Espiritualidad Y Logoterapia

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Como explicarías tu ¿Qué es la Espiritualidad? Yo diría que la Espiritualidad, es tocar la profundidad de tu ser. Es contactar con ese Ser dentro de tu ser, y vivir una experiencia de relación. Es también experimentar en lo más profundo de tí esos sentimientos, esas emociones y sensaciones que después de vivirlas, te hacen mejor persona; más sensible, más humana, una persona que reconoce y se reconoce en el otro; en sus necesidades, en sus deseos, en sus inferioridades, en sus miedos, en sus culpas, pero también en sus esfuerzos y en sus luchas. La espiritualidad tiene que ver con toda la persona, nunca excluye siempre incluye. La espiritualidad llena el corazón del hombre, le da vida, le da fuerza, lo anima a seguir adelante es su motor.Es vivir la vida, de forma distinta, en ese trabajo arduo, constante y consciente de ir conquistando en cada momento y en cada día un caminar con paso más firme, más seguro. En la espiritualidad genuina, se hace comunidad, se trabaja por las necesidades propias y de los demás, se va creciendo en consciencia de quien es uno y de que hay que hacer algo por el otro; sintiendo en lo más profundo de tu ser, que fuiste creado para alcanzar la plena realización hasta llegar a unirnos con el absoluto-Dios.

La espiritualidad es una especie de inteligencia que nos permite autotrascendernos, entrar en contacto íntimo con nuestras emociones, percepciones, sentimientos, pensamientos, para sintonizarlos para dar una paso hacia adelante con la finalidad de ser mejor cada momento. La Espiritualidad es conocer el concepto de vida,sus leyes y su lógica y lo logras conociendo a tu ser, conocerte a ti mismo, es saber quien eres y quien quieres ser en cada instante de tu vida, conocer tus inclinaciones, tus fortalezas, gustos, habilidades, etc. para que sepas hacia donde dirigirte en la vida y poder llegar a experimentar la plenitud y de la misma forma podrás entender a los demás. Este curso pretende ser un camino, una aventura maravillosa del “deja tu país” (Gn 12,1), para ir libremente, a la búsqueda de nuevos y desconocidos horizontes de nuestra vida. Es una invitación a tomar el valor y el riesgo para desinstalarse y abrirse a lo que, en nosotros es más grande, para que nuestra vida se haga siempre más “una vida con sentido”.

La Logoterapia y la espiritualidad Debido a que la Logoterapia trata de la espiritualidad, puede llevar a cierta confusión y llevarnos a realizar preguntas que se dirigan a considerar si de alguna manera la Logoterapia es una forma religiosa de hacer terapia, o si la logoterapia es una terapia religiosa, o cual es la postura de la logoterapia ante la religión.

La relación entre la Logoterapia, la religiosidad y la espiritualidad es un tema fino de ser tratado, alrededor de lo explicado por Frankl, ya que hay confusión alrededor de estos términos que vienen de una gran tradición histórica del occidente. Es nuestro objetivo de esta presentación aclara en lo posible estos términos que causan una confusión natural.

La persona humana y la personalidad, la religión y la religiosidad , el espíritu y la espiritualidad Persona y Personalidad. Dentro de los estudios de V. Frankl se tienen las 10 tesis de las personas de las cuales extraemos el concepto de persona que es casi el mismo concepto de persona que usamos en la filosofía. Cuando hablamos de persona nos referimos a cualquier individuo de la especie humana, (hay otras especies que no son humanas). Y la personalidad es cualquier diferencia individual aplicada a una persona, pero cuando hablamos del conjunto de características originales que destacan en una persona también hablamos de personalidad. De lo anterior también podemos decir que la animalidad es el conjunto de las características propias de los animales. A partir de esto, y de los conceptos de persona y personalidad cada uno de nosotros podemos hacernos unas preguntas: Hagámonos consciente del nombre que nos han dado y que llevamos desde hace hace años, normalmente cuando nos preguntan nos dicen ¿cómo te llamas? y ¿cual es tu nombre?, para el propósito actual la pregunta es: ¿que nombre te dieron?, ya que nadie eligió su nombre, el nombre nos es dado. Existe una intencionalidad del otro para darme un nombre que yo no he elegido Otras preguntas para reflexionar: ¿En que lugar del mundo me manifesté yo por primera vez?. En otro momento lo entendemos como ¿donde naciste? ¿En que lugar del mundo fue tu primera manifestación?, ¿ En que fecha fue? ¿Podrías aventurar cual será la fecha en que dejes de estar en este mundo? Tenemos que darnos cuenta que estamos simplemente vivos. Y esto no solo es respirar, debemos de estar plenamente y conscientemente vivos. Y la pregunta es: ¿Para que vivo?, menciona unos dos o tres ¿para qué?. Si hay un Dios en mi vida, ¿quien es el para mi?, Si no hay un Dios en mi vida ¿Qué es la vida para mi?. Piensa en el Dios como una vivencia tuya, no solamente el Dios que esta en el diccionario ¿Creer o no creer sirve para algo? ¿Que es la religión y que es la religiosidad para mi?. Recuerda La religiosidad es la manifestación visible y cultural de la religión. ¿Que es el espíritu y la espiritualidad para mi?. La espiritualidad es la manifestación de la dimensión del espíritu. ¿Cuáles son las funciones de la religiosidad y de la espiritualidad en el mundo de hoy? ¿Crees tú, que hay un sentido (meta, supra, ultimo) para la humanidad y los individuos en este mundo? ¿Tiene algún sentido que la humanidad exista en este planeta que es una partícula en todo el universo? Frankl tuvo una tradición hebreo judaica y de formación profesional occidental europeo y en su vida armonizo ambas vertientes, su tradición con su pensamiento científico. Cuando habla del espíritu y la espiritualidad, la religión y la religiosidad, hay que tener en cuenta desde donde nos esta hablando. Hagamos un análisis del origen semántico de las palabras. Castellano

Latin

Griego/ Hebreo/ Aleman

Espiritu spiritus pneuma/nephesh/geist Alma Anima psique/ruaj/seele Cuerpo Corpus soma/basar/ El pneuma es lo que no se ve y se manifiesta, por ejemplo el viento es como el pneuma nos da en la cara y lo sentimos. Semánticamente todas las lenguas distinguen que hay tres fenómenos. La dimensión corporal, los fenómenos mentales y psíquicos, y otra dimensión que no es ni psíquica ni físico, que es el espíritu, el peuma o el nephesh. Es decir siempre ha habido algo diferente a lo psicofísico del ser humano, las conclusiones a las que se llega es que la dimensión física y psíquica es una dimensión que un día se empieza a manifestarse, ese día es el día que nacimos, este momento es la manifestación de este compuesto llamado psicofísico ó cuerpo y alma, pero llega un día en que esta unión del cuerpo y alma, ó cuerpo-psíquis deja de manifestarse y ese momento es la muerte, que es el tránsito, la desaparición visible y la pregunta es ¿adonde se va todo eso?. Lo que manifiesta simplemente se transforma y se manifiesta de otra manera, nuestro cuerpo se convierte, se reintegra de donde vino, y regresa a la cadena del carbono y agua que somos y nos volvemos a reintegrar a la parte de donde surgimos, dejamos de manifestarnos y nos manifestamos de otra manera. Es lo mismo que ocurre con los árboles, que se manifiestan y dejan de manifestarse, es el siglo de todo la que existe en este mundo, y solo nos vamos transformando. Esta es la perspectiva de la Logoterapia para el cuerpo y los fenómenos mentales… pero que pasa con el pneuma o espíritu. ¿Qué es el espíritu para Frankl?

¿Qué es específicamente el concepto de la palabra espíritu para Frankl?: El espíritu de donde se deriva la espiritualidad, es una dimensión del ser humano que es propia y especifica de él, y se manifiesta con dos características: La primera es la libertad y una segunda característica es la responsabilidad. La suma de ambas Frank lo llama la dimensión del espíritu y cada vez que nosotros manifestamos nuestra libertad y nos hacemos responsables de nuestras decisiones estamos mostrando nuestra espiritualidad. ¿Porque la libertad y la responsabilidad?; observemos al ser humano y a otros seres vivos, todos lo seres vivos de este planeta tierra tiene incorporado en su ser un hardware y un software, una programación genética y hereditaria que los hace actuar siempre de la misma manera durante millones de años , las abejas han hecho sus panales siempre igual, los patos migran a tierra caliente cada cierto tiempo, y todas la especies vivas tienen un programa que lo hace manifestarse de la misma manera. Los humanos tenemos una programación diferente, y tenemos la libertad y una responsabilidad, por libertad has llegado hasta aquí en esta lectura, esto es propio de los seres humanos y esta suma de libertad mas responsabilidad es la dimensión del espíritu y cuando se manifiesta es la dimensión de la espiritualidad humana. En el pensamiento de Frankl es claro, y no tiene nada que ver con otros conceptos, que circulan en nuestra cultura, donde el espíritu es sinónimo de lo bueno, de portarse bien, etc, Hasta en los textos bíblicos se tiene el concepto de espíritu, hay un ser que tiene ante si el riesgo de tomar decisiones de aceptar y equivocarse y aprender de los errores. En toda la historia de la literatura siempre nos están hablando que el ser humano, es el que decide que hace con su vida, como vive y para que vive, e incluso puede acortar el tiempo de estar en el mundo, de una vida que no es suya, que se le ha dado, donde incluso el nombre se le ha dado. Solo podemos elegir por nuestra vidas y esto se hace desde la dimensión de la espiritualidad. ¿Se puede vivir en la vida la dimensión de la espiritualidad de una manera medio consciente?

Si, porque muchas veces nuestra decisiones son tomadas por costumbre, irreflexivamente, en automático, sin toda la conciencia, sin darse cuenta de todo lo que estamos decidiendo , solo cuando tenemos la plena consciencia de lo que estamos haciendo se puede hablar de una auténtica decisión humana. Pero de la consecuencia no nos libramos, es decir podemos tomar decisiones inmaduras pero de las consecuencias no podemos salvar, ni librarnos. Hay etapas de la vida como la niñez, la adolescencia, la juventud, donde tomamos decisiones sin medir la consecuencia de las decisiones, por eso si se puede hablar de una espiritualidad no consciente totalmente, porque no nos damos cuenta de lo que esta en juego en nuestra libertad y responsabilidad. LA LOGOTERAPIA Y LAS CAPACIDADES DEL ESPIRITU Cuando se habla del espíritu por lo general se le asocia con religión o con alma, desde una concepción teológica. Sin embargo para la Logoterapia el espíritu humano tiene otra significación, precísamente más humana, menos teológica y más antropológica. Y es que en Logoterapia la espiritualidad humana es el núcleo sano de toda persona. Es su dimensión libre y auténtica. Pero ¿cómo? Cuando una persona se halla neurotizada (con vacíos emocionales y existenciales, los cuales no logra llenar) vive de forma inauténtica, manipulándo al resto y a si misma para evitar asumir la responsabilidad de su propia vida. Su gran temor es ser ella misma. Pero así se cierra las puertas a su libertad. Viktor Frankl señala que la mente puede restringir al espíritu, y esto ocurre cuando mucho de lo aprendido (y que conforma la personalidad, que es mental) se manifiesta limitando la toma de conciencia en la persona. Sin embargo el ser humano es siempre libre, solo que necesita descubrirlo. Esto se logra conectándose con la dimensión espiritual, ya que ahí se encuentran la capacidad de ser consciente, la intuición, la capacidad de amar, la imaginación, la libre voluntad (capacidad de elegir e intencionar mi conciencia hacia lo valioso), la voz interior y las capacidades de distanciarse de si mismo y de la situación, así como de trascender los límites y el sufrimiento mismo, descubriéndoles sentido. Con todo esto nos damos cuenta que para que el hombre neurotizado pueda hacerse responsable de si mismo (responder por el ante si mismo y ante su vida) necesita conectarse con su espiritualidad, la cual no puede manifestarse si no es a través de la mente y el cuerpo, pero de una forma creativa y sana. La Logoterapia entonces se nos muestra como una alterantiva libertaria, donde cada ser humano puede aprender a ser más responsable y por ende a ser más libre, eligiendo vivir su vida y viviéndola de forma plena, a pesar de la adversidad. LA ESPIRITUALIDAD EN EL HOMBRE. Desde la perspectiva logoterapéutica de Víktor Frankl Lic. Dra. Marina B. Gómez Prieto Psicóloga. Médica psiquiatra El hombre es un ser que participa de tres dimensiones. Ante todo la somática, orgánica, después la psíquica, mental (en el sentido estricto), y finalmente la espiritual, pero no añadida como una dimensión en sí, sino que, sin ser ella la única, es sin embargo la verdadera dimensión del ser humano. No podemos, en definitiva, conocer al hombre si se niega alguna de sus dimensiones. Estaríamos ante una proyección del mismo, no ante el hombre en su totalidad. La imagen –legada por Freud- de un hombre absolutamente condicionado por su dimensión psico-física es desplazada en Frankl por la riqueza y dignidad de la persona espiritual, única, irrepetible. Cada hombre que viene al mundo es algo absolutamente nuevo que llega a la existencia, que se hace realidad. La existencia espiritual no es trasmisible, no puede trasplantarse de padres a hijos. Los padres sólo pueden entregar el contenido genético de los cromosomas que determinan exclusivamente lo psicofísico, pero no a la persona espiritual. El hijo es un nuevo ser que se llama “yo” a sí mismo. Ha surgido un nuevo tú, sin que por eso sus padres se empobrezcan de espíritu o pierdan el derecho de decirse yo a sí mismos (Frankl, 1991). Este espíritu, por naturaleza invisible, ¿Qué es? ¿Cómo lo descubrimos? No todo lo invisible ha de ser puesto como irreal. Muchos fenómenos del alma, como “el amor a la verdad” o “la buena voluntad “son también invisibles. Lo que existe espiritualmente aparece como algo que se trasciende. Su ser radica en la realización de sí mismo y sólo se verán sus actos pero no la realidad que subyace. Es como la misma situación del espectador de una película: sólo verá el movimiento de los objetos filmados pero no el movimiento o progreso de la imagen o de la película. Como si existiesen una serie de capas: las más externas permiten y son necesarias para la expresión del núcleo. Así los rasgos corporales de una persona pueden expresar su carácter como algo anímico y esto a su vez lo espiritual. El organismo psicofísico se presenta como un complejo de órganos, de instrumentos o medios para alcanzar un fin que no siempre deja ver con claridad la esencia espiritual del hombre. Su función expresiva es turbia, al mismo tiempo que hace pensar en su carácter instrumental. Por esto, en la realidad el hombre espiritual pero finito está siempre condicionado, aunque potencialmente no lo sea. La persona espiritual (ese núcleo) es quien organiza al organismo psicofísico. Se establecen relaciones análogas a las de un músico con su instrumento. Tanto el uno como el otro son necesarios para la ejecución de la obra. Si el instrumento se desafina (enfermedad), no habrá músico capaz de tocar en él. A diferencia del conjunto músico-instrumento, el cuerpo y el espíritu no están en la misma dimensión del ser. El espíritu permanece invisible. Lo espiritual no puede enfermarse. Al contrario, será lo que permita al enfermo una relación personal –a veces precaria- con el proceso orgánico de su enfermedad. Cabe mencionar algunos ejemplos de Vallejos Nájera en su libro “Concierto para desafinados”. Constituye ese “núcleo central que no es afectado ni en la psicosis. Una afección psíquica toca al organismo psicofísico y puede llegar a desorganizarlo o destruirlo. El espíritu, por esa íntima unidad, puede ser perturbado.

En términos psicológicos Frankl percibe al espíritu como un eje que atraviesa el consciente, preconciente e inconciente. El espíritu –el yo en su esencia- se introduce en estos tres planos. Surge un nuevo concepto de “persona profunda”. No será ya la facticidad psicofísica, algo vegetativo o propio de un animal, sino la persona espiritual-existencial que en su dimensión más profunda es inconsciente. Frankl observa que en los actos espirituales la persona queda de tal modo absorbida que no puede ser objeto de reflexión, no puede aparecer la verdadera esencia de la persona: la propia existencia –dirá- es irreflexiva y no analizable; el espíritu tiene la capacidad de captar el mundo como objeto, siendo él mismo inobjetivable. Lo espiritual, concluye “tanto en su última instancia como en su origen tiene que ser inconsciente”. Sintetizando: 1)

La persona es un individuo.

2)

Su unidad no se rompe nunca ni siquiera en la psicosis, en la que se puede dar una disociación de ciertos complejos asociativos pero nunca de la persona misma.

3)

Es totalidad pues no se puede agregar ni disolver en la comunidad. Tampoco propagarse a sí misma, lo cual corresponde sólo al organismo.

4) Cada persona es un ser nuevo. Es espiritual, utiliza de su organismo psicofísico para actuar y expresarse. No se halla bajo la dictadura del Ello, es el Yo el que manda. 5)

Es también existencial, dinámica y capaz de trascenderse a sí misma.

6) La persona es libre y responsable. La actitud que asume frente al destino o sufrimiento, a lo que nos es dado, nos hace sujetos de una responsabilidad. La responsabilidad tiene dos puntos de referencia intencional: el sentido (de cuyo cumplimiento somos responsables) y un Ser delante del cual ser responsables. El hombre ya no es considerado un manojo de instintos. Tampoco un compuesto de actos reflejos, no es un títere movido por alambres exteriores visibles o que corren por su interior. Es un ser libre y espiritual. Lo que permite superar los condicionamientos biológicos psíquicos y sociales es la Trascendencia. Sólo así el hombre es hombre. Debe –como ser espiritual- estar por encima de su ser psíquico, ir más allá de lo vital y de lo social. En esta nueva dimensión –la espiritual- Frankl distingue dos capacidades específicas humanas:

a) El Autodistanciamiento: posibilidad de distanciarse de una situación, de los condicionamientos, de sí mismo. Se puede separar de sí mismo. Esto es elegido libremente. b) La Auto trascendencia: Capacidad esencial: Ser hombre significa trascenderse a sí mismo. En todo momento el ser humano apunta por encima de sí hacia algo que no es él: hacia algo, o hacia un sentido que hay que cumplir, o hacia otro ser humano a cuyo encuentro vamos con amor. La conciencia como órgano de sentido: Es la capacidad intuitiva de descubrir el sentido único y singular escondido en cada situación. Guía al hombre. La conciencia participa de nuestra limitación. Así se comprende que puede desviarnos. Hasta el último momento no sabemos si efectivamente hemos realizado el sentido de nuestra vida. Tiene que darse un diálogo, no un monólogo. Es así cuando la conciencia es algo más que mi propio yo, cuando es porta voz de algo distinto de mí mismo. Nos remite a la Trascendencia. La intencionalidad de los actos espirituales es el aspecto cognoscitivo de la Auto trascendencia. La existencia de la persona espiritual se expresa a través de un cuerpo. Es éste el que le permite la impresión sensible y la forma de un contenido de conciencia. Y no se queda solo en esto. Tiende a un objeto. Es evidente que quien pretenda analizar lo positivamente dado, lo sensible y corpóreo, no alcanzará dicho objeto. Es semejante al niño que busca al cantante en la pantalla o en el teléfono a la persona que habla. Existimos hacia algo, algo que nos supera: el sentido y los valores. Ellos se descubren, no se crean. Algo que en última instancia será alguien o más aún Alguien: Dios. Es Él que nos da nuestra misión. Solamente en la medida en que consideremos a nuestra vida como misión buscaremos como llenarla de sentido, realizar los valores. No podemos detenernos en nosotros mismos, es necesario trascender, completar el acto intencional. Ser hombre significa estar preparado y orientado hacia algo que no es él mismo, a la trascendencia. Si a veces la distinción entre el actuar conciente y lo inconsciente puede ser poco clara, existe siempre “una línea divisoria que separa lo espiritual de lo impulsivo” (Frankl, 1979, pág.23). Al tener que (unido a la causalidad, a los condicionamientos ligados al pasado) y al querer (derivado de una finalidad anímica) se agrega una categoría nueva: la del deber. El hombre solo puede actuar como ser responsable y que decide, existir como tal, cuando no es impulsado, cuando no hay un ello que impulsa sino un yo que decide. Previo al querer hay un deber del que se ha tomado conciencia. El ser humano se encuentra frente a los valores por los que es atraído más que empujado. El Análisis existencial, promovido por Frankl sostiene que la dinámica de lo espiritual no está basada en la impulsividad sino en el anhelo por los valores. El papel de la Logoterapia será ayudar a ampliar el campo visual de los valores en el enfermo, para dejar luego lugar a su iniciativa para la elección. LA RELIGIÓN refleja una relación esencial con la Trascendencia. En Frankl aparece la idea de un inconsciente espiritual (Frankl, 1979, pág. 21). (Inconsciente espiritual por la incapacidad de autoconciencia reflexiva del espíritu).

Es en el inconsciente espiritual en donde tendrán cabida una moralidad y una creencia o religiosidad inconsciente. Existe una tendencia inconciente hacia Dios, es decir: inconciente pero intencional hacia Dios. Se da así la posibilidad de que nuestra relación con Él puede ser innata e inconciente, estar reprimida y por lo tanto oculta para nosotros mismos. Frankl rechaza una interpretación panteísta (lejos de considerar al inconsciente como divino), rechaza también un inconsciente omnisciente. También rechaza considerar al inconsciente existiendo por sí mismo, independiente. El inconsciente espiritual no se halla a nivel impulsivo, no es instinto. No será, por lo tanto, que uno se sienta arrastrado hacia Dios sino que ha de decidirse por Él o contra Él. La sintonía de la conciencia con la ley eterna es para Frankl la sintonía con Dios, autor de la misma. Según Frankl la religiosidad es lo más sagrado que hay en el hombre y está en lo más hondo de él, protegida por el pudor. Pertenece al Yo, no al Ello ni al Inconsciente Colectivo. Es la vivencia del carácter fragmentario y relativo del hombre ante algo que lo supera: la Trascendencia. Ante ella el hombre se detiene, no es capaz de ir más allá. El Dios del hombre religioso es Trascendente, siempre calla, aunque se lo invoque. El HOMBRE RELIGIOSO El hombre que ha llegado a entender su vida como misión puede dar un nuevo paso: Vivir la misión como mandato. Se descubren los rasgos esenciales del Homo religiosus: un hombre cuya conciencia y responsabilidad se da junto a la misión que él se impone. Frankl se opone a la opinión de que la actitud religiosa convierte al hombre en un ente pasivo. Al contrario, está convencido de que lo puede hacer sumamente activo al estimular su responsabilidad. Es en la misma existencia humana donde se descubre el Absoluto. Si se negara pretendería ser él el Absoluto. Sin embargo se manifiesta incapaz de crear una imagen de lo que debe ser, no puede medirse a sí mismo según una serie de valores si no cuenta con un Valor Supremo, un Supersentido. Es imprescindible que se vea como creatura, imagen de Dios, para no dar lugar a una caricatura de sí mismo. No se trata de la soberbia de querer ser como Dios sino de acercarse a Él lo más posible. “Debe aspirarse a lo absolutamente mejor si se quiere llegar a lo relativamente mejor” (Goethe). Del mismo modo que el hombre no puede ser comprendido sin Dios, no se puede acceder a Él sino desde el hombre mismo. Lo racional es insuficiente y deja paso a lo emocional, a ese anhelo irresistible que no puede referirse sino a Dios. Desde su visión de psiquiatra que busca sanar también a quien es no creyente afirma que la Logoterapia se basa en afirmaciones acerca de los valores en cuanto hechos más que en juicios sobre los hechos. Así el concepto de valor de actitud continúa siendo válido independientemente de que exista o no-adhesión a una filosofía religiosa de la vida. No debiera haber gran diferencia entre el actuar responsable del hombre no religioso y del que lo es. El primero vivirá su existencia como un deber, como un reto a su responsabilidad. El segundo cumplirá su deber como algo mandado por Dios. El hombre religioso “ve más”que el que no lo es, tiene la vivencia de Quien le impone un deber, de Quien está sobre su conciencia. Ésto, sin embargo, no justifica que se sienta superior. Debe más bien actuar por solidaridad. Como forma de acercarse del hombre religioso a Dios, Frankl da gran relevancia a la Oración. A un incrédulo que sólo admite la causalidad natural y niega cualquier intervención divina le puede servir su frase: “Estoy convencido de que si existe Dios, y si Dios a veces escucha una oración, podrá perfectamente esconder todo detrás de una secuencia de hechos naturales. EL PROBLEMA DE LA FE Y LA EXISTENCIA DE DIOS. El sistema terapéutico de Frankl se ocupa de la fe como un concepto amplio. No se refiere a una fe en la Revelación, no se limita a un creer o no en Dios. El fenómeno de la fe es visto principalmente con relación al Sentido. (Frankl, 1991, pág.114). Como científico se ocupa de un sentido particular de cada situación, aquí y ahora. Pero no por esto niega la existencia de un Sentido Último. Tanto la existencia de Dios como su no-existencia representan dos posibilidades para el psiquiatra y el psicólogo “Se me puede obligar –dice- a saber algo, pero nunca a creer en algo. La creencia empieza al poder elegir libremente. Una posible objeción teológica sería decir que no considera a la Gracia de Dios. Frankl sale al paso diciendo: si el hombre debe creer en Dios debe ser ayudado por la Gracia. No se debe olvidar que mi investigación se mueve en el ámbito de la Psicología, es decir a nivel humano. La gracia en cambio se refiere a la dimensión sobrenatural. La consecuencia de no aceptar un Sentido último es triste. Concebir todo como un gran absurdo carente de sentido, en el que todo es ambiguo. El hombre debe decidir, pero lo hará libremente. No será una decisión de carácter intelectual sino más bien existencial. Para llegar a Dios la principal vía será la emocionalidad (Frankl, 1991). Toda respuesta positiva a los problemas de finalidad o metas del mundo y al sentido de lo que nos sucede está reservada a la fe. De ese modo el hombre religioso resuelve el problema, con la idea de una Providencia. La idea de un fin último escapa a las posibilidades humanas. Es una categoría trascendente. El hombre puede llegar a concebirlo como un concepto límite, como un Suprasentido. No le aferramos en el campo intelectual sino en el campo existencial, a través de la fe.

La dimensión antropológica y teológica son distintas, dos mundos diversos. Reconocer la diferencia no es derrota. Supone un momento de conocimiento y lleva a la Sabiduría. El hombre que no puede llegar a comprender un mundo por encima de él puede vislumbrarlo por la fe, o entrar en contacto con él si el Mundo Superior irrumpe en el mundo propio del hombre por medio de la Revelación. El paso realizado por la fe hacia la dimensión ultra humana se fundamenta en el amor. La fe debe ser precedida por algo que va más allá de los argumentos. La fe en un Sentido Último está precedida por la confianza en un Ser Último, por la confianza en Dios. No significa que considere la fe en Dios como producto o resultado de lo psíquico. Lo espiritual no se puede reducir a un origen psíquico. Es ilícito negar la existencia de un Ser Divino atribuyéndola al miedo del hombre primitivo a los poderes superiores a su voluntad. Ese hecho no implica que Dios no exista. La fe en un Sentido Superior hace al hombre más fuerte por ser auténtica, por nacer de una fuerza interior. No es Dios la imagen de un padre humano, sino que el padre humano es imagen del Creador. La religiosidad que Frankl descubre en el hombre concibe a Dios como un ente personal, La Personalidad por antonomasia. El Primer y Último Tú. Dios para Frankl es la Super Persona, el Super Sentido. Es quien da sentido a todo (Fin Último de Sto. Tomás). El Fin Absoluto no puede ser alcanzado en esta vida, sólo buscado: existe para nosotros en la búsqueda. No debemos hacer preguntas sobre el Sentido Último. Somos más bien los interrogados. Debemos con nuestra vida dar respuesta. Nosotros, sólo nosotros somos los seres que buscamos sentido a la vida. Pero no lo hallaremos a menos que nos abramos a una dimensión profunda, a menos que todo lo que vivimos, experimentamos, obramos, elaboramos, esté impregnado de la confianza en algo que no nace de nosotros mismos. BIBLIOGRAFÍA Fizzotti, J. B. (1981). In principio era el senso. Lettare per l’uomo. consciencia e responsabilitá. Dehoniani. Napoli. Fizzotti, J. B. (1987). L’uomo Viktor Frankl. En V, Frankl Uno Psicólogo nei Lager. Ares. Milano. Fizzotti, J. B., (1997). Viktor Frankl abre las puertas de la fe. Palabra No. 398. nov. 1997. Frankl. V. (1986). La idea psicológica del hombre. Madrid, Rialp. Frankl. V. (1991). La voluntad de sentido. Barcelona, Herder. Frankl. V. (1990). El hombre doliente. Barcelona, Herder. Frankl. V. (1979). La presencia ignorada de Dios. Barcelona, Herder. PAPEL DE LA RELIGIÓN Ø En Frankl encontramos una firme convicción de estar en el mundo representando un papel, aún cuando no seamos capaces de distinguir ante quien lo hacemos. Ø No lo considera a Dios un ser muerto pero sí silencioso. Que a veces no obtengamos de Él respuesta no apunta contra su existencia, sino que hace ver su infinitud. Ø

No pretende hacer teología.

Ø

Su sistema de Psicoterapia se mantiene –como es lógico por el objetivo que persigue- neutral.

Ø Aspira a servir a médicos y pacientes de cualquier credo. De ahí su afirmación “una psicoterapia religiosa en sentido estricto es incomprensible” (Vol. De Sentido, Pág. 73). Ø El sentido de la vida lo puede encontrar cualquier persona, de cualquier creencia, incluso un no creyente. De ahí su afirmación : “una psicoterapia religiosa en sentido estricto es incomprensible”. Ø

Los fines de la Religión y de la Psicoterapia están en dimensiones diversas:

Son: La salvación del alma y La curación psíquica. Ø Frankl no moraliza ni hace proselitismo. Sin embargo, no puede pasar por alto el papel primordial que juega la represión de la religiosidad en el dolor del hombre contemporáneo. Ø

La religiosidad –fundamental en el hombre- es tratada por Frankl como una realidad objetiva.

Aspectos de la religión judía que inciden en Frankl: Ø

Dios del Antiguo Testamento. Se presenta en forma velada. El pueblo no quiere oírlo directamente por temor a morir. Se resalta la Trascendencia y el poder.

Ø

El hombre recoge la enseñanza del Génesis:

1.

Hecho a imagen y semejanza.

2.

Dignidad de la vida humana: el que destruye a una sola alma, debe ser considerado como al que destruye todo el Universo.

Ø

Al hablar del amor y sufrimiento hace referencia a los Salmos, al Cantar de los Cantares.

Ø Recobrar la confianza (al llegar a Auschwitz) de la posibilidad de hallar sentido al sufrimiento, al encontrar en el bolsillo la oración judía más importante: el Shema Israel: “ ¡Escucha oh Israel! El Señor nuestro Dios es nuestro Señor”. También el Kaddish: “Dios está en lo alto, más allá de las bendiciones, himnos de alabanzas y de las consolaciones expresadas en el mundo”. Ø Frente al drama de la enfermedad psíquica, Frankl descubre nuevas luces en las palabras “El Señor está cerca de quien tiene el corazón herido. El salva a los espíritus abatidos”. (Abatidos: pacientes con esquizofrenia u otras formas de psicosis) Del cristianismo: Ø

Muerte de Cristo en la cruz: Homo patiens. Habla del sufrimiento como prueba de la Cruz.

Ø

Conoce las enseñanzas del Nuevo Testamento. Preponderancia del amor. Imitación de Cristo. Concepto de sufrimiento como prueba.

Ø

Juan Pablo II. Importancia de la problemática sobre el dolor. Concepto de sufrimiento como prueba (salvifici doloris).

Ø

Santo tomás: en especial con respecto al concepto de persona y al conocimiento de Dios.

Ø

San Agustín.

Ø

Pablo VI.

En las obras de Frankl se acentúa la importancia de la tendencia hacia Dios. Se queda en el aspecto más pragmático. Por eso se dijo que es la secularización de la Religión. Inexactitudes teológicas: Fabry y otros en su personal comprensión del pensamiento de Frankl cometen errores. a) Imposibilidad del encuentro con Dios: Positivo el encuentro con Dios. b) El hombre único no por haber sido creado de modo único sino por su capacidad de responder de modo único. c) Se pasa de los Mandamientos de Dios a lo que el hombre piensa que sean. d) Lo más importante es la relación del hombre con su conciencia. e) La expiación y el perdón no serían actos de Dios sino nuestros. f) Hacen afirmaciones que aparentemente sugieren que la Logoterapia es el camino individual de salvación. El logoterapeuta debe mantenerse neutral ante la elección religiosa del paciente. No prescribe nunca una religión. g) Küng: parece entender que la Logoterapia ha sido planteada como alternativa de salvación. Piensa que la Logoterapia, centrada en el sentido y con su apoyo de lo espiritual, se presenta como forma exclusiva de psicoterapia. Critica un excesivo optimismo en las afirmaciones de Frankl sobre la religiosidad y pone en duda que se pueda llegar a una instancia extrahumana a partir de experiencias psicológicas. Sin embargo acepta que “se le debe conceder a Frankl que decenios antes de que el sentimiento de la falta de sentido llegase a ser una neurosis de masa, ha podido más claramente que cualquier otro psicoterapeuta, que la psicoterapia se confrontase con los problemas espirituales, en particular con el problema del sentido y finalmente con el mismo problema de Dios. Comparación entre visión cristiana (von Baltasar) y Frankl acerca del sufrimiento En Frankl no tendrían lugar los elementos fundamentales dela visión cristiana: a)

Inclusión del hombre en Cristo y en la vida de Dios trinitario.

b) Frankl pretende encontrar sentido a todo tipo de dolor (contrario a toda experiencia y aboga por una actitud heroica, incompatible con la humildad que propone el cristianismo. c)

Muestra la incapacidad del hombre de encontrar el sentido final, que deja paso a una fe-confianza en el ser último.

d)

Concepto de dolor, muerte y culpa distintos a los teológicos.

e)

Actitud ante el sufrimiento en que el hombre encuentra sentido con la afirmación de sí.

f)

Sería incapaz de auto trascender y no habría cabida al perdón o Gracia.

Sin embargo:

Sí, es compatible: La óptica de Frankl siempre es médica pero es evidente que en un autor hebreo no se puede encontrar todo el desarrollo de la Teología Cristiana. Kiely: incluye a Frankl en un exponente de la solución estoica, por la confianza extraordinaria en la capacidad del hombre de asumir una actitud de superación y triunfo frente al dolor. Poonthuruthil: Frankl no hace de Dios el elemento esencial de su sistema. La Logoterapia no pretende dar esas respuestas definitivas. Fizzotti: No se puede buscar en él la plena ortodoxia en sus ideas sobre Dios o la religiosidad. Le falta la fe en la encarnación del Logos, que es un don de Dios. Tnveedie: La Logoterapia es una teoría psicoterapéutica científica. Parte de hechos fenomenológicos y científicos. Cuando afirma la existencia de realidades trascendentes lo hace por sus observaciones filosóficas. El cristianismo tiene también la Revelación. La Logoterapia no va a bases más profundas de la responsabilidad y puede permanecer agnóstica sobre el sentido y los Valores. El Cristianismo nos ofrece por revelación la eternidad de Dios, mientras la Logoterapia ofrece una esperanza existencial. La Logoterapia lleva a la puerta dela Trascendencia. La persona debe entrar por sí misma. Torelló: Frankl abre la puerta de la fe. Un católico encuentra en él una Antropología y Psicopatología no deterministas, compatibles con su fe y con la imagen cristiana del Hombre. Cita que ante un pensamiento de Frankl él dijo “esto es cristiano, cien por ciento”. Frankl respondió “anima naturaliter cristiana” (expresión de Tertuliano). Frankl usa esa expresión para hablar del anhelo de todo hombre por Dios y la Religiosidad. Convencimiento de la importancia de Dios y Religión en el pensamiento de Frankl. Palabras de él en “El hombre en búsqueda de sentido”: La experiencia final para el hombre que vuelve a su hogar es la maravillosa sensación de que después de todo lo que ha sufrido ya no hay nada que tenga que temer, excepto a su Dios”. El hombre es ese ser que ha inventado la cámara de gas de Auschwitz, pero también es el ser que ha entrado en esas cámaras con la cabeza erguida y el padre Nuestro o el Shema Israel en sus labios. Nosotros, sólo nosotros somos los seres que buscamos sentido a la vida. Pero no lo hallaremos a menos que nos abramos a una dimensión profunda, a menos que todo lo que vivimos, experimentamos, obramos, elaboramos, esté impregnado de la confianza en algo que no nace de nosotros mismos.

e tanto en tanto nos enteramos, gracias a que algunos famosos y mediáticos anuncian su militancia en ella, que una nueva filosofía espiritual llegó (generalmente desde tierras exóticas y lejanas, preferentemente orientales) portando la fórmula de la felicidad y del fin del dolor y del sufrimiento. Se trata de ejercitarse en una o dos técnicas sencillas y en encontrar y repetir el mantra mágico. Los diferentes gurúes promocionan, cada uno con su propia jerga, más o menos lo mismo: hay que pensar ante todo en uno mismo, perdonarse, amarse, repetirse que todo estará bien y desear algo con la suficiente fuerza como para que se convierta en realidad simplemente por haber sido anhelado. Acaso esta curiosa espiritualidad no haya dado, a pesar de todo, con la piedra filosofal (mítico producto alquímico también llamado elixir de la vida). De lo contrario no seguiría reapareciendo bajo nuevos nombres y renovadas promesas, al ritmo de estos tiempos en que lo descartable desplaza a lo permanente y lo fugaz a lo estable. Quizá se deba a que la espiritualidad es otra cosa. El doctor Viktor Frankl (médico, psiquiatra y pensador austríaco, padre de la logoterapia, sistema que apunta a la búsqueda del sentido de la propia vida y valores como caminos de realización) señalaba que el ser humano posee, más allá de lo biológico y lo psicológico, una dimensión propia. La espiritual. Esta le permite saber que existe algo más allá de él, que ese algo se manifiesta también en la presencia del otro y que precisamente cuando uno vive para algo y para alguien encuentra su sentido. Lo encuentra, no lo crea. Desde ya, vivir para algo es diferente de vivir para pasarla bien, sacarse culpas de encima, apoltronarse en rincones confortables de la existencia y desentenderse de lo que ocurre alrededor, en el mundo y a los otros. Significa activar la voluntad de sentido. Esta noción de espiritualidad subraya que cada persona es parte de un todo que ese todo resulta más que la suma de las partes y que no podrá ser ni descrito ni definido, sólo intuido a través de la conciencia (nuestro órgano de sentido, según Frankl). Resulta, entonces, lo contrario de las

modas espirituales que al priorizar una interioridad excluyente, refuerzan el narcisismo, el egocentrismo, el individualismo. Y, como consecuencia, no resuelven lo que Frankl llamó neurosis noogena (del griego noos, mente), aquella que surge por problemas existenciales y espirituales vinculados con la frustración de la voluntad de sentido. Para el médico vienés (autor de El hombre en busca de sentido, La presencia ignorada de Dios, En el principio era el sentido y otras obras), el sufrimiento (que los gurúes neo espirituales proponen erradicar) no es algo a eliminar, sino una de las circunstancias inevitables que la vida propone como fuente de sentido. "Pero sólo lo será -insistía Frankl- bajo la condición de que nunca podrás eliminar el costo del sufrimiento en sí." Es decir que la auténtica espiritualidad reside en la vida como es, no como nos gustaría que fuera. Y esa espiritualidad va más allá de las religiones, aunque las incluya. Es una condición dada a los seres humanos (creyentes o no) para que desarrollen bajo su responsabilidad una existencia que mejore el mundo y no su mundo solamente. La vida, decía Frankl, no te da lo que esperas. Por el contrario, ella espera algo de nosotros. Es la gran diferencia que va de las espiritualidades que ponen al individuo en el centro de un universo autorreferencial, a la espiritualidad trascendente, que le permite ir más allá de sí mismo, hacia algo o alguien, ofreciendo sus valores y vislumbrando su sentido.n Por: Sergio Sinay La dimensión espiritual en la psicoterapia Mª Isabel Rodríguez Fernández, José Antonio Delgado González Ponencia publicada en el 11º Congreso Virtual de Psiquiatría – Interpsiquis – Febrero/marzo 2010 RESUMEN

Desde que existe el hombre, éste se ha planteado preguntas sobre cuestiones relacionadas con la espiritualidad y ha tenido experiencias que se han llamado “espirituales”. Diferentes autores (Frankl, Jung, Assaglioli, James, Wilber, etc.) a lo largo de la historia de la Psicología y la Psiquiatría, han señalado la importancia de tener en consideración la dimensión espiritual, dentro de un planteamiento global de abordaje del paciente. Diversas investigaciones e historias de personas individuales, muestran que ciertas experiencias, en este ámbito, ayudan a las persona a recuperarse antes de padecimientos psíquicos y a llevar mejor las dificultades de la vida. Si se tiene en consideración la dimensión espiritual, como una más que constituye la realidad de la persona, se ha de tener en cuenta dentro del abordaje psicoterapéutico, especialmente, si los pacientes manifiestan aspectos relacionados con esta temática. De tal forma, que al menos respetemos y tengamos un mínimo de conocimientos sobre las cuestiones que se nos plantean en una consulta de psicoterapia, para no frenar o minusvalorar aspectos de lo espiritual, que puedan ser de ayuda al paciente. Y en el mejor de los casos, sepamos como alentar al desarrollo de inquietudes y estímulos en este sentido.

PLANTEAMIENTO GENERAL Un tema recurrente en los textos de Frankl es el de la importancia de la dimensión espiritual en el ser humano, como un aspecto esencial de su existencia. Ésta sería “la genuina dimensión del existir humano” (1), y sería importante tomar conciencia de ella, porque es relevante para las personas con las que nos podemos encontrar como pacientes y puede serlo para nosotros mismos, como terapeutas, y está íntimamente conectada con lo que dota de sentido a la vida humana. Pero, como Frankl afirma, la psicología, en general, no tiene en cuenta la dimensión espiritual, ya que en su ansia de pretender ser objetiva incurre una y otra vez en numerosos reduccionismos (1-3). Así que la psicología se olvida de un fenómeno fundamental, dentro de la experiencia humana, en aras de ser científicos, cuando se supone que ser científico es tener en cuenta los diferentes elementos que acontecen en la realidad. Y si en la realidad humana, se dan diversos fenómenos relacionados con la espiritualidad, lo que parece poco objetivo es obviarlos, porque no entren en el esquema conceptual del científico. Para ser realmente científicos, parece que sería más adecuado, que no hacerlo, tener en cuenta las diferentes dimensiones y vivencias del paciente. Pero para saber cuáles son, habría que tener una mirada libre de prejuicios, que facilitara adquirir una visión lo más global posible de lo que es una persona. Y para contemplar al hombre en su totalidad es preciso incluir la dimensión espiritual, configurando así una antropología más completa y más realista (1, 4). Jung, por su parte, ahondó en la idea, de que la convicción moderna acerca de la primacía de lo físico conducía a una psicología sin alma, en la que lo psíquico no puede ser contemplado sino como un epifenómeno de sustrato, es decir, como un efecto de la bioquímica del cerebro (algo que sostienen gran parte de los neurofisiólogos). Así, resulta bastante impopular la idea de un espíritu per se, de un sistema espiritual basado en sí mismo, que sea el presupuesto necesario para la existencia de almas individuales autónomas. Dicho sistema espiritual tendría que ver con lo que Jung denominó Inconsciente Colectivo (5).

Una reflexión relativamente sencilla nos conduce a darnos cuenta de que el conflicto entre lo físico y lo espiritual, es sólo aparente y en él se refleja la paradójica esencia de la psique: ya que ésta tiene un aspecto físico y un aspecto espiritual o intangible. Y esta es una contradicción aparente porque, en realidad, no entendemos en qué consiste la esencia última de lo anímico, pese al hecho, innegable, de que las imágenes anímicas constituyen nuestra experiencia más directa y, en consecuencia, podríamos decir que la psique es la única realidad inmediata (pues lo psíquico son los fenómenos que acontecen en nuestra conciencia y, por lo tanto, es lo que se nos hace más evidente). Un análisis de este último concepto, el de la realidad inmediata de la psique, nos conduce directamente al asunto que nos interesa, que es, en definitiva, la importancia del factor espiritual en el ser humano. De esta suerte, cuando decimos que algo es físico o que es espiritual, aludimos, en última instancia, al supuesto origen del que proceden los contenidos psíquicos que acuden a la consciencia. De modo que, así considerada la realidad psíquica, el conflicto entre naturaleza y espíritu se disipa, puesto que ambos son elementos constitutivos de una única y misma psique (6). Llama la atención, además, la idea de Frankl de que hoy en día las personas han puesto a los médicos en el compromiso de hacerse cargo “de la cura de almas en la psicoterapia” (1), teniendo que hacer, según Jaspers “tareas que anteriormente eran del sacerdote y del filósofo” (1). En el mismo orden de ideas, Jung afirma que en la búsqueda del sentido que tiene el padecer de su paciente el médico bien podría “remitir a su paciente a un teólogo o a un filósofo”, mas la mayoría de los enfermos acuden al médico, y no al sacerdote (7). Estas ideas abren un nuevo campo al quehacer de la psicoterapia, mostrando una nueva dimensión posible, en la que intervenir en el mundo del paciente, pero también se podría añadir que quizás sea una dimensión desde la que el terapeuta también puede amplificar su conciencia para hacer una intervención adecuada. Es decir, se puede intervenir en el espíritu, pero esto parece ser más adecuado desde el espíritu, en una conciencia de responsabilidad y libertad, por parte del propio terapeuta (2).

Este nuevo horizonte, de plantear lo espiritual en la terapia, es una nueva perspectiva, que muestra la Logoterapia, con una propuesta propia y original. Pero la idea de incluir y valorar lo espiritual en la terapia no es propiedad exclusiva de la Logoterapia; podemos encontrar esta inquietud en otras escuelas psicológicas que denuncian los diferentes reduccionismos de escuelas previas y apuntan hacia la dimensión espiritual de la conciencia humana, como un campo en el que es fundamental intervenir o, al menos, considerar o reforzar si resulta de ayuda al paciente. Por ejemplo, la Psicología Analítica considera fundamental una actitud espiritual o religiosa, en el sentido original de ésta última palabra, es decir, una actitud que favorezca al paciente religarse con su esencia última. A esta esencia la Psicología Analítica la denomina Sí-Mismo y al proceso que conduce a esa reunión con el arquetipo del Si-Mismo lo llama proceso de individuación. Por su parte, el psiquiatra Stanislav Grof, incide en la importancia que supone considerar seriamente el aspecto espiritual de la psique o, como este autor lo denomina, el dominio transpersonal del psiquismo humano (8, 9). Dentro de la historia de la psicología, sabemos que el prestigioso psicólogo William James, hace un primer intento serio de considerar lo espiritual en la psicología, en su libro “Las variedades de la experiencia religiosa”, que abre nuestra mirada hacia una nueva perspectiva. En sus propias palabras: “para un psicólogo, las tendencias religiosas del hombre deben ser como mínimo tan interesantes como cualquiera de los distintos hechos que forman parte de su estructura mental” (10). Este es un claro intento de incluir lo espiritual, considerado como “tendencias religiosas”, dentro de un estudio serio y riguroso del ser humano. En la citada obra, James critica los reduccionismos y las visiones sesgadas de la realidad, y plantea la apertura a lo espiritual de una forma honesta y seria, dejando de lado los prejuicios científicos, algo que Frankl también pone de manifiesto en sus obras. Asimismo, se hallan semejanzas con Frankl (en relación con la posibilidad de desarrollar valores de actitud), en la siguiente idea de James: “en el fondo, todo el asunto de la moralidad y la religión se encuentra en nuestra manera de aceptar el universo”, en ese “aceptar el universo” está implícita la posibilidad de posicionarnos ante lo que nos sucede, que también en Frankl tiene resonancias con lo espiritual. De igual modo, encontramos paralelismos entre James y Frankl, con respecto a la cuestión del sentido, cuando James hace alusión al significado de las cosas concretas del mundo “en un universo de ideas abstractas más amplio y elevado que lo dotan de significado” (10). Refiriéndose al sentido explícitamente, más adelante, en su libro, lo expresa en la siguiente frase: “Es como si en la conciencia humana hubiese un sentido de la realidad, un sentimiento de presencia objetiva, una percepción de lo que podemos llamar algo más profundo y general que cualquiera de los sentidos especiales y particulares mediante los cuales la psicología actual supone que se revelan originalmente las realidades existentes” (10). Como podemos observar, la búsqueda de la dimensión espiritual desde una perspectiva psicológica lleva a conclusiones parecidas en Frankl y James.

Por otra parte, ya se ha señalado que Carl Gustav Jung consideraba importante la dimensión espiritual del hombre dentro de su visión psicoterapéutica, por ser algo que tiene relevancia en la experiencia cotidiana de muchos de los pacientes a los que atiende (11). Esto lo deja plasmado en las siguientes palabras: “en virtud de que la religión constituye ciertamente, una de las más tempranas y universales exteriorizaciones del alma humana, sobreentiéndese que todo tipo de psicología que se ocupe de la estructura psicológica de la personalidad humana, habrá por lo menos de tener en cuenta que la religión no sólo es un fenómeno sociológico o histórico, sino también un importante asunto personal para crecido número de individuos” (11). Dejando así una clara justificación del por qué la psicología debe preocuparse por la dimensión religiosa (que no necesariamente está relacionada con lo espiritual, ya que esta dimensión puede expresarse más allá de cualquier religión). No obstante, Jung asume una perspectiva respecto a dicha dimensión diferente a la de Frankl, algo más difusa y menos personal, al focalizar su atención en fenómenos más abstractos, que específicamente humanos, como es el caso de su idea del Inconsciente colectivo, concepto que, en cierto sentido, se acerca a la idea de inconsciente espiritual que postuló Frankl. En ambos autores está presente la idea de que en el inconsciente puede haber elementos positivos de la personalidad, entre los cuales estaría la dimensión espiritual. Así, Jung ensalza el valor de las religiones como sistemas psicoterapéuticos. Tan es así, que afirma que una renovada comprensión de la religión constituiría un modo exitoso de abordar la curación de buena parte de los padecimientos y de las dificultades que se presentan en la vida del ser humano (11). Hay otras escuelas psicológicas que apuntan hacia la dimensión trascendente dentro de su concepción. Son bien conocidos todos los intentos de las diferentes escuelas de la Psicología Transpersonal, que lamentablemente no siempre tienen elementos suficientes de rigor y seriedad y generan confusión entre fenómenos realmente espirituales y aspectos de tipo mágico o supersticioso que son más bien egocéntricos y regresivos (12), en contraste con la dimensión espiritual de la que hablan Frankl, Jung o Grof, por ejemplo, y que implica una evolución de la consciencia hacia estados de madurez y de autotrascendencia. Otra opción más realista y bastante cercana a la Logoterapia por su intento serio de incluir la dimensión espiritual es la propuesta de psicología integral de Ken Wilber, que justifica la inclusión de la dimensión espiritual desde la perspectiva psicológica, en base a la idea de que las raíces de la psicología se asientan en las profundidades del alma y del espíritu del ser humano, aunque la psicología como ciencia empírica se haya olvidado de ello (12).

También es interesante la propuesta de incluir lo espiritual en la psicoterapia, que hace la escuela psicológica llamada Psicosíntesis de Roberto Assaglioli (13). Este autor propone la idea de que el hombre es una realidad bio-psico-espiritual. En sus palabras: “La concepción espiritual de la vida y de sus manifestaciones, lejos de ser teórica o no práctica, es eminentemente revolucionaria, dinámica y creativa” (13). Lo espiritual lo equipara a lo Transpersonal y lo define como ámbito del ser en donde reside una cualidad superior. Lo espiritual consiste, para este autor, en experiencias religiosas, diversos estados de conciencia y todas las funciones y actividades que contienen valores superiores (valores éticos, estéticos, heroicos, humanitarios y altruistas) (13), de modo que su abordaje de la psique humana se asemeja mucho al adoptado por Jung. Pero, ¿por qué este rápido repaso a las escuelas que consideran lo espiritual en la psicología? La respuesta la podríamos enfocar en que es relevante tener esto en cuenta para comprender mejor la Psicología humana. Autores como Frankl, Jung, James, etc. conectan con ideas que están latiendo en la cultura de su época y, sobre todo, con la sensibilidad que se mueve en el siglo XX en otros autores de ir más allá de una psicología limitada, que reduce al hombre a un “homúnculo”, a un ser bidimensional que ha perdido la dimensión que, en esencia, le convierte en humano (la espiritual). La sociedad de hoy en día está cada vez más necesitada de un sentido que se enraíce en algo consistente y, paradójicamente, parece que lo más sutil e inconsistente de la existencia humana, desde la perspectiva empírica y materialista, podría ser lo que más sentido, consistencia y plenitud le aportara. Las personas que se toman en serio la existencia, se comprometen con la misma mediante una actitud libre y responsable y, en consecuencia, son más felices y menos susceptibles de sufrir trastornos psíquicos, tal como reflejan numerosos estudios empíricos que se están desarrollando en diversos países del mundo. El objetivo de este trabajo es señalar que diversos autores, desde diferentes enfoques psicoterapéuticos, incorporan la dimensión espiritual del ser humano, como es el caso de la Logoterapia, la Psicología Analítica, la Psicosíntesis, la Psicología Transpersonal o la Psicología Integral, aunque constituyan una minoría en el ámbito académico y el clínico, y su perspectiva parezca propia de unos pocos excéntricos, que quieren hacer algo original. Los autores citados y muchos otros que aún viven y comparten inquietudes similares, tras enfrentarse al sufrimiento de muchos seres humanos, buscan un sustento real para las personas, un apoyo consistente y firme para ayudar a quienes viven hoy día en nuestro mundo, a encontrar un sentido y un contenido real a su existencia, un sentido que le ayude a soportar mejor las adversidades de la vida sin romperse, aprovechando la oportunidad que toda crisis encierra al darse cuenta de que en su interior yace una potencia en la que reside la posibilidad de repararse, reconstruirse e incluso de renacer.

Los que hacemos psicoterapia, tenemos que añadir a las numerosas herramientas terapéuticas que han demostrado con creces su eficacia, la búsqueda de un mayor nivel de conciencia pues es el anhelo que yace en lo más profundo del corazón de los seres humanos, la finalidad que persiguen muchas crisis psicológicas, y, probablemente, todas las desorientaciones existenciales. Por ese motivo, no podemos contentarnos con parches anestesiantes, que mantengan al paciente en un estado de adormecimiento, en el que no vea lo que es incoherente y falso en su vida, como si nada pasara, para seguir funcionando desde la incoherencia, la falta de responsabilidad y la desconexión para con esa personalidad real, a veces oculta, latente que busca desplegarse desde la oscuridad del caos interior, a la luz de un nuevo orden integrador. Frankl nos señala la “necesidad de incorporar lo espiritual en el tratamiento” (2), viendo que esa incorporación de la dimensión espiritual es un complemento a lo que consideramos tratamiento psicoterapéutico. Es decir, no hay por qué descartar todo lo que ya sabemos hacer o las distintas aportaciones de diversas escuelas de psicoterapia, sino que es posible y, parece importante, tomar conciencia e incorporar la consideración de la dimensión espiritual, al tratamiento de las personas que necesitan ayuda psicoterapéutica. Por ejemplo, Frankl, al igual que Jung, como hemos visto más arriba, considera que la confesión con un sacerdote tiene efectos terapéuticos porque “la pena comunicada es una pena compartida” (2), aunque evidentemente, desde una perspectiva espiritual puedan suceder cosas que escapan a nuestra comprensión racional. En la confesión, se interrelacionan aspectos psicológicos y espirituales, puesto que en el ser humano las diferentes dimensiones actúan sincrónicamente en el seno de una totalidad omniabarcante. Si podemos comprender qué aspectos de una confesión tienen la capacidad de sanar y lo hacemos desde nuestra perspectiva de terapeutas, es posible que ayudemos mejor a nuestros pacientes. La Logoterapia y el Análisis Existencial que Frankl propone, así como la Psicología Analítica y el análisis de lo inconsciente en un proceso de individuación, propuesto por Jung, o la adopción de una orientación holotrópica, como la denomina Grof (9), constituyen ejemplos diversos cuyo principal objetivo es conseguir una cura de almas, que complemente a la psicoterapia, tal y como se hace habitualmente (2, 4). No se trata de métodos excluyentes, sino, por el contrario, de considerar a la persona como a una totalidad, conformada por tres dimensiones, la dimensión física, la mental y la espiritual, incluyendo más aspectos que pueden repercutir en la sanación del individuo. Por otra parte, Frankl muestra una diferencia importante entre una psicoterapia y la confesión, y es que ésta tiene como finalidad la salvación del alma y no está centrada exclusivamente en su curación. En este sentido, hay que tomar conciencia de que nuestro papel como psicoterapeutas no es asumir lo que hace un sacerdote, sino aprender de los aspectos en los que es capaz de tocar la psique de la persona sufriente, y ayudarla, independientemente de la administración de un Sacramento, del que no dudamos que pueda tener unos beneficios, que van más allá de nuestras pretensiones. También Frankl plantea que, la intervención considerando lo espiritual, no es algo que sirva para ayudar exclusivamente a quienes son religiosos. También sirve para quienes no son religiosos y buscan respuestas a problemas que les inquietan en lo más profundo de su ser (2). Esto se puede relacionar con la idea de Frankl de un inconsciente espiritual, o con la idea de Jung de una función generadora de símbolos espirituales en lo inconsciente (11) que tiene que ver con que, en el fondo del ser humano, hay un deseo de trascendencia y unos anhelos más allá de las satisfacciones materiales inmediatas, idea afín a la propuesta por Maslow (14), se sea o no consciente de ello (3). Este sentido de la ayuda, que toca lo espiritual, tiene que ver con que las personas buscan en el médico o en el terapeuta a alguien que tiene experiencia de la vida (2) y les puede orientar. Por eso es tan importante que la persona que trata a otros cultive realmente todas sus dimensiones, cuerpo, alma y espíritu. Es decir, que si quiere ayudar a otros se ayude en primer lugar a sí mismo, busque armonía, equilibrio y, sobre todo, sabiduría, para poder realmente ayudar a los demás en sus tribulaciones y necesidades. Porque si no, el quehacer psicoterapéutico se puede reducir a la aplicación mecánica de una serie de técnicas vacías de contenidos reales que, convierten la relación terapéutica en una relación despersonalizante e incluso iatrogénica. Si realmente cultivamos nuestro equilibrio y sabiduría interiores, podemos llegar a ser un modelo o al menos mostrar un mínimo de coherencia para hacer de guías a otros seres humanos que se hallan en una situación de enfermedad, sufrimiento y vulnerabilidad. En este sentido Frankl (2) habla del valor del encuentro con el otro, un encuentro que si tiene una base de amor incondicional, puede facilitar enormemente la labor terapéutica, siempre y cuando se apoye en la autenticidad del terapeuta, algo muy en conexión con las ideas de equilibrio y sabiduría citadas anteriormente. Y muy en relación también con los supuestos éticos implícitos en el acto médico y los valores que considera preponderantes. No es difícil encontrar puntos de unión entre la espiritualidad y dichos supuestos éticos y valores. Es posible que al plantear estas cuestiones, nos surja la pregunta sobre los aspectos en los que religiosidad, espiritualidad y psicoterapia pueden solaparse, pues se podría decir que toda experiencia religiosa auténtica, remite en última instancia al conocimiento de lo más profundo de uno mismo (15). Ante esta cuestión se nos plantea la necesidad de delimitar hasta dónde podemos llegar, pero también podemos tomar conciencia de que los límites entre unas y otras disciplinas son difusos. A veces una persona cae en un cuadro aparentemente ansioso o depresivo por una crisis de fe, porque se le tambalean las ideas que hasta entonces consideraba seguras y eso le desestabiliza psicológicamente. Ahí la función del psicoterapeuta no puede ser elucubrar sobre cuestiones teológicas, sino que su función debe estar en una posición lo más neutral posible y de sumo respeto al proceso que está atravesando el paciente; brindando un apoyo humano y a la vez tratando de ordenar la maraña mental y emocional en la que se ha metido la persona en crisis. Nuestra ayuda ha de tocar lo psíquico, pero sin despreciar la fuerza del espíritu a la que autores como Frankl, Jung, Grof, Assaglioli o Wilber hacen alusión. Aunque es importante tener en cuenta que podemos reforzar la autenticidad de la persona, su búsqueda de sentido o de mayor coherencia personal, pero no está en nuestra mano demostrar la existencia o inexistencia de Dios. Tal vez sí podemos ayudar a que se desarrolle una imagen más madura y equilibrada de Dios, en el caso de que la persona crea en Él. O bien, dejar que el paciente interprete cuál es su propia responsabilidad ante el Dios en el que cree (2). Otro tipo de situación que se puede dar en el transcurso de una terapia es aquella en la que alguien que no tenía fe o la había perdido, la encuentre después de ponerse de manifiesto que estaba a un nivel inconsciente y latía por ser expresada. En este caso, la función del terapeuta es ayudar al paciente a expresar y a tomar conciencia de lo que está buscando realmente. Según la perspectiva de Jung, este algo, sería aquello que estaría emergiendo de lo inconsciente, por ejemplo, mediante la aparición de imágenes psíquicas, de orden, como mándalas (figuras simétricas, circulares, que representan armonía, unidad y totalidad). También podemos hallar conexión entre la religiosidad y la psicoterapia, en la Logoterapia, en la idea expresada por Frankl, de que logos quiere decir espíritu, además de sentido. Así que traduciendo esto literalmente, podríamos decir que la Logoterapia es una terapia del espíritu o desde el espíritu. Otra idea en la que se puede relacionar psicoterapia y espiritualidad, tiene que ver con la pregunta sobre el sentido de la existencia humana, que se manifiesta de forma implícita o explícita en las principales religiones, en las que se muestra una estructuración de la existencia humana en horizontes de sentido. Un sentido que no se limita al universo material, ni al ser humano aislado sino que apunta a la trascendencia y a un significado más profundo de la existencia. En esta línea también hay elementos comunes con la Logoterapia, o con la Psicología Analítica, que tratan de buscar sentido, pero no parten de una estructura de sentido como las diferentes confesiones religiosas, sino que empujan al hombre a preguntarse por dicho sentido y a buscarlo por sí mismo, en función de sus características personales. No cabe duda de que esta búsqueda puede llevar a más de una persona a encontrarse con la dimensión trascendente de su existencia y, en ciertos casos, a buscar su

estructuración en la religión. En conexión con esta idea de la relación entre búsqueda de sentido y religiosidad es interesante lo que Albert Einstein escribió al respecto: “plantear la pregunta sobre el sentido de la vida es ser religioso” (2). Aparte de los innumerables aspectos positivos citados en relación con la consideración de lo espiritual en la psicoterapia, es importante señalar algunos riesgos que pueden producirse. El más importante sería el de imponer una concepción del mundo o un sistema de valores al enfermo (2, 16). Si un terapeuta es ateo, puede creer que lo bueno es transmitirle el ateismo al paciente y despreciar o no saber valorar sus creencias religiosas. Lo mismo puede suceder a la inversa, es decir, si el terapeuta es creyente y pretende imponer sus creencias al paciente. En ambos casos habría una vulneración de la libertad del paciente y, por lo tanto, no estaríamos ayudándole, sino perjudicándole. Es importante, por ello, ser cuidadosos con este aspecto, para respetar a la persona que acude a solicitar nuestra ayuda, pues no tenemos que imponerle nada sino enseñarle a ser más libre y responsable, estimulando su decisión y momento de evolución personal, desde la comprensión y la acogida auténtica. Algo que es mucho más fácil integrando en la relación, una actitud de apertura y aceptación, que ayude al paciente a plantearse cuestiones esenciales de su -existencia y a mirar más allá de lo aparente y lo superficial. Y, por supuesto, es imprescindible que el psicoterapeuta sea consciente de su ecuación personal, para que ésta se inmiscuya lo menos posible en su relación con el paciente. La idea en palabras de Frankl, es que la cura de almas médica sirva para “guiar al enfermo hasta la vivencia radical de su responsabilidad” (Frankl, 1990, p. 319). CONCLUSIONES En base a lo dicho, podemos concluir que: 1.-Diversos autores, dentro de la psicología y la psiquiatría, han señalado que la dimensión espiritual ha de ser tenida en cuenta, dentro de estas disciplinas. 2.-La dimensión espiritual, o los aspectos relacionados con la misma, han de ser tenidos en cuenta en una visión completa y no reduccionista del hombre. 3.-La relación psicoterapéutica se puede ver enriquecida por la consideración de la dimensión espiritual, tanto para facilitar una mejor comprensión del paciente, como para aprovechar su potencial terapéutico. REFLEXIÓN FINAL Ante todo lo planteado, es posible que más de uno afirme que estos planteamientos no son científicos, porque lo espiritual no se puede ni pesar ni medir. Pero me pregunto, ¿realmente es mensurable o medible lo más importante de la experiencia humana? ¿Se puede medir un sentimiento? ¿Se puede medir la sabiduría de una persona? ¿Se puede medir la felicidad? Es cierto que ciertos terrenos de la psique son de difícil acceso y pueden parecer resbaladizos, pero si no nos adentramos en ellos, obviaremos una parte importante de la naturaleza humana.

Logoterapia La logoterapia es una psicoterapia que propone que la voluntad de sentido es la motivación primaria del ser humano, una dimensión psicológica inexplorada por paradigmas psicoterapéuticos anteriores, y que la atención clínica a ella es esencial para la recuperación integral del paciente. La logoterapia fue fundada y desarrollada por el psiquiatra vienés Viktor Frankl (1905-1997). Desde muy temprano Frankl se interesa por el psicoanálisis y mantiene contacto con Freud. Posteriormente se orienta hacia la psicología individual de Alfred Adler a quien Frankl conoce personalmente. Busca un complemento a la psicología individual adleriana. Habla de los valores y el sentido de la vida. Lo que hace Frankl es entender la diferencia de la motivación respecto a la terapia como expresión de su actitud ante la vida y separarlo de su trastorno principal, de su neurosis. Más tarde se aleja de Adler y es discípulo de Allers y Schwarz. Por primera vez usa el término “logoterapia” en 1926 para hablar de su método terapéutico, en una conferencia de la Asociación académica para la psicología médica. Desde 1930 es médico en la institución psiquiátrica Steinhof y aquí comprueba que desde la dimensión noética el paciente puede modificar el curso de la terapia, que ni lo social ni lo psicológico le roba a la persona su libertad noética, y que dicha libertad puede ser efectiva en la clínica, devolviendo al paciente su autonomía y su capacidad de decisión. Habla de “análisis existencial” y escribe por primera vez “logoterapia” en 1938 en el artículo De la problemática noética de la psicoterapia. “¿Dónde está la teoría (…) que, yendo más allá del ámbito de lo psíquico, tenga en cuenta la existencia humana en su conjunto en toda su altura y profundidad, una teoría que, consecuentemente, podría denominarse análisis existencial?”1 Es claro que la concepción de éste autor se ve marcada y reforzada por su estadía personal durante varios años en los campos de concentración nazis de exterminio a judíos. Índice [ocultar]

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1Pensamientos 2Epistemología 3Terapia 4Técnicas 5Visión del ser humano 6Clasificación de las neurosis 7Véase también 8Referencias 9Enlaces externos

Pensamientos[editar] Después del psicoanálisis de Freud y la psicología individual de Alfred Adler, la logoterapia es la "tercera escuela vienesa de psicoterapia" desarrollada por el neurólogo, y psiquiatra, Viktor Frankl. Es un tipo de psicoterapia que se apoya en el análisis existencial y se centra en una "voluntad de sentido" en oposición a la doctrina de Adler de "voluntad de poder" o la "voluntad de placer" de Freud. Para entender la génesis de la logoterapia corresponde saber que Frankl fue prisionero en un campo de concentración. Allí, considera haber podido sobrevivir más que nada porque le supo dar un logos (en griego: sentido, significado) a su existencia. De su experiencia da cuenta en el libro El hombre en busca de sentido. Se basa en tres supuestos filosóficos que son fundamentales para su desarrollo:

1. 2.

3.

La libertad de voluntad (antropología): que explica que todo hombre es capaz de tomar sus propias decisiones, por lo que es libre de escoger su propio destino y no convertirse en una marioneta a merced del mismo, o del inconsciente colectivo (pandeterminismo) La voluntad de sentido (psicoterapia): expresa la preocupación de Frankl ante los métodos psicológicos enfocados en la percepción del “componente exterior”, desvirtuando la idea del animatismo presente en el ser humano que lo hace único ante el reino vegetal y animal (psicologismo) El sentido de vida (filosofía): que para la Logoterapia es un factor incondicional que no se pierde bajo ninguna circunstancia, pero puede escaparse de la comprensión humana. La Logoterapia es una percepción positiva del mundo (reduccionismo).

Epistemología[editar] La Logoterapia, por lo general, es incluida dentro la categoría de la psicología humanista, o bien es identificada dentro de la psiquiatría fenomenológica, o la psiquiatría existencial. Sin embargo, en opinión de diversos autores, la Logoterapia es el único de dichos sistemas teóricos que ha logrado desarrollar técnicas psicoterapéuticas propiamente dichas. Ahora bien, las diferencias no están solo dadas en el campo metodológico ya que también existen importantes contrastes en la antropología que propone la Logoterapia y la antropología humanística. Ante esta posición Frankl en 1994 contrasta su visión de ser humano con la teoría de necesidades jerárquicas planteada por Maslow. Esto al considerar que la distinción establecida entre necesidades superiores e inferiores olvida que cuando las necesidades inferiores no son satisfechas, se hace más urgente la necesidad de sentido, motivo por el cual no se necesita que dichas necesidades estén satisfechas para acceder a otras de orden superior. Planteado esto se puede precisar que la Logoterapia no estaría ligada a la epistemología de las familias de terapias humanísticas (salvo que por alcances académicos es presentada dentro el mismo paraguas). Ya compartiría muchas mas similitudes con la aproximación existencial europea al tomar los aportes teóricos de Max Scheler, Karl Jaspers, Edmund Husserl y Martin Heidegger. En relación a la teoría y práctica desarrollada por Viktor Frankl se puede aludir a que la Logoterapia presentaría un abordaje terapéutico cercano a las terapias cognitivas, metacognitivas y constructivistas. Finalmente se puede especificar que la Logoterapia es una perspectiva teórica con influencias humanistas-existenciales, de aproximación cognitiva y epistemológicamente posicionada en lo fenomenológico/constructivista.

Terapia[editar] La metodología logoterapéutica de Frankl se basa en tratar las enfermedades psíquicas tanto desde un abordaje netamente médico (por ejemplo, a ciertas personas que le consultaban por depresión, tras estudiarlas, les recetaba un tratamiento hormonal), aunque principalmente la cuestión es dialogar con la persona y notar en ella qué es lo que da sentido a su vida. En general la Logoterapia sería un tipo de Psicoterapia Humanista - Existencial. La Psicoterapia Existencial es un enfoque terapéutico más filosófico que médico, que fundamenta su perspectiva en las filosofías fenomenológico-existenciales. Algunos de estos filósofos incluyen: Nietzsche, Kierkegaard, Husserl, Heidegger, Sartre, Merleau-Ponty, Martin Buber, etc. Este modelo contempla al ser humano como en constante desarrollo y evolución, lo que implica un movimiento y procesos constantes. La persona se encuentra en constante relación con su medio, ya que es vista como ser-en-el-mundo (Dasein), lo que implica que su existencia se vea constantemente enfrentada a circunstancias que le exigen respuesta. Otro aspecto de la Psicoterapia Existencial actual es que, al concebir a la persona como siempre en relación, ya sea con el mundo físico o corporal, o el mundo social e interpersonal, o el mundo personal, íntimo y psicológico, o inclusive con las dimensiones espirituales del mundo, se constituye como un enfoque postmoderno, que acentúa el estudio de la construcción que hacemos cotidianamente de lo que llamamos realidad. Esto se expresa principalmente en el énfasis que hace al estudio y trabajo constante en y con la relación terapéutica. Las vicisitudes de cada encuentro terapéutico son tratadas con especial atención, observando aquellos aspectos que obstruyan las posibilidades de generar un encuentro auténtico entre cliente y terapeuta o, en el caso de la terapia de grupo, entre todos los participantes. [Fuente Wikipedia - Psicoterapia Existencial]. Véase también: Terapia Gestalt

Técnicas[editar] Sus técnicas más destacadas y conocidas son: la intención paradójica, la derreflexión, el autodistanciamiento, la modificación de actitudes y el diálogo socrático. En la intención paradójica, el terapeuta induce al paciente a intentar voluntariamente aquello que trata de evadir de manera ansiosa; el resultado suele ser la desaparición del síntoma. En la derreflexión, se anima al consultante a olvidarse de su padecimiento para superar la tendencia a la preocupación y a la hiperreflexión. En el autodistanciamiento, el "compañero existencial" -como se le llama al cliente o paciente- aprende a verse a sí mismo más allá de su padecimiento, con la posibilidad de separar a su neurosis para así apelar a la propia voluntad de sentido para -mediante la fuerza de oposición del logos- dirigirse a él. En la modificación de actitudes se hace énfasis en comportamientos claves a practicar mediante una cierta disciplina para más tarde dejar de atender a las actitudes dañinas y poder ver a las nuevas, como motivadores del cambio. Y en el diálogo socrático, se usa el estilo de la mayéutica para guiar a la persona hacia el autoconocimiento y la precisión de su responsabilidad en sus acciones. Si tenemos en cuenta que Viktor Frankl llevó su teoría -que ya había comenzado a desarrollar anteriormente- a la práctica en un campo de concentración alemán, podremos comprender el porqué de dicha tesis: al desprenderse de todo lo material, de sus logros, de sus problemas, de todo aquello por lo que ha luchado en la vida, comprende que sólo le queda su esencia, su génesis, su logos. De esta forma podrá ver detalles, cualidades, recursos y características de uno mismo que nunca pensó ver o encontrar, se fijará en aspectos de la vida realmente importantes; con el tiempo la persona logrará trascender y ver un verdadero sentido en su vida y se sentirá feliz de estar vivo. La logoterapia se vale en alta medida del Psicodrama, una dramatización realizada por el paciente, pensando que su vida se acaba en ese preciso momento. De esta dramatización surgen planteos usualmente conocidos como "lo que cambiaría si tuviera una segunda oportunidad". Esos cambios serán puestos en práctica por el paciente para lograr alcanzar su propio "logos" o sentido de su vida.

Visión del ser humano[editar] La logoterapia postula que el ser humano no está motivado por la búsqueda del placer o el poder sino que está orientado al sentido de la vida. El ser humano es el ser en busca de sentido. La logoterapia busca la autodeterminación de la persona a partir de su responsabilidad y en el contexto de su mundo de valores y sentido. Según la logoterapia el ser humano representa un punto de interacción entre tres niveles, y a la vez es una unidad.:

  

Física. Psíquica. Noética ("espiritual").2

La unidad del hombre es una unidad a pesar de la multiplicidad de cuerpo y psique y no puede encontrarse la unidad en la dimensión biológica o psicológica sino que debe buscarse en la dimensión noética, es decir la dimensión del sentido, la dimensión espiritual Viktor Frankl.3

El tercero, el noético corresponde a aquella dimensión específicamente humana del ser humano. Esta dimensión se puede situar frente a lo físico y lo psíquico y se mantiene intacto aún incluso en la enfermedad. Dicho de otro modo, desde esta dimensión de la persona, esta puede adoptar una u otra actitud frente a los condicionantes físicos y psíquicos: aunque la parte física o psíquica enferme, la dimensión noética se mantiene sana y es libre para decidir y confrontar estos condicionantes. Esta posibilidad que tiene el ser humano es lo que la logoterapia llama el antagonismo psiconoético facultativo. Lo psicológico y lo físico van paralelos. Lo noético se contrapone, y se puede confrontar con lo psicofísico. La logoterapia trabaja con esta dimensión de la persona noética. El terapeuta ayuda al paciente a ser consciente de esta responsablilidad y el paciente es libre de decidir qué hacer con ella. El logoterapeuta acompaña al paciente y le ayuda a ver todo el abanico de posibilidades que tiene ante sí. Uno de los conceptos antropológicos fundamentales de la logoterapia es la visión del ser humano como un ser libre, libre para algo a pesar de los condicionantes. En la medida en que es libre es entonces responsable. El ser humano es responsable de su propia finitud, está apretado por muchos lazos pero son justamente estos los puntos de apoyo sobre los cuales se yergue su misma libertad Viktor Frankl.4

La logoterapia enmarca la responsabilidad humana dentro de una existencia única y singular, el ser humano es responsable porque es: -Único: Irrepetible, distinto de los demás e insustituible y por ello nadie puede afrontar las tareas de la misma forma en que lo hace uno mismo. “Ser persona significa ser absolutamente distinto de todo otro ser” ( Viktor Frankl). -Singular: Finito, mortal. Sólo hay una oportunidad para cada situación ésta no se volverá a repetir.





El sentido: Según Viktor Frankl, el sentido es el motor más auténtico y profundo de la actuación del ser humano. La pregunta por el sentido es una pregunta humana, que no implica ninguna patología. El sentido está siempre asociado a una situación concreta y única. La posibilidad de realizar sentido está caracterizada por nuestra unicidad como personas irrepetibles e insustituibles, por la situación concreta que no se volverá a repetir y por la posibilidad que tenemos de salir de nosotros mismos hacia lo que el mundo nos demanda (autotrascendencia). El sentido de la vida no se puede dar, es intransferible. No existe el sentido de “la vida” como tal sino el sentido de mi vida en este momento. Siempre está en relación a una persona y a una situación concreta. La logoterapia ayuda a descubrir todas las posibilidades de sentido que existen ante nosotros. Los Valores: El ser humano realiza el sentido a través de los valores. La dimensión noética del ser humano se dinamiza por la aspiración a estos valores. Según la logoterapia, los valores son posibilidades de sentido, son conceptos universales, objetivos, están aunque nosotros no aspiremos a ellos. Existen tres categorías de valores para Frankl:  Creativos: aquellos que tienen que ver con lo que uno hace, tiene que ver con crear, con actuar. Lo que el ser humano aporta al mundo.  Vivenciales. Aquellos que tienen que ver con experimentar, percibir, asimilar, con enriquecerse con lo que el mundo aporta a cada uno.  Actitudinales: Aquellos valores que tienen que ver con la toma de posición ante los condicionantes que no podemos cambiar. Cuando los condicionantes físicos o psíquicos no nos permiten realizar los valores creativos o vivenciales siempre nos queda la libertad para realizar los valores actitudinales.

Sea lo que sea lo que le hayan quitado en su llegada al campo de concentración, hasta el último suspiro nadie le pueden quitar la libertad de enfrentarse de una u otra manera (así o asá) a su destino. Y siempre hay una u otra manera. Viktor Frankl5

Clasificación de las neurosis[editar] Acorde a su método terapéutico, Frankl realizó una clasificación de las neurosis conforme al factor precipitante de la misma:

    

Neurosis noógena: Nueva forma de neurosis vinculada a la experiencia de vacío existencial, para la cual la logoterapia resulta específica. Neurosis de domingo: También denominada de "aburrimiento", es el resultado de la inactividad de las personas cuando estas tienen por fin tiempo de hacer lo que quieren. Un ejemplo de esto es el descenso de la actividad durante la jubilación. Neurosis colectiva: En este apartado Frankl hace referencia a la ideología colectiva, tales como los fanatismos o la actitud fatalista de una población. Es algo que nos afecta a todos los sujetos en cuanto a una cultura común o una misma generación. Neurosis de desocupación: Predisponente de la neurosis de domingo, es quella en la que se experimenta el vacío existencial de no poseer una labor profesional, acompañado de sentimientos de inutilidad. Neurosis psicógenas o reactivas: Aquellas cuya causa es somática, pero que genera un efecto psíquico, y comúnmente reactivo (como podría ser la preocupación por la posibilidad de sufrir un ataque de pánico).

Véase también ¿Que es la logoterapia? Micaela Vera 24/06/2014 La Logoterapia fue desarrollada por el psiquiatra Víctor Frankl, quien después de su experiencia como prisionero de un campo de concentración nazi y prestando atención a la búsqueda de respuestas terapéuticas en esas situaciones límite hizo que naciera la logoterapia. Que es la logoterapia

La respuesta que da la logoterapia es la búsqueda de la voluntad de sentido, la cual es una motivación primaria que tenemos los seres humanos, una dimensión psicológica que es poco explorada por paradigmas psicoterapéuticos anteriores, y que el brindarle atención clínica es importante para la recuperación integral del paciente. La logoterapia se aplica con técnicas que son parecidas al Psicodrama, la visualización, y la búsqueda de la autoconciencia.

Algunas bases conceptuales son: Etimológica: del griego “Logos”: significado, sentido o propósito. Es una terapia del sentido o el propósito de vida. Antropológica: La libertad de voluntad, la cual explica que todo hombre es capaz de tomar poder tomar sus propias decisiones, y por esto también es libre de elegir su propio destino y no convertirse en una marioneta a merced del mismo, o del inconsciente colectivo. Filosófica: El sentido de vida, este es un factor incondicional que no se cambia bajo ninguna circunstancia, pero se puede escapar de la comprensión humana. La Logoterapia viene a ser una percepción positiva del mundo. Psicológica: La voluntad de sentido, la cual expresa la preocupación que tenía Frankl ante los métodos psicológicos enfocados en la percepción de lo que es el “componente exterior”, desvirtuando la idea del animatismo presente en el ser humano que lo hace único ante el reino vegetal y animal (Psicologismo).

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