El Batllismo Uruguayo Y Su Reforma Moral(1)

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El batllismo uruguayo y su reforma "moral" Author(s): José Pedro Barrán and Benjamín Nahum Source: Desarrollo Económico, Vol. 23, No. 89 (Apr. - Jun., 1983), pp. 121-135 Published by: Instituto de Desarrollo Económico Y Social Stable URL: http://www.jstor.org/stable/3466450 Accessed: 23-11-2015 09:49 UTC

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Desarrollo Econ6mico, v. 23, N? 89 (abril-junio 1983)

ANTICIPO DE LIBROS

EL BATLLISMOURUGUAYOY SU REFORMA"MORAL" JOSE PEDRO BARRAN Y BENJAMIN NAHUM

Con el titulo generico de "Batlle, los estancieros y el imperio britdnico", Jose P. Barrdn y Benjamin Nahum han publicado ya tres tomos*, cuyo objeto de estudio es la relacion entre el reformismo batllista y sus enemigos. En el primero analizan los rasgos demogrdficos, sociales y politicos del Uruguay del novecientos. En el segundo exponen los timidos cambios que se insinuaron en una primera etapa que culmino en 1910. En el tercero estudian la formaci6n del batllismo como movimiento politico moderno y sus lazos con el Estado y las clases sociales. En el cuarto -del cual forma parte el capitulo que se ofrece a continuacion en cardcter de anticipo- los autores analizan las primeras grandes reformas que impuls6 Batlle de 1911 a 1913, en los comienzos de su segunda administracion (1911-1915).

1. El batllismo El batllismo, uno de los primeros reformismos latinoamericanos de curio popular, gobern6 al Uruguay entre 1903 y 1933. En ese periodo busc6 modificar el orden econ6mico y social vigente, enjuiciar el poder de las llamadas "clases conservadoras" o altas, cuestionar la utilidad para la naci6n de las inversiones britanicas directas promoviendo su nacionalizaci6n, y afirm6 -mas lejos no pudo o no quiso irla necesidad de transformar el regimen de propiedad de la tierra eliminando el latifundio ganadero. Aunque sectores importantes de las clases obrera y media apoyaron al movimiento, este tuvo rasgos originales y una fuerza tambien peculiar por haber nacido al calor del poder estatal, en el seno de un partido, el Colorado, que cuando Jose Batle y Ord6fiez ascendi6 a la presidencia por primera vez en 1903, hacia ya casi 40 ahos que monopolizaba los altos cargos politicos, la burocracia y el ejercito. Batlle, a diferencia del argentino Hip6lito Yrigoyen, su contempordneo, no lleg6

al poder, ni en 1903 ni en 1911, al amparo del calor popular sino que fue elegido por una elite politica que poco o nada debia a la pureza del sufragio y a las votaciones masivas. Tambien a diferencia de Yrigoyen busc6 en mayor grado el apoyo obrero y promovi6 mas temprano una legislaci6n social de avanzada. Revelando en otro piano la originalidad del proceso uruguayo, luch6 por eliminar la influencia de la Iglesia Cat6lica en la sociedad. El resultado final fue la erecci6n de un Estado poderoso, interventor en lo econ6mico y mediador en el conflicto social, el afianzamiento de la clase media y la aparici6n de la sociedad mas secularizada de todo Latinoamerica, con su primera ley de divorcio en 1907 y su separacion de la Iglesia y el Estado en 1917. * Tomo I: El Uruguay del novecientos, Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental, 1979, 278 pags.; tomo II: Un didlogo dificil, 1903-1910, Montevideo, EBO, 1981, 499 pags.; tomo III: El nacimiento del batllismo, Montevideo, EBO, 1982, 203 pags.

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JOSE P. BARRAN

122 Estos cambios no se realizaron facilmente y muchos de ellos chocaron con la oposici6n frontal de dos fuerzas de enorme peso: una interna, los grandes estancieros, y otra externa, el imperio britanico y sus inversores. Las reformas econ6micas intentaron nacionalizar los servicios publicos en manos britinicas y ampliar el campo de acci6n del Estado a zonas que el capital local crefa le estaban reservadas. Las reformas sociales se tradujeron en el apoyo gubernamental al movimiento sindical controlado por los anarquistas y en diferentes proyectos de legislaci6n laboral, el mas osado de los cuales fue presentado en junio de 1911 postulando la jornada de 8 horas para todos los trabajos con excepci6n del rural. Inspirindose en el georgismo, muy en boga en esos afnos en el Rio de la Plata, la reforma fiscal busc6 castigar a los grandes propietarios con un impuesto inmobiliario cada vez mas crecido, lo que, en teorfa, los obligaria a subdividir sus latifundios. Los cambios en la educaci6n promovieron su tecnificaci6n y sobre todo su gratuidad en todos los niveles. Es dentro de este amplio contexto que adquiri6 peculiar resonancia lo que sus protagonistas llamaron la reforma "moral", reveladora tanto de la peculiar naturaleza ideol6gica del batllismo como de los rasgos demograficos, sociales y culturales originales de la naci6n que lo ambient6. 2. El hombre nuevo El reformismo de la segunda administraci6n de Batlle no solo se propuso modificar la vida econ6mica, social y politica del pais. Su ala radical intent6 tambien enjuiciar la mentalidad dominante, fruto de las opciones psicol6gicas de las clases conservadoras y servidora de sus intereses. Los valores y comportamientos recibidos y comunes del novecientos fueron cuestionados por los radicalismos que a la vez criticaban la sociedad: el anarquismo, el socialismo y la versi6n "avanzada" del batllismo. Claro que cada una de estas posiciones discrepo en diferente profundidad con lo admitido por la sociedad conservadora, pero todas profesaron en comiun una iconoclasia, un desprecio hacia las "convenciones", que las volvian particu-

Y BENJAMIN

NAHUM

larmente irritantes para los defensores del orden establecido 1. Los batllistas radicales -y el presidente de la Repfiblica, nada menos, era uno de ellos- se singularizaban y distinguian de los simpatizantes de las otras banderfas tradicionales -los colorados independientes, los blancos- porque sus actitudes politicas eran s6lo uno de los aspectos de sus actitudes vitales. En 1911 se era batllista porque se era partidario de las 8 horas, de la estatizaci6n de los servicios piublicos, del ataque al "latifundio arcaizante", y tambien porque se enviaba a los hijos a educarse en escuelas laicas y piblicas, se aceptaba s6lo el casamiento civil rechazandose el religioso, se impulsaba a las hijas mujeres a estudiar en la Universidad, y se disculpaba a los anarquistas cuando estos se mostraban "irrespetuosos" ante los simbolos nacionales. Ser batllista "avanzado" durante estos anos era adoptar una postura determinada en todos los 6rdenes de la vida, una militancia que, por lo general, chocaba con las pautas morales imperantes. Este batllismo se propuso, por lo tanto, ademas de proteger a los obreros y liberar a la sociedad de los monopolios, ambientar el nacimiento de un hombre nuevo, mediante la modificaci6n de las estructuras educacionales y juridicas existentes en el pais. La confianza en que la difusi6n de la ensefianza cambiaria a la naci6n y a sus ciudadanos, en que la extensi6n de una visi6n "racional y cientifica" del mundo2 haria mejores a los hombres, estuvo en la base de todos los planes educacionales de este batllismo que cre6 las Estaciones Agron6micas en 1911, los liceos del interior y la secci6n femenina de Ensenianza Secundaria en 1912 y propuso en 1914 la gratuidad total de los estudios secundarios y universitarios. Tales realizaciones y proyectos, dignos del iluminismo europeo mas ortodoxo, tineron por completo la visi6n que Batlle tuvo del "pequenio pais modelo" que se proponia impulsar. Asi 1 El analisis especifico de la ideologia batllista fue realizado en los tomos II y III antes mencionados. 2 Citado en Milton I. VANGER: The Model Country, Brandeis University Press, New England, 1980, pag. 3.

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EL BATLLISMO URUGUAYO Y SU REFORMA "MORAL"

lo describi6 en 1908, en carta a Domingo Arena: "(un pais) en que la instrucci6n est6 enormemente difundida, en el que se cultiven las artes y las ciencias con honor, en el que las costumbres sean dulces... Me complazco en imaginarme que podrfamos crear universidades en todos los departamentos, grandes institutos cientificos y artisticos en Montevideo, desarrollar el teatro (y) la literatura, organizar los juegos olimpicos, fomentar la riqueza nacional impidiendo que se la leven los elementos extraios, proveer al bienestar de las clases pobres..."3. Los editoriales de El Dia a favor del anarquista Francisco Ferrer cuando fue fusilado en Barcelona en 1909, y los que a menudo se publicaban recordando su muerte el 31 de julio de cada afio, testimonian las concepciones culturales del batllismo radical, contrapuestas en casi todos los planos a las de la sociedad conservadora. La escuela pfiblica, laica y gratuita debia, como la "Escuela Moderna" de Ferrer, "formar... j6venes cerebros libertados de las cadenas seculares de los prejuicios" y "arrebatar los tiernos espiritus a las manos deformadoras de las huestes clericales que gustan ensombrecer las conciencias de los nifios con las amenazas terrorificas de un Dios vengativo". El Dia deseaba colocarse del lado "de la hidra rebelde que amenazaba a la sociedad prudente". iY cuanto desprecio habia en ese calificativo, cudntas "prudencias" concretas de la sociedad montevideana estaba condenando!4 En el mes de mayo de 1911, el signado por la huelga tranviaria y la primera huelga general, El Dia dio una muestra de c6mo el batllismo radical entendia la funci6n "liberadora" de la educaci6n. En un colegio privado, de aquellos en que los alumnos pagaban a lo sumo "un peso o peso y medio mensuales", los niios "comenzaron a hacer... mil preguntas a la maestra" sobre el "significado de las huelgas". Esta, "aprovechando aquella coyuntura favorable para despertarles la atenci6n, trat6 de hacer penetrar en aquellos cerebros infantiles una idea aproximada... de lo que significan esos movimientos, explicandoles que las huelgas... eran el recurso extremo a que llegaban los obreros para obtener un mejoramiento gradual cuando son o se creen victimas de patrones que los explotan". La maestra hablo luego de "lo que signifi-

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ca un paro general, los movimientos de solidaridad, etcetera". Para El Dia, "hasta aqui no (habia) indudablemente nada de extranio ni de curioso"; por el contrario, era encomiable la labor pedag6gica, este aprovechar la motivaci6n del alumnado para dar una "lecci6n sobre objetos", como las que proponia Jose Pedro Varela; claro que esta vez sobre un objeto vivo y quemante: la huelga que estaba aconteciendo. Lo que a El Dia le pareci6 indignante fue la actitud de "un sefior extranjero, compatriota de una de las empresas afectadas por la huelga, padre de dos nifios alumnos" que los retir6 de la escuela por "no (sentarle) bien que se hubiera empleado la palabra explotaci6n"5. *

*

*

El batllismo radical difundi6 valores que parecian ser exactas replicas de los valores y comportamientos "prudentes" admitidos por la sociedad conservadora. Lo que para las clases altas -y buena parte de las medias- era el exito y merecia el aplauso -convertirse en el bien pago asesor juridico de compafiias extranjeras, por ejemplo-, para el editorialista de El Dia en mayo de 1911 era transformarse en un "abogado de fuertes empresas que digiere tranquilamente sus honorarios en un rinc6n entibiado de su morada", mientras "el obrero trabaja afanosamente... no cuenta mas que con su esfuerzo de cada dia, y... se ve constantemente expuesto a ser despedido y lanzado a la miseria"6. El "discurso" conservador era de este modo dado vuelta y sus virtudes convertidas en defectos. A las clases altas este contradiscurso del batllismo radical les pareci6 tan peligroso como su obrerismo y estatismo indefinido ya que, a su entender, el sistema de valores admitidos era tambien un puntal del orden establecido. En otras ocasiones Batlle mostr6 su desprecio por las "convenciones" mas "sagradas", una de las cuales era, sin duda, el "respeto" por el adversario muerto.

3 Citado en VANGER, ob. cit., pag. 39. 4 El Dia, 31 julio 1914: "Ferrer". 5 El Dia, 17 mayo 1911: "La cuerda en casa del ahorcado". 6 El Dia, 15 mayo 1911: "La huelga".

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JOSE P. BARRAN

124 Al fallecer en 1912 el ex presidente Julio Herrera y Obes, Batlle propuso a las Cimaras decretarle solo honores de teniente general, "con reserva expresa de su opini6n propia". La conmoci6n en el mundo politico y social montevideano fue tan intensa que la Asamblea General amplib los homenajes y resolvi6 que el cuerpo de Herrera y Obes fuera velado en el sal6n de sesiones e inhumado en el Pante6n Nacional. Batlle vet6 la ley, y aunque luego la Asamblea ratific6 su decisi6n anterior, el escandalo conmovib a la capital 7

Al anio siguiente, en 1913, falleci6 Jose Pedro Ramirez, el principista del 75 exiliado en la Barca Puig, el pacificador de 1897, pero tambi6n, al entender de Batlle, el culpable del malentendido de 1903 entre blancos y colorados que provoc6 la guerra civil de 1904. Y mientras todo el comercio cerraba sus puertas y 20.000 personas acompaiaban al cortejo ffinebre, el batllismo radical le negaba homenajes oficiales. La gota que desbord6 el vaso, el colmo de la iconoclasia, la habia ya dado el presidente el dfa de la muerte de Jose Pedro Ramirez al escribir en El Dia "una noticia que trasparentaba satisfacci6n sobre la condici6n"

del enfermo,

segfin el histo-

riador Milton I. Vanger. Decia: "Confirmando todos los pron6sticos, el doctor Jose Pedro Ramirez ya ha entrado en la crisis final. No ha habido esperanzas de reacci6n durante varios dias, y sus medicos anoche declararon que la agonfa del enfermo ya habia comenzado. A pesar de ello la vida de Jos6 Pedro Ramirez todavia no se habia extinguido a las 8 y 15 de esta mafana. Pero dada la opini6n m6dica y la condici6n del enfermo, el esperado final no puede estar lejos"8. La unica concesi6n a la sociedad "prudente" -la frase "esperanzas de reacci6n"palidecia al grado de desaparecer ante la frfa objetividad del relato y el latigazo con que concluia: "el esperado final no puede estar lejos". Pocas veces, en verdad, las "convenciones" habian recibido -y nada menos que desde las alturas un tan formidable del poder politicorechazo. La sociedad conservadora no solo se sinti6

agredida

por la negativa

de los

honores oficiales a uno de sus miembros conspicuos, a quien fuera uno de los abogados del "templo del orismo", el Banco Comercial,

sino,

y

sobre

todo,

por

el

Y BENJAMIN

NAHUM

jacobinismo moral que ponia de manifiesto el batllismo. Jacobinismo que adquiria particular peligrosidad si se le veia dentro del amplio contexto que incluia el proyecto de Batlle de monopolizar los seguros en abril y su apoyo a la huelga tranviaria en mayo de 1911. 3. El peculiar nacionalismo batllista El Uruguay del novecientos, en el que la mayoria de los habitantes tenia padre o madre extranjeros, en cuya capital todavia en 1908 el 55 por ciento de los hombres entre 30 y 59 afios eran inmigrantes, el pais que acogi6 entre 1905 y 1913 al grueso de las primeras oleadas italicas y espaiiolas que conoceria el siglo XX, no podia protagonizar un nacionalismo exacerbado. Ni su origen, ni su pasado, ni su demografia lo ambientaban. Aqui la conciencia nacional se habia formado al mismo tiempo que llegaban los inmigrantes en el siglo XIX, mientras en la Argentina, por ejemplo, ella era anterior a su entrada masiva a partir de 1895. Aqui, por consiguiente, el nacionalismo debia incluir, parad6jicamente, cierta dosis de admiraci6n y respeto por lo extranjero, ya que lo "foraneo" formaba parte del sistema de valores que definia lo nacional, un ser "oriental" que comenzaba a Ilamarse precisamente en el novecientos de otra manera mas propia, que evocaba menos a la antigua provincia y mas a la nueva naci6n, el ser "uruguayo". Y sin embargo, en algunos nuicleos sociales y politicos -la clase alta cat6lica, el Partido Blanco- se cultivaba cierto tipo de "patriotismo" que parecia fundarse tanto en una reacci6n de defensa del orden social ante la invasion de las ideologias europeas radicales, como en el temor a que los escasos rasgos tipicos del pais fueran disueltos por la marejada inmigratoria, a la que se suponia inmensa por similitud con lo que pasaba en la Argentina. El batllismo radical se coloc6 en los antipodas de esta posici6n y por ello tam7 Eduardo ACEVEDO: Anales hist6ricos del tomo V, 1934-36, Montevideo, Uruguay, pag. 685. 8El Dia, 12 julio 1913: "El doctor Jose Pedro Ramirez".

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EL BATLLISMO URUGUAYO Y SU REFORMA "MORAL"

bien choc6 con la mentalidad dominante en los medios conservadores, los cuales, si bien integrados por muchos extranjeros hostiles a toda reivindicaci6n de nacionalismo econ6mico, eran proclives a tolerar y aun apoyar un nacionalismo que se confundiera con la defensa del statu quo social frente a todo lo que pretendia enjuiciarlo, maxime si era "foraneo". Precisamente en ese rico mes en acontecimientos capitales para la definici6n del reformismo batllista, mayo de 1911, mientras se generalizaba la huelga tranviaria y las banderas rojas ondeaban en Montevideo, se celebraba tambien el centenario de la Batalla de Las Piedras con discursos patri6ticos y desfiles militares. En uno de ellos ocurri6 que parte de la multitud oblig6 a la otra parte a descubrirse al pasar la bandera nacional y ejecutarse el himno. El hecho tuvo de inmediato, como era natural en esa caldeada atm6sfera, un obvio significado politico, ya que con el se pretendi6 demostrar que la mayorfa estaba por el "respeto" a las tradiciones entre las que se incluy6, un poco de contrabando, el orden social vigente. Daba particular resonancia a esta interpretaci6n la conocida hostilidad de la oficialidad del ej6rcito colorado al internacionalismo que mostraba la militancia sindical anarquista. El diario del presidente de la Republica, en cambio, asumi6 una actitud realmente heterodoxa en el sentir conservador. Conden6 la intolerancia de los que habian obligado a demostrar en terminos puramente "formales" y "exteriores" respeto por los simbolos nacionales. En primer lugar, porque "nosotros no tenemos el derecho de obligar a nadie a compartir nuestras devociones civicas ante los simbolos de la patria en que nacimos". ZNo podia suceder, acaso, que en esta sociedad "cosmopolitizada", muchos ignorasen "las notas del himno"? Pero, y sobre todo, podia "ocurrir que ese espectador indiferente no profesase nuestras ideas en materia de patriotismo -caso hoy dia mas general de lo que a primera vista puede suponerse, pues se ha hecho escuela de un patriotismo mas ancho y significativo que el inspirado por el lugar que se nace, para comprender, en cambio, a la humanidad entera". Y en ese caso, afiadia el editorialista de El Dia, " /Por que hemos de violentarle sus convicciones, err6neas o no,

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La noci6n de siempre respetables...? un patriotismo a la fuerza debe desaparecer...9

El batllismo radical no estaba lejos del internacionalismo de la izquierda europea, internacionalismo que conjugaba muy bien, empero, con cierto antiporteiiismo y otro mas trasparente nacionalismo econ6mico. El primero se entendia en el marco de la tradici6n historica que el Partido Colorado heredara de la Guerra Grande y que la Argentina prosaravista de 1904 alimentara aun mas. El nacionalismo econ6mico, a su vez, se compaginaba bien con el internacionalismo de la izquierda europea por cuanto ambos eran caras de la misma moneda al entender radical: la lucha contra la burguesia en los paises centrales se transformaba en los paises dependientes en enfrentamiento con los capitales imperiales aliados a las clases conservadoras nativas. Partido reformador y a la bfusqueda del apoyo electoral de los "humildes", la mayoria de los cuales eran inmigrantes de corta data, el batllismo hizo gala en la segunda administraci6n de su lider de un peculiar criterio de la nacionalidad. Esta no consistia en el mecanico apego "al lugar en que nacimos" sino en la identificaci6n del pals con ideales que lo trascencian: la democracia politica, la justicia para con los "oprimidos del taller o del hogar", y la soberania de la comunidad en el terreno econ6mico. Un "pais pequefio" solo podia enorgullecerse si se convertia en "un modelo" para los demas. Lo dijo Domingo Arena en 1914 al elogiar a Batlle: sus ideas y actos habrian "de fructificar no s6lo en el Uruguay, sino en el suelo de toda nuestra fecunda America... preparando... en el Nuevo Mundo, ese mundo mismo sin fronteras con que suenan los grandes humanistas"10. Lo habia adelantado ya El Dia en 1905 al sostener que el Partido 9 El Dia, 26 mayo 1911: "En las fiestas patrioticas. Ante el himno y la bandera". Estos razonamientos, ademas de su valor doctrinario tambien eran utiles para curarse en salud. El diario catolico El Bien habia denunciado que el propio "primer mandatario" habia sido "obligado" a izar la bandera nacional cuando la manifestaci6n patriotica paso "por debajo de su balcon" (El Bien, 21 enero 1916: Comentario). 10 El Dia, 24 y 26 agosto 1914: "Convencion Nacional Colorada".

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JOSE P. BARRAN

Colorado tendia "a borrar las fronteras confraternizando en la historia y en las grandes aspiraciones con los extranjeros" 11. Los inmigrantes radicales comprendieron el mensaje. Por ello los "italianos dem6cratas" obsequiaron a Batlle al retirarse de la presidencia el 1? de marzo de 1915, "una placa aleg6rica" en la que se le elogiaba por "adversario de todos los dogmas" y tener "un vasto criterio de hermandad universal que va mis alli de los estrictos limites de una frontera, de una Patria, para abrazar la mas grande Patria de los hombres"12. La paradoja de este "internacionalismo" batllista consisti6 en que a largo plazo se convirti6 en uno de los medios por los cuales la sociedad "oriental" logr6 la nacionalizaci6n de los inmigrantes radicales. Estos, al incorporarse a un movimiento que hacia gala "de una vasto criterio de hermandad universal", estaban dejando de lado las formaciones politicas derivadas de la izquierda europea para adherirse a una que derivaba de la tradici6n uruguaya. Pero, ,que duda cabe tambien que, a corto plazo, este "internacionalismo" un tanto vago pero simpatizante de todo lo foraneo -hombres e ideas- despert6 las mas fuertes sospechas en el seno de las clases altas pues se le vio hermanado al extremismo politico? El Bien, 6rgano de la colectividad cat6lica conservadora, ironiz6 en t6rminos reveladores acerca de la actitud del presidente en 1911 con ocasi6n de conmemorarse un nuevo aniversario del 25 de agosto: "Persona de su circulo ha afirmado que el 'gran dem6crata' esta dispuesto el dia de la Patria hasta a izar en su casa... la bandera nacional, y a descubrirse si oye tocar el himno. Se cree que si la ocasi6n se le presenta, hasta pronunciard el nombre de Artigas, pero que en este caso, hara siempre la salvedad de que la patria es cosa muy buena pero que tambi6n es cosa buena la solidaridad humana. ." 13

No olvidemos que en este novecientos, que guardaba ain muchos de los reflejos ideologicos y de comportamiento del siglo XIX, la patria y la religi6n eran vistos como fundamentos claves del orden establecido, y el batllismo radical puso en tela de juicio, como observaremos, tambi6n a la religi6n cat6lica.

Y BENJAMIN

NAHUM

4. El nuevo sesgo del anticlericalismo El anticlericalismo fue la nota tal vez mis sobresaliente, la promocionada hasta por el escandalo, en la reforma de las mentalidades que intent6 el batllismo radical en estos anos. Aqui el terreno estaba ya abonado - jcuanto, por cierto !- y entroncaba con la tradici6n uruguaya que en 1861 habfa asistido a la secularizaci6n de los cementerios y en 1872 a la "Profesi6n de Fe" del Club Racionalista firmada por "la flor y nata de la juventud universitaria de la . Las ideas "liberales", es decir, epoca anticlericales, habian ganado amplio terreno en el seno de la sociedad, incluidas las clases conservadoras y casi todos los partidos politicos. En 1891, por ejemplo, cuando los "liberales" se sumaron por primera vez a la manifestaci6n con que la colectividad italiana festejaba el 20 de setiembre, entre los que invitaron habia representantes del coloradismo "avanzado" (Jos6 Batlle y Ord6fiez), del coloradismo conservador (Antonio Maria Rodriguez), de los blancos (Alfredo Vazquez Acevedo) y miembros prominentes de las clases conservadoras (el industrial Juan M. Mailhos) s. El anticlericalismo del siglo XIX provenia de los medios intelectuales pero tenia tambien una clara connotaci6n burguesa, lo que explica la existencia de un sector "liberal" en las clases conservadoras. Entre los argumentos con que se combatia a la Iglesia Cat6lica siempre figuraba, al lado de su apoyo al absolutismo politico, la vida de "holganza" que practicaba el clero y el daiio que causaba a la economia de un pais "la acumulaci6n de bienes en manos muertas", criticas que se podian considerar tipicas de la mentalidad dominante en las clases altas de Occidente, aunque no solo exclusivas de ellas. 11 El Dia, 16 febrero 1905: "Los socialistas en la Junta". 12 El Dia, 6 octubre 1914: "Batlle y los italianos democratas". 13 El Bien, 20 agosto 1911: Gacetilla; El Dz'a, 27 mayo 1911: "El himno y la bandera"; 21 marzo 1912: "El viaje a Europa". 14 Arturo ARDAO: Racionalismo y liberalismo en el Uruguay, Montevideo, 1962, pag. 254. 15 ARDAO, ob. cit., pag. 361.

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EL BATLLISMO URUGUAYO Y SU REFORMA "MORAL"

La obra maestra de este anticlericalismo burgu6s habia sido la ley de Conventos aprobada el 14 de julio de 1885 durante el gobierno de Mdximo Santos. Sus disposiciones estaban encaminadas a extinguir "los conventos, casas de ejercicios o cualesquiera otros de religi6n destinados a la vida contemplativa o disciplinaria", ya que se declaraban sin existencia legal aquellos cuya creaci6n no hubiese sido "autorizada expresamente por el Poder Ejecutivo", y en el caso "de que... continuaran los existentes", no podrian "aumentar el nfmero de las personas asiladas en ellos ni admitir otras, ya sea como novicias o profesoras". El objeto de estas disposiciones era llevar a las comunidades conventuales dedicadas "a la vida contemplativa o. disciplinaria", es decir, aquellas que mas irritaci6n provocaban en los medios anticlericales burgueses, a su desaparici6n, ya que se prohibia tanto el ingreso de novicios como de otros profesos que pudieran venir del extranjero. Se manifestaba mayor tolerancia, en cambio, frente a las casas de religiosos destinadas a la beneficencia -las hermanas de caridad, por ejemplo- y a la educaci6n. En ese caso se admitia su utilidad social y se decia que, ademas de vigilarse la higiene en sus casas, no debian ser desnaturalizadas "transformandolas en conventos o monasterios", para lo cual solo se permitiria en ellas "el nfimero estrictamente... necesario" de personas. El decreto reglamentario de la ley, aprobado el 20 de julio de 1885, dispuso que la Junta Econ6mico-Administrativa de Montevideo hiciera un censo de religiosos para luego inspeccionar mensualmente los establecimientos a fin de comprobar si se cumplia la ley o si aumentaba irregularmente el nfimero de profesosl6. El batllismo comparti6 por entero el punto de vista de este anticlericalismo burgu6s. Y no solo porque la mayor parte de su vieja dirigencia -con el lider a la cabeza- actu6 en el movimiento liberal del siglo XIX, sino tambien porque particip6 de su hostilidad a la "improductividad" de la vida clerical. El Dia de abril de 1912, por ejemplo, al ironizar sobre cierta orden del arzobispado a los sacerdotes, hacia notar que no les exhortaba, por cierto, a "dignificarse trabajando, dando a la vida cosas fitiles"17.

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El sector anticatolico de las clases conservadoras y el batllismo tambien coincidieron al participar de ciertos rasgos de la mentalidad anticlerical popular, los generalizados por el protestantismo en la Europa del norte y el Enciclopedismo y la Revoluci6n Francesa en la mediterranea. La "avidez" del clero por el dinero fue uno de ellos. El Dla lo denuncio, por ejemplo, al acusar a monsefior Ricardo Isasa de nunca olvidar en sus sermones "pasar el platillo"18. La conducta sexual de esos hombres y mujeres s6lo "aparentemente castos" fue el otro componente de esa mentalidad popular que aceptaron tanto los conservadores anticlericales como el batllismo. De forma reiterada, casi obsesiva, fueron denunciados los supuestos o reales abusos sexuales de los "curas". Tal circunstancia tal vez testimonie que 6ste era uno de los elementos centrales, en la historia de larga duraci6n, de la resistencia colectiva a la diferenciaci6n que el clero ostentaba como virtud ante la masa. El socialmente ultraconservador Luis Melian Lafinur provoc6 la "hilaridad" de sus pares batllistas radicales en la Camara de Representantes de 1911 al sostener con ironia "que, como es notorio (el voto de castidad) se cumple estricta y rigurosamente"19. Coincidi6 en un todo con 61 Pedro Diaz, el diputado electo por la coalici6n liberal-socialista. Recogiendo las violentas diatribas del anticlericalismo ib6rico, denunci6 en esa misma Camara de 1911 la "hipocresia" de las monjas reclusas cuyos monasterios revelaban "a posteriori, despu6s de mucho tiempo, cementerios de nifios reci6n nacidos", y el "estado interesante" en que habian aparecido varias "monjas portuguesas enclaustradas"20. 16 Diario de Sesiones de la Camara de Representantes (D.S.C.R.), tomo 209, pigs. 356-58, sesion 11 mayo 1911. 17 El Dia, 16 abril 1912: "Bienaventurados" y "La familia celestial". 18 El D'a, 6 mayo 1912: "Oremus"; 25 abril 1912: "La religion del Diablo". 19 D.S.C.R., tomo 209, pags. 365-66, sesi6n 11 mayo 1911. 20 D.S.C.R., tomo 209, pags. 360-62, sesion 11 mayo 1911. En octubre de 1917 El Di'a realiz6 una escandalosa campania contra la enseiianza en las escuelas catolicas a rafz de la denuncia que hiciera el

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El 10 de julio de 1911, liberales, sociaPero existia otra corriente anticlerical que el Uruguay del siglo XIX no conocio y listas, anarquistas y batllistas desfilaron cuyo origen estaba en la izquierda y los juntos por las callles de Montevideo. De medios obreros europeos, los que denun- estar al relato de El Bien, "cuando un ciaban la complicidad del sacerdocio con grupo de mujeres emancipadoras formado las clases altas, y la predica de la resigna- por las agitadoras del Centro Internacional ci6n con la condici6n social que se sopor- y algunas obreras, lleg6 bajo los balcones taba para justificar eticamente el orden del presidente, una o dos seinoras que burgues. Esta tercera corriente anticlerical acompafiaban al sefior Batlle batieron fue introducida en el pais por el anarquis- palmas entusiastamente. El presidente mo y el socialismo y se infiltr6 en el aplaudi6 tambien"24. batllismo radical. Por The Montevideo Times, tambien disDomingo Arena describi6 asi las ideas gustado por "el verdadero populacho" que de Batlle sobre el tema: "Lo que no podia habia en los 9.000 manifestantes, sabemos soportar... era ninguna religion positiva, que entre las "seioras" que saludaron sobre todo la catolica, por creer que todas estaba la esposa de Batlle25. Los manifesy especialmente la filtima, solo sirven para tantes pedian la separaci6n de la Iglesia y el Estado -antiguo reclamo de la corriente del pueblo... nublar la conciencia (la) doctrina... de Cristo... era (la) mas conser- burguesa anticlerical-26, y decian quevadora (y) retr6grada, ya que procla- rer "barrer a dios y a sus lacayos", pero maba que las bienandanzas del cielo serian tambi6n "a la burguesia y sus perros". Un para los desamparados, lo que afirmaba volante anarquista testimoniaba el nuevo giro del anticlericalismo: "Si es l6gico para sobre bases inconmovibles la explotacion capitalista..."21. De esa misma opinion el pueblo luchar contra la religi6n que lo eran los j6venes que se habian incorporado brutaliza, tambi6n es 16gico y necesario al batllismo y que publicaban, por ejemplo, combatir al capital que lo explota y al la revista La Semana dirigida por Ovidio estado que lo oprime"27. Por cierto que el Fernandez Rios, donde a la vez que se batllismo no podia coincidir con la ultima ridiculizaba al clero se defendia la "intere- afirmacion, pero su ala radical compartia sante" demostraci6n de poder obrero que las dos primeras. El fino olfato de las clases conservadoras habian dado las Sociedades de Resistencia al declarar la huelga general en mayo de pronto advirti6 el nuevo sesgo que habia 191122. tomado el anticlericalismo en manos del a la antigua En el batllismo radical, pues, confluye- batllismo radical, giro que puso entre la "liberal" y la espada burguesfa ron las tres fuentes anticlericales: la burpared y de hecho la forz6 a aliarse con su guesa, que denunciaba al sacerdote por adversario ideologico, la Iglesia, para salir "holgazan"; la popular, que lo criticaba por todos en defensa del orden social. no cumplir sus votos de castidad y tener La colonia britanica -de obvias tendenavidez por los bienes materiales; y la de la cias lo protestantes, sin embargo- vio enseque izquierda europea y uruguaya, denunciaba por "nublar la conciencia del pueblo" y hacerse c6mplice de "la explo- periodico de Mercedes El Departamento sobre taci6n capitalista". presuntos delitos sexuales de un sacerdote salesus alumnos. El episodio ha sido Esta transformaci6n del contenido y los siano contra Carlos MANINI RIOS en "Una nave relatado por anticlericalismo fines del antiguo burgues en la tormenta", Montevideo, 1972, pag. 242. altero su significado historico y realine6 a 21 Carlos MANINI RIOS: Anoche me llam6 todos los sectores sociales. La coalicion de Batlle, Montevideo, 1970, pag. 43. liberales y socialistas en las elecciones de 22 La Semana, revista, vease todo el ano 1911. diciembre de 1910, alentada por el batllis23 El Bien, 11 diciembre 1910: "La ocurrenmo con el fin de derrotar a la Union Civica, cia liberal". 24 El Bien, 11 julio 1911: "El gran fracaso". el partido cat6lico23, fue el primer testi25 The Montevideo Times, 11 julio 1911: monio de esas nuevas afinidades que sorprendieron al viejo sector anticlerical de "La manifestaci6n liberal". 26 El Bien, 21 junio 1911: "El pretexto laico". las clases altas, para regocijo del sector de 27 The Montevideo Times, 13 julio 1911: estas que habia permanecido fiel a la "Propaganda anarquista". Iglesia.

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EL BATLLISMO URUGUAYO Y SU REFORMA "MORAL" guida el peligro. El ministro de Su MajesJ. Kennedy, describi6 la tad, Robert politica de Batlle en mayo de 1911 como un todo en que ya no podia distinguirse entre el estatismo, el obrerismo y el anticlericalismo 28 El Bien, 6rgano del catolicismo conservador, hizo notar en el mismo mes de la huelga general, que el Mensaje de Batlle a las Camaras proponiendo la supresi6n de los honores militares a la Iglesia Cat6lica contenia "los principios que minaban fundamentos esenciales de la conservaci6n de la sociedad y del Estado"29. El batllismo tambien comprendi6 enseguida el significado de las nuevas alianzas que habia contraido y de los nuevos enemigos que se habia granjeado por el giro a la "izquierda" que estaba dando el anticlericalismo socialmente poco peligroso del siglo XIX. El 15 de junio de 1911 habia tenido la procesi6n de lugar en Montevideo Corpus Christi a la que el catolicismo dio una particular importancia en vista de los ataques del batllismo a la Iglesia, y a la que el vocero tradicional de las clases conservadoras "liberales", El Siglo, habia tambien invitado para demostrar al gobierno el disgusto de "la opici6n" por su politica jacobina en todos los pianos. A los pocos sobre "la nueva dias, El Dia editorializ6 liga patronal-catolica-blanca" que deseaba frenar las reformas y denunci6 en ella "una de santa alianza de todos los especie conservadores de viejo coturno", a la que desafi6 a mostrarse en la calle para que el pais viera "donde esta la mayoria... si en el Vaticano o en la Repiblica, si en una sola clase social o en la democracia igualitaria..."30. *

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Fue en ese contexto social e ideol6gico nuevo que el batllismo desarrollo casi toda su violenta ofensiva anticlerical de 1911 en adelante. Comenz6 por retirar el 30 de marzo de 1911 al ministro uruguayo que el presidente Claudio Williman habia nombrado ante el Vaticano -Arturo Heber Jackson, un 28 Londres: Public Record Office/Foreign Office (PRO/FO) 371, Political, Uruguay, 1911, volumen 1276, documento 22746, despacho

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N? 14, Robert J. Kennedy, Montevideo, a Sir Edward Grey, Londres, 17 mayo 1911. 29 El Bien, 4 mayo 1911: "Sobre libertad"; 16 mayo 1911: "Reacciones". Harina de otro costal es averiguar si objetivamente el catolicismo uruguayo merecia ser tratado como un defensor de los intereses conservadores, tal como lo consideraba este anticlericalismo "progresista". Para responder a este interrogante el investigador tiene que tener en cuenta la pluralidad de voces que se escondia detras del aparente caracter monolitico de "la causa" catolica. El reciente trabajo de Carlos Zubillaga y Mario Cayota sobre "Cristianos y cambio social" (CLAEH, Montevideo, 1982), ha puesto sobre el tapete las divergencias que "la cuesti6n social" provoco en el seno del clero y el laicado. Hubo un sector "avanzado" de la jerarquia cuyo papel protagonico asumio el primer arzobispo de Montevideo, monsefor Mariano Soler. Existio, mucho mas definido todavia, un grupo "progresista" laico, el que creo la Union Democratica Cristiana en diciembre de 1904, publico el peri6dico El Democrata a partir de mayo de 1906, y defendi6 la jornada de 8 horas. Las clases altas, sin embargo, lograron copar al grueso de las fuerzas catolicas organizadas y, claramente entre 1911 y 1916, las pusieron a su servicio. La muerte de Mariano Soler en 1908 dej6 al "progresismo" sin fuerzas en la jerarquia y el administrador apostolico de la Arquidiocesis de Montevideo, monsenor Ricardo Isasa, se alineo con los sectores conservadores de la sociedad. El diario El Bien, luego de la renuncia forzada de Juan Zorrilla de San Martin en 1905, cay6 en manos de esos mismos sectores, los que en 1910/1912 completaron su hegemonia creando el partido catolico y dominandolo, la Union Civica. Desde 1903, con la muerte de Leon XIII y la ascension de Pio X, un papa temeroso hasta la histeria del "modernismo" y "la revoluci6n social", parecian darse excelentes condiciones para que las clases conservadoras lograran lo que obtuvieron en este periodo: dominar "la causa" catolica por lo menos en sus caras mas visibles, su prensa, su partido, su jerarquia. Quedan, por cierto, otras preguntas sin responder, las que se refieren a la fuerza exacta del catolicismo y de su Iglesia en la sociedad uruguaya. ,C6mo era la practica religiosa, cual su frecuencia y su influencia en el quehacer politico de los uruguayos, por ejemplo? El anticlericalismo "progresista", ,luchaba contra molinos de viento, como lo dejaria suponer una mirada desde el presente? LO el catolicismo era uno de los poderes respetables del novecientos? He aqui interrogantes que todavia no tienen respuestas precisas en nuestra historiografia. 30 El Dia, 22 de julio 1911: " ^No habra liga?".

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130 fuerte hacendado-, sin mandar siquiera una nota protocolar31. Prosiguio enviando en los primeros dias de mayo de 1911 un Mensaje y proyecto de ley por el que se suprimian los honores que el ejercito nacional rendia a la Iglesia Cat6lica, "honores extraordinarios a simbolos religiosos que pueden herir el libre pensamiento de sus componentes" y que se volvian particularmente irritantes por aproximarse la celebracion "de la solemnidad de Corpus Christi", ocasi6n en la cual "el ej6rcito esta obligado a rendir sus armas y abatir sus banderas ante el simbolo supremo de la religion oficial", confesando "el Poder Ejecutivo francamente que no desea imponerse esa violencia a su conciencia y a las ajenas". Tambi6n se proponia suprimir la exenci6n de servicio militar de que gozaban los seminaristas32. Las Camaras aprobaron una ley aun mas anticlerical que la proyectada, en una atm6sfera de unanimidad poco comfin, ya que apoyaron la idea tanto los colorados moderados como los avanzados en materia social. Por ahora -antes de los graves acontecimientos obreros del 23 de mayo-, todos eran "liberales". El conservador Luis Melian Lafinur, temeroso de que por los resquicios del proyecto del Ejecutivo algin tipo de seminarista escapara al servicio militar, propuso que solo quedaran excluidos "los miembros del sacerdocio"; el radical Juan Paullier reclam6 prohibir terminantemente a las fuerzas armadas concurrir "como cuerpo" a las ceremonias religiosas; y el socialista Emilio Frugoni, observando que seria entonces incongruente mantener los cargos de capellanes en el ej6rcito, propuso su supresion. Y asi, en tiempo record, en un solo dia de tratamiento intenso, los diputados aprobaron el proyecto33. El Senado y el Ejecutivo lo convirtieron en ley el 22 de mayo de 191134. El 11 de ese mismo mes, el diputado liberal Pedro Diaz pidi6 que se enviase una minuta de comunicaci6n al Poder Ejecutivo invitandole a dar explicaciones respecto del cumplimiento de la ley de conventos de 1885. Diaz denuncio que la ley era violada al amparo de un decreto del gobierno de Maximo Tajes en 1887 que habia eliminado la inspeccion mensual a los establecimientos religiosos impuesta en 1885. Hizo constar que su gesti6n, lejos de ser una critica a la administraci6n de Batlle,

era "un apoyo" a las intenciones -que conocia- de derogar ese decreto y poner en vigencia otra vez, con todo vigor, ia ley antimonastica de 1885 35. A los pocos dias, el 15 de mayo, concurri6 a la Camara el ministro del Interior, Pedro Manini Rios, y comunic6 que la preocupaci6n del diputado liberal era compartida por el Ejecutivo al grado que se terminaba de dictar un decreto ordenando "una formal investigaci6n en todas las... casas de religi6n" a efectos de averiguar si se cumplia con las disposiciones de la ley, hecho que se daba por conocido por cuanto afirmaba ser "de piblica notoriedad que se ha venido violando y se viola continuamente la ley de 1885 en cuanto se erigen casas religiosas no autorizadas, se aumenta el numero de personas asiladas en ellas... se admite en los establecimientos de enseianza mayor numero de religiosas que el necesario para su servicio" siendo "de presumir" que tambi6n se contrariaban las disposiciones de la ley sobre la higiene y el orden publico a regir en esos establecimientos. A la Comision Inspectora se le dio un plazo de dos meses para pronunciarse. La Cfmara concluy6 aplaudiendo la conducta de Batlle y su ministro 36. La Comisi6n Inspectora inform6 al Ejecutivo de s6lo dos violaciones a la ley: en el Convento de las Salesas habian ingresado nuevas monjas y otras habian 31 Carlos ZUBILLAGA y Mario CAYOTA: Cristianos y cambio social, Montevideo, CLAEH, 1982, pags. 431-33. El enviado extraordinario y ministro plenipotenciario ante la Santa Sede, Arturo Heber Jackson, designado por el presidente Williman en abril de 1909, tenia por mision buscar un entendimiento entre el gobierno y el papado para proveer el arzobispado de Montevideo vacante desde la muerte de monsenior Mariano Soler en 1908. Al dar por terminada la gestion, Batlle obstaculizaba el normal funcionamiento de la Iglesia y obligaba a esta a pensar en las ventajas de su separaci6n del Estado. 32 D.S.C.R., tomo 209, pags. 311-14, sesi6n 9 mayo 1911. 33 D.S.C.R., tomo 209, pigs. 365-77, sesi6n 11 mayo 1911. 34 El presidente Claudio Williman habia vetado en 1909 una ley similar a la que ahora se sancionaba. 35 D.S.C.R., tomo 209, pags. 359-63, ibid. 36 D.S.C.R., tomo 209, pags. 390-97, sesi6n 15 mayo 1911.

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EL BATLLISMO URUGUAYO Y SU REFORMA "MORAL"

profesado, y en el Colegio de los Padres Capuchinos -ambos establecimientos en Montevideo- existian deficiencias higienicas. El Ejecutivo dio seis meses a las monjas ingresadas con posterioridad a 1885 para abandonar el convento y otro tanto a los Capuchinos para corregir las carencias higi6nicas37. Los medios cat6licos se encresparon. Monsefior Ricardo Isasa denunci6 la puesta en vigencia de "la ley vejatoria" de 188538, y la Liga de Damas Cat6licas del Uruguay, protest6 pues se pretendia "condenar al destierro a esa legi6n abnegada de Religiosos y Religiosas que son la sola garantia del conocimiento de la Religi6n en nuestro pais"39. Precisamente, el batllismo radical ya habia anunciado un nuevo golpe, esta vez contra la columna vertebral de la influencia de la Iglesia Cat6lica en la sociedad uruguaya, sus institutos de ensefianza. A fines de abril de 1911 el diputado Genaro Gilbert propuso un proyecto de ley por el cual el Estado controlaria estrechamente la ensefianza y el personal docente de las escuelas privadas del pais. Esos institutos deberian contar con autorizaci6n previa de la Inspecci6n de Enseianza Privada para funcionar y sus maestros tendrian que tener un certificado de salud expedido por el Cuerpo Medico Escolar y otro de "buena conducta" que otorgarian los jueces de paz. Se obligaba a todas las escuelas privadas a realizar la enseiianza en el idioma nacional, a tener en sitio preferente el escudo del pais, y a permitir "todas las inspecciones que se decreten". Aun cuando uno de los objetivos confesos del proyecto era nacionalizar a los hijos de extranjeros, el otro, tambien confeso y obvio, era "impedir que se los desvie del culto de la lengua y del pais" con "creencias religiosas mas fuertes que el amor al terruio"40. El batllismo radical estaba dispuesto a ir mas lejos aun ya que entendia que "la libertad de ensefianza" hecha valer por el catolicismo encubria, como lo denunciara Pedro Diaz en la Camara de Representantes en 1911, la violaci6n de "la libertad de conciencia del niiio, que tiene derecho a participar del tesoro comuin de la cultura sin que se ejerza coacci6n sobre su conciencia y sin que se le imponga ningun dogma". El Estado "liberal" tendria que terminar con "las comunidades religiosas y

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los padres fanaticos" que conculcaban "la libertad de conciencia de los niios"41. Por lo tanto, el batllismo radical deseaba el cierre liso y llano de los establecimientos religiosos de ensefianza42. Y asf como debian desaparecer las escuelas religiosas, el Estado debia reclamar la propiedad de las iglesias que, al fin y al cabo, se habian construido con su aporte. Por ello el Ejecutivo dict6 un decreto el 26 de junio de 1911 afirmando que "los templos eran bienes del Estado", a rafz de la inocente creencia del administrador apost6lico de la Arquidi6cesis sobre el deber municipal de costear la reparaci6n de las veredas de la Iglesia Matriz, razonamiento que parecia expresamente hecho para sugerirle a Batlle una nueva via de agresi6n43. La ofensiva gubernamental anticlerical de 1911 concluy6 con la secularizaci6n del juramento de los miembros de la Junta Econ6mico-Administrativa de Montevideo al asumir su cargo44, y con la autorizaci6n de celebrar el Carnaval el mi6rcoles de ceniza, en un edicto policial que tambien

37 ACEVEDO: Anales, ob. cit., tomo V, pag. 689. 38 El Bien, 1? junio 1911: Carta de Monseiior Isasa. 39 El Bien, 4 junio 1911: "Liga de Damas Catolicas". 40 D.S.C.R., tomo 209, pags. 192-93, sesi6n 29 abril 1911. 41 D.S.C.R., tomo 209, pag. 362, sesion 11 mayo 1911. 42 Batlle apoyo en 1918 un proyecto de ley por el cual se prohibia e! regimen de interrado en los colegios religiosos -muy comin en la 6poca para los hijos varones de las familias acomodadas que residian en el interior- y quedaba terminantemente vedado el ensefiar a los miembros del clero, todo ello vinculado al presunto descubrimiento de "delitos sexuales" de los maestros-sacerdotes contra sus alumnos. Segun Carlos Zubillaga y Mario Cayota en su obra Cristianos y cambio social, la idea fue abandonada porque Domingo Arena convencio a Batlle del caracter "antiliberal" del proyecto y su "inconveniencia en terminos politicos". 43 El Bien, 13 julio a setiembre 1914: La Matriz. C. Zubillaga y M. Cayota, ob. cit., pags. 438-39. 44 ACEVEDO: Anales, ob. cit., tomo V, pags. 589-90.

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132 admiti6 disfrazarse de fraile, sacerdote o monja 45. Ademis de los medios gubernamentales, el batllismo radical tambien us6 su prensa -los diarios El Dia y La Raz6n y la revista La Semana- para atacar a la religi6n cat6lica, la predicadora del "oscurantismo intelectual", la "sumisi6n de los humildes" y la represi6n sexual contra natura, segun denunciarfa en 1918 el joven diputado batllista Jose Pedro Bellan en su novela "Doiiarramona". ,No era la Iglesia, acaso, uno de los mis firmes puntales del orden y la mentalidad conservadores al impedir la libertad plena del individuo? Batlle tuvo tiempo mientras ejercia la presidencia -o se lo busc6- para escribir numerosos articulos en El Dia acerca del infierno terrible al que "el buen Dios" cat6lico enviaba a los pecadores; sobre las ventajas de la moral laica frente a la religiosa que contaba en su haber "la San Bartolom6 y la Inquisici6n"; poniendo "al descubierto" los absurdos y las contradicciones del relato evangelico, la "ingenuidad" de San Jose y la "verdadera" conducta de la Virgen; denunciando la educaci6n catolica que "convertia a los nifios en idiotas" y al clero que con sus "brazos blancos y regordetes, casi femeninos", s6lo servia "para nublar la conciencia del pueblo"46. Mientras tanto, la revista de los j6venes batllistas radicales, La Semana, subvencionada desde junio de 1911 por el gobierno47, caricaturizaba desde la procesi6n de Corpus Christi hasta el nacimiento de Jesus, y proponia un "santoral liberal" en sustituci6n del religioso, en que el 1? de mayo, dia de los "Santos Felipe y Santiago, patrones de esta Republica", se transformaria -como sucedi6 en 1916- en la "Fiesta de los trabajadores", y en que el 5 de mayo, dia de San Pio y San Eugenio, se conmemorara el "nacimiento de Carlos Marx y la huelga de Chicago en 1886"48. Que el Presidente proponia seriamente la secularizaci6n del calendario lo testimonia su proyecto laboral de 1911, en que se suprimia el descanso obligatorio del domingo sustituyendolo por un dia de asueto cada 5 de trabajo, asi como tambi6n el proyecto de ley que envi6 a las Camaras al finalizar su mandato "por el cual se declaraba fiesta nacional el 12 de octubre, aniversario del descubrimiento de America, y se suprimia a la vez el feriado de Corpus Christi"49.

Raz6n tenian, pues, los batllistas y sus enemigos, los cat6licos, cuando calificaban la legislaci6n uruguaya en materia religiosa "como la mds avanzada de los pueblos de America", o la mas "atrevida", variando el adjetivo de acuerdo con quien lo usara50. El nuevo sesgo dado al anticlericalismo y su profundidad habian alertado a las clases conservadoras y sus aliados politicos. Por algo Juan Andres Ramirez, director del diario portavoz de "las clases productoras", 45 El Bien, 10 febrero 1915: "El liberalismo pequeno". Ya el 1? de marzo de 1911, al ser electo presidente, Batlle habia dado la primera nota de heterodoxia. Luego de jurar como lo requeria la Constitucion de 1830 "por Dios, Nuestro Sefior y estos Santos Evangelios" proteger la religion del Estado y observar fielmente la carta magna, agrego: "Permitidme que Ilenado el requisito constitucional, para mi sin valor, a que acabo de dar cumplimiento, exprese en otra forma el compromiso solemne que contraigo en este instante: Juro por mi honor de hombre y ciudadano, que la justicia, el progreso y el bien de la Republica, realizados dentro de un estricto cumplimiento de la ley, inspiraran mi mas grande y perenne anhelo de gobernante". (ACEVEDO: Anales, ob. cit., tomo V, pag. 535). 46 El D'a, 2 abril 1912, pag. 4, col. 2: "El Dios catolico" y pag. 4, col. 3: "Las dos morales"; 3 de abril 1912, pag. 4, col. 2: "Las dos morales. Como tratan las monjas a los nifios enfermos"; 4 abril 1912, pag. 4, cols. 3 y 4: "La Semana Catolica. El Jueves Santo"; 5 de abril de 1912, pag. 4, col. 5: "La Semana Catolica. El Viernes Santo", y pag. 4, col. 6: "Las dos morales. El regimen catolico y los nifios"; 6 abril 1912, pig. 4, col. 4: "Sabado de Gloria", y pag. 6 col. 2: "Los sermones de ayer"; 8 abril 1912, pag. 4, col. 2: "La maldad divina", y pag. 4, cols. 4 y 5: "Las dos morales. Consecuencias del regimen catolico. Niios convertidos en idiotas", y pag. 4, col. 4: "Serm6n de Soledad". 47 La Semana, 17 junio 1911, El Bien, 18 junio 1911. 48 La Semana, 29 abril 1911; Calendario de La Semana. 49 ACEVEDO: Anales, ob. cit., tomo V, pag. 690. El batllismo logro recien por la ley del 23 de octubre de 1919 la secularizacion de los feriados religiosos: el dia de los Reyes Magos, 6 de enero, se convirtio en "Dia de los Nifios"; la Semana Santa en "Semana de Turismo"; el dia de la Virgen, 8 de diciembre, en "Dia de las Playas", y el de Navidad, 25 de diciembre, en "Fiesta de la Familia" (ARDAO, ob. cit., pag. 397). 50 El Bien, 11 diciembre 1910: "La ocurrencia liberal".

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EL BATLLISMO

URUGUAYO

Y SU REFORMA

El Siglo, abogado de la compafiia britfnica de tranvias, y firmante del manifiesto anticlerical de 189651, y el diputado colorado conservador, Jos6 Enrique Rod6, tacharon de "jacobino" al anticlericalismo de este batllismo. A su entender, la antigua postura "liberal" se habia desnaturalizado por sus "excesos" y su alianza con "acratas y socialistas". Ahi precisamente radicaba el nicleo de la novedad y del cambio en la mentalidad colectiva. 5. El "matrimonio libre" y la liberaci6n de la mujer Seg6n el batllismo radical, el matrimonio en ciertos estratos de la sociedad uruguaya era vivido mas como la uni6n de dos fortunas que de dos personas, establecia "una raz6n social para los hijos legitimos" y desconocia el amor, que el hombre y la mujer debian buscar fuera de 61. Ademas, como "la mujer no tenia generalmente profesi6n de naturaleza tal que asegure su existencia", esa condici6n y la indisolubilidad del vinculo la convertian en "propiedad" de su marido despu6s de haberlo sido de su padre, en una "oprimida" mas de esa misma sociedad que hacia trabajar a los nifios, "explotaba" a los obreros y abandonaba a los ancianos 52. La sociedad burguesa, que colocaba "el inter6s" por encima de toda otra consideraci6n, s6lo admitia el matrimonio del hombre cuando 6ste lograba "establecerse", tener "una posici6n" en la vida, lo que conducia a los casamientos tardios, a la edad de 30 6 35 afnos, cuando desde mucho antes, "el estallido del instinto", al decir de Florencio Sanchez, obligaba a los j6venes a buscar la salida en "la prostituci6n de las hijas del pueblo" para salvaguardar "la virtud de las hijas de la aristocracia", segun sostenfa Alfred Naquet en su libro "Vers l'union libre"53, que a Batlle le pareciera "muy razonable"54. Tales puntos de vista, por otra parte, los suscribia tambi6n el lider en su conversaci6n privada y los defendian, bajo formas un tanto mas "prudentes", los lideres parlamentarios de la "reforma moral" en las Camaras de 1912: Domingo Arena y Ricardo J. Areco. El matrimonio debia asentarse sobre "el amor" y cuando 6ste desapareciera en cualquiera de los dos c6nyuges, el vinculo podria disolverse. La familia uruguaya, que

"MORAL"

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era "algo asi como un castillo feudal, cerrado por todas partes", a la cual "muy dificilmente se entraba" y "mas diffcilmente todavia se salia de ella porque mas diffcilmente todavfa se iba al divorcio" tendria que "modificarse fundamentalmente". El divorcio debia "facilitarse" por todos los medios para que los "que no se sintieran a gusto" salieran del matrimonio, y las mentalidades debian cambiar a fin de admitir el matrimonio, y las mentalidades debian cambiar a fin de admitir el "estallido del instinto" y "la maternidad", ya que esta era "un bien en cualquier forma que se haya producido", incluso en el caso de "la madre soltera". Todo ello se completaria con la independencia econ6mica de la mujer, la que podria lograrse tanto por su entrada al mercado de trabajo como por la asistencia del Estado que seria "duenio de todas las fortunas o de gran parte de ellas". De este modo tampoco la mujer estaria obligada a permanecer unida a quien no amaba. Este "matrimonio libre", al cual se entraria con la misma facilidad con que se saldria, unido a los cambios que se proyectaban en el sistema social, eliminarfa tanto la necesidad de "las uniones irregulares" como el "vicio degradante de la prostituci6n". "Lo combatiremos" -aniadi6 Batlle en su conversaci6n de 1912 con Jose Espalter- "vertiendo, por decirlo asi, las corrientes de todos sus desordenes, en la gran masa de los matrimonios legitimamente constituidos. Nada de localizar la prostitucion, nada de poner barreras infranqueables entre el matrimonio y la prostituci6n". Era "necesario acabar con la prostituci6n extendiendo y ampliando la instituci6n del matrimonio" 55. Para diferenciarse de los anarquistas y socialistas que postulaban "la uni6n libre", Ricardo J. Areco dijo que el batllismo querfa "el matrimonio libre"56, al cual se 51 ARDAO, ob. cit., pag. 367. 52 Alfred NAQUET: Vers l'union libre, Paris, 1908, pags. 10-18. 53 NAQUET, ob. cit., pags. 260-61. 54 VANGER, ob. cit., pag. 49. 55 Diario Sesiones de la Camara de Senadores (D.S.C.S.), tomo 101, pags. 540-43, sesion 19 junio 1912. 56 D.S.C.S., tomo 102, pags. 141-43, sesi6n 8 julio 1912; D.S.C.R., tomo 227, pag. 221, sesion 6 setiembre 1913.

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JOSE P. BARRAN Y BENJAMIN NAHUM

llegaria haciendo sencillisimo el divorcio. En verdad, como sostuvo Domingo Arena en ese anio de 1912 tan rico en definiciones de orden moral del batllismo radical, el Estado "s6lo servia para llevar el registro de los matrimonios... para regir los bienes y las relaciones de familia" y "absolutamente para nada mas"57. De ahi el proyecto de Ricardo J. Areco en 191258 proponiendo el divorcio por la sola voluntad de cualquiera de los dos c6nyuges despu6s de dos afnosde matrimonio, sin necesidad de invocar razones y con la inica obligaci6n para el hombre de abonar manutenci6n a su ex esposa. Si el proyecto era aprobado, "el Uruguay (segfin Domingo Arena) podra hacer lo que no hace todavia ningfin pais del mundo: presentar en un magnifico block sus matrimonios libres, sostenidos sin ninguna coacci6n, jnada mas que por la fuerza de sus afectos y sus sentimientos!" 59 Cuando el joven fil6sofo Carlos Vaz Ferreira advirti6 a Domingo Arena los riesgos que corria la mujer con esa f6rmula en la concreta sociedad uruguaya que se buscaba modificar, Batlle admiti6 un cambio: el divorcio seria por la sola voluntad de la esposa ya que esa "formula... nos lleva hasta donde queremos llegar, desde que en definitiva nosotros no queremos otra cosa que la liberaci6n de la mujer dentro del matrimonio"60, liberaci6n tanto mas necesaria cuanto "que el marido (era) el duenio del trabajo y... el dueio del dinero dentro de nuestra organizacion matrimonial", por lo cual, como afirmaba con realismo Ricardo J. Areco, "el hombre tiene en sus manos en cualquier momento el divorcio de hecho, y la mujer no lo tiene"l61

Coincidi6 con estos planteos el diputado socialista Emilio Frugoni, para quien los principios juridicos que habiamos heredado del Derecho Romano -y que la burguesia mantenia- "colocaban a la mujer en un estado de permanente minoria de edad" que debia suprimirse de una vez62. Con estos fundamentos fue convertido en ley el divorcio por la sola voluntad de la mujer el 9 de setiembre de 1913. *

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"La liberaci6n de la mujer" se lograria modificando el orden juridico y derribando "los convencionalismos sociales, muchas

veces estfipidos", pero sobre todo se obtendria fomentando su acceso a los niveles de ensefianza de los que estaba prfcticamente excluida y procurandole independencia econ6mica. Por ello se cre6 por la ley del 8 de marzo de 1912 la secci6n femenina de Ensefianza Secundaria63 y el presidente Batlle ensanch6 el camino del empleo piblico para la mujer haciendo pasar en solo tres afnosel nfmero de funcionarias de la Administraci6n de Correos de 2 a mas de 50, "con ventajas sociales notorias", al decir de su ministro Eduardo Acevedo64. En realidad, todos los cambios precedentes, en el matrimonio, la educaci6n y el empleo estatal estaban pensados y actuaban "liberando" a las mujeres de las clases medias y altas puesto que, como afirmaba con realismo Emilio Frugoni, "para los proletarios la cuesti6n del divorcio es un mito, esta de hecho resuelta por su propia miseria"65. Miseria que tambien habia resuelto, por cierto, el problema del trabajo de la mujer "humilde", por cuanto hacia ya tiempo que esta habia entrado al taller y la fabrica, o llevado el trabajo a destajo a su casa.

En cambio, la reforma que sigue -la transformaci6n de la mujer en ser politico, habilitandola para sufragar y gobernar-, esa si podia llegar a todos los estratos sociales. 57 D.S.C.S., tomo 102, pag. 324, sesion 31 julio 1912. 58 Vease nuestro tomo I: El Uruguay del novecientos, pags. 82 y sigs. 59 D.S.C.S., tomo 102, pag. 338, sesi6n 2 agosto

1912; D.S.C.R.,

tomo 227, pigs.

143-67,

sesion 30 agosto 1913. 60 D.S.C.S., tomo 102, pags. 353-56, sesi6n 5 agosto 1912; D.S.C.R., tomo 227, pags. 16991, sesion 2 setiembre 1913. 61 D.S.C.R., tomo 227, pags. 143-67, sesi6n 30 agosto 1913. 62 D.S.C.R., tomo 227, pigs. 193-215, sesion 4 setiembre 1913. 63 Vease nuestro tomo I: El Uruguay del novecientos, pags. 79 y sigs., y Maria Julia ARDAO: "La creacion de la Seccion de Ensefianza Secundaria y Preparatoria para Mujeres en 1912", Montevideo, 1962. 64 ACEVEDO: Anales, ob. cit., tomo V, pag. 687. 65 D.S.C.S., tomo 102. pig. 326, sesion 31 julio 1912.

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EL BATLLISMO URUGUAYO Y SU REFORMA "MORAL"

Batlle, utilizando el seud6nimo de "Laura" -la amada de Petrarca-, reclam6 los derechos politicos para la mujer ya en 191266. Los j6venes dirigentes que se incorporaron a la Camara de Representantes por las elecciones de noviembre de 1913 lo apoyaron. Francisco Sim6n pidi6 al mes siguiente "el voto de la mujer", pues no podia "haber verdadera democracia en un pais que niega el sufragio a la mitad de siis habitantes"67. Y en 1914, Hector Miranda, Juan A. Buero, Atilio Narancio y Cesar Miranda presentaron un proyecto de ley acordando a la mujer los mas amplios derechos politicos68.

Segun la opini6n conservadora-cat6lica, esta "militancia" politica de la mujer "perjudicaria (su) consagraci6n... al hogar", "desnaturalizaria su corazon" y la volveria "hombruna", sobre todo cuando

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participara junto al hombre en "la excitaci6n turbulenta de un sabotaje, de una huelga... en los violentos ensayos de la revoluci6n social"69. Porque asi como el batllismo radical habia vinculado su feminismo a "la cuesti6n social", la liberaci6n de los "oprimidos del taller" a la de los "oprimidos del hogar", tambi6n las clases conservadoras habian ligado el mantenimiento del orden establecido al de la sociedad patriarcal. 66 El Dia, 14 marzo 1912: "El voto de las mujeres"; 8 abril 1912: "En defensa de la mujer" (ambos articulos firmados por "Laura"). 67 El Dia, 5 de diciembre 1913: "Los nuevos representantes del Partido". 68 D.S.C.R., tomo 133, pags. 228-50. 69 El Bien, 18 octubre 1911: "La obrera".

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