse a posar sus manos en la cintura de la atónita abogada. Las manos de Brittany habían encajado a la perfección en ambos lados de la cintura de Santana, era una sensación agradable y más aún porque la morena no había puesto ninguna resistencia.

Con delicadeza Santana giró para quedar frente a frente a la rubia quien aprovechó para rodear totalmente la cintura de la abogada, se miraron por un par de segundos y Brittany no pudo resistirse a mirar con deseo los labios de la morena quien seguía en silencio y una pequeña sonrisa. La rubia lo sentía y no quería evadirlo, quería besarla en ese momento, inclinó ligeramente su rostro y empezó a acercarse inconscientemente al rostro de Santana quien al ver la intención, estiró inmediatamente sus brazos hacia los hombros de la rubia para poner distancia y separarse de ella totalmente. Nuevamente Brittany se sentía desorientada por lo que acababa de ocurrir, ella había sentido los mismos deseos de Santana por besarla, su sexto sentido nunca había fallado. -Si esa es la condición para que llames a tu esposa –Dijo la morena mientras se alejaba a su silla dejando a la rubia con la boca abierta –Entonces es mejor que me vayas dando su número porque seré yo quien hable con ella – Anunció la latina soltando una pequeña risa. La rubia no era tonta y había entendido a la perfección lo que la morena había querido decir: No saldría con ella. -¿Por qué no quieres salir conmigo? –Preguntó la bailarina con fastidio por lo ocurrido. –Eres mi clienta y te recuerdo que aún sigues casada –Aclaró la abogada mientras volvía a su tono de seriedad. –En unas semanas dejaré de ser tu clienta y dejaré de estar casada , ¿entonces ahí saldrías conmigo? –Preguntó la rubia relajando su rostro para acercarse a la latina quien solo soltó una ligera carcajada –Dímelo ¿Saldrías conmigo?. Santana no pudo evitar ruborizarse por el atrevimiento y determinación de Brittany. Hace mucho no veía a alguien tan interesada en ella, -No lo sé – Susurró la morena sin poder mirarla de frente, Brittany sonrió. –Tomaré ese nolosé, el rubor de tus mejillas y todo el tiempo que te tomaste para decirme eso como un sí –Dijo la rubia con emoción –Me tengo que ir – Brittany dejó un beso en la mejilla de Santana para luego dirigirse a la puerta –Buscaré un lugar para nuestra cita y luego te doy el número de mi ex – esposa , te veo luego -Dijo la bailarina con una sonrisa de oreja a oreja

mientras salía por la puerta. Santana no podía creer todo lo que había sucedido en pocos minutos, realmente no estaba segura de lo que acababa de pasar, ¿había arreglado una cita con Brittany?. Sea como sea, Santana ya no se sentía desconcentrada, ni aburrida, ni fastidiada. Definitivamente Brittany era un huracán en su vida. Flashback 3er año de preparatoria: Desde que Rachel conoció a Finn Hudson, sintió que él era el chico indicado para ella, así que el día en el que oficializaron su relación, la castaña había sentido que parte de su vida futura empezaba a formarse. Amaba al quarterback pero había algo que desde hacía unas semanas le preocupaba, su sexualidad. Habiendo crecido con dos padres homosexuales, la pequeña diva nunca había tenido algún tipo de homofobia pero tampoco se había imaginado que algún ella iba a empezar a sentirse atraída por una chica, y mucho menos por una de las chicas que se había encargado de hacer miserable su estadía en la escuela, Santana López. Desde aquel beso, Rachel no había podido dejar de pensar en ella, ¿Acaso era normal ver fuegos artificiales cuando besas a alguien que no es tu novio? . La judía sentía la extraña necesidad de estar cerca de Santana, a pesar de que esta rechazara algún tipo de contacto con ella, de todas formas sabía que estaba mal ya que ella amaba a su novio, pero entonces ¿Qué diablos le sucedía? Todo se había complicado con Finn desde el día en el que ella le contó lo sucedido, el quarterback se había vuelto en alguien sumamente celoso lo que solo contribuía a que la judía se sintiera aún más culpable por no haberle dicho toda la verdad y haber culpado a Santana de todo. También desde ese día, la castaña había intentado hablar con la morena de cualquier manera, quería disculparse por su cobardía pero la latina había construido una especie de barrera contra ella. El corazón de la castaña dolía, no quería perder a Finn, pero tampoco quería ni podía dejar de pensar en Santana.

-“Te veo bajo las escaleras del campo de football hoy en la noche, llega temprano” –Santana. Una nota en el casillero de la diva decía eso, Santana lo había escrito e incluso llevaba impregnada su perfume, el mismo que usó el día que se besaron. La latina quería hablar con Rachel. “Debe ser una señal” Susurró la castaña mientras guardaba la pequeña nota en su bolsillo y dibujaba en su rostro una sonrisa de ilusión. Fin de flashback NUNCA DIGAS NUNCA Santana llevaba 20 minutos continuos prendiendo y apagando la pantalla de su Blackberry. Cada vez que veía la foto de ella y su papá, que usaba como fondo de pantalla, desaparecer del teléfono, volvía a encender el aparato. Y así, con esa monótona rutina, había dejado pasar 20 largos minutos de su vida. En esta ocasión la licenciada no se encontraba aburrida, ni desconcentrada; es más, tenía muchos casos por leer, muchos casos que ella ni siquiera deseaba pero que por el hecho de haber sido contratada en modo de prueba eran asignados a ella, muchos contratos por organizar, incluso tenía que ir a la tintorería por su ropa, pero a pesar de todo eso, ahí se encontraba una aletargada Santana. Estaba nerviosa, eso sucedía. Cuando aceptó hablar con la esposa de Brittany, la morena pensó que sería algo sumamente sencillo, lo había hecho ya con anterioridad en diferentes casos y siempre sabía que decir y como ser lo más profesional posible. Pero ahí se volvía a encontrar ella, nerviosa. No entendía porque su mano izquierda no dejaba de golpetear la madera de su escritorio, no entendía tampoco porque su mano derecha no podía evitar solamente encender y apagar la pantalla en lugar de marcar el número de teléfono que Brittany le había dado.

Los minutos iban corriendo y el día iba acabando, y lo más productivo que la latina había hecho en el día había sido ir al baño además de apagar y prender su móvil. “Esto es absurdo” Se dijo la morena así misma “No voy a terminar el día así” Se reprochó mientras se acomodaba en su silla decidida a hacer algo… aún le faltaba darle un nombre a ese “algo”. -¡Ralph! –Gritó la abogada desde su oficina – ¡Ven ahora mismo! -¿Qué sucede? ¿Su silla ya no gira correctamente? –Ironizó el muchacho recordando la escena de hacía varios días, la morena solo frunció el ceño. –En primer lugar, deja ya esa actitud infantil y te advierto que si no cambias, te reportaré, te despedirán y más aún, haré que te destierren de la escuela de leyes, de New York y del planeta tierra además de ganarte a Santana López como tu más grande enemiga ¿está claro? –Intimidó Santana a Ralph, quien solo asintió tímidamente –Segundo, necesito que te comuniques con la esposa de la Sra. Pierce y le informes que tiene que presentarse a la última reunión, aún faltan unas firmas y esas cosas – Explicaba rápidamente la morena –Acá tienes el número, hazlo ahora – Dijo mientras estiraba una pequeña tarjeta. -¿Voy a hablar con la esposa de Brittany? –Preguntó el secretario con cierta emoción, su jefa se sorprendió por la confianza y la emoción. –Es la Señora Pierce para ti –Aclaró la abogada – ¿Hay algún problema con esa llamada? –Preguntó la morena. –Para nada, solo que me da un poco de… -El castaño guardó silencio buscando las palabras correctas –Un poco de curiosidad –Dijo mientras acomodaba sus anteojos. -¿Curiosidad? – La morena abogada había entrecerrado sus ojos en confusión -¿Por qué habrías de tener curiosidad por esa mujer? -Es que Brittany me ha contado cosas sobre su esposa y bueno, es interesante tener contacto con Claire –Contestó Ralph captando la atención de su jefa. – ¿Y desde cuando tú y la Sra. Pierce tienen una tan estrecha relación amical? –La morena miraba inquisitivamente a su secretario, no entendía en qué momento Ralph y Brittany habían intercambiado, por lo visto,

tantas palabras. –No es que seamos amigos, es solo que Brittany es muy sociable, agradable, divertida, amigable, simpática –Santana tenía los ojos curiosos al ver la manera en la que el hermano de Jesse St.James hablaba de la rubia - buena persona, adorable, muy linda –la morena había cruzado sus brazos mientras esperaba a que la lista de halagos terminara – con una linda sonrisa, ojos, labios, cabello , es hermosa, demasiado hermosa – Concluyó el castaño con una soñadora y torpe sonrisa. -¿Terminaste? –Preguntó con fastidio la abogada mientras Ralph volvía a tomar su serio porte –Por lo visto tienes a la Sra. Pierce en muy buen concepto –La morena rodó sus ojos. –Claro, ¿Acaso usted no? – Cuestionó su secretario, la morena quedó en silencio por varios e incómodos segundos. -¿Sabes? No puedo opinar sobre ese tema ya que yo sí se separar mi trabajo de mi vida social, yo si soy una profesional –Sentenció Santana mientras apuntaba al joven con una pluma –Sé lo que es el profesionalismo y tú deberías saberlo también –Finalizó causando que el estudiante de leyes frunciera sus labios. –Entonces si usted es tan profesional ¿por qué no es capaz de realizar una llamada que le compete a usted? –Preguntó suspicazmente el castaño. Santana había quedado perpleja ante aquella respuesta de su secretario, ella solo esperaba que él agachase su cabeza y le diera la razón, pero… era obvio, Ralph era un total St.James. Definitivamente todo hubiera sido más fácil para la latina si es que el castaño nunca hubiera iniciado una charla sobre la muy mencionada Sra. Pierce; él solo se hubiera limitado a hacer la estúpida llamada y Santana se hubiera librado de ese cargo. Brittany siempre cambiaba los planes de Santana. -Solo vete de mi oficina –Atinó a decir la latina con frustración haciendo que Ralph sonriera triunfante –Espera un momento –Dijo la morena antes de que su secretario abriera la puerta -Si es que no lo sabías totalmente, Brittany es lesbiana así que no te hagas muchas ilusiones con ella –Soltó la abogada con veneno. –Sí, lo sé –Contestó fría y secamente el muchacho quien había borrado su sonrisa.

Santana López nunca perdía. *** Una flamante mujer de cabello negro, piel blanca y ojos almendrados salía altiva y con las manos repletas de bolsas de una de las populares tiendas Carolina Herrera del centro de Bronx. Caminaba con firmeza mientras acomodaba su cerquillo, no miraba a nadie pero todos la miraban a ella, tal vez por su indudable belleza a la luz de la luna o tal vez por todas las compras que había hecho. Sea como sea, esa sensación de ser vista por todo el mundo era común para aquella mujer. Claire Hamilton nunca pasaba desapercibida para nadie. Llevaba casi 6 meses en “libertad” aunque no en total felicidad. Ser joven, soltera, bella e independiente, no siempre equivalía a felicidad pero vivir en un matrimonio desgastado por la monotonía tampoco era sinónimo de felicidad. Entonces ¿qué es la felicidad? La pelinegra no podía definirlo con exactitud, ya que nunca se sintió feliz al 100%, lo más cercano a la plena felicidad lo había experimentado la noche en la que perdió su virginidad junto a su novia, Brittany. Tal vez podía sonar superficial, pero era verdad, ni siquiera el día de su boda había llegado a sentirse satisfecha al nivel que esperaba. Muchas veces se preguntaba, ¿Si el matrimonio era felicidad, por qué ella no se sentía así? El trillado argumento de la persona correcta no le convencía, ya que a pesar del tiempo, ella seguía sintiendo que Brittany había sido la persona ideal. Estaba segura que hasta el día de su muerte, Brittany seguiría siendo su primer y más puro amor. Pero si ella amaba a Brittany, ¿Por qué le había pedido el divorcio? Ante los ojos de todos, el tiempo había sido el causante del divorcio, pero internamente, Claire se culpaba a sí misma y a sus grandes expectativas. La mujer de ojos almendrados despertó de sus pensamientos nocturnos al sentir la vibración de su celular en su cartera, lo dejó retumbar por un par de veces mientras abordaba un taxi junto a sus múltiples compras. -¿Aló? –Preguntó la mujer mientras indicaba al chofer que avanzara.

–Buenas noches, ¿me comunica con la Sra. Claire Hamilton? –La voz de la mujer a través de la línea se oía un tanto temblorosa. Efectivamente, aquella mujer era Santana. -Depende de quién esté llamando –Contestó tajantemente la mujer. –Soy la licenciada Santana López del bufete Morrison y Asociados, soy la representante legal de la Sra. Brittany Pierce, su esposa –Explicaron por la línea, haciendo que la pelinegra sintiera un hilo de frío recorrer su espina dorsal. –En ese caso, buenas noches Licenciada, no tengo nada que hablar con usted – Concluyó Claire cortando la llamada y apagando su celular. Claire no era feliz en su matrimonio, pero tampoco lo sería divorciándose de esa manera. *** -¡¿Qué pasó?! –Una impaciente rubia se encontraba frente a una anonadada y molesta Santana. –Me colgó –Dijo una indignada morena mirando la pantalla de su Blackberry. -¿Qué? –Preguntó una confundida ojiazul -¿Claire te colgó? –Brittany no creía eso, la abogada asintió con rapidez -¿Segura que marcaste el número correcto? –Cuestionó la bailarina. –Sí, Brittany, tu mujer me colgó, me dijo que no tiene nada que hablar conmigo –Dijo Santana frunciendo su ceño –Que maleducada resultó. –Pero, Claire no es así –Argumentaba la rubia, la morena solo rodó sus ojos –Ella no te colgaría el teléfono de esa manera –Decía la bailarina incrédula. –Lo hizo, me colgó, por lo visto te casaste con una persona sin modales – Criticó la morena –O tal vez no se quiere divorciar como siempre sucede. - ¿Crees eso? –El rostro de la rubia oscilaba entre la sorpresa y la expectativa.

-¿Encuentras otro motivo para que evite hablar con tu abogada? – Preguntó Santana como si fuera algo obvio –Parece que tu media naranja tampoco quiere separarse de ti -¿Tampoco? ¿Qué quieres decir con eso? –Cuestionó la rubia entrecerrando sus ojos. –Vamos, me dijiste que sí pudieras retroceder el tiempo, volverías con ella –Afirmó la licenciada mientras apagaba la pantalla de su computador. –Yo no veo que el tiempo haya retrocedido por ningún lado –Dijo Brittany haciendo que Santana soltara una pequeña carcajada –Así que el divorcio aún sigue en pie. –Si ella está dispuesta a reconciliarse contigo ¿Por qué no lo intentan? , aún son jóvenes –Sugirió la latina. –Sé que no funcionará –Dijo la rubia –Ya no siento lo mismo, la quiero pero ya no la amo –Confesó Brittany tocando el lado izquierdo de su pecho con su mano –Es más, estoy sintiendo cosas por otra persona – Respondió con una sonrisa, Santana sabía a donde quería llegar con eso. -¿Enserio? ¿Por Ralph? –Preguntó la morena para desviar la conversación y por curiosidad también. -¿Ralph? ¿El chico de los anteojos feos? –Santana asintió esperando una respuesta –Santana… Ralph es un chico, un hombre, ¿creo que eso ya es mucho decir, no? –Dijo una divertida ojiazul –Yo tengo mis ojos puestos en alguien mucho mejor –Afirmó Brittany buscando la mirada de la licenciada López. La morena juntaba los papeles de su escritorio con algo de torpeza y presura a causa de los ojos azules de Brittany que buscaban conectarse con los suyos. La torpeza aumentó cuando sintió que la rubia se acercaba a ella y más aún, cuando sintió la cercanía de su tibio respirar cerca de la piel de su cuello. -No lo hagas Brittany –Musitó la latina tratando de alejarse del cuerpo de la rubia atrás de ella. -¿Por qué? –Preguntó juguetonamente la bailarina mientras abrazaba a Santana por la cintura evitando su escape. –No eres mi tipo –Dijo la abogada con la voz cortada al sentir que la rubia

apartaba el cabello que caía sobre su cuello. – ¿Enserio? –Dijo la rubia para luego depositar un beso en el broceado cuello de la morena, quien estiró su cuello hacia atrás dándole más libertad a Brittany –No te creo realmente –Susurró mientras volvía a besar el cuello de Santana, quien trataba de lucir indiferente con la caricia, trataba pero no podía conseguirlo. –Brittany… -Resopló la abogada mientras se enderezaba y recobraba algo de conciencia –Detente … -Pedía Santana con los ojos cerrados mientras la rubia presionaba sus labios alrededor de toda la piel de su cuello. – ¿Enserio quieres que me detenga? –Preguntaba la rubia aunque la respuesta era un obvio “no” al ver la manera en la que la morena no ponía resistencia alguna –Me voy a detener –Dijo la rubia mientras soltaba un poco la cintura de Santana solo para girarla y quedar frente a ella –Solo porque ahora quiero besarte –Dijo Brittany mientras volvía a aprisionar con fuerza a la abogada. Santana trató de armar un plan rápido de escape, pero realmente su mente no funcionaba correctamente, cada roce con Brittany hacía que la piel de la morena quemara incandescentemente, y aunque su raciocinio le pedía evitar ese beso, su instinto se superponía a todo. Se miraron por un par de segundos, antes de que la rubia inclinara un poco su cabeza en busca de un ángulo perfecto mientras Santana lucía totalmente tímida ante ella. Lentamente la bailarina empezó a acercarse, tratando de retener cada centímetro de aire que la separaba de la morena. -Tu teléfono –Susurró Santana haciendo que la rubia se alejara confundida –Tu teléfono está vibrando –Aclaró zafándose del agarre de Brittany y de paso darse un poco de aire por todo “el movimiento”. Era un hecho que Brittany odiaba de antemano a quien sea que estuviera llamando, pero al ver aquel nombre en la pantalla, una mezcla de sentimientos encontrados se halló en su pecho. - ¿Claire? –Preguntó una dubitativa ojiazul -¿Qué pasa? –Preguntó mientras veía confundida a Santana, quien solo miraba con atención aquella conversación. Pasaron varios minutos en los cuales la morena trató de descifrar sin mucho éxito el contenido de la llamada que sostenía Brittany ya que la

rubia solo respondía monosílabos y tratando de hacer el menor ruido posible. -¿Y qué pasó? –Preguntó directamente la abogada. –Vendrá a Manhattan en unos días y ¿sabes qué significa eso? –Preguntó la rubia con una sonrisa, la morena la miró extrañada. -¿Qué firmarán los papeles? –Dedujo Santana mientras cogía su portafolio dirigiéndose a la puerta junto a Brittany para retirarse. – Lo sé, pero ¿sabes que significará que ella firme los papeles? –Volvió a preguntar la ojiazul –No, no sé qué significa –Contestó con cansancio la abogada –Que estaré soltera para ti – Dijo Brittany con obviedad y alegría. –Sueñas demasiado –Contestó la latina divertida mientras cerraba la puerta de su oficina para retirarse de un largo día. Flashback 3er año de preparatoria. La noche estaba seca, triste, con las estrellas ocultas tras las nubes, totalmente deprimente pero ahí se encontraba Rachel Berry encaminada hacia el campo de Football de Mckinley High, con sus sueños y esperanzas en una bandeja que podía ser desechada en cualquier momento, ya sea por Finn o en el peor de los casos por Santana. Había estado dándole miles de vueltas a sus pensamientos y había llegado a una conclusión, a un “arreglo” que no lastimaría a nadie, por lo menos desde su punto de vista. -¿Qué diablos haces acá? –Una sorprendida Santana salía de la oscuridad de las gradas del campo de football. Rachel se quedó sorprendida por varios segundos, ella había recibido una nota de Santana, incluso tenía su fragancia. Entonces porqué la recibía de esa manera. -Tú me citaste, dejaste una nota en mi casillero pidiendo que te viera esta noche –Explicaba la pequeña castaña confundida -¿No lo recuerdas? –Nunca dejé ninguna nota en tu casillero, nunca dejaría nada en tu

casillero –Refutó la morena sin comprender lo que sucedía. Santana miraba de pies a cabeza a la persona frente a ella, no entendía la presencia de Rachel ahí, por el contrario, ella estaba esperando a otra persona. En ese momento la latina entendió lo que sucedía, entendió quien estaba detrás de esa “trampa”. Finn Hudson. -Bueno como sea, lo importante es que por algún motivo estoy aquí, contigo, y no pienso desaprovechar esta oportunidad –Dijo una decidida Rachel Berry. –Shhhh!, no hables tan fuerte –Ordenó la morena mirando hacia todos lados, esperando ver a Hudson por algún lugar –Debemos irnos de acá – Dijo con temor mientras tomaba la mano de la castaña, inmediatamente la soltó –Mejor dicho, debo irme de acá, ya que la persona a la que esperaba no parece venir –Aclaró guardando la compostura. -¿A quién esperabas? –Preguntó con fastidio la judía –Sea quien sea, prefirió que yo viniera –Aumentó, la latina seguía buscando alguna señal de Finn pero parecía que a fin de cuentas, sí estaba a solas con la diva. –Eso no importa, además ya me voy –Dijo la porrista de manera cortante, la judía tomó con fuerza su muñeca evitando que dejara el lugar. –Realmente quiero hablar contigo –Susurró la castaña mientras disminuía la fuerza del agarre. –Tienes 5 minutos –Contestó la latina mientras cruzaba sus brazos a la defensiva. –Santana, después de lo que pasó en tu casa, yo… quería pedirte disculpas, no debí besarte –Decía Rachel con inseguridad, con temor y a la vez comodidad. –Claro que no debiste, pero lo hiciste –Respondió la morena con fastidio ante el arrepentimiento de la castaña. –Exacto, lo hice y a pesar de que sé que fue incorrecto hacerlo, lo volvería hacer porque fue algo… mágico –Continuó la diva con un temblor en sus palabras, Santana no esperaba eso. -¿Qué tratas de decir con eso? –Preguntó la latina con suavidad.

–No lo sé, solo sé que fue algo especial y sé que tú también lo sentiste, no lo puedes negar –Dijo la cantante mientras apuntaba con su dedo índice a la morena. –Se sintió bien … -Susurraba Santana algo descolocada por lo sucedido – Pero … -Dudaba- Pero, no fue nada más que un beso, un beso que no recuerdo bien por el alcohol en mi sangre –La morena había regresado a su postura a la defensiva. –Entonces deja que te refresque un poco la memoria –Arremetió la castaña tomando con fuerza el rostro de la morena para juntar ferozmente sus labios. Rachel no era de la clase de chicas atrevidas, nunca lo había sido con algún chico y mucho menos se imaginaba de esa manera con una chica; pero Santana era diferente, la castaña sabía que muchas veces era mejor seguir sus impulsos, ya que fueron ellos los que lograron que Rachel besara a la morena por primera vez. La castaña sentía que en la segunda vez tampoco fallarían. La morena no cedió tan fácilmente a aquel beso, pero con el pasar de los segundos, dejó de luchar contra algo que ella deseaba con la misma locura. Poco a poco, relajó sus brazos y en un rápido acto tomó a Rachel de la cintura para profundizar el beso. -No estoy interesada en las chicas –Susurró la morena con los ojos cerrados mientras juntaba su frente a la de la pequeña judía, quien tenía sus brazos alrededor del cuello de la latina después de varios minutos de un gran beso. –Yo tampoco lo estoy –Contestó con diversión la diva antes de estirarse para depositar un tierno beso en los labios de la morena, esta solo sonrió. –Lo digo de verdad, no me imagino con una chica –Dijo con un poco más de seriedad –Además tú sigues con Finn –Recordó la Cheerio. –Podemos empezar siendo amigas con derechos –Propuso la castaña rozando su nariz con la de Santana –Y por Finn, no te preocupes, le diré lo que sucedió –Dijo con una pequeña sonrisa antes de volver a lanzarse a los labios de la latina. Este beso fue más atrevido que el anterior, Santana tomó a la castaña por

las caderas atrayéndola con más pasión hacia su cuerpo mientras la diva sonreía sobre los labios de la morena antes de enredar sus dedos a su oscura cabellera. Nuevamente habían fuegos artificiales en la mente de Rachel. -Y esto es lo que hace su hija cuando nadie la ve – Un tétrico y frío Finn Hudson tenía la luz de una linterna sobre el par de chicas quienes no sabían como reaccionar. La mirada del quarterback estaba totalmente oscurecida por los celos, la rabia, el dolor; pero más dolida aún se veía la mirada de su acompañante, un hombre de piel canela, alto y fornido vistiendo una bata blanca. El médico cirujano Santiago López, sentía que su corazón se encogía al ver a su hija en tal situación. -Papá… -Dijo la morena soltando a Rachel Berry. Fin del Flashback. LAS ENSEÑANZAS DE LA VIDA -¡Pierce! –Gritó con fiereza una adulta mujer con el cabello canoso ¿En algún momento traerás tu cabeza a esta clase o estás esperando una invitación? –Ironizó aquella mujer que respondía al nombre de Tracie Jackson, la maestra de danza clásica en la Escuela de Juilliard, quien miraba con enfado como Brittany había errado por segunda vez en su coreografía. –Lo siento, no volverá a pasar –Se disculpó la rubia tragando un poco de saliva al sentir los cuantiosos ojos de la iluminada sala sobre ella. –Claro que no volverá a pasar, porque al próximo error, serás excluida de mi impecable coreografía, mis enseñanzas están hechas para la excelencia, no puedo aceptar mediocridad –Sentenció con dureza la presumida maestra haciendo que un nudo se afianzara en la garganta de la joven rubia. –Nadie es perfecto –Respondió la bailarina con fastidio en su tono. Un incómodo silencio reinó aquel salón de baile, todos mantenían su desmesurado asombro en un perfil bajo. Era bien sabido que una de las silenciosas reglas de oro en Juilliard era NUNCA cuestionar lo que alguno de los prestigiosos maestros dijese, por más hiriente que lo dicho fuera.

-Tienes razón, nadie es perfecto, y tú mucho menos aún –Dijo con una ligera satisfacción la mujer al ver que la rubia agachaba la cabeza ¡Vamos! ¡Desde el comienzo! La rubia estaba teniendo uno de esos días grises en los que todo parecía ir en su contra. Primero –por algún paranormal motivo –no había encontrado agua caliente para ducharse; segundo, su atractivo Chevy se había quedado sin gasolina –nuevamente por un motivo desconocido; tercero, no podía lograr concentrarse de lleno en su clase de danza clásica, lo que ocasionaba que los dolorosos ataques de Tracie “necesitovacaciones- porque- todos- son- mediocres” Jackson sean dirigidos plenamente hacia ella, haciendo que su pujante deseo de algún día ser una renombrada bailarina se desintegre a pedazos. Era un mal día que, lamentablemente, aún estaba empezando y del cual rubia tenía conciencia que estaba por empeorar en unas horas. En unas horas, su no muy lejano pasado -conocido también como Claire Hamilton- , pisaría Manhattan y, a diferencia de la última vez, no sería para jurarse amor eterno, sino, para dar por terminado lo que la rubia podía llamar “su más larga relación” - ¡Brittany! ¡Vamos muñeca, concéntrate! –Esta era una voz ronca y muy varonil, y el lugar ya no era ninguno de los salones de Juilliard, este era el club nocturno “Insomniac” al mediodía. –Lo lamento Brad, ¿podemos reiniciar? –La rubia sentía menos presión en los ensayos dentro de su recinto de trabajo que en las prácticas de Juilliard. Acá Brittany era la estrella, la dueña del escenario, y ni siquiera Brad, su jefe, tenía la capacidad para corregirla. –Llevamos reiniciando la canción 3 veces –Dijo el hombre musculoso de prominente barba -¿Qué pasa hoy? Te veo muy desenfocada –Aseveró mientras le acercaba a la rubia una botella de agua. –Es solo el estrés de Juilliard y el divorcio –Contestó con cansancio la bailarina mientras le daba un sorbo a su botella. –Apuesto que si te hubieras casado conmigo no tendrías estos problemas –Bromeó el hombre tratando de levantar el ánimo de su empleada –Hoy la casa estará llena así que te necesito en tus 5 sentidos, pequeña –Dijo pasando una de sus toscas manos por el hombro de la rubia en señal de apoyo -¡Vamos! ¡Se acabó el descanso! –Vociferó Brad para llamar la

atención del resto del cuerpo de baile que acompañaba a Brittany. Tal vez parte de lo que su jefe había dicho era cierto: Si no se hubiera casado no tendría esos problemas. La rubia continuó con el ensayo lo mejor que sus capacidades físicas y emocionales se lo permitían en el momento, al parecer, Brad seguía un tanto disconforme pero a fin de cuentas, el público que albergaba el club no eran precisamente críticos de arte, sino más bien, críticos de “carne”. -¿Aló? ¿C-Claire? –Preguntó la rubia al contestar la llamada entrante en su celular mientras terminaba de vestirse en los camerinos del club nocturno. –Hola Brittany, acabo de llegar al aeropuerto, ¿vendrías por mí, por favor? –Contestó la mujer tras la línea. La rubia sintió que su cuerpo se descompensó ante la petición y por alguna razón un estorboso nudo se había adueñado de su garganta. Esas no eran buenas señales. -Claro… -Aceptó la rubia con inseguridad –Paso por ti en 30 minutos, te veo luego –la llamada se cortó. Si con los gritos de Tracie Jackson, Brittany había sentido que su día no podía ser peor; con la llamada de su aún esposa, la rubia había sentido que prefería volver arrodillada ante la bruja de Tracie Jackson a rogarle que la siga insultando. *** La abogada Santana López se hallaba leyendo por 5ta vez el contrato de separación del matrimonio Pierce – Hamilton , quería tener la certeza de que todas las cláusulas estuvieran bien estipuladas y –principalmente –a favor de su patrocinada; y al parecer la licenciada había hecho un estupendo trabajo, ya que había logrado que la rubia se convierta en la propietaria del apartamento que la pareja había compartido en su momento, al igual que con la pequeña cabaña al sur de la ciudad que ambas habían comprado para vacacionar, todo eso sumado a la patria potestad del pequeño y robusto Lord Tubbington que la futura ex pareja había adquirido como mascota. Santana no amaba su profesión, pero sí que era una fiera en lo que hacía. La morena miraba alternadamente el reloj de su computador, la junta

definitiva se llevaría a cabo a las 4:00 p.m, aún faltaban unas cuantas horas pero la latina no quería tener ningún contratiempo con alguna de las dos partes. Pero, a pesar de que la morena quería concentrarse plenamente en su trabajo, parte de ella se preguntaba por un incierto futuro, ¿Qué pasaría con Brittany? ¿Aún la vería? Eran más que nada preguntas que prefería no responder, ya que sabía de antemano que -mientras ella pudiera- evitaría cualquier acercamiento de la rubia. Santana no estaba en condiciones de mantener algún tipo de relación sentimental, ni con Brittany, ni con nadie. *** El viento de aquella temprana tarde neoyorquina hacía que los negros cabellos de Claire Hamilton bailaran graciosamente sobre la blanca piel de su rostro. Desde una prudente distancia Brittany veía el espectáculo que protagonizaban las pequeñas ondas que se formaban en las puntas del cabello negro de su esposa; era la primera vez que la veía en muchos meses y antes de hablar con ella, quería observarla y notar algún cambio, no encontró nada más que unos kilos menos y un maquillaje mucho más pronunciado en aquella mujer. -¿Brittany? –La pelinegra había notado la presencia de la rubia después de varios minutos -¿Hace cuánto llegaste? –Preguntó la mujer por condescendencia. –Hace poco tiempo –Contestó la bailarina con un hilo de voz -¿cómo estuvo el viaje? –Preguntó para tratar inútilmente de romper la tensión. –Solo fueron un par de horas, aunque ya se me había quitado la costumbre de viajar tan seguido a Manhattan –Esa fue una indirecta que hasta Brittany había entendido. –No te preocupes, ya no tendrás necesidad de volver a Manhattan – Respondió la rubia un tanto decepcionada –Deberías ir a tu hotel o a algún lugar para que hagas lo que necesites, aún quedan 2 horas para tener que ir al despacho de la abogada –Sugirió la ojiazul metiendo sus manos a los bolsillos. -¿No puedo ir a cambiarme a nuestro apartamento? –Preguntó curiosamente la pelinegra, la rubia solo se encogió de hombros.

–Si quieres, pero te advierto que todo está hecho un desastre – Argumentó la bailarina. –Estoy acostumbrada a tus desastres, vamos – Ordenó la mujer mientras cargaba sus maletas en dirección al estacionamiento. El viaje fue un tanto incómodo, la rubia había recordado las múltiples ocasiones en las cuales se habían encontrado en la misma posición: Ella al volante, Claire de copiloto; recordó las muchas veces en las que habían detenido abruptamente el auto solamente para besarse u otras cosas. La sensación no cambió al llegar a la calle en la que su apartamento se ubicaba, los recuerdos llegaron a montones al ver a Claire bajar del auto y dirigirse a la puerta esperando a que la bailarina la abriese, y todo se multiplicó al ver nuevamente a la pelinegra pisando el living de aquel apartamento, tal y cual lo había hecho ciento de veces. -Sí que está hecho un desastre –Acotó Claire con diversión al ver el desorden que reinaba el recinto. –No tengo mucho tiempo para la limpieza, Juilliard me tiene de cabeza – Respondió la rubia –Parece que Lord Tubbington te ha extrañado –Dijo con ternura al ver como instintivamente el gato se había acercado a la mujer acariciando la tela de sus jeans. –Yo también había echado de menos todo esto – Confesó la pelinegra mientras cargaba a su mascota y miraba a Brittany con timidez, esta solo agachó su cabeza. –Deberías ir a descansar un poco, tenemos que estar a las 4 en Morrison y Asociados –Aconsejó la bailarina para evitar algún tema no deseado. –Tienes razón –Resopló Claire bajando al gato -¿Puedo ducharme en nuestra recámara o tengo que ir a la de huéspedes? –Preguntó con sarcasmo la chica de Bronx. –Donde te sientas más cómoda –Contestó Brittany para terminar con esa conversación de una buena vez. Como era de esperarse, Claire había terminado optando por el baño de su ex – recámara matrimonial, sabía que eso incomodaría a Brittany pero una parte de su ser necesitaba estar en ese lugar, aunque sea por última vez. La rubia, efectivamente, se encontraba sumamente incómoda con la sensación de su ex, desnuda, en la ducha que tantas veces habían

compartido juntas. Simplemente era demasiado para ella. Asegurándose de que Claire no lo notara, la bailarina había entrado a la habitación, sin ningún oscuro propósito, solamente con la finalidad de sentir lo mismo de antes. Brittany vio sobre la cama el conjunto que su ex usaría para el evento de aquella tarde, sutilmente elegante como siempre. “But don’t you remember?, don’t you remember, the reason you loved me before, baby please remember me once more” Todos los sentidos de Brittany se despertaron al escuchar la desafinada y poco prodigiosa voz de su esposa en la ducha, y entonces se percató de 2 detalles. 1ro. La pelinegra cantaba esa canción intencionalmente, al menos la letra era demasiado ¿adecuada? como para ser una simple casualidad. 2do. Claire cantaba la misma canción que la rubia había escuchado cantar a Santana en aquel video de su ex escuela. Inmediatamente Brittany sonrió al imaginarse despertando a diario mientras escuchaba la voz de cierta latina en esa ducha. Pensar en Santana había logrado que la rubia se diera cuenta de algo que, inconscientemente, había estado tratando de evitar. Los recuerdos podían gritarle a Brittany que su hogar era también el hogar de Claire, pero la realidad era que, aquella casa ya no era más un hogar; no mientras Claire siguiera en ella. *** El reloj marcaba las 3:55 de la tarde y eso le indicaba a Santana que en cualquier momento Ralph anunciaría la llegada de Brittany junto a su flamante futura ex – esposa. -Licenciada, las señoras Pierce y Hamilton acaban de llegar, ¿las hago pasar? –La voz de Ralph St.James se hacía presente ante la latina. El momento había llegado. -Hágalas pasar –Ordenó la latina. Brittany fue la primera en ingresar a aquella sala de juntas donde se llevaría a cabo la reunión, la rubia le dio una débil sonrisa a Santana quien percibió la tristeza en aquellos ojos azules; pocos segundos después

apareció tras de la ojiazul, la muy mencionada Claire Hamilton, quien lanzó un áspero “buenas tardes”, la morena respondió con formalidad. Después de una forzada presentación y la explicación de los términos en los cuales se llevaría a cabo el divorcio, la licenciada empezó con la parte más difícil en todos los divorcios de “mutuo acuerdo”. -Bueno si no hay ninguna duda, lo único que tendrían que hacer sería firmar estos papeles y escribir sus iniciales en estos otros para que el matrimonio quede oficialmente disuelto –Recitó Santana con seriedad mientras notaba el nerviosismo en ambas partes. Brittany sintió su pecho encogerse al ver la facilidad con la que su matrimonio estaba a punto de acabar mientras Claire veía todo como si fuera una muy mala broma del destino. -¿Desean unos minutos a solas antes de proseguir? –Ofreció la morena después de varios minutos de silencio, la pelinegra asintió –Vuelvo en 5 minutos –Dijo Santana saliendo de la sala. La bailarina estaba totalmente perdida en sus pensamientos cuando sintió la tibia piel de la mano de la otra mujer sobre la suya propia. -¿Aún estás segura de esto? –Preguntó la pelinegra con suavidad, la respuesta parecía que nunca llegaría. –Sí, esto es lo mejor –Susurró Brittany mirando a la mujer -¿tú estás segura? –También lo estoy, pero quería que supieras que siempre te amaré, siempre –Admitió la mujer de ojos verdes causando un mar de sensaciones en la rubia –Pero también quiero que seas feliz y sé que yo no podré hacer eso, no ahora. –Eres una gran mujer –Confesó Brittany tomando la otra mano de la pelinegra –Te tendré siempre en mi corazón, para toda la vida –Respondió con una sonrisa antes de lanzarse a abrazar a la ojiverde. –Me gusta que estemos rompiendo la tensión –Susurró Claire disfrutando del abrazo de Brittany –Pero, esto está sonando como una despedida y no me gusta –Dijo con una risa mientras secaba una intrusa lágrima que había resbalado por su mejilla. -¿Aún nos veremos? –Preguntó confundida la rubia al separarse un poco de la mujer.

–Claro que sí, tengo que asegurarme que le dejes de dar de comer tanto a Lord Tubbington, cada vez veo a ese gato más hinchado, además que tu mamá aún me debe varios regalos de cumpleaños –Afirmó con diversión la pelinegra mientras peinaba el flequillo de la rubia tiernamente. –No olvides que te debe los de navidad también –Respondió Brittany entre suaves risas de esperanza. –Los de navidad también –Rectificó la mujer con un sonrisa –Pero dime una cosa ¿tu abogada es soltera o no? Eso ayudaría mucho a mi estadía en Manhattan –Inmediatamente Brittany borró su sonrisa. –Ni se te ocurra –Sentenció la rubia a la defensiva, Claire la miró sorprendida pero sin tener tiempo de preguntar más al ver que Santana regresaba a la sala. -¿Están listas ahora? –Preguntó cautelosamente la abogada, ambas partes asintieron con tranquilidad. El tiempo que le restó a la junta no fue más de 15 minutos, ambas mujeres estaban mucho más cómodas al saber que tomaban la decisión correcta, aunque la nostalgia aún las embargaba y tal vez, lo haría toda la vida. -Esta era la última firma y puedo anunciarles que se encuentran oficialmente divorciadas –Dijo Santana tratando de tener algo de tacto en sus palabras. Todo había acabado para el matrimonio Pierce – Hamilton. Ambas mujeres se despidieron de Santana cortésmente, esta solo correspondió lo mejor que pudo. -Finalmente divorciadas –Reafirmó Claire al salir de aquel despacho, Britt mantuvo el silencio -¿Quieres ir por un café antes de que regrese a Bronx? –Ofreció la pelinegra. –Umm… Tengo que hablar de algo con la licenciada sobre su salario –Dijo la rubia, realmente quería ir a ver a Santana pero no precisamente por dinero. -¡Oh! Claro, el salario –Claire sonrió pícaramente –Bueno ya me voy, espero verte pronto y no te olvides de mandarme un regalo por mi

cumpleaños –Recordó la mujer. –El 31 de octubre nunca se me olvidaría –Soltó con una carcajada la rubia. –Exacto –La pelinegra devolvió la risa –Te voy a extrañar mucho y suerte con tu abogada –Se despidió la mujer con un ligero abrazo a la rubia. –Hasta pronto Claire –Dijo Brittany al verla alejarse lentamente. Si de algo estaba segura la rubia bailarina, era que siempre extrañaría a aquella mujer. *** -Pensé que te habías ido –Dijo Santana extrañada al ver entrar a Brittany a la sala de juntas en la que aún se encontraba -¿cómo te encuentras después de… de esto? –Preguntó tímidamente la abogada mientras la rubia tomaba asiento en la silla continua a la suya. –Estoy bien pero se siente algo raro –Confesó la bailarina mientras Santana se confundía –Sé que solo fueron unos papeles firmados, pero se siente extraño, se siente como si ya no estuviera atada a alguien, es raro –Repitió Brittany encogiéndose de hombros. -¿Sigues sintiendo que fue lo correcto? –Se atrevió a preguntar la morena. –Yo siento que sí, pero nunca lo sabré a ciencia cierta –Agregó con tristeza la rubia. –Sí quieres una tercera opinión, tú y ella, no lo sé… -La morena acarició su sien buscando las palabras correctas -No hacían una bonita pareja, al menos visualmente no se veían bien juntas, no encajaban juntas –Decía la abogada captando la atención la bailarina –Y ya sabes lo que dicen, una pareja que no combina por fuera, tampoco lo hará por dentro –Completó Santana con simpleza. -¿Entonces dices que si dos personas no se ven bien por fuera, no serán una buena pareja? –Preguntó Brittany con una gran sonrisa y sus ojos entrecerrados, la latina asintió -¿Podrías ponerte de pie, por favor? – Preguntó la rubia sin un aparente sentido. –No, cada vez que estoy de pie, tú intentas algo indebido –Negó la

morena cruzando sus brazos, la rubia soltó una risa. -¡Vamos! Prometo no hacer nada malo –Rogó la bailarina jalando la mano de la abogada que terminó por ceder –Ven, sígueme –Dijo caminando hacia el medio de la sala donde había un gran espejo de centro –Mira al espejo –Ordenó la rubia parándose atrás de Santana. –No entiendo –Confesó la morena. –Dijiste que cuando una pareja se ve bien por fuera, también lo será por dentro –Mencionó la rubia –Y tú y yo parecemos estar sacadas de una misma línea de Barbies, parecemos hechas la una para la otra. Eso era cierto, la rubia y la morena, eran una combinación hecha por los mismo ángeles, cada centímetro en Brittany encajaba a la perfección con Santana. -Brittany, no sigas por favor –Pidió la latina con incomodidad tratando de regresar a su sillón. -Finalmente estoy soltera, y tú ya no eres mi abogada –Recordó la rubia con rapidez mientras tomaba de ambos brazos a Santana -Estamos libres. –Técnicamente aún soy tu abogada hasta que pagues mi última comisión –La latina mató el ambiente romántico que la rubia intentaba crear, esta solo sonrió mientras soltaba a la morena. –Prometiste salir conmigo cuando me divorciara, ahora estoy divorciada – Aclaró la rubia tomando de nueva cuenta a Santana, pero esta vez por ambas manos –Como buena abogada deberías cumplir tu palabra. –Lo siento, pero yo nunca prometí salir contigo –Dijo la latina mientras se soltaba de las manos blancas de Brittany –Fuiste tú quien se dijo que sí, yo no fui –Agregó la abogada mientras la rubia agachaba su cabeza con una genuina tristeza –Hey no te pongas así –Pidió la morena, no soportaba ver los ojos de aquella mujer oscurecerse por una pena. –No te preocupes –Susurró la rubia decepcionada –Solo quería decirte que fue un enorme gusto conocerte –Confesó la bailarina con su mirada en la punta de sus zapatos. –Creo que, a pesar de todo, puedo decir lo mismo –Respondió la latina con lástima al ver a la ojiazul.

–Bueno, espero algún día saber nuevamente sobre ti –Dijo una derrotada Brittany –haré la transferencia de tu pago a tu cuenta en unos días –La rubia no sabía como continuar. –Por supuesto –Santana tampoco sabía que más decir –mmm … Ya sabes, si en algún momento necesitas otro divorcio, solo llámame –Esa fue una terrible broma. “Eres una estúpida Santana” Se reprochó la latina mentalmente. -Claro… -Resopló la bailarina con una débil sonrisa –Hasta luego Santana –Se despidió dándose media vuelta para dirigirse a la puerta. Santana sentía un mar de contradicciones crecer en su interior, pero había un hecho que pesaba más que cualquier otro de sus pensamientos: No podía lastimar a esa chica/mujer, ya lo había hecho antes y se había sentido como una escoria, por lo tanto no quería volver a repetir aquel sentimiento de vacío que le provocaba ver herida a esa bailarina. No podía lastimarla. No quería lastimarla. -Brittany… -La latina había caminado lo suficiente como para tomar el brazo de la rubia que estaba a punto de salir de la sala de juntas. -¿Pasa algo? –Preguntó la mujer de ojos tristes, Santana sentía que se perdería en la pesadez que cargaba esa mirada. –Mmm… Estaba pensando que… -La morena no quería dar a entender más de lo que buscaba –Tal vez, podríamos salir a festejar –La rubia la miró confundida –Me refiero a que, fuiste mi primer caso y eso merece una celebración , ¿no lo crees? –Explicó la abogada. -¿Me estás invitando a salir? – Preguntó Brittany alzando sus cejas con expectación. –No es un cita, sino es una salida de amigos, porque pensé en salir también con Ralph, él es parte de mi equipo –Aclaró la licenciada –Tú también puedes traer amigos –Agregó la morena. –Sí, me parece bien –Afirmó la rubia sin poder creer lo que sucedía.

-¿El sábado por la noche? ¿Ese día no trabajas en el club, no? –Agendaba la morena. –El sábado es perfecto –Confirmó la emocionada bailarina. –Genial –Dijo Santana con una sonrisa al ver el color casi celeste que adoptaban los ojos de la feliz rubia –Me quedaría a hablar pero tengo una junta a la que asistir y bueno, hasta el sábado –Se despidió simpáticamente la morena. –Hasta el sábado será –Dijo una soñadora rubia con una sonrisa sincera y un ademán con la mano correspondido por la latina. Tal vez aún ni siquiera sabían a donde ir, tal vez Ralph ni siquiera querrían salir con ella, pero independientemente de todo, la latina estaba orgullosa y segura. Por primera vez en mucho tiempo, había sido capaz de hacer feliz a alguien. *** Brittany había pronosticado aquel día que transcurría, como uno de los más grandes días grises en su vida, pero conforme había avanzada había llegado a dos conclusiones: 1. Cada historia que se acaba, es el comienzo de una nueva. 2. Las despedidas definitivas no existían en la vida, todo era un constante “hasta luego”, ni siquiera existían en la muerte. Simplemente no existían, o al menos eso ero lo que había aprendido de Claire y Santana. UN MUNDO COLOR ROSA -¡Tubbs! –Gritó Brittany acercándose a la cama de su gato –Hora de despertar, hoy será un gran día –Predecía la rubia sobando la panza del animal adormilado. –Meow… -Maulló perezosamente Lord Tubbington. -¡Vamos Lord Tubbington! Hoy es sábado, el mejor día de la semana, dame más emoción –Le decía la rubia a su mascota, tal vez, esperando que este le

respondiese. -¡Meow! –Maulló con fuerza y emoción causando que Brittany sonriera abiertamente, acariciando una vez más su hinchada panza. Tal vez Lord Tubbington también sentía y entendía aquella desmesurada emoción que su dueña propagaba por aquel específico día sábado. Prácticamente, la rubia llevaba sin dormir – o durmiendo muy poco –desde la última vez que había hablado con Santana, que había sido hacía 2 días en el cual la morena había confirmado su asistencia y la de su secretario, Ralph. Aún no tenían pensado un lugar al cual ir, así que como último acuerdo la rubia propuso dejar el lugar en sus manos. En todas esas horas de desvelo, la rubia había hecho una gran lista de lugares a los cuales quisiera llevar a Santana –y a su secretario – y después de más de cien opciones, entre ellas la Torre Eiffel y la luna, Brittany había encontrado el lugar perfecto para darle una sorpresa a la latina. El lugar perfecto para poder dejar de lado a Santana “la abogada” y poder conocer simplemente a Santana. *** Santana estaba despierta pero aún envuelta en los cobertores de su cama, intentando volver a dormir, pero su propio organismo rechazaba cualquiera de sus intentos, ya era inútil seguir tratando de adormecer sus sentidos, pero más que no tener sueño, era que la latina no podía dormir. No podía dormir porque seguía sintiendo esos nervios que la atacaban desde que acordó salir con Brittany, aunque los nervios no eran por el miedo a decepcionarla, sino porque algo pudiera salir mal en ese encuentro. Aún recordaba la última vez que la latina había aceptado salir con una chica –hacía más de 3 años- todo había sido un desastre en el que terminó semidesnuda en una estación de policías. Desde ese momento dejó de aceptar citas formales con cualquier persona, aunque lo de Brittany no era algo formal, ni siquiera era una cita, era solo una pequeña salida en el que Ralph también estaba incluido. A pesar de todos sus argumentos y contra argumentos, ya había confirmado su presencia y para lo morena cancelar era algo sumamente grosero, así que, no había marcha atrás.

*** El almuerzo había sido totalmente insípido para Brittany. Nada era posible de masticar o digerir cuando llevas tantas dosis de energía natural corriendo por todas tus venas. La rubia se sentía como un niño, demasiado emocionada por algo tan simple como una salida, no sabía que sucedería, no tenía intenciones de precipitarse pero habían momentos en los que su mente dejaba de dominar sus acciones y cometía alguna locura; tenía miedo de arruinar aquella amistad tan frágil que había construido con la morena, tenía miedo de dejarse llevar demasiado y terminar lastimándola y lastimándose a sí misma al ser rechazada. “Esta noche, nada de alcohol” Se repitió mentalmente mientras evaluaba los posibles problemas que podrían ocurrir, además que ella se había ofrecido a recoger a Santana y su secretario en el departamento de la primera, ya que al fin y al cabo, el destino al cual irían era un misterio para los dos abogados, solo la rubia sabía lo que tenía en mente. La tarde empezaba a caer y la rubia emprendió la tarea más difícil antes de encontrarse con Santana, elegir el atuendo adecuado. No quería verse demasiado atrevida, pero tampoco demasiado relajada, mucho menos quería verse recatada; quería verse perfecta para la morena, deseaba que al verla la abogada soltara una gran “wow” y no quisiera dejarla ir jamás; tal vez deseaba más de lo que realmente sucedería pero soñar se sentía hermoso. Después de pasar toda la tarde frente al espejo de su armario probando cada una de las combinaciones posibles, decidió vestir unos shorts que dejaban al descubierto sus largas y estilizadas piernas que gritaban al mundo entero“Estudio danza en Juilliard” más una blusa holgada a rayas azules que dejaba uno de sus hombros al aire sumado a los sutiles accesorios que adornaban su cuello, orejas y muñecas. Parecía ser que había encontrado el estilo perfecto. *** Santana había pasado la mayor parte del día creando en su cabeza mil maneras en las que aquella salida podría acabar mal; había imaginado que Claire aparecía repentinamente, también que Ralph y Brittany la ignoraban totalmente, otras en las que descubría que Brittany era una asesina serial o que Ralph las intentaba secuestrar a ambas, incluso pensó en que podría volver a terminar semidesnuda en alguna patrulla policial.

Realmente había pensado en cualquier tipo de finales bizarros para aquel encuentro. La noche empezaba a asomarse y ella aún seguía en pijamas. Rápidamente tomó una ducha que la ayudó a aumentar más posibilidades a aquella lista de finales telenovelescos de su salida junto a Brittany y Ralph. Si Santana conocía algo a la perfección, era su estilo de vestir, siempre sabía que usar para impresionar hasta al más rudo crítico; así que elegir las prendas que usaría esa noche no había sido nada complicado. *** La hora pactada había llegado después de tantas horas que Brittany había sentido como un suplicio, eran las 10:00 de la noche y era el momento de partir hacia el departamento de la morena. Se miró rápidamente en el espejo asegurándose de que el maquillaje siguiera intacto y revisó que su cartera tuviera todo lo necesario en caso de una emergencia. Sin más demoras, emprendió camino hacia la calle Grand Street de Manhattan, manejó con algo de prisa al ver que los minutos corrían de manera sobrenatural. Sin darse cuenta se encontraba frente al edificio Buffay, echó un rápido vistazo hacia los departamentos, notando las luces del hogar de la morena encendidas. La rubia tomó un profundo de respiro y le mandó un mensaje a Santana, avisando su llegada. *** “Estoy frente a tu edificio” Brittany. Repentinamente la abogada sintió que el atuendo que usaba era incorrecto, que el maquillaje estaba demasiado cargado y que todo en ella estaba mal. -Jefa, tranquila… se ve bien –Confesó Ralph desde el sofá de la morena al ver la desesperada manera en la que esta se miraba al espejo. –Eso ya lo sé –Contestó una altiva Santana –Solo me estoy asegurando. –A Brittany le va a gustar de todas formas –Rió el castaño haciendo que la morena lo mirara inquisitivamente.

–Mejor párate, ya llegaron por nosotros –Dijo Santana cogiendo las llaves de su departamento. *** La rubia se encontraba recostada sobre la puerta izquierda de su automóvil, con sus manos inquietas y llenas de nerviosismo expresado en sudor. A lo lejos percibió la silueta de dos personas acercándose a la entrada del edificio, empezó a tragar saliva con desesperación, había olvidado todo lo que planeaba decir. Pero fue en el momento en el que vio a la latina que sintió explotar y desfallecer internamente. Tal vez sonaba como un cliché pero Brittany nunca había visto a alguien tan bella como Santana. La latina vestía un vestido negro corto y entallado, nada vulgar en lo absoluto, se veía elegantemente sensual. - Ho – Hola Santana –Saludó con nervios la rubia dejando un beso en la mejilla de la morena. –Hola Brittany –Dijo una sonriente Santana mientras trataba de no ser tan obvia al examinar de pies a cabeza a la rubia. “Wow” Pensó la latina después de pasar su mirada por las piernas, caderas, cintura, torso y rostro de la bailarina. -Hola Brittany, yo también estoy acá –Saludó con indignación Ralph, que no dejaba de ver como ambas mujeres estaban en su propio mundo. –Hola Ralph, no te vi –Se excusó inútilmente la rubia, el castaño rodó los ojos ya que él se encontraba junto a la morena ¿Cómo diablos no lo podían ver? El viaje en el auto de Brittany fue tranquilo e incluso divertido, hablaron de cosas sin mucho sentido e importancia, Santana ya no se sentía tan nerviosa, la rubia ya había controlado su respiración y Ralph empezaba a entender que sería ignorado durante toda la noche. La velocidad del automóvil empezó a disminuir al entrar a una calle sumamente iluminada por luces de neón, típicas de discotecas y bares. -Listo, llegamos –Dijo Brittany al estacionarse frente a un gran establecimiento con luces fluorescentes por doquier.

–Espera ¿Esto es un karaoke? –Preguntó la morena confundida, la rubia asintió -¿No encontraste un lugar mejor? –Preguntó con fastidio. –Te gustará –Expresó la rubia desabrochándose el cinturón de seguridad – Les gustará –Corrigió recordando que Ralph estaba con ellas. –No me gusta y no sé cantar –Aseveró la latina, Brittany solo rió ante semejante mentira. –Vamos jefa, será divertido –Agregó Ralph bajando del auto causando que la morena frunciera el ceño al ver a las otras dos personas fuera del auto. “Al menos tendré una excusa para irme más rápido” pensó la abogada. Desde que ingresó a la escuela de leyes de Columbia dejó de cantar, apenas cantaba Happy Birthday en los cumpleaños y los villancicos navideños eran cosa del pasado. En algún punto de su vida dejó de cantar porque solamente transformaba toda su pasión en puro dolor. Apenas pisó el lugar, Santana sintió un fuerte escalofrío recorrer toda su espalda, sabía que no era buena idea, pero rechazando sus pensamientos se sentó en una mesa junto a Brittany y Ralph. La rubia sabía que la morena estaba incómoda en ese lugar y sabía que también por eso, estaba tomando esa áspera actitud con ella y Ralph. Las horas pasaban y a pesar de los intentos de la bailarina por entablar una conversación decente con la abogada, ambas seguían totalmente desconectadas. Ralph no era tonto –por algo estaba estudiando leyes – así que no le era difícil saber lo que Brittany buscaba con su jefa, la manera en la que la miraba decía demasiado; en cambio Santana era más difícil de descifrar –por algo ella también había estudiado leyes – trataba de mostrarse indiferente pero la intranquilidad de sus manos decían que estaba nerviosa. “Nerviosa de estar cerca de Brittany” Pensó Ralph. El castaño notó la tensión que se creaba en el ambiente así que pensó que lo mejor era dejarlas por un momento solas, además él quería un poco de diversión y sabía que con alguna de esas dos eso nunca pasaría. -Voy a pedir algo a la barra ¿quieren algo? –Ofreció Ralph, ambas se negaron.

– ¿Por qué traes esa cara Santana? –Preguntó la rubia al ver que el castaño se alejaba. –No quería venir a este lugar –Dijo la morena bebiendo lo último de su vodka. – ¿No crees que es divertido ver como todos cantan y desafinan? –La rubia robó una sonrisa de la morena. –La verdad es que no me gusta ver como las personas lucen más patéticas de lo normal –Confesó la abogada. –En ese vestido no creo que puedas lucir patética de ninguna manera –A pesar de la oscuridad la rubia percibió las mejillas ruborizadas de la morena. –Realmente quisiera irme –Pidió Santana haciendo que la rubia bajara su cabeza –Pero puedes quedarte con Ralph, él se ve más animado. -¿Enserio quieres irte? –Preguntó la bailarina con tristeza. –Mañana tengo cosas que hacer y no quisiera desvelarme más, lo lamento – Explicó la abogada. Brittany la quería junto a ella, pero no quería forzarla, así que no podía obligarla a quedarse; aunque sabía que dejarla partir de ese Karaoke significa pocas posibilidades de volverla a ver. “¿Dónde está Santana López?, una persona especial nos pidió invitarla al escenario a cantar su canción favorita”. Santana quedó paralizada al escuchar su nombre retumbar en los parlantes de todo el establecimiento y más aún al escuchar que le pedían que cantara. Inmediatamente miró inmediatamente a Brittany, culpándola por lo que ocurría, la rubia negó al instante. Aunque era difícil de creer, ella no estaba detrás de eso. “Vamos Santana, la gente quiere escucharte cantar” La voz que ahora sonaba en los parlantes era conocida, la morena miró rápidamente al escenario y encontró al causante de todo, Ralph St.James incitando al público a gritar el nombre de la morena mientras la luz de un reflector la buscaba.

-Me voy de acá –Sentenció la morena, Brittany la tomó de la mano para detenerla. –No tengas miedo, anda, el público te aclama –Dijo la rubia con una sonrisa mientras el reflector caía en la cara de la morena que se ponía de pie. –No Brittany, no quiero hacer el ridículo –Aseveró la morena tratando de ocultar su rostro de la luz. –Entonces haremos el ridículo juntas –Sentenció Brittany poniéndose de pie junto a Santana. Después de muchas quejas en el camino, Brittany había conseguido llegar junto a Santana hasta el escenario donde se encontraba un muy divertido Ralph alzando una copa en la mano. -¿Qué canción nos cantarán? –Preguntó un hombre maduro de cabello gris, que parecía ser, era el animador del Karaoke. –Can’t take my eyes off of you de Lauren Hill –Dijo la rubia decidida aún con la morena de la mano. La música empezó a sonar y Santana empezó a temblar. -No quiero hacer esto –Susurró la latina al oído de Brittany quién solo le sonrió mientras soltaba su mano para tomar un micrófono. La rubia empezó con la primera parte, desde que conoció a Santana siempre había pensado en esa canción, pero nunca pensó que algún día podría cantársela. You're just too good to be true. /eres demasiado bueno para ser verdad Can't take my eyes off you. /no puedo dejar de mirarte You'd be like heaven to touch. I wanna /eres como un toque del cielo. quiero Hold you so much. At long last love has arrived. /tenerte por mucho tiempo. tanto como el amor que te tengo. And I thank God I'm alive. You're / y le agradezco a Dios estar viva. eres just too good to be true. Can't take my /demasiado bueno para ser verdad. no puedo dejar de eyes off you. /mirarte

Habían pasado tantos años en los cuales la morena no se encontraba frente a un micrófono y mucho menos ante un público. Sus manos sudaban como nunca y sentía que su garganta estaba totalmente seca. Pardon the way that I stare. There's nothing /perdona la forma en que te miro. pero else to compare. The sight of you leaves me /no hay nada que se le compare. mirarte weak. There are no words left to speak/ me debilita. no hay palabras que me expliquen. La morena entonó aquellas líneas de la canción con un nudo en la garganta, hacía tanto que no se sentía tan expuesta así que dejó de cantar y miró a Brittany pidiendo un escape, la rubia tomó nuevamente su mano y asintió lentamente animándola a seguir. But if you feel like I feel. Please let me know / pero si sientes lo que yo. por favor dejame that it's real. You're just too good to be true. / saber que esto es real. eres demasiado bueno para Can't take my eyes off you./ para ser verdad. No puedo dejar de mirarte. Al sentir la mano y la voz de Brittany junto a la suya, Santana sintió aquella confianza que creía haber perdido, sintió aquella pasión que en algún momento llenó su alma, nuevamente sintió que estaba en su hogar. I need you baby, and if it's quite all right, / te necesito nene, y es absolutamente correcto I need you baby to warm a lonely night. / te necesito nene para calentar una noche solitaria. I love you baby. Trust in me when I say: Oh pretty/ te amo , creeme cuando te lo digo: oh mi amor Brittany dejó de cantar solamente para escuchar y admirar a aquella mujer entregada al escenario y la canción, la rubia no sabía si llorar o que hacer al ver a Santana tan feliz como nunca antes. baby, don't bring me down I pray. Oh pretty / rezo para que no me dejes. oh mi amor baby, now that I found you, stay. And let me / ahora que te encontre quedate. y dejame love you, oh baby let me love you, oh baby..../ amarte, oh nene dejame amarte, oh mi amor...

La canción dio sus últimas notas al mismo tiempo que el público se ponía de pie gritando y aplaudiendo como si no existiera un mañana. El corazón de Santana estaba agitado, y sus pulsaciones aumentaban a cada minuto, esa era su vida, ese era su sueño. La morena giró y encontró a la persona que le había regresado esa seguridad que parecía ya extinta, Brittany, quien al cruzar su mirada con la de la morena se acercó con emoción. -Eso fue increíble Santana –Dijo la rubia totalmente anonadada por el suceso. Santana vio ese par de ojos azules y sinceros, y supo lo que tenía que hacer. -Tú eres increíble –Dijo Santana antes de tomar inesperadamente el rostro de la rubia entre sus manos para robarle un beso que nadie esperaba. La mente de Brittany no sabía cómo proceder al sentir los labios de la morena sobre los suyos. Estaban sobre el escenario, así que eso la ponía aún más nerviosa pero después de varios segundos sintió como la lengua de la morena rozaba sus labios, por instinto tomó con fuerza la cintura de Santana mientras abría su boca, dándole permiso a la lengua de la latina a recorrerla. Después de varios segundo en los cuales el cerebro de la rubia dejó de funcionar, Santana se separó mientras la bailarina seguía boquiabierta sin comprender nada. -Uhmm … Creo que Ralph está llamándome, ya vengo –Dijo torpemente la rubia mientras la latina sonreía aún sobre el escenario. Los minutos pasaron y la morena bajó del escenario encontrándose con mucha gente que la felicitaba, era una sensación única –como los labios de Brittany. Definitivamente nada podía arruinar esa noche. -Sabía que eras tú, reconocería esa voz en cualquier lugarTodos los sentidos de Santana se detuvieron al escuchar aquel timbre de voz, no era posible que eso estuviera sucediendo. No esa noche, no después de cantar. La morena giró lentamente para encontrarse con la más grande muestra de que su vida seguía apestando.

-Hola Santana, no esperaba encontrarte en este lugar-Dijo una voz varonil que la morena conocía a la perfección. –Yo tampoco esperaba verte Jesse St.James. Si Santana había aprendido algo aquella noche, era que nunca era bueno tratar de volver al pasado. Flashback 3er año de preparatoria. -¡¿Estás terminando conmigo?! ¡Yo debería terminar contigo! –Gritaba un exaltado Finn Hudson en la habitación de Rachel Berry. –Entonces termina conmigo Finn, hazlo –Ordenó la castaña –Porque ni siquiera te reconozco, no después de lo que hiciste. -¿Qué querías que hiciera si me querías ver la cara de tonto? ¡Tú me engañabas con Santana! –Gritó exasperadamente el quarterback. –Entonces ¿por qué no te vengaste de mí? Yo era tu novia, no Santana ¿Por qué le hiciste eso? –Reclamaba la diva decididamente. –Porque te amo, porque no sé qué diablos te ha hecho Santana, pero yo sé que ella tiene la culpa, porque quería seguir creyendo que tú nunca me lastimarías –Decía desesperadamente el grandulón soportando las lágrimas. –Lo siento Finn –Rachel bajó su tono de voz al ver a Finn llorar ***

-Deja de llamarme Berry, entiende que no quiero hablar contigo –Santana cortó por 5ta vez la llamada de Rachel. Desde lo sucedido en las gradas del campo de Football, las cosas no habían sido fáciles para la morena. Su papá apenas hablaba con ella, no podía sacarse a Rachel de encima y mucho menos podía sacarse todas esas mezclas de sentimientos que le provocaba esa insoportable diva. -Santana ¿puedo pasar? –El doctor López sonaba la puerta de la habitación de su hija.

–Claro… -Susurró tímidamente la morena -¿Qué pasa? – ¿No puedo hablar con mi hija? –Santana sonrió. –Hace días que no quieres hablar conmigo –Confesó la morena. –Lo siento, pero entiendo como estoy –Dijo el médico –Estuve pensando – Santana lo miró confundido –Creo que sería buena idea que pases un tiempo con tu mamá y tu hermano. La latina no podía creer que su papá quería deshacerse de ella de tal manera. –¡No! –Dijo con fiereza –No voy a irme –Sentenció Santana. –Solo será un tiempo –Explicaba Santiago tratando de tranquilizar a su hija –A todas las chicas de tu edad les gusta Londres. –No quiero irme –Decía la morena decidida -¿Tanto te molesta lo que pasó?. –No es que me moleste, es solo que con esto descubrí que no puedo criarte solo, te hace falta tu mamá, sus consejos y todo eso –Argumentaba el médico –Te quiero y quiero que estés bien. –Si me quisieras no me alejarías de ti –Dijo Santana rompiendo en llanto. *** Era una decisión ya hecha, Santana pasaría unos meses con su mamá y su hermano en Londres; en otra situación la morena hubiera dado lo que fuese por ir a Londres, pero en ese momento solamente se querían deshacer de ella. -Hey Santana –La última persona con la que la morena quería hablar era con Rachel. –Aléjate –Sentenció la latina siguiendo su camino. –No puedes evitarme eternamente –Dijo la castaña siguiéndole el paso. –Si eso me evita problemas, lo haré –Afirmó la latina sin verla a los ojos. –Quería decirte que terminé con Finn y estoy libre para ti –Confesó la diva

haciendo que el pecho de la morena doliera. –No debiste hacerlo –Susurró la latina confundiendo a la cantante –No quiero nada contigo, entiéndelo. –Si es por lo de tu papá, tengo un plan y sé que podría… -Me voy a Londres, con mi mamá y mi hermano, no voy a volver, no pienso volver, no quiero volver, tampoco quiero verte ¿Entendiste? –Interrumpió duramente Santana alejándose con rapidez de Rachel. Rachel quería llorar, sentía su corazón encogerse, pero sabía que no era el momento para derrotarse, tenía que pelear porque en el fondo sabía que Santana también sufría. La morena era terca, eso era bien sabido, pero Rachel podía serlo mucho más. Fin flashback.

TU FELICIDAD ES MI PRIORIDAD Ser un exitoso productor musical en la trajinada ciudad de Nueva York no era algo fácil de llevar, mucho menos lo era ser la cabeza de una de las más prósperas disqueras de los Estados Unidos; en esencia, trabajar en el mundo de la música no era nada sencillo. Cátedra de eso era lo que podía dar el afamado Jesse St.James, que con sus 27 años podía sentirse totalmente complacido de lo conseguido en el aspecto laboral y obviamente en lo personal ya que su matrimonio con Rachel Barbra Berry pasaba por su mejor época. Llegar a donde estaba le había requerido un sin fin de sacrificios –muchos por los cuales no se sentía nada orgulloso –pero principalmente había necesitado talento para escalar tanto en el negocio. Su sueño inicial había sido ser la estrella del show pero con el pasar de los años entendió que lo que realmente deseaba era ser el jefe, el mandamás, el big boss del show, deseaba ser él el que decidiera que era lo que se hacía o dejaba de hacer, él que decidía quien valía o quien no. Podía sonar crudo, pero con su aparente insensibilidad había conseguido llegar tan lejos. Con 27 años, St.James había perdido la cuenta de las veces en las que había hecho llorar a más de un centenar de personas diciéndoles

que no tenían talento, futuro o posibilidades de ser alguien en el negocio de la música y el teatro; sin embargo esta crudeza al hablar le había dado la suficiente experiencia para reconocer en un instante a una persona con un fuerte potencial de estrellato. Esa capacidad fue la que en un primer momento causó que dejara de prestarle atención al gran magnate y dueño de la cadena de Karaokes “Sparks” para enfocar sus 5 sentidos a un par de voces que hacían resonar el pequeño escenario del Karaoke – Bar ubicado en el centro de la concurrida Manhattan; pero pasados los segundos una de aquellas voces empezaba a extrañarle no solo por lo prodigiosa que era sino por los recuerdos de su adolescencia y juventud que empezaban a aflorar en su cabeza, cabe resaltar que no eran muy agradables recuerdos. Esa voz ronca y profunda, era de aquellas voces que nunca se podían olvidar. Una sonrisa incrédula se dibujó en Jesse al reconocer que aquella voz le pertenecía a Santana López. Sin tratar de sonar maleducado o desesperado, se despidió sorpresivamente de Philip Adams, el dueño del establecimiento y salió con prisa de la oficina ubicada en la parte superior del lugar con la finalidad de llegar al escenario y encontrarla. Su incredulidad creció al ver que efectivamente se trataba de Santana, habían pasado muchos años de la última vez en la que supo algo de la morena. *** Santana creía en el karma de una manera terrorífica, el tiempo le había enseñado que todo lo malo que se hacía siempre regresaba; pero encontrarse de aquella manera a Jesse St.James solamente le hacía preguntarse“¿Tantas cosas malas estoy pagando?” -¿Qué te trae por este lugar? –Preguntó Jesse mientras Santana miraba a todos lados esperando que todo fuera una mala broma -¿Te encuentras bien? –Preguntó al ver que la morena palidecía, esta asintió con rapidez soltando un fuerte respiro. –Vine con unos amigos –Contestó la latina contestando la primera pregunta ¿Tú… tú que haces acá? –Preguntó la morena por condescendencia. –Bueno, estaba terminando de cerrar un contrato con el dueño de este lugar, ahora soy el nuevo propietario de los karaokes Sparks –Anunció un presumido St.James –Serán el regalo para Rachel por nuestro aniversario.

“Rachel” Ese nombre retumbó en los oídos de la morena incrédula, “Aniversario” Esa palabra golpeó la cabeza de Santana con una fuerza insospechada. La latina sentía que le faltaba el aire y que pasar saliva era cada vez más doloroso, todo lo que sucedía le había caído como un frío balde de agua fría. -¿Aún siguen juntos? –Preguntó Santana fingiendo sorpresa aunque ella mejor que nadie sabía que así eran las cosas. –Por supuesto –Contestó el castaño soltando una pequeña carcajada –Mejor que nunca, cada año es mejor –Dijo con algo de veneno. –Felicidades –Respondió la morena secamente -¿Ha venido contigo? – Preguntó con algo de terror. Llevaban varios minutos hablando y aún no se le ocurría a Santana la posibilidad de que Rachel Berry estuviera cerca, porque si Jesse estaba ¿Por la castaña no estaría también? -Te acabo de decir que esto es un regalo para ella, es una sorpresa, Rach ama las sorpresas –Confesó el productor mientras la incomodidad de Santana aumentaba -¿Qué ha sido de tu vida? –Preguntó el castaño. La respuesta más sincera que la morena podía dar era “Un total desastre”, pero lo último que ella deseaba era darle lástima a St.James. -Todo ha ido bien -Mintió Santana. –Me alegro –Dijo Jesse –Después de lo que pasó la última vez… -El castaño trató de gestualizar algo poco entendible con sus manos –Bueno ya sabes… -No quiero hablar de eso –Sentenció la morena para evitar que Jesse sacara ese tema al aire. –Pensé que ya lo habías superado –Dijo el esposo de Rachel –Por lo visto me equivoqué –Aseveró el hombre causando que Santana frunciera su entrecejo. La morena estaba a punto de responderle algo a ese pedante de Jesse, pero en ese momento apareció la única persona que le recordaba que aún vivía en el presente y que por lo tanto, nada de lo que sucedía era una broma. -¡San! –Exclamó una agitada rubia –Te estaba buscando pero… -Brittany

sintió al instante la tensión creada por Jesse y Santana –Pero no te encontraba por ningún lado. –Estaba por acá –Dijo una desenfocada latina mientras miraba a Jesse con dureza. –Yo te conozco… -Confesó la rubia señalando a St.James , Santana casi se desmayó al escuchar eso –Eres Jesse St.James , el esposo de Rachel Berry – Dijo la bailarina con más claridad, Jesse sonrió –Tú y tu esposa son como leyendas en Juilliard –Admitió Brittany con emoción. –Así que eres de Juilliard –Corroboró el castaño –Mucho gusto… perdón ¿Cuál es tu nombre? –Preguntó Jesse con una sonrisa antes de estrechar su mano. –Brittany Pierce, futura coreógrafa de las obras de su esposa –Dijo con orgullo la bailarina haciendo que el productor riera divertido. Santana miraba aquella escena con algo oscilante entre el asco y la sorpresa. -Entonces mucho gusto Brittany, y mucha suerte si en un futuro quieres trabajar con mi mujer, es muy exigente –Confesó el castaño estrechando su mano con la de la rubia -Lo sé, por algo los maestros siempre hablan de ella –Dijo Brittany soltando una carcajada que compartió con Jesse. –Britt –Dijo Santana después de varios minutos de mantenerse al margen ¿Me puedes llevar a mi casa? –Preguntó la morena sin aliento. –Aún no se vayan, les invito unas copas –Ofreció St.James, la latina lo miró fulminante. –Si quieres quédate Brittany –Dijo al ver la sonrisa de la rubia –Yo me tengo que ir. –Lo siento Jesse ¿te puedo llamar así, cierto? –El castaño asintió ante Brittany –Pero me tengo que ir yo también –Declinó la bailarina al ver el rostro de Santana. –Que lástima –Dijo Jesse con una fingida pena por la latina –Fue un gusto conocerte Brittany Pierce, hablaré muy bien de ti a mis contactos y a mi esposa –Prometió el castaño haciendo que la rubia diera un pequeño brinco al despedirse de él.

–Muchas gracias, fue un enorme gusto conocerte y dile a tu esposa que soy una gran fan de ella –Confesó Brittany haciendo que el estómago de Santana se revolviera. –Hasta luego, fue un gusto volver a verte Santana –Dijo Jesse con más seriedad acercándose a la morena para darle un pequeño abrazo. –Ni una palabra a tu mujer –Susurró la morena al oído de St.James, este dio una pequeña sonrisa presumida al separarse de ella y verla fijamente -¿Nos vamos Brittany? –Preguntó la morena, la rubia asintió. –Hasta luego Jesse –Se despidió la entusiasmada bailarina. –Adiós –Dijo secamente la latina dándose media vuelta. *** El frío de la madrugada chocó con fuerza a la latina al salir del establecimiento, todo se sentía tan fuera de lugar, todo se sentía mil veces peor de lo que realmente podría ser. La rubia hablaba de lo increíble que había sido conocer a Jesse y otras cosas a las que Santana decidió no prestar atención. -Espera… ¿No le avisaremos a Ralph que ya nos vamos? –Preguntó la rubia al abrir la puerta de su auto. –Se dará cuenta luego –Dijo fríamente la latina subiendo al vehículo y asegurando el cinturón. Brittany emprendió el camino y continuó hablando animadamente hasta que se percató que la morena no le estaba prestando atención, es más, estaba totalmente en otro mundo y al parecer era uno muy malo y triste por la manera en la que miraba fijamente la ventana en silencio. -No sabía que eras amiga de Jesse St.James –Dijo la rubia más calmada, la latina rodó sus ojos con fastidio. –No somos amigos –Sentenció Santana volviendo su mirada a la ventana – Solo conocidos. La ojiazul no entendía la actitud de la morena, no tenía la más mínima idea de su frialdad con ella, y realmente esa actitud estaba matándola por dentro.

La rubia dejó de hablar pensando que sus palabras solo molestarían más a Santana y así continuó ese incómodo viaje de regreso, sin palabras pero con mucha tensión y tristeza en el ambiente. -Gracias por traerme –Dijo Santana cuando Brittany estacionó su Chevy frente a su edificio. -¿Puedo acompañarte? –Preguntó la rubia con timidez y preocupación al ver el mal semblante de la latina. –No creo que sea buena idea –Confesó la abogada mientras abría la puerta del auto para bajar –Hasta pronto –Se despidió rápidamente con una débil sonrisa. Brittany sabía que si no descubría que diablos sucedía con Santana no podría dormir en toda la noche así que a pesar de la negativa de la morena, bajó del auto y comenzó a caminar tras de ella. *** El pecho de la morena dolía de una manera que no experimentaba desde hacía varios años, sentía que estaba a punto de explotar y que la única forma de evitarlo era llorando para desahogar y drenar toda la impotencia que la embargaba. -¿Me vas a decir que te pasa? –La morena se sorprendió al escuchar la voz de Brittany en el pasillo en el cual se encontraba su departamento y más aún al verla acercarse decidida. –Te dije que no tenías porque acompañarme –Aseveró la latina con seriedad. –No podía dejarte así –Dijo Brittany –Ahora dime ¿Qué te pasa? –Nada –Soltó la morena dándole la espalda para abrir la puerta. –No luces como si nada estuviera pasando –Admitió la rubia tratando de mirarla. –Eso es tu problema, yo estoy bien –Dijo Santana parándose en su puerta – Así que adiós –La latina quiso cerrar la puerta, pero la bailarina puso resistencia. – ¡Sé que tienes algo, no me voy a ir hasta que me lo digas! –Decía una

pujante Brittany por la rendija de la puerta. – ¡Qué quieres que diga si nada está pasando! –Mentía la morena tratando de cerrar la puerta. -¿Qué pasó con Jesse? –Al escuchar esa pregunta Santana dejó de forcejear por la sorpresa –Así que sí tiene que ver con él –Asumió la bailarina abriendo totalmente la puerta del departamento, la morena solo se dio media vuelta para ignorarla -¿Qué pasó con Jesse St.James? –Volvió a preguntar. – ¡Nada! –Gritó Santana mientras Brittany cerraba la puerta. -¿Entonces por qué estás así? –Preguntó con desesperación la rubia mientras Santana le daba la espalda. -¡Porque quiero que me dejes sola! –Gritó por última vez la latina. - Primero me tratas mal, luego me besas y me vuelves a tratar como basura, ¿Acaso todo es tan simple? ¿Todo es tan fácil para ti? –Preguntó Brittany herida. Claro que no era fácil para la latina, todo era un total desastre y sabía también, que tener a la rubia junto a ella en ese momento solo haría todo más complicado por eso quería estar sola. ¿Era mucho pedir? -¿Santana? –Preguntó la rubia después de varios segundos de silencio al no tener respuesta alguna. La morena seguía de espaldas en su pequeña cocina, mirando a la nada, ya no podía pelear más por esa noche. Brittany tocó ligeramente su hombro descubriendo a una Santana bañada en lágrimas silenciosas. -Lo siento, yo no… -Santana se aferró a la rubia en un abrazo mientras intentaba hablar. –Shhhh… Tranquila, no pasa nada –Decía Brittany asustada mientras pasaba su mano por la espalda de Santana intentando calmar sus sollozos. –Es solo que… -La morena no sabía como articular palabras en ese momento. –No tienes que decirme nada, tranquila –Repetía la rubia al ver la vulnerabilidad de Santana.

Santana escondió su cabeza en el cuello de la rubia mientras esta procuraba que no hablara y que solamente liberara todas sus lágrimas. Por primera vez la morena se sentía protegida por alguien, sentía que no estaba totalmente sola. -Brittany… -Susurró la latina después de un buen rato de estar abrazada a la rubia -¿Me quieres? –Preguntó la morena con inseguridad mirando a esos ojos azules. –Como a nadie en el mundo –Confesó Brittany con sinceridad mientras iba soltando a Santana de aquel abrazo y acomodaba un mechón de esa cabellera negra. -Entonces… -Santana volvió a susurrar con temor acercándose de nueva cuenta a la rubia –Demuéstrame por esta noche que eso es verdad Sin pensarlo en lo absoluto, Santana se lanzó con desesperación a los labios de la rubia tomando su rostro con ambas manos, mientras esta rodeó su cintura con fuerza correspondiendo con timidez al contacto. Brittany no entendía en qué mundo paralelo se encontraba, y tampoco le importaba mucho entenderlo mientras sentía los labios de Santana buscando los suyos con impaciencia mientras rodeaba su cuello, sin embargo, las dudas de la rubia crecieron al sentir la lengua de la morena rozar su labio superior al mismo tiempo que empezaba a encaminarla hacia su sofá. Sus dudas eran saber el motivo por el que todo eso sucedía, de esa manera. -Santana… -Suspiró la rubia mientras la morena la empujaba sobre su mueble –Espera… -Pidió tratando de liberarse de aquellos apasionados besos. -¿Qué? –Preguntó la latina separándose un poco, aún se veía desconfiada. -¿Qué hacemos? –Preguntó Brittany tratando de recuperar el aire –Hace un momento llorabas y ahora me besas ¿Qué está pasando? -Quiero estar contigo, quiero ser feliz –Dijo la morena con la voz temblorosa –Por favor, quiero que me quieras, te necesito –Susurraba Santana con lágrimas -Por favor, tú no me dejes – Al ver aquella mirada llena de sinceridad y suplica, la rubia no dudó más y cargó a Santana con fuerza de aquel sofá mientras reiniciaba aquel beso deseoso, la rubia tenía a una mano en el muslo de la morena y la otra en su espalda para permitirse ver y caminar –torpemente- con la única finalidad de llevarla a su habitación –por suerte aún recordaba cual de las puertas era.

Brittany dejó de pensar en sí misma y en todos los miedos que tenía solo para enfocarse en Santana, quería hacerla feliz, quería demostrarle que ella no era como cualquier otra persona, quería que la latina viera que la rubia no la quería lastimar. Quería quererla. Flashback 3er año de preparatoria. Habían pasado exactamente 2 semanas desde la última vez en la cual Santana había cruzado alguna palabra con Rachel, también se habían 2 semanas desde la ruptura de Finn con la castaña al igual que aquellas 2 semanas habían servido a Santiago y Santana López para arreglar todos los papeles de su viaje a Londres. Lo que era desconocido para el mundo, era que en esas 2 semanas Rachel Berry había canalizado hasta la última gota de su inteligencia y creatividad ideando el mejor plan del mundo para evitar que Santana se vaya de Lima, de Estados Unidos y principalmente, de su vida. -Tienes que hacerme un favor –Dijo una decidida castaña a un confundido Finn Hudson mientras salían de la sala del coro. –Pensé que no querías hablar conmigo –Admitió el quarterback sin entender lo que pasaba –Además ¿Por qué te haría un favor después de lo que me hiciste? -Ya te lo dije, te vengaste de la persona equivocada –Argumentó la castaña mientras caminaba al lado de su ex novio –Santana se va a ir de la escuela – Susurró Rachel. –Podrán verse el fin de semana, no entiendo el problema –Decía Hudson herido. –A una escuela en Londres –Completó la diva causando la sorpresa del grandulón –Finn, ayúdame a lograr que se quede, no lo hagas por mí, hazlo por ella, yo fui quien te engañó –Confesó la cantante agachando su cabeza con vergüenza –No es justo que ella pague por eso. Interiormente, Finn envidiaba a Santana, siempre conseguía lo que quería sin mucho esfuerzo, incluso ahora, le había quitado a su novia con una facilidad sorprendente y mucho más aún porque por culpa de ella, tenía que ayudar a Rachel con su plan ya que a ciencia cierta, ella no tenía porque

pagar el engaño de la castaña. -Bien, lo haré –Aceptó con fastidio, pero al ver la sonrisa de Rachel, no pudo evitar devolvérsela también. Por culpa de Santana, Finn tenía que aceptar que se había enamorado realmente de Rachel en todo ese tiempo y que lamentablemente, tenía que dejarla ir. *** -Rachel, parezco un payaso, no sé porque me he tenido que vestir así, esta corbata no me deja respirar y en verdad, no creo que el Sr.López cambie de opinión –Se quejaba Finn frente a la casa de Santana –Ni siquiera creo que Santana nos abra la puerta. –No seas pesimista –Decía la castaña rodando sus ojos y limpiando las pelusas del traje de gala de Finn –Te ves muy bien –Dijo sonriendo –Ahora, haz lo que hablamos –Terminó mientras tocaba rápidamente el timbre causando el pánico en Finn. -¡¿Qué diablos hacen ustedes acá?! –Maldecía y susurraba Santana al ver a Finn y Rachel parados en su puerta. –Vinimos a salvarte –Confesó la castaña susurrando -¡Señor López! ¡Señor López! –Empezó a gritar la pequeña diva por toda la casa. – ¡Cállate! –Pedía una desesperada Santana. Esas últimas semanas habían convertido la casa de los López en un cementerio, nadie hablaba, nadie intentaba arreglar nada. Santana nunca perdonaría que quisieran deshacerse de ella, mientras que el doctor López solamente dejaba que las cosas siguieran su curso. -¿Qué pasa acá? –Preguntó el doctor López molesto por el bullicio, Santana se hizo al lado, sabía que las cosas no podrían salir peor. –Venimos a hablar y aclarar los malentendidos que se han presentado en este último mes –Explicaba la castaña, Santiago ubicó su mirada a Finn. –Algo así, como lo que ella dijo –Agregó el confundido y asustado Hudson. –Papá, solo échalos de la casa, no hay que perder el tiempo –Rogaba la

morena. –Adelante, me gustaría escuchar esos malentendidos –Rachel sonrió, su plan estaba resultando. Y así, los minutos pasaron hasta que se convirtieron en un par de dos largas y martirizantes horas para Santana. -Así que… -El médico acarició su barbilla –Tú fuiste quien besó a mi hija a la fuerza porque tu novio estaba enamorado de ella y querías vengarte de ambos –Repetía el médico entrecerrando sus ojos mirando a Rachel que tenía una fingida tristeza –Y tú me buscaste porque querías vengarte de Santana porque te había rechazado ¿No es así? –Finn asintió –Entonces todo lo de las gradas y el beso fue acordado para hacerle pasar un mal rato a mi hija ¿no? – Preguntaba un suspicaz Santiago mientras Finn y Rachel agachaban la cabeza. Santana no podía crear nada de lo que estaba sucediendo, no sabía de donde había salido toda esa historia –bueno, por el tono de telenovela, sabía que era obra de Rachel– tampoco entendía qué hacía Hudson ahí, intentando ayudarla . Inmediatamente pensó en que Rachel había tenido que darle algo a cambio a ese grandulón por ese favor; inmediatamente sintió una ola de celos por su cuerpo. -Así que Finn y yo decidimos contarle la verdad al saber que está obligando a Santana a irse a Londres por lo que nosotros causamos, ella es solo una víctima en este triángulo amoroso –Santana no pudo evitar soltar una pequeña risa al oír la dramática voz de la castaña. –No es justo que se vaya –Completó Finn con seriedad. -¿Es todo esto cierto, Santana? –Preguntó Santiago mirando a su petrificada hija. –Totalmente, yo solo quise evitar más problemas –Agregó la latina confundida. –Bueno, en ese caso no creo que sea necesario que te vayas con tu mamá y discúlpame hija por desconfiar de ti –Santana sonrió al oír a su papá –Y ustedes dos, les agradecería que se fueran de mi casa –Sentenció el hombre. –Lamentamos que esto haya ocurrido –Decía la castaña mientras se dirigía a

la puerta con Finn. –Estamos muy apenados –Agregaba el quarterback mientras salía de la casa de la morena. –Adiós –Sentenció Santiago cerrando secamente la puerta antes de abrazar a su hija. –No me iré ¿cierto? –Preguntó Santana abrazada a su padre. –Claro que no, voy a llamar a tu mamá –Aseguró el hombre soltando a su hija y regresando a su despacho. Santiago López no era ningún tonto; al contrario, era de los hombres más astutos y perspicaces existentes así que por lo tanto, desde que escuchó aquella descabellada historia salir de la boca de Rachel Berry, supo que todo era una muy mala mentira. En un principio pensó que su hija estaba detrás de todo eso solo para evitarse el viaje a Londres, pero con el pasar de las horas, notó algo más en esa pequeña castaña; notó sus ojos brillantes al ver a su hija, notó la devoción con la que la miraba y la manera en la que lo intentaba convencer de no llevársela lejos –implícitamente de ella. Pero fue en el momento en el que vio a su hija, que entendió que alejarla de Ohio no solucionaría nada; ver aquella sinceridad en la mirada de su hija al ver hablar a esa pequeña diva le dio a entender algo por lo que nunca se había detenido a pensar. Su hija estaba enamorada. Desde que la vio nacer, Santiago marcó en su mente que dejaría de pensar en sí mismo si es que así conseguiría la felicidad de su pequeña. Era tiempo de aplicar esa frase y dejar ser feliz a su hija. Sea con quien sea. *** “Gracias por lo de hoy” Decía el mensaje de texto que Santana mandó a escondidas al celular de Rachel. “Haré lo que sea por ti” Rachel.

Santana sonrió al leer el mensaje de Rachel y apagar su celular. Esa noche, tendría un muy buen sueño. Fin del flashback JUGANDO CON FUEGO Habían pasado 3 años desde la última vez en la que Santana había tenido contacto sexual con una persona, específicamente con mujeres, habían sido 3 largos años de una indeseada abstinencia y de una pasión acumulada en su ser que ahora estaba drenándose completamente en un esbelto cuerpo que invadía cada una de las células pertenecientes a su anatomía. Desde que irrumpieron la habitación con un torpe paso, Brittany se hizo cargo de la situación, quería demostrarle a Santana que ella podía ser una chica para ella. Poco a poco la rubia dejó caer a la morena sobre la cama, posicionándose sobre la latina mientras esta tomó con su mano izquierda su cuello con fuerza solo para besarla con desesperación y lujuria al mismo tiempo que su mano derecha bajaba por los muslos de la rubia buscando a tientas la cremallera de los shorts que llevara. Brittany no quería ir tan rápido, deseaba pensar en cada movimiento, tomarse su tiempo para reproducir cada sensación pero tener a Santana solo para ella y rogando por ella y su amor, era algo que desechaba sus primeros deseos. Con el transcurso de los segundos la ropa empezaba a estorbar y la rubia se encargó de deshacerse de todas las prendas que estaban demás, empezando por la blusa de la morena terminando por aquella ropa interior de encaje negro que llevaba, la mujer de los ojos azules quedó hechizada al ver la perfección de cada facción de la morena, la rubia sentía que podía quedarse toda la noche simplemente observándola. Al parecer, Santana no estuvo de acuerdo con eso ya que con un fuerte estirón atrajo a la bailarina nuevamente sobre sus labios, iniciando un frenético y húmedo beso acompañado de innumerables movimientos de caderas que indicaban la necesidad la morena por ser satisfecha. En cuestión de segundos, la ropa de la rubia encontró lugar en el suelo, dejándola a ambas totalmente expuestas. Los delicados y a la vez apasionados besos de Brittany abandonaron la boca de la morena para partir hacia su cuello, el cual mordió sensualmente al oír los gemidos ahogados que se escapaban de la garganta de Santana, lentamente bajó hacia sus pechos trazando una pequeña línea por el valle formado entre estos pequeños pero

perfectos pechos, sin dudarlo la bailarina se encargó de cada uno de estos, estimulándolos con su boca y sus manos. Los gemidos y ruegos de Santana causaron que la rubia cambiara el rumbo de sus caricias, llevándolos hacia el sur del cuerpo bajo de ella. Con suma dedicación besó el abdomen, las caderas y los tonificados muslos de la morena, pero fue en el momento en el que se adentró a posar el primer beso en el muslo interior de la latina, que Brittany sintió que ella también se encontraba con la misma necesidad de la morena por ser satisfecha, aquella olor a excitación que emanaba del interior del cuerpo de la morena agudizaban cada sensación de la rubia que sin intención de provocar más, llevó su lengua al húmedo centro de la morena que empezó a temblar con la cálida sensación que le proveía Brittany. “Britt … Brittany por favor, te necesito ahora” Gimoteó la morena mientras perdía la razón a causa de los expertos movimientos de la lengua de la rubia sobre su hinchado y húmedo centro. Sin pensarlo más, la bailarina introdujo 2 dedos dentro de la morena, esperando un momento por si la mujer tenía alguna incomodidad, al no escuchar alguna queja de Santana, inició aquel ritual que sus dedos conocían a la perfección. Santana se aferraba a todo lo que encontraba a su alcance, las sábanas, la cabecera de su cama, los rubios cabellos de Brittany, todo con tal de tratar de guardar un poco de su vulnerabilidad y deseo, pero nada era posible en ese momento. Con algo de tosquedad jaló la cabeza de la rubia que se hallaba entre sus piernas nuevamente hacia el nivel de su rostro, iniciando un nuevo beso acompañados de los movimientos de Brittany que se volvían cada vez más húmedos y pasionales haciendo que Santana perdiera la noción de todo lo que podría estar sucediendo a su alrededor. La mano de la rubia seguía entre ellas, actuando como el satisfactor de todas las necesidades de la morena que solamente soltaba largos y profundos gemidos mezclados con llantos y sollozos. La latina sabía que el clímax total estaba cerca, así que con destreza, enredó sus piernas en la cintura de la rubia para anular cualquier distancia entre sus cuerpos y así, iniciar un movimiento circular capaz de hacer perder la cabeza a cualquiera. Desde el primer beso, Santana comprobó que Brittany no solo tenía labios muy deseables, sino que era una gran experta en el arte de besar, o al menos eso sentía todo el cuerpo de la morena; al igual que aquellas pálidas

manos hacían que Santana vibrara como no recordaba haberlo hecho en muchos años, tomando y adueñándose de cada centímetro de aquella piel canela. La latina sentía la adrenalina aumentar a una gran velocidad dentro de sí misma, y más aún al escuchar los gemidos de la rubia sobre ella mezclándose con los suyos propios. Pero a pesar de que en esencia, la rubia estaba enloqueciendo a Santana, algo en ella sabía que lo estaba sucediendo en sus sábanas –las cuales estaban prácticamente en el suelo – no era del todo correcto; era intoxicante y embriagante sin ninguna duda, pero era incorrecto, algo estaba fuera de lugar. “Te quiero tanto” Susurró la rubia mordiendo suavemente el lóbulo de la oreja izquierda de la morena, causando que esta se aferrara con fuerza a su espalda iniciando otro largo y profundo beso. El corazón de Brittany se encogía al no obtener respuesta alguna a sus dulces susurros. Llevaba toda la noche diciéndole a la morena lo mucho que la quería y lo mucho que quería hacerla feliz recibiendo a cambio aquellos desesperados besos propios de Santana. La rubia deseaba simplemente un “Yo también”. Muchos podrían interpretar un beso como una mejor respuesta a una palabra de amor, pero, subconscientemente, Brittany necesitaba escuchar verbalmente que la latina correspondía con sus sentimientos para saber que lo que estaba sucediendo no era algo que se limitaba a lo carnal o un favor de la una a la otra. Santana se estremecía cada vez que la rubia susurraba algo a su sensible oído, pero lamentablemente no sabía que responder en el acto; realmente la morena no quería responder, no quería pensar en nada en ese momento, solamente deseaba con todo su sistema que Brittany liberara cada uno de sus demonios internos. Y después de varias horas, Santana y Brittany soltaron un fuerte suspiro simultáneo. La rubia había terminado de exorcizar a todos los demonios de la morena. ***

El casi imperceptible sonido causado por la vibración de un celular logró despertar a Santana de los brazos de Morfeo –realmente eran los brazos de Brittany –, su propio teléfono estaba recibiendo un mensaje. Con algo de pereza, la morena estiró su brazo izquierdo para coger el aparato de la mesa de noche. “Ayer me abandonaron, supongo que después del beso no querían más compañía” Ralph St.James

Santana frunció su ceño al ver el apellido de su asistente, aquel apellido le traía recuerdos del horrible encuentro de la noche anterior y de las consecuencias de este. Al pensar en consecuencias no pudo evitar mirar escéptica las condiciones en las que se encontraba, desnuda y abrazada a Brittany, quien también se encontraba desnuda. La latina sintió una incontenible vergüenza y soltando un pesado suspiro, se escabulló del abrazo de la rubia para sentarse al pie de su cama, totalmente perdida. “Necesito salir de aquí” Pensó mientras acariciaba el puente de su nariz. Inmediatamente se puso de pie buscando todas las prendas que había perdido la noche anterior, le tomó un tiempo hallarlas todas ya que si de algo la rubia se había encargado a la perfección era de lanzar toda la ropa lo más lejos posible. Con mucha destreza, la latina se hizo una rápida coleta, cogió sus lentes de sol -por los ojos hinchados de las lágrimas y lo poco que había dormido – y su cartera mientras se dirigía a la puerta de su habitación, no sin antes darle una última mirada a la rubia que seguía enredada en sus sábanas, dormida y hermosa. La morena sintió remordimientos al ver al angelical ser que se encontraba inconsciente sobre su cama, no era justo dejarla sin ninguna explicación, por un momento sintió que debía quedarse y despertar a su lado o al menos dejarle una nota en la almohada como en las películas. Lamentablemente eso no era ninguna película, así que Santana simplemente se fue. *** “San…” Susurró una adormilada Brittany tentando el lado izquierdo de la

cama aún con los ojos cerrados, esperando encontrar algo –o alguienespecial. Pasaron unos segundos para que un par de ojos azules se abrieran con fuerza y consternación. La cama estaba vacía y no había ni siquiera una maldita nota romántica. -¡San! -Gritó la rubia esperando alguna respuesta aunque una gran parte de ella decía de antemano que no recibiría ninguna contestación – ¿¡San!? – Preguntó dudosa, resignada a aceptar la soledad de ese departamento. “Santana” Suspiró cerrando nuevamente sus ojos con frustración, cogiendo una almohada entre sus manos en un inicio para apretujarla aunque finalmente terminó llorando sobre ella. Sería una mentira si Brittany dijera que nunca había soñado con hacer el amor con Santana y amanecer junto a ella, incluso había imaginado que la latina preparaba el desayuno y lo llevaba a la cama para comer –y comerse –, tal y cual sucedía en las películas de Jennifer Aniston. Pero nuevamente, nada lo que ocurría era una película; esto era la vida real en la cual Santana había dejado a Brittany botada en su departamento después de uno de sus desequilibrios emocionales. *** La preocupación de Brittany por la desaparición de Santana aumentaba con el pasar de las horas a pesar de que estaba claro que la latina se había ido por decisión propia ya que si eso hubiera sido un secuestro ¿Quién hubiera recogido su ropa, su cartera y celular? Era casi mediodía cuando la rubia escuchó el pasador de la puerta principal del departamento abrirse con lentitud. Era Santana. -Brittany… -Tragó saliva al hablar –No pensaba encontrarte aún –Confesó la morena sin mirarla a los ojos. Eso era verdad, la morena no esperaba que la rubia la esperase hasta que regresara después de haberla dejado desnuda en su cama. Era algo simplemente patético ¿no? -Pensé que te había pasado algo malo –Respondió Brittany levantándose del

sofá para acercarse a la latina -¿Dónde estuviste? –Preguntó con timidez. –Salí a caminar un poco… un poco de ejercicio –Mintió la morena con vergüenza. -¿Te ejercitas con esos jeans y con tu cartera en la mano? –Cuestionó la rubia con una pequeña risa burlona. –Solo salí a caminar –Resopló la latina evadiendo a Brittany para sentarse en su sofá. Y un gran silencio invadió el pequeño living de la morena, parecía que habían retrocedido un millón de pasos en su amistad o lo que sea que tuviesen. -¿Tienes hambre? Preparé hot cakes y jugo de naranja –Ofreció la rubia sentándose en un sofá unitario. –No, gracias, comí algo en el camino –Mintió Santana antes de prender la televisión sin mucho interés. Brittany sentía que un nudo se adueñaba de su garganta, moría por preguntarle a la latina por qué la había dejado en la mañana, por qué estaba tan distante, el motivo por el cual habían pasado la noche juntas. Pero la rubia no se sentía preparada para ninguna de esas respuestas. -¿No tienes clases hoy? –Rompió el hielo la morena después de un buen rato. –Es domingo –Contestó la bailarina con una media sonrisa, esperando que la abogada la notase. Santana no sentía el valor suficiente para sostenerle la mirada a Brittany, no después de todo lo sucedido. Aunque sonara egoísta y poco cortés, la latina quería era que rubia se fuera de su departamento. -Brittany, tengo cosas urgentes que hacer, así es mejor que te vayas – Inventó la latina ya que lo único que iba a hacer era dormir. –Sí quieres que me vaya solo basta con que lo pidas –Dijo Brittany cansándose de la frialdad de Santana. –Tengo algo urgente que hacer, entiéndelo –Se excusó la morena tratando de evitar peleas.

–Solo respóndeme algo antes de irme –Pidió la rubia dándose media vuelta antes de abrir la puerta -¿Estás así por lo que pasó entre nosotras o por lo que te pasó con Jesse? –Preguntó sacando voz de lo más hondo de su pecho. –No pasó nada con Jesse –Aseguró la latina – Y… la verdad –Un fuerte suspiro –lo que pasó anoche no estuvo bien –Dijo negando ligeramente con su cabeza. –Anoche no decías eso –Susurró la rubia para sí misma -¿Por qué no estuvo bien? ¿Lo hice mal? ¿Te lastimé o algo? –Preguntó preocupada. – ¡No! –Exclamó Santana –Tú fuiste la más gentil del mundo conmigo – Confesó la morena tratando de aliviar la situación –Pero no debió pasar, yo estaba mal y ebria, no fue correcto que pasara –Repitió la abogada mientras Brittany mantenía su vista en el suelo. –Solo habías bebido un vaso de vodka –Dijo la rubia herida – Y si mal no recuerdo, me dijiste que querías que te quiera, ¿Lo recuerdas? –Santana frunció sus labios. –Me sentía sola y me encontraba mal ¿ok? –Contestó la abogada rodando los ojos. –¿Por lo menos me dirás por qué te sentías mal? –Preguntó la ojiazul bajando su voz. –Eso es privado –Respondió cortante Santana. –Creo que anoche cruzamos esa línea, ¿no? –Dijo con sinceridad. -No hemos cruzado ninguna línea, tú sigues siendo Brittany y yo seguiré siendo Santana, nada ha cambiado –Aseveró la latina perdiendo la paciencia. -¿Hablas enserio? ¡Anoche hicimos el amor! –Gritó la bailarina llevándose las manos a la cabeza -¿Cómo puedes decir que nada ha cambiado? –No seas ridícula ¿Acaso nunca has tenido algo de una sola noche? – Preguntó la morena cruzando sus brazos a la defensiva. -¡Oh! Ya entendí –Agregó Brittany con un frustración nueva en ella -¿Esta es tu manera de conquistar chicas, cierto? ¿Lloras y les ruegas que te amen solo para que tener sexo por una noche? –Ironizó la rubia –Pues eres un

genio Santana, ¡Bravo! –Aplaudió en son de burla. –Vete de mi casa –Ordenó la latina antes de perder más los estribos -¡Vete! –Repitió. -¡No! –Gritó la rubia cerrando la puerta que Santana había abierto –No me voy a ir hasta que me des una respuesta coherente, ¡me dejaste tirada en tu cama! –Agregó con cansancio. –Te dejé porque quería evitar estas escenas estúpidas –Contestó la morena – Ahora vete –Rugió señalando la puerta nuevamente. –Está bien –Dijo Brittany pasando su mano por su frente –Pero antes… -Repentinamente se acercó a Santana tomando su rostro con fuerza solo para besarla apasionadamente. Y así se quedaron por varios minutos. -¿Pensé que estabas molesta? –Susurró la morena aún con los ojos cerrados, asimilando la acción de la rubia. –Lo estoy y mucho –Contestó la bailarina soltando con suavidad a la otra mujer –Pero quería que supieras que no me rendiré tan fácil, sé que te pasa algo y no te dejaré hasta descubrirlo –Agregó Brittany con decisión. –Deberías ocuparte de tus asuntos –Dijo la abogada retomando su actitud fría. –Si me acuesto contigo te conviertes automáticamente en mi asunto, eso me enseñó mi mamá –Argumentó la ojiazul con simpleza, Santana le lanzó una mirada de confusión –La verdad es que lo hago porque te quiero y es por eso que eres mi asunto, te dejo para que pienses –Se despidió acercándose de nueva cuenta a la morena pero solo para dejar un beso en su mejilla. –No tengo nada que pensar –Refutó la latina. –Te veo luego –Dijo la rubia ignorando lo último dicho. –No estoy interesada en ti –Aclaró Santana. –Yo también te quiero –Ignoró la bailarina saliendo por la puerta con una pequeña risa –¡Lo digo enserio Brittany! –Gritó la abogada a medida que la rubia se

alejaba. -¡Piensa en mi! –Gritó la ojiazul antes de bajar las escaleras haciendo un ademán con la mano. La morena tomó un fuerte respiro y cerró la puerta de su hogar recostándose a la espalda de esta, intentando comprender el problema en el que se había metido con Brittany; era verdad, nada de lo mencionado había sido una broma, la latina no quería nada con la rubia tampoco podía negar que le gustaba irremediablemente pero eso no significaba que quisiera algún tipo de relación, sin embargo, no quería lastimarla y mucho menos al haber sido ella la única que estuvo a su lado después de quebrar emocionalmente después de su encuentro con Jesse. “Me voy a volver loca” Se dijo a sí misma mientras caminaba hacia su habitación para descansar un poco. Descansar fue lo último que pudo hacer en su cama ya que todas sus sábanas seguían impregnadas con el tenue perfume de Brittany. En un primer instante la latina disfrutó de la fragancia, pero poco a poco empezó a recordar todos los motivos por los cuales no era correcto seguir ilusionando a la rubia y lo mala persona que sería al causarle sufrimiento. “Acaba de divorciarse, no la arruines más Santana” Pensó internamente dejando de abrazar la almohada que tenía unos cuantos cabellos rubios en él “Toda esta cama huele a ella” Dijo en solitario tratando de buscar una posición donde el olor no le alcanzara. Para molestia de Santana, ese día le tocó dormir en el sofá. “Me vas a volver loca” Dijo mientras tocaba una de las marcas que Brittany había dejado en su cuello. No le tomó mucho volver a caer en brazos de Morfeo, aunque esta vez esos brazos ya no tenían la suavidad de aquellos en los cuales ella había despertado esa mañana. Flashback 3er año de preparatoria. -¿Seguirás sin hablarme a pesar de que te salvé de un viaje no deseado? – Rachel había cogido con fuerza el brazo de una Cheerio al ver acabado el entrenamiento. -¿Te conozco? –Se burló aquella porrista llamada Santana.

-¡Santana! –Exclamó la castaña con indignación. -¿Qué es lo que quieres ahora? –Preguntó con fastidio mientras caminaba a las duchas seguida por diva. –Tener una conversación real y seria contigo, tenemos muchas cosas que aclarar –Explicaba Rachel siguiéndole el paso a Santana -¿Acaso no te leíste mi último mensaje? -Lo siento, tengo tu número bloqueado –Se mofaba la morena ingresando al baño de mujeres dejando sin palabras a Berry. -¡Hey Manhands! Las duchas son solo para Cheerios ¿Dónde está tu uniforme? –Una imponente Quinn Fabray le prohibía el paso a las duchas a la pequeña y frustrada castaña. –Tengo que hablar con Santana –Expusó Rachel señalando a la latina ahí dentro. –Ella no parece querer hablar contigo –Repuso la rubia con una arrogante sonrisa. -¡Vamos Fabray! ¡Déjala pasar, tiene que hacer pipí! –Gritó Santana desde una de las duchas aún sin usarla. –Tienes 2 minutos y no ensucies nada –Advirtió Quinn causando la risa colectiva y el enojo de la castaña. Todas las porristas miraban a Rachel como si se tratara de un bicho extraño portador de alguna enfermedad altamente contagiosa, pero la diva ya estaba lo suficientemente acostumbrado al trato de las Cheerios. Santana se encontraba bajo el agua relativamente caliente de una las duchas, disfrutando del momento antes de que Rachel apareciera a seguir haciendo preguntas, sin embargo cerró con fuerza la ducha al escuchar el duro golpe de algo contra el suelo sumado a una gran cantidad de risas. “Rachel” Al segundo de ese pensamiento, salió corriendo de la ducha hacia los casilleros de los baños. -¡Estúpidas! –Gritó Santana callando la risa del grupo al ver a Rachel tratando de levantarse del piso -¿Estás bien Berry? –Preguntó con preocupación.

-¿Estás desnuda o estoy alucinando? –Preguntó una desorientada castaña por el golpe recibido y por el golpe de ver a Santana desnuda. –Veo que no te dejaron ciega –Contestó la morena con una sonrisa y sin mucha vergüenza por su estado –Mejor espérame afuera, voy a ir por mis cosas y te alcanzo –Sugirió Santana poniéndose de pie junto a la cantante quien seguía mirándola de pies a cabeza sin importarle la presencia del resto de porristas –Anda afuera –Susurró la morena nuevamente con una pequeña risa, esta vez la diva entendió y se fue -¡¿Qué miran?! ¡Todas a sus asuntos! –Gritó Santana volviendo todo a la normalidad. -¿Desde cuándo eres tan amiga de Rachel? –Preguntó Quinn acercándose a Santana quién guardaba todo para irse. -¿Y tú desde cuando volviste a ser tan perra con ella? –Preguntó la latina arreglando su maquillaje. –Yo iba a ayudarla, pero quería ver qué hacías tú –Contestó con una pequeña burla hacia la otra porrista. -¿A qué te refieres? –Santana cerró con fuerza su casillero mirándola fijamente. –A nada San, no te preocupes –La rubia soltó otra sonrisa arrogante y se fue dejando a la morena muy ofuscada. *** Rachel estaba sentada en el gimnasio, esperando a Santana y mirándose en su espejo rogando que el rubor de sus mejillas causado por la latina hubiera desaparecido para cuando esta apareciera. -¿Por qué tan roja, Berry? –Preguntó una divertida Santana acercándose a la castaña. No, el rubor no había desaparecido en lo absoluto. -Por la caída –Mintió Rachel poniéndose de pie –Las porristas se parecen cada vez más a los futbolistas –Dijo sacudiendo su cabeza tratando de olvidar lo sucedido –Por cierto, gracias por ayudarme –Pronunció mientras sonreía tímidamente.

–Solo salí porque pensé que Quinn te estaba violando o algo así –Se burló la latina caminando hacia la salida junto a Berry quien estaba asombrada por lo dicho. -¿Y por qué Quinn y no otra? –Preguntó con curiosidad y algo de temor. –Si te lo digo te quitaré toda la inocencia que te queda- La latina soltó una carcajada haciendo que la castaña se quedara estoica asintiendo con miedo –Mejor dime de lo que quieres hablar, no tengo mucho tiempo, hoy tengo una cita. -¿Una cita? –Preguntó la diva sin tratar de ocultar su molestia -¿Me puedes decir con quien? -Con Finn … ¿Recuerdas que le dijiste a mi papá que él estaba profundamente enamorado de mí? Bueno pues le daré una oportunidad ya que ustedes terminaron –Santana no se cansaba de reír al ver el rostro de Rachel. –Por un momento pensé que era verdad –Suspiró la castaña dándole un pequeño golpe en el brazo a la porrista mientras esta abría la puerta de su auto. –En ningún momento te invité a subir a mi auto –Dijo Santana con una nueva risa, haciendo que la cantante solo ruede los ojos -¿Ahora me dirás sobre qué diablos quieres hablar? –Preguntó la latina asegurándose el cinturón antes de prender el motor de su carro. -Quería hablar de nosotras y nuestra relación –La porrista asintió un tanto confundida. -¿Existía un nosotras y una relación? –Se burló Santana con su vista en la autopista. -¡Cállate y déjame hablar! –Gritó una frustrada Rachel –Lo siento, pero quiero hablar. –Que sorpresa –Rachel rodó los ojos ante la burla –Okay, lo siento yo también. –Como es de tu entero conocimiento, en este último mes han sucedido eventos que han llevado nuestra estrictamente relación estudiantil a un nuevo nivel que es la amistad y la camaradería, que por los recientes acontecimientos se ha transformado en un sentimiento más profundo y

bueno, ya sabes como son estos … -¿Podrías ir al grano Berry? ya vamos a llegar a tu casa y aún no terminas – Interrumpió la latina. –Quiero que seas mi novia –Santana frenó fuertemente en medio de una calle al escuchar lo dicho por la castaña -¿Pasó algo? –Preguntó la diva asustada. –Creo que escuché mal –La porrista tragó saliva -¿Dijiste que querías ser mi novia? –Rachel asintió con una sonrisa –Estás loca –Aseguró la morena. -¿Por qué? Pensé que con lo que había pasado debajo de las gradas y por como te ayudé con tu papá aparte de mi rompimiento con Finn… supuse que este era el siguiente paso –Explicó la judía –Santana, creo que estoy enamorada de ti –Dijo sinceramente. -¡Ay Dios Mío! –Exclamó la latina en su conocido spanglish –No estás enamorada de mí, uno no se enamora con un par de besos –Decía la morena tratando de guardar la calma –Además no soy lesbiana y tampoco creo que tú lo seas –Dijo secamente. –Tienes razón, tal sea bisexual –Corrigió la castaña –Pero, eso no me importa ahora, yo siento que quiero estar contigo, pienso en ti a diario, sueño contigo, incluso escribo canciones pensando en ti –Confesó la líder de New Directions. –Eso no significa que estás enamorada, eso solo muestra que eres una total acosadora –Dijo Santana poniendo el auto nuevamente en marcha. –Dime que no piensas en mi –Retó la castaña poniendo nerviosa a la porrista. –Ya llegamos a tu casa –Anunció la latina tratando de evadir a Rachel. –Primero respóndeme, ¿Piensas o no en mí? –Preguntó acercándose lentamente al oído de la morena. Santana luchó contra sus instintos para evitar decirle a la castaña que pensaba las 24 horas del día en ella, pero sus fuerzas la traicionaron de la peor manera causando que en lugar de hablar, se lanzara furiosa a los labios de la judía, quien con gusto y arrogancia cogió a la latina de la nuca para profundizar aquel beso.

-Veo que piensas mucho en mí, así que ¿tomo esto como un sí? –Preguntó la más pequeña separándose un poco para respirar. –No soy una chica tan fácil –Fue lo único que pudo decir Santana al recuperar el aliento –Además no soy gay. –Obviaré lo último –Confesó la castaña –Y prepárate, porque Rachel Berry no descansará hasta conquistarte y casarse contigo –Prometió la diva dejando un beso casto en los labios de la morena antes de bajarse del auto. Santana recuperó la conciencia con lentitud antes de poner en marcha su auto, sintiendo como latían sus labios por el beso y, aunque sonara cursi, también su corazón ENTRE TUS BRAZOS Después de la partida de Brittany, lo único que Santana deseaba era dormir y con mucha suerte no despertar nunca; pero como era costumbre en la vida de la morena, la suerte nunca estaba de su lado así que lo único que consiguió aquel día fue dormir un par de horas que se sintieron como muy breves minutos, para luego no volver a conciliar el sueño en lo que restó de día. Aquella noche, el insomnio volvió a hacer acto de presencia en la vida de la abogada, manteniéndola con los ojos forzosamente abiertos hasta el amanecer. Buscando el lado positivo al insomnio, Santana pensó que sin dormir se evitaría las pesadillas que siempre se le presentaban al hacer algo relativamente malo o cruel pero con lo que no contaba la morena era que estando despierta y con la mayoría de sus sentidos activos, el remordimiento empezaría a atacarla vorazmente. En resumen, Santana tuvo una noche para olvidar. *** -Buenos días Licenciada, parece que alguien no la dejó dormir mucho el fin de semana –Se burló Ralph al ver las ojeras de su jefa, inmediatamente pensó que Brittany era la responsable. –Buenos días –Gruñó la morena entredientes –No he dormido y he tenido el peor fin de semana así que no quiero que me molestes en todo el día, no quiero ninguna llamada, no quiero que dejes entrar a nadie ¿Entendiste? – Advirtió la abogada posando sus manos sobre el escritorio del castaño.

–Si yo pasara el fin de semana con una rubia de ojos azules no lo llamaría el peor fin de semana –Dijo Ralph soltando una pequeña risa solo para provocar a su jefa. – Estuve sola ¿Okay? –Aclaró la latina frunciendo el ceño -¿Y a ese “sola” le atribuyo el nombre de “Brittany Pierce”? –Bromeó el muchacho tratando de sacarle la verdad a su jefa, él sentía que ambas habían estado juntas y quería corroborar su presentimiento. -¿Sabes que? … -Santana abrió su boca un par de veces sin soltar palabra alguna -¡Púdrete St.James! –Gritó con frustración para luego entrar a su oficina. Curiosamente, gritar “Púdrete St.James” la relajó un poco, aunque en realidad aquella frase se la quería lanzar a otro St.James. *** A pesar del optimismo que Brittany proyectaba constantemente, una parte de ella era pesimista e insegura. Muy pocas veces, la rubia dejaba que esas características dominaran su vida, sabía que dejarlas florecer sería solamente un manera de mortificarse y perder el rumbo; pero habían situaciones en las que la mujer no podía evitar que la inseguridad y el pesimismo la invadieran. Situaciones como las que se le presentaban en la secundaria, cuando en lo último que tenía esperanzas era en graduarse, y para sorpresa de muchos lo logró con optimismo y esfuerzo. Otras más recientes como la Escuela de Juilliard, que le hacía entrar muchas veces en depresiones al no sentirse lo suficientemente buena, aunque al final del día siempre terminaba alentándose a sí misma. Su ruptura y divorcio con Claire, fue una de las situaciones en las que dejó que lo negativo la embargara en un gran porcentaje, fue en esa ocasión en la que pensó que tal vez nunca más volvería a ver a la vida con la alegría de siempre; pero fue en esa mala época que aquella terca y obstinada abogada llamada Santana López entró a su vida causando, increíblemente, que las esperanzas y la luz regresaran a ella. Habían pasado aproximadamente 2 meses desde aquella accidentada noche

en la que se conocieron en las afueras del Nightclub en el que trabajaba. 2 meses en los cuales Brittany había dejado que su corazón se llenara de muchos nuevos sentimientos que le daban esperanzas de volverse a enamorar, pero al mismo tiempo había dejado que su alma se llenara de miedos y temores que parecían abarcar cada vez más espacio en su interior. Miedo a que no la amen con la misma intensidad, temor a que la vuelvan a lastimar como Claire lo hizo, miedo a que Santana la lastimara aún más. Pero, nuevamente, Brittany prefería ver todo con optimismo, por más gris que el panorama fuera. La tranquilad de su apartamento le había ayudado a meditar sobre los sucesos ocurridos el fin de semana, desde el primer beso hasta el momento en el que se fue por las escaleras de aquel edificio. Había llegado a la conclusión que ceder ante los ruegos de Santana aquella noche en su departamento, no había sido la decisión más acertada para empezar con su “relación amorosa”. Por eso la rubia estaba dispuesta a empezar de nuevo, porque rendirse no era una opción viable para ella. Nuevamente empezó a sentir que el miedo la embargaba, ¿Qué tal que Santana no estaba interesada en empezar algo junto a ella? *** Santana había pasado la mayor parte del día bostezando, leyendo y trabajando en un par de casos asignados, con facilidad podía decir que aquel día había mejorado de manera categórica a comparación de la mañana. Principalmente sentía la mejoría porque no había tenido ningún drama personal en lo que iba del día, no había señales de Brittany y sentía que su estado emocional volvía a tomar el lugar de siempre. -¡Hola Santana! –Saludó una voz con entusiasmo. “Demasiado bueno para ser cierto” Pensó la morena con fastidio al ver a la persona frente a ella. -Hola Brittany –Saludó con cortesía -¿Qué haces acá? –Preguntó la morena confundida –Pasaba por acá y Ralph me dijo que me estabas esperando –Confesó la rubia con una gran sonrisa. –La verdad es que le ordené que no dejara entrar a nadie hoy –Aclaró la

abogada desviando su mirada. –Oh… -Suspiró Brittany al sentir que no era bien recibida –Si estás ocupada puedo venir otro día –Dijo con la voz baja y avergonzada. “¿Por qué lo tienes que hacer tan difícil?” Pensó Santana al ver los ojos de decepción de aquella rubia. -Espera, ¿para qué venías de todas formas? –Preguntó la latina acercándose un poco a la rubia evitando que se fuera. –Solo quería saludarte y saber como estabas –Dijo la bailarina con un mejor semblante –Parece que no dormiste bien –Dijo con preocupación mientras se atrevía a acariciar una de las mejillas de la abogada –Disculpa… -Brittany se había separado al ver el rostro de sorpresa de la morena. –Descuida –Dijo la morena quitándole importancia a aquella acción y regresando a su escritorio –Anoche dio una película muy buena y sin darme cuenta había amanecido y la película aún no acababa –Mintió la abogada señalando una silla para que la rubia se sentara. Irremediablemente, Santana se sentía una mejor persona al ver como con unas simples palabras o acciones suyas había cambiado totalmente el rostro de la rubia, ahora se veía feliz. -Apuesto que veías Titanic, esa película dura una eternidad –Comentó la bailarina con diversión al ver que la tensión entre ambas disminuía. –Esa misma –Mintió nuevamente la morena – ¿Cómo has estado tú? –Se atrevió a preguntar Santana mientras jugaba con un lapicero. –Creo que bien –Confesó la rubia encogiéndose de hombros –He estado pensando mucho en lo que pasó el fin de semana –Santana sintió escalofríos al escuchar eso. -¿Y qué has pensado? –Preguntó la latina con nerviosismo. –Que tenías razón, no debió pasar… -Aceptó la ojiazul mirando apenada a la morena. Santana abrió los ojos con sorpresa e inmediatamente frunció el entrecejo al asimilar las palabras de la rubia. Brittany se estaba arrepintiendo.

-¿A qué te refieres con que no debió pasar? –Preguntó levantando un ceja ¿Te estás arrepintiendo de lo que pasó? –Cuestionó mientras cruzaba sus brazos y se recostaba en su silla. –Ahora que lo pienso bien, no era un buen momento para que eso sucediera ¿no crees? –Afirmó la rubia acariciando su frente. –Entonces sí te estás arrepintiendo –Confirmó la latina sin ocultar su molestia. – No es como si tú no te hubieras arrepentido primero –Añadió la rubia al ver el cambio de actitud de la morena quien solo rodó los ojos –No entiendo qué es lo que te molesta –Completó agitando un poco su cabeza por la confusión. -¿Quién dijo que estoy molesta? –Preguntó la morena aunque eso era obvio –Me parece perfecto que te des cuenta que lo pasó simplemente fue un error –Dijo con desdén. -¡Hey! Nunca he dicho que lo que pasó fue un error –Corrigió la rubia –Y si así fuera, entonces fuiste el mejor error de mi vida –Dijo Brittany captando la mirada incrédula de la morena. -¿Qué es lo que buscas de mí? –Preguntó con cansancio la abogada. –Sinceramente todo –Respondió la rubia con una sonrisa haciendo sonrojar a la otra mujer –Santana, solamente he dicho que no fue un buen momento para que pasara eso, como tú misma lo dijiste, te sentías sola y me buscaste a mí –Explicó la ojiazul con una media sonrisa triste –Pero la verdad es que no me arrepiento de haber pasado la noche contigo –Agregó Brittany tomando cuidadosamente la mano de Santana sobre su escritorio. –Creo que yo te debo una disculpa por eso –Admitió la morena aún con su mano derecha sostenida por la rubia. –Olvídalo –Dijo Brittany acariciando el dorso de la mano de Santana con su pulgar –Hay que empezar de nuevo ¿te parece? –Dijo con emoción. –Brittany… -Suspiró la abogado soltándose del agarre de la rubia –Te pido disculpas por haberte dejado tirada en mi cama pero cuando dije que no estoy interesada en una relación contigo … eso era verdad. Brittany sintió un golpe directo a su pecho, lo que temía se hacía realidad,

Santana no quería iniciar nada con ella. -Yo tampoco quiero ninguna relación contigo –Mintió la rubia para evitar quebrarse –Me refiero a que quiero que seamos amigas –Agregó sorprendiendo a Santana. -¿Quieres que seamos amigas? –Preguntó la morena, Brittany asintió con rapidez –Pero ayer dijiste que me querías y que no me dejarías tan fácilmente y todas esas cosas –Recordó la latina confundida. –Claro, era verdad y aún me preocupo por ti y por lo que sea que estés sufriendo pero lo puedo hacer en la posición de una amiga, ¿no? –Propuso la bailarina con una sonrisa, mientras la morena seguía mirándola suspicazmente. –Okay… -Dijo lentamente la abogada –Entonces seremos amigas –Reafirmó de manera dudosa. – ¡Genial! –Exclamó Brittany – ¿Te parece si salimos uno de estos días? – Preguntó –Como amigas –Aclaró la sonriente rubia. –Si, claro –Contestó la morena poniéndose de pie –Como amigas –Repitió la abogada al mismo tiempo que la rubia también se levantaba. –Solo como amigas –Corroboró Brittany caminando hacia la puerta de salida acompañada por Santana –Ya me voy, te llamo para acordar un día –Agregó. –Perfecto –Contestó la abogada con una sonrisa divertida –Te veo después. –Adiós Santana –Dijo Brittany antes de lanzarse a abrazar a la morena. Realmente Brittany se moría por besar a Santana una vez más pero le pareció que un beso en la mejilla sería lo más apropiado aunque al mismo tiempo lo más común y lo “común” no era algo que le gustara a la rubia, así que en lugar de eso, se atrevió a abrazarla como despedida. En un principio sintió miedo de asustar a la latina, pero al sentir como un par de brazos rodeaban su cintura con fuerza, todos esos miedos se esfumaron. -Adiós Brittany –Se despidió Santana mientras se separaba algo temblorosa del abrazo de la rubia –Cuídate mucho –Añadió antes de que la rubia saliera de su oficina. Sin percatarse, Santana había dibujado una sonrisa en su rostro, aquel abrazo había sido algo inocentemente perfecto, le había brindado un calor

especial, un calor que hacía mucho no sentía; sin embargo, la latina dudaba de la repentina amistad que la rubia le ofrecía, sentía que era solo un intento de acercarse más a ella pero al fin y al cabo, mientras ella no lo permitiera, la rubia no avanzaría más. O al menos eso esperaba. *** -Parece que a alguien le fue bien con mi jefa ahí adentro –Rió Ralph al ver salir a una sonriente Brittany de la oficina de la Licenciada López. –Somos amigas –Contestó la rubia con la sonrisa intacta. -¿Y estás feliz por que son amigas? –Preguntó confundido el castaño –Pensé que la querías para algo más. –Escúchame bien –La bailarina se acercó al escritorio del muchacho –Un día tu jefa y yo nos casaremos y tendremos muchos hijitos y tú serás el padrino de alguno de ellos ¿feliz? –Preguntó la rubia con una descontrolada emoción. –Veo que ya tienes todo muy bien planeado –Volvió a reír el castaño –Y te aviso que Ralph St.James será el mejor padrino del mundo –Afirmó el muchacho. –Espera… -Brittany había dejado de reír -¿Tu apellido es St.James? –El castaño asintió -¿Eres algo de Jesse St.James? –Preguntó curiosamente la rubia. –La pregunta de toda mi vida –Ralph rodó los ojos –Sí, él es mi hermano – Dijo con fastidio. -¡Oh! –Se sorprendió la rubia –Oye ¿Qué te parece ser el padrino de mi boda con tu jefa? –Volvió a reír la bailarina mientras preguntaba. –Claro, sería un placer –Contestó un divertido secretario. –Entonces necesito que me hagas un favor –Dijo la rubia expectante. –El que desees –Contesto un sonriente y confundido Ralph. Cuando Brittany le dijo a Santana un día antes que se preocupaba por ella, lo

decía enserio así que no pararía hasta saber qué era lo que atormentaba tanto a su morena. Pero si de algo estaba segura era que Jesse St.James tenía mucho que ver en eso. Flashback 3er año de Preparatoria: Cuando Rachel dijo que no descansaría hasta ser la novia de Santana, la morena no pensó que la castaña hablaba realmente enserio. No creyó que sería capaz de llenar todo su casillero con estrellas más una carta que decía “Cada vez que veas una estrella quiero que pienses en mí, por eso aquí te dejo las suficientes como para no salir de tu cabeza, con amor… Rachel” No concibió que la castaña apareciera en la puerta de su casa con una camiseta que dijera “Team Santana”. No pensó que sería capaz de cantarle “Make you feel my love” de Adele frente a todo el club Glee, obviamente todos pensaron en un primer instante que la canción iba dedicada a Finn, pero al ver la manera en la que Rachel se acercaba y miraba con tal atención y devoción a Santana, las dudas empezaron a surgir entre sus compañeros. A pesar de que la latina trataba de evitarlo, Rachel no se despegaba de ella, lo que causaba que los rumores se extendieran más allá de la sala del coro. “Oí que es lesbiana, ¿no has notado como nos ve en los vestidores?” Santana no necesitó oír más para saber que aquella porrista se refería a ella. Inmediatamente la latina entró en pánico y sintió como el aire empezaba a faltarle. Tenía que detener “El Apocalipsis” -Tengo que hablar contigo –Santana tomó con fuerza el brazo izquierdo de la judía llevándola hacia la sala del coro. –Hola Santana –Saludó la castaña con emoción. –Detente –Dijo la morena mientras cerraba la puerta de la sala –Detén toda esta locura –Explicaba la latina caminando de un lado al otro –Quiero que dejes de intentar algo que no vas a conseguir nunca –Agregó Santana mientras Rachel la miraba confundida. -¿No te gustó la canción? –Preguntó incrédula, la morena no pudo más y soltó un fuerte golpe al piano -¿Qué te pasa? –Preguntó asustada.

–Me pasa que tú no entiendes lo que es un “no” , no quiero ser tu novia – Dijo la Cheerio con impotencia –No quiero que sigan hablando de mí, no quiero que todos me miren cada vez que dejas algo pegado en mi casillero, no quiero que sepan esto –Sin darse cuenta, las lágrimas empezaron a surgir de los ojos de la morena –No quiero que sepan mis problemas, no quiero que me juzguen –Cautelosamente, la diva se acercó lentamente para abrazarla. –Tranquila San… -Susurró Rachel al sentir como la morena se aferraba a su pequeño cuerpo -¿A qué problemas te refieres, preciosa? –Preguntó la castaña acariciando el negro y sedoso cabello de Santana. – Rachel… -La latina se reincorporó mirando fijamente a la judía –Soy gay… –Dijo en un susurro mirando hacia todos lados con temor, con toda su vulnerabilidad a flor de piel. Rachel miró fijamente a Santana, mientras esta parecía rogarle porque dijera alguna palabra más, necesitaba escucharla. -Sigo esperando a que me digas cual es tu problema –Respondió Rachel con un pequeña sonrisa reconfortante. Santana se lanzó nuevamente en un abrazo, uno que le brindó toda la comprensión y compañía que necesitaba, no pudo evitar soltar un par de lágrimas más, pero ahora eran de alegría. Rachel Berry era una señal en su vida. Fin del Flashback. DEJATE LLEVAR El término “amigas” no le gustaba a Brittany, no porque a ella no le gustara tener amigos; es más, la rubia poseía una cantidad de amigos envidiable, por supuesto que no todos eran considerados verdaderos amigos, algunos solamente oscilaban entre “conocidos” y “simplemente amigos”. A fin de cuentas, la rubia prefería llamar a todos “amigos” para evitar cualquier tipo de situación incómoda. Pero volviendo al punto de esto, a Brittany no le gustaba –o no quería – llamar “amiga” a Santana, no porque dudara de las potenciales cualidades de la morena para ser la mejor amiga de quien sea; sino porque la bailarina nunca en esos meses había visto a la abogada con ojos de amiga y después

de lo sucedido aquella noche después del Karaoke, sentía que era un total caso perdido intentar una relación que no fuese amorosa. Lo que la bailarina había, desafortunadamente, olvidado era que para un relación amorosa se necesitaban dos personas interesadas y no solo una como era su caso. A pesar de que Brittany se hacía la-de-los-oídos-sordos cuando Santana decía con seriedad que no buscaba alguna relación; había empezado a surgir una presión en su pecho que la obligaba a, por el momento, respetar lo que la morena decía. Así que por eso y en contra de sus deseos, la rubia le había ofrecido su amistad a la latina. Viéndolo por el lado bueno, la gente decía que el mejor amor, nacía de la mejor amistad o ¿era al revés? ; lo importante era que al menos estaría cerca a Santana, tal vez no del modo en el que ella lo deseaba, pero seguir siendo su clienta con la cual no podía tener ningún tipo de relación fuera de lo profesional, eso sí era muchísimo peor. Aunque en realidad, haber sido su clienta había tenido sus ventajas, la principal era haber conocido mejor a Santana y gracias a eso haber podido salir con ella y bueno… todo lo demás que sucedió en aquella “cita”; otro beneficio que había logrado en esa etapa en la cual fue clienta de Morrison y Asociados era haber podido conocer a Ralph St.James. El muchacho la había tratado bien desde el comienzo, había pasado de ser alguien estrictamente cortés a ser alguien más confiado; no habían tenido largas conversaciones, pero si las suficientes como para tener una bonita relación, aparte que él sabía exactamente el motivo por el cual la rubia solicitaba los servicios de la licenciada López, sabía que andaba en trámites de divorcio con apenas 20 años y que era bailarina. Pero de lo que Brittany no se había percatado era que Ralph sabía más sobre ella de lo que ella sabía de él. La bailarina solo sabía que él tenía 21 años, estaba terminando la escuela de leyes y que tenía un par de lentes muy feos, pero fuera de eso no sabía nada más del castaño ya que la mayor parte del tiempo que hablaban lo empleaban en ella. Debía admitirlo, Ralph sabía escuchar a la perfección. Ni siquiera sabía su apellido hasta que por azares del destino y las bromas, el propio muchacho lo soltó, causando que todas las ideas en la rubia cabeza de la bailarina despertaran. St.James. Desde aquella perfecta y a la vez desastrosa noche que había pasado con

Santana, el nombre de Jesse St. James no dejaba de revolotear en los pensamientos de Brittany, quien, a pesar de la negativa de Santana, seguía creyendo que su quiebre emocional se debía al famoso productor musical. ¿Qué tendrían en común una abogada con un productor musical? “Ambos cantan genial” Pensó Brittany mientras trataba de encontrar conexiones entre ellos. Pero la pregunta que más rondaba su mente era ¿Por qué razón la presencia de Jesse afectaba tanto a la morena? La hipótesis de un noviazgo fallido o algo así, se esfumó con facilidad de las suposiciones de la ojiazul mujer. “Tal vez Santana es bisexual” Había pensado mientras reconsideraba la idea del noviazgo, aunque la bailarina recordaba que la latina le había dicho “Juego para tu equipo”, así que tal vez lo de la relación sentimental si debía ser descartado. *** -Realmente no creo que te pueda ayudar mucho –Dijo Ralph mientras aprovechaba su hora del almuerzo para caminar junto a la rubia que iba de camino hacia el estacionamiento –No creo que Santana y Jesse puedan tener algo de historia. –Eso no lo sabré hasta que tú me ayudes –Decía la rubia con una sonrisa mientras pasaba una bufanda alrededor de su cuello. –No entiendo qué es lo que quieres que averigüe –Repetía el castaño al mismo tiempo que frotaba sus manos tratando de darse calor. –Solamente quiero que hables con tu hermano –La rubia fue interrumpida. –Medio hermano con el cual no tengo una buena comunicación –Corrigió el muchacho entrecerrando sus ojos, la bailarina solo rodó sus ojos. –Entonces en ese caso mira esto como una excusa para pasar un poco de tiempo de calidad con tu hermano, al mismo tiempo que le preguntas sobre su relación con tu jefa –Pedía Brittany tratando de sonar lo más convincente posible. –Sigo sin entender por qué crees que él y Santana pudieron haber tenido

algo, además a ella le gustan las mujeres ¿no es así? –Rió indirectamente hacia la rubia quien al mismo tiempo abría la puerta de su automóvil. –Puede que hayan tenido que ver en otros asuntos –Decía la rubia mirando fijamente al joven –Ralph… -Susurró tomando los hombros del castaño –Te lo pido como mi futuro padrino de bodas –Terminó soltando un suspiro y una media sonrisa. –Cuando hablas de esa manera es difícil decirte que no –Volvió a reír el abogado agachando la cabeza. -¿Eso es un sí? –Inquirió la rubia apretando un poco los hombros del muchacho y con sus ojos llenos de expectativa. –No te prometo buenos resultados… -Antes de que el castaño pudiera continuar la rubia se había lanzado sobre él en un fuerte abrazo. –Mi instinto animal nunca falla –Afirmó la bailarina mientras lo soltaba lentamente y dejaba un beso en su mejilla –Gracias por esto –Dijo mirando sinceramente a Ralph antes de subir a su vehículo. El castaño se quedó mirando fija y tontamente las pequeñas marcas que dejaban las marcas del Chevy de la bailarina, no podía evitar sentirse emocionado ante esa sonrisa. -Olvídalo, ella está fuera de tu alcance –La voz burlona y venenosa de Santana lo despertó de aquel letargo en el que había quedado, rompiendo su burbuja de sueños. Santana había sido testigo de la última escena entre ese par, desde el abrazo hasta el momento en el que la rubia partió. -Realmente lo que haces es patético, ella ni siquiera juega en tu equipo – Seguía burlándose la latina mientras aseguraba el cinturón de su saco de invierno, viendo como su secretario la miraba sin mucha gracia. –Tal vez yo pueda hacer algo al respecto –Dijo con suficiencia el castaño haciendo que su jefa solo soltara una risa divertida. -¿Te volverás lesbiana? –Ironizó la morena cruzándose de brazos –Porque no encuentro algo más que puedas hacer “al respecto” –Completó haciendo las comillas con sus dedos. Santana López había ganado ese round, el castaño no tenía más ideas para

responder a los comentarios de su jefa. -Bueno, tengo hambre y muero de frío –Dijo la latina mirando su reloj de muñeca –Te veo después –Se despidió dando unos pasos hacia el norte – Pero, te recomiendo algo, no intentes operarte o algo, porque sinceramente, serías una mujer muy fea –Se volvió a burlar antes de seguir su camino. – ¡Solo dice eso porque le gustan las rubias! -Gritó el castaño como último recurso, la latina solamente frunció el ceño y siguió caminando. “¿Por qué siempre te gustan las lesbianas?” Se recriminó a sí mismo mientras miraba hacia el nublado cielo de Manhattan, no era la primera vez que le gustaba una chica a la cual le gustaban las chicas. Parecía que el destino estaba empeñado en posicionarlo como la burla de todo el mundo al no poder conseguir una novia heterosexual. *** Los días habían transcurrido con serenidad, Santana no había visto a Brittany en persona, pero sí habían hablado por teléfono casi a diario. La verdad era que la rubia era alguien que siempre tenía algo “novedoso” por contar y aunque la morena no lo admitiera, sus historias siempre la relajaban del estrés del trabajo. Por su lado, Brittany aún no obtenía ninguna información por parte de Ralph. El castaño decía que Jesse siempre andaba ocupado maquillándose o lanzando algún disco nuevo y que por eso, no le había contestado las llamadas; el muchacho hubiera podido llamar a su casa pero verdaderamente, no tenía deseos de escuchar la voz de la esposa de su hermano. *** El fin de semana había llegado nuevamente y la más feliz por eso era Santana, ya que planeaba dormir desde el viernes hasta el domingo sin algún tipo de interrupción. La morena realmente necesitaba recuperar las horas que había perdido la semana anterior con todo el drama de su fastuoso reencuentro con Jesse y lo sucedido con Brittany. La verdad es que la amistad no había resultado una mala idea, la rubia mantenía su distancia –o al menos eso había hecho durante 5 días – hablaban como un par de conocidas y aquellas insinuaciones que sonrojaban

a la morena habían disminuido considerablemente. Tal vez la bailarina si hablaba enserio cuando dijo que solo buscaba una amiga. A fin y al cabo, a la morena también le hacía falta alguna nueva amiga. -Dime que no estás ocupada… por favor –Una emocionada y suplicante rubia había aparecido en la puerta del departamento de Santana, quien estaba a punto de empezar su fin de semana. –Hola, es un gusto verte –Ironizó la morena con sorpresa -¿Qué haces acá? ¿Hoy no tenías turno en el club? Brittany no tenía idea de cómo la latina sabía a la perfección sus horarios de trabajo y de estudio; pero no podía negar que le encantaba la sensación de estar tan presente para Santana. -Moví mi día libre para hoy, quería pasar un poco de tiempo con mi amiga – La rubia quería sonar lo más cómoda posible, pero la verdad es que al parecer lo dicho había sonado muy forzado o al menos la expresión de Santana demostraba eso –Así que dime ¿Tenías planes para hoy? –Preguntó para olvidar lo último. –Tenía planeado hibernar hasta el domingo –Dijo Santana soltando una pequeña risa. -¿Cómo un oso? –Preguntó la bailarina aún parada en la puerta del departamento. –Exacto –Afirmó la latina mientras veía la vestimenta de su amiga, como siempre, no usaba pantalones, solo un par de shorts que parecían que en cualquier momento desaparecerían. –Eso suena muy aburrido –La rubia hizo un puchero de desagrado –Compré entradas para una película, está en estreno y dicen que es muy buena –Dijo Brittany sacudiendo el par de boletos frente a la morena –Es la nueva de Kurt Hummel, dicen que esta vez no hablará como mujer –Se burló la bailarina. Santana abrió un poco sus ojos por la sorpresa del nombre de su antiguo compañero de escuela. No era ningún secreto el gigantesco éxito cinematográfico que había tenido Kurt; al no haber tenido mucha acogida en los teatros se decidió por probar suerte en la pantalla, primero con papeles pequeños y finalmente como la estrella que era ahora.

-La verdad no tengo humor para salir, además ya estoy en pijama – Argumentó la morena para zafarse de la invitación, señalándose a sí misma de pies a cabeza, se encontraba con una playera blanca y par de pantalones de tela. -¡Oh! –Dijo la rubia mirando a su amiga –En ese caso, no te preocupes – Santana suspiró aliviada pensando que había logrado su cometido –He traído un par de películas que podemos ver –Afirmó Brittany sacando de su cartera dos DVD’S . –Britt… -Suspiró la latina en un tono de reproche –Hoy tenía pensado descansar. –Y yo te digo que el viernes por la noche no se ha creado para dormir, sino para divertirse –Dijo de manera decidida evadiendo a la morena para poder entrar a su departamento. –Brittany, estoy hablando enserio –Avisó Santana con un tono más estático. –Okay, solo veremos una de las películas –Aceptó la rubia mientras encendía la tv del pequeño living -¿Piratas del caribe ó Transformers? –Preguntó la rubia señalando sus discos antes de conectar el reproductor Blu-Ray de la morena. Santana López había perdido ese round ante Brittany y su necedad. La latina sabía que aunque lo intentara, la rubia no saldría de su departamento, así que lo más sabio que atinó a hacer fue suspirar y aceptar. -Transformers, quiero verle las piernas de Megan Fox –Dijo resignada la latina antes de cerrar la puerta. –En ese caso veremos Piratas del Caribe –Rió la rubia antes de sentarse en el sofá. *** Santana no sabía en que momento su cuerpo y el de Brittany se habían acercado tanto en ese pequeño sofá; la morena recordaba que en un principio ambas estaban en cada esquina del mueble. Ahora sus posiciones eran totalmente distintas, la rubia se encontraba prácticamente sobre el pecho de la latina quien, sin intención, tenía una de sus manos enredada a los rubios mechones de cabello de Brittany, inconscientemente, acariciándolos.

Brittany podía sentir el sube y baja de las respiraciones de la morena, el palpitar de su corazón, inclusive un extraño sonido que provenía del estómago de la latina quien se había negado a probar las palomitas de maíz. Sí la rubia había elegido dos películas de acción era porque sabía que podría aprovechar las escenas más fuertes para acercarse un poco más a la abogada fingiendo –o no- miedo; y su plan había funcionado mejor de lo pensado, tanto que inclusive la morena se encontraba prácticamente abrazándola con su mano derecha y con la izquierda acariciando su cabeza. “Podría pasar la vida así” Pensó Brittany rogando porque la película no acabara jamás. -¡Acabó! –Exclamó Santana al ver que los créditos empezaban a hacerse presente en la pantalla –Jack Sparrow siempre será mi ídolo –Rió la morena sin notar que su mano había descendido hacia la espalda de Brittany, quien de inmediato se estremeció -¿Britt? –Preguntó la morena al ver que la rubia seguía sobre ella, incluso aún más reclinada. –Estoy durmiendo –Gruñó la bailarina rodeando a la fuerza la cintura de Santana con uno de sus brazos. –Brittany… -Susurró la latina empujando un poco los hombros de la rubia para separarla –Si quieres quédate a dormir –Inmediatamente la ojiazul levantó su rostro expectante –A dormir en el sofá, yo me voy a mi habitación –Aclaró la latina al ver que sus palabras se estaban malinterpretando. -¿Así vas a tratar a tu invitada? –Preguntó la rubia con una falsa indignación. –Sí, porque sé lo que invitada está tratando de hacer y le digo, que no va a conseguir nada –Contestó cortante la latina mientras seguía empujando a la rubia fuera de ella. -¿Acaso no puedo dormir en tu habitación? –Preguntó Brittany con una ligera sonrisa –Como amigas –Agregó poniendo resistencia a las manos de Santana. –Por un momento pensé que de verdad querías ser mi amiga –Dijo la morena con seriedad –Ya veo que solo lo hiciste para acercarte a mí. Brittany miró detenidamente la expresión de reproche de la latina y sin pensarlo más, soltó su cintura en un rápido movimiento, solamente para que poner cada pierna al lado de las caderas de la morena, quien se veía aturdida

por el feroz cambio de posición. -Dime que no quieres besarme –Retó la bailarina acercándose al rostro de la latina bajo ella, al mismo tiempo que posaba sus palmas a cada lado de la cabeza de la abogada. -¿Qué? –Preguntó confundida y tímida la mujer de los ojos oscuro. -¿Quieres besarme o no? –Preguntó nuevamente la ojiazul, acercándose unos centímetros más al bello y asustado rostro de Santana. –No quiero –Musitó la abogada con nerviosismo, Brittany sonrió. –Tus deseos son órdenes –Susurró la rubia para luego romper la distancia y dejar un pequeño beso en los labios de la morena, quien se separó al instante. –Te dije que no –Recalcó la abogada con la voz más clara e intentando sacarse a la rubia de encima. –La verdad es que no escuchaba lo que decías, yo solo veía como tus ojos me comían la boca –Rió Brittany acercándose de nueva cuenta a Santana quien cerró los ojos, preparada para otro beso, haciendo que la rubia volviera a sonreír –No te voy a besar hasta que lo pidas –Aclaró la bailarina acomodando uno de los mechones del cabello de la abogada. Santana sentía que no podía manejar su propio instinto, todo en ella se estaba muriendo por besar a Brittany y más aún al percatarse de la posición en la que sus anatomías se encontraban, totalmente adheridas y mandando a través de todo su cuerpo millones de sensaciones que deseaba sentir en su máxima expresión. -Por lo visto no quieres besarme –Dijo la bailarina fingiendo decepción separándose de Santana por voluntad propia, quedando sentada sobre sus muslos. La morena había sido provocada durante las 2 horas y 30 minutos de película así que no podían culparla por querer ceder un poco a sus necesidades. Probablemente se arrepentiría después, pero por lo menos quería besarla, quería sentir sus labios sobre los suyos propios una vez más. Ya luego inventaría algo para evadir las consecuencias, pero por el momento quería tenerla cerca.

-No me vas a dejar así –Reclamó Santana levantándose sobre sus codos para poder mirarla con desesperación para así coger la nuca de la rubia y atraerla con fuerza y desenfado hacia sus labios. Ninguna de las dos tenía intenciones de iniciar el beso con romanticismo o delicadeza; ambas querían llenarse de la otra, se necesitaban en ese ahora, en ese momento. La morena entreabrió sus labios permitiéndo la entrada de una lengua curiosa por explorar en ella, Santana le dio la más grande confianza del mundo, mientras ella se aferraba a la mejillas de Brittany para evitar que se alejara. Pasaron varios segundos y empezaron a encontrar un ritmo, ya no se sentían desesperadas pero aún no estaban satisfechas, Santana había encontrado un cómodo lugar para sus manos en las caderas de Brittany quien tenías las suyas en sus mejillas o en su cabello. Santana sintió como sus labios empezaban a ser insuficientes para la rubia como sus manos empezaba a colarse bajo su playera blanca, erizando cada centímetro de esa delicada piel, al mismo tiempo que un muy excitante calor empezaba a concentrarse en la parte baja de su abdomen. Fue en ese momento que la morena, recobró un poco de conciencia. -Brittany… -Susurró agitada mientras la rubia besaba su barbilla –Somos amigas ¿recuerdas? –Decía con el corazón a punto de salirse de su boca. -¿Y eso que tiene? –Preguntó la rubia percibiendo el suave olor que emanaba del cuello de la latina. –Las amigas no hacen esto –Argumentó Santana enredando sus dedos al cabello de la rubia, en un principio para poder alejarla pero finalmente para acariciarla. –Tienes razón –Dijo Brittany alejándose un poco para respirar, esta vez se veía consternada –Entonces seremos amigas con derechos –Aclaró la bailarina con una sonrisa sugestiva antes de lanzarse con más pasión hacia los hinchados labios de Santana. Y esa fue la 1ra vez en casi 10 años, que la morena volvía a tener una amiga con derechos. Ya no tenía 15 años, pero sí que se sentía igual que una adolescente.

UNA VIDA COMPELJA Su primera noche juntas, como amigas con beneficios, había resultado mucho más satisfactoria de lo que alguna de las dos había previsto. Obviamente los sentimientos de Brittany habían crecido considerablemente; mientras que en la morena, lo que había aumentado en grandes cantidades había sido su ego –Brittany realmente sabía como hacer sentir especial a una mujer. Un rayo de luz que se colaba por las persianas de la ventana de la habitación de Santana, obligó a la rubia a despertar, con pereza la mujer frotó sus ojos antes de girar su mirada y llenarse de una inmensa decepción al volver a ver el lado derecho de la cama vacía y fría. Brittany sintió que estaba viviendo un Deja Vu; dormía con Santana, despertaba con un mar de ilusiones sobre ella, miraba hacía un lado y Santana la había abandonado desnuda en su cama. -¡¿Santana?! –Preguntó en voz alta la rubia, con un gran nudo en la garganta que le hacía difícil gritar con más fuerza. Brittany no quería volver a llorar como la primera vez, sabía que ella había incitado toda esa situación, así que no podía quejarse de los resultados de esta. -¿Qué pasó? – La rubia abrió sus ojos con fuerza al escuchar aquella voz; en un primer momento pensó que su mente le estaba jugando una mala broma, o simplemente se estaba volviendo loca imaginando que a Santana no le gustaba dejarla botada en cada oportunidad. Pero en realidad, esto no ninguna travesura de la mente de la ojiazul bailarina. Aquella mujer parada en el marco de la puerta de la habitación vestida nuevamente con la playera blanca que la rubia se había esforzado tanto en quitar y con su cepillo de dientes en la boca, era real y no alguna patética ilusión óptica creada para consolar a la rubia. -¿Qué haces acá? –Preguntó la incrédula bailarina recostando su espalda contra la cabecera de la cama sin tomar importancia de su desnudez en aquel momento. –Creo que yo vivo acá… -La morena frunció su entrecejo confundida.

–Lo siento –Rió la rubia acomodando sus ideas –Me refiero a que… -Dudaba la bailarina tratando de no sonar ofensiva. -¿Pensabas que te volvería a dejar sola como la primera vez? –Preguntó la latina enarcando una ceja mientras sacaba el cepillo de su boca. –La cama estaba vacía, ¿qué querías que pensara? –Contestó la rubia encogiéndose de hombros. –La verdad es que sí pensaba hacerlo, pero no calculé bien mis horarios y desperté muy tarde –Dijo la abogada ladeando su cabeza mientras soltaba una risa al ver el rostro de sorpresa y reproche de Brittany –Es una broma – Confesó con más seriedad al ver que la rubia empezaba a enfadarse. –Claro… -Suspiró la ojiazul con una media sonrisa tratando de relajar el ambiente –Pero, ¿si yo no despertaba por mi propia cuenta, pensabas despertarme tú? –Esa pregunta definitivamente no relajó ningún ambiente. –Eso supongo –Contestó la latina un poco incómoda –De todas formas quería dormir un poco y para eso tenía que sacarte de mi cama primero –Agregó Santana en un tono con el cual era difícil de distinguir si lo dicho había sido una broma o no. -¿No podías dormir conmigo? –Preguntó la rubia soltando una risa de sorpresa. -¡Claro que no! –Exclamó Santana divertida dirigiéndose nuevamente al baño para enjuagarse la boca –No dejaste de patearme en toda la noche. –No es como si hubiéramos dormido mucho en toda la noche –Ahora era Brittany la que se encontraba en el marco de una puerta, esta vez, la del baño, con una sonrisa maliciosa en su rostro y vistiendo solamente una sábana. –El tiempo que hayamos dormido, no dejaste de patear –Respondió la morena escupiendo lo que quedaba de pasta dental en el lavabo. –Tal vez debamos practicar más para que eso no suceda –Sugirió la bailarina, mirando con gracia la manera en la que la abogada la miraba a través de su espejo. –Lo dudo mucho –Contestó firmemente Santana mientras apartaba a la rubia de la puerta para regresar a su habitación.

–¡Hey! ¿Por qué no? –Brittany no sabía realmente a donde iba toda esa conversación. –Porque “dormir” no es uno de los derechos de “las amigas con derecho” – Explicaba la morena dibujando las comillas con sus dedos al mismo tiempo que recogía las almohadas y el resto de sábanas que habían encontrado lugar en el suelo durante la noche. -¿Acaso hay un manual para las amigas con derecho? –Preguntó la ojiazul soltando una risa divertida, sentándose al filo de la cama. –Claro, tienes que buscarlo en Google –Dijo Santana lanzándole a la rubia su sujetador verde pastel que había estado en una esquina de la habitación – Otra de las reglas es vestirte antes del mediodía –Brittany solamente sonrió al ver que Santana se encontraba totalmente relajada. *** -No tengo idea de quien es esa tal Santana López –Repetía por tercera vez Jesse St.James mientras le daba, tranquilamente, un sorbo más a su latte. Después de 6 días, Jesse había atendido la llamada telefónica de su hermano y para recompensar la falta de comunicación, había accedido a encontrarse con él en el Starbucks más cercano a su oficina. -¿Estás seguro? –Preguntaba firmemente el castaño menor. –Señor Detective –Ironizó el productor –Le juro que yo no tengo idea de quien diablos es la mujer de la que me habla, por favor no me haga daño – Se burlaba Jesse. –No estoy jugando Jesse, es importante que me digas la verdad –Pedía Ralph frotando su frente con cansancio después de llevar 30 minutos dando vueltas en la misma pregunta. -¿Y por qué es importante el hecho de que yo conozca o no a tu jefa? – Preguntó suspicazmente el esposo de Rachel Berry. –Por varios motivos –Contestó el castaño con anteojos. La verdad era que el propio Ralph desconocía aquellos motivos, dado que la rubia solamente le había pedido el favor pero nunca había mencionado el porqué detrás de todo.

-¿Recuerdas aquella noche que nos encontramos en el karaoke? –Preguntó Ralph a su hermano mayor, buscando una nueva manera de encontrar información. – ¿La noche en la que tuve que llevarte cargado a tu departamento porque habías pasado la noche bebiendo porque la chica que te gusta es lesbiana? – Se volvió a burlar el hombre del cabello rizado causando que Ralph solo rodara los ojos –Claro, lo recuerdo ¿Qué hay con eso? -¿Esa noche, escuchaste a las mujeres que cantaron en el karaoke? – Preguntó el castaño menor -¿A las que la gente aplaudió de pie? –Seguía preguntando el muchacho refrescándole la memoria a Jesse. –Realmente, esa noche escuché a muchas personas, se me hace difícil recordar a alguien en especial. Ralph tomó un fuerte respiro y se dio por vencido. -En todo caso, discúlpame por hacerte perder el tiempo –Dijo secamente el castaño mientras se ponía de pie –Me tengo que ir –Se despidió. –Espera –Lo detuvo su hermano –Me dio mucho gusto que me llamaras, de verdad –Confesó Jesse –Puedes visitarnos a Rachel y a mí en cualquier momento –Invitó el productor, Ralph solo asintió sin verlo a la cara. –Gracias –Respondió cortante el muchacho –Cualquier día te visito. –Genial, ¿Me dijiste que trabajas en Morrison y Asociados, cierto? –Preguntó curioso el productor, su hermano menor volvió a asentir –Tendré a tu bufete en cuenta para cualquier caso que se me presente –Dijo Jesse con una sonrisa forzada. –Como gustes –Contestó el castaño alzando la mano derecha para despedirse. A pesar de que Jesse no lo demostrara, el latte llevaba un buen rato pasando a través de su garganta de una manera ácida y desagradable, casi insoportable a causa del mal momento por el cual su medio hermano le había hecho pasar preguntándole por Santana López. Jesse había pensado por mucho tiempo que Santana estaba muy lejos de él y su esposa, tal vez en otro continente. El día en el que la encontró en su Karaoke, comprobó que, por lo menos, aún seguía en los Estados Unidos;

aunque se hubiera imaginado que Santana estuviera tan cerca de él, en la misma ciudad, a pocas calles de distancia, siendo la jefa de su hermano menor. Pero lo que más le había sorprendido era el motivo por el cual Ralph lo había querido ver. ¿Cómo demonios Ralph podría tener interés en saber que tipo de relación unía a su jefa con su hermano? Era difícil pensar que Santana le hubiera contado lo sucedido años atrás a su asistente y mucho menos que Ralph hubiera descubierto algo por su propia cuenta. “La vida es un jodido pañuelo” Pensó el productor con la mirada perdida en un punto cualquiera de la pared de terciopelo del local. *** -¿Estás bien con esto de ser amigas con beneficios? –Preguntó Brittany mientras terminaba de desayunar junto a Santana. –Aunque tengo 25 años y no debería estar haciendo cosas de adolescente – Respondió la morena dándole la última mordida a su tostada –Sí, estoy bien y ¿tú como te encuentras con esto? –Preguntó limpiando la comisura de sus labios con una servilleta. –Yo fui quien lo propuso, se supone que estoy bien –Aseguró la bailarina con una gran sonrisa. –Brittany, quería aclarar algo contigo antes de seguir con todo esto –Empezó la morena tomando un tono de voz más serio y preocupado. –Puedes decirme lo que quieras –Permitió la rubia jugando con su plato vacío. –Me gustas … -Suspiró Santana haciendo que el corazón de Brittany saltara – Me gustas mucho, pero creo que eso ya lo sabes –Rió nerviosamente la morena –Y es por eso que estoy aceptando todo esto, porque me gustas – Repitió la latina haciendo sonrojar a la bailarina -Pero quiero aclararte que esto es lo único que quiero –Explicó la abogada enfatizando la palabra “esto” -Esto es lo máximo a lo que llegaremos, no quisiera que hicieras esto esperando a que en un futuro seamos algo más formal –Santana tragó un poco de saliva –Porque eso no va a suceder, así que si estás aceptando esto con ese propósito –Santana tomó otro gran respiro –Lo mejor sería que nos detengamos.

Brittany se sentía realmente atrapada en una gran disyuntiva, tener a Santana a medias, o no tenerla en lo absoluto. Parte de la rubia estaba agradecida con la brutal sinceridad de la morena, aunque otra parte de su sistema se rehusaba a creer que lo que Santana decía era una irrefutable verdad. ¿Cómo podría estar segura la morena que entre ella y Brittany nunca podría existir algo “más serio”? La parte más sensata de la rubia le decía que se detuviera y se alejara de Santana antes de que sus sentimientos se involucraran aún más en una relación sin futuro. Pero si la ojiazul se caracterizaba por algo, era por nunca hacerle caso a su parte sensata. -Tú también me gustas mucho –Habló la rubia después de un gran conflicto mental –Y aunque en un comienzo pensé en que podríamos ser algo más, ya entendí que por algún motivo no quieres ninguna relación y si soy sensata – La gran mentira de Brittany venía en camino –Yo tampoco debería buscar una relación con nadie por el momento, acabo de salir de un divorcio con una persona con la que estuve desde la secundaria –La rubia soltó una pequeña risa conformista –Creo que ahora es el momento de pasarla bien y divertirme ¿no lo crees? –Preguntó con una pequeña sonrisa, causando que el rostro de preocupación de Santana desapareciera. –Me gusta como piensas –Dijo la morena aliviada antes de tomar su plato y el de Brittany para llevarlos al fregadero. Brittany soltó una risa forzada antes suspirar fuertemente ante la sensación y pensamiento de estar en la puerta de entrada a un juego del que difícilmente ella saldría ganadora. *** -¿Qué era lo que quería Ralph? –Preguntó Rachel Berry mientras almorzaba junto a su esposo en el famoso restaurante “Bagel and Bean” en la séptima avenida de Manhattan. –Nada importante –Contestó el castaño tratando de mostrarse natural. –¿Enserio? No es muy común que tu hermano insista tanto en verte – Comentó la castaña mientras le daba un sorbo a su bebida dietética.

–Parece que desde lo sucedido con Maddison, quiere que los St.James nos unamos como familia –Mintió el productor. –Me parece una idea grandiosa –Dijo con emoción la actriz tomando la mano de su esposo –Sé que siempre has querido tener una buena relación con tus hermanos, tal vez este sea el momento –Confesó con una sincera sonrisa. –Tal vez este sea un buen momento para olvidar todo el pasado –Respondió el productor haciendo sonreír a su esposa quien no sabía que aquella frase tenía más de un solo significado. Flashback 3er año de preparatoria: Desde el día en el que Santana López adquirió uso de razón en el mundo, siempre supo que terminaría casada a los 27 años con algún jugador de football o baseball famoso, tendría 1 hijo al que llamaría Santiago al igual que su papá, y viviría en alguna acomodada ciudad del país, y en el mejor de los casos, en el extranjero. Pero llegó un momento en el que se dio cuenta que había un pequeño aspecto que no encajaba con su plan de vida. No sentía ningún tipo de atracción con los chicos; todo lo contrario a lo que le sucedía cuando veía a una chica. Pero siendo realistas, Santana era una chica de Ohio así que si quería sobrevivir y salir de ese pueblo de vacas, tendría que se seguir teniendo en mente su plan de vida original. Con lo que no contaba era con enamorarse en algún punto de su vida en Ohio, y con que ese amor le hiciera estallar interiormente, mandando al diablo cualquier plan perfecto que hubiera planeado en su vida. A partir del momento en el que Santana le confesó a Rachel que era lesbiana, la judía se había convertido en algo más que una simple chica con una fuerte atracción por otra, sino en su apoyo, en su amiga y en su confidente. Y solamente con y por ella, la latina se sentía capaz de hablar de amor. Santana nunca había podido pensar en salir del closet mientras viviera en Ohio, pero así lo había hecho. Había confesado su homosexualidad en la secundaria durante la Fiesta de Primavera en la cual ella había sido elegida la reina del baile por encima de la gran favorita, Quinn Fabray.

Había sido difícil en un comienzo, muchos le quisieron quitar la tiara y darle la corona de rey, muchos tuvieron la osadía de tirarle granizados y otros tanto aprovechaban cualquier oportunidad para burlarse de ella. Ya ni siquiera estar detrás del apretado uniforme de porrista era intimidante para esa bola de trogloditas llamados estudiantes. Pero Santana ya no se sentía sola luchando con sus miedos, ahora tenía a sus papás apoyándola, al Club Glee protegiéndola de cualquier bromista y principalmente tenía a Rachel, limpiando su rostro cada vez que era víctima de un granizado. No eran novias a pesar de que la escuela entera estaba repleta de esos rumores, eran amigas; aunque eso no significaba que los sentimientos entre ambas hubieran disminuido con los meses. La pequeña diva no se había atrevido a tocar el tema del noviazgo nuevamente porque sabía que la latina aún estaba luchando por acostumbrarse a todo el cataclismo ocurrido últimamente. Sin embargo, Santana sentía que todo sería mucho más fácil de llevar si supiera que tenía una persona que correspondiera a sus sentimientos. Aunque ella solo quería que una persona le correspondiera. Habían sido exactamente 5 meses desde la última vez en la que Rachel le había insinuado algo más allá de una amistad. Habían sido 5 meses en los cuales, las esperanzas de Santana habían ido decayendo. Tal vez a Rachel le gustaba Santana solamente cuando estaba en la posición de la abeja reina de la escuela, o tal vez cuando la latina la trataba como si fuera un espacio en blanco para el mundo, tal vez ahora era solamente una patética amiga a la cual tenía que cuidar. -Tienen que ayudarme con algo –Santana había acorralado a Quinn Fabray y Noah Puckerman al ver que todos los integrantes del club Glee iban abandonando el aula. -¿Qué plan malvado tienes la cabeza, López? –Preguntó la rubia volviendo a tomar asiento en la sala del coro, ella sabía que cuando Santana pedía ayuda con algo era porque quería hacerle la vida imposible a alguien. -¿A quién tenemos que matar? –Se burló Puckerman cruzándose de brazos. –¡Pueden callarse por favor! - Gruñó la latina sentándose sobre el piano frente a sus dos amigos –No tendrán que matar a nadie y no es nada malo – Santana ladeó su cabeza con molestia –En realidad, es un tanto vergonzoso.

–Esto se pone interesante –Siseó la cheerio hacia el chico del mohawk. -¿Qué es lo que pasa, San? –Preguntó el muchacho curioso. –Es … Es sobre Rachel –Confesó la morena en voz baja mirando hacia todos lados. –Si es porque no te deja tocarle los pechos, no te preocupes, a mí tampoco me dejó –La latina y la rubia le lanzaron una mirada asesina a Puck al decir eso. –Ella y yo no somos novias –Reafirmó la morena con pesadez. –Pero tú quisieras cambiar eso, ¿cierto? –Preguntó astutamente la rubia. –Veo que captas rápido, Fabray –Dijo Santana con una media sonrisa. -¿Quieres que nosotros te ayudemos con eso? –Preguntó Puckerman confundido. –Así es, genio –La morena alzó sus cejas mientras asentía. -¿Quién podría imaginar que Santana López necesitaría ayuda para conquistar alguien? –Se burló el ex novio de la porrista. –La pregunta es ¿Quién podría imaginar que Santana López quisiera ser la novia de Rachel Berry? –Se burló con sorna la rubia, haciendo que la latina rodara sus ojos. -¿Me ayudarán o no? –Preguntó Santana con fastidio al ver que su par de amigos no dejaban de reír. –Quiero ver esto en primera fila, estoy adentro –Confirmó Quinn con rapidez. –Cuenta conmigo, esto será mejor que imaginarme a Quinn con Rachel –Dijo Puck recibiendo nuevamente las miradas calcinantes de la rubia mencionada y Santana. –Realmente eres un pervertido –Aseguró Fabray a lo que el judío se encogió de hombros. Si Santana había llegado al punto de buscar ayuda en Quinn y Puck, era una

clara señal de su gran desesperación por lograr que Rachel fuera oficialmente su primera novia. Fin del flashback. EL RITMO DEL TIEMPO 1 mes, había pasado tras las vidas de Santana y Brittany con una velocidad relámpago. 30 días, los cuales Brittany agradecía y rogaba con devoción al cielo porque siguieran aumentando y, si no era mucho pedir, que ayudaran a la morena a formalizar su relación. 720 horas, que se habían transformado en las mejores de toda la vida de Santana. No podía negarlo pero la mejor parte de sus días eran en las cuales disfrutaba de la compañía de aquella rubia; aunque técnicamente la veía durante las madrugadas debido a que el trabajo de bailarina exótica no daba mucho espacio para citarse a horas casuales. Pero dejando eso de lado, Santana no se arrepentía del transcurso de aquel último mes. Amigos con beneficios, era una etiqueta común entre una estudiante de preparatoria o de universidad con deseos de vivir un poco su juventud; pero no lo era en el caso de una abogada de 25 años con un puesto de trabajo en una reconocida firma de abogados. Santana consideraba su situación simplemente ridícula. Tal vez en la posición de Brittany todo era más aceptable, tenía 20 años y se encontraba en su penúltimo año de estudios en Juilliard; aunque al tomar en cuenta el acta de divorcio firmado entre ella y su novia de la secundaria … la etiqueta de Amigas con beneficios también sonaba un tanto tonta. Ambas eran un desastre viviendo las etapas de su vida. Sin embargo, se sentían felices con lo que tenían, o por lo menos satisfechas hasta cierto punto. En un principio era Brittany la que buscaba constantemente a Santana y fue por ella que sus encuentros en las madrugadas se volvieron algo cotidiano; pero al pasar las primeras semanas el teléfono de la rubia no dejaba de sonar recepcionando cada llamada y mensaje insistente de aquella necia morena deseosa por verla y pasar un rato junto a ella. La rubia sabía que algo había estado haciendo bien para lograr que cada noche en la que se paraba frente a la puerta del departamento de la latina, esta se lanzara sobre ella buscando saciar todas sus ansias.

La ojiazul sabía que la vida de Santana era complicada, no sabía el motivo pero sabía de antemano que algo malo había de haberle sucedido y el hecho de que Jesse le haya negado a Ralph que conocía a la morena, le hacía preocuparse más aún. Es por eso que se había prometido intentar no involucrarse demasiado, pero eso era imposible de cumplir con cada instante en la cual su nívea piel rozaba contra la de Santana; y sin ni siquiera necesitar de que eso sea algo sexual, el simple e inocente roce de las yemas de sus dedos o su mirada oscura, eran suficientes para lograr que el corazón de Brittany se desbordara. Por su parte, la abogada López se limitaba a mantener todos sus encuentros en algo sexual, es decir, no se permitía amanecer junto a la rubia –Siempre despertaba antes para ducharse o algún otro pretexto –tampoco se permitían hablar “durante”, no se podían poner apodos cursiles, mucho menos podían hablar de sentimientos y muchas más reglas se habían establecido durante el proceso. En esencia, Santana se sentía rebosante con su vida, tenía un buen empleo, lo que por lo tanto le traía más estabilidad económica y tenía a Brittany, quien por consecuencia llenaba gran parte de sus vacíos emocionales sin pedir mucho a cambio; tenía una amiga con quien hacer compras y esas cosas y aparte tenía a alguien que satisficiera cada necesidad fisiológica. Había sido un mes perfecto. *** Unas fuertes luces verdes, rojas y amarillas neón golpeaban la vista de cierta morena, indicándole que había llegado a su destino. El nightclub “Insomniac” la recibía nuevamente, esta vez no se encontraba en compañía de ningún grupo de amigos, tampoco se encontraba desempleada y definitivamente no tenía pensado discutir con alguna bailarina como la última vez; es más, era aquella misma bailarina el motivo por el cual Santana se encontraba en aquel nightclub. El establecimiento se encontraba repleto para tratarse de un día lunes; eso no fue una gran sorpresa para la latina, quien sabía de la popularidad de la cual gozaba el show de Brittany; aunque ser popular no le disminuía nada de lo grotesco a los rostros de los asistentes en el local. La mayoría eran tipos de traje rodeando los 40 años -los cuales probablemente tenían una familia confiadas en que ellos seguían en sus oficinas trabajando –luego varios grupos de jóvenes bebiendo a más no poder y coqueteando con todo el mundo.

Santana sabía que no soportaría mucho más el ambiente y el hecho de que más un tipo con el aliento a bebida barata se hubiera atrevido a acercarse a la barra donde se encontraba intentando hablar con ella, hacía de su estancia aún más desagradable. Pero finalmente y después de una larga espera, las luces del lugar se apagaron indicando que el show de la noche estaba por empezar. La morena no pudo evitar sonreír al ver a aquella despampanante rubia vistiendo unas apretadas mallas junto a una falda y un brasier dorado que combinaban a la perfección con sus largos mechones de cabello que caían graciosamente por sus hombros; pero a pesar de eso, la sonrisa de Santana se difuminó al ver nuevamente los rostros de los tipos en el club, muchos gritando con sus copas en el aire, otros lanzando billetes hacia el escenario y unos cuantos tratando de acercarse lo suficiente como para tocar a la bailarina pero por lo menos, la seguridad del lugar cuidaba bien de las chicas. Eran aquellas “masculinas” acciones eran por las cuales la latina nunca se arrepentía de ser orgullosamente lesbiana. Al cabo de un rato, el espectáculo de la rubia había acabado lo que fue la señal que Santana esperaba para dirigirse a los camerinos en busca de lo que vino. Por un momento había pensado en que entrar a “backstage” iba a ser algo difícil, pero solamente necesitó una sonrisa e inventarse un número de teléfono falso para que el grandulón de seguridad la dejara pasar. El mundo detrás del escenario era algo paralelo a lo vivido en las afueras de este, todas las bailarinas se veían relajadas, divertidas y principalmente sobrias. “¿Disculpa, buscas a alguien?” Santana intentó sonreír coquetamente como con el tipo de la puerta, pero al parecer aquella imponente pelirroja bailarina no caería en sus encantos. -Estoy buscando a Brittany, ¿sigue acá? –Preguntó Santana incómoda al tener la mirada de varias bailarinas sobre ella. -¿Quién la busca? –Preguntó la misma pelirroja con una ceja enarcada. –Dile que es Santana –Contestó la morena desviando su mirada fastidiada. -¡Oh Por Dios! –Gritó la pelirroja llevándose las manos a la boca por la sorpresa asustando a la latina frente a ella y al resto de sus compañeras -

¡Chicas! ¡Ella es! –Volvió a gritar la chica mirando hacia el resto de bailarinas del lugar quienes inmediatamente entendieron. -¡¿Tú eres Santana?! –Preguntó una castaña emocionada haciendo que la latina retrocediera unos pasos. Tal vez las bailarinas tampoco se encontraban sobrias. -¡Brittany nos ha contado mucho de ti! –Confesó la pelirroja anterior con una gran sonrisa. Al escuchar eso, Santana rogaba y maldecía interiormente que “lo mucho” que Brittany hubiera hablado se limitara a su excelente trabajo como abogada de divorcio. –Nos moríamos por conocer a su novia, ella no deja de hablar sobre ti –Dijo la castaña haciendo que los ojos de Santana se abrieran desmesuradamente por aquel anuncio –Es un gusto conocerte –Saludó la castaña dándole un confiado abrazo a la abogada incrédula. –Igualmente –Soltó secamente la morena -¿Puedes decirle a Brittany que la esperaré en el estacionamiento? –Preguntó una incómoda Santana antes de salir por la puerta trasera del lugar. Una de las tantas reglas en su amistad, era mantener lo suyo en privado. Pero eran esas pequeñas cosas como decirle al mundo entero que son novias, que hacían que la morena perdiera la cordura y quisiera nunca haber empezado ningún tipo de relación con Brittany. -Hey… -La suave voz de Brittany sacó a Santana de sus pensamientos quien se encontraba sobre recostada sobre el automovil –No sabía que fumabas – Dijo la ojiazul señalando el cigarrillo que la abogada tenía entre sus dedos. –Hola –Saludó la morena mirándola sin ninguna expresión en especial, la rubia seguía sonriendo por la sorpresa de tener a Santana en su trabajo –Lo hago cuando estoy estresada –Contestó tirando las cenizas al suelo. -Me dijeron que habías venido a buscarme –Dijo la rubia mirando hacia el suelo al sentirse intimidada por la mirada de la latina. –Apuesto que dijeron que “tu novia” había venido por ti–Ironizó la morena cruzando sus brazos y reposando su espalda contra la puerta del conductor. Brittany abrió sus ojos con fuerza al mismo tiempo que retrocedió un paso

mecánicamente. Sabía que haber hablado de más le traería problemas en algún momento. -Oh… estás molesta por eso –Admitió la bailarina pasando sus dedos a través de su cabello –Puedo explicártelo… -Advirtió antes de que Santana dijera algo hiriente. -¿Enserio? –Preguntó con sarcasmo la latina con el ceño fruncido -¡Dios, Brittany! –Exclamó la morena enderezando su figura -¿Qué parte de “lo nuestro es solo nuestro” no entendiste? –Recordó la abogada tratando de bajar su enojo. –Lo sé, lo sé –Repetía la rubia acariciando su cuello para relajarse –Yo solo se lo dije a una y bueno … el rumor corrió y no tuve de otra –Argumentaba la cansada bailarina mientras ajustaba su abrigo de cuero. Había sido un día muy ajetreado y lo único que deseaba era descansar. -¿No tuviste de otra? –Reclamó Santana agitando su cabeza en busca de una respuesta más consistente. –Lo siento, ¿está bien? –Se disculpó la rubia intentado acabar con esa pelea –No es culpa mía que las personas no sepan guardar un secreto –Contestó la bailarina haciendo un puchero logrando que Santana soltara una carcajada ante el cinismo de la rubia. –Tampoco es culpa mía que tú –La latina golpeó con su dedo índice la frente de Brittany –No sepas guardar un secreto. –Si el secreto es mío puedo contarlo –La rubia se encogió de hombros y cuando Santana intentó interrumpir la mujer se apresuró a presionar dos dedos sobre sus labios –Dejemos de pelear… por favor –Susurró Brittany aún con sus dedos sobre los labios de la morena –Me gustaría más que me dijeras porque has venido –La rubia sonrió al ver que la latina dejaba de luchar contra ella. –No podemos dejar esto así, lo que has hech –Nuevamente Brittany volvió sus dedos hacia sus labios para evitar que continuara hablando. –Te propongo algo –Sugirió la rubia –Peleemos mañana, o pasado mañana o por teléfono, pero no ahora, ha sido un mal día y tengo mucho frío ¿podemos hacer eso? –Preguntó la bailarina haciendo un puchero al que nadie podía negarse, mucho menos Santana, quien solo relajó sus hombros. –Está bien… -Aceptó la morena –Pero esto no se ha quedado así –Advirtió

levantando su dedo índice. –Entendido capitán –Rió la rubia –¿Ahora me dirás qué te trae por aquí? – Preguntó haciendo sonar los botones de su llavero para abrir las puertas de su carro. –Quise una copa y bueno … estaba cerca a este sitio –Brittany enarcó una ceja desafiantemente. –Odias estos lugares –Se burló la rubia –Además tu oficina y tu departamento se encuentran al otro lado del mundo, así que intenta con otra mentira –Dijo una expectante Brittany. -Tienes razón odio estos lugares –Se bufó la morena recordando a todos los pervertidos con los que se topó dentro –Tengo una buena noticia y quería celebrarla con alguien –Santana se sentía incómoda ante la sonrisa que se había dibujado en Brittany –Y bueno… Hace días que no hablamos y pensé que… sería buena idea contártela a ti –Decía Santana encogiéndose sobre el carro de la rubia. –O ha sido una gran noticia ó me has extrañado mucho, si has sido capaz de venir hasta el acá –Se mofó la bailarina haciendo que la morena agachara la cabeza avergonzada. –Hoy … -Empezó Santana –Me convertí en oficialmente en una de las “asociadas” de “Morrison y Asociados”, ya no estoy de prueba, ¡Tengo oficialmente un nombre en esa firma ¿puedes creerlo?! – Santana prácticamente saltaba de la emoción, olvidando por lo que hacía pocos minutos había estado furiosa. –No me sorprende en lo absoluto –Decía la rubia a la otra mujer de ambas manos –Tarde o temprano pasaría –Añadió la bailarina con una sonrisa tranquila antes de atraer a Santana hacía ella en un abrazo –Te felicito San – Susurró ha su oído. -¿Me llevarás a celebrar a algún lado? –Preguntó la morena con una sonrisa coqueta y alzando ambas cejas, Brittany volvió a reír. –Tengo 50% de descuento en este club –Bromeó la bailarina señalando su lugar de trabajo, la latina le dio un suave manotazo en el hombro. –Te puedo dar 50% de descuento en mi departamento –Ofreció la latina jalando la manija de la puerta del auto de Brittany sin que esta lo notara.

–Suena como una buena oferta –Contestó la rubia tomando con fuerza a la morena de la cintura , acercando su rostro buscando sus labios. –Hay que esperar hasta llegar a mi departamento –Santana giró su rostro empujando ligeramente a Brittany –No quisiera que alguien más pensara que somos novias –Dijo causando que la rubia la soltara inmediatamente. Esa última frase había golpeado a Brittany más fuerte de lo que pensaba -tal vez el frío del lugar había influido. Pero nuevamente, la rubia tenía que recordar que ella misma había aceptado todos los términos de condiciones que la abogada López había impuesto. -¿Nos vamos? –Preguntó la morena desde el asiento del copiloto del Chevy de la bailarina. –Claro… -Contestó la rubia saliendo de sus pensamientos y abriendo la puerta que le correspondía. *** Los párpados de Santana pesaban como un par de sacos de arena, en cada intento de abrirlos volvían a cerrarse y más aún al sentir los cálidos brazos de cierta rubia que fungían como estimulantes para que los ojos de la morena nunca tengan necesidad de abrirse. “¿Me quedé dormida?” Santana se sentía aturdida y aún adormilada mientras notaba que el cielo a través de su ventana tenía un color anaranjado –ya había amanecido - y que los brazos de Brittany seguían envueltos alrededor de ella, formando un puño a la altura de su cintura, evitando cualquier intento de escape de la morena. Como era de esperarse, ambas habían vuelto a pasar la noche juntas en el departamento de Santana. No habían dormido ni siquiera un par de horas ya que desde que irrumpieron con fuerza en el hogar de la morena, no se habían detenido ni siquiera para respirar y menos aún para que la latina tuviera tiempo de programar su reloj despertador que siempre le indicaba que era hora de levantarse y dejar a la rubia durmiendo sola. Esta vez, había amanecido y la latina seguía sobre el desnudo pecho de Brittany, sintiendo la pasividad con la cual sus latidos iban y venían. La morena no pudo evitar regalarse unos minutos para observar la belleza de la rubia mientras dormía, era algo sumamente perfecto la manera en las que sus alborotados mechones rubios caían por su cuello y hombros; sus ojos

presionados con suavidad dejando al aire sus largas pestañas; sus labios aún hinchados por los besos de la morena pero aún poseyendo aquel color carmín que los caracterizaba. Obviamente Santana no podía –o no quería –ventilar todos esos pensamientos, así que en lugar palabras, la latina solo soltó un profundo suspiro al ver a Brittany junto a ella. -Buenos días … -Susurró la rubia parpadeando continuamente tratando de acostumbrarse a los suaves brotes de luz provenientes de las persianas –¿No te pudiste escapar esta vez? –Se rió suavemente la ojiazul al notar que Santana seguía entre sus brazos y al parecer muy cómoda. –Anoche no me diste tiempo de programar ninguna alarma –Se rió la morena también rozando la punta de su nariz contra la piel del cuello de la rubia. –Ninguna alarma puede contra Brittany Susan Pierce –Dijo Brittany soltando un bufido de superioridad antes de apretar sus brazos con más fuerza dejando un beso en la frente de la morena –Además no puedes negar que esto se siente bien ¿no? , despertar juntas, se siente bien –Repitió la rubia reposando su barbilla en el cabello de Santana. –No se siente nada mal –Respondió la latina girando un poco dejando un casto beso en los labios la rubia. –Se siente increíble –Corrigió Brittany acomodándose a sí misma para poder tomar el rostro de Santana entre sus manos y besarla con más libertad. Y como se había hecho costumbre entre ambas, un beso nunca era suficiente para nadie. -Britt … -Suspiró Santana al sentir que las manos de la rubia iban perdiéndose en el sur de su anatomía –Britt … tengo que ir a trabajar –Rió tímidamente la morena enredando sus manos en los rubios cabellos de la bailarina. –Hoy no irás a ningún lado –Explicaba la ojiazul reclamando su lugar sobre Santana –Porque hoy… nos quedaremos a celebrar –Rió en lo bajo mientras atrapaba el labio inferior de la morena entre sus dientes. -Pensé que lo de ayer había sido suficiente por lo de mi ascenso –Se mofó la abogada apartando los mechones rubios que caían sobre el rostro de Brittany. –Hoy celebraremos nuestro primer mes –Reveló la rubia presionando su

frente con la de Santana –Nuestro primer mes… juntas ¿no? –Dijo con ternura sobre la morena. –Esas cosas se celebran cuando tienes novia o una esposa, no cuando tienes sexo con una amiga –Se burló la morena, pero causando un efecto inesperado en la otra mujer. Nuevamente, aquella última frase dicha por la morena había roto el mágico momento que la rubia había intentado crear entre ambas. Seguramente sonaba cursi y “en contra de las reglas”, pero Brittany si llevaba la cuenta del tiempo que pasaba junto a la latina y - aunque nunca había pensado en decirlo en voz alta- se había a atrevido a decirlo creyendo que Santana se encontraba en la misma burbuja de amor que ella. –Claro, tienes razón – Contestó fríamente la rubia, soltando la cintura de Santana y parándose firmemente de la cama, cogiendo con rapidez y amargura su ropa, dirigiéndose a la puerta de la habitación -¿Puedo usar tu baño o eso tampoco está permitido? –Preguntó herida la bailarina. –Haz lo que quieras –Respondió fastidiada la morena antes de perder su mirada en la ventana de su habitación. Hacer lo que quiera. Eso era lo último que Brittany podría lograr junto a Santana. Flashback 3er y 4to año de preparatoria Quinn y Puck no hicieron mucho por Santana. No porque fueran malos amigos; sino porque no había mucho por hacer. Cualquiera con una par de ojos y dedos de frente sabía que en el momento en el que la latina lo pidiera o deseara, Rachel aceptaría estar junto a ella y ser su novia; pero después de todo lo sucedido desde la salida del closet de la morena, esta había perdido parte de su antes indestructible autoconfianza y eso era lo que afloraba cuando pedía consejos amorosos a los padres de Beth. -¡¿Ella dijo eso?! –Rachel no sabía si gritar o desmayarse ante la revelación que le acababa de hacer Quinn Fabray. -¿Le dirás que sí, cierto? –Corroboraba la rubia mientras retocaba su maquillaje en el baño junto a la judía. –Claro que sí, ¿pero… por qué te pidió ayuda? –Cuestionó Rachel pensando en que tal vez, eso podría ser una broma de la porrista, lo cual no sería nada

extraño. –Tiene miedo y esas cosas –Contestó la rubia sin mucha importancia –Hoy, aparece en Breadstix a las 8, finge que no sabes nada de esto y todo saldrá bien ¿entendido? –Preguntó la ojiverde enarcando una ceja frente a la castaña quien inmediatamente asintió. Tal y cual Quinn, Puck y el resto del club Glee sabían de antemano, Rachel aceptó ser la primera novia oficial de Santana, bastando solamente con reservar todo el restaurante para la Señorita López, iluminar todo el lugar con velas y como detalle especial, llenar todo el techo de Breadstix con miles de estrellas doradas que con ayuda de las velas, le daban un toque surreal y romántico al restaurante. Aparte de las propias acciones de la morena, como la 1ra -la que convenció al instante a Rachel de sus sentimientos –La vestimenta que la latina usaba, no era ningún vestido, ni nada ostentoso; era unos simples jeans negros con una camiseta que decía más de lo que la judía esperaba. “Team Rachel & Santana” -Entonces… ¿Sí aceptas ser mi novia? –Preguntó nerviosamente la morena tomando con delicadeza la mano izquierda la castaña. – ¿Acaso tengo que cantar para que entiendas que es un SÍ? –Rió la diva con los ojos brillantes por lo sucedido antes de estirarse por sobre la mesa para finalmente encontrarse con los labios de su novia. 6 meses después… -San … -La respiración de cierta castaña se hallaba entrecortada al sentir unos suaves labios sobre su cuello –Me haces cosquillas … -Rió torpemente la judía al sentir ahora unos dientes sobre su delicada piel. Contra todo pronóstico, Santana y Rachel llevaban medio año juntas y felices; claramente, con peleas típicas de pareja como la constante insistencia de la castaña porque la morena dejara de ponerle nuevos apodos a Kurt o al resto del club. Al igual que su relación, su tiempo en McKinley también había avanzado y ahora eran oficialmente “Seniors”. -Te puedo hacer más cosquillas si lo deseas –Ofreció Santana jugando con el filo de la blusa a cuadros que la diva llevaba aquel día. –¡No, no, no! –Pedía la cantante entre risas –Mis papás te pueden escuchar –Advirtió tratando de empujar un poco a la morena que se encontraba sobre ella.

–Me casaré contigo si es que es su condición para que yo haga esto –Jugó la latina apretando su cuerpo contra el de la judía para fundirse en un nuevo beso –Te amo tanto… -Susurraba la morena dejándose llevar por el momento. –Yo también Santana –Correspondió la pequeña diva – ¡Santana! ¡Aún no! – Dijo dando un pequeño salto y apartando a la morena, al sentir sus manos colarse bajo la falda de turno. –Llevamos 6 meses Rach… -Gruñó la porrista -¡6 meses! –Exclamó sentándose sobre sus rodillas en la cama -¿Creo que llegó la hora, no? – Presionó la latina sonriendo de lado. –Ya te lo dije, amor –La judía se sentó en la cama –Tendremos nuestra primera vez a los 25, después de ganar mi primer Tony –Santana abrió sus ojos desmesuradamente al oír aquella edad. –Wow… -Soltó la latina –Pues entonces, suerte con eso, porque conmigo no durarás virgen mucho tiempo –Se burló Santana –Antes de volver a besar con pasión a la castaña quien solo soltó un fuerte suspiro de placer –Siempre tengo la razón –Rió la porrista. 3 meses después. -¿Ya pensaste a donde irás al acabar la escuela? –Preguntó cuidadosamente Rachel jugando con los dedos de su novia mientras veían una película en el sofá de su casa. -¿Standford suena bien? –La pregunta era retórica para la morena. Al igual que su relación avanzaba viento en popa, sus vidas igual y el tiempo de definir un futuro se acercaba con rapidez. El tiempo de mandar solicitudes a diferentes escuelas o universidades había llegado. -¿Piensas ir a Standford? –Preguntó la castaña dejando de la lado la película -¡Eso es genial! Pero …¿Qué piensas estudiar? –Cuestionó la judía confundida. –Mi papá me recomienda leyes y bueno… no me desagrada la idea –Contestó Santana sin mucha emoción. –No suenas muy emocionada –Confesó la castaña acariciando una mejilla de su novia.

-¿Sí sabes que Stanford y Julliard se encuentran a más de 6 horas de distancia, cierto? –Aquella también fue una pregunta retórica por parte de la morena –No quisiera separarme de ti –Confesó la latina con cierta vergüenza. –No te preocupes por eso –Respondió Rachel con una sonrisa -6 horas no nos separarán –Dijo la castaña dejando un beso en los labios de Santana – Además, la Universidad de Columbia está en Nueva York también ¿por qué no la consideras? –Sugirió la cantante con sus ojos emocionados. –No lo sé… -Contestó pesadamente la morena haciendo que su novia entrecerrara los ojos confundida. –Hay algo más que no me estás diciendo –Aquello no había sido una pregunta, sino una afirmación por parte de Rachel. –No es nada –Respondió secamente la morena girando su mirada a la película. –Santana, Columbia es una gran universidad de leyes, los mejores abogados salen de ahí –Comentaba la castaña mientras la latina evitaba escucharla – Pero … si lo que quieres es Standford, yo te apoyo –Agregó dejando un beso en la mejilla de Santana, obteniendo ninguna respuesta. Y fue ese silencio, que le dio a Rachel todas las respuestas. -¡Tú no quieres ir a la escuela de leyes! –Exclamó la judía con asombro ¡¿Por qué irás a Standford si no es lo que quieres?! –Santana seguía en silencio. –Iré a Standford o Columbia o la de Ohio, pero seré abogada y me gustará en algún momento –Contestó la morena tratando de cerrar el tema. –¡Ven a Juilliard conmigo! –Pidió la diva saltando en el sofá, haciendo que la latina la mirara confundida. –No todos tenemos tu talento, Rachel –Dijo Santana con nerviosismo y pesar. Aquella respuesta le dio a Rachel más respuestas aún. -Santana, eres la persona más talentosa del mundo, Juilliard rogaría por tenerte con ellos –Respondió la judía tomando las manos de su novia –San…

no cometas un error estudiando leyes, tú has nacido para brillar –Añadió con una sonrisa sincera. -¿En verdad crees eso? –Preguntó la morena dudosa y con temor. –Tú y yo brillaremos juntas –Agregó Rachel antes de besar los labios de Santana. Fin de Flashback.

EL COMEINZO DE ALGO NUEVO No era algo extraño que Santana arribara de mal humor a su centro de trabajo; es más, aquello se había convertido en algo característico en la morena, por lo tanto sus compañeros sabían que en el momento en el que la licenciada López llegara feliz, tendrían que preocuparse seriamente por ella y ellos mismos. Pero aquel día en específico, el mal genio de la abogada se había elevado a la enésima potencia; despertando el miedo de muchos empleados con los que se topaba en el camino. -¡Feliz día de San Valentín, licenciada López! –Dijo un joven empleado de limpieza que tuvo la mala suerte de cruzarse en el camino de la latina. -¿No tienes algo que limpiar, en lugar de estorbar mi camino? –Contestó fría y tajantemente la abogada quien haciéndolo a un lado, caminó en dirección a su oficina. Cuando Santana creyó que se había librado por completo de la bola empalagosa de trabajadores del Buffete; se encontró con el “Rey de la ridiculez” afuera de su oficina. -¡Oh por Dios! –Gruñó la latina mientras caminaba en dirección al cubículo de trabajo de Ralph -¿Realmente eres tan gay? –Preguntó con fastidio la morena al ver a su secretario decorando su escritorio con una cadena de corazones coloridos. –Feliz día de San Valentín, Jefa –Contestó calmadamente Ralph, acostumbrado a los comentarios de Santana –Veo que el día no ha empezado bien –Agregó el muchacho mientras terminaba de colgar los corazones alrededor de su cubículo.

-¡Cielos! –Gruñó nuevamente Santana –Se supone que los abogados son fríos, calculadores, duros –refunfuñaba la latina rodando los ojos. –Somos abogados, no robots –Ralph soltó una suave risa. –Somos abogados, no payasos –Remedó la morena con molestia –Como sea, ¿Tienes los documentos de la Señora Clark? –Pidió la abogada con cansancio. –Ehmm… Aún no –Confesó el castaño haciendo que la morena se frustrara aún más –Pero tengo algo para usted –Añadió el muchacho buscando en una de las gavetas de su mesa, la latina lo miraba con una ceja enarcada – ¡Acá está, espero que le gusten! –Exclamó su secretario estirando hacia la abogada una caja de chocolates. -¿Qué es esto? –Preguntó Santana con una genuina sorpresa. –Feliz día de San Valentín, licenciada –Respondió el joven con una sonrisa amigable –Debería relajarse un poco y disfrutar –Aconsejó a su jefa. –Gracias –Contestó la morena un tanto confundida –Quiero los papeles pronto y no dejes entrar a nadie a no ser de vida o muerte –Ordenó recuperando su postura anterior antes de girar hacia su oficina. – ¡Licenciada! –Exclamó el castaño captando la atención de la latina –Por cierto, no soy gay, es más, estoy detrás un rubia muy linda –Rió Ralph sabiendo que su jefa adivinaría de quién se trataba. –Perseguir a una lesbiana, no te hace menos gay –Contraatacó Santana recordándole a su secretario que no tenía ninguna oportunidad con aquella rubia. *** Era el primer año en el que Brittany no tenía una pareja en el día de San Valentín; desde que tuvo conciencia de lo que aquel día significaba, Claire había estado a su lado regalándose la una a la otra los obsequios más cursiles que podían imaginar. Pero ahora todo había cambiado, ya no había ninguna Claire, ni regalos, ni cenas románticas; lo único que tenía era su gato, muchas películas románticas, helado y una pelea inconclusa con cierta morena.

Desde aquella discusión en el departamento de Santana, la rubia no se había atrevido a dar algún tipo de señal de vida, en un principio por su enojo aunque con el pasar de las horas y los días, aquel enojo se convirtió en vergüenza y temor. La ojiazul no había tenido derecho de armar aquella escena de “mujer herida” frente a la morena, quien de antemano había establecido todas sus reglas de amistad. La rubia se había encontrado en más de una ocasión con el número de teléfono de Santana marcado, con el botón de “realizar llamada” apunto de ser accionado pero detenido por la misma rubia al notar que no tenía ninguna buena excusa para llamarla, además que no se sentía lista para recibir alguna mala respuesta por parte la latina. Pero aquel día, era 14 de febrero y después de pensar mucho y detenidamente, Brittany había tomado y encontrado el motivo perfecto para reaparecer en la vida la abogada López. *** -¡Feliz día de San Valentín! –Ralph levantó con rapidez su vista al escuchar aquella voz, e inmediatamente sonrió. -¡Brittany! –Dijo emocionado el castaño al ver a la bailarina frente a él con una canastilla de rosas -¡Feliz San Valentín! –Saludó atreviéndose a abrazarla. -¿Cómo han estado las cosas por acá? –Preguntó la rubia dándole una rosa al muchacho. –Gracias –Dijo el secretario tomando la rosa –Bueno, todo bien, hay mucho trabajo pero eso no quita el ánimo de celebrar San Valentín, pero, ¿qué te trae por aquí? –Preguntó el castaño sabiendo de antemano la respuesta. –Estaba cerca y se me ocurrió saludarte –Eso no era una total mentira para Brittany. –Que suerte que no vienes a saludar a Santana, porque mi jefa se ha convertido en el Grinch de San Valentín, solamente le falta ponerse verde – Rió el castaño al ver el rostro de susto marcado en Brittany quien solo tragó saliva. –Bueno… pensaba en entregarle una rosa a ella también –Confesó la rubia asustada.

–Apuesto que es capaz de comérsela y luego escupirla por la ventana – Exageró el muchacho divertido ante el rostro de la bailarina -¿Vas a pasar a verla? –Preguntó. Al igual que le sucedía con la innumerable cantidad de veces en las que quiso llamar a Santana, Brittany estaba a punto de desistir e irse. -Sí… -Titubeó la ojiazul –Ya he subido muchos pisos como para irme sin decir nada –Agregó con nervios. –La licenciada solo quiere ser molestada en un caso de vida o muerte ¿tu visita es uno de esos casos? –Jugó el castaño encantado con los ojos temerosos de Brittany. –Siento que saldré muerta de todas formas –Replicó la bailarina tomando un fuerte suspiro -¿Puedo pasar? –Ralph asintió lentamente. *** La frustración de la morena había crecido considerablemente en el momento en el que encendió su computador y aparecieron millones de postales por el día de San Valentín, al igual que muchas ofertas de viaje “Para ti y tu pareja”. -¿Interrumpo? –Aquella voz hizo que Santana saltara de su asiento por la sorpresa. -¿Qué haces acá? – Preguntó la morena confundida. Desde aquella pelea en su habitación, Santana no había sabido nada sobre la rubia y hasta incluso se estaba haciendo a la idea de que lo que ellas tenían había acabado definitivamente. En un principio la morena pensó que era lo mejor y más saludable que podía suceder, pero con el pasar de los días se empezó a cuestionar a sí misma. ¿Realmente era lo mejor? , ¿Romper cualquier tipo de vínculo con la rubia en lugar de tratar de hablar y buscar una solución madura? Así funcionaba Santana. -Feliz día de San Valentín –Dijo la rubia con una sonrisa tímida, entregándole una rosa la latina quien la recibió un tanto insegura. “Oh, Dios, ¿ahora es la niña de las rosas?” Se burló la morena internamente.

– ¿Cómo has estado? –Preguntó la abogada dejando la rosa al lado de los chocolates de Ralph. –Bien, un poco cansada con las clases pero las vacaciones de primavera valdrán la pena –Contó la ojiazul tomando asiento frente a la morena, sintiendo toda la tensión en el ambiente -¿Tu oficina a crecido? –Preguntó la rubia genuinamente confundida mirando hacia todos lados, haciendo que Santana soltara su primera risa. –Creo que sí –Respondió la abogada divertida y acostumbrada a aquellos momentos de la bailarina -¿Y a dónde piensas ir en tus vacaciones? – Preguntó más relajada. –Aún no lo sé, tal vez viaje a Florida –Respondió Brittany buscando como alargar la conversación -¿Cómo estás? –Preguntó mediocremente la bailarina. –No me quejo, aunque ser parte de la firma es mucho más pesado que estar de prueba –El silencio volvió a inundar la oficina –Brittany... lo que pasó ese día –la morena tomó un fuerte suspiro recordando la discusión. –No te preocupes, no tuve derecho a molestarme –Interrumpió la ojiazul –Tú estabas en lo correcto, yo no –Agregó. –No fue tu culpa, yo te di cabida apareciendo en el club, durmiendo juntas y todo lo demás –Admitió la abogada desahogando su culpa. –Ambas tuvimos la culpa –Suspiró Brittany mirando al suelo. –Brittany… -Volvió a decir la latina –Si no tienes problema, me gustaría olvidar eso y seguir bien, como amigas –Santana trató de no sonar desesperada ante su pedido. –Borrón y cuenta nueva –Dijo Brittany con una gran sonrisa al notar que la latina no estaba actuando como el Grinch que Ralph había prometido. –Gracias –Susurró la morena –No me hubiera gustado perder a una de las pocas amigas que tengo –Confesó la abogada cabizbaja. Brittany pensó en aquella última frase por un momento. ¿Realmente Santana no quería perder una amiga ó Santana no quería perderla a ella? , inmediatamente la rubia borró aquella pregunta de su mente. Acababa de salir de un problema por ilusionarse, no quería volver a causarse otro.

-¿Qué planes tienes hoy? –Preguntó la rubia con más confianza, hundiéndose en el asiento. –Trabajar todo el día y luego dormir un poco –Respondió la morena revisando unas carpetas llenas de documentos aparentemente importantes. –Ugh, tus planes siempre apestan –Bromeó la rubia con un puchero –Es San Valentín, no puedes pasar el día trabajando y durmiendo, eso es un delito – Agregó Brittany haciendo reír a la morena que enfocó su atención en ella. -¿Piensas celebrar el día de San Valentín? –Preguntó Santana con curiosidad –No quiero arruinar tu alegría, pero te recuerdo que acabas de divorciarte y bueno, es algo extraño –Dijo la abogada cuidando sus palabras. –Sería peor que quisiera quedarme llorando en mi habitación –La rubia se encogió de hombros –O trabajando en mi oficina –Dijo sonriendo burlonamente. –No me gusta este día, la gente se ve más estúpida de lo normal, llevando corazones hasta en la ropa interior y haciendo las ridiculeces más grandes del mundo –Admitió la latina rodando sus ojos y reclinando su silla. -¿Quieres salir en la noche? –Preguntó la bailarina sonriente, como si no hubiese escuchado lo anterior, Santana soltó un pequeño bufido. –Déjame resumirte esto –Santana se enderezó y entrelazó sus manos sobre su escritorio –Yo odio el día de San Valentín, me repugna este empalagoso día y es por eso que no hago planes –Dijo puntualmente. –Ok, lo entendí –La rubia se volvió a encoger de hombros –Entonces ¿Quieres salir conmigo esta noche? –Preguntó nuevamente, haciendo que la morena entrecerrara sus ojos. –Te dije que no me gusta este día, tampoco me gusta salir en este día porque en cada esquina de la ciudad hay un par de idiotas succionándose las caras –Explicó Santana un poco cansada de la insistencia de la bailarina. -¿Y si te invito a un lugar Anti-San Valentín? –Sugirió la expectante ojiazul. –Estaría encantada de que eso existiera –Se burló la latina regresando su atención a sus papeles. -¿Entonces, es un sí? –Preguntó Brittany entrecerrando sus ojos.

–Brittany, no saldré contigo en el día de San Valentín -Puntualizó la latina firmemente –Somos amigas, recuérdalo. –Bueno, entonces hay que salir en el nombre del día del No-San Valentín – Ofreció la rubia sin darse por vencida -Como un par de amigas solteras. Santana miró detenidamente a la rubia, examinó cada centímetro de su rostro; sus ojos brillaban, tal vez a causa de la luz del día; su nariz se fruncía mientras esbozaba una gran sonrisa y fue en ese momento que la morena entendió que sea el caso que sea, la rubia no pararía hasta convencerla. -¿Si te digo que sí, me dejarás trabajar? –Preguntó la latina cruzando sus brazos mientras que el rostro de Brittany se iluminaba al mismo tiempo que asentía firmemente –Entonces es un sí –Aceptó la morena resignada. –No te vas a arrepentir, será el mejor día de No-San Valentín que pasarás – Aseguró la bailarina poniéndose de pie –Paso por ti a las 9, usa algo cómodo –Sugirió. –Te advierto que no iré a ningún bar, ni karaoke, ni algún lugar con mucha gente y si veo corazones y cupidos, me iré –Advirtió la latina poniéndose de pie y levantando su dedo izquierdo. Brittany dejó escapar una risa al momento en el que Santana empezó a decir su lista de requerimientos; sin pensarlo mucho se acercó más a la latina, tomando sus caderas con cierta fuerza hasta tenerla juntas a las suyas propias. Repentinamente, la morena dejó de hablar y se sintió inhibida ante aquellos ojos azules. -¿Sabes? Estaba empezando a extrañar todas tus condiciones –Rió la ojiazul llevando su mirada de los ojos de Santana hacia sus labios –Aunque también extrañé otras cosas -Britt… estamos en mi oficin… -Antes de que la abogada pudiera poner más excusas, Brittany presionó sus labios contra los suyos. Sin poder definir un instante exacto, Santana se encontraba sentada sobre su escritorio, aferrada al cuello de la rubia y besándola con desenfreno y añoranza, quien aprovechó el momento para subir la falda de la morena unos –muchos- centímetros arriba, hasta dejarla prácticamente a la altura de sus caderas. -Licenciada, ya tengo los pap… -En ese instante Ralph sintió su quijada desprenderse de su ser, al igual que sus ojos que parecían desorbitarse ante

el descubrimiento –No se detengan… por favor –Rogó el muchacho sin poder quitarle la vista de encima a su jefa, quien saltó del escritorio, poniendo su falda en su lugar y a su “amor platónico”, quien no hacía más que sonreír. –Feliz día de San Valentín –Dijo la muy ruborizada Brittany, encogiendo sus hombros e intentando aliviar la tensión y vergüenza del momento. Tal vez Ralph no tenía ninguna cita para el día de San Valentín, pero definitivamente se sentía la persona más afortunada. *** Según Santana, la noche había caído con más rapidez de lo acostumbrado causando que las brillantes luces de la ciudad se encargaran de iluminar todo Manhattan. Sin ser una excusa, la morena se sentía cansada por el día que había tenido; como si tener varios casos asignados por resolver no fuera lo suficientemente fatigante, la latina había tenido que soportar todas las miradas sugestivas y comentarios fuera de lugar que Ralph le había lanzado desde la partida de Brittany además de las interminables parejas que estorbaban su caminar a cada momento, por lo tanto lo único que Santana deseaba era poder dormir y esperar a que el desgraciado cupido se vaya a dormir durante otro año más. Sin embargo la abogada sabía que eso no sería posible porque en menos de una hora una rubia amiga pasaría por ella, y por algún motivo, la latina quería seguir despierta porque algo en ella le decía que aquella noche sería especial. Antes de que la morena pudiera retocar su maquillaje por décima ocasión, tres toques en su puerta le indicaron que era hora de partir. -Feliz día del No-San Valentín –Dijo la rubia bailarina vestida en un par blue jeans y una blusa amarilla –Es para ti –Confesó Brittany estirando una flor blanca hacia la latina. –Quedamos en que no habrían cursilerías –Replicó Santana alisando las costuras del vestido negro que llevaba. –Las rosas son cursilerías –Rió la rubia recordando su canastilla de la mañana –Pero, nadie regala flores blancas en San Valentín, así que esto no cuenta como cursilería –Razonó la bailarina con una sonrisa triunfadora -¿Ya estás lista? –Preguntó al ver que la abogada seguía sin decir alguna palabra.

–Solo déjame ir por mi abrigo –Avisó la latina tomando la flor que Brittany le había dado. *** Había pasado media hora y Brittany seguía conduciendo sin interrupción, mirando fijamente el camino que se hacía interminable para la latina, quien sentía que su trasero empezaba a adormecerse con los minutos. El ambiente en el auto era tranquilo, ambas mujeres hablaban de nada en especial, y de vez en cuando la morena soltaba algún gruñido al ver alguna celebración alrededor de la ciudad. Los minutos siguieron su curso y el puente Brooklyn se aproximaba. -¿A dónde me estás llevando? –Preguntó Santana confundida -¿No estoy en un secuestro, cierto? –Preguntó la morena un tanto exasperada y asustada por la silenciosa risa de la conductora. –Las celebraciones Anti-San Valentín no se encuentran en todos lados – Respondió la bailarina soltando una risa burlona al ver la expresión incrédula de su compañera. 20 minutos más pasaron y Santana sentía que no podría llegar despierta a donde sea que Brittany la estuviera llevando. Sus párpados le pesaban y el silencio que empezaba a reinar el auto complicaba su cometido; repentinamente el motor se detuvo causando que la morena despertara de su ligero sueño. -¿Dónde estamos? –Preguntó la desorientada Santana al ver que se encontraban frente a una, aparentemente, común y corriente casa. –Baja y lo verás –Dijo la rubia desabrochando su cinturón de seguridad. Caminaron hacia la entrada de aquella casa y la bailarina tocó el timbre, apareciendo un fuerte y grandulón moreno hombre de seguridad luciendo lentes de sol en medio de la noche, el tipo examinó detenidamente a la rubia y a su acompañante. -Bienvenida Señorita Pierce, todos están en la azotea –Dijo el hombre, perturbando aún más a la atemorizada Santana. Aquella casa era sumamente grande, fácilmente podría pasar como un palacio contemporáneo; a pesar de su grandeza, la latina seguía asustada sin saber que tenía la rubia en mente.

“¿Cuántas veces nos hemos quedados endeudados por querer comprar aquel típico y chabacano oso gigante que dice ‘Te amo’ al darle un golpe en la cabeza?” Una voz gruesa y un tanto divertida se iba clarificando al paso en el que Santana y Brittany subían las escaleras hacia la azotea del lugar. “¿Y que ganamos con eso?, pues yo se los digo: No ganamos nada, solamente que unas semanas después nos digan ‘No eres tú, soy yo’ o el patético ‘Las cosas ya no son como antes’, por eso yo les digo, amigos, en lugar de gastar tu dinero en esas cosas, ¡Comprémonos un Play Station, él nunca nos abandonará!" Santana rió al igual que el resto de presentes ubicados en pequeñas mesas alrededor del pequeño escenario en el cual se encontraba aquel orador. Brittany dirigió a la morena hacia una mesa en el centro de la azotea. Los ojos de la latina examinaron el lugar con una sonrisa incrédula y sorprendida; aquella azotea se encontraba decorada con muchas cadenas de corazones, pero partidos por la mitad. “Cuenta la leyenda que yo una vez estuve enamorado de una chica, había llegado el día de San Valentín y como el gran novio que era, le compré muchos globos en forma de corazón y a cambio recibí mi primer beso con lengua, sí soy patético, luego pasó un par de días y ella rompió conmigo y ¿saben lo que hice? , até todos los globos a la azotea de su casa y la mandé a otro planeta como en la película “Up” , no, eso es una broma, pero lo que sí hice fue reventar cada globo y pedirle que me devuelva mi dinero” Santana reía al escuchar el monólogo de aquel desconocido tipo, sintiéndose cómoda al ver que no era ella no era la única que tenía una concepción totalmente diferente del popular 14 de febrero. Y sin percatarse del reloj, había pasado 1 maravillosa y divertida hora. “Es por eso amigos, que todos debemos unirnos en contra y luchar por nuestro derecho de decir ‘Quiero atravesarle a cupido una de esas flechas para que deje de joderme el 14 de febrero’ “ El público volvió a reír con fuerza ante el final del espectáculo. “Y un saludo especial a nuestra amiga Santana, de la mesa 3, ¡Feliz día del No-San Valentín, preciosa!” La morena abrió sus ojos y su sonrisa de inmediato al escuchar su nombre.

“Ahora todos pueden pasar al lado izquierdo, donde el espectáculo de fuegos artificiales empezaran” Sin decir nada, Santana y Brittany dejaron su mesa para ubicarse junto al barandal de la inmensa azotea. -¿De dónde salió todo esto? –Preguntó la morena aún incrédula de que realmente existiera un lugar Anti-San Valentín. –Esta es la Asociación de Solteros Anónimos –Rió la rubia mirando hacia el jardín trasero donde se empezaban a encender los pirotécnicos. -¿Qué? –Soltó la latina entrecerrando sus ojos. –Cuando trabajas en un club nocturno, descubres muchas cosas –Volvió a reír la bailarina –Ryan, el del monólogo, es un cliente habitual y en una de sus visitas, me invitó una copa a la salida y me habló de su negocio, él organiza estos eventos extravagantes, tiene también el “No-Navidad” –Contó Brittany divertida –Y también celebra el Día de los Divorciados, creo que un día iré a ese –Santana soltó una carcajada ante lo dicho -¿Te gustó, o no? – Preguntó la rubia. –Nunca creí que estos lugares existieran, pero ya veo que tú nunca mientes –Dijo la abogada dándole un mirada a la ojiazul –Mira, ya está por empezar – Señaló. Y nuevamente Santana volvió a quedarse boquiabierta al ver el nivel al cual podía llegar la creatividad humana. Un cohete salió disparado dibujando el cielo un corazón partiéndose por la mitad y luego otro, plasmando un oso de peluche sin cabeza en el aire. A pesar de que a criterio de todos, ese singular evento era simplemente patético, triste y hasta diabólico; Santana se sentía feliz porque era el primer año en el cual no había sido obligada a ir a alguna cena romántica en la cual todos sus amigos se regodeaban de lo perfecto que era el amor en frente de ella, quien hacía mucho había perdido las esperanzas. Pero al mismo ritmo que esas chispas saltaban por los aires dibujando las figuras más anti – románticas del mundo; el corazón de la morena también lo hacía al ver a la causante de todo esto, la única persona que en su vida, había respetado sus decisiones y creencias, situada al lado suyo mirando con asombro y emoción los fuegos artificiales. Brittany era una buena persona, la mejor que Santana había conocido en

años y a pesar de que la latina no se sentía lista para involucrarse seriamente con alguien, quería y necesitaba hacerla feliz y devolverle un poco de todas las bendiciones que su presencia había traído a su vida. La latina visualizó la mano de la rubia colgando a un lado, vacía y sin compañía; sin pensarlo dos veces, la morena estiró la suya con el propósito de entrelazarla con la de su compañera; sin embargo un nuevo cohete salió disparado haciendo que la rubia moviera su mano unos centímetros, causando que la latina solo pudiera enganchar su meñique contra el de Brittany. Y fue ahí donde Santana vio lo ridículamente bien que encajaban y veían. Una sonrisa torpe salió de la morena ante el descubrimiento y al sentir que la bailarina respondía al agarre, enganchando con fuerza su meñique al otro, dibujándose en su blanca piel, una sonrisa igual de torpe que el de su amiga. -Britt… -Dijo Santana fijando sus ojos a los azules frente a ella –Gracias – Dijo la morena aún con su meñique entrelazado. -¿Por qué? –Preguntó la rubia confundida. –Por existir –Contestó la abogada con una sonrisa sincera. Y con sus meñiques entrelazados, el día de No-San Valentín se convirtió en la celebración favorita de Santana. CAMBIO DE PLANES El reloj despertador ubicado en la mesa de noche de cierta morena indicaba las 3:35 a.m; las calles de la ciudad no soltaban ningún ruido aparte del viento y los neumáticos de los pocos vehículos que usualmente transitaban por ahí; el departamento en sí parecía haber encontrado un punto de paz total. Parecía ser que el universo se hubiera puesto de acuerdo para regalarle a Santana el mejor ambiente para poder dormir después de un día atareado; sin embargo ahí se encontraba aquella latina, envuelta en su cama, con sus ojos abiertos fijos en el techo de su habitación, cansados pero sin intención de cerrarse, con su cerebro total e involuntariamente despierto, incluso más que en ocasiones normales, repitiendo como un disco un par de conversaciones que habían tenido lugar aquel mismo día, buscando una manera de convencerse de que aquellas dos conversaciones no podían tener algún tipo de conexión alguna.

Aquel día en la mañana… Como se había estado haciendo costumbre desde el día del No-San Valentín, Brittany había pasado por el edificio de la morena, tocando la bocina de su auto, indicándole que era “La Hora del Café”. Sin mucha prisa, ambas habían llegado al Starbucks del centro de Manhattan. Santana había pedido su Capuccino de todos los días, mientras tanto la rubia, su cotidiano jugo de naranja (Era la hora del Café, pero la rubia pensaba que el nombre era mera formalidad); la latina le había echado 3 cucharadas de azúcar mientras Brittany tomaba asiento en su mesa de todos los días. Todo parecía ser un día común y corriente hasta el momento en el que la morena había decidido iniciar la conversación. -Falta poco para tus vacaciones –Dijo Santana dándole un sorbo a su café ¿El club también te da vacaciones? –Preguntó la latina. –Ajam –Afirmó la bailarina despreocupada –Hablé con mi jefe y entendió – Agregó jugando con el sorbete de su jugo, doblándolo de un lado al otro. –Eso es bueno –Comentó la abogada revisando el mensaje que acababa de llegar a su Blackberry -¿Ya pensaste que harás? –Preguntó abriendo el mensaje nuevo, eran cosas del trabajo. –Creo que ya te había dicho que unos amigos me habían invitado a Florida – Respondió la ojiazul dándole un largo sorbo a su jugo -¿Crees que deba ir? –Seguro que la pasarás bien –Aseguró la latina enfocando la mayor parte de su atención en el mensaje que en la conversación que mantenía. -¿Me invitas tu café? –Preguntó la tranquila ojiazul mientras tomaba el vaso de la morena sabiendo la respuesta de esta. –Claro –Contestó la latina aunque la rubia ya le había dado un sorbo a su bebida. Todo parecía ser un día normal hasta el momento, sin embargo Santana aún no sabía que aquel encuentro en el café no había tenido nada de normal. Aquel día en la tarde… Santana acababa de regresar de almorzar. Aquel día había ordenado spaghetti como casi siempre acostumbraba; había comido con un par de abogados que intentaban coquetear con ella –eso también era cotidiano. La oficina lucía sin muchos cambios, Ralph seguía en su escritorio hablando

por teléfono como una señora en medio de un chisme importante. Todo seguía igual. Pero fue en el instante en el que el castaño colgó el teléfono y fijó su mirada en su jefa, examinándola de pies a cabeza, fue en ese minuto que la latina supo que su día no había sido uno como cualquier otro. -¿Te pasa algo? –Preguntó la morena enarcando una ceja al ver que su asistente su había quedado petrificado viéndola. -¡¿Le dijo a Brittany que se vaya de vacaciones a Florida?! –Siseó incrédulo el castaño hacia su jefa, quien lucía confundida ante la pregunta. –No –Contestó Santana –No que yo recuerde, no lo sé –Admitió la morena. -¿Por qué le dijo a Brittany que vaya a Florida? –Preguntó el muchacho consternado. –Ella dijo algo de que unos amigos la habían invitado, además ¿cuál es el problema? –Preguntó la latina un tanto incómoda con la mirada de su secretario sobre ella. –Déjeme poner esto fácil –Dijo Ralph sentándose firmemente en su asiento – Usted, le dijo a una universitaria divorciada que pasara sus vacaciones de primavera en una playa de Florida, ¿ahora lo entiende? –Explicó el castaño fijando su mirada con atención. Fue inmediatamente después de aquella última frase de Ralph, que la morena entendió la gravedad de lo que había hecho. Florida era conocida por los niños como el hogar de Mickey Mouse, lleno de sus gigantescos parques temáticos y castillos llenas de princesas; pero para los jóvenes universitarios, Florida era conocida como la tierra de la promiscuidad y el desenfreno, el lugar perfecto para olvidar cualquier tipo de pena de amor, e incluso olvidarse de toda clase de relación actual que se pueda tener. Florida durante los meses de Marzo y Abril, se transformaba en el paraíso de las hormonas alborotadas y de las chicas en bikini. Y si había una ley escrita entre los viajeros era: Quién entra a Florida, no sale virgen. -¡¿Brittany irá a Florida en sus vacaciones?! –Preguntó la morena preocupada, al haber procesado toda la información. –Me acaba de decir que usted le dijo que era una buena idea –Respondió el castaño con reproche.

“Mierda” Maldijo Santana en su mente. *** La morena se sentó en la cama, recostando su cabeza contra pared, intentando convencerse de que no había motivo para su preocupación, que el escándalo que Ralph había armado durante todo el día había solo una exageración y principalmente, quería convencerse de que Brittany no era como cualquier otro universitario hormonal y que tal vez, la rubia podía tener familiares en Florida y que ese podría ser su principal motivación de viaje. Pero a pesar de todas esas teorías que la morena había armado en su cabeza para tranquilizarse; no logró conciliar el sueño. Literalmente, Brittany le estaba robando el sueño a Santana. *** El día siguiente, Santana se vio forzada a enfrentar las cosas y quitarse las dudas de la cabeza y corroborar que Brittany no era como cualquier otra universitaria que va en busca de diversión y libertinaje por cualquier lado; tenía que estar segura que su rubia amiga era una persona íntegra y que no buscaba encuentros casuales con cualquier desconocido; aunque el hecho de que ambas tenían un tipo de relación sin compromisos, hacía que la duda acrecentara en la cabeza de la latina. Como era de esperarse, Brittany sonó la bocina de su Chevy. Nuevamente era la Hora del Café –algo que la morena necesitaba con urgencia. -Así que… irás a Florida –Comentó Santana tratando de sonar casual mientras tomaba asiento en la mesa acostumbrada. –Sí –Contestó la rubia rápidamente bebiendo su jugo. -¿Irás solo con tus amigos o tienes familiares o algo? –Preguntó la latina arañando el envase que tenía entre manos. –Solo con amigos, quiero relajarme y con mi familia no podré –Bromeó la bailarina, haciendo que la morena soltara una risa forzada. –No creo que te relajes mucho en Florida, las playas están llenas de

personas y los hoteles igual, todo es un caos –Replicó la abogada dándole un sorbo a su café. –Más que relajarme, quisiera divertirme –Admitió la rubia encogiéndose de hombros, haciendo que Santana estuviera a punto de atravesar el envase del café –Todos los años pasaba mis vacaciones en la casa de los tíos de Claire en San Francisco y este es el primer año en el que pasaré unas vacaciones por mi cuenta y bueno… -Suspiró Brittany sintiendo que la conversación se hacía más larga de lo esperada. –Honestamente, no creo que te diviertas en Florida –Dijo Santana desviando la mirada. –Ayer dijiste que era una buena idea –Recordó la confundida rubia. –Florida es divertida, pero no creo que esa sea tu clase de diversión – Corrigió la latina esperando que la ojiazul no quisiera más detalles. -¿Esa clase de diversión? –La rubia alzó sus cejas en sorpresa -¿Qué edad crees que tengo? –Preguntó soltando una pequeña carcajada. – ¿Entonces sí eres conciente de todo lo que sucede allá? –Preguntó la morena frunciendo el ceño. –No soy una niña, Santana –Brittany se hundió en su asiento soltando una pequeña risa, bebiendo lo último de su jugo de naranja –Quiero divertirme como todos lo hacen –Agregó haciendo un ademán con su mano derecha, restándole importancia al asunto. –Es decir que quieres comportarte como una adolescente descontrolada teniendo sexo con la playa entera y bebiendo hasta que olvides tu nombre, ¿A eso te refieres con ‘Divertirte como todos’? –Preguntó Santana con un dejo de reproche en su voz. –Estás exagerando y además ¿Qué hacías tú cuando estabas en la universidad? –Preguntó la rubia con curiosidad y con ganas de acabar con el repentino discurso de moralidad de la morena. “¿Qué hacías tú cuando estabas en la universidad?”, esa pregunta pareció caer en la mente de la abogada como un fuerte balde de agua fría, recordándole todas las cosas malas y buenas que sucedieron. Si Santana decía que nunca había pisado Florida durante sus vacaciones estaría mintiendo burdamente; la había visitado en más de una ocasión con

sus compañeros de facultad y se de algo se acordaba; era de absolutamente nada porque todos esos meses se los había pasado bajo los efectos del alcohol y las resacas brutales de las fiestas. Definitivamente Brittany no podía ir a Florida. -Yo… yo iba de pesca con mi papá –Mintió la abogada encogiendo sus hombros, Brittany rió al instante, tomando sin permiso el café de la morena y dándole un sorbo. –Okay, pretenderé que creí eso –Se burló la rubia ganándose una mirada de asombro de la latina –Santana, nadie creería eso de la pesca además si es que me hablas tan mal del viaje, supongo que debe ser por experiencia, ¿no? –Razonó Brittany. –Mira, se me hace tarde para irme a trabajar y bueno, si quieres perderte en Florida, eres libre de hacerlo, yo solo quería ayudarte –Respondió tajantemente la latina poniéndose de pie –Y ese café es mío –Dijo quitándole el envase a la rubia de las manos. –Te traeré un regalo, no te preocupes –Gritó la bailarina soltando una pequeña risa. –Mientras no sea un embarazo, no tengo problema –Contestó Santana con fastidio antes de salir de Starbucks, dejando a la rubia riendo en la mesa. *** El día en la oficina no fue mejor que en el Café. Ralph había pasado el día entero hablando de la mala idea que era que Brittany pasara 3 semanas en un playa llena de “Buitres” como dijo textualmente el castaño. -¡Ella no es una niña! –Gritó exasperada la morena después de escuchar por enésima vez a Ralph – Además no entiendo porque te quejas conmigo – Refunfuñó la abogada. –Porque usted es la única a la que Brittany escuchará, usted tiene ese poder sobrenatural sobre ella –Confesó el castaño preocupado. –Hoy hablé con ella y no parece haber cambiado de opinión –Comentó la latina -¿Además que tanto podría pasarle aparte de emborracharse y esas cosas? –Preguntó sabiendo ella misma la respuesta.

–Mmm… ¿Herpes? ¿Sida? ¿Embarazos no deseados? ¿Matrimonios no deseados? ¿Alcoholismo? –Enumeraba el muchacho –No lo sé, tantas cosas, usted debe saber de eso. -¿Perdón? –Preguntó la latina asombrada -¿Por qué supones que yo sé sobre esas cosas? –Dijo indignada. -¡Oh, Vamos Jefa! –Exclamó divertido el castaño – ¿Me piensa decir que usted nunca fue a Florida en la universidad? –Retó Ralph con una ceja levantada. –Para tu información, mis vacaciones las pasaba pescando junto a mi papá – Mintió nuevamente la latina haciendo que su asistente estallara en risas. –Eso fue divertido, pero mejor pensemos en el asunto de Brittany –Pidió el castaño limpiándose una lágrima de tanto reír. –Entiende, Brittany es mi amiga y si ella quiere pasar sus vacaciones revolcándose en la arena con toda una universidad, bueno pues, es su decisión –Clarificó la abogada –Ahora vete, tengo que trabajar y tú también –Regañó la abogada haciendo que el castaño saliera incrédulo por su actitud. Santana estaba cansada y harta de escuchar a Ralph quejándose; pero eso no significaba que estuviera cansada en su deseo de evitar ese viaje de la rubia. *** -¿Santana? –La rubia se sorprendió al escuchar aquella voz a través de su teléfono celular y más a esa hora de la noche. -¿Ya terminó tu turno en el club? –Preguntó nerviosamente la latina. –Sí, acaba de terminar, ¿pasa algo? –Preguntó con preocupación la ojiazul. –No, no es nada, es solo que… quería saber si podíamos vernos en mi departamento o algo –Ofreció Santana. Brittany tragó saliva ante la repentina propuesta. Desde el día del No-San Valentín, su relación con la morena había mejorado considerablemente, es decir que habían dejado de tener sexo casual; ahora eran amigas y nada más, a pesar de que ninguna de ellas había dado por terminado la extensión

de “Con derechos”. Simplemente habían descubierto que no todo tenía que limitarse a lo carnal y aparentemente ambas lo habían empezado a disfrutar, el hablar sin que existiese esa tensión en el aire, el poder salir a caminar sin problemas, incluso “La Hora del Café” , habían sido resultados de su amistad. Pero al parecer, Santana ya no podía más con eso y ciertamente, Brittany también se estaba frustrando considerablemente con el asunto de no poder tocar a la morena. -Claro, te veo en media hora –Aceptó la rubia después de dudar por un momento. *** Santana realmente estaba disfrutando su amistad con Brittany, le encantaba hablar con ella y escuchar que era lo que había hecho en el día o simplemente reír con cualquier ocurrencia que pasara por esa rubia cabeza; sin embargo no podía negar que extrañaba tocar la suave piel de la rubia pero aún así, la latina había preferido mantener su amistad antes que arruinarlo todo. Pero esa noche, las cosas eran distintas. Santana estaba dispuesta a convencer a la rubia de pasar sus vacaciones con su familia o en algún lugar lejos de aquellos aborrecibles universitarios y sabía que solo había un modo por el cual la bailarina aceptaría eso. No pasó mucho tiempo antes de que el timbre del departamento de Santana sonora. Era Brittany y como pocas veces, se veía nerviosa e incluso un tanto incómoda con la morena; pero más incómoda aún fue la conversación de bienvenida que mantuvieron por unos largos y pesados 5 minutos. -Te ves bien hoy –Comentó la morena tratando de lograr que la rubia se relajase. –Tú también te ves bien, aunque estés en pijama; no significa que tu pijama sea fea o nada, al contrario es de las más lindas que he visto, aunque solo sea una camiseta y un pantalón –Decía la bailarina nerviosa jugando con el filo de una de los cojines del sofá. -¿Vamos a mi habitación? –Preguntó directamente la morena. –Claro –Aceptó la rubia sin pensarlo ni siquiera por un instante. Fue algo como un instinto que la obligó a decir sí.

Santana tomó la mano de la rubia y caminó hacia su habitación, sintiendo el sudor que emanaba de la mano de la bailarina. -¿Estás segura de que quieres esto? –Brittany frenó abruptamente antes de abrir la puerta del cuarto, Santana abrió su boca un par de veces sin emitir palabras. -¿Acaso tú no? –Respondió con una pregunta la otra mujer. –Sí, por supuesto, pero … -La bailarina pensó en las palabras exactas – Siempre que lo hacemos, peleamos o todo el ambiente se pone extraño y bueno, me gusta como estamos ahora y no quisiera que su arruine –Explicó Brittany sintiéndose avergonzada. Santana suspiró lentamente, feliz de saber que la rubia se sentía igual que ella, feliz de saber que la bailarina también apreciaba lo que tenían. -Solo confía en mí, ¿okay? –Pidió la morena con una suave sonrisa –Te prometo que nada cambiará, además ¿aún tenemos derechos la una con la otra, no? –Rió un poco la abogada, Brittany asintió riendo igual. Como por arte de magia, aquella promesa de la latina bastó para acabar con la incomodidad entre ellas. Al momento de entrar en la habitación, la morena retomó su idea original. Empujó a la rubia contra la pared solo para acercarse y besarla con pasión. Brittany abrió inmediatemente su boca al sentir la ansiosa lengua de la morena pasar sobre sus labios. -¿Alguien me ha extrañado, no? –Se burló la bailarina sin aliento y jugando con un mechón del cabello de Santana, quién solo rió y empujó sus caderas contra las de la rubia contra la pared. Fue cuestión de minutos –o segundos –para que ambas terminaran en la cama de la morena, enredadas en las sábanas, deshaciéndose a cada instante de cada estorbosa prenda. Poco a poco, la temperatura empezó a aumentar al igual que los sonidos que se desprendían de ambas bocas que colisionaban a cada momento en un desesperado beso. -Ninguno de esos adolescentes alborotados podrá darte lo que yo te doy – Decía la agitada morena al oído de la rubia debajo de ella, tentando con su mano derecha el húmedo sur de su amiga –Ni en Florida, ni en ningún lado.

–Lo sé, por eso te extrañaré mucho –Trataba de hablar la ojiazul, sintiendo las manos de Santana recorriendo toda su anatomía. –No hay necesidad de que me extrañes, podrías quedarte y la pasaríamos bien –Sugería la latina mordiendo y succionando suavemente el cuello de la rubia. –Pero yo quiero ir de viaje, San –Decía la bailarina enredando sus manos en el cabello de la morena. –Florida apesta –Afirmó la morena mordiendo a la rubia con fuerza, asegurándose de dejar una marca en esa blanca piel. -¿Estás celosa por todo lo que haré allá, cierto? –Preguntó juguetonamente Brittany separándose por un momento del cuerpo de la latina. –No son celos, es preocupación –Corrigió la morena embriagada por el olor proveniente de la rubia –Me preocupan lo que te puedan hacer, me preocupa que te toque cualquier persona –Decía Santana besando los labios de la ojiazul –Me preocupa que te lastimen, me preocupas Brittany –Finalizó dándole un tono más serio. –San, no tienes que preocuparte, me sé cuidar sola –Admitió la bailarina acariciando la nuca de la morena –Además, ya te dije que quiero pasarla bien, incluso, tal vez pueda conocer a alguien especial en el camino –Dijo la rubia intencionalmente, presionando más a que la morena siguiera hablando. -Te aseguro que en esos viajes de universitarios, nadie busca nada serio, son personas que solo quieren acostarse con otras personas –Santana presionó fuertemente sus puños al pensar en esa idea -¿Ahora entiendes por qué me preocupas, Brittany? –Cuestionó la latina recostándose sobre su codo izquierdo y tocando la punta de la nariz de la rubia tiernamente. -¡Viaja conmigo! –Exclamó la bailarina sentándose rápidamente en la cama haciendo que Santana cayera de espaldas sobre la cama. -¡¿Qué?! –Preguntó asustada y sorprendida la morena, tratando de sentarse propiamente –Tienes que estar bromeando –Dijo cruzando sus brazos. -¡Viaja conmigo, San! –Repitió la rubia saltando sobre sus rodillas, sin importarle su desnudez -¡Vamos! Dices que te preocupo, entonces viaja conmigo y cuídame –Explicó agitando los brazos cruzados de Santana quien

negaba firmemente con la cabeza. -¡No, Brittany! –Replicó la latina –No puedo dejar mi trabajo botado para irme de viaje, las cosas no son tan fáciles. –Santana, ¡por favor! –Pidió la bailarina con un puchero que hacía más difícil la situación –Viaja conmigo, será genial, te lo prometo y si vas, no haré nada con nadie, ¡por favor! –Volvió a rogar la rubia agitando las manos de la morena estática. –Ya te dije que no puedo ir contigo aunque quisiera, tengo un trabajo y bueno, no puedo, entiéndelo –Dijo seriamente la abogada. -¡Bien! –Gritó la ojiazul soltando a Santana –Entonces iré a Florida y tendré miles de orgías con todo el mundo –Decía abriendo sus manos formando un círculo en el aire –Incluso estaré con hombres, iré a muchas fiestas, tomaré muchas fotos y tú desearás haber ido –Finalizó molesta y parándose de la cama envuelta en una sábana. La puerta de la habitación sonó fuertemente al ser cerrada haciendo que la rabia empezara a crecer con rapidez dentro de Santana. Las imágenes mentales de Brittany besando a cualquier persona, le provocaban repulsión y deseos de atravesar su pared con su propio puño; pero imaginarse a su amiga en situaciones comprometedoras con alguien, simplemente le provocaba saltar desde un puente y no vivir para contarlo. “¡Arrrrrg!” Gritó con fuerza la latina lanzando una almohada contra la pared. Sin duda alguna, sería un mes muy largo para Santana. 1 semana después… -¡Brittany! –Gritó Santana desde su habitación -¡Ayúdame con esta maleta! – Pidió. -¡Wow! –Se asombró la rubia al ver el tamaño de aquella maleta verde – Santana, nos vamos de vacaciones, no nos estamos mudando –Se burló la bailarina mientras cargaba con dificultad el equipaje hacia el living. –Solamente estoy llevando lo necesario –Dijo la latina colocándose un par de lentes de sol. -¿Una brújula es algo necesario? –Cuestionó con una carcajada la ojiazul al abrir aquella maleta por curiosidad.

-¡Claro que sí! –Se defendió la morena –He visto Lost, y vi lo que le pasó a ese avión, así que llevaré esa brújula porque no quiero quedarme en una isla desierta durante 6 temporadas –Explicó con seriedad la abogada. Brittany solo sonrió. –Estas serán las mejores vacaciones –Comentó con una voz soñadora y divertida la rubia mientras cargaba las maletas hacia la puerta del departamento. –Más te vale que así sea –Dijo Santana en un tono amenazante pero alegre. –Algo me dice que así será –Sonrió la bailarina dejando la maletas del otro lado de la puerta -¿Nos vamos? –Preguntó estirando su mano hacia Santana. –Vámonos a Florida –Rió la morena cerrando la puerta de su departamento antes de entrelazar tímidamente su mano con la de Brittany. Era probable que al regresar de ese viaje, la morena perdiera su trabajo o en el peor de los casos que ella se convirtiera en la secretaria de Ralph; pero algo en su interior le decía que no se preocupara, porque ese viaje valdría la pena. Flashback último año de preparatoria. La graduación se hacía cada vez más cercana, pero eso era algo que poco le importaba a Santana ya que más importante que su graduación, era su primer aniversario de noviazgo con Rachel. Había sido un largo año, pero la morena no se arrepentía de nada. Había sido un año perfecto a lado de su novia y eso era algo que Santana quería que perdurara eternamente. A pesar de que en los últimos 3 meses de su relación habían empezado a tener discusiones frecuentes, principalmente por la insistencia de la castaña por lograr que Santana mandara su solicitud a Juilliard y no ha otra universidad para estudiar leyes; la morena quería hacer de su aniversario algo especial que ninguna de las dos pudiera olvidar. Desde hacía 3 meses la morena había empezado a preparar todo, pero se había quedado estancada en un detalle: El regalo. No sabía que regalarle a su novia. Pensó en un collar, o en unos aretes, o en

una remodelación de guardarropa; pero después de pensarlo mucho, había encontrado el regalo correcto. *** Rachel no podía negar su entusiasmo por su graduación, ni mucho menos por su aniversario. Se sentía asombrada con la rapidez del tiempo y los años. Aún podía recordar su primer año en McKinley, los innumerables slushies que recibió; recordaba los primeros años del club Glee y en lo mucho que apestaban, sus derrotas y sus triunfos; por su mente pasaban sus amores y desamores con Finn, Puck, Jesse, todos para llegar a cerrar el círculo con Santana. Eso ero lo que más le asombraba. Santana. No entendía en qué momento la morena dejó de ser su verdugo para convertirse en su príncipe –princesa, en este caso –Se le hacía increíble pensar que ella, Rachel Berry, había sido capaz de conseguir el amor de Santana López. Sin embargo, no todo era un cuento de hadas. La escuela estaba por acabar y eso significaba que todos tomarían rumbos distintos; eso las incluía a ambas. La castaña llevaba un mes de haber recibido su carta de ingreso a Juilliard; mientras su novia había recibido dos cartas, una a Standford y la segunda a la Universidad de Columbia. Standford y Juilliard se encontraban a más de 6 horas de distancia, mientras que la de Columbia se encontraba a menos de 1 hora de Juilliard. Pero a Rachel no le importaba la distancia, le importaba que la latina no hubiera confiado en su talento y hubiera escogido una carrera que no la apasionaba. La pequeña diva había hecho de todo para convencer a su novia de su potencial, incluyendo el retarla a competir contra ella por solo de las Nacionales que nuevamente habían tomado lugar en Nueva York. Sin importarle que se tratara de su novia, la castaña peleó por ese solo, pero después de una dura competencia entre ella, Mercedes y Santana, la última terminó consiguiéndolo y así logrando que New Directions consiguiera el 1er lugar en la competencia. Pero ni siquiera con esa gran prueba de su talento, la latina había enviado sus solicitudes a dos universidades para estudiar leyes; causando que Rachel se decepcionara totalmente. Ya había pasado un mes y la castaña sabía que tenía que superar ese suceso

y a pesar de no estar de acuerdo con la decisión de su novia, debía apoyarla de la misma manera en la que Santana lo hacía con ella. Había pasado un mes y nuevas preocupaciones habían llegado a su cabeza. El principal: El regalo para Santana. Después de pensarlo mucho y hablarlo con muchas amigas, había encontrado el regalo perfecto. *** Era una noche tranquila, la luna y las estrellas eran capaz de iluminar todo el pueblo por sí solo; las calles estaban tranquilas y prácticamente desoladas; parecía que el mundo entero había dejado la ciudad solo para Santana y Rachel. Ambas iban de la mano, disfrutando de la compañía de la una y de la otra. Santana había invitado a su novia a una cena especial a Breadstix –podría ser su aniversario, pero la morena no podía resistirse a esos palitos de pan – Rachel le había pedido a la morena que la acompañase a su casa para darle su regalo de aniversario. Por un momento la latina había pensado en que tal vez, su novia había olvidado el regalo y que por eso irían; pero después de analizar la situación, Santana estaba adivinando el regalo que Rachel le tenía preparado. Al llegar a la casa Berry, la castaña tomó la mano de su novia y le pidió que subiesen juntas a su habitación. Por supuesto que Santana no se negó. La alcoba de la judía estaba en penumbras, pero al encender las luces la morena se llevó una grata sorpresa al ver las paredes de la habitación, prácticamente, tapizada con fotos de ambas. Juntas, separadas, con amigos. Felices, tristes, enojadas. -Feliz aniversario, San –Dijo la castaña captando la mirada de su novia –Te amo –Confesó sinceramente antes de tomar sus manos y acercarse a besarla. Con mucha determinación, la diva dirigió a su novia a la cama sin romper el beso. -Te amo, y quiero que seas la primera y la única en mi vida –Dijo la judía empujando a su novia sobre las almohadas acariciando su mejilla con el envés de su mano.

La idea de ser la primera vez de la castaña siempre había emocionado a Santana; pero ver que aquel sueño se convertía en realidad, era más de lo que el corazón de la latina podía soportar. Sin poder decir alguna palabra, Santana sonrió y tomó el rostro de su novia para besarla. Rachel no tenía temor alguno; es más se sentía bastante segura, todo porque sabía que estaba tomando la decisión correcta. Santana posicionó a su novia abajo de ella, sonriéndo soñadoramente al ver los ojos marrones de la pequeña diva brillar al clavarse con los suyos propios. Con suma delicadeza, la morena empezó a trazar la sensible piel de los muslos de su novia quien sin esperarlo soltó su primer gemido. Con el pasar de los segundos y los besos, Santana logró bajar completamente el cierre del vestido rosa que llevaba la judía. Lentamente acariciando la piel de su espalda, arrastrando la prenda hacia sus hombros hasta poder deshacerse totalmente de él. "Es hermosa" Pensó la porrista al ver a su novia prácticamente desnuda, con sus mejillas teñidas de rojo y con sus ojos cerrados fuertemente. -Desnúdate, por favor -Rogó Rachel abriendo sus ojos al sentir las manos de Santana acariciando los lados de sus pechos. La morena rió e inmediatamente empezó a deshacerse de sus prendas quedando totalmente desnuda. Los ojos café de la pequeña diva judía se oscurecieron con lujuria al ver la desnudez de la chica sobre ella. -¿Te gusta lo que ves? -Preguntó seductoramente la latina abriendo con rapidez el broche del brasier de la castaña -Puedes tocar si lo deseas -Agregó al sentir la manera en la que el abdomen de Rachel se tensaba. La castaña acarició los pequeños pero bien formados abdominales de su novia, siguiendo su camino hacia los senos de la morena. -Lucen muy reales -Se burló la diva acariciando el par de pechos de Santana con ambas manos. La morena soltó un bufido. Al encontrarse ambas en su total desnudez, la calor y la húmedad se elevaron en la habitación.

El contacto de sus cuerpos provocó que ambas dejaran este mundo por un momento, para sumergirse en el suyo propio. Sus besos y sus manos parecían ser insuficientes para demostrarse todo el amor que se tenían. Tal vez sonaba como un cliché, pero Santana sentía que por primera vez hacía el amor. Sus respiraciones seguía agitadas y sus miradas seguían conectadas, ninguna de las dos decía nada porque sentían que no había alguna manera de lograr que ese momento pudiera ser más perfecto. Santana cogió la cintura de su novia y la acercó a ella con el propósito de abrazarla. Rachel posó su cabeza sobre el pecho desnudo de su novia y suspiró profundamente al sentir que ese era el lugar que quería ocupar durante toda su vida. -¿Cómo te sentiste? –Preguntó la morena jugando con el cabello la judía. Al instante Santana, recordó que hacía unos años atrás, ella le había hecho la misma pregunta a Finn Hudson y él había respondido “Nada, porque no significó nada”. A pesar de que las situaciones eran totalmente distintas, la morena no podía evitar sentir temor de la respuesta de Rachel. -Fue … San … Fue sorprendente, fue increíble, fue woooow –Soltó la castaña enfatizando la última palabra haciendo que Santana solo la abrazara con más fuerza -¿Yo … estuve bien? –Preguntó tímidamente. –Fue perfecto –Dijo la morena siendo consciente de lo cursi que todo eso sonaba. Rachel se acercó para besarla nuevamente, haciendo que la latina recordara que ella aún no le daba su regalo a su novia. -Aún no te he dado tu regalo –Confesó la porrista. Rachel rió. –Pensé que la cena y esto eran suficiente regalo –Dijo la castaña sonriente. –No, aún falta el gran final –Santana se estiró hacia un costado en busca de su cartera. -¿Qué tienes ahí? –Preguntó la impaciente judía. –Esto –Dijo la morena sacando un sobre blanco con un pequeño moño rosa. Rachel no entendía que era lo que sucedía, pero por la sonrisa de su novia no esperaba nada malo.

-Ábrelo –Pidió la morena Y apenas la castaña terminó de abrir el sobre, soltó un grito ahogado mientras se llevaba una mano a la boca. Era la carta de ingreso de Santana en Juilliard. -¡Pero …! ¡pero …! ¡¿cómo?! –Gritaba la castaña llena de emoción, la morena solo se encogió de hombros con una sonrisa. –Feliz aniversario, bebé –Dijo Santana tomando el rostro de su novia para besarla nuevamente. La vida parecía que no podía sonreírles más aún, ambas sentían que todo era perfecto y que con la carta de ingreso de Santana, la perfección sería eterna. Lamentablemente, aquella carta sería el principio del fin. Fin del flashback. EL VIAJE I: SEÑALES Por más que Santana quisiera buscar motivos para empezar a quejarse sobre el viaje que estaba realizando; no podía encontrar uno lo suficientemente poderoso para hacerlo. Ni siquiera el haber tenido que viajar en el mismo avión que los amigos de universidad de Brittany le había hecho perder la paciencia. Todo eso se había logrado gracias a cierta bailarina de ojos azules no se había despegado de su lado desde el momento en el que salieron de su departamento. Ni en el aeropuerto, ni en la puerta de embarque, y para la buena suerte de Santana, sus asientos en el avión habían estado uno al lado del otro. Había sido un viaje un tanto largo, pero eso no había sido ningún impedimento para que el entusiasmo de la rubia disminuyese. Entusiasmo, que con el transcurso del vuelo fue contagiándosele a Santana. Brittany se había propuesto demostrarle a la morena, que no había ningún motivo para dudar o arrepentirse de ese viaje; así que desde que ambas ajustaron sus cinturones y el avión empezó a despegar, la rubia empezó a contar una serie de chistes bastante simplones pero que lograban que Santana riera –aunque fuera por puro compromiso – luego Brittany procedió

a darle a su morena amiga una rápida descripción de cada uno de sus amigos para que supiera con quien podría tener buena afinidad, Santana solo respondió “Tranquila, no tengo interés en hablar con ninguno” Y así, entre canciones que la rubia entonaba exageradamente y sus manos que nunca dejaron de estar entrelazadas durante todo el vuelo, llegaron a Florida. La temperatura de Miami se encontraba bordeando los 30 grados, causando que el buen humor que la morena había mantenido en el avión se esfumara en un instante. Como era de esperarse los hoteles y las playas se encontraban repletas de jóvenes vacacionistas; pero para su buena suerte, Santana había logrado convencer a la rubia en hacer una reservación en un hotel en lugar de acampar en la playa como era la idea inicial de la bailarina y sus amigos. *** -Odio los hoteles –Gruñó Santana deteniéndose frente a la habitación 319, buscando en sus bolsillos la llave de la habitación que les habían asignado a ella y a su amiga –Odio las llaves –Se quejaba la morena al no tener éxito en su búsqueda. Brittany solamente la miraba divertida mientras dejaba las maletas en el piso. –Yo tengo la llave ¿Recuerdas? –Confesó la bailarina agitando el pequeño llavero en el aire, Santana soltó un suspiro de cansancio. Con algo de torpeza, ambas lograron entrar a la habitación junto con sus grandes maletas que de inmediato quedaron tiradas por doquier. Para sorpresa de Santana, la rubia había reservado una habitación con camas dobles. “Al parecer no tiene intenciones de aprovecharse de ti” Pensó la latina arqueando una ceja. -Ehm… ¿Qué quieres hacer? –Preguntó Brittany después de un buen rato de silencio, sentándose al pie de una de las camas. –Dormir, tal vez –Respondió Santana echándose de espaldas en la cama que quedaba vacía. -¡Oh, no Santana! –Se quejó la bailarina caminando hacia la cama donde yacía la mujer -¡Vamos, levántate! –Gritaba mientras jalaba la mano de la

morena, quien soltó unos gruñidos -¡No podemos dormir ahora! –Decía la ojiazul con un puchero, forcejando con la mano derecha de la latina. –Ugh, está bien –Gruñó nuevamente la morena sentándose en la cama con las piernas estiradas -¿qué es lo que tú quieres hacer? –Dijo apuntando hacia la rubia. -¡Duh! Estamos en la playa, quiero ver el mar –Respondió Brittany con obviedad. –Pero es solamente agua –Decía la latina desganada –Puedes encontrar agua en el baño sin problemas –Sugería Santana tratando de convencer a su amiga. –Eres una aguafiestas –Dijo la rubia sacando su labio inferior formando otro de sus adorables gestos –No entiendo cual es el punto de haber venido a Florida –Confesó cruzándose de brazos. –Está bien –Suspiró Santana –Solamente porque son tus vacaciones. -¡Yay! –Celebró la rubia con una gran sonrisa –Déjame cambiarme de ropa y nos vamos –Anticipó la bailarina buscando en su maleta. –Voy a morirme de calor –Gruñó por tercera vez Santana tirándose nuevamente en la cama. Efectivamente, Santana no murió por el excesivo calor; pero claramente se sintió cerca de la muerte o al menos del coma cerebral al ver a su amiga Brittany en ese diminuto bikini verde agua que llevaba. -¿Te gusta? –Preguntó la bailarina girando frente a la morena mostrando sus prendas, Santana tragó saliva con dificultad, sintiendo un peculiar cosquilleo en la parte baja de su estómago. –Es … es mu… te ves … es lindo –Logró articular la latina, haciendo que Brittany se sonrojara. –Ahora busca el tuyo –Dijo la ojiazul despertando a Santana de su letargo -No piensas ir en jeans, ¿cierto? –Santana solamente negó torpemente aún con la boca abierta. ***

Desde el momento en el que ambas abandonaron el hotel para adentrarse a la playa, el “trabajo” de Santana empezó: Cuidar a Brittany de aquellos buitres, como había citado su secretario semanas atrás. Y la verdad es que cuidarla sería un trabajo difícil tomando en cuenta la centena de ojos que se habían posado en la bailarina durante sus primeros pasos por la arena. Por su lado, Brittany se sentía más que acostumbrada a que las personas la miraran con deseo, es más, gracias a esas miradas perturbadoras recurrentes en el Nightclub era por las cuales estaba disfrutando de unas vacaciones en la playa. Santana presionó con fuerza su mandíbula al ver como algunos hombres se sacaban los lentes de sol solo para ver con más claridad a la rubia que caminaba elegante y coquetamente en ese bikini verde agua. Por supuesto que la morena sabía que un buen grupo de esas miradas iban dirigidas también hacia a ella; pero ciertamente, que la miraran le importaba muy poco en ese momento. Instintivamente, Santana se acercó a Brittany y tomó con fuerza su mano; dejándole claro a todos esos tipos que ninguno –o ninguna –tenía oportunidad con aquella rubia y por ende, con ella misma. La rubia sonrió al sentir la mano protectora de la morena tomando la suya, entrelazando sus dedos y apretando su palma. Brittany no podía negar que le encantaba que Santana tuviera esos pequeños detalles, como el tomarla de la mano –lo cual se hacía cada vez más y más a diario –o como de vez en cuando acomodar algún rubio y rebelde mechón de cabello que se escapara. Tal vez Brittany disfrutaba sinceramente el hecho de tener a Santana como amiga; sin embargo, no podía dejar de sentir que lo que crecía dentro de ella iba más allá de una simple amistad. No podía evitar sentir que su corazón se encogía y hasta dolía cada vez que asimilaba como lejana la posibilidad que lo de ellas pueda convertirse en algo más que simples juegos. No podía evitar sonrojarse cada vez que la morena tomaba su mano, y mucho menos podía dejar de derretirse en cada beso, en cada roce y singular caricia de Santana. La bailarina no quería darle un nombre a lo que sentía por Santana, porque no quería que la lastimaran o equivocarse nuevamente como en el pasado; pero… ¡Diablos! Brittany estaba segura que lo sentía era aquella grande y pesada palabra con “A”. -La playa está llena, ¿enserio piensas tomar el sol acá? –Cuestionaba

Santana con mala cara. Ambas habían caminado por un muy buen rato. En un primer momento solo para acostumbrarse al brillante sol de la playa; aunque después de unos minutos, por la necesidad de buscar un espacio de arena en el cual sentarse y poder descansar como el resto de personas. –No pensé que estaría así de llena –Decía la apenada rubia al ver que no había ningún lugar decente y libre de universitarios ebrios o señoras con más de 5 niños incontrolables –Tal vez sí deberíamos regresar al hotel –Dijo con tristeza. Santana nuevamente tragó saliva, pero esta vez era a causa de la impotencia que le causaba ver la tristeza aflorada en el rostro de su amiga y no poder hacer nada para borrarla y más aún por sentirse parte del problema y no de una solución. -Hey, no te pongas así... -Susurró tomando suavemente la barbilla de la rubia con sus dedos pulgar e índice –Si caminamos un poco más, encontraremos un lugar –Sonrió Santana. -¿Estás segura? , me refiero a que… no quisiera cansarte más aún –Preguntó la bailarina ladeando su cabeza. –Caminar un poco no me matará –Dijo la latina encogiéndose de hombros – Además sé de muy buena fuente que estos idiotas –La morena señaló a todas las personas alrededor –Siempre se quedan cerca al hotel y que dejan el resto de playa abandonada –Continuó Santana haciendo que la rubia sonriera entusiasmada –Así que sería bueno que hiciéramos uso de ese pequeño dato y caminemos rápido antes de que alguien nos gane –Finalizó estirando su mano para que la rubia la tomase, Brittany volvió a sonreír al sentir la calidez de esa mano. Caminaron 30 minutos más y comprobaron que lo dicho por la morena había sido cierto. Cada metro que avanzaban, menos personas encontraban. -¡San, tenemos la playa para nosotras! –Gritó la ojiazul dando vueltas en la arena, feliz de poder moverse con libertad. –Te dije que esos idiotas nunca llegan tan lejos –Respondió la morena con una sonrisa soñadora al ver a Brittany saltando y girando mirando hacia el cielo. -¿Y qué tan lejos quisieras llegar conmigo? –Preguntó la rubia deteniéndose

y mirando fijamente a Santana, quien lucía sin palabras ante la atrevida pregunta. La mente de la morena no esperaba una pregunta como esa y mucho menos de aquel modo tan repentino. Sabía que no podía decirle “No quiero llegar a nada” porque eso sería sepultar el buen ambiente que habían creado, además que se sentía realmente cansada por caminar como para tener intenciones de pelear. Pero una respuesta esperanzadora como la que la rubia ansiaba; tampoco estaba en los planes de Santana. -Me gustaría que lleguemos al mar y saber… ¡Quién de las dos puede ir más lejos! –Gritó la morena riendo y echándose a correr cansada hacia la inmensa porción de agua. “Tal vez me apresuré en preguntar eso” Se dijo la bailarina a sí misma, dándose ánimos de preguntarlo después. -¡Hey, eso es trampa! –Respondió Brittany con una gran sonrisa mientras corría hacia el mar en busca de su morena amiga. *** Santana se encontraba sentada en la arena, abrazando sus rodillas dobladas hacia el pecho, mirando al mar y a la persona que se encontraba bailando y jugando dentro del agua. La morena dibujó una pequeña sonrisa al ver como las gotas de mar salpicaban en el rostro la rubia haciendo que esta arrugara su nariz tiernamente. “Hoy se ve hermosa” Pensó la mujer de los ojos oscuros sintiendo como sus mejillas empezaban a sonrojarse. Poco a poco el agua del mar empezó a escalar, chocando contra las puntas de los pies de la morena quien en un primer momento se estremeció ante la sensación. Inmediatamente regresó su vista al frente; pero esta vez enfocándose en el panorama general: En los rayos del sol que reflejaban contra el agua, en las olas del mar, en las pocas aves que volaban alrededor y en lo bien que todas estas cosas complementaban la belleza natural de Brittany. “Siempre se ve hermosa” Pensó nuevamente la latina, ensimismándose tratando de fotografiar en su mente aquella obra de arte que formaban la

playa y la ojiazul. En ese momento, sintió unas gotas de agua salpicando sobre sus mejillas y frente, despertándola totalmente de su aletargado estado. -¿En qué piensas tanto? –Preguntó curiosamente Brittany intentando secar su cabello con el viento. –Ehm… en lo bello que es el mar –Respondió la morena regresando su mirada a las olas que crecían con el tiempo. –Pensé que creías que el mar era solamente un montón de agua –Recordó la bailarina tomando asiento junto su amiga, fijando su mirada en la misma dirección que ella. -Estaba fastidiada cuando dije eso –La morena soltó una risa divertida –Pero, esto es mucho más que agua ¿sabes? , es algo único –Respondió sin despegar su vista de las olas que golpeaban y se perdían unas contra otras. La rubia sonrió. –No sabía que te gustaba tanto el mar –Dijo la bailarina mirando la profundidad en aquellos ojos café. – Me siento bien al verlo, muy pocas veces he podido hacerlo –Santana seguía hablando con los ojos absortos en lo celeste de las aguas -No sé si lo sabes pero Ohio es un pueblo de vacas –la mujer rió -y solo pude ver el mar un par de veces con mi papá y luego me mudé a Nueva York y pensé que vería el mar todo el tiempo, pero bueno … -La latina suspiró con cansancio -Sobrevivir en esa ciudad no te da tiempo para sentarte en la arena de esta manera –Una risa conformista se escapó de los labios de la morena. –Podríamos vivir en la playa y veríamos el mar a diario –Respondió la rubia haciendo que Santana alejara su mirada del mar para fijarla en ella con sorpresa –Me refiero a que podríamos ser compañeras de cuarto o algo – Brittany estaba ruborizada y sabía que esa no era para nada su intención, pero los ojos confundidos de la morena la obligaban a corregirse. –Algún día Britt… algún día –Contestó la morena apretando la mano de su amiga junto con una suave sonrisa. Santana no sabía a qué se refería exactamente con aquel “algún día”. Pero lo que era seguro era que lo sentía como una promesa hacia aquella rubia. ***

La noche había caído y el celular de Brittany no dejaba de sonar, ya fueran llamadas, mensajes de texto, mensajes de voz o lo que sea, aquel aparato no dejaba de timbrar o vibrar contra la mesa de noche. Todas aquellas llamadas y mensajes eran de los amigos de la rubia quienes querían ir a algún club a divertirse. -¡Brittany, date prisa antes de que lance tu teléfono por la ventana! – Apresuraba Santana con frustración. La rubia llevaba casi un par de horas en el baño. –¡Ya te dije que les contestes y le digas que estamos en camino! –Gritó Brittany del otro lado de la puerta. -¡Y yo ya te dije que no tendré algún tipo de contacto con alguno de ellos, así que apresúrate! –Replicó la latina sentándose en la cama sobando su frente. –Listo –Dijo la rubia abriendo la puerta del baño - Ya no hace falta que sigas quejándote –Bromeó la bailarina. Al igual que le sucedió con el bikini, Santana sintió que entraba en un estado de coma al ver a la rubia frente a ella. Llevaba un par de shorts negros más una blusa blanca de una sola manga que dejaba al descubierto sus hombros, las ondas de su rubio cabello caían sobre sus hombros y el brillo labial que llevaba era simplemente demasiado provocador como para pasar una noche sin sentir aquellos labios. -¿Me veo bien? –Preguntó la ojiazul al ver que la morena seguía mirándola como si se tratara de alguna especie de bicho extraño. –Fabulosa –Soltó la inconsciente latina haciendo que la rubia se sonrojara ante el cumplido. –Tú también luces bien –Respondió la bailarina sintiéndose abrumada por la persistente mirada de Santana sobre ella. La morena por su parte, se veía más sobria, con unos jeans de mezclilla entallados y un tank top a rayas grises. Su deber no era llamar la atención, sino proteger a su amiga. -Hoy atraerás muchas miradas –Comentó la latina nerviosa saliendo de su repentina muerte cerebral –Deberíamos irnos ya o tus amigos seguirán molestando –Finalizó al ver que Brittany no respondía a su primer comentario.

*** Era la primera semana de vacaciones de la mayoría de universitarios, por lo tanto no era nada extraño que el nightclub “Moonlight” se encontrara abarrotado de gente, especialmente jóvenes entre 18 y 21 años. Santana no se consideraba vieja o algo por estilo; pero realmente esa noche se sentía cansada y fuera de lugar entre todo esos universitarios inconscientes de que en un par de años no podrían seguir divirtiéndose de la misma manera en la que la hacían ahora. Uno de los amigos de Brittany alzó su mano para llamar la atención de la rubia quién entraba de la mano de Santana. La mesa era lo suficientemente grande como para que la morena no tuviera necesidad de tener contacto con alguno de aquellos bailarines que acompañaban a su amiga y por ende, a ella también. -¡¿No creen que es hora de bailar?! –Preguntó animado un muchacho alto y moreno alzando su copa haciendo que el resto, incluyendo a Brittany, silbaran en acuerdo. Todos caminaron hacia la pista que estaba al límite de personas aquella noche, pero eso no sería impedimento para sus deseos de demostrarle al mundo que ellos eran de Juilliard. Brittany planeaba bailar junto a Santana, ya que a pesar de todo el tiempo que llevaban conociéndose, nunca habían tenido oportunidad de hacerlo. -¿Quieres bailar? –Preguntó la rubia sonriente al oído de la morena. –Estoy algo cansada –Confesó la latina –Voy a estar en la barra, ¿quieres que te traiga algo? –Ofreció Santana soltando la mano de Brittany. –No te preocupes –Respondió la ojiazul un tanto decepcionada por el rechazo antes de ver a la morena alejarse. Santana sí quería bailar junto a Brittany, pero una fuerza extraña dentro de ella le decía que eso no era una buena idea. La latina tenía en su mano izquierda un vaso de vodka que bebió de un solo trago, dejándose un sabor rasposo y amargo en la garganta. “Eres tonta Santana, la más tonta y estúpida de todas” Se dijo interiormente la latina mirando como Brittany bailaba y se divertía con un par de chicas al mismo tiempo.

La morena estiró su vaso hacia el bartman, indicándole que tenía que rellenarlo. Estaba a punto de beberse aquel vaso de un tiro nuevamente, pero algo raro captó su atención. Un tipo se había acercado a Brittany y al parecer estaba molestándola por los gestos que hacía la ojiazul. -Vamos, baila conmigo –Decía la voz embriagada de un chico alto, piel pálida y ojos rojos por el alcohol. -Ya dije que no, aléjate –Se quejaba Brittany tratando de poner distancia entre ese impertinente y ella; pero el muchacho la superaba en fuerza y sus amigos estaban lejos de ella. -¡Vamos, dame un beso! –Insistía aquel tipo acercando su rostro al de la rubia quien no sabía hacia donde empujarlo debido a la multitud de personas. En ese momento el muchacho sintió una fuerte mano girándolo del hombro derecho. -¡¿Quién diablos te crees para acercarte a mi chica?! –Gritó un furiosa Santana cerrando sus puños al ver el rostro de aquel animal. -¿Tu chica? –Preguntó confundido y divertido el muchacho -¡Oh, vamos, yo puedo convertirlas a ambas con mucho gusto! –Dijo tambaleante el tipo. A pesar de que la rubia se sentía asustada por ver a su amiga en ese estado; no podía evitar sentirse más que emocionada al escuchar que la latina la llamaba “su chica” La furia de Santana creció considerablemente al ver la sonrisa pedante de ese tipo y sin pensarlo un segundo más, lo tomó del cuello de la camisa antes de estrellarlo contra el suelo. -Si te vuelvo a ver, me aseguraré de que no puedas tener hijos –Amenazó la latina al muchacho que se retorcía de dolor en el suelo. Sin decir una palabra más, Santana tomó a la rubia de la muñeca y la alejó de aquel lado de la pista con un simple “Vamos” -Gracias –Dijo Brittany mientras se encontraba parada frente a la latina a un lado de la pista de baile –Y por cierto, eso fue muy sexy –Agregó susurrando

al oído de Santana quien tembló ante el aliento de la rubia contra su piel. – ¿Creo que me debes un baile por agradecimiento, no? –Preguntó la morena con una sonrisa de medio lado posando sus manos sobre la cintura de la bailarina. La música empezó a sonar y Brittany empezó a moverse, sus pasos eran elegantes, sensuales, fascinantes, capaces de enloquecer a quien fuera y obviamente, Santana estaba lejos de ser una excepción. Las manos de la morena habían viajado de la cintura hacia las caderas de la rubia, ejerciendo un poco de presión para que se encontraran con la suyas propias. -¿Enserio soy tu chica? –Preguntó la rubia con la voz ronca en el oído de la latina, colocando sus manos sobre sus morenos hombros. Santana no sabía que contestar, es más, no podía contestar ya que se encontraba anonadada ante las habilidades de baile de su amiga así que en lugar de una respuesta en palabras, la latina dejó un beso en uno de los hombros descubiertos de la rubia provocando que esta se estremeciera y enredara sus manos al cuello de la morena quien al levantar su rostro se encontró con el de la bailarina frente a ella, sus ojos azules brillaban ya sean por las bebidas o el beso mientras las puntas de sus pálidos dedos acariciaban suavemente la piel de su nuca, causando que sus ojos se cerraran ante la caricia. -Bésame –Pidió la rubia acercando su frente a la de la morena, obligándola a hacer contacto con su intensa mirada. Sin pensarlo más, Santana atrajo aún más las caderas de su amiga logrando que así, sus bocas colisionaran en un desenfrenado beso. Brittany sonrió contra la boca de la morena, haciendo que esta aprovechara para morder su labio inferior y reiniciara el beso con más pasión que la primera vez. Con aquel dulce y a la vez intenso beso, Santana sintió que volvía a llenarse de esa energía universitaria que una vez llenó sus venas, sintió que rejuvenecía con cada estocada de la hábil lengua de la rubia, sentía que estaba bajo los efectos de alguna droga; una muy adictiva por cierto. -Britt, vamos a la habitación –Rogó la latina separándose de aquellos labios carmesí. –Aún quiero seguir bailando –Rió la rubia antes de girar entre los brazos de Santana, quedando con su espalda presionada al torso de la otra mujer.

Santana soltó un gruñido sin tener un significado exacto, no sabía si era por la desesperación que tenía de hacerle el amor a Brittany, ó por el hecho de que el trasero de la rubia se encontraba totalmente adherido a su cuerpo, bailando con la finalidad de provocarla. La música electrónica junto a aquellas luces sicodélicas más los frenéticos besos que Santana dejaba por todo el cuello de Brittany y el hecho de que las manos de la morena habían abandonado sus caderas para descender a la parte alta de sus muslos, estaban enloqueciendo brutalmente a la rubia bailarina. -San… -Dijo la rubia en algo muy cercano a un gemido –Vamos a la habitación –Rogó esta vez la ojiazul girando para quedar frente a aquellos ojos café. Santana soltó una pequeña sonrisa pretenciosa al escuchar el ruego de la rubia, con un rápido movimiento, la latina dejó un beso en los labios de la mujer antes de tomar su con firmeza su cintura y salir del nightclub. Si la morena no se hubiera encontrado tan al borde de la locura por estar junto a Brittany, con mucha facilidad hubiera declinado su petición ya que eso hubiera sido una perfecta pequeña y divertida venganza después de las provocaciones de la bailarina. El camino hacia al hotel fue muy torpe y prácticamente a trompicones, pero después de un arduo trabajo de caminar entre risas, besos y demás, llegaron al hotel y luego de más recesos para saciar sus ansias por lo que estaba a punto de ocurrir, llegaron a la puerta de la habitación número 319. Apenas irrumpieron el cuarto, Brittany cargó a Santana por los muslos besándola como si no existiera un final, haciendo que esta enredara sus piernas alredor de la rubia. -Llevo deseando hacer esto desde que llegamos –Dijo entrecortadamente Santana mientras caía en una de las camas junto a la ojiazul sobre ella. -¿Y por qué tardaste tanto? –Se mofó la bailarina besando el pulso la morena al mismo tiempo que cogía sus manos para ubicarlos a un cada lado de su cabeza, entrelazando sus dedos en el acto. –Bueno, pediste dos camas separadas, pensé que era una señal ¿no? –Rió la latina con los latidos de su pecho acelerados, alzando descaradamente sus caderas en busca de algún tipo de placer. –Pedí camas separadas –Decía la ojiazul besando la barbilla de la morena – Solo porque ya no tenían suites matrimoniales disponibles –Completó con

una pequeña risa antes de soltar las manos de Santana para poder quitarle el tank top que llevaba. La latina se sentía mareada por el mar de sensaciones que la rubia le provocaba con una sola mirada, unas caricias o unas cuantas palabras. Aquellas sensaciones, aquel abrumamiento, era algo nuevo, algo único, algo que la morena no lograba comprender en su totalidad, pero a decir verdad, aquello era casi lo único que lograba que Santana le encontrara un motivo a despertar cada día. -¡Oh dios, nena! Eres tan perfecta –Gimió la latina al sentir los labios de la rubia dejar una larga serie de besos a través de su abdomen. Brittany sonrió antes de morder suavemente el ombligo de la morena. –Tú eres perfecta –Respondió la bailarina escalando nuevamente hacia el rostro de la latina con el único propósito de mirarla a los ojos y besar sus mejillas. Santana no pudo evitar sonrojar más aún ante aquella inocente y tierna caricia de Brittany. “Realmente es perfecta” Pensó para sí misma la abogada. La rubia se quedó sobre la morena, mirando sus ojos ya oscurecidos por la necesidad de tenerla y ante ese efecto, decidió ir llevando sus manos hacia el sur de ese esplendoroso cuerpo. -Respóndeme ahora, ¿en verdad soy tu chica? –Preguntó la bailarina recordando lo sucedido en el nightclub, mirando fijamente a su “amiga”. Sinceramente, Santana no sabía cuál sería la respuesta apropiada para aquella cuestión. Una parte de la morena, se moría por decir que sí; aunque otra muy grande sección de su ser le pedía que no respondiera nada. -Eres toda mía, Britt –Contestó la latina con una sonrisa, arriesgándose a lo que sea que aquello pudiera traer a consecuencia. Brittany no pudo evitar sentirse desvanecer ante aquella declaración de la morena. Era eso lo que ella pedía, que Santana la quisiese, que la dejase entrar a su corazón, que sintiese que la rubia nunca se iría de su lado. Antes de empezar a llorar de felicidad, Brittany prefirió tomar las mejillas de Santana para fundirse en un muy profundo beso. Aquel beso había sido totalmente diferente a cualquier otro que ambas

hubieran compartido en el pasado. En este beso, la rubia ya no quería seguir ocultando más sus sentimientos, por el contario, deseaba con todo su pecho que la morena pudiera sentirla en todos los sentidos, incluso los que iban más allá de lo tangible. -Britt … te necesito –Suspiró Santana enredando sus manos a unos mechones rubios. El corazón de la rubia parecía que en cualquier momento explotaría escuchando las palabras de la latina. Sentía que poco a poco iría derritiéndose sobre aquella piel caramelo pero que nada podría ser doloroso, ya que tenía el conocimiento de que sus sentimientos estaban siendo correspondidos. Era un total hecho, Brittany estaba enamorada de Santana López. -San … -Suspiró la ojiazul besando rápidamente los labios, las mejillas y la punta de la nariz de la latina –Y…yo –Tartamudeaba la bailarina por aquella dos palabras que parecían librar una batalla dentro de su boca –Te amo Santana Al fin lo había dicho. En ese instante, el tiempo se paralizó al igual que el funcionamiento neuronal de Santana. -¿Qué? –Fue lo único que la latina atinó a articular, luciendo más asustada que confundida. –Te amo San –Repitió la soñadora Brittany tratando de acercar sus labios a los de la morena, pero recibiendo una mano como barrera. La rubia frunció el ceño. -¿Qu… Qué diablos dijiste? –Preguntó nuevamente la abogada estableciendo una separación entre su cuerpo semidesnudo y el de la rubia en igual condición. -Estoy enamorada de ti –Contestó la rubia sentándose sobre sus rodillas, mirando suplicante y confundida a Santana. -¡No!¡No!¡No! ¡No, Brittany! ¡No! –Empezó a gritar la latina sentándose en la cama, agitando su cabeza en negación. –Pero … Santana –Pedía la bailarina tratando de coger por los hombros a la

otra mujer. -¡NO! –Dijo cortantemente la morena alejando las pálidas manos - ¡Dios, Brittany, ¿Por qué tienes que arruinarlo todo?! –Decía frustrada Santana sobando su frente con su mano. -¿Arruinarlo? –Preguntó confundida la ojiazul - ¿Arruinar qué, Santana? – Preguntó nuevamente. -¡Todo! –Gritó la abogada buscando con rapidez su tank top en el piso – Teníamos una buena amistad y con esto … ¡arrgg! –Gruñó con rabia la latina –Lo arruinaste. Aquella actitud era algo que Brittany no esperaba en lo absoluto. Y que lo más le provocaba era una profunda furia y decepción. -¡¿Amistad?! ¡Oh, Vamos Santana! ¡Tirarte a tu amiga no es algo normal! – Gritó la bailarina cogiendo del pie de la cama su blusa. -¡Por favor Brittany, tú misma dijiste que estabas de acuerdo con todo esto! –Contestó Santana pasando nerviosamente una mano a través de su cabello alborotado. -¡Fui demasiado obvia como para que no te dieras cuenta que para mí esto no era solo un juego y tú, Santana, tú no hiciste nada al respecto! –Gritó una alterada Brittany parándose de la cama. -¡Yo siempre fui muy clara contigo, no puedes culparme! –Dijo la latina parándose en la ventana de la habitación. -¡Fuiste taaan clara, que me perseguiste hasta Florida, que no te importó besarme en público, que no te importó decir que yo era tu chica por defenderme, qué no te importó caminar por todo la playa de mi mano, que no te importó ni un demonio decir que yo era tuya ¿Enserio, quieres que siga con esto?! –Preguntó sarcásticamente la rubia cruzada de brazos. Santana giró su rostro para ver a la rubia al otro lado de la habitación, parada firmemente y con los brazos cruzados, con su mirada dura y con sus ojos irradiando decepción. Brittany tenía razón, Santana la había ilusionado de mil maneras. La morena no sabía que más decir, se sentía confundida, cansada, asustada y culpable con todo lo sucedido. Lo único que hizo fue sentarse al filo de la cama, dándole la espalda a la rubia.

-¿Sabes que es lo peor de todo Santana? –Continuó la ojiazul con la voz aún elevado –Lo peor de todo es que estoy segura que tú sientes lo mismo que yo y no lo quieres admitir –Explicó haciendo que la morena apretara los puños fuertemente. –Eso es mentira –Respondió en voz baja la morena aún dando la espalda. –¡Eso es lo peor de ti! –Gritó la bailarina con una risa conformista -¡Nunca admitirás nada de lo que sientes porque eres una niña inmadura! –Espetó. –¡No tienes derecho a juzgarme! –Gritó nuevamente la morena girando para ver a la ojiazul. –No sé que rayos te habrán hecho en el pasado –Dijo Brittany pasando un dedo por el puente de su nariz -Pero te digo solo una cosa ¡Debes superarlo de una vez! –Exclamó mirando fijamente a la latina que seguía sentada en la cama, contradecida totalmente –Debes dejarlo ir y empezar a actuar como un adulto –Seguía la rubia. Brittany esperaba alguna respuesta, pero después de su último ataque, la habitación quedó en un total silencio por varios e incómodos minutos. -Espero que el día en el que dejes ir tu pasado –Reinició la ojiazul, estaba vez con una voz más quebrada –No sea demasiado tarde para que alguien te ame de la manera en la que yo te amo ahora –Continuó sintiendo la garganta en su boca –Y para tu información, tú fuiste quién arruinó todo, Santana –Siguió mientras abría la puerta de la habitación. -¿A dónde vas? –Preguntó la morena por instinto, pero la única respuesta que recibió fue el golpe de la puerta cerrándose. “Brittany” Susurró Santana cerrando los ojos con fuerza. *** La rubia bailarina no sabía a donde ir, ni siquiera sabía que hacer exactamente, de lo único que estaba segura era que no podía seguir respirando el mismo aire que Santana por un minuto más. Y después de deambular por un rato en las escaleras, la ojiazul llegó al bar en la planta baja del mismo hotel.

Se sentó en la barra, mirando a su alrededor, el lugar estaba lleno de personas mayores bebiendo o hablando de negocios. Pensó en pedir un trago, pero luego recordó que aún no tenía 21 y que en un bar como esa era muy difícil que no le pidiesen identificación, además que ni siquiera tenía dinero para un trago; así que en lugar de eso, pidió un vaso de agua. La rubia miraba el piso del lugar, enfocándose en nada en particular, solamente recordando todo lo sucedido en la habitación. Desde el momento en el que se besaron, hasta el instante en el que la rubia sintió que Santana no era más que una cobarde, porque si la rubia estaba convencida era de que ella estaba siendo correspondida. “Cobarde” Susurró tragando un amargo sorbo de agua. La rubia fijó su mirada en el vidrio del vaso, perdiéndose en su reflejo y las múltiples ondas que se formaban al mover el agua. “¿Qué anda mal conmigo” Se preguntó en un susurro agrio. “Lo que anda mal es que estás bebiendo un vaso de agua en una noche hermosa, ¿Me permitirías invitarte algo real?” Brittany miró a la persona que se encontraba a su lado, era una cara desconocida pero a pesar de eso, asintió lentamente a su invitación. *** Eran un poco más de las 4:00 a.m y Santana no podía dormir; su mente seguía recordando cada palabra y cada gesto en el rostro de Brittany. Se sentía terrible, incluso peor que la primera en la que dejó a la rubia abandonada después de su primera noche. Cada 5 minutos, la morena giraba para visualizar la cama de a lado que seguía vacía. “¿Dónde te metiste?” Pensó la latina al ver la puerta aún cerrada. Y a los poco minutos de aquel pensamiento, la cerradura de la puerta empezó a girar. Brittany había regresado.

Santana pensó que tal vez –y como era costumbre –la bailarina volvería a ella y todo estaría bien; pero por la ruda forma en la que sonó la puerta y el seco modo en el que apagó la lámpara de a lado, supo que nada sería igual. *** El reloj marcaba las 10:00 de la mañana, Santana seguía en su cama, mirando fijamente hacia la pared, totalmente despierta pero sin intenciones de pararse de la cama. La morena se preguntaba si lo sucedido en la madrugada había sucedido o solo había sido parte de una pesadilla; pero al girar su rostro, y ver a cierta rubia dándole la espalda en la cama de a lado, supo que lo sucedido no había pasado solo en su cabeza. La latina ubicó su mirada en el techo blanco de la habitación, mirando a la nada, simplemente tratando de evitar mirar a aquella mujer de ojos azules a la cual había decepcionada. La mujer a la que acababa de perder. Santana cerró sus ojos, intentando conciliar el sueño por un momento o al menos poder olvidar lo sucedido. Pero su deseo se vio truncado al escuchar tres toques de puerta más el aviso de “Servicio a la habitación” La morena frunció el ceño confundida, ella no recordaba haber ordenado nada durante la noche y por el pesado sueño de la rubia, supuso que ella tampoco. “Nadie ha ordenado nada” Gritó la latina desde su cama. “Es para la Señorita Pierce” Anunció la voz detrás de la puerta. A pesar de no querer, Santana abandonó la cama y caminó hacia la puerta, abriéndola lo suficiente para hablar con el muchacho de uniforme verde que llevaba una carretilla con un desayuno. -¿Qué sucede? –Preguntó la morena alzando una ceja. –Traigo un envío para la señorita Pierce de parte de la habitación 560 – Explicó el joven, haciendo que Santana frunciera el ceño y considerara rechazar aquella carretilla; pero sabía que eso empeoraría la situación. –Déjalo ahí –Indicó la latina señalando algún punto de la habitación.

Con mucho silencio el muchacho abandonó la habitación, mientras Santana veía con desdén y aberración aquella carretilla con un desayuno continental. No era que la morena odiara la comida, pero la idea de que alguien podría envíarselo a Brittany por algún motivo en especial, le provocaba asco. Al lado del pequeño florero había una carta en un sobre blanco, la morena dudó en abrirlo o no; pero finalmente su curiosidad fue más allá que su respeto por la privacidad. Con lentitud y sumo cuidado abrió aquel sobre, desdoblando el papel dentro de él. “Que tengas un buen día Brittany, espero que te sientas mejor el día de hoy. Gracias por lo que hiciste por mí, me ayudaste más en un par de horas que muchos terapeutas en 1 año entero. Espero volver a verte pronto y gracias, principalmente, por aparecer en mi camino. Con cariño y ansias de verte, Quinn Fabray” EL VIAJE II: DECISIONES No fueron más que un par de segundos los que Santana esperó para dejar caer al suelo aquella carta y salir corriendo de la habitación hacia las escaleras. Miles de preguntas bombardeaban la mente de la latina; desde saber sí aquella Quinn Fabray era la misma con la cual ella había pasado más de la mitad de su vida; hasta el motivo por el cual aquella Quinn le agradecía tanto a Brittany y por ende, saber qué había podido hacer la ojiazul para hacerla sentir mejor. “No puede ser la misma” Se repetía la morena corriendo cuesta abajo sin importarle las personas con las que tropezaba en el camino. Convenciéndose de que era más sencillo ahorrarse sus preguntas si es que aquella Quinn Fabray no era más que una muy irónica homónima de su amiga. Al llegar a la recepción del hotel, Santana calmó su respiración para pensar sensatamente por un segundo lo que debía hacer. ¿Sería bueno averiguar si su amiga de preparatoria se encontraba en el mismo hotel, ó sería más prudente empacar sus cosas y aprovechar el pesado sueño de Brittany para tomar un avión y alejarse de una buena vez? Santana tembló al pensar en la idea de escapar de Brittany, ya que sabía que

eso sería una despedida eterna y por más que lo quisiera negar, no quería despedirse aún o al menos hasta que la misma rubia se lo pidiera. Además que imaginar un futuro en el que Quinn –o cualquier otra persona- estuviera a la lado de la bailarina, por más absurdo que pareciera, le daba una sensación de nauseas. “Al demonio con regresar a Manhattan” Pensó la abogada acercándose decididamente a la pelinegra recepcionista. Al menos quería saber si su ex compañera se encontraba en el mismo recinto. -Buenos días, ¿hay algo en lo que pueda ayudarla? –Preguntó con una sonrisa ensayada la mujer frente a Santana. – ¿Me podría comunicar con la habitación de la señora Quinn Fabray? – Requirió la latina mirando fijamente a la recepcionista quien asintió rápidamente. –Lo sentimos, pero no tenemos a ninguna señora Fabray registrada –Informó la pelinegra revisando la pantalla de su computador. Santana frunció su entrecejo con fuerza, oscilando entre la sorpresa y la confusión. La carta que acompañaba a ese desayuno estaba por firmada por Quinn Fabray, eso era un hecho. La morena estaba segura que aún no estaba completamente loca y que aquella carta, efectivamente, decía Quinn Fabray. Fue en ese momento, que la latina recordó un detalle importante, que de ser cierto confirmaría que aquella persona que “ansiaba mucho ver a Brittany” era su antigua amiga. -¿Podría buscar con el nombre de Quinn Evans? –Pidió la expectante Santana. –Aquí está, habitación 560 –Aseveró la recepcionista con una pequeña sonrisa –Pero ahora no se encuentra, acaba de salir –Dijo la pelinegra a lo que la latina le restó importancia y abandonó la recepción sin ni siquiera agradecer. Era un hecho, Lucy Quinn Fabray se encontraba cerca de Santana. La morena no sabía que hacer con la nueva información, ¿debía ir a buscar a Quinn por toda Florida? ¿Debía esperarla en la puerta de su habitación y pedirle explicaciones sobre su encuentro con Brittany? – aun sabiendo que eso estaría muy fuera de lugar de su parte -¿Debía ignorar el posible reencuentro y volver a su habitación a esconderse?.

Santana salió del hotel desorientada, sin importarle mucho que se encontrara en jeans aún cuando el sol estaba en su máximo esplendor. Caminó hacia las mesas en frente de las piscinas en las cuales las personas acostumbraban a desayunar; eran aún las 10:30 de la mañana, tal vez Quinn estuviera desayunando también. Las conjeturas de la morena la llevaron a su objetivo después de darle un detenido vistazo al lugar. Aquella rubia que solía ser la capitana de las porristas, se encontraba en una de las mesas blancas, adornadas por unas muy coloridas sombrillas, al parecer desayunando tranquilamente. Verla provocó que el estómago de Santana se revolviera. Habían pasado varios años desde la última en la cual ella y la rubia habían hablado y en verdad, la situación en la que se encontraban no era la más adecuada para un amistoso encuentro ya que a fin de cuentas, Quinn, aparentemente, había acompañado a Brittany en su noche de dolor; por lo tanto ella debía de saber que la morena era la causante del sufrimiento de la bailarina. Después de una nueva batalla mental, entre acercarse a la rubia o ir de regreso a su habitación, Santana decidió dejar todo en manos del destino. La morena pasaría frente a Quinn, sin ser muy exagerada, ni tampoco ocultándose; caminaría de manera normal y si su rubia antigua amiga la reconocía, Santana tendría que hablar con ella; pero de ser lo contrario, la abogada volvería al hotel y evitaría cualquier contacto. “Un paso, dos pasos, tres pasos” Contaba mentalmente Santana mientras caminaba través del grupo de mesas. Temblorosa pero sutil; rogando internamente que la rubia no la notase. Pero la suerte –para variar -no estuvo de su lado. -¿Santana? –La morena sintió mano sobre su hombro izquierdo, haciéndola detenerse secamente. Quinn la había reconocido y ahora era turno de confrontarla. La latina giró para quedar frente a la rubia. A pesar de saber de antemano que ella estaba ahí, la morena se sorprendió de ver a Quinn. -¿Q-Quinn? –Tartamudeó Santana al ver fijamente los ojos verdes de su antigua compañera, los cuales parecían agrandarse ante la sorpresa y la emoción que la embargaba. La rubia no sabía que hacer ni decir al tener a la morena frente a ella.

Habían sido muchos años sin tener alguna novedad de ella, sin saber sí había terminado una carrera, sin saber si estaba casada o soltera, sin ni siquiera saber si seguía o no viva; pero en ese instante las miles de preguntas y reproches en aquella rubia cabeza desaparecieron, dejando solamente el infinito deseo de abrazarla y saber si aquella mujer de ojos café era realmente su Santana, o un simple espectro de su mente. En efecto, aquella morena era real o al menos aquel característico perfume natural que Quinn recordaba a la perfección, le indicaba eso. *** Brittany giró en el cómodo colchón un par de veces, tratando de encontrar una posición en la cual pudiera capturar nuevamente su sueño; pero era inútil, los sentidos de la bailarina ya se encontraban despiertos y no había nada que hacer ante eso. Un par de confundidos ojos azules se fijaron en la cama vacía de al lado, causando que la rubia recordara lentamente los sucesos de la noche anterior. En ese instante, su corazón dolió. La rubia desvió su mirada hacia el techo, no quería seguir pensando en Santana, no después de haberle confesado sus sentimientos y que esta los hubiera destruido; no era justo pensar en ella después de haber conocido a aquella rubia del bar que había logrado que sintiera por un breve momento que aún era capaz de sonreír sin tener la necesidad de tener a cierta morena a su lado. Los ojos de Brittany se desviaron nuevamente, enfocándose en la carretilla con comida que yacía a un lado de la puerta. “¿Santana trajo esto?” Se preguntó la rubia entrecerrando sus ojos, sintiendo una pequeña llama de ilusión dentro de su pecho. Con lentitud se paró de la cama, andando con cuidado hacia la carretilla, no sin antes percatarse de la pequeña carta tirada en el piso, al lado de aquel apetitoso desayuno continental. Brittany sonrió al leer la nota; aunque su sonrisa llevaba una ligera decepción impregnada, al saber destruida aquella pequeña ilusión de que la causante de la sorpresa fuera Santana. ***

-No puedo creer que seas tú –Repetía por enésima vez Quinn mirando a la mujer sentada frente a ella en la mesa que había ocupado un rato antes ¡Eres tú! –Exclamaba llevándose una mano a la boca ante la incredulidad. –Ya te dije que sí, soy yo –Confirmaba la morena quien no podía evitar la gran sonrisa dibujada en su rostro. Ella también había echado de menos a Quinn. –Es imposible, ¿Qué ha sido de ti durante todo este tiempo? , ¡Dios Santana! Te fuiste y nadie supo nada sobre ti –La voz de la mujer de los ojos verdes llevaba un dejo de reproche. Santana se encogió de hombros. –Han pasado muchas cosas, pero me encuentro bien o al menos mejor que antes –Dijo soltando una pequeña risa triste. –Ha sido mucho tiempo sin saber de ti, Santana –Susurró la rubia mirando fijamente a la morena, aún sin creer del todo que tenía a su amiga frente a ella; en carne y hueso -¿Qué haces acá? ¿Estás viviendo en el hotel? ¿Trabajas acá? –Preguntó repentinamente la ojiverde enderezándose en su asiento. –Estoy de vacaciones con unos amigos –Respondió la latina, aún sabiendo que eso no era una total verdad –No te imaginas en donde vivo ahora – Suspiró la abogada hundiéndose en su asiento. –Conociéndote, seguramente te encuentras en otro planeta –Se burló la rubia. –En Manhattan –Respondió Santana directamente, causando que las risas de Quinn fueran sustituidas por una expresión serie e insegura. – ¿Enserio? Santana, después de lo que pasó –Decía la rubia ex porrista, buscando las palabras adecuadas para continuar –Nadie pensó que volverías a Nueva York algún día –Prosiguió consternada la amiga de Santana. –Pues volví –Afirmó secamente la morena –Llevo varios años ahí –Agregó jugando con el filo de una servilleta. -¿Sí sabes que Rachel vive ahí también, cierto? –Puntualizó la rubia enarcando una ceja, apuntando a la mujer con la punta de su tenedor. Oír el nombre de aquella castaña en los labios de Quinn, provocó que un hilo de frío recorriera columna de Santana. Era como revivir aquellos años de

escuela, aquellos años en los cuales todo parecía tener un futuro brillante. Aquellos años felices que jamás volverían. Por un momento, Santana sintió que en cualquier segundo, Rachel aparecería atrapada en uno de sus suéteres de renos y sus faldas con medias largas, causando que la rubia rodara sus ojos y soltara algún apodo cotidiano, provocando que la morena riera divertida. -¿Y eso por qué me tendría que importar? –Contestó incómoda la morena, borrando todos los fastidiosos recuerdos de su mente. –No lo sé, simplemente pensé que no querrías estar a menos de una galaxia de distancia de ella –Respondió la rubia, tratando de relajar la expresión de su amiga. –Ella no es tan importante –Agregó fríamente la abogada rodando sus ojos. –Verdaderamente, nunca entendí que sucedió y como demonios terminó casada con Jesse –Comentó la ojiverde dándole un sorbo a su jugo de uva, arrepintiéndose al instante al ver a Santana frunciendo los labios –Lo siento, no quería molestarte –Se corrigió. Si escuchar a Quinn hablando de Rachel, le traía a la mente las mejores épocas de su vida a Santana; escuchar a la rubia mencionar a Jesse, traía a colación solo los momentos más oscuros de su corta vida. –Las cosas no funcionaron y por eso terminé con ella –Aseveró la mujer de ojos oscuros desviando su mirada. -¿Te digo la verdad? –Quinn se encontró con un par de ojos oscuros -Nunca creí ese cuento de que tú terminaste con Rachel –La rubia soltó una pequeña carcajada –Tú estabas loca por la enana, realmente loca por ella –Santana tragó saliva duramente ante el comentario de Quinn. –Terminamos hace mucho y fin del asunto –Sentenció la morena –Dime, ¿Boca de Trucha ha venido contigo? –Preguntó intentando cambiar de tema; causando que la expresión burlona y curiosa de la rubia desapareciera totalmente -¿Pasó algo? –Preguntó Santana confundida y un tanto preocupada. –Estamos divorciados –Confesó la ex capitana de porristas sin mirar a la latina, quien abrió sus ojos como si se trataran de un par de platos. -¡QUÉ! –Gritó asombrada Santana, llamando la atención de más de una persona, recibiendo una mirada asesina de la ojiverde –Lo siento, pero… tú y

él, ¡No es posible! –Exclamó la morena pasando una mano por su cabello. Quinn asintió lentamente -¡¿Pero qué sucedió?! - Sam me engañó –Soltó la rubia haciendo la mandíbula la latina prácticamente cayera al suelo –Me engañó con su balón de football – Completó Quinn con una pequeña risa conformista. Santana no entendía la cuestión. Del gran grupo de parejas que se crearon durante la secundaria, las únicas a las cuales las personas le vieron un futuro fueron a Santana y Rachel además de Quinn y Sam; la primera pareja para infortunio de muchos, rompió, quedando como los únicos “sobrevivientes” del amor de secundaria al par de rubios; quienes decidieron mudarse al terminar la escuela a California. Quinn estudió psicología mientras Sam era reclutado por un pequeño equipo de la ciudad; todo parecía brillar para ellos en ese entonces. 4 años pasaron con una velocidad imperceptible y Quinn se graduó al mismo tiempo que el rubio recibió una gran oferta de un equipo en Chicago. La opción de separarse no era ni siquiera contemplada por la pareja, así que decidieron casarse y empezar su familia en Chicago. Quinn nunca había pensado en casarse al apenas acabar su carrera; pero dadas las circunstancias tuvo que hacer un cambio de planes. Chicago fue un lugar acogedor durante unos meses para los recién casados; pero pronto empezó la temporada de football americano y por ende los viajes de Sam junto a su equipo. Quinn confiaba plenamente en su esposo; pero el rubio no quería dejar a su esposa durante tantos meses sola en la ciudad, así que le pidió que viajara junto a él. Los que supuestamente serían 6 meses viaje alrededor del país, se transformaron en 1 año dado a los cambios de equipo, y a aquel año, se le sumaron 6 meses más en los cuales Quinn se los pasó viviendo de hotel en hotel, sin poder conseguir una amiga ya que sabía que en un par de semanas se iría a un nuevo destino. Llegó el momento en el que la rubia le puso un ultimátum a su esposo: Volver a Chicago y empezar la familia que una vez le prometió ó quedarse soltero jugando football . Con todo el dolor de su corazón, Sam dejó a su equipo temporalmente. Quinn creyó que obligar al rubio a tomarse un descanso del football haría que su matrimonio funcionase; pero nada sucedió de esa manera. Aunque el verdadero punto de quiebre ocurrió una tarde de abril, en el que el representante de Sam llamó para avisarle al rubio que los famosos “Vaqueros de Dallas” lo querían en sus filas. En ese instante, el matrimonio Evans – Fabray acabó.

-¿Escogió el football antes que a su esposa? –Preguntó la anonadada morena. –Técnicamente escogió un contrato con muchos ceros antes que a su esposa –Aclaró Quinn, haciendo que Santana soltara una risa divertida. -¿Cuánto tiempo llevan separados? –Preguntó la latina recuperando su seriedad. -Un poco más de un año –Contestó la psicóloga sin mucha importancia, su amiga frunció el ceño. -¿Y por qué te sigues haciendo llamar Quinn Evans? –Preguntó suspicazmente Santana, ahora fue la rubia quien arrugó su entrecejo –Es algo patético después de un año –Se burló la latina. -¿Tú como sabes que aún me llaman por mi nombre de casada? –Cuestionó la ojiverde. La morena tragó saliva. –Bueno… digamos que, pregunté por ti en recepción –Confesó Santana ladeando su cabeza. La confusión de su antigua amiga creció enormemente. -¿Qué? ¿Cómo supiste que estaba en el hotel? –Preguntó la rubia de ojos verdes, sin entender el asunto. Santana pensó brevemente en los mil y un inventos que podría dar en respuesta. Fácilmente podría decir que la había visto con anterioridad por la playa y que preguntó por ella solo para corroborar; pero luego recordó que no podría vivir con la necesidad de saber qué diablos quería Quinn con cierta rubia que probablemente se encontraba despertando de un largo sueño. -Hoy en la mañana… llegó a mi habitación un muy apetitoso desayuno continental –Soltó Santana con una injustificada timidez. Los ojos de Quinn se abrieron ante el mar de confusión en el cual se encontraba. –Debe de haber un error –Hablaba la rubia, aún no entendiendo lo que la morena había dicho –Yo mandé un desayuno, pero fue para … Antes de poder terminar aquella frase, la veloz mente de Quinn Fabray conjeturó lo que Santana había intentado -indirectamente- de confesar. Sus ojos verdes se abrieron de par en par, al recordar la historia de aquella rubia de tristes ojos azules con quien había hablado en el bar hasta el amanecer, la cual le había hablado de su corazón roto y de lo triste que era amar demasiado a alguien que no se lo merecía; aquella desconocida rubia con la

cual Quinn se había sentido cómoda de hablar sobre sus sentimientos. La rubia miró atónita a la estática y un tanto avergonzada Santana, descubriendo que todo el perfil que la rubia había dado sobre la mujer por la cual lloraba, encajaba perfectamente con su antigua morena amiga. -¡T-tú! … ¡Br-Brittany! –Al parecer Quinn había perdido la capacidad de formar una oración coherente ante tan gran descubrimiento. Santana asintió lentamente, adelantándose a las palabras de la ojiverde. –Supongo que la conociste anoche –Afirmó la latina recostándose en el espaldar de su asiento. -¡Tú eres por lo que ella sufre! –La rubia prácticamente gritó aquella frase, sintiendo que si no lo decía se asfixiaría. –Las cosas no son como parecen –Respondía calmadamente la morena desviando su mirada fastidiada. -¡¿Por qué demonios la tratas de esa manera?! –Ahora la psicóloga sentía una rabia inimaginable trepando por su garganta. –Tú no sabes como ha sucedido todo –Contestó la latina buscando que su amiga bajara la voz. – ¡Por favor Santana! ¡Me bastó con lo que vi anoche en el bar para saber que las cosas no han “sucedido” bien! –Reprochaba la rubia apuntando con su dedo índice a la aludida. -¿Podrías calmarte? La gente nos está mirando –Pidió Santana incómoda. Quinn soltó un profundo suspiro. –Discúlpame, pero se me hace increíble que tú seas esa persona de la cual Brittany me habló toda la noche, no te imaginas la cantidad de insultos que dije sin saber que era a ti a quién se los mandaba –Explicaba la rubia sorprendida -¿Por qué rechazaste a Brittany? Ella es… es perfecta ¿Por qué no la quieres contigo? –Cuestionaba contrariada. –Ese no es tu asunto –Contestó molesta la morena. No le gustaba la manera en la que Quinn defendía a la ojiazul –Además dime tú, ¿desde cuándo envías desayunos a las habitaciones de los desconocidos? –Preguntó a la defensiva. –En primer lugar, Brittany ya no es una desconocida y en segundo lugar, fue

solo un gesto cortés –Explicaba la rubia sin mirar a los ojos frente a ella. -¡Por supuesto! eres todo un caballero –Exclamó Santana con sarcasmo en la voz. –Brittany es una chica muy dulce, le hablé sobre Sam y supo escucharme y sinceramente, sus palabras me ayudaron mucho más que las miles de terapias a las que me he sometido para “aprender a ser soltera nuevamente” –Quinn dibujo un par de comillas con sus dedos. – ¡Qué ironía! –Santana soltó una risa divertida –Brittany dando consejos de cómo ser soltera cuando lo primero que quiere es una novia –La abogada cruzó sus brazos. –Y esa novia sería la persona más afortunada del mundo de tener a Brittany –Sentenció la rubia molesta ante el comentario de la latina. -¿Me parece o Quinn Fabray quiere jugar en mi equipo? –Santana se encontraba fastidiada por tener que hablar sobre Brittany con la ex animadora. –Brittany vale la pena, pero por el momento me encuentro abierta a conocer a todas a las personas; he pasado muchos años con Sam y me perdí la emoción de la juventud así que bueno… estoy recuperando esos años –Aclaró la rubia encogiendo sus hombros. – ¿Entonces has venido a Florida a experimentar con universitarios? ¡Eso es pedofilia, Fabray! –Se burló venenosamente la morena. –Te recuerdo que Brittany también es una universitaria –Contraatacó la psicóloga, nunca le había gustado perder una discusión ante su compañera. –Yo no estoy experimentando con ella –Respondió tajantemente la abogada. –Claro… tú solamente estás jugando con ella –Aclaró Quinn, provocando que la sangre de Santana hirviera ante aquella afirmación -¿O vas a decirme que sí quieres estar con ella? Porque, Brittany estaría encantada de escuchar eso. – ¿Sabes? No caeré en tu juego mental, además no tengo porque hablar de esto contigo –Respondió una molesta Santana parándose de la mesa, dejando la servilleta en la mesa. – ¡Brittany no es Rachel! –Agregó Quinn poniéndose de pie, captando la

atención de la morena al mencionar a la castaña -Deberías entender eso, Santana –Susurró la rubia tomando la muñeca izquierda de su compañera de secundaria, quién solo lanzó una mirada perdida antes de soltarse del agarre y alejarse. Santana se encontraba totalmente arrepentida de haber buscado a Quinn. Lo único que había provocado ese reencuentro era convertir a la rubia la forma sólida del tumulto de recuerdos que la morena tenía muy escondidos dentro de ella, además de dejarla convertirse por un momento en su propia conciencia al permitirle opinar sobre Brittany. Ella no tenía idea de lo que se sentía estar en su posición. Ella no sabía lo que sentía odiarse a sí misma por no poder ser capaz de permitirse amar a alguien tan maravilloso como Brittany. Ella no sabía nada, así que no podía juzgarla. *** Brittany había aprovechado la ausencia de la morena para darse un baño, ya que sabía que sería algo sumamente incómodo de hacer teniendo a Santana del otro lado de la puerta. En un principio la rubia pensó que la morena había partido hacia Manhattan. Había pensado que se había escapado sin siquiera una explicación como era su costumbre, pero ahí seguían sus maletas, ahí seguía el olor de su perfume flotando por toda la habitación. Ahí seguía ella. Un par de ojos azules se abrieron con fuerza ante la sorpresa de ver a cierta morena entrando por la puerta de la habitación. Sus ojos y los de Santana se conectaron por unos segundos; ambos pares se notaban temerosos, dolidos e incluso culpables. Inmediatamente Brittany agachó su cabeza al notar que se encontraba vistiendo solamente la toalla del baño. -Puedo regresar luego si lo prefieres –Ofreció la nerviosa Santana señalando la puerta con su dedo pulgar. La rubia negó con la cabeza. –Me voy a vestir en el baño –Contestó tomando la ropa de la cama. Pasaron unos silenciosos minutos, en los cuales Santana pensó en lo que le correspondía hacer en la situación que se encontraba. Era obvio que aquella relación que tenía que Brittany se había acabado y en cierta forma, la latina lo consideraba como lo más saludable para ambas. Entonces, si a Santana ya no le correspondía nada con la bailarina, ¿para qué seguir en Florida? -¿Qué haces? –Preguntó Brittany al salir del baño, confundida al ver a la

morena empacando sus maletas sobre la cama. –Empacando –Contestó secamente Santana, sin mirar a la cara a la rubia. Brittany estaría mintiendo si dijera que no moría de ganas de detenerla y pedirle que se quedara junto a ella. Pero no, la rubia sabía que tenía que defender lo poco que le quedaba de dignidad y dejar ir a Santana. “Si alguien no tiene el valor de reconocer que te ama, entonces no te ama realmente” Aquella frase que Quinn había pronunciado durante su conversación en el bar, había calado en la mente de Brittany. Esas palabras habían sido correctas y tristemente reales para su situación. -¿A qué hora sale tu vuelo? –Preguntó la inmóvil rubia, sintiendo un trago amargo de saliva pasando a través de su garganta. –Aún no tengo un vuelo programado –Contestó rápidamente la latina. –Bueno, entonces suerte en tu viaje –Brittany sentía que sí seguía hablando no podría contenerse y terminaría por pedirle a Santana que no se fuera – Cuídate mucho –Dijo dándose media vuelta en dirección a la puerta de salida. –Quinn se ve muy interesada en ti –Santana no tenía idea porqué había dicho eso –Pero nunca ha estado con chicas, ten cuidado con eso –La boca de la morena parecía tener vida propia. -¿Conoces a Quinn? –La rubia regresó hacia Santana, esta vez sí se hallaba genuinamente confundida. –Vivíamos en el mismo pueblo, estudiamos juntas toda la escuela, fuimos algo así como mejores amigas en su tiempo –Respondió la latina con la mirada fija en sus maletas listas. -¿Hablas enserio? –Cuestionó la ojiazul con una voz incrédula. –Hoy hablé con ella, casualmente yo recibí tu desayuno y bueno… nos reencontramos –Suspiró pesadamente la morena antes de poner sus maletas en el suelo –Me dijo que te conoció anoche en el bar del hotel –Contaba mientras se arrodillaba para arreglar el cierre de una de sus maletas –Al parecer le gustas y también le gustan las relaciones largas, parece que has encontrado a tu alma gemela –Espetó Santana con cierta amargura

poniéndose de pie enfrentando la mirada de la rubia. –Ojala tengas razón –Contestó la ojiazul agachando la mirada –Tengo que salir, suerte en tu viaje –Dijo mirando por un instante a Santana, antes de dirigirse a la puerta y salir. “Estarás mejor sin mí” Susurró Santana al ver la puerta cerrarse. *** Santana había pasado varias horas llamando a la aerolínea, pidiendo un vuelo directo a Nueva York; pero las recepcionistas e incluso el mismo gerente le habían intentado hacer entender que no había lugar en ningún vuelo aquel día, todos los vuelos estaban ocupados. Finalmente terminó reservando un vuelo para el día siguiente en la mañana, lo cual aceptó a regañadientes ya que lo último que Santana quería era pasar un día en Florida. La morena tenía prácticamente un día entero libre antes de su viaje, pero en realidad no se sentía de humor para salir de la habitación, mucho menos para ir a la playa y aún peor para hablar con alguien. Por lo tanto, lo único que haría ese día sería intentar dormir –que bien le hacía falta –y tal vez comer algo. La latina llevaba un par de horas tirada en la cama, intentando dormir pero fallando terriblemente. La imagen de una rubia que había sido su motor durante los últimos meses no parecía abandonar su cabeza. Recordaba la suavidad de su voz al decirle “Te amo”; ese pensamiento la hizo estremecer, lo que hizo que cambiara de posición en la cama. Pensó en sus manos, en sus labios, en el indescriptible sabor de su piel; inconscientemente Santana cerró sus ojos y tocó sus labios con la punta de sus dedos. “La voy a extrañar demasiado” Gruñó la morena sentándose en la cama con la piernas cruzadas. Y como si sus pensamientos hubieran sido leídos, Brittany abrió la puerta de la habitación, sorprendiéndose de aún encontrar a Santana ahí. -No esperaba encontrarte aún –Dijo la rubia suavemente cerrando la puerta. –No hay vuelos disponibles –Contestó la latina acomodando un mechón de su negra cabellera detrás de su oreja. Y nuevamente, un incómodo silencio se adueñó de la situación.

-¿Estabas en la playa? –Preguntó Santana para relajar el ambiente. –Sí, me encontré con Quinn –Agregó la bailarina caminando hacia su cama en busca de su cartera. –Que bien –Dijo fríamente Santana rodando los ojos. –Me invitó a salir esta noche –Dijo Brittany sin mirar a la morena, no sabía si era por miedo o por vergüenza, pero simplemente no quería verla al decir eso. Al escuchar sobre era invitación y el muy implícito “sí” de Brittany, la mujer de los ojos café sintió algo parecido como a una punzada en el pecho y el estómago. De un momento a otro, el aire empezó a volverse insuficiente y la necesidad de irse de esa habitación se hacía vital, y así lo hizo, en un par de minutos y en completo silencio, la morena se fue de la habitación, aunque no iba a deambular por ahí. Ella sabía que tenía algo que arreglar. *** -¡La invitaste a salir! –Gritó la morena tomando fuertemente brazo de cierta rubia de ojos verdes que gozaba de la vista del balcón principal del hotel ¡¿Por qué la invitaste a salir?! ¡Dijiste que estabas saliendo con muchas personas! –Santana colocando sus manos en su cadera. –Brittany también es una persona –Aclaró calmadamente la rubia psicóloga – Y me cayó bien desde que la conocí, no hay nada malo en invitarla a salir. –A ti ni siquiera te gustan las mujeres, ¿Por qué quieres salir con ella? – Cuestionaba Santana exasperada, llevándose las manos a la cabeza. –Ella es muy interesante y realmente me agrada, Santana –Explicaba la rubia tratando de calmar a su ex compañera –Quisiera ver qué sucede – Continuó encogiéndose de hombros. – ¡Ella no es tu experimento! –Gritó frustrada la morena, llamando la atención de las personas. -¡Métete en tus asuntos, Santana! -Quinn empezaba a perder la paciencia -¡Brittany es mi asunto!, no dejaré que juegues con ella –Gritó Santana imponiéndose ante la rubia.

– ¿Acaso no te das cuenta? Tú eres quien ha estado jugando con ella – Puntualizó Quinn acercándose a la latina –Tú no la quieres cuidar, tú solamente haces esto por egoísmo, la perseguiste en sus vacaciones por egoísmo –Encaró –No quieres ser feliz y tampoco quieres que ella sea feliz, ¡Siempre has sido así, Santana! –Quinn ya no tenía intenciones de calmar a su ex compañera. – ¿Enserio crees que ella será feliz contigo? –Se mofó la morena sarcásticamente –Lleva un día conociéndote y si está aceptando salir contigo es porque yo la rechacé –Al decir eso Santana se dio cuenta que realmente estaba dejando a Brittany libre. –Ese es mi problema, tú ya perdiste tu oportunidad, ahora déjala ir – Respondió la rubia cruzando sus brazos. –No la dejaré ir contigo, tú ni siquiera sabes lo que quieres –Dijo la latina mirando fijamente al par de ojos verdes. -¿Y tú si sabes lo que quieres? –Preguntó la rubia enarcando una ceja. Santana se quedó paralizada por unos segundos ante la suspicaz pregunta de la rubia psicóloga; pero antes de pensar en una respuesta, prefirió dejar de lado la pregunta. -Simplemente, no la lastimes ¿de acuerdo? –Dijo la morena con la voz ronca –Y no se te ocurra hablarle sobre mi pasado. –No lo haré –Respondió Quinn frunciendo el ceño –Y que lástima que dejes pasar a alguien como ella solo por tus miedos irracionales, Santana – Continuó la rubia con amargura. –Adiós, Quinn –La morena se dio media vuelta, no quería seguir con aquella pelea. -Recuerda, Brittany no es Rachel –La rubia vio como la espalda de Santana se tensaba -Ojala no te arrepientas por dejarla ir –Quinn esperaba alguna reacción, pero la morena solamente siguió su camino sin mirarla. *** La cabeza de Santana dolía recordando todas las palabras Quinn. En menos de un día, la rubia le había llevado al límite de sus emociones; le había dado

un muy frenético paseo por su pasado para traerla sin piedad a su cruda realidad, haciéndole ver el mal futuro que parecía venir. “Estúpida Quinn” Gruñó Santana caminando decididamente por la playa, nuevamente alejándose de las personas al igual que el día anterior que había caminado junto a Brittany. La morena sentía que estaba viviendo en una muy mala película de terror. Hacía un día, ella era feliz; tenía a Brittany y estaba disfrutando unas inesperadas vacaciones. Pero ahora, todo estaba sencillamente mal. Y a pesar de querer culpar a Brittany, a la playa o a Quinn; ella era consciente de que la responsabilidad, era solo suya. El atardecer estaba cayendo y Santana se había cansado de caminar. Ya estaba lo suficientemente lejos del resto de personas y sabía que sí seguía avanzando más, tal vez no pudiera regresar al hotel. Santana se sentó en la arena, más que por desearlo, era porque ya no tenía fuerzas para mantenerse de pie; no había desayunado, ni almorzado y a pesar de no tener hambre, la falta de energía le estaba pasando la factura. “¿Y tú si sabes lo que quieres?” Aquella pregunta un tanto maliciosa de Quinn había regresado a la mente de Santana, carcomiendo cada rincón, obligándola a que se dé a sí misma una respuesta. La morena empezó a dibujar pequeños círculos en la arena para distraerse de pensar en Quinn y el maldito juego psicológico que había intentado poner en práctica. Lentamente, Santana detuvo los deformes trazos que hacía sobre la arena al ver el color naranja que empezaba a tomar el cielo, al ver como el sol empezaba a ocultarse liberando un aura hipnotizante. La morena se tomó unos minutos para dejarse llevar por aquel maravilloso fenómeno que era capaz de adueñarse de su mente y sus sensaciones. Y fue en un simple instante, que inconscientemente la mano de Santana viajó hacia un costado, creyendo encontrar aquella suave piel con la que había pasado más de 6 meses juntas. Aquella suave mano a la cual se había aferrado últimamente, no estaba a su lado, aquella persona que tanto necesitaba no estaba junto a ella para ver una puesta de sol tomada de su mano.

Nuevamente aquella incesante pregunta de Quinn retumbó en la cabeza de Santana. Pero esta vez la respuesta pareció haber estado siempre ahí. “La quiero a ella” Susurró Santana liberando un profundo suspiro, dibujando una torpe y soñadora sonrisa en su rostro. Aquella respuesta había salido de una manera tan natural, que la morena no podía explicar la plenitud en la que se encontraba. Ahora lo que tenía que hacer, era ir por su chica. Flashback Nueva York. Eran libres. La escuela había terminado después de muchos años de odiarla, despreciarla y sobre todo, amarla. La graduación había sido mucho más emotiva de lo que en algún momento alguien pudo haber imaginado. Muchas lágrimas, muchos abrazos, muchas sonrisas y reconciliaciones. Aquel día de la graduación se limaron todas las asperezas que se habían creado con el pasar del tiempo; decidieron dejar en el pasado todo lo malo de la escuela y solamente conservar los buenos momentos. Y a pesar de que la mayor parte de los integrantes del club Glee tomarían rumbos distintos, prometieron nunca dejar de ser amigos y como muy pocas veces, estuvieron todos de acuerdo y con un fuerte y sincero abrazo grupal, cada uno siguió su camino. Era verano y Santana y Rachel, habían tomado sus maletas y un avión con dirección a la popular Manhattan. Iban en busca de sus sueños. Como pocas personas, ellas tuvieron la suerte de contar con un lugar en donde vivir al llegar a la Gran Manzana. Los papás de Rachel, habían comprado un pequeño apartamento cerca de Juilliard como regalo de Graduación para su pequeña estrella y por lo tanto, para su novia. -¡Esto no tiene nada de humilde como dijo tu papá! –Gritó Santana emocionada al abrir la puerta principal del apartamento -¡Esto es genial! ¡Amo a mis suegros! –Exclamó lanzando las maletas por donde sea, solamente para dar vueltas sobre el piso de madera pulida. –Ya lo sabes –Empezó la castaña cerrando la puerta y caminando hacia su muy entusiasmada novia -Si terminas conmigo, te desheredarán –Bromeó posando sus manos en su cintura. –Creo que en ese caso… -Santana sonrió de medio lado y se acercó a Rachel –Tendré que seguir contigo, ¿no? –Dijo tomando a la castaña de la cintura para juntar sus frentes. -Más te vale que así sea –Se rió la pequeña diva besando rápidamente los

labios de la morena, quién alejó del rostro de su novia al ver de lejos algo que había captado totalmente su atención. . -¿¡Eso es un jacuzzi!? –Gritó nuevamente la latina corriendo desesperada hacia el baño. -¡Eres una niña, Santana! –Rachel gritó riendo al ver la alegría desmedida de su novia. -¡Aún así me amas! –Respondió la morena desde la otra habitación, sacando una parte de su cabeza por la puerta para reír viendo a su novia. –No estés tan confiada–Afirmó con una falsa molestia la castaña, antes de mirar a la morena con una ceja enarcada y estallar en risas -¿Quién me cree, eso? ¡Te amo! –Gritó corriendo hacia el baño para encontrarse con su sonriente morena. Y de esa forma, empezó el último verano feliz de sus vidas. Fin del flashback. EL VIAJE III: NUEVOS CAMINOS Santana no sabía exactamente cuánto tiempo le había tomado llegar de regreso al hotel; pero si estaba segura de algo, era que fácilmente había pasado un buen par de horas caminando. La morena se encontraba sudando aunque no totalmente a causa del extenso camino de regreso; sino más bien por las ansias de ver a cierta rubia y el nerviosismo de poder confesarle sus sentimientos después de una larga agonía. Con una pesada respiración, la morena llegó a la puerta de su habitación, limpiándose el sudor de sus manos con la tela de su playera y sin tener ningún plan para abordar a Brittany; se decidió a simplemente llegar y – como pocas veces lo hacía –dejar todo en manos del destino. -¿Brittany? –Preguntó la latina al abrir la puerta de la habitación, pero no hubo respuesta alguna -¿Britt? –Volvió a llamar abriendo la puerta del baño. La rubia no estaba en la habitación, lo que hizo que Santana apretara los puños al suponer que se encontraba paseando con su nueva amiga Quinn Fucking Fabray. Sin embargo, que Brittany estuviera ausente por el momento era una ventaja para la morena. Le daría el tiempo suficiente para darse un baño, comer algo –que realmente le hacía falta - aclarar sus pensamientos y

preparar algo decente para ella y la rubia. Al menos Quinn estaba siendo de ayuda de cierta forma. *** -¿Realmente tienes una hija? –Preguntó Brittany incrédulamente. Le costaba mucho entender como alguien como Quinn, quien lucía la mujer más centrada sobre la faz de la tierra, había podido tener una adolescencia tan turbulenta. –Así es, se llama Beth –Contestó la mujer caminando pasivamente a través del muelle –Su papá es Noah Puckerman, tal vez hayas oído hablar de él –Continuó. La mandíbula de Brittany estuvo a punto de desprenderse ante la nueva información. -¿Noah Puckerman, el actor de Broadway? –Preguntó esperando que la ojiverde le dijera que era solamente una broma, pero por el contrario, Quinn asintió -¡Tienes una hija con Noah Puckerman! –Dijo la emocionada bailarina -¡Eres una especie de celebridad! –Los ojos de la rubia se agrandaron ante la conjetura -¡Dios mío, tendré una cita con una celebridad! –Brittany dio un buen número de saltos eufóricos, provocando que la otra rubia estallara en risas. Después de eso, la caminata se tornó un poco más silenciosa debido a que cierta pregunta se había formado fastidiosamente en la curiosa mente de Brittany. Quinn y Santana fueron amigas en la secundaria. Noah Puckerman embarazó a la rubia, también la secundaria, por lo tanto ¿No es posible que Santana y Puckerman también se hayan conocido en la secundaria? A la rubia se le hacía una suposición muy bien fundamentada, aunque el hecho de que Santana nunca le hubiera hecho ni el más mínimo comentario al respecto, aún sabiendo lo interesante que eso podría ser para ella; le hacía dudar de sus planteamientos. Aunque por otro lado, Brittany sabía que Santana era Santana, la persona que ni siquiera había tenido la molestia de comentarle, que Ralph, su secretario, era medio hermano y cuñado de una de las parejas más poderosas del medio.

Si no le contó eso, ¿por qué le hablaría de sus amigos de secundaria? El deseo por darle una respuesta clara y consistente a aquella interrogante, carcomía la mente de la rubia bailarina. Pensó por un momento en acudir a Quinn por respuestas, pero se le hacía un poco descortés hablar de otra mujer con su cita. Aunque técnicamente, aún no se encontraban en la cita, así que preguntar no sería nada irrespetuoso ¿no? -¿Puedo hacerte una pregunta? –Susurró Brittany aún sumergida en una parte de sus pensamientos. Quinn percibió el temblor en la voz de su nueva amiga. –Claro –Permitió rápidamente la ojiverde. -¿Santana y Puckerman también se conocen? –Preguntó con una extraña timidez la bailarina. La otra rubia tragó saliva ante tal pregunta. “No se te ocurra hablarle de mi pasado” Las frías palabras que la boca de Santana había pronunciado, hicieron aparición en la mente de la rubia antes de contestar. “Puckerman significa pasado” Pensó la ojiverde -No –Contestó Quinn tratando de sonar lo más casual posible –Íbamos a diferentes escuelas –Mintió la psicóloga. Brittany sintió una sensación de decepción cayendo sobre ella. No era porque Santana no conociera al famoso actor; sino porque nuevamente se encontraba un paso más lejos de saber algo real sobre aquella morena. *** -¡Necesito velas! ¡¿Es tan difícil de conseguir velas?! –Gritaba Santana a través del teléfono de la habitación -¡¿Y dónde demonios está el champagne?! ¡Son unos incompetentes! –Dijo frustrada la morena pasando una de sus manos a través de su negra cabellera. Una improvisada cena en la habitación. A pesar de sonar como un total cliché, eso era lo que Santana pensaba hacer. Primero, no tenía mucho tiempo para hacer algo más elaborado; segundo, era lo más romántico que se le podía ocurrir y principalmente, era a prueba de errores. No había existido nadie que su haya podido resistir a Santana López y sus cenas románticas.

Santana soltó una pequeña risa que se borró de inmediato al recordar la real última vez en la que había preparado una cena romántica para alguien que le importara y no pudo hacer nada más que estremecerse ante el recuerdo de ella y cierta castaña alrededor de una mesa con velas. “Brittany no es Rachel” Santana recordó también aquella punzante frase de Quinn, para enfocarse en su presente y dejar ir a su pasado. -¡¿Dónde se encuentran los platos de spaghetti que ordené?! –Gritó nuevamente la morena a través del auricular. Todo era un desastre, pero la morena sabía que valdría totalmente la pena. *** La noche empezaba a caer y ambas rubias habían llegado nuevamente al lobby del hotel. Un poco más relajadas, después de que Brittany liberara su mente de aquella estorbosa pregunta. -Bueno, tengo que ir a arreglarme para lo de esta noche ¿aún sigue todo en pie, cierto? –Preguntó Quinn jugando nerviosamente con un mechón de su rubio y corto cabello. –Totalmente –Asintió Brittany con una sonrisa –Te veo en la noche –Reafirmó la bailarina dándole un pequeño abrazo a su acompañante. -¿Vamos a tu habitación? –Ofreció la psicóloga, Brittany abrió sus ojos ante tal ofrecimiento y soltó una pequeña risa haciendo que la otra rubia se sonrojara – Me refiero, te acompaño a la puerta de tu habitación, me queda de camino de todas formas –Aclaró una muy apenada Quinn, riendo incómodamente. –No iré a mi habitación – Respondió la ojiazul con un tono más serio –Te esperaré en el bar del hotel –Quinn la miró suspicazmente ante lo dicho -No quisiera ver a Santana –Respondió automáticamente la rubia ante la confundida mirada de Quinn. –No deberías tener miedo de verla –Dijo la rubia de ojos verdes, Brittany ladeó su cabeza. –No le tengo miedo, es solo… -La bailarina no encontraba las palabras adecuadas –No quiero verla en este momento –Contestó un tanto frustrada,

mirando hacia suelo. Quinn pensó en una respuesta, pero prefirió relajar su expresión y simplemente asentir antes de apretar el hombro de la otra mujer e irse. “No quieres verla porque sabes que te arrepentirás de salir conmigo” Se respondió la psicóloga con una triste sonrisa antes de subir al elevador. *** Después de un par de agitadas horas, Santana tenía todo listo. Una pequeña mesa, un par de velas apagadas, dos platos de spaghetti con albóndigas que había pedido con la esperanza de poder comerlos al estilo “La Dama y el Vagabundo” y una botella de champagne; además de ella misma encontrarse lista en un pequeño vestido azul que sabía de antemano enloquecería a Brittany. Lo único que aún no se encontraba listo en los planes de la morena, era lo más importante de todo: La presencia de Brittany. Pero no. Santana sacudió todos esos malos pensamientos. Ella sabía que todo esa noche, estaría de su lado. *** El hecho de no maquillarse en la plenitud de su habitación no significaba que Brittany no pudiera verse terriblemente sexy. Así que ahí se encontraba ella, en el tocador del bar del hotel, pasando un buena capa de brillo gloss sobre sus labios, haciendo que estos se abultaran más de lo normal. La ojiazul no pudo evitar recordar la manera en la que la mirada de Santana solía perderse en sus labios cada vez que ella hacía eso con su gloss, oscureciéndose en la urgencia de probarlos. Brittany amaba la sensación de sentirse deseada por alguien como Santana. “Detente” Se reprendió a sí misma viéndose en el espejo. No era justo que pensara en Santana minutos antes de salir con alguien como Quinn. No era justo y era muy incorrecto. Pero a pesar de ella misma querer detenerse; el destino parecía no jugar para su lado esa noche.

“Ven a la habitación, es urgente, necesito hablar contigo” Santana . La rubia bailarina tomó un profundo respiro mientras releía aquel mensaje de texto. No podía simplemente dejar a Quinn plantada; aunque si era urgente, tal vez sí debía ir. ¿Qué diablos debía hacer? Al salir del baño, Brittany vio sentada en la barra a una atractiva y familiar rubia bebiendo despreocupadamente un vaso de whisky. “Detente” Se repitió la rubia antes de eliminar el mensaje de la latina y caminar decididamente hacia su cita. -Hola Quinn, ¿Lista para ir a bailar? –Preguntó la rubia dándole un beso en la mejilla a la rubia, quien al igual que cierta morena, no pudo evitar ver sus labios. –Más que lista –Respondió dándole el último sorbo a su bebida. *** Santana se encontraba sentada en la silla frente a su la improvisada mesa que había armado, su mirada fija en su teléfono móvil sobre la mesa, a un lado de su plato de spaghetti, pretendiendo invocar a la rubia con el hecho de no despegar su mirada del pequeño aparato. “Sé que va a venir” Se dijo alentadoramente, soltando una sonrisa hacia su teléfono, sabía que en cualquier momento, la rubia le daría una señal. *** -Bailas muy bien –Decía Quinn sentada en su mesa delineando el contorno de su vaso de vodka mientras miraba detenidamente a la rubia que bailaba a su lado –La mejor bailarina del mundo –Halagó la psicóloga. –Bailaría mejor si tuviera a alguien conmigo –Confesó la rubia más alta, moviéndose juguetonamente hacia su acompañante.

–Soy muy mala bailando, prefiero verte bailar a que verte quejando por mis pisadas –Exageró Quinn dándole un trago a su vodka, la bailarina soltó una carcajada antes de tomar su mano y jalarla en contra su voluntad hacia la pista de baile. –Prometo que no me quejaré –Susurró Brittany levantando su mano derecha en señal de juramento. La música sonaba con más fuerza y rapidez logrando que el calor en el ambiente incrementara gradualmente. Quinn había necesitado un par de vasos de vodkas para poder desinhibirse totalmente. Ahora la rubia ex porrista se encontraba moviéndose al ritmo que las caderas de Brittany marcaban. Era un movimiento lento, sensual e hipnotizante que hacía que Quinn no pudiera evitar de sentir la necesidad de acercarse más a la bailarina. Por su lado, Brittany había cerrado los ojos, dejándose llevar por la música y los malditos recuerdos que traía el sentir las manos de Quinn rozar con la piel de su cintura, aquellas manos tenían casi la misma textura que las de Santana, aunque diferían en las caricias. La morena sabía exactamente a donde quería llegar cada vez que ponía un dedo sobre la bailarina; en cambio Quinn y su tacto se percibían temerosos. En ese momento, la rubia más alta sintió la vibración de su teléfono en el bolsillo trasero de sus shorts. “Esperaré por ti toda la noche, realmente necesito verte” Santana

Brittany separó el cuerpo de Quinn para leer el mensaje y tomar un poco de aire. Pensó por un momento en responder el mensaje, pero la rubia frente a ella había incrustado su mirada juzgadora sobre ella. -¿Es Santana, no es así? –Preguntó retóricamente la psicóloga, evitando soltar algún tono de reproche. Brittany asintió tristemente –Si lo deseas puedes irte, no hay problema –Ofreció Quinn tratando de sonar lo menos dolida posible. –Sí hay problema –Gruñó la bailarina –Sé lo que está intentando y… -Guardó silencio por un momento –No caeré, no lo haré –Sentenció cerrando sus

manos en puños –Además la estoy pasando muy bien –Sonrió mirando como Quinn se sonrojaba. *** Era casi medianoche y Santana seguía en el mismo lugar; en una silla frente a la mesa, mirando fijamente su teléfono, aunque ahora con una copa media vacía de champagne dando vueltas en su mano izquierda. La cena está totalmente fría y las velas se estaban consumiendo con rapidez. A pesar de todo, la morena aún tenía la esperanza de ver llegar a la rubia en un corto plazo y poder decirle como se sentía realmente. Aunque en ese momento se le ocurrió una idea mejor: “Si Mahoma no va a la montaña; la montaña va a Mahoma” Pero el único problema era descubrir en donde diablos se encontraba su Mahoma con rizos de oro. *** -Eres muy linda –Susurró Quinn en el oído de Brittany con la lengua enredada a causa del alcohol –La rubia más linda del mundo –Reafirmó quitando un mechón de cabello del rostro de la ojiazul. –Y tú eres una terrible bebedora –Rió la rubia más alta presionando su frente con la de Quinn, quien cerró sus ojos al conectarse con los azules. –Santana tiene tanta suerte –Suspiró la ojiverde aún con su frente sobre la de Brittany –pero siempre es demasiado estúpida como para notarlo –Soltó amargamente la ex compañera de la aludida. –No hay que hablar de ella ahora –Pidió la bailarina, Quinn sonrió. – ¿La quieres demasiado como para dejar que la insulte, no? –Dijo la psicóloga abriendo sus ojos para encontrarse nuevamente con los azules profundos. Antes de que Brittany pudiera responder algo para salirse por la tangente del tema, su celular volvió a vibrar, esta vez era una llamada entrante. Era Santana.

Quinn vio la contrariada expresión en el rostro de la rubia y ya sea por el fastidio o por los efectos del alcohol, le quitó el teléfono de las manos, rechazando la llamada abruptamente, la ojiazul la miró sorprendida. -Creo que yo también preferiría no hablar de ella ahora –Respondió Quinn llevando sus manos alrededor del cuello de Brittany, quien solo asintió con una sonrisa de medio lado. “¿Qué quieres ahora, Santana?” Se preguntaba cansadamente la rubia al sentir el celular vibrar nuevamente en su bolsillo; sin embargo lo ignoró y concentró sus 5 sentidos en la mujer frente a ella. *** Santana cargaba entre sus manos la última copa de champagne, mirando su reflejo en las pequeñas burbujas, pensando en lo bien que Brittany lo estaba pasando en ese momento, mientras ella bebía patéticamente una botella entera de champagne en los confines de aquella habitación de hotel. Había querido buscarla, pero Brittany nunca contestó alguna de sus llamadas o mensajes. ¿Cómo se supone que empezaría la búsqueda de su Mahoma? Pero ahí seguía la esperanzada abogada López. Marcando por enésima vez aquellos números que conocía a la perfección. “Vamos, contesta” Suplicaba la morena hacia el pequeño aparato. Y finalmente, la llamada encontró respuesta. *** Quinn y Brittany no se habían separado en toda la noche, sus frentes seguían adheridas; mientras las manos de la primera no dejaban de acariciar la tersa piel de la nuca de la ojiazul, quien ajustaba cada vez más el agarre en la cintura de la otra mujer. Era una sensación extraña para Quinn. Incorrectamente extraña. Nunca había tenido algún tipo de conexión del tipo sáfico. No había tenido interés y en su mayoría, necesidad; pero las situaciones eran totalmente diferentes. Ahora, ella tenía mucho más interés en explorar, que necesidad por hacerlo.

-¿Cómo se siente besar a una mujer? –Preguntó Quinn mirando directamente a ese par de hipnotizante ojos azules. –Mucho mejor de lo que es besar a hombre –Respondió burlonamente la bailarina mientras movía aquel rebelde rubio mechón de cabello que siempre caía en el rostro de Quinn. –Tal vez suene tonto, pero ¿me enseñarías? –Pidió la psicóloga desviando su mirada hacia aquellos bien humectados labios de la ojiazul. Brittany se encontraba sorprendida. No por la petición, ya que supuso que en algún punto de la cita, alguna trataría de iniciar el juego de seducción; pero el hecho de que Quinn nunca haya besado a una chica en 25 años. Eso sí que era sorprendente. La bailarina se encontraba a punto de dar una respuesta, cuando sintió el aparato en su bolsillo trasero, volver a vibrar. “Es suficiente” Se dijo a sí misma la rubia, antes de separar toscamente a Quinn y tomar decididamente su teléfono móvil con el propósito de contestarlo. Quinn sintió un pequeño mareo al separarse del calor que emanaba la piel de la otra rubia, pero al ver lo que estaba haciendo, recuperó la conciencia, arranchándole por segunda vez en la noche, su celular. -Yo lo haré- Murmuró Quinn viendo el ceño fruncido de la rubia. “¿Britt?” Preguntó una voz temblorosa a través del teléfono. “Escucha bien esto, Santana” “¿Qué demonios haces con el teléfono de Brittany?” Gritó la alcoholizada voz de Santana al oír a la rubia equivocada “Quiero hablar con ella” “Pero ella no quiere hablar contigo, entiéndelo y deja de llamar” Respondió la ojiverde rubia sintiendo que si no colgaba en ese momento, el vómito verbal empezaría. “Quiero hablar con Brittany” Repitió Santana un tanto desesperada a través del teléfono. “Déjala en paz, Santana. Estoy a punto de besarla y tú te pones en mi camino” La rubia sintió que los incontables vasos de vodka estaban haciendo efecto en ese momento.

“¡Aléjate Fabray!” Gritó la morena tan fuerte que no hubo necesidad de usar la función de altavoz. “Voy a colgarte en este momento” Avisó la rubia alejándose del aparato para cortar la llamada y evitar decir cosas de las cuales Santana podría tomar represalia, pero antes de lograrlo una fuerte y pálida mano la detuvo. -¿Qué haces? –Preguntó confundida la ex Cheerio a al ver como Brittany le quitaba el celular de las manos, pero esta no respondió. “¿Qué quieres Santana?” Brittany tomó su teléfono y habló. Sintiendo un tremendo nudo formándose en su garganta. “Britt, perdóname” Rogó la morena a través de la línea. Sentía que ahí radicaba su última oportunidad. “Dime qué quieres” Dijo tajantemente la rubia sintiendo que se le hacía cada vez más difícil escuchar la voz de la latina. “Te amo Brittany” Santana lanzó su última carta al destino. El mundo y el tiempo se detuvieron para Brittany. Pensó en un primer momento que todo había sido efecto del calor, la música y el alcohol, que esa llamada solo había sido producto de sus deseos de ser amada; pero no, ella sabía que Quinn y su ceja enarcada no eran ninguna alucinación, sabía que los mensajes que había recibido durante la noche tampoco habían sido un juego de su mente. *** Las cosas definitivamente no estaban saliendo acorde a los planes iniciales de la Santana. Ella nunca planeó embriagarse sola, tampoco había tenido en mente confesarle sus sentimientos a Brittany a través de una llamada telefónica y sobre todo, no esperaba que la rubia guardara aquel silencio mortífero. “¿Qué?” Después de una eternidad, Brittany respondió en un casi inaudible susurro. “¡Te amooooooooo!” Gritó la morena acercándose a la ventana de la habitación, sintiendo como el viento de la noche acariciaba su piel al decir aquellas palabras.

“Estás ebria, Santana” Concluyó la rubia a través de la otra línea. Y después de esa afirmación, lo único que Santana escuchó fue el timbre de la llamada finalizada. “Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda” Maldijo apretujando su teléfono en su mano hasta que sus nudillos se tornaron blancos por la presión. *** Quinn veía detenidamente la expresión en el rostro de la rubia bailarina. Lucía como si se encontrara en algún tipo de batalla mental. Su ceño estaba fruncido y su quijada estaba presionada fuertemente. -Sigamos bailando –Sugirió Quinn tomando de la cintura a la aparentemente petrificada Brittany. Al fin y al cabo, Quinn seguía llena de alcohol en las venas como para intentar psicoanalizar a una persona. La rubia intentó recuperar el ambiente que había creado antes de la llamada de Santana, pero parecía que en menos de un par de minutos, la morena había traído abajo todo lo logrado. Brittany se veía totalmente sumergida en sus pensamientos, mirando vagamente a la mujer frente a ella. -¿Recuerdas lo qué te dije antes de la llamada? –Preguntó la rubia con sus mejillas un tanto ruborizadas, tratando de captar la atención de su compañera. –Uhm … no, ¿qué dijiste? –Contestó la ojiazul tratando de enfocarse en Quinn. –Esto –Respondió la ojiverde tomando a Brittany de la nuca y estirándose un poco hasta estar a la misma altura que la bailarina. Brittany se encontraba aún recordando el timbre de voz de cierta morena al pronunciar ciertas palabras que tanto había deseado cuando vio como Quinn Fabray la tomaba por el cuello y plantaba un inesperado beso en sus labios. La ojiazul intentó alejarse, pero el agarre en su cuello se lo impedía. Brittany pensó que sí ese beso estaba sucediendo en ese preciso momento y lugar, era por algún buen motivo en su vida, y con ese pensamiento, intentó

corresponderlo. -¡Lo siento, lo siento, lo siento! – Gritó Brittany apartando rápidamente a la psicóloga después de un par de segundos de sentir sus labios -¡No puedo! – Espetó pasando las manos por su cara tratando de desanublar su mirada y su mente. Quinn miraba absorta a la otra rubia. Preguntándose a sí misma en su poca sobriedad qué había hecho mal. -¡¿Qué pasó?! – Preguntó la muy confundida Quinn cogiendo a la rubia de los hombros para calmarla -¿Lo hice mal? –Dijo un tanto desubicada. – ¿Qué? ¡No, no es eso! –Contestó Brittany negando con ambas manos –Es solo que… no puedo –Dijo convenciéndose a sí misma – No puedo hacer esto –La rubia bajó la mirada, avergonzada por su actitud. –Tal vez esto no fue buena idea –Agregó la ojiverde mareada por todos los repentinos sucesos. –Lo siento, Quinn –Dijo la bailarina, incapaz de levantar su mirada hacia la de la otra mujer. –No me siento bien –Confesó Quinn agarrando su cabeza. –Lo siento -Creo que vomitaré –Interrumpió la ojiazul tapando su boca. Quinn se había sentido aliviada al no dejar salir el vómito verbal cuando habló con Santana; pero definitivamente no contaba con el vómito real en esta ocasión. Brittany no tuvo tiempo de reaccionar cuando vio a su rubia amiga arrodillada sobre la pista de baile vomitando a causa del alcohol y probablemente por los bruscos cambios de temperatura y actitud de la bailarina. Como era de esperarse, los guardias de seguridad del local llevaron al par de rubias a la puerta de salida, echándolas del establecimiento. -¿Te encuentras mejor? –Preguntó Brittany al ver que la rubia ya no tenía más arcadas. Quinn asintió lentamente.

-¿Me podrías llevar al hotel? –Pidió la debilitada psicóloga, temblando por el contacto con la noche ventosa. Más de una persona volteó a mirar a cierta rubia que entraba por la puerta del hotel con otra mujer en brazos, al parecer una muy dormida – o ebria – para caminar. El elevador marcó el piso número 5, abriendo sus puertas al par de rubias. Brittany sintió quedarse sin aliento al darse cuenta que solo 2 pisos más abajo, se encontraba Santana. Quinn se bajó de los brazos de Brittany, para permitirle a la ojiazul que abriera la puerta de la habitación. La joven psicóloga entró a duras penas a su habitación, siendo seguida silenciosamente por la otra rubia. -No tienes que quedarte, Brittany –Aclaró Quinn echándose en su cama bocabajo. –No quisiera dejarte sola –Dijo la bailarina sentándose cuidadosamente al pie de la cama, evitando tocar a la otra mujer que tenía su rostro hundido en las almohadas. –Estaré bien, solamente amaneceré con la tercera guerra mundial en mi cabeza –Se rió débilmente la ex cheerio. –Me quedaré por si te vuelves a sentir mal –Reiteró la rubia jugando con el filo de su playera. -¿Qué te dijo Santana? –Preguntó repentinamente Quinn, girando perezosamente para quedar frente a la rubia –Cuando te llamó ¿Qué te dijo? Brittany le sostuvo la mirada por unos segundos antes llevarla nuevamente hacia el suelo –Que me amaba –Susurró. -¿No era eso lo que querías? –Preguntó la ojiverde enarcando una ceja como de costumbre. –Sí, pero no creo que lo diga enserio –Respondió bajando aún más su voz. –Te voy a confesar algo sobre Santana ¿Está bien? –Ofreció Quinn. Brittany abrió sus ojos con sorpresa –Ella ha tenido… momentos difíciles, no le ha ido muy bien con algunas cosas y bueno, por eso es así –Decía la rubia tratando de no sobrepasarse –Le cuesta mucho conocer personas y mucho más confiar en ellas –Brittany asentía lentamente a cada palabra.

-¿Por qué cosas malas ha pasado? –Preguntó curiosamente la bailarina. –El punto es que, sí le ha tomado tanto tiempo decirte eso, es porque realmente ha querido estar segura de poder confiar en ti –Prosiguió la psicóloga. –Hace una noche me dijiste que sí ella no lo admitía era porque no me amaba en verdad –Recordó la bailarina frunciendo el ceño en confusión. –Hace una noche no sabía que estábamos hablando de Santana López – Sentenció Quinn con un pequeño tono de reproche. -¿Crees que lo diga enserio? –Preguntó Brittany con timidez. – Supongo que sí, pero si quieres estar segura, deberías ir a buscarla y ahí lo sabrás –Propuso la rubia con una media sonrisa. –Tengo miedo –Confesó la ojiazul. –Yo debería tener miedo, Santana me debe odiar en este momento así que es capaz de matarme y dejar mi cuerpo en medio del mar y aún hacerlo parecer un accidente –Se burló la rubia aún adormecida por el alcohol –Pero, anda con ella, por lo poco que escuché, ella también ha bebido mucho y debe encontrarse llorando en algún lugar. -¿Estás segura que te sientes bien? –Preguntó nuevamente la bailarina. –No, pero puedo cuidarme sola, además la resaca de Santana siempre es peor –Rió nuevamente Quinn –Vamos, anda con ella –Repitió la rubia girando para quedar nuevamente bocabajo. –Gracias –Pronunció sinceramente Brittany antes de abrir la puerta. –No sé porque aún escucho tu voz –Quinn se burló de nueva cuenta. *** Santana se encontraba sentada en la misma silla que hace muchas horas había escogido para esperar pacientemente a cierta rubia, que –ahora estaba segura –nunca llegaría. Sorprendentemente no se encontraba llorando. Ya había llorado lo suficiente

después de a intentar mil veces comunicarse con Brittany sin ningún éxito. Le había dicho “te amo” y la rubia simplemente le colgó; como si no fuera consciente del peso de esas palabras. El cuarto estaba en penumbras, hacía mucho que las velas se habían derretido. Los platos de comida, seguían ahí: servidos y fríos. Santana seguía ahí: sentada, con una copa vacía y con el corazón roto. En ese instante, ya no sabía a quién culpar. A Brittany, a Quinn o a ella misma. “Nunca más saldré con chicas de Juilliard” Pensó soltando una risa amarga. Pensó también en dónde se podría encontrar Brittany en ese momento y el simple pensamiento de la rubia junto a otra indeseable blonda provocó que el vidrio de la copa explotara en la palma de la morena. “¿Ahora me estoy automutilando?” Se rió fríamente al ver la sangre brotando de las heridas. Definitivamente Santana no se iba a suicidar. Se sentía muy vieja para eso, además que eso solo provocaría que Ralph se quedara con su puesto en el buffete y eso era algo que nunca permitiría. Ningún St.James le quitaría nuevamente algo que fuera suyo. Santana se levantó de su asiento después de muchas horas. Seguía viendo su mano goteando sangre por los lados. No sabía si era por el asunto de Brittany o el alcohol pero los cortes causados por el vidrio no le dolían en lo más mínimo. La morena caminaba hacia el baño cuando tres toques en la puerta y una voz que conocía a la perfección, se escucharon. *** Brittany sentía su corazón en la boca. No sabía que esperar detrás de esa puerta, no sabía qué decir al ver a Santana, ni siquiera sabía sí sería capaz de reconocer sí lo que la morena decía sentir era verdad. “¿Santana?” Preguntó la rubia mientras tocaba la puerta de la habitación. Pasaron unos minutos y parecía no haber respuestas. Fue en ese instante que el pánico se adueñó de ella al pensar que Santana podía haber tomado

sus maletas e ido a algún lugar en el cual ella nunca la encontraría. No. Brittany no podía dejarla ir sin antes saber si en algún momento sus sentimientos fueron correspondidos. “¿Santana, estás ahí?” Preguntó nuevamente tocando insistentemente la puerta. Y en menos de un par de segundos, ahí apareció ella. Empequeñecida, con la mirada tímida, el maquillaje corrido y una mano envuelta en una toalla. Se miraron por unos instantes. Sentían que habían pasado siglos desde la última vez en la que se vieron, lo que no sabían era que esa era la primera en la que realmente se veían. -Dilo de nuevo –Pidió Brittany temblando y en voz baja, sin dejar de ver directamente a esos ojos café. –Te amo –Dijo Santana sin necesidad de una aclaración. Ella sabía que ambas pensaban lo mismo. Se quedaron en silencio por un momento, se miraron fijamente, como si cada una intentara leer el alma de la otra. Brittany caminó unos pasos hacia ella, cerrando la puerta con su mano izquierda. La rubia la volvió a mirar y en ese momento lo supo. Lo de ellas era real. Brittany no lo pensó un segundo más antes de atraer la cintura de Santana con decisión, acercando sus labios dejando nada más que una casi imperceptible franja de aire entre sus bocas. -Dilo una vez más –Susurró la rubia tocando la punta de la nariz de la morena con la suya propia. –Te amo –Contestó Santana con seguridad. Brittany sonrió rápidamente antes de conectar con pasión sus labios con los de Santana. Era su primer beso sin ocultar sus sentimientos. Era en esencia el primer beso que compartían y lo único que deseaban era hacerlo durar eternamente. Santana rodó el cuello de Brittany con sus brazos, sintiendo por primera vez el dolor de su mano envuelta en una toalla.

Junto a Brittany, Santana podía sentirlo todo nuevamente. La morena rió contra la boca de la rubia, quien aprovechó para hacer un poco más de fuerza en su agarre, levantándola del suelo. Santana mordió el labio inferior de Brittany, sintiendo que sus pies ya no tocaban el suelo y enredándolos a su cintura. La rubia tomó esta acción como un permiso para continuar y lo que hizo fue profundizar ese beso sin aliento, acariciándo la lengua de la morena con la suya propia al mismo tiempo que una de sus manos viajaba hacia el firme trasero de la latina y la otro a perderse en sus mechones oscuros. Ambas sentían la necesidad de estar juntas. Ambas sabían que no podían estar separadas más tiempo. Lo que no sabían, era que ambas estaban a punto de convertirse en una sola persona y que después de eso, ya no habría vuelta atrás COSAS DEL DESTINO Brittany cayó sobre la cama junto a Santana, sus ojos aún cerrados y sus bocas conectadas con un beso eterno. No estando segura a ciencia cierta, si lo que estaba viviendo era real o era solamente alguna versión tergiversada de la realidad. Todo era tan mágico, increíble y hasta incluso se podía tildar de bizarro. Santana confesándole su amor. Sí, definitivamente era bizarro. -Te amo- Repitió Santana mientras rompía por primera vez el beso que Brittany había iniciado. Sí, definitivamente era real. Santana abrió sus ojos por primera vez desde aquel primer beso después de haberle dicho ese par de tan ansiadas palabras. Sus ojos se abrieron lentos y temerosos de simplemente haber imaginado los últimos minutos; aterrados de abrirse y no ver más a cierta rubia que había provocado un giro de 360 grados en su vida. Todos esos pensamientos se esfumaron en el instante en el que el par de

ojos café de la morena se abrieron totalmente, deslumbrándose al encontrar dos ojos azules que aún en la oscuridad, brillaban vivamente. -Yo también te amo –Susurró Brittany sobre Santana, no pudiendo evitar desviar su mirada nuevamente hacia esos grandes y apetitosos labios, sintiendo la necesidad de hacer suya a la morena en ese preciso momento. La rubia acomodó sus piernas, una a cada lado de las caderas de Santana, tratando de encontrar la perfecta posición para adornar al perfecto momento. Sus ojos se volvieron a conectar por un instante que se hizo glacial. Brittany sonrió torpemente al ver a la latina debajo de ella, tímida y sumisa como nunca antes la había visto. Sin demorar más, la bailarina cerró la distancia, reconectando sus labios en un beso inocente; en uno distinto a cualquier otro que habían compartido en esos meses. Este era el primer beso que compartían sin tener el temor de perderse la una a la otra a la mañana siguiente. Aquel inocente beso se fue transformando gradualmente en uno más húmedo, más deseoso y expectante por una continuación. Ambos cuerpos vibraban con el más ligero contacto de sus lenguas, con cada estocada que la una le daba a la otra robándose así los más profundos suspiros que alguien podía imaginarse. Las manos de Santana se habían aferrado al cuello de la rubia, obligándola a no alejarse de sus labios a pesar de sentir que el oxigeno se hacía insuficiente con el pasar de los segundos. No estaba dispuesta a alejarla de ella ni un instante más, y si para eso tenía que renunciar a respirar, estaba totalmente dispuesta a hacerlo. -San… -Susurró la rubia mientras mordía suavemente el labio inferior de su compañera, haciendo un recorrido con su lengua a través de la voluptuosa sección –Necesito tocarte –Rogó con los ojos cerrados, dejando un camino de besos por las mejillas y barbilla de la morena, quien acarició aquella rubia cabellera. –Soy toda tuya –Respondió la latina, recordando haber dicho unas palabras muy parecidas a la rubia el día anterior. El simple hecho de escuchar a la morena autoproclamarse “suya” provocó que el sistema de Brittany se estremeciera con satisfacción, sintiendo la excitación crecer inmensurablemente dentro de su ser y especialmente en un

punto muy específico en la parte sur de su anatomía. En un movimiento rápido la rubia tomó ambos muslos de la morena, obligando a que sus rodillas se doblaran y que sus piernas se enredaran alrededor de su cadera. Su pálida mano izquierda acarició la suavidad del muslo derecho de la latina; tocando la piel con la punta de sus dedos y luego con toda su palma; de abajo hacia arriba, tímida y ferozmente, levantando cada vez más el filo del inoportuno vestido que Santana aún llevaba puesto. Era momento de olvidarse de la ropa. La mano derecha de Brittany intentó llegar al cierre del pequeño vestido de la morena mientras su boca volvía a su bronceado cuello, sin embargo un quejido captó su atención. En un primer momento, pensó que era parte de los sonidos de placer la morena; pero ahí apareció de nueva cuenta ese quejido que llevó a la rubia a detener sus acciones. -¿Estás bien? –Preguntó la rubia con suavidad mientras tomaba entre sus dientes el lóbulo derecho de Santana, quien intentó evitar la pregunta pero un nuevo quejido se escapó de sus labios, haciendo que Brittany alejara su rostro y mirara fijamente a la latina -¿Es tu mano? –Preguntó nuevamente la bailarina quien desconocía aún el motivo por el cual la mano izquierda de Santana se encontraba envuelta en una toalla. Sin esperar una respuesta de parte de la morena, Brittany se sentó sobre sus rodillas mientras tomaba el antebrazo de Santana. Con delicadeza desplegó la toalla, encontrándose con varias manchas rojizas en las hebras del material y finalmente encontrando los cortes semiabiertos en la palma de Santana, quien lo único que hizo fue sentarse al nivel de la rubia, mordiéndose el labio inferior con desesperación al ver el desordenado cabello de Brittany y sus mejillas rojas por el calor que habían creado. -No es nada –Advirtió Santana antes de que la rubia pudiera decir algo – Sígueme besando –Pidió la morena con urgencia, inclinándose en busca de un nuevo beso. –No puedo dejar tu mano así, San –La bailarina giró su rostro, evitando conectar sus labios con la latina, quien aprovechó para besar las mejillas, el mentón y la perfecta mandíbula de la rubia. –Mi mano no importa –Santana usó su mano libre para tomar el cuello de Brittany con decisión –La que importa eres tú, nosotras –Dijo mirando ese par de ojos azules –Ahora hazme tuya… por favor –Pidió la latina, siendo consciente de lo desesperada que se encontraba por estar con la bailarina en todos los sentido habidos y por haber.

–San, nos queda una vida por delante para estar juntas, ahora dame cinco minutos para ocuparme de tu mano –Expresó la bailarina con una pequeña risa antes de bajar de la cama. –Mi mano está ansiosa porque te ocupes de ella –Santana soltó una sugestiva sonrisa al decir eso y al ver las bien formadas caderas de la rubia contonearse de un lado al otro mientras caminaba por la habitación. La morena estiró su cuello hacia atrás y empezó a darse aire con su mano. Tratando de bajar la temperatura de su cuerpo. Brittany agradeció internamente a Santana y su ridícula maleta llena de miles de aparentemente innecesarias cosas; entre ellas un botiquín de emergencia que nunca pensó necesitar y que en ese momento se había convertido un regalo del cielo; ya que la rubia, por más que quisiera lucir tranquila, aún sentía su cuerpo arder con el solo hecho de imaginarse haciendo el amor con la morena escuchando sus susurros enamorados al oído. Bendita paranoia de Santana. La mirada café de Santana parecía haberse clavado en la rubia quien envolvía cuidadosamente su mano izquierda en una venda, intentando no lastimarla en el proceso. La morena se preguntaba cómo era posible que alguien vendando a una persona se pudiera ver tan angelical y sensual al mismo tiempo. La latina examinó la concentración de la bailarina al envolver la venda parejamente, la manera en la que su ceño se había fruncido ligeramente y como su lengua yacía entre sus labios mientras hacía su trabajo. -Listo –Concluyó Brittany engrapando la venda antes de levantar su mirada y encontrarse indefensa ante la avasallante mirada de Santana, más que consumida por el deseo. Sin pensarlo una milésima de segundo más, Santana tomó el rostro de la rubia entre sus manos y acercó su rostro al de ella, juntando sus frentes y mirando en la profundidad de los ojos azules, los cuales no se contuvieron en el deseo de deleitarse con la vista de aquellos labios capaces de llevarla a la locura. -Dilo una vez más –Pidió Brittany, con la voz ronca por la latente excitación que inútilmente había tratado de esconder. –Te amo –Reiteró la morena, cerrando sus ojos antes de terminar con la casi

imperceptible distancia que aún quedaba entre sus labios y los de la bailarina. Con un suave empuje y con un prolongado beso, Brittany echó a Santana en la cama, procurando que su cabeza cayera sobre las almohadas y que su mano vendada no estuviera en peligro, a pesar de eso, Santana se las ingenió para usar ambas manos y enredar sus dedos en la los rubios cabellos de Brittany. Las manos de la bailarina volvieron a tomar con fuerza los muslos de la morena, subiendo aquel estorboso vestido negro hasta sus caderas, sintiéndose enloquecer al entrar en contacto con el agradable calor que desprendía el centro de Santana a través de su ropa interior. -Me vuelves loca –Dijo Brittany mordiendo y succionando el cuello de Santana, asegurándose de dejar una marca que le haga recordar estos sucesos a la mañana siguiente. Su hábil mano derecha volvió a viajar hacia la espalda de la morena en busca del molesto cierre de su vestido y esta vez, lo logró. Con rapidez la mano derecha de la rubia acarició toda la extensión de la bronceada espalda de Santana para luego sentarse sobre sus rodillas nuevamente, volviendo su atención a la tela del vestido y halarla hacia abajo, liberando el torso de la latina y sucesivamente sus caderas. Los ojos de Brittany sentían que en cualquier momento explotarían y se volverían ciegos al ser testigos de la perfección que era el cuerpo de la morena y de la tortura que era verlo desnudarse con esa lentitud. El ver esos ojos azules oscurecidos con la excitación, solo provocó que la propia excitación de Santana se elevara a la enésima potencia. El vestido llegó a la parte superior de los muslos de Santana, quien levantó sus caderas para que se deslizara más rápido y principalmente, para hacer algún tipo de contacto con la piel de la rubia. El vestido al fin había liberado a su prisionera. Brittany cruzó su mirada con la de Santana y con una pequeña sonrisa, dejó que la punta de sus dedos acariciaran la silueta de la morena; desde su cuello, pasando por el valle de sus senos, sus pequeños abdominales, sus caderas y deteniéndose en su vientre, solo para dibujar unos círculos en la zona aún cubierta con parte de la ropa interior de la latina.

-No juegues… -Rogó Santana con un gemido, empujando sus caderas hacia arriba en busca de algún tipo de fricción con la mano de la rubia; pero repentinamente, la sensación de los dedos de la ojiazul desapareció. Santana estaba a punto de quejarse nuevamente, pero al abrir los ojos, las palabras se perdieron en su lengua. Brittany se estaba desvistiendo. Empezando por su top, luego su brasier, haciendo que Santana perdiera totalmente el aliento al ver los perfectos y deseables senos de la rubia; y finalmente sus shorts de mezclilla, quedando solamente en bragas. -Faltaron estos –Dijo Santana tomando el filo de las bragas de la rubia –No son bienvenidos esta noche –Susurró lamiendo sus labios al sentir la cálida piel de las piernas de la rubia. Los latidos del corazón de Brittany se aceleraron aún más y con un rápido movimiento, se deshizo de la última prenda que aún llevaba puesta; quedando totalmente desnuda y expuesta ante la morena. Santana, aún echada sobre la cama, tomó la cintura de la rubia atrayéndola hacia su cuerpo, logrando que sus anatomías se tocaran por primera vez en la noche y en ese momento Santana maldijo aún estar llevando ropa interior. Inmediatamente, la temperatura de ambos cuerpos aumentó y Brittany inició un nuevo beso, uno desvergonzado, desesperado por el siguiente paso. Jugó con la lengua de la morena, enredándola con la suya y tocando hábilmente el paladar de Santana, provocando aquellos gemidos que estaban a punto de llevarla al límite. Sus manos ya no podían estar quietas; iban de su cuello hacia sus cubiertos senos y en ese instante, sintió rabia de no haberse deshecho de aquellas últimas prendas cuando tuvo la oportunidad. -Estas tampoco son bienvenidas –Dijo Santana sintiendo la frustración de la rubia ante el brassier de encaje que se interponía en su camino. Brittany rió y atrapó entre sus dientes el labio inferior de la morena, mientras su mano izquierda desabrochaba la fastidiosa indumentaria –Así está mejor –Agregó la latina al sentir la libertad de su pechos los cuales fueron tomados de inmediato por un par de ansiosas pálidas manos -¡Britt! –Gimió Santana ante la inesperada sensación. Los besos de Brittany viajaron de su boca hasta sus pechos, sustituyendo sus manos por su ávida lengua. -Britt … por favor –Intentaba hablar Santana, sintiendo que estaba cerca del cielo a pesar de ni siquiera haber sido tocada.

Brittany entendió la súplica sin necesidad de más palabras. La rubia se alejó de los pechos de Santana, dejando un beso en cada uno antes de descender por su tenso abdomen, dejando un camino de húmedos besos, jugando con su ombligo por unos segundos antes de llegar a la parte baja de su abdomen, sintiendo el olor que emanaba del sexo aún cubierto de la morena. A pesar de necesitar tocar a la latina tanto como ella necesitaba ser tocada, Brittany se dio el lujo de seguir con el juego de seducción; besando sus muslos y rodillas para luego separarlas y detenerse abruptamente; abrumada por encontrarse con una Santana a punto de dejar este mundo en cualquier momento. Brittany sonrió de medio lado al ver a la latina balbuceando su nombre. Los labios de la rubia volvieron a la piel de la morena, desde sus tobillos hasta la coyuntura de su muslo interior. -Sigue… por favor –Rogó Santana enredando sus dedos en el cabello de Brittany, evitando que volviera a detenerse. Lentamente, Brittany tomó cada esquina de las bragas de Santana, deslizándolas con delicadeza, embriagándose del olor natural de la morena. -Eres perfecta –Susurró la bailarina con sinceridad, acariciando el abdomen de la latina antes de acercar su tímida lengua al pulsante centro de Santana por primera vez en la noche. -¡Dios mío! –Gritó la morena al ser sorprendida por la calidez de la lengua de a ojiazul -¡No te detengas! –Agregó con la voz entrecortada. A pesar de no ser la primera vez en la que Brittany hacía gritar a Santana con su habilidosa lengua; la rubia se sentía nerviosa. Esta vez a diferencia de muchas otras, Brittany no estaba haciendo gritar de placer a su indecisa amiga. Esta vez, era la mujer que abiertamente la amaba. Santana sabía que estaba cerca de la culminación. Su corazón, sus piernas torcidas y las fuertes contracciones en su vientre se lo decían; así que quería prolongar el momento lo más posible; pero con lo que no contaba era con el travieso pulgar de la rubia, que sin ser previsto aterrizó sobre su clítoris, haciendo una presión tan agradable como tortuosa. -Mmmh… Britt, te amo –Gimoteó Santana mientras movía sus caderas circularmente, tratando de lograr que la lengua de Brittany encuentre ese mágico punto dentro de ella.

Y en el instante en el que pensó que ya no podría soportar más. La rubia se alejó, dejando a la morena prácticamente, llorando de frustración. -¡BRITTANY! –Gritó la morena alzando sus caderas en busca del caliente aliento de la rubia. Santana abrió sus ojos y encontró a cierta rubia posicionando una de sus piernas entre las suyas propias y la otra, al costado de su muslo derecho. -Te amo, San –Brittany presionó su cuerpo con el de Santana, vibrando al sentir sus pechos rozar –Esto te va a gustar más que cualquier cosa –Rió la bailarina besando el cuello de la morena. Y luego de esa frase, Brittany presionó la parte baja de su cuerpo, causando que su sexo y el de Santana se tocaran directamente. Una y otra vez. -¡Oh Dios, Britt! ¡No... No pares! –Santana estaba cerca, y el atrevido contacto de ambos centros solo hacía su éxtasis más y más próximo. –Saaaan –Zumbaba la bailarina sobre los labios de la morena. Y no se necesitaron más de unas pocas estocadas adicionales para que el primer orgasmo después de un “te amo” las sobrecogiera a ambas. Golpeando en sus corazones, en sus cuerpos, en sus respiraciones y en cada minúscula parte de ellas. Brittany dejó caer su peso sobre la morena, quien se abrazó a su espalda como si de eso dependiera su vida; lo que no era una total mentira. Santana sentía que si se separaba de Brittany, su vida acabaría sin más explicaciones. Ambas eran una sola. Ambas acababan de unir sus cuerpos y más que nada; sus almas. -Eso fue… wow –Dijo Santana abriendo sus ojos, soltando unas cuantas risas entre su aún desequilibrada respiración, mientras peinaba los desordenados mechones rubios de Brittany. –Con sentimientos siempre es mejor –Replicó la rubia, presionando su frente con la de Santana y juntando la punta de sus narices con ternura.

–Siempre tienes razón –Dijo una adormilada Santana, con una sonrisa de satisfacción en su rostro. Y esa noche, a diferencia de muchas otras noches, Brittany pudo dormir en paz, sabiendo que ya no había forma que esa morena, desapareciera a la mañana siguiente. Esa noche, a diferencia de otras, hicieron el amor y desde el punto de vista de la rubia; eso le aseguraba la eternidad junto a Santana. *** Brittany parpadeó un par de veces intentando acostumbrarse a aquellos rebeldes rayos de luz que osaban a colarse a través de las cortinas de la habitación. Con pereza, la rubia pasó su mano derecha sobre su rostro, tratando de despertarse totalmente. Por un instante se sintió desubicada y fue cuando miró su cuerpo desnudo que el temor entró en su ser. “¿Pasé la noche con Quinn?” Se preguntó aún perdida en su aletargado estado. Pero su mente despertó al cien por ciento en el momento en el que su mirada giró hacia la izquierda, hallando un cuerpo durmiendo boca abajo, tan desnudo como el suyo propio y con una cabellera negra que le aseguraba a la rubia que definitivamente no había pasado la noche con Quinn Fabray. Era Santana y el solo hecho de verla desnuda, durmiendo al lado suyo, provocó que cada segundo de las últimas horas regresaran a la conciencia de la bailarina, logrando que su sonrisa creciera enormemente. Santana la amaba y eso era todo lo que importaba. La rubia pasó su mano derecha sobre la desnuda espalda de la morena, dejándose llevar por la suavidad de su piel y aquel único aroma que emanaba de ella. Verla dormir era algo único, una experiencia que Brittany quería vivir hasta el final de los tiempos; pero a pesar de la fascinación de la rubia, una serie de preguntas aguardaban en su pecho por ser contestadas. -Hora de despertar –Dijo la rubia mientras dejaba una serie de besos a través de la espalda descubierta de Santana, procurando rozar su nariz en el camino. –Njhjs tebnso sweno –Balbuceó la latina enterrando su cabeza en su almohada, pero sin evitar sonreír al sentir las caricias de Brittany. –San, no entiendo nada –Rió la bailarina dejando un beso más en el hombro

izquierdo de la abogada –Despierta, ya amaneció –Decía enredando sus tiernos dedos en la cabellera negra de Santana. –Deja de gritar –Pidió la morena con un dejo de fastidio a pesar de que la voz de Brittany no se había levantado. La rubia se sintió confundida por un momento. - ¿Quieres que te traiga una aspirina? –Preguntó acariciando toda la extensión de su bronceada espalda y recordando que al parecer Santana había bebido una botella completa de champagne la noche anterior. –Por favor –Gruñó la latina aún con su cara sobre la almohada, sintiendo los estragos del alcohol haciéndose presentes. Lentamente, Santana sintió que la cama perdía el peso, indicando que Brittany se había puesto de pie. Y a pesar de encontrarse lidiando con la resaca, la morena se sentía culpable de no haber sido más atenta con la rubia en su primer amanecer juntas después de haberle dicho “te amo”. -¿Britt? –Preguntó, abriendo un ojo para fijarse en su alrededor en busca de la ojiazul. -¿Sí? –Respondió la rubia a punto de abrir la puerta de la habitación -¿Pasó algo? -Preguntó preocupada. Santana logró formar un pequeña sonrisa aún sintiendo su cabeza explotar y su cuerpo desarmarse. -Nada –Dijo la morena parpadeando lentamente, tratando de no dejarse dominar por el malestar de su cuerpo -Es solo que te amo –Sonrió brevemente. –Yo también lo hago –Contestó tímidamente la rubia desde la puerta, no dejando de ver a la latina hasta el momento de cerrar la puerta de la habitación. *** Al encontrarse en la soledad de la habitación, Santana abrió pesadamente sus ojos, sintiendo sus párpados caer involuntariamente; pero aún así ingeniándoselas para mantenerse despierta y aprovechar esos minutos a solas para pensar. Definitivamente se encontraba más que satisfecha después de la extraordinaria noche que había pasado junto a Brittany. No solamente porque habían tenido sexo, sino porque finalmente su pecho ya no sentía esa patosa carga por tener tantos sentimientos acumulados.

Pero ¿ahora qué seguía? ¿Serían novias? ¿Todo cambiaría? Y si lo hacía ¿sería bueno o malo? Santana sintió un trago amargo de saliva recorrer su garganta al asimilar que estaba a punto de entrar en una relación adulta. Una en la cual no podría desaparecer cada vez que se sintiera agobiada por las situaciones de la vida. Santana ni siquiera se sentía segura de recordar como ser “la novia de alguien” La morena cerró sus ojos y giró en la cama, sintiendo la tersa sábana chocar contra su aún desnudo cuerpo y deteniéndose al quedar recostada en el lado de la cama en el cual Brittany había dormido. El olor a manzanilla de su cabello estaba vivo en esa almohada, el singular aroma de su piel estaba por todos lados y eso simplemente bloqueaba todas esas interrogantes en la mente de Santana. Santana sonrió contra la almohada perfumada, deseando poder vivir perpetuamente oliendo su piel y dejando de lado cualquier preocupación. -San, ya traje tu aspirina –Brittany había regresado sin ser notada por Santana. La latina apartó su rostro de la almohada, mirando con devoción a la mujer sentada al filo izquierdo de la cama, llenando un vaso de agua. Su rubio cabello caía graciosamente sobre sus hombros mientras sus ojos se concentraban en su simple tarea. “Siempre apasionada” Pensó la morena dejando caer su peso sobre su codo mientras se percataba de un par de marcas enrojecidas en el cuello de Brittany. -Toma esto, te sentirás mejor –Dijo la rubia estirándole a la morena un vaso de agua y una aspirina. Santana la miró directamente a los ojos mientras tomaba la pastilla de su mano, sonrojando totalmente a la bailarina. Brittany seguía sentada al filo de la cama, haciendo nada más que mirar a Santana mientras bebía el agua con rapidez mientras esta le devolvía la mirada de reojo. La rubia la veía y se preguntaba de nuevo si realmente todo era realidad; si sinceramente Santana se había enamorado de ella. Si en verdad había sido capaz de enamorar a alguien como la morena. Ambas se miraban en silencio, Santana; de reojo, fingiendo beber las pocas gotas de agua que quedaban y Brittany; directamente, sonriendo de medio lado; deseando acercarse más a la morena y acariciar su piel, besar sus

labios nuevamente y volver a escuchar un “te amo” de esa boca; pero en lugar de eso, la bailarina solo estiró su mano para tomar la de Santana, acariciando el envés con su pulgar antes de entrelazar sus dedos. La morena dejó el vaso de agua a un lado y, olvidándose por un instante de su resaca, sonrió mientras jugaba con sus dedos unidos a los de la ojiazul. -¿Te sientes mejor? –Brittany rompió el silencio, pero sin perder el encanto del momento. –Mi cabeza está explotando, pero sí… me siento muy bien –Respondió la morena mirando sus manos aún enlazadas. Brittany sonrió y se atrevió a acercarse más a la morena, dejando un inocente y casi imperceptible beso en sus labios, que de todas formas dejó desorientada a Santana. -Creo que tenemos que hablar, sobre... sobre todo lo que ha pasado, ¿no crees? –Preguntó la rubia sentada sobre sus rodillas a un lado de la morena. Y con eso, el buen momento que Santana estaba viviendo se desvaneció. Ella no quería tener que aclarar algunas cosas aún. Solamente quería vivir junto a Brittany, sabiendo que la amaba y nada más. -Supongo que sí –Contestó la latina frunciendo sus labios. –Si no quieres hablar ahora, lo entenderé –Dijo Brittany percibiendo la reacción de la morena. –No, hablemos ahora –Respondió Santana sintiéndose nuevamente culpable. –Bueno… -Suspiró la bailarina -¿Lo que pasó anoche, realmente va a significar algo para ti? –Preguntó en voz baja. Avergonzada y temerosa. –Por supuesto que sí, Britt –Respondió al instante Santana, con una sonrisa de alivio –Dije te amo, ¿Por qué pensarías que eso no significa nada? –Es que esto se me hace tan increíble –Agregó la rubia –Hace unos días decías que no sentías nada y hoy… es todo tan distinto –Dijo mientras veía a la morena aún cubierta por nada más que una sábana –Santana, ¿estás haciendo esto solo porque estás celosa de Quinn? –Preguntó Brittany con la voz dolida. -¡¿Qué?! –Santana frunció su ceño, sorprendida de la pregunta de la ojiazul – ¡No! Nunca estaría celosa de Quinn –Se bufó la morena con autosuficiencia

pero Brittany no creyó lo dicho –Bueno, admito que no me gustaba la idea de que salieras con Fabray, pero definitivamente no fue por ella por lo que me decidí a decirte la verdad –Confesó la abogada con sinceridad –Y por cierto … ¿Qué tanto pasó con Quinn anoche? –Preguntó Santana con curiosidad, enarcando una ceja. Brittany abrió sus ojos en sorpresa. No esperaba que Santana preguntara eso, o tal vez sí lo hacía, pero no se había puesto a pensar en una respuesta sutil. Pensó en mentir, pero definitivamente no quería empezar algo con Santana basándose en una mentira. -Mmh… -La rubia estaba pensando en las palabras correctas – Nada importante –Continuó, pero la ceja enarcada de Santana parecía no estar satisfecha con la respuesta –Está bien… nos besamos –Brittany se asustó al ver el rostro perplejo de la latina –Pero no duró más que un par de segundos, además no me gustó –Se apresuró a justificar la bailarina. –Asqueroso –Santana agitó su cabeza, tratando de borrar la imagen de Brittany y Quinn besándose. -¿Estás molesta? –Preguntó la ojiazul con timidez, sosteniendo con fuerza la mano de la morena en caso de que intentara escapar. –No… solo un poco asqueada –Confirmó Santana con una pequeña sonrisa, indicándole a la rubia que no se preocupara -¿Enserio, dejaste que te bese? – Preguntó aún incrédula. Brittany soltó una divertida risa, atreviéndose nuevamente a estirarse y dejar un casto beso en los labios de Santana, pero esta vez permaneciendo con sus frentes unidas al igual que sus manos y sus miradas. Los latidos de Santana empezaron a acelerarse al sentir el tibio aliento de Brittany tan cerca de su rostro, provocando que cada vello de su piel se erizara, preguntándose si era posible que un corazón deje de latir por todas las sensaciones que una sola mirada podía causar -Eres hermosa –Susurró Santana trazando cada rasgo del rostro de Brittany con su pulgar sin dejar de mantener sus miradas conectadas; desde sus ojos hasta el contorno de sus labios, pasando por su nariz y sus ruborizadas mejillas. Brittany cerró sus ojos al sentir la delicadeza con la que el pulgar de Santana la acariciaba, y dejándose llevar por la sensación, buscó nuevamente los labios de la latina, pero ya no en un beso casto; este era uno mucho más

desvergonzado, necesitado por un contacto más profundo. Y a pesar de haber pasado la mayor parte de la madrugada besándose y muchas otras cosas más; Brittany y Santana sentían que llevaban años sin hacerlo. -Eres mi novia, ¿no es así? – Brittany preguntó en un ronco susurro, sentándose en el regazo de Santana, besando el labio inferior de la morena en el camino. Santana quería besarla más que a nadie en el mundo y más aún, en ese preciso momento. Por un segundo estuvo dispuesta a decir sí a todo con tal de volver a esos labios. Pero no. Ser novias no era algo que podía decidir sin pensarlo dos veces. -No lo sé –Fue lo único que dijo Santana en su pobre intento de pensar teniendo a Brittany sentada sobre ella, dejando pequeños besos sobre su hombro. Brittany se separó del cuerpo de la latina. Confundida. Dolida. Nuevamente sintiendo caer en ese juego que por un momento pensó haber abandonado y del cual creía estar a punto de recibir su premio. -Santana… -Esta vez el nombre la morena se deslizó como un lamento de su boca –Pensé que esto significaba algo –La ojiazul se bajó del regazo de la morena, dejándola desorientada por el repentino cambio de temperatura. – Y lo hace Britt, por favor –Santana ratificó sus palabras viendo cómo la bailarina bajaba de la cama –Lo significas todo –Agregó recobrando la conciencia y cogiendo con fuerza la sábana que aún vestía para de ponerse de pie. –Entonces por qué no sabes si eres o no mi novia –Dijo en voz baja Brittany mirando hacia la ventana de la habitación, dándole la espalda a la morena. –Porque creo que es más importante que esté enamorada de ti –Santana posó su barbilla sobre el hombro derecho de la rubia, tratando de calmar la situación –Ser novias, no es algo que cambie el hecho de que te ame –Dijo la morena abrazando la cintura de la rubia. -Entonces, ¿no quieres ser mi novia? –Preguntó Brittany, necesitando escuchar una respuesta concreta. –Solo quiero ser la persona a la que amas –Respondió Santana entrelazando sus dedos con los de Brittany, reposando sus manos sobre el vientre de la

bailarina. -¿Algún día querrás ser mi novia? –Preguntó nuevamente la bailarina, nerviosa por oír la verdad o peor aún, por oír alguna mentira de parte de la latina. -No es que no quiera serlo –Santana dejó un beso en la nuca de la rubia –Es solamente que ser novias es solo una etiqueta más y bueno… -La morena suspiró sintiendo como sus argumentos no eran tan consistentes como sonaban en su cabeza –Lo nuestro debería ser algo libre… algo único –Agregó, deseando poder terminar la conversación. –No te quiero presionar a ser mi novia –Respondió Brittany, notando las dudas de la morena –Sé que te han lastimado en el pasado y también que te cuesta confiar en las personas, así que no te presionaré, Santana –Dijo Brittany, haciendo que los ojos de la latina se abrieran como un par de platos. Santana no encontró algún tipo de reproche o decepción en las últimas palabras de Brittany. Sonaban como si la rubia comprendiera la situación por la que Santana había vivido. Sonaba muy conciente del dolor de la morena. “Quinn” Pensó Santana. Ella era la única que había podido hablar de más con la rubia. -¿Quinn te dijo que me han lastimado mucho y esas cosas? –Preguntó la morena frunciendo su ceño. Brittany asintió. –No quiso darme detalles, pero parecía decir la verdad –Respondió la rubia ¿Es verdad lo que ella dijo? –Brittany giró entre los brazos de la morena, quedando frente a frente. “Totalmente” Respondió la morena en su mente. -Un poco –Le contestó a Brittany. -¿Me vas a contar qué pasó? –Preguntó l a curiosa bailarina, posando sus manos sobre el pecho de la latina. Definitivamente la conversación se volvía cada vez más y más incómoda para Santana. De hecho, esa conversación había sido por mucho la más incómoda en los años de vida de la morena. Noviazgo, sentimientos, Quinn, pasado. Sí.

Realmente era muy incómoda. -No hay mucho que contar –Suspiró la morena, evadiendo los ojos azules de Brittany –Es solo que no he tenido mucha suerte en las relaciones – Respondió entredientes. –No te preocupes, Santana –Brittany detuvo sus preguntas al sentir la tensión del cuerpo de la latina -No te quiero presionar a hablar del tema – Dijo con una sincera sonrisa. Santana sintió que el gran nudo que se formaba en su garganta desaparecía con la sonrisa de la rubia. -Solo dime una cosa –Empezó Brittany acomodando un negro mechón del cabello de Santana detrás de su oreja -¿La quisiste mucho? –Preguntó quietamente, aún sin saber exactamente a quién se refería, pero solo queriendo ser conciente de los sentimientos que la morena había experimentado. Nuevamente, Santana se tensó. Pensó en mentir, pero Brittany se merecía por lo menos una verdad en toda la conversación. -Sí –Respondió la morena en un susurro, mirando hacia sus pies. Brittany comprendió, que sí había una persona real a la que Santana había amado antes que a ella. –Pues entonces, a mí me querrás más –Sonrió la bailarina con seguridad. Santana se atrevió a ver en esos ojos azules y vio la seguridad y lealtad de amor. -No lo dudo –Santana devolvió la sonrisa antes de estirar su rostro en busca de un beso. *** Quinn Fabray se encontraba sentada en una de las mesas de plástico frente a la piscina del hotel. Le gustaba ese lugar a pesar de casi siempre estar atestado de personas. Le gustaba en especial, ver a las familias felices y preguntarse si algún día el destino sería capaz de darle algo así. Una familia. Por un momento pensó en su ex – esposo, la actual estrella de los Vaqueros de Dallas, y sintió nostalgia. Y luego de ese recuerdo pensó “Esto debe ser efecto de la resaca”, al darse cuenta que debía buscar una forma de sacar adelante su futuro y dejar de

rememorar viejos tiempos. El pensar en los efectos de la resaca, le trajo a la mente el recuerdo de Santana y Brittany. Sentía curiosidad de saber si finalmente, ambas estaban juntas y más aún, se sentía curiosa y un tanto frustrada al pensar en lo que hubiera podido pasar entre ella y Brittany. Probablemente nada, aunque sí la ojiazul había estado dispuesta a quedarse a dormir con ella, había una posibilidad de que las cosas se hubieran tornado diferentes. Entonces Quinn se decidió. Si volvía a ver a la bailarina y se enteraba que ella seguía soltera, la psicóloga no perdería más tiempo e iría por ella. Con o sin el consentimiento de Santana. Sin embargo, la determinación de la ex cheerio se esfumó en el momento en el que vio a cierta morena abrazando por la espalda a una muy conocida rubia en la barra de de bebidas. “Al fin están juntas” Pensó Quinn con un media sonrisa, mientras veía a Santana dejar un beso en el hombro izquierdo de la bailarina que ordenaba un jugo de naranja. No podía negar que se sentía un poco decepcionada, pero a fin de cuentas, Santana se merecía a alguien que la quisiera como la ojiazul lo hacía. Quinn trató de no ser percibida por las miradas de alguna de las dos mujeres en la barra; pero fue inútil ya que un par de ojos azules cayeron sobre ella y a pesar de no sentirse bien, la psicóloga sonrió haciendo un ademán de saludo con su mano derecha. Brittany sonrió y susurró algo en el oído de Santana, separándose de su abrazo y caminando en dirección a Quinn. -¡Hola! –Brittany saludó animadamente acercándose a la mesa de la rubia ¿Cómo te encuentras? –Preguntó. –No tan bien como veo que te encuentras tú –Rió un poco la psicóloga, apuntando con su dedo índice a la morena en la barra que a pesar de haber notado su presencia, la ignoraba. –Sí, estoy muy feliz –Admitió la ruborizada bailarina. –No pensé que volvería a ver a Santana siendo la novia de alguien –Dijo Quinn con un dejo amargo en su garganta. –Técnicamente, aún no somos novias, pero lo importante es que me ama – Las palabras de Brittany no perdían la esperanza en ningún instante.

“¡Britt! ¡Ya viste que sigue viva, ahora ¿podrías volver aquí?!” Gritó Santana desde la barra, mirando con fastidio a la psicóloga usando unos lentes de aviador idénticos a los suyos. -Tengo que irme, Q –Se despidió Brittany sin esperar un comentario más – Nos vemos luego, trataré de que San no siga molesta contigo –Culminó alzando su mano izquierda y regalando una amplia sonrisa. Quinn vio al par alejarse, recibiendo una mirada de desapruebo de la morena quien lo único que hizo fue tomar con fuerza la cintura de la bailarina. La jóven psicóloga probó una fresa más de su ensalada de frutas y sonrió. “Brittany no tiene novia” Fue la frase que se le quedó en la mente. Esa debía ser una señal del destino. *** El atardecer empezaba a llegar y Santana y Brittany se volvían en encontraban sentadas en la arena, alejadas del resto de personas en la playa. -Me gustan tus abrazos –Confesó Brittany sentada en el espacio entre las piernas de Santana, quien la tenía abrazada por la espalda, posando sus manos sobre su tonificado estómago descubierto. –Lo sé, llevamos 3 horas así y no te has querido mover –Rió la morena dejando un beso en la cabeza de la rubia –Por cierto, no me estoy quejando en lo absoluto –Agregó con un bufido. –Esto es perfecto San, tú eres perfecta, la playa es perfecta, todo es perfecto –Brittany no quería ocultar la emoción que sentía su ser. -¿Te confieso algo? –Dijo Santana y la rubia giró un poco su cabeza para encontrar su mirada con la de la morena, asintiendo rápidamente –Acepté que estaba enamorada de ti mientras veía una puesta de sol –Admitió cerrando sus ojos. -¿Enserio? –Preguntó asombrada y emocionada la bailarina – ¿Cómo? –La puesta de sol estaba llegando y simplemente me di cuenta que tu mano no estaba al lado de la mía –Santana entrelazó sus dedos con los de la bailarina -Que no tenía a nadie a quién abrazar cuando el sol se opusiera y entendí que de esa forma, no quería vivir ninguna puesta de sol jamás –

Confesó Santana mirando directamente al mar. –Realmente puedes ser muy romántica cuando te lo propones –Las mejillas de Brittany enrojecieron y dejó un beso la barbilla de la morena, quien solo sonrió ante el gesto –Yo supe que me enamoraría de ti desde el primer momento que te vi –Brittany cerró sus ojos recordando ese momento en el que vio a la morena entre todas las personas en el nightclub. –No te creo –Santana soltó una risa divertida ante lo dicho por la rubia. –Hablo enserio, San –Dijo Brittany -¿Crees que hubiera buscado tu departamento por todo Manhattan si es que no hubiera sabido que me iba a enamorar de ti más adelante? –Preguntó con seriedad. Santana la miraba con los ojos entrecerrados, sin saber si debía reír o asustarse. –Entonces ¿Tú siempre supiste que en algún momento te enamorarías de mí? –Preguntó lentamente la morena. –Por supuesto, San –Admitió la rubia –Y también supe que tarde o temprano me corresponderías y tampoco me equivoqué, fue algo que simplemente supe desde que te vi –Brittany enterró su rostro en el espacio entre la cabeza y el cuello de Santana, absorbiendo su esencia. -¿Cómo estuviste tan segura de que yo te correspondería? –Preguntó la morena, dejando de lado lo raro que podía sonar el razonamiento de la rubia. –Porque yo sabía que me iba a enamorar de ti, y cuando uno se enamora, el destino siempre se pone de tu lado –Explicaba la ojiazul mirando hacia el horizonte –Es simple lógica, San –Dijo encogiéndose hombros con una sonrisa en su rostro. Santana simplemente besó su frente y la abrazó más fuerte. A pesar de que lo que Brittany había dicho podía sonar como algo sumamente aterrador, Santana se encontraba feliz, enamorada e ilusionada por estar junto a la rubia. Deseosa de saber que tenía el futuro y sus azares deparado para ellas, -Estoy enamorada de ti – Susurró Santana al oído de Brittany. Diciéndolo más para sí misma que para la rubia. –Yo también San, lo estaré por siempre –Dijo la bailarina estirando su rostro para dejar un beso en el labio inferior de la morena.

–Siempre es una palabra grande, ¿no lo crees? –Preguntó la latina. –Al igual que Te amo, pero sí tú estás segura de decirlo, entonces yo no tengo miedo de decir Por siempre. –Respondió Brittany haciendo sonreír a la incrédula Santana. Seguridad. Eso era lo que hacía que Santana no tuviera dudas de estar junto a la rubia. Brittany hacía sentir segura y protegida a Santana. La hacía sentir que ya no tenía porque temerle al mundo; que junto a ella, no volvería a sentir miedo. Ambas se quedaron en silencio por unos minutos. Abrazadas y preparándose para la puesta del sol, y fue cuando el genial astro empezó a oponerse en el horizonte, que Santana comprendió al 100% que así era como quería vivir: Frente al mar, abrazando a Brittany y tomando su mano, viendo pasar los días, los meses y años junto a ella y así, comprobarle que siempre había tenido razón. El destino había estado de su lado. -Britt … -Susurró la morena al oído de la rubia. Aún anonadada por la magnificencia del sol al otro lado del mar y más aún por la conclusión a la que había llegado en esos minutos. -¿Si? –Contestó la bailarina, acariciando el antebrazo de la morena para luego girar su rostro y conectar su mirada azul con la café de Santana. “Ella no te lastimará. Ella es tu destino” Se dijo la morena mirando la pureza de esos ojos. -¿Quieres ser mi novia? –Preguntó suavemente. Sintiéndolo correcto al salir de sus labios. –No te sientas obligada –Dijo la rubia a pesar de querer gritar un Sí por todo la playa. –No lo estoy. Realmente quiero que seas mi novia, solo mía y de nadie más – Santana tocó la punta de la nariz de Brittany al decirle eso -¿Así que…? – Preguntó esperando una respuesta. La rubia sonrió y acomodándose entre los brazos de la morena, besó sus labios con suavidad y con pasión. Diciéndole un Sí mucho más poderoso que en palabras.

-Wow –Dijo la morena sin aliento después de aquel beso –Besarte siendo mi novia, es mil veces mejor que hacerlo siendo tu amiga –Rió mientras tocaba sus labios. –Estas son las mejores vacaciones del mundo –Exclamó la rubia hacia el cielo. -Britt, tienes que jurarme que nunca me dejarás –Pidió Santana avergonzada y mostrando su rostro de debilidad. –Tranquila San, el destino nos ha juntado por un motivo –Brittany sonrió y besó nuevamente a su novia. Y abrazada a su novia, Santana se propuso darle una segunda oportunidad al destino y dejar que le demostrara que ella aún podía ser feliz. Flashback Manhattan. Santana soltó un fuerte gruñido mientras rodaba sus ojos y abandonaba coléricamente la oficina de informes del Departamento de Drama de Juilliard. Afuera de la oficina, sentada en una de las sillas de madera pulida y con las manos entrelazadas nerviosamente, se encontraba un preocupada Rachel Berry, quién dio un pequeño salto de susto al oír el impacto de la puerta al ser cerrada. -No importa, San –Dijo cuidadosamente la castaña siguiendo de cerca los pasos de su enfurecida novia, quien se dirigía hacia la puerta de salida del edificio. –Esto apesta –Respondió la morena siguiendo su camino hacia el estacionamiento, sin siquiera girar para ver el rostro de Rachel –No nos veremos en todo el día y eso simplemente apesta –Aclaró la latina buscando su auto con la llave. –Ya encontraremos una solución –Rachel apretó suavemente el hombro de su novia, tratando de darle un poco de tranquilidad. –Esto apesta –Repitió Santana caminando hacia su Range Rover, regalo de graduación de parte de sus papás. Rachel se encogió de hombros antes de tomarla de la mano y sonreírle suavemente. La morena trató de devolver la sonrisa, pero la situación era sencillamente frustrante como para fingir sonrisas.

Cuando Santana pensó que estudiar junto a su novia por los próximos 4 años sería un tipo de compensación por los 3 años anteriores que había desperdiciado haciéndole la vida imposible a la castaña, no se había detenido a pensar en un pequeño detalle que ahora solamente hacía hervir su sangre: Los horarios académicos. Las vacaciones estaban por acabar en menos de una semana, así que Rachel y Santana habían manejado hacia la universidad en busca de sus nuevos horarios de clases para el semestre que se inauguraba y luego de esperar un buen tiempo a que la pelirroja recepcionista encontrara sus nombres en la lista, llegaron a sus manos unos portafolios con muchos archivos, entre ellos sus horarios. No tenían ninguna clase juntas durante los siguientes 5 meses. Sin pensarlo más, Santana había regresado decididamente hacía la ventanilla de la recepción, exigiendo hablar con el responsable del desastre de horarios de clases. Después de 30 minutos de espera, la morena había conseguido llevar su queja con el encargado estudiantil del departamento de Drama, quien un tanto fastidiado le pidió a Santana que lo acompañara a su oficina. Rachel se quedó en la recepción, tal y cual niña en detención, asustada por lo que su novia podía hacer y esperanzada por que consiguiera hacer algo al respecto de esos desastrosos horarios semestrales. 30 minutos más pasaron y finalmente Santana no había conseguido nada. “Todo era más fácil con Figgins” Pensó la morena al aceptar que pasaría la mayor parte del día fuera de contacto con su novia. Y eso simplemente apestaba. *** El primer día de clases llegó y el ceño de fruncido de Santana parecía no quererla abandonar. -Santana, sonríe, es nuestro primer día –Dijo Rachel subiendo al automóvil vistiendo un largo saco de colores –No deberías vestirte de negro en nuestro primer día –Puntualizó la castaña mirando a su novia detrás del volante, vestida con una camiseta negra, unos jeans del mismo color y sus lentes de aviador. –Y tú no deberías parecer un maldito arco iris –Santana estaba fastidiada y el hecho de ver a Rachel tan calmada, no hacía mucho por ayudar a cambiar su ánimo.

–Simplemente estoy feliz por mi primer día de clases y tú deberías sentirte igual –Dijo la judía quitando unas pelusas de su llamativo saco. –No si pasaré el día entero sin verte –Remarcó la morena encendiendo el motor -¡Dios! Ni siquiera te veré durante el almuerzo –Santana cerró sus ojos con fuerza. -Al menos el primer día será para socializar –Dijo la castaña –Tal vez pueda socializar contigo –Rachel sonrió de medio lado, logrando arrancarle una sonrisa a su novia. –No si sigues vistiendo ese saco –Rió Santana tomando a la judía de la barbilla para besarla antes de partir hacia la universidad. *** “Bienvenidas a Juilliard” Saludó alegremente uno de los anfitriones al ver a la pareja llegar. Rachel nunca había visto tanta gente deambulando alrededor de un solo lugar, ni siquiera en el gimnasio de McKinley High School antes de una de las presentaciones de New Directions que tenían tendencia a terminar en un desastre que requería la ayuda de bomberos, policías o Sue Sylvester en el peor de los casos. Básicamente todos estaban conociendo el gran campus, ubicando aulas y muchos otros conociendo otros alumnos. Muchos con guitarras colgadas en sus espaldas, otros con una lata de spray para el cabello en mano y otros luciendo exactamente como Rachel: Con medias largas, faldas a cuadros y con los ojos más brillantes del mundo. Rachel Berry simple y sencillamente, se sentía en un muy aterrorizante paraíso. “Realmente lo hice” Se dijo la emocionada castaña a sí misma al verse a ella misma entre esa multitud, dentro de una de las escuelas de arte más prestigiosas del mundo. -Voy un por un café –Soltó Santana despertando a la judía de su íntimo momento de gloria -¿Quieres que te traiga uno? –Ofreció cortésmente. –Sí, gracias –Respondió rápidamente la ex líder de New Directions con una suave sonrisa. Santana no lo quería admitir, pero se sentía de alguna rara forma asustada

en ese lugar. Muchos rostros nuevos, un aire totalmente distinto al que se respiraba en Lima. En la secundaria ella había estado acostumbrado a ser la abeja reina, pero en este extraño sitio, no estaba segura de volver a encontrar su trono. Era su primer día y Santana se preguntaba si sobreviviría hasta el último. “Siempre y cuando esté con Rachel” Se respondió mentalmente mientras tomaba un lugar en la fila del café. Ella era su fortaleza. *** El fresco aire que se respiraba en el campus golpeaba agradablemente el rostro de Rachel Berry, haciendo que esta sonriera soñadoramente, aún asimilando que se encontraba viviendo su primer día en Juilliard. La castaña elevó su mirada, deslumbrándose ante la majestuosidad del edificio principal del departamento de Drama. Por un momento la pequeña diva cerró sus ojos, perdiéndose en su mente, visualizándose en un futuro sobre un escenario de Broadway, recibiendo aplausos, lágrimas y flores; tal y cual Barbra Straisand o Patti Luponne. -¿Soñando con Broadway? –Preguntó una voz gruesa y amigable en su espalda, haciendo que Rachel abriera sus ojos inmediatamente. -¿Jesse? –Rachel parpadeó incontables veces al encontrarse cara a cara con el castaño de cabello rizado, quien llevaba esa sonrisa que lo hacía lucir tan inofensivo ante cualquiera -¿Q-Qué haces aquí? –Tartamudeó la judía examinando momentáneamente al sujeto. –Me transfirieron desde Los Angeles –Respondió Jesse sin borrar su sonrisa – Dijeron que necesitaban una verdadera estrella en Juilliard –El castaño se encogió de hombros y Rachel rió, dándose cuenta que el ego de Jesse no había cambiado con los años – ¿Nerviosa por tu primer día? –Preguntó Jesse entrecerrando los ojos. –Entusiasmada sería una palabra mucho más adecuada –Dijo Rachel. Jesse rió al ver que tenía en frente a una Rachel Berry mucho más segura que la que conoció en Ohio. -¿Has venido sola a Nueva York? –Preguntó el ojiverde pasando sus largos dedos a través de su cabellera.

–No, he venido acompañada –Respondió la castaña haciendo que Jesse arqueara las cejas en sorpresa. –No pensé que durarías tanto con Hudson, bien por ustedes –Agregó inmediatamente el cantante con una sonrisa sincera. -¡Oh, no! –Intervino la judía –Finn y yo rompimos hace más de un año – Aclaró con una risa un poco incómoda. Jesse frunció el ceño en confusión. -¿Entonces con quien has venido? ¿Kurt, Mercedes… Puckerman? –Trataba de adivinar el castaño recordando a los viejos integrantes del club Glee. “¡Rachel!” Gritaron a varios metros de la castaña. Haciendo que ella y su acompañante giraran. Era Santana con un envase de café en cada mano. -¡Vaya, vaya! –Exclamó la morena atónita al ver a la persona frente a su novia –Jesse St. James en Juilliard –Siguió la latina caminando lentamente hacia el castaño con una sonrisa fingida. El ojiverde arqueó una ceja. –Ya veo con quien has venido –Se burló Jesse mirando a Rachel quien se veía aterrorizada con el encuentro entre su novia y su ex novio. Jesse se llevó una gran sorpresa al ver a la latina en persona. Él nunca había creído que Santana podía ser material de Juilliard; aunque a decir verdad, durante el tiempo en el que fue parte de New Directions, no tuvo una oportunidad de escuchar con atención a Santana, pero solamente por su actitud, Jesse se imaginó que la morena querría estudiar algo poderoso como leyes, finanzas o cosas así. Definitivamente, ver a la morena en Juilliard era una muy inesperada sorpresa. -Es un gusto verte, Santana –Dijo condescendientemente el castaño al ver a la morena frente a él, justo al lado de Rachel. –Lamento no decir lo mismo, St.James –Respondió tajantemente la latina ¿Has venido a preparar un omelette en la cabeza de alguien? –Santana no tenía intenciones en ocultar su desagrado por el castaño. – Santana … -Susurró Rachel tocando el hombro izquierdo de la morena y quitando de sus manos el par de envases de café en caso de que la morena intentara alguna locura. -Me transfirieron desde la UCLA –Respondió altivamente el cantante –

Terminaré mis estudios acá –Agregó relajando su expresión. –Ni a mi novia ni a mí nos interesa eso, sinceramente –Santana tomó con firmeza la cintura de la castaña. Sonriendo con satisfacción al ver como el rostro de Jesse perdía color. Jesse sintió como sus oídos se agudizaron al escuchar la palabra “novia”. Pensó que todo había sido una broma de sus oídos, pero el fuerte agarre de cintura que Santana tenía sobre Rachel, le decía todo lo contrario. -¿Ustedes … -Jesse no completó la pregunta, pero su mirada lo decía todo. Rachel pensó que al haber dejado Ohio, había dejado también aquellas situaciones incómodas entre Finn y Santana. Esas situaciones en las que tenía que cantar junto a su ex novio mientras su novia parecía querer calcinar al pelinegro con su mirada. Pensó que no tendría que volver a lidiar con una novia y un ex novio al mismo tiempo. En efecto, había pensado muy erradamente. -Estoy con Santana ahora –Clarificó Rachel con una sonrisa incómoda. –Llevamos 1 año juntas –Agregó la morena sonriendo maliciosamente. Si el hecho de ver a Santana Lopez en Juilliard había sido algo inesperado; el saber que ella y Rachel eran novias, eso definitivamente era un knock – outsalido de cualquier lado. -Wow, qué sorpresa saber que ustedes son pareja –El castaño recuperó el aliento mientras asimilaba la nueva información –Realmente interesante – Continuó mientras miraba atentamente la mano de Santana alrededor de la cintura de la judía –Bueno, creo que debería irme, se me hace tarde para unas cosas –Dijo Jesse sintiendo que sería prácticamente imposible mantener una conversación pacífica con Santana –Suerte en su primer día, nos vemos pronto –Concluyó con una sonrisa. Rachel sonrió avergonzada como despedida mientras Santana hizo un ademán de despedida muy marcado frente al rostro de Jesse. Ambas se miraron fijamente por varios silenciosos minutos. Ambas miradas juzgándose entre sí. Reclamándose más de un problema. -Eso fue muy inmaduro, Santana –Rachel fue la primera en romper ese silencio. La aludida frunció el ceño.

–Aclararle que eres mi novia, no es inmaduro –Respondió Santana cruzando sus brazos. –Me refiero a que no tenías porque hablarle de esa forma, él no te ha hecho nada –Rectificó la castaña dándole un sorbo a su casi frío café. -¿No recuerdas lo que te hizo a ti? –Preguntó la fastidiada morena, quitándole a su novia el café sobrante de las manos. –Sí, él se disculpó hace mucho y ya lo superé. Somos adultos, personas maduras –Rachel realmente había superado aquella pasada experiencia, no encontraba motivos para tratar mal a Jesse. – Está bien, lo siento –Agregó la latina rodando sus ojos –Estoy cansada de hablar de él, ¿podemos ir a hacer cualquier otra cosa? –Pidió Santana pasando una mano a través de su cabello. Rachel sonrió al ver la belleza de su novia contra la luz del sol. – ¿Sabes que te amo, no es así? –Soltó la castaña sin previo aviso. Simplemente sintiendo que era algo que crecía dentro de ella, algo que tenía que dejar en claro o sino explotaría. Escuchar esas repentinas palabras provocó que Santana olvidara que hacía unos momentos estaba discutiendo por culpa de Jesse St.James. Escuchar esas sinceras palabras le hacía recordar que Rachel la había elegido a ella y que no tenía por qué preocuparse de amores pasados. Lo de ellas era el presente y el pasado no se interpondría. -Lo sé –Respondió la soñadora morena, relajando su expresión –Yo también te amo. –Concluyó tomando gentilmente la mano de su novia *** Rachel se encontraba frente al mostrador de la cafetería del departamento de drama, esperando hasta que le entregaran su orden. Era la hora del almuerzo y por primera vez en varios meses, Santana no estaba junto a ella para acompañarla. “Malditos horarios” Maldijo mentalmente la castaña mientras sus dedos golpeaban incesablemente contra la cerámica del mostrador. Raramente la pequeña maldecía pero en esta situación, no había podido evitarlo. -Hola nuevamente –Rachel se asustó un poco al ser despertada de sus

pensamientos. Nuevamente el causante había sido Jesse St.James, llevando de nueva cuenta aquella sonrisa galante de la mañana -¿Almorzando sola o Santana va a aparecer en algún momento? –Preguntó mirando a ambos lados en busca de alguna señal de la morena. –Almorzando sola, Santana está en clases –Respondió la judía apática – Nuestros horarios son un verdadero desastre –Agregó cerrando sus ojos con rabia. –Podemos almorzar juntos –Sugirió el castaño parado junto a la cantante quien lanzó una mirada confundida –Solamente si no te molesta –Corrigió Jesse. Rachel trató de encontrar alguna doble intención en el ofrecimiento, pero el castaño se veía amigable en realidad; aunque finalmente Jesse St.James era un maestro en lucir inofensivo cuando realmente era un lobo en busca de una oveja. -No sé si eso sea una buena idea –Respondió nerviosamente la castaña –Tú mismo viste como estaba Santana en la mañana y en verdad, no quisiera lidiar con sus ataques de celos –Rachel se estremeció al pensar en su novia hablando de ir con todo “lima Heights” en alguien. –Solo vamos a almorzar, no hay nada por lo que Santana pudiera incomodarse –Explicó St. James pero la castaña no se veía convencida – Rachel, tengo novia –Reveló el cantante haciendo que la judía abriera sus ojos sorprendidos –Llevamos 4 meses y la quiero, Santana no tiene de qué preocuparte, no tengo ningún plan contra ti –Respondió Jesse con una sonrisa cálida. -En ese caso, creo que Santana no tendrá problemas con que nosotros seamos compañeros de almuerzo –Respondió la castaña con más confianza y naturalidad. Y de esa forma el destino dejó que Jesse St.James volviera a entrar oficialmente en la vida de Rachel Berry. Una vida de la cual nunca saldría. Fin Flashback. CONFIANZA Si Brittany pensó por un momento que nada podía ser mejor que tener a Santana diciéndole “Te amo”, definitivamente había estado equivocada. Escuchar a Santana diciendo “Te amo” y llamándose a sí misma “su novia”;

eso sí que era la perfección consolidada en un solo acto. Eso, sin contar lo que fue pasar su primera noche de amor con su nueva y oficialmente novia. El sueño de Brittany había terminado con la aparición de los primeros rayos del sol, aquellos incómodos rayos que aparecían desde muy tempranas horas y que cortaban el placentero dormitar de la bailarina. Brittany abrió los ojos, desorientada y tratando de acostumbrarse a la luz del nuevo día. Habiendo recobrado totalmente la conciencia, la rubia se percató del par de manos que reposaban sobre su desnudo abdomen al igual que el lento y pacífico respirar que chocaba agradablemente contra la piel de su nuca. Los eventos de la noche anterior aparecieron en la mente de Brittany, dibujando una soñadora sonrisa en sus labios conforme se revivían. Recordó desde el instante en el que irrumpieron en la habitación después de haber visitado la playa por última vez en la noche. Recordó la manera en la que Santana se había encontrado extrañamente tímida en un primer momento y como aquella timidez se perdió en el piso de la habitación junto a sus prendas. Brittany posó su palma derecha sobre las manos de Santana para luego suspirar audiblemente al caer en la cuenta de que ya no tenía necesidad de aprisionar a la morena entre sus brazos para evitar que escapara en cada amanecer. Ahora los fastidiosos rayos del sol eran los únicos capaces de despertar forzosamente a Brittany. Ya no lo era más la preocupación de amanecer sola. Aunque ni siquiera los rayos del sol podían ser considerados fastidiosos, ya que lo único que hacían eran despertar a Brittany de un paraíso ficticio para llevarla a uno real, a uno que la abrazaba por la espalda con una fuerza sobrenatural para su pequeño tamaño. Un paraíso que rozaba la punta de su pequeña y perfecta nariz contra la piel de su cuello. “Britt…” –Susurró la aún adormilada Santana. Este era un paraíso que era capaz de decir su nombre entre sueños. Brittany sonrió nuevamente al escuchar su nombre en esa ronca voz que amaba.

-Aún es temprano, sigue durmiendo –Susurró la rubia, acomodándose para hundir su rostro en el cuello de la morena. –Tú duerme también –Contestó Santana perezosamente abrazando con más fuerza a la bailarina –Sabes que no me iré –Aseguró la morena cayendo nuevamente en los brazos del sueño. –Lo sé –Dijo Brittany usando la última afirmación de Santana para convencerse de que el paraíso terrenal sí existía. *** “Eres un inepto, ¿te lo he dicho antes?” Los sentidos de Brittany se activaron repentinamente al oír el tono de frustración en la voz de su novia. Por un momento y aún estando desorientada pensó que aquello se lo decía a ella y sintió miedo de haber vivido en sus sueños durante los últimos días. Pero no. Santana ni siquiera estaba en la cama y su voz amarga provenía del baño. “¿Estás seguro de que no hay nada que puedas hacer?” Brittany trataba de controlar sus respiraciones con tal de hacer el menor ruido posible y poder entender con quién y de qué hablaba Santana. “Hablaré con Brittany y luego te llamo” Lo último que la rubia escuchó fue un pesado suspiro antes de ver a la morena emerger del baño, con unos pantalones sueltos, un tank top blanco y su cabello alborotado. Esa imagen de Santana dejó sin aliento a Brittany, quien por un momento olvidó que algo malo había de haber sucedido en ese baño para tener a su novia con esa expresión de fastidio. Pero aún, con toda y esa expresión, Brittany veía a Santana como una diosa del Olimpo que había caído por error en el baño de su habitación. -No sabía que ya estabas despierta –Santana rompió el silencio al mismo tiempo que intentaba relajar su expresión al ver a su novia echada en la cama, mirándola perdidamente –Disculpa por dejarte sola –Dijo mientras volvía a subir a la cama, recostándose a un lado de Brittany con delicadeza, delineando su rostro con la punta de sus dedos antes de dejar un pequeño beso en sus labios.

Aquel beso sacó a Brittany del trance en el que se encontraba y recordó nuevamente que algo malo había pasado y que tenía que averiguarlo. -¿Con quién hablabas? –Preguntó la rubia con suavidad, buscando la mirada de su novia a quién sintió tensarse al instante ante la pregunta. –Mmmh … nadie importante –Respondió Santana tomando el rostro de la rubia con ambas manos para acercarlo al suyo propio y besarla inocentemente por segunda vez. Brittany sonrió al sentir sus cálidos labios de nueva cuenta. –Sonabas molesta –Confesó la bailarina posando su palma derecha sobre el abdomen de la morena, tratando de crear un poco de espacio entre ellas para poder llevar una conversación sin tanto contacto físico ya que sabía que en el momento en el Santana la tocara su piel, todas sus intenciones de averiguar lo sucedido serían reemplazadas con el deseo de envolverse en los labios de su latina. –Ya no lo estoy más –Santana sonrió de medio lado antes de tomar la nuca de su aún desnuda novia con más fuerza para atraerla hacia sus labios en un beso más decidido. Brittany sabía bien lo que Santana estaba intentando. Sabía que intentaba evadir la conversación con sus besos y sabía también, que si no hacía algo en ese momento, la morena lograría su cometido. -San –Susurró la bailarina con una pequeña risa al mismo tiempo que intentaba escaparse de los labios de la morena –Saan… -Repitió volviendo a poner su mano sobre el plano abdomen de su novia para distanciarse, pero la morena no se lo permitió- Santana –Dijo Brittany con seriedad y ejerciendo más fuerza en las caderas de su novia para, contra todos sus deseos, alejarla -¿Con quién y de qué hablabas en el baño? –La voz de la ojiazul ya no sonaba divertida en lo absoluto. Santana frunció el ceño al mismo tiempo que se alejó un poco más del cuerpo de su novia. –No sabía que tenía que darte un reporte de cada llamada que recibo –Dijo la morena enarcando una ceja y arreglándoselas para cruzar sus brazos a pesar de encontrarse echada en la cama y con una de sus manos aún vendada. –Y no lo tienes que hacer –Reiteró la bailarina, siendo consciente que tal vez su tono de voz no había sido el correcto –Es solo que quiero saber porque estabas molesta –Dijo acariciando el hombro derecho de la latina. El

pequeño gesto logró que la morena dejara su actitud defensiva y soltara un profundo suspiro. –Prométeme que no te molestarás cuanto sepas lo que te voy a decir – Santana tomó la mano izquierda de su novia en busca de una afirmación. Brittany estaba asustada y preocupada. Tanto así, que ni siquiera fue capaz de sostenerla la mirada a la morena. Tan nerviosa como para tener que sentarse en la cama para poder respirar con más propiedad. -¿Brittany? –Preguntó Santana al no recibir ninguna respuesta de su novia. –Dilo –Soltó la bailarina mirando hacia cualquier punto de la habitación. Sintiendo como se le hacía cada vez más difícil respirar. –Antes de contarte esto, ¿podrías darme un beso? Ya sabes, en caso de que las cosas no salgan bien –Pidió la morena con timidez haciendo que la piel de Brittany se volviera aún más blanca por el temor. Llena de miedos e inseguridades, Brittany se inclinó con sus ojos cerrados, buscando los labios de Santana y dejando un casto beso en ellos para luego abrir sus ojos pesadamente y volver con lentitud a su posición anterior. -Estuve hablando con Ralph –Empezó Santana con el tono de su voz más grave. -¿Eso es lo malo? –Brittany soltó una pequeña risa al sentir que su novia había exagerado tremendamente la situación. –Y dijo que William Richmond pidió que yo lo represente legalmente en su divorcio –Continuó la morena obviando la pregunta de su novia. –No tengo idea de quién es él, pero eso suena como algo genial, ¿lo es, no es así? –Preguntó la ojiazul aún con una sonrisa en su rostro. –Sí, sí lo es. Es dueño de las editoriales más poderosas del país y despidió a su abogado y ahora quiere que yo lo represente –Santana soltó una pequeña risa, aún sin poder creer que alguien tan importante pudiera pedir sus servicios. –Entonces sí es algo genial, San –Brittany sonrió ampliamente mientras a apretujaba la mano derecha de su novia. –Y me quieren en San Francisco para mañana temprano –Soltó Santana

borrando fugazmente la sonrisa de la rubia. Brittany dejó ir la mano de Santana, al mismo tiempo que la miraba con incredulidad. ¿Realmente estaba diciéndole eso? Pasaron unos largos e incómodos segundos, y ninguna decía nada. -¿Te irás a San Francisco? –Brittany preguntó en un débil susurro. –Eso parece –Respondió la morena agachando la mirada. –No llevamos ni siquiera un día completo siendo novias y ¿te vas a ir? – Brittany odiaba reprocharle cosas a Santana, pero la situación era demasiado frustrante como para controlarse. –Lo sé, esto apesta –Contestó la latina pasando su mano a través de su rostro –Lamento arruinar estas vacaciones con cosas del trabajo –Santana no quería dejar a su nueva novia por nada del mundo, pero él era dueño de una gran parte del país y si las cosas iban bien, ella tendría un nombre en el medio. Brittany no respondió nada más, solamente agachó su mirada haciendo un puchero de decepción. No era justo que se llevaran a Santana sin siquiera haber podido disfrutar una semana completa de su amor. La rubia se moría por pedirle que se quedara con ella y que pasaran el mejor mes de sus vidas en la playa; es más, estaba segura que si lo hacía, Santana aceptaría y no se iría a San Francisco. Pero si lo hacía, Brittany sabía que no estaría siendo una buena novia y eso sería aún peor. Y en ese momento, una revelación apareció en la mente de la rubia. -Iré contigo –Dijo Brittany reanimando su rostro y causando que los ojos de Santana se abrieran de par en par. -¿Qué? –Fue lo único que la morena fue capaz de pronunciar. –Tú dejaste tu trabajo por venir conmigo a Florida y cuidarme, ahora yo dejaré mis vacaciones e iré contigo a San Francisco y cuidaré de ti –Brittany empezó a dar pequeños brincos arrodillada en la cama, radiante por su idea y cogiendo con una mano la sábana que escondía su desnudez. -¿Hablas enserio? –Preguntó Santana soltando una pequeña risa incrédula, asombrándose por enésima vez con la facilidad que Brittany tenía para transformar cualquier mal momento en uno increíble. –Por supuesto, ¿Cuál sería el propósito de quedarme en Florida si tú no vas a

estar conmigo? –Brittany sonreía ante su pregunta mientras que la sorpresa de Santana no disminuía –Quiero ir contigo –Reafirmó la bailarina con seguridad. -¿Estás segura? –Preguntó la morena enarcando una ceja pero sin ocultar su felicidad. –Sin duda alguna –Respondió firmemente la ojiazul mostrando sus perfectos dientes blancos. Santana suspiró audiblemente. –Está bien –Contestó la morena tomando la mejilla derecha de su novia y acariciándola pausadamente por unos segundos –Iremos juntas a San Francisco –Dijo con una sonrisa sincera e inclinándose para besar a su novia brevemente. -¿Enserio? –Ahora la incrédula era Brittany -¿Iremos juntas a San Francisco? –Preguntó lentamente. –Si quieres ir conmigo, no veo ningún problema –Respondió la morena encogiéndose de hombros mientras el rostro de sorpresa de su novia no desaparecía. –Sí quiero ir contigo –Reiteró la bailarina después de varios segundos de tratar de asimilar que realmente se iría con Santana a San Francisco. –Genial –Contestó la latina con una cálida sonrisa -Hablaré con Ralph para que haga las reservaciones, ya vuelvo –Dijo poniéndose de pie y tomando a Brittany de la barbilla con el propósito de besarla una vez más. Brittany estaba perpleja y no precisamente por la privilegiada vista que tenía de su novia hablando por teléfono en esas simples prendas que usaba como pijama pero que eran capaces de alborotar las hormonas la rubia. Bueno, tal vez en parte sí estaba con la boca abierta por eso, pero su asombro era en mayor medida por la simpleza con la que la morena había accedido a viajar junto a ella a San Francisco. Honestamente, Brittany esperaba más excusas de Santana o hasta incluso una pequeña pelea; pero en definitiva no esperaba tan rápido un“está bien” de parte de su novia. Pero en fin, en lugar de continuar preocupándose, Brittany decidió ocuparse de disfrutar su último día en la playa. -¿Quieres ir a la playa? –Susurró la rubia abrazando a su novia por la espalda, reposando su mentón en el hombro derecho de la latina quién revisaba unos mensajes en su celular.

–Trabajaré un rato en el caso, pero te alcanzo para almorzar –Contestó abstraída la abogada, cerrando sus ojos al sentir la delicada piel de su hombro quemar al sentir los labios de Brittany. *** Quinn estaba nerviosa, pero decidida a no dar marcha atrás. Esta vez, a diferencia de la primera vez en la que salió junto a Brittany, se encontraba completamente sobria y con un bikini que no había usado en mucho tiempo; esperando que la ojiazul hiciera acto de presencia y de preferencia, en solitario y no con Santana a su lado, o en su defecto, abrazándola por la espalda. Pero ya habían pasado un par de horas y no había ninguna señal de Brittany y eso empezaba afectar la valentía de la rubia psicóloga. Por un momento, pensó que el destino le estaba tratando de decir algo importante; pero luego recordó que ese mismo destino había sido el cual le había permitido saber que la ojiazul bailarina seguía soltera. “¿Acaso no piensa salir de su habitación?” Se preguntó la rubia soltando un pesado suspiro al imaginarse los motivos por los cuales Brittany no podía –o no quería –salir de su habitación. Pero antes de que Quinn diera rienda suelta a su imaginación, Brittany apareció en el lobby del hotel y como la ojiverde lo deseaba: Sin compañía. -Buenos días –Brittany dio un pequeño salto por el susto que le causó escuchar la voz de Quinn tan cerca de su oído. –Hola … Dios, sí que me asustaste –Suspiró la bailarina girando para encontrarse cara a cara con la ojiverde. –Lo siento, no fue mi intención –Rió nerviosamente la psicóloga, estirándose para dejar un beso en la mejilla izquierda de Brittany. -¿Vas a la playa? – Preguntó. –Sí, voy a caminar un rato ¿Quieres ir conmigo? –Preguntó inocentemente la bailarina con una sonrisa. Quinn sonrió de regreso. Si Brittany le estaba haciendo la invitación, era porque quería pasar tiempo con ella. Era otra señal.

-No hay nada que me gustaría más –Respondió coquetamente. Brittany sonrió con incomodidad *** -Dime que es una broma … por favor –Pedía Quinn cubriéndose el rostro con ambas manos y alzando la voz. –No es broma, Q, lo siento –Brittany estaba asustada y no sabía que hacer con exactitud para tranquilizar a Quinn. Pensó en llamar a Santana, pero esa era una idea aún más terrible. -Soy una estúpida –Maldecía la ojiverde cerrando sus ojos con fuerza. Nada de lo sucedido había estado incluido en su plan original de “el destino está de tu lado” .Nada. Todo había ocurrido con tanta fluidez y naturalidad entre ellas durante su caminata por la playa. Habían reído, conversado de sus vidas –sin mencionar en ningún momento a Santana -se habían lanzado miradas y sonrisas que Quinn había considerado como más señales. Pero todo se fue al mismo infierno en ese pequeño segundo en el que la ex porrista tomó la decisión de arriesgarse y apostar por inclinarse y tomar sin previo aviso el rostro de Brittany entre sus manos e intentar besar y, al igual que la primera vez en el bar, la existencia de Santana detuvo todo lo que pudo haber ocurrido. Definitivamente Quinn no esperaba que Brittany se alejara de ella al intentar besarla y menos que le dijera que ella le era fiel a su novia y aún peor enterarse que Brittany y su novia dejaban Florida ese misma noche para tomar un vuelo a San Francisco. Malditas señales. *** -¿Te encuentras mejor? –Preguntó Brittany después de permanecer un buen rato en silencio, sentada a un lado de Quinn sobre la arena de la playa. –Sí, no te preocupes –Respondió en un ronco susurro la aún perturbada Quinn, mirando hacia ningún punto en especial en el horizonte. –Lo lamento, en verdad lo siento mucho –Se disculpó Brittany, a pesar de no

saber exactamente porque lo hacía. –No tienes la culpa, fui yo quien malinterpretó las cosas –Explicó la psicóloga girando su rostro para encontrarse con el de la otra rubia. –De no estar con Santana, estaría totalmente contigo –Brittany golpeó ligeramente el hombro izquierdo la ojiverde. –Me siento halagada, pero después de que tu segundo rechazo, debería empezar a entender que el mundo me intenta decir algo con respecto a las chicas –Quinn empezaba a recuperar el ánimo. Aún creía que eso de confiarse en las señales del destino era una total porquería, pero muy en el fondo de su alma, seguía confiando en que en algún momento llegaría la persona correcta. –No te desanimes, hay muchas chicas disponibles en el mundo y apuesto que harían lo imposible porque tú les des una oportunidad –Brittany no decía eso por lástima; ella realmente encontraba atractiva a Quinn, pero simplemente no era Santana y eso era suficiente como para que no quisiera ir más lejos. Quinn pensó en las palabras de Brittany y se dio cuenta que tal vez, sí tenían sentido. No había porque perder el ánimo. Ella era Quinn Fucking Fabray y el hecho de que había sido rechazado por Brittany, no significaba el fin de absolutamente nada. Es más, que Brittany la hubiera rechazado, solamente le había hecho comprender, que lo que creía estar sintiendo no había sido nada más que un capricho por experimentar con una chica. Pensando desde ese punto de vista, el destino no era una total porquería. –Por cierto, no le digas nada a Santana sobre esto, por favor, ya es bastante mala suerte ser rechazada como para soportar la furia de Santana Lopez – Pidió Quinn con seriedad y un cierto temblor en su voz. –Borrón y cuenta nueva ¿te parece? –Propuso la bailarina con una gran sonrisa y estirando su mano para sacudirla con la Quinn. –Gracias por salvar mi pellejo de tu novia –Agregó la rubia tomando la mano de Brittany y sellando su trato –Así que se van a San Francisco, ¿no es así? – Cambió de tema la psicóloga. –Sí, San tiene un trabajo importante y tiene que ir –Respondió un tanto desanimada la ojiazul.

-¿Y por qué vas a ir tú? Ir a San Francisco para un juicio no suena como un viaje de placer –Puntualizó Quinn enarcando una ceja. –Es mi novia, quiero acompañarla y ella también quiere que vaya –Contestó Brittany encogiéndose de hombros. -¿Santana te está pidiendo que vayas con ella? –Preguntó la ojiverde entrecerrando sus ojos suspicazmente. –No ha puesto ningún pero, así que supongo que quiere ir conmigo –Planteó la bailarina acomodando un mechón de su rubio cabello detrás de su oreja. –Mmm… ya veo –Murmuró Quinn, sin estar totalmente convencida –En fin, ¿quieres que almorcemos juntas? –Ofreció la rubia, para relajar la situación. –No puedo, le dije a Santana que almorzaría con ella –Brittany hizo un puchero de decepción. “¡Bingo!” Pensó Quinn con rapidez. -Almorcemos las tres juntas, yo invito –Propuso Quinn con una gran sonrisa e irguiéndose en la arena. -¿Crees que sea buena idea? –Preguntó dubitativamente la otra rubia. Nerviosa por imaginarse la reacción de Santana si le decía que almorzaría con Quinn Fabray. –Por supuesto, se que han pasado cosas extrañas entre nosotras, pero dijiste que olvidaríamos lo que pasó –Sonrió la ojiverde - Además, no quisiera que Santana se vaya estando peleada conmigo, es mi amiga a pesar de todo y la quiero –Agregó sinceramente -Así que …. –Dijo esperando una respuesta para completar la oración. –Está bien, iré por Santana al hotel y nos vemos frente a las piscinas – Acordó la bailarina, poniéndose de pie y alborotando juguetonamente el cabello de Quinn. ***

Brittany había tenido dos opciones: La primera, decirle a Santana que había arreglado un almuerzo para ellas y Quinn Fabray como invitada y esperar que la morena lo tomara de la manera más madura posible y aceptara la

invitación; ó la segunda opción, decirle a la morena que almorzarían solamente ellas y que Quinn aparezca tan inesperadamente como para que Santana no tuviera chance de rechazar la invitación. Después de analizar el porcentaje de éxito de ambas propuestas. Brittany llegó a la conclusión de que la mejor manera de decidir eso era mediante una sabia moneda. Y de este modo, Brittany optó por llevar a cabo la segunda y más segura opción. -Deberían demandarte por usar ese bikini, ¿tienes idea de la cantidad de muertes que causas? –Se burlaba Santana tomando de la mano a Brittany mientras caminaba por el lobby del hotel en dirección a las piscinas. –No, pero me conformo con que tú mueras al verme con este bikini – Respondió la bailarina acercando el pequeño cuerpo de su novia al suyo propio tomándola de la cintura. –Lo hago, no lo dudes –Rió Santana colocándose sus lentes negros de aviador, mientras se detenían en busca de una mesa libre alrededor de las piscinas. “¡Brittany, Santana!” Se gritó desde una mesa captando la atención de ambas mujeres. Era Quinn agitando su mano, invitándolas a su mesa. Brittany sonrió fugazmente. -No, de ningún modo me sentaré en esa mesa –Santana cruzó sus brazos sobre su pecho y giró su rostro. –Santana … -Reclamó Brittany tratando de captar la mirada de su necia novia. –Ni siquiera lo intentes –Se apresuró a decir la morena –No me vas a convencer –Dijo, sabiendo de antemano que eso sería difícil de lograr. Brittany siempre sabía cómo hacerle cambiar de opinión. –Tengo hambre, San –Dijo la rubia acariciando el antebrazo de su fastidiada novia –Y no hay otra mesa –Puntualizó. –Pidamos servicio a la habitación –Sugirió Santana rodando los ojos –No quiero comer con ella –Dijo ladeando su cabeza en dirección de la mesa de Quinn. –Estás actuando como una niña –Brittany cogió a su novia de ambos brazos y la puso en frente suyo.

–Estoy actuando como alguien que conoce a Quinn Fabray y que sabe que ella nunca hace nada sin una segunda intención –Explicó soltándose del agarre las manos de Brittany –Y sé que esa segunda intención eres tú – Santana se quitó los anteojos para darle un mayor dramatismo a la situación. –Hablas como si ella fuera una psicópata –Brittany soltó una pequeña risa – Te propongo algo –La rubia volvió a tomar ambos brazos de su novia –Si comemos con Quinn, prometo hacer lo que sea que tú me pidas –Brittany susurró al oído de Santana, sintiendo como esta se estremecía al sentir su aliento tan cerca. –No me vas a convencer con eso –Rió falsamente la morena –Además, siempre estás dispuesta a hacer lo que quiero –Soltó una pequeña sonrisa arrogante levantando sus cejas. –Haré lo que sea que me pidas sin cuestionarte, esto puede ser muy útil si lo sabes aprovechar –Dijo la rubia sonriendo sugestivamente, sabiendo que ya tenía el juego ganado. –Está bien, iré con Quinn –Suspiró la morena y Brittany dio un pequeño salto de triunfo –Más te vale cumplir tu promesa –Advirtió al tomar la mano de su novia. –Juro que lo haré, bebé –Rió la rubia acercándose para dejar un rápido beso en los labios de Santana. *** Tal vez juntar a Quinn con Santana no había sido tan buena idea después de todo. Brittany se convencía de eso con cada incómodo segundo que transcurría en esa mesa. Santana, al saber que Quinn pagaría el almuerzo, había elegido el plato más costoso de la carta. De vez en cuando, la rubia ex porrista intentaba iniciar una conversación, la cual la morena se encargaba de matar con una de respuestas poco corteses. En un principio, Brittany se sintió optimista de lograr que ese par de amistara, pero conforme pasaba el tiempo, lo único que deseaba era haberle hecho caso a Santana y haber pedir servicio a la habitación.

-Voy un momento al baño –Se excusó Brittany para tomarse un respiro de ese tenso ambiente –Traten de no matarse en mi ausencia –Murmuró lo suficientemente alto como para que Santana oyera. Ahora estaban solas y no tenían porque tener cuidado con sus palabras. -Déjate de tonterías y dime ¿qué buscas? –Encaró la morena intimidantemente, aunque no lo suficiente como para asustar a Quinn, quien simplemente se irguió en su asiento. –Solo quiero dejar esta pelea sin sentido, Brittany es tu novia y realmente me gustaría que volviéramos a ser amigas –Dijo la rubia enlazando sus manos sobre la mesa. -¿Por qué tanto interés en volver a ser amigas? Estuvimos perfectamente bien sin hablar por muchos años –Replicó Santana con un dejo de amargura. – Exactamente por eso –Puntualizó Quinn -¿Crees que no necesité a una amiga con quién hablar mientras me divorciaba? ¿Crees que fue fácil casarme sin saber en dónde demonios se había metido mi supuesta mejor amiga? -La voz de la rubia sonaba herida conforme rememoraba aquellos sucesos pasados. -Mandé tu regalo de bodas con mi papá –Contestó la morena con simpleza. –Por supuesto Santana, la vajilla que me regalaste fue una perfecta dama de honor –Ironizó la rubia con una mano en el pecho. –Surgieron cosas importantes en el momento y no pude asistir –Santana rodó los ojos y re hundió en su asiento, deseando que Brittany volviera pronto. -¿Cosas importantes como no querer ver a Rachel? –Preguntó suspicazmente la psicóloga entrecerrando sus verdes ojos. -¿Acaso no puedes dejar de meter ese tema en todas nuestras conversaciones? –Preguntó Santana evidentemente fastidiada por la mención de su ex novia. –Solamente quiero entender qué sucedió para que ustedes terminaran y mucho más para que ella volviera con Jesse –Quinn bajó el tono de su voz mientras se estiraba sobre la mesa para ser escuchada por Santana. –Simplemente caí en cuenta que las cosas no iban bien y bueno, romper fue

lo más saludable –Decía la morena escuetamente. Quinn no lucía convencida. -¿Fue por ella que dejaste Juilliard? –Preguntó la rubia con cuidado. –No, dejé porque Juilliard no fue lo que yo esperaba –Respondía la latina jugando con el borde de una servilleta. -¿Y estudiar leyes sí fue lo que esperabas? –Preguntó con un dejo de decepción en su voz. Santana no tenía una respuesta convincente para esa pregunta. No sabía cómo sostener que estudiar leyes sí había llenado su vida, y mucho menos sabía cómo lograr que Quinn creyera cualquier fundamente insulso. -Todo sería mucho más sencillo si dejaras de mentir –Quinn soltó un pesado suspiro mirando con dolor a su ex compañera. -¿Sencillo para qué? –Preguntó Santana, fastidiada y confundida –No te he pedido ninguna consulta, gracias –Agregó cruzando sus brazos y girando su rostro. –No es difícil darse cuenta que algo malo te ha sucedido –Dijo Quinn dándole un sorbo a su vaso de agua –Pero ocultándolo no vas a superar nada – Sentenció captando la tímida mirada de la morena. -¿Sólo por no asistir a tu estúpida boda piensas que mi vida es un desastre? –Santana recuperó su postura a la defensiva, irguiéndose y escupiendo las palabras una a una. –Lo digo porque nada de lo que dices que pasó, suena como algo que tú harías –Recriminó la rubia –Tú nunca hubieras faltado a mi boda sin aunque sea llamarme, tú nunca hubieras dejado Juilliard por leyes y mucho menos hubieras dejado a Rachel –Quinn cerró sus ojos con frustración –La enana era tu vida, nunca hubieras roto con ella solo porque “las cosas no iban bien” –Dijo haciendo las comillas con sus dedos –Tú hubieras hecho lo imposible por arreglarlo. Cada palabra que salía de la boca de Quinn golpeaba con una fuerza inexplicable en la mente de la morena. Tenía razón, ella nunca hubiera hecho ninguna de esas cosas. -¿Por qué tratas de meterme a Rachel en la cabeza? –Preguntó Santana apretando sus puños bajo la mesa –Ella está casada y yo estoy con Brittany ¿por qué hablar de Rachel ahora? –Preguntó nuevamente.

–Porque no quisiera que lastimaras a Brittany o que ella te lastime en todo caso –Reveló la ojiverde resonando sus dedos en la mesa. Santana soltó un bufido. –Nunca lastimaría a Brittany –Dijo Santana con firmeza. – ¿Por eso te la llevas a San Francisco? –Preguntó frunciendo sus labios. -¿Tú como sabes eso? –La morena ladeó su cabeza confundida –Además ella quiere ir conmigo, yo no la estoy obligando. –Pero tampoco la estás deteniendo aún sabiendo que ese viaje no va a ser de placer –Sostuvo la rubia soltando su servilleta sobre la mesa. -¿A qué te refieres con eso? –Santana no entendía a donde quería llegar Quinn. –Quieres que Brittany pase un mes encerrada en un hotel mientras su novia trabaja el día entero, ó ¿acaso me vas a decir que se la van a pasar visitando cada lugar turístico en San Francisco? –Puntualizó la rubia enarcando una ceja en busca de una respuesta. Quinn tenía un gran y gordo buen punto al respecto y Santana era consciente. Por más que ella lo desee, San Francisco no sería el cuento de hadas que había estado viviendo las últimas 24 horas en Florida. -Ella quiere viajar conmigo –Refutó Santana evadiendo la última pregunta de la rubia. -¿Y por qué no le pides que se quede acá? Al menos aquí estará con sus amigos –Sugirió Quinn encogiéndose de hombros. –Porque no –Contestó la morena sin agregar más. -¿Lo ves? –Dijo Quinn –Es típico de ti, no confías en tu novia –Señaló la rubia. –Sí confío en ella, solamente no confía en el resto de personas –Aclaró la latina. –No puedes tenerla a tu lado las 24 horas del día –Explicó la ojiverde soltando una pequeña risa –No actúes como eras con Rachel. Arrg –Gruñó Quinn –No había momento en el que te separaras de ella y cuando supiste

que ella iría a Juilliard y tú tal vez no, hiciste lo imposible por seguirla –Quinn sabía que se estaba excediendo, pero sabía también, que Santana era un hueso duro de roer. -¿Estás pidiéndome que deje a mi novia durante un mes mientras yo cruzo el país? –Preguntó firmemente la latina entrecerrando sus ojos. –Por experiencia te digo que la distancia muestra la realidad de las relaciones –Explicó la rubia –Son muy pocas las parejas que pueden lidiar con esto. -¿Entonces quieres que Brittany y yo terminemos? –Preguntó Santana con indignación. –Sí tú estás tan segura de amar a Brittany y viceversa, entonces no deberías tener miedo a la distancia –Prosiguió Quinn –Tengo entendido que tú y ella no se han separado desde que se conocieron, ¿cómo estás tan segura que lo que sientes por ella no es solo costumbre? ¿O cómo sabes que Brittany no está confundiendo sus sentimientos? –Preguntó la rubia psicóloga, tomando la total atención de Santana. En ese instante, lo único que Santana sentía por Quinn era un infinito desprecio por ser tan inteligente y por tener tan razón. Desde que Santana conoció a Brittany, no se habían distanciado seriamente, ni por ningún tiempo considerable. Tal vez Santana sí se sentía segura de sus sentimientos por la rubia. Ella era mayor y tenía más experiencia como para sentirse capaz de diferenciar el amor de un simple capricho; pero Brittany, era … Brittany. Ella amaba al mundo entero y eso le preocupaba a la morena. ¿Cómo podría tener ella la certeza de que Brittany no estaba ilusionada? Brittany le había asegurado estar enamorada de ella y a pesar de odiarse por pensar en lo siguiente, Santana necesitaba estar plenamente segura de que Brittany no le iba a fallar. Quinn y Santana se miraban fijamente. La rubia esperaba una respuesta, mientras la morena seguía sumergida en la batalla de su mente. “La cola en el baño era enorme, tuve que irme hasta la habitación y me encontré con Larry ¿lo recuerdas? Uno de mis amigos de la universidad, pero en fin El regreso de Brittany tomó por sorpresa a ambas ex compañeras. Ambas miraban a la bailarina como si hubieran sido atrapadas haciendo algo ilegal. Culpables. -¿Me perdí de algo? –Preguntó Brittany sonriendo hacia su novia y Quinn, sin extrañarse de nada en la mesa.

–De nada importante –Respondió Quinn al ver que Santana seguía sin articular palabra alguna. Santana volvió a enganchar su mirada con la verde de Quinn, acordando silenciosamente guardar en sus mentes y en el pasado, la última charla que habían tenido. *** -¿Crees que haga frío en San Francisco? –Preguntó Brittany mientras hacía sus maletas en su habitación. Santana estaba sentada sobre su cama, tratando de concentrarse en unos mensajes enviados desde Manhattan y fallando en el intento ya que lo único que rondaba en su mente era la conversación que había tenido con Quinn. -Britt, tenemos que hablar – Santana soltó un fuerte suspiro y apagó su Blackberry, posando su mirada en su novia, quien giró inmediatamente hacia ella, sin entender lo que sucedía. -¿Pasó algo? –Preguntó Brittany, tratando de sonar casual a pesar de sentir que su pecho se encogía con el solo hecho de ver el rostro serio de su novia sobre la cama. -¿Estás segura de ir conmigo a San Francisco? –Santana soltó la pregunta con temor. –Por supuesto que sí –Brittany subió a la cama y gateó hasta estar a un lado de su novia. -¿Estás consciente que lo más probable es que apenas te vea unos minutos cada día o a veces ni siquiera te vea porque el trabajo va a ser muy pesado? –Preguntó la latina con preocupación. Esperando un sí cuando lo único que recibió fue un silencio interminable por parte de Brittany. -¿No te gustaría quedarte aquí, con tus amigos? –Ofreció la morena sintiendo un fuerte punzón en el corazón. –Quiero estar donde tú estés –Contestó la ojiazul acariciando el dorso de su mano. –Deberías quedarte y divertirte un poco con tus amigos –Dijo Santana tratando de quitar su rostro de tristeza –En San Francisco, no vas a estar con nadie y no quisiera dejarte sola –Explicó la morena acomodando un mechón del cabello de Brittany detrás de su oreja izquierda.

-¿Por qué cambiaste de opinión, Santana? –Preguntó Brittany un tanto molesta. –Quiero ir contigo –Reiteró la latina –Pero no se me hace justo que vayas y pierdas un hermoso mes, sola en una ciudad tan parecida a Manhattan – Agregó. –No voy a quedarme –Sentenció la bailarina cruzándose de brazos y sentándose en la cama con la mirada fija en la pared –Si no quieres que vaya contigo, entonces volveré a Manhattan y me la pasaré encerrada en mi apartamento con mi gato –Brittany sabía que lo que estaba haciendo era un vil chantaje, pero … demonios, no quería separarse de su novia. –Eso es peor que San Francisco –Respondió la morena, tratando de sacar a su novia de su obstinación. –No me quedaré –Reiteró la rubia. -¿Sabes qué? –Dijo Santana con una sonrisa arrogante –Tienes una promesa que cumplir ¿lo recuerdas? –Preguntó la latina –Prometiste hacer lo que yo te pidiera si es que aceptaba almorzar con Fabray y ¿adivina qué? –Preguntó juguetonamente la morena -¡Lo hice! Así que te toca cumplir y lo que te estoy es que disfrutes tus vacaciones con tus amigos, mientras yo trabajo ¿Está bien? –Inquirió con una inocente y a la vez maliciosa sonrisa. Las entrañas de Brittany se carcomían con rapidez al pensar en lo tonta que había sido en ofrecerle un deseo sin límite alguno a su novia. Una abogada. Y como bueno integrante de la familia Pierce, Brittany cumpliría su promesa. -Te odio –Dijo sin ningún humor la bailarina aún cruzada de brazos y sin mirar a su novia. –Te amo –Respondió Santana rozando la punta de su nariz en la mejilla enrojecida de Brittany. –Yo también lo hago –Corrigió la rubia, relajando un poco su rostro y dibujando una triste sonrisa al ver los ojos oscuros de Santana. *** Estaba a punto de marcar la medianoche y Brittany deseaba con todas sus fuerzas poderse encontrar en su habitación del hotel, abrazada al tibio

cuerpo de Santana y susurrándole al oído lo mucho que la amaba; pero en lugar de eso, se encontraba caminando por el frío aeropuerto internacional de Miami, cargando una de las tantas maletas de su novia y esperando a que su vuelo se anunciara. “Los pasajeros del vuelo 158 con destino a San Francisco, California, abordar por la puerta 5” Santana llevaba un buen rato sentada junto a Brittany, tomando su mano y diciéndole al oído que todo iba a estar bien; mientras a su lado izquierdo tenía a Quinn, ayudando a cargar un par de maletas más. -Creo que me llaman –Suspiró Santana al oír nuevamente el anuncio de su vuelo. –No quiero que te vayas –Susurró Brittany contra el cuello de Santana, abrazándola fuertemente. –Nena, solo serán unas cuantas semanas y luego te veré en Manhattan, además te llamaré todos los días y así no nos extrañaremos tanto –Repetía Santana acariciando la espalda de su inconsolable novia. –Promételo –Ordenó Brittany limpiándose las lágrimas que caían por su rostro. –Lo prometo, Britt –Aseguró la morena disipando las pocas lágrimas que quedaban en las mejillas la rubia. –Ahora dame un beso –Pidió juntando su frente a la de Santana. –Que exigente eres –Rió antes de tomar el labio inferior de Brittany entre los suyos y empezar el beso más dulce que había imaginado. Y en ese momento, Santana quiso mandar al diablo su trabajo y todo lo que Quinn había dicho; pero nuevamente descubrió que ya era muy tarde para arrepentimientos. -Que te vaya bien, Santana –Quinn se acercó cuidadosamente hacia la morena, y extendiendo su equipaje de mano. –Prométeme que no intentarás nada en mi ausencia –Susurró mirando en la profundidad de esos ojos verdes en los cuales ella confió por muchos años. –Tranquila, respeto lo que ustedes tienen –Confesó la rubia psicóloga

sonriendo con sinceridad y apretando ligeramente el hombro derecho de la morena. –Entonces prométeme que la cuidarás y no dejarás que me olvide – Pidió asegurándose de que Brittany no la oyera. –Lo prometo –Respondió Quinn, envolviendo a la latina en un tímido abrazo. La llamada de la partida del vuelo volvió a repetirse y Santana realizó que era el momento de partir. Conectando su mirada por última vez a la de Brittany y sonriendo confidentemente hacia Quinn, la morena giró y cruzó la puerta de embarque. “Ella me ama” Pensó Santana al subir a su avión y ver en los grandes ventanales del aeropuerto a Brittany, buscándola con ese par de ojos azules entre toda la multitud. *** -No entiendo por qué cambió de opinión –Decía Brittany mientras Quinn manejaba de regreso al hotel. –Ya deja de mortificarte, Santana te quiere y quiere que te diviertas – Reafirmaba la ojiverde virando el timón de su camioneta hacia la derecha. –Sigo sin entender –Repitió la bailarina mirando hacia la ventana, tratando de encontrar el avión de Santana en el cielo. –Relájate un poco ¿quieres que prenda la radio? –Preguntó Quinn a lo que Brittany solamente se encogió de hombros como respuesta. En el intento e Quinn por buscar una buena emisora, cayó en una que captó la atención de la otra rubia por la canción que sonaba. –Déjala ahí –Pidió Brittany un poco más animada –Es la nueva canción de Rachel Berry. Quinn enarcó una ceja al ver como Brittany se erguía en su asiento para cerrar sus ojos al compás de la canción. -¿Te gusta su música? –Preguntó confundida la ojiverde. –Amo su música –Corrigió Brittany moviendo sus manos como olas –Si ella no estuviera casada y fuera gay, hace mucho me hubiera convertido en su acosadora –Dijo la bailarina con una pequeña risa. Quinn miró la escena con ojos escépticos, preguntándose sí Brittany

realmente no tenía ninguna noción de la existencia de Rachel en la historia de su novia. -Que interesante saber eso –Agregó Quinn aún incrédula de ver a la actual novia de Santana, bailando al ritmo de la música de la ex novia de la morena. Parecía que a pesar de todos los muros que Santana construía, Rachel Berry siempre encontraba una forma de colarse en su vida. *** Flashback Manhattan. Una vez una profesora de primaria le dijo a Santana que un hombre era capaz de sobrevivir por más de 6 semanas sin alimento, pero que solamente lograría seguir vivo 2 ó 3 días en el caso de no tener agua. Santana había grabado eso en su mente como un buen dato en el hipotético caso de quedarse perdida en una isla desierta en algún momento de su vida. Pero ahora, después de un poco más de una década de haber aprendido eso, Santana había encontrado algo mucho más esencial que el agua en su sistema. Algo que su propia novia le estaba negando a causa de un estúpido consejo de Jesse St. James. El sexo. Por más superficial que eso pudiera sonar, Santana lo sentía de esa manera. Sentía morir cada noche en la que llegaba a su departamento, e intentaba relajarse al lado de su novia para solo recibir un rechazo. Acorde a Rachel, su relación tenía que basarse en el arte y la inteligente; no en el placer físico. Es por eso que cada noche en la que Santana intentaba llegar más allá de un par de besos, la pequeña castaña iniciaba lo que Santana llamaba “el somnífero del día” que consistía en cualquier cosa con tal de distraer el propósito inicial de la latina; ya sea con interminables horas de compartir ideas sobre un tema en específico o cualquier actividad como ver películas, armar álbumes de fotos que sabían nunca volverían a tocar u organizar cada disco, por letra, género o cualquier clasificación. En un principio Santana no insistía ya que intentaba ser una buena novia apoyando a Rachel, además que tenía demasiada confianza en que [i]ese asunto de la abstinencia no duraría mucho.

Para sorpresa y desgracia de Santana, ese asunto de la abstinencia ya llevaba casi 14 días efectuándose y dejando sus primeros estragos en la morena. -¿Hasta cuándo piensas seguir con esto? –Preguntó un tanto fastidiada la morena después de haber intentado por milésima vez quitar la playera que Rachel usaba. –Hasta que dejes de tomar esto como una broma, Santana –Contestó la castaña sentándose al filo de la cama de su habitación –No nos vemos en todo el día, y cuando nos vemos en lo único que piensas es en eso –Agregó pasando ambas manos a través de su cabello. –No trates de hacerme ver como una mala novia –Santana levantó su dedo índice indicándole a la castaña que no se excediera en sus palabras –¿Acaso no soy yo la que escucha todo lo que hablas? ¿Acaso no fui yo la que clasificó todas las películas por orden de trascendencia en tu vida? – Reprochó la latina frunciendo su ceño y caminando alrededor de la habitación. –Discúlpame por el castigarte haciéndote pasar tiempo conmigo –Ironizó la castaña agachando la cabeza, sintiendo el trago amargo pasar a través de su garganta. -Sabes que no lo digo en ese sentido –Santana bajó el tono de su voz al ver la tristeza de Rachel –Es solo que… me encanta hacer esas cosas contigo pero también me gusta sentir que soy tu novia –Dijo la morena arrodillándose a la altura de la castaña para tomar su mentón y levantar su rostro. –Eres mi novia –Aseguró la judía haciendo un puchero. Santana sonrió y lo único que deseaba era besar ese adorable rostro de su novia. –Lo sé, es solo que pasas tanto tiempo con Jesse… -Suspiró la morena y Rachel se soltó inmediatamente del agarre de la latina. -¿Esto es sobre Jesse? –Preguntó Rachel frunciendo su entrecejo y poniéndose de pie, haciendo tambalear a Santana. –Él fue el que te metió la estúpida idea de la abstinencia –Recordó Santana encogiéndose de hombros. –No es una idea estúpida, es estúpida para ti porque lo único en lo que piensas en tener sexo como una adolescente –Respondió frustrada y

cerrando sus ojos con fuerza. –Claro, Jesse es todo un adulto–El sarcástico tono de Santana emergió. - ¡¿Qué tiene que ver esto con Jesse?! –Gritó Rachel llevando sus manos al aire -¡Él tiene novia! –Él aprovecha que no estoy cerca para llenarte la cabeza de ideas y no confió en él –Confesó Santana señalando a la judía. –Entonces deberías confiar en mí –Rachel soltó un pesado suspiro –Hoy voy a dormir en el sofá –Avisó antes de mirar con dolor a su aún novia y salir de la habitación. Y esa noche, Santana no tuvo intimidad, ni algún “somnífero del día”. Esa noche, solo tuvo soledad y con eso realmente, no creía poder vivir Fin del flashback. 27 CAPÍTULO 27:Hacerte sentir mi amor Había pasado 1 hora desde que Santana se había acomodado en la cama de la habitación 105 del hotel “Drisco”, con toda la intención de desconectar su mente y poder dormir hasta las 6:00 a.m que sería la hora en la que tendría que volver a usar aquellos ajustados trajes de oficina para presentarse a su primera junta con Will Richmond, su representado; sin embargo, la morena no había contado con la intempestiva invitación a través de Skype de cierta rubia deseosa de realizar una videollamada en plena madrugada. Al ver aquella invitación en la pantalla de su computador, Santana no pudo evitar sonreír cansadamente para luego preguntarse de dónde Brittany había conseguido una computadora disponible a las 3 de la madrugada. Sea como sea, la morena no podía dejar de pensar que tenía a la mejor y más adorable novia de los Estados Unidos. “Hace 4 horas que me fui y ¿ya estás buscándome? ¿Nunca te cansas de mí?” Santana reía divertida mientras veía a su novia a través de la pantalla de su lap top. Brittany parecía encontrarse en su habitación del hotel, sonriendo pero a la vez luciendo cansada por la espera.

“Tenía que asegurarme que habías llegado bien a San Francisco” Brittany se encogió de hombros mientras apretaba sus labios formando una inocente sonrisa. “Una persona normalmente llamaría por teléfono para corroborar eso” La morena soltó una risa divertida cruzando sus brazos frente al computador. “Escuchar tu voz no es suficiente para dejarme tranquila, pudieron haberte secuestrado y grabado tu voz para que yo no sospechara nada” Explicaba la rubia haciendo gestos con sus manos a través de la pantalla. Santana soltó una risa ahogada al oír las teorías de su novia. “¿Por qué no solo admites que ya me extrañas?” Preguntó Santana, mientras recogía su cabello en una coleta y sin dejar de sonreírle a Brittany, quien no pudo evitar ruborizarse ante la pregunta. “Te extraño, te necesito y te amo, Santana ¿acaso no lo sabes?” Dijo la rubia tratando de esconder su enrojecido con su mano derecha. “Wow, nena realmente eres muy cursi” Santana rió al ver como Brittany no podía regresar su mirada a la pantalla por la vergüenza “Pero yo también te extraño, te necesito y te amo, Britt” Confesó la morena, logrando que la ojiazul tuviera el valor de volver a mirarla. Y de esa manera el tiempo había volado; hablando de lo mucho o poco que habían hecho en las 4 horas que llevaban separadas, de lo mucho que Brittany había tenido que insistirle a Quinn para que le prestara su lap top y diciéndose palabras que la propia Santana jamás pensó volver a decir con la facilidad con la cual salían cuando iban dirigidas hacia Brittany. “Britt, tengo que despertar a las 6 de la mañana” Santana frunció ligeramente su ceño al fijarse en el reloj del computador que marcaba las 4 de la madrugada. “Bueno, ya estás despierta, así que tienes 2 horas de ventaja” Dijo Brittany tratando de desviar el inevitable punto al cual Santana quería llegar.

“Britt …” Santana miraba a su novia con los brazos cruzados y una sonrisa incrédula “Tengo que dormir un poco” Agregó restregando sus ojos con sus puños. “Pero yo quiero seguir hablando contigo” Brittany hizo un puchero frente a la cámara, provocando que Santana quisiera viajar de regreso a Florida solamente para besar ese adorable rostro. “Lo sé, pero tu novia no va a dar muy buena impresión si llega con ojeras a su primer día de trabajo” La morena soltó una risa cansada. “Está bien…” Suspiró Brittany “Duerme, yo me quedo aquí” Agregó con simpleza. Santana enarcó una ceja, un tanto confundida por la última expresión de la rubia. “¿Te refieres a tu habitación, en Florida, cierto?” Preguntó la latina asintiendo lentamente. “Claro, tontita” Se rió la bailarina arrugando su nariz “Y en Skype también, esperando a que despiertes” Respondió con una sonrisa sincera. “¿Hablas enserio?” Santana trataba de encontrar la mentira en el rostro de la ojiazul. “Por supuesto, me encanta verte dormir, no te preocupes” Brittany sonrió nuevamente “Siempre te veo dormir y es genial, haces esos gestos raros con tu nariz” La rubia rió ligeramente “Te ves totalmente adorable cuando los haces” . “Okay … acabo de descubrir que mi novia tiene un gran complejo de vampiro” La morena abrió sus ojos ante la sorpresa “Pero, hoy te irás a dormir Edward Cullen, ¿entendido?” Santana apuntó con su dedo índice hacia la pantalla. “No, yo quiero verte dormir” Refutó la bailarina “O mejor aún, hay que dormir juntas” El rostro de Brittany se iluminó repentinamente, Santana empezaba a creer que su novia estaba perdiendo la razón por no dormir “Solamente sigue conectada a Skype y deja tu lap top a tu lado, así tú me

verás dormir y yo a ti y luego despertaríamos juntas” Explicaba Brittany con sus ojos brillantes de la emoción. Santana estaba totalmente convencida que Brittany acababa de enloquecer. “¿Y qué te parece si luego nos duchamos juntas y me muero electrocutada?” Dijo Santana con su voz repleta de sarcasmo. La expresión de Brittany cayó de inmediato al ver que la morena se burlaba de su entusiasmo por pasar tiempo a su lado “Lo siento, no quise hablarte así, es solo que quisiera que entendieras que no podré pasar el día entero llevándote a todos lados en mi computadora” Explicó la latina apretando sus labios “Además me pongo de malhumor cuando no duermo bien” Agregó ladeando su cabeza hacia la izquierda. “Está bien, Santana” Se rindió Brittany “Vete a dormir, otro día hablaremos” Dijo evidentemente triste por la situación. La morena sintió una ráfaga de culpa emerger de su cuerpo. “Hablaremos en mi hora de almuerzo, ¿está bien, hermosa?” Propuso la latina esforzándose por seguir despierta y sonriente. “Como quieras, San” Brittany sonrió débilmente, sintiendo que comprometía a Santana a algo que no deseaba hacer. “Te amo, Britt-Britt” Reafirmó la morena tocando la pantalla de su computador con la punta de sus dedos, tratando de trazar las facciones de la rubia. “Igual yo” Contestó la bailarina dibujando una tímida sonrisa en sus labios al oír su sobrenombre salir de la boca de la morena “Duerme bien, San” Se despidió la ojiazul, para luego y sin ninguna palabra más, cerrara su sesión en Skype. Santana cerró su lap top con lentitud, soltando un pesado suspiro y quedándose con un poco agradable sabor en su boca causado por las últimas palabras que había intercambiado con Brittany. Tragó saliva nuevamente tratando de quitarse el agrio sabor, pero solo consiguió sentir su garganta doler al recordar que no tendría la noche entera para abrazar y besar a

Brittany hasta estar completamente segura que todo andaba bien entre ellas.

“No debí hablarle así” Se reprochaba Santana con sus ojos cafés fijos en el techo de la oscura habitación; preguntándose también si era posible que en menos de 6 horas de separación, su relación podría terminar, además de imaginarse los diversos escenarios en los cuales Brittany podría finiquitar la relación que acababan de empezar. Y las respuestas a aquellas preguntas le tomó a Santana esas tan preciadas 2 horas que tanto había insistido en aprovechar y por las cuales su aún novia había dibujado aquella triste expresión que solo lograba que el corazón de la morena se encogiera dolorosamente. “Va a romper conmigo” Y con ese pensamiento y su pecho acongojado, Santana cayó dormida. ***

Ir a trabajar por primera vez junto a William Richmond vistiendo un traje que no combinaba en la tonalidad de colores –Gris y plomo, eran colores muy distintos para Santana –además de una cabellera muy rebelde sumada a unas marcadas ojeras, no habían sido parte del plan original de Santana al llegar a San Francisco; pero para su mala suerte así se encontraba después de una batalla en su propia mente en la cual había llegado a la conclusión de que había sido una terrible idea el haberle hecho caso a Quinn Fabray sobre alejarse de Brittany. Santana se miró fijamente en el espejo de cuerpo completo que había en el armario de la habitación, notando lo mucho que le hacía falta una nueva vestimenta, un buen tratamiento capilar y unas buenas horas de descanso. Y con ese poca favorable visión de sí misma, se atrevió a preguntarse algo que nunca antes se había detenido a pensar. ¿Qué había encontrado Brittany en ella? Sin duda Brittany era la mujer perfecta; agradable, divertida, sincera, honesta; eso sin mencionar lo ridículamente sexy que era. Como lo había dicho Santana, la bailarina era perfecta y aún así se había fijado en ella;

alguien llena de inseguridades, insatisfecha consigo misma, con un sentido del humor tan hiriente como sus palabras cotidianas, eso sin mencionar lo mala novia que se consideraba además de los muchos desplantes que le había hecho a Brittany desde que se conocieron. En efecto, la morena sabía que era atractiva, pero no consideraba eso como un motivo lo suficientemente poderoso como para soportar todo lo que Brittany había soportado y esperado por ella. Era ilógico para la latina, que alguien como Brittany quisiera ser su novia. Y al haberse cuestionado la naturaleza del amor de Brittany; Santana llegó a la conclusión de que en cualquier próximo momento la propia Brittany se lo preguntaría y en ese instante, aquella venda de ilusión que llevaba, caería y buscaría a alguien mejor que Santana. A alguien que sí valiera la pena. Santana no pensaba romper con ella. La morena esperaría a que la propia Brittany lo hiciera en todo caso. Uno, para que ambas pudieran ahorrarse el dolor; a Brittany de sentirse insuficiente como para ser amada, y a Santana, de amar demasiado para luego perderlo todo. Era confuso y Santana lo sabía. Ella quería amar a Brittany, pero sabía que si lo hacía completamente y sin ninguna reserva, a sabiendas de no tener alguna garantía de por vida que le asegurara la felicidad; el día en el cual, por cualquier motivo, se terminara lo que tenían, ese día, el frágil corazón de Santana, firmaría su cruel deceso. Era por eso que amar a medias y miedos, era conveniente y mucho más fácil de controlar. Y eso era lo que Santana se encontraba dispuesta a hacer. Amar a medias, sabiendo que tarde o temprano Brittany se daría cuenta que ella era demasiado perfecta como para un ser como Santana. Uno con muchas fallas de naturaleza. ***

Santana, agradeciendo silenciosamente al destino haber decidido dejar a su Blackberry con la batería vacía para así evitar, aunque sea por un día, la llamada final de Brittany, en la que esta le dijera que deseaba encontrar a alguien mejor; había llegado a las oficinas de Morrison y Asociados en San Francisco, sintiendo por un momento, la deliciosa sensación del poder

bombeando por sus venas al ser llamada Licenciada López por cada cuanta persona que conocía en su camino hacia la oficina temporal que sería asignada para sus reuniones con el importante Sr.Richmond. La morena tomó una gran bocanada de aire al caminar por el pasillo que la llevaba hacia su oficina; sonriendo al percatarse de la tranquilidad y seriedad del edificio. Ahí no tenía que preocuparse por algo aparte de hacer un trabajo satisfactorio, no tenía necesidad de cuidar sus palabras para no dejar escapar nada que pueda ser jugado en su contra. En ese edificio, Santana era una extraña para todos con la misión de ayudar a salir de apuros a otro extraño. -¡Buenos días, jefa! ¿Qué tal las vacaciones? – Tal vez era una extraña para casi todos. -Mmh Ralph… -Dijo Santana en modo de saludo – Por un momento pensé que me darían un nuevo asistente durante mi estadía –Comentó mientras examinaba de pies a cabeza al castaño vistiendo una camisa azul a cuadros que combinaban a la perfección con sus grandes lentes de marco negro y su engominado cabello. –Creo que ellos sabían, que usted no podría vivir sin mí –Respondió encogiéndose de hombros con una sonrisa de medio lado. Santana soltó un bufido. -¿Qué tal las vacaciones? –Preguntó nuevamente el asistente enarcando una ceja muy al estilo de Quinn Fabray al intuir algo. –Dejando de lado tu inoportuna llamada, puedo decir que no me quejo de estos últimos días –Santana se encogió tratando de no darle mucha importancia al asunto pero olvidando percatarse de aquella inconsciente sonrisa que se había dibujado en sus labios al recordar brevemente una desnuda figura femenina sobre ella y susurrando su nombre mientras besaba su barbilla. –Según el último estado de Facebook de Brittany Susan Pierce hace 3 días – Ralph giró la pantalla del computador sobre su escritorio para permitirle ver a la propia Santana -Ella dice estar viviendo las mejores vacaciones de todos los tiempos al lado de la persona más genial de todos los tiempos –Leyó el

castaño sonriendo traviesamente hacia su jefa. Santana volvió a sonreír al recordar el momento en el que aquel estado había sido escrito. La morena acababa de decir te amo por enésima vez mientras descansaba sobre el desnudo y aún agitado pecho de Brittany después de haber tenido la más alucinante noche de amor, Brittany seguía con sus ojos cerrados asimilando que todo aquello en realidad estaba sucediendo mientras rozaba la espalda de Santana con las níveas yemas de sus dedos, trazando corazones y su propio nombre, tratando de dejar un marca en la morena, fue en ese momento que la rubia bromeó diciendo que la mejor manera de lograr que ese instante nunca se borrara de la historia era escribiéndolo en Facebook y a pesar de haber sido solo una broma, Santana tomó el celular de Brittany y al encontrar la cuenta de la rubia abierta, decidió guardar aquella noche para la posteridad a través de un estado de Facebook. -Ella tuvo unas muy buenas vacaciones –Respondió Santana con una discreta sonrisa y sin evitar ruborizarse ante los múltiples recuerdos. –Qué lastima que se quedó sola en esa playa –Agregó suspicazmente el castaño con una fingida expresión de pena –Tal vez un amigo debería ir a hacerle compañía –Propuso tratando de fastidiar un poco a Santana y de paso lograr que su jefa le diera más información al respecto. –Lamento avisarte que mi novia, Brittany –Santana acentuó el tono de su voz al decir las últimas palabras y soltando una sonrisa altiva y maliciosa al ver la expresión del rostro de Ralph. Tal vez Santana no estaba segura del tiempo por el cual podría seguir llamando a la rubia de esa forma, pero mientras pudiera, lo haría y se lo restregaría a Ralph –No necesita a ningún amigo que le haga compañía, además que ya es hora que aceptes que no tienes ninguna oportunidad con mi chica ¿entendiste, St.James? –Ralph solo rió incrédulo al realizar que finalmente, Brittany había logrado su cometido y había encontrado la forma de entrar en el corazón de su jefa. –Wow, veo que sí fueron unas muy buenas vacaciones ¿no fue así? –El castaño obvió la pregunta anterior de Santana cruzándose de brazos y recostando su peso en el escritorio para relajarse. Santana suspiró soñadoramente, dejando caer el peso de sus hombros.

–Las mejores –Contestó con una sonrisa tímida y juvenil pero a la vez nostálgica, que a pesar de todo, le devolvía todo el resplandor a su rostro. Convenciendo hasta al propio Ralph de que sí su jefa era hermosa por naturaleza, estando con ese brillo del amor en sus ojos, no podía ser otra cosa más que un ángel. ***

Conforme pasaban las horas Santana se preguntaba si realmente William Richmond había despedido a su anterior abogado, o era este el que había optado por renunciar antes de embarcarse en un aparente caso perdido. El gran hombre de negocios no solo enfrentaba un divorcio, sino una demanda por adulterio además de un interpelo de parte de su aún esposa, reclamando la mitad de la fortuna de hombre dado que el muy importante señor no había tenido el sentido común de firmar un contrato pre-nupcial al casarse por 3ra vez. -Esta vez estaba seguro que ella era la indicada –Confesó William Richmond reposando su mano derecha sobre su rostro, más que nada para ocultar la pena del momento en el que su nueva abogada le preguntaba cómo un hombre de su estatus y fiereza en los negocios había podido ser tan inocente con un contrato –El amor te ciega –Continuó, sonando sincero en sus palabras. Santana dejó por un momento de pensar como una abogada, para darse un tiempo de pensar como una humana enamorada y preguntarse por un breve instante qué tan ciega había sido con Rachel y qué tan ciega podría llegar a ser por Brittany. ***

Era la primera vez en varios días que la temperatura de Miami estaba a tal altura, 31 grados y en aumento, acompañados por el gran y brillante sol que parecía querer albergar a todos en un fuerte y amarillo abrazo. No era concebible que alguien no estuviera en la playa, sin mucha ropa y con un potente bloqueador; pero Brittany era la única retadora al tentador clima,

prefiriendo quedarse en su habitación del hotel, frente a su computadora, esperando por cierta persona que le había prometido conversar con ella durante su hora de almuerzo. -Ni siquiera sabes a qué hora almorzará –Quinn había decidido quedarse junto a Brittany en su habitación. Creyendo en un principio que ella sería capaz de convencer a la rubia bailarina de salir a caminar por la playa en un día tan hermoso o de al menos darse un baño, pero ya llevaba 2 horas, sentada al pie de la cama que había sido destinada para Santana en un comienzo, mirando con tedio como Brittany, aún en pijamas, no despegaba su mirada de la lap top que ella le había prestado. –Es por eso que la estoy esperando –Contestó Brittany con una pequeña risa, mientras revisaba la página de su universidad para entretenerse en la espera. –Santana te llamará cuando se vaya a almorzar, no tienes que esperar todo el día –Replicó Quinn, sintiendo el bochorno de estar encerrada en una habitación. –Sé como es Santana, y si no me encuentra va a pensar que olvidé nuestra cita –Explicó la rubia con simpleza, esperando un poco de comprensión. -¿Entonces vas a pasar el día entero esperando por ella? –Preguntó Quinn pasando ambas manos por su rubia cabellera. Brittany soltó un bufido. –Esperaría una vida por ella –Respondió Brittany nuevamente con simpleza, como si lo dicho no fuera más que una muy conocida verdad. ***

Santana no se conectó. Ni al mediodía, ni a las dos horas después, ni en ningún momento de la tarde en la cual Brittany empezaba a quedarse sin uñas y esperanzas por las larga espera. Brittany, con el corazón en la garganta por la decepción, le había devuelto la computadora a Quinn, sintiendo que de quedarse solamente sería para que hiciera el ridículo esperando a una novia que parecía disfrutar la distancia.

Una novia que le había prometido llamarla a diario, y que le había dicho que hablarían durante un almuerzo que nunca había llegado. Con angustia, Brittany se preguntó si era posible que un día, la gran Santana López hubiera perdido el encanto por ella y con eso, empezaron a llegar a su rubia cabeza las ideas sobre como mejorar para ser merecedora del amor de Santana; de ese amor tan salvaje y añejo que Brittany deseaba tanto; ese amor que pudo saborear por unos días en Florida y al cual se sentía adicta. Pero lo que la rubia enamorada no sabía era si Santana no había cumplido con su promesa de hablar con ella, no había sido porque a la morena no le hubiera importado la cita, o porque tuviera mucho trabajo que le impidiera conectarse a Skype. Había sido por miedo a que le rompieran el corazón durante su primer almuerzo en San Francisco. Santana quería tener el consuelo de decir que había durado un día en San Francisco teniendo novia. ***

Sin muchas penas, ni tampoco glorias, Santana había retornado de su primer día de trabajo junto a William Richmond. Y a pesar de haber creído que trabajar con aquel magnate, le traería fabulosas lecciones de éxito; las pocas cosas que había aprendido era que amar con tanta efusividad y entrega, como Richmond había hecho con sus 3 esposas y sus furtivas amantes, solamente le había traído problemas y dolores. Santana se despojó de aquel traje gris que no le permitía sentarse con comodidad, cambiándolos por aquella pijama improvisada que siempre lograba atraer la atención de Brittany. La morena sonrió al recordar como los ojos oscuros de Brittany se oscurecían cada vez que la veía desvestirse o caminar por la habitación en nada más que su playera blanca. Santana volvió a sonreír, pero esta vez con tristeza, preguntándose lo que ella y Brittany estarían haciendo en el caso de que la morena no se hubiera ido de Florida. Tal vez estarían caminando por la playa tomadas de las manos, dibujando sus nombres sobre la arena y besándose solo porque tenían la fuerza de hacerlo. Estarían en su burbuja de amor, sin preocuparse de lo mucho o poco que su relación duraría y adivinando lo que la otra pensaba. Eso era lo que Santana más necesitaba en ese momento y lo último que podía hacer estando al otro lado del país.

Con pereza, Santana cogió su Blackberry y soltándolo al instante de recordar que seguía sin baterías. Con cansancio la morena encontró el cargador entre sus maletas y enchufó el aparato al recordar que habían más personas aparte de Brittany que podían necesitarla. Aún recostada entre las almohadas, Santana encontró el aviso de 3 mensajes de texto recibidos de un solo remitente y un mensaje de voz. Todos eran de Brittany, y Santana no sabía que esperar de esos. Mensaje 1, recibido a las 6:10 a.m: “Que tengas un buen día San, te amo (:” Britt-Britt. Mensaje 2, recibido a las 12:01 p.m: “No tienes ideas las ganas que tengo de ver tu rostro, aunque sea en una pantalla ¿a qué hora es tu almuerzo?” Britt-Britt Mensaje 3, recibido a las 6:33 p.m: “No te conectaste :(, espero hablar contigo pronto, San. Tu amor me hace mucha falta” Mensaje de voz, recibido a las 6:35 p.m “San, sé que eres una mujer ocupada, pero enserio quiero hablar contigo. Tal vez no te hable de nada importante, tal vez solo te hable de cómo Quinn ha dormido por más de 5 horas, tal vez nada de lo que te hable pueda ser muy inteligente y que pienses que te estoy haciendo perder el tiempo; pero lo único que realmente quiero es escuchar tu voz aunque sea un vez en el día. Es difícil estar separada de ti, y sinceramente, no sé como duraré un mes de esta manera, pero lo único que te pido para mantenerme entera por 30 días es escucharte. Te extraño, te necesito y te amo, Santana.” Santana colgó el buzón de entrada con rapidez, sintiendo su cuerpo temblar y sus ojos llenándose de unas incontenibles lágrimas al haber oído la voz pura y angelical de Brittany. Recordándole que la extrañaba, necesitaba y amaba; rogándole por escuchar su voz. La morena liberó sus lágrimas, dándose cuenta que se encontraba llorando de felicidad y a la vez de frustración. Se sentía como una grandísima tonta, pero se sentía como la más afortunada

tonta en el planeta. Santana recordó fugazmente lo que Quinn había dicho sobre el amor que Brittany decía sentir además de la pregunta que había estado carcomiendo su mente durante todo el día: ¿Qué había encontrado Brittany en ella? Y por primera vez desde que había despertado, la morena se sintió capaz de sonreír por voluntad propia al darse cuenta que si alguien como Brittany estaba dispuesta a darle una oportunidad a alguien como ella, tan dañada como se sentía, era porque la propia rubia tampoco era perfecta, es más, era un ser golpeado por el amor al igual que Santana que a pesar de la corriente, quería volver a amar con la misma necesidad con la cual la morena quería volver a ser amada. Esa noche, Santana tomó su teléfono y marcó con presura el número de Brittany, pidiéndole una cita a través de Skype. Ambas en pijamas y tratando de decirse cuánto se comprometían a estar juntas solamente con la mirada, pasaron su primera cita. Riéndose de todo y sintiendo que el tiempo se había acabado de detener solo para lograr que ambas recuperaran aquel día de suposiciones erróneas. “Mañana tengo que trabajar” Dijo Santana con una pequeña sonrisa mientras pasaba una de sus manos a través de su negro y lacio cabello. “Bien, mañana hablaremos de nuevo” Respondió Brittany, sintiendo una pequeña pena por tener que esperar muchas horas para volver a ver a su novia. “¿Y por qué no …? Santana no sabía como continuar la pregunta “¿Por qué no dormimos juntas?” Dijo ruborizada y llena de sinceridad en sus ojos y palabras. “Yo quiero el lado derecho” Respondió Brittany con una sonrisa que Santana había extrañado durante todo ese día. Y de ese manera, ambas en una pantalla de computadora, durmieron juntas, sintiendo el respirar de la otra tan cerca que por un momento creyeron que seguían en la misma habitación.

Brittany y Santana. Ambas eran un par de seres mal funcionantes dispuestas a encontrar el amor en un mundo sin esperanzas para personas como ellas, que amaban demasiado y sufrían con la misma intensidad. Flashback Manhattan: Como era de esperarse Santana y Rachel no soportaron una pelea que durara más de un par de días. Ambas tenían un carácter desbordante y un orgullo que no les permitía lamentarse cuando cada una creía tener la razón, así que siguiendo sus convicciones ninguna pidió disculpas a la otra por la discusión, ni siquiera se mencionó la discusión; lo único que sucedió que arregló la situación fue el silencio y el promesa de olvido que ambas habían hecho en el momento en el que Rachel se escabulló nuevamente a su habitación y luego hacia la cama que solía compartir con Santana, se acurrucó lentamente en el pecho de la morena y de esa manera continuaron con su noviazgo, actuando como si nada de lo malo hubiera ocurrido. Eventualmente, Rachel tuvo que ceder a sus propias necesidades fisiológicas, acabando así con la temporada de abstinencia; logrando con esto el regreso de sus días felices al lado de su novia. Pero a pesar de que ambas hubieran arreglado sus problemas en un mutuo pacto silencioso, Santana seguía sintiendo un gran desagrado por el ex novio y ahora casi mejor amigo de su novia, Jesse St.James. La latina sentía que era suficiente con tener al castaño bajo su misma casa de estudios y oír como los maestros hablaban de un “tal St.James” como una futura promesa del teatro, como para tener que escuchar a Rachel hablando de él y sus anecdóticas historias durante la noche. Era como vivir infestada de Jesse’s St. James por todos lados, oyendo lo maravilloso que él era mientras tanto ella seguía siendo una alumna de primer año, a la cual no le daban ninguna oportunidad para demostrar lo extraordinaria que también podía llegar a ser.

Así lo percibió Santana hasta el momento en el que un muy sonado rumor en la academia se confirmó: Juilliard haría una nueva versión del musical Spring Awakening para fin del primer semestre. Santana no cabía en ella al enterarse que las audiciones serían abiertas a

todos los estudiantes, no porque fuera muy fanática del musical, sino porque, de obtener el rol principal, dejaría de ser una alumna más para convertirse en una promesa mucho más grande que el propio St.James. Pero lo que la morena no había considerado detenidamente, era el hecho que su novia coincidía con ser una ávida fanática de los musicales de Broadway, y Spring Awakening no era la excepción. Ambas estaban muy al tanto de las audiciones y mucho más de los deseos de la otra por obtener el papel estelar de Wendla; pero era un tema demás incómodo de tocar así que ambas se limitaron a guardarse sus opiniones en un profundo silencio hasta que el propio tiempo las obligara a decidir. No fue sino, hasta un par de días antes del cierre de inscripciones, que Santana y Rachel notaron que el gran momento había llegado. Sin embargo, el hablar del tema no desató ningún desastre como el que ambas pensaban que sucedería; al contrario, ambas tomaron el tema con una madurez que no sabían que poseían hasta el momento de la acción. Eso de lo que hablaban, eran sus carreras y eso era algo en lo que ninguna se sentía con derecho de interferir. -Que gane la mejor –Dijo Rachel Berry con un sonrisa mientras se acurrucaba sobre el pecho de su novia antes de dormir y después de haber pasado más de un par de horas hablando sobre sus deseos por aquel rol estelar. Aunque la sensatez y madurez duró menos de lo prometido al darse por conocido que el rol estelas masculino había sido dado a Jesse St.James y que la persona que interpretara a Wendla tenía que ser alguien capaz de crear una pareja que derrochara química y pasión sobre el escenario junto a su coprotagonista. “¡Mierda!” Gritó Santana con frustración hacia el computador de su departamento, leyendo nuevamente el nombre de Jesse St.James como Melchior Gabor y dándose cuenta que lo único que ella podría derrochar junto a St.James era sangre. El día de la audición, Rachel y Santana se desearon una sincera buena suerte

y se dieron un largo beso que terminó con ellas en uno de los cubículos de los baños de la universidad, con los rostros enrojecidos y los labios hinchados, tratando de dejarse en claro que la una pertenecía a la otra y que no había poder alguno capaz de romper esa ley. Santana cantó e impresionó al jurado, incluyendo a Jesse quien la miraba desde la primera fila de las butacas. Luego llegó la parte crucial de su audición: la representación de una escena junto al protagonista masculino. En un principio sintió una gran desconfianza al ver a Jesse acercarse a ella para iniciar la actuación, creyó que el castaño la empujaría del escenario o que simplemente le haría quedar en ridículo y sin ninguna posibilidad de obtener el papel, pero nada de eso sucedió. Jesse actuó tal y cual el papel lo indicaba en la escena: enamorado, ilusionado, entusiasta y ansioso por estar junto a Wendla. Fue tal su profesionalismo, que Santana terminó diciendo un silencioso gracias hacia Jesse. Definitivamente aquella audición le había levantado las ansias a Santana y había mejorado notablemente el mal concepto que solía tener de Jesse St.James. Pero todo volvió a ser como antes en el momento en el que Rachel audicionó y Santana sintió volver a vivir aquellos fastidiosos días en los cuales Jesse y Rachel eran los únicos que obtenían cada solo y dueto en el club Glee; esos tiempos en los que ese par era apodado Jay-Z y Beyoncé. A diferencia del resto de audiciones, la de Rachel tuvo una particularidad, ella no realizó la misma representación junto a Jesse; sino, cantó junto a él a sugerencia del propio St.James al jurado. La pequeña judía lucía sorprendida al escuchar que Jesse le pedía que cantara junto a él “The word of your body” para su audición. Brevemente, los ojos café de Rachel se encontraron con los desconcertados de Santana ubicada en la última fila de las butacas. Después de una rápida decisión, Rachel aceptó y cantó “The Word of your body” junto a Jesse St.James, recordando ella también, los días de club Glee en los cuales Finn había dejado de ser la voz masculina para ser reemplazada con la potente y bien educada voz de Jesse.

Como era de esperarse, el jurado aplaudió con tal fuerza que Santana sintió el auditorio vibrar momentáneamente, mientras ella no dejaba de ver su novia entrelazando su mano con la de St.James para agradecer la atención. La morena no soportó más de ese amargo Deja Vu y prefirió dejar el auditorio antes de vomitar o llorar por la escena. Aquel día, al terminar las audiciones, Rachel creyó que hablar con Santana sobre el pequeño giro inesperado que había tomado su audición era lo más correcto para evitar algún tipo de confusión, pero para su sorpresa, Santana no tocó o insinuó algo sobre aquel y tema en lo que duró su camino de regreso a casa, o durante la cena, o al acurrucarse como cada noche antes de dormir. La castaña pensó que tal vez, había subestimado la comprensión de Santana al respecto de un gaje del oficio como había sido lo ocurrido durante la audición. Lo que la judía no había pensado –o no había querido pensar –era que, al igual que lo que habían hecho en su anterior pelea, Santana prefería el silencio y pretender que eran inmunes a los problemas antes de lidiar con ellas y terminar con el orgullo herido. Pero al igual que un gran recipiente, el silencio e incomodidad de Santana llegó a un límite el día en el que se supieron los nombres estelares de la puesta en escena universitaria. A pesar de ser una alumna de primer año, Rachel Berry había sido elegida para interpreta a Wendla, la protagonista femenina. La pequeña diva de grandes aspiraciones se encontraba al borde de las lágrimas al ver su nombre en aquella hoja blanca pegada en el panel del corredor del edificio de Drama. Ella, una ruidosa y poco popular cantante, había conseguido su primer protagónico en una obra de Juilliard, pasando sobre estudiantes de hasta incluso, último año. La castaña salió de su burbuja de triunfo solo para buscar a su novia entre el resto de personas aglomeradas en busca de sus nombres en algún lugar de aquella publicación. Rachel vio a Santana alejada del grupo, apoyada contra una pared y con una expresión estoica dibujada en su rostro; sin embargo, la nueva Wendla, embriagada por la felicidad, decidió obviar aquel rostro para estirarse y abrazar a su novia por el cuello.

-Obtuve el protagónico, San –Susurró Rachel llena de emoción contra el cuello de Santana a pesar de estar segura que la latina ya se había enterado. Santana tomó una bocanada de aire y separó con decisión y seriedad el cuerpo de su novia. –Deberías darle las gracias a Jesse –Contestó Santana con aquel tono venenoso que no acostumbraba a usar desde hacía ya más de un año. Rachel frunció su ceño confundida y a la vez herida. No necesitaba una aclaración de lo que Santana había intentado insinuar y eso simplemente, la golpeaba en lo más profundo de su alma. -Lo que seas que trates de insinuar, es incorrecto –Respondió sintiendo un nudo armándose en su garganta. –Solamente sé que desde que St.James fue elegido para esta obra, las oportunidades de las chicas, menos la tuya, se redujeron a cero – Santana cruzó sus brazos y evitó el contacto visual con la castaña, quien abría y cerraba su boca en busca de alguna respuesta por salir, pero parecía ser que la propia Rachel había llegado a la misma deducción que su novia – Felicidades, Rachel –La morena se reincorporó sobre sus pies y al ver la confusión la judía, decidió irse. Santana pensó que al sacar todos esos sentimientos que había acumulado durante las últimas semanas, su conciencia se tranquilizaría y su pecho dejaría de sentir aquella presión de sentirse en un continuo encierro; no obstante, lo único que Santana sentía era una culpa capaz de devorársela en aquel preciso instante. *** Rachel llevaba llorando más de 20 minutos en la última fila de las butacas del auditorio de la universidad. Inconsolable después de procesar todo lo que Santana, su propia novia, había querido decir, y mucho más aún al darse cuenta que nada de lo dicho había sido un imposible. No había forma en la cual una alumna de primer año como ella, pudiera tener la oportunidad de obtener el personaje principal de una obra de tal magnitud en su primera audición, sin ayuda de nadie. La castaña no quería renunciar a su protagónico, pero algo en ella y sus

principios, le decía que lo más profesional era rechazar el papel antes de tenerlo por caridad. -¿Rachel? –Preguntó la voz de las desgraciadas bendiciones en la vida de la castaña, Jesse St.James. –Al fin te encontré –Suspiró aliviado y a la vez preocupándose por el estado de la cantante. -¿Qué querías? –Preguntó Rachel tratando de ocultar sus evidentes lágrimas y sus ojos hinchados con el dorso de sus manos. –Santana me preguntó si te había visto y se me ocurrió que podrías estar aquí –Respondió el castaño tomando cuidadosamente un asiento al lado de Rachel. -¿Enserio lo hiciste? –Preguntó la judía repentinamente y con un dejo de reproche que solo confundió a Jesse –Hacer que me dieran el papel, ¿enserio lo hiciste, Jesse? –Aclaró temblando ante la expectativa. Jesse abrió sus ojos sorprendidos. –Claro que no –Refutó tajantemente el cantante con seriedad -¿Por qué piensas eso? –Preguntó molesto y consternado. Rachel dudó en responder por varios segundos. –Mmh… Santana lo insinuó –Respondió entre dientes y agachando la mirada. Jesse se bufó fuertemente. –Vaya novia te has conseguido –Jesse agitó su cabeza un par de veces con incredulidad. -¿Por qué cantaste conmigo? –La castaña no se preocupó en limpiar el nombre de Santana. En ese momento tenía otras preguntas que hacer. –Porque no hay nada más difícil que transmitir tus sentimientos en una canción, y mucho más los sentimientos de un personaje ficticio, pero tú lo lograse y por eso obtuviste el papel. –Reafirmó St.James, sonriendo levemente para fortalecer a la, en ese instante, diminuta Rachel Berry. –Santana no lo entenderá –El rostro de Rachel volvió a decaer al pensar en su novia. –Al demonio con Santana –Exclamó Jesse atreviéndose a tomar el rostro de la castaña por ambas mejías para obligarla a verlo nuevamente –Tú eres Rachel Berry –Afirmó limpiando el rastro de las lágrimas de Rachel con sus pulgares.

Jesse miró el rostro de Rachel, tímido y aturdido entre sus fuertes manos, y en ese instante, más que en cualquier otro instante en su vida, deseó no haberle lanzado aquel maldito huevo en el estacionamiento , para poder haber seguido con ella y poder besarla con libertad, como ese instante se moría por hacer. Quería borrar su tristeza y hacerle entender que el mundo no viviría sin tener estrellas como ella en su firmamento. -Y tú eres Jesse St.James –Rachel respondió mecánicamente al leer la expresión de Jesse, tan intensa sobre ella, y de esa manera sintiendo el invisible magnetismo que los unía. La castaña cerró sus ojos con temor, aventurándose a ser presa de lo que sea que pudiera suceder en ese momento. Sin embargo, los segundos pasaron y lo único que Rachel sintió fue la temperatura de sus mejillas descender al perder el contacto con las palmas de Jesse. Abrió los ojos de un golpe, encontrándose con un totalmente contrariado Jesse, sentado erguido en su asiento y mirando hacia ningún punto en especial con su ceño fruncido. -No dejaré a mi novia –Jesse habló con un casi inaudible susurro, apretando sus puños con rudeza. –Yo tampoco –Respondió una avergonzada Rachel Berry al realizar lo que estuvo a punto de dejar pasar y lo mucho que se hubiera arrepentido luego. A pesar de encontrarse en un inmenso auditorio, Rachel sintió que el aire se hacía denso y escaso, imposible de ser respirado y con esa sensación asfixiante, la castaña se levantó del asiento y evadiendo el cuerpo de Jesse, salió corriendo hacia la puerta; proponiéndose mentalmente que al traspasarla, toda su vida cambiaría y volvería en el pasado solamente para buscar el punto en el que Santana y ella perdieron el rumbo de aquel inocente amor que se prodigaron en la secundaria. Y al encontrar aquel punto de quiebre, Rachel, al igual que Jesse, no dejaría a su novia 28 CAPÍTULO 28: Las pequeñas cosas

Cuando estás enamorado, el mundo parece confabular para que nada te salga mal. Cuando estás enamorado, no hay día malo, no hay pies izquierdos con los cuales empezar la mañana, no existen los lados equivocados de las camas para despertar. Cuando estás enamorado, hay salud para no contagiarse de ninguna pegajosa gripe; hay voluntad para madrugar cada día y ser capaz de correr alrededor de una plaza. Cuando estás enamorado, sientes que cada canción de amor que suena en la radio ha sido creada para recordarte que no hay sentimiento más increíble y desbordante que el mismísimo y simple: amor. Y Santana López, al igual que muchas personas en el mundo, estaba enamorada –o, en su defecto, enamorándose. Estaba transformándose en esas personas que en sus momentos de ocio, se perdía en sus pensamientos e inconscientemente escribía el nombre de aquella persona que amaba sobre algún papel, servilleta o su propio escritorio. El amor, en exactamente 21 días, 21 almuerzos y 21 citas nocturnas a través de Skype; además de 54 horas en llamadas telefónicas, había golpeado con una fuerza brutal la vida de Santana. Gracias al poder del amor, Santana ya no despertaba con un gruñido de pereza cada día; por el contrario, despertaba antes de lo acostumbrado solamente para poder darse el lujo de observar a su novia dormir a través de la pantalla de su lap top, de oír aquellos adorables ruidos –a percepción de Santana –que hacía mientras dormía a través de los audífonos; o simplemente frustrarse al tratar de sentir su piel y no encontrar nada más que la fría pantalla. Pero inclusive frustrarse, estando enamorada, se sentía bien. Con el transcurso de esas semanas, Santana había descubierto cosas interesantes sobre el amor. La primera era que, a diferencia de lo que muchos pensaban, el amor difería de la atracción física. Una de sus mayores preocupaciones al llegar a San Francisco había sido el hecho de que muy probablemente pasaría un buen tiempo en abstinencia, y a pesar de que charlar con Brittany disuadía sus deseos por ratos, llegó la noche en la cual Santana le propuso a Brittany usar las bondades de Skype y la cámara web para que pudieran satisfacer sus necesidades de otro tipo –la morena lo había hecho varias veces en la secundaria con algunas chicas y podía dar fe de la efectividad de ello- Brittany aceptó con curiosidad y esa noche frente a una cámara web, ambas empezaron a desnudarse y jugar la una con la otra, diciendo el nombre de la otra frente a unas pantallas, tratando de saciar sus deseos. La experiencia fue divertida y excitante sin ninguna duda, pero ni Santana o Brittany habían sentido siquiera la octava

parte de lo que habían esperado. Esa noche tuvieron sexo –por Internetpero Santana entendió que lo ella quería era hacer el amor con Brittany, en una cama, acariciando su piel con extrema ternura, besando sus labios y cada milímetro de su piel, y si para eso tenía que esperar una completa fase lunar, lo haría con gusto y sin objeción. Así ambas volvieron a sus citas nocturnas, en pijamas y conversando de los temas más insignificantes, pero grandiosos para ellas. Hablaron de temas que nunca habían tocado con seriedad, como la familia. Brittany confesó lo extraño que había sido vivir con 8 personas en una casa creada para 4; mientras Santana, por su parte, habló de lo que fue vivir con 1 persona en una casa hecha para 10. Y entre risas melancólicas y recuerdos sobre la niñez, como el número de veces en las que Santana había sobregirado las tarjetas de papá o la cantidad de veces en las cuales Brittany se había caído de la bicicleta; Santana entendió lo segundo más interesante sobre el amor –o sobre su manera de amar: Habían diferentes niveles del amor. Cuando conoció a Brittany, aquella noche y en aquel club nocturno, supo que no le agradaba aunque se le hizo atractiva. Luego, se volvió mucho más deseable hasta el punto en el que la mente de Santana se nublaba; después descubrió que Brittany era simpática, no tan incómoda e igualmente sexy. Pronto, dejó de ser solamente sexy, para volverse hermosa, divertida y agradable para Santana. Poco a poco, la morena empezó a verla como una amiga y en ese momento, supo que la quería, le preocupaba y sentía esa necesidad de protegerla. Y cuando menos lo pensó, entendió que se estaba enamorando, aunque aún era fácil de negárselo. Todo fue posible hasta el instante en el que el sentimiento territorialidad empezó a aflorar y el amor que crecía en ella se hizo más evidente al no querer que Brittany se alejara de ella. El resto de la historia fue, aparentemente, más sencilla; confesó su amor y tuvo la suerte de ser correspondida; pero aún así seguía sintiendo ese temor que nunca la abandonaba. Amaba a Brittany con ilusión, pero al separarse sintió lo que era amar con miedo, con desconfianza, con dolor. Sin embargo, con el pasar de los días, las palabras y esa mirada de Brittany que siempre le recordaban a Santana que no había nada más porque temer. Fue así que Santana entendió que uno amaba de muchas maneras: Con negación, con resignación, con temor, con ilusión, con confianza y finalmente con el corazón abierto; ese último era el nivel final y Santana se sentía cada vez más cerca de alcanzarlo junto a Brittany. “Te prepararía el desayuno si no estuvieras al otro lado del país”

Brittany sonrió sin abrir los ojos, disfrutando del cosquilleo que aquella rasposa voz provocaba en toda su piel con solo oírla. La rubia se lamió los labios y abrió lentamente sus párpados, quedándose poco a poco sin aliento al ver la imagen de Santana en la pantalla de la lap top, aclarándose con los segundos. Era en esos momentos en los que Brittany deseaba con tantas fuerzas que la tecnología avanzase un poco más para poder encontrar una manera de besar a su novia a través de una computadora al amanecer, teniéndola con sus ojos destellantes por el brillo del sol, con su cabello alborotado, sin maquillaje y luciendo la sonrisa más pura que una persona puede tener al empezar el día. “Y yo te besaría hasta dejarte sin aire si no estuvieras al otro lado del país” Y como parte de una de todas las costumbres que ambas habían empezado a adoptar en esas semanas: Santana se sonrojó al escuchar la primera frase de Brittany en el día. *** “Santana Lopez quiere iniciar videollamada” Quinn se percató de la invitación de Santana a Brittany a través de Skype. Pensó en rechazarla ya que no creía correcto invadir las cuentas personales de la ojiazul, pero notó que no era la hora habitual en la que Santana y Brittany tenían su charla nocturna, así que reconsideró el aceptar, tomando en cuenta que podía ser una emergencia. Además la rubia llegó a la conclusión que era mejor contestar antes de que Santana creara alguna teoría sobre el por qué su novia no respondía sus llamadas. “¿Fabray? ¿Qué haces en la cuenta de Brittany?” Santana mostró su ceño fruncido desde San Francisco con tal claridad que Quinn pensó que en cualquier momento, la mano de la morena traspasaría la pantalla solo para ahorcarla. “Hola, Santana” Saludó irónicamente la rubia “Te recuerdo que esta es mi computadora” Aclaró. “Claro, mmh ¿Dónde está Brittany?” Preguntó la morena sin muchos rodeos o deseos de continuar la conversación con la ojiverde. “Se está bañando, no tardará mucho en salir” Quinn vio el rostro de Santana y agradeció a Dios por tener a la morena al otro lado del país. “¿Se está bañando en tú habitación?” La latina señaló hacia su ex compañera en la pantalla, luciendo bastante fastidiada por la situación.

“Técnicamente, soy yo la que está en su habitación” La rubia sabía que no debía presionar el temperamento de Santana, pero honestamente, ver a la morena estallar y no poder hacer nada al respecto era algo que siempre divirtió, divierte y divertirá a Quinn Fabray. “Tranquila Hulk, solamente pasé a chequear mi correo mientras ella se saca la arena del cuerpo, hoy estuvimos en la playa”Quinn se sintió aliviada al ver como el rostro de Santana tomaba su tamaño y expresión normal. “¿Tienes fotos de ella?” Preguntó Santana con una sonrisa enamorada y soñadora. “Controla tus hormonas, López” Rió la rubia sacudiendo algunas gotas de agua adheridas a su cabello. “Solo quiero una foto de mi novia divirtiéndose en sus vacaciones” Aclaró Santana con una sonrisa. “Es increíble que estén a punto de cumplir un mes juntas” Comentó Quinn mientras buscaba las fotos en la computadora. Santana se sorprendió al procesar lo dicho por Quinn. En realidad había pasado casi un mes siendo la novia de alguien y sin sentir algún tipo de arrepentimiento. “Lo sé, es increíble” Suspiró la morena “Y lo mejor es que siento que puedo pasar mil meses más a su lado” Quinn rió al escuchar a su ex compañera. “Ugh, se me había olvidado lo asquerosa que eres estando enamorada” La rubia hizo un gesto como si vomitara y Santana rió sonoramente. “Me gustaría verte enamorada a ti también” Confesó Santana con una sonrisa sincera “Se siente muy bien tener a alguien que te quiera y se preocupe por ti” “Mi mamá me quiere y se preocupa por mí, gracias” Respondió la ojiverde en son de burla. “Hablo enserio, Q” Dijo Santana “No puedes pasar tus mejores años viviendo en un hotel, sin hacer nada importante” “Estoy bien así, sin compromisos, sin problemas. Estoy viviendo la vida”Explicaba Quinn con una sonrisa.

“Te recuerdo que tienes una hija, ¿hace cuánto que no la ves?” La voz de Santana adoptó un tono de reproche que incomodó a la rubia. “Hablo con ella cada semana” Refutó la joven psicóloga. “Pero ¿hace cuánto no la ves? ¿Hace cuánto no pasas un tiempo con ella?”Preguntó la morena con preocupación. Quinn agachó la mirada avergonzada, dándole las respuestas a Santana sobre sus interrogantes “Entiendo que quieras ser libre y vivir creyendo que sobregirando las tarjetas de Boca de Trucha vas a vengarte, pero tienes una hija y una vida por delante, deberías olvidar tu pasado y avanzar” Quinn miraba hacia todos lados menos hacia la morena. “Me alegra que todo esto de estar enamorada haya levantado tu autoestima, pero en verdad Santana, yo sé lo que estoy haciendo con mi vida y agradezco tus consejos, pero así es como siempre he querido vivir la vida” Respondió la rubia tratando de evitar el remordimiento y el fastidio de oír unas palabras tan crudas y directas como las de Santana “Además, no creo que seas la indicaba para aconsejarme que supere mi pasado” La ojiverde sabía que eso quitaría esa expresión de decepción del rostro de la latina. “¿Eso es lo único que tienes para defenderte, no es así?” Santana soltó una risa conformista y agitó su cabeza en negación. “No es un arma de defensa, es solamente una manera de recordarte que deberías seguir tus propios consejos” Respondió la rubia con una sonrisa cínica. “Es por eso que estoy con Brittany, estoy superando mi pasado” Santana sonrió con sinceridad aunque no totalmente convencida si realmente estaba superando algo. *** Desde muy niña, Brittany había aprendido que era de muy mala educación escuchar conversaciones ajenas detrás de las puertas. Y con el pasar de los años había seguido fielmente esa regla; nunca había oído alguna conversación privada de sus papás, o de sus hermanos, ni siquiera de su esposa. Sin embargo, al momento de descubrir que Quinn estaba hablando con aquella persona que lograba que su corazón se acelerara, no pudo evitar juntar su oído hacia la puerta de madera del baño y hacer el menor ruido

posible. Y lo logró, pudo escuchar todo lo que Santana y Quinn hablaban y a pesar de eso, Brittany se encontraba muy lejos de estar feliz. Se encontraba fastidiada, ofuscada y sumamente celosa. Celosa de un fantasma sin rostro, ni nombre que acechaba su relación. Desintegrándose de celos, al imaginarse a Santana junto a otra persona, imaginándola más feliz, más segura y satisfecha. Ella era la segunda oportunidad de Santana, y como decían muchas personas: Las segundas partes nunca son buenas, ni mucho menos mejores que la primera. Y eso era lo que más asustaba a Brittany: No poder ser mejor que un fantasma del pasado. *** Brittany se encontraba en su habitación del hotel, doblando y desdoblando la ropa que trataba de hacer caber en sus maletas. Era tiempo de partir. La rubia miró a su alrededor en ese cuarto. Se fijó en la cama vacía a un lado de la suya y no puedo evitar sonreír al pensar en Santana y en el modo en el que actuaban en los primeros días de estancia. No eran novias, Santana se rehusaba a aceptar sus sentimientos, decían ser “solamente amigas”. Era increíble pero estaban a un día de cumplir 30 días de noviazgo oficial. Brittany suspiró con pesadez y se sentó al filo de la cama. Debía estar irradiando felicidad, pero la verdad es que aquella última semana había estado plagada de malas noticias. La primera y que más hundía el ánimo de la bailarina era haber sabido que Santana tenía que quedarse por más tiempo en San Francisco y, por lo tanto, no pasarían juntas su primer mes. Y la segunda, y que aún no podía superar, era el nudo en la garganta que se le había estado formando cada día a cada momento en el que intentaba hablar con Santana sobre su pasado. “Este es mi castigo por escuchar conversaciones detrás de las puertas” Brittany miró hacia el techo blanco de la habitación, esperanzada en encontrar algún tipo de señal celestial que le diera una explicación a la mala racha que estaba teniendo. -¿Todo listo? –

Brittany salió de sus pensamientos al escuchar el golpeteo de la puerta de la habitación. Era la pasiva y en cierta forma relajante voz de Quinn Fabray. -Mi vuelo sale en un par de horas –Respondió Brittany al mismo tiempo que abría la puerta y sonreía débilmente para saludar. –Entonces duerme un poco, luces cansada –Dijo Quinn cerrando la puerta, sentándose a un lado de Brittany en la cama. –No estoy cansada… -La rubia tomó un hondo suspiro –Estoy decepcionada – La ojiverde lucía confundida –Decepcionada de mí misma –Aclaró la bailarina. –No entiendo porque, creo que has tenido unas buenas vacaciones – Respondió Quinn. –Lo sé, pero es solo que… -Brittany también sabía que había encontrado muchas bendiciones en aquel viaje, pero igualmente sentía un algo atascado en su interior –Sé que lo más probable es que no quieras responder esto, pero ¿podrías hablarme de la ex novia de Santana? –Preguntó con ansiedad, descubriendo en su rostro el sufrimiento interno. Aquella pregunta tomó con la guardia abajo a Quinn. Totalmente desprevenida y sin ninguna respuesta bien aprendida para decir. ¿Cómo podría hablarle de Rachel a Brittany? -¿Por qué la pregunta? –Quinn trataba de ganar tiempo para poder tener una respuesta que no comprometa demasiado a Santana. –Escuché cuando hablabas con Santana y lo mencionaste –Confesó Brittany. Quinn tampoco esperaba eso en lo absoluto. –Tranquila, no te pido que me digas todo sobre ella, solamente te pido que me des una señal –Inquirió la rubia sintiendo como, al igual que con Santana, un nudo se formaba en su garganta –Que me digas qué tan lejos estoy de que Santana me ame tanto como la amó a ella –Sin poder evitarlo, aquellos ojos azules empezaron a llenarse de lágrimas, luciendo como un océano capturado –Porque sé que ella me ama, pero tengo miedo de no ser suficiente para que ella pueda olvidar y superar –El corazón de Brittany sentía estrujarse en cada palabra –Porque yo le prometí paciencia, pero a veces siento que estoy a un año luz de ser así de importante para ella –Brittany llevó sus manos al aire con desesperación – Porque ella no es capaz de ni siquiera decir su nombre, porque hasta incluso tú se lo reprochas –La rubia había entrado en un estado de pánico en el que lo único que necesitaba era dejar salir todo lo que había estado guardando en esos meses y principalmente en esos últimos 7 días.

Si Quinn decía no estar asustada por el quiebre de Brittany, estaría mintiendo burdamente. Estaba aterrada de ver a aquella radiante rubia llorar de tal manera, de demostrar que ella no era tan fuerte como Quinn pensaba, eran tan vulnerable como Santana. -Hey, hey, Britt –Quinn tomó a Brittany por los hombros –Deja de llorar, por favor –Pedía la rubia sin éxito –Escúchame, Brittany –Continuó, sin conseguir que la ojiazul se calmara –Santana te ama, de eso estoy segura –Al escuchar le nombre de su novia, el llanto de la rubia disminuyó –Porque cada vez que te menciona, sus ojos brillan y no sé si eso es efecto de la cámara web, pero se iluminan como dos estrellas, y muy pocas personas tienen logran eso en Santana López, así que te digo que vas por muy buen camino. –Dijo la ojiverde limpiando las lágrimas de las mejillas de Brittany –En el caso de que Santana aún no te ame como a su ex novia, ten por seguro que pronto lo hará. *** Si había algo que Brittany odiaba tanto como los vuelos nocturnos, era que esos vuelos se retrasen por horas. El vuelo con destino a Manhattan, Nueva York, había sido previsto para las 6 de la tarde, pero Brittany junto a Quinn estaban bastante seguras de que las 6 de la tarde había pasado hacía mucho. Y ciertamente así era, eran 8:34 de la noche y aún Brittany no subía a su avión. -Parece que el destino quiere que te quedes en Florida –Quinn dijo, tratando de animar a la otra rubia. –Parece que el destino me quiere lejos de Santana –Respondió amargamente la bailarina. No fue sino, hasta las 8:57 que finalmente informaron que el vuelo despegaría. -Es hora de tomar ese avión –Dijo Quinn con una sonrisa amigable y melancólica. –Te extrañaré mucho, Q –Brittany soltó sus maletas y abrazó con fuerza a Quinn –Has sido una gran amiga durante este mes y espero no perderte – Confesó. La ojiverde no pudo evitar sonrojarse ante las palabras de Brittany.

–No te perderé del mapa, Britt –Rió la rubia estirándole a la bailarina su cartera. A los pocos minutos, las despedidas acabaron y Brittany abordó el avión, dejando a una solitaria Quinn Fabray parada en medio del aeropuerto, con la mirada fija en la puerta de embarque por la que Brittany había pasado pocos instantes antes y suspiró con ilusión. "Lo siento, Santana, pero es imposible no enamorarse de ella” Y con ese pensamiento, Quinn volvió a su solitaria vida en una muy concurrida playa. *** Brittany recordó que sí había algo que odiara más que los vuelos nocturnos y los retrasos de estos. Lo que odiaba más era tener que arribar al aeropuerto de madrugada, cuando has pasado durmiendo la mayor parte del viaje y tienes que interrumpir tus sueños para salir a la fría realidad de la oscuridad de la noche. “2:32 a.m” La rubia gruñó al ver la hora que marcaba su celular. Era de madrugada y a su vez, era oficialmente el día en el que cumplía su primer mes junto a Santana. Pensó en llamarla, pero tomando en cuenta la hora, sabía que esa no era una buena idea en lo absoluto. Y a pesar de lo que Quinn había dicho, Brittany no pudo evitar preguntarse cómo pudo haber pasado Santana su primer mes de noviazgo con su ex novia. Se preguntó si por ella, Santana hubiera dejado su trabajo por pasar tiempo a su lado. Y nuevamente, Brittany sintió el amargo sabor de los celos. La rubia caminaba hacia la salida, bastante fastidiada por todas esas interrogantes y suposiciones que flotaban en su cabeza, cuando al pasar por la sala de espera notó algo extraño, algo imposible de ser verdad pero que provocó que la rubia se detuviera en seco. No era posible.

Brittany caminó de regreso hacia aquellos asientos en la sala de espera con suma preocupación. “Debo estar delirando” Se dijo. Pero al momento en el que llegó hacia aquella fila de asientos negros, Brittany comprobó que los sueños sí se podían volver realidad. Santana se encontraba acurrucada consigo misma, en una, aparentemente, incómoda posición en uno de los asientos del aeropuerto , con un pequeño cartel que reposaba en su regazo que decía “Feliz Primer Mes Britt-Britt”. El ver a Santana en tal condición, provocó que el corazón de Brittany vibrara con intensidad y emoción. Le provocó gritar por todo el lugar, llorar hasta que no quedara una gota más en ella y todo por el simple hecho de sentirse enamorada de aquella mujer, que en ese momento, despertaba en Brittany la más grande ternura del mundo. En un arranque de emoción, Brittany se arrodilló hasta estar a la altura de Santana e inclinó su rostro cuidadosamente hacia el de la morena para poder besar sus labios por primera vez después de 30 días de espera. A diferencia de alguien que recibe un beso desprevenido, Santana solamente sonrió porque incluso su subconsciente reconocía a la perfección el sabor de los labios de Brittany. “¿Pensaste que no estaría contigo hoy?” Preguntó Santana con una sonrisa, mientras despertaba de su sueño. *** Brittany veía fijamente a Santana en el asiento de piloto de su Chevy, lista para encender el motor mientras despejaba su cansada vista. Aún maravillándose por el hecho de tener a Santana frente a ella, en carne y hueso, sin ninguna computadora de por medio. Quería besarla, quería tomar su rostro entre sus manos y besar su frente, sus mejillas, quería tomar sus manos y volverse a sorprender por lo bien que encajaban. Quería hacer tanto y no sabía cómo empezar. -¿Pasa algo? –Preguntó Santana avergonzada al sentir la punzante mirada de Brittany sobre ella. La rubia sonrió y tomó la nuca de Santana, atrayéndola hacia su propio rostro con fuerza. Miró dentro de esos ojos oscuros por varios segundos,

luego llevó su mirada hacia sus labios y nuevamente hacia sus ojos. -No tienes idea de cuánto te extrañé –Susurró Santana contra los labios de Brittany, antes de dejar un casto beso sobre ellos para luego alejarse. – Dejemos eso para después –Rió la morena –Ahora quiero llevarte a celebrar –Agregó. -¿A dónde? – Preguntó una confundida Brittany. –A dónde tú lo desees, hoy cumpliré todos tus deseos –Dijo Santana tomando la mano de la rubia para besar sus nudillos. –Entonces … ¿Por qué no vamos a tu departamento, nos acurrucamos en tu cama y dormimos un poco? –Propuso Brittany entrelazando su mano con la de Santana y asombrándose nuevamente al ver lo perfectamente bien que encajaban. -¿Tu deseo es dormir? –Preguntó la morena entrecerrando sus ojos curiosamente. –Mi deseo es poder despertar a tu lado –Aclaró Brittany robando un beso de los labios de su novia. *** -Es extraño estar nuevamente aquí –Comentó Brittany al entrar al departamento de Santana. Eran tantos recuerdos, era viajar en el tiempo y volver a sentir el rechazo de Santana –Aquí han pasado todas nuestras primeras veces, la primera vez que me echaste de tu casa, la primera vez que me rechazaste –Rió la rubia caminando hacia el sofá. – Y ahora nuestro primer mes juntas –Completó Santana cogiendo a su novia por la cintura para atraerla hacia su cuerpo y presionarla contra el sofá –Te amo, Brittany –Dijo sinceramente la morena mirando en esos ojos que parecían no tener un final. –Yo también, Santana –Respondió la rubia posando sus manos sobre el pecho la latina, para luego inclinarse y besar con ternura su labio inferior; pero nuevamente la morena se alejó, dejando a una cada vez más ansiosa Brittany. –Te tengo un regalo –Avisó la morena antes de correr hacia su habitación con

Brittany detrás de ella preguntando de qué se trataba. Santana volvió hacia Brittany después de sacar una mediana caja rectangular con un pequeño moño rosa en una esquina. -Ábrelo –Pidió la morena con una sonrisa tímida, estirándole el regalo a su novia. Brittany miró una vez más a Santana antes de quitar la tapa superior del obsequio y encontrar dentro una foto enmarcada de ella y Santana en una de sus tantas citas a través de Skype. Ambas en diferentes recuadros de la pantalla y en pijamas, sonriendo por quién sabe que motivo, pero más que nada, enamoradas. -Sé que no es el mejor regalo, pero prometo que… Y antes de que Santana pudiera continuar hablando de sus lamentos por no comprar algo más costoso, Brittany se abalanzó sobre ella, causando que la morena cayera de espaldas sobre su cama, sorprendida al ver a la rubia sobre ella, con cada mano a un lado de su cabeza. -Es el mejor regalo del mundo –Dijo Brittany con una amplia sonrisa para luego inclinar su rostro y besar los labios semiabiertos de Santana. La morena sonrió de regreso y mucho más consciente de lo sucedido, tomó las mejillas de la rubia entre sus manos, para acercarla nuevamente hacia su boca, y así, desencadenar todas las ansias que ambas habían estado guardando durante todo un mes. Esa noche, sin esperarlo o planificarlo, ni pensarlo, Santana hizo el amor con Brittany. Con paciencia, con ternura, con dulzura y, principalmente, con amor. Tal y cual ella lo deseaba hacer, besando cada milímetro de su blanca piel, absorbiendo su olor y abrazándola para que no dejara de sentir calor. -Te amo –Susurró Santana rozando su nariz contra la mejilla enrojecida de Brittany, haciendo que los ruidos provenientes de la boca de la rubia, subieran a niveles inesperados. Brittany, por su parte, entendió que muchas personas estaban equivocadas al decir que las segundas partes eran malas, porque ella sería, definitivamente, la mejor secuela en la vida de Santana. FLASHBACK: Las Vegas, Nevada Regresar al pasado era imposible, y eso, Rachel Berry lo sabía a la perfección pero aún así se había propuesto a lograrlo. Se había propuesto

volver hacia el momento en el que Santana y ella habían perdido el rumbo de su relación. Después de un tiempo de soledad en los baños de la universidad, Rachel concluyó que todo empezó a descarriarse en el instante en el que Juilliard les abrió sus puertas. En ese momento, en el que ambas se convirtieron en una especie de amigas y rivales, y dejaron de ser una pareja, un equipo. Desde el asunto de Spring Awakening, Santana y Rachel realizaron que si no ponían de su parte, un triste final alcanzaría su relación. Esa noche, después de lo sucedido en el auditorio con Jesse, Santana López, aprendió a pedir disculpas con sinceridad y Rachel aprendió qué pesada podía ser la culpa. Pero no era el momento para sentir culpa, ella aún no había hecho nada de qué arrepentirse y mientras eso siguiera siendo así, pondría todo de su parte para solucionar su relación. -Hay que escaparnos –Pidió Rachel, aquella noche en la que Santana le dijo que no había mejor actriz para aquel papel en la obra. -¿Escaparnos? –Preguntó la morena confundida, mientras acariciaba el cabello de su novia. –Hay que irnos por unos días de este lugar, hay que enamorarnos –Propuso la castaña. Santana entrecerró sus ojos. –Yo te amo –Aseguró la latina. –Y yo también lo hago –Respondió la judía escuetamente –Pero hay que encontrar la paz, desde hace semanas que peleamos y no quiero que esto siga así. –Bien … ¿Así que quieres faltar a clases por varios días solo por mí? – Preguntó Santana un tanto divertida y fascinada por la idea de escaparse con su novia. –Dejaría mi vida por ti, Santana –Respondió Rachel besando los labios de la morena. ***

Cuando Rachel propuso un lugar para encontrar la paz en su relación, Santana se imaginó cualquier lugar en la galaxia, menos Las Vegas, Nevada. Sin embargo, ahí se encontraban, después de varios días de viaje en carretera y un gran comunicado médico enviado hacia Juilliard con la firma del Dr.Santiago López, justificando la ausencia de Santana y Rachel durante los próximos 7 días. -Pensé que iríamos a Lima, o a cualquier otro lugar –Dijo Santana mientras abrían la puerta de su habitación. –Uno encuentra la paz, en el lugar menos indicado –Respondió la pequeña castaña con una pequeña risa. *** Ni Santana, ni Rachel, habían estado nunca antes en Las Vegas. Era un lugar tan grande, tan ostentoso y bullicioso en el cual se encontraban genuinamente perdidas. -Aún podemos ir a Ohio –Dijo Santana al ver el rostro de temor y confusión de Rachel al ver los grandes casinos. –Quiero quedarme en Las Vegas –Respondió cogiendo la mano de la morena, y caminando junto a ella hacia el casino. Otra cosa que Santana nunca imaginó que pudiera suceder, era que Rachel Berry, siempre siendo una persona tan inocente y correcta, pudiera ser un completo dios y demonio en los juegos de azar. No cualquier novato puede ganar 500 dólares en un juego de póker, ¿o sí? Lo primero que hizo la castaña con ese dinero fue pedir la botella de champagne más cara del casino para beberla junto a su novia. -Mi novia es millonaria –Rió una alcoholizada Santana mientras caminaba fuera del casino en plena madrugada de la mano de Rachel. –Te compraré un palacio con 500 dólares –Decía la castaña enredando su lengua por el alcohol.

A pesar de encontrarse caminando a duras penas, Rachel le pidió a Santana un tour por Las Vegas, a lo cual la morena no puso oposición. Después de visitar las entradas de los hoteles y bares más famosos del mundo, Santana y Rachel llegaron a aquel famoso lugar en el que el buen “Elvis” casaba a todo el mundo. Eran las 3:20 de la madrugada, y aún así, había parejas casándose en la muy improvisada capilla. Santana miró el lugar con sus ojos vidriosos por el alcohol en su sangre, mientras Rachel parecía haber descifrado el significado de la vida al ver a ese gordo imitador de “Elvis” uniendo a un par de hombres en el nombre del matrimonio. -¿Nos vamos, Rach? –Pidió Santana al sentir su cabeza dar vueltas. Y al ver todo lo que ocurría a su alrededor, Rachel creyó haber entendido la solución para sus problemas. -Cásate conmigo –Dijo la castaña con una increíble seriedad para alguien ebrio. -¿Qué? –Preguntó Santana para asegurarse no estar alucinando. –Hay que casarnos, en este momento, ahora, para siempre –Pidió Rachel con una sonrisa a la cual Santana no podía resistir ni siquiera estando ebria. Santana no podía creer lo que estaba sucediendo. Por supuesto que ella quería casarse con Rachel, pero hacerlo en Las Vegas, no había estado contemplado en sus planes. -No lo sé … -Respondió la morena tratando de recobrar su lucidez. –Quiero pasar mi vida contigo, no tengo dudas de eso –Dijo Rachel abrazando a su novia por el cuello. Y Santana tampoco las tenía, ella también quería compartir su vida al lado de Rachel hasta el fin de los tiempos, y si el destino les estaba presentando la oportunidad un poco antes de lo pensado, Santana no tenía que sentir, nada más, que agradecimiento. Así fue que aquella madrugada de un día que nadie recuerda por el

alcohol y el dinero, Santana dejó de tener una novia, para encontrar una esposa. Fin del Flashback. 29

CAPÍTULO 29: Un futuro perfecto Aún era temprano. La reducida porción del cielo que se veía desde la pequeña ventana de la habitación de Santana tenía aún un tono morado. Era realmente temprano para que alguien estuviera despierto; pero Santana lo estaba –y no en el modo de “somnolientamente despierto”, sino con los cinco sentidos arriba.Había dormido poco, pero aún así se había obligado a despertar antes que Brittany. Quería tener un tiempo para solo para ella, y no para usarlo en cuestionarse asuntos a los cuales no podría darse una respuesta concreta y que solo le causarían un dolor de cabeza; sino para ver dormir a Brittany. Esa sería la primera vez que la vería dormir sin tener que estar separadas por una pantalla de computadora y aunque Santana lo negara, se sentía sobrecogida por todos los sentimientos que verla ahí, junto a ella, tan llena de paz, desnuda después de haber hecho el amor una y otra vez, en la misma cama de la cual Santana huyó la primera vez que estuvo con ella; le provocaban. En realidad, esta no era la primera vez que Santana veía dormir a Brittany; pero sí era la primera vez en la que lo hacía sin sentir arrepentimiento o culpa; esta vez, de lo único que se arrepentía era de no haberle confesado su amor hacía mucho tiempo atrás a ese ser al cual Santana seguía considerando demasiado perfecto para un mundo tan miserable como era el que vivían; aunque para la morena, ningún mundo era lo suficiente merecedor de alguien como Brittany. Santana recostó su cabeza sobre su mano, dejando caer el peso sobre su codo para tener una mejor vista de su aún muy dormida novia. La morena suspiró soñadoramente, dibujando inconscientemente una sonrisa al entender por enésima vez que Brittany estaba junto a ella. Física y emocionalmente junto a ella. Con suma delicadeza, Santana llevó su mano izquierda hacia el rostro de Brittany, y con mucha ternura y suavidad, dibujó el contorno del rostro de la rubia; pasando por sus párpados cerrados, el puente de su nariz hasta la punta, para finalmente trazar sus labios ligeramente entreabiertos, sintiendo como un hilo de aire se escapaba en cada respiro. Santana suspiró nuevamente, encontrándose maravillada por la textura de esos labios contra las yemas de sus dedos. Era frustrante darse cuenta que nunca se había dado el tiempo para sentir sus labios de esa manera. Con lentitud, sin temor, con precisión y con amor. Los dedos de Santana siguieron su camino hacia el cuello de Brittany; soltando una silenciosa risa al fijarse en la gran marca enrojecida que sus labios, su lengua y hasta sus dientes habían dejado. Bajó hacia sus hombros, trazando figuras con formas de corazón, para luego llegar hacia el valle de sus senos y detenerse súbitamente al sentir un estremecimiento por parte de Brittany. Santana siempre le había dicho a Brittany que mirar dormir a otra persona era un poco raro, mientras que la rubia seguía diciendo que era algo tierno; y definitivamente la morena no quería ser la burla de su novia al descubrir que

estaba completamente en lo cierto. Al ver que Brittany volvía a quedarse dormida, Santana soltó otra pequeña risa al recordar que Brittany siempre estaba en lo cierto. Siempre. Para la morena, Brittany era la persona más inteligente que había conocido. Siempre sabía que decir y hacer. Lo sabía todo y eso le daba una sensación placentera de seguridad; ya que sentía que a pesar de todos los errores que Santana pudiera cometer, Brittany siempre sabría qué hacer para mejorar esa situación. Santana enredó sus dedos con suavidad en el desordenado cabello rubio de Brittany, y se quedó ahí por unos instantes; cerrando sus ojos y abriéndolos casi de inmediato al darse cuenta de lo que acaba de imaginar: Una casa frente a la playa, ella sentada en un pórtico al atardecer, distrayendo su mirada de la puesta de sol al encontrar a Brittany jugando en la arena con dos niños pequeños que de cuando en cuando volteaban hacia el pórtico para gritarle “mamá” con una sonrisa. Estaba pensando en un futuro con Brittany, en el cual había una familia, suya y de ella; era un futuro perfecto y eso le daba miedo; ya que sabía que nada en la vida – o al menos en la suya – había sido perfecto por mucho tiempo, y a pesar de lo enamorada que se encontraba, sentía que era muy pronto para hacer planes. Mucho antes había planeado su futuro perfecto; pero con un contexto muy distinto: Junto a Rachel, viviendo en Nueva York, o tal vez en Los Ángeles, ambas siendo grandes estrellas en la música, el teatro, la televisión y el cine, siendo la pareja ideal del medio; probablemente sin hijos, pero tal vez con un gato. Esa era la vida perfecta para Santana hacía varios años; pero en su presente, le era mucho más atractivo, sin duda alguna, su nuevo concepto de perfección, en el cual no había nada más que tranquilidad. -Es muy temprano, ¿Qué haces despierta? –La voz adormilada de Brittany sacó a Santana de sus pensamientos apresurados. La rubia se sobó los ojos para ver con más claridad con su novia. -¿Me veías dormir? –Preguntó con una pequeña sonrisa. –Claro que no –Respondió Santana con un bufido, pero sin ocultar su sonrisa –Eso es de gente muy extraña –Dijo tocando la punta de la nariz de Brittany con su dedo índice –Solamente me aseguraba que estuvieras cómoda –Se excusó. –Pues estoy muy cómoda –Respondió la rubia acariciando el antebrazo derecho de Santana –Y muy hambrienta –Agregó la bailarina acercándose un poco más hacia Santana. –Voy a prepararte el desayuno, ¿recuerdas que te dije que lo haría si no estuvieras al otro lado del país? –Recordó la morena con una sonrisa mientras se sentaba al filo de la cama para buscar su ropa regada por el piso. -¿Y recuerdas que yo dije que te besaría hasta dejarte sin aliento, si no estuvieras al otro lado del país? –Brittany se había arrodillado detrás de Santana, tomando sus hombros con ambas manos y susurrando a su oído, sintiendo como los vellos de la morena se erizaban – Pues creo que cumpliré mi promesa ahora –Dijo besando con suavidad el cuello de Santana, quien cerró sus ojos y soltó una risa. –Pensé que estabas hambrienta –Dijo la morena riendo, sintiendo los besos de Brittany recorrer su espalda. –Mmh… sí, pero de ti –Contestó la rubia jalando a Santana hasta que cayera nuevamente en

la cama para besar sus labios de la manera en la que se lo había prometido: Hasta dejarla sin aliento.

***

Santana y Brittany estaban el sofá de la morena, mirando una película a la cual la morena le había quitado la mayor parte de su atención al tener a Brittany sentada sobre ella, devorando cada centímetro de su cuello y deslizando sus manos debajo de la camiseta que la morena llevaba. -Pensé que querías ver la película –Rió la morena, mientras acariciaba los muslos de su novia. –Que ingenua eres para ser abogada –Respondió la rubia agitada, pero tomando aire para reírse también. -¿Entonces… debería apagar la televisión? –Preguntó Santana besando rápidamente la barbilla de la ojiazul. –Sería un gran ahorro de energía, porque aún estoy lejos de querer soltarte –Brittany se acomodó mejor sobre las piernas de su novia, y mordiendo su propio labio, se acercó de nueva cuenta a la morena. Esa noche, Santana decidió bajar toda la energía en su departamento, ya que sabía que lo único que necesitaba para ver luces, era a Brittany.

***

-Y él es Samuel, sus dos hijos y su odiosamente adorable esposa – Santana no lo podía negar, pero cuando Brittany le pidió que le hablara más sobre su pasado, se sintió realmente incómoda. No quería hablar de temas que sabía que aún no se sentía lista para hablar; pero tampoco quería negarle algo a Brittany, así que la morena eligió hablarle más sobre su muy disfuncional familia. Y fue así que terminaron abrazadas en la cama de Santana, con nada más que las sábanas y los cobertores que se desparramaban por los costados, mirando las fotos que Santana tenía en su lap top. -Tu hermano es casi tan guapo como tú –Respondió Brittany señalando la pantalla –Y su esposa también –Agregó, recibiendo un ligero codazo de la morena. -¡Hey, es broma! –Rió la rubia. –Este es mi papá en su oficina –Dijo Santana cambiando de foto a una en la que se encontraba Santiago López, sonriendo hacia la cámara, sentado detrás de su gran escritorio negro –Es un cirujano muy importante, es un hombre maravilloso –Continuó la morena llena de orgullo al ver al hombre en bata blanca. –Y él tiene una hija maravillosa –Dijo Brittany besando la frente de la morena -¿Y qué hay

de tu mamá? –Preguntó con cautela, sabiendo de antemano que Santana pasó un mal rato durante el divorcio de sus papás. –Creo que no tengo fotos de ella –Admitió la morena revisando algunas carpetas, pero Brittany seguía esperando una respuesta –Ella es una buena persona, vive en Londres así que no nos vemos mucho, pero ha sido una buena madre. –Respondió escuetamente. -¿Y no te gustaría verla más seguido? –Preguntó la rubia lentamente. –Sí, pero no tengo ni el dinero, ni un jet privado para viajar a Londres –Rió Santana abriendo una nueva foto, esta vez de ella y su papá, cortando el pavo en el Día de Acción de Gracias –¡Mira esta foto! ¿Acaso no soy lo más sexy del mundo cortando un pavo? – Preguntó dando un apretón a la mano de Brittany. Brittany vio detenidamente la foto, fijándose en la forma en la cual ambos sonreían al estar juntos. Era de esas sonrisas que Santana no regalaba a diario. Esa foto le hizo entender a Brittany que Santana y su papá, tenían algo que la morena nunca había tenido la oportunidad de tener junto a su mamá; y esa realización puso triste a Brittany. -En este momento tengo muchos deseos de ser un pavo –Respondió la rubia abrazando a Santana con más fuerza. La morena sonrió y Brittany se sintió feliz de también ser causante de esas sonrisas tan difíciles de obtener.

***

-Cambia esa cara –Santana rió mientras tomaba el rostro de Brittany entre sus manos, apretando con suavidad sus mejillas. –La vamos a pasar bien, te lo prometo –Dijo la morena besando la punta de la nariz de la rubia, quien seguía cruzada de brazos sentada en el sofá. Faltaba un día para que las vacaciones de Brittany terminaran y tuviera que volver a la universidad y al trabajo; lo que significaba que ni ella, ni Santana, tendrían tiempo suficiente para pasar juntas, haciendo cosas de novias. Así que para aprovechar las horas libres que les quedaban, Santana había decidido llevar a Brittany a una cita real en el lugar más cliché de todos: Times Square, para luego gastar el dinero que había recibido en aquel mes en San Francisco, en el popular restaurante Havana Central. Para sorpresa de Santana, Brittany no recibió la noticia con el mismo entusiasmo que ella. -Pero podemos quedarnos aquí, pretendiendo ver una película mientras nos besamos –Se quejó Brittany haciendo un puchero que solo le hacía lucir aún más adorable. –No me tienes que llevarme a ningún lado, además créeme que ya conozco Times Square –Dijo levantando su mano para darle énfasis a sus palabras. –Mañana te vas a estudiar el día entero y por la noche vas a trabajar, no vamos a tener mucho tiempo para hacer algo así – Dijo Santana, arrodillándose hasta quedar a la altura del rostro de Brittany. –Además ¿qué clase de novias somos si nunca hemos tenido una cita real? –La morena soltó una pequeña risa mientras se ponía de pie. –Sigo sin estar de acuerdo –Replicó Brittany hundiéndose en el sofá. –Y para tu información, yo también quiero conozco Times Square –Continuó Santana,

obviando lo dicho por la rubia. –Pero ahora, quiero conocerlo junto a ti, ¿está bien? – Preguntó con una sonrisa que hizo que el puchero en el rostro de Brittany se viera reemplazado por una sonrisa y un par de mejillas rojas.

***

-No sé porque nunca he venido a este restaurante –Brittany prácticamente gritó al terminar de comer su langosta. Santana rió al ver que el ánimo de su novia había mejorado notablemente. –Lo sé, es genial –Respondió la morena dándole un sorbo a su copa de vino -¿Y quién tuvo la fabulosa idea de venir? -Preguntó divertida, enarcando una ceja. –Está bien, fue tu idea –Contestó la rubia rodando sus ojos con una sonrisa antes de tomar la mano por encima de la mesa. –Disculpa por como actué en tu departamento –Dijo besando el dorso de la mano de Santana. –No te culpo, pasar el día besándome es una oferta irresistible –Santana se encogió de hombros antes de estallar en risas junto a Brittany. -¿Sabes? Deberíamos ver un musical, siempre quise ir con Claire, pero no le gustaban – Propuso la rubia, haciendo que el rostro de Santana se pusiera más serio. -¿Y qué te hace pensar que a mí sí me gustan? –La pregunta salió mucho más tosca de lo que Santana pensó. Brittany agachó la mirada avergonzada. Desde su rompimiento con Rachel, Santana no había vuelto a entrar a algún teatro, ni en Nueva York o en algún lado del mundo. En un comienzo porque cualquier escenario le traía un nostálgico recuerdo de la castaña y los sueños que en algún momento compartieron, y con el pasar de los años, las obras musicales le traían simplemente un agrio sabor de boca. Aunque ahora estaba con Brittany, quien para ironía en la vida de Santana, era una bailarina con sueños de actuación y teatro. Además del hecho que la morena no tenía la fuerza suficiente para negarse ante ese rostro tan tierno. -Britt… -Empezó Santana con un tono de voz más relajado. –Iremos a ver todos los musicales que quieras, ¿okay? –Continuó con una gran sonrisa que iluminó el rostro de Brittany. -¿Enserio, San? –Preguntó la bailarina tomando ambas manos de la morena. – Es una promesa. –Santana pronunció esas palabras con toda la sinceridad de su ser.

***

Sin percatarse, la medianoche había llegado a Manhattan, y Brittany y Santana seguían caminando por los alrededores de Times Square. Habían visitado las tiendas de turistas y hasta la gigantesca biblioteca.

-Nunca me cansaré de ver Times Square de noche –Decía Brittany mientras giraba en su mismo sitio, asombrándose por los gigantes paneles neón que rodeaban todas la calles. –Es espectacular –Respondió Santana encontrando más interesante ver el destello que se desprendía de los ojos azules de su novia. –Y eso que hoy es un día común y corriente – Explicaba la morena –En víspera de Año Nuevo, vendremos y verás lo hermoso que puede llegar a ser. Brittany detuvo su alegría desbordante para mirar fijamente a Santana, quien seguía a un lado de ella, mirando hacia la pantalla de Kodak en el centro del Times Square. La rubia sonreía tímidamente mientras clavaba su mirada en Santana, esperando que esta se volviera hacia ella. -¿Pasa algo? –Preguntó Santana, extrañada de ser víctima de ese par de ojos azules y esa delicada sonrisa que, sin ningún aparente motivo, Brittany le daba. -¿Crees que pasaremos este Año Nuevo juntas? –Brittany hizo la pregunta sin borrar aquella sonrisa pícara de sus labios. Ahora Santana entendía la razón de la expresión ilusionada de Brittany. Y ciertamente, ahora que era consciente de lo dicho, sintió un poco de vergüenza. Nuevamente estaba haciendo planes para un futuro perfecto. -No me imagino pasarlo de otra forma –Respondió Santana tomando a Brittany de la mano, para sentir la seguridad de que no caería al suelo por la intensidad de la mirada de la rubia. Brittany sonrió y atrajo a Santana hacia ella para plantar un beso en sus labios. Un beso que, para Brittany, era mucho más potente que cualquiera de las luces en todo el Times Square.

***

FLASHBACK: Las Vegas/ Manhattan. Santana despertó en la cama de un hotel, con lo que ella llamada “La Madre de las Resacas”. Ella estaba acostumbrada a lidiar con las resacas provocadas por las cervezas que Puck solía llevar a las fiestas; pero nunca se había enfrentado a una provocada por champagne –y mucho menos de los caros. Para ella, esas eran bebidas con las que la gente adulta se embriagaba, no jóvenes como ella. Pero en efecto, Santana ya no era un joven. Desde hacía unas horas había pasado a convertirse en la Señora Berry – López, y el anillo que tenía en su dedo anular, se lo recordaba a la perfección. Santana se liberó del abrazo en el que Rachel la tenía, y a duras penas, consiguió llegar hasta el baño de la habitación, echándose agua al rostro para aclarar su mente; pero logrando solamente encontrarse con una persona extraña en el espejo.

Se sentía mayor, como un adulto ya establecido. Se había casado y, ahora que el efecto del alcohol había pasado, se preguntaba si había sido la decisión más acertada. Aparte del hecho que llevamos muy pocos meses viviendo por su cuenta y ya se había casado, se preguntaba cómo se lo contaría a sus papás, cómo lo tomarían sus suegros. Ugh. Sonaba tan extraño llamar suegros a Hiram y LeRoy. La morena se alejó del espejo, convencida de que si se sentía tan extraña era por la resaca que tenía y no porque había decidido casarse con el amor de su vida. Al salir, se encontró con una más que despierta Rachel, mirándola desde la cama con una sonrisa que tranquilizaba por momentos a Santana. -¿Cómo amaneció la Señora Berry? –Preguntó con un tono de voz que Santana nunca había oído en la castaña. Sonaba sexy, maduro, confidente. Santana tragó saliva y caminó hacia la cama, sentándose al filo de esta para acariciar el rostro de la judía con el dorso de su mano derecha. Rachel detuvo la mano de la morena y la atrajo hacia ella con fuerza, hasta que Santana quedara totalmente sobre ella y le cerrara la salida con ambos brazos alrededor de su cintura. La latina alzó ambas cejas sorprendida ante la acción de Rachel. -¿Cómo te encuentras, preciosa? –Volvió a preguntar la castaña, acariciando la espalda desnuda de Santana, haciendo que esta cerrara sus ojos ante el contacto. –Mejor que nunca –Respondió Santana, disfrutando de las pequeñas manos de Rachel acariciando viajando por todo el ancho de su espalda. Rachel sonrió y tomó los labios de Santana entre los suyos, besándola con fuerza y una sorprendente determinación por ser la que controlara la situación. Santana seguía sin estar segura si era la resaca o realmente el matrimonio había cambiado algo en ellas. Pero definitivamente, si ver a Rachel actuando con tanta decisión y sensualidad era algo provocado por el hecho de estar casadas, Santana pondría todo de sí por hacer que su matrimonio funcione.

***

Los días en Las Vegas habían sido increíblemente fabulosos, y a su vez, increíblemente rápidos. Era imposible de creer que ya se encontraban acomodando sus maletas en la maletera de la camioneta de Santana, para luego partir hacia Manhattan. Los días habían sido gloriosos. Rachel sentía que todos los problemas y malentendidos que habían entre Santana y ella habían muerto en el momento en el que la morena dijo “Acepto” ante ese imitador de Elvis Presley; pero ahora volverían a Manhattan y a pesar de no querer aceptarlo, Rachel tenía miedo de que su felicidad fuera más frágil de lo que creía.

-¿Lista para volver? –Preguntó Santana colocándose sus lentes negros de aviador antes de subir al asiento del conductor. Rachel asintió y con una temblorosa sonrisa subió a la camioneta y besó rápidamente a su esposa.

***

-Tengo muchas ansias de restregarle en la cara a St.James que tú eres mi esposaSantana lanzó sus maletas al suelo a penas entró a su departamento de siempre. -¡Santana! –Reprochó Rachel siguiendo a la morena detrás de la puerta –Pensé que ya habíamos superado eso en Las Vegas –Dijo haciendo sonar el taco de sus zapatos contra el piso del living. –Además creo que sería prudente mantener lo de nuestro matrimonio en secreto por un tiempo. Santana detuvo todo lo que estaba haciendo en ese momento para mirar con seriedad a Rachel. -¿Y por qué quieres ocultar que eres mi esposa? –Preguntó enarcando una ceja y cruzando sus brazos. Bastante confundida y fastidiada. –Es solo que, a pesar de que casarme contigo ha sido la mejor de todas las decisiones que he tomado en mi vida, dudo mucho que el resto lo vaya a entender. –Explicó Rachel, pero Santana seguía luciendo enfadada. –Rachel, estamos en Nueva York, hay parejas gays en cada esquina –Dijo la morena esperando una razón más convincente. –Yo no me casé contigo para mantenerlo en secreto. –Y yo tampoco, Santana –Rachel se acercó unos pasos hacia la latina para tomarla de la cintura, pero esta se alejó. –Solamente te pido que mantengamos esto en perfil bajo hasta que sepa como decírselo a mis papás, no quisiera que piensen que hemos tomado una mala decisión. –Confesó la castaña. Santana se dio cuenta que estaba sobreactuando ya que ella se encontraba en la misma situación que Rachel. -Prométeme que será poco tiempo –Pidió Santana relajando su postura y acercándose a Rachel, esta sonrió y besó rápidamente a la morena. –No serán más que un par de meses –Dijo la judía tomando a Santana por la cintura.

***

Santana estaba casi segura que esto del matrimonio le estaba asentando de maravilla a Rachel y a ella. Ciertamente, saber que lo ellas tenían era un compromiso para toda la vida, le hacía sentir mucho más confiada. Ya no tenía celos de ver a Rachel hablando con Jesse, o con cualquier otra persona; ya que sabía que ella compartía con la castaña un lazo que nadie más tenía con ella. -Buenos días, Santana –Saludó Jesse al encontrarse a Santana en uno de los corredores. ¿Podrías recordarle a Rachel que hoy empezamos los ensayos de 5 a 7 de la noche? –Pidió el castaño que lucía más delgado, más triste y hasta menos arrogante de lo normal. Antes de que Jesse se fuera, Santana lo detuvo para observarlo bien. Realmente se veía más decaído y eso causó un poco el asombro de la morena. -Jesse, ¿Te sientes bien? –Tal vez, ahora que estaba casada con Rachel, ya no habría problema alguno en intentar ser amiga de Jesse St.James. –Estoy un poco deprimido, hace unos días terminé con mi novia –Dijo Jesse –Gracias por preguntar, tengo que irme –Se despidió. St.James estaba soltero y a pesar de todo, Santana sintió la noticia como un golpe directo al estómago.

***

Desde ese día, Santana decidió acompañar a Rachel a cada ensayo de Spring Awakening, muchas veces escabulléndose sabiendo que no estaba permitido hacerlo. La morena se decía a sí misma que lo hacía para disfrutar un poco más del talento inmensurable de Rachel, pero muy dentro de ella, sabía que lo hacía para cuidar cada toque, cada mirada; para estar segura que todo fuera muy profesional. Pero este día era distinto a los demás. Este era el día en el que Rachel y Jesse ensayarían la polémica escena “The Guilty Ones”, y por más que haya tratado de mostrarse serena ante su esposa, Santana estaba bastante nerviosa por lo que podía suceder. -¡Oh, Genial! –Dijo Santana con sarcasmo al ver a dos personas de seguridad en la entrada del auditorio. -¿Acaso sabían que entraría sin permiso? –Preguntó la morena fastidiada. Rachel solo rió ante el gesto de su esposa. -¿Me esperarás, cierto? –Preguntó antes de entrar al auditorio. Santana asintió y despidieron con un beso.

***

-¿Lista para la escena de hoy? –Preguntó Jesse al subir al escenario junto a Rachel, esta solo asintió con una pequeña risa. –Le aseguro a Santana que no me pasaré de listo con su novia. –Rió el castaño. –Y yo le aseguro a tu novia que no me pasaré de lista contigo. –Dijo Rachel, desconociendo sobre el estado de Jesse. –Hace unas semanas terminamos –Confesó el cantante, agachando la mirada. Rachel se quedó sin palabras ante lo dicho. –Creo que debemos ponernos en posición. El director estaba encantado por lo bien que Jesse y Rachel se compenetraban al momento de actuar y cantar; pero ahora el reto era que lograr la escena en la que muchas veces había visto caer a los actores. Pero algo le decía, que Jesse y Rachel no lo decepcionarían. -¡Preparados para “The Guilty Ones”! –Gritó el director. Jesse se acercó a Rachel y la miró intensamente, como si quisiera leer su alma a través de sus ojos, lamió sus labios y dio unos pasos más hacia ella, quedando tan cerca que podía ser capaz de sentir el olor de su perfume. Rachel trataba de evidenciar su nerviosismo, pero la mirada de Jesse sobre ella era demasiado y por un momento, se olvidó que todo lo que sucedía sobre el escenario no era más que una actuación. En ese instante, no eran Rachel y Jesse, eran Wendla y Melchior. Y ellos estaban enamorados. La judía cerró sus ojos al sentir las fuertes manos de Jesse tomarla de la cintura con fuerza, y antes de que pudiera pensar, sintió los labios de Jesse sobre los de ella, y por puro reflejo, ella respondió al beso abrazando al castaño por el cuello –irónicamente tal y cual el guión lo pedía. -¡Perfecto! –Gritó nuevamente el director. Jesse y Rachel se separaron por el grito a pesar de que la escena aún no estaba terminada. Sus miradas seguían conectadas de una manera en la que el uno al otro se culpaba por algo que ninguna podía explicar. -Lamento cortar la escena, pero tengo una reunión con el Decano –Explicó el director cargando su maleta –Maravilloso muchachos, nos vemos el viernes –Dijo con rapidez. Jesse trató de hablar, pero la mirada de Rachel sobre la suya le hacía perder el habla. El castaño se acercó nuevamente hacia la judía, pero esta dio un paso hacia atrás, tratando de crear un espacio entre ellos. -Lo siento –Dijo Jesse al ver el rostro contrariado de Rachel, para luego dejar el escenario.

***

Santana seguía nerviosa, odiaba no haber podido entrar al auditorio a ver el ensayo y comprobar que nada de lo que sucedía en el escenario iba más allá de un guión. -¡Hey! ¿Terminó el ensayo? –Preguntó Santana al ver a Rachel frente a ella con su maletín colgado en el hombro. La castaña asintió un tanto desenfocada de la conversación. -¿Y qué tal salió todo? –Preguntó la morena mientras llevaba el maletín de su esposa hacia el estacionamiento. –Bien –Respondió Rachel con la mirada perdida. Santana sonrió y respiró con tranquilidad. Rachel sabía que lo ocurrido en el escenario había sido todo, menos algo bueno.

Fin del flashback. 30

CAPÍTULO 30: Temporada de amor. Si 10 meses atrás, alguien le hubiera dicho a Santana López que ella y aquella torpe bailarina con la que chocó una fría madrugada en la puerta de un Nightclub poco popular, se volverían buenas amigas; lo más probable es que la abogada hubiera soltado una grande y sonora carcajada ante tremenda ridiculez. Si 8 meses atrás, alguien se hubiera atrevido a decirle a la Licenciada López que ella y su cliente, la Señora Pierce, tendrían una relación de amistad basada en simplemente sexo casual; lo más seguro es que Santana le hubiera dado una gran bofetada a quien sea que insinuara tal barbaridad. Si 7 meses atrás, alguna persona hubiera tenido las agallas de decirle a Santana que ella se enamoraría y perseguiría a una rubia universitaria en sus vacaciones de primavera a Florida, dejando olvidado su importante trabajo en el Bufete en el cual le costó tanto ser admitida; lo más claro hubiera sido ver a la abogada López lanzando un gran improperio a esa persona capaz de decir tal tontería. Si 6 meses atrás, una persona se hubiera parado frente a la hija del Dr.Santiago López, a decirle que ella tendría el coraje de empezar un noviazgo con aquella bailarina descuidada, ex cliente suya y rubia universitaria, de la cual se había enamorado al grado de sentir el amor desbordándose de su corazón; lo más seguro es que Santana hubiera empezado a gritar insultos en español, inglés y en cualquier idioma que se le ocurriera, para luego darse media vuelta y llorar silenciosamente, ya que aquella situación aplicada en su vida, solamente sonaba como una broma de mal gusto. Una relación de verdad, en la que no tuviera miedo de amar y dejarse amar; era lo que Santana se sentía capaz de lograr solamente en sus más recónditos sueños. Y si después de todo ese tiempo, alguien se hubiera atrevido a decirle a Santana que sí era posible pasar 6 meses de noviazgo junto a una sola persona y sin ninguna pelea o arrepentimiento; con todo el dolor de su corazón, Santana hubiera dicho que eso solamente sucedía en las películas que nunca mostraban lo que seguía después del “Y vivieron felices para siempre”; ya que en la vida real, nada es lo suficientemente bueno como para mantenerse tan estable.

Pero como nunca antes en su vida, Santana había estado completamente equivocada en todas sus suposiciones por tanto tiempo y eso era porque nunca antes en su vida había existido una Brittany Pierce, capaz de hacer y deshacer muchas ideas y planes que la morena pudiera haber hecho antes. Siempre había estado acostumbrada a tener las cosas tan bien estructuradas, a tener todos sus conceptos de la vida tan bien marcados que parecían ser imposibles de variar. Todo lo que se había acostumbrado a hacer durante los últimos años había sido tan predecible que existía un margen de duda prácticamente nulo; así que cuando Brittany entró sin ser invitada a la vida de Santana, la morena descubrió que no todo lo que ella creía era la verdad, y ese descubrimiento se sintió como un gran respiro para su muy monótona y triste existencia. 6to mes. -¿Así que quieres pasar la víspera de nuestro séptimo mes juntas, pidiendo caramelos por Halloween? – Santana se encontraba en su oficina, sentada en su silla giratoria de cuero y abrazando por la cintura a Brittany, quien se hallaba sentada sobre ella, enlazando y soltando los dedos de su novia mientras planeaban lo que harían en su primer Halloween siendo oficialmente novias; y el que curiosamente era un día antes de su séptimo mes de noviazgo. Santana había propuesto una maratón de películas en su departamento, pasando la noche abrazadas en su sofá y esperando el amanecer abrigadas por una manta; sin embargo Brittany quería hacer algo bastante distinto a eso. -Podríamos disfrazarnos de una pareja épica –Explicaba Brittany recostando su cabeza sobre el hombro derecho de Santana –Podríamos ser Batman y Robin, ó Barack y Michelle Obama –Decía la rubia tratando de hacerle ver a su novia lo grandiosa que era su idea. –Tengo muchas ganas de disfrazarme contigo –Brittany giró su rostro y besó la mejilla de Santana. –No lo sé, Britt –Rió la morena por las cosquillas que el beso le provocó –Si quieres disfrazarte, podríamos ser Doctor y Enfermera, ó Amo y Esclavo en mi departamento y así nos ahorramos lo de pedir dulces. –Proponía entre risas Santana acariciando el plano abdomen de Brittany y recibiendo un suave manotazo de la rubia que contenía sus risas. –¡Santana! –Chilló la rubia haciendo un puchero, que solo aumentó los deseos de Santana por besarla. –Está bien, nena –Suspiró la morena después de divertirse lo suficiente al ver a su novia explicando lo genial que es “Trato o truco”. Santana supo, desde que Brittany propuso esa idea, que terminaría cediendo. Siempre era así, y complacer a su chica no era algo que le molestara a la latina. –Pediremos muchos dulces por todo Manhattan, pero exijo tener el mejor de los disfraces. –Aceptó abrazando con más fuerza a su novia por la espalda, besando rápidamente su hombro descubierto. ***

“Usted ha sido cordialmente invitado(a) a la recepción anual de Halloween del Bufete de Abogados “Morrison & Asociados”

Organizada: Área de publicidad del Bufete de Abogados “Morrison & Asociados” Día: 31 de octubre. Hora: 9:00 p.m Agradeceremos su asistencia.

Santana terminó de leer aquella invitación que Ralph acababa de dejar frente a ella, y con una muy indiferente expresión, la regresó al sobre negro con bordes anaranjados para luego dejarla entre la torre de papeles apilados que tenía en su escritorio. -¿No piensa ir a la fiesta? –Preguntó Ralph confundido mientras dejaba más documentos en la mesa de su jefa. Era la fiesta del año y no era concebible que alguien no quisiera ir. –Ya tengo planes con mi novia –Respondió Santana escuetamente, sin quitar su mirada de los papeles que sostenía en su mano. –En primer lugar, es muy adorable escucharla llamarla novia –La morena rodó los ojos ante lo dicho por Ralph. –Y en segundo lugar, ¿se puede saber qué harán? –Preguntó el ojiverde mientras clasificaba unos fólderes en la biblioteca de su jefa. –Brittany dijo algo sobre pedir caramelos –Habló Santana restando importancia a la conversación que sostenía con su secretario. Ralph giró hacia la morena, deteniendo su quehacer para mirarla fijamente. -¿Qué quieres? –Preguntó la latina al sentir la punzante mirada del muchacho. -¿Acaso tienen 6 años? –Preguntó sarcásticamente el castaño. Santana se enderezó en su asiento y frunció su mirada. –Lo siento –Se disculpó Ralph por la burla. –No tiene nada de malo divertirse de vez en cuando – Dijo la abogada volviendo a su trabajo. –Por supuesto, es por eso que el bufete hace su propia fiesta. –Ralph explicó jugando con un folder entre sus manos. –Lo que usted quiere hacer, discúlpeme, pero es bastante vergonzoso, ya sabe, eso de disfrazarse y caminar por las calles escuchando las burlas de las personas. –Santana trataba de concentrarse en su trabajo, pero las palabras de Ralph empezaban a captar más y más su atención –Una vez vi como lanzaban basura desde los taxis a un grupo de amigos disfrazados de Plaza Sésamo. –La abogada pretendía escribir sobre unos documentos cuando lo único que hacía en ese momento era imaginarse a Brittany y ella en la posición de ese grupo que vio Ralph. -¿Y las fiestas del bufete son buenas? –Preguntó Santana tratando de sonar casual. –Son fabulosas –Respondió el castaño con una gran sonrisa y acomodando sus lentes de marco negro. –Es una lástima que ya tenga planes. –Agregó Ralph encogiéndose de hombros y girando en dirección a la puerta.

*** Santana había pasado varios días tratando de proponerle a Brittany la idea de asistir a la fiesta del bufete en lugar de caminar disfrazas por la calle y llenarse de crueles burlas. Pero

cada intento se veía frustrado por la sonrisa entusiasmada que tenía la rubia siempre que hablaba sobre los disfraces, los dulces y las luces de la ciudad. -Britt … quiero hablarte de algo. –Santana tragó saliva mientras intentaba por enésima vez sacar el tema a conversación. –Yo también tengo algo que decirte –Dijo Brittany animadamente, obviando el tono serio de Santana y girando sobre la cama para verla mejor. –Ya tengo nuestros disfraces –La sonrisa de la rubia creció enormemente, mientras el rostro de Santana dibujaba una expresión de sorpresa e incredulidad. Brittany había pasado una semana entera, aprovechando sus ratos libres en la universidad y desvelándose en su apartamento con tal de encontrar los disfraces perfectos que Santana y ella usarían en su primer Halloween juntas. Y después de descartar clásicos como “Superman y La Mujer Maravilla” ó “Mickey Mouse y Minnie Mouse, Brittany había encontrado el más original y perfecto para ellas. -¿Shrek y Fiona? –Santana enarcó una ceja mientras se sentaba propiamente sobre su cama, mirando fijamente a Brittany, quien estaba acostada a un lado. La morena no podía evitar sentirse un tanto confundida por la decisión que después de siete días de angustia su novia había tomado. -¿Hablas enserio? –Preguntó la latina, sorprendida por la curiosa elección de Brittany. –Es perfecto para ti y para mí –Respondió la rubia sonriente quien se recostó sobre su codo para tener una mejor vista de su novia. –Britt, sé que a veces soy un poco malhumorada, pero creo que es demasiado compararme con un ogro –Se justificó Santana con un tono bastante serio, que hizo que Brittany se sentara a la altura de la morena. –San, tranquila –Pidió la rubia –No lo elegí porque seas alguna clase de ogro –Rió Brittany tomando el consternado rostro de Santana entre sus manos. Apretujándolo acorde a sus palabras. –Sino porque lo nuestro es como un cuento de hadas muy distinto a los demás – Santana sonrió entre las manos de la rubia, quien aprovechó y besó sus labios castamente – Además porque cuando nos conocimos, solo estuviste cerca de mí porque tenías que hacerlo por tu trabajo, como Shrek lo hizo por su pantano. –Brittany dejó un beso más en los labios de la morena. –Y porque pasamos por muchas cosas geniales y no querías admitir que me amabas, al igual que Shrek y Fiona –Continuaba la rubia acariciando la nariz de Santana con la suya propia. –Y por qué haces muchas cosas tiernas por mí y solo por mí, al igual que Shrek. –Brittany besó la punta de la nariz de Santana, quien lo único que hacía era cerrar sus ojos ante cada palabra que acariciaba sus oídos. – Y porque puedes enfadarte mucho con las personas, pero conmigo no; y eso es muy adorable de tu parte –La ojiazul bailarina soltó una pequeña risa mientras acomodaba un mechón del cabello negro de su novia atrás de su oreja. –Además Shrek tiene un amigo burro que habla, y tú tienes a Lord Tubbington. –Brittany dijo con un hilo de voz que hizo que Santana soltara una muy sonora, pero nerviosa risa. –Ese gato gordo no es mi amigo, siempre me quiere robar tu atención… o mi comida. –Se quejó juguetonamente la morena, recordando lo que había pasado las pocas veces en las que Brittany había traído ese gato a su departamento. –Bien, pero ¿ahora entiendes por qué lo elegí? –Preguntó Brittany volviendo a la posición anterior: con el rostro de Santana entre sus manos y sus frentes unidas.

A pesar de encontrarse a punto de cumplir 7 largos meses siendo la novia oficial de Brittany Pierce, Santana seguía intimidándose y perdiéndose en la fiereza de ese par de ojos azules, y en general, con todo el ser perfecto que era Brittany. Siempre sabía que decir para hacer que Santana se enamorara de ella una vez más. Siempre. -A la perfección –Dijo Santana asintiendo, pero sin separar su rostro del de la rubia, quien sonrió y acercó más a la morena para besarla con lentitud. Lo que Brittany había olvidado mencionar en su explicación, era que desde que Santana la conoció a ella, la morena sintió que había sido rescatada de un oscuro castillo resguardado por un dragón, y que a diferencia de muchos otros cuentos, ella no sentía haber despertado del hechizo con un simple beso, sino con el pasar de tiempo en el que conoció lo que el amor podía hacer en ella. Santana con el tiempo aprendió a dejar de sentir miedo de mostrar su verdadera apariencia, ya que esa apariencia era la que solamente adoptaba del verdadero amor. Todo al igual que Fiona y Shrek. -¿Qué era lo que me querías decir? –Susurró Brittany después de un buen rato, cuando las luces de la habitación se habían apagado y sin estar segura si la morena seguía despierta. Santana tomó la mano de Brittany por debajo de los cobertores de su cama y acarició con delicadeza el dorso. -Solamente que te amo –Respondió Santana, recibiendo una pequeña risita de la rubia quien la acurrucó con fuerza entre sus brazos.

***

7mo mes. -Entonces ¿es mi culpa? – Preguntó Santana apoyando su espalda contra la puerta del conductor del auto de Brittany. Era una fría noche en el estacionamiento del Night Club “Insomniac” y como era costumbre, Santana iba a recoger a Brittany. Ahora, a diferencia de tiempos pasados, les decía con mucho orgullo a las compañeras de trabajo de Brittany, que ella andaba ahí esperando a que el turno de su novia terminara. Incluso con eso, había logrado que el gran y robusto hombre de seguridad le permitiera la entrada a los camerinos. Pero esta noche, a diferencia de otras noches, Brittany no recibió a Santana con el típico beso de todas las noches; sino con una fría mirada de reproche. -No es tu culpa, Santana –Respondió Brittany mirando hacia cualquier lado menos hacia su novia. –Es solo que últimamente, esto ya no está funcionando –Dijo la rubia pasando una de sus manos a través de su cabello.

En las últimas semanas, las cosas se habían puesto un tanto difíciles para Brittany. -¿Entonces quieres que nos dejemos de ver? –Preguntó Santana enarcando una ceja y cruzándose de brazos. –Claro que no, Santana –Respondió la rubia bastante sorprendida y agitando su cabeza. -¿Entonces qué es lo que quieres, Brittany? –Santana suspiró cansadamente y soltando sus brazos para hacerle entender a la rubia, que ella no se encontraba a la defensiva. -¡Quiero que nos mudemos juntas! –Brittany prácticamente escupió aquellas palabras que llevaba atoradas en su garganta desde hacía varias semanas. La idea no era nueva en la mente de la rubia bailarina, pero simplemente no había tenido el valor suficiente como para pedírselo a Santana antes, además de no contar con algún motivo completamente coherente como para lograr que la morena accediera. Pero últimamente, la situación de pasar las noches en casa de Santana había empezado a causar estragos en la vida diaria de la rubia. En un principio era solo el hecho de que Brittany no se sentía dispuesta a deja la tibia cama de su novia, luego pasó a ser que la rubia no encontraba ropa limpia en el departamento de la morena, para después pasar a ser problemas con la considerable distancia que separaba al departamento de Santana de la universidad de Brittany hasta ser finalmente que una mezcla de todas estas situaciones empezaron a provocarle a la bailarina problemas en la universidad como tardanzas además de contratiempos en su vida diaria. Sin embargo, el punto de quiebre fue lo sucedido aquel día en la mañana. Brittany había pasado la noche en el departamento de Santana como era costumbre, pero a la mañana siguiente, la morena le dio un beso en la frente a su aún dormida novia y partió a trabajar, dejando a Brittany en la cama. Eso no era nada extraño ya que esa era la rutina siempre que la rubia tenía clases después de las 10:00 a.m, pero esa mañana la alarma de Santana no funcionó, y finalmente, Brittany perdió un importante examen. Es por esto que Brittany sentía que finalmente tenía una buena cantidad de motivos para sacar el tema de la mudanza a flote. -¿Quieres mudarte conmigo? –Preguntó Santana bastante confundida. –Pensé que el problema era que mi departamento está muy lejos de todo. –Recordó. –Quiero que tú te mudes conmigo. –Corrigió Brittany aún seria y sintiendo el frío de la madrugada golpear su piel. –A mi apartamento. Santana tenía muchos deseos de vivir junto a Brittany. Realmente quería pasar cada día y noche junto aquella rubia. Pero algo muy distinto era tratar de hacer todo eso en el mismo lugar en el cual Brittany había planeado pasar su vida junto a su ex esposa. -Lo siento, Britt. –Contestó Santana –Pero me siento muy cómoda en mi pequeño departamento. –Agregó encogiéndose de hombros. -¡Saaan! –Chilló la bailarina con un puchero –Mi apartamento está a 15 minutos de todo y el tuyo está a 1 día de la civilización. –Respondió con una risa. Era verdad. El departamento de Santana estaba terriblemente mal ubicado –motivo por el

cual la renta era bastante baja para ser un lugar en la costosa Manhattan –pero a fin de cuentas, Santana había aprendido a acostumbrarse a la austeridad de tal. –Discúlpame por haber encontrado un departamento en el cual no gasto todo mi sueldo en rentas. –Santana rodó sus ojos y frunció los labios. –San … -Brittany se acercó más a su novia y tomo sus manos entre las suyas. –Piensa en las ventajas que mudarnos nos traería, ya no pagarías renta, no estarías tan lejos de tu trabajo, incluso podrías ir a pie. –Enumeró la rubia con una sonrisa. –Britt, créeme que quiero vivir contigo por siempre y para siempre –Dijo Santana, provocando que la ojiazul se ruborizara –Pero, por ahora no –Contestó tajantemente la abogada. -Solo hay que intentarlo, ¿okay? -Pidió la rubia, y contra toda su voluntad, Santana asintió.

***

Santana realmente lo estaba intentando, pero las cosas simplemente no funcionaban. A pesar de llevar 10 días durmiendo en el apartamento de Brittany, el cual era mucho más grande que el de Santana, con una decoración mucho menos deprimente, con un baño mucho más grande y siempre con una nevera llena de comida, Santana aún se sentía muy incómoda. Sentía que en cada rincón de esa casa había una historia a la cual ella no pertenecía, se sentía observada por el fantasma de Brittany junto a su ex esposa. Se sentía como una total intrusa. -Todos tenemos un pasado, Santana – Brittany no se encontraba molesta, pero si decepcionada de la actitud de Santana. Habían estado besándose en la cama de Brittany, y como era típico, un beso nunca era suficiente. Así que poco a poco la temperatura había empezado a subir al igual la intensidad de los besos que la rubia dejaba por todo el cuello de Santana, además de la impaciencia con la que Brittany trataba de deshacer el nudo de los shorts de dormir de su novia; sin embargo cuando finalmente logró su cometido, lo único que la rubia consiguió de parte de Santana, fue unas risas incómodas y la fuerza de sus brazos entre sus cuerpos para conseguir distancia.“No me siento cómoda haciendo esto en el mismo lugar donde estuviste con tu esposa” Fue lo único que dijo Santana. -Tú tienes un pasado, incluso es uno del cual nunca quieres hablar, pero aún así te acepto y te amo. -Susurró Brittany mirando fijamente hacia el techo de la habitación. Santana tragó saliva al sentir la culpa creciendo en ella. –Britt… Te amo –Santana intentó tocar el hombro de la rubia, pero esta se hizo a un lado, resistiendo a la caricia –Es solo que… -La morena soltó una risa cansada –No puedo, siento que este lugar está infestado por recuerdos tuyos y de tu ex esposa, incluso puedo sentir su mirada sobre nosotras. –Explicó la latina también mirando perdidamente la textura del techo de la habitación.

–Santana, ¿estás consciente de que Claire vive muy lejos de aquí? Es más, -Dijo Brittany girando para mirar mejor a su novia –Tú fuiste quien nos divorció ¿lo recuerdas? –La rubia le dio a la morena una corta risa de sorpresa. –Lo recuerdo bien, Brittany –Contestó Santana –Pero… ¿por qué no puedes entender que quiero que vivamos en nuestro propio castillo? o en nuestro propio pantano como Shrek – Dijo sentándose en la cama y tirando su cabeza hacia atrás. Brittany sonrió y no solo por la mención de aquel personaje que sirvió de inspiración en Halloween. –Santana… -Empezó la rubia sentándose a la altura de su chica y suavizando más su voz. – Tú eres mi castillo y mi pantano –Dijo tomando la mano de Santana, quien seguía mirando hacia el techo -No necesito nada más que tenerte cerca para estar feliz. –En verdad quiero que tengamos un lugar solo para nosotras –Santana dirigió su mirada café hacia su novia denotando una gran pena en ellos –Quiero un lugar que solo contenga nuestra historia –Con delicadeza tomó la otra mano de la ojiazul y prosiguió –Un lugar que solo guarde nuestros recuerdos, no los de otras personas. Brittany oía a Santana y no podía evitar sentirse embelesada por sus palabras y deseos. Los anhelos de la morena eran prácticamente una súplica por hacerle entender a Brittany, que todo lo que ella quería era empezar desde el comienzo en todo, incluso en una casa. Quería que todo sea nuevo y puro, sin ningún rastro de dolor que pudiera impregnarse en ellas. Como ella decía, quería algo solamente suyo. -Te juro que algún día tendremos nuestro propio castillo –Respondió Brittany con seguridad mientras besaba la mano y los dedos de Santana. -¿Enserio? –Preguntó una incrédula morena. –Es una promesa –Brittany cruzó su mirada con la de Santana de tal manera que hizo imposible que la latina tuviera dudas de su novia.

*** Los fuertes ventarrones eran una costumbre en aquella época del año. Noviembre estaba a punto de terminar para darle paso al mes de Santa Claus, pero antes de eso aún había una festividad que Brittany había estado ansiando desde hacía semanas. El Día de Acción de Gracias. Era la festividad perfecta para agradecer por todo lo que se tenía y a todos los que hacían posible eso. Y este año, la bailarina tenía a alguien aparte de sus padres, a quien agradecer en este día.

-¡Brittany me estoy despeinando y no veo nada! –Reía Santana al mismo tiempo que se quejaba. Santana caminaba siendo guiada por su novia, quien le había puesto una venda en los ojos para que se llevara una gran sorpresa ante lo que le había preparado. Sin embargo, el fuerte viento y el cansancio que la morena empezaba a sentir, provocaba que el deseo de arrancarse esa venda aumentara. -El punto de la venda es que no veas nada, San –Aclaró Brittany con una pequeña risa mientras tomaba de la cintura a su novia para evitar que se cayera. –Ahora estamos llegando a unas escaleras –Advirtió. Santana soltó una sonrisa y entrecerró sus ojos vendados. -¿Me estás llevando a un hotel, no es así? –Estableció Santana deteniendo su paso en el segundo escalón. Brittany rió sonoramente mientras evitaba no soltar a la morena. –Tal vez… -Contestó la ojiazul sin decir nada más. Después de varias escaleras más y algunos pequeños incidentes en el camino, como el tacón de Santana atascado en una esquina, Brittany había conseguido guiar a Santana hasta aquel misterioso lugar. -Llegamos –Avisó Brittany soltando la cintura de su novia. Santana oyó el sonido de unos botones siendo marcados y volvió a sonreír. –Definitivamente estamos en un hotel. –Sentenció cruzándose de brazos mientras esperaba. –Aunque no entiendo todo el detalle de la venda y la maratón que me has hecho caminar – Puntualizó mientras Brittany tomaba su mano, invitándola a dar unos pasos hacia delante. Brittany tomó un hondo respiro y tragó un gran sorbo de saliva antes de tomar las dos pequeñas puntas del nudo formado en la venda que cubría los ojos de Santana. Con rapidez, el nudo cedió y la venda cayó con una lentitud tortuosa para la rubia. Santana parpadeó varias veces, acostumbrándose nuevamente a la luz que golpeaba su mirada. Lentamente, los constantes parpadeos empezaron a cesar al igual que la sonrisa despreocupada que tenía comenzaba a borrarse al caer en cuenta del lugar en el que se encontraba. Frente a la morena se veía una pequeña pero acogedora sala de estar, con un juego de muebles que rodeaban a la mesa de centro y que eran adornadas por la luz de la gran ventana que iluminaba todo el lugar. Ese no era un hotel. -¿Q-Qué…? –Santana trató de hablar pero las palabras parecían no poder formarse. Nuevamente, algo más captó su atención. Una mesa redonda adornada por un mantel que lucía nuevo y dos platos vacíos acompañados por dos copas.

Definitivamente no era la habitación de un hotel. Ese era un departamento. -¿Q-Qué…? –Intentó nuevamente la morena mientras su boca se secaba cada vez más. –Bienvenida a nuestro pantano –Susurró Brittany abrazando suavemente a su novia por la espalda y posando su mentón sobre su hombro derecho. –Brittany… -Dijo Santana con la voz entrecortada y sintiendo una presión formándose en su pecho –Esto es… -La latina se detuvo para tragar un gran sorbo de saliva. –Esto es nuestro –Completó Brittany con una sonrisa mientras abrazaba con más fuerza la espalda de Santana. En ese momento la rubia escuchó unos sollozos y su sonrisa se desvaneció. -¿Qué pasa, San? –Preguntó consternada -¿No te gusta el lugar? –Preguntó un tanto avergonzada. –Es hermoso y perfecto, Britt –Contestó la morena tratando de no dejarse llevar por las emociones. –Es solo que… no tenías que buscar un departamento, ahora la renta subirá y no quiero que te preocupes por esas cosas. –Explicaba Santana. –Santana, este departamento es tuyo y mío –Repitió Brittany –Vendí mi apartamento y compré esto para nosotras. –Confesó la bailarina haciendo que Santana girara en sus brazos inmediatamente. -¡Brittany! –Exclamó Santana realmente sorprendida. -No había motivo para seguir viviendo sola en un lugar tan grande, si podía vivir en un lugar más pequeño junto a mi chica –Brittany se encogió de hombros mientras hablaba con tal facilidad sobre el asunto. –No hay duda de que te faltan muchos tornillos, Brittany –Santana rió emocionada mientras abrazaba a su novia por el cuello –Pero eso solo me hace amarte aún más –Finalizó estirándose para besar el labio inferior de la rubia. –Feliz Día de Acción de Gracias, San –Deseó Brittany con la sonrisa más sincera de todas adhiriendo su frente a la de su novia. A Santana le habían enseñado que este día era el correcto para dar gracias por todo lo que se tenía en la vida, pero realmente, Santana sentía que un día no era suficiente para agradecer todo lo que Brittany le había dado en estos meses. Incluso una vida se sentía demasiado corta. -Gracias por amarme, Brittany –Agradeció Santana sin despegar su mirada de los ojos azules de su novia. Tratando de usar todo su cuerpo para demostrarle cuan agradecida se encontraba por haber tenido la suerte de cruzársela en su vida.

Flashback: Manhattan, New York -¿Cuándo hablarás con Santana? –Preguntó Jesse tomando con decisión las caderas de Rachel por atrás. Atrayéndola a su cuerpo mientras susurraba contra su oído. –Pronto… -Respondió la castaña con un suspiro al sentir las fuertes manos de Jesse, pero al mismo mirando hacia todos lados, procurando que no hubiera nadie en el camerino. Rachel había sido débil. Había tratado de negarse a la tentación, pero finalmente cedió como muchos otros. Olvidando de esta manera sus principios y la promesa que había hecho ante aquel Elvis en Las Vegas. Había olvidado que no solo se trataba de ella, sino de los sentimientos de dos personas más. Luego del primer beso en el escenario, Rachel supo que sería una tarea difícil trabajar con él, pero se lo propuso y por un mes, funcionó a la perfección. Sin embargo, la tensión entre ambos era tal que entre tantos besos en los escenarios, terminaron un día besándose contra la puerta del camerino de la castaña; y fue en ese momento que Rachel supo que no había marcha atrás. De la mano de los besos, siguieron los requerimientos. Jesse no quería vivir a la sombra de Santana. Él quería ser el único para Rachel. Y francamente, cada vez que la judía estaba junto a él se decía que él era el indicado; pero asimismo, cada noche en la que veía a Santana, se cuestionaba si realmente Jesse era para ella. -Te amo, Rachel – Con esas palabras, Santana había aprendido a irse a dormir cada noche. Recordándole a su esposa, que a pesar de todo, ella seguía amándola como una adolescente. “¿Cómo dejar a alguien como Santana?” Eso se preguntaba Rachel instantes después de que la morena apagara la lámpara de su velador. Santana la amaba con devoción; como si no existiera algo más allá de sus ojos. La amaba con cada acción, con cada detalle y cada mirada. El amor que Santana sentía por Rachel, era de la clase de la cual se escriben en los libros. Era el tipo de amor que Rachel quería experimentar toda su vida.

***

[i]-Mientras más tiempo pase, más dolerá –Dijo Jesse recostando su cabeza contra una columna del camerino. Rachel seguía peinando su cabello frente al tocador. La castaña, mejor que nadie, sabía que Jesse tenía la razón. Santana era capaz de lucir como una poderosa e invencible mujer de hierro, pero Rachel sabía que el punto débil de la latina era su corazón, sus sentimientos, su amor. Y si es que la pequeña judía estaba

decidida a dejar a Santana, esperar que el tiempo transcurra más, solo haría las cosas peores. -¿Cómo se encuentra la mejor actriz de Broadway? –Inesperadamente la puerta del camerino se abrió, dejando ver a una Santana totalmente entusiasmada de ver por primera vez en el día a su esposa. Rachel y Jesse giraron hacia la puerta, preguntándose si la latina había oído algo. –Te traje una rosa –Dijo Santana caminando hacia su novia y pasando de largo a Jesse. Rachel sonrió al recibirla. Nuevamente, ¿Cómo dejar a alguien como Santana? La morena era prácticamente perfecta. Era una persona con muchas ambiciones, con muchos sueños que se podían complementar a los de Rachel y, principalmente, era una persona llena de amor para una sola persona: Rachel. Pero Jesse… él simplemente era su alma gemela.

***

-¿Estás segura de no querer pasar Acción de Gracias en Lima? –Preguntó Santana por enésima vez mientras acomodaba sus maletas en la parte trasera de su camioneta. –Podría ser una buena oportunidad para decirle a nuestros papás que estamos casadas –La latina soltó una carcajada mientras aseguraba la puerta. –El musical está pronto a estrenarse, todo tiene que salir perfecto –Contestó Rachel pasando sus dedos a través de su cerquillo con cierto nerviosismo. La morena suspiró. –Te extrañaré mucho, Rach –Confesó Santana cogiendo a la castaña por la cintura. –Igual que yo, San –Dijo la judía, incapaz de sostenerle la mirada a su esposa. –Te llamaré apenas llegue a Ohio –Santana soltó a Rachel para poder caminar hacia el asiento de conductor –Te amo, nena –Se despidió desde el asiento antes de encender el motor. Rachel solo soltó una pequeña sonrisa. Al partir la camioneta, Rachel solo soltó un profundo suspiro. Se sentía terrible por lo que pensaba hacer.

***

-¿Estás segura que quieres hacer esto de este modo? –Preguntó Jesse mientras abría la puerta del departamento de Santana y Rachel para retirarse.

–No puedo hacerlo de otra manera –Contestó la castaña estoicamente. Rachel había llegado a la conclusión que nunca podría romper con Santana frente a frente. La castaña se sentía demasiado sucia como para tener el valor de romperle el corazón a la morena en persona. En ese momento, la cobardía era el único recurso. Así que Rachel decidió irse del departamento mientras Santana estuviera en Lima y dejando una breve y concisa carta.

***

“Te estarás preguntando qué paso, en dónde estoy, por qué mis cosas ya no están junto a las tuyas. Es simple, Santana. Necesito tiempo, necesito espacio para entender a dónde vamos. Te amo, pero ya no sé si eso es suficiente para que esto sobreviva.” Rachel Berry.

Santana se encontraba al filo del sofá, pocos minutos después de haber regresado de Ohio y de haber notado un gran vacío en ese departamento. En un primer momento sintió angustia al no recibir ninguna respuesta al gritar el nombre de Rachel, pero al ver aquel sobre rosa sobre la mesa de centro, sellada con una estrella dorada, se dio cuenta que algo realmente estaba mal. La respiración de Santana se aceleró con el pasar de las pocas palabras de aquella carta, y al terminar de leerla, la morena lloró con dolor, con rabia, con frustración. Porque ella no entendía qué andaba mal. Ella amaba a Rachel y hasta hace unos días, sentía que el sentimiento era recíproco.

***

-¡Soy tu esposa, no soy cualquier noviecilla tuya a la que puedes dejar con una nota en el sofá! –Reclamó Santana mientras caminaba tras de Rachel por uno de los pasillos de la universidad -¡Dime qué hice mal! –Pedía la morena con cansancio. –Nada, Santana –Dijo Rachel girando por primera vez a ver a la latina –Nada… -Suspiró-Es solo que necesito tiempo. El musical, los ensayos, las clases, todo esto no le está trayendo nada bueno a nuestra relación –Explicó sin ser capaz de mirarla. –Rachel… yo te amo –Santana se acercó más a la castaña con una expresión más relajada – Te amo y si quieres tiempo, te lo daré –Confesó la morena tomando la mano derecha de su

novia y acariciando el anillo barato que aún llevaba en señal de su matrimonio –Esto es una promesa de estar contigo en las buenas y en las malas, y así lo haré –Agregó sonriendo débilmente. Rachel no podía creer lo que estaba viviendo. Ella había abandonado a Santana de la manera más cobarde, y aún así, esa mujer era capaz de querer esperar por ella, de darle una sonrisa y decirle que había otra oportunidad. Enserio, ¿Cómo dejar a alguien como Santana?

***

-Si ya dejaste a Santana, porqué no podemos contarle a todos que estamos saliendo – Cuestionaba Jesse llevándose las manos a la cabeza. “Porque aún sigo casada” Respondió la castaña en su cabeza. Jesse ni nadie, sabía del matrimonio. -Hay que esperar el momento preciso, Jesse –Dijo Rachel con la voz bastante calmada.

***

Los días se habían convertido en meses, y la dichosa obra se aproximaba cada vez más. A pesar de los rumores sobre Jesse y Rachel, Santana prefería hacer caso omiso de estos. Ella estaba segura que su castaña no la engañaría y que estos chismes solo se creaban por el hecho de que Rachel estuviera viviendo con él, dado a que se rehusaba volver a su departamento. Era por eso que a pesar de los pocos avances entre ellas, Santana no perdía la esperanza. Ella seguía esperando cada noche por Rachel y siempre intentaba recogerla de los ensayos. -Es increíble que falten solo semanas para el estreno –Comentó Santana mientras le compraba un café a Rachel -¿Cómo te encuentras? –Preguntó. –Emocionada –Contestó la castaña recibiendo su orden. –Hey, Rachel –Jesse St.James tomó del brazo a la castaña con suavidad, obviando la presencia de Santana. -¿Nos vamos al ensayo? –Preguntó. Rachel sonrió tontamente al verlo. –Sí, claro –Contestó con rapidez –Nos vemos, Santana –Se despidió con un ademán y una rápida sonrisa. Santana se quedó viendo la escena por un buen rato, examinándolos y preguntándose si

realmente nada sucedía entre ellos.

***

El día del estreno llegó y entre toda la multitud aglomerada en el auditorio, la más emocionada era Santana López, ansiosa por ver a su esposa brillando como la estrella que era. La morena tenía planeada una gran noche. Esa noche le pediría formalmente a Rachel que volviera con ella, pero antes le daría el más grande y costoso anillo de matrimonio que la morena había podido conseguir. El espectáculo empezó y entre todos los actores, a la única que Santana podía ver era a Rachel Berry. Ella sería sin duda, la estrella más brillante en todo el firmamento. El telón se cerró y no había nadie quien no estuviera llorando o poniéndose de pie para ovacionarlo. Santana se encontraba en ambos grupos. Cuando finalmente salieron los actores, cada uno de ellos lloraba de alegría y emoción y Rachel no era la excepción. Lo que más deseaba Santana era acercarse a la castaña, tomarla entre sus brazos y besarla con locura. Sin embargo, quien consiguió hacer eso no fue Santana, sino Jesse St.James, quien en un arranque de adrenalina, tomó el rostro de Rachel y la besó frente al público. Santana se encontraba lista para dejarle un ojo morado al castaño, pero las palabras que salieron de la boca de Jesse detuvieron su deseo de golpearlo, e incluso sus deseos de respirar. “Un aplauso para mi novia, la Señorita Rachel Berry” Gritó el castaño por el micrófono, haciendo que la judía solo riera y abrazara el brazo izquierdo de su novio. El público reventó en aplausos y gritos. Todos menos Santana, quien seguía en su butaca, sintiendo la voz de Jesse una y otra vez en su cabeza. Ella no podía ser novia de él, porque ella ya era su esposa. Y eso era lo que quería gritar en ese momento. Quería ponerse de pie y gritar frente a todos, que Rachel Berry era suya. Santana no hizo nada de lo que tenía en mente, lo único que pudo lograr fue ponerse de pie nuevamente y caminar en silencio y lágrimas hasta la puerta de salida. La morena había entendido, finalmente, que era momento de rendirse.

Fin Flashback.

CONTINUARÁ... 31

CAPITULO 31: Los tuyos, los míos y los nuestros Cuenta la leyenda que hubo un tiempo en el que Santana López amó las fiestas navideñas. Se dice que la morena a los 4 años, el 25 de diciembre por la mañana se convertía en el pequeño ser más feliz del universo al encontrar al pie de su árbol todos los obsequios que Santa Claus había traído para ella. En ese entonces lo único que la pequeña Santana se preguntaba era cómo hacía Santa para acertar con cada regalo que ella quería. Sin embargo, un año después aquel brillo en los ojos oscuros de Santana empezó difuminarse. La morena siempre trató de convencerse que ese cambio en su infantil espíritu navideño se debía al hecho de que ella ya estaba enterada de que el viejo Santa Claus no era nada más que un invento de sus papás; pero muy en el fondo, Santana sabía que lo que realmente había acabado con sus ansias por la llegada de la navidad era el hecho de que ya nunca más la celebraría con una familia completa. Fue así que desde muy temprana edad y contra todo esfuerzo de su papá por recuperar esa sincera emoción de su hija al ver el árbol de navidad, Santana había perdido todo interés la navidad -aunque eso no significaba que también hubiera perdido el interés en los obsequios que recibía. No obstante, y a pesar de no ser una fanática de las fiestas navideñas, la morena había aprendido a acoplarse bien a esta celebración, principalmente con el fin de quitarle a su papá la culpa de sentirse el responsable de haber acabado con el espíritu navideño de su hija, y por encajar con la odiosa costumbre del club Glee de pasar todo el mes de diciembre cantando villancicos en cada rincón de la escuela. Sin embargo, Santana aún no había pasado por lo peor de esta época: La soledad. Esa fue una de las enseñanzas que vivir en una tierra de nadie como lo era Nueva York, le había dado desde un comienzo. Durante su primera navidad en Manhattan, Santana cayó en una profunda tristeza al darse cuenta que ya no estaba su papá junto a ella, ni siquiera el insufrible club Glee con sus canciones se encontraban. Pero si ese año la morena sobrevivió a la soledad fue por el consuelo de decirse que pronto se acostumbraría a esa situación. Y aquella esperanza de Santana nunca se volvió realidad. Cada año era peor que el anterior. Cada año la morena se sentía más sola y con más vergüenza de volver a Lima y contarle a su papá lo infeliz que era. Pero ahora todo había cambiado de una manera tan radical que provocaba que Santana se preguntara si todo eso estaba sucediendo en realidad o si solamente había terminado de desquiciarse y había empezado en un mundo paralelo y libre de soledad Aunque el encontrarse bastante ofuscada en la interminable cola de pago de un supermercado tratando de pagar una caja de adornos navideños, eso en verdad se sentía algo muy real. -¿En verdad necesitamos más adornos navideños? -Se quejó Santana al ver que habían pasado exactamente 45 minutos desde que se formó en la caja n°15 de Wallmart. -Por supuesto -Respondió Brittany con el mismo buen humor de siempre -Nuestro árbol

aún no está lo suficientemente navideño.-Contestó sonriendo y, antes de que Santana pudiera rodar sus ojos, Brittany besó rápidamente su mejilla izquierda, haciendo que la morena no pudiera evitar esa sonrisa enamorada que aún se dibujaba en ella con cada beso de su novia. Bueno, los besos y caricias de Brittany sí se sentían bastante utópicos, así que sí era posible que todo siga siendo una muy bonita creación de la mente solitaria de Santana. Bueno, no era que de un momento a otro Santana había vuelto a ser aquella niña emocionada por sentarse frente a la chimenea para esperar a Santa; pero definitivamente había algo en Brittany que causaba que la latina se sintiera capaz de colgarse del gigantesco ventanal que adornaba el living de su nuevo departamento solo para adornarlo con las luces de navidad más estrambóticas en todo Nueva York, si es que eso era lo que hacía feliz a la rubia. A Santana le gustaba pensar que todo eso lo hacía solo porque amaba a su novia y le gustaba ver esa enorme sonrisa en su rostro. Pero a pesar de que la morena quisiera negarlo, ella sabía que todo lo que hacía era porque desde que estaba junto a Brittany, había vuelto a sentir crecer en ella esa esperanza de poder, algún día, volver a pasar una navidad junto a una familia completa. Aunque sí... ella también lo hacía porque se encontraba terrible y locamente enamorada de Brittany Pierce. Era por todo eso y más que la morena había comprado el mejor regalo para su novia. Un regalo que le daría la certeza de nunca dejar de ser feliz al lado de la rubia. Un regalo que marcaría su vida. *** Brittany quería que decírselo a Santana. No. Ella tenía que decírselo. Pero lo que no sabía era cómo hacerlo y tener la respuesta que quería sin tener que incomodar a su novia. Tenía que ser inteligente y muy astuta para hallar el momento adecuado y... -Bien... ¿Me dirás de una vez por todas qué te pasa? -Demandó Santana cruzando sus brazos sobre su pecho y deteniendo todo lo que hacía al no soportar más el silencio que se había creado entre ella y Brittany y al ver la fuerza con la que el ceño de su novia se había fruncido. Tal vez Brittany podía dejar su plan de ser astuta para alguna otra ocasión. -¿Acaso el árbol sigue sin estar lo suficientemente navideño?—Preguntó la morena con temor a tener que volver a ir a algún centro comercial en busca de algún otro adorno. -Mmm... Pienso que aún no es un árbol completamente feliz—Dijo Brittany lentamente mientras examinaba de arriba a abajo el colorido árbol y preparando a Santana para salir

corriendo en cualquier instante. —Pero no, eso no es lo que me preocupa —Agregó, haciendo que la confusión de la morena creciera. -¿Qué te pasa, Britt? —Preguntó la latina tocando el antebrazo derecho de la ojiazul. -Tenemos que hablar de algo importante —Dijo la rubia agachando su mirada y jugando con las pretinas de sus jeans mientras se balanceaba en su sitio. —Hay que sentarnos. -Mmh... Okay—Respondió Santana confundida y un tanto nerviosa, caminando hacia el sofá. -Bien... San, tú y yo teníamos pensado pasar nuestra primera navidad juntas, ¿no es así? —Empezó Brittany tomando la mano izquierda de su novia. La morena asintió. — Pero creo que eso ya no será posible. Al escuchar aquella afirmación de la rubia, Santana soltó su mano de la bailarina con fuerza y frunció su entrecejo. Eso no podía estar pasando. -Por favor, no me digas que estamos rompiendo porque, créeme, la navidad no es la mejor época para hacerlo. —Pidió la morena con rapidez y temor a seguir escuchando a la rubia. Brittany solo sonrió y volvió a tomar con fuerza la mano de su novia. -Nunca rompería contigo, San —Contestó la ojiazul con un tono dulce y tranquilo que borró la expresión de desconcierto de la morena. – ¿Entonces qué sucede, Britt?— El rostro de preocupación de Santana volvió. La rubia suspiró con fuerza. -Mi familia quiere conocerte esta navidad— Soltó Brittany mientras cerraba sus ojos para no ver la expresión de su novia. Santana no sabía que decir en realidad. Ella nunca había lidiado con el asunto de presentarse oficialmente ante los padres de su pareja -Los papás de Rachel no contaban porque la morena los conocía desde tiempo atrás- así que no sabía que responder a lo que Brittany acababa de decir. -Conocerme como... ¿A través de una foto?— Preguntó la abogada aunque ya sabía respuesta. -Quieren conocerte en carne y hueso— Contestó la rubia —Me han enviado dos boletos para que viajemos a Kentuky la siguiente semana— Agregó la bailarina con un tono de culpa y vergüenza. -Qué... —Santana quería encontrar el adjetivo adecuado para la situación —Inesperado... —Dijo sin sentirse totalmente conforme con su elección. -San, no te sientas obligada a aceptar la invitación— Brittany pudo leer el contrariado rostro de su novia así que decidió hablar antes de que la presión aumentara. Al escuchar esas palabras, Santana sintió como la soga que se ajustaba cada vez más a su cuello, empezaba a soltarse. No era que la morena tuviera miedo a formalizar aún

más su noviazgo; sino sentía temor a no ser del agrado de la familia Pierce. A no ser lo que ellos esperaban de la novia de su hija. -Puedo decirles que has tenido un caso de emergencia que atender y que por eso no has podido ir —Explicaba la ojiazul— Ellos saben que eres una abogada importante. —Dijo Brittany. En el momento en el que Santana iba a aceptar la excusa de Brittany; la morena se percató de algo: El semblante nervioso de Brittany había sido reemplazado por uno más pálido y, en cierta forma, decaído al notar la renuencia de su novia. La rubia era capaz de mentir si eso evitaba que Santana sintiera esa invisible pero latente desconfianza. La morena simplemente no podía volver a permitir que Brittany volviera a renunciar a algo solo por hacerle las cosas más simples a ella. No era justo, no era correcto. No era lo que Santana quería darle a su novia. La latina quería darle toda la felicidad existente en el mundo; y si de antemano ya había sido capaz de superar su miedo al compromiso, su desagrado por la navidad e incluso había perdido el miedo a las alturas para decorar las ventanas; entonces presentarse ante la familia de Brittany –y el hecho de que eso significara que el regalo, tendría que esperar hasta Año Nuevo- no sería algo que la morena le negaría. No… -Respondió tajantemente la abogada después de pasar varios minutos perdida en su mente –Quiero conocerlos –Agregó sintiendo como sus labios se secaban al tomar la decisión. Una instantánea sonrisa se dibujo en los labios de Brittany. -¿Hablas enserio, San? –Preguntó la rubia aún sin poder creer lo que pasaba. –Claro, Britt –Contestó la latina encogiéndose de hombros; aparentando seguridad y despreocupación al respecto –No hay problema en conocerlos, los papás siempre me aman –Santana sonrió para ratificarle a su novia su decisión. Brittany la miró y con mucha fuerza y una sonrisa muy amplia, la atrajo hacia ella. No era una total mentira que los papás sentían simpatía por Santana. Por lo menos, su papá la amaba, y los de Rachel; también. Eso hacía un total de 3 padres válidos, ¿no? “¡¿Qué demonios estoy haciendo?!” Se preguntaba Santana mientras se dejaba abrazar por Brittany en el sofá. -Me haces tan feliz, Santana –Susurró Brittany con alivio contra el cuello de su novia. Eso era lo que Santana estaba haciendo. Intentando hacerla feliz. ***

-¿Puedo confesarte algo? –

Una semana llena de apuros y preparaciones para la víspera de navidad había pasado con tanta velocidad que provocaba que por momentos Santana se preguntara en qué momento dejó Nueva York, y aún más, en qué momento llegó hasta la entrada cubierta de nieve de la casa de la familia Pierce en Kentucky. -Dime, San –Respondió Brittany antes de tocar el timbre de la casa de sus papás. Santana suspiró y tomó la mano cubierta por un guante de Brittany. –Estoy muerta de miedo –Confesó la morena apretujando la mano de su novia y dejando salir todo el pánico a través de su voz y sus ojos –Enserio, siento que estoy a punto de desmayarme aquí mismo. –Prosiguió Santana mientras lo único que Brittany hacía era sonreír ligeramente al ver a su novia desesperándose. –No hay nada que temer, Santana –Brittany soltó la mano de la latina para poder halarla hacia ella gracias a las correas de la gabardina café que ella llevaba –La que debería tener miedo soy yo, porque después de que te conozcan van a querer adoptarte y a mí me quitarán el apellido. –Exageró la rubia con un fingido rostro de preocupación mientras Santana no podía evitar dejar salir a aquella risa intrusa. –Britt … -Suspiró la abogada posando su cabeza sobre el pecho de su novia, quien solo ajustó más el abrazo. -¿Y si en verdad no les gusto? –Preguntó despejando su cabeza del pecho de Brittany por unos segundos para verla a los ojos. –Santana López… -Empezó Brittany sosteniendo la mirada oscura y temerosa de la latina –Tú, amor, eres una muy sexy abogada de 25 años; creo que sin antecedentes penales ¿no? –Preguntó fugazmente la rubia antes de continuar. Santana solo rió –Y, principalmente, eres una persona que creo que me ama tanto como yo. –Finalizó Brittany soltando un suspiro y presionando su frente contra la de la morena -¿Crees que hay algún motivo por el cual no le gustes a mi familia? –Preguntó retóricamente. –Es solo que si yo fuera ellos, nadie me parecería suficiente para una hija como tú –Dijo Santana sinceramente sin dejar de ver directamente a aquellos ojos azules –Y no quiero que lo dudes, yo en verdad te amo. –Reafirmó presionando sus labios con los de su novia y quedándose así por unos segundos. –Con eso es suficiente para que ellos te amen igual –Brittany sonrió y volvió a apresar a su novia en otro beso menos inocente, provocando que la latina riera contra sus labios y tomara su rostro con ambas manos. “¡Qué hermoso! Sin duda ustedes son lo más adorable del mundo” Brittany y Santana se separaron inmediatamente al oír aquella tercera voz. Sin embargo, la única que sonrió al reconocer al dueño de esa melódica voz fue Brittany, mientras la morena se quedaba fría y sin palabras. -Mamá, ella es mi novia –Dijo Brittany mirando hacia la paralizada morena. Y de esa manera, Santana fue introducida a la Sra. Pierce.

***

-Una madre nunca se equivoca –Dijo Sharon Pierce mientras todos empezaban a probar la cena que había hecho en honor a la llegada de su hija y su novia –Yo siempre dije que Brittany se casaría con un exitoso abogado; pero como toda la vida, nadie me quería escuchar. –Explicaba la Sra. Pierce alzando su tenedor para darle énfasis a sus palabras, haciendo reír a toda la mesa y logrando que el rostro de Brittany tomara el color de un delicioso tomate. –Santana y yo no estamos casadas, mamá –Replicaba Brittany cubriendo su rostro con su mano derecha. –Apuesto que no falta mucho para que eso se haga realidad, ¿no es así, Santana? – Inquirió la rubia mujer de ojos azul oscuro, lanzándole una pícara mirada a la morena, que rió con nerviosismo. –Por favor, Sharon; deja de incomodar a la Licenciada López –Reclamó Benjamin Pierce, el papá de Brittany, mirando con un absoluto respeto a la novia de su hija. –Papá, su nombre es Santana –Decía Brittany abriendo sus ojos en manera de súplica. -¿En verdad te vas a casar con Brittany, Santana? –Preguntó Charlotte Pierce, la hermana menor de la rubia. -¡Charlotte! –Gritó Brittany haciendo que la pequeña se riera del rostro enrojecido y avergonzado de su hermana. Santana realmente estaba disfrutando esta cena. No porque su novia estuviera siendo víctima de las bromas de su familia –bueno, en parte sí era muy divertido ver a Brittany así –sino porque se sentía una más de ellos. Se sentía bien ser parte de una cena normal junto a una familia normal. Una llena de alegría, de bromas, de risas y de confianza. Y ahora que incluso hacían comentarios sobre bodas, Santana se preguntaba ¿a qué le temió tanto en un primer momento? Los Pierce eran una familia hermosa y una como la cual Santana añoraba tener en alguna etapa de su vida junto a Brittany. -¿Nena, por qué quieres ocultarle a tu familia que nos casamos de camino a Kentucky? – Preguntó Santana falsamente ofendida, mirando a su muy avergonzada novia y provocando que esta se quedara boquiabierta y que el resto de la familia Pierce explotara en risas. –Te lo dije, una madre siempre tiene la razón –Repitió Sharon Pierce agitando en el aire su tenedor.

*** Santana y Brittany se encontraban en la habitación de huéspedes que los Pierce habían acomodado para ellas. Las dos completamente desnudas después de haber hecho el amor intentando ser silenciosas -objetivo que realmente no consiguieron. Llevaban ya varios largos minutos disfrutando el calor que el otro cuerpo brindaba. Abrazadas y sin pronunciar palabra alguna; simplemente entendiendo y escuchando todo lo que el silencio y la paz del momento les daba; agradeciendo por pasar la víspera de la navidad con una persona a la que amaban y que por azares del destino, correspondían a sus sentimientos.

-¿Mañana me dirás cuál es ese misterioso obsequio que tienes? –Preguntó Brittany jugando con los dedos de su novia. –Tendremos que esperar hasta Año Nuevo –Contestó la morena besando la barbilla de su novia –Te lo tengo que dar en un lugar muy romántico y especial para nosotras –Añadió. -¿Y la casa de mis papás no es nada especial ni romántica? –Preguntó la rubia soltando una risa que Santana compartió. –Sí… pero Times Square lo es aún más –Respondió con una tierna sonrisa. -¿Pasaremos Año Nuevo en Times Square? –Brittany se sentía un tanto confundida. -¿Ya lo olvidaste? –Dijo Santana fingiendo estar ofendida –En nuestra primera cita oficial prometí que pasaríamos Año Nuevo en Times Square –La latina se sentía un tanto avergonzada de recordar algo que tal vez le sonaba ridículo a la rubia. Brittany miró a Santana por varios segundos sorprendida de lo tierna, adorable, romántica y perfecta que esa mujer, que en un momento le dijo que lo único que le podía ofrecer era sexo casual, podía llegar a ser con ella. -Te amo —Suspiró Brittany como si fuera una verdad universal. Y, ciertamente, sí era un hecho irrefutable. Brittany se había enamorado de Santana de una manera que incluso dolía por la presión que tanto amor ejercía en su pecho. La amaba y esa era la más grande verdad en el universo de Brittany Pierce. -Decir te amo es muy simple para explicar todo lo que provocas en mí —Dijo Santana mientras soltaba un respiro y acariciaba el abdomen de su novia con las yemas de sus dedos. Santana no decía eso solo por querer sonar romántica después de hacer el amor con su novia durante las primeras horas de la víspera navideña; sino porque en realidad sentía la frustración de no poder encontrar palabras suficientemente correctas para explicar el mar de sentimientos que la rubia había creado en su interior. Lo que Santana López estaba sintiendo iba más allá del amor o las palabras. -Me basta con escucharte decir que también me amas -Rió Brittany besando con dulzura la cabeza de su novia. Santana solo sonrió y cerró sus ojos al sentir que el abrazo en el que se encontraba se ajustaba. -Sigo discrepando con esa palabra; pero hasta entonces... -La morena giró en los brazos de la rubia para quedar frente a frente con ella. -Te amo, Brittany. Y fue así que decidieron que hasta que a alguna de las dos se le ocurriera la palabra adecuada para sus sentimientos, tendrían que conformarse con el simple y tan usado "Te amo".

***

-No sabía que eras de las que despertaban temprano -Dijo Sharon Pierce al darse cuenta que ella no había sido la primera en dejar la cama como era costumbre; sino esta vez había sido la novia de su hija mayor. Santana se encontraba bebiendo un vaso de agua contra la isla de la cocina de los Pierce. Completamente relajada y vistiendo nada más que una playera blanca y su ropa interior; creyendo que nadie más que ella despertaría a las 5 a.m el 24 de diciembre. -A quién madruga, Dios lo ayuda -Respondió Santana con nerviosismo y preguntándose porqué demonios acababa de decir aquel refrán. -¿Y en qué quieres que Dios te ayude en la víspera de navidad? -Preguntó la Sra. Pierce sirviendo un vaso de leche para ella. Santana se quedó sin palabras -No tienes que contestar, es solo una broma -Agregó Sharon soltando una pequeña risa burlona que solo puso aún más tensa y nerviosa a la semidesnuda morena -¿Siempre actúas así ó es solo porque has tenido relaciones con tu novia en la casa de sus padres? -Preguntó la mamá de Brittany enarcando una ceja, llevando a Santana al límite de atorarse bebiendo agua. Demonios" Maldijo la morena mentalmente. Tratando de encontrar una forma de negar lo que era evidente. -Lo... lo lamento mucho señora Pierce -Tartamudeó la morena en respuesta. -No lo sientas -Dijo Sharon agitando su mano izquierda en el aire mientras bebía su leche -Es más, es reconfortante saber que el divorcio con Claire no ha afectado la activa vida sexual de mi hija- Agregó la rubia con simpleza causando que Santana se confundiera aún más. -Creo que debería volver a la habitación antes de que Brittany despierte... -Fue lo único en lo que pensó la morena para poder terminar con aquella conversación. -Espera, Santana -Demandó Sharon, deteniendo a la latina inmediatamente -Lamento estar incomodándote con esto. Créeme, esa no es mi intención; es solo que eres la primera novia que Brittany ha traído a la casa aparte de Claire y eso ... eso significa algo -Explicó la Sra. Pierce, capturando toda la atención y seriedad de la morena -Mira, como madre, uno quiere lo mejor para su hijo y fue por eso que siempre supe, muy en mi interior, que ese matrimonio adolescente de Brittany no iba para ningún lado -Ambas mujeres soltaron una pequeña risa ante lo dicho -Pero ahora has llegado tú y déjame confesarte algo, eres todo alguna vez quise para Brittany; por todo lo que mi hija me ha contado, eres tan buen partido como el Príncipe William -La morena se sonrojó ante las palabras de la rubia -Pero eso también hace que me cuestione qué tanto quieres de Brittany, qué tan enserio vas con ella -Preguntó directamente la mujer mayor. La latina tomó aire antes de abrir su boca. -Señora Pierce... aquí el único buen partido es Brittany -Dijo Santana con una sonrisa soñadora -Puede que usted, fijándose en mí en este momento no crea lo que voy a decir; pero su hija me regresó a la vida después de muchos años -La mamá de Brittany abrió sus ojos con sorpresa ante lo dicho -Amo demasiado a su hija y es por eso que todo lo que quiero hacer por el resto de años que me quedan, es hacerla feliz -Proseguía la morena sintiendo como esos pensamientos íntimos salían al aire -Señora Pierce, aquí la afortunada soy yo.-Concluyó Santana.

“¿Qué hacen despiertas tan temprano?" La adormilada voz se hizo presente en la cocina, haciendo que esa burbuja de sinceridad creada entre Santana y Sharon explotara; dejando a una Sra. Pierce con un nudo en la garganta. -En un momento voy contigo, nena -Avisó Santana sonriendo al ver lo tierna que se veía su novia en pijamas y con el cabello alborotado. Brittany notó algo extraño en las expresiones de su mamá y su novia; pero se sentía aún muy cansada como para preguntar, así que confió en las palabras de Santana y volvió a la habitación. -Santana... -Llamó la Sra. Pierce antes de que Santana subiera por las escaleras hacia su habitación. La morena giró sobre su hombro para ver a la mujer -Ambas son muy afortunadas. -Dijo Sharon con sinceridad, obteniendo una sonrisa de la latina. No. Santana se seguía sintiendo la mujer más afortunada del mundo por tener junto a ella a alguien como a Brittany.

***

Era exactamente medianoche con un minuto, lo que significaba que oficialmente era 25 de diciembre y por lo tanto, la navidad ya había llegado. La familia Pierce, como grandes fanáticos de esta celebración, se encontraban cantando y festejando junto a los vecinos; sin embargo algo -o mejor dicho, alguien - faltaba para que esa navidad fuera completamente perfecta para Brittany: Santana. En algún punto de la noche, la morena había desaparecido por algún lugar de la casa de los Pierce, pero ahora, después de la medianoche, Brittany quería a su novia de regreso, porque sin aquella morena, la navidad ya no tendría el mismo significado de amar y compartir para la rubia. "Yo también te extraño mucho, pero ahora estoy en casa de la familia de Brittany" Brittany había llegado hasta la puerta de la habitación de huéspedes; sin embargo, antes de entrar, escuchó la voz de su novia diciéndole a alguien cuánto lo extrañaba y eso simplemente provocó que la circulación de la rubia se detuviera, que sus oídos se taparan y que su aliento se acabara. Santana no podía estar haciendo algo como eso... a Brittany... en navidad. La rubia giró la perilla de la puerta con lentitud, sintiendo como su corazón escalaba hasta su garganta. Al abrirla totalmente, Brittany se encontró con Santana, efectivamente, hablando por teléfono; pero a diferencia de lo que la bailarina se imaginó, la morena al notar su presencia solo sonrió y arrugó la nariz. -Es mi papá - Murmuró Santana tapando el auricular. Brittany solo suspiró aliviada y anotó en su mente darse a sí misma una buena bofetada, por dudar de la fidelidad de su hermosa y perfecta novia.

La ojiazul caminó hacia Santana y la abrazó por atrás, reposando su mentón sobre su hombro, respirando el olor a vainilla de su cabello y besando lentamente la piel de su cuello mientras la rozaba con la punta de su nariz. La morena solo suspiraba sonoramente ante las caricias de su novia. -Quiere hablar contigo -Dijo Santana un tanto desorientada entre tantos besos y manos traviesas. Brittany detuvo sus acciones y ladeó su cabeza confundida -Mi papá quiere saludarte -Aclaró, causando que las manos de la rubia abandonaran su abdomen. Brittany había oído mucho acerca del gran Doctor López, pero en todos estos meses nunca había hablado directamente con él; y ahora que tenía la oportunidad, no se sentía totalmente segura de hacerlo -y muchos menos después de haber estado manoseando a su hija hacía unos segundos. -Feliz Navidad, Doctor López -Fue lo primero que dijo Brittany al tomar el teléfono ¿Cómo la está pasando? -Preguntó la rubia sintiendo algo extraño al oír la varonil voz del papá de su chica. Santana no podía evitar esa sonrisa tonta y enamorada que se había formado en su rostro al ver a su chica, muy nerviosa al intentar hablar con su papá. -Claro, no creo que haya ningún problema con eso -Decía Brittany por el teléfono, mirando repentinamente a su novia -A Santana le gustará mucho la idea -La voz de la rubia sonaba más condescendiente que sincera -Hasta pronto, nuevamente Feliz Navidad -Se despidió Brittany. Santana se encontraba frente a la bailarina, con los brazos cruzados y con la mirada fija en la rubia esperando que le contara cual era esa idea que presuntamente le gustaría mucho. -¿Y bien? -Santana rompió el hielo al ver que Brittany no tenía intenciones de empezar a hablar. -Bien... -Suspiró la rubia balanceándose en su mismo sitio con sus manos dentro de los bolsillos de su chaqueta -Deberías tomar asiento -Sugirió, haciendo que el ceño de la morena se marcara aún más. -Solo para quitarnos la duda... ¿no vamos a romper, cierto? -Preguntó cautelosamente la morena. Brittany agitó su cabeza mientras reía. -Bien... -Repitió la bailarina de ojos azules mirando a su novia sentada al filo de la cama -Nena, ¿recuerdas que habías planeado pasar nuestro primer Año Nuevo en Times Square? – Los ojos de Santana se abrieron como dos grandes platos al sentir que estaba viviendo un Deja Vu. -Bien… creo que ya no podremos cumplir eso... -Dijo la rubia sin querer ver a su novia fijamente. Eso no era un Deja Vu. Eso era Brittany haciendo planes sin consultar a Santana. -Brittany Susan Pierce, ¡qué acabas de hacer! -Gritó Santana sorprendida y consternada al

sobreentender el punto al cual la rubia quería llegar. -Feliz Navidad, mi amor -Dijo Brittany tomando a la morena por la cintura con determinación y tomando sus labios entre los suyos para evitar que continuara la discusión. Cuando Santana sintió como sus propias manos dejaban de pelear contra Brittany, solo para recorrer el camino hacia su espalda para luego enredarse en su alborotada cabellera rubia; la morena supo que ya no tenía caso seguir con la previa discusión. Ambas pasarían Año Nuevo en casa del Dr. López.

***

Después de 3 largos años de ausencia, Santana López volvía a Lima, Ohio; pero a diferencia de la última vez en la que lo hizo sola, triste, desempleada y amargada; ahora lo hacía de la mano de una encantadora y fascinante rubia de ojos azules, con un puesto en una importante firma de abogados e irradiando felicidad y amor por los poros. -¿Lista para conocer a mi papá y a mi hermano? -Preguntó Santana mientras buscaba en su cartera la copia de la llave que siempre llevaba con ella. -Por supuesto, a mí en realidad, los papás siempre me adoran -Respondió la rubia encogiéndose de hombros. La morena alzó sus cejas ante la respuesta y rió. -Santiago López es un nivel de dificultad mucho mayor -Advirtió la latina con una risa malvada. -Si pude contigo, entonces puedo con cualquiera -Brittany admitió con un bufido de autosuficiencia y ganándose un manotazo de la morena aludida en el hombro. -Adelante y ya verás -Invitó Santana con una pícara sonrisa al abrir la puerta principal. Brittany se quedó maravillada al ver el elegante chalet en la casa del padre de su novia. Era sin duda mucho más grande que la casa de sus padres y gran parte de las paredes estaban rellenas de cuadros de honor, diplomas y más reconocimientos del Doctor Santiago; y eso intimidaba a la rubia, ya que era evidente que el papá de Santana era un hombre bastante culto e importante. -Santana, ¡hija ingrata! -Exclamó el Dr. López apareciendo desde la cocina. Brittany sintió sus músculos tensarse al oír la varonil y potente voz de Santiago. -Hola, papi -Dijo Santana acercándose a su papá y envolviéndolo en un fuerte abrazo. -Tú debes ser Brittany, ¿no es así? -Preguntó el hombre al separarse de su hija, enarcando una ceja al mismo estilo de la morena y observando de pies a cabeza a la bailarina. -Es un gusto conocerlo, Doctor López -Se corrigió Brittany mientras estrechaba su mano con la del papá de la latina.

-El gusto es mío -Respondió acorde al protocolo y sin dejar de examinar a la rubia con sus oscuros ojos. Brittany empezaba a sentirse realmente incómoda al ver que el Dr. López no cambiaba aquella expresión escudriñante. Tal vez Santana no exageraba cuando hablaba de lo difícil que podía llegar a ser su papá. -Cuando me dijeron que Santanita tenía una novia, creí que significaba que finalmente había formalizado su relación con su mano izquierda La tensión que se había creado entre Brittany, Santana y su papá se desvaneció inmediatamente al oír la ronca y tosca voz de Samuel López, el hermano mayor de la morena, quien bajaba por las escaleras seguido por su esposa y sus dos hijos gemelos, Brad y Matt. Samuel López, siempre queriendo imitar mi ácido humor -Respondió Santana cruzando sus brazos sobre su pecho, pero sonriendo abiertamente al ver aproximarse a su hermano y su familia. -Ven acá, pequeña -Dijo Samuel con una cálida sonrisa y abriendo sus brazos para recibir a Santana, quien luego de negarse al popular "abrazo de oso", cedió muy complacida, permitiendo que la levantaran del suelo con el fuerte abrazo. -Déjame presentarte a mi novia, Brittany -Anunció Santana tomando la mano de la rubia. -Veo que en efecto eres real - Se rió Samuel mientras estrechaba la delicada mano de la bailarina -Es un placer conocerte -Dijo sonrientemente hacia Brittany. Al ver que su hermano bromeaba con Brittany, Santana sintió que se quitaba un gran peso de encima al saber que su novia era del agrado de Samuel; sin embargo esa juzgante expresión de su padre hacia su novia no se iba y la morena temía que Santiago hubiera dejado de actuar como el padre protector, para ser algo aún peor.

***

-¿Y ya te acostumbraste a los ronquidos de mi hermana? -Preguntó Samuel soltando una pequeña risa mientras todos estaban en el living, haciendo lo que Brittany acababa de bautizar como "la masacre", ya que desde el instante en el que tomó asiento en uno de los sofás de cuero negro, las preguntas acerca de su vida, su origen y su relación con Santana fueron lanzadas como afiladas navajas. -En un principio, no los sentía -Empezó la rubia con su respuesta y tratando de mantenerse lo más casual posible -Pero ahora que vivimos juntas... -¿Ya viven juntas? -Interrumpió el padre de Santana con un rostro de consternación que hizo que Brittany palideciera. -Sí, papi -Intervino Santana al ver que su novia no tenía palabras para responder de inmediato -Britt y yo llevamos un poco más de un mes viviendo juntas -Explicó tomando la mano de la rubia en señal de apoyo. Santiago arqueó una ceja y le dio un sorbo a su

café. -¿Así que eres bailarina, no es así? -Preguntó el Dr. López tratando de zanjar la pregunta anterior. Brittany sintió el oxígeno volver a su sistema y asintió firmemente. -Así es, estudio en Juilliard -Respondió con seguridad de que esa información le daría un buena imagen de ella al agudo médico. -¿Juilliard? -Repitió Santiago denotando sorpresa en su expresión. Brittany creyó haber conseguido impresionar al médico con el hecho de ser estudiante en una de las escuelas de Arte con menos oportunidades de admisión del país, pero lo que ella no sabía era que esa impresión en el hombre al oír el nombre de la universidad era por motivos muy lejanos a ella. -Es una importante escuela -Agregó el hombre sosteniendo un rostro estoico.

***

Faltaban solo un par de horas para la llegada del Año Nuevo y todo en la casa de los López parecía encontrarse en el punto ideal. Desde la cena hasta la alegría a cargo de los hijos de Samuel, quienes habían hallado en Brittany una especie de hermana mayor dispuesta a jugar con ellos en cualquier momento. Sin embargo había algo que llevaba un buen rato dando vueltas en la cabeza de Santana. Algo angustiante y bastante fastidioso que necesitaba liberar antes de que se acabara el año. -¿Sucede algo, papá? - Preguntó la morena aprovechando el silencio que siempre reinaba en el despacho del médico, quien solo se quitó sus anteojos al oír el serio tono de su hija frente a él. -Toma asiento, Santana - Pidió Santiago. -Estoy bien de pie -Contestó la morena con un tanto de molestia al recordar las veces en las que Brittany le pedía que se sentara siempre que estaba a punto de confesarle algo que había hecho -¿Me dirás qué pasa? -Pidió nuevamente. -Eres un adulto, Santana; así que seré directo -Dijo el hombre juntando sus manos en un puño sobre su escritorio -Pienso que estás cometiendo un error siendo novia de esta chica... Brittany -Espetó Santiago con un expresión seria y muy confidente. Santana tenía el presentimiento de que Brittany era parte de lo que le sucedía a su papá; pero lo que acababa de escuchar era definitivamente algo que causaba que toda la sangre subiera a su rostro por la increíblemente rabia y dolor que se acababa de formar en ella. -Brittany es la mujer perfecta. Me ama y yo la amo, ¿por qué demonios piensas que esto es un error, papá? -Reclamó Santana bastante alterada por la situación.

-¿Sí eres consciente de que Brittany es una versión rubia de Rachel? -Dijo el señor manteniendo su tono de voz calmado pero serio. Santana trató de hablar, pero fue interrumpida por su papá -La misma personalidad, la misma escuela, los mismos sueños, incluso la misma manía de apresurar las cosas como casarse siendo una adolescente -Enumeraba usando sus dedos. -Lo que dices es simplemente ilógico, papá -Soltó Santana con un enojo y frustración que hacía mucho no sentía -¿Por qué diablos crees que después de todo lo que pasó con Rachel, yo estaría interesada en buscar una nueva versión de ella? - Cuestionó. -Creo que lo haces porque tratas de encontrar un sustituto con quien volver al momento en el que las cosas se arruinaron entre tú y Rachel, para así poder empezar de nuevo -Explicó el doctor aún luciendo bastante controlado a comparación del estado en el que se encontraba su hija. -No sabía que ahora también tenías un título de psicoanalista -Comentó la latina en un tono muy sarcástico. -No tengo que ser uno para conocerte tan bien, Santana -Respondió Santiago López con simpleza -Y lo peor de todo es que parece que has olvidado todo por lo que pasaste con Rachel, todas las lágrimas, todo el dolor; porque ahora vuelves a cometer los mismos errores del pasado -Encaraba el médico apuntando a su hija con su dedo índice y levantando su tono de voz -Nuevamente te estás convirtiendo en una persona que respira a través de otra, de una a la que conoces desde hace unos meses -Dijo crudamente. -¿Estás diciendo que preferirías verme siendo miserable y sin poder dejar a Rachel en el pasado? -El ceño de Santana estaba totalmente fruncido debido a la bizarra conversación que tenía con su padre. -Lo que trato de decir es que preferiría verte siendo más cuidadosa con tus sentimientos, porque no quisiera verte pasar por lo mismo dos veces -Refutó el hombre poniéndose de pie y perdiendo la serenidad que había tratado de contener. -¿Sabes qué, papá? -Preguntó la morena quitando el peso que tenía en sus hombros -Tienes razón en algo -Admitió soltando una risa conformista -Me estoy entregando sin restricciones a una persona a la cual, tal vez, no conozco desde hace mucho tiempo – Dijo –Y si me preguntas si tengo miedo al respecto… la verdad es que no, porque cuando estoy con Brittany todo se siente bien, es más … -Continuó a pesar del nudo en su garganta que obstaculizaba sus palabras –Con ella se siente correcto; es como si ese siempre hubiera sido mi lugar. –Finalizó la morena. -¿Cómo sabes que no te lastimará? –Preguntó Santiago sin rodeos. –Porque si estoy siendo capaz de darle mi corazón en una bandeja después de haber pasado muchos años en un hoyo creyendo que el amor solo me hundía más –Explicaba la morena presionando sus labios para evitar llorar -Es porque esta chica, a la que tú crees conocer lo suficiente con solo un par de horas de interrogatorio, es mucho más especial de lo que usted, Doctor López, puede llegar a pensar –Terminó apuntando con firmeza hacia su padre. –Si ella es tan especial como dices, entonces deja de apresurar las cosas –Pidió Santiago sentándose en una esquina de su escritorio.

–Si todo va tan bien, ¿Por qué ir despacio? –Preguntó la morena confundida por la exactitud de las palabras de su papá. –Porque el tiempo es lo que hace todo aún mejor –Dijo el Dr. López en un suspiro salido desde muy dentro de su ser. Santana y su papá enfrentaron sus miradas por unos momentos, pero fue la mirada del médico la que prevaleció, incomodando a la morena por lo punzante que podía llegar a ser. Era como si con esos ojos oscuros idénticos a los de ella, el hombre pudiera leer a través de ella con tanta facilidad que llegaba a asustar a la latina. -Tengo que irme, papá –Avisó Santana con cansancio y mirando hacia el piso. –Sé lo que tienes en mente, Santana –Dijo Santiago antes de que la morena abriera la puerta –Y si ella es la indicada como piensas, te aconsejo que no te apresures con algo como eso –Concluyó negando con su cabeza en señal de desaprobación. No era posible que el Doctor López estuviera al tanto de lo que Santana realmente tenía en mente. La morena había sido muy discreta con sus movimientos ¿O acaso era tan obvio lo que pensaba hacer? Sea como sea, en ese momento a la latina solo se le vino a la mente aquella frase que Quinn Fabray le repitió muchas veces en Florida, cuando aún negaba sus sentimientos por Brittany. Frase que después de 8 meses, era tan clara como el agua para Santana. -Brittany no es Rachel, papá – Pronunció Santana sin ninguna duda antes de salir del despacho. *** Aquella conversación había sobrepasado cualquier límite de comprensión en la mente de Santana. La latina había pensado que su padre, antes que nadie, iba a ser la persona más feliz del planeta al saber que su hija, finalmente, había encontrado el amor; pero la cruda realidad era otra, y una muy distinta. Santana necesitaba un momento a solas. Y de alguna u otra manera, había terminado en la habitación que le había pertenecido por 17 años y unos meses más. Era como si el tiempo se hubiera detenido dentro de esas cuatro paredes. Muchos recuerdos de su niñez y su adolescencia, incluso si uno se esforzaba un poco, se podía percibir el olor del antiguo perfume que usaba la morena. Santana se sentó al filo de su antigua cama; intentando sentir, aunque sea por un segundo, lo que era volver a tener 4 años y no tener preocupación alguna. Lo que era vivir con una familia completa. “Sé lo que tienes en mente, Santana” Al oír nuevamente la rígida voz de su papá en la cabeza, Santana olvidó lo que nunca había tenido y recordó lo que tenía en su presente y lo que pensaba hacer con ello. Con rapidez, la morena metió su mano izquierda en el bolsillo izquierdo de su gabardina negra para sacar el regalo de Brittany.

Era una pequeña caja cuadrada de terciopelo negro que había cargado con ella desde que lo compró en Nueva York. Con suma delicadeza lo sostuvo con ambas manos y finalmente lo abrió. Ahí estaba. Un anillo. Uno de compromiso. Hasta hacía unas semanas, Santana no había tenido dudas sobre lo que quería hacer con ese anillo. Incluso todas esas bromas e indirectas en la casa de los Pierce, había llenado aún más de confianza la decisión de la latina; pero ahora, una hora antes del gran momento, Santana se encontraba reconsiderando lo que realmente debía hacer con ese anillo.

***

Santana se encontraba en el jardín principal de su casa, mirando hacia ningún punto en especial mientras acariciaba con sus dedos pulgar e índice el pequeño anillo que había comprado para Brittany. Había tomado una decisión. No le propondría matrimonio a nadie esa noche. Honestamente, la morena se sentía bastante decepcionada de no haber mantenido su plan original y de haberse quedado sin ningún regalo para su novia, pero su papá tal vez no había estado completamente equivocado. La morena continuaba perdida en sus pensamientos, imaginándose el rostro triste pero comprensivo de Brittany al saber que ya no había ningún regalo; cuando sintió una húmeda lengua rozar contra su mano. Esta se sobresaltó dejando caer el anillo al suelo. “¡Demonios, Chester!” Gritó Santana al ver que se trataba del enorme labrador de los hijos de su hermano. “¡Dame ese anillo!” Gritó al darse cuenta que el perro había recogido el preciado objeto. Después de correr hasta la calle tratando de atrapar al animal, la morena vio como el perro desgraciado había dejado caer al anillo en medio de la pista y antes de que Santana pudiera hacer algo al respecto, una camioneta atravesó el vecindario, llevándose en una de sus llantas el anillo por el cual la latina había ahorrado sus últimos 2 sueldos del año. Ahora sin anillo, definitivamente no habría proposición. *** “Cinco, Cuatro, Tres, Dos, Uno… ¡Feliz Año Nuevo!” Gritó toda la familia López al unísono mientras levantaban sus copas de champagne en su jardín cubierto de nieve. -¿Puedo ser tu beso de medianoche? –Preguntó Brittany parándose frente a Santana con una sonrisa demasiada encantadora y enamorada que solo provocó que la morena tomara su rostro con la mano que tenía libre y la atrajera hacia el suyo en un beso tierno y romántico.

–Feliz Año Nuevo, Britt Britt –Dijo Santana besando la punta de la nariz de su novia. –Ya sé cual es tu misterioso regalo –Susurró la ojiazul al oído de la morena antes de besar su lóbulo con delicadeza. Santana se paralizó. -¿Enserio lo sabes? –Preguntó confundida y , en cierta manera, preocupada. La rubia asintió rápidamente. –Eres tú –Respondió Brittany con simpleza y una sonrisa inamovible. -¿Qué? –Preguntó Santana aún más confundida y dudando de la sobriedad de la bailarina. –Tú eres mi regalo sorpresa, siempre has sido tú –Explicaba la rubia –No sé como no lo entendí antes, tú eres el mejor regalo que Santa Claus pudo haberme dado –Continuó – Así que lo que sea que tuvieras pensado, olvídalo –Advirtió –Porque nunca será tan bueno como el regalo que ya tengo en este momento –Concluyó Brittany tomando la barbilla de la morena para atraer su rostro en un pequeño beso. Nuevamente, Brittany había superado cualquier expectativa que Santana pudiera haber tenido. Con unas simples palabras –que bien o mal pudieron haber sido alentadas por el champagne –la rubia había hecho temblar el mundo de la morena. En ese momento todo lo que la latina deseaba era aún tener ese anillo en su gabardina porque si de algo estaba convencida, era que no podía dejar ir a alguien como Brittany. -¿Sabes qué? –Preguntó Santana mientras bailaba una canción lenta imaginaria abrazada a Brittany. La rubia se apartó unos centímetros para verla. –Un día serás mi esposa – Sentenció Santana con seguridad. –Aquí seguiré cuando llegue ese día –Contestó Brittany con sinceridad antes de besar nuevamente a Santana. Desde ese instante, Santana se prometió que cuando llegara ese día, sería el más especial de sus vidas.

Flashback Manhattan.

Santana había desaparecido.

O al menos eso era lo que Rachel pensó en el momento en el que descubrió que el departamento que solía compartir con la morena, se encontraba totalmente vacío. El casero solo dijo que la latina se había ido sin decir ninguna palabra. Sin embargo, lo que realmente llevó la preocupación [i]–o la culpa –de la judía a un nivel mayor, fue el ya no ver más a Santana en la universidad. Ni siquiera en los últimos días del semestre. Mucho menos en los primeros días del nuevo. -¿Me podría decir en qué clase se encuentra la alumna Santana López? –Preguntó Rachel tratando de ocultar su impaciencia al ver que la recepcionista se tomaba su tiempo en la computadora. -¿López? Ehh… -Decía la pelirroja asistente pasando el puntero del mouse por una gran lista de nombres –Lo siento, no hay ninguna Santana López en nuestras listas.

Rachel se quedó por unos momentos sin decir o hacer nada, incapaz de reaccionar al ver que en efecto, la morena había desaparecido con una agilidad increíble de su vida. *** Los días seguían transcurriendo y sin estar muy alerta del tiempo, habían pasado 70 días desde la última vez que la castaña había visto a Santana. 2 meses y 10 largos días. -No entiendo porqué te preocupa tanto que Santana haya dejado la universidad –Decía Jesse mientras almorzaba junto a Rachel en un restaurante cerca en Central Park –Ella ya no es tu novia, no tenía porque darte una notificación de su partida –Argumentaba el castaño bastante cansado de escuchar las suposiciones de su novia al respecto. Legalmente, Santana y Rachel seguían casadas, así que la judía aún tenía el deber de preocuparse por el bienestar de la latina. *** Rachel hubiera querido no haber tenido que llegar a este extremo, pero conforme los días seguían avanzando, su sexto sentido le gritaba con más fuerza que Santana no estaba bien, así que era momento de recurrir a la persona que sabía todo acerca de la morena. El Dr. López. -Santiago, habla Rachel –Anunció la castaña esperando recibir algún insulto del médico, o que este le colgara la llamada inmediatamente. “¡Rachel! ¿Cómo han estado tú y Santana?” Preguntó el médico bastante animado. -¿Bien? –Respondió Rachel sumida en la confusión. “Apuesto a que ya no sabes cómo controlar a mi hija en Nueva York” Rió Santiago a través del teléfono. Rachel rió con incomodidad. “Fue una lástima que no vinieran a Ohio para el 4 de Julio, pero entiendo… Santana me dijo que querían un tiempo a solas” – Hablaba despreocupadamente el Doctor López. Era muy obvio que el Dr. López no estaba al tanto de la situación real. Rachel vaciló entre preguntarle sobre el paradero de su hija ó continuar con la mentira de Santana. -Sí… bueno Santiago, tengo que cortar, ha sido un gusto hablar contigo –Se despidió Rachel con rapidez. Si Santana había mentido, había de haber sido por un buen motivo. *** Rachel estaba segura que lo acababa de hacer podía ser considerado un delito federal; pero su determinación a encontrar a Santana iba más allá de cualquier ley. La castaña había tomado el historial académico de Santana que aún estaba en las oficinas administrativas de la universidad.

“Santana López… TRANSFERIDA” Rachel prácticamente dejó caer el folder al leer lo que dictaba el documento. *** Santana escuchó un incesante golpeteo en la puerta de su dormitorio. La morena estaba lista para golpear de la misma manera la nariz de quien sea estuviera provocando el ruido. -¡Quién demonios se cree … La morena abrió la puerta, completamente sorprendida y en un estado crítico de shock al ver a la persona que estaba parada en la puerta de su habitación. Y ella que pensó en golpear una nariz… qué ironía. -Veo que después de todo, sí serás una abogada –Dijo Rachel Berry parada con firmeza frente a Santana después de casi 3 meses de haberla buscado. -¿Qué diablos haces aquí? –Preguntó Santana aún asimilando que la mujer frente a ella fuera real. -¿Qué diablos haces tú aquí? –Rachel regresó la pregunta apuntando hacia su aún esposa -¿Qué haces en Columbia, Santana? –Preguntó suavizando su voz. –Ahora estudio acá –Contestó la morena aún con su mano en la perilla de la puerta. Apretándola con tanta fuerza causando que sus nudillos se volvieran blancos. –Ahora, vete –Pidió directamente y sin ninguna expresión en su rostro. –Tenemos que hablar sobre nosotras –Dijo Rachel colocando su mano contra la puerta para evitar que fuera cerrada. -¿Aún existe eso? –Preguntó la latina con una risa conformista –Pensé que después de que St.James te succionara la cara en el estreno de la obra, lo nuestro había terminado – Dijo la morena soltando la puerta y cruzando sus brazos contra su pecho. Con esa respuesta, aquella mínima esperanza de que Santana aún no supiera sobre su relación con Jesse, se esfumó de la mente de la castaña. -Santana, te juro que no quería que las cosas sucedieran de esta manera –Rachel no se sentía capaz de sostenerle la mirada a la morena. No era digna de verla después de lo que había hecho –Todo se salió de control y lo último que yo quería era lastimarte – Continuaba mientras trataba de lograr que Santana la comprendiera. –Pero lo hiciste –Interrumpió la latina caminando de regreso hacia el interior de su habitación y dejando la puerta abierta como una silenciosa invitación que Rachel aceptó –Me lastimaste como nunca nadie lo había hecho –Confesó Santana con un tono de voz más herido que enfurecido –Aunque … ¿Qué podía esperar de una relación que empezó con un engaño? –Preguntó la morena hacia la castaña confundida –Tú engañaste a Finn para estar conmigo y ahora me engañas a mí para estar con Jesse –Explicó –Esto es solo el karma trabajando –La mirada de Santana volvió a enfocarse en el piso. Convenciéndose más a ella que a la propia Rachel. Rachel Berry creía en el karma y, ciertamente, lo que Santana decía no era tan insensato

después de todo; así que la castaña empezaba a temer por lo que el karma haría con ella. -Deberías volver a Juilliard –Habló Rachel después de unos de silencio en la habitación. La latina miró a la judía que estaba sentada a un lado suyo con sus manos escondidas entre sus piernas –Tu pasión es cantar –Agregó con un pequeña sonrisa mientras miraba a Santana. –Mi pasión eres tú –Contestó Santana con sinceridad y volviendo a sentir a aquella Rachel de siempre por un momento –Eras tú … -Se corrigió al darse cuenta que no era correcto seguir luciendo tan débil ante ella. –Santana… -Susurró la castaña ruborizada, atreviéndose a posar su mano en la de la morena. –Yo te amaba, Rachel –La voz de Santana se había hecho más grave y dolorosa al confesar eso y mucho más al sentir la piel de la castaña sobre la de ella. –Yo aún te amo –Dijo la pequeña judía sintiendo aquella confianza que tenía con la morena siempre que ella decidía abrirle su corazón al hablar. -¿Entonces por qué estás con Jesse? –Cuestionó Santana, pero no en reproche, sino inmersa en la más genuina confusión. Rachel sabía que ella sentía algo muy fuerte por Jesse. Ambos eran dos almas que debían estar juntos para funcionar correctamente, Rachel sabía eso también. Incluso podía decir que lo sentía por el castaño iba más allá del amor; sin embargo Santana aún seguía siendo la única persona que era capaz de nublar completamente el juicio de Rachel. Era la única persona con la habilidad de provocar con una mirada, millones de emociones dentro de la judía. Rachel amaba a Santana, pero la castaña ya no estaba segura de hacerlo por las razones correctas. Santana seguía esperando una respuesta a su pregunta, pero mientras más pasaba el tiempo, menos lúcida se veía Rachel, y más ilusionada se veía la morena al creer que la falta de palabras era una señal de que ella aún seguía siendo la única dueña de los sentimientos de la castaña. Con suma delicadeza y ternura, Santana tomó el rostro de Rachel entre sus manos y la sostuvo por unos segundos. Acariciando sus mejillas con sus pulgares y sintiendo la textura de sus labios al rozar contra sus dedos. Dios… Sí que la había extrañado mucho en más de 3 meses de no verla. Rachel sentía sus párpados pesados con cada segundo en el que compartía el mismo aire con Santana. Se sentía adormecida con los suaves toques de las manos de la morena, se sentía mareada al tener el aliento de la latina mezclándose con el suyo. La morena quería volver a besar a Rachel después de tanto tiempo de no tenerla cerca, y al ver lo poco renuente que se encontraba la castaña, Santana se atrevió a presionar sus labios contra los de la judía.

Maravillándose al seguir sintiendo aquellas mariposas que sintió la primera vez que la besó en su habitación. Lentamente, Rachel sintió como los besos de Santana abandonaban su boca y partían hacia su cuello, dejando en ella una muy agradable sensación que empezaba a viajar a diversas partes de su cuerpo. La castaña sabía que debía pedirle a Santana que se detuviera, pero los pensamientos de la cantante habían regresado a pertenecerle completamente a la morena; y ahora que la tenía, ya no había marcha atrás. Santana suspiraba audiblemente al sentirse intoxicada por el aroma de Rachel. La necesitaba en ese momento. La necesitaba solo para ella. Rachel también la necesitaba. Necesitaba sus dulces besos, sus tersas manos y todo el amor que solo la morena sabía demostrarle; pero aún así, la castaña sabía que lo pudiera suceder en ese momento era el final. Era el cierre para la historia que habían compartido. Ella ya había encontrado a la persona que llenaba su vida en cada aspecto, y ahora lo que necesitaba era arrancar al pasado de su sistema. -Esta es una despedida, Santana –Advirtió Rachel sin aliento al caer sobre la cama junto a la morena sobre ella. Santana frunció un poco el ceño, pero aceptó la decisión de Rachel a pesar del amor que sentía por ella. -Así es, Rach –Contestó Santana tomando el lóbulo de la castaña entre sus dientes. –Entonces hazme el amor como nunca lo hiciste –Pidió Rachel mirando con intensidad y deseo a la morena. Rachel y Santana pasaron toda esa tarde enterrando cada sentimiento, diciéndose adiós entre cada beso y drenando todo el deseo que ambas sentían. Había sido una despedida épica. Pero lo que ninguna había previsto era que esa despedida se alargaría demasiado, convirtiéndose así en un eterno final que tomaba lugar cada jueves por la tarde en el nuevo dormitorio de Santana. [/i]

Fin Flashback. 32

CAPITULO 32: El comienzo del final. -¿Cómo amaneció mi prometida? Los níveos y largos dedos de la mano derecha de Brittany recorrieron con lentitud y devoción el sedoso cabello oscuro de Santana, provocando que esta sonriera con sus ojos aún cerrados por los pocos deseos que tenía de levantarse de su cama: pero el solo hecho de escuchar aquel nuevo apelativo que se había ganado era mucho más fuerte que cualquier deseo de seguir durmiendo. "Prometida..."

Ya no era la abogada, ni la amiga o simplemente la novia. Ahora era su prometida. La futura esposa de Brittany Susan Pierce. Un día antes... Era el gran día -o, para ser más específicos, gran noche. Santana finalmente sentía que había reunido todas las agallas que necesitaba para ser capaz de ofrecerle a Brittany un compromiso que durara toda la vida. Tal vez un año con cuatro meses y dieciocho días desde aquel Año Nuevo en el que se propuso por primera vez casarse con Brittany, había sido demasiado tiempo de espera; pero Santana creía que había sido el tiempo suficiente para eliminar cualquier mínima duda que alguna vez su papá había sembrado en ella. E incluso había sido tiempo suficiente como para que el escéptico Dr. López reconociera que había una gruesa brecha de diferencia entre Brittany Pierce y Rachel Berry -realización que solamente fortalecía aún más los planes futuros de Santana. Y si eso fuera poco, Santana se convencía de que había tomado la decisión más sabia al esperar, al reconocer que de haberle propuesto matrimonio a su novia un año antes, no hubiera sido un espectáculo tan bien producido como el que había preparado para esta noche. Lo que tenía listo para esta noche, era una versión mil veces repotenciada de la idea original: Pedirle que se case con ella en Times Square. -Santana, no entiendo por qué quieres que nos encontremos en Times Square, si fácilmente puedo esperar en tu oficina -Cuestionaba Brittany a través de su teléfono móvil, mientras guardaba toda su ropa de baile en su bolso. -Dios, Britt -Contestó Santana desde la otra línea, mientras usaba su mano libre para elegir un nuevo fondo de pantalla de su computador. Estaba en una disyuntiva entre la foto de una orgullosa Brittany junto al hombre de nieve que ambas armaron en la última navidad, y otra de Brittany alimentando a las palomas en Central Park; aunque si de algo estaba segura, era que en la elegida iba a estar su novia. -Te estoy dando la oportunidad de liberarte de mí y mi aburrida oficina por un par de horas hasta que llegue a Times Square, ¿y aun así me cuestionas? -Preguntó soltando una pequeña risa. -Pero tu oficina no tiene nada de malo; es más -Dijo la rubia -Siempre que estoy ahí, tú y yo terminamos haciendo... -Okay, entendí -Interrumpió la morena carraspeando, evitando que su novia entrara en detalles de diversas actividades que definitivamente no estaban contempladas dentro de los derechos del trabajador del bufete -En fin, Britt ... ¿me concederías el deseo de esperar por mí en Times Square, por favor? -Pidió Santana haciendo un puchero muy al estilo de su propia novia. A pesar de no encontrarse frente a Santana; Brittany sabía que en ese momento su novia se encontraba haciendo un adorable puchero que, sin duda alguna, era capaz de hacerla ceder de cualquier propósito. -Está bien, nena -Suspiró la bailarina con una suave sonrisa mientras abandonaba los baños de la universidad -Te veo en la noche, por algún motivo muy misterioso y extraño, en Times Square -Brittany oyó como su novia soltaba un pequeño chillido de emoción -Y por cierto, el

puchero que hiciste fue muy tierno -¿Cómo ... ? -Preguntó la morena confundida y mirando hacia sus costados en busca de alguna señal de la presencia de Brittany. -Te conozco muy bien, amor -Respondió la rubia sin darle oportunidad a Santana de contestar. La latina solo sonrió tontamente -Te veo más tarde, te amo. Santana se quedó por unos minutos mirando fijamente hacia su fondo de pantalla. Enamorándose un poco más de la persona que adornaba la foto en su computador. De esa persona que parecía ser capaz de leerla como un libro totalmente abierto. "Estoy loca por ti, Brittany Pierce" Dijo tirando su cabeza hacia atrás, soltando una sonora risa soñadora.

***

"Rojo Caliente llamando al Pequeño Pony, ¿me captas?" Sin duda alguna, Santana había sido la autora intelectual de el gran evento que tenía planeado para proponerle matrimonio a Brittany; pero ¿qué sería de un gran genio sin un fiel escudero?, ¿sin un dedicado ayudante que se juegue la vida por llevar a cabo los planes maestro de su mentora? Lamentablemente, Santana no había tenido el tiempo suficiente para encontrar nada como eso; pero al fin y al cabo, siempre quedaba Ralph, el del apellido innombrable. "Enserio, ¿son necesarios estos apodos?" Preguntó Ralph a través de su móvil, rodando sus ojos mientras vigilaba que todo el plan de su jefa marchara correctamente. Sea como sea, la morena abogada no podía negar que su secretario había hecho un trabajo bastante decente. Había sido el perfecto canal entre ella y las demás personas a la cuales había tenido que convencer para conseguir su objetivo, e incluso había conseguido que una significativa reducción de los precios. Así que, a pesar de jamás admitirlo, Santana siempre se encontraría en deuda con el muchacho. -Esta es una misión importante. No puedo arriesgarme a divulgar mi identidad- Respondió la morena encogiéndose de hombros -¿Cómo va todo, Pequeño Pony? -Todo marcha con normalidad, los sonidistas ya llegaron y van a empezar a probar los equipos -Explicó brevemente -Por cierto, ¿no puede cambiar mi nombre a Águila Blanca o Francotirador? -No- Dijo tajantemente la latina, suprimiendo una pequeña burla en su interior - ¿Alguna señal de Beyonce? -Preguntó rápidamente, mientras intentaba encajar en el vestido que había comprado. -Ehm... Tengo entendido que ella y Jay-Z van a tener... -

-Me refiero a Brittany, idiota -Cortó Santana rodando sus ojos. -Rubia Sexy, claro, casi lo olvido -Se corrigió el castaño, sabiendo que de antemano su jefa no estaría feliz, pero Santana le debía varias bromas -Aún no llega. Descuida, yo estaré vigilando. -Bien... ehm... mantenme al tanto de todo -Pidió la latina un tanto preocupada. -Jefa... ella le dirá que sí, confíe en el Pequeño Pony -Dijo Ralph sintiendo que Santana necesitaba todo el apoyo posible. -Gracias por tu ayuda, Ralph -Confesó Santana con sinceridad antes de colgar la llamada. Tal vez no todos los St.James estaban en el mundo para ser solo unos completos imbéciles.

***

Brittany sentía algo extraño en Times Square. Algo flotando en el aire que golpeaba su rostro. Algo que no entendía de dónde provenía y porqué le daba aquella sensación de que algo había cambiado sin avisarle. Era probable que el hecho de que esa noche hubiera mucho más viento que de costumbre, o que el lugar se encontraba relativamente vacío para ser un viernes por la noche, sea lo que le daba esa idea de cambio; pero Brittany seguía creyendo que era algo más importante que el clima. Y ahora que se tomaba un poco más de tiempo para pensar, la rubia empezaba a cuestionarse la fuerte insistencia de Santana por no querer que se encontraran en su oficina como era su costumbre. ¿Acaso Santana estaba en problemas porque su novia pasaba mucho tiempo junto a ella en su trabajo? ¿Acaso Santana estaba ocultando algo en su oficina? ¿Acaso estaba ocultando a alguien en su oficina? "Detente, Brittany" Se recriminó mentalmente la bailarina mientras se sentaba en uno de los escalones de Times Square. En el transcurso de los últimos dos años, Santana nunca le había dado ninguna señal por la cual la rubia tuviese que dudar de ella. Había sido fiel, hermosa, cariñosa, detallista, protectora, sincera y un incontable número de adjetivos que solo le permitían a Brittany reafirmar su idea de que se había ganado a la mujer perfecta.

***

"San, estoy esperando por ti, ven pronto bb. XO" -Britt Britt.

Santana sabía de la llegada de Brittany desde hacía quince minutos, gracias a Ralph; pero tener este mensaje de texto frente a ella confirmando que su secretario no había cometido un error y que la rubia, efectivamente, estaba en el lugar; solo provocó que la morena realizara totalmente que este era el momento. Que el tiempo de espera había terminado y que esta era la noche en la que su vida cambiaría para siempre. Iba a proponerle matrimonio a una persona. Iba a hacer lo que jamás pensó volver a hacer: Casarse -siempre y cuando Brittany aceptara. ¿Y qué pasaría si la rubia no lo hiciera? Santana se quedó congelada frente al gran ventanal de su oficina/camerino/sala de operaciones y sin fin de usos que había adoptado últimamente. Si Brittany no aceptaba casarse con ella, Santana moriría. Tan dramático como eso sonaba, eso sentía que pasaría. Sería como sentir que esa burbuja de felicidad y amor en la que se encontraba, fuera pinchada por una ínfima aguja; volviendo a la realidad en la cual el amor no tenía posibilidad de ser algo eterno. La morena hubiera continuado con sus suposiciones, de no haber sido por la llamada entrante de Ralph. "Rojo Caliente, todo está listo para empezar, solo necesitamos su indicación" Santana sintió su corazón trasladarse desde su pecho hasta su garganta con solo oír que todo dependía de ella en esos momentos. Si se retractaba en ese instante, podría ahorrarse muchas lágrimas en el caso de ser rechazada y además, podría continuar disfrutando de la protección y seguridad que la burbuja de amor le daba. Podría disfrutar por unos años más a Brittany. Era todo o nada. "¿Jefa?" Pronunció Ralph esperando una respuesta. "Adelante, es hora del show" Por más sencillo que fuera evitar un bochornoso ‘No’, Santana quería, por primera vez, dejar de temer demasiado por las cosas. Quería volver a arriesgar y salir victoriosa. Quería dejar de creer que todo lo que estaba viviendo era demasiado bueno para ser verdad. Quería demostrar que ella sí era merecedora de todo lo bueno que era Brittany.

***

Brittany empezaba a preocuparse. Santana no llegaba y no respondía su último mensaje, además su trasero empezaba a entumecerse por pasar tanto tiempo en las gradas de Time Square.

No tener noticias de su novia y un trasero adormecido, era suficiente para que Brittany tomara la decisión de ir en busca de su chica. La rubia se puso de pie y se sacudió un poco para recobrar el sentimiento de su trasero, antes de girar nuevamente para recoger su bolso de los escalones. "Hola, Brittany" Brittany abrió sus ojos como un par de platos al escuchar su nombre en aquella voz que conocía a la perfección, y en tan alto volumen. La rubia giró inmediatamente, sintiendo como la sangre de su sistema encontraba un punto en común en sus mejillas, al ver el rostro de Santana en la pantalla digital más grande y céntrica de todo Times Square. "Apuesto que te estás preguntando qué demonios hago en una pantalla en medio de Times Square" Brittany asintió con timidez, captando la atención algunas personas a su alrededor que se encontraban tan o más confundidas que ella. "Bueno, pues estoy haciendo -o estoy a punto de hacer- algo por lo que he esperado mucho tiempo, Britt." Dijo Santana en el video que se proyectaba."Estoy en esta pantalla para poder contarle al mundo lo afortunada que soy" La rubia sonrió delicadamente al ver el tierno rostro de su novia en tamaña dimensión. "Afortunada de vivir en esta ciudad" Brittany frunció el ceño confundida. Ella estaba prácticamente segura que la morena diría que era por ella por lo cual se sentía afortunada. "Ya que de haber desaparecido de Nueva York como siempre pensé que era lo mejor, nunca hubiera tenido la oportunidad de ir a ese club en el que te vi por primera vez. Nunca hubiera tenido la oportunidad de dejar que destruyeras mi celular" La morena soltó una pequeña risa ante la mención "Y tampoco hubiera tenido la oportunidad de ser tu abogada y luego ser tu amiga." La bailarina temblaba con cada palabra de su novia, dejando de lado lo ilógico que era que Santana se encontrara en una pantalla gigante en medio del lugar más visitado de Manhattan, y enfocándose simplemente en la belleza de la aquella mujer. "Siento que de haber desaparecido, nunca hubiera tenido la oportunidad de descubrir la magia de este lugar tomada de tu mano" Brittany había dejado su bolsa en las escaleras, para acercarse más a esa inexplicable pantalla que le hablaba solamente a ella entre la multitud. La rubia podía jurar que hasta se podía sentir como un susurro al oído. "¿Porque sabes qué, Britt? Eres tú quien le da toda la magia a este lugar" La morena soltó un pequeña risa cansada "Eres tú quien le da magia a toda mi vida, Britt-Britt". Tragar saliva y respirar con propiedad, parecían haberse convertido en algo desconocido para la bailarina, quien se sentía cada vez más y más abrumada por lo que sucedía. "Brittany ...” Santana suspiró audiblemente, como si estuviera tratando de encontrar las

palabras adecuadas para continuar "Te amo" Dijo encogiéndose de hombros como si fuera la manera más correcta de resumir sus sentimientos"Estoy completa y perdidamente enamorada de cada fragmento de ti, desde todo por lo que te considero perfecta hasta todo eso por lo que tú piensas que no lo eres". Brittany sentía su mirada nublada por las lágrimas que, por más que ella lo intentara, no podía evitar dejar salir. Sentía con tal claridad como su corazón se encogía con cada palabra de su novia, como dolía de una manera tan agradable al saber que era el amor lo que presionaba su pecho. "Britt, te amo de tal manera que en lo único que puedo pensar es en cómo convertirme en la persona que te dé tanta felicidad como la que tú me das a mí; en cómo lograr robarte una sonrisa más cada día. Lo único en lo que puedo pensar es en cómo lograr demostrarte cuánto te amo". La rubia soltó una pequeña risita entre sus sollozos, al saber que Santana aún no era consciente de lo feliz que venía siendo junto a ella. "Sé que para conseguir materializar una gran parte del amor que tengo, necesitaré mucho tiempo... pero este es un primer paso" La cámara amplió su toma para enfocar a Santana de cuerpo completo, revelando la pequeña caja que había llevado entre sus manos desde el comienzo del video. La morena se arrodilló sobre una rodilla mientras estiraba hacia la cámara la pequeña caja de terciopelo sin abrirla. Otro audible suspiro se oyó. "Brittany Pierce... ¿me darías el privilegio de permitirme ser tu esposa por el resto de mis días?" Santana se encontraba con una sonrisa nerviosa mientras la caja que ahora mostraba al anillo hacía evidente el temblor de sus manos. Brittany estaba segura que esto no estaba sucediendo en realidad. Era demasiado hermoso como para ser algo que le estuviera sucediendo a ella. Santana quería casarse con ella. Quería compartir su vida junto a ella. Por más que eso se tratara solamente de un sueño, Brittany quería responder. Trató de hablar, pero nada parecía formarse. Demonios... Brittany quería gritar que sí quería ser su esposa, pero nada salía; así que lo único que pudo hacer fue asentir con rapidez y desesperación. -Entonces permíteme ponerte este anillo en tu mano Los oídos de Brittany se agudizaron al oír aquella voz, pero ya no proveniente de la pantalla. La rubia giró inmediatamente, encontrándose con una Santana arrodillada sobre su pierna izquierda y con el mismo anillo del video apuntando hacia ella. La rubia llevó sus manos hacia su rostro tratando de apaciguar las lágrimas intrusas del momento, pero al mismo tiempo asintiendo con fuerza haciendo que la morena sonriera abiertamente mientras se ponía de pie. Santana tomó la mano derecha de su novia con nerviosismo, mientras usaba la izquierda para acercar el anillo hacia el dedo anular de la rubia. La latina estaba anonadada al ver la suavidad y perfección con la cual la sortija se deslizaba por el dedo de Brittany. Perfecto. -Ahora te declaro: mi futura esposa -Dijo Santana acariciando los nudillos de la bailarina quien, a pesar de estar llorando, volvió a asentir, pero esta vez atrayendo el rostro de la

morena hacia el suyo propio en busca de un desesperado beso. La multitud espectadora resonó en aplausos y gritos de felicidad al ver el desenlace de la inesperada propuesta. -Para toda la vida -Fue lo primero que Brittany pudo decir al recuperar la voz, mientras presionaba su frente al de la morena.

***

-Nunca he amanecido mejor -Contestó Santana con toda la sinceridad del mundo, tomando sutilmente la mano derecha de su novia para convencerse nuevamente de que ella sí había tenido el valor de poner ese anillo en ese dedo. -Sí tuviste el valor, San. No lo dudes -Dijo Brittany como si hubiera leído la mente de la morena. Santana la miró sorprendida antes de sonreír. Su futura esposa la conocía tan bien. -Ahora tenemos que poner una fecha - Santana empujó ligeramente a la rubia hasta que volviera a caer sobre las almohadas para que ella pudiera recostar su cabeza sobre su pecho desnudo. -Y tenemos que contarle a tus papás y tu hermano -Agregó Brittany mientras acariciaba nuevamente el cabello de la morena. -Y también a los tuyos -Admitió Santana con más seriedad. La rubia mordió su labio inferior. -Tendremos que hacer un lista de invitados -Dijo Brittany frunciendo un poco su ceño. -Y contratar un banquete, los vestidos y ... -Hey, no hay que pensar en todo eso, aún -Dijo la rubia tomando el pequeño rostro de Santana entre sus manos -Hoy hay que disfrutar el hecho de que finalmente estamos comprometidas. -Brittany sonrió mientras acariciaba los pómulos de la morena con ambas manos. -Me gusta cómo suena eso -Confesó Santana con una risa, estirando su rostro para besar castamente a la ojiazul. Pero aún más que la idea de no preocuparse todavía por los planes de la boda, a Santana le gustaba más escuchar como sonaba eso de llamarse "Su prometida".

***

3 meses después...

- San, ¿ya estás lista? Quinn dice que está en la recepción -Gritó Brittany desde su habitación hacia la cocina, en donde se encontraba su prometida. Efectivamente, Quinn Fabray se encontraba en la ciudad. -Ugh, ¿es totalmente necesario tener que acompañarla a buscar un departamento? -Gruñó Santana al percatarse que aún se encontraba en pijamas. Y esta vez, Quinn se sentía lista para hacer algo grande con su vida. -Se lo prometimos, San -Recordó la bailarina mientras sujetaba su cabello en un cola. -Se lo prometiste -Corrigió Santana mientras se tomaba su tiempo para sentarse en la isla de la cocina. -Pensé que habías dicho que tú y yo somos una sola persona -Dijo Brittany soltando una pequeña risa al imaginarse a su novia rodando los ojos. -Abre la puerta, San. Debe ser Quinn -Pidió la rubia al oír el timbre sonar. La morena caminó hacia la puerta con pereza al saber que recibiría una reprimenda por no encontrarse 'lista' para la ocasión. -Santana, ¡¿por qué no estás vestida?! -Fue lo primero que dijo Quinn al ser recibida. -Bienvenida, Fabray -Dijo Santana sarcásticamente. Quinn lucía distinta. Su cabello había crecido nuevamente, su piel se notaba más bronceada de lo que Santana recordaba debido a su estadía en la playa. Estadía que la rubia deseaba olvidar ya que estuvo a punto de mandarla a la cárcel. No. Quinn aún no había asesinado a nadie en Florida; pero sí había tenido un pequeño incidente con una joven estudiante con la que había estado saliendo por un par de noches. Y por pequeño incidente se refería a escándalo sexual, y por joven estudiante se refería a una muchacha de diecisiete años que apenas empezaba su último año de secundaria, pero que le había dicho a Quinn que ,efectivamente, era una futura graduada, pero no especificó el nivel de estudios. En fin, desde ese infortunio, Quinn había caído en cuenta del poco rumbo que tenía su vida. Así que, tomando el consejo de muchos, decidió marcharse de la playa en busca de algo mejor. Fue así que terminó en Nueva York, reencontrándose con su hija y sobregirando el último par de de tarjetas de crédito de Sam en la compra del lugar que sería su primer consultorio en la ciudad. -Hola, Q -Saludó animadamente Brittany, envolviendo en un fuerte abrazo a la ojiverde. Esta solo sonrió ante el sorpresivo contacto. A pesar de ya tener un par de semanas en Nueva York, compartiendo cada día junto a Brittany y Santana, Quinn aún sentía un pequeño, casi nulo, revoltijo de emociones al ver a la bailarina. Desde que Brittany dejó Florida, Quinn había caído en una especie de depresión al no encontrar a nadie tan especial como la ojiazul. ¿Se había enamorado realmente de Brittany?

Ciertamente, Quinn no lo sabía, pero de lo que estaba segura era que hubo algo que se encendió en ella al conocer a alguien con tal capacidad para amar a una persona. -¡Santana López, vístete ahora! -Ordenó Brittany posando ambas manos en su cintura y tratando de lucir enfadada con su prometida, quien seguía en pijamas. -Siento que este es un mundo paralelo en el que quieres verme con ropa -Se quejó Santana mientras caminaba hacia su habitación, pero dibujando una sonrisa sugestiva, haciendo que Brittany se sonrojara. -Lamento la actitud de mi prometida -Dijo Brittany hacia Quinn. Sintiendo un agradable sabor en la boca al tener el derecho de usar esa palabra en una oración. -Así que te vas a casar... -Comentó la ojiverde con una amigable sonrisa. Reafirmando lo que ya sabía de antemano. -¡Así es, Fabray! -Gritó Santana desde su habitación -¡Supéralo! -Dijo dejando oír las pequeñas risas que escondía. Quinn no quería admitirlo, pero al llegar a Nueva York, aún aguardaba en ella aquella pequeña esperanza de poder intentar algo con la rubia; sin embargo al encontrarse con la noticia de que Santana le había propuesto matrimonio a Brittany, y que ella había aceptado frente a todo Times Square; Quinn entendió completamente que ese par estaba hecho para estar junto.

***

2 meses después... Cuando Santana escuchó que Brittany dejaría su trabajo en el nightclub, no pudo sentirse más que aliviada al respecto. Por más agradecida que Santana se encontrara con el club en el que conoció a su prometida, no podía evitar la satisfacción de saber que Brittany no tendría que volver a bailar para esa clase de personas que lo último que sabían hacer era apreciar el arte de la rubia. Sin embargo, con lo que Santana no contaba era con que inmediatamente después, Brittany encontraría una nueva oferta. Una que no tenía muy tranquila a Santana. -Esta es una gran oportunidad, San -Comentaba Brittany con emoción, mientras Santana terminaba de preparar la cena -Voy a trabajar directamente con directores y coreógrafos, ¿puedes creerlo? – Explicaba la rubia apoyando su peso contra la isla de la cocina. Santana oía sin pronunciar palabra alguna -¿Estás bien, nena? –Preguntó la bailarina al notar la extraña concentración de su novia en algo que no era ella. –Por supuesto, Britt –Respondió Santana sin convencer en lo absoluto a la rubia. -¿No estás feliz por mi nuevo empleo? -Cuestionó la prometida de la morena con confusión -Pensé que te alegraba que dejara de bailar en el nightclub -Asumió. -No, no es nada de eso, Britt -Se rectificó la latina agitando la cabeza mientras apagaba las hornillas de la estufa –Es solo que pensé que ahora que ya no tendrías que pasar todas las noches en el club, tendríamos tiempo para ocuparnos de la boda –Explicó conforme le

acercaba un plato con una hamburguesa –Nuestra boda –Inquirió alzando sus cejas mientras tomaba asiento a un lado de su novia. –Pero siempre nos ocupamos de la boda –Respondió la rubia con sorpresa. –Nos ocupamos de la boda a las 2 de la madrugada –Interrumpió Santana con un siseo que provocó que Brittany se quedara en completo silencio. Santana tampoco tuvo el coraje de seguir hablando; convirtiendo de esa manera la isla de la cocina en una especie de muralla que se interponía entre ellas. -Este empleo es muy importante para mi futuro, Santana –Brittany rompió el silenció después de quince minutos de una incómoda cena. -¿Y en qué lugar queda nuestra boda? –Preguntó la morena cruzando sus brazos contra su pecho al mismo tiempo que fruncía el ceño y su voz se hacía más seria. –Por supuesto que es una de mis prioridades –Respondía la rubia un tanto exasperada por hacerle entender a su novia lo que sucedía –Pero…. –Brittany guardó silencio por unos segundos tratando de continuar su explicación -¿Cómo piensas que será todo luego de casarnos? –Preguntó con temor a la respuesta que podría obtener. –No lo sé… -Santana agachó la cabeza al dar aquella simple respuesta. –Santana, te amo con locura –Brittany suspiró audiblemente mientras se ponía de pie –Pero honestamente, aún hay muchas cosas que quiero hacer y… La morena alzó su rostro con fuerza, sintiendo como su sangre llenaba cada centímetro de su rostro al escuchar aquel conocido proemio sobre el arrepentimiento de un compromiso del tipo que ella tenía. -¡Sabía que harías esto! –Interrumpió la morena exaltada, causando que Brittany diera un paso hacia atrás -¡Sabía que apenas tu carrera empezara a despegar, tú ibas a hacer a un lado nuestra relación! –Gritó Santana con su cuerpo temblando y señalando a su novia. -¡Es solo un trabajo! –Respondió la rubia consternada alzando ambos brazos. -¡Primero es un trabajo secundario, luego consigues un papel en una obra, y olvidas que tienes una novia cuando conoces al primer imbécil que te dice que tú eres una estrella! – Santana no quería llorar, pero la impotencia que sentía en ese momento era algo que drenaba por cada parte de su cuerpo. Impotencia y frustración, no porque Brittany tuviera un trabajo, sino porque tenía ese trabajo, el cual provocaba que la espina dorsal de la morena se estremeciera al recordarle tiempos que ella creía habían quedado todos materialmente refundidos en un cofre olvidado en quiénsabe dónde, y mentalmente, entumecidos en algún rincón de la conciencia de Santana. Sin embargo, la morena sabía que no podía hacer un reproche de este tipo, ya que desde un principio de todo, siempre estuvo al tanto de los sueños de la rubia, pero ahora que se hacían tan tangibles, aquella abominable sensación de ser nuevamente la tonta esposa enamorada de una persona que con el pasar de los días se convertía en alguien más y más inalcanzable. Santana despertó de su obnubilación al sentir unos fuertes brazos alrededor de ella y al

darse cuenta que, en algún punto de sus pensamientos, había dejado salir todos sus miedos en forma de lágrimas y temblores que ahora su novia trataba de calmar. -Aquí estoy, amor –Susurraba Brittany mientras Santana se aferraba a ella con una fuerza descomunal –No te dejaré.

***

Brittany sabía que lo que había sucedido horas antes no había sido enteramente acerca de ella y su nuevo empleo. Parte de ella sabía que aquellas predicciones que Santana había lanzado, más que unas simples suposiciones, habían sido experiencias vividas de la morena; y eso provocó que aquel deseo olvidado por urgar en el pasado amoroso de su prometida volviera con una fuerza y ansiedad que nunca había sentido. -Pensé que no dormirías conmigo –Dijo Santana con la voz cansada en medio de la oscuridad de la habitación. –Estamos juntas para los buenos y malos momentos, ¿no es así? –Respondió cautelosamente la bailarina mientras acariciaba la mejilla izquierda de la morena que solo asintió – ¿Me vas a explicar qué fue lo que pasó ahí afuera? –Preguntó Brittany con sutileza, tratando de no perturbar a su novia. –Discutimos muy fuerte –Resumió la latina con un suspiro. –Quiero saber porqué discutimos así –Pidió suavemente la rubia –Y, por favor, no me digas que es por la boda –Aclaró -Dime qué hay detrás de todo esto, Santana, porque en verdad necesito conocer el motivo de este miedo que traes contigo desde que te conocí –La pregunta de la ojiazul se había tornado en una especie de súplica encarecida que le hacía a su prometida. –Está bien, Britt –Suspiró Santana mientras se sentaba en medio de la oscuridad.

***

2 meses después… Una antigua novia de la secundaria había roto con Santana al encontrar un trabajo como cantante, y de esa forma la morena había sufrido de un mal de amores por un largo tiempo. Esa fue la gran revelación que Santana le había hecho a Brittany aquella noche luego de la discusión. No hubo nombres, no hubo detalles más allá del hecho de que, supuestamente, la morena no tenía idea del paradero de aquella ex novia. No era que Brittany minimizara el dolor de su prometida, pero ciertamente, ella veía aquella explicación un tanto escueta para un sufrimiento del tamaño que Santana proyectaba; sin embargo, la rubia se conformó y

decidió confiar y brindar confianza al asegurarle: “Yo nunca te cambiaria, ni siquiera por la oferta más tentadora del mundo, porque no hay oferta alguna que sea tan buena como el privilegio de compartir mi vida contigo”. Y con un beso, ambas decidieron mandar aquella pelea al olvido. -¡Brittany, ensaya el primer número con los extras! –Ordenó Blaine Anderson, el nuevo jefe de la rubia, mejor conocido como “El Cisne”, al ser capaz de embellecer cualquier coreografía perdida. Brittany llevaba dos meses trabajando de asistente del Cisne, y finalmente tendría la oportunidad de dejar de ser quien llevara el café y convertirse en quien dirigiera a un grupo bailarines. Puede que no sean los protagonista del musical, pero al fin y al cabo eran personas aprendiendo algo de la rubia, y eso era suficiente para llenar su pecho de orgullo. Unas escandalosas risas resonaron en el teatro, causando que todos detuvieran sus labores, ya que ese grupo de risas solo significaba una cosa: Los protagonistas habían llegado junto a todo su equipo. Mucho se había especulado al respecto del nombre de los actores. Se habían lanzado nombres desde Anne Hathaway hasta la propia Lea Michele; pero nadie se había imaginado que la protagonista sería la actriz y cantante más codiciada de todo Broadway: Rachel Barbra Berry. El teatro se llenó de murmullos mientras el propio Cisne se acercaba a saludar a Rachel (su amistad era legendaria en todo Broadway.) -Me alegra ver que tienes un nuevo equipo, Blaine –Felicitó la diva mientras caminaban hacia el estrado. –Ella es mi nueva asistente, una senior de Juilliard –Dijo Blaine mientras mandaba a llamar a la rubia. Brittany se encontró a sí misma frente a la única Rachel Berry y, después de imaginarse muchas veces este momento, la rubia estaba paralizada ante la diminuta, pero imponente presencia de la diva. -Así que nos acompañaras durante esta temporada –Dijo Rachel hacia Brittany mientras se quitaba los anteojos. La rubia sonrojada solo sonrió nerviosamente. –E-Es un p-placer conocerla, Sra. Berry –Tartamudeó la bailarina. La judía soltó una pequeña risa al ver el nerviosismo que podía causar en alguien del tamaño de Brittany. –Igualmente, Brittany –Respondió Rachel antes de caminar con una sonrisa hacia su camerino.

“Tengo que contárselo a Santana” Anotó mentalmente la muy emocionada bailarina antes de volver a su trabajo.

***

Brittany llegó a su departamento con una sonrisa inquebrantable. Había pasado todo el trayecto de regreso, pensando en la dichosa vida que tenía: Se iba a casar con la mujer que amaba, trabajaba en un lugar que amaba, había conocido a la cantante que amaba. Lo único que aún no encajaba a la perfección en la plenitud de sus días era el hecho de que el cumpleaños de su prometida era un día y ella aún no contaba con el regalo ideal. Ya había agotado el recurso de los peluches, las cartas de amor, los bailes sensuales - lo cuales Santana había aprovechado para convertirlos en una costumbre- así que no encontraba nada novedoso y mucho menos nada a la altura de la mujer que ahora era su prometida, ya no su novia. Santana aún no estaba en casa para el momento en el que Brittany llegó. Un alivio, pensó Brittany; ya que tendría tiempo a solas para pensar qué regalarle a su futura esposa. Luego de 20 minutos desperdiciados en ver diversos videos de Youtube con manualidades que solo terminaban frustrando aún más a Brittany; la rubia encontró frente a ella el regalo significativo que buscaba: Un video. Grabaría un video con todos los detalles especiales de su vida juntas, y los momentos más importantes que se encontraban en muchas fotografías en la computadora de Santana. Y con mucha prisa, Brittany encendió la cámara y empezó a grabar desde la entrada de su departamento, contando cada instante importante desde que se mudaron a su nuevo hogar “Y esta es nuestra habitación, bebé” Decía Brittany hacia la cámara “Tendría que usar una memoria completa para hablar de todos los recuerdos que hay en esta habitación” Una sonora risa se oyó “Y este es nuestro armario, ¿odias que revise tu lado, no es así?” Una nueva risa se escapó al momento en el que Brittany abrió la puerta derecha del armario “Este es el atuendo más sexy del mundo” Dijo la rubia mientras mostraba a la cámara uno de los conjuntos de sastre que la morena usaba para trabajar “¡Pero qué tenemos por acá!” Exclamó la ojiazul al visualizar algo destellante entre los serios trajes de su novia. Era un cofre escondido en el fondo del armario. Brittany frunció un poco el ceño al traer el cofre verde esmeralda hacia la luz. ¿Qué había dentro de él? , se preguntaba la rubia. Y olvidándose de la grabación que continuaba, Brittany se atrevió a abrir el cofre oculto.

Y si encontrar un cofre oculto entre la ropa de Santana había sorprendido a Brittany, descubrir lo que había dentro de él fue la mayor sorpresa del mundo: Había decenas de fotos y recortes periodísticos de Rachel Berry y su esposo, estaba toda la discografía de la castaña e incluso pequeños muñecos coleccionables que salieron a la venta durante su tour mundial. La rubia se extrañó al encontrar aquel hallazgo, Santana nunca había hablado nada referente a la música de Rachel Berry, pero lo que su cofre decía es que se encontraba frente a una fanática empedernida. Brittany soltó una pequeña risa y miró a la cámara: “Al parecer encontré tu pequeño placer culposo, nena” Dijo levantando uno de los tantos recortes periodísticos “No te preocupes, trataré de conseguirte un autógrafo ahora que trabajo junto a ella”. Y como por revelación divina, Brittany entendió cuál sería el cierre perfecto para el video.

***

Brittany estaba hecha un manojo de nervios, aunque no sabía el motivo real para su inseguridad. No sabía si era el hecho de que estaba sin permiso alguno dentro del camerino de una de las estrellas más asediadas del país, o porque en cualquier momento, aquella famosa cantante entraría y se encontraría cara a cara con ella. Sea como sea, Brittany no dejaba de sudar. La rubia se encontraba escondida en el baño, cuando escuchó la manija de la puerta abrirse con naturalidad. Tomó un fuerte y hondo respiro y abandonó su escondite. -Hola, Sra. Berry –Pronunció Brittany mientras la castaña se encontraba de espaldas, buscando una toalla dentro del cesto. -¡Santo Cielo! –Gritó la diva dando un salto de miedo hacia atrás al ver a la rubia frente a ella -¡Seguridad! –Gritó aún en pánico. -¡Por favor, no llames a seguridad! –Rogó Brittany agitando sus manos –Soy Brittany, la asistente de Blaine, nos conocimos ayer ¿recuerdas? –Aclaró –No tengo ningún arma, puedes revisarme –Dijo mientras levantaba ambos brazos. Rachel la miró detenidamente por unos segundos, recordando su rostro. –Dios, Brittany –Suspiró la castaña al reconocer totalmente a la rubia –Disculpa, pero ¿qué demonios haces escondida en mi camerino como una total psicópata? –Preguntó Rachel consternada y un tanto fastidiada. –Lo lamento muchísimo, es que necesito un favor y solo usted puede hacerlo –Explicó la rubia. La judía frunció el ceño, desconfiada de las palabras de la bailarina. –Brittany, en este momento estoy muy cansada y dudo mucho que pueda ayudarte –Dijo tajantemente la cantante. –Por favor, escúcheme –Pidió Brittany –Solo le pido que me escuche. - Rachel vio esa mirada

suplicante, y con un suspiro de resignación, asintió. –Adelante –Accedió la castaña. –Hoy es el cumpleaños de mi prometida, y estoy grabando un video para ella, bueno … ella es una gran fanática suya, es como la fan número 1 –Explicaba la rubia captando la atención de la actriz –Y bien … quería pedirle, por favor, que le mandara un saludo en su video de cumpleaños –Pidió Brittany con el rostro más conmovedor que encontró. Rachel examinó nuevamente a la bailarina con una ceja enarcada, tratando de encontrar alguna clase de trampa; pero simplemente no halló nada más que una muchacha tan enamorada como para escabullirse en el camerino de una estrella, a pesar de eso ser considerado como un delito. Brittany le agradaba. -Bien, te ayudaré –Replicó la cantante relajando su tensa postura –Pero que sea rápido, tengo que hacer mi ritual de belleza a tiempo. –Será solo un minuto, lo juro –Prometió la bailarina con una gran y sincera sonrisa mientras extraía la cámara de su bolso –Listo, ponte en el medio y a la cuenta de tres, saludas – Indicó -3, 2, 1, ¡Acción! “Hoy es un día muy especial para ti … -No me dijiste el nombre de tu novia –Rachel cortó la grabación con una sonrisa divertida mirando hacia la despistada rubia. –Cierto, se llama Santana –Dijo. Rachel parpadeó un par de veces y retrocedió al sentir su cuerpo descompensarse al oír aquel nombre. -Lo siento, creo que no escuché bien –Dijo con dificultad al sentir algo atascado en la garganta. –Mi prometida se llama Santana, Santana López –Respondió Brittany. Brittany mantuvo su sonrisa intacta, ajena de saber que acababa de detonar una bomba nuclear.

Flashback: Manhattan, Nueva York – Lima, Ohio Dos pesadas respiraciones se mezclaban con rapidez con el pasar de aquellos vibrantes segundos. Se fundían al mismo tiempo que los cuerpos de las dueñas de aquellos respiros se envolvían en un invisible capullo de amor que en cualquier momento se destruiría para que ambas renacieran en un solo ser. -Eso fue… indescriptible –Confesó Rachel embriagada por el olor de la piel de Santana mezclada con el sudor por la actividad que acaban de realizar. La morena solo abrazó con más fuerza a la castaña, soltando una pequeña risa. –Lo sé, amor –Respondió Santana.

Habían transcurrido 12 meses que Santana se negaba a creer. Ella sentía que el tiempo solo corría para aquel cruel mundo que existía al exterior de las cuatro paredes de su habitación en la Universidad de Columbia; para ella el tiempo se había detenido y nuevamente había conseguido el equilibrio que sentía haber perdido. En algún punto de aquel año, la morena había creído su propia excusa para seguir recibiendo a Rachel cada jueves por la tarde en su habitación: Ella aún era su esposa y lo que ambas hacían era completamente correcto; en cambio el amante era Jesse y él era quien debía sentirse como un miserable. -Es una lástima que esto tenga que acabar tan pronto –Suspiró Rachel liberándose del abrazo de la latina. -¿Q-Qué, por qué? –Preguntó Santana sin ocultar su nerviosismo y temor. –Jesse me propuso matrimonio –Respondió Rachel sin rodeos, tratando de no armar un gran problema al respecto –Te amo, pero esto ya no puede seguir, San … Te amo, pero voy a casarme con otro. Eso era lo único que Santana había escuchado, ya que realmente no podía entender aquella justificación ilógica. Pensó por un momento en gritar sabiendo que sus palabras quedarían en el aire, en discutir sabiendo que no conseguiría nada, en besarla sabiendo que eso no conseguiría que la eligiera a ella. Lo más sabio en su caso era no hacer nada. -Pues buena suerte consiguiendo el divorcio –Fue lo último que dijo Santana antes de tomar un par de shorts y una playera para luego salir de su propia habitación. *** [i]Lima, Ohio – 1 semana después. Santiago López creyó que cuando pudiera volver a su hija sería una de las más gratas sorpresas del mundo después de un poco más de 1 año sin tenerla físicamente junto a él; sin embargo, el momento en el que Santana apareció en la puerta de la casa de su papá con los ojos enrojecidos e hinchados y con sus maletas, Santiago supo que aquel reencuentro no tendría nada de grato. -Todo estará bien, hija – Fue lo único que Santiago su mantuvo diciendo durante los 3 primeros días en los que lo único que Santana hizo fue llorar contra su pecho. Él no sabía que sucedía, ni los motivos de las lágrimas de su hija, pero necesitaba decir algo, lo que sea, con tal de darle esperanzas.

***

-Santana, no te pido que me digas qué te sucede, solo te pido que comas algo –Repetía Santiago López día tras día en el cual su hija no hacía nada más que llorar. No quería comer, ni hablar; solo quería liberar hasta la última lágrima que tenía por dentro.

Santiago pensó en un primer momento que esto no iba más allá de una pelea con su novia, pero conforme los días pasaban y el teléfono de Rachel seguía mandándolo directamente al buzón de voz, su angustia aumentaba considerablemente. El médico se encontraba a un paso de tomar un abrigo y un avión que lo llevara de inmediato a Nueva York en busca de la única persona que le podía decir que pasaba con su hija, cuando recibió una llamada telefónica que cambió radicalmente sus planes. -Señor López, lo llamamos de la Universidad de Columbia en Nueva York para informarle sobre las continuas ausencias de su hija en las últimas dos semanas de clases, y asimismo saber si existe algún problema con la alumna López del cual debamos estar al tanto. –Lo siento, debe de haber algún error en su sistema, mi hija no acude a Columbia, ella es alumna de Juilliard –Dijo Santiago completamente aturdido por la llamada. –Su hija es la Señorita Santana López, ¿no es así? –Preguntaron desde la otra línea – Estudiante de leyes de primer año ¿estoy en lo correcto? – Y antes de que la Universidad de Columbia recibiera alguna respuesta, Santiago López soltó el auricular con el propósito de correr hacia la habitación de su hija a exigir respuestas. *** -Tú no puedes actuar como si no tuvieras a nadie a quien darle explicaciones –Gritaba Santiago dando vueltas en círculos en la habitación de su hija –Y mucho menos cuando es mi dinero el que usas para cambiarte de escuela cada vez que se te antoja – Continuaba al mismo tiempo que la morena no hacía nada más que sollozar –Y ¿Leyes? Pensé que tu gran sueño era ser cantante –Dijo sintiéndose aún confundido con lo sucedido. –Lo siento, papá –Fue lo único que logró salir de la boca de Santana al ver lo alterado que se encontraba su papá. Santiago planeaba continuar gritando, pero escuchar que su hija había hablado nuevamente, fue la señal para detenerse con un gran suspiro. -¿Algún otro gran evento que haya ocurrido y no me hayas contado al respecto? –Preguntó el médico tomando asiento al filo de la cama de su hija. Santana lo miró por unos intensos segundos mientras en su cabeza luchaba por confesarle lo que sucedía con Rachel, pero… aún no era el momento indicado, así que lo que hizo fue negar con la cabeza. Santiago asintió decepcionado, ya que parte de él le gritaba que sí había algo más.

***

-¿Vive aquí la Señora Santana López? –Preguntó un tipo alto de cabello oscuro y vestido con

un terno azul noche y corbata afín. Lucía demasiado elegante como para ser un vendedor, y demasiado viejo como para ser amigo de Santana, pensó Santiago al abrir la puerta con un ceño bastante marcado. -¿Para qué la necesita? –Contestó el médico con seriedad –Yo soy su padre –Aseguró. –Mucho gusto, soy el abogado de la Señora Rachel Berry –Confesó el tipo extendiendo una mano que no fue correspondida –Mi cliente envía los papeles de divorcio y exige que sean firmados a la brevedad o se verá en la necesidad de interponer una demanda contra su hija. Santiago López sintió como su corazón se paralizó al oír las palabras divorcio junto al nombre de su hija menor. “Santana … “ Se dijo así mismo el médico con lamento mientras cerraba sus ojos por un momento. -Yo le haré llegar los papeles a mi hija, gracias por venir –Dijo mientras tomaba la carpeta de documentos y cerraba la puerta.

***

-¿Qué es lo que has estado pensando, Santana? –Preguntó Santiago López alzando la voz , pero sintiendo una gran herida abrirse mientras gritaba en la habitación de su hija -¿Piensas que tu educación es un juego? ¿Piensas que el trabajo que hago para mantenerte es un juego? ¿Ahora también piensas que el matrimonio es un simple juego? ¿Qué tienes en la cabeza, Santana López? –Gritaba el médico mientras la morena no hacía nada más que llorar contra la carpeta con los documentos de divorcio -¡Deja de llorar de una vez y enfrenta tus problemas, Santana! –Gritó Santiago sintiendo sus propias lágrimas de impotencia acumularse. Las lágrimas de Santana se detuvieron al ver la primera gota derramarse por la mejilla izquierda de su papá. -Tú no me dejes de querer, por favor –Rogó la morena abrazando fuertemente el pecho de su padre y cerrando sus ojos para evitar verlo llorar.

***

El momento indicado nunca llegó, más que nada porque no existía uno en realidad. Nunca habría un buen momento para hablar sobre los errores de la vida de una persona. Fue así que Santana optó por acurrucarse junto a su papá y confesar como todo había empezado a

tomar un mal camino desde el primer día en el que empezó la universidad junto a Rachel. -Todo estará bien, hija Fue lo que el médico dijo durante toda aquella noche junto a su hija, pero esta vez cuando le decía que todo estaría bien, ya no era un simple consuelo, sino una promesa de volver a hacerla sonreír a costa de lo que sea.

***

Tuvieron que pasar 6 meses para que Santana se decidiera a hacer dos cosas importantes: Volver a la universidad, esta vez la elegida fue la cercana y segura Ohio State; y la segunda, firmar los papeles de divorcio por los cuales Rachel había mandado un sin fin de abogados y muchas amenazas de demandas jamás llevadas a cabo. Ciertamente, Santana nunca tuvo la iniciativa de hacer ninguna de las cosas. No quería volver a la universidad, pero la negociación que hizo con su papá fue bastante razonable: Ella volvía a la universidad y él no volvía a decir palabra alguna acerca de su paradero a nadie –mucho menos a los enviados de Rachel. Tampoco quería firmar el estúpido divorcio, pero saber lo mal que su papá la pasaba cada vez que un abogado aparecía en su puerta, amenazando con mandar a la cárcel a su hija, hizo que la morena accediera a firmar. Habían pasado 6 meses en los cuales Santana se había propuesto aislarse de todo lo que tuviera que ver con Nueva York, Rachel y todo lo referente a ella; sin embargo ella no contaba con que el creciente éxito de Rachel llegaría a ella como un depredador. Fue así que se enteró que la castaña protagonizaría su primera obra fuera de la universidad en un pequeño teatro; y rompiendo con su promesa, Santana tomó un tren hacia Nueva York y compró una entrada para el musical. La morena se repetía que lo hacía para probarse que ya la estaba superando, pero finalmente terminó llorando nuevamente en los brazos de su papá.

***

Los meses empezaron a transcurrir con aquella velocidad que antes Santana no solía sentir. De un momento a otro Enero se había convertido en un frío Octubre, y aquel evento del cual Santana intentaba olvidarse, se convertía en una realidad que, ni siquiera por el hecho de estar sucediendo lejos de ella, le afectaba en su totalidad. Rachel y Jesse se iban a casar en Manhattan el 15 de Octubre, en una ceremonia como la cual la morena nunca tuvo oportunidad de disfrutar. En una en la que había personas alrededor, vestidos, regalos y demostraciones de amor públicas, y no un tonto Elvis y una botella de champagne como único testigo.

La morena no lo quería admitir, pero cada día sentía un rencor mezclado con tristeza hirviendo dentro de ella; sin embargo aquellos sentimientos no iban hacia Rachel o su futuro esposo, sino a ella misma por no haber sido capaz de darle a Rachel lo que ella buscaba en una pareja, por no haber exigido un poco más, por no haberse dado un lugar decente. Santiago López le decía que odiar al mundo no retrocedería el tiempo, así que la morena había decido odiarse a sí misma para desahogarse.

***

Era 14 de octubre y Santana sentía que aquella pesadilla que un momento creyó estar viviendo, le decía en la cara que realmente estaba sucediendo. Aquel día fue tan lúgubre como el ánimo de la morena. Había amanecido el día con una imparable llovizna, luego había terminando peleando con un maestro en la universidad para finalmente regresar a su habitación y verse rodeada de cuatro paredes que se sentían como una prisión. Fueron inevitables las lágrimas que Santana dejó salir al sentarse frente a su computadora y torturarse con fotos pasadas en la graduación junto a Rachel. Y luego de tanto llorar, la morena sintió que lo único que quería era volver a verla. Con los ojos hinchados y las manos temblorosas, la latina cogió un bolso y lo llenó de ropa mientras buscaba las llaves de su auto. Estaba decidida a ir a buscarla a Nueva York. Todo estaba desastrosamente listo, cuando Santana abrió la puerta de su habitación y se encontró con la mejor y a la vez la peor sorpresa del mundo. Tal y cual hacía más de un año, Rachel Berry volvía a aparecer en la puerta de la habitación de Santana López; pero esta vez, a diferencia de la primera, Santana no se sentía dispuesta a pelear; lo único que deseaba era tenerla una vez más. Ambas se miraron con aquella añoranza de tiempos pasados, y sin intentar siquiera hablar o detenerla, Rachel permitió que la morena la tomara de la cintura con fuerza y la besara con aquella entrega que solo ella podía darle. Nuevamente, Rachel y Santana se olvidaron de todo lo que sucedía fuera de aquellas cuatro paredes y las sábanas de la pequeña cama de la latina. Se dejaron transportar a esos años de felicidad, de promesas y planes frustrados. Se tocaron como si se tratara de la primera y la última vez que aquel acto sucedía entre ellas. Con tanto conocimiento, y a la vez con inexperiencia por lo que podían encontrar. Saborearon lágrimas la una en la otra, sintieron la fuerza con la que sus bocas de aferraban a la otra y por un momento, Rachel olvidó aquella boda con el hombre que ella consideraba perfecto. “Nunca te podré olvidar”

Fue lo único que Rachel repetía una y otra vez mientras enredaba sus manos en los mechones oscuros del cabello de Santana. “Nunca te dejaré de amar” Fue con lo que concluyó antes de sentir su corazón unirse al de la morena

***

Santana despertó a la mañana siguiente, sintiendo su cuerpo pesado y su mente confusa. ¿Realmente había pasado la noche con Rachel? Giró sobre su cama encontrándose desnuda, pero al mismo tiempo encontrándose sola, acompañada solamente de una hoja de papel sobre la cama. “Por favor, ven a mi boda” Y debajo de la nota un pasaje hacia Nueva York junto a una invitación. Santana cogió la invitación entre sus manos, y las apretujó contra su pecho desnudo, miró hacia la cama vacía y aspiró el olor a Rachel por todos lados. En ese momento, Santana ya no quería llorar, ni correr hacia los brazos de papá; lo único que quería hacer era morir. Morir de amor, por la única mujer a la que pudo amar. [/i]

Fin del Flashback. 33

CAPÍTULO 33: Feliz cumpleaños, Santana. Rachel no había olvidado a Santana. Es más, la recordaba prácticamente a diario desde esa última vez en la supo de ella; pero lo que la castaña había logrado era aprender a vivir con el recuerdo, el remordimiento y los innumerables fantasmas que la perseguían desde esa última vez. Fantasmas que le reprochaban cada decisión que había tomado desde ese momento. Fantasmas que le exigían buscarla. Fue por eso que Rachel buscó a Santana durante varios años y a escondidas de su esposo. Necesitaba encontrarla y acallar la andanada de martirizantes golpes que su consciencia le propiciaba y, aunque ella tal vez ya no lo quería admitir, porque aún sentía esa irracional y dañina necesidad de tenerla cerca. Así fue que había terminado solicitando el servicio de muy discretos detectives a espaldas de Jesse St.James para que iniciaran la búsqueda en todos los alrededores de Ohio. No hubo éxito alguno. Luego siguió en Londres, siendo tan crédula de pensar que Santana podría estar junto a

su madre. Nuevamente, sin éxito alguno. Fue así que el tiempo empezó a correr, y la desesperación había tomado prisionera a Rachel. La tierra parecía haberse tragado a cierta morena. Al aceptar aquella ilógica, pero consolante realidad de la desaparición de Santana; Rachel había decidido acreditarse el intento de buscarla con tal de calmar sus pensamientos y, resignándose, había dado por sentado que era momento de detener esa interminable búsqueda, sin saber que la morena se encontraba más cerca de lo que ella había podido haber imaginado. “Mi prometida se llama Santana, Santana López” Al oír aquella revelación de esa insulsa y desconocida rubia, Rachel pensó que eso había sido producto del cansancio del ensayo más las bebidas energizantes; pero al escucharlo por segunda vez y con esa seguridad que aquella rubia tenía, Rachel sintió que esa no podía ser más que una muy bizarra broma. Pero el asunto era saber broma de quién. Este tema solo era conocido por la propia Santana, ella y… Puckerman. -¿Conoces a Puckerman, no es así? –Acusó la castaña irguiéndose y cruzándose de brazos. Brittany frunció el ceño confundida. –Ehm … Noah Puckerman, el cantante, ¿no es así? – Respondió la rubia un tanto desorientada por el brusco cambio de tema y de tono –No lo conozco personalmente, aunque tengo una amiga que sí lo conoce, pero me gustaría mucho trabajar con él también – Explicó confundida y, ciertamente, nerviosa. –Y ¿Quién es esa amiga? ¿Es alguien del medio? –Inquirió la diva. –Soy amiga de la madre de su hija y bueno… -Brittany se encogió de hombros un tanto incómoda –Sra. Berry, enserio me gustaría hablar más sobre esto, pero realmente tengo que irme, tengo una cena con mi novia y aún necesito editar su video y… -La bailarina suspiró con pesadez – Sería igual de genial si solamente autografiara una foto para ella. Brittany conocía a Quinn. Quinn era amiga de Santana; pero Rachel consideraba demasiado improbable que la latina le hubiera hablado de la clandestinidad de su relación; y en caso de que lo hubiera hecho ¿por qué Quinn quisiera jugarle una broma de tal calaña? Además aquella sinceridad que la voz de esa rubia de ojos azules solo provocaba que la mente de Rachel se torciera aún más. Rachel llevaba más de treinta segundos mirando hacia ningún punto en especial, tratando de decidir qué demonios hacer, pero si de algo estaba segura era que no podía dejar ir a Brittany tan pronto, ya que sea una broma o no, alguien podía darle una forma de llegar a Santana. -Tienes razón, te estoy haciendo perder el tiempo – Respondió la pequeña castaña saliendo de su obnubilación. Brittany agachó su cabeza decepcionada –Así que porque en lugar de un simple video –Explicaba Rachel – Porque en lugar de eso, la saludo personalmente –Propuso con una nerviosa sonrisa obviada por Brittany. -¿Es enserio? –Preguntó una incrédula rubia –Eso sería … -Brittany no encontraba las palabras exactas para explicar la buena suerte que parecía estar teniendo –Sería una bendición porque realmente quiero darle algo especial a mi prometida –Confesó sinceramente. Rachel solo asintió con una sonrisa forzada. –Entonces vayamos y sorprendamos a tu novia –Dijo la diva dando un pequeño aplauso para terminar la conversación –Tengo mucha curiosidad de conocerla. –Es una mujer maravillosa –Respondió Brittany mientras tomaba su chaqueta.

Santana era una mujer maravillosa, pensó Rachel tratando de encontrar detalles que le indicaran que esto solo era una muy curiosa coincidencia, pero Santana sí era maravillosa como lo decía Brittany, y eso Rachel nunca podría negarlo. -¿Nos vamos? –Preguntó Brittany al ver nuevamente a Rachel perdida en sus pensamientos. –Por supuesto –Respondió la castaña con un suspiro.

***

Santana llevaba más de 20 minutos en su departamento, sentada frente su lap top revisando algunos casos futuros del bufete. Efectivamente, era su cumpleaños, pero para Santana se estaba convirtiendo en un día como cualquiera debido a la notable ausencia de su novia. Brittany se encontraba totalmente incomunicable desde tempranas horas de la mañana. En un principio Santana sintió una alta expectativa, pero con el pasar de las horas y al encontrar una pequeña cena en su departamento que decía “Feliz Cumpleaños, amor”, esa expectativa inicial se convirtió en preocupación. No era que Santana fuera demasiado exigente con respecto a la celebración de su cumpleaños; es más, en los últimos años estos se habían convertido en un día bastante íntimo junto a su novia que empezaba con una cena, un regalo, un baile bastante sugerente que desembocaba en una apasionada madrugada llena de amor entre las sábanas de su habitación. Y básicamente, era ese el plan que la morena esperaba repetir ese año; sin embargo eso era un tanto difícil si Brittany no se encontraba con ella. “Si no me contestas este mensaje, voy a preocuparme seriamente” Santana le dio enviar a la pantalla táctil de su teléfono, esperando que toda la rareza del día solo haya sido producto de su neurótica mente.

***

“No te preocupes, solamente no quiero que arruines tu sorpresa haha xo” Brittany le dio al botón de enviar y se enfocó nuevamente en la situación de la cual era partícipe: Estaba en un mismo auto, junto a su actriz favorita hablando sobre su novia, en camino a darle la mayor sorpresa, nuevamente, a su novia. Quién podría decir que Brittany Pierce podía tener tanta suerte, ¿no es así? -Así que llevas muchos años con tu novia, debe ser una chica muy afortunada… y ¿a qué se dedica? –Comentó Rachel jugando incesantemente con sus manos. –Es abogada, trabaja en un bufete muy importante, es la mejor abogada de todas y no lo digo solo porque es mi novia –Brittany soltó una pequeña risa –Lo digo porque ella se encargó de mi divorcio , es una historia bastante curiosa como pasó de ser mi abogada a ser mi prometida –Dijo con una sonrisa soñadora aunque un tanto incómoda por la fija mirada de la castaña.

“Involucrada en situaciones no éticas ni morales” Anotó Rachel en su mente tratando de encontrar similitudes entre esta nueva Santana y su antigua Santana. -¿Ambas son de Neoyorkinas? – Preguntó la diva, aunque sinceramente, le importaba poco de donde viniera o a donde fuera la rubia. –Yo sí lo soy, Santana es de Ohio pero ya lleva muchos años viviendo aquí y planeamos seguir viviendo aquí por un buen tiempo Aquella última respuesta elevó el número de palpitaciones en el pecho de la judía. Eran demasiadas coincidencias como para ser una simple homónima de la latina. Ni siquiera sentía la necesidad de una fotografía para corroborar sus sentimientos. Rachel sabía y sentía que esa persona de la que Brittany hablaba era Santana… su Santana.

***

La laptop de Santana había sido descartada por algún lado de la sala de estar siendo reemplazada por nada más que las ansiosas manos de la propia latina. Llevaba ya un buen rato entrelazando sus dedos, pellizcando su palma, estirando los ligamentos, dibujando figuras amorfas desde el centro hasta su muñeca. Simplemente no podía estar quieta. Estaba impaciente por la sorpresa de Brittany; sin embargo, esta no se sentía como esa clase de impaciencia agradable llena de buenas expectativas, por el contrario, esta causaba que el estómago de la latina se contraiga sin razón aparente. Ni siquiera la propia Santana entendía su nerviosismo. Era su cumpleaños y su novia le tenía una sorpresa. ¿Qué podría salir mal? Eso se repetía con el pasar de cada martirizante minutos, pero algo en su garganta y en la boca de su estómago le seguía mandando señales totalmente contrarias; como sí aquellos punzones fueran especies de manos levantándola a escapar. “Tonterías, Santana” Se reprochó a sí misma al ver que el fuerte agarre de su mano derecha en la izquierda empezaba a dejar una notoria marca roja. Era Brittany de quién hablábamos y para Santana, esa rubia bailarina no podía traerle nada más que felicidad.

***

-No tengo palabras para agradecerte todo esto, mi novia estará muy feliz – Agradecía Brittany mientras empujaba la puerta del edificio en el que vivía junto a Santana. Rachel seguía detrás de ella, sintiendo un rubor incómodo esparciéndose por su rostro, un bochorno que parecía una fiebre que pronto colapsaría con su cerebro. Estaba a punto de reencontrarse con Santana López y no sabía que esperar de ese encuentro. –Sin duda alguna, soy Rachel Berry – Resaltó la actriz. Aquel comentario pudo haber lucido como un comentario muy soberbio para cualquier que lo escuchara, pero significaba mucho más para quien conociera la mitad de lo que ella había sido en

la vida de Santana.

***

-Bien, este es nuestro departamento –Dijo la rubia frente a la puerta de su hogar –El plan es el siguiente, Santana abrirá la puerta, la saludaré, le diré que tengo una sorpresa y tú apareces cantando ¿te parece bien? –Preguntó. Rachel parecía tener la mente en cualquier otra parte menos junto a Brittany o con intenciones de seguir algún plan romántico. Realmente, no había ningún plan que pudiera ser aplicado para Rachel en ese momento. Volvería a ver a Santana después de muchos años, no sabía cómo lucía ahora, no sabía si la odiaba o si aún la amaba, era nuevamente una desconocida que provocaba que las rodillas de la gran diva de Broadway temblaran. –Es perfecto –Respondió mecánicamente la castaña con una sonrisa fingida. Brittany asintió devolviéndole una genuina sonrisa al ver que este año le daría la más grande sorpresa a su prometida; pero lo que ella desconocía era que el tamaño de la sorpresa no aseguraba el tamaño de la felicidad de Santana. Con un audible y soñador suspiro, Brittany tocó el timbre del departamento.

***

El estómago de Santana se contorsionó por enésima vez al oír el desprevenido sonido del timbre de su propio departamento. Tenía que ser Brittany, pero eso no tranquilizó en lo absoluto a la morena. No había porque no estar tranquila, pero aún así las manos de Santana no se podían quedar quietas. Algo estaba mal, algo era incorrecto en ese ambiente y el tercer ojo mexicano de Santana se lo decía. “O tal vez soy una completa paranoica” Se dijo asimisma la latina mientras caminaba hacia la puerta. A pesar de eso, Santana sintió un escalofrío recorrer su espalda al girar la perilla de la puerta. Algo estaba mal y eso era evidente para todos los sentidos de la morena, excepto para sus ojos. “Estúpida paranoica” Se reprochó con amargura al abrir la puerta. -Feliz cumpleaños amor Y ahí estaba, era Brittany sonriendo al pie de la puerta, transmitiéndole toda la seguridad que pudo haber perdido en esas horas de incertidumbre. No había nada malo , su paranoia había sido totalmente … -Feliz cumpleaños, Santana… Totalmente cierta. Santana parpadeó más de una decena de veces en menos de un minuto. Esa voz, esa persona, esos ojos, pero ¿Brittany? ¿Qué hacía Brittany en una misma escena junto a esa voz, esa persona y esos ojos? . Santana parpadeó un par de veces más, sintiendo que acaba de pasar más de un

año en lugar de un par de minutos. -¡Sorpresa! – Gritó Brittany con un extraño entusiasmo tratando de sacar a Santana de su repentina obnubilación – Ehm … deberías cantar ahora –Susurró hacia Rachel, quien estaba petrificada mirando con temor hacia Santana. Era su Santana. Rachel no podía creer que finalmente la tenía frente a ella. Después de tantos años de búsqueda, de sueños, de pesadillas, finalmente, esta a tan solo unos pasos de ella. No podía negar que en ese preciso instante deseaba abrazarla, sentirla real y recordarse a ella misma que también era real, que ese momento no era una fantasía. Santana no podía alejar su mirada de Rachel. Dios … era tan extraño el simple hecho de admitir que nuevamente una acción que ella realizara, por más básica que fuera, pudiera estar relacionada con Rachel Berry. Simplemente, no hallaba coherencia a aquella situación. ¿Qué demonios hacía Rachel Berry frente a ella? -Santana … yo … -Rachel intentó hablar, al ver la viva confusión en los ojos de Santana. -¡Largo! –Santana gritó llevando sus manos hacia la cabeza con frustración, provocando que Brittany diera un salto hacia atrás ante la efusiva reacción. –Santana, ¿qué te pasa? –Preguntó consternada la rubia aún sorprendida por el grito de su prometida. A decir verdad, Santana había olvidado durante esos tormentosos minutos la presencia de Brittany; sin embargo y por primera vez, el recordar la existencia de esa rubia, no consiguió más que alterar aún más a la morena. -¡¿Tú, dime, qué diablos está pasando, Brittany?! –Reclamó apuntando con su dedo índice y presionando con fuerza su mandíbula. –Santana, cálmate, esto no es culpa de ella –Intervino Rachel dando un paso hacia adelante. –¡Tú, cállate! – Ordenó la alterada latina. Definitivamente, Brittany no entendía absolutamente nada de lo que sucedía. La actitud de Santana, la de Rachel y menos aún, la extraña química que sentía entre ambas. Era algo invisible, pero que aún podía sentirse en el aire y eso confundía aún más a la bailarina. -¿Ustedes se conocen? –Preguntó Brittany, más para ella que para las mujeres a su lado. Santana miró hacia la rubia y observó su ceño fruncido, como si estuviera atando cabos con mucha rapidez y confusión; y en ese momento, sintió miedo de que las sombras de su pasado pudieran opacar los ángeles que vivían en su presente. -Entra a la casa –Pidió Santana respirando rápida y pesadamente –Santana, tenemos que hablar – Pidió Rachel apresuradamente tratando de acercarse un poco más a la morena. -¡Aléjate de mí! –Dijo mirando con dureza a la castaña - ¡Qué entres, Brittany! –Ordenó al no obtener respuesta automática de la rubia.

La rubia dio, nuevamente, un paso hacia atrás por puro reflejo al oír el grito de la morena. Estaba asustada, pero no podía huir, así que entre miedo y confusión cruzó la puerta. -¡Sabes que tenemos que hablar! –Fue lo último que se oyó de Rachel antes de que Santana lanzara la puerta con rabia y apoyara su espalda con ella, dejando caer el peso de cuerpo como si fuera una muñeca de trapo. Brittany, asustada, se acercó a su novia con rapidez, pero no se vio venir el brazo de Santana interponiéndose entre ellas como una barrera, alejándola inmediatamente. -No me toques – Siseó Santana mirando hacia el suelo – Dime qué tienes que ver con ella –Pidió con su respiración aún cortada. –Santana, déjame ayudarte, ¿estás bien? –La rubia se arrodilló tratando de volver a tocar a su novia. -¡Responde, Brittany! –Santana volvió a levantar la voz, provocando que la ojiazul se alejase – Solo… responde –Pidió con un susurro. –Llevo unos días trabajando con ella en el teatro, ¿qué sucede, Santana? , solo quería darte una sorpresa –Dijo la confundida, asustada y muy aturdida rubia. -¿Una sorpresa? –Preguntó Santana con un tono sarcástico, poniéndose nuevamente de pie.

–Sí, encontré un cofre y tenías muchas cosas sobre ella y yo supuse que … -¿Rebuscaste mis cosas? –Interrumpió Santana entrecerrando sus ojos y acercándose hacia la rubia. Brittany odiaba ver como Santana resurgía de manera imponente ante ella. Simplemente la llenaba de temor y de una inseguridad que le daba mareos. -No fue así, era una sorpresa y encontré el cofre entre tus cosas –Trataba de explicar la rubia, pero algo le decía que nada sería razonable para Santana. -¡¿Cuántas veces te he dicho que nadie debe tocar mis cosas personales?! –Gritó la morena llevando sus manos a la cabeza como si pudiera evitar que su cabeza explotase. –Santana, tranquilízate, por favor –A pesar de todo, Brittany se trató de acercar a su novia para tomarla por los brazos; pero nuevamente, la latina la apartó. El miedo de Brittany empezaba a mutar en una peligrosa impotencia de no saber qué pasaba y por qué Santana la estaba atacando como si ella hubiera hecho algo terrible; era ella la que evidentemente tenía un problema. -¡¿Qué te sucede, Santana?! –Gritó Brittany temblando por la incoherencia de la situación - ¿Por qué estás así? Dime, ¿Qué hay entre tú y Rachel Berry? –Preguntó mirando con firmeza a la morena, que parecía haberse quedado sin palabras. Santana miró por un momento a su novia y sintió que el momento que nunca esperó afrontar acababa de llegar y a pesar de haber creído estar totalmente lista para una situación así; pues

estaba equivocada, aún no estaba lista para hablar del tema con Brittany, ni con nadie; simplemente quería alejarse y no tener que darle ninguna explicación a nadie. Quería estar sola nuevamente. -Necesito salir de aquí –Dijo Santana como una súplica para ella misma. Inmediatamente miró hacia los lados buscando su cartera antes de que Brittany pudiera reaccionar. -¡Santana! –Gritó la rubia al ver a lo que la morena intentaba rehuir; pero esta no se inmutó mientras levantaba cojines. Bajo el tercer cojín se encontraba la cartera y la tarjeta de salida de la morena -¡Santana! –Volvió a gritar Brittany sintiendo lágrimas formándose en sus ojos, pero la latina siguió su camino hacia la puerta –Espera, Santana – Pidió la rubia con la voz quebrada. Antes de volver a tirar de la perilla, Santana se detuvo un momento. Brittany se merecía un poco más de respeto. -¿Es ella, no es así? –Preguntó la bailarina con la voz más resquebrajada del mundo. –Sí –Santana no necesitó ninguna aclaración para esa pregunta. -¿Vas a volver? –Preguntó Brittany nuevamente, pero con un temor palpable en el tono de su voz. –Lo haré –Respondió saliendo por la puerta. Y eso fue lo último que Brittany escuchó de su prometida durante todo ese día, el día de su cumpleaños, el día que ella planeaba convertir en uno memorable para ambas y que por alguna maniobra fría y malintencionada del destino se había convertido en una sombría noche de desgracias, secretos al descubierto, relaciones pasadas que salían a flote, miedos y rechazos. Brittany no podía creer que esto realmente estuviera sucediendo cuando finalmente todo en su vida empezaba a tener un orden ideal. Ahora, probablemente, ya no tendría el trabajo perfecto, ni la confianza perfecta y, lo que más temía, era ya no tener a la prometida perfecta. Realmente, Brittany no estaba tan preocupada por saber si su novia volvería a casa; sino por el contrario, a lo que más temor le tenía era a la duda de saber si su novia volvería o no volvería a ser la misma de antes. Eso era mucho más complicado que traer su cuerpo nuevamente a las cuatro paredes de su departamento.

***

La noche se sentía mucho más lúgubre y ventosa que de costumbre; se hallaba incluso solitaria en la siempre viva ciudad de Nueva York, y Santana no sabía si eso era bueno o no. Definitivamente quería estar sola y tratar de asimilar la sucesión de hechos desafortunados por los cuales había tenido que pasar en el día de su cumpleaños. Rachel había reaparecido después de tantos años de no ser más que un muy amargo recuerdo en el fondo de su mente y de un armario; además que para aderezar aquella situación, había sido Brittany, su Brittany, su novia, la persona que nunca la lastimaría, quien había encadenado todos los sucesos para que se llevasen a cabo. Santana probablemente se odiaría más tarde, pero en ese momento, sentía que

la culpable de su amargura era Brittany. Demonios … si simplemente la rubia no hubiera hurgado entre las pertenencias de la latina, nada malo hubiera ocurrido y en ese momento estarían besándose apasionadamente mientras intentaban llegar con torpes movimientos hacia su recámara, en lugar de encontrarse separadas. Santana llevaba casi cinco minutos parada junto al poste de luz frente a su edificio, pensando en qué dirección tomar, pero más que nada pensando en que dirección iría su vida después de lo sucedido. Era un hecho que tendría que confesarle a Brittany la verdad, pero había algo más que la incomodaba y eso era la omnipresente presencia de Rachel, era como si de antemano supiera que la castaña no se alejaría de su vida con un simple ‘Largo’ . Era Rachel Berry, y solo Dios sabe cuán bien la morena conocía sus manías. -Sabía que tarde o temprano saldrías de ese departamento, mis instintos nunca fallanSantana dio un pequeño salto en su propio sitio al oír, nuevamente, esa voz. Era demasiada cercanía para más de 7 años de distancia. -Aléjate – Pidió Santana cerrando sus ojos y soltando un suspiro resignado. -¿Quieres un cigarrillo? Luces estresada –Ofreció Rachel estirando una cajetilla hacia Santana, aprovechando la acción para ponerse al mismo nivel que la morena. –No fumo y tú tampoco lo haces –Evidenció la morena, parándose establemente sobre sus pies y empezando a caminar para alejarse. Rachel le siguió el paso. -¡Hey, espera, Santana! –Dijo Rachel al ver que la latina apresuraba el paso -¡Santana!-La castaña estiro su brazo atrapando entre sus dedos el antebrazo de la latina. Habían sido más de 7 años sin sentir la textura de esa piel, sin recordar la electricidad que un simple roce podía causar y , nuevamente, eso había sido demasiada cercanía para la latina , quien inmediatamente retiró su brazo con una brusquedad que no recordaba poseer. -¡No vuelvas a tocarme! –Gritó Santana levantando su brazo, Rachel retrocedió, asustada por la inesperada respuesta -¡Nunca! –Reafirmó antes de volver a caminar. –Santana … por favor –Pidió la castaña aún sin darse por vencida –Sabes que no dejaré de caminar hasta que podamos hablar –Dijo apretando el paso. La frustración de Santana aumentaba conforme escuchaba la tranquilidad en la voz de la testaruda diva; pero estaba vez decidió no responder y seguir caminando. -Han sido demasiados años como para dejar que te vayas ahora sin conversar- Hablaba Rachel mientras trataba de seguirle el ritmo a Santana –Hay tanto de lo que tenemos que hablar – Proseguía . -¡¿Hablar de qué?! –Santana no soportó más y encaró a la judía -¡¿Hablar de cómo jugaste conmigo?! ¡¿De cómo te burlaste de mí?! –La latina era ahora quien se acercaba hacia Rachel como un depredador hambriento de respuestas – ¿Me vas a decir por qué me buscaste la noche anterior de tu boda con el idiota de St.James? ¿Quieres hablar de eso? Bien, ¡hablemos, entonces! –Exigió Santana bastante exaltada mientras se acercaba a Rachel. Rachel quería darle todas las explicaciones del mundo a Santana, pero en realidad no esperaba que fuera la morena quien lanzara con tanta prepotencia todas las preguntas.

-Todo tiene una explicación, Santana –Decía Rachel levantando sus brazos tratando de tomar por los hombros a la enfurecida latina –Vamos a algún lugar y hablemos. -¡No, Rachel! –Dijo Santana –¡Hablemos ahora, ya no quiero esperar más , han sido muchos años y ya no quiero esperar más! –Reclamó la latina usando el mismo argumento de la diva -¡Vamos, explícame, ¿qué esperabas al dejarme una invitación a tu boda después de pasar la noche conmigo? ¿Querías que fuera tu dama de honor o qué diablos?! –Preguntaba con ironía cruzándose de brazos. -¡Yo te había elegido a ti, Santana! –Rachel levantó la voz ante la avalancha de preguntas -¡Yo te quería a ti! ¡No me iba a casar si llegabas tú! Santana dejó caer sus brazos ante la inesperada respuesta. No … Rachel no podía decirle algo así después de tantos años. Era injusto. No podía victimizarse cuando la única víctima de esa asesina de sentimientos era ella misma. -Esto … esto está mal –Dijo Santana sintiéndose muy inestable -¡Aléjate! –Dijo retrocediendo. –Hablemos … por favor –Pidió Rachel tomando ventaja de la posición de la latina –Solo escúchame y prometo nunca más acercarme a ti , te lo juro –Dijo la actriz con la voz más triste de todas. La latina miró de pies a cabeza a Rachel, quería encontrar la mentira en su voz, pero no la hallaba o, tal vez, se encontraba tan confundida que ya no podía identificar nada con certeza. -Está bien, hablaremos y sin importar lo que me digas, te alejarás de mí o de mi novia ¿entendido? –Dijo tratando de recuperar el control de la situación. Rachel sonrió al haber logrado su cometido y sintiendo que había ganado –o recuperado- un poco más de confianza sobre Santana y eso, sin duda alguna, llenaba de su corazón de alegría y, aunque no quisiera admitirlo, también de una extraña ilusión.

***

Brittany despertó con el incesante sonido de su celular, no era la alarma, esta era una llamada que no dejaba de sonar. La rubia no quería hablar con nadie que no fuera su novia, pero estas eran 15 llamadas perdidas de Quinn Fabray. Tal vez la rubia tenía noticias de su novia y eso provocó que la rubia marcara el número de la psicóloga al instante. -¿Quinn? ¿Santana está contigo? –Preguntó inmediatamente la ojiazul al oír que la llamada acaba de ser contestada. –Prende tu televisión ahora mismo, Brittany –Fue lo único que dijo Quinn antes de que la bailarina buscara entre los cojines del sofá el control remoto. –Quinn, no entiendo, ¿sabes algo de Santana? –Preguntó nuevamente mientras encendía su televisor. Y antes de que Quinn Fabray pudiera decir algo, la televisión le dio a Brittany la respuesta que buscaba.

“¡Vamos, explícame, ¿qué esperabas al dejarme una invitación a tu boda después de pasar la noche conmigo?" No tuvo que completarse aquella frase para que la rubia reconociera a la perfección esa voz. La había oído tantas veces que nada podría confundirla al respecto. Ni siquiera aquella fuerte y evidentemente herida pregunta. “¡Yo te había elegido a ti, Santana!” Brittany reconoció esa otra voz al instante y más aún al oír el nombre de su novia. “¡Yo te quería a ti!” La rubia entrecerró sus ojos mientras veía el video en la pantalla de su televisión. Era una video oscuro, pero aún se podían percibir con la suficiente claridad las dos siluetas que se acercaban y alejaban. “¡No me iba a casar si llegabas tú!” Brittany se quedó atónita sentada frente a su pantalla mientras escuchaba esas declaraciones saliendo de la boca de esa persona. “¡¿Qué significa esto, querida Kristin?! ¿Es acaso Rachel Berry gay? ¿Quién es esta tal Santana? ¿Y Jesse St.James?” La voz de Giulliana Rancic, conductora del programa de espectáculos más importantes de E! se había convertido en un pequeño y molesto zumbido para Brittany Pierce. “Estoy totalmente en shock, Giulliana, esta es una bomba que les aseguro dejara muchas repercusiones en Hollywood y todo el ambiente musical” Decía Kristin Dos Santos, la otra conductora desde el enlace vía microondas en Nueva York “Regresamos a estudios contigo, nosotros seguiremos investigando esta enredada ¿Historia de amor?” Brittany se sentó sin poder conectar ningún pensamiento coherente después de ver a su novia en televisión junto a su ¿ex novia? ¿ex amante? . Ella sentía que ya nada era real, que toda su historia de amor acaba de convertirse en un thriller psicológico y que en poco tiempo ella enloquecería. ¿Era acaso toda una vil mentira? ¿Qué más escondía Santana, la persona con la que esperaba pasar toda su vida? -¿Quinn, puedes venir … por favor? – Fue lo único que hizo tomando nuevamente su celular, esperando que por lo menos ella sí fuera real en su vida.

***

Santana había pasado toda la noche fuera de su casa junto a Rachel en un oscuro parque de la ciudad. El frío había sido el perfecto acompañante para tantas trágicas confesiones de la judía. Santana nunca pensó volver a sentirse confundida por algo que pudiera salir de la boca de Rachel Berry; pero contra todo pronóstico, así se sentía, confundida. Ciertamente, la morena no quería volver a su departamento aún. Quería estar sola y pensar, acomodar sus pensamientos, pero por un extraño motivo sentía que cada persona con la que se cruzaba la estaba juzgando y escudriñando con la mirada. “Maldita paranoica” Se repitió mientras caminaba hacia su departamento.

A lo lejos podía percibir un grupo de personas aglomeradas moviéndose con rapidez en la puerta de su edificio. “Estúpidos republicanos” Dijo entredientes la latina. No sabía por qué pero tenía la necesidad de culpar a alguien. Conforme se acercaba a su edificio, Santana sintió que más de un par de ojos se posaban en ella y esta vez era algo tan evidentemente que ya no podía ser su paranoica mentalidad. “¡Santana, ¿así te llamas no es así?!” Eran periodistas y no unos pocos, eran una considerable cantidad de reporteros con cámaras, micrófonos, y muchas palabras en la boca. Santana no entendía que sucedía y porque se acercaban a ella como si ella fuera una artista. “¡¿Es verdad que eres la amante de Rachel Berry?!” La morena se detuvo en frío al oír eso. “¿Qué puedes decir del video?” Antes de pensar en cualquier otra cosa, lo primero que se vino a la mente de Santana después de muchas horas fue … “Brittany” Y abriéndose paso entre la multitud de cámaras, Santana saltó las escaleras en búsqueda de la única persona que ella creía que podía sacarla del infierno surrealista en el que se hallaba sumergida. 34

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