Analis De Los Partidos Politicos

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SISTEMAS DE PARTIDOS EN AMÉRICA LATINA. DEBILITAMIENTO, OUTSIDERS Y RESURGIMIENTO. ESTUDIO COMPARADO ECUADOR – PERÚ.

Los partidos políticos en América Latina han sido pieza clave de su historia política, económica y social, por tanto estudiarlos es de gran relevancia dado que desempeñan un rol activo en los procesos de representación y participación política permitiendo que siga vigente la relación Estado- Sociedad dentro del sistema político, escenario en el que se canalizan demandas e intereses, elaboran propuestas, definen programas de gobierno, etc. (Kornblith y Mayorga et. al (Eds.) 2004: 18). La historia política de la región andina registra la consolidación y estabilidad de los partidos políticos desde mediados del siglo XIX hasta la década de los años ochenta en el siglo XX, periodo en el que se evidencia el inicio de un quiebre que modifica el escenario político tradicional y en el que el rol de los partidos tradicionales de representación se modifica. Tanaka (2010) identifica que esta época de ruptura y colapso se consolida fuertemente hacia mediados de los noventa, período durante el que diversos acontecimientos marcan la ruptura y desconfianza de los partidos tradicionales así como el surgimiento de nuevos actores políticos organizados en movimientos independientes. Posterior a estas dinámicas, en los últimos años surge una nueva etapa en la que los partidos políticos tradicionales retoman su fortaleza y se mantienen como elementos importantes de intervención política de los países. Para efectos del presente ensayo se estudiará la producción reciente en torno al tema, aquellos aspectos que determinaron la crisis de representación de los partidos políticos tradicionales, el surgimiento de movimientos y actores independientes (outsiders), y finalmente las causas del refortalecimiento de los partidos tradicionales, ello para entender qué ha sucedido con la representación partidista en los últimos años en la región y aterrizarlo al caso concreto de dos países Perú y Ecuador quienes pese a sus diferencias son un ejemplo claro de lo sucedido en los cinco países andinos. En la primera parte del texto nos ocuparemos del análisis realizado por Martín Tanaka sobre las causas del debilitamiento de los sistemas de partidos en los países andinos; este autor 1

vincula teóricamente las tres variables que explican las interacciones, el papel de las estructuras (referido a la debilidad institucional del Estado), incidencia y falta de efectividad para la implementación de políticas públicas dada la persistencia de condiciones sociales de pobreza y exclusión (Tanaka;2010: 127). En la segunda parte, nos adentramos con el análisis institucional de Carlos Meléndez a la discusión teórica sobre por qué algunos partidos políticos tradicionales han logrado mantenerse en el tiempo y el papel tanto de los nuevos actores outsiders como del fortalecimiento de los partidos políticos luego de la crisis. Vinculando estas dos perspectivas se pretende comprender el panorama general de los partidos en Latinoamérica, identificar la problemática de la denominada “crisis de representación” e identificar comprender las condiciones actuales de Ecuador y Perú. El debilitamiento y colapso de los sistemas de partidos. Tanaka (2010) se interesa por estudiar el colapso de los sistemas de partido desde una perspectiva comparada que vincula teóricamente aspectos institucionales, el concepto de agencia y los factores contingentes desde la perspectiva de la “dependencia del sendero” para explicar cómo situaciones históricas de determinado momento afectan y determinan características en otro para de esa manera evidenciar cambios que han generado rupturas con el pasado e influyen en las características del presente (Tanaka; 2010: 132). El concepto de agencia es estudiado desde la corriente voluntarista, se refiere a las motivaciones, intereses e identidades que no pueden ser deducidos de los roles o posiciones que ocupan los actores en la estructura sino que responden al cálculo racional que realizan los mismos en las diversas coyunturas. Para el caso del análisis de los partidos políticos la agencia siempre está mediada por entornos institucionales donde importan los efectos de políticas de apertura y descentralización sobre la competencia política y la organización interna de los partidos (Tanaka; 2010: 150) El segundo concepto es el de estructuras; concepto que se refiere por una parte desde la perspectiva voluntarista a las restricciones externas de los actores que pueden o no interponerse entre estos y sus objetivos por lo que en ocasiones son eludidas para superarlas en su acción, y por otra, la perspectiva estructuralista que plantea que las estructuras son constitutivas de los

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sujetos definiendo intereses e identidades así como las posibilidades de agencia, estas estructuras están internalizadas en los actores quienes no pueden superarlas o eludirlas. Con la llegada de la década de los ochenta del el siglo pasado se evidencia el inicio del proceso de desestructuración de los partidos políticos: reformas institucionales con orientación hacia la apertura de mercados, la descentralización del poder y el surgimiento de nuevos actores y partidos políticos explican el inicio del debilitamiento de los partidos políticos tradicionales. El primero de los aspectos es el surgimiento de reformas institucionales aperturistas, con la liberalización del comercio y la apertura hacia modelos neoliberales las sociedades imponen nuevos retos y obligaciones a los actores políticos; de manera que se evidenció que si bien hubo aumento en los niveles de legitimidad a corto plazo en realidad los actores políticos se ven presionados tanto por las obligaciones como por la competencia política; aspecto que permitió el aparecimiento de nuevos actores y liderazgos regionalizados por la tensión con los aparatos tradicionales. “Los partidos de los países andinos han debido enfrentar estas consecuencias

de

la

apertura de los sistemas políticos por medio de la adaptación, pero en ese proceso han sufrido erosión y desgaste. A pesar de que al finalizar la década de los ochenta los cinco países mostraban sistemas de partido en proceso de consolidación, diez años después todos ellos atravesaban por problemas de desestructuración (…)” (Kornblith y Mayorga et.al (Eds) 2004: 21)

En este contexto, Collier y Collier (1991) (Citado por Tanaka), demuestran que en Latinoamérica la incorporación de la clase obrera en la política en el siglo XX generó la apertura de nuevos sistemas de partido, coaliciones de gobierno y niveles de estabilidad del régimen político, fruto de decisiones contingentes de actores políticos en el contexto de expansión de las clases trabajadoras que generaron quiebres de los partidos tradicionales. Analíticamente los autores evidencian cuatro momentos históricos que determinan el desmoronamiento del sistema de partidos, en primera medida se encuentra la crisis del Estado -céntrico mencionado anteriormente en el que había una difícil adopción de las políticas de ajuste estructural. El segundo momento es el periodo comprendido entre 1991 y 1997, en los países se identificó la hegemonía del modelo neoliberal en el que se vivieron importantes etapas de 3

crecimiento económico. El tercer momento es el comprendido entre 1998 y 2002 “la media década perdida” desatada por la crisis del modelo neoliberal en la que cae el crecimiento de la economía, se desatan crisis fiscales y dada la inestabilidad política llegan al poder gobiernos contrarios al modelo neoliberal. Finalmente se encuentra el periodo 2003 – 2008 en el que se impulsa la recuperación económica dado el aumento de los precios de exportación. La literatura encontrada coincide en que todos los países andinos tuvieron problemas de representación que dieron lugar a los movimientos alternativos apelando a los discursos antisistema para llegar al poder, es así como en el caso de Perú, Fujimori legitimó su liderazgo con la debilitación de los partidos por pugnas y divisiones internas, generó alianzas con los medios de comunicación más que con las masas quienes lo presentaron como el carácter del orden frente al caos de representación (Tanaka 2010:139). Es en este periodo en el que Perú cambia su sistema de partidos y no logra consolidar nuevamente uno con actores definidos. Para el caso peruano, el colapso de partidos se identifica a inicios de la década de los 90, entre 1992 y 1995 desaparecen por completo con la elección de Fujimori. En este periodo los partidos políticos tradicionales se retiran de la escena política dado el apoyo incondicional que las masas dieron a este líder (outsider) que sin mostrar una filiación partidista personalizó su propuesta política atrayendo la atención del electorado, este periodo finalizaría en el 2006 con la elección del presidente Alan García, acontecimiento que marcó lo que los autores denominan “reconstrucción parcial de los sistemas de partido”: García es elegido como representante de un partido tradicional, periodo durante el cual se considera la reconstrucción parcial del sistema de partidos en un escenario de mucha volatilidad e incertidumbre política (Tanaka 2010:140). Uno de los aspectos que más llama la atención de los autores en el caso peruano es que pese al gran desplome y debilitación de los partidos políticos, no hubo registro de un desplome económico, por el contrario, sus tasas de crecimiento se mantuvieron altas. La debilitación de las instituciones partidistas no generó el debilitamiento de otro tipo de instituciones políticas, pese a ello la insatisfacción social era generalizada. Meléndez identifica que tanto en Perú como en el resto de los países andinos existe una convivencia entre la política partidarizada y la del “outsider”. La partidarizada es la denominada política tradicional, identificada por Tanaka como aquella que vivió el desplome y la 4

desaparición de los partidos, mientras que la del outsider, como se mencionó anteriormente se refiere al surgimiento de aquellos líderes que no necesariamente están vinculados a un partido tradicional y que generan los escenarios de personalización de la política. “(…) los sistemas políticos andinos se caracterizan, en la actualidad, por la convivencia de ambos tipos de agrupaciones: los primeros más consolidados en términos institucionales, debido, evidentemente, a su antigüedad; y los segundos, que insertan un nuevo dinamismo a la actividad política, respondiendo en muchos casos, a demandas que no habían aparecido ni habían sido incorporadas por los primeros en años posteriores” (Meléndez 2009; 24) En el caso ecuatoriano, pese a la posibilidad de consolidación de su sistema de partidos, en el 2006 evidencia el debilitamiento de actores tradicionales pero sin fuerzas alternativas capaces de consolidarse (Tanaka; 2010: 148) resultado del desordenado y constante proceso de reforma institucional en el sentido aperturista y descentralizador. El problema es que las reformas electorales y las políticas de descentralización generaron nuevos liderazgos, pero no pudieron desarrollarse al interior de los partidos tradicionales, fuertemente jerárquicos. Las implicaciones que tiene el cambio del modelo de apertura política y descentralización así como políticas de promoción de la participación ciudadana han generado las consecuencias de la debilitación de los partidos y la promoción de su refuerzo colapso de partido, en Ecuador este aspecto puede ser identificado con la fuerza hegemónica que representó Lucio Gutiérrez quien evidencia el debilitamiento de los partidos políticos tradicionales, para el año 2007 se vive la mayor fragmentación política y regionalización del voto generando muchas opciones dentro del sistema político antes de que se dieran las condiciones para un colapso del conjunto y consolidación de un actor hegemónico (Tanaka; 2010: 134) Así, lo que determinó el debilitamiento de los sistemas de partidos tradicionales en nuestra región estuvo dado por diversos aspectos, por una parte las tensiones generadas por las crisis políticas en el contexto de apertura a mercados internacionales, sumado a ello la democratización de los sistemas de partido generando la entrada de nuevos actores políticos desligados de la política tradicional de los países, y finalmente el desgaste y debilitamiento de los partidos tradicionales cuando estos salen de la escena política hacia finales de los noventa y principios de los dos mil. 5

Institucionalización de los partidos, la antigüedad como factor determinante del resurgimiento de los partidos tradicionales en Latinoamérica. Carlos Meléndez (2009), considera que lo que determinó el resurgimiento de los partidos políticos tradicionales luego del periodo de debilitación y pérdida de espacio y legitimidad política ha sido dado por el grado de institucionalización interna de los mismos. Considera que cuando están dadas las condiciones institucionales, independiente de los episodios de coyuntura, los partidos políticos se hacen relevantes para la vida política del país. El criterio que toma mayor relevancia para consolidar la institucionalización política de los partidos tiene que ver con el tiempo, es decir, con la antigüedad de los mismos en la escena política; para analizar este aspecto Meléndez realiza una revisión de los partidos en todos los países andinos encontrando que en cada caso existen la presencia de partidos tradicionales de larga data, el caso colombiano es el que demuestra mayor antigüedad e institucionalización de los partidos con el partido Conservador y el Liberal fundados en la primera mitad de los años 40 del siglo XIX, siguiendo Perú con el partido Aprista Peruano en 1930 y el Partido Popular Cristiano en 1960, el partido Social Cristiano de Ecuador en 1952 y la Izquierda Democrática en 1970, etc. (Meléndez; 2009: 25). Más adelante, durante la década de los noventa surgen agrupaciones políticas desligadas de los partidos tradicionales que se caracterizan por tener una adscripción partidista de tipo étnico y nacionalista como en el caso del movimiento político Pachakutik en Ecuador. A partir de una clasificación mixta de los partidos políticos existentes en Latinoamérica, Melendez presenta su modelo teórico para entender la problemática desde la perspectiva institucional. El modelo clasifica los partidos políticos a partir de su antigüedad y el tipo de relación con la sociedad, así como las probabilidades de sobrevivencia. La premisa fundamental las organizaciones personalistas tienden a la existencia efímera, mientras que aquellos partidos que institucionalizaron sus prácticas ven consolidada su existencia política sin importar las coyunturas personalistas, en las que existen bajo nivel de institucionalización, son altamente informales y dependientes de la arbitrariedad de las élites. Por su parte, aquellas organizaciones con un horizonte ideológico y “corporativas con la sociedad” tienen menor posibilidad de desaparecer en el tiempo dependen menos de coyunturas 6

y buscan el enraizamiento permanente con la sociedad. El hecho de trabajar en el tiempo le permite tener una institucionalización interna con reglas que regulan el comportamiento de sus actores y generan elementos ideológicos que lo defienden de coyunturas personalistas. La primera variable que explicaría la estabilidad de los partidos en el tiempo es la “relación horizontal ideológica entre el partido y la sociedad” (Meléndez; 2009: 37). Con esta premisa se explica que aquellos partidos que logran una relación e identificación estable con la sociedad aseguran su permanencia en el tiempo. Para ello, aquellos que han logrado esto en se han caracterizado por mantener el peso de su representación en amplios sectores de la población, volcándose sobre los intereses populares se generan las bases sólidas de representación. Desde la postura de Tanaka, en Ecuador y Perú sin embargo se vivió la coyuntura del quiebre de la relación Estado-centrico cuando emergieron los nuevos sectores movilizados en la que los partidos tradicionales viven la ruptura de representación indígena en el primer caso y la demanda por la inclusión de sectores marginados en el segundo en donde, aparecieron el otro tipo de “nuevas organizaciones” denominadas teóricamente como aquellas con el modo de relacionamiento “vertical y personalista” que aprovechándose de esta coyuntura buscaron subsanar los vacíos de la representación de las demandas emergentes. La segunda variable es la acumulación del capital político e insistencia en la participación electoral, aquí se pretende explicar cómo a medida que los partidos tradicionales tienen una relación horizontal con su electorado tienen mayores probabilidades de vincularse con su capital político. “El mantener a lo largo de los años una organización y presencia nacional, cultura partidaria y una identidad en sus militantes les permite, a pesar de los cambios postajuste mantener el partido aunque sea en baja intensidad y en muchos casos muy a pesar de las prédicas antipartido (…) y de la emergencia exitosa de los outsiders” (Meléndez; 2009: 38). Perú es el ejemplo más visible de la acumulación de capital político, el autor encuentra que luego de la caída de Fujimori (en donde antes se consideró el colapso absoluto de los partidos tradicionales) se vivió la recomposición del sistema de partidos. El partido Aprista Peruano pese a mantener un perfil bajo durante los años de gobierno de Fujimori mantuvo su organización y cultura política que luego fueron re-activados por líderes electorales, la clave en este punto es la

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participación electoral como elemento que mantiene activo el capital y cultura política de los partidos tradicionales. El tercer aspecto es la institucionalización interna, plantea que la antigüedad del partido político más la relación horizontal le permite mayor institucionalización y mayor coherencia política dentro de la militancia. Las organizaciones políticas más antiguas a diferencia de las nuevas tienen mayor institucionalización de las prácticas deliberativas en espacios subnacionales, mayor preocupación y desarrollo en la capacitación a sus militancias y mayor institucionalización de instancias femeninas que le garantiza permanencia en el tiempo alcanzando mayor desarrollo de sus reglas y mecanismos democráticos internos (Meléndez 2009: 39) Son los partidos más antiguos quienes se preocupan por invertir sus esfuerzos en capacitar para generar mayores incentivos a la filiación, mientras los nuevos partidos se consuelan solo con tener a su favor el arraigo popular del líder pero que no logran institucionalizar las prácticas ni culturas partidarias de manera que su impacto resulta coyuntural y poco estable en el tiempo. La cuarta variables es la transferencia de liderazgos; lo interesante de este aspecto es que el autor reconoce que no es suficiente con que los partidos tradicionales logren su permanencia en el tiempo con los aspectos mencionados, sino que por el contrario es necesario tener en cuenta que el factor institucional requiere de complementos en los que se identifique la renovación de los liderazgos, que propongan nuevas prácticas políticas atractivas para las sociedades, en el caso peruano como se mencionó anteriormente, la elección Alan García evidencia el resurgimiento del partido Aprista en el que se reactivo la tradición y organización política. Finalmente, el autor concluye con “el enraizamiento regional”, con esta variable se pretende demostrar que en buena medida la permanencia de los partidos políticos depende de su desempeño en el nivel subnacional, dado que este puede mostrar el efecto del grado de institucionalización y la permanencia de los partidos políticos. Con todas estas variables lo que pone en escena de discusión el autor es que mientras los países se mantengan con democracias consolidadas la permanencia de los partidos es consistente, por su parte son las democracias nuevas las que muestran altos niveles de volatilidad electoral y la esperanza de vida de los partidos es baja (Meléndez 2009: 43)

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Debatiendo un poco la problemática inicial, puede decirse que si bien en los países Latinoamericanos existen momentos en la historia en los que la presencia de los partidos políticos se ve debilitada por coyunturas y líderes momentáneos, el papel de los partidos tradicionales y su grado de institucionalización sigue siendo determinante en la vida política de los países, “[l]os partidos tradicionales en los países andinos son ejemplos de necedad, de insistir terca y porfiadamente en su permanencia en el sistema, unos con mayor éxito que otros” (Meléndez; 2009: 44). Luego de todos los aspectos planteados, concordamos en que más allá del debilitamiento de los partidos políticos en los países andinos, o del resurgimiento de los partidos tradicionales, nuestra región se encentra en un momento de convivencia entre diversos actores: los antiguos e institucionalizados, aquellos que representan clivajes sociales emergentes y agrupaciones políticas de existencia volátil (Meléndez, 2009: 46) A modo de conclusión y en concordancia con los autores, encuentro que más allá de que identifique el resurgimiento del sistema de partidos, existe una reaparición de los partidos tradicionales en la escena política, esta nueva etapa se enmarca dentro de un contexto regionalizador y de descentralización del Estado en el que se han evidenciado cambios en el sistema electoral que limitan la entrada de nuevos actores al sistema político; el proceso de fortalecimiento de las instituciones partidistas determina nuevas características tanto de los actores políticos como de las instituciones mismas, generando mayor exigencia de profesionalización y nuevas exigencias dentro de la pugna por el poder. Bibliografía. Kornblith, Miriam, Antonio Mayorga, Simón Pachano et. al (2004). Partidos Políticos en la Región Andina: entre la crisis y el cambio. IDEA Internacional. Meléndez, Carlos (2009). “La Insistencia de los Partidos. Una aproximación sobre la permanencia de los partidos políticos tradicionales en los países andinos”. En: Nueva Coyuntura Crítica en los Países Andinos. Martín Tanaka Ed. Instituto de Estudios peruanos. IDEA Internacional.

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Tanaka, Martín (2010). “Agencia y estructura, el colapso de los sistemas de partidos en los países andinos”. En: La Iniciación de la Política. El Perú Político en Perspectiva Comparada. Meléndez, Carlos y Alberto Vergara Eds. Fondo Editorial Pontificia Universidad Católica del Perú.

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