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LA MÚSICA DEL SIGLO XX La música del siglo XX presenta una gran variedad de corrientes o estilos musicales. Los principios más sólidos son desconocidos, las audacias más extravagantes son intentadas y las escuelas más diversas conviven sin problemas. La música oculta se intelectualiza y se hace elitista, al mismo tiempo que los grandes medios de difusión alcanzan a todos los públicos, los compositores se alejan de estos y se refugian en ámbitos creativos cerrados, casi áulicos, comprensibles y apreciables sólo para grupos de iniciados. Los conciertos destinados al gran público pasan paulatinamente a estar compuestos por grandes obras clásicas de periodos anteriores, y sólo ocasionalmente el estreno de una nueva obra concita interés general. Si se tratara de destacar los elementos más importantes de este proceso, cabría señalar dos: la ruptura del tonalismo y la invención de formas cada vez más tecnificadas y refinadas de hacer y escuchar música. La radio, el fonógrafo, la perfecta reproducción musical que permite un toca disco moderno, la televisión, etc., son medios que han permitido fijar y difundir la creación musical hasta extremos impensables unos pocos años antes. Por otra parte, la ruptura de la tradición tonal ha abierto a la música caminos también insólitos, también insospechados. Se encuentran en el siglo XX los últimos brotes del romanticismo y del nacionalismo, la preocupación por reflejar la realidad provoca el movimiento verista en la ópera italiana, la llamada escuela de Viena rompe con toda la tradición anterior y crea el dodecafonismo y la música atonal. Este camino, discutido apasionadamente en un principio, es seguido luego por casi todos los compositores contemporáneos.
Bartók, Bela Berg, Alban Bloch, Ernest Britten, Benjamín Copland, Aaron Gershwin, George Ginastera, Alberto Hindemith, Paul
Honegger, Arthur Ives, Charles Kodály, Zoltán Messiaen, Olivier Milhaud, Darius Orff, Carl Poulenc, Francois Prokofiev, Sergei
Puccini, Giacomo Rachmaninov, Sergei Ravel, Maurice Rodrigo, Joaquín Satie, Erik Schoenberg, Arnold Shostakovich, Dimitri
Stockhausen, Karlheinz Strauss, Richard Stravinski, Igor Turina, Joaquín Villa-Lobos, Heitor Webern, Antón von Weill, Kurt
Impresionismo Tras varias décadas de búsqueda, el final del siglo XIX asistió finalmente a la síntesis de una identidad musical francesa capaz de rivalizar en prestigio y modernidad con la tradición germánica post-wagneriana sin imitarla. Esta síntesis -a la que se bautizará Impresionismo por analogía con el movimiento pictórico pondrá en entre dicho algunas de las bases conceptuales -armonía, textura, forma musical, etc.- más firmes de la música occidental. El movimiento impresionista es fruto de la escuela pictórica francesa que surge como reacción contra el arte académico. A comienzos del siglo XX, París era el centro del mundo, la capital del arte donde vivían numerosos artistas atraídos por una burguesía ávida de cultura. El impresionismo musical es un movimiento estilístico que surgió en Francia a finales del siglo XIX y se extendió a principios del XX. Lo encabezó el compositor francés Claude Debussy. El piano, durante el impresionismo, exigió de los intérpretes un gran esfuerzo, debido al uso de los pedales para otorgar resonancia y color a las nuevas sonoridades. El nacimiento del impresionismo musical se debe en gran medida a Eric Satie (1866- 1925) que estudió en el Conservatorio de París y trabajó como pianista en un café. Fue un compositor muy discutido, anti-wagneriano, radical en su pensamiento artístico, inconformista, surrealista y anti-burgués. Inventó un lenguaje especial, de sabor medieval, que influiría mucho en Debussy, contemporáneo suyo, sobre todo por el uso de modos medievales y escalas antiguas, anteriores a la formación de las tonalidades clásicas. De este cuestionamiento resultará, en primer lugar, una revolución estilística de la que derivará una profusión de tendencias y líneas de experimentación musical cuyos ecos resonarán a lo largo de todo el siglo XX. Pero también resultará un profundo cambio de actitud ante la creación musical del que beberán todas las vanguardias musicales del nuevo siglo, y que consistirá precisamente en el cuestionamiento de las premisas las reglas escritas y no escritas- que sustentan la creación musical, como paso previo y necesario para el mismo. Al dar este definitivo paso, las vanguardias musicales del siglo XX desarrollarán una fuerte autoconciencia de su significado estético -premisas, filiación, objetivos-, a riesgo de perder significatividad social e histórica recepción, repercusión, función social-.
El uso de elementos tales elementos como escalas exóticas o artificiales, mayor variedad y riqueza en los elementos rítmicos, el uso de melodías que parecían cambiar constantemente de centro tonal, el cada vez más frecuente uso de las formas libres o asimétricas así como la experimentación con la orquestación desembocó posteriormente en lo que ahora conocemos como impresionismo donde la experimentación es una de la principales características de este movimiento.
Características de la música impresionista
Un tempo más libre, y con capacidad de un rubbato a gusto del intérprete (siempre respetando las indicaciones del autor).
Pese a la diversidad de influencias, el Impresionismo ofrece una sorprendente unidad estilística. o
Uno de los mecanismos que sustentan esta unidad es sin duda la liberación del principio armónico tradicional por terceras y la aproximación/sustitución por un concepto armónico basado en la relación acorde/escala en la cual los “acordes” son el resultado de la texturalización de las escalas mediante recursos como la polifonía estratificada o los acordes paralelos
Utilización de los modos, introduciendo numerosas variaciones de cada uno, e incluso inventándolos (como en la obra Syrinx para solo de flauta, de Claude Debussy). No sólo se utilizan modos clásicos, ya que también es muy frecuente encontrar escalas propias de diferentes etnias (Como en el tercer movimiento de Ma mère l'oye de Maurice Ravel, Laideronnette, l'impératrice des Pagodes).
Este sistema permitirá la integración de materiales escalísticos muy diversos modos eclesiásticos o gregorianos, escala de tonos enteros, escala pentatónica, escala andaluza, etc.-, que a su vez dotarán a la armonía de colores muy variados y característicos sin comprometer la coherencia estilística.
Experimentar con el timbre, convirtiendo a este en el factor más importante de la música impresionista. De esta manera, se conseguían efectos nunca vistos antes en la música. El preludio de Claude Debussy La Cathédrale Engloutie es un claro ejemplo de los diferentes timbres y sensaciones que pueden escucharse en una misma obra, interpretado aquí por Maurizio Pollini.
el Impresionismo no se define por el empleo exclusivo de las técnicas citadas, sino que admite la yuxtaposición de técnicas clásicas y modernas, de armonía funcional y no funcional, y de ámbitos tonales, modales y atonales.
La unidad del estilo reside en buena medida en la continuidad de otros parámetros como el ritmo, la melodía, la textura o la instrumentación.
Autores como Gabriel Fauré o Camille Saint-Saëns se atrevieron a experimentar con la música de su época, y a crear algo diferente a las obras de entonces. Pero fue Claude Debussy el primero en crear una música totalmente diferente a la anterior, y nunca antes escuchada.
Claude Debussy (1862- 1918) Es el autor impresionista por excelencia, creador de una de las músicas más poderosas y más originales de la historia, que nos transporta a espacios más propios de la mitología de la Antigua Grecia, o de los sueños, siempre sin olvidar la esencia del París bohemio de finales del siglo XIX. Su música es en cierto modo "brumosa", evocando cantos lejanos y ecos, y constantemente cambiante e impredecible. Otra de las características esenciales en su música, es la creación de un motivo musical sencillo y repetitivo al comienzo, que va variando a lo largo de toda la obra, y aunque no se perciba a simple vista, está presente en todas y cada una de las frases de esta. Debussy cruzó las corrientes más avanzadas de la música francesa y rusa de su tiempo, desde el modalismo del movimiento neogregoriano francés hasta los experimentos armónicos -enlace no funcional de acordes, escala/armonía de tonos enteros, espacialidad armónica- de compositores como Musorgsky y Rimsky-Korsakov. A ello cabe sumar su admiración por la sensualidad del Tristán [1865] o el Parsifal [1882] wagnerianos, el descubrimiento de la música de gamelán javanesa y, por último, la búsqueda de un ideal sonoro evocador de la serenidad y
belleza de una antigüedad helénica idealizada. Si a ello añadimos la inspiración de las músicas populares española y estadounidense de algunas de sus obras, obtendremos una idea bastante aproximada de la diversidad de las fuentes del estilo debussyano. Este compositor tomó de Satie el uso de modos antiguos y los ritmos libres y flexibles del canto gregoriano; añadió el uso de escalas orientales y otros recursos exóticos generados por los nacientes nacionalismos, muy de moda en el París de la época. De este modo se libró de continuar el legado de Wagner tan sobreexplotado por los compositores posrománticos dando importancia a los acordes que empiezan a tener valor propio; un determinado acorde ya no tiene que resolverse necesariamente en otro, sino que puede quedar en suspenso, repetirse o conducir a otro absolutamente alejado. Es el gran impulsor del impresionismo y su obra está además influida por las corrientes literarias simbolistas de Mallarmé, su amigo , como se observa en el Preludio a la siesta de un Fauno, inspirado en una de sus poesías. En 1899 produce ya obras plenamente impresionistas como Tres Nocturnos, Nubes, Fiestas, Sirenas en las que se da una aproximación a la naturaleza. Sus dos libros de Preludios para Piano es probablemente su obra impresionista más pura. Termina su vida con música de cámara, en la que hay que destacar su Sonata para Violín y Piano y Sonata para violoncello y piano.
Maurice Ravel (1875- 1937) Nacido en el País Vasco francés, heredó de su padre, ingeniero suizo, su afición por los artilugios mecánicos cuyos ecos no son difíciles de encontrar en su música y de su madre, de origen vasco, su atracción por España, fuente de inspiración de muchas de sus páginas. Aunque inició sus estudios musicales a una edad relativamente tardía, cuando contaba seis años, siete más tarde, en 1889, fue admitido en el Conservatorio de París, donde recibió las enseñanzas, entre otros, de Gabriel Fauré. Es un músico muy ligado a España, con varias obras inspiradas en nuestro país. El impresionismo de Ravel no es tan claro como el de Debussy; en él hay igualmente tendencias simbolistas y exóticas muy peculiares como cuando acepta elementos españoles o sobre todo de jazz de moda en Europa. Tiene obras tan características como: Pavana para una infanta difunta y otras donde usa magistralmente la orquesta como La Valse o el Bolero. También destacan La hora española y Rapsodia Española. El Bolero (1928), aunque no es de las mejores obras de Ravel, sí es la más conocida, basada en la danza popular española del mismo nombre, muy de moda en el siglo XVIII, y constituye un modélico tratado de orquestación. La influencia impresionista se extendió también a otros países, en autores como Frederik Delius en Inglaterra o Manuel de Falla y Frederic Mompou en España, aunque estos autores, como casi todos los del siglo XX, también exploraron otras técnicas y estilos. Discreto pianista, su interés se centró pronto en la composición, campo en el que dio muestras de una gran originalidad desde sus primeros trabajos, como la célebre Pavana para una infanta difunta, si bien en ellos es todavía perceptible la huella de su maestro Fauré y de músicos como Chabrier y Satie. La audición del Prélude à l’après-midi d’un faune, de Debussy, marcó sus composiciones inmediatamente posteriores, como el ciclo de poemas "Schéhérazade", aunque pronto se apartó de influencias ajenas y encontró su propia vía de expresión. Principales obras: Obra para piano Serenata grotesca Minueto antiguo Pavana para una infanta difunta Juegos de agua Sonatina Espejos Gaspard de la nuit
Habanera Obras orquestales
Ouverture de Shéhérazade Rapsodia española Dafnis y Cloe La Valse Tzigane Boléro
Concierto para la mano izquierda Concierto en sol mayor Obras más interpretadas
Bolero Cuadros de una exposición Daphnis et Chloé Concierto en sol
Obras sinfónicas de la posguerra son: “La Valse”, “el Bolero” y la fantasía lírica “L'enfant et les sortilèges”
NACIONALISMO ESPAÑOL Elementos del nacionalismo español:
Conciencia de la riqueza de nuestro folklore
Influencia de la música andaluza
Restauración de la música instrumental y de ballet
Especial importancia de la guitarra
Se exaltan los sentimientos nacionalistas y comparten los ideales de la Generación del 98, una búsqueda de lo español y las esencias de nuestro pueblo
HISTORIA DEL NACIONALISMO ESPAÑOL PRIMER PERIODO: Pablo SARASATE, Isaac ALBÉNIZ Y Enrique GRANADOS PABLO SARASATE (1844- 1908) Destaca no sólo como violinista sino como compositor, con obras como Danza Española y Aires Gitanos, hace un uso del folklore elemental pero de gran valía.
Isaac Albéniz (1860- 1909) Nacido en Gerona, 1860, muere en Bayona, 1909; desde muy niño, antes de saber leer y escribir, el pequeño Isaac deslumbraba a propios y extraños con sus ejecuciones, hasta el punto en que en su debut en público (cuando tenía 4 años en Barcelona), levantó airadas protestas de un sector de la platea, convencido de que se trataba de un truco. Agotadas las clases con su profesor, que confiesa no poder enseñarle nada más, sus padres piensan en el que por entonces era el más alto destino musical: el conservatorio de París donde, contra todo pronóstico, supera el examen de ingreso con las más altas calificaciones. Expulsado no obstante al poco tiempo (como lo será después del conservatorio de Madrid) por su genio vivo y su carácter intransigente, se dedica a recorrer Cataluña, Castilla y Andalucía, dando giras de concierto que concitan el asombro general ante las dificultades técnicas del repertorio con el que se atreve. Las aventuras del joven Albéniz son tantas como los éxitos que su talento le depara ( a los 13 años se escapa de casa y consigue llegar a Puerto Rico, camino de los Estados Unidos que era su meta final), pero el interés que se toma la Casa Real Española por el pequeño prodigio le evita descalabros mayores: becario en el conservatorio de Bruselas, conseguirá permanecer en él tres años, con las más altas calificaciones, y en el último de éstos (1879), obtiene el primer premio, con mención especial de sobresaliente, en un concurso internacional donde intervienen los mejores pianistas del continente. Este espectacular espaldarazo le permite ser admitido nada menos que como alumno particular de Liszt, con el que establece una profunda relación afectuosa y a quien seguirá en todos sus desplazamientos en los próximos tres años. Rico y famoso, a los 23 años Albéniz parece haber vivido más del doble, pero todavía no se ha estrenado como compositor, aparte de las esporádicas cosas que escribía para sí mismo desde que contaba 8 años. Por esas fechas conoce a Rosina Jordana, que será el amor de su vida, y su desordenado carácter cambia por completo: se casa con ella, se decide a estudiar composición con Felipe Pedrell y orienta sus investigaciones hacia las raíces populares de la música nacional. Entre 1885 y 1888, los Albéniz viven en Madrid, de donde pasan a París durante dos años (amistad e intercambio de estímulos con Fauré y Debussy) y luego a Londres (1891- 1893), donde obtienen el mecenazgo de un banquero poeta que perdurará tras la temporada londinense, cuando el músico se instale definitivamente
en París y significará la seguridad económica que le permitirá dedicarse a la composición de las grandes obras de su período de madurez. La plenitud de este largo lapso de 15 años, querido por su afabilidad, respetado y admirado por su talento, sin privaciones de dinero y con una vida familiar de gran armonía, se vio interrumpida repentinamente a fines de 1908, con el agravamiento de la nefritis crónica que el músico padecía desde su juventud (se le diagnosticó el mal de Bright, casi con seguridad el mismo flagelo que acabó con la vida de Mozart). Retirado a su casa rural de Pyrenées Atlantiques, pasó en ella algunos meses de lenta agonía hasta su muerte, acaecida a mediados de mayo de 1909, un par de días antes de cumplir los 49 años. Arribado en la composición en la frontera de los 30 años, Albéniz acertó desde el comienzo con el camino que debía recorrer: el de la música popular española, uno de los folklores más ricos del mundo e inexplorado hasta entonces por los representantes de la música culta. Cualquiera de sus cinco óperas, sobre todo Pepita Jiménez, la mejor y la única que todavía se representa, de su abundante música vocal o de sus no menos numerosas composiciones orquestales (Escenas sinfónicas Catalanas, Rapsodia Cubana, Suite Catalonia), bastaría para haberle hecho un lugar importante entre los compositores de su tiempo. Pero donde su genio alcanza las más altas cotas es, sin duda, en la producción para piano, donde no tiene pares en la historia de la música española y muy escasa en la Europa en general. Este aspecto de su creación (Tres suites antiguas, Seis mazurcas de salón, Álbum de miniaturas, Las estaciones, Serenata Española, Mallorca)….culmina con la monumental Suite Iberia. Cuando le sobrevino la muerte trabajaba en otras dos obras maestras (Azulejos, Navarra) que quedaron lo bastante avanzadas como para ser concluidas por sus discípulos. Aunque toca la ópera, se expresa ante todo con el piano, a través del cual recoge toda una serie de tendencias, desde el romanticismo más clásico al impresionismo debussiano. Sus mejores obras son: Suite Española, Cantos de España y su obra cumbre la Suite Iberia.
SEGUNDO PERÍODO: FALLA Y TURINA
Manuel de Falla (1876- 1946) Es la personalidad más destacada del grupo; con él se llega a la esencia del nacionalismo musical español. Pasa por todas las fases del Nacionalismo musical español, desde el fácil, con su iniciación en la zarzuela, hasta el más selecto evocado en su Concierto para Clave. Falla nació en Cádiz y en el 98 tiene 22 años, lo que hace que sea capaz de asimilar toda la problemática de crisis y resurgimiento que plantea la Generación del 98. Hay toda una serie de cualidades suyas como el individualismo, la búsqueda del paisaje español a través del folklore, su intento de europeización que le caracterizan. SU OBRA TIENE TRES ETAPAS: 1ª Comienza con La Vida Breve, una de sus primeras obras; se basa especialmente en elementos folklóricos, que eleva a categoría artística. A este mismo nivel compone Cuatro piezas Españolas y Canciones Españolas. 2ª A partir de aquí pasamos a obras tan importantes como: - Noches en los jardines de España (1916): visión nostálgica y poética. - El Amor Brujo (1915): la Andalucía trágica. - El sombrero de tres picos (1919): la campesina. 3ª A partir de El Retablo de Maese Pedro (1923) y, sobre todo, del Concierto de Clave, nos encontramos al Falla que ha pasado del folklore de la vieja Andalucía, a tratar temas de la vieja música castellana buscando ese ascetismo que tanto entusiasma a la Generación del 98. Su última obra, ya en Argentina es La Atlántida, mezcla de ópera y oratorio, terminada por su discípulo Ernesto Halffter. La mayor parte de la crítica coincide en señalar al andaluz Manuel de Falla (Cádiz- Córdoba (Argentina)) como la cumbre de la música española de todos los tiempos. Como si viniese predestinado a la tarea de fusión y síntesis de las distintas variantes de la música hispana que están presentes en su obra. Falla es andaluz por nacimiento y vocación, pero reconocerá siempre la influencia
levantina que le viene de su padre valenciano y catalana heredada de su madre, excelente pianista aficionada que se encargará de su formación musical durante los conflictivos años de su infancia y adolescencia. Las crisis nerviosas que le aquejan por entonces, son el anticipo de la atormentada vida que le espera y le mantienen encerrado entre los muros de su casa, donde la desahogada posición económica de sus padres le permite recibir una educación esmerada. Falla tiene ya 20 años cuando se decide a comenzar una cierta vida social, asistiendo a las clases del inevitable Felipe Pedrell, quien le descubre los principios del nacionalismo musical y le alienta a dedicarse a la composición. No será, sin embargo, hasta los 29 años (cuando obtiene el primer premio del concurso patrocinado por la Academia de Bellas Artes de San Fernando, con la ópera La Vida Breve, su primera obra maestra), cuando Falla se decida a iniciar su carrera como concertista por diferentes ciudades españolas. Lleno de tics y manías esotéricas (está convencido de que su vida se divide en septenios y decide exiliarse durante uno de ellos) Falla se instala en París entre 1907 y 1914, cultivando la amistad de Ravel, Debussy, y de sus compatriotas Albéniz y Picasso, quien hará por entonces su conocidísimo retrato. En la capital de Francia compone Cuatro piezas españolas para piano y las Tres canciones sobre poemas de Gautier y, luego del exitoso estreno de La Vida Breve en la Ópera Comique, las fundamentales Siete canciones populares españolas en las que consigue dar un lenguaje universal a las tradiciones populares. No obstante sus fobias van en aumento: en 1912 se siente gravemente enfermo y comienza su obsesión por la limpieza, que más adelante le llevará a ducharse dos veces al día y a lavarse permanentemente las manos. Se aproxima a los 40 años cuando, de regreso en Madrid compone otras dos obras maestras (El Amor Brujo, Noches en los Jardines de España), y ha cumplido los 43 cuando se estrena en Londres el segundo de sus geniales ballets: El sombrero de tres picos, con escenografía de Picasso. Luego de tres años de búsquedas y desconciertos, y ya instalado en Granada, consigue la culminación de su genio con la ópera para marionetas El retablo de Maese Pedro, y trabajará en otras que redondearán ese alto período creativo como el Concierto para Clave y cinco instrumentos. Son los últimos resplandores que le permiten sus trastornos nerviosos, ya que, a partir de 1930 éstos lo inmovilizan cada vez más en Granada, y dos estancias terapéuticas en Mallorca no le aportan ninguna mejora. La guerra civil española, que comienza prácticamente con el asesinato de su amigo García Lorca, acaba de desquiciarlo, y decide trasladarse a Argentina donde vive una de sus hermanas. En el pueblecillo serrano de Alta Gracia consume los últimos años de su vida, volviendo reiteradamente a la obra que dejará inconclusa: La Atlántida, y cada vez más asediado por sus ideas de pulcritud, en las que invierte todo el escasísimo dinero que posee, hasta que una fulminante crisis cardíaca lo derrumba, en 1946, una semana antes de cumplir los 70 años. Embalsamado por decisión de sus admiradores te embarcado a su Cádiz natal, en la cripta de cuya capital recibió sepultura el 9 de enero de 1947.
Sergei Prokofiev Prokofiev nació en la ciudad de Sontsovka el 23 de abril de 1891 y dejó nuestro mundo en la ciudad de Moscú el 5 de marzo de 1953. Fue un gran compositor ruso. Mostró su gran talento como pianista y compositor y tomó lecciones con Glier desde 1902. En 1904 entró en el conservatorio de St. Petersburgo, donde Rimsky-Korsakov, Lyadov y Tcherepnin eran algunos de sus profesores; Tcherepnin y Myaskovsky, que le brindaron una gran ayuda, despertaron su interés en las obras de Skryabin, Debussy y Strauss. Prokofiev hizo su debut como pianista en 1908, rápidamente creó una sensación como de niño terrible y ultra moderno –una imagen que él estaba feliz de cultivar. Su inclemencia en sus primeras piezas de piano, y más tarde en muchos de sus trabajos como en los extravagantes Conciertos Románticos para Piano no.1 y no.2, llamaron la atención. Después en 1914 dejó el conservatorio y viajó a Londres, donde escuchó los trabajos de Stravinsky y ganó la comisión del encargo de Dyagilev: el resultado obtenido fue, sin embargo, que sea rechazada su obra (la música fue usada para hacer La Pieza de Scythian); en una segunda oportunidad, su obra Chout, no fue puesta en escena hasta 1921. Hacia el final de este gran periodo, en 1918, se fue de Los Estados Unidos; después de esto, en 1920, Francia fue su hogar.
Su productividad se retrasó mientras trabajaba en su ópera "The Fiery Angel", una intensa fábula simbolizada por el bien y el mal (que no tuvo ninguna representación completa hasta después de su muerte, y Prokofiev utilizó mucha de esta música en la Sinfonía No.3). Después de esto él introdujo ásperos y pesados elementos mecánicos en su música, especialmente en el clímax en la sinfonía no.2 y en el ballet "Le pas d´acier", mientras que su ballet clásico siguiente, L'enfant, está en un estilo mucho más apacible: los barbáricos y los líricos eran alternativas inmóviles en su música que no la fusionó hasta los años 30, cuando comenzó un proceso de reconciliación con la Unión Soviética.
La relación renovada con La Unión Soviética era al principio una tentativa de ambos lados. Romeo y Julieta, el ballet clásico comisionado por los Bolshoy, tuvo su premier estreno en 1938, e hicieron que después se convirtiera en una parte del repertorio Soviético tradicionalñ. Sus temas sobre la agresión y el amor proporcionaron, al igual que la película de Alexander Nevsky, "Einstein," un receptáculo para los grandes impulsos de Prokofiev. Mientras tanto su propio interés por seguir siendo un Westerner fue completamente borrado de su mente y en 1936 se mudó a Moscú, donde inició su dedicación a los géneros de las canciones, la música, y la hospitalidad de los niños (por ejemplo, Pedro y el Lobo, 1936). Llegó a Moscú en un momento muy peculiar, cuando el realismo socialista estaba en su momento más intenso, y compuso su primer trabajo de una clase más ambiciosa, la ópera "Semyon Kotko", que no tuvo éxito. Con el comienzo de la guerra, sin embargo, encontró la motivación para responder a su patriotismo: implícito en un ciclo de tres sonatas (No.6 a la 8) y en la sinfonía No.5, más interesado en los ajustes de escenas de la guerra y de la paz en la obra de Tolstoy, que le dio la oportunidad para que su genio musical sea expresado. Sergei también trabajó en el ballet clásico integral, Cinderella. En 1946 se retiró del país y aunque estuvo muy motivado a seguir componiendo, solo los trabajos de sus años primero se han revisado y representado adecuadamente. Incluso su muerte fue dejada atrás ya que murió en el mismo día que Stalin.
Dmitri Dmítrievich Shostakóvich en ruso: Дми́трий Дми́триевич Шостако́вич) (San Petersburgo, 25 de septiembre de 1906 – † 9 de agosto de 1975) compositor ruso que vivió durante el período soviético. Tuvo relaciones difíciles con el partido comunista de la URSS (PCUS), que denunció públicamente su música en 1936 y en 1948. Sin embargo, en público se mostró leal con el régimen soviético, aceptó el carné del PCUS en 1960 y llegó a ser miembro del Soviet Supremo de la URSS. Su actitud frente al régimen comunista y el Estado soviético ha sido tema de agrias polémicas políticas y musicales y se ha discutido enconadamente si Shostakovich fue o no un disidente clandestino frente al régimen. Tras un periodo inicial de vanguardismo musical el estilo de Shostakóvich derivó hacia un romanticismo musical tardío en el que la influencia de Mahler se combina con la de la tradición musical rusa, con Mussorgski y Stravinski como referentes importantes. Shostakovich integró todas esas influencias creando un estilo muy personal que evolucionó incluso en algunas obras hacia la atonalidad. La música de Shostakovich suele incluir contrastes agudos y elementos grotescos, con un componente rítmico muy destacado. En su obra destacan sus ciclos de quince sinfonías y quince cuartetos de cuerdas; además, compuso mucha música de cámara, varias óperas, seis conciertos y música de cine. En la actualidad, Shostakóvich es considerado por muchos críticos como el compositor más destacado del siglo XX. - Sus primeros años: Nacido en San Petersburgo, Rusia, Shostakóvich fue un niño prodigio como pianista y como compositor. De una familia intelectual en la que no faltaban las influencias políticas, en sus años de adolescencia fue testigo de las revoluciones de 1917 y escribió alguna obra conmemorativa de las víctimas de la revolución. En 1922 fue admitido en el Conservatorio de Petrogrado, donde recibió las enseñanzas de Alexánder Glazunov. Allí sufrió las consecuencias de su falta de interés por la política, y en 1926 fue suspendido en su examen de metodología marxista. La primera obra musical que obtuvo fama internacional la compuso a los 19 años: la Sinfonía No. 1 en fa menor, Op. 10 (1925), que presentó como trabajo de graduación y que ganaría el primer premio de composición. Cuando la obra fue estrenada por la Orquesta Filarmónica de Leningrado, el 12 de mayo del año siguiente, el júbilo se apoderó de los medios artísticos de la joven República soviética. El éxito de la sinfonía en
Europa y América corroboró la relevación de un nuevo talento y, lo que era aún más decisivo, del primer gran autor de la "nueva Rusia". Tras la graduación, inició una carrera doble como compositor y pianista, pero su estilo frío de interpretación no fue demasiado apreciado. Pronto limitaría sus actuaciones básicamente a aquellas en las que presentaba sus propios trabajos. En 1927 compuso su segunda sinfonía (denominada Dedicatoria a Octubre). Mientras componía esta sinfonía comenzó a escribir su ópera satírica La nariz, basada en un cuento de Nikolái Gógol. En 1929, su ópera fue tildada de “formalista” por la Asociación Rusa de Músicos Proletarios, una de las asociaciones de músicos de la URSS. En 1927 comenzó también su relación con Iván Sollertinsky, que sería su mejor amigo hasta su muerte en 1944. Sollertinsky dio a conocer a Shostakóvich la obra de Gustav Mahler, que iba a tener una gran influencia en su música a partir de su Cuarta sinfonía. Hacia finales de los años veinte Shostakóvich colaboró con el TRAM, un teatro juvenil proletario de Leningrado. Aunque desarrolló poca actividad, el puesto lo protegió de ataques ideológicos. Durante este tiempo se dedicó intensamente a componer su ópera Lady Macbeth de Mtsensk, que se estrenó en 1934 y tuvo un éxito inmediato, aunque luego fue prohibida en su país durante veintiséis años. En 1932 contrajo matrimonio con su primera esposa, Nina Varzar. Aunque las dificultades que tuvieron desde el principio los llevaron al divorcio en 1935, la pareja se reconcilió poco tiempo después. - Primera denuncia: En 1936 terminó la dicha para Shostakóvich cuando Pravda publicó una serie de ataques contra su música. En un famoso artículo titulado Caos en vez de música, cuya autoría ha sido atribuida a Stalin, se condenó a Lady Macbeth en términos drásticos, acusándola de esnobismo antipopular, pornofonía y formalismo. Las representaciones de la ópera, que estaban teniendo lugar simultaneamente en varios teatros, fueron suspendidas y el compositor vio desplomarse sus ingresos y su prestigio, en un contexto en el que la represión política estaba haciendo estragos. Era la época de las grandes purgas, en las que amigos y conocidos del compositor fueron enviados a prisión o ejecutados. Su único consuelo en este periodo fue el nacimiento de su hija Galina en 1936; su hijo Maxim nació dos años después. Tras algunos ensayos en diciembre de 1936 Shostakovich retiró su Cuarta sinfonía, sin llegar a estrenarla, probablemente por temor a la reacción que pudiera provocar. La sinfonía, una de las más trágicas de Shostakovich, podría haber caído como una bomba en el clima de terror que las autoridades soviéticas pretendían encubrir con obras de arte brillantes y optimistas. La obra, que exige una enorme orquesta, no fue estrenada hasta 1961 y, lamentablemente, hasta hoy sigue siendo una de las sinfonías menos conocidas de Shostakovich. Su Quinta sinfonía, estrenada en 1937, es musicalmente conservadora. En ella la trágica emotividad de los movimientos lentos se combina con un dinamismo electrizante. La apoteosis final de la obra ha sido interpretada como optimista por unos, como burla a una alegría forzada por otros. Afortunadamente para Shostakovich, el régimen entendió lo primero y ensalzó la obra, que fue un gran éxito en su país. Aunque recibió críticas atroces en occidente, la sinfonia No. 5 sigue siendo una de las sinfonías más populares del siglo XX. Fue en esa época cuando Shostakovich comenzó a escribir cuartetos para cuerdas. Sus trabajos de cámara le permitieron experimentar y expresar ideas que hubieran sido inaceptables en sus piezas sinfónicas más populares. En septiembre de 1937, comenzó a enseñar composición en el conservatorio, lo cual le brindó cierta estabilidad financiera pero a la vez interfirió con su propio trabajo creativo. - La guerra: Cuando Alemania atacó a Rusia en 1941, Shostakóvich permaneció inicialmente en Leningrado durante el asedio y comenzó su Séptima sinfonía, conocida precisamente como Leningrado. En octubre de 1941, el compositor y su familia fueron evacuados hacia Kúybishev (ahora Samara), donde terminó su trabajo, que fue adoptado como símbolo de la resistencia rusa tanto en la URSS como en Occidente. En la primavera de 1943 toda la familia se trasladó a Moscú. De esa época es la Octava Sinfonía, trabajo extenso y oscuro que no fue aprobado por las autoridades. La obra fue muy poco interpretada, pese a su excepcional calidad a juicio de gran parte de la crítica actual. De la Novena Sinfonía (1945) esperaban las autoridades una música adecuada a las resonancias históricas del numero 9 en lo sinfónico y a la marcha victoriosa de la guerra contra Alemania. Esas expectativas fueron frustradas por el compositor con una extraña sinfonía, con alusiones a Rossini y momentos que parecen pura música circense. En 1948 Shostakovich y otros compositores fueron
condenados por formalismo zhdanovianas, sus composiciones fueron prohibidas y fueron retirados los privilegios de los que gozaba la familia del compositor. Solo en 1958, tras la muerte de Stalin, el PCUS consideró injustas las críticas y levantó las prohibiciones de las composiciones condenadas en las resoluciones de 1948. - Los últimos años de Stalin y el deshielo: En los años siguientes a la condena de 1948 Shostakovich compuso trabajos oficiales para asegurar su reivindicación oficial, a la vez que trabajaba en trabajos serios “para el cajón del escritorio”. Entre estos estaban el Concierto para violín Nº 1 en La menor, dedicado a David Óistrakh y que no se estrenaría hasta siete años de su redacción, y el ciclo de canciones De la poesía popular judía (Op. 79), obra que ha provocado controversia por sus indudables connotaciones políticas. Hay quien ha visto en este ciclo de canciones un acto heroico de afirmación crítica contra el antisemitismo ruso, entonces promovido por las autoridades soviéticas. Laurel Fay dice en cambio que Shostakóvich estaba intentando adecuarse a la política oficial adoptando la canción popular como tema de inspiración. Las tres últimas canciones del ciclo, en las que se glorifica la situación de los judíos "en la nueva Rusia", parecen abundar en la interpretación de Fay. Las restricciones impuestas a la música de Shostakóvich y sus condiciones de vida mejoraron en 1949, cuando Shostakovich fue enviado con una delegación de personalidades soviéticas a Estados Unidos. Ese mismo año, escribió su cantata Canción de los Bosques, la cual elogiaba a Stalin como el “Gran Jardinero”. En 1951 el compositor se convirtió en diputado del Sóviet Supremo. A la muerte de Stalin en 1953 siguió la Décima sinfonía, uno de sus composiciones más populares, a menudo descrito como una tragedia optimista. La sinfonía contiene el famoso "tema Shostakóvich", que deriva de las iniciales del nombre y apellido del compositor, transliteradas al idioma alemán, es decir "D. Sch.". En la notación musical alemana, la serie D–Es–C–H representa los sonidos re natural, mi bemol, do natural, si natural. En el tercer movimiento de su Décima sinfonía, Shostakóvich usa ese motivo DSCH junto con otro que representa el nombre "Elmira", en homenaje a su alumna Elmira Nazírova. Siglos antes, Johann Sebastian Bach había usado el mismo recurso con las letras B–A–C–H que, también en la notación alemana, representan los sonidos si bemol, la natural, do natural, si natural. Durante los años cuarenta y cincuenta, Shostakóvich tuvo una relación muy cercana con dos de sus alumnas: Galina Ustvólskaya y la citada Elmira Nazírova. Ustvólskaya fue alumna del compositor entre 1937 a 1947. La naturaleza de su relación no está clara: mientras que Rostropóvich la describe como “tierna”, Ustvólskaya dijo en una entrevista en 1995 que había declinado una propuesta de matrimonio suya en los años cincuenta. La relación con Nazírova parece haber sido unilateral, según las cartas que él le escribía, y se puede datar entre 1953 y 1956. En el trasfondo estaba el matrimonio abierto de Shostakovich con Nina Varzar,que murió en 1954. Shostakóvich contrajo matrimonio con su segunda esposa Margarita Kainova en 1956; tres años después se divorciaron. La Undécima sinfonía de 1956-1957 se titula 1905 en referencia explícita a los sucesos revolucionarios que ocurrieron ese año en Rusia Revolución Rusa de 1905. Algunos han querido ver también en esta obra una referencia a la Revolución Húngara. Sus últimos años: En sus últimos años de vida, Shostakóvich sufrió de una enfermedad crónica: su melitis continuó empeorando, y comenzó a sufrir problemas del corazón a mediados de los sesenta. La mayoría de sus últimos trabajos –su Decimocuarta y Decimoquinta sinfonías, y los últimos cuartetos– son oscuros e introspectivos. Atrajeron muchas críticas favorables de Occidente, ya que no tenían los problemas de interpretación que tenían sus anteriores trabajos, que eran piezas más públicas. Shostakóvich, que había sido un gran fumador, murió de cáncer de pulmón el 9 de agosto de 1975. Fue enterrado en el cementerio de Novodévichy en Moscú, Rusia. Su hijo, el pianista y director Maxim Shostakóvich, fue el dedicatario y primer intérprete de varios de sus trabajos. * Su obra: Entre sus trabajos más conocidos se encuentran las sinfonías Quinta y Décima, y los cuartetos Octavo y Decimoquinto. Su música muestra la influencia que tuvieron varios de los compositores a los que más admiraba: Johann Sebastian Bach en sus fugas y sus passacaglias; Beethoven en sus últimos cuartetos; Gustav Mahler en sus sinfonías y Berg en el uso de códigos musicales y de citas. Sus trabajos son ampliamente tonales dentro de la tradición romántica, pero con elementos de atonalidad, politonalidad y cromatismo. En algunos de sus últimos trabajos (por ejemplo el Duodécimo cuarteto) utilizó series dodecafónicas. Muchos comentaristas han notado una diferenciación entre sus trabajos antes de las críticas de 1936 y los trabajos subsiguientes más conservadores.
Vólkov comentó que Shostakóvich adoptó el papel del yuródivy o iluminado. El yuródivy desempeña un papel importante en la ópera de Músorgski, Borís Godunov, que Shostakóvich admiraba y de la que produjo una nueva orquestación. - Su carácter: Shostakóvich era de varias formas un hombre obsesivo: de acuerdo con su hija, él estaba “obsesionado con la limpieza” (Árdov p. 139); sincronizaba los relojes en su apartamento; regularmente se enviaba cartas a sí mismo para probar cómo estaba funcionando el servicio postal. En el libro Shostakóvich: A Life Remembered de Wilson, se listan 26 referencias a su nerviosismo. Yuri Lyubímov comenta que “el hecho de que él fuera más vulnerable y receptivo que las demás personas era sin duda alguna un componente importante de su genialidad” (Wilson p. 183). En sus últimos años de vida, Krzysztof Meyer recordó, “su cara era una bolsa de tics y gestos” (Wilson p. 462). Cuando estaba de buen humor, el deporte era una de sus principales distracciones, aunque prefería quedarse como espectador o como árbitro para participar (era árbitro de fútbol calificado). También le gustaban los juegos de cartas, particularmente el solitario, y el ajedrez. Ambas caras, oscura y clara, de su personalidad se hacían evidentes por su afición por los escritores satíricos como Gógol, Chéjov y Mijaíl Zóschenko (Wilson p. 41). La influencia de los anteriores se puede ver en sus cartas, en las que hace parodias perversas de los funcionarios soviéticos. Shostakóvich era tímido por naturaleza: Flora Litvínova dijo que “era incapaz de decir “no” a cualquier persona” (Wilson p. 162). Esto significaba que era fácilmente persuadible para firmar comunicados oficiales, incluyendo una denuncia pública de Andréi Sájarov en 1973. - Ortodoxia y revisionismo: La respuesta de Shostakóvich a las críticas oficiales es discutible. Está claro que aparentemente era parte del Estado. Pronunció discursos, o los leyó al menos, y firmó artículos que expresaban la línea de pensamiento del gobierno. También es generalmente aceptado que le disgustaba el régimen, punto de vista confirmado por su familia, sus cartas a Isaak Glikman y la cantata satírica “Rayok”, que ridiculiza la campaña antiformalista y que se mantuvo oculta incluso después de su muerte. Lo que es incierto es hasta qué punto Shostakóvich trataba de mostrar su oposición al régimen a través de su otra música. El punto de vista revisionista fue expuesto por Solomón Vólkov en su libro Testimonio en 1979, que Volkov presentó com si fueran las memorias de Shostakóvich. El libro argumenta que varios de los trabajos del compositor tienen mensajes en clave contra el gobierno. Que Shostakovich incorporaba citas y alusiones en su trabajo es evidente, al igual que lo es su firma musical DSCH. Su colaborador por mucho tiempo, Yevgeny Mravinsky, dijo que “Shostakóvich explicaba frecuentemente sus intenciones con imágenes y connotaciones” (Wilson p. 139). La perspectiva revisionista ha sido apoyada por los hijos del compositor, Maxim y Galina, y por varios músicos rusos. La viuda Irina en general apoya esta tesis, pero afirma que Testimonio es una falsificación de Volkov. Un revisionista prominente fue el fallecido Ian MacDonald, experto en Los Beatles y en Shostakovich. Su libro The New Shostakovich interpreta la música de Shostakovich en clave conspirativa, casi cada corchea tiene un significado. Los antirevisionistas niegan la autenticidad de Testimonio y alegan que Vólkov hizo una compilación de diversos artículos, chismes y posiblemente alguna información obtenida directamente del compositor. Más en general, argumentan que la significación de Shostakóvich está más en su música que en su vida, y que buscar mensajes políticos no mejora sino que va en detrimento del valor artístico de la música del compositor. Entre los antirevisionistas destacan Laurel Fay y Richard Taruskin. GRUPO DE LOS SEIS Así se denominó el frente musical de seis compositores formado después de la primera guerra mundial, integrado por Arthur Honneger (1892-1958), Darius Milhaud (1892-1974), Francis Poulenc (1899-1963), Germaine Taillefere (1892-1983), Georges Auric (1899-1983) y Louis Durey (1888-1979), en torno al poeta Jean Cocteau, que adoptó como divisa los principios contenidos en Le Coq et l’Arlequin preconizando una música útil y de uso diario. El desarrollo de cada uno de los seis siguió caminos diferentes pero con estrecha cercanía con literatos franceses contemporáneos. Compusieron obras orquestales para ballet y cine (particularmente Auric), óperas, música sacra (Poulenc), sinfonías y copiosa música de cámara.