El Alma De La Toga

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UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DE LOS LLANOS OCCIDENTALES EZEQUIEL ZAMORA UNELLEZ VICERRECTORIA DE INSFRAESTRUCTURA Y PROCESOS INDUSTRIALES PROGRAMA DE CIENCIAS SOCIALES-CARRERA DE DERECHO V.I.P.I SAN CARLOS

FRANCISCO PINTO 17.890.166

SAN CARLOS OCTUBRE 2016

INTRODUCCION Estas líneas están encaminadas a una breve reflexión sobre la ética del ejercicio profesional del derecho, en el sentido de principios y conclusiones de la ética concreta aplicada a la vida profesional. Nos referiremos a la permanencia de unas líneas maestras que han sido fundamentales en la concepción de la Deontología del ejercicio del Derecho. Se intenta discernir el papel de la ética en la evolución del derecho contemporáneo y aproximar al individuo común al rol desempeñado por los abogados en los tribunales y fuera de ellos. El comportamiento incorrecto de un letrado daña al cliente y produce un claro perjuicio en los abogados honestos, dañando su imagen. El abogado tiene una responsabilidad social y

la

sociedad no perdona las actuaciones negligentes e

irresponsables. Lograr que un abogado sea un buen profesional depende de muchos factores: lo procesos de formación teórica deben mejorar en un mundo tan cambiante como es el actual de nuestra Sociedad de Redes, así como los Colegios deben implicarse más en el cumplimiento por parte de los colegiados de las normas deontológicas. La enseñanza de normas éticas en los estudios universitarios nunca se puede considerar excesiva y, sin embargo, se relega a asignaturas irrelevantes perdidas en los cursos. Los cambios a realizar, requieren una implicación profunda por parte de los letrados pues sin su acción las normas deontológicas caerían en terreno estéril y no darían fruto alguno. Dentro de un Estado de Derecho, el buen funcionamiento de la justicia es fundamental pero esa justicia debe fluir a través de la interpretación de la ley. La misión del abogado es contribuir a su realización: dar a cada uno lo suyo. El progreso económico ha descubierto nuevas posibilidades para la persona y un despliegue tan variado de necesidades ha provocado en el hombre la obsesión del consumo. Sus deseos ya no están circunscritos a la mera necesidad de subsistencia sino que aspira a satisfacer sus necesidades como persona humana.

El

abogado ofrece sus

servicios

profesionales y, a través de ellos, contribuye a satisfacer necesidades humanas como la seguridad y tranquilidad.

La abogacía, cumple una función social. Los intereses particulares deben articularse a los intereses generales de la sociedad. Por lo tanto, la misión pasa de individual a colectiva. Su labor se desarrolla en medio de una importante preocupación para la sociedad sobre sus poderes reales y, en consecuencia, es objeto de severas regulaciones legales. El abogado debe tener presente la alta función que la sociedad le confía, que supone la defensa efectiva de los derechos individuales y sociales que son la espina dorsal del Estado de Derecho. La relación Abogado, Cliente, fundamentada en la confianza, tiene caracteres específicos que la diferencian de otras relaciones profesionales: por un lado el letrado se halla sometido a reglas de actuación específicas debido a su pertenencia a un Colegio Profesional; por otra parte, se destaca el deber de conocer las reglas técnicas del Derecho, cumpliendo obligaciones objetivas de diligencia. El abogado se convierte en custodio de la intimidad personal de su cliente y de su inalienable derecho a no declarar contra sí mismo. Se refuerza de esta manera la protección del derecho a la intimidad recogido en la Constitución, por lo que no puede divulgar todo aquello que le sea comunicado por su cliente ni por otro abogado. Todo ello, con la finalidad además de evitar el lucro del abogado por la utilización de información que haya adquirido como consecuencia del ejercicio profesional. La prohibición se convierte en derecho de guardar secreto respecto a todos los hechos que conozca como consecuencia de su actuación. El secreto profesional y la confidencialidad son deberes y derechos del abogado que se extienden más allá de tiempo en la prestación de servicios del cliente. Regulados históricamente tanto por normas deontológicas como por la legislación ordinaria. Considerado como uno de los pilares básicos para el perfecto ejercicio del desarrollo profesional, debe acompañarse de plenas garantías.

DESARROLLO La justicia es uno de los valores fundamentales que debe respetarse y practicarse dentro de un Estado si se quiere que dentro de su territorio y entre sus asociados reine la paz y la armonía, el jurista romano Ulpiano al definir la justicia dijo que consistía en la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno su derecho, a la vez que sentó las bases del derecho en tres condiciones fundamentales: vivir honestamente, no hacer daño a nadie y dar a cada quien lo suyo. Es natural que las personas prefieran convivir tranquilamente en comunidad, es por eso que establecen leyes para regular sus relaciones, siendo característica principal gracias al movimiento constitucionalista liberal, la igualdad de derechos entre todos los miembros de la sociedad, pero también es natural que por el efecto de convivir en sociedad se generen conflictos por razón de los diferentes intereses que mueve a cada una de las personas que la integran, tarea importantísima del Estado es la de resolver esos conflictos de manera que se restablezcan los derechos de quien haya sido víctima de su vulneración. La mejor forma en que el Estado cumpla esa función de administrar la justicia, y como intervienen las partes involucradas en un conflicto es la materia que ocupara este breve escrito. Que los juicios sean orales, públicos, sencillos, de única instancia, juzgados por un tribunal colegiado y que en algunos de ellos no se requiera de la representación judicial de un abogado, como lo propone Angel Ossorio en su obra “El alma de la toga” no es ninguna novedad, pues ya hemos visto como sucedió así en el juicio de Sócrates, pero precisamente si algunas cosas han cambiado considero que solamente es para bien de quienes acuden a la administración de justicia ya sea como parte activa o pasiva de una litis, por ejemplo, que mejor garantía de un justo juicio que tener la posibilidad de acudir ante un juez de superior jerarquía que se supone que tiene mayores conocimientos jurídicos y experiencia para que revise que la sentencia que decidió el pleito no contenga errores y de haberlos los corrija, no se podría esperar que el mismo juez de primer grado corrija los errores que se le planteen porque su orgullo propio ni siquiera le va a permitir advertirlos, mucho menos modificar una posición tomada. La publicidad, oralidad y sencillez son características que van de la mano, de que le sirve a las partes y al público poder asistir a las audiencias a ver y escuchar el debate si este

no es comprensible para ellos debido a la cantidad de tecnicismos que utilizan los abogados y el juez, si la finalidad de la publicidad es lograr la legitimidad de las decisiones judiciales no podría esta darse cuando el público no entiende la razón del sentido de la sentencia. En cuanto a la eficacia de la administración de justicia, en nuestro país lo que más la compromete es la congestión de procesos y por lo tanto la duración de estos y a lo anterior súmese las técnicas dilatorias ejercidas por algunos abogados, algunos dicen que tanta congestión se debe a la falta de compromiso de los jueces y otros que a la falta de recursos con que cuentan para facilitar su tarea, nosotros pensamos que lo que congestiona la justicia, si bien en parte puede deberse a lo anterior, también debe tenerse en cuenta la raíz del problema, esto es, la constante violación a los derechos de las personas, que solo puede solucionarse de manera integral, aunando esfuerzos progresistas en materia económica, política y social, donde en realidad prime el interés general y no el particular de quienes administran el tesoro público, de esa forma todos tendríamos una buena calidad de vida y no sería necesario involucrarnos en problemas para satisfacer necesidades. Por último, el punto que más nos importa, con el que concluiremos el tema, analizándolo no solo como requisito para una buena administración de justicia, sino también en el aspecto ético, se trata de la posibilidad de ser representado en un proceso judicial por medio de un abogado, puede que esto resulte un poco costoso para las partes en disputa, pero con ello se asegura una mejor defensa, ya que el abogado a eso se dedica de forma técnica, para eso se educó, ahora, que lo haga bien y que el fallo resulte favorable es algo que no podría asegurarse, pues esto depende de muchos factores, entre ellos la sinceridad del cliente al narrar los detalles del caso, como sea, habrá una sentencia que a una parte beneficie y a la otra no, dando como resultado el acrecentamiento de la fama de uno de los letrados por un lado, y por el otro el desprestigio popular de su contrincante, porque por lo general ante el público, la culpa de la derrota no es otra que la mala actuación del apoderado. Para un abogado no existe juez más estricto que la opinión pública sobre la forma e idoneidad con que ejerce su profesión, son ellos quienes contribuyen a darle la fama que se merece, aunque a veces no se le califique correctamente por razón de otras causas ajenas a su eficiente desempeño, como el dejar de actuar en algunas causas por motivos de tipo

moral, entre otras, aspecto que tiende a desanimarlo en el ejercicio de su carrera, pero el verdadero abogado debe saber y comprender que en su oficio puede encontrarse con muchas situaciones injustas, lo que no es motivo para claudicar, sino que por el contrario debe motivarlo a hacer las cosas cada día mejor, aprendiendo de las experiencias vividas. En muchas ocasiones un fallo a favor o en contra de la parte que se representa puede ser previsible desde cuando se están escuchando las razones de la consulta, pero muchos abogados olvidan que antes que dejarse guiar por el ánimo conflictivo del cliente, deben estar por encima de la legalidad y darle un consejo que verdaderamente resuelva su conflicto sin tener que acudir a un despacho judicial, aunque eso represente menos honorarios que asumir su defensa ante un juez, otros abogados no pensaran lo mismo porque tienen una moralidad diferente, se han dejado influenciar por la economía capitalista o están pasando por situaciones económicas precarias que lo conducen a confundir a sus clientes con el fin de que resulten cancelándole mayores honorarios así el resultado no sea el mejor o el más justo. El criterio moral que adopte un abogado en su trabajo, cuando en realidad actúa como tal y no como solo un experto en leyes que en su práctica laboral nunca ha pisado un despacho judicial o una sala de audiencias, puede ser o no el correcto, séalo o no, desde que lo criticable no raye el campo penal o disciplinario, tan solo redundará en perjuicio de su propia fama y por consiguiente de su solvencia económica, puesto que un abogado con mala fama pocos clientes tendrá, sin embargo por otro lado no faltara quien diga: “ese abogado podrá no tener escrúpulos y valerse de mañas, pero gana los casos”, entonces, lo más importante no es lo que se diga de nosotros, sino que amemos lo que hacemos y lo hagamos con respeto a la ley y a nuestros propios principios morales, sin olvidar que por encima de la ley debe estar la justicia, pues hay casos en que la aplicación literal de aquella causa agravio en esta. EL ALMA DE LA TOGA, ANALISIS GENERAL. El libro El Alma de la Toga, por Ángel Osorio, es un libro que ayuda a cualquier persona, sea abogado o no, a realizar su oficio con moralidad y ayuda a la persona a hacer una introspección de su vida, y de cómo la ha vivido hasta hora. Habiendo analizado a

profundidad la lectura, he llegado a comprender lo que significa en verdad ser abogado, las cualidades que debemos poseer, los obstáculos a los que nos enfrentaremos y como seguir motivados en el ejercicio de tan noble profesión. Los abogados hoy en día han perdido el amor por la abogacía, hay que hacer conciencia sobre este hecho, y hay que preguntarnos ¿por qué está pasando esto? Es de gran importancia que los nuevos abogados que están formándose o que están iniciando su carrera profesional en el campo, traten de emendar los errores que han, por mucho tiempo, manchado la reputación del abogado. Es hora de que cada uno de nosotros nos dediquemos a ser realmente abogados y de preocuparnos por no caer en la corrupción, en la falta de ética profesional y en el quebrantamiento moral. Al analizar el libro llegue a la conclusión de que un abogado no sea hace dentro de la aula de una universidad, ni lo es solo por el hecho de llevar el grado de Licenciado en Derecho, no, el abogado es aquella persona que dedica su vida para abogar por otra, dando consultas y ejerciendo la profesión de manera continua e ininterrumpida. Para ser un verdadero abogado es menester tener una sólida creencia en las habilidades de uno mismo y contar con una fuerza interna. Esto lo afirmo de la siguiente manera, el hombre, independientemente de cual sea su oficio o su profesión, debe sobre todos y todas las cosas creer primordialmente en sí, es decir, que la fuerza que no halle en sí mismo, no la encontrará en ninguna otra parte. Una recomendación que da el autor del libro, Ángel Osorio es “fiar en sí. Vivir la propia vida. Seguir los dictados que uno mismo se imponga y desatender lo demás”. Es dentro de nosotros, cuando hacemos una introspección profunda, que encontramos la fuerza de nuestras

convicciones,

la

justicia,

y

la

ímpetu

para

luchar

por

ella.

La persona que ejerza la abogacía debe tener una moral sólida, siempre actuando según su conciencia, tratando que esta esté lo más limpia posible. La rectitud de la conciencia es lo que distingue a un buen abogado de los demás, es de gran importancia que el abogado siempre actué dentro de su moralidad, porque solo así podrá rechazar casos que vayan en contra de sus principios, así su cliente le dé o prometa las perlas de la virgen.

El abogado, debe guardar secretos de confesión como si fuera un cura, esto es algo de suma importancia, que los hechos o las cosas que los clientes le hagan de conocimiento a los abogados, estos los guarden, ya que el abogado tiene que proteger y respetar la información que le fue conferida, en virtud de su integridad y el abogado por ningún motivo ni bajo ninguna circunstancia debe quebrantar la confianza de algún cliente, ya que sería para perjuicio del él mismo. Esto está muy correlacionado con la moralidad del abogado y con la rectitud de su conciencia y es, para muchos, un punto débil, ya que es de naturaleza humana el ser difundidores de información. El abogado debe tener muy claro que, él y su cliente son dos personas diferentes, y que si bien es cierto que está recibiendo una remuneración por sus servicios, esto no implica que deba casarse con los enemigos ni problemas de su cliente, siempre se debe mantenerse al margen, para que de esta forma, se pueda defender de una mejor manera a nuestro cliente. La naturaleza del abogado es ser libre, detestando la jerarquía, es por eso que muchos postulantes aman la independencia que la profesión conlleva. Es importante que el trabajo lo hagamos con amor y dedicación, ya que no hay nada peor en la vida que hacer algo que uno no quiere o que detesta, y nuestra profesión se convierte en nuestra carcelera. La abogacía es un arte, donde el artista principal es el abogado y su instrumento que sale a relucir son las palabras. Las palabras que emplea el abogado pueden ser escritas o habladas, y estas consisten en el arma más potente del abogado, tanto para erguirlo como para destruirlo, es por eso que es menester, que el abogado se nutra y enriquezca su mente, creándose un hábito de lectura crítica y de estar siempre informado de los acontecimientos que suceden alrededor de uno. La justicia debe ser sustanciada por medio de la palabra, al hombre le dada la palabra para que, mediante ella se entendiera con sus semejantes y es por esto, que el abogado, más que cualquier otra persona, debe desarrollar este talento y explotarlo al máximo, porque solo así, podrá salvaguardar la integridad de su cliente y por ende la suya. Los abogados, debemos empezar a practicar nuestra profesión, de tal manera, que no quede duda alguna de nuestra integridad como persona. A través de la abogacía podemos ayudar a

muchas personas y tocar muchas vidas, sea de manera positiva o negativa, esto es algo muy importante, darnos cuenta de cuánto peso e influencia tenemos. Es indiscutible que nosotros como futuros abogados tendremos o ejerceremos funciones transcendentales, las cuales no pasaran desapercibidas en el ámbito social, el rol que el abogado tiene en su entorno social no es desconocido, pero es vergonzoso reconocer que la actividad del abogado, es de manera muy frecuente asociada a la transgresión de los principios éticos.

Es cierto que a través de los años, los abogados han perdido valores fundamentales para desarrollar la abogacía de forma ética y con moralidad, y si bien mencione en el principio que los abogados no se forman en aulas universitarias, sería nefasto negar la gran influencia que los maestros y los programas universitarios tienen el formación del abogado. Es por eso que lograr que un abogado sea un buen profesional depende de muchos factores: las universidades deben implementar cursos deontológicos tanto a su alumnado, como a sus docentes, ya que la enseñanza de normas éticas en los estudios universitarios nunca se puede considerar excesiva y, sin embargo, se relega a asignaturas irrelevantes. Los cambios a realizar, requieren un compromiso profundo por parte de los docentes pues sin su acción las normas deontológicas caerían en terreno estéril y no darían fruto alguno. Como pude apreciar, el abogado es un ser completo, que ante todo debe velar por sus principios y no dejar que nadie influya en ellos, siempre debe conducirse de forma ética y moral, y sobre todo debe amar lo que hace. La formación del abogado se lleva a cabo tanto en las aulas como en el campo, es menester, nunca perder de vista nuestros sueños y tratar de alcanzarlos de la forma más recta posible, sin pasar por encima de los demás, siempre teniendo en cuenta que las personas son un fin en sí mismos y no un medio para lograr lo que nos proponemos. ¿QUIÉN ES ABOGADO? No se es abogado por tener un título, se requiere más que el simple conocimiento que dan las aulas, el abogados se hace ejerciendo su profesión de manera honorable y permanente, aprendiendo las lecciones del día a día, aunque por actos

de otros son señalados para bien o para mal, siguen ejerciendo su profesión con honradez, ese es el verdadero abogado. LA FUERZA INTERIOR, no la encontraremos en otra parte si no en nosotros mismos, no quiere decir que no creamos que hay un ser supremo que es nuestro dios, sino que para lograr nuestros objetivos hoy que superar cualquier cantidad de obstáculos, como señalamientos, decisiones erradas por parte de un juez y cualquier cantidad de cosas sean buenas o malas si no nos fortalecemos internamente nos derrumbaremos, pero si creemos en nosotros mismos sin importar cuan dura sean las críticas y los problemas saldremos adelante y seremos abogados exitosos. LA SENSACIÓN DE JUSTICIA, es algo que como seres humanos experimentamos día a día el derecho positivo no nos permite tener un conocimiento amplio de la vida, el derecho está plasmado en los libros y al estudiarlo estamos en paz, pero lo que la vida reclama no está escrito día a día vivimos sentimos y

por lo tanto el que tenga la intuición y la

capacidad de afrontar y resolver de manera amplia cualquier situación y alcanzar esa sensación de justicia será abogado. LA MORAL DEL ABOGADO, si bien el jurisconsulto debe tener una moral intachable, el drama de hoy en día es que nuestra profesión nos a dado la fama de que los que la ejercemos somos inmorales, pues la verdad no es esa, el abogado es uno de los profesionales más moralistas, si bien reconocemos que el concepto de la moral en nuestra profesión esta prostituido a causa de algunos, tenemos que decir que la abogacía se fundamenta en la rectitud de la conciencia esa es la piedra angular de la carrera. EL SECRETO PROFESIONAL, es algo que el abogado debe guardar con recelo ya que su cliente lo cuenta confiando en su discreción y profesionalismo, se puede revelar un secreto para salvar de la cárcel a un inocente pero nunca para lucrarse o simple mente para comentarlo en tono de burla pues eso nos deja en entre dicho como profesionales. LA CHICANA, en el ejercicio el abogado se encuentra con muchas trabas una de ellas es la llamada chicana, que es una forma de retrasar el proceso de un caso, el dilema es ¿será buena o mala?

¿Es malo robar un pan para un niño hambriento? En el derecho siempre

habrá cosas que parecen malas pero se hacen para bien y algunas que parecen buenas se

hacen para mal, todo depende de nuestro criterio pero algo debe quedar claro todo lo que se hace debe ser en pro de la justicia. LA SENSIBILIDAD, en el abogado como en cualquier ser humano está presente, sin embargo, debe preparase para afrontar lo que a diario se ve en el ejercicio, en la defensa de un caso vale más la calma y la cordura que la pasión desenfrenada y la ansiedad, los sentimientos del abogado no pueden ser vulnerados por ninguna situación, se imaginan un doctor que llora por que se le muere un paciente, poco a poco se va derrumbando hasta que decide no ejercer más, así es con el abogado debemos dar seguridad a nuestros clientes, entender lo que sienten pero nunca dejar que lo que sucede nos aflija. EL DESDOBLAMIENTO PSÍQUICO, no significa que como abogados dejamos de ser nosotros para transformarnos en nuestros clientes, al contrario entender y conocer los sentimientos de ellos renunciando de forma humilde a ciertos aspectos, pero también desde otro punto ser uno mismo utilizando un conjunto de facultades las cuales son irrenunciables. LA INDEPENDENCIA, nosotros como abogados gozamos de ella en casi todo el sentido de la palabra, pero nunca falta una persona que con sus concejos desmedidos trate de esclavizarnos y comprometernos, puede ser un familiar, un cliente o cualquier otra persona cercana siempre presentan propuestas que a su parecer solucionan el problema. Un abogado depende de sí y obedece solo a la ley y a su criterio, actúa bajo su propia convicción, pues es dueño de la libertad que le proporciona el ejercicio de su profesión. EL TRABAJO, se debe hacer con gusto logrando así acertar en la vocación y viendo en el más que un modo de ganarse la vida, sino la válvula para la expansión de los anhelos espirituales, es liberación, exaltación y engrandecimiento, de otro modo es insoportable esclavitud que solo se compara con vivir con una mujer que uno no ama. EL ESTILO FORENSE, se puede ser o no ser abogado pues nadie nace por ley natural obligado a hacerlo, pero si has de hacerlo hazlo bien. El abogado es un escritor y un orador, es dos veces artista si no lo es será solo un jornalero del derecho, un hombre que solo pone palabras en el papel no es un verdadero defensor de la sociedad y la justicia. Digo que es escritor porque redacta el hecho acaecido en su escrito con una pulcritud para lograr el

entendimiento de los jueces. Es orador, porque atreves de su argumento explica los hechos con un poco de drama, no es lo mismo decir mataron a “y” que como mataron a “y”, claro por ningún motivo debe olvidar la veracidad de las cosas, no se trata de hacer ver lo negro de color blanco, se trata de ver lo blanco del color que es blanco no se puede mentir en el lenguaje forense, se debe estar claro que el propósito del abogado es perseguir la justicia. EL ELOGIO DE LA CORDIALIDAD, A menudo se presentan situaciones de desconfianza entre jueces y abogados, que si va a pronunciarse en mi contra, que si recibió dinero, que si está defendiendo un delincuente, que si lo que está diciendo es una falacia, todas esas cosas que hacen que las relaciones entra jueces y abogados se hagan difíciles, bueno sería que ambas partes actúen dejando a un lado tanta suspicacia, y en vez de tanto desaire fueran más cordiales entre sí, ya que esto le aria un bien a la justicia. CONCEPTOS ARCAICOS, a veces los jueces usan conceptos antiguos como: si no está escrito no es ley, a veces se debe aplicar justicia por intuición eso no es del todo malo algunos letrados entorpecen los procesos con formalismos innecesarios sin tomar conciencia de la evolución del derecho, simplemente se hace un llamado a la reflexión cuando los jueces y abogados entiendan eso la justicia se aplicara de manera más efectiva lo cual significaría un avance en la sociedad. EL ARTE DE LA ABOGACÍA, alguien dijo que el abogado es una bestia nociva para el arte, y eso no es verdad, el abogado es un artista de elite, el utiliza la palabra escrita y hablada que es la expresión artística más grande y sublime de la humanidad, cuántos libros no han sido escrito por la pluma de grandes juristas, es por eso que el abogado es considerado un artista en su máxima expresión. LA CLASE, Es interesante ver como en una profesión como la abogacía existe esa indiferencia hacia lo ajeno, y que al finalizar un juicio ambos abogados puedan ir a tomarse un café sin molestia alguna. Y es que la gente tiene esta idea equívoca de que los abogados deben vivir en constantes luchas y pleitos con todo el mundo y no es así, a pesar de que hay cierto desdén, aunque, elegante. Bastante lamentable es que el abogado trabaje junto a tantas personas y no tenga la mínima idea de lo que ocurre en sus vidas. Esto se da en su mayoría porque el abogado tiende a ser muy individualista, puesto que el abogado nunca

estudia fuera de sí mismo. Aparte a esto, es de mucha relevancia mencionar que el autor nos dice que al hablar de clases no quiere decir que existan niveles de superioridad o algo por el estilo, sino que hay diferenciación a como cada persona realiza sus deberes sociales CÓMO SE HACE UN DESPACHO, Aunque el autor nos dice que en verdad tiene sus dificultades el asociarse con otros abogados para formar un despacho, por las posibles diferencias de opiniones y por la división del crédito de un juicio si a final de cuentas es solo uno el que se involucra; yo opino que es una buena estrategia, aunque en definitiva, a la hora de asociarnos debe de ser con quienes compartan nuestros mismos ideales. Me parece que el anuncio no tiene nada de malo, siempre y cuando no caiga en arrogancia o en ofensas hacia algún compañero letrado. Y al hablar de exhibición, solo podría decir que si desde un principio no nos vamos involucrando en el medio jamás podremos llegar a demostrar nuestras capacidades. En otras palabras habremos estudiado por gusto, porque de no ejercer, no podemos llamarnos abogados. ESPECIALISTAS, un abogado debe de saber de todo. Simplemente, sería algo inconcebible que se le preguntara a un abogado que trabaja como asesor legal en un banco sobre algún problema penal y no sepa que decir. Las especializaciones no son del todo malas pues siempre hay un aspecto de la profesión que nos llama más la atención, sin embargo, tener conocimiento de todos los aspectos que constituyen el campo de la abogacía es lo que nos lleva a ser abogados completos. LA HIPÉRBOLE, El autor nos hace un llamado de atención, diciéndonos que no es necesario hacer uso de la hipérbole. Pues aquellos abogados que gozan de tener buen gusto, dignidad y pudor, se dan cuenta que no es necesario llamar la atención exagerando las cosas. Ya que con un buen argumento, sencillo, pero bueno, basta. LA ABOGACÍA Y LA POLÍTICA, Es común que la mayoría de los que ejercen la política no sean Abogados, ni siquiera Licenciados en Derecho. Es por eso que vemos que el país no avanza, porque simplemente nuestros dirigentes no están lo suficientemente capacitados para hacerlo. En mi opinión muy personal, me parece que para ejercer un cargo público tan importante como Diputado por ejemplo, debe ser abogado. Y así mismo como nos dice el autor, no es común que un político quiera ser abogado, pero si se dan

muchísimos casos en los que los abogados quieren ser políticos. Y es de lo más normal pues es una de las cosas a la que todo abogado está llamado. LIBERTAD DE DEFENSA, No me parece adecuado que un particular pueda defenderse por sí mismo. Sí, tiene razón cuando dice que es vejatorio eso que le impongan pedir justicia por boca ajena, pero ¿no es ese el motivo por el cual existen los abogados? Es tan absurdo como decir que yo tengo derecho a gozar de buena salud y por eso yo mismo me voy a prescribir los medicamentos que necesito, sin saber si funcionarán o no. Por algo están los doctores que han estudiado bastante como para saber que medicamentos debe prescribirle a la otra persona. Así mismo, me parece que no cualquier persona tiene el vasto conocimiento de las leyes que tiene un abogado, y no solo eso, sino el de saber cómo darle el correcto uso. EL AMIANTO, No me parece justo que por ser abogado, no se pueda tener acciones en alguna compañía o ejercer un cargo de administrador en ésta. Porque si bien es cierto, el abogado ejerce para lograr la justicia y ecuanimidad entre las personas, sin embargo, no por eso no significa que aparte de ejercer como abogado pueda ser un hombre de negocios. Así mismo como un abogado puede escribir un libro, publicarlo y hacerle publicidad, me parece que un abogado puede ser dueño de varias acciones. LOS PASANTES, No son muchos los pasantes que continúan ejerciendo la profesión de la abogacía, después de haber visto cómo funciona el bufete. Y yo creo que en realidad esto se da porque como el autor nos menciona hay verdaderos abogados que le piden al pasante su opinión con respecto a un caso y como procederían; y a su vez hay otros que hacen llamarse abogados pero en realidad no lo son pues limitan la capacidad del pasante y lo hace pensar que como abogado debe defender al que le pague sin importar lo demás, lo cual no debería de ser. Siendo pasante es que en realidad podemos ver cómo funciona la verdadera abogacía, puesto que en la Universidad aprendemos muchísimo sobre la abogacía, pero es solo teoría, en la práctica muchas cosas pueden variar. LA DEFENSA DE LOS POBRES, No debería haber diferenciación entre un pobre y una persona con más recursos, refiriéndome a su defensa legal. ¿Por qué al litigante pobre le ponen a un fiscal o un defensor público para que lo defienda? ¿Por qué no hacer que los

grandes abogados de renombre, y no solo ellos sino todos, en algún momento tomen casos particulares con litigantes pobres? Por decirlo de cierta forma, sería como un pro bono. El autor al final de este capítulo nos menciona unas breves medidas a aplicar, con las cuales no estoy de acuerdo. Comenzando por la segunda que nos dice que si el litigante pobre pierde deberá pagar un día de cárcel por cada 25 pesetas, esto me parece absurdo porque estaría como estableciendo que ser pobre es un delito, que por no poder pagar un abogado debe de pagar con cárcel ¿qué clase de insensatez es esta? Pero de igual forma las otras dos nos e pueden quedar por fuera. No me parece justo que el abogado o procurador encargados de la defensa del litigante pobre sean los que deban cubrir los gastos, y no solo eso sino que si no lo hacen no pueden ejercer. Les conviene muchísimo más no defender. LA TOGA, Es algo lamentable que en nuestra actualidad, los abogados no usen la toga en los juicios. Ya que así mismo como lo menciona Ángel Osorio, la toga inspira cierto grado de respeto entre las demás personas, es una distinción entre el abogado al resto de los presentes en el juicio o la corte. La imagen de quien porta la toga es de alguien bueno y sabio. LA MUJER EN EL BUFETE, Debo ser honesta, antes de leer este capítulo me imaginaba que iba a desbordarse de ofensas hacia la mujer y de razones por la cual las mujeres no deben trabajar en un bufete. Pero terminé por encontrarme con muchas virtudes que poseen las mujeres. A excepción de cuando menciona algo que me sonó un tanto despectivo y machista, diciendo que la mujer debe reputar su función como nobilísima y admirable, auxiliarle hasta donde sus fuerzas lleguen y el esposo necesite y ver los quehaceres de su compañero por la faceta glorificada y no por el prosaísmo pecuniario. Me parece que la época en la que el autor escribió el libro, que por cierto fue hace unos noventa años atrás, influye bastante en como el autor ve a la mujer. Por esto simplemente no voy a criticar al autor, pues creo que de haber escrito el libro en esta época hubiese omitido el capítulo, pues no haría diferenciación entre hombres y mujeres. HACIA UNA JUSTICIA PATRIARCAL, Las condiciones apetecibles e indispensables, según mi entender, para un buen procedimiento judicial, son estas cuatro: oralidad, publicidad, sencillez y eficacia. En breve hablaré de ellas. La justicia debe ser sustanciada por medio de la palabra. Esto por las siguientes razones: Primera. Por ley natural. Al

hombre le fue dada la palabra para que, mediante ella se entendiera con sus semejantes. La escritura es un sucedáneo hijo del progreso. Segunda. Por economía de tiempo. Tercera. El procedimiento oral es el supuesto imprescindible para la publicidad. Lo sustancial es que hablen a los jueces las partes o sus letrados. Cuarta. Por seguridad de que los jueces se enteran de las cuestiones. Claro que el Juez o Magistrado que recibe unos autos los debe estudiar hemos de suponer que lo hace. Pero los puede leer bien o leerlos mal o no leerlos. Puede entender todas las razones o dejar de entender algunas y en este último caso no tiene a quien pedir mejor explicación. DECÁLOGO DEL ABOGADO, Primero que todo, es muy importante mencionarlos. No pases por encima de un estado de tu conciencia, No afectes una convicción que no tengas. Hay que confiar en nosotros mismos y de creer que una causa no es justa, no debemos defenderla, pues nosotros estamos para hacer que prevalezca la Justicia, No te rindas ante la popularidad ni adules a la tiranía. No debemos dejarnos llevar por lo que digan los demás, ni sucumbir ante las tentaciones de dinero que nos puedan ofrecer. Nuestra integridad no tiene precio. Piensa siempre que tú eres para el cliente y no el cliente para ti. Es nuestro deber defender los intereses del cliente y para esto debemos dejar a un lado nuestros intereses personales y pensar en los del cliente. No procures nunca en los tribunales ser más que los magistrados, pero no consientas ser menos. Siempre debemos gozar de una alta autoestima, al fin y al cabo somos nosotros los encargados de luchar por la Justicia; pero, no debemos permitir que esto caiga en arrogancia frente a los demás. Ten fe en la razón, que es lo que en general prevalece. Debemos confiar en nuestros conocimientos y en todo lo estudiado, ya que así tenemos pruebas de lo que decimos y es más factible. Pon la moral por encima de las leyes. Nuestra integridad como abogados y nuestros valores siempre deben prevalecer por encima a lo que dicta la ley. Aprecia como el mejor de los textos el sentido común. No hay mejor guía para nuestro buen desenvolvimiento como abogados que el sentido común, debemos guiarnos por lo que nos dicta nuestra razón. Procura la paz como el mayor de los triunfos. Nosotros somos un medio para lograr la justicia, cuando haya justicia habrá paz, y es ahí donde podremos realmente decir que hemos triunfado. Busca siempre la justicia por el cambio de la sinceridad y sin otras armas que las de tu saber. No necesitamos de chicanerías, para lograr la justicia. Basta con nuestros conocimientos, ser sinceros y hacer buen uso de la palabra.

CONCLUSIÓN Este libro nos habla de lo que está pasando con todos los abogados y es por eso que los abogados no tienen conciencia de su profesión y que solo se dejan llevar por el mal camino y que no nos dedicamos a ser realmente abogados solo nos dejamos llevar por la corrupción. La abogacía es algo que nosotros tenemos que tomar con dedicación y no con interés y para poder ejercer la abogacía debemos dedicarle la vida entera para así poder pedir justicia y los que solo se dedican a la corrupción solo serán licenciados en derecho es por eso que existen muchas críticas hacia aquellos que son abogados debido al interés y no al amor a su título profesional ser abogado no es saber sobre el derecho si no conocer la vida pero los abogados deben de tener amor a su profesión ya sea mostrándole un interés a lo que hacen. Que debemos de dedicarnos con mucho apego y quien no tenga inspiración hacia la abogacía será un desaventurado que llegara a la corrupción. Y el estudiante en derecho debe ofrecer sus conocimientos para el bien de la sociedad y actuar apegados a las leyes y usar esto para el bien ya que este oficio es para hacer triunfar el bien y así poder estar tranquilos sin tener presente a la injusticia. También da unos consejos a los abogados. Hay que ser refractario al alboroto. Soportar la amargura de una censura caprichosa e injusta, es carga añeja a los honores profesionales. Debajo de la toga hay que llevar la coraza. El abogado no debe manchar su título con cobardía por media a las críticas de las personas y sin embargo el abogado no debe de ser ni frio ni emocionable y que sobre todo debe de actuar con toda su pación cualquiera que sea su negocio y poner sus conocimientos en práctica para el bien de la humanidad y aconsejar y proteger a la sociedad. Y para hacer esto el abogado debe de tener una buena comunicación con el cliente para así poder llevar a cabo su postura profesional y saber que el abogado no es el sino el cliente y que debe de entregarse para el bien del otro y que. Defender sin cobrar, defender a quien le ofendió, defender a costa de perder amigos y protectores, defender afrontando la injuria y la impopularidad. Y para tener esta profesión el abogado debe de tener libertad de expresión y conciencia sobre lo que hace desde que se crea para su trabajo el Abogado no depende más que de sí mismo. Es el hombre libre, en toda la extensión de la palabra. Solo pesan sobre él servidumbres voluntarias; ninguna autoridad exterior detiene su actividad individual, a nadie da cuenta de sus opiniones, de sus palabras ni de sus actos. De ahí en el Abogado un

orgullo natural, a veces quisquilloso, y un desdén hacia todo lo que es oficial y jerarquizado”. En cuanto a la manera de trabajar sería osado querer dar consejos, pues sobre tal materia es tan aventurado escribir como la del gusto. A mi entender, todas las horas son buenas para trabajar pero más especialmente las primeras de la mañana. Desde las 6 hasta las 10 y ahí va la razón. A partir de las 10 de la mañana nadie dispone de sí mismo. La consulta, las conferencias con otros colegas, las diligencias y vistas, las atenciones familiares la vida de relación y las necesarias expansiones del espíritu consumen todo nuestro tiempo. Hay que trabajar con gusto. Logrando acertar con la vocación y viendo en el trabajo no sólo un modo de ganarse la vida, sino la válvula para la expansión de los anhelos espirituales, el trabajo es liberación, exaltación, engrandecimiento y que los hechos tienen más fuerza que la palabra y que sin las palabras previas los hechos no se producirán. Al comienzo habla de los abogados y los jueces. De cómo se tiene ya la mala y errónea idea de que el juez hace favoritismos y el abogado miente de una manera. El juez piensa del abogado ¿En qué proporción me estará engañando? y el abogado piensa del juez. A qué influencia estará sometido para frustrarme la justicia. Nos hallamos tan habituados a pensar mal y a mal decir, que hemos dado por secas las fuentes puras de los actos humanos. Gran torpeza es esta. Las acciones todas y más especialmente las que implican un hábito y un sistema, como las profesionales han de cimentarse en la fe en la estimación de nuestros semejantes, en la estimación de nuestros semejantes, en la ilusión de la virtud, en los móviles levantados y generosos. Quien juzgue irremediablemente perversos a los demás, cómo ha de fiar en sí mismo, ni en su labor, ni en su éxito. Hay que poner el corazón en todas las empresas de la vida. Pero los jueces cumplir la regla al pie de la letra es, en muchas ocasiones, criminal; y si los jueces no han de hacerse cómplices de corrupciones o abandonos, deben usar su criterio para obtener resultados satisfactorios en un juicio, ya que en muchas ocasiones los reglamentos son oscuros y faltos de verdad y humanismo. Así que el juez debe resolver los casos como lo juzgue mejor y no tal y como lo dicen Códigos y autos. No es abogado quien no tiene una delicada percepción artística. Algunos tienen como elementos la aritmética, la química o el dibujo lineal, nosotros usamos la palabra escrita y hablada, la más noble, la más elevada y artística manifestación del pensamiento. Esto es para que el abogado mantenga viva la flexibilidad del lenguaje Un abogado debe ubicar los libros como artículo

de primera necesidad y dedicar a su adquisición un cinco, un cuatro o un tres por ciento de lo que se gane, aunque para ello sea preciso privarse de otras cosas. Y si el abogado no puede alcanzar ni aún ese límite mínimo, que no ejerza. La abogacía es profesión de señores y, a la manera que el derecho. No se eche esto a cuenta de un orgullo mortificante, sino a la de una rudimentaria dignidad. Los abogados, por lo mismo que nuestra misión es contener, cuando cesamos en ella buscamos la paz y el olvido.

No hay campañas de

grupo contra grupo, Apenas y de vez en cuando nos dedicamos un comentario mordaz o irónico. Nuestro estado de alma es la indiferencia; nuestra conducta, un desdén elegante. . En la abogacía, la especialización toca los límites del absurdo. Simplemente no se puede ser especialista en una sola cosa, porque en la abogacía como en muchas otras profesiones, en un solo caso, gran parte de las veces, se necesita de varias materias de Derecho. Nuestro campo de acción es el alma, y esta no tiene casilleros. ¿Se concibe un confesor para la lujuria, otro para la avaricia y otro para la gula? Pues igual en nuestro caso porque ellas, aún contra nuestra voluntad, pesan enormemente en el juicio y unilateral izándose nos llevan al error. Para el abogado no debe haber más que dos clases de asuntos unos en que hay razón y otros en que no la hay partir de esto el abogado debe ser libre para defenderse por sí mismo. Para así poder defender al ciudadano con lo que el abogado conoce para exigir justicia sobre las personas que defenderemos y para poder expresarnos con naturalidad los abogados deben de ser libres sobre lo que dicen para así tener una facilidad de expresarse sobre todo lo que este diga con claridad. Y así los abogados tendrían prestigio sobre los principios que tiene el abogado tratándose de una de una cuestión de principios para así poder mantener a la sociedad entera permitiendo que busquemos la justicia. Considerando la capacidad como iniciativa sin tener interés de las cosas materiales sino aportar una sencillez para así cambiar la reputación de todos los abogados y para hacer eso nos debemos de querer para ni caer en la corrupción. Y una de las obligaciones de los abogados saber hacer su trabajo y que aunque muchas veces tenga la corrupción enfrente él debe de ser honesto con todos los que defenderá para así tener en cuenta que sin corrupción un abogado puede llegar lejos y enseñar a todos aquellas personas que dicen que los abogados son unos corruptos. Aunque también este libro nos hable sobre los abogados pasantes nos explica lo que tiene por obligación leer los periódicos, comentar las gracias y agradecimientos y disputas sobre gritos la política sino la de mostrarse al Abogado tal cual

es y facilitar que le vean sus pasante s. No hay lecciones orales, ni tácticas de dómine, ni obligaciones exigibles, ni sanción. Si bien se mira, existe una fiscalización del pasante hacia su maestro, pues, en puridad, este se limita a decir al otro. "entérese usted de lo que hago yo, y si lo encuentra bien, haga usted lo mismo". Por eso el procedimiento de la singular enseñanza consiste en establecer una comunicación tan frecuente y cordial cuanto sea la defensa de los pobres una función de asistencia pública, como el cuidado de los enfermos menesterosos. El Estado no puede abandonar a quien, necesitado de pedir justicia, carece de los elementos pecuniarios indispensables para sufragar los gastos del litigio. Mas para llenar esa atención no hace falta, como algunos escritores sostienen, crear cuerpos especiales, ni siquiera encomendarla al ministerio fiscal. Los colegiados de Abogados se bastan para el menester, lo han cubierto con acierto desde tiempo inmemorial, y debieran tomar como grave ofensa el intento de arrebatárselo. Pero esto lectura nos enseña mucho sobre la toga que no representa por sí sola ninguna calidad, cuando no hay cualidades verdaderas debajo de ella se reduce a un disfraz irrisorio. Pero después de hecha esta salvedad, en honor al concepto fundamental de las cosas, conviene reconocer que la toga, como todos los atributos profesionales, tiene para el que la lleva, dos significados: freno e ilusión; y para el que la contempla, otros dos: diferenciación y respeto. La toga es freno, porque cohíbe la libertad en lo que pudiera tener de licenciosa. Es ilusión, por nuestra función. Por nuestro valer. Por nuestra significación. Es diferenciación, porque ella nos distingue de los demás circunstantes en el tribunal; y siempre es bueno que quien va a desempeñar una alta misión sea claramente conocido. Y respeto, porque el clarividente sentido popular, al contemplar a un hombre vestido de modo tan severo, con un traje que consagraron los siglos; y, que sólo aparece para menesteres trascendentales de la vida, discurre con acertado simplicísimo: "ese hombre debe ser bueno y sabio". El abogado que asiste a una diligencia en el local infecto de una escribanía, usa un léxico, guarda una compostura y mantiene unas fórmulas de relación totalmente distinta de las que le caracterizan cuando sube a un estrado con la toga puesta. El Abogado no tiene sexo. Así como suena. Es decir, tenerle sí que le tiene y naturalmente, no le está vedado usar de él. Pero en su estudio y en relación con las mujeres que en él entran, ha de poner tan alta su personalidad, de considerarla tan superior a las llamaradas de la pasión y al espoleo de la carne, que su exaltación le conduzca a esta paradoja: el abogado es un hombre

superior al hombre. Esto lo digo en el caso de que a un Abogado le toque alguna mujer muy atractiva como cliente. El abogado debe ver el atractivo del caso y no el de la dama. En pocas palabras, la mujer, con el sexto sentido que tiene, se convertirá, aparte de nuestra pareja, en nuestra mejor consejera en nuestros casos. Por eso recomiendo que exista entera comunicación del Abogado hacia su mujer. Claro, esto solamente cuando la mujer está interesada. Pero nos demuestra realmente que es lo que piensan los demás y que para que un abogado sea exitoso debe de ser dedicado a su profesión con amor y que para esto se necesita que todos aquellos que son abogados no sean corruptos porque debido a esta las demás personas que nos rodean no tachan como unos corruptos que solo robamos pero realmente no todos somos iguales hay diferencia entre los abogados y nosotros como licenciados debemos de hacer le honor a nuestra toga y sentimos orgullosos de portarla y decir que somos otra personas no como los demás no lo demuestran tachando al abogado como un corrupto y también analiza lo que es un abogado, en el sentido en el que realmente debemos hacer en nuestra carrera y rechazar todo lo malo que hay también, como lo son todos los actos de corrupción los chantajes, la falta de ética profesional, para que no caigamos en esos actos que lo único que hacen es manchar la reputación de todos los abogados y de la carrera. Ya que creo que es uno de los mensajes que nos quiere dar Ángel Osorio con este libro, porque se ve que es una persona muy comprometida con su carrera y con su vida profesional, que hagamos conciencia y limpiemos todos los errores que muchos otros que se dicen abogados han manchado. Y así demostrar a los demás que están en un error al tachar así al abogado para poder demostrar que los abogados no son como ellos creían y poder crear otro concepto de los abogados para así tener en cuenta lo que realmente son los abogados.

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