DOS SIGLOS DE LITERATURA DOM.INICANA (S. XIX - XX)
POESÍA ( 11 )
DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA (S. XIX - XX)
POESÍA ( 11 ) Selección, prólogo y notas:
Manuel Rueda
COLECCiÓN SESQUICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA NACIONAL Volumen X
Colección Sesquicentenario de la Independencia Nacional Vol. X
Título original: DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA (S. XIX - XX) POESÍA Selección, prólogo y notas de Manuel Rueda
Edición al cuidado de: Arístides Incháusteguí Blanca Delgado Malagón
Composición: Andrés Blanco Díaz
Diagramación: Deisy Ortiz
Reproducción fotográfica: Leonel Castillo
Impresión: Editora Corripio, C. por A. Calle A esq. Central Zona Industrial de Herrera Santo Domingo, República Dominicana 1996 En la tipografía de esta edición han sido empleadas las siguientes fuentes: Korinna en la portada y Stone Serif en el interior del libro.
CONTENIDO
JOAQuíN BALAGUER (1906)......................................................... La venda transparente En mi biblioteca Supervivencia Elegía de los 80 años A Dios Un pino fue mi maestro
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MANUEL DEL CABRAL (1907) Carta a mi padre Mulata Aire negro................................................................ Negro manso La preñada. Carta a compadre Mon Poemas 1, 2, 3, 4 Y5................................................................ Poesía........................................................................................ Agua.......................................................................................... Pequeña carta a una rosa......................................................... Manuel y su cadáver Aire durando
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FRANKLIN MIESES BURGOS (1907-1976) Esta canción estaba tirada por el suelo.................................... Elegía por la muerte de Tomás Sandoval
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Rosa en vigilia A la sangre Las dos rosas Cuando la rosa muere .. Trópico íntimo Paisaje con un merengue al fondo Presagio de «Sin mundo ya y herido por el cielo» El angel destruido: Barro inaugural.......................... Adán de angustia Eva recién hallada................ Primera evasión Exégesis del aire........................................................................ PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR (1907-1981) El universo en mí (fragmentos) Sombra de miedo Gimnopedia a la memoria de RDN [Rafael Díaz Niese]
51 51 52 53 56 67 70 71 72 74 76 76 79 81 93 95
GLADIO HIDALGO (1910-1937) El hospedaje La promesa a la madre.............................................................
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MANUEL VALERIO (1910-1980) Cantares Momento de la muerte Sueño de muerte Alguien ahora
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FRANCISCO DOMÍNGUEZ CHARRO (1910-1943) Viejo negro del puerto Oda de ayer y siempre al río Higuamo Medio centavo
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HÉCTOR INCHÁUSTEGUI CABRAL (1912-1979) Canción suave a los burros de mi pueblo
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CONTENIDO
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Invitación a los de arriba Matanzas de noria Secreto La muchacha del camino................ Retorno al hombre Canto triste a la patria bien amada Preocupación del amor
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PEDRO MIR (1913) Cita marinera con una mujer imaginaria Poema del llanto trigueño La vida manda que pueble estos caminos Al portaviones Intrépido Hay un país en el mundo
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RUBÉN SURO (1916) Proletario Soneto de yodo y sal...... Estrofas de pueblo para muchacha de campo
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CARMEN NATALIA (1917-1976) Alfarero celeste Grito Canto al soldado inminente
180 181 182 185
AÍDA CARTAGENA PORTALATÍN (1918-1994) Cómo llorar la muerte de una rosa Estación en la tierra La casa Otoño negro Henri Matisse Una mujer está sola
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ENRIQUILLO ROJAS ABREU (1920)............................................... Croquis de la Creación....... Muerte nuestra que estás en la Tierra
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA· pOEsíA
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FREDDY GATÓN ARCE (1920-1994) Muerte en blanco Vlía (fragmentos) Poema del niño y el hombre Poema de Dios Poema de la luz '" Letanía Además, son Tránsito y gloriade Bernardina Recarez Una vez más.. Cantos comunes (V, XXXIII YXXXIV)
205 207 208 212 218 220 224 228 231 235 239
MANUEL RUEDA (1921) La noche alzada Fonógrafo Consejade la muerte hermosa La criatura terrestre (fragmento final) Canto de regreso a la tierra prometida La canción del rayano Cantos de la frontera Canción inacabada Retajila de la Señora Justicia
243 246 247 247 249 252 256 259 262 264 264 265 270
~.................................
Retajila
Visiones de la tierra Pueblosin nombre ANTONIO FERNÁNDEZ SPENCER (1922-1995) Así la vida es hoy..................................................................... Sobre la Tierra La muerte El libro de la muerte Los testigos Así ha de cantarse hoy.....
275 277 278 279 280 283 290
MARIANO LEBRÓN SAVIÑÓN (1922) Dulce temblor
295 296
CONTENIDO
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Fuego en el río Grillo Mi canto Asombro de guijarros Gayumba Por tierras del Sur Al nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo Cancioncilla Variaciones en el amor Rosa mejor........ Arrebatada muerte
297 297 298 301 304 305 306 307 308 309 310
VÍCTOR VILLEGAS (1924) Diálogos con Simeón ( I ): Itinerario del dolor Elegía de la muerte Entrar a la memoria si está sola Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza
312
RAMÓN CIFRÉ NAVARRO (1926-1980) Definición del alba Espado en la tiniebla Carta húmeda de sol.....
327 328 330 332
RAFAEL VALERA BENÍTEZ (1928).................................................. Balada para la patria inocente El hijo del amor
335 336 873
JUAN SÁNCHEZ LAMOUTH (1929-1968) En la tormenta... Autorretrato... Fábula de la tristeza y la alegría Pájaros, pájaros. Canto al presentido petróleo de mi pueblo Corazón sin ruta Donde el poeta presiente su temprana muerte
340 341 342 342 343 344 34( 34
313 320 324 325
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA - POESÍA
RAMÓN FRANCISCO (1929) Patria montonera
348 350
JUAN CARLOSJIMÉNEZ (1929-1960)............................................ Balada La espera.
356 357 358
LUPO HERNÁNDEZ RUEDA (1930) Poema Después del sol y de las lilas.. Arlington Cementery El pez rojo Círculo (fragmentos 1, 11, IV Y VII) Por el mar de tus ojos
363 365 366 368 370 376 389
ABELARDO VICIOSO (1930) El poeta ebrio La soledad no es mía Soledad: día cero
392 393 394 395
JUAN ALBERTO PEÑA LEBRÓN (1930) 397 Preludio gris.............. 398 Salutación de Job 399 Lluvia........................................................................................ 401 La isla. Canto 7......................... 402 MAXIMO AVILÉS BLONDA (1931-1988)....................................... Voz Elegía por la muerte de un ave El insecto Centro del mundo (fragmentosI y 11) Junio 1965 De Cantos a Helena (1) Llueve y es que es mayo Dulce Señora (XII)
408 411 411 412 413 415 416 418
CONTENIDO
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LUIS ALFREDO TORRES (1935-1992) Los bellos rostros Canto a Proserpina El enfermo lejano
420 421 426 432
MARCIO VELOZ MAGGIOLO (1936) Decir de las sombras El Palacio de Justicia Canto Elegía a Juan Lockward..... Para qué el nombre
436 440 443 444 445 446
RENÉ DEL RISCO BERMÚDEZ (1937-1972) El viento frío...... El diario caminar Pequeña muerte. Soy tú........................................................................................ Soneto ante la rosa Por la muerte de todos Palabras al oído de un héroe Justificación de la oda
448 449 450 452 452 453 454 455 457
JUAN JOSÉ AYUSO (1940) Bienaventurados los cimarrones: Primera vuelta Parte 11: Miga de pan. Amor. La vieja rebeldía.
460 460 464
MIGUEL ALFONSECA (1942-1994) Coral sombrío para invasores La sangre que frutece
469 470 471
JEANNETIE MILLER (1944) Yografía La loca Después de todo mejor me callo Mi lengua
475 476 477 478 479
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA· POESÍA
NORBERTO JAMES (1945) Los inmigrantes..........
483 484
LEÓN DAVID (1945) Invitación a la alegría a través del dolor
488 489
PEDROVERGÉS (1945) De cómo describir lo que se hace..... Mestizas Interior Allá me espera el agua, la luna que perdí, la rosa de tu pecho
495 496 497 498
ANDRÉS 1. MATEO (1946) Portal de un mundo La infancia y el signo Francoís Villon
501 502 507 509
MATEO MORRISON (1947) En principio.............................................................................. Madre - la esperanza Aniversario del dolor..
512 513 514 514
JUAN CARLOS MIESES (1947) Talía Despedida Atila rex
516 517 518 521
ENRIQUILLO SÁNCHEZ (1947) Estuve en tus senos como una fiera muda A buen tiempo.. Llovizna.. Primeras letras Día de compras No sé si bailas o si callas
527 528 529 530 531 532 533
498
CONTENIDO
xiii
SCHEREZADA VICIOSO (1948) Incertidumbre. Carta
535 536 537
ENRIQUE EUSEBIO (1948) Compañera Declaración de principios Decir Patria Intimidad con la lluvía.. Escritura entre letras
541 542 542 543 543 544
JOSÉENRIQUE GARCÍA (1948) Conjunción Invocación al mar Ascenso a la casa Historia............................................................ Huellas de la memoria (14, 17 Y 18)
548 549 549 550 551 552
CÁNDIDO GERÓN (1950) Amén en el camino Asombro de los tiempos Primer canto Por los caminos de América
555 556 559 560 564
ALEXIS GÓMEZ (1950) Espejos que borrar Vendaval de otro mundo Rostro de mujer negra
568 569 570 571
SOLEDAD ÁLVAREZ (1950) Circense............................................ Declaración..... Momento Del amor cortés Poema Oradón de la mujer sola
572 574 574 575 576 577 578
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA - POEsíA
Golpe de dados En casa Itinerario I Itinerario 11 Pasaje de sueño
580 580 581 582 583
TONY RAFUL (1951) Canto de amor a Palestina Canto a Dios irreconocible
585 586 587
RADHAMÉS REYES VÁSQUEZ (1952) El crepúsculo de Ezra Pound
589
CAYO CLAUDIa ESPINAL (1955)................................................ Acontecen neblinas Banquetes de aflicción (fragmentos)
594 595 599
TOMÁSCASTRO (1959) Concierto a puertas cerradas Anónima con campanas de fondo Negación de la costilla Conocer la noche Amor sobre todas las cosas
607 607 608 609 610 610
JOSÉ MÁRMOL (1960) Poema 24 al Ozama. Acuarela Otra vez un poema Esquicio del vuelo Al nombre de alguna mujer Pensamiento Abdicación.........
611 612 613 613 613 614 614
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JOAQUÍN BALAGUER (1906)
La primera faceta digna de ser estudiada enlavida literaria de este autor es lade supensamiento político, expresado a través de una larga carrera como orador y en ensayos y páginas autobiográficas que, como Laisla al revés, La palabra encadenada y Memorias de un cortesano de la Era de Trujillo, plasman su ideología, mantenida siempre, desde sus primeros años hasta la fecha, en una misma dirección. El político sagaz se pone en ellos de manifiesto y, a pesar de sus aspectos sorprendentes y enigmáticos, conforman uncuerpo de ideas congruente con una trayectoria que ha sabido aprovechar en su favor todos los altibajos de la vida nacional. Conocedor de la sicología del poder, este político ha gobernado el país como un maestro y como un patriarca, imponiendo una personalidad vibrante que desde sus albores, y atravesando toda la Era de Trujillo, ha llegado hasta lo que bien podemos llamar laEra de Balaguer. O sea, que sus funciones, dentro del aparato del Estado, ya han rebasado largamente las seis décadas. Otra faceta de esta personalidad única de nuestras letras es la del ensayista. Investigador incansable y conocedor a fondo de nuestra historia y de los personajes que la conformaron, Balaguer ha sido un biógrafo fervoroso de nuestros prohombres aquienes hadedicado libros ya famosos ennuestra historiogra{fa como son El Cristo de la libertad (biogra{fa de Juan Pablo Duarte), El centinela de la frontera (vida y hazafías de Antonio Duvergé), astcomo labrillante colección de Los [11
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA - POESÍA
próceres escritores, con imparciales análisis denuestros hombres más representativos delsiglo XIX. Tambiéndebemos mencionarsu magistral estudio «Colón, precursor literario» al que acompañan otros sobre figuras yacontecimientos delacolonia. Balaguer haproducido hermosos libros de recreación de nuestros monumentos coloniales, como lo es Guía emocional de la ciudad romántica, y ha incursionado en la narrativa con un libro único titulado Los carpinteros. Debemos agregar aquí que como una prueba de su seriedad y de su talento analítico, quelocolocan a lacabeza denuestros grandes investigadores, junto a Pedro Henriquez Ureña, ha producido un libro de inevitable consulta dentro denuestro idioma: Apuntes para una historia prosódica de la métrica castellana. Por último, llegamos a la faceta suya que ahora más nos interesa, el Balaguer poeta, dificil de situar ya que su estilo, de un evidente postromanticismo, se ha mantenido, como le ha sucedido a su pensamiento político, inalterable a través del tiempo, aunque ahondándose y precisándose en el curso de una madurez que lo ha convertido en el poeta familiar por excelencia, al cantarle a las cotidianidades delhogar, a lasmuertes y sucesos quelohan estremecido. Así vemos cómo, tomándose un tiempo propio dentro de sus labores oficiales, ha dejado abierto el cauce de losdolores íntimos paracantar la muertede sus progenitores y de sus hermanas, en poemas elegíacos contenidos en Cruces iluminadas, La cruz de cristal y La venda transparente. Con el tiempo, también la poesía de Balaguer, como purificada en la fragua deldolor, seha idodespojando delasamarguras y anatemaspropios de un estilo tal vez inspirado en las blasfemias de Vargas Vila; a estatendencia pertenecían algunos tonos deesaTebaida lírica tan citada porsus adversarios políticos y queno veníana sermás que las modalidades de una época de crisis en un joven poeta de diecisiete años. Como venimos diciendo, la poesía de Balaguer, pesea latrama dedolor sobre laqueestáhecha, ha devenido en acentos nobles, en una filosofia positiva, aunqueun tanto amarga, dela vida llegando, como en «Elegía de los 80 años», uno de sus mejores poemas, a las
JOAQUÍN BALAGUER
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reminiscencias enternecedoras deunJosé Marti. Completan su temática una visión paradisíaca de la naturaleza y una nostalgia, propia del repertorio romántico, de amores perdidos y de idilios imposibles. Joaquín Balaguer nació en Navarrete, hoy Villa Bisono, el 1 fl de septiembre de 1906. Hijo de Joaquín Balaguer Lespier, comerciante de ascendencia catalana nacido en Puerto Rico, y Carmen Celia Ricardo, dominicana. Ha sido sieteveces Presidente de la República, superando en ésto a Buenaventura Báez, Compartió el Premio Nacional de Literatura de 1990 con Juan Bosch. OBRAS PUBLICADAS:
Psalmos paganos (1922), Claro de luna (1922), Tebaida lírica (1924), Nociones de métrica castellana (1930), Azul en los charcos (1941), La realidad dominicana (1941), El Tratado Trujillo-Hull y la liberación financiera de la República Dominicana (1941), La política internacional deTrujillo (1941), Guíaemocional delaciudadromántica (1944), Letras dominicanas (1944), Heredia, verbo de la libertad (1945), Palabras con acentos rítmicos (1946), Realidad dominicana. Semblanza de un país y un régimen (1947), Los próceres escritores (1947), Semblanzas literarias (1948), En tornode un pretendido vicio prosódico de los poetas hispanoamericanos (1949), Literatura dominicana (1950), El Cristo de la libertad (1950), Federico García Godoy (antología, 1951), Elprincipio de alternabilidaden la historia dominicana (1952), Juan Antonio Alix: Décimas (Prólogo y recopilación, 1953), Consideración acerca delaproducción einversión de nuestros impuestos (1953), Apuntes parauna historia prosódica de la métrica castellana (1954), El pensamiento vivo de Trujillo (1955), Historia de la literatura dominicana (1956), Discursos. Panegíricos, política y educación política internacional (1957), Colón, precursor literario (1958), Elcentinela de la frontera. Vida y hazañas deAntonio Duvergé (1962), El Reformismo: titosotia política de la revolución sin sangre (1966), Misión delosintelectuales (Discurso, 1967), ConDios, con la patria y con la libertad (Discurso, 1971), Conjura develada
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA· pOEsíA
(Discurso, 1971), Antelatumba de mimadre (1972), Temas educativos y actividades diplomáticas (1973), La marcha hacia el Capitolio (1973), Discursos. Temas históricos yliterarios (1973), Temas educativos y actividades diplomáticas (1974), Cruces iluminadas (1974), La palabra encadenada (1975), Martf, critica e interpretación (1975), La cruz de cristal (1976), Discursos escogidos (1977), Discurso en el develamiento de laestatua del poeta Fabio Fiallo (1977), luan Antonio Alix, critica e interpretaci6n (1977), Pedestales. Discursos históricos (1979), Huerto sellado. Versos dejuventud (1980), Mensajes alpueblo dominicano (1983), Entre lasangre del 30 demayo y ladel 24 deabril (1983), Laisla al revés (1983), Galería heroica (1984), Los carpinteros (1984), Lavenda transparente (1987), Memorias deuncortesano dela «Era deTruiillo» (1988), Romance del caminante sindestino (Enrique Blanco) (1990), Voz silente (1992), Devuelta al capitolio 1986-1992 (1993).
LA VENDA TRANSPARENTE
Vivo de mis recuerdos. Me encamina, entre las sombras de mi noche oscura, una luz que ilumina la senda sin ventura en que arrastro de viejos engaños la creciente amargura, además de la carga de mis años, Es mi hora sombria. Desolada, la vía, con las huellas de mis pasos, luce ya abandonada, y, recordando triunfos y fracasos, llevo en el alma helada la tristeza de todos los ocasos.
JOAQuíN BALAGUER
Cuando sobre mis párpados desiertos cayó la sombra fría, me creí sepultado en los inciertos mundos de una tiniebla tan sombría como la propia noche de los muertos. Pero luego en mi alma estalló un grito que vino desde allá, de lo infinito, y una puerta se abrió con la esperanza de ver desde la oscura lejanía otra luz encenderse en lontananza. A veces una ola, por vientos tempestuosos combatida, batiendo como un pez su enorme cola se encrespa, ruge, se estremece, canta, en cada acantilado se agiganta y hecha pedazos, pero no vencida, alza su blanca enseña y a todos nos enseña a triunfar de la mar embravecida. Así un alma sola, por tremenda tormenta sacudida, se levanta, se inmola, y en sabe Dios qué playas de la vida nuevamente enarbola su bandera la fe reverdecida. Los ciegos recibimos mensajes de otras zonas misteriosas, vemos por intuición y percibimos con el tacto las formas más borrosas.
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA - POESÍA
Con un sexto sentido adivinamos muchas cosas sepultas, cosas que con los dedos no palpamos, que se encuentran ocultas en sombra sepulcral... y que ignorarnos. Somos también los dueños de un mundo de cristal que no envejece, hijo de nuestros sueños inmóvil en el tiempo permanece, 10 poblarnos con ángeles risueños y en medio de la sombra resplandece. No vernos en el cielo las estrellas, pero en noches radiosas intuimos más fúlgidas sus huellas, porque siempre las cosas a la luz del recuerdo son más bellas. Gracias a la imprevista tragedia de mi vista, puedo, a pesar del tiempo, contemplarte, a ti, humana obra de arte, soberbio monumento en tu mejor momento, en plena juventud, cuando tenías más dulces alegrías, cuando la vida te brindó su halago antes de que blanqueara tu cabeza y antes que tu belleza sufriera de los años el estrago. En todo el esplendor de tu hermosura, a pesar de los años puedo verte cual marmórea escultura más allá del olvido y de la muerte.
JOAQUÍN BALAGUER
La ambición de los hombres siempre ha sido congelar la corriente de la historia, atar el tiempo ido en la hora triunfal de la victoria, tornar al bien perdido para hacerlo inmortal como la gloria. Qué distintos los hombres habrían sido si los tiempos se hubieran detenido en el más noble codo de la historia, cuando surgiste Tú sobre la escoria de un mundo descompuesto, con la euforia de tu inmortal sermón que representa la paz en la tormenta, sobre todas las cosas, la victoria del amor sobre el odio, y de la gloria sobre la vil miseria y sobre la ruindad de la materia; cuando llegaste Tú que tantas veces repetiste el milagro de los peces, que supiste calmar los elementos, disciplinar los vientos, poner sobre el océano tu planta y avanzar sobre él, sin que tu manta se hubiera humedecido, sin que la sal manchara tu vestido, que dejaste los páramos abiertos y los montes desiertos para hablar con los muertos y los vivos en el huerto inmortal de los olivos. El amor y la paz son hoy los nombres que oír quieren los hombres.
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA· pOEsíA
Pueblos con diferentes inquietudes, de opuestas latitudes, antípodas de un globo hoy en poder del odio, fiero lobo que predica la guerra sin cuartel como en los viejos tiempos de Israel, quieren ver en un mundo menos duro, bajo un cielo más puro, bajo un cielo más diáfano y más terso, brillar como un relámpago imprevisto en toda la extensión del Universo esta sola palabra: Jesucristo. No te pido, Señor, cosa tan alta como el don que me falta, sí te pido, Señor, que no me prives, a ti que en mi alma vives, del poder de soñar, que siempre pueda con la luz que me queda subir humildmente hasta la peña desde la cual dijiste tu palaba de amor, y repetiste con una voz extraña el himno del Sermón de la Montaña. Tu amor con el ejemplo nos enseña que hay un pan inmortal que no es de trigo, que quien come de él vive al abrigo del odio que a otras almas las domeña. Permite, pues, Señor, que yo también pueda izar en lo azul mi blanca enseña, porque tú sabes bien que no puede vivir el que no sueña.
JOAQuíN BALAGUER
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EN MI BIBLIOTECA Penetro en mi biblioteca donde está mi corazón y en una lágrima seca se condensa mi emoción. Me encuentro en un panteón en donde todo está frío: escojo un libro y atento fijo en él mi pensamiento, en su exterior me extasío, escojo otro y contento con entusiasmo sonrío. Quizás aquel que escogí fue un libro que yo escribí, no tiene nada de bello, pero es lógico, es humano, que sienta un escalofrío como si en torno a mi cuello sintiera tierno y ufano los brazos de un hijo mío. Escojo uno al azar y otros muchos al pasar, hasta que descubro al tacto al que conozco en el acto, mas todo mi esfuerzo es vano, todo en él luce sombrío, siento que llevo en la mano como un ataúd vacío.
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Busco el Mantilla primero, fuente inicial de saber en donde aprendí a leer y un día pinté un lucero y al pie le puse «Te quiero» junto a un nombre de mujer. Mas todo mi empeño es vano, pues perdido en un desierto, permanece el libro abierto cual sol sin luz en mi mano.
SUPERVIVENCIA Ciegos mis ojos por adversa suerte, llevo hace tiempo en mi pupila oscura la imagen de tu espléndida hermosura como en el día en que dejé de verte. Llevaré esa semblanza hasta la muerte, y aunque los años con su mano dura hayan martirizado tu figura, para mí no podrán envejecerte. En tu vida quizás los desengaños, completando la obra de los años, han quitado su brillo a tu grandeza. Pero mis ojos con su amor más tierno seguirán contemplando tu belleza como la imagen del amor eterno.
JOAQUÍN BALAGUER
ELEGÍA DE LOS OCHENTA AÑOS Ochenta años. Proeza es andar tanto camino, retando siempre al destino, sin doblegar la cabeza. Sobre mi cabeza cana se acumula mucha nieve, se ha puesto la noche breve y lóbrega la mañana. Los buenos no van delante, ni los malos van detrás, no avanza el que corre más ni el que es mejor caminante. No siempre es justa la muerte, juguete de sus caprichos, descendemos a los nichos por decreto de la suerte. Tengo amigos en mi lista, viajeros del mismo tren, que han bajado en el andén de una estación imprevista. Los que se fueron primero, los que se han quedado atrás, no imaginaron jamás precederme en el sendero. La muerte, con su guadaña, imita al destino humano;
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corta el árbol en el llano y también en la montaña. La vejez tiene su encanto, si el dolor nos extermina, también el dolor termina en la paz del camposanto. En esta cima nevada, desde mis ochenta años, cargado de desengaños no queda nada de nada. Pero a esta altura suprema, no llega el canto del grillo, ni el de la envidia sin brillo, ni el de la lengua blasfema. Desde esta cumbre serena, se ve que todo concluye, que cuanto el hombre construye se levanta sobre arena. Se entiende mejor la vida, la violencia es menos fuerte, se acepta mejor la muerte, la gente es más comprendida. El aire que hoy se respira es diferente al de ayer: en lo físico, el placer; en lo moral, la mentira.
JOAQulN BALAGUER
Se está apagando mi tea, más que el peso de los años, me causa mayores daños el mundo que me rodea. Las estrellas y las rosas conservan todas sus nombres, pero son otros los hombres y diferentes las cosas. Es tan inmenso el abismo que separa las dos eras, que al medir esas barreras me desconozco a mí mismo. Vivo entre seres extraños y en mi intimidad secreta, me siento de otro Planeta con distancia de mil años. De cuanto amé poco existe, caminando sobre el lodo me acerco al final de todo desengañado y más triste. Se oculta tras la barranca el sol del atardecer, se oye la nieve caer sobre mi cabeza blanca. Seguirá así sin cesar hasta que se cierre el broche sobre la flor de la noche, y nunca vuelva a nevar.
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA - POESÍA
A DIOS
Te agradezco, Señor, cuanto me has dado. Cosa que no esperé, que no he pedido, y que tu providencia me ha otorgado. Tu generosidad me ha concedido bienes que mi ambición no concebía, honores que jamás he merecido. Los sueños que incubó mi fantasía en bellas realidades convertiste, casi, Señor, sin la presencia mía. Al darme el padre amable que me diste lleno de amor, de sentimiento humano, fue tanta tu bondad que te excediste. En un hogar humilde pero sano, mi madre, como un don de su pobreza, muchas veces el sol puso en mi mano. No te pedí ni gloria ni riqueza, pero aprendí de tu sapiencia suma que está en la paz del alma la grandeza. Los bienes materiales son de espuma no dejan en la tierra ningún trazo su gloria pasa, su esplendor se esfuma. Por eso aspiro, que al romperse el lazo que me vincula con su fuerza al mundo descansar en la paz de tu regazo.
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JOAQUÍN BALAGUER
La duda a veces, con rigor profundo sumerge mi razón en el vacío y en sueños y temores me confundo. Por eso nunca te pedí un milagro obediente a tu ley, fiel a tu lema con el respeto que a tu fe consagro, termino amando tu verdad suprema y al verte inmenso en el madero impío exclamo como tú, con voz extrema: ¡Hágase en mí tu voluntad, Dios mío!
UN PINO FUE MI MAESTRO «Un pino me enseñó a cantar»
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Un pino fue mi maestro, por él aprendí a cantar, cuando algún pájaro diestro en el sufrir y el amar, dando al aire su sonata, bajo la luna de plata, estremecía al pinar como si fuera un lamento que se prolonga en el viento. Así un corazón humano sufre a veces cruel tormento, padece atroz sufrimiento por algún amor lejano.
FURCY P¡CHARDO
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De un pino aprendí a llorar, cuando en su penacho verde la dulce brisa, al pasar, parecía suspirar como pena que se pierde en la soledad del mar. De un pino aprendí a querer, cuando un pájaro perdido, al sol del atardecer, tornaba tal vez herido y al mirarlo aparecer se alegraba todo el nido, y otro pájaro querido lo arrullaba enternecido como con voz de mujer. De un pino aprendí a ser fuerte cuando alguna hacha asesina, hiriendo el tronco de muerte, por quitarle la resina le destrozaba la entraña, y herido con tanta saña con mayor fuerza se erguía y con más fe resistía la tormenta en la montaña. De un pino aprendí poesía y me hice poeta un día, viendo gemir el ramaje como guitarra salvaje, como una guitarra vieja que se queja, que se queja
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JOAQuíN BALAGUER
como si llevara dentro del corazón, en el centro, a un ruiseñor que delira, a un ruiseñor que suspira porque perdió su pareja y está solo tras la reja. Me ensenó un pino este reto que es de vivir el secreto: al tiempo de descender en medio de la espesura, de la montana en la altura, abatido por el rayo, en las tormentas de mayo lo vi sereno caer como el espíritu humano que se empina ante el tormento, para ser lena en el llano o ser canción en el viento.
M"n..~1 d~1 Cab,a' (1907)
MANUEL DEL CABRAL (1907)
Manuel Cabral Tavares nació enSantiago delos Caballeros el 7 de marzo de 1907. Manuel del Cabral es su nombre literario. Debido a quebrantos desumadre, escriado porsu tíaCarmita Tavares, la Cacán de sus versos, la que con carne y huesos, siempre me lavó el alma. En 1931-1932 (?) publica Pilón, su primer libro depoemas (Antonio Femández Spencer, ensu Nueva poesía dominicana afirma quePilón fue realmente publicado en 1936). En 1938 parte a New York, donde trabaja como obrero. Meses más tarde lesorprende un nombramiento diplomático. Va a Washington, deallía Bogotá, luego a Buenos Aires, donde reside porespacio de diez años y toma esposa argentina. Viaja aEspaña, Francia eItalia. Se relaciona con los más notables poetas de su tiempo. En 1963, Juan Bosch, entonces Presidente dela República, le otorga la representación del país en Chile, con rango de ministro. Reside enesta nación hasta 1966. Entonces, setraslada aBuenos Aires, donde fija su residencia nuevamente. Manuel del Cabral ha cultivado la prosa y el verso. Es además, pintor. Ha hecho exposiciones de sus cuadros en España y publicado una edición monográfica delo realizado en estecampo. Es una figura mayor denuestras letras, y esto debe ser dicho en más deun sentido: en el de su importancia, fecundidad y proyecciones. Cierta fama de incultura ha seguido a menudo a Del Cabral debido a una frase de Gerardo Diego, quien dijo deélqueera elprimergran poeta inculto que [19]
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conocía. Del Cabral respondió llamando al poeta español, el primer gran poeta culto queconocía. Pero esta incultura no pasa de sermera coquetería depoeta quese sabedueño y señor de una voz. Digiere casi instantáneamente una cantidad enorme de noticias culturales y extrae deellas lasvivencias necesarias. Resultado: el máspuro DelCabral. Si Pilón y Trópico negro fueron consecuencia de la poesía negrista antillana (Nicolás Guillén, Palés Matos, etc.), y Sangre mayor del mejor Neruda, Chinchina busca el tiempo del Platero y yo de Juan Ramónliménez, Compadre Mon desu enfrentamiento conel Martín Fierro de José Hemández y Los huéspedes secretos de Sobre los ángeles de Rafael Alberti (paralelismos notados frecuentemente por diversos críticos), noesmenoscierto quetales obras sonabsolutamente originales, tanto queestamos frente a un caso poco comúnde un estilo único e inconfundible que al circular desde sus primeros hasta sus últimos poemas, desde sus cuentos y novelas, hasta sus páginas autobiográficas, confiere a toda la obra cabraliana una gran unidad. Haymuchos DelCabral, queen el fondo son unosolo, construyéndose y destruyéndose sin cesar, realidad imaginada reflejándose en una realidad concreta y viceversa, así hasta el infinito, en una sucesión de materia y espejos encadenados. El poeta percibe la unidad de ese mundo. Sabe quecualquiera de sus elementos puede casar conel otro. y hace los préstamos, a veces sin una razón aparente. Es cuando vemos dentro de un poema muy conocido, otro poema ensamblado; dentro de un mini cuento un soneto que ya había hecho fortuna por sí mismo; dentro dela Historia de mi voz, fragmentos deprosas poéticas, cuentos, situaciones quetenían ya una fisonomía propia en otros ámbitosy que de repente las encontramos tratando de provocar nuevos parentescos. No siempre se dice lo debido de Manuel del Cabral, y no pretendemos enestas breves notasserunaexcepción a la regla. A pesar detodo loque seha escrito sobre él,y desu abundantebibliografía, este poetaaún no ha sido analizado en su verdadera trayectoria. Falta el estudio de su poesía negrista y, sobre todo, falta el gran estudio de las vertientes populares de su obra maestra Compadre Mon, libro clásico donde el
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hombre dominicano adquiere rango continental. Estamos ante un poeta quese ha dedicado a captar «lo dominicano», por las categorías populares que maneja. Si en cada una de las diversas experiencias apuntadas anteriormente elpoeta ha dado obras degran importancia, ensupoesía de tonopopular encontramos al manejador de ritmo fácil, de la imagen colorista, al urdidor de mitos, de situaciones y metáforas, aljuglar queseaventura consus temasen un bosque depalabras eternas donde más que la voz habla la sangre. Es por este camino donde Del Cabral encuentra sus mejores aciertos, porla valorización queha hecho del alma, sentimiento y habla de su pueblo. Poeta en libertad, comprometido con su país y con su época. «Analfabeto» y culto, salvaje y refinado, sensualista y metafísico, regional y universal, dehoyy desiempre. Poeta múltipley contradictorio como la vida misma, sin amedrentarse ante temas ni géneros, que lo mismo dalapincelada intimistaqueaborda elgranfresco. Completando sujuicio anterior, Gerardo Diego ha dicho lo siguiente, tal vez comoun desagravio: «Extraño y formidable, estegranpoeta, Manuel delCabral, encuya voz, fundida a la temperatura de alto horno del hombre nuevo, parecen haberse dadocita todos loshombres de América, el continente que se descubre día a día en la imaginación exploradora del espíritu». En 1992 le fue concedido el Premio Nacional de Literatura, que es otorgado cadaañoporlaSecretaría deEstado deEducación, Bellas Artes y Cultos y la Fundación Corripio, Inc. OBRAS PUBLICADAS:
Pilón (1931/1932?), Color de agua (1932), Doce poemas negros (1935), Poemas (1936), Ocho gritos (1937), Biografía de un silencio (1940), Compadre Mon (1940), Manuel cuando no es tiempo (1941), Trópico negro (1942), Chinchina busca eltiempo (1945), Sangre mayor (1945), De este lado del mar (1948), Antología tietra, 1930-1949 (1949), Loshuéspedes secretos (1951), Carta a Rubén (1951), Segunda antología tierra 1930-1951 (1951), Veinte cuentos (1951),30parábolas (1956), Sexo y alma (1956), Dos cantos continentales y unos temas
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eternos (1956), A.ntologfa clave, 1930-1956 (1957), Pedrada planetaria (1958), Carta para un fósforo no usado y otras cartas (1958), Catorce mudos de amor (1962), Historia de mi voz (1964), La isla ofendida (1965), Los relámpagos lentos (cuentos, 1966), Los anti-tiempo (1967), El escupido (novela, 1970), Sexo no solitario (1970), El presidente negro (novela, 1973), La carabina piensa (1976), Obra poética completa (1976), Cuentos (1976), Palabra (1977), El Jefe y otros cuentos (1979), Diezpoetas dominicanos: tres poetas vivos y siete desenterrados (1980), Cuentos cortos con pantalones largos (1981), Cédula del mar (1982), Antología tres (1987), La espada metafisica (1989).
CARTA A MI PADRE ¿Qué más quieres de mí? ¿Qu.é otras cosas mejores? Padre mío, lo que me diste en carne te lo devuelvo en flores. Estas cosas, comprende, ya no puedo callarte. y o, como el alfarero con su arcilla en la mano, lo que me diste en barro te lo devuelto en arte. Creo ya, que ves claro, por qué levantar puedo este lodo animal-espeso de pensar-o ¡Siempre habrá un alfarero con su sueño en los dedos! Padre mío, ya ves, el agua que me diste, venía de una oscura profundidad de vida, pero como los días primeros de la tierra, aquel goterón mío se me llenó de altura...
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Qué más quíeres, no pudo hacerse licenciado mi corazón. Era mucho pedirle, padre mío, ¡no sabes lo grave que es a veces un hombre que en el pecho le entierren viva un ave! Quizás, por eso, aquello que me dieron horrible, preferí darlo bello. Diáfano, para el trino; para negocios, bruto, este es el fruto: con un poco de ti, y un poco del destino que me puso en la mano lo divino con lo humano, todo lo que en la carne hay de oscuro y perverso te lo devuelvo en verso. Qué más quiero, ¿mi herencia? Para qué, padre mío. Por mi herida de hombre sale un niño cantando. ¡Lo que la tierra piensa, se hace voz en el río!
MULATA Por el camino del acordeón te vi meterte sin pasaporte en el criollo país del corazón A ratos, machacas rumbas con tus zapatos, y tu cadera, que padece una vieja borrachera,
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y tu aliento que a veces quema hasta el fular del viento, saben a la locura de tu barro mezclado de mula tropical, de sol quemado.
Mulata que te hicieron de la noche y del día, en el café con leche bebo tu carne de fantasía. Tabaco para hacerlo picadura con el cuchillo de la dentadura: tu talle que le roba los ojos a la calle. Sobre las marejadas de la hamaca meces tu carcajada de maraca: como si de repente fabricaras la aurora en tu carne de cuero de tambora, de tambora, que a veces, roncos ruidos arrancas para las tempestades de tus ancas. Alma de raspadura y piel de ají, quema y endulza tu mordedura. Voy a decir que te metiste en mí como si fueras una calentura.
AIRE NEGRO
Cantan los cocolos bajo loscocales. Ya la piel del toro muge en el tambor. Los temibles lirios de sus carcajadas: sus furiosas lunas contra el nubarrón.
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Está fiero el cielo que cayó en sus ojos. Lucha con ancas de la hembra el son. Por entre pestañas de los cocoteros cuchillos de vit1.a le clava ya el sol. Nórtícos turistas mascan voces negras; piel color de rosa trópico quemó; pipas neoyorquinas, tufo de cerveza; (se tragó la kódak los Papá-becó). Las cocolas cantan cánticos calientes, cantos que retuercen vientres de alquitrán, y entre sus corpiños tiemblan cocos negros que a los cocolitos vida blanca dan. Recia risa, a ratos, hace heridas blancas. Hoy su noche alumbran, y anda por su piel ya borracho el son. Mas, la borrachera que entra por sus belfos, sale por los pies. y los dulces huesos de la dura caña no tienen más mieles ni más duros son, que la carne negra de la negra alegre que se alegra a golpes de tambora y sol. Sube por su cuerpo de bestia divina fuerte olor a tierra. Su respiración viene como un viento del ciclón del Cosmos, (la emborracha el rito mucho más que el ron). Sale ya del vientre del tambor la selva. Ya la piel del toro muge en el tambor. Y contra el silencio de sus ruidos roncos la negra desnuda parece una voz.
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NEGRO MANSO
Negro manso, ni siquiera tienes la inutilidad de los charcos con cielo. Sólo con tu sonrisa rebelde sobre tu dolor, como un lirio valiente que crece sobe la tierra del pantano. Sin embargo, negro manso, negro quieto: hoy la voz de la tierra te sale por los ojos, (tus ojos que hacen ruido cuando sufren).
LA PREÑADA
Mira la tierra abierta. Entra un sol panadero a dorarle sus ubres de futura parida. Yana... yo entré casi rezando ... Dejé de polizón en tus venas un ángel marinero, que será de los dos. ¡Oh vientre que con nieblas, siempre haces el alba! Ahora que el cansancio que tú tienes es mío, ahora, que está en plural tu voz.
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Mira aquí lo remoto, lo que no es mío ni tuyo y lo hicimos los dos. Por tus venas un ángel marinero -mediterráneo por tu corazónanda tirando redes, poniendo eternidades donde sólo minutos puse yo...
COMPADRE MON CARTA A COMPADRE MON
Tanto he pisado esta tierra, que es ella la que anda ya. COMPADRE MON.
Por una de tus venas me iré Cibao adentro. y lo sabrá el barbero, aquel que los domingos te podaba las barbas como quien poda un árbol de la patria. y también Domitila lo sabrá, Domitila que mientras comadreaba tenía entre las manos unos duendes que hacían pan sabroso hasta el lodo. y hablo de Domitila, porque sin esa cosa... quizá ni tu revólver fuera un poco de pueblo. Porque ella fue tu risa, fue tu pan y tu catre. ¿Qué hubiera sido entonces de esas cosas humildes que tocaron tus manos, tu calor, tus pisadas? Tu caballo hubiera sido siempre una bestia cualquiera. Tal vez sin estas cosas los muchachos con sueño
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ya hubieran enterrado tu pistola, tu espuela; todo lo que en tu cuerpo y en tu aire es la tierra que quiso no quedarse dormida. Porque tú, que no fuiste nunca niño de escuela, a la escuela te llevan en la boca los niños. Es que no quiero hablar de tus cosas mayores, ni aun de aquella extraña madrugada en que diste órdenes a un soldado para que repicara las campanas por tu llegada al pueblo. No. No quiero hablar ahora de tus cosas de todos. De lo que quiero ahora es hablar del remiendo que te hacía la tía en aquellos no aún gloriosos pantalones. Hablo de la ternura con que tú ya besabas sus manos costureras, cuando aún tus bolsillos se cargaban de piedras para romper faroles. La gente que te vio tan pequeñito no pensó que la tierra se iba a poner tan grande... Ahora, cualquiera cosa tuya huele a patria. Hasta Tico, el lechero que llega con un poco de leche en su sonrisa, y me dice: aquí, Manuel, estuvo Mon un día, ¡que no rompan la silla donde lo vi sentado; arrimado a esta puerta! Ya ves, Compadre Mon, no puedo hablarte ya de cosas grandes;
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tu pistola, tus barbas, tu caballo, tu nombre, todo es pequeño junto a esta sonrisa. ¡Cómo brilla tu historia en los dientes de Tico! Qué grande estás, Compadre Mon en esas cosas pequeñas.
¡Por las venas de Tico yo me iré Mon adentro! El maíz no lo sabe, ni el trueno, ni el agua. Pero tú estás en el maíz del niño que piensa crecer mucho y tener tu tamaño, y tener un caballo como el tuyo que entró en la historia a fuerza de ser patria. El trueno no lo sabe, pero tú estás en la garganta ronca de los tambores que enronquecieron de tanto hablar de ti..., de los rugidos del paso de tu sangre. El agua no lo sabe, pero eres el agua con un cuento... tú le pusiste edad al agua de los hombres..., al agua que más duele, la pesada ¡que siempre llena venas, y con sed siempre el hombre! Sin embargo, no quiero, no quiero hablar, Compadre Mon, de esas cosas visibles tuyas ... Yo prefiero decirte que Cachón, un muchacho enclenque de mi pueblo,
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estuvo muchos días y demasiadas noches, torturándose, fabricando, puliendo unas estrofas, y luego, sin comer, muchas veces, iba a mi casa, casi asustado, casi tartamudo, sorprendido, y como quien comete su más sagrado crimen, me decía: -Manuel, aquí tengo una cosa que quiero que tú veas. Pero nunca, nunca pude leerla, porque temblaba para darme aquello...r y volvía a su casa con aquello en secreto, y volvía a pulir, yana dormir, ni comer, y volvía a hablar solo. De esto, Mon, sí quiero casi hablarte en familia: de aquel muchacho débil escribiendo tu nombre, buscando entre tus barbas raíces de la tierra, los árboles perdidos de la patria... De esto, Mon, sí quiero casi hablarte en familia: de aquel muchacho en huesos que iba a la barbería y diez veces le preguntaba al barbero que cuánto le debía ... (Porque, Mon, es muy triste no terminar un verso). Aquel muchacho simple que perdió la memoria y que yo le decía que comiera... Aquella emoción pura que al nornbrarte, parece
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que se abría las venas para que se bebieran hondo y tibio tu nombre. Esto sí me parece que no deja que el tiempo gaste hasta lo más simple de tu voz: tu sonrisa. y a ti, Compadre Mon, que te encontré una tarde haciendo el hoyo puro del futuro cadáver de tu cuerpo (porque tenías un duelo aquella tarde). Pero nunca supiste que tu muerte no cabe en ningún hoyo de la tierra. Yo mismo que de níño te conocí en el aire que respiraba el pueblo, iba ya repartiéndome tu vida, iba haciéndote un poco de mis cosas, iba ya no dejándote morir... Después el campanario se ocupó de tu nombre, de tus cosas mayores. y era difícil ya, que como un hombre cualquiera, te pegaras un tiro, o te entregaras a menudencias, a pequeñas manías; porque hasta aquellas inútiles palabras a tu gato tenían ya un sentido, porque así son, Don Mon, todas las cosas que pertenecen a lo que ya tiene tamaño de destino... Un simple canto de gallo que despierta las cosas de la mañana, toma de pronto la estatura de un siglo, si entre las cosas que se despiertan con su canto se levanta un caballo con la Historia en el lomo.
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Te estoy diciendo esto, viejo Mon, ahora en que hacer unos versos y ponerse a decirlos es un peligro... tan grande como ponerse a hacer la patria con sables de madera de sándalo. Porque nosotros, los que hacemos estas cosas de sueño, no estamos preparados para la fiesta del honor con precio... Yo veo, a ratos, ciegos que tocan su instrumento por unos cuantos cobres. Muchas veces, después de sus canciones, vaya verme al espejo, y miro bien mi cara para ver si es la mía ... Porque, a veces, cuando cantan los ciegos, muchas cosas del cuerpo voy dejando no sé a donde... Por eso, pregunto por mi nombre cuando cantan los ciegos. Te estoy diciendo esto porque a veces lo que nació en tu pecho lo tienes en la mano... Te estoy diciendo esto, viejo Mon, porque a ratos, hablas conmigo cosas que hablando no me dices. He caminado mucho por los ríos que vienen de tu cuerpo cuando a oscuras te hieren; y sé que cuando sangras te salen por las venas los sueños más varones. Es que desde hace tiempo, tú construyes la patria, destruyéndote.
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POEMA 1
La tierra por aquí cuando madruga, siempre despierta con las amapolas que nacen de repente en las pistolas. Aquí, donde las balas se redimen. Donde un dedo de Mon es una historia. En esta tierra es caballero el crimen... En esta pequeñita geografía, en donde siempre la palabra macho es una catedral desde muchacho. Aquí, donde la voz está en el cinto, entre la dentadura de las balas, entre la dentadura del instinto. Aquí el crimen no tiene olor a plata. El hombre aquí, para matar es niño, porque también para ser niño mata. Aquí mi tiera, la que en la cintura lleva un cuchillo, porque siempre tiene el corazón entre la mano dura.
POEMA 2
Como frente a una carta de raíces, para saber el mapa de la tierra yo me puse a leer tus cicatrices.
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Sólo un hombre está allí, y es tan humano, que ya puedo saber, viendo sus dedos, a qué sabe la tierra en una mano. A qué saben los ríos... tu sangría... y a qué saben las piedras de tus callos. Porque tu cuerpo es una geografía. Compadre Mon, pero la tierra asciende: tu corazón no cabe en la moneda. Su tamaño tan grande lo defiende. Yen el filo lo vi de la navaja; tú lo tirabas a los desafíos como aquel corazón de la baraja. Pocas cosas son tuyas como aquello que te late y lo sacas... pero el filo que se mancha con él... está más bello. Ni tu caballo que ganando meses es la mitad de tu figura y sabe ser familia de balas y de peces. Ni tu acordeón que cuando lo exprimías, la gente de la tarde ya miraba por el aire los trapos de tus días. Hasta los bueyes de los ojos llanos tras el boyero que regresa triste con la palabra hombre entre las manos.
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MANUEL DEL CABRAL
Hoy ni los cerros, los que ya no veo con sus barbas de niebla que se queman antes que el día, con el tiroteo. Nada tiene más tierra enfurecida, en nada hay ya más campo, cuando sale... cuando te sale el campo por la herida. Es que, Compadre Mon, cuando yo quiero saber el mapa de la tierra, miro la carta de tu piel, cosida a tiros.
POEMA 3
y aquí, Compadre Mon, aquí en el río
cabe el cielo, lo mismo que en tu mano cabe la historia de tu caserío. Nada mejor que oír hablar tu dedo, aquel que aprieta tu gatillo y pone... pone de pronto hasta valiente al miedo. Tu sonrisa caía como un hacha sobre los hombres, cuando tu botín era sobre tu potro una muchacha. Aquí recuerdo tus amaneceres, cuando pasaba tu caballo tibio con las ancas fragantes a mujeres; cuando en la madrugada las estrellas eran los agujeros: los que hacía tu pistola buscando hacer el día.
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA - POESÍA
Por eso aquí, frente a tu potro, callo... ¡Tanto en la noche su galope oía, que era la madrugada tu caballo! Pero tal vez la tierra no lo sabe: oigo que su galope llena al tiempo, que su galope en el presente cabe. Tierra por ti, Compadre Mon, durando. Tú que nunca quisiste ver el cielo para que no te hiciera un poco blando.
POEMA 4
A cara o cruz, para saber qué ruta tomaremos, después del aguardiente. La moneda saltó sonoramente, viróse cara, y nos decidimos por el azul de la mañana clara. Compadre Mon, y tu primer suspiro fue despertar al pueblo con un tiro. Madrugaban tus balas, parecía que un puñado de pájaros echabas antes que los de pluma diera el día. Nos esperaba alegre el caserío. Llegó como un reguero de chicharras la algarabía del muchacherío.
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MANUEL DEL CABRAL
Muchacherío azul que ya enarbola la bandera de un grito, la bandera que no se puede arriar con la pistola. Compadre Mon, y allá, por esas tierras, qué bien reciben a los hombres machos desde las hembras hasta los muchachos. Por una falda se ensanchó tu nombre, no es una mancha, es pantalonería por una falda sepultar un hombre. Tu palabra sacude al caserío. Juegas con hembras y por hembras matas, y va tu honor como va limpio el río. Égloga tú, gran Mon, de piedra y clavo, sobre tu potro, capitán del viento, juegas la vida igual que tu centavo.
POEMAS
Ni la aldea que cabe en el perico llegado en la provincia de su jaula con robados refranes en el pico. Ni la veta del ocio con caminos que van sacando el mar de las guitarras Tú tienes algo más: jefe de trinos. y allá, Compadre Mon, tu voz de abuelo sale desde tus barbas como salen de la selva los pájaros con cielo.
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA - POESÍA
Allá los colibríes cimarrones que paraban de pronto tus orejas, porque zumbaban como municiones. Tú que me dices que la piedra canta. Oye crecer los árboles tu olfato, y a los duendes que sudan en la planta. Qué bien estás para que de repente ni un retazo de campo se te vaya. Metido el tiempo en tu mirada, calla... pero con un silencio acorralado . silencio de los ojos de los toros . silencio de cuchillo no guardado.
pOEsíA Agua tan pura que casi no se ve en el vaso agua. Del otro lado está el mundo. De este lado, casi nada... Un agua pura, tan limpia que da trabajo mirarla.
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MANUEL DEL CABRAL
AGUA
La del río, ¡qué blanda! Pero qué dura es ésta: La que cae de los párpados es un agua que piensa
PEQUEÑA CARTA A UNA ROSA
Déjame ver qué lloras que tienes tantos párpados. Déjame ver qué gozas, sexo de tantos labios. Ya sé que mi mirada te hace crecer espinas. Ya sé que eres tan vieja como yo cuando callo. Pero tú que en tus pétalos coleccionas mañanas, tú que apretando alas, todo el amor del bosque me lo das en tu breve primavera, déjame... digital biografía de los duendes, cerebro del jardín, pasto del sueño, tú, que encuadernada en pétalos no vuelas, pero en el aires estás, te vas muriendo cuando te respiramos, cuando empieza a vivir tu vegetal cadáver, cuando a vivir empiezas como pájaro, como trino extraviado que oye solo el olfato. Ya sé que eres tan vieja como yo cuando canto, sin embargo, yo que en tu poco espacio, tanto aprendo, que veo en tu rocío que hay párpados secretos, vuelvo a tocar tu abismo que cabe en una mano.
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA - POESÍA
Tú, que guillotinada, vives ya de los vidrios de mi fluvial mirada siempre triste, tú que creces de súbito cuando te da estatura mi llanto jardinero, tú, que sin comprenderlo, indefensa en mis manos me defiendes.
MANUEL Y SU CADÁVER
Sé que no estoy durmiendo, porque comienzo a oír: -Pobre Cabral, murió sin una gota de veneno; era haragán, ruidoso, cerebral; intranquilo de faldas; siempre haciéndose el hondo... pero en el fondo: bueno--. Luego hablarán los cuerdos, los que vendrán con lentes a censar los microbios que hay en mi poesía ... mas vendrá el bigotudo profesor en manía y dará su diagnóstico, que será simplemente: -el peso de las alas no lo dejó ser gente-... y al que no le pagué por olvido o por pobre, vendrá a verme la cara para ver si estoy muerto... y le darán mis trapos, todo lo que me sobre ... lo que no va en el viaje, lo que usé yo despierto... Pero, aún, viejo avaro, tu corazón de mito saldrá como una oreja, por si yo resucito y hablo solo contigo de aquella cuenta vieja
MANUEL DEL CABRAL
que aunque poca, y siendo de mi abuelo, era siempre tan joven en tu boca... pero, como verás, viejo perverso, no te puede deber quien siempre escribió versos. y tú terco político, ¿qué le podrás decir a este difunto, si en tu mejor momento, nunca estuvimos juntos? Ya me parece oírte: -Pronto en mis elecciones votará ese difunto.
Y el borracho también vendrá a ver mi cadáver, y ante mi triste caso, filósofo, dirá: -todo está aquí de paso, pero es bueno que sepan que algo sin viaje espera, algo sin muerte que sin ver no es vago, porque hay golpes que están como mi trago: de paso el ron... mas no la borrachera... Y tú, gris abogado, ¿qué quieres esta vez? ¿vienes ahora a repartir mis huesos? ¿A qué vienes, a qué? ¿Qué le puedes quitar a tu cadáver que tiene sólo su voz de pie? No sabes que Manuel siempre vivió tan lejos... que siempre tuvo infancia... Mas tan niño y tan viejo sólo así pudo él al acíbar sacarle su poquito de miel. Oigo ya que me llama el zacateca, porque sueltan sus labios,
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA - pOEsíA
cada vez que le toca enterrar sabios: en un gusano cabe, cabe esta biblioteca. Pero pondrá una falda su rocío de párpados en la flor que me lleve, como si la chicuela me devolviera en gotas lo que le di en la escuela sin permiso... [Mas, qué tibio rocío, tan tibio como cuando por su cuerpo iban de vacaciones todos los besos míos! y otra tal vez no venga o ya se calle,
porque quizás en un portón... ¡quién sabe! O aquélla que por miedo, más por el ojo suyo... que por el de la calle... quiso gritar, mas me mordió aquel dedo... y tú, que estás vestido de cuervo que me acecha. ¿Qué dice tu sonrisa?
Tú que bajo sotana das en latines misa; curandero del alma, curandero que me quitas pecados... si hay dinero. ¡Qué le diré a San Pedro, si por no darte un cobre, subo al cielo sin misa, sin bendición y entero. llego entonces con todos mis pecados de pobre! Ya me parece oírte: -Pobre Manuel, murió sin una gota de veneno. Tan manso, tan ingenuo, era tan bueno, que sólo creyó en él... ¡Era ManueL.!
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MANUEL DEL CARRAL
AIRE DURANDO
¿Quién ha matado este hombre que su voz no está enterrada? Hay muertos que van subiendo mientras más su ataúd baja... Este sudor, ¿por quién muere? ¿Por qué cosa muere un pobre? ¿Quién ha matado estas manos? ¡No cabe en la muerte un hombre! Hay muertos que van subiendo cuanto más su ataúd baja... ¿Quién acostó su estatura que su voz está parada? Hay muertos como raíces que hundidas... dan fruto al ala. ¿Quién ha matado estas manos, este sudor, esta cara? Hay muertos que van subiendo cuanto más su ataúd baja ...
DOS SIGLOS DE UTE R~TUR A DOM ISICASA · POEslA
f'ranklin M íe.le, Hurgos (1 901.19 16)
FRANKLIN MIESES BURGOS (1907-1976)
Nació en Santo Domingo el 4 de diciembre de 1907. Aunquepoco divulgada suobra, esunode los poetas más importantes deAmérica en el siglo XX. Sucasa fue llamada «La Casa deLa Poesía Sorprendida», por ser elcentro conocido, aun desde elexterior, de susactividades. Allí tienen lugar las reuniones y debates de donde surgirán las principales directrices del movimiento. Franklin Mieses Burgos se convierte, tanto por la brillantez de su dialéctica crítica como por su bien ganado prestigio moral, enelelemento catalizador a través del cualseproducen las ideas, seestablecen polémicas y se incorporan los nuevos talentos. Es a su casa donde había que acudir, si se quería hurgar en los vastos archivos de materiales, correspondencias y documentos literarios dela época, acumulados en los años de incesante labor e intercambio con movimientos y poetas foráneos y que por razones de esa misma abundancia notuvieron cabida en laspublicaciones. Por su mediación llegan a La Poesía Sorprendida figuras como las de Rafael Américo Henríquez, vinculadas alPostumismo, Manuel A. Peña Batlle quien, al mismo tiempo, alivió por su destacada posición en la política de aquellos días y en ciertas circunstancias difíciles, las presiones que la dictadura mantenía en tomo a La Poesía Sorprendida por su independencia, rigor y eclecticismo. En este liderazgo delespíritu cobra especial significación el hecho dequeFranklin Mieses Burgos brindara como ejemplo vivo, enaquellos precisos momentos, una delascumbres [45]
FRANKLlN MIESES BURGOS
el último paisaje de sol que había en tus ojos? ¿Quién ahora, llorando, te alzará desde el fondo solitario del mar? ¡Oh príncipe mulato de la verde escafandra! ¡Tronco joven de ceiba y corazón de nardo! Después que la muerte dejó sobre tus sienes una polar caricia de puñales de hielo... Por esos ojos tuyos -<1olor- por esos ojos tan llenos de luceros distantes y neblinas. Por esos ojos tuyos derramarán su llanto de alero las palomas; la noche que te clama sin cesar desde el cielo colgará sus crespones de sombras ateridas sobre un mundo salobre de guitarras y lonas. Pero tú desde el fondo no la podrás mirar. No la podrás mirar porque ya se habrá ido el alba que alumbraba por dentro de tus ojos de terciopelo oscuro; porque ya se habrá ido sin campanas tu vida hacia una madrugada de sal y caracoles, más allá de la noche liviana de las algas, a donde -todavíala luna no ha podido llegar para mirarte definitivamente dormido bajo el agua. ¡Arena y sólo arena para el ancla caliente de tus ingles desnudas; para tus ojos, sombras de los corales mudos! ¡Arena y sólo arena para enterrar tus sueños marítimos de nubes y gaviotas blancas, sobre un cielo de coco nublado de sardinas!
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más altas de su lírica. Poemas como Sin mundo ya y herido por el cielo, Clima de eternidad y algunos de sus sonetos, publicados entonces, quedarían enlaliteratura dominicana como cabales ejemplos de equilibrio y perfección. Al advenir La Poesía Sorprendida, Mieses Burgos ya ha superado unaprimera etapa juvenil y las inevitables influencias lorquianas. Los ángeles, símbolo perenne de supoesía, yque muchos hanseñalado como procedentes deRafael Arberti, están máscerca, encuanto al significado y proyección, a la angelología rilkeana, cuya influencia también podemos hallar en nuestro poeta en ciertos aspectos metattsicos y ornamentales, como es el tema de la rosa, representación de las abstracciones poéticas. El ángel en Mieses Burgos, sin embargo, es la culminación de toda experiencia humana proyectada hacia unateología cósmica, y su destrucción, porende, conlleva la angustia original del hombre porlapérdida de suinocencia. Tras la experiencia de«El ángel destruido», sehaesforzado elpoeta entrabajar sobre unazona cada vez más conceptual quea veces lo toma excesivamente meditativo. Es un consumado artífice del soneto. Su trópico íntimo, como él mismo lo llama, es un trópico interior en el que ritmo y paisaje proceden de un particular estado de alma. «Elegía por la muerte de Tomás Sandoval» y «Paisaje con un merengue al fondo», profundos y coloristas, aparecen revestidos de unapureza e idealidad como si estuvieran traspasados de unaclaridadparadisíaca. Este últimopoema revela, además, inquietudes deorden social que elpoeta reitera con valentía en Clima de eternidad. Analizando unodelos fragmentos finales desusegundaparte (<
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el uso dela metáfora que, en Mieses Burgos, deja deserrecurso retórico para convertirse en vehículo decomunicación. En lapersonal alquimia que todo poeta realiza con las palabras, él ha logrado transmutar sus versos en una materia pura y brillante, que bien podríamos llamar diamantina. Ha escrito teatro en verso. Fue director ejecutivo del Instituto Dominicano de Cultura Hispánica y dirigió su bien cuidada revista, Hispaniola. Codirigió tambiénlacolección «La Isla Necesaria», lacual editó varios volúmenes de autores nacionales, incluyendo su poema teatral El héroe. Dejó inédito su drama en verso Medea, que a su vez estaba basado en la versión deArchibald McLeish. Quedan así mismo inéditos numerosos fragmentos depoemas que no llegó a concluir y su discurso en verso para ser recibido como miembro de la Academia Dominicana de la Lengua, lo que no llegó a realizarse debido a su temprana muerte. Falleció en su ciudad natal el 11 de diciembre de 1976. OBRAS PUBLICADAS:
Sin mundo ya y herido porel cielo (LPS 1944), Clima de eternidad (LPS 1944), Presencia de los días (Brigadas Líricas del Uruguay, 1951), Antología poética (Selección y prólogo de Freddy Gatón Arce, Colección Pensamiento Dominicano, 1952), El héroe (<
ESTA CANCIÓN ESTABA TIRADA POR EL SUELO Esta canción estaba tirada por el suelo, como una hoja muerta, sin palabras; la hallaron unos hombres que luego me la dieron porque tuvieron miedo de aprender a cantarla.
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Yo entonces ignoraba que también las canciones como las hojas muertas caían de los árboles; no sabía que la luna se enredaba en las ramas náufragas que sueñan bajo el cristal del agua, ni que comían los peces pedacitos de estrellas en el silencio de las noches claras. Yo entonces ignoraba muchas cosas iguales que eran todas posibles en la tierra del viento, en donde la leyenda no es una hierba mala crecida en sus riberas, sino un árbol de voces con las cuales dialogan las sombras y las piedras. Yo entonces ignoraba muchas cosas iguales cuando aún no era mía esta canción que estaba tirada por el suelo como una hoja muerta, sin palabras. Pero ahora ya sé de las formas distintas que preceden alojo de la carne que mira, y hasta puedo decir por qué cruzan furtivas} por las hondas ojeras que circundan la noche, las fugitivas sombras de los últimos pájaros.
ELEGÍA POR LA MUERTE DE TOMÁS SANDOVAL
¿ Quién ahora, llorando,
te alzará desde el fondo solitario del mar, para sólo pensar desesperadamente en el vidrio desnudo de tu limpia sonrisa, o en aquella tu carne color de azúcar parda, después que los peces hambrientos se comieron
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¡Arena y sólo arena para hundirte en tu inmenso silencio terminado entre besos impuros de hermafroditas peces! ¡Ay! ¡Que ya no habrá más música marina de acordeones en tu lecho de limos y pleamares eternos! Sin un puerto posible para tu despedida, en la noche se fueron llorando las estrellas. Querida entre tus brazos, habrás tenido sólo una coquetería de manatíes hembras, porque ya las abejas que anidaban tus labios se habrán llevado toda la cera de tus besos. ¡Oh amante ineludible para quien la marisma tendía el más oculto fluir de sus mareas! ¿Qué has hecho con el rostro pálido de las lunas caídas en el fondo solitario del mar? ¿Qué has hecho con el rostro de amor de aquellas lunas? ¿Traslúcida y radiante como un cristal muy fino deambulará tu sombra en torno de estas islas caribes que te dieron ese estupor de cielo mojado de aguardiente? ¿Quién ahora dolido escuchará tu voz herida de violetas y le dará a tu gesto de varón suicida todos los crisantemos crecidos en la tarde? En litoral amargo de llanto sin pañuelos las verdes hojas anchas sacudidas por tropicales ráfagas de horno, te están diciendo adiós, y tu no miras...
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ROSA EN VIGILIA Rosa en vigilia que delira en vano desde el alto silencio de su orilla. Aurora vegetal que maravilla, más cerca de lo azul que de lo humano. Rojo fanal en la delgada mano del tallo que sostiene la sencilla luz que prende su sol, en la semilla oscura de su hondo meridiano. Para ti la palabra iluminada por donde alza plástica la vida su soledad más viva y perfumada. Ninguna forma igual a tu desgaire para ser como tú, sólo una herida abierta y desangrándose en el aire.
A LA SANGRE Agua de soledad, agua sin ruido, desatado cristal de pura fuente. Agua que va cayendo interiormente en mi cielo más hondo y escondido. ¿Qué misterioso viento sumergido tu natural hechura de torrente transfigura ideal y simplemente en un rojo clavel enardecido?
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Hay un íntimo dios que te construye. El mismo dios que lento de ti fluye por los labios abiertos de la herida... Vivo clavel humano que perdura sujeto por la leve arquitectura de la fugaz estatua de la vida.
LAS DOS ROSAS Pero nuncasabremos lo quela rosa es fuera de nosotros. LEOPOLDO ~ARECHAL
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La rosa del jardín. La simple rosa fácil para todos, al tallo del rosal, crucificada. La que asomada pública y desnuda, al borde de la brisa vocifera como el mejor pregón de su perfume. La rosa muerta en su nacer más pronto... Rosa mortal de vida transitoria. Pequeñ.o sol botánico encendido. ¡Cerrado nudo de color y aroma!
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La que varada a orillas de sí misma, a orillas de sí misma se abandona hacia la fina levedad del aire. La rosa mariposa encadenada a su única forma llevadera. Aquella vegetal rosa que sueña con un viajero corazón de alas. La distraída rosa sin memoria. La rosa que se olvida de la oscura proletaria raíz que la levanta. La que empieza a morir todos los días, en su ataúd de pétalos atados, con el sólo contacto jubiloso del ojo enamorado que la mira. La rosa estatua de sí misma erguida sobre su verde pedestal de hojas: intacta forma, material, sin fuga. La rosa soledad desgarradora, entre sus propios límites: cautiva. La rosa eso: ¡Nada más que rosa! Sola y externa, estricta y objetiva, en su hueca presencia realizada. La otra rosa también, la simulada: fantasma corporal de otro fantasma,
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rostro espectral donde el color tan solo suscita otra mentira, otra historia banal que se deshoja en torno a la ilusión de los sentidos.
II
Ninguna de estas rosas de afuera, es la rosa. La íntima. La rosa recatada en su existir más hondo y verdadero. [La que el ángel defiende con su espada! La obscura rosa abstracta, la ambiciosa sugestiva palabra que edifica múltiples formas de su propio origen. La rosa del poeta, fidedigna. La que nace de sí para quebrarse en diferentes orbes y cometas. Cuando la rosa del rosal perece, esta rosa de sangre resucita. Torna a buscar su eternidad de siempre al labio conmovido que muriendo la nombra por su nombre. Que dice rosa sólo y aparece un bello rostro inmaterial, herido; una forma tan leve, que en el viento su cuerpo no fatiga.
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Inespacial presencia de un objeto de pura irrealidad que construimos para goce y deleite de ese amoroso dios de soledades que clamando, por dentro nos habita.
CUANDO LA ROSA MUERE
Cuando la rosa muere deja un hueco en el aire que no lo llena nada: ni el eco que sepulta su desolado rostro herido en otra arena, ni la luz que va sola en río transparente hecho por serafines, ni la sombra que es ala de un pájaro de nieblas nacido sobre el viento. Cuando la rosa muere deja un hueco en el aire que no lo llena nadie. Sólo el llanto lo anega con sus blancas estatuas de sal petrificada, con sus astros caídos y sus nubes viajeras; sólo el llanto lo anega en estrellas pequeñas,
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Cuando la rosa muere deja un hueco en el aire -redondo como un nidopara acunar tu pena.
TRÓPICO ÍNTIMO
Ahora, como siempre, en otros paralelos y en medio de mi isla subjetiva, buscando la latitud exacta de un mar definitivo, donde no sea posible reeditar el aliento mortal de los monzones ni el ecuador de hornos que estalla desde el rojo pulmón de los veranos. Arribando a la orilla solitaria de un alba de viejo amanecida, sin la rosa de fuego de los trópicos vivos, antípoda de un mismo e ignorado archipiélago de sueño entre las nubes de amor entre las yerbas crecidas y los lirios que disipan la gracia preciosa de sus días blandiendo inútilmente sus lanzas de perfume contra el furor del viento. Lejos de la espesura de carne sumergida donde el bongó retumba lascivo desde el negro confín de los abuelos
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como la simple gota de un cangilón herido, suspenso sobre el aire de una noria celeste donde es agua la tierna claridad de la luna y es entraña cerrada, apretada y oscura, la deliciosa fruta de la noche. Completamente absorto por el deslumbramiento de una hechizada selva de aspecto milenario donde impelido por la brisa canta -oculto ruiseñorel melodioso corazón del pino y en donde de igual modo se contemplan dispersos por la tierra los licuados espejos donde naufraga el cielo en cárceles de fuente, tersos labios de vidrio a los que aflora intacta la luminosa imagen de la sonrisa tuya. Ninguna cosa hecha por la piedad divina tiene la limpidez del aire que precisas para tu transparencia, ni posee la opulencia del lúcido fulgor la esplendorosa lámpara del día. Por eso eres la rosa de la luz sin medida, la rosa conformada por la lumbre que alumbra sobre las madrugadas. Pero tus pies, en cambio, son el hondo misterio que se oculta en la arcilla, en el barro fecundo donde se inicia el juego de las otras palabras,
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de los otros vocablos venidos desde el fondo donde la noche es siempre desvelado tambor de soledades. y es por eso que busco lo que en ti no fulgura, lo que en ti no levanta pedestales de asombro debajo de tus muchas estatuas erigidas, sino lo que apagado de ti fluye lo mismo que el agua silenciosa de un río subterráneo, que no por subterráneo es menos propio que todo cuanto exalta la claridad de afuera.
Ahora es necesario que en voz alta lo diga: Yo también soy tu hijo, no obstante el diferente cristal con que te miro, con que te miro crucificado sobre la erguida cruz de todo un estridente clamor de claridades, de ascuas estentóreas que se encienden sobre tu ardiente clima de externas amapolas, de tu sol de las once que hace albina la lumbre de tus propios paisajes, de la tierra sedienta de tus labios ardidos en los surcos sin agua. y es también con el mismo asombro que te
miro desde el grito crecido de tus cedros más altos, o desde la eclosión del flamboyán suicida que sólo se desangra herido por los propios puñales florecidos de sus ramas, o desde el mismo mango inmemorial que vino desde el sagrado Ganges
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de los antiguos templos de los dioses de piedra y en cuyo ser descansa, como atávico signo de su herencia más pura, la misma sombra ancha de un colosal y simple paquidermo de hojas. Oh, trópico encendido, yo estoy hablando ahora desde tu abrupta tierra de amor y de huracanes, donde todos tus propios elementos se hallan sujetos todavía al estado inicial de su forma primera: Tus metales, tus vientos, el dios de tus espigas, tu eterna tierra encinta donde germina el mundo su sonrisa de aromas, la espuma de tu mar anclado junto al ronco clamor de tus orillas los varados luceros de tus noches maduras, relucientes lo mismo que el dorso de los peces bajo el cristal del agua, tus gardenias gigantes donde puso la luna la nieve de sus polos, el sol de tus claveles, fanal con que se enciende la aurora vegetal que alumbra en tus jardines. Si no te miro igual, es posible que sea porque en mi ser tú existes de un modo diferente, total y primitivo, lejos de la epidermis banal donde se quedan suspensas otras voces, otros sueños baldados que no podrán jamás llegar hasta la orilla del cauce caudaloso donde tu sangre corre precipitada y roja
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y en donde, sumergida, suena la voz eterna de las dulces campanas que tañen en el fondo sedante de tus frondas. No es posible arribar desde mi propia noche hasta la preeminencia donde tu luz levanta sus áureos monumentos yen donde, enfurecido lo mismo que un demonio, tú estás continuamente derrumbando todo un precioso cielo de enterrados matices localizado allí, precisamente, donde mi humana voz procura sus alondras. Todo acontece en ti de esta manera porque tú sólo eres la extensa superficie de una región en llamas en que la fiera estatua del sol no se recuerda corno a la de un amante leal y consecuente, sino corno a la ruda figura de un negrero que impiadoso fustiga con látigos de fuego la piel de las criaturas que a su cuidado puso Dios de las bondades. Además se te acusa de que, por la ventana abierta del otoño, con el mismo sigilo de un astuto ladrón especialista en gemas, tú penetras al mundo dormido de las plantas para robar de éste las grandes esmeraldas de sus hojas; y que, después de perpetrar el hurto, tú permutas el glauco color de esas alhajas por el que resplandece corno la luz de un faro en el blondo topacio del amarillo tuyo
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y esta es la forma audaz como te llevas de la estación contrita que despojas, el verde mar que había suspendido de sus altas riberas.
Por todas estas cosas yo abomino de ti como de un dios artero con el que no se puede pactar en modo alguno.
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Ahora, como siempre, en medio de mi isla, profético, soltando sobre un cielo sonámbulo mis pájaros mejores, mis propias mariposas nacidas de la lámpara despierta del silencio: mensajeras que llevan en sus alas grabadas las oscuras palabras que vienen de la noche, de ese mundo distante donde el propio sentido del verbo va ensanchando cada ves más y más las demarcadas lindes del espacio en que nacen los numerosos sueños que en vigilia soñamos. Pero a pesar de ello yo también soy tu hijo, no obstante el hecho insólito de alzar mi oscura torre construída de sueños nebulosos en medio del escándalo de sol de tus arenas, de tu repleto mar de estatuas sucesivas que ascienden y descienden en un juego continuo de ondas y de espumas, e inmediata, asimismo,
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a tus desmesurados arrecifes en donde sucumbieron para siempre las míticas sirenas del Caribe. Pero no es realmente con ninguna escultura de las que modeladas por inhábiles manos conforman la ilusoria realidad de tu falso panorama de afuera con la que tienes el alma humana que afrontar los múltiples reclamos de la emoción de adentro. Hay otros monumentos erigidos en el mundo eternal de las ideas, monumentos forjados en un bronce invencible contra el andar del tiempo que silencioso fluye, como un río, por dentro de los acantilados de la muerte. Son estos monumentos los que busco en la tranquila paz de tus neblinas donde la noche tiene construida su propia arquitectura de sonidos, de músicas que vienen desde los mismos templos que edifica el silencio y en los que solamente eres tú quien oficias, eres tú quien levantas tu voz en la tinieblas para que las plegarias de la fe cristalicen sobre el cansado corazón del hombre. Quizas si en otros tiempos cuando se transitaba irremediablemente
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por la única ruta de tus mansos sollozos de aborígenes penas. de lágrimas vertidas a causa de un tardío o ya casi olvidado remordimiento adánico, era posible entonces amar tus claridades, el cielo en que encendías tus verdades ilustres; pero no así ahora, en este tiempo nuestro, en el que la lanzada siempre viene de afuera, de la ruda intemperie donde tu propia luz es la que impone la amarga dualidad de las contrarias de lo que no es igual entre las cosas, de lo desemejante; tremenda circunstancia por la que la existencia emprende cada día la marcha terrenal de su viacrucis. Ahora precisa que lo sepan todos para que nadie pueda alegar ignorancia: La luz es la culpable. Ella viene desnuda y, en realidad, sumisa; pero lo grita a voces, lo denuncia con la fruición innata en quien vigila con sus muchos ojos la personal conducta de los otros, de quien delata sin sonrojo alguno la diferencia natural que existe entre la nieve insigne de los nardos y la prestancia de las rosas rojas, entre el discurso azul de la profusa hortensia y la menuda voz de la violeta humilde.
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De toda esta demencia la luz es la culpable; porque sólo la luz es la que muestra, la que revela el signo de lo propio; su escandalosa voz de pregonera resta veracidad a lo que dice, pero lo que ella dice siempre queda como una maldición sobre las cosas.
y es esa la razón por lo que tienes que ser desde mi mundo desde ese mundo mío construido por el propio fervor de tus tinieblas, de tus sombras amables que acarician con sus sedosas manos invisibles la adolorida carne del cuerpo fatigado y en donde silenciosos obreros del rocío colocan sobre el césped mullido que lo alfombra los diminutos astros con que el relente adorna el suelo generoso del territorio tuyo, territorio de nieblas donde todo se iguala por la virtud sublime de lo oscuro.
III
Ahora bien, yo me digo: Si el odio es el estéril amor de los demonios, si el odio no fecunda como el amor,entonces es lo propio situarse sobre un punto conspicuo del espacio desde donde se puedan amar todas las cosas, sean éstas oriundas del cielo o del infierno.
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Pero eso sí, buscadas, solamente buscadas al través de la voz que desde ti susurra tiernamente en reseda, en musgo que no cambia su verdor permanente, sino que va creciendo lo mismo que una hiedra por los abstractos muros de la ciudad sin nombre que construyen los ecos, los más puros aromas de la flor de la noche. En realidad, soñando, solamente soñando es cuando te descubro como a un apolo negro sorprendido en el mágico instante de crear su universo, de concluir sus propias maravillas en la región profunda donde tú sólo fluyes, sereno y majestuoso, semejante a un río de sombras que caminan. y es este entonces el momento extremo en que, enloquecido por el amor, te palpo, te acaricio, te respiro con la misma pasión que a un cuerpo delicioso en el supremo instante de la entrega.
De similar manera, otros aman la luz, pero la luz a solas resbalando descalza sobre la superficie desnuda de las cosas. En cambio yo poseo de ti la noche en plena faena de rumores,
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de voces inauditas que se elevan desde ese mismo suelo, oculto y misterioso, en donde tus raíces nutricias van buscando la vida que palpita en lo más hondo. Por que tú, para mí no eres la voz diurna que vocinglera clama por todos los caminos abiertos de la tierra, sino la voz delgada que acude de puntillas por la semi-penumbra de los amaneceres. También eres la oscura paloma que se evade desde las matinales ventanales de la aurora, cuando la aurora abre su bulliciosa jaula de palomas. Ninguna forma ni color se impone a la diafanidad de tu clemencia. ¡Oh trópico abisal, trópico hundido en las profundidades de la sangre, tan sólo tú dispones en la fingida realidad del mundo de esa virtud sublime con que todo se iguala, con que todo se torna de una misma manera al quedar excluida la inútil escultura de la propia presencia de las cosas! y es por eso que eres, en tu naturaleza de abismo sin medida, el redentor espacio de la estricta negrura, de la perfecta sombra equilibrada, en donde ningún cuerpo creado discrimina con la sola prestancia de su forma,
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o la ilusión formada por un bello color que en realidad no existe ni siquiera en la falsa verdad del arco iris. Por todo ello yo disfruto de ti como disfruta el alma enamorada al descender gozosa al espacio sin tiempo de los sueños, donde todo es posible de ser sin la impostura de una corporeidad demasiado, en verdad, comprometida. ¡Oh trópico interior, trópico mío, sobre mi propia voz crecido únicamente ardiendo en mí, ardiendo desde siempre en una abrasadora llamarada de sombras!
PAISAJE CON UN MERENGUE AL FONDO Por dentro de tu noche solitaria de un llanto de cuatrocientos añ.os; por dentro de tu noche caída entre estas islas como un cielo terrible sembrado de huracanes; entre la caña amarga y el negro que no siembra porque no son tan largos los cabellos del agua; inmediato a la sombra caoba de tu carne: tamarindo crecido entre limones agrios; casi junto a tu risa de corazón de coco; frente a la vieja herida violeta de tus labios por donde gota a gota como un oscuro río
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desangran tus palabras, lo mismo que dos tensos bejucos enroscados bailemos un merengue: un furioso merengue que nunca más se acabe. -¿Que somos indolentes? ¿Que no apreciamos nada? ¿Que únicamente amamos la botella de ron, la hamaca en que holgazanes quemamos el andullo del ocio en los cachimbos de barro mal cocidos que nos dio la miseria para nuestro solaz? Puede ser; no lo niego; pero ahora, entre tanto, bailemos un merengue hasta la madrugada, entre ajíes caribes de caricias robadas, cabe cielos ardidos de fuego de aguardiente, bajo una blanca luna, redonda, de cazabe. Que ya me están urgiendo de caminos reales los nísperos canelas de tus propios racimos, y no sé de qué soles tropicales me vienen todas estas violentas viscerales urgencias de querer cimarronas morbideces de sombras. -¿Que hay muchos que aseguran que aquí, entre nosotros, la vida tiene el mismo tamaño de un cuchillo? ¿Que nuestra gran tragedia como país empieza desde cuando aprendimos a tocar el bongó? ¿Que el acordeón y el güiro han sido los peores consejeros agrarios de nuestros campesinos? Puede ser; no lo niego; pero ahora, entre tanto, bailemos un merengue que nunca más se acabe,
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bailemos un merengue hasta la madrugada: que un hondo río de llanto tendrá que correr siempre para que no se extinga la sonrisa del mundo. -¿Que el machete no es sólo en nuestras duras manos un hierro de labranza para cavar la tierra pequeña del conuco, sino que muchas veces se ha convertido en pluma para escribir la historia? Puede ser; no lo niego; pero ahora, entre tanto, bailemos un merengue que nunca más se acabe, bailemos un merengue hasta la madrugada: que ya no serán sólo tus manos olvidadas dos sonámbulas rutas de futuras vendimias sobre una tierra brava; ahora te daremos otras maternidades fecundas de distintas raíces verticales. -¿Que fuimos y que somos los mismos marrulleros, los mismos reticentes del pasado y de siempre? ¿Que dentro de la escala de los seres humanos hay muchos que suponen que nosotros no vamos más allá del alcance de un plato de sancocho? Puede ser; no lo niego; pero ahora, entre tanto, bailemos un merengue de espaldas a la sombra de tus viejos dolores, más allá de tu noche eterna que no acaba, frente a frente a la herida violeta de tus labios
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por donde gota a gota como un oscuro río desangran tus palabras. Bailemos un merengue que nunca más se acabe, bailemos un merengue hasta la madrugada: el furioso merengue que ha sido nuestra historia.
PRESAGIO DE «SIN RUMBO YA Y HERIDO POR EL CIELO»
Yo estoy muerto con ella, sin rumoroso llanto de azucenas, desde un pecho que extingue sus ardientes cenizas, desde la misma rosa de hielo que ella habita, desde la misma niebla donde sus ojos miran la soledad del mundo, desde todas las cosas -inevitablemente- yo estoy muerto con ella. No valen los clarines que golpean desde el fondo terrible de los sueños: no valen los clarines con el eterno y duro gemir de sus cristales de amor resquebrajados¡ no valen nada ahora desde que ella se ha ido: ni el musgo que nos brinda su refugio tranquilo, ni la amarilla voz de los otoños, ni la piedra, ni el nardo, ni la arcilla madura donde moldea el silencio su recóndita estatua¡ no vale nada ahora desde que ella se ha ido ...
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A la orilla del llanto sereno de la noche; a la orilla del llanto donde caen las estrellas, no sé desde qué sombra yo escucho sus campanas (palabras que se han ido de amor entre las gentes).
EL ANGEL DESTRUIDO BARRO INAUGURAL
Sólo una gran piedad pudo crear los mundos eternos sin hastiarse sólo una gran ternura pudo sembrar la vida, como se siembra un árbol, la jubilosa voz de una semilla. No pudo ningún otro posible sentimiento alzar nuestro destino, nuestra meta mayor ante la eternidad absorta que nos mira desde sus hondos ojos de solitaria estatua preferida. Una gran campanada resquebrajó los altos cristales de la noche, y chirriaron los goznes, los metales mohosos de la casa vacía, donde cavaba El solo para enterrar el agua sin rostro de su llanto, de su íntima noche caída hasta la angustia. Aún no transitaba por el cielo el relámpago de pluma de los pájaros, ni el viento, todavía, era un sepulcro abierto para enterrar palabras, voces precipitadas desde los rojos labios donde el amor fabrica muriendo sus campanas.
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Ignorado de sí -lo mismo que la nadaclamaba por un nombre, por una voz tan llena de sangre que lo hiciera¡ a sus pies, el silencio del orbe era un gran río de soledad cayendo, un mudo serafín de bronce arrodillado: Quiero un labio que esculpa mi nombre sobre el aire (dijo al fin, sollozando)¡ un eco que responda preciso a mis palabras. No es posible que exista sin que me piense nadie. Mi realidad se hastía de ser para mí sólo. Sin otro que me sienta temblar, yo no sería... Entonces fue la infancia desnuda de la luz, su limpio nacimiento¡ entonces, su niñez: anécdota de espejos¡ memoria de la lámpara de bruñida sonrisa de vidrio adolescente, de ángel verdadero que delata el relieve más fino de las cosas. Entonces fue su aliento un sólo resplandor de fuego bajo el agua, en medio de la noche sin alba de los peces¡ ninguna fuerza pudo quebrar su pensamiento, su soplo forjador crecido como un brazo de luz en las tinieblas, en el ojo vacío donde moldeaba el tiempo su estatura de sombra, la forma de su rostro perdido hasta la ausencia.
ADÁN DE ANGUSTIA
Ahora tengo el anillo cerrado de su nombre como una gran cadena sobre mi corazón.
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Todo él me circunda y sin embargo lloro vencido por la angustia de su cielo de siempre, el dolor de su pecho cubierto de raíces, la inmóvil permanencia de su mundo inmutable donde todas las formas lograron su presencia, su realidad concreta de cosa terminada. Queda mi incertidumbre destruída a la orilla terrible de su orbe, donde ya nada empieza, donde nada comienza después de sus palabras. Ahora soy el objeto final de sus bondades. El más noble fantasma que colma su deleite. Sin embargo yo tiemblo de horror, yo me devoro sepulto en este clima salido de sus manos, en medio de esta arena caliente donde El puso toda su enorme fuerza para inventar el aire, la noche de esa fruta donde madura el alba. Aquí fueron los peces, las palomas, los nardos; aquí, los caracoles primeros, los corales de enrojecida voz despierta entre las aguas. Aquí fueron las rosas lo mismo que los pájaros. Ningún ángel valiente traspone mis umbrales. El mismo fuego aún es propiedad del cielo: fundo de los demonios que pueblan la intemperie. Sólo el gran abandono del tiempo está conmigo. ¡Oh Señor de la voz donde nacen los soles! ¿Qué quieres Tú de mí que me dejas tan solo clavado ante el silencio de esta atmósfera tuya, donde ningún esfuerzo derrumba las murallas, la gran pared eterna que limita tu rostro? ¿Eres sólo una máscara cubriendo su misterio; una piedra cerrada donde sueña mi infancia; aquella oscura infancia que en tus manos no tuve? Algo me está por dentro creciendo como un río;
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algo me está quemando como una llama viva: siento como una espada caliente entre mis ingles. Una espada de fuego que incendia mis entrañas. ¿Qué puedo hacer ahora de nuevo con tu nombre después que estas palabras cayeron de mi árbol? ¿Qué puedo hacer de nuevo con ellas, Alfarero? Ya estoy lejos del barro con que te entretenías; ahora soy un brazo que siembra una semilla, un gran surco despierto, una luz en vigilia. ¿De quién entonces, pues, aquella oscura voz que clamando me nombra desde la oculta rama de mi propia costilla? ¿De quién aquella voz; aquel hondo vagido que resopla en mis venas profundo como un río? ¿Quién por mí está clamando erguido ante el abismo de su propio delirio? Su nombre lo presiento tras un cielo de hojas mordidas por los dientes pequeños de la brisa, ante la voz terrible de una anciana serpiente, en la era redonda de todas las manzanas.
EVA RECIÉN HALLADA
Tú que habitas ahora despierta sobre el agua rota de los diamantes; tú que habitas ahora, como una llama viva, lo mismo que una lámpara desvelada en su propio mundo de claridades, no eres la luz terrible, la fulgurante luz que llega de los cielos; eres la espada fina, la silenciosa espada
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que siega las tinieblas, el más agudo grito salido de las mismas entrañas de las sombras; eres el río de siempre cubierto de cenizas: el río inevitable donde el amor aguarda la primitiva lumbre que quiebra sus metales, sus desoladas selvas, sus ópalos del aire; eres la iluminada, la solitaria esquiva que defiende los bronces de la noche y del alba: radiante forma anclada de los vivientes orbes. Traspasado por ti derrumbo mis orillas, hago rosas de hielo de mis propias palabras. ¿En cuál lecho de otras diferentes arenas creció de soledades la noche que en tus pulsos moja en agua celeste su roja llamarada? En la ola de vidrio furiosa que te envuelve lo mismo que una torre, como una firme hiedra de sed devoradora, impelida por ciegos arcángeles, te lanzas más allá de las nieblas, hacia los nuevos soles que laten en tu sangre llovida de amapolas. ¿Es al amor que esperas erguida en el umbral de la rosa más alta, de la encendida rosa que el verano calcina con sus labios de fuego? Debajo de la muerte total otras campanas desesperadas claman; claman otras campanas debajo del silencio donde crece el hastío como una flor helada.
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PRIMERA EVASIÓN
Lo redondo es un ángel caído en el vacío de su propio universo, donde la justa voz de su verdad resuena llena de eternidad cerrada y de infinito; lo redondo es un río; maravilloso río que sale y que retorna de nuevo hacia sí mismo, hacia la hueca nada donde su ser gravita; por su forma la lengua de Dios está explicando su gracia preferida, la imagen con que muestra la sombra de su rostro desnuda sobre el mundo: ¿No es su ley la que esculpe la manzana del orbe; el anillo que cierra el pedestal del árbol, la cabeza del hombre? Lo redondo es un ángel cautivo que no sueña, que no se traslimita de su cerrado cielo: un ángel prisionero que está sujeto a Dios como un objeto más, de amor, entre sus dedos.
EXÉGESIS DEL AIRE
Es lo propio que el aire no muestre su figura. Hay razones que imponen su proceder de vidrio transparente. Su inmemorial costumbre de Narciso que fluye
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sin espejo, gozoso de no verse, de no sentir la propia caricia repetida de su cuerpo. Desde la misma edad del tiempo en que se inicia, su juvenil premura le conduce hacia un rumor de hojas solamente. Y ya, casi doncel de luz, casi todo destello, de rama en rama -desnudose columpia. Pero después el aire, se crece, se amplifica, porque también en él, como en el ser del Hombre, parece se suscita una ardorosa sed de amor por lo Absoluto. Todo entonces el aire lo besa con sus labios totales, lo acaricia, con sus múltiples dedos sucesivos. Todo entonces el aire lo abraza, lo rodea,
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lo ciñe con furor de apasionado amante; su unánime deseo por el amor se expande lo mismo que una piel ceñida a la intemperie, a la rosa real del objeto que ama. Porque en verdad, el aire irrumpe siempre como el amor. Y es río: Agua de lo inasible que fluye eternamente.
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR (1907-1981)
Aristocrático, entroncado segúngenealogías familiares, porun lado con elcreador denuestra independencia etimera, loséNúñezdeCáceres, y por elotro con Emiliano y Apolinar Tejera. Ducho en el buen decir y en lapostura elegante que subrayaba elaleteardeunabanicoperfumado, de gusto acrisolado por la cultura francesa, creador de una célebre columna de critica literaria titulada «Bronces de campanas», que lo situó en la preferencia del público, Pedro René fue una figura de excepción en nuestro ambiente literario. En ocasión utilizaba para publicar suspoemas el seudónimo de «Antonio Delgado». Su opinión nodejó deser oídacon reverencia y era talla notoriedad que alcanzó en nuestro ambiente y dentro de una sociedad ávida de cultura que sus excentricidades fueron aceptadas como algo natural hastael punto de que sehizo de él un mito, una de esas figuras quedictaminan el valor de los demás, sin tener quesituarse a sí mismo. Tal vez esto dio lugar a que escribiera poco, a que extremara el aura de exquisitez que lo rodeabaproduciendoplaquetas que sóloalcanzaban los veinte ejemplares, como eselcaso dealgunas conferencias, desu drama Raízy desupoema en prosa Biel el marino, primer libro publicado en el país donde se confesaban pasiones consideradas aberrantes. Lomínimodelaedición dio a este libro unaprolongada ineditez, rota al fin cuando en 1982 se publicaron suspoemas completos con motivo de la Feria Nacional del Libro que ese año fue dedicada a su memoria. [79]
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El único libro que materializó su prestigio un tanto etéreo de charlista y crítico ocasional, fue su popular Antología poética dominicana, donde sedio alatarea derealizar valoraciones «definitivas» denuestros poetas y en elquemarginaba, especialmente en la segunda edición, a figuras proscritas por la dictadura. Suposición ottctaiista se impone cada vez más a través de los Cuadernos Dominicanos de Cultura, cuya dirección comparte con Héctor Incháustegui Cabral, Rafael Diaz Niese, Tomás Hemández Franco y Emilio Rodríguez Demorizi. Puede decirse quedesde suscomienzos LaPoesía Sorprendida loenfrenta, porrazones políticas yestéticas almismotiempo, haciéndole criticas acerbas, en especial a un poema suyo titulado «Razón deser». Al cierre de La Poesía Sorprendida, toda unageneración quese había venido beneficiando delos aportes deeste movimiento secobija primero bajo el ala protectora deMaría Ugarte, y después dePedro René Contín Aybar, quien ledacabida enlaspáginas de los Cuadernos Dominicanos de Cultura. Poseía una cultura ecléctica, pero en ningún caso enciclopédica, como sehadicho, yaqueestaba limitada porsuspreferenciaspersonales, porafinidades de tipo sentimental y porel culto a una estirpe familiar que lo llenaba de orgullo, como era el caso de Andrejulio Aybar, autoexiliado en Francia, donde poseía «sus castillos y sus blasones». Nace en Santo Domingo el 29 de diciembre de 1907. Se hace bachiller enelColegio Santo Tomás que dirige don Parmenio Troncoso. Cursa los tres primeros grados de Derecho en la Universidad de Santo Domingo. Contrae un efimero matrimonio con la pianista cubanoalemana Manuela liménez, quien benefició con sus conocimientos a toda unageneración depianistas dominicanos. Esta artista, además, era hija del legendario pianista cubano Manuel llmenez, alabado en un poema por César Nicolás Penson. A Contín Aybarlegustaba pasarpor «inventor» de dos poetas ya sobradamente inventados, como son Domingo Moreno limenes y Héctor Incháustegui Cabral. Alrededor de su figura se forma una de las tertulias literarias más famosas de nuestras letras como es la deLa Cafetera, quefuncionaba
PEDRO RENÉ CONTiN AYBAR
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en tres tandas diarias: unaa las 11 de lamañana, otra a las 5 de latarde y la última a las 8 de la noche, cada una de ellas integrada por grupos de intereses diversos, representantes de lo más conspicuo de nuestra intelectualidad y de nuestra bohemia. Ocupó cargos de importancia como son, entre otros, primer director de laBiblioteca Nacional, director del Teatro-Escuela de Bellas Artes y profesor de declamación en el Conservatorio Nacional de Música. La Voz Dominicana le asignó los montajes de las óperas Cavalleria Rusticana (1956) y La Traviata (1957), primeras óperas televisadas enelpaís con repartos exclusivamente criollos. Falleció en Santo Domingo el2 de agosto de 1981. OBRAS PUBLICADAS:
Antología poética dominicana (1943, 1953 Y1969), LaRepública dominicana, itinerario sentimental (1946), Notas acerca de la poesía dominicana (1947), Raíz(1957), Biel elmarino (1957), Lapreocupación de la muerte (1963), Un siglo de cultura dominicana (1981), Poemas (antología póstuma, 1981).
EL UNIVERSO EN MI
Estos poemas forman parte de un libro compuesto a 1934 años y debían ser la exposición del carácter y de las ideas del personaje principal de una obra de teatro. Ni ésta, ni los versos verán la luz nunca. Sin embargo, un poco documentalmente, el poeta ha consentido en la debilidad de insertar aquí una selección, al acaso, de los poemas... (3)
Ven, Amor, aunque no vengas. No eres ya mi pensamiento,
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eres, yo no sé cuál cosa más. Se me adentró el olor sin olor de tu recuerdo y brotas de mí como si fueses yo.
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¡No te diré más porque ya soñé mi sueño!
(S)
Esta ventana mía, ¿adónde va? Tengo miedo de mí. Yo no soy, cuando la miro, más que un fluir, una corriente. Algo que en el viento vuela sin alas. Que no vuela ya, pero que sigue, como si el mismo viento fuera. ¿Adónde lleva mi ventana? Cuando tú vengas, si la miro, te encontrarás junto a un vacío. Más, no la cierres: siento, que algo en mí es más fuerte que yo, y necesito. que una parte al menos, vaya con la montaña, el mar o el cielo.
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(6)
Aroma de un recuerdo a punto de irse, es la presión de mi alma en tu alma. Te contaré con la voz sin voz del tiempo y retrotraeré mi amor al comienzo.
(7)
El mundo es amplio, enorme, para mi cuerpo. Pero, ¿dónde un vacío bastante para llenarlo con mi pensamiento?
(8)
Huí de ti como si huyese de mi vida. A la distancia, no era yo otra cosa que un canto. ¡Cantaré mi canción para ti sola!
(14)
Que se meta en mí el espacio. Que yo sienta, con el calor de vida de mi vida, latir el universo.
(15)
No has dicho nada. No sentiste el ansia mordisquear tu lengua.
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Yo escuchaba, entonces, con frío en el alma, cantar mi canción en tu canto.
(16)
No fue tu amor lo que me atrajo. No vine a ti. Yo he sido, sólo, desde cuando fluí de tu ser como un canto.
(19)
No eres mi amor. Ni el amor que yo amo, que no amo. Yo vivo en amor el amor y amo.
(20)
Canto: ¿qué nombre te darán los hombres cuando cantas?
(22)
Mi amor no es mi vida, sino la vida del amor.
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(24)
Pero, ¿eres tú una mujer también?
(25)
A veces soy todo pensamiento. A veces, sin saber qué cosa soy, yo pienso. Vuelvo, informe, a la Suprema Forma.
Y, ¿te llevaré a ti con mi pensamiento?
(26)
No eres mía. No puedes ser sino tú. Si fueses mía, ¿cómo podría fluir yo de ti?
(28)
Fue solo un instante. Fue menos, tal vez. Fue nada. No la tuve yo ni en el deseo. Mas fue conmigo.
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Se me subió el corazón a la garganta, y mis dos manos, largas y frías, me dolieron. ¿Qué fue que no supe, y que ya era ida? Aún corre mi ser un fuego que la carne hiela, cuando trato de apresarla en el recuerdo. La eternidad me supo a bien, y, sinembargo...
(30)
Mi canción no la aprendí, ni fue formada en el decurso de mi vida con los residuos de otros cantos oídos. Brotó, de mí, mi canción, como un perfume. y cantaré en la noche, bajo el cielo claro, bajo el cielo oscuro. y cantaré en el viento, y vertiré en su antro mi canción. Habrá una voz que diga: «A qué tanto canto?» y yo cantaré, a su oído, la canción no aprendida.
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(33)
Si tú comprendieras. Si no fuese preciso hablar y callar, moverse, estar quieto, romper el silencio en pedazos sonoros, y hundir la mirada, con ansia infinita, en las combas del cielo y del mar. Fatigarse, traer en polvo mil vidas encontradas en los caminos, y mil muertes de esas vidas. Volver, siempre volver, y que otra vez tus ojos sondeen los míos. ¡Y todo ha sido puesto, y te lo di todo, en el temblor callado de mi mano! (35)
Porque tú vieses mi forma me desnudo. Porque tú bebas, soy agua. (36)
Me acercaré en silencio cuando tú tengas
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limpio el pensamiento. y callaré. Habrá luz rodeándome. Me llenaré de luz por dentro y no habrá salido de mí la luz.
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¿Y tendré que pensar en todo y creer que aún existe lo ido, eternamente?
(41)
Me enseñaron a hablar. Supe más después. Hice palabras mías. Con las mismas palabras de otros dije cosas distintas. Amé el ritmo. Coordiné mi pensamiento. ¡Cuántas cosas callé, entonces! Luego, sin interiores reinos libre al sol y al viento, anduve los caminos. Agua y luna, prado y distancia.
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Yo me deshice en el ambiente. Nada dejé para mí. Y todos, al verme seguir y cantar, sonrieron. Tiraron a mi cuello el lazo que distingue y señala a un tiempo. Yo proseguí. Nuevas veces hirieron mi alma. Salían por la herida, gordos de aroma, palabras hechas ritmo, y sentimientos. Los recogí. Les daba caza. Eran rosas de aurora o cantos ínoídos, sin oír, aún carne de canción tan sólo. ¡Cantos sin cantar que ahora canto! Que no tienen voz, porque no expresan sino el canto del cantar.
(42)
Camino para caminar, no te camino. No te camino: Camino, para caminar.
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(44)
Bajo al puerto y miro, con hondo mirar, barcos y marinos. Dicen ellos: ¿Te llega carga en cada embarque? Tú que pasas y así nos escrutas, ¿qué esperas? -No espero: Doy. ¡Quiero que mi canto sea universal!
(45)
Yo estaba en un silencio, tan silencioso, que mi esencia no pudo resistirlo, y con voz rítmica cantaba su propia cuita. Así en el fondo de todo corre, a compás con el compás eterno, lo inmutable: lo que soy, sin ser el ser que conozco, y que está en ti, yen mí, yen todo.
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(46)
Apaga todos los cantos. Apaga hasta el silencio que escuchas. Deshazte en ti. Que no se distinga, por tu carne, la flor sin carne de la especie. Entonces, ¿qué cosa habrá en lo diverso que no nos funda?
(48)
Ven. Pero no vengas tú. Que yo estaré esperando sin ser yo.
(52)
No debo haber vivido casi, porque, ¡he vivido tanto!
(SS)
Lo esperas. Sé que lo esperas, cuando me miras así.
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Mas, si de pronto alma y vida te diese, como quieres, huirías.
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Dos son dos cuando dos aman uno. Tu amor, mi amor, ¿comprendes tú la distancia que nos une?
(57)
Agua, pues te amo, te beberé con sed
(60)
Ah ¡Pero no he dicho qué color irradias y cómo sonríes. Me ha bastado, en la alegría de amor que me llena, hablar de ti sin precisarte. y yo pregunto: ¿acaso sé el color de tus ojos? Y, con espanto,
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¿amo en ti una cosa determinada? inquieto en el fondo de mi alma.
(FINAL)
Dijiste sin voz: -Te amo. (El unierso es un temblor de estrellas). ¿Pero es que has dado un grito, tan enorme, que no se oyó nada?
SOMBRA DE MIEDO Con un simple frotar, la llama tengo, bosque henchido, sol en pradera, mugido espeso y rasgadura. Puedo una estrella, una perdida luz de distante playa, ojo en sordina, musical, abierto en lo arcano, llevar prendidos en mi mano. Rasgo en tiras verdes, rosas pardas, la negra oscuridad, el silencio, y todo lo informe llega, palpa, agita, enjambre y caravana, mi recia soledad royendo. Poblados mundos desconocidos, élitros,
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¡la aurora! y yo solo, punto de un círculo y de otro círculo y de otro círculo hacía donde mi alma confluye. (La llama quema mis dedos). No hay pensamiento. No hay recuerdo. Pero el vacío está lleno. El hueco roto. Por la abierta herida florece el llanto. Minúsculo dolor. Minúscula inocencia. (El hueco ha rozado los umbrales: Una procesión de hormigas huele el piso. La frescura del huerto cae lentamente en mi corazón). Apago yo mismo la llama. Yo, yo mismo apago la llama. y otra vez, ¡otra vez! la soledad lame. Casi estoy sin cuerpo: la sucia lengua horrible lame, lame, lame. En cruz los brazos huelo el negro hollín aislante Ni una gota de sangre limpia. Ni una gota: Todo yo negro, hollín, ausencia.
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GYMNOPEDIA A LA MEMORIA DE R. D. N.(*) 1
A pie, desnuda la cabeza y solo. Hay en las yerbas simple vibrar de ala. Ni una ligera brisa sopla. Duerme en el azul la cauda de un astro entre los pliegues de la aurora hundido. Es agua mansa el aire. Y como peces nadan en ella burbujas de noche. Húmeda y fresca la planicie sube orientada al mar.
2
A pie, desnuda la cabeza y solo clava su angustia y clava su amor, lejos, lejos, y más lejos aún, más lejos: El alba tiene detrás el fuego almo y hacia la fragua él va, va hacia la fragua su metal urgido.
3
Hélo aquí. Broncíneo el rostro la máscara lleva. (*) RafaelDiaz Niese (111 mayo 1897/14 mar. 1950), impulsor del movimiento artístico moderno en la República Dominicana. Primer director general de Bellas
Artes.
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Quedóse el sueño atrás. Pétrea mirada en lo eterno bucea y arcos de júbilo el carcaj de su espíritu presta a la fiesta del duro silencio. Duro silencio que canta. Duro silencio de nube y de césped, de hoja tendida en el viento, sin rumbo, de ala brillante de sol, de marisma, de frías tierras de Siena, de negros humos, y de hondos azules y verdes, grises y cadmios. y de caracol.
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No lleva nada con él, sino olvido. Macera el alma en futuro. Renace. Toda la escoria térrea es lastre inútil. Va el Capitán ligero. Va seguro.
s Danzan desnudos los mancebos. Danzan a la luz de la luna. Flautas y estrellas acuerdan su ritmo. Hayas y acacias florecen de luna. Danzan en corro desnudos donceles. Centra su corro el Viajero y sus manos círculos trazan marcando el compás.
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Flota en el aire alegría y belleza. Toda la tierra es fruta. y un misterio secreto unta de pan el alma. Llueve luna sobre el césped. Pan sonríe. Flautas y estrellas son la melodía y parece nuevo el aire, como un limpio cristal donde se esfumara el aliento de una rosa.
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Otros danzantes se juntan al coro. Llevan laureles tejidos con hilos de una fuente murmujeante. Flautas y estrellas yaguas son el canto. Danzan sus ritmos el corro de efebos y a broncínea máscara los guía.
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Es un arqueo con arco tendido al corazón de la vida, al terrible
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punto distante donde no hay ya Tiempo, sino las mansas aguas del silencio. Donde el silencio es luz tan deslumbrante que se hace oscura y densa noche lóbrega para vaciar el ojo a los mortales, para sellarles la boca con tierra, para tapiarles el oír con lágrimas, para callar su corazón con muerte.
9 y hacia allá va la flecha de su aljaba
en un colar sin término. Ténte, diría el Amor, sollozando. Ténte, musita la Amistad, ansiosa. Pero el Viajero no escucha. Está sordo, lleno su oído de otra melodía. En el misterio su pupila abierta. Rotos sus músculos, seca su sangre. Agigantada el alma en alma sólo
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Pacen lirios los caballos de la aurora. Pacen rosas los caballos de la noche. Se impacienta su piafar.
PEDRO RENÉ CONTiN AYBAR
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Un crepúsculo difundido por el orbe corta el término al Iírío y a la rosa, a la yerba y al agua. Se camina entre nubes. Hay un árbol seco y negro donde cuelga sus harapos una brisa marina. Alzase el campo a la montaña, y El mira los corros danzar con un ojo lleno de ausencia y duro como el ónix de la noche. Ya no piensa. Ya no ríe. Ya no siente. Flota en el agua mansa de la muerte arrebujado en el manto del día que dejó atrás. Y es uno con la tierra y con el césped y la noche y el susurrar de las aguas.
11 Hunde raíces de niebla en los pechos y de las lágrimas saca alimento.
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Es un pretérito ido al futuro. Dice la voz: Era... y el DESPUES busca. y hacia la fragua ígnea de lo ignoto corre a perderse el río de las lágrimas.
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Dicen su nombre mortal y no entiende. Ya no es un nombre y es nombre de símbolo. Es la angustia. Y es la duda. y el recuerdo. Queda en las pocas palabras no dichas. Queda en la fiera pregunta al arcano. Queda en la lucha de psique y el cuerpo que sucumbe.
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Es la esperanza de estar a la espera de otros encuentros en sal y en abeja, en limo, en cáliz, en aura y estrella, para no ser sino el ser que no acaba porque es parábola y centro y reposo yola del mar y roca y viento y círculo.
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Se escribirá su nombre sobre el aire para llenar la sombra con su nombre.
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y la oración, el canto, la congoja, a par con iras de violento encono, dirán su nombre para hacerlo eterno.
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Danzas y danzas de mancebos castos tu marcha a pie, por el bosque, acompañen. Cuerpos de luna y de sol y de bronce, de heno y de trigo, de uva y de azucena, dancen en torno a tu silencio. Amigo. Torsos pletóricos de vida y canto mármoles vivos, lienzos inmortales, constante eterna de lo bello y puro, de lo minúsculo y de lo mortal, punto de goce que anonada y vierte, sólo un instante, la esencia de Dios en lo inefable de un cuerpo desnudo, vuelquen su gracia en tu paso a la Sombra.
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Héte aquí. Cambiado. Bronce tú mismo por lo inerte. Máscara. Aire tú mismo, en lo inmutable. Espectro. Pauta tú mismo en el eterno canto, por siempre, jamás. Amén.
GLADIO HIDALGO (1910-1937)
Sedice quelos elegidos mueren a temprana edad. Este joven talento murió cuando apenas tenía 27 años y mostraba una sensibilidad fecunda, convertido ya en una promesa de nuestras letras. Su primer libro, Los nocturnos del acaso, conprólogo deMoreno limenes, asílo confirma. Dejó otro libro inédito, además de una novela, desgraciadamente desaparecidos. Su verdadero nombre fue Rafael Antonio Hidalgo. Nació en Santo Domingo el 7 deabril de 1910 Y murió en la misma ciudade19deenero de 1937. OBRA PUBLICADA:
Los nocturnos del acaso (1937).
EL HOSPEDAJE En sombras de ignorancia, duerme la audacia. Los eternos fantasmas de la desgracia se ocultan tras la risa de sus caretas... y un bullicio de radios, vuela a la loca entre menesterosos y alma de roca sobre la muchedumbre de mil casetas. [102]
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Oh, casetas hijastras del Improviso, de cal embadurnadas, de negro piso cuyo interior trasciende a laceria y yodo, donde el hado Refugio tiembla de frío ¡se muere la Vergüenza, reina el Hastío, se despereza el Hombre y bosteza el Lodo! Revuela el oro alado de las abejas. Por entre los fangales de las callejas cruzan las carretillas con sus farolas, y bajo la techumbre de los aleros duerme una fosca banda de pordioseros y la Suerte y el Sino charlan a solas... Como a un oasis llega la caravana que anhela las caricias de la mañana. Persiguiendo la pista de las pastoras, bajo anticuada veste, ronda el labriego; y avivan sus doradas muecas de fuego y sus cabellos de humo: las «humeadoras». Se abren las ricas pilas al sucio suelo por donde entre las cargas, cruza el pilluelo con ojillos de astucia y gestos de charro, mientras un negro corro de campesinos refiere los asaltos de los caminos fumando sus negruzcas pipas de barro. Suenan tras la enramada las rudas coces entre un disperso coro de escasas voces, y sobre el rubio junco de las esteras al nocturno bochorno de las arcadas,
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duermen las campesinas, abandonadas, y ruedan los infantes de las cualquieras... La implacable Miseria se alza en su t~ono sobre los pedestales del abandono. Mercurio hace codicia de sus aletas, hasta que la silente fortuna acuda y la canción del oro se torna muda cerca de las esteras y las mesetas. Cesaron las canturias de los voceros. Ante los mostradores de los tenderos sube azul de tabaco y olor a alcohol, y en medio de la turba de las gitanas prestas al sortilegio de albas mundanas, creando paradojas, charla Sampol. La luz de las ampollas, en charcos, erra. Sobre la podredumbre de negra tierra, bajo inmisericorde toldo de cielo, divagan los pollinos aparejados junto a los hortelanos, que amontonados dormitan sobre frutos del patrio suelo. Indiferente al tizne del recipiente sahumó el rubí de brasas, el agua hirviente que aguardan, cenicientos, los coladores, para tornar el áureo café caliente en sorbo que amenice la incoherente charla de los cuentistas trasnochadores. Al par de los relatos de las triviales historias picarescas, sentimentales
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revuelan los preludios de las guitarras con las rojas luciérnagas de los braseros, y el punto de partida de los troveros ameniza el concierto de las cigarras. Olor a viñas muertas vaga a distancia. El vaho de las aves, con la fragancia de los racimos huéspedes de los rincones mézclanse mientras vibran en los sitiales los acres alaridos de los timbales y harto se desperezan los acordeones. La luna irguió sus oros plenílunares, al eco sonoroso de los cantares, humedecido y fétido, sueña el establo, en tanto que se yerguen como panteras las belicosas turbas de las rameras torvas como Lujuria: la hija del Diablo.
LA PROMESA A LA MADRE
Tú lo comprenderás... ¡pero muy tarde! cuando mi escasa juventud, rendida, sea, tan sólo, la nube de un alarde, bajo el azul del cielo de tu vida. Esta inutilidad que en mí vislumbras es un clarín de alerta entre barrancas, porque adoro el silencio y las penumbras, los días negros ... y las noches blancas.
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Nada me importa la existencia enferma desta Villa Esmeralda que irrisoria, tragó miserias, y, a la luz de esperma, nubló mi cuarto y se perdió en mi historia. He sufrido, al azar, las decepciones que aniquilan el ansia de ser bueno, porque virtud sin oro ni blasones... maldito el lírío que surgió del cieno! Pero yo he de llegar... tal como el río que las heridas de un desierto estaña: sin estos ímpetus de mar bravío que toca cielo si se alzó montaña. Sé que juzgas pueril esta agonía de arte sin luz y soledad pagana que florece en los cardos de mi vía... Tú lo comprenderás... ¡Pero mañana!
MANUEL VALERIO (1910-1979)
Nació en Moca en 1910. Seda a conocer en La Poesía Sorprendida, revelándose como un poeta intuitivo degran sensibilidad. Promete en sus comienzos una poesía de aliento vital que después no desarrolla. Casi todos sus versos tienen resonancia delversículo bíblico, conel que logra acentos personales. Su obra es un ejemplo más de que las connotaciones sociales y la llamada poesía de protesta estuvieron presentes yfusionadas alideal delucha encamadopor«los sorprendidos». Manuel Valerio se deja nutrirpor tales corrientes que luego comunica en poemas intensos como «Canción de la hora presente», «Alguien ahora» y «Momento de la muerte». Azaresde la política de entonces y posteriores enfermedades limitaron sus posibilidades creadoras. El purismo español leatrae a ratos, generando enélpoemas dearte menor. Encabezó un grupo denominado «Los Juglares» que debe ser tomado como una consecuencia de La Poesía Sorprendida. Este grupo llevó la cultura a los barrios altosde la ciudad, teniendo en la casa del poeta su centro de operaciones. Allí se daba cita una pléyade de jóvenes emprendedores, entre los quepodemos mencionar a Ramón Francisco, en funciones de vicepresidente, Rafael Astado, Rafael Lara Cintrón y Juan Sánchez Lamouth. Valerio dirigió la revista Revelación, cuyo «Centro de Publicación» editóuna obra suya y elprimerlibro depoesía de Ramón Francisco. La mayor parte de su obra permanece inédita. Falleció en Santo Domingo en 1979. [107]
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OBRAS PUBLICADAS:
Coral de sombras (1944), Sitio para el amor (1952), Canto a Zarah (1958), La soledad y el espíritu creador o lo extraexistente (1960).
CANTARES Tu voz en el agua. Mi cuerpo en el agua. Tu voz y mi cuerpo en el agua. Por el agua va mi cuerpo. ¿Adónde irá mi cuerpo en el agua? ¡Ay! que la muerte refleja toda su sombra en el agua! Tu cuerpo en la llama. Mi voz en la llama. Mi voz y tu cuerpo en la llama. Por la llama va tu cuerpo. ¿Adónde irá tu cuerpo en la llama? ¡Ay! que la muerte refleja toda su sombra en la llama! ¡Ay! mi cuerpo en la sombra del agua!
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MOMENTO DE LA MUERTE
Babel se desploma y los hombres hablan con la muerte en los labios, el insecto mata y la tierra mata y el sueño mata, porque la muerte es lenguaje que se aprende matando. Ya no podemos enterrarnos por falta de un sitio, no podemos morirnos por falta de un sitio; porque el mundo se llena de cadáveres y la tierra se llena y los hombres se llenan, y los tenemos en las manos y en los ojos; los que mis otras manos hicieron y mis otros ojos vieron, y no hay una puerta de escape; porque la tierra protesta y la vida protesta, y se llena de arrugas y cadáveres la frente de los vivos. Yo contemplo la muerte de los pescados, muertos porque tuvieron hambre, y las aves se mueren y todo se muere, y los árboles se mueren y las piedras se mueren, y las hojas se mueren y las palabras se mueren, la tierra se llena de muertos y los hombres se llenan, y caen los hombres como frutos verdes; porque la tierra es roja y rojas las manos y los sueños rojos, y las mares protestan y los muertos protestan y la vida protesta. Hay cadáveres blancos, hay cadáveres vivos, hay cadáveres... Salen voces de la tierra y manos húmedas, salen campanas y salen dedos.
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Una guitarra se ahoga en la garganta y se ahogan los hombres, y se ahoga la vida con los ojos tendidos, y se ahoga la abeja buscando una rosa, la noche se ahoga entre astros que cambian de colores y de esqueletos. Allá entre relojes hundidos y despiertas mareas salen ríos de hombres y niños como río de humo, y la muerte persigue con aullido de polvo y la tierra protesta.
SUEÑO DE MUERTE
Despiértame con besos, amor, despiértame. Porque, ¿quién velará de estos despojos después de la caída última? ¿Quién atestiguará frente a la muerte y la vida? Despiértame con canciones, amor, vive en mi gozo. De las tinieblas vine y heme aquí en la luz. Heme en la luz, multiplicado en preguntas yen poesía. Rebelde está mi corazón, rebelde está mi corazón por los que claman en abismos, por los que andan en agonías como si fueran rosas moribundas. ¡Ay! ¿quién puso clamor de sangre aquí en mis venas? Dime, tú, llama triste: ¿quién trajo amor para el pecado?
MANUEL VALERIO
¿Quién hizo este corazón de sangre y polvo? Como roca sedienta está mi alma; sedienta está mi alma y en soledad se desespera. Porque esta muerte que se levanta día a día es la muerte edificándose en nosotros; es la lucha del polvo y la materia; es la vida que se agota y se renueva. Vivifique al amor, que lo sostiene todo. ¿Quién ha de callar su corazón y su latido? Esta es mi muerte y esta mi soledad que me sostiene con un peso de sueños y promesas; esta la tierra que se identifica con nosotros en el polvo tras el silencio que se nutre de la muerte. Despiértame con besos, amor, despiértame. Porque ¿quién desolará moradas del deseo? ¿Quién concluirá la carne en el pecado? Mora en mi huerto, adelgázate en mi espíritu, que tiempo de dolor ya se asoma. Tiempo de llorar y de lágrimas se acerca. Préstame tu aliento para que mis palabras sean como las palomas.
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Álzame del polvo, amor, ven a despertarme con tu beso porque soy para testificar frente a lo que nace del polvo y del crimen nace; sella mi soledad para que la simiente sea comunión de la espiga y la siega. Acércate al alba de mis deseos, suple con besos mis tormentos, suple mi llanto con hojas que suben de tu árbol. Estréchame con abejas, que hay recuerdos de muerte aquí en mis sienes. Dame tu agua límpida para amanecer de sueños, dame tu voz creciente, para sentir la vida. Despiértame, amor, despiértame; que este soplo de muerte ya me cierra los sentidos.
ALGUIEN AHORA... 1
Alguien ahora en alguna parte está muriendo. Alguien a quien yo presiento aquí en mi sangre.
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MANUEL VALERIO
Es que el tiempo se construye con cadáveres que forjan una larga cadena de segundos. Pero hay alguien ahora que muere irremisiblemente y alguien también, ahora está naciendo. Es alguien que ahora está muriendo aunque más aprisa que los otros como un final viajero hacia la caída de los cuerpos, y amorosa es la tierra, recogedora amorosa. El Universo está en mis ojos, en mi sangre, y en el aire dificil donde se respira la muerte. El Universo está en mi cuerpo. Yo soy el Universo y siento que mis raíces se anudan a la muerte. Pero hay alguien, es que hay alguien ahora que en alguna parte está muriendo, yo lo duelo, lo palpo, lo presiento. Es un hijo del mundo, que habla quizás un idioma distinto, o le falta la voz para significar sus deseos.
II
Hay un llanto ahora en otra parte del mundo, para que el luto sea eterno, para que la voz se oscurezca de dolor y de espanto. Para que la muerte sea un hecho constante, alguien ahora
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en alguna parte está muriendo, porque algo duele a mi costado. como si se quebrase una parte de mi cuerpo. Alguien ahora es un cadáver... Nos hemos inventado el amor para suplir ese tiempo que se escapa. Nos hemos inventado los sueños y los días para hacer más fácil esta muerte que se alarga inútilmente. Yo siento que alguien horizontal allá, horizontal en su muerte, alguien ahora está sellando el tiempo con su huida; porque mi voz se estremece en la caída de un árbol y se estremece también en la caída de un lucero. Es que algo secretamente está subiendo a mi garganta, porque hay alguien ahora en alguna parte que viaja hacia su muerte.
FRANCISCO DOMÍNGUEZ CHARRO (1910-1943)
Nace enSan Pedro deMacorís el 22 deagosto de 1910. Compañero de Pedro Mir y Carmen Nataiia, con quienes compartió los primeros años de edad escolar ensu ciudadnatal.Encarta escrita en 1939 desde su lecho de enfermo a Carlos Curiel, hace referencia a su amistad y cariño por Pedro Mir, yal impacto queleprodujo la visita a San Pedro de Macorís deDomingo Moreno limenes. Enesa carta serefiere también alo que elpoeta postumista significó para él: «Yoteníaun periódico en sociedad con otro, y Pedro Miry yofuimos a entrevistar a Mirita dePeña (una santiaguera encantadora) y a Pirula Guerra, otra mujerbella. Él escribía las entrevistas con una elocuencia ética. Yo me asombraba. Después empezó a escribir sonetos clásicos perfectos. Yo también empecé a escribir sonetos y tenía unos veinte. Pero con la llegada de Moreno hubo una terrible tempestad que dio al traste con la sonetería de temas griegos y títulos en latín. Nació la inquietud versolibrista. Pedro Mir la despreció. Pero yo sabía queen él dormia un gran poeta». Los efectos de esa «terrible tempestad» no desaparecían en la obra poética de Francisco Domínguez Charro. América en genitura épica lo demuestra. Refiriéndoseaestaobra, Marcia Veloz Maggiolo (Cultura, teatro y relatos en Santo Domingo) dice: -Dominguez Charro pretendeproyectarlaAmérica hacia confines jamássoñados. Devolverle a la misma su esplendor perdido; lanzarla contra los demás mundos, haciendo de ella una mole aplastante y poderosa que haga posible su [115]
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reconocimiento y que evite su explotación». «América en genitura épica -agrega- plantea el problema formal de una poesía narrativa; influido notablemente por la posición americanista de Moreno, [Domínguez Charro] pretende una poesía capaz de abarcar el mundo europeo, y quiere unaAmérica igual para todos, sin fronteras». Tierra y ámbar eslaobra másimportante deestepoeta. Enella lavida marina de su ciudad natal y los afanes de sus hombres, aparecen en forma constante juntoa unanostalgia que dará unámbitopopularasupoesía. En ella hay predominio dela intuición sobre el rigor formal. Se nota el gran poeta queno llegó a encontrarse a sí mismoporla circunstancia de su muerte prematura, ocurrida el 15 de septiembre de 1943. De temperamento inquieto, apasionado, Francisco Domínguez Charro trató eltemasocial y lapoesía erótica conhermosura, tristeza evocadora, y sorprendentes hallazgos expresivos. Publicó en la revista de «Los Nuevos», aunque noperteneció aeste grupo. Tampoco fue postumista. Héctor Incháustegui Cabral da a conocerenla Revista ¡Ahora! (No. 568, septiembre 1974), uninteresante trabajo sobre este poeta titulado «Francisco Domínguez Charro y la trigueñez», Deeste estudio extraemos losiguiente: «Dominguez Charro, sobre todo eneste poema [se refiere a la «Canción del pescador» J, es uno de los pocos poetas dominicanos que canta cosas del mar, de la navegación, con un alarde de conocimientos que no encontramos en otros». La mayor parte de la obra poética de Domínguez Cham permanece inédita operdida. Nos ha sidoimposible localizar enmano: de familiares y amigos esos veinte sonetos desuprimera época, asícome otros poemas posteriores. OBRAS PUBLICADAS:
Tierra yámbar (1940), América engenitura épica (1943), Romana del espiral (1943).
FRANCISCO DOMÍNGUEZ CHARRO
VIEJO NEGRO DEL PUERTO Viejo negro del puerto, hace mucho que vengo mirando la oscura silueta de tu cuerpo manso, deslizarse, en silencio, en las noches, del muelle a lo largo; por recintos cargados de sombra con tu fardo de penas a espaldas, yo te he visto escrutando, a lo lejos, algún raro misterio perdido en lo alto ... y te he visto, sumiso, responder al reclamo, -de ese grito silente de tu almacuando aspiras el humo en tu pipa en profundas y lentas bocanadas... y te he visto, también, deshilar el fulgor de tus ojos noctámbulos por las aguas plateadas... ¡Viejo negro del puerto! Esta noche de niebla es propicia al rito mudo de tu fervor atávico; prende tu pipa fuerte, embriágate de trópico sumérgete en ti mismo y apura tu nostalgia... Escancia la tortura de tu alma en un festín inmóvil con tus ansias:
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Insúflate en la nada, penetra los abismos insondables, fija la indescriptible quietud de tu mirada, y acorta la jornada redentora de tu retorno al África... Viejo negro del puerto, retoma en el espíritu a tu selva sagrada. Embárcate en la leve piragua imaginaria de tu inconsciente mártir, -y llora inconsolableque en esta noche lánguida sólo un millón de estrellas verán correr tus lágrimas... Viejo negro olvidado; beodo iluso de agonías nocturnales; yo he visto: muchas veces, tu herida destilando llamaradas intensas de fugas ilusorias y tus pupilas mansas se han teñido de selva en actitud fantástica... ¡Viejo negro del puerto!, ¿qué deseo te taladra? ¿Qué mística idolátrica penetra tus entrañas que, inmóvil como estatua, te embriagas de fulgor de mis estrellas lánguidas... ?
FRANCISCO DOMÍNGUEZ CHARRO
...Inútilmente sueñas con tu retorno al África. Si pudieras tejer con tus brazos un pedazo de jungla flotante y dejarte arrastrar por los mares ... o tejer con clarores de luna un velamen muy blanco y extraño y dejarte impulsar por el aire: -¡Qué aventura tan grande! ¡Viejo negro del puerto!: ¡Quisiera consolarte!
ODA DE AYER Y SIEMPRE AL RÍO HIGUAMO
¡Saludo, compañero de infancia! Hoy como ayer y siempre vengo lleno de ausencia a dialogar contigo: Solemne rito profundo el de tu lento llanto metálico y fecundo! Hoy, frente a las agujas de la tarde encendida, hay una pena dura de siglos, y en tus olas vencidas de crisoles ardidos, hay un crujir terráqueo de inconformes latidos.
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Si a ti te fuera dable cristalizar tu anhelo de catedrales libres, -vie]o bohemio herido¡cuántas banderas nuevas! Pero tus manantiales desde tiempos remotos, silenciaron palabras de agua y esculpieron tu espada de plata. Hoy los lentos lanchones repletos de azúcar y de pan amargo y de esclavos negros, son fantasmas trágicos. Son puñales de acero hundidos en tu piel de mercurio. Te he visto pensativo como un ídolo muerto frente a tus epopeyas, yen la lejana ausencia de tus pupilas hondas renacían caravanas de cicatrices remotas. y por las acuarelas
que hilvanan tus gaviotas, van hoy tus rojos anales sobre columnas rotas. Allá en el horizonte azul-violeta del paisaje temprano, donde es un solo hilo
FRANCISCO D'
¡GUEZ CHARRO
la niñez de tu gracia, no hay tajamares turbios que nublen tu cauce claro. Mas, oh dolor, vuela al viento, y son las quillas exóticas o son los Padres Boyles; y hoy las trigueñas espaldas de tus héroes ignotos, nutriendo negras insignias bajo tu sol de cobre. y sigue el Creso moderno con sus remolcadores cansados de arrastrar esqueletos de salarios!
No amaine la tormenta sobre el osario humano! Que cuando nazca el alba de nuevos catecismos, y espigue en mil legiones de filos y de espadas, habrá en tu llanto viejo una infancia de sangre. Mi viejo camarada, enciende tu arco iris, que hoy como ayer y siempre hay que esperar.
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MEDIO CENTAVO
¡Hola medio centavo... Yo te saludo! Es una suerte que te haya encontrado. Erestodo mi capital. Mi única moneda. Vienes a mí, sin ruta, en viaje de ironía. Recalas a mi alma, sucio de olvido, cabalgando en el estrafalario zig zag tremendo de tus itinerarios. Qué paradoja: ínfimo, prieto, agujereado y roto. Hoy la ley financiera, y tu simbólica esfera de metal, te proclaman moneda, y eres una moneda de verdad. Aunque no sea argentina la prieta alquimia sorda de tu metal, tú eres la más comprensiva de todas las monedas, y la más nativa, la monedita grácil y andariega. Pareces una huelga, porque tú sola, casi nunca te puedes cotizar más que en los barrios tristes de la sorda carencia. Eres una protesta muda. Una protesta mundial. Te fugas como en viaje de retomo del barrio de la ausencia... y te vuelcas en mí, volatinera con la inquietud profética y segura. Eres el medio centavo proletario sucio de olvido y revolucionario. y saldrás de mi canto como un grito!
FRANCISCO DOMÍNGUEZ CHARRO
Guerreando en el país de los harapos, traes la armadura sucia y gastada. y la biblia aún visible de tu escudo
-aunque semi borrachasigna la luz vidente de tu cruz. Eres el prieto medio centavo sucio de olvido. Te pareces un poco a mí, con tu algo muy algo de monedita anárquica y poeta. Yo te recibo. Eres una moneda legal te recibe mi alma y mi esqueleto porque tú eres la única divisa desligada de los bazares locos de acaparamiento: chica, harapienta, nula y sin gloria pero eres la eterna monedita insatisfecha. Las almas mezquinas te requieren a la hora de dar porque en algunos corazones la ambición la escatima centavitos de sol a la miseria. Tú no anhelas codearte con monedas de oro porque eres una gota de amor. Yo te recibo como la más insigne monedita trigueña. Tú eres mi banderita roja; mi bandera...
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y yo enarbolo en ti, mi crepúsculo nuevo sin horario. Te pareces a mí. Sí, te pareces, vas increíblemente y tu carca crece, ya que en el mundo nada hay tan insurgente como los escalones de tu viaje. El más inicuo de tus pasaportes lo dictó una rendija inabordable; rendija que tenía -como túalgo muy algo de ventanita de luz inadvertida... Así perdida debajo del piso de cualquier ventorro, tu silencio -a menudose le duerme a las manos del olvido. Fue una mañana blanca a la hora del pan duro, del prieto pan ausente... de ese pan negro que mastican los niños que podrían comulgar día por día, porque casi siempre practican el ayuno. Venías como el viaje de retorno con tu eterna premura de ida y vuelta; galopabas en la mano de la aventura; una de esas mañanas desoladas que voltean sus órbitas de luz en vórtice y cuchillas de miseria.
FRANCISCO DOMÍNGUEZ CHARRO
La alegría de un niñito casi desnudo te transmutó en sonrisa y en carrera. y así la paradoja de tu chica valencia se esfumó en una boquita mordisqueante hecha un cuarto de luna de casabe... y yo, por todo eso te amo,
prieto medio centavo ennegrecito. Tú te vuelcas en mí sucio de olvido y emerges de mi grito como un canto. Sí, monedita bohemia, mi alma te recibe y yo te saludo. y quiero que la biblia aún visible de tu escudo le de luz vidente a esos hombres de Dios que luchan como héroes mudos bajo la sed de todos los caminos.
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Héctor Incháustegui Cabral (1912-1979)
HÉCTORINCHÁUSTEGUICABRAL (1912-1979)
Nadó enBaníel 25 dejuliode 1912, en la región quesería elcentro de sus incursiones poéticas primeras, extrayendo de ella los temas que habrían de constituir el cuerpo principal de su poesía, elvivero deseres humanosy de experiencias queculminarían en un concepto emocional trascendente. Partiendo deCandita, libro dejuventudqueaúnpermanece inédito, dedicado a su esposa, y en el que apuntan tímidamente sus primeras experiencias, llegamos hasta lo que es su verdadera obra inicial de importancia: Poema de una sola angustia. Aquí lo vemos irrumpir en la poesía dominicana con acentos vigorosos, haciendo entrega de una obra realista de acentuada protesta social, a la que incorpora el tema de la Patria paupérrima y doliente, la suerte de la muchacha rural, lasfaenas delos hombres humildes y lasdesigualdades sociales, unidos alpaisaje y a la aridez delSurnativo. Según suspropias palabras, se considera un «hosco guaraguao materialista», ya que la realidad se le meteporlaspupilas adentrándosele en la mente y en el corazón con sus figuras descamadas y una naturaleza reseca donde imperan paisajes depiedra y deguazábaras bajo las inclemencias del sol. Se convierte así el poeta en símbolo de su tierra atormentada, de personajes que no siempre hallan la justicia necesaria, como esa muchacha del camino expuesta a un destino incierto. Incháustegui Cabral aborda más tarde los temasmetafísicos, incluyendo el amoral quecanta, nocomo nuestros poetas románticos, sinoconunagrandeza [127J
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existencial hasta entonces desconocida en nuestra lírica. Ejemplos de este momento crucial desuproducción sonsus «Tres preocupaciones». Después de recoger diez años de su poesía en Versos, aborda el gran poema narrativo en Muerte en «ElEdén», donde elpaisaje banileio se leconvierte en asiento del mitogriego de Edipo, ensayo éste con el que dejaba muy atrás los intentos, ya historicistas, ya melodramáticos, de Félix María Del Monte y Valentín Giró. La fricción entre la realidad y la poesía que se desarrolla en el alma del poeta hace crisis entonces, «Donde terminan los caminos», en medio de un vacío y soledad tales que leobligan a ampararse en la búsqueda de Dios y lo metafísico. Es una época degran densidad cultural quedeja huellas profundas en el poeta, quien reincide en los símbolos de la tragedia griega en busca de significaciones nuevas y nuevos puntos de apoyo. Comienza así su producción teatral (Prometeo, Filoctetes, Hipólito). Lasinterrogantes subsisten, sin embargo. Y esta sostenida angustia da al poeta la posibilidad de profundos y sinceros aciertos líricos, lo que deberla desembocar, gracias a la revolución de abril de 1965, en el libro testimonial honesto, pese a que muchos lo consideran contradictorio, dados sus compromisos en la política de entonces. Sin embargo, el humanismo del poeta, unido a la amplitudde su cultura, lepermiten interpretar los hechos con undramatismo estremecedor enelque no hay vencedores ni vencidos yenelquelos territorios muestran susolidaridad por encima de las alambradas. Estamos anteun libro original que sólo este poeta podía acometer. Héctor Incháustegui Cabral es uno de nuestros poetas de más extensa y continuada labor. Se destaca también como crítico literario, habiendo estudiado a nuestros poetas contemporáneos a la luz del sicoanálisis, según puede verse en sugran libro deensayos titulado De literatura dominicana siglo XX, en el quese acometen valoraciones de los poetas de una nueva generación, como Manuel Rueda (<
HÉCTORINCHÁUSTEGUICABRAL
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A su labor como prosista pueden acreditarse libros como Casi de ayer, Elpozo muerto, Escritores y artistas dominicanos, unanovela de sus inicios, publicada tardíamente en 1984, La sombra del tamarindo, cuentos aparecidos en revistas y numerosos artículos periodísticos. Fue co-director de los Cuadernos Dominicanos de Cultura (1943-1952), conjuntamente con Tomás Hemández Franco, Pedro René Contín Aybar, Rafael Díaz Niese y Emilio Rodríguez Demorizi. En sus años dejuventud trabajó como periodista, llegando a desempeffar funciones tan importantes como la de Jefe de Redacción y Editorialista del Listín Diario y deLa Nación, y Director del diario La Opinión. Luego ingresó alservicio diplomático, habiendo desempeñado el cargo de Embajador en México, Venezuela, Ecuador, El Salvador y Brasil, país este donde escribió un libro de sondeos lingüísticos titulado Por Copacabana buscando, en el que su oído se abre a los metros clásicos, en especial al octosüabo romanceado, donde sele veperseguir las acentuaciones métricas y las consonancias dela rima. Formó parte de la Comisión que preparó la Antología de la literatura dominicana (prosa y verso), publicada en 1944 con motivo del Primer Centenario de la República. Fue miembro de número de laAcademia Dominicana de la Lengua, correspondiente a la Española. Trabajó en la Facultad de Humanidades de laUniversidad Católica Madre yMaestra, deSantiago de los Caballeros, donde dirigió su Comité de Publicaciones. Profesor emérito y escritor residente deesta misma universidad. Murió en Santo Domingo el 5 de septiembre de 1979. )BRAS PUBUCADAS:
Poemas de una sola angustia (1940), Rumbo a la otra vigilia 1942), En soledad de amor herido (1943), De vida temporal (1944), ~ancionesparamatarun recuerdo (1944), Versos (1950), Muerte enEl Edén (1951), Casi de ayer (1952), Las ínsulas extrañas (1952), Rebelaci6n vegetal (1956), Elpozomuerto (1960), Miedo en unpuñado de polvo (1964), Por Copacabana buscando (1964), Diario de la guerra-Los Dioses ametrallados (1967), Deliteratura dominicana siglo
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xx (1969), Poemas deunasola angustia, obra poética completa 19401976 (1978), recopilación para la que toma el título de su primer libro. Escritores y artistas dominicanos (1979), Lasombra del tamarindo (1984).
CANCIÓN SUAVE A LOS BURROS DE MI PUEBLO
Asno de San José y del carbonero, triste vehículo que liga al pobre diablo y al ricachón ufano, que llevas todas las mañanas trotandito el agrio sudor del campesino tomado frutas olorosas, parda yuca, verde plátano, pepino del silvestre y la hoja gentil y complicada de los cilantros grandes y pequeños. Si la preñada está en el mes, que vaya en burro; que el viejo puede dar un paso apenas porque la tierra ya lo está llamando, que monte en burro; que el muchacho es harto chico para llevar la leche al pueblo, que vaya en burro, pues... Asno de San José y del fullero rural, del acordeonista y del maestro que hace treinta años peina canas; asno que traes el agua,
HÉCTOR INCHÁUSTEGUI CABRAL
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que llevas la santa medicina, asno de infancia triste y corta cuya vejez es larga y mucho más triste todavía... De pequeño, dulces ojos ingenuos, pelo largo, mansedumbre, y un amor sin nombre hacia las flacas sombras de las bayahondas. Después, orejas largas y caídas, muertas como dos cáscaras inútiles sobre la noble frente añubascada, Después, el trago amargo de la larga caminata, los excesivos pesos, las rojas y opacas mataduras, y muy de tarde en tarde la blanca manecita de un niño que acaricia lentamente los doloridos belfos en donde ya la espina no halla en donde clavar su única garra. Después, la ancha sabana, los abrojos florecidos de amarillo, el pasto inaccesible, las pedradas, los insultos el duro hueso que va rompiendo poco a poco el pellejo sin pelos
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y mil guazábaras clavadas en las ancas, en las patas y en los belfos... Asno de San José y del carbonero, triste y tardo vehículo que liga lo rural y paupérrimo con el alarde urbano de la aldea, asno de infancia inútil y alegre cuya vejez, como todas, se detiene en la puerta abierta de par en par del otro mundo...
INVITACIÓN A LOS DE ARRIBA
Sí, a vosotros yo os invito; si queréis bajar, podéis hacerlo. ¿Que no tenéis cuerdas, ni escaleras de mano, ni los deseos ni los impulsos necesarios?
Tanto peor para vosotros, para vosotros que vivís nada más que para la blanca superficie: o mantelo sábana o pañuelo, el fino pañuelo de hilo perfumado con la mentida artificial fragancia de los azahares. Me diréis que tengo cara de ahorcado, dedos de mecanografista y un gesto,
HtCTO R INC HÁUSTEGUJ CABRAl
bastante subrayado, de viajante de comercio que no ha echado todavía el pie a una mala bicicleta. Lo veis, moscas, lo veis,
os con formáis con el perímetro, el perfume y la apariencia; os invito a bajar al centro de mi sangre y po r miopes os prestaré lent es racionalistas y ese sencillo y claro estado de alma del pobre que compra, pasado medio día, el desayuno de los h ijos ham brientos. SI no habéis sufrido hambre todavía y puede que sí, por cu lpa, es natu ral, de la cient ifica dietéticayo os da ré la clave para llegar a mi corazón: y cuan do lleguéis, gratamen te asustados, en voz muy baja, que tend rá temblores propios de la alcoba y del [ardln diréis: Comenzaré por c escreerto todo, por negar cuanto me d ijeron que era grande; desde la pluma del militar gorrión hasta la pluma del escrito r pagado de sí mismo y con oros ensangrentados e inicuos. Creeré en la man sa igualdad de los ho mbres yen la sencilla complejidad de las cosas pequeña s, en el apretón de manos del amigo, yen el cigarrillo y los fósforos prestos
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a ser dados, en el minúsculo miedo a las voladoras cucarachas, y en ese sagrado temor a las mujeres que no hablan casi y miran mucho, enlutadás tras un silencio, como emboscadas y tremendamente alertas, esperando el momento propicio para saltar diciendo: porque me compadeces eres mío... Ya sé que he hablado de más, pero soy de esos a quienes satisface mejor el pago hecho en sonrisas que en flamantes billetes de banco. No bajaréis, no, os quedaréis en vuestro mundo, con el corazón seco y amarillo, sí, os quedaréis, vosotros los de la astucia amanerada, y no será porque os faltan los dos pies, que indican que estáis más cerca del ridículo mono que del caballero chivato cuyas barbas pecadoras no tenéis derecho ni a besar. Os invité de buena fé, ¿y qué le vamos a hacer?... Pero creedme, sufro mucho con los animales pequeños cuando están heridos o enfermos, el mulo con su pata partida me parte el corazón; la avaricia y la incomprensión también me hacen derramar lágrimas amargas,
ascroe lNCHÁUSTEGUI CABRAL unas Uigrtmas que tengo reservadas para esa patética hora en que la mujer nos pide o un poquito de llanto o un tanto asi de redlad6n ... Pero tanto mejor, quedaos arriba, con vuestros entorchados y vuestras libretas cuyas cuentas están cargadas de sudores agenos, los de abaj o tenemos algo que crece y fructifica, algo que n ace sin que sepamos c6mo y que no muere nunca: el odio y el desp recio... Además, contamos con vuestro apego a la vida, y por ello somos camorristas, y debajo de la americana llevamos periódicos doblados en tal form a que os h acen ver que hasta los dientes vamos armados. Inventamos las intoxicaciones y las huelgas, los ladron es y los asesinos que no de jan huella, las prostitutas vestidas de negro, que cobran su virginidad en cada dia; los due ndes, las quiebras, los fantasmas, las locuras, las paranoias, los ciclones, las vitaminas, todo para vuestro susto, lo hemos inventado nosotros los de abajo, los del indiscreto microsco pio, los de la gacetilla larga, los de la escobe, los de la paciencia, los del telescopio y los del asador.
DOS SIGLOS DELITERATURADOMINICASA· POEsl"
MATANZAS DE NORIA Puedo adivinar el nombre de un árbol por el color de sus suenas, por la estela que deja al atravesar el vien to, por el calor qu e salta de sus voces peque ñas cuando lamen ta la súbita muerte del sol, todas [as tardes... Hace muchos aftas, millares de anos, un poco después del nacimiento del caracol, más acá del tiempo en que los peces Inventaron la vejiga na tato ria, en la Infanc ia de lo vegeta l, ni el guayacán, ni la baltoa, ni el laurel de hoj as perfumadas sabían decir palabra. Iban por el mundo ciegos e Ingenuos como los gatitos acabados de nacer, y sin tener un rnc íce qu e les marcara el cam ino. Hace muchos aftas, ant es de que el hombre enredara la cabuya del mundo. los árbo les emigraban en manadas lentas. guiánd ose por el rumor de las estrellas, y por el olor, que siempre ha sido adulto, del mar.
De e nto nces data la ami stad del árbol y del viento,
HtCTOR INCHAU5TEGUJ CARRAL
la herma ndad de la nerra y la relz, el conocimiento del agua y de la hola, el amor de la flor hacia la sombra, el ansia del fruto por las pen umbras húmedas y caüentes. Aún no habían manchado las palabras amorosas ni la atmósfera ni las claras corrientes; el polen ent raba sin rubo r en los pIstilos, el "guao" no había roto oon las florecillas mansas.
Por las ta rdes se levantaba un viento fresco y largo, y por las noches se m adu raban en el cielo los astros, sin leyes y sin no rm as. Nadie había Insultado con du lzonas frases las estrellas y su color no era de oro sino de frota en sazón. Pero llegó el ho mbre y necesitó fuego y hogar, pero víno el ho mbre y trazó leyes a lo inmutable, y ensució los pozos limpios y las yerbas mojadas que am anecen sobre 1<>< valles... Llegó el homb re y el guayacán se alltnentó con piedras y el cactus se vistIó de espinas; de la baltoa se prendió la insistente guataca, e! abrojo to mó sus flores en agrios pinchos y la tierra gimIó en los árboles destrozados
DOS SIGLOS DE LITERATURA DO MINICANA · POESIA
y fue secándose poco a poco, como la corteza de las guáctmas vlejn. ...de aquella edad sólo se conserva el perfu me del laurel, el viento largo y fresco de las tard es y las tímídas flores mo radas del guayad n, que tiene de pedernal el corazón y que se retuerce por las noches recorda ndo, mortifica do, un pasado d istante, y viendo que el presente únicamente cría queja y desaliento. y se conservan, justamente, en un lugar con sabor y sequedad terribles, que tiene una laguna de terrosas aguas en que mo ja el viento de la tarde sus grises plumas, en donde un lobo muestra sus entrañ as, torpes e Impúd icas, para ensetl.ar que un día fue lodo y pied ra y hoy, no m.1s, carne atormentada, porq ue a su somb ra la cabra y el hombre lanzan a los cuatro Vientos sus gritos amargos, sus deseos destrozados, sus a nsias huérfanas de estím ulo y calo r, despistadas y sombrías.
HtcTOR l NC HÁUSTEGUI CABRAL
SECRETO
Eres algo más que un recuerdo que viene por un cam ino trazado bajo agua s azules con peces Insomnes y algas tranquilas. Eres algo más que lumbre de estrellas madurada en el color de las hojas que el viento despierta por las madrugadas, porque estás hecha de la sustancia con que el sueño fabrica sus figuras, con que la fiebre expresa lo que halló en el fondo tembloroso de la angustia que no tiene nombre. He oído tu voz en otros mundos, he sentido tu presencia en los humildes valles en donde vuelven a crearse la penumbra, los lagartos y el suencío. He tocado rus manos en las manos de los niños, siempre Insumisas y locas; yen las manos ásperas y mansas de los que están a pique de caer en el vado de la muerte, Te he sentido en el rumor blando y triste de las aguas de los arroyos pequeños. que arrastran oon dolor y sin premura sus rotas sandalias por un fango en donde crecerán, más luego, allá por el estío, las yerbas bobas que hundirán sus raíces en los abandonados camarones, en (os nercuíos y torpes esqueletos de los pececillos
'"
reo
DOS SIGLOS DE L1TEIlATURA DOMINI C ANA · I'OESIA
que fueron grises una vez y q ue so n siemp re la gracia de las aguas tran q u ilas ruan do está n ba lo árboles muy gran des, con muchas hojas, sin u n solo p:ijaro; y que encierra n e nt re las serenas rama s un am bien te que invita quedamente al sueno y que nos obliga a pensar como h uérfanos del m un do .
He oido tu voz cuando lo agradab le abrió las anch as puertas de la risa o cuan do la so nri!.a abrió su ventana sob re un día en q ue éramos in exp licablemen te felices. He visto el brill o de tu s ojos
en las minú sculas cosas amadas, en las naderías en q ue sólo se c euenen los que andan mal de la cabeza y los que saben que tras la brisa del atardec er lloran níños pe rdid os y las vírgenes que en ve jecen a la som bra de las costumbres. Te he visto y le he sen tido y le tengo en lodo lo q ue los otros creen sin impo rtancia, en lo q ue no me nciona n nunca, en lo que he tenido q ue d escubri r para saberte ju nto a mí por siempre...
HÉCTOR INCHÁUST EGUI CABRAL
'"
LA MUCHAC HA DEL CAM INO
Cua ndo todavía no ha llegado la últim a hora de la ta rde, cua ndo aún las som bras du ermen bajo los árboles del cerro y falta mucho para que el hombre retome al hogar, a las puertas de las casas que se acurru can a la vera del cam ino apa recen las muc hachas. Una aquí y otra allá, Iguales todas, ésta es idéntica a aq uélla aunque sea más chica, aun que vista un traje de color distinto, aunque bajo las ho lgadas faldas no tienen sens ibilidad, ni ojos, ni nada . Al pasar hay que sentir có mo embarga la pena de su pena, cómo destroza el agrio dolor de su espera larga, porque está ofrecien do e n la bandeja grts de la indiferencia la fruta verde de su virginidad. Mientras el ho mbre no sepa descubri rse ante la muchacha del camino y la arranqu e de una vez para siempre de la rustica vitrina en q ue la expo nen, no tendrá derecho a que le llamen por su no mbre. No es qu e haya que quitarla de allí para llevarla a urn as y tri bunas,
.,
DOS SIG LOS DE LITERATU RA DOM INIC ANA · POESI...
no,
lo que hay que hacerle es un puesto Junto al corazón para defenderla del q ue pasa ha d end o
caracolear su caballo o rugir el auto. Hay q ue defenderla, como se defenderla la hila que comienza a andar,
esa misma que Inventa los vocablos, la que se extasia con el vue lo de las m oscas, la que tiene aún sobre los ojos el brillo limpio y puro de la toocencra.
RETORNO AL HOMBRE
¿Y el hombre? SI, esa forma regul ar de lodo, espíritu y microb ios... Ese mis mo q ue puso la primera pledra de la base y la última teja del te jado,
el que secó su cabeza en fiebres redentoras, el que com ió del pan amargo y tragó lágrimas, mientras en su pecho se codan, me jores, sus hIjO$ y los hijos de sus hij05...
Ese ha de contar, pero no le tiréis d elan te C05a5 materíales, no levan téis ante su frente sin nubes y sus manos pecadoras deddidas murallas de pre juld o y cal Y piedras.
«r cro e INCHA USTEG UI CABRAL
gespetad te, no es el gusano que pide podridas h ojas y somb ras, no, es el hijo descamado que Dios amó que busca la perdida senda y sangra y llora, mientras sob re sus ho mb ros se abren enca rnadas rosas, y sus pies, heridos y cansados , van en terrando los últimos delicados na rdos. No le tnsu ttéts con ab~tracciones, quitadle la pesada cadena que lleva en la d n rura, dadle agua limpia, lu:t que n o h ayan cernido sucias nube s, polvo srn humanos h uesos, tierra que n o hayan ho llado férreos y matemaucos corceles; alojadie junto a vuestro corazón, llamadle hermano, tratadie co mo al vagabundo pequeño que añora n o el consejo sabihondo sino el cuento de hadas, el mu ñeco que siempre está. de pie, la sombra generosa de Charlot y los manjares sin cruces de merengue. Uamadle herma no y no mlréís 5U S u ñas ni 5U camisa rota; respetad su barba sucia
...
DOS SlGLOS DE LITERATURA DOMINICANA· POEsl,\.
y SUSpalabras ligeras que se remontan a la nube y al en sueñorespetad su llanto.
perdonad su triste contine nte; en el nombre de los que sufren lo pedi mo s nosotros los de la paena hueca y torpe, los que nos anudamos la corbata todas las mañan as y ten emos el cate e de la cabeza de jo s h ilos para comprende r y serenamos. Que tu casa sea su casa, donde hay un teche sobran lech os. La tierra es madre com ún y los hombres, sus best Ias predilectas.
Pero que n o se levante un solo hogar, n i u no solo, en la tierra que envenenóla furia fria de Imbéciles Irresistibles caballos y que agot6 de dulc es posibllldad es el pie limpio y ladino del me rcader.
En esas tierras n o se da el hombre, nace porque dos seres se aparearon para desgracia suya y de los suyos. Jóvenes, golpead co n vuestros puños, vtetos. co n el regalón de los bastones, los mo nstruos ron patas de bélicas o rugas y vertis que están vacíos y q ue SI el h ombre fuera cuerdo se pudrirían sob re la tierra
atcroe INCtl ÁU5TEGUI CABRAL como las frulas venenosas, como las aguas muertas.
cerro TRISTE. A LA PATRIA BIEN AMADA Patria... yen la amplia bandeja del recuerdo, dos o tres casi ciudades, luego, u n paisaje movedizo, visto desde un auto velo z: empalizadas baj as y altos matorrales, las casas agobiadas por el peso de los aftas y la miseria, la triste sonrisa de las flores que salpican de Vivos carmesíes las diminutas sen das. ...una mujer que va arrastrando su fecundidad tremenda, un h ombre que exp rime paciente su Inutilidad, los asnos y los mulos, miserable coloquio del hueso y el pellejo: las aves de corral son pluma y canto apen as, el sembrado somb ra, lo demás es ruina... Patria, es mi corazón un acerico en donde el recuerdo va dejand o lanzas de bien aguzadas pun tas
14!
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DOS SIG LOS DE LlTE RA.TURA DOM INICANA _ POESI...
que una vez clavadas tem blorosas quedar1n por los siglos de los siglos.
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sin ríos, los treinta m il que Vio Las Casas estÁn n aciendo de mi co razó n...
Patria, jaula de bambú es para un ~I aro mudo que no tiene alas, Patria, palabra h ueca y torpe pa ra mi, mi entras los nomb res mi ren ron desp recto los pies suelos y arrugados, y maldiga n las proles largas, y en cada cruce de cam inos claven u na ba nd era para iudr sus colores n ada más... Mientras el hombre tenga que arrastrar enfermedad y h ambre, y sus hijos se esparzan po r el mundo como Insectos da ftlnos, y rued en por montañas y sabanas, extraños en su tierra, no debe r! habe r sosiego, n i deber! haber paz. n i es sagrad o el oda, y qu e sea la ha rtura castigada ... Mien tras ha ya promiscu idad en el triste aposento campesino y sólo se coma por las noches,
arcroa
INCHÁUSU GUI CARRAL
a todo buen dominicano hay que cortarle los párpados y llevarle por exrravíadas sendas, por los ranchos, por las cuevas Infectas y por las fiestas malditas de los hombres... Pama... y en la amplia bandeja del recuerdo, dos o tres casi Ciudades, luego, un paisaje movedizo, visto desde un auto veloz: empalizadas bajas y altos matonales.;
PREOCUPACIÓN DEL AMOR l
Amar es amarse, buscar en los otros 10 de nosotros mismos; amar es oímos en la ajena voz, que nos amen es hallamos en enneerés de los demás.
Te amo, como el árbol a la tierra en que afinca sus ratees, como el pez al agua en que se mueve, como al perfume y al color la rosa, como al hijo el padre, que se halla en la substancia que madura en su palabra, en la forma de los dedos de la mano, en el modo de negarse stn decírque no;
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA - POESÍA
en lo que dicho queda cuando las palabras ya se olvidan, en lo que vemos tras las sombras de las dudas cuando cerramos los ojos, en lo que sienten mis manos cuando ya las tuyas han volado, cuando ya no queda qué expresar y la noche se echa sobre un terrible cansancio de amor. Te amo, la amo, las amo ... y sigo intacto; amor es infinito, lo que te doy lo he dado, porque cuanto te di, sin que tenga que desposeerte, puedo volver a darlo ahora, mañana, siempre. Oye mi voz como repercute, oye mi corazón latir, oye el crepitar de mis cabellos en la almohada, oye la sombra del árbol arañando la pared y el llanto de las piedras en los húmedos rincones, pero no oirás jamás la marcha del amor. .. nunca llegó, estuvo ahí, en ti, bien escondido; en el fondo de mi corazón peregrinaba. Nos tropezamos, tú y yo, para encontrarnos a nosotros mismos, para saber cómo éramos, para descubrir un mundo cuya entrada lleva en el pecho cada quien, un mundo, amada, en donde el sentimiento nuevo nace de tibia ceniza vigilante, y el viejo, todas las mañanas,
HÉCTORINCHÁUSTEGUICABRAL
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-como los ríos limpios y pequeños, como los caminos aburridos y humildes-, es otro mejor y más hermoso. Te amo, porque ansío que seas parte de mí, pedazo de este egoísmo que te designa bella, que te declara fecunda: negro surco abierto que se disputan las lluvias y los soles. Te amo, porque busco hijos, porque pretendo que tu carne sea pedestal para esta eternidad que mis huesos y mi sangre quieren, porque amor sólo me encamina hacia donde esté la vida agitando espigas y sonrisas, hacia donde semillas y promesas hallen lechos generosos, aires que hagan más potentes mis brazos y mis piernas, y de tus pechos, inextinguibles fuentes, inagotables manantiales.
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Tu mano está en mi mano -tu pobre mano tiembla-; te miro a los ojos -tus tristes ojos lloran-; tus rodillas son duras, mi respiración absurda. Qué bello es engañarse... Breves gotas de sudor sobre tus labios,
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA· pOEsíA
un humo azul entre tu pelo vaga. Qué distantes tú y yo de la razón primera. Qué bello es engatiarse... Tu cabeza en la almohada y tus suetios en la luna; tienes fríos los pies y no te importa; el sereno de la esquina tose y no le oímos, desde aquí sabemos que hay flores en la sala, que mañana el suetio nos cerrará los ojos, que no estamos en edad de tonterías, pero es tan bello engatiarnos, tan delicioso olvidar las cuerdas que atan este amor al de las bestezuelas del bosque, al de los peces miopes, al de la abeja laboriosa, al de los procaces animales que no sienten eso que tú, entre dos muecas adorables, llamas rubor, que es coquetería, otro ilustre cebo que te sirve para pescar declaraciones suntuosas, que un pobre muchacho, adornado de ojeras y amarillos sospechosos, tuerza un poco el poste de la esquina y la paciencia del que sabe en donde acaba esto si buen final alcanza.
III
Amar es amarse, atropellando virtud
HÉCTORINCHÁUSTEGUICABRAL
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o coleccionando confesiones; amar es agotar ajena vida, convertirnos en Norte del paso de los otros, querer hacer de su carne nuestra carne, ganas de que digan y piensen de mí y de ti lo que, si anduviera mal de la cabeza, diría y pensara, bajo las estrellas o el sol, cuando sople el viento, cuando cierre sus flores la mansa enredadera, cuando el tiempo pase igual que si no pasara, cuando consumamos sangre e ilusiones entre dos feroces realidades. Amar es que cuanto sea bien tuyo pase a mí, queriéndolo tú, proclamándolo en la plaza o en la alcoba, con un gesto teatral, o con un simple brillo de los ojos, pero haciendo posible, cuando menos, la esperanza...
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PEDRO MIR (1913)
Pedro Julio MirValentínnace en SanPedro deMacorís el 3 dejunio de 1913, depadre cubano y madre puertorriqueña. Setraslada a Santo Domingo, donde estudia mientras trabaja el periodismo. Ingresa a la Universidad deSanto Domingo y enseña literatura enlaEscuela Normal de Varones. Publica en las revistas de la época. Desde entonces su incipiente estro poético llamapoderosamente la atención y Fabio Fiallo lo saluda con frase elocuente: «¡Auténtica poesía! Yo me echo hacia atrás y le dejo el paso a este Pedro Mir que llega con su penacho de novedades en las manos.» En 1941 recibe el título de Doctor en Derecho. En 1947 parte al extranjero a tratarse quebrantos de salud, pretexto que utiliza para escapar a persecuciones políticas. Desde entonces se dedica a combatir abiertamente al régimen de Trujillo. En LaHabana, publica Hay un país en el mundo y estaprimera edición se realiza con el padrinazgo de Juan Bosch, quien también residía en aquella ciudad. La aparición en Cuba de estepoema representa para Mir sureconocimiento a nivelcontinental como luchadorporla libertad de su país. Viaja a Europa y Centroamérica, y participa en diversos congresos delajuventudrevolucionaria. Darecitales. Visita Guatemala, donde en 1952 bajo elpatrocinio de Saker-Ti deArtistasy Escritores y el Comité Guatemalteco de Solidaridad con el Pueblo Dominicano publica laprimera edición de Contracanto a Walt Whitman (Canto a nosotros mismos). Además, Seismomentos de esperanza y Ahora [153]
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el amor abre un paréntesis. En 1968 regresa alpaísdespués delargos años como exiliado, y recibe una calurosa bienvenida de parte de la juventud dominicana. Brigadas Dominicanas, bajo la dirección de AídaCartagena Portalatín, publica ensuColección Baluarte deediciones individuales Hay un país en el mundo y Contracanto a Walt Whitman. El impacto de la poesía de Mirsepercibe de inmediato en los poetas más jóvenes. Ingresa comoprofesoralaUniversidadAut6noma deSantoDomingo. No obstante el éxitoalcanzado entre la juventud, Pedro Mirsemuestra dubitativo einsatisfecho respecto asuobrapoética. Anuncia sudecisión de abandonar la poesía, y así lo manifiesta en declaraciones a la Revista¡Ahora!. Pero esta decisión, quereitera luego enMéxico, noes cumplida, para fortuna de Mir y de nuestra poesía. Dentro de sus atribuciones como profesor de la UASD realiza diversos trabajos de investigación, principalmente enelterreno histórico y enelcampo dela estética, a los quesedeben Elgran incendio y Apertura a la Estética. En 1969 publica Tres leyendas de colores, con prólogo póstumo de Rafael Altamira, obra que creía totalmente perdida y quepor suerte, Héctor Incháustegui Cabral conservaba en uno de sus originales. En 1971, Mir visita México. Precisamente ese mismo año sale a la luz pública Viajea la muchedumbre, Ediciones Lucerna, con ilustraciones del autor y unacarta póstuma deFrancisco Domínguez Charro. Al año siguiente, la Colección Mínima de Siglo Veintiuno Editores, S.A., de México, con prólogo de Jaime Labastida, publica una antología de la poesía dePedro Mir, seleccionada porelpropio Labastida, utilizando el mismo título de Viaje a la muchedumbre. En esta editora aparece también su primera novela, Cuando amaban las tierras comuneras. Encuanto a su poesía, selehan atribuido a nuestro poeta diversas influencias, entre ellas la deGarcía Lorca consus metáforas coloristas y susritmos obsesionantes. Véase elparentesco entre el fragmento que glosa la fórmula «son del ingenio» de Hay un país en el mundo, con el«Llanto porlamuerte deIgnacio Sánchez Mejías» y con elpoema-son «Iré aSantiago» escrito con motivo del viaje aCuba delpoetagranadino.
PEDRO MIR
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El propio Pedro Mir en El Caribe del 24 de mayode 1975, no sabemos sipara satirizar este problemadelas influencias, ha dicho lo siguiente: «Puede quehaya influencia [en mí] deNeruda. Pero también de Rubén Daría, deAmado Nervo, deLeopoldo Lugones, de Whitman, deLarca y de Rimbaud» «Mir, dice Labastida en el prólogo de Viaje a la muchedumbre, es en verdad, un gran sujeto plural: nosotros». «Para Mir -ha dicho Héctor Íncháustegui Cabral (De literatura dominicana siglo XX, p.l07)- lo único que importa es la palabra, como para elpintor lo únicoque importa a fin decuentas sonloscolores. Mir, desde luego, es unpoeta social... »Su obra Lasraíces dominicanas de la doctrina de Monroe mereció el Premio Nacional de Historia 1975. Muchos desus poemas han sido traducidos a otros idiomas. En 1993 lefueconcedido elPremio Nacional deLiteratura que anualmente ofrecen la Secretaria deEstado deEducación, Bellas Artesy Cultos y la Fundación Corripio. OBRAS PUBLICADAS:
Hay un país en el mundo (1949), Contracanto a Walt Whitman (1952), Seis momentos de esperanza (1953), Ahora el amor abre un paréntesis (1960), Poemas debuen amor y a veces defantasía (1960), Amén de mariposas (1969), Elgran incendio (1969), Tres leyendas de colores (1969), Viajea la muchedumbre (19 71), Viajea la muchedumbre (antología poética, 1972), Aperturaa la Estética (1974), Fundamentos de teoría y critica dearte (1978), Cuandoamabanlastierras comuneras (1979), Lasdos patrias deSanto Domingo (1975), El colordel camino, de Domingo Batista (introducción y notas de Pedro Mír, 1978), La noción de período en la historia dominicana, dos tomos (1979), losé Martípara lapoesía y elecopara lospueblos (1981), Buen viaje,Pancho Valentín (1981), El huracán Neruda: elegía con unacanción desesperada (1983), Las raíces dominicanas de la doctrina deMonroe (1984), Los orígenes delhambre enla República Dominicana (1987), Ellapicida de los ojos morados (1993), Primeros poemas (1993).
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CITA MARINERA CON UNA MUJER IMAGINARIA La mar ardía en azules con una blanca humareda. Tú traías tu traje a espuma. Yo mi pantalón a vela. Olía toda la tarde a pescadores y almejas. A red y a goletas. Algo como un naufragio oportuno se estremeció en nuestras venas y apagando los ojos y arrastrándonos conjugamos de pronto el verbo arena.
POEMA DEL LLANTO TRIGUEÑO I Al señor Magdalena.
Es la calle del Conde asomada a las vidrieras, aquí las camisas blancas, allá las camisas negras, iY dondequiera un sudor emocionante en mi tierra! ¡Qué hermosa camisa blanca! Pero detrás: la tragedia. El monorrítmico son de los pedales sonámbulos, el secreteo fatídico y tenaz de las tijeras.
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Es la calle el Conde asomada a las vidrieras, aquí las piyamas blancas, allá las piyamas negras, iY dondequiera exprimida como una fruta mi tierra! ¡Qué cara piyama blanca! Pero señor, no es la tela, es la historia del dolor escrita en ella con sangre, es todo un día sin sol por cortar veinte docenas, es una madre muriendo el presente del hambre, es una madre soñando el porvenir de la escuela. Es la calle el Conde asomada a las vidrieras, aquí los ensueños blancos, allá las verdades negras, iY dondequiera ordeñada como una vaca mi tierra! Rompo el ritmo, me llora el verso, me ruge la prosa. ¿Es que no hay nadie que sepa la historia de las camiseras?
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Llegaba de Monte Plata como una carta trigueña, con una firma de pascuas, y un sello de nochebuenas. Recia en los muslos redondos, suave en la frente de tela, con la esperanza en la Virgen y el seno en la primavera.
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llegaba alzado en sonrisas todo un corral de guineas, cortando con las pestañas racimos de gentileza, calzando las esperanzas con zapatillas de seda y oteando los horizontes con las miradas en fiesta... Con ojos de malanoche la miró Niño Rivera: ¡Para mirarte, muchacha, está la calla del Conde, asomada a las vidrieras! Subieron las alegrías por esecalones de estrellas, se abrieron de serenatas, jazmines de luna llena, blancas de miedo, las nubes almidonaron tormentas y una estrella hincó temblores como un presagio de penas... Allá los ensueños blancos, aquí las verdades negras. Con llanto de manantiales, destila sangre la tierra. Dice a su hija que un día las dejó Niño Rivera, sin cena para la noche, sin traje para la escuela,
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iY un ogro le está pagando con un pan, veinte docenas!
III
Es la calle del Conde asomada a la tragedia, aquí los ensueños blancos, allá las verdades negras, iY dondequiera un sudor rojo de sangre en mi tierra!
LA VIDA MANDA QUE PUEBLE ESTOS CAMINOS
Vienen las horas, horas de cielo azul, y de verano, sobre la copa verde. Vienen sobre las velas de la mar del sur y luego sobre los hombres vienen. Crujen al paso de su timón y saltan, y desde entonces saltan sobre los meses. y un caracol de manos entre la espuma coge su mes de plata y los desenvuelve. Por estas horas vienen estos caminos de sangre, temblorosos hacia la gente, traen su viejo bulto de sudor, su angustia, sus jornales de luto sobre las sienes; traen su vieja rabia de color y el último recio lenguaje de color y su fiebre; traen sus brazos torcidos como la brisa de las banderas, el sudor asustado como el brocal de un pozo y el viejo paño de lágrimas y el puñal de cruz y la muerte.
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA·
rossn
Estos viejos caminos cruzan las horas largas, vienen hacia los hombres, los vuelven amargos, los hacen madurar en ácida madurez de fruta cálida y agreste, y a veces les distribuyen horizontes rojos de espinas y amapolas rebeldes. Vienen las horas y yo quería un rápido florecimiento de amor, una inminente paz cuajada bajo los techos. ¡La vida manda que pueble estos caminos oscuros! Yo quería una verde provincia de pan y frutas erguida sobre un mapa reciente, junto al agua de piedras que el puño alcanza, y el afán alcanza y el sudor contiene. ¡La vida manda que pueble estos caminos! manda que pueble estos caminos y entonces sale esta voz de sombras y de raíces amargas y de mariposas de fiebre, de esta garganta tupida de raíces amargas y de encendidas mariposas de fiebre.
AL PORTAVIONES «INTREPIDO» Santo Domingo, Febrero 1962 (De las agencias cablegráficas internacionales) Milquinientos marinos delPortaviones «Intrepid», desembarcaron aquienviaje de descanso y esparcimiento.
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Yo sé que eres un triunfo de formidable acero, yo sé que tus marinos son muchos abejorros blancos de nudoso pañuelo, yo sé que por la línea que ronda tu cintura de hierro vaga una lengua azul que lame y acaricia tus entrañas de fuego, yo sé que por las ondas que muerden tus dos hélices huyen despavoridos los tiburones y los celentéreos, yo sé que cuando suenan tus públicos cañones huyen como palomas o gallaretas los archipiélagos; yo sé que eres un portaviones todopoderoso, yo sé que tú defiendes un formidable imperio que se reclina bajo tus hombros, que en tí se apoya y extiende su comercio, yo sé que eres un portaviones todopoderoso, un dios marino que vomita fuego y hunde de un solo soplo las pequeñas antillas como todo un poderoso portaviones Intrépido. Pero tú has ido a la pequeña rada de Santo Domingo, pero tú has ido a la dulce bahía de Santo Domingo ligeramente agitada por ondas subterráneas en los alrededores de este mes de febrero, pero tú has ido a la dulce bahía de Santo Domingo con todos tus marinos de nudoso pañuelo,
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pero tú has ido a las pequetl.as aguas de Santo Domingo solamente por miedo, solamente por miedo. A estas aguas pacíficas y elásticas, solamente por miedo.
¡Quién pudiera decirlo de tus bronces, Portaviones Intrépido! Tú tan lleno de potencias interiores, tú tan lleno de bruscas erupciones y movimientos sísmicos y huracanes de roca derretida y tanto fuego, capaz de aniquilar a todas las antillas con un solo resuello, surto en la enternecida rada de Santo Domingo solamente por miedo, con todos tus cañones desplazados solamente por miedo, bien ceñido el feroz cinturón acorazado solamente por miedo. ¿Será porque la carabela capitana, aquella Santa María, hace ya mucho tiempo, vino a amarrar indígenas después de descubiertos y fue en los farallones y las rocas convertida en cadáver marinero? Será porque el furioso buque insignia acorazado Memphis, no hace aún mucho tiempo, vino con sus cuatro chimeneas a contener al pueblo
PEDRO MIR
y fue en los farallones y las rocas convertido en cadáver marinero? No, portaviones Intrépido, tú eres demasiado triunfo de la alianza del bronce y el acero para huir de farallones y de rocas, de la espuma y del viento, a tí te aterrorizan otras fuerzas más anchas que el imperio que apenas se cobija en tu coraza como los celentéreos, que ponen en peligro tu sendero y espantan tu comercio, a tí te aterrorizan estos hombres, fieros y subterráneos, que de pronto crecen, se dan la mano por todos los países, rompen gobiernos como si fueran viejas cartas marcadas o portaviones viejos, suben y destruyen las mentiras de todos los imperios, de todas las agencias cablegráficas, de todos los consorcios extranjeros, de todos los cañones y los buques soberbios, de todos los aviones y de los portaviones, los aviadores y los marineros, las embajadas y los consulados, de todos los Estados y sus Departamentos, sus Congresos y sus Conferencias, su diplomacia y sus testaferros.
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A tí te atemorizan esas ganas de morirse que tienen estos pueblos, porque van muchos años, muchas elecciones, muchos millones y muchos prisioneros y muchas jornadas de sudor no pagado y demasiado silencio, y con ésto no pueden tus cañones de bronce, tu coraza de acero, y con ésto no pueden tus mentiras de plomo, tus entrañas de fuego, porque van muchos años, mucha sangre mezclada con sudores y atropellos, mucha mutilación y mucha infamia y demasiado ejército, y con ésto no pueden los rugidos de tus calderas, ni tus motores aéreos ni tus grúas eléctricas y pavorosas ni tus toneladas de desplazamiento. ¡Oh, portaviones Intrépídol, tú en estas tórridas aguas de Santo Domingo solamente por miedo. Recoge, prodigioso milagro de la orilla, tus dos anclas de hierro y vete envuelto en pertinentes suavidades y secretos, vete al favor del diluído viento, que hay pasiones y oscuros huracanes en todo el archipiélago de las antillas,
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y no vuelvas, antes que el incendio de todas las mujeres y los hombres de todos los pueblos alcancen lo que alcanzan en el mundo ellos, solamente por cólera infinita Y tú,
solamente por miedo.
HAY UN PAÍS EN EL MUNDO
Hay un país en el mundo colocado en el mismo trayecto del sol, Oriundo de la noche. Colocado en un inverosímil archipiélago de azúcar y de alcohol. Sencillamente liviano como un ala de murciélago apoyado en la brisa. Sencillamente claro, como el rastro del beso en las solteras antiguas o el día en los tejados. Sencillamente frutal. Fluvial. Y material. Y sin embargo
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sencillamente tórrido y pateado como una adolescente en las caderas. Sencillamente triste y oprimido. Sinceramente agreste y despoblado.
En verdad. Con tres millones suma de la vida y entre tanto cuatro cordilleras cardinales y una inmensa bahía y otra inmensa bahía, tres penínsulas con islas adyacentes y un asombro de ríos verticales y tierra bajo los árboles y tierra bajo los ríos y en la falda del monte y al pie de la colina y detrás del horizonte y tierra desde el cantío de los gallos y tierra bajo el galope de los caballos y tierra sobre el día, bajo el mapa, alrededor y debajo de todas las huellas y en medio del amor. Entonces es lo que he declarado. Hay un país en el mundo sencillamente agreste y despoblado.
Algún amor creerá que en este fluvial país en que la tierra brota, y se derrama y cruje como una vena rota, donde el día tiene su triunfo verdadero, irán los campesinos con asombro y apero
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PEDRO MIR
a cultivar cantando su franja propietaria. Este amor quebrará su inocencia solitaria. Pero no. y creerá que en medio de esta tierra recrecida, dondequiera, donde ruedan montañas por los valles como frescas monedas azules, donde duerme un bosque en cada flor y en cada flor la vida, irán los campesinos por la loma dormida a gozar forcejeando con su propia cosecha. Este amor doblará su luminosa flecha. Pero no. y creerá que donde el viento asalta el íntimo terrón y lo convierte en tropas de cumbres y praderas, donde cada colina parece un corazón, en cada campesino irán las primaveras cantando entre los surcos su propiedad. Este amor alcanzará su floreciente edad. Pero no.
Hay un país en el mundo donde un campesino breve
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a cultivar cantando su franja propietaria. Este amor quebrará su inocencia solitaria. Pero no. y creerá que en medio de esta tierra recrecida, dondequiera, donde ruedan montañas por los valles como frescas monedas azules, donde duerme un bosque en cada flor y en cada flor la vida, irán los campesinos por la loma dormida a gozar forcejeando con su propia cosecha. Este amor doblará su luminosa flecha. Pero no. Ycreerá que donde el viento asalta el íntimo terrón y lo convierte en tropas de cumbres y praderas, donde cada colina parece un corazón, en cada campesino irán las primaveras cantando entre los surcos su propiedad. Este amor alcanzará su floreciente edad. Pero no. Hay un país en el mundo donde un campesino breve
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seco y agrio muere y muerde descalzo su polvo derruido, y la tierra no alcanza para su bronca muerte. [Oídlo bien! No alcanza para quedar dormido. Es un país pequeño y agredido. Sencillamente triste, triste y torvo, triste y acre. Ya lo dije sencillamente triste y oprimido.
No es eso solamente. Faltan hombres para tanta tierra. Es decir, faltan hombres que desnuden la virgen cordillera y la hagan madre después de unas canciones. Madre de la hortaliza. Madre del pan. Madre del lienzo y del techo. Madre solícita y nocturna junto al lecho ... Faltan hombres que arrodillen los árboles y entonces los alcen contra el sol y la distancia. Contra las leyes de la gravedad. Y les saquen reposo, rebeldía y claridad. Y hombres que se acuesten con la arcilla y la dejen parida de paredes. Y hombres que descifren los dioses de los ríos y los suban temblando entre las redes. Y hombres en la costa y en los fríos desfiladeros y en toda desolación. Esto es, faltan hombres. Y falta una canción.
PEDRO MIR
Procedente del fondo de la noche vengo a hablar de un país. Precisamente pobre de población. Pero no es eso solamente. Natural de la noche soy producto de un viaje. Dadme tiempo coraje para hacer la canción.
Plumón de nido nivel de luna salud del oro guitarra abierta final de viaje donde una isla los campesinos no tienen tierra. Decid al viento los apellidos de los ladrones y las cavernas y abrid los ojos donde un desastre los campesinos no tienen tierra. El aire brusco de un breve puño que se detiene junto a una piedra abre una herida donde unos ojos los campesinos no tienen tierra. Los que la roban no tienen ángeles no tienen órbita entre las piernas no tienen sexo donde una patria los campesinos no tienen tierra. No tienen paz entre las pestañas no tienen tierra no tienen tierra.
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País inverosímil. Donde la tierra brota y se derrama y cruje como una vena rota, donde alcanza la estatura del vértigo, donde las aves nadan o vuelan pero en el medio no hay más que tierra: los campesinos no tienen tierra. y entonces
¿De dónde ha salido esta canción? ¿Cómo es posible? ¿Quién dice que entre la fina salud del oro los campesinos no tienen tierra? Ésa es otra canción. Escuchad la canción deliciosa de los ingenios de azúcar y de alcohol.
Miro un brusco tropel de raíles son del ingenio sus soportes de verde aborigen son del ingenio y las mansas montañas de origen son del ingenio y la caña y la yerba y el mimbre son del ingenio y los muelles y el agua y el liquen son del ingenio y el camino y sus dos cicatrices son del ingenio y los pueblos pequeños y vírgenes son del ingenio
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y los brazos del hombre más simple son del ingenio y sus venas de joven calibre son del ingenio y los guardias con voz de fusiles son del ingenio y las manchas del plomo en las ingles son del ingenio y la furia y el odio sin límites son del ingenio y las leyes calladas y tristes son del ingenio y las culpas que no se redimen son del ingenio veinte veces lo digo y lo dije son del ingenio «nuestros campos de gloria repiten» son del ingenio en la sombra del ancla persisten son del ingenio aunque arrojen la carga del crimen lejos del puerto con la sangre el sudor y el salitre son del ingenio.
y éste es el resultado.
El día luminoso regresando a través de los cristales del azúcar, primero se encuentra al labrador. En seguida al leñero y al picador de caña rodeado de sus hijos llenando la carreta.
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA - POESÍA
y al niño del guarapo y después al anciano sereno con el reloj, que lo mira con su muerte secreta, y a la joven temprana cosiéndose los párpados en el saco cien mil y al rastro del salario perdido entre las hojas del listero. Y al perfil sudoroso de los cargadores envueltos en su capa de músculos morenos. Y al albañil celeste colocando en el cielo el último ladrillo de la chimenea. Y al carpintero gris clavando el ataúd para la urgente muerte, cuando suena el silbato, blanco y definitivo, que el reposo contiene.
El día luminoso despierta en las espaldas de repente, corre entre los raíles, sube por las grúas, cae en los almacenes. En los patios, al pie de una lavandera, mojada en las canciones, cruje y rejuvenece. En las calles se queja en el pregón. Apenas su pie despunta desgarra los pesebres. Recorre ias ciudades llenas de los abogados que no son más que placas y silencio, a los poetas que no son más que nieblas y silencio y a los jueces silenciosos. Sube, salta, delira en las esquinas y el día luminoso se resuelve en un dólar inminente. ¡Un dólar! He aquí el resultado. Un borbotón de sangre. Silenciosa, terminante. Sangre herida en el viento. Sangre en el efectivo producto de amargura. Éste es un país que no merece el nombre de país. Sino de tumba, féretro, hueco o sepultura. Es cierto que lo beso y que me besa
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PEDRO MIR
y que su beso no sabe más que a sangre. Que día vendrá, oculto en la esperanza, con su canasta llena de iras implacables y rostros contraídos y puños y puñales. Pero tened cuidado. No es justo que el castigo caiga sobre todos. Busquemos los culpables. y entonces caiga el peso infinito de los pueblos sobre los hombros de los culpables.
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Y así palor de luna pasajeros despoblados y agrestes del rocío, van montañas y valles por el río camino de los puertos extranjeros. Es verdad que en el tránsito del río, cordilleras de miel, desfiladeros de azúcar y cristales marineros disfrutan de un metálico albedrío, y que al pie del esfuerzo solidario aparece el instinto proletario. Pero ebrio de orégano y de anís y mártir de los tórridos paisajes hay un hombre de pie en los engranajes. Desterrado en su tierra. Y un país
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en el mundo, fragante, colocado en el mismo trayecto de la guerra. Traficante de tierras y sin tierra. Material. Matinal. Y desterrado. y así no puede ser. Desde la sierra
procederá un rumor iluminado probablemente ronco y derramado. Probablemente en busca de la tierra. Traspasará los campos y el celeste dominio desde el este hasta el oeste conmoviendo la última raíz y sacando los héroes de la tumba habrá sangre de nuevo en el país habrá sangre de nuevo en el país.
y ésta es mi última palabra Quiero oírla. Quiero verla en cada puerta de religión, donde una mano abierta solicita un milagro del estero.
Quiero ver su amargura necesaria donde el hombre y la res y el surco duermen y adelgazan los sueños en el germen de quietud que eterniza la plegaria.
PEDRO MIR
Donde un ángel respira. Donde arde una súplica pálida y secreta y siguiendo el carril de la carreta un boyero se extingue con la tarde. Después no quiero más que paz. Un nido de constructiva paz en cada palma. y quizás a propósito del alma el enjambre de besos y el olvido.
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RUBÉNSURO (1916)
Nació enLa Vega el13 de junio de 1916. Fue la voz másdestacada del grupo «Los Nuevos». Como sus demás compañeros, no pudo sobreponerse alafándeoriginalidadque los abrumaba. El, sinembargo, al recurrir a las formas tradicionales contrariando asílos principios que sustentaban como grupo, fue el único que pudo aflorar, aunque fugazmente, con poemas derebuscada gracia y finura, cayendo de lleno enlapoesíapopularcon la «Rabiaca del haitianoqueespanta mosquitos» y otros poemas criollistas que causaron grata impresi6n, y cuyos antecedentes podrían encontrarse enalgunas décimas deJuan Antonio Alix. La labor poética de Suro result6 seriamente afectada con la desintegraci6n de Los Nuevos, silenciándose su voz que pudo habe1 llenado un papel más importante en el campo de nuestras letras. Quedan, en cambio, dentro de la brevedad de su obra, fermentos e inquietudes que hirieron la conciencia política de su tiempo, hasta el punto de haberse producido un escándalo alrededor de su poema «Proletario» debido a lasimplicaciones sociales quecontenía, y que con el correr del tiempo habrían de convertirse en realidad. Fue éste un poema donde elautorsesinti6arrebatado porvisiones proféticas. En ello reside su mérito principal. La poesía de Suro ha tomado distintos rumbos sinperdersuraízoriginal; asílovemos apegado aciertopurismo idiomático combinándolo con giros de humor vernáculo teñidos de costumbrismo. [176]
RUBEN SURO
Es abogado y profesor dela Facultad deDerecho de la Univer: Autónoma de Santo Domingo. Fue diputado al Congreso Nacion Director General de Bellas Artes. Ha ocupado cargos en el Servicio Diplomático. OBRA PUBUCADA:
Poemas de una sola intención (antología preparada por Pedro Conde, 1984).
PROLETARIO Tus músculos se cansan, se agota tu sudor... siempre la misma historia: ¡triunfa tu explotador! Esclavo resignado no sabes lo que hacer y eres un nuevo Cristo: [el cristo del taller! y yo que te presiento en mis limpias mañanas: rebelde visionario, rompedor de sotanas; pródigo en inquietudes, hecho de «rojo» cuño, que igual tumbas un ídolo que levantas un puño! Con impaciencia espero que en tu pobreza extrema, esa sonrisa mansa se cambie en anatema. Seguro que no ignoras que un surco es cada Antilla, están a ti abiertas, tú eres, pues, la semilla! ¡Aguardas al mesías, que aunque lo crean utópico, saldrá un Karl Marx de América o algún Lenin del Trópico! Acércatey escucha, que es bueno que lo sepas: Londres será un desierto y Wall Street una estepa! Ah! entonces tus dolores se irán al precipicio, y los que te engañaron verán su «día de juicio!»
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Poeta y Proletario... comunistas empeños nos unen en la senda tras realizables sueños: jitú, con el jornal largo y más "arta la hora, yo, con que cada lira sea una ametralladora!!
SONETO DE YODO YSAL El mar quiere ser cielo: forma nubes de espuma; su epidermis friolenta se da baños de sol; hace poco quitóse sus frazadas de bruma y en pijamas azules lo ha visto un caracol. «Reservoír» de idealismos. Disolvente de penas.
Los ojos, los anhelos... mirarlo es navegar. Las olas se suicidan cumpliendo las condenas que ante los arrecifes les dicta el mismo mar. Un barco fuma pipa quemando el horizonte. Siento que mi alegría se eleva como un monte; (dudo del alpinismo de mi antiguo Dolor ...) Las palmeras de playas son gigantes sombrillas. El viento riza el agua que cortaron las quillas, ¡mientras dos garzas blancas enrojecen de amor!
ESTROFAS DE PUEBLO PARA MUCHACHA DE CAMPO ¡Qué traje el que yo te traje del pueblo aquella mañana;
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luciéndolo siete días se endominga una semana! Martes en el calendario, pero domingo en tu traje. Agua limpia, brisa y sol, ¡qué fácil tu maquillaje! Muchacha de la sabana, retina para verdores, en tu voz hallaron jaulas alondras y ruiseñ.ores. Cómo me río del río; que, ambicionando agua clara, en tus pupilas mil veces lo vi lavarse la cara. Ruborizado y arisco, cuando desnuda tú asomas, cambia su azul en verdores el camaleón de las lomas. y al baño, muchacha, al baño! sin dueñ.os del caserío: bebiendo sus transparencias le quitas la sed al río.
Cuidado con quien te toque la epidermis quinceañ.era; caricia para tus carnes: ¡el agua de la chorrera!
CARMEN NATALIA (1917-1976)
Nació en San Pedro de Macoris el 19 de abril de 1917. Carmen Natalia Martínez Bonilla firmó siempre sus trabajos literarios con sus nombres depila, sin los apellidos. Cuando preparaba su primer libro, fue alentada porelpoeta Fabio Fiallo. Colaboró en LosNuevos yen La Poesía Sorprendida de manera fugaz. También aparecieron poemas suyos en los Cuadernos Dominicanos de Cultura. Por persecuciones políticas, se relega a una labor aislada, yen 1950 abandona elpaís, residiendo desde entonces en el exterior, especialmente en Puerto Rico, donde escribe la mayor parte desusobras poéticas y teatrales, además de novelas que son presentadas por radio y televisión. Entre éstas podemos mencionar El despertar de un niño bajo la tiranía. Es la época de sus poemas de combate contra el régimen de Trujillo. Su extenso poema «Llanto sin término porelhijonunca llegado» lemerece en 1959 unpremio del Ateneo dePuerto Rico. Carmen Natalia seperfila desde sus comienzos con Alma adentro como una poetisa romántica entroncada a la poesía femenina que se escribía en América. En las formas y en el contenido se pueden rastrear afinidades con Juana de Ibarborou, Alfonsina Storni y Grabiela Mistral. A esta última se mantiene apegada, tal vez porcierta similituden algunos aspectos de susvidas y a través deunatemática peculiar decontenciones emotivas, donde aparecen la maternidad anhelada, los poemas infantiles y cierta religiosidad queno obstante revestirse de acentos serenos da margen a [180]
CARMEN NATALIA
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estallidos dramáticos. Losparticulares aspectos políticos y sociales del país la conmueven y escribe El hombre tras la rejas, largo monólogo donde sequiere plasmar eldrama dela opresión. A la caída de Trujillo, fue nombrada Embajadora Delegada Alterna, Representante de la República Dominicana ante las Naciones Unidas. Fue Presidente dela Comisión Interamericana de Mujeres. Murió en Santo Domingo el6 de enero de 1976. OBRAS PUBliCADAS:
Alma adentro (1939), Veinte actitudes y una epístola (1949), Llanto sintérmino porel hijonuncallegado (1959), Elhombre tras las rejas (1962), La victoria (1992).
ALFARERO CELESTE Alfarero celeste: yo soy un pobre trozo de barro no cocido... Pero al través del barro pasa mi voz de lluvia, y la arcilla está blanda para el contorno vivo. Seré como tú quieras que yo sea: ánfora de fino cuello, esbelta y suave, o una de esas viejas toscas y sin belleza, donde a sorbos cansados bebe calladamente la pobreza... Alfarero celeste, date prisa, que un viento de locura puede secar la arcilla antes de que tus manos le den la forma pura. Modélame a tu antojo, hazme como tú quieras,
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porque pulida o burda, tosca o fina, tendrá sobre mi barro la huella de tu mano, y tu mano es divina... Alfarero celeste, date prisa, trabaja! Yo no soy mas que un trozo de barro no cocido; pero dentro del barro hay algo sensitivo que late y que solloza, que palpita y que canta; algo que es como un beso, una rosa o un nido... Un corazón de sueños que se me está muriendo antes de haber nacido... !
GRITO
Tu voz no trajo el canto de mi tierra. No trajo sus pregones, ni su sol, ni su risa. No trajo el verde de sus montes vírgenes ni la canción del río y de la hierba. No trajo el oro de la fruta abierta ni las corolas altas, ni el cascabel del viento. No trajo aquella turba vocinglera del nido ni el color de las rojas amapolas enhiestas. Tu voz no trajo el canto ni la risa. Trajo tan sólo el grito. El grito que hace amargo el pregón de las flores y aprieta con su cerco la voz del pregonero. El grito que revienta la semilla en el surco desde que el surco cierra sus labios pisoteados.
CARMEN NATALIA
El grito que retuerce los brazos de los niños dentro del mismo vientre que le oprime la infancia. El grito que se enrosca dentro del vientre túmido y preña de terrores las nueve lunas blancas. El grito que trepando por la raíz salvaje sube desde la entraña de la tierra y anticipa sus flores secas de polvo y lágrimas donde las amapolas han de nacer mañana. El grito que sacude las cenizas dormidas en el fondo de oscuras tumbas abandonadas y ruge en la garganta sin carne de los muertos. Muertos que no murieron de una muerte liviana sino cargada en plomo. El grito de los muertos y el grito de los vivos. Los que sin haber muerto están muriendo a plomo y a mordaza, a vergüenza y a látigo. El grito de los hombres y el grito de los niños. Elgrito de las madres y el grito de los viejos y el grito ronco y largo de todo lo que alienta sobre la tierra del martirio. El grito que te muerde y que me muerde porque es un solo grito. Ese que no te deja cantar nuestros pregones ni cantarle a la hierba, ni al fruto, ni a los nidos, porque si les cantaras tu voz se rompería con el grito. Elgrito de la tierra. De tu tierra y la mía. Tierra estrujada y sola en mitad de la noche sembrada de sepulcros.
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Tierra que se derrama en tu voz y la hiende con su grito. Tierra que te has echado como un fardo a la espalda para decir al mu.ndo su larga desventura. Para decir al mundo que una tierra pequeña, perdida en un océano, desmembrada de un sordo continente dormido, ya no tiene canciones que cantar, sino gritos ... Escúchenlo los bárbaros. Escúchenlo los ruines. Los que aprietan cadenas, los que golpean cráneos, los que oprimen. Escúchenlo los sórdidos. Escúchenlo los viles. Los que rastrean la señal del oro y muerden las monedas y exprimen las raíces... Escúchenlo los ímprobos. Escúchenlo... Escúchenlo. El grito de mi tierra va por todas las rutas creciéndose a sí mismo. Creciéndose. Creciéndose. y ha de llegar el día en que el grito sea brazo y el brazo se levante por encima del grito para que la justicia se cumpla en nuestra tierra. Escúchenlo los bárbaros, los sórdidos, los ímprobos... El grito de mi tierra dejará de ser grito para cuajarse en brazo. y la tierra pequeña, perdida en el océano, desmembrada de un sordo continente dormido, pondrá en tu voz canciones... en Tu voz, que hoy no puede sino cantar el grito.
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CANTO AL SOLDADO INMINENTE ¡En marcha! ¡En marcha» Aprieta el ronco fusil entre tus manos y clava tus dos pies en la carne oprimida de la tierra. Echa raíz. Encájate. No vuelvas la mirada atrás. ¡Sigue adelante! Esatierra es la tuya. Reconócela y... ¡en marcha! Destaja el monte. Cierra el paso al torrente. Despeña los picachos. Vuelca el río. Aplasta la alimaña. Coje una flor, bésala y sigue. ¡En marcha! ¡En marcha! Húndete en la maleza. Deseca los pantanos. Quiébrale la cintura a la montaña. Clávale las espuelas a la noche. Cercénale la voz a las lechuzas y ¡adelante! ¡En marcha! ¡En marcha! Agárrate a los flancos del barranco. Trepa, corre, descuélgate. Salta, arrástrate. Sube. ¿Que te sangran los pies? Tus manos están sangrando desde siempre por las heridas de los clavos. ¡Enmarcha! ¡En marcha! Allá están ellos. Cientos. Miles. La fuerza bruta de los energúmenos. La fuerza vil del oro que corrompe. La fuerza que levantan los tiranos del mundo para escudar su carapacho sórdido. ¡Enmarcha! ¡En marcha!
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Allá están ellos. Cientos. Miles. Tú, soldado inminente, endurece los dedos sobre el fusil. ¡Apunta! Ya sé que no es para el fusil que se hicieron tus manos. Eres el soldado casual. Soldado de ocasión, forjado para un día, para una hora, para un suceso. El soldado preciso, ineluctable e inminente. Y estás ahí para cumplir el voto de los que amaron la justicia más allá de la carne y de la sangre, de los que duermen ya debajo de la tierra con los ojos abiertos de esperanza. Estás ahí para vengar a nuestros mártires. ¡En marcha! [En marcha! ¡Adelante, soldado del rescate! Beso tu mano así cerrada sobre un fusil que no está hecho a la medida de tu mano pacífica y amable. Ahí, frente a los brutos, mi corazón está contigo, y mis dedos se cierran en tus dedos, y te grito al oído: «Viva la Libertad, hermanol» ¡En marcha! ¡En marcha! Todo un pueblo que sufre nos espera. ¡En marcha ya, soldado del rescate, inminente y preciso! ¡En marcha! ¡En marcha!
AÍDA CARTAGENA PORTALATÍN (1918-1994)
Nació en Moca el18 dejunio de 1918 y murió en Santo Domingo el3de junio de 1994. Publica en LaPoesía Sorprendida poemas breves que son impresiones íntimas y románticas llenas degracia yplasticidad. Desde esa época se nota en Aída Cartagena Portalatín un afán de originalidad quese revela en su sintaxis, recurriendo con frecuencia al hipérbaton y contrayendo las frases para lograr mayor concisión. Posteriormente expande sus poemas, predominando en ellos un hermetismo que cuando logra zonas de claridad se vuelve crudo y desafiante. En su libro de versos La tierra escrita recurre a grafismos, diálogos, técnicas periodísticas e imágenes cinematográficas, usando como centro aglutinante una preocupación por el hombre y por sus libertades conculcadas. A pesar de la actualización queella ha dado al mundo circundante, lomejor desu poesía se nosofrece en susprimeras publicaciones y en Una mujer está sola, sobre todo en esta última, donde expresa con valentía su drama interior. Fue co-directora de «La Isla Necesaria», publicación creada porManuel Rueda en 1953, siendo de ella todas las viñetas que embellecieron dicha publicación. Fue unade nuestras narradoras más despiertas, habiendo realizado una novela de técnica avanzada que lleva por título Escalera para Electra yporla queseleconoce en elextranjero. Posteriormente daa la luz Tablero, libro de relatos degran originalidad. En diciembre de 1961 crea Brigadas Dominicanas (lO números que abarvan hasta marzo de 1963) y la Colección Baluarte (12 [187]
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números) siendo la primera una revista y la segunda una serie de cuadernos individuales. Estas publicaciones estaban destinadas principalmente, a divulgar la literatura de combate queen ocasión de la dictadura ya se había empezado a escribir en Santo Domingo y constituyen la única fuente viva que reúne, en un período dado de nuestra historia, una literatura de circunstancias concalidad poética. En medio detiempos hostiles, AídaCartagena Portalatín logra mantener suspublicaciones. En 1967 publica La tierra escrita, conservando elpie de imprenta de Brigadas Dominicanas, descontinuada años antes. Fue unagran conocedora de las artes plásticas y la decoración. Profesora de arte de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Escribió numerosos artículos para el suplemento cultural Isla Abierta, del periódico Hoy. OBRAS PUBLICADAS:
Vísperas del sueño (1944), Del sueño al mundo; Llámale verde (1945), Mi mundo el mar (1953), José Vela Zanetti (monografía de arte, 1954), Una mujer está sola (1953), Lavoz desatada (1962), La tierra escrita (1967), Escalera para Electra (1970), Tablero (1978), Yania tierra (1981), Narradores dominicanos (1982), La tarde en que murió Estefania (1984), En la casa del tiempo (1984), Las culturas africanas: rebeldes concausa (1986).
CÓMO LLORAR LA MUERTE DE UNA ROSA «De todos los hombres queestán vivos, ¿quién sabe algo?» EcLESIASTÉS.
¿Cómo llorar la muerte de una rosa, si los amaneceres han desdoblado el Mundo, y en la hierba que tiembla cerca de los rosales se han quedado las albas vueltas gotas de agua?
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Sólo desde la tierra tienen brillo de ámbar las estrellas. A la tierra amarga vuelva la lluvia del color de los rosales. Sentir como los musgos se asen a las piedras: hay un rencor en la brisa viajera! Hombres no han llorado porque caen los hombres. ¿Cómo llorar la muerte de una rosa?
ESTACIÓN EN LA TIERRA I
No creo que yo esté aquí demás. Aquí hace falta una mujer, y esa mujer soy yo. No regreso hecha llanto. No quiero conciliarme con los hechos extraños. Antiguamente tuve la inútil velada de levantar las tejas para aplaudir los párrafos de la experiencia ajena. Antiguamente no había despertado. No era necesario despertar. Sin embargo, he despertado de espaldas a tus discursos, definitivamente de frente a la verídica, sencilla y clara necesidad de ir a mi encuentro. Ahora puedo negarte. Retirarte mi voto. y puedo escuchar y gritar conmigo irremisiblemente viva, porque viva es la voz de las verdades,
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porque viva es la voz del luminoso salón del casamiento del ángel con la estrella. Ahora puedo negarte. Toda soy de ventanas, limpia, libre y clara de frente al campanario de los oficios de los vivos y de los muertos. y siento la necesidad de las cosas pequeñas, de esas cosas pequeñas que no trepan como si tuvieran medido el sitio, sino que se esparcen como los árboles ardidos. Con esa pequeñez me desplazo por tu arquitectura de galería sin fin, -síempre sin novedad, ni rosa, ni luna en su caminoy llego al fondo donde te descubro en esas generaciones de familias inmovilizadas que terminan con la última viga anciana cuando ya no hay otro dueño y el mueble está gastado.
II
Esa infeliz dignidad de la rutina está en el término donde la tontería tiene la voz de las caricias para llamar a las bestias y no significa nada para la voz de mis verdades. Pensarán que he llegado demasiado temprano, acaso un poco tarde. Tal vez no hubiera llegado a ningún otro tiempo para reemplazar mi turno. Pero no creo que yo esté aquí demás, y además prefiero estar aquí ahora, y desatarme a veces,
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y recoger las negaciones para volver con la resignación, el grito, y el paso de la muerte. Esto es regresar al sitio donde los árboles rechazan a los desconocidos y se prolonga el conversar de algunas estaciones. Esto es ser como los otros y volver mi alma vecina igual a las de los vecinos, y perder el temor de atravesarme totalmente con el recuerdo del libro del recuerdo. III
Prudentemente he cerrado el camino y he dicho: estoy en tiempo puro. Un tiempo en que la vida ha perdido el sentido. Un tiempo que revela que la naturaleza de las cosas está al revés de su corteza y el alimento consiste en el estímulo. Estación de verdad que me incorpora y rechaza el propósito de descubrir el Código que sentencia la vida detrás de tu cortina.
LA CASA 1
Era su vientre mi pan de día y de noche. Nueve meses habité en su amoroso oscuro nimbo
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que dejé desierto cuando la carga de sangre y de pecado dijo temblando, ¡vete!, abandona esta casa, que es casa de hacer hijos. Viví en oscuro monte. Luego la tierra se llenó de la alabanza de aquel vientre cuando llegué a la vida en busca de corderos. Cuando subí sobre los caballos, cuando subí sobre los carros, cuando subí sobre las piedras, cuando bajé a la raíz del agua, o cubierta de harapos la tropa de los mundos me descubrió en un canto. Alzadas fueron las cabezas de los que trabajan un campo de espigas y allí nunca se hartaron hasta la voluntad. Yo estaba ya hecha conforme a las palabras. Antes fui sierva escondida, pero estaba contenta, contenta del espíritu. Un vientre tal vez es el paraíso que se busca en la tierra. He ahí lo que se hace conforme a un mandamiento. y ahora soy un hueso y su carne y su sangre, y en mí habita Ella.
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Trasiego. Verdades: El claustro, sus paredes. Sus paredes se llenaron de nombres.
UNO DOS TRES CUATRO CINCO SEIS SIETE. Bajo formal procesión llegamos trabajados del mismo barro. Trabajados, colgados de propios esqueletos. Cada hueso traía un hálito distinto. Su corona, y de báculo: Un espejo, una cinta, un bordado, un bisturí, la máquina del aire o mi cesto. ¿Qué hablé en aquel corredor que conduce a lo debido? ¿O callé nueve meses entre pesadas paredes de nieblas sin poder traducir el idioma con que habla el placer?
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Impertinente gloria: De aquel lugar llegaron mis himnos, las tonadas, los cantos a esta borrosa pantalla de la tierra. Yo, testigo: El correr de las bestias asustadas. Los árboles. La aventura. El odio. El amor fabricándose.
III
Trasiego. Verdades. Oscura puerta donde la derrota se traduce cobarde en goce-pleno. Oscura ruta. Salí por esa puerta de un sexo que alumbrándome se transformaba en arpa. Trasunto de quejidos. Horizontal techumbre. El cordón de su casa fue mi aire. Su sangre haciéndose en mi sangre. Mi boca bebiendo de su plasma. No. Esta casa de libros, de cuadros y de estatuas no es su casa. Aquí el miedo tirado a manos llenas derrumba mis paredes. Esta luz no es su luz. No había luz. La luz que me apareja se emparenta a la luz del pecado de ser vivo.
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Clamo el retorno a la oscura-casa-sangre-alimento-frazada. Allí soy la desconocida. Segura de mi reino. Allí mi casa. Reábrese su puerta, puerta suya, entrada de retorno a su callado hueco. No. No hay retorno. Su casa ya no existe.
OTOÑO NEGRO ELEGÍA Redoblado tambor redoblando ...
Sé que ya era otoño sin alondras ni hojas. Yo que lloro al árbol, al pez y a la paloma me resisto a los blancos del Sur a esos blancos con su odio apuntando a los negros. No les pregunto nunca, porque responderían que en Alabama pueden florecer las dos razas. Más, después del Verano de Medgar W. Evers hicieron un Otoño de cuatro niñas negras. Ese cortejo de tantos ataúdes. Ese cortejo nublando la alegría redoblado tambor redoblando, ¿hasta cuándo?, aquellos cuatro cuerpos. Su luz de carne negra iluminando el Orbe. No es hora de un grito jubiloso. Afligida la tierra, hasta la tierra llora ... [Hasta la muerte llora las cuatro niñas negras!
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¿Cómo habitar sus huecos? Malvadamente muertas porque la muerte es propia, otro no debe usarla. Sus tiernos esqueletos levantarán su raza. Con sus cabellos crespos se tejerán banderas. Cuatro fueron las niñas en una iglesia muertas. Antorchas inmortales sembradas en el Sur. ¿Cómo se escribe en Alabama 1i b e r t a d ? -pregunto. Yo que lloro al árbol, al pez y a la paloma.
HENRI MATISSE ¿Dónde está Henri Matisse? Las manos de los colores nunca más con nuevos rostros y líneas compartirán mi celda. ¿Dónde? Componiendo la trama, envuelto en el color, donde el ángel dibuja. Bajo el cuerpo del cielo se retuerce su cara de pájaro tostado. En el surco que araba con sus manos se incendia la gloria, su gloria sin edad habituada para vivir edades. Ahora lo llamo al revés de la tarde en que dejó sin otra posada mi memoria. 10 llamo con voz de sus verdades, con una voz de amante lo llamo a mi jardín de bronces.
AlOA CARTAGENA PORTALATIN
De pie vigilo la casa de su nombre. Henri Matisse grande como el océano, ¿dónde está el cargamento? Pienso cómo estarán hoy sus amigos apegados a esa dudosa voluntad de obedecerlo. ¿Diste a ellos la clave? La clave que lograste con tu cuerpo de hambre, con la vanidad de ser puro, de darle tu perfil, expresamente. Nada me turaba que desate recuerdos, que le ofrezca otra máscara, que dispare la honda a la campana mayor. ¿Dónde su piel, su cruz, las bestias? En Vence, con todas las estaciones del año. En Vence, con sus manos que eran alimento renovado. En Vence, sencillamente, con su mujer, su hijo, su oro y el atavío de su nombre, oh, montañas de Vence, ¿dónde está Henri Matisse?
UNA MUJER ESTA SOLA Una mujer está sola. Sola con su estatura. Con los ojos abiertos. Con los brazos abiertos. Con el corazón abierto como un silencio ancho. Espera en la desesperada y desesperante noche sin perder la esperanza.
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Piensa que está en el bajel almirante con la luz más triste de la creación. Ya izó velas y se dejó llevar por el viento del Norte en fuga acelerada ante los ojos del amor. Una mujer está sola. Sujetando con sueños sus sueños, los sueños que le restan y todo el cielo de Antillas. Seria y callada frente al mundo que es una piedra humana, móvil, a la deriva, perdido en el sentido de la palabra propia, de su palabra inútil. Una mujer está sola. Piensa que ahora todo es nada y nadie dice nada de la fiesta o el luto de la sangre que salta, de la sangre que corre, de la sangre que gesta o muere de la muerte. Nadie se adelanta ofreciéndole un traje para vestir su voz que desnuda solloza deletreándose. Una mujer está sola. Siente, y su verdad se ahoga en pensamientos que traducen lo hermoso de la rosa, de la estrella, del amor, del hombre y de Dios.
ENRIQUILLO ROJAS ABREU (1920)
Nace enSanto Domingo el18 deenero de 1920. Se da a conocer en los Cuadernos Dominicanos de Cultura (No.71, julio 1949), donde publica una selección poética precedida de un comentario crítico de Pedro René Contín Aybar. Desde susinicios hastaelpresente, permanece fiel a un estilo, sin que las modas literarias lo hayan afectado. Rojas Abreu ve elmundo con ojos deadolescente. Cada imagen esunasorpresa que él sabe rodear de imprevistas sutilezas. Las metáforas lo seducen y une los vocablos con la misma avidez de un niño que saborea una golosina. Poesía primaveral quesabe hacerse melancólica, casi color, casi perfume. Es elpoeta más romántico de nuestros contemporáneos. Las formas breves han encontrado en él un feliz cultivador. Aun en sus poemas más extensos, elmecanismoquelos genera esunensamblamiento de pequeños núcleos que a manera de una policromada juguetería regocijan el espíritu y lo encantan. En sus últimos poemas, el arte de Rojas Abreu parece abrirse a nuevas preocupaciones con temas derelieve internacional. En 1973, al participaren el Segundo Congreso Mundial de Poetas celebrado en Taipei, Pormosa, recibe el primer Premio de Poesía por supoema «Muerte nuestra queestás en la Tierra», incluido en esta selección como muestra de sus últimas inquietudes. Es Doctor en Derecho por la Universidad de Santo Domingo. Realizó estudios especiales sobre Derecho Internacional en la Universidad de Buenos Aires en 1949. Es miembro de la Academia de Letras y Filosofía de [199]
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Bogotá y dela Unión deEscritores deChile. Diplomático decarrera, fue Embajador adscrito a la Cancillería Dominicana, habiendo sido Jefe de Misión Diplomática, Ministro Plenipotenciario enParís. Hadesempeñado cargos diplomáticos en Guatemala, Chile, Turquía, Israel, etc. Mereci6 la Condecoración de la Orden al Mérito de Francia y la Orden de la Estrella Brillante de la China Nacionalista. Ha publicado artículos sobre arte y derecho internacional, crónicas de viajes y critica literaria. Colaboró enAltiplano, revista deliteratura, dirigida porCarlos Federico Pérez, Iván Alfonseca, Mario Martínez, Héctor B. de Castro Noboa, SalvadorIglesias, Dario Suro, EnriqueMejíaArredondo y posteriormente, el propio Enriquillo Rojas Abreu. OBRAS PUBLICADAS:
Parábolas del viaje (1959), Antipuerto (1966), Carta a unlibertador de color (1973), Trotacielos (1974), Aprendiz de dios (1974), Las manos deAmérica (1984), El hombre hipotecado (1986).
CROQUIS DE LA CREACIÓN Fundador de la brisa, dio cita a las estrellas y organizó el volumen azul de las mareas. El agro azul tuvo un color prestado, y el viento que volvía, cansado de planetas, agavillaba el trigo de Dios en cada ola. Puso cinco sentidos entre el hombre y las cosas, hizo que la mirada fuese un tacto lejano, un beso de los ojos, y quiso que el aroma -en donde está la rosa, anticipadafuese el embajador de la rosa ante el hombre.
ENRIQUlLLO ROJAS ABREU
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Creó la nube, plástica y viajera, ángel de plata que deshace el viento. Su mano, abandonada, vagando en el vacío, estrenaba el secreto de la línea perfecta. La luz, que había nacido en sus palabras, coloreaba la estampa de la mañana, nueva. Pintaba con la luz. La redondez del mundo fue sólo una aventura de sus manos. Cuando el primer trino rompió el primer silencio y eran aún las cejas golondrinas, cruzó el pez volador por el aire soleado con la primera ley publicada en su dorso. Si en los ojos del hombre puso amor geométrico hacia todas las formas, que le hacen su esclavo, al pecado le dio conformación de fruta: la manzana mejilla, muchacha vegetal. Dejó como olvidada en nuestro pecho -único rastro cierto para encontrarla un díala rosa metafísica, víspera de la otra que se abre en el cielo.
MUERTE NUESTRA QUE ESTÁS EN LA TIERRA...
Yo soy un hombre hipotecado. Un hombre de clase media que ha vendido su alma al diablo capitalista. Soy un hombre ecológicamente
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comprometido: debo el aire que respiro el suelo que piso el techo que me cubre la música que escucho y las ruedas que me llevan. También mis vísceras están hipotecadas. Tengo ceniza en mis ojos, cemento en mis pulmones, humo en mi corazón, veneno en mis riñ.ones. Soy el contaminado de la moderna Megalópolis, el que se bañ.a en el mar de peces intoxicados y de playas surrealistas en donde mueren las algas. A horcajadas sobre el negro potro apocalíptico que se escapa por las bocas de las chimeneas, soy el sobreviviente de las siete plagas de la polución, el obediente mortal candidato a moribundo que reza cada mañ.ana al entrar a su automóvil
ENRIQUILLO ROJAS ABREU
este nuevo Pater Noster: Buenos días, Monóxido, Muerte nuestra que estás en las calles del mundo... Me han envenenado el agua, me han talado el bosque mágico, me han secado mis Ozamas. (Nuevo Heráclito, añoro el río sin retorno que se llevó mis rostros de muchacho). Camino solitario con mi fe en el bolsillo como un niño que esconde feliz una moneda. Voy a los parques, me siento en los bancos con la gente común a leer el periódico o ver pasar las nubes. Busco la compañía de la gente sencilla para respirar a Dios.
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FREDDY GATÓN ARCE (1920-1994)
Nació enSan Pedro deMacorís el 22 demarzo de 1920. Fue unode los fundadores y co-directores de la revista y ediciones de «La Poesía Sorprendida», siendo una de sus figuras más sobresalientes y representativas, tanto por la calidad de su obra como por haberla realizado, casi en su totalidad, dentro de dicho movimiento. Es aleccionador comprobar cómo estepoeta, que sólo tenía en su haber algunas páginas que yadenotaban originalidad, tituladas -Biobrevis», produce de golpe, dentro deLa Poesía Sorprendida, una obra notable y de altos vuelos que partiendo de Vlía, primer intento de escritura automática enelpaís, alcanza maestría yprofundidad en Retiro hacia la luz. VIía constituye una de las experiencias americanas más afortunadas ensugénero ypuede figurar airosamente juntoa Cuaderno de un retorno al país natal, deAimé Cesaire. Más tarde, Gatón Arce abandona el poema en prosa, conjuntamente con el automatismo, poniendo su poesía frente a una realidad espiritual de más claras consecuencias. Esta transformación arranca de uno de sus poemas claves de entonces, «Poema del niño y el hombre». Casi de inmediato adviene sumadurez y lo quepodría considerarse su tono máspersonal, que mezcla acentos bíblicos y resonancias de la poesía francesa (Claudel, Peguy y Gide) y delapoesía inglesa (Blake), algunos decuyos poemas ha traducido ocasionalmente. Lleno de un auténtico fervor religioso y unido al mundoporuna aguda percepción sensórea, trata de [205]
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interpretar los grandes enigmas deDios y la creación, estableciendo un nuevo paraíso para el hombre. El mundo está lleno de júbilo y sólo le basta alargar la manopara sentir el contacto vivificante de la luz y de las cosas. El estado contemplativo que esta actitud implica, tan apartada de las responsabilidades a que él se sentía llamado en la actualidad, lo hicieron enfrentarse a una revisión fundamental de su poética. Poemas deinquietudes sociales como «Además, son» y «Letanía» constituyen un paso de avance en este camino que se abre de pronto hacia direcciones inquietantes, unas veces a través degrandes vuelos verbales y metafísicos, otros interiorizando la cotidianidad, a manera de un diario en que va anotando sus pulsos de vida y muerte. Son guerras y amores (Premio dePoesía 1980)constituye unacosmovisión en la queseperciben elementos épicos, manifestaciones queencaman eldevenir detodo unpueblo. Derica experiencia, desenvuelta dentro de una técnica admirable, recurre con frecuencia a las reiteraciones, logrando un clima denso y alucinante. Ha influido en muchos poetas jóvenes. Gatón Arce ensayó el relato poético y el ensayo breve en su extensa labor periodística, ya través delaspáginas quemantuvoporaños en El Caribe. Suobra completa hastaentonces (1944-1979), fue recogida en 1980enEdiciones Siboney, Colección Contemporáneos, con prólogo de Manuel Rueda. Siempreportando como ideal inextinguible los postulados deLaPoesía Sorprendida, conserva en todas suspublicaciones supiede imprenta, llegando a editar facsimilarmente todas laspublicaciones de este movimiento en 1970, acompañándolas deun amplio estudio para orientación de las nuevas generaciones. Maria del Carmen Prosdocimi, critica argentina, ha publicado un amplio estudio sobre la obra de este importante poeta, con el título de La poesía de Freddy Gatón Arce -Una interpretación (1983). Freddy Gatón Arce segraduó en 1946 deDoctor en Derecho en la
Universidad deSanto Domingo, delaquefue luego director delaEscuela de Ciencias de la Información Pública (1962) y Vice-Decano de la Facultad deHumanidades (1966). Fue Director del diario El Nacional
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de ¡Ahora!, encuyo suplemento cultural realizó una labor divulgadora de la poesía contemporánea. Murió enSanto Domingo el 22 dejulio de 1994, sin haberpodido presentar su discurso de admisión a la Academia Dominicana de la Lengua. OBRAS PUBLICADAS:
Vlía (1944), Franklin Mieses Burgos (antología, 1952), Retiro hacia la luz, 1944-1979 (1980), Son guerras y amores (1980), Y con auer tanto tiempo (1981), Elponiente (1982), Cantos comunes (1983), Estos días detíbar (1983), Depaso y otrospoemas (1984), Mirando el lagarto verde (1985), Los ríos hacen voca (1986), Celebraciones de cuatro vientos (1987), Eracomo entonces (1988), Andanzas y memorias (1990), La guerrillera Sila Cuásar (1991), La canción de la hetera (1992), La moneda del príncipe (1993).
MUERTE EN BLANCO Cuatro cirios blancos alumbraban su propio lloro blanco. En la última habitación, iba a la muerte. Era toda blanco. Sus vestidos estaban preñados de suaves tiesuras, ángulos y ondulaciones vaporosas, vacías; mortaja en blanco trajeada en blanco. Elvelo sagrado colgábale del pico que apuntaba al cielo y respiraba la nada, resbalándole por las mesetas de la cara, para lanzarse en espumoso oleaje blanco que cubriera lasladeras de sus sentidos y la falda de su cabellera, explayándose en el valle de la emoción -su pecho blanco. Su rostro, en quietud blanca, es el clímax de la emoción de la vida: muerte. Era toda blanco, la muerte. Debajo de la muerte un pedazo blanco de hielo enfriaba la frialdad, también blanca.
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El hielo. El hielo. ¡Elhielo! Es mi obsesión blanca: la vida, la muerte. Consumiendo su vida gota a gota, lágrima a lágrima, que rodaban por su tersa piel, suave, acompasadamente. Volvía a ser lo que había sido: agua. Plagio vulgar de la vida y la muerte. ¡Qué magnífica muerte la del hielo! Extraño, Extraño, Pero verídico. Fui hielo y moría a cada lágrima, mas, no dejaba de ser yo. Yoque moría en la actividad de todos mis sentidos creadores. Yo.Yo. Yo. Yyo hasta la última gota, yo; creando, creando con todo mi vigor: vida; produciendo la frialdad para llegar a lo frío: muerte; volviendo, volviendo a mí mismo: nada. Yo amo a la muerte, a la muerte en blanco como la del hielo, creadora con todos sus sentidos hasta el instante mismo en que se cruzacon la vida. Eso es morir, lo demás es un nohaber vivido nunca.
VLÍA (2 fragmentos) Poema para la quinta hoja de un trebol cualquiera. 1. Oído inescuchado
Los espacios aquietados, azules de enclavados astros, dan su violeta a la torre invertida del cielo. La torre, extática, muda, salta nerviosa en sus risas y gemidos, como mama tallada de virginidad. Cantar de los gallos espacia la vigilia y el mundo -noche de todos los donceles-o Lavida ha perdido un inconsciente de por qué la vida. Eltraje color rubor de timidez quedó destrozado en el valladar de los ojos. Clavada torre en el mar de los sueños -remolino de sangre de la
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sensitiva, blancor de olas altas llagadas como la incertidumbre, o dos pavores y cinco pétalos caídos- traéis a VIía. Las cintas grises de la ciudad interior crúzanse desiertas. A trechos regulares espigados señores negros asoman su cabeza de ojo macilento. Y el gato negro acecha... VIía anda como el viento -¡es el viento!- que sopla hacia el mar. VIía: mar de angustia. Se azulan sus pasos. Anochecen sus cabellos de tanto ser la noche. ¡Y el gato negro acecha! (Vlía, todo un gato de Noche). El almendro se desprende de sus pupilas. Los ojos rodantes de la playa buscan su órbita amarga. La arena: rastro de vientos; fatiga de pupilas; sudario del mar; espaldas de VIía: VIía. La dama blonda -VIía de amarillez de verde- es indiscreta: su lengua de plata cuenta cosas al oído inescuchado -párpado de toda quimera-: VIía.
7. Nada emocionada
Lo quieren saber los demonios que se cobijan en mí. Extienden sus alasa cada golpe del corazón. Lasquimeras rotas como cuerdas deguitarra sin ebriedad -interminables copas de luceros- árboles sedientos del viento de infinitos labios. Yanadie te recuerda en la indecisa hora en que te haces prolongadamente mía. Todos ignoran que los sueños son yerbas florecidas de hielos despiertos en la encontrada realidad, obscura sombra que se refugia bajo el pez de aguas cristalinas. Ya ni siquiera respiras por inconsciente, ni te unes a las vigilias de sueños de dos en dos. Ellos se escurren poruna luz retrocedida. Esto no es todo puesto que cada mañana tevuelcas tras la montaña, Entonces te contemplo bajo olasque seestrellanen el firmamento de aguas enloquecidas por el viento, rompiente que carece del sentido de sed agudizada. Losolivos nos
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dejan sin perfume de sacrificios llevados como espantapájaros al mundo porque las mañanas aún no me tienen logrado hasta la perfección de la irrealidad, porque tú no te ahogas en el pecado de Cristo y todo se pone azul como palabras de veneración., Te conduciré a procesiones que no te avergüencen en las noches que son como blasfemias al transporte de la realidad¡ a los pájaros nocturnos como vigilia de ruiseñores bajo ventana de colores. Ya no te escurres demis brazos invisibles porque te han llevado demasiado lejos y no me dejas en la pesadez que sacia. Tu flor no tiene ese color que te hace indefinible bajo el árbol de ramas febriles, como el mar de corales sangrantes sobre la yerba extendida. Nos iremos alejando como palmeras bajo un mismo sol de Mayo desflorado en la noche de los sepultureros sin vidas que cultivar, pero debes sustraerte a esa realidad que te hace tan negativa a la pesadumbre que me deja como un niño si voz. Te alejas de todas las cosas que antes te hacían visión desordenada de pequeñas satisfacciones humanas, con unos lentes y una viudez inventada. Te dejaré sin vida en mis noches que te hacen en verdad ángel de alas cuadradas. Latierra está volcada en mí como en un cubo. Nos quedaremos así a dos pasos dela muerte natural que proporcionan los sueños y muy lejanos para guiñamos un ojo. El mundo se desboca hacia tí, como si no estuviera regenerado por el bautismo como tres lirios bajo la sombra de cosas irrealizables. Ni siquiera suspiras de suficiencia descontrolada y eres un devenir de música sobre los papeles. De tanto respirar ni siquiera te vuelves humedad de sueños que no te transformen en sometida. Te veré en todos los corredores que desembocan en el vacío, más allá de las cosas que nos aguardan siempre por eternidades dormidas en los muelles sobre la desesperación. Te esperaré -nos esperaremos- bajo las aguas que el demonio no estrangula por diurnas y nos iremos juntos tomando pétalos incompatibles para conocernos mejor bajo bombillas que se sustituyen en calles cuajadas de perros. Tú convendrás en que nos odiamos porque somos orgullosos de las
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tonterías que nos hacen humanos, siendo dioses destronados del cielo. Debes comprender que las muertes se suceden como presagios que no se colman nunca en penas ni lágrimas, ni rocíos del viento; debes comprender que las palabras se han vuelto una verdad humana difícil de compensar como un alero de palomas enamoradas. Tú ni me miras con tus ojos de muerta que camina hacia la gloria de mis vigilias, porque estamos distantes a dos primaveras y mucha realidad duerme aún en el pesebre de la Anunciación. Deberías irte de rodillas hasta mi infierno de luciérnagas y desposarte con una flor cualquiera que no trasnoche como las llaves en el jardín rodeado de espejos. Entonces vendrías a mí salvada de tantos obstáculos que te hacen bella. Deberías dejarde recorrermis intrincadas esencias porque me estoy fatigando de tantos pasos bajo pupilas de angustia, porque no podemos irnos en el espacio tras las campanadas, ni quedarnos en el bronce de los fieles. Tenemos que procurarnos un ambiente distinto bajo el regocijo de saberte desconocida e inllegada. Jamás tornarás frente a mis ojos que se quiebran como el vidrio en el niño emocionado. Tú deberías volver a angustiarte como antes bajo el penar de las almas felices, cuando un purgatorio sin fuegos quemaba las angelicales sonrisasdelos condenados. Si perseveras nos hallaremos a vuelta de esto o de lo otro que no tiene cambio. Meestá urgiendo parecerme a lámparas alucinadas que reflejan las yerbasamarillasbajo elestío. Ven para no quererte más inalcanzable en la flor celestial en una tarde florida de hundidos cementerios. Ya todos ríen con esa frialdad que dan los mármoles bajo las bóvedas,sacrilegiosde gusanos como hombres de mil pies gastados y muchas genuflexiones; estaremos viéndonos en el espejo que son las mariposas del sol y no podremos irnos como los pájaros. No podemos más. La vida pesa demasiado. Es una tristeza doblada en las cavernas que avanzan. La noche no se puede detener en una esquina cualquiera. Debe ser que a nosotros nada nos une, ni siquiera los pensamientos. Debiera irme como perro
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a la sombra de las casas, hurgando en los zafacones. Es imposible quedarse bajo lo azul y tenerte presente o estar triste. Trataré de darte otra silueta para imaginarte mejor. Todo quedará como árboles ardidos hacia las venas frías. Ya que estamos en el cementerio, un coloquio con los muertos confortaría. Aquí todo es igual, la tradición fría desconoce el sol de las transformaciones. Si mirasa la derecha, nadie ultraja la humanidad del algodón, ni a la izquierda un chaqué crea odios. Aquí debimos haber nacido: la música siempre es escuchada, un viraje al Norte o al Sur para agradar con otra melodía, y no hacen falta oídos ni manos para templar cuerdas, ni aliento para estridentes soplos. Todo es nuestro, un ritmo muy tuyo, muy de aquel, muy mío, y todo descansa en una igualdad serena. Pero ya estamos bajo el árbol elegido; nuestra primera incursión aquí termina.
POEMA DEL NIÑO Y EL HOMBRE A Eisa Julia, y a todos los niños del mundo.
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Si me llamara alguien, no podría decirle: Espera, no tengo corazón, soy la ciudad a solas. La ciudad que improvisa palacios y jardines junto a una suave presencia de los cielos. Una suave presencia de los cielos que arriban, cuando alguien, desde arriba, los nombra.
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Desde arriba, sí, árbol, aún no llevo noche, es mi verso la madera dormida de tu goce. Júbilo en la madera, la fecha discurriendo, alta, cuando el viento escoge su ángel transparente. Ángeles transparentes las puertas, los paneles, sus nudos, sus durezas de savia consumada y ardiente. Cabal, savia cumplida, dulce enemiga del fuego, ¿quién, oculta saliva o apagado tufo, sabiamente en tu seno se conquista? No es fácil edificio una simiente que ama con ese intenso juego que se llama la ausencia. Hay que tenderla un lazo como un lienzo de niño, con un poco de tierra y otro poco de sueño, y un alfiler de plata calcinada.
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Níño de las praderas, puro soplo caído, tierra: mira cómo comienza el árbol su propia soledad.
Se hace él mismo solo. Eleva su rama de ternura precisamente allí, en donde el cielo quiere decir su edad oscura. Horada, y el silencio se curva al peso de la vida. Una hoja primero, después dos, cien, y al canto acumulan un fruto y otro fruto.
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Luego viene el otoño con su escolta infinita. Se elabora una rama que piense en su pasado. Son dos. ¡Dos! Y entrambas dialogan cuál altura es el cielo, pues no aciertan un nombre... -Vida, porque la vida es el principio de todo. -Muerte, porque con ella a cuestas nos urgen desde abajo. -Desde nosotros mismos, por este caer de horas y horas. -Amor, entonces. Amor, que oculta tras nosotros la eternidad en juego. -¿Amor? ¿Juego? ¿Puro juego de dos? No, que somos dos. -¡Ahora sí! Fe; con la fe hasta puedes comprobar tu verdura. -Eso es misterio. Un ensayo de Dios. El primer día. -¡Ya lo dijiste! ¡Dios! Con él, todo queda en su sitio. -Si Dios nombró a tantos, que en el séptimo día quiso nombrarse a sí.; -y ahora ya no puede.
rossn
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-Porque el hombre es hueso, se palpa, y lo completa. -y lo difiere. -y lo muestra. -y lo ata a su quehacer hermoso.
-Pero lo deja libre, a veces, para forjar su nombre. -¿El del hombre? Y éste, ¿en dónde? -Pues ya se queda solo, sin otra luz que dar que su propia palabra. -En la palabra, y solo. ¡Esoes lo conocido! -y lo siempre alejado.
-La soledad, cuán dócil y cómo se rebela. Más tarde, cuando el árbol atesora un recuerdo, en lo profundo del otoño cae una hoja, y otra, y otra más. Nada le pertenece desde entonces, niño de las praderas, puro soplo caído.
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Niño de las ciudades, ¿qué conquista es tu cuerpo que no puedes mirar al árbol cuando crece?
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Hoy sabes de esas puertas, de esos juguetes tuyos que acotan tus pasos como se acota tela para un traje perfecto. Dentro de algunos meses verás que sólo sirven para ocultar destrozos, travesuras, y un caramelo usado. Si vives, con los años, les darás nuevo oficio: un día de mirador, después de confidente. Pero nunca tendrás su primera aventura. Nunca recordarás ni amarás a tu origen, árbol del ornamento, niño de las ciudades.
4
Niño de las praderas, niño de las ciudades, la soledad del cuerpo, la soledad del alma. Hay en ti un comienzo para todo y en todo. Yo sé de muchas cosas con temor acalladas en las generaciones. Por ejemplo, yo sé cómo apoderarse del cuerpo y del alma, tal como la savia se apodera de una rosa y la nombra. Yo podría enseñarte cuándo debes decir: Ábreme el corazón, déjame ser, oh alma innumerable, y sentirte en los huesos el llamado del hombre.
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o usar de tu voz como usa del fuego la madera: en la hora precisa, porque el alba ni la muerte esperan. Porque ni la condenación ni la alegría esperan, ni espera la lucha por la cual atesora tu sangre el pasado del sueño. Porque ahí está el hombre, en tu piel elevándose, y hay que tirar de ella para amparar la tierra. Podría confiarte muchas verdades turbias, pero no es la voz unánime que amontone tinieblas en tu origen tan bello. Mas recuerda el poema, como si fuera rosa pendiente de su árbol, cuyo peso no puede el árbol apartar de su vida, ni tampoco quitarse de encima, con sólo madurarlo. Cuando una rosa cae, no deja testimonio: otra rosa ha nacido. Niño de las praderas, niño de las ciudades, soledad en el cuerpo, soledad por el alma.
s Si alguien me llamara, yo podría decirle: -Pasa, ya amo.
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¿No ves que tengo un alfiler de plata calcinada en el pecho? ¿Que no llevo la noche: soy la ciudad a solas, la pradera en su juego de árboles despiertos?
POEMA DE DIOS Cuando yo sea el último en morirse de veras también preferiré callar. Esto sucede todos los días y todavía no me acostumbro a ser el último en la calle, en mi casa o en la vida. Sólo a la muerte se acomoda uno con decoro. Pero yo nunca he perdido la esperanza de ser el último, entre todos: el último. Es quizás 10 único cierto que poseo de mí mismo, porque tal vez sea 10 único negado a Dios, a la tierra y al ángel. A 10 mejor también soy el último que cuenta en la muerte de los demás hombres que han sido y serán. Mas esto carece de toda importancia cuando los frutos caen y es hermosa la posesión de la propia madurez. Puede parecer bello o terriblemente exacto cuanto digo. En verdad, no hay palabra embriagante ni perecedera en redor de los atentos árboles. Si camino a la sombra, por las avenidas, a mi paso entran en vigilia los menudos amores y las hojas brillantes,
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y puede Dios llegar, conmovedoramente creado para siempre. Porque allí donde piso la tierra se vuelve tierna y segura como el nombre del Padre. De este modo me he creado muchas veces, sin conmoverme: es la diferencia que media entre ambos. Tal vez algún día Dios obtenga su muerte; entonces no le quedará otro recurso que prescindir del verbo. Mientras tanto, yo soy el único de los escribas que ha decidido callar, por desesperación. Pues, en resumen, Dios es un hecho desesperadamente hermoso o demasiado exacto para comenzar a cada instante. y cuando alguien lo encuentra en sí mismo, total y desacostumbrado, cuida de no perder la función prodigiosa de su nombre. Cuando se anticipa para hacer mi otro yo: todo es por ti, para ti, contigo y él se aleja con dulzura para seguir siendo Dios o encantamiento mío. (He sentido a Dios en todo el cuerpo, andante. No obstante, le he aceptado como una cosa lejana y no medida para estimar verdadero mi paseo. Me dijo que aún lucha por morirse de veras.
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Hay muchos lazos que le impiden destruirse de un todo, como un hombre. Tal vez algún día decida caer en el reino de los mortales frutos; entonces será elegido el último de todos).
POEMA DE LA LUZ PRÓLOGO
Te lo he dicho muchas veces: yo he amado con voz jamás escuchada hasta entonces en sueños, en sueños que buscan la pureza de la forma apetecida. Yo he amado con sangres como nubes, como praderas todas llenas de llamas y animales antiguos. Mas un amo de carne lleva su hueco frío... Ahora soy una ardiente suavidad de huesos hechos flor y aire.
EL POEMA
Te lo he dicho muchas veces, y el corazón es un espacio donde los tiempos se aventuran. Se aventuran por ti, ay, cautivos, vuelven al gran tiempo que es tu pureza y tu mayor deleite.
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Esa eres tú: la más bella aventura del cuerpo, el júbilo que a veces corrobora la más honda agua de tu sueño, y yo no lo sabía. No sabía cómo obtener el tú que te hace hermosa, cómo llamarte Luz si no eres día y noche. Pero eras mía desde antes de que mis ojos fuesen míos, desde antes de que mis labios fuesen míos para tu nombre, y no hay holgura. No hay hondura mayor que recordarte y mirarse tan basto que hasta la misma savia es ruda en primavera.
En primavera, cuando entre árboles circula una vaga urdimbre de frutas con la misma inquietud que un pájaro en los versos. Oh pudorosa, gran testimonio mío y de todo, es muy difícil conservar la pureza del júbilo después de haber amado. Tú lo sabes, lo he hecho muchas veces: yo te aparto como Dios aparta su perfección, a fuerza de preguntas y respuestas. Dios todavía ignora cuántas lágrimas bastan para que un amor sea hermoso, para que un amor tal vez sea hermoso.
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Yo no puedo decírtelo, alma mía. Pero cuando un amor nace hay una multitud de cosas que quedan como muertas. Mira esa isla. Su muerte no crece de la luz; es en la luz su propio crecimiento. Y a aquél. Sí. Míralo. Cómo simula un huerto del mar, de ese mar que se dice, que nos dice la heredad de los cielos. Su angustia, ¡desnúdate alegría!, no es el inicio de la inteligencia deseada, que es al rosa en pájaro y hueso compartida. Tómalo. Suéñalo, oh jubilosa, tú que eres dulce y tierna, manantial y delirio que ignora la manzana. Ponlo junto a tu cuerpo como un ungüento más para mis manos. Lo alzaré a tu cielo, y verás que también hay árboles diversos en la tierra. Te lo he dicho muchas veces: eres mi salvación desnuda. La mejor parte de ti se eleva indefensa para mi poesía. ¿Qué puedes hacer? ¿Qué puede toda la luz contra tanta belleza como lazo?
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Recuerda que en el poema no hay amistad para la mujer. El poema es una de aquellas cosas que quedan como muertas. Como muerte, porque con él percibimos la presencia y el tiempo. Un poema no es el gran tiempo aquél de que te hablaba, ni eres tú. Es lo que abunda después de despojarse de todo lo que es nuestro. Por eso dicen que es el cuerpo el que hace la muerte. Que la vida es cuando la forma persiste. Yo no lo creo. Hay mucha realidad como posible salvación desnuda. Mas, ¿qué es una salvación posible, desnuda? Yo quiero que me digas: cuando se habla de la muerte, ¿Acaso es el cuerpo el artífice total de nuestro mundo,
o es entonces cuando sabemos que la duración es cosa pura, yen nombre y llama cae por su interior desnudo?
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EPÍLOGO
Esto, tú lo sabes, te lo he dicho muchas veces: El amor es un monstruo que exige el sacrificio de todas nuestras criaturas, y yo amo la poesía. La amaba desde antes de
decir: «Sea la luz». Amar es preguntar y ver que todo continúa en su tiempo, amada. y por esto me tumbo y murmuro en tu oído: querida, tú eres todo lo que yo esperaba -y sigo esperando.
LETANÍA De aquí en adelante no nos abandones, no abandones a los que vendrán después; deja que el tiempo fiel, y seguro, y secularmente dócil huya de la almas de los hombres humildes, se acalle en las almas de los niños humildes, sea noche oscura en las almas de las mujeres humildes; danos, dales a todos los que vendrán después una sola hora de consolación, una sola hora de rebeldía, una sola hora con estrellas y soles radiantes.
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De aquí en adelante no apures más desamor, no nos hagas reventar de desamor, no hagas que los que vendrán después revienten de desamor, permítenos, permite a los que vendrán después llamarte todavía inocentemente «Dios mío»; cámbianos, cambia a los que vendrán después; no depongas en nosotros, no depongas en los que vendrán después; haznos, haz a los que vendrán después seres sin dejación; concíbenos, concibe a los que vendrán después como hombres, como mujeres, como niños vencidos, subyugados por ti, desobedientes a causa de tu desamparo, que todo lo resiste, que soporta el desorden, que de tan rotundo, aún resiste y soporta ordenamientos distintos al tuyo, diversos a tu secular templanza. De aquí en adelante no nos prohíbas, no prohíbas a los que vendrán después la lubricidad y el deshonor; no nos impidas,
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no impidas a los que vendrán después que a fuerza de pecadores sigan buscándote por oscuros y resbaladizos laberintos; no nos exijas, no exijas a los que vendrán después una pureza y una claridad sólo tuyas; evita proclamar, evítanos proclamar, evítales a los que vendrán después proclamar en tu nombre; inanes déjanos, deja inanes a los que vendrán después con tu vivo fulgor siempre lejano. De aquí en adelante asegúranos ver qué somos, cómo somos, quiénes somos; no nos lleves, no lleves a los que vendrán después a la zaga de tus realizaciones: ponnos a tu vera ardentísima; no nos hagas hablar tu misma lengua ni escribir tus mismos signos; no nos hagas desear, no ansíes que nosotros, no ansíes que los que vendrán después deseen, busquen ser como tú sin retribución. De aquí en adelante maldice un poco, apoca un tanto tu majestad y tu orgulloso poderío;
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rebájate, ven, sé como cualquier hijo de vecino; no interpongas tu grandeza entre nuestro apetito y tu infalibilidad; humíllate, ten algo del humilde y del sabio, tan indigno de ti el uno como el otro; llega, acércate, no te arrimes más a la Eternidad y el desengaño; no nos imposibilites, no imposibilites a los que vendrán después por un anhelo de perfección. De aquí en adelante. De aquí en adelante y por siempre jamás, niéganos, niégales a los que vendrán después tu firmeza y tu omnipotencia constructoras; no consientas que cuanto hagamos ni cuanto hagan los que vendrán después, sea porque tú hubieses podido hacerlo mejor; déjanos respirar sin sentir que tú impones el ritmo; déjanos marchar olvidando que tú también marcas el paso; déjanos trabajar sin necesidad de alabarte, sin acceso a tu suprema pujanza cuando desfallecemos, cuando acudes nuestra energía con tu evocación misericordiosa; déjanos, deja a los que vendrán después en la ignorancia de tu misericordia; en la ignorancia de tu fortaleza acuciosa y vibrante;
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en la ignorancia de tu piedad y de tu atento amor; en la ignorancia de tu sabia cordura; en la ignorancia de tu estímulo rampante, que solivianta mas no conmueve el cuerpo del hombre; déjanos vivir, y deja vivir a los que vendrán después según su impar conocimiento, según su guerra y su osadía, según sus músculos, sus huesos, su cerebro, según su sangre y las cualidades de su corazón, según sus dientes y sus uñas, según nosotros, y los que fueron antes de nosotros, y los que vendrán después de nosotros; no pidas demasiado a quienes nada podrán por ti de aquí en adelante, de aquí en adelante.
ADEMÁS, SON
Además, son muchos los humildes de mi pueblo. Yo escribí sus nombres sobre los muros, pero no los recuerdo. Yo rescaté su corazón de la carcoma y del olvido, pero no sé dónde quedó la sangre coagulada, ni si vino familiar alguno a limpiar la mancha que había sobre el duro tapiz de la noche. Yo los besé, y mi ósculo fue como tilde sonora impar
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sobre su frente. Porque aun después del amor ellos estaban solos sobre la tierra. Son muchos los hombres humildes, las mujeres humildes. Yo vi surgir sus rostros como bayonetas al sol de octubre. Yo palpé sus torsos morenos y relucientes cuando emergían de los ríos. Yo vi, por una vez, pero volví la cara atrás, los senos de las doncellas. Yo conocí los niños desnudos, niños despiertos y virginales como la primavera, y sentí cómo se hinchaba el hambre en sus cuerpos plebeyos, lo mismo, casi lo mismo que siento elevarse la madurez al morder un fruto. Yo escribí los nombres de los humildes sobre los muros, pero no los recuerdo. Yo sólo sé que muchos murieron alzando los brazos para atrapar el cielo, pero cayeron sin nombre, cayeron sin piernas, cayeron sin sexo ni esperanza. Cayeron. No tenían siquiera una flor o una lanza. Solos rodaron con sus tumbas desconocidas, con sus huesos anónimos. Pero dejaron sus almas mondas flotando por los aires.
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Las almas que se agolpan en las sangres de las generaciones, y corren. Corren a ratos, porque la noche está ahí. Se atisban a ratos, porque la noche está ahí. Desaparecen luego, desaparecen como esas lágrimas de abuelo. secadas al descuido con el dorso de la mano. Son muchos los humildes de mi pueblo. Yo escribí sus nombres en las tablas de palma de los bohíos y en las vigas alabeadas de las mansiones. Pero yo no recuerdo en qué savia encendida y dura de los artesonados se demoró la inicial de aquél, el apellido de éste, o la letra que hace inteligible la epopeya. Tal vez las sílabas vagan por los cimientos profundos, ennegrecidos cual raíces en las que ya la tierra ha perdido su íntima frescura, en las que ya el corazón no tiene su latido jocundo. Ahora no hay promesa en la casa de campo, porque se ha ido el viento de las enredaderas. Ahora ya no hay huella del vuelo de los pájaros, porque se ha ido el viento. Pero yo no estoy solo en mi hogar de maderas. Aquí están los humildes, dulces y potentes como los brotes. Aquí no hay un solo extranjero a estos testimonios estantes,
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a estas puertas y a estas ventanas que se echan sobre nosotros. Aquí estamos todos, y están los nombres que escribí sobre los muros. Aquí está su obligante vida buscándonos el corazón paso a paso, como un diente de fuego que crece bajo la lengua. Son muchos los humildes de todas las razas y de todos los credos. Son muchos los que abandonaron el silencio y la soledad para no estar horadados y fríos en medio de los hombres. Porque todos saben que por su boca hablará la tierra que mordieron al nacer. Porque todos saben que no se puede morir sin dejar una brasa como un palpo bravío en el lomo de un potro. y yo escribí sus nombres sobre los muros, pero no los recuerdo. Además, son muchos los humildes de mi pueblo.
TRÁNSITO Y GLORIA DE BERNARDINA RECAREZ 1
En los tiempos y en las despedidas mi corazón
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vuela dulce hacia mi amada. Sólo mi país con sus ríos aleja mi cuerpo de ella, y entristezco en la promesa.
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En los montes, el rumbo de los árboles. y perennes despiertan las yerbas de breve raíz
y los perfumes desafiantes de las flores más allá de los límites. y los frutos acosan el hambre de los pájaros. y las savias arrastran el delirio consigo. y los bejucos enredan la luz y los vientos. y los musgos disimulan rocas, aguas, cortezas. y las espinas rajan las patas de las cabalgaduras. y el olor de las maderas aserradas. Abre corazones en las noches luminosas. y las hojas voltean las muertes de los hombres Como fuegos que glorían el firmamento.
3 En los montes nacen los arroyos. y éstos bajan a las llanuras como perros que estiran el lomo terso para acercarse a las estrellas. y en sus fondos de arenas y de piedras
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espejean las almas y los cuerpos, las copas de los árboles y el temblor de la brisa. y por sus aguas rotundas esplendecen la vida, las cosechas y las mil bocas de los animales y los hombres.
4 En los montes crecen los vientos. y se vuelven punzantes los puntos cardinales.
y el cielo hiere con su daga de oro y sombras diminutas, con su ritmo de truenos y relámpagos. y llegan hasta allí los lamentos y campanas que doblan a muerte de sable sucio para todos los muchachos de mi pueblo. y en la ruptura sin fin de los espacios claman las bocas antiguas paternales con voces y trompetas amanecientes.
s y así, un día y otro, durante años, los labios hechos al amor de las islas adelantaron batintines y tambores en los montes hostiles pero hermosos.
6 Pero mudaron los tiempos y Bernardina Recarez vivió en el Sur, porque allí estaban
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la ira, la rebeldía y la esperanza. Pero antes puso en orden sus cosas, sus ideas, los estremecimientos del corazón. Volvía a su pasado, redondo al tacto como un grano de arena, y maldijo: «Ahora que ya no puedes venir y hablar conmigo, siento que me citan a relámpagos, a un olivo azul que murió de costado sin decir [cara]o!» Pero enseguida, con lucidez de paloma rendida al canto, se reprochó que aún podía soñar en su tierra, y abrió el baúl que guardaba el traje de bodas, el mismo que la bisabuela llevó cuando fue al altar con el único varón que conociera. Sus ojos repasaron el sable del primer general de la familia, y se detuvieron, caídos los párpados, en el atado de cartas como aquella en que su hombre le dijo que no volvería más por la casa, porque hay modos de vivir tan miserables como la muerte o el olvido. Y luego le siguió otra, en papel azul, donde todavía le anunciaba su regreso: «No es posible amar sin ti aquí, en estas otras islas adelantadas del Caribe, ni en la desdicha de tu recuerdo, yen este día te repito inocentemente que te quiero». Entonces vio el estuche de la flauta paternal, y recordó la música reticente y tierna de la brisa contra el polvo y el polen, en su paso por los labios duros de las ramas sin hojas ni leyendas; «Bernardína, Bernardina, no se puede estar solo entre cuatro paredes, pensando en quién sabe qué
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que no toma en cuenta a los demás, que los otros no sientan como parte suya». y después, cuando por techos y pisos se avecinaba el arma perforante de los libros, el rechazo, la cólera: «Creen que soy un intelectual, y nada más. ¡Ja! Yo sé que algunos creen en la posibilidad de que yo caiga en esa trampa». Eran los amos devorantes que los acosaban a los dos... y en esto ella despertó para saber que el tiempo siempre estará agolpándose en los dinteles, que sajando el aire tira de los pechos sin trasgos, corta la amapola y la pezuña, y baja de la montaña susurrando: «Te buscaba en los ríos límpidos como hojas al vuelo. Te buscaba allí donde podías sucumbir a la epopeya». De pronto, retales de fuego con trasunto de alas y galopes llenaron el espacio. Y estrellas, y tildes, y fervores. y Bernardina comenzó a cantar entre los montes...
UNA VEZ MÁS
El polvo del Sur está más cerca de la muerte que nosotros devolviéndose continuamente sobre las aguas más cerca que nosotros
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aventando los rumbos el estío en los lugares donde te abandonas en donde tú pasas posándote desnuda callada en las huellas de los conquistadores sufriendo el oprobio la angustia el hambre esa armadura del más allá el polvo del Sur más cercano que nunca en las valvas en los cactus regresando antiquísimo bajo los cielos oponiéndole reflejos a los pájaros en el crepúsculo con nosotros cual testigos acercando los hombres los campamentos amorosamente dispuestos uniformes en el canto allá abajo en las quebradas donde el dolor refina sus potajes sus amuletos su impedimento
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en el verano tan remoto como las leyendas cercanas a la muerte cuando las nubes arrojan arcángeles impiadosos espadachines esa revuelta de los cielos atabales fuegos sacrilegios tan próximos históricos pugnaces quebrantos traspasados por sales sin ley acomodándose en los huesos en las lenguas rodando abajo por los ojos como esas rebeliones todavía puras bajo el sol cercano el horizonte pule el aire con bayonetas luces carros atronadores agoniosamente te amo dices eso mismo oí en otras épocas en otros labios en otros mundos
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en donde había lagos ríos mares montes desiertos bosques plumas peces en donde de vuelta las ánimas del Sur sus nombres sus orgías sus destinos eran a modo de cipos de un camino sin fin ni principio ni techo todo pavimento herido por la historia polvo del Sur también ignominioso cercano como la muerte del yeso en las paredes en los antepechos en los vitrales oh te amo dices el recuerdo es así ligero como viento batido por alas y pergaminos elevándose desde tumultos desde voces
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desde firmamentos desde lagartos armoniosamente con sus desórdenes sus sombras sus ecos sus estrellas sus hojas con sus sables y sus rapsodas el polvo cerca cercano al atardecer sus oros gloría campanas a rebato clarines de mando incendios fugaces multiplicándose en el recuerdo batalladoramente oh sólo tú dices te amo.
CANTOS COMUNES
(3 fragmentos)
v No hablo por boca de memorialista ni de escriba. Tuya es mi boca. y tuyas las esperanzas y maldades de los hombres, los hechos y omisiones de los Estados.
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y tuyas las potencias con las cuales velo al sueño
y los muslos de la mujer.
Porque sin el amor, La vida y la muerte callan, y borrascan soledades y encuentros, las soledades de la música natal -Ia de los ríos en las hondonadas, la de los vientos por las copas de los árboles, las del océano y el corazón, cabe decir, los encuentros del universo disputando a la sangre el señorío de los siglos, cabe decir, la música de la lluvia sobre los techos y Dios-. Pues calla el mundo, atormenta el mundo cuando velo tu sueño y tus muslos, y te comparo con la única mujer de hoy y de antes, Con los únicos hombres y Estados de hoy y de antes. Oh la música natal de mirarte ensoñada o despierta, y saber que «la vida es una», tal vez, acaso más, y también una la muerte, tal vez, y acaso más. No, no hablo por boca de memorialista ni de escriba.
XXXIII
Pues hay canción. Entonces cantemos en la tierra, Oh términos entre los dientes, términos en el infinito De tus labios, musco y fuego; términos de ebriedad
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En la primavera descalza de los pórticos, fresca sombra sin rumbo y tosco rumor de corazones sacudidos en las entrañas y esplendores de los patios miserables. Puesto que la canción y la abrasante esperanza perdida Se corroboran y aúpan la ciudad, cercan a la ciudad con murallas de musgo y fuego y claustral angustia; Puesto que hay canción y desesperación en los humildes, vuelva ahora la rebeldía hinchándose en los cadáveres y en los sobrevivientes, vuelva ahora la desobediencia al mundo, el sueño por el cual se destruye y perdura el hombre. En este instante de caducos símbolos destrozados y músicas renaciendo, de historias pulcras como la sangre y la memoria de los héroes y mártires, En este instante cantemos a pie seguro, cantemos el amor en los trabajos y en las gentes y en los futuros yen las almas, Cantemos contra las soberbias y enconos y anarquías en los silencios de las tumbas y las casas y en los ultrajes y honores y poderes. Puesto que hay canción y la tenemos en este mundo en la tierra, todo planes humanos en el cielo, todo profecías humanas en la vida, por siempre humanos en la muerte, ya nunca humanos. Pues que los huesos y los nervios y los vasos y los cerebros son así de aleatorios... Pues hay canción, entonces cantemos a pie seguro.
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XXXIV
Los caminos hojecen -esta es la patria. Y tú pulsas el tiempo como guitarra Mientras en los ríos las aguas contra las piedras arrancan entonaciones y signos al furor O en los remansos ahondan en el corazón de las arenas y lamen la piel ajada de los légamos. Y encima, Notas acosan la vida y la muerte en las sombras y luces de las copas, que declinan por el suelo Hasta desaparecer. Sí, las oscuridades en los troncos y las lumbres en las estrellas, apretándose en redor nuestro y marcando la infinitud. El mundo en nosotros Cerca y lejos, labio o relámpago en los nocturnos besos y perseídas -tu patria, mi patria. Aquí se ama, Aquí se ama a los hombres todavía. Y la esperanza no pasa como un soplo.
MANUEL RUEDA (1921)
Nació en San Fernando de Monte Cristi el 27 de agosto de 1921. Pianista, poeta, ensayista y dramaturgo, también sobresale enelcampo de la educación musical y se ocupa de la recopilación y difUsión de nuestro folklore. En 1939 becado setraslada aSantiago deChile, siendo alumno de destacados músicos chilenos tales como Claudio Arrau, Rosita Renatd, Domingo Santa Cruz y Juan Cmego Salas. En el Conservatorio Nacional de Chile recibe el Premio Orrego Carvallo al mejor alumno desu promoción. También conoce a lasgrandes figuras de lapoesía chilena, como sonPablo Neruda, Vicente Huidobro, Pablo de Rokha, Rosamel del Valle, Nicanor Parra y Braulio Arenas; siendo compañero en susprimeras manifestaciones poéticas deEnrique Lihn, a quien abre camino procurando que el crítico Hernán Díaz Arrieta (Alone) lo incluyera en una antología de la poesía chilena. Tuvo relaciones de amistad con Vicente Huidobro, a quien conoció en el balneario de Cartagena, donde este poeta tenía una residencia de verano, y donde actualmente está enterrado, frente al mar. Elcontacto con el ambiente cultural chileno contribuye a enriquecer su percepción poética. Regresa a Santo Domingo en gira de conciertos y La Poesía Sorprendida, en cuya revista publica susprimeros versos, lo incorpora a su fila de colaboradores permanentes. Más tarde, en Chile, edita la primera selección de sus sonetos Las noches. Ese libro fue presentado en la revista Atenea y luego en una separata, porHernán Díaz Arrieta
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(Alone-Pedro Selva», quien dice deél: «Alparquela música, digamos, audible, sonora, instrumental, Manuel Rueda ha ido cultivando otra, verbal, imaginaria, de puro aire poético. Lectores de sus manuscritos admiran sus estrofas magistrales, donde un arte antiguo, riguroso, émulo de Géngora, encierra la erranda impalpable, la fantasía sin límites y la libérrima sugerencia del poeta actual». Publica Tríptico, con prólogo del escritor Augusto D'Halmar. Por esa época, con su «Sinfonía sagrada», desestimada más tarde por él, gana un concurso organizado porLa Poesía Sorprendida, conjuntamente con «Brigadas Líricas» del Uruguay. En 1951 regresa definitivamente al país fundando, dos años después, con otros poetas, la colección «La Isla Necesaria», cuya publicación inicial recoge en forma completa la primera serie de sus sonetos Las noches. (La edición dominicana contiene 30 deellos). Al estudiar esta obra, Flérida de Nolasco ha expresado lo siguiente: «Tal veznoexagero al decir queeselúnico gran sonetista quehemos tenido, a pesar de haberse escrito, aisladamente, sonetos muy buenos». En 1963publica conel título de La criatura terrestre, unaselección de su laborpoética realizada entre 1945 y 1960.Héctor Incháustegui Cabral señala queen elextenso poema queda nombre al libro, Rueda crea una «épica interior». Sus «Cantos dela frontera», llevan a lapoesía un tema medular, hasta ese momento sólo tratado por pensadores políticos y sociólogos, y que atañe a la esencia misma de la nacionalidad dominicana: el de la isla dividida. Medias montañasl Medios ríos,( y hasta la muerte) compartida. Una desus consecuencias más dramáticas, elevada a símbolo por elpoeta, es el rayano, tipo indeciso que fluctuó siempre entre dos patrias colindantes sin tener fuerzas para decidirse por ninguna. En lapoesía deManuel Rueda, elpaisaje revela estatragedia, manifiesta en la aridez, la soledad y el desamparo de su norte natal. Además de estos aspectos, Rueda ha incorporado a lapoesía dominicana unanueva yvariada temática queesrecogida y continuada porpoetas másjóvenes y que partiendo del sostenido tono elegíaco de «Visita a un cementerio
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abandonado», abarca la interpretación de temas religiosos y mágicos, así como otros destinados a iluminar nuestra más íntima realidad. Costumbres y tradiciones del hogar son cantadas por él en un afán apremiante porretener nuestras esencias vitales como nacionalidad y como pueblo. En 1974 introduce en nuestra poesía el último intento vanguardista que hemos tenido, hasta ahora, el pluralismo, llamado también porél integralismo, ensayo desimultaneidades, de lecturas y de grafismos integrados en una unidad de lecturas queelpoeta llama bloques. El «pluralema» que encama estas técnicas se titula «Con el tambor delasislas - Génesis», y fue dado a conocer lanoche del viernes 22 de febrero de 1974 en la Biblioteca Nacional, así como en un suplemento extraordinario publicado porel periódico El Nacional de ¡Ahora!, el domingo 24 del mismo mes. Manuel Rueda estambién unodelos fundadores del teatro moderno dominicano con suobra La trinitaria blanca. Por ella merece elPremio de Teatro 1957. Varias desusobras teatrales hansido representadas en elextranjero. Con Vacaciones en el cielo (escrita en 1957, y estrenada por el Teatro Escuela deArteNacional en 1960), se anticipa al nuevo sentido espiritual de la Iglesia. Rueda hadesarrollado unalarga carrera como concertista yeducador musical. Fue director del Conservatorio Nacional de Música y del Instituto de Investigaciones Folklóricas de la Universidad Nacional «PedroHenríquez Ureña», Fruto deeste trabajo fue sulibro Adivinanzas dominicanas, la más extensa colección en su género publicada en América. Es miembro de la Academia Dominicana de la Lengua, correspondiente delaReal Academia Española. Fue condecorado con la Orden de Duarte, Sánchez y Mella, porel Gobierno Dominicano. En 1994 le fue concedido el Premio Nacional de Literatura, yen 1995 el Premio AnualdeNovela y elPremio dela Casa del Escritor, ambos por sunovela Bienvenida y la noche. También en 1995, le fue otorgado elXXV Premio Teatral «Tirso de Moitna» queconfiere el Instituto de Cooperación Iberoamericana de España, por su obra Retablo de la pasión y muerte de Juana la Loca.
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OBRAS PUBLICADAS:
Las noches (1949), Tríptico (1949), Las noches, (1953), La trinitaria blanca (1957), La criatura terrestre (1963), Teatro (1968) Adivinanzas dominicanas (1970), Conocimiento y poesía en el folklore (1971), Antologíapanorámica de la poesía dominicana contemporánea
1912-1962 (en colaboración con Lupo Hernández Rueda, Tomo J, 1972), Con el tambor de las islas. Pluralemas (1975), Por los mares de la dama (1976), La prisionera del alcázar (1976), El rey Clinejas (1979), Las edades del viento (1979), Papeles de Sara y otros relatos (1985), De tierra morena vengo (en colaboración con Ramón Francisco, 1987), Congregación del cuerpo único (1989), Bienvenida y la noche (1994).
LA NOCHE ALZADA
Urdido soy de noche y de deseo. ¡Qué negro resplandor, qué sombra huraña preludian mi nacer! En una entrañ.a de oscurecido asombro me paseo. Buscador del contacto, lo que creo vive en mis dedos como pura hazaña de ciego amor y cuerpo que no daña, adolescente siempre en su jadeo. Con un rubor temido, con un miedo de encontrarme la cara y la medida del ignorado espacio en donde ruedo justa en la luz y a su verdad ceñida, alzo mi noche, -todo lo que puedo-, ya sintiendo llorar mi amanecida.
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FONOGRAFO Suena. Fulge el espacio y da notoria vida a su oscuridad de objeto. Grises rincones fluyen. Relieves. Matices concretándose en duda y vanagloria. Gira el disco. El es la única historia. Patria audible, sus músicas felices surgen de antaño a eternizar raíces como árboles de pie por la memoria. Pasados y futuros en ahora. Siempre el mismo presente en esa aguja llena de un tiempo que huye y enamora, que circunda pensándose y me piensa. ¡Triunfo de lo sonoro! Se dibuja la eternidad. Ya calla. Recomienza...
CONSEJA DE LA MUERTE HERMOSA «Entonces lamuerte lehizounavisita...» Cuento folklórico 1
La muerte me visita cierto día. Es hermosa la muerte: tiene senos robustos, fino talle y ojos llenos de un azul de cristal en lejanía.
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En llegando ya sé que es muerte mía. Con movimientos lánguidos y obscenos me enloquece y sorbiendo sus venenos siento, a ratos, que el alma se me enfría. Lee mis libros, se adapta a mis costumbres, repite mis ideas y sus gestos ponen en mí gozosas pesadumbres. Cuando se va, me deja bien escrita su dirección y dice: -»Un día de éstos quiero que me devuelvas la visita».
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Advierto, entonces, que ya no hay salida, pues su mirada clara me importuna y sé que cogeré, a solo a luna, el camino que lleva a su guarida. y aunque empiezo a engafiarla con la vida, a darme plazos, a pensar en una tarde feliz de cara a la fortuna, bien yo sé que la muerte no me olvida,
que tengo que tocar, al fin, su puerta con la valija hecha y el sombrero en la mano marchita y entreabierta. Me despido de todos mis amigos después de tanto ardid y a su agujero húmedo me abalanzo, sin testigos.
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LA CRIATURA TERRESTRE (Fragmento final) Me puse entonces máscaras, disfraces que encubrieron mi estigma, mis labores de muchacho en los cuartos solitarios, en los baños, envuelto por la ducha consentidora que entregaba al fango, al hondo sumidero, los residuos que caían de mí como las pieles sucesivas y bellas de mis días. Nada claro. Ni el corazón ni el alma en sus límites. Nada verdadero. Oscuridad y selvas al acecho. Emboscadas, traiciones, desafíos. El tambor redoblando entre las hojas y tú, diablo, surgiendo con tus colas encarnadas, con patas de animal y cornamenta florecida, echando por los belfos espumas y mentiras. El tambor redoblando y tú de pie oponiendo tu látigo a la música, invencible desde antes de la lucha. Tú te imponías rojo, gualda, rojo, verdinegro de rostro, espejijunto, cascabeleando por las calles rotas de pánico mientras se oían puertas sucesivas abriéndose, cerrándose, entre aldabones sordos. Eras dueño y señor de mi pueblo, mostruo aciago en los altares de febrero, macho oropelesco y fúnebre, viril y neutro, inevitable frenesí
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que prendía en los leños de un mal año. Todo quieto y de pronto tu llamado desafiador de la miseria, haciendo entrechocar las piedras cuando entrabas a tu reino borrado, a tus plazuelas. Fuimos unos y otros y ninguno. y nos vistió la muerte a cada cual de prisa y como pudo, intercambiando risas, sexos, trocando unas verdades. Rostros blanqueados, máscaras ardientes y voraces. Tuvimos gran urgencia de renovar reliquias y medallas, de tocarnos el pecho con imágenes bendecidas tres veces. Eso hicimos todavía algún tiempo. Sólo entonces, en medio del estruendo, sonreímos de pronto, y sin siquiera sospecharlo dijimos nuestros nombres, sorprendidos de que acudieran, fieles, a nosotros. El cielo estaba azul y las montañas, recién lavadas por la lluvia, abrían sus entrañas al sol, fuertes y jóvenes. Yo me miré la cara en los espejos y supe que era el día de partir atravesando huertos apagados, viendo las sillas rotas, los graneros llenos de ratas grises y tinieblas y los secos parrales retorcidos. Supe que era la hora porque el llanto nos había gastado el alma, el ojo adormido en paredes carcomidas. Junto al mar, y las lentas mecedoras impulsaban su carga en el vacío,
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afirmación y negación en sol y sombra de quedar y de perderse. Ida y vuelta, ida y vuelta y yo mirando, esperando el momento en que las olas se detuvieran, en que la mecida acabara en mitad de una sonrisa. ¿Dónde estaba la época del fuego y de la doma de los potros? ¿Dónde las excursiones cuando había manteles blancos sobre la hierba y cestos llenos de la abundancia de la tierra y del descanso: leche, pan, almibaradas frutas y los crujientes caramelos? ¿Dónde estaban? Oh diablo, ¿dónde estabas, fustigador, hiriente, parecido al amor con tus colas encarnadas? Febrero era fugaz, y tú tranquilo, ignorante del mal que desatabas, ignorante del bien, te consumías en tu lecho de hastío, en tu sepulcro miserable y oscuro, visitado por mendigos, por perros y palomas. y entré a una selva oscura. Era de noche y había fieras rondando. Y había hombres rondando. Y en lo alto y en lo hondo, oscuro y claro, yo volví los ojos hacia tí, pueblo mío arrinconado, mi pasado, mi flor, mi blanca sombra, donde apoyé los pies y puse el labio, donde dormí diez años al amparo de un regazo y la cálida montaña. Yo pasé por los arcos de tu piedra, pueblo enterrado en lluvia y en olvido, y sentí que mis muertos renacían.
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CANTO DE REGRESO A LA TIERRA PROMETIDA
Medias montañas, medios ríos, y hasta la muerte compartida. El mediodía parte de lado a lado al hombre y le parte el descanso, parte la sombra en dos y duplica el ardor. ¿Sabes adónde vamos? ¿Sabes qué país es el tuyo tan fragante y que tiene una línea de resecas miserias, una pobre corteza resbalando en los ríos perdidos, bajo los silenciosos cambronales? El viajero cantaba, mas óyelo cuán mudo queda a la vera del desastre. Busca su voz entre los fúnebres despojos, mira entre los basurales del suburbio
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el trozo de esperanza convertido en el vidrio opaco de las botellas. Busca su ilusión en el ámbar del ron escupido al filo de la muerte entre dos tierras enemigas, en el río materno, río de luto en el que dos brazadas no caben. Oye al viajero reposar, pedir clemencia bajo los árboles. Oye al pobre poeta, un corazón entero, ¡tan entero!cantar en medio de las heridas sin comprender la marca de la tierra sin probar de su fruto dividido.
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¿Sabes, hermano, adónde nos conduce esta ruta llena de paralíticos guardianes?
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Entra ahora de mano de tu guía. Mira el reseco paraíso silencioso y pasa y mira y siente la advertencia del sol sobre tus lomos, el fusil contra el sol, contra la piedra, la muerte al sol, el sol lleno de sombra y de miseria. Sube al sitial de las piedras, a la fría luna de ayer cuando reías del brazo de Eva preguntando por el venado, por la luz y por la hoja recién verdecida, cuando tu cama era la libertad, el rumor de las olas contra tus duros pies de hombre dichoso y tu amor el faro rojo, la ventana al abismo en donde se posaba el aletear de las gaviotas.
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Entra a tu reino, Adán y mira el árbol santo rodeado de minas, de alambradas. ¡Queda esto y cuán poco como toda heredad! Mira tu paraíso entre dos fuegos, nido de serpientes elásticas y a los hombres que han olvidado sus atributos, sus amores, su acrisolada descendencia, para apuntar al horizonte.
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Medias montañas, medios ríos, la media muerte atravesada como un sol seco en la garganta Trata de dormir ahora, de entregar el único párpado a tu sueño inconcluso.
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Trata de dormir. Tratemos de dormir hasta que nos despierten leñadores robustos, hombres de pala y canto que hagan variar el curso de nuestra pesarosa isla amada, de nuestro desquiciado planeta. Así cantando, así, a mitad del camino de regreso sin encontrar la patria prometida.
LA CANCIÓN DEL RAYANO I
La tierra era pequeña y yo no tenía otro oficio que el de recorrerla, que el de tumbarme a voluntad hasta que de los terrones parduscos me brotaran los hijos. La tierra era pequeña, pero grande mi pisada como la embestida del mar en la orilla y de mis huellas cargábanse los huertos, los jardines donde las flores olían a sudor y a besos de hombre descansado, tímidas flores que yo entrelazaba con mis vellos, porque el cielo estaba ahí
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y mis espaldas era fuertes como los caminos y las montañas de la tierra. A veces sucedíanse juegos y locas carreras a lo largo de la costa, pero me detenía el mar. Élsólo era mi valla y yo me asemejaba a él en poderío y ansia de lo libre. Entre el cielo y el mar yo me movía con mi pequeña tierra en hombros, y ambos nos sosteníamos. Mi tierra respetada, oliendo como un grano de incienso en medio de las inmensidades abiertas y azules, acomodando la hoja de la guásima y el cedro, amontonando ofrendas, en un ímpetu joven de pulpas chorreadoras. Mi tierra llena de bestias petrificadas al caer el sol y de blancas, lentas garzas, que planeaban sobre ellas, ingrávidas como el humo o la ventisca. Yo asaba los cabritos y limpiaba mi boca en cada mujer o fruto. Yo era el varón, la tierra hecha dos pies firmes y andadores. Yo era el varón dulce, aguerrido. El hombre alegre paseando en un mundo sin derrota. Pero vino el final y no lo supe. Pero vino el final y yo dormido, hartazgo y contentura. y fue así Yo dormido. Y alguien trazando sobre mí esa línea, diciendo, «tú serás dividido para siempre». Un brazo aquí y el otro allá. A mí, al ambidextro, que hacía arrodillar a un toro mientras acariciaba a una criatura. y el corazón, ¿en dónde? ¿Y dónde esta cabeza bramadora que reconoce a sus hijos por la marca de la frente,
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esos hijos que nunca ya podré besar porque la boca ha quedado en otro sitio y sólo un ojo permanece allí, reconocible, con que llorarlos pobremente y lavarlos de sus estigmas de extranjeros. El mundo estaba entero y helo aquí abierto en dos mitades, obediente y podrido por el rasguño de una espada, sumido en la anchura del mar y de los cielos que van a desplomarse.
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Ahora estoy desterrado del Edén, sobre la roca dura, atento a mis entrañas, roto mi corazón en dos pedazos de odio y abandono. Ahora yo vivo aquí, en este despeñadero donde mi grito repta como una serpiente en un nido de espinas, melancólico y receloso, con las piedras de arrimo o cabecera, oyendo, a la hora del crepúsculo, el gemido de las aves en los cayos lejanos. Fui castigado por una hora de sueño y ahora es inútil dormir o adormecerse, porque ni ojos, ni brazos, ni piernas, me conocen; porque no hay dirección, ni tiempo, ni descendencia al lado que hagan posible el cántico a media voz, entretejido con lluvia, como cuando uno se sienta a morir en su pradera reconfortado por el dolor de los que deja, por el último parpadeo de las estrellas amigables. «Tal vez un día debas comerciar con la tierra, «decidirte y cantar himnos en lenguas diferentes.
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«Levántate -me dicen-, y empuña tus banderas, «confúndelas en un haz de promesas o rencores. «Reúne tu corazón en metrallas y en hogueras, campo abajo, «saluda tus ríos antiguos. «La techumbre de las selvas que aún pueden reconocer a su habitante». Me dicen, mas estoy en este campo donde las piedras se voltean una a una, sin prisa y sin alardes, perdida toda esperanza de resurrección. y nada sino el viento de cada día me estremece cavando oscuras trochas en la noche de nadie.
CANTOS DE LA FRONTERA 1
Allí donde al Artibonito corre distribuyendo la hojarasca hay una línea, un fin, una barrera de piedra oscura y clara que infinitos soldados recorren y no cesan de guardar. Al pájaro que cante de este lado uno del lado opuesto tal vez respondería. Pero ésta es la frontera y hasta los pájaros se abstienen de conspirar, mezclando sus endechas. Quizás el viento un día puede traer residuos, algún papel sin nombre entre las hojas que resisten.
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Es entonces cuando el ojo de la bestia se dispone a mirar y el vigía traspasa a su arma las primeras contracciones de alerta, prontamente metálico, apuntando contra la quietud que se encorva, gravosa.
II
Fino el tambor como un polvillo oscuro que se filtrara en la distancia. Hogueras. Y el tambor, -pulso y retumbo-, a favor de las. aguas apagadas, moviendo el seno puntiagudo, rutilante de amuletos. y el grito de los búhos que en la noche pierden la dirección y nos rozan con alas y conjuros. Vamos al fin, vamos al borde de la tierra a danzar con las doncellas secretas que nos aman en sueños. Blanco y negro, la piedra oscura y clara donde el reptil se desenvuelve, meditabundo, con sus anillos sincopados y trémulos. Negro y blanco y un hálito de muerte allí rondando, de un horizonte a otro, llamando y respondiendo, hasta que no hay vestigio de maldad o recuerdo.
III
Río, calmoso río donde he visto la sombra del extraño agrandarse,
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sosteniendo la lanza y un collar de dientes blanquecinos. En la otra orilla él bebe y chapotea como los cocodrilos encharcados y me mira, reduciendo su proeza al silencio. Río calmoso y rojo, persuadido apenas por nuestras jóvenes brazadas. Toda una larga noche hendimos estas aguas sin dejar de sabernos, solos y sofocados por la proximidad, hasta que el día cae y él queda inmóvil, fresco y cálido, besado por la asombrosa noche que lo acoge.
(¿En dónde estás, hermano, mi enemigo de tanto tiempo y sangre? ¿Con qué dolor te quedas, pensándome, a los lejos?)
De pronto vi las hoscas huestes que descendían, aullando y arrasando. Vi la muerte brilladora en la punta de las lanzas. Vi mi tierra manchada y te vi sobre ella, desafiador, la brazada soberbia sobre el cañaveral que enmudece y la ronda de hogueras donde el anochecer bailabas invocando a tus dioses sanguinarios, hombre que me miraste un día de calor y agobiante crepúsculo allí donde el Artibonito, dividido, da a cada orilla su mitad de alivio y hojarasca.
y yo supe que nunca habría esperanza para ti o para nosotros,
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hermano que quedaste una noche, a los lejos, olvidado y dormido junto al agua.
IV
Fue un gran día aquel día. Tropas rigurosas y banderas flameando, haciendo señas, en un aire común y de tregua. Era domingo y después de oír los himnos y discursos, después de batir palmas, los señ.ores presidentes se abrazaron. Hubo nomás que el tiempo, en algún sitio, de levantar los brazos, sonreír al hombre que pasaba y miraba todavía con temor, y al que temíamos. Luego los dignos visitantes, sin traspasar las líneas, retiráronse al ritmo de músicas contrarias -reverencias y mudas arrogancias-o y volvimos a dar nuestros alertas, a quedar con el ojo soñ.oliento sobre los matorrales encrespados. y volvimos a comer nuestra pobre ración, solos, lentamente, allí donde el Artibonito corre distribuyendo la hojarasca.
CANCIÓN INACABADA Esta es el hambre del hombre. Esta es la tierra seca que olvidó el hambre del hombre.
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Esta es la nube náufraga que olvidó la tierra seca que olvidó el hambre del hombre. Este es el cielo vacío que olvidó la nube náufraga que olvidó la tierra seca que olvidó el hambre del hombre. Este es el Dios indiferente que olvidó el cielo vacío que olvidó la nube náufraga que olvidó la tierra seca que olvidó el hambre del hombre. Este es el hombre culpable que olvidó al Dios indiferente que olvidó el cielo vacío que olvidó la nube náufraga que olvidó la tierra seca que olvidó el hambre del hombre.
que que que que que que
y este es el terrible crimen cometió el hombre culpable olvidó al Dios indiferente olvidó el cielo vacío olvidó la nube náufraga olvidó la tierra seca olvidó el hambre del hombre
que se acordó un día de su hambre...
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RETAIILLA DE LA SEÑORA JUSTICIA A José Enrique Garda
Quiero florecer dijo el árbol pero el fuego lo quemó. Quiero arder dijo el fuego pero el agua lo apagó. Quiero correr dijo el agua pero el buey se la bebió. Quiero mugir dijo el buey pero el hombre lo mató. Quiero comer dijo el hombre pero la justicia lo encerró. Señora justicia: suelte al hombre para que muja el buey para que corra el agua para que arda el fuego para que florezca el árbol para que haya fiesta alrededor con güira con maraca con tambor.
RETAllLA
Mi país que sólo es mi ciudad que sólo es un barrio de mi ciudad que sólo es una calle de un barrio de mi ciudad que sólo es una casa de una calle de un barrio de mi ciudad
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MANUEL RUEDA
que sólo es un patio de una casa de una calle de un barrio de mi ciudad. Mi país que es mi país porque no hay otro que se parezca a él ni duela tanto ni que tenga esas cosas tan pequeñas pero que están allí: patio en la casa casa en la calle calle en el barrio barrio en la ciudad que se han juntado para ser todo lo dulce y lo amargo de un país.
VISIONES DE LA TIERRA ¿Cómo olvidarte
tierra que escapas bajo los pies y no cesas de estar? Como aire compacto sol y noche fundidos en el magro terrón luna de pulpa de guanábana y cocotales ardientes quemazones con olor a cadáveres a traiciones de selvas borrachas y a pistoletazo súbito. Me toco el corazón y late: es tierra bajo el tambor
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pisada de puercos cimarrones y de iguanas arrebatadas ciguas sobre los caimitales sueño de orquídeas doñas azotadas por el ala envidiosa del murciélago. Tierra pulso de tambor y grito resbalando a las cuevas de las ciguapas comedoras de semillas tierra bajo los ríos diáfanos que nos ignoran. Mar donde tienden redes pescadores sonámbulos. (Las mareas no borran las pisadas) Arena que arde en los ojos de las mujeres que esperan. Cómo no amarte polvo de las provincias enterradas en claridad de muerte con sol y calaveras de animales domésticos reclinadas en las bardas y portales y tinajones agrietados donde el agua es silencio y el silencio ese mar ciego que a lo lejos sucumbe tambalea sobre tapias de cambronales ríspidos y tumbas de blancores anónimos.
MANUEL RUEDA
He salido a pisar la tierra toda a beberla en aire azul y lodazales verdes donde la luna tiembla como una raiz pálida que no puede crecer cercenada por mosquitos y lianas putrefactas. Salmo de los arrozales con lumbre. Cibao ofrecido en los valles con claridad de campana tendido a la puerta del bohío en las noches sólidas yen los atardeceres ventosos cuando el gallo-humo desfleca la cola grisazul cocoriqueando por haber nacido antes que su madre rojiza en los carbones. Norte de polvo de sexo agujereado. Norte hundido con su sol y su océano famélico al que alguien cortó sus barbas de patriarca. Viento en harapos que se encrespa sobre el hueso para decir sus elegías fertilidad de sal y llanto en la boca de los muertos que esperan la resurrección. Me toco el corazón y toco tierras selvas conmovidas por el humo y la fiereza del hacha. Huelo pan y cobijas sudorosas el asiduo café de las mañanas: hermano pardo de ánima delgada. Toco las sementeras
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donde la mano es una con la raíz o con la muerte y mi canto huele a cuero y a boiíigas resecas ya sol y a cambronales crepitantes. Yo le levanto la falda a mi provincia para mirarle el sexo egregio su desolada virginidad sus rigurosos senos donde la leche corre suelta confundida al crepúsculo y una raza de ancianos se despide sin memoria posible contra los horizontes clausurados. Este es el día del encuentro isla erguida con su hombre parado en los recodos de montaña y abismo envuelto en silbo gris de viento y de miseria. Isla tronchada donde más te dolía. Vamos a la frontera donde moran el ave de la fábula y el amuleto a la muralla de los ojos en blanco y el negro asesinado donde el hueso golpea y el tambor golpea y la cabra lunada es ofrecida en holocausto. Vamos a estar de pie desde este día cuando el centinela duerme en lo más alto de su torre
MANUEL RUEDA
apenas sostenido por la memoria de los astros por la memoria de las espinas clavadas en la sangre y del fusil con su pequeña bocanada de noche. De pie dando brazadas sobre el último estertor de los muertos que rumian su desesperanza a la intemperie sobre los límites de la soledad y de la piedra para devolverte isla intacta y entera a nuestros hijos a las deidades del agua y de la tierra a la caverna ardiente de Maniatibel donde naciste urgente chorro de equilibrio y esfuerzo emergiendo del seno de nuestra poderosa madre oscura. Cómo olvidarte a tí: horizonte de tierra cielo de tierra y claridad de tierra tierra bajo los pies que te recorren tierra en las palmas de estas dos manos que aprenden a tocarte que ahora te alzan en vilo dolor nuestro que amamos barro de lágrimas y de resurrecciones hacia un repentino clamoreo de campanas en el amanecer.
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PUEBLO SIN NOMBRE
De hueso y sangre -sangre secaceniza que ahoga el fuego blanco de los amaneceres. Tierra desnuda en la oquedad sin nombre. Sus agrietados senos y el mohín de la hoja verde contra los troncos carcomidos. ¿En dónde está aquel Dios que colmó el valle y dio a la miseria un fruto una flor al amor un río donde el cielo fue gota cristalina? Nacer al sol de surco o fosa sobre peñascos mortecinos. Armadura brillante sobre la que resbalan los deseos. Esa carne cuarteada no ha conocido sombra. Ojos dormidos más allá del sueño. Eramos las muchachas -dicen ellas risas y gallos picoteadores en la falda pechos aún tibios por el recuerdo de las crestas ronroneantes. Eramos las muchachas que corrían raudas en la tranquilidad de la provincia
MANUEL RUEDA
ahora perdida en un sopor de siesta labios rotos por las oraciones formas núbiles que el polvo fue cubriendo. Aún oigo risas entre las malvas y el «galán de noche» jadeos y susurros manos que se asen a las sábanas del desposorio. ¿Dónde quedaron ellas maternales e intactas corazones que se apagaron suavemente en pechos no tocados? No podíamos verlas pero estaban allí como el roce de una hoja contra el muro olfateadoras de un olor como pobres perdidos animales tras sus vivientes presas. Estaban sí invisibles acurrucadas en los rincones de la casa en busca de un calor de una respiración una palabra a cuya orden pudieran retomar la presencia. El ahogo del mar suena a catástrofe a navíos que arriban trayendo a nuestros puertos hijos embalsamados desde playas distantes.
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Escrito está en el acta de las defunciones: Filomena Tavárez casi perdida en alta mar llegando a los 3S años de edad en su ataúd de plomo con nueve días de retraso al conciliábulo del vecindario y los desmayos de la parentela. Veo las parras como madres famélicas cobijando esa carga hecha al vaivén de las tormentas y a los ensueños submarinos. Veo esa bocanada de muerte y alcanfor bajo las vides sarmentosas. Todos de nuevo aquí a su sitio de origen al lugar asignado para el yantar y las fornicaciones para el agua del bautismo y el óleo de la extremaunción. Todos a calentarse en el único sol consentido por los recuerdos a esperar la resurrección vueltos pavesas al fin tranquilos como la partícula de polvo en el cristal de los retratos. y vemos aventarse las mortajas bajo el sol de fuego hacer señas desde los zaguanes vacíos
MANUEL RUEDA
donde los tinajeros goteaban su advertencia y el viento de la costa golpeaba y golpeaba contra los ventanales entornados. Gentes que no conozco o que no nacen todavía transitan por las calles del anochecer gentes que han muerto entre una campanada y otra del reloj que las iguala con un mismo tiempo la mano en la herramienta o levantando las marejadas del «suspiro» en alto las tijeras para cortar el holán y la batista centelleante el dedal de plata en el dedo mayor una angustia punzando como una espina de rosal en la sangre. Así dijeron viajeros que no traspasaron más los límites de la guazábara y el cambrón cronistas que mojaron su pluma en el asombro después de toparse al Malo por las encrucijadas. Mirad: los héroes incoan su desencanto bajo las guirnaldas del último aniversario. Oíd el relincho de las cabalgaduras antes de que una salva silenciosa las acoja en el horizonte. Pueblo como un montón de olvido junto a las montañas
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y del que sólo encuentro formas
en el aire recién lavado del amanecer: una desolladura de salmuera y todavía la gaviota sobre un mar de oro.
ANTONIO FERNÁNDEZ SPENCER (1922-1995)
Nació en Santo Domingo el 22 de junio de 1922. Publica por primera vez en La Poesía Sorprendida en 1944, y forma parte de su cuerpo de directores enjunio deese mismoaño. Luegopublica Vendaval interior, obra en la que ha dejado constancia de sus experiencias surrealistas iniciales. Esta obra fue desestimada porél, aunque en una revaloración tardía la incorporó después a suspoesías completas. Edita Entre las soledades en 1947, revista depoesía devida etimera, quefue una prolongación de La Poesía Sorprendida en cuanto a contenido y formato. Parte a España a realizar estudios especializados. Allí reside durante seis años. Asiste a cursos defilosofia y deestética a cargo delosé Ortega y Gasset, lulián Marias, Carlos Bousoño y Dámaso Alonso. Funda y preside La Tertulia Hispanoamericana, con elpatrocinio del Ministerio deEducación Nacional y el Instituto de Cultura Hispánica de Madrid. Sucreación se incentiva dentro de la más estricta tradición española. Recibe elPremio «Adonais» 1952, porsu libro Bajo la luz del día. Presidía eljurado elpoeta Vicente Aleixandre. Luego, ya deregreso a Santo Domingo, y retomadas otras influencias, se le concede en España en 1969 elPremio «l.eopoldo Panero» porsu libro Diario del mundo, que en parte es una reelaboración de Los testigos, su más depurada producción en quince años de labor; este último poemario había sido publicado enunodelos cuadernos dela Colección Baluarte, dirigida por Aída Cartagena Portalatín. De Diario del mundo dice
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Guillermo Díaz Plaja: «Lo queeste libro -denso y extenso- depoesía contiene es, nada menos, que una cosmovisíon», En tomo a Femández Spencer, después de su regreso a Santo Domingo, sereúne ungrupo dejóvenes al queorienta y da a conocer en la «Colección Arquero», cuyo primer volumen está dedicado a Marcio Veloz Maggiolo (El sol y las cosas), para el queescribe un sustancioso prólogo enjuiciando la joven poesía dominicana. En este últimoaspecto, el de crítico, se halla una de las vetas más brillantes del talento literario deAntonio Femández Spencer, avalado porunaprosa degran perfección formal. Lasideas quela sostienen son siempre vigorosas, tajantes, aunque teñidas porunapasionamiento que a veces le resta credibilidad. Ha publicado en el Instituto de Cultura Hispánica su Nueva poesía dominicana, antología limitada a nueve desusnombres representativos, debido a quetodavía no seproducía la gran expansión de los poetas jóvenes aparecidos en La Poesía Sorprendida. En1964 publica Caminando por la literatura hispánica, quelemereceelPremio deLiteratura deese año, asícomo en 1960recoge enAorillas del filosofar susexperiencias eneste campo delpensamiento. Graduado de doctor en Filoso{fa por la Universidad de Santo Domingo y diplomado en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca. En 1961 fue Sub-Secretario de Estado de Educación y Bellas Artes. Miembro delaAcademia Dominicana delaLengua, de la quefue secretario largos años, y Miembro de la Academia de Ciencias y Letras de Puerto Rico. Profesor de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña. Desempeñó funciones deEmbajador en el Uruguay. En 1995 le fue concedido el Premio Nacional de Literatura, el que no llegó a recibirporhaber coincidido su muerte con la fecha deentrega de este premio. Murió en Santo Domingo ella de marzo de 1995. OBRAS PUBLICADAS:
Vendaval Interior (Ediciones La Poesía Sorprendida, 1944), Bajo la luz del día, Premio Adonais, 1952 (primera edición, Madrid, 1953¡segundaedición, Colección Arquero, Santo Domingo, 1958),
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Nueva poesía dominicana, antología, (Edidones Instituto de Cultura Hispánica, Madrid, 1953), A orillas del filosofar, ensayos (Colección Arquero, Santo Domingo, 1960), Ensayos literarios, (Ediciones del Ateneo Dominicano, Santo Domingo, 1960), Los testigos (Colección Baluarte, 1962), Meditaciones en tomo a la Restauración, discurso (1963), Caminando porla literatura hispánica, Premio Nacional de Literatura (Colección Arquero, dos ediciones, 1964), Noche infinita (Santo Domingo, 1967), Diario del mundo, Premio Leopoldo Panero, 1969, (Ediciones Instituto de Cultura Hispánica, Madrid, 1970), El regreso de Ulises (1985), Obras poéticas (1985), Poemas sin misterio (1988), Cuando pasan los soles (1990), Abismos (1991).
ASÍ LA VIDA ES HOY He amanecido. {Qué raro estar vÍvo otra vez!
Se lo pregunto con ternura a mi mesa de trabajo. Ellano sabe nada. ¿Estoy vivo, por qué? Yes raro sentir el hueso que te besa un poco bajo mis fuertes labios de varón. ¡Qué raro tengo el mismo peso de otros días amargos! El camino es muy largo y la vida muy corta. Ella no sabe nada. ¡La pobre vida a golpes va pasando! Me enamoré una vez; en el bolsillo tuve su retrato lleno de primavera y de jamás. Todos los días me asomo a la ventana y veo que la vida está muy bella, que es imposible estar en otra primavera. Al sur daré mi corazón; será alondra cada gota de sangre de su voz. Está tranquilo. Calla bajo el sol.
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He amanecido. ¡Qué raro que mis ojos vean, llenos de amanecer, que estoy ya vivo! La primavera, ¿dónde está? Tal vez la tenga en el retrato aquel lleno de tiempo. Así la vida es hoy...
SOBRE LA TIERRA Vamos soñando por la tierra, queremos verla iluminada; somos semillas que en el viento lleva la muerte acongojada. Besamos bocas transparentes: bocas de besos y alboradas; pero la luz nunca nos crece hasta tocamos toda el alma. Somos recuerdo de materia. El sol ya viene a iluminarla. El sol que crece por mi pecho nos dejará sobre la nada. Nada es tu boca sobre el viento claro. Nada tu voz, tu cara. Somos pedazos de planeta donde la luz quiebra sus alas.
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LA MUERTE
La muerte viene, sí, con resplandores, con el hueso del hombre de la esquina; trae las discusiones del periódico, la política y el nudo aquel del vino que ahogaba, a voces, al gendarme. La muerte viene, hoy, ejemplar, enérgica en el desgarrón de este mi solo traje; se le cayó un botón a la dulce camisa de mi amigo y en él la muerte estaba, sudorosa, con su cálculo máximo, matemática, comiéndose al botón, las coles, las manzanas de esta venta. y las pobres mujeres, los soldados, la vieron tercamente pararse en las esquinas y decirles: «No hay paso para ustedes», enseñando su cuerpo de hojas secas, sus huesos sin milagros, su alma seca. La muerte se ha metido en los teatros, en los taxis de agosto, en el invierno puro de diciembre, en las relojerías donde fabrican el tiempo de las gentes, en la Gran Vía. Allí comió muchachas ejemplares, dejó un hueco, no notado por nadie. Quemó un verso, purísimo, en el aire. Se sentó en «California»; comió helado. La muerte está de fiesta en la taberna, donde quema gitanos, donde bebe un coñac extraño, extraño, donde se toca el beso y la palabra
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y allí se abre los pómulos del amor, la sangre, los ruiseñores tímidos, las hojas y el cigarrillo ardiente como un beso. La muerte está en pie, conversa con el hombre, lo sostiene, le da el sentido de las cosas; le dice: «recuerda que soy, que soy tu amiga inolvidable, intransferible, tuya, como tu sudor, o la fuerza de tus ojos, o tu palabra. Sufro, me bebo el vino que tú bebes. Me bebo el llanto que tú bebes. Que soy tan tuya como tú, como tu carne o la podredumbre lenta de tus huesos». y así habla la muerte todo el día, y su palabra tumba hojas, llantos, besos, deja el amor quemado en cada puerta de madera.
EL LIBRO DE LA MUERTE Recogimos la muerte en la hoja del libro. Era un libro de historia. Hablaba de batallas y ciudades vencidas. Hablaba de la ambición y de la muerte: el libro funesto de la vida; como la caída de un roble eran las páginas de la muerte. En esas páginas del libro vi muchos soles extranjeros. El sol de los egipcios con sus faraones, sus esclavos, sus perfumes. El sol de Nabucodonosor dispuesto a levantar a Babilonia
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sobre la sangre y el trigo de las tribus. El sol de Cleopatra con su nariz respingona, con sus panteras y sus serpientes. Yo soñé como un esclavo con el joyel de su vientre. Mil azotes ordenó la reina sobre mis espaldas amorosas; nada importaban los azotes si tenía la fortuna de mirarla en su espejo en las noches de luna, cuando la seda de sus cabellos y la seda de su cuerpo eran una ola sola con rumbo al sol, por el Nilo del amor y la muerte. En las páginas del libro de la muerte conversé (sin amistad) con Marco Antonio; hablamos de frutas exóticas, de aves extrañas, de esclavos que aumentaban su riqueza y su poder sobre el Mediterráneo; de una galera (plata y oro) de César, que pensaba robarse en el verano; de una esclava de Cicerón, de ojos azules y piel morena, amorosa como una pantera herida, como el vino extraído de las uvas por los pies delicados de mil mujeres jóvenes. ¡Oh, la riqueza de los cofres de Marco Antonio y Cleopatra, conseguida con la miseria de pueblos enteros! Siempre recogen la obra de la muerte en el mismo libro. Las cuadrigas romanas en el circo compitiendo con los astros. Las bellas mujeres, bajo el sol y la seda, en disputa con las amapolas y el trigo. En Roma yo tenía un leopardo y una prostituta: con el leopardo desgarraba el libro de la muerte, y con la prostituta, el libro del amor vicioso.
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Me bañé en el lago de los cisnes con una diosa dormida; la habían traído esclava de las orillas del Éufrates; olía a mirra, a soles primerizos, a veredas ocultas; cumplía con el amor como una gran serpiente que se extiende. como el simún que azota las caravanas y las sepulta en las arenas. Era como el fuego de la cobra y la muerte. Tenía quince años en los pechos y en el ánfora de sus caderas. Tenía la sencillez de un versículo en los labios, rojos y expansivos como el comunismo. Ella, esclava de todos los señores de Roma, le gustaba tener esclavos, y los torturaba con una peineta de oro. Una vez me mostró en una bandeja de plata los ojos de un esclavo: junto a los rubíes eran esmeraldas trágicas. Este libro de la muerte está lleno de crueldad. Aún recuerdo la muerte del copero Ganimedes: su pecho lleno de lanzas rojas; todo para venganza de su amo que perdió una apreciada copa de oro en la mesa de [uego, y, bajo la borrachera, acusó a Ganimedes de haberla robado. En esa ocasión murieron muchos lirios en los jardines; un poeta escribió un poema en una tablilla perfumada, y la novia de Ganimedes se ajustó el corsé para que su cintura estuviera más cerca del ánfora. Yo tenía en Roma un arpa tocada por una esclava rubia y un arpa tocada por una esclava negra. En la aurora me acostaba con la música como gran señor embriagado de vino y bestialidad.
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Mis caballos eran los mejores del Mediterráneo; tenía una galera de oro y plata que le gustaba a Marco Antonio; pero nunca le dejé ver mis arpas ni mis esclavas. No miento. Nunca he mentido. Es el libro de la muerte el que habla de esas historias. En el libro se levantan catedrales sobrelos hombros de los que tuvieron que trabajar por lo eterno. El libro de la vida y la muerte; hermoso como la caída del sol sobre un lago, sobre una bandeja de frutas rodeada por las abejas. Sobresus páginas hay miles de soles muertos. ¡Cuánta soberbia derrumbada! ¡Cuántos crímenes narrados! Las letras del libro de la muerte están sucias de sangre. Yo recorro sus páginas, tembloroso; porque nunca he sido señor, sino esclavo.
LOS TESTIGOS Tanta hambre, Señor, tanta hambre. El amor es violento. El amor es como una estrella que se rompe en el cielo: sangran las nubes; nace el niño como un cordero asustado que bala en el cielo de las piernas, cual lucero que surge de las manos del tiempo. Tanta hambre de cielo tiene el hombre. Señor, ¡cuánta hambre hay en este valle de lágrimas, en este valle donde las lágrimas son estrellas quemantes en la pena de la joven María! La palabra pena nunca ha creado un cielo,
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y es terrible el amor, terrible como la guerra, terrible como la tortura de una niña a quien le golpean los pechos; ya los pechos no son más de rosa: son ya de papel estrujado, de lascivia de mono, ínfimos como trapos de cocina, como la política de la dictadura de izquierda o de derecha. Manolo, ¿cuándo veremos a la muchacha que está pasando hambre? Nos arrimaremos a su miseria como quien se acerca a una playa infinita y desolada. Le pondremos un beso de fuego en cada hambre de sus ojos. Su padre el carpintero seguirá haciendo casas de madera, con oloroso pino como muchacha recién abierta en los jardines. Su tío el jornalero conseguirá su paga de miseria bajo el sol, y nos la brindará en el sol derretido del ron que bajará por la garganta, y hablará de política larga y profusamente, aprovechándose de que ahora se dice que no hay tiranía, y se le abrirá la política como un gran paraguas olvidado en un día lluvioso. Tanta hambre, Señor, tanta hambre. E! amor es violento; es como el mar que se come los peces en sus líquidas fauces, horribles, llenas de olas; es como la tortura en una casa tranquila en donde el pelo cálido de la muchacha recibe el incendio de la pasión humana; en donde la mano oprobiosa del anciano acaricia el corpiño
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como si estuviese escogiendo en una canasta de manzanas, como si ya estuviera en una playa recogiendo caracoles, y todo porque la muchacha necesita comer, vestirse, pasear, tener con qué engalanarse para hacerse de un novio, bien plantado, entre todos los obreros del barrio. El amor es terrible, Señor, como una familia que no ha comido en todo el día, como los peces de colores que pasaron entre las piernas de Teresa, la muchacha de caderas anchas y sonrisa pequeña. El amor es procaz aunque no lo confiesen las señoras encumbradas. El amor sólo es bello, porque se le rodea de palabras mentirosas inventadas por los poetas; pero es sucio y sangriento como una mano que haya recorrido la esfera del sol. El amor de un carpintero nace de su martillo. El de un panadero, del pan que amasa. El de un herrero, de una fuerte herradura para el claro caballo de un rico. El de un torturador, de la desolación de una familia. El de un soldado, de la bala fratricida. El de un policía, de la indiferencia culpable. El de un presidente, de leyes amañadas. Yo he recorrido el amor por todo su vientre fétido. He visto su miseria en la noble embarcación de vela, cercade una muchacha de sedosos cabellos y mente calculadora. El amor con todas sus velas desplegadas en el Mediterráneo, junto a Venus, dormida en sus filtros,
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con la caricia del ciervo que puso su ligera cabeza sobre sus piernas de nieve y encendidas, dulces lámparas del amor sobre el mar apacible. El amor con todos sus cañones y misterios, con su crueldad, con la miseria de los barrios de Nápoles, con la mentira de las señoras de buen precio en París. El amor sobre la pena de una muchacha que no ha comido, para regocijo del rico, del coronel de aviación, para regocijo de la miseria imperialista que avanza. Tanta hambre, Señor, tanta hambre. Tantos barrios desolados. No le hables a los hombres del paraíso y del infierno. No tienen tiempo para olvidar sus negocios. Yo dejé hace años a los fenicios abandonados. No me hables, Señor, de tus ametralladoras de la muerte, de tus lugares de tortura: el infierno y el tiempo. En el tiempo compruebas el pecado y en el infierno lo quemas. Estoy desesperado, Señor, frente a tanta miseria. Este mundo de explotación es como un candado que no se abre cuando en la madrugada regresamos de torturarnos en el amor asqueroso; en el amor asqueroso como una sábana estrujada y rota, como la mucnacha que le falta un diente maravilloso, como la uña que se ha roto mientras brillan las otras esmaltadas. El amor de un obrero y el de un presidente, ¡qué contraste!: uno hecho de virilidad alcanzada en el trabajo feroz del día; el otro en las mentiras del palacio.
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El amor enguantado, como la muerte de pasos sigilosos, y el amor con su boina tosca de obrero, con su amapola en el pecho, con su serrucho por los ríos fluviales de la sangre. Elpresidente le manda una paloma llena de flores a la muchacha; el obrero le regala el martillazo de sus manos, unas palabras indecentes, fuertes como leopardos, libres como la espada que cortó el nudo gordiano. Elamor de]ulio César, con toda su homosexualidad romana; rodeado de discursos de Cicerón; tolerado por la plebe de Roma, por la demagogia de Marco Antonio, por el beneplácito de emperadores del Asiade cinturas femeninas, por el azote a los que fueron hechos prisioneros, por las sandalias cotidianas de sacerdotes elocuentes, por los ojos bellos golpeados de la joven esclava, por los espejos maravillosamente pulidos del Mediterráneo, en los que Venus, sin pudor, contempló su cuerpo de mujer encinta de todas las depravaciones. ¡Cuánta miseria, Señor, cuánta miseria! El canto de la conquista en la guerra. La lanza del guerrero y la ironía de los banqueros. El sudor del caballo y el llanto de los esclavos. La cinta perfumada que rodeó la cintura del amor maltratado. El anillo de Proserpina después de haber anidado en su vientre. Las monedas de César por prestar sus besos un rato al viejo lascivo, al militar pavoneante, al obrero que ahorró durante meses en la Roma imperial o en las calles de Santo Domingo. La universal miseria bendecida por los banqueros de Wall Street; explotada por Moscú sobre la sangre de Hungría,
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por los esbirros que humillan las catedrales de Europa con sus ojos de bestias. ¡Qué complicado es el mundo, Señorl, como producto de unas manos inteligentes y capitalistas. Capitalista hubiera sido Lenín, viviendo en los palacios de los zares, como lo hizo Stalin con su culto a la personalidad y al crimen organizado. Stalin tan engañoso como cualquier tirano de América, como la política de los muchachos turbios de Washington. Este es el drama universal del amor: Adolfo Hitler matando judíos a nombre de la salud y de la raza más pura, a nombre de los cabellos rubios de muñecos autómatas. Mussolini, subido sobre el vientre de la loba romana (caricatura de Rómulo y Remo), se lanza sobre el África como un antropófago blanco. ¡Todos enamorados de la dictadura y el crimen! Todos hablaron de la grandeza y del bienestar de los hombres, y todos mintieron y fueron estériles como las arenas del desierto. Estoy en contra de todos esos bandidos que hablan de libertad. Estoy, Señor, dispuesto a que nos aliemos y tomemos el látigo, y comencemos a pegarle a toda la canalla del mundo. De aurora en aurora enrojeceremos en su sangre el mundo. Seremos los torturadores celestes, divinos, infinitos como el castigo del infierno. Seremos los Atilas de la verdad, del honor, de la honradez. Millares de cabezas cercenadas competirán con los astros.
ANTONIO FERNANDEZ SPENCER
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Lapiel de los vientres de las maldades jóvenes disputarán con el brillo de las espaldas de los peces en sus andanzas por el cielo, en donde, por primera vez, Tú y yo, Señor, hicimos el pacto de destruirlo todo y condenarlo todo. ¡Al fin, perseguidores nosotros también, jueces en el drama humano creado por tu infinita bondad una madrugada en que te aburriste de regresar a las tabernas celestes, después de haberte bebido miles de soles y de haber vuelto de tu sueño con las castas estrellas del firmamento! ¡Qué armoniosa es la sensualidad de un Dios infinito!. .. Suave autócrata de la eternidad: Tú y yo no podemos ser ateos. Dios no puede ser ateo, como el torturador no puede ser una persona decente, como el amigo del torturador es el depositario de sus vicios. Señor, ¡qué miseria tan grande crear las galaxias para la muerte, lasuvas que golosamente comimos en Castilla, para la muerte, los párpados y los ojos de las doncellas, para la muerte, el correr jadeante y glorioso del potro, para la muerte! Hacer tanta grandeza para que sea heno de la muerte. ¡Qué asombrosa es la creatividad y la destrucción! ¡Qué fea es la lámpara apagada de la vida! Tan hermosos tus campos de estrellas, el molde de donde sacaste tantas mujeres castas, la carrera del ciervo que compite con la armonía del mundo, con las joyas creadas por Benvenuto Cellini.
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Cuando haces la vida eres genial, como un pintor cubista. Picasso te envidia por haber creado Macchu Pícchu, el Amazonas con todas sus miasmas, con todos sus peces voraces, con su millonario caudal de agua (monopolista fragoroso de los ríos). Cuando ofreces la muerte eres genial, lejos de los tiranos a los que se elogia para conservar la vida o para sacarles jugosas prebendas. ¡Qué tortura es el mundo, Señor! Lo hemos hecho de paja divina, miedo y desolación. Vaya quemarlo con esta lámpara del verso, sacada de las entrañas mismas de un hombre que ha visto el horror del mundo bajo la mirada infinita de tus ojos serenos.
Así HA DE CANTARSE HOY Nada, cielo, hombre, no nos libertará nada: la demencia, el fuego de la ciudad riente y acogedora como una tumba. Dante escribió el Infierno; pero tú y yo, y tú, y tú, vivimos el infierno como una gran ala de águila golpeada por un día de nieve. Entro en la taberna (es como penetrar en mi casa o en un cementerio) y bebo el vino, y la amargura del obrero bebo.
ANTONIO FERNANDEZ SPENCER
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Esa muchacha dará su virginidad por el paraíso oscuro y torpe de unas medias de seda. Las lucirá un día, y ¡zas!, como su virginidad, se esfumará el encanto. Es probable que la engañe un obrero que ha reunido pobres céntimos de lágrimas y que busca, inocente, un placer turbio como un vino de tascas, como un ron doloroso de las islas de América. La veremos danzar borracha, despeinada, proclamando que es feliz, mientras una dura lágrima de tiempo le surcará el rostro. No es verdad, en esta tierra nadie es feliz, ni siquiera el tirano con sus vicios y sus leyes de desolación y engaños. En esta tierra no es alegre ni el águila ni el cordero, ni el viento al recorrer el pecho de una mujer o la sangre de las amapolas; en esta tierra no es feliz el maizal, ni los naranjos, ni el viento. Ved que todo es polvo, milenaria tierra de lágrimas labrantías. Ved que hacia el polvo va el caballo que trota, el canto de ese mozo rojizo como un roble, las cerezas y las mejillas de las muchachas. Sin embargo, yo las prefiero desnudas a muertas. La lividez salvaje cuando besan me llega a la raíz, al origen más turbio de mis penas y de mi sentimentalidad; yo las prefiero cuando las nombran codiciosas mis labios a cuando huyen acosadas
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por el golpetear traqueteante de la nieve en sus carnes apretadas de aromas y de jacintos. En esta tierra ni el cielo ni la luz son felices, ni la superstición ni el vicio, ni la yerba humilde ni los jardines recientes. Por eso hay que jugarlo todo al dado roído de la muerte, y perder ¡zas!, el alma como aquel par de medias o la virginidad. Contemplo al hombre en los muelles. en los andamios y en los circos, entreteniendo el barro inútil del hombre, a la sensualidad perversa de la mujer del pueblo (putrefacta semilla sin sentido). Este es el mundo: la mujer y el vino para embriagar la nada de los cuerpos. también te darán la esperanza de ser en el paraíso, y te quemarás, con hermosura sin igual, en las brasas del infierno. Bello es el infierno; al fin, esto tiene algún sentido: es lo que merece tanta putrefacción y torpeza. Pero tampoco en el infierno se es feliz ni en la muerte. Este es el hombre: ser como un tronco llevado por la corriente de los ríos, sin paradero, al fin, como el pasar del viento entre la nada. Este es el cuerpo: una fruta estrujada, una hoja de calendario muerta, una moneda gastada en alguna futileza, como ir a comprar una cinta amarilla o un canario enjaulado. El infierno se parece al repetirse de ese lecho y de ese pan, siempre monótonos e iguales:
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allí habrá llamas y llamas, quemantes y monótonas como la llegada del día y de la noche, como la llegada del lechero o el relincho de los caballos, como los cántaros de las muchachas junto a la fuente. Recuerda, hombre, que eres polvo; recuerda que te deshaces como la nieve o como la gota brillante de rocío, o como la vela que alumbra la soledad en la casa del pobre; no obstante, yo diría: «Recuerda que eres sin felicidad». Manhattan, Londres, Madrid, son grandes necrópolis, alas de ilusión quemadas en el candil de la verdad de la muerte; en esas ciudades, como en todas, nacer es danzar hacia la muerte. Todo esto es verdad, como mi mano en el agua o entre la polvorienta lana de una oveja. Nadie cortará una hoja de felicidad en el árbol del mundo; por eso tranquilo y confiado me bebo este vino, y veo pasar ríos de mujeres, de autos, de habitaciones hacia el eterno pozo del polvo. Ya he compuesto, hermano hombre, una canción dura y amarga como un vino de taberna; es lo que hoyes necesario escribir, porque nosotros somos realistas y humanos, y sabemos que la belleza es una colilla de cigarro olvidada en un rincón del mundo. Di cosas, cuando cantas, tremebundas y amargas, y tu canto será disputado en todas las tabernas de la tierra, invadirán las altas y envilecidas habitaciones de los ricos, quienes lo usarán mezclado con sus drogas.
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Por eso yo he compuesto ese licor de taberna, esa maldita canción¡ porque quiero que mi canto sea arrastrado sobre los vicios y la torpeza del hombre. Después de todo, la poesía es hoy el testimonio, la doliente crónica de lo que le pasa al hombre: quizá por ello Dios esté preparando su borrón y cuenta nueva, y por eso al cantar nos parecemos al equilibrista que vacila sobre la cuerda floja.
MARIANO LEBRÓN SAVIÑÓN (1922)
Nace en Santo Domingo el 3 de agosto de 1922. Su nombre está ligado aLaPoesía Sorprendida desde los comienzos de este movimiento, apareciendo como uno de sus co-directores. Ya había dejado constancia de sus inquietudes en LosTriálogos, disquisiciones estéticas atres voces con Alberto Baeza Flores yDomingo Moreno limenes, publicadas en tres folletos. Es en elprimero de dichos folletos donde aparece como pie de imprenta, el nombre de La Poesía Sorprendida. Este calificativo, iluminador de una condición poética renovadora y que estaba llamado a perpetuarse en las letras nacionales, es feliz hallazgo de Mariano Lebrón Saviñón. Los Triálogos, a pesar de aquella circunstancia, constituyen una manifestación independiente y aislada de sus autores. Lebrón Saviñén publica en 1944 su único cuaderno poético en las ediciones de La Poesía Sorprendida, Sonámbulo sin sueño, donde se revela apegado a las fórmulas tradicionales dentro de una gran libertad imaginativa. Como ensayista, autor de extensos trabajos de literatura hispánica y arábiga que hapublicado fragmentariamente en revistas, se nospresenta agudo yacucioso. Su Historia de la cultura dominicana, amplio panorama en Svolúmenes, es untrabajo que lehadado prestigio como uno de los escritores de mayor sensibilidad y cultura de nuestro país. Es en 1982 cuando recoge toda supoesía dispersa bajo eltítulo de Tiempo en la tierra, con prólogo de Manuel Rueda. Ha escrito teatro. Es doctor en Medicina, cuya profesión ejerce, profesor de la Universidad [295]
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Nacional «Pedro Hentiquez Ureña» y Presidente de la Academia Dominicana dela Lengua durantelargos años. En 1993 lefueconcedido en México el Premio José Vasconcelos. OBRAS PUBLICADAS:
Triálogos (1943), Sonámbulo sin sueño (1944), (Ediciones de La Poesía Sorprendida), Luces del trópico (1949), Historia de la cultura dominicana, 5 volúmenes (1981-1982), reimpresa en 3 volúmenes en 1995), Tiempo en la tierra (1982).
DULCETEMBLOR ¿Qué hay después del rocío que te toca? ¿Qué hay después de esa nube que se escapa? ¿Qué hay detrás de esa roca y después de esa ruta supraestelar de mapa?
y detrás de tu sombra, [oh, Dios! ¿Cuál es tu canto? ¿Cuál es tu melodía de místicas estrellas? Te busco por la torre quebrada de mi llanto y en el hueco más triste de mis huellas. En el confín de tu orbe donde llega con su gesto olvidado la vieja caravana, el torrente sin ruido donde el amor se anega y donde cae dormida la luz de tu mañana. Yo voy buscando, cielo, los soles que tú nombras ¡oh Dios!, y tu pupila eterna en tu desvelos. Para mi fe le bastan tus infinitas sombras, para mi amor tan sólo tu follaje de cielo.
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Yo seguiré tu nombre de amor sobre los mares, sobre tu flor eterna como una mariposa, hasta que te estremezcas sintiendo mis cantares y bajes a mirarlos dormidos con tu rosa.
FUEGO EN EL RÍo La sangre está corriendo por tus montes; la sangre se estremece en tu pradera; mancha, cubre, se inclina en tu horizonte con un silencio vivo de pantera. Sube la sangre, gime, el río crece, se va al cielo, lo roba, lo transforma. Invade el caimital y lo estremece. Va al flamboyánt para encontrar su forma. Chisporrotea en tu árbol, va a la vena, corre por las heridas de la arena, el fuego va a la sangre, corre al río, el hombre muere, surge, grita: salta la sangre, el fuego corre vivo, asalta. Sangre, fuego de amor, trópico mío.
GRILLO Gala del ruiseñor, mínimo hermano que en soledad y amor hablas, te exhibes.
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Va subiendo tu voz, plata y pantano, por el torso del sol, el sol te inscribe. Pequeño torcedor que en la amargura al viento y al solaz vibras tu cuerda. Hablas en soledad que te recuerda. Gala del matorral, grillo en tu altura.
MI CANTO «lechant la gran iole de te chanter» PAUL EWARD
Rezo en el mundo mi canción por la esperanza y por el aliento henchido de las rosas, por el empeño del ruiseñor y por la inocencia de luz de los luceros altos. Por la canción del viento alegre y sin sentido y por la última voz de los geranios en el jardín cansado y sin amor. Canto por el penar maldito de los tristes. Canto porque al cantar el canto mío me perfuma y me crea. Porque el mundo pequeño de mis sienes sin canto es imposible. Es imposible el mundo sin mi canto, y por eso en el ala de una alondra mi voz... y mi cantar.
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Canto para que no se rompa este conjuro del cual yo soy. En la noche también alzo mi canto por el infanticidio tremendo del estéril profundo que se hunde en su noche suburbana sin temor a las sombras; por la angustia sin fe de la recién parida polvorienta. y por la niebla y por la piedra y por el cisne que muere y por la rosa que vive y por el agua oculta cuya canción sólo es manjar en sombras del sentido. Canto por el valor de las montañas bajo el furor del viento. Por el paisaje agreste, por la pasión del alba. y por la simple sombra del rocío. Así una tarde o una mañana sin atisbo de odio, sin escondida fuente de esperanza, sin medida de cárcel reconcentrada y sola, alta y feliz, mi voz, esta voz mía sembrada en mí, nacida en mí no sé desde qué estrella mi voz saldrá a los aires por el ruido del tiempo siempre voz mía para decir mi canto, para decir mi asombro y mi esperanza.
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Descenderá mi voz por los jardines e irá con su alegría a la alegría del mundo. Aunque haya tristezas mi voz cantará alegre contra todas las sombras e irá a buscar vida donde exista: en el lagarto, en el insecto, en la amiba, en el glóbulo, en el miedo, en el sol. Irá buscando vida con su sueño, a despecho de todo lo creado para negar la vida. En el abismo, en el misterio y en las cuevas del mar. Yo, como el otro poeta de la vida «canto la gran alegría de cantar» y es fe y es canto mi esperanza. «Canto por cantar» y por cantar mi vida es un sonoro y musical torrente de alegría. Más que el amor y el sueño y que la vida es este canto mío, canto que es sueño, amor, canto que es vida. Poesía «perfección imposible» de mi sueño gozo la gran angustia de buscarte donde pálidos enterradores de amor creen sepultarte
MARIANO LEBRÓN SAVIÑÓN
y con mi voz y mi sueño desentierro al amor, y está dormido. Desconcertante y feliz, grávido y hondo heme aquí con tu luz y el canto mío. vivaz, simple, glorioso, alto, cierne sus alas de arrebol soñado, alza su luz con desazón de luna en una estrella. Canto, te llevo en la niebla, en la piedra en el cisne que muere, en la rosa que vive, en la alondra que nace, en el árbol y el sueño, en la gloria y la estrella, el lagarto y el insecto, y la amiba y el sueño y en el sentido excelso de eternidad, y etcétera.
ASOMBRO DE GUIJARROS
Pulidos por las manos redentoras y puras de las aguas, tal, pedazos de joyas
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que cayeran a una remota playa para los abalorios de un salvaje así, en la dura arena, relumbran los guijarros. Son pedazos de espejos que endurece el coral. Como por un encanto, en la mano del niño rememoran boato insospechado desde su dura cuna de piedra, vulgar y áspera, cuando no sospechaban que las manos tenaces de las aguas, cual joyero que talla los diamantes, iban a hacerle frías facetas de granito. y desde el fondo
del mar, junto al ramaje de las astas cervales que son el esqueleto del coral, van cayendo a la playa donde, para brillar, rompen fulgores a las hachas del sol y luego se humedecen
MARIANO LEBRÓN SAVIÑÓN
y refrescan su inalcanzable sueño de diamante. Más, yo tomo un guijarro y lo pongo contra mi corazón y recuerdo que ellos (los guijarros) como las caracolas guardan cantos del mar en la pulida chatura de sus torsos y son como pedazos de entrañas de una estatua que parlara con congelada voz contra la eternidad. y los pongo junto a mi boca para besar donde peces remotos pasaron el asombro de sus ojos insomnes.
En la suave lisura de hielo de su duro cristal paso mis dedos como por una estrella que fragmentó sus vidrios junto al ruido del mar. Yo amo los guijarros; los amontono
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frente al abierto ventanal de mis recuerdos, y hoy son cielos caídos o amontonadas joyas, luego rondas de niños o apretados ejércitos, chicos delfines que piruetean dando saltos audaces sobre la piel del mar. Así son los guijarros, roto clamor de falsas joyerías pulidos por el mar.
GAYUMBA Rica en su paz pero pobre canta con voz monocorde. Desde su única cuerda en su caja resonante ya resuena la gayumba en el cobre de la tarde. y resuena con nostalgia
de tristeza melancólica de selva, tambor y dioses. y es la gayumba sonora.
MARIANO LEBRÓN SAVIÑÓN
Sonora como el lenguaje del dolor. Sonora y limpia. Sueña en mi amor la gayumba, sueña en la luz de su lira; de su lira agreste y loca cual quejido de chicharra. Marimba doliente y sola, monocorde de nostalgia. Rica en su paz pero pobre, canta con voz monocorde. y se desmaya en la balumba de su sólo bordón: la gayumba.
POR TIERRAS DEL SUR
Cuando a tus plantas, tierra mía, rueda la cansada esquivez de mi tormento, mi corazón estalla, de latir cansado, en un lamento. Fulge la parda piel de tu frontera tierra mía que amo, polvo yerto. Alverte rompe mi pasión sus alas de tormento. Sequiza palma de reseca tierra; herida vena de agua ya apagada.
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Te miro, tierra, y el ocaso llueve sus llamaradas. Tierra de mi pasión, llena mi boca y junto a mis cenizas hazte eterna. Eterna como el cactus solitario de mi pena.
AL NACIMIENTO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO Cardo se le ha un clavel hoya la aurora del seno, ¡qué glorioso que estd el heno porque ha cardo sobre él! GóNGORA
La nieve sobre el oro: clavel dormido que la rosa empurpura y el heno dora. Nace la luz de nuevo contra el olvido y al sonrosado albor el mundo adora. Suenan rabeles, cantan pastores, sonríe el mundo, den las flores. La rosa, con ser la rosa nunca se ha visto mejor con la risa candorosa del Señor transido en clavel de luz, mantoncito de roda,
MARIANO LEBRÓN SAVIÑÓN
allí embriagado de azul ¡ni en la nieve siente frío! Suenan rabeles, cantan pastores, sonríe el mundo, ríen las flores. El heno le dio su oro. La noche le dio su flor. Las estrellas, su tesoro y la mañana su albor. y los clarines del mundo melificaron su ley ¡qué bello allá, en lo profundo de las pupilas del buey! Suenan rabeles, cantan pastores, sonríe el mundo, ríen las flores.
CANCIONCILLA Mariposa dorada del espejo del agua. No vas con tu ceniza que se queda en las alas, por la sombra del aire se te van las palabras.
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Mariposa dorada del espejo del agua. Alguien oyó tu cantar que en la sierra se quebraba. Por el oscuro sendero se apagaron las campanas. Mariposa dorada del espejo del agua ¡Tuya es el alba!
VARIACIONES EN EL AMOR Aquí junto a mi mundo de estatuas destruidas donde el agua a su río el alma no reposa, buscando inútilmente por las cien mil heridas a donde va a su cauce el final de la rosa. Aquí con tus preludios remedando una flauta que prolonga su objeto por su razón sin cosa. El agua llega al mundo para trazar la pauta misteriosa y sonriente de la rosa. La rosa huele a rosa y a cielo. Va a tu vida; va a tu razón la rosa con su seda alumbrada va como una sirena sangrando por la herida igual que sangra el alma con simple llamarada. y tú, con tu silencio, habla y dime tu empeño. Yo alumbraré tu nombre al que nada le falta,
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y cuando vayas loca a la verdad del sueño sintiéndote más cerca yo te pondré más alta. Caminaré mi olvido por tu avidez de canto que te busca sin término reptando por tus músculos. Seré manso de agua si se desborda el llanto e iré a esperarte, entonces, a orillas del crepúsculo. Allá, como una estatua con las manos crecidas, crecidas en ramajes ya de tanto esperarte, erraré por tu frente de lluvia amanecida vuelto espuma, oleaje de amor sin sospecharte. y después del silencio olvidaré tu nombre. Seré raíz de alondras, terral de mariposas. Iré, como una estrella por la espalda del hombre, a naufragar eterno, doliente por tus cosas.
Amor, y cuando el mundo sea sólo un asombro y el hombre sólo un astro ignorado que alumbre, descenderé de nuevo al mundo en que te nombro para buscarte echado como un sol en tu cumbre.
ROSAME]OR y cayó un ruiseñor y otra campana, y otro rosa mejor y otra mañana, y otro ademán de amor y otro sentido y otro elevado acento del olvido.
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Tierno sólo en mi fe, toma su escudo. Libre sólo al amor, toma sus alas: nadie podrá lo que mi amor no pudo.
ARREBATADA MUERTE «Tengo una parteaquí de tus cabellos» (GARCILASO DE LA VEGA)
Rosa en botón en llama de la aurora, todo vino de ti: el mar, la risa, la caricia del sol que se acalora. La tempestad, enfado de la brisa, y el mejor ruiseñor de mis cantares. Tú, mi rosa mejor, mi alba sonrisa. El más alto llorar de mis llorares, mi purísima luz enceguecida, los náufragos encantos por mis mares. Se fueron por tus márgenes dormidas. Rosa en mi soledad, recuerdo mío, ola del hondo mar que no se olvida. Mi mejor soledad, muerta de frío. Olvidarme en tu fe, llorar tu viento mi soledad de luz, tu inquieto hastío. Fue malherir mi ardido pensamiento, dejarme como ciervo en el olvido desesperado en tu dolor mi acento;
MARIANO LEBRÓN SAVlrilÓN
Fue como nube en el dolor dormido, como locas campanas derramadas, como libres claveles desprendidos, tú, mi rosa mejor, mi camarada, el único habitante de mi hastío, que al hacerte ademán de la alborada, al llegar a mi mundo muerto y frío tu aletear de palomas en arrullo, te llamé soledad, recuerdo mío. Hoy se mira mi amor en tu murmullo.
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VÍCTOR VILLEGAS (1924)
Nació en San Pedro de Macorís el 22 de septiembre de 1924. Allí estudió lasprimeras letras y demostró desde muy temprano afición a la poesía, publicando sus primeros trabajos en El Este y en el periódico semanal delTeatro Aurora. Uno desus mentores fue elpoeta Francisco Domínguez Charro. Ya en la capital se gradúa en la Universidad de Santo Domingo deDoctor enDerecho y seintegra a la «Generación del 48», también llamada porRafael Valera Benítez «De Postguerra» ypor elpropio Villegas «Generación Integradora», ya que, además deque se reconocían continuadores de «La Poesía Sorprendida», deseaban mantener los contactos con todo lo que hasta entonces existía de avanzado enelpaís, fuera esto postumismo o unapoesía decorte social como la de Pedro Miry Héctor Incháustegui Cabral. María Ugarte en El Caribe y Pedro René Contín Aybar en los Cuadernos Dominicanos de Cultura fueron factores decohesión para este grupo queaglutinaba a poetas como Rafael Valera Benitez, Lupo Hemández Rueda, Abelardo Vicioso, Máximo Avilés Blonda, Ramón Cifré Navarro, Luis Alfredo Torres, etc., todos ansiosos porcontinuar una tradición poética queya contaba con nombres vigorosos. Víctor Villegas figura entre los más dotados del grupo, aunque sus inicios enlas nuevas modalidades fueron vacilantes. Hayqueesperar a los Diálogos con Simeón para conocerampliamente los aciertos deeste poeta que yaempezaba adarpasos seguros rehuyendo laspublicaciones [312]
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VÍCTOR VILLEGAS
apresuradas. Su poesía se acerca al hombre dominicano con fuerza y delicadeza a la vez mezclando, a unasuprarrealidad controlada por la razón, los ecos de una poesía oral, que casi pretende explorar el folklorismo, los paisajes y las figuras regionales elevándolos a una significación social. Es en su último libro, titulado POCO tiempo después, donde el poeta se encierra en sí mismo, transfiriendo sus auscultaciones poéticas a supropio interior, trabajando lapalabra con una densidad llena designificaciones. Sólo te habito cuando duermo, le dice a su cuerpo, estableciendo así una bipolaridad entre la realidad y laimaginación queesla quelehapermitido expandirsupoesía. Poeta y caballero, su personalidad se ha clarificado en nuestro medio en la fidelidad desus amigos y en el continuo trato con su trabajo literario, cada vez más depurado y más hondo. Presidente de la Unión de Escritores Dominicanos y miembro de número delaAcademia Dominicana de la Lengua, correspondiente de la Española. En 1982 obtuvo el Premio Anual de Poesía con su libro Juan Criollo y otras antielegías. OBRAS PUBLICADAS:
Diálogos con Simeón (1977), Charlotte Amalie (1980), Juan Criollo y otras antielegías (1982), Pedro René Contín Aybar, selección y prólogo de su poesía (1984), Botella en el mar (1984); Cosmos (1986), Poco tiempo después (1991), La luz en el regreso (antología, 1993).
DIÁLOGOS CON SIMEÓN ITINERARIO DELDOLOR
Si deseas amar, ven conmigo en silencio. Haremos la jornada.
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En la ruta del mar desciende el horizonte y crece, porque el ocaso roba vientos, y nubes y ensancha la esperanza al sol. Otras tierras inundan las sonrisas y como un marinero, el alma es ruta ardiente hacia sus playas. Pero este Sur, de espinas y de piedras, donde el corcel del hambre intimida las lluvias, devora las mañanas, la vida la hace ingrata y muere. Entre machuelo y redes, entre breñales y alpargatas, un mes a veces sin aliento, otro en punta de maíz podrido, la vida pasa, transcurre hueca porque ni siquiera el don de la tristeza, que es una medianoche de amor y de naufragio, habita en estos hombres que tú y yo, camarada, tomándoles las manos, acariciando sus cabellos y sus lágrimas, hemos encontrado endurecidos, aptos para la insurrección porque ellos, como el guayacán, ni se caen ni se doblan. Me temo que es esto lo que amo, las mil casas de yagua o de clavó, las dos calles que el cura ha apisonado arengando, insultando,
VÍCTOR VILLEGAS
porque es pecado acudir a los garitos, gritar en las galleras al canelo o al pinto, rociarse de aguardiente, de salvaje alegría, de menstruación. En vano buscarás un edificio; no, de ninguna manera en un trayecto donde se desea ser laborioso pero la tierra es ajena; donde es viril la juventud, sedienta en sus instintos y en sus ojos pero que se desgasta en un recodo del pequeño parque. Me temo que es esto lo que amas porque hay una fuerza irresistible en tanta soledad y desamparo. Ves que hay un silencio de muerte y azucenas que parece salir de las ventanas. Las noches oscuras se inundan de lechuzas y ante el presagio, el signo de la cruz y el rezo sobrecoge los barrios. Nada pasará, sin embargo. Seguirá el barbero murmurando el cotidiano acontecer del municipio,
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vomitará el borracho en la puerta de la iglesia ante la indiferencia de los pordioseros, será más falsa la supuesta amistad del comandante y el mandamás del pueblo; habrá más sequía y menos plátanos y menos vida y más flores, sí, porque ellas son como los hombres que se levantan en medio de las ruinas a proclamar su belleza permanente. Si deseas amar, ven conmigo en silencio. Tomemos esa ruta donde verde es el cielo y la mañana y el perfume es tan verde que tiñe los contornos de la noche y el viento. «Hay unas vegas las más hermosas del mundo, sus montañas altísimas, sus puertos primorosos. La muchedumbre de sus ríos, sus buenos aires, contribuyen a su salubridad». Así decían los capitanes. Sin embargo, sus arcabuces y sus cuchillos instalaron los mayorales, parcelaron el cielo, la tierra,
VÍCTOR VILLEGAS
los ríos, y lo que era de todos pasó a ser para unos pocos, y el tiempo transcurrió y crecieron las campiñas y los ruiseiíores y se inundó el aire de polen, de queso, de olor a estiércol, y lanzar una semilla era como tirar un puñado de monedas de oro. Desde entonces se dice que ahí nació maríasantísima. Yo en particular no creo que sea cierto. Nadie la vio nunca, ni siquiera en los tambores ni en los güiros, ni en las tonadas de Ma Teodora, ni en la sangre de la luna degollada. Tampoco en los vicios, en los banquetes al recién llegado, en los primeros pobres que fueron negros y mulatos y paludismo. No entiendo, si fue cierto, por qué trazó a esa gente dos caminos, uno por donde iban casi todos sin cantos, sin estrellas, a la muerte; otro por donde regresaban setenta y cinco con risas y espadas a la vida. ¿Dime Simeón, por qué enfrentó los hombres a los hombres
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y cercenó a la mayoría sus deseos? ¿Por qué es ancho este caudal de angustias si es verde el cielo y la mañana y el perfume es tan verde que tíñe los contornos de la noche y el viento? Si deseas amar, ven conmigo en silencio. Nuestro camino ahora tendrá sabor de espumas y de peces, de chimeneas y balandros. Al término, un pequeño recodo junto al sol que ciertamente nace ahí mismo, porque, según nuestros abuelos, más allá de los pendones rubios y cubierta por una intransitable rosa roja, está la cueva jovovava que también distribuyó los primeros pobladores de la isla. Por los acantilados, donde son risueños los ahogados nocturnos, una medusa, en tiempo inmemorial, mientras se iluminaba de relámpagos el vésper, desembarcó gente, mucha, y eran blancos y rubios, y cuarterones y negros y amarillos, y hablaban así, que no se entendían, pero se mezclaron con los que ya dialogaban con el jabillo y el capá. Entonces fueron como hermanos porque de noche iban a pescar y regresaban en la madrugada llenos de escamas y leyendas y sueños.
vícroa VILLEGAS Todo fue creciendo, los hijos, las vacas, los alambres, las calles, los puertos no fabricados, la lluvia a medio hacer y hasta la cruz de la iglesia cuando le pusieron un reloj debajo para que solamente diera las horas de la medianoche. Dicen, Simeón, que la gente reía, que el esposo ayuntaba a la esposa a cualquier hora, y que los novios fornicaban en cualquier parte, porque, ¿qué mejor que una descendencia dueña de las flores y del mar? Ni siquiera el alcalde le puso el nombre al río, porque antes de él nacer los arbustos y el eco lo llamaban Higuamo. Un día, inesperadamente, unos hombres grandes con los ojos azules trazaron rayas, midieron la pared del viento, rielaron la mañana, la inundaron de ollín y azúcar y látigo, levantaron la rosa y tapiaron de hierro y sangre la cueva jovovava. Ese día sin dios estrecharon al pueblo, arrinconaron sus ansias, cayó el sol en pedazos y no hubo ya paz ni amor ni vida.
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ELEGÍA DE LA MUERTE Eres desde mañana y desde siempre has sido simple, hermosa muerte, solo y delicado pétalo atrapado en las aguas de todas las riberas. Cuerpo de espuma, itinerante alondra eres en los pasillos del deseo, si se te desea, multitud de caminos, jubiloso retorno, cálido vuelo de secretas palomas. Quien hacia ti vuelve sus pasos
y su rostro, ansía una distante lluvia caída en el olvido, una gota de luz de noche permanente, procura un goce de colina lejana, una ruta de viento entre los bosques, un hueco, hermosa muerte, para la tibia soledad. Cierto que el roce de un día que transcurre es igual que una inútil tentativa de amor; que el árbol milenario es roca en el viento y en la tierra es profunda cascada hacia el misterio, y todo muere, todo de ti tiene tu ausencia, tu voz que ha de llegar,
VICTOR VILLEGAS
el soplo donde esparces tu huésped predilecto. Por eso te pareces a un torso de mujer cuando un filo invisible se acerca a sus contornos, y te contiene el grito, el nido y la montaña, y estás sola en la puerta y la mano que la abre; y en lo desconocido, donde puede una llama, un presuroso aliento de botón o de infancia, desnudos son tus pasos, vacías tus paredes. Si, ya lo sé, también puedes llamarte Marta, y te regocijas y me regocijo porque te he conocido en muchas partes. Te sentí en los barrotes de la cárcel mientras mordía mi rabia y esperaba el sonido de las llaves, y hablaste con vehemencia, con voz dulce, de los tontos, de los fuertes que evaden tu presencia; te palpé, asime de tus hombros, de tu bulla, de tus mangas de oro, Marta, muerte,
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cuando me perseguía el débil, el que temía la voz el de las sombras. Te conocí en los parques y en los cines y aún buscaba importunarte en los viejos recuerdos, hacer necias preguntas y proyectar tu imagen luminosa. Si te encontré, si te ayudé a levantarte de tantas emboscadas, si te auxilié ahogándote, volcándote, muriéndote, si fui tu confidente en el puñal que quisieron hundir en tus caídas, por qué he de soslayar el lecho que me tienes. Imposible negar, Marta, que eres más breve que la vida y su más delgado instante, más fugaz que el caer de la fruta o del sonido que dejan atrás las mariposas. y sin embargo, te sospecha la
gente, huye despavorida, se arrincona, basca los túneles,
VíCTOR VILLEGAS
el tupido ramaje, el ajo y las tijeras, y cuando ve tu piel cubierta de ceniza misteriosa edifica en su sangre su último refugio. No te comprenden, te huyen, hermosa muerte, Marta, te denostan, te insultan llamándote guadaña, parca; si hay tesoros te nombran funeral, velorio si es el pobre el que te encuentra; y a la verdad, por qué rondas la cárcel, por qué azotas los barrios miserables y te vistes de sífilis, de hambre, de tuberculosis mientras olvidas las fachadas de mármol y las barrigas de mármol y las barrigas hartas; por que tiendes al brazo redentor y a las frentes erguidas tu celada, y cuando nadie espera; apareces de noche, de repente. No te comprenden, te huyen Marta, te blasfeman, y eres tanto como el pozuelo donde se bebe el té, como los dedos amorosos que reparten el pan, como los utensilios que usan las abuelas
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en ciertas ocasiones. Eres llama permanente en la otra orilla, lámpara encendida ha mucho tiempo.
ENTRAR A LA MEMORIA SI ESTÁ SOLA Entrar a la memoria si está sola tocar su dimensión y no llegar al límite oírla cuando habla escuchar su silencio toda voz me refleja y se refleja. Somos su vino su muerte las puertas que no abrimos por dentro somos el hombro de la casa donde habita. ¿Hay acaso memoria en la materia? Si estamos detenidos y ni siquiera vemos y no venir lejos es no llegar muy lejos cruzar su dimensión hacerla que florezca.
VíCTOR VILLEGAS
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DIOS HIZO AL HOMBRE A SU IMAGEN Y SEMEJANZA A Alberto Ulloa
I
Dios hizo el hombre a su imagen y semejanza más, el hombre habló, rota la calma fuego en las piedras escrita la primera burla a su imagen en el agua. En las manos la hacienda pequeña la almendra en la montaña y él, más alto que su oreja. Pies de hielo o fuego encima de la lluvia casas de calo mármol en su vientre y su lugar fue todo el orbe luz y no sombras si lo hubiera querido. Cerró lámparas abrió caballos al alarido de las llamas derribó puertas y sonidos. Entonces inventó la muerte.
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El hombre creó la estatua a su imagen y semejanza. Ella no habló más con su nombre de arena azul para el silencio de su cuerpo voló desde su tiempo inapelable. Habitada en sí misma músculos y nervios bajo los pliegues
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de su piel espectrales ciudades bajo los pliegues de su piel miró su forma pura, altísima, en todos los lugares y en ninguno y como era estatua y no hombre en su inmóvil vestido entró a los animales y a la vida.
III y Dios contempló la estatua
su criatura perfecta.
RAMÓN CIFRÉ NAVARRO (1926-1980)
Nació en SantoDomingo el15 de septiembre de 1926. Realizó sus primeros estudios en la escuela República de Chile, de la villa de San Carlos. Años más tarde ingresa a la Escuela Normal de Varones, en la que son sus profesores, entre otros, Pedro Mir, Carlos Curiel y Andrés Avelino. En 1946 ingresa a la facultad deDerecho de la Universidad de Santo Domingo, estudios queabandona cuatro añosmás tarde. Trabaja entonces comoprofesor de lengua española y literatura de la Escuela Normal Nocturna Eugenio María de Hostos y colabora en El Caribe hasta 1952. Sus versos iniciales son una confesión de fe, con ingenuidad, lejos de la oscuridad y del hermetismo que lo atraerían después. El amores eltemacasi único de su obra poética. La amadaparaCifrées ardorosa materia de los espejos, su pensamiento vital. Elpoeta, fundido en la realidad o en el sueño, crea una visión de la amada que es pureza absoluta, sustancia iluminada por el deseo, que colma sus ansias, dándole la seguridad perdida. Pero la idealización plena de la amada nolodesvincula dela realidad circundante. En «Espacio en la tiniebla» el poeta se integra a la vida vinculado a los únicos temores de la sangre. El hábito del alcohol, desilusiones amorosas, su divorcio e influencias nerudianas deúltima hora, tienen una repercusión negativa en la vida y obra delpoeta, al extremo de queporestascircunstancias Cifré Navarro caedesde mediados de la década del50 en un estado de [327]
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unestado de abandono y descuido tal que lelleva a la destrucción de sus facultades creadoras. Sus obras, aunquepublicadas aftas más tarde con la ayuda de amigos, corresponden a esta época. Ramón CifréNavarro fue director de la revista Testimonio (19641967), en cuya colección se publicó De manos con las piedras, su primer libro. Murió en Santo Domingo el 27 de noviembre de 1980. OBRAS PUBLICADAS:
De manos con las piedras (1964), Espejo y aventura (1974), Poemas póstumos e iniciales (1995).
DEFINICIÓN DEL ALBA
Creo en el hombre, en el ángel anuncio de su alma, en el cuerpo delirio de la muerte que desnuda su voz en todo tiempo. Creo en el árbol, en el brillo verdor de su silencio, en el viento raíz de la esperanza que brota de sus hojas, de sus ramas, de su tronco. Creo en el amor, en el cielo palabra de su canto, en el ruido verano de la sombra donde crece su instancia, su primera angustia, su último deleite.
RAMÓN CIFRÉ NAVARRO
Creo en el misterio, en el humo vestido de su esencia, en el gozo reclamo del crepúsculo en que habita su rostro, su número callado, su destino inquietante. Creo en el dolor, en el círculo piedra de su viento, en el agua verdad de la nostalgia que genera su mundo, su imposible ausencia, su inquebrantable norma. y porque creo en todo esto, me siento melancólico como un náufrago de hojas desprendidas, como el recuerdo de los labios que todavía me besan. y creo en mí, en el dolor vigilia de mis huesos, en el siempre infinito de la tarde que persisten en mi ansia; en mi nocturna brisa, en mi sola tristeza.
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ESPACIO EN LA TINIEBLA Amor: Pura ti levantoesta ansiedad y mi corazón en la vigilia del esperanzado lucero.
Heme aquí vinculado a los únicos temores de la sangre. En el espejo mi rostro decide llorar la suprema agonía de la ciudad, el peso de las cosas que perduran en la piedra, la lenta caída de los materiales del amor. Heme aquí, ante vosotros, sacando fechas a la esperanza. He deseado coincidir apenas con el testimonio de la luz, adentrar mi corazón en la tristeza circundante, hacer mía la desgracia en el delirio que desata la noche. Heme aquí pulsando la fiebre de los ojos que abren su agitado mundo. Oriento mis pasos de huérfano por la mejilla del alba, a unas cuantas hojas del cabello encendido, y mi determinación difunde visibles nacimientos en lo inmediato. Heme aquí, de nuevo, en la premura de una sílaba distinta, de frente a los símbolos de la madrugada, con la inocencia del niño en los ojos. Otra vez el sollozo como las manos en la tiniebla ofrece su predilecta mansedumbre, ir y llegar que dilatan una espera recóndita, esta necesidad de protegernos la piel y el rostro con un mismo silencio.
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Lloro por el destino de los elementos que sobreviven y la oscuridad organiza mis fuerzas,
mis tenaces ímpetus de sonido que continúa a la intemperie. Ahora deseo una comarca para fijar mi sueño en la ternura. Me basta la simplicidad para acercarme a los hombres, porque he de apoderarme calladamente de las pasiones nuevas, de los lugares que se olvidan a raíz de conocerlos, de un sistema y del orden que supone conmoverme. Heme aquí solitario y alerta como la humedad en el cansancio, con más heridas en la palabra, al fin decidido a retornar a los seguros orígenes. Prefiero hablar de una mínima parte del asombro, a la vista de los testimonios fieles al viento sin limitaciones, queriendo aumentar la paciencia que emigra de los intactos volúmenes. Las horas suben el vertical silencio del año que termina esta vez. Los ríos refieren su tránsito a la sombra, a la tierra que siente insoportable la vida. Ha tenido lugar un ofrecimiento de lluvia, una infinita sed en las raíces del árbol. Oh, no finaliza aún la noche en lo íntimo del corazón. Heme aquí, en total desvelo, paseando por la ciudad de los días. No necesito decir qué me acongoja y apena. Algo de la intranquilidad me defiende, estira mis brazos, entreabre la consistencia de mi sangre.
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Estoy junto a los meses, al amparo de sus dormidos secretos. Oigo sus diferencias y dimensiones, sus resonancias percibo. Estos meses siguen la trayectoria difícil de las palabras, aducen viejos sollozos, en sus adentros el amor enciende olvidadas promesas. Heme aquí sostenido por crueles abastecimientos, en la dimensión de todas las cruces, equidistante de la dura experiencia y de lo amargo, confiado en lo que surge de la interminable agonía.
CARTA HÚMEDA DE SOL Aquí, en el corazón, saltan furiosos y recientes animales, y las maderas de la noche suenan como pájaros libres, porque tú sin posibilidad de adivinarlo, te acercas con árboles distintos, y levantados designios estremecen tus ojos, y las fiebres desbordan de intención en tus manos, y a quien oigo es a ti repartir en voz alta lo cierto del crepúsculo, el murmurante temor del ímpetu a la sombra. Te pienso derramada como un destino fértil, como una llama o población duradera, oh, recinto de los polvos dormidos que apacienta el hombre,
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decidora cañada como una voz para siempre perpetuada. Aquí, en el corazón, penetran tus olores apenados, y los ágiles dedos que improvisa tu asombro, tocan lentas honduras y sufridas corolas de silencio. Puedes, si lo deseas, aceptar que un buen día llegue solitario a tu frente, y allí nos entreguemos a medir la inminencia de comunes afanes y desvelos, y contarnos, como si volviera a sentirse en nuestra carne, lo mucho que hemos padecido ambos. Sé que tienes despierto un índice de calles y de nombres ausentes, y que tu paso, en huellas, describe el sufrimiento de vírgenes desvanes, como si el mundo se acomodara a tu sentido de las cosas, a tu deseo de que discurra todo con ánimo tranquilo, ya casi manantial de estrella, dichosamente cielo. Lloraría si me enseñas los tiernos declives de tu pelo, el color encendido de tu arboleda insomne, lo que piensas del fresco que huye por las madrugadas, las horas que eliges para soñar y darte entera
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y sobre todo, por qué pasión de hombre te desvivirías. Aquí, en el corazón, te muestro el ácido uniforme que me anima siempre, las veces que me hace sufrir, las que me hace gozar, y cuanto se torna cemento natural de mis cantos y dirige su delirante rumbo hacia las tardes, en las que tú y yo, rodeados por la ilusión de las gentes, compadecemos el agua que sube y baja su lamento. Te aseguro qué fácil me sería, contigo, explicarme qué siento cuando, como tú, mis poemas no pueden ocultar a nadie la frecuencia del llanto. Yen verdad, aquí, en el corazón, qué bueno presentir que llegas con racimos dorados por la misma esperanza, mientras mis palabras caminan en derredor de los pacientes hechos que supones, y con tus ornamentos y tus plantas, y con el humo silencioso que sale de tus barcos, quiero que vivas esta carta y llegues a su centro. Sí, sólo quiero pedirte que no dejes de llegar a su centro.
RAFAEL VALERA BENÍTEZ (1928)
Nació en Santo Domingo el6 de agosto de 1928. Se dio a conocer en 1948, en la Página Literaria de El Caribe. Publica luego en Cuadernos Dominicanos de Cultura, yen otras revistas nacionales. En 1957, junto conMáximo Avilés Blonda, LupoHemández Rueda y Abelardo Vicioso, funda la colección «El Silbo Vulnerado», conun libro colectivo desonetos denominado Trío. Valera Benítezes, además, quien redacta lospronunciamientos delgrupo que constan en las solapas de «El Silbo Vulnerado», donde leemos lo siguiente: «El auténtico rol del hombre intelectual y artista se compadece sólo con una actividad creadora orientada en función de su tiempoy de su medio». Pero es en elPrólogo de La Lumbre Sacudida deAbelardo Vicioso donde Valera Benítez tomaen susmanos la representación ideológica deungrupo que alrebasar a losdirectores de la Colección misma, abarca a unapartede los poetas quese inicianalrededor del 1948, denominado porMáximo Avilés Blonda «Generación del 48», por Víctor Villegas «Generación Integradora», y por el propio Valera, «Generación de Post-Guerra». El manojo de sonetos que Valera publica en Trío con el título de «La luz descalza», constituye su primera publicación en forma de libro. Sobre estos sonetos, el crítico Contín Aybar dice: «La tónica de la poesía de Rafael Valera Benítez es la luz, el deslumbramiento. En la reiteración de imágenes, en el continuado uso de palabras específicamente denunciadoras de luz, en la ambientación evocadora de claridades, va [335]
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manifestándose su amor por la pureza, por el nacer, como si quisiese disponer suespíritu al instante de la creaci6n enuna eterna fluencia de aurora». A este libro se sumanaños más tarde, Los centros peculiares y La luz descalza y Elegías. En estas obras canta con pasi6njubilosa al amor, y con acento dramático a la patria pobre y oprimida, haciendo uso de un lenguaje orquestal, simb6lico, generalmente on(rico y oscuro. A pesar de esto último, supoesia adquiere zonas de gran luminosidad y colorido. Sus influencias más inmediatas parten de Pablo Neruda (ya asimilado desde el extranjero sin las trabas que tmponta la censura trujillista), de Octavio Paz y de Rosamel del Valle. Valera Benítez es abogado. A la calda del régimen de Trujillo ocupé el cargo de Fiscal Nacional. Más tarde pas6 al Servicio Diplomático, habiendo desempeñado funciones en México, Argentina, Uruguay y Venezuela, donde se desempeño, además, como periodista. OBRAS PUBLICADAS:
Trio (Colección ElSilbo Vulnerado, 1957), Los centros peculiares (Buenos Aires, 1964), La luz descalza y Eleg(as (Montevideo, 1966), Canciones australes (Santo Domingo, 1979), El desamparado y la provincia (Santo Domingo, 1994).
BALADA PARA LA PATRIA INOCENTE A Aída Cartagena Pottalatin
Delante de la noche no marcha sino tu rostro, tu sangre de relámpago y musgo como imborrable música, país mío desnudo, destrozado, solo, tan solo que no es posible, sino de noche, encontrar la mano baldía de la novia, la puerta destruida, el comedor del huérfano que ya no
RAFAEL VALERA BENlTEZ
espera al hombre a quien le dijo: «padre» con el último beso bajo la mañana, Esta es la soledad, el centro de mi patria donde conozco y vivo la tristeza. Llevo el viento, los árboles, el olor de las casas de mi país implantado en mi pecho. Conservo su mejilla oscura en la parte intransferible del alma, en el rincón avariento del llanto como una roja espuela que me arara desnuda, palmo a palmo, la vida. Conozco el sitio del desamparado cuerpo que rodó aniquilado, viva espuma del sueño, al seno del terrón, al vientre de la noche que peina cabelleras verdes cuando extravía los pasos del jinete. Nadie hable del mar junto a su boca inmolada, aplastada por los asesinos, por el villano inteligente que le pudre la entraña, Dejen su cuerpo, su voz en paz porque la risa, la luz, el ruiseñor están bajo la tierra, bajo el mar, en las cárceles de la pureza viril, en países lejanos como pañuelos donde el hombre exiliado mira apagarse su pecho cuando recuerda, día a día, el maternal aroma de la isla apagada. Nadie toque su puerta si no tiene las manos en alto todavía, el pecho levantado a la altura del fuego. Veo los asesinos; el despreciable académico, el que ha manchado tus días y su propia renegada sangre a través de los diarios. Los miro, patria mía, acecharte
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la espuma, la casa, como hediondas perras aguardando el desvío de las horas, el cambio vergonzoso para volver a ensuciarte la mirada, el corazón humilde, la fragancia que une con amor tu boca al universo. Aquí corrió el honor como un caballo rojo, el sudor de la decencia viril, la sangre del digno, irreductible. Quién, quién es el miserable, el degradado que aún permanece, que arroja su propio lodo en derredor para negar tu voz limpia, valiente? Aquí hay y hubo gigantes que no caben dentro de sus tumbas, de la podrida cárcel donde flamea el decoro sin cesar. Un día, madre, te limpiaremos para siempre, te cuidaremos con mano inolvidable las entrañas. Te arrancaremos el mal olor, las hienas bípedas que todavía enturbian tu hermosura. Aguarda, madre, aguarda para entonces... Patria mía en la sed, soy sólo un hijo tuyo golpeado. No deseo ser nada sino una parte blanda, pequeña de tu pobre pan. Sólo querría ser la hierba tocada por tu mano dulce. Yo no deseo nada sino mirarte, vivir en los escombros de tu pelo. Sólo quiero tocarte la soledad en medio de la noche, cerrar la puerta por donde entra sin pausa tu martirio. Cae la noche, mi patria, y no llega sino la rosa del enfermo, la tristeza del pobre hombre vencido, atormentado. El delirio de la apagada viuda, los sollozos del huérfano. Estas son las únicas ventanas de tu alma. El
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purísimo rincón que arde en el martirio. Esta es tu limpia mano, tu verde voz valiente, patria mía. Somos nosotros. Seremos sólo pedazos del nombre que alzas en medio del marítimo sueño: los que te aman la oscura puerta, el corredor misterioso, el muro de las llagas: estamos patria, despiertos guardándote la voluntad, la arena, el polen, el aroma con que levantarás la solitaria casa, la luz viva del tiempo de mañana.
EL HIJO DEL AMOR
Impávido, el deseo me desnuda, me da su plenitud, me torna huraño, tan gozoso de siempre como antaño el mar en su belleza testaruda. Yo sigo su esplendor: me da su ayuda con terrestre dulzura de rebaño, de modo tan radiante, tan extraño que el área del amor deviene ruda. Soy todo de pasión en la medida del tiempo enamorado, sin salida entre el alba y la noche suspirando. Entonces doy por puro lo que tengo, y hallo, sin saber de donde vengo, todo mi cuerpo en el amor temblando.
JUAN SÁNCHEZ LAMOUTH (1929-1968)
Nació enSanto Domingo el 24 dejunio de 1929. El romanticismo inicial desusversos, Brumas perdura ensuobra yensushábitos devida, lo que hace de él un poeta bohemio e intuitivo, sin tiempo para una formación cultural sólida o para lasgrandes reflexiones queelarte exige. Lee y escribe desordenada, apresuradamente, sinatender a laestructura interna desuspoemas queporlogeneral sonbrillantes encadenamientos de versos y metáforas. Razón por la cual naufraga en sus poemas extensos, pese a sus vuelos imaginativos, logrando en cambio asideros sensibles yconmovedores enelpoema breve. Aprovecha las oportunidades que ofrece la dictadura a las obras de alabanza al tirano, a sus familiares, a su ciudad natal y a las nefastas circunstancias históricas quelos rodean para, haciendo sus loas y panegíricos publicar suslibros aritmo acelerado, loquesepuedeobservaraunsuperficialmente a través de su bibliogra(fa. Y lo que le hubiera traído privilegios y garantías, como sucedió con otros escritores queseencontraban enelmismo caso, no leprivó dedificultades a causa del hermetismo habitual en un tipo de poesía que escapaba a la penetración de los organismos represivos. Somos testigos de quevarias veces los poetas deLa Poesía Sorprendida fueron citados para queaclararan elcontenido delos poemas deSánchez Lamouth, especialmente de «Nieves verdes». Así pues, los elogios abiertos aldictador noleevitarán aestepoeta sospechas einvestigaciones. A la caída de la dictadura, y operando ya más libremente con sus [340]
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peculiaridades poéticas y humanas, vemos a un Sánchez Lamouth combatiente, poeta delos humildes, abanderado dela negritud, reflejos de sucondición física y social. Sulibro Elpueblo y la sangre merece el Premio Nacional de Poesía Gastón F. Deligne 1964. A causa de trastornos de salud provocados por el alcohol y de su vida un tanto desordenada muere prematuramente el 18 denoviembre de 1968. Es el poeta joven quemayores elogios harecibido desuscontemporáneos, aun de los que se encontraban en posiciones opuestas. Fue llamado genio «demiurgo providencial», sucesor de Rimbaud, etc., mereciendo homenajes póstumos, lo queevidencia su popularidad de entonces. OBRAS PUBLICADAS:
Brumas (1954), Elegía de las hojas caídas y 19 poemas sin importancia (1955), 200 versos para una sola rosa (1956), Memorial de los bosques (1958), SO cantos a Trujillo y una oda a Venezuela (1958), Canto a las legiones de Trujillo y otros poemas (1959), Los perros (1959), Otoño y poesía (1959), Granada rota (1960), Elpueblo yla sangre (1963), Sinfonía vegetal aluan Pablo Duarte y otros poemas (1966).
EN LA TORMENTA
Mi religión es la de los niños sordos que suelen confesarse con el alma mi templo es el más viejo de todos, en su atrio todos los días un niño sin sonrisa me pregunta por Dios.
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AUTORRETRATO La cara un poco herida por el aire aldeano y en el alma una torre llena de golondrinas.
FÁBULA DE LA TRISTEZA Y LA ALEGRÍA Hay cuatro niños subidos sobre el gran árbol del misterio los niños negros están más arriba, los niños blancos están más abajo los niños blancos buscan nidos y frutas, los niños negros procuran a Dios. Sobre ellos cruza el aire entonando su canción. Hay cuatro niños sentados en el peñón del mundo dos blancos dos negros los blancos mirando al occidente dicen no, no, no, los negros mirando al oriente dicen sí, sí, sí. Los blancos dicen «Tierra» Los negros dicen «Cielo» Hay un ángel que quiere unirle las manos los negros quieren, los blancos no. Hay cuatro niños dormidos bajo el cipresal del tiempo dos negros dos blancos, los blancos tienen monedas de oro en los puños los negros tienen muchas flores en los labios hay en el sueño de los niños blancos un mar lleno de naves con cañones.
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Hay en el sueño de los niños negros un charco azul con barcos de papeles sobre estos pobres niños vuela un ángel con su clarín de fuego voceando a Dios.
PÁJAROS, PÁJAROS ¿No comprendes que cada pájaro que hiende el camino del aire es un mundo de delicias cerradas para tus cinco sentidos? WILLlAM BLAKE
Escuchad - son ellos barriendo las flores con la suave escobilla de su canto, cerca de sus azúcares nostálgicos, cerca de la forma de sus sueños, cerca de su fuga hacia las cosas. Escuchad - son ellos en su mundo sin reproche, vuelan respirando un aire especial, más acá de la muerte del crepúsculo, más allá de la calma de las flores. Mirad - son ellos. Poeta levanta tu venda de perfume para que veas sus cuerpos llenos de Primavera.
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA - POEslA
CANTO AL PRESENTIDO PETRÓLEO DE MI TIERRA No salgas, húndete más, presentido petróleo de mi patria, santo petróleo, sobre tu cabeza dejo este fresco detalle, por tu sonrisa cruzan los alimentos verdes en las canastas de las verduleras. En estos días tu sangre subterránea se encuentra visitada por el viento del pueblo que ya desencadena su furia. Presentido petróleo aún oloroso a selvas subterráneas no salgas hasta que en esta patria los hombres no sean verdaderamente libres, se vean rosas y geranios en los cuadernos de los pactos y anteproyectos, la aurora luzca mejor en los jardines justicieros de los códigos. Por estas fundamentales lágrimas mejor que te convierta en un volcán diabólico. Sollozan tus entrañas térreas; no salgas petróleo rebelde, petróleo de mi patria, santo petróleo prieto, tan procurado por los hombres blancos. Tu futuro está escrito para apagar la sed dominicana. Tu futuro está escrito en la arcilla sureña cerca del cactus agresivo y las guazábaras. Desde este rumor de cáfricos tambores no salgas... Que ángeles rebeldes te halen más para abajo, santo petróleo nuestro, petróleo del mañana, vigoroso alimento de las anatomías proletarias para que no te vengan a manosear los hombres blancos, húndete más, allende los antros abismales, húndete más donde no sientas los flagelos de látigos mercenarios,
JUAN SÁNCHEZ LAMOUTH
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húndete más todavía no es tiempo de que veas el paisaje del guano, los bananos y las habas, húndete más entre el lodo de los muertos olorosos a ubérrimos trigales, húndete más mientras te ronden seres de mafias multiformes y mentes afiebradas húndete más, tu espera y tu esperanza es la dicha mayor que Dios nos ha dado. No hagas caso de las voces blancas, sé como un niño desobediente, níño moreno del barrio subterráneo, cuando te llamen desde arriba, sigue más para abajo. Pido a los ángeles tutores, los ángeles proletarios que te hundan más hasta que la justicia americana no se encuentre en tal mal estado y recuerde los ciclos amargos del inmenso dolor venezolano. No salgas, manos duras quieren aprisionarte, petróleo rebelde, petróleo antillano, petróleo presentido de mi patria. Mañana te cargaremos en hombros los futuros atletas del trabajo, -Si los oligarcas de hoy quieren petróleo que lo saquen de las minas de su sangre-. Santo petróleo nuestro que crece lentamente en esta media Isla, desde antaño electrizada por las hambres, petróleo atempestado que presientes ese sudor alegre de los pechos y las frentes liberadas, por ahora, sólo te pedimos el sindicado de los hombres explotados que te hundas más,
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te pedimos nosotros que aún hablamos de bateas, de pilones y de guayos te pedimos nosotros que aún sentimos correr en nuestra sangre la dinastía de aquellos cacicazgos, en nombre de los analfabetos, en nombre de la juventud acorralada, en nombre de todos los obreros que en Indoamérica parecen animales para que no se enseñoreen en tu cuerpo los rudos campeones del engaño. Santo petróleo nuestro, no salgas por ahora, sigue más para abajo.
CORAZÓN SIN RUTA
Quiero agua del crepúsculo para esta sed de distancia, quiero la luz de las flores para esta soledad blanca. Quiero el abrigo el cielo para este frío del alma; lo que no quiero es amor para el amor que me falta. Tengo el corazón sin ruta por estas verdes palabras que van cayendo a la tierra como flores deshojadas. Mis canciones se han quedado en ternura sin infancia; por eso no quiero amor para el amor que me falta.
JUAN SÁNCHEZ LAMOUTH
DONDE EL POETA PRESIENTE SU TEMPRANA MUERTE
Lo mejor que me queda es esta muerte que trabaja en mi cuerpo noche y día, todo mi amor está próximo a este crepúsculo inventado, ya casi estoy cubierto por los últimos caracoles. Hoppi es la forma de mi atolondramiento. ¿Qué golondrinas volarán frente al espejo mis últimas palabras? Presiento una muerte a fuerza de escopetas oxidadas una muerte de presurosos fantasmas, una muerte que aparente ser la vida de unos libros. Hoppi, despacio, no taconees sobre el tablado oscuro, ya murió aquel poeta que hablaba de la lluvia. Hoppi, despacio, no uses más guantes blancos recuerda que ofreciste darle uno. Andando/andando estos ámbitos tienen sus palabras, morir le era tan dulce, ahora podremos recordar su voz entre el silencio azul. Andando, andando. Señores cuántas lilas. ¿Dónde sembraron a aquel poeta negro?
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RAMÓN FRANCISCO (1929)
Nace en Puerto Plata el 21 de octubre de 1929, pero sus primeros años transcurren enSantiago delos Caballeros. Cumplidos los 15 años, se traslada a Santo Domingo donde trabaja y estudia. Seda a conocer en 1952 con «Los Juglares», agrupación quepresidía Manuel Valerio y de la quellegará a seruno de sus directores. Sus compañeros degrupo eran Rafael Astacio, Pedro GuzmánPerdomo y Tomás Pujols Sanabia. Luego seleverá, tardíamente, entre los directores del «ElSilbo Vulnerado». Posteriormente fue miembro de «El Puño», agrupación cultural que aglutinó, entre otros, a Miguel Alfonseca, René del Risco, Armando Almánzar, Norberto Santana, José Ramírez Conde, leannette Miller, AntonioLockward y Marcio Veloz Maggiolo. Este últimoha estudiado con detenimiento aFrancisco, debido a un largo proceso deamistad que los vincula. «Nos reuníamos -dice Veloz Maggiolo- a comentar La Poesía Sorprendida, y, recuerdo quemás deuna vezFrancisco, allápor 1957-59, semostraba impresionado porelimpacto quehabía hecho el movimiento enlos círculos extranjeros. Descubríamos entonces nuestro propio mundo». Siendo prologuista de Las superficies sórdidas y luego dedicándole extensos comentarios ensu obra Cultura, teatro y relatos en Santo Domingo, Veloz Maggiolo se encuentra en una envidiable posición de intérprete de esta poesía. Refiriéndose a Las superficies sórdidas, ve esta obra como «apéndice de un lejano surrealismo y apunte de una modalidad de expresión que me parecía nueva por su [348]
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temática...»Encuanto a las «Odas a Walt whitman», lasveestructuradas sobre un «tiempo circular» queconstantemente semuerde la cola para presentarlo a la realidad dominicana en una alucinante simultaneidad donde la historia contemporánea puede ser vista aun desde lasperspectivas del pasado, enloquecoincide con ciertas técnicas usadas porAntonio Femández Spencer en «Los Testigos». La música popular le sirve de apoyo a Ramón Francisco para estos intentos de reflejar nuestra realidad. Fragmentos demerengues Ypregones, auncon sus notaciones musicales, se reiteran a lo largo de su oda «La patria montonera», loquelehapermitido al autor, además, hacergalas desus excelentes cualidades declamatorias enlecturas públicas desuspoemas. Después de la tumultuosa experiencia de las odas, Ramón Francisco profundiza el mundo de los mitos afroantillanos llevado por una aspiración que lo hace interrogar el lado oscuro de la existencia para convertirla en un asidero quelo lleva a la verdadera creencia. Es loque nos permite interpretar elsalto queseproduce-casi unsalto enelvacíoen la obra deeste autor, cuando publica enelsuplemento cultural de El Caribe unpoema inusitado querecrea diversas partes del ritual católico de la misa. Ramón Francisco esContador Público Autorizado, graduado por la Universidad deSanto Domingo en 1957. Fue Presidente delaasociación que agrupa a los profesionales de la contabilidad. En 1965 desempeñó las funciones de Vice-Ministro de Finanzas. Actualmente vive del ejercicio desuprofesión. Ha incursionado enelcuento y enel teatro con obras que ensu mayoría permanecen inéditas. Susilencio como creador de poesía abarca ya varias décadas, lo quees de lamentar. OBRAS PUBLICADAS:
Las superficies sórdidas (1960), Literatura dominicana 60 (1969), De tierra morena vengo (en colaboración con Manuel Rueda, 1987), Critic-A-demás (1987).
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA - POESÍA
LA PATRIA MONTONERA Pensó en los suyos, y en su pueblo. Cientos de años su cabeza flaqueó, rodó hasta el borde del desamor. La taza, se dijo, léame la taza, vieja! ¿Sabían acaso quién era él? Había estado alguna vez en Chacuey, sí, dibujando rostros y pájaros. Había muerto en el Bahoruco, en la isleta, junto al cacique levantado, también. Había sido peón en el conuco de Pedro Conuco, siempre. Estuvo a la puerta de la Misericordia y aún con miedo gritó: ¡Separación! ¡Separación! ¡Pum! ¡Pum! --Ah, ¿sabían acaso quién era él? ¡El argumento! ¡Elargumento!
¡Patria mía, la montonera! Río de palabras. Acuciante. Élera una instantánea junto al letrero «alianza para el progreso». No más que un grano en la rueda. ¡Oh, jalador! Al borde de la construcción de aquel bloque de multifamiliares la paz vino de palo y la tranquilidad de tranca. Fuera la noche dormía su cabeza recostada. Candela Sedifé, Candela Sedifé. Léame la baraja, vieja. [Montonera, montonera! ¡Patria montonera! Heureaux dejaba sesenta mil pesos para gastos de administración y diste tus aduanas. ¿Okey? ¡Tenkiú! ¡Montonera, montonera! ¡Patria montonera!
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¿Sabían acaso quién era él? Ganaba su salario, es cierto: málllllditaróooooocáquénooooootepartéeeee. Siméeeeeedieránnnnnnnunóooooodéssssstos áparrrrrrtamentó.Oooooo ojaláaaaaaa! Río de palabras, se vio a sí mismo, monteadentro y el machete al cinto. Misterioso círculo concéntrico y excéntrico. ¡Bonsuá la societé! ¡Garzón! ¡Garzón! ¡Hummmmm! ¡Mi tabaco, mi tabaco!---[Montonera, montonera! ¡Patria montonera! Trilogía de padres trilógicos duartesánchemella. Pero, papá, papá, hoyes cinco de enero!
Pongan-atención-señores-a-l
pongan-atención-señores-a-l
caña-brava-ay-mamá-caña-dulce-ay-mamá-dame-ungajo-ay-mamá de tu cañaaaaaaaa. ¡La marca de su rostro grabada a cuchillo en las Tullerías! ¡Patria montonera! ¿Qué fue de Duarte cuando Santana vendió la patria? (¡Memorable marqués de las carreras!) ¿O mientras Báez recogía más de cuatro mil firmas pidiendo su anexión a norteamérica? ¡Patria montonera!
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA· pOEsíA
Hartmont y Westendorp dirigidos por su cónsul general en tanto que la Improvement Company tendía su sombra yen mil novecientos diez y seis los marines repetían su hazaña de mil novecientos sesenta y cinco, patria montonera! ¡Dichosa convención la de mil novecientos siete! ¡Votaremos por esa iniquidad! ¡Ah, pobre Desiderio Arias. Enrique Blanco exhibido por las calles de mi pueblo, muerto. Mis hermanos y yo con los ojos abiertos, este es enrique, enrique, enrique, enriqueblanco. Como en mil novecientos setenta, pensé. No había, en verdad, una patria todavía. ¿Sabían acaso quién era él? Islas enteras compradas por baratijas. Matanzas en el nombre del gran Dios. Doscientos presidiarios en el cerro contra doscientos mil en la batalla desigual. Oh mercedes, mercedes, cómo te degradaron defendiendo presidiariosasesinos que asolaban a gente tan pacífica. ¡Mil por uno, vencidos los doscientos mil! A partir de entonces el árbol se inclinó, dio frutos sin sazón: Movieron los trapiches. Caña, caña de azúcar, sangre y dulce, el indio en la rueda sazonaba el azúcar: Como en mil novecientos sesenta, pensé. ¡Patria mía! ¡Dulce y sangre, la patria!
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¡Separación, me dije, diospatriaylibertad! En la hamaca dormían cuatro siglos. Sólo de vez en cuando se levantaban y gritaban en las calles:
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Yo vi la ceremonia en la montaña. Los poníamos en largas filas tras el santo sacrificio de la misa. Pater noster, decía el franciscano. Creo-en-Dios-padre-todopoderoso-creador-delcielo-y-de-la-tierra. Me lo dio moro, comadre, yo se lo doy cristiano. ¡Hummmmm! ¡Bonsuá la societé! ¡Quiero un tabaco y un trago de ron! ¡Mi asistencia! Él derramaba agua sobre aquellas cabezas mientras yo recogía el dinero de las manos de los cristianos: ¡Bonsuá la societé!
Luego les leíamos los diez mandamientos: ¡Lo adorarás! ¡Lo besarás! ¡Lo lamerás! ¡Lo cuidarás! ¡Lo adularás!
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¡Bonsuá la societé! [Patrón trapiche! ¡Oh, jalador! ¡Oh, jalador! ¿Sabían acaso quién era él? Luego la guardia nacional fue creada por los marines. Viejos gavilleros asolaban la reforma agraria donde la caña se extendía como un látigo verde y él acabó con ellos. He aquí tu premio: la isla. Montonera, montonera, patria montonera, te acabaste. ¡Un gesto de ti misma (sólo) una porción de ti (no más) quedó en la Barranquita! Su díscolo tricornio y la medalla sobre el pecho y el corazón abierto, los ojos avizores y los órganos hombríos grandes como globo del mundo. Montonera, montonera, te acabaste. Llega la guardia nacional madre-in-usa. y sobre cajas de cartón y periódicos sucios se durmió:
¡Shhhhh! -¡Trán-qui-lo!--¡trán-que-lo!--¡tránquen-lo!-Shhhhh! No estaba muerto, no. Echaron sobre él una bandera rota. Ahora sabían, sí. Alguien susurró: Patria, patria montonera, patria mía, la patria, patria. Yyo cerré los ojos muy cansado. Vi entonces las matanzas coloniales. Vi las encomiendas. Vi al padre Montesinos traspasado por una daga. Vi bucaneros y filibusteros. Vi expediciones. Vi despoblaciones. Vi invasiones. Vi a Duarte sentado sobre una piedra llorando. Vi unicornios y
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bicornios y tricornios. Vi a mí mismo. Vi a aquéllos que estaban conmigo: escritores y pintores y actores. Lejanamente oí también una voz --como llorando:
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JUAN CARLOS JIMÉNEZ (1929-1960)
Nació en San Pedro de Macorís el 24 de noviembre de 1929. Su verdadero nombre era Juan Manuel liménez. Poeta desconocido, de breve existencia. Espíritu solitario, desenvolvió suvida enunaislamiento intencional, angustiado por conflictos emocionales que lo llevaron a escapar delarealidad, loquesemanifiesta ensupoesía, grito fervoroso de amor e intimismo. La obra poética de Juan Carlos Iiménez, como señala Juan Alberto Peña Lebrón, suamigo y mejor intérprete «nutre sus raíces en lapropia vida del poeta, quefue doliente y angustiada. En las imágenes desusversos seentrelazan vestigios desu infancia triste y de suadolescencia desventurada, asícomo las tremendas tensiones surgidas en su espíritu porobra de una sed de amor y comprensión que nunca pudo satisfacer, y porlos anhelos ardientes, laspasiones tenaces y los problemas afectivos y morales queabrumaron constantemente alpoeta durante sucorta y trágica existencia, deansias contenidas, deesperanzas frustradas, yen ocasiones, unavibración dehumanidad, dedesconsuelo, de pasión, de ternura, a la vez que de íntima tristeza». Cursó la enseñanza secundaria e inició los estudios deingeniería enlaciudad de Santo Domingo. Sumuerteprematura, ocurrida el 24 deagosto de 1960 a manos de esbirros de la dictadura de Trujillo, le impidió desarrollar la obra propia de su talento. Dejó inéditos varios libros. OBRA PUBLICADA:
Edad hacia la vida (1954). [356]
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BALADA
Este joven ha muerto. Ha muerto dulcemente en un encantamiento. Ha muerto porque, a veces, un hombre también muere. Iba por los caminos llevando un libro entre sus manos, a veces se detenía para leer, a veces se detenía para llorar. ¿Quién cerró sus ojos a la última luz del crepúsculo? Cada tarde le vieron los pastores y las nubes acechar un lucero cuando caía el silencio, aspirar intensamente el fino aire hasta dejar lívidos sus labios y mirando el cielo entre sollozos suspiraba. Este joven ha muerto. Hay en su corazón una rosa, una rosa que vibra bajo la luz en el aire sereno de un desierto, una rosa que sangra y está como cantando, cantando para siempre en inviolable soledad.
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA - POESÍA
LA ESPERA «Post ténebras spero lúcem» JOB, XVII, 12.
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Si pudiera dar un paso hacia la vida de las cosas, si pudiera amar sin clavar mi angustia en lo que amo, y besar los antiguos rostros que devastó una mirada, un pensamiento mío. Si pudiera todo esto que sé querer y me sepulta...
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Estos vuelos de dar la vida, este callado deseo de verterse inmensamente, de entregar cuanto se ha sido, a cambio de un sutil y vago beso que arrebate el sentido a un encantamiento. Escapar el alma y ascender a la armonía de algo infinito. Confundida en su propia esencia creciendo. Girar, alada libertad, cual un espacio en el deseo. Esta vehemente ansiedad de no ser. Este idilio entre el Amor y la nada.
3
Como el gran perdedor en su museo de olvido. Como el cazador de los pájaros de lo inútil
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o el que navega en las briznas del canto y la agonía, o el que se entrega a sus reinos de solo nubes soñando imágenes de vida nueva: Yo vengo también entre la música y la nada sintiendo un milagro en mis manos vacías.
4
Cuando no te sabemos en la rugosa certidumbre, cuando eres más tierna y copiosa que los árboles: casi te otorgamos a la nada, te izamos al primer rosal que rasga tu tersura. Es entonces llevarte en la flor de una bandeja, ofrecida a la inmolación como se brinda una sonrisa. Oh, hálito de fervorosa frescura, que de plenitud colmado busca uno igual en la muerte.
s El mar, oh, el mar! El mar, el mar ...! El mar, sobre mi corazón canta el amor. Oigo en mi corazón el mar ... Veo mi pecho de plata cabrilleando entre las olas, oigo la juventud del corazón mío rugiendo en el mar, oigo la tempestad, el triunfo del oleaje, la gloria y el salitre en los cristales ...!
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA - POESÍA
Sobre mi corazón el mar, y canta, canta, canta, mientras danzo en su alegría! -Esta divinidad que asoma a la boca del mundo, este canto que acuna, que abraza los continentes, es el lecho infinito del amor, el ritmo sin muertes de la vida. Aquí el horizonte. Oh, pájaro de anhelo que la ambición asume entre mis brazos, límite, armonía, sin soledad ni pueblos, fúlgida esperanza de una aurora en que se extinguen bajo su luz las leguas del cansancio; pájaro azul que la paz acaricia con el día incitando la certeza del sueño errante suspendido de la nube que mira en el mar el Destino eternamente.
6
He horadado con mi secreto el movimiento -y el movimiento de que sólo éramos parte en fragmentos, en ilusiones o continentes, es mi ánima móvil, lúcida, fecunda, transparente. Cuando sesgo el horizonte, el sendero, cuando abandono mis padres, dejo los amigos y pierdo los activos senos que me ungen de ternura, ¿dónde calladamente me encuentro: palpitando, siendo? (Es lo verdaderamente móvil que he elegido). En absorbente forma un manto de coral se ciñe a mi movimiento
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corno sombra de muerte no ocurrida que se adhiere a lo viviente -que no le nombre porque existiese (oh, si ahora recordase ¿cabría en el mundo su existencia?), pero en sola imagen era esencia y universo de seres. Del recuerdo su soplo aviva mi materia y rígidas reticencias en ámbito de caracol se ciernen configurando mi trayectoria, el alma y su amplitud terrestre, lo verdaderamente móvil que he elegido. Qué mundo no he buscado para sentir la calma entre vosotros, el pensamiento de lo impensado, el dinámico anillo de la vida inerte, nuestra mitad oscura y débil Ysu luz relampagueante? ¿Qué ruido han sentido estas paredes que el silencio en inaccesibles ondas ha alzado?
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Deténgome en la orilla junto al sosegado fluir. Respirando. Tendido sobre la hierba de la espera siento la música oculta de recuerdos, mariposas o veranos, y deviene mi despertar en raudas avenidas.
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA· POESÍA
Amemos, corazón, la apacible ansiedad de la espera, amemos aprendiendo el canto del río y su compás errabundo. Aprende que una lágrima se irisa herida por un rayo, que un sollozo es un soplo que se alza a la copa de los árboles o agita las menudas briznas que avivan nuestros ojos. Ahora me llegan las voces, los pasos, las armonías que descubro bajo gastadas cortezas, y vuelvo nuevamente a las cosas dejadas, a colmarlas de mirada, de orlas y pensamientos. y llamo al alma y le digo los secretos conmigo, que es preciso llenar esta hueca nocturnidad con amor, que ya no importa la edad de lo perdido o lo ganado. A medidas, contradiciéndome, del cielo a la tierra, pulsando las verdades como hojas o monedas, llorando como a veces llueve sobre la tierra calcinada, echo a mis hombros el polvo mortal y balanceo mis sienes al absurdo compás de una ilusión. Escribo en las hojas simples mi sonata, y elevo al árbol la palabra con la misma unción que a las nubes. y canto a ti, esperanza. Canto a ti, juventud. Canto a ti, viva y ferviente alegría de la Vida...!
LUPO HERNÁNDEZ RUEDA (1930)
Nació enSanto Domingo el 29 dejulio de 1930. La vida itinerante de supadre como militar lo hace viviren varias regiones y ciudades del país, lo quepara el joven poeta que aún no ha cumplido los 16 años constituye unaexperiencia inolvidable. ElSur, con sugran contraste de belleza y miseria, loconmueve profundamente: Sivas al Sur, te crecerá una pena como una montaña. EnAzua serelaciona con ungrupo de jóvenes con preocupaciones porlasletras, con elqueestudia a los poetas de la región y escribe poesía romántica. En 1945, alconocer a Domingo Moreno limenes, tiene sus primeros contactos con el Postumismo, interesándose por los nuevos rumbos de la poesía. En 1946 regresa a Santo Domingo eingresa a laEscuela Normal deVarones, donde sonsus maestros elpostumista Andrés Avelino, Pedro Mir, Carlos Curiel y Livia Veloz, y sus compañeros los poetas de la llamada Generación del 48. Comienza apublicar suspoemas en la sección «Colaboración Escolar» de El Caribe, mientras quePedro René Contín Aybarlopresenta en los Cuadernos Dominicanos de Cultura. Posteriormente ingresa a la Universidad de Santo Domingo, al mismo tiempo que se desempeña como profesor en el Colegio Santo Tomás deAquino y en el Colegio de la Salle. En 1952 es nombrado en un cargo administrativo en la Secretaría de Estado de Trabajo, circunstancia esta que tendrá repercusiones en su labor profesional, ya quea partir de entonces será responsable, engran medida, de los diversos movimientos laborales y [363]
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sindicales del país. Sus aportes a la bibliogra{fa especializada en derecho laboral son de gran trascendencia. En 1953 publica su libro Como naciendo aún en la Colección «La Isla Necesaria», libro en el que revela el proceso por el cual se siente que la nada no es más que nacimiento, plasmación de un acto creador intransferible. En 1957, junto a Rafael Valera Benítez, Máximo Avilés Blonda y Abelardo Vicioso, funda y dirige la Colección «El Silbo Vulnerado», cuyo primer volumen es Trío. En 1960 aparece la edición aumentada de Como naciendo aún, querecibe elPremio AnualdePoesía Gastón F. Deligne. En 1963 recibe nuevamente el Premio Gasten F. Deligne por su libro Muerte y memoria. Con Alberto Peña Lebrón y Luis Alfredo Torres crea la revista Testimonio y la colección delmismo nombre, queensu momento llenaron un vacío. La obra de Hemández Rueda presenta una gran unidad temática que culmina con Círculo, una de lasobras más frescas y perfectas con que cuenta la joven poesía dominicana. En ella elpoeta, situado frente al tiempo, cantacomo si celebrara el misterio dela Creación. Elpoema es un puro gorjeo delespíritu donde las ideas filosóficas, meta{fsicas o de trascendencia humana, no pesan. Desde ese punto de vista es una proeza del lenguaje y un verdadero regalo de la Gracia. OBRAS PUBLICADAS:
Literarias: Como naciendo aún (1953), Trío, en colaboración con Máximo Avilés Blonda y Rafael Valera Benítez (1957), Como naciendo aún (1960), Santo Domingo vertical (1962), Muerteymemoria (1963), Crónica del Sur (1964), Dentro de mí conmigo (1967), El tiempo queespero (1972), Antologíapanorámica delapoesía dominicana contemporánea, Tomo 1(1972), en colaboración con Manuel Rueda; Por ahora (1975), Del tamaño del tiempo (1978), Círculo (1976), La Generación del 48 enlaliteratura dominicana (1980), Cuanza (1984), Con elpecho alumbrado (1988), Por el mar de tus ojos (1993), Como naciendo aún (1994).
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LUPO HERNÁNDEZ RUEDA
Jurídicas: Jurisprudencia de trabajo (2 ediciones, 1958 y 1968), El despido (1973), Los conflictos de trabajo y medios de solución (1981), La codificación del Derecho de Trabajo en Santo Domingo (1981), Estudios deDerecho deltrabajo (1982), Novedades y tendencias actuales en el Derecho de Trabajo (1987), Nociones de Derecho de Trabajo (1989), Los derechos del trabajador (1991), Manual de Derecho deTrabajo (6ediciones, la última en 1994), Derecho procesal del trabajo (1994).
POEMA A Freddy Gatón Arce
Al hombre se le ve llegar, pasto fresco, siembra del corazón, al hombre se le ve llegar, abundar, secarse en la miseria. Para no estar inmóvil, para no morir o estar sin deseos, se le ve buscar el árbol siempre verde del amor, se le ve levantarse, desarrollar, crecer en un suelo de angustias; se le ve aumentar el peso sepulcral de lo viviente. Rodeado de semejantes, como una isla en medio de los otros, concitando lo íntimo, lo propio, haciéndose más fino, más humano y ligero que el aire, por el valle de una lágrima se le ve consumirse. La noche abre su oscura tienda entre los hombres. Es la lucha, es el común deseo de vivir,
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el deseo de sabernos viviendo un poco en los demás; pero llega la muerte, llega la inquieta visitadora, llega su ojo interior, su oculto ojo impenetrable, e inevitablemente arde su llamado en nosotros.
DESPUÉS DEL SOL Y DE LAS LILAS A Virgilio Díaz Grullón
Cuando las lilas ruedan, sonreídas, por la orilla clarísima del río, cuando el ardiente sol mira desde la altura al Pozo de los Indios, que es un labio en la roca, de donde el río Los Patos emerge con su rostro encendido y su frescura, yo amo la heredad en la aldea soleada, amo su puro y recatado aislamiento. Amo al río San Rafael cuando abre su boca por la abrupta ladera, y salta, enloquecido, de la ruidosa altura, y luego, como una bulliciosa serpiente se encamina entre las rocas con su espumosa lengua de blanca heroicidad y de belleza hacia el mar.... De Caletón a ]uancho, de El Can al resto de la hermosa península, amo la soledad, la tierra seca, accidentada, el fiero sol que hace llorar a los caminantes, y la rebelde vida del sisal entre las rocas.
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Amo la intimidad del faro en la penumbra, la limpia tarde sonriente, el mar alucinado, y el viejo muelle de El Can, donde crujían los peces, donde la arisca ola parlotea. Me gustaría estar ahora allí, junto al mar, junto a la ola arisca, me gustaría cuando llega la tarde e invade, poco a poco la aldea, imaginarte, Amor, entre las nubes grises, cuando las lilas ruedan sonrientes, por la orilla del río, bajo el fervor clarísimo del día o la noche estrellada. Durante todo el tiempo el sol estuvo hostigándonos con su luz blanca, durante todo el tiempo el sol estuvo, desde las sienes, buscándonos el corazón, hasta que al fin, la ansiada tarde avecinó su rostro, abrió sus ojos amarillos, y como una solícita enfermera nos cuidó las dolidas espaldas limpiando nuestras quemaduras. También durante el viaje, después del sol y de las lilas, un penetrante olor marino nos seguía los pasos, nos hendía la piel seca, empecinado, perdido, hasta que, de noche, llegando a Barahona, se recostó del puente solitario volando hacia los hombros de la alta cordillera. Me gustaría volver a Hicaco, a Juan Esteban, a Paraíso, a Los Patos, me gustaría volver a oír al pescador,
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cuando la tarde baja de las lomas o amanece, ir con su red de amor sobre las olas por el pan. Me gustaría sentir aquella penetrante quietud, aquella paz dulcísima, donde el alma se siente tan próxima del cielo.
ARLINGTON CEMENTERY A Máximo Avilés Blonda
En ti van colocando uno a uno los muertos, haciendo con ellos largas filas vedadas, paralelas, iguales, corno olivar de España, corno monedas truncas. Son barriadas inmóviles, plantíos humanos, cuerpos dormidos para siempre, infinitamente atendidos, cuidadosamente sembrados. Ellos asoman sus cabezas de blancos epitafios sobre los verdes hombros de las colinas. Ellos crecen, reposan, corno ventanas hundidas en la tierra, bajo los curiosos árboles, junto a la respiración de alucinantes almas, o al perezoso ritmo de los vivos;
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cuerpos mudos, cuadrados, bien atendidos, muertos hermoseados en oscuras cavidades relucientes. Arlington Cementery, muestrario para los ojos, barcas de albas hileras, puerto de amoroso gentío, donde el reposo está en la hierba dormida, en la solemnidad visitante, en la estacionaria pulcritud que revisten las tumbas y los árboles. Arlington Cementery, santuario de oscuros nombres, eres un espejo, la más bella urbanización del reposo. No. No eres depositario de miseriosos restos humanos. No eres depositario de viejos cráneos vacíos, del cuerpo aquel del usurero del Potomac River, del soldado sin nombre, del político de horizontales ojos entreabiertos, o de aquel otro venerado capitalista, ingenioso soldado de la industria, que levantó la urbe colonial, llevaba a Dios en los labios y en el bolsillo, y donó a la General Galery los cuadros hurtados en Europa. No. No eres el guardián del culto de la fuerza, del Buen Vecino ansioso,
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que hizo posible la dinastía del dólar o el Pentágono. No. No eres depositario de miseriosos hombres. Eres un jardín, bien ordenado, un jardín de blancas plantas con nombres, donde la dulce grama crece hermosamente atendida, cuidadosamente sembrada, deleitando más que apenando al visitante.
EL PEZ ROJO A la memoria de mi abuela Carmen Figueroa Diaz
1 PRIMERA ESTACIÓN
No puede ser. Había muerto hace tiempo. No puedo creerlo. Es incierto que haya muerto hoy. Sus ojos aunque abiertos no existían a las cosas vivientes. Su pensamiento era como un velamen roto. Recuerdo que habían enterrado su cuerpo sin lágrimas. Recuerdo que habían envuelto en el olvido su nombre de cenizas.
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Era una cosa que nadie mencionaba. Era un objeto olvidado sobre los fríos alambres de su cama. Era la soledad que respiraba, la sombra que la muerte construye cuando la vida acaba. Había muerto hace tiempo para sus propios hijos. Había muerto para sus nietos que retoñaban a su alrededor. Para sus familiares era un recuerdo solo, abandonado faro, abriendo sus ojos a ratos a la vida, pero la mayoría de las veces hundida en sosegada penumbra interior.
11 SEGUNDA ESTACIÓN
Aquel día hermoso paseábamos junto a los altos muros. Aquel día, siendo ella niña aún, -yo un niño todavía por nacer- sembramos una trinitaria junto al río. Íbamos a pescar un pez rojo, un largo pez que tenía unas tibias escamas que sólo percibían sus trenzas. Yo tocaba una flauta para el pez único, y ella hacía de su negra cabellera una red. Recuerdo la sonora frescura del Ozama,
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el canto que venía desde el Alcázar, donde las palomas tendían un lienzo de amor sobre las blancas horas del día. Unos maderos crujían en el muelle. y un fuerte olor marino ascendía como un himno y se posaba como una mariposa en el corazón. Recuerdo aquel hermoso día, ella era una niña aún, -yo todavía por nacer-o Nos asombraba el mundo. Las cosas brillaban en nuestros ojos luminosos, y la vida era un templo precipitándose. Entre el rumor marino que ascendía y las tiernas mejillas sonrosadas, entre el cayuco que se desliza en el río, dulcemente, y la alta ciudad amurallada, entre la retirada vida fervorosa y el fuego que serena su hermosura, desde que sale el sol hasta que parte, en medio de la noche que extiende su oscura dimensión, la tristeza vedaba el limpio rostro del día, el grito amoroso del pez único, la vieja flecha encendida del pez único. Cerca de nuestro dolor, junto a ese miedo a los demás que constituía nuestro dolor, a unos pasos de ese miedo terrible a los otros, más cerca de uno mismo que de los semejantes, como quien empieza un largo viaje desconocido, como quien llega a un pueblo íntimo que ignora,
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como el náufrago que despierta en la arena, hollada la piel seca, endurecida la sed en la garganta, y mira interrogante a su alrededor, el alma adolescente recorría los umbrales de la sangre, movía las más hondas fibras de sus huesos, temerosa de lo posible. El mismo cielo nos alegraba y nos infundía tristeza, la misma tierra nos amaba y nos enfurecía, el mundo era una rosa de dos caras, donde la parte de uno mismo que apenas dábamos a los demás, lo poco de nuestro egoísmo que cedíamos, era la misma mano que destruía nuestro deseo, el propio manifiesto del olvido. - Dame tu mano pura, amor, tócame con tus labios suplicantes, isla donde agonizo, isla donde me pierdo desnuda. Guíame por el laberinto del vivir, guíame por la oscuridad de la tierra, sombría parcela donde nos perdemos, recinto donde lo baldío y lo ignoto prevalecen.
III TERCERA ESTACIÓN
Sin ser notado, como quien de noche, amparado en lo oscuro,
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penetra en el sosiego de los hombres para robar, el tiempo llegó a la manzana de su cuerpo con sigilo. Por el dominio oscuro de la sangre, por el rostro ajado por las duras manos del tiempo, por las plegarias que aún bullen en las cenizas disipadas, por el perdido alto resplandor que se siente cuando los años pasan, cuando la nieve de los años cae sobre la piel, y los huesos se endurecen como si fueran un concreto expuesto a las olas, por los hijos del amor, por los nietos que florecían a su alrededor, por el juguete de madera o la sonrisa, por el recuerdo que ardía en la memoria, por el testimonio fehaciente de su cuerpo desgarrado, el tiempo fue un demonio que lo cambió todo, un viento que disipó el humo de la vida, un agua que arrastró su despertar en la corriente de los días. -Los españoles han invadido la República. Los españoles han desembarcado por San Gerónímo. Los españoles vienen armados de señales, de ungüentos para unir los cuerpos destrozados. El Capitán trae un arcabuz con el que embiste las olas, y sueña ser emperador. -Olívo, Olivo ven, incendia las naves enemigas.
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Ven, aproxima tus brazos poderosos, liberta esta tierra del dolor. - Pozo de desesperanza es el hombre, habitación cerrada, templo sin luz, voz que destruye su propia redención, sin saberlo, lámpara que se consume en el vacío, agotado el aceite de su llama. - Somos jóvenes, ¿por qué tirar diecisiete piedras al río? ¿Por qué sonreír ante esos rojos círculos, ante esas leves cicatrices que forman las piedras en el agua? - Descansa sobre mis hombros, hijo mío, apoya tus tiernos ojos en mí. La noche ocupa estos dominios. - ¡Oh, instinto, tú sólo eres eterno!
IV CUARTA ESTACIÓN
No. No puede ser. Es imposible que haya muerto hoy. Recuerdo que enterraron su cuerpo sin lágrimas. Recuerdo que la fosa abrió su oscura boca cubriendo con arena su cuerpo sin lágrimas. No. No puede ser. No puedo creerlo.
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Tenía entre sus manos una fuerza que derrumbaba imperios. Tenía en la sonrisa una hermosura que evaporaba el odio. Es imposible que haya muerto. Esa conformidad que reunía sus arrugas, ese amor a Dios que lo entrañaba todo, ese cadáver abandonado que sentía y respiraba, esa boca sin dientes, donde recurríamos en busca de ternura o esperanza, esa anatomía maltratada no ha muerto, respira, está a nuestro lado, vigila nuestros pasos, nos habla en el dolor, nos inspira en la lucha o en el deber. Es como la propia imagen del amor que nos guía desde arriba. No. No ha muerto. No puede ser. Es imposible que haya muerto hoy.
CÍRCULO
(Fragmentos) 1
Nací cuando ya era un anciano con hijos. Mis nietos, que nacieron ayer, hace tiempo que han muerto. Yo los miro crecer conmigo en esta hora.
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No es cierto que la muerte me acompañ.e, que cada día muera algo de mí con ella. El hombre que yo soy no perece conmigo. Hace tiempo que ha muerto y me acompaña ahora, y se sienta a mi lado, habla cuando converso, piensa las mismas cosas de antañ.o que yo pienso. No es la primera vez que se agusana. No es la primera vez que reaparece y penetra en la carne del corazón de piedra de los hombres. El hombre es agonía. El hombre es movimiento perpetuo. Cambia el pasto viviente. Rueda el mundo. El rostro de Dios cambia también. Los espacios sin término discurren. El tiempo pasa. Todo parte y retorna en un círculo en vuelo. El movimiento es todo, el movimiento. El porvenir anda conmigo. Yo levanto mi casa sobre los restos del pasado. Yo voy abriendo puertas antiguas a mi paso, las voy haciendo nuevas conmigo.
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La eternidad alcanza mis raíces sin tiempo. Lo que soy hoy ya lo soy mañana, A veces cuento las estrellas. Me gusta verles el rostro. Dios las mueve para matar su soledad. A veces palpo las estrellas. Son fichas del tablero celeste, del ajedrez del tiempo. A veces mueren las estrellas. Ellas palpitan en mi pecho entreabierto. Ellas giran conmigo en su unidad. El movimiento es todo, el movimiento. Los minerales bajan y respiran junto a los restos botánicos del aire. Los minerales crujen en la tierra, como las olas en el muelle, los minerales llenan los sentidos del hombre, pueblan los ojos bíblicos del hombre, la lengua efímera del hombre. Ellos rastrean conmigo el olor de la estrella. Ellos buscan la sed de las alondras, la armonía de las plantas, el ritmo del amor, la gracia del retoño carnal. Ellos giran, se mezclan, me nutren. Nos dan la forma bella necesaria, la dulce paz metálica del cuerpo.
LUPO HERNÁNDEZ RUEDA
Ellos mezclan la vida con la muerte. Los minerales se entretienen conmigo. Yo busco mi contorno dormido. Yo enciendo lámparas calladas con mi paso perpetuo. Es la curiosidad lo que mueve. Ella es la manzana del origen. Ella me roe los ojos, me roe los labios y las sienes. Me da la clave de las cosas, me despierta el sentido. Me enseña lo que soy, de donde vengo. Pero al final me quedo en el principio. La eternidad es movimiento. Todo cambia conmigo. Todo en mí se repite, disfraz cambiante de la luna, la hermosa luna que pisé ayer tarde, quitándole su traje de ilusiones, el traje de poeta que tenía. Ella ha muerto conmigo, pero perdura aún. Es un desierto con luces. Es la diosa del sueño. ella incendia los pechos de la amada. Ella enciela el amor para que yo lo alcance, para que me lastime su lámpara de fuego.
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Me gusta lo prohibido. He descubierto el sexo. He descubierto ese juguete viejo. He descubierto que es normal retorcerlo, mezclarlo, reponerlo, untarlo, morderlo, ejercitarlo en público o a solas, para sentirme «liberado». El sexo es el retozo que me divierte ahora. El movimiento es todo, el movimiento. Como un trompo girando en el lugar de siempre, como el ahogado que vuelve al remolino, danzando con la muerte, doy vueltas y revueltas en torno de mí mismo, sin encontrar escape, sin atinar a ir más lejos, sintiéndome un inmenso reptil de la prehistoria que lleva el traje de hombre. Soy el gran egoísta. Gozo mirándome al espejo. Pienso. Conmigo tengo para pensar. No es cierto que yo gire en torno al tiempo. Él es mi siervo como todas las cosas.
LUPO HERNÁNDEZ RUEDA
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II
Me gusta la aventura. Ese pez ciego, dragón de finas alas amarillas que se retuerce dentro de mi sangre, gusanillo de plata, devorador del látigo del miedo. Me gusta la aventura planetaria, la Cruz del Sur, el Alfa de Hércules, el Pájaro Madrugador, el robot electrónico, los cuentos, los deportes. Me gusta la Biónica, el algodón, los átomos. Cambiar la faz del mundo. Me gusta realzarme. Soy un dios en mi infinita pequeñez. Soy el aventurero. Viajo, como la tierra o las semillas, con el viento, con el torrente lúcido del aire, con la fuerza inmanente de las olas, con los dientes finísimos del agua, alisando, limando, repuliendo las almas, cambiando de lugar como las rocas, rodando como las aves, con el trino del viento, con la apacible violencia de los cuerpos. Viajo con la mañana, con las horas, con el verano inmenso de los ojos.
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Me gusta la aventura, las sorpresas. Me gusta mi compañera indócil. Ella es la parte más hermosa del mundo. Es la bandera del sueño. Su cabellera cae sobre la tierra como una lluvia oscura. Su cabellera ilumina las cosas. Mi compañera es una estrella. Cuando ella llega, el día resplandece. Ella enciela las cosas. Las torna alegres al andar. Es lo más bello que existe. Mi compañera es un reloj. Ella me marca el paso de las horas. Me alimentó en la infancia, dobló el lomo del tiempo para que yo existiera. Me brinda el lago tierno de su vientre para cegar mis ansias de veranos. Mi compañera es un sueño. Ella es un pez sin tiempo. Es la niebla del Támesis, las cañas del Ozama, los ojos del mundo. Por ella veo en la luna una canción de eterna primavera. Mi compañera es el amor. Ella hace posible las cosas. Enumera los hombres, los va depositando en el agua del tiempo.
LUPO HERNÁNDEZ RUEDA
Mi compañera es una flor de fuego. Me gusta la aventura del amor, y la ciega aventura de la muerte. Cuando la muerte asoma yo sonrío con mi cuerpo de muertes milenarias, le digo, «Buenos días, señora», la dejo entrar, porque con ella viajo hacia lo eterno. Ella es la puerta del cielo, mensajera celeste, antesala de Dios. Yo invento los negocios de la muerte, las cuentas de ahorro de la muerte, las lámparas oscuras que iluminan la muerte. Trabajo en soledad, o entre las ciegas muchedumbres, trabajo con las manos y la idea, en las cuevas que recogen mi historia, en los muros puritanos del templo, en las lucientes residencias del rico, en los altos escaños del Senado, en las barriadas pobres, en el cuerpo milenario del hombre. Trabajo con el verbo de la muerte, con la revuelta armada, «el pluralismo ideológico», «la revolución sin sangre». Yo invento los negocios de la muerte. Yo comercio con ella. Voy por las grandes urbes industriales fabricando la muerte,
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con las armas atómicas transportando la muerte, en las veloces carreteras viajando con la muerte, con el pentagonismo ideando la muerte, en Vietnam o en Hungría, sembrando las semillas de la muerte.
IV
Nací bajo la sombra de Tu gracia. Eres la causa única, el principio. La perfección universal. La pluridad dulcísima del agua. La fuente pura de las cosas. Tú existes porque sin Ti nada sería, porque la muerte acaba en Ti, porque Tú eres la verdad. Nadie llega a Ti sino por Ti. Nadie quiebra las sombras del olvido sin Tu amor. Tú me tiendes la mano en una alianza singular. Me das Tu apoyo, la amistad infinita. Tus largos dedos lúcidos me invaden, me levantan del ocio de la muerte, me dan la plenitud, la madurez del fruto deseado.
LUPO HERNÁNDEZ RUEDA
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Tú me alimentas con Tu gracia, me alumbras el camino, me iluminas por dentro. Mas no soy digno de Ti. Te busqué entre las flores del campo, en el vuelo migrante de las aves, en el viaje silente de los peces, en la ecuación sin números del tiempo, en el olor que mueve las canoas del olfato, en la idea que ilumina, como un faro, las cosas, en la paloma del fuego; te busqué en lo inmediato, en cada mineral o árbol viviente, y en ellos te adoré, pequeños dioses de mi infancia. Mi infancia es el origen, es la estación que inicia mis pasos en la Tierra. Entonces te creía lo ignorado, las cosas que asombraban mi cuerpo, los límites oscuros de mi conocimiento. Tú eres múltiple y uno en tu diversidad. Imaginé que eras a la imagen del hombre, mordido por la bíblica serpiente, que tenías contactos sexuales con las hembras, que gustabas del vino de la sangre en orgías u holocaustos. El tiempo fue mi aliado, el tiempo me ayudó a eliminar las sombras sempiternas, a descubrir razones donde tan sólo había
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oscuros pensamientos, luciérnagas fugaces, mariposas cegadas por el fuego. El tiempo me alumbró el árbol de la fe. Mas no soy digno de Ti. Me arroba lo inmediato. Me inquieta ese concierto universal, el cuervo funesto de la muerte. Ella no está conmigo, pero me espera o me reclama. Abel era difunto cuando murió. Yo he muerto tantas veces que imagino que la muerte ha nacido conmigo.
VII Nací para soñar con los ojos abiertos, para alzarme del cuerpo milenario y recorrer el mundo, palpar los astros, visitar con frecuencia a la muerte. Soy el gran exiliado. Tengo un taller de sueños en las sienes. Tengo una catedral de ideas, un río de visiones infinitas. Las voy dejando entre los hombres y las cosas. Las voy sembrando en el espacio.
LUPa HERNÁNDEZ RUEDA
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Busco la soledad y no la encuentro. Busco el amor al prójimo y no lo encuentro. Busco el polvo sin tiempo de mi infancia y la muchacha del viento se lo lleva, y lo dispersa con su cabellera. La muchacha del viento es un tren de sonidos, es un relámpago sin luces, es un caballo oscuro que patea las sombras del recuerdo. En casa me desprecian porque saben quien soy, porque saben que soy el hijo del pulpero, hijo del sastre, hijo del beodo; en casa me desprecian porque mi abuelo labró la tierra con sus manos, porque robé los ojos a la luna. Porque la luz es mía, no me quieren. Porque mi voz no acaba me desprecian. Porque mi padre era un asno que rumiaba cansancio, no me quieren entender. En casa me desprecian porque escribo poesía. Descubrí la poesía mirando a las muchachas, sonreír, mirando a las muchachas con sus trenzas al viento, mirando a las muchachas correr bajo la lluvia, mirando a las muchachas
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junto a la paz de las cosechas, mirando a las muchachas, del tamaño del sexo, mirando a las muchachas en el verano de la primavera, mirando a las muchachas en el fuego del tiempo, mirando a las muchachas con sus pechos abiertos, mirando a las muchachas con los brazos en cruz, mirando a las muchachas desnudas en la playa, mirando a las muchachas con el sexo revuelto, mirando a las muchachas danzar bajo la luna, mirando a las muchachas en el pecho de Dios. Mirando a las muchachas descubrí la energía muscular, la energía de vapor, la energía eléctrica, la energía atómica, la energía solar, la energía eólica, la energía
LUPa HERNÁNDEZ RUEDA
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hidráulica, la energía hermética, la energía del vivir, la energía singular del amor. Mirando a las muchachas descubrí las ondas de la luz, las ondas del sonido, las ondas de la primavera, las ondas del calor, las ondas de la radio, las ondas del espacio, las ondas del océano, las ondas de los cuerpos, las ondas sísmicas, las ondas eternas del amor. Sorprendí a la poesía mirando a las muchachas.
POR EL MAR DE TUS OJOS XI
En el vaso de agua que bebías van tus ojos, mirándome, mirándome pasar, y yo los veo en el agua, en el agua del vaso
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de tus ojos, mirándome, mirándome con pena y alegría. Por el mar de tus ojos voy contigo, mirándote en el viento, en el goce del sol, en la luz, la terraza o el mar, mirándote con pena y alegría. En el agua te miro, y entretejo en el agua de tus ojos, el mar, rumor de tus pupilas, en el agua, en el agua del vaso que bebías. En el agua te oigo respirando, rumor que me despierta. Recuerdo que pasabas, que olías a canción, nostalgia o arroyuelo, recuérdote en el mar, en el agua del vaso que bebías. El vaso va conmigo, en el agua, jardín, lago profundo de tus ojos, en el agua llegabas y partías, con el mar de tus ojos, en el agua o la playa, en el agua del vaso que bebías.
LUPO HERNÁNDEZ RUEDA
Se acercaba la mar o ya se aleja, si cerrabas los ojos, o se abrían, el tiempo era el rumor, mar que llegaba, contigo, pecesillos de luz en el espejo, en los dientes del sol, en las orejas, en el agua serena, en el agua del vaso que bebías. En el agua del tiempo te recuerdo, mirándome en tus ojos, que me tocan, mirándome, con pena y alegría; en el agua del tiempo de tus ojos, mirándome pasar, mirando ahora la tarde o la mañana o la noche, la mar que se aproxima, sol de agua que pasa de soslayo, mirándome, con pena y alegría; en el mar voy contigo, contigo, en el velero de tus ojos, por el mundo, contigo, llevando el agua pura, sin manchas, de tus ojos, en el agua del vaso que bebías.
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ABELARDO VICIOSO (1930)
Nació en Santo Domingo el 27 de abril de 1930. Es uno de los nombres másrepresentativos delapromoción del 48. Como lamayoría de sus compañeros, comienza publicando en la sección escolar de El Caribe. En esa época fueron sus maestros Andrés Avelino y Pedro Mir. Residió en México durante dos años, donde su padre era diplomático. Allí trabaja en elperiodismo y publica algunos poemas. De regreso al paíssegradúa deabogado e ingresa al ejército como segundo teniente. Dirige la Revista de las Fuerzas Armadas. Cuatro años después pide su baja por razones de salud, pero continúa dirigiendo dicha revista. Es entonces cuando, en reuniones de compañeros que se realizan en su casa, surge la idea de la colección «El Silbo Vulnerado», en la que publica La lumbre sacudida libro merecedor del Premio Gastón F. Deligne 1958, de la Secretaría de Estado de Educación, Bellas Artes y Cultos. Abelardo Vicioso esnombrado Vice-Cónsul en Curazao, cargo queabandona a los 6 meses alrefugiarse enelConsulado deVenezuela. Comienza así un período decisivo y tormentoso desu vida. Se traslada a Cuba, donde realiza actividades políticas y pierde trágicamente aun hermano. Se enrola enelMovimiento deLiberación Dominicana. Asiste como representante de dicho movimiento al ler. Congreso Latinoamericano de Juventudes, donde reparte mimeografiados sus «Cantos latinoamericanos», así como al Foro Mundial dela Juventud realizado en Moscú. Regresa al país en 1963 y colabora con elgrupo [392]
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ABELARDO VICIOSO
«Arte yLiberación», encabezado porelpintorSilvano Lora, y queestaba formado porartistas eintelectuales queseproponían divulgar lacultura entre lasmasascon programas literarios, exposiciones, charlas, recitales poéticos, etc. Este grupo sirvió debase al «Frente Cultural» delaguerra de 1965. Lalumbre sacudida, unodesuslibros depoemas, con prólogo de Rafael Valera Benítez, como ya seha dicho, llamapoderosamente la atención en su momento. Es el libro más maduro y equilibrado que ofrece la joven poesía dominicana en un período en quela publicación escaseaba y lavozdelos jóvenes parecía noencontraracentos adecuados. El hermetismo y oscuridad predominantes en otros poetas de su promoción adquieren enélunaexpresión máshumanay objetiva, loque hace asequible su mensaje a una gran mayoría. Abelardo Vicioso fue profesor adjunto deliteratura dominicana y deliteratura española enla Universidad Autónoma de Santo Domingo, así como Vice-Decano y Decano de su Facultad de Humanidades. OBRAS PUBLICADAS:
La lumbre sacudida (1957), Colección El Silbo Vulnerado, Premio de Poesía Gastón F. Deligne 1958, Santo Domingo en las letras coloniales (1978), El freno hatero en la literatura dominicana (1982), 100 poemas de intenso vivir (1990).
EL POETA EBRIO Arrancadme este pedazo de luz que me cuelga del ojo como una lágrima, como un gajo viviente que se ha puesto de acuerdo con el vecino saludable para nublarme la alegría. Sacadme del corazón este mineral antiguo, esta cansada voz perfecta que me enseñaron a llevar como medalla reluciente.
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Liberadme de la mansedumbre, contribuid a mi entusiasmo, acompañadme a la muerte cantando, bebed junto conmigo hasta tener el mundo en nuestras manos. Os aseguro que veremos bailar las mesas de alegría, nuestra fuerza tendrá la medida exacta del deseo y la calle no será más que un hueco luminoso. ¿Qué importa que despertemos mordiendo la yerba, con una margarita destruida en la mano o en una oscura cárcel con la camisa ensangrentada?
LA SOLEDAD NO ES MÍA No soy yo, somos todos los que ardemos con el coraz6n en la boca, mordiendo sus tejidos hasta la sangre. Somos todos los que bailamos la melancolía y ascendemos la definitiva tristeza con la sonrisa pintada en los labios. No lo neguéis, hay que decirlo, no soy yo s6lo. Sería muy fácil desaparecer. Ya estaría hundido dos metros debajo de las pisadas de los hombres. Todos me acompañáis cuando viajo a la luz de difíciles días, sumido en la penumbra de las calles desiertas, o en las alcobas tristes donde pone la muerte su ojo cada día.
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ABELARDO VICIOSO
Si también me acompañarais a cantar el amor, a lucir nuestra bandera corno un traje de fiesta, a limpiar nuestras calles con la nueva llovizna lanzada desde abajo en hermosa parábola. No soy yo, somos todos los que vamos a morir de espaldas, lentamente y sin lenguas, sin ojos ya, con íntimo cansancio.
SOLEDAD: DÍA CERO Este poema empieza donde acaba el invierno y se muere sobre un lento rocío corno un niño apenas tocado por el tiempo. Este poema tiene la distancia de un día sobre mi soledad. Inicia la luz su vuelo hacia el oeste y mi frente encamina su paso hacia el olvido. Entre todas las cosas ninguna me levanta de esta muerte sencilla de vivir sin deseos. Del lado del amor para todas las cosas está dormida el alma. Entro al amor desnudo, recíennacído, solo, ignorante del mundo que me entregó la espada sollozante, olvidado del beso donde inició su nombre el corazón ya para siempre. Entro al amor, liviano, sin recuerdos, entro sin esperanzas ni deseos,
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entra mi alma completa, sin las mutilaciones de los días pasados y los que han de venir, agua de sufrimiento. Palpo la luz en el inquieto espejo del océano donde se multiplica la mañana, y mi nombre suena gentil en los labios recién apetecidos de la muchacha que nació para un día: para este día solo sobre mi soledad. Ella ocupa el vacío que dejó la tristeza. Por su piel entreabierta pasa mi amor cantando. Bajo el incandescente palio de un mediodía entero, separados del tiempo por un beso muy largo, velas a la ternura, navegamos en seco. Luego pasan las sombras hacia el Este temblando. Entro a la noche y traigo los ojos húmedos de luz, emergentes de un día profundo como una eternidad sobre la primavera de un país admirado. Lejos se va quedando el mar en tanto la ciudad entreabre, una a una, sus encendidas puertas. El día terminará con la cabeza recostada en los muslos de la muchacha sorprendida. Este día terminará con una palabra sucia: SOLEDAD.
JUAN ALBERTO PEÑA LEBRÓN (1930)
Nace en Estero Hondo, Puerto Plata el 23 de junio de 1930. Su infancia transcurre en el campo hasta 1942, año en que se traslada a Imbert. Al año siguiente obtiene el Premio Escolar Ramtis que era otorgado al estudiante de 6to. grado que resultara ganador en un concurso a nivelnacional. Estepremio consistía en costear al agraciado los estudios en la capital hasta el término de su carrera. Se traslada entonces a SantoDomingo e ingresa en la Escuela Normalde Varones, donde, entre otros, son sus maestros Pedro Mir y Andrés Avelino. Se inicia en las letras publicando en 1948 en la sección «Colaboración Escolar» de El Caribe, creada y dirigida porMaria Ugarte, firmando sus trabajos con el nombre de Agripino Peña Lebrón, nombre que luego cambia legalmente por el de luan Alberto. Se le considera uno de los miembros de la llamada Generación del 48. Después de una primera etapa nerudiana, la influencia que más ha perdurado en él es la poesía de hablainglesa, sobre todola de Thomas Stearns Elliot (1888-1965). Su extremado concepto delrigor motiva loreducido desu obra. Máximo Avilés Blonda escribe el prólogo de su único libro Órbita inviolable: «La muerte, enPeña Lebrón, noesunapreocupación ttsicani metafisica, sino una imagen meramente poética, comoun símbolo dela constante angustia del vivir... símbolo de esa destrucción (pesimismo creciente, derrotismo), de ese aniquilamiento de todas nuestras fuerzas frente al existir, y que, sin embargo, contiene un fondo de esperanza y fe en el [397]
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hombre en susposibilidades más puras y valiosas». Estudios y notas críticas de Peña Lebrón sobre poesía fueron publicados en Rebelión, órgano literario quedirigió Manuel Valerio. Allí aparece «El tema del amorenlapoesía dominicana ennuestros días», donde rebate conceptos emitidos porAntonio Femández Spencer eneldebatido prólogo de Elsol y las cosas, libro de Marcio Veloz Maggiolo. Con este trabajo se solidarizaba Peña Lebrón con suscompañeros degeneración, quienes se dieron por aludidos en dicho prólogo. Después desusprimeros poemas, nostálgicos y evocadores, en la segunda parte de Órbita inviolable encontramos poemas intensos como «Salutación aJob», símbolo deuna colectividad. Sus últimasinquietudes seorientaron a ungran poema con pretensiones épicas, enraizado en la historia dominicana, proyecto que hasta la fecha no se ha materializado. Más bienpodemos decir queel poeta seha ido retirando de la poesía hastael extremo de queya lleva largos años sumido en un desalentador silencio para quienes lo admiramos. Fue uno de los directores de la revista Testimonio. Es Doctor en Derecho por la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Fue profesor de literatura hispanoamericana y de español, en la Universidad Católica Madre y Maestra de Santiago. Vive en Moca, donde ejerce su profesión de abogado. OBRA PUBLICADA:
Órbita inviolable (1953).
PRELUDIO GRIS Callad. La brisa nueva puede sentirse sola. Oigo pasos en la neblina: su tamaño no bastó a mi vacío. Nada bastó; quién lavará su nombre de fresco aroma,
JUAN ALBERTO PEI'IA LEBRÓN
de rocíos recién llegados a la ribera de los besos. Atardecer, tú nunca sospechaste esta palabra: ausencia. Cada día ella regaba los ocasos con extraños sollozos. Tal vez algunas cosas se sientan solitarias: gris nocturno, la brisa nueva, mas el corazón debe ungirse de olvido. Cendal de gris espacio sigue la misma ruta despierta de su sombra desplegada...
SALUTACIÓN DEjOB La ilimitada paciencia tiene su límite, la sombra tiene su contorno indeciso que encierra dentro de un círculo de espera perfectamente fijo las inconstantes variaciones, los sucesos de última hora, las caídas y recaídas, las admoniciones y las protestas. Pero ahora yo pregunto: a este asunto ceñido, a esta inestable sinfonía sin ecos, a la vida y la muerte, al llegar y al partir de tantos indecisos momentos, de tantas incontables sospechas, el temor y el horror, el decir y el callar, y más allá de todo tener que ser, aparecer, aplaudir o llorar.
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Yo pregunto dormido, yo pregunto despierto, a mediodía, en la oscura ciudad, en la calle partida por la muerte, en el desvencijado atavío de la suerte, en este orden de cosas, de besos sin control, de medidas, de fiebre, de órganos satisfechos, ¿qué caos, qué rueda de marfil descifra la última gota de un suspiro, el llanto de un violín, la paciencia agotada del hombre perfecto? Porque ya es necesario, es justo, es suficiente tenerlo todo o nada, comunicar lo perdido, entregarnos al arma homicida, derribar la botella, hundir el dedo índice en la masa, hundir la rota tabla, la última salvación; Es necesario suspirar bajo el olvido, es justo maldecir el recuerdo sepultado, es suficiente para tanto rencor una mínima dosis de sustancia mortal, de vino seco, de hostias sepulcrales, para atender a las llamadas urgentes, al SOS del herido en la noche traidora, desarmar al bandido que nos vela la siesta, odiar el cielo que pasa cada día con su mirada inmóvil. Aunque todo es inútil: permanecer inquieto carece ya de toda significación cierta. Y lo mejor de todo, de toda realidad sombría es tener que buscar la forma sin sentido
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donde nada se dice del tema; de la lluvia se habla constantemente; la vida no interesa. Hermoso es todo esto, la nota falsa, el ruido sin dolor ni alegría, la palabra peinada, olorosa, educada, inclinada, indecisa. Callemos cada día y sigamos parlando, mirando el mundo, comiendo pan, visitando los cines,recibiendo promesas, adiestrando las uñas, deteniendo el gemido, lamiendo el plato, bendiciendo el cielo, recobrando paciencia con nuestras suaves manos de varón perfectísimo y sombrío. Después de todo, un día incierto el Señor premiará la esperanza.
LLUVIA
Lluvia dormida en el ramaje, nota que muere dulcemente, ¿cuándo, cuándo retornar hacia ayer, hacia el distante paisaje de la luz? -rota la bruma¿cuándo tornar despierto? Tal vez no canta el mar bajo la niebla que amé, ni el alto cielo emerge sobre la ruta del olvido. Tal vez ya todo ha muerto allá, donde la lluvia no sonríe. Una sonrisa tiene el llanto, un vago signo de tristeza
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que asoma su velada ternura cuando en la lluvia muere dulcemente la lenta melodía de otros años.
LA ISLA (Canto VII)
Eras la tierra, lo firme y perdurable frente al mar, frente a la nube fugaz y a las estrellas, tenaz en tu cimiento, inasequible a lo efímero viendo nacer la aurora y morir el ocaso mientras el tiempo desgajaba sus madejas de sueño. Viste pues, a los extraños arribar cuando caía el otoño: rostros severos, de barba hirsuta y piel ardiente, surgidos del ocaso cual desechos lanzados por el mar violando con sus plantas la virginal arena. Conmovida en tu entraña, te estremeciste de estupor y la flecha del odio rasgó tu vestidura de inocencia
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aferradas las manos a sus extraños instrumentos de muerte, reseco el labio, sediento el sexo por la larga travesía marina y el corazón en extravío por el impacto de lo indescifrable. y tú que eras lo firme y perdurable te resignaste a su despojo, y los viste cruzar tus valles, vadear los ríos en su delirio, talar los bosques, labrar la dura piedra, levantar ciudades hasta caer rendidos de fatiga bajo el sueño. Pero emergía la aurora con su fragancia de miel como los duros senos de tus hijas y de nuevo tornaban a su afán, como si un dios maligno los empujara en pos del oro, en pos del fruto prohibido de tu huerto, y no bastaba el día para saciar su ávido empeño, y no bastaban las sombras para calmar su sueño enfebrecido, y así amaron, y odiaron, y murieron y discurrían los años, y tú permanecías. Permanecías, oh tierra, inconmovible bajo el cielo, viendo pasar las nubes, contemplando el oleaje, oyendo el melancólico rumor del viento entre tus bosques, renaciendo en verdores al asomar la primavera,
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adulta en tu dolor de sangre y llanto. Así pasaba el tiempo y maduraba tu estupor mas ellos erigieron ciudades frente al mar, junto a tus ríos, y otros llegaban sedientos, y partían a otras playas, o combatían y amaban y morían, y la sangre de tus hijos anegó de sollozos tu pecho palpitante. ¡Tierra en medio del mar, bastión más firme que los siglos, cuán frágiles los hombres, fugaces como un soplo ante tu piedra enardecida! Porque breves sus días fueron y sus noches amargas bajo constelaciones sin memoria ante cuya mirada impasible te asaltaron y desgarraron tu entraña, tu manto virginal, como a ramera, en pos del oro, como si un dios maligno los empujara. llegaron con metales, surgidos del poniente, sobrevivientes de todos los naufragios humanos, los hubo marineros, soldados, mercaderes, delincuentes de rostros tenebrosos, monjes, aventureros, visionarios de trastornada luz en la mirada. Algunos calmaron su ansiedad abrevando en tu verdor, refrescando la ardida frente al soplo de tus aires,
JUAN ALBERTO PEÑA LEBRÓN
y así llegaste a amarlos, olvidando su vicio y su crueldad, mientras tus hijos sufrían la dentellada de sus látigos. Extraño el hado tuyo, tierra surgida del misterio marino: amar al extranjero que te cubrió de ultrajes; pero breve es la vida de los hombres y fugaz su destino, breve la muerte, borrando toda huella en la arena del tiempo; dónde la lanza está, la flotante altivez de sus penachos, el asalto brutal, la hora de la traición, el brazo sin reposo, donde el soberbio mástil, el velamen henchido de terral; de todo sólo queda la luz intacta del ocaso, y presidiendo el rito furioso de la muerte los símbolos severos de la cruz y la espada. Extranjeros de torva faz, llegaste a amarlos en su hora de dolor, y en ti aliviaron su congoja, pero también los viste enloquecer bajo la furia del estío o en las noches del trópico con los labios ardidos por la fiebre, y ellos también te amaron a su modo, cegados por tu luz, en medio del delirio, consumidos de angustia, recordando su tierra, su distante país, y sus hijos, sus cantos y sus guerras.
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Uegaron con la espada y con la cruz, y combatieron sin piedad y límite no hubo a su pasión y su extravío, almas llameantes avivadas por las ráfagas del destino, aventureros, monjes, soldados, mercaderes; eran crueles y osados y limpios de temor, y a veces la ternura latía en sus corazones con un rumor confuso y nadie pudo comprender su insensatez, su fiero orgullo y su ávida codicia por el oro y los metales. Cegados en su afán, bajo el cielo purísimo, sus días fueron breves cual llama que consume la brisa; y edificaron ciudades con nombres de sus reyes y sus santos, combatieron, saquearon, fornicaron, tuvieron hijos, y nacieron los hijos de sus hijos, y levantaron templos, mas no tuvieron tiempo para soñar, y en el polvo sus huesos hoy yacen olvidados, mientras tú permaneces, oh tierra, infatigable en tu labor de ser lo firme y perdurable frente al mar, bajo el cielo!
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MÁXIMO AVILÉS BLONDA (1931-1988)
Nació enSanto Domingo el16 demayo de1931. Fue elintermediario entre suscompañeros deestudios e inquietudes y María Ugarte, cuando ésta da inicio a su fructífera idea de crear en El Caribe, periódico que recién iniciaba suslabores, unasección decolaboraciones escolares para estimular el talento en agraz de estos jóvenes de aquellos años. Doña María, con unacertera intuición pretende aprovechar a unestudiantado que sevuelca, desde todas laspartes delpaís, en las aulas prestigiosas delaEscuela Normal Presidente Trujillo (hoy Liceoluan Pablo Duarte), y que pululaba alrededor denuestras figuras mayores, algunas de ellas profesores de esta Escuela Normal. Su labor no sólo se limitó a la publicación detextos, sinoquecontribuyó con orientaciones encuanto a lecturas y acopio de originales, en los que Blonda participaba activamente, siendo precisamente él quien inicia la Sección con su soneto «Si de limpio jazmín estás formada». Las influencias que demuestra este soneto provienen de la moderna poesía española: Alberti, Lorca, Miguel Hemádez, yen especial delos querepresentaban en España la revalorización del gongorismo. Paralelamente a sus actividades poéticas se manifiesta en Blonda su amor por-el teatro. Recibe clases deactuación con Emilio Aparicio, director del recién creado Teatro Escuela de Arte Nacional, graduándose en 1949. Al año siguiente debuta como actor en las obras Canción de cuna y Rosina es frágil. Ingresa después como actor decarácterenlacitada agrupación [408]
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teatral que ya está dirigida, tras la sentida muerte de Aparicio, por Modesto Higueras Cátedra. Por extraña coincidencia elgrupo de compañeros queestudiaba en la Normal de Varones y que se inicia conjuntamente en las letras, continúa unido en la Facultad de Derecho de la Universidad de Santo Domingo. Entonces Fabio Herrera Roa propicia en la revista Alma Máter una selección de los poemas de esta promoción. Aquí bautiza Avilés Blonda porprimera veza estegrupo como Generación del 48. Ese año acontece para ellos un hecho importante: llegan al país los poetas españoles Leopoldo Panero, LuisRosales y AgustíndeFoxá. Elprimero seinteresa porlalabordeestos jóvenes, y los considera «uno delos brotes poéticos más prometedores con que cuenta la poesía general de habla española». Con tal juicio estimulante el grupo adquiere conciencia de sus valores, y decide por primera vez, realizar actividades colectivas creando un órgano de difustán para sus obras inéditas. Nace de esta manera la colección «El Silbo Vulnerado», donde Blonda se integra a Trío con un manojodesonetos titulado «Aura desoledad». Supróxima publicación será la obra de teatro Las manos vacías, publicada en la «Colección Arquero» que dirige Antonio Femández Spencer, a quien precisamente el grupo había combatido. Pero hay que esperar a 1962 para que aparezca la obra poética fundamental de Máximo Avilés Blonda: Centro del mundo. Elpoeta ha explicado la forma en quese puede hacer un canto o una serie decantos retratando la historia desde el alma; una historia de hechos interiores que se han grabado allí a causa de la resonancia espiritual que encierran. Apegado a la gran tradición delos cronistas, reavivada en nuestros tiempos porArchibald Mac-Leish en su Conquistador (1932), y por Saint-Iohn Perse, en Anabase (1924), Blonda se sirve de la historia para trazar el balance trágico denuestro destino. Laexperiencia seencuentra repetida, aunque nodemanera tan unitaria ni cabal, en los Cantos a Helena donde, sin embargo, elpoeta seproyecta hacia otras vivencias históricas y míticas. Esta vez la historia griega, en alucinante paralelismo con nuestra realidad, se convierte en soporte ideal de sus versos.
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Como los demás poetas de su promoción, él se ve impelido a una poesía de testimonio de los hechos inmediatos que le ha tocado vivir. Máximo Avilés Blonda fue, a pesar de su temática civil, un poeta vinculado al ritual mágico de nuestro pueblo, plasmado con más propiedad que cuando aborda el tema de protesta social. Héctor Incháustegui Cabral pone demanifiesto la religiosidad deestepoeta al estudiar su poema «San luan Bautista». Dice, con frase no exenta de cordial humorismo que, «Avilés, cuyas aficiones religiosas rayan en manía, juega en elpoema -es juego, desde luego, perfectamente seriocon palabras y calificaciones de cuantos teologizan por deber o por gusto...» Su labor en el teatro abarca desde la formación de grupos experimentales hasta la dirección del Teatro Universitario. Escribió y estrenó con éxito las siguiente obras teatrales: Las manos vacías, La otra estrella en el cielo, Yo Bertolt Brecht, y Pirámide 179, las tres primeras montadas porel Teatro dela Universidad Autónoma deSanto Domingo. Fue Director General de Bellas Artes (1962-1966), Director de Extensión Cultural yAcción Social dela UASD (1971-1972), yprofesor del Departamento deLetras dedicha universidad. El 7 dediciembre de 1987 fue condecorado por el gobierno dominicano con la Orden de Duarte, Sánchez y Mella en el grado de Gran Cruz Placa de Plata. Falleció en Santo Domingo el 19 de enero de 1988. OBRAS PUBLICADAS:
Trío (Colección El Silbo Vulnerado, 1957), Las manos vacías (teatro, Colección Arquero, 1959), Centro delmundo (1962), Teatro (1968), Cantos a Helena (1970), Centro del mundo (Ira. edición, 1962, 2da. edición, 1970), Delcomienzo a la mitad del camino de la vida (1976), Los profetas (1978), Llueve y esqueesmayo, dulce Señora (1988).
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voz Si tú, dulce garganta, construyes un pájaro en el viento, y nacen letras hechas de mármol, de cabellos o azucenas, si tiembla en ese aire la fina y leve forma de ese pájaro, dime garganta, ¿Dónde ha nacido esa música que arrojas tibia y sonora como una luna blanca? Dime garganta, ¿Dónde comienza ese metal?
ELEGíA POR LA MUERTE DE UN AVE
¿Qué enlutada substancia, qué polvo cubrió al mundo cuando cesó tu canto tembloroso? ¡Oh, mensajero fiel de otras auroras! [Oh, ángel perseguido por la música! Silbador de la estrella. Prisionero. Cantador de la libertad que no tenías que comenzaba al borde de tu reja y nunca terminaba. ¡Tan pequeño es el mundo sin tu canto! ¡Tan lejano el amor sin el roce de tu ala! ¡Tan húmedo el alpiste sin tu pico! ¡Tan terrible el vacío que dejaste que apenas cabe en él una palabra!
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Tú debiste morir en una rama verde o cantando en el hombro de una estatua. No debiste morir en este instante, puro cantor de ríos, que escapaste del plomo y de la flecha y quedaste entre rejas, prisionero para mirar con tus vivaces ojos la música de un mundo que no sueña. No debiste morir en este espacio, en donde estamos muertos. Solos.
EL INSECTO El insecto tiembla en la caja del coleccionista. Ayer salió del arca. Estuvo escondido en una hendidura de madera. Vagó sensual y libre después de la Gran Lluvia paseando su pequeño sexo por el mundo húmedo. ¡Que nadie haga un movimiento! ¡Que nadie haga un gesto para que no se espante el insecto. para que no se quiebren sus alas, para que su fino polvo no ruede por el suelo, para que su miríadas de ojos no se cierren de miedo! Los anillos se mueven. El pequeño torax se levanta un poco Dos alitas pequeñas que se juntan.
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Miles de años costó esta maravilla y se nos va de pronto de las manos.
CENTRO DEL MUNDO (2 fragmentos) A Luis EduardoEscobal
1
Centro del mundo, esta isla. De ella salieron los valientes conquistadores de ancho tórax, de negra barba, de nervudos brazos, la tizona al aire al grito de la cruz, para incendiar naves y someter imperios. y también los Cronistas, los que habían de adivinar la Historia de los Pueblos escrita en dura piedra con raros caracteres. y hubo Audiencias y Enseñanza y Leyes y Mercedes
sobre la tierra negra del centro de la isla, y nadie quiso la tierra seca del sur plagada de lagartos, y el norte y el oeste fueron abandonados por el comercio ilegal y se fundaron nuevas ciudades, se talaron bosques, y después se marcharon furtivamente aquellos hombres para buscar oro o plata en otra parte, tal vez la juventud no poseída, porque el pescado no era riqueza duradera.
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Yo vi los anchos Conquistadores sonreír satisfechos plantando su oriflama sobre piedras sagradas, al aire sus penachos coloridos, la loriga caliente por el Sol de las razas, brillante la armadura en tanto deslumbrar. Y los viejos Cronistas escribieron historias que luego propagaron por los pueblos de Dios, historias de espadas y de flechas, de raros sacrificios, de emboscadas en rincones donde asechan la sierpe y su veneno. Historias donde valen las frases y aquel que las pronuncia: La fundación de las ciudades que aún con los años permanecen pequeñas por el abandono sufrido a lo largo de siglos, por la continua agitación de uno que viene y otro que se va en el contorno agitado de estos pueblos que parecen dejados de la mano de Dios Y los penachos de los Conquistadores cubrieron la tierra partiendo de esta isla.
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Este promontorio, este escupitajo de un dios pétreo (no es Inglaterra brumosa con sus islas, ni una Australia perdida entre canguros), isla del centro es para saltar al centro mismo de la tierra
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firme en su brillar de selvas y de ríos, a la conquista del Sol y de sus Monumentos, para plantar la oriflama sobre los escombros de Reinos y de Imperios, para hallar la estrecha faja que separa la grandeza de los mares. Isla del centro es. Espacio necesario para el brinco. Ambicionando gloria partieron desde aquí los fijosdalgo, los sin fortuna, los que no tuvieron nombre hasta después del salto. Partieron desde aquí huyendo al mayorazgo que no se intercambiaba por lentejas. y los penachos cubrieron la tierra a nombre de un Imperio, y el Sol de las razas no se puso nunca en estas tierras.
JUNIO 1965 Este junio volvieron las mariposas a pesar de la guerra. Dejaron su polvillo coloreado en las calles con sangre. Jugaron con los niños angustiados antes del día de San Juan, y se marcharon luego con ruido de muerte y de metralla. Este junio de estruendo los árboles crecieron más aprisa. Las cigarras cantaron entre púas de acero. Las lagartijas temblaron en el sol del verano, junto al pozo ya seco, este junio sin lluvias. Este junio no es piedra infantil lo que silba en el aire. No son pisadas de niños las que secan la hierba. Este junio de asombro un ciego olor de muerte toca con mano sorda, las puertas del espanto.
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Este junio brillante el color de las hojas es más agrio porque andamos con brío y entereza hacía lo oscuro, hacía la plaza estrecha y sin salida de la muerte donde el polvo levanta su estatura de héroe. Este junio decente, este enlutado junio sin exámenes, este junio de huesos y cenizas, de mesa y de metralla, de joven vida cercenada y agónico deseo, el soldado no duerme y los pájaros callan.
DE CANTOS A HELENA A Aída Cartagena
1
Dulce Protectora de Navíos. ¡Oh Helena! posa tu mano en la guirnalda y deja que arriemos la velas. En iguales circunstancias habríamos dejado atrás las ruinas y la mentira de los monumentos, mientras el mar color de las Antillas canta golpeando las rocas de la isla. Estuvimos en el frente. Lidiamos el toro con sus fuerzas y con sus cuernos cavamos zanjas para la defensa. Pero el mar, siempre el mar, nos acogió en la retirada. Miramos el mar con límites, como una unción sobre la piel bastarda y sentimos la provocación de la sal en nuestros labios.
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Fuimos acogidos y colmados. Frente a nosotros: La vastedad inmensa. ¡Oh Helena! Deja que arriemos las velas y pongamos sitio a la ciudad. y la peste llegó sobre las tropas. La corrupción creció en las calles de la ciudad sitiada.
Entonces se hizo necesario decretar: y alguien dijo buscando instaurar la disciplina: En el pupitre existía un lugar para el tintero, una ranura para el lápiz y los libros debían estar lomo con lomo, Frente a los libros, a la ranura del lápiz y al tintero; la iglesia con sus prédicas secretas y muchas teorías sobre los fusilamientos. El emperador tenía sus caprichos: Mocedades de sol en la mañana, en la tarde un paseo frente al mar fecundante. A veces, alguien cazaba una paloma y otro hallaba un guijarro en su corazón. y el mar, color de ojos de Afrodita batía dulcemente las rocas de mi isla. Estamos en la segunda parte de la distancia. En 1963 medido. Entra ¡Oh Diosa! antes de la destrucción del pueblo y no digas que es mentira este suceso.
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LLUEVE Y ES QUE ES MAYO DULCE SEÑORA (XII)
Madre de traje blanco, azul y rojo, Madre Bandera Patriaque animaste la familia y la hiciste sagrada, Madre que encarnas tierna en tus manos juntas la fe cambiante, a veces traicionada de esta tierra triste. Madre del llanto sólo, dolorosa, madre de luto en viernes de primavera en mi lejana infancia, madre clavada de puñales como negro acerico, quinta angustia en tu ansia de cuchillos siete si es que la angustia contarse puede en números cardinales u ordinales y ponérsele número y nombre y apellido. Madre de luto como tantas madres de la Patria y el mundo. Madre de dulce amparo sin tropiezo ninguno, marinera madre, madre fluvial en el correr de ríos, marina madre en el crecer de olas, madre de puentes que conducen a la orilla segura. (Madre carnal como tú, madre del hijo que regresa a medianoche y que espera sentada en mecedora sin ruido de balances para sentir el golpe de la silla que atranca la puerta de llegada,
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madre carnal como tú que visitas las prisiones injustas para abrazar al hijo, madre carnal que como tú que cubres con un beso húmedo el correcto reproche; madre carnal como tú sin tu pureza y el seguro sentido de tu dolor lleno de fe y espera ... ¡Arropa con tu manto a tanta madre triste!).
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LUIS ALFREDO TORRES (1935-1992)
Nació en Barahona el 18 de octubre de 1935. Emparentado con el poetaBartolomé Olegario Pérez. A los nueveaños de edad, le sorprende la muertedesu padre. En su ciudadnatal, elpoeta terminasus estudios primarios, e inicia los del bachillerato. En esta época publica sus primeros poemas, escritos en versos tradicionales, en el semanario El Momento, editado en Barahona, y que dirigía el periodista Guaroa VázquezAcosta. El Dr. César Danilo Vélez Sánchez le induceentonces a recurrir al verso libre, recomendándole la lectura deDomingoMoreno limenes, Franklin Mieses Burgos y otros poetas dominicanos contemporáneos. Se traslada a Nueva York consu madre. En lagran urbe se afianza su vocación poética mediante lecturas diversas. Sufre dolencias de cuidado. Allí recibe, en la Long Island City High School, el título de Bachiller enLetras. Estudiaperiodismo en elInstituto de Periodismo de Los Ángeles, California, y trabaja en el semanario bilingüe El Despertador Americano, dirigido por el periodista mexicano losé Tortado Lameli, dondellega a desempeñar elcargo detete deRedacción. En 1958 regresa aSantoDomingo y seincorpora a lospoetas dominicanos del 48, conloscuales sesienteidentificado. En 1959, publica Linterna sorda, suprimer libro de versos, quemerece buenaacogida de la crítica. Trabaja en El Caribe, donde tiene, además, a su cargo, una columna fija. Dirige luego el suplemento cultural de La Nación. Años más tarde, [420]
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es columnista de la revista ¡Ahora! En 1964 dirige, con Alberto Peña Lebrón, Lupo Hernández Rueda y Ramón Cifré Navarro la revista Testimonio, encuyacolección seedita,en 1966, Losdías irreverentes. Desde sus primeros versos, Luis Alfredo Torres es el atormentado, el poeta signado porla belleza deloscuerpos, poreldramadesu expresión más profunda. El Canto a Proserpina y Los bellos rostros son hermosos testimonios líricos de esa realidad. En la poesía de Torres es visible, a veces, la huella del gran poeta español Luis Cemuda. En Sesiones espirituales, Torres amplía una temática distinta, que apuntaba ya en 31 racimos de sangre. Se trata de una inquietud personal, vinculada a creencias del más allá. Murió en Santo Domingo el1 de mayo de 1992. OBRAS PUBLICADAS:
Linterna sorda (1959), 31 racimos de sangre (1962), Los días irreverentes (1966), Alta realidad (1970), Canto a Proserpina (1972), Los bellos rostros (1973), Laciudadcerrada (1974), Sesiones espirituales (1975), El amorque iba y quevenía (1976), Elenfermo lejano (1977), Oscuro litoral (1980), Antología poética (1985).
LOS BELLOS ROSTROS 1 (EL AGUA)
Rocas, paredes del mar, en vosotras están los bellos rostros: amados unos; otros imposibles; pero están, enterrados o vivos, como un relámpago en la niebla iluminando siempre.
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La corona de aquellos rostros fue la espuma: el agua siempre triste rodeándolos: un agua roja, azul, morada y amarilla: que de lejos vino y trajo cartas y secretos de algún inconsolable corazón. ¿Yen dónde están los rostros tan amados? Ellos existen, han existido siempre: y si levanta el corazón sus justas iras, resuena el mar, un pie deja huella en la playa, y es ya el sosiego una cifra de amor. -¿Quiénes fueron, qué hacían en el mundo? -Sus epitafios yacen en las columnas rotas. Para verlos en toda su dulzura: pájaros yagua: y sangre no de venas sino de algún país oscurecido siempre. Están como una estrella solitaria en la lluvia: lloro si los miro, si no los miro lloro también. Porque llenos de polvo y llamaradas penetraron en la terrible palidez del mundo. Si me amaron, si no me amaron, ¿qué importa? En el espejo, en el olor y el agua estarán con el ruido de la luz en la piedra.
11 (EL ESPEJO)
En el espejo apareció mi frente: temores tuve de tanta roja espina:
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pero ¿cómo huir de aquella oscuridad en que el cristal hería de luz? Eran imágenes del polvo, la visión de una frente atormentada y sola que se nutría de ella ante el espejo. A los rostros que moran en las rocas invoqué, y a mi llamado vino el aire de la calle cargado de clamores. Asirme del espejo quise, acercar esos rostros capaces de gemir bajo la untura del deseo. Pero mi frente solitaria permaneció en la luz y oía sus secretos y lloraba como se llora en lo desierto de la luz. El recuerdo plácido del mar llegó de pronto: y ante sus propias coronas y sus velos recordar quise el agua que acompañaba lenta al día posible del amor. Pero sólo mi frente aparecía en la terrible claridad del espejo. Llamé los rostros a mi corazón queridos: y la oscuridad cubrió mis ojos: si vinieron, si no vinieron, ¿qué importa? los llamé al fondo del espejo. Ay, las altas rocas en donde el mar grabó semblantes y hermosuras, oscurecidas fueron por el muro. Cenizas sólo que reflejó el espejo, frente bajo la pena, pecho clavado en soledad con una espada.
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III (EL PAISA]E)
En el abigarrado corazón brilló el paisaje: gaviotas y arroyuelos fluyeron hasta el cálido laurel de los amantes: allí los bellos rostros giraban dulcemente. Yen ese lado de la montaña y el crepúsculo hablé de amor: me coronaron la noche y el rocío, y dice: me amaron unos; otros fueron imposibles; mas si levanta el corazón sus justas iras ¿qué encontraré sino una espuma desolada? El otoño y las uvas cubrieron estos labios y fue mi silencio una cifra de amor: y os amé por igual, rostros de las furias y rostros de los besos: os amé por igual. y ya no hubo la melancólica locura de morir junto al olor de las cayenas y el navío. Vuestros rostros cubiertos de palmas y limoncillos recordé cuando la soledad aterraba mi frente: y por aquella terrible soledad: cuánto desamparo, qué lugares tan tristes, qué dureza en las hojas. y en las playas que hicieron posible aquel amor: albas y pescadores; luna con arrecifes; y el mar brillando siempre. Oh día del abanico y la guitarra: oh día del aire cargado
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de violetas: por esa tu hora de hermosura, concédeme tu paz y tu hermosura.
IV (EL OLOR)
Vino el olor con su memoria triste: triste: aquel definitivo olor de lo perdido o de lo amado. Lo vi entre sombras y en mi frente llena de una arruinada palidez. No es el olor del mar porque las rocas crujían tiernamente mordidas por el mar. Y el agua estaba allí: un agua roja, azul, morada y amarilla en donde el corazón lloraba apenas. y aún sobre las rocas -en donde el solitario moró siempre- están los bellos rostros: qué color y campanas; qué ámbito de estrellas los ceñían. Sólo en la dura distancia del espejo está una frente triste. Pero resuena el mar, y alguien aparece llenándose de niebla repentina: es el olor que vino por la espuma llamando hacia el olvido a los amantes. ¿A qué amantes? No lo sé: porque los otros, los amados, yacen en las columnas rotas. ¿Si será el olor acerado de la muerte,
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si será ese invierno que cae sobre un cabello joven? Por eso dije: aquel definitivo olor de lo perdido o de lo amado. Ay, el paisaje sigue dándonos su corona de luz, y los pájaros no pueden ser más dulces. La brisa de la tarde cubre nuestras vidas llenas de amor y llamaradas. y sin embargo: cuántas lágrimas, qué sonidos tan trágicos: por esos bellos rostros, por esa frente atormentada y sola, por ese olor quizás de lo perdido o de lo amado.
CANTO A PROSERPINA 1
Proserpina, reina de los infiernos, címbalo que retiñe, Proserpina, desde que devoraste a los dulces pastores danzantes y ceñiste la enlutada corona, se pudrió el buen racimo que pendía de la hermosura y de la luz. Brotó sangre y hubo muertos y cárceles y muertos, y el día, cuyos frutos la larga lluvia torna perfectamente sanos, alegres y comibles, cruzó como en cenizas por las viejas espaldas de la ciudad sumergida en el mal. He aquí los campos desolados; mira la huella de tu pie por las ramas gigantes
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-oh madre de la crueldad y de Las Furiasy recorre con tu impuro anímal la amarga tierra y salga bajo el relámpago el sollozo. -¿Quién en la oscuridad nos llenó de esperanzas? -Nadie en la oscuridad nos llenó de esperanzas. Proserpina con sus escobas barrió el cielo y el Señor nos dejó abandonados y el Señor nos dejó abandonados. -Está bien, está bien, hermanos míos. -Está ben, está bien, hermanos míos. (Ella, en tanto, con su diestra sensual escogió al manso que daba de comer a los polluelos y convirtiéndole en imagen del mal y la tristura lo llevó por el viento maldecido de Dios). -Bebamos, se acercan las galeras, dice alguien, mirando al hombre ocioso. y el barco navegaba mar adentro, cielo adentro, cortando el agua con su alado vino. -Tened paciencia, hermanos míos. -Tened paciencia, hermanos míos.
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Proserpina, la violadora de muchachos, dejó una escoba, un tañido y aquel terrible desamor que suena en lo más apacible de la noche.
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Con un poco de incienso y mirra quemando en los jardines venceremos aire de mar y haremos luz. Pero estamos todavía en sus manos, en su celda sin una sola mariposa: oh lágrimas que caen en nuestro espíritu iguales al caballo que pisó al nenúfar. Pero hay aquí, hermanos míos atribulados, Sangre de Cristo, dulcísimas cayenas que aliviarán todo el dolor que Proserpina acunó en vuestros pechos. y en vuestros nombres solitarios (locos, tímidos, mendigos, criminales, borrachos...) crecen como el aroma de vuestras frentes miserables, suenan como el chasquido de vuestras lenguas miserables y crean en torno a vuestras vidas miserables el rocío y las albas, el pan y los encantamientos. Por eso decía que el manso que daba de comer a los polluelos era uno de vosotros; y los que esperaban sin esperanzas en la noche, era uno de vosotros; y los que esperaban, sin faena, el barco era uno de vosotros.
III
En tanto, Proserpina -diosa de los infiemosestá sentada encima de la roca y con sus labios -suaves como el crepúsculo en las floresdevora los cabritos; orea el césped
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y cierra, veladamente hermosa, una ventana de la luz. Ella contempla la destrucción, el mundo; y a sus ojos sube como una llamarada la alegría; el aire en torno es suave y cálido; ella ríe; y las anchas hojas que el polvo bate y aproxima traen huesos, cráneos, redes y corales. Fue mala por origen la esposa de Plutón. En su leyenda, ¿qué hay en su leyenda? Ved nuestros días, mirad la niebla en que nos ocultamos y lloramos y diréis: Señora, ¿qué mal te hicimos, qué frutos agraciados te tomamos, qué purificaciones te impedimos, qué mágicas reliquias te arrancamos? Ella dejó la buena luz del címbalo y nos tendió su manto. Desde entonces llegó la oscuridad al mundo, y por más que oremos en los rincones tristes, nuestras lágrimas seguirán siendo iguales, nuestras dichas tardarán un minuto, nuestras súplicas no llegarán a Dios. La madre de Las Furias nos ha traído espadas, inquietantes noticias, templos derribados; y sin embargo, una paloma que cruza por su pelo tiene un temblor divino y en ciertos amores imposibles hay una fiebre alucinante y cuando oímos el lamento del mar o la campana hay formas que uno busca en la materia.
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IV
Oh tierra casta, ¿dónde está la bondad? (Que no lo sabemos). ¿Qué día nuestras preces harán reverdecer las sementeras arrasadas? (que no lo sabemos). ¿Qué pálidos amigos vendrán con otros hombres formando las falanges? Pues bien, para olvidarlo todo, desde el umbral de un sueño los llamé: recuerdos míos queridos, cuyo amparo fue la nieve que el viento desborona. Flores por todos los rincones de la sala, y en medio de tanta paz, de tanta luz y tibias inocencias, las dichas en el atrio, la academia, los deseos. Más tarde, el contrito conoció el apretado corazón de los lanceros, las tierras del deseo, cuyos ríos mojan el ámbito frustrado de los hombres. y de repente, en el verano: cayenas, calor, pobreza. Oh tierra mía: en torno a la madera fue el encuentro, más allá de los árboles fue el encuentro. Todo lo vi oscuro y humilde, oscuro y humilde al mismo tiempo.
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v Señor, ten piedad de nosotros, pues el que espera desespera. Señor, ten piedad de nosotros pues el que espera desespera. Esta es la angustia de la espera, ten piedad de nosotros. Porque tenemos miedo de las islas y está la fruta envenenada y el agua tiene ojos que nadie puede sorprender. y debajo de las lluvias, Señor, debajo de las lluvias,
el vendedor de frutas cantó esta extraña canción: «Tres granos de granada bastaron para que Proserpina recordase». y tenemos miedo de la tumba
donde el pájaro abre dulcemente las alas, de la noticia en los periódicos, de la sirena que en el alba nos hace estremecer. Queremos flores, días sin que la dama del infierno visite nuestras casas: porque cuando ella viene, Señor, cuando ella viene se pudren nuestras bocas, nuestros deseos humanos se desvían, nos sentimos más miserables y pequeños y mientras el río pacientemente corre y aparecen palomas, dinero, mujeres y la primera estrella,
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nosotros sólo vemos una existencia solitaria llena de perros y cenizas. y nuestras lámparas las hemos levantado a la paz, y nuestras frutas las hemos cosechado en huertos de resignación: por eso es justo que cantemos y gocemos (sporque seréis sacíados»), Es justo que cantemos y gocemos (<<porque seréis sacíados»). Oh ven a nuestro reino de amargura con tu bondad desarmadora, oh sálvanos, protégenos y ayúdanos y quítanos tantos remordimientos hacinados, que la Señora no está ni muerta ni dormida: Proserpina reposa solamente.
EL ENFERMO LEJANO Eres el derrotado, el caído. El hombre en cuyas manos dormían suaves los pájaros y acariciaba el lomo de las bestias, en el Sur, está aquí: solo, triste, abatido en la noche, solitario en la noche, perdido para siempre en la noche. No pongo ya en tus manos esa luz que daba pan, misericordia; aquella luz -¿recuerdas?- acribillada por el mar, asesinada por el mar en días del desencanto y la miseria.
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Recuerdo la lluvia tenaz sobre la casa, la lluvia tenaz que rondaba la casa y fue desde entonces transformándose, haciéndose la perdida alegría. ¡La perdida alegría! tan amada por ti, tan acariciada por ti que la flor o el rocío nos daba tiempo para decir sus alabanzas. Había tanto tiempo de embriagarnos solos, o de confiadamente hablar de telarañas, enredaderas, limoncillos, y sobre todo, de aquellas flores mágicas para el anciano triste. Al verte enfermo, con ojos de ebriedad y de locura entre los pacientes abrumados, tuve lágrimas, y perdí para siempre la habitual «melancolía distinguida». No, no viajo más al Sur. si tú no vas vestido hermosamente, guiado por los pájaros, contento con el humo que aprisiona brutal a la montaña. Olvidaría, al lado de un tiempo tan hermoso, la llama triste, la mordedura del brillante animal asesino que nos cubre de lágrimas el pan, o nos quita el hálito inocente o nos llena de esa tu grave enfermedad. Días vegetales y sucios, días del llanto, irreverentes.
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El alma sin sosiego corre y ve la casa -tu casa- trizada en la miseria, con polvo los sillones y con más polvo aún tu tierna habitación cerrada. Enfermo mío, hijo de la noche, recuerda el mar, el Sur y la ventana, los besos que en el viento tenaz repercutían y ven, regresa, acompáñanos, y trae las flores mágicas para el anciano triste. Al visitarte, acompañado del crepúsculo, te vio mi sufrimiento, el corazón que «ayudadle» decía a la humildad de tanto ser entristecido. Volvió la lluvia en tanto -la lluvia que conocesy respiré de los pacientes abrumados aquella fragancia peculiar. ¿Por ti, quién tocará el instrumento que yace olvidado? De tal manera golpeó la piedra en tu cabeza que nuestra vida se mojó para siempre. y para nosotros, tus amigos, para nosotros definitivamente no hay piedad.
En verdad tu suceso es tan grande que ni el hermano atravesado por el puñal ni el ojo sabio podrían igualar el lloro que tú dejas. Lejano enfermo: tu casa es dulce, el mar es dulce y nido de la paloma eras.
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¿Pero quién ocultará la perdida alegría -el tiempo de la abundancia y el sosiego-, ahora que el mar tiene los ojos asesinos y perturbó la luz? Derrotado, caído, el Sur es a tu frente como un anillo recordado, como la no manchada promesa del tiempo del amor. El río, la pluma suave, el suave tiempo del amor, cruzaron por tus desequilibrios una tarde, y en medio de tus visiones y quimeras, está vivo el retrato -me parecedel que cubrió de lágrimas tu pan, te arrebató el hálito inocente y te llenó de esa tu grave enfermedad. Caballero perdido, enfermo mío, aunque no sé si volverá al Sur, aunque no sé si volverás al Sur y tengo los ojos destrozados, te evocaré el mar, el Sur y la ventana, y sobre todo, aquellas flores mágicas para el anciano triste.
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MARCIO VELOZ MAGGIOLO (1936)
Nació en Santo Domingo el 13 de agosto de 1936. Se inicia publicando en la colección Arquero que dirige Antonio Femández Spencer. En el prólogo a El sol y las cosas, titulado «Una poesía ordenada», este último hace la presentación de Veloz Maggiolo enjuiciando a toda la joven poesía dominicana, de la que dice que ha llegado «al más empobrecido hermetismo», agregando: «deahí quela palabra haya perdido su función de apuntar hacia los objetos y su misión iluminadora de las cosas. La juventud lírica más reciente, incapaz de comunicar con certitud sus contenidos interiores, está produciendo una literatura fracasada. Sus poetas más representativos padecen de horrible tartamudez literaria». Con esteprólogo de juicios categóricos y delimitadores trataba FemándezSpencer deinteresar a los jóvenes con unas fórmulas claras extraídas de la tradición española, presentándolas ya encamadas en esta primera obra de Marcio Veloz Maggiolo. Debemos recordar aquí queesteprólogo desata una reacción nomenosapasionada delosjóvenes delapromoción del 48, dandolugar aotro prólogo: «Un poetay la función poética», deRafaelValera Benitez en La lumbre sacudida, y a un artículo de Alberto Peña Lebrón. Realmente las orientaciones que recibe Marcio Veloz Maggiolo de Femández Spencer son beneficiosas para el primero quien, además del mencionado libro de poesía, poroduce una novela ejemplar: El buen ladrón, que también se publica en la «Colección Arquero» seguida de [436]
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Creante, drama de un acto, y de Intus, Premio de Poesía Gastán F.Deligne 1962. Los dos primeros libros han labrado la reputación intelectual de nuestro poeta. De El sol y las cosas dice Femández Spencer lo siguiente: « ••. ha sabido ser consciente donde debía serlo, e inconsciente donde también convenía. Por ellosu poesía nos ofrece un equilibrio inusitado en un poeta de su edad (veinte años) y en la más joven poesía dominicana». En cuanto a El buen ladrón, se impondrá por estas mismas cualidades, mereciendo el premio de la Fundación William Faulkner, Universidad de Virginia, L. V., conjuntamente con obras de Asturias, Maltea, Graciliano Ramos, etc. Después entrega a Brigadas Dominicanassu relato Elprófugo y a la colección Testimonio La vida no tiene nombre (narraciones). A Marcio noparece interesarle más tarde el camino hasta aquí trazado. El contacto con otras experiencias y literaturas lo llevan a un arte de búsqueda con lo que inscribe su nombreen las vanguardias. Cuandopertenece a «El Puño» ya laruptura se ha producido, loqueseevidencia en su libro deentonces Los ángeles de hueso que aparece bajo la rúbrica de esta agrupación y que vienea sentar las basespara una nueva modalidad de narración en nuestro medio. Sus incursiones en la poesía, teatro, novela, cuento breve, arqueología, periodismo, magisterio, lo convierten en una figura brillante, polifacética y combativa. Podemos decirquelalínea conductora de toda su obrapartey semantieneentroncada en lostemas bíblicos que elescritor utiliza conimaginativadestreza y propiedad. Aún permanece inédita parte importante de su novelística. En los últimos años ha compartido sus actividades entre la narrativa y la arqueología. En el primer aspecto, y después de Los ángeles de hueso, tras un paréntesis dedicado a la crítica (Cultura, teatro y relatos en Santo Domingo, Sobre cultura dominicana y Sobre cultura política y cultural en la República Dominicana) sededica a suproducción novelística tocando los temas de su preferencia: la revolución dominicana, la figura del dictador, las vivencias de su infancia en el barrio de Villa Francisca y una pequeña novelainspirada en la arqueología, Florbella. Esla época de Cuentos, recuentos y casicuentos, y de sus novelas cortas.
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En La fértil agonía del amor Veloz Maggiolo se muestra como un verdadero maestro enelgénero del cuento, impregnando la realidad con una visión fantástica del mundo. Estamos ante una personalidad totalizadora de nuestra cultura, cuyo verbo porun lado nos entrega el conocimiento científico de nuestra prehistoria, dejando abierto porel otro lado los infinitos vuelos del espíritu. Se ha graduado en Técnicas de Arqueología por la Universidad de Madrid (1970) donde también recibe elDoctorado deHistoria deAmérica (especialidad enPrehistoria). A su regreso al país, y tras serias investigaciones en ese ramo, publica unlibro fundamental para elconocimiento denuestras raíces culturales: Arqueología prehistórica de Santo Domingo. Fue director de investigaciones delMuseo delHombre Dominicano, editor y director de la Revista Dominicana de Antropología, licenciado en Filosofía por laUniversidad AutónomadeSanto Domingo, miembro correspondiente de la Academia Dominicana de Geografía, de la American Anthropological Association y de la T.T. Historical Society, TrinidadTobago. Fue embajador en México durante elgobierno deluan Bosch, posteriormente embajador en Roma, fundador y primer director del Departamento de Extensión Cultural de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (1966-1968) y profesor de este centro académico. En 1994 fue galardonado con el Caonabo de Oro. OBRAS PUBLICADAS:
Literarias: Elsoly lascosas (1957), Elbuen ladrón (1960), Creonte y seis relatos (1961), Intus (1962), Elprófugo (1962), ludas-El buen ladrón (1962), La vida no tiene nombre (1965), Los ángeles de hueso (1966), Cultura, teatro y relatos enSanto Domingo (1969), Deabril en adelante (1975), Sobre cultura dominicana (1977), De dónde vino la gente (1978), Sobre cultura ypolíticaculturalenlaRepública Dominicana (1980), La biografía difusa deSombra Castañeda (1981), Lapalabra reunida (1981), Novelas cortas (1981), La fértil agonía del amor (1981), Apearse de la máscara (1986), Florbella (1986), Cuentos,
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recuentos y casicuentos (1986), Poemas en ciernes y Retomo a la palabra (1986), Materia prima (1990), Ritos decabaret (1992), ElJefe iba descalzo (1993). Antropológicas y científicas: Arqueología prehistórica deSanto Domingo (1972), Elprecerámico deSanto Domingo, nuevos lugares y suposible relación con otrospuntos del área antillana (en colaboración con Elpidio Ortega, 1973), Esquema para una revisión de nomenclaturas arqueológicas delpoblamientoprecerámicodelasAntillas (en colaboración con Plínío Pina y Manuel García Arévalo, 1974), El Caimito: un antiguo complejo ceramista delasAntillasMayores (en colaboración con Elpidio Ortega y Plínío Pina, 1974), Cayo Cofresí, unsitioprecerámico dePuerto Rico (obra conjunta, 1975), Arqueología de Yuma, República Dominicana (en colaboración con Mario Sanoja, Iraida Vargas y Fernando Luna Calderón, 1976), Medio ambiente y adaptación humana en la prehistoria de Santo Domingo, 2 vols. (1975-1976), Arqueología deCueva deBerna (obra conjunta, 1977), Arqueología de Punta Garza (obra conjunta, 1977), Arteindígena y economía enSanto Domingo (1977), Pipas indígenas deSanto Domingo y Puerto Rico (1978), Investigaciones arqueológicas en laprovincia de Pedernales (obra conjunta, 1979), Las sociedades arcaicas de Santo Domingo (1980), Vida y cultura en la prehistoria de Santo Domingo (1980), Los modos devida mellacoides (en colaboración con Elpidio Ortega y Angel Caba, 1981), La arqueología de la vida cotidiana
(1981), Estudio arqueológico del poblado circular precolombino de Juan Pedro (en colaboración con Elpidio Ortega, 1986), Panorama histórico del Caribe precolombino (1990), La fundación de la villa de Santo Domingo (en colaboración con Elpidio Ortega, 1991), La Española antes de Colón (1993).
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DECIR DE LAS SOMBRAS Por debajo de las alfombras había reflejos; trozos de soledad que se hicieron libélula y proyectaron sombras infinitas. El hombre, animado en su duda, fue mirando con pena debajo de cada estandarte; emergían los contornos del mundo y podía verse el triunfo de la muerte sometida, cuajada de lujurias, porque de sombra en sombra separada el cuerpo, único, exhausto, apenas se movía. Una sombra sin cuerpo; un latido metálico en la noche. Sombreros que se mueven en el aire. sin cabeza posible. Esqueleto innombrable de todo lo invisible. Se preguntan moléculas de duda, átomos de desidia si un día seremos libres y tendremos la sombra para nosotros. Responder esta duda sería algo así como hacer revoluciones, levantar barricadas, distorsionar el viento. (Oigan la historia: con su gran fusil vino el rubio invasor y se paseó de camino en camino, apresando las sombras; antes había ya ocurrido) y realmente cascadas de tortugas caminaban, caían, mientras del lomo duro del Caracaracol emergían otros seres; estamos en la noche de todo, cuando la sombra era pura y el aborigen era el dueño de su sombra. (Era la época en que la mar surgía desde una calabaza, ahogando las penumbras)
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y estábamos en junio: los catastros paralizados,
las estadísticas agonizantes; los cómputos podridos, los cables de prensa podridos también insultando la sombra de los pueblos cansados de miseria.
y se levantó la primavera con sus amas transidas... (Entonces el señor de polainas dijo: matad a tantos cerdos...) y así fue: los hediondos soldados de hojalata (comiéndose su iguana todavía y pensando en los muslos y los vellos negros de las doncellas que danzaban) blandieron su tizona eyaculando a la vez que matando. Ciguapas y cemíes huyendo en las montañas. y tras un largo siglo, negras sombras creciendo y podridos maderos, allá en el mar, en donde peces con acetileno perforan los aceros de las aguas. Miradme ahora: perturbado en la peste y en el cirio; anonadado, tronando con la furia de otros dioses, almidonado, como una camisa, que prefiriendo el viento parece de cartón, y ni se arruga. Henos, los hijos de una sombra en otra. (Porque háís de recordar que en 1606 comenzamos a vernos como otros; por ejemplo: comprendimos que los buenos ingleses eran «mejores» que los españoles: y hasta bebimos sangre de novilla, y dormimos en pieles, y la sombra, debajo de la piel, siguiéndonos de siempre, como un perro en sí mismo desleído.
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Ahora, siglos después, alquilamos las sombras, alguien nos las obsequia, porque se hacen en grandes factorías de los puertos ingleses y franceses, y norteamericanos. La sombra tiene réditos, préstamos la respaldan, cubriendo los países de multinacionales, la sombra ha encontrado su adusta geografía la explotación medida y de progreso convaleciente. ¡Oh, preguntad al esclavo de los primeros tiempos si era mejor su sombra que la nuestra! Preguntadle al Barón del Cementerio; a la Silí, preguntadle al viejo Yocahú, rey de la harina, protector del veneno de la yuca. Veréis que cada sombra es diferente; exiguos mayorales en el tiempo preguntan por el siglo de los siglos. Estamos en el borde de un año y de otros años y podemos pedir sombra a la sombra. Mientras aventureros de la sombra caminan y proyectan mecanismos de muerte, vamos pensando, vamos repensando en los hijos de puta del ayer, yen los hijos de perra del presente. Quién de sombras se libra... Quién de vida se libra. Quién, sólo el más puro.
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EL PALACIO DE JUSTICIA
He mirado, y no tiemblo, pero juro que nunca estaré en él. Tiene una pena honda de anaqueles cargados de dolor. Es de justicia, no de concreto armado, es de justicia y allí se teje el luto de los que no aportaron pruebas, de los siempre en proceso, de los damnificados por el miedo, de los entreverados por el odio. De los que tienen mantos muy oscuros para dar claridad de años sin vida y prisiones enormes. Cuanta justicia se hace a la injusticia levantándole estantes y palacios. Yo he visto a los más jóvenes con las vértebras rotas por las manos de un juez que respira hondamente su gran sabiduría y su figura honorable y amada. Porque el ajusticiado no tiene miedo al miedo sino a la cruel balanza con que miden la vida y que no pesa siempre perfectamente. Cualquier pieza de menos la inclina y desnivela. Cualquier moneda grande la inclina. Cualquier saludo afable envuelto en la amenaza, la inclina. Cualquier beso lejano prometido en un lecho, la inclina. Cualquier estupidez de un juez harto de jueces, la inclina. Cualquier viento de duda, cualquier hoja, cualquier cabello leve, cualquier nada la inclina.
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Este es el palacio de justicia. Aquí comienza el hombre a percibir la muerte plenamente. Aquí están los barrotes en potencia esperando la víctima, y la voz de los jueces tiene sabor a cárcel y aprisiona como una cuerda más atada al alma.
CANTO Canta lo que te venga en ganas, el grano de maíz y la locomotora, el satélite ruso y la lombriz de tierra arrepentida el pequeño escupitajo en la cara del señor Embajador, el pájaro leñador o carpintero, la mierda y la guitarra, el sonámbulo y la luz eterna de América encrespada. Canta a Puerto Rico y a Madagascar y a Zambía, el sacaclavos y la siembra, tienes que cantar los atardeceres aburridos y el temblor de la tierra, el brinca la tablita y el pan, el sereno y la yuca y el boniato, el saltamontes típico de Europa y salta fiestas típico de América, la carga fugitiva del cigarro y la llama votiva del sexo alucinado, la sopa bien casera y el menú del restaurante Mario's, las sandalias de Iván y la voz de Francisco, el fusil anegado
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y el cañón colonial, colonialista. Canta. No dejes de cantar. En el gerundio hay bosques de ceniza, por encima del verbo y de la verba hay millones de genes, por detrás de los genes razas, pueblos muriéndose de hambre; cantar. Sí.
Y.
ELEGÍA AJUAN LOCKWARD EsteJuan Lockward se morirá, sin dudas. Habría que pensar en su epitafio. Habríaque pensar en su guitarra y en un torrente de perdida voz dentro de la guitarra. Cuando Juan Lockward muera, -si es que muere algún día-, los físicos nucleares buscarán tiernamente átomos musicales para entender las uñas, los callos, la saliva de su larga fonética conservada en alcoholes. Si juan Lockward muriera, se moriría en minúsculas, como se muere un dulce trino de ave que vaga. Se moriría en minúscula, como las golondrinas o como los planetas, quién sabe. Sus deudos -los que oímos su voz una vez en la vida y nos lo enfamiliamos-, quedaremos absortos ante una muerte oval,
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tan mínima y profunda corno aquel caracol de estrías muy concéntricas y música por dentro. Hoy, que estoy tan borracho corno una quiromántica, tan ebrio corno un oso comenzando el invierno, he visto a Juan cantando, cerca de Marcelíno, y he pensado en su muerte, y he pensado en sus ojos encendidos de altura y muertos de paisajes. Su guitarra tenía costumbre de sirena; oídlo, esa es la voz de un cadáver lejano; se nos fue de cabeza, o de pies, hacia el Hades, Hornero, ciego y lírico, le guíe mientras pueda.
PARA QUÉ EL NOMBRE
Era tuberculoso: rifle en mano se lanzó por las calles; su amargura tuvo color de tos, y su figura sabor de soledad o de pantano. Era tuberculoso y tan humano, tan lleno de valor, tan poderoso que se escapaba de su calabozo e inventaba su luz con propia mano. y disparó para brindar su muerte y liberarse del bacilo inerte que mataba su fuerza y su albedrío.
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Pero sobrevivió por propio fuego. Era tuberculoso y triste; luego volvió a su enfermedad y a su vacío.
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RENÉ DEL RISCO BERMÚDEZ (1937-1972)
Nació enSan Pedro de Macorls el9 de mayo de 1937. Nieto del poeta Federico Bermúdez. Su vida transcurrió en un ambiente de precocidad que loharta alcanzar enpoco tiempo elbachillerato. A temprana edad produjocomposicionespoéticas queasombraron atodos, desempeñándose también como actor en veladas infantiles y como autor de canciones. Más tarde empezó en Santo Domingo sus estudios de derecho, interrumpidos por suvocación polftica que lo llevarla a luchar contra la dictadura hasta el extremo de ser llevado a prisión y enviado a un forzoso exilio a Puerto Rico. Regresa al país y se dedica con mayor entusiasmo a lalucha politica, fundando con otros escritores jóvenes el grupo denominado «El Puño» durante los días de laguerra de abril de 1965. En 1966 uno de sus cuentos espremiado por la sociedad cultural «La Máscara». Su primer libro de poemas, titulado El viento frío, es eminentemente autobiográfico. Aunque rodeado de muerte por todas partes, en estos poemas, según nos dice, desea poner sus palabras del lado de la vida. Porque el amorsiempreestuvo unido asuspreocupaciones y está presente en sus más crudos poemas de lucha. Muere enSanto Domingo el 20 de diciembre de 1972, a causa de un accidente automovilfstico, cuando ya empezaba a producir su obra de madurez, cuando las formas poéticas comenzaban a entregársele con nitidez, ytemática yestilo alcanzaban una ampliagama de resonancias enriquecedoras. Creó lapublicitaria Retho en los momentos de mayor [448]
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éxito desu carrera. En 1981, conprólogo deRamónFrancisco, salea la luzpública un volumen coneltítulode Cuentos y poemas completos, que dejando fuera a Elviento frío, recoge su narrativa y su producción poética inédita endonde, porprimera vez, quedan claras lasposibilidades que el destino le reservaba. Su nombre ha sido enarbolado como una consigna querepresentó losideales detoda unageneración, enestecaso, ladepostguerra. OBRAS PUBLICADAS:
Elviento frío (1967), Deljúbiloa la sangre (1967), Enel barrio no hay banderas (1974-1989), Cuentos y poemas completos (1981).
EL VIENTO FRÍO...
Debo saludar la tarde desde lo alto, poner mis palabras del lado de la vida y confundirme con los hombres por calles en donde empieza a caer la noche. Debo buscar la sonrisa de mis camaradas y tocar en el hombro a una mujer que lee revistas mordiendo un cigarrillo; ya no es hora de contar sordas historias episodios de irremediable llanto, todo perdido, terminado... Ahora estamos frente a otro tiempo del que no podemos salir hacia atrás, estamos frente a las voces y las risas, alguien alza en sus brazos a un niño, otros hay que destapan botellas o buscan entretenidamente alguna dirección, una calle, una casa pintada de verde
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con balcones hacia el mar... Debo buscar a los demás, a la muchacha que cruza la ciudad con extraños perfumes en los labios, al hombre que hace vasijas de metal, a los que van amargamente alegre a las fiestas. Debo saludar a los camaradas indiferentes ya los que viajan hacia otra parte del mundo, porque todo ha cambiado de repente y se ha extinguido la pequeña llama que un instante nos azotó, quemó las manos de alguien, el cabello, la cabeza de alguien. Ahora se acaban aquellas palabras, se harán ceniza del corazón, se quedarán para uno mismo... Es hermoso ahora besar la espalda de la esposa, la muchacha vistiéndose en un edificio cercano, el viento frío que acerca su hocico suave a las paredes, que toca la nariz, que entra en nosotros y sigue lentamente por la calle, por toda la ciudad...
EL DIARIO CAMINAR... En la ciudad el mar besa levemente los cristales, busca las piedras, los metales con luna, el cabello de las altas muchachas...
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El mar nos trae canciones para los que van a dormir cerca de las ventanas. Una mano encenderá una luz en esta hora, será cuando la espuma estalle y yo piense en el niño y el hombre de otra ciudad. En la mujer con su guitarra en el último balcón, al viento... No podré esta noche tocar los pies de los que pasaron. Levantar el puñado de polvo y en él reconocer otras miradas, rotos labios quedados en una época de olvido. Hay mar y noche suficiente para rodear todos los muros, para entrar, para tocar el borde de los lechos, para llegar a la garganta de alguien que prefiera cantar... Tal vez la muerte nos hallará en este mismo lugar, no como antes, no sobre algun hombro enrojecido. Nos hallará en los dinteles, junto a las puertas, limpiando los estantes, preparando el amanecer, los viajes repentinos... No será como aquella vez cuando, sentada junto a mí, tomabas las cosas de otro modo... Ahora iremos reconociendo las esquinas, los trabajos,
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las vidrieras, el diario caminar hacia otro tiempo...
PEQUEÑA MUERTE
Dime por qué tú insistes y te empeñas en negar esa muerte que no escribes, si es esto de soñar lo que no vives un modo de morirte en lo que sueñas. Dime por qué persistes y te adueñas de un ayer que te niega y que te inhibe, porque si aceptas que el ayer revive ¿qué harás con este hoy en que te empeñas? Comprende que estás vivo, que moriste en toda aquella vida que viviste, que no podrá el pasado retenerte. Que este sueño que sueñas y que escribes es tan sólo una seña de que vives sin querer convencerte de tu muerte.
SOY TU...
Soy tu quiero llamar, tu qué tristeza, tu vestido guardado en el ropero, tu horóscopo fatal, tu aquel sombrero que no has vuelto a poner en tu cabeza.
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Soy tu sueño cortado, la sorpresa de una puerta crujiente, tu desvelo, los pasos en puntillas, el 'pañuelo, y el perfume llenando aquella pieza. Soy tu qué diferente, tu nobleza, tu sortija, el perfume de tu pelo, tu eterna juventud, tu amor que empieza. Este soy yo, tus rabias y tu anhelo, respuesta al cansancio que bosteza, tu instante de belleza, tu agrio cielo! tu
SONETO ANTE LA ROSA Creces ancha de luz, muda en el viento, detenida ente el sol y la mirada, y es tu vida una muerte disecada y tu límite el limbo de un momento. Apenas si es tu voz un aire lento que en clara indecisión no dice nada, pero creces tranquila y elevada en la pura quietud del pensamiento. Hay un silencio en ti, hay una cosa, una callada muerte que reposa, una lejana ausencia suspendida... nada comienza en ti, nada clausuras, en ti sólo es presencia lo que duras abriéndote y cerrándote en la vida...!
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POR LA MUERTE DE TODOS A [acques Viau, en memoria.
No es morir, así, sencillamente, morir. Es haber estado firme dos minutos antes de la muerte sin pensar en echar hacia atrás, sin derrumbarse como un espantapájaros de trapo a las primeras ráfagas. No es haberse arriesgado. Haber estado de frente a todos los cañones. Sino haber permanecido fiel a cada paso, haber tenido la cabeza y el corazón llenos de la bondad del pueblo, de los errores del pueblo, de la dura doctrina del pueblo. No fue simplemente morir, que eso sucede a cada instante, desde un camión, desde la altura de los puentes, entre los cordones eléctricos, bajo la acción de los sedantes. Fue algo más. Fue la decisión en el momento de tragar pólvora y ceniza, de apretar el gatillo y sentir el golpe de la culata sobre el hombro. Fue esa aceptación ante las últimas palabras de los hombres... No fue simplemente morir. ¡Fue dar la cara para siempre... !
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PALABRAS AL OíDO DE UN HÉROE A Manolo, devotamente.
Comandante, dime que todavía puedes escucharme! Dime el color de los yerbajos mojados con tu sangre, dime la hora fatal, el preciso minuto en que cayeron sobre ti, con su terrible batería, tus sordos enemigos multiplicadamente broncos. Dime, oh limpio y Alto comandante, Tú, hecho para el dolor y el llanto de tu Pueblo, dime que el viento puro te rozaba la barba en la montaña, dime que la lluvia caía por la noche, que era alto el camino, que el pardo cielo oscurecía la tarde, que ardía tu frente sudorosa -tu amplia y clara frente donde soñaban las palabrasDime, recio y Glorioso Comandante, dime el sabor de las primeras viandas, el color del lodo en los desvíos, la sombra de tu gorra proyectada sobre tus pies seguros y golpeados, dime de tu camisa humedecida en la dura mañana... Hermano Comandante, Amigo Comandante, perdido Comandante, yo quiero que me digas
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que todavía puedes escucnarme, que todavía es posible que oigas mis palabras más allá de la tierra que te cubre, más allá de la lluvia y de la sangre, de las lívidas horas, del grave instante aquel de la caída, a pesar de tu costado herido y de las botas que pisaron en tu pecho, a pesar de las carabinas infinitamente disparadas, a pesar del silencio...! Comandante Robusto, Comandante, yo, que conocí tu hechura en bronce inimitable, yo, que escuché tu voz bajo la lluvia frente a los estudiantes y los trabajadores, yo, que te recuerdo para siempre desde la tarde aquella de un domingo imborrable, yo, que te vi bajar de tu lejano pueblo con la luz necesaria en las pupilas, yo, que te vi bajo los golpes poderosos, que canté junto a ti, que te hice sonreír como un muchacho de provincia, que me sentí tu hermano como aquella mañana cuando besabas a mi pequeña hija a la que puse un nombre que tú amabas con angustiado apego, yo, que no estuve en cambio junto a ti en el momento de caer en el instante de la sangre, en la hora profunda y cruel y tormentosa de la última palabra,
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te pido, oh, Inmenso y Glorioso Comandante, oh, Limpio Comandante, te pido que me digas, desde tu muerte interminable, que escuchas esta voz con que te llamo como si no te hubieras ido para siempre...!
JUSTIFICACIÓN DE LA ODA No hay que cantar precisamente bajo la noche, ni obligatoriamente bajo el día... Basta la calle cotidiana, hojear el diario o caminar los barrios llenos de niños y estornudos, o quizás baste también con mirar a los ojos a una muchacha costurera. Yo lo he dicho más de una vez: Ninguna voz es pura si a espaldas de estas cosas se levanta. y así comienza esta sencilla Oda visitante de las casas pobres, amiga del ají, de las paredes de papel, de la anemia, de los niños con fiebre, del carbón y de los partos dolorosos...
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Alguien dirá que estoy mintiendo en esta hora. A éste yo le mostraría mi casa, mis papeles y mis propias espaldas... Podría llevarle de la mano hasta el fondo de mi escritorio, a hurgar en mis apuntes, en mis cartas, en mis fotografías ... y luego le dejaría ver la sombra de los golpes, los viejos y los nuevos, los de siempre, los golpes inacabables.! Entonces no diría más que estoy mintiendo en esta ni en ninguna hora de la tierra; en ninguna hora de este pueblo de lavanderas y albañiles; en ninguna hora de esta tierra de escolares en ayunas y de muchachas pesadamente grávidas, en ninguna hora de sudor y sacrificio, de persecución y de maldad, en ninguna hora sombría ... Entonces, también repetiría que esta Oda pequeña y resistente es amiga del maíz y de la arena, de la tuberculosis y el cansancio, del taller y de la cárcel. También diría que es verdad
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que yo canto a cualquier hora, bajo la noche o bajo el día, pero que canto Yvivo igual que en esta Oda ... !
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JUAN JOSÉ AYUSO (1940)
Nació en La Vega el1 S denoviembre de 1940. Delarga y destacada labor en elperiodismo, especialmente en el vespertino El Nacional, por laqueha recibido elPremio a laExcelencia Periodística delaFundación Arturo Pellerano Alfau. Perteneció al grupo «La Isla», donde inició su vocación patriótica y poética, siempre unidas ambas indisolublemente a través de su vida en textos volcánicos en los quepretende enjuiciar la época y lasociedad. Decarácter introspectivo, seha replegado al ámbito familiar, tal vez un tanto desilusionado por la imposibilidad de esa lucha quesusversos anunciabandemaneracandente. Enla actualidad, sólo de tarde en tarde publica poemas sueltos en órganos como el suplemento Isla Abierta, delperiódico Hoy. OBRAS PUBLICADAS:
Bienaventurados los cimarrones (1969), De once varas (1980), Balaguer. Notas cotidianas para un ensayo (1995).
BIENAVENTURADOS LOS CIMARRONES PRIMERA VUELTA
Llegaste con tu pan bajo el brazo mas no sólo de pan vive el hombre. [460)
JUAN JOSÉ AYUSO
Eres el hijo hermano siervo y amo de la tribu y la aldea. Porque estás en la Tierra Prometida estás en el Edén no al Este del Edén sino en el Paraíso. Eres el hijo el padre y el espiritusanto por los siglos de los siglos de los siglos amén. Descanse en paz su alma. Fue un hombre que nació para ver la verdad. Ciego de nacimiento. Cesen los cuentos de hadas los salmos y oraciones. Realmente esta no es la Tierra Prometida. Nació para morir. Murió (¿para nacer?). Filosofía inconclusa. La madeja se enreda y va perdiendo al hombre entre mil vericuetos. San Cristóbal patrón de los viajantes se asiló en la embajada
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tras el golpe de Estado. Lo echaron del gobierno. ¡Pobres de los viajantes! Llegaste con tu pan. Está cara la harina. En verdad no creciste comiendo mucho pan. Santabárbara truena para que la recuerden. ¡Oh, ingratitud humana! y San Isidro llueve y los damnificados se marchan al estadio y consiguen sus casas y solares. Vendían las muchachitas a los catorce años. Eran damnificados. Ebrias, drogadas, sucias las niñas resistían entre las piernas el rescate moral de las autoridades. «Esa es la del teniente. No te metas con ella». Eran damnificados. San Isidro llovió en Santa Leocadia y el Vaque fue un burdel. Había mil familias. Nadie sabía con quién se acostaría en la noche. Podría ser la mujer pero también podrían ser la hija o la hermana la vecina la vieja.
JUAN JOSÉ AYUSO
Nunca sólo de pan. Nunca sólo de pan. San Judas represivo con su garrote al hombro. Santa Marta logrando lo imposible y San Antonio pícaro casamentero vuelto de cabeza. El santoral se agita De pan no vive el hombre solamente aunque cada hombre llega con su pan bajo el brazo. Ten fe y espera. Divina Providencia ¡cuánto tarda! Mil veces se han quedado los festejos la comisión municipal frustrada. No llega el Día del Juicio ni aparece el Mesías. Alguien manda un papel al magistrado y el pueblo sique preso. No vale el Hábeas Corpus. Sísifo de Francisco qué empinada es la cuesta y qué grande es la piedra. El lobo se comió a Caperucita y los siete enanitos violan a Blancanieve. Le echaron bolas negras en el Centro A cenicienta Pérez.
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Llegaste con tu pan bajo el brazo mas no sólo de pan mas no sólo de pan y mas no solo.
MIGA DE PAN. AMOR. LAVIEJA REBELDÍA PARTE n.
Nunca segundas partes fueron buenas.
Porque tú fuiste el canto, has sido la canción en mitad de la vida. Dejé que te marcharas y te fuiste. Ya la historia está escrita. Pero vuelven los círculos. Años después, no importa cuántos, los círculos se ensanchan y gira la espiral hacia el espacio arriba. Los tiempos y sus cambios. También cambia la gente. Tú y yo no hemos cambiado -es lo que me repites-.
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Sólo ha pasado tiempo. El tiempo es lo que cambia.
Los espejos devuelven una imagen de quince años más tarde, que pudiera ser aún más borrosa que la realidad. Un campo de tabaco, Santiago, noche y amanecer, entrega de inocencias, escrúpulos, conciencia, silencio, desnudeces, carne limpia, pureza. Una santa de nombre Miguelina sin santoral ni misa incluida por decreto. (Son once mil y una.) Ebrio y sobrio el poeta, lleno de asombro el hombre, nadie lo comprendía. Sólo tú y yo. Solos tú y yo. El olor del tabaco y el rocío. El olor de la tierra. El café mañanero. (Ahí dejamos dos tumbas y una cuna.
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Después rompió el silencio como canto de gallo y rompió la distancia. Fue esa pesada noche que precede, la más pesada noche que precede a un cierto amanecer de incertidumbre.) Pero habías sido el canto y la canción. Canción, tu voz pausada, Antero Morrobel, los framboyanes, mucho de cimarrón sin la buena ventura. Pero habías sido el canto y la canción y has sonado muy alto y la voz que me diste se escribe todavía entre líneas de libros y citas de poetas y estudiosos y huellas de los coches de Santiago y Baracoa, LaJoya, Bella Vista, El Ingenio. y la voz que me diste, historia no olvidada, recuerdo ahora presencia, presencia ahora recuerdo, está escrita entre libros y vivida entre vidas y respira, se mueve, tiene tres nuevos nombres, cinco, seis, mil,
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millones. Todo cuanto ha pasado. (Quince años después, escribas, fariseos. Todo ha cambiado, nada. Nada ha cambiado, todo.)
La canción, Miguelina, has sido el canto, la paz entre la guerra. Has sido y lo serás por los siglos y siglos de los siglos. Tal como está escrito y fue vivido entre historias e Historia, lleno de Desiderio, lleno de Horacio Vásquez, ]imaquén, Marcelino, lleno de Cucharimba y de patios floridos, de Liborio y Tío Marco y de un jardín de orquídeas residencia de una orquídea señora y señorial, reina madre, la dama, la tía siempre en el cielo, de nombre impronunciable, sobre todo mortal, como todas las damas de primera. Por los siglos y siglos de los siglos, Miguelina, Santiago
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este triste país digno de mejor suerte. Por los siglos y siglos de los siglos, eres, serás el canto. Tal y como fue escrito y fue vivido. Tal y como está escrito.
Bienaventurados los mansos, también ellos. Que tampoco verán al señor sentado a su siniestra, a su diestra o a su espalda. Tú fuiste la canción, tú fuiste el canto. Miguelina, Santiago y un campo de tabaco. Miguelina la gloria. Sean bienaventurados todos los cimarrones y los mansos también. (Es poco lo que importa, o importa demasiado. Lo que importa es el canto y el canto ya fue escrito porque ya fue vivido.)
Santo Domingo Otoño de quince años después.
MIGUEL ALFüNSECA (1942-1994)
Poeta, narrador, actor teatral, bailarín clásico y publicista. Tan versátil artista no podía sustraerse a las inquietudes políticas del momento. Por esta razón crea, junto a René del Risco Bermúdez, Armando Almánzar e Iván García el grupo cultural «El Puño» que, como su nombre indica, seconstituía en un factor delucha para nuestro ambiente. Más quedepoetas, fue ungrupo denarradores quedeseaban introducir en el país las últimas técnicas de la narrativa continental, tomando al «boom» latinoamericano como sugran orientador. Miguel Alfonseca sedestaca, sinembargo y muy especialmente, como poeta. Su primer libro, Arribo de la luz, dedicado «alos mártires del Movimiento de Liberación Dominicana, caídos enlaexpedición de 1959» demuestra una originalidadyunamadurezpoco usuales entemas tancontrovertidos, lo que fue confirmado luego en La guerra y los cantos, prologado por Ramón Francisco. Al tono whitmaniano uneAlfonseca lacontingencia caribeña en un momento determinado de nuestra historia. Su «Coral sombrío para invasores» llamó laatención enmedio delaprisa y delos ideales atropellados de una generación sin salida que terminó luego arrastrando su desencanto pornuestras calles y plazas. Replegado ensí mismo, Miguel Alfonseca renuncia a lacreación artística para dedicarse ala filosofía hermética, unaespecie dereligión universal queleimponía renunciamientos humanos y un ideal de vidapoco frecuente. Nace enSanto Domingo el25 deenero de 1942 y fallece enlamisma ciudad el6 de abril de 1994. [469]
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OBRAS PUBLICADAS:
Arribo de la luz (1965), La guerra (1970), Isla o promontorio (1975).
y los cantos (1966), El enemigo
CORAL SOMBRÍO PARA INVASORES
Morirán sin los abetos de Vermont. Morirán sin los grandes pastos rizados por el viento, sin los frescos terrones de California ni la cordillera del Oeste, donde el cielo es un pálido patriarca en mansedumbre. Morirán sobre una tierra que no es suya, entre unos hombres de distinta lengua, ojos diferentes y distinto corazón. Porque son invasores. Destrozan nuestros niños y aúllan las raices del planeta. Matan nuestras madres y el mundo gime pateado en los ovarios. Morirán sin la sana harina del labriego cocida en el fuego saludable de los árboles. Morirán sin los cánticos de la campiña, sin la ronda amorosa de la escuela, sin el jubileo de los pájaros en la ventana cuando la edad sitúa el mundo lejos, en el marco de madera tibia labrada con las manos. Morirán sin el cedro, sin el olmo, sin el roble, que escucharon el vagido de su nacimiento.
MIGUEL ALFON5ECA
Porque son invasores. Porque matan al hombre que defiende su heredad, la tierra en que nacieron sus padres y murieron, la tierra en que nacieron sus hijos y morirán. Porque vienen sin el amplio corazón de Lincoln. Morirán lejos de los grandes bosques de Oregón donde el aire es una canción silvestre. Morirán sin los dulces brazos de sus ríos, sin las cálidas palmas de sus madres, sin los besos temblorosos de la amada, sin la risa de sus hijos. Porque son invasores. Porque no defienden su patria sinó que agreden la nuestra. Patria pequeña de tierra. Patria inmensa de hombres. Porque vienen a enterrar el alba que subimos con huesos y con sangre con pólvora y con llanto y con amor.
LA SANGRE QUE FRUTECE
No se sabe dónde yacen muchos ¿qué importa? ¿Para qué saber un lugar preciso
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si están en todas partes? En cada terrón del campo, en cada hoja matutina o vespertina, en cada arroyo de largas piernas dulces donde el camarón y la biejaca duermen y son atrapados por el hambre de los niños, en cada río de boca abierta a los astros, a la selva y a los hombres. Están en todas partes. Desde el limo y las cenizas han subido, suben y habitan la heredad. Están en todas partes. En el piafar de los caballos rutinarios del monte que llevan una sarta de sudorosas estrellas en las crines, en las montañas donde el aire grita y sabe a exterminio en cada noche y cada día. Están en todas partes. Nos miran eternamente. Nos hablan eternamente. Su risa está en el viento cimarrón de las lomas. Hablan por el agua que acarrean las campesinas.
Yo beso sus rostros en las frágiles corolas salvajes que al viento se dan como banderas. La yerba no puede doblegarlas: el sollas mantiene de pie y las nutre. Hay una fuerza extraña en ellas, como si los muertos surgieran por su savia
MIGUEL ALFONSECA
y echaran a través de los colores y el aroma su clamor al viento de hélices violentas.
Yo recojo la simiente que dejaron después de tanta muerte. La saco de las miasmas escondidas, las limpio de ceniza, limpio la quemadura, la restaño con mi llanto que es el llanto de mi generación, generación nacida en medio de la trampa y la doy al viento de esta tierra oscura para que la esparza en los surcos y germine al calor de lágrimas de muchedumbres.
No se sabe dónde yacen muchos. ¿Qué importa? ¿Para qué saber un lugar preciso si están en todas partes? En todo punto de la isla están hablando siempre. Dándonos fuerzas en la lucha. Dándonos valor. Dándonos la luz que necesitamos. Porque su sangre no murió. Su sangre cubrió las cordilleras, las lomas, las llanuras. Bajaba con los ríos y arroyuelos, alcanzó los villorrios miserables,
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pasó a los pueblos, llegó a las ciudades gritando, gritando, gritando tan fuerte que hizo del país un solo grito. Se metió en las casas, se sentó a las mesas, se acostó en las alcobas gritando, gritando, gritando libertad, gritando libertad.
No se sabe dónde yacen muchos. ¿Qué importa? ¿Para qué saber un lugar preciso si están en todas partes? Están junto al hombre. Junto al hombre que muere, junto al hombre que lucha, junto al hombre. De su sangre brotó la esperanza para todos. fruteció la lucha por una patria para todos. ¡Ay, de quien traicione la sangre que trajo la semilla para todos. Maldito el que traicione el sacrificio de los hombres que murieron por un futuro luminoso, limpio y abundante para todos.
]EANNETIE MILLER (1944)
Figura de gran personalidad en nuestras letras. Parece haberla rodeado siempre la leyenda como hija de un padre, Freddy Miller, cuentista, prematuramente desaparecido y transportado a una galaxia desconocida, y de una abuela, [ulieta Otero, queenvejeció en elrecuerdo de unacarrera de soprano assoluta, comono ha habidootraenelpaís. Esa aura de leyenda acompañó desde niña sus precoces actuaciones teatrales con la obra más refrescante de García Lorca, La zapatera prodigiosa. Después, ya sehizo unaartistamadura,una crítica dearte, una maestra de lengua española, guionista de cine, creadora de monografías de arte, disertante en cónclaves de mujeres ilustres, articulista delosprincipales diarios nacionales y tantas otras cosas a las que esllevada decontinuoporsu avidezdeconocimiento, porsu pasión de arte y de vida. leannette Miller es una poetisa de rara sensibilidad. No sepierde en sentimientosepidérmicos, sino que ahondaconcrudeza y desesperación para ofrecer en cada poema un testimonio, lo más descamado posible, desuspropias experiencias. Lostítulosdesuslibros indican el tono que en ellos impera, son Fórmulas para combatir el miedo y Fichas de identidad. El ávido lector que se acerque a estos poemarios encontrará una alta temperatura que de inmediatoafectará su visión del mundo. Ieannette Miller nació en Santo Domingo el 2 de agosto de 1944. Licenciada en Letras porla Universidad Autónoma deSantoDomingo. [475]
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Ha ejercido la docencia en dicha universidad y en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Ha recibido importantes premiaciones y distinciones: Premio Investigación Teatro Nacional y Comisión Jurídica de la Mujer ante lasNaciones Unidas (1975); Premio a la Crónica y Crítica deArte Fundación Pellerano Alfau (1976); Supremo de Plata[aycee's a los 10 jóvenes más sobresalientes delpaís (1977), etc. Estácasada conelgran artista del lentePolibio Diaz, para el que ha escrito páginaselocuentes en los libros Espantapájaros del Sur e Imágenes de carnaval. OBRAS PUBLICADAS:
El viaje (1967), Fórmulas para combatir el miedo (1972), Participación de la mujer en el proceso cultural dominicano (1975), Gilberto Hernández Ortega o la trascendencia de un universo mágico y poético (1978), Historia de la pintura dominicana (1979), Ortografía (1981), Guía de la Galería de Arte Moderno (1982), Paul Giudicelli: sobreviviente deunaépoca oscura (1983), Polibio Díaz:espantapájaros del Sur (1984), Fernando Peña Defilló: mundos paralelos (1985), Fichas deidentidad/Bstadias (1985), Mujer dominicana y artes plásticas (1992), Paisaje dominicano: pintura y poesía (1992).
YOGRAFÍA
Yo que necesito plantas, luz palabras de ternura que me siento a pensar en mi desgracia a plena tarde medio masoquista fea profesora
Yo que solo con palabras me presumo
]EANNETTE MILLER
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me palpo me proyecto interpongo ideas a la carne levanto largos muros de metal frío, devorante entre otros y yo que tengo miedo a la locura, al vino, al entregarme agarro mis recuerdos una niña gorda, inútil, solitaria casas de muñeca y tacitas de té ráfagas de aire y de suspiros entre mi abuelo no abuelo y sin mi padre
Yo que encuentro en Franklyn, Juan Francisco y otros eso terrible que no tuve que sé disponer letras, sílabas y nombres cuidadosamente, agresivamente
Yo estoy harta de mí.
LA LOCA
Ella se levanta cada día con el alba dormita a pleno sol reserva los momentos de silencio para la soledad. Recostada en una puerta imaginaria ve la vida la paciente vida que no le toca vivir. Recorre las calles tras la voz que se la lleva sorprende con absurdos quejidos a quienes la rodean llena su círculo fatídico en busca de pretextos.
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Falta de todo. Reducida en sus ansias, recibe la noche en retirada sucia de golpeante vida en el pecho un animal furioso.
DESPUÉS DE TODO, MEJOR ME CALLO... Es increíble que en el ojo de la noche una mujer sola se recueste cara al viento. No tengo a dónde ir ni a quién hablar las rocas se esfuman y el mar golpea transeúntes. No quiero definir ni el «fondo» ni la «forma», quiero encontrar mi soledad sin esperanzas, enfrentarla corno se enfrenta a un viejo hasta que acabarnos por soportarlo o amarlo. Pienso en Sabines y me siento compartida en una angustia oscura que repulsa la vida. Soy esto y lo seré siempre, pálido animal erguido en medio del cemento, renegando de mi ruta y de mi puesto, odiando a Lorca y a Neruda porque me marcaron con su melodía. Soy este ser informe e impotente que dispone sus versos sin creer en ellos. Bultos de luz rastrean mis pisadas, son coches o carros o taxis o cigüeñas, sólo contemplo el resplandor de las fachadas islas flotando en medio de la noche. La extensión del silencio no tiene límites.
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Redondeo las frases, las alargo para regocijarme en este pálpito de muerte en esta pobre angustia que persiste aún en mi carroña Suena el teléfono Félix Grande me invita a hacer el amor inusitadamente en Madrid pero yo estoy a ocho horas de vuelo y temo a los aviones. Ava Gardner Rosario Castellanos Marilyn Monroe y Sara Ibáñez me saludan desde el balcón vecino, les saco la lengua muerta de envidia y me marcho en mi platillo volador de stainles steel a recorrer el cielo. No creo ni en las flores mucho menos en mí misma arrastro este fardo pesado sin contar las galaxias acostumbrada al peso de la gravedad sin esperar salida de vuelta de una libertad que inventamos como masoquistas no creo en Hamlet Prometeo Segismundo y Huidobro tampoco en lean Paul Sartre y la antropología me entristece. Después de todo, mejor me callo.
MI LENGUA A Manuel Rueda
Esta lengua de siglos cambiante como el agua
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¿qué es? ¿Una historia, una flor, una máscara? Esta lengua de cieno que antes me amarraba con la palabra cruz, con la palabra oro, con la palabra muerte, ¿qué es? ¿Mi historia, mi lucha, mi silencio? Esta lengua que borró mis primeros fonemas dejándome desnuda, aterrada, que me tiró en el pozo de la primera muerte sin sonidos para espantar el miedo, sin palabras para entender las cosas, para guardarlas... Esta lengua vieja que mastiqué despacio y me tomó la vida, y otra vida, y otra vida, hasta que fue ablandando de piedra a ritmo, de tierra en agua, de hierro a fruta, de blanco en mambo. Esta lengua de cielo y de murmullos que volví a fabricar comiéndome las eses, soñando las imágenes que amo, masticando insignias y blasones a ritmo de tambora, con los negros suplantando los indios
JEANNETTE MILLER
sementando las blancas, y nosotros, marrones, haciendo la bachata desde siglos, bailando con merengue, rumba y plena, saboreando el sancocho, remeneando las nalgas, a golpe de palma y sol, de sangre. Esta lengua impuesta que ahora me define. Esta lengua libre como un pendón de fuego. Esta lengua que se desprende de mi boca, golpe, agua que late, bote que rema, ola que llora, patria penetrada que penetra... esta lengua de isla, de palma y hambre, del odio y del amor, de la esperanza... Esta lengua esencial erguida en su esqueleto, carnada de amapolas, nueva como yo en medio de mi patria bullanguera vestida de esmeraldas. Esta lengua de trópico, de tierra y continente... Esta lengua en girones que nombra lo que hace, que reinventa la vida, que reescribe la historia marcando lo que quiere, gritando como llama. Esta lengua bandera que une y que separa
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¿qué es? Una historia. Una flor. Un arma.
NORBERTO JAMES (1945)
Norberto Pedro lamesRawlings nació en SanPedro deMacorís el6 de febrero de 1945. Hijo de un inmigrante jamaiquino y de una dominicana. Desde muy temprano se apasionó por todas las artes e inició estudios tanto depintura y escultura en la Escuela Nacional de Bellas Artes, como desolfeo enelConservatorio Nacional deMúsica así como deapreciación musical enlaUniversidad deLaHabana. También en esta última ciudad hizo un curso con René Depestre sobre los problemas culturales y literarios en lasAntillas deexpresión francesa, graduándose de Filología. Dentro de la joven poesía dominicana se distinguió con unsolopoema, «Los inmigrantes», especiedeautobiografía donde exalta las peculiaridades familiares y a los compueblanos más unidos a sus afectos. Desde entonces, y mientras cursa estudios en los Estados Unidos, se esperan deél losnuevos frutos desu talento queya parecen demorarse demasiado. OBRAS PUBLICADAS:
Sobre la marcha (1969), La provincia sublevada (1972), Vivir (1981), Hago constar (1983).
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LOS INMIGRANTES Aún no se ha escrito la historia de su congoja. Su viejo dolor unido al nuestro. No tuvieron tiempo -de niñospara asir entre sus dedos los múltiples colores de las mariposas. Atar en la mirada los paisajes del archipiélago. Conocer el canto húmedo de los ríos. No tuvieron tiempo de decir: -Esta tierra es nuestra. Juntaremos colores. Haremos bandera. La defenderemos. Hubo un tiempo -no lo conocíen que la caña los millones y la provincia de nombre indígena de salobre y húmedo apellido tenían música propia y desde los más remotos lugares llegaban los danzantes. Por la caña, Por la mar. Por el raíl ondulante y frío muchos quedaron atrapados.
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NORBERTO JAMES
Tras la alegre fuga de otros quedó el simple sonido del apellido adulterado difícil de pronunciar. La vetusta ciudad. El polvoriento barrio cayéndose sin ruido. La pereza lastimosa del caballo de coche.
El apaleado joven
requiriendo la tibieza de su patria verdadera. Los que quedan. Éstos. Los de borrosa sonrisa. Lengua perezosa para hilvanar los sonidos de nuestro idioma son la segunda raíz de mi estirpe. Vieja roca donde crece y arde furioso el odio antiguo a la corona. A la mar. A esta horrible oscuridad plagada de monstruos.
Óyeme viejo Wi1ly cochero fiel enamorado de la masonería. Óyeme tú George Iones ciclista infatigable. Iohn Thomas predicador.
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Winston Brodie maestro. Prudy Ferdinand trompetista. Cyril Chalanger ferrocarrilero. Aubrey James químico. Violeta Stephen soprano. Chico Conton pelotero. Vengo con todos los viejos tambores arcos flechas espadas y hachas de madera pintadas a todo color ataviado de la multicolor vestimenta de «Primo» el Guloya-Enfermero. Vengo a escribir vuestros nombres junto al de los sencillos. Ofrendaros esta Patria mía y vuestra porque os la ganáis junto a nosotros en la brega diaria por el pan y la paz. Por la luz y el amor. Porque cada día que pasa cada día que cae sobre vuestra fatigada sal de obreros construimos
NORBERTO JAMES
la luz que nos deseáis. Aseguramos la posibilidad del canto para todos.
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LEÓN DAVID (1945)
A pesar desusinnumerables búsquedas, suvozaun seencuentra en elproceso deofrecersuscantos máspersonales. Apartir deunclasicismo enelqueparece sentirse cómodo, y cuya mecánica leesfamiliar, ensaya los diversos tonos a los quesesiente atraído porsu cultura literaria. De ahí que rastreemos en su obra, desde Lope de Vega, pasando por losé Martí, Rubén Daría, Antonio Machado, hasta llegar a un Iorge Luis Borges quese ha instalado en su poesía porderecho propio. Cantor del hombre y de sus atributos humanos y divinos, suele exhibir acentos de una tüosotia orientalista proclive a la moraleja. Intenta lapoesía social demanera directa, casi descamada, entregado aunainnegable vocación nacionalista: de ahí su Intento de bandera. Su verdadero nombre es luanlosélimenes Sabater. Nació enLaHabana, el25 dejunio de 1945. Llega al país con su padre luan Isidro limenes Grullón, después de la muerte deTrujillo. Segraduó deLicenciado enLetras porla Universidad de los Andes, de Mérida, Venezuela, país en donde permaneció largos años. Ha sido director del Departamento de Letras de la Universidad Autónoma deSanto Domingo, y también director dela Escuela de Arte Dramático de la Dirección General deBellas Artes. Es crítico de arte y literatura. Escribe teatro. OBRAS PUBLICADAS:
Poemas (1979), Narraciones truculentas (1979), Compañera (1980), Poemas del hombre anodino (1984), Poemas del hombre nuevo [488]
LEÓN DAVID
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(1986), Huellas sobre la arena (1986), Parábola de la verdad sencilla (1986), Trovas del tiempo añejo (1986), Adentro. 2 tomos (1986), Intento de bandera (1991), Guirnalda (1993).
INVITACIÓN A LA ALEGRÍA A TRAVÉS DEL DOLOR
Hermano atormentado de la noche, déjame alzar el canto por sobre la estatura inmóvil del granito y llegar hasta ti para soñar contigo, para beber contigo, con una misma sed, la misma agua. Deja, hermano, que rompa esta costra de cal con que fabrica óxido el silencio y engendremos de nuevo desde su brizna joven la palabra. Despojado de huellas, vaciado de sangre, abierto de penumbras, urgido de distancias, hoy retorno hacia ti como el hijo perdido al seno de la madre y te pregunto el nombre que me diste, ése que, sin saberlo, dejé tirado un día al borde del camino. Sólo tengo la voz, mi pobre voz enferma y perforada para sembrar la luz y contemplarte el rostro y callar de una vez definitivamente.
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Yo no sé si podré sujetar la mirada pero sé que mi sangre escapa a borbotones y que corre hacia ti como si la llamases. Hendido estoy, hermano, de tus mismos agravios y hendiduras y por mi arteria trunca se despeña una rosa. Vuelve hacia mí tu faz, hermano inescrutable, hombre, roca, volcán abrupta serranía, duro metal de huesos y carne apisonada, vuelve hacia mí tu faz, hermano misterioso, que el tiempo ya llegó y se hace tarde y es preciso contar tu historia sin palabras. Déjame que la cuente trepándome a los ojos y escale por la virgen latitud de tus llagas, déjame que penetre al fondo de ti mismo por tus viejas raíces y tu antigua nostalgia, renaceré en tu sangre contando cicatrices y arrimando uno a uno los huesos apilados, renaceré del polvo de tus sueños vencidos, de las bocas abiertas de tus heridas pardas, de todos los rincones donde anidaste el grito, para seguir cargando tu imagen mutilada, renaceré del torvo latido de la noche para sembrarte el cuerpo con luz de madrugada. Desde este afán, hermano, que me empina hacia ti voy elevando el canto hacia tu frente erguida, déjalo que te ascienda por los pies hasta el rostro y que te muerda el pecho como una hoguera inmensa de temblores ocultos, déjalo que penetre por tu escondido anhelo
LEÓN DAVID
antes de que perezca la piedra calcinada, yo sólo soy el nombre que busca tu figura y ese perfil exhausto que se adhiere a tu carne, mi presencia se agota donde tu cuerpo acaba y detiene mis pasos tu interrumpida huella. Más allá de tus ojos yo no tengo mirada, yo no tengo palabras más allá de tu boca ni hay latido en mi pecho si tu pecho no late ni extravío en mi sangre si tu sangre no brota. Te construiré de nuevo, hermano, desde el fondo, lanzaré tu semilla luminosa al limo inmaculado de la noche para que te alimente su arteria temblorosa y vuelvas a la carne nostálgico de astros. Te construiré de nuevo, hermano, no lo dudes, de insomnio y de silencio, de claridad y brisa, con mi voz perforada y mi garganta ronca te construiré de nuevo, hermano, la sonrisa. Hoy que voy recogiendo los trozos esparcidos y contando las huellas y apiñando el recuerdo me pregunto por ti y al pronunciar tu nombre el hueso del silencio quiebra un eco de escarcha. Desde el hondo naufragio de la carne hacia mi sed te alzo y te contemplo, por ti sólo sostengo la orfandad de mi canto
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y esta voz apremiada donde se cría la sombra. Yo te levanto, hermano, de la última caída para que fabriquemos de nuevo la mañana y la yedra del tiempo y el verdín de las horas y el nocturno salitre que azota y acaricia y el grito de la aurora asaltada de gallos; para que fabriquemos, hermano, nuestros rostros, nuestra piel, nuestro pelo, nuestra perdida infancia y la sentemos, tibia, a jugar en la arena a reventar castillos de sol contra las olas, para que fabriquemos de nuevo los recuerdos, el musgo del pasado, la apolillada alfombra, el reloj silencioso que murió en tres y cuarto y la lluvia amarilla que escurre en la ventana, para que fabriquemos los antiguos jardines, las antiguas veredas, las antiguas estancias, los antiguos sudores de escuela y mediodía y aquel zumbar de grillos y moscas enigmáticas. Hermano, yo te invito a recordar conmigo y a soñar el recuerdo y a vivir lo soñado, te invito desde el fondo de mi íntima sustancia a naufragar despierto sobre tus propios ojos, te invito a que rehagas tu historia desde adentro y a que como los árboles
LEÓN DAVID
te nutras desde abajo, te invito a que te eleves hacia tu pensamiento como si el pensamiento te tendiese la mano, te invito a que contemples tu dignidad de frente y a que de frente hurgues el horizonte opaco, te invito a que recojas un puñado de tierra para que al fin aprendas a acariciar la muerte. Hermano, yo te invito a renacer de pronto de brisa y de llovizna, de latido y de sombra, de silencio que escurre por entre los maizales y de nido que tiembla y de níño que llora, te invito, hermano mío, a la última partida, al último espejismo, al último retorno, al remoto paraje mineral de tus huesos donde se astilla el torpe crujir de mi palabra, te invito a que recojas del polvo la osadía y a que con ella midas el cansancio que falta, a que limpies de herrumbre tu oxidado decoro para que no lo pises cuando sueltes el canto... Hermano, yo te invito a que vayas conmigo para que me refresques el sueño con tu sombra, para nutrir la noche de párpado y murmullo y amanecer de pronto sobre el grito del alba, yo te invito a que esculpas nuevamente tu forma, a que amases tu harina, a que caves tu surco y por la tierra vayas abriéndote la sangre hasta que se levanten del suelo los escombros.
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y yo también te invito, hermano,
a mi silencio, a que en él te recojas, capullo desolado, a contemplar las hojas oscuras que partieron y el cielo brusco y hondo, mudo y deshabitado, te invito a mi morada que agrietaron las horas, a esta pegajosa soledad que me abraza, a los viejos rincones de polvo y de tristeza donde fui descubriendo la flor de la mañana allá, en lo más hondo de las grutas del llanto te esperaré, mi hermano, con la voz desprendida para que tú la tomes y me abrigues el canto, ¡para que el canto brote hasta por las heridas!
PEDRO VERGÉS (1945)
Nació en Santo Domingo el 8 de mayo 1945. Es esencialmente narrador, aunque hapublicado dos libros depoesía enEspaña: Juegos reunidos (<
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Pedro Vergés esLicenciado enFilología RománicaporlaUniversidad de Zaragoza. Ha sido profesor de Literatura y Lengua en Francia y en España. Formó parte del Consejo de Redacción de la revista Hora de Poesía, deBarcelona. Después deradicarse denuevo en supaís, pasó a dirigir elCentro Cultural Hispánico, realizando unabrillante labor que le mereció una condecoración del gobierno español. Fue profesor de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña. Actualmente dirige la Casa del Escritor Dominicano. OBRAS PUBLICADAS:
Primeras palabras (1966), Juegos reunidos (1971), La escasa merienda delos tigres (recopilación de inéditos de Miguel Labordeta, 1975), Durante los inviernos (1977), Sólo cenizas hallarás (Bolero), (1980).
DE CÓMO DESCRIBIR LO QUE SEHACE El poema es un pez. Sumergido primero por azules profundos, baja hasta el fondo, baja hasta el origen mismo de la nada y del cero. Allí esculpe moradas con élitros y erizos y forma nuevas ondas enemigas de todo. Convencido del cierre de las puertas del sueño, herido, permanece, como un insecto al fuego, cruelmente acuchillado
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PEDRO VERGÉS
por agujas y espinas. Con disfraces diversos imita el movimiento de los peces del agua, y cuando no lo espera el hombre que lo escribe lanza una tolvanera de sonidos y emite una música sola, indescifrable.
MESTIZAS
Adela, la blanca Adela, tiene un vestido de seda. Octavía, la negra Octavia, tan sólo un par de sandalias. Adela, la blanca Adela, cuerpo de lenta palmera. Octavía, la negra Octavía, azul corazón de dalia. Adela, la blanca Adela, cuanto más blanca más negra. Octavía, la negra Octavía, cuanto más negra más blanca.
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Adela, la negra Adela. Octavia, la blanca Octavia.
INTERIOR A Tirso Femández.
El olor que dos senos esparcen en un cuarto o la luz que destila la piel de una manzana, egregiamente hablando, elevan los sentidos. Sobre todo si danzan alrededor las manos. Solitarias figuras dentro de una correa, atadas como peces o ramos de magnolias, ponen siempre una nota de escarcha o nieve rígida, de tenue y frágil seda que en hilachas desciende. El pubis de una reina o los dedos de un mago, ágiles en su oficio de encontrar los metales, conforman en las dunas de la carne una sola moneda, ebria y tranquila, en cuyo fondo yace este cruel poema escrito por un loco.
ALLÁ ME ESPERA EL AGUA, LA LUNA QUE PERDÍ, LA ROSA DE TU PECHO Allá me espera el agua, la luna que perdí, la rosa de tu pecho.
PEDRO VERGÉS
Allá me espera el viento silbando entre la niebla. Alláme espera un vínculo de inconexas mitades que se buscan. Allá me espera el cansado silencio y el ultrajado péndulo del mar. Todo me espera, todo. Todo estará en su sitio como un cuerpo en el aire o una mano en la sombra que no proyecta nadie. Todo. La luz que tanto amé, mis frágiles naufragios escolares, mi azul, mi azul del aire, lleno de besos tímidos, de palomas y cantos También ellos me esperan con una lenta queja entre los labios, inmóviles y duros y como despectivos destructores del ámbito. Ellos me esperan, ellos, cercados por un fuego mil veces, mil, más fuerte que el fuego que se quema con urgencia en mis manos. Me esperarán, me esperan, están allí esperando. Sé que la noche en que por fin regrese habrá un tumulto serio por mi barrio. Sé que habrá una pelea, un crimen doloroso, como siempre sucede en estos casos. Ellos no saben cómo recibirme.
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Mientras tanto se reparten la noche como hermanos sonámbulos, sobreviven al miedo de mirarse, danzan como elegidos por el mar, sus cuerpos brillan, brillan, son de fósforo todos. Quieren romper el cerco, liberarse, pero tan sólo saben esperar mi regreso. Yo no sé de qué forma recogeré esa lumbre que la tarde derrama, derramaba. Tarde que se me escapa y huye como un niño que huye hacia la tarde. No sé de qué manera preguntaré a las cosas dónde estuve o estoy, qué debo responder a los que no se cansan nunca de esperarme.
ANDRÉS L. MATEO (1946)
Naci6 en Santo Domingo el 30 de noviembre de 1946. Doctor en Ciencias Filol6gicas porlaUniversidad deLaHabana. Enlaactualidad es profesor del Departamento deLetras dela Universidad Aut6noma de Santo Domingo, y escribe la columna «Sobre el tiempo presente» en el diario El Siglo. Perteneciente al grupo «La Isla», junto a Antonio Lockward, Norberto James, Wilfredo Lozano y Jorge Lara, entre otros. Su labor poética seinicia con elpoemario Portal de un mundo queél, junto a otros compañeros depromoci6n, sededica a divulgar a través de lecturas públicas. Esta vocaci6n poética queda interrumpida por sus estudios y poruna innegable preferencia hacia la narrativa, en la que ha volcado su poder creador, escogiendo como vehículo preferido la novela corta. De ahí sus novelas Pisar los dedos de Dios, La otra Penélope y La balada de Alfonsina Bairán, las dos últimas merecedoras de sendos premios de literatura. Andrés 1. Mateo es poseedor de una prosa barroca llena de profundos atisbos sicol6gicos y de unos acentos rítmicos propios de lo que podría ser su poesía, si la hubiera continuado. En este campo s610 nos ha ofrecido en los últimos tiempos un pequeño cuaderno mimeografiado, con el título de El signo y la infancia. Su exitoso ensayo Mito y cultura en la Era de Trujillo le ha valido el Premio Anual de Ensayo (1994) delaSecretaría deEstado deEducaci6n, Bellas Artes y Cultos. En 1993 preparo elestudio introductorio delasnovelas [501)
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Balsié y Over de Ramón Matrero Aristypublicadas porla «Biblioteca
deClásicos Dominicanos» delaFundación Corripio. Recientemente ha hecho la selección antológica de los cuentos de losé M. Sanz Lajara publicadas porla Sociedad Dominicana de Bibliófilos (1994). OBRAS PUBLICADAS:
Portal deun mundo (poesía, 1969), Pisar los dedos deDios (1979), Poetas depostguerra/Jovenpoesía dominicana (1981), Laotra Penélope (1982), Manifiestos literarios delaRepública Dominicana (1984), La balada deAlfonsina Bairán (1992), Mito y cultura en laEra deTrujillo (1993).
PORTAL DE UN MUNDO He vivido por la alegría porla alegría he ido al combate y porla alegría muero. Que latristeza nuncaseaunidaa mi nombre. }. F.
I
Dejaremos el cielo a las palomas. Iremos por la vida sublevados a levantar el reino de este mundo. Quien busque mi garganta encontrará la tuya. Quien apenas te roce con su aliento empañará mis ojos. y no será tu nombre una tarjeta con fechas retorcidas. O algún simple papel de timbre muerto.
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ANDRÉS 1. MATEO
Yo no diré: este candado es mío, o este martillo. Y sí podré decir: esta sonrisa, la que me veis ahora-, me pertenece toda. O bien mi canto, ya no es canto tan sólo de los pájaros.
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Lo que vendrá, será como una casa sin puertas ni ventanas. Una morada común sin contraseñas. Pongamos, es un ejemplo, que llegue yo a una casa y me despoje con muchísimo amor de mi sombrero; enseguida, esa casa es ya mi casa y en ella vivo como por ella muero.
III
Habremos de llegar como se llega siempre: con un poco de polvo en las orejas. Con muertos hechos raíces
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que callan SUS hazañas. Con límpidas muchachas sonreídas, porque, es bueno saber, que no siempre la muerte tendrá la última palabra. y así como los ríos la vida tiene su corazón saltando.
IV
Construiremos aquí el reino de los cielos. Orfeos amordazados, levantaremos bien alto la guitarra. ¿Quién podrá entonces utilizamos a gusto. Decimos que el hombre más feliz es el que no tiene camisa, porque ellos están encamisados. O damos de patadas por las nalgas mientras nos dice: «Bienaventurados los que sufren...»? - Yo no soy Job! Y además, hay suficiente pan sobre esta tierra para todas las criaturas humanas.
sos
ANDRÉS L. MATEO
v Un día me dije: «Caminaré este mundo. Me iré por sus ciudades condenadas. Besaré con amor el cántaro gris de mis hermanos. y luego subiré como carta empujada por el viento». Dije: - «Sea la hermandad para nosotros». y rodó la hermandad por los caminos. Canté dulces canciones y como un ramillete rompieron la guitarra en mi cabeza. Amé la vida como a una madre pobre y el tugurio me dieron por morada. Esto aprendí: Quien habla del amor dice la guerra. Quien toma su bastón y se coloca del lado de su pueblo, dice la guerra. Quien reclama su puesto en este mundo dice la guerra.
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VI
Por eso, cuando las mordeduras del reino agonizante levanten sobre tí su organizado fuego y tu propia grandeza sumergida avance hacia la guerra necesaria, ¡que no tiemblen tus manos! Que por toda esta sangre que ha caído, vamos a hablar nosotros. Es tuya la verdad. Tuyo es el pueblo. y tuyo es este mundo que he pedido y que golpea con amor todas las puertas. Cuanto tuvo dolor, que se derrame. Que busque sobre el fuego, el follaje que nunca ha conocido. Cuanto fue soledad, golpeo, cárcel: que marche contra el odio saltando, venciendo, hasta que tú, que navegas conmigo en la jornada, encuentres lo que eres, lo que te han negado en el nombre del padre, del hijo y de los hijos del hijo, que a fin de cuentas son el mismo padre. ¡Que no tiemblen tus manos! Que en medio de la noche,
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ANDRÉS L. MATEO
como un hijo dulce, este mundo sin puertas ni ventanas nos ocupe. Para que oigamos su melenudo amor. Su fuerza encaramada.
LA INFANCIA Y EL SIGNO
I
Con su tatuaje eléctrico el danzante monologa sobre las causas y los efectos. Lleva un rayo domesticado en la punta de su flecha. y lo gestual del habla explicita sobre el ser y el no ser. El danzante convoca los espíritus. En el bolsillo derecho de su bata blanca lleva un estetoscopio y un rabo pequeñito en el izquierdo. El danzante es infinitesimal. De un hueso de su hermano hizo el hacha de su hermano. El danzante es un automovilista. El danzante es un cosmonauta.
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Abrió un surco giró sobre una piedra agua y fuego acoplaron su vuelo puso estatuas mordaza celeste campos sílabas rotas bombas y utopías.
III
Sobre tierra noval la epifanía de un yo transfigurado hizo fosforescencia. Un Dios y un hombre hablaron del planeta. y uno de los dos aún no existía.
IV
Pasa el Sol con cuchillo (el danzante toma su bibicleta) Pasa el Sol con un hacha (el danzante se ha fijado en la saya) El Sol lleva tres cuernos (el danzante le anota los repechos)
ANDRÉS L. MATEO
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El Sol pasa y hay otro Sol que mira.
v ¿Qué viejo sílex duerme bajo esta mano mía? Qué pequeño cuchillo ceremonial mortuorio pezuñado hizo una mano libre e hizo al hombre? En la infancia del tacto lo esplendoroso fue el agua el fuego la piedra el barro el árbol. Siglos inmemoriales en que el hombre pudo tocar las cosas sin nombrarlas.
FRANc;OIS VILLON
Es fría esta maldita noche de 1461, pero en este cuartucho de preso se está mejor que afuera
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donde la hambruna y la epidemia diezman los hombres rodeados de una niebla fatídica y los lobos aullan alrededor de los muros. Ni un silbo llega del barrio de los pescadores ni los torreones de los monasterios dejan caer el grito de las campanas sobre la ciudad. Sólo el duro acero de la espada del centinela relampaguea desde las altas almenas blanquecinas. Noche llena de alas en la que Yo, Prancoís Villon, ladrón y poeta, hecho de deleznable carne atribulada escribo estas notas para que otros hombres en otro tiempo que no han de mirar mis ojos conozcan la pena mía que se hinchó como el mundo.
Sé lo que soy, desde el cerrado sombrero de las tinieblas, reconozco el pecado, el arduo azar sangriento que transitó mi vida, el otro enigma que fue burla de amor daga inclemente con la que me batí por amantes cuyos rostros se están borrando ahora, o quizás por la muerte que tanto procuré y que en este momento me aguarda tras el viento. Yo era entonces inmortal, por sobre las triviales miserias de mis días me tejí un gran Legado los versos de mi vida y mi muerte, el miedo domesticado mientras la horca espera el bamboleo final de mis designios, mis horrores que ahora son imágenes,
ANDRÉS L. MATEO
mi cuerpo endurecido como bandera al aire regresando en silencio de algún asombro. Condenado a la horca y al olvido, por la ya cierta víspera del fin, como viejo tahur, hago mi guiño al tiempo, y cuelo en el silencio de este pueblo de espejos la mueca inhabitada que habrá de perpetuarme. Más que un fulgor de acero, más que un mármol dormido, acaso como el fuego o el odio, o el amor, la memoria que escribe es un jardín borrado que un remoto poeta escarbará en silencio, y me hallará encorvado, lento en el alba, y lento en el destino, escribiendo el testamento-burla la sobrevida del vagabundo, del truhán, que con la dura mano que robó garabatea en esta noche de 1461, en un tugurio piojoso de condenados, para que otro poeta venidero escriba un poema con mi nombre, con mi nombre porfiado por los cuervos, mi nombre de ladrón abovedado.
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MATEO MORRISON (1947)
Nació en Santo Domingo el 14 de abril de 1947. De padre jamaiquino y madre dominicana. Fundador del grupo «La Antorcha» y del Taller Literario «César Vallejo». Dirigió por mucho tiempo el suplemento cultural Aquí, ya desaparecido, del periódico La Noticia. Director del Departamento de Extensión Artfstica y Cultural de la Universidad Autónoma deSanto Domingo. Como promotor cultural ha recibido deesta universidad el Premio al Trabajo Universitario. Supoesía, carente devirtuosismos ydelas sutilezas del pensamiento, es un testimonio humano de las luchas ciudadanas por un mundo mejor. Podría decirse quees un diálogo con el hombre de la calle en el quepretende elevar sudignidad y suconcepto delibertad. Sólo lefaltarfa para serconsiderada unapoesíapopular, eluso de los metros tradidonales que él deja de lado porel verso libre y las formas más avanzadas. Su poesía ha sido traducida a varios idiomas. Existe una edición, bilingüe al inglés con traducción de Mariela Shau y Rosemary Mealy. OBRAS PUBLICADAS:
Aniversariodedolor(1973¡traducidoalinglésen 1986), Visiones del transeúnte (1985), Si la casa se llena de sombras, Visiones del amoroso ente (selección poética, 1991), A propósito de imágenes (1991).
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S13
MATEO MORRISON
EN PRINCIPIO En principio, quien dijo amor no habló de guerra ni mencionó que un hombre, estrujaría la alegría de otros hombres. Que la risa sería patrimonio de unos cuantos. Nadie dijo, en principio, que las flores de todos los jardines serían sólo adorno de salones y de tumbas. y la tierra y el mar y hasta el aire estarían fraccionados en latifundios. No, no fue el acuerdo romper los corazones más humildes y exhibirlos por todos los mercados impedir que salga la palabra por las bocas hambrientas hacer rodar la débil esperanza de los niños. No, en principio hablamos de un amor correspondido, no de una siembra sólo alimentada por nosotros. Entonces son mis palabras que este juego desigual: yo el golpeado por el tiempo - tú el acariciado por la suerte yo el golpeado por la suerte - tú el acariciado por el tiempo. Esta paz invertida y desastrosa puede que sea tu paz, pero es mi guerra.
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MADRE - LA ESPERANZA A Efigenia, mi madre
Si sobre los escombros y los muertos colocaran banderas de esperanza, no tendría que dolerte este domingo 26 de mayo. Si en las vertientes de los ríos sembráramos pensando en la victoria, no tendrías que agigantar la noche con tus ojos. Si camináramos seguros, crecidos de optimismo, no tendrías que temer a los que matan la sonrisa rudamente. Si pudiéramos celebrar este día reuniendo todas las madres ... no tendrías que derretir tus lágrimas en el piso. Entonces no tendrías que hincarte ante «santos» rígidamente colocados, a pedirles un tiempo mejor para nosotros. y aunque sonrías y escondas tu dolor en las entrañas no puedes engañarme, pues en tus ojos ya, se agiganta la noche.
ANIVERSARIO DEL DOLOR 1
Si van por América a buscar el dolor más profundo a inquirir por las heridas más antiguas
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MATEO MORRISON
encontrarían en mi tierra 476 latigazos. Si nos preguntaran: quién insertó tantos alfileres en el centro mismo de nuestro corazón, señalaríamos con los índices levantados los lugares precisos, las geografías coloniales a base del sudor y de la sangre. Si trataran de buscar el sosiego en los pechos de nuestras madres sólo encontrarían pezones envejecidos por el grito. Yen verdad ha habido sangre para llenar todas las fosas y lágrimas para borrar las cicatrices. Entonces ha faltado, no sólo fuerzas para odiar al enemigo, sino amor para los humildes que construirán la paz tras los escombros.
2
Los forjadores de la luz están aún a oscuras llevan sus faroles centenarios apagados. Los que hicieron crecer los frutos a la par galopante del sudor, y convirtieron las piedras en morada, están aún a oscuras y sus 476 años, o sea, golpes en el corazón mismo de esta tierra parecen alargarse, hasta tomar la estatura de lo inmenso.
JUAN CARLOS MIESES (1947)
Nació en El Seibo el 22 de abril de 1947. Licenciado en Letras por la Universidad de Toulouse-le Mierail (Francia). Actory autor teatral de una obra histórica, La cruz y el cetro, drama en dos actos sobre el comendador mayor de Alcántara, frey Nicolás de Ovando en la que también juegan papeles importantes los caciques Anacaona, Guaroa, Guarién, etc. De ella dijo fray Vicente Rubio, OP, en el prólogo lo siguiente: «luanCarlos, en estaobra primera suya destinada al teatro, manifiesta dotes, calidad, altura y 'nervio' para el arte del escenario, siempre difícil.» En cuanto a su obra poética, ha sidogalardonado dos veces con el Premio Siboney dePoesía, la primera en 1983 porUrbi et orbi, y la segunda en 1985 por Flagellum Dei, alucinante saga de las correrías delreyAtila en un paisaje de leyendas exóticas y de fantasías orientales en el que el poeta se siente a sus anchas dejando correr los versos con una admirable naturalidad y precisión. Es autor de varias novelas inéditas. OBRAS PUBLICADAS:
Urbi etorbi (1984), Lacruzy elcetro (1985), FlagellumDei (1987).
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JUAN CARLOS MIESES
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TALíA
Vienes de lejos, traes el recuerdo de insondables barrancos llenos de pájaros, los palmeros bosques con sus verdes tambores despeinados, la transparente risa detrás de los lagartos, las frutas tibias donde la luz palpita, el perfil-temerosa esperanza-de las colinas donde tu sueño fraguaba la llanura, el perfume a leche derramada sobre el fuego de las mañanas, los sonidos jóvenes como el agua de las chorreras, las negras mariposas que espantaban el sueño y que tenían la textura del legendario mar de tus abuelos, la lluvia y las palabras mágicas para hacerla volver a sus dominios.
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Traes el vuelo de espirales luciérnagas, el silbido del viento entre los muros -transparentes a la frescura de la nochelas bailarinas sombras y los pesados párpados el perfume de la tierra
y el vuelo de los insectos, las mañanas somnolientas
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sin fardos ni perfumes, las primeras sonrisas matutinas aún adormecidas y en tus ojos irreales el asombro de la primera luz -la luz de siempre-o III
Vienes con tu pelo que era trampa de hormigas y hojas muertas, con la mirada antigua que hace a las cosas ser como eran antes cuando los caminos daban vértigo como dan vértigo tus ojos, niña tonta y feliz que se pierde en el tiempo.
DESPEDIDA I
Te irás, pero no en la premura de los truenos sino como un redoble de caballos en la tierra. Sabrás que alguien espera tu señal para cerrar el mundo en tus pupilas.
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Recobrarás por un momento el vuelo de las efímeras palomas de tu infancia,
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el asombro primero cuando el mundo era grande como el viento y tus árboles llegaban a la luna.
III
Volverás a escuchar el canto de tu madre -susurrado amuletoantes del sueño, el ruido de la lluvia en el tejado los sinuosos caminos de la escuela la primera caricia no esperada.
IV
Verás de nuevo los desnudos oteros y las dunas las sombras de las nubes en la arena y más allá -inalcanzable y tuyoel horizonte que te espera, todo lo verás en ese instante en que la vida agota su faena.
V
Nombres paisajes rostros libros penas olvidos tú
el recuerdo las sombras el vuelo de un insecto
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la tarde todo será lo mismo.
VI y nada encontrarás para decir adiós, todo lo llevarás contigo. Serás todas las cosas también nada.
VII
No harás preguntas, sabrás quien eres. A la tierra estarás entrelazado con dulzura irrompible, tu cotidiano afán habrá ya terminado. Nada tendrás sólo el desierto, pero estará contigo eternamente en cada arena.
VIII
Volverás al desierto, por un instante serás todas las cosas y estarás muerto.
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ATTILA REX ¿Quién soy? Sé quiéneres. Eres el Azote de Dios, el mazo de la Divina Providencia. Estehombre estaba marcado por el destino y vinoal mundoparahorrorizara lospueblos y estremecer toda la tierra. JORDANES
Eras de polvo y te creías de bronce porque a tu paso, despavorido, el viento agonizaba.
Eras sólo uno más bajo la blanca y pasajera luna. Lo ignorabas entonces en la humareda de las hordas, cuando en tus ojos ardían las ruinas y nacían los desiertos y pensabas que el mundo, rey, era tu espejo. Te pensabas celeste porque estallaba el aire cuando los pies del potro se hundían con rabia en el agua de los caminos y las nubes crujían cuando el casco veloz sobre los charcos pisoteaba el cielo.
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Te pensabas celeste porque esparcías volcanes bajo la luna sin ninguna piedad para las inútiles tarde de la primavera. Porque bajo la sombra fiel de los dragones tus ojos eran los ojos de la muerte, que despiden y nombran como los epitafios. Porque las altas nubes salpicaban tus botas y bajo tus huellas anidaba el miedo. Te pensabas celeste porque eras vertiginoso trueno y de tus dedos nacían los senderos; (Los pensabas tuyos pero fueron de otros antes de ti y de otros antes de aquéllos y de otros ... Chuni in Alanos Alani in Gothos Gothi in Taifalos et Sarmatas...)O)
Porque ahuyentabas la yerba con el temblor de tus ejércitos (manadas desbocadas y pesadilla del Poniente). Porque de tus anchos dominios (1) ...insurrexerunt. «Los hunos atacaron a los alanos, los alanos a los godos, los godos a los taifalos y a los sarmatas. Modernísima teoría del domin6-avant la lettre- de San Ambrosio. j.C.M.
JUAN CARLOS MIESES
no conoció nadie límites ni nombres y sólo tu potro, rey, fue la frontera. Te pensabas Flagelo de la Divinidad, sin embargo, como lo era tu sueño era ilusión también la luna. (Como lo fue la espera y lo fue el viento). Ignorabas en tus gritos de guerra, en tus quimeras, que ya era viejo el mundo cuando a orillas del agua jugaba con las sombras y te soñabas como eres ahora.
Te pensabas celeste porque el mundo esperaba una señal del rey y de tu mano podían crecer rugidos como crecientes del deshielo que anegarían los siglos de los siglos. Porque como tormenta te podías desatar sobre la tierra y eras un viento fuerte con armaduras que borraba fronteras y promesas. Todo eso era cierto, pero también lo fueron tus tempranas miradas hacia el Este donde estaba tu casa y el agua ilimitada del Danubio.
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Porque también tú, rey, te irías una mañana, como la niebla de los valles bajo una iluminada primavera.
Tuyo era el aire frío y el aullido del lobo, el grito silencioso en las espadas, la rabia muda, el odio simple, el robado placer antes del piadoso crimen, la destrucción y el saqueo. Tuyo era el trueno enfurecido de un millón de cascos, el gemir de las piedras y la visión-desde las colinasdel fuego en las ciudades. Las ruinas donde arden los cadáveres, el inesperado terror de las auroras y el presuroso adiós. Tuya la humareda detrás de los ejércitos, la imagen fragmentada de la nada, las tierras vacías de ternura, las puertas cerradas a la espera. Tuya era la geografía, las coronas, el lodo y sus pisadas, los ajenos martirios.
Tu voz desde tu tienda o tu caballo
JUAN CARLOS MIESES
descifra sacrificios y esclavos y cuando la tarde devora las colinas y los cuervos graznan sobre los campos, te sabes rey y se estremece el mundo, y cuando enloquecen hermosamente las campanas te sientes como un río y quisieras inundar la primavera como aquel dios de tracias y de getas. Tuyo era el mundo, rey, pero también los que te nombran -maldición repetidauna y otra vez en el ansia de tu esperada muerte. Te precedió la ira, el sostenido temor de los galopes, el rancio hedor de los guerreros, la visión presentida de las hordas y las legiones, la angustia.
El filo de tu espada es la nueva frontera del imperio. Al alba se desperezan los mapas y tus hombres esperan que se escurra la niebla para mirar los valles, los azorados ríos de la conquista, pero también los súbditos agazapados a los lados del camino y que ruegan piedad al nuevo rey. Te precedió la furia ingenua
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de quienes se lanzan contra el alba, la tristeza de quienes ignoran que el adiós es cierto como las cenizas. Y ahora en tus estribos y tus clavos, esperas que se alejen las tinieblas que nacen de tus huellas, de tus incendios. Esperas que se alejen los gemidos de los que sobreviven con la memoria de los muertos, (esos que no serán vasallos del solitario rey de las estepas). La aurora despierta entre cansadas armaduras y su rocío esparce sobre los bosques y los vencidos.
Te precedió la ira, la oscuridad, el hielo. Pero a pesar del odio, a pesar de la pestilencia funeraria de tus contrarios, a pesar del asedio de los muertos, de la incesante rabia de los vivos (y quizás del rencor de las edades), algo puro había en ti itinerante rey, cuando volviste sobre las viejas huellas sin mirar hacia atrás, ante el asombro del Último Romano, tu viejo compañero y enemigo.
ENRIQUILLO SÁNCHEZ (1947)
«En la vida sólo me han cegado dos cosas: unapiel y un habla, sin la cual esa pielno exisnria» Esta frase autobiográfica queelpoeta usa como presentación de uno de sus libros revela la naturaleza de su talento, el delirio quelo anima, las sinrazones desu razón de escribir poesía. Talento desbordado quetal veznoha sabido recoger enelhueco de su mano para evitar sus desbordamientos existenciales. Narrador atropellado y poeta fustigan te, crítico asentado en lasantinomias dela historia, en lo grotesco del barroquismo, descreído, pero aferrado siempre aunaespeciedeternura subterránea delaquesuele avergonzarse. Pocos talentos hanexistido como elsuyoennuestrasjóvenesgeneraciones, a pesar de su incapacidad para rendir lo máximo en la dirección que suele tomar, deporsí variable. Dellibro querecoge supoesía completa hasta 1986, éldice losiguiente: «Como toda lapoesía quemigeneración ha escrito enlengua castellana apartir delos años sesenta, estos poemas han fracasado. Son dereliaos:» Acogidos a estas directrices, no nos queda más quetener confianza en su últimoestilo, en esos poemas de amor en donde la mujer es, además de un artículo de lujo dentro de la sociedad de consumo, un símbolo en la metamorfosis sexual de los objetos. Nació en Santo Domingo el 25 de agosto de 1947.
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OBRAS PUBLICADAS:
Epicentro de la bruma (1966), Flor de los sepulcros (1966), Teatro para una inacabable casería (1971), Un paso adelante dos atrás (1968), Pájaro dentro de la lluvia (1985), Convicto
y confeso (1991),
Musiquito (1993).
ESTUVE EN TU SENO COMO UNA FIERA MUDA Estuve en tu seno como una fiera muda. Estuve en tu seno como un ángel hambriento. De tu seno a tu seno hay un camino. De tu seno a tu seno hay dos delfines. Tu seno derecho navega hacia el izquierdo. Tu seno izquierdo navega hacia el olvido. No tengo boca para el delfín. Me sobran ojos sobre la rosa. Estuve en tu seno como una lluvia rota. Estuve en tu seno como una daga fina. En la ribera del viento están tus senos. A la orilla de un potro que galopa. En mis ojos navegan y a mis ojos regresan. Navegan desde un puerto que el agua interroga. Son dos rincones de pez nadando hacia mi lengua. Son dos islas de sombra con que el tigre retoza.
ENRIQUILLO SÁNCHEZ
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A BUEN TIEMPO Está servida la comida El potaje está servido Están servidos el tomate las frituras el pastel de queso y el bistecito con cebollas rojas están servidos en mi mesa de pobre o en mi mesa de rico o en mi mesa de triste La nostalgia está servida El mar con sus víboras de nieve está servido ante mis ojos y calla Todo el pasado está servido Amor tus ojos y la lluvia y mi pudor también está servido La infancia está servida (La infancia Con sus traganíqueles la infancia con sus indios y sus chirimoyas) La infancia está servida Bilita y Mamama estáis servidas Peroel olvido asimismo está servido y está servido el armario en que me entierro Los parques aquella bicicleta que corre en otra sangre en otra herida los libros el mucílago infinito del Instituto Escuela las primeras camisas con botones en el cuello el muñeco de nieve que me saqué en el ]aragua una prima noche de Navidad ante el espanto de mis primos lasguaguas de dos pisos que mi padre nunca asaltó
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porque era niño el boulevard de París en que pude perder la inocencia la esquina donde llueven todavía nuestras manos está servido tu sí está servido el azul los años está servido el amor la brisa está servida
LLOVIZNA
Uno abre los armarios A veces uno abre los armarios buscando no se sabe qué cosas qué fotografía qué monedero roto en que no cupieron las monedas Ya no quedan monedas Uno sabe que ha sido pobre durante noventa años de lluvias y golondrinas Quizá encuentre uno polainas que no resistieron la muerte los polvos de una abuela que nunca fue a desfiles tijeras que recortan la tristeza y el hábito de la tristeza la presumible flor en las páginas de un libro que nadie leyó porque los novios ya se fueron trajes que están bailando un vals de naftalina espejos de media luna y espejos de gorrión nevado quizá una mariposa que no sabe cómo volar dentro de las páginas de un amor que encuadernó el otoño relojes que dan la hora y buenos días cuadernos escritos con tinta y caramelo que devoran diminutas hormigas cantarinas títulos de una propiedad que el Estado no ha reconocido
ENRIQUILLO SÁNCHEZ
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los quesillos de almendra que Bilita guardaba en su gaveta los pagarés los recibos las llaves del paraíso o de la cuartería o del olvido la infancia archivada como un expediente de la brisa los labios de una muchacha que dijo sí toda la vida las notas del Instituto con la conducta en rojo castigos que uno ha perdonado a pesar de la locura de su dueño Uno abre los armarios a veces uno abre los armarios como si abriera la nostalgia y salieran hablando los espejos
PRIMERAS LETRAS
Le arreglas los botones del jacket lo peinas lo despeinas le dibujas bigotes de carbón sobre la boca que mejor dice mallas cosas le compras una piñata que está vacía porque hoy no es día quince ni día treinta pero que de todos modos está llena de osos y luceros de fragatas caramelos acordeones Le muestras la bandera con que Dios se despide en septiembre del verano Le pones el perfume Guerlain o Givenchy con que acudes todas las mañanas al patíbulo Le lees las feroces palabras que has leído toda la vida
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Le enseñas un nudo de boy scout que nunca aprendiste allá en el Calasanz de la Independencia y los naranjos Ya escribe ya lee pomo puma pipa Ya canta Ya dirige los hábitos del alba Ya sabe olvidar mentir repartir una paloma Aprendió a crecer silenciosamente Le colocas la estrella de sheriff en el pecho y donde pone su nombre tú estás poniendo la minuciosa sangre la lluvia minuciosa Juntos toman un tranvía que sus bisabuelos mueven desde algún lugar del corazón o de la tumba Un espejo de harina le muestra a la niña dos sonrisas La tuya de dulce galeote La suya de ángel de la guarda
De Panamá te traigo este beso Le compré en un baratillo a la mitad de su precio Lo estuvimos probando la vendedora y yo ligeramente ruborizados Está envuelto en el papel de plata que la llovizna rayó con sus pestafias
ENRIQUILLO SÁNCHEZ
El lazo es de rosa como tus labios en la mañana dulce Lo pagué de contado No financian ya los besos Imposible un adelanto y unos meses para pagar besos o cacharros Pero tiene garantía de un año y clarísimas instrucciones que tú y yo no estudiaríamos porque echaremos al cesto los manuales Ahora bien hay que tener cuidado Cuando su dueño te lo dé porque te lo debe dar únicamente su dueño saldrá volando hacia Panamá o hacia la brisa como una codorniz de humo que regrese cantando a su ceniza y se olvide para siempre de sus amos
NO SÉ SI BAILAS O SI CALLAS No sé si bailas o si callas, no sé si cantas bajo la lluvia de junio amanecido o si enmudeces junto al pájaro que viaja sin retorno hacia el final de la brisa donde bailas o callas. No sé si cubres o desnudas la luz que circunda tu cintura de níspero jugoso. No sé si vistes o desvistes las ebrias aguas que te ciñen sin tiempo ni pupilas.
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA - POESÍA
No sé si apremias o retrasas la noche en su navío de fiera y aguacero. No sé si conservas o repartes tu propio relámpago de fiera que divide la noche en dos mitades. No sé si te acercas o si huyes de la música que dejas a tu paso, como un pájaro menudo detrás de una guitarra o una mano de luna suspendida de la rosa. No sé si tomas o si dejas el pez que en la lluvia busca tu alimento de cedro parecido al cedro de tu pecho. No sé si llegas. No sé si te despides. No sé si me llamas una noche de humo o si regresas al agua en que yo no te toco. Nada sé de tu sombra. Nada sé de la estrella. Porque sólo te sueño, para que nadie lo sepa.
SCHEREZADA VICIOSO (CHIQUI) (1948)
Nació en Santo Domingo el 21 dejunio de 1948. Suvida hagirado siempre alrededor de las reivindicaciones de la mujer, a la que ha dedicado sus afanes como socióloga, educadora y ensayista. Han posibilitado esta labor los numerosos cargos que ha desempeñado en organismos internacionales, en losqueha organizado eventos degran importancia. Suobra, en todo momento, recoge laspalpitaciones desus objetivos profesionales, como en Algo que decir: ensayos sobre literatura femenina (1981-1991), al quehay queagregar numerosas conferencias y charlas sobre feminismo. Supoesía, sinembargo, nocae en fáciles clichés, manteniéndose en un ámbito de experimentación constante quela alejan de las tradicionales efusiones con quela mujer ha expresado siempre su intimidad. De ahí su aversión a que la cataloguen como «poetisa» aunque, aplicada a la mujer, contendría denotaciones machistas, contraviniendo los usos sanos y objetivos del idioma. Es una luchadora incansable porla consecución desus ideales y, al estar casada con una de las destacadas figuras de la guerra civil dominicana de 1965, seuneasí también con ello a los ideales políticos de liberación más caros del intelectual dominicano. Más conocida por su seudónimo de «Chiqui», ha recorrido los Estados Unidos, América Latina y Europa poniendo en práctica sus ideas. Fue miembro delJurado dePoesía en el Concurso deCasa delas Américas, de La Habana. Miembro de la Junta Directiva de Casa de [535J
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA - POESÍA
Teatro y Asesora de Nuevo Teatro. Sus libros depoesía son verdaderos retos decreatividadeditorial alos queseuneneventualmente los artistas plásticos Jorge Pineda y Tony Capellán. OBRAS PUBLICADAS:
Viaje desde elagua (poesía, 1981), Un extraño ulular traía elviento (poesía, 1985), Volver a vivir (ensayos, 1986), Julia de Burgos (biografía poética, 1987), Algo que decir: ensayos sobre literatura femenina (1981-1991) (1991), Internamiento (poesía, 1992).
INCERTIDUMBRE Yo que apenas sé de un olor de ciertos balcones de una singular combinación de luces al amanecer en los zaguanes de la vieja Ciudad Nueva Yo que sólo sé como corteja el viento estas aceras con diminutas flores rosa y de algunos bancos debajo de ciertos árboles por donde a ciertas horas fugaz -lo únicotransgrede Yo que apenas sé que no se puede definir lo que define
SCHEREZADA VICIOSO
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Ya sé Don Pedro que a la hora del Moneada Fidel era muy joven y el Che ya un hombre nuevo Cuando entre libros, planos de arquitectura, secretos planes ustedes se ponían de acuerdo para ajusticiar a Trujillo Ya sé que los Ortega estudiaban Secundaria cuando ustedes en el 1965 peleaban contra Anglosajones y un anciano en el Viet-Nam los llenaba de alegre envidia y que desde ese tiempo usted se muere de una enfermedad contagiosa que algo tiene que ver con la melancolía Pero... ¿cómo -me hagosi usted anuncia
que no hay un país en el mundo?
CARTA Me levanté con la extraña sensación
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA - POESÍA
de querer escribirte y no saber a donde Ya ayer el eucalipto y las flores que amarillas me asaltaron a la salida del Super te nombraron Eran las mismas que llenaron tu habitación durante aquellos días aciagos Después recordé que sólo necesité ir al Conde para encontrarte volver a subir tus tres pisos y tocar con la ansiedad de quien regresa después de la guerra Zoraida decía que yo tengo el tocar de los dueños de la casa Algunas cosas han cambiado tu ex-casa tiene ahora candado y solo quedan en el balcón las indestructibles sábilas El Conde ya no es aquella vía ruidosa que tanto te interrumpía ya la que salías a pasear como todo buen citadino en las madrugadas
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SCHEREZADA VICIOSO
ahora es una vía peatonal tal y como lo propusiste con tarros y matas y mesas para tomar el helado el café, o los refrescos La calle se ha llenado de novios
y es la feria donde debajo de tu balcón se reúnen los jóvenes poetas Sé que desde allá arriba observas tu acera convertida en anfiteatro y te complace Profesor Miguelín sigue como profeta de su tiempo, el pelo cada vez más rebelde la niñez escapándosele en medio de las diatribas veo en él al hijo que tampoco tuviste al hijo intelectual que casi provoca tu expulsión del Partido porque ¿a quién se le ocurre presentarle a Baudelaire y a Kafka a un niño de catorce? Zoraida ya no es bizca y por fin se ha dejado crecer un pajón cada sábado almorzamos
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA - POESÍA
y hablamos de lo hermosa que es la vida ... perdón... pero tu sabes que esto que vivimos es sólo una interpretación y que tú estás tan vivo donde estés como nosotras. Advertía Carmen que el que insiste en ser feliz en una ciudad como esta debe prepararse para sus represalias y tenía razón surge entre puertas por donde se cuelan salas pequeñitas con mecedoras pafios tejidos y flores plásticas para hablarte de una forma de existir que te es ajena y por los callejones el olor a lo que fue te lleva de la nariz a lo que guardas como un tesoro que no se puede abrir porque el aire tiende a desintegrar lo que conservas o porque le temes a las cucarachas pero, volviendo a Carmen tiene sentido pero no ignoro que el sentido común es el arma ... de los vencidos.
ENRIQUE EUSEBIO (1948)
Nació en Santo Domingo el 20 de agosto de 1948. Fue uno de los fundadores del Grupo Cultural «La Antorcha». Editor de la antología Poetas con Nicaragua. Seagrupa entre los teóricos que han estudiado lapoesía dominicana desde ópticas novedosas como lasdel formalismo ruso, del que ha escrito una monogratia. El fruto de sus lecturas e investigaciones fue dado a la luz pública en 1980 con su libro Consi~nas &. sub-ve.!sione.s, donde se advierte una lucha no resuelta entre lapalabra y el signo. Desde entonces, estetrabajador de lapoesía guarda silencio. Esprofesordel Departamento deLetras delaUniversidad Autónoma de SantoDomingo. OBRAS PUBLICADAS:
Desde la presencia del mar hasta el centro de la vida (1973), «Escritos críticos»: Lectura deunejercicio (1977), Poetas con Nicaragua (antología, 1978), Consignas & sub-versiones (1980), Ruletarios (1982), El formalismo ruso, la primera escuela de crítica textual (1986).
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA - POESIA
COMPAÑERA Próxima a mi pecho, edificas conmigo la ternura. Me das las manos que el mundo entrega como remedio de su pesadumbre. Cada vez es más amplio tu sentir sobre mi párpado adolorido, me inventas la ciudad, oyes por mí todas las voces. Estoy en ti y es el invierno en su frialdad acogedora, en su abrigo perenne que reverdece mi dicha como grito. Si hablo de soledad, tú llenas mis palabras con una multitud. Oh dulce compañera, me resbalo por ti hacia una pendiente (que conduce a la vida.
DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS Definir un universo disímil pletórico inventario de luz y caminos distintos como manos! y uníos proletarios del mundo, de la pasión más fuerte responso de lo que aún no imagino ni sueño pero evoco ansío. Doy formas a irreverencias y magnicidios objetivos, admito subvertir títulos y mapas, actas de nacimiento y defunciones no programadas. Defino, invento, uso, creo paralelas normas y leyes más razonables en esta hora de nuestra muerte: amén.
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ENRIQUE EUSEBIO
DECIR PATRIA
Haré cenizas los vestigios por donde los barcos nos inventaron el horizonte, cuando díjose mañana y un revuelo de pájaros nos ensangrentó la tarde. Desharé piedras, diluiré polvo en el aire para que no haya más polvo ni más aire con que amedrentarnos. Bosquejaré la posible geografía de esta tierra, su ámbito huidizo entre peñascos, su propensión a hacerse lugar sólo en pensamiento. Porque hablaré de patria, huesos crispados, caras consumidas por un invierno que no llega... y una obsesión de puños me estrujará la frente, un sudor como llovizna me empañará los ojos.
INTIMIDAD CON LA LLUVIA
Lluvia acariciadora rompiendo aleros desconocidos. Estás ahí, llenando estas tardes de nieblas y fantasmas. Edificas mi sopor como si debiera huir de los otros. Me amenazas con garfios o el aniego de mi soledad. Eres puta, brava desgreñada contorneándote por calles principales o callejones oscuros. Aquí tengo mi mirada para refrescarte y volverte mansa como cualquier agua.
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA - pOEsíA
ESCRITURA ENTRE LETRAS 1
enfrentamiento daño
aniquilado caída
muerte auge desolación sepultura anestesia duelo espadas algarabía ataúd límite denuesto subida espiral algodón manos ansiedad despedida.
11 Un enfrentamiento que aniquila casi daño profundo, caída y presencia de muerte, auge y desolación sepultada, anestesia hecha duelo de espadas, algarabía impaciente, ataúd, límite al denuesto en subida espiral hacia el algodón de manos queson ansiedad, despedida...
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ENRIQUE EUSEBIO
III
despedida como ansiedad de manos en espiral, algodón que en su subida se hace denuesto o límite, casi un ataúd de algarabías pero espadas en duelo, una anestesia sepultada en la desolación. No es auge sino muerte, presencia de caída, daño aniquilado, enfrentamiento.
IV
Cada despedida es enfrentamiento de manos, espiral casi disuelta en algodón, anestesia que se hace límite cuando la caída es una espada sepultada. Sólo queda el duelo de las palabras aniquiladas en su desolación, un ataúd, presencia y ansiedad de algarabías muertas. Un decirse adiós a empujones.
V
Un espacio nos arrastra a empujones a un adiós, en muertas algarabías de espasmos y ausencia. Un ataúd en su desolación es aniquiladas palabras en duelo. Una espada sepultada en su caída se vuelve límite queanestesia,
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA· POEsiA
algod6n disuelto en espirales de manos, enfrentamiento en cada despedida.
VI
Espacio
a empujones
un adiós
muertas ausencias aniquiladas palabras en duelo Una espada sepultada límite anestesia algodón espirales de manos enfrentamiento despedida
VII
Espirales
de
manos espada sepultada en duelo
límite palabras aniquiladas muertas Un adiós a empujones.
VIII
Manos espada aniquiladas en duelo un adiós.
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ENRIQUE EUSEBIO
IX Aniquiladas <,
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manos.
JOSÉ ENRIQUE GARCÍA (1948)
Nació en Santiago de los Caballeros el 26 de noviembre de 1948. Hizo la carrera de Educación en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra. Formó parte de «Literatura 70», grupo deprofesores y estudiantes dedicados a promover la creación literaria. En Santiago publicó su primer libro, Meditaciones alrededor de una sospecha. Después obtiene elPremio Siboney dePoesía con su obra El fabulador. Acerca de este libro, el poeta español Rafael Morales dice: «En El fabulador, la expresión poética de José Enrique García se muestra ya más compleja y depurada, más enriquecida. El fabulador es, en realidad, un único poema, quizás concebido en su unidad como un poliedro demuchas caras, porque loqueelpoeta canta o sueña noes ya sólo su propia vida, sino a la vez la de todos los hombres pasados, presentes y futuros, espejo todo de todos, porque un hombre es y será siempre, para elpoeta, lo singular y loplural humano.» Trabaja asiduamente en su obra. Tiene inéditas varias novelas, un libro de cuentos y una obra crítica ambiciosa sobre las principales corrientes quehan enriquecido nuestra poesía. Y debemos agregar que como crítico posee una agudeza fuera de lo común para interpretar nuestros textos y profundizar en ellos. Escribió para la Biblioteca de Clásicos Dominicanos, delaFundación Cornpio, elestudio preliminar y las notas de las poesías y los cuentos completos de Fabio Fiallo. José Enrique García es doctor en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid. Fue también profesor de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña. [548]
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JOSÉ ENRIQUE GARCÍA
OBRAS PUBLICADAS:
Meditaciones alrededor de una sospecha (1977), El fabulador
y los espacios (1982), Contando lo quepasa, relatos (1986), Cuando la miraba pasar (1987), El fabulador y otros (1980), Ritual del tiempo
poemas, edición del Instituto de Cooperación Iberoamericana (1989), Huellas de la memoria (1993), Escribir. Ejercicios ortográficos
y prácticos de redacción (1994).
CONJUNCIÓN Hermosa la noche cuando te deslizas por entre la sábana y arrugas la tela con ondulaciones de tu cuerpo. Un pájaro aletea cerca de la casa y el viento, en los ventanales, despierta dulce en nosotros. Los árboles de los alrededores susurran limpias oscuridades. Amorosa, hasta sagrada, la conjunción de las carnes que en fuego arde, mientras afuera la noche escapa sin escándalos.
INVOCACIÓN AL MAR El marinero ata en el puerto las distancias, enciende un cigarro y echa a andar, con mis ojos ilumino su cuerpo,
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA - POESÍA
busco en él al mar, a los soñado pueblos, a rostros, a vientos de otras tierras. El barco permanece sobre las aguas, levemente mece su maderamen húmedo, y yo con su ancla clavada en la mitad del pecho me regreso a lo íntimo de la casa. Inútil marinero que hizo de mar estas maderas, estos espacios por barco, esta mujer por puertos. Hundo las manos en el rostro y las sales saltan de las lágrimas. Oh este estar permanentemente anclado en la dura tierra, en las paredes del refugio en la sombra, en el polvo, en los silencios. Oh condena la que me dio el origen: ser náufrago en las orillas, en las arenas.
ASCENSO A LA CASA
Transitorio refugio de paredes donde el abandono perfecciona su imagen al rechazar todo aquello que está después del límite de su volumen y forma y estatura. En los rincones, sombras que cayeron del fondo de los cuerpos levantan a pulso las maderas y abren ventanas, puertas
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JOSÉ ENRIQUE GARCÍA
para construir la imagen en donde se abandonan los cuerpos, los deseos, el cansancio y el sueño, donde el miedo diluye su presencia al levantarse el beso del centro de los labios. Una casa es velamen y cordura, se edifica por voluntad del hombre, por urgencia del sueño por miedo y por amor por origen y costumbres y por el dolor profundo de los primeros besos, y de lo que está en el cuerpo sin tocarse. Una casa se construye palmo a palmo espacio a espacio para que dos personas habiten en silencio. Si la casa envejece, si se llena de musgos, polvo, si crecen en sus paredes las malas enredaderas. Si se llena de ruidos, de palabras, de lágrimas y silencios no hay que buscar las enterradas piedras, id en busca del hombre, habitante intranquilo, perpetuo hacedor de lo que envejece y transcurriendo se derrumba.
HISTORIA Acabamos de enterrar al muerto en una simple tumba.
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA· POESÍA
Una herida en la tierra y unas cuantas rosas por las que no pagamos terminaron de cerrarl: los ojos que no despertarán jamás a medianoche. De él, un pedazo de su muerte sólo guardamos en la memoria: aquel enterrado esta mañana. De sus días y de sus noches y de los caminos donde dejó sus pasos no encontramos ni un solo vestigio, tampoco de sus hambres y de sus amores. Ignoramos si fue un malvado a quien lo perseguían por una fechoría o si fue un hombre honesto, un doble desgraciado que huía de sí mismo. Enterramos al hombre esta mañana, y no sabemos - ni lo sabremos nunca cuántas muertes tuvo que matar para llegar a muerto.
HUELLAS DE LA MEMORIA 14
El viento no es la imagen, es el paso del tiempo, la noche que oscurece árboles, yerbas, matojos.
JOSÉ ENRIQUE GARCÍA
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No la imagen, pero el ritmo, el pulso, la sangre que fluye a la grafía, al amoroso rasgo de desdicha, el ir lento por la estancia. Rumor de lejanía sensación del otro. No las huellas, pero la presencia, el dejo de la duda, el tal vez de unos pasos tal vez. El viento transfigura el día que tejemos con los ojos abiertos. El viento, sí, animal suelto en el mundo, no imagen sino mito encarnado, anuncio, revelación de lo que se aguarda: la mañana, el camino, el ascenso ... Dejémosle que silbe entre las ramas, dejémosle que sea encima de nosotros.
17 Torre ya y cada quien a su lengua a su sonido tan de carne, tan de adentro. Tantas lenguas, y caminos, y fundaciones. Hombres y pueblos, signos augurales y también decadentes... La lengua crece, fosiliza, enmudece...
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA· pOEsíA
Cenizas las palabras, despojo donde alborozó la vida, huellas del hombre y de las cosas, raíces. Una lengua nos dieron en los comienzos y ya adultas otras más. Torre pequeña de Babel, ciudadela, y las inmigraciones, los asientos, la lengua de todos, la una, tal vez de nadie, sólo el poema.
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Galope. Casa de bestias. Colorido de banderas y de lienzos, ardor en los ojos, firmes las manos... Hombres al encuentro de la muerte haciéndola más joven. Sobre la tierra la sangre, el humo, los escombros, las siembras que arden en raíz y fibras, los charamicos, el cascajo... En tierra, los despojos, y en el aire, revoloteando, cercando vuelos, los pájaros: festín, insensibles proyectos. Caían hombres, luego las patas de los caballos y los muslos hundiendo aún más la tierra ... Tumbas y cruces por toda geografía. Eramos la vida, éramos también la caída.
CÁNDIDO GERÓN (1950)
Cándido Arauja Gerón (Cándido Gerón) nacióen San Cristóbal el 2 de febrero de 1950. Enplena juventudha producido una btbliagrafia extensa de obras destinadas a divulgar a los artistas y a las artes nacionales, como son Diccionario de autores dominicanos, Enciclopedia de las artes plásticas dominicanas, 1844-1988, Obras maestras de la pintura dominicana y un estudiobiográfico-crítico de la obra poética de Joaquín Balaguer, traducido al francés por Claude Couffon. A su paso por la Biblioteca Nacional, de la que fue director durante losaños 1984-1986, creó laColección Orfeo, querecoge laobra de numerosos artistas jóvenes dominicanos (136 volúmenes). Ha recibido el Premio Anual de Didáctica de la Secretaría de Estado de Educación, Bellas Artes y Cultosporsu obra Enciclopedia de las artes plásticas dominicanas (1989) y el Premio de Poesía por su poemario Los horizontes del deseo (1990). Fue creador de la revista Análisis. Ha colaborado en losperiódicos Última Hora, El Nacional y Hoy, en elque mantiene una columna de divulgación artística. Recientemente fue nombrado embajador en París. OBRAS PUBLICADAS:
Poéticas: Asombrodelostiempos (1973), Huellas dedolor (1974), Canto a Orlando Martínez (1976), Canto infinito a Salvador Allende (1977), Sabana de los muertos (1979), Canto tristepara una niña que [555]
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA - POESÍA
nunca conocí (1981), Etnairis: antes del génesisy otros poemas (1982), Élida del alba (1983), Tránsito literario (1984), Hasta ahora (1986), París ya no es lo mismo (1989), El amor es una derrota en silencio (1991), Los horizontes del deseo (1991).
De arte: Presencia de once pintores dominicanos (1984), Catorce pintores y cinco escultores dominicanos con proyección internacional (1985), Enciclopedia de las artes plásticas dominicanas, 1844-1988 (1988), Antología de la pintura dominicana (1990), Enciclopedia de las artes plásticas dominicanas (1884-1991), aumentada corregida (1991), Obras maestras de la pintura dominicana, 4 vols. (1995).
Ensayo: Ortega y Gasset hizo de su vida la más plena de sus creaciones (1987), Los primeros pasos de un oficio (1988), Andrés Bello: vida y doctrina (1989), Hacia una interpretación de la poesía de Joaquín Balaguer (1991), Diccionariogeneral deliteratura dominicana, 1492-1992(1992, 2da. edición corregida y aumentada 1995), Juan Bosch: vida y obra narrativa (1992), Opinión pasional (1992).
AMÉN EN EL CAMINO
A lo lejos, un paisaje movedizo. Una hilera de ranchos ensombrecidos, sin nadie. Un río dividido por el llanto. Pisadas. Silencios. El cantar de algunos pájaros sobre los matorrales y los arbustos.
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CÁNDIDO GERÓN
Sangre en el camino y sobre la fresca mañana que levanta su alba enrojecida de rocío. Los aullidos de unos perros. El tibio viento sin veleta. Se escucha por doquier el dolor del hombre sin Dios, sin Patria y sin tierra. y todo duele en mi país. Mi yo, tu yo, la sombra transparente de un espejo donde quedó atrapado el rostro de un níño inocente. Un silencio extendiéndose a lo ancho de la vida. Pájaros muertos sobre los trinos; todo es soledad, ausencia y miedo. El camino se hace más resbaloso y el mediodía es como un pasaporte hacia la muerte. Entonces, no hay paz para el hombre. Todo es amargura y odio en los caminos. y le coge la tarde a la mujer en parto; todo es como un disparo en lo alto de la noche.
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA· POESÍA
Nadie protesta. Porque todo ha sido bajo el viento y sobre la tierra húmeda que hace crecer a los niños junto a la espiga y la hierba. Entonces, ¿A dónde van estos hombres? ¿A qué mundo los llevan? Ellos han crecido bajo la lluvia y la protesta. Esta tierra no les pertenece, estos caminos no les pertenecen, estos ríos, con aguas sucias, no les pertenecen. Entonces, ¿A qué camino los llevan? ¿Dónde quedó su Patria? Nada les toca, ni siquiera la brisa o una casita de tablas de palma. Sólo les pertenece el odio. y ya ni siquiera les es permitido
pronunciarse en el silencio, porque de inmediato se les duerme sobre un río de sangre.
CÁNDIDO GER6N
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ASOMBRO DE LOS TIEMPOS Un día el asombro del viento me tocó las manos y me sentí olvidado por los tiempos. Sentí la ausencia desparramarse en un mundo de cristales y cisnes y mi lámpara quedó vacía en la tierra como un párpado sin vida. y tuve miedo de vivir y a veces de morir como los pueblos nacidos para el hambre. A veces pienso que la vida me ha dejado en el camino como una mariposa tostada por el sol, mojada en las lluvias, venida de otros cantos bajo el llanto para encontrar la paz que escribieron en sucias paredes. Mis manos se alzan hacia arriba y construyen un cielo de mariposas. La vida se me escapa con los tiempos que corren hacia las islas extrañas, A lo lejos, el mundo es pequeñísimo, los niños juegan con las campanas de las iglesias que un día quedaron enterradas en el olvido, por los siglos de los siglos. Una mujer quema la madera de un fusil quemado después de la guerra. Las lluvias dejan ver el espacio de los ranchos.
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA· pOEsíA
Imposible ha sido devolverte la paz contra el llanto que te enterraron en los párpados sin comprender que la tierra estaba sola; y tú te quejabas en la arena, como queriendo encontrar la Patria para devolverla al pequeño viento que nos la traía. Bajaré a tus ojos inquietos, en ti me detendré callado y ausente. y aprendí las ciudades y los soles, y me abriste las puertas de los dioses, y comprendí que no era tarde para regresar a tus silencios.
PRIMER CANTO Ella venía del pre-tiempo de la nada y su dolor era tan antiguo como la esencia de las cosas que no existen.
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Su origen también venía del temblor del relámpago y su carne
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CÁNDIDO GERÓN
era el despojo de otras visiones. Su raíz primigenia era la anti-forma del átomo. Los pájaros se preguntaban si su huella venía de su voz o si su voz venía de Dios.
III
Ahora estás ahí desnuda corno el viento. Tú dices que la vida está en los sueños y que en los sueños está la muerte.
IV
Vienes de las palabras sin tiempo y del fondo de las cosas. De las pasiones imposibles y de la inverosímil muerte.
V
Tú dices que en el principio del tiempo milagros y cristales eran sinfonías desdibujadas en los espejos y que el silencio huía de la luz para no morir en el contorno del sueño.
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA· POEslA
VI
y te preguntas: ¿quién es aquel que nos llama desde el cristal hiriente de la nada? ¿Qué misterio nos sorprende en medio de la consumación de las llamas?
VII
Mis manos se desangran como una herida en un puñado de sonrisas. Allí puse mi dolor donde el cielo paría soledades.
VIII
Quise llamarla desde su voz como una raíz desnuda. Desde el quejumbroso latido de la muerte. Pero estaba cubierta de espacios en blancos. IX
y oigo sus pasos golpeando lentamente el descanso de la noche.
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CÁNDIDO GERÓN
y estoy llorando, ¿acaso Dios no llora?
x Aquí estoy con ella como el silencio con la noche cual cuchillo que busca el filo de su carne para herirse y luego mirarse en su espejo.
XI
Ahora la niebla de su llanto es como un origen hondo, como un grito en el vacío, como una vegetal e infinita agonía. y sobre sus sueños anclado está el turbio vientre del deseo.
XII
Infinitas danzas están pariendo su latido, su espasmo. y lejos, muy lejos del quejido de la serpiente estupran la luz de sus ojos como una última gota de sangre.
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA - pOEsíA
POR LOS CAMINOS DE AMÉRICA (Fragmento) A mi hermano Bonaparte Gautreaux Piñeyro.
América: desde el vientre que oculta tus vientos fugaces y ensombrecidos que soplan en los sueños portentosos de la arcilla, te levantas con tu pesado fardo trascendiendo sobre el mar, el llano y la cordillera. Porque eres el incendio y el lirio amaneciendo en el tropel de pájaros. ¿Qué extraña razón envuelve el mito de tu ciclo lleno de sombras, altares y dioses que conformaban el muro inquebrantable de un huracán enardecido? ¿Y qué eres en el fondo mi América, sino un horizonte abierto? Desde tu peregrinar lejano hasta tu presente rechazado, y tu futuro que se yergue como altivez de hombría, te encierras en la inmensidad de lo creado para reivindicar las nuevas páginas del hombre. He aquí mi verbo, mi canto, porque soy tuyo como tú eres mía. Tu verbo es la simiente que desborda el traje inmaculado y que palpita más allá del dolor y la sangre para cobijarnos en la palabra que encierra el milagro. Te llamo, América, pero eras eso y mucho más. Te llamo con el lenguaje que ya todos han grabado en la piedad inmarcesible de tu vívida historia. Desde antes tenía un nombre, pero en el verbo América se construye el umbral de una civilización aún en ciernes
CÁNDIDO GER6N
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que hablaba su propia lengua y era amalgama de una solidaridad que se va esparciendo por los contornos de toda tu geografía. Desde la Española creció el indio y la tierra fue almácigo de hombres libres en Puerto Rico y Cuba. y todo el continente quedó sellado en la mano rudimentaria que parecía acercarse a los dioses. Desde tus entrañas está el verbo y el verbo fue contigo, porque fuiste y eres el sueño y la esperanza de un mundo solidario y amigo, ajeno alodio y a la matanza que desgarra la vida humana. Mi canto viene desde atrás, y con él, todo lo que resume el encanto maravilloso de un esfuerzo que parecía desafiar a los propios dioses. y he aquí, la verdadera historia: Primero fueron los orígenes y las cavernas, las espumas en los rompeolas serenos y estrellados y los soledosos camposantos en los nervios de la nieve. Primero fueron los sonidos y el rocío aborigen buscando la palabra para descubrir los valles, las pieles y los ríos con ventanas eternas, las pieles y los ríos con ventanas eternas. y en cada caída, la huella y la luz, la semilla y las emociones, el sobrecogimiento fértil, la elegía, el ruiseñor asegurando el canto. Primero fueron las excavaciones y el pulmón de sombra oscureciendo los rostros en las piedras
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA· POESÍA
como lunas llenas ejecutando silencios para que la palabra indio, emprendiera el viaje del sueño obligado, pero ese sueño no quedó meramente en el silencio retornando en el arco iris de las proezas. Primero fueron las navegaciones con sus mares muertos de sombras y apagándose sobre cielos atareados. Primero fueron el asombro de los rostros y la flecha buscando el blanco de la piel como estrella apagada en las pirámides. y pienso, América,
que te abandonaron a la quimera de lo imposible y ahora eres tú la que canta con el dolor de saber que llevas en ti la semilla de la aurora. Primero fueron las raíces con su son de jeroglíficos y su aguardiente en las heridas, y la música ejerciendo sortilegios en el polvo reseco de la historia que le negaba hasta la propia alma. Primero fueron los gallos despertando con cicatrices y llamas en la navaja del orgullo. Primero fueron las alas del tiempo en los inmutables territorios y los temores de la palabra extraña en la memoria de la piedra legendaria. El árbol totémico y el sacrificio de la huida en medio del dolor y la incitada pesadilla.
CÁNDIDO GERÓN
y los sudores de las jornadas
en el instante conjurado, en la sepultura de la niebla, como una eternidad condenada y que se arriesga para encontrar lo que purifica la muerte.
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ALEXIS GÓMEZ (1950)
AlexisGómez Rosa nació en Santo Domingo el 2 de septiembre de 1950.Haobtenido varios premios con su obra, incluyendo unodeCasa deTeatro porsulibro New York City en tránsito de pie quebrado. Fue miembro del grupo «La Antorcha». Hizo estudios de literatura en la Universidad Autónoma de Santo Domingo y en la Universidad de Massachusetts, Boston. Actualmente viveenNewYork, Estados Unidos y da clases de literatura. Su poesía trata de eludir el significado por medio deasociaciones deideas casuales, a manera deun folklorismo de la cotidianidad. Por otro lado, los recursos intelectuales le sirven para provocar detonaciones eruditas ajenas a su ámbito cultural, como en el caso desus hai kus. Vadesde lasformas coloquiales del poema extenso hastaelhermetismo delospoemas breves. No esunpoeta deideas sino deestímulos sensoriales queponen enacción supalabra en unaespecie de automatismo. Sus poemas han aparecido en diversas antologías de América. EnPerú, recientemente, fue publicada en la Editorial Lluvia, unaantología desusversos. Con sulibro: Si Dios quiere y otros versos por encargo ganó el Premio Anual de Poesía Salomé Ureña de Henríquez (1991-1992). OBRAS PUBLICADAS:
Oficio de post-muerte (1973), Pluróscopo (1977), High Quality, Ltd. (1985), Contra la pluma la espuma (1990), New York Cityen [568]
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ALEXIS GÓMEZ
tránsito depiequebrado (1993), SiDiosquiere y otros versos porencargo (1993).
ESPEJOS QUE BORRAR El espejo me aburre su lección de semejanzas. Desde afuera, con la navaja, lo borro sin tocarlo. Al espejo que discurre le superpongo un espejo estacionado. Lo borro con ternura facial de llanto intransitivo. Le miento sacándome la máscara favorita de mamá: aquella de septiembre dos de mil novecientos cincuenta. El espejo que sonríe no es el espejo que me reparte en fragmentos. Al primero le doy los buenos días, y el segundo me declara su imposible. Está dicho: parado un espejo frente a otro no hay espejo. Prolonga el vacío su capacidad de blancas conjeturas. Así, escribir espejos de agua con el hilillo huidobro de una sombra. O suscribir espejismos con la piedra que deja el agua al secarse. El espejo que me busca se demora en una imagen rupestre.
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA· POEslA
Cavernícola hasta la próxima piedra, algo nuboso, me veo empañado en el tambor de un horizonte.
VENDAVAL DE OTRO MUNDO y no hallo sino la palabra quehuye RUBÉN
Esta palabra caerá en el vacío porque a nadie concierne su escritura Arrastrará su polisemia ciudadana, su ajedrez temático. promulgará su antiguo camino y sol de hoy (lunes 7 de enero): aparecido tras un velo grisáceo de siete horas y veinte minutos de la mañana, Esta palabra en tierra está en el cielo. Allí ordenará sus pájaros, allá, trazará un vuelo en proporción a sus consonantes dentelladas: vocales y sonidos que a sus colores la danza de las piedras. Esta palabra me mueve (sepulturero), en su garrapateado almacén de voces muertas, un erizo de niebla del que no copio su bárbaro códice itinerante. Los lunes, a mi derecha, -es un ejemplo, deglutiendo un horario en la nieve que juramenta un volcán. (Larva, la palabra oficiante, escultura de lo escrito.)
DARlo
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ALEXIS GÓMEZ
ROSTRO DE MUJER NEGRA
La mañana de Broadway emerge un rostro de azabache. El rostro de la mañana: Broadway, y un monumento de negra que lo pasea. Verla: para quitarse el sombrero. Amarla: pulgadas a pull-over su piel que no me aguanto, por esta calle de Dios que termina en poluciones colectivas bajo inmensos reflectores. Y que, volviendo a ella, se detiene en el relieve mayor de su negrura. Rostro de mujer, inefable, aparecida con la gracia caribe del cielo, cristalizando guanábana, caimoní: espíritu de la Iaragua si sonríe. y enmudecer, cochero -por favor, pare cocheroAhí, frente a esa montaña de cajas de arenque y latas de aceite de soya y legumbres, convertido en el bobalicón que mueve a risa. Con todo y mis zapatos de gamuza la mochila, y el corazón dispuesto a estrenar los motivos del lobo.
SOLEDAD ÁLVAREZ (1950)
Nació en Santo Domingo el 12 de noviembre de 1950. Se inició, a finales de la década del sesenta, en las páginas literarias delperiódico El Caribe. En esos años fonnó parte delgrupo literario «La Antorcha» y del movimiento conocido como «Ioven poesia dominicana», que durante los años setenta realizó numerosas publicaciones y recitales poéticos tanto en la ciudadde Santo Domingo como en el interior del pais. En esos mismos años mantuvo una columna de comentarios y critica literaria en elperiódico El Nacional, titulada «Soledad Álvarez escribe A.M.» De esa época son sus antologados poemas «Si nacieras llamándote Luis Pérez» y «Rituales». Enelaño 1975 saledelpais hacia LaHabana, Cuba, donde estudia y segradúa dePilologia, con especialidad en Literatura Hispanoamericana. Su estadia en La Habana no sólo le permitiá una acabada fonnación académica, sino también el contacto con reconocidos escritores latinoamericanos a través desu trabajo enel Centro de Investigaciones Literarias (CIL) de la prestigiosa institución Casa delasAméricas. En la revista deestainstitución publicó textos de critica literaria. A su regreso al pais trabajó junto a Manuel Rueda en el suplemento cultural Isla Abierta, donde publicó comentarios de libros, critica y poemas. Como Ayudante del Gobernador del Banco Central para elPlan deExtensión Cultural deesainstitución realizó una intensa actividad cultural y editorial. Fonnó partede la Directiva dela Asociación de Criticas Literarios. Durante un año, junto al poeta losé [572J
SOLEDAD ÁLVAREZ
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Mármol condujo lasexitosas «Tertulias delCentro Cultural Hispánico», donde también imparte seminarios sobre literatura. Hasido invitada a encuentros y congresos literarios en Venezuela, México y Estados Unidos. Enel 1980 obtuvo elPremio Siboney deEnsayo con su libro La magna patria de Pedro Henríquez Ureña, reeditado posteriormente por la Universidad Católica Madre y Maestra. Ha editado el libro De tierra morena vengo (1986) y Ponencias del Congreso Crítico de Literatura Dominicana (1994). Enesemismoaño también publica el libro de poemas Vuelo posible, del que Manuel Rueda ha dicho lo
siguiente: «Estamos anteunapoesía desíntesis queelude lodiscursivo, cuya significación última se logra a través de la pertinencia de las imágenes y de su relación con las palabras. Este libro de poemas, al producirse dentro de una literatura como la de hoy, en su mayoría desorbitada y lujuriosa, quehacegala deloinconexo y deun despilfarre verbal, aparece como un correctivo necesario, enseñando mesura, ascetismo y ese equilibrio, tan desdeñado pormuchos, quedebe existir entre razón y sentimiento.» También dice Rueda: «El libro inicia entre nosotros una suerte de erotismo femenino que se remonta a lo más primitivo del ser, a la prehistoria de la pareja humana, en un edén transgredido porlas formas femeninas de la curiosidad, cuyo placer es muerte, cuyo conocimiento es promesa de vida, pero es también muerte.» Soledad Álvarez forma parte, en la actualidad, de la Casa del Escritor Dominicano. OBRAS PUBLICADAS:
La magna patria dePedro Henríquez Ureña (1981), Vuelo posible (1994).
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA - POESÍA
CIRCENSE
De todos mis oficios prefiero este: volatinera en el vacío un millón de luces en mi cuerpo un incendio sin llamas ni cenizas de reflectores muertos y hay un suspenso de redobles porque he tocado con mi pie la cuerda. Hilo desnudo para pie desnudo y tembloroso alto puente único entre este lado y la otra orilla que me espera. Sin el antifaz atroz sola yo en esta carpa que enciendo con mis ojos que encandilo con mis manos que apaciguo en este momento en que todos me esperan allá abajo. Pero, yo volatinera en el vacío del mundo-muerte inevitablemente caigo hacia arriba.
DECLARACiÓN
Juro vivir mi vida sin treguas
SOLEDAD
AL VAREZ
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armada hasta la muerte sin aflicciones ni miserias con mis culpas y derrotas bien lavaditas y aireadas vivir sin torturadores o con ellos pero sin pie para la traición sin santos ni sobornos sin traidores o con ellos pero sin pie para la traición vivir amor aunque me rompa el alma pasajera de desastres ventrílocua de lo indecible contrabandista de valijas rotas de amores y contramores aunque me toque la muerte aunque me claven las uñas vivir con lentitud o con demencia con la luz o sus negruras ahora y después hasta ganar la batalla.
MOMENTO
Duele el gozo que propones de quedarme quieta sin respiros ni suspiros sin delicias de desnudo sufrirte llama cuando me quemas pero qué alivio cuando me haces agüita de yerbabuena
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA - POESÍA
en el justo momento que tus manos caen sobre mis senos y se escapan buganvillas y flamboyanes relojes de mares y no de arena turbados camafeos familiares augurios y ceremonias los mil y un nombres ilustres que le han dado a esta franca unión de cuerpo a cuerpo de alma a cuerpo de labio que dolería más si resistiera el dócil camino que le señalas. Quedarme presa en esta furia quiebra de todos los rompientes presos en este prendiapaga en el compás de la danza antiquísima que seguimos hasta la redondez de su misterio.
DEL AMOR CORTES
Dos árboles y dos palmeras inician la crueldad de la noche Prendo las lámparas de aceite y te invito a cruzar el puente levadizo de la locura Nos reciben bufones con caperuzas y cascabeles juglares y trovadores inventan metáforas como requiebros delirios que hacen transparentes mis enaguas
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SOLEDAD ÁLVAREZ
Yo estoy desnuda en el centro de esta agua nocturna y tú eres hermoso y comienza el festejo
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Desde la techumbre almenada que brilla un río de iridiscencias rumorosas nos envuelve La noche es un solo resplandor de hojas y alabastros La noche es un pifano arrebatado una música que no termina Allí los perros persiguen a un caballero disfrazado de lobo para alegrar a su dama florecen tréboles de cuatro hojas surtidores y aljibes con olor de malvas y rodaballos Allí el banquete de volaterías la danza el vino como de ámbar Aquí arde el verano y también yo pero en mi propia llama ceremonia de consagración en el último resplandor del sueño Tu mano borra lo que mi deseo manda al tiro de la ballesta flecha y entonces estocada.
POEMA
He tocado la muerte y era perfecta Distante como todo lo distante Cercana como todo lo que llega dulcísima entregándose la espléndida me dice muy despacio - su voz es como lumbre alumbrándole el filo a las palabras -
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA - POEslA
para qué la furia el odio tanta ávida luz para tanta claridad si bastaría con mirarse las cenizas rodar tiempo arriba o tiempo abajo por la lisura circular de las cosas hasta perder lo que tuve yno breve lacerada ebriedad de los sentidos la vida y su abismo desordenado arrastrándome por asilos y cárceles exactamente iguales por ceremonias que envejecen y se pudren y espantan Mejor me arranco el corazón y lo tiro como moneda Mejor me tiendo como todo lo infinito igual a la tierra con lo único que amé la palabra cobijándome y la noche y el árbol perfecta hasta resplandecer de pura nada
ORACIÓN DE LA MUJER SOLA A Phi/eas
Señor, la que hiciste a tu imagen está sola Ha perdido el rumbo y su boca que ha comido de tu cuerpo tu boca que ha bebido de tu sangre está muda Tú que la ungiste en el paraíso con palabras nuevas como el agua palabras amadas para espantar la muerte niegas la lumbre a sus ojos y desgarras sin piedad su corazón Lavida es triste fuera de la muralla de tu pecho Hay traidores conquistando ciudades, mujeres que lastiman
SOLEDAD ÁLVAREZ
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héroes con los bolsillos llenos de monedas, mentirosos maniobreros con olor de pulpo muerto entre la multitud sin otro destino que el destierro Protégela Señor. Toda la noche ahuyenta a los mercaderes de tu templo apacienta las ovejas del sueño y canta las delicias de tu memoria Toda la noche te espera. Las puertas cerradas, las lámparas encendidas como deseo su vientre como ofrenda las piernas que la arrastran como ahogada entre mendigos y piedras Protéjela Señor. Regrésala a tu reino de flores desnudas tu reino custodiado por hermosos guerreros desarmados amplio y azul como mar desde donde zarparon los barcos a todos los puertos sin las tormentas del odio sin las bestias que se alimentan de los despojos del amor Diosde humano corazón como vivir sin tu presencia lejana como todo lo que está cerca ¿Es que no oyes la súplica de quien escancia el vino y corta el pan y dispone la mesa para recibirte? ¿No oyes el gorgor del agua que perfumo para lavarte los pies y besarlos luego el agua mi agua escapándose para lavarte los adentros? Alégrense las criaturas porque mi Señor ha vuelto Bendito el que viene para el amor porque hace manar jugos y savias de primavera porque incendia mis venas y resucita lo invisible Metamorfosis del ser indefenso que recibe tu luz omnipotencia en mí imagen de la pasión en mí Esta noche reclinará su cabeza en mi hombro mañana caminaremos sobre las aguas.
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA - POESÍA
GOLPE DE DADOS Estás en el límite Una quiebra de árboles te persigue Dudas lo que ves salamanquesas prendidas de un muro entre el ojo y su amuleto estrellas en el pantano del cielo Nada sabes En vano consultas oráculos, tablas de la ley una señal al menos de lo que eres de lo que son las cosas No preguntes Alguien soñó por ti este vacío eligió tu nombre entre todos los nombres y escribió con cenizas la cábala de la locura. Preferirías un viaje por las más intrincadas galerías pero eres prisionera de ningún fin
EN CASA Es bueno llegar Quitarse los zapatos Dejar en el agua el polvo del día largo Tocar desnuda las paredes desnudas de la casa Caminar como ciega entre muebles, libros, lámparas como ciega que sólo tiene estas pobres cosas Habría que arreglar puertas, pintar los techos esmerilar espejos por donde anda mi extravío donde miro a la que no puede escapar a ninguna parte porque la casa es una torre que no conoce nadie
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SOLEDAD ÁLVAREZ
Mejor así Me basta lo que tengo Mías son las hormigas ensimismadas el camino brillante de las babosas la rana recién nacida en el baño de mi hija y este blues largo para decir tu nombre como un trofeo.
ITINERARIO I
La desnudez de la noche estremece la memoria devora cuerpos alrededor lo que tuve y no playas hirvientes ciudades muebles adulterios libros Piedras como brasas laceran el alma ¿Hasta cuándo esta duermevela de ausencias? sobre mi cabeza la noche de fantasmas una niña quiere ser corista y canta canciones tristes como lágrima Salamandra domesticada todas las niñas que fui toda la luz y la inocencia desnuda en juego interminable de máscaras de crímenes de ternura de condenados adolescentes que han bebido el filtro del escándalo y del amor Mi adolescencia mi adolescencia esta noche su cintura breve su pelo el encuentro feliz los desencuentros ¿Alguien conoce el naufragio de que esta mujer es capaz? Sus catástrofes son alegres
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA - POESÍA
disfrazada de hechizos se viste y se desviste como la corista que no fue y ha descubierto un territorio nuevo para el suplicio Este es el tiempo de la fiesta de los amantes que llegan y se despiden con reverencias la cabeza entre las piernas las secretas esperanzas entre las piernas ¡erróneas y ebrias noches las del amor! aquel saqueo del tiempo aquel tumulto de los sentidos para llegar a ninguna parte sino a este desteñido paisaje de nada Pasan mis muertos y se alejan no hay piedad para ellos como no hay absolución para mí Pero estoy viva y sin tregua
ITINERARIO 11
Este hombre no pasará a la historia morirá y su voz de ciego se perderá en la luz y sus palabras en la oscuridad más oscura de hormigas y caracoles Lasmujeres que vendrán inventaron su domicilio de fruta mordida no conocen sus manos penetrando exasperando en oleada deslumbrante sábanas dientes saliva aliviando mi paladar perecerán perecerá su tristeza de animal solitario ese cerco costumbre de peinarse y salir calle o mar (perdido sin saber si es la calle o el mar) con su pelo derrotado con su lanza de guerrero
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rota en trentidós pedazos Amurado de mí este hombre morirá su corazón será la tierra de un país que no verá nunca cenizas sus huesos sus dientes granos con que daré de comer a las palomas Morirá y su lengua al revés no embriagará mi lengua al revés sus brazos como un suplicante amortajado hacia dentro escuchará el naufragio de la hoja el hormiguero de sangre el tumulto cuando fuimos todos los hombres y todas las mujeres crepitando Este hombre morirá sin encontrar su itinerario.
PASAJE DE SUEÑO Al atardecer me llevan al templo Estoy viva y vestida con traje de reina de muerte Con flores que arrastro por entre blancos procesionales muros donde el sol y los pájaros llegan desde mil afios Tengo miedo de perderme Tengo miedo de olvidar Supliciada de mí escribo sobre las piedras ¿Por qué mi nombre de mujer sola? Debía cerrar los ojos y callar La soledad es el silencio tan cerca de mí tan leve afinidad corpórea ¿Pero quién calla? En vano me sumerjo en las honduras del discernimiento Desde todos los caminos piden hablar por mis palabras
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA - POEsiA
Vértice y festín Mis palabras crecen duelen conjuran Voracidad del todo por el todo ¿Puede el miedo de la vida resirtir el llamamiento de la vida? Lo que veo y oigo no cambia este designio La soledad es ausentarme de los nombres que amo Nombres insomnes y hermosos Ardan En el silencio.
TONYRAFUL (1951)
Antonio Miguel RafulTejada (Tony Raful) nace enSanto Domingo el 28 de junio de 1951. Graduado en Ciencias Políticas por la Universidad Aut6noma de Santo Domingo de la que actualmente es profesor. Director delaBiblioteca Nacional (1980-1982). Columnista del peri6dico Ultima Hora. Director del programa radial «Tribuna Democrática» del Partido Revolucionario Dominicano e integrante conjuntamente con los escritores Pedro Peix y Andrés L. Mateo, del programa televisivo «Peña detres» quesemantuvoporun tiempo en la televisi6n dominicana. Poeta, narrador, ensayista. Perteneci6 a la Generaci6n del'65. La política ha canalizado sus mejores esfuerzos por lo que su obra de creaci6n ha idoproduciéndose a grandes intervalos. OBRAS PUBLICADAS:
La poesía y el tiempo (1972), Gesti6n de alborada (1973), Abril, nacen alas delante de tus ojos (1980), Visiones del Escriba (1981), Movimiento 14 deJunio, historia y documentos (1983), Ritualonírico de la ciudad y otras memorias (1983), Pájaros y horizontes sitiados (1984), Larevoluci6n deabril de 1965 (1985), Elsíndrome dePenélope en la poesía dominicana (en colaboración con Pedro Peix) (1986), La dorada mosca del fuego (1988), Las bodas de Rosaura con la primavera (1991). [585J
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA· POESÍA
CANTO DE AMOR A PALESTINA A mi padre
Sucede que en la noche hay pájaros ciegos mudando el vuelo halcones devorando tu corazón un odio levantado como humo sobre la chimenea del tiempo. Sucede que borran tu amor en la cópula de la sombra que nadie atestigua tus ojos de música ni da asilo a tus alas rotas y el mundo no escucha tus gemidos de Patria abatida porque lo han dejado a oscuras. Sucede que han hurtado la azucena y han hecho el milagro de envejecer los arroyos han convocado sobre tu piel todas sus llagas han acorralado a Dios en tus mezquitas. Sucede que le dan plazos de tinieblas a tus colinas santas que reposan sus juncos en tu cabeza cenicienta que derriban mariposas como si el aire no fuera un lazo virgen de colores. Sucede querida Palestina que hasta inventan la historia y colocan piedras en tus frutos anuncian tu fin como si la ternura muriera. Oh, Palestina, raíz de mis raíces manchada en tu trono de sueños ¿quién no dice al verte que las banderas se roban? Pero sucede que también tú tienes Poetas que te cantan que violan la vigilia de la noche y se internan en tus aldeas a caminar contigo por el fuego.
TONY RAFUL
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CANTO A DIOS IRRECONOCIBLE «Ayer soñé que veía a Diosy que a Dios hablaba; y soñé que Dios me oía... Después soñé que soñaba». A. MACHADO
Es inútil que resbales con tus formas blandas y rumorosas que seas tiniebla y alborada, corazón móvil o cintura fría de planetas perdidos. Te supongo sucesión de lumbres, iluminada altura en donde soplan caricias, los ángeles. Déjame decirte que pareces un velo, una línea azul en las inmediaciones del mundo, asomo indescifrable del destino en el laberinto de los tiempos. Lienzos claros donde el cielo rasga su cuerpo de doncella. Gacela invisible ¿en qué lugar de tu semblante se pierde la bondad? ¿en qué índice de dedos celestiales levanta la bruma sus órdenes precisas? ¿en qué arquitectura gris depuso el firmamento sus colores? Apelo a tus mejillas de fuego para que fluya un celaje de ternuras, encontrar el tibio destello de tu escondite y ver si allá llega el deprimido amor de las plegarias. Para preguntarte de qué suspiro infinito hurtaste la luz que nos envías, en qué colina del universo te ocultas cuando reclamamos tu presencia.
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA - POESÍA
Filo eterno del misterio no soy nadie para cuestionar tus desvaríos, sugerir abismos en tu lejanía, apenas un canto abatido sobre la mudez, el común de los hombres inquiriéndote desde el miedo desde la paz postiza de la tierra.
RADHAMÉS REYES VÁSQUEZ (1952)
Nació en Monte Plata el 9 de diciembre de 1952. Pertenece a la Generación dePostguerra. Ha publicado varios libros depoesías quelo sitúanen un puestoespecial en el panorama de nuestra literatura, por la ductibilidad de su acento, que despliega con naturalidaduna gama de inquietudes entre lasquesehallan la antipoesia, y un verso cincelado a la manera de Luis Cemuda, siempre mirando hacia el ideal de la poesía inglesa. De ahí el acierto de su poema más importante de sus inicios, «El crepúsculo de Ezra Pound», Obtiene en 1985 el Premio Biblioteca Nacional dePoesía con Lasmemorias del deseo, y en 1986 elPremio Anual dePoesía. Realizauna abundantelaborperiodística en diferentes órganos delpaís. OBRAS PUBLICADAS:
La muerteen el combate (1973), Sobre el tiempopresente (1974), Las memorias del deseo (1985), Si puedes tú conDios hablar(1992), El bolero, memoria histórica del corazón (1994).
EL CREPÚSCULO DE EZRA POUND
He aquí la patria que nunca conoció. He aquí los matorrales, las montañas, [589J
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA - POESÍA
el riachuelo divíendo caminos, los ojos perdidos en inmensa polvareda, la dura piedra y la mirada grí.s Usted no puede irse, no puede marcharse tan callado como pájaro que abandona la rama de tanto esperar. Ezra Pound, burgués, traidor, amigo mío, alguien ha cortado su canosa barba. Ahora tiene suficiente paz. No puede ver los crepúsculos caer desde algún asiento del parque, no puede confundirse entre las gentes, ni dejar el corazón en una esquina. Gesticule. El mar es azul aun sin su presencia. Avance y calle. Demasiado se habla de usted en los periódicos. Muera interminablemente. No se juega con los pájaros si necesitan libertad. He aquí la voz del viento trepando paredes y derribando cocoteros,
RADHAMÉS REYES VÁZQUEZ
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las manos húmedas sobre las piernas y el corazón callado. Ezra Pound, multifacético; de pequeños ojos luminosos siempre mirando para el mar. Aquí están las lavanderas, los insatisfechos, los recién casados. Viejo caminante, amigo mío, no estreché su mano. No deje su bandera en esta tierra, no deje su chaqueta. Un pueblo que no es el suyo pregunta por usted: ¿Por cuáles caminos andará? ¿Cuál pájaro impide el crecimiento de la flor? Apenas divisamos el sol entre la niebla y yo temo a su voz en las soledades. Vamos pisando hojas por un camino largo, celebrando la llegada de la tarde con un crepúsculo gris en la floresta. y usted no puede compartirlo. Nos acercamos un poco más hacia la muerte. Traté de conocerle y de que me entendiera. Como hojas rodaron mis palabras sin que tocaran sus oídos. Estuve en su país y usted no estaba allí. ¿En cuál ciudad estaría perdido? ¿Cuáles palomas verían sus ojos?
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA· pOEsíA
Suicídese en su morada lento caminante de la tarde, estatua de hondos ojos debajo de la tierra. Que allá llegue el viento y desorganice sus cabellos. Allá lleguen los burgueses y los pobres, los injustos, los afligidos de corazón, los desvalidos y los desamparados. (Que su nombre quede sobre usted, Ezra Pound.) Maldiga la vida que amamos, el licor que despreciamos, maldiga a los pueblos que odian. Maldiga a los indiferentes, maldiga a los usureros. Los que quedamos se lo pedimos. Su cuerpo se hace más delgado, la lluvia empaña sus músculos, la pradera es verde y bella. Solamente estuvo de pasada en esta tierra, siga su camino de madrugada y de tarde, extraño extranjero de hermanos sin gracia y sin conciencia. Los árboles y los niños aún siguen creciendo. Tomemos una cerveza, Ezra Pound, extiéndame su mano, miremos el crepúsculo, vayamos a otro lugar para esperar la muerte verdadera.
RADHAMÉS REYES VÁZQUEZ
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Yo le vi pasar por esta esquina. Con sus cabellos de árbol, triste y mortecina mirada en ojos de lagartijo inofensivo. Ya no le miran asombrados los amantes, ni Venecia se acuesta con las palomas delante de sus ojos. ¿Qué será de usted, Ezra Pound,
introvertido, fascista, poeta... ? De blanca, canosa barba y límpida piel. El día se le acuesta en las paredes y le sorprende en los aleros con una multitud de recuerdos. No tema. Millars de razas y apellidos se confunden en su pueblo. No derrame sus lágrimas. Usted será polvo gris, amarillento, palabra inquisitiva, eterna quietud en su ladera, crepúsculo muriendo sobre el parque. Y no vendrá el olvido. ¡No vendrá la muerte verdadera... !
CAYO CLAUDIa ESPINAL (1955)
Poeta y licenciado en derecho. Desde susprimeros poemasllamóla atención de la crítica, especialmente con «Acontecen neblinas» en que maneja con gran destreza la ambigüedad cargándola de un sentido emocional que lo lleva a las percepciones metatisicas. Es un poeta pulcro, cuidadoso, a quien no se le notan los apresuramientos de la juventud. Después vinosupoemario Banquetes de aflición, merecedor del Premio Siboney de 1978, yen el que hacía suyos los postulados pluralistas, losque fueampliando, dándole una apertura muy personal en su segundo libro: Utopía de los vínculos. En esteúltimo libro, sin embargo, al esforzarse por adquirir una diferenciación, el estilo se le vuelve complejo y deun hermetismo dondequeda encubierta más deuna filosotia de la escritura. Después... sus admiradores han permanecido a la espera de una producción poética donde queden abolidas todas sus contradicciones, y donde el espíritu salga triunfador de la teoría. Nació en San Francisco de Macorís en enero de 1955. OBRAS PUBLICADAS:
Banquetes de aflicción (1979), Utopía de los vínculos (1982).
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CA YO CLAUDIO ESPINAL
ACONTECEN NEBLINAS 1
En la tierra, en la tierra donde caen los árboles de nadie (de nadie caen los árboles dónde?) en la nada (allí se crea lo perecedero). Allí, oh, es el tránsito, el origen, la muerte, por los siglos de los siglos, aquí. Aquí el hervor de lágrimas dirías, dirías, oh, eje, oh, eh, ay. ¡Oh ángeles! dirías, yo soy del acto y todo pasado el tiempo al que te abandonas con una girante flor llena de aspas. Desoye la edad, te dirías como desoye su edad la luz y el espacio, pues, cómo podrías tocar ni siquiera la sensación de la gota, (su frío) si no eres el hombre que se presiente y comienza a palpar la eternidad en la tierra, en la tierra. 11
Yo he buscado los descansos oh, para mirar el cosmos: yo llegaba a las ciudades con un deseo de perderme y de extraviarme en todo. En movimientos del planeta, en templos estuve sentado con el tacto ebrio tan sólo
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA· pOEsíA
y con el gusto embriagado. Allí no quería mis carnes mas, con mis talones dando al trote hacia donde moveré mis pies de manera que no pise la noche. Así, esto es estar en la tierra. El hombre sólo quiere recoger su fruto, y frotarlo, comer pureza. Así, esto es estar en la tierra. Ahora yo entro al mundo, sosegado, y la rosa redonda se deshace y se desrosa, y digo: mal terrible mirar vida despreocupado. No quiero ser el hombre vano. Aire, vira tu frío lleno de sangres y de pájaros, ahora yo entro al mundo, sosegado. Yo soy un varón bajo el cielo y vaya los tiempos llorando. Así, esto es estar en la tierra. y es entrar a las estaciones sin saber cuándo ni el por qué, así el algodón fue en mis manos un humo demasiado puro y pesado, para ascender. Y, en las tardes del trópico, yo, miré vivir al quedarme a solas, la menstruación infinita de las amapolas. La caña fabricando sus azúcares.
CAYO CLAUDIa ESPINAL
Y, así, caminando, pude mirar: sólo de blanco viste la sal. Y oí aquel sonido que enfebrece. pues al final de un golpe de mar queda un sonido que efervesce. Ahí me quedé mirando azules pues yo busco cielos y llamas y un hundimiento de suavidad como una inyección de nubes. Oh, mis sentidos me hunden hacia maravillas y densos mundos. Es que así yo he estado como dormido y regreso como de mirar sueños: Y reamando, desamado, prosigo despertándome ay, de entre charcos de sangres, de entre pulpas de frutos y violines oídos como en el fondo de aguas. Y esto así, entreveo y acontecen neblinas o sedas flotantes donde se enmarañan pájaros y los perros guardianes se están ladrando hacia dentro... Mas, allí era la cesación. Y relloro. Oh, de nuevo entrar a la vida. Oh, haber bebido miserias Oh, vivir tan de veras, asi esto es estar en la tierra. Sí, con estos ojos he mirado 10 que me harta, con estos ojos.
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA - POESÍA
Un caer de sangre en su sangre llevan todos los hombres, todos. Aquí jugué el juego de las nadas, el juego del llanto horrible, aquí en medio de luz de lunas un olor a planetas me turba. Por lo desconocido gemí. A veces hundíame en cegueras, una cisterna de oscuridad es la piedra. Oh, por saber lo que buscaba aquí me sentí desposeído de cielos; sí, aquí me dije: la soledad es un tumulto de nada. Mas, llorando yo te dije: alma todo herida es liviana, la vida es nada, como sesgo. Nada, oh seres hermosos, nada. Di, tú, qué será, de nosotros los vivos, di, qué será, dime ... Acaso esta es la vida siempre, este es el Ser y el Sueño pues he aquí que vivo y vivo y despierto cuando duermo Oh tú para que no te sonrojes, despierto hacia pisos de polen.
III y comienzo el canto, el ritmo,
todo comienza en acto, digo.
CAYO CLAUDIO ESPINAL
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Y, pienso sombras, pienso, frutos, enloquecido. Alguien ha muerto, a alguien se le murió la edad dentro del cuerpo. La vida es retorno y es círculo. Todo en la tierra marcha hacia el olvido. Y prosigo el canto, el ritmo, y pienso aún lo que no tiene nombre, nadie puede gobernar el sueño.
BANQUETES DE AFLICCIÓN (Fragmentos) El sentido que no tiene lo aleja del cuerpo ¿Por qué José Contreras va remoto a morir en su tacto? Oh lugares cuidadle sed propicios a él No esperemos ni siquiera un minuto de piedad en los mundos Todo es desolado de lo contrario no es El ave que no tiene está lejos volando sin el adónde Ya todo está con muerte vacante en el mundo ¿No comprendes que todo va al desamparo? El desamparo es no querer estos árboles esta
de
tierra estos
aires
sombra
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA - POESÍA
Un martillo de luz a au lado se ha convertido en llanto un fusil se convirtió en un círculo de abnegación ¿Hacia dónde José Contreras Entra a la habitación del tacto? Oh
¿Es que no hay para él un lugar fresco?
¿No hay para el héroe delicados pastos colinas húmedas donde desangrarse? Colinas húmedas con los hombres absortos en las ruinas donándose la destrucción ¿Es que no hay para el héroe
un lugar donde los frutos caigan muertos por hartazgo de miel? y esté como siempre el ave volando velo ci dades
dónde
CA YO CLAUDIO ESPINAL
Oh
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si su materia tiene reposo yo no tengo deseos ni de socorrerme
Cómo es que me quedan fuerzas y hablo de lo distinto
Y digo la noche es la sombra de Dios la luz es la sombra de Dios Ya advendrá para él sueño y ciencia piensan todo es un esfuerzo el mundo quiere ser perfecto hace muerte hasta yacer Mas yo no entiendo viene muerte hasta perder el nombre En la recámara del tacto sepone a llorar remoto Yo no entiendo nada de la sapiencia del amor o de los frutos un fusil de luz a su lado se ha convertido en llanto este no en mi sí un martillo se convirtió en un círculo de abnegación ni el porqué de la misma temperatura porque está en colinas de sangre el héroe para la rosa y no espera un minuto de piedad en los mundos y para mí porque todo es desolado de lo contrario no es José Contreras entra en la habitación del tacto porque para morir de veras en recámaras fortaleza donde habrá de morir
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA - POESÍA
debe existiruna destrucción de sombras en la ruina del cuerpo desaparecerá en la senda? hasta oírel desamparo donándose la muerte Ni siquiera sus otros sentidos tendrán dónde morir... hasta que el ave caiga muertapor hartazgo de velocidad Oh vértigos de la muerte hasta que los frutos caigan muertos por hartazgo de reposo ese cuerpo en su horrible ceguera mira hacia el Oeste llorando Pero losé Contreras no ha muerto y mira hacia el Norte el sentido que no tiene lo aleja del cuerpo ellos también nos invadirán de nuevo oh lugares cuidadle sedpropicios a él y no estará su pecho para la segunda muerte hasta que sepan que el desamparo es no querer estos árboles oh espectro azul esta tierra de sombra hasta que sepan que todo es un esfuerzo y la noche es la sombra de Dios y la luz es la sombra de Dios en ronda de beneficio hasta que sepan que la materia no tiene reposo y no tienedeseos de socorrerse volando velocidades porque el héroe no tiene ni dónde desangrarse en salones de llanto porque el héroe no tiene ni siquiera un ave que vuele cantando entre su instinto y cae levantándose como quien abre una ciudad y cae levantándose como quien vivesin adónde como si los sueños hubiesen sustituidoel sentido que le (alta como si al entrar en la habitación del tacto comprendiera
CAYO CLAUDIa ESPINAL
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la destrucción de los hombres absortos en las ruinas mirando patria porque en verdad de los quemiran iracundos el Norte y el Oeste llorando sólo queda él ¿Es que todo está destruido? ¿Es que no haypara el héroe un lugar fresco delicados pastos colinas húmedas donde desangrarse? Colinas húmedas dónde
Tú después de diez siglos de gestación sentiste primero las alas del ángel en tu vientre como deseando volar luego los gritos del ángel dentro de ti diciendo Hosanna hosanna en nombre del señor Sentiste que sufría sin culpa aquel que sin sexo te poblaba llorando
Vivir así porque el ángel sólo puede volar en el vientre Al sentir el terror de ese ser porque llora día y noche en las entrañas después de diez siglos de nada debiste decir porque el llanto del ángel es la vida repitiéndose -Eres sílaba aniquilamiento eres en mí apertura de brotes porque sin culpa grita volando sin nombre en aventura de ser porque sin culpa grita sin nombre tú no pereces eres el conclusivo porque prisionero no puede estar en aventura de ser
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA - pOEsíA
Oh tú que posees dentro de la materia una nube porque no tiene sublime alimento un vacío que transporta al santo que repite Hosanna porque llora en ansiedad par Eres una nube dentro de un lampo de ámbar porque con los ojos cerrados hizo la catedral del miedo donde inútilmente desea salir el ángel Convivir con extraños y en desamor porque el ángel no ha nacido - Soy para ti oh Dios imploraste al final de todos los finales porque nadie ha frenado un huracán mas libértame de este ángel que llora día y noche porque no hay huracanes depájaros en mis entrañas que luego sean huracanes de sombras Mis senos tienen leche hace diez siglos y manan para nadie porque cayendo nadie ciñe si tiene amorde perecer sólo él permite que salga éste que no será a imagen tuya porque el dolor no es solución ni proviene de aperturas como yo porque no fluye el dolor hasta serviolín No me castigues más con esta apetencia de madre o un concierto de pistilos vibrados sin poder porque una hélice de substancias opacas hubiera preferido la esterilidad es sólo agror en la boca del ángel girando para su sufrimiento a tener sin goce este ser perpetuo encarcelado en mí porque un ángel girando de sufrimiento es sólo agror emergente Me odia sabiendo que se irá al nacer rodado por derivar en obstinación Con sus alas te buscará no podré retenerlo
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CAYO CLAUDIO ESPINAL
Derivamos en obstinación si sufrimos convulsos en furores Pues Tú eres su sola necesidad su único alimento o virazón degran dolor Tengo por ello la ansiedad de que nazca Vivir así porque no ha nacido la piedad absoluta pero preferiría que no naciera pues éste que pariré se me irá de las manos sin tocar mi leche ni mis pechos y yo quedaré después de diez siglos horriblemente abandonada en mi ternura sin propósito huyéndome
Oh Dios
yo
madre de la Piedad Ángel horrible
TOMÁS CASTRO (1959)
Nació en Santo Domingo el 7 de abril de 1959. Perteneció al «Colectivo de Escritores ...Y punto» y al «Taller Literario César Vallejo». Su primerlibro, Amor a quemarropa, trae una voz nueva a la joven poesía dominicana, donde se explotancon finura y plasticidad los refinamientos del sexo y del buen humor, a medio camino entre el antipoema y elepigrama. Y aquíesnecesarjo señalarquedesde entonces prosperan, en las filas de los más jóvenes, las formas breves, fáciles en apariencia. Porello, tal vez somos el país de América en el que el Hai ku ha prosperado más, aunqueno siempre con el éxito y la pertinencia requeridos, ya que nos separa delOriente todoun mundo dediferencias étnicas y culturales. Tomás Castro obtuvo en 1986 el Premio Biblioteca Nacional de Poesía con su obra Entre la espada y el espejo. OBRAS PUBLICADAS:
Amor a quemarropa (1984), Entrega inmediata Y otros incendios (1985), Entre la espada y el espejo (1986), Vuelta al Cantar de los cantares (1986), Bodas de tinta (1987), Epigramas del encubrimiento deAmérica (1992).
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TOMÁS CASTRO
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CONCIERTO A PUERTAS CERRADAS
Con estas manos hechas para ti quiero uno a uno tocar los instrumentos de tu cuerpo al palparte me salen tonos partituras música en fin de todas partes se precisa un golpe de batuta para tocarte sin desafinar estás llena de violines en ti los pájaros ensayan sus últimas canciones en ti debuta una alta fidelidad que termina entre mis dedos haciéndote fraterna amo tus instrumentos cuando me inundas de sonidos cuando tu cuerpo me nombra el músico más grande que nadie se sienta herido -ni bach ni beethoven ni los trompetistas del juicio finaleres un concierto que sólo yo puedo tocar.
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA· POESÍA
ANÓNIMA CON CAMPANAS DE FONDO
Tin tan dónde estará la que iba a la iglesia los domingos de mi infancia la que en vez de mirar al púlpito me hacía mirarla tin tan dónde estará la que por estas calles transitó junto a mi niñez moviendo su minifalda multicolor la que una vez se detuvo en casa y la puerta pareció arrodillarse ante su risa y pidió agua
mirándome con sus ojos sin dueño y bebió en aquel vaso que chorreó agua por el crucifijo de su pecho que pena su sed no fuera más grande para vaciar en sus labios el planeta tin tan dónde estará aquella que se perdió en la mañana de mi infancia.
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TOMÁS CASTRO
NEGACIÓN DE LA COSTILLA
Amontono dudas en mí cada vez que como marea voraz subo por tu cuerpo amplio buscándome encontrándome ese espejo mío que te vuelves desnuda de qué dulce materia está elaborado el chorro de humanidad que late en ti de qué materia las maravillas gemelas que cuelgan de tu pecho de qué buena manera desempolvar los enigmas acumulados en tus pasos sobre el planeta reniego a creer que eres la que eres por ser materia de una costilla antigua no admito esa teoría de huesos eres mucho más que la blanca acumulación de oseína pido -desafiando mitos y osamentasla revisión del primer hombre miren esta mujer tiernamente rebelde que se impone más allá del hueso.
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA - POESÍA
CONOCER LA NOCHE
Para conocer la noche hay que apagar las estrellas.
AMOR SOBRE TODAS LAS COSAS
Centro de mis pasos mujer te mimo te cielo te aterrizo me gusta amarte sobre el techo sobre el piso sobre la arena sobre la mesa sobre todas las cosas en particular sobre la cama y por qué no quererte de lunes a domingo a doble fuego los días feriados en sí amarte más de lo que dios manda
JÜSÉMÁRMÜL (1960)
En el panorama de nuestra poesía la figura de losé Mármol surge como la reivindicación de una juventud que hasta entonces había producido poemasunpoco improvisadamente, diríamos a la ligera. Con élaparece la reflexión, abunda loquesedenomina conpropiedad «arte poética» y una introspección queprepara alserhumanopara losgrandes vuelos. Impresionado desde el comienzo con la poesía del argentino Roberto [uátroz, encuentra su tono a través de una gama de lecturas indispensables en todo joven poeta, que lo llevan de la poesía inglesa y norteamericana hasta los metafísicos alemanes. La búsqueda de Dios y del seres una constante en su producción. Nace en Santo Domingo el 30 de abrilde 1960. Cursó Ptlosofia en la Universidad Autónoma deSantoDomingo y Lingüística aplicada en el Instituto Tecnológico de Santo Domingo. Profesor de filosofía en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra y fundador de la Colección «Egro» de Poesía. Actualmenteesgerente editorial delBanco Popular Dominicano. Tieneensu haberelPremio Anual dePoesía 1987 conLa invención del día, yel Premio Pedro Henríquez Ureña 1992 con su libro Lengua de paraíso. OBRAS PUBLICADAS:
El ojo del arúspice (1984), Encuentro con las mismas otredades l (1985),Encuentro conlasmismasotredades JI (1989), Lainvención del [6111
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA - POESÍA
día (1989), Poema 24 al Ozama: acuarela (1990), Lengua de paraíso (1993), Deus ex machina (1994).
POEMA 24 AL OZAMA: ACUARELA
superficie de luces agotadas donde apenas el sonido de la sombra suena. yo te nombro ciudad irreal hundida en la penumbra de un recuerdo invernal. el ozama que fluye por cada objeto a la deriva es una historia. el ozama que sube del fondo de la noche hacia mi palabra. un pez flota suspenso entre la imaginación y un escarceo brillante de hojas secas. el ozama refugio del miedo de la noche y de toda la pobreza de unos hombres. largo testimonio de secretas temporadas de amor y de todo excremento vertedero. yo te nombro ciudad irreal hundida en la penumbra de un recuerdo invernal. cuando en la orgía de las horas oscuras no queda diferencia y el amanecer estalla en su maravilla cotidiana. cuando el silencio penetra el aire ancho y el murmullo de los troncos y las piedras. el río que hay en el ozama empieza a sudar leche de luna y baba. empieza a mostrar sus ahogados. sus ángeles suicidas. sus dioses imperfectos. sus luases orinados. sus vírgenes violadas por murciélagos y sapos. los lanchones de hueso dejan la superficie cantando su retorno hacia 10 profundo. todo mi cuerpo. toda mi memoria contenidos por el río que corre en el ozama. todo mi ser desgonzado y transido. superficie de luces diluidas por donde ya no se oyen las rancias velloneras. yo te nombro ciudad irreal hundida en la penumbra de un recuerdo fatal.
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JOSÉ MÁRMOL
OTRA VEZ UN POEMA
cada palabra es una flor que aborrece su forma y su olor desprecia. cada flor es una voz. un lenguaje abierto a la piedad. al amor. al tedio, un cosmos reunido en una breve mancha nacida para el aire. tímido latido del inmenso letargo celestial esa flor. un vagido tal vez de algún dios corrompido. por la estirpe de barro soplado y su alfabeto. cada palabra es una flor que aborrece su forma y en el instante queda.
ESQUICIO DEL VUELO
vaya dibujar un pájaro que es su mismo vuelo. y un vuelo que aun no tiene pájaro. vuelo que se crea con su pájaro. pájaro agotado e los tonos de su vuelo. no voy a dibujar un pájaro volando sino al mismo vuelo dibujándose. yen mi turno de sentirme dios. vaya crear un himno para el viento y la memoria.
AL NOMBRE DE ALGUNA MUJER
tu cuerpo es un deseo de ti por todas partes. tu cuerpo es un imán tensando mis rodillas. eternidad de un día desde la que borracho de urgencias me disuelvo. fugacidad con brazos para estrecharme a un fuego. tu cuerpo es una flor brotando de un espejo. un temor con esperma recogido en el vientre. la pelvis una playa que agrupa un mar de besos. tu cuerpo es un recuerdo que no tiene
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA - POESÍA
pasado. permanencia del agua en racimos de unas horas. tu cuerpo es la noche con su nada redonda. el sonido. el metal. la soledad. la campana que hincha la neblina sobre las viejas piedras de la catedral. tu cuerpo es un deseo de ti por todo el tiempo. escasos los dedos. tremendos los ojos y unas ingles llanas de las que crecen nubes. tu cuerpo es una música para nunca tocada. tu cuerpo no amanece. tu cuerpo inventa alas. azul en lo azul. desde lo blanco blanco. voz en la voz y por el viento soplo. tu cuerpo es un deseo de ti por todo sitio. tu cuerpo es una danza de ti si el piano flota. tu cuerpo es un reclamo de amor en cada gesto. tu cuerpo es un deseo de ti por todas partes.
PENSAMIENTO
para qué preguntar por la salida si la entrada fue un don de lo desconocido. para qué los intentos por descifrar la vasta superficie de un milagro. para qué presumir sabiduría y dominio. sabio es el viento que no tiene memoria. que sólo cuando pasa es. que pueda pasar iracundo o tierno. sabio es el viento. uno de los cuatro elementos en el sueño. y no lo sabe nunca. y nunca lo sabrá.
ABDICACIÓN
Dios es como el fuego, cuya pasión redime, Como el viento poderoso, cuyo ardor desnace todo.
JOSÉ MÁRMOL
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Dios, temor y fuerza de seguirle o acosarlo, Como el tiempo, como el sueño y como el baño santo de las termas paganas. Es como un fuego Dios, su amor devora y crea. Dónde a Dios buscar sin vano desafío? Sea en el prodigio de tu cuerpo y tu voz, En el quejido lento de animales y brisas, En la distancia unida por las hierbas y las piedras, En los repliegues suaves del mar, que es piel del cielo O en la muda palabra de una oración estéril. ¿Dios, perpetuo buscarse, Forma transparente de lo que nunca es? Es como el agua Dios, cuyo beso nos pudre, Cuchillo destapando el centro de los sueños y si más hondo el filo, más fecundo, más brillante el animal que acude. Dios es el tormento de creer o descreer, Dimensión de lo enorme y lo nimio simultáneos, Sentido de lo ágil, lo inasible, Equilibrio inmutable del designio y del azar, Contenido sin esencia a no ser la de mi voz. Dios ya no enferma. Dios, cuyo destino le aterra y desconcierta. Dios soñó entonces con cuerpo de vestir, viandas sobre la mesa, Con cuentos de niñez (porque ha de ser terrible haber nacido inmenso). Dios es como un canto, cuya vocal se ahonda y va ganando plenas distancias eco adentro. Dios, el que ama todo sin conocer ternuras, Sin haber sido limpia superficie de un beso. El iracundo, el sobrio, el que ha llorado ráfagas de insensatez y tedio.
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DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA· POESÍA
Es como el fuego Dios, cuya pasión consume, Como lluvia torrencial, cuyo crimen fecunda. Dios es como el aire, sin ser visto abraza todo, Dios es como yo y en mi palabra quema la luz que lo refugia.
ÍNDICE DE ILUSTRACIONES
Manuel del Cabral (1907)................................................. .....
19
Franklin Mieses Burgos (1907-1976)
45
Héctor Incháustegui Cabral (1912-1979)
127
Pedro Mir (1913)
153
Freddy Gatón Arce (1920-1994).............................................
205
Máximo Avilés Blonda (1931-1988)
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Esta primera edición de 1,000 ejemplares del libro DOS SIGLOS DE LITERATURA DOMINICANA (S. XIX - XX), POESIA ( I - 11 ), co-auspíciada por la Secretaría de Estado de Educación, Bellas Artes y Cultos y la Comisión Oficial para la Celebración del Sesquicentenario de la Independencia Nacional, se terminó de imprimir el 24 de enero de 1996, en los talleres gráficos de Editora Corripio, C. por A. Calle A esq. Central Zona Industrial de Herrera Santo Domingo, República Dominicana.