Antologia Poesia Centroamericana

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APRESURADA CICATRIZ

Instantáneas de poesía centroamericana

Selección y compilación: L auri García Dueñas Jocelyn Pantoja Gema Santamaría.

Apresurada cicatriz, instantáneas de poesía centroamericana Compilación de Laurí García Dueñas, JocelynPantoja, Gema Santamaría. Primera Edición en México, julio 2013.

APRESURADA CICATRIZ

Instantáneas de poesía centroamericana

Coordinación editorial: Jocelyn Pantoja Colección Edición:Proyecto Literal Literatura y Alternativas en Servicios Editoriales S.C. Tulipán 122, Ciudad Jardín, Coyoacán C.P.04370, México, D. F., México. [email protected] www.libroalacarta.com Dirección de arte: Hernán García Digramación: Lucero Zaldivar Imagen de portada: Alejandro Meléndez Ortíz ISBN: 978-607-9088-50-7

Todos lo derechos reservados. Impreso en México

Selección y compilación: L auri García Dueñas Jocelyn Pantoja Gema Santamaría.

Tbilisi desde el aire es una apresurada cicatriz de mármol. (La alegría camina por las calles como una múltiple muchacha, moja su cabeza en el río y canta bajo los puentes, y nos hace dormir cuando la noche es vieja y solamente escucha a lo lejos el cuerno ronco de algún anciano pastor que anuncia su llegada.) Si no fuera por la alegría, diría que Tbilisi tiene algo del rostro de mi patria… Roque Dalton, Georgia, I.

COSTA RICA Camilo R etana (San José, 1983):

Imagino a Foucault mientras escribe esas líneas que llevo siempre conmigo: gentes a las que no conocíamos y que no nos conocían hicieron que un día empezásemos a existir Foucault era un cuervo delgado que la mayoría del tiempo escribía y con razón Yo que tengo la lengua morada como él también sueño con la muerte Que no me encuentre que llegue yo hasta ella que nadie me reciba y así hacer una fiesta con mi polvo (De Mala estirpe)

Fue en septiembre Yo juntaba flores que luego vertía sobre tu espalda como hijos felices que no iban a nacer (De Mala estirpe)

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Víctor M. León Leitón (San José, Costa R ica, 1981)

La caída del muro Con la disciplina de un samurái me preparo el desayuno.

El bronceado sólo es trofeo lejos de aquí Anoche tuvimos otra pelea tonta. Hoy el vecino reconstruye la pared que hace unos meses había derribado.

Jacó es una playa sin amanecer fingido hedor a coco aturde el tedio del almanaque

Sonrojado dice que después de todo no era tan inútil aquella división.

y se empoza noche en las huellas de días confabulados en insomne víspera de bar

Yo me pregunto si acaso no es eso lo que hacemos nosotros: dividirnos para luego juntarnos, levantar muros que nos separan solo por el placer de verlos caer.

No es raro que más niños se ahoguen en el mar ofuscado con todo y sus castillos./

(Inédito)

San José El Sol se descalabra entre las copas de los edificios sin que los celajes conmuevan el hormigueo a sus raíces Las vías deambulan la espesa ciudad en la que los buses se internan sacudiéndose los pasajeros del lomo Humo rapaz sucede la estampida de carros esculcando la basura como otro mendigo que se tambalea de picada al caño

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Con las vitrinas al acecho feroces tiendas acorralan la avenida muestran sus filosos dependientes en los umbrales hambrientos y sus fauces repletas babean música popular Bajo algún bolsillo ileso pies ansiosos de casa palpitan acelerados contra la acera y los cables de alta tensión donde alguien colgó las tennis aplauden

la luz atónita ilumina los caminos fluorescentes que abrió el pudor con su sombra su bata es telón de este instante dilatado en los ojos que vuelven a casa luego de pasear por donde el Sol tan sólo codicia./

El día pasa mira la tarde cremarse y se abriga en las cenizas de su chal negro mientras sepultan al Sol./

Marquisette Quizá el universo se desviste para nadie

Una mirada sale al barrio vestida con el marquisette de la cortina al otro lado de la calle como encaje íntimo en su ventana es lo único que lleva puesto ahí de pie frente al espejo sin titubeos desencadena su pelo empapado de negro

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Silvia Piranesi (San José, Costa R ica, 1979)

Lo que sé

Temperatura 2_____ _ _ _ _ ___ _ _ _ _ 1_____ _ _ _ _ ___ _ _ _ _ 0_____ _ _ _ _ ___



Sobrepasé mi límite Algo me mordía Soltáme la oreja El frío es una costumbre Hacia abajo el deseo la ira, la música De arriba el descanso eterno Cuerpo a medias Cuerpo escaso No se muerda los labios Tengo techo por debajo de las nubes Llámenlo cielo Extremo abajo El efecto verdadero es hacia allá No hay vuelta atrás ¿Dónde fue que compré aquellos zapatos? Los pies negros Menos diez menos quince Las líneas de tierra ¿Dónde están? No los veo El agua de los caños vuelve de arriba Soltáme la oreja

Lloré abrazada a una mula. No hay mejor excusa para la tarde. Fui a tu casa de noche. Volví a verte. El perro sin cuerpo que ladra desde la calle. Allá en el fondo sé que hay un perro y sé que no hay nada. Sé que en la esquina muerde la calle. Sé que no hubo tiempo. Sé que todo ladra. Sé que volver a casa es llorar como perro, ladrar como mula. Sé que no hubo lluvia. Ni eco, ni odio. Sé que no lloré abrazada a una mula. Sé contar los números, perderlos de vista, inventar una secuencia que me lleve a la ciencia. Sé que no estoy perdida. Sé que perdí la habilidad de recordar la cronología lenta de mis eventos. (No importa existe el viento, Editorial Germinal)

Tratado minúsculo No me voy, no solo. Tengo el pelo largo, luego soy yo con pelo corto. Voy midiendo el paralelo erguido en mi cuerpo. Acumulo con cada pausa más años de vida. Respiro disimulando el artefacto de mis facciones. Disimulo también las certezas, las aclaraciones de la vagancia. Comprendo que hay días verdugos y otros días. Decido al menos no ceder ante las pocas horas. Abolir entonces el eco y lo que anda diciendo. Que si tuve convicciones, sí, pero nunca las anoté. (No importa existe el viento, Editorial Germinal)

(inédito)

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EL SALVADOR

Adefesios y residuos

Vladimir A maya (San Salvador, 1985)

Nos acostumbramos dulcemente al crujir de los insectos en la noche, a los partos de mujeres sin vulvas ni bocas. No dijimos nada ante los ventanales rotos. Todo fue tan ordinario y vulgar que sonreímos con náusea.

Un viudo Errante, loco del silencio: Él es el muerto, él es el fantasma. A la misma hora, en el café de siempre, el mismo gesto inválido: una mirada sin ganas de ojos. Ya no quiere saber más su nombre. Lo que trae es lo que le falta. Se arrastra por donde ayer extendía sus músculos plateados. Llega a los almacenes con la fatiga de no llegar a ningún sitio. Ya no busca, ya no revuelve los abrigos de los escaparates. Hace sus cuentas, compra comida para la semana –misma ración aunque los platos sean menos–. Lame sus manos y sabe que tiene el cuerpo entero y mutilado, que el aire que respira es cadena y jaula.

Nunca hubo paz en quienes nos dieron el abrazo. No hubo un amor que valiera el amor de aquellos que nos odiaron alguna vez. (Escribimos cartas de perdón a hombres disfrazados de payaso.) Nos acostumbramos dulcemente a no olvidar, a los poemas más tristes. Nos acostumbramos sí, en esta patria, al crujir de los insectos, y al cinismo de hacer las bodas con las mismas trompetas y violines de los funerales.

Bitácora Dios sabe despertar a mis bestias. Conoce mis entrañas sucias antes del crimen. Aún no olvida mis pasos esparcidos en los lugares del rencor y del beso. Él tendrá un nombre para mi vida, y sólo me lo dirá el día de mi muerte.

Pesadas sobras, sus latidos al borde de los días. Sabe cómo clavarme al borde de mis escombros. Es en mí la palabra que no dije y repartí a todo aquel que se acercó a mi costado sangrante.

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Dios se llamó “viento”, “máquina de afeitar”; Se llamó “sangre”, “semen”. Me mostró en sus manos los ojos masticados de mi madre. Y mi madre me habló de Dios mucho antes que los hombres me hablaran de la muerte. Y la muerte me habló de Dios en las cartas y en los telegramas que acumulé en los cumpleaños y en los sepelios. Dios soñó en mis ojos cerrados que un día le despertaba a sus bestias. Conmigo estuvo solo por primera vez en un domingo de resurrecciones. Me conoce, sabe que lloro sobre las heces del charlatán y del hombre honesto. Quiere perdonarmey se vuelve mi pecado más terrible. Me conoce, en la calamidades del mundo ha colgado para mí una esperanza.

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Roger Guzmán (San Salvador, 1981)

A pesar tuyo Jamás las piedras ni el agua anclada a la tierra Ni los pájaros en los que habita el cielo Jamás los murciélagos y sus gritos de luz Atravesados por las estrellas a la hora de la tormenta Jamás el cañón y sus terribles estornudos Ni el dromedario de cuya joroba bajan los ríos y océanos Jamás las paredes ni la billetera Ni la lluvia ni el estremecimiento Ni el último gesto ni la cólera ni la alegría Jamás las piedras de todos los templos Ni las arenas ni las agujas en los relojes Ni los cuerpos lapidados ni las manzanas recién caídas Ni la ternura ni la voz ni las olas Ni los deseos y mucho menos los deseos Ni nuestro polvo muerto de batallas Ni las migajas que constituyen al mundo Ni los ateos ni las prostitutas Ni todos los que perdieron la cabeza Ni los grandes obispos ni sus violados ni sus violadores Ni la tierra partida ni los hombres desmembrados Ni las teorías ni los feligreses de todas las tabernas Jamás los sordos ni los mudos ni los sordomudos Jamás las piedras ni el plomo Ni el oro ni la plata ni el cobre Ni los muy pocos que saben pelear Ni los muy muchos que causan las guerras Ni vos mismo a pesar tuyo Ni todos los elementos constituidos en armas Ni vos mismo hombre humano

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Ni vos podés arrancarte el ombligo De este lugar de cielos prometidos y despojos De los muchos infiernos y muchos dioses De éste que era el lugar de un árbol En el que había un nido Para unos pájaros En los que habitaba un cielo Que cruzaba por las nubes Que nos halan por su lado Siempre al contrario de las otras De esta multitud en guerra siempre De este cuerpo tuyo A pesar tuyo Muy contrario al de todos

manos, que hay algo de incompleto en nuestros labios, que siempre fue la vida y su espacio sin contexto, y tus gritos y todos los gritos y sus respectivos silencios. Y te decís que quizás ni aunque los relojes corrieran al revés, que quizás la muerte o tal vez no o de seguro no hay final. Y pensás en los contornos de lo que uno dice que existe o en el polvo vuelto piedra o al contrario. O que es la luz hecha agujero, que son nuestros ojos, que son nuestras bocas insaciables de permanecer.

Insaciables de permanecer Puede que tus manos sólo sepan sentirse en otras manos, que tus lágrimas se quiebren y tu luz se haga agujero. Puede que tomés contento tu herida y te digás que sólo se es libre al perder las esperanzas. Puede que nuestros mayores temores sean nuestros mayores deseos, puede uno llorar de alegría o sonreír de tristeza. Puede uno simplemente aterrarse y repetirse que tus manos sólo saben sentirse en otras manos. Y te podés decir que es la vida la que duele y nos engaña, que es la vida y nuestros ojos con sus redes de luz, que es la rabia y nuestra rabia y sus heridas con rabia, que son nuestras lágrimas quebradas y hechas vida, que es la vida y el polvo, que es la ceniza y su memoria. Y volvés a repetirte que tus manos sólo saben sentirse en otras

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Osvaldo H ernández (Chalatenango, 1976)

Apareciste un día con un saco de legumbres «Que me hiciste un poema dice tu madre», dijiste, y quisiste escucharlo. Leí conmovido y esperé tu sentencia, tu respuesta. Me hablaste en cambio de lo hermoso que crece el maíz en hileras, del arroyo y los pájaros, del perro y la hierba, de cómo el sol sobre el lago es un puente de fuego entre los cerros.

Pero nadie quiso dejar el pueblo, por pequeño y manso, creo, o porque cada cual a su modo iba haciendo un lugar a sus primeros amores, iba amando lo simple de sus causas, iba construyendo un hogar en cada barrio, una familia en cada casa. Él irá mudando de a poco el semblante, olvidará que ignoramos su voz por extrañas razones, que al final nuestros motivos eran los motivos de todos, que aprendíamos a poner cerco a nuestra voluntad. Cruzará una y otra vez el lago, espejo que ocultó las tierras y nos dio los peces, y seguirá aprendiendo a odiarlo menos, a sacarlo de sus noches, a no darle espacio en sus sueños, para que no lo excite la idea de volver, porque volver es ahora un imposible.

a mamá

Recuerdo aquella casa profunda y silenciosa, la luz de un candil en la mesa de los dones, y mamá, infinita, volando del arroz a la escoba, de la máquina de costura al lavadero, de la plancha al molino, del florero a la Biblia, de la sílaba al amor.

Para entonces habrá una dicha inexplicable. Los vientos rizarán las aguas por donde él pasa con la misma frecuencia de hace años, cuando era más fuerte y más severo, y volvía ilusionado por llevarnos al otro lado, a esa ciudad abandonada por los hombres, donde azotó impía la guerra. 20

Hace más de treinta años que vio por última vez su tierra, la verdura que poblaba las riberas amadas. Aún habla, como si lo viera, del gran cocodrilo del río, animal misterioso como feroz tronco en el agua, embrujo que sometía al hombre y su rifle. Yo no sabría decir si otro pecho alimente nostalgia semejante. Han pasado tantos años, y siguen allí los senderos, las casas, los pasajes para mí indescifrables, porque existen solo en sus privados mapas, bajo las aguas que el viento riza cada vez que sobre ellas pasa. Como mi padre, amo los viajes si hay llovizna y anochece, si el viento huele a tierra fresca y lejanía. 21

Cierro los ojos, respiro. Cruzo los brazos, y el corazón se siente a gusto y no vacila, porque le basta con hundirse en su vigilia, mientras, lejanas, las montañas oscurecen, y la ciudad, panal de espejos, se ilumina. Como animal que reconoce la mano que lo abriga, mi corazón se queda humilde y complacido porque su sitio está en mi pecho y en mi sangre, como mi padre.

Tomado de (E l colecc ion i s t a de Br í s tol (2008-2009. Inédito)

K risma M ancía (San Salvador, 1980)

–Me quedaré en casa tengo que pensar en el horror de vivir:  en la disciplina de la hija del tiendero que quiere ser actriz cuando el vecindario se despierta con el sonido de un disparo es jueves santo tendré que cenar la espina dorsal del fugitivo se acabaron los cigarrillos, el café, el pie de la mañana que sale de las paredes –¿qué sale de las paredes? –no te lo quería decir: yo era una gaviota y anudé mi cuello al mar

Sin embargo, hay mujeres que nacen para no ser felices. Vienen al mundo como estrellas desabridas   y el traje les queda demasiado estrecho para regresar al cielo. El don de crecer con un lazo en la cadera es la herencia de un padre que sólo conocen en calidad de fantasma. Cuando cumplen la suficiente edad para florecer se les niega el amor, los hijos y la razón, y se les clasifica como mutantes-suicidas, y son terriblemente talentosas para llorar hasta la muerte de un insecto. Tienen en la piel la blindada belleza de Afrodita, y en la sangre la roja maldición de Medea.   Algunas llegan a enamorarse, sí, pero la Fortuna no perdona el engaño   y mueren jóvenes, exactamente el día en que soñaron morir, o llegan tarde a su propio entierro, o tocan muy temprano la puerta de su nacimiento.

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Cuentan que después de muertas siguen llorando la pena de los otros, abren sus tumbas y las encuentran flotando en agua salina.   No sé si es cierto. No lo sé.

Te busco mujer de cintura musical. Mujer de tomillo, de hierba buena, de esencia de melocotón.   Dibujada en un graffiti o en una corcholata. Mujer paralingüística que conversa con los muertos, que sabe usar sus alas para imaginar un paraíso. Mujer de fino rostro que tiene una garganta de mariposa.   Mínima, como una hormiga que besa un terrón de azúcar. Húmeda, carcomida, amontonada y suicida. Fresca, con delicadas manos acariciando con placer una melena felina. Mujer que sabe ama a otra mujer en un sofá rojo sin remordimientos de arena. Mujer acuática que odia el pescado y que se desmaya, se mutila de horror cuando se mira en un plato.   Una mujer que sirve de consuelo doblada en un pañuelo. Una mujer con un guante ajeno. Toda mutante, toda una película sucia, toda igual.

L aura Zavaleta (San Salvador, 1982)

86 años La vajilla, con restos de cerdo, ya olvidada, resplandece. Habla el abuelo y en los ojos rezuma alcohol en 30 grados. Él y su historia se hinchan Mientras nosotras en la mesa vemos hacia arriba. Un obelisco que le rasca al cielo las costillas plásticas es él, arrancando al cielo lluvioso los recuerdos Mi abuelo soñó, como yo, que mamaba de la teta de una diosa y entonces me dijo: nos gusta el sabor de la ceniza. Eso fue a las cinco de la tarde cuando su cuerpo era un grupo de mariposas migrantes y hablaba como si cada palabra fuera una uva que se mastica bajo el tamboreo de la lluvia sobre el techo. Entonces, ya rumiante de todas sus verdades, armó un puente hacia mi abuela. Quizás el último.

De El olor de las piedras I El pan es negro; la esperanza, ceniza. Cuento los días y los dedos no me alcanzan para calcular el tiempo que llevamos con las lágrimas adentro y el pulso detenido.

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Nadezhda krupskaya es fría como los ojos de la lechuza sus dedos blancos escudriñan a Ogariov, a Pushkin Ahoga los textos en saliva y estos crean un mundo debajo de su lengua construyen algo que sube con la sangre Su lengua es un río de historia que se monta en la escuela de obreros y un estamento de mujeres, la mordida de un pájaro enorme Un espíritu plural tan lejano y de geografías profundas que al final logro calzar. Krupskaya tiene la cabeza de un tigre y los ojos de una lechuza.

Tirarse en la cama tener minúsculos los minutos de la historia y el sueño aprisionado con tu sueño.

La danza de las horas Hacer sombras con las manos y hablar de la guerra. Mirar por la ventana el polvo que flota. Leer los manuscritos tirados en la cama. Hacer sombras de animales y acordarse de Pol Pot. “Debajo del manzano explotó una bomba”. Ginebra, Gibraltar. Abrir los ojos y en el techo, un continente Hierba por doquier, río bravo. los racimos vivos del mundo. El Pacífico se dobla sobre Centroamérica como un pañuelo sucio, como sábana de hotel —las leves olas que nos llevan lejos— Cosas sin importancia, Las sombras crecen en los campos, el sol nos sonríe, las paredes se pueblan de animales hechos con las manos. 26

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GUATEMALA

me preguntan por david foster wallace no respondo a preguntas que no tienen respuesta

Pablo Bromo (Guatemala, 1980)

al parecer todo es pasajero todo es un teatro el postpunk regresa con sus tibias decadencias los himnos del desasosiego son frasecitas torpes columpios interesantes puras estupideces nunca nada es suficiente la noche está estallando en cien mil cristales de anemia fogonazos de miradas a destiempo narices trémulas inhalando el vacío cualquier escote es un alejandrino perpetuo un endecasílabo que no dice nada al parecer los suicidas insomnes y los amigos falsos padecen los mismos dolores, los mismos desaciertos vamos a recoger los vicios de otros los tatuajes ya están pálidos los maniquíes visten strecht en las megatiendas las muñecas barbie parlotean con sus kens en sus blackberries vuelven los peinados raros que son cárceles de intolerancia que son primaveras marchitas que son verdades infinitas yo no quiero una libertad sin canas con aire acondicionado con películas que no conozco yo no quiero una pista de baile para mí solito

Lunes Un lunes como hoy, sales de tu casa llegas al trabajo firmas documentos te entretienes viendo a la gente ir y venir, de un lado a otro sin mayor remedio. Lees las noticias, te deprimes, te entusiasmas. Sientes que todo vuelve a empezar, y que los círculos eternos de la vida son promesas abiertas autopistas desoladas sin fin nuevas cajetillas de cigarro respuestas de correos lejanos nuevos tickets de parqueo proyectos incandescentes a los que pones todo tu empeño, tu fuerza y tu fe. Sabes que nada está perdido. Te sientas a beber café y a esperar. (Del libro inédito Grafiti)

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ahora soy luz yo ya fui rockstar

(Del libro inédito Terrible)

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II (Fragmento del libro Alicia, 2010) Then love, will tear us apart again. Ian Curtis

Me duelen las manos de tanto teclear pájaros contra las paredes de la nostalgia. Me duele tu ausencia y la mala literatura. Me duelen los dedos de tanto apuntar pendientes. Me estoy doliendo por dentro.

Hoy ya nada me importa mucho, Alicia. La literatura me ha refugiado en su vientre y es delicioso contar con un exilio mutante. Con una cuna, tipo búnker, para lanzar rabietas al aire mientras la madrugada se ilumina y veo de nuevo la luz del mundo: como un bebé hermoso que renace, babeando y gimiendo fonemas tercos. Hoy ya nada me importa, mi Querida Alicia. Estos ojos están colmados de chubascos y la lluvia al parecer es sinónimo de esperanza. La poesía me ha cobijado y sin pedir nada a cambio, me ha recordado que los barrancos del alma son catapultas obscenas. Tiernos Trampolines para atravesar la profundidad del Cielo. El clamor del Infierno. El vacío de la Vida Misma. Lloriquearemos con poemas nuevos. Lloriquearemos como recién nacidos, Alicia. Lloriquearemos mientras la vida cruje tiernos paraísos. Ya nada me importa. Me duele el pasado. Me duele el amor. 30

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Rosa Chávez (Guatemala, 1980)

Nos quitan la cabeza y el corazón sigue latiendo nos arrancan el pellejo y el corazón sigue latiendo nos parten a la mitad y el corazón sigue latiendo beben nuestra sangre y el corazón sigue latiendo estamos criados para latir sin descanso. somos la duda que se responde por nuestra boca, somos la luz de esta casa.

Somos la luz de esta casa, la pequeña estrella que brilla en las alcantarillas, las luciérnagas del inframundo, somos las manos que amarradas sostienen el recuerdo, somos los ojos que brillan los soles de otros mundos, palabras que repetidas son mantras, sortilegios, designios, somos la luz de esta casa que no existe en ninguna parte pero que nos pertenece como territorio, como santuario, como lugar sagrado al que volvemos para nacer, somos la descarga eléctrica de las tormentas, el clamor del destino que se aferra a nuestros rostros, somos la duda que se responde por nuestra boca, somos la luz de esta casa.

Dejo tirada esta piel que ya no me pertenece esta piel abandonada testiga de otra muerte alguien encontrará mis escamas tiesas en el corazón de las sombras alguien me quitará tres colmillos para su medicina. Volveré entonces a parirme con los ojos abiertos volveré a cicatrizar como gusano de fuego volveré a estirar mi lengua para hacerle cosquillas al pasado ya no soy esta piel abandonada contraigo los músculos con dolor estoy naciendo.

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A lejandro M arré (Guatemala, 1978)

Poemas Century Ghotic punto 10: 1 Somos islas encalladas en esa panorámica de sueños húmedos. En esa paranoia tenue que domestica a los demonios, que nos hace el desayuno y nos da la bendición. Somos islas, algunas. Anteayeres soberbios almacenados en el inbox. -----

2 Me gano la vida sonriendo, llorando, diciendo si cuando todos dicen no. Me juego la vida lo sabés, me juego las palabras inquietas del [teclado. Invento lo innombrable, eso que nos sale a borbotones cuando estamos callados. ------

3 Cuando las palabras tengan el alcance de los misiles, 33

los poetas saldremos a pasear bajo [la lluvia sin ese impermeable de los ingenuos, que se pone de moda a cada cierto tiempo.

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sin decirlas por supuesto, los ojos siempre nos traducen. Jugaremos a vernos claramente, como evidencia común, como un tratado de huesos que truenan 8 horas diariamente. 8 horas al menos, contabilizadas en el libro de actas de los sonámbulos.

Esta mi armazón de tiempos y joyas de mentira sin prisa. Este escarabajo plateado que busca sosiego, carne transparente, camino de serpiente vieja que lo ha visto todo. Este manual improvisado, de melodía que no suena si no hasta la medianoche. Esta búsqueda de manos tibias y la sonrisa más bella del mundo. Este muro lleno de preguntas escritas con espray.

No busco más en Google, prefiero encontrar tesoros sin energía eléctrica, defender verdades que se dicen con menos de 10 letras. Sin mala sangre, sin venta, sin estado. Sin el searching de los santos, sin el send de los seguidores, sin el forward de los creyentes, sin el delete de los sensatos. Sin el mañana y sobre todo: sin Raiting.

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Sos lo que sos, eso es innegable, a más tardar el lunes por la mañana. La corbata es una jaula mona, desde donde sonreís todos los días.

Las estrellas siguen muertas y alumbran, el salmón inerte deja su semilla río arriba. Este instante, dos segundos, cinco, un rato más. Las teclas que no me dejarán mentir previenen al lector: La poesía se vuelve manto, luego del manto, luego del manto. El lenguaje es materia inorgánica, pero materia. Un poema salmón, es un juego que se resuelve al final de la colina. Los ríos nos plantean los asombros, los recorridos, nuestra voz.

6 Nos convertiremos en lunes, diremos cosas absolutas 34

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Poemas de Times New Roman Punto 12

Decidí el tramo más largo sin escalas, la cortina más espesa, el plato más caro. Decidí con los ojos cerrados y creyentes, los pies donde no tenían que estar y la firma en cheques posfechados. Y aquí estoy, con los ojos abiertos, la realidad como prueba y el camino ya transitado por los necios. Podría ser el más cursi de los poetas, Podría ser.

1 Me citaré a mí mismo para no meter las manos en la melancolía prestada de algún muerto. Para no entender nada más que lo que no entiendo, o para saber que lo que sé, me concierne únicamente a mí, que no sé nada… O simplemente para no pagar las cuentas de los otros, y los anteriores a esos otros, y de los otros anteriores a esos otros anteriores. Seguiré sin pretensiones ni citas al pie de página, desnudo como un ignorante, que sólo puede jurar por sí mismo.

10

2

No ordenaré armazones, ni ruinas, ni conatos, ni resucitaré en seguida. No pretendo tampoco elucubrar sobre un ademán o un además. Trataré de entretenerme con los zigzags existenciales que no le deben nada a los Sartres ni a los otros. No tengo tiempo que perder, porque simplemente ya no tengo tiempo. El clímax posterior a los aplausos es tibio e incomprendido, la catarata de los buenos días justo cuando concilio el sueño, es una arritmia personal y silenciosa, una forma discreta de avisarle al señor de la taquilla que me he colado en su show.

Diré lo que quiera… Si al final seguimos siendo un insistente jugueteo de palabras, seguiré diciendo lo que quiera, hasta encontrar lo que quiero. Entonces diré cualquier cosa, para llenar los espacios entre una y otra tragedia.

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3 Habría que gritar media hora diaria para conciliar ese maravilloso pecado del instinto, habría que gritar dos horas frente a los que no gritan y 24 frente a los que gritarán en el primer segundo de sus vidas. Habría que gritar los días de guardar y los otros, habría que gritar hasta que todo recobre su sentido en silencio.

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4

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Incauto sostengo una palabra aún en la punta de lengua. Es una palabra sencilla, es una palabra mojada. Luego hago cola para el matadero, porque aquí es más importante el silencio.

Pasos en ondue… Camino de los poderosos, ropa de marca, la teoría del camino crítico. Nuestros sueños de niño, nuestra forma de dormir. Algo sobre todo, el poder de la visión ciega, la ignorancia venerada para pasar el tiempo, para vencer a dios, que se deja vencer para vencernos a todos.

5 A veces sólo a veces diré un poco la verdad, sobre todo cuando esté muerto, y mis palabras sean respetadas con ese aire mortuorio que tanto nos excita.

9 6 La llamada número 29 de las tres y media es tan determinante como la 45 de las cinco y cuarto, y el espasmo en donde habito se llena de tus llantos por cobrar, mientras el suelo mínimo me repite incesantemente la falacia de la libertad.

7 Sin más nada que una vida de alquiler, seguimos sitiados por una manera que profana los días y sus instantes. Yo salgo después de las seis, pero salgo con los ojos cerrados y el alma dentro de una bolsa de plástico.

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Ahora venero a los cohetes que vuelan en pedazos lo que hubiese volado en pedazos por sí mismo sin la necesidad de un cohete.

10 Manejo un cochebomba, la distancia concreta entre las viejas huellas y las nuevas distancias, hago kaboom en el destierro, en la mira, en las ganas, en las maneras agudas de los individuos. Una línea incosteable, a cambio un trofeo, un espacio adornado entre los muertos. Ahora soy un stiker, una t-shirt, un oquey.

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Julio Serrano Echeverría (Xelajú, 1983) 

A un cuerpo en una sala de espera La madre corre en dirección a casa cargando en sus brazos al niño. “pasajeros sin visa acompañen al personal de migración” pasajeros sin visa corran corran como si de verdad pudieran llegar corran como si en cada paso se fuera la vida como la estela de su paso fugaz por esta tierra cometas corran sin visa como esta madre y su bebé corren corren a media noche corren los dos y con ella corremos todos y pierden el vuelo y todos lo perdemos. Pasajeros sin visa que pierden el vuelo por favor acompañen al personal de migración a la sala donde las ventanas dan a un cuarto con la luz apagada. No corran caminen no corran caminen lento no corran caminen lento y no miren atrás no corran caminen lento y simplemente no miren.

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Es fácil imaginar una mano recostada y la mirada perdida en el cielo -donde no lo hayo en las luces neón que se reflejan blancas esterilizadas, acompañen al personal de migración a la sala donde nadie pregunta la hora. Personal de migración el niño tiene fiebre personal de migración el niño tiene fiebre personal de migración que el niño tiene fiebre personal de migración el niño tiene los labios morados personal de migración el niño tiene los párpados negros personal de migración el niño tiene la boca abierta personal de migración el niño el niño el niño el niño Aeropuerto internacional Benito Juárez viernes trece de julio de dos mil doce la madre se llama Schuanda el bebé se llamaba John Ronaldo y todos nos llamaremos así aprenderemos a escuchar en medio de la noche de la noche oscura de la más oscura de las noches cuando nos llamen de vuelta y correremos en la noche oscura en la más oscura de las noches cargando en nuestros brazos el diminuto bulto con que volvamos a casa cuando nos llamen cuando nos griten Ronaldito vuelve a la casa.

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A un cuerpo que se reconoce a sí mismo en un periódico

La familiar costumbre de guardar fotos en un álbum, la del bebé desnudo en la tina, la del uniforme deportivo, el registro de la moda que cae siempre como hoja seca sobre un río. Así en paredes de cartón y en las puertas de los clóset fuiste armando tu propio catálogo de sonrisas instantáneas como esas caricaturas que se hacían al borde de los cuadernos. La última foto que le tomaron a tu cuerpo no la pondremos en el álbum, esta dejaremos que sirva para hacer piñatas, piel de muñequitos. No lo tomes a mal, solo queremos que de tu último retrato broten dulces como flores. De actos de magia (Catafixia Editorial GT-2011, Ediciones Espiral CR-2012)

IV Abre la mano. Una línea la atraviesa perpendicular por el centro. Piensa en el cadáver seco de una serpiente agrietándose en medio del desierto abandonada ahí muerta ahí

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podrida ahí en el centro de su mano en el centro justo del desierto. Vertiginosa parte las líneas para formar una cruz con las placas de la Tierra seca y salada atraviesa las montañas como el fantasma de un viejo arriero que ya no habla espectral parece la línea un cadáver que se astilla transversal a los ríos de la mano. Está la línea como una cicatriz en el destino como un cuerpo dormido que se desentierra como las máquinas que se abandonan en medio de los caminos juguetes de la nada. Línea cicatriz como un cactus de alambre en Ceuta o Nicosia como alacranes eléctricos entre India y Paquistán como costillas de un coyote de concreto cisjordano ahí la línea desmemoriada borrosa como se ven los abismos marinos desde el cielo borrosa como la sombra de un saharaui caminando por un campo minado en Marruecos como una polaroid que se cae de la bolsa de una pareja de surcoreanos en el Puente de la libertad. Cierra la mano y aprieta el puño. Recuesta la cabeza. Se pierde. Se pierde y no va al horizonte ni al ímpetu de las olas al atardecer ni a la textura de la tierra y sus pliegues de polvo enmudecido. Se llena lentamente de arena vacío anunciado la noche oscura del plexo solar. Se pierde en el vértigo 43

de asomar el cuerpo entero a la orilla. No están abiertos sus ojos para dejar escapar el tiempo. No va a ningún lado la vista perdida en cielos que ahora son ventana. No se queda en silencio sosteniéndose el rostro para ser descubierto sentado en silencio sosteniéndose el peso inmenso que no disimula en el rostro. Se va la mirada por la infinita vertical que comienza en la mano y se abre como placa tectónica a la oscuridad. El sonido de la arena es el de un riachuelo sobre el que flotan retratos amarillos como hojas muertas. No quedan ya luces de la ciudad. Las piedras que caen en el desierto suenan como puertas cerrándose a la espalda. Trata de dormir. De Central América (Magna Terra Editores, 2013)

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M anuel Gabriel Tzoc Bucup (Totonicapán/ciudad de Guatemala 1982)

2 Alambre en tensión donde caminan los deseos de los poetas muertos crayones de madera escriben mis poemas grises rayando calles de un centro histórico amaneciendo bajo mi piel ebria ecos de pasos en los rieles abandonados de un lokomotor fantasma su silbato de horror sobre mis sueños sobre mi mesita de desayuno sobre mi caja de lustrar zapatos sobre mi cama deshecha y mi cuerpo deshecho sobre mi banco de parque ecológico donde una vez leí los poemas de Monzón y me dije estos son poemas lo demás son mentiras entonces me pregunte qué hago escribiendo mentiras y quebré mi cajita de crayones de madera de la furia porque soy un mentiroso un farsante un doble cara que lo único que quiere escribir son mentiras verdaderas de un corazón en llamas patee todo lo que pude personas a mi paso perros a mi paso árboles a mi paso amigos a mi paso saque toda la rabia contenida de mis crayones deshonestos insulté lloré me tiré al suelo maldiciendo al corazón

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que lo único que quiere es escribir mentiras verdaderas con estos crayones acabados

De “Constante huida o crimen de un corazón que no recuerdo”

1 Me enamoré de un poeta de un niño poeta tenía la actitud de un infante terrible me enamoré como se enamora del silencio y la oscuridad (miedos que no he superado) como se enamora de ciertas canciones tristes que te acercan a la muerte bello gusano rosa devorando una manzana verde Me enamoré de un poeta extranjero sombrero alto y botas mineras es un cazador de libros limitados es un tipo extraño y súper bello habla muchas lenguas idiomas raros dice palabras en latín y saca espuma por la boca un hombre poseído por imágenes negativas me enamoré de este poeta que a veces viste todo de plateado a veces de dorado se sienta en lugares de accidentes por ocurrir y me susurra al oído: “sos seco y vacío/vacío y seco” por eso te quiero y yo también te amo le digo al poeta

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Me enamoré de un poeta lleno de tatuajes que vuela suspendido de ganchos prensados de su espalda como carne de cerdo en un salón de sangre lee sus poemas sadomasoquistas mientras se balancea suspendido con el dolor de sus sueños pesados y extremos me enamoré de un poeta modificado corporalmente de hombre a animal de animal a hombre mi poeta animal Me enamoré de un poeta que se vende por sexo en una esquina de supermercado el más barato de la ciudad me enamoré de él por que me dijo: “estoy por nacer/pero tambien estoy por morir no tengo ni para hartarme y necesito un trago soy un poeta fracasado que lo único que tiene son estos poemas para que los publiqués y después quemés estos poemas son para vos me dijo” y la noche era pálida y yo decidí dejarlo y seguir el camino por mi lado Me enamoré de un poeta que no sabe que es poeta que nunca ha publicado por que no cree en ello del que tiene muchos libros pero no tiene NADA mi poeta no tiene nombre/edad/domicilio/ni origen ni pasaporte a ninguna parte

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pero tiene una bolsa llena de palabras que recortamos de revistas de moda periódicos amarillistas/notas rojas/farándula/y relatos eróticos y pegamos en una libreta mental que amamos demasiado

a la tierra a llorar por todos nosotros De “Me enamore de un poeta”

Me enamoré de un poeta que lee sus poemas en k´iche ´ con el entusiasmo de verdades absolutas y prolongados silencios convincentes imágenes y demasiada soledad en sus ojos “el muchacho de los ojos tristes” diría Jeannette Me enamoré de unos poetas malditos unos usan frac y corbatín de seda rosa con labios pálidos mis poetas de traje y casco espacial unos usan trajes indígenas y escafandra güipiles de san Andrés Xecul faldas de Quetzaltenango perrajes de Totonicapán y blusas de Quiché y otros abrigos de cuero negro y animal print mis poetas espaciales realizan ceremonias mayas en los cráteres de la luna piden por nosotros –la humanidad triste y autodestructiva– a los dioses mayas recitan versos del popol-wuj en megáfono y después regresan montados en su nave de globo en su cápsula de peluche rosa en su zeppelín de vainilla en su nave 01010110

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HONDURAS Murvin A ndino Jiménez (San Pedro Sula, 1979)

Espero alegre la salida y espero no volver jamas. Frida

La estación tardía Estábamos solos, las cosas comunes, la vida y yo. Nos envolvía el juvenil desaire de la existencia, nos consternaba el impreciso día de acondicionada vergüenza. Despertaba el orden cotidiano de las cosas, nos devoraba la materia en su dualidad moral y espiritual. Nacer era volverse universal, aprender esas verdades infinitas, esconderse, negar batallas. Éramos jóvenes aún, experimentábamos la brutalidad humana como una condición inalterable, la brutalidad imponente, el odio fatal, ¡oh Dios!, eran los días del plomo y la codicia, de la violencia atroz y la cruz insaciable del destino. Desistir o castigar, nos invadía el único motivo, la sensación cronológica y los 5,000 fragmentos de cenizas

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de cada mediodía doblegado. Jamás la sangre nuestra por los ríos en un país de bestial reflejo, jamás el cielo púrpura –ni recorrer enfermo cada salvaje verano–. Jamás esa venganza o las calles imprecisas como átomos distantes o esos falsos momentos y sus abismos que no importan ni alumbran ni esa canción de criminal recuerdo. Tengo amor, tengo sueños para un país desnudo y fulgurante que se acaba, tengo una herida letal y mis coléricos embriones ebrios dispuestos a borrar la infamia, tengo la existencia pulida de muerte y rencor, tengo el odio bífido y sediento de centenares de seres, el óxido radiante de los años y la soledad infinita, atropellada, el amor vencido en la estación tardía que encumbró cada temporada en la necrópolis que no vencimos, y que inyectó el vacío como un veneno lento e inverso, como un indómito relámpago.

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Irreversible Yo siempre fui un adiós... Un brazo en alto, un yaraví quebrándose en las piedras, cuando quise quedarme vino el viento, vino la noche, y me llevó con ella. Atahualpa Yupanqui

Oscurece, se consuma la batalla con el tiempo y el gran espejismo que atrapa la ciudad atiborrada por una intolerable muralla. Se llena la calle de silencio, de bastardos atroces, de reflejos intermitentes y miserables que transitan el olvido. Carga la gente su dolor –la espuma enardecida reconoce el agua que derrama a grandes mares con insondable medida–, y sonríe a pesar de su delirio. La escasa luz se va difuminando, el pecado y la agonía estrechan las palabras, desaparece la multitud poseída de infinitas preguntas y las llagas de la carne son emblemas inhumanos. El hambre azota a la solemne figura -el hambre es un monólogo transparente que quebranta la belleza-. La gran metáfora de la vida expira con el caserío reflejando su inocente fulgor y la lluvia ejerce su castigo en la catástrofe imaginaria del ser que, incuestionable, ajeno y elocuente,

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cambia su vergüenza por monedas y coronas de piedra o cartón. Estamos de pie ante el equinoccio en ese frenético mar de estatuas y corceles de ensueño, estamos en el instante que devasta todo y cegamos al mítico cíclope con la materia destruida y la elegancia de los pobres en su trajín cotidiano. Estamos en el instante que dejó la carne erguida y la inútil luna que esparció en la noche sus criaturas de fatales abrazos de acero y vísceras de plomo. Viajamos en el camino de los magos y otras subespecies imaginarias que no escapan del diluvio, de la mañana, del sueño, del castigo de la cíclica serpiente y su fatal movimiento de reloj o sus minúsculos incendios nocturnos capaces de percibirlo todo. El hedor -ingrata mirada del amor insano-, irrumpe con el horror de las complejas relaciones, pero la noche también es una inválida memoria donde cada situación nos desdibuja, la noche es un jardín de infinitas mariposas y para morir se necesita una palabra, palabras, canciones, miradas, una visión carnal del paraíso -el paraíso subterráneo del corazón y la menguante penumbraque acostumbre a desaparecer al transeúnte flagelado que delimite el poder absoluto y la indiferencia,

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la continua mentira que destruye mientras la heroica falacia aguarda en las prisiones y otros resquicios de la noche sinfónica. No tengo el dolor de todos, pero siento el miedo del rotundo ser, la concéntrica teoría de la misericordia prometida y las falsas aves que van cegándose. No tengo el amor de quienes dejaron todo como un secreto y escribieron sueños para el río que abraza y devasta las horas y la soledad y las sonrisas hermosas de amantes impulsivos. La noche inexplicable viaja oculta en el rostro inverso de los enigmas cotidianos y es la misma desnudez encantadora que esparce las esquirlas, el irreversible laberinto de la muerte que, sediento y nauseabundo, arrastra todo con el asombro del destierro entre visibles heridas y la sustancia que exalta la arena, el metal, la arteria, la absoluta mentira, la tormenta, la sangre, la desdicha y cada noción de sentimiento transgredido o advertido o escupido en las vertiginosas islas de la noche que derrama su espesor

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como una vieja lámpara que se oculta con el efecto definitivo de lo que ya es eterno. (Del libro: La estación tardía) La estación tardía

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Fabricio Estrada (Sabanagrande, Francisco Morazán, Honduras, octubre, 1974)

un abismo que se traga oraciones y jaurías. Vamos por la noche, pasamos las montañas. Los libros han desaparecido pero nos quedan las murallas, su áspero papiro, el interminable lienzo, el sudario que, abrigando al victimado, se impregnó de palabras… Cubro mi rostro, al igual que una bestia va y se esconde en lo más profundo de una caverna.

DC09 Las libélulas copulan en grupos concéntricos. Rotan y hacen vibrar los vidrios. La respiración, es como el viento que se cuela entre las ruinas. Un muro ha ido creciendo con la tarde. Nuestra piel se ha vuelto un muro, nuestra piel desollada se extiende y demarca la tierra de nadie y su crepúsculo. Nunca nacimos en este lugar y por lo tanto habrá que salir a buscarlo. En las calles buscamos; nuestro éxodo tiene las piedras suficientes para que cada uno aporte varias columnas al templo, piedras para alzar el muro, piedras que reboten como ecos. Otra mañana, y sobre el desierto, una estrella lacrimógena guía rojos magos vagabundos. Todos los pesebres han sido saqueados y no hay lugar para esconderse. Los niños santos corren, familias enteras huyen de las nubes terribles, alguien corrió la voz y alcanzó el tiempo para despedidas y llantos. Las libélulas bajan a probar el agua cristalina de nuestros ojos y los ojos se secan como un pozo al que han cegado con arena. Escupimos, sudamos copiosamente y de la arena volvemos a formar la piedra; es un puño, es un abultado capullo de tinta que al lanzarla refunda el alfabeto y tatúa lenguas puritanas. ¿Quién fue el primero en librarse del pecado? ¿Quién fue el que dijo ¡basta! y regresó para luchar toda la noche contra las sombras? El muro apenas tiene grietas para incrustarle poemas. El poema es una cuña de madera que la lluvia hincha para separar el obelisco de la cantera. La grieta es un trazo, un río de grafito,

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15 Al menos estamos muertos, y no sentimos el enjambre de balas que zumban en nuestras heridas. Muchas veces, se meten por la comisura de los labios como tábanos esplÉndidos, licuan plomo y epidermis, y luego, saciadas hasta el asco, salen disparadas hacia el sol. Todos los cuerpos tienen colonias de balas bullendo entre sus huesos. Por la noches se multiplican, rotan silenciosas en los túneles, se sacan chispas unas con otras. Una bala es una palabra impaciente. Su impacto desencadena crónicas brutales que van aglomerándose en el papel hasta ser estrujadas por la multitud, vueltas bolas inmensas, noria siniestra, nuevo santuario para el panal vibrante. Una bala supera las sentencias de cualquier filósofo o profeta. Precisa. Encuadra. La perfecta y última palabra.

21 Cuando busqué imitar a las casas, bandadas de pájaros se estrellaron contra las ventanas. Era un firmamento lo que mostraba en mi frente y los jardines levitaban sin remedio. Mi hijo juega con su sombra toda la tarde. Yo le he cedido amplios corredores para crear su reino y sin más, él incrusta caracoles en los mapas de la humedad. Sus castillos resbalan

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o huyen. Algo vivo quedó en el nácar que no se resigna a ser espejo de las maravillas. Nada puede evitar que choque contra los postes del alumbrado una vez que decido irme al bosque. Los pájaros me siguen, susurrándome viejas nanas que escuché cuando era mi hijo quien jugaba en mí, como una visión. Un salto y han temblado las frutas en suspenso. La mordida es un eclipse funesto que revela gusanillos blancos e irresistibles.

M agdiel M idence (Tegucigalpa,1984)

Underwear Blues Sus ojos me avisaban sobre el demonio la camisa verde en el suelo y el aliento a vino tinto y cerveza la madrugada despedazó el miedo a morir El tren llegaba a Chernóbil y mi boca se ahogaba en el océano más dulce y ¡boom! el látex se desgarraba Era una ciudad descubierta cuatrocientos besos en el mismo punto Underwear Blues la miel se deslizaba delgada entre la blancura del poema y la estrella del poniente Sus ojos me amenazaban y Pizarnik me defendía



–Emerson Like & Palmer era una gota que caía en la nuca de los que atrás quedaban y Brahma entre ellos ejercitaba su juicio (eso fue un flashback)– Underwear Blues era un ocaso ya y las almas estaban desnudas más allá de donde existe la carne cuatrocientos besos al litoral de su locura y una legión de trastornos arrodillados ante la belleza pude sentir el ardor de los clavos en la piel de la oscuridad Underwear Blues era un recuerdo

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las manos estaban juntas y desnudas hablando de cosas que se vislumbraban la jodida canción se había consumado las caricias tenían otra carga semántica.

II los alaridos de la belleza mueven los hilos de las marionetas que bailan música de manicomios pienso en la piel de la oscuridad y el tormento cae al suelo dividido en sílabas derramando la sangre de esta ciudad mi alma es una orgía de pecados quiero matar o matarme en un cuarto oscuro las calles no ven ni sienten mis manos mutiladas el horror está en mi espejo ensangrentado como una fiera después de comer las vísceras a su presa no me despido…

monotonía y sublevación. Los alfileres sacuden legiones de cerebros ensordecidos por el alcohol y la cocaína, la marihuana es un salvador mítico para los nuevos bipolares, los rabiosos, los que sufren enfermedades venéreas en el pensamiento, los de cutículas amarillentas, los desvencijados por la voracidad de Suyapa. Los histriónicos adoradores de Xenos, los que darían sus vísceras por tener saliva europea entre las nalgas. Suyapa, es un virus perpetuo bajo el instinto de supervivencia de usted, si usted... Suyapa, es Río Grande; una anomalía en los bulevares donde el fuego y los tacones son la imagen de Dios. “Fast-food” y estupidez son el agradecimiento de padres a hijos y viceversa. Suyapa es el Cerro de Plata con legiones de miserables. Suyapa, es aquella hermosa niña que ahora vende orgasmos y se traga a tus hijos. Suyapa Tan chiquita y milagrosa.

Lectura Sobrevuelo de un Joven Capitalino (visión Cósmica de un Payaso) Noches de auténtico canibalismo y baba hierve bajo el pubis de Suyapa, quien trastorna hambre, muerte y políticos atormentados. nueve horas bastan para dragarse de

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NICARAGUA

Cronopia

Carlos M-Castro (M anagua, 1987)

Ya no me importan tu arrogancia, rancia
estrategia de tragedia ni media
cubriéndote la pierna tierna mientras
la otra trota de vista en vista lista

Microbús en marcha, entre León y Managua / 21.03.10

Omaríada


para herir, rugir y huir de mi dura,
en mis idos, a mi profetizante
mano sin guante, oídos, dentadura;
pues, ves, tus dedos los enredos hacen por diversión para ambos bobos (bosques
que caben en gestos toscos, costumbres
de hacha, charadas). Enredos y locos

La maté porque se iba a ir con otro maje. Yo los oí platicar. Así que al otro día la embosqué, la esperé en el camino cuando estaba a punto de escapar. La vi venir, la encaré, le reclamé; discutimos. Yo no aguanto nada, a mí no me gusta que me vean la cara de pendejo. Me la gané de un leñazo en la nuca. Se desmayó. Le quité la ropa y con ella misma la amarré y le tapé la boca; ¡se miraba rica! Y quería irse con otro cabro. ¿Olvidaba que soy su hombre? Yo la hice mujer. Y ahí mismo la volví a marcar. Me tenía enturcado. ¡Enturcado! Le metí dos leñazos más. Me fui al caserío y pedí prestadas una pala y una piocha a los vecinos. Regresé. La enterré. En ese momento no estaba muerta todavía. Estoy un poco arrepentido.

La transeúnte Ella es la muerte que regresa
de hacer compras en el mercado negro.
Tengo restricción judicial por acoso:
no acercarse si hay intención poética.
 Se aleja al descubrirme.

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—como los nuestros y como nosotros—
 yo como. Comé comamos comámonos
que no me importan tus dudas, ¡juguemos!

Destrucción de tu cuerpo Está solo tu sombra. Desprendimos tu carne, tus cabellos, la perfecta mudez de tus formas con una frase que únicamente juntos podemos decir. Uno por uno arrojamos al océano tus ojos, piedras que saltaron rectas hasta el horizonte y más lejos, con su estela pura y sus ondas de radar imburlable. Al mar también echamos, devolvimos, tus labios marítimos, acuosos, intoxicantes, siempre en fuga. Me levanté sin remedio del nido de tus camanances, antes de verlos hundirse despacio en un hueco que habías hecho. Así perdimos tu rostro, así te acercabas a tu esencia de estrella implotada. No quedó siquiera el aroma a dulce ceniza de tu boca. Tu voz se tragó a tu voz, definitiva, línea enrollada sobre sí misma hasta hacerse punto y luego nada; serpiente que deglute su propio cuerpo. Aquí te pronuncio por última vez, me sumerjo en la silueta oscura que pende de una soledad que ahora solo a mí pertenece. Está solo tu sombra. Ya tus brazos, tus manos, tus dedos fueron borrados de toda hoja, inexistentes ante cualquier ojo; tu

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espalda cayó como árbol talado y se reventó en seis mil millones de pedazos contra la dureza del enladrillado, pulverizada, esparcida por el viento cómplice tuyo. No volveré a mirar tus pechos, nunca más mi lengua melancólica se castigará contra la inflexibilidad de tus pezones, jamás mis dedos filosofarán nuevamente en torno a tu ombligo, no estaré una vez más, una última vez antes de dormir(nos), restregando lo mejor de mí entre tus piernas. No existen tus piernas. Se va apagando tu sombra. Declaré la rendición de mis manos, indescifrable puzzle, mágico cubo policromo que se me escapa; imposible mirar a la vez tus seis caras, huís de mi ávida pupila, has escapado del movimiento de agarre de mis uñas, toda mi piel renuncia a tu sonido, a tu aroma de ventisca en desbandada. No te pronuncio. Con tu cuerpo exterminamos también todas tus letras. Lentamente, con la velocidad de una renuncia, se desvanece asimismo tu sombra. Pero aún hay sombra, está solo tu sombra. He olvidado tu nombre, no te llamás. Jamás tuviste un nombre. Veo tu nada, por última vez tu ausencia. No más cuerpo, no más nombre. No más aroma ni voz ni sonido. Dejaste de ser real; ahora sos verdadera.

Ezequiel D´ León M asís (M asaya, Nicaragua, 1983)

Carlosmartineanas para hoy

I. La bestia y el bestiario Cierto sujeto maleante –erudítico hasta el abuso de confianza y de quien se oye decir es perseguidor de mitos– hablome del homúnculo con un interés casi doctoral. Por mi parte (corrijo: por la parte que me corresponde), le indiqué que, según entiendo, en el Infierno de Bruegel el homúnculo es inmaterial. Pero él, testarudo: –Que no. Se equivoca usted… Y yo, en el acto, consumido ya en mi intolerancia: –Va pues, ahí muere. Está usted en lo correcto; usted mismo, a lo mejor, a lo peor, ha de ser prueba indubitable de la abundancia de homúnculos materializados. Managua, agosto de 2002.

II. Paradoja e historia revolucionaria Prolegómenos a la paradoja: El Comandante, diputado y poeta

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Tomás Wigberto Borge Martínez, en Panamá, resuelve pronunciarse: “Si Julio Cortázar me hubiera pedido hacer el amor con él, lo hubiera aceptado de inmediato, con mucho gusto”.

lágrima fecal que conspira contra la miniatura oxidada de Winston Churchill. Después de nada, hay un cielo vertebrado de fijeza que desde entonces nos fue propicio, un minuto radical por sí deciso, estable de todo sí: fluyente. Eso, de suyo, es el poema.

La paradoja: …pensar que Reinaldo Arenas sobrellevó el hostigamiento, la condena de la Cuba fideleana por desear la carne verde de los hombres.



Junio, 2004

El bartender O las leyes de este mundo A Jorge y a Ixchel, por las altas horas compartidas

.

Plaza churchill

“Cada hombre es un signo”. Thomas Carlyle Con Astrid

Apoyados los cuerpos sobre la banca no hacen cosa distinta que asumir el tránsito de la materia y su dominó combinatorio. No ser más por la ciudad hoy y estar solamente. La plaza: médula continua en mi cabeza, perpetua, sitio sitiado a pleno golpe de su forma. Gasto el trapo de las conjeturas, anoto. Paso a texto lo que veo: cada objeto, cada encaprichado desvarío. Y quedo. Quedo en tanto me opino signo: cubilete sordo sin sentido, hastío de cobre a la intemperie,

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Más que en el malabar o en la súbita pirueta incólume, la lucidez está en el ojo sensor del Bartender. No la distracción convertida en ceremonia de artificio, no, sino el tacto alcanzando condición visual irremediable. El ojo que olfatea, toca, y es más ojo que sí mismo. Ojo anterior al ojo, ojo anterior a la imagen: insuperable lector de rostros y de rastros. Los licores, resueltos en aleación química o pócima de dominio, hacen de lo preciso la ley de quien observa y sirve.

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La barra –muro horizontal interminable– es el croquis del sigilo y la maniobra, pues el que ha entrado a la fonda o la taberna –la disco, digamos, o el bar, a secas– es apenas un signo, un código, una sigla para el descifrador de gentes.

Natalia hernández (M anagua, 1982) Vintage

A veces cuando me amarro los zapatos me tengo que hacer doble nudo. Hay días que al levantarme, también me debo hacer doble nudo para poder vivirlos. Esos días de mentira, son sólo migajas de lo que al final digerimos como vida. Días que recordamos en blanco y negro, como personas sin rostro, en eternos paneos d e d e-r e-c h a a i z-q u i e r-d a, de i z-q u i e r-d a a d e-r e-c h a Al final nos desprendemos de todo, terminamos desnudos. Sin piel, sin huesos, sin carne... sin nada (o con nada).

1905 Para E.B

97 años después intentó comprender la teoría de la relatividad, pero entre Sex and the City y el insomnio no hubo tiempo... Eran demasiados compromisos pendientes, clases, perforaciones Y sus pos, pre y next relaciones de joven adulta. Sus poros se agrietaban por la grasa y suciedad

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2 años y tantos meses de relación continua, taquearon sus pupilas gustativas. A lo anterior le unía dos moléculas de alcohol para perder una de agua, Así la deshidratación se haría sentir pronto.

Del día de los muertos

Mi abuelo ve las tumbas del cementerio occidental. Lleva flores a su papá el primero de noviembre, porque el dos se pone muy lleno, Se acuerda de la historia de Nicaragua, y sus ex-presidentes, recuerda la tumba de René Schick, aunque no tenga placa.

2 Demasiadas legislaciones equívocas y un gobierno que a mí nunca me lastimó se deformaron en esta adulta joven.

3 Entre él y mi madre, la recuerdo a ella.... su saliva acumulada en la esquina izquierda del labio mientras yo comía, el “¡come mierda!” a Daniel cada vez que salía en la tele, y por supuesto la paloma que enterramos en el patio trasero por la cual siempre le he tenido asco a las aves.

4 los complejos adolescentes se vuelven adultos, luego ancianos y ni siquiera un par de pláticas con buenos amigos te los borran.

Y antes de noviembre manda a un trabajador a ponerle una. Luego el dos, se agradece a si mismo el favor y me deja algo para la placa familiar.

Secuencia histórica en 4 partes 1 Entre tanto, yo esperaba con mi pava pelo de lluvia y un oído en la ventana, esos repiques de pelota que sólo una vez llegaron a mi memoria. Pacientemente, aún espero decirle que esos repiques de pelota y aquel día que me permitió no ir al colegio, fueron los dos mejores entre él y yo.

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M ario M artz (León, 1988)

A Julie Vallejo

Primera y última evocación contra el miedo Yo también recuerdo a mi madre. Me da miedo evocarla a como quiso ser un día. Pensó en los desaires que provocaba la maternidad prematura, pero no fue obstáculo para que enrollase la cuerda de la caja de música en la silla mecedora.

Mi ciudad se encendió luego que las rocas fueron manchadas de sangre, los hombres y mujeres olvidaron que la paz era la gloria perdida de los años y que entonces, la revolución de los miedos era el triunfo sepultado en el vientre de las madres solteras.

Confesión de una mujer cualquiera A Regina

Llegó a un asilo de ancianos muerta de miedo: La guerra la sorprendió en el parto. Un día las calles quedaron desiertas de mujeres tristes que sonreían por haber visto morir el miedo en sus pechos. Y todavía hay misterios de goteras que caen en la garganta del niño muerto: —el invierno que lejos llegó de las colinas de sal.

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Mamá está orgullosa de mí porque a mis veinte años no he probado ni una sola gota de alcohol por eso cedió darme permiso de venir a este mundo. Lo que ella no sabe (qué tristeza mamá) es que el orgullo que siente por la ingenuidad que Dios le imprimió en su frente se proyecta en la falta de confianza de ese doble mía que anuncia la llegada de la siguiente ronda de cervezas.

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La orfandad del mar El mar se ha quedado huérfano, los marineros y los barcos declinan en una hoja manchada en sangre porque cada vez que viajan al reino de los tristes comprenden que la vida es un viaje en paracaídas y no lo que tú quieres creer y yo he creído que tu sonrisa es una lágrima sembrada en mis ojos cuando mi tristeza muere en tu cama de algas.

el sarcástico silencio (ríe de tristeza)  duerme junto a ti  muere de alegría  y en ti sepulta el nombre  de quien escribió este poema.

También un vientre llora de alegría (patrimonio de la tristeza) A este cementerio  de pájaros  a este niño muerto encontrado en el basurero municipal lo han declarado patrimonio de la tristeza —nada extraño para mujeres como tú:  Te ves al espejo  y eres una  anoréxica  ante esa muerte que te ampara  insistes en burlarte  de ella,  mientras ella  insiste nacer de tu vientre:  «!silencio! la tierra va a dar a luz un árbol»  74

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A lejandra Sequeira (M anagua, 1982)

y yo sin ti, en esta soledad…sonará en la rockonola. Nada nuevo hay bajo sol, la muerte no detiene los relojes.

La muerte no detiene relojes Mi hijo ha muerto y el mundo no se detendrá. Los teléfonos el café oscuro, preparándose, ardiente, en la oficina en el rincón las flores artificiales continuarán acumulando el polvo de los años.

6:00 PM

Moriré de cáncer y el mundo no se detendrá mi esposo seguirá viviendo, encontrará una nueva amante mi madre muerta, el hijo que no tuve no me echarán de menos. Al atardecer, los autos seguirán su bullicio rutinario los pájaros resignados dormirán en sus urbanas arboledas y dos hombres en la calle asediarán a una adolescente, que incómoda concederá una hipócrita sonrisa.

A las seis pm el trance. La avenida parece cerrar sus arterias como ojos y dejarnos dentro: gentes, autos, árboles estáticos durmiéndose homogenizándose en el oscuro océano-pavimento que los atrapa como moscas.

La segunda noche de octubre, seis personas morirán en el río y las ambulancias marcharán por la ciudad nocturna; cruzaremos la avenida y escucharemos sus nombres, despidiéndose a través de las sirenas. Mientras, en la esquina, prostitutas emperifolladas no entenderán lo que sucede y justificando el ocio, encenderán su quinto cigarrillo.

A las seis pm cantinas de humo y cigarrillos y cerveza y coca. A las seis pm la vida y también la muerte y la publicidad te conduce, no las calles: Coca-Cola, Belmont, Ron Flor de Caña. La gran avenida y sus estériles luces una prostitución de lujo, lujo de anémicos neones y paisajes nauseabundos. Pasan ya de las seis pm

En la cantina, dos borrachos beberán su último trago, aturdidos, maldiciendo la hora del estribo… Llega Navidad

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A las seis pm cuerpos en movimiento, febriles temblores del rojo al verde en la luz ámbar de un semáforo en plena calle.

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ya todo es un orgasmo sepia y la avenida queda como mar abierto.

el lago que impreciso se avista en la ciudad profusa la resaca el olvido

La muerte puede ser también Las cuatro de la madrugada (…) Hora en que la tierra niega nuestros nombres. Wyslawa Szymborska

qué iba a saber yo que la muerte podía ser también un muchacho alegre que te espera al salir de la oficina un encuentro los jueves por la noche una hora recurrente en la avanzada madrugada: Otra vez las 4 A.M. otra vez el bar que cierra la esquina oscura y la cama baldía que finalmente nos aguarda, sin sorpresa qué iba a saber yo que la muerte había decidido respirar por las manos apacibles de este hombre, triste signo indiviso, que incuestionable me albergó a su lado La muerte puede ser ahora lo que desee: colillas como incendios prematuros apagados en la noche las botellas erguidas y ociosas pernoctando en la alacena el beso en la frente, incapaz de traspasar la linde, frenado por la claridad de la mañana, siempre el taxi que se aleja y la mano que despide

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PANAMÁ M ar A lzamora (Panamá, 1981)  “¿Cuánto le toma a la luz de la luna alcanzarnos?- Sólo un segundo ¿Y al sol?- Ocho minutos ¿Entonces no vemos las cosas en el instante que las miramos? No, esa es la trampa. El presente no existe, quizá el presente más próximo sea el que se encuentra en nuestra mente»                               Gaspar Galaz 

Nos paraliza. Somos, sin saberlo, gajos de otros cuerpos, apenas escombros. Debemos volver. Me niego a convertirme en el eco de estos días: escupitajos de vacíos y murallas. En estos tiempos, quedarnos sería la muerte.

Fractura

Eterno retorno  El tiempo sólo regresa en la casa del ferrocarril, en los días con sudor de aguardiente, bajo el móvil que colgaba  del cuello de la estufa. Todos se mudaron lejos, y yo volví a casa. Allí las horas se pudren  y rompen  en las manos de otro hombre. A veces las voces del desierto crecen como espuma, se convierten en historias  de fantasmas, como los huesos de Atacama. Esta ciudad nos persigue.

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Cuando cierres la puerta y me dejes aquí como campo de batalla malherido, abierta: Yo, con los cadáveres del tiempo arrimados a mi pecho, con la sangre derramada de la huida, con tu voz que me llama desde un corazón en guerra, llegaré a deshora. No mires hacia atrás. No nombres este cuerpo.

He traspasado tantas veces el tiempo que ya no me sabe amargo. Sabe como al deseo que ha estado siempre escrito a lápiz. 81

Sabe a ese silencio que no es más que la soledad disfrazada de incontables muertes.

M agdalena Camargo (Szczecin, Polonia, 1987)

Insomnio A veces, luego de una larga noche de insomnio, descubro que he soñado. Recuerdo entonces una línea. La línea podría ser una cuerda  que está sostenida en sus dos extremos por la nada, y por eso tensa, casi hasta la ruptura. Bien podría ser un dedo que señala el horizonte, un dedo delgado y blanquísimo, porque no podría ser de otro modo, y señala en la mitad del todo un lugar preciso. Ahí, lo sé, una flor cerrada como un puño diminuto se yergue lentamente apartando los oscuros minerales de la tierra. Su tallo y sus raíces son un fuego verde y no posee espinas ni hojas que alguna vez tengan que caer. La brisa ha descendido únicamente para tocarle, y porque hay cosas que están dadas solo para el frío la flor se abre y de sus pétalos se derrama el agua, hasta que los pétalos se vuelven agua y en torno a la flor hay un mar recién creado, un océano vacío de toda criatura que en su extensión yace ajeno al límite trazado por las costas. Solo entonces comprendo que llevo mucho tiempo recorriendo aquella línea.       Tras de mí se enciende una constelación de jaspe, y descalza, símbolo inequívoco de toda travesía, ando en medio de la noche sobre un cuchillo infinito.

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Retrato de mujer en la colina

Carta al hijo que no tendré

La muerte está, siempre espera. No necesita de viajes o búsquedas. Ella vive en la cima de la colina, teje suéteres con destreza, lee libros, escucha el tocadiscos por la tarde. Incluso, si la noche anterior las lechuzas han cazado en su jardín, les prepara el té a las visitas.

Querido mío, ahí vienes. Pequeño, corriendo cuesta abajo como una libre, sorteando las piedras y el tronco de los árboles. No sabes lo grande que te haces, creces como un alud en el descenso. El pecho te hierve de velocidad y atrás las orquídeas florecen porque han bebido de tu miedo. Eres bello pues no lo sabes, pero esta es la primera vez que rompes a correr para salvarte. Eres bello también, cuando lanzas de golpe el rastrillo y riendo te sumerges en la pila de hojas secas y recoges con ternura las lechuzas que han caído de sus nidos. Yo te espero abajo, de pie, frente a la casa, con el bosque de plástico preparado para el juego, en la repisa sigue completa la caja de soldados. Sé cuántas veces soñamos con ese mismo verde resplandor en el vacío, mientras las máscaras de humo fueron endureciéndose año con año y sus palabras fueron hilvanándose, cayendo como cuentas, una sobre otra.

Todos los caminos llevan a aquella colina. Podrías detenerte, estar de pie toda tu vida, y una mañana encontrarás que la colina está frente a ti, magníficamente umbría y verde al mismo tiempo. Estamos vinculados a ella desde antes que la memoria comenzara a recolectar racimos de cristal para construir sus nidos dentro de nosotros, antes de que incubara sus huevecillos luminosos y alimentara a sus hijos y que esos hijos aprendiesen a volar y nos atreviésemos a decir por primera vez que somos capaces de recordar las cosas. No tenemos otro gemelo que ella, si fuimos separados de alguien era ella quien estaba unida a nosotros y era su rostro la otra cara del nuestro. Por eso al verla reconoceremos un poco de ella en nosotros. Y por eso, es cierto también,  algunos le temen.

Perdóname no haberte mostrado otro dios que la belleza, no haberte obligado a ponerte de rodillas para masticar sin tregua las raíces de la culpa. Perdóname, pues la única vez que soñé contigo te había abandonado. Hijo, he envejecido. Toma mi corazón disminuido por el tacto del invierno, es pequeño como un broche y tan liviano que es incapaz de causar daño.

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Tómalo sin miedo, ya no puede herirte. Llévalo hasta el mar y entiérralo en la arena. Vuelve a decir en voz baja ese poema que repetimos cada noche en lugar de las plegarias. Entonces imagina la más poderosa de todas las metáforas, coloca frente a ti una cuesta ominosamente pronunciada y échate a correr con tanta fuerza como puedas.

De ¼ de >poezja madgadelanacamargolemieszek

Jhavier Romero( L a Chorrera, 1983)

Te Vas Te vas, mi niña. De tu sombra van colgando mis entrañas. Oiré latir la lluvia en la frecuencia de un disparo, y viviré así, medio podrido, cubierto mi esqueleto de pétalos sulfúricos y alambre.

La Costra Esperar la noche, el solitario golpe del humo en los pulmones, el ladrido del perro que no me permite dormir y me recuerda que aún no saco tu cadáver de mi cama, la confesión que subirá de tu saliva hasta la mía, la extrañeza de mirarte bajar por una calle que también es una puerta sin aldaba. La noche es una costra que me arranco con tus manos. Con tus manos que ahora llevan dos maletas con el peso exacto de mi muerte.

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Palabras de un clon

¿Aún no lo comprendes? “... el ser y la nada se engendran.” Lao Tse

I Como toda buena Teogonía primero fue la oscuridad, la Bioquímica danzaba en los caminos del origen; no era la vida ni la muerte, sólo un pulso, un insistir desde lo eterno.

Yo vivía en ti como tú en mí desde antes de las invasiones del esperma, la historia y el fusil entre las manos, la pupila y la imagen de la sombra, antes de que el sexo tomara su ración de sentimiento. He vivido en ti como la voz obnubilada del instinto, como aquella nada innominable que engendró la totalidad de tu existencia.

Las claves de la lengua -veloces electrones – surcaban el primer silencio que ningún oído humano escuchará. Los ácidos nucleicos eran dioses diminutos que esparcían pensamientos, gestos, rescataban antiguos planos de ensamblaje; entonces fue el crepúsculo, el soplo de la espuma, la creación de lo divino en los laberintos del genoma: ¡El verbo estaba vivo! Fui un lejano sueño sin recuerdo, cosmos celular, en mi se iniciaba un rito, una dinastía; arcángeles proteicos me cuidaban, aguardaban el momento de la profecía. 88

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COSTA RICA Camilo Retana (San José, 1983): Es profesor de filosofía en la Universidad de Costa Rica. En poesía publicó Mala estirpe (San José, 2007, Ediciones Perro Azul) y en ensayo Pornografía: la tiranía de la mirada (Arlekín,San José 2009). Además compiló el texto Otros que levantan la mano: tres ensayos sobre Roque Dalton (Arlekín, San José, 2011).Ha publicado artículos de filosofía en revistas especializadas de distintos países iberoamericanos y ha sido incluido en algunas antologías de poesía costarricense. Actualmente escribe en varios medios electrónicos y realiza sus estudios doctorales en la Universidad Nacional de La Plata, Argentina, gracias a una beca otorgada por la Universidad de Costa Rica. Víctor M. León Leitón (San José, Costa R ica, 1981; radica en M éxico desde 2007): Escritor. Es licenciado en psicología y egresado de la Escuela de escritores de la Sociedad general de escritores de México (SOGEM). Ganó el Premio de Poesía de la Universidad de Iberoamérica de Costa Rica (2001). Ha colaborado en algunas revistas mexicanas con artículos y poemas. Tiene publicado en poesía: Paisajes remotos (Ediciones Fósforo, 2012, México, D.F. (conocido simultáneamente en Puerto Rico como El color de la velocidad, Espejitos de papel editores). Colabora con Áncora, semanario cultural del periódico La Nación de su país. Actualmente es profesor de poesía y guion de cine para la Coordinación Nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes y Poesía I la Escuela de escritores de SOGEM. Es promotor de la poesía costarricense en México.

Silvia Piranesi (San José, Costa R ica, 1979): Es escritora y bibliotecóloga. Ha sido publicada en varias antologías de poesía, en varias revistas impresas y digitales y en suplementos de periódicos. Publicó su primer libro No importa existe el viento (Ediciones Perro Azul, 2009), y una segunda edición con(

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Editorial Germinal, 2013). Desde el 2011 empezó a incursionar en la poesía visual, la creación de collages y libros-arte. Dirige, junto con el poeta Esteban Chinchilla, la Editorial Ambigú

EL SALVADOR

audio, DPI, San Salvador,2007). Una madrugada del siglo XXI, San Salvador, El Salvador, 2010, 4M3R1C4: Novísima poesía latinoamericana, Santiago, Chile, 2010. Memorias de la casa, San Salvador, 2011. Las otras voces, San Salvador, El Salvador, 2011, (DPI).

Osvaldo Hernández (Chalatenango, El Salvador, 1976):

Vladimir A maya (El Salvador, San Salvador, 1985): Fue miembro fundador del extinto taller literario El perro muerto. Ha publicado los poemarios Los ángeles anémicos (Editorial EquiZZero, 2010; segunda edición, 2011), Agua inhóspita (Colección Revuelta, 2010) y La ceremonia de estar solo (Leyes de Fuga Ediciones, 2013). Además, compiló las antologías Una madrugada del siglo XXI: poesía joven salvadoreña (San Salvador, 2010) y Perdidos y delirantes: 36-34 poetas salvadoreños olvidados (Zeugma Editores, San Salvador, 2012). Algo de su obra aparece en los libros colectivos Las otras voces (Dirección de Publicaciones e Impresos, 2011) y Las perlas de la mañana siguiente: antología del taller literario “El perro muerto” (Ediciones Caró, 2012). Estudió licenciatura en Letras en la Universidad de El Salvador. Dirigió, cuando aún era estudiante, el boletín de poesía “La huesera colectiva” en el Departamento de Letras de la UES.

Roger Roberto Guzmán Rodríguez (21 de julio de 1981, San Salvador, El Salvador): Perteneció al taller de poesía de La Casa del Escritor que dirigió Rafael Menjívar Ochoa. Ha participado en varios festivales internacionales de poesía a nivel nacional. Primer lugar en la rama de poesía en el “Primer Certamen Literario Nacional del Café”, denominado “Estampas en el Cafetal” (2013). Sus poemas han sido publicados en el Suplemento Tres Mil del Diario Colatino, la revista Cultura de CONCULTURA (ahora Secretaría de la Cultura), la revista Ars de SECULTURA, además de en varias antologías poéticas, como:45 poetas. Antología, Revista Cultura 94,(disco de

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Poeta, tallerista, editor y gestor cultural, perteneciente a la llamada generación de posguerra. Fue miembro del taller literario El Cuervo y del proyecto artístico multimedia El verbo en la ventana. Tiene publicado el libro de poemas Parqueo para sombrillas (San Salvador: Dirección de Publicaciones e Impresos, Consejo Nacional para la Cultura y el Arte, 2004). Fue profesor de escritura creativa en la Escuela de Jóvenes Talento en Letras, programa de formación para nuevos escritores desarrollado por la Universidad Dr. José Matías Delgado y el Ministerio de Educación de El Salvador. Parte de su obra aparece en las antologías Trilces trópicos. Poesía emergente en Nicaragua y El Salvador (Barcelona: La Garúa, 2006) y Cruce de poesía: Nicaragua-El Salvador (Managua: 400 elefantes, 2006) y en las revistas mexicanas Viento en Vela y Punto de Partida. Dirige el proyecto Laberinto Editorial.

K risma M ancía (San Salvador, 1980): Estudió letras de la Universidad de El Salvador, y teatro en la Escuela Arte del Actor. En los años 2002 formó parte de la primera generación del taller de talentos literarios de La Casa del Escritor en El Salvador dirigido por el escritor Rafael Menjívar Ochoa. En 2004 publicó su primer libro, La era del llanto (Dirección de Publicaciones e Impresos, Colección Nueva Palabra, San Salvador), y en noviembre de 2005 ganó el primer premio internacional de poesía joven de la editorial La Garúa, de Barcelona, por su libro Viaje al Imperio de las Ventanas Cerradas (La Garúa, Barcelona, 2006). Aparece en las antologías Trilces trópicos (Ed. La Garúa, Barcelona, 2006), Cruce de poesía Nicaragua-El Salvador (Managua, 2006), 45 poetas. Antología (Revista Cultura 94, disco

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de audio, DPI, San Salvador, 2007), Una madrugada en el siglo XXI (San Salvador, 2010), Memorias de la Casa (Ed. Índole, San Salvador,  2011) y en Las otras voces, Antología de poesía joven salvadoreña (Dirección de Publicaciones e Impresos, Colección poesía, 2011). Ha sido publicada en revistas de diversos países y participado en varios festivales, recitales y conferencias relacionados con la literatura y la poesía a nivel nacional e internacional.

a distintos encuentros de poesía en Latinoamérica y España. Actualmente está a cargo de un proyecto de poesía sonora y regularmente colabora para periódicos y revistas de arte latinoamericano. Se puede leer en su blog personal (www.pablobromo.blogspot.com), donde publica periódicamente obra en proceso al igual que entrevistas y otros artículos periodísticos. Tiene una columna musical en la página de periodismo www.esquisses.net

L aura Zavaleta (San Salvador, 1982): Obtuvo, en el año

Rosa Chávez (Guatemala, 1980): Poeta, gestora cultural.

2006, el primer lugar del certamen Letras Nuevas en la rama de poesía. Ha participado en encuentros de poesía de El Salvador, Guatemala, México, y España (El turno del ofendido, 2006; Festival internacional de poesía, 2006; Vértigo de los Aires, 2007; Voces de mujeres en la literatura centroamericana, 2011). Ha publicado “Sentada sobre todo lo imposible” con la Editorial Universitaria, y ha sido antalogada en Nuevas voces femeninas salvadoreñas. Antología poética (Editorial Universitaria, El Salvador, 2009), Una madrugada del siglo XXI. Antología de poesía joven salvadoreña, (El Salvador, 2010), Las otras voces (Dirección de Publicaciones e Impresos, San Salvador, 2011) y Voces de mujeres en la literatura centroamericana (Universidad Alcalá de Henares, España, 2012).

Ha publicado los poemarios Casa Solitaria (Editorial Oscar de León, Guatemala 2005), Piedra Abaj’ (Editorial Cultura Guatemala, 2009) El corazón de la piedra (Editorial Monte Ávila Editores Latinoamericana, Venezuela 2010), Quitapenas (Editorial Catafixia,  Guatemala 2010).Ha realizado de manera individual y colectiva distintas intervenciones de poesía escénica en centros culturales y espacios públicos. Su obra aparece en distintas revistas, obras de teatro, memorias y antologías de festivales de poesía en Latinoamérica, Europa y  Estados Unidos.

GUATEMALA Pablo Bromo (Guatemala, 1980): Poeta, narrador y editor. Da talleres de escritura creativa, teoría y edición literaria. Dirige la editorial Vueltegato Editores y ha sido publicado en antologías, revistas, periódicos y páginas web entre Guatemala, Latinoamérica y Estados Unidos. Ha publicado los libros: SPAM (2012, 2013), A dos pasos (2010), Alicia (2010), Arbitraria Muchedumbre (2009), Diafragma Numérico (1999) y Cometas Breves (1997). Ha participado en diversas exposiciones de arte y ha asistido

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A lejandro M arré (Guatemala, 1978): Poeta, artista visual y comunicador (guatemalteco-salvadoreño). Ha publicado los libros: Times New Roman punto 12 (Editorial Cultura, Ministerio de Cultura y Deportes de Guatemala, 2006). Century Ghotic, punto 10 (Vueltegato Editores, 2010). Timeless punto 11 (Catafixia Editorial 2011). Ha participado en antologías de poesía y cuento como: Auto-homicidio semántico (Editorial Mundo Bizarro, 1998). Terrorismo Moral y Ético (Editorial Mundo Bizarro, 1998). Tanta imagen tras la puerta (Editorial Universidad Rafael Landívar de Guatemala, 1999). Voces de Posguerra (Embajada de Suiza en Guatemala, 2000). Sin Casaca, Antología de relatos breves(Instituto de Cultura Hispánica en Guatemala, 2008). Poesía Latinoamericana. (Editorial EGO Group, Miami FL. 2008). Poetas por el Salvador (Editorial Delgado, El Salvador 2008. Microfé, (Editorial Catafixia, Guatemala 2013. El futuro empezó ayer, Editorial Catafixia y UNESCO, Guatemala 2013). Su obra

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plástica forma parte de varias colecciones de arte, públicas y privadas, en Centroamérica, México y Estados Unidos. Dirige los proyectos Baja Resolución Films de videoarte. Editorial Mala Palabra de poesía concreta. Colaborador del área gráfica de las Editoriales Cataxifia, Vueltegato, Chuleta de Cerdo en Guatemala y Encuentros Imaginarios en Suecia. www.alejomarre.blogspot. com/www.artemarre.blogspot.com./www.twitter.com/elotromarre

de fotografía. Actualmente prepara otros libros-objeto de poesía a publicar. / http://poemaanimal.blogspot.com /manutzoc @gmail. com/ [email protected]

Julio Serrano Echeverría (X elajú, 1983): Escritor y reali-

Poeta, narrador, licenciado en Letras con orientación en Literatura por la Universidad Nacional Autónoma de Honduras en el Valle de Sula. Primer lugar en el premio Óscar Acosta año 2001. Mención de honor Instituto Cultural Latinoamericano, Junín, Argentina, 2001. Ha obtenido premios en los Juegos Florales de Santa Rosa de Copán, Honduras, en los años 2006, 2008, 2010, 2011 y 2012. Parte de su obra poética y narrativa ha sido publicada en revistas literarias de Honduras, México, Nicaragua y en Brasil por el poeta Antonio Miranda. Ha sido antologado en los libros Muestra poética (2002, San Pedro Sula) y Cuarta dimensión de la tarde (2011, Holguín, Cuba, y San Pedro Sula, Honduras). Ha publicado los libros de poesía Corral de locos (Mimalapalabra, San Pedro Sula, 2009) y Extranjero (Mimalapalabra, San Pedro Sula, 2011). Ha impartido talleres de redacción y poesía a niños de su ciudad. Ha participado en los festivales internacionales de poesía de Pereira, Colombia, en 2009, y en Managua, Nicaragua, 2012. Es articulista de Diario El Heraldo.

zador audiovisual guatemalteco. Terminó sus estudios de Literatura hispanoamericana en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Ha sido becario de la Fundación Carolina y de la Residencia para Artistas de Iberoamérica FONCA-AECID. Forma parte del colectivo Cuatro Caminos, con quienes produce diversos proyectos audiovisuales. Publica periódicamente ensayos, crónicas y reseñas sobre cine y literatura en revistas de la región. Ha publicado los libros  Las palabras y los días  (2006),  TRANS 2.0  (2009),  Fractal(2011),  Actos de magia  (2012), Central América  (2013)   además su obra aparece en varias antologías. 

M anuel Gabriel Tzoc Bucup (Totonicapán/ciudad de Guatemala, 1982): Poeta y viajero. Publico su primer libro Escop(o)etas para una muerte en ver(sos) b-a…l…a en 2006 por la editora artesanal Folio 114 (Guate) Publicaciones alternativas en S.O.P.A. (Sociedad Optativa de Poetas Anónimos) desde el año 2,007. Sus textos aparecen en revistas y antologías latinas de poesía. Colabora con la participación de diversas lecturas de poesía en centros culturales, espacios públicos y departamentos. Su segundo libro es publicado por el movimiento artesanal latinoamericano cartonero “Santa Muerte Cartonera” De textos insanos (México 2009) Publico su tercer libro de poemas titulado GAY(0) con la editorial porteña Milena-Caserola (Argentina 2010). Un siguiente titulo “El ebrio mar y yo” por s.op.a. (Guate 2011). Tambien es artista conceptual, performer, y modelo

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HONDURAS Murvin A ndino Jiménez (San Pedro Sula, Honduras, 1979):

Fabricio Estrada (Sabanagrande, Francisco Morazán, 1974): Entre sus libros se encuentran: Sextos de Lluvia, 1998, Poemas contra el miedo, 2001, Solares, 2004 , Imposible un Ángel (antología), 2005 Poemas de Onda Corta, 2009, Blancas Piranhas, 2011. Su obra ha sido antolagada en : Cien Años de Poesía Política en Honduras, (Roberto Sosa, 2003); Las Rutas del Viento, antología luso –española( Alfredo Pérez Alencart, Madrid, España, 2005); La Herida en el Sol, antología Poesía

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Centroamericana Contemporánea UNAM, México, 2008; Puertas Abiertas, Antología de Poesía Centroamericana (Sergio Ramírez-Fondo de Cultura Económica-México, 2011 Cuerpo Plural, Memoria del XVIII Festival Internacional de Poesía de Medellín, Colombia 2008), Poesía Hispanoamericana Contemporánea( Gustavo Guerrero - Instituto Cervantes de Madrid 2010). Ha sido invitado a los principales festivales de poesía iberoamericanos, entre ellos el V Festival La Poesía Tiene la Palabra, Casa de América, Madrid-España, 2005.

M agdiel M idence (Tegucigalpa, 1984): Estudiante de Lenguas Extranjeras de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, UNAH, participó en el taller de literatura Edilberto Cardona Bulnes, coordinado por el poeta Fausto Maradiaga y en el taller de dramaturgia El carromato, entre sus publicaciones están: Autorretrato de un payaso adolescente y Poemas de Infierno. Fundó Malàdive Editores, junto a dos compañeros de su generación, trabaja como editor en MeraV Magazine. http://midence.wix.com/magdiel-midence

NICARAGUA Carlos M-Castro (M anagua, 1987): Es autor de Antropología del poema (Managua: Leteo ediciones, 2012) y Best seller. [Álbum promocional] (inédito; cuentos). Actualmente es director editorial del portal NotiCultura.com. Está incluido en Flores de la trinchera. Muestra de la nueva narrativa nicaragüense (Managua: Fondo Editorial Soma, 2012) y en 4M3R1C4 2.0: Novísima poesía latinoamericana (Monterrey: UANL-Bonobos, 2013). Más información: http://about.me/carlos.mcastro.

Ezequiel d´ León M asís (M asaya,1983): Ha publicado el poemario Trasgo (2000), La escritura vigilante (2005) y Ciudad sin álamos (2010). Escribe la columna semanal Rincón del malabarista en el periódico La Prensa de Nicaragua. 98

M ario M artz (L eón, 1988): Es autor del poemario Viaje al reino de los tristes (2010), con el que fue uno de los ganadores del Certamen para Publicación de Obras Literarias que convoca anualmente el Centro Nicaragüense de Escritores. Obtuvo en 2006 el Primer Lugar en poesía del XII Certamen de Literatura José Coronel Urtecho, de UPOLI. Dirigió por dos años la revista literaria Voces Nocturnas. Ha escrito también los guiones performáticos Para que nos llamen ángeles caídos, Marilyn Project: Ser rubia no es tan cool, y El sueño de Billy Blue, presentado en la fundación Casa de un Mundo, de la ciudad de Jena, Alemania. Website: www.mariomartz.com

A lejandra Sequeira (M anagua, Nicaragua,1982): Poeta. Ha publicado Quien me espera no existe (poesía), Centro Nicaragüense de Escritores, 2006. Mención de honor en el IV Concurso Nacional de Poesía Mariana Sansón 2006. Ha sido incluida en diversas antologías centroamericanas y de México, así como en revistas literarias de Chile, México, Estados Unidos, Cuba (Casa de las Américas) y Centroamérica. En Nicaragua, aparece en El Hilo Azul, revista dirigida por el escritor nicaragüense Sergio Ramírez y Soma, publicación en línea realizada por escritores jóvenes, entre otras. Su obra también ha sido publicada en suplementos literarios de su país y blogs literarios.Ha participado desde el 2006 en el Festival Internacional de Poesía de Granada y otros encuentros de la región centroamericana, México y Cuba. Ha participado y organizado lecturas con mujeres privadas de libertad y personas con discapacidad auditiva. Colabora con artistas performáticos y de las artes visuales. Es miembro del PEN-Nicaragua.http://lilasbajoeltren.blogspot. com/@laalesequeira [email protected] /[email protected]

Natalia Hernández Somarriba (M anagua, 1982):

Fue miembro de los grupos y revistas El pozo del paroxismo y Literatosis; También de Mayagna y posteriormente dewww.marcaacme.com. Formó parte de la Academia Literaria Carpe diem,

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en la Universidad Americana (UAM) de Managua, mientras estudió Mercadeo y Publicidad. En el 2000, debutó en el recital, Entre líneas, formando parte de un nutrido grupo de jóvenes artistas que poco tiempo después constituyeron el grupo Mayagna, desaparecido en el 2001. Su obra ha sido incluida en “Con mano de mujer. Antología de poetas centroamericanas contemporáneas (1970-2008)”, investigación de Magda Zavala González, 2011. Es productora, cuenta con una maestría en Realización de Programas de Televisión, Universidad Complutense de Madrid y el Instituto Oficial de Radiodifusión y Televisión, Madrid, España. Tiene 8 años de experiencia en producción audiovisual, ha trabajado en producción en series de televisión, comerciales, documentales, cortometrajes y videos institucionales. http://lanataescuchandome. blogspot.com/ @clicknatalia/ [email protected]

PANAMÁ Jhavier Romero (L a Chorrera, Panamá, el 2 de septiembre de 1983): Poeta, dramaturgo, director de teatro y profesor de Literatura. Premio de Poesía Demetrio Herrera Sevillano (2002),. Mención de Honor en el Concurso de Poesía Joven Gustavo Batista Cedeño (2004 y 2006). En el año 2006, la Editorial 9 signos publicó un volumen compilatorio de su trabajo poético bajo el título de Meditación en un laberinto y otros extravíos. En el año 2009, obtiene el Premio Gustavo Batista Cedeño por su libro Lluvia inflamable. Poemas suyos han sido publicados en revistas literarias como Letralia (Venezuela), Catedrales de Hormigas (Cuba), ABRIL (Luxemburgo-Madrid), entre otras. Ha representado a Panamá en Festivales Internacionales de Poesía tanto en América como en Europa. Mar Alzamora-Rivera (1981, Panamá) Músico y poeta. Mención de Honor en el Concurso de Poesía Joven Gustavo Batista Cedeño en 2011 con su libro El día que no tuvo noche.  Ha sido

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publicada en la revista virtual costarricense Las Malas Juntas, en la Audioteca de Poesía Contemporánea de Argentina y en la Revista Cultural MAGA de Panamá. Curadora de los blogs Afinidades Electivas-Panamá y El otro lado del Xanadú. Pertenece al Comité Organizador del Festival de Poesía Internacional Ars Amandi y al Festival San Francisco de la Montaña. Desde 2008, es co-directora y productora del colectivo musical PAISAXE, enfocado en la difusión de música latinoamericana. Amante del yoga, el cine, los atrapasoles y los gatos.

M agdalena Camargo (Szczecin, Polonia,1987): Actualmente realiza estudios de Lengua y Literatura en el Departamento de Español en la Universidad de Panamá. Cursó el Diplomado en Creación Literaria de la Universidad Tecnológica de Panamá en el 2007. Ha dictado talleres infantiles y dirigido proyectos en la editorial artesanal Diablo Rojo Cartonera. Mención de Honor y la tercera Mención de Honor en el concurso Premio Universidad Tecnológica de Panamá a la Promesa Literaria 2007. En 2008 gano el Concurso Nacional de Poesía Joven Gustavo Batista Cedeño con su poemario Malos Hábitos (Mariano Arosemena INEC, 2009) y en 2012 el mismo premio con el poemario El espejo sin imagen. Ha sido publicada en la Antología Panamericana (“Poetas nacidas después de 1976”) de la revista virtual sèrieAlfa y ha sido traducida al catalán; además sus poemas han sido publicados en la revista virtual La estafeta del viento, de Casa de América. Forma parte del libro colectivo Contar no es un juego (2007); Antologia80 (2010), de Diablo Rojo Cartonera; Me vibra, Brevísima Antología Arbitraria Chile-Panamá (2011), y 4M3R1C4, poesía latinoamericana (2012); entre otras. Ha participado de los más importants festivales de poesía en la región centroamericana como: Ars amandi, Granada, Nicaragua , Quezaltenango, Guatemala, San Francisco de la Montaña y II Encuentro Interoceánico de Escritoras, Panamá (2010)

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