Comentario De Texto Platon 2

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COMENTARIO DE TEXTO DE PLATÓN TEXTO: “(...) lo que a mí me parece es que lo que dentro de lo cognoscible se ve al final, y con dificultad, es la Idea del Bien. Una vez percibida, ha de concluirse que es la causa de todas las cosas rectas y bellas, que en el ámbito visible ha engendrado la luz y al señor de ésta, y que en el ámbito inteligible es señora y productora de la verdad y de la inteligencia, y que es necesario tenerla en vista para poder obrar con sabiduría tanto en lo privado como en lo público.” (Platón. República, VII)

1.- CONTEXTO HISTÓRICO, CULTURAL Y FILOSÓFICO El contexto histórico de la filosofía platónica es el de la ciudad-estado griega, especialmente el de Atenas durante el último tercio del siglo V y la primera mitad del siglo IV. La polis ateniense ha salido derrotada de las guerras del Peloponeso y se ha visto sometida a la hegemonía de Esparta. En consecuencia el periodo político en el que vive Platón es muy agitado. Continuas crisis de gobierno, luchas intestinas por el poder (en el texto de habla de guerras domésticas), exilios forzosos, ruina económica, son característicos de la antiguamente poderosa Atenas. Por estas razones, se produce un cuestionamiento generalizado sobre el tipo de ciudadano y el régimen político que aseguran el buen gobierno. No es de extrañar, por tanto, que la política se convierta en un tema de interés central en el pensamiento platónico. Desde el punto de vista cultural estamos en el esplendor del clasicismo griego con el apogeo de la literatura dramática (Sófocles y Eurípides, autores que llevan a escena las grandes inquietudes personales y políticas del hombre afectado por la crisis de la ciudad) y otros géneros literarios, como la retórica (Lisias, que fustiga el régimen de los Treinta Tiranos), la comedia (Aristófanes, autor que critica en clave cómica y conservadora el deterioro de la sociedad) y la historia (Heródoto y Tucídides, encargados de forjar un saber histórico como seña de identidad de un pueblo). Nos encontramos también con el apogeo de la plástica y de la arquitectura civil y religiosa. En este contexto nació Platón, en el 427 a. C. En el seno de la más alta aristocracia. Participa como soldado en al última guerra del Peloponeso. Inclinado hacia la política, recibió la influencia de Sócrates, a quien acompañó en sus últimos años, y el juicio negativo que le merecían los gobiernos de su época, le orientaron definitivamente hacia Filosofía. En el 387 a. C. Funda la Academia, donde se dedicará a la enseñanza. Viajó mucho, visitó Egipto e hizo repetidos viajes a Siracusa (sur de Italia) para poner en práctica sus ideas políticas, pero no tuvo éxito (en uno de estos viajes fue hecho esclavo y en otro casi pierde la vida). Los últimos años de su vida, sin embargo, los pasó en Atenas consagrado a la Academia hasta su muerte en el 347 a. C. Las obras de Platón tienen en su mayoría forma de diálogo, y como protagonista principal a Sócrates. Se dividen en cuatro períodos: a) Diálogos de Juventud: bastante socráticos, tratan de la virtud, sin solución final. Apología de Sócrates, Critón, Protágoras ... b) Diálogos de Transición: viaja a Sicilia, conoce a los pitagóricos, regresa y funda Academia. Ya aparecen ideas propias y temas políticos. Gorgias, Menón, Cratilo ...

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c) Diálogos de Madurez: los fundamentales, aparecen su teoría de las Ideas y del Estado. La República, obra que comentamos, pertenece a este periodo. Fedón, República, El Banquete ... d) Diálogos de Vejez: son autocríticos. Parménides, Leyes, Timeo ... La República es una de las obras más importantes de Platón, su composición debió extenderse a lo largo de un periodo de quince o veinte años, a partir del 390 a.C. El motivo fundamental que llevó a escribirla fue probablemente la muerte de Sócrates. Precisamente Sócrates, es en la obra el narrador y el exponente principal de las creencias platónicas, Glaucón y Adimanto (sus hermanos, en la realidad) también intervienen. A diferencia de otros diálogos los conversadores no exponen sus propias doctrinas sino que intentan que Sócrates no se vaya por las ramas y que aclare su posición. No hay pues oposición de doctrinas aunque los sofistas siguen siendo el objeto fundamental de sus críticas. En la República Platón plantea su concepción del Estado ideal, el único Estado en donde la justicia y la felicidad son posibles. Se trata de un proyecto utópico y en cierto sentido revolucionario: los gobernantes son los filósofos, existe una clara división de la población en tres grupos o estamentos, además de los gobernantes, están los guardianes y los productores, la educación es una prioridad estatal y cumple una función moral; existe un comunidad de bienes para los grupos dominantes y se da una total igualdad entre hombres y mujeres. Aparte de la política, en la República aparecen desarrollados casi todos los grandes temas de la filosofía platónica desde su teoría de las Ideas hasta la ética pasando por su concepción del hombre y su teoría del conocimiento. En el libro VI, Platón plantea los siguientes temas: la necesidad del que los guardianes perfectos de la ciudad sean filósofos ya que tiene que ser capaces de llegar al estudio supremo: el conocimiento del Bien; en segundo lugar, la alegoría del sol, que es una comparación entre el sol con la Idea de Bien, causa del pensar y del mundo cognoscible y, por último, la alegoría de la línea dividida, mediante la cual expone los grados de conocimientos: sensible-inteligible El libro VII, es famoso porque en él narra Platón uno de sus mitos más conocidos: el mito de la caverna, con el que pretende mostrar la diferencia entre un alma educada y otra ignorante. A través de esta alegoría, se llega a entender perfectamente la distinción que hace Platón entre mundo sensible y mundo de las ideas, así como su distinción a nivel de conocimiento (y cuyos antecedentes los encontramos en Parménides) entre, opinión y ciencia. Aparte de la República, Platón escribe otra obras de contenido político: las Leyes, y El Político. En ellas se desdice de algunas de las ideas expresadas en la República y sus planteamientos van a ser mucho más realistas. Ahora, el respeto a las leyes adquiere protagonismo frente a los hombres sabios (difíciles de encontrar); aun así, Platón sigue pensando que la educación moral es la garantía de la justicia y la felicidad de los hombres. Cuatro son los rasgos fundamentales del contexto filosófico de la obra de Platón.(1) La crítica a Heráclito, pues su concepción de la naturaleza solo es válida para el Mundo Sensible, y al apuesta por la vía de la identidad de pensar y ser propia de Parménides. (2) La influencia de la filosofía pitagórica: concepción del alma, importancia de las matemáticas y la influencia de Anaxágoras (con su idea del Nous o inteligencia planificadora) (3) La crítica a los sofistas, a su individualismo y relativismo causantes, a juicio de Platón, de la crisis de Atenas que mencionamos con anterioridad. (4) Por último, y fundamentalmente la influencia socrática. La teoría de

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las Ideas es la radicalización de la búsqueda de las esencias y definiciones en Sócrates (Platón dota de existencia real los conceptos universales). Por otro, lado la preocupación socrática por la virtud y el intelectualismo moral, es la principal vía para plantear que el conocimiento de la Idea de Bien es el requisito imprescindible para la vida feliz a nivel individual, y para el justo gobierno de la ciudad. Las repercusiones de Platón en el pensamiento occidental son enormes: en primer lugar, en Aristóteles, que a pesar de las críticas que hace a las ideas platónicas, le deberá mucho a su maestro. Su influencia se hace notar claramente también en la filosofía neoplatónica de Plotino, así como en la filosofía cristiana, especialmente en San Agustín, y, en general, en todo el pensamiento idealista posterior, moderno y contemporáneo; incluso en la lógica matemática (Whitehead). Por lo demás, resulta fácil seguir las huellas del pensamiento político platónico en las utopías sociales propuestas por diversos autores en el Renacimiento (Marsilio Ficino, Tomás Moro, Campanela, Francis Bacon) así como en los modelos comunitarios del siglo XIX. Platón, ha tenido también grandes detractores, como F. Nietzsche, que lo considera el mayor de los pensadores nihilistas y el causante, junto con el cristianismo, de la decadencia de la cultura occidental. También ha sido criticado por todos aquellos autores materialistas que han visto en el idealismo platónico un freno a concepciones más realistas y modernas que ya estaban en la época griega en autores como Heráclito, Demócrito y Protágoras. Pensadores de gran prestigio como K. Popper, lo han señalado como el precursor del totalitarismo moderno por su concepción organicista del Estado. 2.- COMENTARIO DE TEXTO A) EXPLICACIÓN DE LAS EXPRESIONES SUBRAYADAS: EL BIEN. Es la Idea que ocupa el lugar más alto del mundo inteligible y a la que toda alma tiende por naturaleza. Se trata de la realidad suprema, tanto en el orden de ser (ontológico) como en el del conocer (gnoseológico). Es decir, es la causa de todo lo que existe y lo que nos permite conocer las cosas. Además, nos lleva a obrar correctamente en el ámbito práctico (ético-político). Platón la compara con el sol. ÁMBITO VISIBLE. Mundo sensible o de los sentidos. Es uno de los mundos en que Platón divide la realidad y está compuesto por una multiplicidad de seres materiales que vemos (copias de las Ideas) y que siempre están cambiando. Para Platón este mundo es una mezcla de ser y de no ser, es un mundo aparente, un mundo de sombras, del cual solo se pueden tener opiniones. ÁMBITO INTELIGIBLE. Se trata de otro mundo, el mundo inteligible o de las Ideas. Está compuesto por las Ideas o Formas, entidades inmateriales, inmutables y universales que solo se pueden captar con la razón. Las Ideas son modelos, causas y esencias inmutables de los seres sensibles. El mundo de las Ideas es para Platón el mundo del ser, de la verdad, del conocimiento auténtico. LO PRIVADO Y LO PÚBLICO. Con estos términos Platón se refiere al ámbito de la Ética (relaciones privadas de los individuos) y al ámbito de los asuntos que afectan a todos, los asuntos del Estado, respectivamente. Platón continúa con el intelectualismo socrático dado que asume sin discusión la idea de que solo el que conoce el Bien y la Justicia actuará del modo más adecuado posible en el ámbito práctico. La ética en Platón está estrechamente ligada a la política en tanto que la virtud solo es posible en un Estado donde no hay injusticias. Y ese Estado para Platón, es el gobernado por los filósofos.

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B) IDENTIFICACIÓN Y EXPLICACIÓN DEL CONTENIDO DEL TEXTO (TEMÁTICA): El texto que comentamos pertenece al libro VII de la “República”, concretamente a la alegoría de la caverna, en la cual Platón describe el camino que tiene que seguir el prisionero liberado hasta convertirse en filósofo-gobernante; un camino lleno de dificultades que culmina con la aprehensión o la captación de la Idea del Bien. En los fragmentos anteriores, Platón ha utilizado dos recursos literarios para recalcar las trascendencia de la Idea del Bien: la analogía del sol con el Bien y el símil de la línea. El tema fundamental del texto es la Idea del Bien y su importancia en el orden del ser (plano ontológico), en el orden del conocimiento (plano epistemológico) y en el de la acción (plano ético y político). Se pueden distinguir tres partes diferenciadas que se corresponden con tres ideas o tesis principales: 1ª Desde “(…) lo que a mí me parece…hasta (…) la Idea del Bien” Platón está recordando lo que anteriormente ya había expuesto en el símil de la línea, a saber, que el conocimiento firme y seguro, es decir, epistémico, se completa con la captación de la Idea del Bien, esta Idea culmina el ámbito “cognoscible”, por oposición al ámbito sensible del que sólo podemos tener mera opinión. El camino que debe realizar el prisionero, es el camino ascendente de la dialéctica que consiste en una elevación desde el mundo sensible hasta las Ideas, y a partir de ellas hasta la Idea del Bien. 2ª Desde “Una vez percibida…hasta (…) producción de la verdad y la inteligencia” El Bien es la Idea suprema, la Idea de las Ideas, porque es el fundamento de todo ser, el principio último al que todo remite. Anteriormente Platón lo ha comparado con el Sol, así como el Sol es el fundamento o causa de la existencia de los seres sensibles y del conocimiento sensible (la visión), el Bien es la causa de la existencia y de la esencia de las Ideas (y, consecuentemente, de todo cuanto existe) así como del conocimiento intelectual. 3ª. Desde “(…) y que es necesario…(…) hasta en lo privado como en lo público” En efecto, el que conoce la Idea del Bien conoce todo el orden de lo real (las Ideas) y es el único que puede plasmar ese orden en el alma humana, es decir, obrar con sabiduría en el ámbito privado, y ordenar la ciudad, es decir, obrar con sabiduría en el ámbito público. En conclusión, podemos hablar pues, de una triple función de la Idea del Bien: a) Ontológica: realidad suprema que es causa de las Ideas y, en consecuencia, del mundo sensible. b) Epistemológica: es la causa de la inteligibilidad de las Ideas , y por tanto del mundo sensible. c) Ética y política: sólo quien logra su conocimiento puede ser buena persona (ámbito privado o ético) y buen gobernante (ámbito público o político). C) JUSTIFICACIÓN DESDE LA POSICIÓN DE LA POSICIÓN FILOSÓFICA DEL AUTOR. ¿Qué problemas pretende resolver Platón proponiendo esta Idea de Bien como principio último de la realidad? En primer lugar, hay que decir que la Idea de Bien

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juega un papel central en su teoría de las Ideas; una teoría con la que nuestro autor intenta dar respuesta a algunos de los problemas que ha heredado de la filosofía anterior, unos de carácter onto-epistémico (la realidad y el conocimiento), y otros, de carácter ético-político (en general, el ámbito de la acción), enfoques ambos que están presentes en este fragmento. Platón retoma el problema que ya plantearon los presocráticos Heráclito y Parménides y pone como “arjé” último del ser a la Idea del Bien; pero esta Idea es la culminación de un mundo inteligible, diferente y separado del mundo sensible, el de nuestra experiencia inmediata. Esta división de la realidad en dos mundos (citados en el texto que comentamos) es una de las consecuencias más clara de la teoría de las Ideas antes referida y representa una solución dualista al problema ontológico planteado por la filosofía anterior. Con ello, Platón intenta “reconciliar” a Heráclito con Parménides, pues el mundo sensible, donde todo está en continuo fluir, todo está en un cambio permanente, este es el mundo de Heráclito. Por otra parte, separado de este mundo está el mundo de las Ideas, eterno, único, inmóvil, que será el mundo de Parménides, pero con una salvedad, que mientras el mundo de Parménides es único (el Ser); el mundo de Ideas platónico es plural, dado que las Ideas son múltiples. ¿Qué consecuencias tiene ese dualismo ontológico en el plano epistemológico? En primer lugar afirmar que el conocimiento epistémico es posible. En efecto, piensa Platón, si el único mundo fuera el sensible que nos muestra Heráclito, no podría ser posible la ciencia, puesto que las cosas varían de un momento a otro, y la ciencia requiere un objeto permanente y estable (como afirmaba Sócrates), estas realidades inmóviles, invariables son las Ideas de las que son objeto la ciencia. De esta manera, Platón ha conseguido una base que hace posible la ciencia con el principal objetivo de rebatir las concepciones sofistas de la filosofía; éstos, aceptando el mundo de Heráclito, identificaban la verdad con la apariencia, poniendo como única fuente de conocimiento la percepción sensible. Las consecuencias de ello eran el escepticismo ontológico: no hay una realidad estable que conocer. A lo sumo, Platón considera que las impresiones sensibles (en virtud del parecido de los objetos que las causan con las Ideas, sus modelos prototípicos) solo sirven para evocar en determinadas ocasiones el recuerdo que de las Ideas retiene el alma de su vida anterior (reminiscencia). Por otro lado, en la República Platón establece una correspondencia entre los niveles de realidad y los niveles de conocimiento. Es decir, el dualismo ontológico tiene una correspondencia con un dualismo en el orden del conocimiento (dualismo epistemológico o gnoseológico). Platón representa esta idea gráficamente por medio de la Alegoría de la línea dividida que aparece un poco más atrás, en el libro VI de la República. La opinión sería el conocimiento propio del mundo sensible, un conocimiento basado en los sentidos y no de fiar dado que se ocuparía de las cosas que continuamente están cambiando. Dentro de ella, se distinguen dos niveles, uno inferior (Imaginación o Conjetura, que tendría por objeto las imágenes de los seres sensibles) y otro superior, la creencia (que se ocuparía de los seres sensibles propiamente dichos). Por otro, lado, y ya dentro de la Ciencia, el auténtico conocimiento universal y necesario, dado que su objeto son las Ideas, encontraríamos, a un nivel inferior, el Pensamiento discursivo (números y entidades matemáticos) y a un nivel superior, lo que Platón llama Inteligencia o Dialéctica, un conocimiento completamente abstracto, que consiste en un doble recorrido ascendente y descendente por las Ideas superiores y que tiene como máxima aspiración la Idea de Bien. Este es el conocimiento que consigue el filósofo, representado en el mito (y en el fragmento que comentamos) por el prisionero que sale de la caverna y contempla extasiado la verdadera realidad del exterior y lo más alto que hay en ella, el sol (el Bien).

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¿Qué consecuencias tiene en el ámbito de la ética afirmar la existencia de un mundo de realidades objetivas que además podemos conocer? Las consecuencias que tienen tales afirmaciones es que rebaten en el plano de los principios las teorías de los sofistas. En efecto, si los sofistas terminan en el escepticismo al afirmar que la realidad se identifica con la apariencia: lo que es, es lo que a mí me parece; sin embargo tenía una consecuencia aún más grave todavía y era que terminaban en un relativismo ético: si no hay nada objetivo, ni estable, tampoco hay nada bueno, ni justo objetivamente; es decir, lo bueno será lo que a mí me parece bueno, lo que yo subjetivamente crea que es lo bueno sin ningún otro criterio. Platón al afirmar la existencia de un mundo objetivo y estable (el mundo de las Ideas) habrá rebatido no sólo el escepticismo ontológico, sino también el relativismo ético, dado que ese mundo inteligible implica la existencia de valores universales (Ideas morales) que nos indican que es lo bueno, que es lo justo, etc. Para Platón, es el filósofo el que, tras un largo esfuerzo (“al final y con dificultad”, se dice en el texto), logra salir de la ignorancia (del mundo de la apariencia y de las opiniones) y consigue liberarse de todo aquello que ata su alma a lo corporalsensible. Es así que, tras una vida racional y de autocontrol, consigue todas las virtudes de su alma (armonía, justicia). El camino hacia el Bien (el camino del prisionero desde el interior al exterior de la caverna, es también un camino hacia la virtud (areté). Y dado que posee la virtud y conoce todas las Ideas morales y sobre todo el Bien, él es el único que actuará correctamente en sus relaciones con los demás (en el ámbito de lo privado, como se afirma en el texto) y, en consecuencia, será plenamente feliz. Platón defiende así, al igual que Sócrates, el intelectualismo moral y la identificación que éste hace de saber=virtud=felicidad. Por último, ¿qué consecuencias tiene el conocimiento de la Idea de Bien para la política? El filósofo, el dialéctico, es también, según Platón, el que puede actuar adecuadamente en el ámbito de lo público (texto), es decir en los asuntos del Estado. Y ello, por la misma razón antes aducida, porque es él el que conoce el Bien, y la Justicia y puede por ello hacerlas realidad en la polis. Él es, el que movido, no por un afán de poder, de riquezas o de honores (como los Sofistas y los políticos demagogos educados por ellos) sino por el deseo de hacer el Bien, tomará las decisiones más acertadas en los asuntos que conciernen a todos (“lo público”) y gobernará bien el Estado, y en consecuencia, hará que reine la paz, la justicia y el bienestar entre los ciudadanos. La justicia nada tiene que ver con el dominio del más fuerte como señalaban los sofistas más extremistas, sino con un orden y una armonía social que sólo el que tiene los conocimientos necesarios puede realizar. Por eso, para Platón el filósofo es el llamado a conducir al pueblo, a gobernar el Estado. Es ésta una obligación moral que tiene con el resto de sus conciudadanos; el prisionero liberado ha de regresar al interior de la caverna para tratar de educar, salvar, conducir a sus compañeros. El gobernante-filósofo es, por tanto, la pieza clave del Estado Ideal que Platón nos propone en la República. Otras rasgos o elementos de este Estado ideal son: una clara división de la población en tres grupos o estamentos, además de los gobernantes, están los guardianes y los productores, la educación es una prioridad estatal y cumple una función moral; existe un comunidad de bienes para los grupos dominantes y se da una total igualdad entre hombres y mujeres. Aparte de la política, en la República aparecen desarrollados casi todos los grandes temas de la filosofía platónica desde su teoría de las Ideas hasta la ética pasando por su concepción del hombre y su teoría del conocimiento. 3. RELACIÓN DEL TEMA O EL AUTOR CON OTRA POSICIÓN FILOSÓFICA Y VALORACIÓN RAZONADA DE SU ACTUALIDAD.

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Relación entre Platón y los sofistas. Como ya hiciera su maestro Sócrates, Platón mantiene una polémica y una discusión constantes con los sofistas. Éstos, como se sabe, son un grupo de pensadores que florecieron en la segunda mitad del siglo V a. de C. (Protágoras, Gorgias, Hipias, Calicles, Antifonte, Trasímaco, Critias, etc) coincidiendo con la instauración definitiva de la democracia en Atenas. Representan un giro antropológico de la filosofía, lo que quiere decir que, con ellos, la filosofía se empieza a interesar más por el hombre y por los asuntos humanos que por otra cosa. Prueba de este nuevo interés es la frase de Protágoras: “El hombre es la medida de todas las cosas”; aunque para Platón más bien es una clara expresión del relativismo de este pensador, puesto que lo que vendría a significar esta frase es que todo hombre tiene un punto de vista diferente sobre las cosas. No menos celebres son las palabras de Gorgias: "no hay ser; si lo hubiera, no podría ser conocido; si fuera conocido, no podría ser comunicado”. En este caso lo que se defiende es un escepticismo, es decir, la imposibilidad de aprehender a través de la razón y el lenguaje una supuesta realidad. Por tanto, estamos, por así decirlo, condenados a moverlos entre las apariencias y a no conocer nunca la verdad. La actitud escéptica y el relativista que caracteriza a estos pensadores (a la que hemos aludido varias ocasiones en este comentario) es, en parte, una consecuencia del desarrollo de la filosofía presocrática que, debido a la gran disparidad de teorías sobre la naturaleza que presenta, generará en estos pensadores una desconfianza hacia el conocimiento y una falta de respeto hacia la verdad. Por otra parte, hay ya un germen de escepticismo en algunos de los filósofos presocráticos más tardíos, como por ejemplo Demócrito, que dice que estamos obligados a quedarnos solo con las apariencias de las cosas debido la imposibilidad de un conocimiento profundo de los átomos. Por otro lado, los sofistas son unos pensadores ligados estrechamente a la democracia. La llegada de la democracia va a suponer para los ciudadanos una igualdad ante la ley (isonomía) y una igualdad para opinar (isegoría), pero sobre todo, ésta implica un cambio en la naturaleza del poder. El poder ahora depende del apoyo popular, de los votos; tanto es así que éste acaba en manos de quien es capaz de ganarse a la gente. Los sofistas se presentan así mismos como “maestros de la virtud”, enseñan a los jóvenes atenienses (a cambio de un dinero) a ser buenos políticos, es decir a conseguir fama y poder en la política, lo cual requiere, además de un conocimiento de leyes y de la gestión de los asuntos del Estado, de unas habilidades para convencer y ganarse el apoyo de la asamblea y de los tribunales mediante la palabra. El lenguaje, desacreditado para el conocimiento y para la verdad (Gorgias), será, sin embargo, muy estimado como instrumento para manipular y dominar a las masas. Los sofistas eran expertos en el uso del lenguaje; la oratoria y la retórica van a ser las enseñanzas más demandadas por los jóvenes con aspiraciones políticas en ese momento. Donde más claramente se ve el pensamiento de los sofistas es en el llamado debate sobre la justicia y la ley (physis-nomos). Los sofistas defienden el carácter convencional de las leyes y normas morales. La manera en que se organizan las relaciones entre los individuos (el nomos) varia de una sociedad a otra, lo cual, según ellos, se debe a que es imposible la unanimidad en torno al bien y la justicia. Entre los propios individuos hay discrepancias y cada uno piensa cosas distintas sobre estos temas sin que nadie tenga la razón. Todo, absolutamente todo, depende del punto de vista que se mire, todo es opinable. Pero es que además de esto, los sofistas defendieron el carácter antinatural del nomos, es decir, las normas y las leyes reprimen normalmente la naturaleza humana que según ellos se caracteriza por el ansia de poder y por la búsqueda del placer. Las normas igualan a todos e impiden

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que cada uno haga lo que le de la gana. Los sofistas coinciden en considerar este hecho como una evidencia, pero no todos lo interpretan de la misma manera. Según los sofistas mas moderados es necesario que las leyes limiten la naturaleza humana pues solo así se garantiza la convivencia humana (se evita la arbitrariedad y el salvajismo dirá Protágoras). Sin embargo, para los sofistas más radicales (Trasímaco, Antifonte, etc) las leyes son creadas por los débiles para someter a los fuertes, y de esta manera se comete una grave injusticia; para ser justas, éstas deberían acomodarse a la naturaleza o, lo que es lo mismo, que domine el más fuerte y que haga su santa voluntad. Como hemos visto en los apartados anteriores, el planteamiento platónico está en las antípodas de las tesis sofistas. Platón, rechaza de plano el relativismo y el escepticismo al fundamentar toda su filosofía en las Ideas (con el Bien a la cabeza) dado que éstas aportan la base sólida que tanto la realidad como el conocimiento necesitan, además de constituir unos criterios racionales y universales para la acción moral y política. En definitiva, al planteamiento irracionalista e individualista de los sofistas, Platón opone un planteamiento racionalista o intelectualista que apuesta por la verdad y la justicia. Valoración de la actualidad Aunque sin duda la democracia sigue siendo el mejor de los sistemas políticos (o, si se quiere, “el menos malo”), muchas de las críticas que hace Platón a la misma tienen hoy su vigencia: por ejemplo, la ineptitud e ineficacia de algunos cargos públicos designados a dedo, la corrupción de muchos políticos demagogos que, una vez conseguido el voto, se olvidan de las promesas que hicieron a su electorado o la falta de respeto hacia las leyes. La crisis económica que vivimos es para algunos consecuencia de una crisis más honda, de un crisis de valores, de una crisis de la política. Por esta razón, también hoy tiene bastante sentido la idea de Platón de dotar de principios éticos la acción política, “humanizar” la política; convertirla en una actividad orientada al bien comun, manteniéndola así a salvo de quienes solo buscan en ella fama, poder, o simplemente la ponen al servicio de los intereses económicos. Los resultados de las encuestas que sobre los políticos se publican en los medios de comunicación muestran que la mayoría de la gente los valora muy negativamente. La sociedad civil (o ciertos sectores críticos de la misma, piénsese por ejemplo en “los indignados”) demanda otra clase de políticos: personas integras, con voluntad de servicio público, que sean cumplidores de las leyes y que contribuyan decididamente a solucionar los problemas de la gente y a mejorar la sociedad. No obstante, debe quedar claro que estas críticas a la democracia no hacen bueno un sistema político como el que propone Platón en la República; un sistema que implica la división de la sociedad en castas según las diferentes capacidades de los individuos, con un clase dirigente (una élite de filósofos) privada de bienes y de familia por la fuerza, que legisla sin contar con la mayoría de los ciudadanos, a los que no les cabe otra opción más que obedecer sin rechistar. Un Estado así concebido, como han señalado muchos autores (Popper, entre otros), dista mucho de ser un Estado justo, un Estado ideal, como pensaba Platón; más bien, se parece bastante a esos regímenes totalitarios que se han dado a lo largo de la historia (el nazismo, el estalinismo, etc) con consecuencias desastrosas para la humanidad. Por último, la idea de Platón de que el Bien, La Justicia, y demás conceptos morales son valores universales es la misma que preside algunos proyectos éticos actuales con vocación universal como el de los Derechos Humanos. Si existen unos valores universales, unos valores que son reconocidos y aceptados en todas las sociedades y por todas las culturas humanas, se evitará que en nombre de la defensa de las tradiciones, en algunos lugares se comentan graves atentados contra la dignidad y los derechos fundamentales de las personas.

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