Adelman Resumen

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Adelman: “El partido socialista argentino” A pesar de su empuje, el PS no se convirtió en el galvanizador de las políticas populares. Hacia 1920, este hecho causaba el desaliento de sus dirigentes. Los obreros, los trabajadores rurales, los inmigrantes pobres y otros sectores que los socialistas consideraban su apoyo natural, en realidad apoyaban a los radicales y eludían su compromiso con el socialismo. El partido siempre impulso emprendimientos colectivos, sindicatos, cooperativas y por supuesto, la actividad electoral, pero encontró obstáculos que impidieron su avance, siendo incapaz de transformarse en el faro de la instrucción popular y en el modelo de movimiento de los trabajadores. Llegaron a la conclusión que la sociedad argentina padecía una grave enfermedad, que le impedía modernizarse. El escenario internacional: en el mundo existía la idea que era necesaria la participación política de los sectores anteriormente marginados. La mayor parte de los observadores argentinos coincidía con que la intensificación de las relaciones con Europa no implicaba que el modelo social europeo pudiese trasplantarse aquí. El país se había modernizado, pero no se había industrializado. El marco intelectual de los socialistas argentinos estaba influenciado por la 2° Internacional. En tiempos de Marx, la vía democrática para llegar al poder era inconcebible, puesto que se suponía que para llegar al poder era imprescindible una revolución violenta. Pero el programa de la 2° Int. (1891) incorporó la política socialista a la democracia: el socialismo podía alcanzarse a través de la política electoral democrática y representativa. Ahora las leyes de la evolución natural se ocuparían de disolver las prácticas e instituciones arcaicas, mientras que la propia dinámica del capitalismo produciría una mayor concentración del capital, dando lugar a un crecimiento de la masa de trabajadores desposeídos que serían el motor del avance del socialismo. Los socialistas estaban convencidos de la inevitabilidad histórica del proceso que llevaría al triunfo de sus ideas. La variante argentina: la principal figura del socialismo argentino fue Juan B. Justo. Era un profundo conocedor de Marx que creía que el pueblo argentino no “estaba hecho” y que la Argentina era una sociedad en desarrollo, pero que todavía estaba inmadura. Justo y los socialistas argentinos se veían a sí mismos como los constructores de una tradición de reforma en el país, pero al mismo tiempo, como protagonistas de una ruptura con el pasado, y sosteniendo que el colonialismo español había interferido en el curso normal del desarrollo. Si bien Argentina estaba preparada para ser una nación desarrollada, algunos resabios, como los caudillos locales, contaminaban las instituciones republicanas. La debilidad de los sectores subalternos les impedía actuar como agentes autónomos.

La misión de los socialistas era contribuir al desarrollo de las instituciones republicanas, para que estas se transformaran en herramientas útiles para la aplicación de políticas racionales. Otro objetivo era fomentar la redistribución de la tierra, para limitar la influencia de la oligarquía. Justo se consideraba como heredero de la tradición del activismo político, que en otro tiempo habían encarnado M. Moreno y J. B. Alberdi., y como continuadores de las ideas revolucionarias de Mayo, y donde los sectores populares tendrían la mayor de las relevancias. Los socialistas tenían que oscilar en un delicado equilibrio, puesto que por un lado debían promover cambios, y por el otro, no podían promover cambios que no tuvieran en cuenta la transformación material de la Argentina. Su concepción reformista los alejaba de la violencia política, acatando las leyes republicanas existentes, por muy obstaculizadoras que fueran. El primer campo de acción estaba en lo económico: el PS reclamaba la estabilidad monetaria y la extinción gradual del papel moneda para proteger los ingresos de los trabajadores, muy vulnerables a las devaluaciones, y exigía un impuesto a la renta, para aumentar la recaudación y castigar los latifundios improductivos. Otras propuestas eran la eliminación de la inmigración subsidiada, la igualdad de retribuciones para hombres y mujeres y la jornada de 8 horas. Los socialistas también se preocupaban por la esfera cultural de sus adherentes, tratando de transformarlos en actores racionales de la esfera pública y en enemigos de las pasiones políticas irracionales, representados en ocasiones por la figura del líder carismático. Sí la sociedad argentina era “inmadura”, los socialistas debían contribuir a la madurez, estimulando a los trabajadores a desarrollar el hábito de la lectura, las buenas costumbres, el trabajo duro y las buenas costumbres. En cuanto a la inmigración, sí bien muchos socialistas la apoyaban porque contribuía al progreso, no veían con buenos ojos la propensión de los inmigrantes a mantenerse unidos y negarse a la asimilación. Si los inmigrantes no se integraban y se resistían a aprender el idioma, simplemente agravaban las fisuras que existían en el país. La inmigración, para ser positiva, debía integrarse al resto del cuerpo social. Los canales del socialismo: - Los sindicatos: que estaban restringidos a las fuentes de trabajo del país y divididos por especializaciones. Poco a poco fueron abarcando un conjunto de miembros más heterogéneo e instruyendo a los trabajadores en el hábito de la organización colectiva. A pesar de ello, todavía eran limitados y según los líderes socialistas, no contribuyeron demasiado a la formación de identidades de clase. Además, los propios socialistas trataban de limitar a los sindicatos, ya que sólo se preocupaban de los asuntos laborales, sin extenderse a otros

ámbitos, como la cultura y la sociedad (en otras palabras, sólo les interesaba un mejor sueldo). A principios del siglo XX, la influencia de los anarquistas y los sindicalistas apartó a los sindicatos del socialismo. La huelga general siempre fue denostada por los socialistas, considerándola demasiado extremista y alejada del reformismo. Esta postura tibia sería muy perjudicial para el futuro del socialismo argentino. - La reforma agraria: la concentración de la tierra era una gran preocupación de los socialistas y querían que los arrendatarios se transformaran en pequeños propietarios., pero no querían que los arrendatarios ocuparán las tierras de forma unilateral, sino gradualmente. La situación de los arrendatarios hizo eclosión en 1912, en Santa Fe y Bs. As., debido a la excesiva presión rentista. Conocido como Grito de Alcorta, el movimiento formaría la Federación Agraria Argentina (FAA). Los socialistas, y especialmente J.B. Justo, tuvieran una relación estrecha con el movimiento, que no terminó por materializarse debido a que los arrendatarios sólo buscaban mejores condiciones contractuales, y no modificar las relaciones de propiedad vigentes. - Cooperativas: eran asociaciones libres que tenían por finalidad la ayuda mutua, y que se encontraban por fuera de los lugares de trabajo. Las cooperativas complementaban a los sindicatos, instruyendo a los trabajadores en una dimensión diferente de la lucha de clases y liberando a los trabajadores del espíritu contestatario de los sindicatos. Las cooperativas también brindaban instrucción, permitiendo que los trabajadores desafiaran a los monopolios capitalistas y se prepararan para tareas directivas. Las cooperativas cubrieron un amplio espectro, siendo la más conocida el “Hogar obrero”, creado en 1905. Los socialistas también esperaban que los productores rurales fundaran cooperativas agrícolas, pero no tuvieron éxito. El campo electoral: el campo más importante de la lucha colectiva era el ámbito electoral. La participación en las luchas parlamentaria sestaba dirigida a utilizar las leyes para pavimentar el camino al socialismo. Se esperaba que los trabajadores votarán a los socialistas porque eran trabajadores: la ubicación del votante en el proceso de producción determinaría sus preferencias electorales. La democracia fraudulenta previa a 1912 no impidió la participación del PS en las campañas políticas. Muy a su pesar, el PS respetaba las reglas de juego. Cuando en 1896 se bosquejaron los primeros 6 puntos del programa del partido, todos estaban vinculados a temas económicos y laborales. La reforma electoral estaba al final de la lista. La actividad siempre se limitó a la Capital federal, y luego a los otros centros urbanos. La dificultad para expandirse a las zonas alejadas, se debía supuestamente al atraso de las mismas. Por cierto, el PS tenía una organización demasiado centralizada, que dificultaba la acción regional; todo debía ser autorizado por el Comité Ejecutivo de Bs. As. El fraude y la corrupción

no impidieron que Alfredo Palacios, gracias a una tímida reforma impulsada por Joaquín V. González, llegara al Congreso como representante de La Boca en 1904, aunque luego no pudiera renovar el mandato. La marcha de las transformaciones se aceleró en 1910, luego de una década de conflictos, de la mano de la reforma de Roque Sáenz Peña. Pero en este caso, el PS no participó de las conversaciones con el gobierno, lugar que ocuparon los radicales. Los socialistas no se vieron beneficiados con la reforma, en gran medida porque no habían hecho demasiado para remediar el fraude. La reforma sí pudo ser capitalizada por quienes se habían mantenido lejos del fraude, es decir, la UCR. Es más, muchos en el PS no consideraban positiva la participación política de personas que no tenían una fluida conciencia cívica. El PS concentró sus esfuerzos en la Capital y Rosario, consiguiendo varias bancas, que fueron ocupadas por Justo, Palacios y otros veteranos dirigentes, aunque fueron rezagados en gran medida por la UCR, que les disputaba su clientela natural. Las frustraciones abrieron fisuras y discordias (Palacios fue expulsado en 1915), pero el partido no se quebró gracias a la figura de Justo. El Partido Socialista y sus límites: el PS es un ejemplo de lo que le pasa a los partidos reformistas. La ley Sáenz Peña benefició a quienes no habían participado de sistema de elecciones fraudulentas (la UCR) y perjudico a quienes no se enfrentaron al sistema, como fue el caso del PS. El partido no logró transformarse en le portavoz de la clase obrera, aunque dejó elementos positivos, como el cooperativismo. La decepción sufrida los llevó a ser muy críticos con la sociedad argentina, definiendo a la democracia argentina como “inorgánica”, ya que si bien el voto era libre, las elecciones no lo eran, porque los electores no habían desarrollado una autentica cultura política.

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