Catequesis-con-ninos-pequenos_covid-19

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Índice

PrÓLOgO ......................................................................11 INTrODuCCIÓN ............................................................15 CAPíTuLO I. CONOCIENDO A LOS NIñOS PEquEñOS (3 A 6 AñOS) ..............................................19 A) Características psicológicas del niño de 3 a 6 años ............................................................21 1. El descubrimiento del mundo.......................................21 2. Predominio de la afectividad........................................26 3. Toma de conciencia de la personalidad .......................28

B) Características religiosas del niño de 3 a 6 años .......31 1. 2. 3. 4.

El sentido de Dios .........................................................31 Su religiosidad. La idea de Dios ..................................32 Desarrollo de la moralidad ..........................................34 Pedagogía religiosa ......................................................36

C) El sentido del bien y del mal .....................................37

Malas acciones y pecado ...................................................38 El niño y la disciplina ........................................................41 Límites y valores ...............................................................44 Algunas orientaciones a la hora de poner límites .............46

CAPíTuLO II. LA CATEquESIS CON LOS PEquEñOS....................................................49 La catequesis de la infancia y la niñez ............................49 Fundamentos de la catequesis con los pequeños ............51 Características de la catequesis con niños pequeños ......54 La catequesis con niños pequeños en el ámbito escolar ...........................................................................56 Catequesis ocasional y catequesis sistemática .................56

La catequesis ocasional.....................................................57 La catequesis sistemática .................................................59 ¿Maestras/os o catequistas? ..............................................60 El rol fundamental de la maestra/o de nivel inicial ..........61

La catequesis con niños pequeños en el ámbito parroquial ......................................................................62 La participación de la familia en la catequesis ...............66 CAPíTuLO III. JESúS, EL PrIMEr CATEquISTA .........69 Jesús y Zaqueo ..............................................................70 El proceso catequístico de Jesús ....................................71 CAPíTuLO IV. PLASMANDO uN MéTODO CATEquíSTICO .............................................................77 Consideraciones generales .............................................77 El método catequístico ...................................................80 Los tres grandes pasos del encuentro catequístico .........82 1. Se parte de la situación de vida o experiencia vital del catequizando ..................................................82 2. El anuncio o proclamación de la palabra de Dios ..........................................................................84 3. La respuesta personal o cambio de vida frente a la experiencia de la fe ...............................................85

CAPíTuLO V. PLANEANDO LA CATEquESIS CON NIñOS PEquEñOS ................................................89 ¿qué es planificar? .........................................................89 Características de la planificación en catequesis ............90 ¿Cómo planificamos? .....................................................91 La planificación anual de la catequesis...........................91 Ejemplos de planificación anual ...................................107 CAPíTuLO VI. PrEPArANDO CADA ENCuENTrO CATEquíSTICO ...........................................................111 generalidades ..............................................................111 Pasos de un encuentro catequístico ..............................112 1. Primer momento: la motivación ..................................114 2. Segundo momento: presentación del tema catequístico o mensaje evangélico .............................124 3. Tercer momento: la oración ........................................125 4. Cuarto momento: las actividades de expresión de la fe ........................................................................127 5. Quinto momento: actividades para compartir en familia ...................................................................133

La evaluación de cada encuentro ..................................140 El cuaderno o carpeta de encuentros catequísticos ......141

¿Qué hay que colocar en el mismo? ................................141

CAPíTuLO VII. INICIANDO EN LA LITurgIA A LOS NIñOS PEquEñOS ...........................................147 a) Las celebraciones de la palabra ..............................149 ¿Qué es celebrar? ............................................................149 ¿Qué se celebra?..............................................................150 Las celebraciones de la palabra......................................150 Elementos de una celebración de la palabra ..................151 La preparación de la celebración ....................................154 Esquema básico de una celebración de la palabra.........156 Evaluación de la celebración...........................................158 Algunas consideraciones para las celebraciones con niños pequeños .........................................................158

b) Los niños y la palabra de Dios ................................160

La Biblia y el lenguaje infantil ........................................162 Un trato respetuoso y solemne ........................................163 Textos de la Biblia para trabajar con niños pequeños ........................................................................... 164

c) Los signos y gestos ..................................................167

El gesto en la comunicación humana ..............................167 Jesús, el gran gesto de Dios ............................................168 Importancia del gesto para los niños pequeños ..............169 Signos sagrados ..............................................................171

d) El canto ..................................................................174

Algunas indicaciones para el canto con los pequeños.....175

CAPíTuLO VIII. APrENDIENDO A OrAr.....................179 a) Los niños pequeños y la oración .............................179

Las diferentes formas de oración ....................................182 ¿Las oraciones de memoria o la memoria en las oraciones? .............................................................184

b) La iniciación al silencio ...........................................187

El mundo sin silencio.......................................................187 Tipos de silencio ..............................................................189 La iniciación al silencio en los niños ...............................191 Algunas consideraciones prácticas..................................192 Propuestas para la iniciación al silencio con niños .........193

c) un lugar para la oración: el rincón de oración o rincón de Jesús....................................................199 El rincón de oración .........................................................200 Características del rincón de oración ..............................201

CONCLuSIÓN ..............................................................205 BIBLIOgrAFíA gENErAL ...........................................207

Magisterio de la Iglesia ...................................................207 Autores varios ..................................................................208 Textos de catequesis para niños pequeños .....................212

CATEquESIS EN INTErNET (EN ESPAñOL) ..............217

Sitios catequísticos ..........................................................217 Recursos ..........................................................................220 Sitios y directorios católicos ............................................221

Prólogo

“Dejen que los niños se acerquen a mí”. (Mt 19,13)

Los que trabajamos en la catequesis con niños pequeños sabemos de la importancia que tienen los aportes metodológicos y de recursos a la hora de desempeñar nuestra tarea. Dar catequesis a los pequeños es una experiencia única, que nos conecta con lo más puro y profundo de nuestra fe. Los pequeños, en su inmensa inocencia y su increíble mirada de lo más sencillo, nos sorprenden con sus preguntas y reflexiones. Este libro busca enriquecer dicha tarea con una enorme cantidad de recursos, desplegando un planteamiento metodológico que permitirá al catequista, padres y docentes, encontrar un valioso acompañante en este maravilloso camino del encuentro con Dios. Luis ha plasmado en estas páginas todos sus años de trabajo con niños, guiando a sus catequistas, organizan11

do y entrelazando la tarea junto a los padres. Después de leer todos y cada uno de los capítulos, habremos hecho un recorrido completo de lo que el quehacer catequético nos plantea. En primer lugar, pondremos la mirada en la persona de Jesús –como gran Maestro– y desde allí, conectándonos con la edad de los pequeños que nos convocan, conoceremos su modo de pensar, y las características religiosas de esta edad. Sólo quien conoce el modo de sentir y pensar de sus pequeños puede organizar la tarea catequética presuponiendo un deseo profundo de compartir la fe. Desde allí podremos interiorizar el método catequístico en la infancia, su planificación, encuentros, recursos, actividades para realizar en familia y la evaluación. Para poder festejar la alegría que nos imprime el amor de Jesús, están contempladas las celebraciones, los textos bíblicos, la iniciación al silencio, los signos, gestos y cantos. En el recorrido, se comparten diversos modos de expresar la fe (títeres, técnicas plásticas, murales, canciones, diapositivas, videos, etcétera). Se enriquece con el material bibliográfico y los aportes de las nuevas tecnologías y el internet al servicio de la catequesis. Ha sido para mí una inmensa alegría la generosa invitación a participar en este libro, colaborando humildemente con Luis desde mi trabajo con recursos artísticos en la catequesis, y hacerlo con este amigo con quien transitamos hace tantos años el camino, respetando y apoyando el trabajo de cada uno desde el más profundo afecto. La intención de este libro es acompañar a los catequistas escolares y parroquiales, junto con las familias, en la tarea cotidiana de anunciar y dar a conocer a Jesús a los más pequeños. Estoy convencida de que será un aporte valiosísimo para todos los que en uno u otro lugar estamos embarcados en la hermosa misión de comunicar la fe, transitando 12

este camino con la alegría de llevar nuevos recursos que potencien la tarea de ser puentes del amor de Jesús con nuestros queridos niños. Elena Santa Cruz*

Elena Santa Cruz. Catequista, maestra y licenciada en Educación Inicial. Magister en Familia por la universidad del Salvador. Titiritera –discípula de Mane Bernardo–, docente –en todos los niveles– en cátedras relacionadas con títeres y educación. Titiritera del Programa de Violencia y Maltrato Infantil. Ha publicado varios libros y artículos referidos a títeres, catequesis, salud y educación. Ha dictado cursos en varios países de Latinoamérica. *

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Introducción

Así empezaba, la introducción de mi primer libro Metodología Catequística para el nivel inicial1: “una vez le pregunté a un chico de cinco años si sabía alguna oración y me dijo lo siguiente: “Ángel de la guarda, dulce de batata, no me desampares ni de noche ni de día...” Mi sorpresa fue mayor cuando le pregunté qué era eso del “dulce de batata” y me respondió que a él el “dulce compañía” no le gustaba y que prefería el dulce de batata.

Ya han pasado trece años desde esa primera edición. Aquel libro fue el punto de partida que me sirvió para reflexionar y escribir otros libros de catequesis, y constituyó una experiencia fundante en mi tarea de ayudar a otros a iniciar a los niños en la fe. Hoy releo dicho comienzo y renuevo mi pasión por la catequesis de los pequeños. Todos los que de alguna manera u otra trabajamos con niños y, en especial, con los más pequeños, nos hemos encontrado con situaciones como la anterior o parecidas, y no nos queda

Metodología catequística para el nivel inicial, Editorial Bonum, Buenos Aires, 1997.

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otra cosa que sonreír y admirarnos ante el misterio de la vida, envuelto en pañales de inocencia. Así fue como después de tantos años me pareció importante rescatar aquel material, revisarlo y actualizarlo de acuerdo con las demandas y necesidades de los niños y niñas de hoy; cubriendo asimismo el requerimiento de muchos que se ocupan o tienen inquietudes con respecto a la iniciación de la fe de los niños pequeños. quiero aclarar que en cierta manera este libro constituye una edición ampliada y revisada de aquel primero y fundante, pero con actualizaciones acordes a los vertiginosos cambios que hemos vivido. Por otra parte, los valiosos aportes de Elena Santa Cruz, en el área de los recursos, lo han renovado notablemente. Así pues, esta obra está especialmente dirigida a todos los que se dedican a educar en la fe a los más pequeños: mamás y papás, abuelos, catequistas, maestras, docentes, coordinadores de catequesis y directivos del nivel inicial y otros responsables y agentes de pastoral que trabajan con niños. Está pensada para quienes trabajan tanto en ámbitos escolares como parroquiales u otros similares. quiero aclarar que en este trabajo he tratado de referirme exclusivamente a la catequesis de niños pequeños; es decir, a todo el trabajo de iniciación y educación en la fe de los niños y niñas entre los 3 y los 6 años, estimativamente. De alguna manera lo que procuré aquí fue hacer una selección –de entre todos mis artículos y libros– del material más adecuado y pertinente para trabajar con niños de esta edad. Para quienes quieran profundizar sobre la catequesis de niños de edades posteriores, los invito a consultar mi obra Metodología catequística para niños2.

2 Metodología catequística para niños. Cómo dar catequesis hoy, Ediciones SM / Editorial PPC, Buenos Aires, 2008.

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La catequesis con niños pequeños no es una tarea menor; es un ministerio que tiene un carácter propio. Exige amor y profundo respeto al niño, el cual tiene derecho a una presentación sencilla y verdadera de la fe cristiana. Ser catequista de niños es un don, un llamado y un regalo de Dios Padre. Los niños exigen total donación de sí, una entrega generosa y una atención permanente; pero, como contrapartida, quienes tenemos la dicha de trabajar con niños, sabemos que todos estos esfuerzos se ven ampliamente recompensados, ya que son los niños los que nos acercan a Dios, en el día a día de nuestra tarea. Por otra parte, es cierto que a la hora de ponerse a educar en la fe a los más pequeños la tarea no resulta tan fácil. Muchas veces nos encontramos desorientados frente a sus cuestionamientos. Otras, nos sentimos desbordados por las nuevas problemáticas que traen hoy los niños, para las cuales no tenemos respuestas claras ni conductas a seguir apropiadas. Es más, en ocasiones muchos niños llegan a la catequesis sin la más mínima formación religiosa. Por esta razón, la catequesis con niños pequeños es tan importante, debido a su carácter iniciático tanto para los niños como para sus familias. Esta primera catequesis merece ser tomada muy en serio, ya que en estas primeras experiencias se apoyará el edificio de la catequesis posterior y de las relaciones de ese niño con su familia concreta y con la comunidad cristiana. Todos somos conscientes de la importancia que tienen las primeras experiencias en la vida de una persona. Lamentablemente, el área de la educación en la fe de los más pequeños todavía no ocupa el lugar que merece. Cuando llega el momento de empezar la formación espiritual de un niño pequeño muchos papás, maestras y catequistas comprueban la dificultad de la tarea. un prejuicio todavía bastante arraigado sostiene que la educación religiosa de los más pequeños carece de importancia, y que la iniciación en la fe debe comenzar con la preparación a la primera comunión. Los que trabajamos con niños pequeños sabe17

mos muy bien que esto no es así y que, por el contrario, no existe momento más privilegiado para iniciar a los niños en la vivencia de Dios que los primeros años de vida. Mi intención es dejar planteados los elementos centrales y constituyentes de la catequesis con los más pequeños. Pretendo ofrecerles un instrumento que les ayude a pensar y organizar mejor la educación en la fe de los niños. Espero que esta obra sirva de apoyo, consulta y orientación para todos ustedes, padres, docentes y catequistas, que día a día trabajan por expandir el reino de Dios entre los niños. quiero alentarlos y agradecerles en nombre de Dios y de la Iglesia todo lo que hacen para expandir su reino, especialmente entre los más pequeños. Finalmente, espero que todas estas reflexiones les ayuden a acompañar a los niños en su caminar hacia Dios, y que día a día podamos testimoniar con alegría a Aquél que nos amó y nos eligió para ser sus discípulos a lo largo y a lo ancho de todo el mundo. Luis

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Capítulo I

Conociendo a los niños pequeños (3 a 6 años) Es importante conocer a fondo al sujeto de nuestra catequesis, su manera de pensar y sus formas de actuar y obrar, para que nuestra educación en la fe no se presente como algo desencarnado o lejano a la realidad. El conocimiento profundo de cómo el niño piensa, siente y vive nos dará las pautas para orientar la catequesis infantil y adecuarla a su forma de ser. El niño tiene una religiosidad innata, siente la necesidad de Dios y lo empieza a conocer por intuición y por experiencia al descubrirse a sí mismo, a quienes lo aman y al mundo que lo rodea. Los niños tienen una percepción especial de la presencia de Dios, y aun aquellos en los que en sus hogares no tienen una práctica cotidiana, ante la experiencia de fe en la escuela o parroquia reaccionan con una naturalidad absoluta, propia de quien confirma algo que lleva dentro. Leer la realidad espiritual de cada niño es descubrir el terreno sobre el cual la siembra encontrará tierra fértil. Cuando descubre esta religiosidad, empieza para el niño una nueva manera de entender la vida; pero ésta puede 19

crecer, cambiar, acelerarse o atrofiarse dependiendo de la educación que reciba. Los padres y educadores deben estar atentos a los signos de este despertar religioso para aprovechar todas las oportunidades posibles, preparando el camino de la fe, haciendo madurar la religiosidad y creando hábitos que den cauce a su expresión religiosa. Lo espiritual tiene sus raíces profundas en los aspectos biológicos y psicológicos. En especial, estos últimos conforman la base sobre la que se asienta la religiosidad de las personas en búsqueda del Absoluto. Por ello, un primer y necesario punto de partida para tratar de entender a los niños es conocer los aspectos esenciales del desarrollo de su personalidad, cuestión que bien ha desarrollado la psicología evolutiva. Entonces, en la primera parte de este capítulo trataremos de abordar las características psicológicas del niño de 3 a 6 años. ésta no pretende ser un tratado de psicología evolutiva, sino por el contrario, un pequeño resumen de las características psicológico-evolutivas para que tengamos un mejor conocimiento de los niños de esta edad. En un segundo momento intentaremos reflexionar sobre la psicología religiosa. Es decir, sobre las características del pensamiento religioso en esta edad. La idea de Dios, los sentimientos religiosos, el niño ante lo absoluto, el desarrollo de la moralidad. Nuestro propósito será relacionar las características psicológicas con las religiosas, para delinear una pedagogía religiosa adecuada. Todos estos temas no pretenden, en absoluto, ser exhaustivos o definitivos. Simplemente pretenden abrir líneas de análisis y pistas para la reflexión. Aún hay mucho camino por realizar. Entonces, el presente capítulo se dividirá en tres partes, a saber: a) Características psicológicas del niño de 3 a 6 años b) Características religiosas c) El sentido del bien y el mal 20

A) Características psicológicas del niño de 3 a 6 años El aporte de la psicología evolutiva en este campo es amplísimo y quien quiera profundizar al respecto deberá, necesariamente, remitirse a la gran variedad de obras y autores que abordan el tema. Nosotros aquí realizaremos una recapitulación de las principales características psicológicas.

1. El descubrimiento del mundo Podemos definir al niño de esta edad con una palabra: dispersión, resultado de dos factores: la exhuberancia de vitalidad y la multiplicidad de nuevas experiencias. A partir de los 3 años, con la adquisición del lenguaje y el afianzamiento definitivo del caminar, el horizonte del niño se amplía de manera insospechada para él. Hiperactivo, dotado de gran vitalidad y energía, corre, salta, se mueve sin cesar, todo le interesa y excita su curiosidad, especialmente las cosas y seres que se mueven. El niño parte del descubrimiento del mundo y se transforma en un gran explorador. Este primer descubrimiento de las cosas y de la vida se efectúa a través de mecanismos propios de esta edad y de gran importancia para la formación de su personalidad. Ellos son:

a) Sincretismo y yuxtaposición del pensamiento El pensamiento del niño a esta edad es intuitivo y global. Es decir que, primitivamente, capta el conjunto, olvidándose de las partes. Las partes desaparecen fundidas en esquemas globales, que son los únicos percibidos 21

por él, sin llegar a realizar procesos de análisis-síntesis. A esta forma de pensar se la conoce como sincretismo. El pensamiento sincrético no es, pues, en modo alguno, una síntesis en el sentido propio de la palabra. Sólo puede hablarse de síntesis si hay visión más o menos clara de las relaciones entre los elementos constitutivos de esta síntesis. Más bien tendríamos que hablar de yuxtaposición del pensamiento. Es decir, que existe incapacidad de establecer relaciones entre dos o más fenómenos, y mucho menos de sacar conclusiones lógicas. El niño parece incapaz de clasificar, ordenar y unir lógicamente sus juicios y sus proposiciones, no logra establecer lazos entre ellos; se contenta con yuxtaponer sus juicios, saltando de uno a otro sin lógica previa. Sincretismo y yuxtaposición del pensamiento son fenómenos correlativos que surgen de la incomprensión de las relaciones, operación indispensable para el análisis y la síntesis, características de etapas posteriores.

b) El principio de globalización Al contrario de los adultos, cuya mente procede de las partes al todo, de lo simple a lo complejo o compuesto, de lo particular a lo general (método inductivo); el niño procede al revés. La experiencia con los niños demuestra que para percibir un todo, no tienen por qué conocer las partes. Ellos perciben el todo tal como se da en la realidad, sin analizarlo ni descomponerlo en partes. Por ejemplo, ellos ven una casa y no ventanas, puertas, ladrillos, etcétera. El niño forma sus primeras ideas a través de su función globalizadora. Esta función globalizadora o pensamiento globalizante puede definirse como “la síntesis interpretativa de lo real” y que es el mecanismo psicológico fundamental para la maduración progresiva del niño en todas sus dimensiones. 22

c) Egocentrismo Esta palabra puede prestarse a confusión. En modo alguno el egocentrismo infantil es sinónimo de egoísmo. Egocentrismo nos sugiere la idea de que el niño relaciona todo con su personalidad, es decir, él es el centro desde donde se opera el descubrimiento del mundo exterior. En el niño existe una tendencia natural, espontánea, inconsciente de reducirlo todo a sí mismo. Esta tendencia no es una anomalía, sino, por el contrario, una necesidad biológica que debe luego ser superada al operarse una disociación entre su “yo” y las cosas. Claro está que el contacto continuo con otras personas, inevitablemente, reduce la egocentricidad del niño y aumenta la participación social. El niño no ha adquirido aún claramente conciencia de sí mismo. Siente que existe, pero no sabe que existe. No distingue entre su yo y el mundo, entre lo subjetivo y lo objetivo. Por todo ello, él piensa que todo el mundo es él mismo. A esta etapa del pensamiento se la denomina egocentrismo infantil.

d) Realismo infantil En este caso, la palabra realismo tiene un sentido opuesto al que le damos nosotros. Para el adulto ser realista es ser objetivo, es decir, ver las cosas y los acontecimientos tal como son, independientemente de las intromisiones de nuestro yo. El realismo infantil se sitúa en lo opuesto del realismo adulto. El realismo en el niño consiste en confundir sin cesar el yo con el mundo exterior. Debido a su egocentrismo, el niño confundirá permanentemente entre lo interno y lo externo y toda realidad no será más que una proyección de sí mismo.

e) El animismo y lo artificioso El niño tiende a dar vida a todas las cosas. Considera como vivos y conscientes un gran número de cuerpos que para nosotros son inertes. él atribuye a las cosas concien23

cia y vida. Por ejemplo, un perro puede hablar o la luna mirarnos. Todo tiene vida para él: las plantas, la mesa, el sol, y da a todas las cosas y objetos intenciones respecto a él. El niño atribuye a las cosas características análogas a las que experimenta inmediatamente en sí mismo, es decir: conciencia, voluntad, deseo, etcétera. A todo este fenómeno que experimenta el niño de esta edad se conoce con el nombre de animismo. Lo artificioso es aquella tendencia que posee el niño de esta edad a creer que todo lo que nos rodea está “fabricado”; es decir, todo está hecho por el hombre, quien interviene directamente o indirectamente en su elaboración. Es lo contrario a todo lo que viene dado, lo natural. El niño tiene un pensamiento artificialista, es decir, piensa que todo lo que existe está hecho por el hombre mismo o a la manera humana. él cree que el hombre es capaz de “fabricar” cualquier cosa y que todo lo que nos rodea puede “fabricarse” a la usanza humana.

f) El espíritu contemplativo en un mundo maravilloso Asimismo, a pesar de su gran actividad, el niño de esta edad es naturalmente contemplativo. Todo lo admira y lo sorprende: los colores, el movimiento, el sabor, el olor. Ante el hecho más insignificante es capaz de quedarse extasiado. La admiración y la contemplación son actitudes naturales que brotan espontáneamente frente a cualquier estímulo. La capacidad de asombrarse se encuentra en su máxima expresión. El mundo externo se presenta como algo maravilloso a descubrir, al cual el niño se adhiere vitalmente y al cual contempla con todo su ser.

g) El símbolo: su formación Nadie, ni los adultos, somos ajenos a los grandes símbolos fundamentales. En todos los hombres las grandes imágenes encuentran un significado semejante. 24

El simbolismo inconsciente –aquel cuya significación no es inmediatamente conocida por el mismo sujeto– se da, en el niño de esta edad, mezclado con el simbolismo consciente. Para Piaget, “la fuente del pensamiento debe buscarse en la función simbólica”1. Hacia los tres años el niño empieza a despertar a la experiencia de lo trascendente que puede realizarse a través de un símbolo: puesta del sol, fiesta, tormenta, nacimiento de un hermano. La imitación es también una actividad simbólica, durante la fase de la inteligencia representativa. De una manera general se puede describir el proceso a seguir en una pedagogía simbólica. Para los chicos menores de seis años es imposible querer hacer una explicitación verbal del significado de un símbolo, sea cual fuere. El niño parte de la experiencia “natural” del símbolo. En un segundo momento se da la interiorización de esa experiencia, permitiendo acceder de modo difuso y vital (vivencia) a un sentido simbólico (no a su comprensión intelectual). En una tercera etapa, se da una percepción igualmente difusa del sentido de ese símbolo (por simple yuxtaposición y sin explicación). Cuando el chico sea más grande, pasará por las etapas siguientes. La cuarta etapa es una entrada más profunda en el símbolo por su cotidianeidad; ampliación progresiva que permite un contacto, a la vez afectivo e intelectual, lo que lleva a una visión bastante global. La quinta etapa se presenta como una precisión más intelectual que permite, al menos, formular globalmente el sentido del símbolo. Por último, en un sexto momento, aparece un análisis de la convergencia de distintas experiencias que lleven eventualmente a una explicitación del sentido y del rol de ese símbolo.

1 PIAgET, Jean, Seis estudios de psicología, Barral Editores, Barcelona, 1978, p. 31.

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2. Predominio de la afectividad En un momento de su vida se da un predominio de lo afectivo sobre las otras áreas. Todas sus relaciones están marcadas por el afecto. El mundo afectivo se está gestando y afirmando. Todo entra y se mueve por su “corazón”. Su vida afectiva se “carga” básicamente por medio de su impresionabilidad y e identificación, de su gran imaginación y a través del juego simbólico.

a) Impresionabilidad e identificación El conocimiento del niño no es un conocimiento objetivo sino un conocimiento a través de las personas y de los sentimientos afectivos. A esta edad, el niño es muy sensible a las sugestiones de los que lo rodean. Es un ser altamente impresionable que refleja el medio en que vive. El medio ambiente actúa sobre el niño y éste absorbe, como si fuera una esponja, todo lo que recibe. El grado de proyección e identificación con las personas que lo rodean es tan alto que la estructuración de su personalidad dependerá, en parte, de la calidad e intensidad de las relaciones que establezca con los adultos que quiere o conviven con él. Estas relaciones pueden generar en el niño aceptación o rechazo, pero difícilmente podrán no calar hondamente en la estructuración de su personalidad, con influencias decisivas para su vida.

b) La imaginación y la fantasía El niño, en esta etapa, no puede distinguir claramente lo vivido y lo pensado, la realidad y la fantasía. De ahí, el gran poder de la ilusión de la imaginación infantil. Esta imaginación se encuentra en su grado más alto y puede ser creadora de ilusiones muy tenaces y generadora de emociones muy reales. él puede ser marinero, perro, soldado o cualquier cosa que quiera ser. 26

El niño experimenta, ante sus creaciones imaginarias, emociones violentas y verdaderas: miedo, alegría, bronca, entusiasmo, despecho, tristeza. él toma las situaciones como reales. La ficción creada por la imaginación infantil es ferozmente aisladora y es real para él mismo, que inventa esas imágenes. El niño se mete de tal manera en lo que crea imaginariamente que toda intromisión de los adultos es rechazada sistemáticamente. Durante este período podemos distinguir dos estadios de la imaginación: Primer estadio: el reino de la ilusión y la fantasía. Es la edad de lo maravilloso, con lo cual el niño va a llenar su universo. En virtud de esa mentalidad, entra entonces de lleno en el mundo encantado de los cuentos de hadas que para él no tienen sabor de cuento y de leyenda, sino valor de realidad. Hasta podría sostenerse que para el niño ese mundo es tan verdadero como el que lo rodea. Segundo estadio: el reino de la ficción y lo novelesco. El niño ya no se engañará tan completamente con sus creaciones imaginativas. Empieza el período que impide al niño creer por completo en sus fantasías. Lo real comienza a hacer sentir al niño su presencia. Por lo tanto, este mundo de la afectividad es un mundo maravilloso en el cual los sentimientos y el juego tienen importancia primordial.

c) El juego simbólico El juego aparece entonces como un medio privilegiado de expresión y como un lugar donde el niño intenta ir separando la fantasía de la realidad. El espacio del juego se transforma en un espacio que, por momentos, es “como si fuera la realidad”. En el juego simbólico muchas veces mezcla lo real con lo fantástico, aunque paulatinamente el niño va ir tomando conciencia de la realidad para poder separarla de la fantasía, a través del juego mismo. El niño va internalizando la realidad a través del juego. 27

Su interés por el juego puede absorberlo de tal manera que llega a aislarse del mundo cuando lo realiza. El juego es para el niño como un todo absorbente y totalizante, capaz de desplegar energías insospechadas. El juego simbólico se manifiesta por acciones y gestos que, en algunos casos, implican evocación de hechos anteriores. Incluso puede llegar a la imitación diferida. El juego no sólo fomenta la creatividad sino que es el momento por excelencia preferido del niño y típico de la etapa preescolar.

3. Toma de conciencia de la personalidad El punto de partida de la conciencia de sí mismo en el niño es ese estado de no distinción entre el propio yo y el mundo. Su comportamiento está regulado por una especie de contagio emotivo y afectivo, que lo une íntimamente a las personas que lo rodean. La fusión es tan estrecha, que le impide verdaderamente distinguirse de los demás. Hacia los tres años esta confusión va a cesar y, por primera vez, aparece en el niño el sentimiento muy claro de su personalidad, que empieza a crecer y a afirmarse. Durante una primera fase tratará de afirmarse oponiéndose. De ahí su obstinado negativismo, su rechazo a someterse, su ser caprichoso porque sí, sólo por el placer de hacer triunfar su punto de vista. Busca la victoria por sí misma, encontrando en ella la prueba de su poder y autonomía. Distinguirá lo mío y lo tuyo y se mostrará muy celoso de sus objetos. A esta fase negativista sucede un “personalismo” más positivo, donde el niño busca desplegar a los ojos de todo el mundo esa personalidad que acaba de descubrir, para hacerla admirar y conocer: mostrará sus trabajos con orgullo, y conversará insistentemente sobre sus habilidades y logros. Luego, algo más tarde, llegará un momento en que 28

se pondrá a imitar a las personas mayores, por necesidad de protección y adhesión y, a la vez, por compararse con ellas. Esa toma de conciencia es por lo tanto la razón de su:

a) Deseo de crecer y de afirmarse El deseo de crecer es el aspecto social de su necesidad de afirmarse. Estamos ante una necesidad propiamente humana. Esta afirmación de sí mismo modificará considerablemente la conducta del niño. Desde el punto de vista moral, veremos aparecer en él las primeras manifestaciones de amor propio. ésa es la razón de sus enojos, su obstinación, sus timideces, sus “contravoluntades”. Además aparece el instinto de propiedad y el coleccionismo, o tendencia a acumular los objetos más dispares. Sin embargo, a pesar de esta afirmación de sí, el niño tiene conciencia de su debilidad; de ahí su necesidad de protección, afecto y sumisión a una autoridad firme y que lo quiera al mismo tiempo.

b) Necesidad de amar y ser amado La necesidad de crecer va acompañada por la necesidad de ser escuchado, de ser tomado en serio, de ser aprobado por el adulto. Necesidad de ser asociado a la actividad del adulto, y de que éste se asocie a la suya. Sigmund Freud llegó al descubrimiento de que la facultad esencial del hombre, el núcleo de la personalidad está en el mundo del afecto. Y no es para él sólo una facultad esencial, sino el elemento generador del psiquismo humano. Esto determina que las otras facultades (memoria, entendimiento y voluntad) reciban su energía del factor afectivo y, lo que es más, dependan de él para su buen o mal funcionamiento. Cuando este elemento generador está en regla da origen a una personalidad madura y equilibrada. 29

La necesidad de amar y ser amado es totalmente imprescindible para su crecimiento y desarrollo futuro. El niño necesita sentirse protegido, comprendido, respetado, rodeado de un amor particular. Expresa una gran avidez de cariño y todo se mueve en él por los afectos. El afecto de que el niño es objeto o las carencias que percibe es el determinante del “sentimiento de confianza básico”. Es decir, como una confianza acumulada que comienza en el primer instante de su vida. Esta confianza en sí mismo nace y se consolida en relación con el afecto que se ha recibido en los primeros años. El niño necesita un amor personal total, como la protección que encuentra en los brazos de su madre. un amor que le exija y ponga límites, pero que, al mismo tiempo, lo reciba como entrega y donación total. un amor desinteresado que lo respete y sea consciente de que él debe seguir su propio camino en la vida. No olvidemos el himno al amor que nos dejara San Pablo, en su carta a los Corintios (1Cor 13,1-13).

c) Necesidad de conocerlo todo (edad de los por qué) El niño desea conocerlo todo porque quiere dominarlo todo y relacionarlo todo con él. Es la edad del preguntón por excelencia. Estos “por qué” son una expresión de lo que va descubriendo, más que el deseo de recibir explicaciones. Con sus preguntas no pretende llegar a la causa de los fenómenos (relación causa-efecto) sino a su significado (intencionalidad). Para el niño todo acontecimiento se relaciona con una persona, con una intención. Más que el “por qué” busca el “para qué”. Más que respuestas efectivas, busca respuestas afectivas. Necesita, más que explicaciones de las cosas, las intenciones y postura de los seres que los rodean sobre el tema en cuestión. Todo es captado en función de una relación afectiva. El niño tiene tanta o más necesidad de amor que de pan. 30

B) Características religiosas del niño de 3 a 6 años Al abordar el tema de las características religiosas es necesario tener en cuenta los siguientes elementos:

1. El sentido de Dios La imaginación del niño posibilita la convicción de la realidad de Dios como un ser presente, vivo, sin ser visto. Dios llega a ser tan real como sus propios padres. La idea de Dios está muy impregnada de antropomorfismo, o sea, concibe a Dios como un gran hombre, un anciano venerable. Sin embargo tal antropomorfismo no es tan craso como pretenden algunos, y se va superando progresivamente. Dios es concebido como algo muy distinto de las otras cosas; el niño intuye que Dios es algo real, distinto, superior a todo. Dios es captado de una manera especialmente afectiva, pero con un contenido real. La realidad que percibe el niño viene impregnada de afectividad, y en el caso de Dios esta afectividad es más patente: Dios es su creador, su Padre, su amigo que lo ama y protege. Dios se transforma en la explicación de todo lo que existe. Dios es el creador del cosmos, de los animales, de las plantas, del hombre. El niño capta naturalmente esta realidad. Por ello, se comprende que se dé en el niño de esta edad una gran facilidad para rezar, para dirigirse a Dios, para hablarle e invocarlo, para alabarlo. El niño es capaz de contemplar y admirar a su Dios. La influencia de la imagen paterna y materna es de gran importancia en la idea de Dios que tiene el niño. La relación afectiva-objetiva con sus padres –especial31

mente la madre– es a su vez el “puente” gracias al cual va conociendo todo lo demás, incluido Dios. Dios se halla en la línea de la prolongación aumentativa (superior y distinta) que parte de sus propios padres. Los padres actúan como mediadores naturales y providenciales entre Dios y el niño. Poco a poco, la idea de Dios va adquiriendo autonomía. La experiencia religiosa, experiencia típicamente humana, responde, en el niño de esta edad, a exigencias complejas de carácter afectivo e intelectual. No podría ser de otra manera. Dichas experiencias más evidentes son: el deseo de lograr un sentimiento de vinculación con todo, al encontrar un significado a la vida, a las personas y cosas; la necesidad de confiar la propia persona a una fuerza y una voluntad superiores, capaces de sostenerla y ayudarla en el logro de su autonomía; la exigencia de certidumbre y estabilidad en el fluir de la existencia; la necesidad de compensar frustraciones y disoluciones derivadas de la relación con el ambiente y de los sentimientos de inseguridad y de angustia, que no es posible vencer con las propias fuerzas2.

2. Su religiosidad. La idea de Dios La religiosidad del niño debe responder a tres aspectos fundamentales, relacionados con la idea de Dios que el niño se va formando, y que son necesidades vitales de su alma de bautizado y de su psicología: la grandeza de Dios, el amor de Dios y la necesidad de absoluto del ser humano3.

2

Formación religiosa preescolar, op. cit., p. 82.

3

El niño ante Dios, op. cit., pp. 107-115.

32

a) La grandeza de Dios Puesto que esta edad está caracterizada por el deseo de afirmarse y crecer, el primer rasgo que debe descubrir el niño es la grandeza de Dios. Dios es grande, todopoderoso, creador de todo lo existente, fuerte (triunfa siempre sobre todo, en especial el dolor y la muerte), omnipresente (está en todas partes). Dios es Señor del cosmos, de la historia, el único y distinto, el trascendente. Dios es lo más grande de todo.

b) El amor de Dios La grandeza de Dios está indisolublemente unida a la bondad de Dios. Bondad y grandeza, amor y poder, no son para el niño términos contrapuestos, sino ideas que se refuerzan y complementan. La necesidad de amor del niño tendrá que verse colmada por un Dios que lo quiere, lo ama, lo protege y acompaña siempre. Hablaremos así, de un Dios que es amor, un Dios cercano y providente, bueno, que nos quiere a todos y a cada uno de nosotros. Por ello, habrá que descubrir y asociar con Dios todo lo que para el niño sea fuente de alegría, belleza, luz y gozo.

c) La necesidad de lo absoluto La necesidad de admirarse y de lo absoluto arrancan de su afán de grandeza, de su necesidad sobrenatural de Dios, de su deseo de trascendencia. Dios aparecerá entonces como la completud de la creatura, como un ser que responde a las necesidades más íntimas de su naturaleza, de su ser pequeño y desvalido; es decir, de su propia humanidad, de lo profundo de su persona. De este modo Dios no será algo impersonal o abstracto. Dios será su Dios, que lo creó, lo eligió y lo ama personalmente. El niño se admirará y contemplará en su Crea33

dor a su amigo, a su todo y con su vida le rendirá homenaje de amor y de respeto.

3. Desarrollo de la moralidad El final de esta etapa coincide con la inserción de lo moral en la vida del niño: en adelante no sólo sabe que algunas acciones están mal, sino que lo siente así y se esfuerza por evitarlas, aunque sin lograrlo plenamente. Su inteligencia, al progresar, es capaz de iluminar su conducta: ya empieza a actuar con intención más consciente. A partir de los tres años, la distinción entre el yo y el no yo comienza a evidenciarse. El niño necesita, además, abrirse y apoyarse en otra persona para tomar conciencia de su yo. Esta necesidad de comunicar las propias cosas a otra persona –en este caso, generalmente a su madre– es muy importante para el afianzamiento de las relaciones morales. El niño se abre sólo a las personas que conoce y quiere y por quienes es querido. Junto con la confianza y la necesidad de abrirse, brota además el agradecimiento, que ya se manifiesta como la necesidad de mostrar gratitud desinteresadamente. Es clásico el gesto de la niña o niño que ofrece un juguete a su mamá porque es tan buena; actitud que no está reñida, en su mentalidad infantil, con una reclamación posterior de lo antes ofrecido. Es que su vida moral incipiente se da sólo de a ratos. La emotividad propia de esta edad lo hace sumamente sensible, y por lo tanto, fácilmente compasivo. Aunque trate y hable del dolor ajeno con una crudeza realista. La valoración moral plena está aún lejana, pero se camina hacia ella. Los valores que el niño recibe y acepta a través de sus padres no son valores objetivados; es decir, son algo en sí valioso por ser presentado por sus padres 34

(valor fundamental para el niño). Obedece en función de la persona que manda y no de lo mandado. El castigo afectivo es el más duro para el niño. En la esfera volitiva ya es capaz de propósitos y perseverancia, lo cual permite organizar en parte su conducta; primero, por influencia de los padres, luego, por decisión propia. La voluntad y los hábitos se van descubriendo y formando poco a poco. Como es natural, el proceso afectivo y volitivo lo capacita para apreciar el castigo como justo, ya que experimenta cierta “culpa” y, por consiguiente, cierto “arrepentimiento”. Por supuesto que no se puede hablar de culpa y arrepentimiento verdaderos, puesto que falta objetividad en la apreciación del valor y del no-valor. La relación afectivo-objetiva que media entre padre e hijo posibilita y fomenta en el niño la vivencia de que su conducta es juzgable. Así se acostumbra primero y capta luego el sentido profundo de enfrentarse consigo mismo y con principios morales cada vez más generales y objetivos. Todavía falta la objetividad requerida para la verdadera valoración; por eso se da sólo la valoración objetivo-relacional a través de sus padres, pero ya de alguna manera, valoración. La vida moral será heterónoma durante un tiempo, es decir, que los valores morales serán impuestos desde fuera del niño por los adultos que lo rodean, hasta que sea capaz de lograr una cierta autonomía en la percepción de los valores morales. una vida moral plenamente personalizada y libremente aceptada llegará sólo después de la adolescencia. Al principio, en sus valoraciones no distingue ni matiza entre lo grave y lo leve; sólo valora positiva o negativamente; por ello, dentro de lo malo todo le parece igualmente malo. No se puede afirmar, en general, en esta edad que los niños dicen mentiras, sino por inducción de los mayores, 35

pues no captan su sentido moral ni las saben distinguir de otras maneras muy próximas a la mentira. No hay que olvidar, además, que las alteraciones en el recuerdo y la gran fantasía, propias de esta edad, están acompañadas de una convicción muy fuerte y sincera de la realidad que el niño vive en su mente. El niño se siente naturalmente inclinado a inventar y transformar totalmente un hecho al gusto de su fantasía, sin que pueda decirse de él que es un embustero. Su egocentrismo le impide distinguir la imagen-recuerdo de la imagen pura. Todas esas imágenes están puestas por él en el mismo plano; de ahí la contaminación, incesante e inconsciente, de todos sus recuerdos por la afectividad. En todo caso, difícilmente tienen un sentido moral las “mentiras” del niño de esta edad.

4. Pedagogía religiosa Ya hemos visto la importancia fundamental de la presencia de los adultos en el nacimiento y crecimiento de la vida religiosa del niño. Sin duda, la parte esencial de esta primera educación religiosa corresponde a los padres. El niño debe descubrir a Dios en su familia. En un segundo lugar están el resto de los adultos que pertenecen al mundo del chico: los demás familiares, los educadores, los catequistas. Lo esencial en la educación religiosa está en la actitud total del hombre que entra en relación con Dios. En el caso de los más pequeños, esta relación estará profundamente marcada por el testimonio vital de quienes están en contacto con el niño, y por un medio ambiente propicio para tal crecimiento. Este pequeño, ávido de ser amado, requiere una religión que le llegue al corazón. Debe vivir con la idea de que Dios lo ama. Su religión debe ser una religión del amor, no del temor. 36

El niño debe encontrar un medio ambiente propicio para el crecimiento en la fe. Esto es: amor, respeto a su dignidad y libertad nacientes, a ser tomado como una persona original, respeto a sus derechos; una autoridad que lo ame y al mismo tiempo le enseñe los límites de la libertad; respeto especial para todo lo que a Dios se refiera y al mundo por él creado. Por ello toda pedagogía religiosa con los niños pequeños debe ser básicamente testimonial. Es decir, que la transparencia religiosa y el testimonio vital de los adultos que lo rodean, los lleven en un clima de alegría y serenidad, a ser mejores personas, a convivir mejor con los demás y a encontrarse con Dios. La religión debe engrandecerlo, llevarlo al crecimiento personal y comunitario; pero, sobre todo, debe ganarle el corazón para que crezca con la certeza de que Dios Padre nos quiere y nos está esperando con sus brazos paternales para sostenernos en su regazo.

C) El sentido del bien y del mal Según los tiempos que corren, en los que la globalización, la irrupción de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, la caída de las ideologías y la falta de rumbo de muchos padres frente a la educación de sus hijos, me parece oportuno agregar algunas reflexiones sobre el tema de los límites y valores, ya que muchos se hallan desorientados frente a los cambios acelerados a los que estamos asistiendo, sobre todo en la educación de los niños. Por todo ello, es muy importante que enseñemos a nuestros niños desde pequeños a ir distinguiendo entre el bien y el mal. Los padres, lo sepan o no, comienzan la educación religiosa de sus hijos desde el mismo día en que el niño nace. El niño aprende el bien y el mal por las acciones de sus padres: lo que los padres quieren, eso es lo que quiere Dios; lo que los padres no aprueban, eso no lo aprueba Dios. Para el niño, Dios lo ama igual que lo aman los padres. La idea que 37

el niño tiene de Dios está mezclada con la idea que tiene de sus padres. Esta situación dura hasta los seis o siete años. Si los padres dan la impresión de que el amor se debe ganar con buenas obras, el niño saca la conclusión de que Dios también lo ama cuando es bueno, y deja de amarlo cuando se “porta mal” (es decir, cuando hace algo que está en la “lista negra” de los padres). “Dios te está mirando”, “si no haces esto, Dios te va a castigar…” Con expresiones o ideas como éstas, lo que el niño aprende no es precisamente a portarse bien, sino a ver a Dios como un juez adusto y castigador4. Irónicamente, lo que Cristo vino a enseñarnos sobre el amor del Padre es precisamente lo contrario a esta imagen. El amor de Dios no se gana con las buenas obras, puesto que nadie puede ganar lo que ya tiene. El amor de Dios no lo perdemos por nuestras malas conductas, a lo sumo nuestro mal obrar no nos permite disfrutar de él. Dios nos ama a todos y a cada uno de nosotros de una manera distinta e infinitamente superior a todas las formas de amor que conocemos. Incluso mejor que nuestros propios padres. El amor de Dios es constante, permanente, maravilloso y nos ama por encima de nuestros errores y debilidades. Es fundamental iniciar la enseñanza sobre el amor de Dios a edad muy temprana. Dios ama de manera distinta.

Malas acciones y pecado Dado que el desarrollo mental del niño no es como el del adulto, no resulta aconsejable considerar sus acciones

4 Para ampliar el tema, consultar: BENAVIDES, Luis M., Temas difíciles con niños, Editorial Bonum, Buenos Aires, 2002.

Para ampliar sobre el tema, consulte la obra: CAMPBELL, Joel, El sentido del bien y del mal, o.p. y KNOPP, Patricia, s.n.d., Ediciones Don Bosco. 5

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con el mismo parámetro. No se puede llamar pecado a las cosas que hacen y que no deberían hacer, sino simplemente malas acciones. Los pecados son malas acciones; pero lo contrario no es cierto: no toda mala acción es pecado. El niño tiene una forma propia de pensar, que a los ojos del adulto puede resultar ilógica. Para enseñar a los niños a distinguir el bien del mal hay que entendérselas con los misterios de la mente infantil. Es muy importante tener presentes algunos elementos.

a) El niño de esta edad razona en círculo El niño no puede romper este círculo: la idea de lo malo está relacionada de alguna forma con el quebrantamiento de la ley y el castigo que ocasiona. Por otra parte, la magnitud del castigo le da la idea de lo mala que es una acción. No tiene claro cuál es la magnitud de la falta, ya que es incapaz de establecer una relación directa entre la causa y el daño producido. Para él, el daño está relacionado con el castigo. El criterio del niño para juzgar lo bueno y lo malo está directamente relacionado con el castigo que recibe. Algunos ejemplos: El niño dice: —No se puede jugar con la pelota dentro del aula. —¿Por qué? —Porque te castigan. —¿Por qué te castigan? —Porque no se puede jugar a la pelota dentro del aula. Si uno le pregunta a un niño por qué no se debe jugar con la comida, él responderá: —Porque está mal. —¿Por qué está mal? 39

—Porque mamá se enoja. —¿Por qué se enoja mamá? —Porque está mal. No es capaz de relacionar que jugar a la pelota dentro del aula puede ocasionar daños o que con la comida no se juega porque es algo que cuesta conseguirlo y muchos no tienen con qué alimentarse.

b) El niño mide la gravedad del hecho por la intensidad del daño físico y la reacción de los padres y adultos Los niños juzgan basados en la evidencia física solamente. Son incapaces de comprender que hacer algo adrede es mucho peor, aun cuando el daño sea menor. El segundo criterio es la reacción de los padres u otros adultos y el castigo que le imponen. Según la reacción y castigo de los padres será la magnitud del hecho moral. recurramos nuevamente a un ejemplo: un niño tira la leche –sin querer– por tercera vez en el día la leche. La madre le grita, le tira un manotazo y lo castiga mandándolo a su habitación. Ese mismo niño tiene la costumbre de maltratar y molestar a su hermanito y lo golpea nuevamente –a propósito– en la mesa. Cuando su mamá lo ve le dice: —¡quédate quieto y no molestes más! Esto significa, para él, que volcar la leche (aunque sea sin querer), es mucho más grave a los ojos de su madre que golpear a los más pequeños. Otro caso es el del niño que rompe sin querer un jarrón muy grande, que al caer hace un gran ruido y se parte en mil pedazos. Para él, es mucho más grave y seria tal acción (por el volumen y lo estrepitosa) que el hecho de romper un pequeño adorno a propósito. El niño, de esa manera, mide la gravedad de la falta de acuerdo al “tamaño del desorden” producido, y no tanto por la intencionalidad del mismo. 40

c) El niño de esta edad no distingue entre fantasía y mentira Para el niño algo es mentira cuando el adulto lo llama así, y usará este término mucho antes de saber qué quiere decir. Los niños pequeños viven en un mundo que es a la vez fantasía y realidad. Ambas cosas son reales para ellos. Al contar las cosas del día, los niños pueden muy bien mezclar ambos mundos, y en sus producciones llegan a no distinguir entre el mundo de la fantasía y el mundo real. recién alrededor de los ocho años irán abandonando la fantasía, para ir ingresando en el mundo lógico-real. De hecho, un niño puede relatar varias veces algo sucedido, variando totalmente las versiones cada vez.

d) El niño no tiene aún claro el concepto del tiempo Los niños pequeños no pueden poner en relación dos hechos separados en el tiempo, puesto que todavía no pueden medirlo. No son capaces de reflexionar sobre hechos pasados y relacionarlos. guillermo, de cuatro años, que se portó mal en el supermercado, no entenderá de qué se trata cuando su papá lo castigue por la noche, al regresar del trabajo. Esto es porque no es capaz de reflexionar sobre hechos pasados. La permanencia de las acciones en la mente de un niño pequeño tiene un valor relativo. No sólo porque en su mente se mezclan fantasía y realidad sino porque es incapaz de mantenerlas más allá de un corto período. Para enseñar a un niño que una acción no es buena, hay que corregirla en el acto, asegurándose de que el niño sepa con claridad lo que no debe hacer.

El niño y la disciplina Aunque todos los aspectos de la relación de un niño con sus padres son importantes, la disciplina es un punto 41

crítico. Padres y docentes no pueden enseñar a los chicos a distinguir el bien del mal, sin decidir cómo se las van a entender con la disciplina. La disciplina es en sí misma enseñanza. Es un concepto positivo y está lejos de la idea que tenemos de algo rígido y estrictamente riguroso. El castigo enseña al niño cómo no tiene que portarse y la disciplina le enseña cómo tiene que portarse. No olvidemos que la disciplina proviene de la palabra latina discípulo, que en su sentido positivo, sería algo así como el arte de aprender, de ser enseñado. Es importantísimo ayudar al niño a descubrir lo que tiene que hacer, en lugar de lo que hizo mal. La disciplina positiva busca descartar la idea del castigo y se preocupa más bien por enseñar a los chicos a comunicar lo que sienten, a responsabilizarse de sus actos y a entender que equivocarse es una forma de crecer. A pesar del excelente trabajo que puedan hacer los padres para establecer límites y orientar a sus hijos, van a cometer errores (¡gracias, a Dios...!). Por eso es necesario que los niños aprendan desde bien pequeños el sentido del pedir disculpas. Aprender a decir lo siento y aceptar las disculpas de los demás es uno de los aspectos que padres y educadores no debemos descuidar si queremos educar moralmente sanos a nuestros niños. Los chicos necesitan ver cómo papá y mamá se piden disculpas mutuamente, y cómo se las piden a los niños cuando la ocasión lo requiera. Por supuesto, que esta corriente de perdón mutuo primero tiene que partir de los adultos hacia los menores, para que luego ellos hagan lo mismo. Aunque el pedir disculpas es una forma de reparar el mal hecho, no es, sin embargo, la forma de escapar a las consecuencias de las propias acciones. Los padres no deben permitir que sus hijos crean que el simple hecho de pedir disculpas los libra del castigo (si es que realmente han hecho algo que lo merezca). Lo malo no es equivocarse, sino no reconocer el error y no buscar la forma de enmendarlo. Lo deseable es buscar maneras de sanar la situación dañada. 42

uno de los problemas más grandes que los niños tienen con respecto a las normas de conducta, es que no siempre se los trata como personas. Las concesiones que se hacen a otros adultos, no corren para ellos. Por otra parte, es imprescindible dejar que los niños expresen sus sentimientos y se desahoguen. Cuando un niño manifiesta su enojo, hay que dejar que se descargue y luego hablarle sobre la situación que produjo tal enojo. Los sentimientos son parte de la naturaleza humana, y por esto es necesario aprender a usarlos. Otra área en que los padres pueden ayudar a sus hijos a distinguir el bien del mal, es la responsabilidad. Hasta que un niño no es capaz de distinguir entre un hecho accidental y una acción responsable, no puede identificar ni cometer una mala acción. “Lo hice sin querer” es la señal de que está comenzando vagamente a reconocer la diferencia entre algo realizado intencionalmente y algo que no lo es. Para los más grandecitos, usar la táctica de las “consecuencias lógicas”. Es decir, aclarar cuáles son las consecuencias de nuestros errores, el castigo que puede llegar a ocurrir, pero sobre todo, habrá que insistir en el daño que estamos causando y a quién podemos estar lastimando. Muchas veces los niños no son concientes del daño que están produciendo a otra persona. Tomar conciencia de ello es un buen camino para evitar futuras conductas inadecuadas. Más importante que el hecho de cometer errores, es aprender a sanarlos. Todos cometemos faltas de amor que perjudican a los demás, pero no todos somos capaces de reconstruir las relaciones. Desde pequeños, los niños deben aprender que es posible reparar los errores, que podemos enmendar nuestras faltas. La primera idea de pecado que el niño deber tener, es que éste significa la destrucción de la unidad y la comunión. Cualquier acto que atente contra la unidad íntima de cada persona está vulnerando la comunión con uno mismo, con los demás, con las cosas creadas y, en definitiva, con Dios mismo. Lo importante es 43

que el niño aprenda que romper deliberadamente la unidad, o quedarse sin hacer nada y permitir que se rompa, es una mala acción, es un pecado.

Límites y valores Límites y valores son las dos caras inseparables de una misma moneda. Los límites no son un fin en sí mismos, sino un medio para resaltar y mantener a resguardo los valores. Los buenos límites siempre van de la mano de los verdaderos valores. Los límites son consecuencias de los valores en juego: cuanto más valioso es algo, más procuramos cuidarlo, estableciendo límites claros, seguros y precisos. Hoy en día, en esta hermosa tarea de educar a nuestros chicos, es preciso tener bien claro qué valores queremos preservar. Para dicha tarea es necesario poner límites a nuestros chicos desde que nacen. Ojo, poner límites no tiene nada que ver con ser autoritario o despótico con los niños. Al contrario, poner límites tiene más que ver con querer al otro, con hacerlo crecer, con aunar, al mismo tiempo, cariño con firmeza, acompañamiento con voluntad, dependencia con autonomía, crecimiento con toma de conciencia de la realidad. Poner límites a los chicos es, en definitiva, frenar los impulsos trasgresores para permitirles tener una vida sana. un padre o una madre, un docente, un catequista, que pone límites a un niño, de alguna manera le está salvando la vida, porque lo salva de convertirse en un futuro trasgresor. Los límites que no impongan los padres y adultos que aman al niño, se los impondrá la sociedad, castigándolo. Y, en general, este castigo suele ser mucho más traumático y cruel para ellos. Por esa razón es conveniente hacerlo en el tiempo en el que corresponde: desde la primera infancia. ¿Cuándo los límites hacen daño? Cuando son excesivos o cuando no existen. El exceso de límites se conoce 44

como represión o autoritarismo. La falta de límites es la permisividad, el “dejar hacer”. Ambos extremos son dañinos. Hoy pareciera que la balanza se ha inclinado más hacia la falta de límites, quizás alentados por posturas pseudopsicológicas o pseudodemocráticas, de manera que se está descuidando de manera alarmante la formación de una personalidad sana y equilibrada. ¿Cuándo los límites hacen bien? Cuando son la expresión de una verdadera razón, del cuidado de un valor genuino, que los motiva y sustenta. Cuando los establecemos de un modo, en un tiempo y en un lugar adecuados, con la intensidad proporcionada y apropiada al valor que queremos preservar. Con los niños pequeños, los límites deben ser suficientemente importantes, cordiales, pocos, claros y firmes. Pocas normas, pero estables. No siempre se puede negociar ni entrar en discusiones con los niños. Es muy importante no perder la paciencia ni la constancia. Poner límites es un trabajo arduo y constante. Nunca hay que poner límites cuando uno está desbordado. Es una pelea emocional, día a día. Pero siempre teniendo en cuenta los valores que se pretenden instaurar para el bien de los chicos. Para poder establecer límites precisos es imprescindible que los adultos que rodean al niño se hayan puesto de acuerdo previamente. Y si esto no siempre es posible, en principio habría que respaldar la decisión tomada por quien estuvo a cargo de la situación. Ello no quita que se pueda repensar el tema juntos, posteriormente, para consensuar la conducta a seguir en lo sucesivo. Nunca hay que prometer lo que uno no está seguro de poder cumplir. Por ejemplo, amenazar al niño con que no va salir más a jugar a la pelota..., o no ver más televisión. En ese sentido, las amenazas como los castigos mismos tendrían que ser acotados en el tiempo y el espacio, utilizando preferentemente el modo potencial: “Si haces tal cosa, el domingo no irás a jugar al fútbol con tus amigos...” o “Si no ordenas tu alcoba, no podrás ver tal programa en la televisión...” 45

Los niños deben comprender que los adultos que los rodean les ponen límites, pero que en definitiva los escuchan, los entienden y los contienen. Es muy importante ponerle palabras a los estados emocionales propios y de los hijos. Tanto las grandes cuestiones como las pequeñeces de la vida diaria merecen unas frases simples que las contengan. Es muy conveniente explicarles brevemente la causa o razón por la que se establece una norma. No olvidemos que detrás de cada norma existe un valor que se quiere preservar. Es más sensato resaltar el valor que está en juego que el castigo en sí mismo. Si prohibimos algo o los castigamos, siempre merecen una explicación razonable. Lo curioso es que muchas veces gastamos más tiempo en aplicar la norma que en explicarla. Es importante que los niños tomen conciencia clara del daño que están ocasionando o podrían ocasionar cuando infringen una norma. La cuestión es establecer límites realistas y conversarlos con los niños. ¿qué son límites realistas? Son aquellos que dejan al niño la libertad de crecer, experimentar y equivocarse; a la vez que le brindan la seguridad de saber que papá y mamá nunca permitirán que las cosas vayan demasiado lejos.

Algunas orientaciones a la hora de poner límites

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Firmeza en los valores y principios; flexibilidad en las formas y aplicaciones. No ceder en los principios; saber negociar en las formas.



No desgastar la palabra. Es demasiado valiosa. Dialogar no es habituarse a ceder. Cuando todo se explica, al final no se explica nada. No prometer lo que no se puede cumplir. Dejar siempre la puerta abierta a una salida.



Darles una razón para cada norma. Si prohibimos algo o los castigamos, siempre merecen una explicación razonable del porqué; resaltando el valor que está en juego sobre el castigo en sí mismo. Hay que ayudar al niño a descubrir lo que tiene que hacer, en lugar de lo que hizo mal.



No actuar en caliente. Hay que actuar cuando el ambiente permita distinguir entre la rabia (que lleva a castigar) y la razón (que lleva a comprender), y cuando la circunstancia lleve a sentir que no se menoscaba el sentimiento de dignidad.



No desbordarse. Frente a las situaciones de conflicto es de vital importancia que los adultos no pierdan la calma. Para ello, es necesario sosegarse uno. Lo primero, es empezar por tranquilizar al niño. Es aconsejable enviar al niño a otro lado, que se calme, que respire pausadamente, que se lave la cara… hasta que esté listo para hablar tranquilo. El niño necesita percibir que su enojo, su descontrol no nos asusta ni descontrola.



La contención es un buen remedio para la tristeza y la frustración, por ello antes de conversar con él es aconsejable darle un abrazo, acariciarlo... A veces ayuda el hecho de darle opciones limitadas: si no quiere ir a dormir, preguntarle: ¿quieres ir solo o vamos de la mano? La idea es otorgarle algún poder de decisión.



Se castiga o reprime la acción, nunca la persona. Es decir, castigamos la acción, lo que dijo o hizo, no a la persona. Por ejemplo, “Juan, hiciste una tontería”, y no: “Juan, eres un tonto”. Con esto decimos que aunque a veces hace cosas malas o inadecuadas, no es malo. Todos los seres humanos nos equivocamos, cometemos errores, realizamos hechos que no nos gustan. Ello no necesariamente

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invalida nuestra condición moral, al contrario, nos hace más humanos.

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Aprender a decir lo siento y aceptar las disculpas de los demás es uno de los aspectos que padres y educadores no debemos descuidar. La única manera en que los niños aprenden a pedir y aceptar disculpas es viendo cómo los adultos que los quieren y rodean se piden disculpas. Más importante que el hecho de cometer errores, es aprender a enmendarlos.



Enseñarles a tomar conciencia las consecuencias de nuestras acciones. No sólo del castigo que puede llegar a ocurrir, sino habrá que insistir en el daño que estamos causando y a quién podemos estar lastimando.



La mayoría de los berrinches ocurren en situaciones predecibles (cuando hay hambre, sueño, a la salida de un supermercado...) Es aconsejable anticiparse a la situación y disponer de los medios necesarios para no pasar un mal rato.



Obrar en todo momento con confianza en Dios; transmitiendo la idea de que Dios nos quiere, nos cuida y no nos abandona nunca.

Capítulo II

La catequesis con los pequeños

La catequesis de la infancia y la niñez Considero importante iniciar este capítulo siguiendo las reflexiones que nos sugieran los Directorios Catequísticos generales de 1971 y 1997 sobre la catequesis de niños. Estos valiosísimos documentos son de consulta obligatoria para todos los que nos dedicamos a la catequesis. A continuación presentaré una síntesis de las principales cuestiones expuestas en los mismos sobre la catequesis infantil1. Esta etapa de la vida se caracteriza por tener la gracia de una vida que comienza, de la cual brotan admirables posibilidades para la edificación de la Iglesia y humanización de la sociedad. El niño, hijo de Dios por el don del bautismo, es considerado por Cristo miembro privilegiado

Directorio Catequístico General, 1971 (Nº 78 al 81) y Directorio General para la Catequesis, 1997 (Nº 177 al 180), Sagrada Congregación para el Clero. 1

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del reino de Dios: “... Dejen que los niños vengan a mí y no se lo impidan, porque el reino de Dios pertenece a los que son como ellos” (Mc 10, 14). En efecto, quienes les han dado la vida enriqueciéndola con el don del bautismo, tienen el deber de seguir alimentándola continuamente. El bautismo de los niños asume todo su significado cuando la vida cristiana de los padres –de la madre en modo particular, pero no exclusivo– ofrece a la gracia bautismal la posibilidad de dar su fruto. La disposición a la fe se apoya inicialmente sobre la relación de amor que el niño tiene con sus padres. Desde el amanecer de la vida humana, pueden darse ya las condiciones para una personalidad cristiana. El niño necesita pleno respeto y ayuda para su crecimiento humano y espiritual; también está necesitado de la catequesis. La educación en la oración y la iniciación a la Sagrada Escritura son aspectos centrales de la formación cristiana de los pequeños. Hay que tener en cuenta la importancia de dos ámbitos educativos: la familia y la escuela. La catequesis familiar es, en cierto modo, insustituible, sobre todo por el ambiente positivo y acogedor, por el atrayente ejemplo de los adultos, por la primera y explícita sensibilización de la fe y por la práctica de la misma. El ingreso en la escuela significa para el niño entrar a formar parte de una sociedad más amplia que la familia, con la posibilidad de desarrollar mucho más sus capacidades intelectuales, afectivas y de comportamiento. La alegría de hacer y de hacer bien, la cooperación con los otros, el sentido de la disciplina clara y razonable que de allí nace, debe considerarse como otras tantas experiencias útiles no sólo para la integración en la sociedad, sino también para la participación en la vida activa de la Iglesia. Así, la escuela se transforma en un ámbito privilegiado de formación religiosa. Siguiendo estos criterios, la pedagogía catequística, sea cual sea el método que se siga, procurará suscitar la actividad del niño. Si esto no se logra, la catequesis no realizaría 50

su tarea de enseñar al creyente a responder de una manera siempre más personal a la palabra y al don de Dios. Esta pedagogía activa no se limitará a expresiones puramente exteriores, por útiles que éstas sean, sino que procurará suscitar la respuesta interior y el gusto por la oración.

Fundamentos de la catequesis con los pequeños Como todo lo simple, la iniciación religiosa en los niños pequeños es una de las tareas que exige mayor reflexión, atención y dedicación de padres, docentes y catequistas. La educación o formación religiosa es una dimensión de la educación humana integral, no una añadidura artificial a la educación humana. La educación religiosa es inseparable de la educación humana, al punto tal de ofrecer desde los primeros años de vida una interpretación de la existencia, un concepto del hombre y una visión del mundo de acuerdo con una cosmovisión cristiana. La apertura a la trascendencia desde las primeras etapas evolutivas debe animar la educación global del niño. Toda educación auténtica es una educación para y en la libertad. El sentido religioso de la educación es una condición indispensable para una opción religiosa libre. Es errónea y ofensiva para la libertad del niño la actitud de aquellos que, “por respetar esa misma libertad”, intentan suprimir todo sentido religioso en la educación, especialmente en la etapa del nivel inicial, alegando que así el niño, cuando crezca y sea capaz de optar, podrá elegir más libremente. Frente a esta postura, creo que es necesario tener en cuenta las siguientes consideraciones:



No existe libertad absoluta. Nos vamos haciendo libres a partir de unos valores biológicos, psicoló51

gicos, sociales y ambientales que se nos dan y, desde los cuales, hay que ir conquistando la libertad. Esta conquista empieza a desarrollarse con opciones embrionarias transitorias desde la primera infancia.



Si los niños no tienen posibilidades de una orientación religiosa, sus vidas quedarán marcadas por la ausencia de esa orientación; lo cual supone una falta de elementos y criterios fundamentales a la hora de optar.



Además, los niños son un reflejo de la sociedad en que la viven. Los adultos, de una manera u otra, les imponen las costumbres, la lengua, las influencias, las opciones políticas, los valores familiares y de la cultura en la que están inmersos. Pretender una educación totalmente neutra es absurdo e irreal. Lo que se puede pretender es procurar que estos valores les lleguen con autenticidad, espíritu crítico y siempre teniendo en cuenta una opción libre.



Visto desde el plano de la fe, cuando uno se ha encontrado con el Dios viviente, ha sido cautivado y seducido por él; no queda otro camino que comunicárselo a los demás para que ellos también se encuentren con el Señor de la vida. Con mayor razón, cuando se trata de los seres que más queremos: a ellos uno trata de brindarles lo mejor y ¡qué mejor que el mismo Jesucristo!

La formación religiosa en la parroquia y en la escuela tiene necesariamente un carácter complementario de la catequesis previamente realizada en el seno de la familia. La familia es la primera educadora de la fe, y por ello no debe descargarse sobre la escuela o la parroquia toda la responsabilidad que supone la educación religiosa del niño. La Iglesia nos dice que este pequeño bautizado posee la vida de Dios. que la gracia divina lo capacita para tener 52

actitudes filiales, para vivir con Dios, para hablarle a su manera, mucho antes de haber recibido una enseñanza explícita. El saber conceptual no representa sino un aspecto de la educación religiosa. Antes de saber quién es Dios, el niño puede y debe situarse en una relación de amor con él. Así como hablamos la lengua antes de estudiar la gramática, nuestros niños deberán vivir su fe antes de aprender la doctrina. La primacía en esta etapa debe estar en la educación o formación religiosa. Es necesario atender primero a lo vivencial que a lo intelectual. Esto quiere decir que la educación en la fe que se ofrece entre los tres y los seis años sintoniza más con la llamada formación religiosa que con la enseñanza religiosa, que es propia de edades posteriores, más sistematizada, cognitiva y de profundización. La catequesis con los pequeños no consiste entonces en explicarles religión sino en presentarles, en un clima de admiración contemplativa, las verdades esenciales de la fe, y en permitirle entrar en relación amorosa con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. La catequesis con los niños pequeños debe entenderse como un camino interior, un itinerario espiritual, como el descubrimiento de una presencia que transforma la vida. Podríamos hablar de precatequesis o catequesis inicial, aplicando el término a la educación religiosa durante la etapa coincidente con el nivel inicial. El hecho de hablar de precatequesis no significa que, en esta etapa, no se ofrezca al niño una auténtica educación en la fe. Por el contrario, esta iniciación cristiana se realiza de forma embrionaria y va a sentar las bases, las raíces de la catequesis en los años posteriores. Es la “edad de oro” del interés del niño por el mundo religioso; el mejor momento para iniciarlo en la fe. El niño siente fascinación y respeto frente a lo sagrado, está en una continua actitud contemplativa y mantiene un trato cordial y de confianza con Dios, como pocas veces en la vida. El 53

niño, en esta etapa, capta y recibe la Buena Noticia de manera global, sincrética y totalizadora. Esta precatequesis parte de una rica experiencia en valores humanos, para ir descubriendo lentamente la dimensión trascendente de la vida, a la luz del evangelio. La catequesis en estos años es fundamentalmente ambiental. Los niños perciben como por ósmosis las actitudes religiosas adultas. Es imprescindible crear un clima en el que se perciba la presencia de Dios. El elemento más decisivo para la educación religiosa del niño pequeño está en las actitudes que los padres y educadores mantienen con respecto a Dios y a los demás, en el clima religioso familiar. La irradiación personal de la maestra catequista trasciende todo programa y método catequístico.

Características de la catequesis con niños pequeños Lo que no es o no debe ser

Lo que es o debe ser

Instrucción o enseñanza religiosa.

Formación o educación religiosa.

No consiste en explicarle religión ni en imponerle conceptos abstractos. No puede ser una catequesis meramente cognitiva.

El niño debe vivir un encuentro personal, espontáneo y directo con Dios. Es una catequesis vivencial.

No debe ser monótona, estática, aburrida, tediosa, triste, en un clima rígido e individualista.

Debe ser alegre, dinámica, divertida, en un clima de fiesta, de encuentro, de admiración gozosa de las maravillas de Dios.

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No tiene que estar basada en el castigo, miedo o temor a Dios.

Tiene que basarse en la confianza, el encuentro y en el amor a Dios.

No ha de presentarse a un Dios lejano, caprichoso, vengativo y perseguidor de los niños.

Debe presentar a un Dios Padre cercano, cariñoso, que quiere nuestro bien, que nos ama, que está siempre con nosotros y nos cuida.

No puede faltarle vida. Jamás ha de ser algo “muerto” o frío, sin entusiasmo vital; en un ambiente aburrido.

Debe ser celebrada y manifestada con todo nuestro ser y a través de los sentidos. El niño debe disfrutar de cada encuentro.

Improvisada, librada a la buena voluntad, discontinua.

Pensada, programada. Esto implica que la catequesis sea continua, planificada, sistemática y ocasional.

Vivida individualmente.

Debe ser celebrada comunitariamente. Por ello, debe iniciar a los niños en la oración, en el silencio y en la liturgia.

Pasiva. Sin la actividad del niño.

Totalmente activa. Donde los niños participen con toda su persona mediante el desarrollo de actitudes.

No debe servir para el provecho personal ni para el engrandecimiento del catequista.

Dialogada con Dios en la oración.

Sin la presencia de la familia.

Debe contar con la participación y la presencia de los padres, familiares, personas significativas en su historia; en un acompañamiento permanente.

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La catequesis con niños pequeños en el ámbito escolar La catequesis con niños pequeños en el ámbito escolar tiene lugar en el nivel inicial, preescolar o jardín de niños2, y se extiende hasta los primeros grados de la escuela primaria. Esta etapa de la vida escolar se presenta como un espacio privilegiado para la iniciación a la fe. La gran disponibilidad de los niños para las cosas de Dios por un lado, y la gran receptividad frente a las cosas bellas de la vida, por otro, transforman esta edad en un tiempo excepcional para iniciar a los niños en el encuentro con el Dios de la vida, en el encuentro con su Dios.

Catequesis ocasional y catequesis sistemática una de las preguntas que continuamente se hacen quienes trabajan en la catequesis con los más pequeños es si ésta debe implementarse de manera ocasional o de manera sistemática. La cuestión así planteada provoca una dicotomía que no tiene por qué existir. Sinceramente creo que la catequesis con los pequeños tiene que ser ocasional y sistemática a la vez, especialmente en el ámbito escolar. Si estos dos aspectos, inseparables y complementarios, no fueran tenidos en cuenta, probablemente nuestra catequesis se empobrecería.

2 Antes de reflexionar sobre la catequesis en el nivel inicial, quiero aclarar que cuando utilizo los términos: “jardín”, “kinder” “jardín de niños”, “preescolar” o “preprimaria” me estoy refiriendo sin distinción a la etapa comprendida entre los 3 y 6 años). Entonces, salvo expresa aclaración, tales términos los utilizaré indistintamente.

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La catequesis ocasional Las experiencias de vida que va teniendo el niño a lo largo de sus primeros años son muy importantes para él y representan la base de su aprendizaje vital. Entre estas experiencias vitales sobresalen algunas que, por su significado e importancia, no pueden pasar desapercibidas por padres y educadores. La adquisición del lenguaje, el juego, las mascotas, las fiestas familiares, los cumpleaños, el nacimiento de un hermanito, o también la muerte de un familiar querido u otras tantas experiencias, constituyen hitos trascendentales en el desarrollo del niño. Estos acontecimientos tienen una profunda significación y un alto valor movilizante para los pequeños. Todos sabemos muy bien que cuando un niño está profundamente motivado, preocupado o simplemente atrapado emocionalmente por alguna cuestión en especial, muy difícilmente podremos distraerle la atención de la misma. Estas experiencias movilizan internamente a los niños a tal punto que para ellos no existe, momentáneamente, otra realidad que la cosa en cuestión. La catequesis con niños pequeños, especialmente en el nivel inicial, no puede ignorar este dato tan importante. Como el primer paso de la catequesis es partir de la situación de vida del catequizando, muchas veces habrá que partir de las situaciones que los mismos niños plantean. Ellos continuamente nos traen su problemática, a veces en los momentos y lugares más inoportunos. No podremos ignorar estos reclamos por mucho tiempo. Hechos que para nosotros no parecen importantes, para los niños sí lo son. Todo hecho o acontecimiento humano es plausible de ser iluminado desde el evangelio. Cualquier ocasión es buena para realizar una catequesis. En tales ocasiones el maestro catequista deberá confiar en sus primeras intuiciones y en la presencia viva del Espíritu Santo que en todo momento nos ayudará a responder a las expectativas de los 57

niños. Por todo lo expuesto, la educación religiosa de los pequeños ha de ser ocasional, tanto en la familia como en la escuela. Esto quiere decir que la catequesis debe brindarse con ocasión de tales hechos o acontecimientos que afectan a los niños, en el momento que surgen, espontáneamente. Estas situaciones son privilegiadas, pues el niño tiene abierto todo su ser a la respuesta que Dios le da a través de sus referentes centrales: los adultos. Esta catequesis ocasional es de vital importancia, más aún cuanto menor es la edad de los chicos. Debido a la gran fantasía y dispersión de los niños pequeños habrá que realizar un gran esfuerzo para detectar entre todos esos hechos cuáles son los que mayor significación tienen en todo el grupo, y guiarlos para ayudarlos a captar el mensaje central. Estar atentos a los climas, a las ocasiones especiales de los pequeños y sus necesidades, no significa de ningún modo no prepararse para estos momentos especiales de la catequesis, sino saber leer los intereses propios de la edad, y de ese modo acompañar e iluminar desde la fe la vida cotidiana. quizás un ejemplo sea esclarecedor. Las preguntas de los más pequeños son medulares, profundas, y de más está decir lo difícil que resulta algunas veces contestarlas. Pero si es desde el convencimiento y el amor, ellos pueden leer nuestra fe a veces más que los propios adultos. una tarde en el jardín de niños un pequeño de cinco años se acercó a hacerme una pregunta: —Elenita, te tengo que hacer una pregunta... —Sí, claro. (Me senté en una sillita a su altura y puse otra frente a mí para que charláramos cómodamente). —Bueno… yo te quería preguntar… Para ir al cielo ¿hay que morirse? —Y sí… sólo llegamos al cielo con Jesús después de morir. —¡Ah…! Entonces ahí está mi pregunta: si para ir al cielo hay que morirse, ¿cómo sé yo qué voy a sentir en el cielo si voy a estar muerto? ¿Cómo sé si siente algo si uno se murió? A ver, si llego al cielo y no me doy cuenta… —Bueno…yo nunca fui al cielo, pero…, (me interrumpe)

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—Y no, Elenita, no te moriste… —Claro… por eso… Evidentemente mis palabras no le respondían su inquietud; si bien yo le comentaba lo que Jesús nos prometió, y lo que podía decirle del cielo. Es así como el pequeño se paró, me tomó la cara con sus dos manitos y me dijo: —Elenita… todo lo que me dices, lo crees ¿no? —¡Sí, por supuesto! —Entonces… yo también. ¡gracias! Se ve que voy a darme cuenta cuando llegue. Ahora me voy a jugar al patio… Me dio un abrazo fuerte y se fue a jugar con sus amiguitos. Suelo decirles que: “Como a Jesús lo quiero, le creo, y como le creo, confío, pero no siempre entiendo”. Los catequistas no tenemos respuestas para todas las preguntas. Inútil es intentar explicar todo; es más verdadero reverenciarse frente al misterio, saber que creemos aun sin poder dar respuestas a todos los interrogantes de la vida, que confiamos, que sabemos que Dios nos ama y nos protege, caminando siempre a nuestro lado. Elena Santa Cruz

La catequesis sistemática Necesariamente la catequesis ocasional tiene que ser complementada con la catequesis sistemática. De lo contrario correríamos el riesgo de no profundizar nuestra fe. La catequesis debe ser continua, progresiva y ordenada para que las actitudes de fe elementales se vayan arraigando. Considero que esta catequesis sistemática puede enseñarse a partir de los de tres años, teniendo en cuenta algunas previsiones. En la escuela, durante la etapa preprimaria es muy importante que por lo menos podamos asegurarnos que haya un encuentro semanal de catequesis, programado en un horario y día fijos. Claro está que esto es flexible y habrá ocasiones en que podremos efectuar los cambios que juzguemos pertinentes. Con todo conviene que nos habituemos –los chicos y nosotros– a que existe un momento 59

dedicado a Dios en la semana escolar. un espacio pensado, esperado y preparado para tan importante encuentro. A medida que los niños vayan creciendo y acostumbrándose a estos encuentros, podrán realizarse dos veces por semana. En estos casos es aconsejable realizarlos de manera cíclica; es decir, en un encuentro se plantea un tema catequístico, y en el otro se lo refuerza con distintas actividades. Esta catequesis sistemática nos ayudará a ir desarrollando los temas catequísticos que consideremos importantes para el crecimiento espiritual de los niños y a seguir el proceso de Dios en la pedagogía de la fe.

¿Maestras/os o catequistas?3 Muchos se preguntan qué es más conveniente en la catequesis del nivel inicial: ¿qué sean las mismas maestras las que impartan la catequesis o que sean catequistas especializadas quienes desarrollen la tarea? Esta elección dependerá de las circunstancias, de la preparación catequística de las maestras, de la formación docente de las catequistas pero, sobre todo, de la calidad, sencillez y transparencia religiosa de quienes se dediquen a tan hermosa tarea. Habrá que considerar la disponibilidad ante las cosas de Dios, la capacidad de sintonizar con los pequeñitos y el propio testimonio de vida de las educadoras.

quisiera hacer una aclaración. Como generalmente la población docente del nivel inicial está compuesta en su mayoría por mujeres, solemos hablar de maestras. Ello no quiere decir que la presencia de varones no sea necesaria en este nivel, muy por el contrario, nos alegra y alentamos el hecho de que cada vez hayan más maestros en los jardines de niños que expresen la complementariedad del hombre y la mujer, realizando una educación integral. 3

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Cualquiera de las dos alternativas (maestras que den la catequesis o catequistas especializadas) o ambas posibilidades combinadas, pueden dar excelentes resultados. Lo importante es tener bien claro qué es lo que se pretende lograr.

El rol fundamental de la maestra/o de nivel inicial Dadas las condiciones antes citadas, considero que la maestra tiene un rol fundamental que desempeñar en la catequesis del nivel inicial. A mi entender creo que, salvo situaciones que justifiquen lo contrario, la maestra tendría que ser la catequista de sus propios alumnos. No sólo la maestra conoce profundamente la situación de vida de los niños, sino que convive diariamente con ellos, con sus necesidades, con su problemática actual, con su “aquí y ahora”. Por otra parte, el ascendiente espiritual que la maestra ejerce sobre los niños y su presencia permanente entre ellos, conforman una relación tan estrecha e íntima, que sólo es comparable a la de los padres y seres queridos del niño. La maestra se encuentra en una posición privilegiada para encarar la formación religiosa en el nivel inicial. Nadie como ella puede integrar la catequesis ocasional con la sistemática, conocer las necesidades y requerimientos esenciales de los niños y dar una respuesta a tales interrogantes. Todo esto le exige a la maestra una clara opción de fe, expresada con el testimonio de su vida; una preparación cuidadosa, planificada y bien pensada de la catequesis y una sólida formación y actualización catequística permanente. Claro está que la catequesis en el nivel inicial no puede estar librada sólo a la buena voluntad y disposición de las maestras. La escuela católica, sus autoridades, los sacerdotes, los religiosos, los directivos, los coordinadores de la catequesis y de la pastoral, todos son responsables 61

de la marcha de la catequesis en todos los niveles de la institución. Lamentablemente, tengo que expresar lo que he notado en muchos años de trabajo en la catequesis del nivel inicial. Es muy frecuente ver a las maestras haciendo lo que buenamente pueden en la catequesis, libradas a su buena voluntad. Para que todo este trabajo dé sus frutos, es imprescindible contar con la presencia de un coordinador o animador de la catequesis de los más pequeños y con la presencia atenta de los sacerdotes, religiosos y directivos. De esta manera, las catequistas podrán contar con el asesoramiento y apoyo necesarios, compartir sistemáticamente sus experiencias, planificar y trabajar en equipo. Lo que resulta fundamental en el trabajo entre el coordinador y la maestra es la profunda comunicación que deberá existir para poder de ese modo comprender la realidad del grupo y así acompañar a los pequeños a vivir la experiencia de fe en comunidad. Todas las catequistas y maestras deberían solicitar a las autoridades la presencia de un coordinador de catequesis que las acompañe y asesore en la tarea. Por otra parte, las autoridades o últimos responsables deberían arbitrar los medios para que las maestras se formen catequísticamente. Asimismo, los responsables deberían procurar adquirir la mayor y mejor cantidad de recursos didácticos para desarrollar el despertar de la fe de los niños pequeños: biblias para niños, lugares para la oración, imágenes religiosas, canciones, audiovisuales, videos, libros de texto, libros de formación catequística, materiales varios, etcétera.

La catequesis con niños pequeños en el ámbito parroquial No es necesario exponer aquí todos los argumentos emanados de la Psicología y Pedagogía que hablan de la 62

gran importancia de los primeros años de vida para la formación de la personalidad. En el ámbito de la educación de la fe sucede lo mismo. Las primeras experiencias de Dios son cimientos en cuanto a la formación de la personalidad abierta a la trascendencia. Es la edad de oro en la iniciación en la vida de fe, que sentará las bases de experiencias futuras. Lamentablemente, en las parroquias estos conceptos tan fundamentados y evidentes, no siempre han sido tenidos en cuenta a la hora de organizar propuestas para la iniciación de los niños en la fe. Por lo general, la catequesis de niños comienza alrededor de los ocho años, con motivo de la preparación de la mal llamada primera comunión. Cuestión que es un craso error pastoral. Otro elemento importante a tener en cuenta, es el hecho de que el catolicismo ya no es algo naturalmente heredado, y la cristiandad, como se la entendía hasta ahora, está en crisis. Hemos pasado de una situación de cristiandad en la que se “nacía” cristiano, a una situación de misión en la que se es cristiano por opción. La catequesis era entendida como acción pastoral previa a un sacramento, en la cual los destinatarios centrales eran los niños y jóvenes. Hoy no se nace cristiano, se elige ser cristiano. Más que hablar de transmisión, es imprescindible hablar de iniciación. Vivimos una nueva situación sociocultural y religiosa que plantea exigencias nuevas al anuncio del evangelio. Paradójicamente, esta situación nos obliga a valorar más la novedad de la fe cristiana. En esta revaloración, la catequesis de niños pequeños adquiere un sentido iniciático, no sólo de los niños, sino de su familia, en especial de las jóvenes mamás que necesitan ser iniciadas en el camino de la fe, y qué mejor momento que cuando se encuentran acompañando y disfrutando de sus hijos en esta etapa tan hermosa del crecimiento. Es hora de que las parroquias y los centros pastorales empiecen a darse cuenta de la gran oportunidad que tienen 63

de desarrollar propuestas o caminos de iniciación cristiana para los niños y niñas de 3 a 6 años, junto a sus familias. Los responsables de la pastoral y la catequesis tienen que ir generando, cada vez más, la posibilidad de establecer grupos de catequesis de preiniciación para niños pequeños de 3 a 6 años. Estos espacios no sólo responderían a la necesidad que tienen los padres actuales de dejar a sus hijos para poder ir a trabajar, sino que se entroncarían en la formación integral y permanente de la persona, desde los primeros momentos. un buena ocasión para proponer estos encuentros, puede ser cuando los hermanos más grandes asisten a la catequesis de iniciación cristiana, es decir, a la preparación para los sacramentos. Muchos de sus hermanitos pequeños pueden recibir, a veces junto a sus padres, otras veces solamente con los niños, una precatequesis que los introduzca en las vivencias balbuceantes, pero intensas, de la vida de fe. Otro momento apropiado puede ser después del bautismo de los pequeños. Por diversas circunstancias el bautismo de los recién nacidos se ha ido posponiendo. En muchas parroquias, las familias solicitan el bautismo de sus hijos entre el primer año y los tres años de vida. Este hecho nos abre las puertas para proponer encuentros de catequesis postbautismales. En ambos casos se perfila como prometedora una catequesis ocasional. Es decir, ir proponiendo algunos encuentros esporádicos con temas muy concretos. Por ejemplo, dos o tres encuentros con las mamás para iniciar a los niños en el silencio y la oración. un par de encuentros para hablar y aprender a preparar la Navidad con los pequeños. Algunos encuentros con abuelos, padres y niños para hablar y experimentar la devoción a la Virgen María. También se puede pensar en encuentros cortos, pero intensos con los niños, sobre temas que les fascinan como el relato de la creación, el arca de Noé, etcétera. No sólo se trata de 64

transmitir conocimientos, sino de realizar experiencias con los niños, iniciándolos a los grandes signos como la luz, el nombre, el agua, el pan, etcétera. Para estos encuentros habrá que buscar a los catequistas más capaces y creativos, preferentemente docentes del nivel inicial y procurar los medios necesarios para que la catequesis postbautismal o de preiniciación sea una realidad en todas la parroquias y centros pastorales. En los años ochenta esta experiencia se realizó en la Parroquia de Lourdes, en la ciudad de Buenos Aires. Niños de tres a cinco años iban a pasar la tarde del sábado a la parroquia, al taller de catequesis. En las casi tres horas que duraba la actividad, los pequeños tenían su espacio de encuentro catequístico, merendaban y hacían taller de artesanías en el que se expresaba lo vivido en el encuentro, que concluía con las familias reunidas en la capilla, resultando muy enriquecedor para todos. La preparación del taller era fundamental. Cada año poseía su itinerario catequístico, y se planificaban los temas de cada encuentro y el correlato de las artesanías que se realizaban como expresión de lo vivido. Los sábados se dividían en cinco grandes momentos que reflejaban las necesidades e intereses propios de la edad. 1. un primer momento de encuentro con el grupo para compartir la semana. 2. El momento especial del encuentro catequístico. 3. Taller de artesanía como expresión de lo vivido. 4. Merienda 5. Oración final en la capilla compartida con las familias. Estos momentos se repetían sábado tras sábado, lo cual daba seguridad y previsibilidad a los niños, que al ser tan pequeños necesitan rutinas que los ubiquen en lo que va a suceder. A lo largo del año, el taller de catequesis realizó muchas actividades más allá de los encuentros, como la muestra navideña, a la que toda la comunidad era invitada a emocionarse con lo realizado por los mas pequeños. A su vez, toda campaña que realizaba la parroquia era tema de charla y colaboración desde las posibilidades de la edad. ésta era una manera de hacer sentir a los pequeños que formaban parte de la comunidad parroquial, y sus produccio-

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nes eran presentadas en las misas del domingo lo que servía para sensibilizar a la comunidad que veía en la ternura de los niños la dulzura de Dios. Hoy, a más de treinta años de la experiencia, algunos de aquellos pequeños… hoy adultos, recuerdan sus tardes en la parroquia, merendando, haciendo artesanías con arcilla y rezando en la capilla. Estos recuerdos de los primeros años ligados a experiencias con sus familias y la parroquia resultan imborrables... Elena Santa Cruz

La participación de la familia en la catequesis La familia cristiana o “iglesia doméstica” como la llama Juan Pablo II, en su exhortación apostólica Familiaris Consortio constituye el núcleo fundamental de la sociedad y de la Iglesia; el núcleo donde nace y crece la fe4. La familia es la primera responsable de la educación de la fe de sus hijos. Ella es la que debe velar por el crecimiento de la fe, educar en los valores esenciales de la vida humana y constituirse en la primera evangelizadora de sus hijos. El testimonio de vida cristiana, ofrecido por los padres en el seno de la familia, llega a los niños envuelto en el cariño y el respeto materno y paterno. Los hijos perciben y viven gozosamente la cercanía de Dios y de Jesús que los padres manifiestan, hasta tal punto que esta primera experiencia cristiana deja frecuentemente en ellos una huella decisiva que dura toda la vida. Este despertar religioso infantil en el ambiente familiar tiene, por ello, un carácter insustituible.

4 JuAN PABLO II, Exhortación Apostólica: Familiaris Consortio, Ediciones Dabar, México, 1981.

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“... En efecto, la catequesis familiar precede, acompaña y enriquece toda otra forma de catequesis”. Directorio Catequístico General, 1997 Nº 226

No hay educación en los valores posible si no hay plena participación de los padres en la misma. Es más, los padres son los primeros “maestros de la vida” y quienes tienen el derecho de elegir qué tipo de valores quieren para sus hijos. Mucho más, cuando se trata de la educación en la fe. La presencia de las familias en la catequesis de los niños es de vital importancia. Sin participación de la familia no hay catequesis posible. En el caso de los más chiquitos, esta participación se torna irreemplazable. Los catequistas tienen que pensar su catequesis incluyendo permanentemente a la familia en la misma. De lo contrario, toda la catequesis corre el riesgo de desmoronarse, si no cuenta con el acompañamiento y la adhesión de los padres y familiares cercanos. La colaboración entre catequistas y padres (intercambio de ideas acerca del programa, los métodos, las dificultades, recursos, canciones, material de apoyo, etcétera) es necesaria para que la educación de los niños tenga un proceso adecuado y coherente. Esta colaboración es útil tanto a los catequistas como a los padres, en el sentido de ayuda para el ejercicio de sus responsabilidades específicas. En todo momento habrá que pensar en actividades que integren a la familia a la catequesis: celebraciones con la presencia de los papás, los abuelos, los hermanos; trabajos hechos en conjunto por toda la familia; reuniones de reflexión para padres; grupos de oración; actividades catequísticas para compartir en familia después de cada encuentro; visita de la imagen de la Virgen María a las casas; reuniones familiares; bendecir la mesa; talleres solidarios, etcétera. 67

En esta presencia de las familias en la catequesis resulta muy importante el aporte de los abuelos. Su disponibilidad, su sabiduría y su sentido religioso, son muchas veces decisivos para favorecer un clima verdaderamente cristiano. No hay que confundir la participación de la familia en la catequesis con lo que llamamos “catequesis familiar”. La catequesis familiar es un método catequístico que implica la participación directa de las familias en la catequesis de sus hijos. Es decir, que son los mismos papás quienes imparten la catequesis a sus hijos, organizándose y preparando los encuentros grupalmente. En nuestro caso, lo que buscamos es lograr cada día más la participación, la adhesión y la presencia de toda la familia en la educación de la fe de sus hijos.

Un niño es la alegría no sólo de sus padres, sino también de la Iglesia y de toda la sociedad. ¡Qué importante es el niño para Jesús! En el niño hay algo que nunca puede faltar a quien quiere entrar en el Reino de los Cielos. Al cielo van los que son sencillos como los niños, los que como ellos están llenos de entrega confiada y son ricos de bondad y puros. Sólo éstos pueden encontrar en Dios un Padre y llegar a ser, a su vez, gracias a Jesús, hijos de Dios. Es propiamente así: Jesús y su Madre eligen con frecuencia a los niños para confiarles tareas de gran importancia para la vida de la Iglesia y de la humanidad. Juan Pablo II Carta a los Niños, diciembre de 1994.

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Capítulo III

Jesús, el primer catequista Existe un hecho maravilloso: Dios interviene, hace irrupción en la historia de los hombres y establece su reino. Dios está actuando y salvando al mundo por Jesucristo. ésa es la Buena Noticia: Dios se hace presente en medio de nosotros, de manera plena y definitiva, a través de su Hijo Jesús (Lc 2,10-11; Jn 1,1-18; He 2,22-36; 13,16-41; 1Jn 1,1-14). Jesucristo es el centro vital del universo, por él somos, nos movemos y existimos, según reza san Pablo. Jesús mismo es el mensaje de salvación, la palabra eterna hecha carne. él revela y transmite su palabra, es decir, él mismo se entrega a nosotros por amor. Jesús es el primer y único catequista, es el catequista. Nadie mejor que él para enseñarnos a transmitir su propia palabra. Evidentemente, Jesús en los evangelios no habló de método catequístico. El obraba en medio de la gente, cubriendo sus necesidades, sanando su espíritu y anunciando el reino. Jesús no explicó cómo ser catequista; simplemente hizo de su vida un testimonio constante del amor del Padre. No obstante ello, podemos intentar hacer una relectura de los evangelios desde la óptica de Jesús como

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catequista. Por ello vamos a intentar dirigir nuestra mirada a la manera en que él proclamaba y anunciaba su palabra, a la forma en que Jesús catequizaba. Nada mejor que analizar cómo actuaba Jesús en su catequesis para poder darnos una idea de cómo actuar nosotros. él es el modelo, el prototipo, el perfil ideal de todo catequista y en él debemos apoyarnos para que nuestra labor dé sus frutos. Entre todos los textos tan ricos que la palabra de Dios nos ofrece, existe un pasaje evangélico que siempre me ha conmovido: el encuentro de Jesús con Zaqueo. Es fascinante seguir de cerca el proceso que realiza Jesús con Zaqueo para que se encuentre consigo mismo y con sus hermanos. Vamos precisamente a tomar este texto como punto de partida para la reflexión y el análisis del actuar catequístico de Jesús.

Jesús y Zaqueo El episodio es narrado sólo por Lucas. Contiene una riqueza, una profundidad y un conocimiento de la realidad humana como sólo Jesús podía tenerlo. Les sugiero que realicen una lectura pausada y atenta del texto. Imagínense la situación, los movimientos, la ubicación geográfica, el tono de voz, la cadencia, las miradas y los diálogos no escritos; pero sobre todo centren la atención en el accionar de Jesús, en su modo de encarar una situación tan delicada. He aquí el texto: Habiendo entrado Jesús en Jericó, atravesaba la ciudad. Había allí un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de los cobradores de impuestos y muy rico. quería ver cómo era Jesús, pero no lo conseguía en medio de tanta gente, pues era de baja estatura. Entonces se adelantó corriendo y se subió a un árbol para verlo cuando pasara por allí. Cuando llegó Jesús al lugar, miró hacia arriba y le dijo: Zaqueo, baja enseguida, pues hoy tengo que quedarme en tu casa. Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría.

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Entonces todos empezaron a criticar y a decir: Se ha ido a casa de un rico que es un pecador. Pero Zaqueo dijo resueltamente a Jesús: Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y a quien le haya exigido algo injustamente le devolveré cuatro veces más. Jesús, pues, dijo con respecto a él: hoy ha llegado la salvación a esta casa, pues también este hombre es un hijo de Abraham. El Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido. Lc 19,1-10

El proceso catequístico de Jesús Es fascinante ver cuál fue el proceso que utilizó Jesús para llegar al corazón Zaqueo. El publicano vivía una historia de indiferencias y deslealtades. Se dedicaba a cobrar impuestos a sus hermanos, los judíos, para entregárselo a los romanos, el pueblo invasor. Apoyado en la fuerza de los legionarios, seguramente era inflexible e impiadoso. Se había enriquecido a costa de esquilmar a su pueblo. Era rico, pero era un hombre bloqueado con su historia vital. Vivía en la inseguridad de no contar con nadie, ni siquiera con él mismo. No sabía ni podía crecer como persona. Estaba totalmente alienado ante sí mismo, ante los demás y ante el Dios viviente. Se había transformado en un ser odioso y en motivo de escándalo para la comunidad. Era un traidor. Jesús no se escandaliza ante tal realidad, muy por el contrario, la respeta y ama profundamente, al punto tal que decide ayudar a Zaqueo a reencontrarse con su historia. En una palabra: lo personaliza, lo hace crecer como persona, porque lo ama y quiere su felicidad. Por eso Jesús toma la iniciativa, da el primer paso y luego procede respetuosamente. Sin prejuicios ni temor al que dirán. Con decisión, busca llevar a Zaqueo por los caminos del amor y las exigencias de una vida mejor. 71

Y esto es lo primero que precisamente tenemos que aprender los catequistas: amar y respetar profundamente la realidad de nuestros catequizandos, en nuestro caso, los niños pequeños. Si queremos ser buenos catequistas lo primero es amar a los niños y respetarlos íntegramente como personas, no imponiéndoles nada, sino acercándolos al amor de Dios. ¿qué significaría hoy respetar profundamente la realidad del otro? Mirarlo sin juzgarlo, comprender y aprender de su cultura para que desde este diálogo nuevo podamos construir un puente de evangelización. No comprender la realidad de nuestros catequizandos, es hablar en un lenguaje que les resulte inaccesible; cuando Jesús lo que desea es llegar al corazón del otro en su propia historia. Evidentemente Jesús no habla en los evangelios de un método catequístico, pero sí podemos percibir una manera de obrar, una pedagogía, una metodología que le es propia y que la utiliza con frecuencia. En el encuentro con Zaqueo, el proceso utilizado por Jesús podría resumirse de la siguiente manera. 1. Jesús parte de la realidad de vida o de la situación existencial de Zaqueo. Jesús ama y conoce profundamente la realidad de Zaqueo. él toma la iniciativa, le pide alojarse en su propia casa. Sabe de las angustias y dolores del corazón de Zaqueo, intuye su capacidad de cambio, cree en él, se la juega por él y no teme las murmuraciones ni las represalias. Va hacia lo profundo, hacia su corazón. recién en ese momento: 2. Jesús anuncia su palabra: “Zaqueo, baja enseguida, pues hoy tengo que quedarme en tu casa.” Esta palabra es transformadora, viviente, operante. genera un cambio de vida, un cambio en el corazón. Jesús mismo es la palabra hecha carne (Jn 1,1-18) esperada des72

de todos los tiempos y proclamada por los profetas. Esta palabra opera la salvación y la redención en nosotros con una fuerza extraordinaria. Por eso mismo operó un cambio fundamental en Zaqueo. Lucas no nos ha dejado muchos datos sobre el diálogo entre Jesús y Zaqueo, pero el texto nos permite intuir una profunda comunión de espíritu. Seguramente, envuelto en la mirada intensa y paternal de Jesús, el diálogo habrá sido profundo, enternecedor y conmovedor. La dulzura de Jesús colma el corazón de Zaqueo, al punto de permitirle desbloquearse, convertirse, reencontrarse como persona, reencontrarse con los demás y con el Dios viviente. 3. Se produce un cambio de vida o respuesta vital Zaqueo, sacudido por el amor de Dios, tocado y sanado por la palabra de Dios, se encuentra y se acepta a sí mismo. Esto le permite descubrirse, abrirse a los demás y al Otro (el Dios viviente). Liberado de su carga, capaz de amar y ser amado y, quizás por primera vez en su vida, escuchado, Zaqueo deja todo para seguir a Jesús. Hasta tal punto cambia su vida después del encuentro con Jesús, que ya no le importa su pasado, sino que se lanza definitivamente hacia la vida plena: “Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y a quien le haya exigido algo injustamente le devolveré cuatro veces más...” La conversión de Zaqueo es confirmada por el mismo Jesús: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa...” Los evangelios no nos han dejado más datos sobre la vida posterior de Zaqueo, pero podemos deducir de las propias palabras de Jesús, que Zaqueo habrá sido un fiel discípulo suyo, formando parte de las primeras comunidades cristianas. Zaqueo pasa de ser discípulo (seguidor) de Jesús para convertirse en apóstol (testigo o anunciador) de la Buena Noticia, es decir, se transforma en catequista: lleva sus hermanos hasta Jesús. Se convierte en puente para que sus hermanos conozcan a Jesús, y luego ellos mismos lo reconozcan como el Salvador, transformándose a su vez en 73

discípulos del Maestro y nuevos apóstoles de su mensaje. Y ésta es la experiencia que se viene transmitiendo de persona a persona, de corazón a corazón, de padres a hijos, de catequistas a catequizandos desde hace dos mil años en el seno de la Iglesia y hasta llegar a todos los confines de la tierra. Así se conforma lo que podríamos llamar la dinámica del discípulo-apóstol, es decir, la dinámica del catequista. Esta dinámica podríamos resumirla de la siguiente manera:

llama a

(discípulos) SUS HERMANOS (apóstoles)

responde

74

(discípulo) ZAQUEO (apóstol)

responde

llama a

JESÚS

El actuar catequístico de Jesús podría expresarse entonces en tres momentos, que de alguna manera van a marcar la estructura básica de la catequesis:

EStRUctURA báSicA dE lA cAtEQUESiS 2. ANUNciAR lA pAlAbRA dE diOS

1. pARtiR dE lA SitUAcióN dE vidA

3. pROpiciAR UN cAMbiO dE vidA O RESpUEStA dE fE

Estos tres momentos utilizados por Jesús aparecen de una manera u otra, en el Nuevo Testamento en diversos pasajes. No pretendo analizar dichos textos aquí, pero ustedes pueden hacerlo y van a comprobar que dicha estructura (situación de vida-proclamación de la palabrarespuesta de fe o compromiso) se presenta con frecuencia en los evangelios. Les indico algunos textos, para que profundicen el camino seguido por Jesús catequista:

       

Jesús y la samaritana: Jn 4,1-30 y 39-42 Curación del sordomudo: Mc 7,31-37 Curación del paralítico: Jn 5,1-14 Curación de los leprosos: Lc 7,11-19 Elección de los apóstoles: Mc 3,13-18 La mujer adúltera: Jn 8,1-11 Jesús y el ciego de nacimiento: Jn 9,1-41 Los apóstoles en Pentecostés: He 2,13-41

¡qué interesante sería realizar un relectura de los evangelios desde la óptica de Jesús catequista! Atendiendo 75

a las actitudes que toma Jesús, a cómo anuncia su palabra, a su manera de catequizar, a su forma de proceder como educador de la fe. Seguramente esta relectura nos ayudará muchísimo a reubicarnos como pregoneros de su vida y de sus palabras.

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Capítulo IV

Plasmando un método catequístico1

Consideraciones generales Primero vivimos, después reflexionamos sobre la vida. El aprendizaje del Primero vivimos, después reflexionamos vida. El aprendizaje la amor de pareja, la educación de los hijos, lasobre tarealade la evangelización, del amor deypareja, educación los hijos, de lason, evangelizaespiritualidad tantos la otros asuntosdevitales paralaeltarea hombre en primer ción, la espiritualidad y tantos otros asuntos vitales para el hombre son, lugar, vividos y luego, sistematizados. en primer lugar, vividos, y luego sistematizados. P. Francisco De Vos . P. Francisco De Vos 

Hablar de método muchas veces significa reducir o encuadrar la realidad, y mucho más cuando se trata de realidades que tienen que ver con la interioridad del hombre y su proyección hacia los demás o hacia Dios.

1 Este capítulo se encuentra desarrollado previamente en mi libro Metodología catequística para niños. Cómo dar catequesis hoy, Editorial PPC, Madrid, 2005. 2 DE VOS, Francisco, Metodología Catequística, Ediciones Don Bosco, Buenos Aires, 1981, p. 5.

77

Sin embargo, el hombre, gracias a su capacidad de análisis y reflexión, puede encontrar las grandes constantes que favorecen la vida y aquellas que la entorpecen. Estas experiencias y reflexiones son comunicables, ayudan a vivir, evitan accidentes innecesarios y facilitan el obrar. Por ello el hombre puede hablar de método como un camino para llegar a... y transmitirlo también a otros. Con la condición de mantener el respeto a la vida, que es siempre nueva y nunca se agota. Cuando se trata de metodología catequística los límites de los métodos aparecen más a la vista. Evidentemente la adhesión de los catequizandos a la fe, a Dios –que es fruto de la gracia y de la libertad– no depende en última instancia del catequista, sino del accionar de Dios y de la respuesta libre del hombre a tal accionar. Para que un método pueda ser aplicado a la catequesis ha de ser coherente con los criterios evangélicos y con la finalidad de comunicar la verdad revelada. El catequista, como Zaqueo, es un simple cable entre Dios y los niños; un puente, un instrumento del amor de Dios. una sólida espiritualidad y un testimonio de vida cristiana en el catequista constituyen el alma de todo método. Los niños leen más en el catequista que en el libro, se impregnan más de su conducta que de sus palabras, se les graba más con los ojos que con los oídos. Son como la esponja: absorben todo lo que ven. Juan Pablo I

Teniendo en cuenta estas consideraciones es como podemos hablar propiamente de metodología catequística. La Iglesia ha ido madurando y rumiando a lo largo de los siglos la mejor manera de transmitir la Buena Noticia, y esa experiencia en la educación de la fe se ha ido adaptando y sistematizando por siglos, de acuerdo a las necesidades y los signos de los tiempos. 78

En la transmisión de la fe, la Iglesia no tiene de por sí un método propio ni único, sino que, a la luz de la pedagogía de Dios, discierne los métodos de cada época, asume con libertad de espíritu “todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio” (Fil 4,8). De este modo, la variedad en los métodos es un signo de vida y una riqueza, y a la vez una muestra de respeto a los destinatarios... Directorio General para la Catequesis, 148

Evidentemente, no existe ningún método totalmente original y nuevo; será siempre el resultado de una síntesis. A lo largo de su historia, la Iglesia fue mostrando con mayor o menor vehemencia determinados aspectos del método catequístico. El catequista es el mediador, el que facilita tanto la comunicación entre Dios y los catequizandos y la interlocución entre la comunidad y sus miembros, como el diálogo entre aquellos que constituyen el grupo de catequesis. De aquí se desprende la gran importancia de trabajar en comunidad. En todo momento es indispensable el intercambio de ideas, de experiencias, de puntos de vista. Necesitamos de los otros para educar en la fe, para ser auténticos apóstoles, ya que fundamentalmente catequizamos en comunidad. Las grandes líneas de la metodología catequística, las experiencias nuevas, las propuestas distintas, la formación de los catequistas, todo debe y tiene que ser aprendido en Iglesia. No podemos aislarnos. Nuestra tarea es una tarea en comunión y participación. En comunión con la doctrina social de la Iglesia (expresada en la variedad de documentos oficiales) y en participación con nuestros hermanos, miembros del pueblo de Dios, guiados por nuestros pastores, los obispos. Cada ser humano es único e irrepetible, y por ello implanta un matiz original al método catequístico. Cada persona con sus potencialidades, sus capacidades, su historia y su formación es un elemento al que el método; debe 79

adaptarse. El catequista es el que pone en práctica el método; pone parte de él en lo que hace. Esto no significa que cada catequista tenga “su” método; pero sí que el método como instrumento, sea utilizado de una manera personal. El catequista es intrínsicamente un mediador que facilita la comunicación entre las personas y el misterio de Dios. El catequista reconoce que el método está al servicio de la revelación y de la conversión, y por eso ha de servirse de él con absoluta fidelidad a Dios y al hombre. Desde el Concilio Vaticano II se ha insistido en la renovación catequística y sus métodos. Estos deberán ser adaptados a la edad, a la cultura, a la capacidad de las personas, tratando de fijar siempre en la memoria, la inteligencia y el corazón las verdades esenciales que deberán impregnar la vida entera. Este método, con las debidas adaptaciones, es válido para cualquier tipo de acción catequística (adultos, niños, encarcelados, adolescentes, discapacitados, etcétera) y está basado en el accionar catequístico de Jesús, como vimos anteriormente. Cada catequista inserto en su realidad, observador de la vida de su comunidad, deberá adaptar el método para ser puente de vida que permita el encuentro con Jesús y así transformar las historias de sus catequizandos. Con estas consideraciones previas podemos entrar directamente en una suerte de método catequístico para niños, tratando de ser fieles al obrar catequístico de Jesús.

El método catequístico El Directorio general para la Catequesis habla en la tercera parte de la pedagogía de la fe. En el capítulo ii, en “Elementos de metodología”, nos dice: La experiencia humana en la catequesis hace que nazcan en el hombre intereses, interrogantes, esperanzas e inquietudes, reflexiones y juicios, que confluyen en un cierto deseo

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de transformar la existencia. La catequesis deberá procurar que las personas estén atentas a sus experiencias más importantes, ayudarlas a juzgar a luz del Evangelio las preguntas y necesidades que de estas experiencias brotan, educar al hombre a vivir la vida de un modo nuevo. La experiencia ayuda a hacer inteligible el mensaje cristiano... La experiencia asumida por la fe viene a ser en cierto modo ámbito en el que se manifiesta y realiza la salvación. La iluminación y la interpretación de la experiencia a la luz de la fe se convierten en una tarea permanente de la pedagogía catequética... haciendo posible una correlación entre las experiencias humanas profundas y el mensaje revelado. Directorio General para la Catequesis 152 y 153

retomando la reflexión que hacíamos sobre el encuentro entre Jesús y Zaqueo, y las reflexiones que emanan del Directorio Catequístico general, podemos intentar vislumbrar en el actuar catequístico de Jesús tres momentos bien definidos, que se podrían estructurar de la siguiente manera:

EStRUctURA báSicA dE lA cAtEQUESiS 2. ANUNciAR lA pAlAbRA dE diOS

1. pARtiR dE lA SitUAcióN dE vidA

3. pROpiciAR UN cAMbiO dE vidA O RESpUEStA dE fE

Todo encuentro catequístico incluye estos tres pasos, que con las correspondientes adaptaciones, van a jalonar el itinerario permanente de la catequesis. 81

Los tres grandes pasos del encuentro catequístico 1. Se parte de la situación de vida o experiencia vital del catequizando Se parte de la experiencia personal, humana del catequizando o de la experiencia vital del grupo que recibe la catequesis. La vida concreta que está viviendo el niño pequeño, los hechos que para ellos tienen cierta importancia, que los afectan, que los impactan. ¡Ojo: no se trata de la experiencia personal del catequista! Se trata de la experiencia de esos niños concretos que Dios nos puso en el camino. Se trata de mirar la vida. De bucear esa realidad existencial única y original que están viviendo los niños. Partimos de la experiencia humana, de lo que le está pasando al catequizando en su vida personal, familiar y escolar. Este proceso implica conocer la dimensión antropológica del catequizando. Conocer el aquí y el ahora del grupo de catequizandos, de los niños y niñas concretos que tenemos delante; es decir, sus valores, sus normas, su psicología evolutiva, sus manifestaciones, su historia, su contexto familiar, escolar y social, su sexualidad, su religiosidad, sus formas de expresarse, su lenguaje propio, sus preocupaciones fundamentales; en una palabra, sus interrogantes vitales. Dicho de otra manera, conocer el cuestionamiento vital que moviliza todo su ser y lo coloca en tensión hacia lo absoluto; lo empuja a una búsqueda que lo lleva a cuestionarse a sí mismo y a todo lo que lo rodea. Búsqueda que se transforma en condición indispensable para poder esperar algo de Dios. El catequista debe ayudar al catequizando a profundizar su propia situación, a relacionarla con lo que también les pasa a los otros y a que se lance a la búsqueda en común. 82

Por lo general, una de las grandes fallas en que incurrimos los catequistas suele originarse en este primer momento de la catequesis, y que se arrastra en los pasos posteriores con consecuencias imprevisibles. En vez de partir de la situación real y concreta de los catequizandos se parte del punto de vista del catequista, de una realidad idealizada, del programa preestablecido, de suposiciones inconsultas fuera de la realidad. Todo el proceso se desmorona rápidamente. Esta falta de tacto, de sensibilización frente a lo que está pasando, se complica más cuando estamos frente a niños pequeños. Es probable, que por adhesión o respeto al catequista, los niños no se animen a expresar verbalmente su descontento o desinterés, pero seguramente lo manifestarán de alguna otra manera; ya sea por la distracción o falta de participación en el tema. Sería muy difícil pretender hablar con un niño pequeño de los amigos de Jesús, cuando está totalmente absorbido por el problema de su perro enfermo. O, por poner otro ejemplo, intentar conversar con un grupo de niños sobre la casa de Dios, cuando están totalmente enfocados y motivados por la fiesta de cumpleaños que van a celebrar después del encuentro. O pretender rezar el Avemaría cuando nadie les ha hablado de la Virgen todavía. Por eso, insisto, es indispensable una auscultación atenta y lo más realista posible sobre cuáles son realmente las preocupaciones y aspiraciones esenciales del grupo de catequizandos, en nuestro caso de los niños pequeños. Debemos prestar mucha atención a la situación, al aquí y el ahora en que se encuentran los niños con los cuales trabajamos. Para ello tendremos que tener presente:

  

los rasgos psicológico-evolutivos propios de la edad; su situación afectiva, la integración familiar y grupal; las capacidades intelectuales, psicomotrices y socioafectivas de cada niño; 83

  

 

los intereses y expectativas que más los atrapan; las experiencias históricas de estos niños concretos: situación y ambiente familiar, el contexto del barrio en que viven; su situación escolar, etcétera; la cultura familiar, grupal y social en que se mueven: los programas de televisión que más ven, los dibujos animados que observan y los atrapan, los modelos culturales, deportivos‚ etcétera; los juegos electrónicos y videojuegos en que participan o que ven participar a sus hermanos y hermanas mayores, tanto virtuales como reales; el bagaje y formación religiosa que traen de sus casas; incluido el nivel de pertenencia y participación de su familia a la Iglesia Católica y su relación con ella.

En resumidas cuentas: todo aquello que pueda ayudarnos a conocerlos más, para así poder quererlos mejor, y de esta manera anunciarles a Jesús.

2. El anuncio o proclamación de la palabra de Dios La situación de vida anterior es vista a la luz de la palabra de Dios. Se ayuda al catequizando (o al grupo de catequizandos) a iluminar su vida con el evangelio. La palabra de Dios es el núcleo fundamental, el centro de toda catequesis. Sin palabra de Dios no hay catequesis, ya que ella es el eje de la educación de la fe. La palabra de Dios nos da el verdadero sentido de la vida. Ella es la fuente viva de la catequesis. La palabra de Dios es el contenido mismo de la catequesis, ya que: “La Palabra se hizo carne y plantó su tienda entre nosotros” (Jn 1,14). Es decir, que la palabra de Dios se hizo persona humana en Jesucristo y es anunciada en su Iglesia. Por ello hablamos de la dimensión cristocéntrica de la catequesis. Jesús es fuente, contenido y mediador de la palabra, él 84

mismo es el contenido fundamental y unificante de toda la catequesis. El catequista tiene que provocar el encuentro personal y comunitario con Dios. Para que el mensaje sea vida hay que relacionarlo siempre con la experiencia vivida por el catequizando. Todo esto supone que el mismo catequista tenga un contacto asiduo y directo con la palabra. un catequista que no lee, reflexiona, estudia ni ora la palabra de Dios, pronto no hará más que anunciarse a sí mismo. El catequista debe ser un gran “escuchador” de la palabra, ya que es portador de un mensaje que él mismo recibió a su vez; por ello debe releerlo continuamente para mantenerlo vivo en su corazón. Este contacto personal, íntimo y fluido con la palabra se hace también posible en la comunidad, de ahí el valor fundamental de trabajar en equipo.

3. La respuesta personal o cambio de vida frente a la experiencia de la fe La palabra de Dios se dirige al hombre para que escuche su invitación y responda a su amor. La tercera etapa en todo proceso catequístico es la respuesta personal. El encuentro con el Dios viviente (con su palabra) provoca, pide y exige una respuesta personal. Dios siempre apela a la libertad del hombre. Para que pueda ejercerla es necesario dejar siempre suficiente margen a la iniciativa propia de cada individuo. El hombre responde a la llamada de amor de Dios con un cambio de vida. generalmente no se trata de un cambio mágico y espectacular sino de una conversión diaria a la voluntad de Dios en nuestras vidas. El catequizando va haciendo suyo el mensaje y lo va expresando a través de una forma de vida, de un compromiso vital. El anuncio del evangelio no es individualista, muy por el contrario, es un anuncio 85

comunitario. De allí que podemos hablar de la dimensión eclesial de la catequesis. En la catequesis de niños pequeños esta respuesta personal al llamado de Dios es apenas balbuceante y se va expresando por medio de: a) Las actividades de expresión de la fe. Experiencia de fe y expresión de fe están en íntima relación. Todas las actividades que elijamos deberán encaminarse hacia la creación, profundización y comunicación de esta experiencia de fe. Lo importante es que las actividades propuestas mantengan estrechas relaciones con la situación de vida y con la palabra de Dios planteadas anteriormente. b) Las celebraciones de la palabra. una experiencia positiva debe ser comunicada y celebrada en comunidad, en este caso con sus compañeritos y familiares. Son la base de la iniciación litúrgica y constituyen una de las manifestaciones privilegiadas de la catequesis infantil. Constituyen una fiesta de vida y esperanza, que compartimos con los otros, haciendo tangible para los pequeños la vivencia de una comunidad que reza y festeja. c) Los compromisos. La vida de fe se manifiesta exteriormente en un modo de vida, en un comportamiento nuevo, en conductas renovadas. Como dice el apóstol Santiago: “... la fe se demuestra con obras” (Stgo 2,14-25; Jn 10,25.37-38; 1Jn 3,18; Mt 5,16). Aunque el compromiso de vida surge más profunda y auténticamente con la maduración de la fe, en los años posteriores, los niños pequeños son capaces de asumir pequeños compromisos, que deben ser:



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Concretos y simples: bien definidos. El niño no puede comprometerse a “ser más bueno”; sino a ayudar a mamá a ordenar sus juguetes; a compartir una galletita en el recreo con su compañero; etcétera.

• • •

Evaluables: el niño y el catequista tienen que saber si los pudieron cumplir o no. Internos: tienen que brotar de los mismos niños. Cortos: es decir, por períodos cortos. Cuanto más pequeños sean los niños, los compromisos han de ser más inmediatos.

Nueva situación de vida Los tres pasos anteriores se suceden continuamente, ya que, luego de que el individuo o grupo cambian en algo sus vidas, se genera una nueva situación de vida que necesita ser iluminada con el evangelio otra vez, para producir un nuevo cambio, y así sucesivamente. Por supuesto que al tratarse de seres humanos –y mucho más cuando se trata de niños– todo este proceso puede interrumpirse, trabarse, adelantarse y modificarse una y otra vez. Por ello, siempre habrá que recomenzar, como la vida.

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Capítulo V

Planeando la catequesis con niños pequeños

“Nunca existen vientos favorables para quien no sabe a dónde va”. Proverbio fenicio

¿Qué es planificar?1 Planificar es organizarse, es anticipar el futuro, es prever lo que va a pasar y adelantarse a ello. Planificar es ganar tiempo, evitar la improvisación y asegurar mayor eficacia en la tarea. Planificar es, simplemente, hacer un programa de trabajo, un anteproyecto de lo que vamos a

Este capítulo fue ampliamente desarrollado en mi obra Metodología catequística para niños, Editorial PPC, Madrid, 2005. Aquí retomo los elementos de la planificación, con las debidas adaptaciones a la catequesis con niños pequeños. 1

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realizar. Mi intención no es realizar aquí un tratado sobre planificación. Sencillamente quiero transmitirles algunos elementos que, durante los años que llevo trabajando, me han ayudado a pensar y programar la catequesis. Por supuesto que la planificación, como todo hecho humano, tiene una impronta única y personal. Cada uno planifica de acuerdo a su propio estilo, adaptando todo este proceso de acuerdo a las necesidades de los educandos. Lo importante es que la planificación sirva y llegue a buen término.

Características de la planificación en catequesis Toda planificación, y en especial la de catequesis, tiene que ser: a) Cristocéntrica. Jesucristo es el centro de toda la catequesis. A él debe referirse todo, y todo debe girar en torno a él. Por ser cristocéntrica, la referencia a la palabra de Dios debe ser constante y permanente. b) Inculturada y adecuada a los niños. Es decir, que debe dar respuesta a los intereses, necesidades y expectativas de los niños y su entorno. Debe estar pensada para y desde los niños concretos a quienes va dirigida. c) Personal y personalizada. Cada planificación debe ser diferente porque cada catequista y cada grupo de niños son diferentes. El catequista debe expresarse con libertad, siendo él mismo, respondiendo a las necesidades particulares de ese grupo concreto de niños. d) Vital. Pensada para la vida. Debe reflejar el ritmo vital, los interrogantes existenciales de los niños a los que se dirige. Básicamente la catequesis trabaja para el cambio de actitudes, para la conversión del corazón. 90

e) Realista, dinámica y flexible. una planificación no es algo estático; requiere continua recreación y movimiento, adaptándose a situaciones nuevas y buscando nuevas respuestas vitales a los cambios. Tiene que ser factible, realizable, evaluable y adecuada a la realidad. Esto quiere decir que puede y debe modificarse a lo largo del año. Si una planificación no nos sirve para trabajar mejor, no sirve para nada.

¿Cómo planificamos? Según mi experiencia, mi propuesta en catequesis es realizar una planificación anual por unidades o núcleos catequísticos, y luego planificar semanalmente el o los encuentros de catequesis. En este capítulo vamos a desarrollar sólo la planificación anual. En el capítulo siguiente nos detendremos en la preparación de cada encuentro.

La planificación anual de la catequesis Evidentemente, muchos elementos de planificación son utilizados en la tarea docente, sólo habrá que realizar las adaptaciones correspondientes. Como decía antes, lo que mejores resultados me ha dado y he visto aplicar en distintos lugares es la planificación tipo “sábana” o “parrilla”. Es decir, un cuadro de doble entrada, en el que verticalmente se ubican los núcleos catequísticos sucesivos, y horizontalmente los objetivos, los contenidos, las actividades, las celebraciones de la palabra para todo un año de trabajo. En él podemos observar toda la planificación en conjunto y obtener una idea global de lo que vamos a realizar. (Lo ideal es pegar dos hojas cuadriculadas dobleoficio, una debajo de la otra). 91

Cada vez que uno planifica algo, siempre debe tener en claro:

PLanificación

¿Por qué y para qué planificar, qué se quiere lograr?

Los objetivos

¿qué se quiere transmitir?

Los contenidos

¿Cómo hacer para alcanzar los objetivos propuestos?

Las actividades a reaLizar

¿Cuándo y dónde se van a realizar dichas acciones?

eL tiemPo y Lugar

¿Con qué materiales se va a contar?

Los recursos necesarios

¿Cómo controlar si se alcanzaron o no los objetivos propuestos?

La evaLuación

Al armar nuestra planificación anual, todos estos elementos deberán tenerse en cuenta. Para ello vamos a partir del siguiente gráfico, que posteriormente iremos desarrollando y completando hasta llegar al esquema definitivo. Idea ¿Por qué central o o para ¿Qué? globaliqué? zadora

(1)

(2)

(3)

¿Cómo ¿Cuándo? controlo?

¿Cómo?

(4)

(5)

(6)

(7)

Núcleo ActividaCelebra- Presuo unidad Conte- des de Objetivos ciones de puesto de Evaluación catequísnidos expresión la palabra tiempo tica de la fe

92

Correcciones o rectificaciones

(8) Obsevaciones

El núcleo catequístico o unidad catequística El núcleo catequístico o unidad catequística, agrupa una serie de objetivos, contenidos y actividades de gran cohesión y unidad entre ellos. Es lo que en pedagogía se conoce con el nombre de unidad didáctica. generalmente, este núcleo se expresa a través de una idea-eje corta, simple y globalizante, que resume en una sola frase todo el contenido de esa unidad catequística. Por ejemplo: “La familia de Jesús”, “Dios creó las plantas”, “gracias Dios por mi cuerpo”, “Vivimos la Navidad” o, simplemente, “La Virgen María”. Lo que importa es que esa idea-fuerza defina y delimite con claridad el contenido de ese núcleo catequístico.

Los objetivos El objetivo es una meta a realizar. Es un logro a alcanzar por los catequizandos. No basta que los catequistas los tengamos en la mira, son los niños quienes deben lograrlos. Es el propósito principal de una acción a realizar. La manera práctica de formular un objetivo consiste en completar una frase como: “que el niño sea capaz de...”; “lograr que el niño...” o “que al finalizar la actividad los niños sean capaces de...” Los objetivos deben ser precisos, concretos y evaluables. El catequista y los niños deben poder evaluar si se alcanzaron o no. Por ejemplo: “Compartir la merienda con un amigo durante el recreo”, “rezar un Avemaría antes de acostarme, junto a mis seres queridos”, “conocer los integrantes de la Sagrada Familia”, “descubrir a Dios como su Padre y Creador” o “agradecer a Dios por toda la creación que nos regaló”, etcétera. En catequesis, los objetivos apuntan especialmente al cambio de actitud, a la internalización de los valores, al ámbito socioafectivo, a la disposición del corazón. En otras palabras, al cambio de vida, al servicio de su realización personal. 93

La primera tarea de todo catequista-educador en el despertar religioso de los niños de tres a seis años, consiste en promover algunas actitudes humanas fundamentales, que entrañan unos valores, sin los cuales no sería posible ni el desarrollo armónico de su personalidad ni de sus capacidades religiosas. La base firme de una auténtica educación en la fe es educar a los niños en los valores humanos fundamentales. En la portada de la planificación anual se colocarán los objetivos generales que nos proponemos que logren los niños a lo largo de todo el año. Debemos tener presente que todos los objetivos generales quedan afectados por la palabra “despertar”. Se trata de actitudes y valores humanos que se inician en el niño y se abren en un sentido religioso-cristiano balbuciente. Es más, para muchos niños este espacio catequístico será el primer lugar donde oirán hablar de Dios por primera vez en sus vidas; de ahí el carácter fuertemente iniciático de la catequesis con los pequeños. No se puede obviar que en esta edad la educación es un proceso de crecimiento en el que nunca se puede exigir el logro perfecto de los objetivos, pues siempre habrá posibilidad de una maduración cristiana posterior. En el interior, en la segunda columna, colocaremos los objetivos específicos del núcleo o unidad catequística en cuestión, prestando especial cuidado de que cada objetivo se corresponda horizontalmente con los contenidos y actividades seleccionadas. En la enunciación de los objetivos no es necesario utilizar verbos y palabras complejas. Cuanto más simple, entendible y específica es la enunciación, mejor. Expongo aquí algunos objetivos específicos, a modo de ejemplo, extraídos del libro Dios está conmigo (guía del catequista)2,

BECHArA, Aracelli; PrADO, graciela; ruBErTO, María del Carmen; STAZZI, Liliana, Dios está conmigo (guía catequística), Editorial Stella, Buenos Aires, 1989. 2

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en el cual participé como asesor catequístico, que creo pueden servirnos como ejemplo: PArA EL NúCLEO CATEquíSTICO: LA CrEACIÓN que el niño: • Descubra a Dios como su Padre y Creador. • Experimente la grandeza de Dios en las maravillas de la naturaleza. • Agradezca a Dios que nos dio el universo porque nos ama. • Alabe a Dios por toda la creación. PArA EL NúCLEO CATEquíSTICO: JESúS NuESTrO AMIgO que el niño: • Descubra, en el cariño que recibe de sus amigos, la presencia de Dios. • reconozca a Jesús como amigo suyo. • Alabe a Jesús porque, con su ejemplo, nos enseña a amar y perdonar. • Agradezca a Jesús porque nos ama.

Los contenidos Los contenidos responden al “qué” de la catequesis. Enuncian aquellos elementos fundamentales del contenido de la fe y de la formación litúrgica y testimonial que nos proponemos enseñar a los niños. Dadas las características psicológicas de los niños de 3 a 6 años, y en especial la necesidad que tienen los pequeños de repetir experiencias permanentemente para internalizarlas (basta recordar la cantidad de veces que pueden repetir una pregunta o rehacer una experiencia para aprehenderla), los temas catequísticos se repiten concéntricamente en las salas de tres, cuatro y cinco años. Es decir, que los grandes temas catequísticos son los mismos, sólo que va aumentando el grado de profundidad. Los grandes temas de la catequesis con los pequeños los extraeremos de: 95

     

La situación vital de los niños: sus necesidades, inquietudes, interrogantes y experiencias vitales, propias y de su entorno. La experiencia propia y personal de cada catequista. Los diferentes libros de texto de catequesis para el nivel inicial. Los tiempos litúrgicos y las actividades institucionales. Los lineamientos, programaciones y orientaciones diocesanas, congregacionales, parroquiales o institucionales. Pueden aparecer temas móviles, que no necesariamente tienen que darse en un momento determinado, si no que se ubicarán de acuerdo a las necesidades y conveniencias del grupo.

Siguiendo estos lineamientos y tomando como base mi experiencia de estos años, voy a intentar esbozar un esquema tentativo de contenidos mínimos posibles para la catequesis con los más pequeños. Estos contenidos son orientativos, pudiendo ser completados y ampliados (o reducidos) de acuerdo a las necesidades de cada grupo. Lo mismo sucede con el ordenamiento de los mismos: puede ser modificado y no necesariamente tiene que ser el aquí propuesto. Cada catequista lo adecuará al ritmo de su grupo. Junto a los contenidos, creí conveniente adjuntar alguna bibliografía de apoyo y una pequeña selección de textos de la palabra de Dios, para un manejo más cómodo de los mismos.

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Dejen que se acerquen I y II, Ediciones Paulinas Amigos de Jesús 5 años, Edebé Descubrimos a Dios, Gram Ediciones Catequesis Escolar 1, Edebé Barrilete 1, Edebé

Domingo de Ramos: Mt 21,1-10; Mc 11,-11; Lc 19,28-38; Jn 12,12-16. Última Cena: Mt 26,26-29; Mc 14,2225; Lc 22,19-20; 1Co 11,13-25. Pasión y muerte: Mt 27; Mc 15; Jn 19. Resurrección: Mt 28,1-10; Mc 16,1-8; Lc 24,1-10; Jn 20,19-26; 1Co 11,21-26. Pentecostés: He 2; Jn 3,1-5. Navidad: Capítulos 1 y 2 de Lucas y Mateo

La Semana Santa y la Pascua: El Domingo de Ramos. La muerte de Jesús. Jesús resucitó y nosotros resucitaremos con él. Adoración de la cruz. El cirio pascual. Pentecostés: Jesús nos manda el Espíritu Las fiestas Santo. El Espíritu Santo me ayuda a hablar litúrgicas con Dios en mi corazón. (núcleos Navidad: El nacimiento de Jesús. La móviles) adoración de los pastores y los Reyes Magos. Jesús, la luz del mundo. Las fiestas patronales: El Santo Patrono. El Santo Fundador. Todos son amigos de Dios.

Bibliografía específica La iniciación al silencio, Ediciones Dabar La Oración en los niños, Editorial San Benito Religión 1, Santillana ¡Hola Papá Dios!, Ediciones Don Bosco El silencio de María, Ediciones Paulinas

Selección de textos de la palabra de dios Is 42,12; Sal 28,1; 41; 68; 118, 11.159; Ex 3,1; 33,7-11; lSam 3,1-10; 1Re 19,9-14; Jer 15,15-18; Sab 18,14; Os 2,16; Eclo 3,7; Hab 2,20; Mt 6,6; 14,23; 17,1-9; Lc 1,26-38; 2,19.51; 5,16;6,12; 9,18.28-29; 22,39-45; Mc 1,35; 9,2.

contenidos

La oración: diálogo con nuestro Padre Dios. Distintas formas y maneras de rezar. iniciación al Modos de hablar con Dios: palabras, silencio y cantos, gestos, oraciones. Oraciones a la oración elementales: el Avemaría, el Padrenuestro (Núcleo y el Gloria. El silencio. Su importancia. móvil) Técnicas de iniciación al silencio (graduadas a lo largo del año).

Núcleo catequístico

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contenidos

Bibliografía específica

Querido Dios, Editorial Bonum Descubrimos a Dios, Gram Ediciones Encuentro con la vida (preescolar), Palabra ¡Hola Papá Dios!, Ediciones Don Bosco Descubrimos a Dios, Gram Ediciones Amigos de Jesús 5años, Edebé Encuentro con la vida (preescolar), Palabra

Creación de las plantas: Dios creó las plantas: Dios creó las plantas con su Gén 1,11-13; 2,9. dios creó gran variedad de formas y colores. las plantas Dios nos regaló las plantas: nos dio las plantas para cuidarlas, alimentamos y gozar de su belleza.

Dios creó los animales: Dios creó todos los animales Los animales: Gén 1,24-25; 2, 19-20; Job 10,8; Sal 8. que existen y que existieron sobre la tierra. dios creó Dios nos regaló los animales: nos dio los animales los animales para cuidarlos, para alimentamos, para que nos ayuden a trabajar y acompañarnos.

dios creador

Dios creó todo lo que existe: Dios creador del universo. Dios creó el cielo y la tierra. Es todopoderoso y es el dueño de toda la creación. Dios es creador: Dios, lo más importante de todo. La grandeza y la bondad de Dios.

Dios está conmigo, Editorial Stella Amigos de Jesús, Edebé Descubrimos a Dios, Gram Ediciones Conociendo a Jesús, Andrés Bello

El Verbo Divino: Jn 1,1-18. Creciendo con Dios - Editorial Bonum Lc 8,19-21; 10,38-42. Sal 18 Catequesis Ed. Inicial, Edebé Mt 7,24-28; Mc 4,1-20.

Selección de textos de la palabra de dios

La creación: Gén 1, 2. He 14,15; 17,28. Ap 10,6. Cielo y tierra: Gén 1,6-8.14-19.

La palabra de Dios. Dios nos habla. la palabra Su importancia. Su mensaje. de dios La Biblia: el libro que Dios nos dejó. Dios nos habla en la Biblia.

Núcleo catequístico

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¡Hola Papá Dios!, Ediciones Don Bosco Creciendo con Dios, Editorial Bonum Encuentro con la vida (preescolar), Palabra Barrilete 1, Edebé

Las manos: Sal 73; 119; Sal 18,2; Dt 26,8; Is, 65,2; Lc 1,66; Jn 3,35. Los ojos: Mt 6,22-23; Mc 6,41; 10,21; 11,41. La boca: Ec 10 43,26.37. El tacto: Mt 7,33; 8,3.15; 9,29; Lc 22,51; 24,50; Mc 5,23; He 8,17. Los sentidos: Ec 10 16,26; 17,3.6.7; 1Co 6,13; Gén 1,27-28; 2,7.21-23.

Los dones corporales: El cuerpo es un regalo de Dios. Los sentidos: todo lo que puedo hacer con ellos. Mis manos, mis ojos, mis oídos, mi boca, mi nariz. Todo, para alabar a Dios. Los dones espirituales: Los ojos y las manos, espejos del alma. Soy capaz de amar, pensar, sentir, crear, compartir, sonreír, recordar... Todo el cuerpo es para alabar a Dios.

dios creó al hombre

Mi cuerpo, un regalo de dios

Descubrimos a Dios, Gram Ediciones Amigos de Jesús 1, Edebé Encuentro con la vida (preescolar), Palabra Catequesis Escolar, Edebé

El hombre: Gén 1,27-28; 2,7.21-23. Sal 8; 19,1-7; 89,6-15; 104; 135,5-7; 136,1-9; 148; 2Mac 7,28; Sab 13, 2-5; 1Cor 10,25-26; Rom 11,36.

Bibliografía específica

Dios creó al hombre: Dios creó al hombre y a la mujer. Dios nos creó a su imagen y semejanza: Dios nos regaló la inteligencia, los sentimientos y la voluntad. Nos dio un corazón para amar. El hombre, lo más importante de la creación: Dios nos regala toda la creación. El hombre debe cuidar y proteger a toda la creación.

Selección de textos de la palabra de dios

contenidos

Núcleo catequístico

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la virgen María (ubicar en el momento oportuno)

Jesús es nuestro amigo

Jesús, Dios amigo 1, Editorial Bonum Jesús nuestro amigo, Edebé

Querido Dios, Editorial Bonum Para una catequesis del Jardín de niños, Gram Ediciones Amigos de Jesús, Edebé Lc 1,2. La anunciación: Lc 1,26-38. La visitación: Lc 1,39-56. Las bodas de Caná: Jn 2,1-12. Junto a la cruz: Jn 19,25-27. Madre de la Iglesia: He 1,14; Ap 12,1-6. Antiguo Testamento: Gén 3, 15-20; Is 7,14.

María, madre de Dios: La mamá de Jesús. La Anunciación. La visita a Isabel. María y Jesús. María, madre nuestra: María es nuestra madre. María nos ama, nos cuida y acompaña siempre. La Virgen María nos lleva hacia Jesús.

Mi familia es un regalo de dios

Querido Dios, Editorial Lc 2,39-40; 51-52; Jn 13,34; 15, 12; Sal 127; Mt 6,11; 18,20; 1Jn 4, 7; Ef 5,1-2.32; Editorial Bonum 6,1.4; Col 3,20; Rom 13, 10; Mt 1,2; Lc 1,2. Día a día con nuestro hijo, Ediciones SM

Bibliografía específica

Abraham: Is 41,8; Gén 18,17. Moisés: Éx 3,11; Jn 15; Mt 11,25; 18,4. 21-22; Mc 9,42; 10,13.16; Col 3,13; Jn 15,13; Os 11,1-4; Sal 8,2-3. Samuel: Am 3,1-21; David: 1Sam 16, 1-13.

Mi familia: Dios me regaló mi familia: papá, mamá, hermanos, tíos... Nuestro hogar. Todos los días crecemos en el amor de Dios. Alabamos y rezamos a Dios en familia. La Sagrada Familia: Dios nos envía a su hijo Jesús. Jesús también tuvo una familia. María, José y el niño. El taller de Nazareth. La vida de la Sagrada Familia.

Selección de textos de la palabra de dios

Los amigos: tenemos muchos amigos. Los amigos son un regalo de Dios. Jesús, nuestro gran amigo: somos amigos de Jesús. Jesús nos enseña a amar y a perdonar. Jesús también tuvo amigos.

contenidos

Núcleo catequístico

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Creciendo con Dios, Editorial Bonum Los signos sagrados Gestos y símbolos, Centro de Pastoral Litúrgica Querido Dios, Editorial Bonum Para una catequesis del jardín de niños, Gram Ediciones Amigos de Jesús 1, Edebé

Agua: Jn 4,14; 7,37-38; Ez 36, 25; Sal 41; Éx 17; Is 12,3. Luz: Jn 8,12; 12,46; Mt 5,14-16; Lc 2,32; 5,8; 1Tim 6,16; 1Jn 2,10; 5; Pro 104,2. Nombre: Is 40,26; 43,10; Gén 2,20; Jn 10,3; Lc 10,20; Fil 4,5; Ap 2,17. Fuego: Éx 3,1-6; 13,21; 19,18; He 2,3; Heb 12,29. El pan: Éx 24,6; Eco 9,7; Pro 9,5; Sal 104,14; Mt 4,4; Jn 6; He 10,40. El vino: Eclo 31,27-28; Jn cap.15. Bautismo: Mt 26,2629; 28,18-20; Lc 3,21-22; Mc 1,9-11. Jn 14 y 15. Mt 10,2; Ap 21,14. Mt 4, 18-22; Mc 6, 6-13. Mt 28,18ss; Lc 10, 1.16. Mt 8,19; 10,40.

Los grandes signos: • El agua, la luz, el fuego, el nombre. Su relación con el bautismo... • El pan, el vino, la casa, la familia. Su relación con la eucaristía... Los signos sagrados: la señal de la cruz, la genuflexión, los brazos abiertos, arrodillarse, el agua bendita, las manos juntas, etcétera.

Los santos, amigos de Dios: hicieron siempre lo que a Dios le agradó. Hechos significativos de sus vidas. Santo patrono y los fundadores. Otras personas que nos hablan de Dios: papá, mamá, maestras, catequistas, sacerdotes, religiosos, religiosas, el Papa, etcétera.

la casa de dios

los amigos de dios

iniciación en los signos

Dios está Éx 25,8-9; 1Re 8,19 ss.; Is 56,5; Ec 10 29,21; Prov 14,1; 27,8; Sal 121; Mt 26,17; conmigo, Editorial Lc 19,5; Jn 14,2- 4; He 12,12; 15,42; 1Co 3,10- Stella 17; 6,19; Rom 8,11; Ef 2,18-21.

Bibliografía específica

La casa de Dios: Todos tenemos una casa. Dios tiene su casa: la iglesia o templo. Partes de una iglesia: el altar, la pila bautismal; el sagrario: lo más importante de todo. Visitamos la casa de Dios: modos de estar en la iglesia, saludos y otros elementos.

Selección de textos de la palabra de dios

contenidos

Núcleo catequístico

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Desde el primer día, Ediciones Paulinas La iniciación de los niños en la vida, Desclée La historia de un niño como tú, Ediciones Paulinas

Nota: en este caso no se han descrito los contenidos para dar a los alumnos, si no que se han colocado las orientaciones para la maestra.

El cuerpo: templo del Espíritu Santo. La sexualidad en la etapa preescolar. Principales características. Primeras conversaciones. Higiene y prevención del abuso sexual. Educación Educar para el amor. Educar para el placer, educar para para el amor la entrega. Educar para el amor. El rol protagónico de los padres, de la maestra y los catequistas.

Mi comunidad

Mi barrio: Dios me regala un lugar donde vivir. Mi barrio, mi escuela, mi parroquia, la plaza, los vecinos... Todo es un regalo de Dios.

Somos El trabajo. Los oficios: enfermeros, maestros, el panadero, etcétera. Todos colaboramos colaboradores con Dios en la creación. El servicio: todos podemos colaborar para que los demás estén de dios mejor. Los servidores públicos: el cartero, los bomberos, el barrendero...

¡Hola Papá Dios!, Ediciones Don Bosco

¡Hola Papá Dios!, Ediciones Don Bosco

Existen algunos temas que tienen una orientación más antropológica y que podríamos considerar como de carácter precatequético, que algunos consideran importante tratar con ocasión de determinados centros de interés. Simplemente los enuncio aquí, aunque no me parecen imprescindibles para la catequesis.

Creciendo con Dios, Editorial Bonum Formación religiosa preescolar, EDICE

La muerte: Jn 4,37-40; 6,51-59; 17,24-26; Mt 11,25-30; Mc 8, 3537; Lc 7,11-17; 1Jn 3,14-16; Rom 5,5-11; 2Tim 2,8-11; 1Co 15,1928. 25-28.51-27; Is 25,26.

Los temas difíciles: la muerte, el dolor y el sufrimiento. El sentido del bien y del mal. El pecado. Los padres separados. Discapacitados y malformaciones. Los Reyes Magos, la Navidad, Papá Noel, los ángeles, el demonio...

los temas difíciles (ubicación en el momento oportuno)

Bibliografía específica

Selección de textos de la palabra de dios

contenidos

Núcleo catequístico

Actividades de expresión de la fe Llamamos actividades en general a aquellas acciones que el mismo niño pone en juego, es decir, él mismo es protagonista. Toda su persona se pone en acción para expresar sus vivencias. El niño sólo asume en forma personal aquello que llega a expresar. Al expresarlo se aclara y profundiza en lo que acaba de vivir. Mientras está realizando la actividad de expresión, está reviviendo, tal vez de manera inconsciente, la experiencia que ha tenido. Esta expresión en cada ser humano es única y original. Por ello, no podemos pretender una estandarización de las actividades ni exigir uniformidad en las mismas. Cada niño es único y debemos alentar y respetar sus formas de expresión. Las actividades en la educación religiosa son algo más que un recurso metodológico, un hacer “hacer” al niño para mantenerlo ocupado en los encuentros. Muy por el contrario, las actividades pertenecen a la entraña misma de la catequesis, son el medio privilegiado para suscitar e interiorizar la experiencia de la presencia y acción de Dios en su vida. Experiencia de fe y expresión de fe están en íntima relación. Todas las actividades que elijamos van encaminadas hacia la creación, profundización y comunicación de esta experiencia de fe personal y comunitaria. Por tal motivo, aprende más haciendo que escuchando. Al pensar y seleccionar las actividades debemos poner especial énfasis en lograr que las mismas sean la expresión de fe de lo que el niño acaba de experimentar. La palabra clave en este momento de la planificación es selección. Seleccionar es elegir entre todas las posibilidades que se ofrecen, la que mejor se adecúa para alcanzar los objetivos propuestos. La actividad debe ser bien concreta, elegida de acuerdo a objetivos y contenidos precisos. Por ejemplo: una actividad no puede enunciarse simplemente como: dramatizaciones, lectura de los evangelios o canciones. Habrá que 103

ser bien precisos: dramatizar la parábola de la semilla; leer la visita de María a su prima Isabel (Lc 1, 39-45) o cantar la canción: Yo tengo un amigo que me ama, etcétera. Entonces, en esta columna de actividades se colocarán las seleccionadas que mejor se adecúen a los objetivos y contenidos de ese núcleo catequístico. Luego, en la planificación semanal, se concretizará más aún.

Celebraciones de la palabra En esta columna habrá que ubicar la celebración de la palabra que se corresponda con el núcleo catequístico, los objetivos, los contenidos y las actividades de expresión de la fe. La celebración debe constituir uno de los momentos culminantes del núcleo catequístico. Todos los encuentros catequísticos de la unidad deben coronarse con una celebración de la palabra. Por ello, el tema, los cantos, la palabra de Dios, los gestos a utilizar en la celebración deben siempre coincidir y englobar los temas tratados previamente en los encuentros. Debido a la gran importancia de las mismas, he decidido realizar un apartado especialmente dedicado al tema, en el capítulo sobre la iniciación litúrgica de los niños.

Presupuesto de tiempo Al programar nuestra tarea, tendremos que tener bien en cuenta de cuánto tiempo disponemos y cómo lo organizamos. Para ello habrá que determinar previamente:

 

 104

El número de encuentros sistemáticos que habrá por semana. La cantidad de semanas “útiles” de que dispondremos durante el año, es decir, con calendario en mano, contar los encuentros reales (se suele descontar entre un 10% y un 20% de la cantidad total, para imprevistos). La cantidad de encuentros que asignamos a cada núcleo catequístico.

 

Las fiestas religiosas, litúrgicas y patronales. El calendario escolar y el religioso.

una vez determinado el número de encuentros por núcleo catequístico (no más de cuatro ó cinco encuentros, incluyendo la celebración de la palabra), los anotaremos con lápiz en la columna correspondiente. Es preciso colocar la fecha aproximada de tales encuentros. Ejemplo: 1

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núcLeo catequístico

PresuPuesto de tiemPo

Mi cuerpo, regalo de Dios.

Cuatro o cinco encuentros Segunda semana de abril a tercera semana de mayo.

Manejemos con realismo el calendario para no llegar, como suele ocurrir, al final del programa con la mitad de las cosas por hacer.

Evaluación Al hacer la programación tendremos que prever la forma de evaluar si ésta se cumple o no. Es decir, poder verificar a lo largo de la marcha de la misma, si los objetivos propuestos se van alcanzando o no. En la catequesis se privilegia la evaluación diagnóstica y la formativa, sobre la evaluación sumativa; entendiéndola como autoevaluación del educador sobre sus propios objetivos. Sin embargo, la evaluación en catequesis es distinta que en otras áreas. Como dijimos anteriormente, la educación religiosa busca permanentemente el cambio de actitudes, la conversión del corazón. Muchas veces nuestra tarea catequística estará signada sólo por la siembra; solamente Dios hace crecer. Los frutos de nuestra tarea no siempre se ven. Además, cada niño y cada grupo tienen un ritmo propio y personal, que habrá que respetar. 105

Muchas veces, la evaluación se hará a través de la observación directa del catequista. En algunos casos podremos consultar a los papás al respecto. De esta manera, obtendremos una evaluación global y perceptiva de la situación catequística. Propongo aquí una pequeña guía de evaluación para nuestra tarea catequística, a modo de cuestionario orientativo: guía de evaluación en catequesis con niños

 ¿Son los niños los verdaderos protagonistas de la catequesis?  ¿Participan en los encuentros? ¿Dónde y cuándo lo noto?  ¿Se logró el encuentro personal con Dios? ¿En qué momento?  ¿Tiene la catequesis la prioridad que se merece? ¿Se expresa esta prioridad en los horarios, cantidad de horas y recursos que le destino?  ¿La catequesis se da en un marco de alegría, de participación, de fiesta? ¿Cómo y cuándo se expresa mejor?  ¿Afloró alguna situación de vida? ¿En qué lo noté?  ¿Hubo permanente referencia a la palabra de Dios?  ¿Se alcanzó la oración personal y comunitaria? ¿En qué momentos?  ¿Alcanzaron, los niños, los objetivos propuestos?  ¿qué aspectos fallaron o hay que mejorar? ¿qué actividades resultaron más apropiadas?  ¿Hubo unidad entre los objetivos, los contenidos, las actividades y la celebración de la palabra?  ¿Participaron los papás y familiares en la catequesis?  ¿Me siento exigido por los niños en mi propia vida de fe?  Desde que doy catequesis, ¿he incrementado mi vida de oración y de encuentro con Dios?

Observaciones La octava columna es un espacio vacío para ser llenado y utilizado durante el año. En esta columna colocaremos todas las variaciones que se van produciendo con respecto a la planificación, cuando ésta se va concretando. Anotare106

mos los aspectos que resultaron positivos, las experiencias a recordar, los aspectos a mejorar para el próximo año, las correcciones y adaptaciones que se introdujeron sobre la marcha, etcétera.

Ejemplos de planificación anual Ya hemos realizado un análisis de los distintos elementos que componen la planificación anual de la catequesis y cómo esos elementos se van ordenando en la misma. quisiera mostrarles algunos núcleos catequísticos completos, con la sola finalidad de aclarar mejor la metodología de la planificación anual, para que se entienda mejor la forma de trabajo propuesta (ver gráfico en la siguiente página). No quiero terminar este capítulo sobre la planificación anual sin insistir en un tema que muchas veces pasamos por alto. En toda planificación debe existir coherencia, tanto “vertical” como “horizontal”. La “coherencia vertical” está dada por la sucesión lógica de los núcleos catequísticos (con sus respectivos objetivos, contenidos, actividades, etcétera). Dado que el niño aprende de manera global y deductiva (de lo general a lo particular) tenemos que poner especial énfasis al elegir la sucesión de los núcleos catequísticos y su ubicación en el año lectivo. Por ejemplo, no puedo hablar de Jesús si primero no hablé de Dios Padre; o no conviene hablar del cuerpo que Dios nos dio si previamente no presentamos a Dios como creador del mundo. Asimismo, la “coherencia horizontal” debe ser cuidadosamente tenida en cuenta al planificar. Esto quiere decir que los objetivos, los contenidos, las actividades de expresión de la fe, las celebraciones de la palabra, los cantos, las lecturas de la palabra de Dios, todo debe corresponderse y presentar gran unidad dentro del núcleo catequístico en cuestión. 107

108 etcétera

etcétera

otro

etcétera

• Visitar la capilla o templo. • realizar trabajos de expresión en los distintos lugares de la iglesia. • Construir con la ayuda de papá y mamá una iglesia con una caja de zapatos y material descartable. • Tener experiencias de oración en el templo o capilla. • Canto: La casa u otro apropiado.

La casa de dios

dios me regaló mi cuerpo

Todos tenemos una casa. La casa de Dios: la iglesia o templo. La casa de Dios es la casa de todos. Partes de un templo: el altar, la pila bautismal, las imágenes. El sagrario: lo más importante. Modos de estar en la iglesia. Signos sagrados que se utilizan en el templo

actividades de expresión de la fe

• Experimente el templo como un lugar privilegiado para el encuentro con Dios. • Adquiera una actitud espontánea de recogimiento, oración y alabanza dentro de la casa de Dios. • Conozca las partes y elementos del templo y se familiarice con él.

contenidos

Dios nos regala algo hermoso: la vida. • Buscar fotos de personas, en esDios nos hace vivir y crecer. Nos regala pecial de niños y bebés, donde el cuerpo. surja la vida que Dios nos regala. Los sentidos: todo lo que podemos hacer • Experiencias directas de utilizacon ellos. Mis manos, mis ojos, mi boca, ción de los sentidos: oír, tocar, mis oídos: todo para alabar a Dios. oler, gustar, etcétera. Los ojos y las manos: espejos del alma. • Dactilopinturas que expresen Dios hizo al hombre como un ser distinnuestro agradecimiento a Dios to: capaz de amar y de pensar. por el cuerpo. • Cantos: Pon tus manos, Yo tengo un Dios muy grande...Oración con gestos.

objetivos

que el niño: • Descubra que Dios nos da la vida porque nos ama. • reconozca todo lo que podemos hacer con el cuerpo que Dios nos dio. • Agradezca a Dios por el regalo del cuerpo y la vida que nos dio. • Alabe a Dios y se exprese por medio de su cuerpo.

núcleo catequístico

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etcétera

Cantos: La Casa; Yo tengo un amigo; Juntos como Iglesia. Lectura: Jn 11,14-17 Signo: presentar por familia, la pequeña iglesia realizada en las casas. Catequesis sobre las partes del templo.

¡La casa de Dios, nuestra casa!

Cantos: Vienen con alegría. Pon tus manos. Lectura: gén 2,7-8. Signo: ofrecimientos de las dactilopinturas alrededor de una imagen, en el templo.

¡Damos gracias a Dios por nuestro cuerpo!

celebraciones de la palabra

etcétera

Segunda y tercera semanas de agosto

Tres o cuatro encuentros

Desde la primera semana de junio a la segunda semana de julio

Cuatro o cinco encuentros (uno por semana)

Presupuesto de tiempo

etcétera

Observación de los hábitos de los niños en el templo: al entrar, durante y al despedirse.

Conversación con los niños.

Observación directa.

evaluación

etcétera

Tener en cuenta los horarios en que el templo esta disponible.

utilizar lo más posible los sentidos.

Buscar más cantos apropiados.

observaciones

Capítulo VI

Preparando cada encuentro catequístico

Generalidades1 En el capítulo anterior veíamos cómo planificar nuestra tarea anualmente. En el presente intentaremos analizar cómo se prepara y planifica cada encuentro catequístico. Claro está, que si la planificación anual fue cuidadosamente realizada, la planificación de cada encuentro resultará mucho más fácil. Es en este momento del proceso donde el catequista deberá poner la mayor aplicación y el mejor empeño en preparar su catequesis, en auscultar el “aquí y el ahora” de los niños, y en seleccionar cuáles serán las mejores actividades y recursos para alcanzar los objetivos propuestos.

1 Al igual que el anterior, este capítulo tiene como base lo desarrollado en mi libro Metodología catequística para niños, op. cit. Lo que me propongo es ampliar y desarrollar específicamente los recursos para la catequesis de niños pequeños, tarea que encara Elena Santa Cruz, con su amplio conocimiento y experiencia en el tema.

111

Como esta preparación no puede estar alejada de la realidad, en continuo proceso de transformación y cambio, entiendo que esta planificación deberá realizarse a un ritmo semanal, coincidente con el ritmo de la vida escolar de los niños y que imprime ritmo a sus familias. una vez determinada la cantidad de encuentros sistemáticos que tendremos por semana (como ya lo dijimos, pueden ser uno o dos encuentros) es importante poder preparar la tarea de manera global. Por todo lo expuesto considero que podemos hablar de una sesión semanal de la catequesis con los más pequeños.

Pasos de un encuentro catequístico Existen muchas maneras de preparar un encuentro catequístico. Dependerá del lugar, del tiempo que disponemos, de la situación de los catequizandos, del estilo del catequista. Aquí sólo pretendo presentarles un esquema básico, adaptado de la realidad escolar, que en mi experiencia ha ayudado a muchos catequistas a preparar sus encuentros. Por supuesto que cada uno podrá realizar todas las adaptaciones y modificaciones que considere convenientes. Teniendo en cuenta la estructura básica de la catequesis (ver capítulo IV) y las exigencias pedagógicas, he desarrollado, con el aporte de otros catequistas, una adaptación metodológica que puede resultar de gran utilidad en la catequesis de niños pequeños, tanto para los catequistas parroquiales como para los profesores de religión en las escuelas. retomamos la estructura básica de la catequesis: 1. Partir de la situación de vida. 2. Anunciar la palabra de Dios. 3. Promover un cambio de vida. La duración de cada etapa dependerá de la edad de los catequizandos. En el caso de los niños pequeños, la se112

sión nunca se extenderá, más allá de los 30 o 40 minutos, o incluso menos. Teniendo presente la capacidad de atención en los niños pequeños, la primera parte del encuentro (hasta la oración, inclusive) no podrá superar los 15 minutos. La oración siempre se hará en el momento de mayor disponibilidad y atención de los niños, es decir, en el clímax del encuentro. La segunda parte comienza cuando los niños realizan las actividades de expresión de la fe, cuya duración dependerá de las técnicas elegidas. En nuestro caso, nunca se extenderá más allá de los 15 o 20 minutos; incluso puede ser menos. Habrá variantes según las edades. Se sugiere entonces la siguiente distribución del tiempo para cada una de las etapas ya mencionadas:

2. pRESENtAcióN dEl tEMA cAtEQUíSticO 5 a 10 minutos

1. MOtivAcióN 3 a 5 minutos

3. ORAcióN 5 minutos

4. ActividAdES dE ExpRESióN dE lA fE 15 a 20 minutos

30 a 40 minutos

ObJEtivOS

5. ActividAdES pARA cOMpARtiR EN fAMiliA

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Vamos a analizar detenidamente cada paso o momento, sin perder de vista que cada uno de ellos forma parte de un todo indiviso que es cada encuentro catequístico.

1. Primer momento: la motivación La motivación consiste en despertar el interés del niño por el tema o cuestión a tratar. Nunca terminaremos de valorar la importancia de una buena motivación para iniciar la acción catequística. Muchas veces, una motivación adecuada es la clave que nos permite abrir el corazón del niño para recibir mejor el mensaje del evangelio. Tiene tres finalidades específicas:



Hacer que aflore la situación de vida

ésta es la finalidad principal de toda motivación, que no busca otra cosa que hacer que la vida surja y se manifieste tal cual es. Siempre hay que procurar que los niños sintonicen con lo que están viviendo, con lo que les está pasando en esta etapa de sus vidas, es decir, con el descubrimiento de todo lo que los rodea. Detectar cuál es la situación vital de los niños en ese momento de sus vidas y poder rescatarla para trabajarla en la catequesis, implica una actitud de búsqueda y oración constantes de parte de los catequistas. La catequesis sólo puede iluminar la realidad, cuando ésta es conocida y tenida en cuenta. Para ello es indispensable la comunicación previa entre la catequista y la maestra (si son diferentes personas en la escuela); ya que es la docente quien comparte diariamente y conoce los pormenores de la vida de su grupo.



Despertar el interés

un niño motivado adecuadamente no sólo se interesará por el tema en cuestión, sino que al estar internamente 114

comprometido con el asunto, todo su ser participará plenamente en la actividad, y por lo tanto realizará una experiencia nueva. No hay aprendizaje si no hay empatía con el tema y con quien lo presenta. Es por tanto fundamental la contención afectiva y efectiva del docente por su grupo en el momento de despertar el interés.



Evitar la dispersión y la desconcentración

Todas las personas necesitan estar motivadas cuando hacen algo, mucho más los niños. Es evidente que es muy difícil cambiar de actividad “así como si nada”. Los niños (y los adultos también) necesitan olvidarse de la actividad anterior, desconectarse de lo que venían haciendo y ambientarse a la nueva situación. La motivación consiste en la ambientación previa, en predisponer los corazones para el actuar de Dios. De ahí, su gran importancia en la catequesis. Toda motivación debe ser pensada en función de los objetivos y tema del encuentro (y no, al revés). Por lo general, no puede extenderse más allá de cinco minutos. A partir de este inicio se crea el clima necesario para adentrarse en el encuentro.

Formas de motivación Conviene aclarar que éste es un campo tan inmenso como la creatividad humana. Desde el acontecimiento o la situación más insignificante hasta un gran despliegue de medios, todo puede servir para motivar en catequesis. un simple hecho de vida bien trabajado o una pregunta acertada pueden ser más útiles que la más compleja presentación multimedia. Todo es cuestión de desarrollar la creatividad y de estar atentos a lo que el Espíritu Santo nos inspire. He aquí una lista de posibles técnicas de motivación. Muchas de ellas se emplean a menudo en la tarea escolar. Con un poco de imaginación se las puede adaptar fácilmente a la pedagogía de la fe. Son sólo sugerencias surgidas de la práctica catequística. 115







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Preparación física del lugar y ambientación previa: colocar todo en función de lo que se va a realizar. El catequista y los niños deben percibir que el encuentro de catequesis es lo más importante de la semana escolar. Partir de un hecho de vida: real, inventado o adaptado. Consiste en partir de un hecho o situación de vida que toque muy de cerca a los niños y reflexionar sobre ello. (Por ejemplo: un cumpleaños, una fiesta, una anécdota, una observación de la vida diaria, etcétera). Cuentos, historias, parábolas: en la catequesis de niños (y no tan niños) son muy útiles y atrapadoras. Lo importante es que tengan un contenido catequístico profundo, distinguiendo siempre entre fantasía y realidad. No sólo hay que contarlos, sino que a los niños les encanta que los dramaticemos implicando todos los sentidos. Narraciones bíblicas: deben presentarse como hechos reales y bien diferenciados de los cuentos o leyendas. Dramatizaciones de hechos, historias o parábolas. Preguntas dirigidas. Visitas a la capilla o dar la catequesis en un lugar distinto especialmente preparado. Láminas, afiches, dibujos, imágenes, murales. Papelógrafo, rotafolio, franelógrafo. Partir de una canción: cantarla con los niños, para luego analizarla. Diapositivas, filminas, videos, audiovisuales, presentaciones multimedia. Música, grabaciones: no hay que descuidar la comunicación sonora. Experiencias sensoriales de todo tipo, partiendo de cualquiera de los sentidos. Por ejemplo: descubrir el signo de la luz y las tinieblas a partir de experiencias directas de luces y penumbras. Juegos dirigidos y libres, dinámicas.

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Poesías, narraciones. El factor sorpresa: cambiar algo de lugar, ocultar algo; el cambio, salir de lo común. Por ejemplo: tapar una lámina de Jesús y descubrirla en el momento oportuno. Títeres: Los títeres en la catequesis son y serán aliados incondicionales a la hora de captar la atención, promover la comunicación y crear clima.

Los títeres en la catequesis El títere nació cuando el hombre, el primer hombre, bajó la cabeza por primera vez, en el deslumbramiento del primer amanecer y vio que su sombra se proyectaba en el suelo, cuando los ríos y las tierras no tenían nombre todavía. Javier Villafañe Es necesario tener en cuenta el rol que cumplen los títeres a la hora de la transmisión del mensaje evangélico. Los títeres invitan a participar en el encuentro, pero el mensaje, las respuestas al grupo y la guía del encuentro, todo es formateado por el catequista. Los títeres en la catequesis son y serán aliados incondicionales a la hora de captar la atención, promover la comunicación y crear clima. Hay títeres que forman parte de la historia del grupo, que podrán plantear situaciones vividas en la sala sobre las cuales se trabajará en el encuentro. Pero en el caso de los títeres de imágenes religiosas, el cuidado de su manejo, será aun mayor. Títeres que representan a Jesús o a la Virgen no hablaran en forma directa si no es a través del texto Bíblico. Hacer hablar a un títere de Jesús en forma improvisada sería poner en boca de él cosas que nunca ha dicho. Por tanto estas representaciones son para trabajar mucho más lo gestual. Será entonces un títere que se acerca, que abraza, que cuenta un texto bíblico, que lo representa mientras la catequista lo narra. Es maravilloso ver la respuesta de los pequeños frente a las representaciones de pasajes bíblicos con los títeres, así como la reacción de sus padres y abue-

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los. La emoción sobrevuela en el aire, y es así como muchos adultos relatan “volví a sentirme un niño y recordar cuánto quería a Jesús, con la simpleza de mi infancia…”2. Elena Santa Cruz

Tipos de títeres ¿Pero con qué tipo de títeres trabajar? Hablaremos de los títeres como personajes teatrales que se diferencian según su sistema de manejo o fabricación. Analicemos algunos de los sistemas de manejo más conocidos y cuáles serían los más oportunos para el trabajo en catequesis, agrupados por sistema de manejo y tamaño. a. Pequeños Títeres de dedo: Ideales para pequeños diálogos sobre todo con niños de 2 y 3 años, que adoran este sistema de manejo.

2 SANTA CruZ, Elena, Los títeres en la catequesis, Ediciones San Pablo, Buenos Aires, 1998

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b. Medianos Manopla: es un sistema de manejo sencillo que permite ser utilizado con mucha facilidad, si bien no es el más expresivo.

Títere de guante-cabecita: es el más tradicional de todos los sistemas de manejo. Son muy interesantes para la realización de pesebres o para el juego previo al encuentro, a la hora de introducir el tema.

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Replegables: es un títere que se esconde dentro de sí mismo, como los caracoles o tortugas. Es muy llamativo y querido por los pequeños. Son muy utilizados para pequeños diálogos o para facilitar la comunicación con los niños.

De boca: es un títere sumamente expresivo. Se maneja desde la boca lo cual le da mucha expresividad al rostro. Es muy utilizado, ya que es absolutamente atractivo a la hora de expresar sentimientos o gestos.

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c. Grandes Gigantes: para celebraciones, encuentros con padres o abuelos, reuniones de muchas personas es maravillosa la utilización de estos títeres. Son títeres de grandes dimensiones, extraordinarios para presentaciones, dramatización de pesebres, pasajes bíblicos, pequeñas dramatizaciones, (para saber cómo fabricarlos, ver el capítulo VII: Iniciando en la liturgia a los niños pequeños).

d. Otras técnicas Teatro de sombras: el teatro de sombras es mágico. A los niños y adultos los sorprende, generando un clima increíble.3 Elena Santa Cruz

3 SANTA CruZ, Elena, Los títeres en la catequesis, Ediciones San Pablo, Buenos Aires, 1998.

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éstas y muchas actividades más pueden servirnos para despertar el interés de los niños. Ojo, no debemos perder de vista que la motivación tiene como principal finalidad predisponer a los niños a recibir el mensaje evangélico. Se puede correr el riesgo de que la motivación supere técnicamente al mensaje y los niños se queden más enganchados con la misma que con el tema catequístico del encuentro. (Por ejemplo: si a los niños les hacemos traer videojuegos de bolsillo para que experimenten todo lo que pueden hacer con las manos, es muy probable que la actividad los atrape de tal manera que no quieran desprenderse de los juegos electrónicos). La motivación siempre debe subordinarse al mensaje y no viceversa. Los recursos en la catequesis son puentes tendidos al corazón de niños y adultos. Son modos afectivos y efectivos de llegar al otro, de captar su atención para invitarlo a vivir el mensaje. Es un ponerse en camino. un despojarse del afuera, para entrar en el misterio.

Abecedario del buen narrador a) Para contar una historia, es preciso creer en ella, colocarnos nosotros mismos en los personajes y apropiarla. Mucho más en la catequesis. b) Lo que verdaderamente narramos de los cuentos son los argumentos. c) No hay que memorizar todos los detalles de la narración, basta con comprender y retener la ideas centrales de su contenido. d) La narración siempre es preferible a la lectura. e) No es necesario narrar palabra por palabra, tal y como lo leímos. En caso de olvido, podremos improvisar, manteniendo la continuidad del relato. f) Si al principio uno no se siente seguro en la narración oral, es preferible comenzar con una lectura narrada. En tal caso debemos procurar implicarnos emotivamente con la historia y con el oyente.

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g) En los comienzos, elijamos cuentos que nos gusten, que conozcamos bien y que hayamos disfrutado leyéndolos. h) Narremos con entusiasmo, serenidad y pronunciando pausadamente, sobre todo las últimas sílabas de las palabras. i) Si el cuento es nuevo para nosotros, es preciso leerlo varias veces hasta que captemos lo esencial del argumento. j) Es aconsejable realizar un resumen o un gráfico del mismo, con su introducción, desarrollo, nudo y desenlace junto a los personajes centrales, y que puede colocarse de “ayuda-memoria” en un lugar poco visible para el público. k) Es preciso elegir y actuar las voces de los diferentes personajes previamente. l) Seleccionar de antemano un lugar apropiado, donde haya el menor ruido o distracciones posibles e inesperadas. m) Es fundamental asegurarse de que todos los presentes puedan escuchar adecuadamente el cuento. n) Si es preciso, utilicemos micrófono y equipo de sonido apropiado. o) Narremos con claridad y utilicemos la entonación adecuada al pasaje que estamos narrando. p) Disfrutemos la historia y sus connotaciones. q) Nuestros ojos siempre deben encontrarse con los ojos de los oyentes. r) Evitemos la teatralización exagerada, ya que la misma tiende a distraer los oyentes. s) Previamente, puede ayudar mucho el hecho de grabar y escucharnos a nosotros mismos o practicar frente a un público conocido (la familia, los amigos, etcétera). t) Cerciorémonos de que contamos con tiempo suficiente para narrar el cuento completo. No hay cosa más frustrante para un niño (y un adulto) que un cuento sin terminar. u) Observemos permanentemente los rostros y la expresión corporal de la audiencia para saber si estamos logrando los objetivos y captando la atención.

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v) El buen narrador se apropia de la historia, la enriquece con su persona y la hace revivir. w) El relato no termina en sí mismo. Tenemos que convertirlo en un momento de intensa participación vital y grupal. x) Narrar, como cualquier otra actividad humana, se perfecciona con la práctica. y) Pongámosle color y vida; sonidos y onomatopeyas, “sal y pimienta”. z) Pero, sobre todo, disfrutemos de la narración y, entonces, los demás disfrutarán con nosotros.

2. Segundo momento: presentación del tema catequístico o mensaje evangélico Viene enseguida, después de la motivación y, es evidente que ambos momentos deben estar íntimamente ligados. éste es el momento de la profundización e iluminación del tema o mensaje catequístico. Es ahora cuando se presenta y explicita el contenido de fe correspondiente al tema del encuentro. Pocas ideas centrales, claras, simples y bien explicadas, que abarquen los contenidos esenciales de la fe con respecto al tema en cuestión. Siempre hay que procurar una gran fidelidad al mensaje evangélico, presentándolo sin miedos ni exageraciones; pero con realismo, sencillez y exactitud. Debido a los cortos períodos de atención de los niños pequeños (no olvidemos que ya utilizamos de 3 a 5 minutos para la motivación), este período no podrá extenderse más allá de otros 5 minutos. El catequista deberá limitarse a transmitir lo esencial del mensaje. Se evitarán las explicaciones grandilocuentes y complicadas. Lo importante aquí no es la cantidad de contenidos sino la fuerza testimonial con que se transmi124

ten. Por lo general, estos contenidos catequísticos tienen que poder concentrarse o resumirse en diez oraciones o menos. No perdamos de vista la importancia que tiene la palabra en la catequesis. La transmisión oral de la experiencia del encuentro con Dios, la transmisión testimonial de la persona, se expresa de manera plena cuando se la comunicamos vitalmente a otros con nuestros gestos y palabras. Jesús mismo eligió la palabra como un medio privilegiado para su acción evangelizadora.

3. Tercer momento: la oración La oración constituye el corazón del encuentro catequístico. Tiene que ubicarse en el clímax o momento culminante del encuentro. Si bien puede realizarse en cualquier oportunidad, siempre aconsejo que ésta se realice justo después de la presentación del tema catequístico, por varias razones:







Después de la motivación y la presentación del tema, los niños se encuentran ambientados, ya están en sintonía con las cosas de Dios y mejor predispuestos para escuchar su palabra. Si la atención de los niños puede extenderse a un máximo de 15 a 20 minutos, es precisamente a los 15 minutos, cuando la misma se encuentra en su mayor rendimiento y concentración. Si realizáramos la oración al comenzar el encuentro, es muy probable que la dispersión que traen los niños la hagan casi imposible. Lo mismo sucedería si lo hiciéramos al finalizar el encuentro; estarían cansados y sin ganas de rezar.

La actitud del catequista es fundamental al respecto. Para los niños y para el catequista, la oración tiene que ser 125

algo muy importante y distinto. El rol de la catequista es irreemplazable para lograr este clima de oración. Ella es la primera que debe entrar en oración junto a sus niños. Es necesario realzar el momento con los gestos adecuados, realizados lenta y ceremoniosamente; la voz pausada, suave y serena; la posición corporal, los cantos, todo lo que se haga en este tiempo debe irradiar serenidad y paz. Nunca habrá que forzar a los niños a rezar, sino más bien respetar su ritmo y contagiarles el gusto por la oración. Antes de orar, siempre hay que hacer tomar conciencia al niño de lo que se va a realizar. Procuraremos que se sientan bien, relajados, cómodos y sin molestarse. Con el cuerpo y la mente dispuestos para lo que van a vivir. No puede faltar la oración personal y silenciosa ni la oración comunitaria. No debería extenderse más allá de 5 minutos. A medida que los niños la asimilen podrá alargarse algunos minutos más. Si bien no existe un esquema para rezar, y cada grupo lo hará a su manera, convendría respetar un ritmo básico, para que los niños vayan penetrando en la oración, cuya estructura podría ser la siguiente:

Esquema sugerido para la oración en el salón o aula

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Sentarse bien, relajados y cómodos. Hacer silencio con todo el cuerpo. realizar la señal de la cruz, lenta y ceremoniosamente. Cantar alguna canción apropiada. Proclamación de la palabra de Dios, breve y con gran respeto. Oración interior y silenciosa. Intenciones libres, peticiones, agradecimientos. Algún gesto o signo comunitario. Canto de finalización. Señal de la cruz.

Han pasado entre 15 y 20 minutos, y los niños ya están “pidiendo” un cambio de actividad, un cambio de lugar. 126

Necesitan expresar lo que acaban de vivir de una manera diferente.

¿Pero qué ocurre cuando un pequeño no quiere rezar? La oración es una comunicación personal y libre con Dios Padre. Lo que se le aclara a los niños es que “nadie puede obligar a alguien a que charle de todo corazón con otra persona si no lo desea”. Si alguno no desea rezar (niño o adulto), no se le insiste para que lo haga, pero sí se le pedirá que guarde silencio para dar lugar a que los otros recen sin distracciones. A lo largo de los años, con esta manera libre y respetuosa de hacer oración, los pequeños que en ocasiones expresaban su deseo de seguir charlando o distraídos, al ver que no era obligación sino invitación, pudieron experimentar un clima tal, que hizo que el grupo entero llegase a momentos de oración bastante intesos. Elena Santa Cruz

4. Cuarto momento: las actividades de expresión de la fe En el capítulo sobre planificación anual, desarrollamos el concepto de actividades de expresión de la fe. Convendría releerlo nuevamente. Allí veíamos la importancia que tiene para los niños que identifiquen experiencia de fe y expresión de fe. Para ellos, las actividades de expresión de la fe son una forma de revivir lo que acaban de experimentar catequísticamente. Es muy importante tener presente que el objetivo de estas actividades en la formación religiosa no es la realización técnicamente perfecta de la actividad. Lo que se pretende es que el niño exprese sus vivencias, tome conciencia 127

de aquellas realidades religiosas que está viviendo, y que manifieste su relación con Dios, con los demás y con el mundo que lo rodea.

Los recursos en la catequesis son puentes tendidos al corazón de niños y adultos. Son modos afectivos y efectivos de llegar al otro, de captar su atención para invitarlo a vivir el mensaje evangélico. Es un ponerse en camino. un despojarse del afuera, permite en el plano lúdico de la infancia animarse a entrar en el misterio con los ojos limpios de un niño. Elena Santa Cruz

Clasificación de las actividades de expresión de la fe Siempre es difícil realizar una clasificación, ya que por lo general suele empobrecer la realidad. Sin embargo, intentaré esbozar una enumeración de las actividades que más se adaptan para la expresión de la fe.

Actividades de

a) Comunicación b) Comunicación c) Comunicación d) Comunicación dinámica

visual o expresión plástica o expresión sonora o expresión corporal audiovisual o expresión

Debemos cuidar que el niño vaya integrando las técnicas de expresión y los materiales que ya hayan sido introducidos en su tarea escolar, para que ya se encuentre familiarizado con ellos y no se disperse. Muchas de estas actividades exigen preparación previa de los materiales y recursos. Algunas de las que aquí se indican son para que las desarrolle el docente con la participación de los niños; la mayoría son para que las realicen los niños directamente. 128

a) Actividades de comunicación visual o expresión plástica



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El dibujo: (con cualquier tipo de material o técnica) Según el tema tratado en el encuentro, algunas veces será libre; otras, ligeramente orientado. Nunca un dibujo copiado, estereotipado o excesivamente dirigido. Por supuesto que siempre responderá al tema tratado en el encuentro. Es muy importante que los niños se incluyan dentro del mismo, junto a Dios y a sus amigos. La pintura con pincel u otras variantes. La dáctilopintura o pintura con las manos. El desteñido con cloro: consiste en mojar el pincel en cloro diluido y dibujar destiñendo con el trazo, sobre una hoja de papel crepé. La impresión: con diversos materiales, como papas, hojas de plantas, corchos, etcétera. El collage: con cualquier tipo de material. El trabajo con material descartable: corchos, palillos, telas, fibras o cualquier tipo de material de desecho. El plegado y otros trabajos con papel: por ejemplo: recortar figuras con los dedos, papel de diario; corrugado consiste en hacer bollitos pequeños con papel crepé de distintos colores; picado: con papel glasé y punzón; etcétera. Las láminas e imágenes. Los libros ilustrados. El modelado: con cualquier material: pasta de sal, caucho, masa, porcelana fría, etcétera. El modelado da infinitas posibilidades, permite el armado de representaciones grupales. Es muy interesante si cada salón o cada niño realiza un personaje y de esta manera, entre todos o entre todo el nivel inicial, se forma el pesebre u otra escena bíblica.

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Masa de piedra para modelado Ingredientes:       

1 taza de harina sin levadura 1 taza de sal fina 1 cucharada sopera de detergente 1 cucharada sopera de vinagre de alcohol (blanco) agua en la cantidad necesaria (huevo, optativo) 1 placa o fuente para el horno y barniz marino.

Preparación: Al ser una masa que requiere tanta sal, no se prepara con anterioridad sino con los chicos. Se mezclan todos los ingredientes y se arma el bollo. Cada niño trabaja con un trocito. Se arma la artesanía elegida y se coloca en una fuente para horno sin aceitar ni enmantecar. Las piezas ven al horno de la cocina. Si se desea dar aspecto de pan se le aplica huevo antes de hornear sobre las piezas. Cuando se vean doradas se sacan y se ponen a enfriar. Si vamos a pintar con pintura al temple, se le aplica huevo, ya que impermeabiliza la pieza. una vez frías se pueden pintar con pinturas al temple, acuarelas, plasticolas de colores y luego es fundamental aplicar barniz marino para que no se humedezcan. Sobre la pieza lista se puede pegar lo que deseemos: lanas, botones, brillitos, etcétera. Si se trata de una reunión en el colegio o parroquia, se prepararán las piezas que luego se hornearán, y en la reunión siguiente se decorarán.

b) Actividades de comunicación o expresión sonora

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El silencio. El uso de la palabra: la exposición y explicación de un tema, la conversación con los niños, la transmi-

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sión de una vivencia personal son de gran valor en la catequesis. Muchas veces, una palabra sincera, justa y acertada vale más que la mejor de las técnicas. Las narraciones de hechos bíblicos, de historias relacionadas con la catequesis, de acontecimientos de la vida diaria, etcétera. Los cuentos con contenido catequístico: los niños se sienten muy atraídos por ellos. Lo importante es no quedarse en el cuento mismo, sino adentrarnos en el contenido catequístico. Se pueden crear cuentos con los mismos niños. Las grabaciones: muchos de estos cuentos, relatos, narraciones podrán ser grabados previamente en algún medio de reproducción digital, con música de fondo. Siempre resulta novedoso. La música en todas sus formas. Es un recurso muy valioso y no tan utilizado. Las canciones: de contenido religioso, catequístico o con valores humanos. También se pueden buscar grabaciones ya hechas por artistas cristianos, con letra y música apropiadas. La lectura expresiva. La narración de experiencias por los mismos niños. Poemas: de gran valor por su belleza, sobre todo las de contenido catequístico.

c) Actividades de comunicación o expresión corporal

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Los gestos: tienen un valor irremplazable en la catequesis infantil. Aplausos y ademanes. La postura corporal. La expresión facial: tomada como expresión de la persona al servicio de la comunicación. El mimo: es una variante del teatro mudo, donde se combinan la postura corporal, la expresión facial y la mímica para transmitir un mensaje, en silencio. Los desplazamientos y juegos rítmicos. Los cuentos con mímica. 131

d) Actividades de comunicación audiovisual o expresión dinámica Son aquellas que potencian el lenguaje total en los niños y en las cuales toda la persona se expresa y manifiesta. Son las más completas para utilizar en la catequesis.

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La oración personal y comunitaria. Las celebraciones de la palabra (ver el apartado especial en el capítulo sobre iniciación litúrgica). Las dramatizaciones: son pequeñas representaciones que realizan los niños, de gran ayuda para la catequesis. Si ellos mismos las crean, con la orientación de los catequistas, mejor. La carpeta de actividades o cuadernillo de catequesis de los niños: es muy importante que el niño pueda tener su propia carpeta de actividades de catequesis. En ella se irán guardando todas las actividades que los chicos van realizando a lo largo del año. Dicha carpeta tiene que ser una de las más lindas y cuidadas por el catequista, por el valor que tiene para el niño. Considero muy acertado tener una carpeta especial y sólo dedicada para la catequesis. Imaginar hechos evangélicos: utilizar la imaginación en todas sus formas, para componer las escenas evangélicas. Los cantos con gestos: constituyen una de las expresiones más apreciadas por los niños, ya que involucran a toda la persona. El teatro de títeres: los niños participan con un entusiasmo inusitado en estas representaciones. Elegir un títere que siempre nos hable de las cosas de Dios puede ayudarnos mucho. Es importante no “gastarlo” por el excesivo uso. Los videos con temas catequísticos: siempre se pueden obtener realizaciones aceptables, en especial si trabajan y participan los mismos niños. Hoy en día se pueden encontrar, gracias a internet, gran cantidad de videos, dibujos animados, animaciones

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computarizadas, que han sido puestas al servicio de todos, por artistas cristianos de todas las latitudes. Basta con estar atentos al mensaje, a la belleza y profundidad de los temas planteados4. Teatralizaciones, teatro de sombras y representaciones: realizadas por adultos para los niños o por niños más grandes, con temas catequísticos. Pequeña plástica: es la construcción de objetos en tres dimensiones, utilizando todo tipo de material (material de desecho, elementos de la naturaleza, cartulinas, marcadores, etcétera). Por ejemplo: armar un pesebre, representar la creación de los animales... Experiencias directas: mirar, ver, oír, contemplar, gustar, tocar, meterse dentro, buscar, plantar, cuidar, etcétera. Son importantísimas para que los niños puedan vivir y aprender desde la fe.

Esta enumeración de actividades posibles no pretendió ser exhaustiva. Hay muchas más. Sólo quise que pudiéramos tener una pequeña idea de todo lo que se puede hacer en catequesis, además de un simple dibujo. No quiero dejar de recordarles que la palabra clave, cuando se habla de actividades, es seleccionar. Es decir, elegir aquella actividad que mejor ayuda a los niños a expresar la fe que están viviendo.

. Quinto momento: actividades para compartir en familia Toda catequesis con niños tiene que tener su prolongación en el hogar. En realidad tendría que ser a la inversa:

En la medida que se pueda, y se dé a conocer el material, es una cuestión de decencia citar siempre la fuente de donde se extrajo el material. 4

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la catequesis, una prolongación de la catequesis familiar. Lamentablemente no siempre es así, y muchas veces será a través, de los niños como movilizaremos la fe de los padres; más aún en los tiempos que corren. Por otra parte, teniendo en cuenta el ritmo de asimilación de los niños, siempre será conveniente que revivan y compartan en sus casas lo vivido en los encuentros de catequesis. Al elegir estas actividades procuraremos que las mismas se transformen en auténticos disparadores para que los papás, los abuelos, hermanos y otros familiares puedan transmitir y compartir sus propias experiencias de fe con los niños. En este sentido, hay que evitar ser molestos, eligiendo actividades engorrosas o muy complicadas. Pequeños gestos como compartir una canción, una oración, visitar una iglesia y llevar una flor a la Virgen o una simple conversación pueden servir muy bien a nuestro propósito. Es muy aconsejable entregar material a las familias para acompañar este proceso. Algunas hojas con las canciones que utilizaremos en el año, oraciones, los temas catequísticos desarrollados brevemente y una lista de algunos libros que consideremos importante que lean para acompañar la catequesis de los niños; algunas páginas de internet, donde toda la familia pueda compartir canciones, videos y reflexiones. Es conveniente tener preparadas previamente las hojas o fotocopias con las consignas de las actividades para compartir en familia, para pegarlas en las carpetas de los niños y no perder tiempo. No olvidemos que si a nosotros nos cuesta, a las familias mucho más, y es nuestro deber acompañarlas en esta tarea. En ese sentido, no hay que descuidar el potencial que tiene el manejo de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación al servicio de la catequesis y del evangelio. Hoy en día, es casi imposible pensar, sobre todo con las nuevas generaciones de papás, en una comunicación que no incorpore todos los adelantos y posibilidades que la tec134

nología digital nos ofrece. Muchos adultos jóvenes reciben a diario cantidad de información irrelevante a través de sus celulares, notebooks, correos electrónicos, etcétera. ¡qué buena oportunidad sería aprovechar todos esos maravillosos recursos para anunciar el evangelio! De ese modo, los padres se mantienen informados y participando en la educación religiosa de sus hijos, a través de estos medios tan atractivos y fácilmente disponibles. Aquí propongo, a modo de ejemplo, algunas actividades para compartir en familia:







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Buscar en casa, con quienes forman mi familia, una foto del grupo familiar donde estemos todos contentos. Confeccionar con ella un cuadrito, adornarlo y llevarlo para el encuentro del día (para el tema: todos tenemos una familia). Cantar juntos, en familia, la siguiente canción u otra similar: (Se entregará la letra de la canción) Te doy gracias, Señor, por tu amor, no abandones la obra de tus manos. ¡Aleluya! ¡Aleluya! Salmo 137 Esta noche, antes de acostarnos, rezar juntos la siguiente oración (u otra apropiada): Jesús, José y María les doy el corazón y el alma mía. Jesús, José y María asístanme en mi última agonía. Jesús, José y María con ustedes descanse en paz el alma mía. Esta noche, antes de acostarnos, rezaremos con mamá especialmente por algún compañero que está necesitando nuestras oraciones. Buscar en casa un juguete o libro para regalarlo a otros niños que lo necesiten (u otra acción solidaria). Junto al juguete, preparamos un dibujo, dirigido al niño que lo va a recibir, y si podemos escribimos su nombre o el nuestro. (Traer todo para el próximo encuentro). Buscar con mis hermanos, primos o amigos (y con la ayuda de mamá) fotos de revistas de las co135







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sas hermosas creadas por Dios y llevarlas para el próximo encuentro. Conversar con los abuelos sobre la Virgen María. Juntar con ellos unas hermosas flores para llevárselas juntos a la Virgen en cualquier capilla o templo del barrio. Buscar, con la ayuda de los adultos, imágenes de Jesús, Buen Pastor, en internet, imprimir una copia y colorearla a mi gusto. Hacer juntos una oración y escribirla con mamá. Buscar con mamá y papá un lugar especial dentro de casa para colocar la imagen de Jesús que hicimos en la catequesis. Podemos agregar alguna vela o una flor. Cuando el rincón de oración esté listo, rezamos todos en familia algunas de las siguientes oraciones, sin olvidar agregar nuestras intenciones particulares. Visitar en familia tal página de internet (colocar la dirección web) y realizar una oración que nos sugiera la misma. Ver fotos de mi bautismo con papá y mamá. Conversar con ellos sobre ese momento: quiénes son mis padrinos, por qué los eligieron, qué significó para ellos ese momento, etcétera. realizar juntos una oración agradeciendo a Dios por nuestra fe. Ver en casa tal video en youtube (colocar el link) y compartir nuestros sentimientos. Enviamos juntos el link a algunos familiares que yo elija…. Después, cuando los veamos, preguntarles si lo recibieron y qué les pareció. Confeccionar la siguiente pieza del pesebre con material descartable. La presentaremos a Dios, el día........ a las .......hrs, en la celebración de la palabra a la que estamos todos invitados. (La catequista indicará qué pieza presentará cada familia, por ejemplo: oveja, pastor, etcétera).

Como ven, se pueden realizar múltiples y variadas actividades para comprometer a la familia con la catequesis, aparte de las reuniones periódicas de padres.

Las reuniones de padres Las reuniones de padres son momentos privilegiados para comprometer a toda la familia con la catequesis. Estas reuniones deben ser cuidadosamente preparadas. En primer lugar, deben ser pensadas como una auténtica catequesis para adultos, procurando el crecimiento en la fe de los adultos convocados. Para un buen desarrollo de las mismas, es necesario tener en cuenta el horario, las invitaciones (con hora de inicio y de cierre), la puntualidad, la duración, el espacio físico apropiado, la ambientación. Pero sobre todo tiene que haber un espacio para la oración personal y comunitaria, y momentos bien definidos para la propuesta libre de adhesión y profundización de la fe. Es conveniente que todo lo relativo a cuestiones secundarias ocupe poco tiempo de la reunión y se entregue por escrito, para dedicar mayor tiempo a lo esencial.

Títeres solidarios: un encuentro con los abuelos A modo de ejemplo de la potencialidad de las reuniones con la familia, desarrollaremos una reunión de abuelos que a lo largo de los años se ha venido realizando en una de nuestras escuelas. Esperada por los mismos, es un encuentro que emociona los pequeños y a los adultos, revalorizando el lugar de los mismos en la historia de sus nietos. Se organiza con mucho tiempo de antelación y se realiza todos los años en la misma época. No es cualquier tipo de reunión. Es un encuentro solidario donde abuelos y nietos realizan títeres que serán donados en

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Navidad en los hospitales pediátricos. La invitación se hace para un día de la semana en que se disponga de gran parte de la mañana o tarde para el encuentro. El encuentro se estructura de la siguiente manera: 1.

Entrada de los abuelos a la capilla, con música instrumental de fondo. Palabras de la catequista agradeciendo su presencia y revalorizando la importancia del encuentro para sus nietos. éste puede ser un buen momento para pasar un pequeño video con fotos de sus nietos en los encuentros de catequesis, mientras se espera la llegada de los pequeños. Finalizado el video ingresaran los niños. 2. Entrada de los distintos grupos cantando algún canto que conozcan los niños. 3. Celebración de agradecimiento por nuestras familias. Se representará, con títeres, la pesca milagrosa resaltando el valor del trabajo, la confianza y los frutos de lo vivido, que es lo que festejamos de la vida de nuestros abuelos. Frutos de amor y fe, de vida y esperanza, los abuelos nos muestran el camino recorrido y la historia de nuestra familia. 4. Oración en comunidad 5. Cierre de la celebración cantando todos juntos. 6. Se pasa a un salón cercano preparado con mesas para el trabajo. 7. Divididos por grupos, cada niño se sienta con sus abuelos y comienzan a construir dos títeres. uno se lo llevará cada niño, el otro será donado. 8. Finalizado el momento de construcción, los títeres serán llevados a unas cajas –decoradas por los niños con anterioridad al encuentro– donde serán guardados. 9. Entrega del regalo de los niños a sus abuelos. Cantan todos juntos una canción, para lo cual se les facilitarán copias a los adultos. 10. Merienda compartida. Los abuelos son invitados a traer algo dulce para compartir, mientras que las docentes, por mesas, colaboran sirviendo el té o café con leche para todos. Los títeres que se pueden construir con los abuelos son los siguientes:

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títere replegable “el nido” Materiales  una media de nylon transparente.  Viruta de madera. De no conseguirla, papel crepé amarillo, cortado en tiritas.  un guante de lana.  Espuma de etileno, botones, lanas (para decorar).  Pegamento de contacto.  Tijera, marcador al solvente, hilo y aguja. Armado

     

rellenar la media con la viruta o papeles. unir las dos puntas de la media, cosiéndolas para que quede armado el nido. Por otro lado, se decora el guante. Al guante se le pegan los ojitos que pueden ser perlitas a las que se les pinta el ojito con marcador indeleble. Se agrega el piquito, si se desea detalles como moñito u otros accesorios, y para finalizar se pega el guante con pegamento a la media y se le dan unas puntadas y queda ¡listo para usar! Si cada abuelo trae dos guantes se podrá hacer uno para su nieto y otro para donar.

títere zoquete Es un títere de fabricación muy simple, ideal para un regalo. Solemos preparar dos por abuelo. uno es para sus nietos y el otro para donar. Materiales una media de algodón un trozo de goma espuma (puede ser una esponja) un pegamento de contacto para unicel Lanas de colores o piolines Botones, media bocha de unicel pequeña (para los ojos)  un marcador negro grueso     

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Armado

 

  

Se realiza con una media, a la cual se le introduce la esponja para darle volumen a la cabeza. Se introduce la mano en la media, y a la altura del talón se coloca el dedo pulgar, y el resto de los dedos donde se ubican los dedos de los pies. De ese modo, al cerrar la mano en forma de pico, quedará con la forma de una boca. Para que los ojos no queden mirando hacia arriba, por dentro de la media se coloca un trozo de goma espuma (esponja) para que quede formada la cabeza, y de ese modo los ojos sean bien visibles. Los ojos se pueden hacer con botones, media bocha de unicel, tapitas, etcétera. Luego se le puede agregar pelo de lana, moños, detalles de decoración, acordes con el personaje. Elena Santa Cruz

La evaluación de cada encuentro Al finalizar cada encuentro, es importante que la catequista evalúe si los niños han alcanzado los objetivos propuestos o no. La mayoría de las veces esta evaluación se realiza por la simple observación directa. No obstante, la catequista podrá seguir la guía de evaluación propuesta en el capítulo anterior. A pesar del método –que ayuda– lo más importante sigue siendo la transmisión de la experiencia testimonial del catequista. Cada encuentro debe ser necesariamente “rumiado” en la oración previa frente al Señor para que abra los corazones de los niños e ilumine los nuestros, de manera que su presencia salvadora siga actuando en nosotros.

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El cuaderno o carpeta de encuentros catequísticos un instrumento que ha resultado de muchísima utilidad a todos los catequistas con los que trabajé es el cuaderno o carpeta de encuentros catequísticos. Este cuaderno viene a ser algo así como el cuaderno didáctico o pedagógico, que se utiliza en otras áreas de aprendizaje. En mi experiencia, es mejor usar un cuaderno de tamaño grande que una carpeta, aunque cada uno elegirá lo que mejor se adapte a su forma de trabajo. Este cuaderno catequístico busca unificar toda la preparación de la tarea catequística en un solo lugar. De alguna manera, al terminar cada año de labor, uno podrá tener su propia guía catequística. En ella deberemos incluir todo lo que concierne a nuestra tarea catequística: los cantos, los recursos, las oraciones, las planificaciones, etcétera. Es un medio de expresión personal del catequista, y debería mostrar las “huellas” de quien lo elabora.

¿Qué hay que colocar en el mismo? En primer lugar, luego de la portada, anotaremos los objetivos generales para la catequesis del nivel inicial del obispado o de la Conferencia Episcopal, luego los objetivos institucionales (si los hubiere) y los objetivos generales del año para nuestra catequesis. A continuación, escribiremos la planificación anual, desarrollándola tal como vimos en el capítulo V. Después de la planificación anual desarrollaremos los núcleos catequísticos, con sus respectivos encuentros semanales. Al finalizar cada serie de encuentros, se colocará la celebración de la palabra correspondiente al núcleo. Claro está que estos encuentros se irán planificando semana tras semana, de acuerdo al orden preestablecido en la planifica141

ción anual. De esta manera, el cuaderno se irá completando paulatinamente a lo largo del año, permitiendo realizar las correcciones y adaptaciones que se consideren pertinentes. Convendría respetar siempre un esquema fijo a lo largo del cuaderno catequístico, que bien podría ser el siguiente:

 OBJETIVOS gENErALES DEL EPISCOPADO  OBJETIVOS INSTITuCIONALES  OBJETIVOS gENErALES PArA EL PrESENTE AñO  PLANIFICACIÓN ANuAL  DESArrOLLO DE LOS NúCLEOS CATEquíSTICOS: núcleo

catequístico

nº 1:

Primer encuentro. Tema: .............................................. Motivación: .................................................................... Presentación del tema catequístico: ............................... Oración: ........................................................................ Actividades de expresión de la fe: .................................. Actividades para compartir en familia: .......................... Segundo encuentro. Tema: ........................................... Motivación: .................................................................... Presentación del tema catequístico: ............................... Oración: ........................................................................ Actividades de expresión de la fe: .................................. Actividades para compartir en familia: .......................... Tercer encuentro. Tema: ............................................... Cuarto encuentro. Celebración de la palabra. Tema: ................................ núcleo catequístico nº 2: ............................................... Primer encuentro. Tema: .............................................. Y así sucesivamente hasta ir completando, semana tras semana, todos los encuentros del año.

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No quisiera terminar este capítulo sin mostrarles algunos ejemplos de planificación semanal. Desarrollaré aquí dos modelos de preparación de un encuentro catequístico.

Núcleo catequístico: mi cuerpo, un regalo de Dios Primer encuentro: Dios nos da la vida y nos hace crecer porque nos ama. Segundo encuentro: ¡gracias, Dios, porque nos diste los sentidos! Tercer encuentro: Las manos son un regalo de Dios. Cuarto encuentro: Soy capaz de amar, pensar, sentir y crear. Celebración de la palabra: Damos gracias a Dios por nuestro cuerpo. Desarrollaremos el segundo encuentro de este núcleo catequístico: ¡gracias, Dios, porque nos diste los sentidos! motivación: A través de juegos, el catequista podrá iniciar a los niños en el descubrimiento de los sentidos: buscar una fuente sonora; reproducir sonidos conocidos; tocar elementos de diferentes texturas; probar alimentos; ver láminas; oler; etcétera. Presentación del tema catequístico: conversar con el grupo poniendo énfasis en: • Los cinco sentidos son un hermoso regalo de Dios. • Nos permiten relacionarlos con el mundo externo y con los demás. • utilidad, belleza e importancia de cada uno de los sentidos. • Por y con los sentidos podemos alabar a Dios. oración: los niños se sentarán bien, relajados y en silencio. Lenta y ceremoniosamente se realizará la señal de la cruz; luego se escuchará la lectura de la palabra de Dios, que proclamará la catequista: Lo revistió de una fuerza semejante a la suya y lo hizo según su propia imagen. Le dio una lengua, ojos y oídos;

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el poder de discernir y un corazón para pensar. Él colmó a los hombres de saber y entendimiento y les mostró el bien y el mal (Eclesiástico 17,3.6-7). Se hará un breve momento de silencio interior y cada uno pensará cómo agradecer a Dios porque puede oír, gustar, oler y tocar. Luego expresarán verbalmente lo que han pensado, diciendo: “¡gracias, Dios, porque puedo...!” Finalizado este momento, todos tomados de las manos mostraremos la alegría cantando: Yo tengo un Dios muy grande, Pon tus manos en las manos del Señor de galilea, u otro canto apropiado. Actividades de expresión de la fe: realizar un collage con material de desecho, donde alabemos y agradezcamos a Dios por regalarnos los sentidos o realizar con la técnica de dáctilo-pintura un regalo para Dios, en acción de gracias por los sentidos que nos dio. Actividades para compartir en familia: En casa, con toda mi familia cantamos la canción, con gestos: Pon tus manos en las manos del Señor de galilea y le pedimos a mamá y papá que nos expliquen el significado de la canción. (Asegurarse de que los papás tengan la letra y la conozcan).

Núcleo catequístico: los signos y el bautismo Primer encuentro: Dios me quiere, y me regala un nombre. Segundo encuentro: El agua nos ayuda a agradecer a Dios por la vida. Tercer encuentro: Jesús nos ilumina con su amor, es la luz del mundo. Cuarto encuentro: ¡gracias, Señor, porque soy tu hijo! Celebración de la palabra: Festejamos la alegría de ser hijos de Dios. Desarrollaremos el segundo encuentro de este núcleo catequístico: El agua nos ayuda a agradecer a Dios por la vida. motivación: ver con los niños fotos o imágenes que muestren cascadas, ríos, fuentes, mares, hielos, y observar el agua en sus distintos estados. También podría realizarse

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alguna experiencia directa, poniendo a los chicos en contacto con el agua. Se les dará la oportunidad de escuchar el agua que corre, contemplándola en silencio; sumergir las manos en agua fresca y refrescarse la cara; etcétera. (Los niños deberán prestar atención a las sensaciones que produce el agua en contacto con el cuerpo y comentar dicha experiencia). Presentación del tema catequístico: • • • •

Dios hizo el agua tan bella y útil. El agua es un regalo de Dios. El agua es un signo de vida. El agua en el bautismo.

oración: Colocar a los niños en semicírculo. una vez en silencio, realizar todos juntos la señal de la cruz. Luego, los niños darán gracias a Dios por el agua tan pura y bella que da vida. A continuación se leerá la palabra de Dios: El agua que yo les daré... se convertirá en el manantial que brotará hasta la vida eterna... (Jn 4, 14). Al concluir la lectura se mantendrá al grupo en silencio para luego alabar a Dios con la canción: “Hay un río de vida”, acompañada de gestos. Se finalizará con la señal de la cruz. actividades de expresión de la fe: dibujar libremente a Dios regalándonos el agua, en sus distintas manifestaciones. Se utilizarán témperas o acuarelas. actividades para compartir en familia: Le pedimos a mamá que nos muestre todas las cosas lindas que hace con el agua durante el día. Por la noche, agradecemos a Dios, juntos, por el agua que nos regaló.

Estos dos núcleos que desarrollamos son un ejemplo de cómo se puede trabajar. No olvidemos que al finalizar cada núcleo catequístico hay que colocar la celebración de la palabra correspondiente. 145

De esta manera, hemos concluido el capítulo sobre preparación semanal o de cada encuentro. En los próximos capítulos analizaremos más en profundidad todo lo que respecta a la iniciación litúrgica y a la oración de los niños.

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Capítulo VII

Iniciando en la liturgia a los niños pequeños1 La liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza... Concilio Vaticano II Constitución S.C. Nº 10

En la vida de la Iglesia, cuando la oración se hizo comunitaria, se transformó en liturgia; es decir, la oración de la comunidad creyente que celebra públicamente la obra salvadora de Dios a través de su Hijo único, Jesús. La palabra liturgia viene del griego: leitos, del pueblo y ergon, acción. La liturgia busca establecer un contacto comunitario con Dios; es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia. Iniciar a los niños en la liturgia es una de las más hermosas tareas que nos toca realizar en nuestra catequesis. Por la iniciación litúrgica los niños se integrarán a la

Este capítulo, con la adaptaciones correspondientes, tiene su correlato en mi libro citado anteriormente: Metodología catequística para niños, op. cit., capítulo VII 1

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oración comunitaria de toda la Iglesia, que ha venido celebrando la vida de Dios desde que Jesús lo ordenó. De ahí su importancia2. Por esta razón la iniciación litúrgica de los niños debe comenzar desde los comienzos de la catequesis. un camino privilegiado para la iniciación litúrgica de los niños lo constituyen las celebraciones de la palabra. La iniciación litúrgica de los niños estará marcada por las celebraciones de la palabra. gracias a éstas, las fiestas litúrgicas importantes (Pascua, Pentecostés y Navidad) pueden ser vividas de una manera alegre y profunda. Para los niños pequeños, celebrar algo junto con sus compañeros, es la manera apropiada de iniciarlos en la fe comunitaria. Las celebraciones de la palabra constituyen uno de los momentos privilegiados y más encantadores de la catequesis. En los últimos tiempos, han adquirido un lugar importantísimo en la iniciación litúrgica de grandes y pequeños, transformándose en verdaderos encuentros de oración, donde los niños pueden sentir y expresar su fe comunitariamente. En estas edades que estamos tratando, las celebraciones de la palabra constituyen un elemento central en la catequesis. Por ahora, sólo tendrán un carácter iniciático y profundamente simbólico. Con el correr del tiempo tienen que ir llevando paulatinamente a la gran celebración de la Iglesia: la eucaristía, que es la culminación de la liturgia, para la que nos debemos preparar todos los cristianos. resulta ineludible prepararlos a conciencia desde pequeños para que puedan ir participando plenamente en la misma. En este capítulo analizaremos la dinámica de las celebraciones de la palabra, la centralidad de la palabra de Dios

En tal sentido, recomiendo leer la Constitución Sacrosantum Concilium, del Concilio Vaticano II y el Directorio: “La Misa con participación de los niños”, Sagrada Congregación para el Culto Divino, primero de noviembre de 1973. 2

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con los niños, y dos elementos que están muy asociados a ellas: el canto y el gesto. Entonces, en el capítulo veremos: a) Las celebraciones de la palabra. b) Los niños y la palabra de Dios. c) Los signos y gestos. d) El canto.

a) Las celebraciones de la palabra ¿Qué es celebrar? Celebrar es reunirnos para recordar y festejar algo. Celebrar es encontrarnos para compartir nuestra vida y darle una nueva dimensión. Celebrar es revivir juntos una experiencia, un acontecimiento. Celebrar es actualizar una vivencia y compartirla... Catequistas del IPA3

La celebración es una fiesta, pero no entendida como distracción o evasión, sino como afirmación de un pasado que se asume en el presente para proyectarlo a un futuro que nos compromete. Por ello, para que haya fiesta es fundamental que la persona se sienta libre, solidaria y que sea capaz de amar, de acoger, participar y compartir con el otro. Toda celebración tiene un carácter festivo, al menos de esperanza. Celebrar es agradecer por la vida misma, es gozar y disfrutar por la historia compartida. Celebrar es la oportunidad de vivenciar la alegría de vivir en comunidad, compartiendo la fe. Nuestra fe nos permite hablar de celebración aun en los momentos difíciles, en las situaciones penosas de la vida.

3 Catequistas del IPA, Metodología catequística, Editorial Stella, Buenos Aires, 1984, p. 30.

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Ya que asumir con profunda serenidad una situación límite conlleva una celebración en la esperanza de que Dios nunca nos deja solos, y que algún día todo va a ser diferente.

¿Qué se celebra? Se celebra lo que se comparte con otros: el proyecto común, con sus logros y aciertos, pero también con sus temores y sombras. En síntesis, se celebra la vida misma, lo vivido y por vivir. Toda celebración supone: • un hecho o acontecimiento motivante

Motivo

• un grupo de amigos, una comunidad

Asamblea

• un lugar apropiado, un momento especial, una situación diferente: preparación, vestimenta, adorno, comida, invitaciones, música, etcétera.

Clima festivo

• un gesto extraordinario y específico: un brindis, cortar la torta, entregar un diploma, soplar las velas, una corona de laureles, etcétera.

un gesto ritual

Las celebraciones de la palabra Gran importancia en la formación litúrgica de los niños y en su preparación para la vida litúrgica de la Iglesia pueden tener también las diversas celebraciones de la palabra... Más aún, creciendo su capacidad espiritual, ténganse frecuentemente con ellos sagradas celebraciones propiamente dichas de la palabra de Dios, principalmente en los tiempos de Adviento y Cuaresma, las cuales grandemente pueden favorecer en los niños la estimación por la palabra de Dios... Directorio litúrgico para las Misas con participación de niños, nº 13 y 14.

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Como su nombre lo está indicando, las celebraciones de la palabra son una fiesta en torno a la palabra de Dios. Ya en el Antiguo Testamento, celebrar la vida era celebrar la fe. Dios mismo quiere que las alegrías del pueblo sean su alegría, sean su fiesta (Cfr. éx 23,4-16; Dt 16,1-16). Las celebraciones de la palabra son actividades privilegiadas del encuentro con Dios. Son momentos de intenso contacto con Dios. Se entroncan en la vida litúrgica de la Iglesia. Ellas constituyen una auténtica iniciación litúrgica y preparan para la gran celebración de acción de gracias: la eucaristía. Las celebraciones de la palabra tienen como propósito establecer un contacto personal y comunitario con Dios. Por ello no deben perder el sentido de fiesta, de encuentro, de lo sagrado, de memoria viva (anamnesis).

Elementos de una celebración de la palabra Existen algunos elementos que considero componentes indispensables de toda celebración de la palabra:

Elementos indispensables

• • • • • •

La palabra de Dios La comunidad o asamblea un motivo o tema El gesto sacramental El clima festivo La oración

Toda celebración supone un encuentro comunitario en torno a la palabra de Dios, para celebrar la vida, algo que ha sucedido o se ha aprendido en la catequesis, y para expresar juntos la fe.

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La palabra de Dios No se trata de un mero teatro o representación sino de un verdadero encuentro: Dios se hace presente, se revela a los hombres a través de su palabra (Jn 1,1-14). Para la Iglesia la Biblia es la palabra de Dios. gracias a ella Dios nos habla hoy. La palabra de Dios ilumina y es la esencia de toda celebración catequística. Por todo lo expuesto, una celebración en la que falte la palabra de Dios carece totalmente de sentido. En nuestro caso, por tratarse de niños pequeños, el texto de la palabra de Dios debe ser muy breve y elocuente, pero nunca deberá estar ausente. La comunidad o asamblea Otro elemento importante a tener en cuenta en una celebración es la asamblea o comunidad, la gente que quiere celebrar algo. Si no logramos que participen plenamente, se transformarán en meros espectadores. Los niños deben sentirse convocados, juntos con sus compañeros, invitados, llamados en nombre del Señor a participar con todos sus sentidos en lo que van a realizar. En nuestro caso, los niños son los verdaderos protagonistas. Motivo o tema Siempre existe un motivo para celebrar. un hecho ocurrido y por el cual queremos dar gracias a Dios, un acontecimiento, una experiencia que hayamos vivido o un tema tratado en la catequesis. Lo importante es que tenga que ver con lo que el niño está viviendo y aprendiendo. Todos los temas de la catequesis pueden ser celebrados. Las fiestas litúrgicas como la Pascua, Pentecostés, Navidad, Epifanía, el Santo Patrono, son ocasiones privilegiadas, que bien pueden ser temas para celebraciones especiales. Tratándose de niños pequeños, todo debe girar en torno a una sola idea, clara, concisa y sencilla. La acumulación de temas hace perder el sentido. Cada celebración debe presentar un solo tema. 152

El gesto sacramental es un signo actuante y eficaz de la acción salvífica de Dios. No es un rito mágico ni supersticioso. Sólo produce su efecto si la persona está bien dispuesta y preparada para recibirlo. El gesto sacramental Todo encuentro con Dios se expresa por y a través de gestos sagrados (hacer la señal de la cruz, encender un cirio, arrodillarse, extender los brazos, besar una imagen, rociar con agua bendita, etcétera). Las celebraciones con niños deben contener una gran variedad y riqueza de gestos. Es imprescindible que conozcan bien el significado de los gestos que van a realizar durante la celebración (cada tanto será necesario volver a ahondar el significado de los mismos, ya que la rutina puede transformar un gesto valioso en una práctica ritual sin sentido). una celebración debe ser algo muy diferente de una ceremonia aburrida, tediosa y pesada. ¡Cuánto más si los que participan son niños pequeños! Siempre una celebración para el niño debe significar una fiesta, una gran alegría. El clima festivo Para lograr ese clima festivo es importante lograr un marco físico digno y diferente. Todo el ambiente debe lucir y hablar de algo distinto. Se pueden disponer almohadones, láminas, alfombras, flores, velas, guirnaldas, alguna imagen religiosa, música de fondo, etcétera. En cada celebración se procurarán símbolos distintos y variados, pero sin exagerar, ya que pueden dispersar a los niños. Preparar el lugar para la celebración, puede ser una hermosa ocasión para un trabajo en conjunto con niños y familiares. Evidentemente, lo más importante de un clima festivo es la disposición interior de los niños, (que en esta edad, se logra a través de gestos, cantos, aplausos, etcétera). 153

La oración Toda celebración deberá conducir a un encuentro con Dios, es decir, debe ser un encuentro de oración personal y comunitaria. En cualquier celebración que hagamos con los niños pequeños debe existir un espacio (aunque sea breve) para la oración personal, para la oración silenciosa. Es muy importante que los niños puedan hacer oración y expresar en voz alta sus propias preocupaciones, sus propias intenciones. Estas oraciones espontáneas, francas y sencillas –de petición, de alabanza y de agradecimiento– muy caras a los niños y, estoy convencido, que a Dios también, van a ir despertando el sentido comunitario de la oración. Es de lamentar que cuanto más pasan los años, más nos vamos alejando de la oración comunitaria, compartida desde la vida.

La preparación de la celebración Para que una celebración tenga posibilidades de llegar a buen término, hay que tomarse el tiempo necesario para pensarla, para prepararla bien. Podemos hablar de dos momentos: la preparación remota y la preparación inmediata.

a) La preparación anterior o remota Como en toda fiesta, existe una preparación que posibilita vivirla con mayor intensidad y disfrutarla desde la preparación misma. El éxito de una celebración depende muchas veces de una buena preparación. No puede ser librada al azar o a la improvisación. Hay que escribirla, pensarla con tiempo y bien. Y lo más importante: rezarla delante de Dios. Habrá que determinar: ¿qué objetivo me propongo con la misma? ¿Cuándo y en qué lugar se va a realizar y 154

si estará disponible en ese momento? ¿Es necesario distribuir funciones? ¿qué cantos vamos a elegir? ¿quién o quiénes van a animar los cantos? ¿Los niños ya conocen y tienen asimiladas las canciones? ¿qué materiales se van a necesitar? ¿qué van a hacer los niños antes y durante la celebración? ¿Cómo se ubicarán? ¿Cuál será el texto bíblico? ¿Cuál va a ser el gesto o signo a destacar? ¿Tienen que llevar algo preparado? ¿Van a participar otras personas? ¿Hay que invitarlas? ¿Cómo? ¿qué papel desempeñarán? ¿qué elementos pueden jugar en contra? ¿Están previstas las posibles dificultades? En síntesis: prever el qué, quién, cuándo, dónde, cómo, con qué y el porqué de la celebración.

b) Preparación previa o inmediata El mismo día de la celebración, en algún momento previo, siempre es importante preparar todo cuidadosamente. Habrá que:

  

Explicar a los niños qué van a hacer, ensayar las canciones, las dramatizaciones. Fijarse si están todos los elementos dispuestos y adecuados (por ejemplo: almohadones, Biblia, velas, fósforos o encendedores, floreros, títeres). Probar todos los materiales a utilizar: proyector, pantalla, reproductor de sonido, computadora, extensiones... No es la primera ni la última vez que una celebración no se puede realizar por culpa de un enchufe o adaptador.

c) Durante la celebración Hay que tener bien presentes la distribución espacial y temporal. ¿qué espacios van a ocupar los niños –siempre el central y más cercano– que son los protagonistas? ¿Dónde se van a ubicar los otros adultos: padres y familiares, 155

otros? Suele ser más oportuno que los adultos se encuentren sentados en sillas o bancos y los niños sentados delante en semicírculo, de manera que todos puedan ver, pero insisto, los que mejor tienen que ver y oír son los niños. En cuanto a la distribución temporal, no hay que olvidar lo que hablamos sobre el corto tiempo en que los niños pequeños pueden mantener la atención. una celebración para ellos no tendría que extenderse más de media hora. Por lo tanto, debe ser muy ágil, centrada en lo esencial. Es decir, generar el mayor impacto celebrativo en la menor cantidad de tiempo posible. Para ello, es importante no sobreabundar en gestos y signos (es preferible un solo gesto intenso y corto). Habrá que preveer los traslados y movimientos (cuantos menos, mejor), teniendo siempre presente la cantidad de niños que participan en la celebración. En síntesis, todo tiene que fluir con naturalidad, sencillez, en poco tiempo, pero continuado, y con intensidad celebrativa.

d) Después de la celebración Es muy acertado pensar algunas actividades posteriores a la celebración. Entrega de recuerdos o souvenirs previamente preparados por los niños. Si se sacaron fotos de la misma o videos, hacer una cartelera para dar a conocer el hecho a toda la comunidad. También se puede pensar en enviar por internet algún tipo de agradecimiento a las familias, con alguna imagen de la celebración. Al recibirla en casa, los niños elegirán a quién reenviarle las fotos y agregar algo en familia.

Esquema básico de una celebración de la palabra Cualquier esquema puede ser útil para una celebración. Aquí sugiero uno que en mi experiencia ha resultado apropiado y que puede adaptarse con facilidad a cualquier tipo de celebración. 156





 

 





Ambientación: se ubica a los niños y participantes y se les da la bienvenida. Se les recuerda lo que se va a celebrar y con qué fin están reunidos. (Si los niños entran en procesión, habrá que esperar a que estén ubicados). Canto de entrada: apropiado al contenido de lo que se celebra. (Los niños ya deben saber los cantos de memoria; a los adultos, habrá que repartirles copias). ritos iniciales: encender las velas, señal de la cruz. Proclamación de la palabra de Dios: de manera digna y clara se proclama la palabra de Dios. Se debe elegir una sola lectura y breve. No necesariamente el evangelio (si lo es, previamente se canta el aleluya) y los niños pueden permanecer sentados respetuosamente. Explicación de la palabra: muy breve y sencilla, adaptada al nivel de los niños. Momento para la oración personal: es el momento de la oración personal, de hacer silencio y recogerse interiormente para hablar con Dios. Puede ser útil poner una música instrumental de fondo (música ya utilizada en los encuentros para motivar el silencio y la oración). Signos... gestos... símbolos... posturas... ritos...: en este momento los niños realizarán el signo o gesto elegido: ofrenda de regalos preparados para Dios, entrega de flores a la Virgen, compartir una dramatización, besar una imagen procesionalmente, bailar en torno a una imagen, entregar juguetes o regalos realizados por ellos para otra comunidad, etcétera. Mientras tanto, se puede acompañar con una canción relacionada con lo que está sucediendo. ritos finales o de despedida: Saludo y bendición final. Aunque seamos simples laicos, sin rango de ministros, podemos invitar a la asamblea a acoger la bendición de Dios con la siguiente fórmula o al157



guna parecida: “que a todos nos bendiga Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén”. Canto de salida: Si hay algún tipo de recuerdo o souvenir, que hayan preparado los niños, es el momento para repartirlos.

Evaluación de la celebración Después de cada celebración es conveniente que hagamos nuestra propia evaluación de la misma, siguiendo esta guía que les propongo u otra similar:

      

¿Se cumplió el objetivo de la celebración? ¿qué fue lo mejor? ¿qué falló? ¿Se destacó la palabra de Dios como central? ¿Hubo clima de oración? ¿Participaron los niños? ¿En qué se notó? ¿Se logró el clima de fiesta? ¿El ambiente y los materiales fueron los apropiados? ¿Hubo unidad entre la palabra de Dios, los cantos, los gestos, las oraciones y el compromiso?

Algunas consideraciones para las celebraciones con niños pequeños Dadas las características de los niños, es imprescindible tener en cuenta algunas apreciaciones particulares. Ante todo las celebraciones deben ser breves, simples, con ritmo, alegres y vividas intensamente. Los cantos, dramatizados con todo el cuerpo; los gestos, vividos con todo; los momentos de oración, cortos y profundos; la proclamación solemne de la palabra de Dios, la participación de los papás y familiares. Todo debe desbordar y conducir a la fiesta que viven y están celebrando los pequeños. 158

Debemos procurar una gran ilación entre los cantos, los gestos, la palabra de Dios. Es decir, la celebración debe girar en torno a un solo tema, muy claro y concreto. No es cuestión de recargar la celebración con gestos complicados, con extensas explicaciones. Los niños son simples para festejar. No compliquemos las cosas por demás. Otra cosa: es muy importante respetar el propio ritmo de los niños. No hay que desanimarse. No siempre las cosas salen como uno quisiera, porque los niños son los verdaderos protagonistas. Todo lo que importa es que los niños vivan en fiesta porque Dios los ama. qué la celebración sea para ellos la fiesta del encuentro con sus amigos y con Dios. En síntesis: que celebrar sea una forma de vida.

Los títeres en las celebraciones En las celebraciones con pequeños, sobre todo en el caso de las escuelas que tienen gran cantidad de niños, utilizar títeres permite captar la atención y generar un clima propicio para luego pasar a los momentos centrales de oración. Los títeres utilizados para este tipo de encuentros son los conocidos como títeres gigantes. El títere gigante se puede fabricar con un botellón de plástico grande (4 litros mínimo) que se cubre con pedacitos de papel pegados con goma. Los ojos y la boca se pintan directamente o se los puede hacer con plastilina pegada, o en volumen, con media bocha de unicel. Dentro de la botella se pone un palo de escoba que se fija a la cabeza a través del cuello. La cabeza puede hacerse de cartón. Finalizada la cabeza, se adhiere un gancho de colgar la ropa que se sujeta al palo de escoba (de otro modo, se caería la ropa). El gancho hace de hombros. Es preferible y más práctico utilizar ropa liviana, y las manos se hacen con guantes. Se maneja la cabeza por el palo (la ropa se cuelga del gancho, quedando el palo por afuera para poder ma-

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nejar el títere) y se mete una mano dentro del guante. El otro guante queda como falsa mano rellena de algodón. Para lograr mayor movilidad, del cuello de la botella se pueden pegar dos tiras de tela, una de las cuales se une al gancho; de este modo el cuello será móvil. Conviene tapar las cintas con un pañuelo. Este tipo de títere con cuello de cinta lo hace más dúctil y fácil de trasladar, ya que no posee el palo, lo cual posibilita doblarlo en un bolso. Las manos del títere deben ser de un material suave de modo tal que al acercarse a los niños sean agradables al tacto. Tanto “El Pesebre” y parábolas como ”El sembrador”, “La pesca milagrosa”, ”La multiplicación de los panes”, son ideales para ser representadas con este tipo de títeres que captan la atención de grandes y chicos generando un clima de silencio maravilloso ideal para dar paso a la oración y a los gestos comunitarios. Elena Santa Cruz

b) Los niños y la palabra de Dios La Sagrada Escritura es el mejor medio para llegar al conocimiento de Jesucristo. San Jerónimo afirma vigorosamente: “ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo”. Si queremos llevar al niño a Cristo, debemos familiarizarlo con los escritos sagrados, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, ya que todo en la Escritura apunta a Jesucristo. Las palabras de la Sagrada Escritura tienen un calor, una luz y una unción que no poseen las palabras humanas, “porque la palabra de Dios es viva, eficaz y tajante más que una espada de dos filos” (Heb 4,12). En cuanto tal, el niño tiene el derecho de oírla y no podemos privarlo de este privilegio. La palabra de Dios es un elemento central e insustituible en la catequesis. Sin ella no hay catequesis posible. La palabra de Dios entra en la catequesis desde el momento 160

que se comienza a hablar de Dios o de Jesucristo. Evidentemente el uso y proclamación de la Biblia debe adaptarse a la edad, al lenguaje y a la psicología de los niños, pero en ningún momento puede faltar o sustituírsela por otra cosa. Es importante que los niños se familiaricen con la Biblia desde pequeños y que se refieran a ella con respeto y naturalidad. La iniciación a su lectura será progresiva. Al comienzo se leerán los textos más simples y sencillos. En todas y cada uno de las sesiones catequísticas estará presente la palabra de Dios. En este sentido, creo firmemente que “el pan de la palabra” está hecho también para los pequeños, aunque sólo podamos darles “migajas” que realmente nutrirán su fe: “Mis palabras son espíritu y vida...” afirma san Juan (Jn 6,63). Creo que esta palabra actúa como una semilla y que si enseñamos a los niños a “guardarla en su corazón”, el Espíritu Santo la fecundará poco a poco. Al citar la Biblia es necesario limitarse a lo esencial, cuidando el equilibrio y la integridad del mensaje. Lo importante es que los textos y narraciones resulten claros. No hay que desfigurar los hechos, ya que la palabra de Dios es eterna y universal, por tanto, se dirige también a los pequeños: “El que pone atención en la palabra halla la felicidad; es feliz el que confía en Dios...” (Sal 16, 20). Es indispensable que la palabra de Dios sea percibida por los niños como una realidad significativa. ésta necesita, en efecto, una prioridad no simplemente cronológica, sino valorativa. La Biblia es esencialmente un libro religioso que contiene todo lo que Dios quiso revelar a los hombres para su salvación. De alguna manera contiene las propias palabras dirigidas por Dios a la humanidad. Es la “carta de amor” de Dios a sus hijos. La fuente donde la catequesis toma su mensaje es la misma palabra de Dios. Siempre que utilicemos la Biblia en catequesis, debemos dar relevancia al plan de salvación de Dios, cuyo centro y culminación es el mismo Jesús. 161

Existe un uso abusivo de la Biblia en las llamadas “Biblias infantiles”. Por lo general, estas obras desfiguran el plan de Dios y no lo presentan como tal, sino como una sucesión de acontecimientos inconexos. En esas obras se da una relevancia desproporcionada a hechos que, aunque en sí mismos se encuentran en la Biblia, no pasan de tener un valor secundario en el conjunto. Por ejemplo: Sansón derribando las columnas del templo, o los acontecimientos de David y goliat. Lo esencial, en la selección de los textos bíblicos que compartimos con los niños, vendrá dado por el mensaje de fe que se transmite.

La Biblia y el lenguaje infantil Existen varias traducciones de la Biblia. utilicemos aquellas que más se adapten al lenguaje infantil. Hay que tener cuidado al elegir la traducción, ya que algunas no cuentan con la debida aprobación eclesiástica y, por lo tanto, no tenemos garantía de la calidad y fidelidad de los textos4. En mi experiencia, recomiendo manejar los textos bíblicos de las siguientes ediciones:

   

El Libro del Pueblo de Dios, de la Fundación Palabra de Vida. La Biblia Latinoamericana, de San Pablo. El Libro de la Nueva Alianza, de la Fundación Palabra de Vida. La Biblia del Niño, de Jacob Ecker, Editorial guadalupe.

Debido a la poca capacidad de atención de los niños pequeños, se elegirán textos muy breves y de gran conteni-

Todas las biblias católicas poseen en las primeras páginas las inscripciones “Nihil obstat” (Nada obsta a la fe) e “Imprimatur” (Puede imprimirse) firmadas por un obispo o censor eclesiástico. 4

162

do, que expresen el mensaje central del tema propuesto. Muchas veces, un versículo de algún salmo, la parte central de un texto, lo esencial de un pasaje evangélico, son más que suficientes para que el niño capte lo fundamental. En la selección de textos siempre hay que ser fiel a la totalidad e integridad del mensaje de salvación. Cuando se trate de textos bíblicos más largos, por ejemplo: la vocación de Samuel, las parábolas de Jesús, conviene realizar una lectura narrada o lectura expresiva. La forma de narración bíblica en la catequesis es el método más sencillo para iniciar a los niños en los misterios de la fe. De hecho, ése era el método de la Iglesia primitiva. En el caso de las narraciones, hay que aclarar al niño que estas historias son reales y no cuentos de fantasía. En la mente del niño habrá una diferencia muy clara entre lo ficticio y lo real, aunque piense en lo real a través de lo imaginario. Es importante que la historia de Jesús no se desarrolle al mismo nivel que la de Pulgarcito, Los power rangers, Pokemón, Las superpoderosas o cualquier otro héroe de fantasía o de la televisión. Por eso, en las narraciones bíblicas evitemos los giros utilizados en la narración de cuentos infantiles, generalmente sin matizar tiempo ni espacio, como por ejemplo: “Había una vez, en un país lejano...” o “colorín colorado este cuento se ha acabado...”. Por el contrario, situemos a los niños en un lugar real y concreto; por ejemplo: “En Jerusalén vivía un niño llamado Samuel. él estaba al servicio de Dios y vivía junto a Helí, en la casa de Dios. un día oyó...”

Un trato respetuoso y solemne Nuestra forma de tratar la Biblia evidenciará esta verdad: es un libro santo. En cuanto al manejo de la Biblia, recomiendo que el catequista la utilice dándole un trato familiar, respetuoso y, en cierta manera, solemne. 163

El niño valorará la Biblia basándose en el tratamiento que le da el adulto; no se trata de un libro cualquiera. El catequista contará la historia o leerá el pasaje de la Biblia con toda la fe, amor y reverencia de alguien que cree en ella y la ama sinceramente. No olvidemos que la delicadeza está próxima a la bondad. Por esto, es aconsejable guardar la palabra de Dios en un lugar de honor; por ejemplo, en el rincón de oración, y tratarla con cuidado y respeto, hojeándola delicadamente, abriéndola y cerrándola con calma… Mientras se lee un pasaje de la Sagrada Escritura, un niño, con una vela encendida en la mano, puede estar junto al lector; también la vela encendida se puede poner al lado del libro sobre la mesa desde donde se hace la lectura. Después de leer la Biblia se besará reverentemente la página abierta para expresar el amor y la gratitud a la palabra de Dios. Cada vez que se lea un texto bíblico, es conveniente observar que los niños se encuentren correctamente sentados (hacer que se pongan de pie, los dispersa), cambiar el tono de voz, leer pausadamente, con entonación y fervor, sin caer en exageraciones. Es preferible utilizar una Biblia grande, bien encuadernada, para que los niños observen y sepan que se trata de un libro muy especial. Doy un consejo pedagógico: cuando se tengan que seleccionar textos, háganlo siempre previamente, y que la cita esté a la vista. resulta muy útil transcribirlos e imprimirlos en una hoja pequeña e introducirla en una Biblia de gran tamaño, para luego leer directamente de la hoja y evitar distracciones o desorientaciones.

Textos de la Biblia para trabajar con niños pequeños Antiguo Testamento

 164

La creación del mundo: gén 1,1-25

             

Dios crea al hombre: gén 1-2 Noé y el arca: gén 6-9 José adivina sueños: gén 40 Moisés, salvado de la muerte: éx 1-2 Dios elige a Moisés. La zarza ardiendo: éx 3,1-15 Moisés y el paso del mar rojo: éx 13-14 Dios provee de comida (el maná) y bebida en el desierto: éx 16-17 Dios habla a Moisés en la tienda: éx 25-27 La historia de Sansón: Jue 13-14 Dios llama al profeta Samuel cuando era niño: 1Sam 3 David vence al gigante goliat: 1Sam 17 Dios habla a Elías en la brisa suave: 1re 19,9-14 El llamado del profeta Jeremías: Jer 1,4-14 Dios promete su Espíritu: Jl 3

Nuevo Testamento La vida de jesús

           

La anunciación, nacimiento e infancia de Jesús: Mt; Lc 1-2 Jesús es presentado en el templo: Lc 2,21-40 El joven Jesús: Lc 2,41-52 Bautismo de Jesús: Mt 3; Mc 1,1-11; Lc 3,21-22 Jesús llama a sus primeros discípulos: Mt 4,18-22; Mc 1,16-20; Lc 5,1-11 La transfiguración de Jesús: Mt 17,1-13; Mc 9,2-13 La entrada triunfal en Jerusalén: Mt 21,1-11; Mc 11,1-11; Lc 19,29-44; Jn 12,12 La última cena de Jesús: Mt 26,17-35; Mc 14,1226; Lc 22,1-38 La resurrección de Jesús: Mt 28,1-10; Mc 16; Lc 24,1-12; Jn 20 Jesús nos hace sus discípulos: Mt 28,16-20 La ascensión de Jesús: Lc 24,50-53; He 1,1-12 El Espíritu Santo llega en Pentecostés: He 2 165

milagros de jesús

     

Las bodas de Caná (Jesús convierte el agua en vino): Jn 2.1-11 La multiplicación de los panes: Mt 14,13-21; 15,3239; Mc 6,30-44; 8,1-10; Lc 9,10-17; Jn 6,1-15 Jesús calma la tempestad: Mt 8,23-27; Mc 4,35-41; Lc 8,22-25 La pesca milagrosa: Mt 4,18; Mc 1,16Lc 5,1-11 Jesús anda sobre el mar: Mt 14,22-33; Mc 6,4552; Jn 6,16-21

curaciones y sanaciones

    

Jesús y el ciego de Jericó: Lc 19,35; Mc 10,46; Mt 20,23 Jesús sana a un sordomudo: Mc 7,31-37 Jesús sana a paralíticos y lisiados: Mt 9,1-8; 12,914; Mc 2,1-12; 3.1-6; Lc 5,17-26; 6,6-11; 14,1-6; Jn 5,1-8 Jesús sana al hijo de un oficial: Jn 4,46-54 Jesús revive a la hija de Jairo: Mt 9,18-19.23-26; Mc 5,21-24.35-42; Lc 8,40-42

Parábolas

       

Parábola de la casa edificada sobre la roca y la arena: Lc 6,47 Parábola de la moneda perdida: Lc 15,8-10 Parábola de la oveja perdida: Mt 18,12-14; Lc 15,3-7 Parábola de la semilla que crece: Mc 4,26-29 Parábola del buen pastor: Jn 10,1-21 Parábola del grano de mostaza: Mt 13, 31-32; Mc 4,30-32; Lc 13,18-19 Parábola del sembrador: Mt 13,1-23; Mc 4,1-20; Lc 8,4-15 Parábola del tesoro, la perla y la red: Mt 13,44-50

episodios y enseñanzas

 166

Nacimiento de Juan Bautista: Lc 1,57-66

      

Jesús y Zaqueo: Lc 19,10 Jesús y los niños: Mt 19, 13; Mc 10,13; Lc 18,15 Jesús nos enseña a orar: Lc 11,1; Mt 6,9;7,7 Jesús, la luz del mundo: Jn 8,12 Jesús, el Buen Pastor: Jn 10,1-30 Jesús el pan de vida: Jn 6,30-59 La sal y luz de la tierra: Mt 5,13-16; Mc 4,21; Lc 14,34; 8,16

c) Los signos y gestos El gesto en la comunicación humana El gesto es el lenguaje humano y religioso más primitivo y universal. Desde tiempos remotos, el gesto ha servido de instrumento de comunicación antes que la palabra. Aún hoy, cuando dos personas no hablan el mismo idioma, sí pueden comunicarse a través del lenguaje gestual. La comunicación gestual es muchas veces más completa y efectiva que la comunicación verbal: una mirada cómplice, un levantar las cejas o una palmada de aliento expresan más que la sola palabra. Todo nuestro cuerpo tiene un lenguaje específico cuyo valor nunca desestimamos. una persona podrá estar diciéndonos oralmente algo, pero si no apoya o acompaña lo que dice con el lenguaje gestual-corporal, enseguida dudaremos de ella o nos pondremos en guardia. Por otra parte, el gesto nos permite expresarnos más concretamente. El lenguaje oral suele ser una expresión más abstracta que el gesto. El gesto es más concreto, tangible. Los gestos impresionan más que la palabra. Nuestra vida afectiva, nuestros estados de ánimo se expresan más y mejor a través de gestos que de palabras: una sonrisa, una caricia, un abrazo, un beso, una lágrima. El gesto también puede ayudar a modificar nuestro estado interior. El solo hecho de hacer un gesto va a crear 167

o intensificar el sentimiento expresado en él, sobre todo si ese gesto es comunitario. Por ejemplo: el hecho de que dos personas distanciadas se reconcilien se reforzará más con un abrazo de perdón; y este abrazo, a su vez, ayudará a la sanación interior. Nuestra vida toda está a tal punto plasmada de gestos, que muchas de nuestras acciones carecerían totalmente de sentido si tales gestos no existieran.

Jesús, el gran gesto de Dios Dios mismo se fue revelando a los hombres por medio de gestos salvíficos. La historia de la salvación está llena de gestos de Dios hacia los hombres y de éstos hacia Dios. Todo para preparar la venida de su Hijo único, Jesús, el gran gesto del amor de Dios. Jesucristo llenó su vida de gestos salvíficos5: imponer las manos, poner saliva en los ojos, multiplicar los panes, levantar al lisiado y muchísimos más. Antes de morir tuvo su gran gesto con aquellos que amaba: les dejó su cuerpo y su sangre en memoria suya, en forma de pan y vino, de eucaristía viva. Jesús legó a sus apóstoles, a su Iglesia, una serie de gestos salvíficos a través de los cuales Dios continuará haciéndose presente en medio de los hombres: los sacramentos. Los sacramentos son, en este sentido, los signos o gestos mediante los cuales Jesucristo sigue actuando eficazmente en la Iglesia. Cada uno de ellos tiene un significado específico, de manera que la gracia de Dios se siga derramando a todos los hombres de todos los tiempos.

5 En este sentido, es interesante leer el Evangelio de Juan desde esta perspectiva: generalmente a cada gran signo o gesto que realiza Jesús le corresponde una catequesis posterior. (Multiplicación de los panes “Yo soy el Pan de Vida...” La resurrección de Lázaro “Yo soy la resurrección y la vida...”, etcétera.

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La Iglesia ha mantenido y retomado los gestos de Jesús, de manera muy especial, a través de la liturgia. En este caso, los gestos sagrados han sido “sacralizados” al ser asumidos por Dios. Es decir, que tienen un sentido religioso propio. El Pueblo de Dios ha expresado su amor filial a través de muchos gestos de gran contenido espiritual. Nuestra tarea será llevar a los niños a que vivan esos gestos; a que descubran su honda significación espiritual y se comuniquen mejor con Dios.

Importancia del gesto para los niños pequeños Contrariamente a lo que pasa con el adulto, el gesto no es, para el niño, la proyección de una idea o de un sentimiento que tiende a la exteriorización; es el medio por el cual la idea o sentimiento penetra en la conciencia. Lubienska de Lenval6

Lubienska de Lenval6

El gesto es, para el niño, un medio mucho más significativo que la palabra. Además, el gesto permite al niño expresar lo que no puede decir con palabras o dar más fuerza al sentido de las mismas. Los niños captan mucho más aquello que les queremos transmitir cuando son capaces de expresarlo a través de un gesto o signo, reafirmando el conocimiento intelectual, uniendo así la memoria intelectual con la memoria afectiva. Por ejemplo: un niño expresará mucho más profundamente su sentimiento de alabanza haciendo un gran saludo a Dios con los brazos para acompañar las palabras “yo te alabo Dios mío”, que si pronunciara sólo el texto.

6 LuBIENSKA de Lenval, La educación del sentido religioso, Herder Editorial, Barcelona, 1963.

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Los niños, sobre todo los pequeños, necesitan mucho más el gesto para expresarse. Casi que si no interviene todo el cuerpo o algunas partes del mismo, la comunicación parece estar incompleta. El niño se expresa con todo su cuerpo, vibra cuando está en movimiento. Todo lo que involucre a sus sentidos lo involucra a él. Evidentemente los niños no sólo disfrutan más cuando todo el cuerpo expresa lo que sienten, sino que esta expresión hace que sientan más profundamente lo que dicen. una cosa es decir que estamos contentos porque Jesús nos ama, y otra, muy distinta, es bailar una ronda en torno a una imagen de Jesús cantándole con todo nuestro ser la canción “yo tengo un amigo que me ama”. Los niños, a partir de la valoración de sus gestos naturales, comenzarán a descubrir –guiados por nosotros– el sentido religioso de los gestos que les enseñemos. Debemos procurar que los niños vivan los gestos religiosos que realizan. Es importantísimo que nosotros primero conozcamos el sentido de dichos gestos y los hagamos y vivamos con detenimiento, luego se los transmitiremos lentamente y con gran dignidad. Nosotros debemos siempre hacer y vivir los gestos con los niños. Entonces se desata una corriente de contagio que es muy beneficiosa para el crecimiento en la fe. Debemos exigirnos y exigirles a los niños gran autenticidad y sinceridad, de modo que no realicemos gestos que no respondan a actitudes interiores. recuerdo a una maestra que estaba más preocupada porque sus alumnos realizaban la señal de la cruz con la mano izquierda que por si realmente se ponían en presencia de Dios al hacerla. Es muy importante buscar y explicar el significado de los gestos que realizamos. En este sentido, los gestos, la valorización, el cuidado y la oportunidad de los mismos son un vehículo privilegiado para la celebración de la fe. El niño entra en el mundo de la liturgia cargado de signos. La catequesis debe cargar de contenido al gesto para que no 170

resulte vacío. Desafortunadamente, la rutina o la falta de conocimiento terminan por anular el sentido de gestos que en otro momento fueron muy valiosos. Con los niños, más aún. Continuamente hay que detenerse en los gestos sagrados que utilizamos; tomarnos el tiempo que sea necesario para que se compenetren y, si es necesario, recrearlos permanentemente. Muchas veces podrán crearse gestos junto con los niños; lo importante es que ayuden a expresar mejor nuestro amor a Dios. A continuación propongo una lista con una breve explicación de los gestos sagrados que utilizamos comúnmente en nuestra liturgia y que más se adaptan al trabajo en la iniciación litúrgica de los niños, aunque algunos se podrán explicar en edades posteriores7.

Signos sagrados

 Señal de la cruz: es el signo de la salvación ya que en la cruz Jesús nos redimió. Es un gesto sencillo, pero lleno de significado. Es el signo de Cristo, es una verdadera confesión de fe. Se hace lenta, ampliamente y con esmero. Al realizarla nos ponemos en la presencia de Dios, ante cualquier situación de nuestra vida.  Estar de pie: cuando alguien importante está por venir, ponerse de pie para recibirlo significa estar dispuesto y activamente preparado para atenderlo. Es la postura más usada en la misa. Indica prontitud, estar disponible, preparado para la acción ante las cosas de Dios.  Arrodillarse: ante la grandeza y la santidad de Dios, la persona se arrodilla para expresar su pequeñez, su huEn este sentido, recomiendo leer: guArDINI, romano, Los signos sagrados; MIANI, Marcelino, Los signos sacramentales, y ALDAZÁBAL, José, Signos y símbolos. 7

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mildad, su alabanza al Dios que ama y que le dio la vida. El hecho de arrodillarse indica que el corazón se inclina con profundo respeto y adoración ante Dios. El cristiano se arrodilla ante Dios precisamente porque él es el único Señor del universo. Estar sentados: es la actitud del que está disponible para escuchar atentamente al otro o la palabra de Dios.



 Inclinar la cabeza: indica reverencia o saludo ante Dios. Se emplea al pasar delante del altar.  Inclinación del cuerpo: al igual que el anterior indica adoración y respeto ante la presencia de Dios. Parados con los brazos abiertos: el alma se abre totalmente delante de Dios en señal de alegría, alabanza, júbilo y acción de gracias.



 El sacerdote besa el libro de los evangelios. Besar el evangelio es un gesto de fe en la presencia de Cristo que se nos comunica como la palabra verdadera.  Las manos: en modo particular, el rostro y las manos son espejo del alma. Después del rostro, las manos son la parte más expresiva del cuerpo. Con ellas podemos tomar distintas posturas que revelan significados diferentes:  Manos juntas: expresan la unión total de la persona, en dirección a lo alto, a Dios.  Manos entrecruzadas: ante una situación tensionante o una aflicción profunda, las manos entrecruzadas expresan la necesidad de unidad y fortaleza interior para pedir auxilio a Dios.  Manos abiertas y extendidas hacia arriba: expresan la actitud de pedir y recibir algo, de recibir a Dios.  Tomarse las manos: es señal de unidad y de corriente interna y afectuosa que circula entre quienes realizan el gesto, para alabar a Dios.  Imposición de las manos: las manos extendidas hacia abajo sobre la cabeza de los otros significan 172

la transmisión del poder y la fuerza del Espíritu en nosotros. Manifiestan la bendición que uno transmite a otro, invocando sobre él la benevolencia de Dios.  Aplaudir para Dios: expresa aprobación y alegría por todo lo recibido. Es para los niños como decir: ¡Viva Dios!

 Bendición: sólo Dios puede bendecir. Su amor todopoderoso se dirige al corazón de sus creaturas. De la mano de Dios fluye la fuerza santa y buena que hace crecer. Dios se da a sí mismo. Sólo se puede bendecir a las personas. Cuando se bendicen objetos, se está bendiciendo a las personas que los van a utilizar. Entrada procesional: expresa la marcha del Pueblo de Dios; un peregrinar todos juntos, como pueblo, hacia el Padre.



 Tomar gracia: es decir, acercarse a una imagen, tocarla y hacer la señal de la cruz. Significa implorar la intercesión de ese santo para que Dios derrame su gracia sobre quien lo implora.  Besar la imagen o tirar besos: son formas de expresar cariño y reverencia. Es importante aclarar a los niños el valor relativo que tienen las imágenes. Llevar flores o regalos: expresan cariño, recuerdo y pensar en el otro. Especialmente cuando se trata de la Virgen María.



 Las velas: el sentido más profundo de la vida es consumirse en verdad y en amor por Dios y los demás. La vela encendida representa la presencia de Cristo resucitado sobre todo en el cirio pascual.  El agua bendita: plena de misterio es el agua. Clara, simple, purificadora, confortante y poderosa a la vez. De ella fluye la vida. Al hacer la señal de la cruz, mojando los dedos en agua bendita, con la debida disposición interior, se perdonan los pecados veniales o leves. 173

d) El canto Cantar es propio del que ama Cantar es orar dos veces San Agustín

La facultad de cantar es una de las grandes maravillas que el hombre ha recibido de Dios. Desde tiempos muy remotos el canto ha estado ligado a las manifestaciones religiosas del hombre. El canto es una forma intensa de expresión verbal, poética y musical a la vez. Es una de las maneras más completas de la expresión humana y quizás uno de los mejores formas de alabar a Dios. No hay que perder de vista que el canto en la catequesis tiene un neto sentido religioso: es decir, “religar” a la creatura con su Creador; hacer del canto religioso una oración (personal o comunitaria), una forma de comunicarse con Dios. El canto es esencialmente comunitario, por eso se presta para orar en conjunto, haciendo que el grupo tenga un mismo sentir. Sirve también para orar a solas con nuestro Padre Dios. Cantar es expresar juntos nuestra fe y es una respuesta unánime a la palabra de Dios. El canto ocupa un lugar destacadísimo en la catequesis infantil. Junto al gesto, es uno de los medios de expresión que más gusta y atrapa a los niños. Penetra de tal modo en el corazón de los pequeños, que muchas canciones aprendidas en la infancia se recuerdan de por vida. El canto religioso es un recurso educativo-recreativopastoral importantísimo. En la catequesis de niños debe ser un elemento cotidiano y permanente. Se lo recomiendo vivamente. Es más, creo que la incorporación del canto en la catequesis infantil es una opción metodológica ya que, en la práctica, muchas veces se trata de una “catequesis cantada”. 174

una catequesis infantil sin cantos es una catequesis “muerta” antes de empezar. Toda nuestra catequesis debe desbordar de momentos de canto, de canciones compartidas. Especialmente cuando unimos cantos con gestos. Esta fusión mágica de canto y gesto genera en los pequeños una respuesta que ni siquiera imaginamos, cuya potencia educadora es de difícil dimensionamiento. quienes ya han hecho la experiencia sabrán que pocas cosas les gustan más a los niños que “cantar con todo el cuerpo”, es decir, hacer una sola cosa del gesto y la canción. un catequista creativo podrá crear junto a los niños y elegir los gestos que mejor se identifiquen con las canciones cantadas por ellos y que mejor ayuden a comunicarse con Dios. Por supuesto, como siempre, el catequista no sólo tendrá que realizar dichos gestos sino que deberá vivirlos y cantar con toda intensidad.

Algunas indicaciones para el canto con los pequeños



Hay que poner especial cuidado en el contenido de los cantos, debido a la huella que imprimen en el corazón del niño. No debemos caer en cursilerías, simplificaciones tontas, carentes de toda poesía o sentido teológico. El contenido debe ser simple, profundo y debe estar al alcance del entendimiento del niño. Es muy importante explicar siempre la letra, previamente.



El texto y la música deben expresar belleza y poesía, como forma de acercarse a Dios.



un canto dirigido al Señor debe diferenciarse de otro canto común por la forma y disposición con que se canta.



La melodía debe ser afín a la edad; es decir, debe ser alegre, ágil, corta, rítmica, sencilla, repetitiva y fácil de recordar. 175

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La mayoría de los cantos deben ser acompañados con gestos que refuercen el contenido, sin caer en gestos ridículos.



La letra y la melodía deben estar sintonía con el tema catequístico en cuestión y con el contexto litúrgico que están viviendo.



Hay que recurrir a la creatividad, al ingenio y al incentivo para lograr que los niños “vivan” los cantos dedicados a Dios.



Los niños están más pendientes de la canción en sí que de la forma en que ésta es cantada por el catequista (no son un jurado exigente sino más bien un público deseoso de cantar y aprender la nueva canción). Por lo tanto, podemos movernos y cantar con cierta tranquilidad, aunque nos equivoquemos.



En la medida que se pueda, es conveniente acompañar los cantos con instrumentos musicales, más aún cuando son los mismos niños quienes los ejecutan.



Es muy importante el ensayo previo de los cantos. Los niños pequeños deben llegar a las celebraciones habiéndose familiarizado con las canciones de antemano. No sólo habrá que explicar el significado de los textos sino que los niños deberán memorizar la melodía previamente.



Si uno no se siente capacitado para cantar, puede solicitar ayuda a otros catequistas o podría ayudarse con cualquier tipo de reproductor musical.



A muchos papás les interesa tener en sus casas copias (texto y música) de las canciones para cantarlas con sus hijos. Habrá que prever la forma de hacer conocer las canciones a las familias.



Hagamos uso, pero no abuso. Muchas canciones hermosas se terminan “gastando” porque las repetimos interminablemente en toda ocasión.



No es recomendable utilizar melodías de canciones conocidas, a las que se les ha cambiado la letra, ya que los niños y los grandes instintivamente se remiten a la canción original.

Hay que esforzarse en conseguir la mayor cantidad posible de canciones litúrgicas y catequísticas para niños. gracias a Dios y a la tarea de muchos catequistas, músicos y poetas están apareciendo nuevos cancioneros religiosos, especialmente compuestos para niños. Hay que saber buscar y quedarse con lo mejor. Estas indicaciones que acabo de darles pretendieron ser solamente una guía para la utilización del canto religioso en la catequesis. Claro está, que la única manera de aprender a cantar canciones con los niños es cantando con ellos; sólo quien ha pasado por tal hermosa experiencia puede darse cuenta del inmenso valor que tiene para la catequesis.

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Capítulo VIII

Aprendiendo a orar a) Los niños pequeños y la oración1 La aparición de estas actitudes debe ir acompañada de la educación para la oración. El niño debe aprender a invocar a Dios que nos ama y nos conserva; a Jesús Hijo de Dios y hermano nuestro que nos conduce al Padre; al Espíritu Santo que habita en nosotros y a María, Madre de Jesús y Madre nuestra. Esta educación de la interioridad se hace hoy más difícil, pero más necesaria por la índole de la actual civilización que favorece la dispersión... Directorio Catequístico General (1971) nº 78

La oración es, quizás, la máxima expresión del amor entre la criatura y su Creador. El bautismo establece una relación de amor de Dios al niño y crea en éste el poder de responder a ese amor. Favorecer el crecimiento espiritual del niño significa, pues, ayudarlo a entrar libremente en la reciprocidad de esta relación de amor.

Para quienes deseen profundizar más este capítulo, pueden consultar: BENAVIDES, Luis M., La iniciación al silencio, Ediciones Dabar, México, 2009. 1

179

Nuestra labor consistirá en encaminar a los niños hacia una auténtica vida de oración. No se trata de llenar la cabeza de los niños de ideas sobre Dios ni de enseñarles a recitar oraciones de memoria, sino, sobre todo, de enseñarles a vivir constantemente en la presencia de Dios, a vivir con Dios. Considero que podremos sentirnos ampliamente satisfechos en nuestra tarea catequística en el nivel inicial, si logramos despertar en los niños el gusto por la oración, el deseo de dialogar permanentemente con Dios. Es necesario tomar conciencia de que el proceso catequístico en los primeros años de la vida escolar debe convertirse en una verdadera escuela de oración. De esta manera iremos redescubriendo la oración en nuestras propias vidas y en la catequesis. Para la iniciación en la oración no hay fórmulas escritas o preestablecidas. A rezar se aprende rezando. Es bien evidente que nuestra irradiación personal será para los niños la mejor iniciación en la oración. El gusto por la oración se contagia, se transmite orando y mostrando a los demás lo felices que nos hace vivir en la presencia de Dios. La iniciación en la oración no consiste tanto en hablar de Dios, sino en hablar con Dios

El niño debe hacer de la oración con su Padre Dios un estilo de vida. Cualquier momento, cualquier acto, cualquier ocasión, todo, puede ser motivo de alabanza, de oración. Desde pequeño, el niño debe aceptar la presencia de Dios como algo definitivo en su vida. La oración es uno de los mejores momentos que el ser humano posee para vivir espontáneamente su relación con Dios. Claro está que en la oración es el Dios vivo quien sale al encuentro de sus hijos, por lo tanto él tiene siempre la última palabra. La oración es un don, y por ello debemos pedirle a él mismo que nos enseñe a orar. 180

La relación de los niños con Dios El niño crecerá en la fe con tres certezas adquiridas y vividas desde pequeño: la grandeza de Dios, el amor de Dios y la necesidad de absoluto del ser humano2. Esta toma de conciencia, paulatina y progresiva de su relación con Dios, se va aceptando en la medida que el niño va viviendo experiencias profundas de encuentro con su Padre Dios. La necesidad de amor del niño tendrá que verse colmada por un Dios que lo quiere, lo ama, lo cuida, lo hace vivir, lo protege y acompaña siempre. La seguridad de saber que Dios está siempre con nosotros, aun en los momentos difíciles, es una de las convicciones que más necesitaremos en nuestro caminar por este mundo, y deberá acompañarnos de por vida. De este modo Dios no será algo impersonal o abstracto. Dios será su Dios, que lo creó, lo eligió y lo ama personalmente. El niño se admirará y contemplará a su Creador, a su amigo, a su todo; con su vida le rendirá homenaje de amor y respeto. La oración no será otra cosa que el diálogo amoroso entre Dios y el hombre, entre dos personas que se aman. Nos hiciste Señor para ti y nuestro corazón no descansará hasta hallarse en ti. San Agustín

La toma de conciencia de la relación con su Dios marca la necesidad de oración. Si no despertamos en los niños el deseo de orar, nuestra catequesis pierde sentido. Si la catequesis no llega a una auténtica oración, no hay auténtica catequesis. Insisto, la catequesis no trata tanto de hablar “de” Dios sino de hablar “con” Dios.

2 X., Lefebvre, L., Perin, El niño ante Dios, Editorial Desclee de Brower, pp. 107-115.

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Las diferentes formas de oración Todo cristiano y, por ello, todo niño, va experimentando diferentes formas de oración a lo largo de su vida. Podríamos resumirlas o agruparlas en torno a tres elementos:

  

Los momentos reservados a la oración personal. Una actitud de fe que informa e inspira sus actos diarios. La celebración comunitaria de esa fe.

El niño tendrá que ir experimentando desde pequeño las diferentes formas de oración que han surgido en la historia del Pueblo de Dios. Para cada momento el niño conocerá y vivirá una forma de oración. Así, conocerá la alabanza por todo lo bello y hermoso que Dios nos dio; la oración de súplica o petición; la de acción de gracias; la oración a través del canto, del gesto, del dibujo; las oraciones de carácter repetitivo, los textos breves de la palabra de Dios, la oración personal, etcétera. Aunque existen diversas maneras de hacer oración, podríamos hablar de dos formas básicas: la oración personal o silenciosa y la oración comunitaria. Es decir, la oración individual, que cada ser humano realiza con su Dios, y la oración compartida con los hermanos en torno a un mismo Padre.

a) La oración personal o silenciosa Los niños tienen que acostumbrarse lentamente a lograr espacios de silencio interior. Es decir, a lograr momentos de comunicación profunda con Dios nuestro Padre. La oración personal y silenciosa es quizás, como dijimos antes, la máxima expresión del amor entre la creatura y su Creador. Sin espacios de oración personal, silenciosa, no hay oración ni auténtica catequesis. El mismo Jesús necesitaba cada tanto retirarse para estar a solas con su Padre. Lo 182

mismo le sucede a cada cristiano: debe incorporar en su vida la actitud del orante, de disponibilidad y acogida ante la grandeza de Dios. En este campo, como veremos más adelante, la iniciación al silencio juega un papel insoslayable. El niño –también el adulto– tiene que poder ponerse delante de Dios, para presentarle sus inquietudes, sus temores y esperanzas, sus peticiones, sus alabanzas, sus acciones de gracias. En todo momento debe captar que Dios es su Padre y que nunca lo abandona, aun en los momentos difíciles.

b) La oración comunitaria Los niños necesitan ir realizando sus primeras experiencias de oración comunitaria desde pequeños. Ellos deben poder captar que la comunidad, la familia, los amigos, los demás también están para rezar con uno, para compartir alegrías y dolores, para rezar juntos por una intención personal. un niño pidiendo a sus amigos que recen por su gatito enfermo está generando un acto salvífico del amor de Dios. De esta manera, surgen expresiones comunitarias de la fe, es decir, momentos de oración junto a los demás. Estos momentos de encuentro interpersonal no hacen más que intensificar la certeza de que los otros están junto a uno, compartiendo la misma fe. Así, por medio de la oración comunitaria, el niño conocerá:

 

La oración de alabanza: por todo lo bello y hermoso que Dios nos da y nos regala constantemente a través de toda la creación. La oración de súplica y petición: que no sólo presenta ante Dios todas nuestras necesidades, angustias y miedos sino que nos solidariza con el resto de los hombres, haciéndonos conscientes y responsables de todos aquellos a quienes tenemos presentes en nuestras oraciones. 183



La oración de acción de gracias: expresa nuestro continuo agradecimiento por todo lo que Dios nos regala y realiza cada día y en cada momento por nosotros. Agradecemos porque su amor es infinito.

De esta manera, por las experiencias de oración junto a los demás (sobre todo, en las celebraciones de la palabra) los niños van tomando conciencia paulatina de la gran oración comunitaria de la Iglesia: la liturgia, que alcanza su expresión máxima en la eucaristía o santa misa. Es muy importante que los niños puedan hacer oración y expresar en voz alta sus propias preocupaciones, sus propias intenciones. Estas oraciones espontáneas –de petición, de alabanza y de agradecimiento– muy gratas para los niños van a ir despertando el sentido comunitario de la oración. Es de lamentar que a medida que pasan los años, más nos vamos alejando de la oración comunitaria, compartida desde la vida.

¿Las oraciones de memoria o la memoria en las oraciones? Recitar una oración de memoria es la manera más universal de rezar... Para mucha gente es la única manera de tratar con Dios... El rezo de una oración resulta fácil y es muy pedagógico porque un niño no sabe cómo dirigirse a Dios y da sus primeros pasos con las oraciones aprendidas, ya que las mismas ponen en su boca lo que le conviene decir... Francisco Jálics3 Francisco Jálics3

Existe una costumbre muy antigua de enseñar a los niños oraciones y jaculatorias de memoria. Algunos niños

3 JÁLICS, Francisco, Aprendiendo a orar, Ediciones Paulinas, Buenos Aires, 1984, pp. 9-10.

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ya han memorizado algunas fórmulas, cuyo contenido a menudo desconocen. La memoria las ha registrado, pero sin haberlas comprendido. El análisis de los contenidos que conoce no resulta tarea simple, pero también puede ser un punto de partida que habría que valorar expresamente4. Es importante procurar que las oraciones que vayan aprendiendo los niños de memoria tengan sentido aún en la vida adulta. A este respecto, considero que hay oraciones que forman parte de la vida cristiana y de la memoria viva de la Iglesia, que se tendrían que aprender de memoria, sin forzar a los niños y rescatando su sentido permanente. Podemos enseñar oraciones breves y jaculatorias. Prestemos atención a que dichas oraciones no sean tan infantiles que estén privadas de belleza o carentes de sentido para la vida posterior. Siempre convendría enseñarles frases del evangelio u oraciones con profundo sentido religioso como: ¡gloria a Dios! ¡Aleluya! ¡Sí, Señor! ¡Aquí estoy, Señor! ¡Amén! ¡gracias, Señor! ¡Perdón, Señor! ¡Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío! ¡Viva Jesús en nuestros corazones por siempre! ¡Jesús, José y María les doy el corazón y el alma mía! etcétera. Considero que la Señal de la Cruz, el Padrenuestro, el Avemaría y el gloria deben ser enseñados desde pequeños. Lo único que habría que tener en cuenta es no insistir demasiado en la memorización, sino en la actitud interior de oración. Es importante que rescatemos el sentido profundo de las oraciones, que nos detengamos a rezarlas con la mayor serenidad y pausa posibles, para que sus palabras no se conviertan en recitado rutinario. Si estas oraciones se recitan con convicción interior y recogimiento, adquieren un profundo sentido de vida.

4

Bases para la catequesis de iniciación de niños, capítulo 9.

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En todo este proceso, hay que evitar ciertos errores pedagógicos bastante frecuentes:

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reducir la oración al simple aprendizaje de memoria de ciertas plegarias preestablecidas. La memorización de oraciones debe ser complementada con una reflexión de su sentido profundo y con una actitud orante y participativa.



Deformar el sentido de la oración en el niño, presentándole exclusivamente o con demasiada insistencia la oración de petición. La experiencia nos demuestra que a los niños les gusta más la oración de alabanza y de acción de gracias.



Las oraciones infantiles resultan inadecuadas e igualmente problemáticas si sólo parecen acomodarse al niño mientras que un adulto no podría recitarlas como cosa suya. A una oración infantil hay que exigirle que sea veraz y bella. Las oraciones infantiles que sólo sean “verdaderas por cierto tiempo” resultan, a la larga, inoportunas. No se debería enseñar a los niños ninguna oración que, cuando sean adultos se avergüencen de rezarla.



Obligar a rezar a los niños cuando no están predispuestos a ello. No se puede forzar a nadie a rezar, sólo se le puede invitar. Habrá, pues, que respetar el ritmo propio del niño.



Pretender que los niños recen al “estilo adulto”; esto es, de manera rígida y estructurada. Todo lo contrario, la oración de los niños es espontánea, alegre, sin estructuras previas.



Creer que la iniciación a la oración es tarea de mujeres y reducirla sólo al momento de acostarse. La iniciación en la oración es deber de todos los cristianos y en todos los momentos del día. Toda la familia debe participar en la misma.

b) La iniciación al silencio El mundo sin silencio Nuestro mundo actual, sobre todo el de las grandes ciudades, parece haber declarado enemigo público número uno al silencio. Los sonidos y ruidos nos invaden hasta tal punto que es difícil encontrar lugares donde permanecer en silencio. Los hogares, las plazas, los caminos, las calles y, hasta las zonas despobladas, son continuamente perturbados por ruidos molestos. La radio, la televisión, los diarios, el cine, los celulares, las computadoras, internet, todo nos llena de ruidos, música, imágenes y palabras. Esta “cultura del ruido” está hasta tal punto metida y compenetrada en el hombre que, muchas veces somos incapaces de apartarnos de su influjo. ¡Cuántos hay que no pueden estar solos en sus casas en silencio! Enseguida necesitan prender la radio o la televisión para sentirse acompañados o conectados, aunque no estén mirando o escuchando el programa. Toda esta realidad o “cultura del ruido” no hace más que encubrir o tapar otras realidades mucho más profundas y preocupantes. ¿La falta de interioridad o la superficialidad reinante? ¿El miedo a enfrentarnos con nosotros mismos? ¿La ausencia de un sentido trascendente de la vida? ¿La negación de Dios? La lista sería muy extensa... Solamente constatamos que el hombre necesita el silencio, y a la vez se escapa de él. El hombre se encuentra con la soledad, y en vez de aprender a caminar con ella, pretende hacer como si no existiera.

a) El silencio y el misterio de Dios Iniciarse en el silencio es un camino, un proceso que se adquiere gradualmente a lo largo de la toda la vida. Se transforma en un ejercicio permanente para acercarnos 187

a nosotros mismos, a los hermanos y a Dios. El silencio es una liberación, es decir, una liberación interior. Hacer silencio en nuestras vidas equivale a desarrollar nuestra interioridad, a crecer hacia dentro, a predisponernos interiormente al encuentro con el Absoluto; en una palabra, a prepararnos para orar. El silencio espiritual es una intuición de Dios. Para nosotros el silencio expresa una cierta intuición del misterio. El silencio espiritual y la oración personal son casi sinónimos. La oración personal no es otra cosa que una escucha atenta, una actitud receptiva, un auscultar en silencio la presencia de Dios. Estar en silencio es colocar los sentidos en tensión hacia el otro.

b) El silencio en la Biblia En la Biblia, el silencio del hombre se transforma en oración. En las Sagradas Escrituras, el silencio está cargado de connotaciones vitales que no siempre se captan hoy. Hablar de silencio en la Biblia es hablar de disponibilidad, receptividad y acogida5. El silencio espiritual no es otra cosa que el diálogo amoroso de la criatura con su Creador, del hijo con su Padre. Este diálogo dura toda la vida, comprometiendo cada vez más a la persona, hasta transformarla en un hombre nuevo. El silencio se transforma en presencia atenta ante la palabra, ante el Verbo. En este sentido se orientan los textos bíblicos. Algunos hacen referencia explícita al silencio, otros se refieren a él implícitamente. La actitud básica del creyente es la misma: la disponibilidad. He aquí algunos textos sobre el silencio que pueden servir tanto para la catequesis con los niños, como para la reflexión personal:

5 LArrAñAgA, Ignacio, El silencio de María, Ediciones Paulinas, Buenos Aires, 1985, capítulo III.

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Textos bíblicos sobre el silencio



En el Antiguo Testamento: Dios habla a Moisés (éx 3,1-5); Moisés habla en el tabernáculo con Dios como un amigo (éx 33,7-11). El llamado de Dios a Samuel (1Sam 3,1-10). El profeta Elías se encuentra con Dios (1re 19,9-14. Sab 18,14-16. Os 2,16. Ec 3,29. Sal 118,11 y 159).



En el Nuevo Testamento: María escucha el anuncio del ángel en silencio (Lc 1,26-38). Jesús busca el silencio y la soledad de la noche, para hablar con su Padre (Lc 5,16; 6,12; 9,18; 11,1; Mt 14,23; Mc 1,35). Jesús se transfigura en presencia de su Padre (Lc 9,28-29; Mt 17,1-9; Mc. 9,2-10). Jesús ora en la soledad del Monte de los Olivos (Lc 22,39-45). Jesús nos enseña a dialogar a solas con Dios (Mt 6,6; Lc 2,19 y 51).

Tipos de silencio Antes de analizar las diferentes técnicas de iniciación al silencio es conveniente que realicemos una distinción entre dos tipos de silencio: el pasivo y el activo6.

1. El silencio pasivo, físico o externo Consiste en la ausencia de vibración audible. La sola ausencia de ruidos o sonidos basta para alcanzarlo. Este silencio es externo, sin participación del niño. El silencio pasivo lo puede lograr cualquiera que imponga por la fuerza una orden o disciplina exterior. Externamente hay silencio, pero no necesariamente en el interior de los niños.

6 gArCíA MOrrO, Néstor, Catequesis renovada, Ediciones Búsqueda, Buenos Aires, 1965.

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La prueba de esto está dada en el caso de que mantengamos obligados a guardar silencio a un grupo de niños, amenazándolos con represalias si no se quedan callados y quietos. Cuando hayamos logrado que no se oiga ninguna voz, ni un ruido, salgamos del salón, dejándolos solos. Automáticamente cederá la presión y el silencio desaparecerá de inmediato. Es un silencio impuesto en el que no hay participación de los niños. El silencio pasivo suena a vacío que debe llenarse. En la iniciación al silencio de los niños el silencio externo no basta. Hay que llegar a lograr el silencio interno.

2. El silencio activo, interno o silencio espiritual Consiste en desarrollar una presencia atenta. Se logra con la participación personal y espontánea de los niños. No es un vacío sino que, por el contrario, es algo que nos colma y enriquece; que busca colocar todos los sentidos en actitud receptiva, de escucha. El silencio activo es interno y se alcanza con la plena participación de la persona del catequizando. Para ello es necesario llevar a los niños, a través de los sentidos y la imaginación, a observar e interesarse por las personas y las cosas que los rodean. En la medida en que se los educa en la práctica del silencio activo, los niños comienzan a volverse disponibles hacia la realidad. Luego, a medida que avanzamos, vamos descubriendo que al experimentar el silencio activo, los niños pasan de la atención y disponibilidad a lo concreto y cercano que pueden palpar, hacia la disponibilidad a lo absoluto, a Dios, a quien no ven. El silencio es una de las expresiones privilegiadas del amor. ¿Acaso la comunión entre dos seres no se expresa por un movimiento en el cual se alternan rítmicamente silencios y palabras? Hacer silencio es volverse libre para estar disponibles al Señor y a los demás. Hacer silencio es caminar hacia el encuentro con el Absoluto, con Dios. 190

La iniciación al silencio en los niños Iniciar al silencio es una tarea que forma parte de la catequesis permanente. Ayudar al niño a hacer silencio implica no ser su guía desde fuera, sino lograrlo nosotros con él7. Es posible que al principio este proceso nos resulte difícil. En parte puede ser porque nosotros mismos no estamos acostumbrados al silencio activo. No nos extrañemos que los comienzos sean desalentadores. La clave está en la perseverancia y la gradualidad. Es muy importante respetar el ritmo del niño. No imponerle silencio sino hacerle crear o lograr por él mismo su propio silencio. Cada catequista debe saber descubrir y dosificar los elementos que permitan al niño encontrarse con su interioridad. El catequista y los niños deben adaptarse al método. Cuando el niño calla activamente, sus sentidos se aquietan. La ausencia de ruido y la inmovilidad son para él un estado de vida fuera de lo común, que lo prepara para percibir más allá, algo distinto de todo lo demás: la misteriosa presencia de Dios. Todo acto de vida religiosa requiere un recogimiento especial. Toda oración debe ir precedida de calma, de una especie de vestíbulo de silencio, de concentración. Toda iniciación al silencio es un camino de iniciación a la oración. Claro está que el silencio por sí solo no basta si no lleva al encuentro con Dios. Toda iniciación al silencio debe acabar, tarde o temprano, en un encuentro personal con Dios; es decir, en oración. Si no se logra esto, todo el esfuerzo catequístico es vano y nos encontraríamos con simples ejercicios de relajación y concentración mental. Todo este proceso no tiene otro fin que acercar a los niños

7 BENITEZ CruZ, Marta, ...Y alcanzamos la luz, Editorial Bonum, Buenos Aires, 1974.

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a Dios, que experimenten en sus vidas el gusto por la oración. que experimenten paulatinamente la posibilidad del encuentro amoroso con el Padre, a través de la oración. Sin silencio no hay oración, pero sin oración no tiene sentido el silencio.

Algunas consideraciones prácticas En la iniciación al silencio es muy importante lograr un clima apropiado. Para ello es conveniente tener en cuenta lo siguiente:

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Contar con un lugar adecuado, es decir, con una sala o lugar cálido, acogedor; en lo posible alejado de fuentes ruidosas; convenientemente preparado (alfombras, almohadones, no muy luminoso). Si no se cuenta con él, se intentará adaptar un lugar en la sala en el momento más conveniente.



Tener en cuenta el tiempo y momento adecuados: no sólo hay que considerar la realidad del niño (por ejemplo: que la iniciación al silencio no se realice después de un momento de gran excitación) sino también, la realidad externa a la sala (otros cursos, el recreo, los movimientos de otros grupos parroquiales o escolares).



La voz, los gestos, la postura, el cuerpo todo del catequista, juegan un papel privilegiado. Debemos cuidar con esmero el tono, el volumen, el gesto, el rostro. El catequista debe ser el primero en hacer silencio.



Al ser gradual, la iniciación al silencio no debe limitarse a los primeros encuentros, sino que tiene que intercalarse a lo largo de todo el año.



El silencio y la paz de las iglesias están preñados de sentido para el niño. No obstante, convendría tener presente que:  los niños ya estén familiarizados con el templo;  si el templo es muy grande, sería mejor reunir a los niños en el lugar más apropiado para el recogimiento (se pueden disponer almohadones frente al sagrario u otro lugar);  con todo, no siempre el templo es el lugar ideal para la iniciación al silencio, debido a la posible dispersión (muchas imágenes, movimiento de gente, gran espacio).



No se trata de mantenerlos siempre en silencio sino de promover una actitud interior que se traduzca oportunamente en el exterior.

Propuestas para la iniciación al silencio con niños Les propongo aquí una serie de posibilidades, surgidas de la experiencia, para la iniciación al silencio. No pretenden ser exhaustivas, ni mucho menos. Han salido de los cursos, de la experiencia de otros catequistas, de algún libro que leí alguna vez, de todas partes. Cada catequista podría cambiar, agregar o crear iniciaciones nuevas y originales. Están ahí para ser leídas, adaptadas, usadas. Estas propuestas están ordenadas por edades y grados de complejidad, aunque el ordenamiento es sólo una orientación y pueden ser utilizadas en diferentes momentos del año. Algunas están pensadas para los niños más pequeños, otras se pueden utilizar para edades posteriores, variando siempre el tiempo y la profundidad. una aclaración: las iniciaciones elegidas no tienen necesariamente un contenido catequístico, muchas de ellas sólo tienen un carácter lúdico, que pueden utilizarse como pasos previos a técnicas más profundas. 193

Propuestas para la iniciación al silencio:

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Entrar en la sala de puntillas, con “zapatitos de algodón” y ubicarse sin hacer ningún ruido. Lo mismo, como si fuera “un astronauta en el espacio”, una “filmación en cámara lenta” o un “buzo en las profundidades del océano”.



realizar un “viaje” por el espacio exterior. Cerrar los ojos, colocarse el traje espacial, subir a la nave, prender los motores. Todo en absoluto silencio.



realizar un “grito de silencio”, es decir: gesticular y gritar “con todo”, pero sin emitir sonidos ni ruidos. Es como hacer la mímica de un gran grito.



Colocar una “campana de silencio” en el lugar donde estamos y realizar todo en silencio.



Hacer entrar al “señor silencio”. Se abre la puerta o una ventana y se llama al “señor silencio”. Cuando éste llega sólo puede entrar en la sala si hay silencio. Cualquier ruido o sonido “lo espanta”. Se repite el juego las veces que sea necesario, hasta que el “señor silencio” se instale en el salón.



Yo soy el “rey de mi cuerpo”. Doy órdenes a mi cuerpo y éste me obedece siempre. También se pueden dar órdenes al cuerpo de otro rey y éste obedece a la distancia.



Juego del “rey del silencio”. El docente presenta el juego a media voz (los niños se sientan en ronda):



“Soy el rey del silencio. Mis súbditos no hacen nunca ruido. Para convertirse en uno de mis príncipes o princesas hay que ser capaz de levantarse y trasladarse sin hacer ningún ruido. Cuando hayamos hecho un gran silencio, haré señas a uno de ustedes, quien se levantará, sin hacer ruido, y caminará hacia mí. Si les parece que lo ha hecho bien,

me lo dirán por señas, realizando una inclinación con todo el cuerpo. Entonces, puede convertirse en “príncipe.” Si ha hecho ruido, levantaremos los codos hacia arriba y deberá volver a su sitio. El juego se va completando a medida que todos hayan intercambiado sus lugares. Pueden darse distintas órdenes: caminar hacia atrás, saltar en un pie, etcétera.



Sale un niño del salón, los demás observan. La catequista cambia algo de lugar o algo en su vestimenta. El niño debe entrar y observar en silencio hasta que descubre el cambio producido.



De espaldas, o con los ojos vendados, reconocer distintos ruidos o sonidos producidos por la catequista o un compañero, con distintos tipos de instrumentos.



Palmear sobre el banco, yendo de lo más fuerte y estrepitoso, hasta lo más débil e inaudible, hasta que no se oiga ningún ruido.



Cerrar los ojos y prender la “televisión interior”, imaginando cosas sucesivas sugeridas por la catequista o maestra. Se pueden visualizar todo tipo de historias y situaciones. Es importante dar lugar a la imaginación de los niños y aumentar cada vez más los espacios con la mente en blanco.



Concentrar la atención en algún ejercicio corporal, rítmico y sencillo. Por ejemplo: gimnasia rítmica, hacer equilibrio sobre un banco u otro objeto, esquivar diferentes obstáculos, en silencio o con una música suave.



Marchar sobre una línea, sin que se oigan pasos. Se pueden agregar otras destrezas: con los brazos cruzados, un pie delante de otro, un brazo extendido y el otro en el hombro del compañero, etcétera. 195

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realizar diferentes aplausos rítmicos terminando siempre en un prolongado silencio.



Tomar conciencia del propio cuerpo tocándolo, mirándolo, acariciándolo, comparando partes, sintiéndolo.



Narrar hechos con mímica. un niño narra un hecho sólo con mímica y los demás tratan de interpretarlo. Luego se cambian los roles.



realizar, junto con los niños, diferentes tipos de mimo y luego ellos deben repetirlos simultáneamente y en silencio.



Participar con los niños en cualquier tipo de experiencia de espectáculo de mimo, sea en directo o en video.



Colocar una música suave y hacer acostar a los niños. Luego ir relajando todas las partes del cuerpo, con voz muy suave, hasta llegar a un silencio profundo (al final, apagar la música o colocarla casi imperceptible).



Trabajar en silencio al ritmo de una música tranquila y suave. Dibujar al ritmo de la música. Es aconsejable utilizar música instrumental, sin grandes altibajos. (recomiendo la música del período barroco, la música instrumental andina y toda la gama de la música electroacústica).



Cantar una canción apropiada y concluir la última estrofa, repitiendo la melodía final, hasta que la canción se haga inaudible, siguiendo sólo con los labios y en silencio.



Cantar para adentro una canción, con los ojos cerrados, y cuando se termina, los niños levantan las manos; así varias veces hasta que todos terminen al mismo tiempo.



Los ruidos de lejos y de cerca. Este ejercicio es conveniente realizarlo varias veces y gradualmente. Primer paso: se invita a los niños a realizar un paseo por el patio, por la vereda, por la terraza de la escuela o parroquia. Durante el breve paseo, los niños tratarán, en silencio, de escuchar y recordar la mayor cantidad de sonidos y ruidos posibles. De nuevo en el salón o aula, se pide a los niños que nos comenten los ruidos escuchados durante el paseo. Si están cansados es aconsejable distenderse con algún canto con aplausos o dejar el segundo paso para otro encuentro (en tal caso, se recordará lo realizado en este encuentro). Segundo paso: se pide a los niños que se sienten cómodos, con los brazos cruzados sobre el banco o mesa, la cabeza apoyada sobre ellos y los ojos cerrados. Se los invita a olvidarse de los ruidos que provienen del exterior de la clase. Luego, se les indica a los niños que se concentren sólo en los ruidos que hay dentro del salón o aula. Conviene ser tolerantes y respetar su tiempo. Luego nos cuentan qué oyeron y recuerdan. Se intercala otro canto o aplauso. Tercer paso: si no están cansados, se les pide que se coloquen en la posición anterior. Les decimos: “Nos olvidamos de los ruidos de fuera del aula; de los ruidos de adentro y concentramos todos los esfuerzos en escuchar los ruidos y sonidos que hay dentro de nuestro propio cuerpo”. éste debe ser el momento de mayor silencio. Si no se logra hay que tener paciencia e intentarlo en otros encuentros. Es asombroso constatar que los niños puedan expresar tales cosas como: “escuché mi sangre”, “sentí el corazón”, “escuché mis venas o la respiración”, etcétera. 197

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Hacer silencio por otros. Por ejemplo: caminar hacia el almacén haciendo silencio por alguien que quiero.



Aprovechar los momentos que la naturaleza nos brinda para quedarnos contemplando absortos, en silencio la puesta del sol, la cima de una montaña, el mar amplio, etcétera. En tales momentos, realizar deliberadamente un largo silencio contemplativo.



No descuidar las visitas a la iglesia, capilla u otros lugares sagrados e incentivar a los niños para que hagan oración con nosotros, en silencio.



En todo momento de oración, incluir siempre un espacio de silencio interior, un espacio para la oración personal y silenciosa, sin apremios ni apuros.



utilizar la imaginación como forma de oración. éste es un recurso muy eficaz. Se puede tomar alguna escena bíblica. Luego de sentarse, cerrar los ojos, hacer silencio y relajarse. Se lee, por ejemplo, alguna parábola. Se guía a los niños para que imaginen el lugar, la disposición de las cosas, la ubicación de la gente, los colores, los sabores, los olores.



recurrir en todo momento a la oración personal y silenciosa; sea para agradecer, para pedir, para alabar.



respetar los momentos de silencio e interioridad que el niño manifieste espontáneamente.



recordar y guiar a los niños para que, antes de rezar por la noche o en cualquier otro momento, realicen algún ejercicio de silencio.



En familia, antes de bendecir los alimentos, sería muy útil reservar un momento para la oración silenciosa de todo el grupo familiar.



No hay que descuidar el hecho de enseñar a los niños a respirar rítmica y pausadamente, haciendo de la respiración una forma de oración.

Creo que con estos ejercicios podemos tener una idea de cómo iniciar al silencio a los niños. Es cuestión de imaginación, creatividad y de hacer silencio ante Dios. De esta manera, con estas sencillas técnicas, colocaremos a nuestros catequizandos en el camino del silencio, en el camino de la oración. Oración que, no olvidemos, es fundamentalmente fruto de la gracia y del amor que Dios nos tiene. Estas técnicas serían vanas si Dios no nos amara como nos ama y si el Espíritu Santo no nos acompañara en nuestro caminar hacia el Padre.

c) Un lugar para la oración: el rincón de oración o rincón de Jesús En muchas parroquias y escuelas, sobre todo en las salas del nivel inicial, casi siempre encontraremos la disposición de diferentes lugares especiales, talleres, sectores o, simplemente, rincones: el de los bloques, el rincón de la cocina, el de la carpintería, el rincón de las muñecas, la sala de música, el salón parroquial, etcétera. Por medio de los rincones o sectores especialmente destinados para un uso determinado, el niño logra ordenar su cuerpo y su mente. Los hábitos y costumbres de cada rincón o sector ayudan a descubrir que existe un orden, un hábito, una conducta determinada de acuerdo al lugar o momento en que uno se encuentra. Los rincones ayudan a afianzar la ubicación espacio-temporal. Así como hay un rincón para el trabajo, para el juego, para el descanso, es importante que exista un lugar específico para la oración. ¿Acaso las iglesias no son, en nuestras grandes ciudades, un rincón de calma y tranquilidad donde poder rezar? La cuestión es ir encontrando el lugar y el momento adecuados para que los niños puedan sentirse más motivados para rezar y entrar en contacto con Dios. 199

El rincón de oración Claro está que el lugar por excelencia para la oración es la capilla o iglesia. La mayoría de los templos están construidos con el fin de acercar la gente a Dios. El ambiente de silencio y recogimiento, la luz tenue, las imágenes religiosas; sobre todo, si se está en presencia de Jesús sacramentado, en el sagrario. Esta presencia lleva al creyente adulto a sumergirse en una atmósfera de oración y de contemplación. A los niños pequeños habrá que ir introduciéndolos paulatinamente en la contemplación de este misterio. Aunque también es cierto que muchas veces la capilla o iglesia, por su tamaño, su lejanía o su incesante uso, no es el lugar adecuado para iniciar a los niños en la oración. A menos que se cuente con una capilla pequeña y disponible para tal fin. En mi experiencia, lo ideal sería contar con una sala especialmente dedicada a tal fin, muy próxima a la sala de catequesis. éste debería ser un lugar privilegiado de la escuela o parroquia. Esta sala tiene que ser cálida, con poca visión hacia el exterior (se pueden disimular los vidrios con vitrales de celofán), con una alfombra para que los niños puedan sentarse en el piso. En el mejor lugar de la sala, colocar una imagen de Jesús, una mesita con un mantel blanco, una Biblia, un cirio pascual y unas flores. Es decir, una especie de salón-catequístico-capilla donde con sólo entrar se sienta un clima diferente. Sé que la idea de contar con un salón exclusivo para la catequesis es muy pretenciosa y que no siempre es posible disponer del mismo. Por ello surge como alternativa el rincón de oración dentro de la misma sala. Por otra parte, el rincón en cada salón permite el trabajo simultáneo de los catequistas y el hecho de no tener que movilizarse a cada momento. Asimismo, sería bueno que cada familia pudiera disponer de un lugarcito o rincón destinado a la oración en su hogar, como antaño lo hacían nuestros mayores. 200

Características del rincón de oración Debemos respetar ciertas condiciones para que el rincón de oración o rincón de Jesús vaya entrando progresivamente en la vida de los niños y se transforme paulatinamente en algo sagrado, es decir, en algo separado especialmente para Dios, por su uso. Para armar el rincón de Jesús habrá que tener presentes las siguientes consideraciones:

a) El lugar

  

De honor: diferente, limpio, siempre en orden. De poco tránsito y fácil acceso. Distinto: no utilizarlo para otra cosa. Siempre alegre y luminoso.

b) Las imágenes La experiencia me indica que es muy importante la elección de las imágenes. Tiene que ser alguna imagen de Jesús (ya que él es el centro de la catequesis). Lo ideal es la imagen de Jesús resucitado. En alguna ocasión, se la podrá reemplazar por una imagen de la Virgen María o algún santo. (Cuando hablo de imagen estoy hablando indistintamente de una lámina, estatua o escultura). Lo importante es que la imagen elegida sea del agrado de los niños y apropiada para la catequesis. Es decir, imágenes naturales, sobrias, sencillas y simples; en las cuales se privilegie más el gesto y la expresión de los rostros que la imagen en sí misma. Preferentemente que sean imágenes de un solo color, sin demasiados elementos fantasiosos o que no correspondan exactamente a las narraciones evangélicas. Evitemos todos esos elementos accesorios que tienden a distraer o asustar a los niños; por ejemplo: imágenes del Niño Jesús, con el pecho abierto y el Sagrado Corazón a la vista lleno de 201

espadas; imágenes con espinas y sangre; representaciones de la Virgen rodeada de ángeles o dominando a demonios, etcétera. una cosa que debemos dejar bien claro es que las imágenes son representaciones hechas por los hombres y que Dios es mucho más que las mismas. Incluso conviene explicar a los niños cómo están hechas las imágenes y que no sucede nada en el caso de que se rompan, salvo la pérdida material. A los niños les tiene que quedar claro que los cristianos no adoramos ninguna imagen. Las representaciones de Dios tienen que servirnos para acercarnos más a él. Siempre será mejor colocar una imagen de Jesús resucitado que crucificado. Puede ser la imagen del Buen Pastor. Busquemos que la expresión del rostro sea dulce y varonil a la vez. También puede formar parte de este rincón el pesebre realizado por todo el grupo. Esta imagen en particular resulta de una gran fuerza, ya que es el resumen de una actividad grupal y la expresión de la preparación a la Navidad. Los pesebres grupales, una vez pasado el año escolar, pueden acompañar al grupo a su nueva sala o formar parte de los pesebres viajeros que solidariamente acompañan distintos sectores del hospital de la zona durante las fiestas.

c) Elementos Los elementos que integrarán el rincón de Jesús serán seleccionados con cuidado y siempre buscaremos la sobriedad, el buen gusto y la renovación constante de los elementos perecederos. Bien pueden ser los siguientes:



  202

una mesita o repisa con un mantel blanco, que se encuentre a la altura normal de los niños parados. Es preferible correr el riesgo de la cercanía. (aproximadamente a 1 m. de altura) una Biblia. una imagen de Jesús resucitado.

   

un florerito, con flores que traerán los niños o que pueden ser fabricadas por ellos, en cartulina u otro material. una vela pequeña. un mantel, que puede ser decorado con las manos de todos ellos. una alfombra y algunos cojines. Cada niño puede traer un cojín y decorarlo en la reunión de abuelos; de esta manera ellos también estarán presentes en el rincón.

d) Su uso Al principio del año se rezará con los niños simplemente recogiéndose en el mismo lugar donde están. Después de haberlos iniciado en el silencio y la oración, es conveniente introducir y armar el rincón de oración. Los niños colaborarán en el armado y elección de los elementos. Se puede pensar de qué manera los distintos materiales pueden ser armados o decorados en casa, en familia o en reuniones en la escuela o la parroquia; de esta manera la familia quedará representada en los distintos elementos. Los papás y abuelos podrán participar en la celebración de inauguración del mismo. De más está decirles que lo que va a diferenciar al rincón de oración va a ser su uso. Si ustedes, catequistas, docentes, padres, no están convencidos de su utilidad y no lo usan para rezar, los niños lo utilizarán mucho menos. De él extraeremos la Biblia para leer la palabra en los encuentros catequísticos. Lo podemos utilizar para hacer la oración de cada día; para rezar juntos o en grupitos, cuando sea necesario; para ofrecer trabajitos, regalos, etcétera. Los niños podrán ir a rezar libremente al rincón, ya sea al llegar o al salir; antes, durante o después de los recreos, sin pedir permiso; durante las actividades, pero pidiendo permiso. 203

Cuando los niños estén libremente en el rincón no hay que controlar la oración que ellos realicen. Si quieren arrodillarse, hacer gestos, besar la Biblia, cantar u otro gesto, que se sientan en libertad de expresarse y orar como el Espíritu les indique. Lo que importa es que se familiaricen con las cosas de Dios. Por supuesto, que el mero hecho de tener un rincón para orar no significa que los niños recen más. La oración es un don de Dios y tiene que trasformarse en una actitud de vida. El rincón de oración puede ser un elemento más que nos ayude en este largo y hermoso camino de iniciar a los niños en la oración.

204

Conclusión Nuestros niños merecen una catequesis cada vez más vital, alegre, profunda, adecuada a sus situaciones de vida e intereses. Ellos están sedientos de Dios. Asimismo, nuestra querida Iglesia necesita cada vez más de catequistas que testimonien la presencia de Jesús resucitado y viviente entre nosotros, con métodos renovados y adaptados a las necesidades de los pequeños. Los niños nos conectan con la vida, con el futuro, con la espontaneidad y la alegría de vivir. Y el buen Dios, a través de los niños, nos devuelve con creces todo lo que hagamos por ellos, en su nombre. Jesús mismo nos invita a hacernos como ellos para ser merecedores de su reino. Espero que el libro les haya resultado orientador y permita esbozar las líneas pastorales de acción y reflexión sobre la catequesis con los más pequeños. Asimismo, quisiera que el libro fuera el punto de partida para que todos los que trabajan en la catequesis de niños se animaran a sistematizar sus experiencias y, de esa manera, poder compartirlas con los demás. Lo único que anhelo es que todas estas orientaciones hayan servido para aclararles aspectos esenciales de este apasionante y maravilloso itinerario que es la catequesis de niños. 205

Esto exige un gran esfuerzo y dedicación por parte de nosotros los adultos; nuestra obligación es formarnos y actualizarnos permanentemente. Tenemos que estar en continuo movimiento y crecimiento, especialmente compartiendo en comunidad todas nuestras esperanzas y temores. Todo lo que hagamos en este sentido nunca será suficiente. Al mismo tiempo, no hay que olvidarse que en todo este proceso la fe es un don de Dios. Y sólo él es quien se regala y se brinda a sus hijos. Nosotros somos simples canales de su gracia. Somos concientes de que un día fuimos cautivados por Jesús y es esa experiencia vital la que tratamos de contagiar a nuestros niños. Lo que vale es el testimonio personal de cada uno de nosotros y la acción del Señor, que sale al encuentro. Jesús mismo nos prometió la asistencia del Espíritu... Sabemos que él es fiel y así lo hará... PD: Si tienen algún aporte, comentario, desean intercambiar experiencias o contactarse para organizar algún curso sobre alguno de los temas planteados, no duden en escribirme a las siguientes direcciones electrónicas: [email protected] [email protected]

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