Actividad 1. Grupo3. (1)

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1 Alvarado, Ibarra, Schenck

Melissa Alvarado Sierra Juan Jacobo Ibarra Santacruz Sonia Schenck Prof. Gastón Gilabert Lecturas de poesía áurea 9 de mayo de 2018 Actividad 1: Comentario de poesía de los siglos XVI y XVII El trabajo que se presenta a continuación señala los principales temas, figuras retóricas y formas poéticas recurrentes en la selección de poesía áurea sugerida en esta asignatura. A través de este ejercicio, se hace posible una introducción a algunos aspectos medulares de la visión del mundo que subyace tras la poesía áurea, así como a las formas poéticas a través de las cuales se materializan sus contenidos ideales. I. Temas recurrentes en la poesía áurea El amor. Pasional o cortés, el amor ha inspirado las más diversas composiciones poéticas auriseculares. Garcilaso de la Vega canta: “Cuanto tengo confieso yo deberos/por vos nací por vos tengo la vida/por vos he de morir y por vos muero” (Garcilaso de la Vega. 35.12-14), divinizando a la amada con un amor que va más allá de la muerte. y Fernando de Herrera, ante su amada y enemiga: “Presa soy de vos solo, y por vos muero / (mi bella Luz me dijo dulcemente), /y en este dulce error y bien presente, / por vuestra causa sufro dolor fiero” (Fernando de Herrera. 162.1-4). La belleza. Dentro de la concepción neoplatónica de algunos poetas áureos, la belleza es la expresión sensible del orden divino. Por eso, fue recurrente encontrar, en la figura femenina, la encarnación idealizada de la belleza. Gutiérre de Cetina escribe una silva a este respecto: “No os miréis más señora, / con tan grande atención esa figura, / no os mate vuestra propia hermosura” (Gutiérre de Cetina. 79.1-3), y Lope compone los versos “tu cabeza es de oro, y tu cabello/como el cogollo que la palma enrama” (Lope de Vega. 63.3-4).

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La naturaleza. La naturaleza como: lugar ameno para el encuentro amoroso; recinto solitario para desahogar los lamentos amorosos; o, como espacio propicio para la vida retirada y el desapego del mundo civilizado. Garcilaso, en uno de sus sonetos, canta: “Hermosas ninfas, que en el río metidas /contentas habitáis en las moradas /de relucientes piedras fabricadas /y en columnas de vidrio sostenidas” (Garcilaso de la Vega. 38.1-4); y Luis de Góngora: “Cuando cubra las montañas /de blanca nieve el enero, /tenga yo lleno el brasero /de bellotas y castañas, /y quien las dulces patrañas /del Rey que rabió me cuente, /y ríase la gente” (Luis de Góngora. 34.17-20). La vida. Supuso una reflexión filosófica a cerca de la brevedad, fluidez y finitud de la vida, así como de la necesidad de aprovecharla mientras dura la juventud. También se poetiza la vida como sueño, lucha, o viaje. Gutiérre de Cetina, encarnado en su alter-ego Vandalio, trata así el tema de la vida en uno de sus sonetos: “Cercado de temor, lleno de espanto, /en la barca del triste pensamiento, /los remos en las manos del tormento, /por las ondas del mar del propio llanto” (Gutiérre de Cetina. 82.1-4). Y, Garcilaso de la Vega poetiza “Cuando me paro a contemplar mi estado/y a ver los pasos por do me han traído, /hallo, según por do anduve perdido, /que a mayor mal pudiera haber llegado” (Garcilaso de la Vega. 64.1-4). El tiempo. La reflexión sobre el tiempo estuvo relacionada con la fugacidad de la vida, el advenimiento ineluctable de la muerte, y lo transitorio de las vanidades mundanas. Dice Juan Boscán: “El tiempo en toda cosa puede tanto /que aun la fama, por él, inmortal, muere. /No hay fuerza tal que el tiempo, si la hiere, /no le ponga señal de algún quebranto” (Juan de Boscán. 9.14.). Por su parte, desde instancias más barrocas, Francisco de Quevedo poetizó este tema en términos heracliteanos al cantar: “Ayer se fue; mañana no ha llegado; /hoy se está yendo sin parar un punto; /soy un fue, y un será, y un es cansado” (Francisco de Quevedo. 128.9-11). II. Las figuras retóricas más recurrentes en la selección poética Las figuras retóricas que son más recurrentes en la selección de poemas analizados, tanto del renacimiento como del barroco, son los siguientes: Metáfora. Éste es un recurso literario que permite describir una cosa por medio de su semejanza con otra. Es utilizada por el poeta para resaltar características, comparándolas con otra de una forma poética, es decir, utilizada para dar un cambio de significado, una similitud entre

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ellas. Ejemplos: “El cielo de sus altos pensamientos” (Gutierrez de Cetina 84.1), Oh queridas estrellas, /que entre los velos de la noche negra” (Fray Hortensio Féliz Paravicino 127.7-8). Hipérbole. Se refiere a la exageración de rasgos o cualidades en seres o acciones: Ejemplos: “Mayor es, que yo, la pena;” (Sor Juana Inés de la Cruz 316.21), “Yo no nací si no para quereros;” (Garcilaso de la Vega 15.9), “de negro os cubrirá el cielo” (Fray Hortensio Féliz Paravicino 127.21). Antítesis o contraste. Estas figuras usan la contraposición de dos palabras de sentido, ideas, pensamientos y expresiones opuestas. Ejemplos, “Ir y quedarse y con quedar partirse” (Lope de Vega 55.1), “Ayer se fue; mañana no ha llegado; ” (Francisco de Quevedo 128.9 ). Hipérbaton. Refleja la alteración del orden lógico o gramatical de la frase. Resalta la belleza de la construcción o destaca algún vocablo. Ejemplo: “El tiempo en cada cosa tiene tanto” (Juan Boscán 9.1), “De pura honestidad cuerpo sagrado” ( Luis de Góngora 19.1), “Ir y quedarse y con quedar partirse” (Lope de Vega 55.1). Personificación o prosopopeya. Ésta noción se utiliza para definir la asignación de cualidades de seres animados a seres inanimados. Ejemplo: “Ojos claros, serenos” (Gutiérre de Cetina 11.1), “Ya formidable suena/dentro del corazón, el postrer día” (Francisco de Quevedo 130.1). III. Las cinco métricas y estrofas más recurrentes De las estrofas métricas presentes en la lectura, cinco se destacan por su fuerte presencia: soneto, romance, silva, lira y villancico. Soneto. El soneto, de origen Petrarquista, introdujo el uso del endecasílabo y el heptasílabo en España. Esta estrofa es usualmente representada como ABBA, ABBA, CDC, DCD, pero existen variantes. Ejemplos incluyen aquellos por Juan Boscan, como el que lee, “El bien que el seso ofrece sentimiento / hace que Amor me ponga diligencia / para cerrar mis ojos al tormento” (Juan Boscan 8.9-11), y el de Antonio de Solís, que lee, “O qué importa el durar, si sólo vive / el que sabe acertar aquel inconstante / la intrepidez de nuestra fantasía?” (Antonio de Solís 278.12-14).

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Romance. Una segunda estrofa métrica recurrente sería romance, con su sucesión de octosílabos ilimitados. Esta forma se adapta a diferentes temas y puede ser tanto narrativa como lírica. Un buen ejemplo de la lectura es el poema de Francisco de Quevedo, que lee, “Madres, las que tenéis hijas, / así Dios os dé ventura, / que no se las deis a calvos” (Francisco de Quevedo 142.1-3). Silva. La próxima estrofa métrica, silva, consiste de versos endecasílabos y heptasílabos sin número determinado. El poeta tiene la libertad de rimar cuando guste sin presentar necesariamente una estructura. Si adopta alguna estructura, entonces se denomina estancia. Un ejemplo que sigue el modelo tradicional de la silva es el poema de Francisco de Quevedo, “El Reloj de Arena,” que comienza con, “¿Qué tienes que contar, reloj molesto, / en un soplo de vida desdichada / que se pasa tan presto?” (Francisco de Quevedo 132.103). Lira. Otro molde métrico es la lira, una composición poética que utiliza cinco versos, tres de ellos heptasílabos y dos endecasílabos. La forma es 7a, 11B, 7a, 7b, 11B, y el mejor ejemplo es el poema Ode ad floren Gnidi de Garcilaso de la Vega, que lee, “Si mi baja lira / tanto pudiese el son que en un momento / aplacase la ira” (Garcilaso de la Vega 43.1-3). Otro ejemplo es el poema de Juan Jáuregui que comienza con “Cuando tus huesos miro, / de piel tan flaca armados y cubiertos, / señora, no me admiro” (Juan Jáuregui 158.1-3). Villancico. Por último, tenemos el villancico, que fue un importante molde métrico durante el Barroco, constituido de octosílabos o hexasílabos. Se divide en dos partes, el estribillo y el pie. Sus temas incluyen aquellos sobre la Natividad, la belleza femenina y la naturaleza. Un ejemplo de esta estrofa es el poema que comienza, “No puedo dormir mis ojos, / no pueden dormir” (Cristóbal de Castillejo 29.1-2), que interesantemente repite al final de cada estrofa o pie, el segundo verso del primer estribillo, “no pueden dormir.” En conclusión, a lo largo de los diferentes apartados expuestos fue posible identificar algunos rasgos recurrentes que configuran la poesía áurea. La identificación de los diferentes contenidos ideales, recursos estilísticos, y estructuras poéticas recurrentes en poemas selectos de la poesía áurea permitió encontrar el hilo conductor que da unidad a este periodo. Si bien el Renacimiento y el Barroco suelen presentarse como tendencias opuestas, lo cierto es que entre ambas hay puntos de convergencia y divergencia, pues las dos se gestan en el seno de un mismo

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periodo, inserto en el devenir de una sociedad sujeta a los vaivenes de la historia, a las glorias y decadencias inherentes a los pueblos y civilizaciones.

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Bibliografía Blecua, José Manuel. “Introducción”. Poesía de la Edad de Oro. I. Renacimiento. José Manuel Blecua (ed.). Madrid: Castalia, 2003. 7-19. Blecua, José Manuel. “Introducción”. Poesía de la Edad de Oro. II. Barroco. José Manuel Blecua (ed.). Madrid: Castalia, 2003. 7-21. Poesía de la Edad de Oro. I. Renacimiento: José Manuel Blecua (ed.). Madrid: Castalia, 2003 [selección]. Poesía de la Edad de Oro. II. Barroco. José Manuel Blecua (ed.). Madrid: Castalia, 2003 [selección]. Rivers, Elías L. “Géneros poéticos”. Garcilaso de la Vega. Poesías castellanas completas. Elías L. Rivers (ed.). Madrid: Castalia, 2003. 19-22. Villar Amador, Pablo. Clasificación de figuras literarias. 2015. Web. 25 abril 2018: http://www.iessanfernando.com/wpcontent/uploads/2015/11/Figuras-literarias.pdf Orive, Esteban, y Donate, Félix. Esquema de métrica española – clases de estrofas. 1997. Web. 25 abril 2018: http://www.cvatocha.com/documentos/estrofas.pdf Hernández,

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abril

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