Loren Cunningham Por Que No La Mujer.pdf

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Editorial JUCUM forma parte de Juventud con una Misión, una organización de carácter internacional. Si desea un catálogo gratuito de nuestros libros y otros productos, solicítelo por escrito o por teléfono a: Editorial JUCUM P.O. Box 1138, Tyler, TX 75710-1138 U.S.A. Correo electrónico: [email protected] Teléfono: (903) 882-4725 ¿Por qué no la mujer? Una nueva perspectiva bíblica sobre la mujer en la misión, el ministerio y el liderazgo Copyright © 2003 por Loren Cunningham y David J. Hamilton Versión española: Antonio Pérez Edición: Miguel Peñaloza Publicado por Editorial JUCUM P. O. Box 1138, Tyler, TX 75710-1138 U.S.A. Publicado originalmente en inglés con el título de: Why Not Women? A Fresh Look at Scripture on Women in Missions, Ministry, and Leadership Copyright © 2000 por Loren Cunningham y David J. Hamilton Publicado por YWAM Publishing P.O. Box 55787, Seattle, WA 98155 U.S.A. Ilustraciones por John Darnall A menos que se especifique otra cosa, las citas bíblicas que aparecen en este libro han sido tomadas de la versión Reina-Valera 1960 de la Santa Biblia

Impreso en los Estados Unidos.

Dedicamos este libro a nuestras hijas y nietas. Que nunca experimenten límites en el destino que Dios les ha concedido.

RECONOCIMIENTOS Deseamos dar las gracias a las muchas personas que han contribuido a que este libro sea una realidad. En especial, damos las gracias a: Curtis y Lucy Allen Larry Allen Retha Badenhorst Juanita Barton Cindy Bentch Baron Bettenhausen Tom Bloomer Randy Bremer Linda Bridges Bob y Millynne Brown Darlene Cunningham John Darnall Bob Dowds Anete Ferreira Robin Fischer Jeff Fountain Dawn Gauslin François Gibert Len y Phyllis Griswold Christine Flamilton Keith y Marilynn Hamilton John Henry Verdun y Mary Alice Hering

Hermandad Evangélica de María, Phoenix, Arizona Catherine Clark Kroeger Aimee Krol Sarah Lanier Barry y Renee Malina Howard Malmstadt Dennis y Carrie Martinoski Jimi Miller Matt Misselbeck Barbie Odom Jim Rogers Mike y Carol Saia Carol Scott Dean Sherman Ron y Judy Smith David y Sharon Swarr Paul y Bertha Swarr Larry y Carolyn Todd Carolyn van Cise Pam Warren Gerrit y Celeste Wolfaardt

ÍNDICE Prefacio 1. ¡Ya es hora! 13 2. Cómo sabemos lo que creemos 3. Tus dones y tu destino 4. Mujeres profetisas, evangelistas y maestras 5. Hijas de Pandora 6. Hijas de Venus 7. Hijas de Eva 8. Distorsión de la imagen 9. Jesús derribó los muros 10. Pablo revolucionó el mundo de su época 11. El Evangelio llega a la ciudad del pecado en el año 50 12. ¿Qué significa ser cabeza? (Primera parte de 1 Corintios 11:2 – 16) 13. La oración y la profecía (Segunda parte de 1 Corintios 11:2 – 16) 14. ¿Deben las mujeres guardar silencio? (Primera parte de 1 Corintios 14:26 – 40) 15. Aprender a ministrar 201 (Segunda parte de, 1 Corintios 14:26 – 40) 16. «No permito a la mujer enseñar» (Primera parte de 1 Timoteo 2:1 – 15) 17. La solución redentora de Pablo (Segunda parte de 1 Timoteo 2:1 – 15) 18. Mujeres líderes también (1 Timoteo 5:1 – 13) Epílogo Bibliografía recomendada Notas finales para cada capítulo

PREFACIO

Hoy tuve un encuentro con una mujer llamada Jenny. Es una dirigente. Lidera un ministerio local. Es responsable regional de una red nacional. Forma parte del consejo de pastores y directores de una institución que se reúne para planear estrategias en el sur de Australia. ¿Contradice su obra pionera apostólica las Escrituras? ¿Son sus enseñanzas proféticas una usurpación del dominio bíblico masculino? Los líderes varones de la ciudad parecen apreciarla profundamente, no obstante, soy consciente de que existe una corriente oculta de duda en esta generación. Mujeres como Jenny arrastran frecuentemente recuerdos dolorosos. Casi todas han sido en algún momento rebajadas o rechazadas. ¿Quién puede resolver esto? ¿Hay alguien cuya sabiduría se haya edificado sobre toda una vida de experiencia práctica? ¿Hay algún erudito cuya obra esté abierta al escrutinio, alguien cuyo conocimiento de la lengua griega y de la cultura antigua sean suficientes como para demostrar clara y definitivamente lo que la Biblia enseña acerca de la mujer en el ministerio? Esta es una tarea ambiciosa. Sin embargo, el libro que usted tiene entre manos es un esfuerzo realizado por dos hombres de Dios para proporcionarnos un nuevo entendimiento bíblico de este espinoso tema. La colaboración entre Loren Cunningham, fundador de una de las mayores sociedades misioneras actuales, y David Hamilton, un aplicado estudioso de la Palabra, nos brinda finalmente la integridad y la experiencia que necesitábamos para explorar este delicado tema. En los últimos cuarenta años, desde cuando fundó con su esposa Darlene el ministerio misionero JUCUM —Juventud con una Misión—, Loren ha lanzado a cientos de miles de individuos al campo de misiones: jóvenes, mujeres y gente de países en vías de desarrollo. Él ha derribado, de palabra y de hecho, barreras generacionales, étnicas y de género. Ha invertido en otras personas, de tal forma que ellas han descubierto su destino en Dios. Las ha animado a seguir el llamado de Dios y a ejercitar los dones que de Él recibieron. Loren Cunningham es uno de los líderes misioneros más destacados de

nuestro tiempo. Que yo sepa, es el primero en la historia que por amor al Evangelio de Jesucristo ha ministrado en todos los países de la tierra. De los hombres que yo conozco, ningún otro abarca, como él, el mundo entero en su corazón. Sus constantes viajes y ministerio en todo el espectro del cuerpo de Cristo le han proporcionado una perspectiva singular del potencial de la iglesia para completar la Gran Comisión. Es también capaz de discernir aquellas cosas que impiden a la iglesia cumplir el mayor sueño de Dios. Desde esta amplia perspectiva, y después de muchos años de formar y equipar líderes, Loren goza de una autoridad práctica para tratar los asuntos cruciales que toca este libro. Ha abierto la puerta a muchas mujeres líderes que desempeñan una función importante en el cuerpo de Cristo. Pocos están mejor calificados que él para responder a esta pregunta: «¿Por qué no la mujer?» David Hamilton, coautor de esta obra, es también un misionero veterano que ha ministrado en más de cien países. A David le encantan las lenguas. Además de varios idiomas modernos, también ha estudiado los textos originales de la Biblia. En cuanto al tema que analiza este libro, no he conocido a nadie que haya estudiado esta materia de una manera tan extensa y profunda como David Hamilton. Él ha analizado todos los versículos clave que hablan de la mujer. También ha estudiado este tema en la historia griega y romana y en la literatura antigua, desde Homero hasta la iglesia primitiva. Asimismo, ha estudiado la literatura judía rabínica del Mishna y el Talmud, y el trato que dan a la mujer. En su tesis cita una bibliografía de más de cuatrocientos libros y artículos sobre este asunto. Por todas estas razones, sospecho que en los últimos dos mil años nadie ha tratado este tema con más detalle que él. A pesar de todo, y de su resplandor natural como erudito, David es uno de los hombres más humildes que conozco. Confiado en la solidez de su carácter y semejanza a Cristo, le encomiendo a usted, estimado lector.

JOHN DAWSON Fundador de la Coalición para la Reconciliación Internacional Adelaida, Australia

1. ¡YA ES HORA! Por Loren Cunningham

Yo

sueño con un despertar espiritual que barra el mundo en esta nueva

generación, la del milenio. Veo que por fin el Evangelio se está propagando por todo el mundo, y que toda nación y grupo étnico está siendo discipulado con la doctrina de Jesucristo. Un antiguo apóstol, Simón Pedro, tuvo también este sueño. Vio el principio de su cumplimiento el día de Pentecostés.1 Un antiguo profeta, Joel, predijo que en los últimos días este sueño se haría realidad y que nuestros hijos e hijas profetizarían.2 Un antiguo rey, David, tuvo el mismo sueño, y afirmó que una gran hueste de mujeres anunciaban las Buenas Nuevas.3 En un futuro próximo, el núcleo fulgente de este avivamiento espiritual estará entre los que actualmente ingresan en la universidad y los más jóvenes, una generación mundialmente interconectada, no sólo a través de la música o la moda, sino por una misma forma de pensar y la comunicación instantánea a través del Internet. Esta conexión ayudará a acelerar el mensaje que nos entregó Jesús hace dos mil años. Vislumbro un futuro de niñas que crecen sabiendo que son estimadas, conscientes de haber sido creadas a imagen de Dios, de ser capaces de desarrollar todo el potencial que han recibido de Él. Veo al cuerpo de Cristo reconocer a los líderes que el Espíritu Santo les señale, aquellos a quienes Él ha dotado, ungido y capacitado, haciendo caso omiso de su raza, género y color. Esta generación se preguntará, sencillamente: «¿Qué es lo que Dios desea?» Habrá una completa igualdad de oportunidades, una plena igualdad de valor y una pronta disposición a escuchar y seguir a los que el Espíritu Santo aparte. Esta nueva generación no estará atada a tradiciones que impidan a la mujer obedecer el llamado de Dios, como ocurrió en la mía. Al contrario, echarán

una nueva ojeada a la Palabra de Dios, sabiendo que el Espíritu Santo no hará nunca nada que contradiga su Palabra. A medida que esta generación emergente estudie la Biblia, libre de prejuicios culturales, observará que el Señor siempre ha usado a mujeres y hombres para proclamar las Buenas Nuevas y profetizar la Palabra de Dios a su generación. ¿UN FENÓMENO METEOROLOGICO? A veces debemos estar dispuestos a emprender una nueva dirección en nuestra vida. Tal vez yo pueda utilizar un símil con un «fenómeno meteorológico» para ilustrar este cambio de dirección. Estoy escribiendo estas líneas mientras hago mi tercer viaje ministerial del año alrededor del mundo. He descubierto, en más de cuarenta años de viajes casi constantes, que experimento menos cansancio (debido al sentido de rotación) cuando viajo hacia el Oeste, que cuando voy hacia el Este, en contra del mismo. Cuando cruzo las zonas horarias en dirección Oeste, mi mente no se resiste a permanecer en el país que acabo de abandonar. En cambio al desplazarme hacia el Este, tengo la sensación de que el avión vuela más rápido, aun cuando ir en esa dirección se oponga a mi disposición sensorial y hábitos mentales. Yo creo que este fenómeno se asemeja a lo que el Señor quiere hacer con esta nueva generación. En vez de transitar por senderos antiguos y tradiciones, dará un giro y se moverá siguiendo un nuevo fenómeno espiritual. Seguirá el viento vivificador del Espíritu para ver un rápido cumplimiento de la Gran Comisión, el sueño del antiguo profeta, el apóstol y el rey, y del mismo Dios. Será muy difícil que la antigua generación lleve a cabo una arrolladora aplicación de las verdades de este libro. Hay demasiadas ataduras culturales, demasiados obstáculos que se oponen a este sueño. Por ejemplo, visité la capital de cierto país en donde se había iniciado un importante movimiento de oración dirigido por mujeres en el hogar. Las mujeres oraron por varios líderes y obtuvieron resultados sorprendentes. La esposa del primer ministro llegó al conocimiento del Señor. Varios miembros del gabinete asistieron a la casa en donde las mujeres oraban y habían entregado su vida a Jesús. Luego el movimiento de oración se detuvo. ¿Por qué? Algunas personas comenzaron a enseñar que en ese país las mujeres no debían ejercer el ministerio eclesiástico; que las mujeres no podían celebrar reuniones de oración a menos que un hombre estuviera presente. Enseñaron

que éstas eran más proclives al engaño que los hombres. Las mujeres tenían que contar con una «protección espiritual» para orar en grupo. Ellas asintieron, pero ningún hombre se presentó para brindarles esa protección. Las reuniones de oración fueron canceladas. Una obra eficaz del Espíritu Santo fue interrumpida. Esta historia ilustra lo que nuestro enemigo espiritual está haciendo por todo el mundo, aunque, normalmente, de maneras más sutiles. Mientras viajo, por lo general, a través de treinta o cuarenta países al año, presencio situaciones similares por todas partes. Este ataque, que ha persistido a lo largo de los siglos, se traduce en una crisis de liderazgo en la iglesia del siglo XXI. Algunos alegan que el tema de la mujer en el ministerio es el asunto más controvertido que enfrenta la iglesia desde la Reforma. Los creyentes se alinean en bandos opuestos en esta controversia, a menudo con más entusiasmo que claridad en sus argumentos. Otros procuran ignorarlo del todo, pensando que esta batalla no les incumbe, que es más bien un debate entre asuntos periféricos. Este tema nunca implicará un elemento superficial o de interés marginal. Concierne al corazón de la iglesia. Al tratar el asunto de la mujer y su función, uno se adentra en el campo de batalla más antiguo de la humanidad (la guerra de, la serpiente contra la mujer. Debemos considerar juntamente diversos aspectos de la estrategia que emplea la serpiente contra la mujer). 1. EL ATAQUE CONTRA LA FUERZA EVANGELIZADORA El diablo sabe que su tiempo se acaba y hace todo lo posible por retrasar el cumplimiento de la Gran Comisión. Una de sus tácticas es simplemente reducir el número de obreros. Yo contemplo el tema de la mujer en el ministerio desde la posición ventajosa de un líder que lleva cuatro décadas en las misiones. Dos tercios de todos los cristianos bíblicos en el mundo son mujeres. Frederick Franson dijo: «Cuando dos tercios de los cristianos están excluidos de la obra de la evangelización, la pérdida que sufre la causa de Dios es tan grande que apenas puede ser descrita».4 Jesús nos dijo que abriéramos los ojos, miráramos los campos y viéramos que la cosecha era abundante y los obreros pocos.5 ¿Por qué alguien que ve la

gran cosecha que tiene por delante y la escasez de obreros que intentan recolectarla, procurará eliminar las obreras que Dios ha llamado? No necesitamos menos, sino más trabajadores. Pero el enemigo intenta recortar el número de obreros que trabajan en la cosecha por todos los medios a su alcance. Yo creo que él está detrás de la confusión que afecta a la iglesia respecto al tema de las mujeres y su activa participación en el ministerio. Y tristemente, algunas personas ignoran que forman parte de esta estrategia al permitir que la tradición y la comprensión errónea de ciertas escrituras impidan o emboten el ministerio de la mujer. 2. EL ATAQUE CONTRA LOS HOMBRES Y SUS MINISTERIOS La tentación de impedir que las mujeres obedezcan el llamado de Dios a sus vidas es un ataque en contra de los hombres del cuerpo de Cristo. Superficialmente da la impresión de que este ataque sólo va dirigido contra las mujeres, pero si se observa con más detenimiento, se ve que también va contra los hombres. El enemigo apela al orgullo de los hombres alegando que las mujeres no son iguales, que son menos valiosas. Aunque algunas culturas califiquen esta actitud de «machista», no es otra cosa que orgullo. En los próximos capítulos de este libro, David expondrá cómo las fuerzas de las tinieblas usaron a Aristóteles, Platón y otros filósofos antiguos para propagar la idea de que las mujeres eran inferiores, y que estaban incluso excluidas de la raza humana. Esta actitud fue imitada por algunos rabinos judíos de los tiempos antiguos, que cambiaron la igualdad que dio Dios a la mujer en el jardín del Edén por un concepto que otorgaba a ésta un valor mucho más bajo. Todo lo cual estimuló el orgullo del hombre. El pecado del orgullo es la negativa a aceptar la verdad sobre quién es uno. La soberbia se infiltra cuando uno piensa que es mejor que los demás. Es la base del racismo, el nacionalismo y muchos otros «ismos». El orgullo consiste en creer una mentira acerca de uno mismo. Y al final, puede llevar a la destrucción. Lucifer cayó de la posición que ocupaba en el cielo por culpa del orgullo, según Isaías 14. El caso es que Satanás ataca a los hombres atizando su orgullo, diciéndoles que son mejores que las mujeres. Apoyándose en algunas diferencias anatómicas, les insinúa que ellos pueden ostentar ciertos ministerios espirituales prohibidos a las mujeres.

Las consecuencias de este ataque a los hombres se pueden observar en las iglesias de todo el mundo. Acérquese a una iglesia en Asia, África, Latinoamérica, Europa, Norteamérica, o en cualquier parte. Notará que hay muchas más mujeres que hombres. Y los auténticos guerreros de oración, los que se mantienen en el filo cortante de la oración intercesora, en todo el mundo, son normalmente las mujeres. ¿Por qué? Porque los hombres se creyeron la mentira de ser espiritualmente superiores a ellas. El orgullo del hombre destruye su intimidad con Dios, y atrofia el crecimiento de su ministerio. A veces los líderes han intentado introducir un mayor equilibrio estimulando, aún más, el orgullo masculino. La iglesia ha concedido títulos especiales, posición, atavíos y dinero a los hombres para dirigir congregaciones compuestas mayormente por mujeres. En muchas partes del mundo he visto hombres cobrar salarios y dirigir iglesias completamente llenas de mujeres. También, el cuerpo de Cristo ha elevado frecuentemente a personas que no estaban listas para el liderazgo, colocando a jóvenes varones inexpertos a cargo de mujeres espiritualmente más capaces. Una misionera en Asia fue apartada del liderazgo, año tras año, y tuvo que someterse a hombres cada vez más jóvenes, aun cuando había manifestado destacadas cualidades para dirigir. Esta mujer confesó: «¡Durante dieciséis años me dijeron que tenía potencial!» Cuando descubramos la revelación de Dios sobre este particular permitiremos que las mujeres cumplan su llamado en igualdad de condiciones con los hombres en cuanto al número y fortaleza espiritual. Las iglesias mostrarán un equilibrio de hombres y mujeres que caminan con Dios. 5. EL ATAQUE CONTRA LAS MUJERES Desde que en el jardín del Edén, Dios le dijo a Satanás que la simiente de la mujer aplastaría su cabeza, el diablo ha estado atacando ferozmente a la mujer por todo el mundo. En los países constituidos sobre principios bíblicos, por mucha erosión que estos hayan sufrido, le ha ido mucho mejor a la mujer que en esos países con poca herencia cristiana. Pero incluso en Europa y Norteamérica, las mujeres sufren más injusticias que los hombres. En los Estados Unidos, las féminas

siguen cobrando el 74 por ciento del salario que reciben los hombres por realizar el mismo trabajo.6 Muchas de ellas trabajan para mantenerse a sí mismas y a sus hijos, por causa de la creciente tasa de divorcios y de «padres morosos» que no sufragan el mantenimiento de sus hijos. Añádase a esto el hecho de que unas 400.000 chicas adolescentes serán madres este año en ese país y tendrán que criar a sus hijos sin la ayuda del joven progenitor.7 Con todo, estas mujeres están en mejor situación que las más de 100.000 que serán violadas este año en los Estados Unidos.8 Muchas más niñas pequeñas sufren abusos. Aproximadamente una de cada tres niñas padece abuso sexual antes de alcanzar la madurez.9 Nadie sabe a ciencia cierta si el abuso que sufren las esposas está aumentando o refleja simplemente una información más exacta. Pero más de 800.000 mujeres serán golpeadas por sus maridos o novios en América este año. Más de 1.000 no sobrevivirán.10 Por muy lúgubre que parezca este cuadro, si uno viaja a países con escasa herencia cristiana, la realidad es incluso peor. Según Visión Mundial.11 – 450 millones de mujeres sufren deterioro físico por causa de malnutrición en la infancia. En muchas sociedades, las niñas y las madres sólo comen después de hacerlo los hombres y los niños. – Las mujeres componen la mitad de la población mundial, pero sólo participan del 1 por ciento de su riqueza. Un setenta por ciento de los 1.300 millones que viven en la pobreza son mujeres. – Es dos veces más probable que una niña no reciba educación. Dos millones de niñas, principalmente en África y el Medio Oriente, sufren mutilación física, o ablación, para disminuir su deseo sexual. Las niñas que sobrevivan tal práctica experimentarán dolor en la relación sexual, posible infertilidad y tendrán más posibilidades de morir al dar a luz. Según la revista Time12: – En Brasil está justificado el homicidio cometido contra una esposa infiel. – En Rusia, el trabajo de secretaria puede incluir tener que acostarse con el jefe. – En la India, el marido y sus padres a veces conspiran para asesinar a una joven esposa después de haber recibido su dote. Se dan seis mil casos al año y la cifra sigue aumentando.

Sin identidad Hablando del sufrimiento de la mujer, hay una región geográfica que me afecta profundamente: algunos países del norte de África y el Medio Oriente. Hace algunos años, en un aeropuerto del norte de África, vi algo que todavía me perturba. Yo paseaba por una elegante galería de tiendas libres de impuestos, llenas de artículos de lujo. De pronto, un hombre moreno, con barba rala, apareció en el vestíbulo del aeropuerto, tirando de una joven con una cuerda de dos metros que ésta llevaba atada a la cintura. Tiraba de ella como si de una vaca se tratara, como lanzando un grito de abuso. Yo vi su rostro (ignoro por qué no llevaba velo). Era una cara atractiva, inteligente, pero muy avergonzada. Miré alrededor, preguntándome qué hacer, creyendo que un guardia o un policía intervendría. Pero aunque había al menos unas cuarenta personas en aquella zona franca, incluidos los guardias, ninguno prestaba atención. Nadie hizo el más mínimo gesto que indicara que el hombre estaba haciendo algo fuera de lo común. En un instante desapareció, arrastrando a la mujer rápidamente por el corredor. ¿Quién era aquella mujer? ¿Había el hombre llegado allí procedente de otro país árabe para adquirir una mujer? ¿O es que tuve yo una fugaz representación de la trata internacional de esclavos, la cual continúa produciéndose pese a su ilegalidad? ¿Y por qué era yo el único en aquel concurrido aeropuerto que parecía preocuparse? Aún recuerdo vivamente el rostro de aquella joven, expresando humillación y desesperación. Aún siento la irritación de mi frustración, de mi completa impotencia para rescatarla. En otra ocasión, volé con Swiss Air hasta la capital de uno de los países más conservadores del Medio Oriente. Cuando subí al avión en Zurich, el aparato estaba lleno de hombres y mujeres ataviados con la típica vestimenta occidental. No obstante, poco antes de aterrizar, las mujeres comenzaron a desfilar por los baños. Salieron cubiertas de la cabeza a los pies con sus típicas «chilabas». Ya no pude distinguir quién era quien. Las mujeres no tenían rostro. Carecían de identidad. Eran tan sólo figuras anónimas cubiertas de negro. En varios países del Medio Oriente me llamó la atención la ausencia de mujeres en los lugares públicos. Vi que iban cubiertas de la cabeza a los pies. Siempre silenciosas, pasaban raudas calle arriba, como fantasmas. Muchas

autoridades religiosas prefieren mantener a la mujer bajo techo en todo tiempo. En Afganistán, el gobierno talibán aprobó algunas leyes que prohibían a las niñas asistir a la escuela y a las mujeres trabajar fuera de casa. Los talibán llegaron a exigir que las ventanas de las plantas bajas fueran pintadas de negro. Algunas de aquellas mujeres, prisioneras en sus propias casas, estaban bien educadas. Las que no tienen marido carecen de medios de subsistencia. Según algunos informes, muchas cometen suicidio. Para aquellos que quebrantan las normas religiosas relativas a las mujeres —purdah—, el castigo es muy severo, y a menudo es ejecutado por los familiares más cercanos. En la obra «Nueve partes del deseo», un periodista británico narra la ejecución de una joven en un estacionamiento de automóviles en la capital de Arabia Saudita, en 1977. La retransmisión de un documental por la BBC, dando cuenta del asesinato, condujo a la expulsión del embajador británico en aquel país. ¿Qué crimen había cometido aquella mujer? Había intentado huir del país para evitar un matrimonio concertado.13 Hace algunos años leí un libro titulado Princesa,14 escrito por una reportera occidental y la hija de una opulenta familia del Medio Oriente. Relataba un encuentro en torno a la piscina de una distinguida familia para presenciar el ahogamiento de una de sus hijas por decisión del padre. ¿Qué crimen había cometido? Había salido en secreto con algunos amigos extranjeros.15 Esta misma obra relata el apedreamiento de una niña de trece años, violada por varios individuos en su propio domicilio. Sus atacantes no fueron castigados.16 Otra joven quedó recluida en una celda de aislamiento en el ático de la mansión familiar por el resto de su vida. La celda fue especialmente construida para insonorizar los gritos de la víctima.17 No todos los musulmanes tratan a las mujeres con tanta crueldad. De hecho, muchos respetan y honran a la mujer. Yo estoy convencido de que estas prácticas inhumanas no proceden de las enseñanzas de ninguna religión. Han sido culturalmente heredadas, transmitidas desde tiempos ancestrales y enseñados en la antigua Grecia. No obstante, son permitidas e incluso legalmente aceptadas en varias naciones del Medio Oriente. En algunos países las mujeres víctimas de violación son encarceladas por adulterio, mientras que sus verdugos quedan impunes.18 Los asesinatos de mujeres y jóvenes siguen también aumentando. Una mujer no tiene que ser culpable de una conducta inmoral para ser asesinada. Su padre, su marido,

sus hermanos y sus tíos pueden matarla, simplemente porque es objeto de murmuración. Nadie sabe con exactitud el número de «homicidios por honra», pero solo en una región de cierto país fueron asesinadas en un año 350 jóvenes, algunas de tan solo doce años. El método preferido para matar a las mujeres, y así restaurar el honor de la familia, es quemarlas vivas o arrojar ácido sobre ellas.19 El holocausto secreto Hace algunos años encontré un artículo en una sección interior del New York Times titulado «100 millones de desaparecidos»20. Explicaba cómo pueden los expertos en demografía predecir el número de niños y niñas que nacerán en el mundo entero. Es triste saber que las estadísticas indican que faltan unos 100 millones de niñas en esta generación, en todo el mundo: ¡fueron asesinadas por sus familias por pertenecer al sexo femenino! Muchas de estas niñas son aniquiladas en la India o la China, en donde las madres acostumbran a abortar cuando se les informa que van a dar a luz una niña. «Todas quieren tener niños, de manera que se hacen una ecografía y, si revela que es niña, practican un aborto... la ecografía proporciona gran alegría.»21 Otras niñas llegan a nacer, pero son abandonadas y mueren a la intemperie. Según dicho artículo, otra de las causas de la desaparición de 100 millones de niñas es la muerte por abandono. En muchos países del mundo en vías de desarrollo, si un niño se pone enfermo, la familia hace todo lo posible por conseguir ayuda médica. Si una niña se pone enferma, con frecuencia la deja morir.22 Es importante notar que el artículo del New York Times señalaba que estas niñas desaparecidas pertenecían a países de población predominantemente no cristiana. Incluso en países muy pobres, pero cristianizados, del África subsahariana, el Caribe y Latinoamérica, el número de niñas y niños que crecen juntos es el normal.23 Solamente aquellos países que han recibido una herencia cristiana muy limitada son los que sacrifican a tantos bebés por causa del género. Piénselo bien. Hallé este artículo en las últimas páginas de un periódico. Cien millones de seres humanos son asesinados y la noticia no mereció un titular de primera página! En vez de ello, se tolera que el feroz ataque contra la mujer continúe tranquilamente por todo el mundo. La degradación de la

mujer no es sólo un problema de países lejanos con poca herencia cristiana. Está presente en todas partes. Así lo atestiguan estas citas de reconocidos personajes públicos de países occidentales:  El destacado autor Kurt Vonnegut dijo: «Educar una mujer es como derramar miel sobre un elegante reloj suizo. Deja de funcionar».  El ex vicepresidente de los EE.UU. Spiro Agnew, dijo en cierta ocasión: «Hay tres cosas que son difíciles de domar: los océanos, los necios y las mujeres. Quizá se pueda domar pronto el océano; los necios y las mujeres necesitarán más tiempo».  El tenista profesional retirado Bobby Riggs dijo en una ocasión: «Las mujeres son apenas un veinticinco por ciento tan buenas como los hombres; por tanto, deberían recibir un veinticinco por ciento del sueldo que reciben éstos».  El ex presidente de Polonia Lech Walesa llegó a decir: «Las mujeres son para gozar con ellas. En la política prefiero no ver a ninguna. En vez de presionar para ser incluidas, deberían quedarse como lo que son: simples flores».24 4. ÉL ATAQUE CONTRA EL CARÁCTER DE DIOS Cuando los prejuicios contra la mujer se perpetúan en los cristianos, el mensaje que se desprende es que Dios es injusto. La famosa enfermera Florence Nightingale sufrió esta injusticia. Ella quería ser misionera, pero no se le ofrecían oportunidades. Llegó a decir: «Yo habría entregado a la iglesia mi mente, mis manos y mi corazón. Pero no quiso aceptarlos».25 Eso ocurrió en el siglo XIX. Hace algunos años prediqué en una conferencia cristiana en Zimbawe. Al terminar, una mujer joven y su esposo se acercaron para hablar conmigo. La mujer acababa de graduarse en un seminario, del que fue la alumna más destacada. Pero no se le permitía enseñar ni predicar. Su marido exclamó: «Esto es injusto». Yo asentí. Cuando los líderes cristianos actúan injustamente empañan el carácter de Dios. Los incrédulos observan y piensan que si los cristianos son así, su Dios debe también ser injusto. Después de todo, si Dios concede dones a una persona y luego le prohíbe usarlos, ¿no actúa injustamente?

La justicia, como el juicio, debe comenzar en la casa de Dios.26 El tema de la libertad e igualdad para las mujeres se decidirá con o sin la iglesia. Yo estoy completamente convencido de que para que Dios sea glorificado, su pueblo debe asumir el liderazgo. Si no lo hace, desaprovechará la mayor oportunidad que se le ha brindado desde la lucha por la libertad de los esclavos. Si no se aprovecha ahora esta oportunidad, la iglesia quedará rezagada por generaciones. 5. EL ATAQUE CONTRA LA IMAGEN DE DIOS Aparte de atacar el carácter de Dios, el diablo hace todo lo que puede por destruir su imagen.27 Ataca familias y hogares porque sabe que los maridos y las mujeres que actúan unidos reflejan la unidad de la Trinidad. El enemigo está también suscitando dificultades entre hombres y mujeres en el centro de trabajó. Las relaciones entre el hombre y la mujer se interrumpieron en el jardín del Edén y desde entonces el diablo ha hecho todo lo que ha podido por acentuar el conflicto. Satanás procura abrir una brecha entre los hombres y las mujeres por causa del movimiento feminista radical, cuya base reside en las ofensas y el rechazo que las mujeres han sufrido. Dado que la unidad entre los hombres y las mujeres manifiesta la expresión física de la imagen de Dios en la humanidad, el diablo está fomentando la homosexualidad y el lesbianismo. Dios nos concedió diferencias de sexo, las cuales debemos proteger, y en ellas regocijarnos. Satanás está empleando el rechazo y las heridas emocionales para destruir la revelación de la imagen de Dios. Muchos cristianos temen que las mujeres prediquen porque asocian tal cambio con un feminismo radical. Pero yo estoy de acuerdo con lo que dijo el pastor David Johnson, de la Alianza Misionera Cristiana: «Toda mi vida he oído que la aceptación de mujeres predicadoras era un tímido acomodo al feminismo. Sin embargo, la exclusión de la mujer del ministerio, es realmente un acomodo pecaminoso a una cultura que no difiere mucho de la judía, dominada por el varón, que Jesús vino a abolir. No es que el feminismo esté afectando a la iglesia, es que la iglesia ha permitido a la cultura privarle de la obra redentora de Cristo en pro de la mujer».28

Si a las jóvenes comprometidas con el feminismo militante se les mostrara cuán radical fue Jesús en su trato con las mujeres, miles de ellas descubrirían que Él es su Salvador y Redentor, la fuente de la justicia que buscan. Si sólo se ven estos cinco ataques del enemigo, es fácil desanimarse. Pero Jesús vino a destruir las obras de Satanás.29 Vino a restaurar el plan original de Dios y sus propósitos para los hombres y las mujeres. JESÚS PUSO A LAS MUJERES EN EL CENTRO DE ATENCIÓN En los grandes acontecimientos de la vida de Jesús, su nacimiento, su muerte y su resurrección, las mujeres ocuparon un lugar preponderante. Su nacimiento En un próximo capítulo examinaremos la creencia antigua de que el padre era la única fuente de vida del ser humano. Los antiguos creían que el semen masculino contenía pequeños seres humanos formados en la cabeza del hombre. Esta creencia condujo al concepto griego de «ser cabeza». La mujer era sólo el «terreno» donde el hombre en miniatura crecía hasta el nacimiento. Por supuesto, si uno piensa que la mujer no es nada más que tierra la tratará tal cual. Dios tomó esa idea y la invirtió, haciendo que Jesús naciera de una mujer, que ésta fuera su única progenitora terrenal. Piénselo bien. María fue la única fuente humana del ADN de Jesús. Su muerte La muerte de Jesús fue la razón principal de su venida a la tierra, su ministerio más importante. En el Antiguo Testamento, las personas eran comisionadas, ordenadas para el ministerio, mediante la unción con aceite. Samuel tuvo que padecer cuando ungió en secreto a David. Si el rey Saúl lo hubiera descubierto, podría haberlos matado a los dos. Pero la ceremonia tenía que celebrarse. Era importante. La unción recibida del profeta fue un símbolo externo del llamado de Dios a David para hacer algo valioso. ¿Quién ungió a Jesús? ¿Quién le comisionó para su principal ministerio en la tierra? Dos mujeres. Su primo Juan lo bautizó, pero dos mujeres lo «ungieron». Una semana antes de su muerte, en la casa de Lázaro, Jesús fue ungido por María.30 Unos días después, otra mujer entró en la casa donde

Jesús estaba cenando y derramó el contenido de un frasco de alabastro de gran precio sobre su cabeza. Jesús le dijo que por haber hecho esto, su acto sería publicado allí donde fuera predicado el Evangelio.31 La puso en el centro de atención. Su resurrección Después de la resurrección Jesús volvió a honrar a las mujeres, apareciéndose en primer lugar a María Magdalena. Las mujeres fueron las primeras que encontraron la tumba vacía. Jesús resucitado les encargó que fueran y avisaran a los demás.32 De manera que las mujeres fueron las primeras que escucharon el mandato de Jesús de ir y predicar. Las mujeres ministraron junto a los hombres en los tiempos apostólicos, lo que veremos claramente ilustrado en capítulos posteriores de este libro. Pero con el paso de los siglos, la iglesia fue más influida por las culturas circundantes que por la Palabra de Dios. Sólo en algunos pocos periodos de avivamiento se concedió de nuevo a la mujer la libertad para obedecer a Dios y ministrar. LA MUJER EN LOS MOVIMIENTOS DE AVIVAMIENTO Cuando Dios comienza una obra especial por medio de su Espíritu Santo, las mujeres suelen ocupar puestos de vanguardia. Los historiadores cuentan que en muchos avivamientos espirituales las mujeres fueron aceptadas como ministras en las primeras etapas. Más tarde, cuando el entusiasmo se enfría y se da paso a una estructura organizacional, las mujeres son descartadas.33 Los moravos experimentaron uno de los avivamientos más grandes de la historia en el siglo XVIII, en Alemania oriental. Fue un mover de Dios que se extendió por todo el mundo, y que envió muchos misioneros, tanto hombres como mujeres. Los moravos fueron los primeros misioneros protestantes. Sostuvieron una vigilia de oración por los paganos, las veinticuatro horas del día, que duró más de un siglo. Hace algunos años, Darlene y yo visitamos Herrnhut, donde todo eso comenzó. Nos detuvimos en su sencillo museo y contemplamos los cuadros. Allí estaban los héroes del movimiento misionero moravo; muchos de ellos eran mujeres. El avivamiento espiritual que transformó a Inglaterra y América estuvo dirigido por George Whitefield y John y Charles Wesley, a finales del siglo

XVIII y principios del XIX. Los hermanos Wesley tuvieron una madre singular y piadosa llamada Susana. Aparte de dedicar tiempo cada día a la oración ferviente, Susana tuvo tiempo de enseñar a sus nueve hijos. La señora Wesley predicaba a más de doscientas personas cada semana en las reuniones de oración que ella dirigía en la parroquia que pastoreaba su marido. No es de extrañar que su hijo John designara mujeres líderes para grupos pequeños llamados «clases», los cuales extendieron eficazmente el avivamiento. Wesley dijo en cierta ocasión: «Dado que Dios usa mujeres para convertir pecadores, ¿quién soy yo para resistirle?»34 En la primera mitad del siglo XIX Dios volvió a reavivar América a través de Charles Finney, quien invitaba a las mujeres a orar y testificar en cultos públicos. Finney inauguró la universidad Oberlin, primera institución americana que permitió ingresar a las mujeres. (Fue también la primera que conoció la integración racial.) Finney fue el primer líder protestante que enseñó teología a las mujeres. Una de sus antiguas alumnas, Antoinette Brown, fue la primera mujer ordenada en América, en 1853.35 Otro líder evangélico del siglo XIX, Dwight L. Moody, se mostró deseoso de permitir que las mujeres predicaran. El Instituto Bíblico Moody ofreció cursos pastorales a las mujeres hasta 1929.36 A. J. Gordon, el fundador de la Universidad que lleva su nombre, escribió en defensa del ministerio público de la mujer.37 A. B. Simpson, fundador de la Alianza Misionera Cristiana — AMC—, incluyó mujeres en todos los niveles de liderazgo. Aparte de mujeres pastoras, evangelistas y maestras, cuatro de los ocho primeros vicepresidentes de la AMC fueron mujeres.38 Dos mujeres influyentes del movimiento de Santidad que tuvo lugar en el siglo XIX fueron Phoebe Palmer y Hannah Whitall Smith.39 En 1867, el libro de Phoebe El camino de santidad había sido editado en cincuenta y dos ocasiones. Hannah escribió El secreto de la vida feliz del cristiano en 1875. Este libro sigue siendo un clásico muy apreciado por muchos cristianos de todo el mundo. Esta mujer jugó un papel muy importante, enseñó a hombres y mujeres por medio de la página impresa y formó parte del movimiento Keswick en Gran Bretaña, que guió a muchos miles de personas a una comunión íntima con el Señor. Otros movimientos de Dios vieron un resurgir de la mujer. La Iglesia Metodista Wesleyana ordenó a su primera mujer en 1863. El general William

Booth confió a las mujeres funciones de predicación y liderazgo en todo el Ejército de Salvación. La Iglesia Nazarena y otras iglesias de Santidad, fundadas a finales del siglo XIX, también ordenaron mujeres,40 Después del avivamiento pentecostal que comenzó en la calle Azusa de Los Ángeles, a principios del siglo XX, varias predicadoras se hicieron famosas. Una entre muchas fue María Woodworth-Etter, quien dirigió algunas de las mayores campañas de evangelización en América hasta su muerte acaecida en 1924. MUJERES MISIONERAS QUE ASUMIERON RESPONSABILIDADES MÁS DIFÍCILES No obstante, fue en las misiones donde las mujeres comenzaron realmente a brillar. Ralph Winter calificó de «explosión de energía femenina»41 lo que impulsó a éstas a la misión. Muchos ignoran que algunas famosas universidades femeninas, tales como Bryn Mawr, Radcliffe, Wellesley y Smith fueron fundadas para instruir a mujeres misioneras.42 A principios del siglo XX había cuarenta organizaciones misioneras evangélicas dirigidas por mujeres.43 Ejércitos de mujeres misioneras salieron a evangelizar y también a fundar hospitales y escuelas, incluida una universidad de ocho mil estudiantes en Corea y una de las mejores facultades de medicina del mundo en Vellore, la India.44 Fueron misioneras las primeras que tradujeron la Biblia a cientos de grupos lingüísticos. Y lo hicieron en los lugares más remotos y difíciles. Como cierto escritor señaló: «Cuanto más difícil y peligrosa sea la obra, tanto más elevada es la proporción de mujeres».45 El doble de mujeres que de hombres fueron como misioneras a la China. Puesto que a las mujeres se les prohibía enseñar a los hombres en los institutos bíblicos, enseñaban a otras mujeres en sus casas y en las riberas de los ríos, adonde acudían a lavar la ropa. Produjeron tantas maestras de la Biblia que, hasta el día de hoy, las mujeres se destacan más que los hombres en las iglesias no registradas de la China. Cuarenta mil de las cincuenta mil iglesiashogar que hoy existen en aquel país están dirigidas por mujeres».46 Me encanta leer historias protagonizadas por héroes misioneras. Parece que Dios se deleita en usar mujeres en los lugares más complicados, donde tienen que hacer frente a terribles contratiempos. Gladys Aylward, conocida como «La pequeña mujer», trabajó en algunas de las regiones más difíciles de China.

Fue desechada por todas las sociedades misioneras; entonces partió hacia China sin contar con un respaldo económico; viajó en tren desde Londres y cruzó zonas de guerra a través de Rusia y Asia Central. Sus años de ministerio en la China le hicieron ganar fama de intrépida. Una vez acudió a una cárcel amotinada y detuvo la sublevación, sin recurrir más que a su autoridad en Cristo. María, esposa de Hudson Taylor, guió grupos de misioneras al interior remoto de la China en largos viajes de predicación, donde jamás había pisado un occidental.47 La misionera Bautista del Sur, Lottie Moon, tuvo tanto éxito evangelizando, plantando iglesias e instruyendo a pastores indígenas en el norte de China, a fines del siglo XIX, que su pastor tuvo que exclamar: «Estimo que una mujer soltera en la China vale por dos hombres casados».48 Si observamos lo que hizo Jesús para levantar a las mujeres, y lo que ha hecho el Espíritu Santo en los periodos de avivamiento y fervor misionero, determinaremos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para levantar a todas aquellas a quienes Dios esté llamando hoy. Debemos asegurarnos de no formar, involuntariamente, parte del plan enemigo para debilitar la fuerza evangelizadora. Debemos quitar los obstáculos para que esta nueva generación pueda seguir la dirección de Dios. Cuando Jesús resucitó a Lázaro de entre los muertos, su amigo salió vivo de la tumba, pero aún envuelto en la mortaja. Encargó a los presentes que le desataran y le dejaran en libertad. Lázaro necesitaba de alguna ayuda para soltarse de la mortaja. Miles de mujeres tienen hoy vida en Cristo pero siguen atadas por la mortaja de la tradición humana (que las retiene como ciudadanas de segunda clase) y por las ideas culturales que les impiden llevar a cabo el más alto llamamiento del reino de Dios. Han transcurrido dos mil años desde que Jesús vino a proclamar libertad a los cautivos. Ya es hora de libertar a las mujeres. ¡Ya es hora!

2. CÓMO SABEMOS LO QUE CREEMOS Por Loren Cunningham

Antes de detenernos en la cuestión de si pueden o no las mujeres ejercer un ministerio público, es preciso examinar el fundamento para entender, interpretar y aplicar la verdad. «Detrás de cada cuestión de fe o práctica hay una presuposición, una premisa. Si se comienza con una premisa errada, se puede acabar con un razonamiento consecuentemente lógico, pero se arribará a una conclusión que, desde luego, no será verdadera. COMIENCE CON UNA PREMISA VERDADERA Mark Twain dijo que el problema no consiste en lo que el hombre no conoce. Consiste, más bien, en lo que cree que sabe, pero no es verdadero. Por muchos siglos todo el mundo creía que la tierra era plana. Era lógico que la gente temiera caer por el borde de un precipicio si se navegaba demasiado lejos por el océano. Buena lógica, pero falsa; porque estaba basada en una idea equivocada desde el principio, apoyada en una premisa errónea. Nosotros podemos hacer lo mismo si entresacamos un versículo bíblico; presuponemos lo que el autor quiso decir, y luego construimos una superestructura de creencias sobre tal fundamento. Puede parecer lógico, pero puede no ser cierto. Todos estamos creciendo en el conocimiento de la verdad. Yo no creo que haya un hombre o una mujer de Dios, vivo hoy, que pretenda poseer toda la verdad. Pablo afirma que conocemos las cosas en parte.1 Ninguno de nosotros se atrevería a decir que ha aprendido todo lo que Dios quiere que aprenda en la Biblia.

Si crezco en fe y en conocimiento, conoceré más de la verdad hoy que el año pasado por la misma fecha. Nosotros, el pueblo de Dios (individualmente, a partir del momento de nuestra salvación, y corporativamente, como iglesia, a través de los siglos) estamos siendo transformados a medida que aprendemos más y más. La palabra de Dios llama a este proceso renovación de la mente por el lavamiento de la palabra.2 Es decir, Dios nos revela su Palabra, y nos muestra cierta conducta o actitud, o incluso una creencia estimada, aprendida a lo largo de la vida, que necesita ser cambiada. Todos pasamos por esto a medida que entendemos y aplicamos más verdad en nuestra vida. Pablo dijo que somos judíos espirituales y herederos de Abraham.3 Pero ninguno de nosotros ha llegado a recibir su herencia plena, ya sea en conducta o en conocimiento de la verdad. En vez de ello, nos hallamos en el proceso de ser transformados por el Espíritu Santo, de ser cambiados de gloria en gloria, a la imagen de Cristo.4 EL CONOCIMIENTO NUNCA ES SUFICIENTE El conocimiento de la verdad comienza en el momento en que uno se hace cristiano. Se acepta la gracia de Dios por medio de la muerte y resurrección de Jesucristo en la cruz. En la salvación se obedece la verdad que se ha recibido. Cada nuevo creyente tiene distinta medida de entendimiento espiritual. Algunos se han criado en hogares cristianos pero nunca han obedecido a la verdad. Otros han recibido poco conocimiento de la Biblia; pero cuando obedecen el nuevo entendimiento, el Espíritu Santo les concede más. Mucho conocimiento bíblico no es garantía de salvación para nadie. Sólo cuando se obedece la verdad se entabla una sana relación con Dios. En algunos temas poseemos hoy más entendimiento espiritual que los hombres y mujeres de Dios que vivieron en el pasado. Abraham tuvo menos conocimiento de la verdad del que tenemos nosotros. No obstante, él fue justo a los ojos de Dios porque vivió a la altura de la luz que tenía. En Efesios 3:2-13 y Colosenses 1:26-27, Pablo hace referencia a misterios que estuvieron ocultos a hombres y mujeres justos y que hoy son revelados. Hebreos 11 habla de aquellos que murieron antes de ver lo que nosotros vemos. ¿Los encontraremos en el cielo? Ciertamente. Noé, Abraham, Rut y David eran tan salvos como usted y como yo. Ellos tuvieron una fe salvadora, pues miraron

con fe a la Cruz, al tiempo futuro en que Jesús se ofrecería en perfecto sacrificio por nuestros pecados. Nosotros somos los beneficiarios de la revelación del Espíritu Santo en el pasado. Contamos con el Antiguo y el Nuevo Testamento, y con las vidas y enseñanzas ejemplares de muchas generaciones del pueblo de Dios. Él guía a su pueblo hacia un entendimiento de la verdad, cada vez mayor, con el paso de los siglos. Por ejemplo, ¿le ha molestado alguna vez que la esclavitud no estuviera expresamente prohibida ni en el Antiguo ni el Nuevo Testamento? ¿Por qué fue así? La Palabra revelada de Dios tiene el propósito de ayudarnos a meditar en sus implicaciones. La mera repetición sin sentido de las Escrituras no es síntoma de un verdadero conocimiento. Dios desea que reflexionemos en ellas y lleguemos a las conclusiones implícitas. La Biblia estipula principios verdaderos, pero puede llevar tiempo al pueblo de Dios hasta darse cuenta de cómo deben ser aplicados esos principios a la vida cotidiana. La Biblia habla incluso de periodos de ignorancia que Dios pasó por alto.5 Es decir, Dios no confrontó de inmediato todo lo que estaba mal en la sociedad, tal como la esclavitud. Él nos proporcionó verdad en su palabra, pero nosotros somos responsables de reflexionar en sus implicaciones. Cuando Jesús estuvo en la tierra no habló acerca de la abolición de la esclavitud. Sin embargo, al decir que debíamos amar al prójimo como a nosotros mismos,6 socavó los cimientos de la esclavitud. No se puede comprar y vender a alguien, y al mismo tiempo amarle como a uno mismo. De hecho, si se lee el Antiguo Testamento reflexionando en sus implicaciones, uno se dará cuenta que Dios no estaba entonces a favor de la esclavitud. Él reveló a Moisés la misma verdad que citó Jesús.7 Desde el momento en que Moisés instó al pueblo de Dios a amar al prójimo como a sí mismo, la verdad de que la esclavitud no estaba bien estuvo presente, esperando ser detectada por el pueblo de Dios. Pablo dijo a los esclavos que obedecieran y sirvieran a sus amos como si sirviesen a Dios. A primera vista, esto nos parece terrible, ¿Respaldaba Pablo la esclavitud? No. En la siguiente frase dijo: «Y amos, tratad a vuestros esclavos de la misma manera».8 No se puede esclavizar a las personas y al mismo tiempo servirlas como si fuera un servicio al Señor.

De una manera similar, Pablo instó a Filemón para que aceptara a Onésimo, su ex-esclavo, como un hermano, pidiéndole que lo tratara del mismo modo que a él.9 Estas y otras declaraciones bíblicas conducirían a todos los cristianos un día, siglos después, a comprender que la esclavitud nunca fue la voluntad de Dios para ninguna nación. CÓMO GANAN LOS JUSTOS LAS BATALLAS CULTURALES Se oye hablar de «guerras de cultura» en los medios de comunicación occidentales, las cuales incluyen temas como la batalla de opinión sobre el aborto, la eutanasia y los derechos de los homosexuales. Pero mientras eso ocurre, la opinión de la gente no se inmuta a causa de la violencia, de las guerras o de la política. Jesús nos ordenó discipular a las naciones.10 Esto ocurrirá a medida que nosotros, el pueblo de Dios, aprendamos de Él. Conformaremos nuestra vida al modelo que Él nos ha mostrado, en primer lugar, obedeciendo la verdad (sal), y después, enseñándola a los demás (luz) cuando responden a ella. A medida que el remanente justo crece en número, y más individuos son transformados por la palabra de Dios, las naciones son influenciadas. Las opiniones cambian y la gente comienza a aceptar algunas cosas como buenas y otras como malas. Por ejemplo, la mayoría de las naciones creen hoy que el matrimonio debe estar instituido entre un hombre y una mujer. El tener más de una esposa nunca estuvo expresamente prohibido en las Escrituras. Pero cuando Pablo aclaró que la norma para los líderes espirituales era ser esposos de una sola mujer, nos reveló un principio: el fundamento del matrimonio (la unidad indisoluble entre un hombre y una mujer) se remonta al jardín del Edén, cuando Dios encargó al hombre que dejara a su padre y a su madre y se uniera a su mujer. Los dos serían una sola carne. Otro ejemplo del discipulado de las naciones: todo el mundo está por fin de acuerdo en que la esclavitud no es buena. Actualmente está abolida en todos los países del mundo. El último país que abolió la esclavitud fue Mauritania en 1980.11 Pero esto requirió muchos años. El pueblo de Dios no siempre creyó que la esclavitud era una aberración. No obstante, a medida que el cuerpo de conocimiento justo fue creciendo y expandiéndose a través de los siglos, la gente fue cambiando de opinión. Jesús aplicó el hacha a la raíz, pero hicieron falta siglos hasta que la esclavitud legalizada muriera.

CÓMO LLEGA UNA NACIÓN A SER LIBRE Jesús dijo: «Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres».12 A medida que el remanente justo de una sociedad crece en gracia y conocimiento, el país disfruta de una libertad creciente. En primer lugar, los individuos son cada vez más libres cuanto más obedecen a Dios y conocen mejor la verdad. La sociedad que los rodea se beneficia cuando cada vez más personas llegan al conocimiento de la verdad y la aplican a su vida. La libertad aumenta en la tierra, junto con la paz y la prosperidad. Emergen nuevas formas de gobierno, concediendo más derechos a las personas. Leyes justas y equitativas permiten generar riqueza, multiplicarla y compartirla cada vez con más individuos. La prosperidad del mundo de Occidente que otros países envidian, se debe en parte, a un remanente justo del pasado que vivió y creció en el conocimiento de los caminos de Dios. En Suiza, los Países Bajos y el Nuevo Mundo, los cristianos escrutaron en las Escrituras modelos piadosos de gobierno, de educación y de comercio. Algunos de estos fueron ingleses que huyeron de la persecución religiosa en su país a principios del siglo XVII y se establecieron en los Países Bajos. Estos separatistas fueron llamados Padres Peregrinos; estudiaron la Biblia por quince años en los Países Bajos, a los pies de un pastor holandés, buscando principios bíblicos para poder gobernar su país. Después embarcaron a bordo del Mayflower rumbo al Nuevo Mundo y contribuyeron de manera significativa a la fundación de los Estados Unidos. Ellos aplicaron lo que habían aprendido en la Biblia a sus hogares, escuelas, mercados y gobierno. Hoy aún disfrutamos de su esfuerzo, pese a que los cimientos de justicia que ellos establecieron estén siendo atacados. Esta es la manera en que naciones y civilizaciones enteras pueden ser transformadas. Esto es lo que Jesús nos encargó: ir y enseñar a todas las naciones que observen todo lo que Él nos mandó.13 Dios siempre usa al remanente justo, su minoría. Nosotros hemos sido llamados a ser ese remanente justo, modelos vivos de la verdad, a sacrificar nuestras vidas si es necesario. Veamos lo que sucedió en Canaán, a donde Abraham fue enviado por Dios. Era una tierra llena de idolatría. Una práctica cananita particularmente espantosa era el culto a Moloc, representado por una gran estatua de piedra. Se prendían fuegos en su base hasta que el ídolo se ponía al rojo vivo. Luego los padres se acercaban e inmolaban a sus hijos o hijas recién nacidos en su vientre ahuecado, y adoraban a Moloc mientras sus bebés gritaban y se

quemaban. ¿Podemos imaginarnos una tierra de mayores tinieblas o una cultura de peores costumbres y creencias? Canaán era también una tierra en que la homosexualidad y toda clase de perversión sexual eran aceptadas y celebradas. Algunos sectores eran consumidos por enfermedades venéreas. Cuando Dios guió a Abraham a la tierra para poseerla, esta posesión incluía el cambio por una tierra de bendición. Una tierra es bendecida siempre que el remanente justo de Dios sea modelo de conducta justa, confronte las creencias culturales contrarias a la verdad revelada por Dios, y persuada a los perdidos a seguir a Cristo y sus caminos. EN EUROPA COMENZÓ CON UNA MUJER Otro ejemplo del remanente justo de Dios fue Lidia, mujer a quien Pablo halló en Filipos, ciudad griega del imperio romano, lugar de muchas tinieblas. Lidia fue la que abrió la puerta a Pablo. Abrió su corazón a la verdad y pasó a ser la primera convertida en Europa por mediación de Pablo. Al cabo de poco tiempo otros creyentes fueron añadidos a Lidia y se convirtieron en el remanente justo de Filipo. A lo largo de los siglos el Espíritu Santo ha guiado al pueblo de Dios hacia un entendimiento creciente, y mucho más nítido de la verdad. Siempre que la iglesia se desvió de su curso, Dios envió a un testigo fiel para corregirla. Una de esas correcciones llegó en un tiempo en que la iglesia creía que la salvación podía ser adquirida mediante la compra de indulgencias (comprar oraciones para acortar el tiempo de purgatorio para ellos o sus seres queridos). En aquellos días Dios habló a un hombre llamado Martin Lutero. Lutero se arrastraba de rodillas para hacer penitencia, procurando encontrar perdón para sus pecados. Súbitamente, Dios le habló, y Lutero comprendió el versículo bíblico que afirma que el justo vivirá por la fe.15 Gracias a Lutero muchos llegaron a entender que no se puede comprar la salvación. Surgieron así la Reforma y otros movimientos de renovación bíblica, tanto en círculos protestantes cómo católicos, y se corrigieron muchas creencias y conductas erróneas. CUANDO UNO AMA A DIOS, TODOS SE BENEFICIAN

Los avivamientos a través de la historia fueron acompañados de un nuevo entendimiento de la verdad y seguidos de reformas de toda índole. En Ginebra, Juan Calvino dio inicio a la educación para todas las clases sociales, no sólo para la élite. Si todos tenían que leer la Biblia para conocer mejor a Dios, todos debían ser capaces de leer. Calvino aplicó también las verdades bíblicas a otras esferas de la sociedad. Sus enseñanzas condujeron al crecimiento de la clase media y a múltiples reformas económicas. Él enseñó que todo trabajo era santo; esta ética protestante del trabajo condujo a la prosperidad en toda Europa occidental e influenció grandemente en los padres fundadores de los Estados Unidos de América.16 Ya hemos mencionado el movimiento para la abolición de la esclavitud. Comenzó durante los últimos años del siglo XVIII en un avivamiento dirigido por los hermanos Wesley y George Whitefield. William Wilberforce fue un joven cuyo corazón se encendió durante aquel despertar de la fe. Él prometió a Dios que dedicaría su vida a abolir la esclavitud. Por muchos años su pequeño grupo de oración rogó para que fuera elegido miembro del parlamento. Cuando Wilberforce fue por fin elegido, defendió esta causa por treinta años. Nadie quería escucharle porque la esclavitud era muy importante para la economía. Pero, año tras año, Wilberforce no cesó de defender, en sus intervenciones en el parlamento, la promulgación de una ley que liberara a los esclavos. Y aunque al principio hubo oposición y burla, al final las cuestiones morales prevalecieron sobre las preocupaciones financieras. Un año después de su muerte, fue por fin, abolida la esclavitud. Algunas décadas después, un avivamiento estalló en Norteamérica durante el ministerio de Charles Finney. Los primeros abolicionistas surgieron de estos avivamientos. El mensaje de Finney contra la esclavitud influyó también en Abraham Lincoln. Pero para muchos americanos los asuntos financieros pesaban más que las cuestiones morales. La liberación de los esclavos costaba demasiado dinero. Finalmente, después del estallido de la guerra civil, el presidente Lincoln firmó la Proclamación de la Emancipación, que liberó a los esclavos en los Estados Unidos. Otras reformas surgieron de estos avivamientos en los siglos XVIII y XIX. Se abrieron los ojos de las gentes a los horrores del trabajo infantil. Antes que los cristianos se manifestaran contra tal práctica, muchos niños pequeños pasaban largas horas en las minas de carbón de Gran Bretaña, arrastrando pesadas

vagonetas por túneles a cientos de metros de profundidad bajo tierra. Dado que un hundimiento repentino podía matar un valioso caballo, los niños eran usados como bestias de carga. Los animales resultaban caros; los niños baratos. Los reformadores creyeron también que los hospitales psiquiátricos y las prisiones debían ser centros en los que se ofreciera un tratamiento humanitario. Si todos habíamos sido creados a imagen de Dios, nadie debía ser abandonado a la miseria y al sufrimiento. Además, otros lucharon contra la ola creciente de alcoholismo. Antes de que el general William Booth y el Ejército de Salvación se pronunciaran contra este mal, las tabernas de Inglaterra todavía tenían escabeles para que los niños se subieran y compraran su ginebra. Después de un avivamiento espiritual en 1819, en Ginebra, la conciencia de Henry Dunant despertó la sensibilidad por los heridos y prisioneros de guerra. Antes de aquel entonces, a los prisioneros heridos se les solía dejar morir en el campo de batalla. Dunant y algunos amigos de su iglesia formaron un grupo de acción que se convirtió en la Cruz Roja Internacional. ¿Cuántos siglos tuvieron que pasar y cuántas personas tuvieron que morir hasta que el pueblo de Dios se dio cuenta de que debía salir a los campos de batalla y ayudar a los heridos? UNA OPINION MINORITARIA Otra antigua verdad re-descubierta, fue la Gran Comisión. Este descubrimiento ocurrió en Alemania en el siglo XVIII. Dieciocho siglos antes el Señor Jesucristo había dado el mandato de llevar el Evangelio a toda persona sobre la tierra. Sin embargo, una gran parte de la humanidad seguía sin ser evangelizada y muchos protestantes creían que debían permanecer dentro de las fronteras del mundo cristiano. Entonces, un grupo de refugiados en Alemania (los moravos) comprendió el deber que tenía la iglesia de obedecer la orden dada en Mateo 28:19-20, Marcos 16:15 y muchos otros pasajes bíblicos, y comenzaron a enviar misioneros. Algunos incluso se vendieron como esclavos para evangelizar a los habitantes de las Indias Occidentales. Un joven llamado William Carey leyó acerca de los misioneros moravos y se convenció de que Dios le llamaba a llevar el Evangelio a la India. Carey acudió

a los líderes de su denominación en Inglaterra, solicitando su respaldo para establecer una sociedad misionera. Uno de ellos replicó: «Joven, siéntese. Cuando a Dios le agrade convertir a los paganos, Él lo hará sin consultar con usted ni conmigo».17 Apenas había cristiano que creyera lo mismo que William Carey, pero éste, de todos modos, viajó a la India. Otros imitaron su ejemplo de obediencia, y el pequeño goteo se convirtió en una ola de misioneros que partió hacia la China, las islas del Pacífico, la India, África y Latinoamérica. Al final, la mayor parte de la iglesia creyó lo que un joven había creído solo. Esta ha sido la fórmula aceptada para la reforma social: la gente se arrepiente de sus pecados en un avivamiento; luego Dios les concede más entendimiento; la obediencia a tal entendimiento conduce a una mayor libertad, gozo y realización personal; a esto le sigue un entendimiento superior dado por el Espíritu Santo. ¿Por qué transcurrieron tantos siglos hasta que fue abolida la esclavitud, y se condenaron los horrores de la explotación infantil y el alcoholismo, o hasta que la Gran Comisión fue tomada en serio? Tal vez porque nosotros, la iglesia de Cristo, no vimos la verdad en la Palabra de Dios. Hemos prestado más atención a nuestra propia cultura que a la Palabra del Señor. ¿Y QUÉ ACERCA DE LOS DERECHOS DE LA MUJER? Otra reforma que surgió de los avivamientos del siglo XIX en Estados Unidos fue el movimiento para el sufragio femenino, campaña que permitió el voto civil de la mujer.18 En 1920, a las mujeres de los Estados Unidos se les permitió, por primera vez, elegir a sus líderes políticos después de una batalla que duró más de setenta años. Sus hermanas de otros países ya habían obtenido ese derecho. Que yo sepa, todos los países basados en los principios cristianos permiten actualmente el voto de la mujer. Luego vino el reconocimiento de otros derechos, cuando las puertas de las universidades se abrieron para las mujeres. Estas pudieron llegar a ser científicas, médicas, y abogadas. ¿Por qué resulta irónico todo esto? Porque aunque el movimiento en favor de los derechos de la mujer surgió de los avivamientos cristianos del siglo XIX, las actuales activistas femeninas ven en la iglesia un enemigo de esos mismos derechos, Esto se ve muy claro en el caso del aborto.

VERDADES ABSOLUTAS Y AFIRMACIONES RELATIVAS La Biblia contiene verdades absolutas así como afirmaciones relativas. Encontramos enseñanzas que son relativas a ciertos tiempos, ciertos lugares y ciertas situaciones especiales. Por ejemplo, 1 Corintios 11:14 afirma que es deshonroso y vergonzoso para el hombre dejarse crecer el cabello. ¿Fue esta una verdad absoluta para todos los tiempos y todos los hombres en todo lugar? Si fuera así, ¿cómo se explica que Dios dijera a Sansón que se dejara crecer el cabello como señal de su llamado especial?19 La instrucción impartida por Pablo acerca de la longitud del cabello masculino es un ejemplo de una afirmación relativa de la Escritura. Pablo estaba tratando un asunto en una época que no entendemos plenamente. Muchos detalles se han perdido con el paso del tiempo. No obstante, queda claro que la instrucción de Pablo era importante, para quienes vivían en aquel tiempo y cultura. Cuando se trata de creencias culturales, las actitudes se suelen defender a ultranza. Mucho de lo que creemos no procede de la Biblia, sino que brota de la propia cultura (que aprendimos cuando aún éramos niños). Los cristianos se suelen ofender más por cuestiones de cultura que por la desobediencia a los absolutos bíblicos. Por ejemplo, es triste que los cristianos estadounidenses se horroricen ante la vulgaridad, pero no se estremezcan cuando la gente emplea el nombre de Dios en vano. Los censores de la televisión estadounidense suprimen las palabras vulgares que describen funciones corporales, pero aceptan las expresiones que profanan el nombre de Dios (práctica prohibida en los Diez Mandamientos) porque «no ofenden» a la gente. Para ellos es importante no ofender a las personas mostrando insensibilidad cultural. Hacerlo cierra a menudo la puerta al Evangelio. Por eso decía Pablo a los hombres de Corinto que si se dejaban crecer el pelo cometerían un grave error cultural que acarrearía deshonor a Jesús.20 Si Pablo se hubiera dirigido a los cristianos de Tailandia, y no a los del antiguo Corinto, les habría recordado que cruzar las piernas y apuntar con un pie a otro individuo causaba deshonor a Jesús. La afirmación acerca del pelo largo era relativa a una costumbre particular, en un tiempo y en un lugar concretos. LA TRAMPA DEL LEGALISMO

La Biblia no proporciona un mismo código de conducta, indumentaria, formas de adoración, estilo de música, o pasatiempos apropiados para todas las culturas. Siempre que el hombre ha intentado erigir absolutos a partir de verdades relativas de la Biblia, la consecuencia ha sido el legalismo. A veces las consecuencias del legalismo resultan divertidas. Después que me casé con mi bella esposa Darlene, fui más consciente de esto. Cuando llegábamos a un nuevo país, las esposas de los misioneros la informaban sobre las «normas culturales». No debía ponerse vestidos sin mangas. El pelo corto también suponía un problema, pero Darlene lo disimulaba con una peluca artificial. En cierto país, una mujer sospechó de la longitud del pelo de Darlene. —¿Cuán largo es su pelo señora Cunningham?— preguntó. Darlene le dijo que podía sentarse sobre él. La mujer asintió con señales de aprobación. Pero cuando Darlene le dijo que podía pisárselo, los ojos de la mujer se hincharon de admiración. La conversación llegó al climax cuando Darlene le dijo: —Es más, puedo incluso arrojarlo por la ventana. Ni los misioneros ni las iglesias que les enviaron creían ya en esas normas. Pero las mujeres debían conformarse a las reglas que otros misioneros habían establecido hacía cuarenta, cincuenta o sesenta años. Las normas se convirtieron en absolutos. «Una mujer no puede ir al cielo si lleva vestidos sin mangas o el pelo corto». Los fariseos eran individuos que amaban las Escrituras. Eran hombres de la Palabra. Pocos cristianos han memorizado tanto la Biblia como ellos lo hicieron. A pesar de ello, no conocían la verdad. ¿Estoy diciendo que la Biblia no es verdad? No, en absoluto. Sin embargo, el estudio de la Biblia sin escuchar al Espíritu de Dios, puede conducir al legalismo y a la muerte espiritual. ¡Los fariseos no reconocieron la verdad cuando Jesús les miraba a la cara! Tenían la letra de la ley, que mata.21 Les faltaba la vida que brota cuando el Espíritu Santo revela la Palabra a una persona. LA TRAMPA DEL LIBERALISMO El peligro opuesto ocurre cuando la gente toma las verdades absolutas de la Biblia y las cambia para adaptarlas a los tiempos. Nunca debemos mirar al mundo para que nos defina la verdad. Los absolutos de Dios nunca cambian, porque los absolutos provienen de Su naturaleza santa y de Su carácter santo.

No hay ni asomo de mudanza ni sombra de variación en Él, según Santiago 1:17. Cuando se toman los absolutos de la verdad y se hacen relativos, se entra en el liberalismo teológico. Uno de los ejemplos más extremos de esto es el Seminario de Jesús (Jesus Seminar), al que asisten teólogos modernos para decidir por votación cuáles versículos de la Biblia son verdaderos. La Biblia asegura que esa conducta deja sin efecto la palabra de Dios22 y promete un fuerte castigo a todo aquel que hace tal cosa.23 No se debe usar la propia cultura como una norma para medir la Escritura. Al contrario, se debe permitir que la Biblia sea la norma que mida la cultura. Así pues, ¿cómo sabremos cuáles declaraciones bíblicas son absolutas y cuáles son relativas a un tiempo, lugar y situación concretos? Jesús afirmó que el Espíritu Santo nos guiaría a toda verdad.24 Dijo que aquellos cuyo corazón estuviera entregado a obedecer a Dios reconocerían la verdad.25 Hay dos directrices fundamentales que debemos seguir cuando se trata de asuntos de fe o práctica religiosa. LA PRIMERA DIRECTRIZ: CONOZCA A DIOS Nunca hay verdades nuevas en la Biblia. La verdad es eterna y se origina en la persona de Dios. Ni siquiera la Biblia es el fundamento de la verdad. El Dios mismo que inspiró los escritos de la Biblia es nuestro fundamento. Uno puede conocer la Biblia de cabo a rabo, procurar obedecer todo lo que dice y seguir tan perdido como lo estaban los fariseos. La letra de la ley mata; el Espíritu vivifica. La Biblia no fue antes que Dios, sino al contrario. Es posible incluso hacer del estudio bíblico un ídolo que nos aleje del Dios de la Biblia. Dios es El que es, y su carácter revelado en las Escrituras es el fundamento de la verdad. Por lo tanto, cuando la Biblia afirma: «sed santos, porque yo soy santo»,26 debemos de ser santos. La palabra dice también que Dios es justo en todos sus caminos y misericordioso en todas sus obras.27 Él nos ordena ser justos y misericordiosos porque así es su carácter. La justicia es también importante para Dios. Él pone en aviso a los jueces, que son observados en sus tribunales para verificar si están exaltando su justicia.28 Cuanto mejor se conoce a Dios como Él es, tanto mejor se entenderá la Biblia y la manera correcta de aplicar sus principios a la vida cotidiana. Por eso es necesario leerla con humildad, pidiendo a Dios que nos ayude. Él está

esperando abrirnos su Palabra. No hay verdades nuevas, pero es posible recibir un nuevo entendimiento de las verdades que siempre han estado en las Escrituras. LA SEGUNDA DIRECTRIZ: EMPLEE LA ESCRITURA PARA ENTENDER LA ESCRITURA Nunca se debe juzgar un versículo aislado del resto. Al contrario, debemos tener en cuenta toda la Biblia para decidir sobre algunos temas particulares. Se toma lo que se sabe de Dios y de su carácter, y se somete un pasaje a la luz de otras escrituras. ¿Causa cierto versículo bíblico la impresión de que Dios es injusto, imprudente o falto de amor? Esto no es posible, porque sabemos que Dios es siempre justo, sabio y amoroso. La Biblia entera así lo manifiesta. Si parece ser de otra manera en cierto pasaje, el problema proviene de nuestra interpretación. Dios y su Palabra son infalibles: nuestra interpretación de su Palabra no lo es. Lo mismo sucede con otros rasgos de su carácter. Dios nunca será engañoso, ni injusto. Nunca será infiel ni inclemente. Pablo instó a Timoteo a que aprendiera a usar bien la Palabra verdadera.29 Si usamos bien la verdad de Dios, la Escritura nunca contradirá su carácter. ¿FUE DIOS INJUSTO CON LAS MUJERES? Pablo dijo en 1 Corintios 14:34: «Vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice». ¿Estaba Pablo dando una verdad absoluta o una afirmación relativa, es decir, una enseñanza para corregir una situación particular en la iglesia de Corinto? Si Pablo hubiera declarado un principio absoluto, alegando que las mujeres debían guardar silencio en la iglesia, ciertamente habría contradicho lo que el Espíritu habló a través de Joel: «Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas... Y también sobre los siervos y sobre las siervos derramaré mi Espíritu en aquellos días»30 Pedro también citó esta promesa de Dios el día de Pentecostés.31 Si Pablo hubiera dicho que las mujeres debían guardar silencio siempre, se habría contradicho a sí mismo. Tan solo tres capítulos antes, en 1 Corintios 11:5, él instó a las mujeres a orar y profetizar. La profecía consiste en dar

testimonio público de Jesús, según Apocalipsis 19:10. En 1 Corintios 14:3, Pablo explica que la profecía debe tener el propósito de edificar (enseñar), exhortar (corregir) y consolar (animar). Cuando Pablo enseñó a las mujeres cómo tenían que orar y profetizar, esperaba de ellas que lo hicieran en voz audible y en público. Por otra parte, si Pablo estaba manifestando una verdad absoluta al exigir a todas las mujeres que permaneciesen calladas en la iglesia, deberíamos aplicar su exigencia a todo sonido de cualquier mujer en la iglesia. Según eso, a las mujeres no sólo debería prohibírseles predicar, sino también cantar, orar en voz alta, dar testimonios de alabanza, o incluso dar anuncios. No deberían siquiera reír al escuchar los chistes del predicador, ni toser. ¿Parece esto ridículo? Considere la distancia que las mujeres han tenido que recorrer para cumplir lo que se ha enseñado como verdad bíblica absoluta. Sophie Mueller es un ejemplo. Fue misionera en Colombia a finales de la década de los cuarenta. Trabajó cerca de la confluencia de los ríos Orinoco y Amazonas fundando al menos quinientas iglesias. Pero a ella le habían enseñado que las mujeres debían guardar silencio en la congregación y por eso tuvo que enseñar al aire libre. Cuando llovía, esta misionera pionera enseñaba a sus discípulos debajo de un cobertizo. ¿Era esto necesario? ¿Es la iglesia un edificio? Por supuesto que no. La iglesia son las personas. O tomemos el ejemplo de Watchman Nee, maestro bíblico chino cuyos libros siguen siendo clásicos de la devoción. Nee se convirtió mediante la predicación de una mujer evangelista china llamada Dora Yu y fue grandemente influenciado por otras mujeres piadosas (tanto chinas como misioneras extranjeras) quienes le enseñaron la palabra de Dios.32 Pero más tarde Nee recibió la influencia de algunos cristianos (no en la China), que prohibían a las mujeres enseñar o predicar en la iglesia. Como consecuencia de estas enseñanzas contra las mujeres predicadoras (las cuales Nee aceptó por un tiempo), la obra de varias mujeres evangelistas fue detenida en la China. No obstante, al menos en una ocasión, los hombres se escondieron detrás de las cortinas para escuchar a las predicadoras cuando enseñaban la Biblia a otras mujeres.33 ¿Puede usted imaginarse a los hombres escondidos detrás de cortinas, escuchando a una mujer enseñar las Escrituras, tomando apuntes y después saliendo a enseñar a otros hombres? ¡De alguna manera, plagiar a esa

mujer (robándole sus ideas) se consideraba más justo que permitirle predicar a los hombres! Las cosas se complican cuando el hombre añade sus normas a la Palabra de Dios. El legalismo suele conducir a increíbles acrobacias mentales. Por ejemplo, uno de los Diez Mandamientos nos ordena hacer del sábado un día santo. Todos estamos de acuerdo en que los Diez Mandamientos son verdades absolutas para todos los tiempos, para todas las gentes, y en todo lugar. Pero, ¿qué quiso Dios decir exactamente cuando mandó descansar el séptimo día y santificarlo? A los rabinos judíos les llevó varios siglos elaborar directrices para obedecer este mandamiento. No se podía trabajar el sábado, pero ¿qué sentido tenía esto? Dado que viajar era considerado un «trabajo», ellos se inventaron una medida que llamaron «la caminata del sábado.» Sólo se podía caminar esa distancia, y nada más. Si se superaba, ya sería trabajo, y se incurría en pecado. La gente preguntaba a los rabinos: «¿Qué quieren decir? ¿Caminar desde dónde hasta dónde?» Los maestros decidieron que sólo se podía andar la distancia prescrita desde el propio hogar. Luego alguien preguntó: «¿Y qué pasa con el panadero? Él no tiene hogar, vive en la panadería». Los rabinos aclaraban que la distancia permitida era desde las posesiones que un hombre tenía. En los años y siglos subsiguientes algunos judíos cumplidores de la ley hallaron una forma de ser justos, sin dejar de ser los primeros en traer sus productos al mercado el día festivo. Un agricultor podía caminar con su mercancía la distancia prescrita, dejar allí parte de su carga, y volver para recoger el resto. Sólo tenía que repetir el proceso varias veces, distribuir los bultos, caminar durante toda la noche, descargar y volver por el resto. Podía así recorrer una gran distancia y llegar temprano al mercado, ¡sin haber pecado! Antes de esbozar una sonrisa consideremos lo lejos que estamos dispuestos a llegar para aplicar nuestras propias reglas y explicar lo que Dios quiso realmente decir en la Biblia. ¿Qué hemos de concluir en relación con la instrucción de Pablo a las mujeres sobre guardar silencio en la iglesia? Él estaba sencillamente restaurando el orden en una congregación desordenada. Quizá allí había mujeres poco educadas e ignorantes que interrumpían haciendo preguntas.

Pablo les aconsejó que esperaran y preguntaran a sus maridos en casa. El coautor de este libro, David Hamilton, profundizará en este pasaje en los capítulos 14 y 15, demostrando que la intención de Pablo era restaurar el orden. Él no estaba mandando callar a todas las mujeres en todo lugar y tiempo. Pablo no confrontó todas las leyes y costumbres griegas y romanas en forma directa. Hizo lo mismo que Jesús. Trabajó dentro de la cultura de la época, pero estableció principios verdaderos que la transformarían por completo. Estableció principios que permitirían a las mujeres recibir educación y subir al púlpito para impartir la palabra de Dios. ¿CUÁL ES EL ABSOLUTO DE DIOS EN CUANTO AL GÉNERO MASCULINO-FEMENINO? Tomemos un paso atrás y examinemos esta diferencia en el ministerio cristiano, recurriendo a lo que ya hemos aprendido para comprender las Escrituras. El conocer a Dios nos proporciona entendimiento, y el contrastar un pasaje con otros nos ayuda a discernir la verdad. David Hamilton, mi coautor, examinará detenidamente los versículos que han perturbado a las mujeres cuando desempeñan ministerios públicos. Pero por ahora, pregúntese a sí mismo: ¿Cuál es el principio absoluto de Dios que debería guiar nuestro pensamiento a este respecto? ¡La igualdad! La igualdad absoluta. ¿Qué modelo nos brinda la Trinidad entre Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo? Igualdad. No hay jerarquía en la Trinidad, sólo igualdad absoluta.34 ¿Qué quedó establecido en el jardín del Edén cuando Dios, Elohim (unidad plural) creó al hombre y a la mujer a su imagen? La igualdad. ¿Qué absoluto no se contradice nunca en la Escritura? La igualdad. No tan sólo la igualdad entre el hombre y la mujer, sino entre todos los pueblos de cualquier raza, antecedentes étnicos y clases sociales; entre los que tienen y los que no tienen. La gente contradijo este principio universalmente válido para toda persona desde los albores de la historia. En el libro de Génesis, la gente decidió construir una torre. Aún hay constructores de torres hoy, pero las actuales son más sutiles que la de Babel. Las torres actuales son jerarquías, diagramas piramidales y estructuras que parecen asignar a algunas personas más valor

que a otras. Nuestras estructuras jerárquicas comienzan en el orgullo y la autoafirmación, no en Dios y su Palabra; por eso acaban en injusticia. Las jerarquías son de origen griego y humanista. Incluso la tentación del primer hombre y la primera mujer en Génesis 3, «seréis como Dios», sugiere que debían afirmarse y elevarse a sí mismos. Nosotros debemos rechazar esta tentación. Todos tenemos el mismo valor, aun cuando tengamos personalidades únicas, dones, llamados y funciones distintos. Dios estableció un sistema judicial humano en Éxodo 18 porque era necesario. Concedió a ciertas personas control sobre otras, basándose en la necesidad de orden en un mundo imperfecto y pecaminoso. Estableció autoridades sobre la tierra, ya sean padres para gobernar familias o líderes para la iglesia, o para el gobierno, porque los necesitamos para funcionar en la práctica. Pero no debemos confundir la función social con el valor de la persona. Cada uno de nosotros es igualmente valioso delante de Dios. Debemos andar imitando conscientemente el modelo amoroso y humilde que nos ha dado la Trinidad, respaldada por la palabra de Dios. Jesús nos enseñó a lavarnos mutuamente los pies, a servirnos los unos a los otros. Este es el principio que debe imperar en el Cuerpo de Cristo y, en última instancia, en toda sociedad y nación: la igualdad absoluta entre el hombre y la mujer. Los hombres y las mujeres fueron creados a imagen de Dios. Jesús pagó el precio más alto por ambos con su muerte en la cruz. «Porque de tal manera amó Dios al mundo... (no sólo a los varones), que entregó a su Hijo unigénito» Las almas son almas. Un alma de hombre no es más valiosa que la de una mujer. La mujer es absolutamente igual al hombre a los ojos de Dios; por lo tanto, ellas también deben de ser iguales a nuestros ojos. Esta es la única manera en que el hombre y la mujer pueden llegar a ser «uno» en espíritu, cuando se hacen una sola carne en el matrimonio. Si aplicamos este principio en las iglesias obtendremos la unidad de que habló Pablo en Efesios 4; llegaremos a ser una sola fe y un solo cuerpo. Entonces veremos la edificación de los santos, y el mundo será influido por Cristo y Su reino. Este es el absoluto de Dios para todos nosotros.

3. TUS DONES Y TU DESTINO Por Loren Cunningham

Duncan Campbell fue testigo de uno de los avivamientos más insólitos de la historia en las islas Hébridas de Escocia, en la década de los años cincuenta. Una noche, a la luz del largo crepúsculo septentrional, el hermano Campbell acababa de concluir una reunión en una pequeña iglesia. Él observaba a los asistentes dirigirse a casa a través de los jardines. De repente vio que ellos empezaban a desmayarse bajo una ola invisible de convicción de pecado, clamando a Dios en arrepentimiento. El mover del Espíritu Santo que se inició aquella noche se extendió a través de las islas Hébridas. El hermano Campbell y sus colaboradores vieron ocurrir cosas increíbles durante varios meses de despertar espiritual. Campbell llegó a ser amigo mío muy querido y enseñaba con frecuencia en las escuelas de formación de Juventud con una Misión. Viajamos juntos por las Hébridas para ministrar. Me contó que una vez, estando sentado, Dios sacudió el edificio con un viento sobrenatural, como en el día de Pentecostés. Muchas iglesias invitaron al hermano Campbell para que les hablara del avivamiento que experimentaron en las Hébridas. Fue invitado por una de Londres, particularmente conocida por su legalismo. Después de la reunión los ancianos se reunieron con él aparte. Estaban desilusionados. ¿Por qué Campbell no les había hablado del tremendo mover de Dios acaecido en la isla de Barvas? El hermano Campbell dijo:

—Yo creí que ustedes no querían que les contara esa historia. Le preguntaron por qué, si allí habían ocurrido las cosas más emocionantes que tuvieron lugar en la Hébridas. Campbell respondió: — No les conté lo que allí ocurrió porque Dios no me usó a mí. Se valió de dos compañeras de trabajo. Los ancianos guardaron silencio; luego el anciano principal se echó a reír. —Bueno, si Dios usó un borrico en una ocasión, ¡supongo que podrá usar también a una mujer!1 La intención del anciano fue jocosa, pero el mensaje subyacente fue ciertamente triste. De forma inconsciente emulaba la enseñanza de Aristóteles, quien dijo que las mujeres eran de una categoría inferior a los hombres, aunque superiores a los animales. ¿Puede Dios usar a la mujer en el ministerio público? Los que se plantean esta pregunta se cuestionan qué dones concedidos por Dios permiten ellos que use la mujer. ¡Qué presunción! Piense en las implicaciones. La palabra de Dios dice que no debemos tocar a sus ungidos o hacer daño alguno a sus profetas.2 Dios nos advierte que no debemos apagar su Espíritu.3 Sin embargo, la gente rutinariamente «toca» a las mujeres ungidas de Dios, perjudicando su ministerio y apagando la obra del Espíritu a través de ellas. Yo creo que esto es lo que sucede cuando la gente niega a las mujeres el derecho a ministrar. Lo he visto a través de los años: los que se oponen al misterio de las mujeres suelen ver que su propia obra se marchita. Examinemos más atentamente el tema de los dones de Dios para el ministerio. La palabra «don» en el español, tiene varios significados. En este capítulo trataremos de tres clases de dones: naturales, dones impartidos por el Espíritu Santo y dones de ministerio. DONES NATURALES Uno de los significados de la palabra don es «un talento recibido desde la concepción de la persona», como cuando se dice de cierta persona que «está bien dotada para la música.» ¿Tiene Dios algo que ver con esto? ¿Es Él la fuente de nuestros talentos y capacidades innatas? ¿O somos una combinación al azar del ADN de nuestros padres y otros ascendientes?

La Biblia responde esta pregunta en el Salmo 139, que muestra a Dios en acción, creándonos durante nueve meses en el vientre de nuestra madre. Como afirma el versículo 13, Él formó nuestras entrañas en el vientre de nuestra madre. La singularidad de las huellas dactilares, el timbre de voz, la retina y el ADN, dan testimonio de que Dios se involucró personalmente en la creación de cada uno de nosotros. Cada uno de nosotros fue hecho «a mano» por Dios. El versículo 14 asegura que somos hechos de una manera formidable y maravillosa. El texto no dice que «los hombres fueron hechos así en un 100%, mientras que las mujeres sólo en un 75%». Falso; tanto el hombre como la mujer fueron entretejidos de manera habilísima, creados a imagen de Dios.4 Usted está naturalmente dotado. No es un accidente. Fue voluntad de Dios que usted naciera. Ninguno de nosotros fue una colisión al azar de un esperma con un huevo. Dios le creó intencionadamente. Mientras lo estaba entretejiendo dentro de su madre, le dotó para alcanzar un destino particular, según el versículo 16 de ese mismo Salmo. Él le diseñó de una manera única y le concedió dones naturales para dar cumplimiento a su destino. La Biblia afirma que los dones y el llamamiento de Dios son irrevocables.5 Son de por vida. Esto no significa que Dios ignore el carácter y use a una persona no justificada como si tuviera los dones del Espíritu Santo. Esto hace referencia a los dones naturales que Él tejió en usted en los nueve meses que pasó en el vientre de su madre. Él no los retira si usted decide darle la espalda y contristar su corazón. Usted puede optar por usar sus dones para fines pecaminosos. El pecado no borra el diseño, sino que lo desfigura. Puede emplear sus dones para ser un gran artista, un realizador de talento, un atleta fuera de serie, un empresario de éxito, o un líder carismático; y, no obstante, estar entregado al egoísmo, siendo cada vez más corrupto y corrompiendo a otros. O puede optar por buscar la voluntad de Dios, reconocer sus dones naturales y permitirle usarlos de manera sorprendente. Isaías fue un excelente comunicador. Veamos: «Jehová me llamó desde el vientre... puso mi boca como espada aguda».6 Así explica cómo le llamó Dios para ser luz a las naciones. Ya sea uno coreano, americano o keniano, las palabras de Isaías conmueven a todo aquel que las lee. Isaías no fue el único dotado desde el vientre. Jeremías fue también llamado desde la matriz para ser un profeta a las naciones.7 De Ester se dijo que ella fue

puesta en el reino de Persia, en aquel tiempo concreto, para un propósito específico.8 Pablo fue llamado desde el vientre para ser un apóstol.9 Juan el Bautista fue llamado desde el vientre de su madre, e incluso lleno del Espíritu estando todavía en su seno. Su llamamiento consistió en ser enviado de Dios para anunciar el advenimiento de Jesús.10 Dios también la ha llamado a usted, mujer, desde el vientre de su madre. Usted es una mujer, o un hombre, enviados por Dios, como lo fue Juan. Pero, ¿enviado adonde? ¿Para hacer qué cosa? ¿Cómo puede descubrir lo que Dios quiere que haga? En primer lugar permita que Jesús sea su Salvador y su Señor. Entonces Él hará que su llamamiento personal sea claro, a su manera, y en su tiempo perfecto. Haga la misma elección que Pablo hizo. Él dijo que proseguía para ver si lograba aquello que fue también logrado por Cristo Jesús.11 Usted debe apoderarse de su destino, si bien Dios lo planeó para usted desde el vientre de su madre. Pero no lo recibirá de una manera pasiva. Yo comencé a entender mi llamado cuando tenía trece años. Me arrodillé y le prometí a Dios que obedecería cualquier cosa que me mostrase. Ese es el lugar donde uno debe de empezar: antes de saber de qué se trata dígale a Dios que obedecerá cualquier cosa que Él le pida. Nunca podrá llamarle honestamente «Señor» a menos que esté dispuesto a hacerlo. Si uno obedece a Dios, recibirá más revelación, se moverá en una mayor libertad y estará en vías de ser lo que Dios pretendió que fuera. Le vendrán como anillo al dedo Su mayor satisfacción llegará cuando se someta a Dios y cumpla el propósito para el que fue creado. Dios le ha dotado para llevar a cabo lo que le ha llamado a hacer. Él no es injusto. Nunca le pedirá que haga algo sin darle la capacidad de realizarlo, ni tampoco le concederá un don para luego decirle que no lo use. El llamado que Dios le ha dado es una responsabilidad tremenda. Nosotros hemos aprendido después de más de cuarenta años de dirigir a cientos de miles de misioneros voluntarios, que si alguien intenta hacer algo para lo que otro ha sido dotado y llamado a hacer, acabará frustrado. Si uno se sale de su esfera de llamamiento acabará confundido y confundirá a otros. Pero cuando hace lo que Dios le ha llamado a hacer, se sentirá a gusto. Tendrá descanso consigo mismo y con su llamado. Esto no quiere decir que no tendrá que

crecer. Por supuesto que sí. Experimentará estiramientos y desafíos, pero el llamado de Dios no le aplastará. Él le concederá la gracia para cumplir lo que le ha llamado hacer. Y ciertamente nunca será aburrido. Será emocionante. ¿Qué ocurrirá si Dios le llama a hacer algo que otros dicen que no puede hacer? ¿Qué sucederá si su cultura le prohíbe hacer lo que Él le ha mandado? ¡Deberá obedecer a Dios, antes que a la gente! Esto no supone rebelión; es simplemente hacer lo que Pedro y Juan hicieron.12 Ellos reconocieron que una autoridad superior les pedía hacer algo contrario a las órdenes de las autoridades terrenales. ¿A quién obedecerá usted, a Dios o al hombre? ¿Qué hubiera ocurrido si las personas que cambiaron su mundo como Martín Lutero, William Carey o William Wilberforce hubieran hecho sólo lo que era agradable ante su cultura o tradición, o a los ojos de los líderes de su tiempo? El tema de este libro no es ligero. Esta no es sólo una controversia reciente en la iglesia o el tópico de moda. Se trata de dilucidar si millones de mujeres van a obedecer a Dios, si van a cumplir el destino que Él les preparó estando aún en el vientre de sus madres. Estamos hablando de hacer lo que Dios le pide a usted que haga. Cuando usted comparezca delante de Dios, Él no le va a preguntar: «¿Qué te mandó hacer tu familia? ¿Hiciste lo que te mandó tu padre o tu madre? ¿Qué era conveniente hacer según tu cultura? ¿Estaban todos de acuerdo con la carrera que escogiste?» No. Le preguntará qué hizo con los dones que Él le concedió. Le preguntará si obedeció a su llamado. DONES DEL ESPÍRITU Si permanecemos sometidos a Dios y a su llamamiento, Él nos permitirá ir más allá de nuestros dones naturales. Él imparte dones por su Espíritu para ocasiones concretas, a individuos particulares y para necesidades específicas. Suele haber confusión en la iglesia en torno a lo que se conoce como «dones del Espíritu». Hay al menos cuatro listas de dones en el Nuevo Testamento,13 pero se pueden agrupar en dos categorías: los dones impartidos por el Espíritu Santo (charismata), y los dones de ministerio. Los dones impartidos por el Espíritu Santo Los dones impartidos por el Espíritu Santo son: —la palabra de sabiduría por el Espíritu14 —la palabra de ciencia15

—el don de fe16 —los dones de sanidades17 —la capacidad de hacer milagros18 —la profecía19 —el discernimiento de espíritus20 —diversas clases de lenguas21 —la capacidad de interpretar lenguas desconocidas22 A veces decimos de alguien que «tiene» el don de sanidad. Pero estos dones no son poseídos por ninguno de nosotros. Son impartidos por el Espíritu Santo, concedidos a personas rendidas para ministrar a las necesidades de una persona o grupo.23 Los dones del Espíritu son recibidos por la persona que tiene necesidad de sanidad o de una palabra de sabiduría. El Espíritu puede usarle con un don particular a lo largo de su vida o una sola vez. A veces Él usa brevemente a personas que no están rendidas a Él, tal como cuando profetizó por medio del rey Saúl24, o cuando habló por medio del sumo sacerdote Caifás cuando éste intentaba sentenciar a Jesús a muerte.25 El maestro aseguró que en el juicio final habrá personas que alegarán haber profetizado en Su nombre... ¡pero que nunca le conocieron!26 Observe que Jesús no les echará en cara haber hecho tales cosas, pero advierte que esas personas se perderán por la eternidad. El acento debe recaer sobre el dador, no sobre los dones. Debemos permitir que el Señor continúe siendo «Señor», y ponernos a su disposición para cualquier don que Él quiera usar en nosotros para cubrir las necesidades ajenas. Los dones de ministerio La otra categoría de dones del Nuevo Testamento (los dones de ministerio) tiene que ver con la función en el Cuerpo de Cristo. Dios repartió estos dones en el Cuerpo según su voluntad.27 Si obedecemos a Dios y miramos a nuestro alrededor con su discernimiento, encontraremos personas con los dones adecuados, que han sido puestas para realizar lo que Dios les ha llamado a hacer. Si llevamos a cabo estas funciones en obediencia, también Él nos dará una mayor unción y más dones impartidos por el Espíritu. Dios concede estos dones de ministerio para que una persona sea: —apóstol28 —profeta29

—evangelista30 —pastor31 —maestro32 —servidor o ministro33 —exhortador34 —dador35 —líder36 —una fuente de compasión37 —ayudador38 —administrador39 —predicador40 —otros dones41 Estos dones pueden solaparse o combinarse unos con otros. El dador de fondos puede realizar la misma función como ayudador. En muchas personas operarán más de uno de estos dones. Alguien puede estar dotado como profeta y como evangelista. Lo que es importante es darse cuenta de que todos estos ministerios sirven para un propósito: edificar el Cuerpo de Cristo y llevar a cabo la obra de Jesús sobre la tierra. Sólo hay un Cuerpo de Cristo, un Espíritu, una esperanza, un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos.42 ¿Cómo se puede leer Efesios 4 y luego separar los dones allí mencionados en categorías masculina y femenina? ¿No nos dividiría esto en dos cuerpos? ¿Concede Dios dones a la mujer sólo para enseñar a otras mujeres en un cuerpo femenino de Cristo? ¿O forma ella parte del único Cuerpo? Pablo dijo que en Cristo ya no hay varón ni mujer, no hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre.43 Todos somos uno en Cristo Jesús: un cuerpo, no dos o tres o más. SIN GESTOS SIMBÓLICOS La Biblia deja bien claro que nosotros no elegimos a quien han de concederse esos dones. No hemos de vigilar la congregación para descubrir que un 60 por ciento son mujeres y asegurarnos que les corresponde el 60 por ciento del liderazgo. Ni debemos asignar cuotas a otros grupos dentro de la iglesia según su edad, origen étnico, o clase. Eso sería un gesto «simbólico o cultural» y podría engendrar tanta injusticia como intenta corregir.

Es Dios quien decide a quién llamar y cómo dotarle en ciertas maneras. Es su diseño. Él establece las cuotas. Pero tampoco debemos adoptar una actitud pasiva en este asunto. Hemos de estar dispuestos a los cambios que Él produce. Nuestra responsabilidad es obedecerle y, si ejercemos liderazgo sobre otros, promover a aquellos a quienes Dios ha dotado. 1 Corintios 12:11 afirma: «Pero todas estas cosas (dones) las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere». A veces Dios nos sorprende y sacude nuestra forma de ver el mundo. Hace cosas que nunca le permitiríamos hacer. Esto es lo que sucedió en Hechos 10. Dios derramó el Espíritu Santo sobre «los gentiles». Esto no debía ocurrir, según los apóstoles, quienes llamaron a Pedro para que lo explicara. Pero Pedro respondió: «¿Quién era yo que pudiese estorbar a Dios?»44 Dé la misma manera algunos pensarán que Dios no debe usar a las mujeres para ciertos propósitos; pero si Él decide hacerlo, ¿acaso podemos estorbarle? ¿Qué dones (naturales, impartidos por el Espíritu Santo, o de ministerio) puede Dios conceder a las mujeres? ¿No es ridículo plantearse esta pregunta? ¿Hay algún don que Dios conceda a la mujer, que ella no pueda usar piadosamente para su gloria? ¿Puede hacerlo en el cuerpo de Cristo? ¿Puede también Dios usar a las mujeres en público, con sus dones y llamados específicos? MUJERES DOTADAS PARA DIRIGIR, EN LA BIBLIA Yo he oído a algunos afirmar que el liderazgo es masculino. Sin embargo, si éste fuera masculino (gracias a alguna cualidad intrínseca en la composición genética masculina) ¿por qué hay tantos hombres que carecen de capacidad de liderazgo? ¿Y por qué hay mujeres que sí la tienen? Algunos afirman que aun en el caso de que una mujer esté dotada para el liderazgo, no se le debe permitir dirigir en la iglesia. Lo que en realidad quieren decir es que Dios cometió un error en este caso. Tal vez ocurrió un accidente, o un error, mientras Él las formaba en el vientre de sus madres. O quizá Dios está quebrantando Sus propias normas al capacitar a ciertas mujeres para dirigir, bendiciéndolas y ungiéndolas en su liderazgo. Otros dicen que a veces Dios permite que una mujer dirija porque no hubo un hombre capacitado. Pero eso significaría que en tales ocasiones Dios actúa

injustamente, ignorando o dejando a un lado sus propias leyes. ¡No puede ser así! Lo peor de todo es lo que esto implica en cuanto al carácter de Dios. Nosotros somos su pueblo, y debería preocuparnos mucho la imagen que tiene el mundo de Él. Es un Dios justo y recto. Una enseñanza que le haga parecer injusto puede ser un ataque a su carácter. ¿Capacitaría Dios a una mujer para dirigir, y decirle luego que jamás lo puede hacer? Si Él dota a una mujer para dirigir y nosotros se lo prohibimos, estamos siendo injustos y carentes de rectitud. Para refutar esta idea (el liderazgo es exclusivamente masculino) sólo se necesita hallar una mujer en la Biblia que haya sido una líder bien dotada. Tan sólo «una» mujer, obviamente capacitada, ungida y llamada por Dios para dirigir. Si escrutamos la Escritura encontraremos no solo una sino varias, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Débora fue líder, profetisa45 y jefe de estado, lo mismo que Samuel y otros profetas, antes que Israel tuviera rey. Además, dado que la canción que ella compuso está en el quinto capítulo de Jueces,46 también fue una de las personas inspiradas por el Espíritu Santo para hablar la Palabra de Dios, el texto sagrado de la Biblia.47 Muchos años antes que Débora hubo otra gran dirigente. Cuando Israel se estaba incubando como nación durante cuarenta años en el desierto, y ya eran tres o cuatro millones de personas, les fueron nombrados tres líderes: Moisés, Aarón y María. Dios dijo: «Envié delante de ti a Moisés, a Aarón y a María.» 48 ¡Una tercera parte del liderazgo nacional era femenino! Y esto durante los años críticos de su formación, cuando la gente tenía que hacer frente a la incertidumbre y a las dificultades, mientras atravesaban un territorio hostil e inexplorado. Las responsabilidades de María, como las de sus dos hermanos, fueron enormes. El liderazgo no fue el único don que ejerció María. También fue profetisa y líder de alabanza, valiéndose de la música y la danza.49 ADALID DE MUCHOS El Nuevo Testamento proporciona varios ejemplos de mujeres líderes en la iglesia primitiva. En Romanos 16:1, Pablo escribe: «Os recomiendo además a nuestra hermana Febe, la cual es diaconisa de la iglesia en Cencrea.» Este es un

capítulo interesante en el que Pablo menciona a muchos de sus colaboradores más íntimos. En el versículo uno demostró un importante principio al recomendar a su colega Febe a la iglesia de Roma. Si él no hubiera hecho esto, alguna persona sin escrúpulos podría haberse presentado en Roma diciendo: «Yo estoy con Pablo. Confiad en mí. ¡Soy un líder!» Por aquel entonces también había falsos profetas, lobos que diezmaban el rebaño con falsas doctrinas. De modo que Pablo envió una carta recomendando el liderazgo de Febe. Lo mismo hizo con Tito al enviarlo a la iglesia de Corinto.50 Fijémonos en una palabra clave en Romanos 16:1, que en el caso de Febe aparece como «diaconisa» en algunas traducciones, y como «sierva» en otras. En griego es diakonos. Casi siempre que aparece esta palabra en el Nuevo Testamento se traduce por «ministro». Esta palabra se usaba para hacer referencia a los ministros del Evangelio. Febe era una líder clave de la iglesia de Cencrea. ¿Por qué en este caso la palabra diakonos se traduce como «sierva» o «diaconisa» en vez de «ministra», como ocurre en cualquier otro pasaje en que se menciona el liderazgo masculino? Ambas traducciones son correctas. Sin embargo, la incoherencia de los traductores refleja su propia perspectiva, no la realidad bíblica. No hay nada de malo en llamar a un pastor «siervo». Jesús enseñó que todos debemos ser líderes siervos.51 Pero si la palabra diakonos es traducida aquí por «sierva», también debería serlo cuando se mencionan líderes varones. Pablo siguió exhortando a la iglesia para que la recibieran «como es digno de los santos... porque ella ha ayudado a muchos, y a mí mismo,» 52 En el griego original, la frase «ella ha ayudado» se traduce con la palabra «prostatis». Una vez más cuestiono la manera en que esta palabra ha sido traducida. Por supuesto, los líderes ayudan a aquellos a quienes dirigen. Es parte de su función. Pero Pablo usaba la palabra prostatis para definir el liderazgo excepcional de Febe. Flavio Josefo fue un historiador judío contemporáneo de Pablo. En sus obras aparece veinte veces la palabra prostatis.53 La empleó para referirse a César, líder respetado y temido en todo el mundo conocido. Josefo dijo que el César era prostatis del universo. ¿Habría dicho algún traductor que: «César es el «que ha ayudado» al universo? ¡Por supuesto que no! Hubiera traducido: «César es el señor del universo» o, «César es el amo...».

La palabra prostatis connota que alguien más fuerte ayuda a alguien más débil. Un prostatis es alguien que actúa con autoridad. Pablo aseguraba que Febe era esa especie de líder. Ella había sido adalid de muchos, incluido el propio Pablo. Éste se lo estaba haciendo saber a la l iglesia de Roma para que la recibieran de una manera apropiada. Febe había extendido su liderazgo y su protección a muchos. Junias fue otra líder a quien Pablo llamó apóstol. En Romanos 16:7, Pablo declaró: «Saludad a Andrónico y a Junias, mis parientes y mis compañeros de prisiones, los cuales son muy estimados entre los apóstoles [énfasis añadido], y que también fueron antes de mí en Cristo». Un viejo amigo de nuestra familia, el doctor Gordon Fee, ha escrito una obra acerca de Corintios, que muchos eruditos bíblicos consideran definitiva.54 Fee es profesor del Regent College en Columbia Británica, Canadá. Él y otros eruditos afirman que Junias fue mujer apóstol así como Pablo fue hombre apóstol. DOCE DISCÍPULOS VARONES Algunos se han opuesto al liderazgo de la mujer en la iglesia porque Jesús llamó a doce apóstoles varones para que fueran sus discípulos. Aseguran que debemos seguir su ejemplo y nombrar solamente líderes varones en la iglesia. Si este fuera un argumento válido, ¿por qué reducir las exigencias al género? Jesús escogió sólo a judíos, de una nación y de una región: Galilea. Todos los que Él escogió hablaban arameo. Por lo tanto, ¿No deberíamos nosotros elegir sólo a líderes que hablen arameo y sean judíos varones, nacidos en Galilea? ¿Por qué hay tan pocas mujeres líderes en las Escrituras? Antes de la ―caída‖ por el pecado original, el 50 por ciento del liderazgo era femenino.55 ¿Por qué Dios no elevó al menos al 50 por ciento de las mujeres al liderazgo después? Lo ignoro. Lo único que sé es que Dios es justo. Él es quien elige a los líderes, de modo que los números dependen de Él. Sin embargo los humanos somos capaces de resistir el designio de Dios, e ir en contra de su voluntad. Tal vez Él desee que más mujeres sean líderes, pero la dureza del corazón de los hombres lo impide. ¿Por qué no llamó Jesús a una o dos mujeres entre los doce? Lo ignoro también. Jesús admitió mujeres en el grupo que ministraba y viajaba con Él.56 Quizás no escogió a ninguna mujer entre los doce por causa de las férreas creencias culturales a las que se tuvo que enfrentar. En los tiempos de Cristo

los judíos habían abandonado la igualdad de sexos que Dios les otorgó en Génesis 1-3. En vez de ello se pusieron del lado de las culturas dominantes, griega y romana, y creyeron que la mujer era inferior. Jesús diseñó un programa muy específico para sus tres años de ministerio activo. No confrontó todos los prejuicios de su tiempo. Dijo a sus discípulos que tenía muchas otras cosas que enseñarles, pero que aún no estaban listos.37 Entregó primero a Pedro el plan revolucionario de extender el Evangelio a los gentiles, y luego fundamentalmente a Pablo. Y como vimos en el capítulo anterior, Jesús no confrontó la esclavitud. Cortó sus raíces, pero tristemente tuvieron que transcurrir dieciocho siglos hasta que sus seguidores se dieron cuenta del pecado. Parece que a lo largo de los tiempos, los prejuicios con implicaciones económicas llevan más tiempo y son más difíciles de superar culturalmente. Tanto la esclavitud como el género son asuntos que acarrean repercusiones económicas en la sociedad. Piense en el mundo al que vino Jesús. Los griegos y los romanos creían que la mujer era inferior, e incluso que no formaba parte de la raza humana. Añádase a esto el desprecio a la mujer en la enseñanza rabínica y se verá cuán osado fue Jesús al tratarla de la forma en que lo hizo. Hay que admirar también a Pablo, cuya aplicación de la enseñanza de Jesús le llevó a respaldar el liderazgo de mujeres como Febe y Junias, en la iglesia primitiva. OTRAS DESTACADAS MUJERES LÍDERES A lo largo de la historia Dios ha usado mujeres líderes en tiempos críticos. Catalina la Grande sacó a Rusia del feudalismo. Juana de Arco reanimó a las descorazonadas tropas francesas, arrastrando a un príncipe atemorizado a la batalla y la victoria. En el siglo XVIII, la reina Isabel I se las arregló para poner fin al derramamiento de sangre ocasionado por la persecución religiosa en Inglaterra, al tiempo que mantuvo a raya a sus enemigos. Su largo reinado trajo consigo una edad dorada de exploración y nuevas ideas. En nuestros días hemos visto mujeres capacitadas dirigir naciones. La democracia más populosa de la tierra, en la India, fue gobernada por Indira Gandhi durante catorce años. Golda Meir se hizo cargo del gobierno en la etapa crucial que siguió al renacimiento de la nación de Israel. Margaret Thatcher, junto con Ronald Reagan, salieron airosos de la Guerra Fría.

Corazón Aquino se granjeó la confianza de los filipinos después de los desastrosos años del general Marcos. Ya que Dios puede usar mujeres para dirigir la política, también puede capacitarlas para otras funciones importantes. Examinaremos esto en el próximo capítulo.

4. MUJERES PROFETISAS, EVANGELISTAS Y MAESTRAS Por Loren Cunningham

Volvamos a las Escrituras para ver qué otros dones de ministerio exhibieron las mujeres. No pretendo ofrecer una lista exhaustiva, sino unos cuantos ejemplos de mujeres que usaron sus dones ministeriales. ¿NO DEBEN SER PROFETISAS LAS MUJERES? Ya hemos visto que María y Débora fueron profetisas. Otra mujer que ejerció este ministerio fue Ana,1 usada por Dios para anunciar la llegada del Mesías cuando el niño Jesús fue llevado al templo. Esta no fue una palabra privada, detrás de bastidores, sino una proclamación pública en el centro de adoración. De hecho, fue un momento crucial de la historia del cristianismo. Otra profetisa fue Hulda; ella comprobó que el rollo de la Ley hallado en el templo era la palabra de Dios y ayudó a dar a luz la gran reforma religiosa en los días de Josías.2 Isaías declaró que su esposa era profetisa.3 Las cuatro hijas de Felipe profetizaban, según Hechos 21:8-9. ¿Qué es un profeta? El profeta en la Escritura realiza dos funciones: puede ser lo mismo que un predicador (el que habla por boca de Dios algo que concierne al presente) o alguien que predice el futuro. Apocalipsis 19:10 aporta una definición: «Porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía». Veamos un día trascendental para la historia en que el espíritu de profecía fue derramado.

UN NACIMIENTO EXPLOSIVO ¿Recuerda la escena del día de Pentecostés? Ciento veinte hombres y mujeres estaban orando en el templo de Jerusalén. De repente, un fuerte viento barrió el atrio exterior. Las columnas temblaron y el suelo se estremeció. Los ojos de los creyentes se abrieron y cada uno de los presentes miró a su alrededor y vio que ¡el pelo de su vecino (no el de todos) estaba en llamas! Se quedaron boquiabiertos y se oyeron unos a otros emitiendo palabras desconocidas. Palabras sin sentido parecían brotar de su interior. Los labios se movían pero las mentes no comprendían. En ese momento no importaba. Un gozo líquido, ardiente, se extendió de la cabeza al resto del cuerpo. Con alabanza atronadora comenzaron a declarar las Buenas Nuevas. Los creyentes fueron rodeados inmediatamente por miles de personas. Entre la multitud se encontraban peregrinos religiosos procedentes de todas las regiones del Mediterráneo. Los 120 hombres y mujeres escogidos, rebosantes aún de gozo, se esparcieron por entre la muchedumbre. Todos balbuceaban palabras que no entendían. Grupos de curiosos les rodeaban. Todo parecía muy extraño. Se oyeron murmullos entre la muchedumbre. Un curioso vociferó: «¡Están borrachos! ¡No son más que un grupo de borrachos!» Burlas de asentimiento se propagaron por el atrio, pero se oyó una protesta desde un extremo. Un árabe con turbante polvoriento, gritó agitando emocionado los brazos por encima de las cabezas de la gente. «¡Ella está hablando árabe! ¡Acérquense! ¡Escúchenla! Habla de Dios...» Entonces guardó silencio y se preguntó en voz audible: «¿Cómo puede ser que esta campesina galilea haya estado en mi país? Sin embargo, ¡habla perfectamente el árabe!» De súbito la gente se apretujó tratando de abrirse camino hasta encontrar a alguien que hablara su lengua materna. Esto es lo que sucedió según Hechos 2. El Espíritu Santo no cayó tan sólo sobre los once apóstoles que quedaban. Descendió sobre los 120 discípulos, hombres y mujeres, y todos los espectadores encontraron a alguien que predicaba en su propia lengua. Pedro tuvo que levantarse y dar explicaciones. Después de todo, aparte de las extrañas señales sobrenaturales, muchas mujeres predicaban y declaraban las maravillas de Dios.4 Esto no solía ocurrir. De modo que Pedro les recordó las palabras del profeta Joel: «Después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos

soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días».5 Cada detalle del sermón de Pedro fue importantísimo aquel día, ya que estaban asistiendo al lanzamiento de la iglesia universal. Uno de sus rasgos fue la ausencia de barreras de género, clase y nacionalidad. El Espíritu Santo estaba siendo derramado sobre hijos e hijas, siervos y siervas. Fue una tremenda aurora de libertad para la mujer y para gentes de toda clase, raza y nación. MUJERES CAPACITADAS PARA ENSEÑAR ¿Qué decir acerca de las palabras de Pablo a Timoteo: «No permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio?»6 ¿Qué significa esto? Yo he leído a cierto autor que interpretó este pasaje en el sentido de que ninguna mujer debe enseñar jamás a ningún hombre nada, en ningún lugar ni ocasión. Como vimos en el capítulo anterior, hay verdades absolutas declaradas en la Escritura y hay verdades relativas para un tiempo y situación particular. Si 1 Timoteo 2:12 fuera declaración de una verdad absoluta para todo tiempo y toda persona en todo lugar, habría que aplicarla a cualquier esfera de la vida. Ninguna mujer debería enseñar nunca a un hombre. Punto. ¿Cómo se puede permitir que haya mujeres que enseñen a hombres en la enseñanza secundaria, colegio o en cualquier nivel de la educación formal? Tampoco podrían enseñar a los niños en la escuela dominical. Si esa afirmación fuera un absoluto de la Escritura, (como los Diez Mandamientos) entonces su quebrantamiento sería pecado. Se podría generalizar y llegar a decir que ninguna mujer debe instruir a su hijo en el uso del baño, ni enseñarle a atarse los zapatos, ni cepillarse los dientes. Esta idea es ridícula. Se puede edificar un argumento lógico a partir de esta palabra de Pablo, y pretender que ninguna mujer enseñe jamás a un hombre. Pero, ¿sería acaso verdadero? Se puede construir un argumento lógicamente impecable, pero si se basa en una premisa falsa, entonces será falso. Como se vio en el último capítulo respecto al don del liderazgo, si (hay ejemplos en la Biblia en los que Dios usa mujeres para enseñar y luego bendice el resultado, entonces la premisa (que Dios no desea que las mujeres enseñen) es incorrecta. ¿Hay mujeres maestras en la Biblia? ¡Ciertamente!

¿Sabía usted que al menos 886 versículos de la Escritura nos han sido legados mediante la intervención de mujeres?7 Un ejemplo: las hermosas palabras de María glorificando a Dios en Lucas 1:46-55. Pablo dijo a Timoteo que toda Escritura ha sido inspirada por Dios para enseñar.8 Si Dios realmente prohibió a la mujer enseñar, entonces los hombres no deberían leer versículos transmitidos por mujeres, tales como las palabras de María, porque en ese caso serían enseñados por ellas. De hecho, si se lleva este argumento hasta su conclusión lógica, para evitar ser enseñados por mujeres, esos 886 versículos deberían ser extirpados de la Biblia. Una de las enseñanzas más apreciadas de la Biblia (Proverbios capítulo 31) fue dada por el rey Lemuel. Éste reconoció que se trataba de una profecía que su madre le enseñó. El capítulo esboza las funciones y atributos de la mujer piadosa. Además de enseñar a su hijo Lemuel la actitud de la mujer virtuosa, ella debió también ser un modelo para éste mientras crecía. Priscila y Aquila llamaron aparte a Apolos para instruirle.9 Éste era una estrella emergente en la iglesia primitiva, pero tenía algunas ideas que era preciso corregir. Priscila y Aquila le expusieron más exactamente los caminos del Señor. Algunos han declarado que exponer la verdad no es lo mismo que enseñar. ¿Pero es posible exponer la verdad a alguien sin enseñarle? ¿Es posible ser enseñado sin ser expuesto a la verdad? La enseñanza es también una parte necesaria del oficio de profeta, porque para hablar en nombre de Dios hay que enseñar a los que escuchan. Pablo menciona en el Nuevo Testamento a varias profetisas que hablaron de parte de Dios. Romanos 16 menciona a María, así como a Priscila y Aquila, a quienes Pablo llamó «colaboradores» en Cristo Jesús. Añade que todas las iglesias de la gentilidad tenían una deuda con Priscila y Aquila. María y Priscila no fueron las únicas colegas mujeres que Pablo mencionó. De los treinta y nueve colaboradores cuyos nombres menciona, más de la cuarta parte eran mujeres.10 Me he encontrado con algunos que intentan separar la enseñanza de otras alocuciones públicas. Hace años, un misionero bien intencionado permitía a las mujeres hablar brevemente en las reuniones de iglesia, pero sólo para informar de lo que Dios había hecho a través de ellas. No les permitía citar versículos durante su testimonio porque eso hubiera sido enseñanza. Esto no

es sino un juego de palabras. No se puede hablar de Jesús sin instruir a los creyentes, sin exponer los perdidos a la verdad, sin enseñarles. ¿ES MÁS FÁCIL ENGAÑAR A LAS MUJERES? Algunos han declarado que no se puede permitir que las mujeres enseñen, porque el pecado entró en el mundo por causa de la debilidad de la mujer. ¡Cuidado! La palabra de Dios dice claramente que fue Adán el que condujo a la humanidad al pecado.11 Otros afirman que las mujeres son engañadas con más facilidad. Aseguran que muchas sectas han sido fundadas por mujeres. Cuando se oye repetidamente una mentira empieza a parecer verdad. Pero, ¿es esto cierto? Veamos cuáles son las cinco sectas más grandes que hay en el mundo occidental: los Mormones, los Testigos de Jehová, la Cienciología, la Iglesia de la Unificación y la Ciencia Cristiana. Sólo la última fue fundada por una mujer.12 No se puede afirmar de todas las sectas, grandes y pequeñas, que hayan sido fundadas por mujeres. Entre otras cosas, porque es muy difícil hacer una lista de todas las sectas, ya que aparecen constantemente otras nuevas. Dos de las sectas más infames de tiempos recientes que condujeron a un suicidio masivo estaban lideradas por hombres: el Templo del Pueblo, en Jonestown y la Puerta del Cielo en San Diego. La secta Aum Shinri Kyo que colocó gas venenoso en el subterráneo de Tokio, matando a doce e hiriendo a varios miles de personas, estaba dirigida por un hombre. Lo mismo que el Templo Solar, en el mundo de habla francesa, que arrastró al menos a setenta y nueve personas a cometer un suicidio ritual. Entonces, ¿qué quiso Pablo dar a entender cuando le dijo a Timoteo: «No permito a la mujer enseñar?» David Hamilton, mi coautor, tratará con más detenimiento esta cuestión en los capítulos 16 y 17. Pero para mí, es tan sencillo como juzgar una escritura a la luz de otra. Nunca debemos sacar un versículo de su contexto y construir una doctrina sobre él, ignorando su contexto histórico. Ni tampoco levantar una enseñanza en torno a un versículo, menospreciando textos bíblicos que contradicen la interpretación de aquel versículo aislado. En el Nuevo Testamento Pablo exhortó a Timoteo para que no abandonara la enseñanza que había recibido de su madre y su abuela.13 Dios ha usado su

cuerpo, incluidas las mujeres, para hablar al mundo a lo largo de la historia. No hay categoría alguna de ministerio en la Palabra en la que Él haya prohibido universalmente a las mujeres participar. POR SUS FRUTOS LOS CONOCERÉIS La Biblia asegura que hemos de juzgar los ministerios por sus frutos. Si hacemos esto, veremos que las maestras de la Biblia han recogido los frutos más sustanciosos en la historia reciente. Yo he leído que el doctor Billy Graham, el doctor Bill Bright y el ex capellán del Senado de los Estados Unidos, el doctor Richard Halverson, reconocen la influencia de una mujer piadosa, y muy singular —Henrietta Mears—, quien fundó la editorial Gospel Light Press, líder en la producción de materiales cristianos educativos. ¿No resulta irónico que las iglesias que prohíben a las mujeres enseñar usen frecuentemente materiales de una editorial fundada por una mujer? Los libros de la señora Mears, como el clásico ¿De qué trata la Biblia?, han instruido a muchos cientos de miles de personas en todo el mundo. Algunas de ellas crecieron en su caminar con Dios tras la lectura de este libro. Pero esas mismas personas hicieron un viraje y dijeron que Dios no podía usar a la mujer para enseñar. No tenemos que remontarnos muchos años para encontrar mujeres maestras en el cuerpo de Cristo. Una de las maestras católicas más famosas de la televisión es la madre Angélica. Y ¿dónde estaría el movimiento de oración sin Vonete Bright o Cindy Jacobs? Jack Hayford ha dicho que Joy Dawson es, quizá, la más destacada maestra de oración intercesora de nuestro tiempo.14 En 1967 tuve el privilegio de alojarme en la casa de Jim y Joy, en Nueva Zelanda, por varias semanas. Ellos me cedieron un pequeño apartamento en el sótano, en donde hice ayuno y oración por una semana. Durante el tiempo que estuve con los Dawson me convencí de que el Señor deseaba lanzar a Joy a un ministerio mundial de enseñanza. Cuando regresé a los Estados Unidos hice por Joy lo que Pablo hizo por Febe hace muchos siglos. Envié cartas a muchos pastores y hablé con algunos líderes, recomendándoles su ministerio. Joy salió de Nueva Zelanda para hacer su primer viaje por el extranjero y enseñó en siete países. Desde entonces ha ministrado en todos los continentes, y cientos de miles han seguido sus

enseñanzas por televisión y video, han leído sus libros y escuchado sus muchos mensajes grabados. Mientras permanecí en casa de los Dawson, Joy me enseñó los principios de la oración intercesora, y cómo oír la voz de Dios, los cuales cambiaron mi vida y moldearon a «Juventud con una Misión» por varias décadas.15 No puedo imaginarme qué hubiera sido hoy de JUCUM sin la enseñanza de Joy Dawson durante nuestros años formativos, y hasta la fecha. Fue para mí un gran privilegio abrirle las puertas, así como a otros hombres y mujeres de Dios. Es uno de los dones que Dios me dio: la capacidad de reconocer y lanzar a otros en su ministerio. A su vez, ellos me han abierto puertas a mí. Así es como funciona el reino de Dios. Un caluroso día de septiembre de 1968, en California, una mujer llamada Jean Darnall entró en mi despacho. Yo la conocía a través de su ministerio radiofónico. Ella nunca había oído hablar de mí, pero me informó que el Señor le había mostrado mi nombre y le había mandado que me buscara y me dijera que Él la estaba llamando a trabajar en el Reino Unido y Europa. Ella investigó por varias semanas hasta descubrir quién era yo. Me dijo humildemente: «No sé por qué le estoy diciendo esto. Tan sólo estoy obedeciendo al Señor». Le respondí que yo también había sido llamado a Europa y que me trasladaría allí en algunos meses. Jean pasó a ser una gran influencia y una excelente maestra de JUCUM. Hasta el día de hoy ella continúa siendo usada por Dios en esta organización. Al mismo tiempo, ella ha abierto puertas claves en el Reino Unido para mí y para otros líderes de JUCUM. En un capítulo anterior comenté la influencia de las mujeres que enseñaron a Watchman Nee. Los líderes de ese movimiento en China solían sentarse detrás de una cortina para tomar apuntes mientras una mujer enseñaba la Biblia a otras. ¿Quién sabe cuántas otras grandes maestras colocaron cimientos anónimos detrás del escenario? MUJERES EVANGELISTAS EN LA BIBLIA El Salmo 68:11 declara: «El Señor daba palabra; había grande multitud de las que llevaban buenas nuevas». Ya sea que ojeemos la Biblia u otros libros de historia, hallamos ejemplos notables de mujeres que proclaman las buenas nuevas. Algunas tienen el don de persuasión, que hace de ellas excelentes

evangelistas. No hay pocos, sino muchos ejemplos de mujeres evangelistas en la Biblia. En el Nuevo Testamento, la primera evangelista que llevó las Buenas Nuevas fuera de los límites de la cultura judía fue la mujer samaritana que se encontró con Jesús en el pozo.16 Jesús superó increíbles barreras culturales en su tiempo y deshizo tabúes de siglos para hablar con ella. Habló con una mujer perteneciente a una minoría racial despreciada, a una secta marginal, y de conducta inmoral, con quien ningún hombre decente querría ser visto en público. Pero lo más importante para nuestro estudio: ¡Jesús entabló con aquella mujer un diálogo teológico! A las mujeres judías, samaritanas o de cualquier otra procedencia no se les enseñaban las Escrituras. Muchos rabinos judíos rehusaban hablar con mujeres que no fueran parientes cercanas. Algunos evitaban incluso mirar a las mujeres, ganándose el mote de «Fariseos sangrantes» porque cuando una mujer pasaba a su lado, cerraban los ojos y se caían o chocaban contra las paredes. Usted recordará la conversación de Jesús con aquella mujer en el pozo. Él la condujo amablemente al arrepentimiento. Se convirtió inmediatamente en una evangelista, y se apresuró por llegar a la ciudad para dar las Buenas Nuevas. Observe que Jesús no corrió tras ella para recordarle que era una mujer, y que no debía hacer tales cosas. ¿No debía ella contárselo a sus parientes varones para que ellos evangelizaran la ciudad? Si usted duda de que a las mujeres se les deba permitir ser ministras, le plantearé dos preguntas: La primera, ¿qué verdad de la Biblia es más importante para nuestra salvación? ¿Qué hecho distingue a Jesús de los demás profetas y aspirantes a mesías? ¡La resurrección de Jesucristo! Según Pablo, todo gira en torno a este punto.17 Y la segunda pregunta, ¿a quién confió Dios primero esta verdad, la más importante de la Biblia? A las mujeres. Las mujeres fueron las primeras en proclamar las Buenas Nuevas de la resurrección. Ellas fueron a la tumba, la encontraron vacía y corrieron a contárselo a los otros discípulos. ¿Fue ésta una elección deliberada de Dios? ¿No podía el ángel haberse aparecido a los hombres en el aposento? ¿Por qué no se presentó Jesús directamente allí en vez de aparecerse primeramente a María Magdalena? ¿Se rezagó deliberadamente en el huerto para que los hombres tuvieran que escuchar esta increíble historia de labios de mujer?

Yo he notado que Dios suele probar el orgullo de los hombres haciendo que se sometan de alguna manera al ministerio de las mujeres antes de confiarles un gran milagro. Tanto Elías como Elíseo tuvieron que depender de mujeres que les brindaran el ministerio de hospítalidad antes que Dios les permitiera resucitar muertos,18 ¿Es acaso fácil recibir el ministerio de hospitalidad? La prueba de Elías no fue fácil. No aceptaba una invitación para asistir a un almuerzo elegante, con una mesa aderezada para una ocasión especial. Se trataba de hospitalidad a un nivel elemental: evitar morirse de hambre. ¿Le resultaría a usted fácil llamar a la puerta de una viuda durante una hambruna y pedirle comida, más aún, cuando ella sólo disponía de una sola ración para su hijo y para sí? Naamán era como un general de cinco estrellas en el ejército sirio del rey Aram. Antes que Dios le sanara de la lepra tuvo que someterse al ministerio de una muchacha sierva. Tuvo que ser humillado aún más, como se ve en el relato de 2 Reyes 5:1-14. Pero su primer paso fue hacer caso a la muchacha esclava que le habló del poder de Dios para sanar. Ésta hizo la obra de una evangelista. MUJERES EVANGELISTAS EN LA HISTORIA El Ejército de Salvación del general William Booth fue una de las organizaciones evangelizadoras más agresivas de la historia. Los operarios del Ejército de Salvación se acercaban a los peores suburbios de la Inglaterra del siglo XIX, trabajaban en vecindarios en que los delincuentes campeaban a sus anchas, y llegaban hasta ciertos rincones en que apenas osaba adentrarse la policía. El fundador de este grupo audaz confesó: «¡Algunos de mis mejores hombres son mujeres!» Esta fue una declaración revolucionaria en su tiempo. El general William Booth y su esposa Catherine, fueron predicadores de renombre. Sus contemporáneos aseguraban que Catherine era mejor que él en el púlpito. Su marido nunca la retuvo, al contrario, la animó a usar los dones que había recibido de Dios como predicadora y líder. Cuando su hija Evangeline tenía sólo diez años, su padre la oyó predicar (a sus muñecas) sobre el tema «Dios es amor» con tal poder y solemnidad que tomó apuntes. Cuando era adolescente, Evangeline visitaba las tabernas para cantar y hablar del amor de Dios. Se pasaba el día entre niñas pobres, vendedoras de flores, y vestía como ellas para identificarse con sus

condiciones de vida. Cuando era capitana juvenil en el Ejército de Salvación fue invitada a compartir su fe con tres miembros del Parlamento inglés. MUJERES QUE HOY CAUSAN IMPACTO Una de las evangelistas más dotadas de nuestros días es la hija del doctor Billy Graham, Anne Graham Lotz. Ella es una conferenciante itinerante cuyo ministerio creciente la lleva a aparecer en auditorios y estadios repletos de gentes que acuden a oír sus ungidas predicaciones, Ella dice que «a veces parece como si cayera fuego derramado por el Señor.»19 Su padre y su hermano Franklin aseguran que Anne es la «mejor predicadora de la familia».20 Pero no todos han aceptado su ministerio con los brazos abiertos. En una conferencia de pastores celebrada en 1988, algunos, deliberadamente, giraron las sillas para no tener delante a una predicadora. Lotz no intenta convencer a tales personas. Sólo dice: «Cuando la gente tiene problemas con las mujeres en el ministerio, deben presentárselo a Jesús. Él es quien nos ha levantado». JUCUM ha sido muy bendecida con muchas colaboradoras espiritualmente robustas. Estas mujeres han viajado a los lugares más difíciles y han realizado algunas de las obras más importantes para Dios. 1. Evey Heckman y Reona Peterson Joly arriesgaron su vida y su libertad para llevar el Evangelio a Albania, cuando aún era la nación más estrictamente marxista de la tierra. Fueron sentenciadas a muerte ante un pelotón de fusilamiento. Durante su tremenda prueba no vacilaron. Proclamaron firmemente el Evangelio a sus captores hasta que al final fueron deportadas del país. 2. Nancy Neville es una veterana líder de JUCUM. Dios usó a esta pequeña gigante para lanzar un movimiento misionero latinoamericano en un continente con fama de cultura machista. 3. Eliane Lack guió un grupo por inclinadas y peligrosas sendas a través del Himalaya, para visitar al poco conocido pueblo zanskar. Uno de los animales (un yac) que transportaba sus provisiones, tropezó y murió al caer por la pendiente; pero Eliane y el grupo que la acompañaba prosiguieron su camino hasta el remoto valle en donde evangelizaron a los zanskar.

Marcia Suzuki y Braulia Ribeiro iniciaron la obra de JUCUM en el Amazonas, haciendo caso omiso de las flechas hostiles, de jaguares, serpientes y enfermedades, con tal de traducir la Biblia a las tribus primitivas. 5. Liz Baumann Cochrane fue encarcelada en Nepal porque su grupo estaba logrando muchos conversos para Cristo. Su liderazgo ayudó a abrir camino para que miles de nepaleses entraran en el reino de Dios. 6. Mi esposa Darlene me ayudó a fundar nuestra misión. Su papel ha sido inconmensurable ya que ha instruido a miles de líderes claves, ministrando, y dirigiendo escuelas de formación en todos los continentes. No hay espacio para mencionar a todas las mujeres que admiro por su valor y trabajo. Tapadas con negros y largos velos, dos de nuestras jóvenes fueron hace poco a ministrar a las mujeres cristianas perseguidas en un país cerrado del Medio Oriente. Otra joven irrumpió en una comisaría de policía hace algunos años para rescatar a un joven a quien la policía estaba a punto de matar a golpes. Una de nuestras médicas ha sido dos veces secuestrada en zonas de guerra. Actualmente tenemos mujeres que sirven en secreto en países donde se castiga con pena de muerte la actividad misionera. Dos jóvenes madres «Jucumeras» fueron asesinadas por causa de su testimonio, una neozelandesa y la otra estadounidense de Florida. Estas son algunas de las heroínas de JUCUM. Como misión, hemos sido muy bendecidos al dar libertad a las mujeres para que lleguen a ser lo que Dios les llamó a ser. Pero tenemos que enviar a muchas más. 4.

UN SECRETO SORPRENDENTE DE LA IGLESIA MÁS GRANDE DEL MUNDO Muchos han oído hablar de la iglesia más grande del mundo pastoreada por el doctor Cho Yonggi en Seúl, Corea. El doctor Cho ha sido amigo mío por muchos años. La primera vez que visité Corea, hace treinta años, su iglesia estaba ensayando una obra pionera para «solo» seis mil miembros. Actualmente el doctor Cho cuenta con 763.000 miembros en su congregación. Mucho se ha escrito acerca del crecimiento espectacular de su iglesia, pero se ha pasado un secreto por alto. Tengo permiso del doctor Cho para contar su historia.

Hace treinta años, cuando estábamos en su despacho, el doctor Cho me confesó: —Loren, tengo un problema. Mi suegra, la Sra. Choi, es una excelente maestra de la Biblia y predicadora; pero en nuestra cultura las mujeres no deben enseñar ni predicar. ¿Qué puedo yo hacer? —Déjala predicar —le respondí. Él se encogió de hombros: —Como estadounidense, no entiendes lo que eso significa para un coreano. —Bueno, tengo una idea —le dije—. Invita a mi mamá —la señora Cunningham— para que venga a predicarles aquí en Corea. El doctor Cho ya conocía a mis padres. La primera vez que viajó a los Estados Unidos era todavía un predicador joven, desconocido, y se alojó en casa de mis padres. El doctor Cho me contó que mi madre, Jewell, le había hablado de la Palabra de Dios en el desayuno. —Puesto que mi mamá procede de otra cultura, los coreanos aceptarán su predicación, —insistí yo—. Luego, tan pronto como termine de hablar mi mamá, haz que tu suegra suba al púlpito. Los feligreses notarán la comparación. Se darán cuenta que no es cuestión de cultura sino de ejercer el ministerio de la palabra. El doctor Cho invitó a mi mamá a predicar en su iglesia. Después de intervenir mi mamá, la Sra. Choi intervino como líder y predicadora. Ella fue la primera de miles de mujeres que llegaron a ser ministras bajo el liderazgo del doctor Cho. Varios años más tarde la saludé en un evento en el estadio olímpico de Berlín, en donde ambos intervenimos. Me habló de cierto país que acababa de visitar, en donde la obra de Dios había sufrido dificultades por muchos años: «¡Todas sus iglesias son tan pequeñas! Y todas han impedido el ministerio a sus mujeres; no les permiten hacer lo que Dios quiere. Yo les he aconsejado que promuevan a sus mujeres, pero ellos insisten en que el problema no radica en esta cuestión. Me preguntaron por qué nuestra iglesia era tan floreciente y les volví a decir que liberaran a sus mujeres, pero ¡no quieren escucharme!» Dios ha concedido a este hombre la iglesia más grande del mundo para pastorearla, con setecientos pastores en planta, incluidas muchas mujeres y treinta mil grupos de célula, la inmensa mayoría de los cuales están dirigidos

por mujeres.21 ¿No cree usted que Dios desea decirnos algo a todos nosotros mediante este ejemplo? UNA OCTOGENARIA VALEROSA Corrie ten Boom fue una profetisa, maestra y evangelista muy ungida. Mi esposa Darlene y yo tuvimos el privilegio de tenerla por amiga y maestra en las escuelas de JUCUM. La llamábamos «Tante Corrie» (tía Corrie en holandés). Mi esposa estima mucho una cafetera que fue una de sus pertenencias. Este recipiente aún conserva la fragancia del café de tía Corrie. La queríamos muchísimo. Allá por los años setenta, cuando tía Corrie vivía en Holanda y nosotros en Suiza, un día me telefoneó. «Loren, este sábado cumplo los ochenta. ¿Podríais venir el viernes y orar por mí? Yo creo que Dios desea concederme un nuevo ministerio para mi cumpleaños». Yo me sentí realmente humillado. Ésta era una guerrera poderosa que había mostrado el poder de Dios de maneras desconocidas para mí, e incluso había sido prisionera en un campo de concentración nazi donde fallecieron su padre y su hermana. También había conocido al Señor casi cuarenta años antes que yo, Pero fue emocionante el momento en que Darlene y yo le impusimos las manos aquel viernes en Baarn, y oramos para que el Señor le concediera el nuevo ministerio a tía Corrie. Después de aquella oración, millones de personas en todo el mundo leyeron su testimonio: El refugio secreto. Más tarde, el doctor Billy Graham produjo una película basada en este libro. En los cinco primeros meses vieron la película nueve millones de personas. Tía Corrie se compró una maleta roja, viajó por todo el mundo y ministró a más personas en los últimos años de su vida que en los ochenta hasta entonces vividos. Algunos dirán que Corrie ten Boom no era evangelista: lo único que hacía era compartir sus experiencias. ¡Ojalá todos compartiéramos con tanto poder! En la época que precedió a la caída de la Cortina de Hierro, tía Corrie solía viajar a Rusia para ministrar. Como sabía que las habitaciones del hotel estaban siendo probablemente vigiladas, ella y su colaboradora sostenían largas conversaciones en las que se predicaban una a otra el Evangelio en holandés, en alemán y en inglés. La veterana guerrera holandesa nos refirió en una ocasión con un guiño: «Después de todo, alguien tenía que escuchar aquellas grabaciones».

LOS HOMBRES AUTÉNTICOS PROMUEVEN A LAS MUJERES Qué emocionante ha sido desempeñar un pequeño papel en la promoción de lo que Dios quería hacer a través de Corrie ten Boom, Joy Dawson y otras mujeres líderes en Corea. Este es uno de los grandes privilegios que he conocido. ¿Fomento yo un feminismo radical? No; precisamente lo opuesto. Aspiro a defender el derecho de las mujeres y de los hombres a seguir el llamado de Dios en su vida, y darles cada vez más la oportunidad de servir al cuerpo de Cristo con todos sus dones. Algunas mujeres son llamadas a ser líderes; otras a ser amas de casa. Las mujeres deben tener la libertad de obedecer a Dios y sentirse satisfechas con el don que Él les ha concedido. A algunos les preocupa que las mujeres puedan perder su feminidad si usan sus dones de ministerio. Pero Dios es el dador de su feminidad, así como de los dones que han recibido. Él no contradirá un don con otro. Ni tampoco una mujer que obedezca a Dios amenazará la masculinidad de los hombres que se han rendido a Cristo. Un hombre auténtico es capaz de promover a la mujer en el ministerio público. Un hombre de Dios no teme a los hombres; teme al Señor. La sumisión a Dios es la fortaleza esencial. Yo he descubierto que cuanto más personas promuevo en el ministerio, incluidas las mujeres, tanto más Dios me promueve a mí. Ciertos cristianos reaccionan contra la promoción de mujeres líderes debido a lo que han visto en el movimiento feminista moderno. Es verdaderamente lamentable que tantas feministas se hayan vuelto tan radicales en su amargura y su odio hacia los hombres. Pero muchas sólo han conocido sufrimiento y humillación de parte de los varones más allegados a ellas. Los hombres que formamos la iglesia debemos reconocer las ofensas que las mujeres han recibido de manos de nuestro género a lo largo de los siglos, y pedirles perdón. Dios nunca deseó que todo esto ocurriera. La verdadera libertad surge cuando nos sometemos a Jesús y unos a otros en humildad. Cualquier movimiento que procure liberación, sin tal sometimiento, acabará forjando cadenas más pesadas. Sólo la libertad que proporciona Jesús permitirá a las personas llegar a ser aquello que Dios quiso que fueran. La Biblia afirma que las mujeres que proclaman las buenas nuevas son una gran multitud,22 ¿Hay algún don que Dios no pueda usar en mujeres rendidas a Él? Dios es el dador de todo buen don y dádiva perfecta. Él fue quien

capacitó a Henrietta, Catherine, Corrie y Joy. Y le ha capacitado a usted. Use los dones que Él le ha concedido. A continuación nos adentraremos en la realidad histórica del mundo de Jesús y de Pablo, estudiando las sociedades griega, romana y judía. Mi coautor, David Hamilton, les guiará a los fundamentos bíblicos establecidos para conseguir la libertad de todas las mujeres.

5. HIJAS DE PANDORA Por David Hamilton

Menciónese la historia y los ojos de algunas personas comienzan a ponerse vidriosos. Pero la historia para mí no es mera memorización de polvorientas y aburridas fechas y nombres difíciles de pronunciar. Para mí es una búsqueda fascinante, volver a un pasado lejano en busca de claves, de piezas de un rompecabezas que nos ayude entender la realidad de hoy. Para comprender el dolor y la incertidumbre de nuestro tiempo, el hundimiento del hogar, la distorsión de los valores morales y aclarar el embrollo de la sociedad actual, debemos retroceder a la antigua Grecia. Acompáñeme hasta una época y lugar bien distintos. Salga de la sombra de un pórtico y lo primero que siente es el sol abrasador de Grecia sobre su cabeza y espaldas. Después un olor le embarga (un olor dulzón, nauseabundo), mezcla de sudor humano, estiércol de asnos y caballos, humo de hogueras lejanas y puestos cercanos del mercado, fruta madura, carne y pescado fresco, y un sutil perfume de todos los productos que hay en las cestas. Va caminando por la calle y es arrastrado por un río humano hacia las afueras de la ciudad. Levanta la mirada hacia la claridad que tiene delante y distingue una árida colina con una especie de templo en la cumbre. A medida que se acerca distingue sus blancas columnas de mármol tallado que sostienen un enorme tejado, a contraluz de un cielo increíblemente azul. Le acompañan varios hombres, algunos ataviados de lino blanco, inmaculado. Otros sólo llevan sucios taparrabos y una cinta de cuero alrededor del cuello. Éstos últimos avanzan penosamente, acarreando las cargas o tirando de pesados carros.

Mientras asciende por la ladera observa una cavidad protegida bajo unos cipreses. A su sombra se encuentran varios jóvenes sentados en el polvo, a los pies de un anciano de piernas arqueadas. El hombre les habla, y a pesar del calor, ellos muestran un aspecto de frescura y descanso. Le escuchan con atención. Usted también siente atracción hacia el anciano, se esfuerza por captar su mensaje, emitido en un acento desenvuelto, patricio. «No existe el Hades», declara pausadamente el maestro. «No tenemos temor a un castigo en algún lugar remoto, desolado. Nuestro castigo nos acompaña aquí y ahora. El precio por el pecado fue impuesto en el albor del tiempo por el mismo Zeus, cuando nos afligió con estas criaturas. Él también lo concibió para que no pudiéramos existir sin su ayuda ni soportar su compañía.» Un borbotón de risas le interrumpe. «No podemos huir de este dolor, ya que vive entre nosotros. Es nuestras hermanas, nuestras madres, novias, esposas, hijas, queridas y concubinas. Además, si nos pasamos la vida haciendo el mal de manera cobarde, después Zeus nos devolverá a esta vida como mujeres». Haga usted, querido lector, una pausa para asimilar lo que acaba de oír, y diríjase a un acompañante para preguntarle: «¿Quién es ese hombre que habla así?» «¿Cómo es que este maestro no conoce al más grande filósofo que aún habita entre nosotros, discípulo del mismísimo Sócrates?» Esta breve escena podrá sorprenderle. ¿No fue Platón uno de los grandes filósofos de quien nos hablaron en el colegio? Si nuestra educación fue un poco más avanzada, probablemente estudiamos algunos de sus escritos. Platón vivió durante los años dorados de Grecia, y sería difícil sobrestimar su influencia. Cierto erudito dijo que la historia de la filosofía podría ser definida como «una serie de notas sobre Platón».1 Apenas nos estamos dando cuenta, pero Platón y otros filósofos, poetas, dramaturgos, médicos y pensadores políticos griegos, siguen influenciándonos en todos los niveles: desde los libros que más se venden y las películas que se proyectan en nuestros cines, hasta los temas que se enseñan en universidades, seminarios e institutos bíblicos. De hecho, para entender la mentalidad típica occidental (especialmente la idea que hoy se tiene de la mujer y su función) hay que retrotraerse a los griegos, ya que el diálogo que oímos al comienzo de este capítulo es sólo parte de lo que se

pensaba y se ensenaba en la antigua Grecia. Y como veremos en este capítulo, aquellas enseñanzas antiguas sentaron las bases de las creencias del mundo Mediterráneo, las tierras conquistadas por el Imperio romano y, en última instancia, la civilización occidental. LOS NARRADORES El poeta Homero sentó las bases de lo que creyó la sociedad griega. Homero vivió ocho siglos antes del Señor Jesucristo y creó las leyendas de los tiempos antiguos, Las historias que contó en La Iliada y la Odisea, fueron luego relatadas una y otra vez, estudiadas, interpretadas, dramatizadas y discutidas durante muchos siglos, Llegaron a constituir el fundamento de todo lo que los griegos creían acerca de sus dioses, de sí mismos y de todo lo que existía. Y (lo más importante para nuestro estudio de la mujer y su función), Homero inventó las creencias y costumbres para una posteridad milenaria, Un escritor actual comenta las obras de Homero diciendo: «Las raíces de la misoginia [el temor y el odio a la mujer] occidental, se remonta a los documentos más antiguos de la literatura europea».2 En La Iliada, las mujeres son causa de todo conflicto y sufrimiento. No obstante, no juegan papeles activos; son meros objetos para ser conquistados, o instrumentos en la lucha por el poder de los hombres, ¡Carecían de valor! Uno de los personajes de Homero se burlaba diciendo; «¡No eres mejor que una mujer!»3 Homero describió a la mujer dentro de los estrechos límites en que sus contemporáneos creían que debía ser retenida en el hogar, restringida a ciertas tareas aceptables, sometida al hombre. En ninguna parte Homero hace mención de una mujer con identidad propia, fue siempre «la hija de», o «la esposa de», o «la concubina de... » UN DIOS QUE GOLPEA A SU ESPOSA Las diosas griegas mostraban una participación más activa, pero si examinamos su carácter y su forma de relacionarse con los dioses, hallaremos el origen trágico de las creencias griegas acerca de la mujer, Hera, diosa griega, se mostró aborrecible, y su matrimonio con Zeus, el dios supremo, estaba lleno de engaño, manipulación, insultos y temor. He aquí lo que Zeus dijo a su esposa acerca de cómo la trataría:

«Te azotaré. ¿Ya no te acuerdas de cuando fuiste descolgada de lo alto y de tus pies suspendí dos yunques, y en tus muñecas puse sendos brazaletes de oro que no se podían romper? Y en el aíre, entre las nubes, permaneciste colgada.4» Además de golpearla, Zeus también le fue infiel y se burló de ella con hazañas sexuales. Aparte de tener hijos con ella, tuvo vástagos con al menos otras siete diosas.5 ¿Puede extrañar que los antiguos aceptaran el abuso de la esposa y el adulterio flagrante como cosa normal, toda vez que Zeus fue su ideal divino? ORÍGENES DEL MAL DE LA MUJER Hesiodo fue el segundo poeta en importancia. Su obra épica La Teogonía trazó una imagen más sombría del origen de la mujer. La Teogonía fue como el libro del Génesis para los griegos, y después para los romanos. Pero a diferencia del Génesis en el cual la creación de Eva fue el acto de un Creador amoroso, la historia de la creación de Pandora fue radicalmente distinta. Según Hesiodo, hubo un tiempo sobre la tierra en el que los hombres vivían felices sin mujeres. Este paraíso se perdió cuando Prometeo robó fuego de los dioses del Olimpo y lo compartió con los hombres. Con furia vengativa, Zeus concibió el castigo más horrible que le cupo imaginar: ¡la mujer como maldición eterna del hombre! Zeus «creó un ser perverso, una mujer llamada Pandora», «un hermoso mal... que el hombre no podía resistir». Dijo que: «De ella procede la raza de la mujer... la raza mortífera... que vive entre hombres mortales para gran perjuicio suyo».6 Semónides siguió las ideas de Hesiodo. Pero sólo se han preservado algunas porciones de su obra. En una de las más conocidas dice: «Desde el principio dios hizo la mente de la mujer como cosa aparte».7 No hay terreno común entre ella y el hombre, ni origen compartido. Fue como si el hombre y la mujer procedieran de distintos planetas. Después de leer a Semónides uno puede concluir que las mujeres no pertenecen siquiera a la misma especie. Toda mujer que Zeus creó procede de uno de estos diez orígenes: la cerda de largo pelaje, el zorro maligno, el perro, el polvo de la tierra, el mar, el asno obstinado y vacilante que tropieza, la comadreja, la delicada yegua de larga crin, el mono o la abeja.

Semónides muestra después que los nueve primeros orígenes eran, en cierto modo, terribles. Cada grupo adolecía de graves defectos de carácter. Solamente el décimo, la abeja, era loable. «Únicamente a ella no se le asigna ninguna culpa»; no obstante, tales mujeres ciertamente escaseaban, ya que «son concedidas a algunos maridos como un favor especial de Zeus, por ser los mejores de todos y excepcionalmente sabios».8 Sólo había una posibilidad entre diez de conseguir una buena esposa. Aunque un hombre pretenda tener una de las pocas esposas «abeja», Semónides critica: «Porque a cada hombre le gusta deleitar a otros alabando a su propia mujer, mientras que, al mismo tiempo, saca a relucir las faltas de la del vecino. No nos damos cuenta de que todos compartimos el mismo destino, pues Zeus diseñó la mujer como el mayor de todos los males y nos ató a ella con grilletes irrompibles»9 Estos son sólo algunos ejemplos entre las muchas referencias abominables del poeta contra la mujer. Pero el cuadro se torna más nítido, y muy triste, al leer lo que Homero escribió ocho siglos antes de Cristo, Hesiodo en el siglo VII a. C., y Semónides en el VI. No se debía confiar en las mujeres. Fueron dadas a los hombres como una maldición. Ellas representaban el mayor de los males, pues eran la fuente de todo otro mal. Estaba en su naturaleza, en la forma en que su dios las hizo. ¿Cabe extrañarse de que los griegos tuvieran a las mujeres en tan baja estima? ¿Puede sorprender que, habiendo sido estos antiguos poetas sus más apreciadas voces de autoridad, se siguieran cometiendo mayores atrocidades y se edificara un modo de pensar sobre esta base? UNA DINASTÍA DE IDEAS A la mayoría de nosotros, la filosofía nos parece demasiado alejada de la vida real, algo que unos pocos profesores discuten en las universidades. Pero en la Atenas del siglo V a. C., los filósofos gozaban de mucha celebridad. En aquellos días nació una dinastía cuyos efectos serían de largo alcance. No era una dinastía política o militar. Era una dinastía de ideas, que hasta el día de hoy sigue gobernando a muchos países del mundo. Sócrates fue el primero de estos pensadores. Él instruyó a Platón, quien, a su vez, instruyó a Aristóteles. Éste llegó a ser maestro de Alejandro Magno. Las conquistas de Alejandro extendieron el pensamiento griego por todo el mundo

mediterráneo, configurando así una civilización en cuyo seno nació Jesús de Nazaret, y en la cual aún vivimos.10 Todo lo que sabemos de Sócrates nos ha sido transmitido por sus discípulos (Platón y Jenofonte) o sus detractores (Aristófanes). Sócrates nunca escribió nada de su propia mano. Es un misterio la causa de su ejecución, cuando el estado le obligó a beber una taza de cicuta. No está tampoco claro lo que Sócrates creía acerca de las mujeres. Su legado nos ha sido transmitido a través de sus discípulos, quienes causaron un impacto filosófico duradero en el mundo. Por los escritos de éstos resulta cada vez más evidente su creciente animosidad hacia las mujeres. UNA PROPUESTA PRAGMÁTICA Y OBSCENA DE PLATÓN Ya he comentado la influencia que Platón sigue ejerciendo en el mundo de las ideas de hoy. Hay quien afirma que él fue uno de los primeros defensores de la igualdad del sexo. Al leer algunas de sus declaraciones en La República y Las Leyes, parece como si un rayo de esperanza hubiera por fin irrumpido. Sin embargo, tras un examen más detenido, el cuadro cambia radicalmente. En primer lugar, en ambas obras, Platón presenta un ideal irrealizable, un mundo utópico. Admitió que probablemente sus ideas nunca se llevarían a la práctica. Además declaró que las mujeres se opondrían de tal modo, que no lo escucharían.11 En segundo lugar, veamos qué clase de educación tenía Platón en mente. Los atenienses consideraban la educación desde una dimensión física. Platón no habló de enseñar a las niñas lectura, escritura y aritmética, sino de montar a caballo, música y gimnasia.12 Estas actividades pueden parecer saludables. Al menos las niñas tendrían ocasión de salir de casa. Pero dichas actividades debían practicarse desnudas. Platón afirmó que las mujeres debían ejercitarse «desnudas... con los hombres».13 No propugnaba el desarrollo de las capacidades intelectuales de la mujer. Estaba promoviendo algunas prácticas físicas y sensuales que eliminaran las normas de modestia. Requirió la celebración de festivales para el apareamiento y la coeducación alegando: Las mujeres... tendrán que desnudarse, ya que se vestirán con las prendas de la virtud, y deberán asumir su parte en la guerra y en las demás obligaciones cívicas del guardián, y esa será su única

ocupación… Estas mujeres serán compartidas por todos estos hombres, y ninguna cohabitará en privado con ninguno de ellos; sus hijos serán propiedad común, y ningún progenitor conocerá a su hijo ni el hijo a su progenitor.14 Lo tercero y más importante, hay que comprender que Platón hizo estas recomendaciones por razones prácticas. No pretendía cambiar las creencias sostenidas por siglos, ni vio a la mujer como persona valiosa delante de Dios. Él declaró: «De modo que si vamos a usar a los hombres y a las mujeres para el mismo propósito, debemos también enseñarles las mismas cosas».15 Esta no es más que una propuesta estrictamente utilitaria para obtener el máximo servicio de ellas a favor del estado. Si examinamos más detenidamente los escritos de Platón notaremos su predisposición contra la mujer. Platón declaró: «Las mujeres son inferiores en bondad a los hombres». Se hizo eco de Homero y Hesiodo cuando dijo del sexo femenino: «Ese segmento de la humanidad que, debido a su fragilidad, es en otros aspectos más engañoso y secreto».16 SIGLOS ANTES QUE HITLER Platón ofreció una nueva versión de cómo llegaron a existir las mujeres. En el Timeo dijo: «Todas esas criaturas engendradas como hombres que se comportaron cobardemente y pasaron sus vidas haciendo el mal, fueron transformadas en su segunda encamación en mujeres... De este modo, pues, las mujeres y el sexo femenino llegaron a existir».17 El infierno no existe en la enseñanza de Platón. ¡El temor a reencarnarse como mujer era suficiente para impedir que el hombre pecara! Y las propuestas utópicas de Platón de que algunas mujeres fueran instruidas y «escogidas para cohabitar con18 los hombres que dirigen el estado», mediante la reproducción controlada por el mismo estado, augurando lo que Hitler hizo siglos más tarde cuando intentó crear superhombres. Es difícil de imaginar esta situación, pero lo que enseñó Platón acerca de la mujer no es tan grave si se compara con lo que enseño su discípulo Aristóteles. Éste escribió que la mujer es una «monstruosidad»,19 un «varón deformado»,20 y una «deformidad… ocurrida en el curso ordinario de la naturaleza».21 Dijo también: «El género femenino tiene una mayor disposición al mal que el

masculino; es más vanidoso y menos audaz. Esto es evidente en las mujeres y animales hembras que criamos... Los varones son opuestos en todos los aspectos; su naturaleza es de un género más valiente y más honesto; La de la mujer es más cobarde y menos honesta».22 Dijo también: «El hombre es, por naturaleza, superior y la mujer inferior; el varón gobierna y la mujer se somete».23 Por eso, siempre que fuera posible, Aristóteles aconsejó a los varones que se «separaran de las mujeres, ya que la masculinidad es mejor y más divina».24 No es de extrañar que la homosexualidad proliferara en la antigua Grecia. UN VENENO SUTIL Las palabras de los antiguos filósofos griegos podrán parecer muy lejanas, pero sus ideas han teñido sutilmente lo que pensamos, decimos y hacemos hoy. La influencia de Platón y Aristóteles, (incluida su hostilidad hacia la mujer), impregnó el mundo conocido y los mundos que quedaban por descubrir. La extensión de nuestro libro no nos permite mostrar en detalle cómo reprodujeron sus ideas muchas generaciones de griegos, romanos, judíos, árabes y europeos, de suerte que moldearon a políticos, artistas, educadores, arquitectos, generales y empresarios del mundo occidental, con lo que su influencia ha sido enorme. El renacimiento cíclico de las ideas de Platón y Aristóteles causó un gran impacto en la iglesia y en las sociedades paganas de la Edad Media, el Renacimiento, la Ilustración, y en gran parte de la cultura moderna. Estas ideas han sido masivamente comercializadas. Muchos han comido del fruto que produjeron estos filósofos sin distinguir las maliciosas raíces de lo que se les enseñaba. Sus ideas han ensombrecido insidiosamente el entendimiento diáfano de la Biblia, predisponiéndoles a ver en la mujer un «otro» inferior, subordinado. LOS ÉXITOS CONSAGRADOS DE ATENAS Lo que creemos determina la manera como vivimos. Esto es válido tanto para los individuos como para sociedades enteras. Los valores se reflejan en las leyes, las instituciones políticas, las obras de arte y los medios de entretenimiento. Ya se encuentre uno en casa, cómodamente sentado en el sofá, presenciando la televisión, o en el cine viendo la última película de

acción, puede discernir los valores de los que crearon el espectáculo. Si el espectáculo resulta un éxito, probablemente reflejará los valores de la mayoría en determinada cultura. La antigua Grecia no era una excepción. Conocer las obras que a ellos les gustaba presenciar, es conocer la manifestación popular de lo que los poetas y filósofos griegos ensenaban. DURO DESTINO EL DE UNA MUJER Todas las obras dramáticas griegas eran tragedias o comedias. Los principales dramaturgos griegos fueron Esquilo, Sófocles y Eurípides. Los más destacados autores de comedías fueron Aristófanes y Menandro.25 Los eruditos discuten sí estos autores criticaban la visión que la sociedad tenía de las mujeres, o simplemente reflejaban la vida tal cual era. Sea como fuere, ellos nos mostraron las cargas soportadas por las hijas de Pandora. Era un destino muy duro haber nacido mujer. Aun cuando un raro personaje femenino osara rebelarse contra su destino (en una obra dramática), la mujer era aplastada invariablemente. Un escritor moderno ha dicho: «Aun cuando las mujeres no fueran imprescindibles para la trama de una comedia, aparece un segundo plano de incesante infelicidad femenina. Abundaban los matrimonios grotescos o los enlaces ilícitos, humillantes o insufribles para las mujeres…»26 «LAS MUJERES SON LAS CRIATURAS MÁS VILES» Aristófanes hizo proclamar a un coro de hombres en El Lysistrata: «Las mujeres forman un conjunto desvergonzado; son las criaturas más viles que existen».27 Eteoles, personaje de una obra de Esquilo, arengó a las mujeres, a las que tenía por «criaturas intolerables», diciéndoles: «Yo no escogería vivir con el género femenino ni en tiempos malos ni durante una bienvenida paz».28 Eurípides escribió: «Las mujeres listas son peligrosas»,29 y las «madrastras son siempre maliciosas».30 Menandro asintió afirmando que las mujeres son «una casta abominable, odiada por todos los dioses»,31 Hipólito, de Eurípides, declaró: «El odio de mi mujer nunca será satisfecho»,32 Y el coro de Orestes cantó: «Las mujeres nacieron para destruir la vida de los hombres».33 UN HOMBRE VALE MÁS QUE DIEZ MIL MUJERES

Los dramaturgos griegos no se contentaron con representar caracteres masculinos que exasperaran a las mujeres. Fueron aún más lejos. Proclamaron que éstas eran totalmente inútiles. Tereus, heroína de Sófocles, exclamó: «Pero fuera de la casa de mi padre no soy nada, pues a menudo he considerado la naturaleza de la mujer en este aspecto, y no valemos nada».34 Ifigenia, heroína de Eurípides, se ofreció voluntariamente en sacrificio para conseguir el retorno de las tropas aqueas. Después de todo declaró: «Un solo hombre es más digno de consideración que diez mil mujeres».35 Esto no es más que una muestra de las cosas odiosas dichas contra las mujeres en las tragedias y comedias griegas. Si estas obras se exhibieran hoy, sustituyendo el menosprecio a los judíos, a los afro-americanos, o a cualquier otro grupo étnico por las mujeres, ¡se produciría una enorme protesta, plenamente justificada! Ciertamente, estas dramatizaciones no serían estimadas como obras clásicas de la literatura en las instituciones de educación superior. De modo que, ora los espectadores rieran, ora lloraran, esos dramaturgos reflejaron la condición inferior de la mujer, como algo normal Y, como veremos enseguida, las actitudes exhibidas por poetas, filósofos y dramaturgos fueron respaldadas por la comunidad científica de su tiempo. LA «SABIDURIA» DE LOS CIENTIFICOS GRIEGOS En sus primeros pasos, la ciencia médica estuvo estrechamente vinculada con las escuelas de filosofía. Los médicos filosofaban, y los filósofos prescribían tratamientos médicos. Por eso, una buena parte del conocimiento médico de la antigua Grecia procede de Platón y Aristóteles. A Hipócrates se le llamó «el padre de la medicina». Enseñó que «como consecuencia de las visiones, se asfixian muchas más mujeres que hombres, ya que la naturaleza de la mujer es menos valiente y más débil».36 En realidad, buena parte de lo que los griegos consideraron como verdad indisputable, era ridícula superstición. Por ejemplo, creían que las mujeres en periodo de menstruación podían ahuyentar las tormentas de granizo y los tornados. También creían que una mujer monstruosa podía embotar el filo de una cuchilla y hacer abortar a las yeguas preñadas37.

A pesar de todo, los médicos griegos sirvieron de modelo a todo el mundo occidental por casi dos mil años, y sus opiniones «científicas» fortalecieron la idea de que las mujeres eran inferiores por naturaleza. Aristóteles declaró: «Una mujer es como si fuese un varón estéril; es mujer porque es incapaz de producir semen» Dijo esto a cuento de la «frialdad de su naturaleza».38 Con frases como esta acerca de la incapacidad de la mujer para fabricar semen, Aristóteles enseñó que ellas eran necesarias pero mucho menos «divinas» que los hombres, dado que únicamente el semen acarreaba vida. Aristóteles, Platón y varias generaciones de científicos creían que el semen contenía seres humanos en miniatura.39 LAS MUJERES SON ACCIDENTES DEFECTUOSOS La creencia de que el varón es el único que engendra vida, proveyendo la «semilla» en tanto que la mujer proporciona sólo el «terreno» empeoró la condición de la mujer. Después de todo, esto era sólo un reflejo del orden creado, la manera en que las cosas debían ser. Aristóteles llegó a decir que el semen de un hombre producía, normalmente, otro varón semejante a su padre. Aunque, a veces, la forma masculina era «subvertida» por la materia femenina y surgía un espécimen humano defectuoso: la mujer. Ésta era, por tanto, inferior en todos los aspectos: físicamente más débil, menos capaz de razonar, y, moralmente menos capaz de ejercer la voluntad y el dominio de sí misma. Los griegos anhelaban otra forma de concebir hijos, de ser libres de la ruina de las mujeres, Jasón, el héroe de Eurípides, declaró: «los hombres deberían engendrar hijos de alguna otra forma y no debiera existir la raza femenina».40 Su personaje, Hipólito, propuso que Zeus se deshiciera de las mujeres y dejara a los hombres engendrar niños mediante la ofrenda de sacrificios en su templo, para que los hombres pudieran «vivir libres en hogares libres, sin ser incomodados por el género femenino».41 LOS POLÍTICOS Mientras tanto, lo que los filósofos y los médicos enseñaban, los políticos lo respaldaban promulgando leyes. Se suele decir que Grecia fue la cuna de la democracia. Pero dos clases de personas (los esclavos y las mujeres) nunca fueron libres, nunca formaron parte de la polis.

LEYES QUE PROMOVIERON LA PROSTITUCIÓN El primer líder político ateniense influyente fue Solón, que vivió entre el 640 y 561 a.C. La contribución de Solón a la vida de las mujeres griegas consistió en aprobar leyes que permitían la prostitución. Si las mujeres eran meras posesiones, objetos para ser usados por los hombres, ¿por qué no hacer negocio con ellas de una manera que resultara beneficiosa para el estado? Algunos aseguran que Solón hizo esto movido por sus propias costumbres homosexuales.42 No disponemos de suficiente evidencia que demuestre que su homosexualidad le inspiró a promulgar tales leyes, pero la historia nos ha revelado que las normas de conducta pública rara vez no tienen que ver con las vidas privadas de los líderes políticos. Las leyes de Solón degradaron ciertamente la condición de la mujer y acarrearon infelicidad a los hombres por muchas generaciones. Uno de estos antiguos autores griegos escribió: Tú, Solón... viendo que el estado estaba lleno de jóvenes lascivos... compraste algunas mujeres y las pusiste en ciertos lugares públicos a disposición de todos. Permanecen allí semidesnudas. Obsérvalas bien, muchacho. No te dejes engañar. ¿Estás satisfecho? ¿Listo? Ellas también. La puerta está abierta; sólo cuesta un óbolo. Hazte un favor. No hay tonterías, ni chismorreo, ni fraude en esto. Haces tan sólo lo que te gusta y de la manera que te apetece. Terminas: te despides. Ella no puede reclamarte nada más.43 Las prostitutas de Solón eran «esclavas civiles del sexo». Estas prostitutas oficiales del estado ayudaban a recaudar dinero al gobierno.44 Esta medida fue alabada por su «carácter público» y a Solón se le llamó «salvador del estado»45. Más tarde, el romano Plutarco alabó a Solón por decretar que «el hombre se uniera a su mujer no menos de tres veces al mes (seguramente no por placer), sino tal como las ciudades renuevan sus acuerdos mutuos de vez en cuando».46 El hecho de que los griegos necesitaran tal recomendación, da una idea del estado lamentable en que se encontraban los matrimonios. ¡Y cómo podía ser de otra manera, si otras leyes animaban a los hombres a buscar satisfacción sexual fuera del hogar! ENCERRADAS EN CASAS OSCURAS Y SÓRDIDAS

En los siglos posteriores a Solón, líderes tales como Pericles y Tucícides proclamaron que las mujeres debían encerrarse en casa, sin salir nunca, y vivir en reclusión anónima.47 La mujer ideal debería ser una desconocida, ya que el mundo griego era un mundo masculino. Mientras los hombres pasaban la mayor parte de su tiempo en hermosos edificios públicos adornados de mármol, en el gimnasio y en el mercado, las mujeres respetables permanecían en casa. Las dependencias de la casa eran oscuras, sórdidas y antihigiénicas.48 Incluso dentro de ellas las mujeres sufrían reclusión en sus cuartos, y rara vez comían con sus familiares varones.49 NUNCA LIBRES, NUNCA ADULTAS Los griegos impedían que las mujeres desarrollaran una participación importante en la sociedad. Las mujeres no tenían más derechos legales que los esclavos.50 Las griegas no recibían herencia de sus padres y no se les permitía tomar parte en ninguna transacción comercial que «sobrepasara un valor de 35 litros de cebada.»51 Fueron segregadas de participar en el gobierno; no se les permitía votar o formar parte de un tribunal. Rara vez recibían educación, aunque en siglos posteriores, se enseñaba a algunas niñas lectura, escritura y poesía. Las matemáticas, la retórica y la lógica (necesarias para desempeñar cargos públicos) estaban reservadas exclusivamente a los niños varones.52 La educación de un niño suponía una oportunidad de descubrimiento, pero nadie creía necesario desarrollar los dones de las niñas como seres humanos. Unas pocas mujeres, como es el caso de Phintys,53 destacaron como educadas compañeras de filósofos, pero destacaron precisamente porque eran tan escasas. La educación de la mujer era estrictamente práctica: la preparaba para una vida restringida al hogar. Las leyes las mantenían como perpetuas menores de edad, sometidas primero a sus padres, después a sus maridos y finalmente a sus hijos.54 Perictione, la madre de Platón, dijo que el marido de una mujer era «todo su universo» y exhortaba a las jóvenes a mantenerse plenamente subordinadas a su esposo, «no albergando pensamientos privados».55 AMANTES PARA EL PLACER, ESPOSAS PARA CONCEBIR HIJOS En el tiempo en que Demóstenes (384-322 a.C) era considerado el mejor orador de Atenas, la doble moral estaba completamente aceptada. En una

alocución, él manifestó: «Reservamos a las amantes para el placer y a las concubinas para el cuidado diario de nuestra persona; pero las esposas son para engendrar hijos legítimos».56 Los hombres podían mantener múltiples relaciones amorosas sin padecer remordimiento alguno. Se consideraba una conducta normal. Las mujeres tenían estrictamente prohibido comportarse recíprocamente. Este doble modo de vivir atacó la moral de la sociedad hasta los tuétanos: lo que era inexcusablemente pecaminoso para unas era aceptable para otros. Las mujeres no eran personas, no eran dignas de un amor fiel y respetuoso. Eran objetos para ser usados por los hombres, o, cuando era posible, ser evitadas por completo. Esta mentalidad brotó de la noción de que la mujer fue creada como una maldición de los dioses. Lo que los poetas cantaban, los filósofos se esforzaban por demostrar. Los dramaturgos hilvanaban esas creencias en tragedias e ingeniosas comedías literarias. Los médicos vestían estas ideas con un ropaje científico. Los líderes políticos diseñaban leyes basadas en tales creencias. Una doble moral impedía la confianza y el amor en el matrimonio. Y todo esto combinado garantizaba que las mujeres nacieran, vivieran, y murieran en los márgenes de la sociedad, apartadas del comercio y la educación, excluidas de la vida y el amor de los suyos. Todo comenzó con un dios vengativo, airado por un robo de fuego. Este relato acarreó generaciones de sufrimiento para las hijas de Pandora. ¡Qué historia tan distinta la que nos fue revelada por un Dios amoroso, un Dios quebrantado por la desobediencia cometida por el hombre y por la mujer! Este Dios se acercó a ellos y les prometió redención en medio de un paraíso perdido. Pero las hijas de Pandora quedaron atrapadas en la esclavitud y sin esperanza, sin salida. Y sus hermanas romanas heredaron esa triste herencia.

6. HIJAS DE VENUS Por David Hamilton

Es importante entender los valores y las creencias de los romanos porque en su mundo apareció Jesús de Nazaret. La cultura dominante (la romana) definía lo que era normal para hombres y mujeres. A esto se tuvieron que enfrentar Pablo y los cristianos primitivos, dado que la pax romana imperaba en el mundo mediterráneo. No acertaremos a percibir cuán radicales fueron las enseñanzas de Jesús y de Pablo para contradecir lo que todos creían. El imperio de Alejandro Magno naufragó rápidamente, pero aunque se estaba hundiendo como poder político, los griegos continuaban dominando en otro sentido. Los nuevos conquistadores romanos eran hombres prácticos, disciplinados e imparciales en buena medida, pero menos elegantes y refinados que los griegos. Aunque los romanos llegaran a dominar las tierras y ciudades griegas, los griegos dominaban las mentes y los corazones de los romanos. Como un hermanastro menor, éstos nunca sintieron que daban la talla de los griegos en cuestiones intelectuales y espirituales. De manera que, a semejanza de un hermanastro, ellos intentaron rastrear sus raíces étnicas para acercarse lo máximo posible a la «familia verdadera». No sorprende que su primer gran poeta, Virgilio, escribiera La Eneida, y proporcionara a los romanos ciertos mitos que les conectaran con Troya, remontándose a las historias contadas por Homero. GENERACIONES DE MATRIMONIOS INFELICES Los romanos no siempre creyeron que procedían de Troya. Es significativo que Virgilio comenzara a escribir cuando se produjo el ascenso de Augusto al poder, justo antes del nacimiento del Señor Jesús, en el periodo en que la austera república se transformaba en un gran imperio. La Eneida de Virgilio

concedió a esos nuevos gobernantes mundiales un linaje un poco más prestigioso. Al contrario de los relatos de los griegos que creían ser descendientes gloriosos de victoriosos guerreros, la obra de Virgilio rastreó el linaje romano hasta encontrar un príncipe de menor importancia, de la Troya derrotada, llamado Eneas. Virgilio proporcionó también a los romanos los dioses y diosas de los griegos, cambiándoles de nombre, pero ofreciendo idénticos valores y similares creencias, incluidas las relativas a la naturaleza de la mujer. Así pues, la dinastía filosófica griega se perpetuó, gobernando y conformando el mundo romano por muchos siglos. PROSTITUTA O MOLESTIA DOMÉSTICA La diosa griega Hera pasó a ser la romana Juno, Ésta luchó contra Eneas cuando él huyó del escenario de la derrota en Troya y anduvo errante hasta que se asentó en la península itálica. Por el camino se le alió Venus, quien acudió una y otra vez a socorrerle contra Juno. Virgilio revela en su relato que Eneas era en realidad hijo de Venus, mortal con quien ella tuvo relaciones sexuales. De esta manera los romanos alcanzaron también un origen divino, aunque fuera a través de Venus (en Grecia, Afrodita), diosa del amor erótico, protectora de las prostitutas. Fíjese que su enemigo era Juno, la diosa del matrimonio. Venus era hermosa y deseable, famosa por sus muchas y engañosas aventuras sexuales. Ya hemos visto como era Juno (Hera) regañona, insubordinada, intrigante, sufridora de abusos físicos de parte de su marido e incapaz de evitar sus muchas infidelidades. Tanto Juno como Venus eran impostoras, pero al menos Venus tenía encanto. No obstante, ninguna de ellas ofrecía un buen modelo sobre el que Roma basara su ideal de feminidad. Así se establecieron las bases para las próximas generaciones de matrimonios infelices, ¿Cómo podía una cultura que adoraba a la diosa del adulterio y la prostitución, y tenía a la diosa del matrimonio por una vieja desagradable, ver en la mujer algo distinto al objeto de deseo erótico, por una parte, y a una necesidad desagradable, por otra? Las cosas fueron tan lejos que Augusto, hijo adoptivo del emperador Julio César, tuvo dificultades para convencer a los varones romanos de las ventajas del matrimonio.1 Esta era la

consecuencia natural de sus creencias. No se puede amar aquello que se usa sin darle el valor apropiado. NO SE PUEDE VIVIR CON ELLAS NI SIN ELLAS Hubo algunas actitudes positivas genuinas en los escritos de los romanos, pero fueron ciertamente la minoría. La mayoría de los autores romanos tenían a la mujer y al matrimonio en baja estima. Un tal llamado Aulus Gellius, dijo en cierta ocasión: «Sí pudiéramos sobrevivir sin esposa, ciudadanos de Roma, todos nosotros prescindiríamos de tal fastidio; pero dado que la naturaleza ha decretado que no podamos arreglarnos cómodamente con ellas, ni vivir en modo alguno sin ellas, habrá que planear una preservación duradera antes que un placer temporal».2 El matrimonio quedó entonces reducido a una obligación llevada a cabo sin comprometer la voluntad.3 Los romanos nunca odiaron a las mujeres tanto como los griegos, pero tenían una opinión lamentable del matrimonio y creían que había un espacio reservado para «mantenerlas firmemente sujetas».4 El poeta Ovidio no sólo animaba a los maridos a engañar a sus esposas, sino también a las amantes, diciendo: «Esto aconsejo: tener dos amantes al mismo tiempo; porque más fuerte es quien puede tener más». Esta conducta no era incorrecta porque se consideraba a las mujeres básicamente malignas. Darles un mal trato era devolverles su justa recompensa. Ovidio también dijo: «Si eres sabio, engaña soto a las mujeres... Engaña a las engañadoras; ellas, en su mayor parte son una clase injusta; que caigan en la trampa que han tendido». 5 Los hombres nunca podían confiar en sus mujeres, porque creían que eran hijas de Venus, famosa por su corazón engañoso. VALOR INSUFICIENTE PARA RECIBIR UN NOMBRE Dado que la mujer era inferior, los romanos la trataban como si no fuera realmente persona. Prueba de esto son los nombres que daban a sus hijos. «Los ciudadanos romanos recibían tres nombres... las mujeres, sin embargo, sólo se llamaban con el nombre del clan y el de la familia. No recibían nombres personales».6 ¡Imagínese el poco valor que tenían, si en el momento de nacer no recibían nombre alguno! En vez de recibir nombre propio, a la mujer romana se le llamaba con el femenino del apellido del padre. «Así, por ejemplo, la hija de

Gayo Julio César se llamaba Julia; la de Marco Tulio Cicerón, Tulia. Tan poco ingenio se mostraba en los nombres de las niñas que éstas normalmente compartían el mismo nombre, distinguiéndose únicamente por «la mayor o la menor», por ejemplo, Tulia Segunda, Tercia y así sucesivamente».7 ¿PROCEDEN LOS HOMBRES DE MARTE Y LAS MUJERES DE VENUS? Rómulo y Eneas fueron dos personajes de suma importancia para Roma. Los romanos rastreaban sus orígenes hasta Eneas, hijo ilegítimo de la diosa Venus y un mortal. Se suponía que la ciudad de Roma había sido fundada por Rómulo, descendiente de Eneas. El historiador Tito Livio, contemporáneo del Señor Jesús, declaró que Rómulo era hijo de Marte (dios de la guerra; en Grecia, Ares).8 Las autoridades invocaban el nombre de Rómulo en todas las ocasiones solemnes, y en torno al fuego sagrado del hogar familiar los niños pequeños escuchaban historias que ensalzaban su valor. La leyenda más famosa asegura que Rómulo y su hermano gemelo Remo fueron amamantados por una loba. Desde luego, tal origen era obra de los dioses, razonaban los romanos. Los dioses debían haberles destinado para la grandeza. Así pues, los romanos eran doblemente divinos: descendientes de Marte/Ares, dios de la guerra, a través de Rómulo; y de Venus/Afrodita, diosa del amor erótico, a través de Eneas. Estos dos dioses dejaron una profunda huella en la cultura romana, en el concepto que los romanos tenían de sí mismos y en la idea que tenían de cómo debían ser las cosas entre el hombre y la mujer. Hasta el día de hoy escuchamos los ecos de la importancia que ellos asignaron a estos dos dioses. Dado que los romanos habían sido divinamente destinados a gobernar el planeta, bautizaron a los dos planetas más cercanos a la tierra con los nombres de Marte y Venus. Incluso los símbolos astronómicos de los dos planetas fueron los mismos que ellos usaban para designar lo auténticamente masculino y femenino. Según la concepción romana, el hombre ideal era como Marte y la mujer perfecta como Venus. Los hombres eran guerreros, las mujeres consortes sexuales. Los hombres eran fuertes y conquistadores; las mujeres hermosas y sexualmente disponibles. SIEMPRE MARGINADA, SIEMPRE UNA MENOR

Hay otras dos cosas importantes de entender en relación con la mujer y el papel que jugaba en la antigua Roma: el culto a los antepasados y el abandono de niños no aptos físicamente. A primera vista parece que las mujeres jugaban un papel importante en la religión más extendida de Roma. Era responsabilidad suya no permitir que nunca se apagara el fuego sagrado del hogar familiar. El fuego del hogar era el lugar en donde se rendía culto a los antepasados, el núcleo de la identidad familiar. Pero si se mira más de cerca, se observa que la participación de la mujer era superficial. Ellas sólo alimentaban el fuego del hogar. Éste y sus dioses pertenecían al padre. Tan pronto como una joven se daba a otra familia en matrimonio, dejaba de dar culto a los dioses que había adorado desde su tierna infancia. Tenía que rendir culto a los antepasados de su nueva familia. Aprendía otros ritos y rezaba otras oraciones. Tenía que olvidar a sus antepasados y rendir homenaje a lo desconocido.9 Realmente nunca pertenecía a una religión, ya que pasaba de la de su padre a la de su marido. Lo que uno cree, afecta a todo lo que uno hace. Efectivamente esta creencia causó un gran impacto sobre la posición social y legal de la mujer romana. «Al carecer de un fuego sagrado que le perteneciera, no poseía nada que le diera autoridad en la casa. Nunca mandaba; nunca era libre ni dueña de sí misma. Siempre estaba cercana al fuego de otro, repitiendo las oraciones de otro. Para todos los ritos de la vida religiosa necesitaba un superior, y para todos los actos de la vida civil, un guardián».10 Dado que la mujer no era adoradora genuina por ley, carecía de otros derechos. Como la mujer griega, nunca llegaba a la mayoría de edad, sino que pasaba de la custodia de su padre a la de su marido, o, si quedaba viuda, de otro pariente varón. Esto era así porque se le consideraba mentalmente inferior. Gayo explicó que «Las mujeres, incluso las que llegan a la mayoría de edad, deben ser custodiadas debido a su incapacidad intelectual».11 EL DERECHO DE ASESINAR A LA ESPOSA Como el fuego sagrado de la familia pasaba del padre al hijo, el adulterio cometido por la esposa era un pecado muy grave. Trastocaba el orden del nacimiento.12 Por eso la ley romana concedía al marido el derecho de asesinar a su esposa por adulterio o borrachera, ya que el alcohol hacía que la mujer fuese más proclive a cometer adulterio.13 Por lo tanto, a las mujeres no se les

permitía beber vino. Plutarco asegura que así comenzó la costumbre romana de saludar a su parentela femenina con un beso. (No era por afecto) ¡el hombre sólo se acercaba lo suficiente para oler el aliento de su mujer!14 Catón dijo: «Si sorprendes a tu esposa en adulterio, puedes matarla impunemente; ella, sin embargo, no podrá ponerte un dedo encima si tú lo cometes, y esto por ley».15 ¿Por qué? Porque la promiscuidad del hombre no amenazaba la pureza genética de la familia. LA MATANZA DE NIÑAS RECIÉN NACIDAS Era bastante común en el mundo antiguo dejar que los recién nacidos no deseados murieran abandonados. Esta práctica se toleraba tanto en Roma como en Grecia. Los niños no deseados eran simplemente abandonados en una colina, al borde de la carretera, en el bosque, o a la vera de un río. Según el historiador romano Tito Livio, Rómulo y su hermano gemelo Remo, fueron abandonados en la ribera del Tíber.16 Después que Rómulo fundara Roma, promulgó leyes intentando restringir esta costumbre. No quería que los niños romanos pasaran por lo que él había experimentado. Lamentablemente, no amplió la misma protección a las niñas romanas. Sus leyes obligaban a los ciudadanos a criar a todos los niños varones a menos que fueran minusválidos o «monstruos de nacimiento»,17 En cambio, podían deshacerse de las niñas, exceptuando las primogénitas. Esta práctica era legal y socialmente aceptada. El propio hecho de que Rómulo tuviera que promulgar una ley que garantizara guardar al menos una niña por familia, demuestra cuán extendida era la práctica de matar a las recién nacidas. La cantidad de niñas asesinadas quedó evidenciada por los registros de enterramiento, que prueban que el número de entierros de adultos varones era el doble que el de mujeres, y los relatos de las colonias griegas fundadas por hombres que tenían que merodear por el territorio para encontrar esposas entre los nativos.18 De los datos recogidos durante el imperio romano, incluso después de las guerras que cobraban las vidas de muchos hombres, sabemos que había muchos más hombres que mujeres.19 La «limpieza étnica» por tanto, no es un fenómeno nuevo. Platón recomendó en La República que el estado tenía la obligación de determinar quién debía o no vivir, y de deshacerse «adecuadamente» de la prole de los

«inferiores».20 Aunque esto nunca llegó a llevarse a la práctica de una manera eficaz y sistemática, el derecho a acabar con la vida de los bebés no deseados fue defendido por griegos y romanos hasta cuando el cristianismo pasó a ser la religión oficial del estado, en tiempos de Constantino. La gran mayoría de aquellos bebés condenados eran niñas. Un padre llamado Hilarión, que vivió en tiempos de Cristo, escribió en una carta a su mujer: «Sí —esperando que te acompañe la suerte— das a luz un niño, déjalo vivir; sí es una niña, abandónala a la intemperie».21 ¡De qué manera tan ligera estaba listo el padre para extinguir la vida de su hija! Este horror es harto espantoso por cuanto era muy común. LOS PRIMEROS EN INTERESARSE POR EL ‘BALANCE FINAL’ Las hijas de Roma que sobrevivían, tenían por delante una vida sombría. Algunos historiadores modernos arguyen que LA mujer romana logró finalmente una mayor libertad, pero otros discrepan vivamente. Hay razones para discrepar. En primer lugar, muchos eruditos alaban a los romanos por conceder a la mujer algunos derechos en comparación con los griegos, ¡una de las civilizaciones que más aborreció a la mujer! No sería fácil encontrar una sociedad que elevara tanto a un sexo y subyugara al otro como la antigua Grecia. ¿Quién no parecería más tolerante comparado con ellos? En segundo lugar, los romanos siempre se guiaban por los resultados prácticos. Tenían enemigos que detener y un mundo que conquistar. Sí los viejos ideales no funcionaban, los sustituían fácilmente por otros nuevos. No porque cambiaran sus creencias fundamentales, sino porque buscaban resultados. El pragmatismo imperaba en Roma. Ellos fueron los primeros que se interesaron por el «balance final». VICTORIAS MODESTAS PARA MUJERES DE LA ÉLITE Con el paso del tiempo, la suerte de algunas mujeres mejoró. Se hallaron escapatorias para eludir las leyes de la custodia. Algunas mujeres triunfaron en el mundo financiero. Cuando estallaban guerras, gran cantidad de hombres eran llamados al frente y muchos morían. Esto hizo cambiar la situación para una minoría de mujeres. Pero estas nuevas oportunidades no estaban basadas

en un cambio de creencia respecto al valor intrínseco de la mujer. Eran medidas temporales de conveniencia. En cualquier caso, cuando algunos expertos defienden los logros de la mujer romana, habría que preguntarles a qué mujeres se refieren. Ciertamente no corrían mejores tiempos para las libertas, las pobres, las concubinas, las prostitutas o las esclavas. Una reducida minoría de romanas (las nacidas libres de la nobleza), conocieron una mejora en su vida. Y sus pequeños logros se debían a la riqueza recién adquirida por su clase, no a la estimación de su género. Escuchemos a Catón en el año 215 a.C. instando a los romanos a volver a las formas antiguas de vida, alegando que a menos que se impongan límites a esta «criatura indómita (la mujer)... ¿qué no intentará conseguir?... Si se les permite conquistar estos yugos uno por uno y obtener la libertad... ¿creen que serán capaces de soportarlas? En el preciso momento en que sean iguales a ustedes, serán sus superiores».22 «ESCLAVAS, ESPOSAS, PERROS, CABALLOS Y ASNOS» Cicerón, el famoso orador romano se hizo eco de tal preocupación un siglo antes de Cristo, diciendo: «Los esclavos se comportan con una libertad impropia; las esposas tienen los mismos derechos que sus maridos, e incluso los perros, los caballos y los asnos disfrutan de tanta libertad andando sueltos que los hombres deben cederles el paso en las calles».23 Note la lista de Cicerón: esclavos, esposas, perros, caballos y asnos. Todos estos son posesiones de los hombres. Algunas mujeres tal vez consiguieran ciertos privilegios, pero las ideas subyacentes no habían cambiado: las mujeres eran una posesión, lo mismo que los esclavos. Las mujeres esclavas llevaban la peor vida. Como los esclavos y las mujeres de otras clases sociales, ellas eran «objetos» de la ley, no «sujetos». Pero las esclavas tenían que hacer también las tareas más duras: limpiar, moler el grano y cultivar los campos. Y una obligación más: tenían que estar disponibles para todos los varones del hogar, en caso que ellos desearan mantener relaciones sexuales en casa y no ir con las prostitutas.24 ¡No! El mundo romano siguió siendo un lugar sombrío para las mujeres. A ese mundo llegó el Evangelio, una pequeña semilla que encerraba la mayor revolución social.

7. HIJAS DE EVA Por David Hamilton

No puede haber mayor contraste que el que presenta la creación del hombre y la mujer en Génesis, y la historia que el poeta Hesiodo contó a los antiguos griegos. Mientras que Zeus creó a Pandora como un ser «ser perverso» (eterna maldición para los hombres), el Dios de la Biblia usó su talento artístico para crear a Eva y entregársela como un hermoso regalo al hombre. Él puso a la pareja en el Jardín como amigos y amantes. En vez de las salvajes batallas de dioses y diosas de los mitos griegos y romanos, Dios nos creó con amor y para la compañía. Los primeros tres capítulos de la Biblia revelan que el hombre y la mujer tienen: —un origen compartido —un destino compartido —una tragedia compartida una esperanza compartida Génesis 1:1-2 comienza enfatizando quién es el Creador. Génesis 1:3 a 2:3 brinda una amplia panorámica de todo lo que fue creado, comenzando con el mundo inanimado, continuando con el mundo animal y concluyendo con el hombre y la mujer. Después, Génesis 2:4-25 dibuja una perspectiva más estrecha, y retoma el hilo del relato para mostrar cómo Dios creó al varón y a la mujer. Al contemplar el arte de un gran maestro como Rembrandt, uno retrocede inicialmente y observa la hermosura del conjunto. Después se acerca a unos cuantos centímetros del lienzo para escrudiñar las pinceladas con detalle. Así es como se nos presenta el relato de la Creación en estos dos capítulos. Génesis 1 proporciona una imagen global de la Creación de Dios, mientras que

Génesis 2 nos aproxima a una inspección más detallada de las pinceladas del artista maestro. Antes de examinar cómo fuimos creados por Dios, hay algo digno de ser mencionado. Cuando Dios estuvo listo para coronar su creación (la humanidad), la Escritura irrumpe por vez primera en una exclamación poética: Y creó Dios al hombre a su imagen, A imagen de Dios lo creó; Varón y hembra los creó.1 La poesía hebrea no se basa tanto en la rima y el ritmo de sonidos, como en el paralelismo de ideas. Un pensamiento se hace eco del que le precede, enriqueciéndolo desde una perspectiva distinta, embelleciéndolo con sinónimos. En este poema acerca de la obra de Dios, el primer verso acentúa la imagen de Dios; el segundo abunda en ello afirmando que esta imagen es extensible a toda la humanidad,2 y el tercero, con intensidad creciente concluye que la humanidad fue creada varón y mujer. En Efesios 2:10, Pablo declara que nosotros «somos hechura suya». La palabra griega traducida como hechura, es la raíz de la palabra poema en español. ¡La humanidad (el varón y la hembra juntamente) constituyen el poema maestro de Dios! TODAVIA NO ERA EL PARAÍSO En cuanto a los detalles de cómo fuimos creados, Génesis 2:4 retrocede para referir lo que sucedió en medio del día sexto. Dios formó al primer hombre «del polvo de la tierra»,3 como también a todos los animales.4 Para revivir el drama debemos leer el capítulo 2 a la luz de las secuencias del capítulo 1. A lo largo del proceso de la Creación, Dios se detuvo seis veces para opinar sobre lo que acababa de hacer. Y seis veces dijo que era bueno. 5 Entonces, a mitad del día sexto, hizo una pausa, contempló la obra de sus manos y exclamó: «No es bueno que el hombre esté solo...» ¿Qué fue lo que produjo esta única reacción negativa? ¿Cómo podía haber algo en el Edén que no fuera bueno? Después de todo, Dios colmó el Jardín con altos árboles, arroyos cristalinos, verdes prados

salpicados de flores rojas, azules y amarillas, frutos deliciosos, e incluso oro y piedras preciosas. Pero observó al hombre en medio de aquella abundancia y exclamó: «No es bueno que el hombre esté solo».6 De modo que creó a la mujer para que estuviera con él. La llegada de la mujer transformó el Edén en un paraíso. Entonces Dios dio su aprobación final declarando que «era muy bueno».7 UN ORIGEN COMPARTIDO Veamos ahora Cómo creó Dios a la mujer. Para que entendiéramos que el varón y la mujer estaban igualmente creados a imagen divina, Dios no creó a Eva del polvo de la tierra como hizo con Adán. Si lo hubiera hecho, alguno habría pretendido que las mujeres tienen un origen distinto y que tal vez la arcilla que utilizó era de inferior calidad a la que usó para conformar a Adán. Habrían acabado diciendo que el origen del varón y de la mujer era distinto (algo así como hizo Semónides con su historia de las puercas, las comadrejas y los monos).8 Esto habría hecho que Eva fuese algo inferior a Adán, y reflejara una deslucida imagen de Dios. No. Dios quiso enfatizar que ambos fueron formados de la misma sustancia. Eva no sería una creación aparte, sino una expresión singular de la misma creación. Alguien diría que Eva fue la primera clonación humana. Pero dándole un giro importante. Dios formó a Eva «de la costilla que Jehová Dios tomó del varón».9 La extrajo de la médula de Adán, tomó parte de su ADN, lo ajustó ligeramente y formó a la primera mujer. Lo primero no significa lo mejor Algunos aseguran que Adán era superior porque fue formado primero. Según el mismo razonamiento, ¡los cerdos y los perros serían superiores al hombre ya que fueron creados antes que él! Como decían los rabinos: «Si la mente del hombre se enorgullece, tal vez haya que recordarle que los mosquitos le procedieron en el orden de la creación».10 El diseño que Dios hizo de cada una de sus criaturas es lo que les concede valor, no la secuencia de su aparición. PARA SERVIR CON, NO DEBAJO DE

La Biblia afirma que Dios diseñó a la mujer como «una ayuda idónea para» el varón.11 Hay quienes se apoyan en esto para asegurar que el varón era el mayor y que la mujer no era más que su «ayudante.», Pero echemos un vistazo a la expresión hebrea traducida por «una ayuda idónea» —’ezer keneged. Examinemos el primer termino; ’ezer. Esta palabra es muy poderosa en hebreo» Piense en cuando usted era todavía un muchacho y necesitaba ayuda para resolver un problema de matemáticas. ¿Acudía a una persona con más conocimiento que usted o con menos? ¿Y si tenía algún problema con un fanfarrón en el colegio? ¿Procuraba la ayuda de alguien mayor y más fuerte, o de alguien más pequeño y más débil? Esto es exactamente lo que significa la palabra ’ezer. Un ayudador no es un peón subordinado, sino una persona más capaz, más fuerte, un aliado más inteligente. En el Antiguo Testamento se emplea la misma palabra para hablar de Dios.12 El salmista empleó esta palabra cuando declaró: «Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene del Señor, que hizo los cielos y la tierra».13 El que ayuda es el que tiene algo que ofrecer al que se siente desvalido o necesitado de ayuda. Adán necesitaba ayuda. No tenía compañera. Dios le creó una colega que le ayudara.14 El segundo término de la expresión: keneged, revela qué clase de compañera le concedió Dios a Adán. Delimitó la palabra ’ezer con el adjetivo keneged, que significa «igual». Formó para Adán una ayudadora igual a él. En Génesis 2:18, Dios concede al varón «una ayuda idónea... igual y adecuada a él.»15 La mujer no fue creada para servir a Adán, sino para servir con Adán».16 Si Dios no hubiera añadido la palabra igual a ’ezer, tal vez hubiéramos escrito este libro para intentar demostrar que ¡los hombres también pueden dirigir! ¿Cómo reaccionó Adán cuando dirigió por primera vez su mirada a la mujer? Rompió a cantar: Esto es ahora hueso de mis huesos Y carne de mi carne; Esta será llamada Varona, porque del varón fue tomada.17

De manera que las primeras palabras humanas que aparecen en la Biblia son una canción de amor. Adán contempló lo que Dios le había dado y ¡quedó asombrado! EL HOMBRE LO DA TODO POR LA MUJER Cada vez que se asiste a una boda se suele oír la frase: «Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer».18 La constante repetición de este pasaje de la Escritura ha hecho que pierda para muchos su significado. No acertamos a darnos cuenta de cuán radicalmente revolucionaria fue en su contexto original. En ninguna cultura de la antigüedad renunciaba un hombre a cosa alguna para casarse con una mujer. Las mujeres no eran consideradas dignas de tal sacrificio. Por otro lado, la mujer tenía que sacrificarlo todo en el día de su matrimonio. La declaración que hace Dios en Génesis 2 invierte por completo la escala de valores del mundo. La perspectiva divina es que el hombre debe tener a la mujer en tan alta estima que ha de estar dispuesto a sacrificar cualquier cosa (incluso a aquellos que le dieron su posesión más preciosa: su vida) ¡para unirse por siempre a ella! UN DESTINO COMPARTIDO Dios tenía un gran destino para los hombres y las mujeres. Cuando diseñó su plan dijo: «...y señoreen [en plural]... en toda la tierra».19 Se insinúa un liderazgo compartido con implicaciones globales. Para subrayarlo, Dios «los bendijo y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra».20 El mandato de Dios fue que ambos señorearan. Note que Dios no dio al hombre dominio sobre la tierra hasta cuando la mujer estuvo a su lado. Adán se dio cuenta de que Eva servía con él. Después de su pecado, Adán dijo: «La mujer que me diste por compañera...».21 No dijo: «La mujer que tú me diste...», sino «me diste por compañera». Lee Anna Starr dice: «Eva no era propiedad suya...» sino socia suya en el gobierno y compañera en el hogar».22 Recuerde que los romanos incluían en el mismo grupo a las mujeres, los esclavos y los caballos, considerándolos a todos como posesiones. ¡Qué

diferente es el punto de vista de la Biblia! Veremos un poco más adelante cómo los sabios judíos desdibujaron esta revelación antes de la venida de Jesús. Pero si examinamos la palabra de Dios encontraremos en sus primeros capítulos que el liderazgo fue dado por Dios y que no tiene nada que ver con la diferencia de sexo. Dios creó al hombre y a la mujer, y luego compartió parte de su autoridad con ellos. Hombre y mujer colaborarían con Él en el gobierno del mundo. ¡Qué pena que echaran a perder ese proyecto rindiendo su autoridad a un enemigo de Dios! UNA TRAGEDIA COMPARTIDA A la belleza de Génesis 1 y 2 le siguió la tragedia compartida de Génesis 3. La repetida narración de esta historia y la añadidura de un tinte mitológico en la cultura popular, nos han inoculado contra este horror. Es necesario realizar una lectura fresca. Todas las calamidades que han quebrantado el corazón de Dios y desolado a los pueblos por miles de años, están estrechamente ligadas a aquellos mordiscos de fruta. Dolor, tormento, distorsión de la naturaleza, perversión de los dones de la humanidad... todo esto nos llegó cuando Adán y Eva dieron la espalda a Dios. Fueron seducidos por la hueca promesa de que serían «como Dios».23 La ironía es que ya habían sido creados a imagen de Dios y habían recibido la oportunidad de gobernar con Él. Algo que se suele pasar por alto es su clara unanimidad en el momento de pecar. Cuando la serpiente habló con la mujer, le preguntó: «¿Conque Dios les ha dicho: No coman?»24 El pronombre les utilizado en hebreo es plural. Eva respondió también en plural, diciendo: «Podemos...»25 La serpiente volvió a emplear el plural al decir: «No morirán».26 Aunque sólo se evocan las palabras de la serpiente y de Eva, el texto sugiere que Adán estaba también presente; fue cómplice silencioso del crimen.27 Esto resulta evidente cuando uno lee el texto en el hebreo original. Dice que después de dar un mordisco, Eva se volvió y «dio también a su marido (que estaba con ella) el cual comió así como ella».28 Una vez más el relato bíblico guarda un vivo contraste con mitos griegos. El mal no entró en el mundo a través de una Pandora. Entró a través de una pareja humana. Adán y Eva. Ambos estaban presentes. Ambos participaron. Ambos fueron culpables delante de Dios y ambos sufrirían las consecuencias.29

El principio de la batalla de los sexos Entre otras consecuencias sobrevino la destrucción de relaciones entre el hombre y la mujer. Irrumpieron de inmediato la vergüenza y la culpa, la manipulación y el control30. Ambos habían desechado su destino y ambos eran responsables. Y no podían deshacer la tragedia que habían desatado. Para ello necesitaban un redentor. Muchos objetan las palabras «de maldición» que Dios pronunció en Génesis 3. Pero Dios sólo maldijo la serpiente y la tierra, representantes de los mundos natural y espiritual. Las palabras que Dios dirigió a Adán y Eva sólo les informaban de las consecuencias inevitables de la decisión de ellos. Dios no cargaba nada sobre ellos. Tan sólo les describió un futuro invadido por el pecado. Sus palabras no declaraban su voluntad para la humanidad. Describían meramente los resultados inevitables del pecado en la vida de los que habían violado su voluntad. UNA ESPERANZA COMPARTIDA Luego, en un abrir y cerrar de ojos, después que su pecado fuera revelado, Dios prometió a la pareja culpable que Él pelearía contra el seductor que les había engañado. Les dio la primera profecía mesiánica: ¡Les enviaría un redentor! Jesús —semilla de la mujer—, y restauraría la esperanza para todos sus descendientes. Y Dios le dijo a la serpiente: «Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza y tú le herirás en el calcañar»31. Observa como habló Dios de un futuro descendiente de Eva: En el texto hebreo aparece la palabra. ¡Qué declaración tan extraordinaria a ojos de la medicina griega y de la filosofía de los antiguos32! Ellos creían que el hombre sembraba su «semilla» en el «terreno» de la mujer. Los científicos griegos no entendieron que el papel de la mujer no era pasivo en la concepción de la vida, hasta el siglo XIX. Por fin, la ciencia alcanzó a captar la precisión de la palabra de Dios. Como señala Starr33; «La simiente de Eva» era algo que el hombre natural nunca habría permitido. Hasta el tiempo de Francisco I de Francia, la disección del cuerpo humano era sacrilegio. Este prejuicio quedó superado cuando se

supo que la madre contribuía con el óvulo a la vida. El óvulo fue descubierto por Nov Baer en 1872. ¡Ojalá que el pueblo de Dios se hubiera aferrado a los propósitos revelados en la palabra de Dios! Enseguida veremos cómo algunos maestros judíos abandonaron el origen, el destino, la tragedia y la esperanza compartidos entre el hombre y la mujer, y añadieron enseñanzas ajenas a la voluntad de Dios, oscureciendo y distorsionando su imagen.

8. DISTORSIÓN DE LA IMAGEN Por David Hamilton

El

Antiguo Testamento relata la historia de la preparación divina del

advenimiento de la Simiente de la mujer, el Mesías que iba a venir. En sus páginas aparecen unas cuantas personas que confían en la promesa divina, mientras que muchas otras se apartan cada vez más del diseño original de Dios. Surgen mujeres honorables como Débora y Hulda, que se levantan para alcanzar su destino en Dios.1 Aparecen también mujeres que no fueron respetadas, como Tamar y la concubina del levita.2 Con el paso del tiempo muchos judíos se desviaron del llamado original de Dios. En vez de propagar la revelación divina y de afectar su mundo, éste dejó su marca en ellos. Los judíos fueron cada vez más influenciados por la escala de valores de sus vecinos paganos. Algunos judíos se tragaron cruda la filosofía griega imperante. En este capítulo veremos lo que hizo Filón de Alejandría: mezcló los escritos de Aristóteles con los de Moisés. MUROS RODEADOS DE MUROS Al mismo tiempo, otros judíos construyeron «muros» para proteger sus creencias religiosas. Introdujeron las tradiciones orales de los rabinos en el Mishna. Aquellos muros fueron insuficientes, de modo que se construyeron otros alrededor, defensas exteriores para proteger las de dentro. Se añadieron a la palabra de Dios la Tosefta, el Talmud de Jerusalén y el Talmud de Babilonia, enseñanzas de los rabinos. Los rabinos insistían en que estas «murallas rituales» (contenidas en el Mishna y el Talmud), podían preservar a los judíos de manera más eficaz que una frontera vigilada por tropas.3

Lamentablemente para muchos, las tradiciones de los hombres se convirtieron en lo que Jesús llamó «cargas que no se pueden llevar».4 Un mar de diferencias separaba a Filón de los rabinos, pero ninguno de ellos ofreció a la mujer un refugio seguro. Al contrario, perdieron la función revelada por Dios para la mujer, tanto los que se habían acomodado a la cultura pagana dominante como los que intentaban evitar la influencia de los griegos y los romanos. Comencemos por aquellos que creían preservar incontaminada la revelación de Dios. El primer «muro» (el Mishna) era obviamente un documento escrito por hombres para ellos mismos., La interpretación de las Escrituras, hecha por hombres, acerca de la mujer, parece tan forzada que no cabe sino asumir que estos sabios tenían prejuicios contra las mujeres y que impusieron su actitud sobre el texto bíblico.5 Por ejemplo, el Mishna contenía una sección extensa con normas para mujeres, Seder Nashim, pero no incluía nada parecido para los hombres. Se ha observado que «la ausencia de una sección correspondiente para éstos, prueba que en los patriarcados los hombres confeccionan normas para mujeres, pero no a la inversa... Las mujeres ocupan una posición marginal».6 Los rabinos no siempre estaban de acuerdo con las normas del Mishna, ni con las opiniones que contenía el Talmud. Sus escritos estaban llenos de acaloradas disputas que continuaron por muchas generaciones. Algunas de estas discusiones estaban relacionadas con la mujer. A veces las discusiones se basaban en el relato del Génesis y se defendía el valor de las mujeres. Sin embargo, con frecuencia los rabinos se descarriaban y abandonaban los valores presentados en el libro de Génesis. Amontonaban escarnio sobre Eva, alegando que la serpiente practicó sexo con ella, y que eso le «infundió su lascivia».7 Aunque Génesis mostraba la unidad esencial entre el hombre y la mujer, los rabinos preferían señalar las diferencias.8 DEVALUACIÓN DE LA MUJER Es más fácil inducir nuestros propios valores culturales en la Escritura que leer la palabra de Dios y deducir los valores culturales que ella contiene. Parece que los rabinos optaron por lo primero, ya que dijeron que «Comparar a Eva con Adán era como comparar a un mono con un ser humano».9 Su

creencia en la superioridad masculina conformó su enseñanza, como ponen de manifiesto los siguientes ejemplos: —«La vida de un hombre debe salvarse antes que la de una mujer y su propiedad perdida debe ser restaurada antes que la de ella».10 —«Aunque un hombre tiene el derecho exclusivo a la sexualidad de su esposa, el derecho de la esposa a la función sexual del marido nunca es exclusivo. Ella no puede legalmente impedir a su marido que tome otras esposas ni mantenga relaciones sexuales con mujeres solteras».11 —«Diez cabs (unidad de medida de los áridos) de murmuración descendieron al mundo: nueve de ellos se los apropiaron las mujeres».12 —«Las mujeres son glotonas».13 —«Las mujeres son de un temperamento inestable».14 —«¡Ay de aquel que tiene hijas! Una hija es como una trampa para su padre... Cuando es pequeña, él teme que sea seducida; cuando es doncella, que sea promiscua; cuando es madura, que no se case; cuando se casa, que no pueda tener hijos; cuando envejece, que practique la brujería».15 LAS MUJERES MÁS PECAMINOSAS QUE LOS HOMBRES En contra de la enseñanza de la Escritura, los rabinos alegaban que la mujer es más propensa al pecado que el hombre.16 «Porque las mujeres son malignas, hijos míos... el ángel del Señor me lo ha mostrado y enseñado, que las mujeres se dejan vencer por el espíritu de fornicación antes que los hombres».17 Por eso tantas leyes rabínicas controlaban la supuesta inclinación natural de la mujer a la lascivia. LOS FARISEOS «SANGRANTES» Todo lo relacionado con el cuerpo de la mujer era considerado sucio. Los rabinos decían que: «¡Si alguien miraba detenidamente el dedo meñique de una mujer, esto equivalía a mirar sus partes íntimas!»18 Las mujeres eran consideradas responsables, no ya de sus propios pecados, sino también de despertar lujuria en los hombres. Como los griegos, los rabinos creían que las mujeres eran posesiones para ser usadas, o mejor aún, completamente evitadas. En lo posible, no se debía mirar a una mujer ni hablar con ella. Había cierta clase de fariseos conocida

con el nombre de «sangrantes», porque a menudo tropezaban mientras andaban con los ojos cerrados para no ver mujer alguna. Alabaron a cierto hombre por encerrar con llave a su mujer cada vez que él salía.19 Llegaron tan lejos que comparaban a la esposa con un trozo de carne: «Un hombre puede hacer todo lo que le plazca con su esposa (en el acto sexual)... La carne que procede del matadero se puede comer salada, asada, frita o cocida».20 RARA ALABANZA DE UNA MUJER Sería injusto decir que todas las enseñanzas de los rabinos acerca de la mujer eran negativas. Algunos decían, de vez en cuando, cosas positivas. Uno de los que defendía el valor de la mujer era Gamaliel, ayo de Pablo, que la asemejaba a un «cántaro de oro».21 Otro rabino alabó a su madre hermosamente. Siempre que oía sus pisadas, decía: «Me levantaré ante Shekinah» (palabra hebrea que significa la gloria de Dios).22 Los rabinos que alababan a las mujeres se destacaban precisamente por su escasez. A veces, incluso, al intentar alabarlas, dejaban entrever que las tenían por posesiones deleitosas pero nunca más que posesiones. Muchas de las leyes colocaban a las esposas junto a los esclavos, las bestias y otras «posesiones.»23 Por eso era fácil para un hombre divorciarse de su esposa, pero no al revés. Como dijo cierto autor: «Aunque un dueño pueda ceder su propiedad, ésta no puede abandonarle a él».24 Aunque el marido se volviera demente, la mujer le estaba encadenada de por vida. Los rabinos no se ponían de acuerdo en cuanto a lo que constituía una razón «justa» para repudiar a la esposa.25 Intentaron arrastrar a Jesús para que participara en este debate, pero Él rehusó tomar partido. Al contrario, les señaló el libro de Génesis, citándoles el propósito original de Dios para el matrimonio: «Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne».26 Y añadió: «Así que no son ya dos, sino una sola carne; por tanto lo que Dios juntó, no lo separe el hombre».27 TAPAOJOS CULTURALES Además de desaprobar Jesús el divorcio, elevó a la mujer a la intención del plan original de Dios, que es la igualdad con el hombre. Sus palabras contrastaron vivamente con las de los rabinos que tanto habían distorsionado la sencilla revelación de Dios. Pero los maestros religiosos tenían tapaojos

culturales que les impedían ver la verdad: que la mujer fue creada a imagen de Dios, lo mismo que el hombre. Por haber negado esta sencilla verdad tuvieron que hacer elaboradas explicaciones, y aplicar distintas leyes al hombre y a la mujer, mediante una complicada malla. Quizá nos maravillemos de que los judíos tuvieran la palabra de Dios, y a pesar de ello, estuvieran ciegos a la verdad. Pero, ¿acaso no ha hecho lo mismo la iglesia cristiana? ¿No hemos elaborado categorías de quién y cómo puede Dios usar? También nos maravillaríamos de lo que diría Jesús si Él volviera hoy y confrontara nuestros prejuicios culturales. LA CONSTRUCCIÓN DE MUROS QUE DIOS NUNCA DESEÓ ¡Qué ironía que en su celo por proteger el judaísmo de la contaminación que lo envolvía, los rabinos acabaran con una enseñanza tan contraria a la Biblia! Su opinión acerca de la mujer se parecía más a la de sus vecinos paganos que a lo que Dios les había revelado en el Génesis. Las mujeres judías eran marginadas en el culto a Dios. No podían participar en muchas de las ceremonias más importantes. Quedaban apartadas en un atrio del templo de Herodes, aunque este no fuera el plan original de Dios para el tabernáculo, ni para el templo de Salomón, ni tampoco para el templo reconstruido al retorno de los exiliados de Babilonia. Como suele suceder, el arte siguió a la creencia. Los rabinos levantaron muros de enseñanza que dividían al pueblo. Los arquitectos del templo de Herodes edificaron literalmente aquellos muros, con atrios separados para dividir a los gentiles de los judíos, y a las mujeres de los hombres. La arquitectura subrayaba las convicciones de los arquitectos: algunos podían acercarse a Dios más que otros. Los rabinos del Mishna habían transigido tanto que loaban realmente el diseño de un rey impío, en vez de denunciar cuán radicalmente Herodes había distorsionado el plan de Dios.28 LA MUJER NO CUENTA PARA NADA Muchos judíos sólo acudían al templo unas pocas veces al año con motivo de celebraciones especiales. El culto semanal tenía lugar en la sinagoga. La arqueología demuestra que en el siglo segundo de la era cristiana, las sinagogas colocaban a las mujeres en tribunas aisladas situadas en el piso superior, a las que se accedía por una puerta trasera.29 Los rabinos decretaron

que se podía establecer una sinagoga en cualquier lugar donde hubiera un quórum de diez hombres.30 Pese a no hallar en la Biblia fundamento que dé pie a esta discriminación, su mensaje a las mujeres era claro: «Ustedes (literalmente) no cuentan».31 Una importante celebración judaica era la lectura pública de la Torah (los primeros cinco libros del Antiguo Testamento), de la cual la mujer estaba también excluida. Los rabinos alegaban que la lectura de la Torah por una mujer afrentaría a la comunidad.32 También se desanimaba a la mujer del estudio privado dé la Torah, a pesar de ser este el lazo que les mantenía más cerca de Dios, y su forma más alta de adoración.33 Los rabinos afirmaban: «Feliz es aquel educado en la Torah, cuyo trabajo se hizo en ella».34 Si esto era verdad, entonces la otra cara de la moneda también: ¡Infortunada aquella que no fue educada en el estudio de la Torah! La mayoría de los rabinos no pensaban en enseñar la Torah a las mujeres. Aquellos como Gamaliel, el ayo de Pablo, que enseñaba a su hija, fueron rara excepción,35 Todos los niños tenían que estudiar la ley. Era una de las formas de conseguir mérito delante de Dios, pero la Tosefta aclaraba que las mujeres «no estaban obligadas».36 Esto daba a entender claramente a las mujeres que ellas no tenían valor genuino. Los rabinos enseñaban que para tener una auténtica relación con Dios, había que obedecer la Ley que Él entregó a Moisés en el Sinaí. A pesar de todo, esa ley sólo era obligatoria para los varones adultos libres. Por lo tanto, ni los niños, ni los esclavos ni las mujeres podían servir a Dios plenamente.37 Los niños crecían y se hacían hombres. Incluso los esclavos tenían la posibilidad de llegar a ser hombres libres. Pero las mujeres nunca podrían tener una relación con Dios como los hombres. Los rabinos exhortaban a las mujeres a ganarse el favor de Dios asegurándose de que sus hijos y sus maridos asistieran a la «casa de estudio», la academia rabínica.38 La mujer tenía que alcanzar su destino espiritual a través de otros. Ella siempre estaba un peldaño más alejada de Dios, incluso en la intimidad de su hogar. Aunque algunos rabinos creían que Dios dotó a las mujeres con un entendimiento mayor que el de los hombres,39 no hacían nada por alentar el desarrollo espiritual o intelectual de las mujeres. Cuando decían que las mujeres no estaban obligadas a estudiar la Ley, las convertían en «judías marginales».40 Hillel declaró que «un ignorante no puede ser santo».41 Enseñar

a las niñas las leyes de Dios se consideraba una pérdida de tiempo, o peor aún. El rabino Eliécer proclamó: «Si un hombre proporciona a su hija el conocimiento de la Ley es como si le enseñara lujuria».42 De igual manera el Talmud de Jerusalén declara: «Es preferible quemar las palabras de la Torah antes que entregarlas a las mujeres».43 LA OSCURIDAD CRECIENTE Alguien ha dicho que no se pueden oír las buenas nuevas hasta haber oído las malas. Digamos que una vela nunca luce tanto como en medio de una intensa oscuridad. Así que, antes de volvernos a Jesús y a su mensaje de esperanza y libertad, examinemos una faceta más de la oscuridad que Él vino a penetrar. Mientras los rabinos intentaban levantar muros alrededor del judaísmo, otros construían con entusiasmo puentes que unieran su herencia judía con la de griegos y romanos. Uno de los más conocidos fue Filón de Alejandría, contemporáneo de Jesús. Filón fue uno de los primeros dentro de la tradición judeocristiana que intentó casar la Verdad revelada (con «V» mayúscula), con la «verdad» alcanzada por el razonamiento humano (con «v» minúscula). Lamentablemente, Filón tuvo un éxito fabuloso. Construyó un puente de acceso a la filosofía griega y romana y, además, sirvió de puente hacia el futuro. Muchas veces los líderes de la iglesia y los teólogos siguieron la pauta por él marcada y abrazaron estas filosofías. El virus mortal del pensamiento griego se extendió e infectó la enseñanza de la religión en toda la civilización occidental. Por ejemplo, hoy se nos procura hacer creer que la verdad revelada de Dios es irracional. Si somos educados y queremos tener fe tenemos que tomar un «salto de fe» hacia lo irracional. Esta idea comenzó con Filón en su intento por combinar el pensamiento racional de los griegos con la verdad revelada en la Biblia. Este es un error absoluto. La verdad revelada es razonable, pero se edifica sobre un cimiento fundacional radicalmente distinto. La filosofía griega se edificó sobre la base de que el hombre es la medida de todas las cosas. Valiéndose sólo de su razón, el hombre puede explicarlo todo. La idea fundamental de la Biblia es que un Dios infinito creó la humanidad y todas las cosas que tienen medida. ¿Cómo puede lo finito comprender

plenamente lo infinito? La verdad fluye cuando Dios la revela a su creación: el hombre. Estas dos ideas (el racionalismo y la revelación) son radicalmente contrapuestas. Cualquiera que procure mezclarlas, como hizo Filón, acabará con algo parecido al aceite y el agua. Al mezclar lo que no puede ser mezclado, uno de ellos subirá a la superficie. Cuando Filón intentó reinterpretar la verdad revelada para conformarla a las presuposiciones griegas, las ideas humanas afloraron en la superficie. El aceite de la filosofía griega flotó en la superficie de la mezcla de Filón, obnubilando la verdad. Fue una elaboración diabólica. FILÓN HIZO CAUSA COMÚN CON LOS GRIEGOS EN SU ODIO A LAS MUJERES Filón amaba la cultura griega, por lo que no debe sorprender que secundara a los griegos en su odio a las mujeres. Con la filosofía griega en una mano y su re-interpretación de la Escritura en la otra, derramó desprecio contra todas las mujeres. Dijo que la mujer «era el principio del mal».44 El sexo femenino no era tan solo más débil, sino también más perverso, más fácil de seducir y más inclinado a engañar.45 Según Filón, la mujer era así por naturaleza. Dijo también que «los juicios de la mujer, por lo general, son más débiles» que los del hombre46, porque «carecen de cordura».47 Emulando a Aristóteles, declaró firmemente que «el varón es más perfecto que la mujer».48 Por lo tanto, «convenía que el hombre dominase sobre la inmortalidad y toda cosa buena, mientras que la mujer dominaba sobre la muerte y toda cosa mala».49 MANIPULACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS Para cimentar esta concepción no bíblica, Filón sacó textos de la Escritura de su contexto. En vez de permitir que la palabra iluminara sus creencias culturales, torció la Palabra para acomodarla a sus creencias. En vez de presentar Génesis 3:16 como descripción calamitosa de las consecuencias del pecado de Adán y Eva en el jardín del Edén, distorsionó el versículo para intentar demostrar que la voluntad de Dios era que la mujer estuviera subordinada al varón. Pero el fruto del pecado nunca fue la intención de Dios.

En ninguna parte del Antiguo Testamento hay mandato divino que ordene que las esposas sean subordinadas a sus maridos. Como, según sus premisas básicas, la mujer no podía evitar ser maligna, ¿qué explicación dio Filón de la mujer virtuosa que define el Antiguo Testamento? Lo hizo con una pirueta lógica que sería cómica si no hubiera resultado tan trágica. Porque para Filón, la noción de «mujer virtuosa» era una contradicción de palabras. La propia palabra virtud deriva de «cualidades varoniles» tanto en griego como en latín. Para probar este punto, Filón citó una frase de Génesis 18:11: «A Sara le había cesado ya la costumbre de las mujeres», según reza literalmente el original hebreo. Filón empleó este eufemismo de la menopausia para explicar lo inexplicable: Sara fue virtuosa porque, después de la menopausia, ¡pasó a ser hombre en su interior! Ninguna otra explicación era posible, ya que antes había dicho que la naturaleza femenina era «irracional e inclinada a las pasiones animales, el temor, la tristeza, el placer y el deseo, de donde se desprenden debilidades incurables y enfermedades indescriptibles».50 No hay nada tan necio como un hombre inteligente que emplea su talento en desechar la simplicidad de la verdad. Filón no fue el único que intentó combinar el judaísmo con las filosofías prevalecientes de la época. El historiador judío Flavio Josefo también lo hizo, al igual que un autor de libros Apócrifos, llamado Sirach. Sirach abandonó el concepto bíblico de la responsabilidad compartida por causa de la Caída y delegó toda la culpa en Eva: «El pecado se originó por una mujer, y por causa de ella todos debemos morir».51 Dijo también: «No te sientes... en medio de mujeres; ya que de las prendas sale la polilla, y de la mujer su maldad. Mejor es la maldad de un hombre que una mujer que hace el bien; y la mujer engendra la vergüenza y la desgracia».52 ¡Este último verso es verdaderamente sorprendente! No hay que asombrarse de que los libros Apócrifos no sean universalmente aceptados por los cristianos, como parte de la palabra de Dios. Las palabras de Sirach contradicen las escrituras que enseñan: «El alma que pecare, esa morirá».53 No se menciona para nada el género, ya que esta verdad es aplicable tanto al hombre como a la mujer. El alma de todo aquel que peque, morirá. Pablo afirmó la verdad revelada de Dios: «Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo

justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús».54 Pablo se enfrentó a lo que la mayoría de sus contemporáneos creía, y repitió como un eco la verdad de los tres primeros capítulos del Génesis: Él hombre y la mujer tienen un origen, un destino, una tragedia y una esperanza compartidos.

9. JESÚS DERRIBÓ LOS MUROS Por David Hamilton

El acercarse a pasajes bien conocidos y estimados de la Escritura supone un peligro. Éste consiste en no oír lo que realmente dicen. Nos hemos acostumbrado hasta tal punto a las palabras de Jesús en los Evangelios que nos resulta difícil no pasarlas por alto. Acaso leemos palabras que nos resultan familiares y las filtramos a través de memorias infantiles, impregnándolas inconscientemente de tonos culturales en cuyo medio crecimos. Sin embargo, por lo que toca al tema que nos ocupa, no hay tiempo más oportuno de oír claramente las palabras de Jesús en la Escritura. Debiéramos imaginarnos el impacto que causaron en sus primeros oyentes, ya que vivían en una cultura completamente distinta a la nuestra. Respecto a lo que se consideraba normal en las relaciones hombre-mujer en el Israel del primer siglo, las palabras y hechos de Jesús eran polémicas, provocativas e incluso revolucionarias. Jesús vino a poner en práctica la sanidad que Dios prometió a Adán y Eva después de la gran tragedia compartida en el huerto. Vino a poner fin a las dolorosas consecuencias sufridas por un mundo arruinado y pecaminoso, incluida la desavenencia entre el hombre y la mujer. Jesús vino a libertar a los hombres y a las mujeres. Pero por causa de la terrible exclusión que la mujer había padecido, Su venida significó mucho más para ellas. Las mujeres habían recibido muy poco en un mundo hostil. En las palabras de cierto autor: «Jesús no inauguró un movimiento en pro de la mujer, sino en favor de la humanidad. No sorprende, por tanto, que las mujeres fueran muy receptivas a

sus ideas. Atrapadas a veces en el aislamiento de una familia hostil, las mujeres sabían cuán inseguro, injusto y solitario era el mundo».1 La misión de Jesús no fue parcial con el género femenino; lo incluyó. Él dijo: «Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene no le echo fuera».2 AL PRINCIPIO EN LA CUNA; AL FINAL EN LA CRUZ Dorothy Sayers lo describe así: Tal vez no haya que sorprenderse de que las mujeres fueran primeras en la cuna y últimas en la cruz. No habían conocido a un hombre como Éste. Jamás hubo otro igual. Un profeta y maestro que nunca las regañó ni las aduló; nunca las engañó ni las trató con arrogancia, ni hizo de ellas chistes maliciosos, ni nunca dijo: «Las mujeres, ¡Dios nos libre!» O, «Las señoras, ¡Dios las bendiga!». Él las reprendía sin queja y las alababa sin condescendencia; tomaba sus preguntas y sus razonamientos en serio; nunca les imponía restricciones. Ni las instaba a ser femeninas, ni se burlaba de ellas por serlo; no tenía intereses creados ni inquieta dignidad masculina que defender. Las trataba tal como eran, con plena franqueza. No hay hecho, ni sermón, ni parábola en todos los Evangelios que insinúe con mordacidad una supuesta perversidad femenina; nadie puede en modo alguno deducir de las palabras y hechos de Jesús algo que fuera «raro» acerca de la naturaleza de la mujer.3 Veamos cómo revolucionó el ministerio de Jesús la vida de las mujeres. Lo que Él ofrecía era completamente distinto al trato normal que recibían en un mundo dominado por el varón. Para Jesús, no había: —doble moral —exclusión —límites al destino que Dios les concedió UNO NO BAILA EL TANGO SOLO La arrastraron en contra de su voluntad, mientras pataleaba y gritaba. Era evidente por su pelo revuelto y desarreglado que le habían concedido poco tiempo para vestirse. Tenía la cara bañada en lágrimas. Se retorcía y contorsionaba intentando escapar de

las varoniles mordazas que le atenazaban los brazos. Pero ella era débil, pequeña, estaba rodeada de hombres airados y de la afrenta reservada a las mujeres ligeras e inmorales. Ellos la arrojaron al suelo de tierra, a los pies del popular rabino de Nazaret. No necesitaban juez ni jurado. ¿No había sido acaso sorprendida en el mismo acto de adulterio por los maestros de la Ley y los fariseos? Dieron un paso hacia atrás con desprecio, se cruzaron de brazos y esperaron para ver cómo reaccionaba Jesús. ¿Se ha detenido a meditar alguna vez en esta historia? ¿Por qué se conoce con el título «la mujer sorprendida en adulterio»?4 ¿Puede una mujer cometer adulterio sola? ¡Imposible! No pudo ser sorprendida sola. ¿Qué decir del estatuto bíblico que debían defender los hombres con tanto celo? Estipulaba que en caso de adulterio, ambos, hombre y mujer tenían que morir.5 ¿Por qué se olvidaron los maestros de la ley de arrestar a la otra parte culpable? ¿Por qué pudo él recoger su ropa y largarse? La verdad es que sus actos estaban regidos más por la doble moral de su cultura que por la palabra de Dios. Jesús no les dijo nada al respecto. Era obvio, casi ridículo. Quizá esbozaron sus labios una sonrisa triste, mientras, en cuclillas y en silencio, escribía en la tierra con el dedo. Me pregunto, ¿qué es lo que escribió? No se nos dice, pero sí se nos informa que Jesús rehusó dejarse arrastrar por su juicio parcial. Él no defendía una cultura que favoreciera un género con menoscabo del otro. Como dice Starr: «Jesús rehusó consentir un doble nivel». Reprendió la acusación de su tiempo y de las edades venideras resumida en la frase: «Apedread a la mujer y dejad en libertad al hombre»6. Él habló por fin. Sus palabras fueron pocas y reposadas, pero dejaron a sus oyentes al desnudo. «El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella».7 Al volver a inclinarse y a escribir su mensaje en la tierra, el silencio y la culpa se adueñaron de la chusma. La vergüenza sustituyó a la ira. Uno por uno se marcharon. Las palabras de Jesús fueron pocas, pero llenaron muchos volúmenes. El pecado era pecado, ya fuera cometido por un hombre o una mujer. Cada uno de nosotros tendrá que comparecer delante de Dios en juicio. Ninguno podrá ocultarse o alejarse. Ninguno podrá señalar a otro. El pecado de la mujer no era peor que el del hombre. Cuando la norma es la igualdad, rara vez se arrojan piedras.

EL AMOR ENTRE IGUALES Esta no fue la única ocasión en que Jesús desmanteló las creencias de sus oyentes. Su enseñanza acerca del matrimonio y el divorcio fue absolutamente chocante. Jesús «daba por sentado que las mujeres tenían derechos y responsabilidades igual que los hombres.»8 Irónicamente, fueron sus enemigos los que dieron a Jesús la oportunidad de enseñar acerca del matrimonio y el divorcio. Los fariseos procuraban atraparlo después de suscitar el controvertido tema del divorcio. Es muy importante prestar atención a la respuesta que les dio Jesús, porque aparte de mostrar el dolor del corazón de Dios por el divorcio, atrajo su atención a lo que todos habían olvidado: la igualdad que Dios estableció entre el hombre y la mujer en el huerto del Edén. Jesús mencionó Génesis 1:27: «Y creó Dios al hombre a su imagen... varón y hembra los creó».9 Esto sentó las bases para el resto de su razonamiento: dado que el hombre y la mujer tuvieron el mismo origen, deben tener los mismos derechos y obligaciones.10 Después les recordó al primer consejero matrimonial, el propio Dios, quien les aconsejó: «Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne».11 ¿Qué implicaba Jesús al remitirles a Génesis 2? Por ese tiempo, las ideas de los judíos acerca de la función del matrimonio y los géneros estaban lejos del plan de Dios. Su forma de pensar se asemejaba más al de las naciones circundantes, estaba dominada por el pensamiento griego y reforzada por la costumbre romana. Para una joven romana el matrimonio significaba un rompimiento completo con todo lo anteriormente conocido. Como vimos en el capítulo 6, incluso sus dioses le eran arrebatados cuando se incorporaba a la familia de su marido. Las palabras de Jesús fueron radicalmente distintas. Aseguró que la mujer no era inferior en modo alguno. Al hombre se le exhortaba a tomar la iniciativa a la hora de sacrificar el derecho a su propia familia para poder contraer matrimonio con ella. Esta enseñanza les fue muy novedosa. Jesús también enfatizó la unidad e igualdad del marido y la esposa, citando de nuevo el Génesis...«y los dos serán una sola carne».12 Siguen siendo dos individuos, pero uno solo en amor. Uno en hebreo es una palabra singular compuesta, como un racimo de uvas o un par de zapatos. Es la misma palabra empleada en la proclama más importante del judaísmo: «Oye, Israel: El Señor nuestro Dios, el Señor uno es».13 De manera que la unidad que Dios quiso

entre un marido y su mujer es como la unidad que Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo han disfrutado por la eternidad. De ahí la importancia de la declaración: «Hagamos... a nuestra imagen... varón y hembra».14 Puesto que no hay jerarquía en la Trinidad, ni categoría inferior ni superior en la unidad que forman, así tampoco puede haberla entre un marido y su esposa. JESÚS ABOLIÓ LA DOBLE MORAL Luego Jesús añadió un mandamiento: «Lo que Dios juntó no lo separe el hombre».15 Así condenaba algo más que el divorcio. Nos estaba mandando no clasificar a las personas según escalas de valor humano. No podemos tener una moral para el hombre y otra para la mujer. Uña moral doble es otra forma de separar lo que Dios ha unido. Incluso sus discípulos se admiraron al oír estas palabras. ¡Él trataba a los hombres y a las mujeres con el mismo rasero! Y dijeron: «Si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse».16 Si el hombre debía observar las mismas reglas de juego que la mujer, tendrían que pensarlo dos veces antes de casarse. Jesús allanó el terreno de juego. ¿Qué ocurre cuando el divorcio es inevitable? Jesús respondió que esta tragedia se produce como consecuencia de la dureza de nuestro corazón.17 Pero aunque se produzca lo inimaginable y haya un divorcio, la mujer tiene los mismos derechos y responsabilidades que el hombre. Jesús enseñó: «Cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la repudiada, adultera también».18 ¡Había llegado demasiado lejos! Se estaba enfrentando a muchos siglos de enseñanza rabínica. Todo el mundo sabía que los derechos adquiridos en el casamiento y en el divorcio eran propiedad exclusiva del hombre.19 Las palabras de Jesús no debilitaron el matrimonio; lo fortalecieron porque apuntaron al plan inicial de Dios para el mismo: toda una vida de descubrimiento, de amor e intimidad entre dos compañeros iguales. FIRME Y CON DIGNIDAD Otra historia revela cuán radicalmente desafió Jesús la doble moral de los rabinos. Lucas 13:10-17, relata la ocasión en que el Maestro enseñó en la

sinagoga y vio a una mujer enferma y encorvada. Jesús la vio y la llamó; le impuso las manos y al instante se enderezó, y quedó completamente sana. ¿Fue aquella una sanidad cualquiera? Difícilmente. En los días de Jesús las mujeres sufrían completa marginación en los lugares de culto. Como vimos en el capítulo 8, estaban relegadas a la parte posterior de la sinagoga20 separadas de los hombres. La invitación que Jesús hizo a la mujer dio un fuerte golpe al monopolio masculino en el culto público. Al ponerla en el centro de atención, justo enfrente de toda la sinagoga, sacudió la mentalidad de los varones. Probablemente brotó un murmullo colectivo de esas filas aquel día. ¿No sabía Jesús lo que hacía? Las mujeres debían limitarse a su lugar, a esconderse tras las rejas.21 El rabino principal de la sinagoga puso palabras a la desaprobación de todos. Sin embargo, desvió el tema del deliberado desprecio de Jesús a las convenciones sociales para pisar un terreno más seguro: la importancia de guardar el sábado. El incidente que sobrevino colmó su afrenta. Jesús se defendió diciendo que aquella «hija de Abraham»22 merecía ser libre de su aflicción, aunque fuera sábado. No había precedente de la expresión «hija de Abraham» que empleó Jesús en aquel momento. En ninguna parte de la enseñanza rabínica aparecía mujer alguna a quien se llamara «hija de Abraham». Era normal referirse a los judíos como «hijos de Abraham»23 pero nunca a las mujeres.24 Todo el mundo sabía que las mujeres no eran herederas de Abraham como lo eran los hombres. Pero Jesús dedicó espléndidamente esta expresión a una mujer que, además, era mayor y había estado mucho tiempo enferma. Yo creo que la mujer pudo levantarse con la cabeza erguida aquel día en la sinagoga por otro motivo. Jesús hizo algo más que sanarle la espalda. Le restauró su dignidad como persona, al revelarle que era valiosa para Dios. Era coheredera con el hombre de todo lo que Dios había prometido a Abraham. NINGUNA EXCLUSIÓN Jesús no excluyó a las mujeres ni con palabras ni con hechos. Él escogió deliberadamente palabras que enfatizaban su postura igualitaria entre las mujeres y los hombres. Las palabras son importantes. Ha habido guerras iniciadas por causa del lenguaje. Por este motivo hay amenaza de división entre las naciones. Hay

políticos que pierden las elecciones por el leve descuido de un desliz de lengua. Hay multinacionales poderosas que sufren caídas en la bolsa cuando se publican palabras tendenciosas de sus ejecutivos. Las palabras son importantes porque manifiestan lo que se cree: la raíz de los valores. Por lo tanto, es importante fijarse en las palabras que empleó Jesús, especialmente las que usó para referirse a sí mismo. El término que más utilizó fue «Hijo del Hombre».25 Por la falta de dominio de nuestra propia lengua, da la impresión de que Él trataba de acentuar su masculinidad, pero no es así. La palabra griega anthropos empleada en la frase «Hijo del Hombre» incluye los dos géneros. Una mejor traducción sería «ser humano», o «persona», en vez de «hombre».26 Jesús quería subrayar la realidad asombrosa de la encarnación. Nos quería decir llanamente que Él era humano. Es interesante que todos los autores del Nuevo Testamento siguieran su ejemplo. Al hablar de Jesús, ellos siempre usaron el término griego anthropos que incluye los dos géneros y quiere decir «ser humano» o «persona.» Nunca usaron el término griego aner que describe solo el género masculino y que puede ser traducido «varón.» Sabemos, por supuesto, que Jesús fue un ser humano varón. Pero la Biblia nunca enfatiza en su género masculino. También era judío, pero su nacionalidad tampoco fue prioritaria. Lo importante es que fue verdaderamente humano, plenamente identificado con nosotros en todos los sentidos,27 sin dejar de ser Dios al mismo tiempo. Jesús vino como Dios y como ser humano, a entregar Su vida por todas las personas, no sólo por la raza judía ni por el género masculino. Esto lo ponen claramente de manifiesto las palabras que Él escogió, así como las de todos los autores del Nuevo Testamento. ¿POR QUÉ LLAMABA JESÚS «PADRE» A DIOS? Los vocablos que Jesús empleó para nombrar a los otros miembros de la Trinidad son también importantes. De los que usó para la primera persona, el más común fue «Padre».28 Esto nos parecerá normal a muchos porque nos hemos educado en un ambiente cristiano. Pero resultaba bastante extraño a oídos de los judíos del primer siglo, ya que el uso de tal terminología era muy raro en el Antiguo Testamento.

¿Por qué entonces llamó Jesús «Padre» a Dios? ¿Quería decir que Dios era masculino, como los padres humanos? No. Procuraba presentar una imagen que sus oyentes pudieran entender, un término que mostrase que Dios deseaba tener intimidad con ellos. Era drásticamente distinto al Dios cómodamente lejano y teórico de tantos judíos y gentiles. Entre los judíos se solía aludir a Dios como «el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob». Estas palabras, muchos siglos antes, evocaban un sentido inmediato y personal. Hacían referencia al Dios que aquellos hombres habían tratado personalmente. Pero a medida que pasaron las generaciones, esa realidad se fue diluyendo. Pasó a ser el Dios de los antepasados desaparecidos hacía largo tiempo. La tradición reemplazó a la experiencia personal. Llegó a ser más importante ser descendiente de Abraham, Isaac y Jacob que conocer al Dios que ellos conocieron. Jesús sacudió todas las convenciones al referirse constantemente a Dios como «nuestro Padre». Pero no dijo que Dios fuera masculino. Es más, cuando dijo «Dios nuestro Padre» en vez de «Padre Dios», se distanció de las ideas que habían prevalecido por siglos en los ritos de fertilidad de esa parte del mundo. Las religiones ancestrales de la tierra siempre habían dado culto a un «padre dios» (Baal en los primeros tiempos) y a su réplica femenina, la «madre diosa» (Asera). Estos cultos fueron absorbidos por las religiones gentiles populares de los tiempos de Jesús. Las ideas finitas de Dios y su naturaleza, siempre habían amenazado con seducir a los judíos. Por eso el Señor les mandó específicamente no hacerse imágenes masculinas ni femeninas de Dios.29 Él no quería que cometiéramos el error de atribuirle sexo, cualidad concedida a sus criaturas. Así pues, Jesús evitó el término pagano «Padre Dios» y le llamó «Dios nuestro Padre». A Dios se le llama «Padre» diecinueve veces en el Antiguo Testamento,30 pero también se le describe recurriendo a términos femeninos en las escrituras hebreas.31 Un buen ejemplo es Isaías 42:13-14, en el que se asemeja a Dios primero con un poderoso guerrero que marcha a la batalla, y después con una mujer en el momento del alumbramiento. Jesús empleó terminología femenina al menos en dos ocasiones para hablar de Dios: en la parábola de la mujer que buscaba una moneda perdida y en la de la mujer que escondió levadura en la harina.32 Él no insinuó que Dios fuera varón y mujer, como tampoco lo afirmaron otros autores bíblicos que

emplearon metáforas masculinas y femeninas para referirse al Señor. Dios no es varón ni hembra. Es mayor que todo lo creado, incluyendo las distinciones de sexo. Ciertamente, Jesús da a entender que la distinción del género humano no durará tanto como tendemos a creer. Cuando se le preguntó acerca de la resurrección, Jesús respondió que no nos casaríamos ni nos daríamos en casamiento en el cielo, porque seríamos «como los ángeles».33 Sus palabras significan que, en la eternidad, las distinciones de sexo no existirán o serán irrelevantes. Por lo tanto, si vivimos a la luz de esa eternidad no podemos discriminar por razón de género. UN NUEVO RITO DE INICIACIÓN Jesús trajo consigo el alba de un nuevo día. Antes de ascender al cielo, dio las últimas instrucciones a sus discípulos.34 Estableció un sacramento destinado a integrar personas de ambos sexos en la iglesia, el nuevo pueblo de la fe. El antiguo sacramento de la circuncisión era sólo para hombres. Pero el nuevo rito de iniciación que Jesús instauró fue el bautismo. Era una oportunidad, tanto para los hombres como para las mujeres, de declarar públicamente que se habían adherido al pueblo de Dios. Tal como constataron los autores de los Evangelios, las mujeres desempeñaron una parte integral en la vida y ministerio de Jesús. El registro de su presencia contrasta vivamente con la actitud de la literatura antigua. Salvo las obras dramáticas, la mayor parte de la literatura griega y romana apenas daban voz a las mujeres. Se hablaba de ellas, pero rara vez intervenían. Las mujeres guardaron aún más silencio a lo largo de siglos de literatura hebrea: el Mishna y el Talmud. Pero los Evangelios fueron diametralmente opuestos. Mateo, Marcos y Lucas escribieron acerca de la mujer en 112 pasajes distintos.35 Alguien ha observado que lo más chocante acerca del papel que jugaron las mujeres en la vida y enseñanza de Jesús fue el simple hecho de que estaban presentes. Era una verdadera revolución. Jesús miraba a las mujeres como personas que Él vino a rescatar y servir. Las trataba como personas valiosas y dignas, a diferencia de la sociedad judía, que a menudo las veía como propiedad.36 No tan solo estaban presentes las mujeres, sino que participaban. Jesús les enseñó el Evangelio, el significado de las Escrituras y las verdades espirituales

en general. Muchos judíos consideraban inapropiado, e incluso obsceno, enseñar la Escritura a las mujeres. Jesús actuó deliberadamente para acabar con la discriminación que las separaba.37 El Señor incluía a las mujeres cuando enseñaba en público. Es curioso notar que no escogiera el templo de Jerusalén como sitio de costumbre para enseñar públicamente. No. La mayor parte de su ministerio de enseñanza tuvo lugar en localidades y campos que rodean el mar de Galilea, en donde no había muros que segregaran a las mujeres de los hombres.38 Jesús enseñaba tanto a los hombres como a las mujeres. Mateo, que escribió para los judíos, registra fielmente la presencia de mujeres en aquellas sesiones públicas de enseñanza. Era algo novedoso, y por lo tanto, digno de atención.39 Aunque Jesús enseñara en el templo, escogía lugares públicos, los atrios exteriores, cuyo acceso estaba permitido a las mujeres,40 para que ellas también pudieran escucharle. LA PIEDRA ANGULAR DE LA VERDAD, COLOCADA POR UNA MUJER Jesús también enseñó a las mujeres en situaciones privadas. Uno de esos incidentes ocurrió en el hogar de Marta y María, hermanas de Lázaro.41 El autor cuenta que María, «sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra». Estar «sentado a los pies» de un maestro era un dicho común que expresaba una relación de tutoría formal entre un rabino y su discípulo. «Lucas informa indirectamente a sus lectores que María guardaba la postura típica del alumno ante su rabino».42 Es la misma expresión que empleó Pablo para describir la instrucción que recibió de Gamaliel.43 La colección de enseñanzas rabínicas (Mishna) exhortaba a sus lectores: «Que vuestra casa sea un lugar de encuentro para los prudentes; siéntate en el polvo de sus pies y bebe sus palabras con sed».44 En el siguiente párrafo, no obstante, el Mishna declara: «No hables mucho con las mujeres... Aquel que habla mucho con las mujeres acarrea mal sobre sí mismo, abandona el estudio de la Ley y al final heredará el infierno».45 Aunque la casa debía ser un foro para la instrucción, no se permitía la participación de las mujeres. Jesús desafió la exclusión rabínica de éstas de la educación. Defendió el derecho de María a aprender como discípulo, cuando dijo: «María ha escogido la mejor parte, la cual no le será quitada».46 María no fue la única que se benefició de la instrucción privada impartida por Jesús.

El Maestro también enseñó a Marta con motivo de la muerte de Lázaro. «Entonces, Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle».47 En los siguientes versículos, Jesús entabló con ella uno de los diálogos más significativos de los Evangelios. Los dos tocaron profundos temas teológicos en medio del dolor compartido por la muerte de Lázaro. Jesús le dijo a Marta: «Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente».48 Jesús no entregó este dogma central de nuestra fe, esta revelación íntima, a ninguno de los doce apóstoles. Estas palabras constituyen uno de los tesoros más valiosos de la iglesia. Se suelen repetir con ocasión de una gran pena, en lechos mortuorios y funerales. Pero no tendríamos este texto si Jesús no se hubiera tomado tiempo para enseñar cuestiones teológicas fundamentales a una mujer. Ni tampoco, si aquella mujer no hubiera decidido transmitirnos aquella lección privada al resto de nosotros.49 Jesús no sólo declaró la verdad a Marta. Como cualquier otro buen maestro, hizo que su mente se ocupara de una manera activa, la invitó a pensar en sus implicaciones. Le preguntó: ¿Crees esto?50 La respuesta de Marta reveló la profundidad de su intuición espiritual: «Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo».51 La confesión de Marta en el libro de Juan es prácticamente idéntica a la de Pedro, referida en los otros tres Evangelios.52 En esa ocasión, Jesús contestó a Pedro que él era petros, «piedra pequeña» y que sobre aquella petra, o «gran roca» Él edificaría Su iglesia.53 No dijo que Pedro sería la piedra fundacional de la iglesia. Dijo que sobre la base de esta confesión (que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios venido a este mundo) ¡toda su iglesia sería edificada! Así pues, vemos que Marta, y también Pedro, confesaron la piedra angular de nuestra fe. Ambos comprendieron quién era Jesús. Ambos declararon igualmente la verdad que les fue revelada por el Espíritu Santo. Si aceptamos esta enseñanza fundamental de Pedro, un hombre, debemos también aceptar la de Marta, una mujer. Si consideramos que la intuición espiritual de Pedro fue una cualidad importante para su liderazgo espiritual, ¿debemos pensar de otra forma en el caso de Marta? TRES VECES MARGINADA

Jesús también se tomó tiempo para instruir a la mujer samaritana en el pozo.54 Esa fue, de todas las conversaciones registradas, la más larga que Jesús sostuvo con una persona. Esta mujer estaba acostumbrada a ser una marginada. Como samaritana, fue rechazada por los judíos. Como mujer, fue marginada por los hombres, excepto cuando deseaban sus servicios sexuales. Y a causa de su inmoralidad, fue rehuida incluso por las demás samaritanas.55 Fue una de las personas más despreciadas de su tiempo. Sin embargo, Jesús no añadió a su rechazo. Pasó por alto sus endurecidos rasgos, su ropa chillona, y la tomó en serio, y le habló como a alguien de igual valor. La mujer reaccionó con sorpresa a la cordialidad de Jesús, y le planteó una pregunta acerca de la tensión racial de aquel tiempo. Él no descartó su pregunta, no dijo: «No te preocupes, cabeza linda, de ese tema. Deja esas cuestiones a los hombres.» Al contrario, invitó a aquella mujer prostituta a entablar una seria controversia teológica. Y la mujer respondió con una pregunta que reflejaba las serias dudas que tenía acerca de su fe. Jesús la escuchó. Respondió sus preguntas. Pasó tiempo con ella. La incluyó. Y no sólo eso, le regaló una de las afirmaciones más extraordinarias acerca de Dios contenida en las Escrituras: «Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren».56 Jesús le confió por primera vez, antes incluso que Pedro y Marta captaran esta verdad, que Él era el Mesías.57 Ciertamente, este es el primer «Yo soy» que constituye la espina dorsal teológica del Evangelio de Juan.58 Para Jesús, este encuentro con una persona tres veces marginada fue tan importante como el que tuvo con Nicodemo,59 el distinguido dirigente judío. Es más, si se comparan estos dos encuentros, Jesús dedicó más tiempo a explicar los caminos de Dios a la mujer que a Nicodemo.60 Dedicó toda su atención para enseñar el camino de Dios a una mujer rechazada. El rabino Maestro dio muestras de una excelente habilidad para la enseñanza en ese encuentro, y lo hizo por una mujer a quien todos consideraban la alumna más indigna, menos prometedora. ¿Qué sucedió cuando los discípulos regresaron de comprar comida y hallaron a Jesús inmerso en aquella discusión teológica en el pozo? Juan dice que ellos se «maravillaron de que hablara con una mujer».61 ¡No fue tanto su raza como su género lo que les alarmó! Aquella situación puso de manifiesto

la equivocada concepción del mundo (centrada en el hombre) que tenían sus discípulos. Debido a que Él era un maestro bien dotado, Jesús aprovechó aquella excelente oportunidad para iluminar a sus discípulos. Les dio dos mandamientos en Juan 4:35: a) alzad vuestros ojos y b) mirad. Si hubiera dicho tan solo: «Mirad», habría sido como reclamar su atención a cualquier declaración. Pero al decir: «Alzad vuestros ojos y mirad», quería enseñarles a «ver la situación desde una nueva perspectiva: Vuestra concepción del mundo es demasiado estrecha. Despójense de vuestros tapaojos culturales que les impiden ver. Yo deseo ensanchar vuestra mente. Quiero que vean a la gente de una manera nueva». Esto suponía mirar a la mujer con nuevos ojos. Las mujeres debían ser incluidas; eran parte de la cosecha que Jesús había venido a recoger. La samaritana se apresuró a evangelizar. Llegó a la ciudad diciendo: «Vengan y, vean a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será este el Cristo?»62 Su ministerio tuvo mucho éxito. En realidad, muchos de sus paisanos «creyeron en Él por el testimonio que ella dio».63 El epílogo de «la lección en el brocal del pozo» lo expone Juan, testigo ocular, en el versículo 42. Después que la mujer les guiara hasta Jesús, sus conversos declararon: «Ya no creemos solamente porque tú lo dices, pues nosotros mismos lo hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo». Esta declaración es uno de los momentos culminantes del Evangelio de Juan64; y todo porque Jesús había tratado a una mujer despreciada y alienada con la misma dignidad que hubiera ofrecido a cualquiera que se hubiera mostrado hambriento por la verdad. UNA MUJER FURTIVA CONSIGUE LO QUE NECESITA Hay otro caso de una mujer excluida por la sociedad.65 Sucedió de la siguiente manera: Jesús avanzaba por la calle con paso ligero en respuesta a la petición de Jairo, oficial de la sinagoga, quien le había rogado que le acompañara a su casa para sanar a su preciosa hijita. Una muchedumbre le seguía y le apretujaba intentando obtener su atención. De repente Jesús se detuvo. Había notado un toque superficial, leve, apenas perceptible, en el dorso de su túnica. Había sentido, como de costumbre, una

cálida afluencia de poder transmitido a otro. Se dio la vuelta. «¿Quién me ha tocado?» Estas palabras sonaron a chiste a sus discípulos. «Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado?»66 Jesús no hizo caso. Sus ojos escrutaron entre la multitud en busca de una persona. Transcurrieron varios segundos. La mujer que había cometido la acción contuvo su aliento, esperando que Él no la descubriera entre la gente. Quizá podría alejarse sin ser detectada. ¿Qué importancia tenía esto? Para entender la «trasgresión» que la mujer había cometido hemos de recordar la ley de Moisés. Esta mujer había sufrido una incesante hemorragia vaginal por doce años. Según la ley ceremonial judía,67 ella, y todo lo que tocaba, era considerado «inmundo». La mujer era penosamente consciente de su condición. Por doce años se le había exigido mantenerse alejada de la gente para evitar que se contaminaran. Marcos nos asegura que «había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor».68 Cuando oyó hablar de Jesús supo que Él era su única esperanza. Pero, ¿cómo podría acercarse a Él? En su condición impura, contaminaría al gran rabino. Él tendría que pasar por el ritual del lavamiento de sí y de sus vestidos. Quedaría contaminado hasta el atardecer. Por cierto, ningún dirigente religioso le había permitido que se acercara. Ella había experimentado doce largos años de aislamiento y vergüenza. Cuando vio a la multitud aquel día, dando codazos y arremolinándose en torno a Jesús, pensó: «¡Esta es mi oportunidad! Me acercaré camuflada entre la gente y le tocaré... No, ni siquiera haré eso. Tan sólo tocaré sus vestidos. Nada más. ¡Nadie se dará cuenta!» A escondidas, entre la muchedumbre, se acercó y lo hizo. Inmediatamente el poder de Jesús fluyó hacia ella y quedó sana. Pero al cabo de poco, para horror suyo, Él se detuvo y preguntó: «¿Quién me ha tocado?»69 La mujer se quedó helada, contuvo el aliento. Sabía lo que se aproximaba. Cuán bien recordaba cientos de reprimendas que recibió de los líderes religiosos que temían ser contaminados por su impureza menstrual. Y ahora, en este lugar público, enfrente de este gran hombre... ¡sería terrible! Quizá Él retrocedería o seguiría su camino. Pero no; no podía escapar. Él esperaba.

Por fin salió y se arrojó a sus pies, confesando lo que había hecho. «Delante de todos, ella le contó por qué lo había tocado y cómo había sido sanada al instante».70 Entonces ocurrió algo extraordinario. En vez de la reprensión esperada, oyó que Jesús la encomiaba. Sus palabras se derramaron como bálsamo en sus heridas internas: «Hija, tu fe te ha hecho salva; anda en paz y queda sana de tu azote».71 En este breve encuentro en una calle abarrotada, Jesús mostró que la menstruación ya no sería ocasión de impureza. El flujo de sangre menstrual ya no excluiría a las mujeres de su plena participación en el pueblo de Dios. El flujo de su sangre en la cruz se encargaría de ello. Él acababa de inaugurar verdaderamente «el año del favor del Señor».72 El tiempo del Mesías se había cumplido. El Hijo de esperanza prometido a Eva había llegado para redimir y restaurar. NO HAY LÍMITES AL DESTINO CONCEDIDO POR DIOS Algunos podrán ver exclusión en el hecho de que Jesús escogiera doce hombres para ser sus apóstoles. Pero como menciona mi coautor Loren Cunningham en el capítulo 3, esto no nos debe hacer creer que Jesús estuviera entronizando la masculinidad como una condición para el ministerio en su iglesia. Si se limita el liderazgo a los hombres, se debe también limitar a los que son galileos, judíos de nacimiento. Es más, los líderes deberán hablar también arameo. Más aún, sólo podrán estar calificados los testigos oculares de su ministerio que duró tres años. Esta norma se aplicó una vez y solo una.73 Incluso entonces, sólo dos personas cumplieron los requisitos: José Barsabás y Matías. Después, cuando la iglesia creció, descubrió que tales requisitos para el liderazgo eran impropios e inadecuados. Los abandonó prontamente y los sustituyó por otros criterios a medida que la iglesia se fue extendiendo por las naciones. No obstante, la cuestión sigue en pie. ¿Permitió Jesús a la mujer ministrar? Sí. La evidencia en el Evangelio es clara. Las mujeres ministraron a Jesús y con Jesús. El verbo griego diakoneo aparece en relación con siete mujeres en los Evangelios.74 Es el mismo verbo que define el ministerio de siete hombres escogidos para el liderazgo en la iglesia primitiva.75 Aunque el ministerio de los siete «diáconos»76 es bien conocido, el ministerio menor de las mujeres «diaconisas» fue igualmente importante.

Estas mujeres fueron: – La suegra de Pedro77 – María Magdalena78 – María, la madre de Jacobo y de José79 – Salomé, la madre de los hijos de Zebedeo80 – Juana, mujer de Chuza81 – Susana82 – Marta, la hermana de María y de Lázaro83 Estas mujeres son ejemplo de aquellas cuyo ministerio de servicio bendijo a Jesús y a sus seguidores. «Y ALGUNAS MUJERES» Lucas expone algo interesante: Aconteció después, que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con él, y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana mujer de Chuza intendente de Herodes, y Susana, y otras muchas que le servían de sus bienes.84 Esta frase singular: los doce estaban con Él, «y algunas mujeres» obliga a plantearse la pregunta: ¿Ejercían estas mujeres una función especial, pública, reconocida, similar a la de los doce? Al menos un experto así lo cree: ¿Formaban estas mujeres un grupo paralelo al de los doce? Hay un mosaico en la iglesia Titulus de San Práxedis que parece insinuarlo. Hay un doble círculo sobre la puerta de la capilla de San Zeno en el que se perfilan los bustos de ocho mujeres que acompañan a la Virgen María, en el centro, con dos diáconos a cada lado. Da la impresión de que había un grupo subordinado de apóstoles, integrado por hombres y mujeres.85 Aparte de lo que se pueda pensar acerca de este descubrimiento arqueológico, los Evangelios afirman que hubo mujeres que formaron parte constante del séquito ministerial de Jesús. Lucas habla de «las mujeres que

habían venido con Él desde Galilea»86 como parte clara y reconocida de su equipo ministerial. No sabemos todo lo que hacían mientras viajaban con Jesús. Pero, pensándolo bien, apenas tenemos datos de la vida cotidiana de los doce apóstoles. Faltan demasiadas piezas del rompecabezas. El propósito del Evangelio es dar testimonio de la persona y obra de Jesús, no facilitar una agenda diaria de los primeros discípulos. Aun así, los que disfrutaban de una mayor intimidad con Él llamaban a cierto grupo «las mujeres» o «nuestras mujeres».87 Lo importante es que «las mujeres» estaban normalmente con Jesús, al igual que los doce. Y ¿no fue ésta, acaso, la razón fundamental para la cual Jesús los llamó? Marcos 3:14 declara: «Estableció a doce, para que estuviesen con él…» Ya hemos visto que tanto las mujeres, como los doce, pasaban tiempo regularmente con Jesús. Pero, ¿qué diremos de la segunda parte de su llamado: «para enviarlos a predicar, y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar demonios»?88 Tal vez, entre los setenta y dos, hubo mujeres a quienes Jesús envió a predicar.89 Es una clara posibilidad, aunque no podemos estar seguros en uno u otro sentido. Pero tenemos plena certeza de que Jesús comisionó a una mujer para que anunciara la primera proclamación de su resurrección. Encargó a María Magdalena: «Mas, vé a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios».90 Lee Anna Starr afirma: «Jamás hubo un nombramiento más alto para predicar el Evangelio. No es muy sabio preguntarse si deben predicar las mujeres, cuando la misma cabeza de la iglesia envió a una mujer a predicar su resurrección, antes que los indolentes discípulos hubieran siquiera comprendido este hecho».91 María Magdalena no fue la única. A las mujeres que le acompañaron y se postraron a sus pies y le adoraron el domingo de resurrección, Jesús les dijo: «No temáis; id, dad las buenas nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán».92 ¿Cómo podemos cuestionamos hoy si es posible confiar que las mujeres prediquen fielmente las Buenas Nuevas cuando Jesús les confió la primera proclamación de la resurrección? ¿Somos nosotros más sabios y prudentes que Jesús? Él no les dio un mero permiso para predicar el Evangelio; les mandó que lo proclamaran. Para terminar, veamos otro importante encuentro que tuvo Jesús con una mujer. Es una historia un poco extraña, pero demuestra el reto de Jesús a las

tradiciones sobre el sexo en esa cultura. Para sustituirlos, instauró un patrón celestial para que todas las mujeres y hombres descubrieran el destino que Dios les había concedido. Una vez Jesús estaba enseñando. De pronto, una mujer entre la multitud exclamó: «¡Bienaventurado el vientre que te trajo y los senos que mamaste!»93 Supongo que su entusiasmo la movió a hacer esta manifestación. Pero sus palabras revelaron la postura rabínica tradicional: Las mujeres reciben la bendición de Dios indirectamente, a través de sus parientes varones, sus hijos o sus maridos. La mujer no podía servir a Dios por derecho propio. Los rabinos enseñaban: «¿Cómo harán mérito las mujeres? Haciendo que sus hijos acudan a la sinagoga para aprender las Escrituras, y sus maridos a la escuela rabínica para aprender el Mishna».94 Según esta mentalidad restrictiva, la mujer que cumpliera estas palabras hacía bien. María fue ciertamente bendita entre todas las mujeres porque ninguna tuvo jamás un hijo que sirviera a Dios como el suyo. Pero Jesús rechazó sus palabras. «Y él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios y la guardan».95 ¿Por qué respondió así? ¿Quiso mostrar hostilidad hacia la virgen María, su madre? Por supuesto que no. Toda su vida Jesús la amó, y le habló con respeto y estima».96 Incluso cuando sufría tormento físico y espiritual, mientras moría en la cruz, se preocupó de su madre.97 Tampoco despreciaba Jesús el papel de la maternidad. Lo que sí rechazó fue un sistema de pensamiento que por siglos había apartado a la mujer de una activa participación en las cosas de Dios. Jesús no quería tener que ver con valores religiosos que relegaran, excusaran, excluyeran o limitaran el caminar de la mujer con Dios o su ministerio a Él. Sería diferente en Su reino. Las mujeres ya no tendrían que depender de lo que hicieran los hombres para recibir la bendición de Dios. La nueva norma sería la obediencia personal a la palabra de Dios. ¿Por qué recuperar limitaciones que Jesús abolió? En vez de hacer del sexo un requisito para el ministerio, habría que preguntar a la persona si ha sido fiel al llamado de Dios en su vida, si está oyendo y obedeciendo la palabra de Dios. Si la respuesta es positiva, no hay limitación impuesta por Dios a su destino.

10. PABLO REVOLUCIONÓ EL MUNDO DE SU ÉPOCA Por David Hamilton

Todo lugar que Pablo visitaba era conmocionado por el Evangelio. Algunos se regocijaban al ver sus vidas transformadas. Otros reaccionaban con odio y temor, ya que Pablo amenazaba su posición. Dondequiera que iba nacían iglesias y estallaban grandes acontecimientos. Pablo no pretendía conservar el estado de cosas vigentes. Amenazaba los sistemas mundanos. Esto resulta evidente por las palabras de los tesalonicenses, quienes exclamaron: «Estos que trastornan el mundo entero también han venido acá».1 Dondequiera que Pablo ministraba, el Evangelio subvertía siglos de tradición, tanto en el mundo pagano como en el judío. En Éfeso ocurrió un suceso particularmente dramático cuando, una vez más, una multitud enfurecida se juntó contra Pablo y su equipo. Los líderes judíos estaban celosos de Pablo, cuya predicación atacaba la posición privilegiada que ellos disfrutaban en esta ciudad opulenta y multicultural. Los paganos también aborrecían a Pablo. Buena parte de la economía de la ciudad dependía del comercio y el turismo de los peregrinos que visitaban el famoso templo de Artemisa. Los conversos de Pablo se estaban apartando del culto a Artemisa y dejando de aportar dinero. Como los paganos no podían refutar las ideas de Pablo» incitaron a la turba a matarle, así como al grupo que le acompañaba.2 Pero, algo más profundo y tenebroso estaba ocurriendo en Éfeso. Pablo no había meramente ofendido a los adversarios humanos. Provocó también una

oleada de indignación demoníaca. Su predicación asaltó la fortaleza del diablo (el orgullo intelectual de Éfeso) enredado con el poder sobrenatural oculto y la sensualidad perversa de las ceremonias del templo. No tenemos hoy nada parecido a Éfeso. Nada puede compararse con aquella ciudad de la antigüedad. Pero intentemos imaginarnos una ciudad que reúna la fama intelectual de Oxford, el poder económico de Tokio, el esplendor artístico de Florencia, el espectáculo sensual de Las Vegas, el comercio sexual de Bangkok, y los tenebrosos poderes ocultos de Katmandú. ¿No ha de sorprender que Pablo escapara con dificultad? A VECES LAS PALABRAS DEL ENEMIGO SON VERDADERAS Años más tarde Pablo no tendría la misma suerte. Mientras adoraba en el templo de Jerusalén, algunos judíos de Éfeso desencadenaron otro disturbio en su contra. Un centurión romano le salvó de un linchamiento seguro y le permitió ser juzgado por un tribunal.3 Cuando compareció ante el mismo, los judíos efesios alegaron que había profanado el templo de Jerusalén al introducir un gentil más allá del muro de Herodes, que separaba las áreas comunes de la zona sagrada reservada a los varones judíos. Esta acusación concreta no se ajustaba a la verdad, pero en otro sentido, Pablo era culpable. En realidad, su verdadera trasgresión era más grave. No estaba introduciendo gentiles o traspasando muros divisorios, sino declarando a éstos, como también a los esclavos y a las mujeres, que Jesús ya había derribado los muros. En el crepúsculo de su vida, Pablo escribió a los creyentes efesios desde la prisión: Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz, reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.4

Como vimos en el capítulo 8, los muros del templo de Merodea no estaban en los planes de Dios. Fueron un invento humano, una expresión arquitectónica de las barreras sociales erigidas por las tradiciones impías de los hombres. ¿Ha visitado usted alguna vez una granja y ha visto una cerca eléctrica? Mucho después de interrumpir la corriente, los animales permanecen mansamente dentro de los potreros. Después de varias descargas eléctricas no vuelven a intentar escapar. Lo mismo sucedió con la iglesia primitiva. Jesús ya había derribado los muros, pero había que enseñar a los creyentes a andar en su recién adquirida libertad. Veremos cómo hizo esto Pablo en el corazón de su carta a los efesios. UN REVOLUCIONARIO DIFERENTE No había persona más idónea que Pablo para desafiar el status quo de su época. Como Saulo de Tarso, tuvo el privilegio de nacer ciudadano romano y de recibir la mejor educación disponible para un joven judío. Fue alumno predilecto de un estimado maestro, educado a los pies de Gamaliel,5 uno de los rabinos más influyentes del primer siglo. Saulo tenía mucho talento, una mente muy aguda y estaba plenamente dedicado a todo lo aprendido: la Torah de Moisés y los escritos de muchos siglos de sabiduría acumulada por los grandes rabinos. Saulo no sólo fue educado conforme a la mejor tradición rabínica; estaba bien familiarizado con las ideas griegas y romanas de su tiempo.6 Su historial era impecable; había viajado extensamente.7 Si no hubiera sido por un cambio repentino en el curso de los acontecimientos en la carretera a Damasco,8 bien podríamos hoy leer el pensamiento del rabino Saulo en el Mishna. Todo cambió aquel día, cuando Saulo cayó en tierra cegado por una luz. Gran parte de lo que había enseñado anteriormente tuvo que ser radicalmente cambiado. Cuando Pablo comenzó a enseñar a otros, sus ideas fueron muy distintas a las que le habían impartido los rabinos. Su pensamiento no era un refrito de filosofía griega y romana, como la de Filón. Sus ideas eran nuevas porque le fueron reveladas por Dios. Eran ideas destinadas a transformar totalmente la vida cotidiana de todas las personas del mundo. Por ejemplo, un concepto subyacente en todo el mundo antiguo fue el «código familiar». Este concepto impregnaba toda la literatura antigua, incluidos los escritos judíos conocidos

como el Talmud. Todo en la sociedad antigua estaba construido sobre el código familiar, el cual era la base de la ley.9 El código familiar se definía por tres pares de relaciones: —marido y esposa —padre e hijo —amo y esclavo Todas las funciones sociales estaban definidas por el código familiar y nadie quedaba excluido. Para los griegos, los romanos y los judíos, el mundo era estrictamente un patriarcado. Una sola persona, el marido/padre/amo, tenía control completo de la esposa, los hijos y los esclavos. Nadie cuestionaba lo que él hacía en su casa. Las leyes particulares y las que regían los tribunales, defendían este privilegio. La sumisión se daba en un solo sentido: de esposa a marido, de hijo a padre y de esclavo a amo. Sin embargo, cuando Pablo escribió a los efesios desde su celda, en la cárcel de Roma, tomó el código familiar y lo transformó de forma inaudita: instauró la sumisión mutua. Los hombres ya no gobernarían sus casas como déspotas. La sumisión sería una calle de doble sentido. Pablo explicó a los creyentes que la voluntad de Dios era reunir todas las cosas en unidad en Cristo;10 que habían compartido la tragedia del pecado,11 mas ahora eran coherederos.12 Había igualdad a los pies de la cruz. Un mismo perdón. Una misma esperanza. Un mismo propósito. Todos los creyentes estaban siendo edificados juntamente en la futura morada de Dios.13 PABLO NO SOLÍA HACER COMENTARIOS BREVES Muchos recurren a Efesios 5:22 para aportar evidencia de algo más que igualdad delante de Cristo. En muchas versiones modernas el versículo 22 aparece como una frase separada: «Las casadas estén sujetas a sus propios maridos como al Señor». ¿Estaba Pablo seleccionando a las mujeres, diciéndoles que se sometieran a sus maridos? Para responder adecuadamente a esta cuestión hemos de considerar cuidadosamente la precisión del lenguaje de Pablo. Él no era, ciertamente, un comunicador de frases breves. Es más, si se intenta dividir sus largos y complejos párrafos en frases breves, se puede distorsionar sus ideas. Efesios 5:15-23 es un excelente ejemplo de las ideas transformadoras de Pablo. Estos versículos constituyen un solo párrafo en griego. Sin embargo,

para facilitar la lectura del lector moderno, los traductores han dividido el texto en párrafos y frases donde antes no los había. Aunque esto se haya hecho para ayudar al lector moderno, se han separado ideas que en su principio estuvieron unidas. Al hacerlo, da la impresión de que Pablo está diciendo lo contrario de lo que significa el texto griego original. El versículo 22 de Efesios 5 no es una frase separada, independiente de lo que le precede. Es una continuación de una oración gramatical más larga. Ir más lejos, dividir el párrafo y añadir un subtítulo entre los versículos 20 y 21 (como lo hace la Nueva Versión Internacional) es totalmente injusto e incorrecto.14 Esta oración gramatical larga está construida en torno a dos verbos en modo imperativo (es decir, dos mandatos) y cinco cláusulas subordinadas. He aquí una clara traducción de la frase de Pablo que refleja con precisión el original en griego. Hemos empleado formas verbales correctas, con énfasis añadidos para subrayar la estructura de cada frase: No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien: Sed llenos del Espíritu, Hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, Cantando y Alabando al Señor en vuestros corazones, Dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Sometiéndose unos a otros en el temor de Dios, las casadas, [ ] a sus propios maridos como al Señor, porque el marido es la cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y Él es su Salvador.15 El largo mensaje de Pablo gira sobre el mandato «Sed llenos del Espíritu Santo». ¿Qué significa ser lleno del Espíritu? Hay quien ha dicho que hablar en lenguas es una señal de la plenitud del Espíritu. Pero Pablo señaló otra vara de medir: ¿Vivo yo una vida caracterizada por la sumisión mutua? El Espíritu Santo no conoce otra forma de vida. Ha vivido por toda la eternidad en sumisión mutua al Padre y al Hijo. Si el Espíritu Santo actúa en nuestra vida, exhibiremos la misma actitud.

Pablo no estaba, por supuesto, instando a las mujeres a someterse a los hombres mientras éstos quedaban absueltos, sin obligaciones, como habían hecho otras culturas antiguas. Debido al fenómeno gramatical de la elipsis,16 el verbo sujetar ni siquiera aparece en el versículo 22 del texto original. Dice, en realidad: «...esposas [ ] a vuestros maridos...» Para llenar el espacio, el antiguo lector de griego sabía acudir al término anterior de la frase para encontrar el verbo someter. Sí, las esposas tenían que someterse a sus maridos, pero en el contexto de la sumisión mutua del versículo 21. Sí; tenían que someterse a sus maridos del mismo modo que éstos tenían que someterse a sus esposas, y todos debían someterse unos a otros en el cuerpo de Cristo. SIN PRECEDENTE, INAUDITO, EXTRAORDINARIO Pablo continuó explicando qué significaba ser lleno del Espíritu Santo en las relaciones cotidianas: entre esposa y marido, hijo y padre, amo y esclavo. Podríamos calificar Efesios 5:18-6:9 como el código familiar de Pablo. Lo hizo de una manera sumamente práctica. Los efectos de la plenitud del Espíritu no sólo deberían ser experimentados en la iglesia o en reuniones de oración — «hablando entre sí con salmos, himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en el corazón—. Deberían ser también obvios en las relaciones mutuas en el hogar y en el trabajo. Después de todo, cualquiera puede sonreír y cantar himnos el domingo, pero, ¿podemos tratarnos con amor, respeto y sumisión mutua de lunes a sábado? ¿No es esa es la hora de la verdad? Como hemos dicho anteriormente, es difícil imaginar el impacto que causó la enseñanza de Pablo en sus primeros oyentes. Él tomó frases del código familiar que ellos conocían y expresó algo radicalmente nuevo, nacido del corazón de Dios, revelado en el jardín del Edén y hecho posible por medio de la cruz. En las siguientes 328 palabras del texto griego,17 Pablo deletreó las responsabilidades del miembro tradicionalmente «superior» (marido/padre/amo) del código familiar para con el «inferior» (esposa/hijo/esclavo). Esto era nuevo, chocante. No había código familiar de cultura alguna que hiciera al «superior» responsable del «inferior» en ningún aspecto. Resultan especialmente chocantes los mandatos específicos que Pablo dio a los creyentes de Éfeso. De ocho mandatos directos...

—cinco van dirigidos al marido/padre/amo del hogar —dos van dirigidos a los hijos —uno a los esclavos —ninguno a las esposas18 Algunos mencionarán Efesios 5:33. ¿No dio Pablo un mandato a las mujeres cuando dijo: «La mujer respete a su marido»? No; no en griego. En el texto original, este verbo está en modo subjuntivo, el cual se usa para expresar un deseo o una esperanza. Más aún, esta frase está introducida por una palabra que en griego significa «a fin de que». Esta es una cláusula dependiente, construida sobre la primera mitad del versículo 33. Pablo pide al marido que ame a su mujer para que ella pueda respetarle. No se puede exigir el verdadero respeto; hay que ganárselo. En la descripción que hace Pablo de la vida llena del Espíritu en Efesios 5:22-6:9... —Dedicó 40 palabras, en griego, a las esposas, para explicarles la plenitud del Espíritu para que respondieran correctamente a sus maridos. Luego dedicó 150 palabras para explicar las responsabilidades del marido para con su mujer. ¡Sin precedente! —Dedicó 35 palabras a los niños, para mostrarles cómo se debían de comportar con sus padres, pero también 16 palabras de instrucción a los padres. ¡Inaudito! —Dedicó 59 palabras a los esclavos para ilustrar qué significaba para ellos ser llenos del Espíritu, mientras que a los amos dedicó 28 palabras. ¡Extraordinario! Si estas dos últimas categorías parecen injustas, recuerde lo siguiente: los padres y los amos de esclavos habían imperado sin ninguna restricción hasta entonces. El control de un hombre sobre su casa era casi total. En los tiempos antiguos, el patriarca podía incluso quitar la vida a su hijo o a su esclavo si lo creía conveniente. Cuando Pablo mandó a los padres: «No exasperéis a vuestros hijos»,19 hizo lo que nunca antes había hecho nadie: colocó restricciones benignas a los padres. Por primera vez se enfatizó la necesidad de crear un ambiente afectuoso, solícito, para la crianza de los hijos. De manera análoga, Pablo no confrontó directamente la institución de la esclavitud. En vez de ello, exhortó a los esclavos que trabajaran para sus amos como si lo hicieran para Cristo, y después a éstos, que trataran a aquellos de la

misma manera,20 porque eran iguales ante los ojos de Dios. Claramente, Pablo dirigió su mensaje a socavar la esclavitud, a provocar su hundimiento final en todo el mundo. Sembró la semilla del cambio social. Pero el cambio no sobrevendría por medio de la rebelión y la revolución violenta. Llegaría con el arrepentimiento y el reconocimiento de la igualdad humana ante Dios. La audacia de Pablo establece un modelo a seguir. ¿Cómo se deben abordar asuntos en una cultura cambiante, o cuestiones de conducta al adentrarse en otra cultura? No se deben retener las anteojeras culturales y alegar que «debe ser así porque así ha sido siempre». No. Como Pablo, hay que poner las cuestiones individuales de conducta a la luz de la palabra de Dios y permitir que el Espíritu Santo conceda enteramente nuevas pautas de comportamiento y estructuras sociales siempre que sea necesario. O puede que el Espíritu Santo nos muestre que cierta conducta no es equivocada, sino una expresión de la maravillosa variedad que Él ha repartido a las familias de la cultura humana. En tales casos, se deben redimir las expresiones culturales y usarlas para declarar la gloria de Dios. LO QUE NO DIJO PABLO Es importante notar lo que Pablo no dijo en su código familiar. No dijo que las esposas debían obedecer a sus maridos. Resulta sorprendente, porque a los hijos y a los esclavos sí les dijo que obedecieran. No sólo quebrantaba la tradición de otros códigos familiares del mundo antiguo. Alteraba también la simetría literaria normal para alarmar a sus lectores. El efecto que provocó en ellos fue como oír caer un zapato, esperar, y no oír la caída del otro. Diríase que Pablo enfocaba este asunto soslayándolo. Fíjese cómo mandó Pablo a los maridos que amaran a sus mujeres. Empleó dos ideas que repitió para subrayar su importancia todo lo posible: —Los maridos debían amar a sus esposas «así como Cristo amó a su iglesia».21 —Debían amarlas «como a sus mismos cuerpos».22 —Los maridos debían amar a sus mujeres «como también Cristo a la iglesia».23 —El marido debía amar a su mujer «como a sí mismo».24 ¿Puede haber algo más alejado del abusivo y autoritario machismo del mundo antiguo? Pablo inyectó en el código familiar tradicional el poder

transformador del Evangelio. O tal vez, deberíamos decir, lo «llenó del Espíritu.» No imitó descuidadamente su cultura. Presentó una alternativa radical. Escribió algo tan extraordinario que debió dejar a los creyentes de Éfeso boquiabiertos. EL GRAN VALOR DE LA MUJER Piense en lo que significa el que Pablo exhortara a los maridos a amar a sus esposas como Cristo nos amó. Una cosa es amar a alguien tanto como a uno mismo, pero amar como Cristo nos amó establece el nivel más alto de amor posible. Cristo entregó Su vida por nosotros. Al morir por nosotros, Jesús demostró el gran valor con que Dios nos estima. La cruz fue la expresión más tangible de cuánto Él ama a la gente. Los seres humanos son enormemente preciosos porque el Hijo de Dios dio su vida por cada uno de ellos. Por lo tanto, las mujeres deben ser altamente estimadas. Dios manda a los maridos que amen a sus mujeres tanto que estén dispuestos a entregar su vida por ellas. ¿Puede darse a una esposa un valor más alto? ¿O a hermanas, madre o hijas? UNA COMPAÑERA, NO UN OBJETO DE PROPIEDAD Pablo siguió explicando el amor sacrificado que un marido debe tener por su esposa. Lo hizo recordando Génesis 2:24, cuando Dios creó a la mujer: «Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne».25 A primera vista, estas palabras no tienen nada de nuevo. Se escuchan en todas las bodas. ¿Qué quería decir Pablo al repetírselas a los efesios? ¿Quiso decir: «Te casaste con ella; ahora tienes que amarla»? Pablo recalcó lo que Jesús ya había dicho. Recordó a los efesios el plan original de Dios para el matrimonio: El hombre dejará todo por su esposa. Pero no había sido así en la antigüedad. Esto era justamente lo contrario de lo que hicieron los griegos y los romanos. Ya hemos visto que unos y otros exigían a la mujer que abandonara todo para casarse con su marido. El matrimonio no significaba sacrificio alguno para el hombre. Todo sacrificio, toda renuncia de derechos corría a cargo de la mujer, que se unía al fuego de un nuevo hogar. Incluso los judíos, que rechazaban el culto del fuego hogareño pagano, no acertaron a adoptar los valores establecidos para la mujer en Génesis. Desde el principio, Dios dispuso claramente que la mujer no debía ser tratada como

propiedad que el hombre toma para sí, sino como una compañera a quien él debe darse. Los hombres comenzaron a desviarse de este precepto casi de inmediato. El Antiguo Testamento recuerda frecuentemente cómo los hombres «tomaban esposa» para sí.26 Jamás fue esa la intención de Dios. Con el paso de los siglos, las costumbres judías se alejaron aún más de la revelación de Dios. Pablo dijo en la carta a los Efesios que Dios estaba restaurando su designio en Jesús, al tomar la iniciativa con abnegación, venir a la tierra y entregarse a sí mismo por la iglesia.27 Esta clase de amor abnegado, de renuncia de derechos, debe ser el primero en humillarse. Este amor debía caracterizar el trato de un marido a su mujer. Nunca hubo un tan alto concepto del matrimonio desde el Edén. Nunca, desde el Edén, el valor de la mujer había sido reconocido, su dignidad tan estimada. La reciprocidad tenía que ser el distintivo del reino de Dios. Allá donde gobernara Cristo, cada uno de los cónyuges debía profesar respeto hacía el otro. Gracias a la venida de Cristo, las mujeres podían darse en sumisión a sus maridos, y los hombres a sus mujeres, y llevar la iniciativa con abnegación. En Cristo, la calle de una sola dirección se hizo doble. Jesús, esperanza del Edén, comenzó a corregir la tragedia que se produjo en el huerto. LA IGUALDAD RADICAL DEL EVANGELIO Pablo concluyó su código familiar declarando el principio subyacente de estas nuevas propuestas radicales: Somos iguales ante Dios, pues para Él no hay acepción de personas.28 Este es el principio subyacente a la sumisión mutua de Efesios 5:21. Dios no clasifica los seres humanos en jerarquías. La razón que hace posible la sumisión mutua es que Dios nos ve como a uno solo. Este es un dogma central del Evangelio. La igualdad no se basa en una premisa humanista; tiene su raíz en la imparcialidad de Dios. Puesto que Él trata a todos los seres humanos con equidad, nosotros debemos hacer lo mismo. Nuestra perspectiva de otros debe ser moldeada por su perspectiva de nosotros. La igualdad ante Dios es un tema recurrente en los escritos de Pablo. Uno de los ejemplos más claros en que el apóstol ataca el status quo jerárquico está en Gálatas 3:28: «Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús». ¿Por qué

decía esto Pablo? Fíjese en que él propuso tres pares de relaciones. Pero no eran los tres pares del código familiar tradicional, sino que recurrió a otros, a los que su audiencia estaba igualmente acostumbrada. En Gálatas 3, el par padre/hijo se sustituye por el de judío/gentil. ¿Qué trataba Pablo de despertar en las mentes de sus primeros oyentes con los tres pares judío/griego, esclavo/libre y varón/mujer? Yo creo que esta fue una elección deliberada de Pablo. Antes de su dramática conversión fue un fariseo escrupuloso. Y aún más, era la joven promesa de este grupo, bien encaminado por la senda del éxito de los rabinos. De modo que, como todos los judíos varones devotos de su tiempo y de la misma persuasión, probablemente recitaba esta oración cada mañana al despertarse mientras todavía estaba en la cama: Bienaventurado aquel que no me creó gentil; Bienaventurado aquel que no me creó mujer; Bienaventurado aquel que no me creó un hombre ignorante (o un esclavo).29 Dado que todos los judíos piadosos rezaban esta oración, la beraka, tan pronto como se despertaban y antes de levantarse, éstas eran las primeras palabras que oía su esposa, aún acostada a su lado. ¿Puede uno imaginárselo? Estas crueles palabras eran lo primero que ella oiría todos los días de su vida matrimonial. Cual si estuviera tumbada en la cama y escuchara a su marido dar gracias a Dios por no ser ella. Y además, la conciencia desoladora se adueñaría de su persona: un esclavo podía llegar a ser libre, los gentiles se podían convertir, pero ella nunca podría dejar de ser mujer. Hay varias versiones de esta oración registradas en la literatura rabínica.30 El hecho de que los hombres elevaran esta ferviente plegaria todas las mañanas da una muestra de cuánto se habían desviado de la igualdad de los sexos que Dios estableciera en Génesis. Estas palabras dan una clara muestra del orgullo de corazón del judaísmo rabínico, en el que sólo unos pocos varones judíos libres podían ser plenos partícipes del pueblo de Dios. Otros escritos rabínicos respaldaban esta concepción. Los gentiles merecían menos consideración que una bestia de carga: «Por lo que respecta al asno, uno tiene obligación de dejarlo descansar; pero en cuanto a un gentil, no hay

obligación alguna».31 Los esclavos se equiparaban con los animales, pues de ellos se decía que eran «gente como el asno».32 De manera semejante, la mujer valía el dos por ciento de un hombre, pues según el Talmud «cien mujeres no son mejores que dos hombres».33 Parece que Pablo escogió intencionadamente la triple oración matutina tradicional (gentil/judío, esclavo/libre, varón/mujer) para declarar en Gálatas 3:28 que tales distinciones ya no existían. Él suplicaba apasionadamente a los hombres que no abandonasen esta nueva libertad maravillosa. ¿Por qué iban a querer echar a perder tan gran salvación y volverse a los legalismos humanos? Pablo rogaba a sus oyentes: «Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud».34 Parte de aquel yugo legalista consistía en clasificar a los demás según los propios prejuicios. ¡Pero ya no más! En Cristo Jesús, declaró Pablo, todas estas distinciones y categorías quedan sin efecto. Todos son uno. Gálatas 3:28 no dice: «Dios amó a todos, pero permanezca cada uno en el lugar que le corresponda»; dice que «ya no hay lugares, categorías, ni diferencias en derechos y privilegios, códigos y valores».35 Si nos preocupa el mantenimiento de nuestra posición, si procuramos preservar los privilegios de alguna jerarquía tal como nos enseñó nuestra particular cultura, estaremos actuando de una manera no cristiana. Estas actitudes son opuestas al mensaje del Evangelio. Los gentiles, los esclavos y las mujeres no son inferiores, no son menos humanos, no son menos valiosos para Dios. Jesús vino a un mundo entenebrecido, opresor, en el que muros de división separaban a las personas y cadenas milenarias ataban a muchos. Jesús derribó los muros y rompió las cadenas. En Cristo ya no hay judíos ni gentiles, esclavos ni libres, varón ni mujer. Todos son iguales a los pies de la cruz. Jesús se hizo el menor de todos para redimirnos a todos y ninguno queda excluido; ninguno queda al margen, mirando por la reja de un balcón o a través de un velo. La muerte de Jesús retó todas las concepciones culturales establecidas. Ya no quedan paredes en pie. No hemos de seguir siendo en modo alguno prisioneros o perpetradores de discriminación. Jesús es nuestra esperanza compartida. Su nacimiento humano nos recuerda un origen compartido. Su muerte en la cruz sana para siempre nuestra tragedia compartida. Su resurrección nos restaura un destino compartido. Hemos sido

llamados a sentarnos con Cristo en los lugares celestiales, a salir al mundo llenos del Espíritu, y a dejar huella del Evangelio en todas nuestras relaciones, porque cada uno de nosotros es valioso a los ojos de Dios.

11. EL EVANGELIO LLEGA A LA CIUDAD DEL PECADO EN EL AÑO 50 Por David Hamilton

Cualquier

estudioso serio de la concepción paulina de la mujer deberá

centrarse en 1 Corintios, ya que Pablo dedicó más espacio a temas relacionados con el género en esta epístola que en cualquier otra. Al leer lo que dice Pablo, debemos recordar que sus palabras no son más que la mitad de un diálogo. Es como escuchar a alguien hablar por teléfono. Es preciso recrear lo que la otra parte esté diciendo. Las epístolas de Pablo fueron escritas para responder a informes orales y cartas recibidas de iglesias en ciernes. Como quiera que no disponemos de la otra mitad de la comunicación, debemos descubrir todo lo que podamos acerca de la situación en Corinto para comprender mejor esta Carta. En primer lugar, detengámonos en el aspecto de la ciudad. AMBICIOSAMENTE RICA, MISERABLEMENTE POBRE Corinto estaba situada en una estrecha franja de tierra que se extiende unos seis kilómetros y conecta los dos territorios principales de Grecia. Todo el tráfico del norte en dirección sur tenía que pasar por Corinto. También, para evitar las peligrosas aguas del extremo sur de Grecia, muchos marinos mercantes del Este del Mediterráneo decidían desembarcar sus mercancías en Corinto, antes de proseguir su navegación hacia el Oeste. Esto hizo de Corinto una importante encrucijada, una ciudad rica por su capacidad para controlar el comercio y el mercado. Pronto rivalizó con Atenas por la supremacía de la

cultura griega. Durante la ocupación romana, Corinto atrajo también a muchos libertos del imperio, entre ellos, muchos soldados romanos veteranos, cuyo fiel servicio les había proporcionado la ciudadanía romana.1 En el primer siglo d.C., Corinto dejó de ser una pequeña colonia de quizás unos tres mil habitantes para convertirse en la mayor ciudad griega. Aunque no tenemos datos del censo, «se estima que la población total de la ciudad y su territorio se acercaba a los 100.000 habitantes en el siglo segundo».2 Corinto llegó a ser muy próspera, «una especie de centro comercial... llena de riqueza y abundancia de bienes».3 Pero aunque fue «una ciudad ciertamente encantadora y lujosa», la «codicia de los ricos contrastaba con la miseria de los pobres».4 ¡NO CONFÍES NUNCA EN UN CORINTIO! Corinto fue un centro artístico y cultural, lleno de hermosas estatuas, pinturas y artesanía muy estimadas, y sede de eventos atléticos. Pero la ciudad se hizo famosa por otra cosa: estaba tan atestada de actividad promiscua que el verbo korinthiazestai, «vivir como un corintio» pasó a significar vivir una vida de inmoralidad sexual. De igual modo, la borrachera era tan común, que en muchas obras dramáticas los corintios aparecían borrachos en el escenario.5 Por eso Pablo advirtió a los creyentes corintios contra la borrachera.6 Y por eso el gran poeta Menandro escribió: «No confíen en ningún corintio ni se hagan amigo de él».7 UN GRAN EJÉRCITO DE RAMERAS Al igual que muchas ciudades portuarias, Corinto se hizo famosa por su comercio sexual. Cierto autor, no mucho después de la época en la que vivió Pablo, escribió que «las bellezas, las pasiones y los placeres eróticos de Corinto atraen a muchos... pues claramente esta es la ciudad de Afrodita».8 Afrodita era la diosa griega del amor erótico (la Venus de los romanos), y se le daba culto en todo el mundo mediterráneo, pero especialmente en Corinto. Debido a la fama de inmoral que tenía la ciudad, Platón empleó el término corintia kore, «chica de Corinto», para referirse a las prostitutas.9 Otro autor se refirió a Corinto con la expresión «un gran ejército de rameras»,10 mientras que Estrabón, quien vivió en tiempos de Cristo escribió:

El templo de Afrodita (en Corinto) era tan rico que poseía más de mil esclavas prostitutas, que hombres y mujeres habían dedicado a la diosa. Y por causa de aquellas, la ciudad estaba repleta de gente que se enriquecía. Por ejemplo, los capitanes de barco derrochaban su dinero en los prostíbulos, de donde surgió el proverbio: «El viaje a Corinto no es para todos los hombres».11 Aparte de las rameras «consagradas» de Corinto que entregaban sus ganancias al templo, había muchas otras prostitutas seculares. Todas ellas estaban «consagradas» y constituían una parte vital de la economía. Recibían también honores rituales como parte de la vida espiritual de la ciudad. Los ancianos observaron lo siguiente: Es una vieja costumbre de Corinto... siempre que la ciudad ora a Afrodita en cuestiones de suma importancia, invitar a tantas prostitutas como sea posible para que se unan a sus rogativas. Estas mujeres multiplican sus plegarias a la diosa y están presentes en los sacrificios.12 UN BUFETE LIBRE DE SECTAS Aunque la patrona, Afrodita, reinaba soberana en la ciudad, también se adoraba a otros dioses y diosas. Corinto era un verdadero bufete libre de sectas religiosas. La mayoría de ellas excluían a las mujeres, a excepción de las sectas secretas como la de Dionisio, en la cual las mujeres pasaban varios días en las montañas bailando, bebiendo y entregándose a la inmoralidad sexual.13 A las sacerdotisas de Dionisio se las llamaba ménades, (de mainás y la raíz griega máinoma) es decir «locas». Es significativo que este término no se aplicara a los hombres y que fueran normalmente mujeres las fascinadas por la manía (locura) del dios Dionisio. Las ménades se jactaban de un estado de conciencia alterado, don de Dionisio, dios del vino y la locura. Estas mujeres, que rara vez veían el mundo que se abría delante de su puerta, le saludaban como a su libertador, Lusios. Cada dos años, la locura que les inspiraba ese dios las libraba de la «lanzadera y el telar» y las llevaba a las montañas a bailar, a decir disparates y hacer juergas, libres de toda restricción.14

Antes de llegar Pablo, las religiones que acogían a las mujeres gentiles de Corinto solían festejar la inmoralidad y la insensatez. A esta ciudad corrupta y engañada, llegó Pablo predicando la justicia de Jesucristo y su muerte en la cruz.15 LA IGLESIA QUE FUNDÓ PABLO Cuando Pablo llegó a Corinto, alrededor del año 50 d.C., se encontró con un par de exiliados judíos de Roma llamados Aquila y Priscila.16 Dado que la pareja también confeccionaba tiendas de campaña, Pablo se les unió para ejercer su oficio, y juntos fundaron una iglesia. A Pablo se le unieron Silas y Timoteo.17 El grupo permaneció unido unos dos años, predicando el reino de Dios. La iglesia que fundaron Pablo y sus colaboradores era, en principio, un fiel reflejo de las costumbres de la sociedad corintia:18 Algunos de los nuevos creyentes habían vivido en la idolatría y la inmoralidad. —Algunos eran ricos, pero la mayoría eran pobres. —Algunos estaban educados, pero muchos no. —En la iglesia había judíos y gentiles. —En la iglesia había esclavos y libres. —La iglesia estaba formada por hombres y mujeres. Este grupo de personas traspasaba múltiples fronteras demográficas y exhibía, probablemente, una diversidad mucho mayor que la congregación a la que usted o yo asistimos. Es importante entender esto para entender las exhortaciones que Pablo daba a la gente. PRISCILA, COLEGA ESTIMADA DE PABLO Pablo no trabajaba aislado. Normalmente lo hacía en equipo, se apoyaba en colaboradores que le ayudaban a proclamar el Evangelio y a plantar iglesias. Ya hemos visto que un matrimonio, Priscila y Aquila, formó parte del equipo inicial de Corinto. Le ayudaron también a fundar las iglesias de Éfeso y de Roma. Pablo mostró gran fe en su capacidad de liderazgo y les tenía por colaboradores dignos de su confianza.19 A veces Dios llama a los hombres a ser líderes de ministerio. Otras veces llama a las mujeres. Y a veces llama a las parejas al servicio eclesiástico. Priscila

y Aquila son un buen ejemplo. Las siete veces que se mencionan sus nombres en el Nuevo Testamento, siempre están en pareja, sirviendo en el ministerio. Y no sólo eso, sino que de las siete ocasiones, en cinco figura el nombre de Priscila en primer lugar. Esto se oponía a la costumbre romana de nombrar el hombre en primer lugar al referirse a una pareja. Era tan raro, en la antigüedad, que parece dar a entender que Priscila era la más prominente de esta pareja en el ministerio. Cuando Hechos 18:26 aclara que Priscila y Aquila invitaron a Apolos a su casa y le expusieron más exactamente el camino de Dios, Priscila tomó probablemente la iniciativa para enseñarle el Evangelio. Como Henrietta Mears quien influyó en Billy Graham y Bill Bright, el alumno de Priscila (Apolos), desarrolló un destacado ministerio público. Apolos fue un ungido y poderoso predicador en Corinto y otros lugares.20 Juan Crisóstomo, padre de la iglesia, en el siglo IV, reconoció la contribución del ministerio de Priscila así: Esto es también digno de ser examinado; ¿por qué Pablo cuando se dirigió a la pareja, mencionó a Priscila antes que a su marido? Él no dijo: «Saluda a Aquila y Priscila», sino a «Priscila y Aquila». No hizo esto sin motivo, sino que reconoció mayor piedad en ella que en su marido. Lo que digo no es una suposición, ya que se encuentra en el libro de Los Hechos. Priscila tomó aparte a Apolos, varón elocuente y poderoso en las Escrituras, aunque sólo conocía el bautismo de Juan; le instruyó en el camino del Señor y le ayudó a ser un maestro consumado (Hechos 18:2425).21 Estas palabras de Juan Crisóstomo son verdaderamente notables, porque sabido es que, él también hizo muchas declaraciones en contra de las mujeres. NADA RARO Lo que pareció tan obvio a Juan Crisóstomo en el siglo IV, no está nada claro para algunos maestros bíblicos actuales, que arguyen que, la palabra explicar— ektitheim—, en Hechos 18:26, es completamente distinta a enseñar—didask—, en 1 Timoteo 2:12, donde Pablo parece prohibir a las mujeres que tengan el mismo ministerio que tuvo Priscila. Pero, ¿qué es enseñar sino explicar la verdad a alguien? La única razón para discutir las cuestiones semánticas es

comenzar con un prejuicio en contra de la enseñanza impartida por las mujeres, y apoyar luego esa postura haciendo caso omiso de claros ejemplos bíblicos que lo contradicen. ¡No! Lucas dijo claramente que Priscila, con la ayuda de su marido, enseñó a Apolo los caminos de Dios. ¡Qué sorprendente es la naturalidad casi informal con que Lucas alude a esta cuestión! Si Pablo realmente enseñó en contra del ministerio de la mujer, ¿cómo explicaremos que este íntimo compañero y colega diera cuenta de la contribución de Priscila de una manera tan práctica y realista? Para Lucas no era nada raro el hecho de que Priscila enseñara. Otro escritor expuso: Es importante notar la sutil y asombrosa información que Lucas proporcionó acerca de la mujer que guió a uno de los maestros más notables de la iglesia primitiva. No se debe disimular el hecho de que Apolos aceptara la instrucción de Priscila sin reservas. Además, ni Lucas ni Pablo la criticaron por el hecho de enseñar a un hombre. Si Priscila hubiese violado la supuesta prohibición de Pablo del ministerio de enseñanza de la mujer, parece probable que tanto Lucas como Pablo la habrían criticado por haber enseñado a un hombre.22 Incluso Tertuliano, uno de los padres de la iglesia, citado frecuentemente por sus declaraciones acusatorias en contra de las mujeres,23 reconoció que el Evangelio era predicado «por santa Prisca [o Priscila]».24 ¿ESCRIBIÓ PRISCILA EL LIBRO DE HEBREOS? En tiempos recientes, varios eruditos han sugerido la posibilidad de que Priscila fuera autora de la Epístola a los Hebreos, el decimonoveno libro del Nuevo Testamento.25 He aquí algunas razones que sugieren que Priscila pudo haber escrito la Epístola a los Hebreos: —El hecho de que la epístola sea anónima puede insinuar que fue escrita por una mujer, ya que la firma de una mujer podría haberla comprometido. —Priscila tenía fama de excelente maestra. Buena parte del tema pudo haber sido enseñado a Apolos.

—El autor de Hebreos fue, obviamente, un estrecho colaborador de Pablo, como lo fue Priscila. —Parece que Pablo ya había muerto cuando el libro fue escrito; el apóstol mencionó específicamente a Timoteo, Priscila y Aquila en su última carta conocida. —El capítulo 11 de Hebreos menciona a varias mujeres, héroes de la fe. —El autor de Hebreos incluye varios ejemplos prácticos de la niñez y de la paternidad. —El texto original griego menciona cuatro términos náuticos (no tan claros en las versiones al castellano), y Priscila hizo por lo menos cuatro viajes por mar. —El gran interés por el tabernáculo puede ser indicio de que el autor fuera fabricante de tiendas. —A veces el autor emplea una voz en plural, lo que podría indicar que incluía a Aquila.26 Que Priscila haya escrito o no el libro de Hebreos, no se puede saber. Pero indudablemente ella era una maestra muy capacitada. Apolos y Pablo la respetaban. Esta ungida mujer desempeñó una función especial, y ayudó a establecer iglesias en Corinto, Éfeso y Roma. OTRAS MUJERES LÍDERES EN CORINTO Otras mujeres fueron también sobresalientes en la vida de la iglesia de Corinto. Cloé aparece en 1 Corintios 1:11: «Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, (por los de la casa de Cloé), que hay entre vosotros contiendas». La palabra casa no aparece en el texto griego debido a una elipsis.27 El texto dice literalmente: «los de... Cloé». Esta frase es gramaticalmente paralela a otras dos que aparecen en Romanos 16. En la segunda parte de Romanos 16:10, Pablo dice: «Saludad a los de... Aristóbulo». De nuevo, la palabra casa se sobreentiende, pero no aparece en el texto griego. Esto también ocurre en la segunda parte de Romanos 16:11, donde Pablo dice: «Saludad a los de... Narciso, que están en el Señor», Una vez más, Pablo emplea la elipsis, y omite la expresión de la casa de. Se supone comúnmente que estas dos salutaciones fueron enviadas a las iglesias dirigidas por Aristóbulo y Narciso que se reunían en sus casas. ¡Qué interesante es que Pablo hubiera usado exactamente la misma frase para

referirse a la casa de Cloé! Parece ser que Cloé era más que dueña de casa, pues dirigía una de las iglesias-casa de Corinto.28 Si Cloé era líder de la iglesia de Corinto, las palabras de Pablo en 1 Corintios 1:11 adquieren una nueva urgencia. El apóstol no estaba respondiendo a chismes ociosos. Respondía al informe de una delegación oficial enviada por uno de los líderes de la iglesia. Pablo tomó en serio el informe de Cloé. Contrastaba claramente con el de otro judío, de formación similar a la de Pablo, que dijo: «¿Cómo puede una mujer evaluar asuntos espirituales y apreciar justamente el estado del pueblo de Dios?»29 Pablo consideró digno de confianza el informe de Cloé. Gracias al crédito que dio a su valoración del estado del pueblo de Dios, hoy tenemos la epístola de 1 Corintios.30 Si las palabras de una líder de la iglesia de Corinto movieron a Pablo a escribir esta epístola, ¿cómo podemos creer que éste silenciara categóricamente a las mujeres en la iglesia? SUMISIÓN Y TRABAJO CONJUNTO Es posible que Pablo nombrara a otra mujer para dirigir la iglesia de Corinto: Estéfanas, cuyo nombre se menciona en 1 Corintios 16:15. Estéfanas era nombre de mujer. En raras ocasiones se usaba también como diminutivo del masculino Estéfanos. Dado que Estéfanas era claramente una persona que ocupaba un puesto de autoridad, muchos comentaristas y traductores han asumido que fue un varón, aun cuando el sentido más natural del texto griego parece referirse a una mujer.31 Al parecer, los traductores lo creyeron así porque Pablo aconsejó a los corintios que se sometieran a la autoridad de Estéfanas: «Os ruego que os sujetéis a personas como ellos, y a todos los que ayudan y trabajan.»32 ¿Podía Pablo pedir a los «hermanos»33 que se sometieran al liderazgo de una mujer? Si se mira la sumisión en una forma jerárquica tal, que los individuos «menores» se someten a los «mayores», (y si se cree que las mujeres son menores que los hombres), las palabras de Pablo en 1 Corintios 16:15-16 pueden representar un serio problema. Por otra parte, si se comprende la sumisión mutua ordenada para todos los creyentes y se cree en la igualdad entre hombres y mujeres, no hay ningún problema.34 La sumisión mutua en el cuerpo de Cristo es una parte normal de la vida en el Espíritu.

Yo no creo que suponga ningún problema el que Estéfanas fuera hombre o mujer. Lo que importa en 1 Corintios 16:15-16 es que Pablo instara a todos a someterse,35 a colaborar en la obra y trabajar en ella. Las siguientes palabras griegas fueron usadas para designar las mujeres a quienes Pablo consideraba colegas y compañeras en el ministerio: —sunergos, colaboradoras : Evodia, Síntique y Priscila36 —kopiao, o trabajadora : María, Pérsida, Trifena y Trifosa37 Si se comprueba la lista de treinta y nueve colegas en el ministerio que Pablo menciona específicamente, se descubrirá que habla de las diez mujeres y los veintinueve hombres de manera idéntica.38 F.F. Bruce declara: Parece ser que Pablo no distingue entre hombres y mujeres colaboradores suyos. Los hombres reciben elogio y las mujeres también, por la colaboración prestada al ministerio del Evangelio, y no se sugiere la más mínima o sutil diferencia entre unos y otras, por lo que respecta a su posición o función.39 TRATO ESPECIAL PARA UNA MUJER MUY IMPORTANTE Y por último, pero no por menos importante, aparece Febe, también asociada con la iglesia de Corinto. Febe era de Cencrea, un suburbio del metropolitano Corinto. Las palabras que Pablo le dedica en los últimos renglones de su epístola a los Romanos dicen mucho acerca de la posición de esta mujer en la iglesia de Corinto: Os recomiendo además nuestra hermana Febe, la cual es diaconisa de la iglesia en Cencrea; que la recibáis en el Señor, como es digno de los santos, y que la ayudéis en cualquier cosa en que necesite de vosotros; porque ella ha ayudado a muchos, y a mí mismo.40 Evidentemente, Pablo confió a Febe la importante tarea de llevar esta carta a los creyentes de Roma. Examinemos detenidamente lo que dice de ella y cómo esperaba que la iglesia de Roma la recibiera. Recomendó a Febe

Pablo comenzó recomendando a Febe. La palabra griega traducida por recomendar significa literalmente «estar junto con». Quería decir que él permanecería con Febe y la respaldaría sin reservas. Dado el contexto de Corinto, esta recomendación fue extremadamente importante.41 Los corintios estaban obsesionados con la posición social de las personas. Hoy podríamos decir que tales personas «¡creen en sus propias notas de prensa!» Pablo no quiso participar en sus juegos de orgullo. Reprendía a los que se «recomendaban a sí mismos».42 Dijo: «Porque no es aprobado el que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien Dios alaba».43 No buscaba para sí mismo cartas de recomendación44 tan codiciadas por aquellos que aspiraban al liderazgo espiritual en la iglesia. Lo cual da mucha más importancia a la recomendación sincera que Pablo hizo para Febe. Dijo que los creyentes corintios debían haberle recomendado a él y no lo hicieron.45 Quería asegurarse de que no le sucediera esto a Febe. De modo que se identificó con ella, y le facilitó la recomendación que merecía. En la iglesia de Corinto, tan sensible a la posición, este gesto era un claro signo de reconocimiento a la autoridad espiritual. Sin distinción de género Después de expresar su aprobación a Febe, Pablo se refirió a ella con dos palabras claves. La llamó hermana, lo mismo que solía llamar a sus colaboradores. Y la llamó diaconisa. Algunas versiones traducen esta palabra por «sierva», lo cual no es incorrecto, aunque «diaconisa» o «ministra» sea una mejor traducción, tal como aparece en otros pasajes del Nuevo Testamento.46 No importa cómo se traduzca, lo importante aquí es notar que Pablo empleó la misma palabra que solía usar para referirse a sus colaboradores varones.47 La versión Reina-Valera inserta una forma femenina, diaconisa, en Romanos 16:1. Pero no aparece forma femenina de diakonos en el Nuevo Testamento ni en ninguna literatura eclesiástica hasta unos trescientos años después.48 Este término no distinguía géneros para los ministros del Evangelio. Se llamaba «diáconos» tanto a los hombres como a las mujeres.49 Debemos también darnos cuenta de que, con el paso de los siglos, diácono, ya no significa ministro eclesiástico de tiempo completo. En la mayoría de las iglesias protestantes, un diácono es una persona laica que sirve en una junta,

para ayudar al pastor a administrar los asuntos de la iglesia local. No obstante, la distinción entre ministro y diácono no existía en el Nuevo Testamento. Doble honor Es especialmente significativo que Pablo dijera que Febe era una «sierva/diaconisa/ministra» de la iglesia de Cencrea. Este es el único pasaje del Nuevo Testamento en que el sustantivo diakonos es modificado por el complemento «de la iglesia». Pablo quería que sus lectores entendieran que Febe no era sólo una sierva. Era una ministra del Evangelio que servía a la iglesia de una manera pública y reconocida. Después Pablo fue directamente al asunto. Dado que Febe era quien él aseguraba que era, los romanos debían «recibirla». Aquí aparece la misma palabra que Pablo usó en otra epístola. Cuando escribió a los filipenses, alabó a Epafrodito, colaborador a quien tenía en alta estima, y les exhortó a que le recibieran en el Señor por causa de su gran servicio.50 Curiosamente, Pablo ruega a los romanos que reciban a Febe «como es digno de los santos», lo cual es semejante a su enseñanza de 1 Timoteo 5:17, en donde dice que los ancianos que administran bien los asuntos de la iglesia son dignos de doble honor, especialmente aquellos cuyo trabajo consiste en predicar y enseñar. Esto da una idea de cuán firmemente Pablo recomendó a Febe: Pedía a sus lectores que la recibieran con la misma actitud universalmente debida a los líderes de la iglesia. Entréguenle un cheque en blanco Pablo también exhortó a los creyentes romanos a ayudar a Febe. Esta palabra tiene que ver con el verbo recomendar, cuyo significado en el griego original, «estar junto con» ya vimos. Pablo se identificó con Febe, y deseaba que ellos permanecieran con ella de la misma manera; les rogó que le entregaran el equivalente a un cheque en blanco y les exhortó a permanecer con ella en «cualquier cosa que pudiera necesitar». En este punto, la iglesia de Roma pudo haberse preguntado: «¿Quién es esta Febe para que Pablo nos haga tal petición?». Pablo les explicó por qué merecía ella ese trato especial, calificándola de prostatis. La palabra griega prostatis es rica en significado, pero sólo aparece una vez en el Nuevo Testamento. Muchos traductores han recurrido a la palabra ayudadora, pero ésta no alcanza

a tener la profundidad de la palabra griega.51 Sierva-líder se acerca un poco más porque designa a un líder que defiende la causa ajena antes que su propio interés». Carecemos de una palabra con fuerza equivalente en nuestra lengua, y; sin embargo, no hay palabra en griego que describa mejor el liderazgo piadoso encarnado por Jesús, quien dijo que cualquiera que aspire a dirigir debe hacerse siervo de todos.52 En otras obras antiguas, prostatis se empleaba para designar a los gobernadores más nobles, magnánimos y beneficiosos. Aludía a emperadores, reyes, gobernadores, nobles, patriarcas, capitanes y a numerosas autoridades oficiales. Sólo una persona recibió este título en el Nuevo Testamento: Febe. Fue el mayor honor que Pablo la pudo hacer.53 Por si esto fuera poco, continuó diciendo que muchas personas se habían beneficiado de la obra de Febe como sierva-líder. Su función no era insignificante. Su autoridad había servido a un gran número de personas.54 Y añade una salva final. La última frase de Romanos 16:2 se puede traducir de dos maneras: una indicaría que Pablo mismo se habría beneficiado de su servicio-liderazgo, reconociendo su autoridad sobre él en ciertos aspectos; la otra significaría que él la había nombrado para ejercer esta función de liderazgo en la iglesia. En cualquier caso, como le ofreció una recomendación tan especial, Febe fue evidentemente una extraordinaria hermana, diaconisa y prostatis. Se puede observar claramente que la mujer en el liderazgo no era una idea extraña para los creyentes de Corinto. Mujeres capaces colaboraron con Pablo en sus esfuerzos misioneros en Corinto. Febe, Priscila, Cloé, y tal vez Estéfanas, fueron personas importantes para la vida y el liderazgo de la iglesia de Corinto. Esto contrasta vivamente con el papel que ejercía la mujer en otras religiones de la ciudad, en las que, o bien no se les permitía participar, o bien eran objetos de lascivia o beodas enloquecidas. LA ENSEÑANZA DE PABLO ACERCA DE LAS FUNCIONES DEL GÉNERO Pablo dedicó más tiempo en 1 Corintios a los dos sexos y a su interrelación, que en ninguna otra de sus epístolas. Tomemos la palabra griega para hombre/marido.55 Pablo la empleó sesenta veces en sus cartas; treinta y dos en 1 Corintios. Empleó la palabra griega para mujer/esposa56 sesenta y cuatro veces;

cuarenta y una en esta epístola. Por lo tanto, sería imprudente quitar importancia a todo lo que Pablo dijo acerca de los sexos en esta epístola, y saltar directamente a los «versículos difíciles» que tratan de la mujer. Justamente en el principio de esta carta Pablo afirma que se proponía predicar el Evangelio, pero no con palabras de humana sabiduría.57 Él conocía bien las versiones de sabiduría humana que rivalizaban en Corinto, y no derrochó palabras para comentarlas. Dijo que, tanto los judíos no conversos que buscaban señales milagrosas, como los griegos que buscaban sabiduría, estaban descarriados. Declaró que estas dos concepciones eran débiles y necias. Sólo el poder de la cruz podía transformar a las personas.58 Pablo confrontó la filosofía griega, romana y judía predominantes, y mostró cómo debían los hombres y las mujeres relacionarse entre sí a la luz de la cruz y su influencia transformadora. Ya hemos visto en los capítulos anteriores cómo la sabiduría humana relegó a la mujer a una posición secundaria. Los filósofos griegos afirmaron que la mujer era una creación aparte, no-humana. Las consecuencias de esta creencia fueron desastrosas para la sociedad. Esta filosofía allanó el camino a las costumbres de una ciudad que no sólo contaba con un ejército de rameras, sino que además se jactaba de ello. Después de todo, las mujeres eran sólo objetos de placer que los hombres podían usar para su auto-satisfacción, u objetos de pecado que deberían ser evitados por los hombres que deseaban ser justos. De cualquier forma, las mujeres eran objetos, no personas. En esta carta a los corintios, Pablo elevó a la mujer al rango de persona. Las mujeres no debían ser objetos de lujuria, ni ser evitadas como inherentemente pecaminosas. Debían ser incluidas con plena igualdad en el cuerpo de Cristo. LA CONFRONTACIÓN DE LOS PEORES VICIOS Las primeras instrucciones de Pablo a los corintios en el terreno del sexo femenino se encuentran en los capítulos 5 y 6, en donde confrontó a los que usaban a la mujer como objeto de placer. Señaló que un hombre de la iglesia mantenía abiertamente una relación incestuosa con la mujer de su padre.59 Los antiguos paganos consideraban el incesto madre-hijo como uno de los vicios más repugnantes. Pablo alude a «tal fornicación, cual ni aún se nombra entre los gentiles».60 Hasta en la sensual Corinto este hecho era espantoso.

¿Cómo podía ser que tal situación hubiera sido tolerada? ¿Y cómo podía tal individuo enorgullecerse de lo que estaba haciendo?61 Era consecuencia de la filosofía griega, concretamente de una idea llamada dualismo, mezclada con una concepción distorsionada de la gracia de Dios. El dualismo creía que el espíritu/alma estaba separado del cuerpo/materia. El dualista creía que el mundo físico estaba separado del espiritual, y dado que la gracia había redimido el alma, no importaba lo que un hombre hiciera con su cuerpo. De hecho, cuanto más pecados cometiera, ¡tanto más manifestaba que confiaba en la gracia de Dios y no en su propia justicia! Cuanto más se pecaba con el cuerpo tanto más «santo» vivía en el espíritu. Pablo se arrojó sobre esta mentira diabólica y la desenmascaró sin tregua. Recurrió a uno de los lenguajes más duros del Nuevo Testamento para corregir este caso y encargó a los creyentes de Corinto que el hombre culpable «fuera entregado a Satanás».62 LA CONFRONTACIÓN DE ACTOS CULTURALMENTE ACEPTABLES A diferencia del incesto, la prostitución era considerada normal y beneficiosa en Corinto. Algunos en la iglesia estaban usando a las mujeres como objetos de lascivia. Una vez más, la culpa fue de esa mezcla teológica de dualismo y distorsión de la gracia. Debido a que sus cuerpos estaban separados de sus almas (por las que Jesús había muerto), todo les estaba permitido hacer con ellos.63 Una vez más Pablo contraatacó con un «No» rotundo. Aclaró a los corintios que a pesar de lo que enseñaba la cultura griega, y a pesar de lo que habían sido inducidos a creer, «El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo... ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De ningún modo... Huid de la fornicación. Glorificad a Dios con vuestro cuerpo».64 EL EXTREMO OPUESTO Después de tratar tan radicalmente con los que usaban a la mujer, Pablo se dirigió en 1 Corintios 7 a los que la evitaban. Los hombres suelen reaccionar ante la inmoralidad indecente yéndose al otro extremo, abogando por el celibato. En vez de recibir la sexualidad como un don de Dios en el

matrimonio, optan por creer que la conducta sexual en sí misma es perversa y degradante. Así pues, en Corinto, mientras algunos decían que «todo estaba permitido», otros respondían diciendo que «¡nada lo estaba!» No era suficiente huir de la inmoralidad sexual; querían huir de toda sexualidad. Para ellos el pecado no dependía de las elecciones del corazón; residía en la propia materia, en particular en el cuerpo de la mujer. Por lo tanto, enseñaban que «era bueno que el hombre no se casase».65 Tenían una concepción equivocada de la creación en general y de las mujeres en particular. Aquellos cristianos pensaban que podían acercarse más a Dios si se mantenían completamente apartados de las mujeres. La respuesta que dio Pablo en 1 Corintios 7 fue totalmente revolucionaria. Presentó una imagen del matrimonio y de la soltería, en una forma asombrosa. El sexo ya no sería causa de gran división. Pablo acabó con la doble moral y trató con igualdad a los hombres y a las mujeres. A veces se dirigió primero a aquellos; a veces primero a éstas; a veces a ambos a la vez. Trazó una simetría, sin grietas de obligaciones y expectativas. Para observar cuán ecuánimemente hizo esto, he distribuido sus instrucciones acerca del matrimonio en dos columnas. 1 CORINTIOS 7 2a cada uno tenga su propia mujer, 2b y cada una tenga su propio marido El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, 3a

3b

y asimismo la mujer con el marido.

La mujer no tiene potestad sobre su 4b ni tampoco tiene el marido potestad propio cuerpo, sino el marido sobre su propio cuerpo, sino la mujer 4a

No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia. 5

Que la mujer no se separe del llb y que el marido no abandone a su marido; y si se separa quédese sin mujer l0b

casar o reconcíliese con él. ...Si algún hermano tiene mujer que 13 Y si una mujer tiene marido que no no sea creyente, y consiente en vivir sea creyente, y él consiente en vivir con él, no la abandone. con ella, no lo abandone 12

Porque el marido incrédulo es santificado en la mujer, l4a

l4b

y la mujer incrédula en el marido...

Pero si el incrédulo se separa, sepárese: pues no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso, sino que a paz nos llamó Dios. 15

Porque, ¿qué sabes tú, mujer, si 16b ¿O qué sabes tú, oh marido, si harás salvo a tu marido? quizá harás salva a tu mujer? 16a

...El soltero tiene .cuidado de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor33 pero el casado tiene cuidado agradar a su mujer y sus intereses están divididos.34a 32b

La doncella tiene cuidado de las cosas del Señor para ser santa así en cuerpo como en espíritu. Pero la casada tiene cuidado de las cosas del mundo, de cómo agradar a su marido. 34b

¿QUIÉN TIENE LA AUTORIDAD EN EL MATRIMONIO? Nótense un par de puntos en esta enseñanza. En primer lugar, Pablo asegura que el matrimonio incluye a un hombre y a una mujer. Es un compromiso inclusivo. Cada uno debe ser absolutamente fiel al otro. Después les advierte que no deben negarse uno al otro sexualmente. A diferencia de los rabinos que concedían a los hombres el derecho de renunciar a sus esposas, pero en ningún caso al revés, Pablo prohibió a ambos arrogarse este derecho, y tuvo un detalle notorio. Este es el único pasaje del Nuevo Testamento en que aparece la palabra autoridad,66 tocante a la relación entre marido y esposa. ¡Y Pablo la usa dos veces! Quiere decir, literalmente, que el ¡marido tiene autoridad sobre el cuerpo de su esposa y la mujer tiene autoridad sobre el cuerpo de su marido! De modo que, la única vez que el Nuevo

Testamento menciona la palabra autoridad, en el contexto del matrimonio, lo hace en un sentido mutuo. ¡Increíble! Podríamos repasar cada uno de los puntos de la lista de Pablo, pero ya se ve cuán radicalmente distinta es su concepción del matrimonio. Sólo la igualdad y la correspondencia mutua eran aceptables a los pies de la cruz. Ya no podía uno de los sexos menospreciar al otro ni exigir sumisión. Ya no había que evitar a las mujeres. Debían ser estimadas como compañeras y tratadas como iguales. De los versículos 17 al 31 de este capítulo, se aprecia una brecha en la enseñanza paulina acerca del matrimonio. Esto se debe a que hizo un inciso para tratar el tema de judíos/gentiles y esclavos/libres antes de volver al del matrimonio y la soltería. En un sentido, el capítulo 7 de 1 Corintios era una versión amplificada de Gálatas 3:28: «Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús». En su carta a los gálatas, Pablo trató el gran tema que les concernía; los conflictos raciales. En la carta a los corintios, trata otro asunto importante: los problemas de género masculino-femenino. Pabló conocía el poder que tiene el Evangelio para transformar las relaciones entre los hombres y las mujeres. VALOR PARA LAS MUJERES SOLTERAS El asunto se reducía a la correspondencia mutua y a la igualdad, gracias a Jesucristo. Ya se estuviera casado o soltero, el principio general quedó establecido en 1 Corintios 7:17: «Pero cada uno como el Señor le repartió, y como Dios llamó a cada uno, así haga; esto ordeno en todas las iglesias».67 Pablo repitió esto en 1 Corintios 7:20 y 24. Parecía sencillo, pero tenía implicaciones profundas. En su mundo, las mujeres no eran apreciadas por su valor intrínseco sino por su potencial reproductivo. Si estaba casada y producía hijos, tenía algún valor. De lo contrario, era un fastidio y una ruina para los recursos de la sociedad. Pablo rechazó esta forma de pensar en 1 Corintios 7 y animó a las mujeres (y a los hombres) a considerar la soltería como un estilo de vida. No es que no valorara el matrimonio; es que tenía un gran aprecio a los seres humanos. Como los hombres y las mujeres tenían valor intrínseco, el matrimonio ya no era la meta de por vida de la mujer. Su objetivo vital ya no estaba ligado a los

asuntos sexuales; consistía en «preocuparse de los asuntos del Señor»,68 vivir «rectamente y profesar una devoción íntegra al Señor».69 Por eso Pablo renunció personalmente al derecho al matrimonio.70 Al afirmar el valor intrínseco de la mujer, sin tener en cuenta si era soltera, casada o viuda, le dio las mismas opciones de vida que al hombre. Una cosa más conviene notar en este pasaje: Al afirmar Pablo que tanto los hombres como las mujeres «tendrían cuidado de las cosas del Señor»,71 estaba aboliendo la enseñanza de los rabinos. Éstos habían excluido a las mujeres de la vida espiritual del pueblo de Dios, relegándolas a un papel exclusivamente doméstico. Pero con esta frase, «cuidarse de las cosas del Señor», Pablo abrió la puerta a un montón de oportunidades para el ministerio, tanto de hombres como de mujeres. No se puede hallar una sola restricción ministerial para la mujer en el marco que Pablo trazó en 1 Corintios 7. LA RESTAURACIÓN DEL RELATO DE LA CREACIÓN Pablo corrigió eficazmente a los que veían en la mujer un objeto que se usa o se evita. Dejó bien claro que éstas eran compañeras en la iglesia, al tocar el tema de la resurrección. En 1 Corintios 15:39, Pablo comenzó a explicar la resurrección recordando a la iglesia de Corinto que los humanos (el hombre y la mujer) no eran animales. «No toda carne es la misma carne, sino que una carne es la de los hombres, otra carne es la de las bestias, otra la de los peces y otra la de las aves».72 En este versículo, Pablo expuso el orden de la creación en sentido inverso: —seres humanos73 —animales74 —peces75 —aves76 Al hacerlo, Pablo recordó a los creyentes corintios que los hombres y las mujeres habían sido creados a imagen de Dios: «Una carne es la de los hombres». Es fácil pasar por alto el impacto de las palabras de Pablo sobre sus primeros receptores. Ellos habían crecido oyendo las historias de la creación de Hesiodo y Semónides,77 quienes separaron el origen de los varones del de las mujeres alegando que éstas eran una maldición divina, que provenían del cerdo, del asno o de cualquier otro animal menospreciado.

Pablo barrió con estas mentiras y afirmó nuestro origen común: que el hombre y la mujer tienen «una misma carne».78 Refirió la tragedia compartida del pecado, y proclamó la esperanza compartida de la redención en Jesús. «Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. «Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados».79 Hemos visto cuán comprometido estaba Pablo con la posición igualitaria del hombre y la mujer delante Dios, y uno del otro. Con este sólido fundamento bajo los pies, pasemos a los pasajes más difíciles en relación con la mujer.

12. ¿QUÉ SIGNIFICA SER CABEZA? (Primera parte de 1 Corintios 11:2 – 16) Por David Hamilton

La persona que ama al Señor desea obedecer su llamado. Los corazones de los seguidores de Jesús (sean hombres o mujeres) se estimulan con el deseo de utilizar los dones y talentos que Él les ha concedido para extender el reino de Dios y ver la Gran Comisión cumplida. Sin embargo, tres declaraciones de Pablo suponen un problema para las mujeres que están comprometidas a obedecer la palabra de Dios y se sienten llamadas a un ministerio público. 1. «El varón es cabeza de la mujer».1 2. «Vuestras mujeres callen en las congregaciones».2 3. «No permito a la mujer enseñar».3 ¿Cómo puede una mujer leer estos pasajes y ser fiel tanto a la palabra de Dios como a los dones y llamamiento que ha recibido de Él? Examinaremos de frente estos pasajes en los próximos capítulos y responderemos a las controversias que han suscitado. Muchos leen pasajes como 1 Corintios 11, y dudan de su mensaje. Les parece que Pablo contradice la igualdad de sexos que ha venido promoviendo. ¿Qué le sucedió al que vimos, no hace mucho, subvirtiendo sociedades patriarcales? ¿Está retrocediendo, o retractándose, o suavizando sus declaraciones previas? ¿Se está Pablo contradiciendo a sí mismo? ¿Se contradice la Biblia? DIOS DA LA BIENVENIDA A NUESTRAS PREGUNTAS Aunque algunos pasajes puedan parecer, al principio, contradictorios, podemos estar seguros de que Dios no se contradice a sí mismo. Él es veraz,

inmutable y fuente absoluta de todo conocimiento y sabiduría. Y además, nos revela la verdad, nos invita a preguntarle cuando no entendemos. No nos pide que abandonemos nuestros razonamientos. El Dios de la Biblia creó nuestra mente; Él nos ayudará a captar las cosas que nos resultan difíciles de entender. Si nos falta sabiduría y acudimos a Él, nos la proporcionará.4 Hay respuestas; Él nos ayudará a encontrarlas. VEAMOS EL CONTEXTO Para discernir el verdadero significado de un versículo difícil es preciso examinarlo en su contexto. Volvamos atrás, pues, y echemos un vistazo a un marco más amplio de esta sección de 1 Corintios. A partir de 1 Corintios 11:2, Pablo trató asuntos urgentes de la vida corporativa de la iglesia de Corinto. En los cuatro capítulos siguientes, trató: —1 Corintios 11:2-16 cuestiones de género en el ministerio público —1 Corintios 11:17-34 instrucciones relativas a la Cena del Señor —1 Corintios 12:1-11 la diversidad de los dones de Dios —1 Corintios 12:31b-13:13 unidad en el cuerpo de Cristo —1 Corintios 12:31b-13:13 el amor como motivación para el ministerio —1 Corintios 14:1-25 dones de profecía y de lenguas —1 Corintios 11:17-34 cómo, debe celebrarse el culto corporativo CUESTIONES DE GÉNERO PARA EMPEZAR Pablo comenzó con estas cuestiones porque, evidentemente, eran muy importantes en Corinto. Antes, en esta misma epístola, enseñó que el hombre y la mujer eran iguales y mostró el valor de cada individuo. Ahora enseña cómo los hombres y las mujeres se deben relacionar en el ministerio público. Para tratar esta cuestión en 1 Corintios 11:2-16, Pablo emplea un método de enseñanza común en la Biblia: el «intercambio». Alternó dos conjuntos de ideas distintas pero relacionadas. Los expertos llaman a esta alternancia, estructura A-B-A-B. Por una parte («A»), Pablo repasó actitudes correctas, principios fundamentales que guían la conducta de todos los cristianos en todo lugar. Por otra parte («B»), demostró aquellas actitudes de una forma práctica, en el ropaje adecuado, de aquella sociedad, el Corinto del primer siglo. Veamos 1 Corintios 11 teniendo presente la estructura A-B-A-B:

1 CORINTIOS 11:2-165 2

Os alabo hermanos, porque en todo os acordáis de mí, y retenéis las instrucciones tal como os las entregué.

4

Todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta su cabeza. 5 Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza; porque lo mismo es que si se hubiese rapado. 6 Porque si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o raparse, que se cubra. 7 Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón.

3

Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es cabeza de una mujer, y Dios la cabeza de Cristo.

8

Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón, 9 y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón. 10 Por lo cual, la mujer debe tener autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles. 11 Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón, porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios.

13

Juzgad vosotros mismos: ¿Es propio que la mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza? 14 La naturaleza misma ¿no os enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello? 15 Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello.

16

Con todo eso, si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios.

¿QUÉ QUISO PABLO DECIR POR «CABEZA»? Léanse detenidamente las palabras de Pablo: «Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de una mujer, y Dios la cabeza de Cristo».6 ¿Contradecía Pablo la igualdad que ya había promovido? Depende en gran parte de la interpretación que demos a la palabra «cabeza.» ¿Qué viene a su mente al oír la palabra «cabeza»? Probablemente algo parecido a jefe, líder, autoridad, dirigente, amo, el importante o gran jefe. ¿No es así? Para ser honesto, no importa lo que usted o yo podamos pensar. Importa lo que los primeros lectores de Pablo pensaban. ¿Qué imagen evocaba la palabra «cabeza» en la mente de los corintios del primer siglo? Cabeza en griego es kephale. Como su equivalente castellano, se emplea para designar la parte superior del cuerpo que se sienta sobre los hombros, y tiene otros sentidos metafóricos. Los expertos en lengua griega libran un auténtico combate para defender su postura respecto a sus posibles significados. Algunos creen que podría significar «autoridad sobre», cómo cuando decimos en castellano «cabeza de una sección, un departamento, o una familia». Otros piensan que este vocablo griego designaba principalmente la idea de «fuente» u «origen» como en castellano cuando se habla de la cabecera de un río.7 Por una parte, Liddell y Scott mencionan cuarenta y ocho acepciones de la palabra kephale en su diccionario de lengua inglesa, y ninguna de ellas significa «líder», «autoridad», «primero» o «supremo».8 Por otro lado, el lexicón de Bauer presenta entre otras acepciones la de «rango superior».9 ¿Cómo pueden los expertos discrepar respecto al significado de una palabra? Camarero, ¿podría, por favor, conseguirme un pañal? Hay varias razones para que haya discrepancia entre dos expertos. Para empezar, toda lengua es un organismo vivo. Los significados de las palabras cambian extraordinariamente con el paso del tiempo. A veces esto ocurre muy rápidamente. Considere la palabra gay en inglés, y lo que significó para nuestros abuelos en comparación con lo que significa hoy. Para ellos significaba «feliz» o «despreocupado». Se le dio por primera vez el sentido de «homosexual» a finales de los años sesenta. Esta nueva acepción se arraigó en unos pocos años, pero los eruditos en lengua griega tratan de dilucidar palabras que evolucionaron a lo largo de muchos siglos.

Imagínese lo difícil que resulta determinar el significado preciso de una palabra durante un periodo extendido de tiempo, tal como las décadas que duró el ministerio de Pablo. Añádanse las diferencias que presenta una lengua hablada en varias partes del mundo. Los estadounidenses son conscientes de esto cuando visitan Inglaterra. Un turista en un restaurante, a quien se le cayera al suelo la servilleta, y pidiera al camarero una limpia, podría estar pidiendo (sin darse cuenta) un «pañal». Tales diferencias existían también en tiempos de Pablo, cuando las personas cultas, en cualquier parte del vasto imperio romano, hablaban la lengua griega. Claves Antiguas ¿En dónde quedamos? ¿Podemos descubrir qué significaba la palabra kephale para Pablo cuando dijo que el hombre era la kephale de una mujer? Contamos con varias fuentes que nos pueden servir de ayuda. En primer lugar es preciso examinar la antigua versión griega de las Escrituras hebreas. Esta traducción, llamada Septuaginta fue probablemente la que usó Pablo para ministrar a gentes de habla griega. Esto se complica un poco, pero merece la pena dedicar tiempo a buscar cautelosamente las claves para resolver este rompecabezas. Cabeza en hebreo es ro’sh. Lo mismo que en nuestra lengua, la palabra ro’sh puede designar una parte del cuerpo, o puede significar «líder» o «dirigente». En el Antiguo Testamento, cuando ro’sh significa cabeza física, los traductores de la Septuaginta emplean kephale (palabra que usó Pablo en 1 Corintios 11:3). Esto ocurre en 226 de 239 ocasiones, es decir, un 95 por ciento de las veces. Sin embargo, cuando ro’sh significa claramente «dirigente» o «líder», emplean otra palabra en 171 de 180 ocasiones. Sólo emplearon kephale para «líder» o «dirigente» el 5 por ciento de las veces.10 En resumidas cuentas, es posible que Pablo usara kephale en 1 Corintios 11:3 para significar que el hombre debe ser «líder» o «gobernante» de la mujer, pero este sería un uso poco frecuente de la palabra, tal como lo evidencia la Septuaginta. Por otra parte, hay numerosísimas ocasiones en la literatura antigua, en donde «kephale» significa «fuente» u «origen». Esto proviene de la antigua noción de que el semen, la fuente de la vida, se producía en el cerebro del varón, localizado, por supuesto, en la «cabeza.». Aristóteles lo creyó así, e

influenció a las generaciones que le sucedieron.11 Por tanto la cabeza representaba para ellos la fuente de la vida. Debido a ello, los romanos decían, refiriéndose a las relaciones sexuales, que «menguaban la cabeza».12 Asimismo, la palabra kephale se usaba también para designar el nacimiento de un río. Por eso los griegos y los romanos solían esculpir una cabeza con barba (de hombre o de toro) en las fuentes o nacimientos de los ríos. Este significado pasó luego al latín, y más tarde al castellano, de manera que aún designamos la fuente de un río con la expresión aguas de cabecera.

Erich Lessing/Recursos artísticos, Nueva York

¿CUÁL DE LAS DOS? Volvamos a la pregunta de 1 Corintios 11:3: Si kephale puede ser «dirigente» o «fuente de vida», ¿qué sentido le da Pablo en el pasaje que nos ocupa? Si sustituyéramos cabeza/kephale por estos significados, tendríamos dos alternativas:

1. «Pero quiero que sepáis que Cristo es la autoridad/líder de todo varón, y el varón la autoridad/líder de una mujer, y Dios la autoridad/líder de Cristo». 2. «Pero quiero que sepáis que Cristo es la fuente/origen de todo varón, y el varón la fuente/origen de una mujer, y Dios la fuente/origen de Cristo». ¿Cuál de los dos significados de kephale encaja mejor en el contexto de 1 Corintios 11? En este pasaje hay cuatro pistas que nos dan la clave. Clave # 1: ¿Qué falta explicitar? Si Pablo hubiera querido decir que el hombre es autoridad/líder sobre la mujer, si hubiera enseñado que la mujer debe someterse al liderazgo que el hombre ha recibido de Dios, cabría ver este tema entretejido en dichos versículos. Pero al examinar este pasaje, dos cosas son notorias por su ausencia: 1. La palabra sumisión no aparece ni una sola vez en este pasaje. 2. Autoridad13 aparece sólo una vez, y hace referencia a «la autoridad que la mujer tiene sobre su propia cabeza».14 ¿Qué diremos acerca del significado de cabeza/kephale como «fuente/origen»? La idea de «Origen» se descubre a lo largo de todo el pasaje. En primer lugar, el lenguaje del versículo 7 recuerda el relato del Génesis. Después, los versículos 8 y 9 cuentan cómo la primera mujer procede del hombre. Más adelante, el versículo 12 cierra el círculo y añade que, a partir de entonces, todos los hombres proceden de mujer. Pablo lo resume diciendo que todo procede de Dios. Es una cuestión de orígenes. ¿Recuerda la estructura A-BA-B que utilizó Pablo? Encaja perfectamente. La primera «A» es el versículo 3; después «B» —versículos 4-7, que tratan de lo que debían ponerse en la cabeza—, los versículos 8-12 vuelven a «A» para explicar con más detalle el versículo 3. Precisamente estos versículos tratan con detenimiento el tema de los orígenes. De manera que la traducción de kephale por «fuente/origen», fluye perfectamente en la estructura del pasaje, pero si se intenta insertar «autoridad/líder» en el versículo 3, no encaja con el resto. Clave # 2: ¿Quién es «el hombre»?

Volvamos al versículo 3. Véanse los dos primeros pares de relaciones (todo varón/Cristo, y el varón/una mujer). El primer par es una declaración universal: todo varón.., Cristo. El segundo es específico: el varón... una mujer.15 ¿Por qué cambia Pablo de lo universal a lo particular? ¿Quién es esta «mujer» y quién es este «varón»? Si Pablo hiciera referencia a la «autoridad/líder» en el versículo 3, las cosas se complicarían bastante. ¿Qué hombre es autoridad/líder sobre qué mujer? Si Pablo quisiese decir que los maridos son la autoridad sobre sus esposas, ¿por qué cambia de «todo varón» al singular: «el varón»? O, puesto que no se menciona específicamente el matrimonio, ¿quiere decir Pablo que cualquier hombre tiene autoridad sobre cualquier mujer? O si hablara del matrimonio, aunque no se mencione, ¿qué de las mujeres solteras? ¿Y qué de las viudas? Si un hombre tiene autoridad sobre cualquier mujer, ¿tiene la madre que someterse a su hijo? Algunas preguntas espinosas Si se traduce cabeza/kephale en el versículo 3, por «autoridad/líder», surgen algunas preguntas muy espinosas. También, parece inexacto afirmar que Cristo sea actualmente la «autoridad/líder» de todo hombre16 ¿Es esto cierto? ¿Es Jesucristo en este momento la «autoridad/ líder» de toda persona sobre la tierra? Eche un vistazo a su alrededor. Lea los titulares de los periódicos. Compruebe lo que emite la televisión. No, Jesús no es la «autoridad/líder» de toda persona, al menos no todavía. La Biblia asegura que algún día lo será. Un día toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor.17 Pero aún no ha llegado ese día. Pero si se interpreta cabeza/kephale, de 1 Corintios 11:3, en el sentido de «fuente/origen», todo encaja a la perfección en todo el pasaje. Jesús es la «fuente/origen» de todos y de todo, pesé a que no todos aún le reconozcan como su «autoridad/líder». Pablo explicó a los filósofos paganos de Atenas que Jesús «da a todos vida, y da aliento a todas las cosas... Porque en Él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos».18 Jesús es la «fuente/origen» de la vida de «todo hombre». De hecho, Pablo dejó bien claro este punto cuando declaró en su carta a los corintios: «Para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual

proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él».19 La traducción de cabeza/kephale por «origen/fuente» responde también a la pregunta de quién es «el hombre», en 1 Corintios 11:3. Pablo comenzó diciendo que Cristo es el origen/fuente de todo hombre, y después prosiguió diciendo que «el hombre» es el origen/fuente de una mujer. ¿Qué hombre podría ser sino Adán? Adán fue el origen/fuente de Eva. Una vez más, Pablo refutó la enseñanza de los filósofos griegos, quienes proclamaban que la mujer procedía de un origen distinto e inferior. No. Pablo dijo que la mujer procedía del hombre, lo cual la hizo plenamente humana e igual al varón. Esto encaja también en la estructura A-B-A-B, ya que cuando explica en los versículos 8 y 9 lo que quiso decir en el versículo 3, hace referencia a Adán diciendo: «Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón, y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón». Clave # 3; La pregunta de quién fue primero Otra pista de lo que Pablo quiso decir, se encuentra en el orden en que mencionó los tres pares: «todo varón/Cristo», «el varón/una mujer» y «Cristo/Dios», Si Pablo hubiera querido darnos una jerarquía divinamente establecida, cabría esperar que empezara desde arriba para luego descender. La forma normal de presentar una cadena de autoridad sería la siguiente:

Sin embargo, Pablo no colocó los pares según un organigrama de jerarquía. En vez de ello, comenzó con «todo varón/Cristo», luego «el varón/una mujer», y por último, «Cristo/Dios». Si Pablo quiso que cabeza/kephale significara «autoridad/líder», ordenó esta supuesta jerarquía en un orden extraño, pues comenzó con el segundo par, pasó al tercero y saltó luego al primero.20 Pablo era un escritor muy ordenado. Su lógica implacable era siempre clara y precisa, línea tras línea y precepto sobre precepto. Esta lista casual sería muy extraña a menos que tuviera en mente algo completamente distinto. Sí se da a kephale el sentido de «origen/fuente» en vez de «autoridad/líder», la lista que presenta Pablo en 1 Corintios 11:3 tiene perfecto sentido.21 Según el orden de la creación, Adán fue creado primero, de quien todo hombre desciende. Luego fue creada Eva, «una mujer» procedente del «hombre». Por último, «cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos».22

Por supuesto, el Hijo unigénito ha existido por toda la eternidad con el Padre.23 No obstante, en el espacio y el tiempo, «la palabra se hizo carne y habitó entre nosotros»24 muchas generaciones después de la creación de Adán y Eva, a los que siguió cronológicamente. Pablo volvió a esta cronología una Vez más en 1 Corintios 15:47, cuando comparó a Adán «el primer hombre» con Cristo «el segundo hombre». Así pues, Pablo no presentó una jerarquía ni un diagrama en 1 Corintios 11:3. Lo que sí dio fue una clara sucesión temporal.

El significado de «autoridad» no encaja bien Es pues, altamente improbable que Pablo quisiera decir que el hombre es «autoridad/líder» sobre la mujer. Sencillamente no encaja. Pero si quiso decir «fuente/origen», entonces, el hilo del argumento fluye armoniosamente. Los padres de la iglesia estuvieron de acuerdo con esta interpretación. Cirilo de Alejandría, en el siglo V, dijo: «Así pues, decimos que la kephale de todo hombre es Cristo, porque fue hecho y nació por Él... Y la kephale de la mujer es el hombre, porque fue tomada de su carne y él es su fuente. Del mismo modo, la kephale de Cristo es Dios, porque procede de Él conforme a naturaleza».25 Es importante notar que la única vez que se menciona a Cristo como «cabeza», en un contexto de asuntos de género, es en el código de hogar de

Pablo.26 Él dijo en Efesios 5:23: «Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su salvador». Si Pablo hubiera tenido en mente la autoridad, lo lógico es que hubiera concluido con la frase: «de la cual él es su Señor», pero no lo hizo. Escogió el término menos común de «Salvador», en vez del más usual de «Señor», 27 en este pasaje. Al descartar el término «Señor», se alejó deliberadamente del concepto de autoridad, cuando dijo que Jesús es cabeza de la iglesia. En vez de ello, Pablo le retrata como «Salvador», el que nos redimió de la muerte y es fuente de nueva vida. Una vez más, para tratar asuntos de género, el apóstol exhibió el concepto de «cabeza»/kephale como «fuente/origen» de la vida. Clave # 4: Cristo es igual a Dios el Padre La cuarta razón por la que creemos que cabeza/kephale, en 1 Corintios 11:3 debe entenderse como «fuente/origen» y no «autoridad/líder», se basa en las implicaciones teológicas del tercer par de la serie: Cristo/Dios. Sabemos que Jesús se sometió voluntariamente a la voluntad de su Padre a lo largo de su ministerio terrenal. Pero esto no significa que dentro de la Trinidad el Hijo mantenga una especie de sumisión permanente, unilateral, al Padre. En realidad, la sumisión mutua que debemos sostener en el cuerpo de Cristo28 fluye de la sumisión mutua entre los miembros de la Trinidad. En la Biblia, observamos que cada miembro de la Trinidad honra a los otros de manera amorosa. El Padre siempre loa al Hijo29 y actúa a través del Espíritu,30 el Hijo siempre está sometido al Padre31 y promueve al Espíritu,32 y el Espíritu siempre señala al Hijo33 y cumple lo que dice el Padre.34 La Trinidad es el modelo perfecto de servicio, de preferencia mutua en honra y amor, y de sumisión de unos miembros a otros en unidad perfecta. Distorsión de la Trinidad Aunque significara otra cosa la frase «la cabeza de Cristo es Dios» no puede significar que haya desigualdad entre el Hijo y el Padre. Jesucristo es «Dios el mismísimo Dios», completamente igual al Padre en todos los aspectos. No hay jerarquía dentro de la Trinidad. Por eso Atanasio, padre de la iglesia en el siglo IV, dijo, concerniente a 1 Corintios 11:3 que «cabeza» debe ser entendida como ‗fuente‘ y no como ‗jefe‘ para no llegar a un entendimiento falso de la Trinidad».35

No es posible dar a kephale el sentido de «autoridad/líder» sin reflejar una imagen distorsionada de la Trinidad. Tampoco se puede dividir el paralelismo de la construcción de Pablo para afirmar que la palabra significara antes una cosa y otra completamente distinta al referirse al hombre y a la mujer, en la misma oración. Pero si se recurre a «fuente/origen» para interpretar kephale, 1 Corintios 11:3 es una afirmación directa de la encarnación de Cristo. El amor abnegado de la Trinidad resulta aún más claro. Fue un amor abnegado lo que movió al Padre a permitir que su Hijo querido abandonara el cielo, naciera en la tierra y entregara su vida para redimirnos. Recordemos cómo usó Pablo el intercambio A-B-A-B. Ya hemos examinado la primera «A»: una actitud correcta (versículo 3). Pablo era un pensador complejo. Al recuperar el tema en los versículos 8-12, esperaba de sus lectores que se hubieran aferrado a lo dicho en el versículo 3. Así pues, para facilitar su hilo de pensamiento, vamos a dar un salto hasta la segunda sección «A», para tratar otros conceptos suyos acerca de una actitud correcta. NOS NECESITAMOS MUTUAMENTE Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón, y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón. Por lo cual la mujer debe tener autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles. Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón; porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios.36 Pablo recurrió al relato de la Creación en Génesis, para recordar a los hombres y a las mujeres su origen compartido. En 1 Corintios 11:8-9, recalcó que hombres y mujeres deben vivir en interdependencia. Pablo no dejó espacio para que un sexo despreciara al otro. Las mujeres no pueden ser independientes de los hombres porque Eva fue creada para Adán.37 Pero tampoco pueden los hombres adoptar una actitud de orgulloso desdeño contra las mujeres, ya que Eva fue creada por causa de la necesidad que Adán tenía de ella.38 Los que ven en el versículo 8 una base para el liderazgo único del hombre porque éste fue creado antes, no han comprendido, lamentablemente, la cuestión. ¿Recuerda lo que vimos en el capítulo 7?39 No es necesario leer varios

capítulos en 1 Corintios para darse cuenta de que la secuencia cronológica no califica a nadie para el ministerio o para un nivel particular de liderazgo. Si así fuera, Pablo, a quien se apareció Cristo «en último lugar», no habría ministrado como lo hizo.40 El punto que tales lectores no captan es que Pablo recuerda a los hombres, en 1 Corintios 11:9, que Adán tuvo necesidad de una ‘ezer keneged, de una compañera capaz.41 Dios diseñó a Eva para un compañerismo total con Adán porque éste no podía realizar su labor sin su ayuda. Del mismo modo, Pablo mostró a los creyentes varones de Corinto su necesidad de que las mujeres les acompañaran en el ministerio. Los hombres no podían sacar adelante la tarea solos, porque Dios diseñó a los hombres y a las mujeres para que colaboraran en mutua interdependencia. PALABRAS QUE NO APARECEN EN ÉL ORIGINAL Por ser las mujeres (compañeras) completamente iguales en el ministerio, Pablo añade: «Por lo cual... la mujer debe tener autoridad sobre su cabeza».42 La traducción que la versión Reina-Valera hace de este versículo es inaceptable. Añade el complemento «señal de» que no aparece en el griego original. Una mejor traducción de exousia epi es el complemento «autoridad sobre», que aparece quince veces en el Nuevo Testamento,43 y denota en todos los casos, de manera activa, la autoridad que alguien tiene sobre otra persona o algo. La palabra exousia significa «derecho, autoridad, libertad y capacidad de decisión».44 Pablo quería decir sencillamente que las mujeres tienen derecho a llevar lo que quieran sobre sus cabezas, lo mismo que los hombres. Naturalmente, en el contexto global de 1 Corintios, las mujeres y los hombres deben ser guiados por el amor. Las rectas actitudes del corazón dictarán qué estilos de atuendo sirven mejor a los propósitos del Evangelio. LA RENUNCIA Y EL DESAFÍO Los derechos no son para aferrarnos a ellos. Debemos estar siempre dispuestos a cederlos, cuando sea necesario para extender el reino de Dios o proteger a un miembro más débil del cuerpo de Cristo. El principio más importante que Pablo presentó en 1 Corintios (la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, y el abandono de los derechos personales cuando sea

necesario) se puede aplicar a cualquier situación de ministerio en que nos encontremos. Usted podría ministrar en una cultura completamente distinta a la de Corinto del primer siglo. Si estuviera en Samoa, en vez de preocuparse de cubrir o descubrir su cabeza, tendría que sentarse de inmediato cuando una persona mayor entra en la habitación en que usted se encuentra. Si tuviera que desplazarse a la India o al mundo árabe, aplicaría los principios de Pablo y evitaría tocar a alguien con la mano izquierda. PABLO AÑADE ALGUNAS PALABRAS CURIOSAS El apóstol insertó una frase muy curiosa en su declaración acerca de la autoridad sobre las mujeres: «Por lo cual la mujer debe tener autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles».45 Si analiza esta frase «por causa de los ángeles» en una docena de comentarios, hallará una docena de sugerencias respecto a su significado. Esto es así porque nadie sabe con plena certeza por qué la escribió Pablo. Algunas de las interpretaciones sugeridas son bastante ridículas; otras son más razonables. Dado que Pablo menciona a los ángeles en otras tres ocasiones, estas referencias pueden servir de claves para comprender esta extraña frase. Aún así, no disponemos de información suficiente como para afirmar con seguridad cuál fue la intención de Pablo. Aunque no podamos estar seguros, las siguientes posibilidades nos ayudarán a pensar en la dirección correcta. Posibilidad 1 En 1 Corintios 4:9 y 13:1, se menciona a los ángeles junto con anthropos, palabra que abarca a todos los seres humanos. Parece que en ambos versículos Pablo incluye la totalidad de los seres morales de la creación de Dios, diferenciando a los seres humanos, con su distinción de sexo, de los ángeles, que, al parecer, no lo tienen. Esto trae a la memoria la enseñanza de Jesús. El Maestro comparó a los hombres con los ángeles cuando fue preguntado por los saduceos. Enseñó que después de la resurrección, no nos casaremos porque seremos «como los ángeles de Dios en el cielo».46 Ya no tendremos género, o bien, éste será irrelevante. Tal vez Pablo tuvo presente la enseñanza de Jesús cuando escribió estas curiosas palabras en 1 Corintios 11:10 para recordar a estos creyentes que

las distinciones de género no serían importantes en la eternidad. Por lo cual, no debemos provocar aquí un gran revuelo tocante a esta cuestión. Posibilidad 2 El otro pasaje en que Pablo habla de los ángeles es 1 Corintios 6:3, donde dice: «¿No sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida?» Tal vez fue esto lo que Pablo tuvo en mente en 1 Corintios 11:10, ya que tres versículos después les encarga a los corintios: «Juzgad vosotros mismos: ¿Es propio que la mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza?»47 Tal vez Pablo sólo quiso decir: «algún día juzgaréis a los ángeles. ¡Seguro que podéis decidir responsablemente qué llevar sobre la cabeza!»48 AUTORIDAD, NO INDEPENDENCIA Aunque Pablo dijera en el versículo 10 que las mujeres tenían exousia (derecho, autoridad, libertad, capacidad de tomar decisiones) sobre su cabeza, continuó, en el versículo 11, recordando, tanto a los hombres como a las mujeres, que para ellos, todos los derechos y la autoridad recibidos de Dios debían ser ejercidos en colaboración, no en independencia autónomamente: «Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón».49 Recuerde que Pablo escribió esto en un contexto que trata del culto público. Sus palabras se oponían a la práctica pagana de excluir a las mujeres del culto y a la costumbre de las sinagogas de relegarlas a una cámara lateral, o balcón, para que observaran en silencio una celebración oficiada por hombres.50 La exclusión basada en el género no debía volver a oírse entre los redimidos de Cristo. Ninguno de los géneros podía funcionar correctamente sin el otro. El ministerio tenía que ser compartido. El rabino Akiba escribió una idea paralela en el Génesis Rabba, un texto judío de principios del siglo segundo. «Ni el hombre sin la mujer, ni la mujer sin el hombre, y ni el uno o la otra sin el Shekinah»,51 es decir, la gloriosa presencia de Dios. Cuando los hombres y las mujeres ministran de manera conjunta y en mutua dependencia como colegas, se manifiesta la gloria Shekinah de Dios. Otra cosa digna de notar es que en el versículo 11, cuando Pablo dice «en el Señor», no estaba limitando la igualdad entre los sexos a la iglesia o el culto. La idea de separar lo sagrado de lo secular no es bíblica. Todo lo que hacemos

a lo largo de la semana, ya sea en el hogar o en el puesto de trabajo, así como en los lugares de culto es «en el Señor». Tampoco limitaba Pablo esta nueva igualdad de las mujeres a los cristianos. Los creyentes eran simplemente los primeros que debían vivirlo. La libertad, después de siglos de opresión, debía comenzar con la casa de Dios, y luego permear la sociedad. Jesús inauguró y Pablo promovió todo un nuevo orden de igualdad en el mundo, desconocido desde Génesis 3, con el propósito de restaurar el plan original de Dios (el compañerismo), para el que fueron creados el hombre y la mujer. El cambio ha comenzado. No el cambio de una revolución violenta, o de airadas manifestaciones de amargura entre los sexos. Dios no utiliza bombas para entronizar Su reino y generar un cambio. De modo que estos principios tocantes al compañerismo compartido entre los dos sexos, fueron diseñados para ir más allá de los temas de la oración y la profecía, más allá de qué llevar o no llevar sobre la cabeza. Para concluir, Pablo volvió una vez más a la creación de los seres humanos y repitió cómo debemos depender unos de los otros: «Porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios».52 Dado que tenemos orígenes interdependientes, no debemos disputar, como hicieron los corintios, sobre quién es más importante. Todo lo que tenemos es un regalo de Dios.53 Los hombres y las mujeres fueron creados por un mismo Dios, sabio y amoroso, para ministrar juntamente. No debemos mordernos, ni despreciarnos, ni sentirnos superiores o excluirnos unos a los otros. No hay lugar para esto en la familia de Dios, según Pablo. En el Señor, la guerra de los sexos se terminó.

13. LA ORACIÓN Y LA PROFECÍA (Segunda parte de 1 Corintios 11:2 – 16) Por David Hamilton

Una

vez qué hemos reflexionado sobre lo que Pablo escribió acerca de la

actitud correcta, veamos lo que dijo acerca del atuendo adecuado (las partes «B» del intercambio A-B-A-B). Estos versículos no sólo hacen referencia a estilos de peinado y atavíos, sino que contienen algunas de las más claras afirmaciones que apoyan el ministerio público de las mujeres. Veremos que Pablo esperaba que los hombres y las mujeres colaboraran en el ministerio de la iglesia. NO PASE POR ALTO LO OBVIO Todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta su cabeza. Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza; porque lo mismo es que si se hubiese rapado. Porque si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el pelo o raparse, que se cubra. Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es la imagen y gloria de Dios, pero la mujer es gloria del varón.1 En estos versículos habla Pablo del atuendo adecuado de los que ministran en público. Algunos cristianos han interpretado estos versículos en el sentido de mandamientos absolutos para todo tiempo y todo lugar, y han predicado contra los jóvenes que se dejan el pelo largo o exigido que las mujeres no se

corten el suyo. Otros se han limitado a que las mujeres lleven velo o se cubran la cabeza en la iglesia. Antes de examinar lo que las modas de peinado significaban en el Corinto del primer siglo, prestemos atención a un detalle que resulta obvio en este pasaje. Pablo explicó al hombre y a la mujer lo que debían o no ponerse, mientras ministraban en público, porque esperaba de ambos que ministrasen públicamente. LA ESFERA TOTAL DEL MINISTERIO Pablo dijo: «Todo varón que ora o profetiza...» y «toda mujer que ora o profetiza...» No se estaba refiriendo a algo que se hiciera al margen de la actividad de la iglesia. «Orar y profetizar» resumía el abanico del concepto judío del ministerio sacerdotal. Orar es hablar con Dios en favor de su pueblo. Profetizar es hablar al pueblo de Dios en su nombre. La oración puede ser pública o privada, pero la profecía es casi siempre pública. De la afirmación paralela que hace Pablo de hombres y mujeres en este pasaje, resulta claro que el ministerio de oración y de profecía de una mujer es tan público como el del hombre. La profecía es más que predecir el futuro con la ayuda del Espíritu Santo. Los profetas del Antiguo Testamento hicieron eso, pero también predicaron, exhortaron, juzgaron, suplicaron, denunciaron, rogaron, animaron, enseñaron, edificaron, advirtieron e importunaron a la gente con la Palabra de Dios. Pablo dijo que los ministerios proféticos y apostólicos constituían la base de todos los demás.2 Mostró cuán amplia puede ser la profecía en 1 Corintios 14:3: «Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación». Vemos pues que la profecía abarcaba un amplio rango de actividades ministeriales y que Pablo daba por sentado que las mujeres, así como los hombres, profetizarían. Es más, la profecía de la mujer, con la del hombre, debía de ser una característica de la iglesia, según el profeta Joel. Esto es exactamente lo que ocurrió el día en que nació la iglesia, cuando los que fueron llenos del Espíritu, «los doce», «las mujeres» y los demás presentes empezaron a ministrar públicamente.3 Pedro recordó a sus oyentes que esto debía suceder y citó las palabras de Joel: «Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas

profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños; y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu y profetizarán».4 MUJERES PROFETAS EN EL TALMUD La inclusión de hombres y mujeres con ministerio público en el Nuevo Testamento no carecía de precedente en el Antiguo. El Talmud asegura: «Cuarenta y ocho profetas y siete profetisas profetizaron a Israel. ‗Siete profetisas‘ ¿Quiénes fueron? Sara, Miriam, Débora, Ana, Abigail, Hulda y Ester».5 Dé hecho, Pablo reconoce aún a otra profetisa del Antiguo Testamento cuando menciona a Rebeca, en Romanos 9:12.6 A pesar de ello, el Talmud afirma que la sinagoga se avergonzaba cuando una mujer leía la Torah en público.7 Por otra parte, Pablo no creía que las mujeres fueran ministros de segundo rango. No. Las trataba como compañeras en la predicación del Evangelio. Queda bastante claro en 1 Corintios 11 que las mujeres oraban y profetizaban en la iglesia primitiva. Si la intención de Pablo hubiera sido excluir a las mujeres del ministerio público, no se habría tomado la molestia de corregir la forma en que estaban ministrando. ¿Por qué iba Pablo a gastar tiempo en podar una costumbre que quería desarraigar?8 ¿A QUIÉN CORRIGIÓ PABLO? Fíjese en que Pablo dedicó casi el mismo tiempo, en 1 Corintios 11:4-7, a corregir a los hombres y a las mujeres de un atuendo indebido. En el texto griego hay sesenta y ocho palabras en estos cuatro versículos: treinta y una de ellas (46 por ciento) fueron dirigidas a los hombres, mientras que treinta y siete (54 por ciento) lo fueron a las mujeres. ¿Por qué mostró el gran apóstol tanto interés acerca de la moda? ¿Le importa realmente a Dios cuán largo lleve alguno el pelo o el que una mujer lleve sombrero en la iglesia? Si se oyera a Pablo conversar al extremo de una línea telefónica imaginaria, sería imposible asegurar lo que estaba pasando en la iglesia de Corinto a este respecto. No podemos estar absolutamente seguros de los abusos que Pablo estaba tratando de corregir. La iglesia de Corinto era un verdadero crisol de grupos étnicos, clases sociales y conversos de una amplia gama de religiones. En cada uno de estos grupos, los estilos de

peinado de los hombres y las mujeres variaban, y lo que la gente llevaba en la cabeza tenía distintos significados. SOMBREROS SÍ, SOMBREROS NO Los varones judíos llevaban el pelo largo y se cubrían la cabeza cuando entraban en la sinagoga. Los hombres más religiosos mantenían la cabeza cubierta en todo tiempo. Las judías casadas se cubrían el pelo largo, ya que los rabinos enseñaban que el pelo largo de la mujer seducía sexualmente. Los varones griegos, por otro lado, podían llevar el pelo corto o largo, aunque en ese periodo el estilo era, por lo general, corto. Cuando se hallaban en la calle o en el templo, llevaban la cabeza descubierta. El pelo largo era considerado signo de belleza por las mujeres griegas, quienes, no obstante, se cubrían la cabeza en público. Los varones romanos llevaban el pelo corto y descubierto, pero, como los judíos, se cubrían la cabeza en los cultos religiosos. Las romanas exhibían una gran variedad de estilos de peinado y de cubiertas en la cabeza. Además, los estilos cambiaban con tanta frecuencia que algunas estatuas romanas permitían intercambiar cabezas con distintos estilos de peinado para actualizar la imagen de una persona.9 En general, los romanos consideraban el velo como señal de la mujer casada, libre, y no permitían que ninguna esclava o prostituta llevara el atuendo de las aristócratas. LA IDOLATRÍA Y LA INVERSIÓN DE ROLES DE GÉNERO Estas costumbres conocían excepciones como la señal de luto, la inmoralidad sexual o los rituales religiosos desenfrenados. Se sabe que las prostitutas en los tiempos apostólicos se anunciaban a sí mismas exhibiendo sus cabezas descubiertas, «una invitación a la lascivia».10 Esto habría sido frecuente en Corinto, la ciudad famosa por su ejército de rameras. La inversión de género (homosexualidad) en los festivales de desenfreno sexual, pasó a formar parte de varias religiones paganas.11 Uno de ellos fue el culto a Dionisio. En esta religión los hombres se vestían como mujeres, con pelo largo y velos, y las mujeres se cortaban el pelo y se ponían ropa de hombres. Una vasija de la antigua Corinto está decorada con una imagen de una devota de Dionisio, danzando en calzoncillos, con un órgano masculino postizo.12

Con toda esta mezcla que había en Corinto, ¿a quién se dirigió Pablo en 1 Corintios 11? ¿A las ex-prostitutas que ahora adoraban al Señor Jesús, lo mismo que antes a Afrodita, con la cabeza descubierta? ¿Decía Pablo a los hombres que no llevaran el pelo largo ni se cubrieran la cabeza porque algunos se habían vestido de mujeres, como en el culto a Dionisio? ¿O podría Pablo haber insistido en que las mujeres llevaran velo como forma de honrar a las esclavas y ex-prostitutas, a quienes se les habría negado ese derecho en Corinto? ¿Encargó Pablo a los hombres que no se cubrieran la cabeza en el culto como señal externa de que ya no estaban bajo la ley judía ni adoraban como los romanos en sus templos? Quizás no sea necesario que recreemos con exactitud todos los detalles históricos en el caso de los estilos de peinado corintios. Recuerde la enseñanza de Loren Cunningham en el capítulo 2 sobre las verdades absolutas y las afirmaciones relativas. Pablo dejó bien claro que su enseñanza acerca de los estilos de peinado dependía de cada cultura en particular. Note que esas instrucciones deben ser observadas solamente «si le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o raparse».13 Luego, si en otra cultura no es vergonzoso, estas palabras no son pertinentes. LAS ACTITUDES CORRECTAS DEBEN DICTAR ATUENDOS ADECUADOS Por lo que toca a las prácticas a que se refería Pablo, tenemos más preguntas que respuestas. Indudablemente, las instrucciones de Pablo y las razones que le movieron resultaban muy claras para su audiencia original. Con el paso del tiempo, los asuntos concretos que la gente debe resolver se han vuelto menos claros. Pero lo que sí podemos ver con claridad es que Pablo instó a los creyentes a tener una actitud recta de corazón, la cual dictaría prácticas correctas. Al examinar esta epístola, se aprecian los temas generales de Pablo: —1 Corintios 1-4 unidad en vez de división —1 Corintios 5-7 pureza sexual en vez de inmoralidad —1 Corintios 8-10 adoración a Dios en vez de a los ídolos Pablo pudo haber tratado una, dos o las tres actitudes del corazón al prescribir a la congregación qué debían ponerse en la cabeza. ¡ELLA ES ESO Y MÁS!

Pablo concluyó esta sección de su epístola diciendo que un hombre debe descubrirse la cabeza cuando ministra porque «él es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón».14 ¿Qué quiso Pablo decir? ¿Que sólo el hombre (y no la mujer) fue hecho a imagen y gloria de Dios? Para apreciar plenamente esta afirmación hemos de considerar algunos detalles de esta frase en el texto griego. Pablo empleó un término específico, aner, para el género masculino y no el que incluye a los dos, anthropos (persona). Esto delimita el sentido, ya que en cualquier otro lugar tuvo cuidado y precisión al hablar de la Creación con palabras que comprendían los dos géneros.15 ¿Limitó Pablo la imagen y la gloria de Dios al varón? El relato de la Creación, en Génesis 1:26- 27, afirma que varón y hembra fueron creados a imagen de Dios, y Pablo no podía contradecir esta verdad. Quería decir que la mujer es gloria de Dios... ¡y del hombre! La clave para entender este versículo está en la palabra griega «de». UNA GRAN AFIRMACIÓN DE LAS MUJERES La común conjunción griega de16 no tiene equivalente exacto en castellano (a veces no se traduce). Aunque a veces se traduce por «pero», normalmente es mejor que se traduzca por «y» o «y también». Si Pablo hubiera querido establecer un contraste entre la naturaleza del hombre y la de la mujer, resaltando Sus diferencias, probablemente no hubiera empleado la suave palabra de, sino la fuerte alla, para significar «pero...» Pablo empleó deliberadamente hombre/aner para incitar a sus oyentes a reconsiderar sus actitudes respecto al sexo. No quería decir que el varón es gloria de Dios, y que la mujer no. Eso es imposible, pues Dios no se regocijó en su creación de la humanidad hasta que hizo la mujer junto al hombre. Dios observó al hombre y dijo que «no era bueno» que estuviera solo.17 Pero cuando los dos estuvieron juntos, y fueron compañeros, exclamó que era «¡muy bueno!»18 Puesto que Pablo se refirió a este mismo episodio tan sólo dos versículos después, en 1 Corintios 11:9, lo tuvo claramente en cuenta. Para comprender mejor el uso que hace Pablo de la conjunción griega de, podríamos parafrasear este versículo diciendo: «Aunque el varón es gloria de Dios, junto con la mujer, ésta es también gloria del varón». Pablo quería mostrar a los varones corintios que así como Adán se regocijó con la creación de Eva (rompiendo a cantar cuando la vio por primera vez), ellos debían

alegrarse de que hubiera mujeres ministrando entre ellos. Éstas no eran inferiores, sin honra, objetos para ser usados o evitados, como enseñaron los griegos, los romanos y los judíos. Eran valiosas compañeras honorables, y debían ser tratadas con respeto, como colegas plenos en el ministerio. Pablo rogaba a los hombres que no despreciaran a las mujeres, sino que las apreciaran, honraran, estimaran, atesoraran y se gloriaran verdaderamente en las mujeres que ministraban entre ellos. Así pues, la frase de Pablo «y la mujer es gloria del hombre» es una de las que más afianzan a la mujer en las Escrituras. DOS COSAS A TENER EN CUENTA EN LA POSDATA DE PABLO Juzgad vosotros mismos; ¿Es propio que la mujer ore a Dios sin cubrírsela cabeza? La naturaleza misma ¿no os enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello? Por el contrario a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello.19 Estos versículos pertenecen a la última sección «B» de la estructura A-B-A-B. Pablo concluye su disertación acerca de lo que hombres y mujeres deben llevar sobre la cabeza mientras oran y profetizan. En resumen, hay que tener en cuenta dos cosas. Primero, Pablo comenzó con el imperativo «Juzgad vosotros mismos».20 Es el único imperativo en este pasaje, dirigido a todos, varones y mujeres, sin distinción.21 Su mandato fue genuino. No buscaba obediencia ciega. Deseaba que la gente fuera espiritualmente madura y tomara decisiones responsables basadas en los principios que ya había dado. Planteó varias preguntas en los versículos 13-15, pero no dio respuestas pre-envasadas a la carta. Invitó a la gente a reflexionar sobre aquellas preguntas y a tomar una decisión en cuanto a qué ponerse mientras oraban y profetizaban. Segundo, ¿qué significa la frase «La naturaleza misma»22 respecto a que los hombres y las mujeres lleven el pelo largo? Pablo no pudo querer decir que la naturaleza física enseña esto. La naturaleza me enseña a mí, un hombre, que mi pelo crecerá si no visito al peluquero. ¿Constituye una afrenta o un motivo de honor? La naturaleza física no tiene respuesta. ¿Qué diremos de aquellas tribus de África cuyo pelo es tan rizado que no crece en absoluto?23 ¿Les

enseña a ellos la naturaleza lo mismo que a mí? Obviamente, Pablo debió tener algo distinto en mente y no un código absoluto, universal, de estilo de peinado. Entonces, ¿de qué se trata todo esto? Pablo hablaba de cultura, acerca de lo que se consideraba natural en la sociedad corintia. Recuerde que en 1 Corintios 11:6, Pablo no dijo que la mujer debía cubrirse la cabeza a toda costa. Dijo que debía hacerlo «si era vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o raparse» [énfasis añadido]. Pablo ministraba de una forma a la vez personificada (se identificaba con la cultura) y profética (transformadora de la cultura). Por una parte, su enseñanza desafiaba radicalmente y transformaba la cultura por medio del Evangelio. Por otra, no ignoraba la cultura, ya que respetaba mucho a las personas y sus culturas de procedencia. En efecto, se ocupó de este punto unos versículos antes, cuando dijo: Si, pues, coméis o bebéis [y podríamos añadir: os cubrís la cabeza o la dejáis descubierta, lleváis el pelo largo o corto], o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios; como también yo en todas las cosas agrado a todos, no procurando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos. Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo.24 ORACIÓN Y PROFECÍA Pablo lo resumió diciendo: «Si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios».25 ¿A qué se refería Pablo cuando dijo: «no tenemos tal costumbre»? ¿A mujeres que llevaban el pelo largo o se cubrían la cabeza en la iglesia? Esto parece bastante improbable, ya que les había dicho que juzgaran ellos mismos qué debían ponerse para el ministerio. Se refería a la práctica de hombres y mujeres de orar y profetizar en público, de ser compañeros en Cristo, en el ministerio. Él defendía esta costumbre, concedía a las mujeres derechos que la cultura corintia les había denegado. Las iglesias de Dios apoyaban la costumbre de que los hombres y las mujeres compartieran el ministerio de la iglesia como iguales delante de Dios y, no obstante, en completa dependencia unos de otros. Esta es la costumbre que

hemos de abrazar sin contención, pues el Evangelio de Jesucristo llama a hombres y mujeres a ministrar conjuntamente.

14. ¿DEBEN LAS MUJERES GUARDAR SILENCIO? (Primera parte de 1 Corintios 14:26 – 40) Por David Hamilton

Al

parecer, hay escrituráis que todo el mundo conoce y ciertamente, 1

Corintios 14:34 es una de ellas. Y si se toca el tópico de la predicación de la mujer, muchos cristianos podrían citar las palabras de Pablo: «Vuestras mujeres callen en las congregaciones, porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice».1 Entonces, ¿qué quiso Pablo decir cuando pidió a las mujeres que guardaran silencio? Si realmente dijo que las mujeres no debían ministrar públicamente, estaba contradiciendo lo que antes dijera, al dar instrucciones acerca del vestido. Debe de haber una explicación. Al examinar estos versículos, veremos que la enseñanza de Pablo, seguramente, no iba dirigida contra el ministerio público de las mujeres. Antes bien, corrigió la forma en que éstas ministraban en la iglesia de Corinto. Una cosa más antes de empezar: Si este pasaje no presentara dificultades, no se habrían originado siglos de controversia en torno al mismo. Mas confío en que el Espíritu Santo esté disponible para guiamos a toda verdad, mientras buscamos juntos su entendimiento. CLAVE # 1: ¿CUÁL ES EL CONTEXTO? Antes de indagar en las Escrituras, es necesario examinar primero el contexto que envuelve al versículo. Recuerde que este versículo pertenece al último pasaje de una sección de siete partes que tratan el tema del ministerio en la iglesia, tal como se bosquejó al comienzo del capítulo 12. Pablo no

lanzaba ideas fortuitas. Era un escritor que exhibía disciplina y control de sí, y con mayor motivo en este intrincado pasaje. La interpretación del mismo, en relación con las mujeres, se ha de ver en el contexto de lo ya dicho. Incluye 1 Corintios 11:2-16, que, como vimos antes, apoya firmemente el que los hombres y las mujeres oren y profeticen en las asambleas públicas de la iglesia. CLAVE # 2 MUCHO DEPENDE DE LA PUNTUACIÓN Como quiera que el griego antiguo carecía de signos de puntuación, los traductores modernos deben determinar dónde termina una frase y empieza otra. A veces estas opciones de puntuación conducen a significados muy distintos. La principal cuestión relativa a la puntuación, en 1 Corintios 14:33, es la colocación del punto antes o después «como en todas las iglesias de los santos». Los traductores de la Reina Valera (60) y otras versiones, colocan el punto antes de esta frase, de tal modo que se leen los versículos 33 y 34 de la siguiente manera: «pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz. Como en todas las iglesias de los santos, vuestras mujeres callen en las congregaciones...».2 Otros traductores colocan el punto después de esta frase clave, de tal modo que se lee el texto así: «pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz, como en todas las iglesias de los santos. Vuestras mujeres callen en las congregaciones...».3 ¿Se da cuenta de cuán importante puede ser la colocación de un diminuto punto? Define si Pablo estableció o no, el principio universal de que las mujeres debían guardar silencio «como en todas las congregaciones de los santos.» Aquí hay una gran diferencia. Debido a algunas cuestiones textuales en los manuscritos antiguos,4 así como a la afirmativa opinión de Pablo sobre el ministerio de las mujeres, debe quedar claro que la frase «como en todas las congregaciones de los santos» va acompañando a «Dios no es un Dios de confusión». Por tanto, para aclarar el estudio de este pasaje modificaremos la puntuación de la traducción de Reina y Valera (60), para que diga: «Pues Dios no es un Dios de confusión, sino de paz, como en todas las iglesias de los santos. Vuestras mujeres callen en las congregaciones».5 Esta puntuación queda confirmada por otra nueva clave: la forma en que Pablo estructuró la escritura del pasaje.

CLAVE # 3: ES IMPORTANTE LA ESTRUCTURA DEL TEXTO El orden del pensamiento del apóstol deja bien claro lo que quería decir. En 1 Corintios 14:26-40, Pablo fundió dos recursos literarios a los que estamos bien acostumbrados porque forman parte de nuestra vida cotidiana, aunque quizá no reconozcamos sus nombres técnicos: la particularización y el quiasmo. Particularización La particularización es una forma corriente de la comunicación. Con ella se hace una declaración general y después se procede a ilustrarla con varios ejemplos particulares. En este pasaje Pablo empleó la particularización y le dio un giro especial al repetir el principio general, o idea principal, tres veces: al comienzo (14:26), en medio (14:33) y al final del pasaje (14:40). Su idea principal fue que, dado que Dios es un Dios de orden, todos debían participar en el culto cristiano de manera ordenada y edificante. Pablo procedió luego a ilustrar este principio dando ejemplos del aspecto que debía ofrecer un culto ordenado. Escogió los ejemplos de los que hablan en lenguas, los que profetizan y las mujeres en la iglesia. Estos se encuentran en los versículos 27-32 y 34-39, y muestran cómo debe aplicarse la idea principal de Pablo. Quiasmo Para hacerlo aún más interesante, Pablo incluyó esta particularización dentro de un «quiasmo». ¡Vaya vocablo! ¿Qué será un quiasmo? Es una estructura del pensamiento en la que el autor propone un punto, y después otro, o varios más: idea A, idea B, idea C, idea D. Luego retrocede y examina los puntos en orden inverso: idea D, idea C, idea B, idea A. El autor puede abarcar pocos o muchos puntos en el quiasmo. Pero en todos ellos, la segunda parte es una imagen reflejada de la primera. Otra forma de mirar esta clase de escritura es compararla con un arco, en el que la pieza central constituye la piedra angular del argumento, según la siguiente figura:

A Pablo le gustaba recurrir al quiasmo. También lo usaron muchos autores antiguos griegos, romanos y judíos. Ciertamente, el Creador ha llenado el mundo de estructuras similares al quiasmo. Por ejemplo, el cuerpo humano es un quiasmo. Al extender las manos se produce un quiasmo:

La idea fundamental ocupa el centro del quiasmo. Si nos cortan los dedos, sufriremos una pérdida dolorosa, aunque sobreviviremos. Pero si nos cortan el cuello, moriremos. LA ESTRUCTURA Y EL TEXTO Examinemos el pasaje de 1 Corintios 14:26-40, cuyo diagrama aparece en la página siguiente, y veamos cómo Pablo entretejía la caracterización y el

quiasmo para corregir a la iglesia de Corinto. Note también que colocó en el centro lo que dijo de las mujeres, dando a entender que ellas eran la idea más importante del pasaje. CLAVE # 4: ¿ESTABA PABLO CITANDO UNA OPINIÓN CONTRARIA? Quizá haya notado que en el diagrama hemos modificado la puntuación de la versión Reina Valera (60), colocando comillas sobre la frase siguiente: «porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación.» Recuerde que no había comillas en el texto original porque no existía puntuación en el griego antiguo. De modo que toda puntuación ha sido añadida a discreción por los traductores modernos. Yo creo que hay tres indicios de que Pablo no estaba dando su opinión en el versículo 35b, sino citando la de algunos creyentes corintios: 1. Estructura: encaja con su quiasmo: 1 CORINTIOS 14:26-406 "Porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación. 36¡Tonterías! ¿Acaso ha salido de vosotros la palabra de Dios? O ¿Qué? ¿Sólo a vosotros ha llegado?37 Sí alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son los mandamientos del Señor.38 Mas el que ignora, ignore.

Vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice.35 Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos. 34

29 Asimismo,

los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen.30 Y si algo le fuere revelado a otro que estuviere sentado, calle el primero.31 Porque podéis profetizar todos uno por uno para que todos aprendan, y todos sean exhortados. 32 Y los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas.

Si habla alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno; y uno interprete. 28 Y si no hay intérprete, calle en la iglesia, y hable para sí mismo y 26 ¿Qué hay, pues, para Dios. hermanos [y hermanas]?

Así que, hermanos, procurad profetizar 39

Y no impidáis el hablar en lenguas

27

Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación

Pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz, como en todas las iglesias de los santos. 33

40Pero

hágase todo decentemente y con orden.

2. El concepto que defendía en este pasaje. 3. El uso de citas a lo largo de 1 Corintios. Pablo citó muchas fuentes para ministrar a los corintios en esta epístola. Citó pasajes del Antiguo Testamento7 y palabras de Jesús8. Hizo referencia al dramaturgo griego Menandro9 y a un proverbio de probable origen rabínico.10 Citó incluso palabras de incrédulos11 y de creyentes12 de Corinto. La traducción Reina-Valera (60) no usa comillas, pero 1a mayoría de estas citas son claramente reconocidas como tales. Los traductores de la NVI usan comillas para demarcar las citas, y en todos los pasajes recién mencionados usan comillas, salvo en 1 Corintios 14:35. Yo creo que fallaron aquí, particularmente a la luz de una palabra griega de una sola letra. CLAVE # 5: UNA PEQUEÑA PALABRA GRIEGA MARCA GRAN DIFERENCIA Los eruditos cristianos se han esforzado por determinar exactamente dónde cita Pablo a otros autores. Una importante indicación, cuando cita la opinión de alguien, es el uso de una palabrita que en griego significa disyunción. Pablo la empleó cuarenta y nueve veces en 1 Corintios.13 Aunque encierra varios significados, a veces la usa Pablo como refutación emocional14 «para expresar desaprobación ante situaciones que se le presentaron».15 Los expertos en lengua griega la llaman «expletivo de disyunción». El equivalente más cercano en castellano sería «¿qué?», o «¡tonterías!» o «de ningún modo». Esto es probablemente lo que Pablo quiso decir cuando colocó esta palabrita al principio de una pregunta. Con ella abrió catorce preguntas en 1 Corintios. La versión Reina-Valera (60) normalmente no la traduce, aunque si lo hace al final de 1 Corintios 16:15 (como se puede apreciar en la lista que viene a continuación). Esto se comprende, ya que la palabrita encierra un significado más emocional que intelectual. Pero si insertáramos los equivalentes «¿qué?», o «¡tonterías!», o «de ningún modo», al inicio de sus preguntas, tendríamos una idea mucho más clara de lo que quiso decir Pablo. Fíjese cómo quedaría el significado en las preguntas que dirigió a los corintios en sus misivas. —1 Corintios 1:13

ἢ (De ningún modo) ¿O fuisteis bautizados en el nombre de Pablo?

—1 Corintios 6:2 —1 Corintios 6:9 —1 Corintios 6:15b-16

—1 Corintios 7:16 —1 Corintios 9:6 —1 Corintios 9:7 —1 Corintios 9:8 —1 Corintios 9:10 —1 Corintios 10:22 —1 Corintios 11:22

—1 Corintios 14:36a —1 Corintios 14:36b

ἢ (¿Qué?) ¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? ἢ (¡Tonterías!) ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? ἢ (De ningún modo) ¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un cuerpo con ella? O ἢ (¿Qué?) ¿qué sabes tú, oh marido, si quizás harás salva a tu mujer? O ἢ (¡Tonterías!) ¿Sólo yo y Bernabé no tenemos derecho de no trabajar? ἢ (De ningún modo) ¿O quién apacienta el rebaño y no toma de la leche del rebaño? ἢ (¿Qué—) ¿No dice esto también la ley? ἢ (De ningún modo) ¿o lo dice enteramente por nosotros? ἢ (¡Tonterías!) ¿O provocaremos a celos al Señor? O ἢ (¿Qué?) ¿menospreciáis la iglesia de Dios, y avergonzáis a los que no tienen nada? ἢ (¡Tonterías!) ¿Acaso ha salido de vosotros la palabra de Dios? O ἢ (¿Qué?) ¿sólo a vosotros ha llegado?

Note que Pablo emplea el expletivo de disyunción dos veces en rápida sucesión en 1 Corintios 14:36. Añada a esto la cuestión más importante (mantener la integridad de una elaborada estructura, que combina la particularización y el quiasmo) y verá que Pablo probablemente citaba un eslogan de algunos creyentes corintios. No estaba de acuerdo con ellos cuando dijo: «Porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación». RESULTADO FINAL: ORDEN EN ARAS DE LA EDIFICACIÓN

Volvamos al pasaje de 1 Corintios 14:26-40. Ya hemos visto que es una pieza extremadamente bien tallada, una composición diestramente integrada. ¿Cuál es su mensaje central? Que Dios es un Dios de orden. Es fácil alegar que las instrucciones de Pablo eran obvias, especialmente después de dos mil años de culto cristiano ordenado. Aunque parezca siempre cortesía hablar «uno por uno»16 y por turno,17 esto no era tan obvio para los nuevos conversos de Corinto. La idea que tenían de un buen culto de adoración se había forjado al fuego de altares idólatras. Para los que habían dado culto a Dionisio, Afrodita, y otras famosas deidades corintias, la idea de que «Dios no es un Dios de confusión»18 era bastante revolucionaria. Muchos paganos se excitaban hasta armar un gran alboroto y confusión. Para ellos, la espiritualidad se medía en decibelios: cuanto más ruido, mayor era el placer de los dioses y mayor la «inspiración» conseguida. Dado que los cultos paganos nunca se proponían edificar a sus adeptos, no apreciaban el orden ni el control de las emociones. Pablo intentaba cambiar este estado de cosas. TODO DEBIA GIRAR EN TORNO AL CARÁCTER DE DIOS Pablo tuvo que colocar un cimiento muy elemental para los cristianos corintios. Todo giraba en torno al carácter de Dios. Como era un Dios de orden, la paz debía reinar en los cultos de adoración. La gente debía participar de una manera atenta y ordenada para edificarse unos a otros. El propósito del culto colectivo no era la explosión emocional sino la comunicación que edificara a todos. Se esperaba de cada hombre o mujer participante que tuviera presente el bienestar del cuerpo de Cristo. Esta fue la idea central de Pablo a través de esta porción de su epístola. «Hágase todo para edificación» de la iglesia19. El apóstol ilustró después este principio general y dio tres ejemplos particulares de los que necesitaban ser corregidos y llamados a una participación ordenada y edificante: —los que hablan en lenguas20 —los que profetizan21 —las mujeres en la iglesia22 Pablo no prohibió la participación. Al contrario, deseaba que todos participaran, pero de una manera ordenada para la edificación de todos.

Tuvo que lidiar con dos extremos en la iglesia de Corinto: un estilo de culto defendía «todo está permitido». Estos nuevos convertidos interrumpían los servicios religiosos, probablemente incorporando costumbres de sus antiguas religiones paganas que se jactaban del ruido y la confusión. Pablo corrigió el caos que ellos engendraban. El otro extremo lo integraban los partidarios del «nada está permitido». Estas personas procuraban restringir la participación. Pablo tampoco estaba de su lado. Expresó en el versículo 26 su deseo de que todos se involucraran en el ministerio de la iglesia, y cada uno contribuyera según sus dones ministeriales. Consideremos estos tres ejemplos: los que hablan en lenguas, los que profetizan y las mujeres en la iglesia. Observe que Pablo se dirigió a cada grupo dos veces. Primero se dirigió a ellos una vez, les corrigió por su comunicación desordenada, excesiva y desconsiderada. Luego, a cada grupo, en sentido inverso (puesto que utilizaba el quiasmo), defendió su derecho a comunicarse de una manera ordenada, y corrigió a los que querían silenciarles totalmente. Así pues, los primeros tres ejemplos sirven como correctivo a los que abusaban de su libertad para ministrar. La segunda tanda de tres ejemplos sirve de protección contra los que estaban dispuestos a restringir o suprimir la libertad que todos tienen de ministrar. Pablo elabora su argumento de doble filo de la siguiente forma:

Atendamos ahora a la corrección que hizo Pablo a las mujeres que provocaban confusión en los cultos de adoración corintios.

15. APRENDER A MINISTRAR (Segunda parte de 1 Corintios 14:26 – 40) Por David Hamilton

La

primera palabra que dedicó Pablo a las mujeres en este pasaje fue

correctiva: «Vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la Ley lo dice. Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos».1 Con el transcurso del tiempo, el mandato de Pablo a las mujeres de guardar silencio ha sido foco de mucho debate. Sin embargo, muchos disimulan el hecho de que éste no era un mandato aislado. Pablo ya había dado el mandato de guardar silencio dos veces en este mismo pasaje. Había exhortado a guardar silencio a varios individuos y grupos que estaban interrumpiendo el culto religioso. Cada uno de los tres mandatos fue dado para que el culto de los corintios reflejara el carácter de un «Dios de paz» y resultara en la edificación de todos los presentes. Pablo repitió una y otra vez el mensaje de guardar silencio usando en cada ocasión la misma palabra en griego. Aunque la multiforme traducción de la NVI echa a perder el impacto de la repetición intencionada, La Reina Valera (60) refleja la simetría de la repetición paulina, ayudándonos a ver la continuidad de pensamiento que Pablo tuvo en los versículos 28, 30 y 34: —a todo el que hable en lenguas —a todo el que profetice —a las mujeres

«calle» (versículo 28) «calle» (versículo 30) «callen» (versículo 34)

Es deshonesto escoger el mandato dado a las mujeres y convertirlo en absoluto, por encima del mandato a los que hablan en lenguas o a los profetas. ¿Por qué nos hemos obsesionado con el tercer ejemplo de conducta ordenada e ignorado los dos primeros? Veamos los dos primeros ejemplos. Es obvio que el mandato de «callar» no era un mandato «absoluto en todo momento y circunstancia» contra aquellos que hablaban en lenguas o profetizaban. No, en el mismo pasaje él escribió: «Procurad profetizar, y no impidáis el hablar en lenguas».2 Los dones de ministerio no debían ser permanentemente silenciados, sino ejercidos «decentemente y con orden».3 Lo mismo es válido para las mujeres. Pablo no les mandaba que se abstuvieran de todo ministerio público. El forzar tal interpretación, viola la integridad del texto. PABLO RELACIONÓ EL GUARDAR SILENCIO CON TOMAR TURNOS En estos tres versículos, el «guardar silencio» tenía que ver con tomar turnos,4 el escucharse unos a otros y el tener control de sí5 «para que todos aprendan y todos sean exhortados».6 Los que hablan en lenguas y los profetas deben participar unas veces y guardar silencio en otras para que todo «se haga para edificación de la iglesia».7 Lo mismo sería aplicable a las mujeres de la congregación. Si consideramos este pasaje atentamente, veremos que antes del mandato del versículo 34, ya se les había dicho a las mujeres que guardaran silencio. Probablemente había mujeres entre quienes hablaban en lenguas;8 desde luego, las había entre los que profetizaban.9 De modo que, cuando Pablo instruyó a los dos primeros grupos a guardar silencio, no se dirigió a un grupo formado sólo por ministros varones. Resulta claro en este pasaje que la naturaleza del ministerio de la iglesia incluye al hombre y a la mujer. Pablo comenzó esta porción enfatizando: «¿Qué hay, pues, hermanos [y hermanas]? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación».10 «Cada uno» no hace distinción de sexo. Pablo anticipó que los hombres y las mujeres participarían plenamente en el ministerio, incluyendo el tener una «revelación» o hablar en otra «lengua»11 (los dos asuntos principales aquí en juego).

Si bien se piensa, el hecho de que Pablo tuviera que corregir a las mujeres por la forma en que ministraban, confirma el hecho de que estaban ministrando. Si Pablo no les hubiera dado libertad para ministrar, no hubieran tenido ocasión de ministrar indebidamente. Tenían necesidad de corrección precisamente por no saber cómo usar la libertad en forma correcta. ¿POR QUÉ CORRIGIÓ PABLO A LAS MUJERES? Es difícil retroceder a la situación de la iglesia de Corinto sin disponer de todas las piezas del rompecabezas. Hay varias razones que explicarían la exhortación de Pablo «vuestras mujeres callen». Cualquiera de las siguientes podría haber interrumpido el orden del culto en Corinto: —Las mujeres, como los hombres, podrían haber estado ministrando sin mostrar consideración hacia los demás, ni control de sí. —Las mujeres carecían de instrucción, por lo que podrían haber estado interrumpiendo el culto, haciendo preguntas inapropiadas. —Podría haber sido que algunas mujeres volvieron al modelo de sus cultos paganos, e interrumpían el servicio con su gran alboroto. En las religiones paganas sólo se permitía a las mujeres participar emitiendo gritos agudos llamados «ululaciones o ululatos». Si alguna vez viajó usted al Oriente Medio, o si vio la película No sin mi hija, o Lawrence de Arabia, habrá oído ulular a las mujeres. Este sonido no tiene parangón. Las mujeres han emitido ese clamor (tanto por causa de gozo como de pena) desde hace miles de años. La ululación se empezó a registrar en la literatura a partir de Homero. Entre los paganos, los hombres ministraban y ofrecían sacrificios, mientras que las mujeres ululaban. Pablo esperaba que todos ministraran de una manera ordenada, sin el caos que reinó en su pasado pagano, PABLO TAMBIÉN PERMITIO A LAS MUJERES QUE HABLARAN El propósito de este pasaje no es limitar el ministerio sino estimularlo. Pablo quería enseñar a los nuevos creyentes a ministrar en esa joven iglesia. Ya había manifestado su deseo de que todos (hombres y mujeres) se dispusieran a contribuir con un «salmo, doctrina, lengua, revelación o interpretación».12 Para promover un ministerio verdadero, Pablo halló necesario corregir las formas erróneas del mismo diciendo tres veces «callen».13 Su principal intención era conseguir que la gente ministrara bien.

Por este motivo mandó dos veces a la gente que «hablara».14 No hay nada en el texto que indique que el precepto de hablar se limitara a los hombres. Pablo se dirigió a cualquiera que hablara a Dios en favor del pueblo, haciendo uso de las lenguas, o que hablara al pueblo de parte de Dios, valiéndose de la profecía. Y como sabemos, tanto los hombres como las mujeres participaban en estos dos ministerios estratégicos de la iglesia.15 ¿SUMISIÓN A QUIÉN? Después Pablo mandó a las mujeres que se «sujetaran»,16 pero no especificó a quién o a qué. La omisión sorprende bastante, pues de treinta y ocho ocasiones en que aparece el verbo someterse en el Nuevo Testamento, esta es la única en que el objeto a quien deben someterse no está claramente especificado.17 ¡La única ocasión! Por supuesto, algunos querrán llegar al siguiente versículo, en el que se menciona a los maridos, y asumir que el apóstol quiso decir que las mujeres debían someterse a ellos. Pero, ¡un momento! La relación entre marido y esposa no se menciona en el pasaje hasta llegar a este punto. Recuerde que esta es la conclusión de una sección que consta de siete partes acerca del culto público en la iglesia.18 De los maridos se hablará en el siguiente versículo, pero hasta aquí, no se ha tratado el tema del matrimonio. El del ministerio sí. Quizás Pablo tenía otra cosa en mente. Escudriñemos los anteriores versículos para buscar el antecedente (el sustantivo al que Pablo ligó el verbo sujetarse). Es decir, ¿a quién o a qué debían esas mujeres sujetarse? Parece que destacan tres buenas posibilidades: 1) las iglesias 2) Dios, y 3) ellas mismas. Consideremos cada una de ellas. Posibilidad 1: Las iglesias El último sustantivo mencionado fue «las congregaciones» o la forma paralela «las iglesias de los santos».19 Si hubiera sido este el antecedente al que se refería Pablo, entonces estaba mandando a las mujeres que se sujetaran al orden de la iglesia o a sus líderes cuando éstos ejercían sus dones ministeriales. Esto sería lo mismo que mandó hacer a los que hablaban en lenguas o profetizaban. Hombres y mujeres debían someter su participación en el ministerio al liderazgo de la iglesia para que el culto se celebrara de una manera ordenada y edificante.

Posibilidad 2: Dios Si buscamos en el texto un antecedente más alejado, el siguiente sustantivo que encontramos es «Dios», al decir que «Dios no es un Dios de confusión sino de paz».20 Todos nosotros debemos rendirle una sumisión incondicional, sin distinción de género. Esto implica que someterse a Dios conduciría a imitarle, y a promover orden y paz para corregir cualquier defecto que se produjese en la iglesia de Corinto durante el culto religioso. Es interesante notar que el complemento «decentemente y con orden», en el versículo 40, y el verbo «sujetarse» proceden de la misma raíz griega. La sumisión y el orden están íntimamente relacionados. Pablo quería dar a entender que el orden no puede reinar en la iglesia a menos que todos mantengan una actitud sumisa. Posibilidad 3: Ellas mismos Queda aún otra posibilidad para el antecedente del verbo sujetarse. Si se retrocede aún más en el texto, se hallará otra frase en la que aparece el mismo verbo. Pablo dijo en 1 Corintios 14:32: «Los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas».21 El dominio propio debía caracterizar el ejercicio de los dones espirituales. Pablo mostró que las manifestaciones proféticas del Espíritu de Dios eran completamente distintas de los arrebatos incontrolables de las religiones paganas. El profeta debía mantener sometido su propio espíritu. De nuevo, las mujeres no fueron el primer grupo al que Pablo exigió sumisión. Esperaba encontrarla en la vida de cualquiera que ministrara en la iglesia. Todas las alternativas previas parecen razonables. Cada una de ellas encaja en el contexto del pasaje. Y todas son coherentes con lo que ya sabemos del espíritu de mutualidad y reciprocidad que debería existir entre los hombres y las mujeres que ejercen el ministerio público según Pablo. Entonces, ¿cómo sabremos cuál de las tres tenía Pablo en mente? Él no dejó que lo adivináramos. Definió la esperada sumisión con la frase «como dice la Ley».22 Lo cual descarta claramente la posibilidad de que Pablo se refiriera aquí al matrimonio, porque en ningún lugar del Antiguo Testamento se instruye a las esposas que se sometan a sus maridos. Esto podrá sorprender, pero tras una

búsqueda minuciosa en las Escrituras hebreas no hay mandato que ordene a las esposas someterse a sus maridos. Algunos señalarán Génesis 3:16, donde Dios dijo a Eva: «Tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti». No obstante, en este pasaje Dios no prescribió cómo debían relacionarse el hombre y la mujer. Esto no fue un mandamiento. El Creador simplemente describió las consecuencias del pecado. Nunca pretendió que Génesis 3:16 sirviera de guía para nuestra vida y relaciones. En este pasaje no se manda a Eva que se someta a Adán; sólo se le informa del gran impacto que el pecado provocó en su mundo. ¿A QUÉ LEY SE REFERÍA PABLO? Así pues, volvamos a considerar las tres posibilidades: las mujeres debían sujetarse o a la iglesia, o a Dios o a sí mismas. Sólo una de ellas se sostiene sobre la sólida base del Antiguo Testamento. El Salmo 37:7 exhorta: «Guarda silencio ante el Señor, y espera en él». Es interesante observar la traducción que hace la Septuaginta.23 Los judíos greco-parlantes que prepararon una versión griega de la Biblia en hebreo ( Septuaginta), percibieron una relación notable entre «silencio» y «sumisión». En los Salmos hay tres pasajes en los cuales el texto hebreo aconseja guardar silencio ante Dios. En cada caso, los traductores escogieron el verbo griego que significa «someterse». El original implica atención y receptividad a Dios.24 Tal vez, al hablar de sumisión, Pablo recordaba simplemente la idea del Antiguo Testamento de «esperar en Dios, o la humildad para con Dios».25 Si es así, pedía a las mujeres lo mismo que a los hombres. Les decía que «habían sido aceptadas como plenas compañeras en el Evangelio; que habían recibido el privilegio de ministrar por medio de la oración y la profecía; que en el pasado habían sido excluidas de la participación en las sinagogas y en los templos griegos y romanos. Mas la doble moral quedaba abolida. Ahora tenían nueva libertad en Cristo. No obstante, esperaba lo mismo de ellas que de los hombres. Eran libres de ministrar, pero debían hacerlo responsablemente. Debían cesar de ministrar de una manera desordenada, perturbadora, descortés e insubordinada. Su participación en la iglesia habría

de ser ordenada, en sumisión a Dios para que su ministerio edificara a todo el cuerpo de Cristo». PABLO HACE ALGO REALMENTE MEMORABLE Lo que dice a continuación en el versículo 35 es extraordinario. «Si (las mujeres) quieren aprender algo, deben preguntar en casa a sus maridos». Esto se suele interpretar como una prohibición de la participación, pero ¡es justo lo contrario! Pablo animaba a las mujeres a desear aprender. Les estaba animando a no quedarse en el banquillo, sino a equiparse para una plena participación en el cuerpo de Cristo. Esas palabras suponían un rompimiento radical con todas las culturas circundantes. Las mujeres tenían escasas oportunidades, si alguna, de educarse entre los griegos y los romanos. Los judíos también excluían a las mujeres del estudio, e incluso de la instrucción religiosa formal. Pablo no quería tener nada que ver con esto. Quería que las mujeres tuvieran la oportunidad de aprender. Les mandó que pidieran a sus maridos que las enseñaran. Afirmó el derecho de la mujer a aprender. Abrió a las mujeres puertas que ellas solo soñaban qué se abrirían muchos siglos antes. Sin embargo, las mujeres debían hacer preguntas en un ambiente adecuado, no durante el culto religioso, ni mientras otra persona estuviera orando, profetizando, o desempeñando cualquier otro ministerio público. El mensaje de Pablo también provocó un tremendo impacto en los hombres. En su instrucción a las mujeres se hallaba implícita la expectativa de que los maridos proporcionaran a sus esposas la oportunidad de educarse. Nunca, desde los albores del tiempo, se les había encomendado a los hombres tal obligación. No había ninguna institución donde las mujeres pudieran aprender, ni escuelas para mujeres, ni universidades. Dependía de los maridos de la iglesia de Corinto el reconsiderar sus valores y dedicar el tiempo necesario a mantener informadas a sus esposas. Pablo lo dejó bien sentado: los hombres debían asumir la responsabilidad personal de este asunto. Si sus esposas deseaban aprender, los maridos debían hacer todo lo posible por ayudarlas. Este era el desenlace natural de la enseñanza de Pablo en tales aspectos de la vida de la iglesia. Una y otra vez Pablo recordó la necesidad de que los nuevos creyentes fueran edificados, aprendieran y crecieran. No quería que fueran

ignorantes,26 sino que usaran los dones espirituales para edificarse unos a otros y fortalecer a la iglesia,27 la cual, por supuesto, incluía a las mujeres. Dijo que era preferible usar en público los dones que permiten instruir a otros.28 Apremió a todos (hombres y mujeres) a crecer en madurez espiritual, y a pensar como adultos,29 no de manera infantil.30 Su objetivo declarado era que «todos fueran instruidos».31 Pablo quería asegurarse de que las mujeres no quedaran fuera del proceso. Sabía que estaban en desventaja. A causa de sus culturas, las mujeres entraban en el reino de Dios con una desventaja educativa. La instrucción de Pablo procuraba evitar tal estado de cosas. Con la ayuda de sus maridos, las mujeres podrían llegar a cumplir la función de compañeras. Esto podrá parecemos hoy insignificante, pero tenía una enorme importancia en los días de Pablo. Entregó a las mujeres una herramienta para abrirse camino hacia el destino que Dios les asignó. Pese a corregir a las que interrumpían el culto público, les proporcionó una manera de perfeccionar su vida. Su mensaje no adoleció de áspero autoritarismo, ni relegó a las mujeres a desempeñar un papel limitado. Al contrario, reflejó el liderazgo compasivo del apóstol y abrió puertas de oportunidad a quienes la sociedad había excluido e ignorado. PABLO DEFENDIÓ EL MINISTERIO DE LAS MUJERES Después de corregir a las que estaban generando caos (lo que caracterizó la primera mitad del quiasmo), Pablo pasa a proteger la libertad que todos tienen de ministrar (segunda mitad). Corrigió a los que negaban el derecho del pueblo a participar. Recordará, por el capítulo anterior, que hubo dos escuelas de pensamiento en la iglesia de Corinto. Después de ocuparse de la que propugnaba «todo es permitido», Pablo se dirigió a la que insistía en que «nada es permitido». La primera cancelaba toda restricción a la participación del individuo; la última no daba cabida a la libertad de participación. Pablo asumió el reto de la declaración: «Es indecoroso que una mujer hable en la congregación». La palabra griega traducida por «indecoroso» aparece sólo tres veces en el Nuevo Testamento.32 El hecho de que Pablo la empleara aquí, y en el primer pasaje difícil, ayuda sobremanera a interpretarlo. En 1 Corintios 11:7b, vimos que Pablo (en un contexto de mujeres que oraban y profetizaban) se esforzó

enormemente por afirmar que la mujer era gloria del hombre, fuente de gozo, no de vergüenza; de orgullo, no de deshonra. Ciertamente, la afirmación de que era indecoroso que las mujeres hablaran en la iglesia no fue respaldada por Pablo.

Poco antes Pablo había mandado a las mujeres que callaran, pero no porque hablar fuera considerado algo indecoroso. La razón era porque su hablar estaba contribuyendo a generar desorden en la iglesia e impidiendo que la gente fuera edificada. Pablo no convirtió a las mujeres en tabú. Estaba corrigiendo el caos. Los que criticaban la participación de la mujer en la iglesia de Corinto habían errado por completo el punto de vista de Pablo. Se estaban aferrando a viejos conceptos de la cultura griega, romana y judía, no a la mente de Cristo. ¡Cuán fielmente esta declaración de Pablo, refleja el pensamiento viciado de los antiguos! : —Los griegos dijeron: «Las mujeres obedecen en silencio».33 —Aristóteles repitió el famoso dicho de Sófocles: «El silencio da gracia a la mujer».34 Esta actitud continuó vigente en la época romana: —Plutarco afirmó que el papel apropiado de la mujer era «permanecer

en casa y guardar silencio»39 —Cierto dramaturgo romano dijo que «las mujeres casadas tenían que mirar y reír en silencio, controlar el tintineo de su voz y ceñir el parloteo a sus casas»36 Y, «Una mujer vale siempre más cuando es vista que cuando es oída».37 Este sentir fue imitado por los rabinos judíos, quienes dijeron acerca de la mujer: —«Tu silencio es más bello que tu hablar».38 —«Una mujer callada es un regalo del Señor».39 —«La voz de una mujer es una provocación sexual»,40 por lo tanto, «es indecente escuchar la voz de una mujer».41 PABLO DICE QUE «NI HABLAR» ¿Qué respuesta da Pablo a la reiteración de la vieja idea de que era indecoroso que la mujer hablara? El respondió: «ἢ (¡Tonterías!) ¿Acaso ha salido de vosotros la palabra de Dios? O ἢ [¿Qué?] ¿sólo a vosotros ha llegado?»42 Es decir, Pablo rechazó la pretensión de algunos hombres de reservarse derechos exclusivos para ministrar. La palabra de Dios no iba a ser acortada por una política estrecha de exclusión de sexos. Pablo ya había establecido claramente la validez del ministerio público de la mujer y no iba a permitir que nadie le contradijera en este punto: «Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor. Mas el que ignora, ignore».43 Pablo volvió luego a los otros dos grupos (los que hablaban en lenguas y los profetas) y defendió también su derecho a ministrar.44 Con esto completó el quiasmo. Después regresó al tema central, en el versículo 40: «Pero hágase todo decentemente y con orden». Así que, ¿deben callar las mujeres? Sí, lo mismo que los hombres. ¿Deben las mujeres estar preparadas para ministrar con «un himno, o una palabra de instrucción, de revelación, de interpretación?» Sí, al igual que los hombres. ¿Deben las mujeres ejercer dominio propio mientras ministran? Sí, lo mismo que los hombres. ¿Deben las mujeres procurar educarse para poder edificar mejor a otros cuando ministran? Sí, tal como los hombres. «Pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz».

16. «NO PERMITO A LA MUJER ENSEÑAR» (Primera parte de 1 Timoteo 2:1 – 15) Por David Hamilton

Examinemos ahora el tercer pasaje difícil respecto a la mujer en el ministerio. De nuevo, empezamos con el contexto original. Es preciso imaginar antes la situación a que se refería Pablo para entender el mensaje que comunicó a su discípulo Timoteo. Pablo lo escribió entre su primero y segundo encarcelamiento en Roma. Habían transcurrido casi diez años desde la fundación de la iglesia de Éfeso, la cual pastoreaba Timoteo.1 UNA MEZCLA OSCURA Y PELIGROSA Para apreciar la situación a que se enfrentaba Timoteo en Éfeso es menester conocer algo acerca de la ciudad. Éfeso tuvo que intimidarle por el paganismo. La enorme y dorada imagen de Artemisa (Diana para los romanos) estaba colocada entre las columnas del templo de su mismo nombre para que fuera vista fácilmente desde el mar. Cuando Timoteo desembarcó y caminó hacia el centro de la ciudad por la calle Mármol, el templo de Artemisa dominaba majestuoso sus alrededores. Después de todo, era la mayor de las siete maravillas del mundo antiguo.2 Hicieron falta 120 años para construir aquella estructura. Timoteo se detuvo a contemplarla. Para colocar sus cimientos se tuvo que excavar un cerro entero, pues su extensión fue mayor que la de un estadio olímpico. Constaba de un centenar de columnas de mármol de una altura de cinco pisos. El color y el oro abundaban por doquier.

La siguiente imagen que debió impresionar a Timoteo fue la sórdida mezcla moral que destilaba la ciudad. Éfeso era el centro mundial de veneración de Artemisa, diosa de la fertilidad, con sus dos docenas de senos desnudos, también conocida como la Gran Madre de Asia. Ovidio escribió que las orgías del templo y las prostitutas religiosas atrapaban los ojos de los jóvenes en la lujuria, y hacía enrojecer las mejillas de las doncellas.3 Estimulados por todo ello florecieron ritos orgiásticos de otras religiones secretas, la brujería y la adoración romana al César. Y aunque también era Éfeso un famoso centro político y educativo, gran parte de su economía se basaba en actividades ocultas. Acudían peregrinos de todas partes del mundo a visitar sus muchos templos y multitudes de brujos. Cuando Pablo, y sus compañeros llegaron a Éfeso, hubo tantos convertidos que la economía de la ciudad resultó amenazada. Su labor evangelizadora alborotó un nido de intereses pecuniarios ligados al culto de Artemisa, y todo cayó sobre sus cabezas.4 Después que el grupo de Pablo hubo partido, Éfeso seguía siendo un gran campo de batalla para el joven pastor Timoteo. PERSECUCIÓN DE FUERA, HEREJÍA DE DENTRO Mientras Pablo escribía su primera carta a Timoteo, la iglesia de Éfeso se hallaba en graves dificultades. Los líderes religiosos judíos y paganos seguían persiguiéndola. Por si no hubiera bastado, los falsos maestros al interior de la iglesia promovían herejías. Es evidente que Timoteo tenía mucho trabajo. Veamos ahora un marco más amplio de la epístola de Pablo. VISTA GLOBAL DE 1 TIMOTEO A medida que avanzamos en la lectura de la epístola de Pablo a su «verdadero hijo en la fe», encontramos dos cosas: —La preocupación del apóstol por Timoteo. —La preocupación del apóstol por la iglesia de Éfeso. Estas dos cosas quedan manifiestas por la forma en que Pablo escribió la carta, ya que alternó constantemente estos dos temas: la instrucción personal a Timoteo y la enseñanza acerca del ministerio de la iglesia. Como ya vimos anteriormente, este estilo de escritura de ida y vuelta se denomina intercambio literario, o una estructura A-B-A-B.

VISTA GENERAL DE 1 TIMOTEO INTERCAMBIO E INSTRUCCIONES PERSONALES DE PABLO A TIMOTEO E INSTRUCCIONES GENERALES PARA LA IGLESIA

LO QUE PABLO CREÍA MÁS IMPORTANTE La primera epístola a Timoteo cobró forma mientras Pablo alternaba su preocupación por la iglesia y su hijo en la fe. No obstante, al analizar las once partes, resulta obvio que Pabló enfatizó una sobre las demás. La sección más larga en la estructura A-B-A-B abarca desde 1 Timoteo 2:1 hasta 1 Timoteo 4:5; en ella Pablo derrama su inquietud por la iglesia de Éfeso. Dentro de esta sección se halla el difícil pasaje de 1 Timoteo 2:1-15, Como en los otros dos pasajes difíciles, resultará útil analizar primero su estructura. Pablo empleó de nuevo el quiasmo y la particularización, pero dentro de un intercambio A-B-A-B. El principio general anuncia que Dios quiere salvar a todos; luego vienen los ejemplos particulares, y lo que Dios quiere hacer con los hombres y las mujeres. En el último ejemplo (el de las mujeres), Pablo empleó un mini-quiasmo. Comenzó hablando de las mujeres en general, luego se refirió a una en particular y después a todas en general. El gráfico de la página siguiente nos ayudará a visualizarlo. ¿Qué quiso decir aquí Pablo? ¿Que las mujeres no podían realmente enseñar en la iglesia fundada por Priscila en donde ésta había pasado mucho tiempo con su marido, corrigiendo los tempranos errores cometidos por Apolos, preparándole para el liderazgo?5 ¿Se estaba Pablo contradiciendo (después de haber rogado a la iglesia de Roma que recibiera a la ministra Febe con el honor

que merecía)6 al decir supuestamente a Timoteo que nunca permitiera a las mujeres ser líderes en la iglesia? Antes de responder estas preguntas examinemos el sólido fundamento que Pablo colocó en los primeros siete versículos de 1 Timoteo 2. ESTRUCTURAS A MODO DE ESPEJO TIMOTEO 2:1-15 [Por lo tanto] Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; 2 por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. 3 Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, 4 el cual quiere que [todas las personas] sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. 5 Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y [las personas], Jesucristo [persona], 6 el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a-su debido tiempo. 7 Para esto yo fui constituido predicador y apóstol (digo verdad en Cristo, no miento), y maestro de los gentiles en fe y verdad 1

Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda. 8

Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos. 10 sino con buenas obras, como corresponde a. mujeres que profesan piedad 9

Que una mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. 12 Porque no permito a una mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio, 13 Porque Adán fue formado primero, y después Eva; 14 Y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión. 15a Pero se salvará [por medio del engendramiento del hijo] 11

15b —Si

permanecieren en fe, amor y santificación, con modestia;7

EL SUEÑO ETERNO DE DIOS Pablo comenzó este pasaje diciendo: «Por lo tanto, exhorto ante todo…»8 para enlazar lo que acababa de decir con lo que diría después. Fíjese en el primer capítulo de 1 Timoteo. He aquí una iglesia en profunda crisis. Sus perseguidores estaban en su apogeo fuera de la iglesia, y los falsos maestros causaban estragos por dentro. La tendencia natural hubiera sido recluirse en una especie de auto protección. Pero Pablo manifestó que era el momento de actuar; que se ofrecía una gran oportunidad y ocasión de orar. La oposición no debe provocar la retirada. Pablo reflejó esta actitud cuando escribió acerca de su propia experiencia en Éfeso; «Porque se me ha abierto puerta grande y eficaz, y muchos son los adversarios».9 Esta es la reacción apropiada cuando uno se encuentra bombardeado en medio de una acalorada guerra espiritual. Ore, y sea consciente de que Dios está preparándole una gran oportunidad. Pablo exhortó a los creyentes efesios a hacer cuatro tipos de oración. ¿Cómo debían ellos orar? ¡De todas las formas posibles! No debían dejar piedra sin voltear en la cámara de la oración. Tampoco debía nadie quedar excluido. No había límites a esta clase de plegaria. No había nadie vivo sobre la tierra a quien no alcanzara el poder de su oración. ¿Por qué se ha de orar con tanta intensidad? Pablo responde: «...Para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad».10 Aquellos que han conocido lo que es vivir bajo persecución saben apreciar esto. Los que han experimentado el dolor de una iglesia desgarrada por la controversia y la falsa enseñanza también se pueden identificar con el clamor de Pablo. Era un grito desesperado de supervivencia. La esperanza de los creyentes que atraviesan tiempos de angustia mientras anhelan llevar una vida pacífica y tranquila. La palabra griega traducida por quieta, que Pablo emplea aquí, será clave para entender otros versículos que aparecerán en este capítulo.11 Por ahora, notemos que resumió la meta deseada de todos los creyentes, varones y hembras. Pero exhortó a la oración no sólo para que los creyentes pudieran disfrutar vidas reposadas, sino porque debían sentir lo que Dios siente, y desear lo que Él desea. EL CORAZÓN DEL CORAZÓN DEL CORAZÓN

«Esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos [las personas] sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad».12 Estas palabras constituyen el núcleo de este pasaje, el tema predominante de toda la epístola, el corazón de todo el Nuevo Testamento. En efecto, nos permiten ver con intimidad al mismo corazón de Dios. Son unas de las palabras más íntimas y tiernas de toda la Biblia. Sólo se revelan los sueños y los anhelos más profundos a los amigos más íntimos. Uno no se muestra tan vulnerable con cualquiera. Al compartir estas palabras con nosotros, Dios desnuda su corazón, nos atrae al círculo de sus amigos más queridos, en quien tiene puesta toda su confianza. ¡Qué maravilla! Usted habrá notado que cambiamos una palabra de la Reina Valera (60) para reflejar mejor el griego original. A lo largo de los siete primeros versículos de 1 Timoteo 2, Pablo no emplea la palabra aner, «hombre» en griego. Usa, en cambio, anthropos, la palabra que incluye a los dos sexos y que se traduce mejor por «persona» o «ser humano». Siguió empleando anthropos: «Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y [las personas], Jesucristo [persona], el cual se dio a sí mismo en rescate por todos»13 ¿Por qué es esto importante? ¿Intentamos aquí ser políticamente correctos? No. Son palabras realmente escogidas por Pablo. El así lo enfatizó para dejar bien claro que el amor de Dios es por todos los seres humanos. Incluso cuando se refirió a Jesús, Pablo empleó anthrópos/persona en vez de aner/hombre. Jesús se hizo un ser humano para poder ser el mediador de todo hombre y mujer. En esta rotunda declaración fueron barridas muchas mentiras de los maestros antiguos. La mujer no era una creación aparte. No era menos humana, ni meramente un estímulo a la tentación. Era receptora por igual del amor de Dios y del pródigo sacrificio de Jesús. SI SE PASA ESTO POR ALTO, SE PIERDE TODO EL SIGNIFICADO Toda la voluntad de Dios, Su anhelo más profundo, Su sueño eterno, y la pasión que mueve su corazón, se resume en estos versículos. Todo lo que Dios ha hecho desde el Edén hasta el presente ha sido motivado por este sueño. Por eso Dios escogió a Abraham; por eso dio a sus descendientes la Ley y la Tierra Prometida; por eso les siguió con su amor fielmente, generación tras generación; les corrigió cuando se desviaron, y les libró cuando se volvieron a Él. Por eso Él envió a sus mensajeros (jueces y profetas) uno tras otro, tras otro,

tras otro. Por eso envió a su único Hijo como rescate por el pecado de la humanidad. Todas sus obras han sido motivadas por su deseo de redimir a toda persona, a todo ser humano, a todo anthropos. A todos, todos, todos. ¡Qué lástima que muchos lean de prisa estas palabras para luego abordar los asuntos difíciles suscitados más adelante! Se pierden el vistazo íntimo al corazón del amor de Dios. Y además no comprenden las palabras que vienen después. Porque a menos que retengamos esta perspectiva del sueño eterno de Dios delante de nosotros, no habremos entendido nada en este pasaje. PABLO SE DIRIGIÓ A LOS HOMBRES Pablo exhortó a toda la iglesia que persiguiera el sueño de Dios para que todos fueran salvos. Después se dirigió a los hombres de la congregación y les recordó su parte: «Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda».14 Por primera vez en este pasaje, recurrió a la palabra griega aner para referirse a los «varones». Les indicó lo que quería ver en su vida. El deseo de Pablo nació del deseo de Dios de lograr que todas las personas fueran salvas. El sueño de Dios espoleó al apóstol a entrar en acción.15 Y ahora él estimulaba a todos los hombres de la iglesia de Éfeso a actuar. Debían orar con manos santas, sin ira ni disputas. Debían orar en el espíritu opuesto al de los que atacaban a la iglesia por fuera y por dentro. Los hombres de la iglesia tenían que vivir de forma distinta a la de los paganos no redimidos que les perseguían y los maestros de herejía no arrepentidos. LUEGO PABLO SE DIRIGIÓ A TODAS LAS MUIERES / «UNA MUJER» / TODAS LAS MUJERES Cuando Pablo se dirigió a todas las mujeres, por lo que tocaba a sus responsabilidades en la iglesia, comenzó un mini-quiasmo. Primero habló a las mujeres en general, luego dio instrucciones específicas a una en particular, y después habló de nuevo a todas ellas. Comenzó diciendo: «Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad».16 Este pasaje comienza con la palabra griega traducida por «asimismo» o «del mismo modo».17 Esta palabra griega es como un signo literario de igualdad.

Algunos han intentado utilizar este pasaje para asegurar que las funciones del hombre y la mujer en la iglesia son distintas. Pero Pablo escogió deliberadamente esta palabra para resaltar las similitudes, no las diferencias, de las funciones del varón y la mujer. Aunque el texto no exhorte específicamente a las mujeres a orar, ello queda implícito, o sugerido, por la forma en que Pablo decidió comenzar la frase. Este es probablemente un nuevo caso de elipsis.18 Pablo quería que los hombres y las mujeres oraran y vivieran de tal manera que promovieran el sueño eterno de Dios. La idea principal de este pasaje es que Pablo deseaba que todos oraran.19 Quería que los hombres oraran, como también que lo hicieran las mujeres. Era para él lógico invitar a los dos grupos a orar de una manera piadosa: los hombres en santidad y sin ira; las mujeres con decoro y pudor. Juan Crisóstomo, padre de la iglesia, entendió esto y añadió la palabra «orar» a este versículo para completar su significado.20 Si esto es correcto, la traducción de 1 Timoteo 2:9 sería: «Asimismo, [quiero que las mujeres oren con un atuendo adecuado]».21 ¿A qué viene el alboroto acerca del oro, las perlas y las trenzas? Estas palabras de Pablo parecen extrañas, incluso legalistas. ¿Había quedado el gran apóstol de la libertad atrapado en tabúes insignificantes? ¿Qué hay de malo en las trenzas, el oro y las perlas? Tal como Pablo amonestó a los hombres para que vivieran guiados por normas distintas, aquí advierte a las mujeres para que evitaran distraer su testimonio. Ya hemos visto que Éfeso era una ciudad sensual e inmoral. Más aún, en tiempos del Nuevo Testamento la ostentación en el vestido era considerada señal de promiscuidad.22 Cierto autor antiguo dijo: «La esposa que gusta de los adornos no es fiel».23 No sólo eso, los romanos estimaban las perlas más que cualquier otra joya.24 La exhibición de perlas se consideraba el más ostentoso alarde de vanidad.25 Pablo deseaba que las mujeres cristianas se concentraran en las virtudes internas y vivieran de forma «como corresponde a las mujeres que profesan la piedad».26 La palabra profesan es clave en este pasaje. En el original, transmite un sentido de proclamación, profesión y pericia.27 Es uno de ocho verbos griegos que hay en el Nuevo Testamento formados con el prefijo de la palabra

traducida por mensajero. Todos estos verbos tienen que ver con la comunicación. Pablo usó siete de estos ocho verbos en sus epístolas:28 —contar29 —anunciar30 —publicar31 —profesar32 —evangelizar33 —proclamar34 —declarar35 Como se ve, el verbo profesar y sus parientes lingüísticos están ligados al mismo corazón y alma del ministerio cristiano. No se puede profesar algo en silencio, ni tampoco en privado. Cuando Pablo dijo que las mujeres de la iglesia debían vestirse apropiadamente porque profesaban piedad, quería dar a entender que estaban involucradas en el ministerio público, en la comunicación del Evangelio a otros. UNA MAESTRA FALSA SILENCIADA Ahora Pablo cambió el tono de su voz y el foco de su atención. Se dirigió a una mujer en particular: «Que una mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a una mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. Porque Adán fue formado primero, y después Eva; y Adán no fue engañado, sino que una mujer, siendo engañada, incurrió en trasgresión. Pero se salvará por medio del engendramiento del hijo».36 La Estructura aporta una clave La estructura del pensamiento de Pablo ha sido muy clara hasta aquí. Estableció el principio general: el amor redentor de Dios por toda la humanidad y nuestra necesidad de orar.37 Luego dio dos ejemplos de cómo se aplica el amor redentor en la vida de los creyentes: primero para los hombres de la iglesia38 y después para las mujeres.39 En el versículo 10, Pablo se dirigió a las mujeres comprometidas con la propagación del Evangelio. Al hacerlo, recordó a una mujer que había desempeñado un importante papel en la iglesia de Éfeso. En el versículo 11, dejó de hablar en un sentido amplio, general («mujeres»), y trató el caso particular de esa única mujer. ¿Por qué podemos afirmar esto? Se basa en un cambio gramatical muy claro en el texto griego.

Desde el versículo 11 a la mitad del 15, desaparecen todos los sustantivos en plural. Ahora todos están en singular: «una mujer», «(ella) debe estar en silencio», y «(ella) se salvará por medio del engendramiento del hijo». Después, en la segunda mitad del versículo 15, Pablo retoma el plural, «si (ellas) permanecieren en fe, amor y santificación, con modestia». Y al volver a dirigirse a las mujeres, utilizó la estructura gramatical de un pequeño quiasmo: —versículos 9-10: —versículos 11-15a: —versículo 15b:

«las mujeres» (plural) «una mujer» (singular) «las mujeres» (plural)

Cierta mujer ¿Por qué saltó Pablo dramáticamente del plural al singular y volvió al plural? Sugiero que tenía en mente cierta mujer efesia cuando escribió estas líneas a Timoteo. El contexto sugiere que ella era una promotora de las falsas enseñanzas que asediaban a la iglesia de Éfeso. Tal vez era una de las cabecillas del grupo herético. Aparte del cambio gramatical al singular, hay otras claves que apuntan firmemente en ese sentido. Clave # 1; Los pronombres que utilizó Pablo En los varios pasajes en que Pablo encargó a Timoteo confrontar a los falsos maestros, empleó pronombres que incluyen los dos sexos. Estas palabras indican que las mujeres también estaban involucradas: —«Si alguno enseña otra cosa (o sea, falsas doctrinas)...»40 —«algunos», tanto hombres como mujeres, se «desviaron de la fe» y «apostataron» de la fe, escuchando a espíritus engañadores y doctrinas de demonios.. ,»41 —para que mandases a algunos [tanto hombres como mujeres] «que no enseñen diferente doctrina (o sea, doctrinas falsas»)42 Pablo mandó a Timoteo acallar a todos los falsos maestros, hombres o mujeres. Clave # 2; Mujeres implicadas en herejías Pablo recomendó a Timoteo que desechara las «fábulas profanas y de viejas»,43 lo que insinúa que se encontraban algunas ancianas entre los falsos

maestros. Las mujeres más jóvenes estaban siendo también arrastradas, ya que Pablo menciona a las jóvenes viudas que estaban «hablando lo que no debieran»44 y afirma que las mujeres que habían sucumbido a las falsas enseñanzas eran «mujercillas» cargadas de pecados, arrastradas por diversas concupiscencias... Estas siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad».45 Obviamente, Pablo no veía la herejía como campo en el que actuara un solo género. Hombres y mujeres eran cómplices de la herejía que estaba desgarrando la iglesia de Éfeso. Pablo declaró que «aquellas [malas personas] y los engañadores, irían de mal en peor, engañando y siendo engañados».46 Su mensaje iba dirigido a corregir la situación. Clave # 5; Falsos maestros, mencionados y no mencionados Aunque Pablo mencionó al grupo que se había desviado, también se refirió a varios individuos responsables de tales engaños: —Himeneo47 —Alejandro48 —Fileto49 También informó a Timoteo que Figelo, Hermógenes y Demas le habían abandonado.50 No ha de sorprender que en 1 Timoteo 2:11-15a, Pablo aconsejara a su hijo en la fe qué debía hacer respecto a una mujer en particular, que se había unido a los que propagaban un evangelio falso. ¿Por qué no mencionó Pablo su nombre? En otras ocasiones tampoco mencionó el nombre de ciertos individuos, pero dejó bien claro a quién se refería. Como cuando escribió a la iglesia de Corinto acerca del hombre que cometió incesto,51 y a Tito, respecto a una persona concreta, les dijo: «Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación, deséchalo, sabiendo que el tal se ha pervertido, y peca y está condenado por su propio juicio».52 El contexto sugiere que Pablo estaba pensando en una persona en particular. Las palabras que Pablo dirige a Tito, quien se hallaba en Creta, son especialmente útiles si consideramos la mujer que no se nombra de la iglesia de Éfeso. Como Timoteo en Éfeso, Tito se había quedado en Creta para corregir «lo deficiente»53 y confrontar a un grupo de falsos maestros, a quienes, según Pablo, «es preciso tapar la boca ».54

El «hombre que causa divisiones»55 era, al parecer, el cabecilla de los que enseñaban cosas que «no convienen».56 Pablo no necesitaba mencionar su nombre porque tanto él como Tito sabían perfectamente quién era la raíz del problema en Creta. Quizás Pablo no mencionara a estos individuos por nombre (la persona contenciosa en Creta, el hombre que cometió incesto en Corinto y la mujer que enseñaba herejía en Éfeso) porque esperaba que fueran restaurados. Su corazón pastoral anhelaba que esas personas se reconciliaran con la iglesia. Tal vez evitó mencionar sus nombres para facilitarles las cosas después de arrepentirse. Esto habría correspondido al proceso que Jesús nos señaló para restaurar a los creyentes que pecan.57 No es de extrañar que Pablo dijera a Timoteo que silenciara a esta mujer sin nombrarla. Lo sorprendente, y aun chocante, es que mencionara a los hombres implicados en la herejía: Himeneo, Alejandro y Fileto. Quizás Pablo les daba por perdidos. Clave # 4: De vuelta a Eva Hay una clave más que apunta a la existencia de una mujer engañada que promovía herejía en la iglesia de Éfeso. Pablo explicó por qué esta mujer debía ser silenciada y señaló de inmediato a otra mujer engañada: Eva. Explicó a Timoteo cómo debía de proceder con esta mujer engañada. Para aclarárselo bien, empleó la palabra para o porque58 para comparar su situación con la de Eva en el Edén. Recordó a Timoteo que Adán pecó conscientemente, mas Eva lo hizo porque fue engañada. Pablo hizo a Adán más responsable de su pecado porque él no había sido engañado cuando decidió desobedecer a Dios.59 Sin embargo, el pecado de Eva fue fruto, no de desobediencia consciente, sino del engaño.60 Uno de los temas principales de este pasaje es detener el engaño en la iglesia de Éfeso. Eva fue engañada, como también esta mujer que debía ser silenciada. Ambas actuaban apoyadas en falsas creencias. Las dos mujeres compartían el haber creído una mentira. En consecuencia, las dos pecaron. El pecado de ambas afectó la vida de un gran número de personas de una forma muy negativa. Pablo quería poner fin al pecado, fin al engaño y a las condiciones que lo habían hecho posible. Se dio cuenta de que el engaño es un terreno fértil en el que crece fácilmente el pecado. Entendió que las mujeres de su tiempo eran

más propensas a ser engañadas porque habían sido excluidas de la oportunidad de recibir educación. Pablo procuraba extirpar este engaño. Este podía ser el primer paso para restaurar no tan solo a la mujer engañada sino también a toda la iglesia de Éfeso.

17. LA SOLUCIÓN REDENTORA DE PABLO (Segunda parte de 1 Timoteo 2:1 – 15) Por David Hamilton

Detengámonos un poco más en el encargo que Pablo dejó a Timoteo acerca de esta mujer de Éfeso. Aun cuando esta mujer particular estuviera engañada y hubiera engañado a muchos, Pablo le dio a Timoteo instrucciones maravillosas, redentoras, para saber cómo tratarla. Lo primero que dice es: «la mujer aprenda».1 Esta frase reflejaría mejor el texto griego original si se tradujera por «tiene que aprender». No es una sugerencia sino un imperativo. Es muy importante darse cuenta de que este es el único mandato directo que insertó Pablo en todo el capítulo. No dijo que la mujer «puede aprender», o que «debería aprender», o que «se le debería permitir aprender». La mujer tiene que aprender. De donde se deduce que [esta mujer] debe ser instruida.»2 Se esperaba de Timoteo que se asegurara que a esta mujer le fuera otorgada una educación. ¡Qué respuesta más amable a alguien que había causado tanto daño! Pablo se dio cuenta de que el problema consistía principalmente en que, como a las demás mujeres de su tiempo, a ésta se le había privado de la oportunidad de aprender.3 Ya fuera gentil, o judía, la mujer debió sufrir desventaja por lo que se refiere a la educación. Esto le hizo más susceptible a las falsas enseñanzas. Puesto que Pablo comprendió esto, tuvo más compasión de ella que de Himeneo, Alejandro y Fileto. Estos tres hombres habían pecado a sabiendas. Así pues, Pablo «los entregó a Satanás».4 Pero entregó a la mujer a un maestro. ¿Qué es preferible?

El antídoto contra el engaño es el conocimiento de la verdad. Por lo tanto, Pablo requirió que esta mujer fuera enseñada, con lo que abría así una puerta de oportunidad que la sociedad le había cerrado. Como ya hemos visto, Pablo adoptó una postura revolucionaria, pues rompió completamente con la doble moral griega, romana y judía. El Evangelio no sólo permitió, sino que exigió la igualdad de oportunidades para la educación de las mujeres. Pablo continuó exponiendo cómo debía aprender esta mujer: «en silencio, con toda sujeción».5 Una vez más, esta manera de aprender no era una reprensión; no estaba diciendo que tan sólo debía sentarse y cerrar la boca. El sustantivo empleado en los versículos 11 y 12 está relacionado con la palabra utilizada en el versículo dos del mismo capítulo, en donde Pablo afirmó que la meta de todo creyente era vivir «quieta y reposadamente». «La quietud implica acatamiento de la ley, no su quebrantamiento; armonía con el vecino, no altercados y hostilidad contra él; paz y no disputa».6 Pablo no estaba exigiendo a aquella mujer en este texto nada que no hubiera antes exigido a todos los miembros de la iglesia de Éfeso. Los hombres debían exhibir la misma cualidad cuando oraran «sin ira ni contienda.»7 Las mujeres exhibían lo mismo al comportarse «con decoro, pudor y modestia».8 APRENDER COMO LOS ALUMNOS DE LOS RABINOS En efecto, la fórmula «silencio y sujeción» era frecuente en el Oriente Medio para un alumno modelo. «Antes, durante y después de los días que vivió Pablo, los rabinos asentían en que el silencio era una virtud admirable para un estudiante piadoso».9 «Como Simón, el hijo de Gamaliel, explicó: Toda mi vida he estado rodeado de sabios, y he descubierto que no hay nada mejor para una persona que el silencio.»10 Todo alumno debe adoptar una actitud que demuestre su deseo de aprender. Es algo natural para todo discípulo. Pablo dejó bien sentado que la mujer debía mostrar idéntica actitud. «Una mujer [como también un hombre] no puede aprender si no escucha y se somete a su instructor».11 Es la misma actitud a que se refirió Santiago cuando dijo: «todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar; tardo para airarse».12 Esta cualidad es imprescindible para el alumno excelente. Pablo deseaba que la mujer a quien mandó aprender en silencio y sujeción, en el versículo 11, llegara a ser nada menos que la mejor alumna. Tenía que «aprender como lo

hacían los alumnos rabínicos», pues el silencio era considerado «un atributo positivo para ellos».13 Otra cosa digna de notar es la forma en que los rabinos judíos ligaban el aprendizaje con la enseñanza: el uno era imposible sin la otra. El alumno aprendía para poder enseñar a otros.14 Según los rabinos, la Escritura declara que es menester «aprender, enseñar, observar y hacer; en consecuencia hay cuatro deberes asociados a cada mandato»,15 Se esperaba de todo varón judío que los cumpliera todos. Pero las mujeres, en su mayoría, eran excluidas de esta obligación y privilegio.16 Los rabinos no descubrieron la idea de excluir a la mujer del aprendizaje y la enseñanza en el Antiguo Testamento. Lo que sí encontraron en las Escrituras fue que el aprendizaje, la práctica y la enseñanza, estaban estrechamente relacionados. Por ejemplo, Esdras «había preparado su corazón para inquirir la ley del Señor y para cumplirla y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos».17 La enseñanza era el producto lógico del aprendizaje, Pablo, sin embargo, mandó a esta mujer que aprendiera, no que enseñara. ¿Por qué? Porque había estado enseñando falsas doctrinas. En su caso, el apóstol pasó por alto el eslabón normal que unía el aprendizaje y la enseñanza. Por un tiempo, ella tuvo que ser disciplinada, corregida. No se le permitió continuar propagando falsa doctrina. Era tiempo de abstenerse por completo de la enseñanza y dedicarse solamente al estudio, OTROS QUE FUERON SILENCIADOS Pablo silenció a esta mujer no por ser mujer, sino por enseñar doctrinas falsas. En 1 Timoteo 2:12 se le prohíbe «enseñar una herejía que estaba creando graves problemas a la iglesia. No obstante, ella no era la única cuya enseñanza debía ser prohibida».18 No era cuestión de género, sino de engaño. Como en sus cartas a Timoteo, Pablo... —escribió acerca de «personas perversas», hombres y mujeres que «estaban engañando y siendo engañados».19 —encargó a Timoteo que «mandara a ciertas personas, (hombres y mujeres) que no enseñaran doctrinas diferentes».20 —advirtió a Timoteo que algunos (hombres y mujeres) se habían desviado y apartado «a vana palabrería, queriendo ser doctores de la ley, sin entender ni lo que hablan ni lo que afirman...»21

—dijo que debían ser silenciados, de otro modo «su palabra carcomería como gangrena».22 ¿POR QUÉ ACAPARA ELLA TODA LA ATENCIÓN? Pablo encargó a Timoteo que silenciara a los falsos maestros. Ya fueran hombres o mujeres, debían ser frenados – Himeneo, Alejandro, Fileto, la mujer anónima o cualquier otro. ¿No es sorprendente? Aun cuando Pablo tratara a varios hombres de modo similar, fue la mujer quien recibió toda la atención. ¿Por qué acapara ella todo el interés? Pablo entregó a Himeneo y Alejandro a Satanás «para que aprendieran a no blasfemar»,23 es decir, para que cesaran de hablar falsedades acerca de Dios. Pablo les silenció. La falsa enseñanza es falsa no importa quién (hombre o mujer) la imparta, y debe ser detenida. PABLO NO SILENCIÓ A MUJERES PIADOSAS «No hay nada en este pasaje que sustente el mandar callar a mujeres piadosas, o les prohíba enseñar en la iglesia, o su vocación de cualquier forma de servicio cristiano, o el uso de todos los dones que el trino Dios les ha otorgado».24 ¿Cómo sabemos que los versículos 11 y 12 no significan una prohibición universal de la enseñanza de las mujeres? Recuerde que tan solo dos versículos antes, en 1 Timoteo 2:10, Pablo habló de cosas que «correspondían a las mujeres que profesaban la piedad». Pablo esperaba de las mujeres creyentes que comunicaran su fe tanto de hecho como de palabra. También se ve la actitud de Pablo hacia las maestras al recordar a Timoteo su herencia espiritual: «Las palabras de la fe y la buena doctrina que has seguido».23 ¿Quién proporcionó a Timoteo esa «buena doctrina»? Dos mujeres piadosas. Pablo anima a Timoteo diciéndole que «traiga a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loyda, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también».26 E instó a Timoteo diciéndole: «Persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús».27 Si Pablo no hubiera aprobado que las mujeres enseñaran la Biblia, ciertamente perdió una oportunidad de oro para amonestar aquí a Timoteo. Al contrario,

hizo resaltar a esas dos mujeres por el importante papel que habían desempeñado en la enseñanza del futuro líder. Tal vez digan algunos que este caso es diferente porque Timoteo era obviamente de tierna edad cuando su madre y su abuela le enseñaron. En realidad, no conozco ninguna iglesia que prohíba a las mujeres enseñar a los niños pequeños en la escuela dominical. Aun cuando 1 Timoteo 2:11 y 12 enunciara prohibiciones absolutas a todas las maestras, nada dice de hacer excepciones por razón de edad. Ni siquiera se menciona el tema. Pablo no dijo: «No permito que la mujer enseñe teología, aunque sí otras materias». Si esta hubiera sido una prohibición absoluta para que las mujeres no enseñaran a los varones, entonces las maestras de escuela no deben enseñar a los niños a leer, o escribir, o aritmética. Es más, las madres comprometidas a enseñar a sus hijos en casa deben también ¡dejar de hacerlo! ¿Ridículo? Desde luego. Recuerde las palabras de Loren Cunningham en el capítulo 2, que explicaban cuán absurdo es convertir afirmaciones bíblicas, relativas a cierta situación, en verdades absolutas. PABLO QUERÍA QUE LAS MUJERES DIGNAS DE CONFIANZA ENSEÑARAN Otro ejemplo de la actitud del apóstol para con las mujeres maestras se halla en 2 Timoteo 2:2. Pablo le dijo a Timoteo: «Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a [personas, esto es, hombres y mujeres] fieles que sean idóneos para enseñar también a otros».28 Si Pablo hubiera tenido la intención de prohibir que las mujeres desempeñaran un ministerio de enseñanza, dejó escapar aquí otra magnífica oportunidad. No hubiera habido mejor ocasión para emplear la palabra griega aner, «varones», en vez de anthropos, «personas», para zanjar la cuestión de una vez por todas. Pero no, recurrió al término que incluía a los dos géneros: «personas... idóneas para enseñar». No hubo casualidad. Fue una decisión premeditada, palabra de Dios inspirada. «Lejos de prohibirles enseñar, parece más bien una fuerte exhortación para que las mujeres responsables hicieran de la proclamación de la verdad un asunto prioritario. De este modo, las personas de ambos sexos, capaces de enseñar, reciben un llamamiento para dar a conocer las inescrutables riquezas de Jesucristo».29

¿QUÉ DECIR DE LA AUTORIDAD? Veamos ahora la segunda parte de 1 Timoteo 2:12. El significado de la palabra griega,30 traducida por «ejercer dominio» en la Reina Valera (60), es incierto. ¿Por qué? Entre otras cosas, es una palabra que aparece sólo una vez en el Nuevo Testamento. Además, esta palabra aparece muy poco en la literatura antigua. Esto complica las cosas para los expertos y les impide llegar a un acuerdo acerca de su significado.31 Los eruditos siguen debatiendo si esta palabra griega encierra un significado positivo (tal como hacer un uso correcto de la autoridad para servir a otros), o negativo (dominio, manipulación, o incluso asesinato). El punto principal a tener en cuenta es que ésta no es una palabra que normalmente signifique autoridad en el Nuevo Testamento.32 Es un término poco frecuente para una circunstancia poco usual. En cualquier caso, hemos de volver al contexto de lo que Pablo estaba comentando. Una mujer impía estaba enseñando falsas doctrinas de una manera nociva. Se sigue que no se le debía permitir ocupar un cargo de autoridad en la iglesia: no reunía las condiciones del liderazgo espiritual que Pablo remitió a Timoteo.33 Dado que ella no era irreprochable, ni en palabra.ni en obras, el caso exigía acción disciplinaria. ESA ACTITUD NO ES CRISTIANA Es digno de resaltar que Pablo no comentara nada en sus epístolas a Timoteo respecto a que el hombre tenga autoridad sobre la mujer. En efecto, entre los redimidos, ninguno debe ejercer autoridad de una manera autoritaria sobre otra persona de igual o distinto género. Pablo dejó bien claro que los falsos maestros eran los que intentaban controlar a las personas. Jesús advirtió que sus seguidores deben actuar de manera radicalmente distinta a como el mundo acostumbra a hacer las cosas: Mas Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad. Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos. Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos».34

ACERCA DE EVA Ya hemos visto que Pablo comparó a esta mujer con Eva, pues las dos fueron engañadas. Pero sí tenemos un par de cosas adicionales que considerar en 1 Timoteo 2:13-14. «Porque Adán fue formado primero, después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en trasgresión». Estas palabras pueden indicar una de dos cosas: —Por una parte, Pablo pudo haber refutado el contenido de la falsa enseñanza. Hay indicios de que los falsos maestros estaban, distorsionando la verdad acerca de cómo Dios había creado el mundo.35 Quizás los devotos de la diosa Artemisa negaban el relato bíblico de la Creación, alegando que la mujer era la cabeza o fuente del hombre.36 — Por otra parte, Pablo pudo haberse referido simplemente a la manera en que Eva fue engañada. Si analizamos el orden de acontecimientos en el Jardín, Dios creó al hombre y le dijo que no comiera del árbol de la ciencia.37 Sólo después creó Dios a la mujer.38 Así pues, cuando la serpiente preguntó a Eva: «¿Conque Dios os ha dicho...?»39 Eva tuvo que apoyarse en la información de segunda mano que Adán le había condado. Eva no fue engañada por causa de una debilidad innata en la mujer. Dios dijo que todo lo que había creado «era bueno en gran manera», y esto incluía a la primera mujer. Claro que no. Si Eva fue engañada, ello fue porque Adán no la enseñó bien. Si hubiera hecho una buena labor cómo maestro, Eva habría sabido exactamente lo que Dios dijo y no dijo a Adán. El hecho mismo de que éste «permaneciera a su lado, en silencio, durante el triste episodio»40 hace recaer directamente la culpa sobre sus hombros por no haber transmitido fielmente la palabra de Dios. No es de extrañar que Dios se dirigiera primero a Adán, cuando su trasgresión quedó al descubierto.41 Cualquier punto de vista que se adopte, apunta a la necesidad de una buena enseñanza. La buena enseñanza responde a la distorsión de la herejía. La historia de Adán y Eva demuestra cuán importante es enseñar fielmente a otros para que no caigan en el engaño. Por eso, el único mandato que Pablo emplea en este capítulo es que la mujer debe aprender. SE SALVARÁ ENGENDRANDO HIJOS

Algunos intentan torcer la instrucción de Pablo a Timoteo para que diga que las mujeres son más fácilmente engañadas que los hombres, y que, por lo tanto, no se les puede confiar la enseñanza bíblica. Pero Pablo nunca dijo eso. No definió aquí rasgos universales de género. Tan sólo habló acerca de dos mujeres que habían sido engañadas (Eva y la mujer anónima de Éfeso), y luego cayeron en pecado. Forzar esto para hacer una declaración de rasgos inherentes de fortaleza y debilidad en hombres y mujeres no es sino manipular el texto. El engaño de Eva condujo al pecado, según el versículo 14, al igual que el de la mujer de Éfeso. Por lo cual, Pablo dijo (aún en singular): «(Ella) se salvará engendrando hijos». ¿Qué significa esto? ¿Quiso Pablo decir que esta mujer engañada se reconciliaría con el Señor y con la iglesia si tuviera un hijo? Si el tener hijos hubiera sido requisito para que la mujer fuera salva, ¿qué cabría decir de las solteras y de las casadas sin hijos? La frase traducida por «engendrando hijos» en la Reina Valera (60) es única. No se encuentra en ninguna otra parte del Nuevo Testamento. Aunque se han propuesto múltiples interpretaciones, es importante notar que esta palabra no es un verbo, sino un sustantivo precedido de artículo definido: «La concepción del hijo», refiriéndose a un hijo en particular. Yo creo que Pablo seguía trazando semejanzas con Eva, la otra mujer engañada que tenía necesidad de la salvación. En el Edén, Dios profetizó acerca «de la procreación del hijo» cuando dijo: «Pondré enemistad entre ti [la serpiente] y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú [la serpiente] le herirás en el calcañar».42 Así fue proclamado el Evangelio por primera vez, el Mesías por primera vez prometido. Y Pablo repitió la promesa aquí, diciendo que esta mujer anónima de Éfeso podía aún ser salva a través de Él, el niño prometido engendrado para redimir a toda la humanidad. Pablo inició este pasaje con la más gloriosa afirmación del corazón misericordioso de Dios por los perdidos. «La concepción del hijo» hace referencia al único mediador entre Dios y los seres humanos, la persona de Jesucristo, la simiente prometida a Eva, el Hijo engendrado y nacido de mujer.43 El asunto en juego aquí es la salvación, no la maternidad. Las mujeres no se salvan quedando embarazadas y teniendo hijos. Lo son por medio del niño que fue engendrado: Jesús. En este pasaje Pablo anuncia cómo son

redimidos los hombres y las mujeres, no cómo procrean. La verdad central de todo el pasaje es Jesucristo y el deseo de Dios de que todos sean salvos a través del hijo prometido que será engendrado de una mujer. Jesús es el núcleo de la epístola de Pablo a Timoteo. El apóstol comenzó diciendo: «Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores».44 Al señalar a Jesús, Pablo esperaba ganar a los perseguidores impíos y corregir a los falsos maestros. Jesús es el corazón de este pasaje difícil, pues sólo mediante su muerte y su resurrección el sueño eterno de Dios se hizo realidad, sólo a través de Él podían los creyentes «vivir vidas reposadas y tranquilas».45 Todo giraba en torno a Jesús. El corazón pastoral de Pablo trataba de alcanzar a la mujer de Éfeso que había causado muchos problemas. Pablo le amonestó diciendo que podía ser salva mediante el hijo engendrado, es decir, Jesús. Ella debía aprender. ¿Qué debía aprender? A conocer a Jesús para que por medio de Él pudiera ser plenamente restaurada en su relación con Dios. DE NUEVO AL PLURAL Pablo extendió después su preocupación pastoral a todas las mujeres. A mitad de la oración gramatical volvió al plural asegurando que todas las mujeres necesitaban a Jesús. Obtendrían la salvación «permaneciendo en fe, amor y santificación, con modestia».46 Así se completaba su pequeño quiasmo. Aunque anhelaba que cierta mujer fuera salva, no ansiaba menos que todas las demás lo fueran. ¡Qué conclusión más adecuada para un pasaje que comenzó declarando que Dios desea que todas las personas sean salvas mediante la persona de su Hijo Jesús. Estas cuatro características espirituales: fe, amor, santificación y modestia, son asombrosamente similares a las cuatro que Pablo dispuso al principio de su carta a Timoteo: «El propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida».47 ¿Por qué es esto importante? Porque suponía una ruptura radical con todo lo que antes se les había enseñado a esas gentes. Tanto los judíos como los gentiles definían la virtud de las mujeres conforme a una norma completamente distinta. Pero no Pablo. Él esperaba la misma respuesta al Evangelio, la misma norma moral para mujeres y hombres. Él desarrolló lo que Jesús ya había demostrado. La doble moral antigua de la ley y la conducta había muerto. La participación en

la familia de Dios se ofrecía ahora por igual a los hombres y a las mujeres. El servicio a Dios ya no era una esfera privada del varón, sino una empresa compartida.

18. MUJERES LÍDERES TAMBIÉN (1 Timoteo 3:1 – 13) Por David Hamilton

En los últimos capítulos hemos visto que Pablo no estaba en contra de que las mujeres predicaran, enseñaran o lideraran en la iglesia. Es más, abrió la puerta de par en par al ministerio público de las mujeres. Volveremos a ver esto al examinar su enseñanza acerca de las cualidades del líder. Volvamos al diagrama «Vista Global de 1 Timoteo». El pasaje que vamos a ver forma parte del mensaje central de Pablo a Timoteo. El apóstol estuvo hablando de una mujer líder, impía, y luego pasó a tratar lo que significaba ser un líder piadoso (hombre o mujer). Dijo: «Si alguno anhela obispado, [él o ella] buena obra desea».1 No nos sumergiremos en 1 Timoteo 3:1-13 a la misma profundidad que en 1 Timoteo 2:1-15, pero veremos con presteza varias cosas importantes. En primer lugar, note que Pablo utiliza una vez más la palabra alguno para referirse a los que deseaban ser líderes. Hemos añadido «él o ella» entre paréntesis para ser fieles a la gramática utilizada por Pablo.2 En segundo lugar, fíjese en la estructura del pasaje de 1 Timoteo 3:1-13. Es idéntica a la del que acabamos de estudiar. Ambas comienzan con un principio general, luego ofrecen dos ejemplos particulares del mismo, y dentro del segundo, un pequeño quiasmo. El principio general de 1 Timoteo 2:1-15 es que Dios quiere que todos oren y vivan quieta y reposadamente. El primer ejemplo mostraba cómo debían conducirse los hombres. El segundo, cómo debían conducirse las mujeres. El

pequeño quiasmo del segundo ejemplo era plural-singular-plural: todas las mujeres, una mujer, todas las mujeres. En el siguiente pasaje, 1 Timoteo 3:1-13, Pablo estableció el principio general de que cualquiera que deseara ser líder anhelaba algo bueno. El primer tipo de líder era el del supervisor, u obispo (versículos 2-7). El segundo tipo, el del diácono (versículos 8-13). Y dentro del segundo ejemplo, Pablo ofreció un pequeño quiasmo: varón, mujer, varón. Observe cómo estos pasajes son estructuras simétricas, cual si se reflejaran en un espejo. ESTRUCTURAS A MODO DE ESPEJO

«DE LA MISMA MANERA LAS MUJERES» «Las mujeres asimismo sean honestas, no calumniadoras, sino sobrias, fieles en todo».3 Cuando Pablo recuperó el tema de las mujeres con responsabilidades de liderazgo, volvió a emplear la palabra asimismo. Recuerde que hizo lo mismo en 1 Timoteo 2:9. Tanto allí como aquí esta palabra conecta su argumento pasando de los hombres a las mujeres. Sin excepción, Pablo trató igualmente a hombres y mujeres, como colaboradores en el Evangelio. Estaba completamente comprometido con el principio de la igualdad. Recuerde que asimismo es como un signo de equivalencia literaria; significa «de igual manera». ¿A qué se refería Pablo exactamente? A los hombres que servían como diáconos. Luego dio un giro y dijo: «De la misma manera, las mujeres...» ¿DIACONISAS O ESPOSAS? La palabra griega gune4 que Pablo emplea aquí se puede traducir por «mujeres» o «esposas», lo mismo que aner se puede traducir por «varones» o «maridos». La palabra «mujer» en el castellano es muy similar, ya que tiene varias acepciones al igual que la palabra gune. El contexto determina si «mujer» significa alguien del sexo femenino o una esposa. Es lo mismo con gune en el griego. Es preciso estudiar el contexto para saber cuál de los dos significados encaja mejor. La Reina Valera (60) hace una buena traducción del original en este pasaje, reflejando literalmente el griego: «Las mujeres asimismo...» En el caso de este versículo. La Nueva Versión Internacional NVI aporta una traducción muy pobre: «Asimismo, las esposas de los diáconos: una frase inexistente en el original. De este modo, los traductores de la NVI inclinaron el texto a los ojos del lector, dando cabida sólo a una posibilidad. Esta elección de palabras revela un prejuicio contra las mujeres líderes de la iglesia que no se desprende de las palabras de Pablo. El griego dice literalmente: «Asimismo/del mismo modo, las mujeres/esposas sean dignas de respeto, no calumniadoras sino sobrias, fieles en todo». ¿Qué quiso decir entonces Pablo? ¿Esposas o mujeres? Fijémonos en lo que estaba diciendo. ¿Hablaba del matrimonio o del liderazgo? ¿Cómo se relacionan las mujeres en la Epístola 1 de Timoteo 3:11, con los hombres de 3:8-10? ¿Son estas mujeres sus esposas o sus colegas en el ministerio?

Compare de nuevo la estructura literaria de 1 Timoteo 2:1-15 con la de 1 Timoteo 3:1-13. Note que la estructura de 3:11 es paralela a la de 2:11-15a. Cada una forma el núcleo de su mini-quiasmo respectivo. Es como si Pablo presentara una descripción de la función de las mujeres piadosas en la iglesia cómo antídoto definitivo al carácter de una líder impía. Pablo no reaccionó contra todas las mujeres por causa de los errores de una. Corrigió a una persona y al mismo tiempo allanó el camino para que muchas mujeres fueran líderes. Las virtudes que Pablo presenta en 1 Timoteo 3:11 evitarán otra tragedia como la que trató de resolver previamente en 1 Timoteo: el que líderes sin escrúpulos, hombres o mujeres, enseñaran falsas doctrinas. La restauración definitiva de tan lamentable situación (la mujer anónima de 1 Timoteo 2:11-15a) no consistía en prohibir a todas las mujeres el ejercicio del ministerio público. Más bien, en 1 Timoteo 3:11, Pablo establece las cualidades necesarias para que se levanten mujeres piadosas para ejercer tal ministerio. Esto es exactamente lo mismo que hizo Pablo para confrontar la perniciosa influencia de los hombres que estaban promoviendo herejías: Himeneo y Alejandro.5 Por el hecho de que estos hombres abusaran de sus dones de enseñanza, Pablo no excluyó a todos los varones de la función del liderazgo. En modo alguno. Para prevenir nuevos problemas, puso también por escrito directrices para líderes varones.6 Vemos, pues, que Pablo trató imparcialmente a hombres y mujeres, corrigió a aquellos que incurrieron en herejía [ambos géneros], e instruyó a unos y a otras para que caminaran por la senda del liderazgo espiritual, para no «caer en descrédito y en lazo del diablo».7 ¿Son las mujeres del versículo 11 diaconisas o esposas de diáconos? La estructura de la epístola y el contenido del mensaje de Pablo sugieren que éste se propuso firmemente que las mujeres sirvieran en el liderazgo de la iglesia. Después de todo, ¿no había comenzado el ministerio en esa ciudad con Priscila y su marido? En ninguno de sus escritos retiene Pablo las responsabilidades del liderazgo de mujeres piadosas. Al contrario, sabemos, por los comentarios que hizo respecto a Febe, en Romanos 16:1-2, que la tenía por una compañera sierva del Señor, la afirmó en su cargo de diaconisa y la recomendó como líder ejemplar de la iglesia. Pablo no nos deja un mensaje de agria división entre los hombres y las mujeres. No existen distintas formas de ser salvos, ni diferentes patrones para ejercer el ministerio. Al contrario, ante la cruz, el terreno de juego quedó

allanado. Para llevar a cabo el sueño eterno de Dios (el acercarnos a todos para ofrecerles la oportunidad de reconciliarse con Dios) todos nosotros hemos de orar, profesar nuestra fe y vivir quieta y reposadamente. Todos nosotros hemos de seguir la guía de Dios y aceptar el ministerio que Él escoja. Esto es válido tanto para los hombres como también para las mujeres.

EPÍLOGO Por David Hamilton

Yo soy misionero. Me crié en un hogar misionero, en Sudamérica. Mis padres, Keith y Marilyn Hamilton, me educaron recta y afectuosamente. Me enseñaron que Dios y su Palabra son el fundamento de todas las cosas que hay en la vida. Me mostraron con su ejemplo que la tarea más importante sobre la tierra es llevar el Evangelio de Jesucristo a los perdidos. ¿Qué puede haber más importante que no sea entender la revelación de Dios acerca de cómo llevar a cabo su obra en la tierra? Es menester oír claramente la voz de Dios, por lo que respecta al tema del ministerio de las mujeres, para poder colaborar con Él. Nunca hemos de ir en contra de sus propósitos, ni apagar su Espíritu, que actúa en los que Él ha llamado para extender su reino. Debemos también entender que Dios reveló su palabra en el espacio y en el tiempo. Esto significa que para entender verdaderamente su Palabra, es necesario conocer algo acerca del mundo al que fue enviada aquella revelación. Las ideas del hombre brotan del terreno de su tiempo y cultura, pero no las ideas de Dios. De hecho, la revelación de Dios suele ir directamente en contra de lo que la mayoría de la gente cree. No hay nada más cierto por lo que toca al tema de la mujer: lo que se creía acerca de su función y su valor en el tiempo que fueron redactadas las Escrituras. Por eso, en este libro hemos retrocedido en la historia para comprender las barreras y la humillación que han sufrido las mujeres. Vimos que los griegos, los romanos e incluso los judíos forjaron cadenas que se arrastraron miles de años, alegando que las mujeres eran una maldición, que eran menos valiosas que los hombres, que debían ser evitadas, o al menos, cautelosamente apartadas.

Confío en que usted haya podido vislumbrar cuán tenebrosa fue la desesperanza de la mujer y la luz que resplandeció cuando Jesús atravesó las tinieblas. Ya se dirigiera Jesús a una mujer minusválida en la sinagoga, o diera los mensajes más importantes del cristianismo a una mujer en particular, como Marta, o a la mujer samaritana junto al pozo, Él restauró el plan original de Dios para todas ellas. Enseñó que no eran un estorbo, ni objetos de lascivia, ni criaturas a despreciar. Se relacionó con ellas como personas creadas a imagen de Dios, capaces de hacer cosas consideradas extraordinarias en su tiempo. Envió a la mujer samaritana a evangelizar toda una ciudad. Permitió incluso que algunas mujeres viajaran y ministraran con Él y los doce discípulos. Vimos también que el apóstol Pablo siguió las pisadas de Jesús. El tratamiento que dio a las mujeres, como colegas y colaboradoras, no puede ser más opuesto a la imagen que se suele tener de Pablo, como si él hubiera aborrecido a las mujeres. Antes, al contrario, afirmó el ministerio público de las mujeres en 1 Corintios 11:2-16. Las respaldó tanto en su ministerio de oración cuando ellas rogaban a Dios en favor del pueblo, como cuando ellas hablaban proféticamente al pueblo de parte de Dios. En 1 Corintios 14:26-40, Pablo amonestó a todos (hombres y mujeres) a contribuir activamente al culto corporativo de la iglesia, para que todos fueran mutuamente edificados. Pablo enfatizó que Dios es un Dios de orden, de modo que corrigió a tres grupos que estaban generando desorden en sus congregaciones: los que hablaban en lenguas, los que profetizaban y las mujeres. Mas aunque corrigiera el abuso de su libertad, no silenció a ninguno de ellos permanentemente ni les arrebató su libertad de ministrar. Es más, estipuló la educación de las mujeres estableciendo una ruptura radical con todas las culturas del mundo neotestamentario. En 1 Timoteo 2:1-15, Pablo enseñó a Timoteo a luchar contra la persecución exterior y la herejía dentro de la iglesia de Éfeso. En medio de esta difícil situación, Pablo ofreció una vislumbre gloriosa del corazón de Dios, que reveló Su sueño eterno: el deseo de que todas las personas sean salvas y lleguen al conocimiento de la verdad, Pablo instruyó luego a Timoteo, tocante a «una mujer» que había ejercido autoridad en la iglesia y fue arrastrada por falsos maestros. Dijo a su discípulo que no podía tolerar que esta mujer enseñara ni ejerciera autoridad sobre los hombres. Pero aun para ella, Pablo

demostró un cuidado pastoral, mandando a Timoteo que proveyera enseñanza para restaurar la verdad. Luego concluyó animando a todos los que estuvieran sin tacha, tanto hombres como mujeres, que asumieran las responsabilidades del liderazgo en la iglesia. En los tres pasajes (que a menudo se usan para limitar el ministerio de las mujeres) vimos que Pablo esperaba de éstas que se involucraran plenamente en la pública proclamación del Evangelio. Cuando tuvo que corregir, lo hizo por la forma en que ellas (y también los hombres) ministraban. En ninguna parte prohibió Pablo a las mujeres compartir el liderazgo. Más bien lo estimuló. Exhortó a los hombres a reconsiderar su estimación de las mujeres. Afirmó la autoridad de algunas mujeres. Les abrió las puertas de la educación. Invitó, e incluso instó a todos (hombres y mujeres) a implicarse en el ministerio y liderazgo de la iglesia. Es ahora momento de examinar nuestro corazón y aplicar la verdad descubierta en las Escrituras, de decidir qué pasos hemos de dar en nuestra vida, en nuestro trabajo, en nuestras iglesias y grupos, y en nuestros hogares. Santiago 1:23-24 afirma que los que leen la palabra de Dios y no la ponen en práctica son como los que se miran en un espejo y se van, y olvidan lo que han visto. ¿Qué puede ser más inútil? Seguramente necesitamos estudiar la Biblia y después cambiar actitudes y prácticas para alinearnos con ella. En el tiempo transcurrido desde que Jesús y Pablo estuvieron entre nosotros, la iglesia no ha acertado a vivir conforme a las excelentes normas establecidas en las Escrituras. A través de los siglos, Dios, por medio de su Espíritu, ha procurado una y otra vez derramar avivamiento sobre su pueblo y corregirlo. Pero nosotros no hemos conseguido estar a la altura del modelo que nuestro Salvador y su siervo Pablo nos dejaron. Hemos sido culpables de desviamos de las verdades del Nuevo Testamento, al igual que los rabinos de antaño se apartaron de la enseñanza que Dios les dio en el Antiguo. Como los rabinos, muchas veces hemos actuado con gran convicción religiosa y celo dogmático. A menudo nuestra enseñanza y trato a la mujer se ha asemejado a los de los filósofos de la antigüedad griega y romana, que fijaron una doble moral y acuñaron la frase: «Mujeres: ¡no se puede vivir con ellas ni se puede vivir sin ellas!»1 En vez de moldear nuestra cultura según el modelo bíblico, hemos permitido que ésta nos dé forma a nosotros, e incluso tiña de color nuestra lectura de la palabra. Hemos errado; nuestro fracaso ha

debilitado nuestro testimonio; muchas generaciones de mujeres creyeron que el Dios de la Biblia estaba en contra de ellas. En la historia de la iglesia hay multitud de citas que revelan la persistencia del odio a las mujeres. Los pensadores de la iglesia primitiva pronto se apartaron del gran valor que se concede a las mujeres en el Nuevo Testamento. Un ejemplo típico sería la declaración que hizo Tertuliano: Vosotras [mujeres] sois la puerta de entrada del diablo. Vosotras abristeis el sello del árbol prohibido. Vosotras fuisteis las que primero abandonasteis la ley divina. Las que persuadisteis a aquel a quien el Diablo no se atrevía a atacar. Con cuánta facilidad destruisteis la imagen de Dios en el hombre. A causa de vuestra deserción sobrevino la muerte, e incluso el Hijo de Dios tuvo que morir.2 ¡Qué terrible es decir esto acerca de la mitad de los seres que Dios creó a su imagen! Sin embargo, esta actitud perduró a lo largo de la Edad Media y llegó aún más lejos. A veces, influyentes hombres de la iglesia volvieron a beber en los filósofos griegos para apoyarse en la idea de que las mujeres eran intrínsecamente más débiles, más fáciles de seducir y una trampa para los hombres. San Buenaventura, en la Edad Media, imitó a Aristóteles diciendo: «La mujer es un estorbo para el hombre, una bestia en su domicilio, una preocupación continua, un problema interminable, una cotidiana molestia, la destrucción del hogar, un impedimento para la soledad, la ruina del hombre virtuoso, una carga opresora, una abeja insaciable, la propiedad y posesión de un hombre».3 Podríamos traer a colación muchas otras declaraciones formuladas por hombres más cercanos a nuestro tiempo, pero ya es suficiente. Lo que tenemos que hacer es volver la vista atrás y lamentar cuánto nos hemos alejado del propósito original de Dios. Tenemos que reconocer y lamentar nuestro error corporativo, histórico. Para nuestra propia vergüenza se escribieron tales palabras en el nombre de Aquel que vino a libertar a hombres y mujeres. Mientras reconocemos nuestro angustioso pasado (como pueblo y como individuos) debemos arrepentimos, para que los valores de Cristo, sus normas edificadas sobre sus ideas fundacionales, sean manifiestas al mundo. El arrepentimiento es siempre el punto de arranque para aplicar la Palabra de

Dios. Señor, ayúdanos a humillarnos en arrepentimiento, como David cuando dijo: ¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo de las soberbias; que no se enseñoreen de mí; entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión. Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante dé ti, oh Señor, roca mía, y redentor mío.4 Es el momento de replantear algunas de nuestras antiguas creencias y tradiciones. Es tiempo de arrepentimos de haber obstaculizado de una forma u otra la obra de Dios y mal interpretado su Palabra. Es hora de librar a la mujer para que cumpla el llamamiento que Dios le ha hecho, ¡Es hora!

EPÍLOGO 2 Por Loren Cunningham

Yo

volaba rumbo a Yakarta, redactando el manuscrito de este libro en mi

computador portátil. Una mujer musulmana iba sentada a mi lado, tapada de la cabeza a los pies, acatando los dictámenes de su religión. Yo picoteaba el teclado y ella se asomaba por encima de mi hombro, intentando leer en la pantalla. Esta es una imagen de lo que está sucediendo en estos días. Muchos millones de mujeres en todo el mundo miran por encima del hombro de la iglesia y anhelan contemplar la libertad que Jesús adquirió para ellas en el Calvario. El mundo ha intentado liberar a las mujeres, pero con un espíritu de rebelión y amargura que no ha hecho más que hurgar en la herida. Solo cuando la iglesia de Jesucristo tome la dirección en un espíritu de humildad serán libertados los cautivos. También es necesario que las mujeres de la iglesia sean libres para obedecer a Dios con sus dones y llamados. Mi pasión ha crecido tras cuatro décadas de ministerio y esfuerzo misionero en todos los países de la tierra. Mi anhelo más profundo es ver desatarse una poderosa obra misionera. Confío que al leer este libro usted haya oído el clamor de nuestro corazón. Para mí, este es el tema principal que afecta al cuerpo de Cristo y a las sociedades actuales. Es el asunto que puede unir o dividir hogares, iglesias, comunidades, y a la sociedad en general. No nos metimos en tan importante campo de estudio sin el temor del Señor sobre nosotros. No esperamos que todo el mundo esté de acuerdo con nuestras conclusiones. Pero confiamos en que haya sido claro su planteamiento. Podríamos afirmar que este libro ha tenido que esperar treinta años hasta salir a la luz. Yo comencé a enseñar sobre el derecho que tiene la mujer de predicar el Evangelio hace ya mucho tiempo, estimulado por los muchos ejemplos que me rodeaban. Mi madre, Jewell Cunningham, con más de noventa años, ha sido ministra ordenada por más de setenta. Tengo recuerdos

de infancia, de cuando ella predicaba la palabra. Servía con mi padre, T.C. Cunningham, y juntos pastoreaban varias iglesias. Después su ministerio se extendió, y viajaron por más de cien países en calidad de representantes misioneros. No sólo mi mamá sirve de ejemplo resplandeciente de mujer llamada por Dios. Mi esposa, Darlene Scratch Cunningham, es también líder; líder de líderes y capacitadora de líderes. No conozco a ninguna mujer que haya instruido a más misioneros internacionales que Darlene. No concibo haber fundado Juventud con una Misión —JUCUM— sin que Darlene estuviera a mi lado. Ni tampoco puedo imaginar a JUCUM sin las muchas mujeres audaces que hay entre nosotros. La misión que fundamos en 1960 tuvo el privilegio de ser pionera en el envío de gente joven, personas laicas y obreros de corto plazo a las misiones. Fuimos de los primeros que enviamos grandes contingentes de misioneros desde países no occidentales. Pero creo que aún debe producirse una plena liberación de un grupo mucho más grande. JUCUM ha sido bendecida con mujeres con rango de «generales», tal como Elizabeth Baumann Cochrane, quien comenzó nuestra obra en Nepal, y fue encarcelada por ayudar a que ese país se abriera al Evangelio. Deyon Stephens, ayudó a su marido, Don, a fundar la obra naves de esperanza y continúa sirviendo a las naciones. Nancy Neville es un pequeño gigante que ayudó a lanzar el movimiento misionero en el Cono Sur. Estos son sólo algunos ejemplos de tantos que podría mencionar. Tenemos mujeres que sirven en JUCUM a un nivel superior, así como incontables valientes que sirven en todos los rangos, y llevan a cabo hazañas para el reino de Dios. Ellas fortalecen mi fe para superar nuevos desafíos. No hemos analizado detenidamente el tema del matrimonio o la familia en este libro. Estos requieren un tratamiento más amplio en una futura obra. No obstante, creemos que el matrimonio es una compañía entre iguales, como Dios lo diseñó en el Edén. No hemos escrito este libro para los millones de mujeres que se sienten felices y seguras desempeñando su función dentro y fuera del hogar. Nuestro anhelo va dirigido a los cientos de millones que no son libres. Hemos escrito este libro por su causa, y para completar la tarea de llevarles las Buenas Nuevas. Hace casi cien años que Frederik Fransom escribió:

Es asombroso que se conciba la idea falsa de que no todos los hijos de Dios deben dedicar su energía, por todos los medios, a salvar un mundo perdido. Hay, por así decirlo, muchas personas en el agua, a punto de ahogarse. Unos pocos hombres intentan salvarlas, lo cual se considera bueno. Pero, más allá, unas pocas mujeres han desatado una barca para ayudar al rescate, e inmediatamente algunos hombres gritan, mientras permanecen ociosos, mirando, porque disponen de mucho tiempo, y exclamando: «No, no, las mujeres no deben ayudar; es mejor que la gente se ahogue»,5 Mediante la liberación de mujeres movilizaremos cientos de miles de personas necesarias para completar la Gran Comisión. Veremos la bendición de Dios sobre la unidad y el liderazgo servicial. Veremos mayor unción del Espíritu, un cuerpo de Cristo fortalecido, ya no debilitado por falta de discernimiento. Debemos procurar la sabiduría de Dios. Jesús actuó dentro de la cultura para transformarla. Nosotros debemos hacer lo mismo. Los cambios más espectaculares no sobrevendrán en nuestra generación, sino en la que está a punto de emerger. Dios está preparando el escenario. El capítulo final del cristianismo está a punto de escribirse. Todas las cosas serán restauradas cuando Él vuelva. Hasta entonces, debemos ser sensibles al Espíritu y a lo que Él está haciendo en nuestros días. Si usted es líder... Sea buen mayordomo y libere los dones de los que sirven a su lado: mujeres y hombres, jóvenes y viejos, y los de aquellos con historial distinto al suyo. Cuantas más personas libere, mayor bendición de Dios descenderá sobre usted y su ministerio. Dé y le será dado. Regocíjese con aquellos a quienes Dios ha concedido dones. Promociónelos. Ayúdelos a cumplir con su destino. Si tiene distinta convicción... Reciba el clamor del corazón de los autores de este libro. Deseamos buscar la sabiduría de Dios junto con los demás miembros de la iglesia. No pretendemos hacer sonar una trompeta a oídos del cuerpo de Cristo. Deseamos colaborar para que la voluntad de Dios se cumpla sobre la tierra.

Si ha retenido a las mujeres... Arrepiéntase de actitudes perjudiciales. Pidamos todos al Señor que nos perdone por haber obstaculizado su obra de una u otra forma. Pidamos humildemente a Dios perdón por ser causa de que las mujeres o cualquier hombre se sienta ciudadano de segunda clase en el reino de Dios. Mostremos el camino a la reconciliación y a la sanidad. Si usted es una mujer llamada por Dios... Decida obedecer al Señor. Yo comencé este libro contando mi sueño de que niñas pequeñas, mujeres jóvenes y mayores serán liberadas para obedecer el llamado de Dios. La obediencia es lo que importa. Pregúntese a sí misma: ¿Estoy yo cumpliendo el llamamiento que Dios ha hecho a mi vida? ¿Le estoy obedeciendo en mi generación? ¿Estoy haciendo lo que me ha llamado a hacer? Si nos hemos comprometido a obedecer a Dios, nada se interpondrá en el camino. No obstante, hemos de preservar nuestro corazón de la amargura. No se puede hacer la voluntad de Dios a la manera del diablo. Hemos de mantener un corazón de siervo, y responder en un espíritu opuesto a la crítica. Cuando alguien se levante contra nosotros y contra nuestro llamado, tal vez por causa de un deseo genuino, pero equivocado, de proteger el status quo, tenemos la responsabilidad de evitar responder con ira. Al revés, hemos de aprender a deshacernos de la ira que sentimos por causa de las injusticias que hayan cometido contra nosotros. Si nosotros peleamos nuestra propia batalla, acabaremos confusos y derrotados. Si permitimos que el Señor defienda nuestra persona y ministerio, Él removerá todos los obstáculos. No se rinda. Nadie puede impedir que obedezca el llamado de Dios. ¿Acaso una organización misionera le ha denegado admisión, ministerio importante o liderazgo por razón de su sexo? Incorpórese a otra. O funde una usted misma, ¿Es usted una mujer llamada a predicar? Si otros le niegan el derecho de predicar desde su púlpito, predique en las calles, como hicieron John Wesley y George Whitefield. O plante una nueva iglesia. Si vigila su corazón y su actitud, Dios bendecirá su ministerio. No le corresponde a usted cambiar la mentalidad de toda la gente. Su tarea consiste en obedecer al Señor y hacer todo lo que le pida. Manténgase sometida a Él, y abierta a los demás, libre su espíritu de cualquier sentimiento

de rechazo o amargura. Obedezca a Dios y déjele ocuparse del resultado. Al final todos se darán cuenta que la mano de Dios reposa sobre usted. Usted, mujer, será una de las hijas que profeticen en los últimos días. Será una entre las huestes de mujeres que proclamarán las Buenas Nuevas. ¿Qué le pide Dios hacer?

BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA A los que deseen proseguir el estudio de la mujer en el liderazgo y el ministerio les recomendamos los siguientes manuales. Existen diferencias de opinión entre personas de buena fe y convicción. Pero estos libros son dignos de ser leídos, aunque se pueda disentir en algunos puntos. Are Women Human? por Dorothy L. Sayers, William B. Eermans Publishing Company, Grand Rapids, 1971. El Lugar de la mujer en la Iglesia, por Gilbert Bilezikian, Nueva Creación/Eerdmans, Grand Rapids, segunda edición, 1993. Beyond the Curse: Women Called to Ministry, por Aida Dina Besançon Spencer, Thomas Nelson, Nashville, 1985. Equal to Serve: Women and Men Working Together Revealing the Gospel por Gretchen Gaebelein Hull, Fleming H. Revell Company, Tarrytown, 1991. Fashioned for Intimacy: Reconciling Men and Women to God’s Original Design por Jane Hansen, Regal Books, Ventura, 1997. Female Ministry: Woman’s Right to Preach the Gospel, por Catherine Booth, Departamento de imprenta y publicaciones del Ejército de Salvación, Nueva York, 1859, reimpresión 1975. Hasta lo Último de la Tierra, por Ruth A. Tucker, Editorial Vida 1988. God and Women: A Fresh Look at What the New Testament Says About Women, por Dorothy Pape, Mowbrays, Londres, 1977.

Guardians of the Great Commission: The Story of Women in Modern Missions, por Ruth A. Tucker, Academic Books, Zomdervan Publishing House, Grand Rapids, 1988. I Suffer Not a Woman: Rethinking 1 Timothy 2:11-15 in Light of Ancient Evidence, por Richard y Catherine Clark Kroeger, Baker Book House, Grand Rapids, 1992. In the Spirit Wer’e Equal, por Susan C. Hyatt, Hyatt Press, 1998. Dirección postal: P.O. Box 764463, Dallas, Texas 75376. Paul, Women and Wives: Marriage and Women´s Ministry in the Letters of Paul, por Craig S. Keener, Hendrikson Publishers, Peabody, 1992. Paul Women Teachers, and the Mother Goddess at Ephesus: a Study of 1 Timothy 2:9-15 in Light of the Religious and Cultural Milieu of the First Century, por Sharon Hodgin Gritz, University Press of America, Lanham, 1991. The Bible Status of Women, por Lee Anna Starr, New York Lithographing Corporation, Nueva York, 1955. What Paul Really Said About Women: An Apostle’s Liberating Views on Equality in Marriage, Leadership, and Love, por John Temple Bristow, Harper and Row, San Francisco, 1988. Who Said Women Can´t Teach? por Charles Trombley, Bridge Publishing, Inc., South Plainfíeld, 1985. Women as Risk Takers for God, por Lorry Lutz, Baker Book House, Grand Rapids, 1999. Women, Authority and the Bible por Alvera Mickelsen, InterVarsity Press, Downers Grove, 1986.

Women in the Maze: Questions and Answers on Biblical Equality, por Ruth A. Tucker, InterVarsity Press, Downers Grove, 1992. I Commend to You Our Sister: An Inductive Study of the Difficult Passages Related to the Ministry of Women: 1 Corinthians 11:2-16, 1 Corinthians 14:26-40, & 1 Timothy 2:1-15, Tesis de licenciatura por David J. Hamilton, para la Facultad de Ministerios Cristianos, Universidad de las Naciones, 1996.

NOTAS Los textos que aparecen en las notas finales (con número de página y párrafo) son una traducción libre del original en inglés. Esto se debe a que no fue posible hallar la fuente. CAPÍTULO 1 1. Hechos 2:17-21. 2. Joel 2:28-29. 3. «Las mujeres que anunciaban las buenas nuevas son una gran multitud» Salmo 68:11b, tal como traduce la versión NASB, que consigue reflejar el texto original hebreo con mayor exactitud. 4. Jewell Cunningham, Women Called to Preach (Lindale: C & R Publications, 1989), 42. 5. Mateo 9:37, Juan 4:35. 6. Informes sobre población actual, Buró del Censo Estadounidense, Departamento de Comercio, 1996. 7. Sumario de Estadística de los EE.UU. 1997 (Washington: National Data Book, Departamento de Comercio, Economía y Administración de Estadística de los EE.UU., Buró del Censo, octubre, 1997), 79, tabla 97. 8. Fuente Estadística de Delitos Judiciales, 1995 (EE.UU.) 9. Gavin de Becker, Protecting the Gift (Nueva York: The Dial Press, Random House, 1999), 15. 10. Estadísticas del Buró de Justicia, Informes 98-100, 1996. Véase http://www.ojp.usdoj.gov/bjs 11. Sheryl Watkins, «Women: Five Barriers Facing Women in the Developing World», Today (Federal Way: World Vision, abril-mayo 1997), 4-7. 12. Barbara Ehrenreich, «For Women, China Is All Too Typical», Time, (18 de Septiembre, 1995), 130. 13. Geraldine Brooks, Las nueve partes del deseo: El mundo oculto de la mujer islámica (Nueva York: Anchor Books-Doubleday, 1995), 50. 14. Jean P. Sasson, Princess (Nueva York; William Morrow, 1992). 15. Ibid., 101-102.

Ibid., 181-185. 17. Ibid., 208-209. 18. Ehrenreich, «For Women», Time, 130. 19. Nightline de ABC News, transcripción de programas de televisión del 16 y 17 de febrero, 1999. 20. Nicholas D. Kristof, «Stark Data on Women: 100 Million Are Missing», The New York Times (5 de Noviembre, 1991), C-l, C-12. 21. Ibid. 22. Ibid. 23. Ibid. 24. «25 Years of Thumps», New Woman (octubre 1995), 234. 25. Citado a pie de página por Ruth A. Tucker, Hasta lo Último de la Tierra: Una historia biográfica de las misiones cristianas, Editorial Vida, Miami, 1988. 26. Pedro 4:17. 27. Génesis 1:27. 28. Transcrito del seminario «Women in the Church I and II» impartido por el pastor David Johnson, cassettes 1527 y 1528 de Growing in Grace, un ministerio de la Iglesia de la Puerta Abierta, 6421 – 45 Avenue North, Crystal, MN 55428. 29. 1 Juan 3:8. 30. Juan 12:1-8. 31. Mateo 26:6-13. 32. Mateo 28:10; Juan 20:17. 33. «The Role of Women in Ministry as Described in Holy Scriptures» documento que refleja la postura adoptada por el Presbiterio general de las Asambleas de Dios, Dr. Zenas J. Bicket, Presidente de la Comisión, publicado en Pentecostal Evangel (28 de octubre, 1990), 12-17. 34. Vinson Synan, «Women in Ministry» Ministries Today (enero/febrero 1993), 46. 35. Ibid. 36. Jon Trott, Cornerstone Magazine (Volumen 25, número 108), 23. Según el análisis de Rebecca Merrill Groothuis, Women Caught in the Conflict: The Culture War Between Traditionalism and Feminism. A pesar del respaldo que recibió el ministerio de la mujer de pioneros evangélicos, el movimiento se dejó influenciar por la postura de autores posteriores. Tal vez el líder de los 16.

escritores antifeministas evangélicos fue C. I. Scofield, cuya Biblia Anotada fue publicada en 1909. Scofield creía que las mujeres no eran aptas para el liderazgo. Pronto su punto de vista prevaleció entre los evangélicos. 37. Trott, análisis Women Caught in the Conflict en Cornerstone Magazine, 23. 38. Transcrito de «Women in the Church I and II» (véase nota 28). 39. Synan, «Women in Ministry», Ministries Today, 46. 40. Ibid. 41. Ralph D. Winter, «Women in Missions», Missions Frontiers (agosto 1999). 42. Ibid. 43. Ruth A. Tucker (autora y profesora del Trinity Evangelical Divinity School en Deerfield, Illinois), citado por Julia Duin, «Women in the Pulpit», Charisma (noviembre 1994), 26, 44. Tucker, Hasta lo Último de la Tierra. 45. J. Herbert Kane, Life and Work in the Mission Field (Grand Rapids: Baker Books, 1980), 143. 46. Winter, «Women in Missions». 47. Melody y Keith Green, Women’s Right to Preach the Gospel (Lindale: Pretty Good Printing, 1980). 48. Kane, Life and Work, 143. CAPÍTULO 2 1. 1 Corintios 13:9-12. 2. Romanos 12:2, Efesios 5:26. 3. Romanos 2:28-29. 4. 2 Corintios 3:18. 5. Hechos 17:30. 6. Mateo 22:34-40. 7. Levítico 19:18. 8. Efesios 6:9. 9. Filemón 16-17. 10. Mateo 28:19. 11. Aunque ilegal, la esclavitud aún existe en Mauritania, ya que las personas no educadas ignoran que esté prohibida por la ley. 12. Juan 8:32. 13. Mateo 28:19-20.

Mateo 13:33. 15. Romanos 1:17. 16. Richard N, Ostling, «Theologian Presses Revisión of Calvin‘s role in Christianity», The Washington Times (14 de agosto, 1999), C-10. 17. «William Carey‘s Amazing Mission: No Obstacle Too Great», Glimpses (instituto de Historia Cristiana, número 45, 1993). 18. Una fuente excelente de información acerca de cómo los avivamientos norteamericanos del siglo XIX dieron a luz el movimiento universal del sufragio de la mujer en el libro In the Spirit We’re Equal, por Susan C. Hyatt (Dallas: Hyatt International Ministries, 1998). Véanse especialmente las páginas 172-180. 19. Jueces 13:5. Véase también Números 6:1-21. 20. 1 Corintios 11:14. 21. 21.2 Corintios 3:6. 22. Corintios 1:17. 23. Apocalipsis 22:18-19. 24. Juan 16:13. 25. Juan 7:17. También Juan 8:47. 26. 1 Pedro 1:16. 27. Salmo 145:17. 28. 2 Crónicas 19:6. 29. 2 Timoteo 2:15. 30. Joel 2:28-29. 31. Hechos 2:17-18. 32. Angus Kinnear, Against the Tide (Fort Washington: Christian Literature Crusade, 1997), 44, 48, 50, 56, 59, 62, 104, 138, 156. 33. Ibid., 179. 34. Filipenses 2:6. 14.

CAPÍTULO 3 1. El anciano hizo alusión a la historia narrada en Números 22:21-31, cuando Dios habló a Balaam por medio de su asno. 2. 1 Crónicas 16:22. 3. 1 Tesalonicenses 5:19. 4. Salmo 139:15, Génesis 1:27.

5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21. 22. 23. 24. 25. 26. 27. 28. 29. 30. 31. 32. 33. 34. 35. 36. 37. 38. 39.

Romanos 11:29. Isaías 49:1-2, énfasis añadido. Jeremías 1:5. Ester 4:14. Gálatas 1:1,15. Juan 1:6. Filipenses 3:12. Hechos 4:19. Romanos 12:6-8, 1 Corintios 12:8-10, 1 Corintios 12:28, Efesios 4:11. 1 Corintios 12:8. 1 Corintios 12:8. 1 Corintios 12:9. 1 Corintios 12:9, 28. 1 Corintios 12:10, 28. Romanos 12:6; 1 Corintios 12:10, 28; Efesios 4:11. 1 Corintios 12:10. 1 Corintios 12:10, 28-30. 1 Corintios 12:10, 28-30. Hechos 19:11. 1 Samuel 19:23-24. Juan 11:49-51. Mateo 7:22-23. Romanos 12:4-8, 1 Corintios 12:27-31, Efesios 4:11. 1 Corintios 12:27-31, Efesios 4:11. Romanos 12:6, 1 Corintios 12:10, 28-29, Efesios 4:11. Efesios 4:11. Efesios 4:11. Romanos 12:7, 1 Corintios 12:27-31, Efesios 4:11. Romanos 12:7. Romanos 12:8. Romanos 12:8. Romanos 12:8. Romanos 12:8. 1 Corintios 12:28. 1 Corintios 12:28.

Romanos 10:14. 41. 1 Pedro 4:9-11, Éxodo 35:30-35, Zacarías 14:20-21. 42. Efesios 4:4-6. 43. Gálatas 3:28, 44. Hechos 11:17. 45. Jueces 4-5. 46. Jueces 5:7. Aunque cantada con Barak, el uso de la primera persona deja claro que Débora compuso la canción. 47. 2 Pedro 1:20-21. 48. Miqueas 6:4. 49. Éxodo 15:20. 50. 2 Corintios 8:23. 51. Mateo 20:25-28, Marcos 10:42-45. 52. Romanos 16:2. 53. David Joel Hamilton, I Commend to You Our Sister (tesis de licenciatura, Universidad de las Naciones, 1996), Apéndice O, 736-739. 54. Gordon D. Fee, The New International Commentary on the New Testament: The First Epistle to the Corinthians (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Company, 1991). 55. Génesis 1:26. 56. Lucas 8:1-3. 57. Juan 16:12. 40.

CAPÍTULO 4 1. Lucas 2:36. Aunque muchas versiones en inglés dicen «profetisas», esta palabra griega Carecía de forma femenina. A las mujeres se les llamaba simplemente «profetas». 2. 2 Reyes 22:14, 2 Crónicas 34:22. 3. Isaías 8:3. 4. Véanse capítulos 1 y 2 de Hechos; nótese especialmente 1:14-15, 2:11, y 2:18. 5. Joel 2:28-29. 6. 1 Timoteo 2:12. 7. David Joel Hamilton, I Commend to You Our Sister, (tesis de licenciatura, Universidad de las Naciones, 1995), Apéndice T.

2 Timoteo 3:16. 9. Hechos 18:26. 10. Hamilton, I Commend to You Our Sister (véase nota 7), Apéndice X. 11. Romanos 5:14-17, 1 Corintios 15:22. 12. Número de miembros en todo el mundo: Mormones (Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días —10 millones, Testigos de Jehová — más de 4 millones, Cienciología — más de 8 millones, Iglesia de la Unificación — no se dispone de datos, Ciencia Cristiana — 3.000 sucursales en más de 50 países, pero no se dispone del número de miembros. 13. 2 Timoteo 1:5-6. 14. Tomado de Jack Hayford, «What on Earth Is Happening in Heaven‘s Name?» Mensaje en cassette #03928 por SoundWord Tape Ministry of The Church on the Way, First Foursquare Church, 14300 Sherman Way, Van Nuys, CA 91405-2499. 15. Para saber más acerca de este tema, véase Loren Cunningham con Janice Rogers, ¿Eres Tú, Señor? (Editorial Betania). 16. Juan 4. 17. 1 Corintios 15:13-14. 18. 1 Reyes 17:7-23, 2 Reyes 4:8-37. 19. «The Preacher‘s Daughter», Time (1 de mayo, 2000), 56-57. 20. Ibid. 21. Ralph D. Winter, «Women in Missions», Mission Frontiers (agosto 1999). 22. Salmo 68:11. 8.

CAPÍTULO 5 1. «Platón», Microsoft ® Enciclopedia Encarta, 1993. 2. Eva Cantarella, Pandora’s Daughters: The Role and Status of Women in Greek and Roman Antiquity, traducido por: Maureen B. Fant (Baltimore: John Hopkins University Press, 1981), 33. 3. Homero, La Ilíada, Volumen I: Libros I-XII, traducido por A. T. Murray (Cambridge: Loeb Classical Library, Harvard University Press, 1965), 8.161166. 4. Homero, La Ilíada, Volumen II: Libros XIII-XXIV, traducido A. T. Murray (Cambridge: Loeb Classical Library, Harvard University Press, 1968), 15.1-33. 5. «Esposas de Zeus», Microsoft ® Enciclopedia Encarta, 1993.

Hesiodo, The Theogony in Hesiod, the Homeric Hymns and Homerica, traducido por: Hugli H. Evelyn-White (Cambridge: Loeb Classical Library, Harvard University Press, 1936), 507-616. 7. Semónides, «Fragmento 7». Citado por Sarah B. Pomeroy, Goddesses, Whores, Wives and Slaves (Nueva York: Schocken Books, 1975), 49-52. 8. Ibid. 9. Ibíd, 10. Sócrates: 469-399 a.C.; Platón: 428-348/79 a.C.; Aristóteles: 384-322 a.C; Alejandro el Grande: 356-323 a.C. 11. «Las mujeres utilizarán todos los medios para evitar ser conducidas a la luz, y se mostrarán muy resistentes ante el legislador. De modo que en cualquier otra parte, como ya dijimos, las mujeres no llegarán a oír mencionar una ley justa sin expresar carcajadas de sarcasmo; pero en nuestro estado, quizás lo harán.» Platón, Laws, traducido por: R. G. Bury (Cambridge: Loeb Classical Library, Harvard University Press, 1926), 780e-781d. 12. Platón, Laws, 804d-805a. También Platón, The Republic traducido por: Paul Shorey (Cambridge: Loeb Classical Library, Harvard University Press, 1953), 5.3 (451d-452b), y 5.4-6 (454b-456c). 13. Platón, The Republic, 5.3 (451d-432b). 14. Ibid., 5.6-7 (436e-457d). 15. Ibid., 5.3 (451d-452b). Énfasis añadido. 16. Platón, Laws, 780e-781d y 790a. 17. Platón, Timaeus in Plato, Volumen VII: Timaeus, Critias, Cleitophon, Menexenus, Epistles, traducido por: R. G. Bury (Cambridge: Loeb Classical Library, Harvard University Press, 1941), 91a-d. 18. Platón, The Republic, 5.4-6 (454b-456e). 19. Aristóteles, Aristotle, Volumen XIII: The Generation of Animals, traducido por: A. L. Peck (Cambridge: Loeb Classical Library, Harvard University Press, 1963), 4.3 (767b 4-8). 20. Ibid., 2.3 (737a 25-30). 21. Ibid., 4.6 (775a 12-16)., 22. Aristóteles, Physiognomic in Aristotle, Volumen XIV: Minor Works, traducido por: W. S. Hett (Cambridge: Loeb Classical Library, Harvard University Press, 1963), 809b. 6.

Aristóteles, Aristotle, Volumen XXI: Politics, traducido por: H. Rackham (Cambridge: Loeb Classical Library, Harvard University Press, 1972), 1.2.12 (1254b). 24. Aristóteles, The Generation of Animals, 1.20 (728a 18-21). 25. Esquilo 525-456 a.C.; Sófocles 496-406/5 a.C.; Eurípides 485-406 a.C.; Aristófanes 450-380 a.C.; y Menandro 342-292 a.C. 26. Pomeroy, Goddesses and Slaves, 240. Ella cita ejemplos concretos tomados de seis obras de Eurípides: Andromache, Orestes, Troades, Iphigeneia at Aulis, Alcestis e Hippolytus. 27. Aristófanes, The Lysistrata en Aristophanes, Volumen III: The Lysistrata, The Themophorizusae, The Plutus, traducido por: Benjamin Bickley Rogers (Cambridge: Loeb Classical Library, Harvard University Press, 1963), 367-368. Énfasis en el original. 28. Esquilo, Seven Against Thebes, 181-202, Citado por Mary R. Lefkowitz y Maureen B. Fant, Womens Life in Greece and Rome: A Source Book in Translation (Baltimore: John Hopkins University Press, 1992), 28. 29. Eurípides, Medea, 285, 319-320. Citado por Pomeroy, Goddesses and Slaves, 106. 30. Eurípides, Ion, 1025,1330; Alcestis, 304-319, 463-465. Citado por Pomeroy, Goddesses and Slaves, 106. 31. Menandro, Menander: The Principie Fragments, traducido por: Francis G. Allinson (Cambridge: Loeb Classical Library, Harvard University Press, 1944), 535K, 703K, 702K. 32. Eurípides, Hippolytus en Eurípides Volumen IV; Ión; Hippolytus; Medea; Alcestis, traducido por: Arthur S. Way (Cambridge: Loeb Classical Library, Harvard University Press, 1935), 664-668. 33. Eurípides, Orestes en Eurípides, Volumen II: Electro; Orestes; Iphigeneia and Táurica; Andromache; Cyclops, traducido por: Arthur S. Way (Cambridge: Loeb Classical Library, Harvard University Press, 1978), 605-606. 34. Sófocles, Tereus, 583. Citado por Lefkowitz y Fant, Women’s Life, 12-13. 35. Eurípides, Iphigeneia at Aulis en Eurípides, Volumen I: Iphigeneia at Aulis; Rhesus; Hecuba; The Daughters of Troy; Helen, traducido por: Arthur S. Way (Cambridge: Loeb Classical Library, Harvard University Press, 1912), 13741394. 23.

36.

Hipócrates, On Virgins, 8.466. Citado por Lefkowitz y Fant, Women’s Life,

242. Pliny the Elder, Pliny, Volumen VIII: Natural History Books XXVIII-XXXII, traducido por: W. H. S. Jones (Cambridge: Loeb Classical Library, Harvard University Press, 1958), 28.23.77-85. 38. Aristóteles, The Generation of Animals, 1.20 (728a-18-21). 39. Platón, Timaeus, 91a-d. 40. Eurípides, Medea, 569-75. Citado por Lefkowitz y Fant, Women’s Life, 28. 41. Eurípides, Hippolytus, 616-652. 42. Pomeroy, Goddesses and Slaves, 57. 43. Ateneo de Naucratis, The Deipnosophists. Book XIII Concerning Women en The Deipnosophists, Volumen VI, traducido por: Charles Burton Gulick (Cambridge: Loeb Classical Library, Harvard University Press, 1959), 13.910911. Véase también 13.568d-569f. 44. «Estas prostitutas eran, en un sentido, las ―funcionarías civiles del sexo‖; las leyes que las protegían se asemejaban a las que protegían y regulaban la vida de todos los esclavos del estado. La iniciativa privada, por lo que respecta a los burdeles, era legal, de manera que, aparte de las esclavas que se prostituían en beneficio del estado, había también prostitutas independientes. Su negocio estaba sometido a un impuesto especial, el pornikon, que alimentaba los cofres municipales». Ginette París, Pagan Meditations: Aphrodite, Hesteia, Artemis (Dallas: Spring Publications, 1986), 52-53. 45. Lee Anna Starr, The Bible Status of Women (Nueva York: New York Lithographic Corp., 1955), 163. 46. Plutarco, «The Dialogue on Love» en Plutarch’s Moralia, Volumen IX, traducido por: W. C. Helmboldt (Cambridge: Loeb Classical Library, Harvard University Press, 1969), 768d-769e. 47. Plutarco, «Advice to the Bride and Groom» en Plutarch’s Moralia, Volumen II, traducido por Frank Cole Babbit (Cambridge: Loeb Classical Library, Harvard University Press, 1928), 145c. 48. Pomeroy, Goddesses and Slaves, 79-80. 49. Ross Shepherd Kraemer, Her Share of the Blessings; Women’s Religions among Pagans, Jews, and Christians in the Greco-Roman World (New York: Oxford University Press, 1992), 28. 37.

Michael Grant, Readings in the Classical Historians (New York: Charles Scribner‘s Sons, 1992), 194. 51. Iseo, Against the Estate of Aristarchus, 10.10G. Citado por Lefkowítz y Fant, Women’s Life, 64. 52. Ross Shepherd Kraemer, «Women‘s Authorship of Jewish and Christian Literature in the Greco-Roman World» en Women Like This: New Perspectives on the Greco-Roman World, editado por: Amy-Jill Levine (Atlanta Society of Biblical Literature, Scholars Press, 1991), 221-242. 53. Lefkowitz y Fant, Women’s Life, 163-164. 54. Alvin John Schmidt, Veiled and Silenced: How Culture Shaped Sexist Theory (Macon: Mercer Press, 1990), 141. 55. Perictione, Fragments, 4.28.70. Citado por Pomeroy, Goddesses and Slaves, 134-136. 56. Demóstenes, «Theomnestus and Apollodorus Against Nevera» in Demosthenes: Private Orations, Volumen III, traducido por: A. T. Murray (Cambridge: Loeb Classical Library, Harvard University Press, 1939), 122. Hallado también en Ateneo de Naucratis, «Concerning Women», 13.572d574c. 50.

CAPÍTULO 6 1. Dión Cassio, Dio’s Roman History, Volumen VII: Libros LVI-LX, traducido por: Earnest Cary (Cambridge: Loeb Classical Library, Harvard University Press, 1924), 332. 2. Aulo Gelio, Attic Nigths, 1.6 Citado por Lefkowitz y Fant, Women’s Life, 103. 3. Terencio, The Mother-in-Law en Terence, Volumen II: Phormio; The Motherin-Law, The Brothers, traducido por: John Sarguent (Cambridge: Loeb Classical Library, Harvard University Press, 1912), 1.114-133. 4. Cantarella, Pandora’s Daughters, 143. 5. Ovidio, The Art of Love, Libros I-III en The Art of Love and Other Poems, traducido por: J. H. Mosley (Cambridge: Loeb Classical Library, Harvard University Press, 1969), 1.643-646. 6. Cantarella, Pandora’s Daughters, 124. Véase también Pomeroy, Goddesses and Slaves, 165.

Leanna Goodwater, Women in Antiquity: An Annotated Bibliography, (Metuchen; Scarecrow Press, 1975), 10-11. 8. Tito Livio, Livy, Volumen I: From the Founding of the City, Libros I y II, traducido por: B. O. Foster (Cambridge: Loeb Classical Library, Harvard University Press, 1939), 1,4.1-9. 9. Numa Denis Fustel De Coulanges, The Ancient City (Garden City: Doubleday Anchor Books, 1882). 42-43. 10. Ibid., 87. 11. Caius, Institutos, 1.144. Citado por Lefkowitz y Fant, Women´s Life, 98-99. 12. Fustel De Coulanges, TheAncient City, 97-98. 13. Cuenta Dionisio que «Rómulo les permitió castigar ambos actos con la muerte, por ser las peores ofensas que podían cometer las mujeres, ya que él consideraba el adulterio una insensatez temeraria, y la borrachera, causa del adulterio». Dionysius of Halicarnassus, The Roman Antiquities, Libros XI-XX, traducido por: Earnest Cary (Cambridge: Loeb Classical Library, Harvard University Press, 1950), 2.25.4-7. También cuenta Valerio Máximo que cierto «Egnatius Metellus... tomó una garrote y golpeó a su esposa hasta matarla por haber tomado un poco de vino. Nadie le acusó de asesinato, y ni siquiera fue inculpado. Todos pensaron que era un buen ejemplo de justa pena por la violación de las leyes de la sobriedad. Ciertamente, cualquier mujer que de forma no sobria toma vino cierra la puerta a toda virtud y la abre al vicio». Valerio Máximo, Memorable Deeds and Sayings 6.3.9- 12, citado por Lefkowitz y Fant, Women´s Life, 96. 14. Plutarco, Bravery of Women en Plutarch’s Moralia, Volumen III, traducido por: Frank Colé Babbit (Cambridge: Loeb Classical Library, Harvard University Press, 1931), 243E-244A. 15. Catón el viejo, On the Dowry. Citado por Aulo Gelio, Attic Nights, 10.23. Citado a su vez por Lefkowitz y Fant, Womerís Life, 97. 16. Livio, From the Founding 1.4.1-9. 17. Rómulo, The Laws of Rings, 4. Citado por Lefkowitz y Fant, Women´s Life, 94. 18. Pomeroy, Goddesses and Slaves, 46. 19. Ibid., 228. 20. Platón, The Republic, 5.7-10 (458c-461e). 7.

Hilarión, Oxyrhynchus Papyrus, 744. Citado por Lefkowitz y Fant, Women´s Life, 187. 22. Catón el Viejo. Citado por Livio, From the Founding, 34.1.1-8.3. 23. Cicerón, The Republic in Cicero, Volumen XVI: De Re Publica; De Legibus, traducido por Clinton Walker Keyes (Cambridge: Loeb Classical Library, Harvard University Press, 1943), 1.43.67. 24. Cantarella, Pandora’s Daughters, 114. 21.

CAPÍTULO 7 1. Génesis 1:27. 2. La palabra hebrea adam, precedida del artículo definido, designa a la raza humana: es el equivalente hebreo del griego anthropos, término que incluye a toda la especie humana, hombres y mujeres, «¿Quién es el ―Adam‖? El Adam son ―ellos‖. La cláusula: ―él le creó‖ es paralela a la siguiente: ―él les creó‖. ―Adam‖ son un ―varón y una hembra‖. Por tanto, ―Adam‖ se puede traducir por ―humano‖ o ―humanidad‖». Aída Dina Spencer, Beyond the Curse: Women Called to Ministry (Nashville: Thomas Nelson, 1985), 21. 3. Génesis 2:7 4. Génesis 2:19. 5. Génesis 1:4, 10, 12, 18, 21, 25. 6. Génesis 2:18. 7. Génesis 1:31. 8. Véase el capítulo 5. 9. Génesis 2:22. 10. B. Sanhedrin 38a. 11. Génesis 2:18. 12. Hamilton, I Commend to You Our Sister, Apéndice S. ’Ezer se emplea veintiuna veces en las Escrituras hebreas. Dieciséis de ellas están relacionadas con Dios. Son Éxodo 18:4; Deuteronomio 33:7, 26, 29; Salmo 20:2, 33:20, 70:5, 89:19, 115:9, 115:10, 115:11, 121:1, 121:2, 124:8, 146:5; y Oseas 13:9. 13. Salmo 121:1-2. 14. Ruth A. Tucker, Women in the Maze: Questions and Answers on Biblical Equality (Downers Grove: InterVarsity Press, 1992), 37-38. 15. Spencer, Beyond the Curse, 25. 16. Ibid., 27-28. Énfasis en el original.

Génesis 2:23. 18. Génesis 2:24, 19. Génesis 1:26. Énfasis añadido. 20. Génesis 1:28. Énfasis añadido. 21. Génesis 3:12. 22. Starr, The Bible Status of Women, 21-22. 23. Génesis 3:5. 24. Génesis 3:1. 25. Génesis 3:2. 26. Génesis 3:4. 27. Spencer, Beyond the Curse, 31. Desde una perspectiva similar, véase también Katherine M. Haubert, Women as Leaders: Accepting the Challenge of Scripture (Monrovia, MARC, 1993), 18; Richar Kroeger y Catherine Clark Kroeger, I Suffer Not a Woman: Rethinking 1 Timothy 2:11-15 in Light of Ancient Evidence, (Grand Rapids, Michigan: Baker Book House, 1992), 20-21; y Charles Trombley, Who Said Women Can’t Teach? (South Plainfield, Bridge Publishing, 1985), 100. 28. Génesis 3:6. Énfasis añadido. 29. Génesis 3:16-19. 30. Génesis 3:7, 12,16. 31. Génesis 3:15. 32. Hamilton, I Commend to You Our Sister, 48-49. 33. Starr, The Bible Status of Women, 55. 17.

CAPÍTULO 8 1. Véase Jueces 4:1-5:31, 2 Reyes 22:11-20, 2 Crónicas 34:19-28. 2. Véase Génesis 38:6-30, Jueces 19:1-30. 3. Lewis Browne, editado. The Wisdom of Israel (Nueva York: Modern Library by Random House, 1945), 177-178. 4. Lucas 11:46. 5. John Temple Bristols, What Paul Really Said About Women: An Apostle’s Liberating Views on Equality in Marriage, Leadership, and Love (San Francisco: Harper and Row, 1988), 21. 6. Judith Romney Wegner, Chattel or Person? The Status of Women in the Mishnah (Nueva York: Oxford University Press, 1988), 219, notas 6 y 10.

B. Yevamot 103b. La misma enseñanza se repite en B. Avodah Zarah 22b y B. Shabbat 146a. 8. M. Sotah 3.8. 9. B. Bava Batra 58a. 10. Horayot 3.7. 11. Wegner, Chattel or Person? 220-221, nota 26. Énfasis en el original. 12. B. Kiddushin 49b. A cab es una unidad de medida de capacidad. 13. M. Teharot 7.9. 14. B. Shabbat 33b. 15. B. Sanhedrin 100b. Citado por Richard Biale, Women and Jewish Law: An Exploration of Women’s Issues in Halakhic Sources (Nueva York: Schocken Books, 1984), 275-276, nota 13. 16. M. Kiddushin 4.12. 17. Testamento de Reuben 5:1-5. Citado por David M. Scholer, «Adornos de las mujeres: Algunas observaciones históricas y hermenéuticas en pasajes del Nuevo Testamento», Daughters of Sarah, 6:1 (enero-febrero 1980), 4. 18. B. Berakhot 24a. 19. B. Gittin 90a-b. 20. B. Nedarim 20b. 21. B. Sanhedrin 39a. Citado por Browne, The Wisdom of Israel, 211-212. 22. B. Kiddushin 31b. La Sekinah es la gloriosa presencia de Dios. 23. Wegner, Chattel or Person?, 7-8. 24. Ibid., 48. 25. M. Gittin 9.10. En Su comentario acerca de este pasaje, Wegner afirma: «El rasgo sobresaliente del divorcio mishnaico es su forma unilateral. Un marido tiene poder legal de divorciarse de su esposa, pero la esposa no tiene poder para divorciarse de su marido... Aunque las escuelas de Hillel y Shammai están de acuerdo en que el divorcio es una transacción unilateral, difieren en el campo de actuación del marido». Wegner, Chattel or Person?, 4546. 26. Mateo 19:5, Marcos 10:7-8a. 27. Mateo 19:6, Marcos 10:8b-9. 28. M. Kelim 1.8-9. 29. J. Sukkah 5a. Citado por Spencer, Beyond the Curse, 49. Véase también Bristow What Paul Really Said, 49-50. 7.

B. Sanhedrin 39a. 31. Paula Hyman, «The Other Half: Women in the Jewish Tradition» en The Jewish Woman: New Perspectives, editado por: Elizabeth Koltun (Nueva York: Schocken Books, 1976), 119. 32. B. Megillah 23a. 33. Biale, Women and Jewish Law, 29. 34. B. Berakhot 17a. 35. Spencer, Beyond the Curse, 47. 36. T. Berakhot 2.12 Citado por Saúl Berman, «The Status of Women in Halakhic Judaism» en The Jewish Woman: New Perspectives, editado por: Elizabeth Koltun (Nueva York, Schocken Books, 1976), 119. 37. Kraemer, Her Share, 95ff. 38. B. Berakhot 17a, Spencer observa que el nombre griego que designa esta «casa de estudio» es andron, que significa «de los varones» (Spencer, Beyond The Curse, 49), Las mujeres «no eran admitidas en las escuelas judías» (Spencer, Beyond the Curse, 57). Roslyn Lack declara: «La propia estructura de la academia tendía a excluir a las mujeres. Los eruditos con frecuencia se desplazaban largas distancias para pasar meses y años de estudio con sus maestros y colegas, mientras que las esposas -¿de necesidad?- permanecían en casa... El ambiente semimonástico de la academia y el clima de camaradería, esencial para el discurso intelectual y para una verdadera captación del Talmud, impedía la participación de las mujeres (excepto en raras ocasiones) en los debates talmúdicos y en las decisiones» (citado por Spencer, Beyond the Curse, 47). 39. B. Niddah 45b. Esta declaración pertenece a un comentario acerca de Génesis 2:18 (Dijo el Señor Dios: «No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él»). Se basa en un juego de palabras en la lengua original: hacer y comprender derivan de la misma raíz hebrea. 40. Rachel Adler, «The Jew Who Wasn‘t There», en On Being a Jewish Feminist, editado por: Susannah Heschel (Nueva York: Schocken Books, 1983), 15. 41. Rabino Hillel. Citado por Adler en «The Jew Who Wasn´t There» 15. 42. M. Sotah 3.4-5. 30.

J. Sotah 19a. Citado por Richard N. Longnecker, «Authority, Hierarchy and Leadership Pattern in the Bible» en Women, Authority and the Bible, editado por: Alvera Mickelsen (Downers Grove: InterVarsity Press, 1986), 70. 44. Filón, Philo, Supplement I: Questions and Answers on Génesis, traducido por Ralph Marcus (Cambridge: Loeb Classical Library, Harvard University Press, 1953), 1.45. 45. Filón Génesis, 1.33 y 1.46. 46. Filón, The Embassy of Gaius 40.319. Citado por Spencer, Beyond the Curse, 51. 47. Filón, On the Special Laws en Philo, Volumen VII, traducido por: P. H. Colson (Cambridge: Loeb Classical Library, Harvard University Press, 1953), 2.24-25. 48. Filón, Philo, Supplement II: Questions and Answers on Exodus, traducido por: Ralph Marcus (Cambridge: Loeb Classical Library, Harvard University Press, 1953), 1.7. Compárese con Aristóteles, The Generation of Animals, 2.3 (737a 25-30); 4.3 (767b 4-8); y 4.6 (775a 12-16). 49. Filón, Génesis 1.37. 50. Filón, Génesis 4.15. 51. Sirach 25:24. 52. Sirach 42:12-14. 53. Ezequiel 18:4,20. 54. Romanos 3:22b-24* 43.

CAPÍTULO 9 1. Elsie Boulding, The Underside of History: A View of Women Through Time (Boulder: Westview Press, 1976), 358. 2. Juan 6:37. 3. Dorothy L. Sayers, Are Women Human? (Grand Rapids: William B. Eerdmans, 1971), 47. 4. Juan 8:2-11. 5. Levítico 20:10, Deuteronomio 22:22. 6. Starr, The Bible Status of Women, 175. 7. Juan 8:7. 8. Leonard Swidler, Biblical Affirmations of Women (Philadelphia: Westminster Press, 1979), 173-174

Marcos 10:5-12. 10. Hamilton, I Commend to You Our Sister, 87ff. 11. Génesis 2:24, Marcos 10:7. 12. Génesis 2:24 Marcos 10:8. 13. Deuteronomio 6:4. Note que la palabra hebrea Elohim, en este versículo, se traduce por «Dios»; El en hebreo significa «Dios» y la terminación -ohim es la forma del plural. Así pues, Elohim —uno de los nombres que más se emplean para designar a Dios en el Antiguo Testamento— significa literalmente «Dioses», apuntando así a la realidad de la Trinidad. Por tanto, este famoso versículo podría traducirse por: «Oye, Israel: El Señor nuestros Dioses, el Señor uno es». 14. Génesis 1:2, 6-27. 15. Mateo 19:6, Marcos 10:9. 16. Mateo 19:10. 17. Marcos 10:5. 18. Mateo 19:9. 19. Hamilton, I Commend to You Our Sister, 107-108. Véase también M. Ketubbot 8.1-3; M. Kiddushin 1.1-5; M. Yevamot 13,1; y M. Yevamot 14:1. La ley romana permitía a la mujer iniciar el divorcio, pero esto fue rechazado por los judíos contemporáneos de Jesús. 20. Hamilton, I Commend to You Our Sister, 115-116. 21. En el principio de su ministerio, Jesús había sanado a un hombre cojo en una sinagoga (Mateo 12:9-14. Marcos 3:1-6, Lucas 6:6-11). La similitud entre estas dos sanidades es notable. Jesús respondió a la necesidad de una mujer exactamente igual que a la de un hombre. 22. Lucas 3:16. 23. Véase Mateo 1:1, 3:9; Lucas 3:8, 16:19-31, 19:9. 24. El complemento nominal «hija de Abraham» aparece sólo tres veces en la enseñanza rabínica, y sólo como alegoría para toda la nación. Véase B. Hagigah 3a, B. Sanhedrin 94b, y Sukkah 49b. 25. Hamilton, I Commend to You Our Sister, Apéndice J.2. Jesús dice de sí mismo que es el «Hijo del Hombre» ochenta y tres veces según el texto del Textus Receptus: treinta y una en Mateo, catorce en Marcos, veintiséis en Lucas, y doce en Juan. 9.

Jesús no fue hijo de ningún varón. No fue hijo de hombre. Pero, como nació de mujer, fue un niño de origen divino: plenamente humano y plenamente divino. 27. Hebreos 2:14-18. 28. Hamilton, I Commend to You Our Sister, Apéndice V. Los términos que Jesús más empleó para referirse a Dios fueron Padre (189 veces), Dios (173 veces), y Señor (46 veces). Empleó otros quince nombres para referirse a Dios con menos frecuencia. 29. Deuteronomio 4:15-16. 30. Deuteronomio 32:6; 2 Samuel 7:14; 1 Crónicas 17:13, 22:10, 28:6, 29:10; Salmo 68:5, 89:26, 103:13; Proverbios 3:12; Isaías 9:6, 63:16a, 16:b, 64:8; Jeremías 3:4, 19, 31:9; Malaquías 1:6, 2:10. Note que Jesús usó la palabra Padre para referirse a Dios (189 veces), casi diez veces más que todos los autores del Antiguo Testamento (19 veces). 31. Deuteronomio 32:18; Salmo 131:2-3; Isaías 49:15, 66:9-13. 32. Mateo 13:33; Lucas 15:8-10, 13:20-21. 33. Mateo 22:30, Marcos 12:25. 34. Mateo 28:19-20, Marcos 16:15-16. Observe que los discípulos de Jesús bautizaron creyentes incluso durante su ministerio terrenal, véase Juan 3:2226, 4:1-2. 35. Hamilton, I Commend to You Our Sister, Apéndice U. Los primeros tres Evangelios se suelen denominar Sinópticos porque comparten muchas historias. Este apéndice compara únicamente los Evangelios Sinópticos y las muchas referencias que hacen a las mujeres. Juan añade otras muchas, como la mujer samaritana, Marta y su hermana María, etc., además de los 112 pasajes hallados en los Sinópticos. 36. Sharon Hodgin Gritz, Paul, Women Teachers, and the Mother Goddess at Ephesus: A Study of 1 Timothy 2:9-15 in Light of the Religious and Cultural Milieu of the First Century, (Lanham: University Press of America, 1991) 75. 37. Leonard Swidler, «Jesús Was a Feminist», Catholic World (enero 1971), 18. 38. Hamilton, I Commend to You Our Sister, 116-117 y 123-124. 39. Mateo 14:21, 15:38. 40. Juan 8:20, 10:23, 41. Lucas 10:38-42. 26.

Spencer, Beyond the Curse, 58. 43. Hechos 22:3. El hecho de que Lucas compusiera los dos pasajes nos certifica que es una similitud adecuada. 44. M. Avot 1.4. Citado por Spencer, Beyond the Curse, 58. 45. Ibid., 1.5. 46. Lucas 10:42. 47. Juan 11:20. 48. Juan 11:25-26. 49. Hamilton, I Commend to You Our Sister, Apéndice T. De los 1.071 versículos de Mateo, al menos 29 (2,8%) tratan de las mujeres. De los 678 versículos de Marcos, las mujeres son fuente de al menos 26 (3,8%). De los 1.151 versículos de Lucas, al menos 114 (9,9%) tratan de las mujeres. Es significativo que en el Evangelio de Lucas haya más versículos que tratan de la mujer que en los demás Evangelios. Lucas fue compañero de viaje de Pablo y su discípulo íntimo. Si hubiera mostrado Pablo menos simpatía hacia las mujeres que Jesús, lo más probable es que su discípulo hubiera evitado incluirlas en su registro de la historia del Evangelio. Lo contrario es verdad, lo que sugiere que la influencia de Pablo sobre Lucas condujo a éste a subrayar la inclusión de las mujeres por Jesús. 50. Juan 11:26. Note también la pregunta reiterativa en el versículo 40. 51. Juan 11:27. 52. Mateo 16:16, Marcos 8:29, Lucas 9:20 53. Mateo 16:18. 54. Juan 4:4-42. 55. Juan registra que ella se acercó al pozo «como a la hora sexta» (i.e., por la tarde), una hora desacostumbrada, ya que los viajes al pozo se solían hacer por la mañana temprano. Su demora se debía probablemente a sus servicios sexuales nocturnos y su deseo de evitar el contacto con mujeres respetables que la habrían reprendido por su mala conducta. 56. Juan 4:24. 57. Juan 4:25-26. 58. Las 26 veces que Jesús declara: «Yo Soy», están en Juan 4:26; 6:20, 35, 41, 48, 51; 8:12, 18, 23a, 23b, 24, 28, 58; 10:7, 9, 11, 14; 11:25; 13:19; 14:6; 15:1, 5; 18:5, 6, 8, 37. 59. Juan 3:1-21. 42.

El texto de la conversación que Jesús sostuvo con Nicodemo (Juan 3) suma un total de 450 palabras en la Reina Valera (60). El texto de su conversación con la mujer samaritana (Juan 4) contiene 499 palabras. De manera que el registro del tiempo que Jesús dedicó a la mujer marginada es un 10% más que el de su encuentro con el destacado varón. 61. Juan 4:27, 62. Juan 4:28-29. 63. Juan 4:39. 64. El único lugar en que también se encuentra el título «Salvador del Mundo» es 1 Juan 4:14. 65. Mateo 9:20-22, Marcos 5:24-34, Lucas 8:43-48. 66. Marcos 5:31. 67. Levítico 13:19-30. 68. Marcos 5:26. 69. Marcos 5:30. 70. Lucas 8:47. 71. Marcos 5:34. 72. Lucas 4:18-19, Isaías 61:1-2. 73. Hechos 1:21-26. 74. Hamilton, I Commend to You Our Sister, Apéndice K. El verbo griego diakoneo significa «servir, administrar, ministrar». Se halla treinta y dos veces en el Nuevo Testamento. Está relacionado con dos nombres: diakonia, que significa «servicio, ministerio» (usado treinta y cuatro veces en el Nuevo Testamento), y diakonos, que significa «siervo, ministro, diácono» (usado veintinueve veces en el Nuevo Testamento). Note que ni los siete hombres del libro de Hechos ni las siete mujeres de los Evangelios se identifican con el nombre diakonos. No obstante, ambos grupos están ligados al verbo diakonia, lo que obliga a hacer esta comparación. Los «diáconos», tanto los hombres como las mujeres, servían a Jesús de una manera práctica: tanto unos como otros apoyaban el ministerio con sus propios recursos económicos; ambos daban testimonio de la Resurrección, etc. 75. Hechos 6:1-6. 76. Note que el nombre diakonos no se emplea para los siete hombres de Hechos 6:1-6, ni para las mujeres cuyas historias se narran en los Evangelios. La tradición de la iglesia es lo que conduce a llamar a los hombres de Hechos 60.

«diáconos». Si nos basamos en las Escrituras, no hay distinción entre los hombres que ministraban (verbo diakoneo) y las mujeres que ministraban (verbo diakoneo). De modo que si el nombre diáconos es aplicable a un grupo, puede igualmente aplicarse al otro. 77. Mateo 8:14, Marcos 1:30, Lucas 4:38-39. 78. Mateo 27:55-56, Marcos 15:40-41, Lucas 8:2. 79. Mateo 27:55-56, Marcos 15:40-41. 80. Ibid. 81. Lucas 8:3. 82. Ibid. 83. Lucas 10:40, Juan 12:2. 84. Lucas 8:1-3. Énfasis añadido. 85. Joan Morris, The Lady Was a Bishop: The Hidden History of Women with Clerical Ordination and Jurisdiction of Bishops (Nueva York: MacMillan, 1973), 114. 86. Lucas 23:55. Énfasis añadido para subrayar el artículo que aparece en el texto griego. 87. Lucas 24:22, 24. 88. Marcos 3:14b-15. 89. Lucas 10:1-17. Aunque el viaje misionero de los doce (Mateo 10:1-42) sólo lo hicieron seis pares de hombres, este segundo viaje podrían haberlo hecho varias parejas posibles: dos hombres, dos mujeres o un hombre y una mujer. En efecto, ¿no nos dice Pablo que Pedro tenía por costumbre viajar con su mujer (1 Corintios 9:5) en su ministerio posterior? Parece probable que comenzaran un estilo de vida de ministerio compartido en una fase mucho más temprana de su vida. Tal vez, Pedro y su mujer fueron una de las treinta y seis parejas que el Señor envió a ministrar por aquel entonces. Quizás la previa sanidad de la suegra de Pedro (Lucas 4:38- 39) dio a la mujer de éste la oportunidad de no tener que quedarse al lado de la cama de su suegra para cuidarla, con lo cual ella pudo haberse implicado más directamente con su marido en el servicio del reino. 90. Juan 20:17. 91. Starr, The Bible Status of Women, 171. 92. Mateo 28:9-10. 93. Lucas 11:27.

94. 95. 96. 97.

B. Berakhot 17a. Lucas 11:28. Juan 2:4,19:26. Juan 19:25-27.

CAPÍTULO 10 1. Hechos 17:6. 2. Hechos 19:23-41. 3. Hechos 21:27-36. 4. Efesios 2:13-16. La frase traducida por «un nuevo hombre» en la Reina Valera (60) puede resultar confusa. Mientras que en castellano el vocablo hombre puede ser ambiguo, usado a veces para hacer referencia a toda la humanidad, a veces para designar sólo varones, la lengua griega tiene dos palabras que eliminan la confusión de géneros. Una es anthropos (usada en Efesios 2:15). Este nombre incluye a los dos géneros y se traduce mejor por «persona o ser humano». La otra, aner. Este es un nombre específico de género y se traduce mejor por "hombre o varón". Por lo tanto, este pasaje nos informa que Jesús está creando una nueva humanidad. Tanto los hombres como las mujeres están incluidos en su plan de redención. Para más detalles, véase Hamilton, I Commend to You Our Sister, Apéndice J.1. 5. Hechos 22:3. 6. Pablo cita a Epiménides oralmente (Hechos 17:28a) y por escrito (Tito 1:12), Igualmente, cita a Arato de Solé y Oleantes de Assos en su discurso en el Areópago de Atenas (Hechos 17:28b) y Menandro en su carta a los corintios (1 Corintios 15:33), 7. Hechos 13:1-28:31, Romanos 15:17-29, 2 Corintios 11:21b-33, y Gálatas 1:13-2:10 dan detalles de algunos viajes de Pablo, 8. Hechos 9:1-22. 9. El concepto de código familiar se halla en la literatura griega: Aristóteles, Politics. 1.2.1-2 (1253b), 1.2.21 (1255b), 1.5.1-2 (1259a-b), 1.5.4-8 (1259b-1260a), 3.4.4 (1278b): Homero, The Odyssey, 11.404-461; y Perictione, Fragments, 4.28.10. Se halla también en la literatura romana: Cicerón, The Republic, 1.43.67, y Artimidoro Daldanio, Onirocriticus, 1.24. Igualmente, se halla en la literatura rabínica judia: M, Bava Metzia 1.5; M. Berakhot 3.3; M. Hagigah 1.1; M. Menahot 9.8; M. Pesahim 8,7; M. Shekalim 1,3,5-6; y M. Sukkah 2.8 y 3.10; B.

Bava Boira 51b; B. Berakhot 17b, 20a, 45a-b, 47b; B. Gittin 52a; B. Nazir 61a; B. Pesahim 4a, 91a; y B. Sukkah 28ª-b. Incluso Filón hizo girar su filosofía en torno a la noción del código familiar: Filón, On the Special Laws, 7.14. Para ver el texto completo de muchas de estas referencias y una ojeada más detallada del código antiguo, véase Hamilton, I Commend to You Our Sister, 128-138 y los apéndices relacionados. 10. Efesios 1:10, 11. Efesios 2:1-3. 12. Efesios 2:4-10. 13. Efesios 2:22. 14. Véanse gráfico y explicación de la estructura de la frase en Hamilton, I Commend to You Our Sister, 125-128. 15. Efesios 5:18-23. La traducción de la NIV ha sido modificada por los autores. 16. Aunque algunos lectores desconozcan el significado del término elipsis, el uso de este recurso gramatical es común al lenguaje cotidiano en muchas lenguas, entre ellas el castellano y el griego. La elipsis, según la definición de Microsoft ® Bookshelf 98, es «la omisión de una palabra o frase necesaria para una construcción sintáctica completa, pero no necesaria para su comprensión». Por ejemplo, no es raro decir: «voy a la tienda. Roberto, también» Aunque no se diga, se entiende que «Roberto también va a la tienda». Si «Roberto, también» se leyera fuera de contexto, no habría forma de saber lo que él se propone hacer. La elipsis obliga a retroceder a la afirmación precedente para insertar mentalmente la acción anterior en la oración que incluye a Roberto, La comprensión del contexto es de suma importancia en la vida cotidiana y en la interpretación bíblica. 17. Efesios 5:22-6:9. De las 328 palabras del texto griego original, 40 fueron dirigidas a las esposas, 150 a los maridos, 35 a los niños, 16 a los padres, 59 a los esclavos y 28 a los maestros. Note que Pablo dedicó casi cuatro veces más palabras a los maridos que a las mujeres. Aunque en este pasaje solemos centrarnos en las esposas, el objetivo principal de Pablo era enfatizar la responsabilidad de los maridos. Esa fue su intención obvia. 18. Como la lengua griega presenta formas verbales muy claras, es simple cuestión de observación notar qué verbos están en imperativo. En el griego original de Efesios, los mandatos al pater familia (marido/padre/maestro) son

cinco: (i) 5:25 —«Amad a vuestras mujeres», (ii) 5:33 —«ame también a su mujer», (iii) 6:4a —«no provoquéis a ira a vuestros hijos», (iv) 6:4b —«criadlos en disciplina», y (v) 6:9 —«vosotros, amos, haced con ellos (los esclavos) lo mismo». Se dan dos mandatos a los niños: (i) 6:1 —«obedeced a vuestros padres» y (ii) 6:2 —«honra a tu padre y a tu madre». Sólo un mandato va dirigido a los esclavos: 6:5 —«siervos, obedeced a vuestros amos terrenales». Y no hay mandatos dados a las esposas. 19. Efesios 6:4. 20. Efesios 6:9. 21. Efesios 5:25. 22. Efesios 5:28. 23. Efesios 5:29. 24. Efesios 5:33. 25. Efesios 5:31. 26. Véanse Génesis 4:19; 6:2; 11:29; 21:21; 24:3-4, 37-38, 40, 51, 67; 25:1, 20; 26:34; 27:46; 28:2, 6, 9; 31:50; 34:21; 36:2; 38:6; Éxodo 6:20, 23, 25; Números 12:1; Jueces 3:6; 14:2-3; 1 Samuel 25:39-40, 43; 2 Samuel 5:13; 12:9-10; 1 Reyes 4:15; 16:31; 1 Crónicas 7:15; 14:3; 2 Crónicas 11:18 como ejemplos de esta terminología. El concepto distorsionado del matrimonio estaba tan arraigado en la cultura que conformó la lengua hebrea. Algunos de los héroes más notables de Israel (Abraham, Isaac, Jacob, Moisés y David) aparecen en los versículos aquí mencionados. 27. Considere Filipenses 2:5-11. 28. Efesios 6:9. 29. T. Berakhot 7.16-18. Citado por Spencer, Beyond the Curse, 56. 30. B. Menahot 43b-44a. Se halla un mensaje paralelo en J. Berakhot 9.1 31. B. Shabbat 153a. Contraste esto con la enseñanza de Jesús en Lucas 13:1516. 32. B. Yevamot 62a. Véanse en B. Kinddushin 68a y B. Shabbat 53ª declaraciones similares. 33. B. Berakhot 45b. Este pasaje refleja una escala de valores similar a la de Ifigenia, en la obra de Eurípides, cuando declara: «Vale más mirar un hombre a la luz que diez mil mujeres». Eurípides, Iphigeneia atAulis, 1374-1394. 34. Gálatas 5:1.

Richard Boldry y Joyce Boldry, «Women in Paul‘s Life», Trinity Studies, 2 (1972), 20. 35.

CAPÍTULO 11 1. William Barclay, The Daily Bible Study Series: The Letters to the Corinthians. Edición Revisada (Philadelphia: Westminster Press, 1975), 4. 2. Donald Engels, Roman Corinth: An Alternative Model for the Classical City (Chicago: University of Chicago Press, 1990), 28. 3. Aelius Aristeides: Orations 46:23-28. Citado por Jerome MurphyO‘Connor St. Paul´s Corinth: Texts and Archaeology (Wilmington: Michael Glazier, 1983). 4. Alcifrón, Letters of Parasites, 24 (3.60). Citado por Murphy-O‘Connor, St. Paul´s Corinth, 119-120. 5. Barclay, Corinthians, 2-3. 6. 1 Corintios 5:11, 6:10, 11:21. 7. Menandro, Fragments, 764K. Pablo tomó cita de la obra Thais de Menandro en su correspondencia con los corintios: «Comamos y bebamos porque mañana moriremos» (1 Corintios 15:33). 8. Aelius Aristeides, For Poseidon, 23. Citado por Engels, Roman Corinth, 89, pie de página 95. 9. Platón, The Republic, 3.13 (404d). Citado por Ateneo de Naucratis, Concerning Women, 13.558a-560a. Citado a su vez por Murphy O‘Connor, St. Paul’s Corinth, 56. 10. Plutarco, The Dialogue on Love, 767F-768A. 11. Estrabón, The Geography of Strabo, Volumen IV: Libros VIII y XI, traducido por: Horace Leonard Jones (Cambridge: Loeb Classical Library, Harvard University Press, 1927), 8.6.20-23 (378-382). 12. Ateneo de Naucratis, Concerning Women, 13.572d-574c. 13. Richard Kroeger y Catherine Clark Kroeger, Women Elders... Called by God? (Louisville: Women‘s Ministry Unit, Iglesia Presbiteriana EE.UU., 1992), 36. 14. Catherine Clark Kroeger, «The Apostle Paul and the Greco-Roman Cults of Women», Journal of Evangelical Theological Society, 30.1 (marzo 1987), 33-34. 15. 1 Corintios 2:2. 16. Hechos 18:1-3.

Hechos 18:5. 18. Véase 1 Corintios 1:20-28; 6:12; 7:17-24; 9:19-23; 10:18-21, 23, 32-33; 11:1722; 12:2, 13. 19. Además de este pasaje, se mencionan también en Hechos 18:18-19, 24-26; Romanos 16:3-5; 1 Corintios 16:19; y 2 Timoteo 4:19. Véase Hamilton, I Commend to You Our Sister, Apéndice X. 20. La conexión corintia de Apolos está reflejada en Hechos 18:27-19:1; 1 Corintios 3:1-4:13, 16:12. 21. Juan Crisóstomo. «First Homily on the Greeting to Priscilla and Aquila», traducido por Katherine Clark Kroeger, Priscilla Papers 5.3 (Verano 1991), 18. Énfasis en el original. 22. Mimi Haddad, «Priscilla, Author of the Epistle to the Hebrews?», Priscilla Papers 7.1 (Invierno 1993), 8. 23. Tertuliano dijo de las mujeres: «Ustedes son la puerta de entrada del diablo. Ustedes abrieron el sello del árbol prohibido. Ustedes fueron las que abandonaron la ley Divina. Las que persuadieron a aquel a quien el Diablo no se atrevía a atacar. Con cuánta facilidad destruyeron la imagen de Dios en el hombre. A causa de su deserción sobrevino la muerte, e incluso el Hijo de Dios tuvo que morir». Tertullian, Concerning the Dress of Women 1.1. Citado por Rosemary Radford Ruether, Sexism and God-Talk: Toward a Feminist Theology (Boston: Beacon Press, 1983), 167. Énfasis en el original. 24. Tertuliano. Citado por Dorothy Pape, God and Women: A Fresh Look at What the New Testament Says about Women (London: Mowbrays, 1977), 200. 25. Gibson declara: «La teoría de que Priscila escribió la epístola a los Hebreos ha sido anticipada por tres eruditos: Harnack, Harris y Peake. El origen de este libro ha sido siempre un misterio; en el año 225, Orígenes dijo: ―Quién escribió la Epístola a los Hebreos, sólo Dios lo sabe‖ Este anonimato es tan sorprendente que sugiere que fue escrito por una mujer». Elsie Gibson, When the Minister Is a Woman (Nueva York: Holt, Rinehart & Winston, 1970), 89. 26. Pape, God and Women, 201-202. 27. Antes observamos que Pablo hizo uso de la elipsis en Efesios 5:22 (Véase el capitulo 10, nota 15). Recuerde que la elipsis, según la definición de Microsoft ® Bookshelf 98, es «la omisión de una palabra o frase necesaria para una construcción sintáctica completa, pero no necesaria para su comprensión». 17.

Pablo habla también de otra iglesia-casa en Corinto, la de Estéfanas (1 Corintios 1:16, 16:15). De igual manera, hace referencia a dos iglesias-casa en Éfeso, una liderada por Priscila y Aquila (1 Corintios 16:19) y otra por Onesíforo (2 Timoteo 1:16, 4:19). Menciona también la de Colosas, dirigida por una mujer llamada Ninfas (Colosenses 4:15). También menciona la iglesia-casa que Priscila y Aquila dirigieron en Roma (1 Corintios 16:3-5). Note que todas estas son expresiones paralelas; algunas de ellas aluden a hombres en liderazgo, otras a mujeres. Si una de ellas hace referencia a una manifestación de la iglesia, todas deben ser igualmente consideradas. Así pues, se ve que Pablo se refirió indiscriminadamente a los hombres y a las mujeres que ejercen funciones de liderazgo en la iglesia. 29. Josefo, Josephus: Jewish Antiquities, Volumen IV, Libros I-IV, trad. por H. St. J, Thackeray (Cambridge: Loeb Classical Library, Harvard University Press, 1930), 4.219 (4.8.15). Josefo, como su contemporáneo Pablo, fue judío nacido en una destacada familia que se benefició de la ciudadanía romana. 30. Pablo menciona dos fuentes de información con relación a la condición de la iglesia en Corinto que le movieron a escribir esta carta. La primera es un informe verbal de Cloé (1 Corintios 1:11). La segunda, una carta mencionada en 1 Corintios 7:1 Estas dos fuentes bien pudieron ser una sola. Los mensajeros de Cloé pudieron haberle entregado a Pablo un mensaje oral y una carta escrita por Cloé. Esto es sólo una posibilidad y no se puede afirmar con seguridad. Pero no es inverosímil, ya que vemos en los escritos de Pablo que era costumbre enviar un mensaje oral con el portador del correo que llevaba la correspondencia escrita (véase Efesios 6:21-22, Colosenses 4:7-9). 31. Spencer, Beyond the Curse, 119. 32. 1 Corintios 16:15b-16; La Reina Valera (60) concluye este párrafo con la frase «reconoced, pues, a tales personas» (1 Corintios 16:18). En el texto griego no aparece la palabra personas aquí, sino un pronombre personal en forma de masculino plural. Como el vocablo hermanos, esta forma del pronombre puede especificar el género (todos los varones) o incluir a ambos (hombres y mujeres) en la lengua griega. 33. Este término en la forma masculino plural puede especificar el género (todos los varones, por tanto, «hermanos», como en la Reina Valera (60)) o incluir a ambos (hombres y mujeres, esto es, «hermanos y hermanas», como en la versión inglesa NRSV) en lengua griega. 28.

Véase Efesios 5:21 y la explicación en el capítulo 10 de este libro. 35. Pablo empleó aquí la misma palabra (en griego) que en Efesios 5:21 para aludir a la sumisión mutua. 36. Filipenses 4:2-3, Romanos 16:3. 37. Romanos 16:6,12. 38. Hamilton, I Commend to You Our Sister, Apéndice X. 39. F. F. Bruce Citado por W. Ward Gasque, «Biblical Manhood and Womanhood-Stressing the Differences», Pristilla Papers 4:1 (Winter 1990), 9. 40. Romanos 16:1-2. 41. Véase Hamilton, I Commend to You Our Sister, Apéndice L. 42. 2 Corintios 10:12. 43. 2 Corintios 10:18. 44. 2 Corintios 3:1. 45. 2 Corintios 12:11. 46. Pablo empleó la palabra griega diakonos veintiuna veces en sus cartas. La Reina Valera (60) la traduce por diácono tres veces (Filipenses 1:1; 1 Timoteo 3:8.12), como diaconisa una vez (Romanos 16:1), como ministro 13 veces (2Corintios 3:6; 6:4; 11:15a, 15b, 23; Gálatas 2:17; Efesios 3:7; 6:21; Colosenses 1:7, 23, 25; 4:7; 1 Timoteo 4:6), como servidor 3 veces (Romanos 13:4a, 4b: 1 Corintios 4:1) y como siervo 1 vez (Romanos 15:8). 47. Véase Hamilton, I Commend to You Our Sister, Apéndice K. 48. Schmidt, Veiled and Silenced, 180. Véase también Trombley, Who Said Women Can’t Teach?, 194; y Katherine C. Bushnell, God’s Word to Women: One Hundred Bible Studies on Woman´s Place in the Divine Economy, (North Collins: Reimpreso por Ray B. Munson, 1978), 366. The Apostolic Constitutions, (documento siriaco del año 375 aproximadamente) es el primer texto cristiano conocido que usa la forma femenina de diakonos. 49. Véase Hamilton, I Commend to You Our Sister, Apéndice X. Pablo aludió a catorce individuos con el término diakonos o una de sus palabras afines. Doce de ellos son hombres: Acaico, Apolos, Arquipo, Epafras, Fortunato, Marcos, Onésimo, Onesíforo, Filemón, Timoteo, Tito y Tíquico. El decimotercero es Estéfanas (1 Corintios 16:15ff), cuyo nombre, como ya vimos en este capítulo, pudo ser nombre de varón o de mujer. En último lugar se menciona a la ministra Febe. 34.

Filipenses 2:25-30. Note que en Filipenses 2:29, la palabra hombres no aparece en el original relacionada con honor. La versión Reina-Valera hace una mejor traducción al verter esta frase: «tened en estima». De manera similar, otras versiones traducen: «honren a tales personas». 51. Varias versiones usan ayuda, ayudadora o ayudado. Otras, socorrido, benefactora, «pues ella ha demostrado ser una buena amiga», «que ha cuidado», «que ha prestado un gran servicio», véase Hamilton, I Commend to You Our Sister, Apéndice O. 52. Marcos 9:35. 53. Josefo, el famoso historiador judío, un poco más joven que Pablo, pero contemporáneo suyo, empleó esta palabra veinte veces en sus tres obras principales, Encierra los significados de protector, campeón y patrón para definir gobernador, Señor o dirigente. Josefo usó la palabra para calificar a César de «señor del universo». Sería difícil encontrar una expresión más encumbrada para definir la cima del poder humano. Véase Hamilton, I Commend to You Our Sister, Apéndice O. 54. E1 verbo griego egeneithei está en forma aoristo pasiva. Esto significa que Febe fue próstetis no en virtud de sus propias obras, sino de las de otra persona. No es un auto nombramiento; es una responsabilidad oficialmente asignada «La pasiva indica que su designación u ordenación vino de otro. La mención que hace Pablo de sí en el posesivo se podría entender, técnicamente, como genitivo de origen o de causa. Por tanto, la frase podría rezar así: "Porque ella ha sido nombrada por mi propia iniciativa, la de un oficial que preside sobre muchos"», según Kroeger y Kroeger, ¿Ancianas...?, 17. Conviene notar, además, que «se utiliza la misma construcción para afirmar que Pablo foe nombrado u ordenado ministro» en Efesios, según Catherine Clark Kroeger, «Toward an Egalitarian Hermeneutic of Faith, Priscilla Papers, 4.2 (Primavera 1990), 6. 55. Aner en griego. Las treinta y dos apariciones en 1 Corintios son: 7:2, 3a, 3b, 4a, 4b, 10, 11a, 11b, 13a. 13b, 14, 16a, 16b, 34, 39a, 39b; 11:3a, 3b, 4, 7a, 7b, 8a, 8b, 9a, 9b, 11a, 11b, 12a, 12b, 14; 13:11; 14:35. Véase Hamilton, I Commend to You Our Sister, Apéndice J.1. 56. Gune en griego. Las cuarenta y una apariciones en 1 Corintios son 5:1; 7:1, 2, 3a, 3b, 4a, 4b, 10, 11, 12, 13, 14a, 14b, 16a, 16b, 27a, 27b, 27c, 29, 33, 34, 39; 50.

9:5; 11:3, 5, 6a, 6b, 7, 8a, 8b, 9a, 9b, 10, 11a, 11b, 12a, 12b, 13, 15; 14:34, 35. Véase Hamilton, I Commend to You Our Sister, Apéndice J.1. 57. 1 Corintios 1:17. 58. 1 Corintios 1:18-2:5. 59. 1 Corintios 5:1-5. 60. 1 Corintios 5:1. 61. 1 Corintios 5:2. 62. 1 Corintios 5:5. 63. 1 Corintios 6:12 64. 1 Corintios 6:13, 15, 18, 20. 65. 1 Corintios 7:1. 66. 1 Corintios 7:7. Exousia en griego. 67. «Cada uno» incluye claramente a las mujeres, pues el pronombre griego que aquí se emplea incluye a ambos géneros. 68. 1 Corintios 7:32, 34. 69. 1 Corintios 7:35. 70. 1 Corintios 9:5, 15. 71. 1 Corintios 7:34. 72. La versión NIV supera a la de la Reina Valera (60), en traducir la palabra griega anthropos, La Reina Valera (60) la traduce como «hombres», lo cual podría ser entendido como género masculino específico, pero la palabra anthropos, incluye a los dos géneros, tanto hombres como mujeres indistintamente. 73. Día 6, parte dos: Génesis 1:26-27. 74. Día 6, parte uno: Génesis 1:24-25. 75. Día 5, parte dos: Génesis 1:21b. 76. Día 5, parte uno: Génesis 1:21a. 77. Véase el capítulo 5 de este libro. 78. 1 Corintios 15:39. 79. 1 Corintios 15:21-22. CAPÍTULO 12 1. 1 Corintios 11:3; El texto de la Reina Valera (60) fue modificado por los autores para reflejar más exactamente los artículos griegos. 2. 1 Corintios 14:34.

1 Timoteo 2:12. 4. Santiago 1:5. 5. 1 Corintios 11:2-16; el texto de la Reina Valera (60) presenta la siguiente modificación: En el versículo 3, «el varón es la cabeza de la mujer» se reemplazo por «una mujer» En el versículo 10, «señal de» se ha eliminado. Tales modificaciones se explicaran en este capítulo. 6. 1Corintios 11:3; el texto de la Reina Valera (60) fue modificado por sus autores. 7. Gretchen Gaebelein Hull, Equal to Serve: Women and Men Working Together Revealing the Gospel, (Tarrytown: Fleming H. Revell Company, 1991), 252. 8. Philip Barton Payne, «Response» en Mickelsen, Women, Authority and the Bible, 118. 9. Berkeley Mickelsen y Alvera Mickelsen, «What Does Kephale Mean in the New Testament?», en Mickelsen, Women, Authority and the Bible, 100. 10. Payne, «Response», 121-123. 11. Véase al capítulo 5 de este libro. Observe que: «Alcmeón de Crotón, casi contemporáneo de Pitágoras, creía que el esperma procedía del cerebro, mientras que Aristóteles (como su maestro, Platón) explicó que el semen descendía de la cabeza, a través de la médula espinal, hasta los genitales, para engendrar vida», Esta cita es de Catherine Clark Kroeger, «Appendix III: The Classical Concept of Head as ―Source‖» en Hull, Equal to Serve, 270. 12. Catherine Clark Kroeger, «Appendix III: The Classical Concept of Head as ―Source‖» in Hull, Equal to Serve, 270. Kroeger cita media docena de casos de este uso por los antiguos. 13. Exousia. 14. 1 Corintios 11:10; La Reina Valera (60) inserta incorrectamente en el texto «señal de». El original griego no contiene tal expresión. Esto se tratará con más detalle en este mismo capítulo. 15. El texto griego dice literalmente: «La cabeza de una mujer es el hombre». Éste cambio pequeño pero importante en el texto de la Reina Valera (60), nos ayudara mucho a interpretar este difícil pasaje. 16. El verbo griego está en tiempo presente de voz activa, lo que significa que está sucediendo ahora mismo. 17. Filipenses 2:10-11. 3.

Hechos 17:25, 28. La primera cita de Pablo pertenece al Cretica de Epiménides. La segunda se encuentra en Los fenómenos de Arato y en el «Himno a Zeus» de Oleantes. Curiosamente, la supremacía de Zeus se asocia con su supuesto poder creativo, dador de vida. Los Poemas órficos —escritos en honor de Zeus— dedaran: «Zeus es la cabeza; Zeus el centro; Zeus ha hecho todas las cosas». Citado por Kroeger, Head as Source, 89. 19. 1 Corintios 8:6. 20. Gilbert Bilezikian, El lugar de la mujer en la iglesia, segunda edición. (Grand Rapids: Nueva Creación/Eerdmans, 1993). 21. Craig S. Keener, Paul, Women and Wives: Marriage and Women’s Ministry in theLetters of Paul, (Peabody: Hendrikson Publishers, 1992), 55. 22. Gálatas 4:4-5. 23. Juan 1:1. 24. Juan 1:14. 25. Cirilo de Alejandría, De Recte Fide ad Arcadiam et Marinam. Citado por Kroeger, Head as Source, 277. 26. Véase Hamilton, I Commend to You Our Sister, 128ff. De hecho, Pablo sólo emplea kephale nueve veces fuera de 1 Corintios 11. Una vez (Romanos 12:20) la usa en sentido literal. En las otras ocho ocasiones, Pablo utiliza la palabra metafóricamente. (1 Corintios 12:21; Efesios 1:22, 4:15, 5:23a, 5:23b; Colosenses 1:18, 2:10, 2:19). 27. En todos sus escritos, Pablo emplea kurios («Señor») 282 veces con relación a Dios/Jesús —esta era su forma más usual de aludir a la divinidad. En contraste, emplea soter («Salvador») de forma muy selectiva— sólo doce veces en sus cartas. Emplea «Señor» nada menos que veintitrés ocasiones por cada vez que usa «Salvador». Dado que rara vez emplea esta palabra, su uso es tanto más extraordinario en Efesios 5:23. 28. Efesios 5:18-22. 29. Véase Mateo 3:17, 17:5; Marcos 1:11, 9:7; Lucas 3:22, 9:35; Fílipenses 2:9. 30. Véase Lucas 11:13, 24:49; Juan 3:34, 14:16, 14:26, 15:26; Hechos 1:4-5. 31. Véase Mateo 26:39, 26:42; Marcos 14:36; Lucas 22:42; Juan 4:34, 5:19, 5:30, 6:38, 8:28. 32. Véase Juan 6:63, 7:37-39, 16:7, 20:22; Hechos 1:8. 33. Véase Juan 14:26, 15:26, 16:14-15. 34. Véase Juan 14:26, 15:26, 16:13; Hechos 1:4-5. 18.

Catherine Clark Kroeger, «An Illustration of the Greek Notion of ―Head‖ as ―Source‖», Priscilla Papers, 1.3 (agosto 1987), 5. 36. 1 Corintios 11:8-12. El texto de la Reina valera (60) fue modificado por los autores. El complemento «señal de» se ha eliminado en el versículo 10, ya que aquellas palabras no aparecen en el griego original. La adición de tales palabras por la Reina Valera (60) y otras versiones distorsiona las Escrituras, dando la impresión de que la mujer ha de estar sujeta a autoridad en vez de ejercerla: «Sir William Ramsey en su Cities of St. Paul declara a este respecto: ―Muchos comentaristas antiguos y modernos afirman que la «autoridad» que la mujer lleva sobre su cabeza es a la que ella está sujeta —idea descabellada de la que se reiría un estudioso del griego en cualquier texto, excepto en el Nuevo Testamento, en donde (como parecen pensar) las palabras (griegas) pueden significar cualquier cosa que los comentaristas pretendan‖», Pape, God and Women, 109. 37. Génesis 2:22; véase Hamilton, I Commend to You Our Sister, 89ff. 38. Génesis 2:18; véase Hamilton, I Commend to You Our Sister, 91ff. 39. Si anterior significa superior, entonces las ranas son superiores a los hombres, ya que fueron creadas en el día quinto, mientras que el hombre lo fue en el sexto. Véase Génesis 1. 40. 1 Corintios 15:3-11. 41. Véase el capítulo 7 de este libro. 42. 1 Corintios 11:10; el texto de la Reina Valera (60) fue modificado por los autores. El complemento «señal de» se ha omitido del versículo 10 porque no aparece en el texto griego. Véase Hamilton, I Commend to You Our Sister, Apéndice F.1. 43. Los quince versículos que contienen los términos exousia epi son: Mateo 9:6, 28:18; Marcos 2:10; Lucas 5:24, 9:1, 10:19, 19:17; Hechos 26:18; 1 Corintios 11:10; Apocalipsis 2:26, 6:8, 11:6, 13:7, 14:18, 16:9. 44. Véase Hamilton, I Commend to You Our Sister, Apéndice M. Thayer define exousia de la siguiente manera: «1) poder de elección, libertad de hacer lo que a uno le place; permiso o excedencia; 2) poder físico y mental; la capacidad o fortaleza recibida que alguien posee o ejercita; 3) el poder de la autoridad (influencia) y del bien; 4) el poder de regir o gobernar» John Henry Thayer, A Greek-English Lexicon of the New Testament, 4a edición por (Milford: Mott Media, 1982), 225. Bauer, Gingrich y Danker definen exousia 35.

como: «1) libertad de elección, derecho de actuar, decidir, o disponer de los propios bienes como a uno le plazca; 2) habilidad para hacer algo, capacidad, fuerza o poder; 3) autoridad, poder absoluto, garantía; 4) el poder ejercido por los gobernantes o los que están en eminencia en virtud de su cargo: a) poder dirigente, poder oficial; b) el ámbito en que se ejerce el poder; c) los portadores de la autoridad —i) autoridades humanas, oficiales, gobiernos; ii) de gobernadores y funcionarios del mundo espiritual.» Bauer, Gingrich y Danker, 1979, en Logos ® Bible Software 2.0. 45. 1 Corintios 11:10; el texto de la Reina Valera (60) fue modificado por los autores. El complemento «señal de» se ha omitido en el versículo 10 porque no aparece en el texto griego. Véase Hamilton, I Commend to You Our Sister, Apéndice F.1. Énfasis añadido. 46. Mateo 22:23-33, Marcos 12:18-27, Lucas 20:27-40. 47. 1 Corintios 11:13. En otros dos versículos, Pablo manda a los corintios juzgar: 1 Corintios 4:5 y 10:15. 48. Keener, Paul, Women and Wives, 42. 49. 1 Corintios 11:11. 50. Bristow, What Paul Really Said, 59. 51. Génesis Rabbah 8.9 y 22.2. Citado por Madeleine Boucher, «Some Unexplored Parallels to 1 Cor. 11:11-12 & Gal. 3:28: The New Testament on the Role of Women», Catholic Biblical Quarterly, 31.1 (enero 1969), 52. 52. Mateo 13:33, Lucas 13:20-21. 53. 1 Corintios 11:12. 54. 1 Corintios 4:7. CAPÍTULO 13 1. 1 Corintios 11:4-7. 2. Efesios 2:20, 3:5. 3. Hechos 1:12-15 menciona específicamente los dos grupos públicamente reconocidos que formaron parte regular del entorno ministerial de Jesús: los doce» y «las mujeres» (este asunto se trata en el capitulo 9), entre los aproximadamente 120 creyentes. Ellos fueron los primeros llenos deI Espíritu el día de Pentecostés y quienes ministraron públicamente hablando en lenguas. (Hechos 2:1-41). Por supuesto, Matías fue el miembro que se incorporó a los doce en sustitución de Judas.

Hechos 2:17-18. Enfasis añadido. Véase Hamilton, I Commend to Your Our Sister, 149-150. 5. Megillah 14a. Véase también B. Sotah 12b. 6. Pablo citó Génesis 25:23. Véase Hamilton, I Commend to You Our Sister, Apéndice T. 7. B. Megillah 23a. Citado por Biale, Women and Jewish Law, 26. 8. Adoniram Judson Gordon, «The Ministry of Women», World Missionary Review (reprinted by Christians for Biblical Equality, 1893), 3. 9. William Sterns Davis, A Day in Old Rome: A Picture of Roman Life (Nueva York: Biblo and Tannen, 1962), 93. 10. Keener, Paul, Women and Wives, 30. 11. Plutarco, «Bravery of Women», 245C-F. Citado por Lefkowitz y Fant, Women’s Life, 129-130. 12. Kroeger, Greco-Roman Cults, 37. Kroeger basa sus afirmaciones en Philostratus, Imagines 1.2.; Aristides, Rethoric 41:9; Eurípides, Bacchae 836 y 862; Plutarch Moralia, 268 C-E; Athenaus 12:525; Lucían, Dea Syria 6. 13. 1 Corintios 11:6. Énfasis añadido. 14. 1 Corintios 11:7. 15. Véase Hamilton, I Commend to You Our Sister, 183-184. 16. La conjunción de es tan común que aparece 193 veces en 1 Corintios. 17. Génesis 2:18. 18. Génesis 1:31. 19. 1 Corintios 11:13-15. 20. 1 Corintios 11:13. 21. Hay otros dos imperativos en 1 Corintios 11:2-16; ambos se encuentran en 1 Corintios 11:6. Sin embargo, sólo van dirigidos a las mujeres. Véase Hamilton, I Commend to You Our Sister, Apéndice F.5. 22. 1 Corintios 11:14. 23. Patricia Gundry, Women Be Free! Free to Be God’s Woman (Grand Rapids: Zondervan, 1977), 36. 24. 1 Corintios 10:31-11:1. El concepto de «cubrirse o no la cabeza, tener el pelo largo o corto», aunque no se halle en el texto, podría, sin duda, ser incluido en la frase «y todo lo que hagáis» y ser legítimamente insertado, pues es el siguiente tema que toca Pablo, La inserción de esta frase aquí sirve para ilustrar la necesidad de reflexionar en los principios de Pablo, aprender de los 4.

ejemplos particulares que él nos brinda y aplicar esas verdades a todas las esferas de la vida. 25. 1 Corintios 11:16. CAPÍTULO 14 1. Algunos eruditos evangélicos creen que éste y el siguiente versículo —1 Corintios 14:35— fueron insertados por escribas posteriores, porque su ubicación varía en manuscritos más tempranos. Yo creo que debemos aceptar que estos dos versículos son genuinos por dos razones: Primera, ningún manuscrito conocido los omite. Esto sugiere que la variación en la ubicación se debe más a un simple error de copia que a una adición deliberada a la palabra inspirada de Dios. Segunda, creo que podemos confiar en que Dios cuidó soberanamente la formación de los textos antiguos que fueron preservados para la posteridad. Aunque no hubiera Pablo escrito estas palabras, deberíamos aún aceptarlas como parte de la Palabra inspirada de Dios. La agencia humana no es el factor determinante, sino la inspiración de Dios. 2. Las versiones inglesas que hacen esto son: The American Standard Versión, The Amplified Bible, The Catholic Bible, The Jerusalem Bible, The Moffatt Versión, The New English Bible, The New International Versión, The New Jerusalem Bible, The New Revised Standard Versión, the Oxford Study Bible, The Revised Standard Versión and Today‘s English Versión. 3. Las versiones inglesas que hacen esto son the 1886 Revised Versión, The 1911 Bible, The Berkeley Versión, J. B. Phillips Translation, The King James Versión, The Knox Versión, The Modern Language Versión, The Modern Readers Versión, The New American Standard Bible, The Scofield Bible, y The Thompson Chain Reference Bible. 4. La transposición de los versículos 34 y 35 en varios manuscritos antiguos hace de aquellos versículos una unidad gramatical separada del versículo 33. Si se pretendió que la última parte del versículo 33 se percibiera como cláusula de apertura del versículo 34, se habría transpuesto a lo largo de los 34 y 35, en esos manuscritos, pero no fue así. 5. 1 Corintios 14:33-34a; el texto de la Reina Valera (60) fue modificado por los autores.

1 Corintios 14:26-40. El texto de la Reina Valera (60) fue modificado por los autores de la siguiente manera: En el versículo 26 se ha añadido «y hermanas» para comunicar la naturaleza inclusiva génerica de adelphos cuando se usa en forma plural. Los tres mandatos de guardar silencio (en los versículos 28, 30 y 34) se han traducido todos igual «callen». Esto refleja el griego original, ya que se emplea el mismo verbo, en la misma forma verbal, en las tres ocasiones, lo que ayuda a distinguir la repetición deliberada de Pablo. La puntuación ha sido modificada en dos lugares. La frase «como en todas las iglesias de los santos» se ha conectado a la primera mitad del versículo 33, colocándose un punto al final de la misma. El versículo 35 se separó en dos oraciones para distinguir entre la enseñanza de Pablo (35a) y su cita del comentario erróneo que hicieron algunos miembros de la iglesia de Corinto (35b, ahora entre comillas). Por último, se han insertado dos expletivos de disyunción (¡Tonterías! ¿Qué?) en el versículo 36 para reflejar la palabrita griega no traducida ἢ. Todas estas modificaciones serán explicadas en éste y el siguiente capítulo. 7. Las citas del Antiguo Testamento en 1 Corintios son: 1:19 (Isaías 29:14); 1:31 (Jeremías 9:24); 2:9 (Isaías 64:4); 2:16 (Isaías 40:13); 3:19 (Job 5:13); 3:20 (Salmo 94:11); 5:13 (Deuteronomio 17:7, 19:19, 21:21, 22:21, 22:24, 24:7); 6:16 (Génesis 2:24); 9:9 (Deuteronomio 25:4); 10:7 (Éxodo 32:6); 10:26 (Salmo 24:1); 14:21 (Isaías 28:11-12); 15:27 (Salmo 8:6); 15:32 (Isaías 22:13), 15:45 (Génesis 2:7); 15:54 (Isaías 25:8); 15:55 (Oseas 13:14). Note que estas diecisiete citas pertenecen a ocho libros del Antiguo Testamento que abarcan las tres categorías principales (la Ley, los Profetas y lós Escritos) de las Escrituras hebreas. 8. 1 Corintios 11:24-25 refleja las palabras registradas en Lucas 22:19-20. 9. 1 Corintios 15:33. Pablo toma una cita de Thais, obra de Menandro. 10. 1 Corintios 4:6. Pablo cita a un axioma rabínico, registrado posteriormente en B. Makkot 23a. 11. 1 Corintios 10:28, 12:3, 14:25. 12. 1 Corintios 1:12, 3:4, 6:12-13, 10:23, 12:3, 15:35. 13. ἢ se halla en 1 Corintios 1:13; 2:1; 4:3, 21; 5:10a, 10b, 11a, 11b, 11c, 11d, 11e; 6:2, 9, 15, 19; 7:9, 11, 15, 16; 9:6, 7, 8, 10, 15; 10:19, 22; 11:4, 5, 6, 22, 27; 12:21; 13:1; 14:5, 6a, 6b, 6c, 6d, 7, 19, 23, 24, 27, 29, 36a, 36b, 37; 15:37; 16:6. Por supuesto, nos basamos en la tercera edición UBS del Nuevo Testamento en 6.

griego. Existen algunas discrepancias con el Textus Receptus, pero ninguna de ellas afectan a la cuestión estructural que se discute aquí. Aunque el Textus Receptus no tiene ἢ en 1 Corintios 6:2, si contiene cuatro referencias adicionales: 1 Corintios 3:5, 5:10c, 5:11f, 11:14, lo que hace un total de cincuenta y dos ocasiones. 14. Linda McKinnish Bridges, Paul´s Use of Slogans in the Rhetorical Strategy of 1 Corinthians 14:34-36 (Richmond: Baptist Seminary, unpublished paper, 1990), 13. 15. Bilezikian, El Lugar de la Mujer (Nueva Creación/Eerdmans), 16. 1 Corintios 14:27. 17. 1 Corintios 14:31. 18. 1 Corintios 14:33. 19. 1 Corintios 14:26. 20. 1 Corintios 14: 27-28, 39b. 21. 1 Corintios 14:29-32, 39a. 22. 1 Corintios 14:34-38. CAPÍTULO 15 1. Corintios 14:34-35a. El texto de la Reina Valera (60) fue modificado por los autores. 2. 1 Corintios 14:39. 3. 1 Corintios 14:40. 4. 1 Corintios 14:31. 5. 1 Corintios 14:32. 6. 1 Corintios 14:31. 7. 1 Corintios 14:26. 8. 1 Corintios 14:2 declara que «el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios». Esta puede ser una de las formas en que las mujeres oraban en público (1 Corintios 11:5, 13). Se ve claramente que el hablar en lenguas está asociado con la oración en 1 Corintios 14:14-15: «Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto. ¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento». 9. 1 Corintios 11:5.

1 Corintios 14:26; el texto fue modificado por los autores de la Reina Valera (60) y el énfasis añadido. Como notamos anteriormente, adelphos, en la forma masculino plural que aquí aparece, se puede emplear para dirigirse bien a un grupo de hermanos, o bien a un grupo sólo de hermanos o un grupo mixto de hermanas y hermanos. El último sentido de la palabra sería el más normal, ya que Pablo se dirigió previamente a las mujeres y a los hombres en estas secciones que tienen que ver con el ministerio público en la iglesia. Por esta razón, la versión inglesa de NRSV la traduce, con género neutro, por «amigos». 11. Estas son, entre otras, dos posibles formas de ministerio expresadas en 1 Corintios 14:26. Esta lista no pretende ser exhaustiva sino más bien mostrar un ejemplo de la diversidad de ministerios en un culto de adoración cristiano. Note que la revelación puede implicar la predicación, la enseñanza o la profecía. Es el ministerio público de la Palabra de Dios. 12. 1 Corintios 14:26. 13. 1 Corintios 14:28, 30, 34. 14. 1 Corintios 14:28, 29. 15. 1 Corintios 11:4-5. 16. 1 Corintios 14:34. El verbo griego es upotasso. 17. Véase Hamilton, I Commend to You Our Sister, Apéndice R. 18. Véase a las páginas 160-161 de este libro. 19. 1 Corintios 14:33, 34. En ambos casos se emplea la palabra griega ekklesia, aunque la Reina Valera (60) traduce una por «iglesias» y la otra por «congregaciones». 20. 1 Corintios 14:33. 21. Tanto «estén sujetas», en 14:34, como «están sujetos», en 14:32, son traducciones del verbo griego upotasso. De nuevo vemos que Pablo exige a las mujeres lo mismo que a los hombres. 22. Aunque la apelación que hace Pablo a la Ley pueda al principio extrañarnos, conviene notar que lo hace otras dos ocasiones en esta carta: 1 Corintios 9:8-9 y 14:21. 23. La Septuaginta fue la traducción al griego del Antiguo Testamento, al uso en la época de Pablo 24. Kroeger and Kroeger, I Suffer Not, 75-76. Las tres referencias al Antiguo Testamento son: Salmo 37:7, 62:1 y 62:5. 10.

Bushnell, God’s Word to Women, 299. 26. 1 Corintios 12:1. La Reina Valera (60) traduce adelphos por «hermanos». Esta palabra en plural puede aludir a un grupo de varones o de varones y mujeres. Véase la versión de NRSV, que dice: «Hermanos y hermanas...» 27. 1 Corintios 14:5, 12. 28. 1 Corintios 14:19. 29. 1 Corintios 14:20. 30. ¡Qué marcado contraste con la práctica pagana, que siempre consideró a las mujeres intelectualmente inferiores, nunca capaces de crecer más allá de una mentalidad infantil! Véase Hamilton, I Commend to Yow Our Sister, 68. 31. 1 Corintios 14:31. 32. 1 Corintios 11:6, 14:35; Efesios 5:12. 33. Aristófanes Lysístrata, 524-532. 34. Aristóteles, Politics, 1.5.4-8 (1259b-1260a). También, Sófocles, «Ajax» en Sófocles, Volumen II: Ajax, Electra, Trachiniae, Pyiloctetes, traducido por: F. Storr (Cambridge: Loeb Classical Library, Harvard University Press, 1929), 293. 35. Plutarch, Bride and Groom, 142D. 36. Tito Maccio Piauto, Little Carthaginiaru Citado por F. H. Sandbach, The Comic Theatre of Greece and Rome (Nueva York: Norton, 1977), 109. 37. Tito Maccio Piauto «The Rope (Rudens)» en Plautus, Volumen IV: The Little Carthaginian, Pseudolus and The Rope, traducido por: Paul Nixon (Cambridge: Loeb Classical Library, Harvard University Press, 1951), 1114. 38. M. Gittin 4.8. 39. Sirach 26:14 RSV. (Versión inglesa) 40. B. Berakhot 24a. 41. B. Kiddushin 70a. 42. 1 Corintios 14:36. 43. 1 Corintios 14:37-38, 44. 1 Corintios 14:39. 25.

CAPÍTULO 16 1. El libro de Hechos concluye diciendo: «Y Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían, predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento» (Hechos 28:30-31). El Nuevo Testamento no declara qué

sucedió cuando se cumplieron aquellos dos años. Eusebio, historiador de la iglesia primitiva, nos ayuda a reconstruir la historia: «También Lucas, que consignó por escrito los Hechos de los Apóstoles, puso punto final a su relato declarando que Pablo pasó dos años enteros en Roma, en libertad, predicando la palabra de Dios sin impedimento. La tradición asegura que, después de defenderse a sí mismo, el apóstol fue de nuevo enviado con el ministerio de la predicación, y al regresar a la misma ciudad sufrió el martirio por orden de Nerón. Durante su encarcelamiento escribió la segunda epístola a Timoteo, indicando que su primera defensa ya se había producido y que su martirio estaba próximo». Eusebio, The Ecclesiastical History, Volumen II, traducido por: J. E. L. Oulton (Cambridge: Loeb Classical Library, Harvard University Press, 1973), 2.22.Í-2. 2. Filón de Bizancio describió las siete maravillas del mundo en torno al año 225 a. C. Alabó el templo de Artemisa (Diana) en Éfeso por encima de todas ellas, afirmando que era la única casa de los dioses: «Quienquiera que lo presencie se convencerá de que se ha producido un cambio: el mundo celestial inmortal ha descendido a la tierra». Filón de Bizancio, The Seven Wonders, 6.1. Citado por John y Elizabeth Romer, On the Seven Wonders of the World: A History of the Modern Imagination (Nueva York: Henry Holt and Company, 1995). 3. Ovidio, «The Heroides» 20.5-8, 201-212» en Ovid: The Heroides and the Amores, traducido por: Grant Showerman (Cambridge: Loeb Classical Library, Harvard University Press). 4. Véase Hechos 19:23-41. 5. Hechos 18:26. 6. Véase previas referencias a Febe en los capítulos 3 y 11. 7. 1 Timoteo 2:1-15, el texto de la Reina Valera (60) fue modificado por los autores de la siguiente manera: En el versículo 1 se le agrega la frase «por lo tanto». Para reflejar con más exactitud el significado de anthropos, «hombres» se sustituye por «personas» en el versículo 4 y 5. En el versículo 15a se le agrega la frase «por medio del engendramiento del hijo» y en el versículo 15b a la palabra «permaneciere» se le agrega la terminación «n» para reflejar la gramática griega de una manera más exacta. Estas modificaciones se explicarán en el presente capítulo y siguientes. 8. 1 Timoteo 2:1.

1 Corintios 16:9. 10. 1 Timoteo 2:2. 11. En griego, el adjetivo quieta es hesuchios. Su nombre afín, hesuchia, aparecerá dos veces en 1 Timoteo 2:11-12. Véase Hamilton, I Commend to You Our Sister, Apéndice N. 12. 1 Timoteo 2:3-4; el texto de la Reina Valera (60) fue modificado por los autores. 13. 1 Timoteo 2:5-6a; el texto de la Reina Valera (60) fue modificado por los autores. 14. 1 Timoteo 2:8. 15. 1 Timoteo 2:7. 16. 1 Timoteo 2:9-10. El texto de la Reina Valera (60) fue modificado por los autores. 17. Véase Thayer, Greek-English Lexicon, 682. El lexicón de Thayer declara que esta palabra significa «del mismo modo, de manera similar». 18. Ya consideramos el significado de elipsis cuando nos detuvimos en Efesios 5:22, en el capítulo 10 de este libro. Una vez más, la definición de elipsis, según Microsoft ® Bookshelf 98, es «la omisión de una palabra o frase necesaria para una construcción sintáctica completa, pero no necesaria para su comprensión». Por ejemplo, no es raro decir: «voy a la tienda. Roberto, también». Aunque no se diga, se entiende que «Roberto también va a la tienda». De forma similar, La declaración de Pablo: «Quiero, pues, que los hombres oren... Asimismo que las mujeres...» debe entenderla el lector en el sentido: «También quiero que las mujeres oren...» 19. 1 Timoteo 2:1. 20. Gordon, «The Ministry of Women», World Missionary Review, 2. 21. Juan Crisóstomo. Citado por Charles Kingsley Barret, «Pastoral Epistles» en The New Clarendon Bible (Oxford: Clarendon Press, 1963), 55. También Keener, Paul, Women and Wives, 102-103: «Aunque la gramática no aclara este punto el "asimismo" de 2:9 probablemente sugiere que Pablo, después de instruir a los hombres a orar, instruye igualmente a las mujeres. Como en 1 Corintios 11, las mujeres no son silenciadas en la iglesia; se les permite orar». 22. Richard Kroeger y Catherine Clark Kroeger, «1 Timothy 2:9-10 Revisited», Priscila Papers 8.1 (Winter 1994), 4. Debido a que Éfeso rebosaba de 9.

inmoralidad, las instrucciones de Pablo a este respecto fueron especialmente relevantes. 23. Sentences of Sextus 513. Citado por Gordon Fee, New International Biblical Commentary: 1 and 2 Timothy, Titus (Peabody: Hendrickson Publishers, 1988), 71. Otro autor antiguo escribió: «La mujer sobria, liberta, debe vivir con su marido según ley, adornada de modestia, vestida de ropa blanca, limpia, sencilla, sin extravagancia ni excesos. Debe de evitar atuendos totalmente purpúreos, o con bandas en púrpura y oro, ya que tal clase de vestido es exhibido por hetairas (es decir, prostitutas) que cazan al acecho muchos hombres. Pero el adorno de la mujer que desea agradar a un sólo hombre, su propio marido, es su carácter y no su indumentaria. Pues la mujer liberta debe ser hermosa para su propio marido, no para los hombres del vecindario». Pseudo Melissa, Setter to Kleareta. Citado por Keener, Paul, Women and Wives, 106. 24. Davis, Old Rome, 97-98. 25. Plinio se asombraba en gran manera cuando algunas mujeres llegaban al extremo de «usar perlas para adornarse los pies, no ya colgándolas de los lazos dé las sandalias, sino incluso de las zapatillas». Pliny the Elder, Natural History, 9.56.114. 26. 1 Timoteo 2:10. 27. Kroeger and Kroeger, «Timothy Revisited», 5. 28. El único que no se emplea es exagello («publicar») y sólo se halla en 1 Pedro 2:9. 29. Anagello se encuentra en Romanos 15:21, 2 Corintios 7:7. 30. Apagello se halla en 1 Corintios 14:25, 1 Tesalonicenses 1:9. 31. Diagello se encuentra en Romanos 9:17. 32. Epagello se halla en Romanos 4:2-3; Gálatas 3:19; 1 Timoteo 2:10, 6:21; Tito 1:2. 33. Euagello se halla en Romanos 1:15, 10:15a, 10:15b; 15:20; 1 Corintios 1:17, 9:16a, 9:16b, 9:18, 15:1, 15:2; 2 Corintios 10:16, 11:7; Gálatas 1:8a, 1:8b, 1:9, 1:11, 1:16, 1:23, 4:13; Efesios 2:17, 3:8; 1 Tesalonicenses 3:6. 34. Katagello se encuentra en Romanos 1:8; 1 Corintios 2:1, 9:14, 11:26, Filipenses 1:16, 1:18; Colosenses 1:28. 35. Paragello se halla en 1 Corintios 7:10, 11:17, 1 Tesalonicenses 4:11; 2 Tesalonicenses 3:4, 6, 10, 12; 1 Timoteo 1:3, 4:11, 5:7, 6:13, 6:17.

Timoteo 2:11-15a; el texto de la Reina Valera (60) fue modificado por los autores. 37. 1 Timoteo 2:1-8. 38. 1 Timoteo 2:8. 39. 1 Timoteo 2:9-10. 40. 1 Timoteo 6:3. Énfasis añadido. 41. 1 Timoteo 1:6, 6:21, 4:1. Énfasis añadido. 42. 1 Timoteo 1:3; el texto de la Reina Valera (60) fue modificado por los autores. Énfasis añadido. 43. 1 Timoteo 4:7. 44. 1 Timoteo 5:13. 45. 2 Timoteo 3:6-7. 46. 2 Timoteo 3:13; el texto de la Reina Valera (60) fue modificado por los autores que tradujeron correctamente anthropos. 47. 1 Timoteo 1:20, 2 Timoteo 2:17. 48. 1 Timoteo 1:20, 2 Timoteo 4:14-15. 49. 2 Timoteo 2:17. 50. 2 Timoteo 1:15, 2 Timoteo 4:10. 51. Pablo declaró en 1 Corintios 5:1: «...Alguno tiene la mujer de su padre». Pocos versículos después vuelve a hablar de «este hombre» (1 Corintios 5:5). Aunque no menciona sus nombres, el apóstol tenía claramente en mente una mujer y un hombre, La notoriedad del caso hizo que la mención de sus nombres fuera innecesaria. Los corintios sabían a quién se estaba refiriendo. 52. Tito 3:10-11. 53. Tito 1:5. 54. Tito 1:11. 55. Tito 3:10. 56. Tito 1:11. 57. Mateo 18:15-17. 58. Timoteo 2:13. 59. Dos veces, en sus epístolas, Pablo culpó a Adán de la entrada del pecado en el mundo: Romanos 5:12-21 y 1 Corintios 15:22. No hay una declaración paralela referente a Eva en los escritos de Pablo. 60. El pecado es pecado, y como tal, nunca es excusable. No obstante, las Escrituras reconocen la diferencia entre el pecado cometido deliberadamente y 36.

el inconsciente. Jesús dijo: «Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco» (Lucas 12:47-48a). Pablo parece aplicar este principio a la diferente disciplina con que trata a Himeneo y Alejandro, por una parte, y a la mujer, cuyo nombre no se menciona, por otra. Del mismo modo, esto explica el distinto juicio con que juzgó los actos de Adán y los de Eva. CAPÍTULO 17 1. 1 Timoteo 2:11, 2 Timoteo 2:17. 2. Spencer, Beyond the Curse, 74. La autora refleja fielmente el singular del texto griego empleando «mujer» hasta la última frase, en donde usa el plural «mujeres». Nuestra cita lo corrige, sustituyendo la forma de plural con la de singular entre paréntesis. 3. «La mujeres efesias no habían sido enseñadas; no compartían normalmente el privilegio de la educación en el mundo grecorromano. Tampoco, el judaismo, por lo general, les permitía recibir instrucción». Haubert, Women as Leaders, 64. Véase también Hamilton, I Commend to You Our Sister, 37-38,55ff y 110ff. 4. 1 Timoteo 1:20. 5. 1 Timoteo 2:11. Véase Hamilton, I Commend to You Our Sister, Apéndice N y R para un estudio completo de estas dos palabras clave. Note que la frase no defíne a quién debe estar «sujeta». ¿Acaso al maestro? ¿A Dios? ¿O a la verdad enseñada? 6. Kroeger and Kroeger, I Suffer Not a Woman, 68. 7. 1 Timoteo 2:8. 8. 1 Timoteo 2:9. 9. Spencer, Beyond the Curse, 79. 10. M. Avot 1.17, Citado por Aida Dina Besançon Spencer, «Eve at Ephesus: Should Women Be Ordained as Pastors According to the First Letter to Timothy 2:11-15?» The Journal of the Evangelical Theological Society (Fall 1974), 218. 11. Haubert, Women as Leaders, 64. 12. Santiago 1:19. 13. Spencer, Beyond the Curse, 75.

«Que cuando se trata del estudio la cuestión es diferente, como ha sido enseñado: ―No aprenderás a hacer‖; pero puedes aprender a fin de entender y enseñar». B. Avodah Zarah 43b. 15. B. Sotah 37a-b. 16. Véase Hamilton, I Commend to You Our Sister, 109ff. También Biale, Women and Jewish Law, 31. 17. Esdras 7:9-10. Énfasis añadido. 18. Kroeger y Kroeger, I Suffer Not a Woman, 60. 19. 2 Timoteo 3:13. Note que Pablo usa anthropos. 20. 1 Timoteo 1:3, Note que Pablo usa un pronombre que incluye a los dos géneros. 21. 1 Timoteo 1:6-7. Note que Pablo usa un pronombre que incluye a los dos géneros. 22. 2 Timoteo 2:17. 23. 1 Timoteo 1:20. 24. Berkeley Mickelsen, «Who Are the Women in 1 Timothy 2:1-15? (Parte II)», Priscilla Papers, 2.2 (Spring 1988), 6. 25. 1 Timoteo 4.6. 26. 2 Timoteo 1:5 27. 2 Timoteo 3:14-15. 28. Una vez más, la Reina Valera (60) usa aquí «hombres», lo que puede inducir a confusión. En griego aparece anthropos, que incluye a los dos géneros, mejor traducido por «personas». 29. Kroeger and Kroeger, I Suffer Not a Woman, 82. 30. Authentein. 31. Los expertos no se ponen de acuerdo en cuanto al origen de esta palabra. «Etimológicamente significa ya sea ‗‗matar‖, ya sea ―ejercer autoridad‖». Sharon Hodgin Gritz, Paul, Women Teachers, and the Mother Goddess in Ephesus: A Study of 1 Timothy 2:9-15 in Light of the Religious and Cultural Milieu of the First Century, (Lanham: University Press of America, 1991), 134. Esta «palabra clave... implica asesinato, principio y copula [los cuales], eran elementos de las religiones secretas practicadas en el Asia Menor». Kroeger and Kroeger, I Suffer Not a Woman, 87. Tiene una amplia gama de significados: el dar comienzo a algo, el ser el principal responsable de una circunstancia o acción (especialmente asesinato), gobernar, dominar, usurpar el poder o derechos de 14.

otro, alegar propiedad, soberanía o autoridad. Kroeger and Kroeger I Suffer Not a Woman, 84. 32. La palabra que el Nuevo Testamento griego normalmente emplea para autoridad es exousia. Véase Hamilton, I Commend to You Our Sister, Apéndice M. 33. 1 Timoteo 3:1-13. 34. Marcos 10:42-45. La misma enseñanza se registra también en Mateo 20:25- 28 y Lucas 22:25-27. Note que, en los Evangelios, «autoridad» no es la traducción de authentein, sino de palabras derivadas de la más usada exousia. Véase Hamilton, I Commend to You Our Sister, Apéndice M. 35. En 1 Timoteo 4:3 Pablo afirma: «Prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad». Parece que las prácticas legalistas de los falsos maestros distorsionaron la verdad acerca de lo que «Dios creó». Por eso Pablo pudo estimar necesario añadir la frase: «Jesucristo que da vida a todas las cosas», en 1 Timoteo 6:13, para definir la naturaleza de Dios. 36. Esta pudo ser la razón por la que Pablo emplea la difícil palabra authentein en el versículo 12. Por este motivo, los Kroeger traducen 1 Timoteo 2:12: «No permito a la mujer enseñar ni proclamarse a sí misma autora del hombre». Kroeger and Kroeger I Suffer Not a Woman, 189. 37. Génesis 2:16-17. 38. Génesis 2:22. 39. Génesis 3:1. 40. Trombley, Who Said?, 100. Véase también Hamilton, I Commend to You Our Sister, 94. 41. Génesis 3:9-11. 42. Génesis 3:15, Énfasis añadido. 43. Véase 1 Timoteo 2:3-6, Génesis 3:15, Gálatas 4:4. 44. 1 Timoteo 1:15. 45. 1 Timoteo 2:2. 46. 1 Timoteo 2:15b. 47. 1 Timoteo 1:5. CAPÍTULO 18

1 Timoteo 3:1: el texto de la Reina Valera (60) fue modificado por los autores. 2. Note el empleo que se hace del pronombre indefinido, traducido aquí por «alguno». Esta es una palabra que incluye a los dos géneros en griego. Note también que no hay otros pronombres en la oración griega. El «de él/de ella» y «él/ella» están implícitos en la tercera persona singular de los dos verbos. No hay distinción entre masculino y femenino en esta conjugación. Los verbos pueden aludir a personas de ambos géneros. No hay razón gramatical en el texto para traducir el pronombre en un género y no en el otro. 3. 1 Timoteo 3:11. 4. Véase Hamilton, I Commend to You Our Sister, Apéndice J.1. 5. 1 Timoteo 1:20. 6. 1 Timoteo 3:2-10, 12-13. 7. 1 Timoteo 3:7. 1.

EPÍLOGO 1. Aulo Gelio, Attics Nights, 1.6 Citado por Lefkowitz y Fant, Women’s Life, 103. 2. Tertuliano, Concerning the Dress of Women, 1.1 Citado por Rosemary Radford Ruether, Sexism and God-Talk: Toward a Feminist Theology (Boston: Beacon Press, 1983), 167. Énfasis en el original. 3. Emma T. Healy, Women According to Saint Bonaventure (Nueva York: Georgian, 1956), 46. Citado por Ruth A. Tucker, Women in the Maze: Questions and Answers on Biblical Equality (Downers Grove: InterVarsity Press, 1992), 156. 4. Salmo 19:12-14. 5. Franson, citado en Women in the Maze: Questions and Answers on Biblical Equality (Downers Grove: InterVarsity Press, 1992), 179.

SOBRE LOS AUTORES LOREN CUNNINGHAM ha enseñado acerca del ministerio de la mujer por más de treinta años. «Juventud con una Misión», (la organización misionera internacional e interdenominacional que él fundó con su esposa, Darlene) ha sido una herramienta útil para que muchos obedezcan el llamado de Dios: jóvenes, laicos, obreros de temporada corta, misioneros no occidentales y mujeres de todos los continentes. Por haber ministrado en todas las naciones del mundo, él conoce de primera mano el alcance de la pregunta ¿Por qué no la mujer? Loren ha escrito otros tres libros: Como triunfar con Jesús, Tu fe y tu Dinero y ¿Eres tú, Señor? Él y Darlene residen actualmente en Kona, Hawaii. DAVID J. HAMILTON es un veterano misionero y estudioso que en su tesis de licenciatura trató los difíciles pasajes bíblicos relacionados con el ministerio de la mujer, extensa obra en la que cita unos cuatrocientos libros y artículos. David ha sido coautor de Courageous Leaders Transforming Their World y editor de contenido de la Biblia de Estudio Misionera. Ha servido en «Juventud con una Misión» por más de veinte años, y es actualmente rector asociado de la Universidad de las Naciones, así como asesor de su presidente. Él y su esposa Cristina tienen cuatro hijos. JANICE ROGERS y su marido Jim residen en Lindale, Texas, donde son precursores de un centro de formación en comunicaciones: «juventud con una Misión» -Woodcrest. Tienen tres hijos mayores que trabajan con JUCUM. Janice es también hermana de Loren Cunninham, con quien ha escrito tres libros.

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