Barnett Newman, Lo Sublime Es Ahora, 1948

Barnett Newman, "Lo Sublime Es Ahora," 1948* Miguel Ángel sabía que el significado de las humanidades griegas para su tiempo consistía en poner a Cristo-el hombre, en Cristo-que es Dios; que su problema plástico no era ni el medieval, hacer una catedral, ni el griego, hacer un hombre como un dios, sino hacer una catedral del hombre. Al hacerlo, se estableció un estándar para la sublimidad que la pintura de su tiempo no pudo alcanzar. En cambio, la pintura continúa en su búsqueda feliz de un arte voluptuoso hasta que en los tiempos modernos, los impresionistas, disgustados con su insuficiencia, comenzaron el movimiento para destruir la retórica de belleza establecida por la insistencia impresionista sobre una superficie de pinceladas feas. El impulso del arte moderno era este deseo de destruir la belleza. Sin embargo, al descartar las ideas renacentistas de belleza, y sin un sustituto adecuado para un mensaje sublime, los impresionistas se vieron obligados a preocuparse, en su lucha, con los valores culturales de su historia plástica de modo que en lugar de evocar una nueva forma de experimentar la vida, solo fueron capaces de hacer una transferencia de valores. Glorificando su manera de vivir, quedaron atrapados en el problema de lo que es realmente hermoso y sólo pudieron hacer una actualización de su posición sobre la cuestión general de la belleza; al igual que más tarde los cubistas, por sus gestos dadaístas de la sustitución de una hoja de periódico y papel de lija, para las superficies de terciopelo del Renacimiento y los impresionistas, hicieron una transferencia similar de valores en lugar de crear una nueva visión, y sólo tuvieron éxito en elevar la hoja de papel. Tan fuerte es el agarre de la retórica de exaltación como una actitud en el amplio contexto del patrón de la cultura europea que los elementos de lo sublime en la revolución que conocemos como arte moderno, existe en su esfuerzo y energía para escapar el patrón en lugar de la realización de una nueva experiencia. El esfuerzo de Picasso puede ser sublime, pero no hay duda de que su trabajo es una preocupación por la pregunta de cuál es la naturaleza de la belleza. Incluso Mondrian, en su intento de destruir la imagen renacentista por su insistencia en la materia pura, sólo tuvo éxito en elevar el plano blanco y el ángulo recto en un reino de lo sublime, donde lo sublime se convierte paradójicamente en un absoluto de sensaciones perfectas. La geometría (perfección) engulló su metafísica (su exaltación). El fracaso del arte europeo de alcanzar lo sublime es debido a este deseo ciego de existir dentro de la realidad de la sensación (el mundo de los objetos, ya sea distorsionado o puro) y de construir un arte en el marco de la plasticidad pura (el ideal griego de la belleza, aun si la plasticidad es una superficie activa romántica, o una estable y clásica). En otras palabras, el arte moderno, atrapado sin un contenido sublime, fue incapaz de crear una nueva imagen sublime, e incapaz de moverse lejos de la imaginería renacentista de figuras y objetos, excepto por la distorsión o negandolo por completo por un mundo vacío de formalismos geométricos, una pura retórica de relaciones matemáticas abstractas, se vieron envueltas en una lucha sobre la naturaleza de la belleza; si la belleza estaba en la naturaleza o se puede encontrar sin la naturaleza.