Complejo-arquetipo-y-simbolo-jolandejacobi.pdf

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JOLANDE JACOBI

Traducción de

ALFREDO GuÉRA. ivlIRALLES

· Complejo, arquetipo y símbolo· en la psicología de C. G. Jung .

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Primera edición en alemán, 1957 Pri�era edición en español, 1983

PROLOGO

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Título original: Kompíex, Archetypus, Sym bol in der Psychologie C'.. G. fungs

© 1957, Rascher & Cie. AG Publicado por Rascher Verlag, Zurich

D. R. @ 1gg3, FONDO DE CULTURA ECONÓMICA Av. de la Universidad, 975; 03100 México, D. F.

ISBN %8-1�1292-2 Impreso en México

El problema que plantea el presente libro me ha ocupado a mí mismo durante. mucho tiempo. Hace ahora cincuenta años que, gracias a los resultados del experimento asociativo reconocí el papel que desempeñan los complejos en la vida de la consciencia. Aquello , que más me impresiouó fue la peculiar autonomía que gozan los ·· complejos frente a los demás contenidos de la consciencia. A dife­ rencia de éstos, situados bajo el control de la voluntad y que vienen · y · van de acuerdo con las órdenes impartidas por esta última, los complejos, o bien se imponen a la consciencia, irrumpiendo a través de su inhibidora influencia, o escapan tan súbita como tenazmente a su intención de forzarles a reproducirse. Los complejos no sólo ·tienen un carácter obsesionante sino también, con frecuencia, pose­ sivo, comportándose a modo de duendes o· espíritus malignos, dando lugar a todo género de actos fallidos y errores de la rememoración y del juicio irritantes, risibles y traicioneros. Vulneran y atraviesan la í:apacidad de ·adaptación de la consciencia. · · ·· ·. No resulta difícil advertir que los complejos· deben su relativa autonomía a su naturaleza emocional,· ya que se maniÍiestan básicamente soGr-;-;;;;-;;-;¡;-;--;;;��ifade asociaciones, acumuladas en torno a un punto central dotado de carga emocional. La emoción central se revela casi siempre como una adquisición del individuo y, por ello, como circunstancia exclusivamente pe,r_sonal. Mas con la__ creciente experiencia se ha puesto de manifiesto que los complejo,!_ no son imprevisiblemente variables, sino que :!!,!!!!.!Y011den a cleter­ minadas categorías, las cuales recibieron tempranamente designa. éioñ�squeya--todo el mundo conoce y que, por así decir, se han popularizado, por ejemplo, complejo de infrrioridad, de_ poder: pa­ terno, materno, de ansiedad, etc. "El merobecEó"d;· ;¡�e'"exisi'án'iipos r caracterizaaos-: recoñocíbfes de complejos indica que se basan en fundamentos correspondientemente típicos, es decir: sofñ-eaísprui'.: ciones emocionales e instintos. Estos se exteriorizan en el 7ioiiiliié --;;,�di�nt; imáge'",,es7antlsitcasno reflexivas (involuntarias), así como mediante actitudes y actos de la misma índole que, por una parte, se hallan en íntima coincidencia mutua y, por otra, son idénticos a 7

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PREFACIO

las _reacciones instintivas específicas dtt._Íf!.....�!Pf!r;i.�.- h�?Jº sapie�.?.: . Los insti�en un aspecto dinámico y un aspecto /o?iñíif.c ste \ � expresa, eii!Fé otras cosas, por fantasía"s que �rpren­ dente � han podido comprobarse .;!J.,,}12d.as las épo_cas, como era de esperar. Al igual que a las Q_ulsiones, co�fide a estas !f!P.t:e.s.t:.111ad.Qtl§_f.gnlfisticas un carácter relativamente autónomo: son numinosas y por ello se las pued,e encontrar,. sobre todo, en el I.E:!,!!.!J2. . correspondiente a las representaciones numiñosas, es decir: ,!!llx.� Respecto al f�el insfin��, he elegido la denomi­ nación de �rquet1eq, por mottvos sobre los que aquí no puedo exten­ derme. La doctora Jacobi se ha planteado la misión de exponer en la ·presente obra la importante correlación existente entre el com­ plejo individual, el arquetipo-instinto universal y entre este último y el símbolo. Su trabajo habría debido aparecer originalmente como . contribución a mi libro Sobre las raíces de la consciencia, pero no pudo ser incluido en la· recopilación de trabajos que supone esta última obra, ya que ello la habría ampliado excesivamente. Lamento tal decisión, puesto que las páginas que siguen de la emérita autora son sumamente oportunas, ya que el concepto de arquetipo da lugar a los mayores malentendidos y quizás por ello resulte difícilmente comprensible, si hemos de prestar crédito a las críticas que lo recha­ zan. Así pues, aquel para quien este concepto dé lugar a todo género de dudas puede asesorarse en el presente libro, que tiene también en cuenta, en parte, la literatura pertinente. No suelen mis críticos --con escasas excepciones- tomarse la molestia de releer cuidadosa-. mente aquello que yo he expuesto al respecto, sino que me impu­ tan, entre otras cosas, la opinión de que en el arquetipo se trata de una representación hereditaria. Los prejuicios parecen más cómo­ dos de asumir que la verdad. También en este sentido· espero que los esfuerzos de la autora puedan• contribuir a un esclarecimiento, puesto que las disquisiciones teóric�s contenidas en la Primera Parte son ilustradas en la Segunda mediante ejemplos relativos al modo de aparición y a la acción del arquetipo. Le debo por ello mi agradeci­ miento, aparte de por haberse liberado de la necesidad de remitir constantemente al lector a mi propia literatura.

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C. G. JUNG

Febrera de 1956

PRIMERA PARTE

COMPLEJO, ARQUETIPO Y SIMBOLO

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INTRODUCCION .

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No ha nacido el hombre para �!ver el problema del mundo,mas sí para buscar a qué se refiere el (J ·:�>� problema y mantenerse luego en los límites de lo . comprens1'61e. . . \ {-. " :) J\.-') (Goethe a Eckermann, 12 de octubre de 1825.)

L. Vivimos en una época de confusion babélica de lenguajes. Esto (. _). . resulta especialmente válido respecto a la psicología, la rama más reciente del árbol de las ciencias, y quizás en medida aún mayor para (_r· �� aquella otra, derivada de la primera, que denominamos psicología (.:✓ 1 profunda • Al dividirse las ciencias en numerosos sectores especiales, el léxico de que se disponía no ha podido mantenerse al mismo (,\, ritmo que la formación de conceptos, y así hemos visto cómo disci­ . plina� emparentadas entre sí se enfrentaban a_ insupert1bles dificultades terminológitás, ó::iñsfante fuente de malentendidos. Tampoco '(( ·i (e,{) la psicología profunda, partícipe de las ciencias de la naturaleza y de las ciencias del espíritu, ha logrado aún sus formas de expresión propias y adecuadas, estando su suelo nutricio plagado de «barba­ (t rismos». Aquello que dentro de la física y de la matemática resulta posible e indispensable -y que !o.s positivistas O- bien los -lógicos "(e::,) inténtan en filosofía 2� la creación de un· «lenguaje intersubjetiva», ( '(·''.) consistente en vocablos de sentido inalterable-, le está vedado por ( motivos internos. Además de la «depuración» en su mundo concep­ ·v;J tual de cuantos residuos proceden del ancestral tesoro de la mito­ ((';' logía, así como de la vinculación a. la filosofía, la historia de las religiones, la biología, la fisiología, la física y la medicina, ha de .

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La ceoría confirma codas las cosas Sin ella, poco valen arre y esfuerzo Pero ven/ vamos a incenrnrlo en mi horno de alquimista con el casco ya preparado. Ven, presta la cabeza y no temas En poco raro ya veremos Salir los vapores con coJa fuerza con mil iJeas de loco Que yo en ci había nocado ¡Ajá! Ya van subiendo ¡Ah! ¡Qué manera Je arJer y de volar'. ¡Qué basuras cienes en la cabeza, cabeza hueca, de chorlito! Me haces trabajar realmente más que codo un bosque )leno Je monos. Si ce libero de esca enfermedad, puedes decir que soy codo un maescro. F1GUU l Expulsión de los complejos en el siglo sv111.

Representación de un horno abieno, por medio del cual se le :acaban los grillos de la cabeza a un demente. Grabado en madera del ano 1648. Volante en que se hacía mofa de los procedimienros que empleaban los médicos. N uremberg, Museo Germánico.

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La psicología profunda, en sentido estricto, tan so1o comprende el «psico­ análisis• de Freud y la '«psicología compleja• o «analítica,. de Jung. Est.:i expre­ sión se utiliza también, en el lenguaje corriente, para designar todas aquellas tendencias que en su labor teórica y práctica utilizan fundamentalmente la hipó­ 1

tesis relativa a lo as( llamado inconsciente, incluso aparte de su aspecto rnédico­ te�utico. Tales tentativas han sido emprendidas, entre otros, por filósofos como Wittgenstein y Russel.

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COMPLEJO, ARQUETIPO Y SIMBOLO

abrirse paso a través de la, con frecuencia, impenetrable jungla de los ambiguos fenómenos psíquicos y ajustarse, en cuanto a sus deno­ minaciones, a las leyes del cosmos interno, si no quiere sucumbir bajo una sistematización doctrinaria. Se trata, pues, de una misión apenas superable. Pues toda fijación demasiado estricta, en exceso unilateral, mata aquello que de viviente hay en lo psíquico. La doble faz de esto último, con sus constantes cambios y oscilaciones, caracterizada por paradojas, no enrnga su secreto a tal esfuerzo y jamás se deja forzar a una rígida determinación conceptual. Lo que de esencial existe en ella se presta a múltiples interpretaciones y se rehuye a aquel que osa intentar desvelarlo. Es asimismo, como afirma Jung, «en sí, la experiencia exclusiva e inmediata y la conditio sine qua non de la realidad del mundo en general» 3• Así pues, en último término, toda formulación y denominación verbales de los fenómenos y hechos psíquicos seguirá siendo empresa vana, ya que la igualdad entre lo expresado y lo expresable no se. puede lograr jamás. Y esta discrepancia se hará sentir de modo tanto más sensible, cuanto más pluriestratificados, profundos y amplios sean los fenómenos psíquicos en cuestión y cuanto mayores sean la realidad, la autonomía e incluso la no vinculación a la materia que se reconozcan a la psique. Y se sentirá tanto menos cuanto más intensamente se haya de tener en cuenta lo vinculado a la esfera de lo sensorialmente material y cuanto más se conciba a todo lo psíquico tan sólo como epif�nómeno de lo somático. Por ello no se ha de considerar negativamente, desde su punto de vista, a los acérrimos defensores de un estricto paralelismo psicofísico que nieguen la designación de «ciencia» a aquella variante de la psicología profunda que no sea verificable mediante experimen� tos posibles de confirmar y que se pueda expresar a través de claros conceptos. De todos modos, ello no haría sino demostrar de nuevo que todo punto de vista no es, en ,,primer término, sino subjetivo, incluso •.en el psicólogo. Pues toda afirmación acerca de fenómenos psíquicos resulta tanto más tajantemente configurada por el punto de vista personál del que afirma y por el espíritu de los tiempos que la sustenta, que lo puedan ser las afirmaciones en las restantes cien­ cias. En ningún otro lugar resulta tan manifiesto como aquí que la efectividad de la «ecuación personal», que interviene ya en la obse:r-

' JuNG: Symbole der Wandlung (Símbolos de transformación), Zurich, 1952, pág. .391.

INTRODUCCION

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vación, persiste durante la exposición· verbal y la cristalización en conceptos. · En vista de todo ello, ¿quién puede asombrarse de que, dentro de la psicología profunda, prevalezcan los malenténdidos, las erróneas interpretaciones, los desacuerdos y que todo ello conduzca con fre­ cuencia a estériles discusiones? ¿Y no resulta comprensible que se vay� imponien90 cada vez más, po_r doquier, el deseo de contrarrestar tal Incertidumbre mediante lá mayor aproximación posible al esclare­ cimiento y la explícitación? Es precisamente con este propósito con el que hemos abordado aquí la intención de definir e ilustrar tres conc�ptos fundamentales de la doctrina junguiana, pilares de la amplia arquitectura de su pensamiento y que dan con especial frecuencia lugar a malentendidos, mas sin considerar en particular su evolución dentro de dicha doctrina. Por supuesto, y dadas las anteriores reflexiones, no r �sulta posible augurar un éxito total a tal finalidad. Es y seguirá siendo una empresa aventurada. No deseamos sino que se la consi­ dere como una contribución más en el camino del entendimiento acerca del lenguaje, y no como fijación conceptual definitiva.

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COMPLEJO

Los grupos de representaciones emocionalmente cargadas en lo inconsciente No son los sueños ( como creía Freud) los que representan lª vig .!!!.fi_a ha�ia l9.. ÍQ<;o.:Q§.Q�St. sino !9s complejos 4, como afirma Cc)n·-esti' fiise · queda ya aludidoerctestacacto y central · papel que confiere al complejo dentro de la psicología profunda. Desde luego, tal expresión es utilizada también en el lenguaje corriente para todo género de «for11;..a..;_� �-�����fl!.E��!.�», mas tan sólo dentro del mar­ co de la ps1colog1a profunda ha alcanzado su empleo importancia. Eugen Bleuler (1857-1939) lo utilizó para designar determinados hechos psíquicos; mas sJ.Ldeterm_inªf!Q.n conceptual, tal como se ha consolidado en la actualidad, pr�J�-ng:·..- ·' � En . s_µs d�tallados. trabajo�realizados en la -Clínica Psiquiá_triEa Univérsitaria de Zurich ( el Burgholzli), publicados bajo el título de Estudios asociativos diagnósticos 6, introdujo por vez primera el concepto de comple� �mor;ionalmente cargado para designar al fe­ nómeno represeili:'ad; <;gr:üp�t·re�¿P:�maciones emocional­ mente cargadas en lo inconsciente»; más .adelante, y por mor de la brevedad, tan sólo se utilizó la expresión de complejo*.

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• }UNG: über psychische Energetik · und das Wesen der Triiume (Sobre energética psíquica y la esencia de los sueños). Zürich, 1948, pág. 137. 5 A esta concepción llegó Jung a base de sus experiencias logradas mediante el experimento asociativo y que venían a mostrar que los rasgos correspondientes a complejos, así comprobados, no sólo proporcionan datos directamente demos­ trativos que permiten admitir la existencia de un ámbito psíquico inconsciente, sino que proporcionan también información acerca de los contenidos en el mismo ocultos y de su correspondiente carga emocional. • JuNG: Diagnostisch.e Assoúationsstudien, Beitriige zur experimentellen Psychopatholoz,ie (Estudios asociativos diagnósticos. Contribuciones a la psico­ patología experimental), Leipzig, 1904-06. . * «Estudios asociativos diagnósticos,., Contribuciones a la psicopatología expe­ nme'!tal, tomo I (Leipzig, 1906), con �eis trabajos de Jung y otros médicos del �amcomio Cantonal y la Clínica Psiquiátrica Universitaria de Zurich. Jung, director del experimento, era también el que dirigía la publicación de la obra. 15

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COMPLEJO, ARQUETIPO Y S[MBOLO

Basándose aún por completo en la psicología experimental de la consciencia y con ayuda de métodos a la misma correspondientes, Jung y sus colaboradores señalaron, a través de una serie de expe­ rimentos, la existencia y características de tales grupos de represen­ taciones emocionalmente cargadas como factores específicos de alte­ ración del curso normal de lo psíquico. Constituyó el punto de par­ tida la consideración del proceso representado por - las asociaciones p�íquicas como imagen especular de la actividad vital de la 2siqu;. M;d1;.meeiperirne"iitos -éüídacloia�én' te lle;�d�-� a- �abo -¡;�do --m�-;. trarse que «alteraciones» que surgían durante los mismos son de naturaleza intrapsíqU1ca y proceden de una esfera situada fuera ctef ;c?!iffóf"ofi¡etívo·aE1ác:on.�c_is:ocia y que tan sólo aparece c� "--.. . .... --1 e imis,!n.a_)a. .. te!:,l_�i n 7• Así, ?º s?lo se real�ó una nueva demostra? � ¡ �; _ : c1on de la ex1stenc1a de un ambzto mconsc zente de la psique y de · la necesidad de incluir sus manifestaciones en toda exposición de hechos psicológicos, sino también la posibilidad de observa r dire cta­ mente su actividad y de investigarla experimentalmente 8 • En el experimento de asociación de palabras -sobre cuyos detalles no podemos entrar aquí- pudo demostrarse que las velocida des de �ó�_ Y .,la� -�alidades d�l._p�o��-�() asociativo de los distiñtos probañdos �-�.{��labras- é;tÍ U_h >!, seÍ�c�ionadas con arreglo a un ?, f!.J determinado principio.. les presentaban, se hallan individual­ mente determinadas. Un tiempo de reacción prolongado en la pri­ mera presentación del estímulo, así como los errores relativo s a la reacción (fallos o falseamiento en el recuerdo en la repetició n del exper�mentá), en cuanto a las respuestas manifestadas en la reacción espontánea, no son de índole debida al mero azar, sino que se

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Freud mencionó a Jung por primera vez públicamente en una conferencia que prohúncíó en junio de 1906 en un seminario jurídico realizado en la Universidad de Viena. «Diagnóstico de las circunstancias del ddito» (Archiv /ür Krimina­ lanthopolige und Kriminalistik, tomo XXVI ( 1906). (N. del T.) 7 Las diversas «alteraciones» surgidas durante el proceso asociativo han sido determinadas, aparte de mediante este método, y de un modo también experimental, con otros medios; por ejemplo, trazados de las curvas de pulso y respiración, con las mediciones de resistencia eléctrica utilizadas por prime!'ll"· vez por Veraguth (en las que el así llamado reflejo psicogalvánico proporciona demostrativos indicios), etc. 1 Basándose c:n sus experimentos hipnóticos y sus métodos de análisis de sueños, llegó Freud a idénticas conclusiones. Los actos sintomáticos descritos primeramente por él -las alteraciones del curso psíquico que surgen' en forma de síntomas en los estados neurótico�, corresponden a los «signos de complejo» que Jung comprobó en el experimento asociativo.

COMPLEJO

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hallan determinados con increíble precisión por el perturbador efecto de contenidos inconscientes, de complejos reactivamente sensibles. La íñaoie y Iacturación de los síntomas de-íiltéraci3ñpermhen aseñ­ tar conclusiones acerca de la tonalicfod afectiva y la profundidad del efecto de tales contenidos emocionalmente cargados, ocultos en el trasfondo de lo psíquico y-p�stos así de manifiesto. «El comglejo af�ctivamente i::argado es portádo�- en ·t�das sus partfculas, ael tono afectivócte-l�Ctofalida·a-· yOondeqmera que tales partícülas sur¡a'i:1 �asociioas enfre-"sí; es así cuanta mayor sea la .evidencia con la que el complejo permita reconocer su relación con respecto al gran conjunto.- Cabe una compara­ ción directa entre este comportamiento y la música de Wagner. El leitmotiv, el motivo rec;tor corresRQ..nde (en cierÚ) modo reeEe:�11t�i;ig� como �n;na;J=aíectivar que reviste i�rtan��con respecto ala construcc1on dramá- . 't1ca:-Siempre que la acción o el discurso estimulen a cualquier complejo, resuena algu na variante del correspondiente leitmotiv. Exactamente igu al sucede en la vida psicológica corriente: los "mo.tivos rectores" o principales son las tonalidades afectivas dé Íos complejos; n�stados de ánimo son va­ rian�es_j� _ _l<;_s -�otivo _ .�r�q_i;:�s._ Las diversas .representacio�es r ·sé ballan umclas entre sí con arreglo a las distintas leyes asocia] e¡ 1' tivas (semejanza, coexistencia, etc.). Mas son seleccionadas y �g�_as en_<:_onj untos superiores por�na e�.» 9 _ ,- 44 Con arréglo a la definición de Jung, toc!?.,__ :�C?.E:.E!.�Í9. consta,,( e,--/2 . A 3 'J primordialmente, de un «e.temento_ nu�lear»�e un «12_����� · 1 }Ígnfü���l9?> que, escapacro=a�nsciente, resuTta1nco�,: de�te e incontrolable; y SeC1Jn9a¡:Íam,ente, asoc_�a=----······ . -· -----��..�- de una serie de � .fi�s a· aquel umdas, que proceden en parte cj_e_l�..i:Usrms.kl��. !1ª1-,odginal y �� �las .. v;ivencias." dd_Lndivi,duoJ; determ½ia5!_�:.. P�r . medio ambiente . S1 con;id�;;mos, por ejemplo, una imagen de «lo paterno» -tal como el dios griego Zeus- en lo inconsciei:ite de un hombre corno tal «elemento nuclear»,· podemos hablar de la presencia en dicho suj� d<:._un «complejo ��terno» cuand? se produce el �h� _ _ J_a__1ealidad y la dispo�tgQ!,l_SQ���pondientemente sensible del indi::-

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' JUNG: über die Psychologie der Dementia praecox (Sobre la psicología de la demencia precoz), Halle, 1907, pág.' 44. (Vb= también ]UNG: AION, pá­ gina 51.) 'º Véase: J. JACOBI: Die Psychologie van C. G. Jung (La psicología de C' G. Jung), 3.' edición, Zurich, 1949, págs. 72 y ss..

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COMPLEJO, ARQUETIPO Y SIMBOLO

viduo 11, es decir: cuando en virtud de una situación tanto íntima � exterior· adecuadas dicho «elemento nuclear>> ·es transforma1o en cuanto a su cualidad �e�ád6fu � e�íñcípióestañ'sólo potencial-, mediante una «carga» emOf!Qp._a.LJI)J�sHic��., eg__ ��tual» .:i.. vi_g��t�;.. Una. ve:d"'éoilstclia��i:ualizados, lo� comple­ _ ¡os ";;fr� abierta resistencia a las it�tenciones de la consc1enc1a del yo, pudiendo romper su unidad, escindirlas. �omportarla en la esfera 12consciente como cuerpos extraños, como un corpus alienum viviente . sa e que "se tienen Jung afirma: «Hoy día, todo e1 mundo .....,_b 13 complejos". Pero sabido es que los complejos le tienen a uno» • Por lo tanto, es necesario erifrer:ttarse con dudas justificadas y corres­ pondientes a la creencia, tan segura de sí misma, en la orgullosa consde la supremacía de la voluntad y en el exclusivo predominio ·· ·· · · ·· · ciencia del yo. Autonomía de los complejos Los complejos pueden mostrar todos los grados _de autonomía. Algunos ·se hallan .latentes dentro del conjunto total de lo incons­ ciente, sin hacerse apenas notar; otros actúan como perturbadores del «ord�rt doméstico» psíquico,. y otros, en fin, se han abierto ya paso hasta la consciencia, donde permanecen ininfluenciables y des­ póticamente dominantes. «El complejo del Yo constituye el "centro caraéterístico de nuestra psique".. Uno más entre diversos complejos. Otros sur­ ��n el ��1;1gen, con mayor o menor frernenci�, e _n asoci�ción _ Ta1;1b��n es. conscient mod e plejo del Yo y se hacen de es� � asoe1ac1on establecer :;;m tiempo mucho pueden existir durapte con el Yo.» 14 1

Pueden estar «a la espera» en el trasfondo de la psique incons­ ciente, hasta que una constelación adecuada les invoca al plano de la conscie�cia. Actúan entonces de un modo invisible, en· forma de predisposició�a, hacia una meta de �.r,(o...§is, de trans­ formación. La co��a puede tener, evidentemente, conocimiento

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11 JUNG: See!enprobleme der Gegenwart (Problemas psicológicos actuales), Zurich, 3." edición 1946, pág. 123. 11 JUN G: über psychische Energetik, pág. 128. 13 Ibid., pág: 127. 14 Ibíd., pág. . 290.

COMPLEJO

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acerca de la existencia de un complejo ( con frecuencia se oye decir �" . ,. a perturbados mentales: «Sé que tengo un complejo materno»), mas (. el trasfondo causal, «acomplejante» no lo conocemos, no pudiendo ( por tanto, erradicar el complejo. Todo mero saber acerca de su existencia aparece como · inútil; proseguirá actuando perniciosamente \ \ hasta que se logre su descarga, es decir: transferir la carga energé- ( 1 tica a otros gradientes de derivación hasta que se logre su elabo- ( . \. :) ración emocional. Estos complejos, de los cuales tan sólo tenemos un conocimiento (_) intelectual, han de ser estrictamente diferenciados de aquellos otros l que son auténticamente «:reconocidos»: que son hechos cónscientes · ( en una forma mediante 1a cual cesan, efectivamente, de ejercer un t:) efecto perturbador. En estos casos no se trata ya de complejos, sino tan sólo de contenidos asimilados de la consciencia, como por ejemplo en el caso de un complejo materno gue ha cesadQ de serlo e.ar- �J ( • _ql!.�. se ha resuelto y· su contenido ha sido transformado en r aQQ!_l , <) n��a.!5on re�ecto a la madre. Hay que estacar, de todos modos, � ·) · que un complejo, en cuanto se discierne conscientemente su exis- ( '. tencia, tiene mayores probabilidades de ser reconocido y corregido, es decir: de hacerlo desaparecer, que cuando no se tiene la menor ( ') J noción acerca de su existencia. Mientras permanece inconsciente y \. • rii siquiera· �os �íntorrias son capaces de airigjr sobre él 1� ªtendón � de la consciencia, queda completamen�ocuho a- la p� ('{ pr�-�� i_ó�-�-Posee ent�nces u��iable carácter de forzosidad \ í: J _ _ , propio de toda ac�1�1dad ps1qu�ca efectivamente .QF;:rante y �� ( . ( . �ª- a la �al, positiva o negativa�en�e, ��na.s.l_y9., y me- (f _ ! ·•) diante su mdole favorecedora de disociaciones · -- destruye la umdad d� _ I� psique. _ \\ Jung señala expresamente que los complejos, \ \ ��n inco_��ientes, se enriquecen con asociaciones \ ({���lu��z mayor; no pueden ser correg�. Tan s� \{J quedan?espojados de su carácter d� ininfluenciable forzosidad de 1,.) automatismo cuando se les hace conse1entes, proceder que correspon\. J de a los factores terapéuticos más importantes. Proporcionalmente / · a su distancia con respecto a la consciencia y por enriquecimiento \ d; sus c�ntenidos; �� en �o �consciente u� \; ) , _ racter m1tolog1��-arca1co y una�11m10os� '. como puede _ _ comprobarse �a�ente en las esos1ones esqU1Zofrerucas. No obs- ((·-��­.· . tante, la nunnnosidad se rehuye por completo a la voluntad cmns- · :) ciente y transporte al sujeto a un estado de «posesión», de entrega (1 :':;J {

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COMPLEJO, ARQUETIPO Y SIMBOLO

con abolición de la volu ntad propia. En cambio, el comportamiento de los complejos conscientes posee la ·ventaja de qu e pueden ser corregidos y transformados. Se «despojan de su involucración mito­ lógica, se acentúan en sentido personal ista y, en cuanto quedan in­ cluidos en el proceso de adaptación que tiene lu gar en la consciencia se racionalizan, de modo tal que resul ta p·osible la confrontación dia� 15 l éctica» • Desde el punto de vista fu ncional es factible afirmar l o sigu t di�_c;>lud§� �'.,uP...�,�W9""X.,¿? �!t?.?!�.SéP."""� ti� � ;; �e o �<;,opv�tlrI� «Pª�!t:!�_>�, que degeneran hasta_ u na plena desintegracíón psrquica con todo género de variantes 16.Sobre este hecho, que constitu ye u na arcaica experiencia de la humanidad, se basa la concepción --especial mente difu ndida entre .!�s primitivos-, acerca de la posibilidad de l a _l!IUl tie_lkidaclde al mas en una misma yersona. «No existe, en el fondo, ninguna diferencia esencia� entre uriá personal idad parcial y un complejo», pues Íos , CQP-JQ_leJ?_S son con frecuencia «psiques parcial es, escindidas del conj!!Q_to» i1_ Como muestran plásticamente l os sueños, es al go correspondiente a la. e.:.,encia del comPkii!_ el hecho de que puedan aparecer también en JE.�1:11ª personificada, como _se observará fácilmente en las manifes­ taciones�� la t;;sq:-JJ:!1.!:_�µtp_m;;íJka y otros fenómenos aná­ logos. �ues también las imágenes oníricas surgen «como u na especie de realidad otra en el camf:>O de l a consciencia del yo qu e sueña ( ... ). No se someten a nuestra vol untad, sino que obedecen a leyes propias. Representan ( ...) complejos psíqu ico$ au tónomos, capaces de darse a sí mismos forma» 13• Lo mismo cabe decir con respecto a visiones, alucinaciones e ideas delir�_!ltes. El complejo que se ha convertido en au tónomo puede llevar una existencia completamente aparte en el oscuro trasfondo u }UNG: Von den Wurzeln des Bewusstseins (Las raíces de la consciencia), Zurich,, 1954, VII, pág. 539. " 1bíd., p_ág. 520. :: Jt1;1G: Ufm psychische Energetik, pág. 129. lbtd., pag. 288.

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de la psique, constitu yend� a modo de «una P.,;.�_ru;ig1u;1u�m::ex_� da 2�ntro cfo...huigrnm�. .]21>.1,qµ� 19, para hacerst! _sentlr en determinados . estados. psicódéó:dnéluso mediante,�u���.YQZ.>� ,. que -posee u n carácter absolutamente personal 20• ��s pronunciadas por mediums du­ rante estados de trance lo son siempre en primera perso!]� cojllQ.Si existiese siempre, de hecho, .!:lI1 sujeto-real tras cada pe�s;mient; así expresado. Ya en su tesis doctoral, titul"aaa Psicología y patología de los así llamados fenómenos ocultistas (Leipzig, 1902) señaló Jung esta clase de manifestaciones en l os estados de trance de l as personas con aptitu d mediúmnica, así como su carácter au tónomo como po­ sibles «tentativas de eclosión de una futura personalidad» cuyos aspectos parciales representa. Ya que l os :=omplejos au tónomos, dada su naturaleza, son incqru;�entes, aparecen como no pertenecientes al propio Yo (al igual qu e cuanto es aún inconsciente); como cualidades de objetos g_bien per­ sonas ajenas al mismo, es decir: proyecciones. Las ideas de persecu­ ción o la creencia en «espíritus», basadas en tales proyecciones, los fenómenos de posesión que se daban, por ejemplo, en la Edad Media {cuando el yo es·, por así decir, completamente «tragado» por"el complejo, ya que éste se revela de una potencia tal que su pera inclu so a la del complejo del yo) 21, han de concebirse como «expresión directa de la estructu ra compleja de la psique inconsciente» 22• Sin embargo, «es una cuestión que no ha obtenido aún respuesta la rel a­ tiva a si fragmentos psíquicos tan pequeño� como son l os complejos, son capaces también de .eosee� propia» 23, 24• Lo cierto es que, en virtud de l as experiencias acumuladas por l a psicopatol ogía " }UNG: Seelenprobleme der Gegenwart, pág. 6. "' Un imI?resion3:1te ejemplo de ello está incluido c:n el trabajo de L. STAu­ .D�MAfER: Dte Magri; als experimentelle Naturwissenschaft (La · magia como Cien<;ia natural expenmental), Leipzig, 1912; véase también: A. HUXLEY: The Devils of Loudun, Londres, 1952. .J .. 2' Jung concibe también al Yo «como imagen a trasunto, no de un sólo proceso de todos modos, sino de muchos y del conjunto de sus interacciones; es decir: de todos aquellos procesos y coqtenidos que componen la consciencia del Yo. Su multiplicidad constituye de hecho una unidad, al atraer la rderencia a ½ consciencia com_o una. especie de fuerza de gravedad a las diversas partes hae1a un centro, qwzás vtrtual. Por ello no hablo meramente del Yo --dice Jung- sino de ;:n¿.omp!�io del Yo, a partir de la fundamentada premisa de que el Yo es de compos1tldn cam"blallte y por ello modificable y no puede ser por ello el Yo, por antonomasia» (Seelenprobleme der Gegenwart, pág. 376). 22 }UNG: Uber psychische Energetik, pág. 136. Ibíd., pág. 129. 2 • Jung admite que en lo inconscic:nte habría también «semillas de luz», sdntillae; una especie de gérmenes de conscic:ncia. (Véase: Von den Wurz.eln des Bewuss/seines, VII, pág. 544.) 2l

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(y recordaremos aquí, por ejemplo, el fenómeno de la double person­ '1 nalité, tal como lo ha descrito Tanet ha de admitirse, al menos como · posible, la existencia en lo inconsciente de procesos similares a la ¡ coñscÍencia. &los compÍejos s�fil,enefecto, de «potencias psí­ quicas, naturaleza más profunda no ha sido aún dilucidada» 25• Tan sólo se puede romper su poderío «haciendo conscientes» los contenidos reprimidos e inconscientes,- acción que cuenta general­ mente con gran resistencia por parte del paciente, y con el método específico representado por el «análisis». A no ser que una vivencia de «gracia divina» o bien catástrofes y tribulaciones de diversa índole · produzcan el necesario e_fecto de shock, logrando quizás con ello la disolución de tales complejos. En modo alguno basta, para ello, con un entendimiento puramente racronal. Este tan sólo libera lo emo­ cionalmente vivenciado. UnicamenteTo emocional es capaz de� necesarias revulsión y transformación energéticas. Ningún fenó-menó-deTo inconsciente puede ser captado exclusivamente por medio y-.,,.:J �� consta solamente e sentido, sino también e valores, basados estos últimos sobre la intensidad· de las concomi­ tantes tonalidades afectivas» 26, que determinan a su vez el papel que desempeña el correspondiente contenido del complejo dentro de la economía de la_ psique.

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«Debido a la ''.emoción", $l.su�a ri;alidad y siente entonces el peso entero de la misma. La -difei:eñcia c�proximadamente, a la que existe entre la descripción de una enfermedad grave, leída en un libro, y la enfermedad auténticamente padecida. No se posee nada, psicológicamente, que no se haya experimentado. Una com­ prensión meramente intelectual supone, por tanto, muy poco, pues tan sólo se saben palabras al respecto, mas no se conoce la sustancia interiormente.» r,

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Fenomenología del complejo Si deseamos establecer una diferenciación dentro de la multipli­ cidad de la fenomenología del complejo podríamos distinguir, en resumen, las formas expuestas a continuación, todas las cuales mi:ies-

:zs über psychísche Energetik, pág. 141. }UNG: Aion, Untersúchungen zur Symbolgeschichte (AION, Investiga­ ciones -sobre historia de los símbolos), Zurich, 1951, pág. 51. 77 Ibíd., pág. 58. l6

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tran tanto síntomas somáticos como psíquicos, así como, simultánea­ mente, síntomas correspondientes a ambas esferas:

a) El complejo es inconsciente, mas no se halla tan cargado de energía que sea experimentado como algo dotado de «voluntad propia», como parte autónoma; bloquea, sin embargo, en grado mayor o menor toda: la corriente psíquica natural ( se manifiesta a través d� att9s fallidos o de todo género de pequeños síntomas). 'b) El complejo es inconsciente, pero ha adquirido tales propor­

ciones y tal autonomía que �túa como un segundo yo, que se halla en contraposición con el yo consciente, situando así al individuo entre dos verdades -entre dos corrientes contrapuestas de la· voluntad-, ante la amenaza constante de desgarramiento (así ocurre en determi­ nadas formas de neurosis obsesiva).

c) El «yo del complejo» puede irrumpir por completo -fuera del conjunto de la estructura psíquica, escindirse y convertirse en autó­ nomo, lo cual conduce al conocido fenómeno de la «doble persona­ lidad» de Janet, o bien a una descomposición en varias personalidades fragmentarias, según el número y la índole de los complejos incons­ cientes del sujeto en cuestión.

Si el complejo se halla tan intensamente cargado que arrastra al yo consciente dentro de su círculo de atracción, forzándole y «tra­ gándcile»; se convierte en grado mayor o menor e� soberano~único · del dominio correspondiente al yo consciente; podemos hablar enton­ ces de una identificación pardal o completa entre el yo y el complejo. Tal fenómeno se observa de modo muy destacado en varones que tienen un complejo materno o en mujeres que tienen un complejo paterno. Sin que ellos lo adviertan, las palabras, las opiniones, los deseos y las aspiraciones de la mad:re o bien del pádte se apoderan de su yo, convirtiéndole en instrumento y altavoz suyo. Tal identidad entre complejo y yo puede existir en diversos grados y afectar tan sólo a parte del yo, o a éste en su totalidad. En el primer· caso, la consecuencia consistirá en trastornos de adaptación, pérdida relativa de la realidad o bien enfermedades psíquicas más o menos intensas. En el segundo, sin embargo, se mostrarán ·los inconfundibles rasgos de una inflación de consecuencias graves; tal como _la podemos en­ contrar, por ejemplo, en individuos que se identifican con dios o con el diablo, con un niño o con un duende, con grandes personajes de la política o de la historia o con todo género de aiúmales, y tam­ bién en las diversas formas de psicosis que van unidas a una pérdida total o parcial del yo.

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e) Ya que todo contenido inconsciente es experimentado en forma proyectada, el complejo inconsciente aparece también, sobre �odo, en proyección, como cualidad de un objeto o de una persona exteriores. Si el complejo inconsciente se hall� intensamente escindido del r esto asume el carácter de un ente que aborda al individuo desde fuera --con rasgos amenazadores en muchas ocasiones, como cualidad de un objeto de la realidad e:x:1:erior�, apareciendo síntomas tales como los que se observan en las ideas dé·persecución, eh·Ja paranoia, etcétera. El mencionado objeto puede pertenecer, efectivamente, al muhdo exterior, o bien ser tomado como tal; tratándose , ciertamente, de algo alucinado, originado en el interior, en la propia psique, como, poi:- ejemplo, espíritus, ruidos o .«voces», animales, música, figuras interiores, etc. · f) · El complejo· es conocido por la consciencia, mas tan sólo de un modo intelectual y, por ello, prosigue actuando con su energía original. Tan sólo la vivencia, emocionalmente experimentada, de su contenido, así como su entendimiento e integración, llegan a resolverlo 28• La incapacidad para discriminar' entre los contenidos correspon­ dientes a. la consciencia y aquellos otros que, procedentes del com­ plejo inconsciente, •«obnubilan» la consciencia --como es siempre. el caso en (d) y (e) constituye un gran peligro; impide la adaptación l correcta de individuo a su realidad inte¡ior y a 1a ·realidad exterior, obstaculiza su clara capacidad de juicio y también todo contacto humano satisfactorio. Este fenómeno de la «participation>> --es decir, de la deficiente capackJad de diferenciación entre sujeto y objeto que podemos comprobar con frecuencia no sólo en neuróticos, sino · también entre primitivos· que practican el animismo, en niños de corta edad y en muchos adultos que han permanecido con una con­ ciencia· poco desarrollada-, representa en realidad aquella situación . psíquica sobre la cual se ·enfocan las diversas técnicas de influenciación. Cuanto más intensa es la tendencia a la «participatíon»; es decir, cuanto más débil es la capacidad de autoafirmación del yo frente a la invasión de influencias psíquicas internas o externas, tan­ to más rápidamente r esultará afectado el individuo por el espíritu de un grupo y sucumbirá al mismo, fundiéndose por tanto con la masa. La auténtica madurez adulta supone reconocer como tales las distintas partes de la psique, estableciendo una correcta relación entre las mismas. Para alcanzar la orquestación armónica de estas 21

Véase, págs. 29-30.

diversas partes de la _psique es imprescindibl� distin�irlas_ y d�limí­ tarlas primeramente entre sí, con lo q�e las m_ fluenci_as e invasiones surgidas de lo inconsciente se mantie:°en dif�renciadas y no_ se pueden confundir ya con las que h�n sido pre_v1a1;11e?te reconoadas y puestas en claro por la consciencia. Poder disc1:111mar _ no_ es, por tanto, tan sólo .la premisa de un yo personal y bien delimitado en cuanto a su irrepetibilidad, sino también, en el fondo, de toda cul­ tura elevada. Desde el punto de vista del yo, son po_3hl�L�u�_1:1_°.�<:.�. �:____ comportamientg S9P.J·esp.:!c;to.-ª1. i::m:i;:ip,kj Q;.,jgQg,t�_-9,cia --�-���9.!1;1 t.ª.. ª�!:-�-��-­ ae··:·su·~�eri;t;�· cia, identificación.,._ p�o.y��c:ió_n_,1 _.-�C?..r#gm�ci§!!,, Tan t �omportamiento es capaz de contribuir de un modo último -solc este· . a su reso- �;;,,l to con el complejo y conduc1r enfrentamien fructífero al �� • lución. \\Q COE,_.., e ,;,.� J:l sujet� neur�tico -�º � me � na�t,
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que representaba la raíz del conflicto no existe ya. Al parecer, ha sido borrado de la faz del mundo; o mejor dicho, ha sido despla" zado a un plano en ·el cual resulta «inocente»; conio cuando se· da una conversión hacia la esfera somática. Una de las causas más frecuentes está representada por el llama­ do «conflicto moral»: la aparente incapacidad de asumir afirmativa­ mente la totalidad del propio modo de· ser.

psíquico por antoriomasia) 31, Ju.gg adjudicó a los complejos una signi­ ficación y una función más amp li·as. Llegó a considerarlos, incluso como «aquellos puntos focales y nodales de la vida psíquica de los que ,.. no se puede prescindir en absoluto 32 ,y que no pueden faltar, ya que la actividad psíquica caería entonces en una fatal paralización» 33• Constituyen aquellos �
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Diferencia entre las concepciones de Jung y Freud

Hasta aquí, los puntos de vista y las definiciones de Jung con respecto al concepto de complejo coinciden con las de., Freud 29• Sin embargo, la �presente concepción de Jung se aparta· fundamental­ mente de la de Freud, y tal separación dio lugar a importantes con­ secuencias en cuanto a la evolución de toda su doctrina. · El hecho de que ha�ta ahora se haya prestado escas; atención y tenida poco en cuenta esta última es uno de los motivos esenciales de los innumera­ bles malentendidos que actúan inhibitoriamente contra una correcta comprensión de la concepción junguiana. La coincidencia en cuanto a la naturaleza y los efectos del complejo de los mencionados factores en la psique·, a la cual llegaron ambos investigadores por caminos muy distintos, fue lo que primeraménté (1902) hizo que se prestasen mutuamente atención, lo que les reunió más adelante (1907) e hizo que recorriesen juntos parte de su camino. Más la ulterior concepción esencialmente modificada de Jung acerca de dicho problema 30 fue lo que les hizo separarse de nuevo (1913). Con arreglo a la teoría de Jung, que estableció con el transcurso del tiempo una clara distinción entre el «inconsciente personal» (que correspondía al concepto de Freud acerca de lo inconsciente, según el cual los contenidos de este último cof!sisten en materiales vivenci.ales individuales reprimidos} y el «inconsciente coléctivo» (que consta de las formas arcaicas típicas de lps _mo9os de vivenciar y comportarse de la especie humana (la posibilidad hereditaria del funcionamiento 29 El esclarecimiento del concepto creo está facilitado por una confrontación entre las concepciones de Jung y de Freud, ya que estas últimas están ya difun­ didas en círculos amplios, especialmente· en los universitarios. 30 Jung expuso su concepción modificada, por primera vez, en su funda­ mental obra, aparecida en 1912, Wandlungen und Symbole der Libido (Trans­ formaciones y símbolos de la libido) (en 1952 la revisó, publicándola con el título de Symbole der Wandlung (Símbolos de transformación).

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«El sufrimiento no es una_ enfermedad, sino el polo "con­ trario y normal de la felicidad. Un complejo tan sólo se con­ vierte en patológico cuando se cree no tenerlo.» 35 Vemos, pues, que el punto de vista original y a partir del cual abordan Freud y Jung la determinación conceptual del complejo es fundamentalmente distinto en ambos. Freud considera al compleja,. • exclK.r.i.uªm.e11_ t.e..a..par.tir..deJo. patplógi�g·,. mieri tras. qüe Júng· fo concibe a partir ?.�J�L�-�1:l9:.)2ara Freud, los co�;pf�jos· tienen_-s1empre� ur:i . rácter negauyo; surgen como productos _deL mecanismo psíqu1co__de represión, que intenta eludir así el conflicto entre las pulsiones sexua­ ' )es primitivas del hombre y las óbBgad1ii1es 111111ales y s111iales q_u@ ,. le son iropuesras y corresponden sin excepción, como factores sipto­ . mático�, a una vida psíquica enferma, pulsionalmente alterada. La toma de consciencia acerca de los mismos -su resolución y el paso de sus contenidos a la conscÍencia mediante el método psieoanalítico-­ está médicamente indicada .y su «e..xtracción» toJ:}li l:¡ con ello tam-

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11 Freud afirma al respecto: «En cuanto al reconocimiento de esta here cia 1; _ filogenética, estoy completamente de acuerdo con Jung; pero c_o ns:�ero equ1yo­ cado, desde el punto de vista metodológico, apelar como explicaaon a la filo­ g énesis antes de haber agotado la posibilidad de la ontogénesis; no veo por qué se quiere negar tenazmente a la prehistoria infantil ·una importancia que de buena gana se concede a la prehistoria de los antepasados ...i. ( «Aus der Ges­ chichte einer infantilen Neurose» (Historia de una neurosis infantil); ed. alemana de las Obras completas, tomo XII, pág. 131. n El subrayado es mío. " JUNG: Seelenprobleme, pág. 122. "' JUNG: «Psychotherapie und Weltanschauung» (Psicoterapia y concepaon del mundo), en Ausiitze zur Zeitgescbicbte (Ensayos sobre historia contempo­ ránea), Zurich, 1946, pág. 63. " Ibíd., pág. 63.

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bién en el fondo, un correspondiente vaciamiento de lo inconsciente en cuanto a sus contenidos) no es desde luego realizable en la prác­ tica, pero sí que es, en principio, absolutamente posible•. Si bien le es reconocida a la predisposición un cierto papel, según Freud todo complejo se halla inevitablemente vinculado a la vida personal del sujeto y tiene su raíz en las vivencias emocionales --convertidas en inconscientes- de los primeros años de vida; vivencias que debido a su incompatibilidad con la situación habitual de lá consciencia fueron escindidas del conjunto y reprimidas. Distinta es la concepción dc:;Jµng1 • cuando afirma:

Aquí· se advierte claramente el modo de consideración finalista.,,.__ �g:9,lo malo---.Rlli:.de considerarse siempre. tamb1én, corri';; puni:6 -�tida del bien, lopafof�1co!.���-�fuent�----�e u�piración · . /1 pias mtensa a la salud, adqumendo así el complejo una significación -:¡ e_osmva, prospectiva:..... Para Jung se trata, por tanto, de un doble - k as }?<;{o de un mismo complejo; es decir: es tenido en cuenta, desde e mismo, mas aparte de ello se agrega; uego, e aspecto reu además, otro aspecto. La concepción de Jung acerca de los complejos evolucionó inten­ samente a partir de 19�_4_. Por entonces afirmaba aún: «La experien­ cia nos muestra, en prmc1pio, complejos infinitamente variados, mas si los comparamos cuidadosamente entre sí veremos que existen rela­ tivamente pocas formas fundamentales, y construidas todas ellas sobre · las p��mera_��p.cias delainfancia»37 • Jung considera determinados complejos, con arreglo a su índole ' ,r y a la situación psíquica del que «los tiene», como exclusivamente surgidos a p_�tir de una situación actual; así por ejemplo, y sobre b todo, de aquéllas'qties�nfüestan en ��.�_.. 9:!Sts que en cuanto a la § concepción del mundo se dan en la mitad del camino de ]a vida. -·-·.

f ...._---------·- ........_________ -----}UNG: Seelenprobleme, n Ibíd., pág. 123.

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pág.

122.

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Las dos clases distintas de complejos

Jung va más adelante y afirma:

«Ciertos complejos están meramente escindidos de la cons- ciencia, al haber preferido. ésta liberarsecte ellos medianfe represión. Pero existen otros complejos qf!!!.. iamás eslJmier.on. 38 . anteriormente en la__kQ!JSctencta_ y que por· ello jamás paclierb11 ser voluntariamente repnm1cios. Brotan de lo inconsciente e inundan la consciencia con sus extrañas e inconmovibles con­ viccion_es e impulsos_.» 39

¿Significa. ello que habría que hablar de dos clases distintas de complejos? ¿De unos'. c�mplejos que corresponderían a la psique sana y de otros que corresponderían a la psique enferma?'-\De_ com� lejos. �.>.._ y C. Evidentemente, resulta innega e que ung esta ece a 1s mc1on y ello tanto más si se tienen en cuenta otras afirmaciones suyas acerca de complejos que 2ertenec�n a lo inconsciente personal y de o_tr
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,.39 El subrayado es mfo. }UNG: Psychologie und Religion, Zurich, 3.' ed. 1947, pág. 25. "' JUNG: Über psychische Energetik, págs. 301 y ss. ◄' En ello coinciden por completo Jung y Freud. " JUNG: Über psychische Energetik, pág. 298.

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El propio Jung reconoce que, en este sentido, su «doctrina sobre los complejos» ha de parecerle al que no dispone de la necesaria preparación corno una «descripción correspondiente a una primitiva demonología y una psicología de los tabúes», lo cual no es de asom­ brar en vista del hecho de que los complejo��!'.! el fondoJ «resi­ duos de un estado primitivo de espíntu».Pero mientras que Freud considera que hacer consciente tal actltud menta!" primitiva (y por tanto in[antil) en el individuo, supone la posibilidad de superarla · completamente y, con ello, de liberar a la psique individual de sus complejos, - ng o ina que toda toma de _conscienci�, por amplia que sea, Ean. só o es capaz e estacar_�. reso ver arte de los com­ plejos (a uellos que precisamente _se an conste a o). Bien porque e i o a una in 1cacion me _ 1ca aya e ser ra o un sujeto de sus trastornos· psíquicos o psicógenos, bien porque a partir de motiva­ ciones pedagógico-sociales pretenda adaptarse mejor a su medio am­ biente o lograr una transformación profunda de su personalidad y para ello emprenda un psicoanálisis, tan sólo se podrá hacer cons­ ciente una determinada par,te de los complejos, individualmente determinada. El resto ersiste como « unto nodah como «elemento sue o nutricio, eternamente persistente, n.uclear» :corres on. ente . �e tod8 ¡;:,sigue huma¡rn -a lo inconsciente ca �ctivo--,-, y ung no ve motivo alguno «para que no haya de persistir hasta el final de la humanidad» 43, actuando ininterrumpidamente, como automanifesta­ cÍón�inconsciente, sobre el campo de la consciencia. Para Jung, «primi��>ui_g�i_fica «relativo al origen», no vinculando a ello ningún fi.iicic:i-de valor. Asi, «las .inconfundibles huellas (de los complejos) se pueden en­ contrar en todos los pueblos y todas las épocas» ( ... ). «Por ejemplo, la_ EpQf].e_ya_dg Gilgam É *, describe la 12sicología del complejo d� poder cOp. insupei¡a [;{e maestría y ellibro de Tobías, �0··1est2mento, contiene la narración de un com2lejo .....,. ·erótico, junto con la de su curación.» 44

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'-' Ibíd., pág. 142.. * La Epopeya de Gilg11mesh es de origen sumerio y los fragmentos que se conservan de sureaacci6n swñero-acadia se remontan a la época de la primera dinastía babilónica (2100-1800 antes de Cristo). Existe un texto incompleto procedente de la famosa biblioteca del rey Asurbanipal (669-626 a. de C) en Nínive, que se conserva en el Museo Británico. El contenido de esta epopeya tiene puntos de coincidencia con el mito griego de Herakles (Hércules). (Nota del T.),

._. Ibíd., pág. 136.

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Si deseamos exprésar mejor lo dicho, y a fin de utilizar una com­ paración algo osada, podemos decir también: �g�isa actúa desde luego de un modo continuado, pero es de naturaleza «cuán- \, -� s tica>:- Los <�cuantos>?.' pueden correspon�er_ � Iós compl!;jQ.§... -a modo de ��k:�---TI.�9.?s__ 9�.-�?.�--t�-ª-·JQ��}J?.te- y en los que, _en } ·,.) contr��n _con los _f�gare: «vacíos», se acumula la �arg_a en�E�±:�5.� C, cte7i psique 1nconsc1ente, co1ect1va, actuando a modo del centro \ ( ,'i). corr�ooa1ente a�po de fuerzas magnético 45• Si la carga de .i1 · que (actuando como un «núcleo;f;trae así «magnéticamente» todo, .C. _.. comenzando a crecer y proliferar como tina célula cancerosa, «devo//) rancio» a las células sanas y constituyendo a• modo de un estado \+J¡ dentro del es�ado, par� enfrentarse luego al _Yº como u extraño en C C) � forma de «ps1.9ue Pa.!..9�-� qu se ha convertido en , nos \ (_, � hallamos an e '.:_n _<:9..1!!_ple¡o. �1 un «punto nodal». se ha acrecentado, : a bas.:_����olo éfe mate§(m�. �.1�? ...? -�-t;:.���-C!:B.::.��!�1, podemos hablar t. \1<,J dela presencra_cte_uncomplejo procedente del ámbito de lo incons_.'i! ciente colectivo;. pero sí, además, s� superpone a él, recubriéndcle, (';� un material individualmente adquirido, es decir -si aparece bajo el ¡:,]?j aspecto de un conflicto personalmente determinado--, hablamos de (r:':', un. complejo de lo inconsciente personal.Así, pues, podemos af�r-rnar, ( ;:,d en -resumen, que el comple1·0 posee dos da.ses. de raíces· -- ... ·: se basa- en ( �tos infantil<'::'_�terripr���os o bien en ª�-�:::�EOJ��to�. �- _cqnfli:tos actuafes; dos clases -de naturaleza: puede aparecer como comple¡o \.(__,: «patológico» o co·mó _59mpl�-��ano»; dos modos de expresión: se�n los cas?s, puede valorarse como algo negativo o como algo posi_ (r)i_ tivo, es «b�lar». :i:tj" · Si te�emos, pues, en cuent_a desde cuán distintos aspectos �uede , , Jung-, resulta fac1l (r:} ser considerado todo comple¡o -segun de ( f - �- . ,y ... comprender por qué han podido surgir tanta confusión y tantos malentendidos en torno a este cardinal concepto de la psi�ología �¡,,. profunda entre aquellos que no se han esforzado por profundizar en \v� las ideas de Jung. (,,;;� ( .,

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•s Frieda Fordham afirma acerca del complejo que es una especie de «imán psicológico» (An Introduction to J_ung's Psychology, Londres, 1953, pág. 53).

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Los complejos correspondientes a la estructura fundamental de la psique

Las consecuencias de estas concepciones de Jung, si se las me dita a fondo, son de enorme transcendencia. Afirman, nada menos,_ que el complejo es a ue lla manife stación vital, peculiar de l,a � t que orma su estructura y que se trata por tanto, en si, e una parte constitutiva sana de l�a. _En aque llo q�e proced� �e 1� atolo ico», 1 inconsciente colectivo no se trata ¡amas de un material « personal Y e nt e inconsci lo de e e proc que lo rlo e s · e e u p O tan so que cíficas e sp e tonalidad y · transformación lla ue aq allí e que �ib so al. er p conflictiva a esf€! · una en inclusión su e d n �l proviene p ? afia r biog la e d ntes e d e proc contenidos los e d jo e compl n u d espojar a personal del individuo que se le super�ne n �l? cual sucede por e jemplo en el transcurso de una labor psicoanaht1c�), al hacer �ons­ . ciente e ste material conflictivo reprimido, gueda liberado el nucleo propiamente dicho del compl ejo, el «f>unt?_E.�� �o in�e colectivo que se hallaba envue lto por chchos conte ntdos. Mas co? �a _enfre ntádo el suje to, que hasta entonces se hallaba pri­ sionero de sus complicacione s personal es, con un problema que .!!º-a repre senta ya exclusivamente su conflicto personal; sino que ex 1 un con'flicto que han teni�1J..�10n os hombres -�esde tiempos !,IlIDem�es. Mediante _una explicación , �em�sia o concretizante del contentdo del compl e¡o no se lograra ¡amas un e fecto auténticament e liberador, debido precisame nte a que tal modo de explicación queda siempre reducido a aquel material_ de tonali1:d una 1nterp_retac101:_, p ersonalista que causó la enfermed�d. Tan ,:�� . complejo de su ¡ del o e nucl al spo¡ar e d de e pu símbolo del en el plano y bloqueador. rsonalista e p e opaj r u s e d e rarl e !Ib y -;-patológica · eñvóÍtur nte pe �sonal e e inconsci o ial er mat a fijado jo le � .� Si un comp . encia, su c consci la o ccion contradi le ub l inso na ? par�ce hallarse en u _ un con­ como mamfi sto e e d e pon e s dado», u 'deo una vez «desn por jemplo, e l e to, e : r suj deci es o; �:nido' de lo inconsciente colectiv cQ_n arqueel opia r p ma� u s no se ve ya confrontado. con "' y �­ \ único sonal, er j)roEierriap tipode��oou� srno , e r e d mad_ ta u s efusivo, correspondiente a la realidad concre d: 1 nto con _el problemajw�eral �rso�, del enfre�tam1e todo ser humano con . el priiiiordial fünclo materno existente en él mismo 46• Todos aquellos que han experime ntado en alguna ocasión -46 Véase más adelan te, en pág. 86 lo que se dice acerca del problema del incesto.



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tal vivencia psíquica conocen el efecto liberador que puede ejercer Y. cuánto más soportable es para el hijo comprender el problema ( padre-hijo, en lugar de en el plano de una culpabilidad individual -relativa, por ejemplo, a deseos de mue rte, agresiones, ansias de re- -.. ) vancha, etc., que abriga el hijo contra el padre- sufrir la desvindominant e en culación con respecto al padre, es decir: el principio ( la conscie�cia, que no resulta ya adecuado para el hijo 1 que afecta \ a todos los hombres y que se manifiesta en los mitos y cuentos como muerte del rey viejo y ascensión de su hiJQ-al�--_,.,....-� ---Oe esta forma, si un complejQ qu�da r�;cido a � «punto no: , dal» mayor o menor en lo inconsciente colectj:yg ( sin hallarse incre""iñeñtado y recubierto porctemasiid;-�;i �rsonal), no resulta ya nocivo; se tránsforma en fructífero, pues se trata ,de la célula a partir de la cual fluye vida psíguic�; no obstante, �i se recarga en exceso y se autonomiza, si irrumpe en el ámbito de! la consciencia, puede aparecer en todas las variantes de sus formas constitutivas de neurosis y psicosis. Y si la consciencia no logra «lígúidar» estos con­ tenidos, el resultado viene a ser idéntico, tanto con respecto a los pueblos, como al suje to individual: desorganización y ruina psíquicas. El estado de la consciencia �la mayor o menor firmeza de la es�ctura dekpé-;;�;Ji'd;[del yo consciente- resulta lo exclu­ siva�gyg con respecto al «papel» que corresponda al�pleJo. Lo importante es hasta qué punto es capaz la consciencia de �on::ierenderlo, el�!?or��lo ���ª.E.!.?, a fin de d espojarle de su dañino e fecto.�i no se logra, la consaencia resulta víctima del complejo y -···� es anegada por él en grado mayor o menor.

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Neurosis y psicosis La diferenciación psicológica entre neurosis y psicosis, conside- · rada hasta ahora tan importante y tan estrictamente e stabl ecida, no habría por tanto de realizarse ya con arreglq al contenido y al valor energético de los correspondientes complejos, sino, y sin excepción, 1 ci e . :�an�e e�O:J�rs ;.=�n���� fuv�s�r: ·ke�:�o���: ��rª nidos correspondientes a complejos-- es tanto más comprensibl e cuánto más espasmódica y unilateralmente se quiere aferrar el sujeto a su habitual situación de la consciencia, ya que , como es sabido, el peligro de pérdida del equilibrio psíquico se halla en relación con la.

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·l­ .dgidez y unilateralidad de la consciencia. Lo mismo cabe decir con respecto a una consciencia que debido a sus de ficientes firmeza y consistencia ha de temer constantemente ser inundada por contenidos inconscientes. La· neurosis está situada más acá, la psicosis más allá de la línea fronteriza constituida por la capa�idád de resistencia de la consciencia ¡ del Yo, a fin de resistir la invasión de los contenidos inc.onscientes. 1 Con frecuencia pende de un hilo que sea invadida transitoriamente o bien. de un modo definitivo; como en principio resulta posible • . en t�do � u�l de la __cgpsc��a; en el abai�s�ment du mveau mental (Janef), en f�ctos fallidos, sueños, v1S1ones, fantasías, éxtasis, aluoñaciones, o también en forma de un material surgido a la superficie durante el psicoanálisis 47• En este sentido son menos de temer los complejos de lo inconsciente personal; frente a ellos puede aún mantenerse de algún modo a flote la consciencia. Pues la explosiva dinámica de su «núcleo» se halla lo suficientemente revestida por un estrato de experiencias personales, determinadas por el medio ambiente, que sirve a modo de protección en el encuentro con la consciencia. Tan sólo cuando es retirado dicho «estrato» o cuando es· ya de �ntemano muy .tenue ( como sucede en muchos sujetos amenazados por .una psicosis), puede I"
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en cuanto a su cualidad de «germen creador», ya que se trata de aquella fuente renovadora y fomentadora de vida que ha de llevar a la consciencia los contenidos de lo inconsciente y poner en liza su energía configuradora.

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Las perspectivas que la concepción de Jung, que hemos intentado expon�r aquí, a�re al concepto de complejo son sumamente amplias Y en cierto sentido revolucionarias. Constituyen el resultado de una "._-:.-.,. e�olu�ón orgánica urgida a partir del �esenvolvimiento y la profun­ ( � : . ·.·� _ �ª<:-ºn de la .doctrma de Jung, y que no ha sido jamás expuesta por (1 i
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«Los conte;1idos c!.e::.Jo 41_3?.�sciente person� consisten, sobre (_;J todo, en los as1 llamados comp�oaonalmente acentuados, 'l.[ · ·) q�e consti�yen la_ !P._�imra;-�-��.9.��J�-��?�: L0s 7o�t:-;_ � de lo mconsaeme cokc;:.9:�o, én cambio,. son los llam�dos ( ,,4 arquetipos.» ( J --.,.-.,,a•-'-"

Con ello ha señalado un camino completamente nuevo, que no puede ya dejar de ser tenido en cuenta y cuyo final no es aún preel notable Y ponderado trabajo que con el título de «Investigaciones y cambios de conceptos en la d?Ctrina de la esquizofrenia 1941-1950• publicó MANFruID BLEULE� en Fortschntte der Neurologie, Psychiatrie und ihrer Grenxgebiete, 1951, ano 19, fa5:. 9-10, págs. 385-452). Resumiendo, afirma lo siguii:me: -«Pa­ _ r�e s�r que los anos vemderos estarán predominantemente dedicados ·a la inves­ _ ogaaon d� a9uellas antiguas concepciones de la esquizofrenia que vef�1-: en ésta, tata! o pnnapalmente, un trastorno personal de la adaptación a dificultades de la vida.» "' Contenido actualmente en el tomo IX de las «Psychologische Abhand!ungen» (Van den ífurz.eln des Bewusstseins), Zurich, 1954, I, pág. 4.

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visible 50• ��nc����-,�v���leiC!.. aparece aquí �__parent�.Q2���A,<:;_jfJ._q,f!!!.P!:,, en mnma relaa6n mutua: y complementaria con él. Plantea por sí mismo, por así decir, la necesidad de esclarecer tam­ bién este último concepto.

II.

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Acerca de la esencia del arquetipo

........

Si resulta tarea sumamente difícil describir la múltiple y poli­ estratificada significación que es adjudicada al complejo en la psico­ logía junguiana, si no se la quiere despojar de su sentido vivo, dicha tarea resulta auténticamente problemática y osada en cuanto se pretende delimitar el. concepto de arquetipo. Es imposible establecer una definición exacta del término arque­ tipo; más que de definir, se trata aquí de circunscribir, sin pretender una descripci6n. Pues el arquetipo supone un profundo enigma, que excede de nuestra capacidad de entendimiento racional; «aquello gue expresa siempre un co11�nido arquetí i<;Q s en prim� término, .�.<:!t:i. _ora» ; contiene siempre a go más, que permanece desconocido ,..e informulable. Por ello toda interpretación tiene su límite en un «como si>-'. La cuestión relativa a la procedencia del arquetipo, acerca de si es o no algo adquirido, es factible de contestarse directamente.

"' En d año 1912, en su trabajo titulado «Transformaciones y símbolos de I� libido», Jung �� definitivamente: de la .':Sl�E99.'Ulµrall!�ti;:__�ncrc­ ���lk<:Ji;: los co!:11..lili:Jos como factores d� lo mconsaente personal, rcconociéncloles e invcstigañctófcs con arrc:glo a su contenido arquetí.12ico. La mencioñáclaóEi'ra· lía­ sido revisada por Jung, ajustándol.aiu'estaao"acruiil de sus concepciones siendo publicada en 1952 nuevamente con d título de Symbole der Wandlung'°(Símbo­ los de transformación).

«Con arreglo a su definición, los ar ueti os son factores motivos ue ordenan.. eJemeg_�9s. ps�quic_os .en . orma .de. eter:-'" mina as imá_g�nes c ica es e arquetípicas), y e o de un mocloqGepuedeser reconocido tan sólo a partir de su efecm,� Existen preconscientemente y es probable que constituyan las dominante_s.._��tructurales de la Esique en general ( ...). Como éonCfiC1ones a prwi-T, 1os"'arquetipos repres� el correlato "' psíquico del p_a)iefifof' lfttatño7;t�Titmlliar al biólogo, que confiere a todos 1os seres vivos su íñcfole espedfi�f como durante el curso de la eyg,!g_gp.u..pueden modificarse las mani­ festaciones de este plan biológico fundamental, también se modifican. los arquetipo s. Mas considerado desde un punto de vtsta~empírico, el arquetipo no se ha originado jamás dentro

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1 JuNG: «Zur Psychologie des Kind-Archetypus,. (Psicología del arquetipo «niño,.) (en JuNG-K.ERÉNYr: Einführung in das Wesen der Mythologie) (Introduc­ ción a la esencia de la mitología), Amstcrclam, 1941, pág. 112.

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las «dominantes de lo inconsciente colectivo» 5, destacando y subra­ yando con esta denominación la fuñdamental importancia que con respecto a la psique poseen aquellos «puntos nodales» dotados de especial carga energética y cuyo conjunto constituye lo inconsciente colectivo, subrayando su carácter funcional. Hasta 1927 aproximadamente utilizó simultáneamente el término de «iryggen arcaica»_ nTrlzifd). 12_«imagen primi�enia». Jung e?tendía entonces por «imágenes arcaicas» cuantos mitologemas, motivos de leyendas y cuentos, etc., podían captarse mediante una imagen o un «modelo» sensible: los modos de comportamiento humano generales y que encontrarnos como «motivos» o temas típicos en cuanto a su esencia --de aparición universal y constantemente reiterados-, que han sido plasmados a través de la historia de la humanidad en innu­ merables formas, desde las más antiguas rep;:-esentaciones de los primitivos, pasando por las ideas religiosas de todos· 1os pueblos y todas las culturas, hasta los sueños, visiones y fantasías de individuos de nuestro tiempo. Si bien la teoría acerca de _una propagación de tales temas mediante migración está hasta cierto punto justificada, } existen numerosos casos cuya única explicación posible es una reapa� rición «autóctona» en épocas y lugares no conexionados en modo alguno entre sí. ___--" El término actual de arguetip.Q¿_ introducido en _1927 y utilizado aho'ra• -de · modo general, lo · tomó Jung · del .f.EJ:.pus Hermeticum. (II, 140. 22 ed. Scott), así como del escrito de Dionisia Areopagita De divinis nominibus (cap. 2, parágrafo 6), que dice lo siguiente: «... atque sanctus Pater id solvens, magis ea quae dicuntur confir­ mare quoniam sigilluw ídem est, sed diversitas confirmantium, unius ac eiusdem primitivae formae, dissimiles reddit effigies». _Aparte de ello, fue también el concepto de «ideae principales» de san Agus�ín el que le movió a elegir el término, ya que contenían con expresiva precisión el sentido y el contenido del mismo, tal como lo entendía Jung, pudiéndose traducir «ideas principales», de las que se dice «quae ipsae formatae non sunt; quae in divina zntelligentia continentur .. . », mediante el concepto de arquetipo. Los contenidos arquetípicos están dados en la estructura psíquica del '°fudi�duot;nto - ��- forma de. posu;Mactes lai:ént- es corn�_YC-. to!�biológicos e histórico�: ·con ---;¡;reglo a las cira.iñstancias de la ·;ida e�t�rior' e interior del individuo se actualiza siempre el corres-

2 del alcance de la vida orgánica. Aparece con la vida mismª.» «Es cuestión corresporidiente a la1ñetafísícaypÜr tanto no"°se le puede dar respuesta al margen de la estructura psíquica y sus elementos. Los arquetipos han tenido, en general, un principio», dice Jung 3 •

El origen del arquetipo permanece oscuro, su esencia es inson­ dable; :k aloja en aquel misterioso reino· de sombras que es lo inconsciente colectivo, al cual jamás tendreme&.-un acceso directo y acerca de cuyo ser y cuyo obrar tan sólo sabemos por vía indirecta, mediata, a través de nuestro encuentro con los arquetipoli; mejor dicho: con sus manifestaciones en la psique. «Tampoco se pt1�de_ expfü:ar u_n 2.rquetipo mediante otro; no se puede explicar en absoluto de dónde procede el arquetipo, ya que _no existe ningún punto arquimédico fuera de estas con­ diciones apriorísticas», afirma Jung 4. De todos modos, la tentativa de captarlo y describirlQ fenomeno- · Ióg_i_c:_�_mente'" con la intención de lograr una visión acerca de la psiq;-¡; ct�l ho-iiibre arqüc;g_ que continúa viviendo aún en nosotros, hombres actuales, se encuenu-"aeñ_ sus_ il:!.if.ioi¡. Suyo,germinal ""aihi, como en los tiempos_p_drriitivo·s:···s'e-liali� fusionado con el cosmos Y· la natu­ raleza, sin delimitación clara. Evolución históricq del concepto de arquetipo en Jung

El modo no dogmático que ha utilizado Jung en sus trabajos para describir los fenómenos pskológicos y, sobre todo, para de­ jarles actuar sobre él mismo, mostrándose siempre dispuesto a dejarse transportar, como por un rfo, a nuevas orillas, a rectificarse a sí mismo y progresar en su conocimiento, ha dado lugar a que su concepto de arquetipo haya. experimentado determinadas trans­ formaciones, así corno una profundización y ampliación, si bien la concepción básica ha permanecido idéntica. Primeramente habló de l }UNG: Symbolik des Geistes, Zurich, 1948, pág. 374. (Ed. en es.: Simbología del espíritu, F.CE., México, 1962.)

3 }UNG: «Die Psychologischen Aspekte des Mutter Archetypus» (Aspectos psicológicos del arquetipo «madre»), en Von der Wurz.eln- des Bewusstseins, III, pág. 123. � Ibíd., II, pág. 81.

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pondiente arquetipo y, al recibir forma, aparece ante la «cámara foto­ gráfica» de la consciencia; tal como lo expresa Jung: es «presentado» a la consciencia. El concep!o de �9���. que al comienzo designaba en primer lia_c:lg_ térmmo «motlvos modelos» expresables en imágenes, fue ar:1 2or J� en el transcurso del tiempo . a t�do género de n:!.oel.9.�., �raciop_�sk..curso� etc., y por tanto no sólo a repr�sentaciones --éstáticas, sino a procesgs-__ c!Jnámicos. Fu.eran ·incluidas; finalmente,. todas las manifestaciones de la vida psíquica -siempre que sean de naturaleza típica y humana-general- correspondientes a lo_� P.���s -biolqgico, psicobiológico y d!:.J� idead.9.9. � .... ·---- · A fin de... fogiar un mayor esclarecimento, Jung diferenció con precisión los conceptos de arg�et�po,2magen _arcaica Y," dominante, utilizados indiscriminadamente al principio como sinónimos, y seña­ lando en su ensayo puqlicado en 1946 El espíritu de la psicología (Der Geist der Psychologie) 6 la necesidad de diferenciación entre el «arquetipo en sí», no perceptible y sólo potencialmente existente, del «arquetipo perceptible», actualizado, «representado». Es decir: � diferenciarse net�_ipente entre arquetipo y representacig�-�quetíQi_ca o «imagen_' __a_;q1:1.eifpica.;� Mientras qúiT" �i �iq�e_ti�_como �uñw··­ .ooJ;J¡rivisi51e»; permanece en reposo en-·1O ..i.iiéoi!s!='L�nte_colecti_v_2,_ la _ no, co_rrespon�e � �lí__s;fer¡i E:i!9��c3, s}�_2)�la· psiquica, del 1ndiv1duo. · -·--

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expresado mediante . material psíquico consciente, convertido en imagen.

Arquetipo, instinto y estructura cerebral t -

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Correspondiéndo a los numerosos aspectos a partir de los cuales se puede abordar la determinación del concepto de arquetipo, desta­ caremos de entre la abigarrada e inagotable abundancia de manifes­ taciones de Jung algunas que contribuyen a aclarar las propiedades esenciales del arquetipo.

«Lo inconsdente colectivo -dice Jung- como conjunto de toaoslos a_rqueu�s-:-�es-el sedimento de toda la experiencia poref homh·e, hasta los más oscuros comienzos de éste, no tratándose de un sedimento muerto -no, por tanto, de un abandonado campo de ruinas--, sino de sistemas vivientes de reacd6n dis osici6n ue determinan r vías invisibles -y . . • as - no es porello--tanto ·;;;¡�. � ectivas- --ª-_yi ª· ..!P meramente un gigantesco pre¡u1C10 htstórtco, si.no también la fuente de los instintos, al no ser los arg_�s otra cosa que las formas de manifestación de lostñstintos.» 3 « . ig�al que emos de i:ontár coñ .. concepto de un ins­ tinto regulador o determinante de nuestro actuar consciente, hemos de contar también con un concepto correlativo al de instinto por mor de la uniformidad y regularidad de la consi­ deración, con una magnitud determinante de la índole de la captación. Es a esta magnitud a la que designo, precisamente, como -�::e:!_pa __?._!!!!t!.�.en _f!!Í::!_�:effql .º· a��ca. Se �!ª de- \ signar ¡usttficaoamente a7a 1magen pr1mordiáT como . v:s �on del instinto acerca de sí mismo o como autorretrato del mstmto.» 9 «pe ni)?guna manera deben propagarse de_ �� modo gener�_ los arquetipos debidos meramente a la tradictQU��a¡e ila m1grac10n, smo que éstos resll:_�n__es_po_ ntán�mente en_ . · ' cua!guier momento y por cfoqu_��'- 1..,. Ilo de un_méx:fqque nC>_ ¡ ¡ 1 1 $\¡ 1 sehalla influído por mnguna trap�m.isi9n desde_ el ��enor. Esta a1irmacíonsígllifica, nacla menos, que en toda psique se hallan presentes disposiciones --'formas inconscientes desde luego--:-, mas no por ello menos activas; es decir: vivientes, que prefi­ guran e influyen su pensamiento, sus sentimientos y sus actos.» 10

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«El "arquetipo en sí" es un factor psicoide, que por así decir pertenece a la parte invisible, ultravioleta, del espectro psíquico.» ( ... ) «Hay que tener siempre en cuenta que aquello a lo que aludimos con el término de a_r�ÍP.C? no es en sí perceptible, pero 9.erce_�fectos_qu.�os1Ei1htan representaciones • · ·-- --· 7 · arqiretíI?icas__p_e·rce_egb.fes�>> -....

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Tan sólo cuando el arquetipo expresado mediante material psí­ quico individual, ha tomado forma, �e convierte en psíquico y entra en el campo de la consciencia. Así, pues, cuando nos tropecemos en cualquier escrito de Jung con el concepto de arquetipo será conve­ niente detenerse a pensar si de lo que habla es del arquetipo per se, aún latente, no perceptible, o bien de un arquetipo ya actualizado,

' }UNG: Van den Wurzeln des Bewusstseins, VII, pág. 497 (dicho trabajo lleva en la actualidad el título de Thearetische Überlegungen zum Wesen des Psychischen (Reflexiones teóricas sobre la esencia de lo psíquico). 1 Ibíd., pág. 577.

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1 }UNG: Seelenprableme, pág. 173. ' }UNG: Ober psychische Energetik, pág. 273. 10 }UNG: Van den Wun;eln des Bewusstseins, III, pág. 95.

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Estas definiciones de Jung plantean la cuestión de hasta qué punto se halla unido, dentro de su concepción, el arquetipo con la estruc­ tura cerebral. Ya que acerca de este sutil e importante problema existen innumerables faltas de claridad, expondremos aquí como respuesta otras citas tomadas de su obra:

«Entiendo por arquetipo (:: .) U!Ja propiedad o condición estructural, que es propia'ae la psique, vinculada de al�n mo�9 al cerebro.» 11 «Losarquetipos no son invenciones arbitrarias, sino ele­ mentos autónomos de la psique inconsciente, existentes ya antes de toda invención. Representan la estructura inalterable de un ��quico qué, mediante sus efeCtos determlñañtes so5rela consoenciii.7muestra que es "real".» 12 -,-«En cierto modo, los arquetipos son los fundamentos, ocultos en la profundidad, de la psique consciente ( ...) son sistemas -¡f de disposiciones que ímpJ_ican simultáne_Cfc'!!,i:.1Jt.e._image.n..;J...emo­ ¡ ción. Se heredan con la estrucfut'acerebral y son el aspecto 1 psíquico de ésta.» 13 «El arquetipo no sólo t·s, en s!.L imr¿g,EJ....n, s!!1Q.J9.mbM.JL.dmi­ micá mañífestánaose esta�ultima mediante la numinosidad, la 1u--;;;a fascinante de la imagen arquetípica. La realización y asimilación de la pulsión tiene lugar ( ...) no mediante inmer­ sión enla esfera pulsional, sino tan sólo mediante la asimilación de la imagen que al mismo tiempo significa también y evoca · a la pulsión, pero de'. una forma· muy distinta a como la hallamos en el plano biológico. L�p.ulsi6n_1i.�n�99.:5-g_�.P.��Q�.:'";, por una garte; ?Y.i:lle,1JQ_adl;!__,r;_ ¡:w:1Q.. .Q.Ü:t�W,!.Sti�..fi,§iol?,gis..};. Y por otra sus múltiples formas aparecen en la consc1enc1a como es ganQ.Q.,!_�ecfos numine __ _i.!E.4�-�AÍ.���'?.��- imá�� �, ? pk contrapos1c1on co� la estricta mas la en fiallan se ¡ nasos que pulstón fisiológica, o que parecen estarlo ( ...). El arquetipo,. como imagen de la pulsión, es, desde el punto de vista psicológico, una meta espirituá'l hacia la que · tiende la naturaleza·· del ser humano.»· 14 «Hemos de aceptar por ello, forzosamente, que la estructura cerebral dada no debe tan sólo su índole a la acción de las condiciones ambientales, sino igualmente a la peculiar y autó­ noma idiosincrasia de la materia viva: a una ley dada con la

( 43 e vida. Por tanto,· la índole propia del organismo es, por una ( parte, producto de las condiciones exteriores y, por otra, de determinaciones inherentes a la vida. De acuerdo con ello, la ( . ¡ imagen primordial ( el arquetipo) es indudablemente referible, ( · en un sentido a ciertos procesos naturales manifiestos y que . · constantemente se renuevan y son por ello si�mpre eficaces; ( y en otro, y de ún modo asimismo indudáble; a ciertas deter- ( ·,minaciones íntimas de la vida espiritual y de la vida en ,. ( general.» 15 ARQUETIPO

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Las siguiente� afir:-°aciones �e Ju1:g muestran <=:-1 ánto r:1ás amplia ( . , acerca de este _ e .mcluso revoluc10nana es su mas recente concepc1on ( problema:

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«Hemos de preguntarnos si es qué, en nosotros, un sustrato __: nervioso distinto del cerebro puede pensar y percibir, o si es ( que los procesos psíquicos que tiene lugar durante la pér- ( dida de consciencia son realmente fenómenos de sincronicidad, � acontecimientos que no guardan relación alguna causal con ( procesos orgánicos ( ... ). Es obligada así la conclusión de que ( · 1 un sustrato nervioso, tan diferente en cuanto a su función y su origen del sistema cerebromedular como es d simpático, puede ( producir evidentemente . pensamientos y percepciones al_ i�11al _ ( · qµe el primero (; ..). El simpático- no se_ halla paralizado durante l,-­ ¡ un desmayo y podría definirse como portador de funciones \. � psíquicas. De ser así, habría que plantear quizás la cuestión ( t relativa a si la inconsciencia normal durante el sueño, el cual \ -� cont�ene ensueños ·capaces de pasar � la consciencia, no Podría (1 ·,. , los ( h _considerarse desde i::ste punto de vista: ¿no procedenan sueños más bien del sim ático no afectado or el--sueño;::.y_r¡.9_:J·// e a act1v1 a .. cortica durmiente, y serían así de naturaleza \ '; 16 l ttanscerebral? » ( ·

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El aspecto biológico del arquetipo

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Ya que el arquetipo presenta un aspecto dirigido hacia «arriba», ( ,. hacia la esfera de las imágenes y las ideas, y otro dirigido hacia ( ,

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· (' JUNG: Psychologische Typen, VII edición, Zurich, 1950, pág. 571. JUNG: «Synchronizitiit als ein prinzip akausaler Zusammenhange» (La sin- ( cronicidad como principio de conexiones acausales), en «Naturerklarung und Psyche» (Explicación de la natural= y psique) (Stuclien aus dem C. G. Jung ( Institut, Zurich, tomo IV, 1952), pág. 95. 15

11

JUNG: Psychologie und Religion, pág. 186. n JUNG: Symbolik des Geistes, pág. 62. u JUNG: Seelenprobleme, pág. 179. 1 • JUNG:_ Von den Wurzeln des Bewusstseins, VII, pág. 574.

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t i,,joit, hacia los procesos naturales biológicos y los instintos, desde también de 11110to de vista I'.": psicología animal se pueden establecer admitir impide adas relaciones con respecto al mismo. Nada ln 01 tllf � ¡1 '. 1,c ciertos arquetipos aparecen ya en los animales y que se funda1 además en la propia índole del sistema viviente en gene­ 111,:mtun rnl 11, 15• A. PortmaDE., al que debemos una serie de interesantes tri1b11jos con respecto a este tema, habla del problema relat;.ivo «a las prefiguradas, en el vivenciar del hombre y 1r11Jgenes primordiales, 19 animales» ; y afirma lo siguiente: «... la investigación bioló­ los de glc:a del sistema nervioso central en los animales muestra la pre­ sencia en éste de estructuras que se hallan a su vez estructurada-

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11 }UNG: über die Prychologie des Unbewussten, pág. 126. 11 K. C. Schneider habla en su trabajo acerca de «Psicología animal» (en Einführung in die neuere Psychologie, Viena, 1931) de una relación entre objeto y sujeto, en la qu<; la conexión se halla caracterizada por una forma de obrar que «preexiste potencialmente al igu al que la forma corporal de un organismo preexiste potencialmente a su desarrollo». " En su notable trabajo, sumamente sugerente, Das problem der Urbildcr_ in biologi:cher. Sicht (EI problema de las imágenes p�1mordí�es desde el punto ._ _.:¡y I · c:l'Evistabto16giro)l:Eranos Jahrbuch 1950, tomo especial, Zunch, págs. 413 y ss.) propone, a partir de su experiencia como biólogo, una divisi6n de las estructuras rl!C:S .1 ª:qi:etípicas o bien d: los mo?os de acción arquetípicos, en los_ tres niveles siguientes, que se dar1an lo mismo en el hombre que en los arumales: 11!.. t. ) a) «Estructura que, dadas hereditariamente, deben su origen a dispositivos ��Lgestálticos muy abiertos y que poseen desde un principio un carácter de Gestalt /!{...� 1 firme�ente ordenada , que corresponde a los "desencadenantes" percibidos por "'"Y ) el arumal.» (Íii"' . b) «Estructuras (. .. ) en las que participan las disposiciones hereditaria5 ,..._,.-) tan sólo de un modo muy abi.erto y general, y que en cambio están especialmente deterpiinadas, en cuanto � su configuración, JJ?r una "_impronta" i'.1 divií""! ) dual, del genero de la que ha sido comprobada en epoca reaente en la mves�• . tigadón del c_omportamiento animal (...),_ y cuya Ín?ole especial "está precisat ª1' ), mente .determinada no por lo heredado, sino por la. impronta.» �.; · e). Efectos arquetípicos de carácter más derivado que en los dos . grupos precedentes, es decir: «efectos psíquic.QLde_ coi:_nplejos secundarios, que proceden D,"' del caudal de tradiciones ordenado, confi gurado, pertenecientes a .un gfUt'O 1 1 ) · humano. Su génesis (...) conduce mediante ejercitación, hábito y el poder reforI\¡".· ·· ( ·".: ¡ zad?r de la valora'!ón soc!al a forrr:aciones1 complejas, que son e�a,boradas s�ndar1amente en lo mconsc1ente y e¡ercen constantemente su acc10n a partir de � éste». Aquí «apenas tiene justificación destacar con especial intensidad el papel /' ·�: de lo heredado, si'.1º• por el contrario, aquell� que está_ determinado P'?r la �f 1 . :" ) cultura». Y añade, interrogando: «No sabemos s1 el arquetipo es un preop1tad<;i_ li,( de innumerables experiencias o si-es, en iiltimo térm1no, la prem1s�, ya previa:. j j ¡ \ :;, l\ \ lirenl.$ dada de la e�rienc1a humarn!::::::�rrgrncral;-ésr:res;-preasamenre,la ---=----....:.____ -·- -· · �t16n.» (págs. {2f:y ss.) , Esta clasificación iría bien de acuerdo con la concepci6n de Jung. De todos \ 8. ) � modos, no en forma de tres estructuras arquetípicas primordíalmen�e dadas, coexistentes y equivalentes, sino como «estratificadas», esto es: formadas durante ) \: la evolución hist6rica y no constituyendo el segundo y el tercer grupo, sino �-, «revestimientos» del primero (véase también la pág. 58 del presente libro). �{ u:) �l '-··'i; ..-

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mente ordenadas y que son capaces de estimular actos típicos para la correspondiente · especie» 20• Y añade: «Muchos han olvidado vivenciar» conscientemente lo asombroso de toda organización viva; por ello se extraña de que el modo de vivenciar su interioridad por parte de un animal esté también prefigurado, ordenadp y manifestado por estructuras firmes» 21• La construcción de gg_njg_Q es un proceso 8!9Uetípico, al igual que lo son la d.a.r:\�.a _.ritual. de )as.�abeja.s, la defensa del calamar cuando se �usta o el
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"' A. PoRTMMÍIN; Das problem der Urbilder in biologischer Sicht (El pro­ blema de las imágenes primordiales desde el punto de vista biológico), pág. 424. 21 lbíd., pág. 422. 22 A. PORTMANN: Riten der Tiere (Ritos de los animales) (Eranos Jahrbuch . 1950, Zurich), pág. 386. 21 H. HfilJIGER: «Bemerkungen zur Raum-Zeit-System der Tiere» (Observa­ ciones acerca del sistema espacio-tiempo de los animales) (Schweizerische Zeitschrift für Psychologie und ihre Anwendungen, 194ó, tomo V, cuaderno 4).

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de una imagen desiderativa humana». Esto es válido desde el pez, hasta el vertebrado más elevadamente organizado. A este principio obedecen el fenómeno representado por la migración de los vertebra­ dos (peces y aves), los itinerarios, grabados durante milenios, de determinados animales salvajes, etc. La migración alternativa de los animales y la ritroización. y ritualización de la vida cotidiana en el hombre son correlativas. La fijación a modos de comportamiento y t/., 1 de experiencia sup_one un�s�a_<:Ci-�r�ªÍi� de�·ália_ d� . ggt!.®E- El ammal tan solo renunciara l ser e_agado--c9p_rm.edo.._e��� a tal seguridad obligado por violencia exterior; debido a la relativa libertad de su consciencia, el ·hombre cuen.ta .con la posibilidad de salirse libremente de los lugares que le ofrecen seguridad y con ello se expone al doble peligro de incurrir en la hybris o en el aisla­ miento. Pues al desprenderse de su orden primordial arquetípico, se separa de sus raíces, determinadas por la especie, históricas. Hediger y Portmann, así como otros autores tales corno K. Lorenz y F. Alverdes 24 han señalado que la doct�iJt�EF�"ª·º-��gs_J.()_;uu:qu�.-. !JE� puede constituir un adecuado füñélarnento en la consideración conjunta de la psicología humana yctelapsicología animal. Lorenz .(, habla de ·«esq�ñgé-;;ft;s» 25 ( de determina�in;;-aei · · . ..i. \ ·�·.: �<modo de r�ccionar congénito a situaciones estímulo características») que se distinguen por su independencia con respecto a la experiencia 26 1 y «en los que en el comportamiento animal se observa también una identidad formal con determinadas referencias de la vida humana prefigu radas en esquemas congénitos» n_ Subraya que al decir esto no se refiere a ninguna «imagen congénita», sino· tan sólo a la «po­ sibilidad prefigurada para su formación»; y afirma que es «la expe­ riencia la que relleria la forma. con material» y que determinados

modos de reaccton del hombre no se pueden explicar a base de la adaptación filogenética y de la finalidad de conservación de la especie, sino que se trata de manifestaciones directas de normas propias· de todos los seres vivos, en tanto que tales (... ) y que parecen estar dadas a priori» 28• Aun cuando Lorenz no reconoce plenamente la doctrina de Jung acerca de los arquetipos y afirma que se trata de· una «.... generalización .de leyes.especiales», no resulta difícil advertir ciertos paralelismos. También los modos de comportamiento desig­ nados por F. Alverdes como «arquetipo de la patría», «arquetipo de � ca�, «arquetipo del �mkdi9:>.;;· . ;;rquctipo de la _p_ater­ nictacl», etc., son formas vivenciales típicas tanto en la esfera animaf �� en la humana. Representan determinadas configu raciones del ser, de la acción y de la reacción, que se hallan estructuralmente troqueladas en cuanto a su «patrón primordial», mas no en cuanto a sus manifestaciones aisladas.

" F ALVERDES: «Die Wirksamkeit van Archetypen in den Instinkthandlun1$en de� Tiere» (Efectividad de los arquetipos en los actos instintivos animales) (Zoologischer Am:eiger, 1939, tomo 119)� :u Concepto establecido por él en 1935, basándose en los importantes tra­ bajos de J. Uexküll el cual señaló además, ya en 1909, en su obra Umwelt und Innenweft der 1 rer� el hecho de que todo individuo es portador de un «mundo propio» (Merkwelt = mundo con focos de atención preferentes; ? bien, en términos de la psicología de la Gestalt: i::iundo con estructura figura-f�:mdo Preferenciales. [N. del T.]), interpretando dicho «Merkwelt» como un «con¡unto de configuraciones nerviosas» situadas en el cerebro. l• K. LORENZ: «Die an geborenen' Formen moglicher Erfahrung» (Formas congénitas de experiencia posible) Zeitschri/t für Tierpsychologie, Berlín, 1943, tomo V}, pág. 283. · rr Ibíd., pág. 291.

Aquí se hallan aún más próximos planos biológicos, psicológicos e incluso, en cierto sentido, «metafísicos». La designación de Hediger de las categorías típicas de comportamiento de los animales con el término de «arquetopo» 30 como correlato psicológico a «biotopo» (unidad topográfica primaria) 31 no es, por tanto, muy errada.

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«En el concepto de arquetipo no se trata de una represen­ tación heredada, sino de vías prefiguradas hereditarias: de una modalidad hereditaria de la función psíquica; de aquel modó congé.ajJ:o según el cual sale el pollito del huevo, construyen las aves sus nidos, pincha una defel"fümacl.a especie de avispa· el . ganglio motor de la oruga y encuentran las an guilas su camino hacia las Bertjmdas;. es decir, de !-In pattern of behavior:.�Este aspecto del arquetipo es el biológico ... Pero el cuadro se mo­ difica por completo cua.ndo es considerado desde dentro; en el ámbito de la psique subjetiva. El ar uetipo se muestra a uí nuroinoso, coi:no una vivencia e ament im ortancia. �nao-aparece revesti o-por os cóirespondientes símbolos,_ lo cual no es siempre el caso, transporta al �i¿j__eto a un e,s,��do_ · de posesión, cuyas consecuencias puecteri ser iñcaICí:ifables.� �=- �

ll Ibíd., pá . g wussten, Zurich,

334. Véase también JUNG: über die Psychologie des Unbe­ 1943, pág. 126. 29 }UNG: Prólogo a E. Hardings: Frauen-Mysterien, Zurich, 1949, pág. VIII, ____.:; Hedi ger ha sustituido en la actualidad este término por el más amplio de 31«psicotopo». Término introducido por R. Hesse en su obra Tiergeographie au 5kolo­ gischer Grundlage (Geografía animal sobre una base ecológica), Jena, 1924. :io

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Otro terreno en el que se han realizado diversas contribuciones al problema de �s _estructuras psíquica� pref�rn:iadas,_ sobre t�o en los veinte años ú1t1mos, es el de la .,gs1colog1a mfantil. Menoo�­ Spitz _y mos como ejemplos las investigaciones realizadas por 12 así como las llevadas a cabo por E. Kaila'� , W . f ol K _.- cfemost(ndo que la modalidad de relación social--repfesentada por la sonrisa en el niño de tres a seis meses de edad, se puede considerar como respuesta al efecto de Gestalt del rostro �umano viviente, que actúa como «desencadenante» de reacciones arquetípicas congénitas. 34 Los trabajos de Rh. Kellog sobre el esquema estructural arque­ tfi,Jico. del desarrollo del Yo en . el _niño de �os a cuatro_ años, tal comó se refleja en los garabatos dibuJados por este, proporoonan tam­ bién interesantes datos. Jung afirma:

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«Es un ran error creer ue la si ue del runo recen nacf o es una tabula rasa,_ µna página en-blanco, en el sentiq� ae que no existe absofü"riimente nada en eifa. Ya que el niño llega al mundo con un cerebro diferenciado, predeterminado por la herencia biológica y por ello también individualizado, y se enfrenta a los estímulos sensoriales procedentes del exte­ rior, no con unas d!§p__o.s_iciones__ cualesq_ui?'ra,__�ino con unas / ¡ 1 disposíéiones específi�t1_ s .( .. . ). Estas disposiciones son instintos ypreforrnaciones -demostrablemente hereditarias. Tales prefor­ maciones son las condiciones de la apercepción, fundamentadas sobre instintos, apriorísticos y formales.» 35 «Así pues, todos aquellos factores que eran esenciales para nuestros antepasados próximos y lejanos, serán también esenciales para nosotros, pues corresponden al sistema orgánico heredado.» 36

durante· los primeros días postparto. Según dicho autor, la psique pel recién nacido «ya está estructurada cuando el niño viene al mun­ do». Son «aµt1c1pae1ones», modos de comporta.miento que corres­ pcmden a un nivel ulterior de desarrollo y que, en cierto modo; surgen prematuramente y permiten reconocer claramente esta estruc­ turación. «No existe psicogénesis postnatal alguna --dice Stirni- ,_I mann-, tan sólo un desarrollo ( ... ). No existe solamente una cons­ titución somática heredada, sino también instintos heredados ( ... ). La psique del recién nacido se asemeja a· una placa fotográfica que fue expuesta en las generaciones anteriores; si se la revela, aparecen aquí y allá fragmentos aislados, hasta que está ante nosotros la ima-. gen completa» 38 *. La hipótesis de que pudiera tratarse tan sólo e reflejos no resulta válida, pu_es los arquetipos actúan de un_ modo autónomo, al igu al que los reflejos, mas a diferencia de éstos poseen ) unas características de sentido referidas a la consciencia y son capaces de manifestarse en todos los sectores psíquicos, así como en· los espirituales. Si a un nivel evolutivo próximo a lo natural aparecen completa. mente fundidos y apenas separables entre sí lo físico y lo psíquico, formando un todo sin solución de continuidad 39, en el hombre se muestra muy tempranamente la posibilidad de un observable para­ lelismo entre ambas· esferas y también, igualmente pronto, elatos «caminos propios» seguidos por las dos esferas, que, sin embargo, han de permanecer siempre mutuamente referidas. En opinió_n de · Jung: «Las cjr�nstancias estruct�rale� originales de la psique 1 son de la misma sorprente uruform1Clad que las del cuerpo ·� visible. Los argueti12os vien�-ª--..ser___a_mQdp_de___Qigail.Qs_de_ja. psique preracional» 40• «El arquetipo ( ... ) es un órgl:lnO psíquico que se encuentra en todo el mundo ( ... ), un componente vitalmente necesario de la economía psíquica.» � 1 «Al igu al que el cuerpo viviente, con sus especiales cualidades, constituye un sistema de funciones adaptativas a las circunstancias del medio

La cita precedente es confirmado por las observaciones e inves­ tigaciones realizadas por el pediatra F.- Stirnimann J7 en recién nacidos " R. SPITZ, K. WoLF: «The Smiling Response» (Genet. Psychol. Monogr. 1946, tÓmo 34). 1 · " E. KAILA: «Die Reaktionen des Siiuglings auf das menschliche Goich» (Reacciones dd lactante al rostro humano) (Ann. Anivers. Aboensis, vol. 17, 1932). J. }ACOBI: «Ich und Selbst in der Kinderzeichn 1;1ng» (Yo y «sf mismo» c:n el dibujo infantil) (Schw. Zeitschri/t für Psychologze, 1953, tomo XII, cua-de°i,o l). . . .. ksic · bes. Beruc hagung des Animal.J9!,l-u}UNG: «Ober den Archctypus, m1t fes» (Sobre d arquetipo, con especial mención dd concepto de ánima) en Von den Wun:eln des Bewusst:reins, II pág. 77. ,. ]UNG: Seelenprobleme der Gegenwart, pág. 165. n F. STIRNIMANN: Psychologie des neugeborenen Kindes (Psicología dd recién nacido), Zurich, 1940.

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·• Ibíd., págs. 96-105. El instinto constituye el «rfo limítrofe» entre la esfera de lo corporal y \ J la de lo psíquico; una de sus orillas pertenece al país de lo somático, la otra � \. 1 1 al de lo psíquico. '° JUNG: Psychologischer Kommentar :r.um Tibetanischen Totenbuch (Comen­ tario psicológico al «Libro de los muertos» tibetano), 5.' ed., Zurich, 1953, pág. 26. 41 }UNG: Zur Psychologie des Kind-Archetypus, pág. 117. ..

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��d sol, u� conscienci� ·á�J.gi;_.erocesos .P.�9�.��9.� que acompañan al proceso fls1co. Pues «el arquetipo no surge a partir de _hechos físicos,. sino ue más bie "á�cribe cómo vivencia la psique . o e o 'sic� 45; mediante él se puede traducir lo físico a lo ps1quico. Con el término «traducir» se alude a aquella actividad propia de la psique que hasta ahora no ha podido ser explicada por ningún modo de consideración materialista o biológica y que da tes­ timonio acerca de su esencia en último término espiritual: «indepen­ diente de la materia» 46•

ambiente, � ha de mostrar también a uellos órganos o n a acontecimientos físicos �@nales que corr que se dan con regularidad: No me refiero con ello a las funcio­ �soriales determinadas�anos, sino más bien a una especieae manifestaciones psíquicas paralelas a las regularidades Hsicas.;.z . ·� Comprensión realista y comprensión simbólica Cuando, por ejemplo, el curso d_iario del sol y la sucesiva apari- .

«El organismo presenta, frente a la luz, una formación nue­ va: el ojo. Y al proéeso natural -enfrenta el espíritu una imagen simbólica, que ·capta al proceso natural de modo análogo a como el ojo capta la luz. Y así como el ojo testimonia la acti­ vidad creadora, peculiar y autóñoma, de la sustancia viva, así también la imagen primordial expresa la energía creadora, pro­ pia e incondicionada, del espíritu.» <1_

Pº-� y noche se expresanén-f;�cfese�ciaae lillagen�

impres� de de �as i�moria�s en la· psique humana -- como el i:riito del 6 éroe u� muere y_.n;�.11cita-, cabe hablar de «�� eñi:mai nes» por pá:rte ·del· pfocesotísico y admitir así que es una capactdacréfe la psique, dada por su estructura, la de traducir a· «imá[; genes» o formas ªI@!!típicas los procesos físicos, «que poseen con el -, �ob��una ·�óeif&t;p�nas·réconocffile ya ( ... ). No existe aquí, por lo tanto, motivo alguno para considerar a lo psíg�;f!:i_Q datos sufí"l � l algo secundario como un epifenómeno, sino que existen 43 » cientes c �9..J2.�r�:!_��� • -------­ \ En muchos runos, y ya en edades muy tempranas, se puede com­ probar que �Eumano, tiene nece.?idad dé unir a una comEE:,nsión y concreta delrñ"undo y de sus vivencias en el mismo, � ¡ !J�mprensión simbólisa 44• La comprensión en un plano simbólico (la ! activídad psíquica representada por la fantasía), corresponde orgá­ ! nicamente tanto a dichas vivencias, como la proporcionada por los órganos de los sentidos. Representa una aspiración natural y espon­ tánea, qüe ágrega a la v.inculación biológica del ser humano otra vinculación paralela y de i�éntico valor a lo espiritual y que con ello � vida con una dimensión más, que es la que convierte aT ser human�p� de orden I superior. Es la raíz de c�� � no un mero cúmulo de represiones ( como creía el psico­ análisis); está animada por los arg��. operantes desde el fondo de la psique, con su energía creadora ele lo espiritual, y que en principio no son perceptibles. Así por ejemplo, el.JDitg., del héroe solar es la «traducción», espontáneamente realizida por la psique, �

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JUNG: Seelenprobleme, pág. 166. " JUNG: Von den Wun.eln des Bewusstseins, II, pág. 64. "' J. }ACOBI: «Der Beitrag Jungs zur Psychologie des Kindes» (Der P:rycho­ loge. Schwarzenburg-Bern. 1950. Tomo II, Heft 718). 4

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El arquetipo ha de considerarse, por tanto, y sobre todo, como aquel campo de fuerzas y centro energético que fundamenta la trans­ formación en imágenes por parte del devenir psíquico. En tanto no es sino un sistema de disposiciones en el seno de lo inconsciente colectivo, es una «co.nfiguración que en principio no está ·formalmente determinada, pero que implica la posibilidad d deter-. · minadas armas gracias a a proyección» 48 ' ◄9_ El término mismo de _,¿

" JUNG: Zur Psychologie des Kind-Archetypes, pág. 109. "' No modifica nada ¡il respecto aquella concepción que intenta establecer una analogía entre el arquetipo y la mttewe filogenética., mediante la teoría de t Sernon acerca de los en gramas. Aun. cuando Jung. admite también ...una forma �fundamental de vivencias psíquicas que retoman· constantemente, como «depósito mnémico,. y considera a este último fundamentado en la peculiaridad de la expresión vital, aceptando incluso su presencia en el animal, el concepto de arquetipo no coincide sino hasta cierto punto con el de mneme (véase JUNG: über die Ps cho · des Unbewussten, pág. 176). Una cierta analogía cciñ7M arqueupos tienen también as ama as «ideas elernemales» del etnólogo y psicó1 j \ lago _A. Bastian (] 826-1905), entendiendo por tales las formas fundamentales aná­ logas a las representaciones que el hombre ha expresado en todos los tiempos y todas las culturas como generadas «a riartir de sí mismo,.. .., JUNG: Psychologische Typen, pág. 571. " Entendemos por •proyecci6n el hecho de: transferir inconsciente y auto­ máticamente un contenido psíquico a un objeto, apareciendo entonces dicho contenido como cualidad de este último. Todo cuanto es inconsciente en el hombre es proyectado por él sobre un objeto situado fuera de su Yo, por lo que el proceso de la proyección corresponde a la vida natural de la psique y, en último término, a la condición humana. " JUNG: Das gottliche Kind (El niño divino), pág. 117.

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«11rquetipo» por los vocablos griegos que le componen, permite .ad-. vert ir sllll rasgos esenciales: . «El primer vocablo -4rche- significa· comien:r.d, origen, motivo fundamental, principio, mas expresa también /ugdr de un jefe, soberanía y gobierno (así pues, una especie de .domina11te»); el segundo vocablo _:_tipo-- significa plasmaci6n, el acuñado de las monedas..., forma, imagen, copia, modelo, ordenación y norma,,.; en sentido más moderno, transferido, muestra o modelo, forma /t1ndamental, forma primordial (que se halla en la base de na serie de individuos humanos, animales o vegetales similares)»�. a impronta, el «troquelado» por experiencias que se repiten cons­ tantemente de un modo típico se halla contenida en estos conceptos, asf como la alusfón a las <5fuerzas ·y tendencias» que dan empírica­ mente lugar a la repeticióñ de las ·mismas experiencias y configura­ ciones. Ponen de manifiesto que «en el reino auténticamente pro­ teico de la psique existe de hecho un principio configurador, fun­ ciones dominantes -los «arquetipos» precisamente-'--, y que en tales dominios se puede hablar de la efectividad de algo informe y confi­ gurador, sobre algo que actúa a distintos niveles» 51• Arquetipo e idea platónica Es evidente una cierta relación con el concepto platónico de «idea», mas tan sólo en parte, ya que los arquetipos «representan la ·¡ ¡ � idea latónica sobre una base em írica» 52• Ambos suponen algo dotaar de forma, «p asma or», «contemplado», mas las ideas platónicas, contrariamente al arquetipo, implican «la propiedad de la inmodifi­ cabilidad» 53 y han de entenderse por tanto como formas eternas y transcendentales, existentes con anterioridad a toda experiencia. Aquí se pueden establecer fácilmente relaciones con respecto a la diferen­ ciación que establece Jung entre el �quetipo per se» (no pe�cep­ _ t1ble) y el arquetipo convertido ya 1en perceptible, «representado» 54, "' Segu!mos aquí las magistrales formulaciones de. Paul Schmitt en su estudio " Archetye.:sches béi Augustin und Goethe» (Lo arquetípico en San A gustín y \ n � oet, eJ, en eluciroriomenaje"Eñmósir Jung en su 70 aniversario, Zurich, 1 pags. 98 y ss. 94J, : P. SCHMITT, Archetypisches, pág. 114. ]UNG: «Über .den Archetypus .. (Zentralblatt für Psychotherapie, 1936, �? 9, cuaderno V pág. 264). � · .u P. SCHMITT: Árchetypisches, pág. 99. · .]UNG:«Theoretische überlegungen zum Wesen des Psychischen» (en Von j 1 \ d i:n Wun:eln des Bewussteins, VII), pág. 576.

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asumiendo por lo que se refiere al primero· que «trasciende» del ámbito psíquico, siendo inasequible en cuanto a su esencia y tan sólo «psicoide», existiendo, Pl!-es, antes de toda experiencia consciente, al igu al que la idea plat6nica, debiéndose entender las notas de � «transcendencia» y «eternidad» no como conceptos metafísicos, sino I 1 I ¡ empíricamente, como «más allá de la consciencia». Si la «idea» apa­ rece, en cambio, dentro de las categorías de espacio y tiempo, dentro de la esfera de lo creado --en la psique consciente--, en forma de un eidolon, de una imagen en ésta, como en el «arquetipo perfecti­ ble», se aunan lo eterno (la idea) y lo temporal-material (modo de aparición); es decjr:. queda expresada una bipolaridad, una antinomia. En este sentido cabe afirmar, con Jung, que las ideas plat6nicas «eternas, mantenidas en un lu ar su raceleste» son la im ronta me;: s6 1ca e os ar ueti os sicológicos 55• El arquetipo presupone la cu a e viviente a a de clari ad, propia de la idea. Es «un organismo viviente, dotado de capacidad generadora» 56._ Li psique proporciona sin interrupción, en los arquetipos, aque­ llas configuraciones y formas que, en último término, posibilitan el conocimiento. No existe ninguna idea o concepción esenciales que : ·no se hallen basadas en formas primordiales arquetípicas. Formas primordiales que se constituyeron en una época en la que la cons­ ciencia no pensaba aún, sino que percibía, ya que el pensamiento era todavía esencialmente revelación; en la que no era algo inven­ tado, sino impuesto por una necesidad interior; o bien convincente por su efectividad directa e inmediata 57• Así, los arquetipos no soñ sino !ormas típicas del captar y del con�emplar, del viv:n�iar y del l reaccionar, de los modos de comportam1ento y del sufrim1ento, rélicas de la vida misma «que se complace en generar formas, desha -�erlas y en producirlas de nuevo con el antiguo sello con el que las� marca: así en lo material, como en lo psíquico y lo espiritual» 58•.

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Los arquetipos no son imágenes heredadas La comparaci6n, a la que con frecuenda se apela, con el eidos plat6nico, así como la distinci6n, hasta ahora descuidada, entre el «arquetipo en sí», n0 perceptible, y el arquetipo perceptible,_ «repre• " ]UNG: Ibíd., pág. 545. s. ]UNG: Psychologische Typen, pág. 574. 57 JUNG: Von den Wurzeln des Bewusstseins, II, pág. 45. " P. ScHMITT: Archetypisches, pág, 99.

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sentado», que se ha hecho manifiesto en el ámbito psíquico, ha dado lugar a que los arquetipos, por así decir sean considerados como � «imágenes_ conclusa�», heredadas, lo cual ha dado lugar a numero.sos / l ¡I malentendidos y a rnnecesa rias polémicas. Se ha afirmad9, desde múltiples· puntos de vista que, con arreglo a_l a ctua l estado de las ciencia s naturales, queda excluida la posibi­ lidad·� herencia de cualidades o recuerdos adquiridos. En ello se h . a dejado corrientemente de captar que los arquetipos, en el sentido estructural de la psique; que dada de Jung, _su.Ponen una condición _ una determmad� const:lacrón (de :°ªturaleza interior y exterior), es capaz de produc1: las mismas «configuraciones», lo cu'al no tiene nada que ver, en realidad, con la herencia de imágenes determinadas. No se ha qu�rido, ni se quiere entender_ frecuentemente, que estas «imá­ . genes primord��es»; �ue por otra parte tampoco se parecen sino en .su esquema ba sico, en SU-P-.ª.trón_b�k.QL están fundamentadas sobre _un principio for@._� ue siern re se encuentra en el interior de­ la psique; tan sólo son «heredadas» en el sentido de que a estruc­ tu� �.:_ la p��qu�,...taj __COIJlO_ es, r�pr�-5:�ta la herencia nurnana ge:iierái . �t�-�......5..í la -��acidad de manifestarse en determinadas torñi°�s . espe:=1f:�as. Es posible q_ue, por ejemplo, los habitantes deotro-·p1a: ��_t�__:-:e.1: �s?. de que _existan criaturas.. así=-poséárí-uñá ·psique distlnta de la nuestra y_ cuya estnICt_ll_!'a . resentaría=asirriismo.-fomias · · ? pmn a es 1p1cas o arquetipos completamente distint�s. Por ello hay que d�stacar especialmente que en los a rqu�tipos no . se trata de represen�aoones hered�das, sino de posibilidqd�s bere.da:: } · . das de represen�ac'.o�es. «Tan solo aparecen en el m.aterial....confi- _ 1 /;fl ._!.urado, como pr1nc1p1os reguladores de su formación» 59• Son dispo-1 sit1vos, vías preestablecidas, lechos de ríos en los que el agua de _ la vida ha excavado un hondo ca uce. Estas «excavaciones» constitu­ yen al mismo tiempo aquella red psíquica, con sus «puntos noda les», qu� hemos at:ibuido al prin�ipio de es ta ??ra � la estructura com- h _ ) ple¡a de la psique, con sus nucleos de szgmfzcaczon. Hemos de consi- r derarlos como _l?�. ocul:os ordenadores de las representarums:.s.;......s':°-f _ �quella «pauta primordial» so r amenta la ordenación¡ �tnvmble de la psique inconsciente, cuya indomable energía ���tkne con vida, durante el constante-cranscurso de los milenios, a los co�_­ tenidos de lo i�consciente me��nte «configuración y transformación 11 _ , " del eterno sentido de eterna 01versidad» (Goethe). Constituyen un

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" JuNG:

Seelenprobleme, pág. 68.

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«sistema axial potencial» y están, en cierto modo, preformados en . fo inconsciente --como _ un invisible retículo de cristal que se en­ () cuentra aún en la solución madre-, sin que posean existencia mate­ () rial, a modo de «éternels incrées» (como los denomina Jung, siguien­ do a Bergson) yque han de recíbir consolidación, iluminación y «ro(_j , pa je» por parte de la consciencia, a fin de aparecer como «realidad (;j / ma terial», como «imagen», para poder ser «dados a luz». Aun cuando ejem­ por (como, mismos» nqsotros «en pos i rquet_ a los a encontramos (_¿; plo, en eCsüeño),. e� cuanto somos conscientes de ellos_pertenecen C.J al mundo �tert9r ..v1sible,ya _que su modo ·¿e aparición ha tomado �..:::ndo exterior la materia de la que se «revisten». «El 60 arquetipo es,-por · así ·decir, -urla presencia �eterna», dice Jung , 61 y tan sólo depende de la correspondient�-constelaci�n hasta qué l _ punto es percibido o no por la consciencia . ( h·-·· El «arquetipo en es iiíi-factor ·invisible, una disp<:\�ioóo iioil que_·�omienza a actÜar-é11 �n determinado .momento del desarrollo del espírfrü-·hüi::nano ordenando· el material consciente para formar (�-determina das figuras. (� ( :,. --reducir a una siro le fórmula'. '�

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'° JUNG: Psychologie und Alchemie, 2.• ed., Zurich, 1952, pág. 305. '1 Se entiende aquí por constelación aquella situaci6n de la consciencia con la que lo inconsciente se halla en una relacii5n compensatoria, lo cual se mani­ fiesta en la dis@a,uci6n de la energía psíquica y en una correspondiente carga del arquetipo afectado y -1<evocado» por el problema actual. <2 JuNG: Zur Psychologie des Kind-Archetypus, pág. 142. 63 Ibíd., pág. 117.

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Arquetipo y Gestalt

Como forma heredada, no caracterizada en princ1p10 por ningún género de contenidos específicos, el arquetipo permite establecer un puente con la teoría de la Gestalt, ya que puede decirse que aquello que «es heredado» es precisamente 1a Gestalt: es decir: la capacidad •/ · de la psique de vivenciar Gestalten y de crearlas, tanto en sentido verbal, como en el sentido literal de totalidad 64• Los rasgos de la Gestalt 65, tal como fueron expuestos por� von Ehrenfels (1859-1932), el fundador de la psicología de la Gestalt, ·-p� analogías. Estos rasgos son los siguientes: a) las gestalten contiene!} más que 1a mera suma de s_us elementos; 'li)_Jas gestalten consérvan su carácter de tales y sus· propiedades, incluso cuando se modifican de cierto modo sus fundamentos. Se trata, pues, de «totalidades» (al igual que los arquetipos), que no se pueden definir, sino tan sólo «circunscribir» o «transferir», o bien vivenciar. �
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asumir, en cuanto a su modo de aparición, materiales de los más diversos sectores, conservando siempre, no obstante, su identidad de sentido: podrá aparecer en forma de puénte, de arco iris, de pórtico, de desfiladero, de compromiso, de arco de unión, manteniendo siem­ pre un significado idéntico o al menos fundamentalmente similar y, sin embargo, representará, aisladamente considerado, un determinado aspecto especial de dicho significado. Evidentemente, la Gesta/.t, dentro de la · concepción psicológica' que lleva su nombre, supone algo puramente formal; falta en ella, I )� en gran medida, la plenitud de sentido que es un elemento cons� �tivo del arquetipo. Pues «s.git�, en la psicología de la Gestalt, . · significa «ordenación interna configurativa» 68, y ha de entenderse la frase en sentido tan sólo formal, como la �pauta primordial» y no como algo dotado de contenido, tal como puede ser expresado en imágenes cargadas de valor por la correspondiente carga emocional en el arquetipo. En cambio, el «carácter de totalidad» y Ja «transpo­ nibilidad1> corresponden al imprescindible fundamento esencial, tanto del arquetipo como de la gestalt. «Las gesta/.ten son totalidades cuyo comportamiento no está determinado por el de sus elementos, sino por la naturaleza interna de la totalidad1> (Wertheimer); y con res­ pecto a lo cual hemos de subrayar que las «gesta/ten excelentes» (aquell�s ·dotadas de pregnancia), al igual que los arquetipos, no exis­ ten ya en sí acabadas o conclusas, al modo de las ideas platónicas; surgen como resultados necesarios de normas de ordenación en ellas inmanentes y a partir del mutuo juego de las fuerzas psíquicas ffJ Jerarquía de los arquetipos

Todo �etipo es capaz de des3.rrollu diferenciación infinitos; al igual que ':!..1! árggJ..j�_EJúltipkll-.!:���?s puede generar nuevos brotes, flores y frutos. Es ociosa la pregunta acerca de cuántas formas primordiales o arquetipos existen; en último ténnino, quedan redu- -ciclos a las posibilidades de vivencias básicas típicas o, quién sabe, tan sólo a la unidad de dos contrarios fundamentales, tales � quizás \\ como claro-oscuro, ci�lo-tierra, etc., sobre los cuales se basa la Cre2. ción misma. D. KÁTz: Gestaitpsychologie, pág. 83. K. W. BASH: «Gestalt, Symbol und Archetypus:.- (Schw. Zeitschrift für Psychologie, 1946, tomo V, pág. 137). 61

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�moto más profuudo_s_ea__eLe2t_!:ato de 19.. in_consciente del q�e surge el arg_ueripo.,_tant:o._máS2.obrio:...s�_u\ su esquema__há!\_i!:;o,_ tantas .-más pos ibilidades se hallarán encerradas en él y tanto mayor será la multiplicidad de significados. Como ilustración podemos apelar a las genealogías de los dioses: «La esencia de una divinidad se despliega en su descendencia. Cuanto más elevadas, cuanto más tempranamente se hallen las figuras divinas generadoras dentr_o del sistema de l_a genealogía, tanto mayor será la abundancia de esencialidades eh· ellas implicadas y tanto más múltiplemehte dotadas de significados se las concebirá. Y al igual que en un s istema lógico, el concepto supe­ rior permane ce cualitativamente inmcidificado y cuantitativamente no aminorado, incluso tras haberse desarrollado a partir de él multitud de conceptos secundarios, lo mismo conservan las esencialidades pa­ re ntales su inmodificacla mt:dtiplicidad de ser y es encia, aun cuando se hayan desprendido de ellas s us modificaciones aisladas, en forma de sus hijos» 70• Así, pues, y si se quiere proceder de un modo más diferenciado, se podría distinguir dentro del-�º d:�<:.: a���- una deter­ minada secuencia de �s, designando a aquellos arquetipos que no resultan ya reducibles y que re presentan a modo de los «progenitores primordiales», como ��os..<�,P!irnari?s», CU):'O _despli�gue, o ��en sus «hijos», se rían arquetipos «secundarios» y cuyos «metas» ser1�,n los arquetipos «terdari?s»;'ñasta llegar a áquellos que en cuanto a su extremadarñeñi:e Complicado modo de aparición se hallan más pró­ ximos al ámbito conocido. de nuestra consciencia y poseen así, al mismo tiempo, el menor grado de ple nitud de s entido y de numi­ nosidad o bien de carga energética. Tal secuencia de niveles podrían constituirla, por ejemplo, aque llos_ arquetipos que ponen de mani­ fiesto las peculiaridades erimordiales .. típica�__d!! toda la i._�milia e nte, de la �ª ' clel humana, del _5..e�HJ�.T�� ex clusi�am . \ 1 eüro¡i�9 . ..,__ 9.el. ho��:.:--�9E,_dicoz}. e�.§�.9, del ��1:___?_: B a�d_<': la taiñilia Müller, etc. Pues es mcliscut1ble que ¡unto a íos arquetipos que corresponden a toda la humanidad o al europeo, un ciudadan? _ de Basilea vivenciará también aquellos que son e xclusivamente típicos para el natural de dicha ciudad, debiendo ser considerados en­ tonces estos últimos como variaciones de los primeros, que están dados ya en la estructura primordial, pero que marcados por la i(correspondie nte época y la correspondiente constelación a� P. PHILIPPSON: Untersuchungen über den griechischen Mythos (Investiga� dones sobre el mito griego), Zurich, 1944, pág. 14. 70

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manifiestan de un modo (es decir, «se ,!!Y!§J:em�)._qqe_esJ::u:.Qg_<:_��c�6-� "iooivi:clual, témporo:::i-:spac1al de la estructura primordial. Aparecen como «hijos» en el seno de la «familia primordial», como en las men­ cionadas genealogías de dioses, y poseen así aspectos extremadamente múltiples y variados . Las necesidades primordiale s, que permanecen siempre idénticas, y vivencias básicas, eternamente repetidas, de la humanidad, proporcionan la inconmovible sus tancia de los arquetipos y crean al mismo tiempo aquellas «tensiones de campo» dentro de ·1a psique gracias a las cuales se manifiestan de nuevo en las más diversas variaciones y los más distintos ropajes 71• Así como los cristales éstán basados en leyes fundamentales relaen:e senc�a�, también lo� arq�eti�os muestran dete.:;minad �s tivam \ . _ . speculiandades basteas que permiten d1stnbu1rles en grupos . «Exi ten � �-�=��!;!es y E���!��-�3.�-Jiwir!s, q�e �te�con mayor frecuencia y con un correspondiente sentido. Por ello utilizo también el concepto de motivo a fin de designar a estas tePf::. _ ticiones» 73, dice Jung. En l�� motivos típicos de lo inconsciente colectivo se trata de algo esencialmente análogo a lo que sucede en cuanto a las similitudes funcionales dentro del reino vegetal • o del . reino animal. «Son formas e xistentes a priori, �.tpQ!_O_rg_�s o�º!:" mas biológic:as "de actÍVÍclaclpsíquiCa» 74• Los arquet_ipos, sin embargo, � constituyen · tan sólo la «pauta primordi°aI» con respecto a per� sonificaciones de aspectos parciales de la psique y con ello, para figuras de toda índole, sino que pueden representar asimismo el «esquema básico» de correlaciones y leyes abst_ractás 75• 71

La propuesta de E.

ScHNEIDER

en su trabajo «Zur �sycholo�ie. des Unbe­

wussten (Schweiz. Zeit. f. Psychologie, 1952, tomo IX, num. 2, pag. 104 y ss.)

de incluir también a los arquetipós entre las .tres clases de rasgos. que la c�rac­ terología atribuye habitualmente a la persona (generales, es decir:_ col�nvos, tfpicos, es decir: de grupo, e individuales) parece apuntar en esta d1recc16n. - 72 JUNG: Seelenprobleme, pág. 126. 73 ]UNG: «Zum psychologischen Aspekt der. Korefi?U�� (Sob�e el aspecto psicológico de la figura de Koré), en JUNG-K.ERENYI; Ezn�uhrung m das Wesen der Mythologie (Introducción a la esencia de la 11lltolog1a), Amsterdam, 1941, _,,,...-pág. 218. 1' Ibíd., pág. 218. 1' Véase a este respecto: W. PAULIS, «Der Einfluss archetypischer Vorstellu1;­ gen auf die Bildung naturwissenschaftlicher Theorien bei Kepler» (Influenaa de representaciones arquetípicas en la formación �e teorías <:ientífic0-naturales en Klepler) (en Naturerkliirung und Psyche, estudios del Instituto C. G. Jung, Zurich, tomo IV, 1952, II parte), 9.onde alude a �3-5; ideas de �epler e!1 cu:int� a las rdaciones entre las representaciones de la Tr1rudad y la tndimens1onalidad del espacio.

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es íritu indica, sin más, que es «La a arici �:._ · de natur eza ��;!gira. qu enomeno al que designamos com�éspíriru" seoásasobre la existencia de una imagen pri­ mordial autónoma, que se halla preconscientemente resente en la disposición de la psique humaña, e un modo univers .»

Aun cuando se opina que una ��J!f.!9.!1...9.�l.S�.P..Y:!Ul, como puedan ser ·las apariciones, no es otra cosa sino· una alucinación, en ésta se trafa, ñéí-"'�te, de un acontecer g�.iwss��áneo, ......,_ no sometido a nuestra voluntad. Erf�éüaI.qüier caso, se trata ctetiñ -�9-I!1.E�.º-��!2B-\:?-!E._.9». También el hecho d � que la psique de todo individuó se desarrolle en el curso. de la vida ·de un · modo natural para constituir una totalidad que incluye en sí los diversos compo­ nentes -tales como el yo, lo inconsciente, la persona, la sombra, etcétera-, es un acontecer arquetípico. Pues la cristalización� dife­ renciada, de un yo más o menos sólidamente estructurado es un proceso de desarrollo común a toda la especie humana y que la carac­ teriza. Es algo propio de la esencia de la psique que va dirigido hacia un fin, que es en sí portador, al igual que una semilla, de la disposi­ ción a la maduración plena y que realiza esta disposición en forma de p
Sobre lo_ inconsciente colectivo

Lo inconsciente colectivo como suelo nutricio suprapersonal,

como la ilimitada suma, acumulada durante millones de años, de 71 }UNG: Symbolík des Gastes, pág. 13. 77 }UNG: über die Arcbetypen des kollektiven Unbewussteil (Sobre los arque-

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condiciones psíquicas fundamentales y operantes, posee una amplitud inconmensurable y una insondable profundidad: es el equivalente _ interior de la creación; desde el primer día de su ser y su deven1r, un cosmos interior· de idéntica infinitud a la del exterior. La idea, muy corriente, d ue lo inconsciente colectivo es �n «estrato psí­ 1 quico» situado ( aio a consciencia es, or .tanto, tan infundamenta a, Como 1n uctora.aerro� há,bito,_tan genera ente extendido, sobre todo en personas con formación filosófica � teoló�ca, d� co�siderar a lo inconsciente, sin más, como algo negativo, suc10 o bien uunoral y relegarle por ello a la región más pr?f� nd� dentro 1e la e�fera , de la psique, procede de la deficiente distmc1on ent�; mconsci�nt� . personal e inconsciente colectivo, considerando tamb1en a est� últi­ mo en alusión a la teoría de Freud, como un puro «almacen de rep�esiones». Lo inconsciente colectivo no es, sin embargo, el con­ tenido de la experiencia, sino la correspondencia a ella o bien al mundo en general. El hecho de que lo inconsciente colectivo sea de- naturaleza completamente distinta, incluyendo en sí diversos ct¡mtenidos correspondientes a la experiencia psíquic� de la hum�­ rudad -tanto los más valiosos como los menos valiosos, los mas bellos y los más feos--, es dejado de ver; así como que lo i�cons­ _ ciente colectivo es por completo «neutral» en cualquier sentido y que sus contenidos tan sólo adquieren sus det:rm�aciones de valor y lugar mediante la confrontación con la consc1enc1a. Este carácter «neutral» de lo inconsciente _colectivo ha dado también lugar a que Jung lo designe como «objetivo» y haya creado, muy exactamente, para lo inconsciente coÍectivo, el término de lo �
tipos de lo inconsciente colectivo), en Von den Wun:eln des Bewusstseins, I, pág. 52. 71 . "dera a: l'? m · c_on�a·::1�� · Un malentendido no menos lamentable -es d que cons1 colectivo como fuente ori inal de la energ1a si wca, de !a,díbid07!ldifer� ' ogo concepto ans o eli� ciada», gue es confundida con recuenaa con Y, por tanto, con un concep!O_f!let#fis1cq'. _A;quJ.��de _qutt:arerpmmrae -,-� -�···

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bien una diferenciación entre estratos «superiores» e «inferiores» sería quizás de algún modo aplicable con respecto a lo «inconsciente personal», como recipiente de contenidos reprimidos intra vitam, íntimamente vinculados con la vida pulsional. Más en modo alguno se puede afirmar con respecto a lo inconsciente colectivo que no se 1 le pueda representar como situado sobre, en torno, bajo y junto a f, la consciencia, suponiendo siempre que este concepto heurístico sea en general susceptible de «representación».

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«Según mis experiencias --dice Jung-, la consciencia tan sólo pu,ede ocupar una relativa p_osic�ón media _y ha de tolerar que, erL.cierto modo,73 psTc¡ti �!!SQ_n�a reba�__y__ por todas partes, EstátITUcta, hacia atras, m� contenidos mconsc1eñtescon condiciones fisiológicas, por una parte, y con p2:emisas at�e!í_picas, por otra. Mas también se halla antici­ pada, hacia adelante, por intuiciones, que a su vez se hallan �terrii11'ratlas, en �e, por arquet�, y en parte por � ._,

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partida de las constantes y erróneas objeciones en contra de las afirmaciones de Jung, realizadas sobre una base empírica, en cuanto a la representación de la Divinidad dentro de la vida psíquica; objeciones que con tanta frecuencia se le hacen desde la vertiente teológica. ,. La tentativa de E. ScHNEIDER (Schweiz. Zeitsch. f Psychologie 1952 torno XI, "'2¡clesúst.1fü1r el' coiicep"to de «inconsciente �olectivo» po; el d� «inconsciente_ ins�. ""lCiiñ"''�e'��
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.· clones subliminales, las cuales dependen de la relatividad tém­ -----�aicleTo inconsciente.» . ;;;_

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Y Jung precisa aún más: «Hemos de habituarnos a la idea de que la consciencia no es un "aquí" y lo inconsciente un "allí". La -. 81 psique es más bien una consciente-inconscientell.. . --··--·-···· . • - · ·totalidad ··

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Arquetipo y sincronicidad

Los acontecimientos que son designados; según los casos, como «milagro» o como «casualidad», la simultaneidad, experimen_�-�9�­ como plena de sentido, de percepcionés internas ( tales como intuidone;:; v1s10nes, suenos, etc;. .-,.-.-. -.,_ ··"··" _, -·-··sm ··-· •�.1m-- ' :::;::u.,..-��-.,�--.. ,.,,,..,,~,.._, _,..,., ,..,,_."'i.'con "'·'""'"··acontec1m1entos ·•"''•··•·"·,,,,...""""�. -·•''f'•·····exteriores, fu portar que correspondan ai presente, a f pasaao o . tur.Q ,_::;-ast todos aqüellos�fenoiñénot·qüe-qüeclañ...engl�bad-;·s 'eri. ¡;··J�;ignación común de telepatía__:_ 82, no corresponden ya tan sólo a la mencio­ nada «situación media» de la consciencia, sino que todos ellos son manifestaciones de aquel «territorio. marginal» en el que entran en contacto eni:;:;;---�,-;�t bf��-;;··-1;;1.;;Ic;n;· f�s · is°f�r:;il psíquicas 'lqn.s� ciente e ª inconsciente; como. süeie 'suceder cuando desciende el umoraf-de 1a·coñscí'eñéiíi"-y'"Jiay� úiia . cor¡�spoñdieni:e pe��tración" de .. conte�idos inconscientes en el -ámbito de la conscieneiaa--Pueden-­ ser vivenciados entonces simultáneamente, por así dec;ir, y darse a conocer, al alcanzar la relatividad témpora-espacial y la acausalidad que reinan en lo inconsciente, al campo de la consciencia; dominando también éste. Se trata de una concatenación de acontecimientos, bajo circunstancias· que no son de naturaleza ·causal, sino ·que exigen otro principio explicativo 83 y ccimo · cuyo efec:to último ha:Y-éjüe.. considerar a los arquetipos. -.

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Psychologie und Alchemie, pág; 193. Von den Wur:zeln des Bewusstseins,.VII, pág. 557. 12 «Como demuestran los experimentos ESP (ESP = extra sensory percep­ tion) de Rhine, en ellos un interés (emocional) o una fascinación van acompa­ ñados en cierta medida por fenómenos que tan sólo pueden ser explicados por una relatividad psíquica de tiempo, espacio y causalidad. Ya que el arque­ tipo posee por regla general numinosidad, puede ejercer aquella fascinación que va acompañada, por su parte, por fenómenos de sincronicidad. Estos consisten en una coincidencia, en cuanto a sentido, de dos o más hechos no unidos causalmente entre sí, pero coincidentes en cuanto a significación.» (JUNG: Aion, Zurich, 1951'; pág. 267). u JUNG: «Synchronizitat als ein Prinzip akausaler Zusammenhiinge» (La sincronicidad como _principio rector de conexiones acausales). (En: J::.studios del Instituto C. G. Jung, tomo IV, 195]).

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Los estudio s e investigacio nes que J ung ha dedicado des�e hace a es to s fenómenos, le condujero n en lo s últimos años a admitir un nuevo principio na tural que aparecía .baj o determinadas circuns tancias psíquicas y que viene a agregarse, «como cuarto, a la conocida triad,a constituida por el espacio, el tiempo y la causalidad».. Designó a tal principio, en co ntrapo sición c o n el «sincronismo» (simul taneidad), como «sincro nicidad» 84, en tendiendo por tal la ¡; .�SQIDcideociª'---�!:t.�1. ti!!IP.Rq,.. Q�.. d.9 �_ ,,.q. Illáª-..g�gnt�Jmt�.1:1.�2.?•. �.9,.}:�fa:.,. l!92S..,J���¡¡meqte_ .9�. ·º,n. r¡:¡ o do .,causal, .y. que- po seen.,..un_, c;ogf\:!}ll�-�.•9!::,.J�pt;ido,jgwtl . o..semejan te» .y..que, es._tarobi�,n.pr:opia...de..,J:g_q��}��-. l i n lo t Q ;�>!s::J_ :;:; ::�:;;�:::ib��-b!::···-�� ;��l� ��-������ ��;•t;��:' ·��°?s�·:.:;;� os f�almente obligado s � ª?°:i tir que �xis� en lo incons- ;� cien te algo ast como un saber apnor1st1co ; o me¡ or dicho, una «pre-f · sencta» de aco ntecimientos que carece de todo fundamento causal !t6 •� y que se manifiesta percep tiblemente dada una co ns telación acle-"­ cuada». En relación co n ello , Jung abo rda el antiguo problema; jamás' resuelto de un mo do satisfactorio, del paralelismo psicofísico desdé un nuevo punto de vista e intenta otorgarle un sentido nuevo. Afirma: tiempo

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«Nuestra vida es idéntica a lo que era desde hace eternida- ! des. En to do caso no es algo transitorio (en nuestro sentido), ya que los mismo s procesos fisiológicos y psicológicos que han sido durante centenares de millares de años propio s de hombre, se siguen sucediendo en la actualidad y proporcionan al senti­ miento interior la más pro funda noción acerca de una "eterna" co ntinuidad de lo viviente. Mas nuestro "sí mismo" como compendio · ema viviente, no sólo contiene el ·,2e stto y la suma de to da la vida vivida, sino que es asimismo �l punt o de part1dq�Lgi;:ay1do suelo nuJnc10 de-r<Jda-vida futura, cuya premonición le es dada tan claramente al senti-

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" JUNG: Synchroni:r.itiit, pág. 21.

Pues physis½X_EIYSfle pueden co nsiderarse co mo dos aspecto s de lo mismo , y· que se hallan ordenadas en un paralelismo pleno de significación: están como «superpues tas», son «síncronas» y en cuan­ to a su acción co njun ta no so n inteligibles, c o nsideradas tan sólo 111 desde lo causal. Esta «ordenació111 acausal» \ c o mo designa Jung a las circunstancias inconscien tes, no es o tra cosa que la es tructura

" «En la sincronicidad no se trata de una espec ulación filosófica, sino de un concepto empírico que postula un principio necesario para el conocimiento», ibíd., pág. 99. u Ibíd., pág. 103. Ibíd., pág. 33. -..., lbíd., pág. 91. " «En sentido estricto, la sincronícidad es tan sólo un caso especial de la 1' . .-2!:f!E!_ac ,1
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arquetípica de lo inco nsciente colectivo y el arquetipo ; cuando se hace perceptible a la consciencia ;<�s la /orll!.'!!J�!:J?JJ..Ocif?.lf!.J!!..�diante ,,� \¡ , 1 \ ..!!!!!!!.!P.!.EEÍ21!,J..�4f;,.Jq,J?..T:45.1!.�fiÓn J�sí. uica a _J(!!ística». Mediante su · e eva a carga energética, o bien mediante su efecto numino so , evoca en el que lo vivencia aquella reforzada emocio nalidad que cons tituye la premisa para la aparición y la experiencia de fenómenos sincro­ nísticos 89, *. En este sentido, y junto a s1:1 función como factor for­ mativo dentro de la psique individual, el arquetipo tiene también la significación suplementaria de un «orden al cual se hallan .sorne- � tidos tanto la psique del que reconoce, como lo reconocido mediante \ ' . la percepción» 90• Puede co nsiderársele como el ordenador de las representaciones_ que o pera desde lo inco nsciente, como una especie de <
«La sincronicidad po see cualidades que posiblemente vengan en co nsideración para explicar el problema cuerpo-alma. Es sobre todo el hecho represen tado po r la o rdenaci6n acausal; o mejo r dicho , por la o rdenación plena de sentido , el que podría arro jar· luz sobre el paralelismo psico físico .» ll7

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* En el libro Pensamientos a través del espacio, publicado por Editorial

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S udamericana en 1944, H ubert Wilkins y Harold M. Sherman refieren una experiencia de comunicación telepática entre ambos, en ocasión de una peligrosa expedición al Artico realizada en avión por Wilkins en b usca de unos aviadores rusos perdidos, en 1937, y cuyas incidencias fueron recogidas a diario por Sher­ man, que permanecía en N ueva York. Acerca del papel de la vida emocional con resix::to a la comunicación telepátíca, Sherman �;111ª io sigu�ente: º «N uestros experunentos demostraron concl uyentemente que 6 grado de 1ntens1dad de a1 1 reacción emotiva a la experiencia externa determina la intensidad de la fuerza mental proyectada. Todo lo que impresionaba a Wilkins fuertemente, llegaba a mi consciencia con mayores facilidad y viveza.» (N. del T.) "'W. PAULI: «Der •Einfluss archetypiscqer V;rstellungen auf die Bildung naturwissenschaftlicher Theorien bei Kep/en, (La influencia de representaciones arquetípicas sobre la formación de teorías cielltífico-naturales en Kepler. (En Estudios del Instituto C. G. Jung de. Zurich, tomo IV, 1952), pág. III. " Según Jung, esta· propiedad la posee en la más alta medida el arquetipo / del «centro psíquico»,: el «sf mismo».

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_miento interno . co°:�. _e! __a_:iI?�!.º __hl_stó_ri_c
Y por este motivo le corresponde al arquetipo, al igual que a todo lo psicológicamente vivo, la esencial cualidad de lo _}ip ar. Pues también el arquetipo reúne en sí, «orientado hacia atrás y tacia delante», como en una cabeza de Jano, diversas posibilidades de lo que _ya ha sucedido y de lo que está por acontecer, en una totalidad plena de sentido. A partir de esta bipolaridad cabe entender también s1:1 aspeqo <<�anador», como parte de su desarrollo psicológico previsor y aprovecharlq. para el tratamiento analítico. · ,·

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«Las modificaciones con las que _se tropieza el hombre no son ·ae variedad y mülttphcidad tnf�r:utas, _smo_ que representan aspectos de determinados tipos del acontecer_. El número de .ta.les tipos es linutado. Sísurgeuñasiniación de necesidad, se constela en lo inconsciente un tipo correspondiente a la misma. /

n JUNG: Die Beziehungen zwischen dem Ich und dem Unbewussten (Las rdaciones entre d yo y lo inconsciente), II edici6n, Zurich, 1939, pág. 124. 1 1 . La biología moderna ha intentado explicarlo a partir de la «vida eterna» de la 1 célula primordial. •J JUNG: Symbolik des Geistes, pág. 28. 94 Al tratar acerca de los complejos hemos reconocido ya como una cualid�d esencial de la psique la estrÍ:lctura contradictoria y en contrapunto, que excluye su completa captación desde u:n punto de vista puramente racional. . " JUNG: über die Archetypen des kollektiven Unbewussten (Sobre los arque­ ttpos de lo inconsciente colectivo), Eranos Jahrbuch, Zurich, 1934, pág. 225. 96 JUNG: Zur Psychologie des Kind-Archetypus (Sobre la psicología del ar­ quetipo «niño»), pág. 142.

Mas ya que dicho tipo es .ouminoso -posee una energía espe­ cífica-, atrae a aquellos contenidos de la consciencia, repre­ sehtaciones conscientes, mediante las cuales se hace perceptible y, con ello, apto para la consciencia. Cuando pasa a la cons­ ciencia es sentido como iluminación y revelación o bien como ocurrencia salvadora.» ':rl

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Tan11sólo medi a· nte el en_cue�tro con la conscienci�, cuahdo cae ( ( so 6 re e os 1a 1uz de 1a consaencia y se h acen «perceptl 6 1es», cuand o ( (· :_ /� sus contorqos surgen cada vez más netamente de la oscuridad y se ;1j-../v· llenan de cont�i::üdo individual, reciben los arquetipos, con respecto �( (·, · ·j A a nuestra consciencia, la cualidad . de lo discernible y la posibilidad / de ser captados, comprendidos, elaborados y asimilados por ella.>Un \.. (:., v_,d _ al o psíquico no puede devenir, naturalmente contenido de c� ( 'Eencia: no pue e ser representado, sino cuando posee representabi- ( � lidad, calJdad de imagen 98, siendo con ello abordable a la elal:xlra· aón durante un análisis y pudiendo ser entonces traducido también ( '-�. a fórmula consciente. Este proceso resulta imprescindiblemente nece- ( (Jilll sario, ya que en los contenidos de lo inconsciente colectivo se trata precisamente de «núcleos de si nificación cargados de energía», do- ( tados de poder mágico y fascinante y que, igu que oses que ( ;t,_ ¡·•.:-: desean ser propiciados, han. de ser «irrealizados», en cuanto a su autonomía, medianté un cambio de nombre: 99 han de ser traducidos a un lenguaje mediato a fin de poder cumplir su significado con respecto a la economía psicológica. Por ello dice Jung: !/ -

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. «Al igual que todos los arquetipos poseen un carácter positlvo,. �avorable y claro, que apunta hacia lo alto, presentan ¡ tamb1en un aspecto que apunta hacia ,?J.bajo, en parte negativo Y desfavorable, en parte meramente �tónico.» 93-94• «En lo in­ consciente no se hallan los arquetipos mutuamente aislados, sino en estado de contaminación, de completa interpenetración y fusión recíprocas» 95• Con frecuencia resulta casi imposible destacar a un arquetipo aislado a partir de la viviente trama de significaciones de; la psique, mas a pesar .de su intercalación se constituyen unidades intuitivamente captables.» 96•

Arquetipo y consciencia

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«La psicología traduce, por tanto, el arcaico lenguaje del mito a un mitologema moderno, no reconocido l:lÚn como tal y que constituye un elementq del mito "ciencia". Esta actividad "utópica" es mito.viviente. y vivido y por ello satisfactoria para personas dotadas del correspondiente temperamento, e incluso curativa para ellas.» 100

Si durante la labor analítica se logra tal traducción, las fuerzas pulsionales que se encuentran en los contenidos inconscientes son trasladadas a la consciencia y constituyen en ésta una nueva fuente de energía 101• Con ello se religa nuevamente nuestro mundo consn JUNG: Symbole der Wandlung (Símbolos de transformaci6n), págs. 507-508. 71 > JUNG: Seelenprobleme, pág. 374. " JUNG: über psychische Energetik, pág. 133. 10J JUNG: Zur· Psychologie des Kind-Archetypus, pág. 143. 101 JUNG: über psychische Energetik, pág. 304.

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ciente personal con la experiencia ancestral de la humanidad; y «el hombre histórico, general en nosotros, da la mano al hombre indivi­ dual que acaba de devenir tal» 102• Se abre de nuevo el acceso que estaba separado o sellado, a las raíces y las fuentes de nuestra vida psíquica. Así se explica el efecto salvador que puede tener para una psique enferma, ca�da fuera de su orden natural, el encuentro y con. .. . frontación con los ·arquetipos. .· .. Cuando. una persona se encuentra en situación psíquica muy grave ) y· al parecer sin salida, suelen producirse sueños arquetípicos que ' ponen de manifiesto una posibilidad .:le avance en la cual no se había ( pensado. Tales situaciones son, en general, las que. co1:stelan con gr'a# regularidad al arquetipo, si n� mediante los sueños, a través de ert&entros y vivencias que remueven lo inconsciente. En tales casos, el psicoterapeuta, si es que entiende el lengu aje de lo inconsciente y sabe utilizarlo, no podrá por menos de hallar una solución distinta al problema,. insoluble mediante la mera razón; solución a la que apunta lo inconsciente del sujeto. Si ..el paciente es captado mediante tal actitud,

<<Se despiertan las capas más profundas de lo inconsciente -las· imágenes primordiales-, con lo que se encauza la trans­ formación de la personalidad. 103 El profano que no tiene posi­ bilidad de observar el comportamiento de complejos autónomos - \, tiende generalmente, coincidiendo en ello con la mayoría, a atribuir al medio ambiente el origen de los contenidos psíquicos. Esta opinión está ciertamente justificada con respecto a los contenidos de las representaciones de la consciencia. Mas, aparte de ello, existen también reacciones e impulsos irracionales y emocionales correspondientes a una ordenación (arquetípica) del matérial consciente y que parten de. lo inconsciente. Cuanto más claramente surja el arquetipo, tanto más intensamente operará su fascinación y, de modo correspondiente, se le for­ mulará como "demoniaco" ( ...). Tal calificación significa el hecho de estar "poseído" por l,ln arquetipo. Las representaciones subyacentes a la misma son forzosamente antropomorfas y se diferencian del arquetipo ordenador, que en sí resulta invisible, ya que es inconsciente. Mas demuestran que un arquetipo se ha tornado activo. La activación de un arquétipo se basa probablemente sobre la modificación de la situación de la cons­ ciencia, que exige una nueva forma de compensación» 104•

'02 JUNG: Seelenprobleme, pág. 333. 1111 }UNG: Synchronizitat, pág. 25. '°' ]UNG: Symbolik des Geistes, pág. 377.

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Dicha nueva forma de compensación conduce, a su vez, a una nueva distribución de la energía psíquica y a la correspondiente reordenación de la situación psíquica. Con respecto a tales casos, «hemos de seguir a la naturaleza como guía, y lo que el médico hace

un tratamiento como desarrollar los gérmenes no es tanto aconsejar • _.J . te» !OS creaaores existentes en el pacten -,,,::-- El arquetipo aparece con frecuencia ante el sujeto como algo

inaparente, que apenas llam_a la atención, lo cual es válido tanto, con respecto a las figu ras del mundo exterior, como a las de mundo interior. Y a pesar de ello, como formula acertadamente Jung,

«está dotado de una fuerza determinante del destino L .. )• · � • · »Los arquetipos tienen esta peculiaridad en común con el mundo atómico, como se demuestra patentement� en nuestros _ días, en los que cuanto más profundamente avanza la experi­ mentación del investigador en el mundo de lo sumamente pequeño· tanto mayores son las devastadoras energías, allí fijadas, que s� encuentran. El hecho de que d: lo mínim? surjan los . máximos efectos no se ha puesto tan solo de manifiesto en el psicoterreno de la física, sino también en el de la investig�ción _ . de la crttlcos momentos los frecuente es que en lógica. ·Cuán 1 ·· · • • ! » 106 1cante. f ms1gru te aparentemen algo de vida. todo dependa

Por ello, según Jung, más pronto o más tarde se aproximarán entre sí de modo importante la física atómica y la psicología de lo inconsciente; ya que ambas, independientemente, avanzan en un con la representación del átomo territorio transcendental: la primera · 107 y la se gunda con la de1 arquetipo . ·

Un ejemplo onírico .

Sirva el ggµ�<:.3E..�ÍÍ:.9 corno ilustración qu: haga comprender mejor el papel que puede desempeñar un arquetipo y el efecto que _ es capaz de ejercer. Corresponde a � medico francés d_e tremta y cinco años muy �ionalista: internis�a qu�, por su capacidad _ para establecer brillantes dlagnósticos y la mtens1dad de s_u pensa�1ento llegó a �reer que. era un médico destacado y que st los pacientes ,., JUNG: Seelenprobleme, pág. 96. '"' JUNG: Symbolik des Geistes, pág. 26. 17 JUNG: Aion, pág. 373. 11

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sanaban, era exclusivamente gracias a él, al ser su voluntad de inusi­ tado -Rode�ío. Debido a tal @aaoñ(re.su_J_o, dejaba por completo de ver que las dotes · creadoras -que poseyó en gran medida du­ rante su ju�ban por completo coartadas y que _, t�1en �u p��o afectiv-9 se encontraba e�do y enfr.:rmQ. El se � mscnbia, por tanto, en la �reccióE.._ e semejante situación �ateral de la conscie�cia mediante una impresionante corripensa­ aon de naturaleza arquetípica. «Estoy sentado sobre un banco de piedra en una cueva su¡; terránea dd tamaño aproximado de una habitación. Detrás de mí, �n posición algo más elevada y sentada sobre una mesa de piedra, una s?l�mne fi gura de sace1:dote (especie de Sarastro de La flauta magzca de Mozart) vestido con lf!l."gas vestiduras blancas. Permanece sentado directamente tras de mí inmóvil· tan sólo sus ojos muestran que se halla vivo. Yo es�oy inade� cuadamente vestido con un pijama, ropa que no va en modo alguno de acuerdo con la caverna de piedra. Esta última tiene el techo y las paredes cubiertas de piedras preciosas, que res­ pJandecen. Entra entonces una muchacha. Está pobremente ves­ tida con ropas de enferma de hospital. Se encuentra en estado catatónico y sin ofrecer resistencia al guna deja que yo la siente en el banco de piedra. Es absolutamente inabordable y ·no muestra reacción alguna. »Comienzo a hablarle t:n voz baja y tono bondadoso extensa y pausadamente; paulatinamente va desapareciendo de ella el estado de es�por. Co:11ien�a a moverse, se incorpora y fin�l­ mente me mrra con o¡os vivaces y despiertos. Se va transfor­ mando crecientemente, de enferma mental, en una muchacha sana que en el transcurso de su ulterior transformación adopta cualidades de personaje de cuento. Al cabo danza como un elfo a través de la caverna y finalmente desaparece. »Durante todo el tiempo, el sacerdote permanece sentado detrás de mí, sobre la mesa de piedra; yo sabía que tan sólo gracias a su mágica influencia había podido curar a la enferma. �l sueño me 1ejó una sensación de profundaf seguridad y con­ fianza en la figura de este hombre, del cual había emanado el poder curativo que había pasado, a través de mí, hacia la muchacha.» Sobran. los coment� con respecto a este sueño, que habla por _ s�, �smo. No es el hombre voluntarioso, �ecer es omnis­ aente, el que �a, sino el que «está situado tras él» y cuya fuerza

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(� V le atraviesa: el «arquetipo del espíritu». Cuando se deja, humilde­ Íru!nte, transir por el, la vertiente -.hasta entonces rigidificada-, () temeninamente emocional y enferma ·del durmiente se colma de nueva vida, se anima y vuela ligera, como antes lo hacían sus dotes poéticas, que en el presente se hallaban paralizadas 108• Cuando el -héroe (aquí <:!,_ durmiente) se encuentra en situación-�dese�.E�!:a_.d� y sin salida, y por motivos externos e mternos no pueaeire;;ar a cabo la misión de «sanarse a sí mismo», surge, compensando tal impo­ tencia, el necesario conocimiento eri forma. de un pensamiento perso­ nificado 109 en 1�.ru:uanciano sabio>���?porci�s._qg.�2 . . . No prestar oído a la comunicación de un sueño así, o rechazarlo como mero «fantasear» de un modo racionalista, no le resuJtará fácil a nadie cuya conciencia posea aún una chispa de vida, -un resto ·de �· 1\ capacidad para conmoverse. Se impone con toda su energía a la consciencia, a fin de que tome conocimiento y posibilite la transfor. \ �ación de tal actitud. «Si es �o, si no����.9�id
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«En realidad, jamás puede apart�_uno legíti1;11aII:�nt��!:.l fundamento arguetlf>lCO. s1 no-séoesea contraer_ una n��}.�.t.. así como no es posible despreñcterse del cuerpo ydems corres­ pondientes órganós a no ser mediante suicidio,» 111 Para los fines de la presente aposición no creemos .necesario interpretar detalladamente todos los elementos y aspectos de este sueño, tan denso de significado. , '°' JUNG: Symbolik des Geistes, pág. 18. 11• ]UNG: Symbolik des Geistes, pág. 334. 111 JUNG: Zur Psychologie des Kinl-Archetypus, pág. 113. 01 '

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Pues los ar uetipos, como voz que son de la especie «hombre», son los ran es factores de ordenación que, si resultan transgredidos o vulnerados, acarrean caos y estrucción. Puede considerárseles como · «infalibles provocadores de trastornos neuróticos, �clus� que se comportan exactamente i al ue ' ·. o �\ �11� raes o sistemas -- nC:t: es or ánicos descuidados o maltratados.». .� . s e e tras on o ps1co1 e ejercen una influencia ordenadora sobre los procesos ps�quicos y ·sobre los contenidos de la comciencia, a fin de conducirlos a través de laberínticos caminos hacia una posible totalidad, ya que «determinan», al parecer con una previa sapiencia, la índole y el curso de la configuración o bien se hallan en posesión, a priori, del objetivo en torno al cual gira el proceso de fijación de un 113 centro.» Así, pues, son al mismo tiempo los constantes apartadores de protección y salvación al individuo, capaces de hacer cesar todo es­ tancamiento y de superar de modo eficaz y pleno de sentido toda solución de continuidad y toda escisión. Por ello, todo aquel que habla mediante «imágenes primordiales», lo hace

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«como con mil voces: conmueve y exalta y al mismo tiempo eleva aquello que designa, desde lo sólo una vez dado y pere­ cedero, a la esfera de lo siempre existente; ·eleva el destino personal a destino de la humanidad desencadenando en todos nosotros aquellas· fuerzas auxiliadoras que de siempre le han hecho posible a la humanidad salvarse de todo peligro y superar 11 incluso la noche más prolongada» 4•

III. Arquetipo y símbolo

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Si el arquetipo aparece en el ahora y el aquí del tiempo y del espacio, si puede ser percibido de alguna forma por la consciencia; hablamos ú'-c la presencia de. símbolos. Ello significa que Jodo s1.m­ ?.9.!2-�L�@Rlén,_ALJ:PÍ�P.1Q_Jieg:ip_o! . .Y.:�..�r,9�;-��' que ha de estar determinado pór un arquetipo per se no perceptible; es decir: que ha de tener un «plano fundamental arquetípico» para poder ser con­ siderado como ·símbolo; no obstante, un arquetipo no ha de ser forzosamente considerado como idéntico a un símbolo. Como for­ mación en principio indefinible en cuanto a su contenido, como «dispositivo», como «centro energético invisible», etc., tal como . ,. hemos caracterizado ya al arquetipo, éste es siempre, de todos modos,<·::�, · un símbo te su «núcleo dinámico» está en todo momento._ ispuesto --cuando existe una constelación psíquica general, una correspondiente situación de la consciencia- a actualizarse y a apare­ cer como símbolo.



iu JUNG: Ibíd., pág. 112. Véase también 1o dicho anteriormente acerca de la relación entre arquetipo y complejo. m }UNG: Van den Wun:eln des Bewusstseins, VII, pág. 570. 11• J UNG: Seelenprableme, pág. 70.

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«Lá psique es, para sí misma, la única e inmediata expe­ riencia y la conditio sine qua non de la realidad subjetiva del mundo en general. Crea símbolos cuyo fundamento es el arque­ tipo inconsciente y cuya forma manifiesta procede de las repre­ sentaciones que ha adquirido la consciencia. Los arquetipos son elementos estructurales numinosos de la psique y po��n__cie.tli ..:.amonomía y en.e;:gia_esp_e_dhcas ,._merced a lascuales:-son. capaces �-atraerlos contenidos de la cons�i_el")éia g�e_a _él _se ajustan.>� 1 «Lo inconsciente proporciona por así decir la forma arque­ típica, que es en sí vacía y por tanto irrepresentable. Mas es inn1ediatamente 'llenada y convertida en perceptible, a partir de la consciencia, coh material representativo afín o similar.» 2

JUNG: JUNG:.

Symbale der Wandlung (Símbolos de transformación), pág. 391. Van den Wun:eln des Bewusstseins, VI, pág_ 491.

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En cuanto el ..,.._S,��:1:i:1.?-�.P.}.:;!:��f:.�.;<:: "�ol�.c:ti�5d1� m3:,�o . del . arque­ . tipo, que representa eI material bruto pro po rcio nado por l o Inconsciente colectivo, se po ne en relación co n la consciencia y la .cualidad co nfigurativa propia de esta última, recibe el arquetipo «cuerpo », «materia» «forma plástica», etc.; se co nvierte en «representable» y, por ta�to , en imagen propiamef!te dicha: e� imagen arquetípica, en símbolo . O bien, si se quiere adoptar un punto de vista Jun­ · cional, podría decirse: ·er <<arquetipo en s�» es, esencialmente, �i:gíª' psíquica__ �cm.d�P-�ª9.�,;, ma_s_ el símb-ªs.C!�8!!:.. a ello �L;11od�-��.:..!Eªr�1

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trasunto de la energía psíquica». Po r e o no se pue e encontrar �s al «arquetipo en sí» de u?· modo dir�cto e inmedia�o: sino tan \'. _ sólo mediato·: cuando se manifiesta en la imagen arquet1p1ca, en e \ ��bolo, así como en el sínto ma y el co mplejo . Mientras permanece inco nsciente no cabe afirmar nada acerca de él; po r ello , toda afirma­ ción acerca del arquetipo es mera deducción 3• Gran parte de las c o nfusio nes y los malentendido s proceden de que no se presta la sufi­ ciente atención a esta circunstancia, en la que reside una esencial 4 diferencia entre lo s co ncepto s de arquetipo y de símbolo • Un símbolo no es nunca co mpl�tamente abstrado sino . Ue siem­ pre está, al mismo ti..�tna: ó>>. Poi: este motivo, la psique Traduce y representa incluso las relaciones, situacio nes o ideas más abstractas de índole arque.típica, mediante figuras especiales, imágenes, o bjetos, etc. ( que pueden ser tanto de índ o le co ncreta, co rn o po r J Prevalece lamentablemente en nurnt:ros9s_ psic¡tliatras y psicoterapeutas la convicción de que i:án sólo es «real>; y ha de constituir fundamento de afirma­ ciones científicas aquello que pode1;1os captar mediante nuestros órganos �en­ soriales . Incluso Medard Boss, a quien por otra parte ha de agradecer la psico­ logía profunda multitud de valiosas contribucion:s, mues5ra en su .?ublicación titulada Der Traum und seine Auslegung i (El sueno y su mterpretac1on) (Berna, 1953), en especial en el capít?lo_ acerca del !rquet!Pº, el mei:cionado punto de vista. No puede aceptar ni siquiera. como hipotes!s de t_raba¡o conc<:_ptos tales como los de arquetipo, símbolo, e mc�uso el de m�onsc1ente. Para _ el se trata tan sólo de vocablos vacíos y desprovistos de sentido. Con ello, sm embargo, reduce las manifestaciones de la psique al aspecto relativo a su co1:1EX?rtamieI:_t O, en cuanto a su acción recíproca con el entorno, con lo que se · limita la vida psíquica a sus posibilidades de _relación con el mu;1do. . , ' A fin de diferenciar lo. mas exactamente posible entre el arquetlpo en Sl, en reposo, no actualizado, y por tant� no. perceptible, y el �rquetipo que _ha penetrado ya en el ámbito de la c_ons�1enoa y que es perc;p_tible, que ha sido convertido en visible por la consaenaa (en imagen arqueup1ca, por tanto), se ha utilizado corrientemente para este último el término de símbolo.

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ejemplq figuras humanas, animales y vegetales 5, o también abstractas, co mo el círculo, el cubo, la cruz, la esfera, etc.); o al meno s me­ diante procesos expresados en imágenes. Esta energía creadora de imágenes por pari:e de la psique humana es la que traduce el arque­ tipo de la «lucha entre la luz y las tinieblas, o entre el bien y el mal» en combate del héroe co n el dragón (un motivo arcaico en muchas cosm�gonías), plasmándo le así en un aco ntecer vertido en imágenes; o el arquetipo de la «idea de muerte y resurrección» en imágenes correspondientes al curso de la vida de un héroe o en el símbolo del laberinto 6, co nvirtiéndo se así en creadora del ilimitado reino de

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del arte, que de modo incesante unen el pasado más remoto co n ·Ün fµttiro aún lejano; la contemplamo s también en lo s ro stro s de lo s _videntes y en las aparicio nes y signos de los santos y de lo s buscado res religio sos; en las fantasías de los poetas y, no en último término, en el nocturno mundo de lo s sueño s haciendo surgir infati­ gablemente y sin interrupción nuevo s símbolo s a partir del inago table tesoro de los arquetipos dé lo inco nsciente colectivo. Co n respecto a esta transformación de ideas arquetípicas en un _1cont:ecer s1mbóli� �e lo cual proporcionan los Evangelio s .lo s ·nás magmhcos ejemplos- se suel� emplear también, en ocasio ñes,. la denominación de «parábo la». Mas la psicología junguiana prefiere designar a tales proceso s, así co mo a ciertas secuencias de imágenes arquetípicas, en sí cerradas, con el vocablo símbolo. Las múltiples y fluidas transicio nes, la c o n frecuencia in.;"ble dificultad de trasladar a un lenguaje co nceptual lo contemplado ·y lo experimen­ tado, así co mo el co nstante despliegue y la p.rofundizadón de c ono ­ cimientos por parte de Jung, co nstituyen la causa de que no sean, sin más, claramente reco nocibles las correlaciones y las diferencias . aquí expuestas entre arquetipo y símbolo que aparecen en sus o bras. Se trata de la captación y la expresión verbales de hechos que debido a su ·propia esencia son difícilmente asequibles a tal esfuerzo . Es algo so bre lo que es preciso insistir reiteradamente. 'Véase }UNG: «Der philosophische Baum» (El árbol filosófico), (c:11: Van

den Wuneln des Bewusstseins, VI), pág. 379.

' Véase, para más detalles, K. KERÉNYI: Labyrinth-Studien (Estudios sobre el laberinto), Albae vigiliae, Amsterdam, 1943.

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¿Qué es un símbolo?

La palabra ijJ!!.PfllQ,.,(¡,1.,m,b9�9.t1), derivada del griego symbalto, ha de siempre j;; más diversá's'.éferinidones �- interpre­ experimentado \ •: j, . taciones. Mas todas están de acuerdo en que se ha de designar con ella algo tras·_cuyo sentidó ·objetual, visible, se halla oculto otro invisible y más··-ptoíondo. «Los símbolos son parábolas de lo impe­ ; · :· recedero que se manifiestan en formas de lo perecedero; ambos aspec­ f.. ;;, tos se hallan mezclados en ellos, fundidos entre sí para constituir una f·. _.,, unidad de sentido», dice Doering 7• Y de modo análogo afirma _ �: «El símbolo evoca intuiciqn, � lenguaje tan sólo pued;: · �pHcar ( ...·). Hasta las mas secretas profundidades del alma alcanzan fi las raíces del símbolo, el len ua· e roza como un leve so lo de brisa ¡r-,,. 1 la superficie del entendimiento ( ... ). Tan só o el sím ola logra unir l.é,, una im resión global unitaria. Las p;fabras hacen lo más verso i''''' &,-._J;• espiritu más allá de Io; finito lo infinito, los símbo os arre atan ¡;, )- �to, de lo que deviene, hasta el re"fuo del mundo que existe infinitamente. Despiertan intuiciones, son signos de 1� �'"':'. indecible, i?agotables como éste.» 8 Y lo mismo yeuw: el símbolo «es capaz, en cierto modo, de hacer visible incluso o divino. Con fuerza irr��istible arrastra hacia sí al hombre que contempla; y de r¡,7 r::� modo ineludible, como el propio espíritu del mundo, nos afecta en el alma. Es la fuente de la que manan incesantemepte ideas vivas; y todo aquello a lo que aspira 1a· razón, unida al entendimiento, en sucesiva de conclusiones, lo logra conjuntamente con los sen­ serie ��? � de modo pleno y súbito ( ... ). A estas sumas manifestaciones tidos a .0 de la: capacidad configurativa es a las que designamos como símbo­ r"'! los ( ... ); es propio de su clase lo momentáneo, lo total, lo insondable �,,:;, de su origen, lo necesario. Mediante una sola alabra ueda desig: nada aquí la aparición ·de lo"' ivino y el esclarecimiento de ht.iroagen... f"? ) terrenal» 9• Y de modo especialmente bello se expresa Goethe: «El sfiñEOllsmo JUl.WOrma la aparición len idea, la idea e�aggi (ci ) f¼..a• de· modo tal que la idea permanece siempre, en la imagen, infinitaJI'.··)

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7 O. DOERlNG: Chrístliche Symbole (Símbolos cristianos), Friburgo i. Br. 1933, p' . I. (_jf,_J • J.1. BACHOFEN: «Versuch über die Grabersymbolik der Alten» (Ensayo 'é )'-:7"" sobre el simbolismo de los sepulcros en la Antigüedad), en Mutterrecht und rl/_·' · f"',· ·) Urreligion (Derecho matriarcal y religión ·arcaica), Leipzig, 1927, pág. 60. ' FR. CREUTZER: Symbolik und Methologie. der al.ten Volker (Simbolismo �:.:;, , de los pueblos antiguos), Leipzig y Dannstadt, 1819, tOID<' I, mitología Y r, -· ) págs. 63/64. �;

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mente activa e inalcanzable e incluso, aunque se la expresa en todas fas len as, petlñanece mdeable» w. El símbo o a si o uraderamente introducido en el lenguaje teológico cristiano como designación relativa a determinados conte­ nidos dogmáticos y procesos religiosos 11• Apenas existe un sector del espíritu -ya se trate de mitología, de. filosofía;·de arte, técnica, �edicina o psicologia-,. en el que no haya tenido aplicación el término de símbolo, que se ha convertido en la actualidad en una palabra de moda. Mas a pesar de ello no existe aún en realidad ninguna obra de solvencia, moderna y amplia, en la qu; se expong� su esencia y su sentido; y tampoco ninguna en la que se haya inves-· tigado su significación psicológica. Las investigaciones de Jung cons­ tituyen también en este sentido un trabajo pionero u_ A partir de ellas puede advertirse claramente el destacado puesto que corres­ ponde al símbolo en la psique humana y en toda la historia de la cultura.

'° GoETHE: Maximen und Reflexionen (Máximas y reflexiones) TempelAuwabe, tomo II, pág. 463. . . . ' «Con �rreglo al uso actual del len&1;1aJe existen en la Iglesia dos clas<:s de s�bolos; aq�ellos que representan. en imagen alguna idea religiosa y aque­ ll_os otr�s que f1¡an, �ormalmente, con arreglo al derecho eclesiástico, las prin­ apales ideas dogmatlcas», como por ejemplo lo relativo a lós sacramentos (F. _KATTENBUsci:: Real.enzyklopiidie für prot. Theologie und Kirche) (Encielo­ � de la Iglesia y la teología protestante), 3." edición, Leipzig, 1907; vocablo s:mbolo, pág. 127. u Entre las obras de mayor importancia y más antiguas mencionaremos las si&1;1ientes: la . de F_R. CREUTZER en seis tomos Symbolik und M-ythalngie (S_im­ bolismo y m1tolog1a) (1819); G. H. VON SCHUBERT, Symbolik des Traumes (S�bolismo del sueño) (1840); el libro, aún fasc1nante, ele C. G. CARUS, Sym­ bolik der menschlichen Gestal.t (Simbolismo de 1a figura humana) (1853)· ..L J. BACHOFEN, Versuch üb�r di'!_G_r_áb(!,:symbolik der Alten (1859) (ver nota 8), así. co11;1O cl fyndamental 1i6ro ae M. Sc:HLESINGER, Geschichte des Symbols (Histona del sunbolo) (1912-1930), y E. CASSIRER, Philosophie der symbolischen Formen (Filosffía de las forma_s simbólicas, F.C.E., México, 1971-72, 3 t.). i- De autores mas mO?ernos r:1enaonaremos: H. SILBERER, ya que con su libro Probleme der Myst:k und threr Symbolik (Problemas de la mística y de su 1• s�bolismo) (1916) establece una es�e de puente con respecto a las concep­ ¡aone� de Jung; J. Pr�_?ET, Lz Format:?n du symb�le chez l'Enfant (LA formación del szmbolo en el nmo, F.CE., México, 1961), tmportante investigación sobre la formación de símbolos en el niño y, finalmente, la obra de E. FROMM, The F0;�otten Lf;nguage (El lenguaje olvidado) (1915), tentativa neofreudiana poco _ el lengu aje del sueño; y la obra de W. M. URBAN, ongmal destmada a _interpretar Lzn_guage and Realzty, the Phylosophy and the principles of Symbolism (Len­ gua¡e_ Y realida�. Filosofía y principios del simbolismo) (1939), que, al contrario ?el libro antenormente mencionado, está sumamente bien escrita y utiliza ya iµia serie de afirmaciones y formulaciones junguíanas. l

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78 Símbolo y signo

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Jung distingue estrictamente entre alegoría, signo y símbolo. He aquí algunas de sus definiciones:

«Toda interpretación que acepte la expresión simbólic� como analogía o como designación abreviada de _?lgo c:onoc1do, es semiótica. Una interpretación que acepte a la expresión sim�mo la mejor formulación posible y, por ello, en prin­ cipio, como formulación no posible
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En el fondo, los sig�o_s_Y, l?s.}f!.11!:i.ol9�fQEI.��p9�9�1:1-·�---?�� _clis-"· . t!!:,!2�J�112.���, y� en lugar de designar . ;:rh-om6re�¿r:i:io--«animalracional», sería preferible designarle como . . '·-':í""' · bo'li.• co», ·· · s1m «ammaJ. Existe bastante confusión en cuanto al uso de los conceptos de símbolo, alegoiía·y-s{iñ·-¡;7:.ada autor los udlizi" con arreglo a sus , ---..:.. " JUNG: Psychologische Typen, pág. 642. . . . "' La definición incluida en el Meyers Lexrkon (Le1pz1g, 190 7, tomo I, pág. 371) es comó_!i&:t1�=-�Mi_c:n.t:t:l!s que d sí,mbolo es u!l sustitutivo que �ude ·a· una· misteriosa construcaón de representaaones (una imagen correspondiente a un contenido psíquico poco _claro), la alegoría consiste en l� animación _de un concepto claramente rt:C?nodd? o .e� mediante '!n� imagen plástica a un contenido del pe�samiento,.mt��gible ;: netarnent� delirrutado. (como, por ejemplo, la representaaón de la Lust:c1.::__ me�ante una l!_gu_:a ferne!EE��2� un_a_ balanza y una espada).» Y en eI-P51fosophi'fé!jenWorterbuch"TDíéc1onar10 plo­ S1Jficrí)7teHeiñnch--sclunidt (Kroner, Leipzig, 1934) se dice: «Súnbolo, stgn_o d e algo que "significa" algo más de lo que él tnismo representa y a partir del cual se· puede reconocer o deducir algo.» " En la obra de FR. CREUTZER, Symbolik und Mythologie der alten Volker (1819), tomo I, pág. 70., se dice: «La diferencia entre la representación simbó­ li ca y la álegórica co1:1s1�te. _en que ,ésta supone tan 5?lo un . concepto ge?erál, o una idea, que es disttnta· de aquélla, la cual es la idea misma corporetzada, hecha visible.» 1 • JUNG: Psychologische Typen, pág. 643. 17 New Haven, E. CASSIRER: An Essay on Man (Un ensayo sobre· el hombre), · 1944, pág. 32 (el subrayado es mío). .;..

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79 ( propios puntos de vista subjetivos, con frecuencia muy distintos de ( ! los de otros autores. En la mayoría de los trabajos acerca del sím- ( bolp, éste es entendido en primer término como «signo», como una especie de abstracción: una denominación libremente elegida y co- ( nectada con lo designado por convención social -poi: consensus_ ( gentíum-, .como sucede por ejemplo con los signos verbales b los ( matemáticos. En el constante empeño de poner orden en la cenfusión se han establecido múltiples subdivisiones. J. Piáget distingue entre ( . «símbolos conscientes» (designando por tales a dibujos simbólicos ( destinados a eludir la censura, en el sentido de Freud) y «símbolo inconsciente» (cuyo contenido no es...conocido para el sujeto que los ( utiliza, como por ejemplo en el sueño); mas todo s{mbolo ha de ( designarse como «cons�iente», po_r u1:a pa�e, «i�con �cieri te», por ( i, otra, ya que e 1 pensamiento, aun e 1 mas raoonal , 1mplica e ementos 1 inconscientes y los proce·sos psíquicos se mueven, en ininterrumpido ( ' tránsito, de lo inconsciente a lo consciente y viceversa. ( pe las tres clas:s de sím�olos que �stingtie F�1;1W e113::, �!?,�., ( \ -sirnbolos convenaonales, s1mbolos �cc1dentales y¡ s�o�Jl!Y� \ .. s é.ry-, tan só o estos timos pueden considerarse como tales, en ( •�� elsentido de �bolo�uQLv.¡::rsJtles» no se trata de u� ( , «_sustlt �aÓID�<:raducción-; de un conteni�o, en. otra forma �e . · . expres1on: no sustituyen o. representan a:lgo diferente �e ellos, SI.QO (·· • que expr ú-"�l!--ÉE9PÍO sentido, lo representan. «Sin embargo, los ( , � �gp.os =sim óffi:osqÜe�ntramos· e�!:&Uª���C:l mito, el arte, ( '� no "son" primero, para alcanzar además luego, aparte de este ser, : ,_:; . una determinada significación, sino que en ellos todo ser surge ( f primeramente de la significación��, dice Cass"irer 18• Cuanto �- ( ·• . 1� versal "se'itel · estrato: rfilg.Ü1�p dél que prOcede un símbolo.así, tanto ( más �.!��-te-se exe_r��__!!!ismo a través de él. Consi,· deremos, por ejemplo, �I ��' el agu_�, la �i_erra? o bien la madera, ( l.. .la sal, etc.: toda la expenencia de la humanictad que va unida de ( · siempre a su palpable materialidad es expresada mediante ellos con inigualable simplicidad y, al mismo tiempo, con una plenitud de ( sentido única cuando surgen como símbolos de una cualidad de la ( ,:.i r�dád psíquica 0m�terial, a ellos correspondiente. La cas� como �{ ,';� sirnbolo de la__personalidad h tg,rt_ana, la sangre como el � la v ;/_ !_} · �nimales·-·a:-etóla índole "cor.bo·- s�� .,•••• 1nstintos y su correspondiente nivel de evolución en el hombre, etcé- 1(. .

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11 E. ÚSSIRER: Filosofía de las formas simbólicas, FCE. México, 1971, tomo I, pág. 51.

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tera. E incluro quizás, como dice Jung 19, sea <<el propio ser humano la concreción temporal de la imagen primordial eterna, al menos en su estructura espiritual, troquelada sobre el continuo biológico». Y si' se denominó «doctrina d as signaturas» 20 a la relativa a los signos por los cuales to o lo interior puede ser recon-:icido a partir de. lo �r, lo fue erróneamente, ya que a lo que al�era a auténticos símbolos. .. <<El hecho· de q_��g.<2-.•�.ª o n<2,_Jj�_eg_l o dept!nd�, ;;,n pr�er término, de la ·actitud de la consciencia gue contem la» 21; es decrr: de que un -sujeto teri.ga1a· :¡;�s1bi.Üda ;��p-�Cl a· --- ara considerar un determinado hecho -la presencia de f un ár ol , no sólo en cuanto a su aparición concreta cómo tal, sino tam Tén como expre­ skS..n,_c;,oJJJ.Q¡_�agen de algo desconocido. Resulta por talii:o~·posiole [ que: U:n rois�iDI.Jlo.j�1.o�COnsfftuya y_Q.llímbolo para un deter- _ minaJ-;-;;Jcto, ·ri�11tras que para otro es meramente un si no. !

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«Mas existen circunstancias --dice Jung- cuyo carácter simbólico no depende tan sólo de la actitud de la consciencia que contempla, sino que se revela, a partir de sí mismo,� diante un efecto simbólicosoEreel ue contempla. Se trata de aque os aconteceres configurados de tal mo o que carecerían de todo significado si no poseyesen un sentido simbólico. Un trián o ue resenta un ojo en su _inter_im- es algo tan absuro que el que lo contempla no puede concebir que se trate de un mero juego casual. Una figura así obliga directamente a que se la considere como símbolo.» 21 '23 Mucho· deperide, sin embargo, del tipo del que contempla, pues existen� que se ajustan siempre a lo concretamente presente -a los hechos--, mientras que_ otras otorgan mayor importancia al sentido oculto de las cosas y las abordan con una «actitud abierta �ª�� También en el Cristianismo, d.1ya vida espiritual está entretejida con multitud de imágenes y apariciones, el símbolo es considerado JUNG: Symbolik des Geistes (Simbología del espíritu), pág. 442. "' Sobre la idea de la «signatura» se basa también la doctrina de Paracdso y de los demás fil6sofos naturales de los siglos XV1 y xvu. Con arreglo a dicha doctrina, lo igual puede curar a lo igual indicando la similitud de forma, el f color, etc., de una planta y su utilidad contra una enfermedad determinada. 21 JUNG: Psychologische Typen, pág. 644. 22 Tbíd., pág. 644. Los llamados «símbolos de conjunci6nll> (los símbolos dd «sf mismo:.) pertenecen en general a esta categoría. 1

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como signo sensible de una realidad suprasensorial; pero no es, como dice A. Weis «un mero signo, que tan sólo alude a la realidad transcendental, pero sin contenerla, abarcarla o sustituirla» 24• Consi­ derado, como «mero signo», todo símbolo supone algo inauténtico; y la Iglesia, sobre todo la católica, ha vigilado siempre cuidadosa­ me!irequ-e- ninguna interpretaaón simbólica borre el hecho de la �� la transcendencia. Jünto a la realidad de la fe, que per­ tenece al plañó7Irerar1s1co, existe la realidad simbólica, que corres­ ponde al plano psicológi� de la vivencia; y aquello que para uno es tan sólo un. signo, representa para otro un símbolo, como ha expuesto Jung en diversos y profundos trabajos 25• /'

«El conocimiento de los fundamentos arquetípicos univer­ �me ha animado a tener en cuenta aquello de quod semper, _guod ubique, quod ab omnibus creditum est como hecho P!icofOi!Io- que-ákattza-ñíucl-io -·iiias-·a11if-del · iñarco d_ua_fe_ _c;;gstiana, y a considerarlo comouii-éi'Gíétócíeñiífito-natural · un fenómeno--, sea cual fuere el significado "meta­ físico" que le haya sido adjudicado.» 26

--como

El símbolo no es ni alegoría ni signo, sino la imagen de un contenido- g�e · en su mayor parte trasciende de la consciencia. Y tale;� �TJ0;;:r�;m;�arib1in �mQ·;¡;¿'l:fFcó;--�-o--;;o"-;ge�tia-, siendo una confrontación con los mismos no s0lamente posible, sino incluso necesaria Z7_ Si bien de modo natu • .:l y original se cree. en símbolos, estos p�eden_¿a bién ;.!!JE!der�, siendo este último el camino a transitar por aque� os a 1 os que no ha sido dado el carisma de la fe 28• Los=wnh2!2,�J?,!J.�9�,���.i�,,I��-&�L��Aegenerar» y ..s2�yertfr5,t:!. -�n ,., �--Y estos últimos, en determinadas circunstanc1as -según el ·contexto dentro del cual estén o la actitud del sujeto ante el cual surgen- pueden ser entendidos como símbolos. " A. WErs: «Christliche Symbolik» (Simbolismo cristiano) (conferencia no publicada, 1952), pág. 3. Véase, entre otros, JUNG: «Versuch zu einer psychologischen Deutung des Trinitatsdogmas» (Int�to de interpretación psicológica del dogma de la Trinidad) (en Symbolik des Geistes), pág. 323, y «Das Wandlungssymbol in der Messe» (El símbolo de transformación en la misa), (en: Von den Wurzeln • des Bewusstseine, V.), págs; 219-350. JUNG: Symbolik des Geistes, pág. 444. JUNG: Symbole .der Wandlung, pág. 129. " JUNG: Ibíd., pág. 390. ll

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«En tanto :µn sí��9l9_ está.,Y.iYS{,..S9fWtl1ID:� la ·expresión de algo que no c�un modo mejor. Y tan sólo está vivo mientras se halla grávido de SÍfill�- Mas� dado a luz su sentido: si se�presión ue_ · ormula lo ue se busca a, se es era a o se intu1a me·or aún / �que el símbolo que terna asta entonces vigencia, el símbolo.· . está muerto 29 ueda entonces ertido en si no conven1 cional. Por e o resulta imposible crear un' símbolo viviente ¡ 1 �ido· de signíficadO:::: a parfu de conexiones conoadas. / Pues lo así creado no contieñe más de laque en ello se ha 30 puesto.» Jung ha presentado un ejemplo especialmente demostrativo con respecto a las diversas formas de significación del símbolo en su estu­ dio sobre el «Arbol filosófico» 31• La cruz, la rueda, la estrella, etc.; pueden utilizarse, por ejemplo, para caracterizar marcas, estandartes, etc., y expresarse entonces como _signos: señalan algo; en otros casos, y según el contexto en el que se encuentren y lo que signifiquen para el individuo, pueden representar símbolos. La cruz puede ser para un sujeto tan sólo un signo exterior del C�mo, mientras que �� _Pasión e Jesµcristo, En e primer caso hablaría Jung de un «símbolo extingufcfo»; y en el segundo, de un «símbolo viviente». Y afirmar­ que P.ara un creyente�tia consagrada en la misa supone aún -----------,----- ... . ··-� un símbolo viv� rruentras que para otro ha perdido ya su sentido�exiones acerca del carácter simbólico de una creencia formulada se demuestran en muchas religiones históricas como las primeras y, al mismo tiempo, decisivas señales de su descomposi­ ción» 32• Cuanto más convencional es el espíritu de urí sujeto, cuanto Ínás creyente de modo puramente formal sea, tanto más intensamente separ�do estará del símbolo y tanto menos capaz será de captar su sentido; quedará vinculado inevitq.blemente al mero signo y aumen­ tará más aún la confusión en cuanto a la definición del símbolo. No deja de ser interesante mencionar, y es característica de la sumamente variable explicación de estos conceptos, que tanta con­ fusión ha creado, la definición, completamente distinta a la de Jung, que . Goethe da de ellos en su teoría de los colores: «Un empleo (del

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JUNG: Psycholoi,ische Typen, pág. 643. � JUNG: Ibíd., pág. 643. 31 JUNG: Von den Wuneln des Bewusstseins, VI, págs. 353-496. n A. WEIS: Christliche Symbolik, pág. 6. 29

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color) que coincidiese 12or completo con el .de la naturaleza, podría designarse como simbólico, al ut:ílizarseel color conforme-a-su efecto y la relación auténtica expresase inmediatamente el significado. »33 ( ... ) Próximame11te vinculado a él se halla otro uso, que podría de­ signarse como alegórico. En éste se trata de algo más casual y arbi­ trario, e incluso pÜdría decirse que �' al habernos de ser transmitido primeramente el sentido del signo antes de que sepamos de qué se trata, como sµcede por ejemplo con el color verde cuando sele atribuye a la esperanza.» 34 Con arreglo a la con­ Cep°ción de J ung,ambas formas habrían de designarse como «ale_g.2_:� �>; o bien, �emióticas;>. Aquello, en cambio, que denomina Goethe la «significación mística» del color, sería «simbólica» según J ung. «Pues ya que todo esqu�ma con. eL que se pueda representar la múltiple variedad de los colores alude a tales condiciones primor• diales, que corresponden tanto a la contemplación humana, comr:, a la naturaleza, no cabe duda de que se podría hacer uso de sus · relaciones mutuas, al igual que de un lenguaje, cuando se desee expresar condiciones primordiales que no afecten a los sentidos tan poderosa y variadamente» 35, con lo que queda certeramente aludido aquello que nunca es posible resolver plenamente: el contenido ricamente intuitivo del símbolo, tal com_o lo afirma Jung tambíen." -- ·. .-----. . ec;·�;(de'i_:emos áha:r�· eF-párrafo siguiente: «Una vez que. se ha captado bien la separación del amarillo y del azul, y cuando, sobre todo, se ha contemplado suficiente­ mente la intensificación en el rojo, con lo que lo contrapuesto se aproxima y se une en un tercero, surgirá ciertamente la especial y misteriosa intuición de que se podría·atribiiii a estas dos entidades separadas, mutuamente contrapuestas, una signi­ ficación espiritual. Y no se podrá por menos de pensar, allí en el nacimiento terreno, y aquí en el nacimiento celestial de los Elohim *, cuando se ve surgir hacia abajo el verde y hacia arriba el rojo» 36• 13 GOETHE: Schriften über die Natur. Farbenlehre (Escritos sobre la Naturaleza. Teoría de los colores), pará grafo 916 (Kcirner, Leipzig, sin año); pág. 327. Ibíd., parágrafo 9.17. " Ibíd., pará grafo 918 (el subrayado es mío). 36 ·· Ibíd., parágrafo 919. · * A partir dd informe de Hipólito en los Philosophoumena (V, 26)_, un sistema mixto judea-cristiano de gnosis ofita, procedente al parecer de media?os del siglo II, se conoce la referencia a tres, prinápi�s primor�al� el buen Dios, Elohim como padre de todo lo creado ( que es el dios del Gén�ts) Y �d�, �n forma mitad de serpiente, mitad de doncella, en la que se trat�, segun Llps1us, .H

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Sentimos nuevamente asombro ante la capacidad de videncia que es capaz de ver y de expresar con tal profundidad, como un símbolo de lo celestial, el principio de totalidad oculto en la separación y la unificación de las parejas de contrarios cromáticos. Goethe presintió incluso que es mejor «no exponers� en último término a la sospecha de ser un iluso, y ello tanto más puesto que si logra alcanzar auge nuestra teorfa de los colores, no faltarán seguramente aplicaciones e interpretaciones alegóricas, simbólicas y místicas con arreglo al espí­ ritu de...la época» :r1_ · La :=apacid �, o bien la incapacidad para sentir y captar los sím­ . bolos, oasadas en la estructura o constitución mental de' las distintas �rsona_:'., es una de las causas por las que tan difícil les resul;-;­ muchos el método de Jung para descifrar e int�tar s�eños en cu3:1to a s� contenido simbólico. Pues hay demasiadas f;erso�s que estan desvmculadas del lenguaje en imágenes de sus psiques (precisa­ mente las altamente civilizadas e intelectualizadas) y que no son ya capaces de captar más que la fachada exterior, el aspecto de ,É&!l.Q.,__ de un símbolo 38• Sienten un secreto temor ante lo en último término inexplicable· que es· propio de todo símbolo auténticamente vivo, y que hace imposible su plena intelección racional. El carácter «demos­ trativo» del símbolo basta, pues ya su significado etimológico de symballo (de «juntar amontonando»), postula para su contenido algo { �tgtiple y diverso. Como unificador de contrarios, el símbolo es una totalidad que no puede apelar jamás tan sólo a una capacidad del ser humano, como por ejemplo a su razón 0 a su intelecto sino que afecta a la totalidad, a nuestras cuatro funciones psíquicas :imul­ táneamente, haciéndolas vibrar al unísono. El símbolo, como «imagen», tiene un carácter de llamada y estimula al ser entero del hom­ bre a una reacción conjunta en la que participan su pensar y su

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de u_n a personificación de la ·_tierr�. El Par aíso habría surgido del amor de Eloh!,m y Edern, y de �u me¡ or tle�!ª habrían tornado parte los ángeles de Elohim para hacer a Adan. La acepc10n de Elohirn como "ángeles "' en plural ' procede de la Epístola a los Hebreos, 1,7. (N. del T.) 31 . Ibíd., parágrafo 920. . a qu e personas qu e no tenían noción algu na acerca de inform F�o11;1rn E. "" . la mterpretaoón de sueños, según experimentos reci entem ente realizado s son capaces, dura1;te hipnosi s, de comprender s in más el simbolismo d e sus s;eñ os , asi �omo d e lnterpr e�los ; pero tras el despertar no er an ya capaces de ello Y afJ.rma ban la mayona de las veces que lo que ha bí an soñado era un mero absurdo. (The Forgotten lAnguage, Nueva York, 1951, pág. 19).

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o tan sólo, como sentir ' sus sentid . os y su intµición; no participand . 39 es . naon fu muchos erróneamente creen, una de sus

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El símbolc en Freud y en ]ung

La divergencia que en cuant� al símbolo existe entre las concep­ �iones de Freu'd· y de JÜng se pu�de explicar fácilmente teniendo en cuenta sus teorías, completamente distintas, sobre lo inconsciente. En lo inconsciente personal, al que se limita Freud, no existen arque­ tipos, ya que sus contenidos proceden exclusivamente de la biografí� del individuo; por ello, estos contenidos --cuando surgen al desapa­ recer la represión- son a lo sumo signos; «figu ras encubridoras» de algo que había ,pasado ya por la consciencia. En cambio, los contenidos de lo inconsciente colectivo, los arquetipos -cuando pa­ san de la esfera psicoide a la psíquica- han de considerarse como auténticos símbolos, ya que proceden de la biografía del universo y no de la de un individuo aislado, por lo que han de exceder también de la capacidad de comprensión de la consciencia, aun cuando se hacen perceptibles mediante un «ropaje» adquirido por asimilación de material representativo, cuyo origen está tomado indiscutible­ mente del mundo de las manifestaciones exteriores. Jung dice: «Aquellos contenidos de consciencia que permiten colegir trasfondos inconscientes, son designados erróneamente por Fteud como símbolos, mientras. que en su teoría tan sólo des­ empeñan el papel de signos o de síntomas de pro�esos mot�­ vacionales y, en modo algu no, el del símbolo propiamente di­ cho, por el que hay que entender una e�presión relativa a un estado de cosas que no se puede designar de otro mo?º· ' Cuando Platón, por ejemplo, expresa todo el problema relativo a la teoría del conocimiento mediante la alegoría de la caverna, o cuando Cristo expone su concepción acerca del reino de los cielos se trata dé símbolos auténticos y exactos, es decir: de inten;os de expresar algo para lo cu¡µ no existe aún ningún concepto verbal.» 40 " Cuando Kant, por ejemplo, habla en su f.rítica del juici9-acerca del «us o equívoco de !apalabra símbolo», incluy e con ello al SUJ?,boÍo d:ntro de un a / subclase de la inruición, considerándole por tanto demasiado unilateralmente. "' JUNG: Seelenprobleme, pág. 49.

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En cambio, la rueda alada que llevan los ferroviarios en sus . �ormes no h�y que considerarla como un símbolo del ferrocarril, smo como un signo que se refiere a la pertene ncia a la empr esa de los ferrocarriles. A pesar de la «condensación» y «supradeterminación» los sím­ �olos freudi:nos son siempre causalmente explicables, y en' este sene ttdo son u�;'.-°..S9.!,.Y._ U.1:ÍP�lar�s. El símbolo, tal como lo entiende f g, u t actor psíqüico_ no a clarable o . capta bl e causalmente, ni . :po;� p�s b le de determmar \ d e ant e mano , si e ndo sie mpre pluri. . .. . . s1gnif1<::trvo _ Y'_}�1�::l!1l · Aquí se pone de manifiesto lo mism oqÜe -ñe mcnr senalaclo ya anteriormente e n cuanto al: conce pto de complejo e n Freud y en Jung. T�_mbién �e I;vela clara�ente la �erencia entre la comp rensión . l E S0 -?�.ql!�típi½�S., .. '�e io���}��� � ª����1i�d��:��:r�:¡;t�I';���� u Consideremos el tan �tido--p.i:ii'.i;;~¿�-;i-��-a--J;--:�euÍ :�e:�� �!i ··-•· problem� del incesto. Jung no niega que puedan existir casos en los , que durante la infancia se dé efectivamente el de s eo de cohabitar con la madre (o c�n _ el p�dre); o incluso, en casos excepciona les, aquellos basad�s en v1venc1as concretas y que die ron lugar a todas las consecuen<=:as_ que, _por lo que se _refiere al es�ado psíquico de . los correspon11entes su¡etos, han observado Freud y su escue la. Mas Jung está convencido de que este modo de comprender exclusiv. a- !? mente los des,e os infantiles en el plano concre to (realista), es falso � e:1 la mayoría}e los casos; y ha de conducir, por tanto, a conclu- f s1ones erróneas> Para Jung, los deseos inces tuosos infantiles, al igual que los de �o_s adultos, han de entenderse e n primer términ d o e un . modo s1mbol ico: como expresión del d eseo hu mano gene ral, exis­ te�te en_ todo su¡et� y con� tantemente reite rado, de retornar al estado �nmord1al y par�disíaco de la inconsciencia; a un estado de cobijo libre de la necesidad de asumir respposabilidades y adoptar decisio­ nes cuyo símbolo insuperable e.s el claustro materno. . Es�a tende n��a a la regresión no tiene tan sólo un aspecto nega­ tivo, smo tamb1en otro muy positivo: el de la posibilidad de una supe rad��, de la vinculación personal a la auténtica madr e , y la ) transpos1c1on de la energía psíquica sobre ella fijada a un contenido / arquetípico. La libido así· regresada pierde a este nivel cada vez más, .su carácter sexual y expresa la problemática del incesto en l frande s pa�ábolas típicas �e la_ especie; las cuales, au n cuando· se _ allan referidas al fondo pnmano de lo materno, muestran asimismo Í-�

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el camino hacia una libe ración d e su aspe cto seductor-de vorador, es decir: hacia un «re-nacimiento». Aun cuando el tabú del. incesto, vigente desde tiempos inme moriales (con ciertas e importantes ex­ cepciones, como entre los hotentotes, para los cuales el incesto es la demostración de que la madre ha sido superada: el sujeto ya no es hijo de la madre), demuestra la enorme atracción que ejerce (Y: que tan sólo ha sido posible su perar · mediante el establecimiento de se verísimas prohibiciones), no cabe negar que aquello mismo que en el plano biológico const ituiría un hecho pecaminoso y punible, se mue_stra en el plano simbólico como un acontecer pleno de sen­ tido .e incluso, con frecuencia, necesario. El se r se re aliza en dii:rersos planos, e n el material y en el espi­ . { ritual, en el biológico y el psicológico, etc., que se puede n expresar mutuamente por me dio de analogías� El ser y el acontecer inmate­ riales -psíquico-espirituales-- pueden estar representados sobre todo por imágenes y símbolos tomados de l mundo sensorialmente pe rceptible. Así, determinados rasgos psíguicos de carácter se repre-.. ae éstos·; ..--- •----e---nte •"·•-···-·-compor-t-----"-•-· amiento sentan por animales; y el correspondi -por-oojefüs"yTénome nos naturales; al igual que los fenómenos natu­ . rales, a su vez, encuentran sus correspondencias en propiedades psíquicas; como, por e jemplo, la salida del sol en el despertar de la c_onscie_nda; la _noche � en _ur1 esrn'<:19 _de ánimo sombrío; el toro., �n una ciega impetuc:isidad, fradu ciéndos·e todo ello al lenguaje de la consciencia dentro de la esfera del comportamiento psíquico. En último término, todo cuanto existe en la Creación puede convertirse en símbolo con respe cto a los rasgos esenciales, las cualidades y las características del hombre; así como el hombre representa corres ponde�cia con el cosmos, basándose sobre esto último la antigua doctrina de l microcosmos y del macrocosmos; que es aún en .gran medida válida en la espera del material inconsciente.

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«El contenido fantástico de la pulsión se puede interpretar, como es sabido, de un modo resolutivo, es decir: semi6tico, como representación de sí mismo; o bien simbólico, como sen­ tido espiritual del instinto natural. En el primer caso, el pro­ ceso pulsional es concebido como "propio"; en el segundo, como "no propio". En la fantasía de incesto ¿se trata de una regresión de la libido normal a etapas infantiles previas por miedo ant� una misión e n la vida que aparece como imposible de cumplll"? ¿O bie n es la fantasía de incesto tan sólo sim­ bólica y se trata en ella de la reactivación del arquetipo del

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incesto, que tan importante papel desempefui en la historia del espíritu?» 41

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No olvidemos que el incesto, como unión sexual entre parientes consanguíneos próximos, está sometido por lo general a tabú. Aun­ que también ha supuesto, en determinadas culturas, una prerrogativa / real ·(por ejemplo entre los faraones), por lo que en este sentido 1 sifI).boliza para Jung la unión entre el yo y el propio inconsciente f (�
«Existen procesos que no expresan ningún sentido especial, que son meras consecuencias, nada más que síntomas; y otros 1\ . �1 ]UNG: Die Psychologie der Ubertragung (Psicología de la transferencia}, Zunch, 1946, págs. 17 a 24. · ., ]UNG: Symbole der Wandlung (Súnbolos de transformación), Zurich, 1952, libro en el q1;e se _expol?e un ejemplo muy documentado relativo a la·posibilidad de comprensión simbólica de los contenidos de lo inconscien te. _

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, procesos que son portadores de un oculto sentido, que no -se ( limitan a derivar de algo, sino que pretenden más bien conver­ tirse en algo y son por ello símbolos.»� .C!,.�!;!2_5.��JE�.9!S:.,9}�!�Em�B�9.,"-�1Lfü�fa¡,:i,gle fil ses.QJI.:'"!9�-�y�1.Snode, .símbolo. Por ello, y como Jung observa

hab�(Jie .,síntoma. 0 µis"tíficadament<: con respecto, a Fi:eud:.

«Desde su punto de vista no ha hablado de actos simbóli­ coS:-sino de actos sín_torná/icos 44, pues para él estos fenómenos no son simbólicos en=éri�tido (expuesto), sino signos sinto­ máticos de un determinado proceso fundamental, generalmente conocido. Existen, naturalmente, neuróticos que consideran como símbolos altamente cargados de significado a sus produc­ tos inconscientes, y en los que se trata en primer término, y · , principalmente, de síntomas patológicos. Mas no es éste, en general, el caso. Por el contrario, el neurótico de hoy día tiende demasiado a considerar tan sólo como «síntoma » incluso aL1nello que más pleno está de significación. » 45 Tan sólo en el caso individual -según Jung- se han de consi­ derar más bien como síntomas, como signos o bien como símbolos los productos psíquicos con carácter simbólico que aparecen en los · neuróticos 46• Ello variará con arreglo a la índole del caso, al estadio del tratamiento y a las dotes de comprensión o · a la madurez de juicio del paciente:

" JUNG: Psychologische Typen, pág. 647. "' FREUD: Zur Psychopathologie des Alltagslebens (Psicopatología de la vida cotidiana}, Obras compl. (ed. alemana}, 4, 1904. " JuN_G: Psychologische Typen, pág. 647. .,., Un ejemplo sumamente interesante de esto está expuesto en el libro (Peculiaridades de un enfermo nervioso), Denkwurdigkeiten eines Nervenkrarlken 1903 del presidente del Senado del Tribunal Supremo de Dresden, D. P. Schre­ ber el. cual durante el curso de su enfermedad, elaboró sus ideas delirantes · de 'sentirse 'perseguido sexualmente por diversas personas del mariícon:io Y temer ser convertido er¡ mujer en un sistema en el que .todas sus proyecc10nes sobre personas concretas eran 'transformadas en formas simbólicas de referencia (así, por ejemplo, la de «ser utilizado como mujer» �n. un noviazg? con Dios Padre, las representaciones angustiosas en «es_¡i=� di;'1pa»; es dec:tr:_ ocu'.ren­ cias delirantes) adquiriendo con ello un senado s!Dlbólico que era vivenciable y no infundía ' ya ansiedad, a lo cual • se podría atribuir quizás la curación espontánea del enfermo.

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El símbolo como mediador Los animales emiten señales y �s, pero no símbolo� Así pues, en comparación con el animT,el hombre no �en una realidad más amplia, sino .también en una nueva dir.o�nsión de la ·realidad: en la de la dotacion de señtlclo.Junto al mundo de la­ realíctad física le cor�e la r�alidad simbólica, al cual debe otorgar expresión si desea elevarse desde la mera impul­ sividad animal, hasta el ser creador de 16"divinamente humano. Así, la Creación entera y cada una de sus partes, por mínima que sea, pueden convertirse en símbolo, revelando en imágen.es visibles el sentido en ellas implicado. La psique, como plano donde se reflejan y expresan· el mundo exterior y el interior, lo crea y lo transmite a otras psiques_. Habentibus symbolum facilis est transitus, es una cita tornada de un viejo tratado alquimista que suele repetir Jung, aludiendo con ello a la «transición» entre todos los contrarios psí­ quicos o bien a la que se d11 entre inconsciente y consciencia, entre la oscuridad y la claridad, entre la ausencia de libertad y esta última, etcétera 47• Aquello a lo que alude Jung cuando habla de la «bipolaridad>� del símbolo, se basa sobre. el ya mencionado doble aspecto ckl arque.:. �punta hada adclante hacia a 's y de·sv�cy!��?___�e! tiempo y del espacio. 1endo cada vez más rel¡itivas las categorías · ·de es-pac:1o y tiempo-proporcionalmente al alejamiento con respec­ to a la consciencia-, se diluyen por completo en lo absolutamente inconsciente y dejan lugar a una desvinculación del acontecer co'n respecto al espado y al tiempo, desvinculación en la que tan sólo es válida la ley de la sincronicidad. No obstante, persiste la cualidad íiñfHciiioiGa_e_p.á�"e_¡as_ae]:onfrár{os.. y, en primer· término, la consti­ tuida por la consciencia y lo inconsciente; en consecuencia, se con­ servan todas aquellas cualidades contrapuestas propias de la cons­ cienc;ia y lo inconsciente. La raí�� de sí�, que en sí alude a algo entretejido, condensado y con ello a un «rasgo», «insignia» de un viviente 48 supone ya el concepto. Pero más perfectamente lo señala la expresión alemana Sinnbiltl cuya composición transluce las dos esteras que se Fia�ido en ella: el Sinn (el «sentido», como c�mponente integrante de la consciencia que reconoce y forma), y el 47 Véase Naturerkliirung und Psyche (Explicación de la naturaleza y psique) (Estudios del Instituto C. G. Jung, tomo IV). 43 P. ScHMITT: Archetypisches, pág. 110.

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Bild {la «imagen», como materia prima y contenido del seno primor­ dial y creador de lo inconsciente colectivo, que adquiere su impor­ tancia y configuración precisamente por su unión con el primero). La vinculación de elementos masculinos (forma), por una parte, y de elementos femeninos (materia prima), por otra, no es difícil de adver­ tir -de hecho se trata de una coincidentia oppositorum-, por lo que la decisión de los alquimistas de designar al símbolo como sconjunctio, como matr!!!3_01:,j2,. i;e;�uha_ expre;�jy¡1.-y·:�ciaiivraeñ1e::..:Ma' "faii" · sólo adquiere vigencia este «matrimonio» si ambos componentes se \ han fusionado en una unidad y totalidad inseparables y se han con­ vertido ya en un auténtico «hermafrodita» 49• Se trat� de una repre­ s-entación cuya· exactitud se ha visto confirmada en numerosos temas de la fantasía y de los sueños, así como en pinturas e ilustraciones de toda índole; igualmente es evidente entre místicos, alquimistas y también en muchos pintores; o tal como son extraídas de lo incons­ ciente y fijadas durante la labor analítica. Una discordia en este «matrimonio» tiene amargas consecuencias, al igual que en la vida corriente. En la misma medida en la que uno de los «cónyuges» logra superioridad, mientras que el otro queda supedita.do, el sím­ bolo se convierte predominantemente en producto de una sola de las partes y, con ello, más en síntoma que en símbolo: «síntoma de una antítesis reprimida» 50, Y· cuando hay u�a completa disociación entre consciencia e inconsciente, el sír:nbolo puede coriverffrse eíisin� tomático de la misma. En un momento así cabe afirmar que el símbolo está muerto o extinguido. Ambos «cónyuges» se han sepa­ rado en plena hostilidad mutua retirándose a sus respectivos domi­ nios. La materia prima de las imágenes, el contenido de lo incons­ cjente, adolece entonces de la fuerza configurativa pro_pia de_ la -consciencia; fuerza que deja de actuar al no afluir ya a ella la fuente nutricia que procede de lo inconsciente. Traducido a la realidad psicológica de un individuo, significa que, o bien el símbolo no refleja ya nada de cuanto indecible, misterioso e intuitivamente rico existe en las profundidades de lo inconsciente, pudiendo ser por completo reconocido y advertido su significado, con lo que se con­ vierte en un contenido meramente intelectual, en un mero «signo»; o bien, separado de la energía proporcionadora de sentido de la ... La meta final del proceso de individuación, la totalidad psíquica, está representada también por el símbolo hermafroditá del filius philosophorum (JUNG: Psychologie · und Alchemie, fig. 54, pág. 163. JUNG: Psychologie der übertragung, Zurich, 1946). "'JUNG: Psychologische Typen, pág. 648.

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«La riqueza· intuitiva y lo grávido de significación del sím­ bolo apela tanto al pensar como al sentir; y su peculiar calidad de imagen, al ser configurada en forma sensible, estimula tanto la percepción como la intuición.» 55

consciencia, desciende al nivel de síntoma psicótico. Así, pues, � símbolo es tan sófo vivo en_ tanto está «grávido de significad6.m>;, es decir: cuando se hallan unidos en él los contrarios representados por la «forma» y la «materia prima imaginari.a» (tesis y antítesis) en una totalidad (síntesis), y su referencia a lo inconsciente permanece eficaz y plena de sentidos. Y si hablamos de «muerte» no nos referimos, !:!fl._relac;.ión con lo anterior, sino al aspecto perceptible --<
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Veamos lo que afirma Jung al respecto:

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«Un símbolo que pone insistentemente de manifiesto su naturaleza simbólica no por ello es un símbolo vivo. Puede ac­ tuar, por ejemplo, tan sólo sobre el entendimiento histórico o filosófico ( . . . ). Unicamente puede calificarse a un símbolo de vi­ viente cuando es también para el que lo contempla la me·or más a ta expres1on e o mtm o y aun esconoc1 o. n estas cir­ cunstancias ( . .. ) e¡erce un efecto creador y sustentador de la vida.» 51 «En cuanto una teoría científica incluya una hipótesis y designe anticipatoriamente un estado de cosas que es aún esencialmente desconocido, se trata en ella de un símbolo.» 52

El símbolo es, por tanto, una especie de instancia mediadora entre la. Í1lC01TIE�tibilJga5:L}k;da .consciencia..,�Y- de 53 tico «mediadoru..rur�lo.•oQ.Úto,,,;y.Jo�-re:vefai:fo;,, , «No es ni abstracto, ni co��ci racional ni irracional, ni real ni irreal: es, en cada momento, ambas cosas.» 54 Corresponde a aquel «reino intermedio. de realidad sutil» que tan sólo puede ser suficientemente expresado por el símbolo.

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Hace reaccionar, pues, en una totalidad sintetizadora cuatro · ' a las · . fu nciones de la consciencia. Esta cualidad mediadora (establecedora de puent�s) propia del símbolo ha de considerarse como uno de los dispositivos más genia­ les e importantes de la economía psíquica. Pues frente a la posibi­ lidad de escisión de la psique, propia de la riaturalez¡¡. de ésta, y la constante amenaza --debida a tal posibilidad-, coñtra su estructura unitaria, constituye el único contrapeso auténticamente dado por· la . naturaleza, y mantenedor de la salud psíquica, que puede enfrentarse con tal peligro con probabilidades de éxito. El símbolo, al hacer cesar la pugna entre contrarios unificándoles en sí mismo, para luego dejar que se separen de nuevo a fin de que no se establezca ninguna rigidez, ni paralización, mantiene la vida psíquica en un fluir cons­ tante y la sigue impulsando hacia su meta determinada por el destino. Tensión y distensión --expresando la viva movilidad del curso psí­ quico-- pueden sucederse en constante ritmo. . «Aquello que tie�e lugar entre la luz y las tinieblas, aquello que une a los contrarios, participa de ambas vertientes y puede juzgarse tanto desde la izquierda como desde la derecha, que por ello se adquiera más sabiduría: . se abre de nuevo la contradicción que sólo el símbolo puede resolver. Con arreglo a su naturaleza paradójica representa .aquello, tercero, que no existe -según la opinión de la lógica-, pero que con arreglo a la realidad es lo auténticamente vivo.» 56

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" JUNG: Psychologische Typen, pág. 645. 52 Ibíd., pág. 643. " «No todo signo es un "mediador", sino tan sólo aquél en el que se hace · visible un "gesto primordial"», dice H. Kükelhaus en Urzahl und Gebrirde (Nú­ mero primordial y gesto) (Berlín, 1934, pág. 58), completamente en el sentido de Jung. 54 JuNG: Psychologie und Alchemie, 2.• edición, pág. 387.

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En este sentido, todo símbolo auténtico está «más allá del bien y del mal»; encierra en principio, en sí, ambas significaciones como posibilidades, y depende de la correspondiente situadón de la cons­ ciencia y de la índole de su elaboración el aspecto positivo o negativo . qlle aétiva el individuo.

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fo5m1;1d�ra .de. J!mbo.lCJ�(tmific!c!?f.�- de �capac�tad_ M contrario_s_.�n� -�i.m!?olg _para consti�i:ár�3a s!!t��si,s.t es ,.de�fgnadá,_�-­ , por Jung funczon transcendente; entendiendo como tal no una fun-..-· --- ....-·� ....-º,.,.,..,,�..........�.�...,..,,.,.,,<,!;;'!">••..,....�,.\::1:...:u1!,.,..

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" JUNG: Psychologische Typen, pág. 648. JUNG: Paracélsica, Zurich, 1942, pág. 134.

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94.

ción bás ica ( como s on las funciones de la consciencia repres entadas por-e1 pensar, -él selltir, ·ei pé,rci§ir j_�e( lncinrJ,-·sinsí : .-_�<;iii:i2l�Jª-�.Y� º? quier� s ig­ te» n d� n <�EE�r:sce or compuest�p mediante que, de hecho el sino metafísica, nificar nin güñíí:".aí"aildad a otra actitud una de s de n ició ns una tra esta función' ----. se es tablece .-•--.---•·••---�•••----,••-•�---..••-....--•...,..•, ........... -�••.�•M .....,., •••-••• .. � ..,....... 57 dis tinta •

virfoJacfcíres�··, :f'pór

El símbolo como transformador de energía «Con el nacimiento del símbolo cesa la regresión de la lib·� o hacia lo incons ciente. La· regres ión se transforma en pr?gre1ón, el es tancamiento se moviliza y fluye. Con ello se qruebra a fuerza atractiva del fondo arcaico.» 58

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Por ello designa también Jung al símbolo_,cqm,Q..frrinsfqrmqd__Qr..._

mente· « sanador» '. Aquí se manifiesta nuevamente una fundamental dífereñéía· entre las concepciones de Freud y Jung. En el primero, la suóllm--;ción�es�«monoeolar», ya ;
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. Mediante su dobluapacidacLde..propor:cionar.,,. por una parte (y corno expresión visible de la carga energética acumulada de un «nú­ cleo sígnificativo» del inéo nsciente colectivó ps icoide) � solución.. � otra parte, med��!l..�t':..�11 .. �?!1��_!:Í.�? . ..de_J,C:�Ügo, la tem;iQJ1·· y, por de ·-··-·•·--·• ·'"·'� ,.,. ···---��-:· el acon·-·tecer obre ·· ·······......Psíquico - un ···--·-··"··"-···· de lograr ..una�m1ev.a_1mp.r_esJon_1 s·-· · · n de ueva n a n u p rovoca gra -d�1ente energ·e'tico--, --,,��-•=--••,-...,�.. -,.-.,....acumulació �,, -�-.. ·,,-o:..�-uevo n . ,,..,. .,,..._,.,.......�,--·�·-···,.,, s e i s t �g!_a ( �L§�!EE2.l
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deriv�ola y trnnsmitién9ola__dentr-0 de. una. activida9 plena.. de. sen­ _t.idg_. Jung afirma que las palabras de Jes ús a Nicodemo ro pueden entenderse tambié n como exigencia: «No pienses carnalmente, pues así serás carne; piensa en símbolos y entonces serás espíritu» 61• Con frecuencia ejerce un efecto liberador el hecho de que la «carnalidad» manifestada a través del lenguaje dt!masiado grosera­ mente naturalis ta del sueño pueda ser entendida de un modo simbó­ lico. Y no porque ello le permita al que ha tenido dicho s ueño la evas ión de s u problemáti1¾1- sexual, corno pensaría la mayoría, sino porque es frecuente que sea tal modo .de comprender el sueño el que revele el auténtico sentido del mi smo. Si en la interpretación de Freud el hombrecillo que se le -�/ aparece en sueños a una joven y que provoca inmediatamente la a s ociación .con un gnomo, representa al falo, en la interpretación de Jung se tr ata del símbolo representado por un pequeño duende, el kabyros, figura arquetípica cuya tentadora «ayuda» acarrea per­ dición a las mujeres , amenazando aquello que tienen en más e s ti:ma; aun cuando por el hecho de poder ser reconocido --es decir, nom­ brado-,' conduce a la liberación de su dominio y con ello a la s alvación. �-9�as_.J11odalidades ..de . interpretac_ió¡1 iguaJrpe_nte correcta.�, per-;-�ada una de ellas le abre al que sueña un ámb.ito ¿o�pÍeta­ menTe-dísiír'iro' d� 1{i:'fe�liJ;d. i�t�;ior·.·t,i'nsidereiñis ;Eí�boio -�<sii::::-­ · e';• •t��-c•�6lo,..�<�;;."J_;;��t.�» cons iderado, se trata d�n p'íeñ��;: 2igno [álic.�- s in embargo, según J up_g, es un �-�!11�9.!'.:ÜQ,_Q� la. libido mediante el cual .E.!!�.Q�n-a,kao;zar. ..e:;qJ.r.i-:.sió.n lg .�n�rgía,. la fuerza, la d1nám1ca, lo pÚh 1oqaj,__ �t<;,;.};.n_..el.Jondo, _todiLd pr,oc. e,so .9.<:!_ tra,11,�:.... l ��.Q/> es un «encant amiento de f��1,1pdaci9p» · 1 !<:?EUi!S_�qg_eiI.iii�i- É ji tanto corporal como psíquico, la «caverna» un útero femenino y, ll al mismo tiempo, el lugar de un mis terio, etc. Los ejemplos se podrían f multiplicar infinitamente. Este modo de comprens ión apela en sí, en �!!)?..��t1�jé,!'.L9!:.," . ... principJg__gi�t.illlQ. .d.�l�dn.�mE�t..a.!=i.ón5S!}:?.<:E��-��t �. �-e��.�?--.-­ ñ S�t;:
psíquico }�energía y_ hace destac;!lcque....posee..un,,c.iu:á.c;ts;i::.,.�_Qlffi�P.!�..:...

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" Un bello símbolo de la función transce;idente - es el caduceo, _la var m' ica del dios griego Hermes fon sus dos serpientes entrelaza�as. Med:ante. suU [ ca1uceo, Hermes (Mercurio), el mediador entre _el mun�o super�or y el mfer:or, I ) hacía dormir a los hombres y les enviaba "los suenos (Klemes Lextkon der Ailttke, Berna, 1950). · , " JUNG: Psychologische Typen, pág. .349. . . . "' En contraposición con Freud, Jung denomina libido no solo a la energ:ta sexual, sino al total de la energía psíquica.

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SAN JUAN,

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•• JUNG: Symbole .der Wandlung, pág. 381. 62 FREUD: Mii.rchenstoffe in Trii.umen (Temas de cuentos en los sueños), Obras completas, Londres, 1949. tomo X, pág. 2.

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y condiciones propias del que sueña, con lo que se posibilita la retirada de proyecciones y la solución de problemas dentro de la esfera de .la propia psique. Jung afirma:

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que desprende a ·Jo� C
El sueño es considerado y tratado como «drama intrapsíquico». Esta···e:onc·epdón.. de. Ju.ng· se· ha:Jla' ·¿n···esendal"cont�a-di¿a¿�"-éai-,;' el método freudiano, que considera exclusivamente a los sueños en el «nivel de objeto» y así los interpreta. Es una piedra angular de su concepción y posibilita la comprensión simbólica de los contenidos . de lo inconsciente, como intentó mostrar por primera vez en 1912 en .su libro sobre T..1:!!!!!Í!!.!m.lf.cio_ne¡ .Y s,ítnbolos_de)a l�bi�q_64, lo cual hubo de dar lugar, consecuentemente, a su separación de Freud. Como es lógico, tampoco Jung interpreta todo sueño a nivel del sujeto, sino. que decide, según los casos, qué «niv_el» resulta más adecuado 65• El primer procedimiento proporcionará valiosos servicios allí donde se trata de animar o volver a despertar las energías crea­ doras de la psique, ya que el encuentro y la confrontación del yo con los símbolos de su inconsciente resultan apropiados en especial para hacer cesar los estancamientOS/ y bloqueos de la energía psíquica e impulsar a ésta a transformarse. 13 ]UNG: über die Psychologíe des Unbewussten (Sobre la psicología de lo inconsciente), pág. 152. " Título actual: Symbole der Wandlung. ., Allí donde el sueño se refiere a personas que se hallan en relación vital con el durmiente 1 se interpreta a nivel de objeto y, según los casos, también a nivel del sujeto s i el sueño revela con ello un sentido más satisfactorio; aparte de _ ello, por lo regular se interpreta a1 nivel de sujeto. En sentido estricto, Jung tan sólo califica de analítica la interpretación a nivel de objeto, y la contrapone a la de nivel de sujeto como sintética y constructiva.

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Este proceso, que Jung (al igual que Freud) designa como «trans­ formación de la energía desde la forma biológica (indiferenciada) a: la forma cultural (diferenciada)», «ha tenido lugar desde los co­ mienzos de la humanidad y continúa operando» 66• Jung opina que el sentido profundo de todos los misterios iniciáticos y ritos de iniciación es · de naturaleza simbólica y sirve a esta intención (desde luego inconsciente) de la «transmisión» de la libido. Desde el punto de vista energético, se pueden considerar ros procesos psíquicos como conflictos entre la pulsión ciega y la libre elección, o bien como proceso de compensación energética entre pulsión y espíritu. Símbolos individuales Y,J;gJr:,r;tivos -------�-�--•'"--�No todo aquello que de algún modo es arquetípico, o en lo que se trata de un arquetipo, resulta igualmente adecuado para la for­ mación de símbolos. Junto a los múltiples y respetables símbolos que ha ido estableciendo el espíritu humano en el transcurso de �.ilenios, existen otros que surgen de la capacidad de formadón de símbolos de cada psiquf:__ _½,gJ_yiq_µal, basándose, sin embargo, to­ dos ellos sobre formas_b_ásicas arquetípicas. de ínqplt;_h.µm!!:-9.� .Rt;:n�_r_¡¡J, y siendo adoptados, con arreglo a su fuerza expresiva o plenitud de contenido, por la humanidad, o tan sólo por grupos más o menos grandes. «El sfmboló v1V1ente formula una esencial parcela de lo inconsciente y, cuanto más generalizada esté dicha parcela, tan­ to más general es el efecto del símbolo, pues afecta en- cada cual a la correspondiente faceta psíquica.» 67 Muchos de estos símbolos individuales permanecen como posesión privada y única de un individuo o de unos pocos individuos. Ayudan a articular lo indecible, a establecer puentes entre lo tan sólo oscura­ mente intuido y lo satisfactoriamente captable, atenuando así el aislamiento del sujeto. Pero únicamente a partir de símbolos indi­ vidualmente acuñados surge y se manifiesta la pauta arquetípica de validez general situada tras él, siendo aceptada como · tal por el consensus gentium' y colectivamente adoptada. Quiere decirse: cuan.. JUNG: " JUNG:

über psychísche Energetik (Sobre energética psíquica), pág. 108. Psychologísche Typen, pág. 646.- ·

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Y. el enor��l:.-�f�<:!2 Jp,s"tó,r;i�q___g>i;>.r!! l:;i.. !n�[email protected]_¡19_, .J:� efecto no poanaentenéferse s1 los sunbolos religiosos no fuesen, por lo ·menos, verdades psicológicas naturales.» Y añade: «Las reli­ giones son sistemas psicoterapéutico� propiamente dichos. Ex­ presan, mediante poderosas imágenes, la magnitud del problema psíquico. Son profesión de fe y conocimiento del alma.» 71

do se convierte en «símbolos colectivos·» los conocidos e innumera­ bles símbolos de las mitologías y religiones, por ejemplo, pueden ejercer plenamente su acción resolutoria y ,sanadora. Un símbolo individual, entendido comq paralelo a un símbolo general 68 -refe­ rido a la «pauta primordial» común a ambos-, posibilita tanto el mantenimiento de la forma de expresión de la psique individual, como su fusión con la forma de expresión de la figura simbólica humana-general, colectiva. . Cuando surge un símbolo a partir de las tinieblas de la · psique, _posee cierto carácter de iluminación y con frecuencia está cargado con toda la numinosidad del arql!,etipo que en él se ha hecho visible, ejerciendo así una fascinación que amenaza con desgarrar al por él afectado, en caso de que no resulte ·posible · su inclusión en un símbolo colectivo. Recordemos cuán amenazadora y terrible le pare­ ció a san Nicolás de Flüe la «faz» contemplada en su visión, que creyó era la de Dios, y cuantas semanas de torturante lucha le costó •ransformarla, para sí, en un · símbolo colectivo: en la visión de la Santísima Trinidad, colectivamente aceptada y entendida de ese modo. Todo símbolo evoluciona, en el transcur�ó de{ tielllp�, eri. _ su signifiéado('·eu··ercté��iíi;-·Í:e�porái"i�; �a�ia�i�n�s- y etap�s de esta evolución y despliegue muestran, no obstante, rasgos fundamentales inmodificables. Los símbolos no son inventados conscientemente, �inQ,que.su:cgen, de ün �;d;-- �;�¡�-��!, ni tampoco trata correspondiente a la voluntad, sino de «�r<:_ces�,-�::- de,��EE?.!:!?..� psíquico que se expresa mediante símbolos» . Esto se puede obser­ = varTm�do especialñieñt'tt impres1�;;a�te en los «símbolos reli­ giosos». No son -inventados, sino que se trata de productos espon­ táneos de la actividad psíquica inconsciente; han ido creciendo paula­ tinamente en el transcurso de los milenios y poseen «carácter de revelación» 70• Por ello afirma Jurlg:

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Si se quiere considerar, a modo de metáfora, a lo inconsciente colectivo como el «alma universal» de la historia de la humanidad, puede descubrirse y comprobarse este «proceso de desarrollo y curso» (tanto en· sus aspectos humanos- generales, como humanos indivi­ duales), en múltiples · series de símbolos y «pautas primordiales» paralelas (ya que se basan· en el mismo «plano fundamental» arque­ típico). Según Jung, en un tratam!e!}tO analítico se ha de situar a cada símbolo dentro de su contexto de sentido, tanto colectivo como individual, entendiéndolo e interpretándolo a partir de esto siempre que ello resulte, en general, posible. La. formación de...sfa::p,p_gJos individual y cqkf.g_,{}! -pues cada grup� h;���o, se trate d;·��;··f;;;ill;� � pueblo, una nación, etcétera, puede producir los símbolos para él importantes a partir de lo inconsciente de su esfera psíquica común- siguen exteriormente caminos separados, mas_ en último término se basan a un nivel más profundo, sobre un «plano O" esquema fundamental» -o arquetí� pico--, en cada caso idéntico 71• Los puntos de contacto_ entre los símbolos religiosos individuales de numerosos místicos y los sím­ bolos «oficiales» de las distintas religiones pueden ser atribuidos a este «plano o esquema fundamental». También el riesgo que ello supone para estos últimos y las medidas adoptadas para su protección (la exéomunión, etc.) asumen un sentido más amplio dentro de este contexto.

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«Así, pues, en el nivel más profundo, lo que hay es psique, mundo (...). Cuando más arcaico y "profundo" -cuantb más fisiológico sea el símbolo-, tanto más colectivo Y unive:sal, . tanto más "material" será. Cuanto más abstracto, diferenciado y específico sea, tanto más se aproxima a la naturaleza de lo

«La experiencia demuestra que en las religiones no se trata en modo_ alguno de invenciones conscientes, sino que prni;:���Q.._ de la vida .4�!.?:.1?.�.t��,lg5.9,i'!ss:.��1J�. y__ expr�san -ª--���ª-•·A�.,�!g\Ín,. , modo de-manera adecuada. Así se explica su universal difusión

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" }UNG: «Das Wandlungssymbol in der Messe» (El símbolo d� transforma­ ción en la misa) (en Von den Wurzeln des Bewusstseins, V, pág. 219). "' JUNG: Das Geheimnis der Goldenen Blüte (El misterio de la flor de oro), 4.• edición, Zurich, 1948, pág. 30. JuNG: Wirklichkeit der Seele, pág. 220. 70

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71 JUN�: «Zur gegen�artigen Lage der Psy�othcrapie» (Situació� actual de la psicoterapia) (Zentralblatl. f. Psycbotherapre u. tbre Gren1,geb1ete, 1934, tomo VII, fascículo 2, pág. 15). . ., Véase, por ejemplo, el f.imbolismo _de la «rransfoi:naoon» en la !Illsa perso­ algunas d� suenos los en y mitologemas católica, en la naturaleza, en los nas actuales, cuyas «pautas fundamentales» son con frecuenoa sorprendente­ mente similares. 72

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Las . mitol�i��. _d_t!}.?.�.,���t,9�- pµ�.blos . proporcionan. el_más -llD.:._ 9��º!�#.r:s�� ri wµtp� -Y •..f�-9-����/4�--J ; C\!Y:QS..-tem --··----·-·-··,,,•a•-"···-"·'·'"º·•··•�-,.·-,..,.,.. ,..•.--·-.. Y . . ..de,Jos ..pueblos;,'°'' g_er��:1::':.�.?,..��-�.?..����:_�[<:.:.t��3f.É:_¿._,�--an;<:!'!.?E:.,.�gún los casos son, · o bien mas ongma.les e mgenuos, o mas literanamente elaborados de un modo consciente que los mitologemas . Jung afirma acerca de • los do�mas y símbolos . re4gios
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consciente singular y único, y tanto más se despoja de su es encia universal. En la consciencia corre el peligro de convertirse en mera alegoría, que no excede jamás de los límites . de la com­ prensión consciente, es tando expuesta a todos los posibles inten­ tos de explicación racionalistá» 73• El 'LarquetiI?�.A�JQ.��?J�ffi2�� por ejemplo, contiene potencial­ mente todos aquellos aspectos y variaciones en los que lo «materno» puede aparecer en forma de símbolo, ya se trate en este último de una caverna que cobija, del vientre de la ballena, del seno de la Iglesia, de una hada que ayuda o de una perversa bruja, la mu¡· er .ancestral o la magna mater, o también �a ·nivel de la vida individual). de la propia madre. As imismo, «el padre» es, en princip_i,g_,Ja.ima� g_en_,,d5Jm,_9iQS ��e,_toe? )o .. abarca_ 74;" la es encia de tÓqo lo «paterno», un principiénliri:ámico que habita, como poderoso arquetipo, en la psique del niño 75• Así, un mis mo plano o diseño básico arquetípico es como si quedase cubierto por innumerables símbolos correspon­ más su dientes a difer�ntes niveles , y qué--��� ·pe�di��d�-carácter simbóli"co cuanto más próximo se halla el es trato del que proceden· al mundo colectivo y concreto que conqcemos . En lo inconsciente personal aparecen en forma de «figuras encubridoras»; es decir, de signos; para, finalmente, en el nivel individual «supe­ rior>>, ser un fiel reflejo del contenido al cual s e refiere efectiva­ mente la consciencia 76• En un sentido similar afirmaba ya Goethe 77: «El auténtico simbolis mo es aquel en que lo particular representa a lo general, no como sueño y sombra, sino co.mo revelación viviente y momentánea de lo inexcrutable. »

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«Si bien todo nuestro munflo de representaciones religiosas cons ta de imágenes antropom6'rficas, que como tales no pueden resistir jamás a una crítica racional, no ha de olvidarse, apar­ te de ello, que s e basan en arquetipos numinosos; sobre un fun­ damento emocional que se' muestra inabordable para la razón crítica. Se trata de hechos psíquicos que tan sólo cabe contem­ plar, mas no someter• a comprobación e interpretación exhaus• • tivas.» 79

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n JUNG: Zur Psychologie d(fs Kind-Archetypus (Psicología dd arquetipo «niñoi.), pág. 134. ,. A fin de evitar futuros malentendidos a este respecto, señalaremos que esta afirmación se refiere: tan sólo a la «imageni. de Dios; tal como aparece en la psique, sin que pretenda afirmar nada acerca de su esencia, tal como lo expresa bellamente Th. Bovet en su l:Jbra Die Gant.heit der Person in der ii.rt.tlichen praxis (La totalidad de la persona en la práctica médica) (Zurich, 1939, pág. 116): «La ciencia no puede tropezarse jamás con Dios; su sistema conceptual tan sólo sé ajusta a las sombras que arroja su luz.i. 75 JUNG: Seelenprobleme, pág. 187. 7' JUNG: Von den Wurxeln des Bewusstseins, VI, pág. 378: «La forma psicoide que se halla en la base de una representación arquetípica conserva su carácter en todas las etapas, si bien es capaz empíricamente de infinitas variaciones. Aun cuando la forma exterior del árbol se ha transformado con el transcurso del tiempo de múltiples modos, la riqueza y la vida de un símbolo se exterioriza más aún durante la transformación de su significado (véase pág. 62 de la misma obra). 77 J. W. GoETIIE: Maximen und Reflexionen, Stuttgart, 1947, pág. 169.

Constituye un mento de Jung haber reconocido en sus investi­ gaciones acerca de los dogmas cristianos, que en éstos «se trata de verdades fundamen t�les de la- Iglesia que informan de un modo casi inimaginablemente perfecto acerca de la naturaleza de la expre­ riencia psíquica interior». Toda teoría científica es forzosamente abstract� y racional; «mientras que el dogma expresa una totalidad l irracional mediante la imagen de la misma» 80; es algo espontánea- [ mente desarrollado en la psique, y no intelectualmente inventado, como opinan muchos escépticos . «Contienen un saber casi insuperable . acerca de los misterios · del alma, que exponen en magnás imágenes simbólicas» 81• Debido á ello se explica el efecto tan vivo, y con frecuencia tan asombroso, que ejercen sobre el ánimo de tantas per­ sonas . La mitología, como reflejo vivo del devenir formal del mundo es, sin embargo, la" forma de manifestación, el.. «revestimiento _primor�.. dial» de los arquetipos , cuañao·~éstos devienen símbolos . Ya -que sus-formas· báskasson:···c:oñlimes-·�-i:octo�" f�� -�-s;..,,-..,••,-1=·•"'-•�..,�-,,,....,...,.,, ..................,.,..,,.,...-,,.¡,-,:�,,;•

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71 JUNG: Psychologie und Alchemia, pág. 32. " ]UNG: Respuesta a Job, F.CE., Méxiéo, 1964, pág. 9. : JUNG: Psycholqgie und. Religion, pág. 84. JUNG: Die Psycholagie der Ubertragung, pág. 48

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as ombroso que sus modo s de aparición muestren con frecuencia sorprendeñtes'"pirálélísmos·; fa "" yqüesé reveleñ�pai-�·1a\miformidad de l os temas mítico s, así como po r· su constante reaparición autóctona. Las grande� ¡:i:µJplogfas__tr:agi��­ cionales, con sus mitologemas, y los arqt;tetipqs ..que .se..condens:1p. e_n, la.psique__m,gjyfüuE.§��-�ª.SO.JJ?!i_tuir.}IHª--·«�itqfogfa__ i,o_di:viduM>�,--éo_Q__ StlS, símbolos - p1:opi9.s,,,_ _haj!�!l o �-9 Jntima acdón recíprClc� y pritnor­ - __¡Qúíéñ . $:�!:clJl�.J�.pt.ri:;,_s.LS!!I!Pí!r�n.Jg4�s.;: ;sei{ira-r vincularon por primera vez? Pue·s - las imágeI1es de_ di-vinidades de la� _gi;agg
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«La mitología se configura mediante imágenes. Fluye una corriente de imágenes mitológicas (...). Son también posibles varios despliegues de un mismo tema fundamental, unidos o bien en secuencia, comparables a las diversas variaciones de un mismo tema musical ( .. ;) ;· Pues aun cuando lo que· surge y va fluyendo permanece siempre en forma de imágenes, se puede utilizar la comparación como con algo que se ha conver­ tido en objeto que habla por sí solo y al ·cual no es posible llegar a comprender mediante interpretaciones y explicaciones, sino, en primer término, dejando que exprese por sí mismo su propio sentido.» 82

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Los· arquetipos, los mit ologemas y la música están tejidos de la misma tela: de la trama arquetípica arcaica del mundo viviente; - ¡ y toda futura consideración del mundo y del hombre habrá de surgir A: 1 de esta «matriz de vivencias». El yo, entre la consciencia colectiva y lo inconsciente colectivo ··- .... .·. ----·---·-··--·•-.--···· �- ., -·. .. -

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A firi de tener una orientación precisa dentro del mundo de los arquetipos, hemos de distinguir estrictamente entre los arquetipos --

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ª K. KERÉNYI: Einführung in das Wesen .der Mythologie (Introducc:i6n a la esencia de la mitología}, Amsterdam, 1942, pág. II. i_

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de l? �consci�nE;-col�ctivo (que actúan so�re el yo a part� dei ( � ( , ámbito mtrapstqmco), mfluyendole en el sent:ldo de comportamiento � específicamente humano (tanto en el· plano bi ológico-pulsional como ( en el imaginario-espiritual), y los �J.;.<:_rj.p9§. __q�Jl!_l."9l1_��t:ncia colee- C tiva como __:�����!a.�!�� -�s,t9s_ .. §.�9-� de las n9r.!llas,· hábitos_ Y, 1 . Je�r�,°.;����-9- Mient:ras que fos pri� ( .· puntos de vis_�-.ci�L�����9,l}Pi.t;n ( meros, con su carga mágica y numinosa, proporcionan forma y confi. ( guración plenas de sentido al dinamismo· del· fundamento i_ristintivo ( ( del hombre (y· representan la manifestación espontánea de la autén- : ( tica naturaleza esencial), los segundos son a mod o de sus derivados ( de papel, que de todos modos, cuando se acumula una gran cantidad ( ' de opiniones medias (convirtiéndose en «reglas de tráfic o» psíquicas), ( pueden acrecentarse inopinadamente, convirtiéndose en tremendos ( «ismos». Fuerzan entonces al hombre en la medida en que ·este se ( � ha alejado y alienado de su fundament o instintivo propio . Todos los {'- ·� «ismos» poseen una base arquetípica, ya que es típic o de la. especie «hombre» contrapo ner las poteñcias de la consciencia colectiva a las ( � potencias de lo inconsciente colectivo . Los contenidos de la conscien- ( '� _ cía colectiva no son casi nunca símbolos, ni han. de serlo. P or el con( \ trario, se admite que se trata en ell os de conceptos puramente racio- . ¡;; nales; mas en cuanto poseen su propia historia, se basan también (. _, sobre fundamentos- arquetípic os, por que contiene11 Jnevit_a]:,le.- ( mente un núcleo simbólico , Así, por ejémplo,. el. Estado abso luto consta de individuos desposeídos de derechos y de un tiran o abso­ luto, o bien de una oligarquía absoluta; con lo que, a un nivel m odi­ ficad o, se establece, o bien se repite, una ordénación social alta­ mente arcaica y de índole numinosa.

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ser violentado y devorado y viéndose así en la necesidad de man� tener, a ser posible, una posición media entre ambos, a fin de su propia conservación.

«Pues la consciencia del yo aparece como dependiente de dos factores: en primer lugar, de las condiciones de Ia conscien­ cia colectiva .(social); y en segundo término, de las dominantes inconscientes colectivas (de los arquetipos). Estos últimos se dividen, fenomenológicamente, en dos categorías: por una par­ te, la ·esfera pulsional; por otra, la arquetípica. La primera representa las pulsi ones naturales, la última aquellas dominan­ tes que surgen en la consciencia como ideas generales (...).

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Con frecuencia pensamos y. actuamos de un modo automático, instintivo, a "base de conceptos que hemos adquirido a partir del pasado o de nuestro medio ambiente, según ejemplos y modelos típicos. Repetimos aquello que se nos ha transmitido,-lo que se nos ha enseñado y grabado en nuestras mentes, lo que hemos oído y leído; y creemos que por el hecho de no intervenir :en ello nuestra reflexión propia, todo procede de nosotros mismos, que somos nosotros los que lo ·hemos inventado, des�bierto y pensado; que todo es propiamente nuestro, por el mero hecho de que lo podemos manejar y está a nuestro alcance. Tan sólo allí donde la consciencia colectiva y lo inconsciente colectivo entran en conflicto y convierten nuestra psique en campo de batalla nos damos cuenta de cuán difícil es liberar nuestra idiosincrasia personal (el auténtico núcleo de la personalidad), de las tenazas de estos dos sectores. La premisa para esta liberación es precisamente una consciencia individual capaz de discernir. O bien un yo que se haya apercibido de sus li.initaciones y que sepa que ha de permanecer siempre igual­ mente vinculado a ambas esferas, en viva interrelación, tanto con D lo inconsciente colectivo, como con la consciencia colectiva, si es que P r desea la .armonía de su totalidad psíquica.

Entre la consciencia colectiva y lo inconsciente colectivo existe una contradicción casi insuperable, dentro de la r.ual se ve situado el sujeto», dice Jung 83• ·

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El hecho de ser absorbido por la consciencia colectiva le arrebata al yo su independencia, al igual que sucede cuando se hunde en lo inconsciente colectivo. En el primer caso, el resultado es el hombre masificado; en el segundo, el sujeto individualista y fantaseador, alejado de la realidad; o también un «poseso», un hostigado. Cuando se agota el contenido de un símbolo, cua1l:do el misterio en él contenido ha sido ya por completo asimilado por la consciencia -ha sido racionalizado, o bier:i ha .desaparecido de la .tnisma, retor­ nando a Jo inconsciente y, ha perdido el símbolo su opacidad y numi­ nosidad al'.quetípicas-, es como si quedase tan sólo el involucro, la cáscara del símbolo, constituyendo parte de la consciencia colec­ tiva. Los contenidos de la consciencia colectiva son, por así decir, cáscaras vacías de los arquetipos, reflejos de los contenidos de lo inconsciente colectivo, su mero trasunto formal. No actúan entonces con .la numinosidad de los arquetipos, sino a modo de simulacro --""�"'� de .estos últimos, al ser sus «ideales» en principio numinosos (como los arquetipos); mas son sustituidos con el tiempo por propaganda y forzamiento del modo de pensar, utilizándose eventualmente para elÍO aUténticos símbolos, como sucedió en el nacionalsocialismo ccin la cruz gamada. Comenzando por el «hay que hacer esto» o «no · hay que hacer esto otro», por los mandamientos y prohibiciones más bien inocuos de los múltiples «maeses de escuela» para buenos ciudadanos (grandes y pequeños), hasta las teorías demagógicas que embriagan y arrastran a las masas prometiéndoles felicidad. Pueden enumerarse una interminable serie de reglas, hábitos y leyes, de sis­ temas y teorías destinadas a poner grilletes a la disposición natural del hombre, desde su nacimiento. En contraposición con el auténtico símbolo, que capta y conmueve todo nuestro ser, el sistema, la teoría, la doctrina, el programa, las conc6pciones, etc., tan sólo seducen y nublan nuestro entendimiento, sin «iluminarle». Y existen así inte­ lectuales que se dejan seducir por los slogans venidos del exterior, impartidos por los «ismos» y por prohibiciones y mandamientos col�ctivos, mientras permanecen cerrados a los símbolos •surgidos de su interior, ya que sus cabezas no mantienen ya relación con las demás partes de su ser. u ]UNG: Van den WurzeltÍ. des Bewusstuins, VIIr pág. 583.

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Símbolos del proceso de individuación

Entre los símbolos individuales hemos de destacar especialmente aquellos que caracterizan al llamado proceso de individuación: un proceso. de despliegu�síquico que apün§. biela · 1a 'am�;Jla'Cf-6;;_ d�L campo de lacons�ienci'ª-Y Ia �ich�r.a_ciQ I] _ae�la -P.�r:s9_mt. �:fa_d •. o°tserncro=pOrlü� se -·1e·puede'fome·ñt�¡ �edi�n7e ·una labor analítica; se da de un_,_.modo natural en todo ser humano, y es más _ ··-•: . .,;,., __:,._.,:....,:.,·•�•·r:7..;.;::,:,......,......:..s�,r••.,,._, -·:'I-•.::..:.'�-....• •.....,-:,� 1 os. eri variada . o menos consciente.Tne1 -se sucéaen secuencia -s·� ··"'·-·,·'"·en .-�d·os -·-,-····arquetipos ·.... · •-.-. ·-·······• que ·-· .,.-...se .. J" alonando · sus etapas.. e r-'-'••· oasan ·�""d·' etermrna máñlfíéifülJ:l·'en-d'fü¿teriaTcte-10· ·rr1·co"r-1sciente: sueños, V1S10ñés�']=ari=""' t�sía�;·�·rc::"·�apii"redéñc!O"-•co'n'".í-egui';ricl�;r;;"T;;-¡'"p�:" tación con ellos. Su aspecto, su «atuendo», así como el momento de aparición es siempre en alto grado característico de la situación especí­ fica de la consciencia .del individuo en cuestión; poseen con respecto a ella una especial importancia e incrementada efectividad. El «atuen­ do» -el modo de aparición-, toma su material de cualquier parte y es siempre algo individual o determinado por la _situación. El símbolo correspondiente .qparece como positivo o negativo. c0mo 1

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( SIMBOLO 107 (; ( t d de c c;..® e!]i 9,L _l�_jp._<;2.c.Q�. ,kmf:!. y)_g� q� 1� _q:i��Í.f!ncia, constituyendo los símbolos los correspondientes vínculos precisos entre ambos, al . f' superar las aparentemente insalvables contradicciones entre ambas (·f" «partes>; y conciliarlas entre. sí. Al igual que desde un prin_cipio existe, a modo de oculta meta, en todo germen el entero ser vivo . (meta a la que se aspira con todos los medios), también la psique C/humana, aunque no sea co.nsciente de este hecho o. se resis;a contra C >-: su realización, se halla encauzada hacia un pleno despliegue, hacia ( <; su «totalidad». Así, pues, la--..:vía de la individuación (si bien al prin­ . 4.· ( -� cipio tan sólo como «huella») está profundamente grabada en el curso de _la vida del hombre, y apartarse de ella va unido al riesgo ( \. ': de trastornos psíquicos. Por ello dice Jung:

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figura atractiva o repelente. Mas sea cual fuere la figura que adopte, del poseerá siempre un���-de fasc��Q..W,· E ntre los .... _ proceso de indiv1duaoon ex:1steñalgUnos espee1almente �.1?9.t��E�­ que aparecen con figura humana --o bien eventualmente 'íñfrahufl'!� t subdividir en una serie de tipos. o sobrehumana-, y «1:os- priñópales son: la somp�a, el �nciano1_tl�piñ_o. (,incluyendo el jove� héroe), I����are•'pfírñordiáT;; �ma.�utónica»� como personalidad supraorctenada y su correspondiente contrapartida, la niña o la muchacha; también el ánima en el varón y el animus en 1alilujer ...» 84, cada uno de los--cuaksréprese�"Un.sector·psíquico·" cfi'stllito: 'así �orno los símbolos de��ón al «��•.E�uico�, al «sí mismo». Como expresion 1mag1nariadeun valor sup·remo están con�frecÚencia representádos por figuras divinas o por· símbolos de lo indestructible·' o bien son, en muchas ocasiones, de índole pura�-�-::-� ·por·-ejerñplo·los maIJ.d,.al��- a los mente absS.!:.l!.f.tª-. ..(�..Q..mé.trk¡i,.), cOrrio que ha�Coñsiderar como símbolos de la «or&nacioríprimórdial de la totalidad» 85• De todos modos no se ·puede establecer, en _gene­ ral, una delimitación precisa entre dichos símbolos, pues la �SiªJ?Zª entre los que son puramente indiv1aUafesy'10s que son � colectivos es con freciieñCTa-tán asom6rosa que tan � los puede a1ferenciru: entre sí una cuidadosarll�2SJE.S:.9.!P..P.ª�?tiva. El pro�eso de indiv�_supone·, cuando es observado y se-· guido de· Un �ód�-consciente, una confrontació1:_ dialéctica entre �?s "

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" JuNG-K.ERÉNYI: Ein/ührung jn fas Wesen der Mythologie, pág. 218,- Véan­ se a este respecto las obras· mas importantes ?e Jung, en las que. mfor�a acerca de su experiencia e ideas acerca del particular, tales :orno: Dte Be:ae­ hungen zwischen dem Ich und dem Unbewussten (Las relaciones entre �l yo y lo inconsciente). Por lo que se r�fiere a l�s conceptos de perso_ na, ant�us­ anima, J;l{:rspn:tl,idades mana, $ym/:zoltk des Gezstes, respecto al «anciano ,sabio», Das Geheimnis der goldenen Blüte (El secreto de la flor de oro), as1 como Die Psychologie der Ubertragung (�sicologí� de _ la _trans_feren:ia). Con re�pec_to a animus y anima, Aion y Mysterzum Comuncttoms (S111;�ohsm? del . «s1 mis­ mo»); Symbole der Wandlung (Símbolos de transformac10n) _(S1mbolismo del camino de la individuación); Van den Wu:zeln des Bewusstsems, sobre el con­ cepto del arquetipo en general y en especial. 15 «En el hecho de que el número posea un trasfondo arquet1p1co no se trata de una suposición mía, sino de la opinión de_ algunos m�temáticos: P�r ello no es quizás una conclusión exagerada que defmamos al nui:nero, ps1colo­ gicamente como un arquetipo del orden que se ha hecho consciente. Resulta notable q�e las imágenes de la totalidad psíquica, espontáneamente producidas por lo inconsciente decir: los símbolos del "sí mismo" en forma de man­ dafa-, posean también una estructura matemática.» {JUNG: Synchronizitot, pág. 44). Ello no quiere decir, en modo alguno, que el simbolismo del «sí mismo» presente siempre forma ele mandala. Todo lo creado, pequeño y grande, inferior o sublime, puede convertirse en símbolo del «sí mismo», según la situación de la consciencia del individuo.

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. «L�mbol.9_�__q_1:!,�---�):l_tg�--��- !C?� sueños, a partir de lo inconsciente;-indican la confrontación eñti:'é- los contrarios y las irriagenes de la meta muestra el logro de su unión. Aquí se nos presenta una ayuda, empíricamente comparable, por parte de nuestra naturaleza inconsciente. Constituye tarea de la cons­ ciencia la de entender estas alusiones. Mas si esto no sucede, el proceso de individuación sigue avanzando a pesar de ellos; caeremos entonces víctimas de él y seremos arrastrados por el destino hada ·aquella ineludible-meta qué podríamos haber ál­ canzado con seguridad si tan sólo hubiésemos empleado a tiem­ po el esfuerzo y la paciencia suficientes para comprender la numinosidad del camino que nos señaló el destino.» 86

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La capacidad transformadora de símbolos por parte de la pstque· .. (

Junto �_E,___r;,[email protected]__ a_cfiv_,ft/.q!f_/9r.1JZ_a_ 4 qra q_<;. Jímbq_lqs, pq¡; P?rte 11_ t; , ,que prosigue su curso energético o que es impulsada a de la esi g_ manifestar éste, hemos de señalar asimismo su capacidad !Lt¡ifl.JÍ9.r, . ma,efora. de .#mbolos. El número de los arquetipos operantes en el h�mbre coincide con el de «12untos nodales» de la psique inconsciente colecdva, apareciendo �i�a4�_81; masinfinitamente mayor habría que imaginar, sin embargo, el núi;nero de los símbolos _so���- i;µ9s basados, ya que han smgido eñ cada caso di-;¡¡;;;; situación de la consciencia individual, y son prácticamente

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JUNG: Respuesta a Job, F.C.E. México 1964, pág. 119. Véanse págs. 35 y 62 del presente libro.

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COMPLEJO, ARQUETIPO Y SIMBOLO

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ilimitadas sus variaciones. La «importancia específica de un símbolo surge tan sólo en la vida individual (de un individuo o de un grupo), en la que la experienciá personal es captada en estas formas ( arque­ típicas)» 88• De modo paralelo a la transformación de nuestras opi­ niones y experiencias, aparece también bajo una nueva luz el conte­ nido de sentido de qn símbolo (o bien se revela_ paulatinamente), con lo que. dicho contenido de sentido, e incluso la forma del sím­ bolo', ·aparece en conexiories constantemente nuevas y resultan corres­ pondientemente transformados. Lo numinoso, lo misterioso e irracional se ha «ofrecido» siempre y en todas las épocas, mas ha sido «'reconocido» por pocos. Si el número de estos pocos se ·reduce cada vez más, ello es así porque hemos perdido los medios con los que se ofrece lo divino. Cada época ha proporcionado al misterio su «vestidura» propia, a ella adecuada; la nuestra, en cambio, no ha hallado aún la envoltura de lo nurninoso correspondiente. O bien desnuda o «des-vela» lo oculto, o bien lo envuelve hasta hacerlo irreconocible. La psicología junguiana es una de las muchas tentativas emprendidas para hallar la nueva <�envoltura», el lenguaje y el punto de vista que puedan ayudar y orientar al hombre actual, el cual asume una actitud racionalista que capte lo irracional y alcance una comprensión acerca del mismo. Así podrá satisfacerse el ansia del hombre actual por Jo irracional, ansia que se pierde la mayoría de las veces en rodeos y caminos erróneos, apelando al eterno mediador entre aquello que es captable por la razón y aquello .otro que no es captable por ella: el símbolo 89• Todo mito ha de renovarse, tal como en los cuentos infantiles el rey ha de ceder su reino a su hijo, en cuanto éste ha llevado a cabo las hazañas que le hacen merecedor de él; es decir: cuando está lo suficientemente maduro para ocupar el trono. En cada época han debido ser trad�cidos los mitos al lenguaje psicológico dominante, a de que pudiesen penetrar en las almas. Antes se hablaba del héroe, de la vida heroica, de «matar al dragón», etc.; en la actua­ lidad hablarnos de personalidad, de proceso de individuación, de victoria sobre la madre, etc. Y así como el mito ha contenido siempre un misterio, nuestra terminología psicológica actual no es meramente

racional. Cuanto más se refiera a la escondida vida interior, tanto más ha de expresar aquello que tan sólo es oscuramente intuido. Así, pues, si deseamos volver a experimentar de nuevo el mito como incesante actividad de las profundidades de nuestro inconsciente y comprenderlo, hemos de traducirlo primeramente a nuestro lenguaje, con lo que nos podrá parecer, con frecuencia, que hemos perdido su núcleo y nos ha sido arrebatado su auténtico sentido. Conclusión errónea, ya que, por el contrario, hemos salvado la esencia del mito y la hemos incluido dentro del mundo de nuestro pensamiento me­ diante los correspondientes conceptos verbales. Detodos modos, persiste un resto de misterio; resto que ni ha podi<;;!o, ni podrá ser jamás, traducido a conceptos abstractos, a un lenguaje discursivo. La única expresión para é1 adecuada sigue siendo la imagen, el sím­ bolo. Así, toda persona y época proporciona a sus símbolos un nuevo ropaje, y aquella «verdad eterna» que transmite el símbolo nos habla con esplendor constantemente. Las «metamorfosis de los dio­ ses» --en nuestro mundo exterior y en nuestro mundo interior­ son inagotables y jamás cesan. Con razón puede afirmarse lo si­ guiente:

fin

" JuNG: Psychologische� Kommentar zum tibetanischen Totenbuch (Comen­ tario psicol6gico al «Libro de los Muertos» tibetano), 5.ª edición, Zurich, 1953, pág. 26. . " L. Szondi afirma lo siguiente: «Contamos con tres entradas a 1o incons­ ciente. Es decir: lo inconsciente habla tres lenguas: la sintomática, la simbólica Y la electiva.»- (Ich-Analyse (Análisis del yo), Bema-Stuttgart, 1956, pág. 62).

109

«Tod�twJ.ªtÍ.Y.LcJ� .e.xpJLc���<5.n psicológica es, e�_ELfai:i12i...,,, la constitución de nuevos mitos.· coñ:elliffü::i hacémos sino tracluor un -;¡'fiiioo1IT...§t_f.9,,,.g�t ..s�.. -�1�.s!�. -�- .!�. PF�§½P.t�.,<::Qi;iHd��:�, ción de nuestro destino individual y a la de toda la humanidad.

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Son sencillas de deducir las conclusiones ·finales de cuanto hemos venido exponiendo. En el fundamento arcaico de lo psíquico, como «puntos nodales• y «núcleos de significación» cargados de energía del entramado psíqui-_ co infinita e intemporalmente ramificado, están los ª'fl..�ÍPC!_! que constituyen lo inconsciente colectivo, el fundamento universal (huma­ no-general), de toda psique individual. Aquí hemos de distinguir entre el arquetipo en sí, que no es perceptible y que existe tan ,. JUNG: P:rychologische Typen, pág. 336.

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COMPLEJO, ARQUETIPO Y SIMBOLO

sólo como condición estructural y posibilidad potencial, pertene­ ciendo a la esfera psicoide de la psique, y el arquetipo que es ya perceptible, que ha sido «presentado» a la consciencia y que ha de ser considerado casi siempre como s�. Está igualmente presente en sanos y enfermos, siendo fundamentalmente de: la mis­ ma naturaleza en ambos. Al igual que sobre . unos mismos cimien­ tos se pueden elevar edificios de diversos estilos y tamaños, una 1rrisma forma arquetípica fundamental puede constituir el fundamento de las más variadas formaciones. Su «valor posicional» dentro de todo el sistema de referencia psíquico está determinado con arreglo al contenido que llena al arquetipo y la carga que reciba. Con ello se ponen · también de manifiesto el sentido, la importancia y el papel que le corresponden en cada caso. El .intento·· de dividir por etapas el curso de su acción podría establecer las siguientes: 1. El a¡¿g,�po reposa, en cuanto a su condición ·estructural, en la esfera psicoide (en lo ingJp�c;i�JJt� __c;pJ!';c#xq)_, como �.<:!e.:me;i:.ito nuclear» invisíbÍei"���pori:a&r potencial d.e signm��Ti?º�� . · - · 2:· · M;J¡¡11t� una constelación adecuada �ue puede hallarse deteÍ:minád:i-ta�ró'"}iiJi;idui como coiectivamente- recibe un su­ plemento de energía, aum�ntando su carga.e iniciándose.•su. efecti-., · vidad energética. La-coñsrefad6n tndivici�fll reg1_h�,_g!,da��O¡:J:¡!S_pgg­ la colectiva, ctieñttts1tüaci6;_;-·d�7;·�o�sd;�cia dd sujeto individual; ·-· ·-·..,..........-,-··- ......... de la correspondi��·t� a· gr�p�s· fiumanos.-·" 3. r:,;;··:;;�gtd�C;r�u�tipo s� ��nifiesta por una e�pecie de fuerza magnétka de atracció--;;-�;-¡;� la consciencia que no es al prin­ cipio reconocida. Se hace notár primeramente por una a�tivi1ad ... emocional indeterminada, que puede incrementarse hasta una tempestu.Ósa·"agÍt;ción . p�íq�i�a. . ' 4. Atraída por la mencionada carga, incide sobre el arquedpo la luz de la consciencia; el arquetipo aparece entonces en el ámbito · · psíquico propiamente dicho, siendo percibido. 5. Al entrar el arquetipo «en sí» en contacto con la consciencia, se manifiesta en el plano biológico «inferior» y asume la forma de «expresión pulsional» o bien de .dinámica pulsional; o en el plano «superior» espiritual como imagen o idea. En este . último caso se asocian a él materia prima imaginaria y configuración de sentido, surgiendo así el símbolo. El revestimiento simbólico_ con el que re­ sulta visible varía y se "transforma con arreglo a las circunstancias

SIMBOLO

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exteriores e interiores del sujeto y de la época. A partir del contacto con la consciencia de una colectividad y su problemática, surgen los ! símbolos colectivos (como, por ejemplo, un mitologema); y del con­ tacto con una consciencia individual y sus problemas, los símbolos individuales (por ejemplo, la imagen de una bruja con los r�sgos de 1 la madre personal): 6. JR_g,mb.91º apaxece. ..fre:pte,_ll, la <::onscienda dotado de una cierta autonomía. 7. La-�;;avidez de significaciÓJ.ll>�de.un,.. &íi;nbQlo_obliga en grado mayor o. menor a la consciencia a una confrontación con. él. Esto puede acontecer de los más diversos modos: por c�;t�ñ;'plación, des­ cripción, interpretación, etc.; de modo general y espontánea o bien dentro de una labor analítica. 8. a) El' símbolo puede hacerse más consciente mediante com­ prensión, siendo sentido y reconocido como relativamente pertene­ ciente al yo; mas no es completamente dilucidado y continúa, por tanto, «vivo» y efectivo. b) .Puede ser .completamente interpretado y explicado, con lo que aparece integrado plenamente por el yo y asimilado por la consciencia, mas perdiendo así su «vida» y eficacia, tra.nsformándose en una mera alegoría, en un «signo» o en un con. tenido de consdencia unívocarrierite concebido. c) Completamente incomprendido, puede enfrentarse a la conscienc:ía yo hostil, como expresión de un complejo situado tras la misina (como algo extraño y que se le enfrenta), .escindirse de ella y provocar una disociación en la psique. Se convierte así en una psique parcial autó­ noma, que se manifiesta en forma de «espíritus», alucinaciones, etcé­ tera; es dedr: mediante síntomas neuróticos y psicótic9s de tºda r índole. Ya que el� en cuanto a su «elemento nuclear», es con­ siderado como un «punto nodal» dinám1co del psiquismo incons­ ciente colectivo, es equiparable al arquetipo en cuanto a su esencia y su modo de actuar. Mas ya que su �
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COMPLEJO, ARQUETIPO Y SIMBOLO

Ya que se entiende habitualmente como complejo algo no plas­ mado en forma de imagen, y con el concepto de símbolo algo que adopta generalmente aspecto de imagen, está tambf¿ñ-indicada en este sentido una clara ctiferé�cf��ión . er{ ·cuanto a la elección del tér­ mino correspondiente. De todos modos, las transiciones no siempre se pueden reconocer netamente. Por 'ello se habla con frecuencia de co_mplejos con S,?rácter sim.bólico y de símbolos con carácter de com..P.Lrjo,::..;,egúll el correspon,dieñte-matiz efe su índole:-·-..---·-------· · En principio, según Jung, en rru,¡, chas _ ocasiones coinciden com­ plejo y símbo!g, ya que ambos tien���u �aíz en un nú9eosigDi1�¡.:­ ]i,�'"�e.Lfülc;r;L't... como ha hecho Jung, arquetipo, ·compte;o y símbolo, en cuanto a conceptos, pueden utilizarse indistintamente en cuanto a su significa­ ción esencial. Mas si se desea establecer entre ellos una diferenciación más fina y líneas divisorias más netas, hay que distinguir entre como ey.:�J9�inc .�E_i�1:,.:�-��-<Jtfil( q ue en realidad han de s;;··r�: �lu1.ª()s,��,-Y también, en determinados casos, entre·bolos), t_ c?._�pJ�isLs__p���n�_<;J2:11 t���,.!o inconscie�al, � �� en los que tras er· modo --de· apá"riCión indiv1du�T'seÜcUlti uria-se"i_'.'ie mayor o menor de símbolos de lo inconsciente colectivo, y que se \ pueden extraer de su «envoltura individual» 91• De todos modos, la

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La diferencia entre las diversas formas de actuar y las significa} -º ciones de � 9!'!1Plejo y de sí�os sanos y eh entermoS: -de s�··coñtehiélo-;-síño del �e estado de la no �on�a del yo frente �-l!!_que �en, así como d� é�IosiisimJa-:-'"Er�o-��□o-los vj_vencia y elabora más o menos fácilmente. Puede s�s 5'?::1.9,__i<.!?.<;!,��� ��turb�dor�_» de la como auxi­ economía psíquica, resolverefconflicto y aprovecharlos liares en su proceso de desarrollo psíquico, tal como lo hemos ex­ puesto en el punto 8, a. y b. En 1los sujetos enfermos se convierten l en portadores d�_ síntomas e lm:Igenes·queexl5resa11sífs�soñfí_ctos, ctandoTügára--ias dificultade� y·-r1esgos·-expues'ios·-�; 8, b. Si bieñ J.t.mg, como en general se hace, utiliza la expresión «co¡r¡�» sobre todo en su sentido médico, y por lo tanto en el últimamente men­ cionado, a p�ñcfetenido examen de toda su doctrina se des­ prende claramente que no considera al complejo en sí como auténtico factor perturbador de la salud psíquica, sino tan sólo dentro de una

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JUNG: Von den Wurt.eln des Bewusstseins, VII, pág. 572.

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PARTE SEGUNDA ARQUETIPO Y SUEÑOS

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INTRODUCCION

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El sueñó es la pequeña puerta oculta en lo más interior e íntimo del alma y que se abre a ·aquella primordial noche cósmica que era ya alma mucho antes de existir una conciencia del yo, y que será alma muchó más aRá- de lo que pueda alcanzar jamás la consciencia del yo ( ...). Toda consciencia separa; mas en el sueño penetramos en el· hombre más profundo, más general, más auténtico, más eter­ no, situado aún en el crepúsculo de la noche inicial en la que era aún fa totalidad, y el todo estaba en él, en la naturaleza: indiferenciada, desnuda de toda yoidad. (JUNG: Wirklicbkeit der Seele, pág. 49.)

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La noche, revestida con su «manto de estrellas», tiene en brazos _ a la I?are¡a d � gemelos: la :1v;uerte (el llf-Óº negro) _ y el Dormir (el runo blanco). Haaa ella desciende el Sueño que sostiene en su mano izquierda una vara de marfil como símbolo de los falsos sueños¡ y en la derecha un cudno como símbolo de los sueños auténticos, buenos. · Grabado en madera de V. Ci:zrtarí «Le Imaginí de i Dei de gli Antichi» Lyon, 1581

DESDE QUE la humanidad sabe acerca de sí misma han sido los sueño�, esos mensajeros de la mitad nocturna de la vida, recipientes del acontecer intrapsíquico en los que puede asumir forma lo pasado, lo presente y lo futuro con inigualable riqueza de imágenes y preci­ sión de sentido. El reino de los sueños es también el ámbito psíquico en el que con mayor frecuencia nos er,icontramos con motivos arque­ típicos. Surgen en forma de imágenes -y símbolos, de procesos y cur­ sos de extraña expresividad: Conmueven y se apoderan con frecuencia de la consciencia con fuerza irresistible, pues queda entregada a la acción numinosa de las imágenes arquetípicas. En la mayoría de los sueños en los que aparecen motivos arque­ típicos existen, junto a �llos, otros contenidos que proceden de lo inconsciente personal. Los sueños de contenido puramente arque­ típico son relativamente raros. Irrumpen bajo especiales circunstan­ cias y aparte de la persistente impresión subjetiva que dejan, revelan su importancia a través de una configuración plástica que alcanza no raras veces po'derosa belleza poética. No en vano son designados en ciertos pueblos primitivos como «grandes sueños» 1, en contrapo1 Entre los prunmvos eran interpretados tan sólo los «grandes sueños,., ya que éstos no interesaban al individuo, sino a toda la tribu.

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sición .con fos «Qegueños sut;_Í.!�> que se refieren a asuntos coiliJi;m_o�. des revistos de igwortancia. Exp resan con tenidos ae lo inconsci ente ., -;;;;- ectivo , e la-«p�qu�bj etiva » y sus formas sup rapersonales, en las que alcanzan expresión p roblemas e ideas de índole human a gene­ ral o también, en raros casos, de índole cósmic a y carácter universal. El arquetipo actúa, aun cuando no le comp rend a la consciencia. Habla en imágenes que son comunes a . todos los hombres y que r eposan en el arcaico fondo creador de toda alma. En las imág�nes, todo lo individual es más bien p arábol a y, al igual que en el müo, son r eflejo de lo universalmente válido , de lo e terna mente humano. ARQUETIPO Y SUEÑOS

1]

«Eri las formaciones arquetíp icas no se trata ya de expe­ rienci as personales, sino en cierto modo de ideas generales, cuya significación princi.pal �ons_is te. e n el se ntido que les es p eculiar, y no en conexi,ones vivenciales per sonales.» 2

Amor y odio, nacimiento y muerte, emp arejamie nt o y separación, transformación y sacrificio, etc., apar ecen en l a imagen arquetíp ica b ajo su aspecto suprapersonal, humano-general, que trasciende todo Jo puramente individual y va más allá del alcance del limitado yo. Dice Jung:

«Tales sueños ( arquetípicos t S· üt-eder casi siempre en pas a­ jes decisivos de la vida, así en la inf ancia, en la pubertad, haci a mediados de la vida ( entre los 36 y los 40 años) y ante la 3 pe rspectiva de la mue rte.»

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Es decir: en situaciones que son válidas par a todos los humanos. Muestran que .la psique del que sueña está en _una sitü.adón en la ) que precisa de la voz no adulterada de la na turaleza que se expresa ¡ a través de las imá genes arque tí picas. Así, h acia el fina l de la vida , un sueño arquetípico ex pone ante los 1 oj os del hombre la realidad de la mue rte y muestra inequívoc amente que no la puede excluir ya de su consciencia sin peligro p ara su alma . Pues e n los· sueños -y en pro de l a autorregulación psíquica- son compensadas frecuente­ mente, con ex actitud y finura sismográficas, toda inadaptación, unila­ te ralidad, obcecación, bloqueo, desviación y desorientaciqn de l a vida p síquica. El sueño supone una genial tentativa destinada a p ropo r� }UNG: über psychische Energetik und das Wesen der Traume, Zurich, 1948, · pág. 247 . 1 Ibíd., pág. 247. 1

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rensión es la com . su 1engua¡· e en imágen ' . .. pu li rio. clonar a. la psiqu.e '.mediante i b eq o v e nu un e ento d imi ec tabl s e al d en e . y necesan� tes respecto a aquellos sueños proceden t e v �do con n e a: gu 1 s e Esto e ños » u s os ñ e qu «pe al; . tant ara los de la esfera subjetiva y person �e arobito objetivo. y c.olec . tivo es es », p roc ed ent como para los «grand · · .· . • · de la ps iqu··e. · n · a . �mro� qµe �e refie_r� . Si los p rimeros compe nsan, por lo rno � a an y ai ento o a la_ �1¿a . c�t1di cimiento y adaptación con respect n da '.' fu r o . a li una v1s10n mas amp y p los segundos 1o hacen en""cuanto a ana m hu le da y d .1, apersonal es �oo;1n de un símoblem as típi cos, supr en cu anto a pr La apan . o individual . general que. traso. enden de1 y - uede actuar compensatoriamente, o p u� s un e ant dur cia bolo mandálico bre una conscien . alidad ordenada ' . so mediante su aspect. o d e tot . .. de un modo integr adar y smte. es · d . . l caótidullente deso nentada , blec1ID1ento del equi i­ ativ-a de resta � t ten e d o d o m tizador, siendo a brio 4. Como exp res a Jun· g: , · n d� un centro de�«El mandala propo rciona la noo�' �or de r ª: l decir, e 1 sonali� lugar central, po fer:,do Y - di el cual. se al cual todo se halla re � � � mismo tiempo re pre senta al orden a tod o1 y que .. . 5 . . • . · ¡ energía; INTRODUCCION

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120

INTRODUCCION

ARQUETIPO Y SUEÑOS

psique figuras numinosamente car adas, para cuyo . entendimiento está. in. cado 'apelar mundo__9!! las imágenes colectivas, tal y como se hallan contenidas en_ ley_endas cuentos o ulares, en mitos y obras literarias, o en los s1m olos de la historia de la cultura y de re�nes el.e la humanidad relativos al mundo de representacio­ q e· el dragón y la serpiente, . refugio y caverna, árbol y nes en flor, ·dioses y demonios tienen su patria y'ñosFiaEilan mediante imá­ genesde -imperecede.rC;" sentido. Para la interpretación de tales sueños ha elaborado Jung un � propio: el-de amplificación, según el cual los diversosele­ mentos del sueño s'oñ«e'nriqueddos» mediante un mat�o �ar), constituido -p�r imágenes y símbolos y expo­ niéndose los matices de sus posibles significaciones hasta que aparece su sentido con suficiente claridad. La selección de las correspon­ se realiza sin tener en cuenta la época y la esféra �nt al alo� que proceden o de si se trata de creaciones indivi- . duales o bien colectivas. Importa sobre todo que se· trate de expre­ siones y configuraciones de la psique humana, y que muestren un contenido de_ séntido común a todas ellas o bien sidiilar: Todo ele­ mento significativo así fijado se une al sigu iente, hasta que en la cadena de temas oníricos esté aclarado cada uno de los eslabones y al final quede interpretado el sueño como unidad. Cuando el arquetipo, en sí no pen::eptible, la «pauta primordial» que está en el fondo, se concrete en determinada imagen y se «presente» durante el. sueño a la consciencia, el método de amplificación, mediante la apelación comparativa a imágenes y símbolos análogos basados sobre la misma «pauta primordial», señalará aquello que hay de común · y que convierta en verosímil el posible significado, si�ndo este minu­ cioso trabajo él que mejor puede obtener el sentido del sueño 6• Sí se trata de· sueños que contienen escasos motivos arquetípicos, o ·. bien ninguno, se ha de llevar a c::abo junto a la «amplificación obje- · tiva» que acabamos de . menciona�, una «amplificación subjetiva» . en la que el que ha tenido el sueño ha de aportar sus asociaciones · · personales _::_procedentes de su propia biografía-, a Gn de que. se pueda llegar a conclusiones aproximadas acerca del sentido del sueño. Sin un conocimiento exacto acerca de la actitud consciente del soñador, y sin el contexto de asociaciones personales por él propor-

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' Véase figura XIV

pág. 150 en mi libro Die Psychologie van C. G. ]ung (La psicología de C. J�), Zurich, 1949, J.• ed., en la que se representan esqucmáticamente los diversos arquetipos del sueño, así corno su concatenación.

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donado, no puede interpretarse satisfactoriamente ningún sueño que no contenga material arquetípico puro. Es necesario señalar también que toda interpretación constituye, en primer término, una hipótesis que precisa de una serie de otros. criterios antes de poder conside­ rarse como válida y definitiva (interpretaciones directamente convin­ centes y que evoquen emoción en el sujeto; la llamada «vivencia de ¡ajá!», que.el sujeto esté de acuerdo con la interpretación, la confir­ mación por ulteriores sueños, para lo cual es preciso investigar series oníricas, etc.). Un sueño aislado no suele expresar la mayoría de las veces más que un aspecto parcial o el problema que afecta actualmente a la psique del sujeto, por lo que tan sólo una amplia serie de sueños proporciona seguridad en cuanto a la interpretación y, además, la posibilidad de rectificar eventuales interpretaciones erróneas. Los contenidos del sueño que están referidos a lo colectivo e intemporal pueden esclarecerse mediante «amplificación objetiva», mas tan sólo resultará limitadamente posible obtener de dicho mé­ todo iluminación y ayuda cuando se trata de problemas correspon­ dientes a la esfera cotidiana y personal del sujeto. Los arquetipos mismos no contienen sentido personal alguno; es preciso tener en cuenta a la persona, con . todo su padecer, como punto de partida para proporcionar la interpretación exacta referida- al s�jeto en cuestión; o bien para rechazar la interpretación equivocada. De todos modos, un sueño que no contenga solamente elementos de índole personal y privada, sino que informe asimismo acerca de lo que es humano y general, puede interpretarse también en cuanto a esto último sin «amplificación subjetiva». Es factible destacar a partir de él todos los motivos de índole puramente arquetípica -tan sólo éstos-, e interpretarlos. El resultado de esta interpretación conten­ cfrá datos que por deducción permitirán establecer un cierto juicio acerca de la situación psíq.uica del sujeto· que ha tenido el sueño, ya que dichos datos se refieren a la compensación de la misma, pero tan sólo expresan y pretenden llamar la atención acerca de contenidos profundos alejados de la consciencia en los que el hombre aparece como individuo perteneciente a una especie o como parte de un grupo de tamaño m�yor o menor. El .sueño arquetípico ha de ser, pues, considerado bajo su doble aspecto: ¿Qué es lo que expresa con respecto al individuo aislado que lo ha soñado, y al mismo tiempo con respecto a la colectividad humana? En primer término, toda interpretación se refiere al sujeto que ha tenido el sueño: a su ser per-

122

ARQUETIPO Y SUEÑOS

s onal.

En contraposición con los llamados «pequ eños sueños», el s ueño arquetípico apunta rá más allá de la interpretación rela tiva al individuo aislado, y según el grado de validez de su contenido se referirá a un grupo de la hu manidad, o a toda ella. Por ello será premisa necesaria el conocimiento de, al menos, la correspondiente s ituación de la consciencia del su jeto tal como a pa rece, por ejemplo,. du rante- la labor psicoterapéutica, aun cuando no. pueda proporcionar· asocia ciones de índole pers ona l.

1

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colecti�a en vías de desaparición que repite soñando los eternos contemdos fundamentales· de la ps ique de la humanidad.» 9 Y ya que el alma infa ntil está aún completamente entretejida . . con su fondo._ primordial y. -al igual que en los primitivos-- no . raras veces s �r �en de :us- profundidades ines peradas y grandiosas imá­ genes ar ��et1p1cas �e Intenso poderío y gran expres ividad, los sueños de los mnos constituyen con frecuencia un material especialmente a pto para observa r e investigar en ellos la esencia y el modo de _ operar de los arquetipos. . «Pues la infá.ncia no tiene ta� sólo importancia por iniciarse en ell� determ1?,adas malformaciones de l os instintos y puls io­ nes, smo tamb1 fn porque s urgen aquellos suefios e_ imágenes que, en su ampl ia perspectiva, preparan todo un futuro destino Y aparecen ante el alma infantil aterrorizándola o alentándola .>> 10

«Lo inconsciente elige con hábil mano, y en el momento ju sto, el símbolo adecuado para el individu o; mas el valor del s ímbolo no es abs oluta mente firme y fijo, sino que depende de la correspondiente referencia del símbolo al sujeto qu e ha 7 s oña do.» 1

1

Nos vemos limitados a considera r ta n sólo el contenido arque­ típico de un sueño en la mayoría de los que nos ha n sido tra nsmitidos por la His toria, así como en aquellos otros contenidos en mitos, leyendas o en la Biblia, ya que no podemos contar con un contexto personal al respecto. De todos modos , en algu nos casos de su eños históricos o literarios 8 ca be �us titu ir dicho contexto, hasta cierto ·punto, mediante ·la: aportación de da tos biográficos y la cuidadosa inves i:igaéión y toma eri cons ideración del es pítítu de la época corres­ pondiente, y por el cual se halla influ ido el que soñó. Mas la men­ ciona da limitación se impondrá en una determinada categoría de slleños: los infa ntiles, ya que los niños no podrán aportar la ·mayoría de las veces asociaciones con res pecto a los mismos. .

.

_ «La psique inconsciente del niño tiene un ámbito ilimitado y una edad igualmente ilimitada. Existen sueños de niños de tres y de cuatro años que sI on de tal modo mitológicos y grá­ vidos de s ignificación que se les podría toma r, sin más, por sueños de adultos de no saberse qu ién e s el que ha tenido el sueño. Se trata aquí de los últimos residu os de una ps ique

. 1

7 F. G. WrCKES: Anaiyse der Kinderseele (Análisis del alma infantil), Stutt· gart, 1951, pág. 280. • M. L. VON FRANZ: «Der Traum des Descartes» (El sueño de Descartes), en Zeitlose Dokumente der Seele (Documentos psíquicos intemporales), Estudios del Instituto C. G. Jun g, tomo III, Zurich, 1952, y A. JAFFÉ, «Bilder und Symbole zu E.T.A. Hoffmanns Marchen Der Goldene Top/ (Imágenes y símbo­ los en el cuento de E.TA.- Hoffmann «El puchero de oro»), en JUNG: Gestaitungen des Unberpussten, Zurich, 1950, pág. 239.

123

INTRODUCCION

El sueño infantil que expondremos a continuación const . itu ye un · e¡emplo de lo que hemos dicho, pues resulta extr a ordin a ri a mente _ ade�a¿o para mfor mar acerca de la asombrosa capacidad creadora de rma�enes por parte de la psique. En este sueño se esta blecen co��lusi ones �ce ca de su entido_ más profundo medi a � nte la interpre­ : tacron de las rm�genes· o s1mb olos arquetípicos qu� se expresan en él. Hay que r�nun�i�r a las referencias personales a la esfera cotidi ana, ya que es msu�1c:ente lo conocido acerca del soñador y no pudieron obtene:�e asociaciones subjetivas. Hubo que renunciar también a la correccro� o complementación de lo interpretado medi a nte un es tu dio d� la ;ene de la que procedía dicho sueño, en parte porqué no d1spom , amos . de los dema's suenos, y en· pa rte porque ·su ·es tudio habna �xced1do con ucho los límites de es ta tent a tiva de exposición. � El suen? mu :tra , s m embargo, una clausuración y pregnanci a tales � que es ta ¡_ust1f1cado considera rlo de un modo aislado. De todo s mo­ dos, c�be intuir --{) bien elaborar hipotéticamente-, en forma de deducciones , su limita da significación individual aun cuand hemo s o ?e prescindir de la confirmación propiamente 'dicha acerca de lo mterpreta?o; es decir: del acuerdo por parte de la niña qu e soñó, con lo �f1rmado en· la interpretación. Mas ya que todo arquetipo _ hecho VISlble en u n s ímbolo posee_ una «doble faz», no sólo repre­ senta lo que ha sido, sino también lo que será. Su sentido es tá . 0

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:. JUNG:. Prólo go al libro F. G.. WICKES: Anaiyse der Kinderseele, pág. 19. _ hedeEnetgett JUNG. Über psych1sc k u.d. Wesen d. Triiume, pág. 92.

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orien tado tanto hacia el presente com o hacia el futuro, y hay que tener también en cuenta su contenido por lo que se refiere a su • • • aspecto ant1c1pator10 11. Tampoco viene a cuento interpret ar a nivel de objeto. El sueño no contiene personas ni figuras que se hallen en relación vital Y. directa con la niña que ha tenido el sueño, y que viniesen en con­ sideración en cuan to a su realidad efectiva y no simbólica. Los sueños arquetípicos, dada su esencia, son en prim er término representaciones de un m undo interior puramente psíquico, y no de un mundo exterior y concreto. La tenta tiva de interpretación.de un sueñe que exponemos a con­ tinuación constituye, desde luego, un ejem plo del método junguiano de descubrir el sen tido del sueño mediante el procedimiento de · am plificación, m ostrando al mismo tiempo el modo de m anejar el m aterial arquetípico; de cualquier manera, no es utilizable en est a form a en la práctica psicoterapéutica. Se trata de una investigación que en el curso vivo y auténtico de un análisis tan sólo puede llevarse a: cabo en cuanto a sus líneas fundam entales; sin em bargo, no puede ser enriquecida con m aterial análogam ente pluriestratificado y multi­ ramificado. Y ello no solamente por el hecho de que el sujeto per­ dería posiblemente de vista al bosque a causa de la multitud de árboles , sino también porque un psicoterapeuta no podría im provisar, en una sesión analítica·, el gran número de posibles amplificaciones que serían indicadas en la cuidadosa selección de los paralelismos a considerar. En la interpretación de sueños arquetípicos se manifiesta de modo especialm ente claro la diferencia ent re los métodos interpretativos

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11 Jung dice al respecto: «En cuanto e! mañana está ya conteni�o _en el h�y y en éste están dispuestos ya todos los rulos del futuro, un conoc11ruent? mas profundo del presente podría po�ibilit�r 71. prt;nóstic� �ás o . menos amplio del futuro ...» Traducido a lo ps1qu1co, s1�mf1�ana lo .s1gu1ente. «Así ;º1!1º cabe comprobar que a lo inconsciente le son __aun accesibles huellas m!1em_1cas que desde hace tiempo se encuentran IX?r d:ba¡o del 1::m?ral de la co!1sc1enaa, así_ lo son también, hacia adelante, comb1nac1ones subhmmales m�y- fmas y que _ son de la máxima importancia para el acontecer futuro.» Estas úlun:ias «pued�n ser objeto de una refinada síntesis psicológica, la cual sabría s�gu1r las comentes naturales de la libido », aunque jamás se mostrarían accesibles a un método·: t-iuramente analítico. «Es algo que no somos capaces de hacer nosotros, o tan sólo podemos hacerlo mal; pero sí lo inconscie:ite, pues es allí don?e -acontece y ·parece ser que, de vez en cuando, y en aertos casos, surgen llDpoi::antes • fragmentos de este trabajo, al menos en sueños, de lo cual_ provendría la 1mpor­ tancia profética de estos últimos, afirmada desd;. hac_e uempo por la supe_rs­ tición. En no raras ocasiones, los sueños son anuc1paaones de futuros cambios verificados en la consciencia.» (Symbole der Wandlung, pág. 82.)

1

INTRODUCCION

de Freud y Jung, así com o la existen te entre ia valoración respec tiva de los tem as oníricos. Fri::ud._ limitó .su¡¡ hrvestigaciones acerca de' fos s�eño§_a__lo�. �5:.?.?�,���9�... ��S�9.1:'.. 9"��-.,c�-�-ª���-� -���sjioªiá�·· d�L��J�!?.. 9��---�1!�. ª�•. y que J1:1ng .1,�!19.n::ima. JQ ..�
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«En realidad se trata de formas de pensá�ien to basadas instintos, primitivos o arcaicos que destacan de · manera en m ás clara duran te la infancia que más adelante. En sí no son en m ?do alguno infantiles o incluso pa tológicas ( ... ). Tam poco el Illl to, basado en procesos fan tásticos inconscien tes ( o el sueño arquetípico), es en modo alguno infantil en cuanto a sentido contenido y forma, o bien expresíón de una actitud au toeró tic� o autista, aun cuando crea una imagen del m undo que apenas puede ser equiparada a nuestra visión racional y obje tiva.» u Jung cree reconocer en el sueño una especie de G_estalt, una totalidad que implica un acontecer más o menos cerrado en sí mismo y cuya estructura es similar a la del drama. Por tanto, se puede 12 En casos especiales, Freud establece excepción; en aquellos en los que el significado del sueño rehuye la interpruna etación ante una cadena causal Y reductiva de asociaciones. Afirma: «Nuestra labor medi interpretativa resulta inde­ pendiente de estas asociaciones (del sujeto que ha soñado ) en un caso: cu ando el - soñador ha utilizado en el contenido del sueño elementos simbólicos. Enton­ �es, en sentido estricto, nos servimos de un segundo método auxiliar de la mterpretación de sueños ( «Die Trau.mdeutung») (La interpretación ños ¡ (Obras completas, tomos II y III, ed. alem ana), Londres, 1948,de Íos sue­ pág. 246). 1 ]UNG: Symbole der Wandlung, Zurich, 1952, pág. 44.

126

127

ARQUETIPO Y SUEÑOS

INTRODUCCION

establecer la división del curso del sueño y la «agrupac1on lógica de sus elementos con arreglo al esquema de un drama clásico. A la exposición en· la que se presenta el lugar de la acción y los persona;es que actúan, sigue la fase de désarrollo, de establecimiento del nudo que impulsa el drama hacia el punto culminante, en el que sui:ge la crisis. y a la que sigue la solución, la tisis. En ella se pone de­ manifiesto el resultado logrado por el trabajo del sueño; el· estado de cosas final, que en cierto modo proporciona la salida, la solución del probléi'ña en cuestión. Esta estructura, análoga a la del drama, se pone también de manifiesto en el sueño infantil que vamos a exponer. El desarrollo, la culminación y la solución se suceden en rápida se­ cuencia y permiten lanzar una ojeada al taller de la psique, en el que los arquetipos tejen inexorablemente el destino del hombre y de la Creación.

Los sueños pueden ir y venir cuando quieran. Su sentido es con frecuencia oscuro, su intención desconocida. Surgen aportando imáge­ nes y verdades cuya profundidad nos asombra, y que exceden con frecuencia la capacidad humana de comprensión. Mas la imaginación no puede crear nada que no esté ya dispuesto en las profundidades de la psique. Y el hombre goza de la capacidad de representar el orden divino y cósmico, puesto que él mismo es parte de la eterna esencia, par's pro tato.

FIGURA

3

La ·serpiente como símbolo del transcurso del tiempo

Las pequeñas serpientes que caen -dd· vientre de la grande representan los distintos sectores de tiempo Grabado en madera tomado de Chr. Cotterus «Lux in tenebris», 1657, pág. 45

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IV.

EL SUEÑO DEL ANIMAL MALO

EL SUEÑO que aquí presento y que d�seo i.nterpretar procede de

una niña de ocho años, que falleció de escarlatina aproximadamente un año más tarde. Es

el

último de una serie .de sueños que la niña

había tenido poco antes, y que transcribió, reuniéndolos en un cua­

derno que entregó a su padre como regalo de Navidad. Ella misma le puso como título «El sueño del animal malo». Es como sigue: . .

«Una vez vi en sueños a un animal que tenía muchos cuer­ nos. Con ellos ensartaba a otros pequeños animales. Se enrollaba como una serpiente. Entonces empezó a salir un humo azul de las qrntrn esquinas y el animal dejó de comer. Entonces vino el buen Dios, pero en- realidad eran 9:!_atro buenos dioses en las c;_¡.mtro esquina:,. Entonces murió el an'imal y todos los animales que se había comido salieron vivos de él.» Ya: a· primera vista se ·tiene la sensación de que en este sueño se

trata de uno de los· llamados «grandés sueños», tal y como lós cono­ cemos a partir de la correspondiente literatura. No en

el

sentido en

que 1� son los sueños proféticos de un niédko-brujo o de un chamán, que profetiza lo que le va a suceder a toda la tribu, sino en

el

de que

trasluce una especie de «visión cósmica», un profundo núcleo idea­

tivo. Expone una verd�Hlosófica ocósmica, tal como se da en

antigu�s leyendas y cuentos. En el fondo no aparece tanto como un sueño, sino como una visión. Se asemeja a una fina pintura oriental:

. un par ·de difuminadas manchas de color, unas cuantas líneas, sin

apenas contornos netos que reproduzcan lo expuesto. Mas si profun­

dizamos en el cuadro se anima

el

vacío fondo y se colma de un

contenido que amenaza con hacer saltar el marco. En abigarrada

multitud comienzan a surgir entonces en. él formas y figuras que se condensan en una aparición cuyo poderío nos asalta y sobrecoge.

La durmiente no está implicada en la acción, la cual se desliz�

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ante sus ojos como una película en color. Informa

al respecto sencilla

y fríamente, casi sin participación, como si se tratase de un lejano

acontecimiento que no conmueve ni afecta; y que se contempla con

129

ARQUETIPO Y SUEÑOS

130

asombrada mirada infantil, algo asustada quizás. En la acc1on del sueño no es tan sólo la niña la que no aparece en relación alguna manifiesta, tampoco aparece ser humano alguno desempeñando un papel. Es esto, quizás, lo que constituye el motivo principal de que el sueño evoque una impresión tan extraordinariamente intensa de falta de· referencia a cuanto sea individualmente humano: en él tan sólo aparecen enfrentados el animal y Dios. Debido a esta completa ausenciá del hombre como persona actuante o paciente, parece ema- · · ¡ ·l nar del sueño aquel tono frío, tremendo;-cle épocas arcaicas, _pre. humanas, cuando «el Espíritu de Dios fluctuaba sobre las aguas» 14• -Lo· infrahumano y lo sobrehumano, el animal y Dios se enfrentan a uí im lacablemente. La materia primordial y el espíritu primordial e nacumento, t se enfrentan e aza os en a uc a; a muerte como viene sucediendo incesantemente desde tiempos innmemori es, en el apasionante espectáculo de la vida que constantemente perece y se renueva. El escenario en el que tiene lugar esta lucha es el «espacio interior» de la psique y sus diversos rasgos aparecen como las formas y figuras que han de protagonizarlo. La profundización en el sentido y la significació� de las diversas imágenes arquetípicas o elementos del sueño y en sus correlaciones servirá para · demostrar lo anteriormente expuesto. Como ha descubierto Jung con resp��to a la mayoría de los sueños, el que hemos expuesto representa un auténtico drama en forma condensada y sim­ plificada, y se presta fácilmente a una división análoga a aquella en la que se basan los dramas clásicos.

Si intentamos aplicarle el esquema de división utilizado en el método junguiano de la interpretación de sueños, resultaría aproximadamente lo "que sigue:

Lugar = La ilimitada tierra de los sueños, el espac10 que abarca al todo y sus cuatro esquina/

Tiempo = Erase una vez ... la eternidad intemporal. Dramatis personae = El animal malo y cornudo, los pequeños ani­ males, el humo azul, el buen Dios en forma de cuatro dioses.

Exposición = El animal malÓ de cuernos múltiples ensarta y devora a los animalillos y se enrosca como una serpiente.

I, Moisés I,2 (todas las citas �rresponden a la traducción de Lutero, Stuttgart, 1937). 11

EL SUEÑO DEL ANIMAL MALO

131

Peripffecia =«Entonces· surgió un humo azul de las cuatro esquinas y el animal dejó de comer.» Culminación = «Entonces vino el buen Dios, pero en realidad eran cuatro buenos dioses en las cuatro esquinas.»

«Entonces se murió el animal y todos los animales que se había comido salieron vivos de dentro de él.»

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Aparte de la división en estas habituales etapas, en este sueño aparece otra, que es consecuencia de su peculiar estructura. Se trata de la división, o mejor dicho, la bipartición en un acontecer inferior y otro su eño uno «terrenal» y otro «celestial». El hecho de que r n especial relieve aparezcan tan sólo Dios y arum la tensión entre contrarios existente en el ·sueño. En la primera parte, el escenario está solamente ocupado por el gran animal malo y los animales pequeños: En la segunda aparecen Dios y los dioses y el animal es privado de su poder. .Se trata, en realidad, de una confron­ tación entre animal y Dios, el mal el bien, las tinieblas la luz, la materia e ui r ras denominaciones ar­ ap iquen o se ha an aplicado de siem re a estos contrarios di es. tán ya al comienzo de la formación del mundo, surgieron -� el segundo día de la Creación, cuando Dios separó las «aguas · inferio�es» de las «superiores». Rompiendo la unidad de 1� Creación, creó fuerzas contrarias, opuestas entre sí. En su ámbito se desarrolla desde entonces toda vida. Aún hoy contienen la tensión dinámica de todo ser, tal como entonces, cuando el Creador se detuvo y no pronunció las palabras que confirmaban cada día de la Creación: «Y vio que era bueno.» Pues en esta separación y división residía al mismo tiempo el conflicto, la escisión, que pasa también a través del hombre y amenaza con frecuencia con desgarrarle, más constitu­ yendo en último término el motivo de la superación de sí mismk.

Así se convirtieron las «aguas superiores» en cielo y las «inferio­ res» en tierra. Y comenzó el gran combate entre ambas, combate que perdura en la actualidad. Pues en estos dos principios y su pugna -se les podría considerar como lo� arquetipos de la primera y magna tensión entre contrarios- ya se llamen materia y espíritu, día Y noche, masculino y femenino, reside la tragedia entera de la Creación y del ser del hombre. Desde tiempos inmemoriales no han cesadó de arrastrar a los hombres y una interminable cadena de mitos, leyen­ das y misterios da testimonio de su inquebrantable poderío.

1.32

/i

ARQUETIPO Y SUEÑOS

Si nos atrevemos a afirmar que el «animal malo» del sueño es un símbolo, la personificación de lo pulsional, de lo oscuro, de las «aguas inferiores», podemos basarnos para ello en una serie de sorprendentes analogías · cori los más diversos sectores mitológicos. Vamos, por tanto, a examinar más de cerca al «animal» con el método de la «amplicación objetiva», a fin de fijarlo con exactitud.

El aspecto doble del animal El animal no es denominado ni tampoco exactamente des.critci en

el sueño. Su única cualidad señalada es 1a de que «Jiene muchos

_cuernos� con los que ensarta a otros «animales pequeños» para devo­ rarlos, y que se enrolla como una serpiente. Lo primero que llama la atención es que el animal, al parecer (y no solamente todo el acontecer del sueño) reúne en sí rasgos de naturaleza contradictoria. Como ser que se enrolla a modo de una serpiep.te, correspondiente sin duda al elemento húmedo y frío; y, debido a sus cuernos, se halla también unido al elemento ígneo­ cálido de la penetrante pasión. El cuerpo del animal, del □rnl se dice que se enrolla, ba de considerarse como una especie de serpiente devorador - ertene­ y un símbolo ctónico-oscuro femenino- asi c1ente a· a tierra-, al· que los cuernos a re an e1 as ecto masculin0::. ._!Ctlvo e un mo o comp ementario. El animal parece ser en cierto modo un monstruo ctónico, que como ente cosmogónico arcaico supone la simbolización d_e la llamada prima materia alquímica; la sustancia primordial que, con arreglo a su naturaleza, era designada casi siempre como hermafrodita. Según Jung, <� naturaleza contri!:: dictaría en el ens rimum es una idea, or así decir universal» 15• Según la mitología egipcia, � a materia primordial húmeda ( «la materia primordial paridora»), que es simultáneamente de índole femenina y masculina, es también designada como «Aman, las aguas primordiales, el que es en el principio» (el «padre de los padres» ·y la «madre de las madres») 16• Se afirma acerca de muchos mons­ truos que reunían enAJos atributos masculinos y femeninos. Es pues posible que también JY(ehemoth y Leviatán hayan de ser considerados como un monstruo iicru.co uruco;�como Leviatán es consi­ derado como señor de las aguas y femenino, Mehemoth es designado "16 ]UNG: Psychologie und Alchemie, Zurich, 1944, pág. 452. ]UNG: Symbole der Wandlung, pág. 407.

I

EL SUEÑO DEL ANIMAL MALO

1.3.3

por los comentaristas como señor del desierto y masculino, lo cual constituiría un indicio de que en una versión más antigua eran am­ bos tenidos como un ser hermafrodita único, siendo tan sólo sepa­ rados en un mito posterior 17• También� la madre arcaica babi­ lónica, aparece como bisexual en muchas representaciones; el «ser hermafrodita arcaico» 18, aún no separado, en el simbolismo de la al9uimia.

El hecho de que en el sueño no sólo aparezca la ya mencionada naturaleza d_oble y contrapuesta de animal y Dios, arriba y abajo, sino también. una doble naturaleza en el animal mismo (ya que muestra tanto rasgos terrenos-pasivos como ígneos-activos)� permite concluir que no se trata aquí de un animal corriente, sino más bien de· uno de aquellos monstruos míticos que representan la encai:na­ �ión simbólica de la totalidad, que en este caso es la correspondiente a una mitad del mundo: la del «mundo inferior». D�sde .el punto de vista psicológico ello significarfa que el mundo de los instintos y pulsiones --de la psique vinculada al ser biológico--, queda aquí expresado, en lenguaje de imágenes, por un animal arquetípico ar­ caico y cósmico.

. La bilateralidad del ser fabuloso es algo característico de las épocas arcaicas; tales animales corresponden a la zona más profunda de lo inconsciente y cuando surgen, durante los sueños de sus tinieblas, aportan consigo todo el espanto de las vivencias corresporidientes a un mundo primitivo. Proceden de tiempos en los que el agua era considerada como el comienzo del todó; por ejemplo, en' el «Géne­ sis», al comienzo de la Creación. O bit�n cuando se decía del agua que era aquella anima mundi de la que afirmaban los .alquimistas: Aqua es vas nostrum 19• Expresado en lenguaje de imágenes, los seres animales que corresponden a este mundo arcaico eraD" también porta­ dores del símbolo de la matrix, de lo femenino-receptivo, del vas alquimista, del krater, del «recipiente» 20• Representaban la inagotaJ:!e multiplicidag_de la Grao Madre de 1ií materno--.:.---, eo lo que j;it:á éontenido también lo masculino; la Gran Madre como símbolo H. G:UNKEL: Schopfung und Chaos in -Urzeit und Endzeit (Creación y caos en los primeros y los últimos ti=po), Gottingen, 1895, pág. 63. u JUNG: Psychologie und Alchemie, pág. 400. JUNG: Psychologie und Alchemie, pág. 326. "' JUNG: Von den W�rzeln des Bewusstseins, Zuri_0, 1953, pág. 162. 17

19

( �1 134

EL SUEÑO DEL ANIMAL MALO

ARQUETIPO Y SUEÑOS

correspondiente a lo más profundo de lo inconsciente ' en donde no esta, sepa ra do aún el par de contrarios masculino-femenino 21•

135

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derarse también como un «;l.ragón; Yl1Ce en la profundidad del océano que rodea al mundo e inclu so es -;;ste océano mismo �. Análogo es ( ·:·· Rahab, el «monstruo del ma r rugiente», como le denomina Job, una personificación del mar primordial que tan sólo puede apaciguar· ( \<) Jahwe 26• La diosa madre sumeria más anti a era un dra ón er­ ( � Ante la casa e Medea está el. vigilante dragón y durante la noche, dicen, no tiran ca ballos del ca rro del sol, sino dragones 28• El carro de la diosa madre Demeter es tirado también por un dragón (J) Ciiandojí!ermanece en el Ha des, en el mundo inferior, pa ra .buscar a,, su hija Perséfone 29 Delphyne, la , gran enemiga de Apolo, la «ser­ ''): piente gigante semej ante- a una ma triz» a la que ma tó el dios cuando ( ..·.: 30 era aún niño y vino a Delios, era asimismo un dragón hembra • i: ) El delfín, en los mitos griegos a rcaicos, era el símbolo de la cualidad 31 a er que delfín del a decí Se mar • del , a vid de a dor a gener ( ·. ,· fecunda a l en a d a expres d a (propied útero n u de do a dot rino a u,n animal : sílaba del/) . ,¡ En el yoga kundalini hindú, el chr;ikra svadhisthana de la regió� -�� / r 13 ,� / ) del a gua está ha bitado por un d.ragó11.. • Y como una de las más 'O(_ · ( � figuras de dra gón · hemos de menciona r a la ballena que como descrito es_ e u q bíblico Leviatán al devoró a Jonás, así como ue a rr-01 aba fuego por monstruo acuátic «Como . .una ('"") l .. · as auces del cual se 'dice en el Antigua Testamento: a tra s Dej o. pebeter en mar el a mbi a c bismo, ( j_ a l a r a borbot olla hace 34 a» • blanc a melen a un ª?ismo el rece a � . a oros [ sí una es"tela esplen� (V:'.)�:' Los dragones han sido considera dos siempre como seres fabulosos poderosos_ y temible�, mas debido_ a su facul�ad de ª:raer el agua (LJ a dos ta mr conside sido n a � a in _e_ri_Ch o, e:¡�m2J ( \ -por via,s u ll y las eqmsiclo gón-ha a dr b�.-E.C invoca les se so u incl e bién como sagra dos (., lla y (Wodan sglaube Schicksal .u M. NrNCK: Wadan und der germanische ) 1 · creencia germánica en el destino), Jena, 1935, pág. 54. ((\'_� · -� 36. pág. , ... Chaas und ng Schopfu : u H. GUNKEL .\ 1919, pág. 232; rr E. SMITH: The Evalutian of the Dragan, Manchester, 1 •,e:<J 21 i:' E. FuHRMANN: Das Tier in der Religian (El animal en la religión), Munich, (j 1922, pág. 39. t {' : f 'h�?:\)ie, Mythalogie der Griechen· (La mitología de los griegos), r:') 1951, pág. 134. · Zurich, 11 K (!···: . KERÉNYl y L. M. LANCKORONSKl: Der Mythas der f.Iellenen (El mito ) de los helenos), Amsterdam/Leipzig, 1941, ·pág. 50. 0 ( .a Ibíd., pág. 50. ; e) " A. AVALON: The Serpent Pawer, Londres, 1931, figura III. " Job 41, 23/24: . l

Drag6n y serpiente

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. El an}m� fabuloso y arcaico que hemos de mencionar liquí en · /) . / primer te�o al apelar a �aterial de a mplifkacióñ es el dra gón. . _ Ya :n las mas anri_guas . versiones es considerado como la personifi­ . cacio� de la eoerg1a da dora y también destructora de vida corres­ pondiente al agua . En la ima ginación humana, el dragón fue situado d�a�te mucho tiempo al comienzo de todo devenir y su historia comcide con la secuencia de tentativas humana s para escapar a su poder �evorador. l.os números p11_res, que con arreglo a antiguas concepaones representan lo femenino, la tierra, lo subterráneo y el ��' se considera ban personifica dos en el dra gón; o bien, como suce­ día más adela�te en la alquimia, en la serpens mercurii, que repre­ senta el -matenal de partida del opus. En Pa racelso, la prima materia _ es un zncreatum y éste, al igual que en la alquimia, es representado como serpiente hermafroditá o como draco, dra gón, que se fertiliza Y pa re a sí mismo 22• Desde el punto de vista psicológico simboliza e residir in cavernis ila jnconsc_iencia rim · 1 u et tene rosis locis» 23• - La - v�cuiádón entre "los inicios del cosmos Y el· dragón está plásticamente descrita en la cosmología babilónica, en la qu e Tiamat, el ser en forma de dra góri que simboliza la oscu­ rida d del comienzo, es, representado con ·frecuencia como «serpiente furiosa» 24 que es vencida por el héroe sola r Marduk, siendo superado a sí el mundo arcaico ma tria rcal por el luminoso in undo pa terno, y quedando-fü1minada hrtenebrosida:d de lo inconsciente por los rayos de la consciencia, que distingue y divide. En las pri1:1_eras épocas cid antigu o Egipto, el dragón era proba­ blemente �n simbolo de las grande's inundaciones del Nilo, con sus consecuencias fecundadoras y asoladoras, siendo identificado tanto con el dios Osiris, como con la diosa Ha thor; con Osiris en cuanto a su a specto benéfi o y con el adversa rio de Osiris, Set, en cuant� a � su aspecto destructtvo. La serpiente Midga rd, del Edda, ha de cansí." Para más detall� véase �- NEUMANN: Zur Psychalqgie de:r Weibliche:n ( Ps1�logía de lo femenino), Zunch, 1953; y Die Grosse Mui!Zr (La gran madre) 2 unch, 1956. · : }UNG: Psychalogie und AJchemie, pág. 605. }UNG: Van den Wun:eln des Bewusstseins, pág. 185. H. GUNXEL: Scbopfung und Chaas in Urzeit und Endzeit, pág. 28. :M

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La serpiente, al igual que el dragón, corresponde a lo ctónico, al elemento agua (frío y húmedo), y al dominio de lo material-femenino. En los tiempos míticos era considerada como el símbolo del océano o del Jordán J7 (agua en movimiento). _Se ve en ella, en general, la· personificación de lo instintivo, de lo pulsional en su aspecto colec­ tivo-im ersonal, prehumano y siniestro. Según la forma y el coritext<;> en que se la encuentre, es considera a como un sím o o «enemigo ae la luz»;· encarnac10n del «aliña mfenor» en el hombre, o también como símbolo de lo sexual (el «oscuro impulso» del sexo), bien en el sentido de Freud (como símbolo masculino, híhco), o en el de Jung (que le. otorga una significación femenina-ctónica, poniéndole al mis­ mo tiempo. enc,relación con lo creador, lo que deviene). En las dWersas mitologías, las serpientes aparecen casi siempre como animales acompañantes o como atributos de las grandes diosas madres relacionadas con la tierra. Nos encontramos con la serpiente en conexión con Hécate, la diosa lunar griega, así como con la diosa madre Demeter. También está en íntima relación con el agua; en los mitos y leyendas se la encuentra con frecuencia unida a fuen­ tes termales sanadoras. Es compañera del dios sanador crónico Askle­ pios (Esculapio), e incluso es el propio dios 38• En la narración relativa al Paraíso terrenal es representada frecuentemente con cabeza de mujer. En el gnosticismo, sobre todo en la secta de los naasenos y los ofitas, la serpiente desempeña un decisivo papel y se dice de ella: «Es la sustancia húmeda ( ... ) Yr nada en el mundo, inmortal o,. mortal, viviente o inanimado, puede existir sin ella» 39• Al igual que

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EL SUEÑO DEL ANIMAL MALO

parado en ocasiones y en algunos lugares al cocodrilo, que está con� siderado como provocador de lluvias y dios celeste 35• En casi todos los pueblos ha existido la creencia de que es el provocador del mal tiempo, la causa de inundaciones y asolamientos de tierras. Sobre él galopa la tormenta ocasionando dedizamientos de tierras y terremo­ tos 36• En casi todas partes aparete el dragón unido a la noche, la oscuridad, el seno materno, las aguas...

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ARQUETIPO Y SUEÑOS

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J> E. ERKES: Strohhund �nd Regendrache (Perro de paja y drag6n de la lluvia), Artibus Asiae IV, pág. 209. . . . 36 Handworterbuch des Deutschen Aberglaubens (D1caonar10 de la supers­ tición alemana), Berlín y Leipzig, 1927/1942. 11 H. LEISEGANG: Die Gnosís, Kroner, Leipzig, 1924, pág. 141. JJ C. A. MEIER: Antike Inkubation und moderne Psychotherapie (La incu­ bación en la Antigüedad y la psicoterapia moderna) (Estudios del Instituto C. G. Jung, Zurich, 1949), pág. 72. :i. H. LEISEGANG: Die Gnoris, pág. 141.

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. el dragón, la serpiente simboliza la «materia prima» a transformar, la massa informis; y como animal de sangre fría y primitivo simboliza lo inconsciente instintivo en general, que ha de ser espiritualizado y ennoblecido mediante un lento proceso evolutivo. En la alquimia representa a la sustancia a transformar ue como m ri mico simbo iza tanto a proceso e transformación, como a su co�­ nido 40• entre los extraordinariamente múltiples aspectos del simbo­ lismo 41 en el que aparecen la serpiente y el dragón, tan sólo hemos mencionado aquí algunos que nos parecieron útiles en el esclareci­ miento del material onírico. Ya que son símbolos frecuentes y obicuos del mat�rial inconsciente, su importancia se halla sometida a innume- · rabies variaciones, con arreglo al contexto en el que aparezcan.

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El cuerno

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Tras esta breve rev1s1on de algunas· de las amplificaciones rela­ tivas a la serpiente o el dragón que se enrosca, incluiremos otras acerca del simbolismo del cuerno, que habremos de ampliar mediante ejemplos de animales fabulosos astados de la clase serpiente-dragón. En el sueño se dice acerca del animal que tiene «muchos cuer� nos». Los cuernos son ·símbolos fálicos es decir· exacrai:neote contra­ puestos" al cuerpo terreno y húmedo d� la serpiente. En épocas mito­ lógicas y entre los primitivos, el cuerno era la corporalización de los ►ayos solares e implicaba un principio ígneo, masculino-activo. Este principio «solar-activo» ejerce tanto efecto creadores, como destruc­ tores. El rayo solar, cuando penetra en la tierra hace que germine la semilla, .de�arrollando así una acción fertilizante (se trata de una representación o creencia que se ha mantenido hasta nuestros días), mas también aniquila y destruye la vida con su lumbre. Sea cual fuere la forma en que se le considere, pos_ee el papel de un «agente», que prove.,\'!_duuerza..}'....P.odi::i;. Ha habido muchas divi� sentadas con cuernos, y Miguel Angel esculpió a Moisés con cuernos ue simbolizaban la 1a am 1en se áes1gna6a7" j.anc:im-16..�g_n� _ -�El? 5�l. bJc.or:[l�>� y el signo de su insólito poder eran los cuernos de carnero; y Julián Apóstata era representado en

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'" JUNG: Psychologie und Alchemie, pág. 345. . . " B. E. KüsTER: Die Schlange in der griechíschen Kunst und J.<elrgron (La serpiente en el arte y en la religi6n griegas), (Giessen, 1913), donde encontrará el lector un material cuidadosamente recopilado con respecto al tema.

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ARQUETIPO Y SUEÑOS

EL SUEÑO DEL ANIMAL MALO

<..__las monedas romanas como el dios Serapis, con una corona con picos, que simbolizaban fuerza radiante 41• Igualmente, Hathor, la diosa egipcia del caos, era portadora de cuernos; y los diez cuernos que lleva un animal de la visión. de Daniel 4� significa9_!:LP-9���lo.§..._ re��_sk_Ji.o.m.q_y_G,r?El significado del cuerno", tanto. en su aspecto. positivo �o�o negativo, lo hallamos confirmado en _todos los pu�blos . med.Iante numerosas tradiciones. El toro furioso que desgarraba con sus astas los cuer os de los rimeros mártires cristianos en los circos romanos es la eterna representación e a uria cie a e a mtensi a es­ tructora y a v10 enoa mort . En contraposición, a la representación hermética del legendario unicornio iba unida la creencia de que dicho animal pO'élla consagrar. el agUamediante su cuerno: limpiarla de impurezas, dando así testimonio de su elevada potencia creadora. La penetración del unicornio en el seno de la Virgen y su papel. · como representación del Espíritu Santo 44, tal como a arece en cierta icono ra ia cristiana, muestra rasgos similares. En este mismo · pape o encontramos en os gnostlcos y en diversos representantes de la alquimia 45 • .J.l unicornio señalaba en Africa el rango de príri._cipes y emperadores, siendo eo der�as tribus adorado com? símbol� _ ' del sol 46. Finalmente, en el Apocalipsis de San Juan se dice acerca del dragón con las siete cabezas y los diez_ Ct1�rn9s¡ . «Los c!i_�z _ , cuernos que has visto son diez reyes que no han recibido aun el reino, pero que recibirán el poder de reyes, por una hora, con la bestia. Están todos de acuerdo en poner a disposidón de la bestia su fuerza y poder» 47• . El diablo, como príncipe de las tinieblas, es representado general­ mente .con cuernos; representación que se ha conservado hasta Ja época actual, aun cuando hoy día se le concede un aspecto algo más civilizado y menos fiero que en la Edad Media, época en que Satanás era imaginado como un ferpz monstruo dispuesto a devorar a los pecadores con sus abiertas fauces.

u JUNG: Symbole der Wandlung, figu ras 106 y 37. �? 43 Daniel 7 2, ,- u )UNG: Psycbologie und 1]chemie, pá¡;. 589. . . " JUNG: «];?as Einhommouv als Para gQ;lll1!:., (El tema de} umcoi:r;10 como paradigma) e e emte, donde se encontraran tamb1en numeo ogre un rosas ilustraciones con respecto a1 tema. " E. FUHRMANN: Das Tier in der Religion, pág. 28. "' Apocalipsis 17, 12/13.

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La serpiente con cuernos

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El sueño no informa si el animal tiene un solo tronco o bien varios, si una o múltiples cabezas y cómo están distribuidos sus múltiples cuernos por el cuerpo o las cabezas. Mencionaremos diver­ sas versiones en cuanto a su simbolismo. Entre los dragones multicéfalos existen muchos que han alcanza­ do fama. El dragón Ladon vigilaba las manzanas doradas de las U . Hespérides 41! y la hidra de Lerna, la serpieñce acuática vencida por I[ Herak1es, poseía múltiples cabezas y un aliento venenoso que pene­ traba en los hombres como un cuerno mortal 49• Existe una hipótesis según la cual se identifica al dragón con el pulpo que vemos repre­ sentado con frecuencia en antiguos vasos cretenses 50, y el Leviatán es representado también con rriultiples cabezas 51• No existen daiós que nos permitan afirmar hasta qué punto estaban astados estos fabulosos animales (serpientes y dragones de múltiples cabezas), mas, en cambio, existen versiones en las que se menciona expresamente la cornamenta de· dichos animales. La más conocida es la relativa al gran dragón rojo de siete cabezas del Apocalipsis, con sus diez cuer­ nos, y del que está escrito: La antigua serpiente, que se llama «Diablo» y «Satanás» 52• Entre l�s· indi�s pu�blo, la ,serpiente astada ern un ·espíritu. .d� la5 · · · · aguas que poseía especial importancia religiosa 53• � el dragón chino y japonés, tiene cuernos 54; y entre las serpientes Naga, semi­ divinas, se cuenta el dragón marino, con la mitad superior del cuer­ po de hombre, la cabeza astada y la mitad inferior del cuerpo en forma de serpiente 55: En la cultura maya se menciona a un caimán­ dtagón que presenta una peqüeña cornarn.enta de-venado. Una-cu:: riosa mezcla es la representada por el dragón con cuernos de antílope, gacela o ciervo. En California, por ejemplo, los indios representaban' a un dragón con astas y alas, _y en China el dragón era designad� frecuentemente como el «ciervo celestial» 56.J,
" Y. PRELLER: Griechische Mythologie, ·Berlín, 1921, tomo II, pág. 444. "' E. SMITH: The Evolution of the Dragan, pág. 215 y figura 24c y otras. 51 H. GUNICEL: Schopfung und Chaos, pág. 83. 52 Apocalipsis 12,9. - n E. SMITH:_1]¡e EvolutiotL.oLthe Dr11gon, pág.91. -T6íd., pág. 103. 55 Ibíd., pág. 108. 56 Ibíd., pág. 133.

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ARQUETIPO Y SUEÑOS

representaba con cuerpo de pez y cabe�a astada de �ntílope ST_ !;:xiste�. �nes que san ayténticas figuras mixtas, y que Junto a cuerpo �e I / _serpieqte .:-::::Y �9.□.:10.. signos de_s!:1� [!1Últiples � v_a�i��a_s__ P�?p1e_d.'.1de_s-::- . •pi�sentan además otras formas anil;D al<:s: l�on, aguda, carnero, vaca, . ciervo,� En Illinois se conse:va una pintura rupestre que repre­ _ senta a dos dragones ( en colores roJo, negro y verde) y de los que · se dice que cada uno de ellos es tan grande como un ternero, tiene cuernos como un ciervo, ojos rojos, barba, el rostro de un hombre con terrible expresión, un cuerpo cubierto de escamas y · una cola tan larga que puede rodear la gigantesca figu ra del animal 58• En casi todas partes son equiparados el diablo, el dragón Y la serpiente. Gerardus Dorneus, alquimista del XVI, consideraba q�e la o ser ens uadricornutus la se · cu · 9• 5 mismo En a doctrina maniquea es· descrito del .modo sigu iente el dominiO del diablo en las aguas pri�or�iales: «Tragó y ? evoró todo , . sparciendo perdición a derecha e izqmerd�; Y descendía a las pr� � . _ fundidadés, sembrando con todos estos movimi�ntos de arriba a ab�Jº �estrucción y aniquilación» 60• ¿No recuerda vivamente esta descr1� ción la actividad del «animal malo» en el sueño narrado?

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Ensartar y tragar Estas dos clases de posibilidad de acción son propias tanto del · · animal como del hombre. Según los casos, puede tratarse de formas de accíón o de reacción que se dan en determinadas circunstancias y qu� ponen de manifiesto modos de comportamiento arquetípicos. Ensartar es análogo a perforar, atravesar, penetrar, etc, y se halla por tanto en íntima relación con el instrumento utilizado para ello, _ que puede ser un palo, una flecha, una espada, una lanza, una daga; algo, pues, puntiagudo, afilado, pepetrante. En nuestro caso s� trata. del cuerno, que posee estas cualidades y realiza el «ensar�ami�nto». Desde el punto de vista simbólico- sicolócri:o se trata �e cuahdade:; paswna es-activas, perforantes mediante un impulso haaa a1el� te__y que pueden ser simbolizadas de dicho modo. En el Apocalipsis sale ,., Ibíd., 130. . 51 Ibíd., pág. 93. · · - · · : . 59 akausaler Zusammen�ange (La s1?croJUNG: Syn'chroní:r.itiit als ein l!rm1.1p

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nicidad como principio de conexiones acausales), en Estudios del Instituto C. G. Jung, Zurich, tomo IV, 1952), pág. 100. "' H. GUNKEL: Schopfung und Chaos, pág. 54.

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EL SUEÑO DEL ANIMAL MALO

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.d e la boca del Cristo una afilada espada: el p9_der de su palabra 61• Tambiéri-·el � debido a su penetrante violé�fá7°sim'"t0Iizá-·cci'ñ frecuencia al amor que sobreviene de repente y cuya víctima, feliz o aniquilada, es o puede ser el hombre. Como es sabido, Zeus fecundó en forma de rayo a Semele, V de esta unión nac10 D10nyso� º2• Y SI se tiene en· cuenta el significa90 fálico que corresponde al tJecho de ensart�r, podemos considerar una serie de aspectos relacionados con el acto de procrear, con la penetrante intensidad de la libido o energía psíquico, con el impulso ciego, el deseo irrefrenable y otros fenó­ meno� 63• Lo penetrante asume las más diversas formas y actúa tanto destruyendo como fecundando; es un «impuls�r» que empuja. al . des�rrollo o, al provocar la muerte, proporciona el . estímulo para renacer. Los al uimistas hablaban de tin «mercurio enetrante» 64 y enten­ dían por ello el es uerzo y a actividad dirigidas a la .expulsión del mercurio a partir del mineral; es decir:. «el. espíritu que se hallaba oculto en la materia»-1 a fin de lograr lo «esencial», la «materia espiri­ tual» con la que se podía transformar un estado imperfecto en otro perfecto. Así, el ensarta.miento de los «pequeños animales» podría . ser también · una dolorosa «fecundación»· ·;-prei:rusa de su ulterior re:.: torno a la vida. Podría tener el mismo sentido que la división, la mortificatio, etc., en la alquimia, deserµpeñando los cuernos idéntico papel · que la «tajante e�pada» o el «hirie?te dardo.» ( el_j¿lt;tz�, passiC?.:. _ nis el arma de Mercurio en la obra alqmm1sta) 65, o brenla llave de iifefistófeles con la que Fausto ha de franquear la entrada al reino de las madres, o también el penetrante rayo de sol.El cuerpo des.em­ peña aquí el papel del sperma mundi, que mata debido a su inten­ sidad, pero que a causa de esta propiedad espermática también anima y fecunda. El hecho de ser .devorado o deglutido constituye un motivo arquetípico muy difundido en leyendas, cuentos populares y mitcis. Su más conoddo e·em lo es la historia. del rofeta onás, ue fue traga o por la ballena. La ballena, como hemos visto. está relacionada con el dragón y éste aparece a su vez con frecuencia como símbolo del agua; el mar, que «se traga» al sol; para volver luego a «darle •t Apocalipsis 19, 15. "' K. KERÉNYI: Die Mythologie der Griechen, pág. 248 y JUNG: Symbote der Wandlung, figura 27. 63 }UNG: Symbole der Wandlung, pág. 109. JUNG: Psychologie und Alchemie, pág. 404. "' Ibíd., pág. 404, figura 150. 64

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a luz». La bruja que devora a los niños, el ogro que se traga todo y el lobo· que se come a los cabritos son figuras bien conocidas en los cuentos populares y tienen un sentido análogo.·� este simbolismq_ corres anden re resentaciones al uimistas tales como la del león que devora al sol 66 o la de Gabricus que · se introduce en e ·cue o e 67• El «ser tragado», su ermana a et considerado como símbolo, es uña especie ·de descenso al mundo infe­ rior, un volverse a hundir en el cuerpo de la madre, lo cual tiene por �onsecuencia la extinción de la consciencia; es decir: la muerte . del yo al .ser tragado por las tinieblas de lo inconsciente, lo cual está representado . también por el símbolo de la madre terrible ( voraz abis­ mo de la muerte) 68• Desde un punto de vista psicológico y funcional, significa un hundimiento de la libido en lo inconsciente. A fin de liberarse de su mortal abrazo, precisa de una «salvación», tal como es descrita en las múltiples leyendas relativas a héroes. Jung dice: «Así queda definido el tiempo por la puesta y la salida del sol; por la muerte y la renovación de la libido, el. amanecer y la extinción de la consciencia» ffJ_ El descenso al H ades, la nekyia, la devacacióu por el animal del caos suponen tortura infernal y muerte, pero tam­ bién son al tiempo, las premisas de la salvación y la .resurrección.__

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Si deseamos alcanzar una mejor comprensión del s_ímbolo repre­ sentado por el «animal malo», no hemos de · considerarle tan sólo en ruanto a sus paralelismos mitológicos, folklóricos, etc., sino que hemos de averiguar sobre todo su significación simbólica en el d9rni� nio de la psique. Acerca del drablo se dice en Fausto..., que es «una parte de aqueUa fueciá.. que d�iempre e�rea siempre el bien». Esi:;, prohíñda verdad es valida allí donde tienen su ameo @ de acción y de ex resión el ar uet1 o el símbolo, ya que la ipola­ es go correspondiente a su p·ropia esencia. En lo aún íntegro, así como en lo ya unificado, se hallan presentes todas las posibilida­ des; de ello depende en muchas ocasiones el aspecto bisexual de una

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Ibíd., pág. 453 y figura 150. Ibíd., pág. 458. .. JUNG: Symbole der Wandlung, figuras 86, 148, 149, 157, 217, 236; 243, 259, 274, 280, 299 y otras. .. Ibíd.,· pág. 483. 66

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imagen o de un símbolo arquetípicos 70• Mas no se puede comprobar (,;; .. ) tan sólo con respecto a la bipolaridad masrulino-feme:nino, sino también respecto a la de positivo y negativo. Las serpientes y los ( :J dragones, poderosos sí�9.21ºL�ª oscuridad ydel mal, son en las ( . \ ) leyendas y mitos los guardianes del oro, de tesoros ocultos, de misteriosas fuentes milagrosas. Representan el estad<;> inicial, -;;e contiene· / �-- ) valores ·ocultos, «gérmenes aureos». ;El dragón que . custqdia l_as ora- \ ( · '. das· -?1ª:nzanas del árbol de las H esp�rides, o el gigantesco dragón \,\< ) (.'-:.·•_).,' F a fner, que guarda e 1 tesoro de 1 os N 1be 1 ungos, corresponden a este munde de representaciones. El vellocino de oro está vigilado por un \t :) dragón y t\,polodoro refiere, acerca de la hidra de Lema, que una ( ·, de sus cabezas era de oro y por ello inmortal 71• La serpiente Cnufis / �: · lleva como emblema de su divinidad una corona solar· de múltiples CJ · picos, y el propio Cristo es comparado en la Biblia con aquella «ser( . ", piente metálica» que fue erigida por Moisés en el desierto como ima- . ('W gen salvadora contra la mordedura de la plaga de «serpientes <;l.e fue{/ go» 12• Existe, además; una leyenda relativa a una valiosa y. mágica ..,_ ; ( 11 · «piedra de dragón», que estaría en el cráneo de este animal; y se refiere asimismo que la sangre de ciertos dragones hace invulnerables a aquellos que se bañan en ella 73• . La serpiente o el dragón no significan tan sólo 0stinto y_pul�; poseen también otro contenido si_mbólic:o, mágico,· místico-religioso. . . Son la expresión de un-estaé!Ope'"culiar, parábofa correspond1eÍÍtea la libido o bien a la imagen correspondiente a una dinámica de la psique, (,.. ) q�e representa el incesante curso del proceso ps_íquico. Son el �(; -.:_urio de � 1 alquimist , la erpens m curii en elho�e, q�e pro� ¡ r (_._. ¡.·'.··\: sigue, sm reposo, imp san o a la vi a psígui<:_l:_, devorando imagen. ( tras imagen en el caos de su oscuro mundo inferior, para devolverlas ·t ) luego, renacidas y transformadas, a las alturas. El cambio anuál de ( 111 piel _Pºr parte de la serpiente constituye un certe_r2 símbolo. Pues� sa con usa, la m greda (la ne rora , 1_3 serpiente es, por una art a prima materia misma, si_�uada al comi�i;zo pro:eso alquimista; (, (, y por otra, como en este sueño, � rec1�1� _E) �I. que .\ _, �lene lugar el proceso de trans�o_rmac1on. �s �. la vas1¡a de !i . Y cocción --como el altar en las v1S1ones de Zos1mo 74 o el gran cuenco ! · "-':, · 70 Ver I parte, pág; 88. 71 L. PRELLER: Griechische Mythologie, tomo II, pág. 447. 72 Moisés 21, 6/8. San Juan 3, 14. 13 . Handworterbuch des Deutschen Aberglaubens ( véase también la Leyenda de Sigfrido). 14 JUNG: «Die Visionen des Zosimos» El.as visiones de Zósimo), en: Van den ( ... Wurzeln des Bewusstseins, IV, Zurich, 1953, págs. 140 y 157. l ( ;:�

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ARQUETIPO Y SUEÑOS

EL SUEÑO DEL ANIMAL MALO

de agua en el sueño de Polifilo 75-, en el que son sumergidas perso­ nas para ser cocidas ¿ ahogadas. Es el vientre de la ballena, a cuyo calor pierde el héroe los cabellos 76, una especie de �tero gigantesco -tal como lo representa también el arca de Noé-, en los que el ser viejo se transfigura en uno nuevo: el valioso tesoro del dragón, la psique transformada y esclarecida. Parece tener cierta justificación establecer un paralelismo entre el «animal malo» de nuestro sueño, con el mencionado «útero gi­ gante»; el útero de la Gran· Madre, del mundo, que devora y vuelve a dar a luz, poseyenao ae este modo el doble aspecto amquilador y otorgactorae vida. Después de cuanto hemos e�puesto, resulta evidente que en el «animal malo» que se enrosca, y sus múltiples cuernos con los qúe ensarta a otros pequeños animales, es un ser ar uetí ico, que tiene mult.ítud de entes análogos a él en el reino «jamás ollado, de prohi­ / · bido acceso», de lo inconsciente 77• Algunas de las variaciones en las_ que su esquema fundamental alcanza forma perceptible han sido mencionadas en las amplificaciones anteriormente expuestas. Pero ni la más detallada tentativa de descripción y explicación dilucida por completo su esencia, y ha de constituir forzosamente, a lo sumo, una traducción a otro lenguaje imaginario.

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" L. FIERZ-DAVID: Der Líebestraum des Poliphilo (El sueño de amor de Polifilo), Zurich, 1947, pág. 91. - .· 76 L. FROBENIUS: Das Zeitalter des Sonnengottes (La época del dios solar), Berlín, 1904, I, pág. 62. 77 GOETHE: Fausto, II parte, acto I: «Galería oscura».

como partes aisladas animadas, com onentes funcionales de la psique. E igu ente pue en s1gn1 · ·· 1e e pro uctos o ementos psíquicos desintegrados, atomizados; contenidos psíquicos autónomos que, al pasar por la muerte en el seno materno de lo inconsciente (en el monstruo devorador), renacen luego a nueva vida y se integran en una nueva unidad 78• Cuando los alquimistas afirman que Gabricus .. se introduce en el _ cuerpo de Beya ��1.v.l'.=�.QS en el mterior ael mismo, ello signiiica uñ'a mortificatio de la consciencia 1 (la desaparición_� sol, al ser :�-�g;;cJossÜsrayós. p�el � vientre de la noche, 'Iocüa17ücte preceder a su resurrección matu­ tina) 79• Moisés denominó a las estrellas «las serpientes del-desierto», y las múltiples serpientes por las cuales fueron mordidos los ju&os durante el Exodo eran personificaciones de fuerzas mali nas cont¡;a las cuales ordenó Dios a 01sés eri ir una ran se iente de meta sob:-e un poste, y hacer cesar así la fuerza desi ra re resentada por a mu t1 1c1 a me 1ante a potencia sintetizadora de la uní-. · a . Los «pequeños anima es» pue en ser Interpretados tam/ como unidades de tiempo, sectores del curso del tiempo que � J son tragados por las oscuras fauces de la noche, con arreglo a una antigua creencia en la que se dice que los diversos «trozos de la luna» van surgiendo, cuando llega su tiempo, de la negrura del cielo a un nuevo ser (véase figura 3). Ya que los temas arquetípicos poseen "diversos aspectos, se · dan en principio diversas posibilidades en cu anto a su significación.· En resumen, podría decirse . que la parte del sueño que hasta ahora hemos examinado nos muestra un estado psíquico en el que el aspecto oscu ro, pulsionalmente determinado, de lo inconsciente colectivo, y simbolizado en la imagen arquetípica del monstruo cor-

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Los pequeños animales Si consideramos al «animal malo» de nuestro sueño como un «útero gigante», o bien con las grandes «fauces de lo inconsciente», los «pequeños animales« han de ser considerados cofllo.. aquella mª3ena pnma psiqmca que ha de perecer antes de despertar a una vid11 nueva -quizá más diferenciada, más erfecta más· firme- tras haber si o un 1 a en as profundi8ades. Los pequeños animales ensartados no son descritos detalladamente �l en sueño, y no sabemos de qué animales se trata. Quizás se alude a sustancias corporales vivas, sencillas, no denominadas ni ordenadas aún. Si se las acepta como funciones psicológicas, podría designárselas

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.,. En vista del final del sueño y de la edad de la paciente, está probable­ mente indicado considerarles menos como productos de disociación procedentes, por . ejemplo, de una progresión del proceso desintegrativo_ que daría lugar a una disolución de la personalidad en sus compo�entes psíquicos (e;1 sus compl�­ jos, como podría ser el caso en una esquizofrenia), qu� com:' cualidades y posi­ bilidades psíquicas funcionales aún no integradas y diferenciadas. 71 JUNG; Psychologie und Alchemie, pág. 345. ., 4. Moisés 21, 6-8. 11 Gabricus es el principio espiritual de la luz y � lagos que, al 1,rial q ue _ el Nous gnóstico, se hunde en el abrazo de la Phys1s. Su «muerte» srmboliza el completo descenso del espíritu a la materia. ¿Hay que considerar a los «pequeños animales» como símbolos de «átomos espirituales» «pcrtador� de­ luz»1 o más bien como malos instintos, como las serpientes del desierto bíblicas? No !0 sabemos, y tan sólo nos es posible intentar e.."'Ctraer conclusio�';s por analogía, en cuanto tienen sentido con respecto a una mejor comprens10n del sueño.

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nudo, se «presenta» en la consciencia onírica de la niña y revela su acción negativa, destructora de vida, en la devoración de los «peque­ ños animales»: en la aniquilación de múltiples componentes psíquicos aislados. Mas al mismo tiempo, y ya que en el reino de la psigue no existe resi::¡_rrección algwa sin.__muerte; n�fil:Ín devenir sin perecer, supone la premisa para la enantiodi:omi2,¡ �se cur� · sentido conJ:� tlestinado "a poner ?nac:tividactel otro aspecto� positivo (determinado por el espíritu), de lo inconsciente colectivo, con lo cual se inicia el �iro en la pugna intrapsíquica.

El humo azul «De las cuatro es uinas sur ió un humo azul entonces el animal dejó de comer.» Así prosigue el sueño. A a oscura actividad instin­ tiva de las «aguas inferiores» se contraponen poderosamente las fuer­ zas de las «aguas superiores», de las que decían los alquimistas que «en ellas está incluido el espíritu del Altísimo» 82• Se ha alcanzado el punto más profundo y comienza el retorno. Y asf, en nuestro sueño, en el momento en que más difícil es la situación, se halla más próxima la ayuda de Dios y se extiende sobre el oscuro mundo. inferior, azul cómo .la bóveda del cielp. Sucede aquí, de modo análogo a como lo expone Tung al comentar el tratado harranita anónimo Líber Platonis Quartorum, una transformación de la materia rima de artida hasta su «nivel más elevado ( ... ) donde oda correspendiente a su índole se halla róxima a los es íritus, los ángeles y as i eas eternas» ; se trata sobre todo de la ascensión e ague «cuerpo volátil, de materia fina», designado también como «vapores» y que para los alquimistas del siglo xvr simbolizaba el «reino inter­ medio» entre espíritu y materia: lo psíquico 84• Los antiguos describían a la psique como un «g,álito húm�do y frío», análogo esencialmente al aliento vivo de Dios y que insufló al cuerpo de Adán, hecho de barro 85• Los estoicos enseñaban que la luna --en cuya relación con 41 JUNG: Psychologie und A/,chemie, pág. 382 (las «aguas superiores» representan al «cielo», a la región del espíritu). 11 Ibíd., pág. 358. " Ibid., pág. 379. " I Moisés I,7. En los mosaicos del Génesis de la catedral de San Marcos en Venecia se ve, bellamente representado, cómo mediante el alma que Dios le insufla, Adán se transforma de ser una pella de barro negro, en un cuerpo humano claro.

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lo psíquico creían firmemente- «es nutrida por la dulce y suave evaporación que asciende·desde las aguas de fuentes y mares» 86• En el canto 23 de La Ilíada se dice acerca del alma del agonizante Pa­ ( troclo: «Pues el alma, como vaporoso humo, descendió a la tierra zumbando» lr7. El. vapor e�_�«cu�po pneu�!��O>� de los alquimistas, la «sus-_ J '. tanda volatTI», el Tma-hálito. Como vapordé aglla·'.eñ-�áTie;-coñl6... .( ;.. agua quesi!dl:�iict�� gaseosa, rep�esenta la transformación· (� de· algo corpóreo en algo al parecer incorpóreo, en forma de gas o «espíritu» 88• De dicho vapor se forman las nubes, los mensajeros que (·� anuncian la lluvia y la fecundación de la tierra. El vapor es a modo (¡¡; �ediadm:.J�ntre..lo..inferior._.y.lo..superinwo..J.�t:�no y lo ce!este. ( ,�:: . En Delfos, en el famoso lugar del oráculo, estaba el trípode metá­ lico �o6re el que la pitonisa contemplaba una grieta de la tierra de la que surgjan vapores. De ellos recibía inspiraciones a través de las cuales se revelaba el propio dios Apolo 89• En las mitologías, el dios auxiliador aparece con frecuencia envuelto en niebla; <
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" PLUTARCO:

pág. 1146.

Iris y Osiris, traducida por J. Chr. Félix Bahr, Sruttgart, 1831.

" HOMERO: La Ilíada, traducida al alemán por J. H. Voss, canto 23, Basilea, 1943, pág. 380. " }UNG: Gestaltungen des Unbewussten (Formaciones de lo inconsciente), pág. 231, figuras 53 y 54, en las que las «almas» de la prima materia calcinada al fuego, surgen en forma de figuras humanas infantiles (homunculi). " K. KERÉNYI: «Das Geheimnis der Pythiai., en Apollon, Zurich, 1953, pág. 284. 90 Handworterbuch des deutschen Aberglaubens, tomo VI, pág. 99. " JUNG: Die Psych'ologie der Übertragung, pág. 67. La figura de la fons mercurialis procede del tratado alquimista, aparecido en 1550, Rosarium philo­ sophorum. Jung utilizó estas ilustraciones para el tema de su libro. 12 Véase la figura 134 en }UNG, Psychologie und A/,chemie, en la que el Mercurius Senex (Sarurno) -el plomo, la prima materia--, es hervido hasta que el espíritu (los vapores que surgen) aparece c:n forma de paloma blanca (pnP.uma).

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cuatro esquinas desempeña también este papel. Mediante él se. unen rl / la tierra y el cielo, el «acontecer inferior» y el «superior»; se puede ¡� purificar y «evaporar» el mundo de la prima materia, el i_nun�o del «animal malo». Las columnas de húmo representan, por as1 decir, los pilares que sostienen a aquellas fuerzas superiores capaces de causar el giro del acontecer :y la transformadón.

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Mencionaremos aquí algunos de los i-;;umerables significados . que se adjudican al J:Olor azul en el lenguaje corriente, .así !=Omo sus múltiples simbolismos. La locución· alemana einen blauen Dunst vor-· machen (literalmente: formar o hacer vapor azul) se utiliza para designar ideas alejarlas por com leto de la realidad· urdas inde­ mostradas, que in ucen a error. engañosas, Mas quizás este aspecto de dicho «vapor» o «humo azul» tenga otro sentido prospectivo, situado en la dirección del «trabajo del sueño»: disminuir la terro­ rífic� visión del monstruo o aminorar su realidad rodeándole de «humo azul» haciéndola así más tolerable. Es como si la psique quisiera desp�jar de su poder a la actividad de la vertiente ctónico­ ·destructiva de lo inconsciente, simbolizada en el animal que se en­ rosca mediante el movimiento ascendente de una sustancia neumá­ tico-�olátil que la contrarrestaría. El hecho de que sea «azul» alude_ . a que se trata de un proceso de espititnalizadáo, de nm «subliroii­ .. d6n» precisamente; especie de autorregulación eguilíbradora del _i u$:­ , o de las fuerzas psíquicas. En alemán se dice también er hat kemen auen unst van ezner ac e no tiene ni humo azul de una cosa equiva e�te a no tiene m .noción en castella�o. En e:te caso, el _ «humo azul» habría que entenderlo como cualidad positiva, en con­ traposición cort la locución anteriormente mencionada, pues si se tiene un «humo azul», se «tiene más noción»; el hecho de no tenerlo demuestra la ausencia de un mínimo de saber con fundamento: la ausencia de actividad psíquica determinada por el espíritu. El azul ha sido considerado como el color del espíritu, del cielo, del «mundo superior>� 93• Azul es el color de la mayoría de las divini­ dades celestes. En el Tirol, por ejemplo, las imágenes de Jesús eran ) revestidas con un manto azul en las procesiones del domingo de � Ramos 94 y la Virgen· es representada con frecuencia con un manto Handwiirterbuch des deutschen Aberglaubens, tomo I, _pág. 1367.

" Ibíd., pág. 1372. 91

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azul. Debido a sus diversos atriputos de color azul (manto, cruz, banda, etc.) en antiguas ímágenes alemanas de la Virgen, ésta era designada por el lenguaje popular como la «Señora azul» 95• Como color vinculado a lo espiritual, el azul servía frecuentemente, según supersticiones populares alemanas, como defensa contra los malos espíritus, siendo utilizado especia:mente como conjuro contra demo­ nios de las aguas, significado que podría tener también en el sueño que estamos analizando. La «flor azul del romanticismo» 96 podría ser mencionada como una confirmación más del simbolismo del a,,-u}, representando la nostalgia del hombre por lo más elevado con exclu­ sión de cuanto es instintivamente animal. Podríam.9s. mencionar igualm·ente la designación del lunes de Cuaresma, en Alemania, como blaue Montag (lunes azul) 97; día en el que se ha de prescindir de toda satisfacción carnal; es decir: en que hay que espiritualizarse 98• color azul es con frecuencia atributo de lo divino En la India, X eterno. Así, Krisbna tiene el cuerpo awI 99 y en la visión de los «cuatro grandes dioses» del ].,ibro de los Muertos tibetano, corres­ po_nde _el lu ar más elevado al Dharma-Dhatu e cue o de Buda)/�­ es e conque resp andece con luz azul. De é se dice: «la luz jilnto de la materia disuelta en su estado primordial... Pues la sabiduría del Dharma-Dhatu es de un azul resplandeciente y maravi. llosa» 100• En el yoga Kundalini se afirma acerca del chakra del agua (svadhistana ue en· él hábita el divino Hari-Vishnu, cuyo cuerp�. es de un azul resp an eciente y «magmr1co de contemplar», Eues ..posee la «radiación azul» 101• No sólo el «vapor», sino también el -«azul» está relacionado con nubes y lluvia y, por tanto, con la ferti­ lidad, el crecimiento y la renovación. El color azul evoca un sentimiento de frialdad, como el cielo nocturno; de algo limpio y claro como el firmamento diurno, vaporoso como el aire, transparente como el agua. El azul es tanto altura (el cielo, arriba) como profundi­ dad (el agua, a5a)o). Alude, co�".:el «Fiumo» o «vapor», al dominio

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" Ibíd., pág. 1263. Este término fue lanzado por Novalis en su novela Heinrich von O/terdin- 11 / . gen (1802). " H. F. SrNGER: Der blaue Montag (El lunes azul), 1917. ,.. En el dialecto suizo alemán se dice machsch Blaue (hacer azul) con res­ pecto a hacer fiesta, no. trabajar, en el sentido de dejar de hacerlo injustificadamente. " JUNG: ETH-Notes,~pág. 91. (impresión privada). 100 Das Tibetanische Totenbuch (El Libro de los Muertos tibetano), publi ­ cadt? por F. Y. Evans-Wentz, con un comentario. psicológico de C. G. Jung, Zunch, 5: edición, 1953 págs. 59 y 156. 10t A. AVALON: The Serpent Power, Londres, 1931, pág. 359. 96

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de lo superior, lo divino, así como al de lo inferior, lo ctónico. En la India se invocaba al dios de la lluvia -Indra-, en determinadas ceremonias para que sacudiese su azul manto de nubes a fin de hacer caer la lluvia. También en China era considerado el <
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Los cuatro

Dentro de la imagen onírica ascienden los «vapores azules» como de las cuatro esquinas del Todo·: abarcan poderosamente lo anespacial J, �n una �nídad.s9_r_.uoJas.cuatro-án eles-del Apocalipsis, _q:u..e: co_ _r1_de1?t!J? � f_ a los vientos en las cuatro esqmnas del mundo 103; o como en la "visioñ-át·Dañfof"Iot�"a:trc.t�"i�·�-i:'é;� --a;1 ·�d�i; q�� luchan en el gran océano 104• Mediante la aparición de fuerzas contrarias pneumáticas, espirituales, procedentes_ de los cuatro lados del espacio psíquico, es detenida la actividad destructiva de µna potencia _c:tónica que preva­ lece en lo inconsciente. Merece atención especial el hecho de que con la aparición de los «vapores azules», el «animal malo» cese de devorar. Se detiene como paralizado ante el misterioso poder de su cuaternidad, sometido a la ordenadora ley de su cuadratura. Se detiene el curso energético de · signo negativo y es sustituido por otra actividad de signo completa­ mente distinto. El hecho de que los mencionados «vapores» se en­ cueni:ren en las cuatro esquinas y rodeen y fijen así al «animal» en el centro es de la más alta signifiéación. _ ...., Mediante la fijación de las cuatro esquinas surge un primer «o..:::_ den» en el estado ioicialrnente desordenado. en la «masa confusa» \de la psique inconsciente, _ simbolizada por el monstruo devorador. Al 1guiil � en los cultos de la Antigüedad, se delimita el espaog � el que puede tener lugar el misterio de la transformaciÓE.,- [a un E. SMITH: Tbe Euolution of tbe Dragan, pág. 109. 1111 Apocalipsis 7 ,1. '°' Daniel 7;1..

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cuaternidad ordenada en forma de cuadrado poseía en muchas repre­ sentaciones religiosas una cualidad mágicamente efectiva, protectora; un carácter numinoso, una significación sacra 105• El.número cuatro_es un antiquísimo símbolo, que se da ya en el paleolítico. Aparece en la imagen� de los ruaü-orlosclelPiiraíso1· en 7aruña.cteÍa humanidad. Los cuatro puntos cardinales del horizonte, las cuatro fases de la luna, las cuatÍ:o estaciones, los cuatro colores· fundam·entales, etc., son elemento,s básicos de nuestra experiencia del mundo. La estructura y la división celular de toda materia orgá­ nica se basa probablemente en la ley primaria de la cuaternidad, que constituy<: un esquema de ordenación natural dentro de todo lo crea­ do. La cuaternidad de los elementos como materias básicas del cos0 mos, en la antigua filosofí¡ natural, los cuatro humores y cuatro temperamentos de la medicirla antigw:1, h_an desempeñado un. impor­ tante papel en la evolución espiritual de la humanidad.- Los ejemplos podrían multiplicarse interminablemente 106• �.D..k_cree��ia_gnósp�ªJa....Q�.iU.�E.�J.9ad, es el WD¡i_mjsm��=�L / Antlirop_°-:1,� P::�..=i�?ª::.,;::.º�r!!,}�que_�c_º�:.���-� _d�,.J�� ,.SY.-�m?.-.�J�.:¡ I mentas_ p_erecederos_ . Al tiempo, es la morada aestmada al nac1� _ -rriiénto defsegúnélo' Adán, esclarecido e inmortal 108• Lós filósofos medievales creían que la prima materia tenía que dividirse en cuatro partes; que habí� gue sa_crifi_car la naturaleza primitiva del hombre, . su ciega instintividad, a· fín de qué púcliese alcanzar· el renacimiento a un nivel superior. Para Pitágoras, el alma era equiparable a un cuadrado 109• Para el gnóstico Marcos, cuya mística numérica sigue _./

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'ª' Véase JUNG: Psycbologie und Alchemie, pág. 123; figura 31: la ciudad con sus muros ordenados en forma de cuadrado como «témenos»· as( como la f\gura 50, pág. 157: el cascilio de forma cuadran�lar, protector cdntra los espí­ ntus _de la enfermed�d, cte. Véase también la descripción de-- la «Jerusalén celestial» en el Apocalipsis y el simbolismo de las ciudades; así, por ejemplo, d . de la Roma quadrata en la Antigüedad. " .. � Dentro de los _límites de la presente obra nos resulta imposible una expo­ s1aon detalla�a �el simbolismo d� la cuaternidad. Tan sólo mencionaremos aquí, entre la amplia literatura sobre s1mbolismo de los números y también por tanto de la cuaternidad, las siguientes obras: A. W. BucKLAND: «Four as a Sacred Number»,.Journal of tbe Anthrop. Ins. of Great Britain, XXV, 1896; V. F.HoP­ P_ER: Medieval Number Symbolism, Nueva York, 1938; R.ALLENDY: Le symbo­ , 1948; F. C.ENnRES: Die Zahl in Mystik und Glauben lrsme des n�_mbres, Pam, _ der Naturuolker, Zun<:11, 1935; L. PANETH, Zablensymbolik im Unbewussten, . Zunch, 1952. Jung dedicó especial atención al problema de la cuaternidad (de la tetrakty!) en sus . obras Psychologie und Religion, Psychologie und Alcbemie, Syrr;�olrk_ des Getstes y Mysterium Coniunctionis (tomos I y II). JuNG: Psycbologie und A!cbemie, pág. 500. 101 JUNG: Psychologie U7!d Religion, pág. 102. 10t E. ZE;LER: Dre_ Pbrlos_ophie der Griechen (La filosofía de los griegos), . segun ]UNG: Psycbologie und Religion, pág. 130). III parte, pag. 120 (et.

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con 11 ¡11 de. Pitágoras, el cuatro tenía incluso una estrecha relación corresponnúmero el 10, a igual es 4 + + 3 2 + 1 que Cris , to' ya ' . ' 110 diente a la primera letra del nombre de Jesus . Y 1os gnost1cos de Uarbelo tomaban su nombre y su visión filosóíico-religiosa del mundo 11 partir de los vocablos hebreos barbhe-eloha ( «en el cuatro está Dios».) m. Para los alquimistas, la: cuaternidad constituía un axioma fundamental en relación cQn sus esfuerzos.por el opus, la obra, y un importante principio en cuanto a la obtención de la piedra filosofal. La psicología analítica de Jung (con su doctrina acerca de las cuatro funciones psíquicas) 112, y con el descubrimiento del impor­ tante papel desempeñado por la cuaternidad en la psique humana, . cuaternidad que fue reconocida por Jung como fundamento arque­ típico de la misma, ha deducido una serie de conexiones y el conte­ nido de importantes símbolos. A partir de las investigaciones y observaciones de Jung sabemos, por ejemplo, que los mandalas, estas curiosas imágenes orientales que se utilizan para la meditación y que . apare�en con frecuencia en los procesos de individuación psíquicos de individuos occidentales de nuestro tiempo, se basan en una es­ tructura cuaternaria y pueden considerarse como símbolos de la «ordenación primordial» de la psique. Su aparición en el que los presenta en sueños o visiones, así como la meditación sobre ellos en el qÚe los contempla, evoca, despierta o expresa la «ordenación pri­ mordial» potencialmente existente eri toda psique. El hecho de que la cuaternidad ocupe un lugar tan importante en el sueño que estamos examinando muestra su. extraordinaria impor-, tanda, decisiva con respecto a la psique de la nma ue tuvo d1cfío sueño. ues segun ung, e numero cuatro, a cuaternidad, se refiere siempre a algo muy esencial, que afecta al propio soñador y simboliza en cierto modo el trasfondo creador correspondiente a una experien­ cia de índole religiosa m, tal y como ha sido renovadamente viven­ ciada en infinitas variaciones desde que existe la humanidad. En el fondo primordial de lo inconsciehte colectivo continúa existiendo cuanto de siempre ha estado contenido en él, y nos habla durante los sueños en un lenguaje cuyas imágenes son inmemoriales en el alma humana 114•

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110 H. LEISEGANG: Die Gnosis, pág. 338. 111 Ibíd., pág. 186. m Los cuatro aspectos de las capacidades psicológiq1s de captación y orien­ tación están detalladamente descritos en la obra de JUNG: Psychologische Typen. ,u JUNG: Psychologie und Religion, pág. 106. ''"' Cuando Jung utiliza antiguos símbolos y concepciones en la interpretación de este lengu aje imaginario, tales como aparecen por ejemplo en las diversas



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Lo uno y lo cuádrupe El espacio cuadrado aparece en el simbolismo de los chinos como tierra, en el de los hindúes como padma (loto) o mandala (recinto sagrado, protegido): el carácter de lo femenino, de «lo que contie­ ne» 115• Concebido como símbolo de la tierra, representaba incluso en la mística cristiana la matriz destinada a alojar lo divino y, en cierto modo, la mater dei, la Theotokos 116• No es, pues, de asom­ brar que en nuestro sueño, los «vapores azules», con su ordenación en cuadrado, constituyan el lugar psíquico en ci'que nace y asume forma lo «Uno», la imagen de Dios preexistente en la psique. El «buen Eios», como lo denomina la niña que ha tenido el sueño � leñgüi!Je correspondiente a su. fe infantil, ªP.ªr_ec;�p.ªJª vencer con s_u -omnipotencia aCmoñstru-�rgido de la:u:ini�l?_las: Al plano de lo �fümal material al que pertenece el «animal malo», y al ámbito intermedio de lo anímico (al de los «vapores azules») se agrega, con la aparición del «buen Dios», el plano de lo espiritual-divino como más elevado cumplimiento. En el dramático. curso. del sueño, los tres aparecen actualizados y activos. , «L.a cuaternidad es la representación más o menos directa del ./ �p ios _quu�_ �a-;¡ifksta _en_su_Cr���i6�->�7�dic:�ju�g. Como símbolo· alude en los sueños al «Dios interior»-, y las imágenes arquetípicas en las que la psique humána lo expresa de este. modo proporcionan un patente testimonio de que la cuaternidad participa en lo divino. El alma aparece aquí como recipiente del espíritu cuya sede, al igual que en la antigua concepción acerca de la chispa de luz divina, se encuentra en el recinto cuadrado interior, en el santuario interior (el témenos); al igual que Buda en el centro del loto. Dicho témenos interior es el eterno lugar de nacimiento de los dioses 118• Todo lo cuadrado exige, en el fond�, un punto central. .Pues el /cuatro alcanza su realización última en la aparición del uno 119• Este

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mitologías o en la gnosis, tan sólo desea demostrar con ello que dicho simbolismo continúa estando eficazmente vivo, no tratándose -como en ocasiones le echan en cara sus críticos-- de que acepte a la gnosis como cosmovisión propia. 115 JUNG: Psychologie und Alchemie, pág. 212. 116 JUNG: Psychologie und Religion, pág. 116 . 117 Ibíd., pág. 107 .. 111 El cuadrilátero que aparece en el dibujo de los tapices de oración orien­ tales simboliza para los rriahometanos el lugar donde habita el creyente; aquí está sustituido Dios por el creyente, es decir: por alguien que participa en El. 11� El misterioso aforismo de la alquimista copta María Profetisa (designada también en la literatura alquimista como María la Judía) .el. uno se hace dos, el dos se hace tres y del tres sale el uno como cuarto,., encierra en sí todo el

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«uno» como síntesis de la cuaternidad se ha reflejado en numerosa s imágenes y parábolas procede nte s de toda la humanidad. Se trata de un motivo arquetípico ampliamente difundido. Lo conocemos también como idea de la «quintaesencia» alquimista, que supone la sí ntesis o concen tración de todas las fuerzas presentes en el cuatro. Ya observaba Plutarco que: «Pues · 10 inicial en todo número es el uno y el prime r número cuadrado es el cu_atro. De ellos surg�, co1:10 12 en forma de materia limitada por ellos, e l cinco» º. En la alquimia, por eje mplo,_ el «uno» es la quintaesencia, e l resultado del proceso que se es�uerza por obtenerla y extraerla a partir de los cuatro ele­ mentos. El enigma matemático de la cuadratura del círculo, que durante siglos ha ocupado a tantas mentes filosóficas, representa la aparición mística de los cuatro e leme ntos y su unificación «en el punto central, la quintaesencia; o bien, expresado e n lenguaje alquimis ta, el pelicanus noster. Acerca d e este mediador se dice que e s el que da lugar a la cuadratura del círculo, y que por ello simboliza e l misterio y, al mis mo tiempo, su solución » 121• El cinco, o la cuaternidad unificada e n la quintaesencia, no e s jamás un derivado,. sino una totalidad en sí autónoma, que es más que la suma de sus partes. Es aquello esencial que supere a todo. Impresionantes ejemplos de e llo. son el trono de Dios, que en la vi sión de Ezequiel es Jra,ilsportii_cl() por los cuatro querubrne s con los cuatro rost�os 122, las representaciones de l Pantocrator en medio de las cuatro figuras simbólicas de los evange listas, o bien la divinidad tibe ra·na Vairochana, la omnipresente, la unidad padre-madre, que tie ne su sede en el centro del Mandala 123• Y cuando el yogi inte nta desarrollar una «consciencia con cuatro aspe ctos» a fin de alcanzar lo «uno» y el nivel espiritual más alto (unificador de todo), para lograr con ello e l es tado de la «consci encia de Buda» (de la «esencia iluminadora, diamantina») 124, hemos de ver en ello cierta analogía con ef extraño acontecer, narrado con infantiles palabras, en nuestro sueño, en e l que se dice: «Luego vino el bue n Dios, pero eran e n realidad cuatro dioses, e n las cuatro contenido simbólico de la síntesis de los cuatro en una unidad (citado según JUNG: Psychologie und AJchemie, pág. 224). 120 PLUTARCO: «Sobre el fiuevo de Delfos», en Sobre Dios y la premonidón, publicado por K. Ziegler, Bibliothek der Alten Welt, Zurich, 1952, pág. 63. 121 JuNG: ETH-Notes 1938/39, pág. 115 (impresión privada). 122 Ezequiel 6/7, 26. tll Das Tibetaniscbe Totenbuch, pág. 162. 124 }UNG: ETH-Notes 1938/39, pág. 55.

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¡Cuán sencillo suena esto y, sin embargo, cuánta tensión ( '; ' · contenida, cuán conmovedor y grandioso es lo que hay detrás ! Si la cuaternidad de los «vapores azules» era a modo de un (._<-� anuncio de lo Uno (del «buen Dios»), y constituía al :mismo tiempo ( ,: L «el espacio cuadrado psíquico» en el que surge El, desde su invi( ,, sibilidad, a.fa visibilidad plena; en la segunda cuaternidad, la de los «cuatro buenos dioses», se hace manifiesto otro aspecto de la cua- ((:') ¡-- ., t ernidad, el del despliegue tetralateral de lo Uno. Es como si la ( � 1 unidad �es_e luga �' � partir de sí _misma, a la ruaternidad, con 1 que � (' � 1o en s1 rmsmo li mitado puede 1rradiar h acia 1as cuatro di·recc1ones , : ::; · de lo ilimitado. El cuatro simboliza aquí las partes, cualidade s· y ( t a spectos de lo uno 125• Pues el uno es el principio primero y el ( :) :: resumen de todas las posibilidades y circunstancias, simbolizando tanto el comienzo como el final; el uno y la quintaesencia se hallan . (, ::) entre sí en relación d e iden tidad y de refe rencia mutua. ( � e n n p e n «b e s Dio! ;:��p�;e!: c:::�� s�;�:� :s ;c��;r! �:���� �i�s:!» / � ( ·) · continúa presente junto a e llos, en cie rto modo como su quintaesen- ( da. En este último caso se podría establecer una analogía, en relación (:�::' ;_: con la esfera de represe ntaciones china, con Kian: e l cielo con sus( · _ J. ·,d ·w � cuatro fuerzas cósm1cas radiantes, en relación con el Islam, con el rostro de Dios,: que ;según_ el.Corán. contempla. los actos,_ de .los . . C: .) · creyentes desde los cuatro puntos cardinales; en relacion con e l bu- ( .f dismo, con el dios Vajra y sus cuatro cabezas vueltas hacia los cuatro e·' . ) .. puntos cardinales y del que se cue nta que fue dividido e ri cuatro, e pero qu · se fusionó lue go de nuevo en una unidad, en la que se ( .� siguen advirtiendo las cuatro partes 126.�l!,�9_d�L1:1�0 _al_ cu��.r o.7 (J es_1JJ1. proceso de diferenciación me diante :el cual se destaca- el- poder _ 1 (:_d�!_Y.�o,_��-s_e �-���I1de_ a los cuatro ho:izontes . Dentro del proceso 1 de d�sarro�o ps1qmco se _ b��a sobre analog�, esquema fundamental _: \' el afianzamiento, am?hac10� Y_ ,la madurac1on del yo �ue acampa- (;)� ñan a la progresiva diferenc1acion de las cuatro funciones de la () J ,� consciencia (p:n_sar, sentir, intuir y p_ ercibir). , C; ;-� . . No es dec1s1vo_ en ,c�anto a la mter�r�tac1on, sm ei:nbargo, que (_.�� � se trate de un Dios umco que se mamf1esta con?ecuttvame nte en ;) figura cuádruple ; a bien que surjan , en lugar de El, los «c:uatro (>) buenos dioses». Se trata de una simultaneidad o de una secue ncia, de ( ·· «uno más cuai:ro» o de una cuaternidad en la que se ha transformado ({)

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ARQUETIPO Y SUEÑOS

«cuatro dioses)!, o t a mbién de un a teofaní a en la que son los 1 11,. L�s. cuatro, _el sueño. del /:,,,� p evalecen solos, e? el escen a ri? . : 0 a mpli a numenco st a s de un simbohsmo ' /1 1�· ctnco son protagoru u111, a dur a nt.e su curso, el dr m a del <1nto difundido y que nos present a , y a que con arreglo a la :\\ () no con toda su plenitud de sentido. Yconsidera rse como «femelos cuatro pueden hisrorlu de los símbolos s)lo, podemos . «mascdino _como cinco)los (o-bien uno el y 0¡111,aiP quellos con­ a superior» · «acontecer del mundó el en r a qul:i:ds señ a l « a contecer del ámbito el en ya do a hall hemos que trurlos inm a nentes nimal a m a lo». « del a enin �lino-fem a m inferior», .en l a pol a ridad y en los a les a tr les a dicion orient Al igu a l que en los m a nd a las a. el a mit muestr d una les a modernos mandal a s occidentales individu luminoso, «mundo inferior» oscuro y la otr a el «mundo superior» y al igu a l que la Cruz se elev a entre el cielo y l a tierr a y junto con sus dos brazos horizont a les se extiende h a ci a l a s cu a tro direc­ ciones del esp a cio, de este sencillo sueño inf a ntil surge l a gr a ndiosa im a gen de l a cu a ternidad cósmic a constituid a por .la doble dualid a d de los contr arios implicados en el a contecer «inferior» y en el «supe. rion> 127• N a cido de las profundid a des de l a psique inconsciente, m a nifiesta su sabidurí a y la particip a ción del hombre en ambos mun­ dos: el mortal y· el inmortal. Y l a dolorosa antinomia de su esencia,

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fijad a a ambos 128• Eri su más elev ada m agnificencia, lá cuádruple divinid a d repre- . senta el climax, el punto · culminante del sueño.' Conduce al victo127

Si intentamos representarlo mediante un esquema, resultaría el siguiente:

S?

La cuaternidad (esquinas, ,vapores azules, dioses).

La serpiente-dragón. Los pequeños animales. La devoración.

Acontecer superior

o

Un «buen Dios», con los cuatro dioses, como quinto entre ellos.

o

Los cuernos. El ens::irtamiento. Acontecer inferior

, •� «L_a cruz está incluso grabada en el rostro del hom.bre», dice san Justino II_J�rtlr (siglo II, Apología 1,55); es el símbolo correspondiente a «la contradic­ c1on en el hombre».

EL SUEÑO DEL ANIMAL MALO

157

rioso final. Cuanto de tenebroso y m a lo existe en el « a contecer infe­ rior» es redimido por l a liber ador a potenci a del « a contecer superior». La instancia últim a, la Divinidad todopoderos a y a m a nte, h a ce gir ar la rued a y se .inicia un nuevo comienzo.

La resurrec_ción Nos h a llamos ame el final, que supone la lisis· del sueño. En éste se dice: «Entonces murió el a nimal y todos los a nimales que se h a bí a comido s a lieron vivos de él.» Se cierr a el ciclo, los muertos h an resucitado. L� « anim a les pequeño� no h a n perecido en el interior · de� �erpo d el dragón, tan sólo han experiment a do una especie de . . «VI aJe a los mfiernos», un est a do de encierro en l a s tiniebl a s- y h a n aes�rt do � nue:7a vida. Al �gual que en el Apocalipsis, en el que_.,,. � . se die�. «V1 u� angel que baJab a del cielo ( ... ). Prendió al dr agón, -fa a ntigua serpie te --que es el diablo, S a tánás- (.: . ) lo arrojó aj_,... � ; _ . bism� ( .. . ). Y_ v1 un nuevo �i lo y una nuev tierra.. . » 129, a quí ha � � \.::;� , ap a recido tambien un poder divmo, el «buen Dtos» mismo, que desde l�ego no ha �rroj a do al «animal malo» al abismo, pero que h a puesto fm a su ansia devorador a y le ha hecho morir, con lo que pueden volve� a l a vida los «pequeños animales»: las sustanci a s vitales que perecieron.. No· s a bemos si fue precisa Su acción o si bastó tan sólo Su �resenci a .' Par a el alma infantil, Dios revel a su poder y ,fuerz a medi a nte el amor; sn fe e□ este amor est:L.aúo...w.�<$lume, y por ell;°' --. "--- -·-_el dominio de éste es victorioso e ilimitado.



La ide a de 1a �;ecció���d;;-];·.,;�;�v a ción: de l a super a ción . / de l a muerte no es en modo alguno exclusivamente cristian a . H a florecido en todos los pueblos y cultur a s. «L a creenci a en l a resurrec­ ción es de l a s más primitivas de l a humanidad en general» 130, afirma Jung. Se basa sobre un esquema fund a mental arquetípico, que se h a ll a en el, fondo del a contecer psíquico y de su expresión en el mito Y el ritual. La multiplicidad de las formas y los aspectos en que aparece el misterio de la resurrección -pues de t al misterio se trata en último término en nuestro sueño-- es in a got able 131• En su escl a 1 • � Apocalipsis 20, 1,2,10, así como 21, I. (Esta «segunda C�eación» se refiere o1;g1_nalme�te al macrC;Cosmos, siendo luego transferida a los hombres de los «ultimas tiempos» y frnalmente al hombre individual, en el que todo se «re­ nueval!-). l.10 ]UNG: Gestaltungen des Unbewussten, pág. 46. "' Ibíd., págs. 39-73.

158

recedora obra Sobre la resurrección 132, Jung señala algunas de sus formas. Una de éstas --«salida de todos del interior de algo»- se ha conservado en una interminable serie de mitos y leyendas; supone el re-nacimiento de todo un «mundo» y no tan sólo. de una «entidad» aislada. Las distintas tradiciones acerca del Diluvio universal, sim­ bolizado también por un devorador monstruo de Ías aguas, y la cons­ trucción de un mundo nuevo por los que se han salvado de él, constituyen conocidos ejemplos 133• El final del sueño nos autoriza a establecer una relación entre el mismo y dicho tema. A toda resurrección precede una muerte. Esta «muerte» puede darse en los más div�sos planos y por as1 dec1r en todos los sectores / de la vida, asumiendo forma de expresión simbólica. Y la resurrec­ ción de ella surgida puede adoptar téfdas las formas imaginables, desde una restitutio ad integrum del anterior modo de existencia, hasta su reaparición completamente transformado. Si al principio de la historia de la humanidad, el diario surgir del sol a partir del «dragón del mar», así como otros fenómenos naturales, pueden haber constituido la base del simbolismo de la resurrección, con el tiempo se impuso cada vez más intensamente, junto a la idéa de una resurrección; la de una transformación. La apocatastasis al nivel puramente natural del. ser 'es tan sólo un restablecitni<'!nto del estado _original, _IJJaS en f el plano de lo psíquico-espiritual puede suponer una «resurrección» ¡ en un «plano superior», un perfeccionamiento, un ennoblecimiento, una transfiguración, etc. La angustia y el dolor del morir constituyen símbolo del sacrificio que ha de realizarse siempre antes de que pueda devenir lo nuevo. En la narrac1on bíblica de Jonás se dice: «Y el Señor habló al pez y éste vomitó a Jonás a tierra» 134; pero no se dice más acerca de lo que sucedió con el pez y si Jonás, tras «volver · 1 nada a nacer», experimentó una transformación. En cambio, en el mito de la ballena-dragón mencionado por Frobenius 135, el héroe pierde sus cabellos debido al calor que reina en el interior del monstruo ARQUETIPO Y SUEÑOS

in Muchos etnólogos e historiadores de las religiones han aportado material relativo a este tema. Aquí mencionaremos tan sólo las siguientes obras: H. GuN­ KEL: Schopfung und Chaos in Un:.eit. und End:r.eit (Gottingen, 1895), L. FROBE­ NIUS: Das Zeitalter des· Sonnengottes (Berlín, 1904), MIRCEA ELIADE: Der Mythos der ewigen Wiederkehr (Düsseldorf, 1953), y C. HENTZE: Tod, Aufers­ tehung, Weltordnung (Zurich, 1955). m Véase la nota al pie anterior. ''" Jonás 2,11. Véase también L. FROBENIUS: Das Zeitalter _des Sonnengottes, pág. 66. Véase también figura 4. "' Véase pág. 161 del presente libro.

159

marino; es decir: ha tenido que sacrificar algo y no sólo ha pasado or el sufrimiento, sino que ha perdido también sus cabellos' símbolo {,/J�el13poder del p�nsamiento. �esur���.Jr@§.fug:p.¿,9..Q, más maduCuanto mas elevado sea el mvel de consciencia humana en que te�ga lugar}ª transformación y, como pensaban sobre todo los alqui_ 1:1IS�as_ y m1st1cos, cuanto más _lejos se halle del curso puramente achco de la naturaleza, tanto más profu.ndamente se diferenciará el estado final del inicial por una inalterabilidad y una indestru�tividad más intensificada. De aquí los innumerables ritos de iniciación entre ·los primitivos y los esfuerzos de todos los yogis por lograr 1::\ ilumi­ nación espiritual, de los místicos de todas las religiones por la luz interior. Todo ello está destinado a ayudar al logro· de una visión esencial mediante lucha, sufrimiento y meditación pro�unda y con ello a un renacer a _un «nivel más elevado». La creencia-acerca de un Adán primero, mortal, que es redimido para que surja un segund� Adán redimido e inmortal m, atrnviesa como un hilo rojo· todo el caudal de ideas cristianas, gnósticas y alquimistas. En el fondo, toda transición, así por ejemplo de una fase de la vida a otra, del sueño al despertar, de la inconsciencia a un saber consciente, etc., supone una especie de «renacimiento». Y cada acti­ tud general ante la vida, nuevamente adquirida, va acompañada por · una cierta transfcirma_dón, ,en Ja qtJ� hª de_ p e_ recer y_ser_ dejado.atrás algo que se ha superado ya. Toda «transformación» es en realidad un misterio y, como tal, parte integrante de la vida. En las representa­ ciones acerca de la resurrección -ya se refieran a un único «rena­ c1m1ento» o a una secuencia de ellos_:_ aparece íntimamente vincu­ lada al misterio del ser ua_ ¿Se han transformado los «pequeños animales» en el vientre del «animal ma!o», o renacen tales como eran en el momento de su muerte? El sueño no proporciona respuesta alguna a este interro­ gante. De todos modos se ha modificado algo fundamental: el «ani­ mal malo» ha muerto. La oscuridad, a la cual simbolizaba, ha sido superada, disipándose ante el mundo luminoso de la divinidad. Ha EL SUEÑO DEL ANIMAL MALO

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Ibíd., págs. 59-60, así como el esquema en pág. 161 del presente libro. m V�se pág. 151 del presente libro. . m Según H. Silberer, las distintas interpretaciones de los ritos de resurrección tienen en común dos principios fundamentales: 1) un cambio radical en la vida. la elevaci<;ín ª. una conceJ?Ción de la vida nueva y más perfecta; 2) la relación con las misteriosas potencias del más allá, con lo divino (Beitrage zur Geschichte der neueren Mystik und Magie, fascículo 4, Durch Tod zum Leben (A la vida, a través de la muerte), Leipzig , 1915, pág. 50. tJ•

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ARQUETIPO Y SUEÑOS

160

comenzado una nueva «creación», ha cesado la actividad destructiva del animal del caos 139• Ello significa, �de el punto de visti:_P��cológico, q�e la .activida� _gc;:ligrosa, agresiva y aniguilacfora por p�te del fo���::1�� d� lo _. ""inconsciente, expresada por el ensartam1en_t_?__y _ 9-��o_rac1�n �; _las_ ! y�stanci�y-�_s>�P9!lentes intrapsí_q�i��s _-:--de los «pequ�ños a�ai les»-- ha sido contrarrestada y suprimida por una potencia contraria; 1�_ª:f��rici_�--de_!o· diviri?: fla interve�ido Ja. divi�i?ad cuádruple·, como re�r-��fillt�atqu�típ1c�_de_una_.mst anc1a _ altlSl:11ª -:--°rdent� - d9ra y--9�teJn;iinan te _del destmo--, existen te en el mtenor de ,a ormando el caos en un c osmos. ¡;;ique: el «sí mism ---o»,.- transf -

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EL SUEÑO DEL ANIMAL MALO

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: . «Un héroe es t:agado, en Occidente, por un monstruo ma­ . . n1:o (tragar). El arumal viaja con él hacia el Este (viaje marino). ; Mientras .tanto, enciende en el vientre del -'monstruo un fuego � como s1e�te hambre, corta u_n trqzo del corazón colgante de este (c ?rte de! cor �ón). Poco después se da cuenta que el pez se desliza hacia la tierra (llegada a tierra)· comienza inmedita. ment. e a abrir �l anim?l de deni:ró afuera (apertura) y luego se . desliza al exter10r (salida). En el vien tre del pez hace tal calor que al héro� se le han caído los cabellos (calor-cabellos). En muchas vers1one�, el héroe libera al lll!smo tiempo a todos . aquellos que ��b1an sido devorados antenormente por el mons­ truo (devoraczon de todos) y a todos los que salen del vientre _ del mon truo (salida de todos y nacimiento del mundo).» 143

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No sólo resulta posible esclarecer el sentido y la significación de los elementos del sueño -los motivos arquetípicos aislados en él con tenidos-, apelando a material amplificador, como hemos inten­ tado realizar hasta ahora. También el sueño, en su conjunto, que como totalidad muestra un esquema fundamental arque típico, puede ser sometido al mismo procedimiento in terpret ativo. Puede apelarse a toda una serie de mitos, leyendas y cuentos po pulares; qu:e representan paralelismos a establecer c?n el acontecer . 1 onírico ; y entre ellos, a determinados mi_ tos cosmogomcos, con l�� . cuales ·muestra el sueno multitud de analo 1as. La· c�:responde�cia mas prox1ma esta representa a por os ritos de iniciac1on,. os miste-. _ ríos de renovación y resurrección 140, los viajes al m:1ndo mf1 :r�or, la · llamada neky'a 141, estructurados con arreglo al. modelo del «via¡e por . el mar nocturno» 142, en todas sus formas . Vida, muerte y re�urrec­ ción, en ín tima imbricación mutua, const ituyen los tres grandes sec­ · tores, dramáticamente tensos, del curso a ellos subyacente. Según �, que en su obra La época del dios so lar.. ha _ recopilado una amplia colección 1de mitos, a los que ha des'.gnadq , como «mito del dragón-ballena», procedentes de las mas diversas

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r m Para M. Eliade, por ejemplo, «t�?, Año Nuevo es u1;a vuelta, a asuI?} el tiempo en su comienzo,., una «repet1aon de la cosmogoma,. y as1, -�bien toda renovación es al mismo tiempo un nuevo acto creador, un «re-1:1acm11ento,. (El mito del eterno retorno). Véase tambié1:1 figura 4 del presente libro. · . '"' Véanse págs. 74 y 97 dd presente libro. , 141 XI canto del titulo ( muertos los de país al descenso El viaje al Hades, el de la Odisea). t<> Hay que entender por ello el «viaje nocturno del sol,.· · o b"len dd h,eroe solar por el mar, por el mundo inferior, etc.

161

regio'nes del mundo, todos ellos poseen el si iente curso esquemá­ gu tico, que aparece modificado en numer osas variaciones:

El viaie por el mar nocturno

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He aquí el esquema proporcionado por Frobenius:

Devoración Oeste

Salida del vientre del monstruo Este

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Movimiento Oeste-Este

= Encender = Cortar el

fuego corazón

B

· Travesía del mar

C D

= Caída =

del pelo por calor Abrir-Salir a tierra

Si bien en el sueño no aparecen todos los elementos y rasgos aislados de este paradigmátic o ejemplo, es · innegable una sorprendente analogía. El hecho de que en este mito· sean casi siempre seres huma­ nos los devorados y luego vueltos a nacer (y no como en nuestro sueño, «animales pequeños»), no constituye una fundamental dife­ rencia, ya que estos .últimos, en tendidos como «sustancias anímicas», tienen su anal ogía en. los mi tos citados por Frobenius en los que la ballena se. traga a las «almas» de los hombres, las transporta al más :: Ibíd., pág. 59. Hemos subrayado los temas fu�damentales.

L. FROBENIUS; Das Zeitalter des Sonnengottes.

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162

ARQUETIPO Y SUEÑOS

allá y las vomita allí 145, o bien son las estrellas las que como «cabri­ tos» -es decir, también animales-- son devoradas por el lobo, el símbolo de la noche oscura, de lo ·inconsciente. Frobenius menciona diversas variantes del mito del dragón-ballena, de las cuales es el llamado «tipo solar-animalista» el gue más se aproxima, como mo-­ delo, a nuestro sueño. El hombre, el héroe, las mujeres, etc.,.según Frobenius, representan en el mito a ·los astros, concebidos antropo­ mórficamente (el héroe es casi siempre el sol) y, por tanto, en cierto modo y en sentido psic�gico, a la consciencia (de personas adultas). Aquí se trata, sin embargo, del sueño de una niña, cuya consciencia no está. aún cristalizada y en la. que las «sustancias anímica·s» pueden representar muy bien a aquellos elementos a partir de cuya ulterior diíerenciáción tras su «resurrección» puede surgir la consciencia más desarrollada y firme del adulto. En el mito comunicado por Frobenius acerca del gran pez raya, de la tribu de Üy§.ttrbay 146, aparece mas claramente aún la correla­ ción. De dicho pez raya se decía que habitaba en una cueva rocosa y poseía una larga lanza con la que atravesaba a l�s mujer�s que espiaba desde su agujero cuando se sumergían. Las mataba con su lanza y se las llevaba. No se las volvía a ver durante cierto tiempo, _hasta qµe_llegó el héroe, venció al monstruo y encendiendo lumbre resucitó de nuevo a las mujeres. ·volvemos a hallar aquí casi todos los temas de nuestro sueño: el animal malo con- cuernos = la raya con su lanza; los animales pequeños = las mujeres que son ensartadas y desaparecen; la aparición de Dios y de los cuatro dioses = la . salvación por el héroe; la resurrección de los «animales peque­ _ ños» = la resurrección de fos mujeres m .. ¿Y quién no conoce el cüento de Q!perucita -por no citar más que uno entre otros muchos de análogo contenido--, que es devorada por el lobo junto con la abuela y que sale viva del vientre del lobo 1 cuando muere éste? ¿No se trata de un contenido similar? Como modelo de un mito cosmogónico mencionaremos el babi­ lónico de Marduk Tiamat y el e i cio de Osiris-Horus-Seth. En ambos se dice que ál principio todo estaba cubierto por as aguas y personifican a estas aguas primordiales como un monstruo malévolo: m lbíd., págs. 197 y 219. 1 '" En la obra de JUNG: Symbole der W andlung se incluyen también nume­ rosos mitos de contenido análogo, así como un material exhaustivo con respecto al tema que aquí nos ocupa. 147 L. FROBENIUS: Das Zeitalter des Sonnengottes, pág. 77.

EL SUEÑO DEL ANIMAL MALO

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163

\\�::,) como un dragón 148• Ambos concluyen con la victoria del héroe solar: ( Marduk o Horus. El combate de Marduk t;S el típico del héroe solar ·:) · con el dragón, el voraz abismo de la muerte en el que perecen los ( }i seres humanos, como os 1 «animales pequeños» del sueño en el vientre (:) \. de 1 gran «animal ma 1o». Muchas cosmogonías míticas representan una superación. de· la Gran Madre, del terril;,le monstruo, por un . �) héroe; y la victoria de la luz, portadora de un orden.,· sobre el �odo . de ser caótico e informe del mundo 149, que recibe con ello fo�a . (�..) ·, · t) ordenada, estructura. . ---...( . ·(? . --. L ª .1ntro . d ucaon . ' en el vientr� de un monstruo es equiparable, en . la. esfera psíquica individual, a- -la Jomersión de la consciencia en ·1o · \ . , . inconsciente, al ret?rno al vient�e rp_gt_e:no. Este «retorno» no sm embargo, tan solo un aspecto negativo; no es un «volver atras», k) sino -según Jung� es también un proceso necesario y que ha de (,J valorarse como positivo. Pues lo inconsciente no es tan sólo un · mortal abismo, sino que contiene también todas aquellas fuerzas lf nutricias y creadoras existentes en el fondo de lo viviente. Al ser \ �;; movilizadas éstas, se reaniman y son puestas a disposición de la consciencia; es como si volviesen a nacer, resucitan. Al igual que los -«animales pequeños» del sueño, los contenidos de nuestra conscien· t.� cia experimentan un «viaje por el mar nocturno» de modo análogo ( :� al Osiris mítieo, ·que-como d�os -solar penetra en eLvientre. materno,_._ (·J. en el arca, en_ el mar, en el _arbol y, al d:�pedazarle, es formado de (1 50 nuevo y resucitado, reapareoendo en su hi10 l _ Dentro de esta pers'. � pectiva ·apare:=e j�stifi�ada la c?n�epció� prospectiva de Jung: basa:da (�,J en su experiencia ps1coterapeut:1ca, que encuentra paralelismos y . . ( "I· -�nfirma�ión en multitud de_ mitos. . . El heroe ha de ser en aerto modo encerrado en el mterior de v) � 1 madre, co�o preparación para su renacimiento. Así, Herakles reaT, () liza su travesta nocturna en un cuenco de oro. 15 Noe, transportado (\ . !i:J en su arca, alcanzó la nueva mañana con cuanto había quedado del ( antiguo mundo. Un «recipiente» análogo es también la diosa Nut

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ARQUETIPO Y SUEÑOS

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EL SUEÑO DEL ANIMAL MALO

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FIGURA

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]onás sale del pez

Hoja del manuscrito «Jami at-Tawarikh» o «Historia Universal», de Rashind ad Din Pintura persa de la primera época de la escuela Timurid. Siglo xrv, aproximadamente Metropolitan Museum of Art. Nueva York (Reproducida por amabilidad de la Dirección) de la mitología egipcia: diariamente devora al sol y diariamente lo vuelve a dar a luz 152• La identidad simbólica entre sol, héroe, hombre is:i -tal como aparece en la serie de imágenes correspondiente - al «viaje por el mar nocturno»-- es expresada de un modo especialmente encantador en un rito ch1no de profundo sentido. En la época de la dinast.ía Han era usual en China construir con cuatro tablas el ataúd en que se enterraba a los muertos. Las tablas eran tomadas de cuatro árboles distintos, procedentes cada uno de las cuatro regiones del cielo. Sobre el ataúd se colocaba un dosel que mostraba los cuatro colores de las cuatro regiones celestes, y cuyos cuatro lados eran ornamentados con los cuatro anímale!¡ simbólicos l!ll E. A. WALLIS BUDGE: The Gods of the Egyptians, Londres, 1904, vol. II, pág. 101. Véase también JUNG: Symbole der Wandlung, figura 144, pág. 408. m Véase pág. 50 del presente libro.

FIGURA

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El ouroboros

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La serpiente que se muerde la cola, en un molde de JDJJ.dera, para pastelería, de St. Gall (Suiza). Según una antigua superstición popular aportaba salud constante y felicidad eterna. La corona sobre su cabeza alude a su propiedad sanadora Museo de Etnografía, Basilea

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ARQUETIPO Y SUEÑOS

EL SUEÑO DEL ANIMAL MALO

de dichas regiones. El dosel terminaba arriba en una pirámide, cuyo vértice simbolizaba al polo norte ; además se colocaban en diferentes lugares del ataúd las siete e strellas de la Osa Mayor, a modo de , ad orno. Toda esta estructura se designaba como el «gran dragon», el «carro» en el que el so� viajaba du ra nte la noche sobre el océa no celeste. Ya que con arreglo a la creencia general, l� muerte de u�a persona corresponde al ocaso del ·sol; el cadáver era colocado en el ataúd en el mome nto de la marea· baja .--:pu es es entonces cuando el sol e s tragado por las agu as-, y se consideraba '1Somo un signo de felicidad futura que lloviese copiosamente en cua nto era cerrada la sepultura. Pero lo más importante e ra el lugar en el que se cerraba el ata úd, pues tenía que ser un <
$4 E. Flllffi.MANN: Das Tier in der Religion (El animal en la religi6n), pág. 29. 1.15 JUNG: Psychologie und Alchemie, figura 6, pág. 75. Véase también figu­ . ra 5 en el presente libro. 156 «La naturaleza se alegra dé la naturaleza, la naturaleza domina a la naturaleza y la naturaleza triunfa s<;>bre la naturaleza� ?Ío:: . un autor latino _ an6nimo tardío aludiendo al opus czrculare de la alqu1m1a, s1mbohzado en d «ouroboros» 1 l; serpiente que se muerde la cola ( cit. según JUNG: Von den Wurzeln des Bewusstseins, IV, págs. 451, 234). 151 Cuentos de Grimm, Manesse Bibliothek der Weltliteratur, tomo I, pág. 53.

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167

Los cuartos de la l una aparecen representados por los cabritillo qu s, e son devorados, tras diversas y astuta s tentativas, por el lobo ; es decir: por la noche;· pero que al final, mientras el lobo d uerme --estb es: en las noches sin l una-, la madre cabra le .abre el vientre 'Y los cabritillas vuelven a salir de él sanos y salvos, pudiendo así volver a crecer_ el disco.lunar. Sin embargo, y a se trate del simbolismo del movimiento del sol o del de la luna, lo estructuralme nte idéntico e importante es el curso cíclico, eli el que no se rompe la cadena de muertes y resurrecciones. En relación con ello, los «pequ eños animales» podrían representar los diferentes sectores de tiempo qu e • constituyen el material del ciclo (véase figura .3). Sin e mbargo, desde otro puntó de vista podría entenderse el «viaje por el mar nocturno» como una ex eriencia única 1co sino que acento no recae sobre el· «eterncr re1orno» so re una «transformación h acia lo superior». Los «pequ eños ani­ males» sería n entonces la materia prima a transformar y el su eño entero podría considerarse, con arreglo a la correspondiente perspec­ tiva, corrio una especie de misterio de salvación individ ual o cósmico. Depende del punto de vista en el que sitúe el observador el hecho que el contenido simbólico del sueño se ajuste más a una represen­ tación cristiana q ue no conoce sino una única redención del mundo y de los hombres; -o bien de- una representación pagana:mitológica --como, por ejemplo, la hindú o la germánica - en las q ue creación, muerte y resurrección son concebidas como un ciclo. Jung apela también como parábola del «camino de la individua­ ción» a la imagen arq uetípica del viaje por el mar nocturno 158• El proceso de desarrollo de la psiq ue, una vez que se ha alcanzado el centro de la vida, exige un retorno al origen, el descenso· a ·los os­ curos y cálidos abismos de ló inconsciente. Permanecer en éste y resistir sus peligros eq uivale a un «viaje a los infiernos» y a la «muerte». Mas el q ue logra su perarlo, el que «resucita» o «renace», retorna colmado de sabiduría, curtido frente a la vida exterior y la interior. Ha avanzado hasta su s límites y ha asumido su destino. Esta «gran nekya» qu e lleva casi siempre hasta el umbral del más allá se halla salpicada, entretejida, con innumerables experiencia s de peq ueñas nekyia: de ,todos los múltiples padecimientos, conmociones y oscuridades que rodean a toda vida; resistirlas y luchar con ellas para ir saliendo adelante permite alcanzar· una mayor comprensión y seguridad. El amplio arco del «viaje por el mar nocturno» contiene , 1.11 Véase pág. 105 en la parte 1 del presente libro.

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por tanto, multitud de pequeños ritmos, pequeños arcos de la mis-_.. ma «pauta primordial». Aquí van íntimamente unidos lo único y el­ retorno cíclico. . El sentimiento de un acontecer reiteradamente idéntico ha venido proporcionando a la humanidad una seguridad constantemente reno­ vada y ha hecho que retorne :constante y· renovadamente desde e1 oscuro trasfondo �e su. psique a la abigarrada multiplicidad de las · imágenes arquetípicas. El nacimiento, la vida, la muert_e y el rena­ cimiento van unidos entre sí, constituye una totalidad, representan una «pauta primordial» que ha hallado su expresión, bien en símbolos que la plasmaban como unidad redondeada, o en otros que le mos­ traban como eslabones aislados· de una interminable cadena, como «momentos de eternidad en e1 tiempo» 159• La .imagen arquetípica está siempre hiperdeterminada en cuanto a �u contenido; puede ser interpretada y comprendida en diversos planos; mantiene su sentido aunque se la considere desde diferent�s puntos de vista. El .«viaje por el mar nocturno», como aconteci­ miento único o como eslabón dentro de una cadena de sus repeticio­ nes, se ha reflejado incluso en los mitos. Existen mitos del dragón­ ballena en los· que el dragón vomita su contenido y sigue luego viviendo, devora nuevas víctimas, las vuelve a vomitar, etc.; y otros mitos en.los que los tragados por él renacen, pero el momen_to muere, como sucede en el sueño que nos ocupa. ¿Es el sueño del «animal malo» a modo de· un paradigma, un miembro una malla aislada dentro de una concatenación de dramas que se r;pit�n, o bien es un drarria ónico y aislado? Si se considera al süeño en sí como si fuese un modelo del arquetipo del «viaje por l mar nocturno», sin referencia a la niña que lo ha soñado, podrían ser a su respecto válidas ambas posibilidades. Mas si se tiene en cuenta a la niña -y de otro modo apenas se podría interpretar acertadamente el sueño-- no ha de olvidarse que el escenario en el que tiene lugar el magno.enq¡entro entr� los_dos �undos_--el de lo animal y el de lo divino--, es la propia psique Inconsciente de la niña y todas las analogías no son sino una parábola de este acontecer. Para' dicha niña, el sueño y lo que es capaz de transmitir constituye un acontecimiento único, irrepetido, y el «viaje por el mar nocturno» ·. ·de sus sustancias psíquicas, los «pequeños animales», es al mismo tiempo una vivencia en la que son los componentes de la psique individual los que participan del re-nacer, de la resurrección, fusio-

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u, }UNG: Gestaltungen des Unbewussten, pág. 48.

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nados con las imágenes arquetípicas del fundamento arcaico colectivo. El sueño, por tanto, constituye en cierto modo un sector del infinito e intemporal proceso de muerte y renacimiento; en otro, sin embargo, se trata de un acontecimiento único, en sí cerrado. En cada uno de dichos sectores se repite el sufrimiento de la muerte y el triunfo de la vida que resucita; ello constituye una parábola de lo que experimenta todo individuo de un modo siempre único e irrepetible, pero también al mismo tiempo como eslabón dentro de la cadena de las genel:9.Ciones en la interminable serie de éstas en la ·-especie Hamo sapiens. En este sentido coinciden aquí lo personal y único y lo colectivo-típico hasta no distinguirse apenas entre sí. «En fondo, todo acontecer psíquico -afirma Jung- se halla hasta tal ., . · ! punto basado sobre el arquetipo y entretejido con éste, que en cada l caso aislado son precisos considerables esfuerzos críticos a fin de f distinguir, con seguridad, entre lo individualmente único, por una parte, y lo típico por otra. Al fin y al cabo, toda vida individual es '. también al mismo tiempo la vida del eón de la especie» u.o. Así enten­ .l\r.ciido, en los sueños se revela tanto el inmodificable curso de la natu­ raleza, que se renueva eternamente, como la posible victoria del espíritu sobre la materia, por la que hay que luchar siempre de nuevo sL es que la vida ha de alcanzar un sentido más profundo. Así suceHe -en la vida individual y en la infinita secuencia de todas las criaturas. Pues no solamente se encuentra el individuo en medio del cosmos, sino que este último está asimismo en nosotros mismos.

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«Tan sólo puedo permanecer en silencio, con la admiración ! Y el respeto más profundos, sumido en la contemplación de los abismos y las alturas de la naturaleza psíquica --dice Jung-, cuyo mundo aespacial contiene una inconmensurable abundancia de imágenes que se han ido acumulando y condensando orgánicamente a través de millones de años de evolución viviente. \ Mi consciencia es como un ojo que capta los espacios más lejanos, pero el no yo psíquico es aquello que colma anespacial­ mente dicho espacio. Y en estas imágenes no se trata de pálidas sombras, sino de condiciones psíquicas de potente efecto; \ 1 que podremos quizá entender torcidamente, pero a las que ja¡ más arrebataremos su poder negándolas. Tan sólo considero parangonable tal impresión con la visión del cielo nocturno estrellado; pties el equivalente del mundo interior es tan sólo }UNG: Psychologie und Religion, pág. 160.

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riores en las que apareció el mencion�do sueño. Sabemos, de todos íñoclos;-que1os·-sueños -arquetípicos--dotadm,-de · tan intenso carácter de parábola surgen siempre en constelaciones existenciales impor­ tantes. «La activación de un arquetipo se basa, con · suma probabi­ lidad, en una modificación de la situación de la consciencia, la cual exig� una nueva forma de compensación», dice Ju.rig 163• S( se desea investigar el contenid� que en cuanto a sentido poseen estos ·sueños, tan sólo podemos abordarles a partir de puntos de vista muy gene­ rales y de la experiCfJ.cia en el tratamiento y elaboración de tal materia. Llama la atencró.n el hecho de qtJe los diversos elementos del , sueño -el animal malo, los· pequeños animales, el vapor azul, el l buen Dios, los cuatro dioses-- aparecen más bien indeterminados ' y difusos en cuanto a su formá. Parecen corre;poi1:d��. por tanto, a ·representaciones arquetípicas colectivas que han permanecido aún en gran parte intactas por la diferenciación mediante la experiencia personal; es decir: que corresponden a un «estrato» muy profundo de la psique. En muchas ocasiones se puede comprobar que cuanto más intensamente se halla temporal y personalmente determinado un problema, tanto más coherente, detallado y netamente plasmado se halla el sueño o la imagen que lo--expresan. .Y.cuanto .más_generaL� l sea 10 que ,expresan, J..arito !lliͧ...SÜqg.g_ y si_mbólico,:��!-:�.;­ rsoÍla e� iri! su mo�o_ de exposición. Los sueños ricos en detalles, de contornos precisos, se refieren· lamayoría de las veces a una problemática mera­ mente individual y proceden más bien del dominio de lo incons­ ciente personal. En cambio, aquellos que aparecen sobrios en cuanto a detalles y en imágenes sencillas, corresponden a visiones acerca de / _)as _graQdes correlaciones entr,::�_ls.g_��Jg_:�úda.!64 ; ftomó sucede ' en nuestto··ai.si:i-;-·procecJeñ-cte lo inconsciente colectivo. Dan siempre testimonio de una profunda inmersión del soñador en ellos. Esto no es tan raro en niños, ya que su yo no está aún conso1 lidado y se halla más próximo que · el del adulto a los fundamentos � arcaicos colectivos de la psiqu:::. A pesar de ello, un sueño como éste, con un simbolismo en cierto modo cósmico y una correspondiente carga dinámica no suele darse con frecuencia y los sueños de este tipo reflejan un conflicto actual que conmueve profundamente al individuo y que probablemente no es posible que sea elaborado por

el mundo exterior, y al igual que alcanzo este último por medio del cuerpo, alcanzo aquél mediante el alma.» 161

Consideraciones finales En el «sueño del animal malo» 162, la niña que lo ha tenido se ve confrontada con una realidad interi�r · que excede· coñ mucho a su capacidad de comprensión; se trata de una realidad que tan sólo se puede revelar en el símbolo y que informa acerca del misterioso dominio de la psique inconsciente. La niña lo vivencia, y, sin em­ bargo, su yo consciente permanece fuera y aparte. Su memoria ha conservado el sueño, pero no hace comentario alguno acerca de él. Nuestra capacidad de interpretac:ión no puede bastar jamás tampoco­ para abordar toda la p1enitud de sentido que oculta en sí un sueño de este tipo. Sus asombrosas sobriedad y en sí cerrada unidad y su profundidad insondable se rehuirán siempre a la palabra interpreta­ tiva y a la correspondiente y adecuada expresión. Así, pues, aquello que aquí podemos hacer observar y mencionar prudentemente, a fin de alcanzar algún género de conclusiones, tan sólo ha de considerarse como la modesta tentativa de una contribución a su mejor entendí. inienfo.

* * * Si tenemos en cuenta que los sueños --en oplillon de Jung­ han de considerarse como una autoexposición por parte de los pro­ cesos que tienen lugar en lo inconsciente, y como compensación de la correspondiente situación de la consciencia, hay que intentar tam­ bién concebir el mencionado suefio como correspondiente a una previa y especial situación en la' vida. Resulta extraordinariamente difícil derivar conclusiones acerca de dicha situación, tal como ésta se manifestó en la vida exterior de la niña que tuvo el sueño, ya que \ no contamos con asociacio..ue.s_pers.Q.illl.les relativas a este último, ni -se"noshaiñforiñiia:oa;;;ca de las ciréunstancias exteriores 'é-(ii'§:.'� ._;;::....;..,.----.

i.t JUNG; Introducción a la obra de W. KRANEFELD: Die Psychoanalyse, Leip­ zig, 1930, pág. 15. ,., El sueño procede de la colección del profesor C. G. Jung, a quien se lo regaló, junto con los restantes sueños de la serie, el padre de la niña, tras d fallecimiento de ésta. Deseo expresar aquí mi agradecimiento al profesor Jung por habérmelo cedido para su estudio.

161 JUNG: Symbolik des Geistes, pág. 378. Véase también lo dicho en la pág.. 68 dd presente libro acerca de la activación de un arquetipo. 164 Véase pág. 100 dd presente libro. ..

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colectivo y sus manifestaciones reina aún el «tiempo mítico, en el que se unen pasado y futuro; es decir: son siempre presente» 17 Los «procesos naturales de transformación», innatos en todo lo viviente, y que desempeñan un papel tan importante en los años en torno a la pubertad, constituyen, según Jung «el fundamento de todas las representaciones de renacimiento; se anuncian sobre todo dur¡mte · los sueños» 171, Se pos imponen, queramos o no, Y ya que toda (
la consciencia, por resultar incomprensible en cuanto a sus imágenes y procesos arquetípicos. Sabemos que la niña tuvo este sueño cuando .q>n_taba oc½>_�ñ:9�-_y__.9p<:.._�_h�llªp�---de�ªi;rollada_ de ..un_ J 1.i:n?do���!���meE�C.º�l:!P.EQ�trándose Pº�!P.lt;.�e_nt_ �_y� ,_7n_la fase de comienzo de la pubertad. Hacia esta época, lo inconsciente muestrasieiñptCüña1nqúietudy~agitación especiales, que se manifiestan con freeúencia mediante sueños de una gran energía creadora. Lo que ha de venir se halla aún oculto en lo inconsciente, y tan sólo puede aparecer al principio ante nosotros en forma de símbolos. Sabemos también que la niña falleció aproximadamente un año después de haber tenido este sueño; aun cuandp la· enfermedad infecciosa que la condujo a la muerte no pudo en modo alguno haberse apoderado. de su cuerpo en el momento en que apareció el sueño, es posible que la psique de la niña tuviese ya algún presentimiento acerca de la ·. misma. Jung afirma: «Por incomprensible que ello pueda parecer; c:=;;os vemos finalmente obligados a admitir que existe en lo incons­ ciente algo así como un saber a priori, o, mejor dicho, una "presen- \ da" de acontecimientos que se manifiesta en los sueños en forma de imágenes y procesos arquetípicos, los cuales .se hallan en una relación, conforme a sentido, con acontecimientos objetivos que no gu ardan con ellos ninguna relación causal reconocible, ni siquiera imagina165 �e» • Y en otro pasaje· dice: «Observamos, en ocasiones, cómo hacia el momento en que aparece una enfermedad --o bastante tiempo antes- 166 tuvo lugar un sueño, con frecuencia de una precisión visionaria, que se grabó indeleblemente en la memoria y que du­ r�nte el análisis revela un sentido anticipador ( oculto para el pacien, te}, relativo a acontecimientos ulteriores de la vida» 167• Así, pues; incluso cuando entre el sueño y el correspondiente acontecimiento. existiese un lapso de tiempo de varios meses 168• Ante la mirada interior que contempla en sueños las imágenes arquetípicas se ilumi� ·. na, en forma de visión, el final ,·implicado ya en el destino 169• Pues el espacio y el tiempo son categorías que proceden de la consciencia;· de la «actividad diferenciadora» por parte de ésta. En lo inconsciente

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'" ]UNG: Synchronizitii.t, pág. 33. El subrayado es mio. JUNG: Symbole der Wandlung, pág. 83. 164 Esto es también válido cuando un sueño de esta índole aparc::cc:: fuera de un análisis, permaneciendo así oculto su sentido para el sujeto, pero ulteriores acontecimientos de la vida lo confirman. 169 «Todo aquello que es antiguo en nuestro inconsciente:: alude a lo veni­ dero», dice JuNG (Psychologische Typen, pág. 549).

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En favor de ello habla el hecho de que evidentemente mantenía una especial relación, incluso «íntima», con el mundo de las imágenes interiores, ya que de lo contrario no habría tenido la ocurrencia más bien insólita en una niña de su edad, de entregar a s_u pad�e la I colección de sus sueños como regalo de Navidad. Debían poseer para ella un elevado valor, los tomaba en serio y les concedía impor­ tancia..:.J;I sueño ckLrnoiroal malo>u;:r_ª el último de esta serie. En él se· plantea el- problema central de 1� bipofarid�d .Inmanente la . psique y la doble naturaleza animal-divina del hombre, existente en. el sí mismo como tensión entre contrarios que se intensifica hasta alcanzar un nivel de desgarrador conflicto dramáticamente manifies­ to 173• Posiblemente representa así una especie de resumen o bien dota de sentido final a la serie de sueños precedentes. : La divinidad ha vencido, el mundo de la luz parece asegurado, 1 pues. el monstruo ha muerto y los «pequeños animales» renacidos -

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170 Basándose en san Agustín, Jung ha expresado esto. certeramente con las siguientes palabras: «Aquello que acontece. sucesivamente en el tiempo es simultánea en el Espíritu divino» (Synchronit.itiit, pág. 106, nota al pie) .171 JuNG: Gestaltungen des Unbewussten, pág. 66. 172 «La experiencia muestra que los mandalas individuales ( el esquema básico de nuestro sueño puede considerarse como un mandala) son símbolos de orde­ nación y por ello aparecen en los pacientes, sobre todo, en é pocas de desorien­ t:i.ción psíq?ica o bien . de reorientación en la vida. A modo de círculos mágicos f1¡an y �n¡uran a las potencias no sometidas a ley, del mundo de las tinieblas Y constituyen un orden o bien lo producen, transformando así al caos, en cosmos» (JUNG: AION, pág. 56). 171 Po� lo que se refiere al «sí mismo» y a su antimonia inmanente remito a lo� escritos de Jung y en primer término a sus libros Psychologie und Alchemie Y A.ion, asf como a los dos tomos del Mysterium Coniunctionis.

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pueden continuar desarrollándose en libertad , sin amenazas. La de s­ aparición del mundo oscuro puede haber proporcionado al principio un tranquilizante, e incluso liberador, sentimiento de amparo. Otorg� a la psique de la niña, de modo compensador, aquella fe y a:qudla 6le'ri:ten'te-en la vfda" vigiI."l?r�isa:j s�gur1 a e as que careijr06"a""' mente-aáq�Iló� 'i-ilño's p�otegido--;; '.y"'p'sfqüicamcentesensíbles,. e1+.tre los cuales· se contaba probablemente la pequeña soñadora, la angÚstia d iurna, que ellos apenas reconoce n como tal, es respondid a por sue-:- ñas que dan lugar a alivip 174• La angustia, una angustia vaga e inde­ finida, es un síntoma frecuente en los niños.��f�tij,,. -�$...clili:r.enciao, l:l1J.�.J.1J1gtmia...aut:e, la..ll'id::i..�,.Jaw¡µ;¡.g µ§��---ª!!!S · . la muerte, estando ambas muY.,_P.rÓ��J, Los niños viven un "mundode gig'antes todopoderosos, los adultos, y tan sólo difí­ cilmente se adaptan al combate entre el bien y el mal. La derrota del mundo inferior, del óscuro adversario de los dioses luminosos es; -sin embargo, tan sólo pasajera durante la vid a terrena, y únicamente se d a en sueños y fantasías. En vano podría refugiarse la psique de la niña en un mundo permanentemente luminoso, en el «cielo», ya que perdería entonces el contacto con la realidad . Es �lgo correspond iente a la condición del ser humano que ambas potencias se combatan también en el trasfondo psíquico, y su constante lucha forma parte de lo parad ójico ele la vid a. . . . ... .g_i:i)a tl?�rició!!,.d���,�04�e hemos comentado -?Y-�'$ti ..,,-Q.�,b�E, I�enido estados de _exc1t��10-;;· EE!:.E?.:Eª��:-::-s,.9;:1fü��� ....�-'!ual�� .�C?::1 _er�ñtórñoy'a'ñsÍedact .'ánt_\':_ l9__que_ -�fl-��ff:.J?!-19i�ri1. �!1.�-�-�Ae-�.s�; ro. La lucha entre el bien y el mal, extendida hasta las mas hondas 'p°?ofund idades psíquicas, proble mática que ha de ser suprimida y. resuelta mediante «interY-ención superior», así como un presenti­ miento inconsciente acerca del próximo final de la vida. Sin embargo, si nos apartamos del habitual planteamie nto de preguntas, del «¿de dónde?» y de l «¿por qué?», y en lugar de éstas -y _de acue rd o con , la psicología analítica de Jung y del carácter finalista de los procesos de « ¿por psíquicos--, nos planteamos el interrogante . .. qué?» se __ha .. . .. .., -· -· - . __..........----···�·�-,�··· En un interesante trabajo sobre «La autorregulación anancástica en las crisis de la vida» ( «Die anankastische Selbstregulation in Lebenskrisen,,., Der Nervenan:t, fase. 10, octubre 1954), R. Bilz, de la Clínica Neuropsiquiátrica de Mainz, dice lo siguiente: «En é:l niño existe un "iatros" interior, un psicotera­ peuta... existe un regenerador del equilibrio endógeno, al servicio del sujeto, que da lugar a la "restitutio ad integrum"...,.Estamos efectivamente convencidos de que existe una "dirección artística" de la autocuración, que dispone de meca­ nismos catárticos lúdicos y la "dirección" del sueño parece servirse de dichos mecanismos para restablecer la salud».

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tenido precisamente este sueño, en esta forma, con este contenido '.··,, Y en· este momento?, llegamos a otra conclusión, digna de tenerse \ -� en cuenta Y que puede servir de indicación orientadora. También un ( ) �ueño, sobre todo ':1ªn�� está dotado d e· gr_an fuerza expresiva, al ( _• . J 1gual que a . part1c1pac1on en misterios e iniciaciones, en ritos . y cultos o e n 1espectáculos que conmueven profundamente , puede dejar (J la _certeza �e Una �xperiéncia directa y conci;et�, como si �1: qui;! ha . C,_J . sonad o hubiese temdo la experie ncia en estado vígil. El sueño queda ( . así grabado desde el interior de la psique y actúa sobre ésta_ de un ,j mod o efectivo, aun cuando no vaya acompaÍ1_ado pór ningún acontecim�ento exterior e incluso, la mayoría de las veces, sin ad opción ( alguna de una actitud consciente por parte · del yo. Aquel que en la \;.) parábola representad a por un sueño, como en el del «animal malo», (4' . ha participado en el misterio de la muerte y la resurrección, ha expe( ('.\ �rime�tado ya �n el fondn de su corazón que el final puede Ser, ·al mis�o tiempo, un comienzo. Y que es posible -si bien tan sólo (� en súeños- sufrir la muerte y no perecer sin embargo; salir vivo del C, } cuerpo del animal del caos, retornar de la oscura noche del mundo (� inferior. Todo ello persistirá siempre como una vivencia única de � imponente intensidad. Despertará así en el alma la suave intuición posibl inmortal idad , apaciguando el te mpestuoso leaje de �� ' � � � o .. . . . Nacimie nto, vi�müerte_ y resurr_e;p:ión_,.J,_or¡.__c:;uatrq.3§.P�J:.9.L9_; \. • un 'mi�q;i..Q.lnJ�i�iQ,.__entÍdos.cuales no. existe sol_ución de continuid ad . ( � •· si no exist� tal �uptura, desap�re�-� t��bién ;����f; -a���� (, :: _ sueno_puede __entende.rse:__q_lJ.tz¡is •.comq� � · muerte. �i,._considerad.o ...el . . : una «tentativa». por parte· de Jo ,.inconscie_nte _para. pr_esentar a .l?....) \;:Y \. p����0�·a;do��. p9�. �na__ -�?r�� YPª.J�!ger:i:.�?-�;�.i� _?I��prd �ªL ·,. () IT.:ª�--!!3:f!.l_�}�g__el cammo qu�, a_Jraves_de Ja__muert_\':, .conquc:e Jl .riu��::;: ·-( ,) , / �da--... 1 (' \¿J · ¿Es ésta la verdad que e l sue ño quería comunicar a la niña? ¿Le fue concedido como orientacic5n y consoladora perspectiva, como \) auxiliadora revelación? ¿Quién sería capaz de decidirlo? ()

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«Ningún sueño dice: "tú debes" o "ésta es la verdad". Presenta una ,imagen, al igual que la naturaleza hace que crezca una planta, y a nosotros compete deducir de ello conclusio­ nes ( ... ). Para comprender su sentido hay que dejarse confi­ gurar por él. Y entonces comprendemos también qué es lo que logró: Ha conmovido ?.quella sanadora y redentora profundidad psíquica en la que ningún individ uo aislad o se ha separado aún

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PSICOLOGIA Y PSICOAi"JALISIS Abrahamsen, David. La mente asesina. Ad1er, Alfred. Superioridad e interés socia[ Aisenson Kog:m, Aída. Cuerpo y persona. Alcock, Theodora. La prueba de Rorschach en la práctica. Baldessarini, R. J. La quimioterapia en psiquiatría. Bally, Gustav. El juego como expresión de libertad. J3¡qulc, H. Psiquiatría moral experimental. Bettelheim, Bruno. El coraz6n. bien informado. Bettelheim, Bruno. Fugitivos de la vida. Bettelheim,. Bruno y Morris Janowitz. Cambio social y prejuicio. Blair, G. M.; R. S. Jones y R. H. Simpson. Psicol.ogía educacional. Bowlby, John. Cuidado maternal y amor. Campbell, Joseph. El héroe de las mil caras. Clark, Kenneth B. El patetismo del poder. Coles, R. Evolución de su obra. Ch:lteau, Jean. Las fuentes de lo imaginario. Die!, Paul. El miedo y la angustia. . Die!, Paul. Los principios de la educación· y de la reed ucación. Diel, Paul: Psicoanálisis de la divinidad. Dührsscn; Annemarie. Psicoterapia de niños y adolescentes. Erikson, Erik H. La adultez. Escalona, Sibv1le Korsch, y Gracc Moore Heider. Pred�cción y resulta,. dos. Un estudio robre él desarrollo del niño. Esterson, Aaron. Dialéctica de la locura:. Fabry, Joseph B. La búsqueda del significado. Frcinet, C. La educación por el traba;o. Freud, Sigmund, y Oskar Pfister. Correspondencia: 1909-1939. Fromm, Erich. La misión de Sigmund Freud. Fromm, Erich. La revolución de la esperanza. Fromm, E., y M. Maccoby. Sociopsicoanáli.sis del campesino mexicano. Fromm, Erich. Psicoa:nálisis de la sociedad contemporánea. Fromm, Erich. ¿Tener o ser? Fuente, Ramón de la. Psicología médica. Garret, Henry E. Las grandes realizaciones de la psicol.ogía experimental. Grossman, Carl Michael y Sylva. El psicoanrn.ista profano. Hartmann, Heiruz. Ensayos sobre la psicología del yo. Hesnard, A. La obra de Freud y su im.portancia para el mundo moderno. Homev, K. El nuevo psicoanálisis. Jung, Carl Gustav. Respuesta a Job.

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