Maravillas De La Naturaleza

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PIEDAD INFANTIL • LIBRITOS ILUSTRADOS A TODO COLOR PARA NIÑOS PEQUEÑOS

• LA BIBLIA DEL NIÑO LOS DIEZ MANDAMIENTOS EL CREDO LOS SACRAMENTOS EL ROSARIO HISTORIA DE JESUS LA VIRGEN MARIA SAN JOSE LOS APOSTO LES LAS MARAVILLAS DE FATIMA SANTA BERNARDITA DE LOURDES SAN FRANCISCO DE ASIS SAN IGNACIO DE LOYOLA SAN FRANCISCO JAVIER SANTA TERESITA SAN LUIS GONZAGA SANTA ROSA DE LIMA SANTA INES SANTOS JUSTO Y PASTOR DOS SANTOS DE LA EUCARISTIA TODOS LOS SANTOS LAS CRUZADAS



EL PRECIO DE CADA LIBRITO ES DE 30 PESETAS

• Pídalos al APOSTOLADO MARIANO c/Recaredo, 34 - Sevilla

X. TULLA Y A. CODESAL

MARAVILLAS DELA NATURALEZA

Ediciones Alonso Esparteros, 4 Madríd-12

1

Apostolado Mariano Recaredo, 34 Sevilla-3

INTRODUCCIÓN

D.L. : M-27534-1981 l.S.B.N.: 84-371-1560 -4 hnpreso en España • Printed in Spain Talleres Gráficos Alonso, S.A. Carretera de Pinto, km. 15,180.-Fuenlabrada (Madrid)

¿Qué son «Las Maravillas de la Naturaleza»? - Son todos aquellos fenómenos que suceden en el universo y que la ciencia humana no le encuentra explicación, porque para que sucedan es necesaria una sabiduría y un poder infinitamente superiores a los del hombre actual. La Naturaleza, ¿tiene poder e inteligencia? -En absoluto. Pues si las «maravillas» que vamos a estudiar en este librito es imposible que puedan hacerse sin mucha sabiduría e inteligencia, ¿quién es el que las ordena? · -La respuesta no puede ser más clara y convincente: DIOS. Y ¿no se pueden hacer ellas solas? - Eso es lo que dicen los ignorantes que no creen en Dios, pero esa afirmación es la cosa más absurda y necia que se puede decir: ¡Lo que no son capaces de hacer entre todos los 3

científicos del mundo en sus laboratorios, decir que se hacen solas sin alguien que las dirija! Los hombres del mundo han conseguido ya unos niveles de sabiduría que estamos asombrados de lo que han sido capaces de hacer. ¿Quién hubiera creído en el siglo XIX que a mediados del siglo XX podríamos ver el fútbol en América desde nuestras casas de Europa, y que algunos hombres conseguirían pasearse por la Luna? Nadie lo hubiera creído y habrían dicho que estaba loco el que se atreviera a decirlo. Sin embargo, la ciencia del siglo XX ha conseguido todo eso y mucho más; pero otras cosas que parecen tan sencillas como es la construcción de una simple flor, y que los ignorantes dicen que se hacen solas, la ciencia no es capaz de construirlas. No se necesita mucha ciencia para hacer una flor de plástico, tan bien hecha que parezca real, ¡pero no podremos conseguir jamás que una flor hecha por manos de hombres produzca frutos y dé semillas! ¡Eso que parece tan sencillo a los que dicen que se hacen solas, no lo conseguire.mos jamás! ¿Y no sería posible que las cosas tengan alguna inteligencia aunque no lo demuestren? - Eso no se lo cree ni el más tonto. ¿Quién sería capaz de ponerse delante de un toro y torearlo si supiera que aquel toro se iba a dar cuenta de sus trucos porque era inteligente? Nadie; pero el torero se pone delante del toro y se burla de él porque está seguro que el toro no tiene más que un simple instinto que le obligará a portarse como todos los demás. Si un hombre sospechara que los árboles y las plantas tenían inteligencia, ¿cómo se atrevería a maltratarlas y dormir tranquilo a la sombra de ellas? 4

No; las plantas y los animales hacen «maravillas» que nos llenarán de asombro leyendo las páginas de este libro; pero no tienen inteligencia, sino un simple instinto, o unas leyes de vida, que ordena y dirige Aquél que lo sabe y lo puede todo, y que, aunque lo nieguen los ateos, es y se llama DIOS.

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LA BIBLIA

¿Qué es la Biblia? -La Biblia es el libro más importante del mundo, porque es ·el Libro de Dios. Y ¿por qué es el Libro de Dios? -Porque aunque los que lo escribieron fueron hombres, fue inspirado por Dios, y por eso su verdadero autor es Dios. ¿Qué dijo Jesucristo al hablar de la Biblia? -Que no podía fallar (Jn, 10.35). Y ¿qué nos dice la Biblia hablando de las maravillas de la Naturaleza?. -Que por ellas podemos y debemos encontrar a Dios. Así en Los Hechos, 17, 2 7, se nos dice: «Dios quiere que los hombres le busquen a través de las criaturas, rastreando y como palpando hasta hallarle». 6

El Libro de la Sabiduría, capítulo 13, versículos del 1 al 9, nos dice: «VG!la es toda la ciencia de los hombres que no conocen a Dios, y que por los bienes visibles no logran conocer al que existe, ni considerando sus obras llegan a conocer al Artífice de ellas, sino que se figuran que el fuego, el viento o las consteladones de los astros, o la gran mole de las aguas, o el sol o la luna, etc., son los dioses gobernadores del mundo. Y encantados de la belleza de tales cosas, las imaginaron como dioses, en vez de comprender que si esas cosas son bellas, mucho más hermoso será el Creador y dueño de ellas, que es el Creador de toda belleza. Y si se maravillaron del poder y energía de estas cosas, deberían haber deducido cuánto más poderoso es el Creador que las formó . Pues por la grandeza y hermosura de las criaturas, es contemplado analógicamente su Creador... Porque si los hombres con su ciencia y saber llegaron a entender tarttas cosas de la Naturaleza, ¿cómo es que no encontraron más fácilm~nte al Señor y Creador de la misma?». En la Epístola a los Romanos, 1, 18-20, se nos dice: «En el Evangelio se indica también la ira con que Dios castigará la impiedad e injusticia de los hombres que tienen aprisionada injustamente la verdad. Puesto que ellos (aunque lo nieguen], han podido conocer claramente lo que se puede conocer de Dios. En efecto: las perfecciones invisibles de Dios, como es su eterno poder y su divinidad, después de la creación del mundo, han quedado visibles por el conocimiento que de ellas nos dan las criaturas». En otro lugar del Antiguo Testamento nos dice Dios: «Los Cielos pregonan la gloria del Señor, y el firmamento proclama la obra de sus manos ... 7

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«Alzad hacia lo alto vuestros ojos y considerad: ¿Quién creó todos esos astros? ¿Quién hace marchar ordenadamente todo ese ejército de estrellas y las llama a cada una por su nombre sin que se nieguen a quedarse atrás? ¡Tal es la grandeza; tal es el poder; tal la fortaleza y la virtud de su Creador!» Salmo 19.2 lsaías 40.26. Es cierto que a Dios no le podemos ver; pero vemos sus huellas inconfundibles que no pueden ser de ningún otro. Vemos hechas muchas cosas que sabemos que nadie más las ha podido hacer sino alguno que tenga un poder y una sabiduría sin límites: la sabiduría y el poder que solamente corresponden a Dios. El gran filósofo Balmes solía decir: «En mi bolsillo llevo la prueba de la existencia de Dios», y enseñaba su reloj. Porque así como sería un absurdo decir que un reloj se ha hecho solo, aún es más tonto y absurdo afirmar que un árbol o un animal se hicieron ellos solos. Dice San Pablo: «Toda casa es construida y fabricada por el hombre; pero el Creador del universo es Dios».

La única conclusión razonable de todo lo que llevamos dicho, es la que nos da la Biblia: «Solamente los insensatos pueden decir en su corazón que no existe Dios». Salmo 14.1. Leamos el libro con atención y comprenderemos que ese maravilloso instinto de los animales; todas esas cosas que hacen sin ellos entenderlo, son dirigidas y hechas con la intervención de Dios. Dijo Jesucristo: «Hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados y no se caerá uno solo sin la voluntad de Dios. Ni si8

quiera se pueden mover con el viento las hojas de los árboles sin la voluntad de Dios». Por eso afirmaba San Pablo: «Dios es quien hace todas las cosas en todos». Queridos niños: si leéis este librito con atención y sabéis razonar con lógica, comprenderéis lo tontos que son todos los que dicen que no hay Dios. Se necesita ser muy tonto o estar muy ciego para no comprender que todas esas maravillas de la Naturaleza solamente las puede hacer Dios.

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tividades humanas requieren ayuda, como lo es el tener invitados a ""' la mesa. Quien tiene sobrante de vivienda, la realquila o arrienda. Las desavenencias en todos estos •

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Presentamos al actual rey de la naturaleza, al poderoso elefante, un gran paquete de músculos con largos colmillos de marfil con los que desgaja. corpulentos árboles, que descalabra al tigre de un trompazo y convierte en papilla a sus enemigos con los pilones de sus patas delanteras.

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Su corpachón está revestido de arrugada piel, entre cuyos pliegues anidan infinidad de parásitos y garrapatas a los que no puede expulsar. Desde remotos tiempos trabó amistad con esta linda y esbelta garceta, que, posada en su mole, viaja tranquilamente con él y se cuida de su limpieza «personal».

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Su presencia hoy es un peligro que lo delata a los cazadores. En cambio, como su vida transcurre entre barrizales y altas hierbas donde la visión es escasa, posada en algún árbol cercano, caña o eminencia, le avisa con su graznido o con su vuelo de observación de algo anormal.

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Otro macizo y verrugoso individuo y con pocas facilidades para rascarse es el cocodrilo, muy aficionado a dormir la siesta después de un abundante y suculento festín. Aceptó la sociedad con este simpático pájaro que, aparte de actuar de «despertador» en caso de peligro, constituye su «instituto de belleza», haciéndole la manicura y limpieza de la piel.

El hipopótamo, a pesar de lavarse la casi totalidad del día, no puede evitar los parásitos de que están infestadas las tibias aguas africanas. Para no ser menos que sus voluminosos amigos, invitó a este pájaro de la familia de los abejarucos, que es su «guarda y limpiaespaldas» a la hora del baño de sol.

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Por el mismo precio y puesto que su dentadura es muy complicada, con infinidad de recovecos e intersticios, y toda vía no aprendió a usar mondadientes, actúa de dentista, a pesar de constituir un buen bocado, situándose cómodamente para su trabajo. Así los malgaches o habitantes de Madagascar lo denominan el «dentista del caimán».

De la tierra pasamos al mar. Aquí uno de los más temidos habitantes por su voracidad y fiereza es el tiburón, del que existen diversas especies, pero si todos poseen un excelente olfato (a pesar del agua), en cambio su visión es defectuosa, pues tienen los ojos muy apartados y puestos en la parte superior. Descubrir la comida siendo tan glotón, le es indispensable. Fue, pues, para él un gran hallazgo el pez piloto.

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Este ceremonioso sujeto es el pelícano gris, pardo o marítimo. En aguas dulces poco profundas el pelícano blanco se reúne en bandadas, y, con una especie de rebuzno (por esto se les llama onocrótalos), asusta a los peces impeliéndolos hacia la playa. Pero en el mar los peces tienen salida por todas partes.

Ágil, rápido y sumamente sociable, pues a falta del tiburón se juntaría a cualquier otro que le pareciese poderoso, incluso el hombre, como se ha visto en inmersiones submarinas, el pez piloto lo acompaña precede y avisa de la existencia de algo comestible, especialmente pulpos, que ya procuran esconderse lo más posible bajo las rocas. Su amigo le cede las migajas.

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Así en el Pacífico se les ve solos, acompañados de dos ligeras aves que le preceden y descubren la pesca. Son un matrimonio, a veces un solterón, de procelarias, que no saben bucear. El pelícano se precipita, atrapa al pez, lo lanza al aire y al caer lo divide en partes equitativas, pero, naturalmente, reservándose la principal, y nunca falla.

Bajando al fondo o en los litorales vemos a Bernardo el Ermitaño, un cangrejo de blando corpachón, e incluso de piernas y pinzas peludas, pero poco fuertes, sumamente sabroso, por lo que es muy «Solicitado». Para protegerse se introduce como inquilino en alguna vacía concha de caracol, que cambia por otra mayor a medida que va creciendo, cediendo el piso sin traspaso.

Así y todo corre peligro, por lo cual se coloca sobre el caparazón una actinia, la que, por expeler por sus tentáculos un jugo urticante, es decir, picante, que incluso mata a los peces, lo protege cumplidamente. La actinia puede de esta manera viajar y comer mejor, lo mismo que un gusano que vive realquilado en la misma concha, sin que nadie se exceda o moleste.

Éste es un caso de inquilinismo difícil de explicar, porque tiene lugar en sitio escondido, en el interior de un cohombro de mar u holoturia. Es el d·el pez Fierasfer, sumamente delicado, ca.si transparente, que se aloja en el cuerpo de aquéllos sin que les produzca síntoma alguno de incomodidad o agra vio.

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Tratándose de inquilinos no puede faltar el que ocupa un piso a la fuerza ante el asombro del propietario. La hembra del cuclillo deposita sus huevos en nido ajeno. Cuando la propietaria está ausente, saca un huevo y pone el suyo, algo mayor. Al nacer el polluelo, su gran tamaño obliga a los otros vecinitos a desalojar el local, lo que veréis por los dibujos.

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La madre cree la cosa natural y va cuidando de su retoño, aunque cada vez más asombrada de tener un hijo tan desarrollado. La pobre se cansa de buscar insectos hasta que es apto para volar. ¿Quién sabe si en sus adentros adivina la trampa, pero su instinto materno prevalece y cuida de aquel niño prodigio por no saber abandonarlo a su suerte·?

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Tratándose de cosas de organización no podía faltar la república de las ordenadas hormigas. Un hormiguero es una especie de rascacielos con muchos pisos y variados inquilinos, uno de ellos los pulgones. Al llegar los fríos los conducen a un departamento, los cuidan duran.te el invierno y vuelven a subirlos durante la primavera a los brotes tiernos de las plantas.

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Como el trabajo es grande, el servicio doméstico se amplía con la caza de esclavos, hormigas más pequeñas de las que se llevan capullos y adiestran a los individuos al nacer. En primavera y bajo los plátanos veréis montículos de semillas. Observad a las dueñas acarreando las semillas en forma. de parasol y cómo al llegar al orifi. cio otras más pequeñas se ocupan en trasladarlas a la despensa.

Para cobrarse el alquiler y la manutención en invierno, los convierten en sus «Vacas lecheras», sólo que en vez de leche obtienen un jugo azucarado que los-pulgones expelen, obtenido de la savia de las plantas, al comprimirlos con las antenas y patas anteriores. Lo mismo sucede con un áfido que se encuentra en piso aparte del hormiguero y unos pequeños coleópteros de empleo hasta hoy desconocido.

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Otra vez en el mar. Aquí un cangrejo invita a dos actinias a pasear con él. Tiene que atravesar una región peligrosa y aquéllas sirven de espantapeces, papel que aceptan a cambio de poder cambiar de barrio. Otro :pequeño cangrejo se refugia,· huyendo de sus perseguidores, dentro de la valva de un molusco que se cerraría violentamente anie cualquier otra · intromisión que no fuera la de su amigo.

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En las regiones de África y América frecuentadas por el ganado vacuno se observan numerosos pájaros menores que el cuervo de pico ganchudo y fuerte. Son los garrapateros que los bovinos aceptan gustosamente por limpiarles de infinitos ácaros y parásitos tan abundantes y prolíferos en los trópicos.

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Este viajero que lo hace gr atis y con permiso de vehículo es la rémora que aprovecha para desplazarse de la velocidad de los grandes escualos, adhiriéndose a su cuerpo mediante una ventosa, y la bermejuela de río, que deposita sus huevos en una almeja con el permiso de ésta, pues le bastaría cerrar la puerta para retener al pez por medio de su oviducto.

Una final demostración de orden y respeto entre los animales. En las grandes r ocas a pico, con escasos salientes, diversa s especies viven armónicamente y sin molestarse, por el orden que se indica. Los vecinos del quinto no molestan a los del principal.

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EL GRAN MILAGRO DE LA NATURALEZA

Algunos dicen: «Y o, para creer en Dios, tendría que ver un · milagro».

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-Pero, ¿es que no los ves todos los días? He aquí unos dibujos que nos presentan al vivo uno de los muchos milagros que podemos presenciar siempre que queramos. . . Aquí vemos cuatro dibujos donde se nos representii la vida de una planta. En el primero la vemos brotar de una semilla de donde sale un tallo buscando el aire y el sol, y las raíces que se clavan en la tierra para buscar con qué alimentarse. En el segundo cuadro ya lo vemos con tres lindas flores, las cuales pronto se convierten en semillas que deliberadamente tira en el suelo. Esto que vemos en nuestros campos suceder todos los años, está ocurriendo en el mundo desde que Dios puso sobre la tierra la primera flor y le ordenó lo que tendría que hacer. Así nos lo cuenta la Biblia: «Dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde que dé semillas según su especie, y árboles que produzcan frutos con sus semillas... ». Vayamos al campo un día de primavera y lo hallaremos cubierto de hermosas flores. Si no existe Dios, ¿quién las puso allí? Los más grandes científicos no son capaces de hacer una flor que produzca semillas; ni siquiera son capaces de construir una hierba que crezca unos milímetros. ¿Pues quién es el que ha hecho lo que no son capaces de hacer los más grandes sabios del mundo? ¿Dices que las flores se hacen solas? ¿O que nacen por casualidad? 35

La casualidad

La «casualidad» en realidad no existe, sino que todo es «providencial»; pero humanamente hablando decimos que algo sucede por casualidad, cuando no hay causa ni motivo para que así suceda y tiene la misma probabilidad de suceder de muchas otras maneras. Quizá pudiéramos encontrar por casualidad entre las arenas de un río o en la playa, una piedra redonda que tuviese la forma exacta de un huevo o de un bollo de pan ; pero aun esto que parece tan fácil, quizá nos llevara meses o incluso años buscando sin encontrar ninguna cuyo parecido nos dejara satisfechos. Pues si una cosa que es tan fácil que se haga por el roce y la corriente de las aguas, es tan difícil de encontrar, ¿cómo decís que las flores se hacen por casualidad sin que nunca se equivoquen y siempre acierten a nacer con toda perfección? Si alguien nos dijera: «He sembrado amapolas y me han salido azucenas», ¿verdad que no le creeríamos? Pues si las flores nacieran por casualidad sin que hubiera una mano poderosa y una gran inteligencia que las guiara, la misma probabilidad tendrían de salir una cosa como de salir otra. Pero no tengáis miedo; aunque los vegetales no ven, ni saben, ni entienden, jamás se equivocan, porque obedecen a Dios que les dijo: «Cada cual produzca semillas seRÚil su especie». 37

LA RAIZ

La planta, desde que comienza a germina~ una semilla, debe desarrollar sus diversos órganos (tallo, hojas, flores y frutos) Y efectuar las variadas funciones de nutrición, respiración, transpiración y florecimiento. En una palabra, debe vivir, y para ello tiene que extraer las sustancias nutritivas del _medio en que vive, tal como están obligados a hacerlo todos los seres vivos. El ambiente en que viven la mayor parte de las plantas es la tierra y el aire. De la tierra:; la planta absorbe el agua y las sustancias minerales disueltas en ella, por medio de la raíz, órgano que para ello actúa introducido en el subsuelo.

¿De qué se alimentan las plantas?

Todo se1 vivo, vegetal o animal, está en último análisis formado o construido por átomos de carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno, hierro, potasio, cloro, fósforo, sodio, azufre, silicio... algunos en cantidades pequeñísimas. En este aspecto todos los seres vivos, plantas y animales, incluso el hombre, son idénticos. Así como con los mismos ladrillos se puede construir una tapia o un puente, una choza o una catedral, pues todo depende · de la idea a que los someta el constructor; de la misma manera, cori los mismos átomos, Dios construye la diferente gama de especies de animales y vegetales que pueblan el ancho mundo. Los átomos son como ladrillos, muy pequeños, cierto, pero que tiene cada uno su volumen y su peso determinado propio y fuerzas gigantescas específicas. Son también de por sí inertes, capaces de servir para lascosas más diversas, según se quiera utilizarlos. La vida con ellos, sirviéndose de ellos realiza su obra, y su obra son los 2.000.000 de especies de plantas diferentes, y los 2.000.000 de especies de animales, dentro de unos pocos -el mamífero, el ave, el gusano- pero tan prodigiosamente concebidos que admiten las más caprichosas e inimaginables variantes. No pretendemos penetrar ahora más allá en las intimidades de los~ seres vivos. Con este análisis superficial de orden químico nos es suficiente. De momento nos contentamos con saber que toda la infinita variedad de especies que de modo tan deslumbrante ~ealizan los esquemas o ideas que ya conocemos, 39

están construidos con los mismos idénticos ladrillos microscópicos. Los mismos átomos sirven - repitámoslo- para hacer lo que se quiera con ellos, y las condiciones externas son cosas ajenas a su construcción y sus propiedades. Ahora bien: ¿Por qué aquí los átomos han construido unas palomas, y allí un conejo, y más allá un zorro, y en otro lugar una lagartija? - Es que alguien que conoce los átomos de un modo total y exhaustivo, y tiene sobre ellos un dominio no menos total, tenía además la capacidad de inventar - digámoslo de un modo vulgar- la idea del conejo y de las palomas, y del zorro o del pájaro mosca, y ha querido que haya cosas tan bellas repartidas por todo el universo. Nada más que por eso. El hombre, que se vanagloria de ser el rey de la creación, ha resuelto y trata de resolver muchas cosas con el ingenio e inteligencia con que le dotó el Sumo Hacedor. Sin embargo, hay seres inferiores capaces de obras gigantescas y maravillosas, y la naturaleza nos ofrece mucho de que aprender. Aquí nos limitamos a ciertos casos de conservación mediante un envase o embalaje adecuado y a la habitación para aloj_?miento u hospedaje y veremos CÓMO, CUÁNDO y POR QUE el supuesto rey desempeña un medianejo papel. 40

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El huevo, un emb,,/a¡'e o"envase·

de la naturaleza

Los· embalajes humanos .son bien conocidos y, aunque mejoren, no cambian esencialmente. Cajas, toneles, sacos, bidones, etc., en diversas materias, rellenos con cuerpps que amortigüen los golpes y aíslen de la temperatura y la húmedad. Desde tiempos colocan un pa·pel: «Cuidado, frágil», para que el contenido no llegue roto a su destino.

Un embalaje natural modelo es el huevo. Cajita de materia frágil pero dura, que guarda un líquido viscoso que será el polluelo, que de be respirar; el aire pasa de fuera a dentro y el anhídrido carbónico sale de dentro a fuera sin derrame. ¿Lo' lograría el plástico u otro material humano?

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En las puntas y ramas de los árboles aparecen en otoño unos botoncitos que serán las ramas del año venidero. Pero viene el invierno con sus fríos, lluvias y nieves; mamá naturaleza los envuelve con unas escamas duras y provistas de unos pelitos que destilan resina. Así el agua y el frío no penetran, pero el interior permanece tierno. Al crecer se desprende el embalaj~.

Esta diminuta cajita resiste bastante la presión exterior. No obstante, la exigua fuerza del polluelo logrará romperla. Además de ser un modelo, la naturaleza lo decora con finos tintes, rayas y manéhas que «hacen juego» con el lugar en que son depositados, haciéndoles invisibles a sus enemigos.

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Las plantas que crecen bajo tierra, cebollas, ajos, na.rcisos, tulipanes, etc., están también protegidas por escamas que envuelven la futura planta y sucomida, que es la cebolla, dividida en capas llamadas túnicas que son absorbidás sucesivamente. Como son de una pulpa húmeda, cada• una está envuelta én una finísima piel, como si vistiesen impermeable.

Incluso las más humildes obtienen trato amoroso. Cada una recibe un áspero ~stuche para que no agrade a los insectos, separad~ en compartip1entos para que un grano no perjudique al vecino, y las tiernas habas descansan sobre un fino acolchado, algo así como los esh1ches de terciopelo en que las damas guardan sus joyas. Así muchas plantas.

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Ahora es el agua con quien hay que luchar. El coco viaja por ríos y mares y gracias a ello se han poblado miles de las islas que constituyen Oceanía. Vive en lo alto. Tendrá, pues, un buen almohadillado para que no se rompa al caer, y una gruesa corteza hermética para navegar. Así, más o menos tarde, irá a parar a una playa donde arraigar, viviendo un tiempo de su propia carne y bebiendo su jugo hasta poder dar sombra, agua y alimento a los demás.

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Cuando el hombre presume del invento de los compartimentos. estancos para evitar incendios o naufragios, hay que pensar en que la granada ya existía en el Pa.raíso y que para ~vitar que los granos malos perjudicasen a sus vecinos, ya que están yuxtapuestos, se la dotó de unos tabiques· aislantes con los que es posible que siempre se salve alguna agrupación.

Si el hombre además de la caja pone papeles y virutas, la naturaleza aún escatima menos los medios y atiende mejor sus embalajes como en la almendra, la nuez, la castaña, etc. etc. Protección contra el frío, los insectos, los golpes, los roces con materias amargas, pegajosas, venenosas,. duras, finas e impermeables.

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~~ ~. - der Sialsetraslado. trata de la reproducción hay que atenDespués de bien embalado hay que dotar a las semillas de alas, autopropulsión y mil medios, o con el auxilio de los pájaros, como sucedería a los pobres nenúfares y nínfeas, lotos, etc., condenados a vivir en una charca, si su semilla pegajosa no se colgase de las plumas, patas o picos de las aves acuáticas.

Pasemos a los hospedajes. Al orgullo de los rascacielos responden las termites con edificios en proporción tan altos como el Everest, de verdadero hormigón, pues el hombre ha adoptado el nombre para su cemento, con huertos interiores, donde cultivan pequeños hongos y magníficas salas de estar, poner, criar, y no digamos dormir porque son ciegas.

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· Sus sótanos son aún más maraviÚosos, pues siendo de países muy secos y necesitando el agua para su cemento y sus huertos, van a buscarla a profundidades increíbles. Para las ca-· sas baratas tenemos las laboriosas abejas, avispas, etc., con miles de habitaciones, pero con bastante más orden.. respeto al vecino y al tránsito, que en las similares humanas.

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Los pájaros pobres, que tienen que .emigrar como los humanos pobres, han resuelto desde miles de años el problema de la vivienda. A millares las construyen las golondrinas de las rocas con barro y saliva. Son buenos albañiles como las europeas y si . la casa es modesta hay que pensar en que es sólo un hospedaje para el veraneo .

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Otra golondrina marina llamada salangana construye su nido a base de saliva y un alga marina. No es una casa lujosa, pero muchos se la disputan, especialmente los chinos, pues convenientemente limpia y hervida, con una salsa adecuada, resulta ser un plato de las mejores mesas, chinas, por supuesto.

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Si entre los hombres existen los que van con la hospedería casi a cuestas, como los beduinos nómadas, mongoles, gitanos, etc., son muchos los animales que la llevan consigo, pero ~ncomparablemente más lujosa, segura y duradera. He aquí algunos, pero todos aventajan al hombre, pues sus casas crecen y refuerzan a medida que ellos se desarrollan. Los hay de tierra y mar.

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Los habitantes . de las aguas ~on más despreocupados, pues en los mar.e s y ríos existen muchos recovecos a propósito para vivir, y en cuanto a los hijos, como ponen miles de huevos, siempre se salva alguno. Sin embargo; hay nidos muy curiosos, como el de las lampreas, de piedrecitas. Una rana arborícola del Brasil construye un estanque aparte para sus niños y otra del Paraguay guarda los huevos en una papalina de hojas.

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......-.....~?'!11 (Dendro«J¡u~ maio:J Las aves en general se preocupan menos por su morada que por la comodidad y seguridad de sus crías. Los huecos de los troncos o paredes sirven para el caso. Pero el picamaderos prefiere construírsela limpia y nuevecita perforando troncos muy duros. El dicocero es de los primeros, pero, muy previsor, encierra a su hembra con arcilla para que no se distraiga con sus vecinas, y él se encarga de ir al mercado y alimentar a la familia.

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Este simpático pájaro, el hornero, construye su casa en barro, de recias paredes y parecida a un horno de cocer pan, con una entrada angosta y una cámara interior forrada y alfombrada para sus pequeños, colocado en alguna rama o poste, cuando los árboles escasean, como en las pampas sudamericanas.

La familia de los tejedores recibe este nombre por su arte en construir casas que, como algunas del hombre, son casas de vecindad. Un gran techo común protege de rapaces y serpientes los numerosos nidos de la comunidad, de forma curiosa, colgados debajo. Las formas varían, así como los materiales, según los países en que radica .

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Nidos 6.Jjo fecho común

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Algunos pequeños·pajarillos realizan verdaderas filigranas para el alojamiento de sus pequeñuelos. El herrerillo, el paro de los pantanos, el garrapinos, los reyezuelos, con sólo su pico chiquitín y empleando hilitos, lanas, musgos y telarañas lindamente enlazados construyen un nido que el hombre con herramientas no lo haría mejor. Forran el exterior con líquenes y el interior con plumas de las que se han contado 2.000 en un solo nido.

El «pájaro sastre» zurce los labios de dos hojas enhebradas con hilos vegetales. Rellena esta bolsa con plumón, borra de lana o algodón y e1 «paro de péndulo» le agrega un cuarto de juego para los niños, cuyas paredes parecen almohadilladas con un fino fieltro.

•.

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M'ch á! Curruca costurera 63

Queridos niños: ¿No estáis asombrados de las cosas que saben hacer los pájaros? Pues, ¿qué me diríais si os dijera que los pájaros no saben hacer nada? Cierto: «Saber», significa ciencia, y los pájaros, como todos los animales, no tienen entendimiento. El entendimiento es una facultad del espíritu que solamente tenemos los hombres, pero no los animales.

No faltan los enamorados del lujo y la decoración, que revisten sus nidos, compuestos de más de 2.000 ramitas y 1.000 briznas de pajas, con piedras y semillas de colores vivos y hasta fl0recillas que renuevan diariamente. Tales son el Chlamydera de Nueva Guinea y las oropéndolas australianas llamadas ptinol0rinco. He aquí POR QUÉ, CÓMO Y CUÁNDO el rey tiene motivo para aprender de sus súbditos y admirar la mano ordenadora que prodiga estas maravillas. 64

Los hombres aprendemos estudiando, y comprendemos muchas cosas razonando, induciendo y comparando con otras para sacar conclusiones lógicas. Los hombres aprendemos y copiamos de otros y así, a la sabiduría que nos transmite el siglo de la generación a nterior añadimos nuestras experiencias y conclusiones, de manera que cada siglo que pasa sabemos ha cer cosas más perfectas. Los pájaros en cambio, lo mismo hacían sus nidos hace cinco mil años que ahora, y los harán lo mismo hasta el fin del mundo.

Los animales no estudian, no aprenden, no razonan. Se guían solamente por su instinto animal como autómatas que están programados para un traba jo concreto y no saben hacer otra cosa. Si cogiéramos unos cuantos huevos de alguno de estos pájaros más curiosos que hacen los nidos más raros y difíciles, y metiéndolos en una incubadora criásemos los pájaros aislados de sus padres, sin que en toda su vida pudiesen tener contacto con otros pájaros de su especie, ¿pensais que no sabría n hacer el nido como todos los de su raza por no haber tenido nunca contacto con ellos? Pues lo harían exactamente lo mismo que sus padres y sus abuelos, aunque nunca los hubiesen visto.

"'~(.:" so? Los moros le llaman ~á. Nosotros le llamamos Dios y no nos importa que haya quienes le llamen Naturaleza siempre que quede sentado que se trata de un Ser todopoderoso, creador de Cielos y Tierra, que algún día nos ha de pedir cuenta de nuestra conducta y nos da rá un premio o un castigo eterno.

Repito: ellos no aprenden; y cuando hacen el nido, trabajan como máquinas sin saber lo que hacen. ¿Cómo, pues, las hacen tan bien hechas que nos llenan de admiración como los trabajos de los más expertos artesanos? Pues no nos admiremos, porque son las ma ravillas de Dios que es infinitamente sabio, e infinitamente poderoso, y es «el que hace todas las cosas en todos», incluso en los infinitos pormenores de la naturaleza.

¿Qué es la Naturaleza?

La Naturaleza no es más que el conjunto de cosas que existen en el universo. Al hablar de la Naturaleza, ordinariamente nos referimos a las propiedades de los seres sensitivos y vegetativos que nacen, crecen, se multiplican y mueren bajo la mano poderosa y control del Creador. Muchos ateos, al no poder negar la existencia de Dios, cuyas huellas imborrables están visibles en toda la Naturaleza, le adjudican a ella la sabiduría y el poder que corresponden a Dios. Dicen: «ésas son cosas de la Naturaleza», como si la Naturaleza fuese un alguien personal, con fuerzas y entendimiento para obrar independientemente por sí misma. No quieren creer que hay Dios, y confiesan que creen en una NATURALEZA escrita con mayúsculas que tiene todas las propiedades de Dios. Es para reírse; por no llamar a Dios por su nombre, le llaman Naturaleza, pero refiriéndose al mismo Ser. ¿Qué me importa a mí que le llaméis Dios o le llaméis Naturaleza si nos referimos al mismo Ser todopodero66

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de un cadáver que acaba de morir e injertárselo a otra persona con resultados favorables. Es fácil cogerlo ya fabricado y colocarlo en su sitio con buenos resultados, pero ¿podrían los sabios construirse uno nuevo? ¡Imposible! (Ver la obra «A Dios por la Ciencia », capítulo XII). .

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La ciencia sabe con qué materiales están hechos todos los miembros de nuestro cuerpo, y no son otros que los que apuntamos en la página 39 de este libro, y esos materiales están a nuestro alcance; pero, ¿sería posible qu e los más grandes sabios del mundo fueran capaces de fabricarse el más simple de nuestros miembros ? No, no es posible; se necesita mucha más ciencia y capacidad.

Epílogo

Si la ciencia moderna consiguiese inventar una nave espacial con la que los astronautas consiguiesen llegar a otros sistemas planetarios y aterrizar en algún planeta para averiguar si allí había vida inteligente, bastaría que al llevar viesen una casa, una carretera o un automóvil abandonado, para que sin ver a ningún ser vivo supiesen que allí habían estado. Todos sabemos que una casa, un coche o una carretera, no se hacen solos; se necesita de una iri.teligencia que los planee y mucho trabajo bien ordenado para poder hacerlos. Sin embargo, continuamente nos encontramos con muchas cosas, mucho más difíciles de hacer y construir que las casas, las carreteras y los automóviles; tan difíciles que superan la inteligencia y el poder de los hombres, y tan bien ordenadas y preparadas que los más sabios del mundo quedan asombrados an\e tanta precisión y sabiduría. ¿Quién las hace? Hoy día la ciencia ha conseguido grandes progresos; cosas que antes nos parecían casi imposibles, hoy resultan fáciles, como es en el terreno de la cirugía el asunto de los transplantes de órganos de unas personas a otras. No es difícil que las manos hábiles de un buen cirujano pu~dan coger un ojo 68

Pues si los mayores sabios del mundo no son capaces de hacer el miembro más simple y fácil de nuestro cuerpo, ¿quién es el que nos ha hecho? ¿Sería el azar? Cualquier persona comprende, incluso los niños, que las cosas muy complicadas y perfectas no se hacen por el azar. Veamos el siguiente ejemplo. Cuenta el P. Simón Jesús que cierto filósofo, con el objeto de ha cer penetrar en el espíritu de su hijo, niño de cinco años, la idea de Dios Creador del Universo, de un modo acomodado a su edad, usó de este ingenioso procedimiento. En un rincón del jardín trazó en el suelo, sin comunicárselo a nadie, con grandes letras el nombre de su hijo. Después sembró berros en los surcos y aplanó la tierra. Días después, dice el filósofo, el niño corrió hacia mí muy admirado y me dijo que había visto su nombre diseñado con letras de plantas en el jardín. Sonreí a estas palabras y fingí no dar importancia a lo que hablaba, pero el niño insistió y me llevó por la mano hasta su sensacional descubrimiento... Sí, murmuré yo al llegar al lugar del fenómeno, así es, como dices; aquí está dibujado tu nombre, pero no te debes sorprender: es una mera casualidad. -No, no, contestó con energía el niño; esto no puede ser casua lidad: a lguien lo ha hecho. ¿Véis como sólo un nombre, unas cuantas letras trazadas en el suelo, hasta un pequeño niño comprende que no puede ser producto del a zar? ¡Y pensar que haya hombres mayores, que no están orecisamente en el mani69

comio, que crean que la complicadísima máquina del organismo humano sea obra del azar!.

ra medrar a expensas de la ignorancia de las gentes ... No tenéis que dejaros engañar por ellos».

Pero yo no me sorprendo. Para creer en Dios no se necesita ser muy inteligente y perspicaz, sino simplemente humilde y recto de corazón. Por eso Jesucristo bendecía al Padre diciendo: «Gracias te doy, oh Padre, porque has encubierto estas verdades a los sabios e inteligentes del mundo, y los has revelado a los humildes · y pequeñuelos». No, no son los grandes y orgullosos los que comprenden mejor estas verdades. Todos recibimos los «talentos» suficientes para reconocerle a través de sus oli.ras; pero algunos negocian los talentos y Dios se los duplica en sabiduría, lógica y sentido común; mientras otros los entierran, no aprovechándose de ellos, y entonces Dios se los quita y los deja sin nada, como dice San Mateo en el capítulo 25, 15-30. Conocida es la frase que se ha convertido en refugio de la incredulidad: «Nadie ha visto a Dios». Veamos otro caso que cuenta el P. Jesús Simón: «Un día sucedió este caso en una escuela en tiempos de la segunda República Española. El maestro, ateo improvisado y de conveniencia, como ta~tos otros, s~ dirige al auditorio bullicioso de sus pequeños alumnos y les dice a carga cerrada:

¡Nadie ha visto a Diosl

¿Qué te parece, amado lector? ¡De cuán distinta manera han pensado los verdaderos sabios! He visto a Dios de paso - dijo Linneo- y he quedado sobrecogido de admiración y de asombro... He visto sus huellas en todas las obras de lo creación y he visto en todas ellas, hasta en los más pequeñas y cercanas a lo nada, una fuerza y una sabiduría que anonadan». El famoso Favre decía: «Ahora ya no puedo decir que creo, le veo». Y Volta: «He meditado y reflexionado mucho; ahora ya veo a Dios en todo».

Jelineck: «El hombre que no ha llegado al conocimiento de Dios es porque no ha alcanzado lo madurez de espíritu». Y Gregorio Marañón: «El hombre auténticamente sabio está siempre, quiéranlo o no, enfrentado con lo divinidad. Huirla no conduce a otra cosa que a lo superstición de la ciencia ... Por más que se ensanchen los círculos del saber siempre se tropezará con una pared infranqueable que sólo tiene una respuesto: Dios».

Niños: "¿Hay alguno de vosotros que haya visto a Dios?" Las criaturas, sorprendidas por tan inesperada balandra, callan confusas ... A lo que parece, ninguno de vosotros ha visto a Dios - responde el monterilla- Entonces, ¿por qué creeis en El? No debéis ser estúpidos ... Eso de Dios no es más que una burda patraña inventada por los curas v frailes pa70

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11 Argumentos para no creer

Los principales argumentos que ponen los ateos para no creer en Dios son tres: 1. º Si Dios es infinitamente bueno, ¿cómo es que existen en el mundo tantos niños y personas inocentes que sufren tanto y son tan desgraciadas?

2. º Si la religión Católica es la única verdadera y hay tantísimas personas en el mundo que por haber nacido en el seno de familias no creyentes o que creen en otras religiones viven ignorantes sin conocer la religión verdadera, ¿cómo es que no hace Dios algo para que todos conozcan la verdadera religión y se salven? 3. º Si es verdad que hay Dios y existe otra vida, ¿cómo es que no ha vuelto nadie del otro mundo para decirnos lo que hay allí y que todos crean y procuren salvarse? Antes de contestar a estos argumentos, debemos decir quién es Dios y con qué fin ha creado al hombre, y así comprenderemos mejor muchas cosas. Dios es el Ser supremo Creador de todas las cosas, que posee todas las perfecciones en grado sumo, infinito e ilimitado. Dios es: infinitamente bueno, infinitamente hermoso, infinitamente sabio, 73

infinitamente poderoso, infinitamente justo, etc. etc. ¿Y quién es el hombre? El hombre es una criatura criada por Dios para compartir con él su gloria y felicidad por toda la eternidad. ' Pudo Dios hacer que los hombres hubiéramos nacido en el Cielo y fuéramos todos felices desde el primer momento;' pero si lo hubiera hecho así seríamos igual de felices los buenos que los malos y eso sería una gran injusticia que no puede hacer Dios porque El es infinitamente justo. Cuando Dios creó a los ángeles, antes de llevarlos al Cielo los puso algún tiempo a prueba para que se viera cuáles eran los buenos y cuáles los malos, y así los que fueron malos se convirtieron en demonios y los buenos fueron al Cielo. Más tarde, quizá millones de años después, Dios creó al hombre en el Paraíso y le puso un solo mandamiento: «NO comer de la fruta del árbol de la ciencia del bien y del mal». Lo que ocurrió ya lo sabemos: Adán y Eva desobedecieron a Dios y Dios los castigó arrojándolos fuera del Paraíso y condenándolos a tener que morir y sufrir muchos trabajos en su vida. Pero Dios tuvo compasión del hombre y no lo castigó con el infierno; le dio ocasión para arrepentirse y le prometió un Redentor que satisfaría a la justicia divina por sus pecados. «Donde abundó el delito, sobreabundó la misericordia de Dios» - dice la Biblia- ; porque el Hijo de Dios se ofreció a redimirnos ofreciendo por nosotros su vida y muerte de Cruz. Y. en ese estado nos encontramos ahora.

Aunque con el pecado de Adán hemos perdido el nacer en el confortable Paraíso y nos vemos rodeados de tantos trabajos e incluso de la muerte, sa74

bemos que todo esto no es nada comparado con «aquella Gloria venidera que para siempre se manifestará en nosotros» y que «todas las cosas contribuyen al bien de los que aman a Dios». Hechas estas primeras informaciones ya podemos contesta"r al primero fo los argumentos. ¿Por qué sufren los inocentes? l.º Todos nacemos en pecado (el pecado original) y si Jesucristo para redimirnos ha tenido que sufrir tanto, ¿será mucho pedirnos que nosotros también suframos algo?

Estamos en este mundo para ser probados y Dios prueba por medio de tribulaciones. Sólo con los sufrimientos se puede demostrar el amor; el que no ama a Dios ni le importa ofenderlo no está dispuesto a hacer por El nada que le cueste algún trabajo. En la medida que nos esforcemos por agradar a Dios recibiremos esa gloria y felicidad que nos tiene prometida para toda la eternidad. Recordemos que Dios es infinitamente justo y que por ello toda la gloria la da como premio a nuestro esfuerzo por guardar sus mandamientos. Y es por eso, por el amor que nos tiene y el deseo de hacernos muy felices para siempre, por lo que nos envía tantos trabajos a este mundo ; porque en la medida de nuestros sufrimientos llevados con amor por El será la gloria que vamos a tener para siempre jamás. ¿Que por qué sufren los niños inocentes? - Quizá para probar la fe de sus mayores; o quizá porque Dios, que todo lo sabe y todo lo tiene presente, incluso el futuro, los castigue por anticipado de los pecados que más tarde van a cometer. Recordemos que somos criaturas de Dios; Dios nos ha hecho y a El pertenecemos, y por ello puede disponer de nosotros como quiera sin faltar a la justicia. Si a un niño pequeño le hace sufrir un poco y después lo lleva a la .gloria y lo colma de placeres por toda la eternidad, ¿nos atreveremos a pensar que no estuvo bien aquel pequeño sufrimiento que padeció en esta vida? 75

El niño, aunque sea inocente, nace sin la gracia de Dios, y para conseguirle la gracia, Jesucristo tuvo que padecer muchísimo en la cruz. ¿Por qué decís ahora que está mal que el niño sufra también algo? Yo sé que «Dios es amor»: «Sólo Dios es bueno», nos dijo Jesucristo y yo lo creo aunque no comprenda muchas cosas de las que hace. Sé que sus motivos tendrá. El segundo argumento de los ateos era: Si la religión Católica es la única verdadera, ¿por qué no hace algo Dios para que lo sepan tantísimos millones de personas que nace, viven y mueren sin enterarse siquiera de que existe esta religión? Empezaremos diciendo que para salvarse y conseguir ir a la gloria, que es el fin para el que hemos nacido, no es necesario siquiera saber que existe la religión Católica. Para salvarse solamente es imprescindible saber que existe Dios y estar dispuestos a hacer todo lo que entendemos que Dios quiere de nosotros: y esa gracia Dios se la concede a todos. La gracia de poder salvarse, Dios se la concede a todos. Recordemos lo que se nos dice en el Catecismo de la Doctrina Cristiana con respecto al pecado: «Pecado mortal es un decir, hacer, pensar o desear algo contra la voluntad de Dios en materia grave, y hacerlo con plena advertencia y pleno consentimiento». Es decir, que para cometer un pecado mortal es preciso saber bien lo que se hace y hacerlo voluntariamente. De aquí resulta que si hay alguien que no sepa que existe Dios no puede ofenderle, porque mal puede saber que va a ofender al que no sabe que existe. Siempre se nos ha dicho que el hombre es inocente hasta que llega al uso de la razón; es decir: hasta que pueda saber claramente lo que hace; de aquí resulta que si se diera el caso de que alguna persona nacida en la selva o en otros sitios donde no ha llegado la civilización cristiana, haya llegado a edad adulta sin enterarse que hay Dios, no podría pecar porque aunque tuviera treinta años no habría llegado al uso de la razón. Pero recordemos que todo lo que estamos diciendo es en el terreno de la hipótesis, porque en la realidad no se da el caso de que personas adultas no lleguen a sospechar siquiera de la existencia de Dios. 76

Y adviértase que he dicho deliberadamente la palabra «Sospechar»; porque aquél que tiene sospechas o dudas sobre la existencia de Dios está obligado a hacer lo posible por aclararlas, y si él hace lo que está de su parte, las dudas desaparecerán. Hay muchos, incluso en España, que son ateos porque no quieren creer; porque no les interesa creer. Saben que si creen en Dios y en la vida futura tendrán que cambiar por completo sus costumbres y su modo de vivir, y eso no les gusta nada. Por eso, para acallar su conciencia, viven de espaldas a Dios: no quieren oír hablar de Dios, tienen miedo de creer; pero esa ignorancia no les librará del infierno porque es una ignorancia culpable y deliberadamente maliciosa. Esas personas no obran rectamente; no desean aclarar sus dudas sino simplemente olvidarlas para vivir tranquilamente con sus vicios y pecados. Pero a Dios no se le puede engañar: porque si no vieron claramente fue porque no quisieron y por eso serán juzgados con toda severidad. Terminaré diciendo que los católicos tenemos por artículo de fe creer que «Dios no mando cosos imposibles» y que todos los hombres reciben las gracias precisas y necesarias para poder salvarse, si bien algunos las reciben en mayor abundancia. El tercer agumento de los ateos era: «Si es verdad que hay Dios y existe otra vida, ¿cómo es que no ha vuelto nadie del otro mundo para decirnos lo que hay allí y que todos crean y procuren salvarse?». La respuesta a esta pregunta ya la dio Jesucristo hace 20 siglos cuando dijo la parábola del rico Epulón: Epulón era un rico avaro que fue condenado al infierno por su falta de caridad con los pobres. Desde allí se le permitió hablar con el patriarca Abraham al que Epulón le pidió una gota de agua para refrigerar su terrible sed. Cuando Abraham le dijo que a llí no podría entrar ningún consuelo y que sus tormentos serían eternos, Epulón se acordó de sus hermanos y le dijo a Abraham: ¿Podríais envia r a a lguien de la tierra para que avise a mis hermanos de lo que pasa aquí para que no vengan también a parar a este lu77

gar? Y Abraham le contestó: Ya tienen a Moisés y a los Profetas que lo están diciendo. Y Epulón le dijo: a Moisés y a los Profetas no los creen, pero si fuera un muerto sería otra cosa. Y Abraham le volvió a decir: Si no creen a Moisés y a los Profetas tampoco creerán aúnque los muertos resuciten». Esta parábola la dijo Jesucristo y después en la realidad se demostró también: pues cuando se corrió la noticia de la resurrección de Lázaro, los judíos se reunieron a deliberar y se decían: «Este hombre hoce muchos milagros; si lo dejamos todos van o creer en El» y deliberaron matarlo y matar también a Lázaro, para que no creyeran en El. Véase el absurdo: Comprenden que es lógico que todos crean en aquél que hace tales milagros; pero ellos no creen y deciden matar de nuevo al resucitado para que no se vea el milagro y no crean en El. Esto indica que para creer no es preciso que vengan muertos del otro mundo a decirlo, pues aunque vinieran seguiría habiendo ateos. Veamos otro ejemplo más moderno: esto sucedió en nuestros días y aún viven muchos de los testigos presenciales. En el año 1917, la Santísima Virgen María vino a este mundo apareciéndose en Portugal para decirnos que existe el infierno y que son muchos los que van a él. La vieron tres niños en seis ocasiones, y como las autoridades los trataran salvajemente para que desmintieran lo dicho sin conseguirlo, los niños aterrorizados le pidieron a la Virgen que hiciera un milagro para que se viera que era verdad lo que decían y no los siguieran tratando con tanta crueldad. La Santísima Virgen accedió a la petición de los niños y les prometió que el día trece de octubre a mediodía haría un gran milagro que vería todo el mundo. Como la noticia se corrió rápida, aquel día, entre periodistas, curiosos y creyentes se reunieron en el lugar más de setenta mil personas, que vieron el gran milagro del sol, que presenciaron aterrados de miedo y emoción y son testigos que aún viven. El sol no salió en las cámaras de los periodistas; pero Ias multitudes aterradas de miedo mirando al sol aún se pueden ver en decenas de fotografías que aparecieron en los periódicos y aún se hallan archivadas para que los curiosos y escépticos las puedan ver. ¿Ves como sí ha venido alguien del otro mundo a decirlo? Lo que pasa es que muchos no quieren enterarse, pues si tuvieran interés en saberlo ahí están los testigos que pueden ratificarlo. 78

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