Erin Sullivan - Los Planetas Retrogrados.pdf

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Erin Sullivan

Planetas retrógrados

EDICIONES URANO Argentina - España - México - Venezuela

Título original: Editor original: Traducción: Revisión técnica:

Retrograde Planets. Traversing the Inner Landscape Arkana, Penguin Books, Londres Marta l. Guastavino Montserrat Torné

Reservados todos los derechos. Queda ri­ gurosamente prohibida, sin la autoriza­ ción escrita de los titulares del Copyright, bajos las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedi­ miento, incluidos la reprografía y el trata­ miento informático, así como la distribu­ ción de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos.

(c) 1992 l?J Erin Sullivan Ce) 1994 �y EDICIONES URANO, S. A. Enric Granados, 113, pral. 1. ª - 08008 Barcelona ISBN: 84-7953-068-5 Depósito legal: B. 8.314-94 Fotocomposición: FD, S.L., Muntaner, 217 - 08036 Barcelona Impreso por Puresa, S.A. - Girona, 139 - 08203 Sabadell Printed in Spain

Dedico este afectuoso recuerdo al espíritu de indagación de Howard 1948-1992

Índice Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Citas dignas de citarse . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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PRIMERA PARTE LA RETROGRESIÓN Y CÓMO FUNCIONA

1 2 3

El mecanismo de la retrogresión . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . El Sol y los planetas natales retrógrados . . . . .. . . .. . . . . . La progresión secundaria de los planetas . . . . .. . . . . . . . . .

25 39 55

SEGUNDA PARTE LOS PLAN ET AS INFERIORES RETRÓGRADOS NA TALMENTE Y EN TRÁNSITO

4 5

Mercurio, el dios de la retrogresión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Venus, la diosa dual . . . . .. . . . . . . . . .. . . . . . .. . . . .. . . . . . .

67 101

TERCERA PARTE LOS PLANET AS SUPERIORES RETRÓGRADOS EN LA CARTA NATAL

6 7 8 9

El ciclo de los planetas superiores . .. . . . . . . . . . . .. . . . . . . Marte natal retrógrado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Júpiter natal retrógrado . . . . .. . . .. . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . Saturno natal retrógrado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . .. . . . .

141 18 5 211 229 9

1O 11 12 13 14 15

Los planetas transaturninos . . . . . . . Urano natal retrógrado . . . . . . . . . . . Neptuno natal retrógrado . . . . . . . . . Plutón natal retrógrado . . . . . . . . . . . La historia de un caso natal: Osear La historia de un caso mundano: la

.................... .................... .................... .................... .................... sífilis . . . . . . . . . . . . . .

251 267 279 291 303 317

CUARTA PARTE LOS PLANETAS SUPERIORES RETRÓGRADOS EN TRÁNSITO

16 17 18 19 20 21 22 23 24

10

Una visión general . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Marte retrógrado en tránsito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Júpiter retrógrado en tránsito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Saturno retrógrado en tránsito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Los tránsitos de los planetas transaturninos . . . . . . . . . . . . Urano retrógrado en tránsito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Neptuno retrógrado en tránsito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Plutón retrógrado en tránsito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Un caso de planetas retrógrados en tránsito: Jude . . . . . .

325 345 357 365 373 393 405 415 427

Agradecimientos Quiero agradecer especialmente a Howard Sasportas el amor y el afecto, profundos y perdurables, que compartimos, el júbilo que ali­ mentó en ambos el fuego de la inspiración, y -a la luz de mi propio tra­ bajo personal- la fortaleza que me dio para tomarme el tiempo, hacer el esfuerzo y asumir la disciplina que exige el hecho de escribir. Gracias, Howard, por haber sido «Paul» y haber escuchado el interminable des­ pliegue de teorías a medida que emergían y se consolidaban, por las no­ ches que pasamos delirando sobre múltiples temas y las tardes en la es­ cuela de verano en «Kansas». Sé que ahora estás en el «gran Kansas» y seguiré haciendo lo que tú viste en mi futuro. Lo que hiciste lo hiciste a la perfección hasta el último aliento. Te amaré siempre ... y ya nos vol­ veremos a ver. También doy las gracias a Barbara Levy, mi agente, a quien conocí a través de Howard, por creer en mí y seguir brindándome su apoyo. A Mike Harding por ser una estimulante caja de resonancia y por ir le­ yendo el manuscrito a medida que yo lo escribía. A Robin Waterfield por su contribución como corrector y amigo, por reconocer al oírla una buena idea, ¡y especialmente por no suprimir nada del original! A Mela­ nie Reinhart por leer el primer borrador incompleto y fragmentario, y por volver a infundirme el entusiasmo y el valor necesarios para termi­ nar el libro. Ella es un paradigma viviente de Júpiter retrógrado. ¡Bravo, Melanie, y buen viaje! Agradezco a Tony Selina, artista del di­ seño gráfico y astrólogo, sus ilustraciones, que no están nada mal para tener siete planetas retrógrados, entre ellos Quirón. Y gracias también a John Flower. A Christine y Graham, de Northbrook Farmhouse, donde una paz bucólica me ayudó a superar la etapa de reescribir el manus­ crito en agosto de 1991, durante la poco frecuente conjunción inferior de Mercurio y Venus, en un verano largo y ardiente. A Andrew Came11

ron, que con su ojo de águila, su mentalidad aguda y su revisión me­ ticulosa ha cuidado la edición de Saturn in Transit y de este libro, y sin cuya ayuda yo estaría continuamente cometiendo errores gramaticales y oscureciendo las ideas más simples. Muy cálidamente doy las gracias a los amigos y clientes que son ejemplos vivientes de la elegancia de la astrología; con gran respeto y agradecimiento he usado estos casos, en su mayor parte camuflados, pero dando la interpretación precisa para que todos podamos ser mejores astrólogos y consejeros. Mi agradeci­ miento a los estudiantes, colegas y clientes que me han enseñado lo que sé, y a todos los astrólogos y estudiosos que durante los últimos veinte años se han interesado por los planetas retrógrados y me han alentado a escribir este libro ... que espero sea lo que querían, puesto que es lo que reciben. Y siempre con amor doy las gracias a mis hijas Spirit y Yesca, que son el más bello producto de mi creatividad, me han dado en todo momento el sentido, el valor y la fuerza para vivir, y son quienes encar­ nan mi propia transformación.

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Citas dignas de citarse La influencia de cada planeta, sin embargo, se ve reforzada principal­ mente cuando puede ser oriental, rápido y directo en su propio curso y movimiento, porque entonces tiene su mayor poder; pero, por otra parte, pierde fuerza cuando es occidental y lento en su movimiento o retrógrado, porque entonces actúa con menor efecto. [Con respecto a las predicciones y la formación de eclipses], las ciuda­ des y los países [son] susceptibles de resultar influidos por determina­ dos eclipses, o por ocasionales estaciones prolongadas de ciertos plane­ tas, que a veces permanecen durante un tiempo determinado en una situación. Estos planetas son Saturno, Júpiter y Marte, y no ofrecen in­ dicaciones portentosas cuando están estacionarios. Ambas citas de Tolomeo, Tetrahiblos (ca. 140) Audaces fortuna iuvat timidosque repel/it [«La fortuna favorece a los au­ daces y desdeña a los cobardes»: referencia a los que toman decisiones cuando los planetas les son adversos]. Rhodius de Mareotis, Disputationes astro/ogiae (ca. 240) [El planeta retrógrado] quita una pequeña parte de esa armonía univer­ sal de cada uno de sus períodos diurnos, y cuando hayan pasado algu­ nos días parecerá [...] que ha hecho un grave daño al ecuador. John Dee (1527-1608), Propaedeumata Aphoristica En Astrología [al planeta retrógrado] se lo considera como una debili­ dad, y, según mi experiencia personal, los aspectos que forma un pla13

neta retrógrado, ya sean radicales o direccionales, lo despojan de su efi­ cacia, y nada de lo que promete llega a cumplirse. Sepharial, New Dictionary of Astrology (1921) Los planetas retrógrados nunca dan todo lo que se espera. Charles Carter, Horary Astrology (1942) Los planetas retrógrados no sólo hacen que el individuo regrese a ayer, al mes anterior y al año pasado, sino que también inducen una regre­ sión a vidas anteriores cuyos recuerdos influyen fuertemente en la en­ carnación presente. Estos recuerdos se refieren a acontecimientos o in­ dividuos específicos que en otra vida tuvieron la importancia suficiente como para seguir ahora influyendo en la persona. Martin Schulman, Karmic Astrology: Retrogrades and Reincarnation ( 1977)* Sin embargo, las personas que aspiran a cargos públicos o que destacan ya en su comunidad, porque están reaccionando más personalmente a las necesidades y tendencias de su época, se ven afectadas con más frecuencia por un cambio en la dirección de estos planetas. Aunque es imposible establecer una regla, la experiencia ha demostrado que esto suele suceder justo antes de que un planeta se vuelva retrógrado o directo. Alexander Rupcrti, Cycles of Becoming ( 1978) Si un planeta en tránsito se encuentra estacionario mientras está en as­ pecto exacto con un planeta del horóscopo natal, el poder de cualquier acontecimiento que resulte de ello se incrementa. Tad Mann, The Round Art ( 1979) Para los antiguos astrólogos-astrónomos anteriores a Copérnico, [la re­ trogresión] era un suceso sumamente enigmático, que sólo se podía en­ tender y tal vez predecir sobre la base de observaciones pasadas, pero que en realidad no se podía explicar.

* Hay traducción al castellano: Planetas retrógrados y reencarnación. Astrología kármica II, Ediciones índigo, Barcelona, 1989. (N. del E.) 14

La clave, no podemos insistir bastante en ello, está en entender que la retrogradación se produce en una determinada fase de la relación cí­ clica de cada planeta con el Sol cuando se lo ve desde la Tierra. Ambas citas de Dane Rudhyar y Leyla Rael, Astrological Aspecl.\' (1980) Podría ser gratificante considerar que entender la manifestación de la retrogradación tiene menos que ver con el aparente movimiento «hacia atrás» y más con el hecho de que el planeta, después de volver al movi­ miento directo, cubrirá el mismo recorrido sobre el cual aparentemente retrocedió. Noel Tyl, The Horoscope as Identity (1980) Mis observaciones sugieren, sin embargo, que un planeta retrógrado no es más fuerte cuanto más cerca está del centro de una persona [...] es muchísimo el trabajo que queda por hacer con respecto a los planetas retrógrados y sus efectos. Robert Hand, Horoscope Symbols (1981)* Creo que cualquier planeta retrógrado tiende a interiorizar la expresión del planeta. Opera en un nivel más subjetivo y encubierto. El signifi­ cado del planeta no cambia, pero su capacidad para expresarse de ma­ nera extravertida se altera. Liz Greene, The Outer Planets and Their Cycles (1983)** El fenómeno del movimiento retrógrado es un suceso perfectamente natural, y astrológicamente no tiene significado alguno, excepto cuando un planeta se queda estacionario, se mueve con más lentitud y «planea» sobre un punto crítico de la carta. Entonces tiene importancia y es pre­ ciso tenerlo en cuenta. John y Peter Filbey, Astronomy for Astrologers (1984)

* Hay traducción al castellano: Los símbolos del horóscopo, Ediciones Urano, Barcelona, 1993. (N. del E.) ** Hay traducción al castellano: Los planetas exteriores y sus ciclos, Editorial Ba­ rath, Madrid, 1988. (N. del E.) 15

En la astrología tradicional la interpretación de un planeta retrógrado tenía una connotación un tanto siniestra; sin embargo, los astrólogos modernos tienden a desdeñar totalmente la idea de que la retrograda­ ción pueda influir en la importancia de los planetas, o a rectificar mu­ chísimo la reputación siniestra que le adjudicaba la antigua interpreta­ ción. Fred Gcttings, The Arkana Dictionary of Astrology (1985) La interpretación más común parece girar en torno de la idea de que si el planeta está retrógrado, entonces su energía se inhibe un poco y se vuelve sobre sí mismo. Sospecho que en gran parte esto se deduce de una traducción directa de la expresión «hacia atrás», y creo que equi­ vale a menoscabar el problema de la retrogresión como tal de una ma­ nera que no se merece. Fiona Griffiths, «The Astrological Journal» (1986)

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Introducción Y habrá una gran confusión sobre las cosas, sobre lo que son esas cosas y sobre dónde reposan todas esas cosillas. La vida de Brian

La primera conferencia que di sobre astrología fue para un grupo de unos ocho colegas que, sin saberlo, eran el núcleo de lo que habría de convertirse en la British Columbia Astrological Society. Para ese pe­ queño grupo, en 1973, expuse mis ideas sobre los planetas retrógrados. Mi inicial incursión en la astrología, en 1964, había estado condicio­ nada por The Lunation Cycle, de Dane Rudhyar [El ciclo de las lunacio­ nes, Editorial Sirio, Málaga, 1987], seguido por Aspects, de C. E. O. Carter, y por numerosos folletos, libracos y lecturas diversas, de modo que se puede ver que mis comienzos fueron extraños e inconexos. Mis auténticos compañeros fueron las efemérides por décadas de los rosa­ cruces, en cuyo estudio me absorbía, aprendiendo por mi cuenta a le­ vantar horóscopos y a estudiar los movimientos planetarios. Siempre me fascinó el aparente movimiento de retroceso de los planetas, seña­ lado por la misteriosa «R» en las columnas de cifras. En ninguna parte leí ni oí comentar nada sobre esa «R» hasta que unos años después, en 1968, acudí a una reunión de teósofos en Los Ángeles para oír una con­ ferencia de Manly Palmer Hall. En algún momento de la velada se habló del movimiento retrógrado y tuve la esperanza de que finalmente me explicaran aquella misteriosa «R». Sin embargo, cuando pregunté me dijeron que no significaba nada, y que no debía hacerle caso en as­ trología natal. Sugerirle a una Escorpio que algo no significa nada es tan explosivo como mostrarle un trapo rojo a un toro, su signo opuesto, y yo no pude 17

aceptar aquella interpretación. Hacer caso omiso de aquel movimiento excéntrico me parecía realmente muy extraño, sobre todo porque yo ya me estaba dando cuenta de que se trataba de un fenómeno cíclico y de que cada planeta pasaba con gran regularidad por fases de un movi­ miento de retroceso aparentemente «sin sentido». Empecé a observar la regularidad del movimiento retrógrado de Mercurio a comienzos de los años setenta, pero no publiqué nada sobre el tema hasta 1983, cuando el RKM Tape Club distribuyó una serie de mis conferencias grabadas sobre Mercurio retrógrado. Me daba cuenta de que los planetas inferiores podían haber sido un problema para cualquier observador del cielo en la Antigüedad debido a su proximidad al Sol y a la incuestionada creencia en el geocentrismo. En cuanto a los planetas superiores, sin embargo, no podía entender por qué no se había hecho más mención de su importancia cuando esta­ ban retrógrados, ya que los habrían visto en el cielo nocturno cuando el Sol estaba en oposición con ellos. Cuando finalmente estudié algunas fuentes antiguas, encontré unas pocas menciones de planetas retrógra­ dos, pero principalmente en el contexto de calamitosas advertencias sobre sus estaciones y las terribles aflicciones que anunciaban. Muchos filósofos han dicho que lo que distingue al género humano del resto del reino animal es nuestra capacidad para razonar y para pre­ ver nuestra propia muerte. Otros han dicho que es nuestro sentido del humor. Yo creo que una de las características de la humanidad que nos ponen en un lugar aparte es nuestra capacidad para la negación. ¡En­ frentados con lo obvio, somos capaces de decir que no existe, o que si existe, no viene al caso! Con respecto a los planetas retrógrados, los as­ trólogos han alternado entre asignarles demasiada importancia, con lo que ellos mismos se ponían en ridículo, y no hacerles caso, con lo que parecían no menos tontos. Los dos problemas se han generado porque hemos procurado entender el planeta retrógrado solo, en lugar de consi­ derarlo en relación con su sistema. Si apartamos a un individuo de su relación con su sistema -sea éste la familia, la sociedad, la cultura o la época-, no veremos sino una partícula aislada y probablemente sin im­ portancia. Cuando se incluye al individuo dentro de ese sistema, mu­ chas otras cosas empiezan a encontrar su lugar. Yo creo que esto es lo que nos ha sucedido en relación con los planetas retrógrados. Uno de los principales argumentos que se oponen a tener en cuenta la retrogresión como soporte filosófico de la astrología es que el movi­ miento de los planetas hacia atrás es sólo «aparente». Un razonamiento que bordea el absurdo: si lo que vemos no es una percepción válida, en­ tonces estamos perdidos. El carácter «aparente» del movimiento retró­ grado es una realidad en sí mismo, y si percibimos un planeta en movi18

miento retrógrado, entonces está en mov1m1ento retrógrado, desde el punto de vista del observador. Dado que vivimos en la Tierra y que en ella llevamos nuestros asuntos (o nos percibimos como si lleváramos nuestros aparentes asuntos), tomando nota de diversas cosas desde un punto de vista tanto subjetivo como objetivo, entonces es razonable pensar que no sólo podemos «ver» objetivamente la retrogresión, sino que también en un sentido subjetivo podemos estar interaccionando con ella, es decir, teniendo una experiencia de ella como algo diferente del movimiento directo. Quizás el problema de la retrogresión no resida en los planetas mis­ mos, sino en nuestra manera de entender el sistema de los planetas reu­ nidos alrededor de nuestro Sol y la relación que tienen con éste tal como lo vemos desde nuestro punto de vista geocéntrico. Parte de mi propia confusión para hacerme una idea de los planetas retrógrados se reflejaba claramente en las enseñanzas tradicionales a que todos nos hemos visto sometidos, y en las que incluso nos han adoctrinado. Mi incapacidad para captar el «problema de los retrógrados» residía en que me habían enseñado a entender los planetas en los signos y en las casas. Aunque estas especificaciones son válidas y pródigas en significa­ dos, parece que para entender plenamente al planeta retrógrado es ne­ cesario abordarlo de otra manera. Quizás el lector advierta una falta de énfasis en la posición por casa y el emplazamiento por signo en mis descripciones de los planetas re­ trógrados. Esto eg deliberado por dos razones. En primer lugar, porque el poder más importante de un planeta retrógrado reside en el hecho de que es retrógrado y, por lo tanto, está implícitamente en aspecto con el Sol. Y en segundo lugar, porque el poder de un planeta retrógrado de­ pende de su posición en la gestalt del horóscopo, es decir, de si forma un aspecto exacto con el Sol, de si está aislado o de si alguna otra ma­ nera se encuentra segregado del cuerpo principal de los planetas en el resto de la carta. Catalogar las interpretaciones de los planetas retrógrados exclusiva­ mente por su casa y su signo no sólo es un error que despista, sino que no funciona de forma coherente. Espero que el lector sintetice su cono­ cimiento de los signos y las casas con el de los aspectos de los planetas retrógrados con otros planetas, y que llegue así a comprender cuál es la contribución de la energía retrógrada en el contexto de la totalidad del horóscopo. Tras haber sopesado e investigado el movimiento de todos los pla­ netas, me di perfecta cuenta de que se debe ver la retrogresión en el contexto de un sistema total, el que produce el fenómeno. Por consi­ guiente, es esencial leer este libro desde el principio al fin, en vez de es19

coger capítulos aislados en busca de las descripciones de algunas de las características de cada planeta cuando está retrógrado, natalmente y en tránsito. Al leerlo de cabo a rabo, el lector verá con toda claridad que lo que está en funcionamiento es un sistema elegante, cuya compleja sim­ plicidad tiene una resonancia y un ritmo que resultan prácticamente destruidos por las interpretaciones aisladas. Los ritmos, secuencias, ondas y pautas referentes a la retrogresión y al movimiento directo de los planetas tienen una integridad holista de carácter sinfónico. Son muchas las voces que están cantando juntas. Tal como le hace decir Shakespeare a Lorenzo en El mercader de Venecia: Ni siquiera el astro más pequeño que contemples deja de cantar en su movimiento como un ángel, concertando con los querubines de ojos siempre jóvenes; semejante armonía se da en las almas inmortales ... Al atravesar el velo del misterio tras el cual se ha ocultado al acecho la retrogresión, me encontré en ocasiones obsesionada por la pitagórica «música de las esferas». En El sueño de Escipión, de Cicerón, Escipión el Africano, el Viejo, refiriéndose a esto, dice a su nieto: «A esta melo­ día se han vuelto sordos los obstruidos oídos de los hombres». Y bien podríamos estar nosotros metafóricamente ensordecidos por cosas como las resonancias armónicas que concuerdan con el movimiento planetario, en especial dado que la base de la escuela de los misterios de los pitagóricos tenía sus raíces en el geocentrismo. Sin embargo, la ver­ dadera intención del final visionario que da Cicerón a su República en la forma del sueño de Escipión el Joven es la de representar la natura­ leza del Universo como basada en el poder central del Sol y en las ar­ monías generadas por la revolución de las esferas en las cuales están en­ garzados los planetas. Así, hace una distinción entre las ocho esferas y los planetas que residen en ellas, cada una de las cuales armoniza con las demás, todas contenidas por la envoltura de la novena Gran Esfera Celestial, que es, por así decirlo, la coreógrafa. El tono arquetípico se origina en el planeta, pero la armonía resultante resuena a través de la esfera, y las esferas colectivamente producen la sinfonía o «música». Esta distinción es importante: al planeta se lo representa como un tono arquetípico y a la esfera como un agente que hace resonar este tono de acuerdo con el emplazamiento del planeta con respecto a los demás. El planeta, pues, no es independiente y, de hecho, actuando solo podría ser muy ineficaz. La visión antigua de los planetas engarzados en las esferas celestes 20

es una encantadora metáfora de la relación interactiva que hay entre los planetas en el sistema del horóscopo. Lo que constituye los cimientos de mi trabajo en este libro es �l vínculo inextricable entre los planetas y sus órbitas, y su relación con el Sol, el gran principio organizador, o el director de la sinfonía. En el curso de mi enfrentamiento cuerpo a cuerpo con la intrincada complejidad de múltiples ciclos dentro de ciclos y con las interacciones de los paradigmas, cada uno de los cuales tiene a su vez un «prototipo» -es decir, una base fundamental para pautas o diseños subsiguientes-, descubrí un sistema de una excelencia y una delicadeza admirables, que puede ser aplicado en todos los ámbitos de la astrología: natal, mun­ dana, de tránsitos y teórica. Abrigo la esperanza de que el resultado de este libro sea una gran abundancia de trabajo y observación. Aunque los valores interpretativos son característicamente míos, el sistema no lo es; el sistema es verdadero, y lo único que es relativo y está sujeto al prejuicio es nuestra forma de percibirlo. El lector necesitará, por lo tanto, despojarse de toda idea preconce­ bida en lo tocante a los signos y las casas, y concentrarse por entero en el movimiento de los planetas y en su posición en relación con el Sol. Al hacerlo, no tardará en darse cuenta de que, intrínseco en nuestro pe­ queño cosmos, hay un orden divino de las cosas. Y la confusión res­ pecto de «dónde reposan todas esas cosillas» se verá considerablemente reducida.

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PRIMERA PARTE

LA RETROGRESIÓN Y CÓMO FUNCIONA

1

El mecanismo de la retrogresión A lo largo de todo el libro habremos de recordar continuamente que el movimiento retrógrado es una peculiaridad de nuestro punto de vista, cuya ba-,e es la Tierra. Miramos tanto hacia adentro, hacia el Sol y los dos planetas «inferiores», como hacia afuera, hacia los planetas «supe­ riores», en la dirección de los límites del sistema solar. Los planetas in­ feriores, cuyas órbitas son interiores a la de nuestro sistema Tierra­ Luna, son Mercurio y Venus; los que están más allá de nuestra órbita -Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón- son los planetas superiores, que los astrólogos han dividido en planetas «sociales» (los tres primeros) y planetas «transpersonales» o, con más precisión, «tran­ satuminos» (los tres últimos). La retrogresión es el período durante el cual un planeta de nuestro sistema solar nos da la impresión de que se mueve hacia atrás cuando lo vemos contra el telón de fondo fijo de las estrellas. El fenómeno se debe totalmente a nuestra perspectiva, basada en la Tierra, y era bien conocido de los astrólogos de la Antigüedad. Sin embargo, los antiguos observadores de los cielos estaban un tanto confundidos con respecto a los ciclos de los planetas inferiores, especialmente en cuanto a la retrogresión, porque pensaban que tanto Mercurio como Venus eran dos cuerpos diferentes cada uno. Esto se debía a que ambos pueden ser, en diferentes momentos de su ciclo de revolución y retrogresión orbital, tanto «estrellas» de la mañana como de la noche. La confusión es bien comprensible, porque cuando mira­ mos hacia Mercurio y Ven us parece como si pasaran de un lado a otro a través del Sol, en vez de describir una órbita a su alrededor. Debido a su proximidad orbital al Sol, sólo son claramente observables cuando están más distantes de éste en longitud zodiacal. Esta visibili­ dad se produce durante dos breves períodos, cuando Mercurio y 25

Venus «se acercan» a nosotros en sus órbitas para formar una conjun­ ción inferior con el Sol, y cuando «se alejan» de nosotros, continuando cada uno en su órbita alrededor del Sol para formar la conjunción supe­ rior. A los planetas sociales -Marte, Júpiter y Saturno- se los ve con más claridad cuando se están moviendo en la parte del cielo opuesta al Sol (en el cielo nocturno), y cuando se hallan en esta zona del zodíaco están retrógrados durante gran parte del tiempo. Este mismo principio de la oposición Sol-planeta se aplica también a U rano, Neptuno y Plutón, pero estos planetas no son visibles a simple vista. Por consiguiente, la principal diferencia entre los planetas inferiores y los superiores cuando se hallan retrógrados consiste en que: 1. Los planetas superiores sólo parecen volverse retrógrados cuando están a punto de formar una oposición con el Sol. Entonces, la Tierra está situada entre el Sol y el planeta en su órbita. 2. Los planetas inferiores sólo parecen volverse retrógrados cuando están a punto de formar una conjunción con el Sol. El planeta está situado entre la Tierra y el Sol. El punto en común entre todos los planetas es que están retrógrados cuando se encuentran más próximos a la Tierra. Sin perder de vista estos hechos, vamos a examinar ahora los ciclos de retrogresión inferior y superior. EL CICLO RETRÓGRADO DE LOS PLANETAS INFERIORES

Desde un punto de vista geocéntrico, Mercurio y Venus pueden formar dos tipos de conjunción con el Sol: 1. Inferior: cuando el planeta se encuentra entre la Tierra y el Sol y está retrógrado. 2. Superior: cuando el planeta se encuentra al otro lado (visto desde la Tierra) del Sol y está en movimiento directo. Tanto Mercurio como Venus describen su órbita alrededor del Sol en plazos más breves que la Tierra. Mercurio da una vuelta alrededor del Sol cada 88 días, y Venus cada 225 días aproximadamente (el pe­ ríodo orbital de la Tierra es de 365,25 días). Como la Tierra y los plane­ tas inferiores describen sus órbitas alrededor del Sol en sus respectivos tiempos, hay ocasiones en que se encuentran todos en el mismo lado del Sol, y otras en que están en lados opuestos. A veces se mueven unos 26

junto a otros, otras veces no. Cuando un planeta inferior, en su movi­ miento alrededor del Sol, «alcanza» a la Tierra y la pasa, da la impre­ sión de que se mueve hacia atrás contra el fondo del zodíaco. En ese momento se encuentra en su punto más cercano al Sol en longitud zo­ diacal (en las efemérides), y entonces está retrógrado. Desde un punto de vista heliocéntrico, se produce una conjunción Tierra-Mercurio o Tierra-Venus. En el caso de Mercurio, este movimiento retrógrado se produce aproximadamente tres veces cada trece meses; el planeta alcanza a la Tierra en la conjunción inferior con el Sol cada 116 días. Venus -que completa su órbita alrededor del Sol cada 225 días- forma una conjun­ ción inferior con el Sol cada 584 días más o menos, y por lo tanto sólo se ve a este planeta en movimiento retrógrado aproximadamente una vez cada dieciocho meses. Aunque los tiempos de los ciclos retrógrados de Mercurio y Venus son bastante diferentes, el sistema funciona exac­ tamente de la misma manera. En la conjunción superior (el punto 1 en la fig. 1.1), la Tierra está mirando más allá del Sol hacia el planeta inferior, que va avanzando en movimiento directo alrededor del Sol. Llegado a cierto punto, el pla­ neta inferior empieza de nuevo a avanzar hacia la Tierra en su órbita y pasa entre el Sol y la Tierra. Cuando el planeta está entre la conjunción superior (punto 1) y la Mayor Elongación Oriental (punto 2), se encuen­ tra en movimiento directo. Comienza a desacelerarse justo antes del punto 2 y se estaciona, para volverse retrógrado, en el punto 3; después de ese momento, durante un cierto tiempo (un promedio de 22 días para Mercurio y 42 para Venus) parece que se mueva hacia atrás contra el fondo del zodíaco. En el punto medio del período retrógrado, el pla­ neta habrá retrocedido para formar una conjunción inferior con el Sol (punto 4). Algunos días después de la conjunción inferior (en el caso de Mercurio aproximadamente a los 1O días, y más o menos a los 21 en el de Venus), parecerá que el planeta vuelve a moverse con lentitud, se detiene y después retoma el movimiento hacia adelante (punto 5), dirigiéndose hacia la conjunción superior (punto 1) en el otro lado del Sol. En los puntos anterior a la estación retrógrada y posterior a la esta­ ción directa (puntos 2 y 6), el planeta inferior es claramente visible para nosotros desde la Tierra. A estos puntos se los llama la Mayor Elonga­ ción: el planeta inferior está entonces tan distante del Sol en longitud zodiacal como es posible que esté. Para Mercurio, la distancia máxima es de 28º a cada lado del Sol, y para Venus de 48º. En el punto estacio­ nario retrógrado, el planeta inferior está en su mayor elongación orien­ tal, se pone inmediatamente después del Sol y se lo llama estrella ves27

a

Tierra

a. Órbita de la Tierra b. Órbita de un planeta inferior 1. 2. 3. 4. 5. 6.

Conjunción superior Mayor elongación oriental Estación retrógrada Conjunción inferior Estación directa Mayor elongación occidental

Fig. l. l. Punto de vista heliocéntrico de los ciclos de un planeta inferior

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pertina; en el punto estacionario directo, sale poco antes del Sol, como estrella matutina, y entonces está en su mayor elongación occidental. Tanto Mercurio como Venus realizan esta oscilación, y ambos, en diferentes momentos de cada uno de sus ciclos, aparecen como la estre­ lla matutina y la vespertina. En ciertos períodos excepcionales en que Mercurio y Venus están juntos en el mismo lado del Sol, pueden pre­ sentarse simultáneamente como estrellas matutinas o vespertinas, y en­ tonces Venus -el más distante del Sol de los dos- al anochecer perma­ nece en el horizonte más tiempo que Mercurio, o sale antes que éste, anunciando el amanecer. Resumen Conjunción directa [superior; punto 1 en la fig. l. J]: Cuando Mercurio o Venus está en el otro lado del Sol visto desde la Tierra, y alcanza el mismo grado que el Sol en longitud zodiacal. Esto señala el mo­ mento en que el planeta inicia el avance hacia la mayor elongación oriental. Mayor elongación oriental [punto 2]: Para Mercurio se encuentra al­ rededor de los 28 º delante del Sol y para Venus a 48 º delante del Sol en longitud zodiacal. Esto pasa cuando el planeta aparece sobre el hori­ zonte después de la puesta del Sol, como estrella vespertina, tiempo du­ rante el cual el Sol parece que le va ganando terreno en longitud. Cuando es la estrella vespertina, a Venus se lo llama Héspero, que en griego significa literalmente «crepúsculo» u «oeste», mientras que en esta fase a Mercurio se lo llama Epimeteico, por el dios griego Epi­ meteo. Estación retrógrada [punto 3]: El planeta parece detenerse e invertir su movimiento tal como se lo ve contra el zodíaco. El Sol avanza y Mercurio o Venus retrocede en el zodíaco para encontrarse en: Conjunción retrógrada [inferior, punto 4]: Mercurio o Venus co­ mienza ahora a quedarse detrás del Sol en grado longitudinal. Este es el punto medio del ciclo retrógrado y señala una nueva fase en la evolu­ ción del Sol y el planeta inferior. Estación directa [punto 5]: Tanto para Mercurio como para Venus, esto ocurre inmediatamente antes de hacerse visibles, y señala el re­ torno al movimiento hacia adelante del planeta inferior, que se enca­ mina hacia la: Mayor elongación occidental [punto 6]: Se produce durante el tiempo en que Mercurio o Venus es la estrella matutina y cuando están, respectivamente, a 28 º y a 48 º por detrás del Sol en longitud zodiacal.

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a

a. Órbita de un planeta superior b. Órbita de la Tierra 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8.

Conjunción del Sol con un planeta superior Cuadratura del Sol con un planeta superior Estación retrógrada Trígono estacionario retrógrado del Sol con un planeta superior Oposición del Sol con un planeta superior Trígono estacionario directo del Sol con un planeta superior Estación directa Cuadratura del Sol con un planeta superior

Fig. 1.2. Punto de vista heliocéntrico de los ciclos de un planeta superior

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En este período el planeta alcanza otra vez, mientras está en movi­ miento directo, el grado en el cual estuvo en conjunción con el Sol mientras estaba en movimiento retrógrado. En este punto el planeta in­ ferior inicia su ciclo directo más largo, ya que, en su movimiento alre­ dedor del Sol, «se aleja» de la Tierra y regresa a la conjunción superior. Cuando Venus está en esta posición, se lo llama comúnmente Lucifer, en latín «portador de la luz», pero también podría ser Bósforo, en con­ sonancia con Héspero. En esta fase, a Mercurio se lo llama Prometeico, por el dios griego Prometeo, que robó el fuego de los dioses. EL CICLO RETRÓGRADO DE LOS PLANETAS SUPERIORES

El punto de vista heliocéntrico

Desde el punto de vista heliocéntrico, tanto la Tierra como los planetas superiores describen órbitas alrededor del Sol, pero debido a que el pe­ ríodo de revolución de la Tierra es más corto y a su mayor proximidad al Sol, ésta poco a poco va alcanzando a cada uno de los planetas supe­ riores en el curso de su revolución anual. En la figura 1.2, el punto 1 es la conjunción del planeta superior y el Sol: a medida que la Tierra da la vuelta para encontrarse con el planeta superior en su órbita, comienza a moverse entre éste y el Sol, y pasa al planeta. Mientras lo hace, éste parece que se mueve con más lentitud, se detiene e invierte su dirección tal como lo vemos contra el telón de fondo del zodíaco. Aunque cada planeta tiene su propio período de mo­ vimiento directo y retrógrado de acuerdo con su posición en el zodíaco en relación con el Sol, el principio es exactamente el mismo para todos ellos. En el punto 5 la Tierra está situada exactamente entre el Sol y el planeta, lo cual desde nuestro punto de vista parece una oposición Sol­ planeta, pero visto desde el Sol es una conjunción Tierra-planeta. Cuando el planeta superior se ha movido a lo largo de su órbita hasta el punto 7, se estaciona y seguidamente su movimiento aparente vuelve a ser directo. (Este diagrama, además, muestra claramente la cuadratura y la zona del «trígono retrógrado»). El punto de vista geocéntrico

Los ciclos, tal como se los representa en el diagrama heliocéntrico (fig. 1.2), corresponden exactamente a los de la figura 1.3. Esta, sin em31

o --

a. Posición aparente del Sol respecto al punto de vista geocéntrico con el punto 1 (o) como el planeta estacionario y/o retrógrado 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 1 O.

Conjunción del Sol con un planeta superior Cuadratura Posición del Sol cuando el planeta está en estación retrógrada Sol en trígono con el planeta después de la estación retrógrada El Sol en quincuncio con el planeta retrógrado El Sol en oposición con el planeta retrógrado El Sol en quincuncio con el planeta retrógrado El Sol en trígono con el planeta anuncia la estación directa Posición del Sol cuando el planeta está en estación directa Cuadratura

Fig. 1.3. Punto de vista geocéntrico del movimiento aparente del Sol en relación con la posición en el zodíaco de un planeta superior

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bargo, es una representación astrológica, que muestra cómo, a lo largo del año, parece que el Sol transita por los signos del zodíaco y cuál es su posición tal como se lo ve desde la Tierra y en relación con el planeta superior. Cuando un planeta superior está en conjunción zodiacal con el Sol es cuando su movimiento aparente es más rápido, aunque no podemos verlo porque el brillo de los rayos solares nos lo impide. Sin embargo, después de la conjunción el Sol sigue moviéndose aproximadamente un grado por día y parece dejar atrás al planeta. En el momento en que el Sol llega a la primera cuadratura con el planeta superior (el punto 2 en la figura 1.3), el movimiento aparente de ese planeta empieza a hacerse más lento; en el momento en que el Sol está en trígono con él (punto 4), el planeta ya se ha estacionado y se ha vuelto retrógrado (punto 3) con algunos días de anticipación, lo cual hace que parezca moverse hacia atrás contra el zodíaco, y es visible en el cielo nocturno (con la única ex­ cepción de Marte, con el que el Sol forma un trígono antes de que se es­ tacione y su movimiento se vuelva retrógrado). La mejor ilustración de este fenómeno es la analogía del coche que a mayor velocidad adelanta al que va a menor velocidad: aunque ambos estén moviéndose, la rapidez del coche más veloz, tal como se la ve contra el fondo, hace que el coche más lento parezca estar retroce­ diendo. Sin perder de vista esto, echemos una mirada a los períodos de retrogresión de los planetas superiores.

Resumen Conjunción con el Sol [punto 1 en lafig. 1.3]: En este punto se origina el ciclo, cuando el movimiento aparente del planeta es más rápido. La Tierra está en el lado del Sol opuesto al del planeta superior, de modo que miramos hacia ambos, «viéndolos» juntos contra el telón de fondo del zodíaco. (En realidad, es obvio que no podemos verlos porque esto sucede en el cielo diurno.) Cuadratura del primer cuarto [punto 2]: Se produce cuando la Tierra ya se ha movido a una posición tal que el Sol aparece tres signos por de­ lante en el zodíaco, y el movimiento aparente del planeta superior ha empezado a volverse más lento en preparación para la etapa de esta­ ción y retrogresión. En realidad, ahora la Tierra está empezando a in­ terponerse entre el Sol y el planeta superior en la órbita de éste, lo que anuncia la llegada del punto estacionario retrógrado. Estación retrógrada [punto 3]: Parece que el planeta superior se haya detenido en el cielo. La causa de esto es que, al haberse movido la 33

Tierra hasta el punto de su órbita en donde alcanza al planeta supe­ rior y termina por pasarlo, da la impresión de que el planeta se mueve hacia atrás durante cierto tiempo (entre dos meses y medio y cinco y medio, según sea el planeta; véase en la seccíén siguiente cuántos días transcurren entre el trígono del Sol con el planeta superior y cada esta­ ción). Sol en trígono con el planeta superior después de la estación retró­ grada [punto 4]: Esta configuración se produce algunos días después del punto estacionario retrógrado, pero el número de días difiere también en cada planeta. Quincuncio en aceleración [punto 5]: El Sol forma un quincuncio con el planeta superior a medida que éste empieza a acelerarse. Punto de oposición del Sol con el planeta superior [punto 6]: Éste es el punto medio en el ciclo sinódico del planeta y el Sol, pero geocéntri­ camente es el momento en que la Tierra está exactamente entre el Sol y el planeta superior, lo cual en el horóscopo aparece como una oposi­ ción. El planeta superior está en su fase más rápida de movimiento re­ trógrado, con una rapidez que es aproximadamente dos tercios de la que alcanza cuando está en conjunción con el Sol en movimiento di­ recto. Quincuncio en desaceleración [punto 7]: El Sol forma ahora un quin­ cuncio con el planeta superior retrógrado, que está «aminorando» la velocidad de su movimiento aparente. Sol en trígono con el planeta superior antes de la estación directa [punto 8]: El trígono que sigue a la oposición anuncia el punto estacio­ nario directo, que tiene lugar algunos días después del trígono con el Sol. Ahora la Tierra se ha movido en su órbita hasta el punto en que se encamina hacia el lado del Sol opuesto a aquel donde se encontraba cuando se produjo el primer trígono (punto 4), y el planeta superior se prepara para la: Estación directa [punto 9]: La Tierra ha avanzado en su órbita hasta terminar de pasar al planeta superior. Ahora parece que éste se detiene y luego empieza lentamente a moverse otra vez hacia adelante en el zo­ díaco, habiendo completado la fase retrógrada. Cuadratura del último cuarto [punto 1 O]: Ahora el planeta superior «toma velocidad» a medida que el Sol regresa a la conjunción con él y está tres signos zodiacales por detrás de él. La Tierra ha dado la vuelta a su órbita para empezar su viaje en el lado opuesto del Sol hacia el pla­ neta superior; al regresar al punto 1 estará exactamente en oposición a la conjunción solar.

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El ritmo de los trígonos del Sol con los planetas superiores

Sol-Marte: La formación de este trígono es muy irregular con respecto al número de días transcurridos antes y después de las estaciones, pero es diferente de las de todos los otros planetas superiores en cuanto ocu­ rre en cualquier momento entre los 13 y los 22 días antes de que Marte se estacione y se vuelva retrógrado, y en cualquier momento entre los 13 y los 22 días después de que se estacione y se vuelva directo. Esto significa que un trígono Sol-Marte se encuentra demasiado fuera de orbe para que Marte esté retrógrado y en trígono al mismo tiempo (aunque sea entonces cuando su movimiento es más lento). La pauta de Marte es peculiar entre los planetas superiores en cuanto no está retró­ grado cuando forma un trígono con el Sol. Sol-Júpiter: El Sol está muy próximo (dentro de orbe) al trígono exacto con Júpiter en sus dos estaciones. Forma un trígono con Júpiter de 4 a 7 días después de la estación retrógrada y de 4 a 7 días antes de la estación directa. Sol-Saturno: El Sol forma un trígono con Saturno de 1O a 12 días después de la estación retrógrada y de 1O a 12 días antes de la estación directa. Sol-Urano: El Sol forma un trígono con U rano de 15 a 20 días des­ pués de la estación retrógrada y de 15 a 20 días antes de la estación di­ recta. Sol-Neptuno: El Sol forma un trígono con Neptuno de 20 a 22 días después de la estación retrógrada y de 20 a 22 días antes de la estación directa. Sol-Plutón: El Sol forma un trígono con Plutón de 19 a 23 días des­ pués de la estación retrógrada y de 19 a 23 días antes de la estación di­ recta. Duración del período retrógrado de los planetas superiores

Debido a que todos los planetas giran alrededor del Sol en la misma di­ rección, y a que sus períodos orbitales están calculados en relación con la hora terrestre, podemos medir las sucesivas conjunciones y oposicio­ nes entre los planetas de acuerdo con el punto de vista terrestre (véase fig. 1.4, que muestra gráficamente la relación del movimiento planeta­ rio directo con el retrógrado). Los períodos de los planetas superiores son todos mucho mayores que el año terrestre y, por consiguiente, cada una de las conjunciones u oposiciones de éstos con el Sol se producirá cada año un poco más tarde. A estos contactos, que generalmente se 35

Fig. 1.4. Vista geocéntrica de los planetas superiores. El diagrama muestra la distancia en grados a que se encuentra el Sol respecto a los planetas superiores en los puntos donde éstos están estacion'arios. También indica cuántos grados recorre el Sol cuando un determinado planeta está retrógrado. Por ejemplo, cuando Marte está retrógrado, el Sol recorre 138º del zodíaco. (Un diagrama similar a éste aparece en el libro Astrological Aspects, de Dane Rudhyar y Ley/a Rae!.)

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aplican a sucesivas conjunciones, se los denomina «sinódicos». Cuanto más distante del Sol está un planeta, más lento es su movimiento, de modo que entre cada conjunción u oposición sucesiva transcurre un pe­ ríodo ligeramente más largo. Ya que todo esto va sucediendo desde el punto de vista de la Tierra, examinaremos los ciclos sinódicos del Sol y los planetas superiores.' Como estamos tratando de los planetas retrógrados, hablaremos de los puntos de oposición sucesivos, que se producen unos días más tarde cada año, debido al lento movimiento de avance de cada planeta supe­ nor. Marte: De los planetas superiores, es el único que rompe el es­ quema, porque su período orbital es algo menos que dos veces el de la Tierra. Marte completa su órbita alrededor del Sol una vez cada 687 días, mientras que la Tierra lo hace en 365,25 días. Sus ciclos de oposi­ ción en relación con el Sol no son anuales, como lo son los de todos los demás planetas superiores, sino que se producen regularmente cada dos años y dos meses más o menos. Las conjunciones sucesivas con el Sol indican un período sinódico medio de 780 días. El planeta está retró­ grado durante aproximadamente el 9 por ciento de su ciclo, lo que equivale a decir de 60 a 80 días cada 26 meses más o menos. (Marte es el segundo planeta menos retrógrado después de Venus, que lo está sólo durante un 7 por ciento del tiempo.) Júpiter: Júpiter completa su órbita alrededor del Sol cada 12 años, y su movimiento anual (incremento a lo largo de la eclíptica) es de unos 30º . Su ciclo de oposición se produce, por lo tanto, unos 30 días más tarde cada año. Júpiter está retrógrado alrededor del 30 por ciento del tiempo, o durante aproximadamente 11O días al año. Su período sinó­ dico medio es de 398,9 días. Saturno: Su período orbital es de unos 29,5 años, y sus oposiciones con el Sol se producen unos 12 o 13 días más tarde cada año. Saturno está retrógrado durante aproximadamente el 36 por ciento de su ciclo, o sea, unos 135 días por año. Su período sinódico medio es de 378,1 días. Urano: U rano completa su recorrido alrededor del Sol cada 84 años, y sus oposiciones con el Sol se producen unos 4 o 5 días más tarde cada año. Está retrógrado durante casi el 41 por ciento del tiempo, o aproxi1. Geoffrey Dean y cols., Recent Advances in Natal Astrology (Astrological Asso­ ciation of England, 1977), pp. 434-442. Este libro contiene interesantes tablas de pe­ ríodos y frecuencias, además de una colección de contribuciones e ideas de diversos astrólogos sobre la retrogresión, vista tanto desde el ángulo estadístico como desde el de la interpretación. Vale la pena consultarlo.

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madamente 150 días al año. Su período sinódico medio es de 369,7 días. Neptuno: El período orbital de Neptuno es de unos 165 años y sus oposiciones sucesivas tienen lugar sólo 2 días más tarde por año. Está retrógrado durante aproximadamente el 43 por ciento de su ciclo anual, o sea, unos 157 días. Su período sinódico medio es de 367,5 días. Plutón: Plutón tarda 248 años en dar la vuelta alrededor del Sol y tiene también una elevada inclinación -alrededor de 17º- sobre el plano de la eclíptica. Además, la órbita de Plutón es excéntrica, lo que produce grandes variaciones en el tiempo que permanece en cada signo. Pasa 32 años en Tauro, pero sólo se queda unos 11,5 años en Escorpio, su signo opuesto. Aun así, sus sucesivas oposiciones sólo se atrasan 1 día por año, y está retrógrado durante más o menos un 44 por ciento del tiempo, o sea, de 156 a 161 días por año. Su período sinódico medio es de 366, 7 días.

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2 El Sol y los planetas natales retrógrados En un mundo superior las cosas son de otra manera; pero aquí vivir es cambiar, y ser perfecto es haber cambiado con frecuencia. John Henry Newman

Cuando se considera cualquier planeta retrógrado, sea éste inferior o superior, se ha de tener presente que, si aparece retrógrado en ciertos momentos previsibles, ello se debe a nuestro punto de vista geocéntrico y a la relación particular de cada planeta con el Sol. A primera vista, puede ser que este enunciado parezca simple, pero sus implicaciones son profundas cuando pensamos en cada uno de los planetas y en su alianza con el Sol, un símbolo de la evolución y expresión del yo. Aunque sea un resultado inevitable del hecho de que observamos a los planetas desde un punto de vista geocéntrico, también es necesario subrayar este punto cuando se habla de la retrogresión, porque el Sol mantiene siempre su movimiento directo, avanzando sin interrupción en su curso, y es ese movimiento hacia adelante lo que determina el ciclo retrógrado de cualquier planeta. Desde el punto de vista astroló­ gico al Sol se lo describe de diversas maneras: como vitalidad, volun­ tad, personalidad, relato mítico, libido, animus, el yo como vehículo del Sí mismo, el Sí mismo básico, el principio heroico y el arquetipo del padre. Estos términos no describen los rasgos de carácter, ni la con­ ducta personal ni el tipo de individuo, sino que son características in­ trínsecamente humanas que se expresan de innumerables maneras. Psi­ cológicamente, el símbolo del Sol ofrece un vehículo mediante el cual uno puede explorar diferentes aspectos de su propia naturaleza, rasgos que, finalmente, se expresan por mediación del signo astrológico y la posición del Sol. Debido a que en última instancia el Sol es el factor 39

que determina la retrogresión, este libro se refiere implícitamente a él y explícitamente al movimiento planetario y a las relaciones de los plane­ tas con el Sol. Ahora bien, ¿es el Sol un dios, Apolo Febo, señor del noveno tem­ plo, Theos? ¿O es un planeta con «actitudes», características y persona (en el sentido junguiano)? ¿O quizás un principio de organización den­ tro del cual se ocultan los misterios de la formación de nuestro sistema planetario? Tal vez sea un archivo de datos, a la vez origen y compen­ dio de los registros akásicos. Sin lugar a dudas es una fuerza de anima­ ción, que aquellos que vinieron mucho antes que nosotros reconocieron de diversas maneras, llamándola «el alma del Universo». Antes de lle­ gar a conclusión alguna sobre las propiedades del Sol debemos explorar su simbolismo, tanto en el sentido intrínseco como en el astrológico, para luego pasar a examinar las características de los planetas retrógra­ dos y, en su momento, algunos de los rasgos específicos que cada pla­ neta encarna en los diversos modos de retrogresión. ¿DIOS, PLANETA, LENTE O FOCO?

En la astrología hay cierto factor popular que condiciona la sensación de que un astrólogo psicológico no hace estadística. Sin embargo, las es­ tadísticas añaden una considerable sustancia a todo trabajo astrológico. El implacable investigador Michel Gauquelin, tras haber estudiado a fondo las claves planetarias antiguas, medievales, renacentistas y mo­ dernas, dice en Neo-Astrology: «Tomé nota de todos los rasgos de carác­ ter relacionados con cada planeta, y reuní de esta manera 1.500 casos con fecha de nacimiento del período renacentista. Después puse a prueba la validez de este material».' En el libro de Fran�oise Gauquelin Psychology of the Planets, publicado en 1982, la autora señala el hecho de que en las investigaciones realizadas de forma conjunta por ella y Michel no aparecieron rasgos de personalidad significativos indicados por el Sol o por Mercurio relacionados con la posición de éstos en las «zonas plus», a las que en la actualidad nos referimos comúnmente como los sectores de Gauquelin. Es decir que el emplazamiento angular en la última parte de las casas cadentes no producía rasgos ocupaciona­ les ni de carácter tal como los entienden los astrólogos, tanto los anti­ guos como los modernos. 2 1. Michel Gauquelin, Neo-Astrology, trad. Stela Tomasevic, Penguin, Londres, 1991, p. 136. 2. Frarn;:oise Gauquelin, Psychology of the Planets, ACS Publications, San

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Michel Gauquelin escribe luego (las cursivas son mías): En primer lugar, los resultados fueron positivos para Marte, Júpiter, Sa­ turno, Venus y la Luna. Para los temperamentos solares y mercurianos eran negativos. Ahí fue donde los astrólogos del Renacimiento erraron en la atribución de influencias astrales, lo mismo que sus colegas de la Anti­ güedad. Permítame el lector que le recuerde que en mi trabajo sobre la relación entre ocupaciones y rasgos de carácter, jamás he podido hallar pruebas de que ni el Sol ni Mercurio ejercieran algún tipo de influencia as­ trológica. Hay aquí una inquietante paradoja. ¿Cómo podemos explicar la «ausencia» de estos dos planetas en mi trabajo, cuando los tempera­ mentos que se les atribuye son históricamente tan antiguos y específicos como los de los demás? Es un misterio. 3

Los resultados empíricos son fascinantes por lo que revelan. Sin em­ bargo, yo propondría ciertamente una explicación alternativa para lo que a primera vista parece ser la poca importancia del Sol como indica­ dor vocacional o de personalidad. (Sobre Mercurio, véanse las págs. 67-99.) Los hallazgos de Gauquelin adquieren una profunda importan­ cia a la luz de lo que efectivamente hace el Sol astrológico en el ho­ róscopo. Como núcleo regulador o principio operativo dentro de la totalidad del horóscopo, el Sol «controla», define y acentúa la carac­ terización de los otros planetas; pero él no es clasificable en los mis­ mos términos. Que los astrólogos antiguos y renacentistas atribuyeran rasgos al Sol es comprensible, pero quizá sea erróneo que nosotros de­ bamos seguir haciéndolo. Los primeros trabajos de los Gauquelin se limitaron a establecer estadísticamente que las propiedades solares, tal como las definen todos los astrólogos, no aparecen como indicado­ res clave de las ocupaciones, cuando se las considera en los sectores de Gauquelin. Tal vez no deberíamos ir tan lejos como para decir que los astrólo­ gos antiguos y del Renacimiento se equivocaron, sino proponer en cam­ bio que el Sol no se impone ni impone propiedades definitivas, sino que anima y estimula la fuerza vital, y con ello intensifica característi­ cas que de otra manera serían moderadas. A mí las pruebas estadísticas me parecen fascinantes, y no desalentadoras, porque demuestran la falta de características identificables encarnadas en el símbolo solar, tanto en la dimensión psicológica como en la astrológica, desde la Anti­ güedad hasta el día de hoy. Diego (California), 1982, pássim. En la p. 18 hay un diagrama que presenta este re­ sultado estadístico negativo. 3. Michel Gauquelin, ob. cit., pp. 136-137.

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El Sol es evidentemente un símbolo complejo. No es sólo pasivo, ni actúa como una mera lente a través de la cual vemos subjetivamente la vida, sino que es también activo, en cuanto el principio solar contiene y anima nuestros impulsos internos y nuestra intención inconsciente, y exterioriza estas motivaciones psíquicas que se manifiestan en pautas de comportamiento observables. El Sol es el foco del sistema planeta­ rio, cuya existencia misma depende de él, y se lo puede considerar de dos maneras. 1. Del Sol en y por sí mismo, como símbolo puro desprovisto de toda proyección, sin aspectos, emplazamiento zodiacal ni localización en el horóscopo que lo tiñan y lo contaminen, se podría decir que repre­ senta el Yo superior. 2. Del Sol tal como lo vemos personalizado por mediación del ho­ róscopo individual -repleto de grados zodiacales, aspectos entre los planetas y posiciones en las casas- se podría decir que es el vehículo de la propia identidad, o la lente a través de la cual el yo se enfoca y se ma­ nifiesta, cambiando y adaptándose a las circunstancias de la vida. De acuerdo con la psicología junguiana, el Sí mismo más profundo es el impulso psíquico a crecer y convertirnos cada vez más en quienes somos, el misterioso incentivo para seguir cultivando tantas facetas de nuestra naturaleza intrínseca como nos sea posible. El Sí mismo abarca la totalidad de nuestro ser, tanto consciente como inconsciente, que contiene aspectos ocultos o nacientes de lo que llamamos nuestra personalidad. Como el despliegue de uno mismo y la integración de las propias partes psíquicas en un todo unificado -el proceso que Jung denominó individuación- es único en cada indivi­ duo, para este proceso no existe modelo alguno. La idea que tenía Jung del Sí mismo era la de que comprendía o abarcaba tanto el centro como la circunferencia. De modo similar, no­ sotros vemos que también el Sol simboliza a ambos. 1. El Sol como centro en su pura forma simbólica: el sí MISMO. 2. El Sol como la circunferencia en su forma individuada, astroló­ gica y psicológica: el YO, la capacidad de decir «yo soy». De manera que el Sol simboliza no sólo el estado individualista ob­ jetivamente expresado, sino también el estado indiferenciado de la vo­ luntad pura, el instinto fundamental de supervivencia. Todo esto nos conduce a una conclusión hipotética: que si el Sol es el centro, el punto en torno al cual giran todos los planetas, entre ellos la Tierra, y si tam­ bién lo vemos geocéntricamente como la definición de la eclíptica, del zodíaco, como el que mide todas las cosas, entonces es ciertamente a la

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vez el centro y la circunferencia. Desde un punto de vista heliocéntrico, desde luego, el fenómeno de la retrogradación no existe, pero es sobre la Tierra donde tienen lugar la función de la encarnación y las experien­ cias que la acompañan, entre ellas el desarrollo y la evolución del nece­ sario yo. Podríamos hacer un anagrama partiendo de esta idea y decir que el geocentrismo es egocentrismo. En el horóscopo, la relación de cada planeta con el Sol concuerda con nuestra visión, basada en la Tierra, del Sol contra los confines de la eclíptica, del zodíaco. Por consiguiente, tanto la posición de los plane­ tas como sus ciclos retrógrados son directamente relativos al Sol y a la Tierra, lo cual implica una relación con la evolución del yo y con su expresión a través de la personalidad. Visto bajo esta luz, un planeta retrógrado en el horóscopo es tan activo y dinámico como cualquier aspecto del Sol. Describe la necesidad de expresión del individuo y su capacidad para realizar su «mayor propósito», la finalidad del Sí mismo. Es decir que describe el impulso interior a exteriorizar tanto como sea posible el contenido del inconsciente, expandiendo con ello la circunferencia de la experiencia y la expresión personales. El Sol simboliza la razón, la mente, el intelecto, la proyección y la luz del fuego (por oposición a la Luna, que es el alma, la intuición, la re­ cepción y la oscuridad uterina), todo lo cual se combina para establecer el sentimiento de ser un individuo único. Las características solares, sin refinar y en el estado ideal, son rasgos de un poder y una expresión in­ diferenciados en su forma más primitiva. Los aspectos que forma el Sol con los planetas moderan, modifican y realzan (en algunos casos oscurecen y debilitan) las características so­ lares, de modo que la expresión del Sol, limitada por la definición del individuo y de su horóscopo, nunca es pura: el signo donde se encuen­ tra el Sol jamás llega a expresarse de una forma pura. Por eso los astró­ logos experimentados tienen una aguda conciencia de las limitaciones de la descripción de un individuo exclusivamente en función de su signo solar. Puede haber temas arquetípicos fundamentales, pero están redefinidos a través de las lentes infinitamente variables de la configu­ ración astrológica y de la psicología personal. La esencia del signo zodiacal en el que se encuentra el Sol es cons­ tante e indica una determinada tendencia. Pero el hecho de que el Sol esté allí (y esto se aplica a cualquier planeta) tiñe la experiencia pura del signo y exige que el carácter básico de éste sea vivido de la manera que requiere el principio solar. El Sol en un signo significa simplemente que uno debe encontrar maneras de descubrirse a sí mismo y de expre­ sarse acordes con el arquetipo del signo. El astrólogo estadounidense Jeff Jawer me dijo una vez que probablemente él entendería mejor a 43

Tauro si no tuviera al Sol allí. Fue una observación muy aguda sobre la deformación de la percepción que provocan los planetas en los signos. La «solarización» de la conciencia es el proceso de separarse de la identidad colectiva y de encontrar métodos de expresión completa­ mente propios. Este proceso de diferenciar lo que es verdaderamente propio de lo que es adquirido o está superpuesto con el propio senti­ miento del Sí mismo básico es lo que Jung llamaba individuación. El término significa literalmente «el proceso de ir descendiendo hasta lo indivisible»; el hecho de separar lo que es «no yo» de lo que es «yo» crea un estado de unificación interior. No importa cómo llamemos al proceso de seguir siendo uno mismo; lo que en él está en juego es la evi­ tación constante de los modos de ser prescritos y una aceptación de quién es uno, al margen de lo que considere normal la sociedad o la fa­ milia. Tanto el inconsciente como la dinámica conscientemente formu­ lada de la familia se alimentan de los rasgos inherentes al individuo, en­ tretejiéndose y enredándose con ellos. En ciertos momentos decisivos de la vida, uno se encuentra desenmarañando esta trama y aislando los hilos que son más apropiados para el presente. Este proceso de indivi­ duación es un proyecto en marcha, que jamás se completa, nos identi­ fica como seres mortales, y nos deja con un anhelo de totalidad y bus­ cando continuamente nuevas vías para la autoexpresión. Llegar a ser uno mismo es como el opus alquímico, en el cual el ob­ jetivo explícito es la refinación del material bajo, el plomo, hasta trans­ mutarlo en oro. Al convertirse en su propio Sol, en el proceso de des­ pliegue y evolución del yo, en realidad uno está participando en un trabajo al que bien se podría llamar opus continuum. El anhelo de ple­ nitud, realización y totalidad es el impulso a crecer y experimentar, lle­ gando así a ser cada vez más quien uno mismo es con cada nueva fase de la vida. Es la búsqueda interminable del oro del Sol lo que consti­ tuye el trabajo de la vida; interminable, porque aunque para los alqui­ mistas fuera la idealizada fase de realización, para el individuo jamás se completa, porque la identidad solar (la condición de ser yo) no es algo finito. Considere el lector lo difícil que le resulta describirse a sí mismo ante alguien a quien acaba de conocer. ¿Por dónde empieza? ¿Quién es usted ahora? ¿Quién fue en el pasado? Esa «persona del pasado», ¿es su persona actual, o apenas una parte de alguien que todavía no ha llegado a ser? ¿Qué sería importante que esa persona en particular supiera de usted? ¿Es realmente posible, en alguna medida, describirse de forma coherente? ¿Y cómo se hace? ¿En términos manifiestos? ¿En términos psicológicos? ¿Hablando de finanzas? ¿Creativamente? Uno no sólo es

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quien es, sino también quien fue y quien llegará a ser. Estamos tan mo­ delados por nuestro futuro como por nuestro pasado. Dentro de este marco de referencia fluido y versátil debemos empezar a abordar el tema de los planetas retrógrados. EL SOL, LA RETROGRESIÓN Y LA EVOLUCIÓN DEL YO

Entender los planetas retrógrados en el contexto de la evolución del yo puede ayudar a desenmarañar la confusión sobre lo que «significa» en sí un planeta retrógrado. Por ejemplo, los aspectos del Sol con los diver­ sos planetas son indicadores del tipo de relación que tiene el Sol con los dominios de esos planetas. A los aspectos solares se los interpreta tradi­ cionalmente como influencias en (o tendencias hacia) los diferentes me­ dios de expresión del Sí mismo o del yo. Esto nos hace pensar que, en distintos niveles y dimensiones, trabajamos con ese planeta para expre­ sar la energía solar, es decir, para individuamos más o llegar a ser en mayor medida nosotros mismos, y para cultivar nuestro yo en relación con ese planeta. Con cualquier planeta, cuando está retrógrado, es muy frecuente que lo que se espera no sea lo que se encuentra. El yo necesita chocar contra algo concreto para que el individuo aprecie plenamente qué debe incorporar y de qué debe deshacerse. Los retos enfrentados con éxito son siempre necesarios para el florecimiento del yo. Si la prueba es demasiado dura, la estructura del yo puede hacerse polvo, pero si es lo bastante elástica, entonces el yo se expande para abarcar las nuevas dimensiones de autoexpresión. Sin embargo, si no se produce en abso­ luto el encuentro con lo que se necesitaba o se esperaba, el resultado es una retirada y una interiorización psicológicas del sentimiento relativo al planeta retrógrado. Cuando un planeta está retrógrado en un signo, predispone al indi­ viduo a experimentar de una manera determinada no sólo al Sol, sino también al planeta retrógrado y, lo que es muy importante, al signo en que éste se encuentra. El individuo está dispuesto a tener la vivencia del planeta retrógrado natal como si éste fuera un subordinado, lo cual, según sean la edad, el ciclo vital, el nivel de energía y otros factores, crea en él un sentimiento de frustración y de angustia centrado en la ex­ presión abierta de los sentimientos en ese dominio planetario. Por ejemplo, cuando Mercurio está retrógrado en una carta natal se halla situado en su órbita entre la Tierra y el Sol, simbólicamente «ce­ gado» por la potencia solar. La pugna entre la voluntad y la mente es, aunque no siempre de forma consciente, intensa y constante. Más que 45

debilitarse, la mente se convierte entonces en un poderoso recurso ana­ lítico, porque es intrínsecamente necesaria para que el individuo pueda resolverlo todo razonando. En ocasiones, esto resulta agotador, y el Mercurio retrógrado caerá periódicamente en un estado de fuga, du­ rante el cual queda sometido a invasiones indiscriminadas de las fuer­ zas psíquicas. Debido a esta vacilación constante entre controlar al yo y someterse a él, en realidad la mente se ejercita más y puede convertirse en una herramienta muy poderosa. Con frecuencia, las personas que tienen a Mercurio retrógrado poseen una gran tenacidad mental y son capaces de encarar proyectos largos y difíciles que les exigen investiga­ ción y esfuerzo. El Sol es el principio masculino básico, que necesita una expresión externa y desea tener un dominio psicológico completo sobre todos los demás principios planetarios. Cuando la Tierra se coloca de tal modo en su órbita que sobrepasa la órbita de otro planeta, y ese planeta da la impresión de que se mueve hacia atrás contra el zodíaco, entonces sim­ bólicamente el Sol se ha trabado en combate con el planeta y hay una lucha por la supremacía. El mundo interior no siempre ve fácilmente satisfechas sus expecta­ tivas referentes a lo exterior, porque siempre hay que hacer ajustes entre lo que sentimos por dentro y lo que experimentamos afuera, pero la retrogresión agranda y localiza la experiencia interior. Esta adapta­ ción es necesaria para descubrir exactamente quiénes somos, con inde­ pendencia de la imagen que nos devuelve el entorno. La condición de ser yo es el Sí mismo que declara sus parámetros personales mediante los actos, la experimentación y el crecimiento. EL PLANETA RETRÓGRADO COMO DISIDENTE

No hay ningún planeta que, de por sí, sea más poderoso que otro. Cada uno tiene unas propiedades peculiares que deben ponerse de mani­ fiesto, y un planeta retrógrado no es diferente. A los planetas se los puede ver como miembros individuales de un sistema familiar -el sis­ tema solar-, cada uno de los cuales desempeña la función que le es pro­ pia, sintetizada y concentrada por mediación del padre Sol. Cada pla­ neta tiene una personalidad y un papel, que contribuyen a la integridad de toda la «familia», es decir, del horóscopo. No parece que un planeta retrógrado sea más débil ni esté más repri­ mido, ni tampoco que, por el hecho de serlo, tenga que ver con la con­ ciencia ni con la inconsciencia. Por sí solos, los retrógrados no indican introversión (ni extraversión) como tipo de personalidad dominante.

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Sin embargo, sí parece que la retrogresión indica cierto grado de inte­ riorización centrada en los principios del planeta retrógrado. Con res­ pecto a la introversión y la extraversión se podrían hacer algunas com­ paraciones entre los planetas retrógrados y los directos y la forma en que experimentamos sus energías en cuanto éstas interaccionan en el horóscopo para catalizar las etapas de la evolución en la personalidad siempre cambiante. En Boundaries of the Soul [Las fronteras del alma], June Singer habla de estos dos tipos psicológicos. La naturaleza introvertida es platónica en cuanto es mística y espiritual y percibe de forma simbólica, mientras que la extravertida es de naturaleza aristotélica en cuanto es práctica: la que construye un sistema sólido a partir del ideal platónico. El introvertido se orienta principalmente a en­ tender lo que percibe, mientras que el extravertido busca de manera na­ tural medios de expresión y comunicación. En el introvertido, el sujeto, su propio ser, es el centro de todo interés, y la importancia del objeto reside en la forma en que afecta al sujeto. El interés del introvertido por el conocimiento de sí mismo le impide verse abrumado por la in­ fluencia de su ambiente objetivo. El extravertido tiende a postergar su preocupación por sí mismo y a poner por delante su interés por los demás. De ahí que la preocupación del introvertido se oriente en la direc­ ción del desarrollo de su potencial individual, mientras que la del extra­ vertido se dirige más hacia lo social. El introvertido tiende a situarse, y a situar los procesos psíquicos subjetivos, por encima del logro en el domi­ nio público, en tanto que el extravertido busca, como valor predomi­ nante, el reconocimiento de los demás. 4

Si en vez de hablar de «introvertido» decimos «planeta retrógrado», y sustituimos «extravertido» por «planeta directo», estaremos más cerca de entender cómo es que un planeta retrógrado funciona como un individuo dentro de su sociedad. Si uno piensa en los planetas como individuos que forman parte de una familia y de un sistema social, un planeta retrógrado funciona como un introvertido. Mientras que un planeta directo interacciona con los demás planetas, exigiendo recono­ cimiento, esperando que lo desafíen y desafiando, relacionándose y acomodándose, adaptándose y llegando a acuerdos, el planeta retró­ grado funciona en una esfera que le es propia, ya sea que esté tan se­ parado del agente solar (en el caso de los planetas superiores) o (en el caso de los inferiores) tan fundido con él que no tenga perspectiva alguna más allá de su propia integridad: y exige además un esfuer­ zo mayor y más consciente para impedir que sus energías se diluyan 4. June Singer, Boundaries of the Soul, Anchor Press, Nueva York, 1973, p. 187. 47

en un significado cósmico indiferenciado en vez de asumir uno perso­ nal. Un planeta retrógrado evoluciona de acuerdo con algún misterioso principio interior, desentendiéndose completamente de las reglas socia­ les establecidas por los otros miembros del sistema solar. Por lo tanto, puede desviarse mucho de lo que el consenso de la psique considera so­ cialmente correcto y actuar, digámoslo así, como una energía cuya disi­ dencia la lleva a no cooperar con la totalidad en el proceso de tomar conciencia de sí misma, haciendo erupción o implosión de forma volu­ ble porque su evolución no depende de la de los demás planetas ni de la integridad del horóscopo como totalidad. Si el individuo es del tipo extravertido, y el horóscopo como tal tiene un exceso de fuego, o de angularidad, o predomina en él el hemis­ ferio superior con una fuerte cardinalidad, un solo planeta retrógrado puede causar más de una escisión psicológica. Puede encerrar la energía del planeta más que si el peso del horóscopo se inclina hacia la tierra o el agua, o si la mayoría de los planetas están en casas fijas o cadentes, todo lo cual proporciona una base para una visión más introvertida del mundo. Por ejemplo, puede ser que a una persona por otra parte suma­ mente social y extravertida con sólo Marte retrógrado le resulte muy di­ fícil concentrarse en el logro de fines prácticos y se sienta en cambio de­ sorientada, excepto cuando se enfrenta con algo ineludible o tiene un propósito concreto. El yo en cuanto agente de autoexpresión es un sis­ tema en sí mismo, formado por todos los planetas y su interacción, pero en este caso, Marte retrógrado (contra el Sol) actúa como un intro­ vertido, es decir, al no sentirse obligado a manifestarse dentro de la fa­ milia de los planetas, se comporta como un renegado, y se distancia de la gestalt, lo cual puede dar como resultado tipos específicos de com­ portamiento antisocial. De esta manera, Marte no contribuye a que el yo se integre con el resto de los planetas. Se absorbe principalmente en la tarea de ordenar sus prioridades en relación con el Sol y, de forma secundaria, rehúye los aspectos que lo conectan con otros planetas. Es inherente a su posición retrógrada el hecho de que rechace participar en el proceso de movilizar a la acción a otros planetas o de recibir su influencia moderadora. Inconscientemente, puede ser que muchos indi­ viduos hagan caso omiso de la energía retrógrada indiferenciada de Marte, y la descarguen sobre otras personas -compañeros, amigos, amantes- que puedan «cargar» con ella, ya sea haciendo realmente cosas por ellos o bien representando su enojo o su empuje. A la inversa, a un tipo introvertido sin planetas retrógrados su en­ torno le puede parecer sumamente misterioso, y es posible que cultive una filosofía propia de la observación y del análisis para que le ayude a

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entender el significado oculto tras el comportamiento manifiesto. En un caso como éste, el hecho de no tener planetas retrógrados es la causa de la escisión entre lo que el individuo sabe subjetivamente que es cierto y lo que ve objetivamente en acción. Mientras un planeta natal no se vuelve retrógrado por progresión secundaria, a la persona puede resultarle difícil encontrar un vehículo adecuado mediante el cual culti­ var y expresar sus propios valores o su forma personal de visión inte­ rior, que pueden no llegar a expresarse hasta el momento en que la re­ trogresión brinda apoyo a este tipo de personalidad en su totalidad. Howard Sasportas vincula el Sol y la evolución del yo con el padre, y en muchos sentidos coincido con él. 5 El comportamiento de un padre con su hijo muestra al niño cómo le responderá el mundo exterior cuando ponga en acción su yo. La predisposición inconsciente hacia el padre se revela en la posición, los aspectos, el signo, etc., del Sol; la exactitud con que todo esto sea paralelo al comportamiento del padre real tal como lo percibe el niño es decisiva para la evolución del yo. La «solarización» de la conciencia se inicia activamente cuando el niño re­ conoce por primera vez su propio cuerpo Uugando atentamente con sus manos y sus pies), en general alrededor de los seis meses, pero sólo em­ pieza a exteriorizarse plenamente en la evolución del comportamiento activo alrededor de los dos o tres años, cuando el niño aprende a cami­ nar y a autoafirmarse. Es entonces cuando el bebé deja de formar parte de la madre y empieza a ir -psicológica y literalmente- hacia el padre. Es probable que la forma en que el niño percibe a «papá» no concuerde con el arquetipo interior que tiene del padre celestial. Por ejemplo, si el Sol natal forma un trígono con Júpiter, y por lo tanto este último está retrógrado, uno está predispuesto a esperar una relación jovial y abierta con un padre que lo apoya. Pero, ¿qué pasa si en realidad el padre no es nada de todo eso? ¿Y si simplemente no está, ya sea porque se murió, o es marino o nunca estuvo en casa? ¿Y si está, pero es violento con el niño, o es alcohólico o drogadicto? ¿Qué sucede? Por el contrario, bien puede ser que el padre sea justo, que lo apoye y que sea una persona abierta; pero, ¿será capaz de percibirlo así un niño con Júpiter retrógrado? ¿Aún seguirá existiendo la fantasía de un padre celestial que prodiga a su alrededor favores y justicia? ¿Puede algún padre real estar verdaderamente a la altura de esta visión interior? La evolución del yo en ese niño, ¿tendrá lugar siguiendo líneas realistas, o la autoexpresión será exagerada porque se ve al yo de un modo preten5. Liz Greene y Howard Sasportas, The Luminaries, Samuel Weiser, York Beach (Maine), 1992. [Hay traducción al castellano: Los luminares, Urano, Barce­ lona, 1993.]

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cioso, engrandeciéndolo y desfigurándolo? Estas son las cuestiones que se plantean con respecto a los planetas retrógrados. En repetidas ocasiones he oído decir que Saturno retrógrado signi­ fica que el padre está ausente. Este planeta está retrógrado durante cinco meses al año, de modo que no se debería sugerir que el padre de todas las personas nacidas con Saturno retrógrado está ausente. Sin em­ bargo, se ha demostrado que lo que esperan del padre es muy diferente de la realidad, se halle presente o no. Hay indicios de que los planetas retrógrados están más vinculados con el ámbito de lo arquetípico, que es en donde se encuentran los padres imaginarios, fantásticos o celestia­ les. Todos tenemos, hasta cierto punto, conciencia de un apego a la Gran Madre nutricia o al Padre Salvador todopoderoso. Por ejemplo, en épocas de profunda soledad existencial o de duelo podemos llegar a niveles primarios de tristeza o de dolor, clamando por alguien que nos nutra y nos cuide con amor y ternura. El clamor es, en realidad, por la Gran Madre, la que da sin reservas, y no generalmente por «mamá». El niño que hay en nosotros anhela que lo rescaten de la maldad del mundo, que lo transporten a un lugar donde se sienta inequívocamente apoyado, donde reciba el reconocimiento que todos nos merecemos. Y eso es improbable que «papá» pueda hacerlo por nosotros, pero el Padre Celestial sí que podría. No todas las imágenes de los padres arquetípicos son benévolas. Una adolescente que tenga un brote psicótico (una inmersión total del yo en el inconsciente) puede imaginarse falsamente que su padre es un brujo o un asesino. Sin embargo, sí que podría ser un devorador de la creatividad de su hija, que dé como resultado una pérdida de yo, una crisis de la conciencia solar y un retorno a la conciencia lunar (ute­ rina). El mundo interior del planeta retrógrado no es ni bueno ni malo, ni sano ni enfermo, ni cuerdo ni neurótico. Es una manera intensamente personal y creativa de ver la vida. El sistema del yo que contiene plane­ tas retrógrados no evoluciona de acuerdo con los dictados de la familia ni, más adelante, de la sociedad, sino en su momento y a su manera. Es obvio que hasta cierto punto esto puede decirse de la evolución de cual­ quier individuo, pero en el caso de la retrogresión hay un recurso pro­ tector inherente, un mecanismo de regulación que intenta mantener aislado al planeta retrógrado. El yo encuentra la manera de apoyar al planeta, protegiéndolo de invasiones o ataques, y debido a esto se in­ vierte una gran cantidad de energía inconsciente en la defensa más que en la evolución. Este fenómeno crea dificultades sociales a las personas con planetas retrógrados, porque tienden a sentirse torpes y fuera de lugar, ya que no tienen el mismo sentido interno de la oportunidad 50

ni los mismos puntos de referencia para el comportamiento que las per­ sonas sin planetas retrógrados. Esto es especialmente válido para los casos de Venus y Marte, que son los que están retrógrados con menor frecuencia, y de Júpiter y Saturno, que participan de forma importante en la evolución del yo, el superyó y la personalidad socializada en la primera mitad de la vida. Tener uno o varios planetas retrógrados exige que nos aseguremos un cierto grado de objetividad en lo que se refiere a la impresión que producimos en nuestro entorno: a otras personas y en la esfera en la que desarrollamos nuestra actividad. Cuando un planeta está retró­ grado, es frecuente que esa objetividad se pierda, simbólicamente oscu­ recida por el poder del Sol -a través de la distancia o de la proximi­ dad-, que el individuo experimente de manera totalmente subjetiva los principios del planeta retrógrado y que los exprese socialmente de una forma incierta o torpe hasta que llegue a alcanzar cierto grado de madu­ rez y de confianza. Con esto volvemos a la importancia de confiar en uno mismo y de conocerse en relación con el empuje emocional y psicológico de los principios del planeta. Uno de los problemas de un planeta retrógrado es que tiene menos probabilidades que uno directo de alcanzar la ma­ durez, en parte debido a su rebelión inherente contra el «sistema», ya se trate del sistema solar en relación con el horóscopo o del sistema cultu­ ral. La pugna simbólica con el Sol es interna, y mientras no se resuelva de un modo consciente buena parte del conflicto, la función del planeta seguirá siendo principalmente una cuestión interior. Puede suceder que los principios intrínsecos de un planeta retró­ grado no nazcan o que sigan en el infantilismo hasta que el planeta lle­ gue a una estación directa por progresión secundaria o hasta el mo­ mento en que uno tome conciencia de que son un contrapunto del yo. El planeta podría hacer el papel de abogado del diablo hasta que esté más plenamente integrado en la totalidad del sistema por haber encon­ trado un área de especialidad asociada con su dominio. Así como a una persona introvertida es necesario atraerla cautelosamente a la interac­ ción, también el planeta retrógrado necesita ser tratado con atención y respeto. La energía solar del yo fluye hacia adentro, hacia el planeta retró­ grado, que está eclipsado por sus hermanas y hermanos directos, bifur­ cando la energía en dos formas diferentes; esto es lo que con frecuencia genera episodios interiores de alienación del mundo como tal, y hasta que la madurez, la experiencia o las progresiones (o todo junto) orien­ tan al planeta retrógrado hacia la contribución social, la función de éste se mantiene latente. 51

Los padres cuyos hijos tienen planetas retrógrados deben ayudarlos a tener más conciencia de sí y más confianza en sí mismos en los ámbi­ tos psicológicos en donde los estimularían normalmente los respectivos planetas. El hecho de que haya poco impulso y cierta falta de deseo de explorar de manera social las necesidades de un planeta retrógrado se debe en gran parte al dominio simbólico del Sol sobre ese planeta. Se puede entonces suponer que el principio solar dé como resultado algtín tipo de extraversión, pero lo que tiende a suceder es lo opuesto, y el re­ sultado es la inversión de la energía y la lucha interior. Con frecuencia, mientras no alcanza cierto grado de madurez y de experiencia mundana, un individuo no se da cuenta de que es posible que esté contemplando un determinado aspecto de la vida con ojos exa­ geradamente selectivos y con una perspectiva centrada sólo en sí mismo, suponiendo que los demás lo ven exactamente de la misma ma­ nera. Hasta que no se enfrenta con la evidencia de lo contrario, com­ partiendo sentimientos, experiencias e ideas, la persona con planetas retrógrados no se da realmente cuenta de que en ese dominio está ais­ lada. Aunque hasta cierto punto esto es válido para la mayoría de la gente, llega al extremo en el caso de la experiencia de los planetas retró­ grados. El hecho de que todos los planetas, superiores e inferiores, se en­ cuentren en su punto más próximo a la Tierra cuando están retrógrados es también un símbolo de subjetividad. Dado que el planeta retrógrado está más próximo a la Tierra, está más cerca del individuo, intensifi­ cando la experiencia personal y no debilitándola. En Los símbolos del horóscopo, Robert Hand dice: «Creo que su proximidad a la Tierra sig­ nifica una falta de distancia o de perspectiva de la persona con respecto al comportamiento que el planeta simboliza. Quien tiene a un planeta retrógrado es menos capaz de ser objetivo con las energías de ese plane­ ta».6 Y continúa: «Pero sospecho que es más difícil tener la vivencia de las energías retrógradas como algo aparte de nosotros mismos». Es lo que sucede con mis hallazgos. Es más bien como si el planeta se mantu­ viera subordinado al paternal padre Sol, sin jamás madurar realmente lo suficiente para separarse del resto de la personalidad y funcionar de manera autónoma y objetiva cuando es necesario hacerlo. La función del planeta puede seguir siendo infantil y primitiva, considerando que su propia experiencia es la experiencia colectiva, sin tener en cuenta su subjetividad, hasta que un episodio proveniente del exterior le propor6. Robert Hand, Horoscope Symbols, Para Research, Rockport (Mass.), 1981, p. 44. [Hay traducción al castellano: Los símbolos del horóscopo, U rano, Barcelona, 1993. La cita está en la p. 49.]

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ciona alguna forma de despertar. Esencialmente, el planeta retrógrado se mantiene más próximo a su naturaleza arquetípica debido a la resis­ tencia de la psique a que le sean impuestos prejuicios sociales. Puede ser que la contribución del planeta retrógrado a la personalidad total no sea tan autoafirmativa como la del planeta directo, y que no deje de ser ingenua, pero esto no significa que sea menos autorizada ni influyente. Lo que necesita un planeta retrógrado es una buena obsesión. Repeti­ das veces me he encontrado con que la frustración que genera un planeta retrógrado se debe principalmente a la falta de interés de la persona por algo que la impulse y la empuje. En la mayoría de las sociedades, la ex­ presión de las necesidades individuales está tan estigmatizada que con frecuencia el individuo que tiene un planeta retrógrado se siente inse­ guro y vacila en exteriorizar su interés en ese campo, ocultándolo o «ale­ jándolo» de alguna manera, y de ahí las etiquetas de lento, introvertido, regresivo, tardío en madurar, antisocial, excéntrico («acéntrico» sería más apropiado), por no enumerar más que unas pocas. Es muy probable que haya comportamiento antisocial y «acentricidad» asociados con la naturaleza del planeta; pero, ¿acaso eso es realmente tan terrible? La vida sólo se vuelve enfermiza y problemática cuando las necesidades personales están tan profundamente sepultadas y atrofiadas que empie­ zan a enconarse y a contaminar la gestalt del Sí mismo. Cuando uno en­ tiende, integra y acepta una característica personal como parte de su pro­ pia naturaleza, no hay en ello nada de antisocial. Lo que crea el aspecto antisocial son los sentimientos de inferioridad y de incomodidad debi­ dos a la falta de experiencia y de expresión, pero no, decididamente, la naturaleza del planeta retrógrado. Quizá parezca curioso que podamos sentimos inferiores a nosotros mismos (no a los demás), pero eso es lo que con frecuencia ocurre en re­ lación con los planetas retrógrados. En el caso de los planetas inferio­ res, Mercurio y Venus, su proximidad al Sol y a la Tierra es tan estrecha que están abrumados. En el caso de los planetas exteriores lo que crea la sensación de separación y el aislamiento de las características plane­ tarias de la integridad del resto del horóscopo es la distancia de la Tie­ rra y el Sol. Aunque la distinción entre estas dos categorías (establecida y profundizada en el capítulo 1) existe efectivamente, la teoría es la misma para ambas: la naturaleza paternal y heroica del Sol es tan abru­ madora que es preciso desarrollar activamente una mayor atención a las necesidades especificadas por el planeta retrógrado. La batalla inte­ rior se ha de librar con plena conciencia, lo que permite una relación más equitativa entre el padre Sol interno y las energías nacientes del planeta al que intenta controlar. Veremos varios ejemplos de planetas retrógrados que actúan de un modo inconsciente, haciéndose valer 53

inadvertidamente, asomando de forma espontánea a la superficie, atro­ pellando a la voluntad consciente y coincidiendo con acontecimientos, despertares y experiencias psicológicas, en especial durante los años en que la retrogresión (o dirección) se da en el horóscopo natal por progre­ siones secundarias y tránsitos retrógrados en contacto con los planetas natales. El enojo es otra característica de la retrogresión que si no se la reco­ noce tal como es puede debilitar y agotar. Hay una rabia natural inhe­ rente al planeta retrógrado, que necesita expresarse «violentamente». Los sentimientos de depresión o disociación identificados con un pla­ neta natal retrógrado se relacionan directamente con los sentimientos de renuncia y de impotencia que uno tiene en la esfera de energía sim­ bolizada por el planeta. Debido a la falta de participación de los pla­ netas retrógrados en la experiencia planetaria total, es difícil que este enojo llegue a adquirir una forma específica, y con frecuencia impregna la psique, y puede irrumpir en ámbitos de la vida que no tienen nada que ver, creando confusión con respecto a su fuente. A menudo me he encontrado en mi experiencia profesional con que al concentrarme en el análisis de las funciones del planeta en cuestión (sin tener en cuenta su carácter retrógrado) pulsaba un acorde en la per­ sona, que empezaba entonces a reconocer la fuente de su incomodidad, su alienación y su tristeza. Así se pone de manifiesto que no hay dife­ rencia entre un planeta retrógrado y uno directo, a no ser en la forma en que el individuo los percibe. Que la persona esté pensando desde un punto de vista psicológico o planetario no tiene importancia. Cuando el disidente vuelve para colaborar con la familia, es fre­ cuente que cuente relatos exóticos, de delicioso sabor extranjero, y que tenga una visión más amplia y menos egocéntrica del mundo que ha visto. Tal vez regrese triunfante, tras haber vencido dragones, rescatado a doncellas o ganado copas mágicas y encantadas, pero también puede volver arrastrándose, apaleado y humillado. De cualquiera de las dos maneras, el planeta retrógrado debe siempre retornar al hogar, sólo para volver a partir en busca de un horizonte nuevo y distante, pero otra vez enormemente subjetivo.

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3 La progresión secundaria de los planetas Debido a que el movimiento aparente del Sol determina si hay o no un planeta retrógrado en la carta natal, el método secundario -es decir, el método de «un día por un año»- de progresar el horóscopo es el más eficaz. Las mismas leyes del movimiento retrógrado se aplican tanto a los tránsitos como a las progresiones secundarias, porque el movi­ miento progresado secundario es directamente proporcional al mo­ vimiento por tránsito. La progresión secundaria es una técnica basada en la idea de que las veinticuatro horas que dura la rotación de la Tie­ rra sobre su eje son un microcosmos de los 365 días de la revolución de la Tierra alrededor del Sol: simbólicamente, un día en la vida repre­ senta un año. Por ejemplo, si una persona nació dieciséis días antes de la estación directa de Urano, entonces al llegar a los dieciséis años su Urano progresado efectivamente se estaciona y se vuelve directo en la carta. La progresión secundaria es sumamente importante cuando se tiene en cuenta a los planetas retrógrados natales, porque por medio de ella vemos el movimiento continuo del Sol y su influencia en la esta­ ción retrógrada o la dirección de un planeta, lo que pone de manifiesto cambios espectaculares en la perspectiva interior. 1 Si se considera que un aspecto planetario progresado es efectivo du­ rante un año aproximadamente, se revela por lo común como un pode­ roso mensaje subliminal que nos habla del estado anímico subyacente en ese período, y crea un tema que va abriéndose paso a través de las múltiples experiencias que se producen a lo largo de ese año. Las pro­ gresiones suelen ser sutiles; no se manifiestan tan concretamente como los tránsitos. Sirven como un telón de fondo para las muchas experienl. Véase Nancy Hastings, Secondary Progressions, Samuel Wiser, York Beach (Maine), 1984.

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cias vitales más obvias, e infunden en la evolución interior del nativo un estado o tono anímico que con frecuencia no se exterioriza hasta que una conspiración de tránsitos importantes moviliza las experien­ cias que iluminan el episodio interior. En este libro me concentraré principalmente en tres ámbitos: en el Sol progresado y su influencia im­ plícita en las estaciones de los planetas; en los aspectos progresados que se forman entre el Sol y los planetas retrógrados, y en el movimien­ to de los planetas progresados en cuanto tiene que ver con la retro­ gresión. Cuando hay planetas retrógrados en la carta natal es esencial verifi­ car si y cuándo se estacionarán y se pondrán directos por progresión se­ cundaria en la vida del individuo. Es muy probable que un Mercurio natal retrógrado se vuelva directo, porque veinte días son el equiva­ lente de veinte años progresados. También un Venus retrógrado es pro­ bable que lo haga, ya que está retrógrado de 40 a 44 días, mientras que en lo que respecta a Marte es solamente posible, según si el Sol natal ha pasado o no su oposición con el planeta. Con Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón se aplica el mismo principio que para Marte, porque están retrógrados de cuatro a cinco meses por año, y por lo tanto es pro­ bable que nunca cambien de dirección por progresión, aunque pueden formar aspectos significativos con el Sol progresado. De modo similar, es importante determinar si un planeta natal di­ recto se estacionará y se volverá retrógrado en el curso de la vida de un individuo, porque también esto señala un momento decisivo en la rela­ ción entre el Sol y el planeta, momento del cual resulta un cambio sutil en la participación de este último en el horóscopo corno sistema total. También las direcciones por arco solar pueden resultar espectaculares con respecto a las estaciones. EL CICLO PROGRESADO DE LOS PLANETAS NATALES SUPERIORES

La estación retrógrada progresada: Cuando un planeta natal se esta­ ciona y se vuelve retrógrado por progresión secundaria, en el año de la estación empieza a producirse una sutil introversión de la energía del planeta. Los principios simbolizados por el planeta y la participación de éste en el horóscopo cambian; la acción previamente exteriorizada del planeta desaparece, se distancia o se interioriza. Una vez más, a menos que el año en que un planeta progresado se estaciona y se vuelve retrógrado esté marcado también por tránsitos destacados que cambian la vida, es posible que la estación de por sí no precipite ningún aconte56

cimiento en el curso de ese año ni se refleje en él. Sin embargo, fun­ ciona por lo menos como un telón de fondo para perspectivas nuevas y, si se reflexiona sobre ello, significa un año que es como una divisoria de las aguas. En la mayoría de los casos que he visto, a la persona que tiene plena conciencia del proceso le sucede algo tangible, exterior o interior­ mente. El primer planeta que se estaciona y se vuelve retrógrado indica dónde es necesario que el individuo sea más retentivo y se interiorice más, y dónde puede haber sido incapaz de interiorizar y personalizar de manera adecuada la energía asociada con ese planeta. En torno de las energías del planeta estacionario empieza a formarse una cáscara pro­ tectora que lo aísla de los demás en la carta durante el año o dos que si­ guen a la estación. En el caso de los planetas superiores, el primero en volverse retró­ grado será el que está «por fuera» o al borde de la gestalt planetaria, ya que por signo zodiacal estará antes que el Sol. La estación retrógrada progresada de un planeta superior -excepción hecha de Marte- va se­ guida algunos años después por el trígono del Sol progresado con el pla­ neta natal, de la siguiente manera: Júpiter: de 4 a 6 días equivalentes al mismo número de años progre­ sados; Saturno: de 11 a 13 días equivalentes al mismo número de años pro­ gresados; Urano: de 17 a 20 días equivalentes al mismo número de años pro­ gresados; Neptuno: de 20 a 21 días equivalentes al mismo número de años progresados; Plutón: de 18 a 22 días equivalentes al mismo número de años pro­ gresados. Generalmente el año de la retrogresión es el momento en que se forma una crisálida alrededor del área de la psique simbolizada por el planeta estacionario. La crisálida sirve para proteger el yo del individuo de ulteriores influencias externas en esa esfera planetaria hasta que el Sol progresado forma un trígono con el planeta en retrogresión, algunos años después. La condensación de los rasgos inherentes al planeta lo aparta de la totalidad del horóscopo, de modo que empieza a evolucio­ nar nuevamente de manera independiente y «acéntrica». El acto de la retrogresión puede funcionar como un amortiguador contra ulteriores invasiones, y el planeta se convierte gradualmente en un punto oculto pero sensible, que va incubando una manera nueva de usar las energías con él asociadas. 57

Esto crea un poder desmedido, porque el planeta estacionario co­ mienza entonces a actuar como una lente cada vez más refinada, a tra­ vés de la cual se enfocan nítidamente las capacidades creativas, ya sean intelectuales o físicas, que adquieren así un brillo especial. El aisla­ miento y la inversión de las energías del planeta pueden establecer la base para un área de pericia que se consuma aproximadamente durante el año en el que el Sol progresado forma un trígono con el planeta retró­ grado. Este caso se da en particular cuando un individuo no tiene pla­ netas natales retrógrados en el horóscopo y sólo dispone de un planeta en estación retrógrada en los años de desarrollo de la vida. En este tipo de carta, es probable que ese planeta esté aislado y ocupe, él solo, un cuadrante o un hemisferio. En algún momento del año de la estación retrógrada progresada del planeta se inicia un ciclo de evolución interna, que llega a fructificar plenamente cuando el Sol progresado forma un trígono con él. Es muy frecuente que aquello que estaba invertido e interiorizado en el mo­ mento de la estación progresada se vea iluminado por un sentimiento de liberación, que señala una etapa de realización. La inversión inicial se ve a menudo precipitada por una herida o una conmoción que coin­ cide con la estación, lo cual da por resultado una rebelión interna y la determinación de crearse una posición especial en el mundo. El planeta estacionario no apoyará de manera convencional al yo, y se negará a su­ bordinar sus energías, sus talentos o su creatividad a ningún orden esta­ blecido, ya sea interno o externo. La estación retrógrada también puede iniciar un complejo que se in­ sinuará en todos los demás aspectos de la carta, especialmente si sólo un planeta se estaciona y se vuelve retrógrado en el curso de la vida, o si esa estación se produce durante los primeros años de desarrollo. Si el planeta es significativo y está acentuado por su posición destacada en la carta, entonces el cambio establece una nueva pauta de evolución inte­ rior. Un planeta significativo es aquel que está en conjunción con un ángulo; el que está aislado; el regente de la carta; el que determina al Sol o a la Luna; o si es el primero en una secuencia de planetas en un stel­ lium, todos los cuales se estacionarán y se volverán retrógrados en algún momento. Con frecuencia, la estación retrógrada es la experien­ cia que nos altera el curso de la vida. La dificultad con los momentos de cambio en la vida es que a menudo no los reconocemos hasta muchos años después. En el caso de Donald (véase el capítulo 9), Saturno se estacionó y se volvió retrógrado cuando él tenía 9 años; ese año murió su padre, a quien él quería mucho. Para Donald, aquella estación fue el comienzo de una época de retraimiento y soledad. Debido en parte a su edad, eri58

gió inconscientemente barreras contra sus sentimientos y los ajenos, de­ teniendo así su desarrollo emocional hasta bien entrada la madurez. (Además, en el mes del accidente mortal, la Luna natal de Donald, en Capricornio, formó una oposición por tránsito con Urano, el cual, al es­ tacionarse y volverse retrógrado en el cielo, exacerbó una situación ya de por sí agobiante.) Sin embargo, esa no era toda la historia. Cuando el Sol progresado formó un trígono con Saturno once años después, cuando Donald tenía 20 años, se produjo el desenlace de la estación de Saturno progresado: descubrió que era hijo adoptivo. La pérdida de su padre, definida por la estación retrógrada de Saturno progresado y am­ plificada por el impacto del tránsito de U rano en contacto con su Luna en Capricornio, sirvió para aislar durante cuarenta años las vivencias psicológicas saturninas y lunares de Donald, que sólo llegarían a libe­ rarse con fuerza volcánica por la acción del tránsito de U rano en con­ junción con su Luna natal.

La estación directa progresada: Los planetas natales retrógrados están segregados de la interacción «normal» de los planetas en el horóscopo, añadiendo psicológicamente un elemento de autonomía que puede ma­ nifestarse bajo la forma de rebeldía o ingenuidad. El resultado del ais­ lamiento puede ser que muchas áreas de las energías del planeta per­ manezcan en estado embrionario hasta el momento en que éste se esta­ ciona y se vuelve dfrecto. Con frecuencia, la participación del planeta retrógrado en el sistema del horóscopo es esporádica y extemporánea. Cuando se asoma fuera de su caparazón, a menudo se encuentra con un mundo muy extraño, que va marcando el compás de otra armonía, y tiene que esforzarse mucho para adoptar el mismo ritmo. Es ésta una condición que de hecho puede crear una vena mucho más fuerte e indi­ vidualista en el carácter. La inocencia del planeta sigue siendo natal­ mente inherente, pero la estación directa progresada rompe el capara­ zón que a modo de útero lo rodea, en un alumbramiento que le permite seguir madurando. El hecho de que el planeta retrógrado haya permanecido aislado y en gran medida ajeno, sin responder a los puntos de referencia externos y rehuyendo la interacción con el horóscopo como tal, contribuye a la explosión cuando se vuelve directo. La dirección de un planeta retró­ grado por progresión es más demostrablemente activa que la estación retrógrada progresada, y señala un pivote sobre el cual gira la perspec­ tiva interior para enfrentarse al mundo externo. La naturaleza del efecto de la estación directa progresada de un pla­ neta depende totalmente de éste, de su condición natal, de su grado de poder en la gestalt planetaria y de la estructura psicológica, la edad, la 59

posición social y el estilo de vida del individuo. Si la estación se pro­ duce muy precozmente en la vida, la dificultad para incorporar la nueva perspectiva es menor. El efecto inmediato es tanto más crítico cuanto mayor es el nativo, simplemente porque los hábitos ya incor­ porados de interiorización de las energías planetarias suelen ser más rígidos. Ciertas condiciones astrológicas indican también si la dirección de un planeta afectará de forma manifiesta a las reacciones psicológicas del individuo o no. El movimiento directo de un planeta será registrado de forma más activa y consciente si el planeta es importante, es decir, si está aislado o en conjunción con un ángulo, si es el regente de la carta, si determina al Sol o a la Luna, o si es el primero en una secuencia de planetas que están a punto de volverse directos en un stellium de plane­ tas retrógrados. Con la estación directa el planeta empieza a participar más activa­ mente en el sistema del horóscopo y, por extensión, en el sistema psí­ quico del individuo. Esto implica que asume una mayor responsabili­ dad en la gestalt planetaria como participante y contribuyente en la función global del horóscopo. Con frecuencia la estación directa se ma­ nifiesta como una «presentación en sociedad», la aparición y el recono­ cimiento consciente de una necesidad interior largamente reprimida cuya activación es esencial para que la evolución del yo pueda conti­ nuar. La estación directa de un planeta retrógrado natal es como un dique que cede y libera un torrente de sentimientos reprimidos, inun­ dando al individuo con una intensa sensación de finalidad y dirección, allí donde antes había habido incertidumbre e inseguridad. Otro resultado posible puede ser la aparición de caóticos sentimien­ tos de angustia y expectativas carentes de realismo en el curso del año de la estación. Se precisa tiempo y esfuerzo para abarcar e integrar en la totalidad del sistema la energía recién liberada. Es muy probable que ésta no se integre en un orden funcional en el término del año, pero con el tiempo, los tránsitos y la experiencia de la vida, el nuevo impulso se integrará en una síntesis con la propia conciencia. Aunque los acontecimientos y las vivencias varían enormemente, los puntos de inflexión son nítidos; el astrólogo puede afirmar de un modo absoluto que ha sucedido o está sucediendo algo capaz de liberar la energía reprimida. Siempre que un planeta progresado se estaciona, ha estado prácticamente estacionario durante unos años, y es mucha la preparación inconsciente que ha tenido lugar para ese momento. Con una mirada retrospectiva, es posible discernir una pauta en los dos años previos a la estación: una pauta de suspensión, tranquilidad y retrai­ miento de un estilo de vida generalmente frenético. Tal es el caso

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cuando el «significado» de la estación depende por entero de lo que efectivamente está sucediendo en la vida del individuo. La forma en que se exprese la liberación dependerá del tiempo que el planeta haya estado retrógrado y el momento en que se vuelva di­ recto (de hecho, de la edad que tenga el individuo). Cuanto más tiempo haya estado retrógrado, mayor será la carga que se habrá creado y más conciencia tendrá el individuo de haberse liberado de ella. Por ejemplo, Drew había trabajado durante veinticinco años en un despacho jurí­ dico, y renunció a él para trabajar en bienestar social el mismo año en que su solitario Júpiter progresado se estacionó y se volvió directo. Sen­ tía la necesidad de pagar una deuda a la colectividad trabajando en pro­ blemas ambientales, con lo que propició a su Júpiter, que le había per­ mitido ganar muchísimo dinero en el curso de su carrera profesional. Necesitaba «liberarlo» para buscar nuevos horizontes y descubrir ma­ neras menos tradicionales de expresarlo. Los aspectos solares progresados: Los únicos aspectos clásicos que puede formar el Sol progresado con un planeta superior natal retró­ grado son el trígono (con la excepción de Marte), el quincuncio, la ses­ quicuadratura y la oposición (véase la fig. 1.3, p. 32). En el caso de los planetas más distantes es más importante estar atento a este año de progresión, ya que es posible que nunca más vuelvan a estacionarse y a cambiar de dirección en el curso de una vida. Las progresiones solares sirven para ejemplificar el trabajo lento, sutil e intensamente privado de desarrollar el propio yo. A medida que el Sol progresa, va reuniendo a su alrededor experiencias nuevas que se incorporan a la estructura del yo, que adquiere madurez interior y ex­ periencia, y el nativo va llegando, cada vez más, a ser quien es. El pro­ ceso de evolución del yo jamás se completa, ni es un logro; nunca se lo «termina». Sin embargo, hay momentos señalados en los que se produ­ cen experiencias cumbre, aunque con frecuencia son interiores e inex­ plicables. Los años marcados por aspectos solares progresados con los planetas natales retrógrados son experiencias cumbre que siempre se manifiestan como puntos de inflexión notables. Cuando el Sol progresado forma un aspecto exacto, el año es siem­ pre importante, particularmente si se trata de una oposición. La mayor dificultad psicológica con los planetas superiores retrógrados es su dis­ tancia de la trinidad de identidad Sol-Mercurio-Venus, ya que la sepa­ ración escinde simbólicamente la función del planeta o planetas retró­ grados del total de la propia identidad. El año en que hay un contacto con el Sol está marcado por el comienzo de la percepción consciente de lo que el planeta retrógrado tiene para ofrecer a la vida, e inicia la inte61

gración del rasgo ajeno en la totalidad de uno mismo. El mundo exte­ rior empieza a asumir más importancia, y las experiencias internas se reflejan en el entorno, a veces de forma bastante explosiva o espec­ tacular. EL CICLO PROGRESADO DE LOS PLANETAS NATALES INFERIORES

Mercurio y Venus, los dos planetas inferiores, tienen ciclos de estación y retrogradación completamente diferentes de los de los planetas supe­ riores. Ambos comparten una pauta similar en cuanto están retrógrados cuando empiezan a aproximarse a la conjunción inferior con el Sol (mientras que los planetas superiores se vuelven retrógrados cuando se acercan a la oposición con el Sol), pero su sincronización y su secuencia son un tanto diferentes. Con referencia a la interpretación, sin em­ bargo, los principios son los mismos. Es decir, la retrogresión progre­ sada de Mercurio o de Venus interioriza la energía del planeta, incu­ bando una nueva manera de expresarse, mientras que la estación directa progresada libera y exterioriza la energía. El caso siguiente ejemplifica lo que descubrió un hombre durante un ciclo progresado de Mercurio. Con el Sol y Mercurio retrógrado en Escorpio en su carta natal, quedó gravemente traumatizado por el divorcio de sus padres y la sepa­ ración forzada de su padre en el año en que su Mercurio progresado llegó a una estación directa, cuando él tenía 6 años. Su Mercurio natal estaba a 6º de la cuadratura con Plutón, pero en movimiento retrógrado hasta su estación directa, en la que se encontraría a 9 º de distancia. Cuando su Mercurio progresado directo regresó a su emplazamiento natal, a los 13 años, su madre volvió a casarse. Cuando finalmente su Mercurio progresado directo formó una cuadratura exacta con su Plu­ tón natal, él tenía 18 años y cometió un serio intento de suicidio. Aquí estaban operando tres agentes técnicos: 1. El Mercurio natal retrógrado progresó alejándose del aspecto exacto con Plutón y llegó a una estación directa. El nativo se vio enérgi­ camente despertado ante el final de su mundo onírico (Mercurio natal en la casa doce). El divorcio y la separación fueron el acontecimiento que señaló el momento crítico planetario. 2. El Mercurio progresado directo regresó a su lugar natal. La madre volvió a casarse y tuvo otro hijo. Una vez más, él sobraba. 3. La cuadratura entre el Mercurio progresado directo y el Plutón 62

natal movilizó las ansiedades y los sentimientos de inutilidad previa­ mente suprimidos hasta llevarlos a su culminación, y el muchacho in­ tentó suicidarse. En el contexto de esta progresión, también ese año el Sol progresado había formado una conjunción con su Venus natal, ilu­ minando su necesidad de establecer relaciones de intimidad, de lo cual en aquel momento era incapaz. Ese mismo año Neptuno formó una conjunción por tránsito con su Sol en Escorpio: los catalizadores exter­ nos de su deseo de morir fueron la disolución de su yo y su incapacidad para contener su angustia. Un ejemplo menos patológico es el de una joven con Venus natal re­ trógrado. A los 18 años, cuando el planeta se estacionó y se volvió di­ recto, se enfrentó con la rígida mentalidad universitaria de sus padres y se matriculó en una escuela de arte, exteriorizando finalmente su pa­ sión secreta por las bellas artes. Dijo que se sentía liberada de los valo­ res de sus padres, capaz por fin de aventurarse fuera de los límites de la influencia familiar y social, y de llevar a la práctica sus propios valores internos. Las progresiones de estos dos planetas inferiores ejemplifican una forma de liberación que se relaciona con el planeta estacionario. En el caso del muchacho que quería morir, la liberación se daba por media­ ción de Mercurio, un agente mental; en el de la joven artista, se dio por la acción de Venus, que liberó los valores que, aunque reprimidos, eran inherentes a ella.

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SEGUNDA PARTE

LOS PLANETAS INFERIORES RETRÓGRADOS NATALMENTE Y EN TRÁNSITO

Del 21 de junio de 1931 al 16 de mayo de 1934

Del 11 de mayo de 1931 al 14 de mayo de 1937

Fig. 4.1. Órbitas de Mercurio

4 Mercurio, el dios de la retrogresión 1 EL MERCURIO MITOLÓGICO

Theos Los términos astrológicos modernos, en especial los nombres de los pla­ netas, han sido adoptados a partir de una traducción latina de la ver­ sión griega de una nomenclatura babilónica. Los griegos incorporaron a su religión y su cultura la totalidad de un antiguo sistema mitológico y religioso, basado en mitos sobre el origen y el linaje, procedente de los caldeos y de los babilonios y reflejado en el panteón egipcio. En térmi­ nos estrictos, para los filósofos de la Hélade, los griegos de los siglos VI y v a.C., la astrología tal como la conocemos hoy no existía. Sin em­ bargo, Grecia dio a los planetas visibles los nombres de sus dioses olím­ picos, reemplazando así los nombres babilonios y egipcios. 2 1. Una versión de parte del material contenido en este capítulo, que incluye la tabla, aparece en mi capítulo de Planets: The Astrological Tools, Llewellyn Publica­ tions, St. Paul (Minnesota), 1989. La tabla y el material original fueron registrados en 1982 por publicaciones RKM y todo uso posterior del material no cuenta con el reconocimiento ni con el permiso del autor. Junto con este capítulo recomiendo la lectura de The Retrograd Mercury Work­ book, de C. J. Puotinen, Ninth Sign Publications, Hoboken (Nueva Jersey), 1982, un folleto completo y de fácil lectura. 2. Franz Cumont, Astrology and Religion Among the Greeks and Romans, Dover Publications, Nueva York, 1960. Es importante leer en su totalidad este librito, que ofrece un panorama de la historia de la astrología desde la visión del mundo que tiene un conocedor de los clásicos, bien informado de las prácticas actuales y anti­ guas de la astrología, aunque no simpatice con ellas.

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Hermes fue el nombre con que los griegos reemplazaron el de la di­ vinidad sideral babilonia Nebo, y en su momento los romanos lo llama­ ron Mercurius, el Mercurio de nuestra astrología actual. Como dios, Mercuio es una amalgama de muchas divinidades, imágenes y domi­ nios. Hay pruebas históricas de que en la antigua Grecia Hermes estaba asociado con la fertilidad, y de hecho su antecesor egipcio, Tot, era en gran medida una figura de fertilidad, asociada con los días intercalados que se reservaban para los festivales celebrados en adoración de los cinco dioses que constituían la progenie de Nut (la diosa del cielo) y Geb (el dios de la tierra). Tot actuaba como una especie de insemina­ dor y comadrona de sus hijos -Osiris, Horus, Tifón (Set), Isis y Neftis-, y el papel que le cupo como autor de los escritos alquímicos ocupa un importante lugar en la obra de Maneto, un egipcio que escribió en griego sobre la religión egipcia en el siglo III a.c. La asimilación de Tot, Hermes y Mercurio en una figura compuesta fue la prefigu­ ración de nuestro Mercurio astrológico, soberano de la transforma­ ción mágica, dios de la transición y transmisor de información. El Mercurio astrológico encarna todo el simbolismo recopilado a lo lar­ go del tiempo, y es uno de los arquetipos más complejos del panteón astrológico. El dios griego Hermes y su papel en las obras clásicas nos da mucho en qué pensar cuando nos ocupamos, en el ámbito astrológico, de Mer­ curio. En la más antigua literatura griega sobre Hermes, vemos que la I!iada y la Odisea homéricas, la Teogonía y Los trabajos y los días de Hesíodo, así como el Himno homérico a Hermes, el IV, están repletos de información sobre la naturaleza de este fascinante dios. Con respecto al nacimiento de Hermes, leemos en los Himnos ho­ méricos: «Nació al amanecer, al mediodía estaba tañendo la lira, y al anochecer robó los rebaños de Apolo... ». 3 Esto nos lo muestra como el embustero y embrollón por excelencia, dotado además de un enorme encanto: para hacer y tañer su propia lira, engatusó a una tortuga y la indujo a salir de su caparazón. Según el relato, Hermes, inquieto desde su nacimiento, partió en busca de los bueyes de su hermano Apolo, y por el camino se encontró con una tortuga. Con gran encanto, dijo a la desventurada que sería para él una buena compañera de cena, y por cierto que lo fue, ya que no tardó en comérsela. También le prometió que cuando hubiera muerto podría hacer una hermosa música: con el caparazón construyó el prototipo de la lira que finalmente cedió a Apolo para apaciguarlo por haberle robado los bueyes. 3. «The Homeric Hymn to Hermes», en The Homeric Hymns, Longman Press, N i.:eva York, 1971.

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Este robo de los bueyes tiene un aspecto sumamente notable. Her­ mes «los hizo andar con las pezuñas hacia atrás, siendo las patas delan­ teras las últimas y las traseras las primeras, mientras él mismo cami­ naba normalmente hacia adelante». 4 Éste es el origen literario de la senda dual y la engañosa brillantez de Hermes el Embustero, y es la pri­ mera insinuación de su carácter retrógrado. Sólo minutos antes se había sentido feliz tocando su nueva lira, pero «tenía el corazón puesto en otros proyectos». 5 Versátil, astuto, Hermes es un arma de doble filo que hace una cosa mientras planea otra. El hecho de que escondiera los bueyes en la cueva de Apolo, el dios del Sol, es una metáfora adecuada para la retrogresión de Mercurio cuando «regresa» hacia el Sol, ocul­ tándose de la vista de la Tierra, sólo para volver a emerger luego, redi­ mido, como la estrella de la mañana. El Himno celebra el componente de joven encantador, de puer aeter­ nus, que hay en Hermes, quien incluso recurre a su primera infancia como defensa cuando le preguntan por el robo de los bueyes. Comete un delito que no haría la menor gracia si el autor fuera otro, e incluso consigue impresionar con su insolencia a Zeus, dios normalmente ira­ cundo, que no sólo se queda impresionado, sino también divertido. Ese instante de reconocimiento de una perspectiva, que se produce espon­ táneamente y sin ninguna advertencia previa y que da como resultado un estallido de pura risa, es precisamente de lo que se trata con Hermes el Embustero. Un Mercurio fuerte intensificará el horóscopo del humorista con un rasgo peculiar, como si el arquetipo de Hermes viviera por mediación del individuo, capaz de aportar súbitamente una perspectiva nueva a una situación que de otro modo podría ser sombría o quizás, a no ser por el encanto de Hermes, hasta terrorífica. El comediante es un sana­ dor que destaca nítidamente prioridades que hasta ese momento no se habían tenido en cuenta -por así decirlo, una realidad nueva-, de tal modo que el impacto suscita la risa. Pese a todos sus atributos de juventud, humor, gracia y picardía, en Hermes hay facetas serias. Sus raras apariciones en la Ilíada contrastan nítidamente con la fuerza de su presencia en la Odisea. Tal vez sea más apropiado a su naturaleza que aparezca tan a menudo y de forma tan destacada en un relato que se ocupa principalmente de un viaje, más bien que de la naturaleza de los actos heroicos de la guerra. En la !liada, Hermes es el enviado que ha de conducir a Príamo a la presencia de Aquiles; actúa como un guía y protector, y «adormece los ojos de 4. lbíd. 5. Ibíd.

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cuantos quiere»,6 para así permitir que el doliente padre pase sin sufrir daño alguno entre los guardias encargados de vigilar las puertas de Aquiles. Este acto de guiar a Príamo hasta donde está el cadáver de su hijo Héctor, es un anuncio de la función de guía de almas que corres­ ponde a Hermes, el psychopompos. En la Ilíada se dice también que Hermes ha sido designado por el propio Zeus para que sea el compañero del hombre. Esto es un símbolo del papel de Mercurio en el horóscopo como traductor de todos los datos sensoriales en cuanto son asimilados por la mente consciente. Mercurio podría ser el planeta individualmente más importante del ho­ róscopo, ya que por medio de él no sólo absorbemos todas nuestras per­ cepciones, sino que también las diseminamos. En el curso de los ciclm retrógrados, es frecuente que nuestras percepciones cambien de un modo radical en la medida en que establecemos contacto con la infor­ mación de una manera nueva y la procesamos inconscientemente. Her­ mes, el dios, es quien nos guía a través de todos los ciclos retrógrados, y desempeña un papel muy importante en la vida de las personas con varios planetas retrógrados. Como recopilador y traductor de conoci­ mientos inconscientes u oscuros, parece natural su patrocinio durante todos los ciclos de retrogresión. En Hermes: Guide of Souls [Hermes, guía de almas], Karl Kerenyi escribe: No faltan buenas razones para que se adjudicara a Hermes la invención del lenguaje. Pertenece a la sabiduría hermética de la lengua griega, a uno de sus más ingeniosos aciertos aleatorios, el hecho de que herma, la pala­ bra que designa al más simple de los monumentos de piedra [una co­ lumna con un busto sin brazos], y de la cual proviene el nombre del dios, se corresponda fonéticamente con el latín sermo, «discurso» o cualquier «exposición» verbal. La palabra herma, que en griego no tiene este signi­ ficado, forma sin embargo la raíz verbal básica de hermeneia, «explica­ ción». Hermes es hermeneus («intérprete»), un mediador lingüístico, y esto no se basa solamente en razones verbales. 7

Como ya he dicho, una de las facetas más sombrías de Hermes es la de patrono del viajero. Aquí es necesario insistir en la distinción entre las dos palabras inglesas journeying y travelling [que en castellano tie­ nen como única traducción «viajar»]. Un traveller tiene un punto de partida y un destino, mientras que unjourneyer está simplemente en al­ guna parte intermedia, en una especie de lugar liminar sin parámetro 6. Homero, La Jlíada, Canto XXIV, l. 344. 7. Karl Kerenyi, Hermes: Guide o.f Souls, Spring Publications, Dallas (Texas), 1986, p. 88.

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alguno. Un traveller tiene un itinerario, un pasado y un futuro conocido hacia el cual se encamina con un sentido direccional. Un journeyer ha partido de algún lugar seguro y se aventura de grado o por fuerza en te­ rritorio desconocido, para llegar en un futuro ignoto a un lugar impre­ visto. Si tenemos esto presente, reconocemos en Hermes al guía de estas almas liminares. Es el dios que esencialmente vive en el umbral de la existencia, en el limen [umbral] de la experiencia. Cada vez que nos en­ contramos en un estado de transición personal podemos esperar que aparezca Hermes como portador de mensajes del inconsciente. La expe­ riencia de la retrogresión es precisamente una experiencia de transición. Mercurio supervisa el proceso creativo que se produce de un modo espontáneo cuando intentamos desarrollar una idea o un plan. Al ha­ cerlo, empleamos simultáneamente tanto la mente consciente como la inconsciente; mientras creamos la estructura de la idea en un nivel consciente, el inconsciente está procesando la información de manera no lineal. Éste es el fenómeno cuyo resultado es la aparición aparente­ mente espontánea de lo que llamamos una idea brillante. Con respecto a esto, es importante la relación de Hermes con Hades/Plutón. De todos los dioses, Hermes era el único que viajaba por su voluntad al Hades y regresaba. Acompañaba tanto a los muertos como a los vivos al mundo de las sombras, ya fuera como residentes permanentes o como visitantes. Sus idas y venidas desde el Hades simbolizan la capa­ cidad mercuriana de descender al inconsciente y transferir información o material a la mente consciente para que ésta lo procese de forma li­ neal. Así lleva a la luz los contenidos más ocultos, recesivos y suprimi­ dos de la psique. A la inversa, también somos capaces de suprimir un deseo consciente relegándolo al ámbito del inconsciente para que allí sea procesado de manera no lineal. Esto puede servir como un proceso de refinamiento de nuestro inconsciente por obra de la inteligencia, cuyo resultado suele ser, más tarde, una manifestación creativa de la voluntad. También es aquí donde Hermes/Mercurio ejerce una función de fertilidad, actuando como un animador del pensamiento seminal. El relato apócrifo de Arquímedes de Siracusa, consejero del rey Hierón 11 que intencionalmente trataba de determinar de qué estaba hecha la co­ rona del rey -si era de oro puro o de una aleación con plata-, es un her­ moso ejemplo de este fenómeno. Arquímedes (suponemos) se agotó intelectualmente con el enigma. Fatigado, se preparó un baño y se hundió en él, para aliviarse de las presiones del pensamiento lógico y analítico. Al sumergirse, la verdad afloró desde el inconsciente y el sabio se levantó de un salto gritando «¡Eureka!» («¡Lo encontré!»), tras haber descubierto el principio del desplazamiento. Aquí, la palabra clave es «descubrir». 71

El desplazamiento desde el hemisferio izquierdo del cerebro al dere­ cho, cuyo resultado es el instante de inspiración que genera el conoci­ miento, puede ser equiparado a una transformación alquímica. Dicho de otro modo, la preparación para el descubrimiento es larga y ardua y tiene lugar «por encima de la tierra», pero durante todo el tiempo lo «subte­ rráneo» está procesando de manera balista y no lineal la información, que sólo se transferirá a través del límite en un momento de desasi­ miento del intelecto. Aunque éste no es siempre el camino del descubri­ miento o de la creación, sí lo es con frecuencia. 8 Es Mercurio quien asiste al artista en su descubrimiento y sus viajes por el inconsciente para traer los resultados de las conclusiones subli­ minales a la mente consciente y que ésta los organice. El proceso de in­ seminación y de espera activa, el hecho de poner una idea o un plan de acción sobre el «fuego de atrás» para incubarlo y madurarlo, es un atri­ buto de todos los ciclos retrógrados. El Hermes de la Odisea es Hermes en todas sus facetas, y el héroe Ulises, con su astucia, su ingenio y su suerte, parece la personificación del dios. Ulises también es un journeyer. Salió de Troya y puso proa a Ítaca. Su proyectado viaje de tres semanas le llevó de hecho diez años y dio margen a numerosas aventuras y episodios inesperados. Esencial­ mente, Ulises dejó el mundo conocido del héroe y entró en un reino so­ brenatural de monstruos, brujas y encantamientos. En el poema, Her­ mes actúa como embaucador, maestro y psicopompo [guía de almas], realizando así la totalidad de su naturaleza. ¡En su papel de mensajero de los dioses suele aparecer como el último recurso! Hermes comunica a Ulises cómo defenderse de los embrujos de la hechicera Circe y le da el antídoto, hecho de una raíz mágica, que, al beberlo, le permite evitar verse convertido en cerdo como sucede con su tripulación. Zeus envía a Hermes a Ogigia, donde Ulises tiene amores con Calipso, la bella diosa que le promete la inmortalidad y la juventud eterna si se queda con ella. Hermes le advierte inmediatamente que Zeus quiere que Ulises siga su camino, y que ella no debe continuar deteniéndolo. En este epi­ sodio se llama a Hermes «el que encuentra caminos». También aparece al principio del último libro de la Odisea, cuando se lleva las almas de los pretendientes muertos a manos de Ulises: El cilenio Hermes llamaba a las almas de los pretendientes, teniendo en su mano la hermosa áurea vara con la cual adormece los ojos de cuantos quiere o despierta a los que duermen. 8. Véase Arthur Koestler, The Act of Creation, Penguin, Londres, 1989.

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Empleábala entonces para mover y guiar a las almas y éstas le seguían profiriendo estridentes gritos. Como los murciélagos revolotean chillando en lo más hondo de una vasta gruta si alguno de ellos se separa del racimo colgado de la peña, pues se traban los unos con los otros, de la misma suerte, las almas andaban chillando, y el benéfico Hermes, que las precedía, como simple Guía, llevábalas por lóbregos senderos. 9

Aquí, la palabra clave es «simple», que denota la neutralidad absoluta de Hermes, su papel de mediador no comprometido, mero mensajero de los dioses, inocente guía de almas... dios del movimiento retrógrado. Dado que Mercurio rige lo liminar y el espacio transicional, los lí­ mites y las encrucijadas, veremos la influencia del planeta en todos los ciclos retrógrados. El sentimiento de incertidumbre y de expectación asociado con los ciclos retrógrados refleja los movimientos y los ciclos de Mercurio. La inmersión en el inconsciente, la misteriosa transforma­ ción alquímica que tiene lugar en las profundidades de la psique, y el resultado a menudo sorprendente, todo ello forma parte del movi­ miento natural de la retrogresión, de dos pasos hacia adelante y uno hacia atrás. El embaucador

La astrología tradicional subestima a Mercurio, en cuanto a su papel de dios de los acontecimientos accidentales; pero Mercurio, como vere­ mos, no siempre se vale de medios convencionales para ejercer su papel de comunicador y educador. Su afinidad con Hades, del mundo subte­ rráneo, arroja una luz interesante sobre la función que corresponde a Mercurio cuando se trata de hacer aflorar inesperadamente el conte­ nido del inconsciente, no sólo en los ciclos retrógrados sino también en los ciclos naturales de cambio, y de ahí su asociación con la figura del embaucador. Carl Jung señaló la sutileza y la diversidad de los motivos de las fi­ guras del embaucador, por ejemplo en «la figura alquímica de Mercurio [...] su afición por las bromas disimuladas y las travesuras maliciosas, sus poderes de transformista, su naturaleza dual, a medias animal, a medias divina, su manera de exponerse a toda clase de torturas y -no 9. Hornero, La Odisea, Canto XXIV, 1-10 (trad. de Luis Segalá).

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por enunciada al final menos importante- su proximidad a la figura de un salvador».'º Y luego sigue diciendo que estas figuras de embaucado­ res se las arreglan para «lograr gracias a su estupidez lo que otros no lle­ gan a conseguir con sus mejores esfuerzos».'' ¡Qué adecuado es esto para el Mercurio astrológico! Seguramente Jung no pensaba en el trán­ sito de Mercurio retrógrado cuando escribió estas palabras, pero sí en­ tendía la forma en que estos motivos surgen de un modo espontáneo del inconsciente del individuo, con particular referencia a la vida cons­ ciente. Como mensajero, Mercurio trae a la mente consciente informa­ ción no evolucionada, profundamente almacenada en la fuente inagota­ ble del inconsciente, y con frecuencia transmite sus mensajes de una forma imprevista. El tema del embaucador no aflora inesperadamente sólo en su forma mí­ tica, sino que aparece con la misma ingenuidad y la misma autenticidad en el desprevenido hombre moderno, cada vez que éste se siente a mer­ ced de «accidentes» fastidiosos que tuercen su voluntad y sus acciones con una intención aparentemente maliciosa. Es cuando se habla de «mala suerte» y de «duendes», o bien de la «maldad de los objetos». Aquí las representantes del embaucador son las contratendencias del in­ consciente, y en ciertos casos, una especie de S
He subrayado la segunda personalidad a fin de sugerir que el fenó­ meno de las «entidades» canalizadoras se da en función de que Mercu­ rio trae a la conciencia diversas personalidades que permanecen, desco­ nocidas y sin evolucionar, en el inconsciente del individuo. El papel de Mercurio que consiste en hacer aflorar esta información es invalorable, y las personas que pretenden ser capaces de canalizar entidades son, en realidad, altamente susceptibles a la función de embaucador. La infor­ mación que se considera posible canalizar puede tener valor o no, pero se la ha de considerar como una fuente potencial de energía embauca­ dora negativa. A la inversa, también tiene acceso a la función de sana­ ción porque, como ya he dicho, el embaucador puede aparecer como un salvador. 1O. Car! J ung, «On thc Psychology of the Trickster Figure», en Collected Works, Princeton University Press, 1959, Bollingen Series, vol. 9. 1, párrafo 456. 11. Ibíd., párrafo 469. 12. Ibíd. 74

El embaucador es la esencia de la serendipity. * El hallazgo de algo perdido en el momento más increíble, la aparición de un dato que com­ pleta una investigación o la coincidencia extraordinaria son las travesu­ ras más divertidas e inofensivas con que se divierte el embaucador. Más seriedad hay en la energía del chamán, que es también la energía del embaucador; el sanador herido es un excelente ejemplo. Este as­ pecto de la sanación se origina en el conocimiento de la herida. Uno debe comprender realmente la enfermedad para poder expulsarla, y este recurso no siempre tiene éxito en el proceso de sanación, ya sea éste psicológico o somático. De ahí que el sanador, el psicoanalista, el astrólogo o lo que fuere, sea especialmente susceptible a los riesgos de la energía del embaucador. Con esto no quiero decir que Mercurio re­ trógrado sea el sello del embaucador-sanador, sino que la esencia de Mercurio no puede ser controlada por la voluntad, y que cuando pre­ suntuosamente creemos estar controlando la situación es cuando más probabilidades tenemos de tropezar con el embaucador en toda la mag­ nificencia de su gloria.

El maestro En su libro Synchronicity, David Peat introduce un concepto sencillo, pero de innegable profundidad, referente al doble aspecto de la percep­ ción, que ejemplifica las actitudes del Mercurio directo y el Mercurio retrógrado. Habla de un «lugar desinteresado» donde hay una especie de «vacío pleno», que Jung llamaba el pleroma, y en donde residen las semillas de todos los orígenes. Después distingue entre «percatación» y «atención», dos términos que cabe aplicar a los períodos de movi­ miento planetario directo (atención) y retrógrado (percatación). La percatación se define como un estado en el cual el sí mismo está indiferenciado del entorno -no hay separación entre el observador y lo observado-; esencialmente, un estado de inconsciencia divino. La aten­ ción se define como una separación aguda cuyo resultado es una focali­ zación definitiva en los detalles que da origen a la participación cons­ ciente en el entorno y a la relación con él. Peat afirma: Si bien la percatación sin prestar atención da lugar a una captación del sentido general, no genera una comprensión diferenciada de los detalles * Palabra intraducible, inventada por Horace Walpole, que alude a la capacidad de hacer descubrimientos afortunados de forma accidental, y que era privilegio de los protagonistas de un cuento titulado «Los tres príncipes de Serendip», que en sus viajes descubrían continuamente cosas buenas e inesperadas. (N. de la T.)

de objetos explícitos (es decir, externos) determinados ni de su comporta­ miento. Por otro lado, la atención sin percatación consistiría en la capta­ ción de formas explícitas aisladas sin ningún sentido de su contexto o sig­ nificado general. 13

Esta es una manera bastante pedante de decir que para apreciar ple­ namente nuestra naturaleza y sus relaciones necesitamos una manera de ser divina y una profana. Está claro que la base de esto es el ciclo de Mercurio como receptor y diseminador. Yo percibo la fase directa de Mercurio como el «ciclo de la atención», y la fase retrógrada como el «ciclo de la percatación». El ritmo natural de la totalidad del ciclo per­ mite que ambos se incorporen a nuestra vida y nos proporciona un boceto gráfico del momento oportuno de la participación creativa en nuestro mundo. La dificultad inherente a Mercurio retrógrado -y a todos los ciclos retrógrados- no reside en la naturaleza de la retrogresión, sino en nues­ tra mala disposición a aceptarla como una forma de enseñanza. Es común que culpemos al destino o a las circunstancias externas cuando las cosas nos van mal. Normalmente pensamos que la mente consciente debe tener el control, pero no es esto lo que nos enseña la retrogresión. Si hemos de usar en su totalidad el potencial del modelo astrológico, debemos escuchar lo que nos dice. En particular, cuando Mercurio está retrógrado, hay algo importante que llama a la conciencia, y ese «algo» llegará a emerger del inconsciente por mediación de Mercurio. En la fase retrógrada del ciclo de Mercurio, como en la de todos los ciclos re­ trógrados subsiguientes, descubrimos que la vida -como el arte- no es diseño, sino descubrimiento. Como dice Jung: «La desastrosa idea de que todo llega a la psique humana desde fuera y de que ésta nace como una tabula rasa, es la responsable de la errónea creencia de que en cir­ cunstancias normales el individuo está en perfecto orden». 14 ¿Por qué, entonces, invocar la ley de Murphy -cualquier cosa que pueda salir mal, saldrá mal- cuando Mercurio está retrógrado? ¿Por qué insistir en que todo se hará pedazos y en que después se arregla­ rá de forma mágica cuando Mercurio vuelva a su movimiento directo? En gran parte, porque no estamos conscientemente condicionados para el reajuste cíclico necesario para alternar entre una conciencia sumergida y una que participa, entre la percatación y la atención, yendo de la una a la otra. El surgimiento de la información mercuriana es 13. F. David Peat, Synchronicity, Bantam, Londres, 1987, en particular cap. 8, pp. 222-224. 14. Jung, ob. cit., párrafo 479.

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un positivo paso hacia adelante en cuanto a civilizar aspectos subde­ sarrollados de nuestra psique, uno de los cuales es la función de la sombra. El embaucador tiene todos los rasgos distintivos de la sombra que se interponen entre el Sí mismo junguiano y la persona [en el sentido jun­ guiano de «máscara», como en el teatro clásico griego; el papel que se representa], y si la expresión del propio yo por mediación de la perso­ nalidad no suena a verdadera, o niega la expresión al Sí mismo, enton­ ces con frecuencia la sombra se exterioriza a través de un suceso o una circunstancia que obliga al individuo a llegar a un acuerdo con su lado más primitivo y menos evolucionado. La experiencia es especialmente reconocible porque cuadra a la perfección con la persona y sus necesi­ dades evolutivas. Mercurio ayuda a la función de la sombra a pasar a primer plano para que se pueda expresar más plenamente el material inconsciente reprimido. El Hades griego, adonde iban todas las almas después de la muerte, era un lugar al que la persona llegaba exactamente tal como era en el momento de su muerte. Quirón llegó allí con su herida; Ulises descu­ brió que Menelao, cuya esposa Helena se había fugado a Troya con Paris, seguía teniendo celos de su hermano Agamenón, porque su mujer le era fiel. En realidad, uno se llevaba al Hades la suma total de su vida para toda la eternidad. Por lo tanto, da la impresión de que, en reali­ dad, en el inconsciente no mejoramos nada; no corregimos realmente ninguna situación si no la llevamos al taller de reparaciones de la con­ ciencia. Cuando logramos percatarnos de algo, entonces necesitamos prestarle atención. Mercurio actúa como un agente de rememoración -anamnesis- y de curación del alma mediante la iluminación. Cualquier información, su­ ceso, hecho o toma de conciencia con que Mercurio se asome a la su­ perficie en el curso del ciclo retrógrado está totalmente dentro del ca­ rácter de la persona y es por completo aplicable a sus necesidades. De esta manera, Mercurio actúa como un agente civilizador. Tradicionalmente, se ha interpretado la retrogresión de un planeta como un principio de inversión o de reversión, como algo que pone al mundo patas arriba; en el caso de un planeta natal retrógrado, se lo ha considerado decididamente negativo. Pero la natural experiencia in­ trospectiva e interior es una de las maneras en que podemos llegar a un acuerdo con la fascinación que sentimos por nuestro lado oscuro. Las lecciones que aprendemos del tránsito de Mercurio retrógrado son de múltiples niveles, pero en aras de la simplicidad y a fin de poder usarlas como orientación astrológica, digamos que son duales. Como los ciclos de retrogresión de Mercurio son los más frecuentes -tres al año-, este 77

planeta establece un paradigma de respuestas y de interpretación para todos los ciclos retrógrados. En un nivel hay tendencias genéricas, que experimenta toda la Tie­ rra durante el tránsito de Mercurio retrógrado por un determinado ele­ mento. En el nivel personal, los individuos tienen la experiencia de Mercurio retrógrado en su propio horóscopo, lo que a su vez afectará a la serie de casas en la carta ocupadas por los signos que pertenecen a ese elemento; en la tabla 4.1 (véanse pp. 92-93) se observará que hay exten­ sos períodos durante los cuales Mercurio está retrógrado en un determi­ nado elemento. Obsérvese que esta tabla revela uno de los rasgos pecu­ liares de Mercurio. A pesar de su aparente movimiento de avance en un nivel -es decir que el planeta se mueve hacia adelante a lo largo del zo­ díaco-, gradualmente va deslizándose hacia atrás por los elementos de manera precesional, un poco como las pezuñas de los bueyes de Apolo al ir entrando en la cueva. Más adelante explicaré mejor este movi­ miento. EL CICLO DE MERCURIO RETRÓGRADO

Al interpretar los ciclos retrógrados de Mercurio en el horóscopo, hemos de tener presente que el proceso que se define es multifacético. No sólo analizamos la capacidad de recibir información, sino también lo que se hace con esa información una vez que se ha asimilado. Mercu­ rio representa, pues, la capacidad de la mente humana para simbolizar la realidad y, a la inversa, para traducir a términos de realidad los sím­ bolos. La regularidad de la salida y la puesta del Sol, los manifiestos cambios estacionales y la medición del tiempo y del espacio son resulta­ dos de nuestra observación del Sol. De la misma manera, las fases di­ rectas y retrógradas de Mercurio son nuestras referencias geocéntricas para nuestras percepciones, tanto las conscientes como las inconscien­ tes, y para la mente en tanto que se enfrenta con cuestionamientos inte­ riores referidos a los retos del exterior. Natalmente, Mercurio simboliza la capacidad de formular y expre­ sar ideas que se originan en una pauta abstracta. Es la capacidad de usar las palabras como símbolos de lo que vemos, tocamos, olemos, oímos o saboreamos; en otras palabras, de traducir a conceptos las per­ cepciones sensoriales. En cuanto planeta de la comunicación, funciona como «el que cuenta el cuento» y relata la interioridad de las percepcio­ nes al Mercurio de otro individuo, que se convierte entonces en «el que oye el cuento». John Lilly dice que la comunicación es «la creación de información en una mente por medio de señales provenientes de otra 78

mente. La segunda mente acusa recibo de la recepción de las señales y de la formación de la información transmitiendo a la primera otras se­ ñales, que crean entonces una nueva información». 15 ¡Es fácil imaginar lo mucho que se puede perder en la traducción! Cuando Mercurio está directo, como sucede durante el 80 por ciento del tiempo, la mente opera en un nivel muy funcional. Hay poco tiempo para la retrospección, y la energía se gasta en acción productiva. Nuestro lado contemplativo está prácticamente sojuzgado. Este ritmo es natural. El período durante el cual Mercurio está retrógrado dará ori­ gen a problemas que se han mantenido latentes durante los tres meses anteriores. Este es el momento en que gran cantidad de la información inconsciente que se ha absorbido y almacenado empezará a aflorar a la superficie de una manera específica según las necesidades de la persona y en el momento oportuno. La retrogresión de Mercurio es el tiempo de inactividad mental ins­ tintivo. Va asociada con mucho rehacer, repensar, reorganizar, reaso­ ciar; cualquier cosa que pueda admitir la anteposición de re definirá este período de descanso. Es algo muy semejante al desplazamiento la­ teral que debe producirse para que el germen de una idea pueda aflorar en un concepto formulado. Este proceso es tan natural como el del sueño y la vigilia. Imagínese el lector cómo tendría la cabeza si no reco­ nociera la necesidad de un tiempo para la inconsciencia, para dormir y soñar. Si hacemos caso omiso de las señales que apuntan a la necesidad de dormir, en cuestión de días el inconsciente empezará a fraternizar con la mente consciente, causando confusiones sin fin y dificultades para discernir lo real de lo imaginario. Mercurio es el guía durante nuestros viajes entre estar «despierto» y estar «dormido», y entre conciencia e inconsciencia. El ciclo de Mercu­ rio retrógrado es el ritmo natural del espacio entre el aquí y el allí, el es­ pacio liminar del journeyer en su camino hacia el descubrimiento. Así como conocemos los días, años, estaciones, husos horarios, relo­ jes y todos los mecanismos de regulación, deberíamos conocer el meca­ nismo de ordenación de Mercurio retrógrado. Los estados naturales de descanso son una ventaja para nosotros. Ser capaces de prever y utilizar estos estados es una poderosa ayuda para ser más conscientes. También aquí es sensato el punto de vista orgánico y holista en astrología: si per­ cibimos correctamente un sistema que se refleja en muchos otros siste­ mas, podremos usarlo como un instrumento valioso para nuestra evolu­ ción. Gracias a este enfoque, una psicología expandida nos ayuda a 15. John Lilly, Communication Between Man and Dolphin, Crown Publications, Glendale (California), 1978, p. 54.

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t

1. 2. 3. 4. 5. 6.

Conjunción superior con el Sol (movimiento directo) Mayor elongación oriental (estrella vespertina) Estación retrógrada Conjunción inferior con el Sol (movimiento retrógrado) Estación. directa Mayor enlongación occidental (estrella matutina)

Observación: la fase epimeteica va desde el punto 1 al punto 4, y la fase prome­ teica del punto 4 al punto l. Fig. 4.2. Ciclo de Mercurio

alcanzar un mayor sentimiento de totalidad y, de hecho, contribuye a que emerjan de un modo más activo características latentes o reprimi­ das que buscan un desarrollo consciente. Desde tiempo inmemorial nos hemos organizado minuciosamente la vida a partir de nuestra necesidad, consciente e inconsciente, de eli­ minar el caos. La prisión de la cultura y la opresión de la civilización han desacralizado esencialmente el mundo, y ahora nuestra experiencia es la de una separación drástica entre naturaleza y cultura. La dicoto­ mía es antigua, pero en la cultura moderna experimentamos no sólo de­ sencanto, sino también una alienación extrema. La astrología abriga la 80

esperanza consciente de reconectar la naturaleza y la cultura inclu­ yendo un paradigma cósmico para la actividad terrena. Reconocer el ritmo astrológico e incorporarlo a nuestro ethos cultural permite que el individuo vuelva a poner «en hora» su reloj natural, estableciendo un acuerdo orgánico con un sistema macrocósmico. Permite que el indivi­ duo reclame el poder que ha quedado subordinado al ritmo del mundo, organizado y externo. Entonces reconocemos a la vez la percatación y la atención. La relación entre la mente consciente y la inconsciente se da con tal frecuencia reflejada por o proyectada sobre la pantalla de las tendencias sociales que el individuo pierde cualquier sentimiento de relación per­ sonal con la naturaleza y sus ciclos. El uso de los ciclos de Mercurio re­ trógrado tal como se relacionan con el horóscopo personal es un factor importante en la reconexión del individuo con el ritmo cósmico. Las estaciones de Mercurio se producen siempre en el momento en que está más alejado del Sol en longitud, ya sea en el este o en el oeste (v. fig. 4.2, p. 80). Cuando parece estar estacionado, se encuentra via­ jando hacia la Tierra en su órbita, o apartándose de ella en movimiento directo. Cuando Mercurio está en su mayor elongación oriental, aparece en el cielo como la estrella vespertina, y se encuentra en su punto estacio­ nario retrógrado. Le falta poco para pasar entre la Tierra y el Sol en su órbita y, simbólicamente, «consolida el conocimiento de la experien­ cia». Cuando se encuentra en esta posición, se lo llama Epimeteo o Epi­ meteico. Las fases epimeteicas exigen una consideración y una retros­ pección cuidadosas, especialmente en relación con la sociedad. 16 Cuando Mercurio está �n su mayor elongación occidental, se esta­ ciona y retoma el movimiento directo, saliendo antes que el Sol y ale­ jándose de la Tierra en su órbita. Como heraldo del amanecer se lo llama Prometeo o Prometeico. La fase prometeica del ciclo completo (de la conjunción inferior a la conjunción superior) es el momento en que el riesgo y la aventura son la principal fuerza motivadora. En estos 16. Véase Dane Rudhyar y Leyla Rael, Astrological Aspects: A Process-oriented Approach, Aurora Press, Santa Fe (Nuevo México), 1980, p. 140. En este libro Rudhyar y Rael presentan el mejor enfoque cíclico de los planetas retrógrados que conozco. Aunque mi interpretación de los planetas retrógrados epimeteicos y pro­ meteicos difiere de la de Rudhyar, encuentro que su punto de vista es el más acepta­ ble de todos los propuestos hasta la fecha. Por lo que yo sé, es el primero en subrayar un enfoque de los aspectos orientado al proceso, y el primero en detenerse en la rela­ ción entre la retrogresión y el Sol como proceso evolutivo. Recomiendo sin reservas toda la sección sobre conjunciones y oposiciones especiales.

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puntos de mayor elongación -a su distancia máxima del Sol- el sím­ bolo de Mercurio se encuentra en una especie de solsticio; el símbolo de la mente está tan alejado como puede estarlo del símbolo de la realidad. Esto es especialmente importante para entender el proceso de Mercurio retrógrado. Este planeta no se mantiene visible durante mucho tiempo en sus puntos de elongación (en contraste con Venus, el otro planeta in­ ferior, cuya posición como estrella vespertina o matutina puede durar semanas, o un par de meses, cada vez) y generalmente alcanza su mayor elongación oriental (estrella vespertina) aproximadamente una semana antes de su rctrogresión. En contraste, la mayor elongación occidental de Mercurio (estrella matutina) sucede más o menos una semana des­ pués de su estación directa. Las dos fases principales de la órbita de Mercurio tal como se la ve desde la Tierra, la prometeica y la epimeteica, tienen un período di­ recto y otro retrógrado. Las fases de Mercurio son tal como se las ve desde la Tierra: una fase creciente desde la conjunción inferior (retró­ grada) hasta la conjunción superior, y una fase menguante desde la con­ junción superior (directa) hasta la conjunción inferior. Como ya dije en el capítulo 1, sólo vemos a Mercurio en sus fases crecientes, ya que da la impresión de que se moviera de un lado a otro a través del Sol o por «detrás» de él a medida que se encamina hacia la conjunción superior. De modo que, como la visibilidad se produce en los puntos de elonga­ ción, sólo podemos comprender a Mercurio cuando está lejos del Sol. El hecho astronómico es un nítido símbolo de la proposición según la cual la distancia es perspectiva. La fase epimeteica de Mercurio, de la conjunción superior a la infe­ rior, es una época de cosechar resultados, los cuales con frecuencia sólo percibimos mediante la reflexión, y la primera mitad de la fase retró­ grada es especialmente introspectiva. En contraste, la segunda mitad, después de la conjunción inferior (fase prometeica), está teñida de la urgencia de apartarse de la introspección y seguir avanzando hacia una experimentación quizá temeraria, basada exclusivamente en orienta­ ciones interiores. En la Teogonía y en Los trabajos y los días, de Hesíodo, encontra­ mos las fuentes de los términos prometeico y epimeteico. Prometeo y Epimeteo eran hermanos de Atlas y Menecio, hijos de la oceánide Clí­ mene y de Jápeto. Hesíodo los describe como «Prometeo el brillante y astuto, Epimeteo el tonto». 17 Con una treta, Prometeo despojó a Zeus, que se dio buena cuenta del engaño, de su porción de carne para el sa­ crificio. Por esta transgresión fue castigado: atado y encadenado, du17. Hesíodo, Teogonía, 1, 51 O.

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rante el día un águila le comía el hígado, que durante la noche se rege­ neraba. Fue liberado por Hércules, y Quirón le cedió su inmortalidad. Como un castigo más por la temeraria acción de Prometeo, Zeus había privado del fuego a la Humanidad. Al verse liberado de la roca, y toda­ vía presa de su arrogancia, Prometeo robó audazmente el fuego y huyó con él para brindárselo a la Humanidad. El robo del fuego es universal entre las mitologías, una clara analogía con el hecho de que la Humani­ dad alcanzara los poderes esenciales de la razón, ¡pero de forma fraudu­ lenta! De ahí que Prometeo represente la acción directa e indepen­ diente que se basa en un pensamiento o idea interior. Movido a la acción, Zeus envió un presente al hermano de Prome­ teo. Aunque se le había prevenido que no debía aceptar regalos de Zeus, Epimeteo lo tomó. El presente era una mujer, Pandara, que en su afán de atisbar dentro de la caja de los dolores y los males, permitió que todo su contenido escapara volando, salvo la ciega esperanza. A Epime­ teo se lo presenta como el que nos legó a todos las diversas aflicciones que nos acosan cuando vamos más allá de nosotros mismos y excede­ mos nuestros límites naturales. El único rasgo común a la segunda mitad de todos los ciclos retrógrados es la esperanza para el futuro. Prometeo se traduce como «pensamiento previo», y Epimeteo como «pensamiento posterior». Fundamentalmente, los ciclos prometeicos de Mercurio son momentos para reunir recursos e información, ejerci­ tar habilidades y reforzar la acción con la confrontación directa, mien­ tras que los ciclos epimeteicos son momentos para cosechar las recom­ pensas de la experiencia, investigar ideas, comprender significados y refinar la materia prima. Aunque la siguiente descripción de los ciclos está pensada principal­ mente para Mercurio en tránsito, permitirá también una visión de la fase natal de Mercurio tal como se la encuentra en un horóscopo. Sin perder de vista el mito, examinaremos el ciclo de Mercurio y sus fases. Como todos los puntos de un modelo circular y cíclico son tanto un co­ mienzo como un final, empezaré arbitrariamente con la estación de Mercurio en el este, cuando está a punto de volverse retrógrado y se en­ cuentra todavía en la fase epimeteica. La fase epimeteica retrógrada: En el momento de la estación de Mercu­ rio se plantea una oportunidad de restringir la acción directa, lo cual permite que los resultados del último mes y medio de actividad afloren por sí mismos a la superficie. Es frecuente que la estación de Mercurio detenga la elaboración de planes, y parece como si los acontecimientos tuvieran vida propia. Hay señales provenientes del entorno que empie­ zan a hacer que estemos alerta a las condiciones interiores que exigen 83

reflexión. La medida en que forzamos resultados es la medida en que la fase inicial del ciclo retrógrado es frustrante. En cualquier punto de transición hay siempre un enfrentamiento con los opuestos, y el «umbral de lucha» durante la etapa inicial del ciclo retrógrado puede ser profundo. La resistencia al cambio que ma­ nifiesta la psique no difiere de la que cualquiera de nosotros tendría si nos dijeran que en el término de unos pocos días debemos trasladar todas nuestras pertenencias de un extremo al otro del país. La fase limi­ nar se inicia con la estación, un momento de tensión e incertidumbre durante el cual al inconsciente se le concede una participación de mayor alcance en la totalidad de la psique. La mente se embarca en un viaje que no tiene un itinerario específico, y lo que se descubre no puede ser deliberadamente impedido. Con la fase retrógrada se inicia una época de atención sumergida, que luego se convierte en una percatación global: no verbal, no lineal y de carácter sumamente femenino en su funcionamiento. Las lecciones aprendidas durante el período retrógrado de Mercurio se relacionan di­ rectamente con nuestra capacidad de ser y permanecer flexibles incluso frente a una actividad firme y productiva. Este es un don de Hermes, el que halla el Camino: un don que puede aparecer bajo múltiples disfra­ ces, incluyendo actividades de embaucador y la frustración. Es proba­ ble que el resultado de aprender a dejarse ir sea un brote de poder crea­ tivo. Al permitir que se expandan los horizontes de la posibilidad, se puede tener acceso a información nueva que previamente se había su­ blimado. La característica más importante de la fase epimeteica retrógrada, que dura aproximadamente once días, es la revisión forzada de las con­ diciones del entorno. La reflexión sobre el paisaje interior no es menos intensa, aunque en lo exterior no sea tan espectacular. Si esta época está erizada de frustraciones, es casi seguro que esos acontecimientos des­ concertantes son una señal directa de que debemos aprender más sobre la lectura de los signos que no hemos advertido por estar demasiado ocupados. Se hace necesaria una revisión de la motivación y la perspec­ tiva personales. En su totalidad, la fase retrógrada es de transición. Es probable que uno necesite descubrir problemas directamente relacionados con la casa por donde Mercurio está en tránsito durante esta fase. Verifique con la tabla 4.1 (pp. 92-93) dónde está en su carta el tránsito de Mercu­ rio retrógrado, y cuál es el elemento que resuena en una trinidad en toda la carta. Las informaciones que afloren o los dramáticos enfrenta­ mientos con problemas no resueltos son como los dones de Hermes. El hecho de que a menudo asuman la forma de bromas del embaucador 84

no es más que una técnica de la que se vale con frecuencia el incons­ ciente para llamar la atención. La fase epimeteica de retrogradación es la etapa inicial del viaje, y nuestros puntos de referencia resultan poco familiares. Es la fase de descenso, el ciclo previo de la reflexión. Esencialmente, el comienzo de la fase retrógrada está marcado por una brusca separación de la ex­ periencia cotidiana que con frecuencia nos desorienta. Hay una tenden­ cia a rechazar las señales que indican que lo más adecuado sería sus­ pender toda actividad forzada y, en cambio, reflexionar sobre ella. Dejarse sumergir en el inconsciente durante este breve viaje y per­ mitir que sus mensajes afloren a la superficie en forma de símbolos, imágenes y señales refuerza los poderes intuitivos y da como resultado una mayor libertad de elección. Idealmente, este debería ser el mo­ mento en que se haga un esfuerzo concertado por entregarse a la refle­ xión y la revisión retrospectiva. Se está produciendo una especie de aflojamiento, una solución para una situación en la que estamos atasca­ dos, que nos libera de lo que éramos a fin de prepararnos para lo que hemos de ser, sea lo que sea, que todavía está por ver. La conjunción inferior: Mercurio está, metafóricamente, llegando a casa para verificar su posición a medida que se aproxima a la conjunción in­ ferior con el Sol. Con las sandalias puestas al revés, el dios Hermes hace un valiente esfuerzo por coincidir con Apolo Febo, para disculparse por el robo de los bueyes. Apolo es una figura solar, y la relación de Mercu­ rio con él no sólo es fraternal, sino también de igual a igual. Cuando Mercurio se mueve entre la Tierra y el Sol, reconectándose lentamente con la voluntad de la energía solar, se planta una semilla en este tiempo de oscuridad. Se trata de una fase «nueva» de Mercurio. 18 Señala un momento de descanso y recuperación, para disminuir la ac­ ción iniciadora y permitir que el inconsciente trabaje. El progreso se mide solamente por la reflexión sobre su valor, y mirando hacia atrás uno ve hasta dónde ha llegado. Desde un punto de vista heliocéntrico, es una conjunción Tierra­ Mercurio. Al final de la fase epimeteica (conjunción inferior) se pro­ duce una fertilización y una gestación que se prolonga durante la úl­ tima mitad del ciclo retrógrado, y culmina en un nacimiento poco después de que Mercurio se estacione para volverse directo, unos diez días más tarde. Lo que se revela en la conjunción es apropiado para el nuevo comienzo que emerge en el punto de la estación directa. El proceso de suprimir los componentes extraños en el trabajo, el 18. Rudhyar y Rael, ob. cit.

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pensamiento o el estilo de vida deja espacio para el material de impor­ tancia más actual que comienza a aflorar en las fases siguientes del ciclo de Mercurio. Durante esta etapa estamos en la mitad del viaje retró­ grado, y el proceso de reorientación está a punto de comenzar, lenta e inconscientemente al principio. La fase prometeica retrógrada: Esta parte del viaje es menos descono­ cida porque en ella la fase retrógrada está bien establecida y la psique se encuentra más cómoda con la falta de límites conocidos. La aventura de lo liminar es más manifiesta, como corresponde a una fase prome­ teica. En esta etapa nos sentimos más impacientes, pero nada ganare­ mos con acelerar el proceso. Parece irónico que el nacimiento de la fase prometeica suceda en una posición retrógrada. Sin embargo, es posible estar simultáneamente adelantado y atrasado, es decir, tener a la vez una actitud experimental y cautelosa. Podemos poner activamente los cimientos para el futuro mostrándonos pasivamente receptivos para las condiciones actuales. El enfoque tradicional del ciclo de Mercurio retrógrado (por ejem­ plo no firmar contratos, ni iniciar empresas nuevas ni hacer compras importantes) sigue siendo válido. En realidad, este punto de vista lo re­ fuerza. Como la retrogresión epimeteica es un estímulo para liberarse del pasado, y la prometeica lo es para empezar a reunir recursos nue­ vos, en la mitad del ciclo se plantea un conflicto. Simbólicamente, están en acción fuerzas opuestas que funcionan en cierto modo como alguien que condujera apretando el freno de mano: si se combina con una sensación de restricción, la energía estimulante de los nuevos co­ mienzos provoca una tensión interior. En última instancia, necesitamos entrar en un diálogo con esas apa­ rentes dicotomías e ir creando una especie de dialéctica con la que po­ damos dar a luz una idea nueva. Esta idea sólo puede provenir del aco­ pio de nueva información, del hecho de aventurarse en territorios desconocidos y de la exploración de alternativas diferentes. A lo largo de los diez u once días que van de la conjunción inferior a la estación directa, habría que dejar cierto margen para que se desarrollen poten­ cialidades, opciones y oportunidades nuevas. Si no tomamos decisiones importantes y nos resistimos al impulso de actuar como Prometeo adueñándonos del poder y llevando a la práctica la acción, podemos contener nuestra ansiedad e idear un método operativo más apropiado. Las frecuentes repercusiones de la impetuosidad prometeica han dado mala fama a Mercurio retrógrado. Durante la retrogresión prometeica, Mercurio se desliza gradual­ mente por detrás del Sol en longitud zodiacal, para acabar saliendo, por

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la mañana, un poco antes que el Sol, cerca del horizonte, como heraldo de la aurora. El símbolo de la mente va adquiriendo poco a poco la in­ formación y la perspectiva que habrá de poner en práctica la voluntad cuando después de la estación directa se inicie el ciclo directo. Es el momento de supervisar la escena y de escudriñar el horizonte en busca de instrumentos nuevos que puedan ser útiles en el futuro inmedia­ to; de ahí la asociación de esta fase con la investigación. El inconsciente se afana en la adquisición de datos que han de emerger a la superficie de forma más concreta durante la fase directa. La percatación ya está madurando, y será muy útil para el tipo de atención que necesariamente ha de ocupar la mayor parte del ciclo di­ recto. Esta fase final de Mercurio retrógrado es un momento profun­ damente educativo y, de forma embrionaria, intensamente creativo. Como sigue siendo una época para mantener refrenado el pleno poder de la acción ejecutiva, y sin embargo no deja de ser muy estimulante en la dimensión evolutiva, la fase puede ser vivida como una frustración debido a la incapacidad de dar forma cabal a ideas o situaciones plena­ mente maduras. Es aquí donde la confianza y la capacidad de dejarse ir se convierten en lecciones profundas. Cuando las circunstancias exigen que algo se concrete durante esta fase, lo prudente es insertar un «codicilo de cambio provisional» para obviar graves fallos de planificación. Si uno está preparado para el cambio -aunque los detalles le sean desconocidos-, la flexibilidad se convierte en una ventaja. De este modo, el ciclo de Mercurio retró­ grado actúa a la manera de un maestro Zen: el fluir del tao se puede equiparar fácilmente con el hecho de permitir que lo liminar de Mercu­ rio retrógrado nos enseñe a movernos grácilmente durante una carrera de obstáculos cósmicos. Al fin y al cabo, las rocas forman parte del sendero. La fase prometeica directa: La estación directa de Mercurio es el escena­ rio de otro umbral de lucha. Todas las estaciones planetarias están car­ gadas de potencialidades y de poder, pero Mercurio directo es particu­ larmente tenso. Si uno ha estado sincronizado con el ciclo, se habrá anticipado a las alteraciones necesarias durante las primeras etapas del movimiento directo y estará preparado para ellas. Entonces es posible incorporarlas a la psique y al entorno. El movimiento directo de Mer­ curio es el indicador de que es el momento de entregarse a la observa­ ción y de empezar a prestar atención. Tal como hizo Prometeo, ahora podemos dirigirnos de cabeza hacia el logro deseado, sin demasiada introspección. Los aproximadamente cuarenta y siete días de la fase prometeica directa son una época para

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actuar por instinto, sin tener mucho en cuenta los resultados que se ma­ nifestarán en el entorno. El impulso interior es la motivación principal, la emoción de la libertad es Prometeo desencadenado: la mente, ahora, tiene el pleno control, y los poderes de observación y de acción van en aumento. La acción precede al pensamiento y, aunque la actividad mental está en su culminación, no necesariamente se tienen en cuenta las consecuencias. Es el momento perfecto para poner a prueba lo no experimentado y para comercializar la idea o el producto de la refle­ xión de la etapa de retrogresión. Los frutos del período introspectivo se manifiestan durante la conjunción superior de Mercurio con el Sol al final de la etapa prometeica, de modo que este impulso hacia adelante es la oportunidad de dar margen a una plena libertad creativa, aprove­ chando todas las posibles circunstancias de crecimiento y de expansión, en lo personal, lo profesional y lo creativo. A medida que el ciclo se aproxima a la fase de «Mercurio lleno» [por analogía con la Luna llena], y entra en un período más sofisticado de movimiento directo, hay una nota admonitoria: durante la conjun­ ción superior se llevan a cabo las implicaciones de la conjunción infe­ rior retrógrada. Astronómicamente, Mercurio está tan lejos de la Tierra como puede llegar a estarlo, y en relación con nosotros, se encuentra en el lado opuesto del Sol. Heliocéntricamente, la posición es una oposi­ ción Tierra-Mercurio, y es posible que la voluntad y la fuerza del yo nos cieguen y no nos permitan guiarnos por la razón. A la inversa, también es posible que recibamos el impacto del puro genio de nuestras propias acciones. Retrospectivamente, los resultados que se manifiestan durante la conjunción superior son un reflejo de la acción emprendida en la fase prometeica directa, basada en la contemplación a que uno se entregó durante la fase retrógrada que la precedió. Todo esto suena muy rebus­ cado y difícil, y yo misma creo a veces que por este camino se va a la lo­ cura, pero si el reconocimiento de estas maquinaciones aparentemente complicadas proviene de adentro y es bien consciente, entonces al pres­ tarles cierta atención nos preparamos para los inevitables cambios de la vida. La fase prometeica directa es una fase experimental de acción, una época en que uno puede desafiar las convenciones, pero finalmente nuestras ideas o nuestras acciones deben afrontar la prueba de la expe­ riencia. La conjunción superior señala el final de la fase prometeica, y entonces, al pasar a la fase epimeteica, empieza una nueva modalidad de Mercurio directo.

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La fase epimeteica directa: Se inicia con «Mercurio lleno», en el mo­ mento en que el planeta tiene el movimiento más rápido, está en con­ junción superior con el Sol y en plena madurez. El ciclo empieza inme­ diatamente a decaer, entrando en el período de introspección y de responsabilidad social. Sin embargo, se sigue estando en plena aten­ ción. Aunque con una total entrega al movimiento hacia adelante, hay un impulso inconsciente a retroceder y reservar energía, y a concen­ trarse en el producto de los últimos cuarenta y siete días, aproximada­ mente, de acción iniciadora. Según todas las apariencias externas nada ha cambiado, pero los procesos inconscientes empiezan a prepararse para la aparición de Mercurio en el horizonte inmediatamente después de la puesta del Sol, lo que señala que el planeta está a punto de estacio­ narse en el cielo y de empezar su período de veintidós días de movi­ miento aparentemente retrógrado. Durante los aproximadamente cua­ renta y siete días que transcurren entre la conjunción superior y la estación retrógrada es cuando domina una etapa de «conclusión de la acción». Ha llegado la madurez de los proyectos, ideas y acciones, y la fase epimeteica directa es un momento oportuno para cosechar plenamente las recompensas. Aunque el movimiento sigue siendo de avance, es también un momento de cavilación que exige más deliberación antes de la iniciación. Mercurio se mueve ahora muy rápidamente; se adelan­ tará al Sol en longitud zodiacal y se pondrá después del Sol como estre­ lla vespertina, simbolizando el «pensamiento posterior» de Epimeteo. El yo no está ya subordinado a la mente descontrolada y pura, como su­ cedía en los ciclos prometeicos, y es más probable que los arranques de creatividad sean verificados con un cierto sentido práctico. La mente es más pragmática, incluso en los dominios experimentales, y por ello más racional, lógica y organizada. El regalo de Epimeteo a la Humanidad fue una serie de limitaciones, pero también nos dejó la esperanza. Poco a poco, Mercurio avanza hacia su posición más distante del Sol en el este. Durante el período de mayor elongación oriental, la mente tiene plena conciencia del progreso realizado en los meses si­ guientes a la estación directa, y particularmente desde el momento de la conjunción superior. Ahora, Mercurio se ha adelantado al Sol en longi­ tud zodiacal, y está de 20 a 28 º por delante de él. Se trata de una evi­ dente paradoja en la interpretación simbólica. Llamamos Epimeteo al planeta porque sigue al Sol en su salida y su puesta aparentes, pero zo­ diacalmente está por delante de él en longitud. En la estación retrógrada se ve que valdría la pena revisar un poco gran parte de lo que ha sucedido durante los dos últimos meses. Con frecuencia, el ciclo de Mercurio retrógrado retrasará o paralizará com89

pletamente algunos proyectos, no como un castigo de los dioses, sino como una parte natural de la evolución cíclica. MERCURIO RETRÓGRADO A TRAVÉS DE LOS ELEMENTOS

Cada cuatro meses, Mercurio se estaciona y se vuelve retrógrado, y per­ manece así aproximadamente durante veintidós días. Al estudiar la tabla 4.1 (pp. 92-93) en función del movimiento a través de los elemen­ tos, se observará algo fascinante. Los ciclos retrógrados se producen en orden zodiacal consecutivo a medida que el año civil progresa, y sin embargo la totalidad del ciclo in­ dica un sutil subciclo de una gradual precesión de Mercurio hacia atrás a través de los elementos. Esto se debe a que este planeta tiene una esta­ ción retrógrada en cada uno de los signos a un grado más temprano cada vez, y de este modo vuelve poco a poco al elemento anterior. Al hacerlo, atraviesa los tres signos de cada elemento -los trígonos- y cada estación conecta un gran trígono amplio a lo largo de un ciclo completo de tres estaciones de Mercurio en el curso de trece meses. Si se fija en la figura 4.1 (p. 66), verá cómo los ciclos de tres rizos retrógrados apare­ cen a lo largo de un período de un año, y cómo «retroceden» con el tiempo. 19 Aunque los elementos progresan de fuego a tierra, a aire y a agua en el orden de evolución natural, las retrogresiones sucesivas acentúan estos elementos en el orden inverso. ¡Recuerde el robo de los bueyes y la inversión de las pezuñas! Aunque los bueyes avanzaban, por la huella parecía que estuvieran retrocediendo. Dentro de la regularidad del esquema hay repetidas discrepancias. En 1971-1972, por ejemplo, los signos del elemento fuego estuvieron muy poco transitados, y también en 1976-1977, en el trígono de tierra no se da más que un tránsito, pero en estas dos situaciones hubo un breve tránsito de retroceso del elemento siguiente al anterior, como si algo pudiera haber quedado sin hacer y se necesitara un empujoncito más. En el nivel personal, obsérvese que cada ciclo de estación y retrogre19. Este mandala y todos los que le siguen para los tránsitos de Venus, Marte, Júpiter y Saturno fueron realizados por Astro Computing Scrvices, Inc. Neil Michel­ son hizo el programa, y sus investigaciones con respecto a la sinfonía planetaria se remontan a comienzos de los años setenta. Se los puede ver en color en el último libro de Neil, Tables of Planetary Phenomena, ACS Publications, San Diego (Cali­ fornia), 1990.

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sión acentuará en el horóscopo natal un trígono de un determinado ele­ mento. Por ejemplo, durante un período de veinte meses entre febrero de 1988 y septiembre de 1989, la posición de Mercurio en retrograda­ ción acentuó el trígono de aire. No importa qué casas ocupen los signos de aire, las áreas de la vida que necesitan de una insistente reflexión en ese momento, porque la retrogresión de Mercurio dos veces en cada una de esas casas a lo largo de un período de unos dos años asegura que se les preste atención y que, idealmente, se logre un entendimiento. El uso de este ciclo nos llama la atención sobre los ritmos incons­ cientes de la reflexión y nos sintoniza con nuestro reloj interno me­ diante el conocimiento de dónde son más necesarias la concentración y la introspección. Cuándo considerar y reconsiderar ideas, proyectos, re­ laciones y estilo de vida de acuerdo con un ritmo especial para cada persona es el propósito más importante de Mercurio retrógrado. El ciclo de los elementos se repite en su totalidad aproximadamente cada seis o siete años. Por ejemplo, el trígono de fuego destaca a co­ mienzos de 1978 y después nuevamente en 1985, y así sucesivamente a través de cada uno de los elementos durante un período de dieciocho meses a dos años, un ciclo de plazo largo que repite ese foco puesto en una determinada casa natal con su elemento cada siete años aproxima­ damente. El ciclo indica que la totalidad de nuestro planeta, lo colectivo, ex­ perimenta la retrogresión de acuerdo con el elemento, pero que el indi­ viduo lo focaliza de manera personal a través de la lente de su propia carta y clarifica la experiencia en el interior de las casas que contienen ese elemento. De esta manera, Hermes/Mercurio es un maestro. Dentro de los su­ tiles movimientos del ciclo retrógrado podemos aprender mucho de este dios embaucador y tramposo, pero también nosotros tenemos que jugar el juego. El ciclo retrógrado forma parte del viaje arquetípico que parte de un lugar conocido, o de un conjunto de valores que súbita­ mente son cuestionados. Entonces viene la transición desde ese lugar de certidumbre al lugar de lo desconocido, donde batallamos contra fuer­ zas invisibles o extrañas. En este lugar liminar es donde a la sabiduría del inconsciente se le permite soltarse y flotar hacia la superficie para dar instrucciones que brotan de esa fuente de suprema inteligencia que es la intuición. Cuando luchamos contra lo inevitable, o pugnamos por alterar el ritmo inexorable de Mercurio, nos oponemos al tao de la existencia. Por lo tanto, el hecho de entender los principios de Mercurio retró­ grado en tránsito mientras se mueve a través de los elementos lleva al máximo el potencial dentro de un ritmo natural. Ese ritmo se expresa 91

mejor en forma de pregunta, y a medida que se va destacando cada ele­ mento en el horóscopo, se plantea una pregunta que puede funcionar como guía para la meditación. Agua: ¿,Cuál es la calidad de mi vida? Al ponerse retrógrado en signos de agua, Mercurio nos da una oportunidad de repensar antiguas pautas y formas de respuesta emocional a los retos de la vida. El deseo de re­ traerse es más fuerte cuando el elemento que aparece acentuado du­ rante el período de dos años es el agua. En este par de años habrá entre tres y seis oportunidades de registrar respuestas interiores reflejas y de comprenderlas conscientemente. La mente inconsciente influye constantemente en la vida diaria; las respuestas viscerales son recuerdos corporales del ambiente hogareño de la infancia, y muchas de ellas son preverbales. Mercurio retrógrado en agua señala el mejor momento para analizar pautas basadas en ras­ gos psicológicos heredados. Las casas que contienen los tres signos de agua presentarán situaciones en las que nos encontraremos con que ne­ cesitamos resistirnos a las reacciones exageradas ante estados anímicos, sentimientos y angustias imprecisas. Los mensajes subliminales proce­ dentes del entorno señalan qué es lo que requiere atención, y con fre­ cuencia nos volvemos más sensibles al equilibrio entre psique y soma. Las necesidades psicológicas y sus manifestaciones fisiológicas están particularmente sincronizadas durante los años que dura el ciclo de re­ trogresión en agua. Durante este período es especialmente eficaz analizar los sueños y escribir un diario. Al observar con atención los símbolos que surgen de forma espontánea del inconsciente, es posible tomar conciencia de pro­ blemas emocionales que siguen sin resolver. El agua representa las ma­ yores profundidades, así como los estancamientos de nuestros rincones más sensibles y privados. También a nuestras propias necesidades emo­ cionales en las relaciones con los demás podría venirles bien alguna revisión, aunque la complejidad de la trama sólo se revelará con el tiempo. La retrogresión en signos de agua activa la función del sentimiento y nuestra capacidad para confiar en el valor intrínseco asignado a nuestra vida. Si hasta ahora no se le ha hecho caso, este aspecto de nuestra na­ turaleza exigirá la debida atención. En la vida surgen circunstancias re­ lacionadas con la casa por donde transita Mercurio, y que requieren un cuidadoso examen para poder contribuir a la calidad de la vida. El úl­ timo ciclo retrógrado de fuego no dejó margen para mucha introspec­ ción en la naturaleza de los sentimientos. Se plantea un reto al equilibrio mental y emocional. Se recomienda

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seriedad en las relaciones, porque si se intenta escapar de las responsa­ bilidades emocionales durante esta época, luego vuelven a aflorar con más complicaciones. Del pasado pueden surgir antiguas relaciones que nos recuerdan cómo fuimos antes y provocan una evaluación del creci­ miento y el cambio en el orden emocional. Este es uno de los mejores momentos para la autoevaluación. El crecimiento emocional y espiri­ tual se convierte en un problema urgente, y puede presentarse bajo el disfraz de preocupaciones prácticas. Si se profundiza lo suficiente, se ve con claridad que la fuente es interior y profunda y que se relaciona con el pasado sumergido. Este será el momento, durante un período de seis años, en que se pueda llevar a cabo esta revisión con un equilibrio sin­ cronizado con nuestro propio ritmo interior. Cuando Mercurio se vuelve directo, estos problemas pueden quedar atrás durante unos meses, pero cualquier asunto sin terminar volverá a la superficie a tres meses vista, para que se siga trabajando con él. Todas las casas en signos de agua serán el foco central en varios mo­ mentos como parte del curso del ciclo total, haciendo que cada vez aflore algo más a la superficie. Aire: ¿Cuál es el significado de las relaciones en mi vida? Este puede ser uno de los ciclos más entretenidos y a la vez más frustrantes del período retrógrado. En las casas en donde está localizado el trígono de aire en la carta natal se concentrará ahora la reevaluación de prioridades mien­ tras dure el ciclo a largo plazo. La función del pensamiento va asociada con el aire, y el año y medio o dos años siguientes dan ocasión de con­ centrarse en el significado que tienen las relaciones en la propia vida. Nos podemos encontrar profundamente absortos en las minucias de nuestras actividades. El ciclo retrógrado en el trígono de aire destaca las técnicas que cada cual emplea habitualmente en el manejo de sus rela­ ciones. Aunque el acento esté puesto en la forma en que nos relacionamos, no se trata de un ciclo particularmente emocional, sino que se concen­ tra en cambio en las pautas de las relaciones. Al prestar atención a la forma en que creamos y desarrollamos nuestras relaciones con la gente, podemos llegar a una conciencia más profunda de lo importante que es relacionarse. De todos los momentos, este es el que puede suscitar una insatisfacción aguda en el seno del medio social. El tono general es de evaluación de lo que uno aporta y devuelve en todo lo que tiene que ver con las relaciones. Puede ser que durante los tres meses últimos las rela­ ciones no hayan sido muy claras. Al ventilar antiguos problemas y pen­ sar en las dificultades que se tienen con los amigos, la familia y otras re­ laciones, se alivia el estrés inconsciente. 95

Las pequeñas irritaciones que se generan con mayor frecuencia du­ rante el ciclo de aire son: citas no cumplidas, documentos perdidos, mecanismos que fallan, promesas rotas, información bienintencionada pero que despista y cosas semejantes. Son los signos tradicionales que apuntan a la necesidad de encogerse de hombros y prestar atención a mensajes más importantes, que pueden referirse, por ejemplo, a la ad­ ministración del tiempo y a la claridad en la comunicación. Ahora es la oportunidad de evaluar las prioridades y la productividad en cualquier situación dada; unida a la revisión de los objetivos a largo plazo, esta búsqueda interior nos enriquece la existencia. Como dijo Sócrates en su propia defensa ante el jurado ateniense, una vida que no se examina no vale la pena vivirla. Hay ocasiones, sin embargo, en que cualquier ser pensante duda incluso de esta simple profundidad, y la vida examinada puede convertirse en una pesadilla de dudas. Tal como afirma la astrología tradicional, este es probablemente el peor momento posible para comprar máquinas: coches, máquinas de escribir, ordenadores, teléfonos, contestadores o cualquier cosa a la que se pueda considerar como una extensión mecánica de la propia mente o red de comunicaciones. Sin embargo, es un buen momento para inves­ tigar lo que se necesita en cuanto a recursos mecánicos: cuando Mercu­ rio se ponga directo, se encontrará lo que se precisa. Y no olvide la vieja advertencia: procure evitar los acuerdos, sean contractuales o táci­ tos, a menos que esté preparado para aceptar una alternativa al plan originario e incluso una inversión de los acontecimientos con el cambio de dirección de Mercurio. Lo mejor es usar este ciclo para despejar la mesa de complicaciones y hacer una lista de objetivos a largo plazo. Una vez hecho esto, debería quedar espacio para recibir importantes señales de la fuente más inteli­ gente (el inconsciente). Es frecuente que lo que esperamos no sea lo que sucede al final del ciclo retrógrado, pero es precisamente lo que se nece­ sita por el momento. Llevar a la práctica los cambios necesarios suele dar como resultado menos complicaciones cuando Mercurio se vuelve directo. Tierra: ¿Cuáles son los resultados tangibles de mi vida? Los asuntos de seguridad, las preocupaciones prácticas y las necesidades más básicas ocupan el primer plano en esta fase. Es una época en que podemos en­ contrar defectos en todo lo que nos rodea: la casa, el trabajo, el país, ¡o el propio cuerpo! No se mude, no deje su trabajo, no emigre ni gaste de­ masiado dinero, pero sí busque oportunidades nuevas, y no pierda de vista las posibilidades que podrían ser más satisfactorias para usted en el nivel del yo. 96

En el nivel personal, quizás encuentre que se está autocriticando de­ masiado. Una crítica está bien, pero no haga picadillo su autoestima. Sin duda, necesita reevaluar su contacto con el mundo de la realidad práctica, pero no es prudente invalidar el pasado, que probablemente le ha ido de maravilla hasta ahora. Más bien, considere su debe y su haber como si formaran parte de un balance ajeno, y siga el consejo que usted le habría dado a esa otra persona. Es imperativo mantener la objetivi­ dad durante este ciclo en que el énfasis está puesto en el elemento tierra de su carta. Como el trígono de tierra se relaciona con las casas que pertenecen a todas las facetas del valor, entre ellas el dinero, la autoestima, las condi­ ciones laborales, la salud y otras cosas afines que son factores que con­ tribuyen a que usted funcione como un ser humano en el mundo prác­ tico de la forma, es importante que tome conciencia del valor más profundo de esos recursos. El mensaje del trígono es que, si es necesario hacer cambios en estas áreas de la vida, que son a menudo las que pre­ sentan más resistencia al cambio, es mejor que los haga, porque si no le vendrán impuestos desde fuera. Naturalmente, esto afectará a la forma en que usted se relaciona con el cuerpo y sus necesidades, con su trabajo y la capacidad de éste para satisfacerle, y con sus actitudes hacia toda clase de recursos, en particular los financieros. Paradójicamente, volverse más organizado en las bases mismas de su vida le ayudará a liberar su espontaneidad. Aliviará también cual­ quier culpa que pueda sentir por no estar atento a los detalles funda­ mentales de la vida. El espíritu tiene su albergue en la carne, de modo que preste atención a la carne. Estos no son momentos de especial ins­ piración, pero durante el período retrógrado se pueden lograr muchas cosas que en su momento proporcionarán beneficios prácticos muy im­ portantes. Al concentrarse en las necesidades de la vida, estará ha­ ciendo más lugar para los beneficios adicionales. Si durante esta retro­ gresión en el elemento tierra se ocupa de los problemas prácticos, le resultará más fácil determinar qué está sucediendo realmente con su vida, porque no la tendrá complicada por asuntos sin terminar. Fuego: ¿De qué manera mi inspiración puede crear mi futuro? En astrolo­ gía, el simbolismo del fuego tiene mucho que ver con la relación entre psique y soma, entre alma y cuerpo. Así como el cuerpo l!S el vehículo del alma, para las cosas creativas el alma inspirada es precisamente el anima. Es la fuerza de inspiración de la función del fuego, que se pa­ rece íntimamente a la función intuitiva junguiana. Intuición, en este caso en particular y dentro de este contexto, no significa capacidad «psíquica»; se refiere más bien a la capacidad de ver el pasado, el pre-

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sente y el futuro de las posibilidades en todas las cosas. De esta manera creamos el futuro. No estamos hechos solamente de nuestros pasado, sino también de nuestro futuro. La aparente falta de dirección que con frecuencia acompaña a un tránsito repetido por el trígono de fuego de nuestra carta es la manera que tiene Mercurio de desbaratar las viejas pautas de expectativas de nuestra función creativa. Cuando Mercurio está retrógrado en el ele­ mento fuego, podemos hacer a la buena de Dios un montón de intentos de «empezar algo»: un pobre sustituto de la auténtica inspiración. Esta angustia por el futuro es necesaria para la creatividad. Llegar a un «atasco» en la evolución lleva la presión al borde del estallido, forzando el crecimiento y permitiendo que potencialidades no desarrolladas afloren desde el inconsciente. Es esencial reconocer que hay momen­ tos en que tenemos que atravesar un período de entropía espiritual que nos alerte ante la necesidad de un cambio en nuestra producción creativa. Además, nuestra actitud cultural hacia el juego no es muy saludable. Es una idea bastante bien aceptada que entre creatividad y juego hay una relación muy estrecha. Schiller dice que el hombre sólo alcanza su nivel más elevado cuando juega, cuando no hay propósito consciente, cuando el impulso interior no se ve atemperado por el «agente civiliza­ dor» de controles impuestos desde afuera. Esto puede ser muy evidente en el período asociado con la retrogresión en el elemento fuego. La ne­ cesidad de juego, creatividad y espontaneidad quizá haya estado prece­ dida por una depresión, y la retrogresión puede ser la oportunidad de descender al nivel de percatación de la mente, sin conciencia del yo; de ahí brotará la auténtica inspiración. En su libro Creation Myths [Mitos de la Creación], Marie Louise von Franz se ocupa extensamente y a fondo de este concepto del juego. Afirma que el intento inconsciente que subyace en la depresión es el de hacer descender la conciencia al ni­ gredo, a la oscuridad del inconsciente, a fin de liberar el espíritu crea­ tivo. Cuando el ciclo retrógrado de Mercurio se da en el trígono de fuego, puede indicar que uno está pasando por una transición de su foco crea­ tivo dirigida hacia afuera. Esto se destaca durante los períodos de vein­ tidós días de retrogresión. Significa que uno tendrá que volver a apren­ der a jugar para ver que también eso añade una dimensión de creatividad a la vida. La creatividad no es sólo la pintura, la música y el resto de las bellas artes, sino un estilo de vida. ¿Cómo reacciona usted a una crisis, por ejemplo? ¿Con rabia y resistencia? ¿O dándose cuenta cada vez más de la continua necesidad de cambiar de marcha o de ob­ servar la vida con ojos nuevos? Esta retrogresión en el elemento fuego 98

pondrá a prueba su capacidad de responder a la vida con una energía espontánea y de ser más creativo con sus decisiones de cambiar. En un nivel práctico, darse cuenta de sus hábitos sedentarios puede provocarle un deseo urgente de ponerse en forma. Las enfermedades psicosomáticas pueden suscitar ese planteo específicamente en el domi­ nio de la psique que se ha anquilosado o no está lo bastante activo. Si pertenece usted al mundo del arte, un «bloqueo» puede ser, precisa­ mente, el síntoma indicador de la necesidad de un cambio de técnica o de estilo. En última instancia, este ciclo retrógrado acentuará la necesi­ dad de experimentar con nuevas maneras de ser, nuevos modos de pen­ sar cada uno en sí mismo y nuevas formas de relacionarse con las pro­ pias fuentes de inspiración. Al evaluar las casas que ocupa el trígono de fuego, encontrará algu­ nas pistas referentes a la fuente de su inquietud. La revisión del foco creativo de su vida a lo largo del próximo par de años puede alterar de una forma drástica su dirección futura, y además de un modo más apropiado para el nuevo ser que está emergiendo en usted. Y, por su propio bien, encuentre maneras de relajarse y de disfrutar de los place­ res de la vida.

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5 Venus, la diosa dual LA VENUS MITOLÓGICA

Nuestra Venus astrológica es una figura compleja que abarca muchas diosas antiguas entretejidas en una única versión griega y, posterior­ mente, romana. Por sí sola, la Afrodita griega es rica en simbolismo dualista y explica algunos de nuestros sentimientos inherentes y social­ mente impuestos con respecto a este planeta complicado y en ocasiones enigmático. Afrodita fue la última de la progenie de los padres arquetí­ picos, Gea (o Gaia) y Urano. Su partero fue inadvertidamente Cronos/ Saturno cuando castró a su padre, U rano, a requerimiento de su madre, Gea. Afrodita/Venus nació del mar, ya adulta, del semen que cayó en el océano, y fue inmediatamente atendida por Eros (el amor) e Híme­ ro (el deseo), que más adelante ella misma personificó en los mitos gnegos. De acuerdo con otro mito, más antiguo, de su origen, era hija de Zeus y Dione, y de la dualidad de carácter sugerida en la doble tradi­ ción del nacimiento de Afrodita provienen dos adjetivos (y, posible­ mente, el concepto de dos diosas): Afrodita Urania -que significa celes­ tial o celeste-, la hija de su padre, y Afrodita Pandemos -del pueblo común-, la hija de su madre. En el Banquete platónico, Pausanias sos­ tenía que «el amor era doble», que la mayor de las dos diosas, U rania, era inteligente y espiritual y unía las almas, mientras que a la menor, Pandemos, nacida de la unión de hombre y mujer, le preocupaba prin­ cipalmente la unión sexual, sensual y física. Ambos aspectos de la diosa deben ser propiciados, según parece, ya que la venganza de Afrodita cuando no ha sido loada es un destino cruel, muchas veces ejemplifi­ cado en el mito. Esta distinción entre amor sagrado y amor profano es uno de los arquetipos más potentes en la historia de la civilización, y 101

Del 11 de mayo de I 931 al 30 de marzo de I 939

Del// de mayo de 1931 al 26 de febrero de 1947

Fig. 5.1.

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Órbitas de Venus

desempeña un papel tremendo en el desarrollo de la armonía interior en la psicología individual. La Venus astrológica es regente de dos signos, Tauro y Libra, con lo que acentúa la dualidad inherente a su dominio. A la Venus de Tauro se la puede equiparar con la terrena y sensual Pandemos, y a la Venus de Libra con Urania: refinada, idealizada, cerebral y completamente socializada. La función sensual y primitiva de Tauro es innata y con­ serva recuerdos del útero, de los aspectos táctiles, viscerales y sensoria­ les de nuestra naturaleza, que desencadenan nuestras respuestas instin­ tivas a los estímulos. La reacción uraniana de Libra ante la respuesta instintiva está invariablemente sobrecargada de preocupaciones social­ mente adquiridas sobre la moralidad, la aceptabilidad social, la cortesía o la corrección. Es decir que Urania se entremete para juzgar si estas respuestas automáticas del cuerpo están «bien» o no. Por ejemplo, si en un encuentro con alguien sentimos una repulsa instantánea, una voz in­ terior podría decirnos: «Oh, qué mal está eso, concédele a esa persona el beneficio de la duda» o, dicho de otra manera, no hagas caso del ins­ tinto animal de peligro. Con el mismo mecanismo uraniano también podemos considerar secundarias nuestras necesidades de amor y afecto más auténticas y profundas, recubriéndolas de costumbres racionaliza­ das y socialmente aceptables. Para llegar a ser un individuo completo uno debe estar en contacto con sus propios sentidos y con su cuerpo: la sensual y terrena Venus de Tauro. Sin embargo, el lado de Libra, con su refinamiento y su tenden­ cia social, y teniendo como tiene las características intelectuales del aire y la razón, es nuestro intento de distanciarnos de las demandas físicas e instintivas del cuerpo. Esta ambivalencia natural puede estar entrela­ zada y retorcida, produciendo culpa, o puede escindirse, dando por re­ sultado dicotomías y «complejos de Venus» congelados o polarizados (por ejemplo, en los hombres, el complejo, generado en una escisión del anima, de Virgen-Magdalena, que en las oposiciones y cuadraturas Luna-Venus se encuentra frecuentemente combinado con Plutón, o en las mujeres el complejo de Afrodita-Hera, también una combinación Venus-Luna-Plutón). Idealmente, Urania y Pandemos pueden incorpo­ rarse e integrarse, no sólo profundizando y enriqueciendo nuestros va­ lores instintivos, sino también favoreciendo nuestras relaciones perso­ nales y sociales, y ofreciendo en última instancia la resolución más creativa. A medida que Afrodita continuaba evolucionando e iba siendo asi­ milada en la teocracia romana, se convirtió en Venus Genetrix, madre de Eneas, el fundador de Roma. Julio César pretendía ser descendiente directo de Venus a través del hijo de Eneas, Ascanio, también llamado 103

Julo, y le dedicó un templo en el año 46 a.C. Aunque siguió siendo la diosa del amor, y capaz de incitar a voluntad a Eros e Hímero, se sua­ vizó un poco con el paso del tiempo y llegó a personificar la cultura, el arte y la civilización. A pesar de sufrir esta transformación a través de la asimilación cultural, hoy los apuntalamientos de su potencia de diosa griega se mantienen activos en la vida de aquellos que sin tener con­ ciencia de ello la encolerizan o invacan sus poderes. Afrodita misma era indiscriminada en sus relaciones, ya que amaba tanto a los mortales como a los dioses. A diferencia de Zeus, se enamo­ raba de verdad y sufría, entregándose al duelo, cuando perdía su amor o cuando éste era inalcanzable para ella. Incluso, en el caso de su apa­ sionado amor por Adonis, fue víctima de su propio poder. Había ben­ decido a Pigmalión por su fiel adoración de su aspecto uraniano, dando vida a Galatea, la estatua de mármol que él había tallado y con quien entonces pudo casarse. Posteriormente tuvieron una hija, Pafo, quien a su vez tuvo un hijo, Cíniras, cuya propia hija, Mirra, se enamoró de él. Concibieron un hijo, Adonis, de quien Afrodita se enamoró sin reme­ dio, y que murió por no haber atendido la advertencia de la diosa de no participar en cierta cacería de jabalíes. Según la versión de Ovidio, Afrodita creó de la sangre de Adonis la anémona, una flor delicada y siempre sujeta a la condena de que la marchiten los vientos. Así, esta «flor del viento» nos muestra la temporalidad del amor. Los ritos de primavera, centrados en el descenso y el renacimiento de Adonis, se re­ lacionan estrechamente con otro ciclo de muerte y renacimiento del que hablaré más adelante. El matrimonio de Afrodita con Hefesto, el dios cojo y herrero (el Vulcano de los romanos), hijo de Zeus y Hera, fue la clásica unión de la bella y la bestia. Afrodita jamás se sintió sexualmente atraída por su consorte, sino que en cambio deseaba con lujuria a Ares, su homólogo masculino. Ya eran amantes cuando, en la famosa historia que se cuenta en la Odisea, Hefesto tejió una red de oro con la que los atrapó in flagrante delicto, para gran diversión colectiva de los dioses, a quie­ nes había invitado a presenciar el espectáculo. En esta lasciva escena, Hermes es el único que expresa categóricamente que él no se avergon­ zaría en absoluto de que lo atraparan de ese modo con Afrodita, y cier­ tamente en algún momento se emparejan y de su unión nace Hermafro­ dito, la personificación de la androginia. Veremos cómo este carácter andrógino aflora en los mitos mesoamericanos, al igual que su manifes­ tación psicológica por medio de la implícita Sección Áurea. La dualidad inherente a la Venus griega y romana refleja nuestra propia ambivalencia cuando nos vemos atrapados en un dilema ético. Los nacidos durante el ciclo retrógrado -el oscurecimiento de Venus 104

cuando su poder está anulado por el del Sol- experimentan con mayor intensidad el conflicto entre los valores íntimos y los rituales aprendi­ dos de la sociedad. La gente que tiene a Venus retrógrado parece estar más próxima a su naturaleza pandémica, al lado instintivo. Son perso­ nas atrapadas en luchas interiores entre su necesidad de ser solares y so­ cialmente extravertidas y su deseo de ser misteriosas, interiores y refle­ xivas. Cuando está retrógrado, Venus resuena con los aspectos ocultos y primarios de la motivación humana, y posee un conocimiento innato de los misterios y arcanos de la vida. De la inmersión en el inconsciente cuando Venus está retrógrado puede surgir un mandato de guerra: con los sentidos, ciertas actitudes sobre el amor y los valores viejos y muertos. El Adonis de Afrodita sim­ boliza la inmersión en el mundo subterráneo, porque allí es donde él pasa parte de su tiempo como dios de la vegetación que muere para re­ nacer, limpia y fresca, en la primavera. Esta alegoría encuentra su para­ lelo en Cibeles, la homóloga frigia de Afrodita, la celebración de cuyos ritos de primavera era notoriamente sangrienta, violenta y guerrera, y en los Coribantes, que -según el poeta romano Lucrecio- estaban acos­ tumbrados a «entrar bañados de sangre en una danza guerrera». Sabemos que el lado oscuro del amor apasionado y romántico puede generar su opuesto: el odio hacia el que fue una vez objeto amado, si desaparece o cambia de forma. Este es el amor que los filósofos esperan evitar, el que se da la vuelta para revelar su lado sombrío, con todas las características propias del mundo subterráneo. Shakespeare da la im­ presión de que se contradijera en dos sonetos sobre el amor, pero qui­ zás sólo experimentaba la dicotomía filosófica entre el ideal platónico de U rania y el más fácilmente alcanzable de Pandemos, cuando expresa en el soneto 116: No es amor el que, al ver desaliento, descaece y tiende a huir del que primero ha huido.

Y más adelante: que no cambia el amor un breve trance, sino que dura hasta el final marcado.

Sin embargo, en el soneto 64 reseña el natural flujo y reflujo de las fuerzas vitales, el desgaste del amor por los elementos y, en última ins­ tancia, por el Tiempo y la Muerte, y se desespera: 105

al ver de la grandeza ese mudarse o a la grandeza misma derrumbarse, enséñame esas ruinas a que arguya: De llevarse a mi amor vendrá la hora. Como una muerte es tal pensar, que llora por tener lo que teme que le huya. [Sonetos, versión de José Méndez Herrera, Selecciones de poesía univer­ sal, Plaza & Janés. Barcelona, 1976.]

Y quien se lo lleva, desde luego, puede ser la Muerte. Shakespeare sabía que el amor en su ideal uraniano no se altera y permanece incon­ taminado por la emoción humana y por el hecho de que la naturaleza «se lo lleve», pero que el amor en su forma pandémica, natural y terri­ blemente humana, puede verse alterado y transformado por los elemen­ tos de la naturaleza y por el tiempo. VENUS, EL SOL Y EL YO

Como Mercurio, Venus nunca está lejos del Sol, y en su mayor separa­ ción se encuentra a una distancia aproximada de 48 º de él. Por eso en el horóscopo vemos a Venus como un acompañante personal de nuestra fuerza vital. Funciona como uno de los dos satélites que flanquean el radiante poder del Sol y convierten la fuerza bruta en valores humanos. La función de Venus es separar lo sagrado de lo profano, la forma pri­ mitiva de los aspectos cultivados de nuestra energía y nuestro poder. Actúa como un filtro a través del cual uno encuentra un sentimiento de placer en la vida, que excluye los estímulos desagradables y discrimina todo aquello que no ha de servir a la totalidad. Hay condiciones precoces que actúan como precedentes de la evolu­ ción venusiana, y la más importante de ellas es la forma en que nos tocó y nos manejó nuestra madre. Solemos decir que la extraversión del yo empieza a activarse después de los dos años y medio, pero de hecho es algo que ya está evolucionando desde el momento del nacimiento, aunque en las primeras etapas todavía no sea discernible en la forma en que definimos el «yo». Un bebé tiene un Venus (y un Mercurio) más visceralmente sensible que el niño mayor, e infinitamente más impre­ sionable y susceptible que el Venus de la persona adulta. Es decir que en el bebé el Venus sensorial de Tauro está más en primer plano, mien­ tras que el de Libra depende de infinidad de estímulos y experiencias sensuales que comenzarán a educarlo sobre lo que es amoroso, ar106

monioso y estable. El yo crece con el cuerpo y con el poder que éste puede ejercer en el entorno. Un bebé a quien no se ama físicamente em­ pieza de forma instintiva a protegerse con barricadas, e inicia el labo­ rioso esfuerzo de montar mecanismos de autodefensa. Si el niño no es la fuente de un júbilo y un placer absolutos para la madre, su Venus comienza a encerrarse y encallecerse. Si la emoción que recibe de la madre es cálida, amorosa y nutricia, Venus se siente feliz y a salvo, pero si la energía primaria de la madre es ansiosa, hostil o distante, Venus empieza a deformarse para adaptarse al ambiente externo. Esta evolución infantil profundamente inconsciente es un aspecto de Venus que resulta difícil de compensar. Los planetas personales son difíciles de «cambiar» conscientemente, ya que están trabados con rasgos y mensajes viscerales. El cuerpo es memoria. A medida que nos hacemos mayores, esta es la fuente donde se en­ cuentra la base de lo que nos gusta y lo que nos disgusta, de lo que nos da placer y lo que nos duele. Es difícil diferenciar entre naturaleza (ca­ rácter) y nutrición (tanto física como afectiva) cuando se trata de las respuestas instintivas, porque la nutrición se sobreimpone inmediata­ mente a la naturaleza, y ambas se entretejen hasta tal punto que el «dis­ curso» terapéutico sobre ciertos aspectos de nuestra naturaleza venu­ siana es totalmente inútil. Ciertas posiciones de Venus por signo y determinados aspectos entre Venus y otros planetas nos predisponen a ver el mundo como algo áspero, y otros nos inducen una visión más ro­ mántica. Según los horóscopos, Venus es de naturaleza fuerte y resis­ tente, o bien flexible, sensible y suave, e incluso en otros permanece «ajena» al tono general. El lado culto y distinguido de Venus, tal como se expresa en nuestra personalidad, se pone de manifiesto en nuestra interacción con los demás, en nuestra forma de vestirnos, en la música, el arte o los am­ bientes que preferirnos, los círculos sociales que frecuentamos y los tipos de experiencias que más nos interesan y nos hacen crecer. Como inicialmente se nos facilitan los valores de manera no verbal, mediante el tacto, el olfato, el oído y los demás sentidos, hay una interacción compleja entre el Sol y Venus y la evolución del yo. Venus nos dice cuándo sentimos una repulsión instintiva, y con ello nos protege de lo que nos repugna. Nos alerta ante el deseo y las res­ puestas que han de satisfacer nuestras necesidades, ya sean de ali­ mento, de amor o de estimulación visual, y nos insta a que sigamos su orientación en cuanto al gusto. Alguien que tiene «mal gusto» es, con frecuencia, una persona cuyos valores no pertenecen al dominio de lo estético, pero es probable que una persona así no se sienta insatisfecha con su ascetismo o con su falta de sentido musical o su insensihilidad 107

para la moda. Es más, es probable que tenga un yo firmemente consti­ tuido y valores sólidos. Sin embargo, esto es lo superficial de Venus. Si vamos en contra de nuestros instintos profundos y nos comportamos de una manera que sabemos que es falsa, aunque millones de personas nos aplaudan, esto es un problema de Venus. En una situación como ésta, la Venus instintiva y pandémica ha quedado subordinada a la Venus social e ideal uraniana, de lo cual resulta un desequilibrio. A menudo, esto puede ser la consecuencia de haber recibido mensa­ jes ambiguos precozmente en la vida, por ejemplo cuando los valores parentales y familiares están en conflicto, o cuando se proclama el amor, pero haciéndolo depender de ciertos tipos de comportamiento, o cuando en los primeros años evolutivos se ha producido una violación de los derechos personales, como pueden ser abusos sexuales, violencia o perturbaciones emocionales extremas en el hogar. Venus crece junto con nosotros, y nuestros valores están incorporados en las vísceras, donde hay una inteligencia muy superior a la del intelecto. Fundamen­ talmente, Venus nos dice lo que está bien y lo que está mal, y a medida que maduramos influye cada vez más en la forma en que vemos la so­ ciedad y sus valores, diciéndonos si son esos los valores a los que perso­ nalmente deseamos apuntamos. Podríamos ver en Venus al elegantiae arbiter, el árbitro de la elegan­ cia. Los emperadores romanos tenían en su corte a personas así, y uno de los más famosos fue Petronio, el autor del Satiricón, que estuvo al servicio de Nerón. De él nos dice Tácito: Dedica sus días al sueño, sus noches a los negocios y placeres de la vida. La indolencia lo ha llevado a la fama, así como a otros los lleva la ener­ gía, y se reconoce en él no a un libertino y un derrochador, como la ma­ yoría de los que dilapidan sus caudales, sino a un hombre de refinado lujo. [ ...] Nerón lo escogió para ser uno de sus pocos asociados íntimos como crítico en cuestiones de gusto. 1

Venus nos resguarda de lo que puede contaminamos o volvemos anticuados. Desde luego, hay ocasiones en que nuestro gusto cambia y nuestras actividades necesitan horizontes nuevos y renovadores. Sólo por experiencia sabemos cuándo nuestros valores se han marchitado o corrompido, o no coinciden ya con lo que hemos llegado a ser. Tal vez podríamos ver a Venus como el detector que nos advierte cuándo nece­ sitamos cambiar nuestros hábitos externos para armonizar con lo que somos interiormente. Porque el yo necesita también vestirse, y Venus busca, infalible e instintivamente, la vestimenta que destaca (o amorti1. Tácito, Anales, Lib. XVI, cap. 18.

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gua) nuestra imagen de nosotros mismos, con independencia de que lo que estimula lo mejor de nuestra estética libriana sean nuestros aman­ tes, las personas de quienes nos rodeamos, el entorno en el que vivimos o el estilo, la música, el arte y la cultura. EL CICLO DE VENUS RETRÓGRADO

Resumen del ciclo La mayor elongación oriental (punto 1 en la fig. 5.2): Venus es Héspero, la estrella vespertina, un par de meses antes de ponerse retrógrado, de 45 a 48 º de longitud zodiacal por delante del Sol. Durante esta época

'

1. 2. 3. 4. 5. 6. 7.

Mayor elongación oriental (Héspero, estrella vespertina) Estación retrógrada Conjunción inferior (retrógrada) Elevación helíaca Estación directa Mayor elongación occidental (Fósforo, estrella matutina) Conjunción superior (directa) Fig. 5.2.

Ciclo de Venus

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parece que el Sol le fuera ganando en longitud, y en mitad de esta fase, Venus llega al grado en el que se junta con el Sol formando una conjun­ ción inferior retrógrada. Estación retrógrada (punto 2): Cuando Venus alcanza su punto estaciona­ rio y parece que se moviera hacia atrás contra el telón de fondo del zo­ díaco. En este punto estás siempre 30º por delante del Sol (orbe de 1,5 °). El Sol avanza y Venus retrocede para encontrarse en el punto 3. Conjunción inferior (punto 3): Venus empieza ahora a quedarse detrás del Sol en grado longitudinal. Este es el punto medio del ciclo retró­ grado y el comienzo de una nueva fase de evaluación o de acción. Elevación helíáca (punto 4): Unos pocos días (seis o siete) después de la conjunción inferior, Venus está a unos 10º por detrás del Sol, se lo ve primero después de «desaparecer» durante la conjunción inferior e ini­ cia la larga fase de estrella matutina. Estación directa (punto 5): Se produce cuando Venus está exactamen­ te 30º detrás del Sol en longitud (signo) con un orbe de 1,5 º. Ahora Venus avanza hacia el punto 6. La mayor elongación occidental (punto 6): El punto en el cual Venus es la estrella matutina -Fósforo- aproximadamente un mes después de haber llegado al grado en el que estaba en conjunción inferior con el Sol. Venus está siempre de 45 a 48 º por detrás del Sol en longitud zo­ diacal en este punto. Conjunción superior (punto 7): Cuando Venus está en el otro lado del Sol, desde la visión geocéntrica, y en el mismo grado que el Sol en lon­ gitud zodiacal. Durante unos cincuenta días alrededor de la conjunción deja de ser visible a simple vista. Esto marca el momento en que Venus empieza el avance hacia su mayor elongación oriental, y el ciclo vuelve a empezar. La visión mesoamericana

Los mesoamericanos, tanto los aztecas como los mayas, veneraban a Venus, la estrella dual. Todos los indicios de que disponemos revelan que entendían realmente la retrogresión de Venus, en cuanto al simbo­ lismo y en cuanto al movimiento. 110

La fase de Venus que tiene más importancia para nuestra investiga­ ción de la retrogresión y sus implicaciones, tanto natalmente como en tránsito, es la que está entre la estación retrógrada y la directa. ¿Qué pensaban los mesoamericanos de lo que sucede cuando Venus se oculta en los brazos del Sol, invisible a nuestros ojos? Dice Bruce Scofield (la cursiva es mía): Los paneles de El Tajín comienzan con Venus como Estrella Vespertina [en su lugar de estación retrógrada]. Durante esta fase es cuando, de acuerdo con la mitología azteca, Venus adopta la forma de un hombre y recorre a pie la Tierra, donde se encuentra con Xochiquetzal, la diosa del amor, quien le ayuda a romper sus votos de pureza. En el panel siguiente [...] Venus se pasa la noche con música, bebidas y amor... y se une con la diosa. Parece que hubiera un fruto de esta unión, el nacimiento de un monstruo del cielo. En el tercer panel [...] [conjunción inferior], se juega el juego de pelota en el mundo subterráneo. Venus pierde y debe ser sa­ crificado por el Sol. En el cuarto panel, que cubre el lapso que va de la Estrella Vespertina, pasando por la conjunción inferior, hasta la Estrella Matutina [elevación helíaca], Venus es sacrificado. Su muerte se produce mientras el planeta está oscurecido por el Sol, pero en última instancia Venus renace como Estrella Matutina [y mujer].�

La androginia que los griegos sólo manejan torpemente para crear mediante la unión de Afrodita y Hermes es evidentemente un rasgo más característico de Venus retrógrado de lo que solemos suponer. No es una sorpresa que nazca un monstruo, porque todos conocemos el monstruo que la sombra de nuestra Venus saca a relucir en nosotros. Se lo ha llamado «el de ojos verdes», pero en realidad es un representante de todo lo que no podemos tener, o no podemos llevar a la luz del día. En las tinieblas de Venus acechan horrores, y las antiguas culturas maya y azteca idearon en torno de ello todo un sistema de calendario que incluía ciclos largos con números grandes y que era de una sorpren­ dente precisión astronómica. El velo de misterio que rodea el calendario mesoamericano se des­ enmaraña lentamente cuando estudiamos los indicios provenientes de diversas fuentes antiguas. Varios rasgos coinciden, como el juego ri­ tual de pelota (peylota) que jugaban equipos opuestos durante los ocho días de consumación y muerte de Venus bajo la forma de hombre en la conjunción inferior, la instigación a la guerra acompañada por sacrifi­ cios humanos cruentos en la elevación helíaca, y los ritos de fertilidad subsiguientes. Esta no es la Venus armoniosa que nos insemina con el 2. Bruce Scofield, Considerations, vol. 3, núm. 3, 1986. 11I

ideal del amor uraniano, sino que está más próxima al vengativo hime­ ros afrodisíaco pandémico que en última instancia destruyó a Fedra y a su hijastro Hipólito, que cometió la tontería de adorar a Ártemis, la diosa de la castidad. Los mesoamericanos parecen haber sabido más de Venus retrógrado y haber asignado más importancia a sus ciclos astronómicos que otras culturas eruditas. Ponían en marcha sus ejércitos sincronizándolos con el ascenso de Venus desde el mundo subterráneo, transformada de mujer en hombre para volver a ser mujer, impregnada todavía de la at­ mósfera de los muertos. Para ellos, Venus era la Diosa de la Guerra. El calendario parece indiscutiblemente astrológico, calculado para deter­ minar los momentos propicios para el combate y el sacrificio a los dio­ ses. La peylota era un combate ritual, que representaba el legendario viaje de los héroes mayas, los gemelos Hunahpu el Cazador (Venus) y Xbalanque el Jaguar (el Sol) al mundo subterráneo llamado Xibalba, donde se enfrentaron con muchas pruebas a manos de los Señores de la Muerte. La vida de los gemelos estaba en juego, y aunque su padre había perdido antes un juego como ése -además de la cabeza-, los ge­ melos no corren la misma suerte, y tras hacer sacrificios a los Señores de la Muerte se transforman en seres celestiales: Venus y el Sol. El pueblo maya conocía muy a fondo el movimiento y los ciclos de Venus: habían creado un calendario de 586 días, confasti o días de fiesta. Venus era una figura central y, representada como diosa de la guerra, se movilizaban los ejércitos cuando ella estaba en su estación directa. Las imágenes que la rodean son horripilantes y violentas. Se decía que se levantaba del mundo subterráneo todavía viscosa por causa de la sangre y los huesos de los muertos después de su viaje de cuarenta días en los brazos del Sol. Aquí es donde se encuentran la Venus maya y la Afrodita griega: en los rituales que rodean a la muerte y al viaje por el mundo subterráneo. La resurrección anual de Adonis, como los misterios eleusinos y órficos, preparaba psicológicamente a sus participantes para su propia muerte. Las interpretaciones de los movimientos astronómicos de Venus son tan fascinantes y tienen tanto que ver con la retrogresión que por ello mediante este ciclo los meso­ americanos regían su vida ritual y con sus mortales jugadas representa­ ban el «juego de la vida». Venus: el quinto armónico y la Sección Áurea

A diferencia del ciclo de Mercurio, el de Venus retrógrado no ofrece una revisión trienal. Venus está retrógrado en el mismo signo cada 112

a, 10 a,

ºm �p

Fig. 5.3. Ciclos de Venus retrógrado y la Sección Áurea

ocho años, y la pauta de sus estaciones es formar una serie de quintiles contra el telón de fondo del zodíaco (v. fig. 5.3). Es decir que una se­ cuencia de los ciclos de Venus retrógrado, a lo largo de un período de ocho años, nos muestra que las ocho estaciones están separadas casi exactamente por 72 º (hay cinco estaciones a lo largo de ocho años). Cinco ciclos de 584 días de Venus equivalen a ocho ciclos anuales de 365 días. Cuando observamos el diagrama de las estaciones de Venus y las conectamos de forma cruzada, se forma un símbolo quinario, el pentáculo (la estrella de cinco puntas). Este diseño se encuentra tam­ bién en los ciclos metónicos de Venus, es decir, en las ocultaciones. Como su hermano el planeta inferior Mercurio, Venus tiene un ciclo largo donde se observa una regresión lenta a través de todo el zodíaco: cuando el planeta se estaciona para ponerse retrógrado en el mismo 113

signo cada ocho años, lo hace de 2 a 3 grados antes que en la retrogre­ sión anterior. Venus en tránsito realiza una revisión lenta y regresiva del zodíaco a lo largo de muchos años. Como sucede con Mercurio, se estaciona y se vuelve directo unos pocos grados antes, hasta que gra­ dualmente cubre todos los signos del zodíaco. Sus fases son sucintas y dibujan a grandes rasgos las etapas de inseminación, transferencia de conocimiento arcano por medio de un simbólico cambio de género [masculino-femenino], incubación, misteriosa unión con la fuente de la vida y, finalmente, aparición y renovación. El mandala celestial que va dibujando Venus en su movimiento retrógrado ilustra a la perfección su intrínseca belleza. El centro del mandala es la Tierra, el lugar donde debemos luchar para alcanzar la integridad y el conocimiento. El simbolismo quinario representa tradicionalmente al hombre des­ pués de la caída, en su estado pandémico profano. Las escuelas esotéri­ cas ven el poder del número cinco como la causa, no como el efecto, de los puntos de contacto de cinco dígitos en nuestras extremidades huma­ nas. Siempre se lo ha asociado con la innata capacidad humana de en­ tender, y de crear algo a partir de esa comprensión. Lo quinario se aso­ cia con el entendimiento material de las verdades arcanas o esotéricas, y simboliza la totalidad del mundo material. El quinto elemento en el trabajo esotérico es el éter, el «pegamento cósmico» que transporta el pensamiento (la idea) al nivel inferior, pero manifiesto, del cuerpo. Ya en los jeroglíficos egipcios la estrella de cinco puntas significaba el concepto de «elevarse hasta el punto de origen», y formaba parte de ex­ presiones cuyo significado es «enseñar», «educar». Implícita en la pauta cíclica de Venus está la Estrella del Hombre, que Leonardo da Vinci ilustró en su dibujo del círculo que contiene al hombre en equilibrio, la representación artística más famosa de la Sec­ ción Áurea. La pauta de Venus retrógrado forma la base de la Sección Áurea, en la cual hay implicaciones de poderes generativos ocultos. Es­ trictamente definida, la Sección Áurea es una proporción irracional equivalente a la división de una recta en dos partes, de tal modo que la relación de la línea entera con el segmento mayor sea igual a la relación de la parte mayor con la menor (13:8). Así pues: A

B

A + B es a A como A es a B Los griegos conocían esta medida por lo menos desde Euclides (ca. 300 a.C.), y se cree que posee en sí misma alguna virtud estética, una 114

proporción armónica oculta que sintoniza con el universo. Bien puede ser por eso por lo que la fraternidad pitagórica escogió como un sím­ bolo emblemático el pentáculo: cada segmento en la figura de la estrella guarda la proporción áurea con el segmento que le sigue en tamaño de­ creciente. Esta proporción está implícita en la naturaleza: las cáma­ ras de la concha del molusco conocido como nautilo son un ejemplo ideal de este fenómeno natural: a medida que el molusco crece dentro de su concha, ésta se agranda siguiendo una espiral logarítmica, de modo que siempre sigue siendo un hogar idéntico, porque al crecer no cambia de forma. Una galaxia espiral, como nuestra Vía Láctea, es una visión macrocósmica de ese divino orden de las cosas. En relación con las estaciones de Venus, tanto directas como retró­ gradas, la Sección Áurea se activa y resuena alrededor del zodíaco a in­ tervalos de 72 º, estableciendo un tono que «evoca» todas las estaciones de Venus dentro de ese ciclo. En última instancia, es esa resonancia ar­ mónica lo más importante, y en caso de que se conecte con un planeta natal, entonces ese planeta funciona como un agente que hace resonar el mensaje de Venus retrógrado en tránsito en la totalidad del horós­ copo a intervalos de 72 º . 3 Tal como afirma Charles Harvey en Working with Astrology [Traba­ jando con la astrología]: 4 La importancia de la Sección Áurea en los procesos de la naturaleza se conoce por lo menos desde los griegos, y decididamente se puede ver que a éstos y otros números «irracionales», como 1r, la constante de Planck, etcétera, les cabe un papel vital en el esquema de las cosas. Diversos au­ tores han señalado de forma independiente la importancia de la propor­ ción que constituye la Sección Áurea, y han sugerido que los planetas que en cualquier momento están recíprocamente en esta relación tendrán entre sí una resonancia creativa muy nítida.

Venus retrógrado incorpora en sus ciclos largos el místico quinto ar­ mónico, con lo que comunica su propia «manera de ser» a la psique del individuo que nace mientras el planeta está en ese ciclo. Nacer en cual­ quiera de las estaciones -la directa o la retrógrada- significa tener una poderosa conexión con el mecanismo interior de la Sección Áurea. La 3. Véase Theodore Landscheidt, Meridian, enero/febrero y marzo/abril de 1992. En estos números, el físico y astrólogo alemán nos muestra cómo encontró que las cimas y los valles de los sectores de Gauquelin (entre muchos otros ciclos planeta­ rios naturales) se encuentran en la proporción de la Sección Áurea. 4. Michael Harding y Charles Harvey, Working with Astrology: Psychofogy qf Harmonics, Midpoints and Astro*Carto*Graphy, Penguin, Londres, 1990, p. 441.

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naturaleza introvertida y contemplativa (asocial) de estos individuos es sumamente imaginativa y debe encontrar vías para exteriorizar lo me­ tafísico por medio de lo físico. En tránsito se produce algo misterioso, una reformulación del orden natural, un retomo a un lugar ideal donde todo lo manifiesto puede parecer una réplica barata de la perfección cósmica. La asociación de la conciencia y la «mente» con Venus no es tradi­ cional. Sin embargo, tal como ahora lo vemos, el número cinco no se asocia con el intelecto per se, sino con la fuerza inspiradora que hay por detrás del intelecto y que, entre todos los animales, el hombre posee en gran medida. Es el número del espíritu creativo, del ars y de la techné, de la imaginación creadora expresada en un uso hábil. Esta función abarca simultáneamente las potencialidades creativas y destructivas. El dualismo de Venus nos habla de estas polaridades: lo sagrado y lo pro­ fano; lo divino y lo temporal; la fuerza vital y el deseo de muerte; la diosa del amor y la diosa de la guerra; lo celestial y lo mundano. Los sueños celestiales se convierten en realidad mundana cuando el im­ pulso creativo del hombre encama y manifiesta los ideales platónicos de la imaginación. Dice David Hamblin (la cursiva es mía): Mi propia investigación me ha convencido de que el Cinco tiene una co­ nexión esencial con la idea de hacer, disponer, edificar, construir, formar. Tiene que ver con la creación del orden a partir del caos: la reunión de cosas que están naturalmente separadas en una relación recíproca for­ mal. Es, por consiguiente, el primer número en el que el hombre hace valer su poder sobre el mundo. 5

La conexión del lenguaje y el conocimiento con las funciones de creación y procreación queda establecida por Michael Harding en Hymns to the Ancient Gods [Himnos a los dioses antiguos], donde vin­ cula el quintil, o quinto armónico, y las semillas de la conciencia: [ ...] el quinto armónico se refiere específicamente a la función de ordena­ miento y potenciación del lenguaje y a cómo esto puede crear una forma específica de conciencia en el individuo. Esta conciencia es la que luego llega a imprimirse en el mundo en forma de arte, elegancia o alguna otra expresión similar externa. 6 5. David Hamblin, Harmonic Charts, Aquarian Press, Londres, 1983, p. 48. 6. Michael Harding, Hymns to the Ancient Gods, Penguin, Londres, 1992. El ca­ pítulo 8 en su totalidad se ocupa de Venus, el quinto armónico y la función del len­ guaje y la comunicación.

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Cuando Venus está en movimiento retrógrado, todos los ciclos de retrogresión, pasados y futuros, se ponen en juego. El período retró­ grado activa la pauta de la Sección Áurea inherente al quintil, la capaci­ dad de conocer lo incognoscible. En un ciclo no hay «primero» ni «úl­ timo», sino sólo pautas evolutivas, y Venus está grávida del impulso de expresión física creativa de una idea exaltada. De ello se sigue que los individuos nacidos durante los períodos retrógrados de Venus tienen esta pauta incorporada a la psique y llevan a todas partes este quintil venusiano que les hace experimentar la angustia creativa que muchos artistas expresan mediante su obra. Lo lamentable es que con frecuen­ cia sólo atribuimos el temperamento artístico a quienes activamente participan en las artes creativas clásicas, algo que no sólo despista, sino que también desalienta a las personas creativas que quizá no sean capa­ ces de componer arias, pintar obras maestras, idear poemas o lo que fuere. Tal vez la invocación del quintil de la Sección Áurea explique par­ cialmente la sensación de ser «diferente» que tiene el individuo con Venus retrógrado. Quizás a eso se deba el hecho de que global e indivi­ dualmente se reflexione tanto sobre el amor, los valores, la creatividad y la diplomacia cuando Venus se estaciona, se vuelve retrógrado y per­ manece así durante cuarenta días, en comunión con las fuerzas inmuta­ bles guardianas del conocimiento de lo misterioso. El conocimiento que imparte Venus a su retorno al mundo de arriba no es la información que Mercurio trae a la superficie con cada uno de sus ciclos. Es un saber estético y visceral que no es posible expresar, sino que sólo se puede re­ presentar o describir por mediación de la sutileza de nuestras relaciones con los demás o mediante imágenes abstractas. En el antiguo Egipto, el loto simbolizaba la vida naciente o la pri­ mera aparición (un arquetipo) y era un símbolo natural de todas las for­ mas de manifestación. En la Edad Media llegó a representar el «centro» místico y el corazón, pero el loto de cinco pétalos combina los símbolos sagrados con los profanos: el loto de la iluminación mística con el sím­ bolo quinario de la capacidad humana de manifestación. En el loto, [...] las potencialidades del ser se realizan por medio de una actividad siempre interna, puesto que se la ejercita a partir del centro de cada plano; además, desde el punto de vista metafísico, es imposible hacer que la acción externa llegue a pesar sobre la totalidad del ser, porque una ac­ ción como ésta sólo es posible en un plano particular y relativo. 7 7. René Guénon en J. E. Cirlot, The Dictionary of Symbols, Routledge & Kcgan Paul, Londres, 1962, p. 193.

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Que los ciclos retrógrados de Venus describan en los cielos un man­ dala en forma de loto (v. fig. 5.1, p. 102) tiene sentido porque es la «ac­ tividad interna» del ciclo de Venus retrógrado en tránsito, que en úl­ tima instancia es imposible exteriorizar. Las lecciones aprendidas durante el período retrógrado de cuarenta días sólo se refieren al indivi­ duo que las experimenta. En realidad, bien puede ser que la flor de loto solamente recoja lo que quedó fuera en la última estación de Venus en el mismo signo y la misma casa. Es improbable que la plena integración de Venus retrógrado en la estructura del yo tenga lugar inmediatamente después de volver a su movimiento directo, sino que se incorpora con el tiempo. El período retrógrado crea una serena introspección que tiene lugar en un nivel muy profundo, más bien como si uno observara su propia conducta y sus reacciones mientras, sin embargo, participa plenamente en ellas. De todos los ciclos retrógrados, el de Venus parece el más inconsciente en sus efectos inmediatos, el más racional a la larga. Por lo tanto, cuando se analiza una tendencia retrógrada actual de Venus es útil mirar ocho años atrás, porque en la situación del presente habrá ecos del pasado. Los planetas inferiores siempre retoman los pro­ cesos allí donde los dejaron la vez anterior que salieron del ciclo retró­ grado, pero a diferencia del ciclo rápido y accesible de Mercurio, el de Venus es más largo. Venus retrógrado transita por la misma casa natal cada ocho años, revisando y resucitando cuestiones incompletas o ale­ targadas que se han mantenido en suspenso desde el último tránsito. En ese momento contemplamos con mirada fría y dura nuestras re­ laciones y lo que afecta a nuestra integridad. Puede ser que haya un de­ sequilibrio durante un tiempo mientras en lo profundo se producen misteriosas transformaciones ... tan misteriosas que en realidad no sa­ bremos qué es lo que ha sucedido hasta que no hayan transcurrido va­ rios meses. Cuando Venus ha vuelto al movimiento directo y empieza a moverse más o menos a la misma velocidad que el Sol (en las efeméri­ des), se inicia una época de revisión de lo que se reveló durante el pe­ ríodo retrógrado. La estación retrógrada da comienzo a una etapa de revisión global; la Tierra entera experimenta el fenómeno de retrogradación. Podemos ver cómo se manifiesta en lo colectivo si observamos las noticias refe­ rentes a las relaciones diplomáticas e internacionales. La reconsidera­ ción de lo que es diplomático, y de lo que se necesita para mantener una visión equilibrada del mundo y un sentimiento de integridad, es precisamente lo que le sucede al individuo cuando Venus transita por un sector del horóscopo natal. Los mayas creían que en el punto en que Venus alcanza su elevación helíaca, unos seis o siete días después de la 118

conjunción inferior, la situación política era particularmente inestable y los líderes se sentían inseguros y falibles. Bruce Scofield dice que ha comprobado que la elevación helíaca «corresponde con frecuencia a una época de fracaso o resignación por parte de los líderes, y a menudo coincide con un accidente importante o con una tormenta». 8 En este punto Venus está todavía retrógrado, pero estacionándose y movién­ dose lentamente, mientras que el Sol da la impresión de que avanza en el zodíaco. En la estación retrógrada se produce un retroceso instintivo, a veces debido a un suceso, otras veces como una retirada consciente y volunta­ ria. En general, el área de la carta que está siendo examinada por Venus retrógrado, anteriormente había quedado durante algún tiempo sin atender -con esta profunda perspectiva, desde luego-. Inconsciente­ mente, tendemos a retraernos, buscando en la experiencia un signifi­ cado oculto, con la esperanza de obtener de nuestras interacciones coti­ dianas un valor o un conocimiento más profundo. El área donde Venus se encuentra retrógrado se vuelve vulnerable al ataque, y con frecuen­ cia se constituye en escenario de una confrontación cuando el planeta retoma el movimiento directo. Mensajes tácitos, insinuaciones, matices y sutilezas se magnifican y hasta pueden resultar falseados, pero de todas maneras están cargados de implicaciones. En las áreas del horóscopo por donde transita, Venus sondea las profundidades de las características personales no desarrolladas, y es probable que en el curso de ese tránsito haga contacto por aspecto con un planeta natal. puesto que retrocede entre 15 y 18 grados de arco. Si la conjunción inferior forma un aspecto con un planeta natal, es proba­ ble que los frutos de tal inseminación vean la luz bastante después de que Venus retome el movimiento directo. Cuando el planeta atraviesa dos casas hay una superposición de intereses, que tiene una influencia directa en el resultado final. Cuando cambia de signo durante la fase re­ trógrada, el planeta experimenta un cambio sutil de tema (dado que el período retrógrado abarca entre 15 y 18 º , puede volver al signo ante­ rior, y con frecuencia lo hace). El aspecto de transmutación del ciclo retrógrado de Venus es evi­ dente durante el período de tránsito porque parece que hubiera una imagen especular del método «normal» del nativo para llegar a conclu­ siones. Es decir que si por lo común uno es tremendamente intelectual y sistemático para tomar decisiones, podría encontrar ahora que hay otra manera más fructífera y volverse más instintivo. A la inversa, al8. Scoficld, loe. cit., refiriéndose a un artículo publicado en 1985 en el Astrologi­ cal Society of Princeton Journal.

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guien que es normalmente intuitivo encuentra reconfortantes los méto­ dos lógicos y altamente organizados de tratar con el mundo. Se trata de una experiencia de descubrimiento de nuestro propio opuesto y de rela­ cionarnos con él. El hecho de que Venus se convierta en una deidad masculina en la fase retrógrada de su ciclo simboliza la necesidad de inversión para tener la vivencia de la totalidad. El tránsito de Venus retrógrado deja al descubierto la necesidad de ver aspectos de nosotros mismos que en ge­ neral permanecen ocultos a la vista. Esos valores son con frecuencia diametralmente opuestos a los que defendemos de un modo consciente, y pueden crear algunas perturbaciones emocionales muy profundas. Durante los tránsitos retrógrados de Venus se pueden cometer muchos errores, en gran parte porque es una situación poco frecuente y por lo tanto ajena a la experiencia cotidiana. El grado de discordia que se genera en la vida personal durante la retrogresión señala la distancia a que uno está de sus propios valores esenciales y de sus más elevadas inspiraciones creativas. El súbito dese­ quilibrio puede inclinarnos hacia el polo opuesto, creando tremendas conmociones en las relaciones y las experiencias personales. El alboroto puede ser la magnificación de un único problema, explotando de un modo desproporcionado. Idealmente, es una época para contemplar cuáles son las propias necesidades más personales, profundas y creati­ vas, y en qué fuente interior se originan. Es el momento de explorar nuestras necesidades de amor y de afecto, y de examinar nuestra capa­ cidad para recibir estas fuerzas que son el sostén de la vida. El misterioso «ideal» puede interrumpir y hacer trizas lo que hasta ahora ha sido fuente de amor y de afecto: los defectos y los fallos de los demás se nos aparecen agrandados, y es posible que recordemos mo­ mentos pasados en que el rechazo y el dolor emocional se unieron para erigir una fortaleza que para las circunstancias actuales puede ser total­ mente inapropiada. En última instancia, el hecho de que la situación se corrija, dando margen a los cambios necesarios, dependerá del grado de responsabilidad que uno asuma por su propia capacidad de amar y de comprometerse. VENUS NATAL RETRÓGRADO

La desaparición de Venus del cielo, su subsiguiente entrada en el mundo subterráneo y su matrimonio con el Sol estaban rodeados por el misterio y los presagios tanto en la cultura griega como en las mesoame­ ricanas. 120

El ciclo retrógrado describe una intimidad entre la Tierra y Venus, con el Sol como un esclarecedor telón de fondo: simbólicamente, Venus se asocia a la vez con la Tierra y el Sol, encarnando en una sola figura los aspectos polares de Urania y Pandemos. Aunque la imagen podría ser la del Sol que devora a Venus, es igualmente la de Venus apareán­ dose con la Tierra. Desde el punto de vista psicológico, las personas con Venus retrógrado tienen con frecuencia una sensación de estar comple­ tas dentro de sí mismas, de ser autónomas e independientes del diseño mundano de los sentidos, los valores y las relaciones. La transexualidad de la Venus mesoamericana en la conjunción inferior es muy semejante al mysterium coniunctio de las nupcias alquímicas, donde el Rey y la Reina se aparean en el baño salino y se fusionan para convertirse en el Hermafrodita. La peculiar característica andrógina, ya sea psicológica o física, tam­ bién es notable entre los que tienen a Venus cerca de la conjunción in­ ferior con el Sol. Esto no equivale a decir que tales personas sean fisio­ lógicamente hermafroditas o sexualmente ambivalentes, sino que los hombres que tienen a Venus retrógrado están más próximos a sus ins­ tintos femeninos, y las mujeres más conectadas con su animus mascu­ lino. Debido a que el Sol y Venus están «casados» durante la fase retró­ grada, a las personas con Venus retrógrado les resulta difícil separar sus propias necesidades de lo que se espera de ellas, de modo que con bas­ tante frecuencia se retraen, ya sea en una negación ascética de las nece­ sidades corporales y las exigencias viscerales, o sumergiéndose en los aspectos sensuales de la vida. De cualquiera de las dos maneras, están a merced de Afrodita. Las posibles manifestaciones son nume­ rosas, pero van desde las relaciones múltiples hasta un virtual mona­ qmsmo. Graham Graham nació cuando Venus en el Ascendente en Escorpio estaba esta­ cionario y a punto de volverse directo. Cuando tenía seis años, de nuevo Venus se estacionó y se puso directo. Al niño lo enviaron a un orfanato, donde estuvo desde los siete a los quince años, aunque sus pa­ dres no sólo vivían, sino que seguían estando juntos. A los quince años, Venus progresado, tras haberse vuelto directo, pasó por encima de su grado natal. A los dieciocho, cuando Venus progresado empezó a co­ brar impulso y formó un quincuncio con el Urano natal en la casa ocho, el ejército de Estados Unidos lo reclutó para la guerra de Vietnam. (Nota al margen: Graham había nacido también con Mercurio precisa121

mente en estación directa, y a los dieciocho años, el planeta había pro­ gresado hasta el grado exacto de su Sol natal.) Sus experiencias en la jungla fueron las ordalías que describe la Venus maya retrógrada. Fue testigo de los horrores del combate, la locura, las drogas, la insana de­ pravación de sus superiores y, finalmente, del sacrificio sangriento de uno de los suyos. Su profunda sensibilidad y sus valores intrínseca­ mente religiosos pueden haberle ayudado a sobrevivir psicológica­ mente, aunque fue incapaz de hablar de las experiencias de la guerra hasta muchos, muchísimos años después. A su regreso, Graham se encontró con que en su país, durante su au­ sencia, había aparecido un orden social nuevo. Tras haber esperado una cálida bienvenida, se encontró escupido y ridiculizado por un grupo de los «amorosos» miembros de ese nuevo orden. Herido en carne viva por esta actitud desconsiderada y hostil, destrozado y en­ fermo por la experiencia de Vietnam y sintiendo ahora el rechazo de sus compañeros, Graham se retiró en seguida a un convento jesuita donde pasó un par de años, sanando y recuperándose mientras estu­ diaba la disciplina que terminaría por llevarlo a su vocación espiritual: Venus en estación directa en su carta natal, impulsándolo a aspiracio­ nes cada vez más elevadas. Diez años después de haber salido de una prisión subterránea y, en último término, del ejército, regresó a la zona de guerra por mediación de su inconsciente. Durante el primer embarazo de su mujer la guerra volvió a él en sus sueños: solía despertarse bañado en sudor, estreme­ ciéndose de terror, reviviendo los horrores que había experimentado en el combate activo y más adelante en el campo de concentración. El in­ minente nacimiento de su hijo lo devolvió a las muertes de que había sido testigo y en que se había visto obligado a participar: el entreteji­ miento ritual de la vida y la muerte reflejado de forma dramática en la psique de un veterano de Vietnam. Graham decía que en sus relaciones siempre se había sentido atraído por mujeres que habían tenido numerosas experiencias sexua­ les, mientras que él había tenido más bien pocas y era dolorosamente tímido con la mayoría de las mujeres. Su carisma -con frecuencia ra­ diante en la gente con Venus retrógrado- le ganó la atracción de mu­ chas mujeres en su vida pública, pero su vida privada era de ascetismo y reclusión. Cuando finalmente se casó, después de Vietnam y del mo­ nasterio, fue con una mujer que había tenido «balsas de relaciones», como él decía, y que se hizo cargo de buena parte del lado femenino de él. Aunque tenía una parte muy sensible y femenina, la reservaba para su personalidad pública; en privado era inconscientemente muy machista. Él y su mujer terminaron por separarse cuando él tenía 122

cuarenta años, momento en el cual «encontró» a su Venus y adoptó una nueva pauta en sus relaciones. Graham había aprendido en una edad crítica a ocultar sus necesida­ des de relación y de amor, cuando fue rechazado por sus padres y en­ viado a un orfanato. Esto se complicó más todavía por obra de la deci­ siva experiencia de la zona de combate, el posterior rechazo por parte de los jóvenes hippies y la existencia monacal en el convento jesuita. Aunque Venus se mantendrá directo por progresión secundaria durante el resto de su vida, Graham sigue sometido a la influencia natal y los tempranos recuerdos del planeta retrógrado. Sus emociones humanas instintivas fueron bloqueadas y deformadas, y la expresión natural del intercambio amoroso era extraña para él. Aunque es lo que se podría llamar una persona de floración tardía en el ámbito de sofisticación de Venus, Graham ha encontrado un sentimiento de equilibrio y armonía entre los extremos que habían conseguido escindir no sólo su psique, sino también su vida. John John, que tiene a Venus retrógrado en Escorpio en conjunción (en el orbe de 1 º) con Saturno en la casa diez, tuvo una infancia muy compli­ cada en la que no faltaron la adopción y posteriormente un proceso ju­ dicial. Nació por cesárea con dos semanas de atraso (tiene a Marte en oposición exacta con Plutón, en la segunda y la octava casa respectiva­ mente). Esto hace pensar en Cronos como comadrona, ya que hubo que sacárselo forzadamente a la madre (conjunción Venus-Saturno, Luna en ascenso en Capricornio). En la carta natal de John (v. fig. 5.4, p. 124), Venus estaba en estación directa, y se mantuvo durante bastan­ tes años revoloteando alrededor del grado natal antes de volverse real­ mente directo. A los seis meses, John fue adoptado, y dos meses después, al parecer para vengarse del padre errante, su madre natural inició un proceso ju­ dicial para recuperarlo. Después de un año de disputas, el tribunal con­ cedió la plena custodia a los padres adoptivos, y el niño jamás volvió a ver a su madre. Venus se estacionó y se volvió directo cuando él tenía siete años y medio, tras haber alcanzado finalmente el grado exacto del Saturno natal, y su padre adoptivo murió de un ataque cardíaco en su despacho, donde el niño lo encontró. Todos estos tempranos aconteci­ mientos, unidos a los rasgos de la Venus herida retrógrada y sus movi­ mientos progresados, establecieron una fuerte barrera entre John y el mundo de las relaciones amorosas. Aunque teme desesperadamente 123

Fig. 5.4. John

que una mujer se lo «trague» o lo «devore», sueña con casarse y tener hijos. Tiene una aguda conciencia de su propia androginia psicológica y es el director de una revista cuyo personal, así como los lectores, son en su mayoría homosexuales, aunque él no lo sea.

Justine Sigamos con el mismo tema. Una mujer a quien llamaré Justine nació justo dos días después que John. Tiene la misma conjunción entre Venus retrógrado y Saturno, pero al haber nacido dos días después, el aspecto es aún más exacto (en el orbe de 5' de arco) y está localizado en la casa doce. Tiene a la Luna en Acuario y la misma oposición Marte­ Plutón aparece en la carta de ella, pero entre la tercera casa y la novena 124

Fig. 5.5. Justine

(v. fig. 5.5). Justine describía su mundo interior como una fantasía para escapar de las violentas palizas que el padre propinaba a todos sus hijos. Sus padres se divorciaron en circunstancias muy amargas cuando la niña tenía unos once años (Venus estaba directo, pero todavía revo­ loteando alrededor del Saturno natal) y sus sentimientos de culpa, al igual que sus lealtades divididas, prácticamente paralizaron su mundo emocional. Justine no volvió a ver a su padre hasta que cumplió los veinte años, en la época en que Venus progresado estaba en conjunción con su Mercurio natal. Duante su infancia y su adolescencia fue retraída y tímida, doloro­ samente consciente de su «diferencia» de los demás, pero sin ser capaz de reconocer del todo en qué consistía esa diferencia. Cuando me des­ cribió sus sentimientos habló repetidas veces de reflejos, dualismo, di125

cotomías, dilemas, polaridades y sentimientos de esc1s10n entre un mundo exterior y un mundo interior. Intentó inútilmente adaptarse a las normas de la sociedad, pero a los diecisiete años salió de su escon­ dite y creó un grupo de punk-mck formado sólo por mujeres, que tuvo gran éxito a mediados de los años setenta. Justine dice que su conflicto interior se ha mantenido hasta hoy, aunque se integra cada vez más en su personalidad total a medida que va adquiriendo la perspectiva que da la madurez. Aun así, le resulta emocionalmente difícil mantener una relación a largo plazo, porque no puede soportar la intimidad. Siente que no es porque le dé miedo, sino porque limita su mundo a un único foco. Su propia androginia es algo que tiene claro -ella misma se descri­ bió como un hombre-mujer, un ser completo-, pero esta unión interior no le trae conflictos. Las personas con Venus retrógrado en la carta natal tienen una aguda conciencia de cómo los valores que reconocen en su entorno difieren enormemente de sus propios sentimientos sobre lo que está bien y lo que está mal. La relación de Venus retrógrado con el Sol nos describe una visión de la realidad que no está de acuerdo con el consenso de los valores. La voluntad interior del individuo (el Sol) está conectada inex­ tricablemente con su propio sentido innato de la justicia y de la intui­ ción sensorial (Venus). El circuito cerrado que forman Venus, la Tierra y el Sol permite con mayor facilidad que las percepciones y evaluacio­ nes del nativo provengan de forma directa del Sí mismo. Esta unión del Sol y Venus crea un alambique más interior y subjetivo para la evolu­ ción de los valores personales, y la manifestación pura, menos fácil­ mente teñida por valores impuestos desde afuera, se mantiene intacta, aunque vaya sufriendo variaciones con la experiencia y la madurez. Naturalmente, esto causa dificultades a medida que el niño abandona la seguridad del ambiente hogareño para ingresar en el mundo, donde tendrá la experiencia de los valores y sentidos de sus iguales y sus supe­ riores, y de la sociedad como voz colectiva de la autoridad. Un niño con Venus retrógrado necesita que lo estimulen a escuchar su voz inte­ rior, y a responder a su naturaleza instintiva, porque esa es la única fuente fiable de integridad personal en este caso. Emma Emma, una joven de dieciocho años, vino a verme porque había fraca­ sado en los exámenes de acceso a la universidad y estaba preocupada 126

por la dirección que podía dar a su vida. Se preparaba para repetir los exámenes en primavera y tenía que tomar ciertas decisiones con res­ pecto a su educación y a su futuro profesional. Era una chica cuyo porte llamaba la atención, y que entendía con toda claridad sus dificultades. Sin embargo, era exigente hasta la obsesión, demasiado autocrítica y to­ talmente carente de confianza. Tenía a Venus retrógrado en Cáncer en la casa doce, exactamente en cuadratura con Plutón en la tercera. Aun­ que sus padres no la apremiaban, ni trataban de modelarla según sus propios ideales, ella se sentía intrínsecamente presionada para compor­ tarse de manera especial. En realidad, al parecer sus padres eran muy comprensivos y tolerantes con ella, e intentaban ayudarla a ser menos exigente consigo misma. La cuadratura de Venus retrógrado con Plutón en la tercera me llamó la atención y le pregunté por sus hermanos. Me confesó que se sentía muy resentida con sus hermanos menores, sin ninguna razón más específica que el hecho de ser varones y de existir. El año que la vi, su Venus progresado había realizado una retrogre­ sión al grado del Sol natal, mientras que Saturno en tránsito se opon­ dría a su Marte en dos ocasiones ese mismo año. La chica se sentía deprimida, sola, aislada y completamente carente de voluntad y de vi­ talidad. Acababa de romper con su primer amor verdadero, y su amiga más íntima ya había ingresado en la escuela politécnica, de manera que se estaban apartando poco a poco. Me pareció que el fracaso en aprobar los exámenes de acceso a la universidad ese año tenía algo que ver con el sentimiento, más profundo, de que su condición femenina no era re­ conocida. Aunque rodeada por un ambiente hogareño bastante bené­ volo, Emma se había autoimpuesto normas demasiado exigentes, y su Venus interior clamaba pidiendo que la dejaran expresarse. El simbo­ lismo del hecho de que Venus progresado se instalara sobre su Sol natal (en Géminis) expresaba la necesidad de ponerse en contacto con sus va­ lores femeninos, de vivir interiormente como una persona, no como una norma de medición de logros. La conjunción entre el Venus progresado y el Sol es el mito maya del apareamiento del Venus transexual masculino con la diosa subte­ rránea del amor, rompiendo sus votos de pureza y viviendo la experien­ cia del amor profano. El animus-Venus, el monstruo rígido e intole­ rante del intelecto (negativo) de una mujer, estaba machacando a Emma para que funcionara mejor, destacara, alcanzara logros intelec­ tuales, pero no la animaba a reunirse con la diosa del amor ni a dar a luz su lado espontáneo, creativo y divertido: el fruto de su parte feme­ nina. En cuanto a su Sol en Géminis, había establecido conscientemente 127

una norma de logros intelectuales, que ahora a sus propios valores in­ ternos les parecían profundamente insatisfactorios. En el tema natal, su Mercurio en Géminis estaba también en cuadratura con Plutón en la tercera, imponiéndole la exigencia de tener que saberlo todo. Su «fra­ caso» era en realidad un clamor de su Venus progresado para que aprendiera a amarse a sí misma por su propia belleza innata, que no predispone al logro intelectual, aunque lo destaca si el nativo lo tiene ya intrínsecamente. A edad temprana Emma se vio forzada a interiori­ zarse para contemplar sus recursos personales, y se le exigió que exami­ nara su capacidad para llevar a la práctica su valor como individuo. Los aspectos que coinciden con la repetición de sus exámenes son menos estresantes, y es probable que la joven tenga éxito, pero lo más importante es que haya tenido tiempo para volver a examinar sus pro­ pios valores y descubrir dentro de sí la esencia de su feminidad. Cuando Venus progresado entra en conjunción con el Sol destaca en ese año las relaciones. Según cuál sea la edad a que esto se produzca, tendrá diferentes connotaciones. Generalmente, uno descubre su pro­ pio opuesto interior y los aspectos no desarrollados de sus íntimos an­ helos de amor y de pareja. Una relación amorosa que se establezca en este año señala un momento decisivo, y con frecuencia es un prece­ dente que seguirán las relaciones subsiguientes en los años venideros. El individuo que ha encontrado a su pareja invisible -el «compañero interior»- comprobará que se manifiesta con frecuencia en una rela­ ción en la vida externa. Parece que los contactos recíprocos entre el Sol y Venus progresados se expresarán constantemente en forma de amor, aunque éste no tiene por qué ser necesariamente el amor romántico, sino quizás un sentimiento más profundo y auténtico de equilibrio inte­ rior que luego da como resultado una expansión de las percepciones. Aunque se suele dar por mediación del amor, el romance no consiste sólo en relaciones, sino en una intensificación de los sentidos: la vida es más intensa, los colores son más luminosos, los sonidos más resonan­ tes, el tacto y las percepciones viscerales se acentúan y se moviliza en su totalidad todo el lado vivencia! del sí mismo. La prioridad de Emma era examinar su relación consigo misma y estar en un contacto más estrecho con su lado femenino, sensual, emo­ cional y visceral, más bien que con el escindido Sol masculino en Gé­ minis que intenta convencerla de que el camino hacia la felicidad pasa por el éxito intelectual. En el año en que Venus progresado había retro­ cedido hasta el Sol, ella tenía que reevaluar tanto la dirección de su vida como sus relaciones con los demás. La evolución del yo en quienes tienen a Venus retrógrado parece efectivamente más lenta, y son personas que permanecen en el umbral 128

de la sofisticación social durante más tiempo que aquellos que tienen a Venus directo. El proceso de evaluación social se ve menos influido por causas externas: es más probable que la persona con Venus retrógrado conserve un cierto grado de inocencia, que no se entienda bien con la actividad social superficial y deba hacer cosas que tengan un signifi­ cado más profundo. Su instinto primario de supervivencia -saber de forma instintiva qué vitaliza y qué es mortífero- es un factor impor­ tante en lo que parece timidez o un contacto social superficial. Lo que realmente está funcionando es una comprensión profunda de que para ella podrían ser «mortíferas» las acciones insensibles, o simplemente triviales y aleatorias, de los demás. En el nivel de los valores personales, hay cosas que para muchos son agradables e inofensivas, pero para estas personas asumen la dimensión de una especie de muerte del alma. La gente joven con Venus retrógrado se encuentra con frecuencia ante situaciones que hacen que retrocedan e interioricen sus respuestas ins­ tintivas, lo que a su vez implica una seria contemplación de su verda­ dero valor interior. Incluso si cuentan con una situación parental que básicamente los apoya (corno sucedía en el hogar de Ernrna), seguirá ha­ biendo una muralla entre estos hijos y el mundo hasta que encuentren la seguridad interior que los proteja de la aspereza de la realidad. Cada vez que me he encontrado con mujeres que, teniendo a Venus re­ trógrado, han sido violadas sexualmente en sus años de crecimiento -si no por el padre, por tíos, hermanos u otros miembros masculinos de la familia-, hay un siniestro paralelo con la transformación de la Venus maya. Unirse en pareja con el Sol (el padre) puede sonar enriquecedor y fascinante en el mito, pero en la vida real decididamente no lo es. Cuando el rito de pasaje a la sexualidad de una mujer joven no es una respuesta instintiva, sino una coerción impuesta por una figura solar, no es ni más ni menos que el infierno sobre la tierra. El agresor mascu­ lino se adueña de su esencia femenina, que desaparece y queda sepul­ tada bajo tierra. Lo que emerge más ádelante es un grito de guerra; la hostilidad fría y rechazante de la mujer es, en realidad, la evolución psí­ quica detenida y frustrada de la niña de quien se ha abusado sexual­ mente. En algunos casos este suceso -la violación o el matrimonio involuntario con el Sol- termina realmente por emerger corno una ma­ nifestación transexual, en la cual el animus se hace cargo, avasallando a la parte psíquica femenina, y la mujer se convierte en una mujer-hombre: fuerte, llena de coraje, valiente, política, militante, agre­ siva, estridente y aterrorizada. Que yo sepa, no hay ningún vínculo entre las mujeres que tienen a Venus retrógrado y el incesto, y yo no estableceré ninguno, pero con 129

frecuencia la carga erótica en el hogar familiar es tensa, está despla­ zada, y la persona que asume instintivamente esa carga en el sistema fa­ miliar es la que tiene a Venus retrógrado. Son personas que perciben intuitivamente con mayor claridad la discordia o los sentimientos am­ bivalentes de sus padres, ya sea entre ellos o hacia otros miembros de la familia. La sensibilidad para la resonancia sexual de la familia es tam­ bién en ellas sumamente alta. En los hombres, es frecuente que Venus retrógrado coincida con un vínculo psicológico y físico mucho más poderoso con la madre que con el padre. No parece que el abuso de los niños varones por parte de la madre esté tan difundido como en el caso de las hijas y el padre, pero puede ser que sea más sutil, y también más difícil que los hombres lo reconozcan debido a las presiones y los estigmas sociales. Warren

Un hombre con Venus retrógrado a 6 º de Piscis en la casa cuatro y el Sol a 12 º de Piscis sufrió esta forma de abuso a manos de su madre. Warren tiene al Sol en quincuncio exacto con Neptuno, y Venus está a un par de grados de su elevación helíaca, en su punto de transforma­ ción, cuando vuelve a ser una deidad femenina precisamente antes de reaparecer en el cielo por la mañana. Como hijo único de un padre au­ sente, Warren pasó la primera época de su vida en la compañía casi exclusiva de su madre. Me contó que desde que él tenía memoria, su madre lo bañaba y le frotaba el pene hasta que se le ponía rojo y le esco­ cía. Siempre estaba insistiéndole en su higiene y su funcionamiento, y en la molestia que era, comparado con el dispositivo pulcro, oculto y discreto que tenía ella (y presumiblemente todas las mujeres). Y conti­ nuó haciéndolo hasta que él llegó a la pubertad y empezó a encerrarse en el baño con llave. Warren creció sintiéndose muy desdichado con­ sigo mismo y con su desafortunado pene. Finalmente buscó terapia a causa de su travestismo, que a su modo de ver era una depravación. No era homosexual, pero en toda su vida (tenía 43 años) jamás había realizado un coito heterosexual. Conoció a una mujer, se enamoraron y se casó con ella, y tienen una buena vida sexual, en la que desempeña un papel muy importante, como se puede suponer, la bañera. La culpa y la vergüenza que había sentido antes eran demoledoras, pero con la terapia y la suerte de haber encontrado a una persona que era (son sus palabras) «tan rara como él», su Venus terminó por ser muy feliz. 130

Los hombres con un Venus retrógrado menos problemático encuentran otras maneras de experimentar la transformación de un género a otro. Tienen una poderosa identificación con su lado femenino, y con fre­ cuencia ven que, en un nivel de amistad, les resulta más fácil relacio­ narse con mujeres que con hombres. Con una característica falta de competitividad masculina, sus gustos sociales a menudo van de un ex­ tremo a otro: de la tendencia a la reclusión y al disfrute de su propia compañía hasta el cultivo de compañeros superficiales, frívolos y volu­ bles. La reacción alternativa es la de la imagen del hombre macho, cuya parte masculina se aterroriza ante el anima y su feminidad, como resul­ tado de lo cual se pasa la vida en busca de la mujer ideal, intentando en última instancia, y de la única manera que instintivamente sabe, regre­ sar al útero con tanta frecuencia como le sea posible. Carentes de la voluntad necesaria para hacerse valer, los nativos con Venus retrógrado suelen ser víctimas de la introyección, es decir, acep­ tan pasivamente todos los valores que les ofrecen la familia y la socie­ dad, sin dejar ni un momento de proclamar visceralmente que los re­ chazan (como en el caso de las experiencias de infancia de Justine). Esto crea un conflicto especial, una herida de cuerpo y alma que los vuelve hacia adentro para contemplar un universo cuyas leyes están de acuerdo con sus propios sentimientos. Con frecuencia estos hombres poseen un fuerte carisma, una corriente subterránea de intensidad emo­ cional que emana de ellos como una vibración sutil, en vez de manifes­ tarse en una actividad social abierta o en la extraversión. De ahí que a menudo ejerzan un callado e irresistible magnetismo, generando un poder sensual y una silenciosa atracción. Basados en un fuerte sentimiento de justicia interior, es frecuente que sus valores sean crudos y primitivos, o bien exaltados y religiosos. Da la impresión de que el factor religioso surge siempre, como si lleva­ ran vivo dentro de sí un asesor espiritual. Ortodoxas o heterodoxas, sus necesidades religiosas son fuertes, y estas personas van en busca de los sistemas de apoyo que necesitan. Cuando se sienten heridas, derrotadas o profundamente rechazadas en el amor, las personas que tienen a Venus retrógrado suelen buscar el consuelo en Afrodita Urania, la diosa purificadora del amor ideal; la unión espiritual con un personaje mito­ lógico suaviza y calma la tristeza y la desesperanza de la experiencia profana. Con frecuencia, a los individuos con Venus retrógrado les resulta di­ fícil relacionarse con los valores sociales superficiales, y por lo tanto tie­ nen, según ellos, problemas en sus relaciones. Pero no son las relaciones per se lo que constituye el problema, sino la forma en que las experi­ mentaron en sus años formativos. La lente a través de la cual las ven 131

Fig. 5.6. Nadia

está predispuesta a un ideal, que no es lo que se da en la vida real. Por lo tanto, las heridas de las personas que nacieron con Venus retrógrado suelen exacerbarse por lo que de hecho les toca vivir en su entorno. Nadia En la carta de Nadia hay un stellium de planetas en la casa siete, entre ellos Mercurio en conjunción con Plutón en conjunción con Venus re­ trógrado, todos en Virgo. El ste!lium está contenido entre Urano a 18 º de Leo y Marte a Oº de Libra (v. fig. 5.6). Con Acuario en ascenso y la Luna en Escorpio en conjunción con Neptuno, se tiende a suponer co­ rrectamente que cierto grado de independencia y de reserva es inhe­ rente a la naturaleza de Nadia, pero la medida en que esto entró en conflicto con la pobladísima casa siete se convirtió para ella en un 132

problema. Cuando la casa natural de Venus contiene una mayoría de planetas, las relaciones desempeñan un papel más importante en la evo­ lución del yo, y es posible que el conflicto interior se proyecte sobre la pareja. El complejo de Venus retrógrado y su naturaleza dualista se añadió a los ya ambivalentes sentimientos que habían empezado a re­ moverse en ella en el momento en que acudió a la consulta. Nadia vino para que le hiciera una lectura de la carta en el momento en que su Venus directo progresado había vuelto a su grado natal, lo que anunciaba el redescubrimiento de sus valores personales sumergi­ dos. La razón manifiesta para la consulta era hablar de la necesidad de separarse de su marido -que había llegado a ser más bien su amigo que su amante- y de irse a vivir sola. El factor inconsciente afloró en el curso de la sesión. Nadia habría de descubrir hasta qué punto había lle­ gado a separarse de sus valores personales, y cuál era la mejor manera de volver a conectarse con ellos. Era la menor de tres hermanos, con catorce años de diferencia, y la criaron prácticamente como si fuera hija única. Su padre, alcohólico, estaba muy enfermo, y su madre llegó a identificarse totalmente y de hecho a fundirse con Nadia, tratándola como a un «sustituto paterno», en una rarísima inversión de papeles, causante de muchísima confusión para una niña que luego tuvo que librar una batalla para separarse de su madre. El padre dejó de beber cuando en la carta de su hija, a los dieci­ séis años, Venus progresado se estacionó y se volvió directo, momento en que la muchacha se fue de casa para proseguir sus estudios. Nadia afirmaba que aborrecía las relaciones porque eran !imitado­ ras. Parecía incapaz de detenerse en lo específico y hablaba, en cambio, en términos universales para enmascarar su miedo de afrontar lo que podría ser simplemente una incompatibilidad entre ella y su marido. Como filosofía de la vida se había construido una defensa global -«Odio las relaciones»-, en vez de expresarse en enunciados particula­ res como «No me satisface la calidad de esta relación específica o el grado de satisfacción personal que obtengo de ella». Mediante la explo­ ración de la experiencia de Venus retrógrado, fue más capaz de enten­ der la ambivalencia de sus sentimientos más íntimos y descubrió que su miedo de identificar problemas específicos estaba enmascarando una negación profunda de su propia validez como persona. EL MOVIMIENTO DE VENUS POR PROGRESIÓN SECUNDARIA

Como ya he dicho, en cada estación (ya sea retrógrada o directa) Venus hará resonar la Sección Áurea. Por lo tanto, aplicadas holgadamente las 133

estaciones progresadas resonarán con el concepto platónico del plano ideal. Psicológicamente, pues, esto se traduce como el afloramiento o la percatación de un exaltado sentimiento de perfección y como una espe­ ranza de alcanzar una perfecta armonía por medio del amor, el estudio o el arte. La estación retrógrada progresada: Como Venus permanece directo du­ rante períodos muy largos, es posible que en toda la vida no se llegue nunca a experimentar su estación y su retrogresión por progresión secun­ daria. Si esto sucediera, sin embargo, el individuo se encontraría con que significa la inauguración de un nuevo ciclo de valores. Como pasa con todos los planetas y aspectos progresados, sus efectos son sutiles y operan como un telón de fondo temático para los tránsitos más activamente ma­ nifiestos. Puede ser que el propio punto de estación no resulte impor­ tante, pero la progresión la desencadenan los tránsitos en aspecto con el Venus natal o los tránsitos de planetas exteriores en relación con la carta natal que estimulan a la acción al Venus progresado. Si Venus llegara a estacionarse y volverse retrógrado por progresión secundaria, habrá que tomar nota por anticipado de dos años impor­ tantes: primero, el año en que pase hacia atrás por el grado natal, si es que lo hace, y segundo, el año en que se junte con el Sol progresado en la conjunción inferior, unos 20 años después de la estación. Dentro de estas dos estipulaciones hay que considerar otras dos precisiones: 1. Si el Venus natal está antes del grado en el que se producirá la conjunción inferior, es del todo posible que el Venus progresado no al­ cance jamás el grado en que estaba en el momento del nacimiento por­ que se encuentra a una distancia de 20 a 24 días del grado en el que for­ mará conjunción con el Sol en el punto de la estación retrógrada, y a más o menos otros 20 días de la conjunción inferior retrógrada. El orden de los puntos progresados en este caso es el siguiente: el planeta primero llega a la conjunción inferior, y luego progresa hacia atrás hasta el grado en donde se encontraba natalmente. 2. Si el Venus natal está más allá del grado donde se producirá la conjunción inferior, entonces la secuencia es la siguiente: primero, el Venus progresado pasa hacia atrás por el grado natal, y después llega a la conjunción inferior progresada. El año de la estación podría precipitar un retraimiento de lo que ha sido una afinidad de toda la vida, y entonces emerge poco a poco una manera completamente nueva de percibir la propia esencia creativa. Es probable que todas las enseñanzas arraigadas que han sido sumaria­ mente adoptadas empiecen a vacilar, y que uno se vea ante la exigencia de volverse hacia adentro para explorar cuál es su propio valor esencial. 134

Todos los valores que no se han originado en el propio núcleo más ín­ timo se desploman, palidecen y se vuelven superficiales, impulsando a transformar la motivación subyacente en la formación de relaciones y en el establecimiento de valores y costumbres. Con frecuencia hay algún acontecimiento o circunstancia en especial que, cuando se refle­ xiona sobre ello, da la impresión de haber precipitado la inversión. A lo largo de unos pocos años después de la estación y la retrogre­ sión progresadas, las personas extravertidas pueden encontrarse cada vez más desanimadas con el mundo exterior y sus placeres, volviéndose cínicas y retraídas hasta que se acostumbran más a la nueva manera de percibir su entorno. Por otra parte, los introvertidos pueden encon­ trarse complacidos al descubrir que después de todo no estaban equivo­ cados, y que el gran manantial del amor y la alegría es, en efecto, in­ terno. En cualquiera de los dos casos, el mundo interior se enriquece y adquiere más significado, impartiendo un mayor sentimiento de satis­ facción al hecho de estar uno solo consigo mismo. El yo se vuelve más fácil de apaciguar, está menos necesitado de aprobación externa y más centrado en la propia creatividad. Es probable que en torno de Venus se forme una concha como pro­ tección de las perturbaciones externas, creándose un recipiente para sanar las heridas. Generalmente se trata de heridas que se produjeron muy pronto en la vida, y que sólo vuelven a la memoria en el momento decisivo, cuando Venus empieza a recorrer muy despacio hacia atrás los grados del zodíaco que ha recorrido en movimiento directo desde el nacimiento. De esta manera podemos visitar nuestro propio pasado, corrigiendo desequilibrios e impurezas que han contaminado nuestro sentimiento de integridad. Con la estación retrógrada de un planeta se moviliza siempre un mecanismo de autocorrección, y es probable que ni siquiera nos demos cuenta de hasta qué punto nos habíamos des­ viado de la senda central. Si el Venus progresado se mueve hacia atrás hasta su grado natal antes de llegar a la conjunción progresada con el Sol, vuelven a desper­ tar valores reprimidos pero innatos, y empiezan a aflorar a edad bas­ tante temprana. Ese año se pone de manifiesto que ciertos valores están fuera de su lugar, y la persona comienza a abandonar una vida que no es satisfactoria, e inicia la búsqueda de un Sí mismo «perdido». Es fre­ cuente que los gustos, las necesidades y los valores del nativo se alteren drásticamente en el curso de ese año, seguido por un silencioso retiro en el interior de sí mismo. La gente suele señalar que el año fue notable debido a una especie de revelación emocional o a una relación que les cambió la vida y que sintieron como más verdadera y personalmente real. En resumen, la estación retrógrada se produce aproximadamente

dentro de los primeros veinte años de vida. Después, el Venus progre­ sado retrógrado terminará por encontrarse con el Sol progresado en la conjunción inferior. Con este orden de cosas, emerge inconsciente­ mente un recuerdo de valores intrínsecos que se unen a lo que se ha aprendido con el tiempo, y el nativo recupera el Sí mismo perdido, se­ pultado en los rayos del Sol. Si la estación retrógrada se produce después de la mitad de la vida, o en los años que van de finales de los treinta a la mitad de los cuarenta, puede señalar un momento de reunión de todo lo que se ha aprendido para recopilarlo en una gran obra. En los años que siguen inmediata­ mente a la estación retrógrada de Venus, la persona creativa se encon­ trará con un brusco cambio de foco, o bien de técnica, en virtud del cual todos los supuestos previos relativos a su trabajo naufragarán en el caos, obligándola a una reevaluación. Este puede ser el comienzo del magnum opus, de la gran obra en la que la suma total del trabajo de toda una vida se concentra en un único foco. En este caso, es probable que Venus no llegue nunca a progresar hacia atrás hasta cruzar su grado natal en el curso de la vida, sino que se encuentre con el Sol progresado unos veinte años después de su estación, en una conjunción inferior progresada. (El Venus natal estará entonces en un grado muy anterior a aquel en que se produce la conjunción inferior.) Cuando el Sol progresado y Venus se encuentran en la conjunción inferior ya tarde en la vida, puede suceder que el nativo se encuentre con un compañero o una compañera del alma cuando menos se lo es­ pera. La naturaleza transexual de la conjunción inferior, el matrimonio de Venus con el Sol y la transformación simbólica en hombre o mujer pueden significar literalmente la transformación del yo en una identi­ dad no sexual. Más allá de cierta edad, no hay acentuación en los pape­ les masculino o femenino, y un encuentro de almas puede trascender verdaderamente lo material y lo físico. Los aztecas y los mayas daban gran importancia al punto en donde Venus se volvía visible por primera vez en el cielo al amanecer, cuando hacía su aparición después de haberse sometido a misteriosos ritos. Se decía que ese era el instante de la revelación -con Venus unos 1 Oº por detrás del Sol, después de la conjunción inferior-, cuando su carácter de portador de la luz y su iluminación empezaban a avanzar hacia su momento de mayor brillo. La astrología natal parece confirmarlo: la gente también se toma su tiempo para «mostrar su nuevo ser» después de la muerte y el renacimiento acaecidos en la conjunción inferior. La estación directa progresada: Como Venus permanece retrógrado de 40 a 43 días aproximadamente, se volverá directo por progresión se136

cundaria en algún punto de la «primera mitad» de la vida, es decir, en el momento en que se produce la transición de la mitad de la vida o antes. Según lo tarde que uno haya nacido en el ciclo retrógrado, Venus puede o no volver a pasar sobre el grado natal en movimiento di­ recto. 1. Si Venus natal se encuentra en la primera mitad del ciclo retró­ grado (es decir, antes de la conjunción inferior), llegará en los primeros años de vida a la conjunción inferior progresada, seguida por la esta­ ción directa de Venus progresado de 20 a 22 años más tarde. 2. Si Venus natal está en la segunda mitad del ciclo retrógrado (es decir, después de la conjunción inferior), entonces la estación directa de Venus progresado tendrá lugar antes de los 22 años, y alcanzará la elevación helíaca antes de los 30. Si uno ha nacido exactamente en la conjunción inferior, Venus progresado no pasará en movimiento di­ recto por el lugar natal hasta aproximadamente los 45 años. Cuando Venus natal está en un ciclo retrógrado, la capacidad de re­ lacionarse con la gente en un nivel superficial es casi inexistente y el mundo de las relaciones y de los valores es visto ya sea a través de una lente de aumento o de un cristal opaco; el cuerpo y sus necesidades físi­ cas y viscerales tienen una respuesta nítida y primitiva, lo cual para la filosofía representa con frecuencia un conflicto. Es más difícil reconci­ liar a Urania con Pandemos, y es frecuente que en el nativo haya una dicotomía entre los deseos y las creencias, hasta que llegue a cierto grado de madurez o de experiencia. Las personas con Venus retrógrado tienden a mitificar, simbolizar y expresar en términos universales nece­ sidades muy humanas y específicas. La estación directa progresada de Venus simboliza el momento en que se emerge de un lugar secreto donde se ha estado llevando a cabo toda clase de misteriosos procesos alquímicos. Recuerde la aparición de la Venus azteca-maya a partir de la fase retrógrada. Había sido trans­ formada en una deidad masculina, que unida a la diosa subterránea del amor dio nacimiento a una criatura celeste. Casada con el Sol, emergió finalmente restaurada como la Reina Guerrera, preparada para condu­ cir ejércitos. Los primeros seis o siete años después de que Venus retome el mo­ vimiento directo son tiempos de inestabilidad e incertidumbre para los individuos con Venus retrógrado. Ha habido un buen nivel de turbu­ lencia e inseguridad interior en tomo de sus valores, y de la importan­ cia de éstos para el mundo, que el movimiento directo de Venus por sí solo no alterará. El foco se ha de poner en los tránsitos y los aspectos con el Venus natal durante los años siguientes a la vuelta al movi­ miento directo. 117

Cuando se vuelve directo, Venus es volátil. En gran parte debido a toda una vida llena de defensas, suele haber un sentimiento de haberse visto despojado de esos mecanismos una vez que Venus inicia el movi­ miento progresado hacia adelante. Esto puede ser a la vez un alivio y un problema. Es un alivio porque ahora se puede ser más abierto, di­ recto y confiado, pero es un problema porque uno no está acostum­ brado a vivir la vida sin reglas defensivas ni fronteras. Anular las justi­ ficaciones habituales y dejar caer el escudo protector no es nada fácil de lograr, además de que «ser directo» puede ser tan problemático como ponerse instintivamente a la defensiva, refugiándose en el propio inte­ rior y acorazándose. Sin embargo, es posible equiparar el movimiento progresado directo de Venus con una liberación. Una clienta que nació durante la conjun­ ción inferior decía que el año de su movimiento directo progresado fue el punto culminante de su vida. Coincidió con su ordenación en una co­ munidad religiosa que la hace viajar por todo el planeta para ayudar a los países del Tercer Mundo en situaciones críticas. A los 23 años sintió que finalmente estaba en libertad de salir de su protegido sistema de valores y compartir su secreto amor por la divinidad, guardado con ce­ loso egoísmo. Cualquiera que sea el mecanismo que una persona haya usado para mantener su conjunto de valores privados, sagrados e íntimos apartado del mundo profano de los mortales ordinarios, o la defensa que haya erigido para proteger sus más profundos sentimientos espirituales refe­ rentes a su ser interior, estas barreras empiezan a erosionarse con la estación directa progresada de Venus, lo que permite una imbricación más estrecha de la vida interior con la exterior.

Personas famosas con Venus retrógrado: Muhammad Alí (también Saturno, Urano, Júpiter y Plutón retrógrados) Elizabeth Barrett Browning (aislado) Johannes Brahms (también Saturno retrógrado aislado) Pearl S. Buck Charlie Chaplin Winston Churchill (también Neptuno, Plutón y Urano retrógrados) Adolf Hitler Alan Leo (también Marte, Neptuno y Plutón retrógrados) Gustav Mahler (también Marte y Neptuno retrógrados) Peter Paul Rubens Sócrates C. C. Zain 138

TERCERA PARTE

LOS PLANETAS SUPERIORES RETRÓGRADOS EN LA CARTA NATAL

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El ciclo de los planetas superiores La figura 1.3 (p. 32) es un modelo de la visión geocéntrica de la retro­ gresión, con el planeta superior retrógrado puesto «en su lugar» con res­ pecto a la posición del Sol en tránsito. Para que se pueda apreciar com­ pletamente la dinámica de la retrogresión, tanto natal como en tránsito, me referiré de nuevo al ciclo de acuerdo con un punto de vista cíclico de doce etapas. En la conjunción del Sol con un planeta superior, pa­ sando luego por la oposición para volver después a la conjunción, vemos un ritmo, una resonancia del movimiento que define los aspec­ tos entre el Sol y Jos planetas superiores. l. Conjunción (directa): Cuando el Sol y el planeta superior están en conjunción, no podemos ver a este último porque se encuentra longitu­ dinalmente en el mismo grado del zodíaco que el Sol y los rayos de éste no permiten verlo. (Sin embargo, no necesariamente está paralelo al Sol en declinación, lo cual es una consideración importante cuando un pla­ neta y el Sol están en conjunción exacta porque la declinación deter­ mina si el planeta oculta o «eclipsa» al Sol o no.) El planeta se está mo­ viendo a su velocidad máxima. En este punto anual, que cada año se retrasa un poco en el calendario, tiene lugar una fusión de energía que marca el tono del siguiente ciclo de movimiento para cada planeta. El único planeta superior que difiere ligeramente de este paradigma es Marte, cuyo trígono con el Sol se produce justo antes de su estación retrógrada, y justo después de su estación directa. Por lo demás, la teo­ ría del movimiento es válida. El ciclo de Marte se trata en profundidad en el capítulo 17. 2. Sextil (directo): El planeta superior es visible justo después del cre­ púsculo, cuando el Sol está en sextil derecho con el planeta superior. 141

Su velocidad es mediana. El Sol se encuentra dos signos por delante del planeta superior. 3. Cuadratura (directa): En el momento en que se produce la cuadra­ tura derecha del Sol con el planeta superior, éste pierde impulso en su movimiento directo y por lo tanto parece que reduzca su velocidad. Se está preparando para la estación retrógrada. 4. Estación retrógrada (aparentemente inmóvil): En la estación retró­ grada el planeta está virtualmente parado, y presenta esta apariencia durante un par de semanas. Su poder se ha concentrado y su estación en apariencia inerte crea una sensación de cambio inminente, pero se desconoce el carácter de este cambio. El estado anímico de una estación retrógrada es de incertidumbre. Los días inmediatamente anteriores a la estación suelen estar llenos de acontecimientos o de tensión psicológica. Esencialmente, el Sol em­ pieza ahora a dominar al planeta; los principios y la energía de éste se invierten y se vuelven subversivos. El planeta se desvía y su evolución se vuelve acéntrica, operando con frecuencia en el individuo de mane­ ras profundamente inconscientes que se vuelven conscientes más ade­ lante, en la oposición, y también en la estación directa. La distancia entre un planeta y el Sol cuando el primero está en su estación retrógrada se puede predecir de la siguiente manera (véase la fig. 1.4, p. 36 ):

Marte: 138 º (observe que el trígono con el Sol se ha producido con 15-20 días de antelación) Júpiter: 117º Saturno: 109º Urano: 102º Neptuno: 100º Plutón: 99º. 5. Trígono estacionario retrógrado (retrógrado y en aceleración): Des­ pués de la estación retrógrada, el planeta empieza lentamente a cobrar impulso a medida que se acelera hacia la oposición. En el trígono, la incertidumbre de la estación se rompe, y con frecuencia este aspecto actúa como el «desencadenante» de los acontecimientos. El Sol «cose­ cha» la energía del planeta estacionario y la manifiesta. Después del trí­ gono, el movimiento retrógrado ha sido absorbido y sus efectos están estabilizados.

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6. Quincuncio en aceleración (retrógrado): El planeta está cobrando impulso retrógrado en este momento, mientras el Sol avanza hacia la oposición con él. 7. Oposición (retrógrada): En este punto del ciclo el planeta superior se mueve aproximadamente a dos tercios de la velocidad con que lo hace cuando está en conjunción con el Sol. Este es el movimiento más rápido del ciclo retrógrado, y libera la tensión de la primera mitad del ciclo. Mientras el Sol avanza como de costumbre y el planeta superior retrocede, se encuentran para confrontar cuestiones que han quedado pendientes desde la estación. El ciclo cambia de tono y de fase porque la Tierra está situada entre el Sol y el planeta superior. Vale la pena ve­ rificar la declinación del Sol y del planeta para ver si están paralelos, lo cual, unido a la oposición longitudinal, sería especialmente poderoso. 8. Quincuncio en desaceleración (retrógrado): Ahora el planeta va per­ diendo impulso a medida que avanza hacia el trígono estacionario di­ recto, inmediatamente previo a su estación. 9. Trígono estacionario directo (retrógrado y en desaceleración): De nuevo, el planeta está ahora virtualmente parado, pero retrocediendo por minutos de arco. El Sol cosecha el producto del ciclo retrógrado y carga al planeta estacionario de una energía moderada. El estado aní­ mico propio del trígono estacionario directo es de intensidad contenida (de compulsión sin dirección) y se tiene una sensación de cautividad. La tensión es una excitación subyugada que marca el tono de lo que será liberado o revelado en la estación directa. El número de días antes de la estación directa en que se producirá el trígono del Sol con el planeta es aproximadamente el mismo que para el trígono estacionario retrógrado. 10. Estación directa (aparentemente inmóvil): El planeta da la impre­ sión de detenerse. Cuando se vuelve directo, el estado anímico es de desorientación, de libertad pero sin dirección. Gradualmente, a lo largo de los días subsiguientes, los problemas se aclaran. La liberación del planeta del dominio del Sol puede crear una sensación de histeria en torno a los acontecimientos y en las reacciones psicológicas. Esta es una fase muy reactiva, que puede descargar una energía irregular y crear un caos temporal. El Sol ha continuado con su movimiento aparente regu­ lar, pero su posición con respecto al planeta superior ha desencadenado el movimiento directo de éste. El planeta está liberado, pero sin conten­ ción alguna. 141

La manifestación de la totalidad del ciclo retrógrado puede tardar semanas. Con frecuencia es la cuadratura con el Sol lo que marca el momento adecuado para que se produzca la reforma práctica. 11. Cuadratura (directa): Ahora el Sol se ha movido hasta la cuadra­ tura con el planeta superior. En este momento, el planeta se va acele­ rando en movimiento directo, pero el Sol todavía se le está acercando desde atrás, desde tres signos antes en el zodíaco. Esto ocurre de forma cíclica para cada planeta, excepto Marte:

(Marte: está en trígono con el Sol de 15 a 20 días después de la estación directa) Júpiter: 28 días Saturno: 20 días Urano: 14-15 días Neptuno: 12 días Plutón: 6-8 días en Tauro; 13-14 días en Escorpio (los extremos de la órbita excéntrica de Plutón). El trígono del Sol con Marte produce el «drama» por el que se co­ noce su estación directa. El resto de los planetas superiores reciben la serena influencia de la cuadratura con el Sol después de la estación di­ recta. El período siguiente es el resultado de la fase retrógrada en su to­ talidad, cuando los objetivos prácticos de la revisión anual se incorpo­ ran a la corriente diaria de la vida. 12. Sextil (directo): El sextil del planeta superior con el Sol a medida que éste regresa a la conjunción prefigura la siembra de la conjunción siguiente. En ese momento el Sol está dos signos por detrás del planeta superior. Las sucesivas conjunciones de los planetas superiores con el Sol tienen lugar un poco después en cada año civil:

Marte: alrededor de 26 meses Júpiter: 1 mes Saturno: 13 días Urano: 4 días Neptuno: 2 días Plutón: 1-2 días.

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LOS ASPECTOS DEL SOL EN LA ZONA RETRÓGRADA

Tal como ya dije en el capítulo 1, hay un número limitado de aspectos entre el Sol y un planeta superior retrógrado: el trígono, la sesquicua­ dratura, el quincuncio y la oposición. Entre los trígonos estacionario re­ trógrado y estacionario directo están los dos tipos de quincuncio y la sesquicuadratura (véase fig. 1.3, p. 32). El Sol crea la atmósfera del aspecto que forma con el planeta. Al ver el movimiento solar como algo relativamente constante, lo que nos pa­ rece diferente a través de toda la fase retrógrada es el movimiento del planeta superior. Esta aparente velocidad del movimiento es lo que confiere «personalidad» al planeta retrógrado en cuestión. También, el hecho de que sean el Sol y ese planeta los que forman el aspecto y que el planeta esté invariablemente retrógrado en ese aspecto, cambia el ca­ rácter y la manifestación del aspecto. Por ejemplo, la interpretación de Venus en oposición con Plutón o de Júpiter en trígono con Marte no es­ pecifica si alguno de los planetas implicados está retrógrado. Pueden estarlo o no. Los aspectos mismos -trígono, sesquicuadratura, quincun­ cio u oposición- tienen, todos, sus características inherentes, pero cuando el Sol interviene en esos aspectos el planeta superior está retró­ grado, lo que añade una característica especial al comportamiento o la manifestación del aspecto. El poder de cualquier aspecto se incrementa con la exactitud del orbe. Como ya ha quedado claro que un planeta retrógrado está implí­ citamente en aspecto con el Sol, en el sentido de que el fenómeno de la retrogresión no significa nada sin tener en consideración al Sol, la exac­ titud de un aspecto clásico refuerza el contacto y acentúa la intensidad y el poder de la manifestación. Cuanto más distante del Sol está un planeta, más prolongados y pro­ fundos son su período estacionario y todos sus aspectos subsiguientes. Esto incrementa la intensidad de la vivencia interior del planeta. Aun­ que la interpretación de los planetas retrógrados es un tema muy con­ trovertido, entre los astrólogos parece haber un acuerdo general en cuanto a las estaciones: tienen una importancia especial y un poder sig­ nificativo. Por lo tanto, un trígono del Sol con un planeta tiene propieda­ des diferentes de cualquier otra combinación de planetas en trígono. Con respecto a los planetas sociales -Marte, Júpiter y Saturno-, su función retrógrada y los aspectos exactos que forman con el Sol se refie­ ren directamente a las relaciones con otros miembros de la familia y de la sociedad, y a menudo se manifiestan de manera más obvia en la per­ sonalidad que los planetas exteriores. Tal como explico a fondo en los capítulos 11-13, es probable que Urano, Neptuno y Plutón retrógrados 145

no se manifiesten en rasgos de personalidad obvios a menos que for­ men aspecto con el Sol, o con uno de los otros planetas personales. Debido a que el movimiento de los planetas exteriores es tan lento y sus períodos retrógrados tan prolongados -recorren apenas unos pocos grados de arco en unos cinco meses-, su interpretación en la carta natal es muy controvertida. Yo tiendo hacia el extremo conservador del es­ pectro, y no ofrecería una descripción definitiva de lo que «significan» Urano, Neptuno o Plutón cuando están retrógrados en el horóscopo. Sin embargo, cuando uno de estos planetas está en aspecto con el Sol, dentro de un orbe pequeño, hace una afirmación personalizada sobre el propósito del individuo en la vida en relación con un movimiento, enunciado, objetivo o ideal de carácter colectivo. El potencial para una fuerte identificación del yo con una fuerza colectiva se ve reforzado cuando el Sol natal está en contacto directo con un planeta transatur­ nino. La otra manifestación, más difícil, de los contactos del Sol con los planetas exteriores retrógrados es una tendencia compulsiva incons­ ciente, cuando el yo se identifica con la psicología de las masas y no es, por lo tanto, un auténtico representante del Sí mismo interior, sino que está estrechamente relacionado con comportamientos inconscientes y no con una opción individual y consciente. Sin embargo, el individuo podría muy bien ser una auténtica voz de lo colectivo si otras caracte­ rísticas del horóscopo confirman esa capacidad. Más adelante veremos ejemplos de personas de este tipo, que han tenido una influencia tre­ menda en lo colectivo, con aspectos exactos del Sol con Urano, Nep­ tuno o Plutón retrógrados. El signo y la casa donde se encuentra el Sol, y el signo y la casa del planeta retrógrado, así como los aspectos entre el Sol y el planeta retró­ grado, son factores significativos para analizar qué es lo que el Sí mismo interior se propone que el individuo cultive y exteriorice. Lo que sigue es una interpretación de los aspectos que forma el Sol con los planetas superiores en el curso del período retrógrado de estos últimos. Al incorporar el simbolismo del planeta, el signo y la casa, obtenemos una comprensión más clara de cómo poner nuestra voluntad al servicio de la activación y la explotación de la energía planetaria retrógrada. Con el fin de apreciar plenamente la forma evolutiva de encarar los aspectos retrógrados, pasaré de la estación retrógrada al trígono estacio­ nario retrógrado y de éste a la oposición para llegar finalmente al trí­ gono estacionario directo. Si su programa de ordenador muestra «SR» (o «ER») para la esta­ ción retrógrada, y «SD» (o «ED») para la estación directa, la indicación corresponde al día exacto. Si las estaciones son unos pocos días antes 146

o después del nacimiento, sólo aparecerá una «R» para retrógrado y no habrá ninguna indicación para directo, aunque podría ser el día antes de la estación retrógrada o el día después de la estación directa. Por lo tanto, será necesario consultar las efemérides para ver si el planeta en cuestión está realmente dentro de los dos o tres días de una estación. Haber nacido exactamente el día de una estación sólo coincide con el orbe de un trígono en el caso de Júpiter, cuya estación se encuentra dentro de los 6º del Sol en trígono con él. Es posible arriesgarse a adivinar si el planeta está estacionario cuando se conocen las pautas de cada uno de los planetas superiores, pautas que subrayo repetidamente en este libro. Sin embargo, hay lige­ ras variaciones en el número de días, de modo que incluso así debemos consultar las efemérides. Aun teniendo esto presente, ¿cómo podríamos definir un planeta estacionario? Técnicamente, sólo durante más o menos una hora al día el planeta parece efectivamente inmóvil. En inte­ rés de la interpretación, sin embargo, se suele conceder un margen de por lo menos tres días a cada lado (yo con frecuencia concedo seis), aunque la intensidad de la estación aumenta con la exactitud, tal como sucede con cualquier tipo de aspecto. Las estaciones Estación retrógrada: Constituye un cortocircuito que puede privar al in­ dividuo del potencial para exteriorizar la energía intrínsecamente aso­ ciada con el planeta estacionario. A menos que haya otros aspectos que faciliten o canalicen la salida de la energía al exterior, ésta hace implo­ sión, lo que da como resultado una fuerza interna que atrae hacia aden­ tro la energía del entorno o ,de otras personas. Con frecuencia, al nativo le resulta difícil, si no imposible, expresarse de manera satisfactoria. Esto puede dar como resultado formas de comportamiento obsesivas o compulsivas, o una dedicación a trabajos detallados y rigurosos que mediante su minuciosidad satisfacen la necesidad de realización y de éxito. El único planeta superior que, encontrándose natalmente en esta­ ción retrógrada, luego se volverá directo por progresión secundaria es Marte, muy tarde en la vida, entre los 65 y los 75 años. El factor aislado más importante que hay que considerar es que el planeta estacionario -a excepción de Marte- formará trígono con el Sol progresado en los años de juventud de la persona, reuniendo poder y ayudando a orientarlo hacia afuera. Si la estación es exacta, el trígono del Sol progresado con Júpiter se produce entre los 3 y los 5 años; con Saturno, a los 12; con Urano, entre los 17 y los 20; con Neptuno y Plu147

tón, entre los 1 9 y los 22. El año en que tiene lugar el trígono es óptimo para la liberación; establecer contacto con la energía interiorizada y descubrir vías para expresarla puede dar como resultado que el planeta retrógrado se convierta en un poderoso vehículo para la expresión del yo a medida que el individuo continúa madurando. Se podría decir que un planeta natal en estación retrógrada es el miembro autista de la familia: presente, pero no responsable. Puede ser que permanezca mudo y no llegue a nacer en toda la vida, pero general­ mente hay muchos otros factores para considerar que no paralizan a la persona en su totalidad, sino sólo ese único aspecto de la psique. De todas las demás señales astrológicas, la más importante es el poder del trígono progresado con el Sol, que puede «cosechar» energía y darla a luz, ofreciendo al yo un vehículo sólido y creando un poderoso canal por cuya mediación la persona puede aprender formas creativas de au­ toexpresarse. Se podría considerar que los años que van desde el naci­ miento al trígono del Sol progresado son como un «período de incuba­ ción» durante el cual se está produciendo una gestación interior, a menudo totalmente inconsciente. El despertar del trígono solar puede coincidir con el descubrimiento de una característica especial de cuya existencia quizá la persona haya sido consciente, pero que hasta ese momento no había tenido la capacidad de realizar. Con un esfuerzo consciente, madurez y especialización en los ámbitos asociados con el planeta estacionario, el trígono solar puede convertirse en un área espe­ cial de capacidad y talento artísticos y en un canal mediante el cual pueda expresarse el genio. Estación directa: Un planeta natal en estación directa exacta ha reunido ya una gran cantidad de poder y está virtualmente vibrando por una vía que le permita expresarlo. A menos que forme otros aspectos que pro­ muevan un canal para esa energía, como un trígono con Mercurio, o un trígono o un sextil con Saturno, Marte o Júpiter, es probable que tenga poca base en los primeros años de la vida. La posición señala un tendón de Aquiles: una debilidad divina que, si el individuo está desprotegido, lo vuelve vulnerable a los ataques en ese ámbito. Mientras que en la estación retrógrada el planeta está exce­ sivamente limitado, encerrado y sepultado, en la estación directa está plenamente formado pero es infantil, con fronteras débiles, si es que las tiene. Los años que van desde el nacimiento hasta el primer aspecto im­ portante del Sol progresado con el planeta son experimentales, y con frecuencia tangenciales a la dirección y el propósito eventuales que el individuo experimenta cuando encarna la energía rebelde. El primer aspecto de Marte con el Sol progresado es el trígono, que 148

se produce en algún momento entre los 15 y los 20 años, y sirve para ayudar a crear un escenario donde se represente el impulso de alta in­ tensidad intrínseco en el Marte estacionario directo; una persona joven puede encontrar de pronto una dirección, como si despertara de un largo sueño. El trígono de Marte con el Sol progresado proporciona a la energía desenfrenada la concentración en el yo, un lugar donde brillar y una sensación de organización, recogiéndose en sí mismo y volviéndose cada vez más directo en los años siguientes. En cuanto a los demás planetas superiores, su primer aspecto con el Sol progresado es la cuadratura, con el planeta en estación directa. Si se trata de Saturno, la cuadratura se produce alrededor de los 20 años, coincidiendo con el natural rito de pasaje que constituye el tránsito de Saturno en cuadratura consigo mismo a los 21. El Sol progresado forma una cuadratura con Júpiter a los 28 años, coincidiendo con el retorno lunar progresado a los 27 y medio y anunciando el retorno de Saturno a los 29. La cuadratura del Sol progresado con Urano se produce hacia los 14 o 15 años, turbulentos años de adolescencia señalados por el tránsito de Saturno en oposición con el Saturno natal. Neptuno forma una cuadratura con el Sol progresado a los 12 años, y Plutón varía mu­ chísimo debido a su gran inclinación orbital sobre la eclíptica. Según en qué signo se encuentre, Plutón forma cuadratura con el Sol progresado entre los 6 y los 14 años. Cuando está en Tauro, Géminis y Cáncer, la cuadratura se produce entre los 6 y los 8 años, y no antes de los 12 cuando se encuentra en Virgo o Libra. En Escorpio, Sagitario y Capri­ cornio ocurre entre los 13 y los 14 años, en mitad de la adolescencia. El año de la cuadratura estará marcado por una confrontación entre el yo en desarrollo y el todavía no delimitado planeta estacionario. Lo que puede ser inherentemente un rasgo rebelde y anarquista también podría ser, con la contención adecuada, una fuente de gran originali­ dad. El año en que se produce la cuadratura constituye una oportu­ nidad de contener la energía indiferenciada y encontrar un medio tan­ gible de utilizar el poder y la autoridad potenciales.

Paul La situación de Paul ejemplifica el poder de las estaciones y del movi­ miento progresado. Sin tener en consideración todas las muchas otras señales astrológicas activas, sólo examinaremos sus experiencias rela­ cionadas con las estaciones de Júpiter y Saturno. Paul nació con el Sol a 22º 56' de Aries en la tercera casa, Júpiter a º 28 56' de Sagitario en la casa once, y Saturno a 15º 47' de Leo en la 149

séptima. Tanto Saturno como Júpiter estaban prácticamente inmóviles, moviéndose sólo más o menos un minuto de arco por día. Júpiter es­ taba más cerca de su estación retrógrada, que alcanzó en el tercer año de vida de Paul. Para entonces se veía claramente que Paul tenía gran­ des dificultades para comunicarse (¡y con el Sol en la tercera casa!); no podía hacerse entender y sus padres estaban muy preocupados. Si que­ ría algo, como no le entendían porque deformaba las palabras, se in­ ventó un sistema pictográfico: básicamente, dibujaba lo que quería decir. Ideó un lenguaje simbólico, con figuras y cifras, para comuni­ carse. Paul recuerda que estaba obsesionado con el norte de África, los temas egipcios y las pirámides a la precoz edad de 3 o 4 años; es evi­ dente que su lenguaje era jeroglífico. Su familia, sin embargo, pensaba que el niño tenía algún defecto. Entre los 4 y los 5 años, durante la estación de Júpiter, Paul se so­ metió a una terapia del habla. Recuerda claramente esa época como de gran frustración, y por lo visto, según cuenta una tía, a los 5 años «fra­ casó» en su clase de preescolar. Lo pusieron en una clase especial con niños que tenían incapacidades emocionales y de aprendizaje, y la maestra tocó algo profundamente escondido dentro del niño y consi­ guió llegar a su parte aislada y oculta. Después de aquello se produjo un notable giro en los acontecimien­ tos. Al año siguiente, cuando el niño tenía 6, el Sol progresado formó el trígono posterior a la estación con su Júpiter retrógrado, y Saturno llegó a su estación directa. Paul logró un importante adelanto, su «pro­ blema» desapareció y sus habilidades escolares y de comunicación se dispararon. Al terminar el primer año escolar estaba en vías de ser un excelente alumno, y siguió siéndolo en su época universitaria y de pos­ grado. La inversión de Júpiter y la liberación de Saturno en el movimiento directo, todo ello relacionado con el desarrollo del yo ( el Sol), sirvieron para romper la tensión. La estación retrógrada de Júpiter cuando Paul tenía 3 años había interiorizado su sentimiento de conciencia social hasta tal punto que la familia se inquietó ante su retraimiento, que se convirtió en motivo de preocupación. Cuando el Sol progresado formó un trígono con el planeta, él estaba encontrando maneras de exteriori­ zar sus conocimientos y sus habilidades. En esa experiencia, que coinci­ dió con la estación directa de Saturno, Paul dio cuerpo a su yo, va­ cilante e incierto. Me dijo que sentía que en realidad se había «en­ camado» a los 6 años, y que hasta entonces anduvo revoloteando al­ rededor de su cuerpo. En Paul se produjo un despertar interior cuando Saturno se volvió directo; él lo describió como «un cambio espectacular en mi conciencia social, fomentado, sin duda, por los buenos oficios 150

de la maestra de preescolar y el logopeda� finalmente, algo consiguió llegar a mí». El siguiente aspecto importante después de la estación directa de Sa­ turno fue la cuadratura del Sol progresado con el Saturno natal, diecio­ cho años más tarde, cuando Paul tenía 24. Una vez terminada su edu­ cación secundaria, había ingresado en la universidad para graduarse en historia y en literatura. A los 24 años emigró. Siguió estudiando hasta titularse en psicología, recordando que a los 6 años había decidido que quería ser psiquiatra. En la actualidad Paul es profesor de astrología, consejero psicoló­ gico y un prolífico escritor en su campo. Extravertido por naturaleza, se expresa con fluidez y habla con gran facilidad en público, pero le re­ sulta penoso y frustrante escribir, como si en el proceso estuviera arro­ jando algo muy profundo que hay dentro de él, algo informe y muerto que necesita resucitar. La estación de Júpiter sigue operando natal­ mente, al igual que la de Saturno, pero la asociación inconsciente del niño con los antiguos jeroglíficos y el lenguaje simbólico se ha conver­ tido en un sistema de trabajo para el adulto que hoy es Paul. Es decir, los movimientos progresados no cambian el aspecto natal -que sigue siendo la semilla-, pero la evolución y la maduración de la simiente se revela de un modo espectacular a medida que el Sol continúa con su movimiento decisivo, trazando la retrogresión y la dirección de los pla­ netas a través del orden clásico. Los aspectos clásicos El trígono estacionario retrógrado: (Orbe de 5-6 º a cada lado del punto exacto.) Lo señala la inmovilidad del planeta superior, que ha ido redu­ ciendo la velocidad durante más o menos un mes y -con la única excep­ ción de Marte- cualquier planeta superior en trígono con el Sol está en su etapa de movimiento más lento y retrógrado. La complacencia gene­ ral que se asocia con el trígono está más que realzada: es el compendio del logro poderoso y tranquilo. El planeta no se volverá directo en el curso de una vida y se man­ tiene retrógrado por progresión secundaria; como el Sol progresa un día por año, el planeta continuará lentamente retrocediendo. Sin embargo, son posibles dos importantes momentos progresados. El primero se da cuando el Sol progresado llega al quincuncio en aceleración con el pla­ neta. Esto señala un punto importante de cambio en la vida, y exige que se considere seriamente la propia capacidad para reivindicar el poder. Coincide con el desarrollo de la madurez y ocurre entre los 30 y los 151

40 años. El segundo aspecto importante es la oposición del Sol progre­ sado con el planeta retrógrado progresado, seguida por la oposición con el planeta retrógrado natal en el término de un par de años. Esto ocurre treinta años después de que el Sol progresado forme quincuncio con el planeta retrógrado natal (véase la sección sobre la oposición). El trígono estacionario retrógrado confiere una calma y una concentración inte­ riores que dan margen a un grácil flujo de energía entre la voluntad solar y el planeta implicado. Aun sin ser enérgico y poderoso en un sen­ tido activo, el aspecto es muy productivo y puede ofrecer al individuo un fuerte sentimiento interior de dirección espiritual. Es un aspecto fundamentalmente afortunado; con poco esfuerzo, la voluntad propor­ ciona al individuo un vehículo estable con el cual dirigir los asuntos re­ lacionados con el planeta, y da la impresión de que el universo se amol­ dara a ese esfuerzo. Con frecuencia, las oportunidades surgirán en el momento adecuado, y entonces sólo es cuestión de elección decidir si uno actúa o no en función de ellas. Sin el necesario esfuerzo (como con cualquier trígono), parece que la vida simplemente fluyera, y el peor efecto que de ello resulta es una sensación de aburrimiento o de inquie­ tud, sin ninguna estimulación externa que dé energía al trígono solar. Esto parece característico de ambos trígonos estacionarios, pero el re­ trógrado tiene el poder de la introspección y de la autogeneración de energía. El trígono es por naturaleza un aspecto muy social, pero está en con­ flicto con la función de interiorización de la retrogresión, lo cual da como resultado un diálogo interno -cuando no un conflicto declarado­ sobre el uso de la energía potencial de una manera abierta y extraver­ tida. El aspecto necesita efectivamente de otros que enciendan el im­ pulso creativo, pero la inversión de la energía simbolizada por la fun­ ción estacionaria retrógrada rehúye la invasión. Con frecuencia se necesita madurez para saber dónde trazar el límite entre libertad e inti­ midad. Los planetas estacionarios contienen un poder suspendido; este trí­ gono encierra dentro de sí un sentimiento de incertidumbre sobre el fu­ turo: se duda de que los sueños y planes más íntimos lleguen alguna vez a realizarse. Puede haber una profunda frustración con respecto al mo­ mento oportuno para actuar y una desconfianza del futuro que se mani­ fiesten en forma de apatía y depresión. El trígono confiere una rica imaginación y una gran fantasía, unidas a un alto grado de visión inte­ rior de las posibilidades futuras, pero exteriorizar lo que se imagina exige un esfuerzo consciente. El sueño puede presagiar la realidad, pero si no se encarna, permanece eternamente en el dominio, improductivo y frustrante, de lo potencial. A menos que otros factores en el horós152

copo estimulen la aplicación, el esfuerzo, la voluntad y el espíritu prag­ mático, el trígono no pasa de ser un aspecto estático, un cojín conforta­ ble que protege de la dura realidad. En el momento en que el planeta en cuestión está dentro del orbe de un trígono, empieza a cobrar velocidad a medida que se encamina hacia el quincuncio y la oposición. En la carta natal esto suscita un sen­ timiento de conflicto aún mayor, y puede manifestarse en fases manía­ cas de actividad, seguidas por depresiones agotadoras. El yo está desga­ rrado entre un doble mensaje del planeta: fomentar y fortalecer la actividad extravertida, o retirarse a un mundo interior donde ningún riesgo es necesario. lsadora Duncan, la bella y talentosa iconoclasta que encarnó una nueva forma de danza, tenía al Sol a 5º de Géminis en trígono con Júpi­ ter en estación retrógrada a 7º de Acuario. Su vida, exuberante y nada ortodoxa, pero trágica, llegó a su fin cuando el largo pañuelo que llevaba alrededor del cuello se trabó en los radios de la rueda de un coche desca­ potable cuando éste aceleraba, y la desnucó. E/vis Presley tenía al Sol a 17º de Capricornio en trígono estacionario retrógrado con Neptuno a 14º de Virgo. A diferencia de Shirley Mac­ Laine, que tiene un trígono estacionario directo del Sol con Neptuno, E/vis no pudo arrojar hacia afuera su malestar espiritual y lo trató con fármacos. Murió de intoxicación con narcóticos, aunque sus condicio­ nes vocales siguieron siendo perfectas hasta una semana antes de su muerte. El quincuncio en aceleración: (Orbe de 2-3 º a cada lado del punto exacto.) La palabra clave que con más frecuencia se aplica al quincun­ cio es «adaptación», y esto es particularmente válido cuando el Sol está en quincuncio con un planeta superior. Los antiguos pensaban que el semisextil y el quincuncio eran aspectos especialmente perniciosos por­ que los planetas podían no «verse» el uno al otro; los consideraban mis­ teriosos y furtivos, y por lo tanto maléficos. De hecho, las posiciones de los planetas implicados no son confluentes ni antagónicas. Este quin­ cuncio puede ir acompañado por el sentimiento de haber caído en una trampa; el planeta superior está empezando a acelerarse hacia la oposi­ ción con el Sol. Simbólicamente, este movimiento significa que el indi­ viduo se siente frustrado por el mundo, y el yo puede debilitarse por obra de repetidos retos provenientes de áreas vitales simbolizadas por las casas en que se produce el aspecto en la carta. El planeta que parti­ cipa en un quincuncio con el Sol es representativo del complejo psico­ lógico inconsciente que fuerza a la persona a examinar repetidamente lo que se está conteniendo, suprimiendo u obstaculizando. 153

Es como si hubiera siempre un punto de control en la expresión del yo, como si se necesitara estar en una situación de alerta constante por miedo a perderse algún mensaje del entorno. Un intenso deseo de lan­ zarse de cabeza a la actividad choca con frecuencia con los propios sen­ timientos de inadecuación. Este desafío intrínseco, en vez de actuar como un acicate, puede suscitar un sentimiento de atascamiento que genere depresión, falta de voluntad y una reducción de la fuerza vital. A diferencia del quincuncio en desaceleración, el individuo siente que el entorno, más bien que la fuente divina, le impide ejercitar su libertad de elección. En realidad, ciertamente es más probable que sean las cir­ cunstancias y las condiciones de la vida externa lo que difunda el men­ saje espiritual, y no el daimon interior divino. Parece esencial tomar conciencia de que las opciones se ofrecen de manera experimental y que cuanto más hábil sea uno para adaptarse a las situaciones ambien­ tales, con mayor rapidez conseguirá alcanzar el objetivo. El yo puede tener planes de desarrollo más grandiosos de lo que per­ mite el quincuncio, y de ahí la frustración que se produce cuando, en su búsqueda del éxito, las personas con este aspecto tropiezan con obs­ táculos imprevistos. Esto puede deberse en parte a los objetivos colecti­ vos profundamente inconscientes o a las normas impuestas por la fami­ lia y aprobadas por el padre, que a su vez aparecen en el mundo como condiciones rígidas e inflexibles con las que el nativo debe enfrentarse. Con frecuencia se ha de romper el «mito» familiar para volver a reha­ cerlo con relatos y en estilos más apropiados para el individuo. Cuan­ do el Sol progresado forme el trígono con el planeta alrededor de los 30 años, indicará notables avances, y unido al retorno de Saturno y a otros aspectos por tránsito, señalará una liberación de los talentos que se estaban incubando. Es muy frecuente que el problema del quincuncio aflore en un senti­ miento vocacional, en la esfera del trabajo o en el cuerpo, en forma de enfermedad. Estos sistemas externos de alerta están diseñados para re­ forzar nuestra sensación de un propósito en la vida. Se libra una batalla entre el yo-Sí mismo-Sol y el Mundo-tal-como-es (y no como parece ser), y si se siente como una causa social, esto puede añadir un tre­ mendo distintivo de coraje a la persona con este aspecto. Por consi­ guiente, el aspecto puede aparecer en las cartas de personas extremada­ mente astutas, habilísimas cuando se trata de manipular su entorno y que se echan sobre los hombros el reto de asumir el mundo con todos sus obstáculos. Jane Fonda usó su condición de estrella de la pantalla como un ga­ rrote político durante la guerra de Vietnam, e insultó a muchos de sus admiradores al respaldar a los vietnamitas del norte, por lo cual se dis154

culpó veinte años más tarde. Fonda tiene al Sol a 29" de Sagitario en quincuncio en aceleración con Plutón a 29º de Cáncer. Sus problemas con el cuerpo (es una bulímica confesa: Sol-Plutón) dieron como resul­ tado sus famosos libros y cintas de ejercicios aeróbicos y su promoción de la salud y la buena forma. Sigue siendo políticamente ambiciosa, y con­ tinúa luchando contra cualquier opresión, por más quUotesca que pueda parecer en sus a.filiaciones políticas. La oposición: (Orbe de aproximadamente 6" a cada lado del punto exacto.) En la oposición el planeta superior se mueve casi con la misma rapidez (unos dos tercios de la velocidad) con que lo hace durante su conjunción con el Sol. Este movimiento añade un carácter impulsivo a un aspecto que parece contradecir la función retrógrada. La tensión en una oposición Sol-planeta es tremenda, y la ambivalencia y la lucha in­ terior son intensas. La oposición entre dos planetas conlleva siempre una conciencia de las polaridades y las dicotomías, pero la oposición retrógrada con el Sol exacerba muchísimo esta experiencia. La función natural de la oposición es dar perspectiva mediante la conciencia de la «alteridad», es decir, del otro, y contiene un excelente potencial de cla­ ridad y objetividad, que no siempre son los puntos fuertes característi­ cos de los planetas retrógrados. La discusión entre la introversión y la expulsión de la energía acierta con frecuencia en el centro mismo de la psique individual. En este aspecto es donde más daño se puede hacer; tal vez sea esto lo que significa la enigmática cita de John Dee (v. p. 13), en el sentido de que «parecerá [...] que [la estación de un planeta junto con su retrogre­ sión posterior] ha hecho un grave daño al ecuador». Hay una implosión central contrarrestada sincrónicamente por una urgente necesidad de explotar. Esto es lo que yo llamo un aspecto «de fusión», en el que son necesarios el amor y la compasión por uno mismo, porque hay una tendencia a odiarse, unida a sentimientos de profunda inadecuación con respecto a las propias capacidades, que con frecuencia se oponen diametralmente a la realidad de la situación. Porque la oposición trae consigo magníficos poderes de concentración y dirección de la energía, aunque la retrogresión y la guerra entre el Sol y el planeta pueden ago­ tar las fuerzas necesarias para realizar estas potencialidades. E incluso cuando se las lleva a cabo, se puede sentir que fue la pura suerte, la ac­ ción del destino o alguna otra causa externa, y no el propio talento, lo que produjo tales resultados. La batalla solar crea un clima que puede ser de autocrítica o de me­ galomanía. Este es el galimatías del yo y el superyó, donde la propia fuerza del Sí mismo interior y la auténtica capacidad potencial están en 155

conflicto directo con lo que el individuo siente que debe hacer a fin de apaciguar a la familia, a la sociedad o a algún exaltado propósito en la vida. El autoengrandecimiento es, en todo caso, una patología del as­ pecto que llamamos oposición, y cuando interviene el Sol puede haber fantasías de grandeza con respecto a la propia importancia que se su­ perponen con una negación del propio y auténtico valor. La carencia interior de confianza en las propias capacidades puede ser una total falta de realismo, y con frecuencia el esfuerzo por mejorar y alcanzar el éxito vale la pena. El año en que el Sol progresado forma el quincuncio en desaceleración con el planeta retrógrado señala un im­ portante cambio de actitud, y suele ser el momento en que uno encuen­ tra su propia dirección con respecto a las energías del planeta. (Este quincuncio se produce en algún momento hacia la mitad de los 30, con la excepción habitual de Marte, en cuyo caso tiene lugar alrededor de los 25 años.) Se producen, a menudo con resultados sorprendentes, im­ portantes reajustes entre los propios sentimientos de inadecuación y la evaluación que uno hace de sus logros reales. Cuando el Sol progresado llega al quincuncio en desaceleración con el planeta, alrededor de los 30 años, se presenta la oportunidad de desa­ fiar abiertamente la inhibición inherente a la oposición con el Sol y de liberar gran cantidad de cólera interior reprimida. En su desarrollo, el yo encuentra maneras de adaptarse a la situación y empieza a adquirir habilidades, y es probable que uno sienta que finalmente puede encon­ trar algo que canalice el impulso revolucionario. Son numerosos los ejemplos de oposiciones entre el Sol y planetas su­ periores, pero unos pocos ejemplificarán bien esta batalla. Angela Davis, activista negra de los años sesenta en Estados Unidos, que figuró una vez en la lista de las personas más buscadas por el FBI, actualmente enseña ciencias políticas en una importante universidad del medio oeste. Tiene al Sol en Acuario en oposición con Plutón en Leo. Car! Jung, psicoanalista y filósofo, con el Sol a 19º de Leo en oposi­ ción con Saturno a 24º de Acuario (el Sol también forma un trígono esta­ cionario directo con Marte), desarrolló la teoría de la función de la Som­ bra y rompió con Freud a causa de su visión del inconsciente. Tenía un padre débil y religioso, y en Freud encontró otro padre contra quien pudo rebelarse, como resultado de lo cual fue a su vez el padre de su propia es­ cuela de pensamiento. Krishnamurti, con el Sol en Tauro en oposición con Urano en la casa nueve, tras haberse encontrado con que lo proclamaban el Buda encar­ nado, se desprendió de la capa del liderazgo religioso y disolvió la funda­ ción que había creado, escandalizando a sus seguidores y a la Fundación Teosófica. «La verdad es un país sin senderos», dijo. «El hombre no puede 156

llegar a él mediante ninguna organizacwn ni ningún credo, dogma, sacerdote o ritual, ni por mediación de ningún conocimiento filosófico ni técnica psicológica.» Esta cita ejemplifica la oposición Sol-Urano.' Elizabeth Tay!or tiene al Sol a 8º de Piscis en oposición con Neptuno º a 6 de Virgo. Se convirtió en una proyección de la belleza para el público estadounidense, y también en un ejemplo de confusión de identidad, al casarse repetidas veces. Su romántica vida ha sido siempre del dominio público, al igual que su lucha contra el alcohol y otras drogas. Tras haber sobrevivido a todas estas vicisitudes, estableció un programa de rehabili­ tación para drogadictos, y apoya la investigación sobre el sida partici­ pando activamente en la recogida de fondos. El quincuncio en desaceleración: (Orbe de 2-3 º a cada lado del punto exacto.) Periódicamente se producen importantes ajustes en la perspec­ tiva, en particular cuando los tránsitos activan el quincuncio, pero hay una tensión intrínseca que mantiene al individuo alerta y consciente de la actividad que lo rodea. La manifestación más extrema de esto es la paranoia, el miedo de que el mundo mismo sea una conspiración ten­ dente a mantener el control de la dirección y el propósito de uno en la vida. Ejercitar la propia voluntad es difícil con este quincuncio, porque el yo choca contra las dificultades que halla en su entorno o incluso con problemas de salud. El quincuncio provoca una renuncia a la voluntad de poder, y con frecuencia hay fuertes indicaciones de que el individuo debe acomodarse a lo que parece responder a un orden superior. Puede haber presión de la familia, en particular del padre, para que se ajuste a ciertas normas establecidas que a su vez son fáciles de proyectar sobre diversos sistemas de autoridad, como pueden ser órdenes religiosas, partidos políticos o jerarquías sociales. Igual que con el quincuncio en aceleración, la tensión aumenta al sentirse atado o atrapado. El planeta exterior empieza a ir más despacio preparándose para la estación directa. Simbólicamente, el resultado de ello es que el individuo se siente frustrado por el universo, y el yo puede debilitarse debido a los repetidos retos provenientes de áreas de la vida simbolizadas por las casas del horóscopo en las que se produce el as­ pecto. Una tensa excitación rodea el potencial de superar obstáculos y trascender dificultades, pero es frecuente que la energía para hacerlo esté reprimida o en suspenso. El carácter misterioso de este quincuncio añade a su manifestación un elemento de sorpresa; el yo-Sí mismo-Sol l. Jim Lewis y Aricl Guttman, The Astro*Carto*Graphy Book of Maps, Lle­ wellyn Publications, St Paul (Minn.), 1989, p. 43. He citado a Krishnamurti a partir de sus notas.

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«conoce» su moira -su suerte en la vida-, pero hay una discusión sub­ yacente entre lo que está predestinado y lo que desea el yo consciente­ mente desarrollado. Al escuchar la voz interior y seguir los dictados del maestro interno, uno no está luchando con el mundo, sino siguiendo una senda verdaderamente única. Con frecuencia, las personas que tienen este aspecto se sienten como siguiendo alguna especie de enigmático aprendizaje, con un maestro que se niega a revelar el propósito de éste. Cualquier sensación de deca­ dencia moral que perciban a su alrededor debe enfocarse hacia adentro, para examinar su adhesión a una senda que los mapas no registran. Deben trabarse regularmente en lucha con los demonios, y superar re­ petidas pruebas de fe y de integridad espiritual. Este aspecto es fascinante y tiene mucho potencial; el individuo se siente conducido por una senda del destino, y fuertemente inspirado por una fuente divina. Esto sucede en particular si hay dos quincuncios en los que interviene el Sol formando un yod (véase en la pág. 161 esta configuración especial) y escindiendo el sendero entre lo sagrado y lo mundano. Existen un acentuado sentimiento de percepción consciente y una sensibilidad natural e instintiva para los matices y las insinuacio­ nes sutiles provenientes del Sí mismo más profundo, que concuerdan con la necesidad que tiene el yo de romper con el pasado y establecer relaciones nuevas con el entorno. Puede haber un miedo intrínseco al estancamiento, que crea un sentimiento de inquietud, manifestándose en comportamientos quijotescos y desbaratando a cada momento el orden establecido. El quincuncio en desaceleración va seguido por el trígono estaciona­ rio directo, lo que significa que el Sol progresado formará este trígono con el planeta en cuestión alrededor de los 30 años, ofreciendo un ve­ hículo para la energía inquieta y ansiosa. Según cuál sea el planeta, es posible que, más adelante en la vida, llegue a una estación directa, lo que da significado y conexión social a la I ucha interior por entender los misterios del mundo y de sus habitantes. Martin Luther King, el ministro bautista estadounidense que en los años sesenta fue el líder de la integración racial en su pais, recibió en 1964 el premio Nobel de la paz. Como fruto de sus esfuerzos, en 1968 este hombre, que habla luchado por la paz, el señor de la guerra interiori­ zado, fue abatido por la bala de un asesino. Tenia al Sol a 25 º de Capri­ cornio en quincuncio en desaceleración con Marte retrógrado a 22º de Géminis. El trígono estacionario directo: (Orbe de 5-6º a cada lado del punto exacto.) Este aspecto viene señalado por una sensación de abatimiento,

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al igual que el trígono retrógrado, con la diferencia de que aquí hay una estructura psicológica, un sentimiento de expectativa, de algo que está a punto de suceder. Un poder tenso y un alto grado de expectación for­ man la corriente de energía que subyace entre el Sol y el planeta afec­ tado. Es frecuente que las personas que tienen este aspecto sientan que deben cumplir un destino específico, pero no lo es menos que tengan la sensación de que hay un destino que las elude. Otros aspectos del Sol les ayudarán a aclarar de qué manera pueden canalizar su particular destino. La posición por casa del planeta retrógrado sugiere en qué ám­ bito de la vida se necesita mayor objetividad e integración. Si el aspecto es exacto, el Sol progresará bastante temprano en la vida hasta el punto donde el planeta ha de estacionarse y volverse directo (dependiendo del planeta, antes de los 23 años como máximo) y ofrecerá una posibilidad de liberar la carga acumulada. Con este aspecto, es útil tener presente que la promesa del movimiento directo está codificada en la psique, y que el hecho de que el individuo sienta que obedece a un destino o un hado no es necesariamente fruto de un autoengrandecimiento, aunque sigue siendo preciso tomar medidas prácticas para su realización. Sin embargo, la frustración de no ser capaz de satisfacer enseguida esta ne­ cesidad interior puede ser dolorosa. Por naturaleza, un trígono es un as­ pecto fácil y armonioso, y no está destinado a la lucha. Por lo tanto, se requiere disciplina para realizar y manifestar los objetivos. Encerrado dentro del trígono estacionario directo hay un conflicto entre el sueño de la buena vida y la etapa ya alcanzada, centrada en la realidad de cuánto es el trabajo que se requiere para encarnar ese sueño. Este conflicto puede dar como resultado el letargo que conven­ cionalmente se asocia con el trígono. Pero el problema no es tanto la ociosidad como el hecho de sentirse paralizado por problemas relacio­ nados con la autoafirmación. La natural exuberancia de algo que está a punto de ser liberado queda contrarrestada por el hecho de que ese «algo» todavía no ha nacido. Con este aspecto es como si se estuviera a punto de nacer: todos los elementos necesarios de la producción están completos, y sin embargo, deben emerger y someterse a la prueba del mundo real. Con frecuencia hay brotes de depresión y de cólera que son sínto­ mas de problemas más profundos centrados en la necesidad de -por mediación del trígono solar- canalizar la energía retrógrada de un modo extravertido y social, que entra en conflicto con la inclinación natural del planeta retrógrado a interiorizar sus características. El yo necesita estructura y forma para desplegar su valor interior, y esto no lo proporciona sólo el trígono. Se requiere un esfuerzo extra para realizar el potencial inherente al trígono, pero fijarse en qué casa está empla-

zado el Sol ayuda a delimitar el campo o escenario donde el individuo puede realizarse. Con frecuencia hay dificultades para establecer o mantener las fron­ teras psicológicas, particularmente en el caso del trígono Sol-Saturno. En el mejor de los casos, las fronteras son imprecisas, inciertas o provisiona­ les. El individuo siente que debe estar disponible para lo que pueda suce­ der, y esto suele debilitar la resolución personal y permitir que el mundo externo se infiltre más fácilmente y con mayor impacto en su mundo in­ terior. Las personas que tienen este aspecto son propensas a la distrac­ ción y a las diversiones, y abrigan la esperanza de que el mundo les ofrezca un proyecto o una aventura interesante que les permita llevar a la realidad su necesidad interior de una actividad dinámica. En el peor de los casos, son seres frenéticos, ávidos de satisfacciones y logros excesi­ vos para quemar el exceso de energía acumulada. Con frecuencia este as­ pecto puede aparecer en personalidades que actúan como si su deber fuera lograr algo antes de que se acabe el mundo. El planeta que se halle en esta relación con el Sol llegará a una esta­ ción directa dentro de la década de los 30 años del nativo. Según cuál sea el planeta, el aspecto marcará en su vida el momento en que le será cada vez más posible reconciliar y exteriorizar la abundante energía y la exuberancia intrínsecas en el trígono solar y que la retrogresión ha mantenido en suspenso. Durante la estación, todos los aspectos no rea­ lizados de la naturaleza del planeta se reunirán en una tensa configura­ ción psíquica. Esto se manifestará socialmente de diferentes maneras, dependiendo de la edad del nativo, pero éste irá asumiendo decidida­ mente una mayor responsabilidad por la expresión de su propio yo. Shirley MacLaine tiene al Sol a 4º de Tauro en trígono estacionario directo con Neptuno a 9º de Virgo (en 1961 Neptuno estuvo directo por progresión secundaria). MacLaine pasó por una «situación peligrosa» [en inglés Out on a Limb, título de uno de sus libros] después de que su Júpiter retrógrado se estacionó para volverse directo en 1981. Dio cauce a su espiritualismo reprimido y llegó a una importante cantidad de pú­ blico con sus historias «del otro lado». Elisabeth Kübler-Ross tiene una conjunción Sol-Plutón en Cáncer en trígono estacionario directo con Saturno retrógrado en la casa ocho. Pri­ mero se desalentó, después se sintió insatisfecha y finalmente adoptó una posición militante, sublevada por la inexistencia de cuidados respe­ tuosos para con los moribundos. Sus esfuerzos elevaron la conciencia tanto de la profesión médica como de la gente en general, permitiendo así el establecimiento, a nivel mundial, de clínicas de cuidados especiales y enseñando la manera de ayudar a los enfermos terminales a morir dig­ namente. 160

LAS CONFIGURACIONES ESPECIALES FORMADAS CON EL SOL

El yod solar

Cuando el Sol es el punto focal en el punto medio inverso de dos plane­ tas superiores, formando así una «Y», un dilema fijo resulta activado por los tránsitos que afectan a cualquiera de los tres cuerpos. El yod es­ cinde en dos direcciones las energías del planeta aislado en su base. U no de los yods que con más frecuencia encontramos en los horósco­ pos entre 1940 y alrededor del 2035 es el formado por Neptuno en sex­ til con Plutón como la configuración «Y», con cualquier planeta en el punto medio inverso de estos dos. Un yod se puede formar entre tres planetas cualesquiera, pero cuando el Sol es el planeta base de la «Y», la configuración se da entre dos planetas retrógrados en ambas formas de quincuncio con el Sol. Al yod se lo ha llamado el dedo de Dios o del destino. Es la mano de plata grabada, cerrada y apuntando con el índice que se usa para seña­ lar el lugar de la Torah en que se hizo la última lectura y ha de comen­ zar la siguiente. Señala dónde se acalló la voz de Dios, y dónde ha de volver a empezar. De esta manera, el dedo de Dios escribe sobre el destino. Cuando el símbolo primario del Sí mismo y del yo se encuentra en la posición focal, la energía requerida para activar el destino se escinde entre dos fuerzas. Los individuos con un yod solar se encuentran con frecuencia en una posición en donde se debe hacer de forma activa una opción nítida, y renunciar conscientemente a una senda en favor de otra. Cualquier decisión elimina una alternativa, pero aquí hay que tomar una importante decisión vital: marchar por una senda específica, rehuyendo deliberadamente toda identificación con la otra. Hay una manera «fácil» de hacerlo: por aspecto o por signo, el Sol se inclinará hacia uno u otro de los planetas implicados. Si se tiene pre­ sente que los aspectos que forman un yod deben ser de orbe reducido (no más de 2,5 º), el planeta que esté en un aspecto más exacto con el Sol será el más poderoso; en segundo lugar, si el Sol está determinado por uno de los dos planetas, o lo determina, entonces ese planeta es más po­ deroso que el otro, y finalmente, el planeta en quincuncio en acelera­ ción tiene más peso que el planeta en quincuncio en desaceleración. Al analizar estos factores podremos ver que el Sol tenderá a relacionarse con un planeta más que con el otro. En el caso de los yods, sin embargo, parece que la vía de menor resistencia es la senda hacia la realización. Si el Sol está conectado con la vía de menor resistencia, la persona tiene 161

la sensación de que quizás algún importante objetivo personal, a me­ nudo misterioso, sea imposible de alcanzar. Debido a que la perturbación periférica proviene de dos ángulos, en el núcleo central del yo se produce una escisión. La ambivalencia habi­ tual en los planetas retrógrados se acentúa doblemente en el yod. A veces se manifestará en tendencias dualistas, otras veces creará confu­ sión entre las dos fuerzas que tironean del centro, y otra posibilidad es que se escinda y niegue una dirección en favor de la otra. Lo más fre­ cuente es que se mantenga a la espera hasta que la configuración se ponga en movimiento debido a un tránsito en aspecto con el Sol, mo­ mento en el que la escisión se activa y avisa a la persona sobre una cuestión del destino.

Harinder Una mujer a quien llamaré Harinder tiene un yod de este tipo en su ho­ róscopo (véase fig. 6.1). Su Sol en Capricornio está en un quincuncio exacto con su Saturno en Leo, y también está en quincuncio con su Urano en Géminis, con un orbe de 2º. Harinder quería que viéramos su carta porque estaba preocupada por su falta de éxito personal, tanto en asuntos grandes como pequeños. Dijo que sentía que toda su vida había sido una difícil lucha por superar problemas familiares. Quería aclarar su perspectiva de cuáles eran las configuraciones planetarias que podían estar contribuyendo a su aparentemente interminable lucha con el destino. Harinder nació en Líbano en 1948, y es la mayor de dieciséis her­ manos, con cuatro años de diferencia con respecto al segundo. Sabía que su padre y sus abuelos paternos la querían mucho (Urano en la no­ vena), pero su madre y sus numerosos hermanos no le hacían el menor caso (Sol en la cuarta casa en Capricornio en quincuncio con Saturno en la once). Cuando Harinder tenía 14 años, su abuela paterna murió, y eso fue un golpe devastador para ella. Toda la familia se deshizo, ha­ ciendo trizas los últimos hilos de cohesión. Su abuela era la única per­ sona que la veía como un individuo, y que estimulaba su creatividad y sus intereses intelectuales (Urano en la casa nueve, la de los abuelos). Harinder no recibió educación alguna después de la escuela secundaria, y era tan inocente que cuando quedó embarazada de su primer hijo, a los 20 años, ignoraba cómo había de nacer el niño... Esto fue algo que Harinder contó con un intenso enojo y rabia contra su madre, a quien odiaba activa y abiertamente. La describió como «una mujer que pare», estúpida, torpe y sin el menor ingenio, alguien a quien odiaba 162

11 º �28'

Fig. 6.1.

Harinder

hasta tal punto que temía que sus propios hijos llegaran a odiarla de la misma manera a ella. Como no sabía lo que era amar a la madre, no podía entender lo que sentían por ella sus propios hijos, porque no tenía una experiencia previa del amor materno. Por su parte, era un rasgo de prudencia tener en cuenta esta posibilidad, pero cuando ha­ blaba de las verdaderas relaciones que tenía con sus hijos no parecía que ellos la odiaran. Ese hecho, sin embargo, no hacía que disminuyera su ansiedad. Aparte de su deseo de entender sus sentimientos de fracaso, Harin­ der estaba profundamente preocupada por lo que ella llamaba el des­ tino de su familia, y le aterraba la posibilidad de transmitir a sus pro­ pios hijos la dinámica familiar. Tenía una conciencia bastante clara de 163

esta posibilidad, y podía ver que era muy probable que terminara ale­ jando a sus hijos tal como ella misma estaba alejada de su madre. Este proceso empezaba a producirse con su hijo mayor, y la confusión y el pá­ nico socavaban su capacidad de ver con objetividad su propio papel. En 1968 vino de Líbano con su primer marido, y tuvieron su se­ gundo hijo, pero después se divorció de él y volvió a casarse en 1973; de este matrimonio tiene dos hijos. Está contenta con sus cuatro hijos y su segundo matrimonio, pero siente que le falta realización personal. Pasó por una depresión durante un par de años mientras Saturno es­ taba en tránsito por Capricornio, y en la época de nuestra sesión Sa­ turno acababa de abandonar el grado de su Sol, lo que activó los quin­ cuncios natales con Saturno y Urano. Si miramos el yod podemos ver que el propósito vital de Harinder se escindía en dos direcciones: desde la cuarta casa hacia Saturno en la undécima (quincuncio en aceleración) y Urano en la novena (quincun­ cio en desaceleración). Esto se puede interpretar como una obligación fundamental impuesta a Harindcr de realizarse en una senda orientada a la familia (Sol focal en Capricornio en la casa cuatro) que podría con­ ducir en dos direcciones: o bien a un complejo rígido y capaz de perpe­ tuarse alrededor de la autonegación y del apaciguamiento del orden establecido en la familia, así como de la disposición inconsciente a aceptar menos de lo que se merecía (Saturno en la casa once), o bien a la originalidad uraniana y la ruptura con el modelo familiar gracias a una comprensión más profunda de su propia peculiaridad como algo aparte del mito y la tradición familiares, no por tácitos menos avasalla­ dores. Tiene dos opciones: mostrarse tímida, retraída y pasiva, o rebe­ larse contra los modelos heredados y luchar por la obtención de una identidad independiente. En la integración por la que debe luchar se combinan el espíritu práctico de Saturno y su reconocimiento de los verdaderos límites intrínsecos en su camino espiritual (hay influencias culturales restrictivas) con los impulsos uranianos de asumir situacio­ nes nuevas y estimulantes a medida que vayan apareciendo en su en­ torno. El aspecto más tenso en el yod se da entre el Sol y Saturno, que están en recepción mutua y además forman el quincuncio en aceleración. Como el Sol y Saturno están vinculados de tantas maneras, la tendencia sería inclinarse hacia la senda saturnina de menor resistencia y caer en el molde paternal-cultural-familiar. Hasta ese momento Harinder se había dejado llevar hacia la inclinación saturnina a ser tragada por la familia y a tragarse su propia creatividad. El hecho de que tomara una aguda conciencia de los peligros de este camino durante un tránsito de Saturno en conjunción con su Sol ( el punto focal) nos habla de un sis164

tema interno de advertencia que la alertó ante un conjunto codificado de normas que no se basaban en la opción personal, sino que ella adoptó globalmente hasta el momento en que tuvo que tomar una deci­ sión. La preocupación de Harinder por lo que se merecía y por su pro­ pia valía, su incapacidad de romper con las pautas autodestructivas y el creciente aislamiento que estaba sintiendo llevaron la situación al punto de ruptura. Primero, el tránsito de Saturno por el Imum Coeli y la cuarta casa señala el punto del sendero vital donde uno excava profundamente entre las raíces y la historia de la familia y hace un intento de desente­ rrar su propia identidad, como algo aparte de la identidad colectiva de la familia. 2 En segundo lugar, cuando Saturno en tránsito está en con­ junción con el Sol, se siente el peso de la necesidad de definirse y de definir la propia finalidad en la vida. En el caso de Harinder, no sólo tenemos estos dos rasgos configuradores de la vida, sino también las presiones que se generan al apartarse de un sendero para encaminarse por otro. Saturno retrógrado tiene las fronteras débiles y es muy susceptible. Urano retrógrado tiene un carácter interiorizado, explosivo y revolu­ cionario. Con el Sol en la cuarta casa en un yod con estos planetas, la tensión reside entre escoger la senda de menor resistencia del conserva­ durismo o el camino de la transformación, que precisamente por ello es más tenso. El resto del horóscopo refuerza el dilema. La Luna en Acuario está en oposición con Plutón, lo que intensifica el peligro de traspasar a sus propios hijos su alienación, proveniente de la madre, y la disociación consiguiente. Venus está en la quinta casa en oposición con Saturno en una cruz con el eje nodal que muestra los temores que tiene Harinder de caer en la alienación entre ella misma y sus creaciones, en este ejem­ plo en particular sus hijos; pero también habla de su miedo de amar y ser amada, y de la distancia que hay entre ella y su propio núcleo crea­ tivo. Lo más frecuente es que nuestros miedos tengan alguna base, si no en la realidad al menos en lo potencial, y en su situación, Harinder ne­ cesitaba ejercitar su energía para impedir que sus ansiedades llegaran a convertirse en realidad. Dicho de manera simplista, su identificación biológica con la madre (progenitor del mismo sexo), unida a la intensa rabia que aún seguía sintiendo por ella, habla de un complejo, poderoso y todavía no resuelto, centrado en la Luna, la madre y los hijos. La senda uraniana del yod amplifica la necesidad de encaminarse hacia la 2. Véase Erin Sullivan, Saturn in Transit: Boundaries of Mind, Body and Soul, Penguin, Londres, 1991, pp. 91 y, específicamente, 21O.

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libertad y la objetividad, rompiendo el vínculo asfixiante que sigue li­ gándola a su madre. La rama uraniana del yod es fuerte: se alimenta de la Luna y de Venus, que están en Acuario, y además Venus está en trígono exacto con Urano. Al trasladar conscientemente el foco hacia un nivel de razo­ namiento más alto, en vez de acomodarse al supuesto saturnino a priori para el cual su valor se mide por el mantenimiento del orden estable­ cido, Harinder activaría el poder latente de Urano, revolucionando sus ideas sobre sí misma y poniéndolas a prueba en su mundo al crear y aceptar el cambio en su vida y su entorno. Es obvio que esto es más fácil de aconsejar que de hacer, pero Harinder había empezado ya el proceso en el momento en que hablamos de ello. Se había matriculado en un curso de sanación y en una serie de seminarios sobre filosofía y psicología, que se iniciarían cuando Saturno entrase en Acuario, en la primavera de 1991. El gran trígono solar

Cuando el Sol forma un gran trígono con dos planetas superiores, estos dos están retrógrados (con la excepción de Marte, como es habitual). Por naturaleza, un gran trígono es un circuito cerrado en el mismo ele­ mento que exige la exteriorización mediante un esfuerzo activo y cons­ ciente, especialmente si ningún otro planeta está en aspecto con los que participan en la configuración. Aunque este aislamiento es excepcional, es posible que el trígono esté segregado de esta manera. Con frecuencia se crea un cometa cuando uno de los planetas de un gran trígono está en oposición con otro planeta, lo que permite que se expulse y se dirija hacia otro lado la energía acumulada en el circuito cerrado. Robert Hand llama síndrome armónico a cualquier configuración importante, ya sea una gran cruz, un cometa, una cuadratura en T o un yod. 3 Es una conspiración entre planetas para reunirse y crear un com­ plejo autónomo -un conjunto de energías- que pueden escindirse de la totalidad del nativo y comportarse de manera independiente del resto del horóscopo. Es como si hablaran en una lengua propia, refor­ zándose recíprocamente por acuerdo mutuo y sin consultar a nadie más. Con frecuencia, al individuo que tiene una de estas configuracio­ nes le sorprende mucho descubrir que «ahí fuera» hay otro lengua­ je y otro mundo. De todos modos, los planetas retrógrados están aislados por naturaleza, pero su participación en configuraciones como 3. Robert Hand, Horoscope Symbols, ob. cit. (véase p. 52, nota 6), cap. 7.

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éstas con el Sol amplifica el síndrome armónico cerrado. Por ejemplo, no se pueden tener tres planetas retrógrados superiores formando un gran trígono. Los tránsitos en aspecto con uno de los planetas o con el punto medio de dos de ellos en una configuración como ésta, aumentan y for­ tifican el síndrome, especialmente cuando entre los planetas que inter­ vienen hay un orbe reducido (1-2 º). A menudo, el gran trígono solar plantea problemas muy específicos referentes a la realización del potencial del Sol (véanse págs. 149-151, «Paul»). De los dos planetas que forman el trígono, aparte del Sol, uno estará siempre en estación retrógrada y el otro en estación directa. La energía del Sol se encuentra escindida entre el deseo de interiorizar la experiencia del planeta estacionario retrógrado y el de liberar o exterio­ rizar la energía simbolizada por el planeta estacionario directo. La con­ figuración puede dar como resultado una personalidad tímida e inse­ gura que vive internamente, en vez de hacerlo de una manera social y abierta. El yo puede ser o no saludable y feliz, pero es probable que sea bastante estático y conservador. Por progresión secundaria, el Sol se irá moviendo hacia el planeta estacionario directo, ensanchando así la brecha que lo separa del pla­ neta estacionario retrógrado. Por lo tanto, incluso en una carta natal estática existe la sensación de que el Sol «se inclina» más hacia uno de los planetas del gran trígono que hacia el otro. Este punto de vista vivifica al gran trígono, y podemos tener un atisbo de cómo el Sol po­ dría «escaparse» de la sensación de encierro y expresar su propia originalidad. Hay una confabulación inconsciente entre el Sol y el planeta. Por ejemplo, si el Sol está en trígono con Júpiter estacionario directo y con Saturno estacionario retrógrado, el entusiasmo interior (Júpiter) se ve contrarrestado por un bloqueo (Saturno), y el yo se debate entre una ex­ hibición espectacular y llamativa y una subestimación de sus capacida­ des creativas. (Cuando el Sol, por progresión secundaria, forme una cuadratura con el planeta estacionario directo, estará en oposición con el planeta estacionario retrógrado.) Esta combinación puede ser suma­ mente productiva y encarnar los principios de la expansión controlada, o bien dar como resultado un circuito cerrado en el que la autoexpre­ sión creativa se ve constantemente socavada. De modo similar, en el caso de que el gran trígono estuviera formado por el Sol, U rano estacio­ nario directo y Neptuno estacionario retrógrado, el doble mensaje es: encuentra un método de exteriorizar la energía solar mediante ideas o acciones peculiares y originales, o bien interioriza tu potencial creativo retrayéndote en un mundo de fantasía en el que a otras personas no les 167

cabe necesariamente un papel importante. El caso siguiente nos mues­ tra un notable proceso de nacimiento. Martina Según su madre, Martina era un precioso bebé que incluso llegó a ganar el premio al recién nacido más hermoso en la sala de maternidad del hospital del pueblo... ¡lo cual armoniza muy bien con su Venus en Leo en ascenso y su Luna también en Leo (véase fig. 6.2)! La madre dice que Martina era una criatura afectuosa, extravertida y demostrativa, y parecía feliz tanto en compañía como a solas. Durante los primeros años, la familia -la madre, el padre y el bebé- fue dichosa. Vivían en una pequeña aldea de pescadores en una isla del Pacífico, al noroeste de Canadá, donde el padre era el dueño y el patrón de un barco salmonera. La madre de Martina es una india norteamericana nativa, de pura san­ gre, de la tribu de los haida, y el padre un canadiense de habla inglesa. Martina posee la exótica belleza que con tanta frecuencia resulta de las mezclas de sangre, pero también el trágico destino de no pertenecer a ninguna de las dos culturas, porque en aquellos años, una mujer que se casaba fuera de la tribu renunciaba a su condición tribal (sin embargo, los hombres que se casaban con mujeres caucásicas la conservaban), de modo que su madre vivía fuera de la ley de su cultura (Marte en la casa diez en cuadratura con U rano en ascenso). Esta situación cambió poste­ riormente, pero no lo bastante pronto como para proteger a Martina y a su madre del inevitable ostracismo. Cuando Martina tenía 3 años, en septiembre de 1965, el barco pes­ quero del padre zozobró en una tempestad, no lejos de la cabaña donde vivían, y él murió ahogado. En aquel momento, en la carta de Martina, Saturno en tránsito estaba en Piscis en la casa ocho, justo después de la conjunción con Júpiter, y en oposición con Urano en tránsito a 14º de Virgo y con Plutón en tránsito a 15º de Virgo. No sólo perdió a su padre, sino también su derecho a la herencia porque la tribu no se ocu­ paría de la hija que una mujer nativa había tenido con un blanco. Cuando un niño pierde a uno de sus progenitores, la experiencia es similar a la de una orfandad total, porque el proceso del duelo lo priva durante un tiempo del padre sobreviviente, y cuando ambos se han re­ cuperado, los dos han experimentado cambios permanentes y en oca­ siones se han alejado el uno del otro. Una vez la madre se hubo recupe­ rado de su duelo, aproximadamente un año después de la muerte del padre, el daño producido era irremediable (se había vuelto alcohólica) y la pequeña Martina había cambiado mucho. 168

Fig. 6.2. Martina

El horóscopo de Martina presenta de manera espectacular todos los elementos de su vida: Neptuno retrógrado en la cuarta casa, en conjun­ ción con el Imum Coeli: vivir en una isla, orígenes tradicionales oscure­ cidos, padre que se ahoga, madre que se da a la bebida; Júpiter en la oc­ tava: una herencia potencialmente rica en costumbres espirituales y culturales, retirada de los valores y del apoyo (retrógrado); Sol en Cán­ cer en la undécima: un fuerte vínculo y una gran identificación con la madre como amiga; Sol y Luna en recepción mutua con la Luna en la doce en cuadratura con Neptuno: crecimiento emocional suspendido, no nacido, dificultad en la expresión de emociones debida a un trauma precoz (oposición con Saturno); Saturno en conjunción con el nodo sur: padre y madre separados por la desgracia (Saturno retrógrado en quin169

cuncio con Plutón en ascenso) y subsiguiente pérdida de la madre de­ bida al alcoholismo. Martina se vio librada a sus propios recursos y se volvió muy hábil para arreglárselas sin ayuda, cuidar de su madre y asegurarse de que es­ taba a salvo. La constante corriente de hombres que entraban en la di­ minuta cabaña y volvían a salir les aseguraba algunos ingresos, pero también amenazaba su seguridad, ya que la madre con frecuencia sufría agresiones de sus clientes, informales hasta el punto de que a veces le daban dinero, pero con mucha más frecuencia se limitaban a una botella y una paliza. En esa época, entre los 3 y los 12 años, Martina estableció con su madre un vínculo aún más fuerte, si cabe, identificán­ dose intensamente con ella. Aunque iba a la escuela de la reserva, regu­ larmente hacía novillos, y su posición en la tribu era tan poco impor­ tante que no llegaba a merecer la atención de los funcionarios de vigi­ lancia, de modo que finalmente consiguió escabullirse por las rendijas del edificio de la educación. El gran trígono del Sol con Neptuno y Júpiter en agua es un circuito cerrado emocional que suele difuminar las ya imprecisas fronteras entre madre e hijo, y a causa de la implicación de Neptuno, simboliza un estado que llamaré de «nonato». El Sol en Cáncer -una señal de energía de tipo uterino que se manifiesta de manera muy diferente en cada nativo de Cáncer, pero que se ve muy claramente en los profundos vínculos psicológicos, emocionales y biológicos con la madre- se apro­ ximaba (por progresión secundaria) a Neptuno estacionario directo y se separaba de Júpiter estacionario retrógrado. Los orbes del trígono son estrechos y crean una energía dinámica carismática. El Sol «tiende» hacia Neptuno, hacia algo misterioso, confuso y lleno de anhelos cen­ trados en la historia genética y el destino familiar. El gran trígono de Martina es particularmente intrincado por diversas razones: Júpiter está en recepción mutua con Neptuno (y Júpiter tiene el efecto adicio­ nal de ser el antiguo regente de Piscis); los planetas están en signos de agua (los dos planetas retrógrados se encuentran, además, en casas de agua), y todas las señales están centradas en la sexualidad, la confusión genética y hereditaria y los contenidos profundamente inconscientes preñados de un problema naciente. En definitiva, una fusión de símbo­ los llena de misterio y emocionalmente cargada. El gran trígono de Martina era una especie de crisálida, o un alambique donde se gestaba una misteriosa transformación. Para marcar la diferencia entre los dos aspectos solares en el gran trígono, vamos a tomar primero el trígono Sol-Neptuno. Ya hemos visto que el trígono estacionario directo lleva implícito un estado en el que se siente algo frustrante e inminente, junto con la necesidad de li170

berar o exteriorizar la energía simbolizada por el planeta estacionario directo. Exteriorizar a Neptuno no es, generalmente, uno de los proce­ sos más precoces de la individuación; y de hecho, encarnar o realizar a Neptuno es contrario a su naturaleza. Sin embargo, en algún momento y de alguna manera, eso saldrá afuera. El trígono estacionario retró­ grado Sol-Júpiter habla de interiorizar más aún las preocupaciones del planeta: Júpiter tiene que ver con la ley social y moral, la justicia del orden natural y la liberación de la sabiduría o de la creatividad. El problema principal con el trígono estacionario retrógrado es el pro­ fundo sentimiento de desesperación por no ser capaz de realizar el des­ tino que se siente con tanta intensidad. Miremos ahora el trígono total. Para expresarlo con palabras clave, este gran trígono dice: «Con el fin de realizar plenamente mi individua­ lidad solar y conseguir que me acepten como quien de verdad soy, debo sacar a la luz un rostro desconocido y extraño de mi Sí mismo que yace profundamente sepultado en mi inconsciente. Esto puede deberse a un vínculo directo con mi herencia genética, y es probable que el descubri­ miento y la aceptación de este hecho hagan que mi conciencia del ca­ rácter misterioso del orden social sea todavía más profunda, de modo que yo pueda emerger de las profundidades de las aguas embrionarias del inconsciente colectivo para asomarme a la vida en la plena luz del día». Martina piensa que debía de tener unos 12 años cuando se dio cuenta de algo en ·sí misma que era misterioso, diferente y un poco in­ quietante. Se refiere a ello como «algo que necesitaba nacer». Tras haber estado aislada la mayor parte de su vida, sin relacionarse jamás con otros niños de la manera habitual, con frecuencia horriblemente perseguida y rechazada por ellos debido a su condición y a la reputa­ ción de su madre como la prostituta de la isla, jamás aprendió a esta­ blecer comparaciones entre ella y los demás. Lentamente empezó a ha­ cerlo, y el resultado de ello es la historia de su vida hasta hoy. Porque Martina, cuando nació, era Martín. Al reflexionar sobre su niñez y el comienzo de su evolución, Martina siente que su lado feme­ nino se había mantenido embrionario durante toda su vida y que ella es­ taba gestando a la mujer en quien se convertiría. Fue durante los años turbulentos de la oposición de Saturno con su lugar natal, la demarca­ ción natural del final de la infancia que coincide con la emergencia del Eros, cuando Venus progresado formó conjunción con su Plutón natal mientras que Marte progresado estaba todavía dentro del orbe ( 1 º des­ pués del punto exacto) de la cuadratura con Plutón. Desde lo más pro­ fundo emergió la primitiva batalla entre lo masculino y lo femenino. De los 14 a los 17 fueron los peores años para Martín, porque ahora sabía 171

plenamente qué era lo que había dentro de él que quería nacer. ¿Era de­ bido a su naturaleza o a su educación? Sin duda, era su naturaleza, pero de un modo misterioso su historia personal respaldaba su metamorfosis en mujer, la «madre» que él era interiormente. A los 1 7 años se dio a luz a sí mismo. Al principio sólo nominal­ mente. Tenía talento y madera de estrella, y empezó a trabajar como actor travestido en una ciudad importante, el mismo año en que Nep­ tuno se estacionó para volverse directo. Lo que no había nacido, final­ mente vio la luz. El Sol progresado había llegado a los 29 º de Cáncer, empujando hacia adelante a Neptuno en movimiento mientras Saturno en tránsito atravesaba Virgo para formar una oposición con su Júpiter natal retrógrado en la casa ocho (trayendo a la memoria el tránsito de Saturno catorce años antes, cuando murió su padre). Aquí podemos re­ cordar el mito de Júpiter, que hizo que Saturno diera a luz a la progenie que había devorado y estaba sepultada en su cuerpo, especialmente dado que el Sol en la casa once estaba en sextil con Júpiter. Eso fue «presentarse en sociedad» a lo grande. Pero aun así, no era suficiente. Era, decía él, como «hacer teatro», y empezó a buscar especialistas en cirugía transexual. Tras haber ganado muchísimo dinero, Martin se fue metamorfoseando gradualmente en Martina a lo largo de los cinco años siguientes, sometiéndose a los últimos procedimientos de transforma­ ción mientras Saturno transitaba por la casa cuatro. Las implicaciones específicas de este tránsito son: expiar el destino de la familia; arrebatar el tesoro del seno de la familia; rescatar a la doncella, y buscar la identi­ dad individual dentro de los confines de la propia historia genética. 4 Más o menos en esa época las leyes sobre la posición social de las mujeres norteamericanas nativas fueron cambiadas por el consejo de la tribu. La madre de Martina fue «rescatada» de sí misma y acogida en la comunidad que antes la había condenado al ostracismo. Aceptó tra­ tarse por su alcoholismo y empezó un prolongado ciclo de regeneración en su vida. Cuando Martina tenía 28 años y medio, en el año de su retomo de Saturno en Acuario en la sexta casa, su Sol progresado había llegado a su prometedora oposición con su Saturno natal y ella pudo finalmente aceptar su masculinidad. Su madre le había proporcionado muy poca información valiosa sobre su padre, pero a medida que emergía de su bruma alcohólica, la madre y su «nueva» hija empezaron a hablar de él. De manera que ahora Martin se ha convertido en Martina y se encuen­ tra con que en su vida se le plantea la incongruente situación de no tener que vérselas con el anima, sino con el animus. 4. Sullivan, ob. cit., pp. 210 y ss.

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Los elementos y el gran trígono solar El elemento en el que se forma el gran trígono solar es de suma impor­ tancia. Los elementos astrológicos nos devuelven a los antiguos humo­ res de las hipótesis médicas galénicas, y hoy en día están cómodamente alineados con los rasgos psicológicos. Como cualquier tipo de circuito cerrado, el gran trígono puede funcionar de forma autónoma y formar un complejo de potenciales que no necesariamente se fusionan con el resto del horóscopo a menos que los planetas implicados formen otros aspectos. El elemento en el que se encuentra la configuración indica dónde puede hallar el nativo su propia luz y desarrollarla de un modo consciente. Fuego: El yo de los individuos con un gran trígono solar de fuego no sólo tiene un escenario, una escenografía, un guión y un director inter­ nos, sino también un público favorable. Idealmente, les gustaría ver el espectáculo representado ante una audiencia mayor y de forma más pú­ blica, pero sólo el tiempo destacará su coraje. En algún momento, el planeta en el signo siguiente al del Sol en el zodíaco se pondrá directo por progresión; esto señalará el comienzo del proceso de exterioriza­ ción de la inspiración y la dirección. Tierra: La capacidad de obtener resultados tangibles del esfuerzo apli­ cado requiere una exteriorización consciente. Al estar tan interesados en los problemas del cuerpo, los individuos con este trígono suelen preocuparse mucho de su apariencia física. En última instancia, el trí­ gono es creativo de ciertas maneras muy prácticas, y necesita un canal para elaborar formas sumamente imaginativas, creando un tipo de arte práctico. Aire: A las personas que tienen este trígono, con frecuencia les resulta difícil exteriorizar sus ideas y expresar sus pensamientos. Tienen una fuerte tendencia a reservar para sus adentros lo que piensan. Necesitan aprender a confiar intelectualmente y a aplicar la mente a sistemas que les ofrezcan un vehículo para vivificar su brillantez interna. El yo está interesado en las apariencias, y como éstas no son nunca del todo per­ fectas, estos nativos pueden ser excesivamente críticos consigo mismos, una actitud fácil de proyectar sobre individuos en particular o sobre la sociedad en general. Agua: La descripción más adecuada de este elemento es la de una crisá­ lida en la que profundos problemas inconscientes pasan por etapas de 173

transformación hasta emerger del alma como mariposas. El yo puede permanecer rudimentario e infantil hasta el momento en que el nativo se da cuenta del valor de sus propios sentimientos y confía en lo que -como bien sabe su Sí mismo interior profundo- tiene un valor, posi­ tivo o negativo. A estas personas quizá les cueste expresar sus senti­ mientos hacia los demás, pero suelen ser profundamente intuitivas y perceptivas, aunque tal vez carezcan de la voluntad necesaria para cul­ tivar sus talentos. OTRAS PAUTAS CON PLANETAS RETRÓGRADOS

El abanico Es del todo posible que una pauta en abanico albergue un planeta supe­ rior retrógrado si el Sol está en un extremo de la estructura y el planeta superior está en trígono con él desde el otro extremo, en cuyo caso la configuración está «contenida» por el Sol y el planeta o planetas retró­ grados. La estructura en abanico describe una carta sumamente centrada en una tensión interior que caracteriza a un individuo independiente (in­ cluso si todos los planetas están en la parte del horóscopo que corres­ ponde al Descendente). Esta pauta en la carta natal es el compendio de un individuo automotivado que rompe con el pasado no por oponerse a la familia o a la sociedad, sino debido a su necesidad interior de no sen­ tirse estorbado por los demás y sus opiniones. Puede indicar una ob­ sesión con la independencia y el autogobierno que bordee el egocen­ trismo, y con frecuencia son necesarias conmociones provenientes del exterior para conseguir que la mente se vuelva hacia adentro. El cuenco U no o más planetas pueden estar retrógrados en un cuenco si el Sol se encuentra en cualquiera de los dos extremos de la procesión de planetas contenidos en la estructura. En este caso, es probable que los plane­ tas superiores en el extremo opuesto al Sol se vuelvan retrógrados por progresión secundaria en algún momento de la vida; el año o los años en que esto suceda señalan importantes puntos de cambio. Cuando todos los planetas están contenidos dentro de los límites de una oposición y no hay ningún planeta superior retrógrado, un hemisfe174

Gran trígono solar

Yod solar p

EQ,.x

0cP X�

2

y

� x � 1 a los 30 años

ERx

Cuenco o abanico solares

Múltiples planetas retrógrados

Cubo o embudo lunares

Aislado o en pareja

Planeta retrógrado solo será Q, primero por progresión

Fig. 6.3. Síndromes retrógrados con planetas superiores

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rio del horóscopo está automáticamente acentuado, y por lo tanto el otro está alienado. Si éste es el caso, entonces el Sol, Mercurio y Ve­ nus (la tríada de la identidad) estarán centrados en la configuración, en conjunción con los planetas superiores o flanqueados por ellos. En la carta en embudo o en cubo, el planeta aislado que forma el extre­ mo o el «asa» del diseño es generalmente un planeta superior retrógra­ do. Si no es así, estará cerca de su estación, ya sea ésta retrógrada o directa. El planeta superior aislado En el caso en que un planeta superior esté aislado, aparte de la estruc­ tura que forman los demás, constituye el asa del cubo o el extremo del embudo, y además, generalmente está retrógrado. Las energías y moti­ vaciones que simboliza el planeta estarán desconectadas del resto del horóscopo, y pueden actuar como una compulsión u obsesión. Es fre­ cuente que el nativo esté obsesionado por los problemas que simboli­ za el planeta retrógrado, y hasta que esa energía se integre en alguna medida de un modo consciente y observable, puede mantener al indivi­ duo incapacitado para experimentar la verdadera magnitud de sus ca­ pacidades. El planeta actúa como una entidad independiente, captando estímu­ los y traduciendo a través de sí mismo todas las experiencias, con lo que crea una predisposición que lo tiñe todo con el tono del planeta. Por ejemplo, en el caso de Júpiter, se puede exagerar insensatamente o dar demasiada importancia a cualquier cosa, ya sea psicológica, filosó­ fica o físicamente, y el individuo intentará encontrar un significado o un fundamento en todo. Marte tiende más bien a obsesiones sexuales o marciales, en las que se ve todo como una batalla, una causa o una revolución. Saturno crea oscuridad alrededor de cada experiencia, exudando la sabiduría de un senex o un aura melancólica; es probable que haya una proyección de la propia autoridad o autenticidad, que termina por exagerar el poder de otras personas a expensas de uno mis­ mo. U rano crea un estado anímico de crisis interna, y en esta situa­ ción se percibe el mundo como incierto en el peor de los casos, y en el mejor como caótico; es posible que para encontrar sentido en el desa­ tino, la persona adopte una filosofía «racional» compensatoria. Neptu­ no puede deformar las percepciones, creando un mundo de sueños vi­ sionarios o descendiendo a la matriz de la locura; el resultado de la falta de límites puede ser que uno se convierta realmente en «otra persona» mediante la transferencia simpática. Plutón, cuando está aislado y re176

trógrado, exacerba la natural angustia existencial del nativo, y la entro­ pía impregna todas las cosas, frecuentemente con el resultado de que el individuo no se siente amado y, como Hades, tiene que «robar» el amor. Sigmund Freud tenia a Marte retrógrado como planeta aislado, y toda su etiología de la neurosis surgía del impulso sexual. Se ganó mala fama por su sensibilidad a la represión sexual, y sus teorías sobre la se­ xualidad infantil, la libido y la seducción le acarrearon muchos proble­ mas con sus colegas. John Jacob Astor tenia a Plutón como planeta aislado. Es el prototipo del estadounidense que «se ha hecho a si mismo»; amasó una fortuna fantástica en dinero, propiedades y poder y, como auténtico líder de la libre empresa, estableció en Estados Unidos la primera dinastía finan­ ciera. La Luna como asa del cubo o extremo del embudo Cuando los planetas se combinan para formar un cubo sin que haya ninguno retrógrado dentro, y la Luna se opone al punto medio de esa estructura, se manifiesta un estado emocional muy peculiar. Aunque es peligroso proponer algo absoluto en cualquier modelo psicológico, esta configuración demuestra ser la más difícil. Las emociones y la función sentimental están separadas del conjunto de la psique. El compromiso que hemos visto en las pautas anteriores -el abanico y el cuenco- está presente, pero con una nítida carencia de integración emocional. Mien­ tras no se ven obligadas a tomar conciencia del impacto emocional que provocan en los demás, estas personas actúan inconscientemente como vampiros emocionales, que se nutren de los sentimientos ajenos sin comprender sus propias emociones ni su carácter de súcubos. Este caso demuestra que la responsabilidad emocional está latente, una situación potencialmente endémica cuyos atributos necesitan proyección. Otras personas pueden sentir el peso de tener que cargar con el bagaje emo­ cional de quienes tienen esta curiosa configuración, que tienden a verse rodeados de dramatismo cuando los demás se ponen irracionales en sus exigencias, conscientes o inconscientes, de respuesta emocional, y así obtienen la excusa que necesitan para no estar presentes o no participar en el «crimen» del exceso emocional. Cuando el Sol progresado llega al punto en donde uno de los plane­ tas superiores se estaciona y se vuelve retrógrado, señala el año o los años en que las experiencias obligan a mirar hacia adentro y promue­ ven un autoexamen. Aunque esto podría no afectar a la Luna en sí, ini177

cia una época de cuestionamiento espiritual. Se produce un desafío al sentido innato de autoridad personal, lo que lleva automáticamente el sentimiento a un estado más activo. Los individuos que tienen una Luna aislada se sienten confundidos ante aquellos cuyos sentimientos están relativamente integrados, y podría ser que optaran por buscar una senda vital o un dogma que por su organización estricta los proteja del fuego cruzado emocional. Esto puede manifestarse, en su variante más extrema, como una forma de autismo emocional. Es muy probable que la madre (la Luna) haya tenido un importante papel en esto, ya sea mostrándose fría y distante o manipulando de tal manera que su hijo o hija haya llegado a ver las emociones como un instrumento de control. Aunque parezca mentira, el resultado de la configuración es que la per­ sona controla emocionalmente cualquier situación que pudiera subyu­ gar a la Luna aislada. Lo que crea esta atmósfera es el miedo al senti­ miento. Si los propios sentimientos están separados de la totalidad del sí mismo, es natural que se suponga que ese estado es universal.

James James tiene una configuración planetaria que muestra a todos los pla­ netas en el interior de un quincuncio entre Júpiter y Urano, con el Des­ cendente en medio y la Luna aislada como asa en el Ascendente en Pis­ cis. Fue criado por tres mujeres, una de las cuales era su madre, según él «una figura insustancial como una sombra». James jamás conoció a su padre, que murió antes de que él naciera, y nunca tuvo realmente una figura masculina con quien identificarse y que le permitiera desa­ rrollar un fuerte yo masculino. Para su sustento, su vida dependía en su mayor parte de mujeres. Es un hombre de negocios de mucho éxito, sus colegas lo aprecian, tiene numerosos amigos y muchos logros en su haber. Con el Sol en conjunción con Neptuno, su principal preocupa­ ción cuando acudió a mi consulta era un extraño sentimiento de irreali­ dad que lo disociaba y que, por lo que él recordaba, lo había acosado siempre. Se siente un impostor, aunque hay pruebas que demuestran todo lo contrario. Las necesidades de su yo, aunque externamente estén satisfechas, en su interior constituyen un vacío. Sus sentimientos son en buena medida proyectados, y sus amantes, tan numerosas como fuga­ ces, terminan por «evaporarse». Él y su mujer se separaron antes del nacimiento de su hija, y ella no quiso que James interviniera en la crianza y la educación de la niña. Como él se avino a la imposición, no había visto a su hija hasta un año antes, cuando ella tenía 22 años. De hecho, James desapareció. Aunque 178

Urano ( el primer planeta en volverse retrógrado) se había estacionado para emprender el movimiento retrógrado siete años antes de que él co­ nociera a su hija, fue en el año en que su Sol progresado formó una cua­ dratura con su Plutón natal cuando, según James, se aclaró toda la si­ tuación. Debido al carácter inconsciente y colectivo de los planetas transpersonales, el momento en que éstos se estacionan y cambian de dirección por progresión no es necesariamente un acontecimiento, sino más bien una iniciación gradual en un proceso nuevo. En el caso de Urano, el planeta activa un proceso de individuación: cuando el Urano progresado de James se estacionó para volverse retrógrado, él empezó a autodefinirse con más claridad. Su yo comenzó a hacerse valer de una manera en que jamás lo había hecho; es decir que la salida de James de las brumas de su Sol en conjunción con Neptuno y su Luna en Piscis se inició alrededor de la época de la estación de U rano por progresión y se centró en el año de la cuadratura progresada del Sol con Plutón. Al conocer a su hija e ir comprometiéndose cada vez más, James empezó a participar conscientemente en su vida lunar emocional, que tan divorciada había estado de su vida solar. Empezó a concentrarse cada vez más en sus emociones y sentimientos, y de acuerdo con ello sus necesidades en el ámbito de las relaciones comenzaron a cambiar. Un año después de haberse convertido en un verdadero padre estaba experimentando cierta confusión. Tal como él decía: «He vivido como en un sueño, flotando entre mujeres, sin sentirme jamás realizado ni sa­ tisfecho. Sólo ahora ·me doy cuenta de que debo cuidar yo mismo de mis necesidades emocionales y trazar algunas fronteras definidas alre­ dedor del amor». Estaba empezando a comprender la necesidad de vol­ ver a conectar su aislada Luna al conjunto de su psique, pero esto es un proceso y no un acontecimiento, y aunque su Luna natal estará siempre «ahí fuera en algún lugar sobre el horizonte», con su estructura planeta­ ria en la zona de la séptima casa, el resultado de su disposición a asu­ mirla -y con ello a asumir la responsabilidad de sus propias emocio­ nes- será la consolidación de sus sentimientos en lo referente a su vida amorosa. Chris Chris, un Cáncer, tiene todos los planetas situados entre Marte a 19 º de Tauro y Neptuno a 4º de Libra, con Saturno en el Ascendente a 16 º de Cáncer. La Luna, a 5 º de Capricornio, separada de la estructura principal del horóscopo, está en oposición con Saturno. El padre de Chris, un oficial de alta graduación de la Armada 179

Real inglesa, estaba en Australia cuando él nació y prácticamente no desempeñó papel alguno en su vida. A la madre le diagnosticaron una esclerosis múltiple cuando él tenía 6 años, y la enfermedad avanzó rápi­ damente, de modo que cuando cumplió los 14, ella ya estaba en una silla de ruedas. Ese mismo año, un día lo enviaron a la planta alta de la casa a ver «qué era todo ese escándalo», y se encontró con que su padre estaba en el cuarto de baño muriéndose de un ataque cardíaco. Después de aquello, su madre le pasó la responsabilidad de cuidar de ella. Chris había nacido con la predisposición a distanciarse de sus sentimientos y a reprimirse (la Luna corno el asa del cubo, en oposición con Saturno en ascenso). De todos modos, sus primeras experiencias vitales colabo­ raron en buena medida con la disposición astrológica. Es el mayor de dos hermanos, y dice que desde los 14 años se educó él solo. Según su hermana, se niega a hablar de su niñez, y se bloquea incluso cuando le hacen preguntas directas. Aunque lleva más de diez años viviendo con una mujer, ella encuentra grandes dificultades para atravesar los límites que él impone. Su armadura emocional es extre­ madamente rígida, y siente que cualquier forma de terapia o de análisis psicológico, incluyendo la astrología, es «peligrosa». A partir de su carta, es lógico que Chris sienta eso: ve una actividad de este tipo corno muy amenazadora porque trabajar con los niveles más profundos de su psique le exigiría despojarse de su coraza y experimentar sus sentimien­ tos. No es imposible que esto suceda en el futuro, pero no sabernos qué es lo que Chris dejará que le pase llegado el momento. U na mayoría de planetas superiores retrógrados Las personas con muchos planetas superiores retrógrados nacen en una época de rebelión y desorientación colectivas, y es probable que car­ guen muy conscientemente con el rechazo psicológico de todos los valo­ res sociales. Sin embargo, estarán motivadas para cambiar en sentidos nítidamente personales, según cuáles sean sus antecedentes sociales y familiares, y dependiendo también de las casas donde se encuentren el Sol, Mercurio y Venus. Las personas que tienen todos los planetas supe­ riores retrógrados necesitan gran coraje para escuchar la voz interior -la del Sí mismo- y dejar atrás los valores y las costumbres que les en­ señaron en sus primeros años. Es posible que estas personas se sientan abrumadas por los conflic­ tos entre las necesidades de su yo (el Sol) y las exigencias del Sí mismo superior en cuanto a la forma de independizarse de los prejuicios fami­ liares y de las restricciones sociales. Es frecuente que «se despierten» 180

con un sobresalto en la adolescencia, cuando la biología les recuerda que han de iniciar el proceso de individuación y de autoafirmación. Así como es probable que hayan sido niños retraídos y tímidos que vivían en su propio mundo, en la adolescencia la irrupción de los cambios, tanto hormonales como sociales, da como resultado una «presentación en sociedad» repentina y espectacular. A menudo, la gente que reac­ ciona así da la impresión de haberse convertido en «otra persona», según sus padres y sus amigos: se comportan de un modo libre e indisci­ plinado, experimentando sin reservas y mostrándose generalmente hi­ peractivos hasta que se apaga su sed de los aspectos físicos de la exis­ tencia, momento en el cual vuelven a un estilo de vida más tranquilo, introspectivo y filosófico. Una posibilidad ulterior es que tales individuos puedan sentirse tan abrumados por la masiva rebelión inconsciente y sus características pri­ mitivas y embrionarias que se retraigan completamente de su entorno para retirarse a un mundo de sombras. Puede haber un miedo intenso de lo que bulle por debajo de la superficie, y aunque los aspectos como tales no denoten locura (ya que ninguna configuración astrológica es absoluta), hay un horror subyacente ante lo que está al acecho en los es­ condrijos más profundos del inconsciente. Los adormecidos monstruos de nuestros estratos más arcaicos podrían emerger de las tinieblas en cualquier momento. Las personas que no tienen planetas retrógrados en su carta natal dicen que lo que en cierto modo las obliga a la introspección son los acontecimientos, las circunstancias o los sorprendentes cambios inte­ riores que provocan una herida o una comprensión profunda de la que no pueden seguir desentendiéndose. Sin embargo, es frecuente que en la vida de quienes tienen una mayoría de planetas retrógrados, una fuerte impresión, una conmoción o una interrupción biológica los obli­ gue a enfrentarse con el mundo exterior. Tan interiorizada y reprimida está su expresión emocional que sus sentimientos de aislamiento pue­ den ser profundos. Cuando el Sol está en la zona de oposición con la mayoría de los planetas superiores, suele haber una gran confusión con respecto al pro­ pio valor y a la autoafirmación. Es probable que la vida interior sea mucho más real para el individuo que cualquier influencia externa. Esto genera en los padres mucha consternación, porque se sienten im­ potentes ante un niño así, y con frecuencia temen haber hecho algo que haya provocado semejante introversión. La verdad es que podría ser que los padres que tienen estos hijos no fueran más que encargados a quienes corresponde un mínimo papel en el desarrollo de su personali­ dad, porque a menudo los niños no se dan cuenta alguna de la influen181

cia parental mientras no empiezan a tomar conciencia de la psicología y a examinar con cierta profundidad y con detalle cuál fue exactamente la forma en que los padres influyeron en ellos (véase el caso de Osear, en el cap. 14). Con frecuencia los padres están tan alarmados por la manifiesta falta de respuesta o de interés del niño por ellos que lo traumatizan obligándole a adaptarse a diversos moldes, deformando así un proceso natural y proporcionando municiones al adolescente hasta que éste ter­ mina devolviéndoselas. Encontrar un hilo que sirva de guía en el labe­ rinto del inconsciente y aprender a entenderse más a sí mismo, aunque no siempre sea una experiencia cómoda, es absolutamente necesario para alguien que tiene todos los planetas superiores o la mayoría de ellos retrógrados. Ningún planeta superior retrógrado

Si no hay ningún planeta superior retrógrado, la estructura del horós­ copo es o bien la de un cuenco (todos los planetas contenidos dentro del límite de una oposición, con el Sol y los planetas inferiores emplazados muy probablemente en la zona media de la configuración) o bien una pauta en abanico, que encierra a todos los planetas en una tensa forma­ ción dentro de unos 90º aproximadamente. U na tercera posibilidad, y muy importante, es que la Luna forme el asa de una formación en loco­ motora, en cubo o en embudo. En términos generales, no tener planetas retrógrados permite que el individuo cultive una estructura del yo sumamente desarrollada que no restrinja automáticamente su dominio sobre el resto de las funciones psíquicas. Puede ser necesaria alguna especie de herida, una experien­ cia que enfrente de un modo claro al individuo con la adversidad per­ sonal, para que éste se sienta obligado a examinar los aspectos más sentimentales de su vida. Con frecuencia estas personas tienen la desdi­ chada experiencia de herir a los demás sin darse cuenta, a causa de su manifiesta insensibilidad ante las necesidades ajenas. No son irreme­ diablemente egoístas, ni tampoco crueles por naturaleza, pero mientras no se enfrenten con el hecho de que el universo no siempre se centra en sus necesidades, ni adviertan que no todos comparten su visión del mundo, el viaje es muy solitario para ellos. Con frecuencia, los demás les dirán que su conducta es alienante e intimidatoria. Esto puede herir­ los u ofenderlos terriblemente, pero las personas «no retrógradas» son tan independientes, que deben imponerse un esfuerzo extra para com­ prender al resto del mundo. En el capítulo 3 se encontrará más infor182

mación sobre los planetas natales que se vuelven retrógrados por pro­ gresión. Mick Jagger no tiene ningún planeta retrógrado, en una carta con todos los planetas contenidos en un cuenco desde la duodécima casa a la quinta. Su increíble energía y su resistencia, su capacidad para la direc­ ción y sus rasgos de personalidad corresponden al retrato del individuo no retrógrado. Su conjunción Sol-Júpiter-Plutón muestra su poder sobre los demás y la notable riqueza de sus recursos. Personas .famosas sin planetas retrógrados: Alice Bailey Hector Berlioz Paul Cézanne Marc Chagall Pierre Curie Charles Darwin Bette Davis Cecil B. de Mille Emily Dickinson Arthur Conan Doyle Margot Fonteyn Anatolc France Yvonne Goolagong Xaviera Hollander

Franz Kafka Hellen Keller T. E. Lawrence Abraham Lincoln Yehudi Menuhin Benito Mussolini Edgar Allan Poe Pierre Auguste Renoir John Ruskin (Luna aislada) Arnold Schwarzenegger Margaret Trudeau Twiggy Orson Welles Tennessee Williams

Personas famosas con múltiples planetas retrógrados: Muhammad Ali (JU, SA, UR, NE, PL) Phineas T. Barnum (SA, UR, NE, PL) Ludwig van Beethoven (MA, SA, UR, NE) Sarah Bernhardt (JU, SA, U R, NE, PL) Annie Besant (MA, SA, UR, NE, PL) Helena Blavatsky (JU, SA, NE, PL) Emily Bronte (JU, SA, UR, NE, PL) Joseph Conrad (JU, SA, UR, PL) James Dean (MA, JU, NE, PL) Federico Fellini (JU, SA, NE, PL) Nicolai Gogol (MA, SA, UR, NE) Janis Joplin (ME, JU, SA, UR, NE, PL) 183

Jack Kerouac (JU, SA, NE, PL) Billie Jean King (MA, SA, UR, PL) Gypsy Rose Lee (MA, SA, NE, PL) Sybil Leek (JU, SA, NE, PL) John Lennon (SA conj. JU; UR) Marcel Marceau (JU, SA, NE, PL) Liza Minnelli (JU, SA, NE, PL) Abdul Nasser (JU, SA, NE, PL) Vaslav Nijinsky (SA, UR, NE, PL) Yoko Ono (MA, JU, NE, PL) Bhagwan Shree Rajneesh (JU, UR, NE, PL) Mark Spitz (MA estacionario retrógrado, SA, UR, NE, PL) William Thackeray (MA, SA, UR, NE, PL) Henry David Thoreau (JU, SA, UR, NE, PL) Osear Wilde (JU, UR, NE, PL)

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Marte natal retrógrado HELENA: PAROLLES: HELENA: PAROLLES: HELENA: PAROLLES: HELENA: PAROLLES: HELENA: PAROLLES: HELENA:

Monsieur Parolles, ha nacido usted bajo una estrella propicia. Bajo Marte. Yo pensaba especialmente en Marte. ¿Por qué en Marte? Las guerras lo han fatigado de tal modo que necesariamente ha de haber nacido bajo Marte. Cuando se hallaba en su apogeo. Pienso que más bien cuando estaba retrógrado. ¿Por qué piensa eso? Retrocede usted mucho cuando se bate. Para sacar ventaja. Es igual que huir cuando el miedo propone la seguridad. Pero la composición que forman en usted su valor y su miedo es una vir­ tud que protege, y a mí me gusta lo que se utiliza bien. Shakespeare, Bien está lo que bien acaba, Acto I, ese. 1. ª EL MARTE MITOLÓGICO

Primero pensamos en Marte como el dios de la guerra, como el antiguo dios griego Ares, que medía setecientos pies de altura y descargaba su rabia en los sangrientos campos de Troya, marcados por la lucha. No es una figura agradable ni popular en los mitos griegos, ya que se lo en­ cuentra principalmente en situaciones de guerra y contienda. Era ob­ jeto de adoración para las amazonas, las mujeres guerreras que están estrechamente asociadas con la independiente Ártemis, la diosa de la caza. Su papel en la Ilíada consiste en apoyar a los troyanos, y quizás a eso se deba que su naturaleza nunca haya llegado a ser más que una fuerza primitiva. Está relacionado con el concepto de jurispru185

dencia por el emplazamiento de las cortes de Atenas en el Areópago, la Colina de Ares, pero no desempeña ningún papel activo en la admi­ nistración de justicia. En su forma de Ares es una figura llena de cólera infantil y de una lujuria incontrolable, algo con lo que todos podemos establecer conexión de forma privada, aunque sólo sea como emoción primitiva y no como característica activa. Sin embargo, en las referencias posclásicas la imagen del dios sufrió una transmutación: el sentimiento de los romanos por su Marte era di­ ferente. Ares, al ser asimilado por la teocracia romana, se convirtió en una figura más popular, a la que se intentaba propiciar con más fre­ cuencia. Para la cultura romana, Marte era una figura más refinada, un agente civilizador. Él fue el padre de Rómulo y Remo, los fundadores de Roma, estaba asociado con la agricultura, era el patrón de los cons­ tructores y de los artesanos, y durante todo el mes de marzo se lo ado­ raba en muchos festivales. Aunque pasó de ser un lujurioso dios griego a convertirse en una deidad romana civilizadora, y su espada se convir­ tió en un arado, este último utensilio seguía siendo del mismo metal: de hierro. El dualismo del dios Marte es el fundamento de las funciones astro­ lógicas y psicológicas básicas del planeta Marte: las civilizadas y las pri­ mitivas. Por civilizadas entiendo útiles, funcionales y dirigidas, que además ponen en juego cierto contenido moral, tanto personal como social; al hablar de función primitiva me refiero al instinto humano fundamental de sobrevivir a todas las adversidades, un impulso intrín­ seco que es amoral y carece de toda conciencia social. Ambas funciones son potencialidades intrínsecas que periódicamente pueden entrete­ jerse, pero en general cada una de ellas se distingue con claridad de la otra. Las dos son características nec;esarias para la expresión y la expe­ riencia plenas del ser humano; si se desequilibran o están excesiva­ mente activas, ambas son destructivas. Una de las claves de Marte es la pasión, esa experiencia agridulce en la que el deseo y el sufrimiento se entretejen y confunden. La pasión nos conduce a la vida; carecer de pasión es carecer del impulso a la rea­ lización. Tendemos a pensar en la pasión como en algo que se relaciona exclusivamente con entusiasmos eróticos, pero es también el compo­ nente esencial de cualquier variedad de conquista. El empuje hacia la experiencia, la voluntad de poder y el logro final de un objetivo son todas funciones de Marte. Que uno esté dispuesto a experimentar la vida con todo lo que im­ plica en emociones y experiencias forma parte de la exigencia de Marte. Como dios de la guerra, se mostraba infantil en sus arranques de cólera en plena batalla, y como amante no era menos primitivo. En el capítu186

lo 5 vimos el mito de Ares y Afrodita y cómo consumaron su pasión in­ cluso a riesgo de ser descubiertos por los demás dioses y convertirse en el hazmerreír de todos ellos. Desenfrenado e indiferenciado, Marte es evidentemente peligroso, pero un Marte aprisionado lo es también, aunque de diferente manera. Si no nos sentimos cómodos con nuestro lado más primitivo, se sublima y se hace imposible de refinar y cultivar plenamente. Si se lo mantiene inconsciente, se debate y arde en un in­ tento de liberarse. Las situaciones vitales que traen a la superficie esos sentimientos «incivilizados» ofrecen oportunidades de llegar a un acuerdo con ellos, y con frecuencia actúan como un vehículo para se­ guir transformando esos atributos indeseables en provechosas cuali­ dades. Los atributos de Marte, eris (lucha) y jolos (furia), son de todos co­ nocidos, pero en él hay un tema subyacente que es afín a lo que llama­ mos fuerza vital. Se llama thumos, y también significa voluntad y deseo, libido, resolución, intención, corazón, sentido, coraje, espíritu, pasión, enojo, ira. En los repliegues más profundos del inconsciente está contenida esa motivación misteriosa que es el instinto de supervi­ vencia. Aunque afirmemos con convicción que queremos vivir, en rea­ lidad mantener vivo este deseo no es prerrogativa de la mente total­ mente consciente. La calidad de la propia vida puede ser intensificada por la volición consciente, pero el inconsciente emergerá con total inde­ pendencia de la forma en que, en lo superficial, nos esforcemos valien­ temente por declarar nuestra lealtad a la vida. De igual manera, cuando quizá pensemos que la vida no vale la pena, o la depresión nos desfi­ gure la percepción y la perspectiva, thumos nos mantendrá vivos y des­ piertos. Entre la voluntad consciente y el deseo inconsciente se da un fluir constante, y el deseo inconsciente, tanto de vivir como de morir, está activo en nuestro equilibrio entre lo mental y lo corporal. MARTE Y EL SOL: LA EXTERIORIZACIÓN DEL YO

Marte es el auténtico embajador del Sol. Es el planeta más activo en lo que respecta a dirigir hacia afuera la energía solar, manifestándola en el mundo que nos rodea, y exteriorizando la necesidad de realización del yo. Como primer planeta más allá de la órbita de la Tierra, simboliza el vehículo portador de la identidad de la trinidad formada por el Sol, Mercurio y Venus al mundo exterior. Incluso podría ser el factor activo más importante en la expresión de nosotros mismos. La relación entre el Sol y Marte es muy estrecha, por constitución y por características, más que la existente entre el Sol y los demás planetas, porque mediante 187

el nivel de producción de energía de Marte podemos observar más de cerca cuándo una persona está expresando su individualidad. Hay otros planetas que apoyan la expresión del yo, pero tanto el Sol como Marte exigen el reconocimiento abierto del poder individual. Desde el mo­ mento en que se corta el cordón umbilical, hay muchas fases de separa­ ción y desarrollo: el niño grita para que le presten atención, aprende a caminar; más adelante desafía a sus compañeros y aprende a autoafir­ marse; el adolescente establece su identidad y exige reconocimiento. A través de las diversas fases del desarrollo de la autoafirmación, el indi­ viduo reconoce que a Marte le cabe un papel importante en la separa­ ción del colectivo en cuanto masa y en la demostración de la propia identidad individual. La paulatina civilización del dios griego Ares hasta convertirse en Marte, el dios agrario de los romanos, no es muy diferente del proceso de civilización que sufre Marte -como planeta y símbolo- en el nivel individual a medida que va alterando su represen­ tación psicológica en las diversas fases del crecimiento personal. Si no tuviéramos a Marte en el horóscopo, no seríamos capaces de levantarnos de la cama y vestimos por las mañanas. Animus, una pala­ bra que se usa para describir el principio masculino en la terminología junguiana, es la palabra latina que designa al espíritu, y es también una palabra que, cuando se la usa de determinada manera, significa enojo. El animus en su forma positiva y creativa «anima», es decir, infunde vida a situaciones y objetos. La medida en que nos sintamos animados, inspirados y cómodos con nuestra autoafirmación y nuestra agresivi­ dad la demostramos estando dispuestos no sólo a triunfar, sino tam­ bién, en las circunstancias adecuadas, a rendirnos. Los individuos que se sienten cómodos con el poder de Marte son capaces de reconocer sus límites y su caudal de energía, y saben evaluar y distinguir qué es lo que realmente merece la pena esforzarse por obtenerlo. Sentimos celos y resentimiento, envidia y rivalidad cuando no exteriorizamos ni expre­ samos lo que sabemos que es nuestro propio poder, individual y único. El Sol, que no sólo es el primer representante de nuestro yo, sino que además está hecho del profundo Sí mismo interior, sabe de qué lo­ gros, grandes y pequeños, somos capaces. Si Marte no se siente «feliz» o no se le ha permitido que se alimente, crezca y prospere, el yo se en­ cuentra frustrado en sus intentos de manifestar el Sí mismo con la am­ plitud suficiente para satisfacer nuestra necesidad de reconocimiento. Los males -celos, resentimiento, envidia y rivalidad- que de cuando en cuando (y a veces constantemente) nos consumen a todos, son expresio­ nes de la deformación del impulso natural a ser el número uno. El Sol y Marte reclaman atención; ambos son planetas masculinos muy auto188

afirmativos y necesitan medir su valor en logros externos. Juntos pue­ den colaborar en la producción de una corriente constante de energía creativa, pero también pueden estar en abierto conflicto, cada uno des­ gastando al otro, hasta terminar consumiéndose en la depresión. Lo que en una persona es una ambición saludable, en otra puede conver­ tirse en un monstruo devorador lleno de colérica envidia, un senti­ miento que siempre disminuye lo que hay de positivo en el animus y deja al individuo inanimado, es decir, sin espíritu. El Sol y Marte son los principales principios masculinos en el horós­ copo, símbolos duales del arquetipo paterno. El papel del padre bioló­ gico en la vida del niño no sólo depende de cómo es objetivamente, sino también de cómo lo percibe su hijo. Para un niño pequeño, el padre simboliza al héroe, independientemente del modo en que trate a sus hijos. Él es el mundo exterior, el gran protector, el sabio. El hecho de que con frecuencia no esté, o guarde silencio, o se sienta incómodo con sus sentimientos, no hace más que incrementar su atractivo y su fascinación. Para un niño pequeño, incurrir en su enojo es más aterra­ dor que provocar el de su madre. Ella está casi siempre con él, y en ge­ neral, el padre no, y por lo tanto el enojo paterno no se resuelve con la misma facilidad. Es habitual que uno esté ávido de los elogios de sus padres o, como mínimo, de que ellos aprueben tácitamente sus acciones, o incluso, simplemente, su ser. Aunque es demasiado simplista considerar la ac­ ción de Marte como específica del padre, en la psique todavía primitiva del niño él es el representante del héroe y del agresor, y se convierte así en la base fundamental de la forma en que se relaciona con su propia función masculina y, más adelante, con los hombres en general. MARTE RETRÓGRADO EN LA CARTA NATAL

La batalla entre el Sol y Marte tal como se la ve a través de la función retrógrada se manifiesta a menudo como una sensación de haber sido despojados o privados de nuestra energía y nuestro carácter heroico. Las personas con Marte retrógrado tienen que profundizar más para encontrar su sentimiento de superioridad individual, y es frecuente que se sientan desorientadas y sin saber cómo encarar esta tarea. Con fre­ cuencia ven al padre como el ladrón, y sin duda hay un vínculo entre un Marte retrógrado y un distanciamiento emocional del padre, que conduce a una fantasía o un anhelo de reconocimiento y de elogio. Nor­ malmente, los padres no se proponen privar a sus hijas e hijos de su fuerza vital, ni se desvelan de noche pensando en diversas formas de 189

competir con uno de sus hijos y ganarle. Además, sólo en las situacio­ nes más patológicas los manifiestos malos tratos físicos o psicológicos por parte del padre son un factor en la vida de una persona con Marte retrógrado. Un padre puede iniciar, sin darse cuenta, una batalla en el corazón de un hijo o una hija que tenga a Marte retrógrado por causa de sus propias características marcianas no satisfechas. Quizá su voluntad se haya visto sometida o socavada por circunstancias difíciles que se con­ gregan en su hijo como una especie de destino, y que el padre de alguna manera debe justificar. La persona con Marte retrógrado puede tener un padre cuyo trabajo sea diametralmente opuesto a su vocación, en cuyo caso es posible que el niño cargue con la cólera interior del padre y le sirva así para expiar su pérdida de poder o de prestigio y para seguir el camino no expresado. Un esfuerzo natural por conseguir el aprecio del padre es una parte saludable y habitual en la evolución de todos nosotros. Sin embargo, si no se reconocen nuestros esfuerzos, sentimos que son inútiles. Si éste es el caso, o si el niño lo siente así, surge la inclinación a invertir a Marte y renunciar a la búsqueda de reconocimiento externo. En La dinámica del inconsciente, Howard Sasportas escribe: Con la oposición entre el Sol y Marte se da la tendencia a proyectar sobre los otros el propio Marte. U no tiene grandes deseos de expresarse tal como es, pero le parece que la obstinación de otra persona (la oposición de Marte) está bloqueándolo u oponiéndosele. Es probable que tenga la sensación de que alguien, desde afuera, intenta impedirle que sea como es. Siente que su «voluntad de ser» se encuentra en oposición directa con la de otra persona. El conflicto puede ser vivido por mediación de uno de los progenitores, generalmente el padre. 1

Simbólicamente, hay un conflicto de voluntades que puede funcio­ nar de manera positiva mediante el «crecimiento por oposición». El Sol en la zona de oposición con Marte establece una distancia entre la fi­ gura solar en la vida de un niño o una niña y la capacidad, en su día, de incorporar a su propia naturaleza esa ejemplar condición solar. Como la proyección es inherente al aspecto de oposición, es muy fácil dejar que otra persona cargue con la fuerza dinámica que, en última instan­ cia, es interior. Al principio, el padre (ausente o presente) es esa imagen proyectada del héroe externo y se convierte en una figura dominante en 1. Liz Grene y Howard Sasportas, Dynamics of the Unconscious, Penguin, Lon­ dres, 1989, p. 43. [Hay traducción al castellano: La dinámica del inconsciente, Urano, Barcelona, 1989. La cita está en la p. 55.]

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el período que va aproximadamente desde los 3 hasta los 7 años, cuando el yo es más vulnerable en su desarrollo. Idealmente, el héroe exterior se convierte en el héroe interior a medida que incorporamos a nuestro padre-Sol en la gestalt de la totalidad de nuestro ser. Como se trata de un proceso continuo, es obvio que se da por etapas, pero la ca­ racterística más importante de la función Sol-Marte retrógrado es la di­ ficultad para interiorizar el héroe solar y la tendencia a seguir proyec­ tándolo afuera y viendo que los demás tienen más éxito y son más interesantes, más atractivos, más poderosos ... Como lo más frecuente es que el padre sea nuestro patrón para medir los logros externos, y Marte es el vehículo para la exteriorización del valor interior y de las necesidades del yo, dentro de todos nosotros hay una búsqueda del éxito que se refleja en la relación Sol-Marte en el horóscopo y en la rela­ ción padre-hijo. A veces hace falta un planeta retrógrado para introducir una revolu­ ción en un concepto. Los individuos que se identifican con las masas oprimidas y se sienten compelidos a hablar en nombre de ellas y a re­ presentarlas en una guerra contra los poderes establecidos quizá estén utilizando su guerra interior para combatir al opresor. Un caso que ejemplifica esto es el de las sufragistas. En Significado y simbolismo de Quirón, Melanie Reinhart escribe: En nuestro siglo, a partir de las sufragistas, se puede ver cómo la figura arquetípica de la Amazona confiere su potencial al movimiento de libe­ ración femenina. Pero, como suele suceder en cualquier movimiento co­ lectivo, sus actitudes y sus creencias pueden anegar a los individuos que lo integran. Aquí, la sombra incluye una agresividad destructiva hacia los hombres y el principio masculino, una avidez de poder, una obsesión por la autosuficiencia hasta el punto de inhibir la capacidad de relacionar­ se, y por todo ello, finalmente, la esterilidad emocional y quizás incluso física. 2

Aunque pueda ser necesario un planeta retrógrado para crear una revolución, es probable que no se lo necesite para mantener el nuevo orden establecido. En el siglo XIX, en las cartas natales de las sufragistas y de otras mujeres que hicieron contribuciones importantes a la eman­ cipación -de forma directa o inadvertidamente, por medio de su obra-, con notable frecuencia aparece Marte retrógrado. La proporción, sin 2. Melanie Reinhart, Chiron and the Healing Journey, Penguin, Londres, 1989, p. 44. [Hay traducción al castellano: Significado y simbolismo de Quirón, Urano, Barce­ lona, 1991. La cita está en la p. 61.] El estudio que hace Reinhart del culto de Árte­ m is, las amazonas y Marte es revelador a la luz de Marte retrógrado y del «ultraje».

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embargo, dejó de ser tan fuerte al iniciarse el siglo xx, y hoy este factor ya no es necesario o viable. El efecto de entantiodromia se produce cuando algo llega a polarizarse demasiado y pierde así eficacia al con­ vertirse en su opuesto. Este «lado de la sombra», que Reinhart destaca, se convierte entonces en la fuerza dominante. El hecho de que ya no sea necesario tener a Marte retrógrado para emancipar a las mujeres, pero que en un momento lo haya sido, habla por sí solo. 3 La objetividad, la madurez y la experiencia son las claves para desa­ rrollar las características latentes del planeta retrógrado. Aunque poda­ mos proyectar los aspectos, es importantísimo recordar que el horós­ copo continúa siendo nuestro. Por lo tanto, recaigan en quien recaigan, las proyecciones siguen perteneciéndonos. A su vez, es frecuente que la proyección sobre el padre (el Sol) sea extrapolada, a partir de esa fuente clave, a todas las formas de autoridad: el jefe, la sociedad, la policía, el esposo o la esposa, etcétera. En algún momento, el individuo que tiene a Marte retrógrado debe aceptar que su visión del mundo lo pre­ dispone a la batalla, y por lo tanto debe encontrar la batalla adecuada para librar. Como de hecho la guerra es interna, el oponente debería ser el nativo mismo; esforzarse por alcanzar «lo máximo a lo que uno puede llegar» es la manera más eficaz de satisfacer la propia agre­ sividad. La sustitución del pensamiento de que «los demás son héroes» por el de que «yo soy un héroe» pueden lograrla incluso quienes tienen a Marte retrógrado. Hay un punto donde el padre y, por extensión, todas las figuras externas del héroe deben dejar de ser la fuerza controla­ dora simplemente porque eso se convierte en una excusa para quejarse de la mala suerte o de haber tenido un mal padre. Con frecuencia significa un giro psicológico radical, un reconocimiento de que la bata­ lla que se libra ahí fuera es en realidad la batalla de aquí dentro, y de 3. Esta información me la transmitió Michael O'Neil, un investigador londi­ nense que por casualidad descubrió este hecho mientras estudiaba a Marte. En los horóscopos de las feministas encontró un exceso (1: 10,5) de Marte retrógrado. He aquí una lista de algunas de las mujeres con Marte retrógrado que encontró O'Neil. S. XIX: Louisa May Alcott (29.11.1832), Elizabeth Garret Anderson (9.6.1836), Susan B. Anthony (15.2.1820), Mary Carpenter (3.4.1807), Anne Clough (20.1.1820), George Eliot (22.11.1819), Charlotte Gilman (3.7.1860), Angelica Grimke (20.2.1805), Helen Jackson (15.10.1830), Ellen Key (11.12.1848), Rosa Luxemburg (5.3.1871), Dame Ethel Smyth (23.4.1858), Elizabeth Stanton (12.11.1815). S. XX: Judy Chicago (20.7.1939), Janet Frame (28.8.1924), Lillian Helmann (20.6.1903), Muriel Rukeyser (15.12.1913).

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que uno debería prestar atención a los artilugios autolimitadores que han socavado su propia capacidad para realizar plenamente sus dones naturales. Los principios del Sol y de Marte exigen una actividad extravertida. La agresividad, si no es posible expresarla externamente, implosiona, creando una depresión de los sentidos y, en los casos extremos, provo­ cando períodos de inactividad y una aguda melancolía. El resultado también pueden ser conflictos innecesarios, sólo para lograr algo de ex­ citación. Cuando podemos suscitar entusiasmo y desafío sin que ello sea destructivo ni provoque confrontaciones, vemos que Marte está mejor atendido. La expresión «agresión pasiva» es interesante porque es, como se puede ver, un oxímoron, es decir, una aparente contradicción. Cual­ quiera a quien le haya tocado sufrir la agresión pasiva de otra persona sabe lo confusa y complicada que es la situación que se plantea; hay que dedicar muchísimo tiempo a tratar de imaginarse lo que podría haber hecho uno, o qué es lo que realmente quiere esa persona. Por el contra­ rio, es menos probable que los individuos que caen en la categoría de «agresivos pasivos» entiendan conscientemente de qué se trata. Es una manera muy especial de ser ofensivo y, al mismo tiempo, estar a la de­ fensiva. Algunos quizá incluso piensen que es un recurso económico: ¡no sólo puedes enfadarte, sino que además impides que los demás se desquiten! Es un punto muerto, exterior e interiormente. Aunque la agresión pasiva se muestra en los aspectos Marte-Saturno, en Marte en Capricornio, Piscis o Escorpio y en algunas combinaciones Luna­ Marte-Plutón, es también una característica de Marte retrógrado. En vez de encauzarlo hacia su blanco, el nativo exuda un sentimiento de cólera. Marte retrógrado proporciona un método de controlar a los demás mediante una manipulación sutil, más bien que con órdenes directas. Si a los niños con Marte retrógrado no se les permite tener un territorio donde puedan expresar su enojo o su agresividad, o no se les enseña a usar estas fuerzas instintivas desde temprana edad, termina­ rán aprendiendo maneras de desviar, y por lo tanto de desplazar, su Marte. Para este nativo, definir metas y lograr sus objetivos puede ser un problema si el límite establecido no corresponde al que se ha marcado para sí mismo en cuanto persona que tiene a Marte retrógrado. Enton­ ces es fácil que se dispare un mecanismo inconsciente de autolimita­ ción, y que le parezca que «fallará» en su empresa. En última instancia, esta posición favorece en realidad las formas de empleo autodirigidas y el trabajo creativo que deja tiempo para la contemplación y para refle­ xionar sobre el significado del logro. Se la encuentra con tanta frecuen­ cia en las cartas de personas que han roto con la tradición familiar para 193

establecer su propia carrera u ocupación que es indudable que la pre­ sión proveniente de la familia (o del padre) se les ha hecho imposible de soportar. La afirmación de que romper con la familia y con la adoración he­ roica del padre es algo natural para todos es indiscutible, pero sostener que cualquiera puede hacerlo con facilidad es una falacia. Cuando Marte está retrógrado en la carta natal hay una batalla interior instin­ tiva entre la necesidad de autoexpresión y la falta de impulso para ini­ ciar la acción que tendrá como resultado esa autodefinición. Cuanto más cerca esté Marte de la oposición con el Sol, más intenso será el aca­ loramiento y el enojo que se acumulan en el individuo que tiene esta posición. La pasión del Marte retrógrado individual se vuelve introver­ tida y se hace difícil de exteriorizar a no ser que el nativo se vea provo­ cado hasta el punto de que llegue a estallar. Aunque Marte, a diferencia de todos los otros planetas superiores, no se encuentra retrógrado cuando está en trígono con el Sol, vale la pena mencionar algunas características del trígono Sol-Marte. Es el aspecto más engañoso; siempre que el Sol y Marte están en trígono, Marte está en su velocidad mínima y se volverá retrógrado en un término de entre quince y veinte días, o habrá acabado de ponerse directo entre quince y veinte días antes del nacimiento e irá acelerando lentamente su movi­ miento. Este trígono produce una obstinación que no se asocia con el as­ pecto en general, que se tiende a describir como fluido, fácil, confluente y armonioso, por no citar más que algunas de las palabras clave más po­ pulares. A veces también se dice, entre otras cosas, que es ocioso, apático y afortunado, es decir, que no trabaja demasiado. En el caso que nos ocupa, estos atributos pueden estar presentes, pero el punto muerto en el deseo de expresarse que suele provocar un Marte lento produce en la persona una intensa frustración. De hecho, es probable que entre el Sol y Marte la energía fluya con facilidad y gracia social, pero cabe preguntarse si la autoafirmación y la agresividad se expresan de un modo igualmente cómodo. Con frecuencia hay una ruptura psicológica del circuito entre el conocimiento interior que el nativo tiene de su superioridad y la mani­ festación de ésta. El aspecto puede producir una liberación de la tensión emocional en la forma de fantasías de logro no realizadas que configuran una especie de megalomanía. Que la gente que tiene el trígono Sol-Marte pueda o no realizar su enorme potencial depende en buena medida de otros aspectos más exigentes y desafiantes del horóscopo, y también, desde luego, de los ejemplos de ambición, iniciativa y motivación autó­ noma que haya en su entorno hogareño. Un axioma que no deben olvi­ dar los que tienen el trígono Sol-Marte es: los aplausos se reciben después de la representación. 194

En su movimiento más lento, Marte está en un trígono pasivo (por signo) con el Sol, avanzando sólo un par de grados antes de estacio­ narse. Por lo tanto, una persona nacida con el trígono Sol-Marte antes de su estación retrógrada tendrá a Marte retrógrado por progresión secundaria durante prácticamente la totalidad de su vida adulta. El trígono en el que los dos planetas están en el mismo elemento es un aspecto que promueve una liberación paulatina de la energía y una fluencia sutil del impulso creador. Hay una connivencia de elementos entre el Sol y Marte cuando están en trígono: el yo se expresa por medio de los elementos en que están emplazados los planetas. Es un factor tranquilo, que no genera tensión y que siente una intrínseca animadver­ sión por el conflicto. El año en que Marte progresado llegue a su esta­ ción retrógrada será un año importante (se producirá entre los 14 y los 20 años de edad; como promedio a los 18). En este período, la volunta­ riosa marcha del yo en su desarrollo planteará un reto al «fácil» trígono natal Sol-Marte: que cultive la fuerza interior necesaria para hacerse valer. Con el correr del tiempo, cuando el Sol progresado forme una oposi­ ción con Marte progresado, al nativo se le planteará una situación al rojo vivo. El trígono pasivo de la carta natal ya no satisfará los deseos del individuo, y durante los dos o tres años que dura este aspecto se producirá una eclosión de energía. Esta época suele marcar una rebe­ lión contra la orientación que uno mismo ha elegido, y se produce en mitad de la vida, en un período de todas maneras generalmente car­ gado de cambios necesarios. Si uno ha nacido antes de la oposición del Sol con Marte retrógrado, entonces la segunda progresión importante es el Sol progresado en conjunción con el Marte natal.

Michel Gauquelin En la carta natal de Michel Gauquelin, el investigador y apasionado de­ voto de la astrología estadística, Marte está estacionario retrógrado (véase fig. 7 .1 ). Se había estacionado cuarenta y dos horas antes del na­ cimiento de Michel y se encontraba virtualmente inmóvil cuando él nació. El Sol estaba a 21º de Escorpio, y Marte a 9º de Cáncer. Michel era la encarnación de Marte en estación retrógrada: vibrante de energía, arrastrado por la pasión y determinado a librar batalla contra la oposi­ ción (en este caso, los representantes de la ciencia «dura»). Aunque me propongo concentrarme principalmente en su Marte natal retrógrado en relación con los aspectos que fue formando con él el Sol por progre­ sión secundaria, debo destacar que en la carta de Michel la mayoría de 195

Fig. 7.1. Michel Gauquelin

los planetas superiores están retrógrados en los cielos superiores, en oposición con su gestalt personal, y Neptuno está en ascenso (este pla­ neta llegó a su estación retrógrada cuando él tenía 21 años). Esta esci­ sión puso a Michel en el riesgo psicológico de separar su vocación de su centro personal, alienándolo potencialmente de los demás, y separando también su propio yo de su ser más profundo. La separación de los pla­ netas internos y externos crea la conciencia de ser a la vez voz y víctima del colectivo; es decir que su yo (el Sol) llegó a atarse con su dedicación a los problemas colectivos hasta el punto de sacrificar sus necesida­ des emocionales. (En el capítulo 1 O se verá más a fondo lo que es una gestalt escindida.) El tema de Marte estaba entretejido en la trama de la naturaleza de Michel desde su nacimiento, y aunque no es el único planeta retró-

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grado, está nítidamente destacado en varios temas interesantes. Ya a los 12 años, Michel estaba atrapado por la astrología, con la que su padre, astrólogo aficionado, aunque dentista de profesión, lo había fa­ miliarizado desde pequeño. Los compañeros de escuela de Michel le llamaban Nostradamus: al parecer, el niño ya había descubierto que el conocimiento de los signos era un rasgo atractivo, que al mismo tiempo fascinaba a las niñas e irritaba a los maestros (¡lo que evidentemente demostraba una buena economía de propósitos para un adolescente!). Siempre estuvo muy ligado a su hermana Martine, cuyo nombre es el femenino de Marte. Al ingresar en la universidad, escogió cuidadosa­ mente todas las asignaturas que pudieran auspiciar su obsesión: esta­ blecer una observación empírica de la astrología. El reloj interno de Gauquelin en relación con su Marte retrógrado es un ejemplo tan impe­ cable como habría de llegar a ser su trabajo en el campo de la investiga­ ción estadística. Gauquelin se identificó con Aristarco de Samas, el revolucionario astrónomo griego que se atrevió a sugerir un universo centrado en el Sol, y también con Copérnico, el hombre que mil ochocientos años des­ pués confirmó esta verdad. Michel sentía que el verdadero significado astrológico había quedado en gran parte oscurecido por los epiciclos de Tolomeo durante un lapso similar de mil ochocientos años. Sentía que él podía ser quien atravesara el velo y desencadenara la nueva revolu­ ción copernicana en la astrología al regresar en el tiempo para redescu­ brir un factor perdido, factor que, según demostró, es operativo en el llamado «efecto Marte». Gauquelin reconoció su deuda: «Yo no descu­ brí el efecto Marte ex nihilo, sino porque existía ya una bibliografía as­ trológica. [ ...] Durante su larga historia, la astrología ha conocido más de un "Aristarco de Samos"».4 Fundamentalmente, Gauquelin encon­ tró una vieja espada y supo forjarla de nuevo para convertirla en un arma moderna. De manera similar, Johannes Kepler vio facilitado su trabajo astro­ nómico por las detalladas observaciones de Tycho Brahe, quien había anotado con notable precisión el movimiento de Marte. Fue la exacti­ tud de las mediciones de Brahe lo que constituyó la base de las leyes del movimiento planetario establecidas finalmente por Kepler. Gauquelin atribuyó su propia incursión inicial en la investigación estadística a la inspiración que le proporcionó el trabajo de estos dos astrónomos. La primera compilación de datos y de resultados se refería a Marte, que se encuentra en la «zona plus» de Gauquelin para los atletas. (¡El hecho de que él mismo fuera uno de los principales jugadores de tenis de Fran4. Michel Gauquelin, Neo-Astrology, Penguin, Londres, 1991, p. 44.

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cia, campeón del circuito de los «veteranos», debe de haberle fastidiado bastante, ya que su Marte no se encuentra en los ángulos cadentes que si­ guen al Medio Cielo y al Ascendente, sino en la «zona insignificante»!) Sin embargo, su Marte retrógrado tenía otros planes para él. Gauquelin instigó una reforma total en el campo de la precisión de los datos, además de reunir más datos estadísticos referidos a la fecha de nacimiento que nadie en ningún momento anterior de la historia de la astrología. Consagró su vida a la lucha, a caballo entre dos mundos, el de la astrología y el de la ciencia tradicional moderna. Se encontró enfrentado con la oposición proveniente de los dos campos: el miedo y la burla defensiva de los astrólogos «blandos», que consideran la inves­ tigación y la estadística demasiado «mecánicas», y la hostilidad y el es­ carnio de los científicos. No libró batalla sólo contra los científicos, sino también dentro del mundo astrológico, para estimular a los astrólogos a insistir en la inves­ tigación de modelos que permitan establecer la astrología como una ciencia empírica. Implacable en su búsqueda de pruebas, les reprochó su negligencia y su enfoque poco científico. El grado de tensión gene­ rado por la instigación de una reforma o un pensamiento nuevo, o por la integración de una ideología revolucionaria en la corriente principal de una disciplina, es aquí un arma de doble filo. Establecer un nexo entre los astrólogos y la comunidad científica no sólo es una tarea for­ midable, sino que incluso quizá sea imposible. Gauquelin estaba emocionalmente entregado a su trabajo, que com­ prometía una gran parte de su yo. La combinación de la pasión, la dedi­ cación y la profunda integridad inherentes a Escorpio con su Marte retrógrado es el sello del auténtico revolucionario. Dar a luz, en condi­ ciones arduas y en un medio hostil, a un Minotauro como la «astrología científica» es lo que en la carta de Gauquelin nos anuncia su Marte en Cáncer, que da lugar a una guerra, una batalla por la verdad. La batalla de Michel fue la batalla de un Marte retrógrado, un sím­ bolo del revolucionario clásico que sacrifica la felicidad personal en el altar de una causa colectiva. Compartió sus investigaciones iniciales con Franc;oise, su primera mujer, y la vida personal de ambos estuvo consagrada a su trabajo. Sentaron las bases de lo que Gauquelin ter­ minó por llamar la neo-astrología. La revolución encabezada por Gau­ quelin ha establecido de una vez por todas ciertos absolutos en astrolo­ gía, uno de los cuales -el poder de los emplazamientos planetarios cadentes- sorprendió a muchos astrólogos. En su último libro, Neo­ Astrology, Michel habla del trabajo que hizo en los primeros tiempos, y de la oposición hostil que recibió del grupo, originariamente estado­ unidense, CSICOP (Committee for the Scientific lnvestigation of 198

Claims of the Paranormal) a mediados de los años setenta. Se sentía bajo el constante apremio de llevar a este grupo, ferozmente reacciona­ rio, a un entendimiento consciente de la validez de la astrología. Su Marte estacionario retrógrado, tenso y vibrante de poder conte­ nido, lo fue adentrando cada vez más en su trabajo para refinarlo, deli­ nearlo y perfeccionarlo. Marte natal retrógrado muestra una frustración en la relación entre el individuo y su padre, en la que el padre puede haber cargado con una desilusión o un dolor que el hijo experimenta de manera muy personal, y que de alguna forma necesita justificar. Se podría fantasear que el padre de Michel fue un astrólogo frustrado re­ signado a ser dentista. El Sol como representante del padre-yo puede, además, ser proyectado sobre la sociedad como la imagen del padre del colectivo. Simbólicamente, los científicos son «padres difíciles», la en­ camación de la revolución mecanicista, y Michel los combatió como podía haber combatido a cualquier opresor, a cualquier asesino de la li­ bertad de pensamiento. Porque aunque Michel librara su batalla bajo la égida de la astrología, bien podría haberlo hecho bajo el estandarte de cualquier grupo oprimido deseoso de obtener solidaridad y de ganarse la libertad de existir. Percibió correctamente los escrúpulos que sienten los científicos regidos por el antiguo paradigma, que se estremecen de miedo ante la posibilidad de que su modelo pueda desplomarse, y el pe­ ligro que esto plantea a cualquier sociedad cuyo norte sea la libertad. No se trata de que Michel fuera un enamorado de la astrología tal como aparece popularmente, porque sin duda no tenía pelos en la lengua, se mostraba un poco arrogante y se oponía a toda astrología no fundamen­ tada estadísticamente, pero defendía la libertad de pensamiento y lu­ chaba por el objetivo de una astrología aceptada en el duro y áspero mundo de la tecnología. Como el movimiento del Sol actúa como disparador de todos los ci­ clos de retrogresión -por tránsito o por progresión-, delinearé breve­ mente los aspectos que fue formando el Sol progresado con el Marte natal de Michel, iluminando el poder de este planeta retrógrado. El contacto del Sol ofrece el vehículo para la exteriorización de la energía encerrada del planeta retrógrado. En la carta de Michel, el Sol progre­ sado fue marcando, una por una, las etapas de la evolución en la batalla de su Marte retrógrado. Cuando Michel tenía 16 años, su Sol progresado había hecho el pri­ mer contacto con su Marte retrógrado progresado en 1944-1945. El Sol progresado formó una conjunción con su Luna natal a 7 º de Sagitario, haciendo simultáneamente el quincuncio previo a la oposición con Marte retrógrado progresado: una señal de la profunda necesidad emo­ cional que tenía Michel de descubrir una manera creativa de dominar 199

su variable energía marciana. El primer contacto del Sol progresado con un planeta retrógrado da el «tono» para su evolución. N atalmente, en la carta de Michel, Marte retrógrado está dentro del orbe (a 2º) del quincuncio con la Luna, pero cuando cumplió los 16 años este aspecto era exacto... ¡recuérdese el mote que le aplicaban de adolescente y su re­ curso del chico astrólogo! El segundo contacto se produjo cuando su Sol progresado, a 29º de Sagitario, formó una oposición con Marte retrógrado progresado a 29º de Géminis. En esa época Michel había entrado firme y abiertamente en el combate. Era en 1965-1966, y ya tenía escritos publicados y había llevado a cabo otras actividades en el campo de la astrología, creando graves problemas a los científicos que se le oponían. El tercer aspecto significativo del Sol progresado a 9º de Capricornio fue la oposición con Marte retrógrado a 9º de Cáncer en la carta natal de Michel, que se produjo cuando él tenía 48 años (en 1975-1976), el mismo año del edicto de los 186 científicos. Esta denuncia formal y pú­ blica de la astrología recordaba en muchos sentidos lo que sucedió con Galileo y la Inquisición. Ese mismo año, la batalla de Michel se inter­ nacionalizó y se le hizo una publicidad muy sucia. Él y otros colegas ha­ bían tropezado con una fuerza formidable. Ahora su yo (el Sol) tenía que vivir externamente la batalla interior (su Marte natal retrógrado) en una confrontación abierta (el Sol progresado en oposición), y Michel prácticamente estalló. El CSICOP fue el detonante de la bomba interior de Michel, quien descargó la munición que, en forma de datos, había reunido durante toda la vida. A partir de ese momento, se inició el recuento final. El cuarto y último aspecto que formó el Sol progresado con su Marte pro­ gresado en 1988-1989 fue el quincuncio posterior a la oposición, tradi­ cionalmente un aspecto de corrección o adaptación de puntos de vista. Ese fue el año en que Michel formalizó su trabajo y su ideología con el nombre de neo-astrología, y con ese nombre se celebró una conferencia en el Matrix Heartcentre. Trágicamente, Michel Gauquelin se suicidó en su casa de París en mayo de 1991, apenas tres meses antes de la publicación de su último libro. ¿Había terminado su batalla? Esencialmente, la revolución ha fi­ nalizado, porque ahora se han abierto nuevas puertas, pero su trabajo ha dejado un legado de responsabilidad que otros tendrán que asumir, no sólo en el campo de la investigación estadística, sino en cuanto a se­ guir estableciendo una astrología seria. 5 5. Se encontrará más información sobre Gauquelin en John Anthony West, The Case for Astrology, Penguin, Londres, 1991.

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Fig. 7.2. Sheila

En el caso de Sheila, una rubia modosa y coqueta con el Sol en Libra en trígono con Marte (directo) en Géminis, Marte se ha presentado bajo diversos disfraces. Tiene el Sol en ascenso en la casa uno, y a Neptuno en conjunción con el Ascendente (véase fig. 7.2). Su Marte natal está di­ recto en la casa nueve, en conjunción con Saturno, que tiende a restrin­ gir severamente la energía marciana, y el trígono del Sol en Libra con el lentísimo Marte en la casa nueve fue proyectado sobre su marido. Tras haberse casado a los 1 7 años con un hombre once años mayor que ella, Sheila encauzó sus propias energías de la casa nueve trabajando para ayudarle con su carrera en la facultad de Derecho. El hecho de que Marte en la carta de una mujer sea fácil de proyectar sobre los hombres 201

que forman parte de su vida es un rasgo que comparten los hombres, sólo que en su caso proyectan a Venus. La probabilidad de que una mujer deposite a su Marte en su pareja es mayor cuando el planeta está retrógrado en su carta natal, porque ella ha aprendido diversas maneras de sublimar su propia naturaleza masculina, su capacidad innata para organizar y exteriorizar sus necesidades solares. Si lo aprendido en su infancia estimula o apoya su pasividad, se vuelve dócil y sumisa, y ca­ naliza su Marte a través del marido o del amante. En el caso de Sheila, todos los componentes de un Marte negativo retrógrado ocuparon su lugar en un momento muy temprano de su vida. Cuando Sheila tenía 6 años, su Sol progresado había llegado al punto donde Marte se estacionó y se volvió retrógrado. Para entonces ya la habían declarado «la tonta de la familia», en parte porque su her­ mano mayor había aprendido a leer a los 3 años, de modo que compa­ rada con él parecía lenta, pero también porque padecía una dislexia no diagnosticada y tenía grandes dificultades para organizarse mental­ mente. Entonces se retrajo en un mundo de sueños (Neptuno en as­ censo en Libra) y fantaseó con llegar a ser bailarina; de hecho, lo hacía muy bien en el Royal Ballet hasta que, cuando cumplió los 11 años, se vio que iba a ser demasiado corpulenta. En vez de dejarla seguir bai­ lando por placer, sus padres la sacaron bruscamente de la clase de danza y le dijeron que no pensara más en el asunto. El mensaje implí­ cito era que Marte significaba ambición, y que por lo tanto no se lo podía ejercitar sólo por placer. Sheila veía aquel momento como el del giro decisivo en su vida, cuando toda su energía se volvió hacia adentro y empezó a tener ataques de depresión y de letargo de los que salía sin­ tiéndose derrotada. Por aquel entonces, su Marte progresado había empezado a adap­ tarse a su nueva visión desde el Sol, y la energía y el impulso de la niña comenzaron a invertirse y a transformarse en enemigos internos. Ade­ más, su Marte progresado había vuelto a retroceder hasta formar una cuadratura exacta con su Venus progresado (directo), el regente de la carta y de Libra, signo en el que está emplazado su Sol. Dada su edad, la niña no tenía la capacidad de salir de esta situación mediante el razo­ namiento, de modo que las circunstancias se entretejieron con el meca­ nismo inconsciente de deseo interior y expresión externa, y así se fue formando la trama básica de su personalidad. Sólo mucho más ade­ lante, hacia la mitad de su vida, emergió aquella represión de su libido y de su ambición. Sheila se volvió cada vez más pasiva y colérica, y llegó prácticamente a envenenarse con su rabia reprimida. Se volvió absolutista y rigurosa con ciertos detalles, quisquillosa con el equilibrio de los objetos y obsesiva con las minucias. Como de niña 202

no había sentido que tuviera poder alguno sobre su entorno, se creó un sistema interno de inspección y control. Era obvio que Marte estaba muy activo, pero no de la manera que normalmente esperamos. Se vol­ vió tiránica en su obsesión por perfeccionarse interiormente y organi­ zar su entorno. Todo esto terminó provocándole ataques de bulimia y anorexia a comienzos de la adolescencia. En la época en que conoció a su marido, Sheila estaba firmemente establecida como «ayudante»: su Marte se había convertido en un ele­ mento de apoyo más bien que de acción. Ayudaba a los demás a hacer cosas y a alcanzar logros. Entre 1969 y 1975 tuvo cuatro hijos, dos de ellos gravemente disminuidos y los otros dos sanos. Es imposible con­ siderar este tipo de tragedia desde un punto de vista moral. El senti­ miento de culpabilidad que Sheila sentía por sus hijos era bastante nor­ mal, pero también infantil. Sus emociones jamás fueron más allá de una rabia impotente, y se autoflagelaba sintiéndose culpable de sus sen­ timientos. Ha estado tomando antidepresivos durante más de quince años, y sólo en los dos últimos ha buscado ayuda para su devastada psique. Los desencadenantes fueron una progresión y dos importantes acontecimientos. En 1989, el Sol progresado de Sheila se movió hasta los 12º de Sagi­ tario, y formó una oposición con su Marte progresado a 12º de Gémi­ nis. Al llegar finalmente al punto de la oposición progresada Sol-Marte, ella sintió dentro de sí una tremenda explosión. De repente, empezó a rebelarse contra las restricciones que se había autoimpuesto y contra la supresión de sus deseos. Hizo un crucero, conoció a un hombre y em­ pezó una grande passion. Este romance de a bordo se prolongó durante meses; ella volvió a su país y ambos se encontraban los fines de semana en lugares exóticos. Sheila pensaba en dejarlo todo para entregarse a la pasión sensual y sexual, y en organizar su complicada doble vida. Puso en ello tanta energía reprimida que no entendía dónde había estado en reserva todo aquel poder. Astrológicamente, había esperado aquella oposición durante cuarenta y cinco años, de modo que el resultado de la confrontación entre el yo servil y el Marte reprimido podía ser algún tipo de manifestación dramática. Desdichadamente, las liberaciones no siempre son felices. Ese mismo año, en ausencia de la madre, diez meses después de la inicia­ ción de la aventura, su hija menor murió mientras dormía. En vez de verlo como una liberación misericordiosa y pacífica para su hija dismi­ nuida, Sheila lo vio como un castigo (todavía más castigo) por su com­ portamiento. Entonces afloró el viejo Marte en toda su furia, atacando y destruyendo. Fue en este momento cuando por primera vez acudió a una consulta astrológica, centrada principalmente en sus sentimientos 203

de enojo y rabia, que otra vez la iban arrastrando a la depresión y a la sensación de desvalimiento. Al estudiar las progresiones se han de evaluar también los tránsitos, y el año de la oposición progresada Sol-Marte, Saturno en tránsito es­ taba en cuadratura con su Mercurio natal y, en su debido momento, con su Sol natal en Libra. La combinación de Marte y Saturno, espe­ cialmente considerando que Sheila tiene en su carta natal una conjun­ ción de estos planetas, es una lucha con los impulsos y los mecanismos de control de la psique. La evolución interior tendente a liberar el Marte reprimido en el punto de oposición se dio junto con una expe­ riencia interna relacionada con el tránsito de Saturno. En el preciso momento de la liberación, a Sheila se le impuso enérgicamente el re­ cuerdo de sus límites y responsabilidades personales en la familia (Sa­ turno en tránsito por la cuarta casa). Muy deprimida, agorafóbica y casi inmovilizada por el encuentro de estos dos símbolos antitéticos, volvió a iniciar un tratamiento con antidepresivos, pero esta vez, además, buscó ayuda profesional. La febril culminación que en el caso de Sheila llegó con la oposición Sol-Marte es evidentemente extrema, como lo son también sus mani­ festaciones, pero en ello hay una verdad válida para todos. No cabe duda de que la oposición marcó, en varios asuntos, una línea divisoria. Su Sí mismo le exigía que creciera más allá de su caparazón, que explo­ rase más su naturaleza, y específicamente las restricciones que había impuesto a su función marciana. El carácter extremo de la manifesta­ ción está en proporción directa con el grado de conmoción interior. En el curso del año de la oposición y del siguiente, Sheila se enfrentó con los extremos de su estado emocional. Al dirigir esta experiencia en una vía de autodesarrollo, empezó a verla como una oportunidad de ir más allá de su vieja pasividad autolimitadora, hacia el objetivo de alcanzar una independencia con la que previamente apenas si había soñado.

Marcia Eros, esa esencial fuerza generadora de vida que tiene una doble faz, como Jano, y vigoriza a la vez que debilita, forma parte del dominio de Marte, y también del de Venus. La sexualidad, que no es más que un aspecto de la energía erótica, es más difícil de expresar abiertamente para quienes tienen a Marte retrógrado. En algunos individuos, este eros deprimido es el resultado de algo que les aconteció o que presen­ ciaron; en otros es simplemente su inclinación innata. Sin embargo, todas las experiencias que rodean las progresiones de Marte retrógrado

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Fig. 7.3. Marcia

apuntan a incidentes que crean un miedo o una incomodidad referidos a una sexualidad descarada, un disgusto, enojo o rabia por los propios impulsos sexuales. En un dramático caso del Sol progresado que llega a la oposición exacta con Marte progresado a edad temprana, y no más tardíamente en la vida, encontramos una traducción literal de la combinación eró­ tica de los símbolos del Sol y Marte. Una mujer a quien llamaré Marcia tiene al Sol a 2º de Capricornio en la cuarta casa en oposición con Marte (retrógrado) en la casa diez, a 11 º de Cáncer (véase fig. 7.3). A los 7 años tuvo una experiencia que le causó un fuerte impacto. Nadaba en la parte más profunda de la piscina con un amigo de la familia mientras su madre estaba sentada en el borde tomando el sol y hablando con 205

otros amigos. Durante lo que empezó como un juego inocente, se dio cuenta de que una serie de roces y contactos le provocaban profundos sentimientos de ansiedad e intentó hacer señales a su madre, quien, pensando que su hija lo hacía a modo de juego, siguió conversando. Lo que estaba sucediendo era, sin duda, una vejación sexual. Marte es el regente de su Aries en la casa ocho, y el Sol es el regente de su Leo en la once: el abuso sexual cometido por un amigo de la madre es un ejemplo casi demasiado exagerado. El incidente movilizó una cadena de reacciones psicológicas que es­ taban empezando a aflorar en el momento de la consulta: el Marte pro­ gresado de Marcia se encontraba a 2 º de Cáncer formando un quincun­ cio exacto con el Sol progresado en Acuario, al mismo tiempo que estaba en oposición con el Sol natal. Ella estaba en análisis, haciendo valientes intentos de adaptarse al recuerdo de este episodio -la primera de una serie de violaciones-, que tuvo lugar durante la oposición del Sol progresado con Marte progresado a los 7 años. A los 1 O años, cuando el Sol progresado formó una oposición con su Marte natal, fue un tío el responsable de la agresión sexual, que se repitió a los 16 a manos de un extraño. Marcia me contó que había sepultado el recuerdo del incidente en la piscina, que sólo lo había recordado años después, y solamente ahora que estaba en análisis se sentía capaz de enfrentarse con sus repercusio­ nes. Su fallido intento de llamar la atención de la madre durante aque­ lla primera experiencia sexual la dejó con el sentimiento de una trai­ ción femenina, y más adelante no había podido decidirse a contar el episodio a su madre. Parte del problema, tal como lo identificaba la propia Marcia, era que tenía dificultad para establecer vínculos con las mujeres. De hecho, parecía que éstas no confiaran en ella, y en su pa­ sado había varios incidentes en los que la habían acusado de flirtear con los maridos o amantes de sus amigas o de intentar abiertamente se­ ducirlos. Ella se declaraba inocente de estas acciones, y yo podía ver que no tenía la menor conciencia de su propia carga erótica ni de su na­ turaleza competitiva. En un nivel profundamente inconsciente, equipa­ raba a un abandono el hecho de que su madre no hubiera atendido sus desesperados intentos de llamarle la atención y pedirle apoyo durante el episodio de la piscina; aunque las violaciones posteriores no habían contado con la complicidad materna, ella llegó a considerar que todas aquellas experiencias eran en parte culpa de su madre. Es frecuente que las mujeres molestadas sexualmente por los hombres de la familia se quejen más adelante de que la madre no las ayudó. De niña, Marcia no habría buscado una experiencia sexual con un adulto, pero cuando sucedió, la archivó instintivamente en un lu-

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gar seguro: en el inconsciente. A los seis años, sublimó sus normales sentimientos eróticos porque habían sido estimulados por proposicio­ nes no deseadas, y su resultado fueron sentimientos de disgusto y de an­ siedad. Todas las pasiones que tienen que ver con Marte -enojo, con­ quista, eros, libido, impulso y competitividad- se interiorizan cuando el planeta está retrógrado, pero eso no significa que estén inactivas. Aunque conscientemente no hacía el menor intento de seducir al com­ pañero de una amiga, Marcia emitía claras señales inconscientes que ambos miembros de la pareja captaban. Cuando su amiga se lo indicó, ella se sintió herida y ofendida, otra de las facetas de su Marte retró­ grado. Al analizar su necesidad de ser competitiva y de hacerse valer en su entorno (Marte en la décima casa en oposición con el Sol), y subrayar el hecho de que su yo florece en una buena batalla, hablamos de las mane­ ras de usar esa energía inconsciente de forma más consciente y en fun­ ción de su carrera. Pero la esfera emocional seguía siendo muy turbu­ lenta; su primer contacto con la sexualidad todavía la llenaba de un sentimiento de rabia y de vergüenza que le creaba dificultades para mantener una relación amorosa prolongada. Inconscientemente, Mar­ cia se sentía más segura llamando la atención de hombres ajenos, acari­ ciando su yo herido con inofensivos flirteos y destruyendo las relacio­ nes que tenía con sus amigas. Durante el retorno de Saturno en su carta, Plutón en tránsito formó una cuadratura con su Venus natal a 16 º de Acuario en la quinta casa, y Venus progresado hizo conjunción con su Luna natal en Piscis. Enton­ ces Marcia tomó clara conciencia de la pauta emocional que se había iniciado cuando tenía 6 años. Furtivamente, habían obtenido de ella un contacto sexual, y aunque su código ético consciente no aceptaba la se­ ducción -es más, negaba que aquello estuviera sucediendo-, incons­ cientemente aceptaba el papel de quien desea lo prohibido y lo obtiene seduciendo. Lo que se reprime debe aflorar de alguna manera. Cuanto más seve­ ramente se controla una emoción o un sentimiento, más espectacular será el despliegue que de ello resulte. Marte quiere destacarse. Tal como vimos ya en los mitos, sabe lo que quiere y lo obtendrá por el método que sea, sin tener en cuenta las repercusiones. Marte como planeta aislado o como único planeta retrógrado

Un Marte solitario, separado del resto de la carta, es un factor revolu­ cionario. Es un excelente indicador de personas que han de instigar

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algo nuevo porque están enfadadas con lo viejo o lo perciben como un insulto. Como ya he dicho, es un factor dominante en las cartas de las feministas del siglo XIX, pero no en las del siglo xx. Y esto tiene sen­ tido, puesto que la batalla que ellas libraron ya estaba ganada. Marte aún sigue apareciendo retrógrado en las cartas de figuras destacadas en los orígenes de ideas nuevas y revolucionarias, donde la cólera personal puede cumplir la función de reunir la que bulle en el colectivo, como sucedió por ejemplo con Lech Walesa, el papa Juan Pablo 11, Sigmund Freud y Martin Luther King. Un Marte aislado puede plantear inequívocos problemas si el horós­ copo no respalda su abundancia de energía. En algún profundo nivel de sí mismo, el individuo se siente dolorido y herido, y la verdad es que puede tener buenos motivos para ello. Sin embargo, una furia ciega sin un motivo por el cual combatir crea un debilitamiento, y es probable que en vez de reunir la cólera del colectivo, albergue todos los comple­ jos no resueltos con que carga la persona. Lizzie Borden, que fue acu­ sada -pero no condenada- de haber matado a sus padres con un hacha; Yoko Ono, cuya relación feminista y anticonvencional con John Len­ non fue descrita por ambos como una total inversión de papeles, y Joan Crawford, cuyos hijos no veían en ella a la fascinante estrella sino a una madre que los maltrataba horriblemente, todas ellas son mujeres que muestran un Marte indiferenciado, y albergan una rabia global que no encuentran dónde depositar. Sin duda, los talentos de Crawford y Ono son indiscutibles, pero eso no les granjeó las simpatías del público en general, y muchas personas las veían como pantallas perfectas para pro­ yectar en ellas su propia cólera indiferenciada. Un Marte aislado no sólo puede congregar la totalidad de nuestros propios complejos, sino que también puede reunir la cólera del colec­ tivo, que al final termina por envenenarlo. Idealmente, una persona así debería ser muy consciente de su propia sensibilidad ante las neurosis y las angustias colectivas y, a través de esa misma conciencia, esforzarse por crear alguna vía especial de liberación o descarga. Este Marte es el pionero en un horóscopo, sumamente inventivo y valiente, pero nece­ sita tener arraigo en la tierra y un foco concreto. Que esto se logre prac­ ticando un deporte, escribiendo, pintando, construyendo, luchando por una buena causa o con cualquier otra forma de liberación disciplinada y concentrada, dependerá de cada individuo. Las empresas revolucionarias firmes alivian la presión interior pro­ veniente de Marte retrógrado, obligándolo a exteriorizarse y a manifes­ tarse en una lucha abierta. La necesidad intrínseca de estallar que tie­ nen los individuos con Marte retrógrado se puede dirigir muy bien hacia la liberación de otras personas de la opresión, con lo cual se es208

tará sirviendo a dos amos: el impulso del propio daimon y la necesidad colectiva de contar con héroes y campeones. Pueden darse casos de agresión pasiva entre los individuos que tie­ nen a Marte aislado, pero también pueden incitar a calentar los ánimos, a crear tumultos a su alrededor y escapar luego ilesos pero sintiéndose en alguna medida víctimas. Se necesita tiempo, conciencia, esfuerzo y un poco de suerte para incorporar a Marte a la dinámica de la carta, de tal modo que no se quede fuera esperando que le peguen, ni ande por ahí castigando al azar a todo aquel que se le acerque. Un Marte retrógrado aislado puede mostrar síntomas como migra­ ñas, infecciones, propensión a los accidentes, ansiedad sin causa apa­ rente y diversos tipos de reacciones fóbicas. Si Marte es el asa de un di­ seño en cubo, entonces el peligro de que se proyecten el odio, la furia y los sentimientos apasionados sobre otras personas es una posibilidad muy real, algo así como la manifestación negativa del rebelde con causa. Personas famosas con Marte retrógrado: Annie Besant Lizzie Borden Al Capone (también NE, PL retrógrados) Joan Crawford James Dean (también JU, NE, PL retrógrados) Mamie Eisenhower (también NE, PL retrógrados) Betty Ford Sigmund Freud Judy Garland Michel Gauquelin (MA estacionario retrógrado; también JU, UR, PL, retrógrados) Ira Gershwin (también NE, PL retrógrados) Lilliam Hellman (también UR retrógrado) Jesse Jackson (también SA en conjunción con UR retrógrados) Papa Juan Pablo 11 James Joyce (también UR retrógrado) Billie Jean King (también JU, SA, UR, PL retrógrados) Martin Luther King Henry Wadsworth Longfellow Gustav Mahler (también NE retrógrado) Thomas Mann (también JU, SA retrógrados) Wolfgang Amadeus Mozart (también el Sol en oposición exacta con NE retrógrado) 209

AnaYs Nin (en trígono con PL retrógrado) Annie Oakley (en oposición exacta con Venus) Yoko Ono (también JU, NE, PL retrógrados) Blaise Pascal Franklin D. Roosevelt (también UR, PL retrógrados) Lech Walesa Mae West (MA como asa del cubo; trígono exacto del Sol con JU retró­ grado) Virginia Woolf (también UR retrógrado)

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8 Júpiter natal retrógrado Porque éste entre los inmortales dioses es el más poderoso testigo que puedo ofrecer, y nada de lo que yo haga será vano ni revocable ni algo incumplido cuando incline mi cabeza para aprobarlo. Zeus en la Ilíada A fe mía, ¡qué esfuerzo nos imponen los mortales! Afirman que todas sus aflicciones provienen de nosotros. ¿Y qué hay de sus propios fallos? Codicia y locura duplican el sufrimiento en la suerte del hombre. Zeus en la Odisea EL JÚPITER MITOLÓGICO

Nuestro Júpiter astrológico tiene su origen en el carácter del poderoso dios Zeus, que encarna muchos atributos al parecer conflictivos. Es el arquetipo del héroe, y su historia es el paradigma de todos los viajes he­ roicos posteriores. Cronos-Saturno, después de haber castrado a U rano (su propio padre) a petición de su madre Gea (también llamada Gaia), reinó durante una Edad de Oro en la que la tierra producía incansable­ mente, la vejez jamás llegaba y los hombres vivían en una paz bucólica. Pero aquello se acabó, porque las Moiras habían decretado que Cronos sería derrocado por uno de sus propios hijos. En un intento de burlar a las Moiras, Cronos empezó a tragarse a cada uno de sus hijos a medida que nacían. Rea, colérica al verlo devo­ rar a toda su progenie, ocultó al sexto de sus hijos en una cueva del monte Dicte, donde el niño creció hasta llegar a la adolescencia. Ese 211

hijo no era otro que Zeus. En el momento apropiado, abordó a su padre, lo obligó a devolver todos los hijos que se había tragado y le de­ claró la guerra. Esta épica batalla señaló el final de la Edad de Oro y el comienzo del infinito reino olímpico de Zeus-Júpiter. Este es el primer relato que nos habla de sus orígenes, pero el Zeus homérico, el gran dios de la Ilíada y la Odisea, muestra muchos de los rasgos que caracterizan a nuestro Júpiter astrológico. Las característi­ cas que se atribuyen a este último se derivan todas de mitos milenarios asociados con Zeus, el gran dios del cielo. En muchos casos podemos aprender bastante de sus propios hijos, como agentes de Zeus y produc­ tos de la esencia jupiteriana básica. A Júpiter se lo asocia tradicionalmente con la justicia, y en efecto se consideraba que en muchos casos Zeus había tenido a la justicia de su parte. Poco después de haberse estrenado como rey, inició una serie de matrimonios, el primero con Metis, cuyo nombre significa aproxima­ damente prudencia o sabio consejo. Zeus estaba advertido de que, igual que su padre antes que él, tendría un hijo que sería «rey de dioses y de hombres». Pero Zeus, previniendo el riesgo, se la tragó, para que desde su vientre ella pudiera aconsejarle en sus planes, los buenos y los malignos. 1

Así, Zeus encarna la sabiduría y la prudencia, e inconscientemente participa en el destino de su familia. Al tragarse a Metis, se incorporó una mentalidad sólida, pero le apareció una jaqueca terrible, y con ayuda del hacha de plata de Hefesto, dio a luz a Atenea, que nació to­ talmente armada de la cabeza de su padre. Atenea es la personificación de la justicia, una reina guerrera bien conocida por haber establecido el tribunal del Areópago en Atenas. La jurisprudencia y las funciones del derecho cultural (nomos), más bien que las leyes de la naturaleza (physis), son la síntesis de Zeus y Metis que encarna Atenea. En otra unión, Zeus y Sémele tuvieron un hijo, Dionisos. Cuando Sémele, embarazada, pidió ver a Zeus en toda su gloria, quedó reducida a cenizas por la manifestación del dios en la forma de un rayo resplan­ deciente. Zeus salvó al feto y se lo cosió en el muslo; posteriormente, dio a luz a Dionisos. El niño fue llevado al monte Nisa, donde lo cria­ ron los sátiros y las ninfas, quienes le enseñaron el uso de la viña y de la hiedra. Su llegada a Grecia fue anunciada por un culto de ménades o bacantes, mujeres que participaban en el éxtasis ritual. El culto dionil. Hesíodo, Teogonía, 2, 902 y ss.

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síaco del ecstasis significa, literalmente, «estar fuera de uno mismo», un estado inducido por el vino que lleva al enthousiasmos, o sea, a estar colmado por el dios. Que estos rituales tuvieran lugar en las montañas, lejos de la ciudad, indica que para tener la vivencia del dios interior es necesario estar en un ambiente natural, porque uno debe distanciarse de la influencia cultural (las costumbres de la época) para participar en esta experiencia religiosa. Se trata de un estado que hoy se puede alcan­ zar de muchas maneras alternativas, pero el recurso de los antiguos adoradores era el vino. Aristóteles equiparaba este estado de enthou­ siasmos con la katharsis, mediante la cual, la representación de una tra­ gedia desempeñaba una función psicológica sanadora, una expurgación del alma que aliviaba al espectador, permitiéndole participar en el drama de forma indirecta. En el papel de agente de Zeus, la purga ritual de Dionisos actuaba como un remedio homeopático para la abdicación de toda responsabili­ dad. En su libro The Greeks and the Irrational [Los griegos y lo irracio­ nal], E. R. Dodds dice: «Su función psicológica era satisfacer y aliviar el impulso a rechazar la responsabilidad, un impulso que existe en todos nosotros y que en determinadas condiciones sociales puede volverse irresistible». 2 Esta forma de «locura», de posesión por parte de un dios o de entrada de un dios en la propia alma, se relaciona también con otras formas de locura divina que elevan la conciencia llevándola más allá de la mera autoconciencia. Uno está fuera de sí mismo, al lado de sí mismo, más allá de sí mismo. Las hijas que Zeus tuvo con Mnemósine, las nueve Musas, elevaban fuera de sí mismos a los artistas, poetas y pensadores, y les dictaban un conocimiento inspirado. Aunque se las consultaba, y no aparecían sin que se las llamara, Platón incluyó su presencia en sus análisis de la lo­ cura divina. Sin embargo, para la tradición las Musas proporcionan in­ formación y no necesariamente inspiración. A Júpiter también se lo asocia con los poetas y los artistas, esos individuos que deben ence­ rrarse en sí mismos, apartándose de la influencia de la sociedad y de la experiencia mundana, aunque sólo sea durante períodos muy breves, con el fin de recibir la información correcta (divina). Desde los primeros tiempos se conoce a Zeus como el administra­ dor de justicia, pero también aparece con frecuencia como un dios au­ tocrático y dado a toda clase de excesos. Según los datos que nos ofrece la literatura antigua, la justicia de Zeus parece ser de un tipo bastante específico. Él no tenía que comportarse de acuerdo con las máximas 2. E. R. Dodds, The Greeks and the lrrational, University of California Press, 1951, p. 77.

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«conócete a ti mismo» y «nada en demasía» inscritas en las bóvedas de Delfos, porque era un inmortal. Pero, sin embargo, aseguraba que todos los mortales, incluso los héroes, han de permanecer dentro de su moira, su suerte. Porque el «conócete a ti mismo» significa, no psicológica­ mente, sino como mortal, «conoce tu mortalidad», y «nada en dema­ sía» era una exhortación contra el orgullo desmesurado, y Zeus estaba exento de todo ello, porque su dominio era el de los inmortales. Enton­ ces, la justicia de Zeus es, en realidad, una inhibición divina de la intro­ misión humana más allá de la esfera propia de los hombres.· Cuando se los exagera, los rasgos jupiterianos son muy semejantes a los de Zeus en virtud de los cuales nos sentimos inmortales e invulnera­ bles, por obra de los cuales todo es posible y nada es demasiado. La exageración, la prodigalidad, el exceso en todas sus formas y el hecho de desafiar a los dioses son privilegios adolescentes que no han de man­ tenerse en la edad adulta. En efecto, es frecuente que comparemos los rasgos saturninos del senex con las extravagantes características jupite­ rianas del puer, que son la prerrogativa de Zeus-Júpiter y no correspon­ den a un mortal maduro y sensato, que valora la vida. En el pasaje de la Odisea citado al comienzo del capítulo, Zeus se queja ante los demás dioses de que los mortales los culpan a ellos de en­ viarles el mal, mientras que la verdad es, según él, que sólo a sí mismos deberían culparse, porque los dioses siempre envían un mensajero para advertir a los mortales de los peligros que les amenazan. Con frecuen­ cia, el mensajero es Hermes, pero, por ejemplo, fue Atenea quien guió a Ulises en su viaje de regreso desde Troya. Es bien sabido que los dioses ayudan a aquellos que se ayudan; el mensaje implícito en esto es que cada uno debe reconocer y asumir la responsabilidad de sus propias acciones. Hay siempre reglas no escritas que se aplican al comporta­ miento, tal como hay implicaciones tácitas en lo que nos motiva a actuar. El Zeus arquetípico puede «despojarnos de nuestra cordura» y por lo tanto llevarnos a la ruina, y también recompensarnos como hé­ roes por la acción adecuada. Tanto en la vida moderna como en la mí­ tica, estas misteriosas e imprecisas reglas para la motivación y el com­ portamiento a menudo se descubren mediante un proceso de ensayo y error. .. algo así como andar por un campo minado sin confiar más que en el instinto para evitar la explosión. Zeus-Júpiter encarna también los problemas relativos a la culpa y la vergüenza. Estos dos términos tan cargados se aplicaban a la transición desde una cultura olímpica dominada jerárquicamente a una sociedad democrática humana basada en la mortalidad. Para diferenciarlos, el antropólogo J. K. Campbell escribe (las cursivas son mías): 214

Tanto la culpa como la vergüenza son estados de conciencia, pero mien­ tras que la vergüenza se refiere al fracaso de un hombre que intentaba aproximarse a algún patrón de conducta ideal, la culpa y el pecado perso­ nal se refieren a la transgresión de límites prohibidos. La vergüenza se re­ laciona con el fracaso, especialmente en comparación con el logro ajeno. Tiene una sanción externa en el abandono social, que en alguna medida acompaña siempre a la vergüenza pública. El sentimiento de culpa, por otra parte, es la consecuencia de actos que desajlan los mandamientos de Dios, tanto en las relaciones entre el hombre y Dios como en las respon­ sabilidades sociales derivadas de la común pertenencia a un grupo. Es cierto que un acto puede provocar simultáneamente sentimientos de culpa y de vergüenza. Cuál de los dos términos se use dependerá de si se considera el acto de forma más general en su aspecto de transgresión, o como un fracaso en el objetivo de estar a la altura de un patrón ideal de comportamiento. 3

Tanto Júpiter como Saturno pueden ser factores influyentes en el superyó, la parte de la psique que dicta al Sí mismo y al yo cómo han de comportarse dentro del contexto de las costumbres prescritas en los ámbitos familiar, social y religioso. Diferenciar lo que es vergonzoso de lo que produce culpa lleva su tiempo. La presencia de fuertes rasgos ju­ piterianos en el horóscopo puede indicar una preocupación por proble­ mas centrados en la moralidad, la religión, la ética, la conciencia social, la justicia y la equidad. Estas son las bases del sentimiento de ver­ güenza. Normalmente asociamos al Saturno astrológico con la culpa, y creo que eso es acertado, pero tanto Júpiter como Saturno tienen que ver con nuestras relaciones en el seno de la sociedad. De alguna manera importante, la culpa (Saturno) y la vergüenza (Júpiter) crean una es­ tructura dentro de la cual construimos nuestra percepción del mundo exterior. Estas antiguas asociaciones con Zeus en cuanto supremo árbi­ tro social forman los cimientos de las connotaciones de Júpiter, Sagita­ rio y la casa nueve referidas al derecho, la justicia y la sanción de las transgresiones. Algunos psicólogos podrían decir que las madres suscitan culpa y los padres generan vergüenza. Es obvio que en nuestra época estos senti­ mientos son tramas complejas que no es fácil asignar a uno u otro de los padres. Sin embargo, Zeus es el arquetipo del padre celestial, y como tal ocupa una zona psicológica que se eleva más allá del alcance de un padre normal. En esta zona se hallan también los códigos morales y religiosos, profundamente arraigados en la psique, y dictados por un orden anterior al temporal. La culpa jupiteriana está ligada a temas reli3. J. K. Campbell, Honour, Family and Patronage, 1964, pp. 327-328.

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giosos, de transgresión, blasfemia o traición; no es el sentimiento de culpabilidad por haber robado caramelos, dado un pellizco a la herma­ nita o haber cortado las flores del jardín de la anciana de al lado. Lo que más se asocia con el dominio de Júpiter es una profunda sensación de decadencia moral y el miedo a una suprema represalia. El planeta inspira el temor de ser un recipiente contaminado o la víctima de «miasmas», es decir, de influencias malignas, lo que nos lleva de nuevo a la idea de una expurgación ritual o una participación indirecta a la manera de un remedio homeopático para elevarse más allá de cualquier techo y perder todas las fronteras que delimitan el yo. Otro de los dominios de Zeus era el de la protección de los foraste­ ros. Esto es muy apropiado a la luz de las descripciones astrológicas tra­ dicionales, para las que Júpiter, Sagitario y la casa nueve tienen que ver con los extranjeros, las actividades interculturales e internacionales, los viajes largos, las capacidades lingüísticas, los intereses étnicos, etcétera. Cuando Zeus se presentaba de esta manera, se lo llamaba Xeinios. Zeus y Hermes tienen papeles sutilmente similares, en cuanto Zeus es el pro­ tector de los forasteros y los visitantes, los que están entre dos lugares conocidos, encaminándose firmemente en pos de un objetivo, y Her­ mes es el patrón de los desventurados viajeros que se encuentran en algún lugar en ruta, pero sin destino conocido. Es fácil confundir las funciones de Júpiter y Mercurio en el horóscopo debido a esta simili­ tud, pero en Júpiter siempre hay un tono moral o de principios que lleva implícito un compromiso de honor más elevado que en el caso de Mercurio. JÚPITER Y EL SOL: EL ORGULLO DESMESURADO ESTÁ JUNTO A LA DIVINIDAD

Los rasgos jupiterianos moderados de acuerdo con un comporta­ miento social aceptable armonizan con las costumbres culturales del momento. Lo que antaño era locura hoy puede ser «expresión de sí mismo». Esta definición sugiere de inmediato que lo que se considera personalmente autoexpresión podría estar en conflicto directo con las prescripciones sociales, religiosas o morales de nuestra familia y nues­ tra sociedad. Con independencia del grado de individualidad que conscientemente se le adscriba, siempre hay que atender al aspecto in­ consciente de Júpiter. Es incuestionable que Júpiter colabora con el Sol en el desarrollo del yo, tal como lo hacen todos los planetas. Sin embargo, una vez que em­ pezamos nuestro viaje más allá de Marte, entramos en el ámbito simbó216

lico que específicamente corresponde a la sociedad y sus necesidades, y que se relaciona con la evolución de nuestro superyó. El superyó de­ pende de dictados y límites impuestos desde afuera, en los ámbitos donde la exploración y la expansión están limitadas por la sanción de voces externas a nosotros mismos, como los padres, la familia y el espí­ ritu social de la época. En ausencia de tales influencias, no podríamos ni siquiera hablar de los problemas de la culpa y la vergüenza. Tal como ya he dicho, Saturno se encuentra con más frecuencia asociado con sentimientos de culpa, y Júpiter desempeña un importante papel en las dimensiones que tienen que ver con la vergüenza. De niños, el efecto de nuestra exuberancia y nuestro orgullo desme­ surado varía: los demás tanto pueden encontrarnos encantadores como alarmantes. Salir corriendo a la calle sin mirar, tragarse el jabón lí­ quido, volcar una olla con agua hirviendo, trepar escaleras arriba sin preocupación alguna por la manera de bajar, son actividades normales para los pequeños mortales. La niñez no conoce límites. Librados a sus propios recursos, quizá los niños descubrirían, gracias a los arbitrarios designios de los dioses, cuáles son sus dimensiones y sus capacidades, pero tal vez no sobrevivirían. Sin embargo, si les explicamos las leyes naturales del universo en un tono razonable, y conseguimos que entien­ dan por qué son peligrosos los acantilados, nuestros descendientes fi­ nalmente aprenden a no seguir avanzando hacia el abismo. Si hacemos que se avergüencen de su inocente comportamiento (recuerden que no hay motivo para ello), entonces empiezan a formarse una idea desfigu­ rada del crimen y el castigo, y también de su propia capacidad para arreglárselas y lograr sus fines. Además pueden llegar a tener una visión distorsionada del poder del dios bajo la forma de un control mortal, y sentirse entonces impuros y sórdidos. A la inversa, también podrían crecer con un complejo de deidad o un síndrome de «niños divinos», en virtud del cual todo el mundo se equivoca, salvo ellos. Las relaciones Sol-Júpiter en el tema natal simbolizan nuestro deseo intrínseco de desarrollar el potencial que nos ha sido asignado. Tam­ bién pueden indicar una tendencia a extralimitarse. Además, la rela­ ción entre el Sol y Júpiter expresa la forma en que percibimos cómo nos recibe nuestro entorno en cuanto seres sociales en crecimiento, origina­ les y capaces de efectuar nuestro aporte. ¿Somos por naturaleza expan­ sivos y dados a la experimentación, extravertidos y enérgicos? Ese ca­ rácter emprendedor, ¿fue estimulado y aplaudido, o bien fue aplastado por un progenitor excesivamente temeroso o autoritario, o simple­ mente muy ocupado? ¿O somos de tipo cauteloso y no nos interesa en particular ir más allá del jardín de casa? El contento innato que sentía­ mos en nuestro propio espacio de juego, ¿fue considerado antisocial, 217

grosero o motivo de vergüenza por un progenitor más gregario, o más ambicioso o extravertido? El «Júpiter interior» contiene todos los aspectos nacientes de la jus­ ticia personal, la percepción de lo que está bien y lo que está mal para el individuo. El Sol y Júpiter en Capricornio, por ejemplo, pueden sentir una gran curiosidad por lo que hay más allá de la puerta del jardín, pero quizá no quieran salir de viaje. Una persona de este tipo puede emprender, por ejemplo, estudios de antropología antigua, mantenién­ dose en los confines de la universidad en vez de viajar sin limitaciones de un sitio a otro. El Sol en Aries con Júpiter en Cáncer puede sentir una gran atracción por la aventura, pero ser más feliz convirtiendo su hogar en una parada intermedia para amigos lejanos que sí viajan. Estas personas tienen que encontrar una manera de ser a la vez el Sol y Júpiter, de no sentirse mal con su propio estilo personal de creci­ miento. Con Júpiter como vehículo no sólo de la expansión solar, sino tam­ bién del deseo de ver alguna forma de divinidad en la naturaleza, el símbolo se vuelve más complejo. Parece ser un planeta tribal, en la me­ dida en que instintivamente funciona como un mecanismo de regreso al hogar, un sensor que nos permite encontrar la clase de gente ade­ cuada para nosotros. Al ser por naturaleza sensible a los forasteros y los extranjeros, nos guía hacia nuestros grupos sociales naturales. Y la cuestión no es si estos grupos y colectivos tribales están fuera de los va­ lores sociales normales: tanto punks como hippies, cabezas rapadas, yuppies, aristócratas, artistas, intelectuales, revolucionarios y demás tienen, todos, su propia ética y sus propios límites. El radar de Júpiter encuentra nuestra identidad colectiva y nos sitúa en nuestra «zona de comodidad». Además, dentro de estos límites encontramos nuestra identidad individual al expresar nuestras creencias, códigos y prejui­ cios. Esto identifica automáticamente a Júpiter como un elitista, el je­ rárquico y autocrático planeta interior. JÚPITER RETRÓGRADO EN LA CARTA NATAL

La separación del Sol y Júpiter cuando este planeta está retrógrado se equilibra casi perfectamente entre el trígono estacionario retrógrado y el trígono estacionario directo. Tan pronto como Júpiter forma el pri­ mer trígono, entrando en la zona de oposición con el Sol, está sólo a unos pocos días de su estación, y prácticamente inmóvil. De todas las posiciones retrógradas, ésta parece ser la menos malé­ fica, aunque sólo sea por la diversidad de su posible expresión externa. 218

La naturaleza polimórfica del dios Júpiter y la profundidad y la ampli­ tud de su influencia, hacen que resulte difícil aislar características defi­ nitivas para asignárselas al planeta astrológicamente. La mayoría de las palabras clave y de los rasgos asociados con Júpiter son abstractos y fi­ losóficos, fáciles de traducir en formas de expresión muy variadas y difíciles de describir. Esto se debe en parte al hecho de que las caracte­ rísticas jupiterianas se van transformando a través de las épocas y las culturas, y parece que su influencia cambiara con las fluctuaciones y las creencias sociales. Por ejemplo, lo que en una cultura se considera bohemio, en otra es una tranquila vida campesina. O bien lo que para una época es bohemio puede haberse incorporado a la clase media en la generación siguiente. Aunque, como deidad suprema del panteón griego, la posición de Júpiter fuera absoluta y su palabra definitiva, las reglas implícitas que encarnan las culturas y las sociedades siempre fluctúan con el carácter religioso y moral de la época. Las fronteras y las definiciones, bajo la forma de credos y leyes, están efectivamente suje­ tas a cambio. La relación entre el Sol y Júpiter es de recíproco apoyo y comple­ mentaria; es más, Júpiter-Zeus era un legislador, representante de He­ lios, tal como lo era Apolo. Parece que el Sol se confabulara más fácil­ mente con Júpiter, ¡incluso cuando están en quincuncio o en oposición! El papel de Júpiter en el desarrollo del yo bien podría consistir en en­ grandecerlo periódicamente de un modo excesivo, para que tenga la vi­ vencia de sus límites y su mortalidad. Los rasgos comunes más fuertes que se encuentran en los horósco­ pos con Júpiter retrógrado son: un trasfondo social o religioso escin­ dido; un progenitor revolucionario; un ambiente familiar de insatisfac­ ción y de inquietud, o en el que la posición social era considerada nítidamente importante, en un sentido positivo o negativo; un senti­ miento del valor o de la aventura exagerado; una visión estrecha de la educación, con la sensación de ser intelectualmente inferior, la obse­ sión por la investigación o una educación unilateral; una identificación apasionada con la organización tribal. Es frecuente encontrar a Júpiter retrógrado en las cartas de personas con un sentimiento instintivo de la justicia que no se corresponde con la idea familiar de lo que es un comportamiento adecuado, y sienten que deben dejar su ambiente de origen, a veces literalmente emigrando o abandonando su ámbito cultural, para encontrar su propia y personal «tribu». Ambos trígonos indican un tipo de persona indolente, que se siente dotada en algún sentido, y con frecuencia lo está. U na íntima sensación de corrección y rectitud moral puede manifestarse ocasionalmente

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como complacencia y falta de ambición, una preferencia por dejar que «sea lo que los dioses quieran» en vez de trabajar con asiduidad en pro­ yectos a largo plazo. Su profundo e íntimo conocimiento de ser alguien privilegiado, si no tiene el contrapeso de otros aspectos más humildes en el horóscopo, emerge en la personalidad haciendo que el nativo se muestre como el «número uno» o el «niño divino». La confianza inte­ rior en el apoyo de los inmortales puede dar como resultado un orgullo desmesurado, una excesiva expansión de los propios límites y un exage­ rado sentimiento de omnipotencia. La oposición del Sol con Júpiter se expresa en un autoengrandeci­ miento en el que se magnifica el poder del Sol como vehículo del yo, y los sentimientos de omnipotencia inundan al individuo. Las fases ma­ níacas a menudo son contrapesadas por su opuesto: un desmesurado sentimiento de inadecuación o, cuando es positivo, de humildad. El tono moral puede ser muy vibrante en la oposición Sol-Júpiter, pero en ello quizá se encuentre subyacente el miedo. De esta angustia suele re­ sultar mucho trabajo, un coraje y un optimismo tremendos, una fe só­ lida y operativa en una deidad o poder supremo, y la capacidad de ins­ pirar a otros transfiriendo un espíritu interior a través de la materia. El humor, una forma de curación cósmica, no es inaccesible para los jupi­ terianos, que pueden reconocer su relativa falta de importancia en el es­ quema global de las cosas. Si el Júpiter natal está directo al nacer y se vuelve retrógrado por progresión secundaria en el curso de la vida, el año de la estación retró­ grada iniciará una época de alejamiento gradual de las viejas creencias, ya superadas, y del comportamiento mecánico. Es probable que los va­ lores superficiales, o los que no concuerdan con un sistema central de creencias, sean descartados. El nativo puede abandonar una profesión que quizás haya durado más que el propósito al que servía, o tal vez se ponga de nuevo a estudiar para adquirir mayores conocimientos o avanzar en su carrera. A la inversa, es probable que se aventure en el mundo, si de alguna manera ha estado viviendo fuera de él, en busca de las vivencias ínti­ mas que necesita para equilibrar y encarnar de forma adecuada su senda espiritual o religiosa. Se produce algún tipo de rito de iniciación interno. Si ha seguido ciegamente una senda ordenada desde afuera, puede que se le exija una nueva dirección a través de una serie de prue­ bas de fe, para ver si es fiel a su propio centro y capaz de aguantar que el mundo exterior vaya perdiendo cada vez más importancia. Una he­ rida o lesión grave del espíritu puede necesitar atención, en especial si el nativo se ha vuelto demasiado orgulloso y cree que el Sol o el yo es quien controla el alma. La retrogresión implica que el planeta se inclina 220

ante el Sol, devolviendo el poder a su fuente, y de todos los planetas, Jú­ piter es el que corre mayor riesgo de perder la perspectiva con respecto a su importancia relativa en el universo. La estación retrógrada va seguida entre cuatro y seis años después por el trígono del Sol progresado con Júpiter, que señala el punto de incorpo­ ración del territorio recientemente explorado. En esta época, el nativo se siente más en armonía con la realidad cambiante y con la inversión de los valores egocéntricos. Idealmente, esta es una época de mucha paz: el mundo de la forma y de los valores sociales tiene poca importancia y la persona ha aprendido alguna valiosa lección de humildad -no de humi­ llación- que añade profundidad, fuerza y autenticidad a su visión de la vida. Quizá ya no sea necesario que se atenga a la senda elegida, ni que hable con avidez de sus creencias, y en cambio sea suficiente con que las viva felizmente, en paz y armonía con las leyes de la naturaleza. La gente puede encontrarse más cómoda con los elementos más básicos de la vida, como el cuerpo y sus exigencias, con un estilo de vida más sencillo y menos complicado que refleje una armonía interior, o una relación sin­ cera basada en la igualdad y no en la sumisión y la dominación. Si Júpiter está retrógrado en la carta natal y en el transcurso de la vida se vuelve directo por progresión, el año en que se produce su esta­ ción directa señala un punto decisivo en el sendero de la vida, exigiendo al individuo una participación más extravertida. Es decir que parecerá como si todo lo que ha hecho hasta ese momento hubiera sido un experi­ mento todavía no puesto a prueba en el mundo. La estación viene anun­ ciada entre tres y cinco años antes por el trígono del Sol progresado con Júpiter, con el fin de que el nativo se prepare psicológicamente para la li­ beración. Un creciente sentimiento de confianza y madurez forma parte del proceso de la estación directa, una nueva sensación de liberación y de libertad, de ganas de vivir y de excitación. Puede que sea necesaria una prueba de valores; quizá la persona tenga que vivir sus creencias hasta el final, pagando alguna deuda al co­ lectivo. Se pasa de ser «aprendiz» a ser «oficial», y en los primeros años que siguen a la estación, una vez que Júpiter inicia el movimiento di­ recto, una gran oleada de poder y entusiasmo por la vida y sus benefi­ cios impulsa al nativo hacia su propio destino. El movimiento directo de Júpiter puede ser la liberación de una in­ troversión malsana o improductiva, a medida que la persona se vuelve más extravertida y menos egocéntrica. Ensanchar horizontes y explorar tierras nuevas, en sentido literal o metafórico, según la edad y el estilo de vida de cada uno, pone el sello de la experiencia a las divagaciones teóricas. 221

Mar/ene En el caso de Marlene, con el Sol en Leo y la Luna en Piscis, el hilo en­ tretejido en la dinámica familiar es de orden religioso. Tiene a Júpiter retrógrado en Capricornio en la primera casa, en la zona de oposición a un gran stellium de seis planetas en la casa siete, empezando por Urano a 3º de Cáncer hasta terminar en Saturno a 6 º de Virgo. Su madre era una bautista estricta, mientras que el padre era un hombre «de mentali­ dad abierta». Lo digo con reservas, porque no hizo el menor intento por detener o aliviar el tratamiento riguroso, y con frecuencia cruel, que Marlene y su hermana recibieron de manos de su madre, tan teme­ rosa de Dios. De adolescentes, no les permitió maquillarse ni vestirse a la moda, y tenían prohibido ir al cine o a las fiestas habituales de la es­ cuela. En pocas palabras, se vieron alienadas de sus compañeros por las restricciones morales de su madre. La hermana de Marlene, dos años menor, también tiene a Júpiter retrógrado, pero en oposición exacta con Saturno, de 7 º de Aries a 7 º de Libra. Cuando Marlene rompió con su familia, se matriculó en una escuela de diseño de modas y se preparó para ser asesora técnica y diseñadora. Después, se convirtió en profesora de una escuela superior de moda. Cuando el Sol progresado formó un trígono con Júpiter, tres años antes de que éste se estacionara para volverse directo, ella se liberó de un ma­ trimonio restrictivo, y cuando Júpiter llegó a su estación directa, volvió a la universidad para satisfacer sus necesidades intelectuales. Parte de su complejo jupiteriano tenía que ver con el miedo de casarse con un hombre que la dominara como la había dominado su madre, pero tam­ bién se manifestaba en su sentimiento de estar intelectualmente desnu­ trida y de ser inferior. La primera reacción de Marlene ante la imposición de la doctrina religiosa había sido rebelarse contra ella y orientarse hacia la moda como actividad, pero el punto de liberación de la estación de Júpiter dio paso a una reacción más madura y más propia de sus 36 años: enri­ quecer sus conocimientos. Decidió graduarse en antropología religiosa. Una vez que vio algo del mundo y de sus maravillas y alcanzó la madu­ rez necesaria para reconocer conscientemente lo que había quedado en­ claustrado dentro de ella a causa de su educación, se dio cuenta de que llevaba en su interior la religiosidad de su madre, aunque la naturaleza del padre, más objetiva, se iba poniendo cada vez más de manifiesto. La subjetividad de la rebelión adolescente se convirtió en la objetividad de su visión madura, y la dicotomía parental empezó a integrarse a me­ dida que Marlene fue descubriendo maneras de incorporar a Júpiter, hasta entonces separado de la estructura de su Sí mismo.

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Fig. 8.1.

Diana

Diana tiene, como único planeta retrógrado, a Júpiter en Capricornio en la casa cuatro, al Sol en Leo y a la Luna en Sagitario (v. fig. 8.1). Se sintió devorada y reprimida por los valores de su familia, y sofocada por la actitud de sus miembros. En 1985, después de una trifulca, se se­ paró de sus padres y perdió completamente el contacto con ellos; de hecho, todavía en 1990, en la época en que me consultó, no sabía con seguridad dónde estaban. En cuanto a sus hermanas, ninguna de ellas está en contacto con las demás, aunque todas saben dónde viven las otras. Diana es la mayor de tres hermanas, y su Júpiter en Capricornio, especialmente retrógrado, ha contribuido a que sintiera que su «tesoro» ha sido devorado, o por lo menos enterrado, por las presiones de la di-

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námica familiar. Su huida de ellos persigue el objetivo de hallar raíces más profundas que las de la sangre. Hay algunas dimensiones de la vida que sólo es posible atribuir al destino, y en el caso de Diana, la búsqueda de raíces y de valores más específicos para su ser interior, en vez de aceptar lo que la sociedad considera adecuado, la ha llevado a obtener un título universitario en estudios orientados hacia la mujer. Se ha especializado en la historia de las mujeres durante el siglo XIX, y en la posición social e histórica de la mujer. Como lesbiana y feminista, ha encontrado inequívocamente su tribu y su afiliación espiritual, con códigos, una ética y una dinámica con los que de verdad puede identificarse. En 1993, el Sol progresado en trígono con Júpiter anuncia la esta­ ción directa de Júpiter progresado que tendrá lugar en 1995, y esto de­ bería acercarla más a la expresión de su profundo e íntimo deseo de li­ berarse de la opresión, no sólo de su familia, sino -con todo derecho­ de lo que Diana percibe que ha hecho la sociedad con la situación de la mujer. Yo me animaría sin temor a predecir que Diana encontrará muy gratificante lo que haya logrado para sí misma cuando llegue ese año, en que no sólo habrá matado un dragón, sino que también habrá recu­ perado su tesoro. En el curso de la expurgación ritual, su íntimo senti­ miento de poder ya no dependerá de la rebelión y la cólera, sino de la incorporación y la integración de sus valores personales, cuyo resultado será un yo fuerte y saludable. Sólo entonces podrá liberarse de su fami­ lia, y el probable resultado será un mutuo y seguro acercamiento. Helena Blavatsky Helena P. Blavatsky, cofundadora de la Sociedad Teosófica, tenía una oposición exacta entre el Sol en Leo y Júpiter en Acuario, en conjun­ ción con Urano. En Profiles of Women [Perfiles de mujeres], Lois Rod­ din observa que, con respecto a su vida privada, los informes discrepa­ ban muchísimo: «[ ... ] que tuvo dos matrimonios célibes, o que tuvo secretamente un hijo; que estuvo en contacto con los maestros más re­ verenciados del gobierno mundial interior, o que ella misma era una maestra del psiquismo». ¡Maravilloso! Indudablemente, todas estas fas­ cinantes posibilidades se exacerban en virtud de la conjunción retró­ grada Júpiter-Urano en la casa ocho, pero Madame Blavatsky llevó a cabo, de una forma auténtica y bien, diversas actividades propias de la oposición Sol-Júpiter. Su horóscopo muestra un poder tremendo y concentrado, para nada 224

dado a la frivolidad ni a las alegres actividades propias de los contactos Sol-Júpiter. Su genuina lealtad a un principio organizador omnisciente basado en leyes secretas (la Luna en oposición con Plutón y en trígono con Júpiter), pero naturales (physis), se genera directamente en lo que también podría haber sido un sentimiento exagerado de su destino per­ sonal. El hecho de que sus enseñanzas hayan sido, y aún sigan siendo, una fuente tan rica de inspiración demuestra que en su obra hay un fac­ tor misterioso: sin más ayuda que el horóscopo no se puede decir cómo van a manifestarse los principios básicos de la influencia o la disposi­ ción de los planetas. Es muy probable que Madame Blavatsky fuera una persona difícil para convivir con ella, una dogmática obsesiva que, en su pugna por cumplir su destino, no tolerase interferencias de los simples mortales. De carácter controlador, tenía poca paciencia para las tareas aburri­ das... aburridas para ella, al menos. La magnitud y el detalle de su tra­ bajo y sus investigaciones demuestran su capacidad para hacer cosas que la aburrían, pero lo que hizo con la información que recopiló per­ manece en los asombrosos volúmenes de /sis desvelada y La doctrina secreta. El stellium formado por Marte, Saturno y Mercurio en Virgo en la casa tres, que fácilmente podría haber actuado como un freno o como un complejo de inferioridad intelectual, se manifestó en una meticulosa organización de los detalles. Parece evidente que Júpiter actuó como una lente a través de la cual fue posible recoger el conoci­ miento, seleccionarlo y diseminarlo convertido, finalmente, en una doctrina. Si alguna vez sucumbió a un orgullo desmesurado, debe de haber sido de forma fugaz o poco virulenta, pues hay numerosos ejemplos de lo que sucede con los «líderes espirituales» cuando su yo se identifica con un dios. Ninguna de las sanciones retributivas de una deidad im­ portunada cayó sobre la cabeza de Madame Blavatsky, y esto es la prueba de que se mantuvo respetuosamente dentro de sus dimensiones mortales, propiciando quizás a su daimon por mediación del trabajo, duro y serio, que se requiere para cumplir las órdenes recibidas desde lo alto. El hecho de que Júpiter retrógrado esté en Acuario -el signo de lo colectivo- en conjunción con Urano, y de que al mismo tiempo sea el regente de su sexta casa, la de las tareas y el trabajo mundano, liga su vocación con el esfuerzo necesario para cualquier logro. Con el Sol en Leo, su identidad personal estaba indudablemente vinculada con su propósito en la vida, que concretó de una manera admirable.

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Júpiter retrógrado como planeta aislado, o como único planeta retrógrado Si Júpiter está separado de la estructura prfr1cipal del horóscopo, y forma el asa de un cubo o el extremo de un embudo, se manifiesta de un modo más espectacular que si está al final de una línea de planetas en un diseño en locomotora. Como planeta separado, su modus ope­ randi fluctúa desordenadamente, lo que da como resultado estados aní­ micos bipolares y visiones terribles, no todas ellas fruto de la locura. Puede ser la fuente de una tremenda inspiración interior que impulse a estos nativos a dirigir a otros en la misma danza fantástica que ellos ejecutan. La gente con este Júpiter ha llevado a muchos otros a ver el mundo con nuevos ojos y a cambiar en busca de nuevos horizontes en dominios como la religión, la visión artística, el genio musical, la filo­ sofía y, en el caso de dos estadounidenses, J. P. Margan y Randolph Hearst, la creatividad capitalista. A los que tienen menos vocación reformadora, Júpiter retrógrado aislado los lleva lejos de su tierra natal. En ocasiones, esto es literal: son personas que se sienten desconectadas de sus raíces, su religión, su raza o su país y echan a andar sin rumbo en busca de una nueva patria. La configuración se manifiesta en lo que la astróloga Isabel Hickey llamó «nostalgia divina», en virtud de la cual el nativo siente una inexplicable añoranza de lugares donde nunca ha estado, sin tener la menor concien­ cia de la fuente de tan honda alienación, y se siente llamado a encontrar un hogar interior, independientemente de su entorno. En contraste con el vagabundo solitario, los individuos que se sien­ ten ciudadanos del planeta están cómodos en cualquier cultura, felices de conocer nuevas maneras de comportarse, y de participar de un modo auténtico en la humanidad, esa familia formada por gente tan di­ versa. No viajan para escapar de sí mismos, sino para completarse. Son filósofos de salón, personas de gran sabiduría interior y que se sienten cómodas en esa posición de alienación. El sentimiento de alienación en el seno de su propia familia nuclear los impulsa a correr mundo en busca de su verdadera familia, y con frecuencia terminan por encon­ trar una red de relaciones que, en lo emocional y lo psicológico, los nutre mejor que el ámbito excluyente y enclaustrado de su familia. Es raro que quienes tienen a Júpiter aislado se sientan parte de su propia historia cultural y familiar; lo son más bien de una metahistoria más vasta, para conectarse con la cual son capaces de dar la vuelta al mundo, intelectualmente, estudiando, o literalmente, viajando. Esta configuración puede apoyar un fervor religioso y fantasías sobre el encuentro con el guru perfecto... un peligro que siempre corre

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Júpiter, pero que se vuelve especialmente complejo cuando está en la situación de planeta aislado. A la inversa, el nativo puede convertirse en el foco de las fantasías religiosas y espirituales de otras personas: sin contacto con el resto de la esfera astrológica, Júpiter es un telón para la proyección de lo divino, y su portador puede convertirse en la pantalla sobre la que otros ven proyectada su propia divinidad. La dificultad que plantea el hecho de ser un líder espiritual es la posibilidad de termi­ nar siendo sacrificado, es decir, pagando una deuda espiritual o moral que pertenece al colectivo. Todo esto exige una gran conciencia y una clara visión de la posibi­ lidad de ser presa del autoengrandecimiento y de un orgullo desmesu­ rado, y por lo tanto es esencial que las personas con un Júpiter alienado encuentren un trabajo o un proyecto auténticamente altruista, en el que su satisfacción provenga del trabajo que realizan y no del beneficio que obtengan. De esta manera, pagan su deuda con la colectividad, y tienen la auténtica vivencia de la generosidad y la benevolencia inherentes a Júpiter. El hecho de que otros puedan beneficiarse de sus ganancias, también ha de ser tenido en cuenta. Otro problema que se plantea con un Júpiter retrógrado aislado es la angustia moral: una culpa o vergüenza indiferenciada que surge de un poderoso complejo de dios del Antiguo Testamento. Para un Júpiter aislado es demasiado fácil congregar toda la culpa de los siglos y vivirla como una mancha personal. Con mucha frecuencia, a este nativo se lo ve en la familia como el arquetipo del niño divino, situación que con­ fiere demasiada responsabilidad al niño y provoca mucha cólera en el adulto. Si el niño especial fracasa en algo, entonces interioriza la ver­ güenza, porque sabe muy bien que las divinidades no lloran. Interiori­ zar los pecados del colectivo o de la familia, una actitud que puede traer como resultado la autonegación y el autocastigo, es una patología propia de esta posición, cuyo resultado puede ser el abuso del alcohol u otras drogas, trastornos con la comida, un atletismo fanático, compor­ tamientos autoagresivos, obsesiones y una sexualidad que tome como modelo a Zeus. Lo contrario de esto es el árbitro moral, el líder de masas, autodesig­ nado y autoungido, en quien las imágenes grandiosas de sí mismo se in­ corporan a una exagerada demanda de poder y de recursos. No se trata de que su demanda no sea legítima, pero el peligro reside no tanto en el poder como en el uso que se haga de él. Idealmente, al madurar, un in­ dividuo joven y exuberante con estas características termina por encon­ trar una senda que pueda conducirle al desarrollo de sus potencialida­ des hasta convertirlas en talentos creativos. Si Júpiter está vinculado con la estructura del horóscopo de tal ma-

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nera que comprometa al yo de un modo operativo, sus experiencias puras y sumamente visionarias pueden ser canalizadas a través del in­ dividuo, que a su vez transfiere esta visión a los demás. El poder del planeta aislado puede, pues, actuar como una lente con la que se enfo­ can todos los ideales, creando a un individuo notablemente cálido, sin­ cero y magnético, cuya presencia confiere valentía a los demás.

Personas famosas con Júpiter retrógrado: Angela Davis Betty Friedan Elisabeth Kübler-Ross Mary Shelley Bhagwan Sri Rajneesh

Personas famosas con Júpiter retrógrado como planeta aislado Princesa Ana de Inglaterra Susan Atkins Robert Burton John Calvin Miguel de Cervantes Jean Cocteau Samuel Taylor Coleridge William Randolph Hearst Hermann Hesse David Hume Jean-Jacques Rousseau Richard Strauss August Strindberg

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9 Saturno natal retrógrado Entonces, así que cada hijo salía de la matriz sagrada para reposar sobre la falda de su madre, de cada uno se adueñaba el poderoso Cronos, y lo devoraba. Hesíodo, Teogonía EL SATURNO MITOLÓGICO

Al llegar a Saturno, empezamos a abarcar grandes grupos generaciona­ les nacidos con el planeta retrógrado. Con un Saturno retrógrado, los episodios psicológicos y los rasgos intrínsecos mantienen un notable paralelismo con el trasfondo mitológico de Cronos-Saturno. Saturno es un planeta ctónico, no celeste; un dios de la Tierra que temporalmente fue considerado como un poderoso regente de la pací­ fica Edad de Oro, pero que perdió su posición celestial con el declinar de aquella era de felicidad. Su reino dorado había seguido a la castra­ ción de su padre, U rano, y él a su vez fue luego derrocado y sucedido por su hijo Zeus, un auténtico dios del cielo. Al tragarse a sus propios hijos, Cronos funcionó como un sustituto materno para cinco de los seis vástagos que devoró y que, tra�. haber na­ cido una vez por mediación de Rea, conocieron un segundo nacimiento por el hecho de haber sido sepultados en el cuerpo de Cronos. Sus moti­ vos para la gestación secundaria de sus hijos fueron el miedo a la pér­ dida de poder y la implacable determinación a persistir en un estilo anticuado. Al aprisionar los frutos de su propia creatividad, Cronos ejemplifica nuestro miedo de dar a luz un aspecto nuevo de nosotros mismos porque corremos el riesgo de ser rechazados o mal entendidos por los demás. La gente «se traga su miedo», «contiene su emoción», 229

«devora a sus seres amados»... no hay nada nuevo en estos comporta­ mientos. Lo extraño es que, con frecuencia, cuanto más íntima es la re­ lación, mayor es el miedo que tenemos de dejar traslucir nuestra debili­ dad o nuestra vulnerabilidad. El arquetipo del aspecto creativo que nos tragamos o que no dejamos nacer es un drama que todos, en mayor o menor medida, representamos en momentos de cambio. De múltiples maneras, Saturno retrógrado se presenta como un hombre preñado. El verdadero crimen de Cronos-Saturno fue su in­ tento de preservar el orden establecido suspendiendo el ciclo natural de la gestación, torciendo la evolución natural. A menos que consiga ser el rey supremo, Saturno se muestra malhumorado, celoso, confuso e inefi­ caz, y asume papeles que no corresponden a sus talentos. Un Saturno desdichado en la carta natal se presenta con frecuencia como un yo dis­ torsionado o innecesariamente limitado; o, por el contrario, se mani­ fiesta como una carencia infantil de límites eficaces, que da por resul­ tado la construcción de murallas, barreras defensivas y una helada reserva, todas totalmente innecesarias. Tradicionalmente, a Saturno se lo identifica con la función mascu­ lina, en especial con el principio paterno, pero hay razones para creer que lo que produce problemas de carácter saturnino o cuestiones de lí­ mites en la psicología humana es la confabulación de ambos progenito­ res. Cronos-Saturno se tragaba a su propia progenie porque temía que, al madurar, se separaran de él. Es un mito escalofriante, pero cuya vi­ gencia se sigue comprobando repetidamente, de muchas maneras y en mayor o menor grado, en los tiempos modernos. La fusión de las casas cuarta y décima, de la madre y el padre, que encarna Saturno, se infiere de lo que dice Manilius: Cuando en el polo opuesto [el Imum Coeli] el universo se hunde, ocu­ pando los cimientos, y desde las profundidades de la sombría mediano­ che atisba hacia arriba desde el fondo de la Tierra, en esa región Saturno ejercita los poderes que le son propios: arrojado él mismo, en épocas pa­ sadas, del imperio de los cielos y del trono celestial, ejerce, como padre, su poder sobre las fortunas de los padres y la difícil condición de los an­ cianos.1

Al Imum Coeli, o cuarta casa, se la denomina Daemonium en la doctrina de las dodecategorías de Manilius, y era el templo de Saturno, que rige a ambos progenitores. Su punto opuesto, en el Medio Cielo, era el templo de Fortuna, dominio de Venus, y regía el matrimonio. l. Manilius, Astronomica, Locb Classical Library, Cambridge (Mass.), 1977, libro 11, 2, 932-935.

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Estos templos no son las antiguas casas tradicionales, sino sectores del cielo en donde dominan determinados dioses. No es la astrología tradi­ cional, pero es un sistema interesante cuando consideramos el Imum Coeli y la cuarta casa como el templo de la oscuridad, el testigo miste­ rioso y el lugar donde está contenido el legado de los mitos y los secre­ tos de la familia. La cuarta casa está asociada con la Luna y con el útero en la astrolo­ gía tradicional; el útero y la tumba están estrechamente vinculados por su propia naturaleza, ya que ambos contienen lo no nacido. Saturno enterró a su progenie en su seudo útero y se negó a dejarla nacer; de hecho, fue necesario inducir el parto. Es mucho, en Saturno, lo que nos habla de este fenómeno: los límites inciertos y el exceso de limitaciones son rasgos y fallos suyos. La supresión de los frutos de la creatividad es una característica de Saturno que puede ser a la vez necesaria y proble­ mática, según las circunstancias. Para que del cuerpo o de la mente surja una creación madura y plenamente desarrollada se requiere una incubación y un período de gestación adecuados. Si ese tiempo se pro­ longa, la situación se vuelve patológica y la inducción se hace obli­ gada. SATURNO Y EL SOL: LA CONTENCIÓN DEL YO

El Sol y Saturno son polaridades naturales, cada una de las cuales com­ plementa a la otra. Son, por naturaleza, hermanos y enemigos, el Sol y la Sombra. U na estructura del yo saludable y contenida es la esencia positiva de la confabulación del Sol y Saturno, pero se trata de un es­ tado que no es nunca un equilibrio estático. En relación con el desarro­ llo del yo, la función principal de Saturno es contener y definir al Sol y darle una forma viable mediante la limitación y la distinción entre «ahí fuera» y «aquí dentro». Saturno es el principio homeostático del sis­ tema psíquico, y se esfuerza por mantener el orden establecido en todas las situaciones de sufrimiento o de desafío psíquico. Cuando no hay ninguna circunstancia adversa que incite a la actividad, Saturno actúa como un conservador de la energía, como un regulador de la ilimitada radiación del principio solar. Que el Sol sea a la vez el yo y el Sí mismo, con su mayor profundidad, da testimonio de su omnipotencia y de la versatilidad de su expresión, pero Saturno actúa como un gobernante de la función solar y sólo en determinados momentos permite la ema­ nación de discretas partículas de radiación, con lo que identifica al yo y lo canaliza por vías distintivas que luego quedan incorporadas a lo que llamamos nuestra personalidad. 231

La polaridad Sol-Saturno es la distinción de la encarnac1on que brinda a los individuos la conciencia de que están objetivamente sepa­ rados del ámbito en el que participan: El yo nace cuando se produce una separación consciente entre el observa­ dor y lo observado. En el niño, sólo empieza a desarrollarse cuando reco­ noce su cuerpo como una entidad aparte de su entorno, en particular de su madre. [...] Un individuo continúa desarrollando su yo a medida que acentúa la diferenciación entre él y los demás. La distinción entre uno mismo y los otros es la conciencia solar que se hace valer sobre la con­ ciencia lunar, limitada por Satumo.2

En el curso de la autoidentificación, que dura toda la vida, se nos re­ quiere que nos separemos y diferenciemos de múltiples colectivos: de la familia, de la comunidad, de la cultura, del país, de la colectividad mundial y de los impulsos inconscientes que se generan en los más re­ cónditos rincones del caudal colectivo de la humanidad. El hecho de que todos estos colectivos sean para nosotros, a la vez, un contenedor protector y una tumba, describe la ambivalencia de Saturno. La fun­ ción del superyó freudiano, el recordatorio externo de nuestros límites dentro de nuestro entorno -la familia y la sociedad-, es algo que suena muy saturnino. Nuestras respuestas instintivas están toleradas incondi­ cionalmente sólo durante un período muy limitado, en general la pri­ mera infancia, pero a medida que nos volvemos cada vez más conscien­ tes del mundo externo, ese estado edénico comienza a sumirse en el inconsciente y nos vemos cada vez más constreñidos a definir o a repri­ mir el puro instinto. Saturno define el Sí mismo solar para convertirlo en el yo solar, inicialmente mediante las enseñanzas de los padres, y luego por mediación de todos los contactos sociales. El superyó satur­ nino es un aspecto del inconsciente que ha aceptado subliminalmente las definiciones y las reglas, no las que emergen de nuestro propio inte­ rior, sino aquellas que se derivan del entorno y se incorporan como va­ lores personales. Son los valores más débiles, los que resultan aplasta­ dos y deshechos en los momentos en que dudamos de nosotros mismos. Generalmente, nuestros valores intrínsecos resisten cuando son some­ tidos a examen, pero los adoptados se resquebrajan y se hacen peda­ zos. En buena medida, cambiamos porque tendemos a autodefinirnos por mediación del superyó, es decir, del aspecto de nosotros mismos que se adapta a una sociedad determinada, en cuyo seno deseamos 2. Erin Sullivan, Saturn in Transit: Boundaries of Mind, Body and Soul, Pen­ guin, Londres, 1991, p. 14 7.

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vemos aceptados. En la vida, desde el nacimiento hasta la muerte, cada confrontación con los parámetros prescritos invoca el arquetipo saturnino. El papel que corresponde a Saturno en el desarrollo del yo es el de guardián y carcelero. Mientras que Marte actúa como la fuerza que ex­ terioriza la expresión del yo, y Júpiter como el árbitro moral, Saturno es el punto de definición más allá del cual ya no es aplicable ninguno de los valores de la mortalidad. Contenidos dentro de los límites de Sa­ turno están el Sol y los planetas inferiores (la trinidad de la identidad) y los planetas superiores interiores, los que están configurados y defini­ dos de acuerdo con los dictados sociales. Las contribuciones de cada planeta al proceso de civilización del yo son reguladas y verificadas por Saturno. Sin duda, esto significa que se producen períodos de cristaliza­ ción que congelan el desarrollo del yo, y éste queda subordinado a las presiones provenientes del mundo exterior. La sepultura de la progenie de Cronos y su posterior liberación pre­ cipitaron una larga batalla cuyo resultado fue el establecimiento de un nuevo orden social: la liberación de la devorada progenie fue el anuncio del nacimiento de un nuevo panteón. Todos los participantes en este mito están dentro de nuestra propia psique: el panteón incipiente, el encierro de múltiples fuerzas que contribuyen a la autoidentificación, la batalla interior por el derecho al autogobierno y la autoexpresión, y naturalmente, la primera causa: Saturno. SATURNO RETRÓGRADO EN LA CARTA NATAL

En su libro sobre este planeta, Liz Greene señala que el Sol y Saturno están siempre en pugna en el horóscopo, independientemente de que se encuentren o no en aspecto, pero que cuando forman un aspecto el pro­ ceso de desarrollo del yo es más rápido, o se lo percibe como más ur­ gente. 3 Los únicos aspectos mayores que se pueden formar entre el Sol y Saturno cuando éste está retrógrado son el trígono, la sesquicuadratura, el quincuncio y la oposición (véanse en el cap. 6 las descripciones de los aspectos mayores entre el Sol y los planetas superiores retrógrados). Cuando el Sol está en cuadratura con Saturno, este último se encuentra en alguno de los dos extremos de su movimiento más lento y preparán­ dose para la estación retrógrada o para la directa. Las cuadraturas, los 3. Liz Greene, Saturn: A New Look at an O/d Devil, Penguin, Londres, 1990, p. 95. [Hay traducción al castellano: Saturno (Un nuevo enfoque de un viejo diablo), Obelisco, Barcelona, 1992.]

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sextiles y la conjunción con el Sol sólo se dan cuando Saturno está en movimiento directo. Las dos fuerzas, antitéticas pero simbióticas, del Sol y Saturno están enfrentadas en una lucha de poder por la supremacía y la autoridad, pugnando por alcanzar un equilibrio factible entre el poder bruto y el control maduro. Que entre ambos haya o no un contacto angular exacto no viene al caso, porque sabemos que la retrogresión es, en sí misma, un aspecto con el Sol. Saturno contiene y limita por naturaleza, con el propósito de gestar o crear un yo en continua maduración. Las per­ sonas con Saturno retrógrado son particularmente sensibles al entor­ no y a sus mensajes subliminales. La pantalla del yo tiene minúsculos agujeros que dejan libre el paso entre la autoidentidad y la identi­ dad socialmente definida. Estos nativos con frecuencia sienten una an­ siedad fundamental -que los demás apenas pueden apaciguar, reiterán­ doles su aceptación y su aprecio- por ser aceptados y amados tal como realmente son. Las personas creativas con Saturno retrógrado suelen quejarse de su incapacidad para creer en sus propias creaciones. Para ellas es enorme­ mente importante que los demás acepten los frutos de su creatividad, que su ser interior se refleje en el ambiente y sea validado por una me­ dición objetiva. Su capacidad para crear depende de que incorporen su creatividad al orden establecido. Si se quedan demasiado tiempo solas, empiezan a dudar de su propia existencia y regresan a un estado seme­ jante al de la vida intrauterina. Con el fin de equilibrar el aislamiento que parece necesario para su proceso creativo, hay con frecuencia una pauta de comportamiento reactiva de socialización extravertida. Inevi­ tablemente, la socialización indiscriminada conduce al agotamiento, y el ciclo de retraimiento, pérdida, reaparición y redefinición del yo vuelve a empezar. Para estos individuos, la función del proceso de nacimiento en su totalidad es a menudo provisional y estresante, mientras no consiguen desarrollar un vehículo para la expresión creativa, o mientras no se li­ beran de un punto de vista excesivamente tímido y egocéntrico, limi­ tado por la aceptación social. La casa donde esté emplazado Saturno re­ trógrado aislará el ámbito más inseguro e inhibido, y más necesitado de estímulos e incentivos para que la persona realice sus posibilidades creativas. A la inversa, la posición por signo y casa del Sol señala dónde es mejor buscar y liberar el espíritu creativo, aprovechando o creando vías de expresión que ejemplifiquen los dominios de la experiencia lo­ calizados en esa casa. El Sol es el foco, la lente a través de la cual el pla­ neta retrógrado puede demostrar su lado directo, «solarizando» el blo­ queo creativo. 234

Los límites fluctuantes de la persona con Saturno retrógrado pueden ser parcialmente atribuidos a la forma en que experimentó a su padre. A menudo, éste se encuentra ausente -ya sea física o emocionalmente­ y ello hace que adquiera dimensiones mitológicas. De esta manera, el poder del padre queda más bien reforzado que disminuido, aunque con frecuencia, en períodos posteriores de la vida, se produce una sanación del vínculo entre la persona y el padre, en particular si Saturno llega a una estación directa por progresión secundaria. El hecho de que el padre sea la personificación de una familia satélite, con sus prerrogati­ vas superiores a las de los demás, da el tono para la idealización del hombre como tal, independientemente de que sea o no superior. Para el niño pequeño, el padre va y viene a voluntad y los planes giran a su al­ rededor, es a la vez el centro y la circunferencia de la unidad familiar. Su posición en la familia es muy semejante a la del Sol y Saturno juntos en el sistema solar; en la familia de planetas del horóscopo, Saturno es el perímetro del círculo interior, y el Sol el centro. Si tuviéramos que personificar a Saturno retrógrado, estaría algo resentido con esta figura central controladora, y simultáneamente se sentiría culpable por ello. A menudo, los individuos que tienen a Saturno retrógrado vacilan muchísimo entre sentirse poderosos y centrados, capaces de tratar con cualquier obstáculo que se les oponga, y mostrarse infantiles e impoten­ tes ante cualquier desafío que les presente la vida. Esto es el resultado de un complicado juego de mecanismos de defensa destinados a prote­ ger el crecimiento del yo de diversas presiones o ataques. Estos meca­ nismos de defensa son inherentes a la naturaleza humana, pero Saturno retrógrado tiende a favorecer una incongruencia y una ambivalencia in­ conscientes con respecto al empleo de estos escudos naturales. La clave de la pauta, aparentemente extraña, de alternancia de fuerza y vulnera­ bilidad que muestran estos individuos es el hecho de que en ellos, in­ cluso en la edad adulta, una buena parte del yo sigue estando subdesa­ rrollada. Esta pauta puede manifestarse, especialmente en la oposición Sol­ Saturno, como un yo fuerte, contenido y bien dirigido que protege y de­ fiende al niño interior. Los individuos con este aspecto (y, en términos generales, los que tienen al Sol y a Saturno en signos opuestos) periódi­ camente experimentan una fulgurante desaparición de lo que les ha ser­ vido tan útilmente de persona [en el sentido junguiano de máscara] y de conjunto de normas. Inconscientemente, sienten un miedo intenso a la pérdida de su poder, a que les falle la contención y, como consecuencia, se disuelvan. El resultado de esta sensación es que se arman de un es­ cudo exageradamente fuerte contra las fuerzas invasoras, que asumen 235

la forma de ideas nuevas, actividades inéditas, horizontes distantes y diversas formas de aventura. La reacción ante el miedo a la disolución suele ser crear un sistema o un dogma que sirva de apoyo y de validación a la propia existencia. Desde muy temprano en la vida, las personas que tienen a Saturno re­ trógrado empiezan a establecer algún principio de organización que les sirva para validar sus percepciones interiores. De niños suelen ser ob­ servadores dotados de un silencioso discernimiento, que intentan en­ tender el comportamiento de los demás con la esperanza de compren­ der así su propio sentimiento de autoridad, irracional e inestable. Esto ocurre en particular cuando Saturno está aislado o muy separado del resto de la estructura de la carta, aunque haya otros planetas retrógra­ dos y la oposición no sea específicamente con el Sol, sino con el grupo principal de planetas. Cuanto más consciente sea el nativo de esta función natural de la oposición, menos probable es que la proyecte sobre diversas formas de autoridad, lo que da por resultado hábitos contraproducentes. La opo­ sición Sol-Saturno contiene todos los ingredientes necesarios para que su supremacía y su dominio de los asuntos mundanos sean auténticos, pero el nativo siempre ha de tener presente que en el proceso de llegar cada vez más a ser quien realmente es, es preciso que se enfrente con su propio opuesto. Las reacciones reflejas se basan en conjuntos de reglas rígidas e inflexibles que impiden una transición fácil a nuevos sistemas de orden. La fachada segura y bien delimitada de las personas que tie­ nen al Sol en oposición con Saturno enmascara un miedo profunda­ mente arraigado de verse derrocadas y superadas por sistemas nuevos (o más jóvenes) y por ideas más contemporáneas. De ahí su preocupa­ ción por el desarrollo de sistemas autoritarios. Estas personas tienen más conciencia de la habitual de la autoridad del Tiempo y de la impla­ cabilidad con que trata todo lo viejo, cansado y gastado. Un humor iró­ nico y teñido de cinismo suele estar presente como defensa contra lo que temen que pueda ser una profunda arrogancia que acecha por de­ bajo de su armadura externa. Los trígonos del Sol y Saturno se producen dos veces en el ciclo re­ trógrado: el trígono estacionario retrógrado unos doce días después de la estación, y el trígono estacionario directo unos doce días antes. Los trígonos son las fases de movimiento más lento del ciclo de Saturno, y los aspectos retrógrados más engañosos entre el Sol y Saturno. Con res­ pecto a ellos, dice Robert Hand en Los símbolos del horóscopo (la cur­ siva es mía):

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Cada vez que optamos por actuar de acuerdo con la naturaleza de las energías combinadas por un trígono, la acción es fácil y sin tropiezos, siempre y cuando escojamos actuar dentro del marco de un orden estable­ cido en nuestra propia vida. La acción del trígono no se presta a alterar las circunstancias que puedan tener vigencia en un momento determinado, a no ser para restablecer el equilibrio después de un estado de desequili­ brio previo. 4

En general el trígono Sol-Saturno aspira a conservar el orden esta­ blecido y a mantener a raya las perturbaciones que se imponen desde afuera, tal vez dejándose arrullar con complacencia por un falso senti­ miento de equilibrio interior. Todo esto da una nota falsa a la expre­ sión del yo; quizás el nativo tenga interiormente una sensación de con­ tención y de armonía mientras el destino no ataque desde fuera, pero en caso de que lo haga, la tenue calma interior puede hacerse trizas. No hay un sentimiento inherente de dominio sobre nada en particular, y es preciso crearlo con un tremendo esfuerzo consciente. Este aspecto se ha manifestado con más frecuencia que ningún otro en lo que yo llamo «el síndrome del impostor». Los que tienen el trígono Sol-Saturno retró­ grado disponen de poco poder de discernimiento contra su propio de­ vorador interno de energía. La mítica devolución de los frutos de la propia creatividad es aquí una alegoría adecuada, ya que la persona con un trígono Sol-Saturno debe forzar la expresión de su impulso creador. Otros aspectos más es­ timulantes del Sol con otros planetas, especialmente con Júpiter, o unos acentuados rasgos arianos, escorpianos o plutonianos favorecerán la ex­ presión creativa, pero el Saturno «preñado» retendrá su impulso, ateso­ rando la energía naciente y originando una sensación de autoengran­ decimiento psíquico y de depresión antes de la creación. Una vez ple­ namente comprometido con la creatividad activa, el yo resplandece y se equilibra por completo, pero este aspecto requiere un esfuerzo y una disciplina extraordinarios. Puede ser que el padre haya desempeñado un papel pasivo, sir­ viendo como un héroe amable, pero ineficaz. El lado femenino de Sa­ turno es muy fuerte en los trígonos, y se subordina simbólicamente a la dominación del Sol, lo que da por resultado un contenedor inseguro para un fuerte impulso del yo. En este caso, puede aparecer la megalo­ manía, la obsesión por el desarrollo del propio yo y una pugna por el aplauso, con el secreto miedo de que, si alguien descubriera realmente quién es uno, lo despojarían de todos los premios y le retirarían todas 4. Robert Hand, Horoscope Symbols, ob. cit. (véase p. 52, nota 6), p. 128. [Ed. en castellano, p. 141.]

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las condecoraciones. De modo que, aunque la relación entre el yo y el contenedor está estancada, hay una concha blanda, un delicado amorti­ guador entre el equilibrio interno y el externo. Al nativo no le gusta el estrés que se le impone desde fuera, porque el sistema está en un proceso constante de regulación homeostática y cualquier distracción puede romper esta pauta y perturbar el proceso de mantenimiento de un sistema de fronteras relativamente débil. Por lo tanto, es sumamente importante que las personas con este trí­ gono alcancen una sensación de verdadera autenticidad interior, que se vean a sí mismas como autoras de su propio destino, utilizando su ar­ monía interior para crear un mundo exterior firme y seguro. Si el trí­ gono es el que se produce después de la estación retrógrada, Saturno jamás se volverá directo por progresión secundaria en el curso de una vida, de modo que los únicos aspectos progresados entre el Sol y Sa­ turno serán el quincuncio y la oposición. Los años de esas progresio­ nes señalarán importantes puntos decisivos en las pautas de creación y producción. Sin embargo, si el trígono es el estacionario directo, en­ tonces por progresión secundaria Saturno se volverá directo algunos años después (doce si el trígono es exacto), señalando un par de años significativos en los que comienza a producirse una reevaluación del poder y la autoridad y una exteriorización de las fuerzas creadoras inte­ nores. El quincuncio -ese aspecto que según los antiguos era el más ma­ ligno, porque los planetas que lo forman no pueden establecer cone­ xión- es el ángulo más paralizante que se da entre el Sol y Saturno. El hecho de que estos dos planetas no puedan «verse» el uno al otro im­ plica un deseo de poder y de control profundamente inconsciente y, por lo tanto, en gran medida incumplido. Con frecuencia he pensado que para utilizar el quincuncio se necesita un periscopio; sin duda, exige importantes ajustes en nuestra propia perspectiva de la eficacia con que somos capaces de llevar a la práctica incluso las tareas más triviales. A menudo indica un talento peculiar que para concretarse necesita de ins­ trumentos sumamente especializados, y un largo aprendizaje que per­ mita al nativo alcanzar el dominio de su don. Con frecuencia, los hombres que tienen a Saturno retrógrado están muy cerca de su función femenina, y se desenvuelven bien en profesio­ nes relacionadas con ayudar o cuidar a otras personas. Su sensibilidad hacia la naturaleza y el carácter evolutivo de los ciclos vitales es suma­ mente creativa, y pueden actuar como parteros de la creatividad de otras personas. Por otro lado, a las mujeres con Saturno retrógrado les resulta muy dolorosa la pérdida del padre. Con frecuencia han mante­ nido un contacto muy cálido eón él durante su primera infancia, pero a 238

medida que maduran el contacto se rompe, ya sea por circunstancias como el divorcio o la muerte, o bien psicológicamente, cuando él se aparta de la hija-mujer. Esto puede dar como resultado una función del animus muy dura, por lo que la mujer se ve acosada por un sentimiento de inadecuación y debe esforzarse muchísimo para compensar su vul­ nerabilidad a la crítica. Ley/a El caso siguiente es el de una nativa con Saturno retrógrado aislado en Aries en el Ascendente, en quincuncio en desaceleración con el Sol en Escorpio en la séptima casa (véase fig. 9.1 ). Una mujer de 23 años, a quien llamaré Leyla, vino para que le hiciera la carta en el momento en que estaba a punto de abandonar sus estudios artísticos de nivel univer­ sitario; estaba deprimida y sentía rabia por la responsabilidad con que cargaba con respecto al «tema del arte» en su familia, ya que todos sus miembros se dedicaban a alguna de las bellas artes o a la publicidad. Es frecuente encontrar a Saturno en el Ascendente en las cartas de los hijos mayores; aunque Leyla no es la mayor, es la que se siente responsable de cargar con el mito de la familia, y la que inconscientemente ha asu­ mido el síndrome de hija mayor o única hija. El hecho de que Saturno esté aislado en el hemisferio oriental y en el Ascendente aumenta los sentimientos de separación y alienación de Leyla, con respecto a su padre y también a su propio sentimiento de au­ toridad y autenticidad interiores. Aunque tanto su padre como sus her­ manos han seguido carreras artísticas, lo han hecho por propia deci­ sión, y no se sienten cargados, limitados ni responsables por este tema familiar. Leyla tiene inclinación artística y talento para ello, y por lo tanto es portadora de los valores estéticos de su familia, pero en el curso de la consulta me dijo que quería liberarse de todo eso. Sus padres se divorciaron cuando ella tenía 14 años, y desde enton­ ces no ha visto mucho a su padre. Sigue manteniéndose distante de él, y sin embargo fue su padre quien se ocupó de que ella me pidiera un aná­ lisis de su horóscopo. Cuando Leyla me habló de su padre, dijo que tenía mucha fe en ella, que la apoyaba y evidentemente la quería, pero que sus atenciones le resultaban fastidiosas y muy incómodas de acep­ tar. Además, el padre tenía la costumbre de ver a la madre a través de una lente negativa, es decir, en función de sus fallos y sus incapacida­ des. Es indudable que, como única hija, Leyla se identificaba incons­ cientemente con su madre y sentía que su padre también la rechazaba a ella de forma indirecta. 239

Fig. 9.1. Ley/a

Saturno retrógrado está también en quincuncio con la Luna a 20º de Virgo, y se encuentra en el punto medio inverso del Sol y la Luna, que forman, alrededor del Descendente, la base de un yod. Leyla no sólo siente la distancia de su padre, tradicional con Saturno retrógrado en quincuncio con el Sol, sino que la configuración sirve como una obstrucción para su unión interior de la naturaleza masculina o el oficio y la naturaleza femenina o las artes (quincuncio con la Luna). Ebertin enumera estos atributos del punto medio Sol-Luna con Satur­ no: «Inhibiciones o represiones interiores, estado de depresión, soledad creciente, separación de la comunidad, renuncia, dificulta­ des en la relación con el otro sexo, sufrimiento conjunto y compar­ tido, enfermedad, divorcio». Además, sobre el punto medio Sol-Luna 240

como lugar de encuentro de lo consciente y lo inconsciente, dice: «Desarmonía entre los padres o los cónyuges, diferencias causadas por tensiones interiores, insatisfacción y las dificultades consiguien­ tes». 5 Leyla está alejada de sus padres por mediación de Saturno retró­ grado debido al contacto íntimo de éste con el Sol y la Luna. Y, lo que es más importante, se siente desconectada de su propio espíritu interior creativo, lo cual distorsiona la visión que tiene de sus padres. Lo que siente por su padre ejemplifica perfectamente la posibilidad de que la forma en que vemos nuestro mundo pueda no coincidir con lo que en efecto está sucediendo. Leyla siente el estímulo de su padre y la «gran fe» que éste tiene en ella como una carga que la distancia de su afecto; inadvertidamente, él se traga el impulso creativo de la hija antes de que haya madurado. La distancia entre Leyla y su padre fue impuesta forza­ damente por el alejamiento de él cuando ella tenía 14 años. Ahora, a los 23, él participa de un modo más activo en la vida de su hija, pero ella no está presente emocionalmente. En el momento de la consulta, Saturno en tránsito estaba cruzando el Medio Cielo de Leyla, lo que señala una transición a un nuevo mundo de aventura y experiencia. 6 En el curso de la sesión, tomó aguda conciencia de que ahora tenía que asumir la responsabilidad de la unión de sí misma con su naturaleza creadora. Lo que provocó el sen­ timiento de una intensa presión que le exigía cumplir con alguna in­ cierta obligación fue precisamente la falta de límites entre ella y el mito paterno-familiar (el Artista). El principio inverso también es válido: Leyla creó dentro de sí unos límites inadecuados para compensar la ca­ rencia de una fuerte estructura del yo, y esto la llevó a sentirse abru­ mada por la tradición familiar, y por lo tanto, incapaz de reconocer que, independientemente de la familia, tenía su propio daimon artís­ tico. Esta limitación compensatoria le impedía contactar con su espí­ ritu creativo. Cuando se dio cuenta de que se estaba rebelando contra sí misma, contra su propio daimon, dejó de rechazar su talento y vio que lo suyo era en realidad el campo artístico (el Sol en conjunción con Neptuno en sextil con Luna-Plutón, y Venus en el Medio Cielo) y que ahora debía responder a la llamada a la aventura (Saturno en trán­ sito por el Medio Cielo) y aventurarse en su propio y todavía desco­ nocido territorio de esfuerzo creador. 5. Reinhold Ebertin, The Combination of Stellar Influences [La combinación de las influencias estelares], Ebertin-Verlag, Aalen (Alemania), 1972, p. 70. 6. Sullivan, ob. cit., pp. 170 y ss.

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Fig. 9. 2.

Sandra

Sandra nació con una cuadratura exacta entre el Sol a 14º de Capricor­ nio en la casa uno y Saturno a 14º de Libra en el Medio Cielo (véase fig. 9.2). Se casó a los 18 años, cuando Saturno se estacionó y se volvió retrógrado por progresión. El estilo de vida voluble y despreocupado de Sandra no se corresponde con las interpretaciones más convencio­ nales (una actitud conservadora, depresión o una ambición desmesura, da) que se asocian con la tipología capricomiana de las cuadraturas Sol-Saturno. Sin embargo, tras haber evitado la asunción de cual­ quier forma de identidad que pudiera considerar propia, hacia media­ dos de su vida en Sandra se manifestó el «síndrome del impostor». Si se tiene presente que las cuadraturas del Sol con los planetas exte242

riores significan que el planeta está en su período de movimiento más lento, podemos ver cómo Sandra retrasó el desarrollo de su yo al trans­ ferir o proyectar su Saturno sobre su marido. En los primeros dieci­ nueve años de matrimonio, se mudaron diecisiete veces (¡lo que tam­ poco concuerda con la descripción tradicional de su Luna en Tauro en la cuarta casa!). Cuando su Sol progresado formó oposición con su Plu­ tón retrógrado, Sandra se enamoró apasionadamente de otro hombre. En esa misma época, en 1987, su marido perdió una fortuna en la crisis del mercado de acciones y disminuyeron las propiedades conjuntas que tenía con Sandra (cuyo Plutón está en la octava casa). Sandra ha vivido su vida de adulta a través de su marido, sin culti­ var ninguna habilidad que pueda llamar propia. A los 37 años, ate­ rrada, se dio cuenta de ello y se sintió angustiada, profundamente insa­ tisfecha e incapaz de pensar en su futuro. En el momento de la sesión (y de su toma de conciencia) su Saturno retrógrado progresado había vuelto lentamente al minuto exacto de su posición en el momento del nacimiento, evocando el recuerdo de la represión natal. Aunque la es­ tructura de la carta progresada es, en su totalidad, muy diferente de la imagen natal, cuando Saturno progresado retrocedió hasta volver a su minuto de nacimiento, Sandra despertó de una vida entera de nega­ ción. Era una hija única cuyo padre estaba mucho tiempo fuera de casa, trabajando para abastecer sus necesidades. La madre era enfermera y estaba «siempre ocupada», es decir que no demostraba afecto alguno por la niña ni le prestaba mucha atención. Sandra dice que se adaptó a su soledad rodeándose de murallas y encerrándose tras una barrera pro­ tectora. Ahora que Saturno estaba volviendo a su lugar natal, mientras el Sol avanzaba hacia los 24º de Acuario, Sandra sintió que ya no nece­ sitaba esas barreras. La estación y la retrogresión de Saturno cuando ella tenía 18 años, coincidentes con su matrimonio, implicaron a su marido en sus continuos intentos de protegerse del mundo. Sandra ha vivido siempre dentro de las murallas protectoras del matrimonio, con­ siderando sus propios asuntos como algo secundario, pero lo que real­ mente faltaba en su vida era la capacidad para un compromiso autén­ tico. El marido es una figura; no una relación, sino un escudo humano que la protege del mundo real. El encuentro con la pasión encarnada en el amante, que apareció el año de la oposición del Sol progresado con el Plutón natal retrógrado, hizo que Sandra fuera consciente de ello. Estuvo pensando en dejar a su marido por ese hombre que despertó en ella sentimientos latentes de pasión y ambición, pero finalmente no lo hizo porque sabía que eso equivaldría a comprometerse sin restric­ ciones ni reservas en una relación. De esa manera, la cuadratura del Sa243

turno natal bloqueó el desarrollo de su yo. Sandra me dijo que la rup­ tura de esa relación se debió a su «independencia», es decir, a que no quiso compartir una casa con su amante, pero lo más probable es que fuese un reflejo de su profundo miedo a la intimidad. La estructura de su yo sigue ligada a su marido, con quien comparte poco más que las cosas materiales, pero que la deja en paz y no le exige mucha inti­ midad. El año en que Saturno volvió a su lugar natal por progresión secun­ daria, Sandra se sintió profundamente insatisfecha con sus logros y buscó posibilidades de mejora en el terreno profesional. Donald Conocí a Donald unos nueve meses después de su intento de suicidio. Con la Luna natal en la casa ocho, a 9º de Capricornio, había sido «ata­ cado» por Saturno, Urano y Neptuno a finales de 1989 y comienzos de 1990, y se había enfrentado con la total disolución de su -ya de por sí tenue- conexión con su yo. Cuando nació, no había ningún planeta re­ trógrado, pero Saturno estaba en su estación retrógrada, y fue el primer planeta en volverse retrógrado por progresión secundaria (véase fig. 9.3). La dinámica de la familia de Donald es compleja. Su madre sólo tenía 14 años cuando él nació, de padre desconocido, y lo adoptaron sus tíos, que lo criaron como hijo y no le hablaron de sus orígenes hasta que tuvo 20 años. A los 4, su Urano natal en la casa doce llegó a su esta­ ción retrógrada en la carta progresada, y Donald se fracturó el cráneo en un accidente. Durante su larga convalecencia, su padre adoptivo, un modesto granjero, se ocupó de él. Donald tuvo una relación muy ín­ tima, afectuosa y placentera con su padre (Sol en Virgo en la cuarta casa en trígono con la Luna en Capricornio). Recuerda a su madre adoptiva como una persona fría e insensible con él, y entre ellos nunca llegó a haber una relación realmente cálida e íntima. Al año siguiente, en la carta de Donald, Marte progresado se estacionó para volverse re­ trógrado (su Marte natal está en sextil con Júpiter, pero en un orbe am­ plio, y no tiene contactos manifiestos con otros planetas), y es probable que en esa época él empezara a dirigir hacia adentro su agresividad, un problema que se manifestaría más tarde en su vida. Con el Sol en Virgo en la casa cuatro, su padre, un Capricornio, era el Cronos benévolo, el rey de la Edad de Oro. Fue padre y madre para el niño, y le brindó no sólo amor y alimento afectivo, sino también pro­ tección y compañerismo. La Luna en Virgo del padre estaba en conjun244

Fig. 9. 3. Donald

ción con el Sol del hijo, indicando no sólo una relación padre-hijo, sino también una amistad duradera. Cuando Donald cumplió 9 años, Saturno se estacionó y se volvió re­ trógrado por progresión secundaria, y hubo también una conmoción crítica producida por planetas en tránsito. Cuando se considera una es­ tación por progresión en el horóscopo, es muy importante verla tanto en el contexto de la carta natal como en el de los tránsitos principales. Es probable que la experiencia interior -la progresión- no se exteriorice a menos que los tránsitos indiquen un entorno adecuado para el cam­ bio interior. Si miramos los tránsitos de octubre de 19 50 en relación con el horóscopo natal de Donald, vemos que Urano está en estación retrógrada a 9 º de Cáncer en oposición con su Luna natal; Saturno en tránsito en conjunción con su Neptuno natal, y Júpiter en estación di245

recta a 28 º de Acuario, exactamente en cuadratura con su Saturno natal en la casa doce. Junto con la estación retrógrada de Saturno progresado hubo también ese año una sucesión de tránsitos planetarios que le alte­ raron la vida, además de dos importantes estaciones en tránsito. En aquella época Donald y su padre estaban trabajando en la granja cuando el padre se cayó de una escalera y se dislocó una vértebra del cuello. Él sabía que se había hecho daño, pero no lo grave que era. Unas semanas después sintió dolor, lo ingresaron en el hospital y murió in­ mediatamente. La vértebra lesionada se había desplazado, seccionando la médula. Donald perdió a su padre el año en que Saturno se volvió retró­ grado, y la interpretación literal «Saturno retrógrado en el horóscopo significa que el padre está ausente» se convirtió en una triste verdad. Sin embargo, la retrogresión de Saturno no es la totalidad de la historia; no podemos cargar la culpa sólo en este movimiento simbólico, que describe la forma en que Donald sintió la pérdida, y no ésta en sí. De hecho, la devastadora desaparición de su afectuoso padre lo dejó pri­ vado de ambos progenitores. La madre se refugió en su propio proceso de duelo, y de todas maneras, el padre siempre había sido una madre sustituta. Dos años más tarde, a Donald lo enviaron a un internado, con lo que el vínculo con la madre se cortó de forma permanente. La súbita y extraña manera en que murió su padre parece reflejarse en los tránsitos: 1. Urano en tránsito en estación retrógrada en oposición con la Luna en la casa ocho: destrucción e interiorización de la esfera emocio­ nal por obra de la muerte (la Luna en la casa ocho). Este tránsito dejará su sello en el grado nueve de Cáncer, y, como veremos, el recuerdo de esta experiencia será evocado cuando Urano transite sobre la Luna de Donald, en 1990. 2. Saturno en tránsito en conjunción con Neptuno en la quinta casa: una interrupción del anestésico psíquico; una expulsión súbita y brusca del útero del Edén (que ocurre con cualquier tránsito de Saturno en contacto con Neptuno, a cualquier edad y en cualquier momento o circunstancia). 3. Júpiter en tránsito en cuadratura con Saturno en la casa doce: nacimiento prematuro del Saturno del niño que crea una profunda distancia entre él y el mundo; una insurrección de fuerzas oscuras y siniestras que acechan en el inconsciente. Júpiter indujo en Donald una madurez prematura, que excedía en mucho su capacidad de manejarla. 246

Fue a esa tierna edad de 9 años cuando Donald «se cerró», aunque periódicamente sufría un brusco despertar por obra de acontecimientos importantes en su vida. Tenía 40 años (1981) cuando su Júpiter progre­ sado llegó a la estación retrógrada, y a los 45 ( 1986) Mercurio hizo lo mismo. En esa época dejó el trabajo de contable que tenía desde hacía veinticinco años por otro bajo contrato. En 1990, Urano en tránsito volvió a estar en contacto con su Luna natal, esta vez por conjunción. Durante dos años el grado nueve de Ca­ pricornio había estado asediado por Saturno y Neptuno, disolviendo y reincorporando alternativamente problemas emocionales, y evocando la experiencia previa de Urano en oposición con la Luna. Vi por primera vez a Donald en octubre de 1990, y me dijo que en enero de ese mismo año había intentado suicidarse. Dijo que 1990 había significado una «línea divisoria», y que aunque había elaborado las seductoras ideas de suicidio, todavía seguía procesando el material que había aflorado a la superficie cuando aflojó el control que ejercía sobre su propio yo. Los repetidos tránsitos directos y retrógrados de Saturno y Neptuno habían ayudado no sólo a liberar viejos recuerdos y a cicatrizar profun­ das heridas que él había enterrado en su Luna en la casa ocho, sino a desmoronar el muro erigido alrededor de sus sentimientos. La llegada de Urano trajo consigo el derrumbe de todo el sistema, fragmentando por completo un yo ya debilitado. En abril de 1990 Urano llegó a su es­ tación retrógrada a 9º de Capricornio, el punto de estación exactamente opuesto al de cuarenta años antes, cuando Donald se había visto pri­ vado de su padre de un modo tan inexorable. Esto hizo trizas el revesti­ miento protector de un yo sumamente vulnerable, que se había pasado los dos años anteriores sometido a una silenciosa reconstrucción inte­ rior. Con humildad, renovado por su permanencia en el oscuro valle de su Luna en la casa ocho, Donald inició, en la primavera de 1990, un lento proceso de reorientación y de selección gradual de nuevas priori­ dades y opciones vitales. Saturno retrógrado como planeta aislado o como único planeta retrógrado

Con Saturno aislado o escindido de la estructura total del horóscopo, el nativo tiene una fuerte conciencia de su propia responsabilidad para con los demás, y le aterroriza la invasión personal que puede represen­ tar semejante obligación. Lo más importante que hay para un Saturno aislado es conocer la diferencia entre tener que rendir cuentas y asumir una responsabilidad, y no confundir jamás ambas cosas. La naturaleza de la configuración, que segrega a Saturno en el lado opuesto de la es247

tructura principal del horóscopo, aísla al individuo en un esplendor so­ litario, encerrándolo en una torre o fortaleza psicológica. El intenso deseo de entenderlo todo y de dar forma a todo puede ser un estímulo positivo que impulse a establecer sistemas y a encontrar explicaciones lógicas. En su manifestación negativa extrema, el deseo de organizar puede conducir a trastornos obsesivos, pero es indudable que ayuda al individuo a entender el protocolo y la posición jerárquica natural. Son personas aislacionistas por naturaleza, e independiente­ mente de su situación económica y su posición social, están envueltas en un aura de nobleza. En cualquier configuración, Saturno congrega en la psique la fun­ ción de la sombra, pero lo hace con particular eficacia cuando se en­ cuentra aislado. Las personas con este emplazamiento pueden actuar, sin darse cuenta, como abogados del diablo, creando una estructura de contención para una tácita posición de adversarios. Por naturaleza toman partido por el lado de la sombra, y disfrutan bastante con la vida taciturna y singular que les propone Saturno. En los casos extremos, un Saturno aislado puede congregar la sombra colectiva, y el nativo se ad­ hiere entonces a doctrinas como la eugenesia o el racismo, que lo mue­ ven a proyectar la totalidad de sus propios rasgos inferiores inconscien­ tes sobre determinados colectivos. La capacidad de enfrentarse con el miedo y el terror viscerales se ve reforzada por el racionalismo y la filosofía existencial. Las personas con un Saturno aislado tienen una aguda conciencia de las ineludibles fron­ teras que rodean a individuos, culturas, ideas e ideologías, y están muy bien equipadas para arreglárselas, lo cual, con este emplazamiento, se convierte en una virtud: este nativo no es el mártir, como en el caso de Neptuno, sino el estoico que instintivamente sabe que la vida espartana es la senda que conduce a una existencia iluminada. La melancolía saturnina es inherente a las personas que tienen a este planeta aislado, forma parte de su personalidad. No son necesaria­ mente depresivas, pero sí serias y reservadas, y en el peor de los casos, están acosadas por un miedo paranoico a que las invadan. Como son profundamente filosóficas y fatalistas, están protegidas de las flaquezas de la condición humana. Sus barreras son muy difíciles de derribar, y también es difícil intimar con ellas. Una vez establecida una amistad o una relación amorosa, y cuando se sienten seguras en ella, tienden a es­ catimar las actitudes manifiestas de intimidad y, con la confianza de que el amigo o el amante lo entenderá, vuelven a mostrarse frías y dis­ tantes. Por eso es tan importante que las personas con Saturno en esta situación aprendan a hacer excepciones a su regla general de mantener la distancia ante cualquier avance. 248

Puede parecer irónico, pero entre la gente de Saturno se encuentra el temperamento del aventurero, el explorador y el experimentador. Su capacidad para estar solos, o para ser los primeros en un ambiente nuevo sin sufrir las punzadas de la nostalgia del hogar ni las de la inse­ guridad -y no importa que el ambiente sea ideológico, psicológico o geográfico-, es auténtica y profunda. Su habilidad para dominar la an­ gustia no tiene límites. Como resultado de ello, pueden adherirse fiel­ mente a un principio nuevo, razonar sus premisas y no renegar jamás de él, ni siquiera ante la desaprobación, la burla o la crítica más despia­ dadas. Como por naturaleza se sienten ajenos a las necesidades y emo­ ciones del común de los mortales, su fuerza de carácter no les falla en situaciones adversas en las que tengan que labrarse un sistema o un es­ tilo de vida nuevos. Con una reserva tan profunda, es difícil contactar con estas perso­ nas en el nivel emocional, ya que pueden convertir su soledad en una especie de sistema o código de ética. De hecho, el lado patológico del Saturno aislado es el sadismo, una veta de crueldad fría y despiadada que despoja de su vitalidad emocional a quien llega a establecer un con­ tacto íntimo con estos nativos. El perverso disfrute del sufrimiento de otras personas calma su profundo odio a sí mismos, permitiéndoles que se convenzan de que si ellos sienten tal dolor, entonces otros también deben de necesitarlo. Personas famosas con Saturno retrógrado como planeta aislado: Francis Bacon Daniel Boone Lewis Carroll René Descartes Reina Isabel 11 Havelock Ellis (también JU en estación directa; UR retrógrado) Anne Frank (también ME retrógrado) Greta Garbo Allen Ginsberg A. E. Housman Christine J orgensen Stanley Kubrick Marilyn Monroe Jacqueline Onassis Marcel Proust Peter Paul Rubens

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Bertrand Russell Eric Satie Neil Simon Julio Veme Andy Warhol (también UR retrógrado) Colín Wilson Frank Lloyd Wright Wilbur Wright

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10 Los planetas transaturninos La asimilación gradual de información nueva y más avanzada, unida a los rápidos cambios en su procesamiento, se produjo con cada sucesivo descubrimiento de aquellos planetas del sistema solar que están más allá del alcance del ojo humano: Urano, Neptuno y Plutón. Cada uno de estos descubrimientos coincidió con un salto importante en el pro­ greso global y social (colectivo), pero tales experiencias, consideradas al principio espectaculares y ajenas, se volvieron poco a poco más accesi­ bles, manifestándose en los individuos en forma de características pe­ culiares y completamente personales. Amontonar los planetas transa­ tuminos en una única pila de imágenes colectivas es prohibimos la entrada a formas más profundas y significativas de experiencia de la vida. De hecho, negar a los individuos el acceso a la vivencia de los planetas exteriores es negar lo evidente: que funcionan, por más primi­ tiva o exaltada que pueda ser su manifestación. 1 Ya en la década de los cuarenta, Dane Rudhyar llamó «transperso­ nales» a los planetas más externos, dando a entender que su contenido y su intención iban más allá del yo personal consciente. Él creía que eran de naturaleza galáctica, y no embajadores del Sol como los plane­ tas clásicos. Por lo tanto, no se referían a la individuación solar, sino que actuaban como estímulos para una mayor conciencia colectiva. 2 1. Liz Greene, The Outer Planets and Their Cycles: The Astrology of the Collec­ five, CRCS Publications, Reno (Nevada), 1983. [Hay traducción al castellano: Los planetas exteriores y sus ciclos, Barath, Madrid, 1988.] Las conferencias que forman este libro abarcan gran parte del significado psicológico histórico y mundano de los planetas exteriores. Tratan de éstos tal como son experimentados en las cartas de naciones, líderes e individuos. 2. Dane Rudhyar, The Sun is a/so a Star, passim.

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Alexander Ruperti, seguidor de la tradición de Rudhyar, señala que es probable que Urano, Neptuno y Plutón no afecten a los individuos du­ rante sus ciclos retrógrados porque los movimientos de estos planetas son operativos en un sentido global, o incluso galáctico. Sin embargo, también afirma que los individuos que son representativos o portavo­ ces del colectivo pueden encarnar estos movimientos más esotéricos y ser muy sensibles a los ciclos transpersonales. 3 El hecho de que estos planetas estén más allá de los límites de Sa­ turno, que actúa como punto de conexión entre los símbolos planeta­ rios más antiguos y accesibles y los planetas cuya comprensión es bas­ tante reciente y cuyas características e influencia aún hoy siguen evolucionando, hace pensar que colectivamente nuestro yo global está aún en su etapa naciente. Las asignaciones planetarias transaturninas evolucionan simultáneamente con nuestra capacidad colectiva e indivi­ dual para aprehender una nueva visión del mundo que se despliega con rapidez. Cada vez que se ha descubierto un planeta nuevo (con una his­ toria conocida de unos doscientos cincuenta años, por oposición a más o menos cuatro mil), se han producido en los asuntos mundiales tre­ mendas conmociones, revoluciones y notables «estirones» de creci­ miento que han afectado en gran medida a los individuos y a su calidad de vida. La individualidad, tal como la concebimos hoy, no fue un concepto familiar hasta comienzos del siglo XVII. La palabra tenía entonces más bien un sentido de «indivisibilidad». Según el Oxford English Dictio­ nary, en 1605 el término había evolucionado hasta llegar a definir un único objeto separado de up grupo, o un miembro aislado de una clase. Sin embargo, hasta l 646 la palabra «individuo» no empezó a referirse de modo específico a uh ser humano aislado por oposición a su familia o su sociedad. Desde lQs elfos en que orgullosamente nos identificába­ mos como parte de un colectivo -la familia, la clase o la cultura- hasta nuestra actual obsesión por la individualidad, el individualismo y la in­ dividuación, hemos llegado al punto en que al individuo se lo considera un cosmos con su propio principio de organización y además con un profundo efecto sobre el colectivo. El nacimiento del yo y del individualismo tiene una larga historia. El individualismo se convirtió en una preocupación consciente hace por lo menos dos mil quinientos años, cuando los filósofos de la an3. Alexander Ruperti, Cycles of Becoming, CRCS Publications, Reno (Nevada), 1978, p. 263. El tratamiento de la retrogresión en el libro de Rupert está orientado al proceso, centrado en la persona y enfocado desde el punto de vista de la astrología de Dane Rudhyar. En mi opinión, el enfoque es sensato.

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tigua Grecia se esforzaron por definir los conceptos de responsabili­ dad personal, volición y observancia religiosa. Con el establecimiento de la democracia en la Atenas del siglo v se aceptó la idea del efecto individual sobre la psique colectiva, aunque se promulgaron comple­ jísimas leyes para regir el comportamiento individual en el contexto del Estado. La idea de que era peligroso que los individuos no tu­ vieran una posición dentro de una jerarquía hizo que se iniciara la larga pugna por la emancipación en la que todavía nos encontramos in­ mersos. En nuestra historia más reciente, hemos pasado de una visión del mundo para la cual lo colectivo es lo individual e intrínsecamente lo rige, a una filosofía en la que el individualismo inspira y afecta a las ac­ tividades de la totalidad, concepto que implica que el individuo no sólo contribuye al colectivo, sino que lo controla. Esta transición se ha acele­ rado en los últimos trescientos o cuatrocientos años. El 13 de marzo de 1781 se descubrió por casualidad a Urano, planeta que fue finalmente bautizado con el nombre del dios griego del cielo, ouranos, el miste­ rioso lugar de «ahí fuera», en el éter superior. Después de Urano fueron descubiertos dos planetas más: Neptuno, el 23 de septiembre de 1846, y Plutón, el 21 de enero de 1930. Desde el descubrimiento de Plutón, también hemos asimilado en nuestro marco de referencia astrológico al cometa Quirón, descubierto el 1 de noviembre de 1977. En los aproxi­ madamente doscientos años transcurridos desde el descubrimiento de Urano, la Tierra se ha convertido en una comunidad en donde en cues­ tión de minutos se puede conocer en el oeste de Canadá un hecho acon­ tecido en Sudáfrica. Al reducirse así el mundo, las prerrogativas del individuo han crecido a pasos agigantados. Ya hemos llegado a la «co­ munidad global» del filósofo social Marshall McLuhan. En los años cincuenta, los astrólogos empezaron a incorporar, con gran éxito, los planetas transatuminos a las interpretaciones del horós­ copo, integrándolos en el esquema total de la personalidad. En vez de decirle a un cliente: «Oh, entre 1914 y 1939 han nacido miles de millo­ nes de personas con Plutón en Cáncer, de modo que eso sólo significa que usted forma parte de una generación que se esforzó por poner los cimientos de la familia nuclear en las circunstancias sociales más difíci­ les y exigentes», ahora vemos cómo los planetas exteriores están ope­ rando cada vez más dentro de los límites de la conciencia. No sólo tie­ nen un significado individual, también tienen significado para el individuo. Así pues, aunque el impulso social a destruir el pasado y crear un futuro nuevo esté vinculado con Plutón, ahora vemos cómo este anhelo se halla también presente en cada persona. Y lo mismo es válido para el resto de los planetas exteriores. 253

El vínculo que conecta el sistema solar interior -desde el Sol hasta Saturno y Quirón- con el ámbito exterior ha quedado ahora felizmente asegurado, porque las puertas de la percepción, una vez que se las abre, no se pueden volver a cerrar. Hasta finales de nuestro siglo hemos des­ crito de diversos modos a los planetas transaturninos: colectivos, gene­ racionales, inconscientes, galácticos, transpersonales, esotéricos, pri­ mordialmente arquetípicos... y son todo esto, pero ahora vemos cómo funcionan de forma integral en la estructura del horóscopo, la psique y la totalidad de la persona. Ya no están relegados al éter, como oscuros presagios de su inesperada y catastrófica actuación. Hay muchas mane­ ras de considerar este fenómeno, y no menos numerosas son las expli­ caciones de por qué el individuo se está conectando de forma cada vez más consciente con las dimensiones exteriores del espacio interior. Esto no disminuye demasiado la medida en que todos, como individuos, se­ guimos siendo política y socialmente sensibles (y en ocasiones, estando subordinados) a los movimientos colectivos; de hecho significa que, mientras participamos en nuestro mundo, podemos encontrar un mayor significado y profundos recursos interiores. El descubrimiento de Quirón fue uno de los eslabones. Su órbita ex­ céntrica y su inclinación sobre el plano de la eclíptica son tales que pa­ rece que fuera un vagabundo que atraviesa el límite entre los planetas sociales y los exteriores. Su inclinación sobre la eclíptica es de un 6,9 por ciento (así como la de Mercurio es de un 7 por ciento y la de Plutón de un 17 por ciento), de modo que su posición aparente en relación con nuestra visión de otros planetas está alargada en algunos signos y acor­ tada en otros. Su órbita le permite viajar de un lado a otro entre Sa­ turno y Urano en su afelio (cuando está más lejos del Sol) en Aries, y entre Júpiter y Saturno en su perihelio (cuando está más cerca del Sol) en Libra. Por ejemplo, se encuentra entre las órbitas de Saturno y Urano desde dicien_-ibre de 1970, y lo estará hasta julio de 1996 (de Aries a Virgo), y después se colocará entre las órbitas de Júpiter y Sa­ turno, donde permanecerá desde julio de 1996 hasta el año 2020 (de Libra a Piscis). Se pasa la mitad del tiempo más allá de Saturno y la otra mitad dentro de sus fronteras. Por lo tanto, Quirón es un planeta a la vez interior y exterior, según cuál sea el punto de su órbita donde se encuentre. Natalmente, para algunos individuos es un planeta interior, y para otros exterior. Sin embargo, su pauta revela que encarna no sólo las características de los planetas interiores y las de los exteriores simul­ táneamente, sino también algún otro factor misterioso que se relaciona con la vida personal y el inconsciente, vinculando el destino y el libre albedrío. La evolución del yo en términos quironianos significa la asun­ ción de lo inevitable, de experiencias que no pueden ser procesadas me254

diante la individuación del sistema solar -es decir, el proceso de trans­ formación tal como lo describe el simbolismo planetario desde el Sol hasta Saturno-, sino que deben emplearse como un instrumento que ayuda a aceptar e incorporar lo inexplicable o inalterable. 4 Hay rasgos nítidamente personalizadores de los planetas exteriores: primero, que estén emplazados en los confines de la carta por su posi­ ción por casa; segundo, que estén en aspecto con los planetas interiores, y en tercer lugar, que estén en relación con el Sol independientemente de que formen o no un aspecto clásico con él. Sabemos que Cronos­ Saturno separó para siempre a Urano de Gea (o Gaia), estableciendo la frontera absoluta. Los planetas exteriores son los ámbitos situados más allá de los límites de las formas fijas; en el nivel psicológico, represen­ tan opciones en la conciencia y el potencial para una expansión dentro de la experiencia individual. Estos planetas podrían ser más individua­ les y más personales que cualquiera de los planetas clásicos. Mediante estos tres cuerpos distantes encontramos vías potenciales para la expre­ sión personal de nuestro yo, precisamente porque están menos limita­ dos por las expectativas estrictas de la sociedad y más conectados con la vastedad de un cambio total. Estos planetas nos exigen que trascen­ damos los valores tradicionales y prescritos para llegar a ser más dife­ rentes, únicos e individuales. El impacto del descubrimiento de cada planeta exterior es propor­ cional a la evolución del inconsciente colectivo y a la medida en que éste se halle preparado para su «aparición». Los planetas siempre estu­ vieron ahí, acechando invisibles en los cielos, oscurecidos por nuestra limitación visual. Se ha comprobado que emplazar estos planetas en horóscopos de fechas anteriores a su descubrimiento es muy revelador. Por ejemplo, Marie Curie, nacida en 1867, tenía en su carta al Sol en trígono estacionario retrógrado con Urano, que ya era conocido en­ tonces, así como también Neptuno, que estaba en quincuncio en desa­ celeración con su Sol natal, llamándola a un destino ignoto. Neptuno rige la química y ésta era su profesión. Hasta aquí vamos bien. Sin em­ bargo, Plutón todavía no había sido descubierto, y no se sabía entonces que Marie Curie tuviera una oposición exacta del Sol en Escorpio con Plutón retrógrado en Tauro de la casa ocho a la dos. La inserción de Plutón en su horóscopo es ciertamente reveladora, si se tienen en cuenta los resultados a largo plazo de su experimentación. Que Marie Curie, con el Sol en Escorpio en la casa ocho en oposición con Plutón, fuera a hacer posible el arma mortífera del futuro mediante su descu4. Melanie Reinhart, Chiron and the Healing Journey, ob. cit. (véase p. 191, nota 2).

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brimiento del radio era algo que ni ella ni ningún astrólogo hubiera po­ dido saber en 1906. Urano está asociado con las ideas originales, los descubrimientos y la invención. Una vez descubierto, se desplegaron, a veces de manera revolucionaria, nuevas facetas de la libertad colectiva e individual. De modo similar, el posterior descubrimiento de los otros planetas transa­ turninos se produjo simultáneamente con una explosión en la concien­ cia colectiva. A medida que los arquetipos intrínsecos en la imagen del planeta se volvían más esenciales para la evolución del colectivo, se iban haciendo también más accesibles a la conciencia individual. Los descubrimientos de los planetas exteriores exteriorizaron en el cielo el nacimiento de una nueva conciencia colectiva. A medida que el colec­ tivo empezó a manifestar cada vez más aquello que sólo simbólica­ mente había estado asociado con las imágenes relacionadas con el pla­ neta, los individuos comenzaron a incorporar estas energías a una experiencia personal central. Con cada descubrimiento sucesivo emer­ gían, en escala global, nuevos horizontes. Una vez que algo queda co­ lectivamente incorporado, se convierte en una opción individual. Con frecuencia se necesita la mediación de un individuo -el inventor, el in­ novador, el descubridor o el pionero- para alterar los valores o los pun­ tos de vista colectivos. Cuando empezamos a pensar de esta manera, la línea que separa lo individual de lo colectivo pierde nitidez rápida­ mente. Para todos los planetas, además de la identificación personal que cada uno de nosotros tiene con sus rasgos generales, hay una interpreta­ ción colectiva. Por ejemplo, algunas palabras clave para Venus son «va­ lores», «relación» y «amor», pero no dejan de ser términos genéricos mientras alguien no los personaliza diciendo: «Te amo» o «Mis valores son tales y cuales», o describiendo su propia capacidad para relacio­ narse. Lo mismo se puede decir en el caso de los planetas transaturni­ nos: son colectivos, y también personales. En el simbolismo planetario hay rasgos centrales y esenciales que sólo se diferencian y se individua­ lizan por medio de la psique y la conciencia de una persona, y que si­ guen siendo teóricos mientras no se los humaniza. En la transición de fin de milenio, estamos adquiriendo una alar­ mante familiaridad con las interpretaciones de Plutón, antaño mitoló­ gicas y simbólicas. Por ejemplo, el antiguo dicho según el cual Plutón se relaciona con el sexo y la muerte y además los conecta entre sí, ahora es verdad de un modo escalofriante; ya no le queda nada de simbólico o metafórico (como tampoco le queda, a partir de 1969, a la idea de llegar a la Luna). La correlación entre estas palabras no es sólo colectiva, ni tampoco sólo psicológica; es muy personal, totalmente tangible y, a la 256

luz del virus del sida, afecta en la actualidad a todos los individuos que estamos sobre el planeta. Teniendo esto presente, podríamos considerar que el proceso de la individuación por medio de los planetas exteriores ya no es ningún ejercicio particularmente esotérico, ni algo que nos espera en un futuro distante, cuando lleguemos a la Era de Acuario: existe aquí y ahora. LOSPLANETAS TRANSATURNINOS, EL SOL Y EL DESARROLLO DEL YO En un nivel general, a la humanidad se le exige, y se le seguirá exi­ giendo, que acepte información y conocimientos sumamente especiali­ zados y técnicos. Hubo un tiempo en que un Libro del Conocimiento contenía todo el saber de la humanidad, pero eso ahora es imposible. Dependemos casi por completo de los expertos, y esto nos deja sucesi­ vamente frustrados, aliviados y asombrados. Aceptar este grado de especialización exige cierta humildad. El hecho de que no todos tengamos conocimientos de orden superior, y de que debamos confiar en que los expertos organicen los aspectos más complejos de la coordinación del globo, ha creado una nueva forma de neurosis -la angustia del milenio- en virtud de la cual los individuos tienen personalmente la experiencia de la angustia colectiva en su vida cotidiana. El conocimiento de que todos somos uno es algo que nos apoya y al mismo tiempo alimenta nuestra angustia existencial. Por lo tanto, la humanidad debe encontrar vías de percepción extraordinarias que incluyan un yo fuerte y debidamente controlado. Es evidente que todos, como individuos, necesitamos ahora más recursos interiores para contener nuestra angustia colectiva y transformarla en creci­ miento personal. Con respecto a los planetas exteriores y el yo, está claro que nos exigen que encontremos nuevas maneras de diferenciar­ nos creando opciones dentro de las fronteras personales de nuestra ex­ periencia. En el nivel personal e individual, los planetas exteriores conspiran de mil maneras con el Sol natal para desarrollar el yo. Con frecuencia tenemos la vivencia de un planeta exterior a través de una prueba de re­ sistencia, y se nos pide que demos un salto cuántico en cuanto a coraje y fe. En estos momentos de dolor psicológico, espiritual o físico nos sentimos obligados a echar mano de recursos que están profundamente ocultos y retenidos en nuestra reserva psíquica. La gente «crece dentro» del poder de los planetas exteriores, de manera muy semejante a como crecíamos dentro del nuevo abrigo de invierno que nuestros padres nos 257

compraban en otoño, que tenía las mangas demasiado largas y la es­ palda demasiado ancha, pero que mágicamente ya nos quedaba bien en la primavera. Para asumir la alta carga que contienen los planetas exte­ riores se necesita madurez. La gente que tiene fuertes contactos entre los planetas personales y los exteriores, en general se siente compelida a asumir grandes riesgos en la vida, ya sea psicológica o físicamente, y estos riesgos tienden a ser inconscientes mientras el nativo no llega a la treintena, momento en el que las circunstancias por lo común le llaman la atención sobre la necesidad de tomar conciencia de sus com­ pulsiones. Una vez que atravesamos la frontera de Saturno, el contenedor sim­ bólico del yo, entramos en un dominio que no está claramente defi­ nido. Los planetas exteriores son los más fáciles de proyectar, porque se tiene menos experiencia de ellos que de los personales. Por eso es tan frecuente que estén asociados con acontecimientos que escapan de nuestro control. Cuando nos enfrentamos a nuestra hora más sombría y vemos cómo los pilares de las estructuras fundamentales de la vida se nos desmoronan uno a uno, o quizá todos de golpe, la sensación es la de haber perdido nuestro yo. Cuando el destino nos golpea, ninguna plega­ ria encuentra respuesta y la Noche Oscura del Alma deja de ser una me­ táfora, sufrimos una desintegración de lo que en su momento fue una estructura del yo bien establecida y delimitada. Raro es el individuo que no experimenta esta aniquilación de los puntos de referencia cono­ cidos y no se tambalea al borde del abismo. La más misteriosa de estas experiencias es la que tiene lugar dentro, donde esa penosa prueba no es evidente para quien observa desde afuera, de modo que ni siquiera los seres más próximos y queridos la comprenden. Lo más frecuente es que no haya palabras para esta catás­ trofe, de modo que las personas que se encuentran en medio del remo­ lino parecen -o se sienten- incoherentes e irracionales. Al comporta­ miento característico de este tipo de declive no se lo considera normal, ni siquiera de acuerdo con lo que es habitual en la persona que pasa por esta vivencia. La gente no pierde necesariamente su yo, su concepto de sí misma, cuando está interaccionando con los planetas que van del Sol a Saturno, pero sí puede sufrir una forma de desintegración del yo en relación con Urano, Neptuno y Plutón. Algunas personas comprueban que pasan regularmente por expe­ riencias de este tipo, y se sienten llamadas a una constante verificación de su yo. Tienden, o quizá se ven obligadas, a despojarse, de forma cí­ clica y ajustada a un ritmo, de los adornos del yo y de la personalidad. Otras no van tan cargadas, y encuentran vías de cambio y crecimiento más simples, moviéndose de maneras más tradicionales y teniendo una 258

vivencia menos dramática de la existencia. Ninguno de estos tipos de persona es necesariamente más profundo ni más evolucionado que el otro. Sin embargo, los nativos con aspectos fuertes o varios contactos entre su Sol natal y los planetas exteriores pertenecen a la categoría de los transformadores compulsivos. El impulso de cambiar puede manifestarse como una característica caótica, en virtud de la cual la destrucción de estructuras se lleva a cabo simplemente por la destrucción misma, o bien de un modo incons­ ciente, manifestándose como desesperación. Sin embargo, si tomamos conciencia de la necesidad de cambiar, el impulso transforma en vez de destruir. Hay muchos individuos brillantes, genios incluso, que jamás encuentran la vía para expresar sus extraordinarios poderes. De acuerdo con la definicióq del planeta exterior, son soñadores, místicos, poetas o músicos (NepUmo), organizadores o inventores (Urano), o controladores de multitudes (Plutón). Son fascinantes, carismáticos y atractivos, pero también sumamente autodestructivos, y, sin darse cuenta de ello, pueden destruir a los demás con su comportamiento. Son adictos a la transformación, pero nunca encuentran dónde reali­ zarla. Su yo permanece en estado embrionario y, sin la capacidad de discernir sus propias fronteras, sus respuestas al desafío son infantiles y desmesuradas. Con frecuencia empiezan a hablar diciendo «Yo po­ dría...», para terminar luego la oración con un « ... si quisiera». Rápidos para la crítica, lentos para la acción, a menudo proyectan hacia adentro todos los aspectos del Doppelganger [sosia, doble, otro yo] colectivo, al­ bergando el dolor del mundo y sufriendo la alienación crónica de los perpetuamente incomprendidos. Los planetas exteriores son accesibles durante toda la vida, pero la capacidad de usarlos de forma consciente y productiva se incrementa después del retomo de Saturno, a los 29 años. Entre los 37 y los 42, cuando se produce la oposición de Urano consigo mismo -el ingreso as­ trológico en la «mitad de la vida»-, hay un creciente anhelo de estar conscientemente atento a los procesos inducidos por los planetas exte­ nores. LOS PLANETAS TRANSATURNINOS RETRÓGRADOS EN LA CARTA NATAL

Ahora ya tenemos completamente clara la pauta retrógrada. Además, estamos en una zona del sistema solar en la que los planetas Urano, Neptuno y Plutón no se encuentran lejos en longitud zodiacal (geocén­ tricamente) de su posición heliocéntrica. Urano está a unos 2º, y Nep259

tuno y Plutón sólo a 1 º. Que esa heliocentricidad «nos libere del pro­ blema de los planetas retrógrados» no es la cuestión; en realidad, parece que el caso es lo opuesto. No sólo no nos hemos liberado de ningún pro­ blema, sino que ahora debemos considerar el hecho de que los planetas más alejados del Sol se pasan casi la mitad del tiempo retrógrados. De ahí que entender lo que significan cuando están retrógrados tenga exac­ tamente la misma importancia que entender lo que significan cuando están directos. Vamos a examinar ahora algunas características comu­ nes a todos los planetas exteriores cuando están retrógrados. Los planetas exteriores retrógrados y los complejos En el caso de que un horóscopo -como sucede con muchos- tenga un planeta exterior retrógrado, se lo debe enfocar desde varias perspecti­ vas, pero lo primero que hay que considerar son los aspectos que forma con el Sol. En el capítulo 6 expliqué detalladamente todos los aspectos principales del Sol con los planetas superiores retrógrados, incluyendo las configuraciones especiales dentro del síndrome Sol-planeta retró­ grado. En los capítulos siguientes incluyo algunas interpretaciones clave de cada planeta exterior cuando está retrógrado en la carta natal, pero hay otras pautas clásicas que es preciso considerar con los planetas exteriores retrógrados. El hecho de que un planeta exterior retrógrado se encuentre en el lado del horóscopo opuesto a la trinidad de la identidad, formada por el Sol, Mercurio y Venus, sirve para varios fines: reunir a su alrededor muchos factores psíquicos no integrados; funcionar como un elemento de distracción en relación con la autoconciencia y vincular al nativo con la conciencia colectiva; servir como vehículo para la transforma­ ción de lo mundano en lo sagrado; desbaratar periódicamente las pau­ tas del crecimiento personal, y polarizar la energía egocéntrica alrede­ dor de dos focos, el personal y el colectivo. Los planetas exteriores no apoyan al yo; deben ser incorporados a la totalidad de uno mismo y estar contenidos por el yo. El mayor peligro psicológico que se deriva de los planetas exteriores retrógrados es per­ der el contacto con el corazón. La alienación intrínseca que sienten estos individuos es profunda y tienen que hacer un tremendo esfuerzo consciente para contener la angustia existencial y mantener una hon­ da conexión con sus sentimientos básicos. Los tipos de complejo que se congregan alrededor de los planetas retrógrados son espejos específicos de las íntimas necesidades del alma que el nativo no se ha atrevido a afrontar. 260

Un complejo no es necesariamente algo malo. A los complejos no se los encuentra sólo en los neuróticos impulsados por factores incons­ cientes que se han juntado para presentar una subpersonalidad autó­ noma y escindida. Un complejo es una función sumamente especia­ lizada que actúa como un impulso a expresar -de un modo muy subje­ tivo, pero creativo- un aspecto de la personalidad. Los complejos pue­ den ser muy interesantes, y añadir cierta tensión a la energía que cons­ tituye la base de nuestra fuerza creativa. A los planetas exteriores se los encuentra con frecuencia en el centro de un complejo, en especial cuando están dentro del orbe de un aspecto fuerte con uno de los plane­ tas inferiores o con el Sol. El planeta retrógrado exige que los individuos se pregunten repeti­ damente: «Este rasgo, hábito, sentimiento o patrón de conducta, ¿es realmente mío?». Porque el impulso a asumir una causa elevada o a proponer alguna forma de revolución social o ideológica puede ser sim­ plemente otra manera de suscribirse al orden establecido, y no una vo­ cación personal. Sin embargo, son muchas las veces en que he hablado con individuos sinceros que se sienten fuertemente llamados a una pro­ fesión espiritual o curativa, pero que están atados por las circunstan­ cias a trabajos que los aburren y los frustran. Otros encuentran que su trabajo mundano sirve muy bien a su propósito «superior», por­ que les permite la libertad de seguir su vocación al mismo tiempo que cuentan con la seguridad de un ingreso regular. Es muy afortunada la persona que descubre, de manera natural e instintiva, la integración de vocación y trabajo. El resto depende no sólo del destino, sino tam­ bién de su nivel de coraje y disciplina para establecer las conexiones necesarias. A estos complejos se los describe con frecuencia como «kármicos», o como campos de influencia cósmica sobre los que el nativo no tiene control. De hecho, es posible que haya poco control sobre las propias reacciones ante un planeta inconformista en oposición con la trinidad de la identidad, pero cierto grado de conciencia influye mucho en las propias acciones. Por ejemplo, personas perfectamente sanas, con Nep­ tuno retrógrado aislado en la carta, pueden sentirse atraídas de forma compulsiva por fracasados sociales, alcohólicos, histéricos o individuos emocionalmente perturbados. Al identificarse de un modo inconsciente con esos desdichados, estas personas quedan magnetizadas por su ener­ gía de súcubos y se ven llevadas a experimentar, a través de ellos, el estado en que se encuentran. Pero al reconocer conscientemente su complejo de salvadores y al comprender que se trata del doppel­ ganger [doble] de su propia identidad cuerda, estos nativos pueden con­ seguir que el complejo se convierta en una intensa fuerza motiva261

dora que constituya la base de una profesión o de una vocación. De esta manera ocupan el espacio de su «víctima interior» con una activi­ dad, y no tienden tanto a permitirle que contamine todos los aspectos de su vida. Si Neptuno retrógrado está en trígono con Saturno o en sextil con Marte o en cualquier contacto útil con los planetas social­ mente activos, entonces se abre un canal potencial para reorientar la energía. Esto es válido para todos los planetas exteriores; cuando hay un canal social, no es tan difícil usar la retrogresión de forma pragmática. Esto no significa que un planeta retrógrado realmente «revolucionario» sea imposible de manejar. Considero que un planeta exterior retró­ grado es «revolucionario» cuando está aislado, o en conjunción con el Ascendente o el Medio Cielo y sin ningún aspecto clásico con otros pla­ netas. En las listas de personas famosas con planetas retrógrados aisla­ dos o con múltiples planetas retrógrados, se evidencia que la locura re­ trógrada puede ser no sólo útil, sino también socialmente aceptable. Lo que sí parece claro es que se ha de renunciar a cierto grado de co­ modidad, estabilidad y seguridad para poder llegar a un acuerdo con las exigencias que plantea un planeta exterior retrógrado. Asumir la res­ ponsabilidad de llevar a cabo lo que millones de personas piensan que les gustaría hacer «si no fuera porque...» supone una buena parte de au­ tosacrificio. Convertirse en portavoz del colectivo puede equivaler a ser un mártir del colectivo si no se ha desarrollado un yo fuerte y bien deli­ mitado. Esto significa tener aguda conciencia de las cosas más simples, de los propios valores y de lo más personal que hay en la vida. Cuando los planetas exteriores están en la zona de oposición a la de la trinidad de la identidad, es muy real el peligro de perder la perspectiva ade­ cuada de lo que es básico y fundamental en la vida: el amor, el sexo, la comida, las letras de la casa, los animales de compañía, los hijos y los amigos. Si el nativo se separa de sí mismo, sucumbe a lo que hay de víc­ tima en el poder conferido a la posición retrógrada. El potencial para desprenderse completamente de lo esencial del propio ser es muy alto, y se necesita una afirmación consciente y coherente de la importancia de las cosas sencillas. El alejamiento de la espiral del sacrificio del propio yo en aras del colectivo proviene de muchas fuentes, pero astrológicamente las claves principales son los contactos de los planetas retrógrados con los plane­ tas socialmente activos: Marte, Júpiter y Saturno. Cuando el planeta exterior retrógrado está en trígono o en sextil (y con frecuencia en opo­ sición) con uno o más de estos planetas, hay un vehículo mejor para transferir la carga interna hacia algo sustancial de fuera. Como mínimo, conectan la inconsciencia del planeta exterior con un cuerpo consciente 262

que el nativo, a medida que envejece, va siendo más capaz de emplear. Los planetas sociales facilitan la transmisión de la alta carga interna cuando están en aspecto con los exteriores desde otro ángulo. De este modo es más probable que un complejo se convierta en una fuerza creadora, y menos probable que se adueñe del yo. Sin embargo, si los planetas sociales también intervienen en la po­ sición retrógrada, como en muchas configuraciones generacionales, es probable que la persona experimente un sentimiento de frustración in­ terior. Por ejemplo, la conjunción Saturno-Urano al final de Tauro y al comienzo de Géminis en los primeros años cuarenta precipitó una re­ volución en el orden social; a todos los que natalmente tienen este aspecto les aterran las tiranías y dictaduras. Son anarquistas por natu­ raleza, pero no todos los que tienen en su carta la conjunción Saturno­ Urano están consciente y activamente en contacto con su anarquista in­ terior. Éste puede manifestarse, en cambio, como su opuesto interior, un guardián tiránico que frena el impulso al cambio en el nativo. Las personas con esta conjunción retrógrada tienen al Sol en algún punto entre los signos de Virgo y Capricornio, y deben luchar contra su fun­ ción, relegada a la sombra, ultraconservadora y temerosa del cambio. La incorporación de los planetas superiores interiores a los planetas ex­ teriores comunica al nativo, con más urgencia todavía, que debe res­ ponder a sus deseos compulsivos de cambio radical. Los complejos colectivos Periódicamente ciertos planetas se emparejan o agrupan: Plutón­ Neptuno (en Géminis, a finales del siglo XIX); Saturno-Neptuno (19181919 y 1952-1953); Saturno-Plutón con Marte (1947-1948 y 19811982); Urano-Plutón (1964-1968); Júpiter-Neptuno (en 1971 y 1983-1984) -Júpiter, Urano y Neptuno se agruparon en Sagitario­ Capricornio desde 1983 hasta 1985-; Saturno-Urano-Neptuno -en 1979 Urano empezó a acercarse a Neptuno, con un signo de separa­ ción, y desde 1989 los tres estuvieron en conjunción en Capricornio hasta 1991-; Urano-Neptuno (1989-1996). Estos grupos planetarios pueden estar retrógrados durante generaciones enteras; desde 1939, Plutón a menudo ha formado parte de configuraciones retrógradas por­ que se ha mantenido en un ángulo de aproximadamente 60º con Nep­ tuno, de manera que el Sol en un aspecto de 120º con cualquiera de ellos en el lado opuesto del zodíaco producirá la retrogresión de ambos planetas. Mirar estos planetas como pares o combinaciones de influen­ cias clarifica mucho las cosas, y recomiendo la lectura de la obra ya 263

citada de Reinhold Ebertin, La combinación de las influencias estelares, para aclarar más el estudio de los complejos colectivos. 5 Como breve ilustración de un complejo colectivo, la más reciente conjunción Urano-Neptuno en Capricornio se vinculó con una serie de temas de fines de los ochenta y de los noventa: el miedo de que el mundo desaparezca por causa de la contaminación o de un holocausto nuclear; las guerras santas; un nítido impulso ascendente en la fenome­ nología; una gran publicidad en los medios de comunicación sobre la inminente «Nueva Era»; un resurgimiento del «crisol de la conciencia» bajo la forma de un ostensible cristianismo de la sombra (satanismo) tanto en Estados Unidos como en Gran Bretaña, y una nueva ciencia que propone una metafísica «verdadera» e introduce un principio de organización en el caos. Dice Ebertin refiriéndose a la combinación Urano-Neptuno: Principio: La eliminación de la conciencia de vigilia. Correspondencia psicológica: + Desarrollo y crecimiento de los poderes o fuerzas subconscientes; vi­ sión, iluminación y esclarecimiento interiores; un inspirado idealismo; interés por los temas espirituales, asuntos religiosos, misticismo, arte. - La falta de control de la conciencia de vigilia conduce a una falta de claridad. Inestabilidad, desequilibrio emocional, susceptibilidad nervio­ sa, ideas equivocadas, unilateralidad. Combinación: Inclinaciones extraordinarias y excepcionales. Correspondencia sociológica: Místicos, personas entregadas a la investigación psíquica, médiums. Probables manifestaciones: + Estados psíquicos peculiares, inspiraciones, conocimiento y compren­ sión espirituales. Viajes largos y contactos con países extranjeros. - Falta de energía y de vitalidad, estados de confusión psíquica, inclina­ ciones extrañas, pérdidas. 6

Además, Robert Hand atribuye a la pareja Urano-Neptuno lo si­ guiente: «Pérdida de conciencia, estados alterados o alternativos de conciencia, lo místico o lo oculto. Ideales revolucionarios. Desaparicio­ nes súbitas, la transición hacia el más allá». 7 5. Véase p. 241, nota 5.

6. Ibíd., p. 196.

7. Robert Hand, Horoscope Symbols, ob. cit. (véase p. 52, nota 6), p. 177 [La cita está en la p. 193.]

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Con la adición de Saturno a estas palabras clave, hacemos que todo descienda a la Tierra y vemos cómo las manifestaciones de los miste­ rios se incorporan al orden establecido. Aunque se trata de un fenó­ meno global y social transitorio, se convertirá en un problema personal para los nativos nacidos con la conjunción (Saturno) Urano-Neptuno, y está impreso en la psique de todos los individuos que viven durante este tiempo. Cuando una carta natal incorpora un complejo colectivo por medio de planetas exteriores retrógrados, el nativo se encuentra con que debe trabajar para unificar las características dentro de su propio marco de referencia personal. Es muy fácil pasar por alto la configuración, o es más difícil interesarse conscientemente por ella, si no hay contacto entre los planetas retrógrados y los otros planetas de la carta. De ello re­ sulta una escisión que, cuando aflora, puede ser tremendamente des­ tructiva para la integridad del yo. O si no, el complejo termina por ser proyectado, y el nativo atrae sobre sí lo que encarnan los planetas exte­ riores, mediante sus relaciones o sus experiencias sociales o incluso identificándose con la psicología de las masas. Algunas personas se alarman bastante cuando descubren que tienen tres o más planetas superiores retrógrados, y más aún si también tie­ nen a Mercurio o Venus retrógrado. Pero al darse cuenta de que hay una gran cantidad de personas, muchas de ellas sumamente producti­ vas, que tienen cuatro o más planetas superiores retrógrados, sus temo­ res se atenúan. Como todos los individuos manifiestan su horóscopo a su manera, en realidad no hay forma de ajustarse a un significado gene­ ral. Sin embargo, cuando los planetas superiores están retrógrados es importante observar la secuencia de cada uno de ellos a medida que se vuelve directo por progresión secundaria. Cada planeta, al estacionarse, pondrá en marcha un nuevo nivel de conciencia de lo que en su mo­ mento fue un misterioso impulso interior. Hablar del inconsciente como de algo con lo que es posible «ponerse en contacto» es desmentir su naturaleza: no es uno quien se pone en contacto con él, en absoluto; él se pone en contacto con uno. Pequeñas partículas se introducen en la conciencia y, tras un período de asimilación, se convierten en algo com­ pletamente normal. Cada vez que un planeta exterior se estaciona y se vuelve directo, se abre un nuevo panorama y se expanden las posibili­ dades de utilizar el planeta de una forma nueva.

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Urano natal retrógrado Mens sana in corpore sano Juvenal, Sátiras, X URANO, EL SOL Y EL YO

Como ocurre con todos los planetas exteriores, U rano está retrógrado durante algo menos de la mitad (41 por ciento) del año. Por lo tanto, grupos enteros de signos solares tienen a U rano retrógrado en su carta natal. Sería erróneo «empaquetar» a un porcentaje tan elevado de seres humanos dentro de una determinada categoría, pero hay dimensiones de la retrogresión que hasta cierto punto pueden describirse, y en el ca­ pítulo 6, que trata de los aspectos del Sol con los planetas superiores, defino con más precisión la particular energía asociada con los planetas retrógrados. Cuando un planeta está retrógrado, su «comportamiento» parece más mitológico, es decir, da la impresión de estar arquetípicamente más activo. Por su posición retrógrada se distancia de la función solar de individuación y por lo tanto opera más bien como una energía rene­ gada que como una parte integral del horóscopo. Este fenómeno se pro­ duce con independencia del número de aspectos que forme con otros planetas. Aunque de hecho los contactos con otros planetas (interiores superiores o inferiores) arrastran al retrógrado exterior a un ámbito más tangible, el efecto de ello es que su manifestación se vuelva más voluble. En el antiguo mito griego, U rano, el cielo, no era un dios sino un reino, un lugar que no era la Tierra, sino la totalidad de los cielos. Jamás se lo adoró como a un dios, no se le rendía culto alguno y su do-

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minio era el aither (éter), el cielo superior. Ni siquiera en los testimo­ nios más antiguos se encuentra a Urano totalmente personificado como sucedía con otras deidades, incluyendo a su consorte, Gea (o Gaia), que fue transformada en diversos tipos de diosas de la Tierra. Esta falta de personificación que sigue a la castración tiene implicaciones interesan­ tes a la luz de la permanente separación de U rano y la Tierra. Al tratar del mito de Cronos-Saturno ya he hablado de la castración de Urano y d� su posterior apartamiento de las actividades terrestres. Nuestro Urano astrológico se comporta de manera muy semejante: divorciado, amputado, separado, castrado y desencarnado. Esto no es siempre negativo, porque la objetividad, el genio y la iluminación bro­ tan con frecuencia de fuentes uranianas. Sin embargo, lo mismo pasa con la locura, la alienación existencial, el elitismo jerárquico, la tiranía anárquica y los comportamientos perversos. La distancia entre el Sol y Urano puede manifestarse en diversas ca­ racterísticas que permanecen escindidas hasta que uno aprende a incor­ porar ideales desencarnados o a reconocer el lugar que les cabe en la es­ fera más humana. Jacques Lacan dijo en una ocasión que el alma con una idea es como un pez con una manzana: no sabe qué hacer con ella. Para los individuos que tienen a Urano retrógrado, la imaginación de­ sempeña un papel muy importante en el desarrollo de una fuerte estruc­ tura del yo. Aunque suele ser un símbolo creativo, Urano necesita de un sólido factor de conexión con la tierra en algún otro lugar del horós­ copo para contener su carácter inconformista, de modo que éste no le lleve a una escisión del yo. Si el Sol forma un aspecto exacto con Urano retrógrado, las características estarán más nítidamente definidas y se creará un puente más sólido entre Urano y el Sol. Entonces, el planeta puede ofrecer un vehículo estructurado para la manifestación de la imaginación creadora. En el mito originario, Urano impedía el nacimiento de los Hecaton­ quiros, los monstruos de cien brazos a quienes suprimía en la matriz de Gea. El «crimen» de Urano fue el elitismo, ya que su propia progenie le pareció inadecuada e imperfecta en comparación con lo que él se ima­ ginaba. Gea, al ser la madre ideal, amaba tiernamente a sus hijos sin tener en cuenta su imperfección, y presionó a uno de ellos, Cronos, para que castrara a su padre, Urano, con lo que los cielos quedaron para siempre separados de la Tierra. Esto nos hace pensar en la nítida demarcación entre algo ideal en el ámbito de lo imaginario y su fallida manifestación física: la idea queda totalmente alejada de la realidad. El concepto platónico de la Forma Ideal, de la que toda la creación es una réplica imperfecta, es análogo al arquetipo uraniano.

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URANO RETRÓGRADO EN LA CARTA NATAL

El área del horóscopo en la que se encuentra Urano retrógrado describe dónde la persona tiene la esperanza de hallar objetividad y una claridad dura y fría. Que lo consiga o no depende de muchos otros factores, pero el deseo de separación del mundo de los sentimientos y de las respues­ tas sensoriales está ahí. La gente con Urano retrógrado necesita descu­ brir sistemas de pensamiento que le permitan mantener y desarrollar sus ideales sin por ello dejar de disfrutar participando en las activida­ des mundanas de la vida diaria. Esta puede ser una posición colérica y revolucionaria, en especial si el planeta está en el signo opuesto al del Sol, en cuyo caso la necesidad de encontrar un escenario especial para desplegar los talentos solares puede estar en pugna con un deseo inconsciente de entregarse a los ideales colectivos. Sin embargo, esta misma capacidad para identifi­ carse personalmente con la colectividad o con los símbolos del incons­ ciente también tiene mucho que aportar al mundo de las ideas. Ciertos individuos son literalmente voces del colectivo y asumen la responsabi­ lidad de interpretar o traducir una idea en los términos de una ciencia o una filosofía útil. Helena Blavatsky tenía al Sol en oposición con Urano y Júpiter, y su obra maestra, La doctrina secreta, muestra la más mara­ villosa organización de materiales arcanos. Con Urano y Júpiter en la casa ocho, revolucionó el ocultismo y, junto con su marido, fundó la Sociedad Teosófica. (En el capítulo 8 hay un análisis astrológico de Ma­ dame Blavatsky.) Los trígonos estacionarios son igualmente poderosos, ya que permi­ ten que el individualismo radical e innovador se exprese de forma crea­ tiva. Espectaculares adelantos en las ideas, unidos a una voluntad cen­ trada en su objetivo, pueden ser el sello de un yo que se constituye en el vehículo estable para la genialidad particular del individuo. Pearl S. Buck, autora de The Good Earth [La buena tierra], ganó el premio Pu­ litzer en 1932, el año en que Urano en tránsito formó una conjunción exacta con su Júpiter natal en Aries. Su Sol en Cáncer en la casa nueve estaba en trígono con su U rano aislado en Escorpio en la casa uno como único planeta retrógrado en su horóscopo. Hija de misioneros, creció en China, y hablaba inglés y chino. Se trasladó a Estados Unidos para realizar sus estudios universitarios, pero regresó a China, donde enseñaba en una universidad próxima a Shanghai, y rompió con todas las convenciones, no sólo como mujer en la sociedad, sino también como escritora. En 1938 recibió el premio Nobel de literatura por su trabajo, durante los años del tránsito de U rano en oposición con su pro­ pio emplazamiento. The Good Earth era un título adecuado, que conte269

nía un mensaje evidente para las personas con Urano aislado. Pearl S. Buck vio la belleza y la simplicidad de la vida rural china, y en sus obras alabó elocuentemente sus virtudes. Einstein, que tenía a Urano retrógrado a 1 º de Virgo y al Sol a 23 º de Piscis (con una separación de 158 º, es decir, sin ningún contacto espe­ cial), respondió así a la observación de que todas sus ideas eran brillan­ tes: «No, tengo muchas ideas, y algunas de ellas son brillantes». El U rano de Einstein es desenfrenado. Su incapacidad para desempeñarse en matemáticas elementales, al mismo tiempo que percibía esquemas energéticos elegantes y misteriosos, su aborrecimiento del estudio y su defensa de la función intuitiva son factores que describen a un Urano «desconectado». Los aspectos más fuertes de su Urano retrógrado y ais­ lado son los quincuncios (en desaceleración) con Mercurio a 3 º de Aries y Saturno a 4º de Aries. Su conjunción Saturno-Mercurio era el conte­ nedor que necesitaba su Urano retrógrado; su unidireccionalidad men­ tal y su conceptualismo abstracto no sólo están contenidos, sino tam­ bién encerrados por Saturno. El genio es como un impulso eléctrico, indiferenciado y potencialmente peligroso a menos que esté bien conec­ tado a tierra o canalizado mediante el conductor correcto y con el vol­ taje adecuado. Muchos factores deben contribuir a la manifestación del potencial. Marie Curie tenía a U rano en trígono estacionario retrógrado con el Sol a 14º de Escorpio en la casa ocho (Urano retrógrado estaba a 12º de Cáncer en la quinta casa). Con Acuario en el Ascendente, Urano era también el regente de la carta. La mentalidad científica de Marie Curie, típica de Escorpio, le valió dos premios Nobel, el de física en 1903 y el de química en 1911, pero su condición de mujer hizo que jamás fuera admitida como miembro de la Academia de Ciencias. Ella y su marido, Pierre, compartieron su interés por el magnetismo (él también tenía a Urano en la quinta casa) y colaboraron en el empeño de aislar el radio y el polonio. El psicólogo Alfred Adler tenía un quincuncio exacto entre su Sol a 18 º de Acuario en la casa ocho y Urano en el Ascendente a 18 º de Cán­ cer. Su orientación y su visión de lo psíquico lo apartaron de sus con­ temporáneos, y los ajustes que propició en la ideología y la psicología revolucionaron esta ciencia e instituyeron una escuela de pensamiento totalmente nueva. Aunque parezca que estos espectaculares ejemplos de Urano retró­ grado implican que cierta forma de genio convencional es una caracte­ rística que abunda, no siempre es así. Sin duda que, en el mejor sentido de la palabra, Urano es el genio, el espíritu o daimon que cada uno de nosotros lleva dentro -un mentor espiritual o guía personal interno-, 270

pero no todos los que tenemos a Urano retrógrado seremos capaces de aplicarnos con la disciplina necesaria para dar forma a los impulsos del genio. Sin embargo, la gente con Urano retrógrado siente el irresistible deseo de descubrir algo diferente, de encaminarse hacia un horizonte lejano, de explorar lo desconocido y hacer que se conozca. Si no hay ve­ hículo para este impulso interior, se expresará como irritabilidad, esta­ dos anímicos volubles, un comportamiento poco digno de confianza que se hará pasar por temperamento artístico, sentimientos de insatis­ facción y una inexplicable angustia. Estos rasgos difíciles se exacerban si Urano retrógrado no está fre­ nado por aspectos planetarios que apoyen y contengan los impulsos uranianos. Un sextil, un trígono o una semicuadratura de Saturno con Urano, por ejemplo, permitiría que el genio se canalizara de forma práctica y disciplinada, aunque lenta en su avance. También una com­ binación del Sol en trígono y Marte en sextil o en trígono con Urano se­ ñalaría una dirección, y un contacto con Mercurio, por ejemplo, podría facilitar el genio de Urano. Un Urano totalmente «suelto» puede plan­ tear verdaderos problemas en la conexión del proceso instintivo de in­ dividuación con la voluntad consciente. A medida que envejecemos nos volvemos cada vez más conscientes de lo que es «nuestro» y lo que es «de otros». Esta conciencia se vuelve especialmente aguda hacia la mitad de la vida, cuando Urano en tránsito empieza a oponerse al Urano natal. El nativo comienza a separar las características que de verdad le pertenecen, a él y a su propio daimon, de lo que le ha sido im­ puesto por las presiones e influencias del mundo. Cuando Urano está retrógrado y no está en aspecto con el Sol ni conectado con ningún pla­ neta personal, o se encuentra aislado en un hemisferio o en un cua­ drante, puede plantear problemas muy difíciles en el manejo de este proceso de llegar a ser «uno mismo» tan plenamente como lo desee el impulso interior. El resultado son las manifestaciones negativas extre­ mas: comportamiento irracional y autodestructivo, violentos cambios en el estado anímico, profundas depresiones, esporádicos brotes de energía, destellos de brillantez desenfocada, acciones frías e incluso crueles, tácticas de aislamiento y el sentimiento de estar desconectado de la realidad o de las emociones. El innovador Ronald D. Laing, el psiquiatra que postuló la «norma relativa» y aclaró al mundo psicológico qué era el comportamiento nor­ mal en un psicótico, tenía un Urano retrógrado muy complicado. Hacia el final de su vida había sufrido muchas de las manifestaciones negati­ vas que acabo de mencionar, además de haber disfrutado de los atribu­ tos positivos. Su Sol a 13 º de Libra estaba en la zona de oposición con su Urano a Oº de Aries (que estaba en conjunción con Júpiter retró271

grado a 26 º de Piscis). La conjunción Júpiter-Urano formaría el asa de un diseño en cubo a no ser porque la Luna, a 29 º de Acuario (en oposi­ ción con Neptuno y Venus), ocupa también ese hemisferio. Laing vir­ tualmente revolucionó las actitudes hacia la psicosis. Por desgracia para él, también tuvo experiencias personales de brotes graves de angustia y depresión. Sin embargo, fue capaz de utilizarlas y de conectar con la tie­ rra su propia forma de «locura» -Saturno a 4º de Sagitario formaba un trígono con su Urano-, y dio peso y sustancia (Saturno) a ideas origina­ les, creativas, radicales y existenciales (Urano). Fue un escritor no sólo prolífico, sino también de expresión versátil, lo cual en mi opinión co­ rresponde a un aspecto de la conjunción Júpiter-Urano (H. P. Blavatsky también tenía esta conjunción). En The Divided Self [El yo dividido] Laing se extendió sobre el concepto de fenomenología existencial, y su inapreciable contribución a la psiquiatría clínica se mantiene hasta hoy día. Aborrecía los términos clínicos que clasificaban a los pacientes, e in­ trodujo la entonces sorprendente premisa de que era posible comprender a un paciente como ser humano y no como un caso clasificado de enfer­ medad. También, como sucede con Pearl Buck, el título del libro sinte­ tiza la lucha de su autor por la conciencia. La oposición de Urano en tránsito consigo mismo hacia la mitad de la vida nos catapulta metafóricamente a la zona de los planetas exterio­ res. Como el primero de los tres, tiene mucho sentido que el punto que marca la mitad de su órbita escinda en dos la senda de la vida: la «vida vivida» y la «vida no vivida». El retorno de Saturno a los 29 años inicia el natural proceso de incorporación de la responsabilidad adulta al des­ preocupado vagabundeo por entre la plétora de posibilidades intrín­ secas en todos nosotros, pero la oposición de Urano (entre los 38 y los 41 años) es un tañido de muerte que nos recuerda la realidad del tiempo que nos queda para realizar y encarnar nuestras potencialida­ des. Nos volvemos más perspicaces y más conscientes de lo que no po­ demos hacer. El tránsito de U rano en mitad de la vida viene aquí al caso porque a las personas con Urano natal retrógrado esta época les re­ sulta especialmente difícil. Ello se debe a que Urano en tránsito se en­ cuentra en el lado personal del horóscopo, y es probable que esté en conjunción con alguno de los planetas personales. Ciertamente desper­ tará a estos nativos a la conciencia de su vida no vivida, obligándoles a integrar en la psique sus ideales escindidos y postergados. Urano retrógrado nos habla de un padre inquieto y distante, al que no se puede encasillar. Con frecuencia, el papel que él desempeña en la niñez del nativo no es nada convencional, incluso puede ser informal. Es común que no ofrezca apoyo alguno al proceso de individuación del hijo, sino que actúe en cambio como si él mismo fuera un niño rebelde.

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Aun cuando superficialmente pueda haber sido convencional, su ener­ gía y sus tendencias ocultas eran inquietantes y abstractas. Quizá le haya resultado muy difícil relacionarse con los niños y prefiera hacerlo con sus hijos adultos, con los que puede tratar de manera no emocional. Con frecuencia, la gente con Urano retrógrado tiene la vivencia de su padre como un dios, lo cual evidentemente no puede ser cierto. Cuando estos niños le piden que los consuele, los tranquilice o les aconseje, lo más probable es que reciban una diatriba filosófica. El resultado de ello puede ser un adulto sumamente autosuficiente y valiente, pero sólo después de una época de muchos ensayos y errores, durante la cual el yo, aún en proceso de desarrollo, tropieza con bastantes virajes ines­ perados en el camino hacia su edad adulta. El desarrollo del yo en los individuos con Urano retrógrado es espo­ rádico y voluble� en general se encuentran con demasiadas alternativas en su orientación vital y se ven obligados a tomar decisiones. Aunque con frecuencia les atraen las causas humanitarias, también pueden in­ clinarse hacia el lado oscuro de la vida e identificarse con los margina­ dos. Su anhelo de transformar la sociedad en un limpio ideal se debe en gran parte a que han visto el lado sórdido, corrompido y horrible de la naturaleza humana. En su deseo de combatir todo esto en sí mismos, se vuelven hacia el colectivo para la elaboración de sus procesos indivi­ duales. El yo debe aprender a contener a Urano, lo que en sí mismo no con­ duce a la integración, sino a la segregación. Una de las personas con Urano aislado más limitadas por la convención es el príncipe de Gales, heredero del trono británico. En su carta, Urano está muy separado de la estructura central del horóscopo, en oposición exacta con Júpiter (emplazado cerca de su Marte natal). El Sol, a 22º de Escorpio, está en un amplio quincuncio en aceleración con Urano a 29 º de Géminis. Al príncipe Carlos se lo conoce como «radical» en cuanto defiende la paz, está profundamente comprometido con el ecologismo, expresa de un modo activo su preocupación por el planeta, apoya la medicina alterna­ tiva y ha demostrado un marcado interés por la psicología junguiana. Su condición de príncipe no ha frenado su acción humanitaria, pero el emplazamiento escindido de Urano favorece su papel de persona dis­ tante: una figura real, un arquetipo de la monarquía. Su sentido del humor y su compasión son evidentes, pero su dignidad no se ve menos­ cabada por esta exhibición de sentimiento (Escorpio). Se podría sospe­ char, sin embargo, que la dificultad del príncipe Carlos está en el nivel emocional profundo, que su capacidad de conectar verdaderamente con sus sentimientos personales está limitada y constreñida no sólo por la convención, sino también por su propio carácter innato. 273

URANO PROGRESADO

Los años en que el Sol progresado forma aspectos exactos con el Urano natal son épocas de grandes cambios y de reorganización. Si el Sol pro­ gresado llega a oponerse al Urano natal retrógrado, esa oposición marca un año en el que el nativo siente que su vida se hace trizas y experi­ menta un aspecto completamente nuevo de sí mismo. Le resultará cada vez más difícil vivir de la manera a la que estaba acostumbrado: los tipos de cambio que se producen tienen que ver con una grieta interior a través de la cual empiezan a filtrarse aspectos de su propia naturaleza que ha suprimido, consciente o inconscientemente. En última instan­ cia, es una vivencia liberadora, porque seguir viviendo una mentira, o llevando una vida superficial que no incluye creencias y valores intrín­ secos y profundamente sentidos, se vuelve imposible. La oposición progresada inicia un período de algunos años (en gene­ ral alrededor de tres) en que la fría realidad se enfrenta con las fantasías del nativo, a las que hasta ese momento ha llamado «realidad», y de hecho lo eran, pero la antigua manera de ver el mundo ya flo servirá de base a la estructura existente. El yo choca contra una fuerza inmuta­ ble: el poder de la verdad y de los hechos. Se inicia una época de análi­ sis consciente de todas las facetas de la propia naturaleza y de la vida no vivida. Con frecuencia, este cuestionamiento se extiende a las rela­ ciones, y a menudo es fácil pensar que la ruptura o destrucción que se produce es culpa de terceros, pero si eso es cierto, entonces esas perso­ nas están colaborando y participando de un modo inconsciente en la transición necesaria en la vida del nativo. Por otra parte, si el Sol progresado forma un quincuncio (ya sea antes o después de la oposición), con frecuencia lo que provoca el caos es efectivamente el entorno. El nativo debe soportar y experimentar tremendas conmociones en sus relaciones con el mundo circundante. A menudo, a este aspecto se lo siente más ligado al destino, y muchas veces es posible trabajar con él de manera muy productiva si la persona intenta mantenerse tan consciente como sea posible de sus reacciones interiores, siendo testigo de su propia experiencia y aprendiendo una lección en profundidad sobre la forma de ir adaptándose a circunstan­ cias para las que no estaba preparada. En el caso de que el quincuncio o la oposición se produzca en una época temprana de la vida, es probable que una situación familiar se haya deshecho de un modo fundamental, cambiando permanentemente la dinámica de la familia. Ésta se va reor­ ganizando poco a poco alrededor de otro foco central, pero ha sopor­ tado una experiencia que el nativo siente en el centro de su ser. Una pérdida, una muerte, el divorcio de los padres o una mudanza puede 274

ongmar una pérdida temporal del yo en una persona joven, propi­ ciando una prematura introducción en el examen interior y convir­ tiendo al nativo en un filósofo precoz. Si Urano llega a una estación retrógrada en una carta en la que está directo, la persona se ve obligada a renunciar a las esperanzas y expec­ tativas depositadas en el mundo y comienza a retraerse, iniciando el proceso de formación de una crisálida dentro de fa cual empieza a incu­ barse una nueva filosofía. La estación puede coincidir con un derrumbe de la esperanza, una pérdida de la inocencia o una vivencia de traición. La experiencia tiene que ver con la profundidad con que la persona haya buscado la «verdad» y la medida en que esté conectada con la raíz intrínsecamente idealista de la psique. La estación actúa en el sentido de obligar a una torna de conciencia más profunda de la ley natural de independencia. Ya para siempre, el nativo ha adquirido una aguda con­ ciencia de su propia y peculiar individualidad y puede llegar a ser su­ mamente eficaz como líder. Sin embargo, al mismo tiempo debe tomar conciencia de su naturaleza humana y no aislarse demasiado. A esta etapa le sigue, unos dieciocho años más tarde, el trígono del Sol progre­ sado con el Urano natal, cuando el impacto de la inversión del movi­ miento ha madurado hasta incorporar un sistema de análisis plena­ mente desarrollado. Por una parte, el sistema sirve como una sólida defensa contra nuevas heridas de las propias ideas, pero por otra suele indicar un sistema suficientemente madurado, que el yo puede adoptar, con lo que permite que Urano se ponga a su servicio de un modo huma­ nitario. En el caso de que Urano llegue a una estación directa en una carta progresada, esto va seguido, unos catorce años después, por una cua­ dratura del Sol progresado con el Urano natal. La estación directa pro­ duce un tiempo de caos, de lo cual se genera un rápido intento de orga­ nizar los aspectos de la propia vida que aparecen como dispares o que han sido separados de la totalidad del sí mismo. El caos es un producto de la unión súbita de Urano con el sistema familiar de la estructura pla­ netaria y de la perturbación de todo lo que es interiormente conocido y habitual, con lo que se envía al individuo por una tangente de opciones experimentales. Esta puede ser una estación sumamente creativa, cau­ sando durante catorce años una reorganización de los ideales, la filoso­ fía y las relaciones de la persona. Ambas estaciones (la retrógrada y la directa) son sutiles, pero eficaces, ya que arrojan una nueva luz sobre la actividad dentro de la totalidad del horóscopo, y puede ser necesa­ rio más o menos un año para que la experiencia se reconozca corno decisiva. Es probable que la cuadratura del Sol progresado con Urano sea no275

table, principalmente porque pone término a cualquier experimenta­ lismo iniciado durante la estación directa. El Sol reúne todo lo que se ha aprendido desde la estación y fuerza su manifestación, que puede ser muy pronunciada, exigiendo al nativo que renuncie de una vez por todas a las creencias y formas de comportamiento ostentosas, superfi­ ciales o pasadas de moda. La persona puede sentirse llamada a una vida más aislada, en la que la actividad se reduzca a lo esencial y todo lo su­ perfluo desaparezca, quedando intacto sólo el núcleo de las creencias más significativas. U rano retrógrado como planeta aislado o como único planeta retrógrado

U rano se mueve con más rapidez que los otros dos planetas exteriores (pasa siete años en tránsito por cada signo) y por lo tanto se lo encuen­ tra con mucha más frecuencia como planeta aislado o separado de la es­ tructura central formada por todos los demás. Cuando está segregado de este modo, sirve como gancho para los complejos uranianos, innatos o colectivos. Puede convocar la locura colectiva e impulsar al individuo a comportamientos inconscientes extremos, o puede servir al yo como un vehículo perfecto para ayudar a los demás a superar con rapidez conflictos personales, y en el caso de los individuos que son muy acti­ vos y socialmente influyentes, puede alentarlos a hacer que su sociedad pase por períodos de transición rápidos. La soledad de U rano retrógrado no es el aislamiento encerrado de Saturno, que está emocionalmente comprometido con su posición dis­ tanciada, sino el ámbito elevado y aéreo del idealista, que prospera en el desapego y la distancia del común de los mortales. Esta posición fa­ vorece a los extremadamente elitistas, aquellos que ni siquiera saben que más allá de ellos o de sus propias creencias existen otras personas u otros sistemas. Estos nativos se identifican con el iconoclasta y el revo­ lucionario y están ligados con cualquier transformación de la sociedad. Incluso el hombre de la calle que tiene a U rano aislado siente de un modo u otro que forma parte de los ciclos naturales de decadencia y re­ novación que se dan en el seno de su sociedad. Estas personas son filó­ sofos por naturaleza, y se pasan mucho tiempo procesando su mundo interior, tratando de encontrar razones racionales para las pautas de comportamiento comunes a toda la humanidad. Urano puede condensar la cólera interior de un individuo y despa­ rramarla salpicando todo lo que hay a su alrededor, con lo cual pro­ yecta cualquier revolución interior no resuelta sobre los amigos o la so276

ciedad. Adolf Hitler es un caso escalofriante de esta función, mientras que otra expresión de ella es su «gemelo» astrológico Charlie Chaplin. A Hitler se lo conoce por haber proyectado sobre los judíos su propio odio -no resuelto, pero sumamente diferenciado- y por ser el creador y el principal responsable del holocausto de la segunda guerra mundial, mientras que Chaplin fue el recipiente de la locura colectiva, y estuvo en la lista negra del senador norteamericano McCarthy, por lo cual se exilió de por vida en Suiza. Una de las interpretaciones más notables y brillantes de Chaplin fue en la película El gran dictador, en la que pre­ sentó un minucioso retrato de Hitler. El mayor reto para las personas que tienen a Urano retrógrado como planeta aislado es combinar su visión y su imaginación con una cierta capacidad para concretar ese efímero ideal. También necesitan estar en armonía con su cuerpo, experimentándolo como un templo del reino de la imaginación en lugar de verlo como un organismo incó­ modo y bastante sucio lleno de multitud de compulsiones sensoriales. Trabajando con el cuerpo, se equilibra la mente. Mens sana in corpore sano: el aforismo de Juvenal resume la lección que deben aprender los uramanos. Personas famosas con Urano retrógrado aislado o destacado: Evangeline Adams Ray Bradbury Giacomo Casanova Catalina la Grande Charlie Chaplin Ray Charles (asa) Jacques Cousteau Olivía de Havilland lan Fleming Henry Ford 11 Edward Heath (asa) Katharine Hepburn Adolf Hitler John F. Kennedy (asa) Marshall McLuhan (asa) Charles Manson (aislado en la casa doce; también PL retrógrado) Princesa Margarita (con SA retrógrado en el MC) Thelonius Monk (asa) Nelson Rockefeller 277

Gertrude Stein (también JU retrógrado) James Stewart Margaret Thatcher Príncipe de Gales Barbara Walters

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Neptuno natal retrógrado A los planetas se los podría considerar como «lugares», compartimien­ tos que guardan recuerdos o vivencias. El hecho de que siempre asocie­ mos a la Luna con el útero además de verla como un símbolo de la madre no es incorrecto, pero sí incompleto, porque Neptuno es el «Gran Útero», la matriz colectiva. Hay teorías evolutivas que afirman que la humanidad surgió del mar primordial; hipotético o no, esto puede ser desde luego absolutamente cierto con respecto a nuestro naci­ miento como individuos. Emergemos del cuerpo materno, el contene­ dor protector (Luna) dentro del cual estábamos profundamente guarda­ dos y apoyados, retirados en el útero (un estado neptuniano). Es indudable que ese momento de expulsión de la oscura fortaleza intem­ poral es traumático, tanto en el nivel físico como en el psicológico, pero -dado que no podemos recordarlo- cabe preguntarse de qué manera es traumático. ¿En qué forma afecta este trauma primario a nuestra con­ ciencia cotidiana? Neptuno es quien guarda el recuerdo del dolor de verse separado del útero, de la madre, sin liberarlo jamás plenamente a la conciencia, y actúa también como depósito de todos los nacimientos, pérdidas, re­ chazos y separaciones de lugares seguros y conocidos. Neptuno aneste­ sia el dolor de la muerte y de la vida, y a eso se debe que se dé tanto cré­ dito a las interpretaciones tradicionales para las cuales Neptuno es una evasión de la realidad. Se lo puede activar mediante diversas formas de actividad trascendental, inducida por las drogas o por la meditación, ambas panaceas para el Weltschmertz (dolor cósmico) que todos senti­ mos en el nivel existencial más fundamental. El lugar de ese dolor es Neptuno. Este planeta también estimula el anhelo de volver al lugar elíseo donde se nos nutre de afecto y se nos protege del áspero mundo de la

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realidad. El emplazamiento natal de Neptuno es el ámbito donde es más probable que este anhelo se manifieste. Podemos comprometer a Neptuno en nuestro trabajo si ayudamos a otras personas a eludir -o a comprender más plenamente- su necesidad de nutrición cósmica. El deseo de que nos ayuden a sufrir los dolores de la vida -o nos salven de ellos- y a entender mejor la necesidad de un principio unificador que conecta la totalidad de la vida puede convertirse en un impulso que nos mueva a ayudar a los demás a llegar a un acuerdo con la avidez instin­ tiva de regresar al útero cósmico. En el símbolo del tridente de Neptuno se halla la triple imagen de la mente, el cuerpo y el alma; encamada en el propio Neptuno está la no imagen sin fronteras, lo que no puede ser contenido. En nuestra exis­ tencia debe haber algún aspecto que se identifique con lo que no tiene cuerpo, con lo no camal. La dificultad con este planeta está en el in­ tento de encarnarlo de alguna forma tangible. De Neptuno provienen la poesía, la música, el arte, la física esotérica, pero también la inconscien­ cia, la histeria, el infantilismo y el complejo de fusión. En su condición de dios, el dominio de Neptuno no era sólo el mar, sino también las corrientes y los ríos subterráneos de agua dulce, y los terremotos y otros traumas aún inexplicados de la Tierra. Aunque su papel no está tan claramente definido como el de sus hermanos Zeus y Hades -cuyos reinos eran más concisos-, sus actividades en la tradi­ ción religiosa clásica eran numerosas. Sin embargo, y pese a ser tan pro­ lífico como Zeus, ya que su progenie se contaba por millares, de hecho su presencia se limitaba al mar. Hay un río del Hades que, aunque no se encuentra en el dominio tradicional de Neptuno, presenta una sospechosa afinidad con este pla­ neta y su inconsciencia. En la República de Platón, al final del libro X, hay un relato alegórico sobre un hombre llamado Er que tuvo el privile­ gio de morir y después retomar a su cuerpo recordando por completo la experiencia de su alma durante su viaje por el Hades. (Platón creía en la inmortalidad del alma y en la reencarnación.) Después de muchas pruebas y procesos de selección, el alma inmortal llegaba a una vasta y dura llanura que tenía que atravesar antes de volver a su cuerpo. Al final de la llanura, el alma se encontraba con un río del cual se la ani­ maba a beber para saciar su sed. Sin embargo, dice Platón, «aquellos a quienes no salvaba la prudencia bebían más de lo adecuado, y los que así bebían se olvidaban de todo». En cambio, a los que bebían modera­ damente se les permitía recordar todo lo que sabía su alma. El nombre del río era Leteo, el río letal del olvido. Neptuno se parece muchísimo al Leteo, el río donde bebemos y olvidamos; es el recuerdo individual que se pierde en la matriz. 280

El río del olvido fluye a través de nuestra región subliminal, desco­ nectándonos de nuestra alma. En la carta natal, el emplazamiento de Neptuno señala dónde nos anestesiamos para protegernos del dolor de nacer. El impacto de emerger del estado de unificación cuerpo­ alma que fue la vivencia intrauterina es tan grande que el recuerdo que guardamos de él es puramente subliminal. Esta es la fuente del deseo inconsciente de retornar al Edén, de reunir psique y soma; este anhelo es fundamental en nuestra conciencia, y nos provoca el deseo de volver una vez más a fundirnos con algo. Independientemente de que creamos o no en la reencarnación, hay algo intrínseco en la naturaleza humana que recuerda un lugar seguro, cálido y protegido donde estábamos tan ligados a la fuente que nos nutría que no nos distinguíamos de ella. La pérdida de esa seguridad marca a cada individuo encarnado, sea hombre o mujer, con una espe­ cie de sello, una manera propia de reclamarla, mediante sus relaciones con los demás o por la vía de una senda espiritual. Parece que Neptuno tiene menos relación con la sólida orilla de la encarnación que con el aspecto Ilimitado de la psique infantil. Una pérdida de contacto con el alma produce un anhelo insaciable de volver a descender a la oscuridad y encontrar solaz: un extraño poder de seducción casi mágica nos lleva a buscar maneras de volver a conectarnos con nuestra alma. El Neptuno contenido nos guía hacia nuestras raíces religiosas. La búsqueda del espíritu lleva a muchas per­ sonas a caer por los barrancos de Neptuno. El alcohol y otras drogas tie­ nen un vínculo en común con la meditación y la religión extática: la búsqueda del amor cósmico y la vinculación universal. Es evidente que esta búsqueda puede ser vana, engañosa o peligrosa. A primera vista parece incongruente que Neptuno simbolice tanto al traficante de dro­ gas como al líder religioso, pero ambos ofrecen una panacea para las pruebas a que nos somete el mundo. El océano, que es el dominio de Neptuno, simboliza el mar del in­ consciente colectivo, que abarca la «otra mitad» de la vida, la que es misteriosa y desconocida y no participa en las actividades ligadas a la Tierra. Todos sabemos que el mar es un lugar tranquilizador, donde las olas y la pura distancia de un horizonte sin nubes se llevan nuestras pe­ nurias y nos arrullan. NEPTUNO, EL SOL Y EL YO

No existe yo sin conciencia, porque el yo emerge del vínculo de fusión con la madre, y más adelante del niño, a medida que éste comienza a 281

identificarse como distinto de todo lo demás. Por lo tanto, si no está contenido, configurado y definido, no hay yo. Neptuno simboliza la etapa previa al yo, cuando no hay separación entre sujeto y objeto, ni hay «identidad» como tal. ¿Qué es, entonces, lo que puede aportar Neptuno al yo? Quizá poco si pensamos en un apoyo, pero aporta al Sí mismo una dimensión que luego se incorpora al yo, añadiendo a la afir­ mación consciente «yo soy» una misteriosa profundidad, un nivel de sensibilidad y sentimiento. Neptuno es alma, es intangible y se resiste a ser cuantificado. Uno no puede ponerse de pie en medio de una habita­ ción diciendo: «Yo tengo mucha alma, más que la mayoría; ¿no soy acaso un individuo profundo, místico y hondamente sensible?». ¡Estoy segura de que la gente rechazaría en tropel semejante pretensión! Sin embargo, siempre «sabemos» cuándo estamos en presencia de alguien que tiene efectivamente un alma contenida y contenta, una persona que se siente segura de sí misma y posee el carisma que proporciona una misteriosa fuerza interior. Su alma no anda vagabundeando, perdida y solitaria ante un horizonte que perpetuamente retrocede; está conte­ nida en el recipiente de su ser. Podemos percibir este sentimiento de otras personas porque Neptuno emana, vibra, exuda, insinúa, penetra e infunde. No «ocurre», como pasa con otros planetas. Un yo sano contiene una gran porción de Neptuno, pero esa no es su característica predominante. Los contactos Sol-Neptuno son muy resbaladizos y difíciles de encarnar y caracterizar, porque el yo, como Proteo, constantemente cambia de forma. Proteo era un dios menor del mar, pastor de las criaturas marinas, a quien Poseidón concedió el don de la profecía y también el poder de cambiar de forma sin cesar mien­ tras no fuera agarrado con firmeza. La clave para tener una conversa­ ción con Proteo residía en ser capaz de aferrarse a él para que dejara de metamorfosearse y se estabilizara en una única forma. El carácter pro­ teico es polimorfo, ambiguo, efímero y quimérico; los que tienen con­ tactos Sol-Neptuno deben esforzarse mucho para mantener su forma ante los demás. La dificultad con estos contactos no está en que sean malos, ya que eso rara vez sucede. El problema reside en su empatía con -y su simpa­ tía por- el entorno y las personas con quienes el nativo se relaciona, lo cual puede ser muy molesto si se ve obligado a establecer una relación simbiótica con cada persona con que se encuentra. En su película Zelig, Woody Allen interpreta a un hombre tan desprovisto de yo que literal­ mente se convierte en quien está con él después de un breve período. Se metamorfosea en cada uno de los individuos con los que se relaciona. Es una brillante personificación del yo proteico. El nativo Sol-Neptuno es un yo en sí mismo, pero definido de

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acuerdo con su movediza realidad. Esto puede ser peligroso y siniestro de dos maneras: primero, si se lo usa conscientemente para manipular a los demás y apropiarse de sus recursos, ya sean éstos psíquicos o mate­ riales, y en segundo lugar si es un rasgo profundamente inconsciente que hace que las necesidades del nativo sean infantiles, que no existan fronteras entre él mismo y los demás, y que, como un bebé, haga todo lo que esté a su alcance para salirse con la suya. ¿Significa esto que, independientemente de que sea consciente o in­ consciente, Neptuno es peligroso? En cierta medida, todos los planetas exteriores son destructivos, pero esos mismos rasgos también pueden convertirse en vehículos de un yo sano. Los manipuladores pueden usar sus habilidades de forma artística y creativa, «obligándonos» a ver las cosas a través de sus ojos en el arte, la música, la poesía o la prosa. El terapeuta o el médico neptuniano puede insinuar nuevos datos o empu­ jar sutilmente al individuo para que dé nacimiento a una nueva manera de ser. La capacidad de suscitar en los demás estados anímicos, senti­ mientos y experiencias puede ser un don divino. También puede ser un infierno. Supongamos que el yo Sol-Neptuno se sumerge en un estado de inconsciencia infantil: terminará por retor­ cer, deformar, confundir, ofuscar y anular todos los demás puntos de vista posibles. Es evidente que este estado es ruinoso, no sólo para el in­ dividuo, sino también para todos los que están íntima y emocional­ mente comprometidos con él. El poder neptuniano de cambiar de forma crea la posibilidad de una folie a deux, el fenómeno de transfe­ rencia de la locura de un individuo a otro, este último una persona bási­ camente sana. Los analistas y psicoterapeutas están en una situación en la que deben contener conscientemente su propio Neptuno para no de­ jarse contagiar por la posible transferencia de los estados neptunianos indiferenciados de sus pacientes. Neptuno ofrece una experiencia positiva al yo sano. Las personas creativas disponen de la capacidad de evocar el estado edénico en el que todo era perfecto y armonioso. Su propia identidad se mantiene in­ tacta aunque deban soportar en la vida diversas dificultades que son causa de dolor, tristeza o un sentimiento de pérdida. No tienen una vi­ sión irreal de lo que sucede; el dolor está contenido y lo pueden ver en el contexto adecuado, sin explotar hacia afuera, en el entorno, contami­ nándolo todo y a todos con su desdicha. Neptuno es también la oportu­ nidad de conectarse con el colectivo mediante el duelo, la nostalgia y el deseo de fundirse con la fuente divina, y en una estructura del yo bien contenida y delimitada encuentra su lugar a través de una intensa fe o de un sólido sistema de creencias. Aunque el único lugar donde dos corazones laten al unísono es el 283

útero, estamos ávidos de recrear en nuestras relaciones ese vínculo de fusión. Hay cierto grado de ello en todas las relaciones, tanto en las sanas como en las patológicas. Se trata de saber cuál es la distinción entre uno mismo y los demás, y de ser consciente de la belleza que hay en la fusión temporal de cuerpo y alma, pero sabiendo también que todo eso es ilusorio. El vínculo que caracteriza a una relación de amor exige que se dé la fusión neptuniana, ya que eso forma parte del amor romántico, pero si esta fusión es obsesiva y compulsiva y lo con­ sume todo, mata la individualidad y termina por matar la relación. El aspecto ilusorio no es en sí mismo lo negativo; lo es, más bien, el hecho de no saber dónde se acaba la ilusión y comienza la realidad. Neptuno tiene mucho para ofrecer al yo, pero no como contenedor ni como vehículo. Esencialmente, el yo debe contener a Neptuno, ha­ llando los lugares apropiados para dejar que fluya en el estanque de lo colectivo, y reconociendo también que ese estado tiene la potencialidad de aniquilar y anestesiar la voluntad más allá de su capacidad para fun­ cionar de manera consciente. NEPTUNO RETRÓGRADO EN LA CARTA NATAL Cuando Neptuno está separado del Sol por más de 101 º, hacia cual­ quier de los dos lados, está retrógrado. A tal distancia, todo contacto personal resulta disminuido, y surge una tendencia más universal o co­ lectiva. El planeta puede entonces actuar a la manera de una lente a través de la cual el nativo contempla objetivamente el mundo del mis­ terio, o bien puede convertirse en un depósito o un recolector de sínto­ mas misteriosos. Como es raro que Neptuno (al igual que Plutón) sea el único planeta retrógrado en la carta natal de las personas nacidas du­ rante este siglo, es difícil observar sus características en ejemplos indi­ viduales. Sin embargo, en el arquetipo neptuniano hay encerrados cier­ tos potenciales que pueden emerger por mediación de los individuos y manifestarse como rasgos personales. A las personas cuyo Neptuno está en el hemisferio opuesto a la trini­ dad de la identidad, formada por el Sol, Mercurio y Venus, puede resul­ tarles muy difícil identificarse como seres separados de su familia hasta que no llegan a su autorrealización. Quizá no hayan podido percibirse con claridad a sí mismas y se hayan dejado influir por los demás en su manera de pensar y de ver las cosas. La gente que tiene a Neptuno re­ trógrado acepta con más facilidad los complejos que se agrupan alrede­ dor de la familia, mitos como el del «hombre que se ha hecho a sí mismo», el de la «familia de artistas» o el de «la suerte de la clase 284

obrera», o aseveraciones como ésta: «En nuestra familia todos estudian medicina». Puede ser que tengan tales inclinaciones, y que de hecho cuenten con habilidades y talentos diversos que son el legado de la fa­ milia, pero si no es así, ¿qué? Como son extremadamente sensibles a las necesidades ajenas, las personas con Neptuno retrógrado perciben, desde que nacen, qué es lo que se espera de ellas, y actúan en consecuencia. En algún momento, cuando emergen de la matriz de la niñez para entrar en la adolescencia y embarcarse en una nueva etapa de la vida, es probable que reciban un golpe al darse cuenta de que han estado subordinando sus anhelos y ne­ cesidades a los ajenos. El sacrificio de su propia alma puede quedar sin recompensa hasta el momento en que «entren en su propio cuerpo» y dejen de vivir por mediación de los demás. Parece que los trígonos, aunque con frecuencia inadvertidamente, favorecen las dotes de médium. Si la carta en conjunto tiene un matiz de tierra, lo que incluye también contactos importantes de Saturno y la presencia de aire (para un mínimo de razonamiento), el trígono de Neptuno retrógrado puede estar bien encaminado hacia un trabajo ar­ tístico o de otro tipo en el que intervenga la inspiración. Algunos casos Una conocida actriz e imitadora tiene al Sol en conjunción con Urano a 1 º de Cáncer. Ambos están en sextil con Saturno a 1 º de Virgo, y Nep­ tuno se encuentra en estación directa a 12º de Libra. Cuando cumplió los 11 años, ya actuaba en el teatro y en programas de televisión; ese mismo año, su Sol progresado a 12º de Cáncer se había puesto en cua­ dratura con su Neptuno en estación directa. Su capacidad para «con­ vertirse» en su público era asombrosa, y su don de imitar a cualquiera en cualquier momento estaba arraigado en el sextil de Saturno con Urano y el Sol. Oliver, un poeta que aspira a hacer una carrera musical, tiene al Sol a 2º de Cáncer en trígono con Neptuno retrógrado a 2º de Escorpio (no es el único planeta retrógrado en su carta: Saturno está retrógrado en Sagitario, y Júpiter se volvió directo siete días antes de su nacimiento, es decir, aún estaba prácticamente estacionario). Su talento es obvio, su voluntad de poder todavía naciente. Como tiene al Sol en sextil con Plutón a Oº de Virgo, puede llegar a asumir su poder, pero a los 33 años todavía sigue luchando con una drogadicción y con sus profundas moti­ vaciones autodestructivas inconscientes. Su Neptuno y su Saturno re­ trógrados lo dejaron con pocos mecanismos innatos para establecer sus 285

fronteras, y tendrá que trabajar duro y a conciencia para poder creárse­ los. Instintivamente, quiere dormir, beber con avidez de las aguas del Leteo y olvidarse de su cuerpo y de su persona, pero paradójicamente es su propia adicción lo que una y otra vez le obliga a retirarse. En la carta de William Blake el Sol está a 6 º de Sagitario en trígono con Neptuno a 13º de Leo, en estación directa y como único planeta más o menos retrógrado. Saturno está en oposición con Neptuno, y esa dicotomía encama la lucha espiritual de Blake con la nueva y flore­ ciente filosofía mecanicista. Fue un poeta político, pero inspirado. La oposición con el Sol hace de Neptuno un adversario declarado de la delimitación del yo. Es muy raro encontrarlo nítidamente aislado; es más común que aparezca como único planeta retrógrado. Mozart tenía al Sol, Mercurio y Saturno en Acuario, con una oposición exacta entre la conjunción Sol-Mercurio y Neptuno en Leo; también tenía a Marte retrógrado, pero Neptuno era el único planeta exterior retrógrado, se­ gregado de la estructura principal de los demás planetas. Como niño prodigio, Mozart fue explotado, sus fronteras fueron invadidas y co­ rroídas por la forma en que su padre gestionó y administró la constante exhibición de su hijo por toda Europa. Mozart era prácticamente una extensión del yo de su padre, tal como se ve en la conjunción Sol­ Saturno, y también en la conjunción Luna-Plutón en Sagitario en la casa cuatro. Pero volvamos a su Neptuno retrógrado, que era la princi­ pal fuente de abastecimiento del genio musical innato (¿es este un ejem­ plo de «recuerdo»?) que manifestó desde los 2 años. El estado infantil de Mozart, carente de yo, canalizó su Neptuno, pero cuando llegó el momento del desarrollo de su yo, no encontró parámetros, ya que lo que podría haber sido un elemento de contención se lo había robado su padre (Saturno), y la oposición de Neptuno lo había corroído. Su inge­ nuidad política convirtió a Mozart en un paria social, inepto para las «gracias» de sus contemporáneos y psicológicamente incapaz de men­ digar favores entre la élite de la que dependía tácitamente el éxito artís­ tico. Alcohólico, murió a los 35 años. La zona de oposición tiene una carga especial, cuya contención exige un gran pragmatismo y mucha conciencia. Alan Watts, defensor del budismo zen en los años sesenta y setenta, tiene una conjunción Sol-Mercurio a 15 º de Capricornio en oposición exacta con el punto medio de Plutón y Neptuno, que están respectivamente a Oº y a 29º de Cáncer. Su Sol «captura» el lugar de encuentro del poder y el alma, ca­ nalizando su visión mística y religiosa mediante un yo terrestre y conte­ nido. Watts estudió teología, pero en 1948 abandonó la Iglesia cristiana para atender a su interés por la filosofía de las religiones orientales, evi­ tando el sectarismo.

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Richard Alpert, más conocido como Baba Ram Dass, tiene a Nep­ tuno como único planeta retrógrado, pero no se encuentra aislado. Está incorporado a la estructura principal de los planetas (la Luna y Saturno se hallan lejos de un diseño en cuenco). Como licenciado por la Univer­ sidad de Harvard, participó con Timothy Leary en los primeros experi­ mentos intelectuales efectuados con LSD. Jim Lewis señala que Ram Dass tiene una relación poco frecuente entre el Sol y Urano (están ambos en conjunción tanto en longitud como en declinación) a 15 º de Aries. 1 El Sol de Ram Dass está en sesquicuadratura con Neptuno a 3 º de Virgo, un aspecto especialmente tenso cuyo uso exige un tremendo sentido del humor. Como conexión con la tierra, tiene a la conjunción Sol-U rano en cuadratura con Saturno. Este es un rasgo importante para añadir al Neptuno de Ram Dass, porque permite una utilización verda­ deramente única de la energía colectiva. Como Richard Alpert, inves­ tigó los estados alterados de conciencia químicamente inducidos y las nuevas dimensiones de la mente; como Ram Dass, continúa con su bús­ queda visionaria, pero con la elegancia y la madurez de sus años. Ha re­ cibido una fuerte influencia del misticismo oriental y tiene un estrepi­ toso sentido del humor cósmico, que comparte sin prejuicios con sus auditorios de todo el mundo. El Neptuno colectivo de Ram Dass ha sido canalizado de múltiples maneras por mediación de su persona [en sentido junguiano] individual. Alterna con Wavy Gravy (también conocido como Hugh Romney) el cargo de director de SEVA, una organización con base en Nepal dedicada a devolver la vista a los ciegos. Neptuno retrógrado puede congregar complejos religiosos colecti­ vos, clavando al portador en una cruz metafórica, pero como hemos visto, con esfuerzo, conciencia y una pizca de Saturno, ofrece al indivi­ duo una participación enriquecida en un mundo por lo demás despro­ visto de espíritu. La búsqueda de un principio unificador encuentra muchas sendas para recorrer, muchas fuentes de inspiración, algunas divinas, otras diabólicas. La palabra «religión» proviene del latín reli­ gare, «volver a ligar», es decir, volver a conectarse con el principio uni­ versal. El reto de Neptuno retrógrado es aprender a distinguir unas voces de otras. Los intentos de interpretar edictos provenientes de fuentes divinas han dado como resultado una multitud de doctrinas re­ ligiosas, todas las cuales pretenden haber penetrado los misterios de la ley cósmica. Estas doctrinas sirven a un propósito espiritual, pero con frecuencia poco consuelo ofrecen al individuo mediante su interpreta­ ción humana del orden divino. l. Jim Lewis y Ariel Guttman, The Astro... , ob. cit. (véase p. 157, nota 1), p. 49.

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NEPTUNO PROGRESADO

Cuando Neptuno se estaciona por progresión en la carta, significa que el Sol ha progresado hasta el punto en que su relación con Neptuno ha experimentado un sutil ajuste. De todas maneras, se ha pasado años es­ tacionario, y la estación rara vez se encuentra señalada por algún acon­ tecimiento. La estación retrógrada puede ser el momento en que el sen­ timiento de sí mismo del nativo se vuelve cada vez más idealista, y suele aparecer el anhelo de una satisfacción espiritual más profunda. También podría propiciar una búsqueda nada realista de un guía fuera de uno mismo, ya se trate de un amante, un guru, un maestro o un líder. Según cuáles sean los principales tránsitos y otras progresiones precisas, el retorno al útero cósmico puede ser espectacular o sutil. Un anhelo de fusión espiritual o romántica puede penetrar en las experien­ cias del nativo durante algunos años después de la estación retrógrada, influyendo en su percepción de las relaciones. Es probable que las que no estén a la altura de su ideal se disuelvan y desaparezcan, dejándole en un estado de suspensión durante algún tiempo mientras se van pro­ cesando las nuevas evaluaciones del amor, el romance, la expresión re­ ligiosa y los recursos espirituales. El año de la estación directa señalará una época para «volver a la su­ perficie» y cambiar la propia manera de percibir la realidad. Este cam­ bio puede ser súbito, como cuando a uno se le cae una venda de los ojos, o gradual, pudiendo extenderse durante un período de tres o cua­ tro años, mientras los tránsitos u otras progresiones más nítidamente definidas proporcionan también un foco más claro a la estación de Neptuno. La posición del Sol progresado en relación con los planetas natales ayudará a definir la situación, indicando con qué problemas está luchando el yo. Con frecuencia es una época en la que el nativo en­ cuentra una vía para la expresión de pautas psicológicas personales que acaba de descubrir y que nunca han sido completamente entendidas ni expresadas. Hay una liberación de tristeza, nostalgia y dolor existen­ cial, que permite alcanzar una expresión más libre de la creatividad, lo que con frecuencia significa que el año de la estación y los dos años si­ guientes están llenos de respuestas poéticas a lo que solía ser una vida bastante corriente. El aspecto más notable que forma el Sol progresado con Neptuno es la oposición. El año en que se produce esta progresión suele venir seña­ lado por alguna forma de disolución del yo, que no siempre es una ex­ periencia negativa, ya que se trata de una pauta natural resultante de la vivencia interior que el nativo tiene de sí mismo. La medida en que se haya comprometido en la conservación de un yo rígido y de una per288

sona inflexible es la medida en que los experimenta como «malos». Tendrá que soportar un cambio de forma, entrar en un mundo de seña­ les bastante misteriosas y, literalmente, dejarse llevar por la marea. Todos los parámetros y puntos de referencia hasta entonces bien cono­ cidos empiezan a difuminarse en los bordes, y el resultado es una reali­ dad desenfocada. Un artista gráfico, que hasta entonces había sido am­ bicioso y enérgico en la dedicación a su carrera, empezó a sufrir esta disolución de la identidad más o menos un año antes de que el Sol pro­ gresado formara una oposición exacta con su Neptuno. Simplemente, perdió interés en su trabajo, se concentró en estudios metafísicos, en particular en la astrología, y se encontró sin darse cuenta «olvidán­ dose» de mandar la factura a sus clientes. Optó por aceptar una pérdida de ingresos, con la exclusiva intención de hacer algo que sentía que era creativo. Para la persona, pasar de una imagen de sí misma bien definida a un ser amorfo puede ser alarmante, pero en última instancia forma parte de una transición más larga hacia un sentimiento de sí misma más creativo y centrado. Este resultado positivo se produce principal­ mente si el nativo tiene conciencia del proceso de cambio, porque de otra manera es posible que surjan un gran pánico y una tremenda con­ fusión. El alma puede estar acosada por un dolor proveniente de fuen­ tes desconocidas -Weltschmertz (desengaño del mundo)- y como resul­ tado buscar refugio en diversos rituales más o menos analgésicos: el alcohol, otras drogas, el fervor religioso, por no mencionar más que unos pocos. Idealmente, el nativo podría usar el año de la oposición para explorar con tranquilidad su mundo interior y compararlo con lo que siente que es más benéfico y útil en una visión de conjunto. Sin em­ bargo, hacer esto a través de la nebulosa lente de Neptuno es bastante difícil, de modo que quizá sea el momento de que la fe, más bien que el control, represente el papel protagonista en el propio destino. La disolución de la estructura del yo durante el año de la oposición puede ser equiparada con la solutio alquímica, en la que el resultado de la disolución del yo y en consecuencia de las impurezas psíquicas es, en última instancia, un canal denso y menos adulterado a través del cual el yo podrá evolucionar en el futuro. El Sol progresado en oposición con el Neptuno natal puede revelar también el peor lado de la propia natu­ raleza, es decir, el lado histérico, en donde las fronteras individuales dejan de existir y uno se unifica literalmente con los demás o con el universo. Es necesario tener cuidado de no confundirse con los demás ni traducir el dolor personal en dolor cósmico o viceversa. Esto signi­ fica estar alerta a la posibilidad de perder las propias fronteras en las re­ laciones -en todas ellas- e intentar controlar una ansiedad desbordada

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y sin objeto preciso. La meta final es conseguir un recipiente más puro, en el que el yo pueda contener las verdades y las maravillas cósmicas sin por eso perder la percepción del presente inmediato.

Personas famosas con Neptuno retrógrado: Robbie Bums (en amplia oposición con el Sol, extremo de un embudo) Bob Dylan (único retrógrado, final de un diseño en locomotora) Paul Gauguin (aislado) Alee Guinness (único retrógrado, final de un diseño en locomotora) Richard Nixon (oposición con el Sol; también SA, PL retrógrados) Alexander Pushkin (quincuncio con el Sol) Yogananda (también PL retrógrado)

Personas famosas con Neptuno retrógrado en conjunción con Plutón retrógrado: Martin Heidegger Henry Miller Jawaharlal Nehru Chiang Kai-shek

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Plutón natal retrógrado Cuando no tienes esta clase de muerte y transformación, no eres más que un triste huésped sobre la oscura tierra. Goethe

Plutón está retrógrado en la carta natal cuando se encuentra a unos 99º del Sol a cualquiera de los dos lados, es decir, dentro de un orbe amplio de una cuadratura Sol-Plutón. Este último se mueve a su velocidad más lenta en ambas cuadraturas con el Sol, y en la izquierda está a punto de llegar a su estación retrógrada, mientras que en la derecha acaba de vol­ verse estacionario directo. No es nada común encontrarse con Plutón como un planeta retró­ grado aislado en el siglo xx, ni lo será en la primera mitad del XXI. De un modo específico, es difícil aislar a Plutón de Neptuno, ya que ambos han estado bastante cerca aproximadamente desde 1840, cuando hubo un sextil entre Neptuno en Acuario y Plutón en Aries. En la década de 1890 hubo una conjunción en Géminis, y los dos planetas se manten­ drán separados por dos signos (en sextil) hasta mediados del próximo siglo: Neptuno en Libra y Plutón en Leo (1943-1957); Neptuno en Es­ corpio y Plutón en Virgo (1957-1971); Neptuno en Sagitario y Plutón en Libra (1971-1983); Neptuno en Capricornio y Plutón en Escorpio (1984-1998); Neptuno en Acuario y Plutón en Sagitario (1998-2008: Plutón entrará inequívocamente en Capricornio en noviembre del año 2008). El sextil vacilará un poco en esta década, pero volverá a estar firme e intacto hacia el 2016, con Neptuno en Piscis y Plutón en Capri­ cornio. En el año 2025 Neptuno estará en Aries y Plutón en Acuario. Este sextil es el inverso del que se produjo a mediados del siglo pasado y 291

señala el comienzo de la separación entre ambos planetas a medida que Plutón empiece a reducir la velocidad de su movimiento aparente, «ale­ jándose» de la Tierra en dirección a Tauro, su tránsito zodiacal más prolongado. Neptuno y Plutón saldrán del orbe del sextil en el año 2038, y formarán una cuadratura en la década de 2050. PLUTÓN, EL SOL Y EL YO

Allí donde se encuentra Plutón en el horóscopo natal, está la clave de la soledad existencial. En el sorteo, a Hades le tocó el mundo subterráneo, mientras que a sus hermanos Poseidón y Zeus les tocó respectivamente el mar y el cielo. Aunque fuera su igual en estatura e importancia, su posición como soberano del reino de las sombras no le permitía tener los mismos contactos sociales que sus hermanos, más afortunados. En el mito de Deméter y Perséfone, vemos que Hades tiene que raptar a su amada y llevársela a sus dominios. En los relatos de las múltiples con­ quistas de Zeus y de Poseidón, podemos ver que sus oportunidades para el amor fueron múltiples y diversas, en tanto que Hades sólo tuvo una. Su relación simbiótica con la doncella Core -Perséfone, el aspecto juvenil de Deméter- implica a Plutón como aquel a quien le es con­ fiada la semilla de la vida; es no sólo el guardián de los muertos, sino también el conservador del alma inmutable. Sus conexiones con la muerte estacional y la resurrección de la vida están vinculadas con el mito del rapto: durante parte del año, él incorpora el principio feme­ nino a su propio reino, para liberarlo en primavera, devolviendo así la vida a la Tierra. La cólera y el dolor de Deméter por la pérdida de su hija virgen se vuelve a representar año tras año, cada invierno, cuando la Tierra muere. Cabe preguntarse qué apoyo ofrece al yo el Plutón astrológico, si es que le ofrece alguno. La acción de este planeta consiste en recordar al yo el inquietante hecho de su mortalidad. Constantemente nos asalta, en medio de la vida, el recuerdo de nuestra perdurable impotencia ante el inevitable telos, el término de nuestra vida sobre la Tierra. El recor­ datorio asume muchas formas: los ciclos de crecimiento y decadencia de la naturaleza, la muerte de otras personas, las experiencias de casi muerte que nosotros mismos podemos tener, y muchos indicios más su­ tiles, como pérdidas menores, «muertes» del yo y otras vivencias que nos preparan para la mayor y definitiva experiencia de la vida. Las per­ sonas con contactos Sol-Plutón se sienten compelidas a explorar las re­ giones inferiores, y sin embargo, de algún modo, conservan una sensa292

ción de vida. Elisabeth Kübler-Ross, a quien mencioné en el capítulo 6, tiene una conjunción Sol-Plutón a 1 Y' de Cáncer, y el trabajo de su vida consiste en caminar con la muerte, interpretarla y animar a los demás a indagar en la necesidad de llegar a un acuerdo con ella. Los rasgos positivos de una toma de conciencia profunda de la so­ ledad total sólo se hallan presentes cuando nos damos cuenta de una verdad fundamental: la soledad no es necesariamente lo mismo que el aislamiento. Cuando Plutón está separado del conjunto principal de planetas en el horóscopo, la fuerza de su propia psique exige al indivi­ duo que se someta cíclicamente a los rituales de la muerte y el rena­ cimiento para aportar a la experiencia alguna clase de significado per­ sonal. La exploración del lado oscuro de la psique aporta una visión in­ terior particularmente aguda del aspecto inmortal de nuestra natura­ leza. La fuerza que se obtiene a través de Plutón, a la larga es libera­ dora: la muerte no anda siempre acechándonos si reconocemos su existencia. En astrología, se ha asociado a Plutón con un punto de reencarna­ ción en la carta natal. Bien podría ser así, ya que el alma debe atravesar el reino del Hades antes de encontrarse con las Moiras, que distribuyen, asignan y determinan el curso de la siguiente vida. La región más pro­ funda de la psique es el depósito de los arquetipos, cuya presencia da origen a las diversas filosofías metafísicas centradas en la reencarna­ ción. El filósofo griego_ Sócrates decía que el cuerpo (soma) era la tumba (serna) del alma, y creía que ésta sólo se liberaba cuando el cuerpo moría. Una carta natal también puede ser una «carta mortal», porque representa el punto de confluencia entre la salida del ámbito etéreo y la entrada del alma encamada en el mundo. Plutón es el portal por el que todos debemos pasar para encarar la muerte o presentamos a la vida. Hades, el Invisible, tal como lo encontramos en el Plutón astrológico, es un estado de ánimo. El Tártaro está tan distante de la tierra como ésta del cielo, profun­ damente enterrado en las entrañas del Hades, donde las almas de los malvados soportan un tipo especial de eternidad, sufriendo horrores es­ pecialmente diseñados para la transgresión del malhechor. Tántalo, por ejemplo, está allí por haber servido para cenar a los dioses a su propio hijo, y sufre para siempre el suplicio de ver cómo eternamente se le es­ capan los alimentos y la bebida. Dentro de cada uno de nosotros está su propio infierno, un lugar es­ pecífico para nuestra propia versión de lo que significa estar conde­ nado. De vez en cuando lo visitamos, y tenemos la vivencia de nuestro propio horror personal y eterno. Jean-Paul Sartre tenía un stellium for­ mado por el Sol, Mercurio y Plutón en Géminis en la casa ocho, en trí-

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gono con la Luna a 23 º de Acuario en la cuarta (Plutón a 21 º, Mercurio a 26 º y el Sol a 29º). Sus indagaciones en la existencia enfrentada con la muerte lo llevaron a una sucesión de esfuerzos creativos. Su obra tea­ tral Huis clos [A puerta cerrada] presenta el infierno personal que puede experimentar cada individuo, una especie de Tártaro en un am­ biente social. Igual que Elisabeth Kübler-Ross, con una conjunción Sol-Plutón en trígono con Saturno, Sartre tuvo una relación personal con Plutón que le ofrecía un vehículo para transportar la oscuridad que este planeta parece llevar siempre a la conciencia. Causa una mayor cantidad de sufrimiento y más dificultades lafalta de contacto con Plu­ tón (o, dicho de otra manera, la inexistencia de aspectos exactos de este planeta) que la existencia de contactos personales. PLUTÓN RETRÓGRADO EN LA CARTA NATAL

Al igual que con Neptuno, es útil echar una mirada al Plutón natal re­ trógrado cuando está en aspecto con el Sol, lo cual sirve para personali­ zar la energía colectiva. Como imagen colectiva, Plutón simboliza la angustia de supervivencia de una generación. Plutón y Escorpio son símbolos de eliminación y desecho, y también de la forma más pro­ funda de transmutación. La generación que tiene a Plutón en Leo, des­ tinada a tenerlo en cuadratura consigo mismo en una época más tem­ prana de su vida que ninguna otra generación, está inexorablemente ligada con el aspecto aterrador de la muerte colectiva. Por haber apare­ cido bajo el estandarte nuclear (hay quien diría que por haberse reen­ carnado a partir de los escombros nucleares), cada individuo nacido durante el tránsito de Plutón por Leo tiene como compañero de viaje a Tánatos (la muerte), representante de Plutón. Desde este tránsito, los contactos de Saturno con Plutón han asumido una nueva carga, la de llevar a los límites de la conciencia no sólo el destino del mundo, sino también el de la totalidad del sistema solar. Todos los individuos tienen conciencia de la muerte, y de vez en cuando piensan en ella. Sería absurdo el intento de describir de manera específica a Plutón retrógrado con respecto a la filosofía de la muerte. En general, no es un tema socialmente aceptable, y por lo común se plantea en situaciones sociales controladas, como talleres, encuentros filosóficos, conferencias médicas y otras circunstancias parecidas, o cuando algún familiar o amigo ha muerto o se está muriendo. A pesar de que se hacen muchos chistes sobre la muerte, como defensa con­ tra su poder, no suele ser el tema del día. Por lo tanto, es difícil deter­ minar con precisión cuál es la idea que la gente tiene de la muerte. 294

Lo mismo ocurre con otro tema íntimamente vinculado con ella: el sexo. La capacidad de integrar en el yo consciente las experiencias miste­ riosas es muy plutoniana� Escorpio y Plutón son con frecuencia indica­ dores de una mentalidad que presenta una inclinación inherente a de­ senmarañar temas complicados o laberínticos. Cualquier contacto solar (y secundariamente, los contactos angulares) de Plutón fomenta el inte­ rés del nativo por sondear las profundidades y las regiones inferiores de los misterios de la vida, pero la carencia de contactos solares de Plutón indica un espectro de posibilidades que van desde la falta de interés por las cosas invisibles, hasta la obsesión por todo lo que se pueda interpre­ tar como morboso. Los individuos con un Plutón estacionario o retrógrado sin contac­ tos solares en su carta natal tienen una línea de comunicación profun­ damente inconsciente con la angustia generacional, y su infierno per­ sonal suele estar vinculado con problemas colectivos centrados en la muerte y la psicosis de masas. Como Plutón está segregado y distan­ ciado del yo (el Sol), hay con frecuencia una notable falta del deseo de explorar y aceptar los problemas que se centran en la muerte. Todos es­ tamos en alguna medida en una situación de negación, pero el grado en que un individuo puede escindirse de cualquier reconocimiento de la muerte es más pronunciado cuando no hay ningún aspecto del Sol con Plutón. La manifestación de esto es un optimismo sin contacto con la realidad, y el nativo niega que tenga jamás «pensamientos morbosos» y se enorgullece de estar libre de ansiedades y pesimismo. Sus experien­ cias en la vida pueden llevar a estas personas a aproximarse a su condi­ ción mortal, pero entonces se separarán de su respuesta emocional y lo sentirán como un tema demasiado distante para pensar en profundidad en él. A menudo les desazona pensar en la muerte, y muestran un enojo inequívoco hacia quienes cuestionan su actitud forzadamente opti­ mista. Aunque puede ser que no aflore anormalidad alguna, hay una fuerte posibilidad de que la negación provoque la irrupción, en la mente consciente, de una obsesión que se manifestará bajo la forma de terrores y fobias directamente proporcionales a la fuerza de la nega­ ción. Es probable que la prevención plutoniana contra todos los miedos no reconocidos que podamos tener se vea perturbada por los tránsitos o los aspectos solares progresados de Plutón o por sus estaciones progre­ sadas. Si el Sol progresado forma un aspecto con el Plutón natal retró­ grado, puede que se produzca una experiencia que nos recuerde el lado más oscuro de la vida.

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Krista Un caso -el de Krista, una esquizofrénica- que presenté en mi libro Sa­ turn in Transit 1 no incluía material sobre los aspectos del Sol progre­ sado con los planetas retrógrados. Nacida con el Sol a 5 º de Sagitario y Plutón en estación retrógrada a 23 º de Leo, no hay ningún aspecto clá­ sico entre Plutón y el Sol (Plutón se estacionó precisamente cuatro días antes de su nacimiento). Cuando Krista tuvo su primer episodio psicó­ tico -su descenso inicial al infierno- coincidente con el tránsito de Sa­ turno por su octava casa, su Sol progresado estaba exactamente en trí­ gono con su Plutón natal retrógrado. El descenso de Krista al infierno contenía todos los atributos de la espiral paradigmática que hay en el interior del mundo psicótico de los poseídos por el demonio. Aunque los planetas estacionarios son los más poderosos, puede que no se manifiesten hasta que un contacto solar no movilice el mundo profundamente interior que esconden los planetas retrógrados. Al producirse el inevitable trígono del Sol pro­ gresado y el tránsito de Saturno por la octava casa, Krista se introdujo en su infierno personal. El hecho de que su Plutón natal esté en sex­ til con la conjunción Saturno-Neptuno en Libra le ha sido útil, por­ que le ha permitido dar forma a sus visiones de serpientes, brujas y demonios que se retuercen, por medio de la escultura y otras formas de arte. Sin embargo, sigue teniendo episodios durante los cuales el carruaje de Hades le arrebata el equilibrio y se la lleva al mundo sub­ terráneo. Uno de los recursos de la psique para mantener a distancia lo inevi­ table es el comportamiento obsesivo-compulsivo. Al entregarse a ritua­ les y acciones repetitivas, el nativo se preocupa de funciones triviales que impiden la irrupción de tomas de conciencia más profundas. El ob­ sesivo está condenado a repetir estas pautas hasta liberarse de las garras de la angustia existencial. Las manifestaciones moderadas del trastorno obsesivo-compulsivo se representan de innumerables maneras; todos tenemos modos de hacer las cosas que simplemente debemos respetar. El siguiente caso ejemplifica brevemente un comportamiento obsesivo­ compulsivo que se manifestó como agorafobia en el año en que Plutón progresado se estacionó y se volvió retrógrado en la carta natal de Daphne.

1. Erin Sullivan, Saturn in Transit..., ob. cit. (véase p. 232, nota 2), p. 268.

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Daphne Daphne tiene un stellium en la séptima casa, completamente separado de Júpiter retrógrado y de la Luna en Piscis (véase fig. 13.1). El grupo de planetas de la casa siete, unido a la Luna en trígono con Urano retró­ grado (en estación retrógrada; se había vuelto retrógrado cinco días antes de su nacimiento), dio a Daphne una naturaleza intensamente sensible: la base de su capacidad musical y más adelante de su pérdida del yo. La introdujeron en la música a los 3 años, cuando sus padres, al percibir su talento innato, empezaron a fomentar su genio musical, pero olvidándose de atender a sus necesidades emocionales. Daphne creció en la atmósfera enrarecida del niño prodigio, tocando en recita­ les y conciertos desde los 5 años, y sin disponer ni de un minuto para sí misma. Adora la música, pero no siente amor por sí misma ni por los demás. Nunca ha hecho un papel de solista; siempre ha tocado en gru­ pos sinfónicos u orquestales. Secretamente, está ávida de reconoci­ miento. Siente que su dedicación a su vida profesional es la razón de su falta de relaciones en la vida, pero tiene una vaga conciencia de que probablemente su soledad tenga que ver más bien con barreras emocio­ nales. Cuando yo la conocí en 1990, acababa de recuperarse de un ata­ que de siete años de un trastorno obsesivo-compulsivo (continuamente se lavaba las manos) magnificado por su agorafobia, y acababa de dejar, por primera vez en su vida, la casa de sus padres. Los miedos de Daphne se iniciaron en 1981, cuando Plutón progre­ sado llegó a su estación retrógrada. En marzo de ese año la joven había estado tocando en una importante producción orquestal para una co­ media musical. La Luna progresada estaba a menos de un grado del trí­ gono con el Plutón estacionario, y había una conjunción progresada Sol-Venus. Se produjo un incidente en el que se sintió súbitamente reti­ rada y apartada de la realidad; dijo que al mirar a su alrededor, vio a todos sus colegas como si llevaran máscaras de muerte. Esa noche su­ frió un ataque agudo de pánico; recuperó silenciosamente la compos­ tura, pero a lo largo del mes siguiente empezó a desintegrarse con rapi­ dez. Intentó luchar, pero al final sus morbosas visiones la abrumaron hasta el punto de que no pudo continuar con sus compromisos y se re­ fugió calladamente en su hogar, donde permaneció durante siete años, hasta 1988, aislada y al cuidado de sus padres. Natalmente hay problemas centrados en la Luna en Piscis (el deseo de no haber nacido) y en el solitario Júpiter retrógrado, el «extraño en tierra extraña». El stellium en la casa siete y el Sol en semisextil con Sa­ turno indican una personalidad perfeccionista y obsesiva, mientras que

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Fig. 13.1.

Daphne

la Luna en trígono con Urano en la quinta muestra su capacidad para trabajar creativamente y para expresar su mundo interior emocional y psíquico de manera brillante, pero potencialmente voluble. La estación de Plutón, con la ayuda del trígono entre la Luna pro­ gresada (que simultáneamente se oponía a su Neptuno natal y formaba un gran trígono con Marte y Plutón) y el Sol progresado en el último grado de Escorpio, la sumieron en el interior de una matriz de negación y angustia. ¿Negación de qué? En los tres años transcurridos desde que recuperó la estabilidad, Daphne se ha sometido a un análisis profundo para encontrar la semilla que originó su impresionante fobia. Dice que no podía soportar estar con gente ni entregarse al trabajo que tanto había amado porque de pronto cayó en la cuenta de que todo el mundo, ella incluida, iba a morirse.

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Daphne había experimentado su retorno de Saturno el año anterior a su crisis nerviosa ( 1980), una época en la que normalmente la gente se enfrenta con su propia mortalidad, pero en general sin llegar a ese ex­ tremo. La estación de Plutón desencadenó su descenso a los infiernos, donde la esperaban todas sus angustias reprimidas sobre la encarna­ ción. Antes había estado protegida de las etapas normales del creci­ miento que atraviesa el yo en su evolución debido al hecho de haber permanecido en el hogar de sus padres, aislada del mundo, sin experi­ mentar jamás ni las vicisitudes ni las alegrías de la vida, viviendo en un mundo totalmente onírico. Esencialmente, durante la estación de Plutón, una de las más desa­ gradables, Daphne regresó al útero para someterse a un proceso de re­ nacimiento. En el curso de esos siete años, volvió al estado infantil de absorción en sí misma y de carencia de yo. Con la cuadratura de Sa­ turno consigo mismo, precisamente después de su tránsito por el MC, en unión con Urano; con Plutón en tránsito estacionario directo a 9º de Escorpio en trígono con su Urano natal, y la Luna progresada en Cán­ cer en conjunción con su Urano natal, la joven salió de su caparazón e inició un tratamiento intensivo de su agorafobia. Daphne reanudó su carrera musical en 1991, poco después de que Saturno en tránsito formara una cuadratura con su Neptuno natal, un tránsito cuya mejor descripción es decir que fue una separación del útero, un momento de renacimiento y de expulsión del Edén. Ahora está aprendiendo lentamente a cuidar de sí misma y a vivir en el mundo normal. PLUTÓN PROGRESADO

Los cambios de dirección -retrógrada o directa- de Plutón por progre­ sión secundaria, pueden liberar material reprimido que intrínseca­ mente no constituye un apoyo para el yo, pero una vez que el nativo se vuelve consciente de él y lo acepta, reforzará su compromiso con la conciencia de su carácter más íntimo y profundo. La estación retró­ grada va siempre seguida por el trígono del Sol progresado con el Plu­ tón natal unos veinte años después. El Sol reúne contenidos ocultos o reprimidos dándoles una forma tangible, y los proyecta en el mundo de Ja experiencia. Uno se encuentra con las profundidades misteriosas del deseo inconsciente y se enfrenta al lado oscuro y oculto de la naturaleza humana. Este trígono puede manifestarse en un brote súbito de talento que ha permanecido latente e intacto durante toda la vida. Es significa­ tivo el hecho de que esta progresión sólo pueda producirse con ciertos 299

signos en determinadas décadas. Por ejemplo, en la generación que tiene a Plutón en Leo, sólo aquellos cuyo Sol progresado haya de entrar en Sagitario experimentarán este fenómeno; los que tengan a Plutón en Virgo lo experimentarán solamente si la progresión de su Sol lo lleva a entrar en Capricornio, y así sucesivamente siguiendo la secuencia de los signos. Cuando el Plutón natal se estaciona y se vuelve directo, va seguido por el Sol progresado en cuadratura con él. Este aspecto es mucho más rápido en aparecer que el trígono durante la estación retrógrada de Plu­ tón. Igual como pasaba en ese caso, para que esta estación progresada se produzca, el nativo debe haber nacido con el Sol en algún punto de la región del trígono izquierdo a él (cuatro signos detrás de Plutón). El Sol progresado en cuadratura con Plutón sigue a la estación directa de seis a catorce años después, según el signo natal donde se encuentre Plutón. Las personas con Plutón en Leo, Virgo o Libra tienen esta cuadratura del Sol de nueve a diez años después de la estación directa, pero las que tienen a Plutón en Escorpio, Sagitario o Capricornio deben esperar de trece a catorce años. La cuadratura nos obliga a encarar nuestra propia necesidad de ejercer control y poder sobre el mundo manifiesto. Por naturaleza, Plutón niega la vida y no se presta a apoyar al yo de un modo voluntario. Funciona desgastando la conexión superficial del na­ tivo con la vida, con la intención de hacerle profundizar su compro­ miso con la totalidad de sí mismo. El hecho de que la posibilidad de esta progresión esté tan limitada amplifica además el carácter de pre­ destinación de la experiencia. No es algo que le pase a todo el mundo, ni siquiera a la mayoría, pero una reducida minoría de individuos tie­ nen estaciones de Plutón en el transcurso de su vida. La dirección progresada de Plutón marcará más o menos un año en el que el nativo deberá enfrentarse con su propia voluntad consciente de vivir, y de hacerlo profundamente, con un compromiso apasionado. No le estará permitido limitarse simplemente a existir. El yo tropezará con la oposición a cualquier filosofía que se haya construido o fabri­ cado sin incluir una cláusula de muerte. Las religiones o las filosofías rí­ gidas y sumamente organizadas o jerarquizadas afrontarán el reto de la confrontación con lo inevitable. El año de la estación señala el co­ mienzo de un viaje psicológico que llevará al yo a la fusión con el Sí mismo, o bien la cuadratura subsiguiente hará aflorar una angustia pro­ fundamente reprimida que forzará la desintegración del yo, para luego reorganizarse en tomo de un principio nuevo. La cuadratura del Sol progresado con Plutón empujará al nativo a examinar de un modo des­ piadado su propia superestructura, que se desplomará si no está apo­ yada internamente por el Yo superior. 300

En el mundo subterráneo de la psique acechan multitud de mons­ truos: Cerbero, el can de tres cabezas; las hilanderas del destino, las dio­ sas de la noche, los jueces de los muertos... pero también los secretos de Eros. El resultado del rapto de Perséfone por parte de Plutón es un ma­ trimonio secreto, sagrado y simbólico. Perséfone selló su propio destino al comer los granos de granada que le había dado Hades, con lo cual quedó unida a él en matrimonio. Aunque en primavera puede volver al mundo de la superficie, es la reina del mundo subterráneo por toda la eternidad. Perséfone es el amor robado y Hades el enamorado que lo roba. Dentro de cada uno de nosotros se encuentra el arquetipo de esta experiencia primaria: la pérdida de la inocencia, la lujuria secreta, el momento robado, el amante demoníaco. En el curso de los cambios de dirección de Plutón, o de los aspectos formados por tránsito con el Plutón natal retrógrado, podemos encon­ trarnos con una relación que deseamos desde hace largo tiempo. Los cambios de Plutón suelen llevar a la superficie un anhelo profunda­ mente sepultado de la perfecta pareja espiritual, y quizá encontremos, al acecho dentro de nuestra propia alma, algo que difiere de lo que, en opinión del yo, es correcto para la sociedad. Es una experiencia que va acompañada de mucho dolor y ardor, pero la honda verdad y la pro­ funda integridad que resultan de su reconocimiento aportan la recom­ pensa de la complicidad entre el yo y el Sí mismo más profundo. Este encuentro es también una característica de los tránsitos de Plutón: nos encontramos con quien deseaba nuestra alma, pero es probable que tengamos que sacrificar algo para conquistar y formar pareja con él o con ella. Perry A los 22 años, Perry tenía a su Sol (a 17 º de Aries) progresado a 8 º de Tauro, poniendo en movimiento a su Plutón en estación directa. Ese mismo año se dio cuenta, consciente y absolutamente, de que era ho­ mosexual, pero no pudo encontrar los recursos interiores que le hubie­ ran permitido abrirse y decírselo a la familia y los amigos. Temeroso de lo peor, Perry se casó con su amiga más íntima, a quien al principio consiguió mantener al margen de su secreto, hasta el punto de que tu­ vieron dos hijos. Siguió manteniendo relaciones sexuales clandestinas con hombres hasta que el Sol progresado llegó a los 19 º de Tauro, y formó una cuadratura con su Plutón a 17 º de Leo. Durante los tres años anteriores, su mujer había compartido el secreto y le había brindado su apoyo emocional, pero hasta que no se dio la cuadratura exacta Perry 301

no tuvo el valor de separarse de su esposa, decírselo a sus hijos y esta­ blecerse aparte de su familia. Aquel fue el último año que tuvo relacio­ nes sexuales con una mujer. Aunque hubo de afrontar un profundo examen de conciencia y mucho dolor, Perry se sentía obligado a ser fiel a su ser más profundo. Nunca es fácil alcanzar una sinceridad íntegra y honda, porque siempre debemos enfrentarnos con esa parte nuestra que sólo nos pertenece a nosotros mismos. La purga que resulta de esta clase de sinceridad puri­ fica el alma. Las personas que se deciden a reconocer este aspecto de sí mismas reciben inevitablemente las bendiciones de aquellos de quienes se habían ocultado, porque todo el mundo, en uno u otro nivel, sabe cuándo otro le miente. Perry sigue estando muy cerca de sus hijos, que sienten una gran admiración por él, y de su ex mujer, que ha vuelto a casarse. Los raros cambios en la dirección del Plutón natal progresado siem­ pre traen consigo experiencias extremas, algunas más desesperadas que otras. Ninguna, que yo sepa, ha causado la muerte de nadie, pero mu­ chas han alimentado alguna característica fundamental y verdadera­ mente única que había permanecido en cautividad hasta el momento en que, gracias a la estación directa, Hades se sacude los grilletes de preservación del yo, o rapta a su pareja para llevarla lejos de la existen­ cia superficial en un mundo insustancial durante la estación retrógrada. Personas famosas con Plutón retrógrado aislado o destacado: John Jacob Astor (aislado) Nathaniel Hawthorne (trígono con el Sol) D. H. Lawrence (cuadratura con el Sol; también NE retrógrado) Franz Liszt Isaac Newton Elvis Presley (también NE retrógrado) Jonas Salk (conjunción exacta con SA retrógrado) Percy Bysshe Shelley (oposición con el Sol) Yogananda

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La historia de un caso natal: Osear La carta de Osear ilustra explícitamente el fenómeno de los múltiples planetas retrógrados y la liberación sistemática de la energía interiori­ zada por mediación de la progresión del Sol (v. fig. 14.1). Osear es un conocido dramaturgo que me pidió una sesión astrológica justo antes del estreno en Broadway de su última obra. No le preocupaba el éxito de la pieza, su propia naturaleza artística ni sus relaciones. Le intere­ saba un problema psicológico que se le había planteado en los últimos años y tenía mucha curiosidad por saber por qué le ocurría aquello y, en todo caso, qué significado astrológico podía tener. El horóscopo de Osear muestra a la trinidad de la identidad en el he­ misferio inferior de la carta, mientras que Marte, Saturno, Urano, Nep­ tuno y Plutón se encuentran en el hemisferio superior. El Sol está en oposición con Saturno y es el punto focal de un yod con Neptuno y Plu­ tón. Todos los planetas que se hallan en la zona de oposición con el Sol están retrógrados, a excepción de Urano, que se volvió directo dos días antes de su nacimiento y está por lo tanto en estación directa. La pauta general es la de un hombre profundamente conectado con los proble­ mas del colectivo, muy sensible a la conciencia de la masa, pero intro­ vertido y oprimido por fuerzas que escapan de su control. El misterio de una carta como ésta se desenmaraña a lo largo de una vida: nunca se sabe si es la carta de una víctima de las fuerzas colectivas, o la de un portavoz del colectivo, o quizás ambas cosas. Un individuo con una vo­ cación que encarna los problemas del colectivo es a la vez portavoz y víctima. En Osear, vemos la transición gradual y la maduración que van desde la víctima al portavoz, mientras aún está incorporando todas las facetas. Vamos a examinar primero los poderosos aspectos del Sol con los planetas superiores. Vale la pena empezar fijándose, a partir de la inter303

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Fig. 14.1.

Osear

pretación tradicional, en el yod con Saturno en el punto medio de Plu­ tón y Neptuno, antes de profundizar en algunos de los rasgos más per­ sonales de la carta de Osear. Dice Ebertin hablando del punto medio de Neptuno y Plutón: Principio: Lo sobrenatural. Correspondencia psicológica: + Vida espiritual intensificada y purificada, alto grado de sensibilidad, imaginación y fantasía sumamente activas, ilusiones, visiones clarividen­ tes, inclinación a investigar fenómenos extraños y sobrenaturales, amor al misticismo, conocimiento de uno mismo (por comprensión interior de la verdad).

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- Interpretación confusa y nebulosa de las experiencias del alma, quime­ ras o caprichos, estados raros de vivencia espiritual, trampas o tretas en­ gañosas, falsedad, fraude. Correspondencia biológica: La etapa engañosamente indolora de la enfermedad. Falta de incentivo o de fuerza de voluntad para el mantenimiento de la salud. Perturbaciones o molestias de evolución lenta o prolongada. El comienzo gradual de la terapia.

Cuando combinamos este punto medio del yod más común de la ge­ neración posterior a la segunda guerra mundial -Neptuno y Plutón­ con Saturno, que está emplazado precisamente entre ellos, obtenemos: «Oscuros presagios, pesimismo, angustia. Doloroso sufrimiento emo­ cional, la declinación gradual de los poderes y facultades del nativo». Después, para el Sol en el punto medio inverso de Neptuno y Plutón, leemos: «Físico delicado, sensibilidad, impresionabilidad o predispo­ sición a las influencias externas. Enfermedades raras causadas por el abandono, vulnerabilidad a influencias extrañas». 1 Osear proviene de un ambiente de clase media con una fuerte ten­ dencia religiosa. Es el menor de cuatro hijos, uno de los cuales murió antes de nacer. Su madre era maestra de religión, y entre los 7 y los 12 años, Osear cantó en el coro de una catedral mientras estudiaba en un internado. El tono resonante de la música celestial y todo el ritual aso­ ciado con las ceremonias de la Iglesia fueron muy útiles para su natura­ leza profundamente espiritual y sensible en la preadolescencia (Luna en Sagitario en la casa doce). Su padre era un hombre tranquilo, una influencia débil, y a pesar de ser una persona compasiva, al parecer no desempeñó un papel activo como padre. Yo sospecho que con su oposición Sol-Saturno, Osear no llegó en realidad a tener una visión clara y consciente de su padre, sino que lo veía más bien a través de una lente brumosa sin foco definido. Es probable que el padre interiorizara su propio poder, sacrificándolo en aras de una madre más extravertida y franca. Osear respondió a un nivel de autoridad mucho más elevado, divinamente dispuesto, el de la ima�en de un padre celestial. El dice que de niño fue siempre muy fácil de «manejar», que res­ pondía bien a la autoridad, sin cuestionarla nunca, y que generalmente se comportaba de un modo pasivo. En la escuela empezó a demostrar una notable sensibilidad para las artes creativas y estudió literatura y 1. Reinhold Ebertin, The Combination of .. , ob. cit. (véase p. 241, nota 5), pp. 206-207.

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música tal como se le exigía. A los 11 años, empezó a desarrollar sus propias ideas y a escribir. El primer aspecto importante que formó su Sol progresado fue, a los 11 años, una cuadratura con su U rano estacionario, seguida por la opo­ sición del Sol progresado con el Marte progresado a los 12. La combi­ nación de estos dos aspectos solares progresados es explosiva y está al­ tamente cargada de libertad. El descubrimiento de su sexualidad y la liberación de su fuerza creativa fueron los puntos culminantes de esos años, ilustrados de un modo explícito por la ruptura de su caparazón (el Sol progresado en el punto medio de Saturno y Neptuno, en cuadratura con el U rano natal retrógrado) y la catálisis de sus visiones interiores al escribir su primera obra teatral en 1962. La oposición del Sol progre­ sado con el Marte retrógrado progresado (al llegar a la pubertad e ini­ ciar su actividad sexual) es una prefiguración de la posterior oposición del Sol progresado con el Marte natal, a los 17 años. Es decir que a los 12 años Osear estaba totalmente comprometido con su sexualidad, y sabía que era homosexual. Fue algo muy secreto que los maestros de la escuela -pequeña y exclusiva como era- no llega­ ron a conocer, pero que, como decía Osear, entre los muchachos era un «asunto de familia». El latente Marte retrógrado fue activado por su primer aspecto con el Sol, permitiendo que Osear tuviera una plena vi­ vencia de sus pasiones, pero también liberó en él la simiente creativa y lo encauzó por la senda de lo que terminaría por ser su profesión. La oposición Sol-Saturno va de Piscis a Virgo, y mantiene el tema religioso arquetípico fijado en las casas tres y nueve, en donde Osear, escribiendo y haciendo música, encontraba la expresión creativa de sus visiones interiores, sus armonías y sus sueños. Nunca fue capaz de ma­ nejar la ocasional furia involuntaria que induce Marte retrógrado, ni siquiera ahora, ya que no admite otra solución que interiorizarla o proyectarla. Sin embargo, con frecuencia una fantasía intensa y una ac­ tividad ritualista atemperan la impotencia de Marte retrógrado. La ma­ nifestación de la escisión entre Marte y Saturno es clásica. Osear era obediente, subordinaba sus propias necesidades a las exigencias o las expectativas de la autoridad, ya fuera ésta la de sus padres, la de la Igle­ sia o la de sus maestros en la escuela. Hasta más adelante en su vida no tuvo la menor conciencia de tales sentimientos. Saturno le proporcio­ naba un sólido contenedor para su visión onírica del Sol, pero hasta mucho después en la vida no le ofreció un vehículo para la expresión de su yo. El siguiente aspecto importante fue, a los 17 años, la oposición del Sol progresado con el Marte natal. Entonces ya estaba muy claro el ex­ traordinario talento de Osear y su motivación creativa, de modo que 306

sus padres sintieron que le haría bien dominar a fondo algún otro idioma y, haciendo un gran sacrificio, lo enviaron a París a estudiar en la Sorbona. A esta edad, Osear ya se estaba dando cuenta de su tenden­ cia a aceptar pasivamente la autoridad. Sin embargo, tenía una aguda conciencia de los bondadosos motivos de sus padres y de lo que desea­ ban para él, y desoyendo su voz interior, dejó que lo enviaran a París. Describe los nueve meses que siguieron como un verdadero infierno. Se sentía solo, padecía insomnio, era desesperadamente desdichado y ter­ minó por enfermar. Su cuerpo, caja de resonancia natural de sus pertur­ baciones psíquicas y sus trastornos emocionales, dio la señal de una situación emocional desesperada: con el yo (el Sol) frágilmente conte­ nido, se vio abrumado por el poder de Saturno en Virgo en la casa nueve. Saturno en esta casa indica una conciencia intrínseca de lo deci­ sivo de la autoridad divina, como si todas las figuras saturninas pudie­ ran ser dios. Mientras no se produce un cierto grado de autodesarrollo, un Saturno como éste es criticón y opresivo, y confina al yo, todavía no formado y manejable, en una rígida jaula de reglas y reglamentaciones estipuladas por una autoridad indiferenciada y tácita. Además, los años de la oposición del Sol progresado con el Marte natal (1966-1967) estuvieron marcados por los tránsitos de Plutón y Urano en conjunción con el Saturno natal, mientras que en la misma época Saturno transitaba sobre el Sol natal. Por sí solos, estos aspectos podían haber hecho trizas los frágiles límites entre Osear y la autoridad que percibía, así como la tenue frontera entre la parte consciente de su ser y el inconsciente. Osear fue presa de una crisis nerviosa. Somatizó la tristeza que le aplastaba el alma, y su enfermedad fue una de las típi­ cas maneras de manifestar el estrés y la depresión que puede adoptar un tipo Virgo-Piscis. El «doloroso sufrimiento emocional y la gradual declinación del poder» a que hace referencia la conjunción natal de Sa­ turno con el punto medio Neptuno-Plutón se vieron exacerbados por el tránsito de Saturno en Piscis en conjunción con el Sol y el tránsito de Urano y Plutón en Virgo instalados sobre ese punto medio Saturno­ Neptuno-Plutón durante aproximadamente dos años. Su contacto Sol-Neptuno-Plutón, su «físico delicado» y su «predis­ posición a las influencias externas» en unión con una vida interior pro­ fundamente espiritual y sentimental, fueron liberando toda la furia re­ primida e interiorizada en el Marte natal retrógrado, a través de la decisiva oposición progresada del Sol con el Marte natal. Los síntomas agudos exteriorizaban lo que Osear no era capaz de expresar en pala­ bras. La enfermedad -en buena medida una reacción psicosomática al hecho de haber sido sepultado contra su voluntad- iba paralela con la 307

progresión Sol-Marte. La psique de Osear se rebelaba no sólo contra las autoridades externas, sino también contra su propia incapacidad para hacer valer sus necesidades. Lo enviaron de vuelta a casa, enfermo y postrado en cama. Por debajo de la manifestación obvia, algo más es­ taba creciendo: las fuerzas de las sombras del colectivo empezaban a reunirse en el limbo de la conciencia, en espera de ser liberadas casi veinte años más tarde. Osear se recuperó, fue a la universidad, estudió filología inglesa y se graduó. A los 27 años, su vocación y su trabajo estaban bien estableci­ dos, pero se produjo un avance decisivo cuando lo invitaron a presen­ tar una obra en un importante festival de teatro en Europa. Durante el año en que conoció a la gente que organizaba el festival, el Sol progre­ sado había llegado al Imum Coeli de su carta, oponiéndose a su Nep­ tuno natal retrógrado en la décima casa y formando un trígono con el Plutón natal retrógrado en la octava. El bloqueo de la decisión infun­ dido por el yod (el dedo de Dios) natal finalmente se rompió: Osear había encontrado un canal para su Sol y un «hogar» para su obra. Nep­ tuno es el planeta de más importancia en este yod por lo que se refiere al yo, porque el Sol está en su domicilio, Piscis: Osear exteriorizó sus fantasías y su mundo onírico a través de la décima casa por el canal principal de la oposición. El Sol progresado en oposición con Neptuno podría haber significado fácilmente una época de dilapidación y disipa­ ción, o de invasión inadvertida de las fuerzas psíquicas del colectivo, pero fue canalizado por medio de su creativo trígono con Plutón. (Véase el yod solar en la pág. 161 ). Aunque su trabajo había sido aclamado internacionalmente desde 1974, cuando tenía 24 años, Osear recuerda el festival como el mo­ mento en que de verdad se estableció en una seguridad madura. Este importante aspecto le dio poder e influencia, así como la oportunidad de afectar a las masas, en vez de limitarse a ser pasivo. Sus sentimien­ tos de confianza se afirmaron ese año, y desde entonces ha presentado obras varias veces en el mismo festival. Lo más importante, sin em­ bargo, es que estableció una profunda amistad con los directores, uno de los cuales, sin saberlo, tuvo un importante papel en el hecho de que Osear reconociera su obsesión por el orden y la limpieza. La progresión del Sol hasta oponerse con el Neptuno natal permitió el nacimiento de la semilla encerrada en el quincuncio natal con el que había estado lu­ chando; el trígono simultáneo del Sol con Plutón en la casa ocho le abrió una puerta más. Su yo en desarrollo -el Sol progresado- había capturado al escurridizo Neptuno, conteniéndolo en una confrontación directa, mientras que el trígono con Plutón le permitía expresar en tér­ minos concretos su mundo onírico interior. 308

En ese mismo período, tuvo su primera relación auténtica, y aunque nunca se había sentido desdichado por ser homosexual, ni oprimido, culpable o reservado con respecto a su sexualidad, jamás había tenido una relación amorosa hecha y derecha, de igual a igual. La relación se prolongó durante tres años, de los 26 a los 29, y fue una hermosa expe­ riencia, que le abrió las puertas, hasta entonces cerradas, de la relación emocional. Su Plutón natal retrógrado en la casa ocho se liberó, y Osear encontró a su pareja, tanto en el nivel emocional como en el sexual y el intelectual. Cuando el Sol progresado formó una conjunción con el Imum Coeli, Osear se afirmó. En su carta no hay más tierra que Saturno en Virgo, que al estar retrógrado, no le ofreció la contención tradicional que suele brindar este planeta, sino que, por una parte, erigió barreras extremas entre los impulsos inconscientes que empezaban a aflorar y su capaci­ dad para canalizarlos poco a poco, y por otra debilitó los límites entre él y cualquiera a quien percibiera como autoridad, dificultándole la po­ sibilidad de verse a sí mismo como una autoridad, como un artista au­ téntico. Pero gracias a su relación privada y la fama internacional que alcanzaron sus visiones interiores, consiguió construirse la base que hasta entonces le había faltado. Durante su retomo de Saturno, cuando tenía 29 años, su amante se fue a otro país: una separación triste, pero necesaria. Cuando cumplió los 30, conoció al hombre que durante seis años sería su principal rela­ ción y que había de morir de sida en 1986, el mismo año en que el pro­ pio Osear descubrió que era seropositivo. Cuando acudió a su entrevista conmigo, iba vestido de los pies a la cabeza con piel negra. Llevaba la cabeza afeitada, era bien parecido y daba la impresión de ser una persona muy vital y de carácter abierto. Inmediatemente percibí una escisión: el niño del coro se me presentaba con atuendo de skinhead; el místico, el visionario, el salvador, venía vestido para matar. Fue directo al punto que esperaba aclarar por medio del horóscopo. Era seropositivo, se estaba debilitanto, el plazo de vida que le quedaba era incierto, y cada vez le preocupaba más cierta actitud suya, un ímpetu instintivo que había surgido después de la muerte de su pareja, y que ocupaba ya exactamente la mitad -la mitad secreta- de su vida. Como sentía que no iba a llegar a los 72,6 años que eran la esperanza de vida según las estadísticas, quería hablar con franqueza de la situación para entenderla mejor. Parece que cuando murió su pareja, Osear se sintió misteriosamente forzado a afeitarse la cabeza. Pronto descubrió que se estaba acercando a los skinheads en serio, a los de la variedad dura, racista, violenta y or­ ganizada, no a los que se lo tomaban como una moda. Para su propio 309

asombro, no sólo se identificaba con ellos: era uno de ellos. Durante el día, para su compañía teatral, era una figura paterna extravertida, que se codeaba con todas las autoridades que tenían que ver con las artes. Sonriente, abierto, espiritual, auténticamente protector, pendiente de los demás y muy disciplinado, ese mismo Osear que gustaba a todo el mundo se convertía de noche en un hombre obsesionado por los estalli­ dos de violencia racial. Con sus planetas personales en el hemisferio nocturno, en oposición con los planetas exteriores en el hemisferio diurno, la escisión entre su vida consciente y sus contenidos incons­ cientes estaba empezando a aflorar. Aunque admite que está de un modo instintivo implicado como participante activo en un movimiento de extremo racismo, Osear sabe, intelectualmente, que eso es censurable. En su nivel consciente, se da perfecta cuenta de la dicotomía, y su propósito al acudir a la consulta era ver si por medio del horóscopo se podía explicar algo, y vio que su carta natal era un reflejo perfecto de su estado interior. Todos los pla­ netas exteriores, además de Marte y Saturno, están segregados en el he­ misferio; en realidad, si se considera que Neptuno está en conjunción con el Medio Cielo, todos se encuentran aislados en el cuadrante de la relación con los demás. Esto los hace accesibles como canales para la energía del colectivo, pero su despertar a la expresión consciente exige madurez, experiencia y años. Con la Luna en la casa doce, Osear también está conectado visce­ ral y emocionalmente con el inconsciente colectivo, con la matriz de la humanidad y todo su potencial. El hecho de que la Luna esté en Sagi­ tario, en sextil con Venus, indica la capacidad positiva de nutrirse de la fuente del colectivo y fundirla con una profundidad emocional y espiritual auténtica. La armonía entre la Luna y Venus ofrece un anima tranquila y desprendida, pero inspirada, una Musa que le dic­ ta las palabras, los sonidos y las vibraciones que infunde en su obra. El lado oscuro de su Luna en Sagitario en la casa doce lleva en sí un todavía no nacido complejo de Zeus: un tono moral elevado, que en unión de Saturno en la novena, a su debido tiempo debe salir a la luz bajo la forma de un sistema de creencias, una filosofía o un código ético. Marte retrógrado es la señal de un revolucionario, de la instigación de la revolución, no del orden establecido una vez finalizada ésta. Re­ coge la furia indiferenciada de los sometidos y humillados, y no para hasta que toma forma, hasta que nace como algo que facilita la necesi­ dad del individuo de ser superior y dominante. Su función retrógrada es la de ser una canalización para las necesidades inconscientes de su­ premacía. En la novena casa, ha de encontrar un sistema por medio del 310

cual esa rabia global pueda mitigarse; si no lo hay, entonces el indivi­ duo debe crearse una religión en torno de ella. Lo que sigue son aspectos específicos que se relacionan con el fenó­ meno de los múltiples planetas retrógrados, y los uso para ilustrar cómo funciona, no a manera de una guía para la interpretación. Saturno retrógrado: recoge la sombra del grupo; la necesidad de una disciplina ritualista y de un liderazgo autoritario; en la casa nueve, ne­ cesita encontrar la autenticidad a través de causas sociales o religio­ sas. Neptuno retrógrado: en la décima casa, acumula dolor, veneno y an­ gustia, así como el encanto y las fantasías del colectivo; además, facilita el desprendimiento del dolor, el sufrimiento y la pérdida, que da mar­ gen a una objetivación de los problemas arquetípicos comunes a todos los individuos, pero que son experimentados de maneras personales, ya sea como enfermedad, pérdida de la inocencia, sueños de estados edé­ nicos, relaciones románticas... El nativo, o bien su trabajo, se convierte en una pantalla para la proyección colectiva. Urano en estación directa: se estremece de tensión, a la espera de una liberación a través de la conciencia, que se manifiesta más o menos al año de la cuadratura del Sol progresado con él. El hecho de que esté en la casa siete indica la necesidad de relaciones de persona a persona que funcionen a manera de un espejo en el que Osear pueda entender más de sí mismo como individuo. Individuación mediante el experi­ mento y la intimidad. Plutón retrógrado: alineado de un modo instintivo con Hades, el guardián de los muertos; fundamentalmente existencial, está ávido del conocimiento del te/os -el fin- de la vida; atraído por los poderes esen­ ciales, los de eros y thanatos; en la octava casa, el nativo se siente a gusto con lo que otros consideran morboso, malsano y peligroso. Una síntesis de las interpretaciones individuales que anteceden po­ dría ser más o menos la siguiente: El proceso de alcanzar la contención que se deriva de un yo fuerte requerirá un tiempo en el que Osear estará envuelto en la matriz del in­ consciente colectivo, en donde recibirá materiales indiferenciados, pri­ mitivos y muy humanos, pero inconscientes. En el curso de su surgi­ miento de esta «segunda matriz» (una experiencia común para quienes tienen más de cuatro planetas superiores retrógrados) se enfrentará con vivencias extremas que le impondrán de un modo brutal la percepción consciente de su conexión irrevocable no sólo con su inconsciente per­ sonal, sino también con el colectivo. Mientras no alcance cierto nivel de madurez, y mientras el movimiento solar progresado desencadena los cambios progresivos en el tono de cada planeta retrógrado, es pro311

bable que encuentre que el mundo exterior es ajeno a su vivencia inte­ rior de él. Deberá soportar períodos de alteración radical de la percepción a fin de facilitar lo que siente como su «destino». En repetidas ocasiones, necesitará darse a luz a sí mismo. Aunque sentirá la totalidad de su vida como una incubación de algo más grande, sólo podrá realizar ese destino en una búsqueda continua del aprendizaje, y experimentando los aspectos de su naturaleza socialmente inaceptables, es decir, la som­ bra del colectivo. El Sí mismo, en su interés de alcanzar la «integridad», le exigirá que corra el riesgo de dejar al descubierto lo más vulnerable de su forma­ ción de clase media y religión ortodoxa. Y si no asume todo esto para examinarlo conscientemente, su yo podría ser absorbido por ello, y Osear entonces se identificaría con su lado de sombra, y sería incapaz de separarse de la psicología de la masa. Él es consciente de la escisión, y está intelectualmente fascinado por lo que le sucede en el nivel instin­ tivo: realmente siente un odio y un rechazo viscerales hacia los negros, y sin embargo, su mente sabe que eso es sólo un aspecto de la totalidad de su ser. Es posible estar a caballo entre dos mundos, con un pie en la reali­ dad consensual y el otro en la realidad individual. Con el Sol empla­ zado precisamente en el punto focal de Neptuno y Plutón, e inmovi­ lizado por Saturno, es muy probable que llegue a encontrarse en tan precaria posición. Pero, ¿por qué, cuando el horóscopo podría ser fácil­ mente el de alguien con un yo infantil, una identidad borrosa, que va flotando por la vida en una bruma, temeroso y fóbico hasta el punto de ser incapaz de arreglárselas ni en lo más elemental? El amigo que Osear conoció el año en que el Sol progresado formó una oposición con Neptuno y un trígono con Plutón, fue sin darse cuenta el partero de un aspecto de la psique de Osear que había perma­ necido latente: la obsesión por la limpieza y el orden típica de Saturno en Virgo. Era el reflejo de su terror del caos: el caos de lo colectivo que debe encontrar un contenedor firme. Mientras decoraban su aparta­ mento, su amigo decidió que una habitación blanca y desnuda, sin nada más que un escritorio, sería la adecuada para Osear. En realidad, tras haber visto la habitación y vivido durante un tiempo en ella, Osear se dio cuenta de que parte de su Sí mismo era esa habitación. En su interés por alcanzar la unidad, el Sí mismo nos exige que ex­ ploremos tantas opciones como podamos, y en la transición de la mitad de la vida, la «vida no vivida» se abre paso a martillazos hasta la con­ ciencia, reclamando un tiempo igual. Pero el tiempo de Osear es limi­ tado, y probablemente no llegará a ver culminar su vida hasta lo que se 312

suele llamar «la plenitud». Su vida plena podría ser ahora. En lo más profundo de sí mismo, él lo sabe, sabe que debe alcanzar la madurez y la plenitud con rapidez, y que debe lograr su objetivo. La mitad de su vida está estrechamente vinculada con la madurez y la vejez. El hecho es que la gente que no tiene una enfermedad terminal o no es seropositiva vive en un estado de negación de la muerte: algún día llegará, pero no se sabe cuándo. Los que se enfrentan con un plazo co­ nocido tienen una vivencia psicológica peculiar. En términos generales, su conocimiento consciente de la inminencia de la muerte acelera el misterioso proceso del Sí mismo y su desarrollo evolutivo natural. Es menos probable que permanezcan reprimidos ciertos aspectos de la na­ turaleza, que emergen rápidamente para ser integrados con no menor rapidez. En las diversas etapas, el paciente de sida llega a un acuerdo con las facetas no integradas de su naturaleza; es frecuente que en cues­ tión de meses procese vivencias psicológicas muy profundas, cuya asi­ milación podría llevar años en una persona que no padece una enfer­ medad terminal. La sombra emerge, como también lo divino, cuando el alma se prepara para liberarse de su carga. La aparición de un aspecto radical que ha permanecido latente en lo más resistente de la psique puede producirse en cualquier momento de la vida, pero se impondrá por la fuerza a la mente consciente a medida que el nativo se acerca paso a paso a la muerte. La generación que tiene a Plutón en Leo experimenta la cuadratura de Plutón consigo mismo más pronto que otras generaciones: para ellos, se produce alrededor de los 40 años. Plutón en cuadratura con Plutón significa una honda conciencia de la muerte, y muchas personas sufren una profunda muerte psicológica cuando tienen la experiencia de este aspecto generacional. La cuadratura de Plutón consigo mismo en la carta de Osear desencadenó su deseo de entender lo que su psique le estaba instando a desarrollar mediante la influencia de la proyección de la sombra. La ideología y la política de los skinheads desempeña una función en la sociedad, una función muy necesaria. Son los que congregan todo el lado obsceno y repugnante de la cultura blanca, actuando como vál­ vula de escape para los aspectos más oscuros de la brigada «del amor y la luz», de quienes no están en contacto con su sombra, sino que la reprimen, de modo que se exterioriza en ciertos segmentos de la socie­ dad que disfrutan con creces al encargarse de expresarla. La sombra del grupo no es ajena al mito ni a la historia: el Satán bíblico es la sombra de Dios; siempre hay un canal para la expresión de lo que no se puede nombrar. Tengo la sensación de que, al emerger bajo la forma de una sombra 313

colectiva, la sombra del propio Osear cumple la función de hacerle tomar conciencia de hasta qué punto ha suprimido una furia básica. El hecho de que emerja en un contexto racial no es más que un disfraz. In­ sisto en que, en interés de su integridad, Osear necesita tener contacto y mantener un diálogo con el elemento saturnino-plutoniano. Que el diá­ logo esté abierto y sea consciente es precisamente lo que postulaba Jung, que tenía una gran fe en el lado positivo de la sombra: El proceso de individuación se inicia invariablemente por la toma de conciencia de la sombra -un componente de la personalidad que en gene­ ral es de signo negativo- por parte del paciente. Esta personalidad «infe­ rior» se compone de todo aquello que no quiere coincidir con las leyes y las normas de la vida consciente, ni adaptarse a ellas. 2

Evidentemente, si Osear iniciara una de sus obras con una diatriba contra esos «negros inmundos» se plantearía un problema. Sin em­ bargo, en su psique hay un lugar para este arquetipo, y una función para él en la sociedad. Jung estaba seguro de que al encarar el lado oscuro de nuestra pro­ pia naturaleza, comprometernos con él e integrarlo, nos hacemos un servicio a nosotros mismos y al colectivo. En caso contrario, esa oscuri­ dad se adueña de nosotros y nos convierte en víctimas de la enferme­ dad, la histeria y los ataques de fobia, entre otras cosas. Gran parte del trabajo de Jung sobre la sombra nació de su propia lucha espiritual a brazo partido, concretamente dentro del cristianismo. El eje Piscis­ Virgo en la carta de Osear, especialmente desde la polaridad entre la casa tres y la nueve, sugiere que él está congregando una sombra reli­ giosa, bastante fuertemente identificada con el sufrimiento de Cristo (los peces), que nació de una Virgen (Virgo). En cuanto totalidad, el Sí mismo es siempre, por definición, una comple­ xio oppositorum, y cuanto más insiste la conciencia en su propia natura­ leza luminosa y afirma su pretensión de autoridad moral, tanto más se mostrará el Sí mismo como algo oscuro y amenazante. 3

Saturno en la novena casa es un símbolo de un dios del Antiguo Tes­ tamento que habita en la mente superior -toda reglas y sin misericordia alguna-, un tirano celestial y dogmático que desafía a todo aquello que el individuo sueña con ser. En la carta de Osear, el Sol en Piscis en la 2. Carl Jung, Collected Works, Princeton Univcrsity Press, 1969, Bollingcn Se­ ries, vol. 2, párrafo 292. 3. lbíd., párrafo 719.

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tercera casa en oposición con Saturno en Virgo en la novena es la ima­ gen del alma sepultada en el cuerpo, como símbolo de que el cuerpo y su vileza son intrínsecamente impuros, mientras que el espíritu es ele­ vado y puro. El hecho de que en la misma época en que él tomó con­ ciencia de que la función de la sombra pugnaba por expresarse, su cuerpo fuera invadido por un virus colectivo, mortífero y que no discri­ mina, está gritando precisamente lo obvio: que el templo de su alma se había convertido en una tumba, y se había liberado el lado oscuro del espíritu santo. La metáfora cristiana presenta a todos los negros como descendentes de Caín, relegados al continente negro; son un símbolo ar­ quetípico personificado de la sombra no realizada del colectivo caucá­ sico. Hablar de la integración de la sombra puede ser presuntuoso, pero por alguna razón misteriosa, parece que de eso se tratara con Osear. Primero, respondió a su sombra por medio de sus amigos de la noche; después actuó sobre ella mediante su propio lado oscuro; en tercer lugar, empezó a pensar de un modo consciente en ella y a reconocer que era «intelectualmente censurable», pero tuvo que aceptar la autentici­ dad de sus orígenes. El paso siguiente es seguir dialogando con ella, es decir, comprometer a otros del mismo grupo colectivo -los skinheads, que probablemente también tengan conciencia de una dicotomía den­ tro de sí mismos- en alguna forma de análisis significativo del fenó­ meno. Una vez alcanzado este nivel del proceso, la presión de lo arque­ típico empieza a ser cada vez menos numinosa, se va normalizando gradualmente y la dicotomía disminuye. No se sabe si seguirá siendo una filosofía activa, pero es menos probable que Osear continúe de­ jando que su sombra lo consuma, y más probable que la comprometa en una actividad creativa. El tema de la obra cuyo estreno tuvo lugar en la época de nuestra primera entrevista era su propio sentimiento de alienación de Dios. Trataba de la oscura lucha por la individuación a partir del páramo existencial, y de la experiencia que un hombre tiene de la cruz de la existencia encarnada.

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La historia de un caso mundano: la sífilis Incluyo esta fascinante carta como un caso mundano en el que pode­ mos ver una clara representación de un Marte aislado retrógrado y de un stellium que incluye a Venus retrógrado en conjunción exacta con Mercurio directo. Esta imagen astrológica fue advertida por los astrólo­ gos del siglo xv, pero que yo sepa, sin que se hiciera mención alguna de los planetas que estaban retrógrados, mientras que se ponía el mayor énfasis en el stellium en Escorpio. La carta de la sífilis está claramente representada en el zodíaco en lo alto del aguafuerte -atribuido a Du­ rero- del sifilítico (fig. 15.1). En el horóscopo (fig. 15.2), he excluido los planetas exteriores, ya que no entraban en los cálculos de los astrólogos, que se alarmaron ante la luna nueva del 19 de octubre de 1484, que completaba el stellium en Escorpio. La faceta más interesante de este horóscopo es el hecho de que tanto Venus como Marte (y sólo ellos) están retrógrados y en recepción mutua, dedicados a una sinuosa danza en los cielos. Conviene que re­ cordemos que la enfermedad venérea lleva ese nombre por Venus; es la «enfermedad del amor». La interacción entre Venus y Marte, la com­ plicidad entre eros (el sexo) y thanatos (la muerte), y la recíproca comu­ nicación entre dos planetas retrógrados implican muchas cosas, pero el hecho de que los astrólogos identificaran el horóscopo de la pintura como la iniciación de la sífilis indica sus temores de una guerra entre Marte y Venus. En diversas épocas a lo largo de la historia social se ha culpado a la sexualidad de contribuir a la creación de enfermedades, no ya del cuerpo, sino del alma, infiriendo que por su causa una plétora de enfermedades y plagas se abate sobre los ciudadanos. En su libro Sex, Death and Punishment [Sexo, muerte y castigo], Ri­ chard Davenport-Hines presenta la crónica de la asombrosa historia de la mojigatería, la represión y la proyección que rodean a la sexualidad 317

Fig. 15.l. Sifilítico, 1496 (reproducido de Richard Davenport-Hines, Se.x, Death and Punishment, Collins, 1990)

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Fig. 15.2. La sífilis

en Inglaterra. El horóscopo es muy verosímil, si se considera que la sífi­ lis campaba por sus fueros ya en 1498. El hecho de que se levantara un horóscopo para la iniciación de una forma de enfermedad epidémica demuestra la natural curiosidad de los astrólogos de todas las épocas y su deseo colectivo de encontrar el momento en que los cielos reflejan un acontecimiento importante sobre la Tierra. Yo encuentro suma­ mente significativa la segregación de Marte de la estructura principal del horóscopo; cuando un planeta superior está retrógrado y aislado, puede congregar las neurosis e incluso las psicosis de la época. Si la con­ f�uración se produce en una carta natal, la carta de un individuo, esa persona puede sacar al planeta retrógrado de su propia psique y proyec­ tarlo en los demás o en una situación social, de modo que el individuo se convierta en un portavoz o una víctima de la psicología del colec­ tivo. En el caso de una carta mundana como la de la sífilis, las implica319

ciones sociales son profundas. El grado de «proyectabilidad» con Marte retrógrado se demuestra en el libro de Davenport-Hines: en un capítulo revelador, explica cómo en general el origen de la sífilis era proyectado en alguna otra cultura. Dice el autor: «Cada nacionalidad echaba a otra la culpa de la epi­ demia, reflejando la rápida internacionalización de su transmisión y la instantánea necesidad de contar con objetos fácilmente identificables para descargar en ellos el miedo y el repudio». 1 En Inglaterra se la llamó «la enfermedad oculta» o «la enfermedad secreta», expresiones que por su discreción son bien reveladoras de la actitud sexual colectiva en aquella época. Otras culturas descargaron su fobia sobre los temibles monstruos de su propia fantasía: los portugueses la llamaban «la enfer­ medad castellana»; los franceses, «la enfermedad italiana o napoli­ tana»; los alemanes, «la enfermedad francesa»; los polacos, «la enfer­ medad alemana»; los rusos, «la enfermedad polaca»; los persas le atribuían un origen turco, y en Tahití era «la enfermedad inglesa». 2 Y podría continuar con la enumeración. La sífilis siempre era atribuida a «algún otro». Junto a los rasgos de la proyección asociados con Marte retrógrado y los poderes de introyección de Venus retrógrado, tenemos también la confabulación de ambos en recepción mutua en los signos de la guerra (Marte en su domicilio en Aries) y el sexo (Venus en su detrimento en Escorpio). La posición de Venus es la de la estrella vespertina, y está en la fase en que la diosa maya del amor se ha metamorfoseado en el dios masculino que se aparea con la diosa del amor del mundo subte­ rráneo, que se queja de su amante demoníaco. En el mundo subterrá­ neo ha habido una experiencia transexual y Venus se somete a misterio­ sos preparativos para volver a emerger, más adelante, como diosa de la guerra. Es el momento de su desquiete, de la forma que a ella le parezca adecuada. También son fascinantes las posiciones de Mercurio y Venus: ambos están en el mismo grado del zodíaco geocéntrico, pero desde un punto de vista heliocéntrico en realidad se encuentran en los lados opuestos del Sol. Venus está entre el Sol y la Tierra, en la zona de retro­ gradación, mientras que Mercurio está directo, y por lo tanto en la zona de conjunción superior en el otro lado del Sol, visto desde la Tierra. La influencia de Mercurio en este caso consiste en convertir una enfer­ medad en una pandemia, es decir, en difundir indiscriminadamente la 1. Richard Davenport-Hines, Sex, Death and Punishment, Collins, Londres, 1990, p. 21. 2. Ibíd.

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afección venusina. El hecho de que ambos planetas se encuentren en el mismo grado zodiacal podría implicar además una influencia de la es­ trella fija Serpentis, emplazada en el «grado maldito del signo maldito» -19º de Escorpio-, allí donde en realidad encontramos a Saturno. La guerra entre Venus y Marte, uno de sus mitológicos amantes, huele a venganza contra una fuerza social, que los astrólogos de la época veían reflejada en los cielos. Actualmente, los astrólogos han identificado el advenimiento del sida con la venganza de Plutón, desco­ nocido en la época del horóscopo de la sífilis. El invisible Plutón estaba a 15 º de Libra en la carta de la sífilis, en recepción mutua con Venus de acuerdo con las regencias modernas (Urano estaba a 22º, 42' de Sagita­ rio, y Neptuno a 10º O l' de Sagitario). Con la entrada de Plutón en Es­ corpio en noviembre de 1983 también nosotros hemos sido testigos del azote de una plaga horrenda sobre la humanidad en forma de muerte sexual, lo que a su vez se ha proyectado sobre diversos grupos minorita­ rios, aunque se haya vuelto rápidamente indiscriminatoria y, sin la menor duda, no esté limitada a <(Otra gente».

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CUARTA PARTE

LOS PLANETAS SUPERIORES RETRÓGRADOS EN TRÁNSITO

16 Una visión general Las épocas de inversión retrógrada son inevitables, necesarias y útiles, aunque a menudo estén cargadas de una tensión subyacente, de una sensación de que «algo tiene que romperse». El orden de las prioridades relacionadas con la casa donde se produce el tránsito retrógrado em­ pieza a desbaratarse, lo que da como resultado una vaga sensación de falsedad, ostentación, caos y desorden. Con frecuencia la gente puede adherirse fielmente a un sistema de valores caduco, por miedo a lo nuevo o desconocido, o simplemente porque en ese momento no re­ sulta práctico alterar de un modo radical las circunstancias. Aun cuando no seamos culpables de engaño consciente, es probable que no­ sotros mismos nos engañemos sobre lo que sentimos o necesitamos. Que la reflexión tome un curso extremo o sutil viene determinado en gran parte por factores diferentes de la retrogresión por sí sola. Si hay planetas natales que en el transcurso del ciclo han de formar una conjunción, una cuadratura o una oposición con el planeta retró­ grado en tránsito, la actividad consiguiente se pondrá más de mani­ fiesto que si no hay planetas en la casa, o los que hay no han de formar ningún aspecto en el curso del ciclo retrógrado. Sin embargo, esta úl­ tima circunstancia sería excepcional, especialmente en los tránsitos de Mercurio, Venus y Marte, porque los ciclos de estos planetas cubren aproximadamente 15 º de arco (y el de Júpiter 10º) en el curso de todo el período de retrogresión. Por lo tanto, es muy probable que un planeta retrógrado en tránsito forme por lo menos un aspecto menor con un planeta natal, o afecte a las estructuras de puntos medios. Los planetas retrógrados en tránsito que hagan contacto con puntos medios o configuraciones de puntos medios suavizarán problemas complejos y abrirán una nueva dimensión interior. Con frecuencia, estos tránsitos crean confusión porque el nativo puede realizar una 325

nueva evaluación de las polaridades o combinaciones planetarias que todavía no ha integrado. El tránsito en aspecto con un planeta que está en el punto focal de una configuración de puntos medios podría con­ fundir más a la persona, porque siempre hay un desequilibrio natural entre las polaridades o las combinaciones, en el sentido de que en gene­ ral las partes aisladas dentro de la totalidad del cuadro están resaltadas, dejando que otras partes «descansen» hasta que algo las active. El pla­ neta retrógrado en tránsito habrá pasado sobre el punto medio en mo­ vimiento directo en algún momento anterior, abriendo la puerta a la fu­ sión de las energías, pero el tránsito retrógrado libera la información o el conocimiento de una manera caótica. Por lo tanto, en el primer «im­ pacto» se insinuará lo que se va a desintegrar durante la retrogresión. Para el tránsito siguiente -en movimiento directo- queda volver a construir lo que se ha desintegrado. Con los planetas a partir de Saturno, completar el proceso de reestructuración puede requerir meses. Como cada planeta en tránsito está contenido por su propio ciclo y su período de retrogresión, se producen ciclos previsibles que afectan de una forma evolutiva a las diferentes áreas de nuestra vida. Este mo­ vimiento regular es más útil para la consideración de los ciclos de evo­ lución larga, que forman el «telón de fondo» de los altibajos más mun­ danos de la vida cotidiana. Entre dos conjunciones sucesivas del Sol con un planeta superior, hay períodos de movimiento directo y retrógrado. Dane Rudhyar vio la conjunción del Sol y el planeta exterior como el período de la «si­ miente» o fase «nueva», donde se inicia un ciclo de actividad, que se va modificando desde la estación retrógrada hasta la oposición del Sol con el planeta retrógrado exterior. En la mitad del ciclo, en el punto de opo­ sición solar, cuando el Sol empieza a alejarse de la oposición y a avan­ zar hacia la conjunción siguiente -la fase «llena»-, se produce un cam­ bio. El período entre la oposición y la estación directa tiene sus propias características. Entonces, a partir de la estación directa, la fase continúa hasta la conjunción. Con la única excepción de Marte, la retrogresión es un ciclo anual para todos los planetas superiores, y el enfoque cíclico es una manera fructífera de enfrentarse con los planetas retrógrados y con la influencia que ejercen en la vida interior de los individuos y el mundo externo que los rodea. (Véase fig. 1.3, pág. 32). El ciclo retrógrado como tal está marcado por dos aspectos entre el Sol y el planeta superior: el primero es el trígono poco después de que el planeta se estacione y se vuelva retrógrado, y el segundo es el trí­ gono justo antes de que el planeta se estacione para volverse directo. (Véase en el cap. 1 el número de días antes y después de la estación en 326

que el Sol forma un trígono con el planeta superior. Obsérvese, insisto, que Marte es la única excepción a esta regla.) El período retrógrado va desde el trígono derecho estacionario retrógrado (separándose de la conjunción y avanzando hacia el punto de oposición) hasta el trígono izquierdo estacionario retrógrado (separándose del punto de oposi­ ción), y dura aproximadamente dos meses para Marte, cuatro meses para Júpiter, cuatro meses y medio para Saturno, y cinco meses para los planetas exteriores. El enfoque cíclico y «orientado a las fases» del movimiento planeta­ rio es especialmente valioso cuando se lo aplica a la retrogresión, por­ que es un punto de vista evolutivo a partir del cual se ve al Sol y a los planetas en relación recíproca y no como elementos discontinuos y ais­ lados. El hecho de considerar que los planetas retrógrados lo son sólo debido a su relación con el Sol puede que sea la única manera de con­ templar la retrogresión y sus pautas en constante evolución. Bajo esta luz vemos con más claridad que el movimiento del planeta retrógrado en su ciclo se ajusta a una ondulación rítmica de dos pasos hacia ade­ lante y uno hacia atrás, que tiende a ser característica de las pautas de crecimiento. Con este propósito, adjunto aquí la efemérides gráfica (fig. 16.1, en la p. 328) para todos los planetas superiores, y en la página 378 sólo la de los planetas exteriores. La efemérides gráfica representa el «gran cuadro» para uno o varios años. Los 360º del zodíaco están condensa­ dos en 45 º, lo que ilustra mejor el movimiento «hacia adelante» y «hacia atrás». Esencialmente, la efemérides gráfica de 45 º magnifica la senda del movimiento aparente porque el eje vertical de 45 º en el dia­ grama es proporcional al círculo de 360º a razón de 1 :8. 2 El movimiento directo está representado cuando las líneas planeta­ rias van hacia abajo (aumentando en grados de longitud), y el movi­ miento retrógrado cuando van hacia arriba (disminuyendo en longi­ tud). Las estaciones (retrógrada y directa) están representadas en la curva de las líneas tal como muestra el diagrama. Sin perder de vista esto, vamos a explorar los principales puntos de­ cisivos del tránsito retrógrado: la estación retrógrada; el subsiguiente trígono del Sol con el planeta retrógrado; el punto de oposición del Sol y el planeta; el trígono del Sol con el planeta retrógrado antes de la esta1

1. Dane Rudhyar y Leyla Rael, Astrological Aspects... , ob. cit. (véase p. 81, nota 16), cap. 4. En este capítulo los autores defienden concisamente la aplicación del en­ foque orientado al proceso para la retrogresión tanto de los planetas inferiores como de los superiores. 2. Efemérides gráficas de Astrolabe IK, Roy Gillett Consultants.

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Efemérides de 45° - Del 1 de enero de 1990 al 3 de enero de 1991

O5

10 15 20 25 30 35-

\

40 45 Ene.

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\1

1

\

-d'�--d'�-- Feb. Mar. Abr. May. Jun.

Jul.

Ago.

Sep.

Oct.

Nov.

Dic.

Fig. 16.1. Representación gráfica de un año de los planetas superiores incluyendo a Quirón

Ene.

ción directa, y la estación directa. La oposición marca el punto medio del ciclo, dividiendo el período retrógrado en dos fases: l. De la estación retrógrada a la oposición con el Sol. 11. De la oposición con el Sol a la estación directa. FASE I: REACCIÓN INCONSCIENTE Y DESINTEGRACIÓN

La estación retrógrada está marcada por un sutil retraimiento de la energía manifiesta y una inversión o anulación del poder directamente relacionado con el planeta en el punto de la estación. Anuncia un cam­ bio completo del impulso, que resurge de otro modo en el punto de la estación directa, cuando el Sol sale de la zona de oposición y se reanuda el movimiento directo. El día real de la estación es técnicamente el punto decisivo del cam­ bio de movimiento del planeta, de directo a retrógrado, pero el planeta permanece dentro de un orbe de 1 º de su estación durante aproximada­ mente tres semanas antes o después del punto de la estación. De hecho, el proceso de la estación de un planeta superior se prolonga durante casi seis semanas. Con frecuencia, el procedimiento de reducción de la velocidad, estación y retrogresión va marcado por acontecimientos o cambios en los estados anímicos. Raras veces el día mismo de la esta­ ción, pero a menudo dentro de una semana antes o después de ella, se da un notable cambio en las pautas de energía, psicológica y física­ mente. Tanto la semana anterior a la estación como la siguiente pueden no coincidir necesariamente con acontecimientos notables, a menos que el planeta que se estaciona esté en contacto con un punto sensible del horóscopo por mediación de un aspecto mayor, como una conjun­ ción, un sextil, un trígono, una cuadratura o una oposición; además, los ángulos «difíciles» -conjunción, cuadratura y oposición- son más ma­ nifiestamente obvios que los trígonos o los sextiles. Si hay contacto di­ recto con los planetas natales, es probable que el proceso no se mani­ fieste hasta que el ciclo retrógrado se complete y el planeta se haya vuelto directo. En el caso de los planetas exteriores, puede ser que la to­ talidad del proceso de incorporación e integración de una secuencia de ciclos retrógrados en la conciencia se prolongue durante años. La estación retrógrada inicia un proceso de reversión y reacción, con frecuencia señalado inicialmente por la confusión y el caos, seguidos por una interrupción de la actividad. La reducción de la velocidad y la de­ tención (aparentes) del planeta superior evocan la imagen de un tren

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en desaceleración: la máquina va deteniéndose lentamente mientras todos los vagones van chocando entre sí, lo cual, a medida que el tren en su totalidad se detiene, crea un cese rítmico y gradual, y sin embargo absoluto, del movimiento. Después de los golpes, las maniobras y el es­ trépito, se produce un silencio ensordecedor. Un estremecimiento conmueve los cimientos de la psique, aflojando contenidos que están profundamente sumergidos y son inaccesibles a la conciencia. A menudo, el desprendimiento del conocimiento interior no procesado, del material de los niveles más íntimos del inconsciente, provoca los famosos y sorprendentes resultados de la retrogresión. Las partículas de material inconsciente subdesarrollado comienzan a rever­ berar, creando un sentimiento de fluctuación e incertidumbre que debi­ lita la frontera entre los reinos de la conciencia y el inconsciente. De todas maneras, la «frontera» entre lo consciente y lo inconsciente se encuentra en una constante fluctuación: hay puertas que se abren y se cierran, contenidos inconscientes que se vuelven conscientes, y lo que era consciente puede ser reprimido y relegado a un almacén que alberga información innecesaria en un momento, pero que sin embargo puede ser inapreciable en otro. Ambos territorios están protegidos, en ocasio­ nes con la máxima seguridad, otras veces no tanto, cuando los guardia­ nes se duermen o se los puede eliminar o sobornar para que nos dejen pasar. No podemos acceder a las profundidades de nuestro inconsciente mediante métodos conscientes, pero es frecuente que el inconsciente se derrame en la parte consciente de la mente o la inunde. Los tránsitos de los planetas exteriores son célebres porque desbaratan las fronteras y crean accesos entre los dos aspectos de la mente. Cuando se inicia el pe­ ríodo retrógrado, se produce la fisura en el «muro», y durante la fase subsiguiente de retrogresión hay filtraciones de información que poco a poco se van asimilando en el área que llamamos consciente, no tardan en ser integradas y terminan por percibirse como algo completamente có­ modo, hasta convertirse en lo que uno llamaría normal. Una informa­ ción hasta entonces desconocida o inadmisible se convierte de pronto en algo no sólo aceptable, sino indispensable. ¡Lo que era imposible se vuelve posible, y sentimientos, actitudes, estados de ánimo y conceptos que antes no eran conscientes pueden pasar súbitamente a formar parte del orden del día! La asimilación consciente de las emisiones espontá­ neas de la parte inconsciente de la mente es lo que provoca la conmo­ ción. El yo actúa como una «sala de informes» en el que se cuestiona toda la información que entra, para negarle el acceso o para transfor­ marla de inmediato en algo reconocible y útil. Ante el «impacto» inicial, el yo reacciona tratando de contrarrestar la oscilación; más tarde, la totalidad del ciclo retrógrado se centra alre330

dedor del sistema intentando corregirlo. La resistencia al proceso de in­ versión, contemplación y reorientación es natural e instintiva; frecuen­ temente se da de forma inadvertida en el ámbito consciente de la vida cotidiana, excepto en síntomas como la angustia, la enfermedad, el miedo, la tensión o la sobreexcitación. Sin embargo, es frecuente que nos demos cuenta retrospectivamente de la efectividad del ciclo, cuando recordamos el tránsito como el instigador de una modificación importante de la percepción o de un cambio de vida significativo. Como la estación retrógrada no hace más que iniciar la desorganiza­ ción, pero sin completar nada, esto suscita (en el mejor de los casos) un sentimiento de insatisfacción y suspensión, o (en el peor) un caos abso­ luto. La estación retrógrada va acompañada de una atmósfera de confu­ sión, introspección y súbita ambivalencia con respecto a una cuestión o situación que hasta entonces había sido perfecta. Estos enfrentamientos con lo inoportuno pueden ser internos, o experimentarse en el entorno cuando se producen de repente cambios totales o acontecimientos que nos hacen cambiar bruscamente de política, creando una oportunidad de reflexionar sobre el significado más profundo de las exigencias de nuestra vida. En el sistema se infiltra un malestar, y el nativo puede sentirse súbi­ tamente enfermo o agotado, incapaz de recurrir a sus habituales reser­ vas de energía. En última instancia, podría utilizar mejor este tiempo permitiendo que funcione el natural ciclo evolutivo de liberación in­ consciente, dejándose llevar por la corriente en cuanto a experimentar percepciones nuevas para que en sus pautas habituales se produzcan cambios evolutivos. La experiencia ha demostrado que durante el pe­ ríodo retrógrado pueden producirse cambios súbitos en el concepto de tiempo del nativo, lo cual da lugar a errores de juicio, retrasos o inepti­ tud en el manejo de las circunstancias, si continúa empeñándose en se­ guir adelante en condiciones arduas. Con independencia del control que crea tener sobre sus propios asuntos en la época de la estación, o de lo estables que le parezcan, en un nivel subterráneo algo se agita. Cuando varios planetas se estacio­ nan al mismo tiempo, o en el término de unas pocas semanas, o cuando un ciclo largo incluye otro breve, como cuando Mercurio o Venus se vuelve retrógrado y luego directo dentro de un ciclo de Saturno, la psi­ que puede paralizarse, creando frustración en cualquier actividad que requiera iniciativa. El principal estado anímico es el de espera, como si algo estuviera a punto de suceder. La insinuación de algo nuevo en el horizonte es real, porque en efecto hay una experiencia nueva al ace­ cho, pero el resultado dependerá en gran medida del planeta implicado 331

y de sus aspectos con la carta natal, así como de otras circunstancias, como la edad, el estilo de vida, los valores, la posición social, los objeti­ vos, las necesidades espirituales, la orientación psicológica y muchos otros factores. El planeta retrógrado como tal no altera sus características, pero nuestra percepción de los rasgos inmutables inherentes al símbolo pla­ netario pasa por una sutil adaptación. Se produce un examen interior en los ámbitos de la vida (las casas) que se van viendo afectados por el tránsito retrógrado. Es inevitable -a veces con resultados sorprenden­ tes- una intensa evaluación de las actividades de la casa en relación con el planeta en tránsito. Por ejemplo, si Marte se estaciona en la casa siete, experimentamos un período de intenso examen de nuestra agresi­ vidad, nuestro impulso y nuestra fuerza vital en la esfera de las relacio­ nes con los demás. Ello podría imponernos una actitud de retraimiento para que observemos dónde proyectamos nuestro poder en las relacio­ nes, creando un espacio para examinar las corrientes subterráneas de cólera o animosidad, o a la inversa, deteniendo el progreso en una rela­ ción hasta que se aireen los conflictos todavía no resueltos en el interlu­ dio entre el movimiento retrógrado y el directo. De modo similar, si Júpiter se estaciona en la cuarta casa, es probable que favorezca un tranquilo retraimiento de cualquier tipo de actividad febril a fin de es­ tablecer un contacto más íntimo con los problemas emocionales centra­ dos en el hogar y la familia, y puede que saque a la luz complejos fami­ liares históricos que están inhibiendo la libertad creativa del nativo. Durante todo el tiempo que Júpiter permanece en retrogresión en la cuarta casa, se efectúa un drenaje del inconsciente para liberar los re­ cuerdos reprimidos o los talentos latentes que pueden llegar a ser útiles una vez pasado el punto de oposición de Júpiter en tránsito con el Sol. Cuando este planeta se vuelve directo, poco a poco se van incorpo­ rando, integrando y empleando conscientemente estos rasgos interiores recién descubiertos. Hay ocasiones en que el período de estación retrógrada se mani­ fiesta en un retraimiento súbito, un cambio total y repentino que alivia las condiciones tensas o peligrosas. Si una situación ha llegado al punto del estallido sin que se atisbe ninguna solución, entonces la estación re­ trógrada puede reducir la tensión que rodea a la experiencia, creando una atmósfera más relajada. La liberación de la tensión deja tiempo para reagrupar los elementos y volver a negociarlos, creando un espacio para un crecimiento y una maduración naturales. Si una carta ha su­ frido el ataque repetido de tránsitos generadores de una gran presión, una estación retrógrada en el momento de la crisis puede mejorar la situación al liberar emocionalmente a la persona para que pueda ex-

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plorar el significado subyacente en esa difícil circunstancia. En el mo­ mento en que el tránsito se repita, meses después, cuando el planeta esté directo, la estructura de los otros tránsitos habrá cambiado, al igual que la perspectiva personal del nativo, abriendo nuevos canales de po­ sibilidad. Poco después de su estación retrógrada, el planeta (a excepción de Marte) forma un trígono con el Sol. Es el trígono estacionario retró­ grado, y con frecuencia el mensaje de la estación es activado por este aspecto solar. El Sol «recoge» la estación y manifiesta su energía, po­ niendo en movimiento el período retrógrado. Este trígono es el punto de transición hacia la plena actividad del ciclo retrógrado; se podría decir que es el punto decisivo consciente, cuando el Sol apoya el movi­ miento y transmite el mensaje retrógrado. El impacto de la estación se asimila y se absorbe rápidamente en el trígono, e inaugura la experien­ cia interior o subterránea. Esto se debe en parte al movimiento acele­ rado del planeta retrógrado después del trígono. El trígono con el Sol es la prefiguración del resultado final de la tota­ lidad del proceso, desde la conjunción hasta la estación directa, de ocho a diez meses más tarde. Si la estación retrógrada se ha producido en as­ pecto con un planeta natal, el trígono del Sol con el planeta estacionario alerta al nativo para que reciba una «lección» o un mensaje determi­ nado, y es el momento en que se manifiestan acontecimientos y realiza­ ciones. El lapso entre la estación retrógrada y la oposición con el Sol es un ciclo anual para la reevaluación de tácticas y técnicas. El proceso forta­ lece la capacidad de la persona para escuchar su voz interior -la voz del Sí mismo más profundo-, que le aporta una mayor conciencia de la continua necesidad de seguir evolucionando en esa precisa área de la experiencia. Como el tiempo que los planetas exteriores pasan en una casa de la carta natal es prolongado, el ciclo retrógrado anual se repetirá durante varios años; quizá los resultados no sean inmediatos ni sor­ prendentes, pero con el tiempo se los nota, en especial retrospectiva­ mente. La medida en que las polaridades psíquicas estén todavía sin in­ tegrar suele hacerse cada vez más obvia durante la primera mitad del ciclo, y los sucesos, las relaciones y los desafíos se acumulan para desta­ car los desequilibrios. Como este período -de la estación a la oposición- es la fase reac­ tiva, un exceso de reacción y la magnificación de las percepciones pue­ den deformar la verdadera situación. Entonces se tiende, como dice el proverbio, a tirar el grano junto con la paja. Si el nativo es consciente de que en última instancia la reacción se resuelve desde una perspectiva más realista, entonces las apariencias exageradas pueden representar, 333

de hecho, una ventaja. En general, hay una pizca de verdad en esta clase de situaciones, y las reacciones dramáticas suelen tener una afini­ dad sorprendente con una nueva visión que aflora después del punto de oposición. El capricho de las etapas finales de esta primera mitad del ciclo re­ trógrado poco a poco comienza a polarizarse, aportando perspectiva a cualquier situación inestable o muy precaria. Con frecuencia, el mejor resultado de la estación retrógrada hasta la fase de la oposición es una forma de estabilidad flexible, donde la confusión se transforma en op­ ciones más nítidas; emergen entonces nuevas opciones y direcciones que son más tangibles que en la fase de la crisis inicial. FASE 11: DELIBERACIÓN CONSCIENTE Y REORGANIZACIÓN

En el horóscopo, en el lado opuesto al del planeta que está en retrogre­ sión, se encuentra el sector en el que el Sol ha de transitar durante la to­ talidad del ciclo retrógrado; estas casas -de tres a cinco- son aquellas en donde puede producirse la frustración más notable. Por lo tanto, es vital fijarse en las casas por las que pasará el Sol en tránsito durante la totalidad del ciclo retrógrado, y sobre todo en la casa desde la cual se opondrá al planeta retrógrado. Esta casa es el contrapunto de la ener­ gía retrógrada, y la posición del Sol es el punto de iluminación de la os­ curidad y la inconsciencia del planeta retrógrado, potencialmente el área en la que se podría llevar a cabo un trabajo más fructífero. El grado en el que se encuentran en oposición el Sol y el planeta re­ trógrado es el momento más importante, en la mitad del ciclo, del pe­ ríodo retrógrado (véase fig. 1.3, pág. 32). Es entonces cuando el impulso interior hacia el cambio se ve reflejado en el entorno y marca una con­ frontación entre el yo y el inconsciente, haciendo aflorar en la concien­ cia lo que ha sido objeto de cavilación y reflexión. El punto de oposi­ ción no sólo destacará las polaridades de la casa que discrepan o están desequilibradas, sino que aludirá también al lugar donde es más proba­ ble que aparezca el fruto del ciclo. Esto se demostró en los casos presen­ tados en la sección dedicada a los planetas natales retrógrados (tercera parte), donde vimos cómo acontecimientos y puntos decisivos destaca­ ban cuando el Sol progresado alcanzaba el punto de oposición con un planeta natal retrógrado. Los mismos principios son válidos cuando el Sol en tránsito se encuentra con un planeta retrógrado en tránsito en la mitad de su ciclo. 334

La oposición del Sol con el planeta retrógrado marca la fase «llena», el punto de maduración de lo que se ha reflexionado, produciendo una nueva etapa en el proceso. La segunda mitad del ciclo retrógrado ofrece un período de reorientación más deliberado y útil, un tiempo durante el cual el nativo se siente más eficaz y positivo en lo que respecta a des­ pejar el pasado o pasar revista a antiguos materiales. Esta fase suscita mucho menos pánico, muy posiblemente porque la persona se limita a adaptarse a la influencia retrógrada, y puede abandonar su implacable apego a lo absoluto. Poco a poco, las opciones empiezan a materiali­ zarse, y se puede producir una eliminación muy fructíera de lo anti­ cuado u obsoleto. En el caso de los planetas superiores, la oposición entre el Sol y el planeta puede ser un punto de explosión, en especial si la retrogresión ha desenterrado material totalmente inesperado, y para el cual el nativo no se encontraba preparado. La perspectiva que se gana con este en­ frentamiento entre el yo (el Sol) y el planeta interiorizado es de gran importancia, en particular si el grado del eje contacta con un planeta natal. Cuando este punto está en contacto con un grado importante del horóscopo, se precipita un despertar que desbarata pautas y conceptos viejos. Como mínimo, se destaca un punto de separación y desintegra­ ción entre las áreas de las dos casas implicadas. En el caso de los plane­ tas que están más allá de Saturno, esta confrontación se produce anual­ mente durante muchos años, y va progresando poco a poco año tras año a medida que el planeta exterior transita por esa casa. El punto de oposición señala una transición en el ciclo de retrogre­ sión, anunciando una fase más deliberada y organizativa. Los proble­ mas que se ponen de manifiesto en la oposición son una clave para en­ tender con qué tiene que ver la segunda mitad del ciclo. El planeta retrógrado comienza a reducir su velocidad a medida que el Sol avanza, preparándose para la liberación en la estación directa. Justo antes de la estación directa, el Sol forma otro trígono con el planeta que se estaciona, que ahora se está moviendo con mucha lenti­ tud, y como máximo transitará sólo un grado entre el trígono solar y la estación. A este trígono se lo llama estacionario directo. Igual que en el trígono estacionario retrógrado, el Sol recoge la energía, pero mientras que este trígono relaja la energía, el estacionario directo incrementa la tensión. La carga de energía acumulada durante la retrogresión se con­ centra en el trígono entre dos y tres semanas antes de que el planeta se vuelva directo. Esto explica en parte la acumulación de tensión alrede­ dor de la liberación en la estación. El Sol moviliza la estación directa, reuniendo la fuerza e intensificándola durante las semanas que condu­ cen al punto decisivo. Si el grado estacionario directo está formando as-

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pectos natales, entonces el trígono solar será importante porque gene­ rará una liberación creativa. El sentimiento de expectación es una reacción al trígono del Sol, que inicia la movilización inconsciente de la energía y las fuerzas, en prepa­ ración para la estación directa en sí. Cuando el planeta se estaciona para volverse directo, la liberación de la energía y las fuerzas reprimidas puede producir tanto una viven­ cia positiva como una negativa, según lo que se haya acumulado en la psique. Si uno ha estado reprimiendo fuertes necesidades o intentando controlar las circunstancias o una situación que ha de cambiar, la esta­ ción directa puede hacer estragos. Si la necesidad de expresión está bajo la guía del Sí mismo más profundo, pero subordinada a lo que el yo consciente ha diseñado para su futuro, entonces el resultado es una forma de confrontación externa. Los conflictos interiores surgen en ambos períodos de estación si no hay correspondencia entre lo que le parece necesario al inconsciente para alcanzar una mayor integridad y lo que el nativo ha identificado como su propia persona o imagen estática. Este tipo de irrupción del contenido del inconsciente en la conciencia es lo que da a los puntos de estación su fama de ser tan espectacularmente activos, ya que contie­ nen una tremenda tensión que puede magnificar condiciones que han ido evolucionando a lo largo de períodos muy prolongados. Lo que tiende a emerger es -al menos de un modo simbólico, cuando no de forma clara- precisamente lo que uno ha estado tratando de ignorar, retrasar o controlar. En astrología mundana, la estación directa va señalada con frecuen­ cia por un cambio evidente en las pautas de los problemas comerciales, políticos, económicos y sociales, movilizados todos ellos durante el trí­ gono solar. Es frecuente que poco después del punto de estación se pro­ duzca una reorganización y una modificación rápidas que promueven un curso de acción más eficaz. El movimiento directo de un planeta no siempre señala la liberación de su poder ese mismo día, sino que eso su­ cederá en el término de unas semanas después de la estación, y con fre­ cuencia esperará a que el Sol esté en cuadratura con el planeta, ya que las cuadraturas son aspectos de la manifestación externa. La magnitud del caos que se libere en la estación directa depende de muy diversos factores. Son importantes, en particular, los aspectos del planeta que se estaciona con los planetas o configuraciones natales, y también el poder del planeta mismo, puesto que las estaciones de los planetas exteriores provocan una reorganización más amplia, que con frecuencia se pro­ longa hasta la siguiente estación retrógrada. La fase retrógrada como tal podría más bien incrementar que dismi336

nuir el aspecto psicológicamente útil del poder de un planeta, en la me­ dida en que se pasa un tiempo adicional revisando y examinando las casas transitadas y los planetas contactados en su reversión. Y cuando el planeta emerge, en la estación directa, de su batalla con el Sol, nos sentimos renovados y fortalecidos por la experiencia reflexiva. El ciclo de la retrogresión funciona aportando perspectivas nuevas obtenidas mediante la introspección. Las facetas de nuestra propia naturaleza o inherentes a nuestro ambiente que se han reprimido o que están sim­ plemente inertes se vuelven más accesibles y revelan su utilidad una vez que el ciclo de la retrogresión se completa y se reinicia el movi­ miento hacia adelante. En esta etapa, el período de gestación del ciclo retrógrado ha terminado, y el fruto de la reflexión interior y de la nueva orientación externa emerge, para bien o para mal, marcando el tono del inminente período de movimiento directo. En una etapa posterior, en el momento de la conjunción entre el Sol en tránsito y el planeta, se inicia un nuevo ciclo anual. En el caso de Sa­ turno, Urano, Neptuno y Plutón, su conjunción con el Sol está siempre dentro de un grado de la estación retrógrada previa, que se produjo nueve o diez meses antes. La conjunción completa el período de incu­ bación de los planetas exteriores. Las implicaciones 'ion profundas; el ritmo natural de conjunción, estación retrógrada, retrogresión, oposi­ ción, estación directa y nuevamente conjunción es análogo al ciclo na­ tural de la gestación de los seres humanos. Es sumamente práctico mirar hacia la conjunción cuando se hacen planes a largo plazo o se elaboran bloqueos psicológicos, porque el punto señala el comienzo -el punto de fecundación- de la evolución Sol-planeta, si la vemos más bien como un proceso que como un mero fenómeno geocéntrico. LA OPOSICIÓN SOL-PLANETA SEGÚN EL EJE DE LAS CASAS

Aproximadamente a mitad de camino de cualquier ciclo retrógrado, el Sol se opone al planeta retrógrado y destaca las dos casas por donde, en la carta natal, están transitando el Sol y el planeta superior. Aunque he advertido que este punto es un fenómeno notable en la progresión se­ cundaria, el resultado es más sutil y no siempre digno de mención cuando se produce el tránsito, a menos que se dé amplificado por otros aspectos en la carta, en cuyo caso es frecuente que las polaridades se vean explícitamente manifestadas a través de las relaciones, ya sea con otras personas o con el ambiente circundante. Antes de tratar de la opo-

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sición según las casas, deberíamos considerar por separado los dos sec­ tores de la carta ocupados por el Sol y el planeta en tránsito. La casa ocupada por el Sol en tránsito aclara siempre el área de la carta en donde la evolución de la expresión del yo y la liberación crea­ tiva se producen de manera natural y cíclica. En el transcurso de un año tenemos períodos personales de nacimiento, crecimiento, muerte y re­ nacimiento a medida que el Sol transita por el Medio Cielo, el Ascen­ dente, el lmum Coeli y el Descendente. Durante un tránsito retrógrado, que incluye el ciclo que va desde la estación retrógrada pasando por la oposición hasta la estación directa, el Sol transitará por varias casas que están en la parte del horóscopo opuesta a la del planeta retrógrado. La posición del Sol simboliza el área donde podemos liberar la energía interiorizada del planeta retrógrado, proporcionando un mensaje refle­ xivo durante la totalidad del proceso. A la inversa, podría distraernos de los problemas que el inconsciente se esfuerza por llevar a la superfi­ cie, es decir, de las preocupaciones de la casa por la que transita el pla­ neta retrógrado. El Sol, como creador de un vehículo consciente exteriorizado, ayuda a facilitar el cambio que el tránsito retrógrado desarrolla gradualmente. Esto puede asumir muchas formas, pero las oposiciones tienen el carác­ ter de un espejo en el que nos vemos de forma más objetiva. La casa por donde transita el planeta retrógrado es aquella en la que se está gestando un cambio fundamental. El desarrollo y la evolución de esta transformación llevan el signo de la oposición del Sol con el pla­ neta retrógrado a medida que éste se mueve por toda la casa. En el caso de cada tránsito individual, cuanto más distante del Sol está el planeta, más largo es el proceso y más numerosos los ciclos anuales de oposi­ ción. En el tránsito de Marte, la oposición se produce sólo una vez en una casa aproximadamente cada dos años; en el de Júpiter, una vez en cada casa, anualmente; en el de Saturno, dos y posiblemente tres veces, a lo largo de otros tantos años; en el de U rano, seis o siete, y posiblemente ocho veces, a lo largo de otros tantos años; en el de Neptuno, más o menos catorce veces a lo largo de otros tantos años, y en el de Plutón, que tiene un período variado, una vez por año du­ rante tantos años como permanezca en cada casa. Es evidente que los planetas de orientación más social -Marte, Júpi­ ter y Saturno- influyen en el horóscopo de una manera asimilable en un marco temporal previsible. Sin embargo, con los planetas exteriores -Urano, Neptuno y Plutón- la transformación es prolongada y evolu­ tiva. Cuanto más se adentra nuestra mirada en el espacio, tanto más hacia atrás vemos en el tiempo. Los planetas exteriores liberan de un modo gradual aspectos incivilizados de la parte profunda de nuestra 338

naturaleza, y la experiencia suele ser profunda y perturbadora. Pueden pasar años antes de que la experiencia se encarne plenamente y sea re­ conocida como una transición o transformación importante. Es muy frecuente que los ciclos retrógrados de los planetas exteriores sean recalcados o intensificados por tránsitos de movimiento más rápido, es decir, por los llamados tránsitos menores (Sol, Luna, Mercurio, Ve­ nus o Marte), que precisan el foco y lo orientan hacia los puntos de cambio. El punto de la oposición del Sol puede ser explosivo y definitivo, en particular si está ligado con otros tránsitos o progresiones, o si se pro­ duce en un aspecto estrecho con ciertos puntos sensibles del horóscopo, como un planeta natal, los ángulos, un punto medio o los nodos. En el caso de que el punto de oposición se produzca en un aspecto estrecho (dentro de un orbe de 2 º) con un planeta natal, habrá que tener en cuenta el eje de la casa en donde está situado el planeta natal afectado y leer también este dato, incorporando ambas interpretaciones para lle­ gar a un mejor entendimiento de lo que se está fragmentando para luego recombinarse. Sin perder de vista que la posición del Sol es el punto focal que ilu­ mina el área que es necesario equilibrar en la carta, y poniendo el acento en el ámbito que hay que analizar y que requiere más claridad y definición de acuerdo con las necesidades más íntimas y profundas del nativo, vamos a explorar los ejes de las casas destacadas por el punto medio del ciclo retrógrado. Casas uno y siete: Esta polaridad en el ciclo retrógrado subraya la nece­ sidad de analizar y comprender de una forma más profunda nuestras propias relaciones con los demás, y cómo mantener los límites adecua­ dos en las relaciones. A lo largo del año o de los años en que se produ­ cen estos ciclos, hay una reevaluación siempre cambiante de las propias necesidades personales. La forma de satisfacerlas con respecto a las per­ sonas importantes de nuestra vida está rítmicamente sometida a un ajuste y una revisión constantes, pero de cuando en cuando la oposi­ ción intensificará cualquier dificultad que se haya ido incubando. El Ascendente y el eje determinado por las casas primera y séptima se relacionan con nuestros orígenes y nuestras relaciones más tempra­ nas. La forma en que nos percibían los miembros de nuestra familia y el vínculo que establecimos con los individuos que la formaban consti­ tuyen los cimientos de nuestras relaciones perdurables. Con frecuencia, los repetidos ciclos de retrogresión desentierran recuerdos sepultados o formas de relación que se manifiestan de forma activa en nuestras rela­ ciones actuales. 339

Casas dos y ocho: Cuando este eje de casas está acentuado por la oposi­ ción entre el Sol y el planeta retrógrado, el nativo lentamente va desa­ rrollando una comprensión más profunda de su verdadero mérito inte­ rior y de su intrínseca valía en oposición a los valores adoptados a través de respuestas aprendidas. El ciclo se centra en el mantenimiento de una fuerte sensación de integridad personal, al tiempo que se siente interesado en los valores y la esencia de los demás. Junto con la valía material y financiera se acentúa fuertemente la valía personal, y a tra­ vés de repetidas oposiciones, poco a poco, a lo largo de los años, se va dando un cambio fundamental que modifica cíclicamente la propia perspectiva respecto a cómo invertir el tiempo, el amor y el dinero en los demás. A causa de la materialidad del eje de las casas dos y ocho, en él los ciclos retrógrados repetidos pueden alterar sustancialmente el punto de vista del nativo en cuanto al tema de la dependencia o la independencia material. La persona tenderá a revisar su enfoque de los recursos fina­ cieros y su manera de manejarlos. En uno de los niveles de la segunda casa, se incluyen las primeras bases del desarrollo del yo, y la casa ocho es la manifestación de la inmersión del yo en las relaciones. Por lo tanto, cada uno de los ciclos reiterados en este eje pone el énfasis en la maduración y el aprendizaje para poder cuidarse a uno mismo; de este modo, se tienen más recursos o valía para invertir sin correr el riesgo de perder el yo. Casas tres y nueve: Este eje pone el énfasis en la falta de suposiciones y opiniones superficiales para utilizar en la mente superior. El período de oposición entre el Sol y el planeta retrógrado acentúa la conciencia que el nativo tiene del proceso de integración y comprensión de sus propias ideas en relación con la utilidad que tienen en el marco de una visión más amplia. Se produce una confrontación entre opinión y verdad, que obliga a la persona a examinar no sólo con más detalle sino -en el caso de los planetas transpersonales- repetidas veces la forma de fundir có­ modamente, y dentro de una dimensión ética, ideas, opiniones y pensa­ mientos diversos hasta formar con ellos una filosofía o un sistema de creencias. Una síntesis de las reacciones instintivas y de la acción civili­ zada va evolucionando lentamente a lo largo del tiempo durante el cual el ciclo retrógrado afecta a estas casas. La propia ley personal y las leyes culturales o sociales suelen ser muy diferentes, si bien la mayoría de las veces esta diferencia no resulta necesariamente problemática, excepto en un sentido filosófico. Sin em­ bargo, puede haber períodos durante los cuales el ciclo retrógrado pro­ voque una confrontación literal entre lo que el nativo siente como justi340

ficado y correcto y lo que la autoridad considera contrario al derecho o a la tradición. La persona quizá se sienta alienada de su propia cultura y necesite explorar otras más lejanas o extranjeras a fin de ampliar su mente y sus bases nacionales. Con frecuencia, este mismo impulso la llevará a aventurarse en la educación superior, lo cual puede ser el re­ sultado de una profunda sensación de inadecuación intelectual. Casas cuatro y diez: La oposición en este eje es una perturbación de lo que ha constituido la base fundamental de nuestra seguridad interior. Se concentra en las polaridades entre lo que es realmente seguro y lo que ha sido creado como una función superficial de seguridad. El ciclo llevará implícito un lento proceso de descubrimiento de las necesidades de seguridad y de la forma de integrarlas en la propia vida, descartando por el camino los falsos amortiguadores. La oposición señala períodos de conmoción, desbaratamiento y desorientación, pero para volver a crear un equilibrio más adecuado entre la estabilidad interior y la exterior. El nativo tiende a reflexionar más sobre el significado profundo de la seguridad emocional y personal. El mes en que el Sol transita por el punto de oposición puede hacer aflorar miedos profundamente arraiga­ dos que, de hecho, suelen estar relacionados con los más tempranos sentimientos sobre la seguridad; la actitud de los padres con respecto a la protección, y la influencia que tienen en la forma en que uno logra el cambio son muy eficaces incluso en la edad adulta. Este proceso des­ taca el hogar, la vocación y los objetivos vitales, elementos todos ellos que progresan y cambian en estrecha y mutua relación. Al reevaluar el equilibrio entre la necesidad de aventura personal y la de contar con ga­ rantías sólidas, la persona abre las puertas a la oportunidad. La oposi­ ción puede marcar una evolución hacia una nueva base de operaciones y nuevas relaciones dentro de la familia y en la sociedad. Casas cinco y once: La integración entre la capacidad de dar amor y la de recibirlo es el motivo subyacente cuando el ciclo retrógrado crea esta oposición. Subraya una revolución en el dominio de lo que el nativo considera su don más valioso y en la forma en que lo ofrece al mundo. La capacidad de dar y recibir amor o de ser generoso se ve sometida a un escrutinio interno durante los períodos de oposición, que pueden hacer que el nativo asuma altos niveles de riesgo, o bien que se aferre, temeroso, a alianzas anticuadas y actividades que han dejado de ser creativas. Es necesario ampliar la síntesis entre dos temas relacionados entre sí: uno mismo como centro del universo y uno mismo como parte del 341

colectivo. En el eje de estas casas es donde la persona se ve a sí misma como un espíritu creativo e independiente y como alguien que contri­ buye a un orden social. Pueden ser necesarias alteraciones importantes en la esfera de la creatividad del nativo para salvaguardar sus senti­ mientos de gratificación y, a la inversa, puede que sea preciso que con­ tribuya con mayor generosidad a la totalidad, para así poder sentirse más digno como individuo. Casas seis y doce: Cuando el tránsito retrógrado recae en este eje se vuelve urgentemente necesario reconocer en el cuerpo al vehículo del alma. Nunca es más tenue y delicado el equilibrio entre psique y soma. La salud y los problemas corporales se agravan si el alma está clamando por expresarse de una manera que el cuerpo no le permite. A la inversa, los problemas emocionales y psicológicos se vuelven críticos si el es­ tado del cuerpo no es óptimo. La fusión o la disonancia de estas dos casas nunca se pone de manifiesto con más claridad que cuando los pla­ netas exteriores ejecutan sus ritmos ondulantes en el ciclo retrógrado. Si no se la busca conscientemente, o si las circunstancias la impiden, una introversión forzada interrumpirá de cuando en cuando el funcio­ namiento mecánico del cuerpo para obligar al alma a pasar a primer plano. Es frecuente que los problemas psicológicos y físicos de carácter cró­ nico se exacerben durante el ciclo retrógrado, hasta culminar en la opo­ sición entre el Sol y el planeta, que permite que la presión se disipe y crea una atmósfera más relajada (o más clara), donde es posible realizar cambios en los hábitos y las actividades personales. Lo que sigue es un resumen de las etapas del ciclo retrógrado (véase también la fig. 1.3, pág. 32).

Fase I l. Punto de conjunción del Sol y el planeta, en el mismo grado en que Saturno, Urano, Neptuno y Plutón tuvieron su última estación re­ trógrada. Conclusión del ciclo viejo y comienzo del nuevo. 2. Estación retrógrada. Cese de la actividad superficial e introver­ sión de la energía. Un sentimiento de interiorización del poder sin un punto de liberación manifiesto. (El grado de la estación retrógrada de Urano, Neptuno y Plutón es el mismo en el que el Sol formará la pró­ xima conjunción con ellos.) 3. Trígono estacionario retrógrado. El trígono del Sol con el pla­ neta retrógrado estabiliza y concentra el proceso que ha de producirse durante el ciclo retrógrado. 342

Fase II 4. Oposición del Sol con el planeta retrógrado. La confrontación con el tirano interior; punto de iluminación. El punto decisivo y explo­ sivo en donde se encaran los problemas que hay que integrar. 5. Trígono estacionario directo. El trígono del Sol con el planeta que está a punto de volverse directo reúne y concentra la energía prove­ niente del período retrógrado, en preparación para el movimiento di­ recto. Su resultado es una elevada tensión, un estado anímico de expec­ tación y unas condiciones tensas y exageradas que preparan para el movimiento directo. 6. Estación directa. La súbita liberación de la energía, los recursos y la información que se han acumulado. El resultado inicial es el caos, que desazona a la vez que alivia. La tensión se suelta bruscamente, y de ello resultan una nueva liberación y un potencial mayor. 7. Movimiento directo. Las consecuencias o los resultados del ciclo se activan de un modo apremiante. Durante las semanas siguien­ tes se abren vías de posibilidad totalmente nuevas que se hacen tangi­ bles al formar el Sol la cuadratura con el planeta. 8. Conjunción. Los resultados finales del prolongado ciclo que se inició en el punto de la estación retrógrada. (Sólo para Saturno, Urano, Neptuno y Plutón.)

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Del 11 de mayo de 1931 al 23 de febrero de 1964

Del 11 de mayo de 1931 al 31 de diciembre de 1996

Fig. 17.1. 344

Órbitas de Marte

17 Marte retrógrado en tránsito Tu alma es en ocasiones un campo de batalla, en el cual tu razón y tu jui­ cio libran la guerra contra tu pasión y tus apetitos. Gibran

El hecho de que Marte sólo esté retrógrado aproximadamente cada dos años y dos meses es importante porque nos acostumbramos a sus claros tránsitos directos, marcados por sus ciclos «de retorno» bienales, en los que pasa alrededor de dos meses en cada signo. El ritmo de las estacio­ nes de Marte es regular -en cuanto son secuenciales en el orden del zo­ díaco-, pero no del todo. La retrogresión puede producirse en casas se­ cuenciales, pero más bien de forma accidental que necesaria. A lo largo de los años, Marte terminará por estacionarse en cada signo zodiacal, en el orden natural de los signos, pero ocasionalmente saltándose uno, o repitiendo otros en ese lapso. Por ejemplo, entre 1952 y 1992 Marte estuvo en estación retrógrada en cada uno de los signos, pero en Géminis, Cáncer, Leo y Virgo dos veces, y en Escorpio y Capricornio tres. Debido a la excentricidad de su órbita, las estaciones de Marte (tanto las directas como las retrógradas) se producen más frecuentemente en Cáncer, Leo y Virgo, y con menos frecuencia en Sagitario y Acuario. 1 Por lo tanto, en una vida de 72 años, Marte posiblemente podría estacionarse y retrogradar dos veces en cada casa del horóscopo natal. Marte es como un «doble o gemelo» de la Tierra. La inclinación de su eje es prácticamente la misma, y por lo tanto tiene un «año» similar 1. Datos obtenidos de Michael Harding sobre unas estaciones de Venus y Marte durante un lapso de 200 años.

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de cuatro estaciones, pero la duración de las suyas es el doble que la de las nuestras, es decir, Marte tiene cuatro estaciones de seis meses, y la Tierra cuatro estaciones de tres meses. La órbita de la Tierra alrededor del Sol dura un año, mientras que la de Marte dos, de modo que la Tie­ rra alcanza la órbita de Marte cada dos años y dos meses aproximada­ mente; después, tras un período retrógrado de unos dos meses, Marte reanuda el movimiento directo. La diferencia más importante entre Marte y los demás planetas su­ periores es su relación con el Sol cuando está en estación, sea ésta retró­ grada o directa. Mientras que todos los otros planetas superiores están retrógrados cuando forman un trígono con el Sol, Marte no. El trígono Sol-Marte se produce aproximadamente entre 15 y 20 días antes de que Marte se estacione para volverse retrógrado, y de 15 a 20 días después de su estación directa, dependiendo de las particularidades de su excén­ trica órbita. Esto altera el carácter de la estación retrógrada de Marte, porque a menudo se agita de un modo exagerado el potencial previo a su retro­ grcsión, y el resultado de ello es un chocante «factor sorpresa» y una re­ tirada súbita de la energía directa. A la inversa, el trígono Sol-Marte que sigue a la estación directa del planeta favorece una rápida recupera­ ción y un restablecimiento del equilibrio que puede haberse interrum­ pido durante la retrogresión. De la estación retrógrada a la oposición con el Sol: Cuando Marte en tránsito se estaciona y se vuelve retrógrado, todo el impulso exteriori­ zado y la energía concentrada invierten su dirección. El progreso diario en el que uno normalmente no se fija, de repente implica mucho esfuerzo. Como ya he dicho, es el resultado de la agitación provocada por el trígono solar un par de semanas antes de la estación, durante el cual el flujo energético que va del Sol a Marte da la impresión de que todo avanzara bastante bien. La estación puede ser un fenómeno muy brusco, que provoque un cese del interés, el impulso, la energía y la concentración en lo que podría haber sido un proyecto o una relación importante antes de esa estación. Este abatimiento puede prolongarse durante todo el período retrógrado, y continuar después de la estación directa hasta que Marte alcance el grado en el que se estacionó y se vol­ vió retrógrado. La energía frustrada se revelará en problemas referentes a la casa por donde transita el planeta y perturbará la continuidad del esfuerzo y de los planes. Evidentemente, esto puede crear problemas graves, en especial si el nativo se enfrenta a un plazo inapelable o tiene limitaciones de tiempo o de fondos que le impiden adoptar la dirección elegida. Entonces debe 346

insistir, sin hacer caso de la retrogradación, para que se produzca un cambio de perspectiva. Es frecuente que Marte retrógrado llegue de forma inesperada; como no tiene los ritmos regulares anuales de los otros planetas superiores, podemos vernos inducidos a la complacencia durante los largos ciclos directos del planeta. De un modo coherente con las características de Marte, su ciclo puede ser el que más perturbe las rutinas y los hábitos. Inconscientemente, llegamos a acostumbrarnos a los diversos rit­ mos planetarios tal como están incorporados en nuestro reloj interno regido por el sistema solar. Nos acostumbramos a los ciclos de los pla­ netas cuyas estaciones tienen una frecuencia regular, como sucede con todos los demás planetas superiores. Es probable que esta familiaridad inconsciente explique por qué a menudo la retrogresión anual en trán­ sito de los planetas exteriores no tiene ningún efecto discernible. La na­ turaleza de Marte no se conforma con la danza anual del Sol como todos los otros planetas superiores, sino que tiene su propio ciclo pecu­ liar. Nos habituamos al estado de quietud de Marte, pero después nos sobresalta la necesidad de alterar los modos de energía cuando final­ mente el planeta se vuelve retrógrado durante dos meses y medio. La estación y la retrogresión de Marte no significan necesariamente el cese de toda actividad, pero el cambio precipita un período de expe­ riencias más bien reactivas que activas. Podemos iniciar una intensa búsqueda de los motivos morales y éticos subyacentes en nuestras ac­ ciones, e investigar la validez de nuestras metas y ambiciones, simboli­ zadas por la casa donde está Marte retrógrado. De hecho, puede que no haya necesidad de interrumpir lo que estamos haciendo, pero general­ mente debemos aumentar la introspección y la contemplación cons­ cientes. En una situación que requiere acción, tal como estar trabajando en un proyecto que implica un objetivo en un plazo determinado, la esta­ ción de Marte retrógrado puede posponer la empresa, e incluso ponerle término en caso de que sea completamente inapropiada a largo plazo. Es probable que durante la fase retrógrada se produzcan inversiones sú­ bitas del interés (pasión) y del impulso (ambición). De ello resulta una batalla interna entre el yo, que quiere que las cosas se hagan, y el Sí mismo, que quiere que las cosas sean. Cuando está en estación retrógrada y en aspecto con un planeta o con un ángulo de la carta natal, Marte puede hacer aflorar sentimientos reprimidos de hostilidad o frustración, que ocupan la energía del nativo y retrasan temporalmente su avance. El reconocimiento de los niveles conflictivos no resueltos que se han estado incubando suele ser libera­ dor, y permite que la persona organice de manera más adecuada sus

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propias fuerzas. Con frecuencia, Marte retrógrado lleva a la superficie problemas que se habían olvidado o se habían reprimido de un modo deliberado por su carácter perturbador. Pueden aflorar, aparentemente fuera de contexto, viejas heridas, cicatrices o frustraciones, pero la per­ turbación tiene siempre un propósito. Encontramos un ejemplo de la situación en que el pasado resurge para abrir nuevas vías al futuro en la experiencia de Moira, quien mu­ chos años atrás había pertenecido a una comunidad religiosa, de la que se había apartado con emociones hondamente conflictivas: rabia, tris­ teza y desesperación, centradas todas en la pérdida de la fe y de con­ fianza. Cuando Marte en tránsito llegó a la estación retrógrada y formó una conjunción con su Luna natal en Géminis en la casa ocho, provocó en Moira un examen de conciencia. Unos pocos días antes de la esta­ ción de Marte (mientras en su carta el planeta estaba en conjunción con el punto medio Sol-Luna), se enteró de que el guru de la comunidad acababa de morir. El día de la estación retrógrada de Marte, Moira vol­ vió al centro por primera vez en doce años, y la visita desencadenó un torrente de conflictos emocionales no resueltos. Desde luego, la muerte (casa ocho) del maestro era importante, pero para Moira actuaba principalmente como catalizador de la resolución de sus largas años de cólera reprimida. Desde su separación de la comu­ nidad, muchos problemas de dependencia emocional (Luna) habían permanecido latentes, pero se había mantenido su actividad sublimi­ nal, que la apartaba de la vivencia de sus sentimientos a medida que surgían, lo cual parecía relacionado indirectamente con su incapacidad para tener una relación emocional a largo plazo. Moira había mante­ nido su indignación limitada a lo que ella percibía que sucedía en la comunidad, reprimiendo su auténtica respuesta emocional. Aquella ex­ periencia había sentado un precedente para la pauta ulterior en sus re­ laciones: el miedo y la angustia ante la verdad de su propio Sí mismo innato. Durante la totalidad del ciclo retrógrado de Marte en su casa ocho, Moira desenterró sentimientos que había «olvidado», consiguió liberar una rabia que la debilitaba y evadirse de lo que para ella se había convertido en una prisión interior. Hubo también momentos emocionantes. Se conectó con viejos ami­ gos, resucitaron antiguas relaciones, y obtuvo una visión en profundi­ dad al entender las motivaciones y los sentimientos de otras personas que también habían formado parte de la comunidad. Muchas de ellas le sirvieron de espejos de sus propios sentimientos, aunque Moira no había confiado en lo que percibió y sintió en aquella época. Mediante un análisis objetivo del pasado, obtuvo un mejor discernimiento. El hecho de ver desfilar ante sí misma su propio pasado le permitió com348

prender con más claridad que las percepciones de su juventud habían sido correctas, lo cual le devolvió la fe en sí misma. El funeral por el difunto maestro se celebró cinco días después de la oposición del Sol y Marte en tránsito, exactamente en su punto medio Sol-Luna, en el grado preciso en que estaba Marte directo cuando Moira tuvo la primera noticia de su muerte. La reunión congregó a mu­ chas personas que formaban parte de su pasado y sirvió para restable­ cer algunas relaciones positivas, pero también puso término a un ciclo entero de experiencia. De la oposición con el Sol a la estación directa: La oposición exterioriza la energía interior que se ha ido gestando y preparando en el incons­ ciente. La oposición Sol-Marte es muy espectacular, y destaca las dos casas donde el nativo ha estado sintiendo una acumulación de energía, sea esta hostil o constructiva. La conflagración es más espectacular to­ davía si la oposición Sol-Marte está en aspecto con un planeta natal o dentro del orbe de los ángulos. Durante la primera mitad del ciclo re­ trógrado, el nativo reserva gran parte de la energía acumulada, para uti­ lizarla más tarde cuando se enfrente con las frustraciones del pasado. El carácter inconformista de Marte, unido a su insólito movimiento retró­ grado, hace que el aspecto sea difícil de prever, pero generalmente no pasa inadvertido. Allí donde Marte esté en tránsito retrógrado, contactamos con la pa­ sión, la rabia, el ardor, la energía, la libido en estado bruto y la ambi­ ción. Quizá no tengamos una clara conciencia de lo que se agita en las profundidades de nuestra psique, pero los sentimientos, estados aními­ cos, acontecimientos y circunstancias que afloran en la época de la opo­ sición del Sol y Marte en tránsito identifican un ámbito específico que necesita llegar a la conciencia. Psicológicamente, es necesario expulsar la energía enconada para llegar a ser una persona más productiva. El punto de oposición puede ser un momento explosivo que despeje la at­ mósfera, o poner en movimiento una serie de frustraciones que no se interrumpirá hasta que Marte se vuelva directo, dejando al descubierto lo que se ha reprimido. El siguiente caso es un ejemplo de cómo la intención subyacente a largo plazo de Marte retrógrado actúa amparándose en el disfraz de una aparente aleatoriedad. Celeste tenía a Marte en tránsito en estación re­ trógrada en la casa siete de su carta natal, formando un sextil exacto con su Plutón natal, un aspecto que no se considera «malo». Desde hacía más de un año mantenía una relación con un hombre casado, y reprimía su frustración y su cólera por el papel de subordinación que le había correspondido. 349

Durante su ciclo retrógrado, Marte no contactaría con ningún punto natal en la carta de Celeste, pero de hecho activó en la carta compuesta (la de la relación) a la Luna progresada compuesta. El día de la oposi­ ción del Sol y Marte en tránsito se produjo un incidente que puso en pe­ ligro el secreto de su relación, y en las semanas siguientes una serie de circunstancias inesperadas impidió que los amantes se vieran. Cuando Marte se estacionó y se volvió directo en conjunción con el nodo norte en la casa siete de la carta de Celeste, ella aún no había tenido noticias de él y, enojada, decidió poner término a la relación, sin saber que este sentimiento era recíproco. La confrontación final y la conclusión de la aventura amorosa no se produjeron, sin embargo, hasta el día en que Marte en movimiento di­ recto volvió a transitar sobre la Luna progresada compuesta en la carta de la relación, ¡precisamente en el lugar donde estaba cuando se había producido, dos meses antes, la inoportuna circunstancia! Durante todo este período retrógrado de Marte, la energía se empeñó en destruir la relación (afectando a la carta compuesta), y el aspecto decisivo -la oposición Sol-Marte- había puesto efectivamente término a la rela­ ción, aunque en ese momento ninguno de los dos lo supo a nivel cons­ ciente. Cuando la oposición Sol-Marte interrumpe el ciclo a mitad de ca­ mino, el resultado es un evidente punto decisivo, y el período posterior es una época de reconsideración de las nuevas direcciones que hayan emergido en la primera mitad. Si en ella no ha habido ninguna clara in­ dicación de dirección, el impacto de la oposición puede hacer estallar el orden establecido, y es probable que se haya de reevaluar totalmente el curso de acción necesario para reclamar el poder personal. En octubre, noviembre y diciembre de 1990 la tensión del mundo entero se centraba en el golfo Pérsico. Marte llegó a la estación directa el 1 de enero (Mercurio lo hizo el 3 del mismo mes) y las posibilidades de impedir la guerra disminuían con rapidez. Inmediatamente después del eclipse solar en conjunción con Saturno del 16 de enero, se inició la guerra, ¡sólo cuatro días antes del trígono Sol-Marte, con el Sol a 29º de Capricornio y Marte en Tauro! Kuwait había sido invadido por Irak el 2 de agosto de 1990, apenas unos días antes de la cuadratura Sol-Marte, cuando este último empezó a desacelerar para volverse retrógrado. Urano, Neptuno y Saturno lle­ garon a la estación directa en septiembre, y cuando el Sol formó un trí­ gono con Marte el 7 de octubre, justo antes de que el planeta llegara a la estación retrógrada, se empezó a discutir abiertamente lo que se debía hacer, si se hacía algo, con la agresión de Saddam Hussein. La totalidad del ciclo retrógrado de Marte en 1990 estuvo ocupada por preocupa350

ciones internacionales sobre la guerra y la paz, con el comienzo de im­ portantes discusiones bélicas durante el trígono anterior a la estación retrógrada y la iniciación efectiva de la guerra coincidiendo con el trí­ gono del Sol y Marte posterior a la estación directa, el 20 de enero de 1991. También los individuos pueden declarar la guerra a situaciones opresivas. En situaciones en las que normalmente desviamos o despla­ zamos la cólera, la irritación o el miedo, cuando Marte está en su fase retrógrada los puntos dolorosos empiezan a enconarse, y estallan cuando Marte se estaciona y se vuelve directo. Como la estación directa se produce siempre antes del trígono Sol-Marte, la explosión o libera­ ción de las frustraciones reprimidas puede retrasarse hasta después del trígono, unos quince días más tarde. Esto deja un período de investiga­ ción o previsión entre la estación directa y el trígono posterior.

De la estación directa al trígono con el Sol: El período entre la estación directa de Marte y el subsiguiente trígono solar está marcado por una tensa aprensión. La función intuitiva está exacerbada, y el nativo «sabe» instintivamente que una situación, circunstancia o condición es insostenible, y que debe producirse un cambio manifiesto y radical. En la psique se pone en marcha un dispositivo de autorregulación, y el sis­ tema, para protegerse, se organiza alrededor del problema, con frecuen­ cia resolviendo la dificultad en el inconsciente. Es frecuente que el Sí mismo interior alerte a la persona sobre un potencial invisible y amena­ zador, que puede provenir de la propia psique o del entorno. Si Marte retrógrado en tránsito entra en contacto con los planetas natales o con un punto sensible en el curso de su ciclo, el resultado pue­ den ser alteraciones espectaculares centradas en las características de ese punto, como en el caso de Margaret Thatcher, cuya posición se mo­ dificó de un modo fundamental, y no sólo se la destituyó de su cargo, sino que también tuvo que abandonar su vivienda en el número 10 de Downing Street. (El Sol en tránsito a 5 º de Sagitario en oposición con Marte a 5 º de Géminis estaba en cuadratura con el eje MC-IC de su carta natal el 22 de noviembre de 1990, el día exacto de su renun­ cia.) «Casualmente», Angela, que estaba esperando ordenarse como sa­ cerdote de la Iglesia anglicana, escogió el período de Marte retrógrado para su retiro de silencio. En este período tenía que considerar no sólo su orientación vocacional, sino también una potencial relación con un sacerdote de la misma confesión. A los ocho días de silencio, Marte es­ taba en retrogresión en la séptima casa de la carta de Angela, y formó además una oposición exacta con su Venus natal en la primera casa, 351

que es el regente de su casa siete (la de las relaciones) en Tauro. Con respecto a ello, me escribió: «El retiro como tal fue casi increíble. La se­ mana anterior estaba de vacaciones con una vieja amiga en la montaña [Marte retrógrado], y sentí que debía depender más de mis propios recursos [retrogresión] para organizarme otra cosa, ¡y con tan poco tiempo!». Además, Angela observó que en su retiro había involucrados proble­ mas personales, serios cuestionamientos de la soledad, pero comentó: «Se da la coincidencia de que amigas casadas me han hablado por dife­ rentes razones de la soledad». Y también: «En cierto modo, me sentí más entera porque por lo menos la relación potencial con S. me había demostrado que combinar la vida doméstica y la vocación en una rela­ ción con otra persona todavía era una posibilidad. No tengo que esco­ ger entre polos opuestos ni sustituir ni negar nada». Angela pasó su retiro contemplando sus polaridades entre las casas séptima y primera durante las últimas jornadas de Marte retrógrado, y cuando el planeta llegó a la estación directa, exactamente sobre su Descendente, renunció a la fantasía de esa relación en particular y empezó a ver más claras sus necesidades globales en una relación de pareja. Katherine acudió a mi consulta durante el período posterior a un ciclo retrógrado de Marte, y me contó la siguiente historia. Ella y su marido habían comprado una casa cuando Marte en tránsito se esta­ cionó para volverse retrógrado en la casa siete del tema natal de ella. El grado de la estación retrógrada formaba un quincuncio con su Neptuno natal en la casa doce, y un trígono con su Luna en la cuarta casa. Du­ rante las semanas que siguieron a la estación (mientras Marte estuvo re­ trógrado), les resultó difícil contactar con el hombre con quien habían hecho la transacción. Cuando por fin lo localizaron, dos meses y medio después, Marte acababa de estacionarse y volverse directo exactamente en conjunción con el Mercurio natal de Katherine en la casa siete (como regente de la octava casa, la de los recursos compartidos). Re­ sultó que el hombre había malversado la considerable cantidad de di­ nero que ellos le habían dado en depósito, junto con los de varias otras víctimas, y como la semana anterior había sido enviado a prisión por un delito diferente, no se lo podía demandar. ¡No sólo no había com­ pensación posible, sino que Katherine y su marido tuvieron que pagar los gastos judiciales! Sería bastante sencillo advertir a la gente que no hiciera contratos ni acuerdos verbales de ninguna clase mientras Marte está estacionario o retrógrado, pero para ellos no sería tan fácil ponerlo en práctica a menos que estuvieran dispuestos a esperar dos meses y medio antes de 352

volver a considerar la situación. Esto plantea un problema al astrólogo y al cliente. Sin embargo, hay bastantes casos en que una espera así, ar­ bitraria o escogida, ha demostrado ser una bendición. La lenta quemadura que genera el tránsito de Marte retrógrado puede ser corrosiva y psicológicamente agotadora, pero también puede liberar energías frustradas. La oposición será el detonante de cualquier forma de cólera, frustración u hostilidad latente. Es cierto que los casos que he presentado muestran algunas experiencias notables que coinciden con los contactos marcianos con algún punto sensible del horóscopo, pero quizá no haya que aprender únicamente a describir acontecimientos o a prever resultados. La agresión mal dirigida se infiltra indiscriminadamente en ámbitos de la vida sin relación alguna con ningún mal específico. Esta situación de falta de límites crea una discordia y un conflicto indiferenciados que a su vez implosionan y son desplazados, con lo que generan una mala sincronización, una cólera mal dirigida y una culpa seguida de depre­ sión. La autoafirmación, sin embargo, es energía marciana bien diri­ gida, y aun cuando la agresividad forme parte de ella, no es causa de perturbación interior ni resulta desplazada, porque hay una armonía entre la acción y la reacción. Podemos encontrar sorprendentes acumu­ laciones de enojo durante la retrogresión de Marte, lo cual clarifica po­ sitivamente la animosidad escondida. Un Marte no realizado deja al individuo abierto a la agresión ca­ sual; su voluntad personal no está comprometida, y la queja predomi­ nante en una situación como ésta es la de mala suerte o encarniza­ miento del destino. En general, los astrólogos tienden a no achacar las cosas a la mala suerte, sino que intentan entender a los individuos en el contexto de su caudal natural de energía, impulso, voluntad, ambición, pasión y sentido de la oportunidad. En el manejo personal de la ener­ gía, los ciclos de Marte desempeñan un importante papel. Cuando Marte en tránsito está retrógrado en un sector determinado del horós­ copo natal, descubre áreas de recursos psíquicos latentes que son nece­ sarios para animar al nativo a actuar. Naturalmente, algunos de los sen­ timientos que aparecen durante la retrogresión de Marte -como la rabia, los recuerdos suprimidos, las antiguas pasiones y las reacciones infantiles o instintivas- pueden ser incómodos. En el caso de que nos sintamos desorganizados y caóticos, Marte re­ trógrado exacerbará este estado, creando conmociones emocionales y rebelión interna. Es muy fácil que todo ello se desborde hacia el en­ torno, y nos obligue a prestar atención a nuestra propia guerra interna.

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Hay un temporizador que parece enganchado a Marte, al igual que ocu­ rre con todos los planetas y sus ciclos retrógrados, pero éste es especí­ fico de las experiencias marciales. Uno se vuelve agudamente cons­ ciente de su propia capacidad para la diplo:::nacia y la estrategia a lo largo de este ciclo. Se ha de recurrir sobre todo a una paciencia y un es­ tado de alerta que hay que mantener para que no sobrevengan la depre­ sión y el agotamiento. La depresión, normalmente equiparada con Saturno, es también una función marciana. La melancolía es una «cólera negra», del griego melas, negro, y kholos, bilis, es decir, la bilis que químicamente activa el enojo. Las personas con Marte natal retrógrado parece que tienen que enfrentarse con una depresión subyacente de la energía y el entu­ siasmo, y como nacieron cuando Marte estaba en tránsito retrógrado, es lógico que su nivel de energía y sus funciones de autoafirmación estén en simpatía con el momento en que nacieron. La frustración en­ gendra dentro del individuo una llama que es preciso apagar soplando antes de que consuma el íntimo sentimiento de su propia valía. Cuando Marte está en tránsito retrógrado es el momento ideal para determinar la diferencia entre la depresión de los sentidos, o apatía psí­ quica, y la simple falta de interés. Insistir en una situación que parece infructuosa es terquedad irracional, no valiente obstinación. Por consi­ guiente, podría ser adecuado renunciar a un proyecto, una relación, una actitud o un objetivo en su momento muy querido, en vez de persistir agresivamente en actividades anticuadas una vez que Marte completó su ciclo retrógrado. La enfermedad y la debilidad constitucionales también son rasgos relacionados con Marte; un trastorno extremo de la integridad interior puede volverse somático. Aunque Marte es un planeta de enfermedades agudas, sus tránsitos pueden activar un problema crónico y debilitar la inmunidad del nativo ante la invasión, sea ésta psicológica o física. El período de retrogresión en su totalidad actúa en el sentido de exacerbar el estrés acumulativo, y si hay una enfermedad al acecho, el resultado puede ser un ataque activo, generalmente después del punto de oposi­ ción y con suma frecuencia durante la estación directa. Como es natu­ ral, esto depende de muchos otros factores, incluso astrológicos, pero el incendio interior corroe la resistencia. La enfermedad puede rectifi­ car un desequilibrio energético obligando al nativo a retirarse a contem­ plar la dirección que lleva y el uso que hace de la energía, sea ésta la pa­ sión, la voluntad o la ambición. Se dice que en el amor y en la guerra todo está justificado. Yo diría que este axioma es válido cuando la guerra se da entre el amor por uno mismo y el combate con uno mismo. Cuando Marte está retrógrado, se 354

pierde cierto grado de poder personal y de control en el área que el pla­ neta está atravesando. Esta pérdida del poder o del mando tiene que ver con el establecimiento de un equilibrio, o con la creación de «justi­ cia» en el sentido psíquico. No parece que despotricar y desvariar sea muy eficaz, mientras que abandonarse a lo que tiene que ser sí lo es. Con frecuencia la inspiración pasa a la clandestinidad, pero vuelve a aflorar cuando Marte reanuda el movimiento directo, con un objetivo nuevo y más realista. Es como si fuera necesario que la batalla entre la voluntad consciente y la intención inconsciente se librara muy íntima­ mente y en secreto, para revelarse sólo cuando el vencedor tiene la se­ guridad de su supremacía. En este caso la batalla se libra entre el sí mismo consciente y el Sí mismo inconsciente, ese misterioso aspecto de la psique que alberga el poder de dirigir nuestra fuerza vital.

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Del 11 de julio de 1931 al 30 de julio de 1943

Del 11 de julio de 1931 al 6 de julio de 1967

Del 11 de julio de 1931 al 24 de marzo del 2016

Fig. 18.1.

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Órbitas de Júpiter

18 Júpiter retrógrado en tránsito La posición de Júpiter en el sistema solar es tal que su ciclo es el para­ digma perfecto de los de todos los planetas superiores situados más allá de su órbita. Júpiter está prácticamente inmovilizado alrededor de cua­ tro días antes de su estación real y el inicio de su retrogresión, y forma un trígono con el Sol de cuatro a seis días después. Se pasa casi exacta­ mente un año en cada signo; sus estaciones anuales se producen más o menos un mes más tarde cada año, y unos pocos grados más adelante en cada signo sucesivo. Su período retrógrado dura entre 115 y 120 días, durante los cuales retrocede aproximadamente 1Oº, y llega a la es­ tación directa de cuatro a seis días después de su trígono con el Sol. De la estación retrógrada a la oposición con el Sol: Cuando Júpiter se es­ taciona, el crecimiento y la expansión continuados que el nativo espera que prosigan se van replegando poco a poco, y en el progreso entusiasta se introduce un elemento de restricción. Las circunstancias en las que ha estado funcionando un proyecto ya habían empezado a alterarse de manera apreciable, pero la persona no lo había advertido debido al na­ tural optimismo y al ímpetu inherentes al ciclo Sol-Júpiter. Como estos dos cuerpos celestes están dentro del orbe de un trígono cuando el pla­ neta se estaciona, un aumento de la esperanza y el entusiasmo coincide con el cese del progreso. La estación detiene o retrae súbitamente el es­ tado anímico expansivo e invierte el movimiento de la energía. Por lo general, el cambio en el tono o la pauta del crecimiento se relaciona de un modo directo con algún tipo de jerarquía, en la cual las decisiones personales se revelan impotentes o insignificantes. Aproximadamente durante la semana posterior a la estación exacta -en especial alrededor del trígono solar exacto-, se pone de manifiesto que es probable que se necesite más tiempo para desarrollar una idea, un proyecto, una rela357

ción o un plan. Eso significa que cualquier sensación de futuro o de cre­ cimiento, en los asuntos referidos directamente a la casa por donde transita Júpiter, dará la impresión de estancarse hasta que el planeta llegue a su estación directa. Cuando la retrogresión de Júpiter coincide con la pérdida de poder o de autoridad personal, es probable que el nativo haya perdido pers­ pectiva en lo referente a su propia capacidad para seguir adelante. Con frecuencia advierte que ya no quería, o no podía, continuar con la si­ tuación en la dirección que ésta estaba tornando. Semejante estado de cosas no siempre es adverso, ya que a menudo, cuando algo llega al borde mismo de la realización y la persona retrocede, al reflexionar ve que esa era la solución más práctica o apropiada. La estación provoca una interiorización del lado dionisíaco de la naturaleza del nativo, suprimiendo el deseo y exigiendo que el código moral intrínseco de la persona sea examinado. Durante el tiempo que Júpiter permanece retrógrado en una casa determinada, los problemas que surgen tienen un tono moral subyacente. La mejor forma de pasar este período es investigar la fuente de la propia moralidad personal. Si se pudiera decir que los planetas tienen intención, el propósito de Júpiter en su ciclo retrógrado sería conectarnos con un sentimiento de justicia más personal y profundo; no me refiero al plano jurídico, sino a aquello que es correcto para nuestro equilibrio integral y nuestra salud. Con frecuencia reprimimos inconscientemente nuestro senti­ miento interno de lo que está bien y lo que está mal, subordinándolo a los valores y los códigos morales aceptados, ya sean de orden social o estén definidos dentro de una relación específica. El ciclo retrógrado de Júpiter es la oportunidad anual de contemplar los aspectos de nuestra vida en los que necesitamos explorar nuestro código ético personal, y de reflexionar sobre ellos. En cierto sentido, la vivencia que tenemos de nuestra integridad es más instintiva cuando Júpiter está retrógrado, y aunque quizás en ese momento seamos incapaces de formular o expre­ sar con claridad el análisis interno, se está dando una corrección en el inconsciente. Si tenemos presente esto, puede ser que lo que en un principio fue eliminado en la estación retrógrada -ya fuese una idea muy querida, una relación, un contrato, una suma de dinero o un momento determi­ nado- no fuera en modo alguno necesario para reforzar el propio yo, sino que en realidad estuviera dañando una posibilidad de expresión más plena de éste, de acuerdo con su propia estimación de lo apropiado o correcto. En estos momentos el Sí mismo, más vasto, tiene un desig­ nio que no coincide con los deseos del yo, y estimula la actividad de un dispositivo de autocorrección. La vida interior asume un carácter alta358

mente dramático, y el mundo externo parece opaco y casi hostil en los dominios que se ven afectados por la casa donde Júpiter está llevando a cabo su verificación anual de un progreso absoluto. Idealmente, la esta­ ción y el período de adaptación subsiguiente antes de la oposición con el Sol deberían significar una época de tranquila reevaluación interior de las propias prioridades éticas y morales. Una de las patologías inherentes a Júpiter es el autoengrandeci­ miento. En el curso de su tránsito directo el planeta puede crear el sen­ timiento de un propósito exagerado, y cuando está retrógrado puede estimular lo opuesto, es decir, el empequeñecimiento del yo. Como el nativo se siente incapaz de confiar en que su entorno produzca los re­ sultados deseados, los sistemas de soporte externo pierden significado para él, que prefiere profundizar en la sabiduría interior. Las circuns­ tancias podrían aconsejar que se retraiga de una situación a fin de poder estar abierto para recibir el consejo interior, en vez de empeñarse en avanzar, en un intento de apresurar la realización a fuerza de provo­ caciones, codazos, desafíos y otras presiones. En este caso, la devorada Metis es el don jupiteriano de la sabiduría interior. El hecho de impo­ nerse a la adversidad fomenta el sentimiento del propio valor, pero el intento de lograr lo imposible no hace más que aumentar el sentimiento de fracaso. Esto no significa que cuando Júpiter está retrógrado deba­ mos relajar nuestra voluntad, sino que ser flexible en los asuntos en ge­ neral o en la planificación a largo plazo puede llevar a una maduración más natural, ayudando al proceso de continuidad. Los períodos de retrogresión son sutiles y evolutivos, y quizá no se manifiesten en pérdidas, fracasos o reveses directos a menos que haya un aspecto directo con un planeta o un ángulo. Cuando Júpiter transita en contacto con un planeta o una casa, se expande y libera al máximo el valor que el planeta o la casa contiene en ese momento, pero cuando retrocede parece que retuviera o quitara ese don. Júpiter retrógrado afecta de la manera más directa a los asuntos corrientes de la casa por donde transita en el curso del ciclo. La casa natal regida por Sagitario y la casa natal en la que se encuentra Júpiter son indicadores indirectos de dónde podemos encontrar respuesta a las preguntas sobre la direc­ ción de nuestro futuro una vez que se haya completado el ciclo retró­ grado. Puede haber un conflicto entre lo que querríamos haber creado o lo que deseábamos que sucediera y los resultados reales, que a la larga se presentan como una lección de humildad y como los límites del poder personal. Zeus era un dios justo pero inexorable, y su legado al Júpiter astro­ lógico como árbitro de la justicia tiene un nítido carácter social: las leyes tácitas cambian con el tiempo, al igual que nuestra ética y nues359

tras lealtades interiores. Si una situación originada antes de la retrogre­ sión de Júpiter va en contra de la ley social o de nuestra integridad inte­ rior, es el momento ideal para dar un paso atrás y reflexionar sobre qué es la verdad para nosotros. Podríamos explorar todos nuestros senti­ mientos sobre la represión: ¿es para el bien social o se genera en el miedo a la represalia? Por otra parte, ¿se origina en una fuente perso­ nal, y constituye por lo tanto un apoyo de la propia integridad? Como mínimo, la fase retrógrada ofrece un período en el que es posible con­ templar la fuente o causa oculta de nuestros motivos para desear la aceptación social. Quizás el equilibrio entre los problemas morales y las necesidades individuales se haya resentido y sea necesario restablecerlo durante la fase retrógrada. Zeus continuamente prevenía contra la soberbia a los mortales y a los héroes, e incluso hoy sigue creando paradojas con el poder y el des­ tronamiento. Por una parte, la idea de alcanzar las grandes cumbres del logro es el primum mobile para el éxito; por otra, esa idea contiene todos los ingredientes de arrogancia y de insolencia que pusieron a Pro­ meteo sobre la roca, a merced del águila que día tras día le devoraba el hígado. Los objetivos generan acción, siembran las semillas de lo que ha de venir, pero en el caso de que el destino que conscientemente per­ seguimos se frustre, deberemos volvemos hacia nosotros mismos para descubrir la causa. Júpiter puede ir asociado con la experiencia de dones casuales o gratuitos, de manera que, para nuestra grata sorpresa, nos podemos encontrar con la proverbial «bendición disfrazada» cuando Júpiter haya completado su ciclo retrógrado. Y si lo que cree­ mos necesitar no armoniza con el plan general, lo más probable es que se desvanezca. A medida que Júpiter continúa acelerando hacia el punto de oposi­ ción con el Sol, se hace más clara la iluminación de lo que ha sido inconscientemente reflejado y ha servido de base para la acción. El quincuncio en aceleración puede provocar el impulso de tomar decisio­ nes súbitas, o de retraer la propia energía de una manera reaccionaria o vengativa, como un recurso de autoprotección. Rápidamente -a me­ nudo con demasiada rapidez- se hacen planes nuevos, y lo más proba­ ble es que sea necesario revisarlos tras la reflexión que se produce du­ rante la oposición. En el punto decisivo de la oposición, puede que automáticamente empiecen a tomar forma nuevos planes, que con frecuencia ofrecerán posibilidades sorprendentes. De la oposición con el Sol a la estación directa: La oposición del Sol con Júpiter se produce un par de meses después de la estación retrógrada e 360

intensifica todas las situaciones en las que el impulso creativo se ha re­ primido o tragado. (Véase en el cap. 16 los puntos de oposición descri­ tos a través de las casas.) La energía eliminada, perdida o enterrada en la primera mitad del ciclo resurge con una elevada, y con frecuencia ex­ plosiva, intensidad. Esto es especialmente aplicable en relación con la necesidad o el deseo de algo. El movimiento retrógrado subraya lo que no tenemos, y nos vemos enfrentados con las esperanzas y los sueños que quizás hayamos reprimido durante la primera mitad, y que ahora se liberan en un despliegue exagerado y excesivamente espectacular que, a modo de catarsis, despeja la atmósfera. Una vez que las circuns­ tancias se han asentado un poco, esta catarsis permite una asimilación gradual de la verdadera situación y, como consecuencia, una paulatina revisión de los planes. El carácter de Júpiter en su función de entrega o de distribución puede ser inquietante, en particular si el tránsito del planeta favorece experiencias intrínsecamente desconocidas o que exacerban un estado psicológico ya de por sí tenso. Por ejemplo, si el nativo se siente incó­ modo con las situaciones emocionales y habitualmente evita cualquier tipo de circunstancia demasiado dramática, es muy propio del poder de Júpiter acicatear las emociones que le son ajenas o extrañas. En este caso, es beneficioso que explore el origen de la reacción emocional y trate de encontrarse más cómodo en su dominio, con lo que descubrirá la verdadera fuente de la frustración. El tránsito de Júpiter retrógrado puede provocar depresión como consecuencia de necesidades insatisfechas, y el período se hunde gra­ dualmente en una espiral de duelo y pérdida, exigiendo al nativo que recurra a sus reservas más profundas de fe en sí mismo. Una experien­ cia como ésta es común cuando Júpiter y Saturno están en conjunción -cada veinte años- y se vuelven retrógrados y directos en un breve lapso, o cuando están en oposición -también cada veinte años- y cada una de sus estaciones coincide estrechamente con la oposición con el otro. Los ciclos de Júpiter y Saturno representan de la forma más espec­ tacular su pauta mítica cuando están en oposición o en conjunción recí­ proca, devorando y expulsando alternativamente los resultados creati­ vos. La discusión entre Júpiter y Saturno clarifica nuestras ideas sobre la moralidad individual (Júpiter) y la moralidad colectiva (Saturno). Estos ciclos son los heraldos de un nuevo orden de prioridades y de una pugna por la supremacía creativa en las casas en donde se representa el drama. Lo que ha sido reprimido o contenido durante demasiado tiempo súbitamente es expelido, a menudo con una gran cólera. En su camino hacia la estación directa, Júpiter se encuentra con el quincuncio en desaceleración con el Sol, que exige muchos ajustes y re361

visiones. Tiende a ser un período muy ocupado por el diseño de planes para el futuro, pero con un creciente sentimiento de espera y de expec­ tación. Este emocionante aspecto comienza a acumular energía y crece hasta alcanzar proporciones tremendas, creando unas esperanzas exa­ geradas. El horizonte, aunque optimista, aún no está despejado. El mo­ vimiento de Júpiter se sigue desacelerando a medida que se aproxima al trígono estacionario directo, momento en el cual el planeta ya estará prácticamente inmóvil. Unos pocos días antes de volverse directo, Jú­ piter forma el trígono con el Sol, que congrega y condensa la energía acumulada. La estación contiene, por lo tanto, una fuerza tensa e hin­ chada que puede reventar como un dique, lo cual tanto puede consti­ tuir una liberación positiva, como convocar a todos los demonios. De la estación directa al grado de la estación retrógrada anterior: Cuando Júpiter se estaciona para volverse directo, el Sol ha estado en trígono con él durante más o menos seis días, lo cual aporta al período de la estación una tensión optimista y excitante. La estación directa de­ sata las emociones bloqueadas, y puede dar como resultado decisiones prematuras e impulsivas. Aproximadamente durante la semana previa a la estación, hay tanto margen para la ansiedad como para la excita­ ción; los inexplicados sentimientos de inquietud pueden reflejarse en un desorden en el entorno del nativo, y puede haber un sentimiento de prevención y posiblemente de aprensión ante lo que está creciendo en busca de una culminación. Todo esto quizá imprima un aire de pa­ ralización llena de manías a las actividades que rodean a la estación di­ recta. Una vez que Júpiter inicie de nuevo el movimiento directo, gra­ dualmente se irá aclarando lo que es más necesario o deseable. El período de la estación directa ofrece una oportunidad de animar el impulso creativo bloqueado o sofocado. El mito de Júpiter indu­ ciendo el nacimiento del nuevo panteón al obligar a Saturno a devolver a su propia progenie, a la que se había tragado, es aquí una alegoría adecuada, porque con frecuencia el nativo se ve incitado a acciones ex­ tremas con el fin de renovar el compromiso con su propio interés o su nivel de energía. Al extremo opuesto de la influencia jupiteriana del puer encontramos el senex durante el ciclo retrógrado, y aunque era ne­ cesario reservar la energía, la esencia jupiteriana aborrece el elemento conservador, y el planeta se opondrá a toda resistencia interior al cam­ bio que encuentre en el nativo. Si un planeta natal está afectado por un aspecto de Júpiter en el grado estacionario retrógrado, cuando Júpiter vuelva a pasar por ese grado puede aportar una perspectiva nueva y más apropiada de lo que se aplazó, se perdió, se alteró, se prometió o se concedió. A la in-

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versa, si es el grado estacionario directo el que está en aspecto con un planeta natal, entonces al recordar el momento de unos siete meses antes, cuando Júpiter transitó por primera vez por ese grado, el nativo podrá ver qué es lo que está saliendo a luz, ya plenamente maduro. Con la estación directa se inicia una época excelente para inaugurar una nueva empresa o un nuevo concepto, porque los ocho meses de movimiento directo subsiguientes (que pueden ser modificados por otros planetas retrógrados) dejan margen para que la estabilidad y el crecimiento establezcan una sólida base de operaciones en el área por la que transita Júpitcr. Los planes, ideas y proyectos que fueron restringi­ dos durante la retrogresión (o estaban implícitos en el primer contacto directo con un planeta natal) emergerán con el movimiento directo, y casi siempre con una nueva perspectiva. Es probable que la expansión con que se soñaba antes del período retrógrado haya sufrido un cambio espectacular, en general algo modificada a partir de su grandiosidad original. En un nivel profundamente inconsciente, durante el interludio entre las estaciones se podría alcanzar un compromiso que deje margen a un cambio armonioso en los planes o la dirección. Quizá lo que el na­ tivo parecía querer en el contacto inicial no fuera en modo alguno lo que de verdad necesitaba, y entonces puede liberarse su verdadero don creativo. Aproximadamente ochenta días después de la estación di­ recta, Júpiter vuelve a pasar por el grado en que se volvió retrógrado y empieza de nuevo a cobrar impulso, encaminándose hacia la conjun­ ción con el Sol. Entre la estación directa y el paso por el grado retró­ grado, se dan los últimos toques y se alcanza la plena madurez de una imagen largamente elaborada, añadiendo la nota final al ciclo retró­ grado.

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Del 1 de enero de 1932 al 28 de enero de 1961

Del 1 de enero de 1932 al 22 de noviembre de 1990

Fig. 19.1.

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Órbitas de Saturno

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Saturno retrógrado en tránsito La oposición Sol-Saturno en tránsito se puede producir de una a tres veces en una casa, dependiendo del tamaño de ésta, porque Saturno se pasa casi dos años y medio en cada signo, estacionándose y volviéndose retrógrado todos los años. Las estaciones anuales del planeta se produ­ cen aproximadamente trece días más tarde cada año. Parece estar in­ móvil desde cuatro o cinco días antes de volverse retrógrado, y forma un trígono con el Sol unos doce días después de la estación. Se man­ tiene en la fase retrógrada durante unos 130 días, retrocediendo un pro­ medio de 6º, y aproximadamente doce días antes de estacionarse y vol­ verse directo forma otro trígono con el Sol. Con Saturno entramos en un ciclo de retrogresión que subraya gra­ dos particulares y selectivos. Saturno puede transitar dos veces por el mismo grado en el curso de sus fases directa y retrógrada, y de vez en cuando lo hace tres veces. Como ejemplo y paradigma de este movi­ miento, incluyo aquí el tránsito de Saturno durante su entrada en Acua­ rio en 1991. 7 de febrero: Oº 1' de Acuario 16 de marzo: directo a 3 º 52' de Acuario 1 7 de mayo: estacionario retrógrado a 6º 50' de Acuario 22 de julio: retrógrado a 3º 52' de Acuario 5 de octubre: estacionario directo a Oº 11' de Acuario 13 de diciembre: directo a 3º 52' de Acuario. Aunque sólo «acertó» dos veces en el grado cero de Acuario, Sa­ turno pasó tres veces por los 3 º 52' de Acuario. Desde la primera vez que transitó por ese grado (en movimiento directo) hasta la última (también directo) pasaron nueve meses. Es importante recordar esta ca­ racterística cuando se interpreta el resultado a largo plazo de un ciclo de Saturno retrógrado en una carta natal. Las semillas sembradas en el 365

primer contacto pasan por una gestación, una maduración y el consi­ guiente nacimiento durante el tránsito final por ese mismo grado. Sa­ turno da a luz lo que había sepultado. De la estación retrógrada a la oposición con el Sol: Allí donde Saturno esté en tránsito en nuestro horóscopo formamos y configuramos nuevas fronteras y creamos una dimensión y un sistema, pero periódicamente este tipo de evolución se interioriza e inicia una incubación cuyo resul­ tado es un sentimiento de estancamiento e inmovilidad. El ciclo retró­ grado verá a Saturno retroceder por los grados con los que ya ha estado en contacto cuando se encontraba en movimiento directo. Entonces se produce la revisión del pasado y de todo lo que lo caracterizó, y se refle­ xiona sobre su eficacia actual. El proceso de evaluación se moviliza unas dos semanas antes de la estación retrógrada, durante la cual en el inconsciente empieza a germinar una semilla. Si Saturno se estaciona en orbe con un planeta o un ángulo natal, o dentro de uno o dos grados de orbe, afecta directamente al crecimiento en esa área, porque Saturno comienza a encerrar al planeta, sellándolo hasta aislarlo e impidiendo que lo contaminen influencias externas. El corolario de la aparente detención del avance no es necesaria­ mente una regresión en los hábitos o pautas de comportamiento, pero la estación retrógrada afecta a las capas más profundas de la psique, en donde habrá de producirse la transformación. La respuesta inmediata a la estación es, por lo común, una cierta in­ dolencia, y puede pasar inadvertida, aunque es posible que haya insi­ nuaciones de inquietud y frustración con respecto al orden establecido. Según cuáles sean los contactos natales que se formen, lo que finalice en la estación puede representar tanto un alivio como una opresión o una pérdida total. Con frecuencia hay una gran dificultad para determinar qué es lo que ha terminado, y el período suele ir asociado con una forma leve de depresión o de letargo. Si se ha llegado al final natural de un proyecto en el que se ha concentrado mucha energía, la depresión es un tranquilizante psíquico instintivo, segregado para calmar la ansie­ dad que siempre acompaña al vacío que se siente cuando algo ha con­ cluido. Si una relación se acaba en la época de una estación de Saturno, el hecho de aislarse para sanar implica una transformación alquímica larga y lenta, que incluye varias etapas. No todos los períodos estacionarios retrógrados de Saturno coinci­ den con finales. Aunque externamente pueda parecer que lo sean, en verdad son el comienzo de una relación completamente nueva con el entorno y con nuestros propios e íntimos sentimientos de poder y auto­ ridad. La estación inicia un proceso en el que se construye un reci-

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piente, una crisálida dentro de la cual empiezan a metamorfosearse misteriosos procesos inconscientes. En general, esto se centra en un tema; lo normal es que el nativo tenga una sutil conciencia del cambio necesario, pero que instintivamente se resista a él. El principio homeos­ tático sale al rescate, deteniendo cualquier acción manifiesta o inme­ diata. Hay una garantía intrínseca de que lo que emergerá al final del ciclo de nueve meses de gestación será muy diferente de lo que se ima­ ginaba. Por ejemplo, si Saturno se estaciona en cuadratura con la Luna natal, eso puede significar una o varias cosas: una mudanza o una reno­ vación del hogar, una crisis o un punto decisivo en cualquier tipo de re­ lación, o bien una depresión o melancolía con respecto a conflictos emocionales no resueltos. Dentro de los límites de lo posible -porque ahí es donde Saturno se encuentra más cómodo-, la predicción del re­ sultado de un tránsito de este planeta a menudo es muy acertada. En el curso de la época retrógrada se revelan muchas etapas de evolución y maduración de la idea germinal, de modo que lo que efectivamente llega a desarrollarse quizá no sea en modo alguno lo que se proyectó en un comienzo. Sin embargo, un hilo de similitud relaciona el primer tránsito con el tránsito final, nueve meses después. Si habíamos fanta­ seado con una nueva situación al comienzo del ciclo, es probable que llegue a darse, pero que no se produzca allí donde nos la imaginamos. En general, las cuadraturas, semicuadraturas y oposiciones con los planetas natales son los aspectos más obvios, ya que son característicos de la manifestación, y van acompañados por el desagradable senti­ miento de encontrarse en una trampa, lo cual genera frustración, angus­ tia y desesperación. Nos vemos forzados a aceptar nuestra propia inca­ pacidad para controlar el entorno, y tomamos una aguda conciencia de la disminución del poder de nuestro yo. Con la nueva disposición del tiempo y las prioridades, y después de un tranquilo retiro, es frecuente que encontremos una considerable paz mental, porque sentimos que la época difícil ya ha pasado o porque nos hemos dado cuenta de que cuando hay una necesidad de cambio tan profunda, es preciso pensar en ella lentamente y con gran reserva. Saturno encierra al yo y restringe sus parámetros, con lo cual, en ciertos momentos, reduce nuestro aparente control sobre determinados aspectos de la vida. Si los planetas están aspectados por el ciclo retró­ grado, entonces la reevaluación del poder y de la autoridad es más ge­ neral, pero sigue estando asociada con los asuntos de la casa por donde transita Saturno, y se refleja en las casas que el Sol en tránsito va ocu­ pando durante la totalidad del ciclo. Si los aspectos que forma el grado de la estación con los emplaza-

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mientos natales son trígonos o sextiles, el efecto de la estación es más suave, el ciclo subsiguiente es más sutil y los resultados en general con­ cuerdan con los planes del nativo. Sin embargo, la estación sigue intro­ duciendo una nota de solemnidad en el principio de organización del planeta. En el caso de un sextil o un trígono, una estación retrógrada puede ganar tiempo para permitir un plan a largo plazo mejor desarro­ llado. Por ejemplo, una estación de Saturno en trígono con el Venus natal puede hacer que nos embarquemos en una seria reevaluación de nuestra actitud en las relaciones, y ocasionar un período de sosegada fe­ licidad. En la fase retrógrada siguiente, es probable que nos encontre­ mos con toda clase de aspectos de nuestra propia naturaleza profunda­ mente satisfactorios e independientes por completo de las relaciones. Nuestra participación en las relaciones madura durante la retrogresión de Saturno, dando como resultado una mayor seguridad en nosotros mismos y unos valores personales más saludables. Saturno aísla al pla­ neta con el que contacta e invierte sus energías, enterrándolo para la incubación que conducirá luego a un nacimiento. En el proceso de pro­ fundización de sus relaciones consigo mismo, el nativo consigue multi­ plicar su satisfacción en sus relaciones con los demás. El trígono del Sol con Saturno que sobreviene unos doce días des­ pués de la estación suele desencadenar el primer atisbo de lo que ha su­ cedido de forma subterránea, y que, durante un tiempo, prácticamente ha desaparecido. El trígono se produce en el mismo grado de la estación de Saturno, provocando la encarnación de la estación. Con frecuencia, ésta no se manifiesta ni se hace notar hasta ese trígono posterior, y es este aspecto el que activa la creación de la crisálida dentro de la cual empiezan a formarse nuevas posibilidades. La capa protectora que rodea a determinadas áreas de la psique, in­ troducida durante la estación de Saturno, es la forma que tiene la natu­ raleza de detener un crecimiento que quizá no se adecue a las intencio­ nes del Sí mismo superior. El trígono aísla el área psíquica que necesita intimidad y protección frente a otros aspectos mientras sufre una trans­ formación. La limitación de las posibilidades y la interiorización de la energía que vienen después van acompañadas de una reducción de los parámetros. Los meses posteriores a la estación pueden estar llenos de hondas frustraciones y de resentimiento, lo cual obliga al nativo a aten­ der a los asuntos inmediatos, le enseña a estar alerta y, al final, le obliga a arrasar con todos los obstáculos posibles para llegar al único pro­ blema principal que está realmente en el centro del resentimiento. El movimiento retrógrado de Saturno se acelera a medida que el Sol avanza hacia la oposición, y su llegada al quincuncio previo a la oposi­ ción, alrededor de seis semanas después de la estación, señala un mo-

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mento de negociación. El yo intenta por todos los medios recuperar el control, reorganizando como un loco las prioridades, con frecuencia traicionándose a sí mismo y aceptando menos de lo que en un principio se proponía. Los reajustes internos y los que hacemos en el entorno están de acuerdo con los ámbitos de la experiencia que representan las dos casas en donde se encuentran el Sol en tránsito y, en el lado opuesto de la carta, Saturno en tránsito retrógrado. La posición del Sol en trán­ sito es un indicador de dónde se siente más frustrado el nativo en ese momento, y dónde tendrá que luchar para mantener la autoridad y el orden establecido. El yo quiere recuperar lo que perdió, o desea ganar allí algo que, a la larga, lo eludirá. De la oposición con el Sol a la estación directa: Un poco más de dos meses después de la estación retrógrada, Saturno forma una oposición con el Sol, señalando el punto medio del ciclo retrógrado. Saturno re­ trógrado se mueve aproximadamente a dos tercios de la velocidad con que lo hace cuando va más rápido, durante su movimiento directo. La oposición es el punto decisivo del ciclo, que señala el final de la fase furiosamente resistente y el comienzo de una incorporación gra­ dual de nuevas maneras de experimentar el poder central. Las casas donde se produce la oposición destacan las áreas que han estado su­ friendo inconscientemente encarcelamiento y restricciones. Si la oposi­ ción cae sobre un planeta o uno de los ángulos, la parálisis subsiguiente se produce por obra de la iluminación de la posición solar y la toma de conciencia de lo que se ha roto, y por la incapacidad del nativo para ac­ tuar de inmediato al respecto. Saturno persistirá en contener y encerrar nuestro deseo de acción inmediata hasta que el proceso interior haya llegado a su fin. El nativo incluso puede tener el sentimiento interno de estar atrapado, así como el deseo de evadirse antes de tiempo de esa si­ tuación apremiante o de reaccionar huyendo de la responsabilidad. En el momento de la oposición, gana perspectiva y se da cuenta de lo anticuados que son sus supuestos básicos. Naturalmente, esto de­ pende del mayor o menor grado de rigidez e intransigencia de la per­ sona en relación con las estructuras existentes. No todo ha de desplo­ marse, pero lo que ya no apoye las necesidades del Sí mismo -no por profundo e inconsciente menos inteligente- se desmoronará lenta­ mente a lo largo de los dos meses siguientes. El período posterior a la oposición Sol-Saturno señala transiciones importantes que apartan al nativo de lo que para él solía ser un eficaz mecanismo psicológico de defensa, y quizá también de la estructura y el marco de referencia de su propia vida. Esto va seguido por el quincun­ cio en desaceleración, que marca una época de recuerdos y recapitu-

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lación; en estos momentos se pueden realizar muchos cambios y ajustes rápidos, y con gran éxito. Sin embargo, nuestro propio cronómetro ins­ tintivo sabe que todavía no ha llegado el momento de dar a luz un orden nuevo y más apropiado. Una fuerza interior que se mantiene y maneras más adecuadas de poner en práctica nuestros planes a largo plazo, unidas a la impaciencia y la ansiedad, crean una atmósfera de transición rápida, pero es probable que haya un ajuste en el tiempo. La retrogresión de Saturno se va desacelerando hasta que el planeta deja de moverse, justo antes del punto de la estación directa. Esta dis­ minución del movimiento contribuye a dar los toques finales a lo que se ha ido gestando durante todo ese tiempo. El trígono exacto con el Sol se produce precisamente cuando Sa­ turno comienza su movimiento retrógrado más lento, antes de llegar a la estación directa, y sólo se moverá unos 6 minutos de arco antes de la estación, doce días después. Esto puede provocar un alumbramiento prematuro, es decir, decisiones tomadas a la ligera, basadas no en la sa­ biduría del tiempo, sino más bien en la intolerancia y la impaciencia. El Sol recoge la energía del ciclo retrógrado, resultando de ello un senti­ miento de tensa y angustiada incertidumbre. Como el ciclo sigue es­ tando activo hasta bastante después de que el planeta se estacione y se vuelva directo, es frecuente que la información consciente de lo que se ha ido gestando no aflore a la superficie hasta que Saturno pase por el grado en el que se volvió retrógrado. La acción del Sol de «reunir» o «cosechar» durante el trígono con­ tribuye a la tensión de los aproximadamente doce días previos a la esta­ ción, precipitando las acciones y los acontecimientos, que harán erup­ ción durante la semana siguiente. De la estación directa al grado de la estación retrógrada anterior: Si la es­ tación se conecta con un planeta o un ángulo del horóscopo natal, esta época puede resultamos interminable, ya que Saturno hace que el tiempo pase más lentamente. Cuando se estaciona, se mantiene en el mismo grado durante casi seis semanas a cualquier lado de la estación. Cuando se vuelve directo, sentimos como si nos moviéramos con suma lentitud. Se necesita mucho tiempo para que el mensaje de Saturno quede incorporado a la mente consciente, pero es seguro que el proceso de nueve meses de fecundación, gestación y nacimiento se ha produ­ cido. Algo nuevo ha nacido, aunque necesitará algunos meses para ma­ nifestarse de un modo consciente. Incluso entonces, la experiencia de haber estado contenidos dentro de nuestros propios parámetros más ín­ timos nos deja con un sentimiento de cautela. Muy gradualmente se pueden ir creando las nuevas estructuras del yo, pero la aparente 370

desintegración de lo que en su momento pareció ser uno mismo deja su marca. El ciclo anual de la retrogresión de Saturno puede producirse dos o tres veces en una casa, y con cada ciclo sucesivo los asuntos rela­ cionados con esta casa son sometidos a revisión, no dejando piedra por mover. Dondequiera que el yo esté comprometido en los asuntos de la casa, muere durante parte del año, mientras se desarrolla una nueva utilidad. El tránsito final por un grado es el más notable, y a menudo señala el nacimiento consciente y manifiesto de lo que se insinuaba nueve meses antes. Generalmente, es algo muy tangible. Si el nativo ha estado trabajando durante ese tiempo en un proyecto a largo plazo, el proyecto se completa, se vuelve factible y toma cuerpo en el tránsito final. Por otra parte, un plan provisional o una fantasía puede convertirse en rea­ lidad en las últimas etapas del ciclo; negativamente, pondrá punto final a las relaciones, actividades o proyectos anticuados o improductivos. Es típico de la naturaleza humana entretenerse en el umbral, y aunque luchemos con valentía por aferrarnos a todo ello, finalmente las relacio­ nes y los valores anticuados e incluso dañinos que han pasado ya con mucho su etapa productiva llegarán a su fin. Puede haber una prolonga­ ción o un esfuerzo en el último momento, pero también esto tiene que acabar, y si el ciclo retrógrado coincide con nuestras propias fases de re­ tiro, interiorización, gestación y nacimiento, tan claramente delimita­ das por Saturno, entonces lo mejor es dejarlo en paz. Cuando Saturno vuelva a pasar por el grado en el que se volvió retrógrado, nueve meses después, estará a cuatro semanas del punto de conjunción con el Sol. Si se ha producido un retraso, esto señala la definitiva conclusión del ciclo.

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20 Los tránsitos de los planetas transaturninos Cuando la Tierra en su órbita «adelanta» a uno de los planetas exterio­ res, parece como si éste le rindiera homenaje, haciendo una reverencia y moviéndose hacia atrás en los cielos. En la órbita del planeta aparece un saludo natural, una ondulación que desde el punto de vista geocéntrico semeja un rizo contra el telón de fondo de la eclíptica, mientras el pla­ neta que retrocede parece acercarse más a la Tierra. Cuando se produce este fenómeno, el Sol en tránsito empieza a moverse hacia el interior de la «zona de oposición», donde permanecerá unos cinco meses. Los tránsitos de Urano, Neptuno y Plutón despiertan una especie de recuerdo, una evocación de imágenes y símbolos tanto personales como colectivos. Aunque pueda parecer que las experiencias asociadas con los tránsitos no tienen precedentes, el hecho de que se las sienta como apropiadas y correspondan por completo al carácter implica que son la manifestación de una conciencia ya existente, pero en estado naciente o embrionario. A muchos individuos, estos tránsitos les resultan arduos, inquietantes y difíciles de soportar, principalmente porque el proceso engendrado por su repetida acción desentierra respuestas psíquicas la­ tentes y no exploradas. Casi todos nos sentimos más cómodos con lo conocido que con lo misterioso. El miedo y la angustia son reacciones humanas naturales ante el lento e inexorable redoble de un planeta ex­ terior que se aproxima. Mientras estamos en mitad del proceso de ges­ tación de un aspecto nuevo de nosotros mismos, tenemos muy poca idea de cómo terminará siendo finalmente. La semilla no se parece en absoluto a la flor o al fruto en que inevitablemente ha de metamorfo­ searse, y en este mismo principio fundamental se basa la evolución gra­ dual de la transformación a largo plazo propiciada por un planeta.' 1. Howard Sasportas, The Gods of Change: Pain, Crisis and the Transits of

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Los planetas transatuminos activan zonas no racionales, y los acon­ tecimientos relacionados con sus tránsitos suelen provenir, sin una ad­ vertencia consciente previa, de ámbitos insospechados, con lo cual per­ turban la pauta lógica de nuestra vida. Pero en su despliegue de los contenidos del inconsciente hay una lógica. No quiero pecar de exce­ sivo optimismo y falta de realismo diciendo que estos tránsitos tienen siempre su lado bueno, porque a menudo al principio parece que no lo hay. De hecho, es frecuente que lo primero sea la vivencia del lado sombrío, es decir, de los aspectos primitivos y no evolucionados de nuestra naturaleza, que no ocultan en sí ninguna maldad intrínseca, aunque solemos considerar a lo desconocido como una fuerza ma­ ligna. Los planetas exteriores transitan por una determinada casa durante muchos años (tomando 30º como el promedio de una casa): en el caso de Urano, 7 años; en el de Neptuno, 14, y en el de Plutón, un tiempo que puede ir desde 12 años (en Escorpio) hasta 32 (en Tauro). En este tiempo habrá otros tantos ciclos retrógrados, porque como el Sol se mueve alrededor del zodíaco, anualmente pone en movimiento los ci­ clos retrógrados. 2 Esta repetición estacional explica en parte la sutileza del trabajo a largo plazo que implican los planetas transatuminos. Ade­ más, se opone abiertamente a la tradición anterior, que interpretaba los ciclos retrógrados de los planetas exteriores como insignificantes o sin sentido alguno. Aunque los ciclos suelen ser sutiles, sin duda no carecen de sentido. Las casas (con frecuencia cinco) y los sectores (es decir, cuadrantes o ángulos) por donde el Sol transita durante el ciclo retrógrado de un pla­ neta exterior señalan un mensaje de contrapunto. Consciente o incons­ cientemente, en estas casas se invierte, sobre una base cíclica, un plus de energía psicológica. La fuerza está orientada a revelar y romper pau­ tas para así desarrollar un yo más fuerte. Con frecuencia nos sentimos exhaustos durante el tránsito retrógrado, porque el inconsciente trabaja horas extras, y ni siquiera el sueño parece ser un descanso.

Uranus, Neptune and Pluto, Penguin, Londres, 1989. [Hay traducción al castellano: Los dioses del cambio: el dolor, las crisis y los tránsitos de Urano, Neptuno y Plutón,

Urano, Barcelona, 1990.] Muy recomendado. Howard trata los planetas exteriores en profundidad, con gran penetración psicológica, tornando cada planeta en aspecto con los planetas natales y emplazado en cada casa. Véase también Robert Hand, Planets in Transit, Para Research, Rockport (Massachusetts), 1981. 2. Los períodos sinódicos -entre las sucesivas conjunciones con el Sol- son lige­ ramente más largos que los períodos orbitales.

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El tránsito del Sol a lo largo de los cinco meses de retrogresión del planeta o planetas exteriores destaca dónde hemos de responder al de­ safío del entorno. Un tránsito de Urano por la quinta casa, por ejem­ plo, desintegra lo que era una manera muy útil de relacionarse con los demás en un nivel emocional y puede perturbar las relaciones de inti­ midad. No se trata de un castigo de los dioses, sino de un proceso im­ portante de maduración. Urano se hace notar por su capacidad para se­ parar aspectos de la naturaleza interior del nativo de otros aspectos integrales. El tránsito de Urano afloja los viejos hábitos emocionales y nos obliga a fijarnos con atención en nuestros motivos interiores para amar, cuidar y alimentar afectivamente, así como en nuestra capacidad para correr riesgos en esos dominios. El tránsito del Sol manifestará lo opuesto, es decir que la catarsis in­ terior la producirá el mundo exterior. En este ejemplo hipotético, la oposición del Sol con Urano caerá sobre el eje de las casas quinta y un­ décima, proyectando la experiencia interior (quinta casa) sobre el en­ torno (undécima) y obligando al nativo a tratar abiertamente con sus amigos y asociados y, en última instancia, a clarificar sus objetivos vita­ les . Lo que puede parecer una consecuencia sin importancia de la pro­ pia capacidad de dar y recibir amor se reflejará abiertamente en la casa once. Es tan frecuente que el mundo exterior sea un espejo del paisaje interior, que lo único que necesitamos para convencernos es mirar a nuestro alrededor. Esto vale para todos los planetas. El Sol es el vehículo de la volun­ tad, que expresa de maneras constantemente nuevas y más versátiles las necesidades internas del Sí mismo. En las épocas periódicas de agru­ pamiento de los planetas superiores, como los stellia que se produjeron en Tauro en 1940-1941 (Júpiter, Saturno y Urano), y también en Capri­ cornio a fines de los años ochenta y comienzos de los noventa (Saturno, Urano y Neptuno), una reestructuración intensamente complicada del inconsciente nos impone, de múltiples maneras, un examen interno du­ rante breves períodos anuales. Sin embargo, cuando los planetas exte­ riores están distribuidos por todo el zodíaco, siempre puede haber un planeta superior en movimiento retrógrado, y por lo tanto resulta im­ posible establecer una doctrina definitiva para describir el movimiento retrógrado de los planetas exteriores. Los ciclos de retrogresión de los planetas transatuminos se produ­ cen muchas veces. Su extensa permanencia en cada casa crea una histo­ ria de experiencias asociadas con el ciclo retrógrado, comenzando por el tránsito inicial sobre un punto sensible. La coincidencia de los tránsi­ tos de los planetas exteriores con experiencias de transformación su­ braya hasta qué punto son profundamente inconscientes nuestros moti375

vos en la vida, porque a menudo el «golpe» inicial es un verdadero im­ pacto. Poco a poco vamos absorbiendo la información o la circunstan­ cia y la incorporamos a nuestra vida diaria, y de este modo progresa­ mos. A medida que nos trasladamos de Urano a Plutón, la duración y el alcance de la experiencia de transformación son mayores, y los resulta­ dos más y más profundos. Tal como vimos en el capítulo 1 O, al tratar de los planetas transatur­ ninos retrógrados en la carta natal, éstos no son tan impersonales como se creía. La esencia fundamental y central de todos los planetas es lo que podríamos llamar la dimensión arquetípica, pero las miríadas de expresiones personales que se superponen al arquetipo son lo que nos da nuestro peculiar e indispensable sí mismo. Cuando soportamos re­ petidos ciclos retrógrados de Urano, Neptuno y Plutón sobre puntos sensibles de nuestra carta natal, en realidad estamos experimentando una necesidad de desarrollar más los aspectos profundamente persona­ les de nuestra propia naturaleza, y de hacerlos evolucionar hasta inte­ grarlos en nuestra personalidad, para así cultivar una estructura del yo más fuerte y más específicamente característica del Sí mismo interior profundo. Los planetas exteriores exigen siempre más esfuerzo consciente para integrarlos en la totalidad del sistema del sí mismo, y a eso se debe que tengan tan mala prensa. Es tremenda la energía que se requiere para transformar características subdesarrolladas o primitivas de una ma­ nera útil e integrada. Los tránsitos de los planetas producen constante­ mente importantes transiciones vitales, que necesitan años para desple­ garse, y puesto que se pasan casi la mitad del tiempo en movimiento retrógrado, la mitad del «trabajo» psicológico se realiza durante el trán­ sito retrógrado. Con frecuencia, todas las estructuras ajenas y superfi­ ciales de contención del yo se desintegran en el proceso de salvar nues­ tra vida o nuestra alma: a la persona que pasa por el tránsito retrógrado se la acusa a menudo de «comportamientos raros», de locura o de irres­ ponsabilidad lisa y llana, cuando en realidad lo que muestra se parece más a una «necesidad». Se pone demasiado énfasis en el legendario relámpago de ilumina­ ción. Las zarzas ardientes, los rayos deslumbrantes y la blanca luz de la conciencia trascendental no son los rasgos más característicos de los ci­ clos retrógrados, ni siquiera cuando hay contactos de la precisión de un grado. E incluso si un ángel se nos apareciera a los pies de la cama para anunciarnos la iluminación, lo único que tiene de numinoso el episodio es el momento de conciencia como tal y no la vida normal y cotidiana subsiguiente. El trabajo subterráneo, la preparación para el momen­ to numinoso de la toma de conciencia -si es que sucede-, se realiza

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con frecuencia durante la fase de retrogresión. Las fases directas apor­ tan el tiempo de participación activa que hay en la transformación a largo plazo, y que de hecho a menudo no parece nada fuera de lo común. Otra característica importante de los ciclos de retrogresión de los planetas exteriores es la extrema probabilidad de que, en algún mo­ mento de la vida, uno o más de los planetas personales del horóscopo natal se vean afectados por ellos. A diferencia de los ciclos de Marte, Júpiter y Saturno, los planetas transpersonales escudriñan los grados del zodíaco con un empeño implacable que prácticamente no deja pie­ dra sin remover. Su intención es la de conectar a los individuos con re­ cursos profundamente personales e iniciarlos en su propia y cada vez más personal manera de experimentar el mundo. Tal como vimos con los planetas más próximos al Sol, a lo largo de años de ciclos retrógrados, sus movimientos forman mandalas natura­ les. Parece como si los planetas «revisaran» los grados del zodíaco y volvieran después al movimiento directo, atravesando de nuevo esos mismos grados. Como los planetas exteriores tienen períodos orbitales muy largos (Urano, 84 años; Neptuno, 168, y Plutón, 245), la forma más práctica de ilustrar su movimiento, en vez de los mandalas utiliza­ dos para los planetas inferiores y los superiores interiores, es el gráfico lineal. Da la casualidad que el período de tres años que va de 1990 a 1993 nos proporciona una imagen especialmente favorable, que ejem­ plifica la naturaleza ondulante de los movimientos directo y retrógrado (véase fig. 20.1, p. 378). Ha habido interpretaciones de los ciclos de tránsito retrógrado que incluyen la posibilidad de que se produzca una repetición de una situa­ ción o un estado cuando el planeta vuelve a pasar por un grado sobre el que ya ha transitado antes. Esto es muy improbable, no sólo psicológica sino también astrológicamente, primero porque en el curso de la retro­ gresión todos los demás planetas siguen moviéndose y se los encuentra en grados posteriores cuando finalmente el planeta retrógrado se vuelve directo para pasar otra vez por el mismo grado. Y en segundo lugar, como veremos, hay dos paradigmas básicos, cada uno muy diferente del otro, a los cuales se ajustan los tránsitos retrógrados. Cuando el planeta retrógrado se vuelve directo y pasa de nuevo por el grado en el que se volvió retrógrado, la visión del mapa planetario ha cambiado totalmente, y la relación del planeta con el Sol y con los demás planetas se ha alterado por completo. No hay, en modo alguno, un «retorno», sino simplemente otra visión desde la misma localiza­ ción zodiacal. Esta relación alterada -con el marco de referencia en su totalidad, pero especialmente con el Sol- es muy importante, porque 377

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Efemérides de 45° - Del 1 de enero de 1990 al 5 de enero de 1993

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Fig. 20.1. Representación gráfica de los planetas transaturninos, en un período de tres años, con el nodo medio (siempre retrógrado) incluido, para mostrar el movimiento constante en relación con los movimientos directo y retrógrado.

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implica más bien un proceso de evolución que una revelación o un acontecimiento súbito. Cuanto más distante del Sol está un planeta, más pequeño es el arco de su movimiento retrógrado -apenas unos pocos grados- y más pro­ longado su período retrógrado. En el caso de los planetas exteriores, se crean ciclos en los que puede haber tres tránsitos por un mismo grado, lo cual intensifica ese grado y concentra la atención en un punto en par­ ticular (que a veces puede ser un planeta) del horóscopo natal. Para ser exactos, el tránsito de U rano por un único grado se produce tres veces; en el caso de Neptuno, puede darse cuatro veces, y en el de Plutón, si el planeta está en los signos de Libra, Escorpio y Sagitario, el tránsito se puede repetir cuatro veces, y cinco o seis si se encuentra en Aries o en Tauro. Los planetas más distantes (Urano, Neptuno y Plutón) tienen ciclos distintos entre su primer tránsito por un grado específico y el tránsito final por ese mismo grado. Urano emplea diez meses. Neptuno también tarda casi exactamente diez meses. Plutón, cuando está en Escorpio y en Sagitario, emplea nueve o diez meses, y durante un período de die­ ciocho meses pasa exactamente cuatro veces por el mismo grado, mi­ nuto y segundo. El resultado de la órbita sumamente excéntrica de Plu­ tón y de su inclinación de 17° sobre la eclíptica es que se pasa 11 años en Escorpio y 32 en Tauro, es decir que su permanencia en cada signo es muy diferente. Un tránsito repetido por un determinado grado del horóscopo ocu­ pado por un planeta natal, o por uno de los ángulos, alerta una y otra vez al nativo sobre algo que está sepultado desde hace mucho tiempo y que hay que explorar desde una nueva perspectiva. La exhumación de recuerdos profundamente enterrados se siente primero como una con­ moción, pero a la larga conduce a que el nativo vea con claridad algún aspecto hasta entonces no desarrollado de su propia naturaleza interior. El grado en cuestión no es territorio virgen; ya antes ha dado cabida a múltiples y diversas experiencias. Encerrados en el interior de ese grado hay niveles de memoria tanto personales como arquetípicos, que se agrupan para formar prejuicios conscientes o actitudes inconscientes. Cuanto mayor es uno, más material acumulado hay cubriendo la pu­ reza del grado. Por lo tanto, cuanto más profundamente nos apoyamos en nuestros prejuicios conscientes, más chocante nos parecerá la apari­ ción de materiales inconscientes primarios. Lo que a primera vista pa­ rece ilógico es, en realidad, muy lógico, porque aquello que aflora a la superficie se relaciona con nuestras propias necesidades inmediatas y está asociado de un modo manifiesto con circunstancias y aconteci­ mientos del momento actual. Es existencialmente apropiado, y vale la 379

pena examinarlo como mínimo en este nivel. Los tránsitos se vuelven aún más previsibles cuando investigamos cuáles son las experiencias y las relaciones significativas previas asociadas con el planeta o con el grado en cuestión. El punto repetidamente transitado en el horóscopo se vuelve cada vez más sensible, imbuido para siempre de los rasgos innatos del pla­ neta exterior en tránsito, que a su vez están entretejidos con los recuer­ dos de los acontecimientos o las circunstancias que el tránsito ha traído a primer plano. Si suponemos que hay una complicidad entre el funcio­ namiento interior de la psique y nuestra experiencia del mundo exte­ rior, los acontecimientos importantes deben darse de forma simultánea con los tránsitos, y con frecuencia es así. Los ciclos retrógrados son im­ portantes porque en el proceso de autodespliegue, señalado por un re­ tiro hacia el interior de uno mismo para digerir y asimilar lo que su­ cede, hay una animación intensa y periódica. El siguiente rasgo es el más importante: ciertos planetas y configura­ ciones planetarias de una carta natal experimentarán más contactos que otros con los planetas en retrogresión (verifíquelo en su carta). En el supuesto de que esto haya sucedido o vaya a suceder, significa que estos planetas y configuraciones son nata/mente más importantes que los demás en el horóscopo natal. Los planetas y configuraciones de la carta natal que están predestinados a pasar con tanta frecuencia por tránsitos retrógrados y directos, son por naturaleza los de mayor impor­ tancia psicológica de la carta, es decir, los que contienen el material in­ formativo más rico sobre el carácter. Debido a que la carta natal es la carta de los tránsitos para el indivi­ duo en el momento de su nacimiento, el hecho de que uno o más de estos planetas sea repetidas veces objeto de tránsitos en ambos sentidos implica que al nacer la memoria estaba conectada con el futuro, que luego se convierte en «pasado». 3 De esta manera, estamos hechos en igual e incluso en mayor medida de nuestro futuro que de nuestro pasado. Inmediatamente después de nacer, el individuo comienza, de forma instintiva e inconsciente, a rodear de protección a esos planetas, como si el Sí mismo «supiera» que allí habrá acción, y cuando se inicia la embestida del largo proceso de ciclos de retrogresión múltiples y re­ petidos de los planetas exteriores, ellos ya están tensos porque lo saben 3. Véase Michael Harding, Hymns to the Ancient Gods, Penguin, Londres, 1992. En este libro, Michael Harding ejemplifica claramente la «memoria planetaria». El movimiento planetario es un continuo, no una serie de posiciones discontinuas por donde el planeta va saltando de un lugar a otro. Por eso este sistema fun­ ciona.

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y se resisten al cambio. Esto puede ayudar a definir un «complejo» psi­ cológico. Por medio de la confluencia de los «tránsitos» natales (es decir, la carta natal) estamos ya conectados a los futuros tránsitos planetarios en aspecto con esos planetas y al conocimiento inconsciente de este fenó­ meno inevitable, y podemos entonces suponer que es probable que allí haya importantes complejos psicológicos. Los planetas natales cuyo fu­ turo ha de verse repetidamente escudriñado se cargan -prácticamente se saturan- de rasgos psicológicos complejos, que serán la principal fuerza de motivación inconsciente subyacente en todos los demás as­ pectos de la vida. Cuando llegue el momento prometido, y se inicie la acometida de los tránsitos, el complejo empezará a desenmarañarse, y aunque pueda parecer que sólo involucra a un aspecto, éste terminará por ser el eslabón que se conecta con la totalidad del ímpetu consciente del individuo. (Véase en el cap. 24 un ejemplo del efecto de acumula­ ción.) De las dos maneras en que un tránsito retrógrado puede afectar al grado de un emplazamiento en el horóscopo natal, la más común es cuando el planeta transita primero por ese punto en movimiento di­ recto, luego en la fase retrógrada, y finalmente en movimiento directo después de haber completado el ciclo retrógrado. (Véanse las figs. 20.2 y 20. 3, págs. 383 y 387). Si este grado está ocupado por un planeta natal, la acción repetida del tránsito altera de un modo permanente la predisposición del planeta; los resultados a largo plazo de los tránsitos retrógrados por los puntos sensibles del horóscopo tienden más bien a alterar la vida que a ser algo transitorio o incidental. La concepción, la gestación y el nacimiento asociados con el trán­ sito de un planeta exterior en contacto con uno interior o con un punto medio reflejan la evolución prenatal de una persona. Cuanto más cons­ cientes seamos de la secuencia temporal de estos ciclos, con más inteli­ gencia llegaremos a entender cuál es su función en la continua evolu­ ción de nuestra naturaleza. No puedo decir que la conciencia de un tránsito de un planeta exterior nos permita evitar o desviar lo que está escrito desde el nacimiento, pero es indudable que ayuda a manejar los acontecimientos del proceso. El reconocimiento de que estamos llenos de algo que es necesario reduce el miedo y la angustia que con frecuen­ cia generan los planetas exteriores. La naturaleza profundamente inconsciente de los planetas transa­ turninos y la información, a menudo sorprendente, que sacan a la su­ perficie provocan corrientes de profunda agitación alrededor de su tránsito. Es muy típico y frecuente que un tránsito de un planeta exte­ rior coincida con revelaciones súbitas y con una toma de conciencia 381

cada vez mayor de aspectos hasta entonces no comprendidos de una ca­ racterística o de un rasgo psicológico profundamente personal. Pero lo que de manera pragmática e inmediata es útil para el astrólogo es el movimiento previsible, y el posterior desarrollo lógico observable en cada paso vacilante a lo largo del ciclo retrógrado a través de los grados del zodíaco. Sin embargo, no me interesa la predicción, sino la visión profunda y la comprensión. Al indagar cuál es la experiencia previa de un cliente con respecto a un punto de la carta, sus antecedentes en relación con el planeta en tránsito, y la situación actual y sus potenciales, se vuelve to­ talmente posible entender qué está llevando a la superficie el proceso evolutivo del tránsito retrógrado. La importancia psicológica de este método es evidente, pero su uso pragmático, por ejemplo para calcular el momento de la concreción o la conclusión de un proyecto o de una idea, es igualmente valioso. Como ya he dicho antes, hay dos secuencias principales en virtud de las cuales un punto en el horóscopo experimentará los tránsitos retró­ grados de uno o más planetas exteriores. Si en una carta natal hay un planeta (o un punto) en el grado en el que un planeta exterior (Urano, Neptuno o Plutón) llegará a una estación retrógrada, entonces se produ­ cirá una secuencia ligeramente diferente de la que se daría si el planeta exterior pasara por encima de un planeta natal en movimiento directo, se estacionara en un grado posterior y después volviera a pasar sobre el planeta natal mientras está retrógrado para luego hacerlo una vez más cuando vuelva a estar directo. Su estación directa siempre tendrá lugar dentro de un grado de orbe en el mismo punto en donde estuvo esta­ cionario retrógrado. Las sutiles diferencias entre estos dos paradigmas pueden producir resultados radicalmente diferentes. En aras de la claridad y de la coherencia, me he valido arbitraria­ mente del movimiento de Urano en los primeros grados de Capricornio para ilustrar los dos paradigmas. PARADIGMA A

Cuando un planeta exterior en tránsito llega a una estación retrógrada en conjunción con una posición natal, retrocede, vuelve a pasar por ese punto natal y finalmente llega a una estación directa en ese mismo grado. Ejemplo: 1. Estación retrógrada de Urano a 1 º 02' de Capricornio el 4 de 382

Paradigma A l. Estación retrógrada (4 de abril de 1988) 2. Paso en movimiento directo (20 de diciembre de 1988) Fig. 20.2. Paradigma A

abril de 1988. (El Sol en Géminis estará en oposición con Urano retró­ grado a 29º de Sagitario, el 21 de junio de 1988.) 2. Estación directa de Urano a 27 º 02' de Sagitario, el 5 de sep­ tiembre de 1988. 3. U rano está en movimiento directo a 1º 02' de Capricornio, el 20 de diciembre de 1988, pasando por encima del grado en el que ocho meses y medio antes llegó a una estación retrógrada. (22 de diciembre de 1988: el Sol forma una conjunción con Urano en movimiento di­ recto poco después de que éste pase por el grado donde llegó a una esta­ ción retrógrada, y seis meses después de la oposición Sol-Urano.) En este ejemplo, U rano sólo contacta dos veces con el grado, mi­ nuto y segundo exactos: una vez en la estación retrógrada, y de nuevo cuando ha completado el ciclo y se ha vuelto directo, pasando por en383

cima. Urano, sin embargo, volverá a contactar una vez más con ese grado, pero ligeramente más adelantado, como podemos ver en el ciclo continuado de Urano para este período. 1. Urano llega a una estación retrógrada a 5 º 20' de Capricornio el 9 de abril de 1989. (El Sol formará una oposición con Urano el 25 de junio de 1989 a 3º de Cáncer-Capricornio.) 2. Urano llega a una estación directa a 1 º 20' de Capricornio, el 10 de septiembre de 1989. (Observe que este es el mismo grado en el que Urano se detuvo en estación retrógrada diecisiete meses antes -aunque ahora, por unos pocos minutos de arco, se encuentra ligeramente más adelante que en el primer «contacto» del 4 de abril de 1988-, y por lo tanto, está dentro de orbe en lo que se refiere a la interpretación.) 3. U rano está en movimiento directo a 5 º 20' de Capricornio, el 25 de diciembre de 1989, es decir que está pasando por el mismo grado en que se volvió retrógrado en abril. En esta secuencia, por ejemplo, si la Luna natal de un nativo estu­ viera a 1º 02' de Capricornio, esta persona tendría primero la vivencia de una estación retrógrada de U rano en conjunción con la Luna; des­ pués la del ciclo retrógrado; luego un segundo contacto con la Luna cuando, casi nueve meses después, Urano volvió a pasar en movi­ miento directo por el grado, el minuto y el segundo exactos. De un modo técnico y preciso, no habría más que dos contactos con la Luna. Sin embargo, casi exactamente nueve meses después de ese tránsito, el nativo experimentaría un tercer tránsito cuando Urano llegase a la esta­ ción directa a 1 º 20' de Capricornio... ¡sin duda, en un orbe lo bastante ajustado como para considerarlo en conjunción! En este caso, sin forzar para nada la imaginación ni los hechos, se podría considerar que el na­ tivo ha tenido tres tránsitos de Urano en conjunción con su Luna du­ rante un período de un año y medio. Esto es bastante lógico en los pla­ netas transaturninos. Cuando un planeta exterior llega a una estación retrógrada sobre un emplazamiento natal, terminará por llegar a una estación directa dentro de un grado de ese mismo lugar aproximada­ mente dieciocho meses después. Por lo tanto, se darían una estación re­ trógrada y una directa, produciéndose ambas directamente sobre el punto o el planeta en cuestión. Se trata de un tránsito muy potente que se puede interpretar de la si­ guiente manera cíclica. 1. El planeta en tránsito llega a una estación retrógrada sobre un punto sensible o un planeta. En este caso, el planeta exterior ha estado rondando sobre el grado natal durante algunas semanas previas a la es­ tación, y ha ido avanzando a una velocidad cada vez menor. Esto tiene el efecto de aflojar gradualmente los vínculos -tanto conscientes como 384

inconscientes- del nativo con los principios del planeta o punto afec­ tado. Lo más frecuente es que no haya «sorpresa», sino en cambio una honda angustia, un sentimiento difuso de desorden en lo que respecta a las reacciones y los hábitos más arraigados relacionados con el planeta o el punto sobre el cual se «asienta» el planeta estacionario. Empieza a aflorar un profundo sentimiento de conflicto no resuelto, pero la expe­ riencia es demasiado nueva para que se vislumbre alguna posibilidad de análisis. Sin embargo, otros tránsitos y progresiones, unidos al cono­ cimiento de que así se inicia un proceso que con frecuencia atenúa los miedos, ayudarán a hallar la manera de contener la angustia. El período de la estación suele ser agotador, porque el principio homeostático in­ terno procura en vano activarse para resistirse al cambio; el agota­ miento puede precipitar la subsiguiente depresión de los sentidos y de las emociones que con frecuencia va asociada con este tránsito estacio­ nario. Estos sentimientos se exacerban por el hecho de que el planeta estacionario se pasará casi dos meses suspendido sobre ese grado. 2. El ciclo retrógrado siguiente, que se prolonga entre ocho y nueve meses. U na vez que el planeta estacionario «se retira» del punto sensi­ ble, es frecuente que el individuo que experimenta el tránsito se sienta inundado por una sensación de alivio. La reacción instintiva es olvi­ darse de lo que ha sucedido, agradeciendo que haya «pasado». Durante esta fase es posible, pero desaconsejable, reprimir la angustia que se ini­ ció con el contacto original. Este es un período de descanso durante el cual se podría trabajar mucho en el sentido de distinguir y hacer cons­ ciente lo que desea darse a conocer. Es una época muy fructífera, ya que durante un largo tiempo el ciclo natural deja margen para la absor­ ción y la asimilación de una nueva información. Es un buen momento para observar los propios procesos y reacciones ante las antiguas pau­ tas, al mismo tiempo que se mantiene una actitud consciente con res­ pecto a los cambios que inevitablemente se producirán durante más o menos todo el año siguiente. 3. La oposición del Sol en tránsito con el planeta retrógrado en tránsito. Esto se produce siempre a mitad de camino del ciclo de retro­ gresión, y puede iluminar esa semana o par de semanas con relámpagos de comprensión, información crítica y una frenética reagrupación de la energía, el tiempo y los recursos aparentemente «perdidos» durante la estación retrógrada. Aunque esta es una fase sutil del ciclo, se la puede usar para desmantelar viejos esquemas y recuperar el poder que disminuyó mientras, inconscientemente, el sistema del nativo dedicaba su energía al mantenimiento del orden establecido. 4. El tránsito en movimiento directo del planeta exterior por en­ cima del grado en el que se estacionó. El planeta pasará exactamente 385

sobre el grado en donde se estacionó, rompiendo así una vieja pauta. Aunque en general no es tan discordante como el «impacto» inicial, hay a menudo una evocación de los ataques de angustia y la aprensión de que «todo eso vuelva a empezar». El hecho de que esto rara vez sea cierto sirve en alguna medida de consuelo, pero el individuo que pasa por esta segunda experiencia puede verse forzado a volver a procesar asuntos que no quedaron resueltos. Esto se debe a que mucho de lo que era necesario llevar a la conciencia se mantuvo amorfo y sólo fue co­ brando forma gradualmente durante el período de retrogresión. No es raro que se produzca una revisión de lo que sucedió en el contacto ini­ cial, pero en un estado anímico totalmente diferente. Los «temas» serán similares, es decir, algunos hilos de la experiencia original estarán entretejidos en ésta, pero por lo general ahora con una sensación de perspectiva, control y conclusión. 5. El planeta exterior llega a una estación directa dentro del orbe (generalmente l °) del punto sensible aproximadamente unos dieciocho meses después de la estación retrógrada, cuando se estableció el primer contacto (unos nueve meses después de la etapa 4). Esta etapa libera los materiales inconclusos de la totalidad del ciclo de año y medio. En estos momentos, el lento proceso ondulante ya ha hecho su trabajo, pero aún está por verse cuál ha sido su eficacia, y qué es lo que de hecho ha sucedido exactamente durante la transición. Como regla bá­ sica general, en realidad se necesita más o menos un año para incorpo­ rar y encamar transformaciones vitales tan importantes como las que implica la retrogresión de un planeta exterior. Pueden pasar años antes de que el nativo esté realmente enterado de sus procesos. Baste con decir que es algo que sucederá sólo una vez, y que idealmente habría que sacarle el mejor partido realizando tantos cambios conscientes como sea posible. PARADIGMA B

Cuando un planeta exterior en tránsito pasa por encima de un grado natal, llega a una estación retrógrada y vuelve a transitar por ese grado mientras está retrógrado y luego una tercera vez después de volverse di­ recto. Ejemplo: 1. Urano está en mov1m1ento directo a 6º 06' de Capricornio, el 7 de enero de 1990. 2. Urano llega a una estación retrógrada a 9º 35' de Capricornio, el 386

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Paradigma B 1. Paso en movimiento directo (7 de enero de 1990) 2. Retrógrado ( 1 O de agosto de 1990) 3. De nuevo directo ( 19 de octubre de 1990) Fig. 20. 3. Paradigma B

13 de abril de 1990. (El Sol estará en oposición con U rano a 7 º 31' de Cáncer-Capricornio, el 30 de junio.) 3. Urano retrógrado a 6º 06' de Capricornio, el mismo grado del punto l. 4. Urano llega a una estación directa a 5º 36' de Capricornio, el 14 de septiembre de 1990. 5. Urano está en movimiento directo a 6º 06' de Capricornio, el 19 de octubre de 1990. En este ejemplo, si una persona tuviera a la Luna a 6º 06' de Capri­ cornio, habría experimentado un tránsito inicial de U rano directo en conjunción con su Luna; en segundo lugar, un tránsito de Urano retró387

grado otra vez en conjunción con su Luna; después un tercero y último tránsito de Urano en movimiento directo en conjunción con su Luna. Son tres contactos exactos con la Luna. En esta pauta en particular, Urano ya no volverá a transitar por el grado seis de Capricornio du­ rante, por lo menos, ¡ochenta y cuatro años! Cuando el contacto inicial lo hace el planeta exterior en movi­ miento directo y a continuación vuelve a pasar por el mismo punto en movimiento retrógrado, para finalmente transitarlo de nuevo en movi­ miento directo, en cada caso se genera un proceso sutilmente diferente. La secuencia es la siguiente. l. Primer contacto (el planeta en tránsito establece contacto con el grado mientras está en movimiento directo). Un despertar o una conmo­ ción de la actividad inconsciente coincide con un espectro de posibles sentimientos, desde una preocupación leve hasta un ataque agudo de angustia. Una alarma interior indica que hay interferencias en el sis­ tema y que el cambio es inminente. Es la etapa de la «concepción», y aunque haya una vaga percepción de que algo ha sucedido, es una in­ cógnita embrionaria, y en buena medida un misterio. Es común que el nativo sienta la necesidad de examinarse a sí mismo y de retirarse de los modos habituales de actividad con el fin de explorar sus experien­ cias interiores. Con frecuencia, las sensaciones son indiferenciadas y fluidas, difíciles de localizar y por lo tanto fáciles de proyectar. El trán­ sito puede coincidir con un acontecimiento inesperado, y a menudo es así, como si recurriera a algo externo para provocar un viaje interior. El planeta en tránsito se sigue moviendo en el grado, dando una falsa sen­ sación de conclusión o, como mínimo, provocando la prematura expec­ tativa de haber «cambiado». 2. Segundo contacto (mientras el planeta está en tránsito retró­ grado). En este momento afloran a la conciencia las cavilaciones del úl­ timo par de meses que el planeta lleva en retrogresión. Lo más probable es que el nativo tome conciencia de lo que realmente se ha ido desarro­ llando desde el primer contacto. No es un momento de resolución, sino que forma parte de la fase de «gestación», y la madurez del proceso to­ davía no se ha producido. No está siempre asociado con un aconteci­ miento, pero si lo está, raras veces es del mismo tipo que el que se ge­ neró en el primer contacto. Sin embargo, por lo general hay un motivo implícito, y con un poco de esfuerzo y estableciendo una conexión con los temas simbólicos, el nativo podrá ver claro lo que necesita descubrir y llevar a la superficie. Cualquier secuencia de acontecimientos que coincida con los tránsitos puede parecer totalmente ajena o aleatoria mientras no se llega a la conclusión del ciclo y se alcanza una perspec­ tiva global. 388

3. La oposzczon del Sol en tránsito con el planeta retrógrado en tránsito. Se produce en la mitad del ciclo y tiene un efecto poderosa­ mente esclarecedor. Con frecuencia, aquello que se está desarrollando se activa de forma manifiesta, psicológica e intelectualmente, o bien como una vivencia del drama interior que se proyecta en el entorno en forma de acontecimientos, circunstancias y sucesos vividos por otras personas. 4. El tránsito final (después de que el planeta retrógrado en tránsito se haya vuelto directo, pasando en su movimiento más allá del grado natal). La probabilidad de asociar este contacto con un acontecimiento es aún menor. Es el «nacimiento» de lo que ha ido evolucionando du­ rante los últimos nueve meses. Aunque al llegar a este tránsito final po­ demos darnos cuenta conscientemente de lo que ha producido el ciclo, todavía tiene que producirse la digestión del nuevo conocimiento antes de poderlo integrar plenamente. Es útil «trabajar» de un modo activo en el inconsciente, mediante la asociación y el análisis de las ideas, las imágenes, los sueños y las fantasías que se van produciendo durante todas las fases de los ciclos, y permanecer agudamente consciente de las pautas de comportamiento, para ver si tienen alguna relación con las necesidades del momento. Si se hace un esfuerzo, hay más probabilidad de que se produzca la liberación de un antiguo complejo. La mayoría de las personas sienten en esta última fase que se han liberado de un viejo tirano, generalmente de un tirano interior moldeado, a partir de mate­ riales arcaicos, al estilo de uno de los progenitores, o que encarna los valores parentales. A diferencia de los tránsitos directos, que establecen contacto con un grado natal y siguen su marcha, los tránsitos retrógrados operan en un nivel más profundo y menos consciente. Son sutiles e indirectos, y pro­ ducen con frecuencia respuestas retardadas, que sólo cristalizarán cuando el planeta se vuelva directo, y se manifestarán cuando vuelva a pasar por el grado natal en cuestión. Durante el «período de descanso» es frecuente que haya un vago sentimiento de incomodidad, pero sin reacciones ni respuestas agudas; las cosas están más bien implícitas que explícitas, y en todos los aspectos de la vida existe la sensación de que algo está al acecho. El movimiento hacia atrás hasta un grado con el que el planeta ya ha estado en contacto desenmaraña el material bruscamente liberado. Se les quita el cerrojo a emociones profundas y de carácter embriona­ rio, dejando que se muevan a la deriva y tiñan indistintamente todos los rasgos de la vida. El material soltado inunda la totalidad del Sí

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mismo, e inicialmente es absorbido de forma subliminal. Los cambios que se manifiestan más adelante tienen lugar al principio internamente, en secreto. Durante el tránsito retrógrado, el potencial para la transformación se interioriza, insinuándose en todas las facetas del ser, convirtiéndose en algo orgánico. El yo se vuelve indefenso, permeable, mientras las fronteras caen, o por lo menos se difuminan. El asimiento del yo se de­ bilita y se vuelve accesible a las alternativas, incluso a los opuestos. Em­ piezan a concentrarse las polaridades extremas, que dan como resul­ tado una escisión interior y crean una tensión que todavía sigue siendo flotante y amorfa, y que termina por aflorar en forma de alternativas, decisiones y encrucijadas. Un fuerte sentimiento de fatalidad acom­ paña normalmente al período próximo a la oposición del Sol con el pla­ neta retrógrado (véase en el cap. 16 la descripción de las oposiciones a través de los ejes de las casas). El yo se vuelve esponjoso, y absorbe can­ tidades crecientes de energía «nueva» proveniente del inconsciente, que lo incapacitan para relacionarse con el entorno de la manera acos­ tumbrada. La retrogresión es un viaje liminar, :una existencia marginal, du­ rante la cual se vuelve imposible hacer planes, todo es eventual y provi­ sional. El yo está a merced del Sí mismo, que actúa a la manera de un guía hermético durante todo el pasaje que va del lugar conocido al des­ tino incógnito. Hay una compulsión profundamente instintiva que pugna para que el potencial del futuro todavía no vivido emerja de la realidad conscientemente conocida del pasado, a la cual nos aferramos. El período de incubación de la retrogresión se ajusta a su propio patrón intrínseco, en gran medida misterioso para la mente consciente. Esto es lo que causa la ansiedad, la depresión y la lucha interior durante los tránsitos prolongados. El verdadero trabajo se hace durante la fase retrógrada, y la puesta en práctica de habilidades, percepciones y conocimientos nuevos, así como la posterior fase experimental de la vida, se inicia con el movi­ miento directo. Como los planetas exteriores aportan a la experiencia personal posibilidades tan incomprensibles como insondables, uno se siente como un animal en el bosque, amenazado por un cazador desco­ nocido al acecho. La periferia se conecta con el centro, y nos extendemos más allá de lo que conocemos como nuestros propios límites para incorporar al nú­ cleo de una filosofía central experiencias y sentimientos que en su mo­ mento nos parecieron distantes. Las tácticas superficiales dejan de fun­ cionar, las viejas y convincentes generalidades ahora suenan a hueco y las soluciones aprendidas de memoria no resuelven nada. Nos aferra390

mos a los extremos y crecemos con el esfuerzo, aprendiendo a eliminar lo superfluo cada vez con mayor rapidez. La crisis de la conciencia no se puede mantener demasiado tiempo, porque entonces el yo se desintegra y deja de contener al individuo. La época de la retrogresión parece durante casi todo el tiempo muy armo­ nizada, aunque muchos de nosotros la hemos sentido como una com­ pleta desintegración del yo, que luego se vuelve a integrar en los puntos decisivos. Precisamente en el momento en que uno siente que todo está perdido, el planeta llega a la estación directa. La explosión que esto provoca termina por aplacarse, y con el tránsito directo se inicia una reorganización en el paso final del planeta. La estación directa recoge en lo posible el proceso inconsciente y lo expulsa, para exteriorizar y manifestar lo que se ha estado gestando. Cuando el planeta vuelve a pasar por ese grado de la carta natal, marca el final del cambio más intenso. Poco a poco la vida se estabiliza, pero con perspectivas infinitamente más apropiadas y con una nueva e irre­ vocable dirección.

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21 Urano retrógrado en tránsito Toda la corriente que rugiendo pasa salió del ojo de una aguja; las cosas no nacidas, las cosas que se han ido, siguen provocando desde el ojo de la aguja. W. B. Yeats Los tránsitos de Urano nos desvinculan súbitamente de nuestros segu­ ros puntos de referencia. Al vernos catapultados a la profundidad del espacio, no nos queda más que explorar lo que al principio parece un territorio extraño. Con cada sucesivo tránsito directo nos vemos un po­ co más separados de lo conocido, pero la fase retrógrada subsiguiente nos vuelve a conectar con un aspecto de nosotros mismos del que nos habíamos desconectado y que no sentíamos. El tránsito inicial de Urano en aspecto con un planeta o un ángulo natal suele representar una conmoción y provocar ataques agudos de angustia y miedo. Urano es un despertador celeste, que nos despierta bruscamente a los aspectos interiores de nuestra naturaleza que han estado latentes y todavía no se han puesto a prueba. Los tránsitos sucesivos procuran sacar a la luz ras­ gos ocultos de los cuales hemos estado conscientemente separados, desde el nacimiento o desde la infancia. Puesto que Urano permanece aproximadamente siete años en cada signo, sus ciclos de tránsito retrógrado, como los de los demás planetas exteriores, acumulan una historia de actividad durante los años en que el planeta transita por una casa. Los tránsitos de Urano frecuentemente coinciden con una separación brusca de algo que en su momento tuvo un elevado valor personal. El verdadero peligro que acecha en este pe­ ríodo es la alienación potencial de los aspectos más fundamentales de la vida y la concentración en el ideal. 393

En algún nivel, todos tenemos el deseo de crear el sistema perfecto y destruir todos los demás. Los tránsitos de Urano retrógrado provocan una revolución interior en contra de los sistemas que no apoyan la su­ pervivencia holista. Gradualmente reemplazamos los antiguos modelos por otros nuevos a medida que el lento proceso del tránsito de U ra­ no por una casa transforma nuestros puntos de vista; cada año, mien­ tras el planeta está en oposición con el Sol, socavamos lentamente lo viejo y lo reemplazamos por lo nuevo. El modelo «nuevo» que U rano introduce no se puede utilizar en su forma ideal, y el resultado de ello es la frustración y la desilusión que con tanta frecuencia acompañan a los tránsitos de Urano. La actitud intrínsecamente desapegada y observadora de U rano puede ser causa de que el tránsito produzca en el nativo la sensación de estar «fuera» de sí mismo, separado de su propio núcleo y escindido en dos partes, es decir, experimentando y al mismo tiempo observándose a sí mismo. El primer contacto trae consigo la súbita percepción de que no todo está «bien», pero con frecuencia a la persona le resulta difícil discernir qué parte de sí misma o de su entorno es inapropiada para el futuro. Empieza a buscar fuera de sí misma la causa de la angustia o de la turbulencia. A menudo, la angustia está teñida de un sentimiento de esperanza y una osadía que estimulan al nativo a explorar horizon­ tes nuevos y dan margen a una mayor interrupción de la rutina. El me­ canismo homeostático interior, que inconscientemente regula nuestro comportamiento normal, de pronto empieza a vacilar, y lo que antes se consideraba un riesgo ahora puede que no lo parezca tanto. Debido a la relación de Urano con lo «ideal», el tránsito inicial puede inundar al individuo de un sentimiento de insatisfacción. Todo lo que solía ser cómodo y estable se vuelve aburrido y formal, opaco e insoportablemente ridículo. Este sentimiento no siempre es positivo, porque puede introducir el cambio de una manera demasiado radical, involucrando a todo un sistema o una red de ideas o personas interrela­ cionadas, todas las cuales participarán, de un modo indirecto y sin darse cuenta, en la transformación uraniana del nativo. Gran parte de la angustia que acompaña al tránsito inicial de Urano en aspecto con un planeta u otro punto es el resultado de verse inesperadamente ante posibilidades ilimitadas y horizontes sin fronteras. De pronto uno ya no está contenido ni limitado por la convención, pero tampoco tiene una pauta de reacción alternativa. La falta de contención y la incapaci­ dad de volver a crear seguridad de forma inmediata, normalmente se experimentan como caos. Sin embargo, el caos es la génesis de todas las cosas, y el proceso que caracteriza a largo plazo al ciclo de Urano es la introducción gradual de una nueva perspectiva. Una ansiedad secunda394

ria que siente la gente cuando Urano empieza a operar sobre una pauta natal se relaciona con el grado en que se es responsable de la vida de otras personas, y con la inseguridad a la que, sin darse cuenta, se las puede exponer. Linda Cuando Linda vino a verme por primera vez para pedirme un análisis de su carta acababa de experimentar el tránsito de U rano en cuadratura con su Luna natal a 2 º de Aries. Se había hundido en una caótica masa de sentimientos que jamás había experimentado antes. Hasta entonces su vida había sido, en la superficie, tranquila y convencional: se había casado a los 18 años, su marido era médico, tenían tres hijos en edad escolar, tanto ella como el marido llevaban una activa vida social en la sociedad de clase media alta a la que pertenecían, y ella había disfru­ tado siempre de su círculo de amigos y de las actividades en que ambos participaban. De pronto vio cosas que la conmocionaron y advirtió un cierto grado de superficialidad en sus relaciones del que hasta entonces no había sido consciente. En su realidad externa nada había cambiado, pero Linda estaba sumida en la desesperación existencial. Lo «vigila­ ba» todo, fijándose en el vacío de las conversaciones, dándose cuenta de que sus contactos sociales y sus amistades no se basaban en necesi­ dades individuales, sino en los grupos y las actividades sociales. Poco a poco se fue distanciando de un entorno que había sentido como fami­ liar y de su viejo yo. Pensó que se estaba desintegrando, que le pasaba algo terrible, por­ que en medio de la conmoción psíquica en que se encontraba, se juz­ gaba de acuerdo con normas del pasado y según el comportamiento de otras personas. Su angustia se vio exacerbada por el hecho de que se daba aguda cuenta de que quien estaba cambiando era ella, mientras que todo lo demás seguía igual. Al final pudo admitir que su matrimo­ nio era profundamente insatisfactorio, pero se negó a cuestionar o mo­ dificar la situación porque su mantenimiento dependía de ella. Nada de lo que ella pudiera hacer calmaría su profundo miedo de que su vida fuera superficial y no tuviera sentido. Entonces Urano se estacionó, y se volvió retrógrado hasta formar una segunda cuadratura con su Luna. Linda ya se había acostumbrado a su creciente toma de conciencia, pero había una ansiedad residual que se mantenía como un telón de fondo en cualquier cosa que hiciera. Durante la retrogresión, empezó a introducir algunos cambios impor­ tantes en su vida. Se inscribió en un trabajo para posgraduados en la 395

universidad e inició una terapia. Reconocía el valor de su experiencia interior, pero sentía que necesitaba el apoyo de un guía para ser más eficaz en la creación de un punto de apoyo estable que le permitiera realizar los cambios que esperaba. Su cambio de percepción la había dejado con pocos puntos de orientación familiares, y tras haber llegado a la conclusión lógica de que su experiencia era principalmente interna, necesitaba entender mejor qué era lo que había estado enterrando en el subconsciente, de manera que empezó a participar de un modo activo en su proceso de intensificación de la conciencia. Seguía afirmando que iba a cambiar, pero sin perturbar a la familia. A medida que su visión se hacía más clara, su infelicidad iba en aumento. El tercero y último tránsito de U rano en contacto con su Luna en­ contró a Linda manteniendo resueltamente su vida convencional, al tiempo que estudiaba y exploraba su inconsciente. Lejos de ser feliz con ese estado de cosas, se sentía cada vez más descontenta y perturbada por los cambios de su conciencia, hasta que empezó a desplomarse bajo la presión de llevar una doble vida. Aunque en cierto sentido siempre había vivido dos vidas, ahora se daba cuenta de ello, y se sentía incapaz de integrarlas. Su marido no la entendía en absoluto, y a esas alturas ya estaba bastante harto del viaje de autoexploración en el que necesaria­ mente se había embarcado Linda, que se sentía cada vez más alienada y atrapada. La experiencia de Linda es muy típica del impacto de U rano cuando «golpea» en la carta de un individuo que se encuentra prisionero de un sistema del que no se puede independizar. Su capacidad para liberarse dentro del sistema era limitada, no porque los demás estuvieran real­ mente impidiéndole avanzar, sino porque esa era la percepción que Linda tenía de ellos. Sus percepciones habían cambiado, pero la reali­ dad no. Cuando llegó el tercer tránsito, su visión de su propia realidad emocional y habitual había cambiado de un modo drástico. Linda había hecho todo lo que tradicionalmente se hace cuando Urano está en aspecto con la Luna: empezó a cambiar sus rutinas; contempló más en profundidad sus necesidades emocionales y comenzó a crearse una realidad nueva, con personas nuevas; intentó satisfacer sus propias ne­ cesidades al tiempo que reducía sus exigencias con respecto al entorno, en la esperanza de que éste las pudiera satisfacer; en el transcurso del tránsito final, la familia se mudó. ¿Qué más podía hacer Linda? De lo único que no llegó a darse cuenta fue de que no podría sufrir la trans­ formación sin demoler la estructura, es decir, el contexto en el que es­ taba contenida su vida. Tras haber considerado la posibilidad de rom­ per su matrimonio, desmantelando así un sistema que a partir de ella misma se movía concéntricamente hacia afuera, decidió pasar el pe396

ríodo de transición en el seno de su familia y ver qué le aportaba el des­ conocido futuro. Al hacerlo así se sintió más feliz y productiva, y tomó conciencia de que se encontraba en mitad de una transición y de que sería capaz de incorporar los cambios que podían producirse. Urano nos hace tomar conciencia de la imperfección. Esto puede repre­ sentar un golpe cuando durante años hemos vivido muy felizmente con una actitud, una persona o una situación social sin sentir nunca ningún descontento ni necesidad de cambio alguna. Urano despierta nuestra insatisfacción con respecto a lo superficial, mecánico, habitual, o que está basado en un puro instinto animal de supervivencia. El elitismo de Urano tiene el poder de revelar, súbitamente, que una relación o un es­ tilo de vida es algo falso, pretencioso o sórdido, por más que antes hu­ biera sido perfectamente adecuado. Lo asombroso de todo ello es que antes jamás pareció que.fuera así; lo que ha cambiado no es la realidad, sino la percepción. Durante todo el tiempo que Urano se pasa en con­ tacto con un planeta de la carta natal, el individuo se siente cada vez más atónito al percibir lo radicalmente diferentes que se han vuelto sus percepciones. ¿Cómo es que algo que hasta ayer era válido, hoy ha de­ jado de serlo? La gente sufre auténticas desilusiones durante los tránsitos de Urano. Empiezan a desconfiar de sus propias creencias y de su capaci­ dad de discernimiento, porque, ¿cómo es posible que hayan juzgado bien cuando su vida entera ha sido una mentira? Que esto último sea o no verdad no viene para nada al caso; lo que resulta tan asombroso es que uno sienta o piense que es verdad. Lo más importante durante los repetidos tránsitos de Urano es que comprendamos que el hecho de que ahora algo se haya vuelto superfluo no invalida todo lo demás, ni signi­ fica tampoco que antes aquello no tuviera sentido ni fuera válido. La claridad y la objetividad que aparecen de repente con el tránsito inicial sólo son extremas porque antes no han estado presentes; esta visión no es más «real» que la percepción de ayer. Simplemente, está más actuali­ zada, y por lo tanto, es más apropiada para el día de hoy. El rencor que acumulamos contra las relaciones y los sentimientos del pasado que ahora nos desconciertan suele ser escandalosamente desproporcio­ nado con respecto a la realidad de la situación. Al final alcanzamos un equilibrio, pero las polarizaciones que experimentamos entretando son extremas. El disgusto del dios Urano ante su propia progenie, los monstruos que, por su aspecto desagradable e indigno, reprimió en la matriz de Gaia, se encuentra en los cimientos mismos del súbito rechazo del pa397

sado. Éste se vuelve sórdido, feo, subdesarrollado y estúpido. Nos pre­ guntamos cómo pudimos haber sido tan tontos como para no haber visto los aspectos bajos y no evolucionados de nuestra propia natura­ leza y de la ajena. Pero hemos de tener cuidado de no perder la identifi­ cación con nuestros propios monstruos y nuestra naturaleza instintiva. Sentirse súbitamente horrorizado ante la vida normal y corriente y transportado al mundo de la mente superior puede producir depresión y desesperación existencial ante la futilidad de los intentos de llegar a la perfección. Bajo un tránsito de Urano es difícil reconciliarse con la propia y aburrida personalidad. Uno tiende a buscar cosas interesantes, que lo aparten de los fundamentos de la vida. Sin embargo, he visto cómo los triples tránsitos de Urano producen cambios notables en algunos indi­ viduos mientras el tránsito dura, para luego volver al punto exacto donde se encontraban al comienzo. Esto sucede principalmente porque los cambios fueron instigados con demasiada rapidez y poco funda­ mento y sin tomar ninguna medida práctica. Puede suceder que un in­ dividuo se vaya de excursión experimental durante dieciocho meses sin otro resultado que decidir que el cambio no valía la pena. Las personas que han hecho el experimento de moverse en una dirección nueva, y se han encontrado en una atmósfera demasiado enrarecida, y alejada ade­ más de sus necesidades básicas de seguridad, no han fracasado. Su per­ cepción del mundo se ha modificado y es más aguda, pero han prefe­ rido volver a los viejos hábitos, resignadas quizás a una vida que no incluye este tipo de cambio. Sin embargo, su experiencia las ha vuelto más profundas. Urano ataca los aspectos más estrechamente enroscados de nuestro ser interior, las partes de nosotros que están tensamente organizadas en torno de algún ideal o de algún principio. El lector puede tener la segu­ ridad de que aquello que una vez dijo que «jamás haría» le será ofre­ cido como opción durante los tránsitos repetidos de Urano ... si no en el primero, durante los dos subsiguientes. La intención de los tránsitos re­ petidos es que uno no se olvide jamás de lo que aprendió, y por si acaso el nativo creyera que ya lo entendió la primera vez, la enseñanza vuelve de otra forma, en ocasiones hábilmente disfrazada, pero su mensaje es idéntico. Los tránsitos repetidos dan margen a la asimilación gradual de los nuevos ideales. En los momentos retrógrados, el proceso de la incorpo­ ración es sutil, pero efectivo. Por lo general, una vez que la intensidad del «golpe» inicial se atenúa, uno se acostumbra a la mayor frecuencia de su propia energía y le encuentra las canalizaciones adecuadas. El an­ sioso estado de alerta se interioriza, se hunde en la psique para sorne398

terse a un procesamiento inconsciente y afloja las características más tensamente ajustadas, trayéndolas a la superficie en el segundo tránsito. Si éste se produce durante el ciclo retrógrado se plantea una nueva idea germinal, que madura hasta estar cómodamente integrada en el mo­ mento en que U rano, ahora en movimiento directo, vuelve a pasar fi­ nalmente en su tránsito por el mismo grado. Es muy frecuente que los acontecimientos o las experiencias internas que se tienen durante el tránsito retrógrado no se hayan desarrollado del todo hasta bastante después de que el grado quede completamente despejado. Urano hace trizas la concentración del nativo, fragmentando sus re­ servas de energía. Con frecuencia, la gente se preocupa por su capaci­ dad de centrarse y concentrarse, ya que durante un ciclo largo de Urano resulta difícil ser consecuente o estable. El alto grado de experimenta­ ción crea un constante torrente de alternativas, a medida que posibles maravillas fluyen a través de la mente y se adentran en la realidad del nativo. El tránsito señala un momento en la vida en que es posible alcanzar grandes alturas de experiencia y manifestar el aspecto brillan­ te y fascinante de la propia naturaleza. El peligro que acecha en las profundidades del tránsito tiene que ver con la castración perma­ nente de Urano y la separación de Gaia: es posible que el lado real, fun­ damental, práctico y contenido de la propia vida no se pueda mantener conectado con los impulsos ideales, exaltados y elitistas del tránsito de Urano. En la fase retrógrada, la tensión y la ansiedad causadas por el primer contacto directo comienzan a reducirse e interiorizarse. La función de liberación sigue siendo manifiesta, pero ahora está profundamente in­ teriorizada en los recovecos del inconsciente. Más bien que un mo­ mento de «total claridad», se trata de un período en que se puede hacer el mejor trabajo. En el caso de que se nos hubiera ocurrido una idea bri­ llante durante el tránsito inicial, la encarnación de esa fantasía o crea­ ción imaginaria debe ser puesta a prueba durante el período retrógrado. Por ejemplo, Otis, un escritor de temas científicos, tuvo la experiencia de que U rano transitara en tres ocasiones en aspecto con su Mercurio en Escorpio, y se encontró con que absorbía una tremenda cantidad de conocimientos y generaba más ideas originales en el período de dos años que duró el tránsito que en toda su vida. Aun hoy, quince años después, sigue nutriéndose de esa fuente de información y desarro­ llando por completo conceptos de los que en aquellos momentos apenas llegó a tomar algunas notas. Otis subraya que se quedó atónito ante la fuente de inspiración a la que tuvo acceso en aquella época, a diferencia de la cantidad de esfuerzo y trabajo que desde entonces ha necesitado para ir dando forma a sus conceptos. 399

Podemos vernos conectados con nuestro lado más innovador y crea­ tivo, pero si todo eso carece de fundamento y no logramos consolidarlo, el peso de la angustia y la frustración excede al potencial de realización de ese chispazo de genio. El carácter incorpóreo de U rano es el lado desconcertante de un período tremendamente atrevido en la vida del nativo. La conciencia se aparta de lo mundano, que es el ámbito desde donde en general se reciben las señales de dificultad. Los contactos Urano-Luna son los que más perturban, porque desbaratan el contene­ dor emocional y nos expulsan bruscamente de la matriz de nuestra pro­ pia seguridad, obligándonos a enfrentarnos con el mundo. La interac­ ción más benigna se produce en los contactos U rano-Mercurio, cuyo resultado suele ser una disminución de la concentración, pensamientos dispersos e ideas radicales que, si se las pone en práctica, dan buenos resultados. Los contactos Urano-Venus hacen trizas nuestro particular sistema de valores, y con frecuencia las relaciones adquieren un tono ideal. Una mujer que tenía a Urano en tránsito sobre su conjunción Jú­ piter-Venus se casó durante el tránsito inicial. El matrimonio duró siete años. Ella se había casado con el ideal de lo que podía llegar a ser aquel hombre, no con lo que era. No veía los engaños en que él abiertamente se complacía, sino sólo lo que «podría ser». Ella siguió teniendo cada vez más éxito en su trabajo, y en el segundo tránsito de Urano sobre su conjunción Venus-Júpiter ganó un prestigioso premio que le valió ser ampliamente reconocida en el campo de las relaciones públicas. Su tra­ bajo y su esfuerzo en el matrimonio jamás llegaron a conseguir nada só­ lido, hasta que finalmente se extinguieron. Urano sólo respalda aquello a lo que terminará dando forma. Es especialmente importante, por consiguiente, usar la fase retró­ grada del tránsito de Urano para comprobar qué es lo que tiene un valor perdurable y lo que no es más que potencialidad sin contenido. El trabajo subterráneo incluye liberarse del potencial atrincherado y esfor­ zarse por soltarlo, permitiéndole que flote hacia la superficie para ser puesto a prueba en el ámbito de lo consciente. La miríada de oportuni­ dades posibles sólo puede ser evaluada y usada por un yo fuerte e inde­ pendiente. Urano amenaza la contención del yo porque debemos explo­ rar territorios y potenciales desconocidos dentro de nosotros mismos, aun a riesgo de fracasar. Urano hace trizas los ideales de autosuficiencia que no son capaces de resistir la claridad auténtica y objetiva. Sus repetidos contactos aportan una conciencia cada vez mayor de dónde hemos sido compla­ cientes y nos hemos dormido. Puede reunir problemas muy dispares y ensamblarlos con una lógica sólo identificable para quien mira con ojos uranianos. Es bastante extraño que la capacidad uraniana para frag-

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mentar un complejo se refleje en su poder para recoger y dividir en ca­ tegorías problemas que aparentemente no tenían relación entre sí. En el caso de Magda, por ejemplo, para ella no estaba nada claro que la ex­ cluyente relación amorosa y romántica de sus padres estuviera relacio­ nada en modo alguno con su propio matrimonio, desdichado e insatis­ factorio. Magda Cuando Urano realizó tres tránsitos sucesivos -directos y retrógrados­ sobre su Imum Coeli a 28º de Sagitario, Magda descubrió que en lo más profundo de sí misma había una tremenda cólera. Ese mismo año, Urano siguió su avance hasta formar una triple conjunción, que se pro­ longó durante los siguientes dieciocho meses, con su conjunción natal Venus-Marte a 6 º de Capricornio en la cuarta casa; y dieciocho meses después empezó un ciclo de conjunción con su Sol a 12º de Capricor­ nio, una secuencia que habría de prolongarse durante dieciocho meses más. En total, los tránsitos de Urano sobre diversos puntos personales de su horóscopo (el Imum Coeli, Venus, Marte y el Sol) fueron doce en cuatro años. Magda se había acostumbrado a que sus padres la excluyeran de su romance amoroso, y este hecho se reflejó en su disposición inconsciente a dejarse excluir del amor en el seno de su propio matrimonio. Cuando U rano transitó por primera vez sobre su Imum Coeli en 1988, tuvo in­ quietantes pesadillas con monstruos que estaban al acecho en el sótano de su casa. Tras cada una de estas secuencias oníricas, solía levantarse y quedarse más o menos una hora leyendo. Poco a poco, los monstruos fueron cobrando la identificable forma de sus padres. El mismo año en que se produjeron los sueños, Magda se casó. No podía entender por qué su marido se había vuelto frío y sexualmente indiferente pocos meses después del matrimonio, cuando durante los dos años de no­ viazgo se había mostrado apasionado, atrevido y profundamente satis­ factorio. También en aquel período, Magda descubrió que, sin que su padre lo supiera, su madre había intentado abortar cuando quedó embara­ zada de ella, porque tenía miedo de que un niño fuera una interferencia en su matrimonio y en el romance que constituía el estilo de vida de la pareja. Magda era incapaz de relacionar el trauma embrionario de su vida preconsciente con el sufrimiento, ahora obvio, que sentía en su propio matrimonio. Cuando acudió a mi consulta, Urano acababa de llegar a una estación retrógrada a menos de un grado de su conjunción 401

Marte-Venus, y ella había descubierto que su marido ya no podía verla como «objeto sexual», y que se había convertido para él en una figura maternal o fraterna. Esto era obviamente parte del problema del ma­ rido, pero la carta natal de Magda lo describía de forma espectacular. Ella sufrió una grave depresión y buscó ayuda psicológica. Unos meses después volví a ver a Magda, cuando Urano realizó su último tránsito en conjunción con Marte y Venus en el otoño de 1990. Entretanto, ella se había dado cuenta de que en lo más profundo de sí misma, prácticamente había aniquilado su disposición a la intimidad, y de que estaba proyectando esta aniquilación sobre su marido. Lo que no me había contado en la sesión inicial era que ella misma se había en­ friado por completo muy poco después de su matrimonio, y que su pro­ pia sexualidad, saludable hasta ese momento, ahora hacía que se sin­ tiera sucia. En ella se había sembrado una semilla que germinó durante los tránsitos de Urano. Los padres devoradores, que en el sueño asu­ mían la forma de monstruos, indicaban una rabia y un miedo profun­ dos ante sus instintos primarios. Su matrimonio se convirtió en el reci­ piente que permitió la aparición de aquel miedo, pero también en el espejo de su propio asco hacia sí misma. La relación de Magda con su marido ha mejorado enormemente, y al verlos parece que su víncu­ lo inicial se ha restablecido (ambos han tenido que enfrentarse con algunos demonios interiores). Los contactos Urano-Marte señalan la liberación de una libido en estado bruto, y pueden convocar una reu­ nión de monstruos que claman ferozmente para que se los tenga en cuenta. El tránsito siguiente de Urano en aspecto con el Sol de Magda (que señala el final del ciclo de tránsito de Urano) provocó al principio una rebelión contra sus padres, que siguen felizmente casados, y también una unión nueva, alcanzada en un nivel infinitamente más real y más sincero, dentro de su propio matrimonio. Los tránsitos de Urano aflo­ jaron su fijación en la fantasía de que la felicidad de Marte-Venus en el matrimonio es algo que «les sucede a los otros», e hicieron que tomara conciencia de que también le podía suceder a ella. Generalmente, la capacidad que uno tiene de organizar su propia vida en el dominio que Urano ha estado recorriendo mejora mucho una vez que el planeta ha completado su acción repetitiva, aunque sólo sea por contraste con la manifiesta desorganización de los nueve o diez meses durante los cuales Urano estuvo afectando a un planeta natal. La facul­ tad de observar objetivamente y de pensar con claridad vuelve una vez completado el tránsito; el sentimiento inicial de desorganización desa-

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parece, para ser ahora reemplazado por una mayor perspicacia y un mejor discernimiento. Es difícil perderse en fantasías ilusorias o enga­ ñosas cuando el proceso de integración se completa y Urano se aparta del planeta sobre el cual ha estado transitando hacia atrás y hacia ade­ lante. Uno se acostumbra a ser testigo de sus propias vivencias y, en esa medida, puede mantener una actitud más objetiva y realista. Debido a la larga duración de este tránsito, las sucesivas oposiciones del Sol con Urano señalarán, anualmente, puntos decisivos en lo que es realmente un proceso revolucionario a largo plazo. Si el punto de opo­ sición forma un aspecto exacto con un planeta natal, entonces la se­ paración es aguda y la situación está rodeada de un aura de finalidad. Como sucede con todos los planetas exteriores, se necesita más o menos un año para que el proceso generado por el tránsito quede completa­ mente asimilado.

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22 Neptuno retrógrado en tránsito La prolongada estancia de Neptuno en una casa producirá, a lo largo de años, una serie de oposiciones Sol-Neptuno cuyo número depende del tamaño de la casa. Puesto que se pasa catorce años en cada signo, un tránsito de Neptuno puede durar mucho más de catorce años en una casa grande. Sus efectos son menos espectaculares que los de Urano o Plutón, pero a la larga, no menos eficaces. El intento subyacente de Neptuno retrógrado es disolver poco a poco las fronteras del universo conocido y sumergir en una situación prenatal a los planetas con los que va contactando. Cada período de inversión de Neptuno desprende suavemente de nosotros una actitud o una manera de percibir hasta en­ tonces segura, sumergiendo en un mar primordial a los principios pla­ netarios con los que establece contacto por el camino. A medida que Neptuno transita por una casa, se van creando fanta­ sías de un mundo perfecto que luego, gradualmente, se deshacen: los ciclos retrógrados cumplen con el ritual de desatar ligaduras. La opo­ sición anual Sol-Neptuno señala el período en que se producen las mayores pérdidas de control del yo y de toda clase de fronteras. Inde­ pendientemente de que esto se ponga de manifiesto de manera inme­ diata o no (y es rasgo característico de Neptuno que sea que no), se produce una desintegración de la forma mundana. En cada ciclo su­ cesivo, el viento barre con algunas ilusiones y otras nuevas vienen a sustituirlas. El mundo sólido de lo que parece ser la realidad oscila y cambia de forma, enriqueciéndonos con imágenes nuevas y más elabo­ radas de lo que el mundo es realmente. Los ciclos de disolución y reso­ lución forman parte del fenómeno natural de las percepciones siempre cambiantes que tenemos de la vida, pero la erosión de las fronteras entre nosotros mismos y nuestro mundo puede aterrorizamos y descon­ certamos, especialmente cuando, en los tránsitos a largo plazo, el pla405

neta hace repetidos contactos con puntos personales del horóscopo. Los trígonos y los sextiles que forma Neptuno retrógrado añaden un toque de autenticidad a nuestro mundo de fantasía, y aunque represen­ tar fielmente la idea, la relación o el proyecto que uno tiene in mente durante un contacto con Neptuno no suele ser nada fácil, el trígono o el sextil sirve de base a lo que puede ser un momento creativo decisivo a largo plazo. Suele ser frustrante y difícil expresar lo que uno siente o piensa en el año o los años del tránsito de Neptuno, pero en el plano in­ terior se está suscitando una auténtica originalidad creativa. Por el lado negativo de los trígonos y sextiles, hemos de estar más atentos de lo ha­ bitual al riesgo de establecer alguna conducta de autoengaño durante el transcurso del tránsito. Su repetido énfasis en un planeta o en un án­ gulo lleva a que los hábitos arraiguen más profundamente en la per­ sona, y la adicción a fantasías emocionales, ideológicas o espirituales puede afirmarse hasta el punto de que uno se imagine omnipotente y omnisciente. La influencia de Neptuno en movimiento directo, a medida que se aproxima a un planeta natal y establece contacto con él, es sutil e hip­ nótica, y la fascinación que ejerce nos arrastra a sentir o a pensar de maneras nuevas. Cuando Neptuno se aleja e inicia la retrogresión, ero­ siona y disipa, y puede derribar las barreras interiores. No sólo tenemos fronteras entre nosotros mismos y el mundo, sino también entre los di­ versos aspectos de nuestra propia naturaleza, y esas fronteras nos sir­ ven para separar aquellas partes de nosotros mismos de las que no deseamos tener experiencia alguna de las otras que conscientemente reivindicamos. Neptuno envuelve a sus víctimas (cualquier planeta con el cual contacte en tránsito) en un aura exótica, romántica y esquiva, y por eso se lo asocia tan frecuentemente con el engaño y la ilusión. La influencia de este planeta no es siempre siniestra y alucinatoria; tam­ bién aumenta nuestro sentimiento de la divinidad existente en todas las cosas. Esto se debe en gran parte a que Neptuno ejemplifica la unidad en la totalidad que es la vivencia de la vida intrauterina, el estado em­ brionario y preconsciente de la existencia, cuando aún somos uno con la fuente de alimento y de vida. Neptuno retrógrado nos invita a regresar al estado intrauterino para permanecer en incubación y finalmente renacer. Sus características se­ ductoras pueden teñir la más sórdida de las experiencias con matices luminosos que la exaltan más allá de su realidad. Cuando Neptuno transita en aspecto con un planeta natal tres o cuatro veces a lo largo de un par de años, hasta a los individuos más racionales les resultará difí­ cil confiar en su percepción de la realidad. En el largo período durante el cual se produce el tránsito, se van alterando gradualmente los princi-

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pios y rasgos del planeta con el que Neptuno está en contacto hasta que quedan reducidos a un nivel elemental. La erosión de los falsos valores y de los objetivos fantaseados es un resultado positivo de los ciclos de Neptuno, cuyo resultado final es una actitud más realista y práctica ante la vida. Su repetición en contacto con determinados grados a lo largo de períodos prolongados refuerza desde varios niveles las nuevas perspectivas del nativo, porque mientras Neptuno retrocede sobre sus huellas, todos los demás tránsitos continúan con su movimiento, de modo que cuando se produce el siguiente «toque» de Neptuno, la pers­ pectiva del nativo se ha modificado por completo. La difuminación de las fronteras crea una situación en la que las de­ finiciones de uno mismo, hasta entonces bien delimitadas, sufren una mutación. A la larga, el yo se suaviza y se vuelve menos arrogante, asu­ miendo un papel más humilde en el conjunto de la personalidad. Esto tiene su lado oscuro, puesto que la inseguridad y la maleabilidad pue­ den hacer que uno se vuelva demasiado fácil de manipular y suscepti­ ble de coacción. Es inevitable que el yo no pueda ser la fuente de la au­ téntica sabiduría durante un tránsito de Neptuno, porque este planeta está principalmente al servicio del Sí mismo más profundo, de la esen­ cia central de nuestra naturaleza que, en última instancia, «sabe» lo que significa nacer. La proyección sobre el entorno o la fusión con él son los efectos psi­ cológicos colaterales más comunes del tránsito de Neptuno; tal es el caso cuando vemos a otros o, específicamente, a «otro», como un in­ dividuo idealizado, proyectando sobre él o sobre ella nuestra propia fuente de divinidad. En el caso de la fusión, podemos encontrarnos in­ debidamente incorporados a la fantasía de otra persona, hasta el punto de compartir su vivencia como si fuera nuestra, sin tener para nada en cuenta nuestros propios motivos y necesidades. En el curso de un trán­ sito de Neptuno es común esperar que otra persona nos sirva de espejo. Como la gran mayoría de los individuos no se deslizan hacia la psicosis ni se dejan anegar totalmente por el inconsciente durante un tránsito de Neptuno, raro es que éste sea un indicador de locura, pero en todo lo que sucede hay una especie de demencia periférica. A diferencia de Urano, con quien nos vemos arrancados de los pilares de la vida, o de Plutón, que nos sumerge en las regiones más profundas del incons­ ciente, Neptuno nos pule suavemente los bordes y nos hace percibir la vida a través de una lente que enfoca las cosas de un modo más tole­ rante. La necesidad de otra persona, o de una situación triangular, parece deberse a que Neptuno socava la capacidad de confiar en el propio jui­ cio. Nos volvemos desvalidos e infantiles y necesitamos contar con el

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apoyo de una figura materna, que con frecuencia aparece bajo la forma de un amante, un psicoanalista o un consejero: cualquiera que nos sal­ ve de las asperezas del mundo. Neptuno nos recuerda el estado edénico del ser, en el que dos corazones laten al unísono, y el anhelo de retomar a ese estado puede dar como resultado algunas experiencias bastante autodestructivas. Neptuno nos puede cegar temporalmente a medida que se aproxima a un planeta natal, y toda acción consciente y progre­ sista se interrumpe mientras se inicia una inversión de los principios del planeta. Al principio del ciclo retrógrado hay una sensación de sus­ pensión y de parálisis, y las personas normalmente seguras de sí mis­ mas y controladas pueden caer en la flojedad y la ambivalencia, permi­ tiendo que su juicio se vea influido por otros que, a sus ojos, tienen más claridad mental. La ironía reside en el hecho de que, en estos casos, lo más probable es que la percepción que uno tiene de los demás esté tan deformada como la que tiene de sí mismo. En el fondo, el intento a largo plazo de un triple contacto de Nep­ tuno es hacer que expandamos nuestras percepciones, que las llevemos a trascender el consenso con la realidad para alcanzar las dimensiones de lo sobrenatural, que no son en modo alguno menos reales, aunque sean intangibles. Las realidades de Neptuno son indiscriminadas, en ellas todo está fundido en una esfera numinosa, razón por la cual con tanta frecuencia provocan la exploración de las experiencias espiritua­ les, psíquicas y fenomenológicas. Encontrar consuelo en la religión o el espíritu durante un tránsito de Neptuno suele ser, en última instancia, decepcionante, no a causa de la religión, sino debido a los poderes so­ brenaturales que se le atribuyen mientras se está bajo el influjo de Nep­ tuno. Esto no significa que bajo su influencia no se pueda encontrar un auténtico alimento espiritual, sino que uno debe hallar la fuerza espiri­ tual dentro de sí mismo, en vez de terminar por ser «salvado» de uno mismo. Durante este ciclo puede resultar difícil establecer o mantener rela­ ciones, principalmente porque la intención del Sí mismo es dar a luz un aspecto de sí, y no fundirse con otra persona, aunque muy a menudo la tentación sea ésta. A la función de idealización y al sacrificio les cabe un papel significativo durante un ciclo de Neptuno, y podemos renun­ ciar a una parte importante de nuestra libertad y nuestra integridad, perdiéndonos en el ideal de la relación en vez de encontramos a noso­ tros mismos. Verse arrebatado por otro durante un tránsito de Neptuno puede ser una rica fuente de autoexamen, porque en ello hay implícito un cierto elemento de narcisismo. Es posible ser temporalmente el canal de una información de inspi­ ración divina, pero con frecuencia es muy difícil usar esa información 408

para ayudarse a uno mismo. El princ1p10 que disuelve las fronteras entre la mente intelectual y consciente y el banco de inteligencia in­ consciente es el mismo que disipa nuestras propias energías. Neptuno debilita y agota nuestro caudal de recursos físicos y psicológicos, aun cuando al mismo tiempo nos esté haciendo receptivos para un material proveniente de la inspiración. La poderosa empatía entre nosotros y los desvalidos es un espejo de nuestro propio desvalimiento interior; en realidad, en el proceso de ayudar a los demás, esperamos ayudarnos también a nosotros mismos. Al alcanzar un equilibrio, o por lo menos al reconocer conscientemente la simbiosis natural que se da entre dar y recibir ayuda, no sólo mantenemos a raya la exagerada imagen de noso­ tros mismos como salvadores, sino que además ahorramos una muy ne­ cesaria energía personal. Las diversas etapas del tránsito de Neptuno son procesos graduales de disolución, suspensión y resolución. Un tránsito «único», es decir, el que transcurre sin repetirse en retrogresión, suele ser un ramalazo de profundo autoengaño, del cual uno se despierta asombrado al pensar en las experiencias que tuvo durante los meses de su influencia. Cuando el tránsito se repite tres o cuatro veces, su importancia es mayor, y sus efectos tienden a una total transformación del principio creativo. El primer contacto afloja nuestro anclaje en la realidad, distancián­ donos de todo sentimiento de convicción sobre nuestra vida o el mundo. En contraste con Urano o Plutón, Neptuno no tiene opiniones. Tiene estados anímicos más o menos variables, sentimientos, sensacio­ nes, imágenes, fantasías, matices, corazonadas y visiones. Tiene un aire de insinuación. Inicialmente, Neptuno lo reduce todo a un estado em­ brionario en el cual tienen lugar misteriosas actividades a espaldas de la conciencia. A menudo, una angustia existencial se apodera de la con­ ciencia, inundándola de una incierta sensación de preocupación por algo indeterminado, y el nativo busca con la esperanza de encontrar una razón. Y no sólo se vuelve desconfiado, sino que en realidad sus sospechas pueden estar bien fundadas, aunque al principio parezcan di­ fíciles de precisar. Una mujer con Neptuno en tránsito en estación re­ trógrada en aspecto con su Mercurio natal en Sagitario en la casa dos, tenía la vaga sensación de que «algo» iba muy mal. Diez meses después, cuando Neptuno volvió a transitar en contacto con su Mercurio, esta vez en movimiento directo, descubrió que en la época en que ella es­ taba angustiada (durante el primer tránsito de Neptuno), su marido, sin decírselo, había pedido y obtenido una segunda hipoteca sobre su casa, poniendo en peligro la seguridad de su jubilación. Ella había «scnt ido» el engaño de la casa dos, pero hasta el segundo tránsito no tuvo pruebas tangibles de ello. 1

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En las etapas iniciales de un contacto neptuniano es esencial mante­ ner una visión clara de la realidad que se percibe, ya que si hay atisbos de subterfugio es frecuente que se confirmen. Como es obvio, durante un tránsito de Neptuno es posible que se desarrolle una paranoia -que en sí misma sólo es un estado de conciencia intensificado y oscuro­ que solamente se podrá disipar con fuertes dosis de verdad y realidad. El nativo quizá crea que está paranoico cuando en realidad no es así. Es esencial determinar cuándo uno de verdad intuye algo y cuándo sim­ plemente se está poniendo nervioso o desconfía. Sin embargo, nuestra inapreciable voz interior suele hablar con mucha más fuerza y seguri­ dad durante el primer contacto con Neptuno, y en el fondo es mucho más fiable que la mente consciente. Cuando Neptuno pasa por la fase retrógrada y repite un tránsito al revés, el sentimiento de algo engañoso desaparece, reemplazado por una nueva manera de percibir la realidad. La mente se abre para recibir información, pero no para procesarla. La solutio se produce en el pe­ ríodo retrógrado. El yo se relaja, se vuelve más flexible y se deja traspa­ sar fácilmente por nuevas percepciones sensoriales, creciendo para dar cabida a alternativas hasta entonces inconcebibles. Neptuno convierte poco a poco el estado del yo en un estado «de ello», es decir que se pasa del «yo soy» al «esto es». Es una época pasiva, que continúa reduciendo las fronteras entre lo real y lo meramente aparente. U na joven capricor­ niana, con el Ascendente a 5 º de Capricornio, se pasó sus dos últimos años de escolarización con Neptuno transitando hacia adelante y hacia atrás por su Ascendente. Académicamente se desempeñó bien en aque­ lla época, y además desarrolló sus habilidades artísticas, pero me dijo que el período en su totalidad estuvo lleno de confusión. Como alguien con Ascendente Capricornio, necesitaba instintivamente saber cuál era su imagen, pero se pasó todo el tránsito de Neptuno con una total fal­ ta de sentimiento de su identidad personal, no sólo flotando de una a otra de sus diversas personas [en el sentido junguiano], sino ingresando en cuestionables grupos de jóvenes que luego abandonaba uno tras otro. Afortunadamente, su sentido innato de los valores prevaleció, y ella sobrevivió con pocas consecuencias negativas a sus experimentos con drogas y a la presión de sus compañeros, pero durante este período fue muy vulnerable. Es probable que todos los tránsitos de los planetas exteriores necesi­ ten manifestarse en el plano racional por medio del contacto directo con personas o acontecimientos que estén directamente relaciona­ dos con el planeta en tránsito. Atraemos aquello que estamos experi­ mentando interiormente o en el nivel psíquico. Con Neptuno, congre­ gamos a nuestro alrededor a otros neptunianos, un conjunto de persa410

nas escurridizas, evasivas, misteriosas e intangibles, y durante algún tiempo su mundo se convierte en el nuestro. Al «derramarnos» en los demás, expandimos el ámbito de nuestra experiencia; estamos auténti­ camente «en sus zapatos» y nos involucramos en todas sus pautas. To­ mamos cada vez más conciencia de hasta qué punto el todo está in­ cluido en cada parte, y aunque parezca que nuestras experiencias provienen del entorno, en realidad son espejos de un aspecto interno de nuestra propia naturaleza, que hasta entonces no había llegado a la con­ ciencia. Es totalmente posible tener la vivencia de lo que en uno «no es uno mismo» durante el tránsito de Neptuno. El misterio de la relación sim­ biótica se desenmaraña cuando exploramos algunos de los ámbitos al­ ternativos bajo un tránsito de Neptuno. El planeta con el que Neptuno contacta se queda sin el apoyo del yo y deja de ser parte integrante de la estructura del resto del horóscopo. Es como si se lanzara a la deriva para explorar ámbitos vagos y nebulosos, renunciando a toda responsa­ bilidad mientras dure el tránsito. El nativo puede sentirse completa­ mente a merced de los demás, atrapado en el dominio de los otros y sin ser dueño del propio. La simbiosis es inherente a todas las relaciones, y compartir y combinar de un modo saludable ideas, objetivos, activida­ des e incluso personalidades es siempre deseable. Compartir es algo que se identifica conscientemente, y así la individualidad se mantiene. Sin embargo, si el nativo experimenta la disolución neptuniana, puede per­ der ese sentimiento de independencia e individualidad, y creerse una extensión de otra persona o incluso ella misma. De ahí la seducción de la folie a deux. Una mujer que acudió a mi consulta tenía a Marte en Libra. Nep­ tuno en tránsito estaba en cuadratura con él, y mi clienta se vio en­ vuelta en un tri.ángulo amoroso. Neptuno se estacionó y se volvió retró­ grado, y ella rct>mpió la relación. Neptuno volvió a transitar en contacto con su Marte mientras estaba retrógrado, y ella reinició la relación, en circunstancias que pensaba que eran «nuevas». Después Neptuno se es­ tacionó, se volvió directo y transitó otra vez en cuadratura con su Marte, y la relación volvió a disolverse, momento en el cual ella «vio» hasta qué punto se había engañado. Durante la totalidad de los diecio­ cho meses que duró la relación estuvo tratando de ayudar a su amante a solucionar sus problemas. ¿De quién era el problema? Cuando Neptuno realiza su último tránsito en contacto con un pla­ neta natal, es probable que la realidad del nativo, en su totalidad, se haya alterado para incluir creencias y visiones del mundo que le eran ajenas antes del tránsito. Debido a las experiencias que la persona tiene durante esa época, es probable que retorne a su estado original y re411

nazca. Nuestra visión del mundo se suaviza y se vuelve más tolerante y a menudo mucho más pacífica después del tránsito de Neptuno. Una vez «desatado» por Neptuno, el yo parece no tener contra qué comba­ tir; el tránsito no suele provocar cólera, sino más bien tristeza o nostal­ gia. El tipo de enfado con que nos pone en contacto Neptuno es global, infantil e indiferenciado. Es prácticamente imposible etiquetarlo, y lo más frecuente es que se vuelva hacia adentro, contra nosotros mismos. Los niños pequeños no saben por qué tienen hambre o frío o están mo­ jados, ni siquiera saben que son esas las razones de su incomodidad. Puestos a pensar, pensarían que todo está mal. Cuando algo anda mal, se enojan con todo... y ellos no son distintos del mundo. Cuando el bebé está satisfecho, seco y cómodo, el mundo es una esfera perfecta. Cuando tenernos un tránsito de Neptuno, no somos distintos del mundo, y también podernos experimentar el dolor global, así corno la felicidad global.

Heather En febrero de 1987, cuando Neptuno formó su primera cuadratura con la Luna a 7º de Libra de Heather, en conjunción con Neptuno a 11 º en su carta natal, ella empezó a experimentar una serie de acontecimientos que a lo largo de un período de tres años terminarían por llevarla a un ambiente completamente nuevo. El primer contacto coincidió con el hecho de que su hijo menor se fuera de casa para ir a la universidad, al mismo tiempo que su hija mayor viajaba por el extranjero. Ambos ya se habían hecho mayores y se fueron de casa en el término de un par de meses. Aunque tenía un trabajo muy satisfactorio corno psicóloga y es­ critora, se encontró con que el «síndrome del nido vacío» era mucho más intenso de lo que ella esperaba. Poco a poco, sus puntos de referen­ cia empezaban a disolverse. Cuando Neptuno volvió, en tránsito retrógrado, a formar una cua­ dratura con su Luna natal en junio de 1987, le telefoneó su hermano para decirle que a su madre le habían diagnosticado un cáncer hepático y pancreático en estado terminal. Hacía ocho años que Heather no veía a su madre, ya que había cortado el contacto con ella después de una si­ tuación de malos tratos psicológicos de los que habían sido víctimas sus propios hijos. De niña, había sido violentamente maltratada por su madre, que era alcohólica, y la situación se había mantenido con la des­ dichada y constante interferencia de la madre en la vida de sus dos hijos ya adultos. Heather se vio en la necesidad de tornar la decisión de volver a ver o no a su madre. Durante la primera mitad del ciclo retró412

grado dudó entre arriesgar su propia estabilidad emocional yendo a ver a la moribunda, o mantener la distancia hasta el final. Tomó su decisión en el transcurso de los dos meses siguientes. El 18 de septiembre de 1987, Neptuno llegó a su estación directa a 5 º de Ca­ pricornio. Heather había decidido visitar a su madre en el término de ese mes. Fue a verla y encontró dentro de sí misma una profunda fuente de amor que trascendía la crueldad con que la madre la había tratado en su infancia y su juventud. Volvió por segunda vez a visitarla, y sabiendo que su madre deseaba desesperadamente morir en casa, en su propio hogar y con toda la dignidad posible, decidió -tras una noche entera de auténtica agonía y de introspección- que ella misma se encar­ garía de cuidarla. Entonces se ofreció para cuidar de ella y acompañarla hasta el final, con una única condición: quería tener el control absoluto. Su madre se mostró de acuerdo. En la última semana de octubre de 1987, Heather se mudó a la di­ minuta casa de su madre y empezó a proveer los cuidados terminales, organizándolo personalmente todo. Los papeles se invirtieron, ya que al convertirse en la «madre buena», sanó las heridas y cicatrices que le había dejado el hecho de ser criada por una «madre mala». En el pro­ ceso de convertirse en madre de su propia madre, algo se conmovió en las profundidades de su alma. El cáncer de su madre, su desvalimiento y su posterior y tópica conversión fueron el comienzo de una disolución completa del complejo Luna-Neptuno de Heather. Su madre se dio cuenta de lo que había hecho y sintió auténticos remordimientos, y en esa reunión entre madre e hija, Heather renació. En el curso del pe­ ríodo de inversión, entre octubre y diciembre, se resolvieron muchas cosas. Heather y su madre no hablaron mucho de las heridas, porque no fue necesario. Heather viajó interiormente por el infierno, se aden­ tro en el proceso de la muerte. En un momento en que le estaba po­ niendo su inyección de morfina, su madre le dijo: -Sé lo que podrías hacerme, y no te culparía por ello; después de todas las cosas horribles que yo te hice, ahora la opción la tienes tú. Ambas sabían a qué se refería. Heather tenía ahora todo el poder, el poder de la vida y la muerte. En ese momento, madre e hija sanaron. Con la muerte avanzando poco a poco, Neptuno empezó a estacionarse y estuvo suspendido durante dos semanas en cuadratura exacta con la Luna de Heather. El 16 de diciembre de 1987, Neptuno estaba en mo­ vimiento directo a 7º 11' de Capricornio -el grado exacto de la Luna de Heather en Libra-, y su madre murió ese mismo día a mediodía. En los meses siguientes empezó a producirse la sanación. Durante toda su vida, Heather había sido cruelmente maltratada por su madre alcohólica, y si decidió cuidarla fue sólo porque por fin podía hacer 413

algo por ella y tener el control absoluto de la situación. Siempre había amado apasionadamente a su madre, pero ésta la había maltratado tanto que al final llegó a odiarla. Mientras la cuidaba y ambas sanaban, Heather se vio al mismo tiempo reducida a un embrión y alumbrada a la vida en el mundo; se dio a luz a sí misma. Lentamente, todos los as­ pectos de su vida emocional y hogareña empezaron a disolverse. En los meses siguientes (en abril, precisamente cuando Neptuno llegó a su es­ tación retrógrada a 1 O º de Capricornio) Heather rompió su matrimonio al darse cuenta de que en esa relación había repetido su papel de víc­ tima. De una manera imprecisa y extraña, se encontró completamente liberada de su «vida de antes». El tránsito final de Neptuno en Capri­ cornio en cuadratura con su Luna a 7 º de Libra se produjo en septiem­ bre de 1988 y, aunque ella no lo supo en aquel momento, representó la renuncia de toda influencia en su vida. Al año siguiente, en septiembre, se fue de su país natal y se mudó al extranjero a iniciar una vida com­ pletamente nueva. En el curso del tránsito de Neptuno, revivió prácti­ camente toda su vida, vio su carácter ilusorio y llegó, en última instan­ cia, a ser más realista y más práctica en lo sucesivo, sin hablar de los niveles de dolor y de tristeza que tuvo que volver a soportar en el curso de este renacimiento. Aunque este es un ejemplo especialmente dramático y auténtico, sirve como paradigma de la influencia neptuniana a largo plazo. Podemos verdaderamente volver al útero, repetir nuestra gestación y renacer du­ rante un tránsito de Neptuno, fusionando el yo y el alma, disolviendo los límites entre lo que era, lo que es y lo que será, y mezclando la tota­ lidad del tiempo en una zona intemporal en donde pueden ocurrir mi­ lagros. La ansiedad, el dolor y la nostalgia que acompañan a Neptuno sirven como indicadores de la medida en que nos apegamos al pasado y nos enpeñamos en mantener el control del yo. Nunca podemos saber con antelación cuál será el resultado final de un tránsito a largo plazo. Lo más importante que esto nos enseña es a caminar con los dioses. Nuestro yo se ve debidamente disminuido y te­ nemos acceso a nuevas visiones de la vida. El grado en que queramos renacer se refleja en nuestra capacidad o nuestro deseo de acabar con el pasado para así crear un futuro nuevo.

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23 Plutón retrógrado en tránsito Fácil es el descenso al Averno; [ ... ] pero recordar tus pasos y volver a ascender al mundo de arriba, ¡he ahí el trabajo, esa es la tarea! Eneida, VI, 176

El propósito fundamental de los tránsitos de Plutón es mantener la in­ tegridad frente a circunstancias decisivas que se encuentran relaciona­ das simbólicamente con la desintegración, la muerte y la renovación. Plutón nos exige que descendamos a las más recónditas profundidades de nuestra alma, que nos quedemos solos y en nuestro aislamiento en­ contremos la integridad, la seguridad y el valor. El poder de un tránsito de Plutón reside parcialmente en el hecho de que es una experiencia singular; no hay ensayos, ni hay tampoco ningún tránsito de Plutón en aspecto con un planeta que sirva de preparación para un futuro tránsito plutoniano en contacto con otro planeta. Sin embargo, puede haber temas que se posponen de uno a otro tránsito si está en juego un stellium, aunque la experiencia como tal es totalmente única. El tránsito de Plutón en aspecto con un determinado grado de un signo puede producirse hasta cinco veces durante un período de tres años, lo cual en ciertos grados significa por lo menos un lapso de cin­ co años antes de que el planeta salga del orbe de influencia. A menudo, los tránsitos de Plutón actúan como un tema subyacente en tránsitos o ciclos que transcurren con más rapidez, y con frecuencia son el «resul­ tado final» de una transición vital de tres o cuatro años de duración, en la cual ha habido multitud de progresiones y otros ciclos de tránsito im­ portantes. Cuanto más aislado está el planeta natal con el que contacta Plutón 415

en tránsito, más extraña es la experiencia. Por ejemplo, si Plutón en tránsito forma tres conjunciones con Venus en un período de dos años, y luego sigue su avance hasta formar una conjunción con el Sol o Mer­ curio dentro del año siguiente, la experiencia del contacto inicial será trasladada al planeta siguiente, preparándolo con los acontecimientos y circunstancias anteriores, y en algunas situaciones, reduciendo el im­ pacto potencial y manteniendo el proceso de evolución. Sin embargo, si Marte, por ejemplo, está aislado y no forma aspectos estrechos con otro planeta natal, y Plutón se pone en contacto con él por tránsito, será más difícil «conectar» la experiencia con otros tránsitos de Plutón previa­ mente integrados. En una situación así, en la que transcurre cierta can­ tidad de años entre uno y otro tránsito de Plutón, o en que el tránsito es un incidente aislado, es frecuente que las experiencias que se suscitan desorienten más y estén aparentemente desligadas de las circunstancias inmediatas de la vida del nativo. El tránsito de Plutón puede actuar en­ tonces como una brusca separación del pasado, que con frecuencia se experimenta como la típica «muerte» plutoniana. En el caso del trán­ sito aislado, Plutón actúa como un agente libre, que desentierra as­ pectos encerrados o segregados de la naturaleza del nativo y los lleva a primer plano para civilizarlos e integrarlos en la totalidad de la per­ sona. Grant Si consideramos interacciones más complicadas entre planetas natales, un tránsito de Plutón que los afecte a todos a la vez conectará una red de complejos, con las funciones simultáneas de terminar y crear. La ex­ periencia a largo plazo del ciclo de Plutón en el caso de Grant involucró a tres planetas y el Ascendente. Grant es un abogado que había pasado por un cambio radical durante la época de su retorno de Saturno, a los 30 años, cuando renunció a su estilo de vida de viajero sin preocupacio­ nes para entrar en la facultad de derecho y «sentar cabeza». Tras haber logrado su ambición de establecer un despacho de abogados, a los 41 años pasó por otro cambio importante. Su transformación incluyó el tránsito de Plutón por su Ascendente en el año anterior a su conjunción con el Júpiter natal de Grant, en Escorpio en la casa uno, mientras si­ multáneamente formaba un sextil con su conjunción Sol-Venus en Virgo en la casa diez. El proceso era complicado, y afectaba a las carac­ terísticas combinadas del Ascendente, Júpiter y la conjunción Sol­ Venus en la vida de Grant, entretejiendo y reforzando la trama de los planetas y las casas que estaban en juego. 416

En el primer contacto de Plutón con la configuración exacta de los planetas (Júpiter en sextil con la conjunción Sol-Venus), la amiga y socia profesional de Grant decidió súbitamente casarse y pedir el retiro anticipado, dejando que él solo reorganizara toda su práctica profesio­ nal. Durante el segundo contacto, retrógrado, su mujer se quedó emba­ razada: una muy grata sorpresa, ya que se habían encontrado con gran­ des dificultades en su deseo de tener hijos desde el principio de su matrimonio, siete años antes. En el tercero y último contacto, directo, él y su mujer tuvieron el hijo tan anhelado, su práctica jurídica iba estu­ pendamente y le ofrecieron un cargo como magistrado que él rechazó. Los hechos hablan por sí solos, pero las manifestaciones psicológicas fueron mucho más turbulentas y evocaron toda la inseguridad intrín­ seca en Grant y los temores que le inspiraba la independencia. La pérdida de su íntima amiga y socia profesional fue profunda­ mente inquietante para Grant, a quien la perspectiva de llevar solo el despacho de abogados le producía terror y angustia. Al mismo tiempo empezó a acudir a las reuniones de Alcohólicos Anónimos, enfrentán­ dose a su soledad existencial y su profundo miedo a la falta de capaci­ dad, que desde la adolescencia había enmascarado con diversas formas de abusos. La conjunción de Plutón con su Júpiter natal puso brusca­ mente fin a sus años de excesiva condescendencia consigo mismo, mientras que el sextil con el Sol y Venus reforzó su coraje y funcionó de forma creativa, permitiendo que el yo de Grant asimilara la experien­ cia. Los cambios en su carrera le plantearon pocos problemas, pero la nueva evaluación de sus valores y emociones fue más amplia y de mayor alcance. Durante el tránsito de Plutón retrógrado, Grant se puso voluntariamente en tratamiento para superar su autodestructividad ha­ bitual, y descubrió que los secretos temores que abrigaba en relación con su falta de valor y capacidad eran infundados. A partir de esa pe­ nosa experiencia, el sentimiento de integridad personal de Grant se for­ taleció, y la vivencia que tuvo del embarazo de su mujer fue la de un premio. Y realmente puede haberlo sido, porque el nacimiento también pertenece al dominio de Plutón. Cuando el planeta realizó su último tránsito en conjunción con el grado exacto de su Júpiter natal (todavía en aspecto con la conjunción Venus-Sol en la casa diez), Grant tuvo que buscar en su alma una direc­ ción para su vida. En cierta época habría saltado de júbilo ante el ofre­ cimiento de una magistratura, pero tras una madura reflexión y una sincera evaluación de sus motivos interiores, encontró que su trabajo personal como abogado era un valor más profundo. La tentación inicial de aceptar el cargo de juez se basaba más bien en inseguridades infanti­ les relacionadas con el anhelo de complacer a los demás (principal417

mente a su madre) y de ser aplaudido, que en un deseo sincero de ocu­ par el cargo. La asociación de Plutón con el amante frustrado, apasionado pero soli­ tario, se relaciona directamente con el dios Hades, que tuvo que raptar a su amada y, tras haberlo hecho, debió incluso seguir renunciando a ella durante una parte del año. Los tránsitos de Plutón movilizan cir­ cunstancias en las cuales, mediante la experiencia, uno cobra concien­ cia de todo aquello que alguna vez deseó, sin jamás conseguirlo. El pla­ neta puede llevar consigo pasiones ardientes, deseos insatisfechos y una desmesurada ambición. En el fondo, la intención de la prueba no es destrozar al individuo, sino fortalecerlo, sometiéndolo a un excepcional examen de resistencia. Dentro de cada persona hay un deseo primario, que no es la clase de deseo diferenciado y específico que evoca Marte, sino una angustia universal e informe. Por eso, con tanta frecuencia, su aparición sobresalta y provoca una respuesta compulsiva. Es muy fre­ cuente que ese deseo instintivo se vea contenido e incluso reprimido, de manera que su forma de expresión es primitiva; no ha sido suficien­ temente revelado para que un proceso civilizado lo configure, dándole la forma de algo alcanzable. A menudo, la irrupción del deseo primario choca con la oposición de una fuerza que le niega su realización, fuerza que la mayoría de las veces asume la forma de una persona o alguna clase de objetivo. Una manera frecuente de corregir un problema psicológico es proyectarlo, es decir, exteriorizarlo. Este suele ser el único modo en que podemos es­ forzarnos conscientemente por resolver un enorme problema interno, que parece emerger coincidiendo con un acontecimiento o una expe­ riencia exterior. En su mayoría, los senderos y las lecciones espirituales incluyen esta posibilidad de manifestación en sus disciplinas: la imagen potencial, y a veces indispensable, que nos conduce a la revelación de la «comprensión». Esta experiencia es peculiar de cada individuo, pero hay algunos temas comunes, entre los cuales los más frecuentes son el amor, la autonomía personal, el deseo sexual y el poder sobre los demás. El deseo es el deseo, independientemente de que lo deseado sea un contacto sexual, un pastel de chocolate o el gobierno del mundo. La contención de la frustración que se genera durante el tránsito retró­ grado de Plutón es el proceso de construcción del yo, que proporciona a la persona un fuerte sentimiento de identidad personal. Esta nueva sen­ sación de logro se pone a prueba cuando Plutón transita por última vez en contacto con el punto, limpiando todo lo inacabado y eliminando cualquier recurso superfluo o inútil. 418

Las experiencias obsesivas que se dan bajo los tránsitos de Plutón cesan normalmente después de que el planeta ha reanudado su viaje. Plutón recoge y condensa características aparentemente dispares, ligán­ dolas con un tema que presenta a su vez bajo la forma de una persona o una experiencia. La proyección de nuestras propias compulsiones so­ bre una persona o una situación es la manera que tiene la psique de ex­ teriorizar convenientemente un estado interno, permitiendo así, al te­ nerlo afuera, en el entorno, que se trabaje en él de forma consciente. Como sucede con los demás planetas exteriores, hay con frecuencia un aspecto de la psique que actúa a manera de «testigo» de las experien­ cias, haciéndole a la parte obsesionada de la mente comentarios sobre su estado. Ganarse al «testigo» es una manera fructífera de convertir la fuerza del deseo en bruto de Plutón en un poder contenido y dirigido que da facilidades al yo en lugar de disminuirlo o subordinarlo al com­ portamiento compulsivo. El dios griego Hades se vio separado de la tierra de los vivos, del mundo de los mortales. Posiblemente el enfrentamiento más difícil que afrontamos como mortales es con la muerte, y no sólo con la muerte del cuerpo, sino también con la muerte de la conciencia. Dentro de noso­ tros nos encemtramos con el aislamiento existencial; el hecho evidente de que estamos esencialmente solos se hace inevitable e ineludible bajo la influencia de Plutón. El terror de la muerte y el paradójico anhelo de los brazos de Morfeo, del sueño eterno, también acompañan las esta­ ciones y los ciclos retrógrados de Plutón. Con frecuencia necesitamos efectivamente más sueño -más inconsciencia-, a través del cual el ser pueda sanar por obra de su estado relajado y libre de tensión. Los grie­ gos decían que el sueño era «el hermano pequeño de la muerte». Hace años, una amiga mía que tenía a Plutón en estación directa a 1 º de su Descendente (tras haber transitado por él una vez, diez meses antes, y luego otra vez en movimiento retrógrado) se detuvo un día bellísimo en medio de un campo y dijo con desesperación: «Quiero morir». Ni se murió ni tenía la intención de suicidarse, pero estaba en medio de una especie de muerte. La aparición de su Plutón estaciona­ rio desde el hemisferio inferior de la carta (el inconsciente), desde la sexta casa (la encarnación y la manifestación del alma) y entrando en la séptima, hizo aflorar a la luz del día toda su sensación de falta de sen­ tido de la existencia. A ella le correspondía empezar a eliminar todos los hábitos y formalismos al mismo tiempo que se enfrentaba a sus ver­ dades personales esenciales. Algunas cosas tenían que morir. En realidad, la mayoría de la gente no se muere, en el sentido corpo­ ral, durante los tránsitos de Plutón -la muerte se produce por diversas razones, y Júpiter es, con la mayor frecuencia, el heraldo de una 419

muerte natural-, pero solemos estar muy atentos a la muerte y a los temas relacionados con ella. Ciertamente, la muerte puede presentarse o, como en el caso de Jude (véase el cap. 24), se camina con la muerte como con un hermano. Sin embargo, es cierto que una vez que Plutón ha pasado a través de una casa de nuestra carta natal, o ha transitado repetidas veces en contacto con un planeta o un ángulo, algo ha muerto. Puede ser una idea apreciada, una persona agradable o un estilo de vida cómodo, pero ha nacido un pasado importante. Es prácticamente imposible mantener una fantasía o vivir en una ilusión durante los repetidos tránsitos de Plutón. El primer impacto puede traer consigo una situación en la que la realidad del nativo re­ sulta severamente puesta a prueba, saliendo a relucir la capacidad de la persona para controlar su vida. Podría presentarse bajo la forma de una relación, de un objetivo profesional, de un incidente o un encuentro de­ cisivo que experimenta alguien con quien tenemos una relación de inti­ midad, o bien como una dolorosa pérdida personal. De cualquier ma­ nera que se manifieste el tránsito, la prueba se mantiene constante: ¿Puede una persona resistir la súbita desaparición de todos los puntos de referencia conocidos, de todas las convicciones sostenidas hasta en­ tonces, y la consiguiente pérdida de orientación? Afortunadamente, lo más frecuente es que la respuesta a esta pregunta sea «sí», pero no se tienen precedentes para lo imprevisible de la prueba o de la tribulación. Los recursos que necesitamos para trabajar con un tránsito plutoniano no son los que normalmente empleamos, y lo más probable es que nunca los hayamos desarrollado plenamente, si es que tenemos con­ ciencia de ellos. Estos recursos están profundamente sepultados, y sólo los podemos hallar mediante un tenaz buceo en las profundidades del alma. Es muy raro que se dé una experiencia plutoniana compartida; podemos encontrar apoyo y estímulo en el curso de nuestra prolongada renovación interior, pero es improbable que hallemos en los demás una auténtica comprensión. Aprendemos a ser compasivos solos, y recono­ cemos nuestra falibilidad y la mortalidad de nuestra vida y nuestras ex­ periencias. La sabiduría de este rito de pasaje es estimulante, y hay muchos ejemplos de restablecimiento del alma bajo la influencia de Plutón. El descenso del alma al interior del Hades es fácil, como dijo Virgi­ lio que lo era el descenso al Averno, pero en nuestro camino hacia allí abajo y nuestra vuelta luego al mundo de arriba, nos encontramos con innumerables tropiezos y riesgos. Inevitablemente nos vemos librados a nuestros propios recursos y obligados por las circunstancias a enfrentar­ nos con la destrucción externa de nuestra coraza protectora, pero nues­ tro restablecimiento durante el tránsito final es liberador, y la vida es 420

más rica tras haber soportado el rito de pasaje y sobrevivido a él. Las hercúleas tareas fijadas por el inexorable tránsito de Plutón son recom­ pensadas de un modo equitativo: la medida en que encaremos con reso­ lución al Sí mismo interior es la medida en la que nos redimiremos a nosotros mismos. La gente habla de los tránsitos de Plutón como de momentos de ver­ dad, en los que resulta imposible no ser sincero. Esto es bastante nota­ ble, porque Plutón y su signo, Escorpio, se distinguen por su carácter inescrutable y su motivación subterránea. La veracidad plutoniana poco tiene que ver con la sinceridad cotidiana, ya que sólo se ocupa de las verdades esenciales, de los asuntos de vida o muerte, del tipo de ver­ dad que preserva la integridad del alma. Parece que formara parte del contrato con Plutón el hecho de que si uno se enfrenta de un modo vo­ luntario e inflexible consigo mismo, el premio es una integridad inque­ brantable. Cuando Plutón experimenta sus ciclos retrógrados y repite un con­ tacto con un grado natal, draga cada vez más profundamente los rinco­ nes ocultos del inconsciente, sacando a la luz los aspectos más escondi­ dos de la naturaleza interior del nativo. El hecho de que Plutón pueda transitar por el mismo grado hasta cuatro o cinco veces en dos o tres años demuestra lo meticuloso que es. Gradualmente y por etapas, aque­ llo que es necesario eliminar se ve sometido a una muerte ritual. En el contacto inicial se nos alerta de algo profundamente sepultado en los más ocultos rincones de la psique, pero en el caso de que Plutón repita el tránsito en contacto con un planeta o un ángulo, hay una probabilidad cada vez mayor de liquidar una conducta psicológicamente mortífera. Cuando nos aterra el hecho de que Plutón pueda «golpear» varias veces a un punto natal, no nos damos cuenta del valioso intento que subyace en sus movimientos. Si todo nos fuera revelado en un único instante, el resultado sería la locura, de modo que la forma que tiene la naturaleza de afrontar el problema es dar la posibilidad de que los frag­ mentos de información vayan aflorando separadamente en distintos momentos. La inmersión de Plutón en el inconsciente es muy selectiva; hace aflorar contenidos psíquicos que pueden reflejarse en la experien­ cia actual del nativo. Quizás el tránsito no coincida con un aconteci­ miento, sino que se manifieste más bien en la vivencia interior de una «prueba» de fe, de voluntad o de coraje. El reconocimiento consciente de las profundidades de las regiones interiores del alma ha sido durante largo tiempo, y con razón, un ritual en la mayor parte de los caminos espirituales. U no puede liberarse de las pautas emocionales y de con­ ducta habituales y autodestructivas en el curso de dos o tres tránsitos, pero con Plutón también lo inverso puede ser cierto. Como desgasta los 421

límites entre lo consciente y lo inconsciente, se ponen de manifiesto las ideas, acciones y pautas de comportamiento obsesivas. El hecho de que se manifiesten es la importante señal de que hay fuerzas interiores en la psique que están contaminadas por la muerte, y que por consiguiente es necesario expurgar. Algo está muriendo para así poder renacer. El proceso de liberación de características firmemente atrincheradas en las profundidades de la psique y potencialmente aniquiladoras se ac­ tiva sobre todo durante el período retrógrado. En la fase de «descanso» del tránsito aflojamos nuestro control de la función represiva para per­ mitir que se produzca la transformación. El reflejo proveniente del tránsito directo, donde los «acontecimientos» y la tensión psíquica crean una atmósfera elevada, con frecuencia a punto de estallar de an­ siedad, es el momento de protección, en el que llegamos a un acuerdo con los cambios evidentes. En este período, el yo es esponjoso y malea­ ble, y está más influido por el inconsciente que por la mente cons­ ciente. Las pequeñas muertes que se producen durante el tránsito de Plutón nos preparan para el inevitable término de la vida. La principal lección que aprendemos en este largo proceso es la forma de ir desprendiéndo­ nos de aquello que considerábamos absolutamente necesario para nues­ tra vida. Descubrimos hasta qué punto podemos ser poderosos e inge­ niosos cuando nos vemos enfrentados con el hecho de que no tenemos lo que creíamos necesitar. Como ya sabemos, Plutón excita el miedo más fundamental, el miedo a la muerte. El rechazo instintivo de esta posibilidad es natural, pero es inevitable que hayamos de afrontar nues­ tra mortalidad de diversas maneras y en numerosas ocasiones, ninguna de las cuales nos resulta cómoda. Plutón actúa como un remedio ho­ meopático, una «muerte en pequeño» que nos prepara para la gran muerte. Nuestra humana capacidad para la negación es profunda, pero cuando Plutón empieza a dejar su sello, la opción de negar se vuelve cada vez más imposible. Tal como pasa cuando se quiere dejar un hábito negativo, para un tránsito de Plutón no hay un «buen» momento, sino sólo un momento apropiado. Cuando el tránsito ha de repetirse varias veces, termina por convertirse en la liberación de una compulsión antigua e implacable que ha paralizado un aspecto de la psique, impidiéndole crecer y expe­ rimentar. Lo mejor es abrir la puerta de buena gana y con un mínimo de respeto por nuestra inteligencia interior. El intento de mantener un estilo de vida anticuado causa el agotamiento que es capaz de producir Plutón. La resistencia del nativo se agota, su inmunidad a la invasión se desgasta y el resultado puede ser la enfermedad. El cuerpo no tiene el poder de la psique, y con frecuencia se doblega bajo una presión pro422

longada. La maduración positiva de la fuerza bruta de Plutón resulta, paradójicamente, de la renuncia a una idea, una persona o una meta muy querida, no del intento de forzarlo al sometimiento. En una lucha como ésta, Plutón inevitablemente gana, destruyendo lo que cualquier posible beneficio podría haber aumentado. En el proceso de renuncia surge, aunque con frecuencia a través de medios indirectos, una cir­ cunstancia específicamente más adecuada. En el curso de la resurrección de aspectos de nuestra naturaleza in­ visible e inmutable, tiene lugar una forma de exorcismo. El exorcismo tradicional requiere que se evoque a los muertos -a las almas tortura­ das y coléricas que contaminan la atmósfera- para darles una justa oportunidad de hacerse oír. Una vez hecho esto, descansan. Buena parte del dolor interno que sufrimos bajo los repetidos ataques de Plu­ tón tiene que ver con potencialidades no realizadas, con recursos ocul­ tos que no han hallado formas de expresión adecuadas o con deseos profundamente sumergidos que han permanecido insatisfechos. Nues­ tra alma frustrada puede llegar a liberarse a través de las apasionadas obsesiones que con frecuencia se desencadenan durante el largo ciclo del movimiento directo y retrógrado de Plutón, pero sólo si nos damos cuenta de que son un vehículo de transmutación. Reconocer conscien­ temente estas pasiones es una forma de exorcismo, porque aunque de momento detengan el crecimiento, la lucha puede actuar como un ri­ tual de purificación. Sean cuales fueren los acontecimientos que vayan asociados con el tránsito de Plutón, se presentarán con un elevado tono emocional. El Plutón natal es a la vez el punto de encarnación y el de «excarna­ ción» -el punto del nacimiento y el de la muerte- y representa algo así como el lugar donde estábamos antes de nacer y el lugar a donde retor­ naremos. Que Hades signifique «invisible», por lo tanto, tiene implica­ ciones especiales para el tránsito de Plutón en movimiento retrógrado y directo en contacto con un determinado grado varias veces, porque no hay manera de anticipar qué es lo que aflorará al final a la superficie. En los períodos retrógrados, los aspectos perniciosos de uno mismo se van reuniendo silenciosamente y en secreto, para emerger y ser elimina­ dos durante los ciclos directos. Raphael Hay hilos profundamente inconscientes que vinculan rasgos en apa­ riencia dispares y que pueden emerger de repente con una increíble re­ levancia. Si uno dice que no hará «nunca» algo, eso es con frecuencia 423

un presagio de lo inevitable. Un tránsito de Plutón puede instigar ese «nunca». Raphael tenía a la conjunción Sol-Plutón en cuadratura con una oposición Marte-Júpiter, es decir, una cuadratura en T fija, con el Sol y Plutón en Leo, Marte en Escorpio y Júpiter en Tauro. Era un hombre de negocios de gran éxito, con conexiones por todo el mundo. En una ocasión, me dijo que se pasaba la mayor parte del tiempo en un avión u otro. Pero en lugar de encontrar esta vida sólo llevadera, era precisamente lo que le gustaba. Servía para mantener bien a su familia y canalizar su abundante energía, le permitía hacer de su trabajo un juego, y lo distanciaba convenientemente de enfrentamientos emocio­ nales. A Raphael le encantaba hacer negocios, ganar dinero y vivir en las afueras. Aunque el tema subyacente en todo aquello era el finan­ ciero, él tenía conciencia de su naturaleza espiritual, y dentro de su mundo tradicional de los negocios, también-participaba plenamente en una comunidad espiritual... como maestro. El único aspecto de su natu­ raleza que no se evidenciaba era que dedicara algún tiempo a la quietud de la contemplación o a algún tipo de interés no mental. Cuando Plutón transitó por primera vez en contacto con su cuadra­ tura en T natal -en conjunción con Marte, en oposición con Júpiter y en cuadratura con el Sol y Mercurio-, empezó a sentir un poco de des­ contento con su estilo de vida extravertido. Nada grave, sólo atisbos. Al año siguiente, cuando lo vi, los atisbos se habían intensificado, y Raphael estaba planeando cambios importantes en su estilo de vida. Su empresa había perdido a un cliente importante, pero en vez de asus­ tarse y resistirse, reconoció en aquello una potencial bendición disfra­ zada. Lo que podría haber sido un desastre financiero se convirtió en un instrumento de cambio. Empezó a reformar la empresa, recortando los gastos y concentrándose en su recurso más valioso: la gente. Además fue tomando cada vez más conciencia de la calidad de su vida, dejando en un segundo plano al dinero. Sin saber bien cómo, empezó a ver cierta vaga conexión entre ambas cosas. Aunque nunca había tenido un impulso adquisitivo egoísta, hacer dinero había sido el principal motor de su vida, pero de pronto se había convertido en algo secundario, e in­ cluso terciario. Cuando tuvo lugar el tercer tránsito de Plutón, retrógrado, Raphael estaba activamente comprometido en volver a ordenar por completo sus prioridades y su estilo de vida. La familia vendió su hermosa man­ sión campestre y se mudó a una casa más pequeña. Raphael redujo a la mitad la producción de su empresa y la simplificó, reorganizando su tiempo para poder dedicarse más a sus actividades contemplativas; em­ pezó a trabajar en estrecha colaboración con un amigo, preparando se­ minarios para incorporar a los negocios el aspecto espiritual de la vida. 424

En la época en que Plutón realizó su tránsito final -directo- en con­ tacto con Marte, y «golpeó» a la conjunción Sol-Plutón y a Júpiter, Raphael ya había desmantelado su empresa multinacional, reducién­ dola a un tamaño razonable. Nunca, hasta que Plutón inició por pri­ mera vez su lento recorrido, se le había ocurrido ni siquiera soñar que alguna vez buscaría la quietud y la soledad. Un rasgo común entre los «supervivientes» a los tránsitos de Plutón es su poder acumulado, no reprimido, sino contenido. Natalmente, Plu­ tón suele ser el último planeta que el yo contiene y madura en su inte­ rior, y el más difícil de incorporar cuando se encuentra en tránsito. Sin embargo, una vez que se ha conseguido llegar a un acuerdo con él, se convierte en un constante manantial de recursos. El punto en el que anualmente se produce la oposición Sol-Plutón ilumina el conflicto. Como es el punto medio de la totalidad del ciclo del Sol y Plutón, ofrecerá cierta información sobre aquello a lo cual el yo se está resistiendo, y en qué dominio se puede obtener un mayor poder gracias a la sinceridad. Si el período de oposición trae consigo lu­ chas de poder y estallidos, esto sirve para vencer el deseo de controlar lo que no se puede controlar. La fuerza que se genera en la confronta­ ción es tal, que se va incorporando lentamente en la fase final del ciclo retrógrado ese mismo año. El período de oposición también exige con frecuencia que uno se en­ frente con lo inevitable y lo inexorable, profundizando en las cuestiones de la mortalidad y la inmortalidad. La inmutabilidad del alma podría ser un pobre consuelo para la persona que se enfrenta con cuestiones de vida o muerte en las casas donde cae la oposición, pero allí también hay profundas reservas. Los recursos que uno descubre dentro de sí en el transcurso de las oposiciones del Sol y Plutón son auténticos, no adop­ tados ni prestados, porque éstos son los primeros en desintegrarse bajo la influencia de un tránsito de Plutón. Los tránsitos directos de Plutón marcan la aparición de sentimien­ tos, hábitos y estados anímicos profundamente sumergidos. Aunque todo esto pueda dar la sensación de un descenso, en realidad es el as­ censo de nuestro propio inconsciente. Las épocas retrógradas subsi­ guientes señalan períodos de asimilación gradual de los recursos recién descubiertos y de adaptación al nuevo territorio psíquico. Cuando Plu­ tón vuelve a contactar con el mismo grado por tercera vez, en movi­ miento directo, el «ascenso al mundo superior» nos exige una gran for­ taleza y coraje, además del despliegue de habilidades nuevas, prestando suma atención a nuestra voz interior. 425

24 Un caso de planetas retrógrados en tránsito: Jude La siguiente secuencia describe exactamente los aspectos por tránsito de Saturno, Urano, Neptuno y Plutón en contacto con la oposición Luna-Neptuno y el Ascendente de la carta de Jude (véase p. 428). (Mer­ curio progresado, que se había vuelto retrógrado por progresión a los 11 años, llegó a una estación directa en 1981 y pasó por el emplaza­ miento natal de Mercurio en 1992.) Diciembre de 1982: Saturno en tránsito entra en Escorpio y se pone en conjunción con Neptuno, en oposición con la Luna y en cuadratura con el Ascendente. (Saturno en tránsito en estación retrógrada en febrero de 1983 a 4º de Escorpio.) Abril de 1983: Saturno en tránsito en movimiento retrógrado vuelve a ponerse en conjunción con Neptuno y en oposición con la Luna. (Saturno en tránsito en estación directa en julio de 1983 a 27 º de Libra.) Agosto/septiembre de 1983: Saturno en movimiento directo realiza su último tránsito en conjunción con Neptuno, en oposición con la Luna y en cuadratura con el Ascendente (dos tránsitos directos y uno retrógrado). Noviembre de 1983: Plutón en tránsito entra en Escorpio y se pone pri­ mero en conjunción con Neptuno y después en oposición con la Luna. Permanece dos meses allí. (Plutón en tránsito en estación retrógrada en febrero de 1983 a 2º de Escorpio; prácticamente permanece en orbe durante todo el otoño.) Enero/febrero de 1984: Neptuno en tránsito entra en Capricornio y se pone en trígono con la Luna y en sextil con Neptuno. Marzo/abril de 1984: Neptuno en tránsito en estación retrógrada a 427

Fig. 24.1. Jude

1º de Capricornio en trígono con la Luna y en sextil con Neptuno. Permanece en orbe durante mayo y junio. (Plutón en tránsito en estación directa en julio de 1984 a 29º de Libra.) Septiembre/octubre de 1984: Plutón en tránsito en movimiento directo se pone en conjunción con Neptuno y en oposición con la Luna. (Neptuno en tránsito en estación directa en septiembre a 28º de Sa­ gitario.) Noviembre/diciembre de 1984 a enero de 1985: Neptuno en tránsito en movimiento directo se pone en trígono con la Luna y en sextil con Neptuno. (Neptuno en tránsito en estación retrógrada en abril a 3 º de Capri­ cornio.) 428

Julio/agosto de 1985: Neptuno en tránsito en movimiento retrógrado se pone en trígono con la Luna y en sextil con Neptuno. (Neptuno en tránsito en estación directa a Oº 51' de Capricornio en sextil con Neptuno.) Julio de 1985: Plutón en tránsito en estación directa al º 55' de Escor­ pio en oposición con la Luna a 1º 54' de Tauro (último tránsito exacto de Plutón). Octubre/noviembre de 1985: Tránsito final de Neptuno en movimiento directo en contacto con la oposición Luna-Neptuno. Nota: Técnicamente ha habido tres contactos exactos en tránsito de Sa­ turno, cuatro de Plutón y seis de Neptuno, pero estos dos últimos planetas han estado durante dos años dentro de un solo grado de orbe, atravesando la misma oposición Luna-Neptuno sin tregua du­ rante tres años. Una pausa de Julio de 1985 a octubre de 1986. Enero de 1986: Saturno en tránsito en conjunción con el Medio Cielo («Llamada a la aventura»). Retomo de Saturno, tres veces, ya que retrocede y se vuelve a poner en conjunción con el Saturno natal en mayo y finalmente de nuevo en octubre de 1986. Febrero de 1988: Saturno y Urano en tránsito entran en Capricornio, se ponen en trígono con la Luna y en sextil con Neptuno, y permane­ cen allí hasta abril. Abril de 1988: U rano en tránsito en estación retrógrada a 1º de Capri­ cormo. Saturno en tránsito en estación retrógrada a 2º de Capricornio. Se mantienen en orbe durante mayo, en movimiento retrógrado. (Saturno en tránsito en estación directa en agosto de 1988 a 25º de Sagitario.) (Urano en tránsito en estación directa en septiembre de 1988 a 27 º de Sagitario.) Noviembre de 1988: Saturno realiza su último tránsito directo en trí­ gono con la Luna y en sextil con Neptuno. Diciembre de 1988: Urano en tránsito en movimiento directo se pone en trígono con la Luna y en sextil con Neptuno. (Urano en tránsito en estación retrógrada a 5º de Capricornio en abril de 1989.) Agosto de 1989: Urano en tránsito en movimiento retrógrado en con­ tacto con la oposición Luna-Neptuno. 429

(Urano en tránsito en estación directa a 1º 20' de Capricornio en septiembre de 1989.) Octubre de 1989: Urano realiza su último tránsito directo en trígono con la Luna y en sextil con Neptuno. Nota: Técnicamente ha habido cinco tránsitos de Urano y tres de Sa­ turno durante este período, pero Urano ha estado periódicamente durante todo el tiempo dentro de un grado de orbe, estacionándose y retrocediendo en contacto con la oposición Luna-Neptuno. Una pausa de octubre de 1989 a febrero de 1991. Febrero de 1991: Saturno en tránsito entra en Acuario y se pone por primera vez en cuadratura con la oposición Luna-Neptuno y en conjunción con el Ascendente. (Saturno en estación retrógrada a 6º de Acuario.) Agosto de 1991: Saturno en tránsito en movimiento retrógrado se pone en cuadratura con la oposición Luna-Neptuno y en conjunción con el Ascendente. Octubre de 1991: Saturno en tránsito en estación directa se pone exac­ tamente en cuadratura con Neptuno a Oº 11' de Acuario. Noviembre de 1991: Saturno realiza su último tránsito directo en cua­ dratura con la oposición Luna-Neptuno y en conjunción con el Ascendente (tres tránsitos de Saturno en contacto con la oposición Luna-Neptuno y el Ascendente, dos directos y uno retrógrado). Nota: Ha habido más de 23 contactos exactos con la oposición Luna­ Neptuno y con el Ascendente (es decir, con la cuadratura en T) du­ rante un período de nueve años, con sólo dos interrupciones, en una de las cuales intervinieron el Saturno natal en el Medio Cielo y Sa­ turno en tránsito. El hecho de que los planetas exteriores conspira­ sen para estacionarse en unos determinados grados y mantenerse allí hace que sea una redundancia añadir el verdadero número de tránsitos técnicamente exactos. Baste con decir que ha habido mu­ chísima acción en torno de la configuración de Jude. Teniendo en cuenta sólo a la Luna, Neptuno y el Ascendente, obtendríamos el equivalente de 69 tránsitos de Saturno, Urano, Neptuno y Plutón por cada uno de los puntos. En caso de que el lector quiera combi­ nar los puntos medios con todo esto, adelante, pero le aseguro que por este camino se va a la locura.

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NACIDO DOS VECES DE LA TUMBA DEL ÚTERO

He ofrecido con cierto detalle la lista de tránsitos para destacar el efecto acumulativo que puede tener una serie de tránsitos de los planetas exte­ riores durante un largo período de tiempo. Como ya dije en el capí­ tulo 20, cuando un planeta o una configuración natal ha de recibir repe­ tidos contactos, directos y retrógrados, durante largo tiempo, esto im­ plica que el planeta o la configuración natal es un tenso complejo desti­ nado a convertirse en un punto central en la vida del individuo, en es­ pera de que se produzca la presión sobre el gatillo. Con el fin de ilustrar el poder de los tránsitos directos y retrógrados, nos concentraremos casi totalmente en la cuadratura en T formada por la Luna, Neptuno y el Ascendente de la carta de Jude, ya que este es el foco del sendero de su vida. Jude nació en 1957, y lo bautizaron con el nombre de Graham. Sus amorosos padres mantuvieron firmemente su matrimonio hasta la muerte de la madre, en 1985. Él recuerda siempre el especial apego que lo unió a su madre. Cuando nació su hermano, Jude tenía 5 años, y su Sol progresado estaba en conjunción con su Plutón natal. Recibió muy mal la llegada de su hermano, y como ésta coincidió con su ingre­ so en la escuela primaria, asoció a su hermano con la pérdida de su madre. Este fue su primer choque con la áspera realidad del mundo al tener que abandonar la seguridad que le brindaba la protección materna. Por naturaleza, la participación -tanto consciente como incons­ ciente- de Jude en su propia encarnación ha sido renuente. Esto es par­ ticularmente interesante a la luz del hecho de que no tiene planetas re­ trógrados natales (aunque Saturno estuvo en estación directa cinco días antes de su nacimiento) y sólo Mercurio progresado se volverá retró­ grado y luego directo durante su vida. Tenía 11 años cuando Saturno llegó a una estación retrógrada, y 13 años más tarde, en 1981, llegó a una estación directa, abriendo la puerta a la furiosa embestida de repe­ tidos tránsitos de todos los planetas exteriores durante el año siguiente. La vida de Jude ha sido la historia de una lenta y pausada salida del se­ gundo útero donde se encontró encerrado a partir de su primer naci­ miento. En su estación directa, Saturno está cargado de tensión y ex­ pectativas, en espera de la encarnación. El Ascendente Acuario de Jude está en cuadratura con su oposición Luna-Neptuno, lo cual indica que su llegada al mundo, la introducción en su cuerpo (Ascendente) y todos sus puntos de referencia externos están en conflicto directo con un profundo deseo de seguir nonato (Luna en oposición con Neptuno). Esta situación se amplifica por la ac431

ción de las casas: el eje entre la segunda y la octava es la oposición entre el cuerpo físico y el cuerpo etéreo o psíquico, y la Luna es la matriz fí­ sica, mientras que Neptuno es la psíquica. Su Ascendente Acuario le exige que se convierta en un ser humano, un hombre, una persona en­ tera. Sin embargo, también le exige que su mente y su intelecto se sepa­ ren y se diferencien de su alma, que se individualicen, y que él se con­ vierta en alguien distinto. Empecé a trabajar con Jude el 17 de noviembre de 1989, el día en que Saturno en tránsito entraba en su casa doce y era el cuarto aniver­ sario de la muerte de su madre. Desde ese momento, Jude sufrió la desintegración preparatoria de la identidad y de la persona [ en senti­ do junguiano] a medida que Saturno se aproximaba al Ascendente, creando un espacio para la reunión y la consolidación de nuevos símbo­ los de identidad. Una gran parte del conflicto de Jude se ha centrado en el hecho de haber pasado de una vida religiosa a una vida seglar de analista jun­ guiano. Ha estado dudando desde hace casi veinte años, pero de un modo más apremiante desde 1982. En diciembre de ese año escribió en su diario que, aunque no pudiera señalar la razón, era profundamente desdichado y sentía que no estaba en el lugar adecuado. Vamos a retro­ ceder un poco en su vida. Jude se sintió siempre fascinado por la muerte, y solía celebrar fune­ rales por sus ositos de peluche. Además, no se creó un compañero de juegos invisible como hacen muchos niños, sino un Dios invisible que estaba con él todo el tiempo y con quien se comunicaba y se relacio­ naba constantemente. Ese Dios invisible había de abandonarlo cuando Jude empezó a tener uso de razón, pero hasta entonces le fue muy útil. En su diario, Jude consigna: Yo había sido educado en una tradición religiosa que ponía el acento en la disciplina y la autoridad [Saturno en Sagitario, en la casa diez, en esta­ ción directa]. Dios hablaba por mediación de la Iglesia; las leyes de Dios las hacía la Iglesia. A mí no me cabía la menor duda de que Dios era Dios. Estaba «ordenado». Para mí, Él estaba ordenado en cajitas pulcra­ mente organizadas. La ciencia que yo Le aplicaba era la de causa y efecto. Uno obedecía a Dios y era recompensado, Le desobedecía y era castigado.

Hasta donde puede recordar, Jude siempre tuvo vocación, y a los 21 años, en enero de 1979, entró en la orden de los franciscanos, una orga­ nización no jerárquica (Ascendente Acuario) de la Iglesia católica ro­ mana. El 2 de febrero de 1979 se convirtió en postulante, y el 19 de 432

julio de 1979 comenzó su noviciado y vistió los hábitos con el nombre del santo patrón de las causas sin esperanza, Judas. (Saturno en tránsito había estado retrógrado a 12º de Virgo en febrero, en estación directa en mayo, y estaba en movimiento directo a 12º de Virgo cuando Jude se ordenó; lo que fue concebido en febrero nació en julio.) Pasaron un par de años durante los cuales pocos conflictos hubo entre cuerpo y alma. Jude siempre había sabido que era homosexual, pero nunca se había visto «puesto a prueba» hasta 1982, cuando tuvo su primera relación sexual, que causó la transición, de nueve años de duración, de la que ahora nos ocuparemos. Dio comienzo a un tortuoso viaje a las profundidades de su alma después de los tránsitos de Sa­ turno directo y retrógrado en contacto con su oposición Luna-Neptuno en cuadratura con el Ascendente en 1982-1983. Inmediatamente des­ pués Plutón entró en Escorpio y formó una conjunción con esta misma cuadratura en T a Oº . Durante el período retrógrado de Saturno en 1983 se tomó un descanso de su vida en la comunidad religiosa, y en otoño de ese año empezó un curso de formación psicoanalítica. (Tránsito final de Saturno en conjunción con Neptuno: expulsión del Edén, la caída de las escamas de los ojos, un segundo nacimiento; oposición con la Luna: una encarnación forzada del yo; Plutón en tránsito en contacto con la configuración por primera vez: una impresionante toma de con­ ciencia de las profundidades de la psique y de las necesidades corpora­ les, y de la falta de integración entre las dos.) En octubre de 1984 a Jude no se le había pasado por la cabeza aban­ donar la orden, pero estaba plenamente comprometido en su trabajo psicoanalítico y, como él mismo dijo: «Poco a poco, durante los tres años y medio de psicoanálisis que siguieron, desde luego que los ci­ mientos se aflojaron y se volvieron muy inestables». Sin embargo, como si así lo hubiera querido el destino, Jude tuvo que decidir en esa época si haría o no los votos perpetuos. El 18 de abril de 1985, cuando Neptuno hacía poco que había lle­ gado a una estación retrógrada a 3º de Capricornio, Jude presentó a la consideración de la comunidad su solicitud para hacer los votos perpe­ tuos, y en julio fue aceptado. (Plutón había estado retrógrado y llegó a su estación directa el 12 de julio, pocos días antes de su aceptación, a 1º 55' de Escorpio, exactamente en oposición con su Luna a 1º 54' de Tauro; este fue el tránsito final de Plutón en contacto con la configura­ ción.) El 5 de septiembre de 1985 Jude hizo sus votos perpetuos, justo seis días después de que Neptuno llegara a su estación directa a Oº 51' de Capricornio. Sellado ya su destino, inició el descenso a las profundi­ dades de su alma. Los tránsitos combinados de Saturno y Plutón entre 1983 y el ve433

rano de 1985 habían servido para suavizar las fronteras que delimita­ ban el Sí mismo central de Jude, permitiendo así el incremento de la transferencia de contenidos desde la profundidad de su inconsciente a su conciencia intelectual. Cada vez era más consciente, y con mayor in­ comodidad, de una escisión entre su mundo sagrado y su mundo seglar. Esta escisión no se daba solamente en el nivel manifiesto, sino que era también un profundo cisma interior que a lo largo de los años siguien­ tes iría polarizándose cada vez más. Lo que en su momento había sido una fusión entre él y Dios se estaba convirtiendo en una dicotomía. Fi­ nalmente, eso le conduciría a una comunión, o conjunctio, pero no sin que hubiera hecho más trabajo, tanto en el nivel consciente como en el inconsciente. La súbita muerte de su madre coincidió con los primeros atisbos de Jude fuera de la matriz, dos meses antes del primer tránsito de Saturno por su Medio Cielo (el retorno de Saturno). La muerte de su madre fue el golpe que necesitaba Jude para pasar de la niñez a la edad adulta. Ella murió el 17 de noviembre de 1985, en el momento en que Neptuno formaba su trígono final (a 4' de orbe) con la Luna natal de su hijo. Jude quedó devastado, y necesitó un año entero para incorporar su muerte y superarla. En junio de 1987, Jude se mudó a Londres para continuar su forma­ ción como psicoanalista junguiano. Este proceso implicaba tres sesio­ nes psicoanalíticas semanales. A finales de junio fue a Zurich a estudiar en el Jung Institute; se iba impregnando cada vez más del simbolismo con el que su propia naturaleza estaba intrínsecamente entretejida. Sin embargo, ahora Jude se enfrentaba con la manifestción consciente de la vida simbólica a través de procesos intelectuales como eran estudiar y leer material directamente relacionado con lo que él no tardaría en per­ cibir como su propio proceso de nacimiento. Esto implicaba el dete­ rioro y la disolución de la estructura de contención, antaño tan sólida, de Jude. Porque su contenedor había sido en primer lugar su ma­ dre, después su Dios invisible, luego su comunidad religiosa. Ahora se sentía llamado, en cambio, a contener a Dios. Su mundo interior se desmoronó. Sueño del 10 de julio de 1987 Estoy en una iglesia en ruinas que se está desplomando. Tengo una habi­ tación, pero está suspendida del edificio, y las paredes y el suelo son de madera contrachapada. Todo es inestable y el suelo sube y baja sin ce­ sar; las paredes no están debidamente clavadas. Todo está a punto de derrumbarse y caer por el acantilado hacia el mar.

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El sueño muestra a Jude inmovilizado por el miedo. ¿Y quién no lo estaría, al enfrentarse con una nueva expulsión del Edén? Su conoci­ miento estaba empezando a desgastarlo. Aceptar la realidad implicaba construirse una nueva imagen divina, ¿o significaba permitir que Dios surgiera desde su propio interior? Jude se encontraba en una situación precaria; no había perdido su apego, pero estaba distanciado. Hiciera lo que hiciera, se arriesgaba a una caída en picado. En esa época, escribió en su diario: El inconsciente confirmó mi decisión. Tenía que partir. La Iglesia y la Vida Religiosa se me estaban desmoronando. A menos que saliera de esa habitación, me esperaba la destrucción. [...] Estaba asustado, lleno de miedo, no sabía a dónde ir ni hacia dónde volverme. [ ...] Había iniciado un viaje sin retorno. Mis aventuras acababan de empezar. El Héroe había abandonado el hogar. [Saturno, en su retorno, en tránsito por la décima casa.] Era el momento de que «revisara» mi vocación, pero también era la ocasión de distanciarme de la comunidad y de todo lo que personifi­ caba en mi inconsciente. Jude había dicho que se daba cuenta de que la comunidad se rela­ cionaba directamente con su madre, que era otro pecho del cual ali­ mentarse. Era también un segundo útero para su gestación antes de que pudiera darse a luz a sí mismo. La urgencia con que experimentaba estas emociones y sensaciones indicaba un parto prematuro, pero lo im­ portante era que Jude estaba rompiendo el vínculo que lo mantenía fundido con su madre, con Dios, con la comunidad y con su propio sí mismo aún por nacer. Había habido un período de «descanso», que le permitió interiorizar e integrar gran parte de su ansiedad consciente, entre el último tránsito directo de Plutón en julio de 1985 y el tránsito final de Neptuno en noviembre. Jude reconoció la profunda conexión entre su madre y la Iglesia. El primer símbolo arquetípico que empezó a aparecer en mis sueños fue el de la «Gran Madre», personificada en la Iglesia, que había sido un hogar, un lugar de refugio, una existencia. Yo no había visto que, en vez de ser el pecho bueno, que alimenta y nutre, tal como yo lo había creído, era más bien una gran madre castradora, que me devoraba sorbiéndome la vida hasta agotarme. Yo estaba encerrado por aquello. Era un hijo de la Gran Madre, un eunuco en el templo, castrado, apartado de la Vida Religiosa por mi homosexualidad, que me ataba más a la Madre. Entonces soñó esto: «En una habitación del chalet del colegio uni­ versitario de Londres, al tratar de decidir si me hago un hábito nuevo, 435

descubro que tengo las manos metidas en una especie de camisa de fuerza y que no puedo sacarlas». En este período de descanso, en el que podría producirse la solución del conflicto, Jude se dio cuenta de que quedarse demasiado en el útero tiene sus peligros, ya que no tarda en convertirse en una tumba que pa­ rece una prisión. En febrero de 1988 el período de descanso (de integración e incor­ poración) había terminado, y Saturno y Urano mtraron en Capricor­ nio, formando un trígono con la Luna y un sextil con Neptuno en la carta natal de Jude, que entonces ya se había dado cuenta de que ten­ dría que afrontar tanto los problemas que había esperado que podría dejar sumergidos (la infancia, la sexualidad, la dependencia, los celos), como otros todavía imposibles de prever. Empezó a regresar a su infan­ cia y a reconocer dónde había subordinado su propia personalidad y sus sentimientos al intenso deseo de agradar y de ser un buen hijo; con su invisible dios al lado, no había experimentado las vicisitudes del trauma de la niñez. Su madre lo había convertido, a los ojos de su her­ mano menor, en un resplandeciente Niño Divino, en el Perfecto Hijo Moribundo, y Jude no tardó en darse cuenta de que ahora tendría que encarar sus problemas psicológicos y no unas vagas y mitificadas cues­ tiones espirituales. Tendría que encarnarse más, ser más responsable e infinitamente más real. Su fusión Luna-Neptuno era ahora una nítida oposición, tras haber sido expresada claramente por los tránsitos de Sa­ turno y Plutón, y empujada con suavidad, pero no por eso con menos eficacia, por Neptuno en el trígono y el sextil, que ofrecían una especie de asistencia invisible para salir del útero. Fue una experiencia dolo­ rosa, creativa e irrevocable. Las épocas en que se producía la inversión de los tránsitos, los períodos retrógrados, eran las ocasiones en que Jude interiorizaba y encarnaba las experiencias externas y las cuestio­ nes conscientes. La crisis de Jude se manifestaba conscientemente en su decisión de abandonar la Iglesia y entrar por completo en el mundo seglar. Sin em­ bargo, inconscientemente, se estaba produciendo algo menos mundano y mucho más alquímico y místico. Yo sentía que Jude no necesitaba tomar semejante decisión, y que debía permitir que el proceso conti­ nuara. Se tomó un período sabático en 1987, pero atormentándose con estas cuestiones, elaborándolas hasta el agotamiento en su vida cons­ ciente, y sin dejar de soñar con la destrucción y la muerte en su vida in­ consciente. Los trígonos de Saturno y U rano en tránsito con la Luna fa­ vorecieron la consolidación de un sistema de apoyo en el que él pudiera reconstituirse; aún funcionaban para liberar la tensión, pero lo impul­ saban más hacia la unidad que hacia la disparidad. 436

Soñó con cavernas y túneles, habitaciones oscuras y muerte, y «todas esas cosas valiosas a las que me había aferrado durante tantos años no sólo se veían ahora cuestionadas, sino que se desmoronaban ante mis propios ojos (o más bien párpados mientras dormía)», escribió Jude. Ahora que su conciencia había más o menos emergido de la cá­ mara protectora de la Madre y la Iglesia, y que su madre personal lo había liberado muriéndose, ante él se extendía el páramo, y su intelecto luchaba con lo que veía. Sin embargo, ya estaba empezando a llegar a algunas verdades que no eran tan devastadoras, aunque para él siguie­ ran siendo ajenas. Empezó un período nuevo y muy importante en mi psicoanálisis y de hecho en mis creencias religiosas. Es lo que llamaré, usando una expre­ sión del Maestro Eckhart, «el nacimiento de Dios en el Alma». Yo es­ taba, en efecto, embarazado; había sido fecundado por el semen del Cristo que es Dios.

Ahora viene el momento decisivo, el comienzo de lo que fue el se­ gundo nacimiento de Jude: darse cuenta de que lo que una vez había es­ tado fundido y luego se había polarizado, se estaba convirtiendo gra­ dualmente en una comunión. La interiorización del Dios que en otro tiempo fue una imagen que caminaba junto al niño Graham, había em­ pezado a producirse. Ahora que Dios -un Dios nacido de su alma- es­ taba dentro, Jude podía ver que no era una figura del Antiguo Testa­ mento, lleno de reglas y sin misericordia, sino un Dios de liberación, que lo liberaría de su terror y de su miedo. Con una mayor sensación de equilibrio interno, Jude estaba ahora en mejor situación para contem­ plar las formas y apariencias externas. En el mundo real, empezó a enfrentarse con algo extraño. En fe­ brero de 1988 conoció a un hombre con quien inició una relación. Pa­ radójicamente, por primera vez supo lo que era la soledad. Su Dios invisible desapareció, y su lugar fue ocupado por una soledad real, hu­ mana, existencial. Jude estaba entrando en su cuerpo y teniendo la vivencia de la emoción humana en vez de experimentar las vibracio­ nes celestiales. Estaba reemplazando la relación divina por su varian­ te humana, muchísimo más tangible, pero que exige mucho más coraje. El trígono de Urano en tránsito con la Luna desprendió sus apegos emocionales de los hábitos del pasado y las pautas profundamente arraigadas, que se habían ido acumulando y agravando desde la infan­ cia. El sextil con Neptuno, sin embargo, es un poco más esotérico: la in­ fluencia de un contacto Urano-Neptuno dice mucho sobre el encuentro 437

numinoso espiritual que el nativo tiene cuando se halla en estados de trance o de percepción alterada. La realidad asume formas nuevas y la persona se separa (Urano) de la red cósmica (Neptuno), y por lo tanto es más capaz de diferenciar una experiencia religiosa real de una pana­ cea o un anestésico para el dolor universal. Sin embargo, es un hecho que estos tránsitos se repiten cinco veces en contacto con la estructura Luna-Neptuno, y diez si se considera individualmente a la Luna y a Neptuno, es decir, cinco para la Luna y cinco para Neptuno. Que Urano esté retrógrado durante casi la mitad de su ciclo no hace más que acentuar su importancia cuando está retrógrado. Sería práctica­ mente imposible que la estructura Luna-Neptuno de Jude se hubiera mantenido fusionada con todos estos tránsitos atravesándola. Pero to­ davía hay más. Durante el período en que Venus en tránsito estuvo retrógrado desde los 6º de Acuario hasta los 20º de Capricornio -de diciembre de 1989 a febrero de 1990-, volvió a pasar por el Ascendente de Jude y entró en su casa doce. A lo largo de todo este período él estuvo some­ tido a otro ataque de intensa presión interior para «hacer algo» con respecto a su compromiso vocacional con la comunidad franciscana. Decía cosas como: «Mi persona está separada de mi Sí mismo; me siento como si estuviera viviendo dos vidas, y no soy el que parezco ser». Quizás esto fuera verdad en un nivel superficial, pero en un nivel profundo Jude estaba simplemente pasando por una exacerbación de un prolongado ciclo de tránsitos de planetas exteriores retrógrados y di­ rectos. Urano realizó su tránsito final en contacto con los grados crucia­ les en octubre de 1989, y no hubo ningún aspecto importante en trán­ sito con la configuración Luna-Neptuno-Ascendente hasta febrero de 1991. Fue un respiro, un tiempo de encarnación e integración. A pesar de ello, él siguió preocupándose por la oposición entre su imagen en el mundo externo y su caos espiritual interno. Venus retrógrado en tránsito llevó a primer plano esa oposición. A Jude se le exigió que se presentara ante el director de su orden, el pro­ vincial, para que decidiera si alargaría o no su período sabático. La pre­ sión consciente que él mismo se estaba aplicando para tomar una deci­ sión es algo que todos soportamos cuando estamos mortalmente hartos del proceso, pero con frecuencia es la precursora de un importante avance y por lo tanto es absolutamente necesario resistir durante algún tiempo más. Con Venus en tránsito saltando alegremente de un lado a otro de su Ascendente a comienzos de enero -primero retrógrado, des­ pués directo a comienzos de marzo, para llegar al grado donde se esta­ cionó ( 6º de Acuario) el 12 de marzo de 1990-, me sorprendió que él estuviera sacando información más vital de su casa duodécima y 438

vertiéndola en la primera precisamente en la época en que tuvo su reu­ nión con el provincial. Tras haber pasado por el ritual de muerte y re­ nacimiento, decidió alargar su período sabático y permanecer en la orden religiosa. Estaba ganando tiempo. Sus propios motivos para no abandonar la orden le seguían pare­ ciendo sospechosos, porque si se quedaba era por miedo de decepcio­ nar a otras personas. Creo que en parte eso se debía a que aquello no era el final del proceso, y que la resolución definitiva había de tomarse cuando Saturno transitara por última vez, en octubre de 1992, por su Ascendente a Oº de Acuario. La dicotomía entre la Luna, que reúne lo seglar o profano, la madre, el contenedor y el cuerpo camal, y Neptuno, que contiene lo religioso o sagrado, el espíritu, dios y el corpus mysti­ cum, el cuerpo místico, sólo se podía resolver mediante la integración de estos ámbitos aparentemente dispares. Tal es la función de Saturno en cuanto agente del cambio. En febrero de 1991 Saturno entró en Acuario y transitó por el As­ cendente de Jude (el descenso al vientre de la ballena, el combate con la sombra) al mismo tiempo que se ponía en cuadratura con su opo­ sición Luna-Neptuno. Jude había establecido una excelente relación con un hombre, y se estaba desempeñando bien en su lucha, pero en diciembre de 1990, justo antes del «descenso» de Saturno, había su­ frido otro ataque de pérdida de identidad. El tránsito de Saturno por el Ascendente nos exige que sometamos a nuestro más profundo e ín­ timo Sí mismo a la prueba de la realidad; la persona de antes está an­ ticuada y hay que identificarse con nuevos símbolos, acciones y rela­ ciones. Naturalmente, esto va acompañado de una pérdida de los símbolos de la persona que son viejos y decadentes y ya no resultan válidos. La cuadratura de Saturno con la Luna natal de Jude dice: «Ahora debo encamarme, contenerme y encerrar a mi auténtico Sí mismo para un nuevo período de incubación (nueve meses)». La cuadratura de Sa­ turno en tránsito con Neptuno es la expulsión del Edén, el momento en que uno está de pie afuera, mirando hacia adentro y sabiendo que aque­ llo se ha perdido para siempre. El hecho de que cada siete años sufra­ mos estos destierros alude a las continuas y cortas salidas del útero psí­ quico a medida que nos volvemos cada vez más maduros y somos menos capaces de alimentar fantasías y vidas irreales, si no es mediante algún método anestésico. Esta cuadratura de Saturno en tránsito (que también se produce tres veces) le exigirá a Jude un reconocimiento ma­ nifiesto de sus compromisos emocionales y una estabilización de su hogar. Esto tiene varios niveles de lectura. Durante todo el período del que hemos hablado, Jude no dejó de ser 439

monje, de predicar y de servir a la comunidad. Su trabajo como francis­ cano implicaba participar en muchas «causas perdidas». Colaboró con los samaritanos para ayudar a las personas que intentaban suicidarse, y empezó a trabajar con seropositivos y enfermos de sida. Jude está muy conectado con su Dios interior. Puede usar el hábito, que es un símbolo de la Divina Vestidura, y de alguna manera este hábito, persona o lo que sea, es un verdadero símbolo del poder de Dios que llega a través de él. Como aprendiz de psicoanalista, ayuda a otras personas por medio del propio inconsciente de ellas, de su psique interior, que pro­ porciona símbolos de los que él mismo tiene un íntimo conocimiento. Su proceso le ha llevado a darse cuenta de que su búsqueda de Dios ya ha completado el círculo. Encontré a Dios en mí mismo, y fue en mí mismo donde descubrí a Dios. Un Dios que ya no es el viejo Dios, sino que libera e incluye. Un Dios que es Dios [ ...] más grande e inexplicable y más allá de toda razón, pero a quien por primera vez en mi vida ahora entiendo más de lo que jamás lo entendí. En la primavera de 1991, cuando Saturno todavía estaba directo, Jude llevó a Lourdes a sesenta personas, muchas de ellas enfermas de sida. Su trabajo lo introduce en los dominios de la muerte y el renaci­ miento. Allí donde el pequeño Graham oficiaba rituales de muerte con sus ositos de peluche, Jude, el hombre, ofrece su propia alma a quienes se enfrentan con lo desconocido. Su Neptuno en Escorpio ha encon­ trado un lugar para ungir con bálsamo las heridas mortales de su gene­ ración. De esta manera personifica a su homónimo, el santo patrón de las causas sin esperanza. El propio Jude se ha enfrentado con muchas causas sin esperanza, una de las cuales fue el intento de acelerar con un esfuerzo consciente el necesario proceso evolutivo del trabajo de la psique. Los tránsitos as­ trológicos -el misterio de lo retrógrado- operan así para descubrir un secreto, sacarlo a la luz y enviarlo de nuevo al mundo subterráneo de la psique para prepararlo mejor. El tránsito de Saturno a través de Acuario es el final del proceso que se inició con el primer tránsito de Saturno por Escorpio en 1982, cuando por primera vez Jude tomó conciencia de su escisión entre lo interior y lo exterior. Dentro del paréntesis entre esos dos tránsitos de Saturno, desató y volvió a tejer el propósito de su alma por mediación de los tránsitos de Urano, Neptuno y Plutón. Jude ha entrado en su cuerpo con Saturno en el Ascendente, y ha soportado la larga noche os­ cura del alma, que al final ha dejado a su alma en libertad. Ya no vive

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la vida como una dualidad, sino que se ha reconciliado con todos sus papeles. Esencialmente, Jude ha nacido dos veces, ya que en el período que va de 1981 a 1992 se dio a luz a sí mismo. Es difícil decir de qué misterioso sitio ha llegado o hacia dónde irá, pero el lugar de la resu­ rrección no se busca en la tumba. La quietud de su espíritu interior hace pensar que se ha producido una resurrección. Él sigue pertene­ ciendo a la orden, y sin embargo vive parcialmente fuera de ella. Ya no siente urgencia alguna por tomar una decisión, ni tiene sentimientos de falta de autenticidad o de cisma. Puede haber una decisión, pero no es probable que sea Jude quien la tome.

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