Comentario De Texto Resuelto De Descartes

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Comentario de texto: Descartes

Pero, deseando yo en esta ocasión tan sólo buscar la verdad, pensé que debía hacer todo lo contrario y rechazar como absolutamente falso todo aquello en que pudiera imaginar la menor duda, para ver si, después de hecho esto, no me quedaba en mis creencias algo que fuera enteramente indudable ... Pero advertí en seguida que aun queriendo pensar, de este modo, que todo era falso, era necesario que yo, que lo pensaba fuese alguna cosa. Y al advertir que esta verdad pienso, luego soy era tan firme y segura que las suposiciones más extravagantes de los escépticos no eran capaces de conmoverla, juzgué que podía aceptarla sin escrúpulos como el primer principio de la filosofía que buscaba. DESCARTES: Discurso del Método, 4ª Parte CUESTIONES 1. Sitúe el texto en su contexto histórico-filosófico, identifique el problema a que responde y su temática, y exponga la o las tesis que sustenta y los argumentos que emplea. (Valoración: de 0 a 2,5puntos). 2. Analice y explique el significado de los términos o expresiones subrayados en el texto, y muestre su sentido. (Valoración: de 0 a 2,5 puntos). 3. Método y realidad en la filosofía de Descartes. (Valoración: de 0

a 2,5puntos). 4. Exponga las relaciones de semejanza o diferencia de Aristóteles

con otro autor o autores, corriente o corrientes filosóficas. (Valoración: de 0 a 2,5puntos).

1. Sitúe

el texto en su contexto histórico-filosófico, identifique el problema a que responde y su temática, y exponga la o las tesis que sustenta y los argumentos que emplea. (Valoración: de 0 a 2,5puntos).

Descartes nació en la Turena en 1596 y murió en Suecia, donde había sido invitado a residir por la reina Cristina, en 1650. Su vida abarca, pues, la primera mitad del siglo XVII, época conocida culturalmente como Barroco. Se trata de uno de esos períodos de la humanidad europea a los que resulta fácil conceptuar como época de "crisis". Un siglo caracterizado por la quiebra de los fundamentos de lo anterior y el anuncio (aún no enteramente consolidado) de lo nuevo: quiebra progresiva de las estructuras feudales que constituyeron el orden medieval; ruptura de la Cristiandad, operada con la Reforma y la Contrarreforma, y con ello de la unidad religioso-ideológica que constituyó la base del pensamiento medieval; cuestionamiento de los fundamentos jurídicos y políticos (asentados en los religiosos) sobre los que la Edad Media basó sus instituciones políticas; crisis, en fin, del sistema filosófico-científico (la escolástica aristotélica) que dio unidad a la cosmovisión medieval. Y, en sustitución de todo ello, se va prefigurando un nuevo modelo económico, social, político y cultural, característicos de la Modernidad. No es extraño que la obra que inaugura la filosofía moderna se titule “Discurso del método”; en esta época la sociedad busca precisamente un nuevo “método” o camino para resolver los conflictos que acompañaban su progreso. Analicemos renovación.

un

poco

más

estos

procesos

de

quiebra

y

En el plano histórico y político debe destacarse la crisis religiosa que llevó a la ruptura de la Cristiandad por obra de la Reforma protagonizada por el monje agustino Martín Lutero (1483-1546, suscitando conflictos religiosos que trastornaron, en mayor o menor medida, la casi totalidad de los estados europeos. Tras una primera fase de expansión del protestantismo, a mediados del siglo XVI se produjo un movimiento de reacción católica, tradicionalmente denominado "Contrarreforma”. Ignacio de Loyola (1491-1556) funda en 1540 la Compañía de Jesús (S.J.), con voto especial de obediencia al Papa y desarrollando una gran actividad combatiendo al protestantismo. La Contrarreforma toma cuerpo en el Concilio de Trento (1545-1563), que se convoca para resolver los litigios planteados. En un principio pretendía reconciliar a la Iglesia Católica con los protestantes, pero triunfaron las tesis más intransigentes. El concilio lo convocó Pablo III y lo cerró Pío IV. Tras la discusión se decretaron una serie de normas para los ritos y la organización de la Iglesia, que

serían de obligado cumplimiento para todos, y que durarían hasta el siglo XX. Es, ante todo, un concilio normativo en el que se organiza la doctrina y se determinan los dogmas de la Iglesia. Declara que sólo el clero tiene potestad para interpretar la Biblia, y que la fe en Dios es fundamental para la salvación así como las buenas obras. Se estipula el uso del latín en las ceremonias, y se reafirma el poder jerárquico dentro de la Iglesia. Culmina con la Ruptura de la Iglesia y se establece la doctrina ortodoxa (PROFESSIO FIDEI TRIDENTINA) de la Iglesia y en 1559 se crea el Índex con los libros que estaba prohibido leer a los cristianos. Este Índex no dejará de crecer a lo largo del tiempo. La Inquisición se convierte en la guardiana de la doctrina de la Iglesia y la defensora del Concilio. La Inquisición se había creado para perseguir las herejías, no a los infieles. Era la única institución que tenía una legislación común para todos los reinos y todo el territorio, y por encima de la autoridad política, aunque la ejecución de la sentencia dependía del poder civil. Hacia 1600, Europa se había dividido en países católicos y protestantes (el protestantismo, además se había fragmentado en diversas confesiones, siendo las tres principales el luteranismo, el calvinismo y el anglicanismo) y se halla convulsionada por conflictos que son directamente religiosos o en los que la religión, mezclada con la política, cobra una relevancia determinante. En Francia se va a arrastrar durante todo el siglo el problema de los hugonotes (nombre con el que se denominaba allí a los calvinistas), minoría poderosa que puso en peligro la unidad religiosa y política de Francia y que, al ser reprimidos sangrientamente por la monarquía católica, provocó una serie continuada de guerras civiles. El hecho más conocido de estas guerras fue la Noche de San Bartolomé (23-24 de agosto de 1572), magníficamente recogido en la película “La reina Margot”. Hechos que traerían como consecuencia la formulación del principio de “tolerancia”. Enrique IV publicó el Edicto de Nantes en 1598, concediendo a los hugonotes una limitada libertad, hasta su muerte en 1610. La “Guerra de los treinta años” (1618-1648) en la que participó Descartes enrolándose en ambos ejércitos (la cita al inicio del cap. IV del “Discurso...” como la guerra inconclusa). Se inicia como una guerra entre el norte europeo, protestante y el sur, católico, pero realmente fue una lucha por la hegemonía europea, que se resuelve con la pérdida del dominio español en Europa. Estas guerras se inician como una guerra entre el norte europeo. Los principies alemanes apoya en a Lutero para emanciparse del Emperador católico y el Papado y enriquecerse con los bienes confiscados a la Iglesia. En realidad fue una lucha por la hegemonía de Europa, de modo que el Cardenal Richelieu, que en Francia combate a los Hugonotes = protestantes, fuera de Francia se

alía con los protestantes para debilitar a los HABSBURGOS = España y Austria). Puede decirse que en esta guerra se enfrentaron dos civilizaciones: la católica-feudal, defendida por los Habsburgo (la Casa de Austria, imperante en España y el Sacro Imperio), por una parte, y la protestante-burguesa defendida por los Países Bajos y los principados alemanes de la Unión Evangélica, por la otra. De todas maneras, no siempre estuvieron de acuerdo las alianzas con la confesión religiosa de los países beligerantes; así, la católica Francia apoyó y financió el bando protestante primero, y acabó entrando ella misma en la guerra después (en 1635) contra España, con el objeto de debilitar a la Casa de Austria y disputar a España la hegemonía en Europa. No fue sólo destrucción física lo que estas guerras provocaron, sino la erradicación del libre pensamiento. En los países católicos, una férrea Inquisición velaba para que no apareciesen brotes de herejía o heterodoxia. No fue menor la intolerancia en las zonas de predominio calvinista: baste recordar la ejecución del aragonés Miguel Servet en Ginebra, o la persecución del filósofo del Derecho Natural, Hugo Grocio en 1619. El resultado fue para España quedar aislada de la ciencia europea, y en Italia, centro de la nueva ciencia en el Renacimiento, se produjeron condenas como la de Giordano Bruno en 1600, la teoría copernicana en 1615 o a Galileo (que no fue quemado en ninguna hoguera) en 1633 por defender ésta teoría. Este ambiente bélico y de disputas religiosas resolvió a Descartes a vivir en un lugar apartado de Holanda por su tranquilidad, ya que, según Cartesio, la tranquilidad es necesaria para dedicarse a la investigación después de haber intentado estudiar "en el gran libro del mundo". Tal ambiente puede explicar también, que entre tantas hogueras y condenas (G. BRUNO, SERVET, GALILEO) se impusiera a sí mismo prudencia y silencio con respecto a cuestiones teológico-políticas. Esta prudencia es la que le llevó a no publicar junto al Discurso las partes de física en las que había estado trabajando desde 1616 (En 1633 Galileo fue encarcelado por algo que Descartes defendía, el movimiento de la Tierra). A pesar de estas persecuciones en esta época se dan pasos decisivos hacia la secularización de la vida, la separación de la Iglesia y el Estado y la libertad de conciencia. Indirectamente la Reforma contribuyó a ello, pues aunque mantenían una visión teocrática de la sociedad y la política, de raíz medieval, cuando se vieron perseguidos por el poder secular comenzaron a defender que hay límites en la autoridad que los monarcas tienen sobre sus súbditos, defendieron la libertad de conciencia de éstos y el deber de resistencia contra la tiranía cuando la libertad de conciencia es violada, llegando incluso a justificar el tiranicidio. Por otra parte, ante el peligro de desintegración del Estado aparecieron políticos y pensadores que defendían la razón de Estado por encima de las disputas religiosas, la tolerancia y la libertad de conciencia con el objeto de conseguir la

estabilidad política, afirmando que ser ciudadano no puede depender de la religión en que se cree. Contribuyeron así a la idea de que el Estado es independiente de la Religión, que su deber no es imponer ninguna, sino asegurar la paz social y la libre convivencia de los ciudadanos. - Crisis política; el orden feudal se derrumba y en muchas naciones europeas (Francia, España, Inglaterra...), surgen las monarquías absolutas como única manera de centralizar el poder, cada vez más disperso. Se forjan los Estados soberanos, independientes de la Iglesia, que atienden con autonomía sus propios fines: garantizar la paz social y la convivencia estable de sus ciudadanos entregados a sus negocios particulares. El concepto de modernidad en política va ligado, pues, al nacimiento y consolidación del Estado. Esta consolidación se fraguó, además, bajo la forma de Absolutismo. Dada la precariedad de los incipientes Estados, los filósofos políticos de la época se mostraron partidarios de un Estado Absoluto, que reuniera todos los poderes en la figura del monarca, sin compartirlos con ningún otro órgano o institución, para evitar, así, el debilitamiento de su poder y poder cumplir su principal función: la protección de los súbditos1. 1

Thomas Hobbes (1588-1679) es considerado uno de los principales filósofos políticos ingleses. En 1651 publica una de sus obras más célebres: Leviatán. En esta obra Hobbes platea la primera formulación del contrato social, poteriormente recogido y reformulado por otros autores. En Leviatán Hobbes percibe la sociedad humana como una formación de individuos dominados por su ambición de poder y de dominio. Hubo una época (que Hobbes llama Estado de la naturaleza) en que estas agrupaciones de individuos no disponían de un poder superior y estas tendencias dominaban las relaciones entre las personas manteniéndolos en una "guerra de todos contra todos": "cada hombre es enemigo de cada hombre; los hombres viven sin otra seguridad que sus propias fuerzas y su propio ingenio debe proveerlos de lo necesario. En tal condición no hay lugar para la industria, pues sus productos son inciertos; y, por tanto, no se cultiva la tierra, ni se navega, ni se usan las mercancías que puedan importarse por mar, ni hay cómodos edificios, ni instrumentos para mover aquellas cosas que requieran gran fuerza o conocimiento de la faz de la tierra ni medida del tiempo, ni artes, ni letras, ni sociedad; y lo que es peor que nada, hay un constante temor y peligro de muerte violenta, y la vida del hombre es solitaria, pobre, grosera, brutal y mezquina". Para Hobbes el fin del estado de la naturaleza y con él las condiciones para que pueda existir una sociedad, surge por un pacto o contrato que establecen los individuos. Mediante este pacto o contrato cesan las hostilidades delegando los derechos de los individuos en una persona soberana. El contrato significa entonces una renuncia por parte de cada individuo que permite el establecimiento de un poder fuerte que está por encima de ellos pero en el cual todos se reconozcan. "La única vía para construir ese poder común, apto para la defensa contra la invasión extranjera y las ofensas ajenas, garantía de que por su propia acción y por los frutos de la tierra los hombres puedan alimentarse y satisfacerse, es dotar de todo el poder y la fuerza a un hombre o asamblea de hombres, quienes, por mayoría de votos, estén capacitados para someter sus voluntades a una sola voluntad. Ello significa: elegir un hombre o asamblea que lo represente, que todos consideren como propios y donde puedan reconocerse a sí mismos como autores de

En este contexto, los comerciantes y fabricantes ven aumentar su poder real, que no es reconocido políticamente, las crisis sociales se agudizan. - Aparición del mercantilismo, como forma de organización económica. Hay una crisis económica generalizada a pesar del desarrollo de la burguesía, debido a las crisis sociales y políticas, los estados tratan, por primera vez, de racionalizar la economía subordinando las transacciones comerciales con las colonias a los intereses de un estado fuerte y centralizado. En el plano cultural también nos hallamos en una época de contrastes. - la cultura oficial sigue siendo la escolástica medieval, pero se trata de una cultura dogmática y cerrada que no se adapta a las inquietudes de los intelectuales de la época, influidos estos últimos por las novedades que había traído el Renacimiento, y sobre todo por el nuevo enfoque de la ciencia. No obstante el pasado se resiste a morir, y la Inquisición persigue con saña a aquellos que se desvían de la doctrina oficial. A Galileo casi le cuesta la vida sus descubrimientos científicos. El propio Descartes no se libre de persecuciones y conflictos, a pesar de su actitud prudente. - En el ámbito artístico el barroco es una época de gran fecundidad creativa, también marcada por conflictos y contrastes. Los enfrentamientos religiosos tienen su reflejo en las manifestaciones estéticas, en las que cabe distinguir dos estilos: el Barroco de los ambientes cortesanos y católicos de España y Francia, en los que la arquitectura, pintura y escultura se convierten en un instrumento de ostentación del poder de la Iglesia, con un arte monumental y lo que haga o planee aquel que representa su persona, en todo lo que respecta a la paz y la seguridad colectivas; que, por otra parte, sujeten sus voluntades a la voluntad de aquél, y sus juicios a su juicio. Esto implica más que la mera aprobación o acuerdo; es una unidad concreta de todo en una sola persona, instituida mediante un pacto de cada individuo con los demás, tal como si cada uno dijera a todos: autorizo y transmito a este hombre o asamblea de hombres el derecho que me asiste de gobernarme a mí mismo, a condición de que vosotros transmitáis también a él igual derecho y autoricéis sus actos de igual forma. Hecho lo cual, la multitud así reunida en una sola persona se convierte en Estado, en latín civitas. Este es el origen del gran Leviatán o (designándolo con más reverencia) el dios mortal al que debemos, bajo el Dios inmortal, la paz y la defensa. Esta autoridad, transferida por cada hombre al Estado, tiene y emplea poder y fuerza tales que por el temor que suscita es capaz de conformar todas las voluntades para la paz, en su propio país, y para la ayuda mutua contra los enemigos, en el extranjero. En esto radica la esencia del Estado, que puede definirse como sigue: persona resultante de los actos de una gran multitud que, por pactos mutuos, la instituyó con el fin de que esté en condiciones de emplear la fuerza y los medios de todos, cuando y como lo repute oportuno, para asegurar la paz y la defensa comunes. El titular de esta persona se denomine soberano y su poder es soberano; cada uno de los que lo rodean es su súbdito".

decorativo, y el Barroco de las comunidades burguesas y protestantes, en las que triunfa el clasicismo y el naturalismo, sobre todo en la pintura. - Por último hemos de destacar la importancia de la creación literaria del Barroco, que llega en España a su apogeo con la literatura del “Siglo de Oro” y las figuras de Cervantes, Góngora, Quevedo y Calderón. - Pero es sin duda, el nacimiento de la ciencia moderna, con las sucesivas aportaciones de Copérnico, Galileo y Kepler, el acontecimiento cultural que más influye en la filosofía de la época. Una vez desarrollado el contexto de la obra de Descartes nos centramos en el contenido del texto. En este fragmento, perteneciente a la 4ª parte del Discurso del Método, Descartes encuentra la solución al problema de cómo evitar la duda respecto al conocimiento. Después de dudar, de forma metódica, de cualquier tipo de conocimiento que hasta ese momento creyera haber obtenido. Descartes descubre que hay algo de lo que no es posible dudar, por tanto una verdad, desde la que, como primer principio verdadero, poder reconstruir de una forma segura toda la filosofía. Este primer principio representa el punto de apoyo que Arquímedes buscaba para poder mover el mundo. Esta verdad indudable es el famoso “cogito cartesiano”, es decir, el “pienso, luego soy”, que Descartes va a adoptar como principio de la Filosofía. Descartes había decidido examinar conocimientos que habían sido puestos descubrimientos recientes de la "nueva contradecir la aparentemente segura visión religiosa del mundo, vigente hasta sus días.

la veracidad de los en entredicho por los ciencia" que parecían escolástica, medieval y

El Renacimiento había puesto en crisis la manera de ver el mundo en todos sus dimensiones: a) geográfica con el descubrimiento de América en 1492, b) política con la aparición de los Estados nacionales, c) religiosa con la Reforma protestante y d) cosmológica con la concepción heliocéntrica de Copérnico y la observación mediante el telescopio de cráteres en la luna y el descubrimiento de las lunas de Júpiter. En medio de la confusión y del escepticismo reinante en su época, Descartes cree que sólo un nuevo método y un nuevo criterio de verdad pueden sacar a la filosofía de esta situación de confusión. Descartes continua la tendencia renacentista de considerar que existe una ruptura radical entre su época y la época medieval. Para Descartes la filosofía anterior está agotada. La aparición de un "nuevo mundo" y del "hombre nuevo" exigen hacer una nueva filosofía. Siguiendo un cierto paralelismo con la problemática de Platón y Sócrates, a Descartes le preocupa la idea de que no exista ningún modo seguro de adquirir conocimiento: actitud escéptica. Esta actitud fue

potenciada por la confrontación teórica con la Reforma, en lo que se conoce como problema del criterio: ante afirmaciones diversas y contradictorias entre sí, ¿cómo podemos conocer la correcta? Ningún conocimiento de la época parecía puesto sobre una base firme. Descartes consideraba que el problema fundamental que debía intentar resolver era encontrar una salida segura a esta situación de ESCEPTICISMO generalizado. Se planteó si existía un método fiable de adquirir y acumular conocimiento, y si lo había, cuál era. Descartes se preocupó por resolver la pregunta de si era posible saber algo con absoluta certeza. Supo desde el principio que CERTEZA y VERDAD no eran lo mismo. La certeza es un estado mental, y la verdad es una propiedad de las afirmaciones que por lo general se relaciona con la forma de ser que tienen las cosas en el mundo exterior. Descartes pensaba que sólo si se conseguía la certeza se podía llegar a la verdad. Debía encontrar argumentos contra los ESCÉPTICOS, encontrando la certeza. El escepticismo fue una de esas doctrinas del período helenístico que buscaba la felicidad, haciendo consistir ésta en la calma y tranquilidad del alma, evitando las angustias del existir. Pero estas angustias dependen más de los juicios y opiniones que nos formamos de las cosas que de éstas mismas: de ahí que para alcanzar esa calma de espíritu debemos volvernos conscientes de la falibilidad y relatividad de nuestros juicios y opiniones. El escepticismo resurgió en el Renacimiento, gracias sobre todo a la recuperación de la obra de Sexto Empírico, cuyas Hypotyposis pirrónicas, que fueron reimpresas varias veces en el siglo XVI, recogen las argumentaciones de los escépticos. Autores como Erasmo de Rotterdam, Montaigne, Pierre Charron o Francisco Sánchez, reproducían esos argumentos. Los escépticos se proveyeron de un arsenal de argumentos contra los dogmáticos, es decir, contra quienes pretendían que el hombre puede alcanzar certezas absolutas. Entre las suposiciones más extravagantes de los escépticos. : La fiabilidad de los sentidos. ¿Qué seguridad tenemos, entonces, de que no nos engañan siempre? La dificultad de distinguir la vigilia del sueño. La hipótesis del Genio Maligno: nada nos impide pensar, en efecto, que haya sido creado por el genio maligno de tal manera que su entendimiento se equivoca necesariamente cuando piensa que ha alcanzado la verdad. Los sentidos nos engañan muchas veces y son subjetivos; los razonamientos silogísticos no pueden considerarse rigurosamente demostrativos; a toda opinión siempre cabe oponer y argumentar otra contraria; entre los hombres reina una gran variabilidad de costumbres y opiniones, de forma que ningún filósofo está de acuerdo con otro, etc. La conclusión de todo ello es que el escéptico debe abstenerse de juzgar, suspender el juicio (actitud conocida como "epojé"), de donde vendría la tranquilidad de alma y el liberarse de las disputas interminables entre los hombres.

Pero, el objetivo de la filosofía es buscar la verdad, que ha sido puesta en duda por el escepticismo. La verdad sólo puede ser el resultado de la aplicación a la investigación de un método mediante el cual la razón, partiendo de una IDEA verdadera en sí misma, pueda alcanzar nuevas ideas deduciéndolas de aquella. Con Descartes comienza el pensamiento moderno. Todo el pensamiento moderno trata de establecer lo que puede conocerse y cuál es nuestra capacidad de conocimiento para evitar el error. En el Discurso del método (1637), Descartes parte de que el buen sentido o la razón, que es la capacidad de juzgar bien y de distinguir lo verdadero de lo falso, es naturalmente igual en todos los hombres.. De esta concepción unitaria de la razón se deriva una segunda concepción fundamental: que todas las ciencias no son otra cosa que la sabiduría humana, la cual permanece una e idéntica, aun cuando se aplique a objetos diversos. El problema que afronta Descartes, pues, para salir de la parálisis en que se encuentra la filosofía, es el de dirigir bien la razón, pues no basta con tener buen sentido, “el buen sentido, la razón, es la cosa mejor repartida del mundo, pues cada cual piensa que posee tan buena provisión de él … que no suelen apetecer más del que ya tienen”, como nos dice en el Discurso, sino que lo principal es aplicarlo bien. La solución a este problema vendrá, por una parte, de descubrir los modos de conocer de la razón y las consecuencias que se derivan de ellos, y, por otra, de elaborar el método adecuado a estos modos para dirigirla correctamente, según su propia naturaleza y estructura, y alcanzar la verdad. Dos son los modos del conocer de la razón según Descartes: la intuición y la deducción. La intuición es una especie de "luz natural" por medio de la cual captamos de manera inmediata y sin posibilidad alguna de duda o error, ideas simples, absolutamente verdaderas, porque son evidentes de por sí. Estas ideas simples son las ideas claras y distintas, a las que también denomina naturalezas simples. A partir de las "naturalezas simples" o ideas claras y distintas se desarrolla todo el conocimiento gracias al segundo modo de conocer, la Deducción, la cual define como una sucesión ordenada de evidencias, de tal manera que la conclusión que se alcance será tan evidente como las mismas ideas claras y distintas de las que se parte por muy alejada, que aquellas se encuentren de éstas en la cadena deductiva. La inspiración cartesiana es claramente matemática. En el Discurso lo declara de forma expresa: "Esas largas cadenas de razones, todas simples y . fáciles, de la, que los geómetras tienen la costumbre de servirse, para llegar a sus más difíciles La función del método es pensar bien, asegurar la bondad del conocimiento. Lo importante no es el objeto del conocimiento sino el conocimiento del modo de conocer. El método es "un sistema de reglas mediante el cual soy conducido por caminos sencillos y

fáciles al conocimiento de las cosas, es decir, la ciencia" y cuya aplicación garantiza la adquisición de conocimiento cierto. Conocida la estructura de la razón y su modo de conocer, Descartes procede a elaborar el método. En la 2' parte del Discurso formula las cuatro reglas en las que finalmente ha resumido sus análisis y reflexiones sobre el método 1.- Evidencia: Evitar la precipitación y prevención y sólo admitir lo que se nos presente como claro y distinto. Es el ejercicio de la intuición. Resulta el criterio de verdad del racionalismo. El error se produce cuando juzgamos antes de tener un conocimiento exacto de lo juzgado. La voluntad, que es imprescindible para que demos nuestro asentimiento a un juicio (circunspección), puede ir más allá de lo que se ofrece con claridad y distinción llevándonos al error. Cuando nos equivocamos es porque usamos mal la voluntad: precipitación o prevención. 2.- Análisis o “resolución”: Dividir cada dificultad en tantas partes como sea preciso hasta llegar a los elementos más simples, elementos cuya verdad es posible establecer mediante un acto de intuición. 3.Síntesis o método de composición: Conducir ordenadamente mis pensamientos desde lo más simple a lo más complejo. Método de la geometría: De un axioma se deducen de forma ordenada otras proposiciones. 4.- Enumeración completa: para estar seguro de no omitir nada revisar los pasos de los que consta nuestra investigación para estar seguros de no haber cometido ningún error en la deducción.

2.

Analice y explique el significado de los términos o expresiones subrayados en el texto, y muestre su sentido. (Valoración: de 0 a 2,5 puntos).

DUDA Punto de partida en la construcción del edificio del conocimiento absolutamente verdadero e indudable. El criterio de verdad adoptado es el CRITERIO DE EVIDENCIA, 1º regla del método, es decir, no considerar como verdadero nada que no fuese evidente, es decir, que nadie pudiera poner en DUDA. Cualquier cosa, verdad o costumbre, por verosímil que fuera, si podíamos encontrar motivos para ponerla en duda sería rechazada. Con esto, Descartes cree estar a salvo de los escépticos, su duda es metódica, recurso inicial a partir del cual pretende encontrar la verdad; la de los escépticos es una duda terminal que pretende convencer de lo imposible de la verdad. Pero sólo, si rechazamos desde el principio cualquier idea dudosa, nos pondremos a salvo de las posibles críticas de los escépticos (Montaigne, Francisco Sánchez). Es metódica, es decir, a diferencia de la duda del escepticismo, que cree imposible el conocimiento, la duda es el punto de partida desde el que Descartes quiere superar el escepticismo, de forma que quiere encontrar una proposición que resista absolutamente cualquier duda imaginable. Es universal, pone en cuestión absolutamente todos los conocimientos, tanto los obtenidos por el sentido común como los conocimientos científicos, incluidos los matemáticos. La única excepción que hace Descartes se refiere a las verdades religiosas (prudencia). Es radical, pues tenemos que dudar de todo lo que pueda plantearnos alguna duda incluso en el caso de que no podamos mostrar que es falso. Desde el momento en que nos quepa alguna duda debemos considerarlo como falso. No se aplica a todas las creencias que tengamos en nuestra mente, sino sólo a los fundamentos de nuestra creencia. Es teórica, no práctica, se cuestiona los conocimientos para encontrar un conocimiento seguro, pero no debe extenderse, de momento, como indica en la tercera parte del Discurso, a la vida práctica, a la conducta. En la vida práctica es necesario seguir opiniones que sólo son probables. PIENSO, LUEGO SOY Al aplicar de forma metódica el criterio de evidencia, Descartes generaliza la duda y las razones para dudar hasta tales extremos que no le queda nada en que apoyarse, nada excepto él mismo. Argumenta de forma análoga a como vimos hacerlo a S. Agustín al superar el escepticismo ("Si soy engañado, entonces existo y, al mismo tiempo, estoy seguro de mi propia existencia y de todo lo que contiene. Por tanto, sé que soy, que vivo y que comprendo. Todo esto lo descubro al darme cuenta de lo absurdo que es negar mi existencia"), por mucho que quiera pensar que todo es falso, “yo” que lo pienso tengo que ser, pues aunque todo lo que piense sea falso o dude de ello, es necesario que exista el yo que duda.

Descartes llega así a su primera verdad: Pienso, luego soy . El hecho de someter todo a duda me descubre mi existencia: si existe la duda, tiene que existir el yo que duda. No se trata de que la duda genere existencia, de forma que si dejo de dudar, deje de existir, la duda descubre la necesaria existencia de un yo que duda, de forma que si dejo de dudar, deja de serme evidente mi existencia. Este es el primer principio, la primera verdad que admite Descartes como absolutamente indudable, como única que supera el CRITERIO DE EVIDENCIA tan exigente por él impuesto y la única contra la que los escépticos y sus extravagantes ocurrencias y razonamientos para ridiculizar cualquier posición dogmática no podrán poner en entredicho. Por eso, es el primer principio, la primera verdad intuida de forma cierta sobre la que Descartes intentará levantar por deducción desde este primer principio todo el nuevo edificio de la filosofía siguiendo el ejemplo de Arquímedes, “dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”. Por lo tanto, Descartes encuentra una verdad que tiene el carácter de fundamento de todas las demás: “pienso, luego existo” (cogito, ergo sum). Para poder pensar adecuadamente hay que partir de una verdad clara y distinta, evidente, que es el descubrimiento del “cogito”, de que existe una sustancia cuya esencia es el pensamiento (res cogitans). A partir de ella pueden deducirse otras verdades igualmente claras y distintas. Descartes ha tenido que refutar la duda universal, hasta llegar al “cogito” que es verdadero pues es evidente: claridad y distinción.

SUPOSICIONES MÁS EXTRAVAGANTES DE LOS ESCÉPTICOS Teniendo en cuenta lo leído respecto a los escépticos como escuela (Pirrón, Sexto Empírico, Montaigne) expón sus tesis y aplícalas a los motivos de duda que plantea en el texto Descartes PRIMER PRINCIPIO DE LA FILOSOFÍA Descartes distingue dos clases de principios: los principios abstractos o formales, como el principio de contradicción y los principios reales. Los principios formales son evidentes y dirigen el pensamiento, pero no nos dan a conocer ninguna cosa existente. Mientras que el cogito es la primera verdad de existencia: se apoya en la realidad y permite, a continuación, deducir otras existencias. La VERDAD de la existencia del sujeto que piensa, es primera por dos razones: a) Porque es la primera que aparece como absolutamente indudable. Ha superado todos los momentos de la duda metódica, resiste toda duda por muy radical que sea, incluso es inmune a la

hipótesis del genio maligno, pues el propio hecho de ser engañado es prueba de su verdad. Es la primera verdad porque es resultado de la intuición y porque, además, posee las dos características esenciales de toda verdad evidente: la claridad y la distinción. b) Será el punto de partida de la nueva filosofía que andaba buscando, es decir, sobre ella se edificará, parafraseando a Arquímedes, todo el edificio de la metafísica; ¿de qué modo? Por vía deductiva. No sólo informa de la existencia del sujeto, del yo, también aporta conocimiento sobré qué es ese yo. De esta primera verdad, primer principio de la filosofía se pueden extraer dos conclusiones: 1ª) lo que soy: una sustancia cuya esencia o naturaleza no es sino pensar, "una cosa que piensa", dice en las Meditaciones, donde, además, aclara qué entiende por una cosa que piensa: cualquier actividad psíquica: afirmar, negar, dudar, imaginar, sentir, querer, no querer, etc., son modos de pensar. Este yo o alma, afirma, además, "es enteramente distinta del cuerpo e incluso más fácil de conocer que él". El alma "es enteramente distinta del cuerpo". 2ª) "Las cosas que concebimos muy clara y muy distintamente son todas verdaderas". Es decir, analizada la primera verdad que sabemos que lo es con certeza, nos confirma la regla ya establecida en la segunda parte del Discurso: "no admitir entre mis juicios nada que no se me presentara tan clara y distintamente a mi espíritu que no tuviese motivo para ponerlo en duda". Precisamente en nombre de la claridad y distinción, ha establecido que el alma es distinta del cuerpo y más fácil de conocer que él, ¿por qué? porque percibo así, clara y distintamente, que para dudar es preciso que exista y que aunque no tuviera cuerpo, no por eso dejaría de pensar. No puede afirmar que sea un cuerpo u otra cosa, porque la duda lo ha derrumbado todo; sólo puede afirmar que es pensamiento. Pero el cogito es algo más que la primera verdad, es también el modelo de toda la verdad, es decir, con el cogito descubre la primera verdad y también el criterio general de certeza. La proposición “pienso, luego existo”, es una verdad indudable porque la percibe la intuición con claridad y distinción, por tanto de ella se puede deducir el criterio de cereza: “juzgué que podía admitir como regla general que las cosas que percibimos muy clara y distintamente son todas verdaderas”.

3.- Método y realidad en la filosofía de Descartes. Tras el descubrimiento de esta primera verdad indudable, la propia existencia del yo pensante , DESCARTES pretende edificar toda una nueva filosofía en la que fundar dos cosas: 1º la nueva ciencia y sus procedimientos científicos y sus supuestos mecanicistas . 2º la propia libertad del hombre, que es irreductible y que no puede ser tratado como una máquina, sino como agente libre . La filosofía moderna afirma que la realidad "mundo" no puede ser la realidad radical desde la que explicar las cosas y construir el conocimiento, pues puedo dudar de ella, ¿quién me garantiza que no me engaño con respecto a la realidad del mundo, que los sentidos no me equivocan, que no es toda ella un sueño? La realidad "mundo" se deriva de otra realidad más básica, más radical, EL PENSAMIENTO. Aunque pueda dudar del mundo, no puedo dudar, dice Descartes, de la realidad "pensamiento", porque mientras entre todas las otras cosas y yo que soy el que pienso hay intermediarios, como los ojos, las neuronas, los intereses, el pensamiento es INMEDIATEZ, es pura intuición clara y distinta para él mismo. Sin embargo, esta verdad del yo descubierta por Descartes es muy limitada, es tan limitada que ni siquiera es objetiva, sino subjetiva : sólo es verdad para su propio yo , los demás no pueden aceptarla ni compartirla. De ahí, que Descartes necesite salir del yo, pero eso sólo puede hacerlo a través de lo que el yo hace, que es pensar, es decir, a través de las IDEAS . Entre las ideas que Descartes descubre está la de Dios , que no parece prevenir de fuera, ni haberla elaborado el propio yo. Descartes la llama innata , nace con el yo. Si analizamos la causa de esta idea, por qué está en mí, Descartes cree que llegaríamos a concluir que sólo puede ser porque el propio Dios nos la ha puesto. Y, analizando la naturaleza de Dios encuentra que Dios debe existir necesariamente ya que es un ser perfectísimo cuya existencia está incluida en su concepto (argumento ontológico). Y Dios, sustancia infinita, cuya idea poseo yo de forma innata, pasa a ser la 2ª VERDAD. De la Filosofía de Descartes sólo Dios que es un ser perfecto, bonísimo y veraz hará que mi razón no se equivoque y que sea verdad todo lo que piensa clara y distintamente, es decir, todo lo que piensa que no sea dudoso. Dios es el garante del CRITERIO DE EVIDENCIA , es decir, es que permite aplicarlo con total seguridad y el que, en último término, se convierte en fundamento de la verdad : las cosas son verdaderas sólo porque Dios existe (círculo cartesiano)

Una vez demostrada la existencia de Dios, mediante tres pruebas, podemos demostrar la existencia de otras sustancias además del yo, como sustancia pensante o res cogitans y evitar así el solipsismo al que parecía habernos llevado la aplicación radical de la duda. El yo no está sólo en el mundo, sino que existe en compañía de Dios, y con la seguridad de que todo lo que piense clara y distintamente será verdadero, pues Dios mismo nos lo garantiza. El yo piensa un mundo cuya existencia fuera del yo está garantizada por la bondad divina, pero no todo lo que piensa del MUNDO es claro y distinto, sino sólo la EXTENSIÓN y EL MOVIMIENTO. Luego, el mundo existe como un ser extenso y en movimiento: 3ª VERDAD . Descartes, siguiendo las enseñanzas de Galileo, procede a diferenciar entre cualidades primarias y cualidades secundarias. Nos dice que lo único que tiene realidad objetiva en los cuerpos es aquello que percibimos con claridad y distinción, y sólo poseen estas características las cualidades primarias, o sea, las cualidades que pueden expresarse matemáticamente, y son: la extensión o volumen, el movimiento y la figura. Estas cualidades existen objetivamente independientemente del sujeto. Las cualidades secundarias, sin embargo, como el olor, calor, sonido, etc., no existen objetivamente en las cosas, sino que son apreciaciones subjetivas. Partiendo de los atributos esenciales de la materia: extensión o volumen, movimiento y figura, Descartes procede a una explicación mecanicista del mundo. Esta teoría concibe la naturaleza como una máquina, como un todo cuyos movimientos son resultados automáticos de otros movimientos, que se transmiten de cuerpo a cuerpo mediante una acción recíproca. Un ejemplo muy claro de la concepción mecanicista es un reloj de cuerda, en el que todos los movimientos que se dan en él son productos de otros movimientos transmitidos por contacto de un cuerpo a otro cuerpo. Siguiendo el símil del reloj, podemos preguntarnos: ¿quién ha construido el reloj? ¿Quién le ha dado cuerda? La concepción cartesiana del universo nos contesta a estas dos preguntas. Dios ha creado el universo de materia inerte y la ha dotado de movimiento. Al no existir vacío, el movimiento se transmite necesariamente de un cuerpo a otro por contacto. Dios es la causa inicial del movimiento y lo ha sometido a unas leyes que son, a su vez, la causa de los movimientos locales. Tres son las leyes que explican el movimiento según Descartes: Ley de la inercia: Ley de la dirección del movimiento: Ley de la conservación del movimiento. La física cartesiana, pese a su inicial éxito, fue rápidamente abandonada v sustituida por la de Newton entidades o cualidades no directamente cuantificables, las cuales. por tanto, adquirían cierto carácter misterioso, como le ocurría a las ya citadas. La física cartesiana es, en resumidas cuentas, una física exclusivamente de la cantidad y del movimiento espacial, los cuales pueden representarse geométricamente.

La interpretación mecanicista abarca a todo el universo, por lo que también está incluida en esta explicación el mundo orgánico: plantas, animales y el propio cuerpo del ser humano, a los que considera máquinas que se rigen por las leyes universales y necesarias del movimiento.

Descartes justifica así sus tres sustancias: DIOS, YO, MUNDO. El mundo es como una máquina y las leyes mecanicistas de la ciencia moderna encuentran en él su mejor campo de aplicación. El yo es distinto del mundo, es una sustancia o cosa pensante (RES COGITANS), sujeto de dignidad y libertad. Recapitulemos lo obtenido hasta el presente: Descartes ha descubierto tres ámbitos de la realidad: Dios o el ser infinito y veraz, el yo o cosa pensante, y las cosas materiales o corpóreas, o sea, el mundo al que mi cuerpo también pertenece como una cosa material más. Para referirse a esos tres ámbitos Descartes utiliza el término sustancia: sustancia infinita, sustancia pensante y sustancia extensa. El concepto de sustancia (originario de Aristóteles) sigue siendo fundamental en Descartes, y en todo el racionalismo, pues a partir de él podrá deducir el resto de su sistema.Lo que existe es, pues, la sustancia y no tiene necesidad más que de sí misma para existir. Tomada en sentido estricto, la definición de sustancia sólo es aplicable a Dios, pero Descartes considera que por analogía puede ser aplicada a todos aquellos otros seres de los que percibimos con claridad y distinción que no necesitan de ninguna otra cosa, excepto Dios, para existir, y estos son dos: el yo o alma y los cuerpos materiales, que son mutuamente independientes y no se necesitan el uno al otro para existir. Ahora bien, según Descartes nosotros no podemos percibir directamente la sustancia. ¿Cómo podemos, entonces, saber de su existencia y conocerla? Para ello, nos dice, será necesario que podamos percibir un atributo. Los atributos son cualidades o propiedades de la sustancia que no pueden existir, como nos dice en la cita anterior, por sí mismos, y cada sustancia tiene un atributo propio que constituye su esencia o naturaleza. Conocer este atributo esencial será necesario y suficiente para conocer la sustancia. El atributo esencial del yo o alma será el pensamiento, atributo que, recordemos el descubrimiento del cogito, se nos manifiesta clara y distintamente como propio del alma. En el caso de las cosas materiales, el atributo que constituye su esencia o naturaleza y que podemos percibir clara y distintamente es la extensión. Siguiendo su definición podemos afirmar que nos resulta imposible concebir lo material o corpóreo sin el atributo de la extensión, mientras que cualquier otro atributo necesita de éste para existir, por lo que no es sustancia. La teoría de las dos sustancias adquiere una importancia de primer orden en la antropología de Descartes, pues le permitirá salvar la libertad dentro de su universo mecanicista. En efecto, Descartes elabora

una teoría antropológica dualista, esto es, una concepción del ser humano como un compuesto de las dos sustancias: el pensamiento y la materia extensa, como sustancias independientes e irreductibles entre sí. Si insiste en afirmar la distinta naturaleza del cuerpo y del alma, y su total independencia, es para sustraer al alma del cumplimiento de la leyes necesarias del universo mecanicista. Dentro de su concepción mecanicista del universo material todo está regido por leyes necesarias, y éste es un ámbito en el que no hay lugar para la libertad. Nuestro cuerpo, como una cosa material más, está sujeto, por tanto, a las mismas leyes de la materia, por lo que carece de libertad. El cuerpo es concebido como una simple máquina. Si queremos salvar la libertad humana, y veremos que para Descartes su existencia es algo evidente, entonces debe residir en algo que por naturaleza esté al margen de las leyes necesarias, y ese algo sólo puede ser el alma, la res cogitans, el yo como pensamiento. ¿Cómo explicar esta estrecha relación? Este es un problema con el que de forma general se han enfrentado infructuosamente todos los dualismos, y Descartes no es una excepción. Nuestro autor recurre a una explicación de tipo fisiológico: nos explica que en el centro, en la parte más baja, del cerebro se encuentra una glándula, denominada pineal, que es donde residiría el alma o, al menos, sería el punto de contacto donde tendría lugar la interacción cuerpo-alma. Esta explicación es claramente insatisfactoria y está considerada como uno de los puntos más débiles de la filosofía cartesiana.

4. Exponga el contexto histórico de Descartes y señale las semejanzas y diferencias con otros autores, corrientes filosóficas o épocas

4. Exponga las relaciones de semejanza o diferencia de Aristóteles con otro autor o autores, corriente o corrientes filosóficas. (Valoración: de 0 a 2,5puntos).

Se puede comparar a Descartes con San Agustín y el descubrimiento del Yo, así como con el razonamiento que ambos comparten para superar el escepticismo. Nosotros aquí, compararemos a Descartes con otros autores que han tratado el problema del método. La reflexión sobre el método no es original de Descartes, prácticamente todos los filósofos han pensado sobre ello. Platón, el método dialéctico para alcanzar el conocimiento de la Idea de Bien, Aristóteles, el método de razonamiento silogístico para explicar y el método de abstracción para captar la forma de las cosas. Pero el antecedente más parecido al intento de Descartes de buscar un método universal para descubrir la verdad fue debido al mallorquín Ramón Llull o Raimundo Lulio (1232-1315) conocido como «Doctor Illuminatus». Llull quería exponer la teología cristiana de tal manera que “los mismos sarracenos” pudiesen ver la verdad sin error. Con este propósito inventó un aparato mecánico, una máquina lógica, en la que los sujetos y predicados de las proposiciones teológicas se organizaban en círculos, cuadrados, triángulos y otras figuras geométricas, de tal manera que moviendo una palanca, girando una manivela o rotando una rueda, las proposiciones convendrían por sí mismas en lo afirmativo o lo negativo y, por tanto, probarían por sí mismas su verdad. Este dispositivo fue llamado Ars Generalis Ultima o Ars Magna. Como el propio Descartes afirma en el Discurso, este método resultaba muy farragoso por tener muchas reglas y no servía para buscar o investigar la verdad sino más bien para intentar convencer. En el Renacimiento, el desarrollo de la ciencia trajo consigo la reflexión sobre el método científico. Surgió la creencia de que ciertos campos (la filosofía sería precisamente uno de ellos) se mantienen oscuros y dudosos porque no se ha aplicado en ellos el método que en la nueva ciencia está funcionando con notable éxito. Así, se va a intentar aplicar a la filosofía el mismo método que en la ciencia, o en las matemáticas especialmente, está funcionando. Ahora bien, en el método científico hay que destacar dos aspectos. Por una parte el aspecto empírico; por otra parte, el aspecto racional. Efectivamente, por una parte, no cabe duda de que el progreso científico se ha debido en buena medida a que el hombre renacentista se ha apartado de la autoridad de los grandes textos del pasado y se ha puesto a observar y escrutar la naturaleza por sí mismo, ha mejorado sus técnicas y aparatos de observación, ha contrastado sus teorías con los fenómenos observables para "salvar las apariencias", etc. Especialmente en medicina, los descubrimientos, como el de la

circulación de la sangre 2, han sido posibles por la minuciosa observación de los fenómenos. Pero por otra parte, como se puede ver sobre todo en relación con la mecánica de Galileo, la mera acumulación de datos empíricos no ha hecho posible por sí sola las teorías científicas. Éstas son el resultado del sometimiento de los datos empíricos a esquemas matemáticos y geométricos, que son obra de la razón. Galileo acudía a la experiencia a comprobar una hipótesis matemática que su razón había forjado previamente 3. Consiguientemente, en la reflexión sobre el método científico va a haber autores que destaquen más la importancia del aspecto empírico, mientras que otros destacarán el aspecto racional o matemático (o tratarán de combinar ambos). Los tres autores que más conscientes han sido de la importancia del método han sido Francis Bacon, Galileo y Descartes. Sus reflexiones se han desarrollado con plena independencia los unos de los otros. Sin embargo, los tres tienen algo en común. Por una parte su confianza en la ciencia, la creencia en su progreso acumulativo, su demanda de una ciencia útil que sea capaz de mejorar la vida humana, desarrollando el poder del hombre. Por otra parte, los tres son fuertemente críticos respecto a la tradición y a la autoridad de los filósofos del pasado. Francis Bacon (1561-1626) va a destacar más el aspecto empírico, el aspecto de observación minuciosa de la naturaleza Por su actitud es un típico representante de la orientación renacentista, puesto que exige una ciencia útil al servicio del hombre. Para él, “saber es poder”, dominio de la naturaleza. ¿Cuál es el verdadero método para conocerla? Bacon va a proponer la inducción. Bacon desarrolló sus ideas sobre la inducción en su obra Novum Organum (1620). El propio título se enfrenta ya a Aristóteles, cuya lógica era conocida como organon (instrumento): reclama un nuevo instrumento que sustituya el silogismo y éste es la inducción. Bacon desarollará las condiciones para hacer buenas inducciones, procurando evitar las inducciones precipitadas que, de la observación de pocos casos, concluyen prematuramente generalizaciones demasiado temerarias. Bacon explica la manera de hacer bien la inducción, desarrollando un ejemplo de investigación. Supóngase que investigamos qué es el calor (o `'la forma" del calor, en sus palabras). Pues bien, primeramente habría que ordenar u organizar los datos empíricos recogiéndolos en tres Tablas: la primera sería la "Tabla de presencia". La segunda sería la "Tabla de ausencia", es decir, una lista de casos en que el calor no se presenta. Los casos más interesantes serían para Bacon, aquellos semejantes a los de la primera lista,. La tercera sería la "Tabla de grados",

Harvey y Servet El mejor ejemplo es el de los experimentos sobre la caída de los cuerpos en el vacío de Galileo, también el principio de inercia. 2 3

Con todo esto, Bacon pretendía no ser un "empirista" vulgar, pues además de recoger datos, los seleccionaba, comparaba, es decir, los sometía a la inspección de la mente. Pero la realidad es que hay más en él de "hormiga" que otra cosa, pues en sus tablas de presencia se dedica a acumular todo tipo de datos, por intrascendentes que nos parezcan, sólo Parece dudosa la importancia para la ciencia de la confección de semejantes listas interminables de casos. Y es que Bacon desconoció el papel de la matemática en la revolución científica que estaba teniendo lugar; no estaba en disposición de comprender el tipo de ciencia que Kepler o Galileo llevaban a efecto. Por ello, su contribución al progreso científico ha sido prácticamente nula; se ha limitado a ser el heraldo o "voceador" del poder de la ciencia y de la mejora de la vida humana que podríamos alcanzar con la fundación de instituciones o sociedades científicas en que los científicos cooperasen. A diferencia de Bacon, Galileo destacó el aspecto racional, la confección de esquemas matemáticos a los que sometemos los fenómenos naturales. Su método, que él llamó "resolutivo-compositivo" constaría de tres pasos primordiales. En primer lugar, la "resolución" (análisis): el fenómeno se analiza o descompone, dejando fuera de nuestra consideración todos aquellos aspectos que no sean cuantificables, matematizables, y tomando en consideración sólo aquellos que sean susceptibles de medición. En segundo lugar, la "composición" (síntesis): construcción de una hipótesis estableciendo una relación entre algunos de los elementos cuantificables antes analizados, y dándole a esa relación una expresión matemática. Es decir, en la composición se expresa la relación entre los fenómenos estudiados en forma de proporciones entre números, o cuadrados de números, o en forma de relaciones entre líneas, ángulos, áreas, etc. De esta hipótesis se deducen consecuencias que deberán ser válidas para fenómenos futuros. En tercer lugar: verificación de dichas consecuencias sobre la realidad empírica. Si la naturaleza no permite verificar la hipótesis, será el científico el que provoque experimentos que obliguen a la naturaleza a decir si obedece o no a las hipótesis, que una vez verificadas, son leyes. Por ello, podemos considerar a Galileo como uno de los fundadores del método experimental. En cualquier caso, es cierto que el aspecto racional matemático está en Galileo potenciado, en comparación con Bacon. A Descartes podríamos incluirlo en la línea galileana. Sin entrar en más detalles, que serán más oportunos en otro lugar, han sido la claridad y la certeza que encontraba en las demostraciones matemáticas, y que echaba en falta en las demás disciplinas, las que le han sugerido la idea de un método basado en el modelo de las matemáticas que, aplicado a todos los campos, arroje en ellos la misma claridad y evidencia. Señalemos, finalmente, que la existencia de estos dos aspectos del método científico, el empírico y el racional, hará posible la bifurcación de la filosofía, desde una etapa temprana de la revolución científica, en dos ramas diferentes. Mientras que en Inglaterra, bajo la influencia de Bacon, se va a desarrollar el Empirismo, en el continente europeo van a

surgir sistemas filosóficos racionalistas que han tomado la matemática como modelo del saber. Descartes es el fundador del Racionalismo, o la referencia sobre la que girarán los debates de los diferentes sistemas racionalistas.

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