Máscaras De La Locura. Tercer Número Febrero 2015. Versión Digital

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Máscaras De La Locura

Desarrolla actividades de transmisión del psicoanálisis desde hace 10 años, asegurando la circulación del saber psicoanalítico en el suroccidente colombiano. Las enseñanzas de Sigmund Freud y Jacques Lacan se constituyen en los pilares que sostienen la transmisión del psicoanálisis por la cual apuesta el Foro, además de un gran número de psicoanalistas contemporáneos. Lo anterior se enmarca desde la asociación a la IF - Internacional de los Foros del Campo Lacaniano, así como a la Escuela de Psicoanálisis de los Foros del Campo Lacaniano (EPFCL). Los espacios de transmisión van desde los seminarios internacionales con psicoanalistas invitados de nuestra Escuela, seminarios nacionales y locales, pasando por seminarios declarados (netamente teóricos y de presentación semanal), hasta las presentaciones de casos clínicos y de pacientes psiquiátricos.

DIRECTORIO Lic. Carlos Rafael Mendoza Ponce

Director General Mtra. Liliana Cruz Figueroa

Directora Editorial Lic. Judith Eliana Reyna Aguilar

Editora En Jefe Mtra. María de los Ángeles Janeth Pérez Jaramillo

Jefa De Redacción Lic. Carlos Eduardo Martínez Guel

Comité Científico Mtra. Eliuth Calderón Saucedo

Asistente Editoriale Lic. Judith Eliana Reyna Aguilar

Administración De Recursos Financieros Mtra. Geraldina Rosalía BenítezCarranza

Coordinación Regional En Morelia, Mich. Mtra. Liliana Cruz Figueroa

Coordinación Regional En Xalapa, Ver. Jesús Emmanuel Picazzo Rocha

Diseño Editorial Mtra. María de los Ángeles Janeth Pérez Jaramillo Lic. Judith Eliana Reyna Aguilar

Difusión, Vinculación Y Eventos

Contenido Directorio________________________________________ 3 Agradecimientos____________________________________ 6 Editorial_________________________________________ 8 Génesis___________________________________________ 9 Del Discurso De La Exclusión Al Discurso De

La Inclusión Ante La Discapacidad__________________

12

La Lógica De Lo Irracional____________________________22 Una Mirada Foucaultiana A La Locura___________________ 26 Pasamos Entre Los Martirios Y Los Altos Muros____________ 40 El Acto Criminal:

Un Acto De Lo Indecible Y De Lo Imposible______________ 52

Cazado_________________________________________ 62 Antropofagia_____________________________________ 68 El Hechizo De Narciso_______________________________ 69 Oscuramente Claro________________________________ 72 Entre Paredes Blancas_______________________________ 76 Lo-Cura Infinita___________________________________ 77 Entrevista A La Dra. Luciane Loss Jardim_________________ 81 Julieta.

Sobre La (No) Fallida Restitución Del Lazo Social_______ 92

Critica A La Racionalidad Hegemónica:Forclusión Y

Negación Del Saber De La Locura___________________ 99

Recorrido Freudiano De Las Psicosis____________________ 108 El Discurso Del Paciente

Durante La Situación Analítica____________________ 116

Moebius O La Imposibilidad De Acceder Al Deseo___________ 122 Teresa De Ávila____________________________________128 Convocatoria___________________________________ 134

“The Nothing Painting” Khara Oxier

Agradecimientos Debido a la interdisciplinariedad de nuestra revista, el equipo que conforma el proyecto Lathouses se encuentra conformado por un comité científico, literario y artístico en el que participan profesionales especializados de cada disciplina. Estas instancias se encargan de la revisión y evaluación de cada trabajo recibido con la finalidad de velar por la calidad del contenido editorial. En este número en particular agradecemos la participación y el apoyo constante de cada una de las personas que acompañaron cada paso del proceso creativo de la revista, a nombre de Lathouses: Psicoanálisis, arte y humanidades agradecemos la apertura, constancia y esmero del Dr. Víctor Javier Novoa Cota, Dr. León García Lam, Dr. Ricardo García Valdéz, Dra. Luciane Loss Jardim, Dr. Mario Orozco Guzmán, Mtro. Carlos Tapia Alvarado, Mtro. Alfredo Vidales Flores, Mtro. Antonio Chávez Toro, Mtro. Darío Sandoval Gutiérrez, Mtra. Olivia Fierro Hernández, Lic. Karen Valdivia Legaría, Víctor Manuel Herrera Amaya, Lic. Ana Cecilia Sánchez González, Karla Tamayo Gómez. De igual forma, agradecemos los espacios culturales de creación, difusión y discusión brindados por el Centro de las Artes de San Luis Potosí, el colectivo Metamorfoseos, Radio Los Agachados, RGB, Rústico Bar, Centro Cambio, el Foro de Psicoanálisis del Campo Lacaniano de Pasto, el Instituto de Salud Mental “Villa Elísea”, la Universidad del Valle de México, y la Universidad Tangamanga.

Lathouses: Psicoanálisis, Arte y Humanidades CONSEJO EDITORIAL

Editorial ¡Con qué agudeza responde siempre! Estos golpes felices son frecuentes en la locura, cuando en el estado de razón y salud tal vez no se logran. (Polonio dice de Hamlet) Shakespare W. “Hamlet” Hablar, escribir, plasmar o transmitir sobre la locura es, ya en sí, una locura. Queridos lectores, sean bienvenidos a nuestro tercer número, el cual representa un gran desafío en la trayectoria de este proyecto. Las dificultades para mantener un medio de difusión electrónico siempre estarán presentes, así como nuestro deseo inquebrantable de llevar a ustedes nuestras publicaciones. Las temáticas abordadas hasta ahora, no sólo han causado un interés ávido y persistente, sino un gran número de lectores y trabajos recabados, y la trama actual no fue la excepción. La locura ha sido objeto de interés artístico, literario, filosófico, psicológico, psicoanalítico, sociológico, antropológico, médico y psiquiátrico, solo por nombrar algunas disciplinas. Nuestra intención es precisamente acercar al lector a concebir el tema desde diferentes posiciones, que van desde lo científico/académico, hasta lo subjetivo, como es el caso más representativo de la literatura y el arte. Durante siglos, se ha reflexionado sobre el tema de la locura sin saber qué es. Sabemos que hablar de la locura no es igual a definir una enfermedad mental o designar una estructura psicótica. Tampoco es nuestro interés definirla a continuación, ni por supuesto delimitarla, pues estamos consientes de la diversidad de definiciones que se le puede asignar dependiendo del contexto en que se hable de ella. Lo que si pretendemos es introducir al lector en este juego de palabras cuyo título nos presenta: “Las máscaras de la locura”. Hay cierto placer en hablar de la locura o del loco (como histórica y culturalmente lo conocemos y lo nombramos), y es aquí donde entra la máscara. Y para hacer dicha relación nos referiremos a la máscara como un elemento de conexión directa e implacable, por tanto la máscara de la locura es en realidad nuestra visión del loco. Ya lo decía Maud Mannoni, el loco en relación consigo mismo no lleva máscara alguna. Somos nosotros quienes le asignamos una vestimenta y es él quien se aparece ante nuestra visión vestido de cierta manera. Y es así como la máscara mantiene a nuestra neurosis alejada de la locura, pero al mismo tiempo permite esa conexión con ella. Es por eso que muchos hablan y hablamos de locura, pero al mismo tiempo queremos mantener firmes los límites con lo que ella implica. La señalamos, la diagnosticamos; hablamos con tanta lucidez, como si pretendiéramos definirnos a través de definirla y en esa brecha existente, dar espacio a la creación. Dicho esto, y sin pretender llegar a conclusiones, como reproductores de distintos saberes que enmarcan nuestro contenido, queremos dejar esta reflexión escuchada hace algún tiempo: “Si todos los locos fueran encerrados, ¿quién cerraría la puerta?”...

Tenemos un contenido excepcional, entre los trabajos publicados se encuentra una entrevista a la psicoanalista brasileña Luciane Loss Jardim, realizada en el pasado Congreso Internacional de Psicoanálisis, en el estado de Zacatecas, la cual hace un recorrido en su experiencia como psicoanalista en una clínica psiquiátrica, y como interactuar desde esta disciplina, alrededor del discurso médico, sin perder ni hacer perder a los otros su posición en la labor institucional. Pasamos entre los martirios y los altos muros, es el resultado de una investigación que hace nuestra colaboradora Ada Pamela Rodríguez Rojo, sobre la historia y la fundación de la actual Clínica psiquiátrica de San Luis Potosí, donde narra historias reales, desde el contexto psiquiátrico en aquellos años de sus inicios. Además, contamos también con ensayos que muestran el significativo recorrido y la incursión de Sigmund Freud en relación a la estructura psicótica tal como el trabajo de Eliuth Calderón Saucedo, mexicana, maestra en estudios psicoanalíticos y desde la mirada foucaultiana del maestro en investigación en psicología Fernando Ayala Arias de Morelia, Michoacán. Recibimos una cantidad exquisita en contenido, conformada por cuentos, poemas, ensayos crítico-argumentativos, así como teóricos, análisis cinematográfico, material clínico, y por supuesto sabemos bien que la locura siempre ha convocado directamente al arte, es por ello que esté número presenta colecciones de fotografía, pintura, ilustración y obra plástica de autores de México, Corea del Sur, Estados Unidos y Bélgica. Como equipo de la revista estamos felices y muy agradecidos en especial, con todos los colaboradores que han contribuido a lograr este tercer número, y con todos nuestros lectores, pues si ustedes no fueran parte de esta máscara de la locura que hoy llamamos Lathouses, nada de lo que hacemos sería una realidad. La mejor forma de agradecer es seguir escribiendo y publicando. Febrero de 2015 Comité de redacción

Génesis Isai Abdiel Urbina Montoya

- Usted está llamando a la línea de emergencia, por favor, indique su situación. Andrés siempre se consideró un individuo preocupado y comprometido con el medio ambiente. Tanto le afligía una planta sin regar, como el estado de salud de un indigente. - Quiero reportar una situación de peligro potencial: un hombre desnudo, que en realidad se cubre los genitales con un par de ramas, está cubierto de barro y camina en medio del tránsito vehicular poniendo en riesgo su vida y la de los automovilistas. - ¿Cuál es su ubicación? - Avenida Salvador Nava, a unos metros del puente vehicular de la calzada de Guadalupe, con dirección al distribuidor Juárez. - Ya veo, nuestras cámaras lo han captado. Gracias por su reporte, en seguida procederemos a intervenir.

*El pitido intermitente de la bocina del celular le indica que la llamada ha finalizado.* Andrés recuerda con tristeza que no es el primer reporte que ha levantado y, de un centenar, solamente unos pocos han tenido respuesta. El pobre individuo torea los carros mientras levanta una mano y grita: - ¡Eres una víbora! Me has envenenado como a la Blanca Nieves. Te perseguiré por todo el mundo si es necesario. Andrés se pregunta si es un loco que ha escapado del psiquiátrico. No lo cree, pero la escena le trae a la mente un recuerdo borroso, una memoria hasta ahora olvidada: Un niño harapiento atado con cadenas, lánguido y convaleciente.

- ¡No hables con él! Está loco y te puede atacar. Decía la voz de su padre, un pastor presbiteriano, en consecuencia Andrés se apartaba a la negrura de su habitación. Después de tres minutos de espera, un par de patrullas cierran la avenida y una ambulancia se acerca al muchacho. Le apartan de la calle y lo examinan: las pupilas reaccionan bien, no hay signos de deshidratación ni desnutrición, no hay traumatismos. Los paramédicos lo interrogan: - Señor, ¿cómo se encuentra? - Muy mal. Pronto moriré. - ¿Sabe en qué día estamos? - Sí: día seis, del mes primero. El joven enfermero se sorprende ante la acertada respuesta de alguien que, en apariencia, está loco y, en medio de su propia confusión, pregunta: - ¿Qué hacía entre los carros? - Me escondía de su presencia. Su compañero le suelta un codazo, debe apegarse al interrogatorio. - ¿Cuál es su nombre? - Adán. Ahora todo tiene sentido para Andrés, está presenciando la creación divina. Dentro de un discurso aparentemente “sin sentido” hay un hilo conductor que otros no pueden ver, únicamente aquel para quien si tiene sentido. El barro, los delantales, la serpiente, la alusión al fruto prohibido, el sexto día de la creación del hombre, el nombre mismo; todo es parte de una dramatización de los sermones que ha escuchado de su padre. Andrés desearía haber conocido a su padre. Quizá si hubiera sido un muchacho libre, si su madre no le hubiese atado con cadenas para abusar sexualmente de él, si su padre no hubiera pasado meses fuera de casa predicando a las almas encadenadas con grilletes invisibles; entonces habría podido correr a los brazos paternos y él, con un movimiento de su mano derrotaría a la serpiente y castigaría a la mujer. Un instante después él se da cuenta, es Adán, si, él lo es, en espera aún de que su padre aparezca para echarlo fuera del Edén.

“Encuentros” Sandra Bustamante García Colombia/México

DEL DISCURSO DE LA EXCLUSIÓN AL DISCURSO DE LA INCLUSIÓN ANTE LA DISCAPACIDAD: LAS SOMBRAS IDEOLÓGICAS. John Jairo Ortiz Esta propuesta hace un abordaje histórico, sociológico y psicoanalítico de la exclusión social para abordar tres dimensiones de trabajo: la ideológica, la científica y la cultural, atravesados todos por principios políticos que a lo largo de los años han ido modificando algunos y permaneciendo otros, en su manera de abordar la diversidad funcional desde diferentes posturas. La segregación, la discriminación y el aislamiento es la base de la historia que lleva a replantear y reformular las estrategias para el abordaje de la diversidad funcional desde la academia, la institución pública para generar políticas públicas acordes a las necesidades interculturales. Finalmente se plantean de manera sistemática una serie de propuestas derivadas del análisis teórico y de la experiencia de trabajo con personas con discapacidad funcional. Palabras clave: Discriminación, discurso, ideología, discurso científico, discurso del mercado, discurso capitalista, cultura, pedagogía, educación. Para abordar la discapacidad se parten de tres dimensiones: Una ideológica, una científica y una cultural. Así se hace un desarrollo sociológico e histórico en torno a la exclusión social, de cómo se ha presentado a lo largo de la historia y de cómo las instituciones y las ideologías han influido en ello. Producto de esto, se encuentra que la discriminación es una condición de segregación que ha sido promovida de múltiples formas y de manera silenciosa a través de aquello en lo que más creemos y en lo que más confiamos. Se mira además, cómo la discriminación se impulsa aún en la actualidad utilizando mecanismos antiguos de segregación y de odio interracial. Así se platea al arte como una salida que promueve la cultura y que lucha contra la ideología en articulación con la educación inclusiva y la pedagogía cultural. Finalmente se presentan unas propuestas de trabajo de manera sistemática y clara para el trabajo con progra-

mas y proyectos que abordan la diversidad funcional. Este trabajo es el resultado de algunas reflexiones teóricas y académicas como ejercicio complementario al trabajo que se realizó en una fundación que trabaja con personas con diversidad funcional y de mi práctica clínica privada como psicoanalista, donde el sujeto es un sujeto histórico y diverso independientemente de sus facultades psicológicas, intelectuales, sensoriales, cognitivas o físicas. De hecho, el tema de la diversidad funcional es un tema que nos concierne a todos como ciudadanos dentro de un principio de responsabilidad social y que nos obliga a ser partícipes, en conjunto con los diferentes actores sociales, de la construcción de políticas públicas que garanticen la inclusión social en todos los ámbitos de la sociedad.

1 Psicólogo Y Psicoanalista Docente Universidad de Nariño Investigador Fundador Fundación Ágora Pasto

“La civilización nace cuando el aborigen, en lugar de lanzar una flecha, lanza una injuria” -S. Freud

Dentro de las reflexiones que se presentaron en su momento, surgen dos preguntas principales, una ¿a quién se excluye?, y dos ¿Quién excluye?, lo cual nos derivará posteriormente a otras dos preguntas lógicas frente a la inclusión ¿a quién se incluye? y ¿Quién incluye? Para abordar estas preguntas, se va a profundizar en el tema haciendo un recorrido a través de un análisis de la dimensión ideológica, la dimensión científica y la dimensión cultural aunada a una dimensión política. La dimensión ideológica.

¿Cuántas madres y padres de familia no son “desahuciados” frente a la condición de sus hijos inclusive desde antes de nacer?

Para abordar la dimensión ideológica, retomaré un texto valiosísimo de Michel Foucault del año ‘75 llamado los anormales. En él Foucault hace un valioso recorrido histórico acerca de los mal llamados anormales, partiendo de la psiquiatría en referencia a la salud mental de la época. Los conceptos de normalidad y anormalidad han sido conceptos complejos, por no decir nociones, ya que sus principios varían en torno a la época, al contexto, a la circunstancia, a intereses económicos, políticos y hasta religiosos. Los patrones de normalidad dependían del mandatario de turno y de sus intereses ideológicos y políticos de cómo debía gobernar y del poder que debía mantener en sus ciudadanos. Así, se ha pasado del hecho de que aquello que era considerado como anormal en un tiempo, al tiempo siguiente se aceptó con toda normalidad. Junto con intereses políticos se anexaron intereses religiosos bajo la máscara de pretextos morales, los cuales, muchos de ellos, aún persisten en nuestros días, como por ejemplo la sanción moral que impone el catolicismo a la homosexualidad y los efectos

y la influencia que tiene esa moralidad en los sistemas jurídicolegales de las naciones y con ello, sobre los derechos civiles de los ciudadanos. De hecho, aunque en la constitución del ‘91 se separa la Iglesia de Estado, vemos cómo en materia de derechos la moralidad del catolicismo continúa afectando los derechos civiles en Colombia. Si se profundiza en el asunto, es para algunos conocido el hecho de que la ideología religiosa, en manos de la Iglesia católica en occidente, ha sido uno de los mayores motores de la discriminación en el mundo, bien sea hacia los mal llamados locos, hacia la diversidad sexual, hacia las negritudes, hacia las personas en situación de discapacidad y hacia la mujer. Ejemplos históricos hay muchos, por ejemplo, los locos eran tratados en la edad media como poseídos por el diablo, torturados mediante los llamados suplicios y encerrados en prisiones y hasta en jaulas en los manicomios. Cómo no recordar que la homosexualidad ha sido siempre juzgada como una aberración sexual y como una perversión. Cómo no recordar las miles de mujeres que fueron quemadas en hogueras múltiples en la época injustamente conocida como la cacería de brujas. Cómo no recordar que para la Iglesia hasta el siglo ‘17 los negros no eran humanos y no tenían alma. Cómo no recordar que las personas en situación de discapacidad en la antigüedad, eran la prueba indiscutible del castigo del Dios frente a los pecados cometidos por los padres por medio del cuerpo del hijo. Y desde ahí y con la amplia influencia que la Iglesia mantenía sobre el estado, estas comuni-

dades fueron perdiendo paulatinamente sus derechos civiles y hasta humanos. Pero la ideología católica no ha sido la única, porque hay más ideologías, sólo por retomar una, pensemos en la ideología fascista de los nazis. Aludamos a que durante el holocausto, no sólo fueron los judíos las víctimas de la inhumanidad, sino también estas personas que fueron perseguidas por su condición. Los nazis hicieron experimentos de todo tipo con los llamados débiles mentales y homosexuales, en las leyes de Nüremberg se instauró la ley de la esterilización de las personas que tenían alguna deficiencia mental, más de dos millones de homosexuales y personas en situación de discapacidad fueron asesinados en la llamada Solución final de Hitler adoptada 1944. Por su parte, los Estados Unidos enviaban a la guerra de Vietnam a los negros inmigrantes que eran reclutados de múltiples formas, exponiéndolos literalmente como carne de cañón, porque los que se iban, jamás retornaban. Pero el problema de la ideología no se ciñe tanto a las atrocidades que se han cometido a nombre de un ideal, sino en la manera cómo la ideología se inserta en hombres aparentemente “normales” para que reproduzcan o aprueben, por vía de acción u omisión, esas atrocidades. Zizek (2008) define la ideología como “Aquellos que no saben lo que hacen, pero aun así lo hacen”; es decir que los ciudadanos supuestamente de bien terminan por hacer atrocidades sin conocer la causa y por razones que en realidad desconocen, sin oponer su voluntad o su moralidad, y esta es la característica más atroz de la ideología (¿cuántos critican el reggaeton, pero en una fiesta

terminan bailándolo como locos?). Es así como casi se extermina a los judíos, como se justifican guerras y como se promueve la discriminación en su dimensión más cruda. No es sino pensar en las fracciones neonazis de nuestra época, de los llamados skin heads, o del ejército revolucionario ario quienes pretenden en nuestros días mantener viva la ideología nazi, poniendo en práctica extrema la xenofobia, la homofobia, el racismo extremo y la violencia explícita a nombre de un ideal que por completo desconocen, y más allá son totalmente ajenos (Ej: Un colombiano neo nazi, ¿buscando la pureza aria?). De esta manera, la ideología, de cualquier tipo, terminó insertándose en las fibras de las sociedades, destrozando la cultura y los pactos sociales generados para regular la sana convivencia entre los conciudadanos y entre las naciones, dejando como resultado el odio entre las razas, resentimientos entre opresores y oprimidos, deseos de venganza, desconfianza con el otro y discriminación de todo tipo. Lyotard (1979) define a la época actual como posmoderna, caracterizada por un sujeto sin historia en una sociedad sin historia, es decir, una época ideológica donde todos hacen sin saber por qué. Conocida es la frase de “quien no conoce la historia está condenado a repetirla”, y por eso muchos jóvenes que no tienen idea de la historia terminan por actuar acéfalamente, a nombre de Hitler, a nombre de un equipo, a nombre de una tendencia musical y sobre todo explotando con violencia irrefrenable en la destrucción de lo diferente. De ahí, una primera propuesta de construir memoria histórica, porque los heridos en

combate, sus familias, las viudas y los huérfanos no son las únicas víctimas, existe una necesidad histórica de construir memoria frente a las negritudes, a la mujer, a las personas en situación de discapacidad y todos aquellos que han sido excluidos de la sociedad, la cual no ha pedido perdón, y sin perdón, no hay reconciliación posible. La dimensión científica. Pasaré ahora a la dimensión científica. La ciencia, aunque se considere la panacea de la verdad, en reemplazo de la verdad universal de Dios después de Nietzsche, tiene en su estructura dimensiones ideológicas supremamente poderosas. Con el mismo principio darwiniano de “la supervivencia del más fuerte“, sabemos dónde queda desde ya ubicado la persona con diversidad funcional. Así, la ciencia al promover la genética como unidad estructural de la humanidad, nos saca de nuestra naturaleza humana, nos biologiza a tal punto que expulsa de nuestro ser la capacidad de sentir, de construir historia, de relacionarnos con los demás, de ser personas históricas con novelas singulares. Si todo está en los genes, el destino está perdido, no hay opción para cambiar, para transformarnos de luchar por una fuente trasformadora de la realidad, porque ya todo está escrito, escrito en los genes. Pero la genética de la ciencia promueve la discriminación al impulsar al súper hombre Nietzscheano, a un hombre sin errores sin defectos, “un hombre hecho a la medida”, mediante la supuesta extracción del gen causante de determinada enfermedad, se puede producir un hombre que no padezca de cáncer, que no sea obeso, que no tenga anorexia, que nunca sufra un resfriado, y

por añadidura, puede elegir el color de ojos, de cabello, talla, sus gustos y disgustos, en conclusión un menú ideológico de eugenesia, esto es, de la construcción de una raza superior: la ciencia al servicio del nazismo. Claro está que todo esto ocurre, ofreciéndonos una supuesta promesa de superación y de búsqueda de la perfección. Los imperfectos, los que padecemos enfermedades, los mulatos, los mestizos, los zambos, la pluralidad, la diversidad, queda abandonada a su suerte en el olvido. Otra prueba de la discriminación en la ciencia está en la misma ciencia médica. ¿Cuántas madres y padres de familia no son “desahuciados” frente a la condición de sus hijos inclusive desde antes de nacer?, “su hijo nacerá con retardo mental incurable”, “su hijo será autista”, “un problema congénito hará que su hijo sufra retardo mental durante toda su vida”, “Su hijo tiene síndrome de Down y hay que esterilizarlo desde ahora”, son las predicciones que algunas madres y padres de familia han escuchado y me han contado en consulta. ¿No nace desde aquí, antes de nacer el niño, el rótulo que llevará toda la vida?, ¿no aparece aquí el estigma?, y lo que es peor, ¿Cuál es la diferencia de las esterilizaciones hechas por los nazis en 1944 a las que realizan los médicos ahora? La ciencia nos ha dado grandes logros, pero desafortunadamente es inherente al discurso del mercado, de la ideología y del discurso capitalista enunciados por Lacan (1970). La ciencia al servicio del capitalismo es extremadamente discriminativa y los ejemplos dados anteriormente sirven de base para comprenderlo. Si ello no basta, pensemos en los manuales médicos de diagnóstico para referirse

a una persona con una limitación cualquiera, y ello sin tener en cuenta todo lo que la industria farmacológica aporta al mercado y a la industria, y lo poco que le aporta al enfermo. Ante esto, la discapacidad funcional ha cambiado numerosas veces de nominaciones y ha sufrido desde su nominación misma, con esa complicidad de la clasificación diagnóstica realizada por parte de organismos internacionales de salud, discriminaciones constantes que han conducido a esta población a la segregación. Esto a través de múltiples test que evalúan la capacidad de las personas y la aptitud para desarrollar determinadas tareas, llevando a separar los aptos de los no aptos, aquellos tienen sus capacidades al 100% de las que no tienen, y al formular estas escalas evaluativas, con ello viene una discriminación frente las funciones, roles sociales y actividades de lo que las personas pueden y no pueden hacer y es a partir de esta discriminación que se comienza, aún en la actualidad, ya no como en la edad media bajo la ideología de la culpa y el pecado, sino bajo preceptos médicos y científicos y con escalas de evaluación y medición, a aislar a las personas con diversidad funcional de la sociedad, porque son ellos quienes “deciden” qué pueden y qué no pueden hacer. El discurso del mercado y el capitalismo nos insertan en un mundo de producción, de competitividad y de competencia en el que en la mayoría de escenarios la persona en situación de discapacidad, ni siquiera tiene cabida. Solo le sirve los que puedan producir dinero, porque habitamos en el mundo de la mercancía donde cada uno es una batería de producción de dinero. De ahí

que no es extraño que ahí donde hay una persona con diversidad funcional exitosa, el mercado lo toma para dar conferencias sobre superación personal y estrategias de éxito y promulgar su ideología sobre la cual se expande el capitalismo, cuando en realidad se abre una pregunta ¿Qué hace en realidad por ellos? Hasta aquí la ideología, el discurso científico, ni el discurso capitalista, ni el discurso del mercado ofrecen oportunidades reales ni respuestas satisfactorias a las personas con discapacidad funcional. ¿Qué nos queda? La dimensión cultural. “La civilización nace cuando el aborigen, en lugar de lanzar una flecha, lanza una injuria” -S. Freud Hemos visto cómo la persona en situación de discapacidad, ha sido segregada, aislada y discriminada de su participación en diversos campos de la sociedad. De ahí que las diferentes limitaciones físicas, sensoriales, cognitivas e intelectuales de las personas en situación de discapacidad han sido un obstáculo en su interacción con la sociedad y más aún a la hora de ser partícipes de actividades que la sociedad misma se ha encargado de juzgar como no aptos para la realización de las mismas, a partir de los diferentes discursos. Freud (1930), en “El malestar en la cultura” propone que la cultura es la única salida al malestar humano. De ahí dirá que “todo lo que vaya en favor de la cultura, luchará en contra de la guerra”; es decir, las diferentes expresiones culturales e intelectuales son y han sido la base civilizada de todas las sociedades. De ahí que Askofaré (2003), dirá que la única manera de luchar en

contra de la ideología es el arte, porque es libre, porque no busca un mercado, porque es para todos y porque le llega al alma de su espectador. Es decir, la única respuesta que tenemos frente a las injusticias históricas y a las injusticias actuales promovidas por movimientos ideológicos es el arte, la pedagogía cultural y la educación de nuestra gente.

trabajo con personas con diversidad funcional, a la vez que regula la interacción con el espectador creando un diálogo directo entre el artista y el espectador, insertándolos en una comunicación directa para que éste último viva, donde no quiere vivir; es decir, es la más eficaz herramienta para trabajar la inclusión en la sociedad.

Conocido es ya por muchos de nosotros que en un intento por “hacer algo” con y por la persona en situación de discapacidad, se acostumbró de manera casi que mecánica a enseñarles algún tipo de manualidades u oficios, éstos eran posteriormente vendidos para sostener nuevamente el ciclo de producción: lógica capitalista y lógica del mercado. Posteriormente se avanzó un poco más, y se comenzó a trabajar con arte, con pintura, con teatro, con danzas; dicho de otro modo, fue el arte quien les dio un espacio, un escenario y una oportunidad de diálogo entre iguales. Sin embargo el arte tiene fuertes propiedades terapéuticas (Freud, 1915) pues permite sublimar emociones reprimidas, representaciones traumáticas y permiten en sí mismas una vía de liberación de la presión que la sociedad y la historia han mantenido sobre esta comunidad. La pintura alejó de la angustia a Van Gogh en su locura, le hizo soportable la existencia en medio de la discriminación, a risa y la burla a Lautrec, quien tenía una enfermedad en los huesos que le impidió crecer, la música hizo vibrar a Beethoven un su limitación para oír, entre muchos otros ejemplos donde el arte es sinónimo de liberación con un grito entre el viento y el tiempo que dice “Yo puedo”, grito que por siglos fue sumido por la voz “no puedes”. Siendo así, el arte aporta numerosas ventajas en el

Como ya se habló del arte y del impacto que éste tiene sobre la sociedad, se reafirma a la Película Black de Sanjay Leela Bhansali quien basado en la vida real de Helen Keller, una chica hindú que nació sordociega, describe su vida como un negro eterno, sin ninguna posibilidad frente a la vida. Narra cómo era tratada por su familia, la tenían amarrada supuestamente para que no se lastimara, porque no podía dirigirse en el mundo. Hacia los 4 años conoce a su maestro Debraj Sahai, un alcohólico que hizo por ella lo que ni su familia logró hacer: educarla e introducirla al mundo del lenguaje. Es fantástico como este hombre, un maestro en sentido estricto, le comienza a enseñar el significante, el mundo del leguaje a través de la piel, llevándola no sólo a que aprendiera a comunicarse, sino a tener una vida digna e incluso a culminar sus estudios universitarios. Este caso, a más de ser conmovedor, refuta las posturas del “tú no puedes”, demostrando cuán capaces son ellos de lograr cosas asombrosas y cuán desorientados frente a ellos estamos nosotros. Aquí cabe otra pregunta ¿son ellos los que deben adaptarse a nuestro mundo o somos nosotros quienes debemos aprender de su mundo e introducirnos en él? A diferencia del arte, que es un lenguaje universal, la educación corresponde a criterios estandariza-

dos y a demandas específicas de la sociedad y del mercado. Por ello, la dificultad de asumir una inclusión frente a estándares de calidad que exigen patrones de “normalidad” para sus propias necesidades. ¿Qué posibilidad tiene en nuestro medio una persona con diversidad funcional cognitiva, con problemas para aprender matemáticas de estudiar administración de empresas y dirigir una compañía? La educación, no solo para las personas en situación de discapacidad, sino para todos en general, se ha convertido en un adiestramiento sobre determinado oficio (Ospina, 2013), quien es apto para esto, sirve al mercado, quien no es desechado. Es sobre éstas lógicas en que nos insertan y sobre esas lógicas sobre las que no debemos caer frente a la discapacidad. Es menester entonces, crear nuevos espacios donde la inclusión sea mutua, donde el ciudadano común se inserte en estos espacios en comunión con las personas con diversidad funcional, donde sea empático y se eduque dentro de la responsabilidad social que le compete y dentro del respeto a la diferencia. Pero para generar estos espacios se requiere de políticas públicas serias, claras y con alto impacto, las cuales hasta la actualidad apenas se están comenzando a generar, con bajos presupuestos y con la voluntad de quienes trabajan en ello. Hacia una construcción concertada de estrategias. A esta altura es importante resaltar que diferentes organismos internacionales y nacionales han luchado por lograr garantizar en las personas con diversidad funcional el goce pleno de sus derechos en cuanto a su par-

ticipación en la sociedad, en sus escenarios y en diferentes actividades en las cuales de antaño fueron aislados. Con el concepto de inclusión, se ha comenzado un camino para que esta población sea integrada en todas las funciones y actividades de la sociedad de manera activa, dentro de los principios de pluralidad y respeto por su dignidad como seres humanos. Sin embargo, el camino es largo, y los programas que se ofrecen para abordar estos propósitos son muy reducidos y en la mayoría de casos no tienen el impacto requerido para logar un cambio cultural y de la percepción que tiene la sociedad de estas personas. Por ello, existen campañas y programas internacionales en cabezada por las Naciones Unidas, posturas nacionales basados en los principios rectores del gobierno nacional bajo el principio de Inclusión social y diversidad con enfoque diferencial de sus programas, planes de desarrollo locales y regionales, que promueven el actuar y gestionar propuestas de trabajo con inclusión y diversidad. Pero para ello, también se requiere de campañas que promuevan una pedagogía ciudadana que respete la diferencia y la diversidad y que promulgue la empatía por la condición ajena. Con base a esto, se deben crear escenarios donde haya una mayor interacción entre la ciudadanía y las personas en discapacidad funcional, para dar inicio a un cambio cultural frente a esta población, basada en la pedagogía del respeto y la inclusión a partir de la experiencia artística y pedagógica. Esta experiencia permite, de un lado, llevar a la persona con limitaciones a explorar las diferentes dimensiones de su vida, su cuerpo, su

Bibliografía Askofaré, S. 2003. Personajes del mal en al África Negra. Medellín. Editorial Universidad de Antioquia. Foucault, M. (1974) Los anormales. México. Fondo de Cultura económica. Freud, S. (1930) El malestar en la cultura. Obras completas. Tomo 11. Buenos aires. Amorrourtu editores. Freud, S. (1915) La Pulsión y sus destinos. Obras completas. Tomo 11. Buenos aires. Amorrourtu editores. Lacan, j. (1970) El reverso del psicoanálisis. Paidós. Buenos Aires Lyotard, J.F. (1979) La condición posmoderna. Bogotá. Oveja negra. Ospina, W. (2013). La lámpara maravillosa. Bogotá. Mondadori editores. Zizek, S. (1980). El oscuro objeto de la ideología. México. Fondo de cultura económica.

subjetividad, de sus sentires y emociones que lo conlleven a una estética personal y a una base terapéutica sublimatoria que sólo el arte provee. De otro lado busca ubicar al espectador en una ética ciudadana, de reflexión y comprensión de la discapacidad a través de la sensibilización y la estimulación de la empatía con el semejante, visto hasta ahora como diferente. Así, ética y estética confluyen en la composición artística, en la puesta en escena como una función histórica del arte griego que buscaba el cambio cultural a partir del teatro trágico, siendo éste punto el que se debe recuperar pues el arte no es un divertimento y tiene un alto sentido social con funciones de cambio cultural y político mediante un trabajo de la ética ciudadana. Por ello se debe tomar como principio rector un trabajo profesional ético y serio con los participantes y sus familias, quienes a través de todo el proceso son gestores de su propio cambio individual, familiar y social por medio de sus propios encuentros y desencuentros con la vida y las distintas muertes.

Fotografía Óscar Todd México

“Sin Nombre” Filip Goubert

LA LÓGICA DE LO IRRACIONAL Lenin Torres Antonio1 El presente artículo es un intento por comprender la locura y demostrar que en existe una lógica en ella, misma que permite comenzar a resquebrajar el edificio dogmático y conceptual construido y al cual se le ha brindado el nombre de normalidad. Por consiguiente el texto se divide en tres partes: la primera es un cuestionamiento a partir de la argumentación de Remo Bodei y Nietzsche para comenzar a elucidar la condición vacía de la normalidad, posteriormente se abre un debate con respecto a cómo la irracionalidad presenta algo más humano que debe ser respetado y revalorado para ello se recurre a la noción de Juego limpio de Rawls. La última parte del escrito se ciñe a generar reflexiones que posibiliten una nueva forma de abrazar la locura como un acto que devela lo vacío de la civilidad. Palabras Clave: Lógica de la locura, Irracionalidad, Otro, Juego limpio, Civilidad. En el año 2000, el filósofo Remo Bodei escribió una obra titulada La lógica del delirio, en la que muestra cómo no es una paradoja barroca hablar de una lógica de lo irracional, de la locura, y que ello entraña demostrar que ciertos modos concretos –aunque anómalos– de articular percepciones, imágenes, pensamientos, creencias, afectos o humores, según unos principios particulares que no siguen los criterios de argumentación y expresiones comunes a una determinada sociedad (Bodei, 2001). Es decir, que tras todo acto loco hay una razón, aun cuando no reconocida ni justificada por criterios de verdad determinados, todo acto irracional entraña un desconcierto, las exclamaciones van desde preguntarse por qué sucede, hasta ubicar el acto como ajeno a nuestro destino, siendo ese otro extraño, ajeno y enemigo. Así opera lo contractual social, que se sostiene por el

acuerdo establecido de que hay una lógica que todos reconocemos y que tienen su límite en no trasgredir el principio lógico y dialéctico “si es p entonces no es q”, la no contradicción, esto más que parecer un reconocimiento intelectual y racional, es un dogma, hasta que lo mismo social impone otra visión que puede incluso contradecir el principio anterior. Acostumbrarse a esa lógica de lo irracional, a las razones de Luz, no deja de ser un ejercicio desconcertante y que nos muestra cuán vulnerables y transitorias son nuestras creencias, y más cuando hemos pensando que hay algo que llamamos “verdad” y que ésta tiene algo de eternidad y permanencia, misma que nos da certidumbre en los asuntos humanos. A partir de Emmanuel Kant, hemos aceptado que el sujeto construye sus objetos, sus creen-

1 Instituto de Investigaciones Psicológicas de la Universidad Veracruzana

2Se alude aquí a la Critica de la razón pura.

cias, sus pensamientos, su yo proyectado en el otro, se inaugura el reino de la subjetividad2, pero es más bien Friedrich Nietzsche quien va al extremo de ese subjetivismo, pues nos muestra a un hombre desconocido, viviendo de verdades aparentes, que prefiere querer la nada a no querer, síntoma histérico freudiano, quiero ese ser que no es el mío, donde me reconozco como yo, aun a costa de no ser, ser que permanente se me está escapando y que me hace sentir ajeno, extraño; reino del otro; al final, una de nuestras exclusivas visiones de la realidad, del mundo que queremos vivir, siguiendo a Nietzsche: “Nuestro caso particular es bastante interesante: nosotros hemos creado una concepción que nos permite vivir en un mundo, que nos permite percibir muchas cosas para poder soportar el vivir en este mundo” (Nietzsche, 1999). De nuestros deseos que se jactan de utilizar, incluso el saber, para hacerse escuchar, para ser. Dificultades para aceptar lo irracional Nuestras acostumbradas maneras de dejar nuestra impronta de confusiones y de miedos, la inmensidad de impresiones que avasallan a nuestros tenues y limitados sentidos que hacen que nos agarremos hasta de la mentira o de la verdad privada de una escucha de sordos. Así parece que el valor y el desprecio al cuerpo es la única manera de salir del embrollo de nuestra existencia, aunque al final de cuentas, no haya más destino que la transformación del cuerpo en polvo, en basura, en tierra pisada, hecha huella donde renacerán algún día posterior, las nuevas instituciones ideales que

harán que nos veamos otra vez diferentes y exclusivos, siempre con la ilusión de que podamos ser más que animales. A fin de cuentas, uno más de los tantos rostros de la pulsión. Rawl introduce en los embrollos de la civilidad y el derecho la noción de “juego limpio”, pretendiendo dirigir esa razón a unos mínimos que todos debemos creer y respetar, incluso aceptar como sagrado, porque lo que está en cuestionamiento es la misma posibilidad de la civilidad; noción que nos obliga ir de la mano y contenernos, crear una conciencia plena, que aun aceptando que no haya absolutos nos haga aceptar esos mínimos como absolutos, como vitales, hasta que demostremos su ilegitimidad, su desuso; el juego limpio alude al respecto de esa subjetividad colectiva, a esas reglas y concepciones que hemos construidos para tolerar y contener lo pulsional del hombre (Rawls, 2006). Partiendo de esa coherencia implícita y necesaria en toda expresión social, no podemos aceptar de forma cómoda todo aquello que contradiga la noción que tenemos de normalidad, de racionalidad, de coherencia, como es el caso de las alianzas entre los entes públicos llamados partidos políticos, saltan las preguntas; ¿a qué obedecen esos comportamientos que, a prima face, son contradictorios?, ¿qué razones, sentidos, lógica sostienen esos comportamientos humanos? Si apelamos a lo planteado por Remo Bodei, podemos justificar esos comportamientos, dado que existe un corpus epistemológico, argumentativo, lingüístico que han construido

los autores; no obstante, la legitimación, que en cuestiones sociales pasan por el consenso, todavía no tenemos la aceptación y la normalidad que avalen tales conductas; más aún cuando los protagonistas de esas alianzas, en un tiempo pasado próximo, se posicionaron ideológica, política y conceptualmente, en lugares irreconciliables, excluyentes, imposibilitando cualquier posible predicación futura que contemplará el acercamiento y la reconciliación y, mucho menos, el trabajo conjunto. Conclusión Tratando de responder a las preguntas, podemos llegar a la conclusión que lo motivó a esas “alianzas”, que no por ser tan simples, resultan abominables y ominosas, dado que reflejan el vacío por contenido de las construcciones y comportamientos sociales que denominamos acciones políticas, las cuestiones de la cosa pública: el motivo es la búsqueda vulgar y llana del poder, y no del poder entendido como esa fuerza constructora positiva que sostienes todo encuentro del uno con el otro, sino la fuerza decadente, personal, pulsional, narcisista, donde en el centro se encuentra la satisfacción de los apetitos, de los deseos; la mentira como verdad. Que más prueba del momento nihilista que vivimos que la forma en que las posiciones ideológicas se diluyen en el entramado de deseo e intereses personales, izquierda-derecha, derechaizquierda, no importa, lo que importa es quitar al otro (donde está el otro), para ponernos nosotros, ya después se pondrán de acuerdo sobre cómo conciliar visiones de mundo y de sociedad diferentes, al cabo, hace tiempo que se cayó

el muro de Berlín, las ideologías ahora es administrar las riquezas, no importa qué idea tengamos del hombre y sus fines, al cabo, somos sólo números. Describir esos comportamientos públicos no quiere decir que lo establecido goce de total salud, que se la máxima expresión de la civilidad, de lo racional; por el contrario, lo que vemos como nuestra marco de convivencia social, también se mueve por esos que sostenemos y criticamos de las alianzas; resulta pues fundamental darnos cuenta que necesitamos reconstruir nuestra civilidad, enriquecer nuestra experiencia humana, pública, sentarnos y reconocernos en el otro como iguales, sentir que este espacio es común, y que no pertenece más que a la humanidad, en pocas palabras, que creer en nuestra construcciones subjetivas, en nuestros sueños.

REFERENCIAS Bodei, R. (2001). Lógica del delirio. Madrid: Cátedra Nietzsche, F. (1999). La voluntad de poderío. Madrid: Biblioteca Edaf Rawls, J. (2006) Teoría de la justicia (Trad. M. González). México: Fondo de Cultura Económica

“Light and shadows” (CIPACTLI) Víctor Herrera México

Somos interactúas, nos desplazamos, interactuamos y delimitamos en dos vectores próximos, inmediatos y finitos. Hacia el interior y exterior de una temporalidad que converge en un espacio gobernado por Tánatos y Manía.

Una mirada foucaultiana a la locura:el desplazamiento del poder soberano al disciplinario. Fernando Ayala Arias1 Para Michel Foucault la locura no es un concepto estático, se trata de una noción contingente que ha visto desplazado su sentido de acuerdo a las condiciones sociales, económicas, culturales e históricas. En la antigua Grecia se le articula con la iluminación de una verdad solo visible, reconociblepor pocos y con cierto sentido profético. Con el cristianismo se configuraba como una posesión demoniaca, más tarde durante el renacimiento como la ausencia de Dios y su castigo divino. Durante el apogeo del racionalismo surge un quiebre en la relación que se tiene con la locura para reconfigurarla a la sombra de la razón,convirtiéndose en sinónimo de error y engaño de una percepción perturbada. Finalmente la ciencia pretende realizar su estudio objetivo, no obstante ella misma se ve atravesada por el sistema de valores morales de su época. El estudio científico de la locura se ve atravesado por los prejuicios y miedos sociales, dando como resultado la creación de los discursos y una serie de disciplinas encargadas de aislarla y silenciarla. Palabras clave: Locura, razón, poder, disciplinas. Michel Foucault se plantea la necesidad de realizar un estudio desde lo que él denomina en 1969 como un método arqueológico, que sin embargo ya se encontraba presente y de forma implícita en otros de sus estudios anteriores. La premisa consta en reconocer que los sistemas de pensamiento y conocimiento denominados como discursos se encuentran regidos por reglas lógicas y de asociación que operan sobre las personas adscritas a ellos. Pero Foucault va más allá al afirmar que no sólo los discursos, incluso el objetivismo científico, se encuentran determinados por epistemes. Una episteme no es más que el conjunto de condiciones sociales, económicas, políticas y culturales de un determinado momento histórico. Pero dentro de dichas epistemes también convergen los prejuicios y los miedos que afectan directamente los sistemas de pensamiento, sus conceptos y tanto los fenómenos que se estudian como

los que se decide ignorar. El estudio arqueológico foucaultiano de la locura tiene como principal interés estudiar las prácticas, los discursos y sus efectos sociales para permitirnos repensarlas. En primera instancia se muestra que hasta las practicas más contemporáneas se sustentan en principios de otras prácticas que se pretende superar sin poderse separar del todo de ellas. Un ejemplo de este intento fallido de separación se nos muestra con el estudio de la locura que desde el modelo médico, científico y psiquiátrico se han preocupado más por aislar su naturaleza desconocida mediante un sistema de cura que en buscar sus causas. Se pretende mostrar la percepción de la locura,sus desplazamientos con el paso del tiempo y el trato que recibió con el paso del tiempo como determinantes para la formación de nuestra concepción del fenómeno. Para Michel Foucault locura

1 Maestro en investigación en psicología por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Morelia, Michoacán. Tel. 3129402. Correo: [email protected]

El hecho de saber que pueden vigilarlo, tiene valor terapéutico en sí mismo... Foucuault

se encuentra atravesada por relaciones de poder que ejercen violencia sobre el cuerpo para regularlo y dominarlo, desde dicha perspectiva se pretende realizar un recorrido por sus condiciones y mecanismos. Se describirá y caracterizará una locura supeditada al desplazamiento del poder soberano hacia el disciplinario, con ello se extrae la noción de la locura de la posesión demoniaca hacia el humanismo que impone el silencio propio de los discursos. La locura entre lo demoniaco y la razón. La locura aparece en Historia de la locura en la época clásica (2009/1961) como una naturaleza extraña y salvaje que permanece desconocida, solo accesible para su estudio mediante el sometimiento dentro de la estructura de la razón. La locura es ubicada como una forma de conciencia distinta a la racional, esta última al ser normativa y social reducirá la locura a un lenguaje ininteligible y más tarde le impondrá un silencio sepulcral. Más tarde, se le cree peligrosa y el loco es visto como un ser donde tanto la conciencia como lo humano se ausenta. Su génesis se suele ubicar como una perturbación en la evolución de lo sexual y el conflicto psicológico, las disciplinas en principio intentarán normalizar el fenómeno para reintroducir al sujeto al espacio social para luego sacarlo y aislarlo de él. Se busca aislar la enfermedad, la locura, la indisciplina, la sexualidad y su carácter contagioso, se intenta normalizar toda aberración y desviación. Para ello la medicina, la psiquiatría y la ciencia se vuelven los encargados de realizar un proceso basado en el ideal aséptico de la moral ante la demanda social de curar, eliminar y prevenir.

Las ciencias médicas emplean la confesión, que aparece en Los anormales (2007/1974) como una herramienta cristiana procedente de la edad media para arrancar la verdad mediante el uso de la coerción. La confesión es un ritual que obliga a decir la verdad para obtener la salvación, realizada por un interlocutor que posee las facultades de juzgar y de perdonar. El dispositivo permite desplegar relaciones de poder sobre el cuerpo y la carne, poder que tiene la facultad de obligar al sujeto a reconocer su culpa. Los interrogatorios y torturas físicas del cristianismo buscan decir lo más difícil para el sujeto, lo más privado y personal. Lo que importa es decirlo todo para que pueda ser autentificado por el confesionario, una posición donde el saber sobre sí mismo, ya no proviene del que lo enuncia, sino del que lo aprueba. Será desde una mirada ubicada en el pensamiento racional el lugar desde el cual sea comprendida la locura como una ausencia de conciencia y de razón. Imposición y coerción de la razón sobre la locura para someterla a un silencio sepulcral, hacer callar el sin sentido de su monólogo. No obstante esta relación mantenida como monólogo de la locura consigo misma también puede ser invertida para redoblarla hacia la razón. Es la razón la que establece y determina no solo la relación de monólogo, sino también ha se ha encargado de rompimiento de todo diálogo con la locura para imponerleun silencio es su desinterés por escucharla. La razón no se relaciona más con la locura, prefiere suprimirla y aislarla; es pues la razón y no la locura, la que realiza se relaciona consigo misma, es la razón la que seduce por colusión entre la verdad y el poder del discurso.

Tal como nos dice Foucault en El orden del discurso (2010/1970) la locura no siempre era rechazada y excluida ni se oponía a la razón, no era sinónimo de ausencia y silencio, también era portadora de una verdad y una razón más razonable: … Desde la más alejada edad media, el loco es aquel cuyo discurso no pude circular como el de los otros; llega a suceder que su palabra es considerada nula y sin valor, que no contiene ni verdad ni importancia, que no puede testimoniar ante la justicia, no puede una partida o un contrato… suele ocurrir también que se le confiere, opuestamente a cualquier otra persona, extraños poderes como el de enunciar una verdad oculta, el de predecir el porvenir, el de ver en su plena ingenuidad lo que la sabiduría de los otros no puede percibir. (p.16) La locura una vez fue el testimonio de una verdad y razón que era posible enunciar dado que solo era perceptible para algunos pocos, la inversión de la locura que la hace pasar de un saberenunciado a voz silenciada ocurre con el surgimiento del racionalismo. En La hermenéutica del sujeto (2011/1982) Foucault bromea al decirnos que es Descartes el culpable de ello, no es que se le atribuya completa responsabilidad, sino que se le ubica más como máximo representante del racionalismo como método para acceder a la verdad. Si en Sócrates existe la necesidad de realizar un trabajo previo como costo o pago para poder acceder a la verdad y poder enunciarla. Sin embargo con la aparición del racionalismo, el positivismo y el surgimiento de la ciencia el lugar que ocupa el sujeto ante la

verdad se ve desplazado. Desde el racionalismo científico la verdad se da de forma gratuita por el simple hecho de que el hombre es un ser racional, la nueva posición del sujeto ante la verdad se nos ejemplifica con las Meditaciones y la duda cartesiana. La locura seconvierte en duda y error de las percepcionesque se vuelven engañosas, por consecuenciase construye a partir de este momento como la ausencia de la razón y una forma de falsa conciencia. Durante la Edad Media y anterior al siglo XVI el sentido de la locura se buscaba en idea de la posesión como instrumento de la mano de Dios, presencia del demonio y el mal del universo de la cristiandad. La posesión era vista como un signo del poder divino que se presentaba sobre los pecadores como castigo ligada al cuerpo, momento donde todavía no existe la cura sino la salvación, que se encuentra en la voluntad del poseso. Para encontrar la salvación es necesario adquirir cierta forma de pureza por medio de la renuncia al cuerpo y su animalidad ligados con la presencia del mal. En el Renacimiento y durante todo el siglo XVI la posesión se ve desplazada del cuerpo al espíritu, ya no es muestra del poder divino sino la ausencia de este y la presencia del mal. La naturaleza humana por participar de lo divino presente en el espíritu, permite refrenar la posesión por medio de la voluntad y el ascetismo; las prácticasacéticas cristianas serán posteriormente legadas a las prácticas hospitalarias. La locura dejará de ser el antiguosigno de castigo divino para convertirse en una enfermedad de la que habrá que salvaguar y aislar para evitar su esparcimiento:

Lo importante es que el cristianismo despoja la enfermedad mental de su sentido humano y la ubica en el interior de su universo; la posesión arranca al hombre de la humanidad para liberarlo a lo demoniaco, pero lo mantiene en un mundo cristiano, en el que cada hombre puede reconocer su destino. La obra de los siglos XVIII y XIX es inversa: restituye a la enfermedad mental su sentido humano, pero aleja al enfermo mental del mundo de los hombres. (Foucault, 2008/1954, p.90) Tenemos entonces en la cita anterior dos posiciones y miradas contrapuestas en relación al sentido humano de la locura, el lugar que se ocupa en cada uno de ellos se contrapone uno al otro; se retira un elemento para anudar otro, en el cristianismo con la posesión demoniaca que sumerge en la animalidad a la vez que otorga la posibilidad de restituir la humanidad, mientras en el humanismo se retira el elemento demoniaco para ligada la locura con lo humano. Parece ser que en el caso del cristianismo el lugar de los elementos que se anudan y desanudan queda más que claro, no así con el del humanismo. La posición del humanismo quedará más clara con la ambigüedad que surge en ella, pues curiosamente supone el desnudamiento de lo demoniaco y el anudamiento de lo humano a costa del aislamiento. La contradicción radica precisamente en el aislamiento como mecanismo que va a caracterizar al humanismo, la locura adquiere un carácter humano en oposición al divino pero irónicamente al loco se le va a separar y excluir del resto de la humanidad. Para el S. XVIII la locura deja de ser superposición de lo sobre-

natural a lo natural, lo demoniaco sobre la obra de Dios, se trata de la desaparición de lo humano y sus facultades. La locura es reconfigurada como la privación y ceguera de lo real por las ilusiones y los delirios que se superponen a la conciencia, el loco más que ser un poseído es un desposeído de su razón, conciencia y eventualmente de sus derechos jurídicos. Desposesión sobre sus facultades mentales y cognitivas que afectan la percepción de la realidad y alteran su conciencia, se abandona la posesión para sustituirse por la práctica de la exclusión social humanista: la alienación. Al loco se le restituye durante el S. XVIII la naturaleza humana para privarlo de ella en el S.XIX, pérdida de su libertad y el reconocimiento jurídico, el alienado pierde sus derechos y sus bienes que son transmitidos a otro. El proceso de alienación del sujeto se traslada rápidamente a todas las condiciones de su vida y existencia: para los alienistas se trata del desconocimiento y pérdida de la propia voluntad. Con ello el lugar de la locura se traslada del estatus jurídico y la pérdida de ciertos derechos a la experiencia de una enfermedad real basado en lo patológico. El paso del poder soberano al poder disciplinario. El desplazamiento generado por el humanismo genera más síntomas que la noción demoniaca, el aislamiento va a crear nuevos síntomas en la locura, se produce en el loco el sentimiento de irrealidad por la indiferencia y el abandono. Pero para que ello ocurra, es determinante según Foucault, que haya sucedido con anterioridad otra forma de desplazamiento: el paso del poder

soberano al poder de las disciplinas. Pues son precisamente las disciplinas las que van a producir los discursos como relaciones de poder y saber que van a aislar, excluir y silenciar por medio de la imposición de la razón sobre la locura. Para que la instauración de dicho desplazamiento es necesaria una relación entre el poder y el saber, por ello es necesario señalar como se establece dicha nexo y responder primeramente a la pregunta: ¿Qué es el aquello que Foucault denomina como poder?

tudio al encontrarse atravesados y determinados por las ideologías y prejuicios de cada época. Se reconoce igualmente que los conceptos no tienen el mismo valor funcional ni relacional entre una época y otrapero mantienen cierta relación entre ellas. En casa época o momento histórico existe cierto conjunto de enunciados aceptado como verdad, estos conglomerados dan lugar a otra práctica disciplinaria como ocurre con la función psique se consolidan como una forma de poder.

Para Foucault cualquier fenómeno de estudio se encuentra atravesado por una mirada, lugar desde donde es apreciado, percibido e indudablemente es interpretado el fenómeno para ser reducido a la calidad de objeto para su estudio. La enfermedad mental y la experiencia de la locura no son la excepción a ello, ambas se encuentran atravesadas por una mirada en el sentido panóptico y por consecuencia por una relación de orden disciplinario. Las disciplinas son definidas en La arqueología del saber (2006/1969) como: … conjuntos de enunciados que copian su organización de unos modelos científicos que atienen a la coherencia y a la demostratividad, que son admitidos, institucionalizados, transmitidos y a veces enseñados como unas ciencias (p. 299). Las disciplinas son el conjunto de reglas para regular las prácticas pero no necesariamente son científicas, ni tienen bien claros los límites donde termina y comienza la ideología de un determinado momento histórico.

La función psidará dar lugar disciplinas como las psiquiátricas que surgen a mediados del siglo XIX y se caracterizará por hacen uso de la violencia sobre el cuerpo para imponer una razón basada en la realidad. En El poder psiquiátrico (2007/1973) la liberación humanista de Pinel aparece como el paso del poder soberano uno que se impone sobre el cuerpo. Ya no como una violencia que introduce la muerte sino como una violencia ejercida bajo las formas de la regulación y la vigilancia sobre la vida, formas de producción del poder disciplinario:

Se podría decir que las disciplinas y sus enunciados, así como los fenómenos que pretenden estudiar, se vuelven objetos de es-

Por ello no entiendo otra cosa que cierta forma terminal, capilar de poder, un último relevo, una modalidad mediante la cual el poder político y los poderes en general logran, en última instancia, tocar los cuerpos, aferrarse a ellos, tomar en cuenta los gestos, los comportamientos, lo hábitos, las palabras; la manera, en síntesis, como todos esos poderes, al concentrarse en el descenso hacia los propios cuerpos y tocarlos… En otras palabras, creo que el poder disciplinario es una modalidad determinada, muy específica de nuestra sociedad,

de lo que podríamos denominar contacto sináptico cuerpo-poder. (p.59-60).

El loco es aquel cuyo discurso no pude circular como el de los otros.

Para Foucault todo poder es ejercicio de control y dominación desplegado sobre el cuerpo, pero lo que denomina como el poder disciplinario es una forma específica de violencia que no necesariamente es una violencia física. El poder disciplinario no surge de una sola vez y de forma definitiva con la práctica médica y psiquiátrica, su historia y arqueología datan de la Edad Media yde algunas las prácticas cristianas. El poder disciplinario se constituye dentro de pequeñas comunidades religiosas como una serie de prácticas, reglas y renuncias de carácter ascético a la que se le suma posteriormente cierta influencia del sistema de vigilancia panópticopara luego colarse hasta las comunidades laicas. Pero Foucault nos dice que a pesar de que ahí es donde se constituye el poder disciplinario, no es ese su primer referente, el poder disciplinario es heredero de otra forma de poder sobre la vida: el poder soberano. ¿En qué momento surge este poder sobre la vida y que inferencia tiene sobre la forma en que es vista la locura? La genealogía del poder soberano es expuesta en La verdad y las formas jurídicas (2007/1978), ligada al antiguo derecho romano de la patria potestas, derecho del padre sobre la vida de sus hijos y esclavos. Más tarde se traslada a feudalismo y la soberanía del rey, poder que le permite en caso de encontrarse él o su reino en peligro la posibilidad de dar muerte y dejar vivir. La insurrección se castiga con la muerte de la que se obtiene no solo el beneficio de salvaguardar la vida sino también la de sustraerla junto con los bienes

del sublevado. De la necesidad de proteger y mantener la vida surgen las formas jurídicas cuya función es la de vigilar, controlar y castigar invocando a la defensa propia y a la monstruosidad del crimen que posteriormente se desplaza a la administración y regulación sobre la vida del poder disciplinario. El poder soberano sustentado en el derecho divino se caracteriza por ser asimétrico, el soberano toma bienes y servicios del súbdito sin necesidad de restituirlos. La relación se reactualiza por rituales y la amenaza del ejercicio de violencia para la sustracción aplicada a las colectividades y no sobre la individualidad como el poder disciplinario. El poder disciplinario no solo es producto y desplazamiento del soberano, se le opone en la forma de Para Foucault todo poder es ejercicio de control y dominación desplegado sobre el cuerpo, pero lo que denomina como el poder disciplinario es una forma específica de violencia que no necesariamente es una violencia física. El poder disciplinario no surge de una sola vez y de forma definitiva con la práctica médica y psiquiátrica, su historia y arqueología datan de la Edad Media y de algunas las prácticas cristianas. El poder disciplinario se constituye dentro de pequeñas comunidades religiosas como una serie de prácticas, reglas y renuncias de carácter ascético a la que se le suma posteriormente cierta influencia del sistema de vigilancia panóptico para luego colarse hasta las comunidades laicas. Pero Foucault nos dice que a pesar de que ahí es donde se constituye el poder disciplinario, no es ese su primer referente, el poder disciplinario es heredero de otra forma de poder sobre la vida: el poder soberano.

¿En qué momento surge este poder sobre la vida y que inferencia tiene sobre la forma en que es vista la locura? La genealogía del poder soberano es expuesta en La verdad y las formas jurídicas (2007/1978), ligada al antiguo derecho romano de la patria potestas, derecho del padre sobre la vida de sus hijos y esclavos. Más tarde se traslada a feudalismo y la soberanía del rey, poder que le permite en caso de encontrarse él o su reino en peligro la posibilidad de dar muerte y dejar vivir. La insurrección se castiga con la muerte de la que se obtiene no solo el beneficio de salvaguardar la vida sino también la de sustraerla junto con los bienes del sublevado. De la necesidad de proteger y mantener la vida surgen las formas jurídicas cuya función es la de vigilar, controlar y castigar invocando a la defensa propia y a la monstruosidad del crimen que posteriormente se desplaza a la administración y regulación sobre la vida del poder disciplinario. El poder soberano es sustentado en el derecho divino se caracteriza por ser asimétrico, el soberano toma bienes y servicios del súbdito sin necesidad de restituirlos. La relación se reactualiza por rituales y la amenaza del ejercicio de violencia para la sustracción aplicada a las colectividades y no sobre la individualidad como el poder disciplinario. El poder disciplinario no solo es producto y desplazamiento del soberano, se le opone en la forma de administración de los recursos, el cuerpo y la vida. No necesita rituales pues es constante, se nutre del pasotismo y la vigilancia paragarantizar un ejercicio continuo y en crecimiento. Ejerce control sobre el cuerpo como totalidad para volverlo instrumento y registrar su conducta, no ejerce la

violencia y muerte para el control futuro como el soberano, en la disciplina el control es inmediato y sobre los comportamientos. Se crean límites y fuera de ellos radica lo inclasificable, irreductible como el residuo inaceptable del indisciplinado, sujetos que escapan del sistema como el desertor, el criminal y el loco, sobre quienes recaerán suplementos disciplinarios para recuperarlos y normalizarlos. En Historia de la sexualidad: la voluntad de saber(1976/2011) Foucault nos habla sobre este poder que se desarrolla sobre la vida desde finales del s. XVII bajo la forma de la anatomopolítica del cuerpo humano para hacer de él una máquina de producción de la cual se busca sacar el máximo de fuerza. A diferencia del poder soberano las disciplinas ya no matan pero invaden la vida, la administran para obtener el control de los cuerpos, aumentar la docilidad y con ello las formas de producción. Para la regulación del cuerpo se desarrollan una serie de aparatos como el estado y las institucionales que mantienen las relaciones de saber-poder. Se pretende con ello regular la vida apartando el proceso mórbido mediante la distribución de espacios para aumentar la fuerza de producción y los mecanismos de vigilancia. La iglesia deja su lugar a las instituciones como las nuevas directoras de la conciencia moral que mantienen, estableciendo la normatividad en la conducta. Las formas de regulación del poder de las disciplinas funcionan en principio al dividir el cuerpo en partes asociadas a las funciones que pueden ejercer, sobre este proceso de individualización se estableceun sistema de vigilancia y castigo. Posteriormente el grado de docilidad y normalización han hecho su labor, no obstante

surgen de vez en cuando sujetos indisciplinados como el loco y el delincuente, y con ello aparecen nuevos mecanismos de poder para hacerlos entrar en razón reingresándolos en la normalidad. De esta forma aparece el biopoder para producir una relación que colude al poder y el saber de una forma tautológica, pretendiendo plantear verdades extrínsecas y universales basadas en esencialismos y desautorizando al sujeto a tener un saber sobre sí mismo. La figura del loco ejemplifica la desautorización y ausencia de saber sobre sí mismo, quien de entrada no se sabe alienado ni carente de sus facultades. Algunas formas de disciplinas nacen durante el siglo XIX como subsidiarias del poder y con la única finalidad de ejercerlo sobre el cuerpo, sustentadas en el saber científico para desplazar el de sujeto al de un objeto de estudio. La verdad deja de ser enunciada por el sujeto pasando por la relación de poder-saber y aparecen los discursos que van a ejercer las formas de dominio y silencio. La verdad ya no está en los sujetos sino en los discursos y sus representantes que tienen la doble facultad de reconocerla para autentificarla y arrancarla para poder ser enunciada. El ejercicio de poder disciplinario sobre la locura. Ahora bien, el poder disciplinario una vez establecido retoma varias herramientas y técnicas cristianas entre las que las figuran: las ya mencionadas practicas ascéticas como el enclaustramiento que se transfiere a la pedagogía y la psiquiatría, y la práctica de la confesión que pretenden arrancar una verdad que no puede ser reconocida ni autentificada por el sujeto que la enuncia. Las

disciplinas durante principios del S.XIX además de retomar dispositivos cristianos se encuentran coludidas con la institución familiar. Los sujetos que escapan de ella son internados en psiquiátricos para ser reintroducidos en el ambiente familiar; se ejerce sobre ellos la refamiliarización. Y de dicha colusión con la institución familiar surgen durante la segunda parte del S.XIX la función psi como la nueva encargada de dirigir la conciencia moral, un nuevo dispositivo que intenta imponer la realidad sobre la locura, trabaja para evitar la desaparición de la institución familiar. Tras la formación de la función Psi y el funcionamiento de los asilos se rompe la relación del poder disciplinario con la familia. En El poder psiquiátrico (2007/1973)se describe como el lugar de la familia como discurso de la verdad se sustituye por el de la psiquiatría. Los asilos van a romper con la institución familiar mediante la reclusión, anteriormente la familia poseía el derecho jurídico de la interdicción, deposición de los derechos del loco para serle trasladados junto con sus bienes. Foucault dice que contrario a lo que se piensa los casos de reclusión eran pocos; el aislamiento era prescrito solo mediante diagnóstico, en favor de la cura y cuando suponía un riesgo para la vida. El loco pasa de ser ubicado dentro del campo familiar para reubicarse en un campo administrativo constituido por el acoplamiento del saber y el poder psiquiátrico que limitarán el poder de la familia sobre el loco: “El loco aparece ahora como adversario social, como peligro para la sociedad, y ya no como individuo que puede poner en riesgo los derechos, las riquezas y los privilegios de la familia” (p. 116-117).

El desplazamiento de la interdicción de la familia obra también un desplazamiento sobre la cura que va de la integración con el precepto de la refamiliarización al modelo psiquiátrico con el precepto básico del aislamiento, alejamiento de todos los familiares y conocidos. El modelo psiquiátrico supone que el aislamiento permite la distracción y eventualmente el borramiento del pensamiento delirante del individuo. De manera similar considera a la familia no el origen pero sí el desencadenante de la locura por la modificación de humores debido a la exaltación que produce las relaciones de poder dentro de ella. Así el campo familiar pasa de ser la última finalidad de la cura para oponérsele y el aislamiento del campo hospitalario se vuelve el nuevo paradigma de la cura. No obstante no se trata del tratamiento en sí mismo, sino de la función vigilante de la arquitectura, es el aparato panóptico el que posibilita la cura: El loco no sólo debe ser vigilado; además, el hecho de saber que siempre lo vigilan y, mejor aún, de saber que siempre pueden vigilarlo, que nunca deja de estar bajo el poder virtual de una mirada permanente, tiene valor terapéutico en sí mismo, pues uno no mostrará su locura cuando justamente, se sepa observado, y observado como un loco, y entonces el principio distracción, de disociación, va a actuar con plenitud. (Foucault, 2007/1973, p.125) La percepción de la locura es triangular a mediados del S. XIX, se sustenta en la vigilancia permanente, la internación en asilos y el principio de aislamiento. El asilamiento además de obedecer a la separación por el temor so-

cial del contagio, según los médicos de la época permite a los locos observar a otros locos para poder tomar conciencia de su estado. Vigilancia ejercida a partir de dos discursos encaminados al ejercicio del poder: la psiquiatría y las scientia sexualis; que junto con el uso de aparatos corporales buscan arrancar la verdad con la intensificación de sensaciones por medio de la fuerza, principio de la ortopedia. La psiquiatría surge con el desencadenamiento de los locos que habían quedado reducidos en un anonimato a la función del cuerpo que había que dominar por medio de una fuerza del poder soberano. Esta fuerza es denominada como hercúlea que consistía en un sujeto consagrado al poder y que haciendo uso de su fuerza física puede dominar la locura para hacerla dócil y sumisa. La disciplina es ejercida por agentes represores legatarios de la fuerza hercúlea, pero ahora habrán de fungir solo como sus representantes en lugar de ejercer la fuerza sobre la naturaleza salvaje de la locura, momento de una proto psiquiatría que habrá de institucionalizarse para formar el poder psiquiátrico. Este último se inaugura aprincipios del S.XIX mediante el uso de tácticas de manipulación de la locura utilizadas como ortopédica de la curación, y que evolucionan en los tratamientos morales que suponen la autentificación misma del delirio al tiempo que se le elimina como condición de la cura. El poder disciplinario se traslada al campo médico y al de la patologización de la sexualidad, la scientia sexualis hace su aparición en un contexto donde más que la incapacidad por hablar de la sexualidad se habla indiscriminadamente de ella. Los discursos generados durante el siglo XIX se

caracterizan por un deseo de no saber nada sobre una sexualidad que ocupa el lugar de etiología de lo patológico y anormal. Si los discursos médicos y científicos se construyen en función de las disciplinas y el ejercicio de poder sobre el cuerpo, también lo hacen sobre los temores y mitos sociales de la sexualidad que se filtran para conformar sus prácticas. Foucault (1976/2011) afirma que el término sexualidad es acuñado a principios del siglo XIX sin ningún referente anterior de su existencia, se trata de la creación de un nuevo dispositivo de poder para normalizar. La función de la nueva disciplina es la de reducir y reforzar la relación entre el masculino y femenino, sistema que reproduce el catálogo de comportamientos y roles de género asignados a cada sexo. En función de esta normativa la desviación surge dignando lo perverso y anormal, así como otras formas de sexualidad alejadas del reduccionismo de la función de la reproducción. El alejamiento de la función de reproducción se convierte en origen de las enfermedades y la locura, un sinfín de males se le asocian no solo por poner en peligro al individuo, sino por la atribución de su capacidad de contagio a la sociedad en general, de ahí que el loco y todos los anormales deben ser evitados y aislados. En Los anormales (2007/ 1974) se rastrea dicho concepto surgido en Francia para designar a los sujetos que desarrollan conductas y actividades en oposición a la normalidad. Concepto científico usado y sustentado por el discurso médico y jurídico para dar cuenta de un nuevo objeto de estudio que encuentra su etiología en la sexualidad. El criminal, el loco y el enfermo son es-

tudiados por las scientia sexualis apoyados en el sistema de la confesión y el examen médico para hacerlos hablar de sus signos y síntomas. La práctica del decirlo todo se constituirá como la herramienta por excelencia para el tratamiento y la cura, enunciación que deberá ser autentificada por el personaje del médico y el psiquiatra. Las enfermedades encuentran su causalidad por el más mínimo contacto con la sexualidad y el deber del médico y la ciencia es advertir, prevenir y evitar sus peligros. Se supone una sexualidad latente y de naturaleza desconocida, los males de la sexualidad permiten la conformación del discurso basado en salvaguardar la vida, sacar lo oculto del sexo mediante la confesión y el interrogatorio. Finalmente el mecanismo no estaría completo sin un método de desciframiento de dicha latencia, dado que el loco pierde la capacidad sobre su conciencia y la razón es necesario que alguien la interprete y autentifique. La figura encargada sobre la cual se deposita este saber capaz de reconocer, identificar, diagnosticar y curar al loco recae sobre el psiquiatra. La verdad y la palabra adquieren un carácter de ensalmo a la que solo se puede acceder por medio de la confesión que se hace necesaria, obligatoria y exhaustiva. La locura estudiada por la disciplina psiquiátrica a principios del siglo XIX es un ejemplo de ello, en Enfermedad mental y personalidad (2008/1954) se plantea que la mirada que se tiene de las enfermedades mentales y el fenómeno de la experiencia de la locura se encuentran atravesados por una relación de orden disciplinario. Las disciplinas ocupadas en estudiar dichos fenómenos

son una serie de regulaciones y formas de administraciónde orden psiquiátrico que atraviesan los cuerpos para la constitución del saber y la mirada médica. El atravesamiento es la característica, condición para acceder a un fenómeno y hacerlo objeto. Mecánica de un movimiento asilar donde la disciplina psiquiátrica es a la vez condición para el estudio de la locura y transformación del enfermo dirigido hacia la cura. Se trata pues, de un movimiento circular que valida una práctica a la vez que es reglada por el mismo sistema de poder. Una disimetría no recíproca de poder y que funciona antes como poder que como saber, la figura del médico destaca por ser poseedor y ejemplo de salud en su misma persona para poder hacerse imponer:

stituciones y las prácticas que ellas realizan. Pero se va más allá, para también mostrarnos que la cultura y las condiciones sociales se encuentran inevitablemente coludidas con las instituciones y las prácticas. Dicho de otra forma, que la función psi en sus inicios como toda práctica médica, psiquiátrica, psicológica e incluso psicoanalítica surgen en los límites y ante ciertas demandas de un contexto social, histórico y económico. Y como se mostró, en el peor de los casos pueden ser vistos como despliegues tácticos al servicio de la dominación sobre el cuerpo. La función Psi se encuentra indudablementecoludida con los ejercicios de poder y las instituciones en la medida en que pretendan reproducir sus estructuras para hacer ya no sujetos, sino individuos:

…el médico es en esencia un cuerpo: más precisamente, es un físico, una caracterización determinada, una morfología determinada, bien definida, en la que se destacan el desarrollo de los músculos, la amplitud del pecho, el color del pelo, etc. Y es esa presencia física, con estas cualidades, que actúa como cláusula de disimetría absoluta en el orden regular del asilo, hace que éste no sea, como nos lo dirían los psicosociólogos, una institución que funciona de acuerdo a reglas; en realidad es un campo polarizado por una disimetría esencial del poder, que, entonces, toma su forma, su figura, su inscripción física en el cuerpo mismo del médico. (p. 19)

La función psi nació, entonces, como esa suerte de contracara de la familia. Ésta solicitaba la internación; el individuo quedaba sometido a la disciplina psiquiátrica y se suponía que la misión consistía en refamiliarizarlo. Después, poco a poco, la función se extendió a todos los sistemas disciplinarios: escuela, ejército, taller, etc. Esto significa que desempeño el papel de disciplina para todos los indisciplinables... Así vemos aparecer, en la segunda mitad del siglo XIX, la imputación a la carencia familiar de todas las insuficiencias disciplinarias del individuo. Y por fin, a comienzos del siglo XX, la función psi se convierte a la vez en discurso y el control de todos los sistemas disciplinarios. (Foucault, 2007/1973, p. 110-111)

El estudio de los mecanismos de poder y las disciplinas en Foucault tiene la finalidad de mostrarnos el sistema de relaciones mantenidas entre las in-

Foucault nos recuerda que la subjetivación se pierde en la medida en que se le introduce en un

sistema de vigilancia que busca apartarlo de sus próximos para extraer de él un máximo de fuerza de producción. En la medida en que se le vigila para que cumpla únicamente sus funciones, se le categoriza a partir de la vigilancia continua, se le reduzca a la calidad y cualidad de objeto para estudiársele; en la misma medida en que se le reduzca a la función mecánica de un cuerpo que produce fuerza, se le aísle para negarle todo fenómeno y relación colectiva; en la medida en que se le hace objeto para extraer de él un saber sin que se tenga oportunidad de enunciarlo por sí mismo para en su lugar ser autentificado por otro; en la medida en que se le imponga ese silencio sepulcral que hace de él un muerto, justo en ese momento pierde su subjetividad para individualizarlo y volverse parte de la máquina. El poder es un despliegue táctico, un ejercido de dominación basado en una serie de mecanismos sociales, institucionales y prácticas que se encuentran todos coludidos para ejercer sobre los sujetos formas de control mediante las disciplinas. La indisciplina, la sinrazón y el fuera del control unreverso exteriorizado de lo deseado y normal, un fuera de los límites y la estructura de la cultura como la figura del loco que va a ser aislado o bien forzado a reintegrarse al sistema social mediante ejercicios de poder. Entonces estos indisciplinados, estos locos con sus actitudes y conductas no deseadas por la ausencia de razón y conciencia, pero sobre todo por la negación a producir un valor socialmente aceptado, van a ser reducidos por los mecanismos ejercidos sobre ellos: la proscripción, el rechazo y reintroducción dentro del sistema.

De esta forma Foucault nos muestra que la noción que se tiene de la enfermedad mental y la locura obedece más al deseo social de normalización y producción, que el poder y el saber se encuentran coludidos con las instituciones no para curar sino para deshacerse de los elementos no deseados. Para Foucault el poder no se tiene ni se detenta, se ejerce sobre los cuerpos, de ahí que sea más un ejercicio de control social y no una forma de propiedad. El poder no emana de una persona o institución singular, se trata de una red coludida de apoyos recíprocos, un sistema de diferencias y jerarquías que realizan funciones determinadas. Y la noción de la locura se constituye como una serie de máscaras que se encuentra atravesada y mediada por las relaciones de poder, ejercicios de control de las disciplinas sobre el cuerpo y sus funciones. La locura atravesada por este sistema aparece como la posibilidad de enunciar una verdad no perceptible para algunos pocos, el lugar del loco era el de vidente, oráculo y profeta. Se pierde el estatuto de iluminado para pasar a ser llamado poseso del mal y más tarde, durante el siglo XVIIIcon el racionalismo se convierte en sinónimo de error y engaño. El silencio impuesto por la razón se traslada hasta nuestros días, nuestra noción de locuraprocede de la práctica asilar del siglo XIX: una locura que aparece como una fuerza desbordada e insurrecta a la razón. Nuestra cura no es más que el sometimiento y la domesticación solventada en una ortopedia mediante la medicación y el tratamiento moral, batalla basada en desgastar la voluntad hasta quebrantar sufuerza. Para Foucault somos herederos del enfrentamiento entre la voluntad

del médico con la del loco que finaliza en la victoria de la sobrexposición de la razón sobre la locura, finalmente la verdad sale a relucir se acepta la conducta errada por medio de la confesión para llegar a la curación.

Bibliografía Foucault, M (2006). La arqueología del saber. (Aurelio Garzón del Camino, Trad.). México: Editorial Siglo XXI. (Publicación original en 1969) Foucault, M (2007). El poder psiquiátrico. (Horacio Pons, Trad.). México: Editorial Fondo de Cultura Económica (Curso del College de France en 1973) Foucault, M (2007). Los anormales. (Horacio Pons, Trad). México: Editorial Fondo de Cultura Económica. (Curso del College de France en 1974) Foucault, M (2007). La verdad y las formas jurídicas. (Enrique Lynch, Trad). México: Editorial Gedisa. (Conferencia en 1978) Foucault, M (2008). Enfermedad mental y personalidad. (Emma Kestelboirn, Trad.). México: Editorial Paidos. (Publicación original en 1954) Foucault, M. (2009). Historia de la locura en la época clásica (Juan José Utrilla, Trad). México: Fondo de Cultura Económica. (Conferencia en 1961) Foucault, M (2010). El orden del discurso. (Alberto Troyano, Trad.). México: Editorial Fabula en Tus-

quets. (Conferencia de 1970) Foucault, M (2011). La hermenéutica del sujeto. (Horacio Pons. Trad.). México: Editorial Fondo de Cultura Económica. (Curso del College de France en 1981) Foucault, M. (2011).Historia de la sexualidad: la voluntad de saber (Ulises Guiñazú, Trad). México: Editorial Siglo XXI. (Conferencia en 1976)

“Sueño Azul” Sandra Bustamante García

PASAMOS ENTRE LOS MARTIRIOS Y LOS ALTOS MUROS. LA LOCURA EN LOS PRIMEROS AÑOS DE LA CLÍNICA PSIQUIÁTRICA VICENTE CHICO SEIN.

Ada Pamela Rodríguez Rojo1

El ejercicio de reflexión histórica que pretendemos realizar tiene por objeto analizar el problema de la “locura” como una parte de la historia social del estado de San Luis Potosí durante los años de 1970-1979, con base en la creación de la Clínica Psiquiátrica Vicente Chico Sein y sus primeros años de funcionamiento. Discutiendo primeramente la historia del nacimiento y la formación institucional, así como los conceptos clínicos y diagnósticos médicos manejados por su modelo medico psiquiátrico, y los principales padecimientos encerrados tras sus muros en sus primeros años de vida y sus voces.

Palabras clave: psiquiatría, clínica, locura, enfermedad mental, padecimiento, diagnóstico. La locura reconocida en un principio como des-orden, sinrazón, des-vario, in-conciencia, a-normalidad, a-lineación, incoherencia, des-equilibrio y que denuncia la idea de un supuesto orden, razón, normalidad, equilibrio, etcétera, base de la organización de la vida psíquica, (Flores, 1994: 128) ha sido concebida a través de la historia de diversas formas. Inicialmente se le consideró como un castigo divino por algún pecado cometido, relacionada con la posesión demoniaca o por influencia de los sentimientos humanos como el odio, la vergüenza y el amor; después fue naturalizada2, adjudicándole la categoría de enfermedad y al individuo enfermo la de mórbido, hasta que, “a la vuelta del siglo, nos limitamos a reducirla al término sereno y objetivo de enfermedad mental” (Flores, 1994: 128). La locura es una palabra muy familiar que asusta y fascina, que

amenaza y provoca caos. Sin embargo es un término que no puede ser usado en los ámbitos científicos puesto que su mención provoca un sentimiento de rechazo implícito de los descubrimientos de la ciencia médica moderna. A pesar de ello debemos comprender que tanto el concepto de locura así como el término de enfermedad mental son entidades estrictamente históricas, subjetivas, heterogéneas y cambiantes, que surgen como parte de la formación, reconocimiento y delimitación de lo que es definido como normal y correcto dentro de una sociedad determinada y de un momento histórico preciso. De manera que “la enfermedad no tiene realidad y valor de enfermedad más que en una cultura que la reconoce como tal” (Foucault, 1984: 83), la locura y los padecimientos mentales

1 Licenciada en Historia por la UASLP y Maestra en Historia en Estudios Interdisciplinarios por la Universidad de Guanajuato.

2 Está naturalización surgió con la teoría humoral de Hipócrates en su obra Tratados hipocráticos (2000).

son pues representaciones del pensamiento y estigmatización entorno a un malestar de una época determinada, los cuales surgen como respuesta a los vínculos y relaciones formadas entre factores científicos, sociales, culturales y políticos, los cuales construyen sus propios criterios que definen lo normal y lo anormal así como lo sano y lo patológico dentro de su núcleo social, por lo que deben ser analizados y comprendidos dentro de su momento histórico. Así, en el siguiente artículo pret endo mostrar la historia del nacimiento y formación institucional de la Clínica Psiquiátrica Vicente Chico Sein, perteneciente al estado de San Luis Potosí, así como los conceptos clínicos manejados por su modelo medico psiquiátrico y los principales padecimientos encerrados tras sus muros en sus primeros años de vida. Casa para los anormales: sobre jardines, habitaciones y algunas papas Para 1960, el sistema manicomial de La Castañeda y las pocas Granjas de Rehabilitación para Enfermos mentales Pacíficos de México creadas a partir de 1942, eran ya modelos anacrónicos y poco funcionales que no lograban satisfacer las necesidades sociales en la atención psiquiátrica de la época, resaltando así una creciente necesidad de modernización en los modelos médicos en México. Bajo esta preocupación, el jefe de los Servicios de Salubridad y Asistencia del estado de San Luis potosí, el doctor Ricardo Vega Rivera, realizó un estudio médico social en el que registró 350 enfermos mentales en

todo el territorio potosino (El Sol de San Luis, 1960: 7), según este estudio, ellos se encontraban alojados tanto en el Hospital Civil como en la penitenciaría del estado, mezclados con los criminales, en tanto que no existía un espacio adecuado para ellos. Esto sacó a la luz la imperiosa necesidad de crear “un manicomio para atender en él a los anormales” (El Sol de San Luis, 1960: 3). Así surgió la Clínica Chico Sein como un proyecto novedoso que proponía mejorar la atención psiquiátrica integral con modernos modelos preventivos y curativos, no solo en relación con el propio paciente, sino también involucrando a la familia del mismo. Inicialmente el proyecto de salubridad mental arrancó como parte de la continuación del plan de creación de las Granjas de Rehabilitación para resolver “múltiples problemas que actualmente afronta la población, y además, habrá oportunidad de prodigarles atención médica a los desequilibrados que actualmente se encuentran en el desamparo”(El Sol de San Luis, 1960: 3) con base en “las experiencias de la granja de recuperación que actualmente funciona en León, Gto., para aplicar algunos sistemas a la que se proyecta construir en esta ciudad” (El Sol de San Luis, 1960: 3), fundamentando su esquema de trabajo en la actividad productiva tanto agrícola con el cultivo de maíz, frijol, cebada, trigo y diversas verduras; así como industrial con la integración de talleres de costura y carpintería, los cuales permitieran obtener utilidades para los propios pacientes. (El Sol de San Luis, 1960: 3) Sin embargo, el proyecto de la Granja se modificó cuando el Dr. Everardo Newmann Peña,

Director del Patronato pro-construcción del nosocomio mental, retornó de la Ciudad de México al finalizar su especialidad en psiquiatría, y expuso la discusión medico-psiquiátrica de disfuncionalidad que giraba en torno a este proyecto rehabilitatorio, pues en estos momentos la teoría psiquiátrica en México se vio modificada por la nueva concepción biológica, psicológica y social de los males mentales, donde el tratamiento intrahospitalario, la participación de la familia y el seguimiento extrahospitalario formaron parte fundamental de la terapia de rehabilitación. Bajo este contexto de saberes médicos arrancó la construcción del Chico Sein, como coloquialmente se le conoce. La obra comenzó el 16 de septiembre de 1968 bajó la gubernatura del potosino Antonio Rocha Cordero, quién tomó protesta el 26 de septiembre de 1967, después de fungir como Procurador de Justicia de la República en los tres primeros años de gobierno del presidente Diaz Ordaz. Su edificación inició en un terreno localizado en el municipio de Soledad de Graciano Sánchez, ubicado en la parte noroeste de la zona centro de San Luis Potosí, hoy en día ya conurbado con la capital del estado. El terreno ocupado contempló un área de 40,000 metros cuadrados y fue donado por el Sr. Joaquín Córdoba, de quién desconocemos otros datos. La obra arquitectónica inaugurada oficialmente el 16 de septiembre de 1970 llevó el nombre de Vicente Chico Sein en honor a quién fuera gobernador del estado de 1859 a 1860 y fundador del Instituto Científico y Literario, base de la actual Universidad Au-

tónoma de San Luis Potosí, quién padeció de locura después de su participación en la guerra contra Estados Unidos, de la cual no pudo ser atendido. Según Primo Feliciano Velázquez (2004: 35) el gobernador: Conmovido profundamente por las desventuras de México, había padecido enajenación mental, cuando la invasión americana. Creyendo entonces perdida la independencia nacional, saltó una mañana del lecho en paños menores, se echó sobre los hombros un jorongo del saltillo, y descalzo y sin sombrero se lanzó a la calle, saltando y gritando vivas a México, a Dios y a la gloria […] llamados a atenderle los mejores facultativos conocieron que padecía enajenación mental, pero gracias a los excelentes cuidados que se le prodigaron y el eficaz auxilio de su pariente político don Julián de los Reyes, se logro que el señor Chico Sein recobrara enteramente su razón […] pero las nuevas desgracias de la patria, ocasionadas por la intervención europea, le perturbaron cruelmente, [….] ya esta vez fueron inútiles los esfuerzos de la ciencia y los cuidados familiares y amistosos, pues el enfermo sucumbió la noche del 9 al 10 de septiembre del mismo año 1863. Formalmente, la clínica inició con sus trabajos el 16 de septiembre de 1970 con un total de 22 personas dentro de su personal de trabajo, entre los cuales se encontraban una costurera, un cajero, un contador y 3 doctores. Se contaba también con una afanadora, un asistente, 2 cocineras y una encargada de lavandería.

Posteriormente, ya para 1980 se agregarían 53 trabajadores a la lista del personal y 3 doctores más. Si bien el proyecto médico de la Granja fue descartado, esta clínica retomó su modelo arquitectónico en tanto que lo consideró eficaz y beneficioso para las necesidades de sus ocupantes. Su esquema se conformó con base en una sola planta, buscando proteger la integridad física de los pacientes y evitando el suicidio de los mismos; se estableció un solo acceso al edificio para el control y seguridad de los mismos, así como la exigencia de áreas verdes para la recreación y convivencia de los enfermos, incluyendo un pabellón de recepción para las familias, talleres y áreas de trabajo que conformaban parte de la terapia curativa. Además de contar con “amplias oficinas de administración, habitaciones higiénicas y funcionales para médicos residentes, cinco edificios para la hospitalización hasta de 110 enfermos, cocina, lavandería, cafetería y una capilla” (El Sol de San Luis, 1970: 1). Al igual que la configuración externa, la estructura interna de la institución respondió tanto a cuestiones médicas como sociales modernas, “a fin de que sea medicamente eficaz: ya no lugar de asistencia, sino lugar de operación terapéutica” (Foucault, 2012: 227). Los médicos potosinos buscaron “romper con aquellos esquemas que tan mala imagen habían causado a la psiquiatría institucional” (In memoriam: 23) bajo “un nuevo modelo estructural y funcional de atención psiquiátrica, con un enfoque humanista, biopsicosocial” y utilizando los primeros psicofármacos. Este nuevo modelo biopsicosocial, se caracterizó

por “el uso de múltiples y coordinadas intervenciones integrales e interdisciplinarios relacionadas con los factores intrapsíquicos, interpersonales y sociales”, (The American Journal Of Psychiatry, 1970: 1481) intervenciones “dirigidas a ayudar a los individuos a alcanzar roles sociales, psiquiátricos, educativos y vocacionales productivos, dentro del límite de sus capacidades y potencialidades con el reconocimiento de su discapacidad”. (The American Journal Of Psychiatry, 1970: 1481). Además se retomó el “trabajo terapéutico” (modelo seguido por La Castañeda y por las diversas Granjas del país) como un tipo de intervención para la rehabilitación del paciente, pues lo médicos consideraron que si bien los fármacos ayudarían al control físico y orgánico del enfermo, la terapia ocupacional le brindaría herramientas para una fácil reintegración social. Esta terapia incluyó trabajos manuales, actividades recreativas y agrícolas, además de una “terapia familiar” (Galván, 2010), y un sistema de terapia farmacológica base. Bajo este modelo los médicos buscaron traspasar al interior de la institución el arquetipo de ciudad conocido por los enfermos antes de su reclusión como medio de reforzamiento de prácticas y roles sociales para lograr la correcta reintegración del sujeto a su salida de la misma. Este “proceso rehabilitativo” (Terrazas, 1980: 1) estaba basado en el conductismo, modelo que surgió a finales del siglo XIX, el cual pretendía reinstaurar conductas adecuadas por medio del reforzamiento de actividades cotidianas, tales como el trabajo y la recreación. Según los médicos psiquiatras estas actividades

debían estar relacionadas con lo que cada paciente hacia antes de ingresar en tanto que consideraron que “a mayor similitud mayor transferencia” (Terrazas, 1980: 14), en el proceso mental del enfermo. Se reconstruyó el espacio citadino instalando los factores más significativos de éste: las áreas de trabajo, tanto agrícolas como los talleres, la lavandería, la peluquería y la capilla. Estos elementos dotaron de una especie de familiaridad al espacio psiquiátrico, creando una especie de comunidad integrativa basada en actividades y horarios definidos, las cuales restituyeran en el enfermo las características de un miembro funcional de la sociedad potosina. Los espacios son significativos en tanto que en ellos se realizan las actividades que cualquier persona “normal” realiza en su vida cotidiana, actividades de trabajo, de limpieza y de asistencia religiosa. El contar con estos espacios y realizar determinadas actividades les permitieron a los pacientes no sentirse totalmente aislados al mantener una convivencia diaria con sus compañeros en los talleres, en las áreas de recreación, y en la asistencia espiritual en las capillas, de tal suerte que no perdían los vínculos de convivencia social ni tampoco con su fe religiosa, reforzando así la posible “normalidad” que pudieran poseer. Fue así que, con base en el “reconocimiento de las bases biológicas y genéticas en la mayoría de los trastornos psiquiátricos”, se concibió a la clínica como una institución con un “enfoque rehabilitatorio y preventivo” (Semblanza: 1) más que curativo.

El esquema de clasificación y alojamiento de los pacientes en la institución potosina también se fundamento en una dinámica de clasificación espacial médica y a su vez en un patrón de jerarquías sociales. La clínica contó con 7 salas habitaciones en donde los pacientes fueron clasificados primeramente por sexo y enfermedad, después por clase económica. En el primer pabellón se encontraban situados los pacientes pensionistas, quienes pagaban por su alojamiento diario, manutención y medicación. Como el caso de Miguel, sacerdote internado el 23 de marzo de 1971, remitido por 2 de sus compañeros clérigos (Expediente 112, 1971), a quién se le ingresó bajo la responsabilidad legal y económica tanto de su cuerpo eclesiástico como de sus familiares. Fue alojado en “el pabellón de pensionados” durante un mes para el estudio y control de su padecimiento, siendo dado de alta por la remisión de sus síntomas. Posteriormente reingresó en 1985 por “abandono de su tratamiento farmacológico” y porque “no saben donde acomodarlo para que no les cause más problemas” por lo que se le mantuvo hospitalizado. Es posible que su congregación y su entidad clerical fueran quienes lo sostuvieron durante todo su internamiento, y debido a ello pudiera encontrarse alojado en un área distinguida. En este pabellón los enfermos gozaron de una organización espacial exclusiva, pues se construyó contiguo a la entrada principal para facilitar la estancia de las familias durante las visitas programadas, además de encontrarse situado frente a la cafetería y la biblioteca, y con un fácil acceso a los talleres y la capilla.

En seguida se encontraba el pabellón de recuperables, dividido en dos secciones: la sala B para los varones y la sala C donde habitaban las mujeres. Estos pabellones cumplían la función de albergar a los pacientes que ingresaban por primera vez a la institución “para el estudio y control de su padecimiento” y ser dados de alta al disminuir su sintomatología. Después de este pabellón se encontraban situados las salas de incurables, situados al fondo de la institución, los cuales contaban con la salas D y E, para mujeres y hombres respectivamente; y el pabellón de aislamiento con las salas F y G bajo el mismo esquema. Sin embargo estos pabellones fueron modificados días después de su apertura, puesto que en los expedientes encontramos referencias sobre las primeras como espacios para los alcohólicos de ambos sexos, mientras que las últimas salas pasaron a ser las habitaciones para los incurables, donde la sala F resguardaba a los varones, mientras que la G alojaba a las mujeres.

2 Según Cristina Rivera Garza (2010) esta medida fue exportada de los manicomios franceses del siglo XIX bajo la consigna de facilitar la supervisión e impedir que los internos se dañaran a sí mismos. Para el momento de su aplicación en México, Francia la había descartado por su nula eficacia.

Las piezas D y E recibieron a los sujetos que presentaron intoxicación alcohólica, alucinosis por ingesta de bebidas embriagantes. Como Emilio de 29 años, de oficio albañil, quién comenzó a ingerir bebidas alcohólicas diariamente “llegando a la embriaguez, tomando mezcal y alcohol puro en ocasiones acompañado de refresco” (Expediente 65, 1984) y quién “presenta alucinaciones auditivas y visuales” pues ve animales que le quieren hacer daño y “anda buscando a unas brujas que le quieren hacer daño. Por tales motivos es traído a esta institución” (Expediente 65, 1984). Las salas de aislamiento, pre-

sentes en el Manicomio General2, también se utilizaron en el interior de la Clínica , pues cada una de los pabellones contó con una serie de celdas de este tipo. Su función no giraba en torno a la curación, sino como medio de control y castigo. Para los médicos estas áreas fueron una herramienta de regulación de los pacientes excitados, puesto que les permitía calmar su exaltación, evitando así el daño a ellos mismos o a sus compañeros. Por otro lado, la celda de aislamiento también cumplió una función punitiva, en tanto que la idea del encierro solitario servía para mantener en control el comportamiento cotidiano de los internos. Uno de los pacientes confinado en esta celda fue Juan, ingresado en 1977 por “exhibir trastornos en su conducta, sobre todo accesos de agitación psicomotriz” y quién “tuvo que ser recluido en la celda de aislamiento por presentar violencia contra otros enfermos” (Expediente 134, 1976). Su reclusión duró 24 horas y fue sacado bajo el condicionamiento de presentar una mejoría en su comportamiento, sin embargo su conducta no cambió y finalmente después de varios días “se le da de alta por indisciplina y por propia voluntad” (Expediente 134, 1976). El costo económico de la reclusión varió según las posibilidades de la familia. Al momento del internamiento se llevaba a cabo una entrevista la cual se acompañaba de un estudio socioeconómico. Los primeros años la institución otorgó tarjetas de pago con cuotas que variaban entre $15 y $35 pesos, posteriormente el pago osciló entre los $60 y $120 pesos. Algunas familias gozaron de una exención del pago de alimentación y hos-

pedaje, solventando solamente el pago de medicinas, mientras que a otras se les dispensaba el pago completo. Esto ocasionó una sería problemática económica, puesto que dichas exenciones mermaron los sueldos de los trabajadores de la clínica y los recursos farmacéuticos y alimenticios de la propia institución durante los primeros años, tanto que “llegó un momento en el que solo había papas para darle de comer a los enfermos. Las medicinas también se acabaron. Tuvimos que salir a la calle para exigir nuestro pago atrasado de algunos meses”. La heredera universal y las mentadas de madre: la clasificación de la locura Los principales padecimientos registrados dentro de la clínica Chico Sein fueron diagnosticados con base en la segunda edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales. Estos males fueron valorados bajo medios conductuales, donde el comportamiento fue el indicio convertido en síntoma para la construcción de la enfermedad. Para la psiquiatría la enfermedad fue la respuesta de la personalidad a factores psicológicos, sociales y biológicos con sintomatología conductual y de comportamiento (Diagnostic and statistical manual, 1968). La esquizofrenia, el alcoholismo, la melancolía y diversas neurosis formaron parte de los padecimientos registrados como “trastornos característicos del pensamiento, estado de ánimo y el comportamiento” (Diagnostic and statistical manual, 1968), junto con el síndrome cerebral orgánico, el daño cerebral y la epilepsia, padecimientos subrayados como meramente orgánic-

os: “una condición mental básica característica como resultado de deterioro difuso de la función del tejido cerebral de diversas causas” como un trauma, una enfermedad primaria o por intoxicación alcohólica o fármacos (Diagnostic and statistical manual, 1968). El alcoholismo fue clasificado como un trastorno donde el consumo etílico es “lo suficientemente grande como para dañar su salud física, o su funcionamiento personal o social, o cuando se ha convertido en un requisito previo para el funcionamiento normal” (Diagnostic and statistical manual, 1968), y puede presentarse de manera episódica, excesiva y en forma de adicción. También se le enlistó como una “psicosis asociada con síndrome cerebral orgánico” debido a que el excesivo consumo de alcohol producía un grave deterioro de la función del tejido cerebral, la cual se manifiesta por un detrimento en la orientación, en la memoria, las funciones intelectuales como la comprensión, el cálculo y el aprendizaje entre otras, causando síntomas psicóticos y trastornos de la conducta (Diagnostic and statistical manual, 1968). Por ello, en 1984 Raúl, quién debido a la ingesta de bebidas alcohólicas desde hace 16 años fue diagnosticado con alcoholismo adicto, tuvo que ser internado al “presentar alteraciones sensoperceptivas, verborrea y agresividad en contra de sus familiares por el alcoholismo” (Expediente 52, 1984), además de presentar trastornos de conducta como “demostraciones de agresividad exagerada, irritabilidad, insomnio…alucinaciones visuales de contenido zoofílico” en las cuales “ve perros, gatos, ranas y monitos que me sacan la

lengua, el guardarropa también me saca la lengua” (Expediente 52, 1984). Su agresividad ha llegado a ser física en contra de sus familiares pues “incluso amenazó de muerte con puñal a su mamá” (Expediente 52, 1984). Este padecimiento se diagnosticó bajo tres principales clasificaciones: alcoholismo adicto, alcoholismo crónico y adicción al alcohol, además de la psicosis alcohólica y alucinosis alcohólica como sus grados más graves. Si bien cada una de ellas variaba en cuanto a la intensidad y duración de sus síntomas, todas mostraban las mismas características de origen y manifestaciones físicas y psíquicas, como la dependencia y las alucinaciones por abstinencia. Su tratamiento y tiempo de internamiento también eran similares. La terapéutica estaba basada en medicación farmacológica y en actividades de trabajo y recreativas y algunas “actividades del pabellón”. Tanto las tareas como el periodo de reclusión dependían de las necesidades propias de cada uno de los enfermo, puesto que, a pesar de que los médicos afirman que Raúl Ortega “se ha adaptado bien al ambiente del pabellón, coopera en las actividades del mismo, duerme bien y se alimenta también en forma adecuada”, se encontraron en él síntomas depresivos manifiestos en “su poco interés hacia la vida, autoestima muy disminuida, sentimientos de desesperanza hacia el futuro”. Esto los llevó a administrarle antidepresivos y a mantenerlo en estrecha vigilancia por riesgo suicida. Finalmente, a los 10 días de internamiento fue dado de alta y se le citó en un mes para su manejo en Consulta Externa, cita a la cual no se presentó.

Posteriormente, como muchos otros pacientes, Raúl reingresó a la clínica dos veces más bajo el mismo diagnóstico, debido a que “racionaliza su adicción al alcohol en que tiene problemas familiares y no se acepta como enfermo alcohólico” pues “tiene una personalidad pasivo dependiente…no enjuicia adecuadamente su enfermedad por lo que no muestra interés en lograr una rehabilitación”. La segunda vez estuvo recluido 13 días y salió por presentar mejoría en su padecimiento. En su tercera reclusión permaneció internado durante 17 días y debido a que el 13 de febrero de 1985, a las 21:20 se le encontró “agitado, inquieto, con actividad psicótica, despertando a los pacientes y encendiendo las luces” se le aplicó un tranquilizante debido a que el cuarto de aislamiento se encontraba ocupado. Ésta fue la última vez que se le trató y salió bajo la advertencia de que “debido a la evolución y a la gran adicción su diagnóstico es sombrío”. La esquizofrenia formó parte de los principales males mentales diagnosticados por los médicos del Chico Sein, representada también por sus síntomas conductuales y del pensamiento. Sin embargo la construcción de este padecimiento ha sido difícil en tanto que su sintomatología es variada, compleja y cambiante, por lo que se le ha definido de diversas maneras: como una enfermedad orgánica, quizás bioquímica e incluso de adaptación social. Entre 1890 y 1907 Kraepelin describió por primera vez este mal como Demencia Precoz, una especie de locura caracterizada por su evolución progresiva hacia un estado de debilitamiento psíquico y por los profundos tras-

tornos de la afectividad, y las distinguió en simple, hebefrénica y catatónica (Martínez, 2010: 372). Pero fue el psiquiatra suizo Eugen Bleuler quién en 1908, acuñó el término de esquizofrenia para definir el proceso de disociación o disgregación de las funciones psíquicas que desintegra la capacidad asociativa del sujeto y que al alterar el pensamiento, sumerge al sujeto en una vida aislada (Martínez, 2010: 373). Así, estos médicos anatomizaron y patologizaron el pensamiento del esquizofrénico y lo situaron como un “desorden del pensamiento” manifestado por un “desorden del lenguaje” (Szasz, 1990: 20). Los médicos psiquiatras de 1970 heredaron la definición anterior y describieron a este padecimiento como un “grupo de trastornos que se manifiesta por trastornos característicos del pensamiento, estado de ánimo y el comportamiento” perturbaciones que se caracterizan por “alteraciones de la formación de conceptos que pueden dar lugar a una interpretación errónea de la realidad y, a veces a delirios y alucinaciones, que con frecuencia aparecen psicológicamente autoprotectoras…capacidad de respuesta emocional ambivalente, constreñida e inapropiada y la pérdida de empatía con los demás” (Diagnostic and statistical manual, 1968). “Me mientan la madre, me dicen que me imagine el cuerpo desnudo de mi marido” (Expediente 135, 1985), le cuenta Norma desesperada al médico, quién interpreta estos síntomas como esquizofrenia paranoide y la interna durante un mes; mientras que Juan Ramón, quién “ve puercos y perros que le hablan llamándole por su nombre (y) es-

cucha a la mujer que lo tiene embrujado diciéndole que tiene que hacer un viaje muy largo”, (Expediente 150, 1984) ha intentado suicidarse en dos ocasiones para acallar dichas voces. Como respuesta a estas acciones sus familiares “acudieron con curandera, quién les ha prometido que lo va aliviar, debido a que les ha dicho que está embrujado por magia negra” (Expediente 150, 1984), pero al no ver cambio alguno decidieron acudir a la clínica. Bajo lo anterior, se clasificaron 8 tipos de esquizofrenias dentro del Manual Diagnóstico. Sin embargo se diagnosticaron solo tres de éstas dentro de la clínica, diferenciadas cada una por su sintomatología particular: tipo paranoide, tipo hebefrénica y tipo esquizoafectiva. Con base en el Manual Diagnóstico, el tipo paranoide se caracterizó por presentar trastornos de conducta, alteración en el pensamiento, incongruencias, alucinaciones visuales y auditivas, delirios de grandeza e ideas religiosas en exceso. Su principal característica eran las ideas delirantes de daño y perjuicio, como las que presentó Rosario ante el examinante: “ustedes me quieren matar, se llevaron todo, me han dejado sin memoria”; además de agresividad verbal y física, transformación corporal: “me han apretado mis pulmones y así los tengo”; e ideas de megalomanía: “soy muy poderosa y se van a arrepentir…me nombraron heredera universal mis padres” (Expediente 162-A, 1976). Posteriormente a su ingreso reportó escuchar voces que “me dicen ya no sufras…me habla mi papá y Rodolfo, el que era mi novio…me pide que me case con él” (Expediente 162-A, 1976),

sonidos que según los médicos fueron escondidos por la paciente durante su primer revisión. Estas voces que frecuentemente le daban indicaciones le confirieron a Rosario un confinamiento de 2 meses y un par de reingresos más debido a la reactivación de su padecimiento por “el mal manejo de su padecimiento por parte de sus familiares” (Expediente 162-A, 1976). Mientras que Rosario oía la voz de su amado y padecía de persecución, Beatriz era recluída en el mismo nosocomio bajo el segundo tipo de esquizofrenia, la hebefrénica. Esta paciente fue internada puesto que “se niega a comer, no habla, se pone triste, llora sin motivo, tiene cambios bruscos de talante…llama a los individuos del sexo masculino, les sonríe, tiene soliloquios…alucinaciones visuales…alucinaciones auditivas y pide un tapón en los oídos para no oirlas” (Expediente 61, 1977). Fue internada en la sala G de mujeres bajo un tratamiento farmacológico y las actividades propias del pabellón.

odos de apnea prolongados” (Expediente 61, 1977). Después de la aplicación de los TECS los médicos la encuentran “en las mismas condiciones…con risa inmotivada, con actitudes pueriles… con malas memorias para hechos recientes y pasados” por lo que se le modificó la medicación, cosa que la “sedó en los primeros días y permanecía acostada en el jardín durmiendo” (Expediente 61, 1977). Finalmente se dio de alta por voluntad de sus familiares y nunca regresó. El último tipo llamado esquizofrenia esquizoafectiva fue diagnosticado como “una mezcla de síntomas esquizofrénicos generales y euforia o depresión pronunciada”. Este mal aquejó a Antonia, mujer de 34 años, casada, proveniente de Jalapa, Zacatecas.

Esta psicosis fue así caracterizada por los médicos potosinos como un pensamiento desorganizado, con risa impredecible comportamiento inapropiado, vagabundeo, gestos y quejas frecuentes con delirios y alucinaciones transitorios.

Esta paciente ingresó por presentar una reactivación de su mal por quinta vez puesto que el tratamiento anteriormente instituido “se ha seguido en forma irregular e inconstante”. Esta vez el padecimiento se exteriorizó con “los signos cardinales de la esquizofrenia…ideas delirantes de persecución, influencia, daño, perjuicio y megalomaniacas…humor fluctuante con cambios bruscos, pasa de estados de euforia a estados que denotan componentes depresivos”. Estos signos hicieron que Antonia expresara:

Un mes y tres semanas después de su internamiento, durante su revisión Beatriz se mostró con “aplanamiento afectivo, no se relaciona con las compañeras del pabellón, deambula sola” por lo que se le recetó 12 sesiones de terapia electroconvulsiva (TECS), de las cuales solo se aplicaron 10 debido a que la paciente se encontró “entrando en estado de confusión con peri-

Me dedico a resucitar muertos, a morirme y a resucitar, sufro mucho, me sobra mucha luz este día, voy a prender la luz… un muchacho de Zacatecas se metió en mi y tengo muchos días que no duermo, me estoy muriendo a cada rato… quiero a todos los hombres, los más guapos, sufro por todos los niños. Soy Antonia Durán, no me muero porque los Durán duran, nunca se mueren”.

Bajo este esquema psiquiátrico Antonia ingresó a la clínica Chico Sein y permaneció durante dos meses bajo tratamiento farmacológico compuesto por anti psicóticos, dieta normal, aseo inmediato y rutina de pabellón. Después de controlar su padecimiento fue dada de alta y se le consignó presentarse a Consulta Externa sin embargo nunca se presentó. Y así… Transcurrió la vida dentro del Chico Sein. No fue sino hasta 1998 cuando la institución cambió su nombre por el de su fundador, el Dr. Everardo Neumann Peña, médico psiquiatra que laboró hasta antes de su muerte. Actualmente la clínica continúa en funcionamiento con algunos de los trabajadores que la vieron nacer, con su misma distribución arquitectónica y su misma meta: otorgar atención profesional, interdisciplinaria y oportuna con humanismo, respeto, dignidad y contribuyendo al desarrollo de recursos humanos para la salud mental para mejorar la salud mental en la población potosina. Aunque si bien algunos de sus métodos y tratamientos han cambiado, actualmente continúa conservando el estigma de un “lugar de locos”, lo cual se percibe cuando la sociedad potosina expresa: “¿Estás loco? Deberían mandarte al Chico Sein”.

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“Light and shadows” (CIPACTLI) Víctor Herrera México

Somos interactúas, nos desplazamos, interactuamos y delimitamos en dos vectores próximos, inmediatos y finitos. Hacia el interior y exterior de una temporalidad que converge en un espacio gobernado por Tánatos y Manía.

EL ACTO CRIMINAL: UN ACTO DE LO INDECIBLE Y DE LO IMPOSIBLE Lenin Torres Antonio1 El presente artículo busca convocar a la reflexión sobre la dificultad de someter la condición humana a una civilidad a modo, con la distinción que se da entre la pulsión y la cultura, entendiendo que la primera se acerca a un orden de lo animal, mientras que la segunda es atravesada por el lenguaje. Es la inserción del lenguaje lo que nos permite la cultura haciéndonos vivir en esa bella apariencia, la cual en algún momento se desborda y nos hace colmar esa cosa llamada conciencia. Posteriormente, se analiza este desborde, conocido por el ámbito psicoanalítico como Pasaje al Acto a través de diversas notas en los diarios.

Palabras clave: Violencia, Pasaje al acto, Pulsión, Cultura, Lenguaje. Primera escena humana: pulsión versus cultura Todos creen, y con desesperación, en el ser. Pero como no se lo pueden apropiar, buscan las razones de por qué se les escapa. F. Nietzsche

harán que nos veamos otra vez diferentes y exclusivos, siempre con la ilusión, en palabras de Torres: “…de que podamos ser más que animales. A fin de cuentas, uno de los tantos rostros de la pulsión” (Torres, 2010).

Nuestra visión acostumbrada de la realidad, la ilusión del mundo en el que queremos vivir, la inmensidad de impresiones que avasallan a nuestros tenues y limitados sentidos, el deseo que se jacta de utilizar el saber para hacerse escuchar, para ser.

Nos resistimos a las verdades ásperas y toscas, a verdades que atenten contra nuestra vanagloria de animales del pensamiento, de la razón y de la polis. Con frecuencia negamos esa naturaleza violenta, simple, predecible del hombre, por eso leemos frecuentemente que la violencia no es parte de la naturaleza humana.

Así parece que el valor y el desprecio al cuerpo es la única manera de salir del embrollo de nuestra existencia. Aunque al final de cuenta no exista más destino que la transformación del cuerpo en polvo, en basura, en tierra pisada hecha huella, en la que algún día renacerán las nuevas instituciones ideales, que

Cordero (2009) destaca que los jóvenes suelen hablar de pandillas y balaceras, como si hablaran de ir por un helado, les parece algo absolutamente normal. Hacia el final de los talleres que emprendió, ocho de cada diez aprendieron que la violencia no es parte de la naturaleza humana. Cómo si la violencia, al

1 Doctor por la Universidad Autónoma de Madrid España, Maestro en Teoría Psicoanalítica y Licenciado en Filosofía por la Universidad Veracruzana. Actualmente es Profesor Investigador de tiempo completo del Instituto de Investigaciones Psicológicas de la Universidad Veracruzana en Xalapa, Veracruz. Email: [email protected]

igual que la agresividad, fueran contranaturales al hombre, como si ambas pudieran ser excluidas con facilidad de la naturaleza humana, y que incluso representaran algo que les es impuesto. Si pudiéramos detenernos un momento y apreciar la historia del hombre, si pudiéramos apreciar entonces que es la historia misma un relato de todas sus violencias. Si existe algo que caracteriza a la naturaleza humana, es precisamente su condición pulsional, agresiva y sexual. La Cultura y la Ley han tratado permanentemente de reprimir, y crearle al hombre un espíritu y un alma que le permitiera “dejar” de atender los reclamos constantes del cuerpo, que le engañara y le dejase construir su mundo, un mundo tan frágil como lo es su propia consciencia, efímera y petulante, la construcción del objeto por el sujeto, no por nada ese arte de la ficción llega a su cima en el ser humano: aquí el engaño, la adulación, la mentira y el fraude, las habladurías, la hipocresía, el vivir de lustres heredados, el enmascaramiento, el convencionalismo encubridor, el teatro ante los demás y ante uno mismo, en una palabra, el revoloteo incesante en torno a la llama de la vanidad es hasta tal punto la regla y la ley (Nietzsche, 2000). Que paradójico resulta reconocer que aquel a quién solíamos designar paradigmáticamente como “alienado” y “enajenado”, es justamente el criminal. Pasamos desapercibido, que es, precisamente esa enajenación, la que nos salva y posibilita para estar los unos frente a los otros, la que da sentido a nuestra humanidad, y que el problema del acto criminal tiene que ver, entre otras causas, con la exclusión de ese marco de represión, con ese

no sujeto, ese no ser. Además, la historia del hombre es la historia no tan sólo de su violencia, sino de su ilusión, por eso es que Nietzsche (2000) menciona que el “intelecto, como un medio para la conservación del individuo, desarrolla sus fuerzas capitales en la ficción”. Una de las principales ficciones de las que se ha valido la cultura para domeñar la tendencia pulsional y agresiva del hombre ha sido la culpa. El término principal para entenderla, es el de interiorización, “introyección”, el proceso por el cual “el sujeto hace pasar, en forma fantaseada, del <> al <> objetos, y cualidades inherentes a estos objetos” (Laplanche y Pontalis, 1994). La introyección es un proceso descrito ampliamente por la teoría psicoanalítica, pero que sorprendentemente, es similar a lo que Nietzsche describe como la vuelta hacia sí del instinto (Nietzsche, 2000), que tiene como resultado un ser oprimido por la cultura, la interiorización de la norma moral, el “deber ser”, a partir de una deuda imaginaria e inconmensurable con los antepasados, dioses, sociedad. No obstante, la pregunta, ¿Cómo puede hacer un ser humano tanto daño a otros?. Pareciera ser una pregunta obsoleta que ya obtuvo respuesta, tanto de Nietzsche como de Freud, y que pese a que podríamos volver a explicar una y otra vez que el hombre está preso de su naturaleza pulsional agresiva, salvaje, que el ser humano es cruel, que goza con hacer sufrir, -homo homini lupus-, no obstante, una y otra vez se volvería a preguntar sorprendido, ante cualquier hecho violento que se presenciase: ¿cómo puede hacer un ser humano tanto daño a

otro? Hay, por un lado, la reacción de no reconocernos en el violento, y raudos expresamos nuestra no familiaridad con él, levantamos los brazos al cielo, y pedimos que eso no vuelva ocurrir. Cuando nos dicen que la culpa viene a constituir un dispositivo de domeñamiento, de administración de las mociones tanto sexuales como agresivas, utilizada por la cultura y la sociedad, esto nos lleva a pensar que habrá una relación de interdependencia entre la culpa y la violencia, así que a más culpa menos violencia. Lo que pasa es que en los tiempos actuales, hay menos culpa, y por eso se ha incrementado la violencia, así que lo que falta es hacer que el hombre tenga más culpa, así que hay que incrementar la culpa, busquemos que el hombre sea más culpable, esa es la solución. No obstante, no será que la culpa nunca ha servido para tales fines, y a la mejor hasta puede ser cómplice de la pulsión, de lo irracional, de ese otro que no se sabe, o ha sido la cultura tan ingenua que pensó que realmente podría domesticar la tendencia agresiva, que era suficiente con crearle un alma, un intelecto, atrapar el impulso con un concepto, y ha fracasó. El instinto sale cuando quiere, hay una astucia de la sinrazón, del instinto, y hasta podíamos decir que la pulsión enseñó a reflexionar a la reflexión, enseñó a pensar al pensar. La teoría psicoanalítica nos lleva a la conclusión que no hay restitución de la falta, que no hay aniquilación de la pulsión, que sólo hay sustituciones y desplazamientos, metáforas y metonimias, que siempre hay cumplimiento parcial de deseo. Así que la

misma culpa es un cumplimiento de deseo (Torres, 2010). Si esto último fuese cierto, que hay una argucia de la sinrazón, que incluso, se ha valido de la razón para hacerse escuchar, nos obligaría a volver a plantearnos, ni siquiera desde una deconstrucción, sino un partir de la nada, sobre el hombre, es decir, un comenzar a escribir sin comas ni acentos, sin puntos ni mayúsculas, sobre las cosas del llamado “hombre”, su “naturaleza”, su condición de ser existente. Segunda escena humana: lo dicho y lo no dicho Transcurso desde Lo Dicho, entendido como la significación realizada desde y en el lenguaje, la cual sostiene toda la estructura psíquica subjetivada, hasta el momento en que el marco simbólico, es decir, la escena del mundo desaparece para dar paso al acto criminal, el cual es visto como una des-subjetivación, un no ser, un sin sujeto. La historia humana nos habla del tránsito de órdenes simbólicos mínimos que dan pie a la civilidad: entre los cuales están los modales de etiqueta y los modales del comer, si supiésemos que fueron estos, tan simples y familiares, los que constituyeron nuestros primeros órdenes sociales, nuestras restricciones, esas pequeñas cosas olvidadas, marginadas, lo que constituye lo importante: Lo que hasta ahora ha tomado en serio la humanidad no son ni siquiera realidades, sino simples productos de la imaginación, o, más exactamente, mentiras surgidas de los malos instintos de los seres enfermos y nocivos en su sentido más

profundo. Me refiero a conceptos tales como: <>, <>, <>, <>, <<más allá>>, <>, <> (...) con todo, se ha creído ver en ellos la grandeza, la <> del ser humano (...) se ha aprendido a despreciar las cosas <>, es decir, las cuestiones fundamentales de la propia vida (Nietzssche, 1998).

El instinto sale cuando quiere, hay una astucia de la sinrazón, del instinto

Después, hablamos de nuestros vanagloriados máximos órdenes simbólicos: el Estado de Derecho, la conciencia moral, la polis, el lugar común de intelección, nuestro sentido de pertenencia; hasta llegar al fracaso violento, la caída ontogénica y la filogénica, la individual y la social: el acto criminal que elimina al sujeto, y la disolución social, que nos elimina. Cuando se derrumba el sistema educativo, judicial o económico, cuando lo que proporciona el sistema social falla: lo simbólico que nos hace compartir un sentido, entonces, se sale a las calles, porque el otro social ha fallado. El mundo simbólico que nos protegía no responde, e incluso, nos ataca, y entonces esos ejes simbólicos e imaginarios, que esperamos que funcionaran eternamente, han fracasado, y entonces, demandamos respuestas, respuestas que nunca llegan. El otro social cuando se muestra inestable, cuando ya no proporciona certeza humana, cuando no sostiene el supuesto saber que compartíamos como humano, y que de una u otra forma, representaba todo nuestro ser, ser que se confirma únicamente en el no ser; tiene que ver con el objeto “a”, que aparte de ser causa del deseo, es la noción

epistémica que provoca el lazo social, es causa de lo social, por su naturaleza de falta, de sutura, de sutura de la falta. Al enajenarse el deseo en más de un sujeto hace lazo social, pues une en una doble pérdida; sujetos escindidos, no es el lenguaje el elemento en común lo que posibilita el lazo social, es el objeto perdido que busca el sujeto (el uno) en el otro, y el otro en el uno (el sujeto). Romper el silencio de la comunicación con el otro y dejar de recibir los propios deseos, sólo es posible en el nivel de la sutura que nos proporciona el objeto “a” en lo real del otro. Lo único que une al sujeto barrado con otro desgraciadamente barrado, es la “a” minúscula. Por eso, el hombre se reconoce más a su congénere en la pérdida, en la derrota, en el vacío, en la confusión; que en la victoria. De esta suerte, la relación del sujeto con el otro no puede ser concebida sin lo barrado de ambos. Los dos se encuentran en falta , y esto posibilita pensar en el objeto “a” como “algo de lo cual el sujeto, para constituirse, se separó como órgano, vale como símbolo de la falta, es decir, del falo, no en tanto tal, sino en tanto hace falta. Por lo tanto, ha de ser un objeto, en primer lugar, separable, en segundo lugar, que tenga alguna relación con la falta (Lacan, 1964). Esta pantalla que presentan los sujetos, quiere decir que ninguno de ellos posee el objeto “a”. Sin embargo, los une el anhelo de encontrarlo. Es por su ausencia que produce efectos y permite el lazo social desde el inconsciente. Saber ausente, que posibilita la caída del marco simbólico social, el sistema mientras fun-

cionaba nos provoca estabilidad, nos sostenía, ese otro simbólico se agota, lo que hacía lazo social fracasa, hay un pasaje del sujetos al no sujeto, desubjetivación de lo social, el encuentro con lo real que imposibilita el deslizamiento del símbolo, el concepto, llegando a imposibilitar la inscripción, y entonces, la muerte aparece tan exacta. Porque no reposa sobre nada, porque carece hasta de la sombra misma de un argumento, es por lo que perseveramos en la vida. La muerte es demasiada exacta; todas las razones se encuentran de su lado (Cioran, 2001). Tercera escena humana: el pasaje al acto de lo individual y lo social “… el pasado 23 de febrero la señora Ofelia Parra Romero de 35 años de edad, tras discutir con su esposo, en venganza decidió matar a sus tres hijos. El día de los hechos, le dijo a su marido antes de que éste se fuera a jugar un partido de fútbol que se despidiera de sus hijos porque ya no los volvería a ver, el padre pensó que era una broma, más tarde cuando llego a su casa encontró a sus hijos degollados y a Ofelia herida en el cuello, quien había pretendido suicidarse” (Al calor político, 2009). Joven alemán que asesinó a 15 personas en un Colegio de Winnenden anunció la masacre en un portal de internet pocas horas antes, dijo el ministro del Interior: “… va a pasar algo gordo. Estoy harto de esta vida, todos se ríen de mí, nadie reconoce mi potencial. Ten-

go armas. Quedaros con el nombre de esta ciudad de Winnenden. Quizás sea mi final. Ya veréis. Mañana ya veréis.” Este fue el mensaje que Tim Kretschmer mandó el martes a un amigo a través del Chat, horas antes de asesinar a 15 personas. Tim dijo que pese a todo estaba bromeando y el compañero le contestó con un “LOL”, que en la jerga por la red significa “me parto de risa”. Pero Tim cumplió con sus palabras (El universal, 2009). Cuando el agresor dejó su antiguo colegio, se dio a la fuga en una alocada huida en la que mató a otra persona en una clínica, secuestró un automóvil y condujo 30 kilómetros hasta lograr esconderse en un concesionario de coches, donde mató a dos hombres a sangre fría. Atrincherado, allí mantuvo un intenso intercambio de disparos con la policía que han sido recogidos por las cámaras de seguridad del concesionario. Dos tiros le dieron en las piernas, pero se enderezó y abrió fuego a través de las ventanas del local contra los coches patrullas. Logró salir por una puerta trasera y en la calle siguió disparando e hirió de gravedad a dos agentes. Al ver que no tenía escapatoria, Tim se dirigió el arma contra sí mismo y se disparó (Diario el país, 2009) En el acto criminal se interrumpe el discurso histórico-temporal del sujeto: el concepto; irrumpe la pulsión, el ello, aquello que no ha podido ser domeñado por los dispositivos interiorizados de la norma, por la ley, la diferencia mínima entre bueno y malo desaparece, la cultura, todo aquello que no ha podido incorporarse como lenguaje, con la posibilidad

de interpretar a la misma pulsión, trasladada a concepto, a palabra, en otras palabras, aquello que no es posible traducir, aquello que se desliza fuera del lenguaje y se ancla en lo real, es decir, el silencio mismo, el terreno de otra lógica, la lógica del delirio. Ahí donde la escena del mundo que nos sostenía, que subjetivizaba, se cae, y hace que el caído tenga solo una dirección, es decir, la idea, la imagen última, se convierte en destino, por eso no hay posibilidad de cambiar el destino, salvo por algo azaroso o grotesco, que suceda exactamente en el momento del acto criminal.

En el acto criminal se interrumpe el discurso histórico-temporal del sujeto

La singularidad de ese otro no-discurso, acota, acorrala al sujeto, lo desubjetiviza, y su origen, su posición ante la falta, lo hace mítico e intraducible, todo intento de explicación fracasa ante esa condición de singularidad, “lo hice porque mi marido no ya no me quiere”, por eso queda tan sólo el silencio, esa verdad es inconfesable porque es demasiada exacta, la muerte, el límite, lo contrario de la vida, que es la gran desconocida, “A fuerza de acumular misterios nulos y de monopolizar el sinsentido, la vida inspira más espanto que la muerte: es ella la gran desconocida” (Cioran, 2001). Los motivos del acto criminal no sabemos, tan sólo sabemos que algo ocurrió, que algo precipitó el pasaje al acto, sin que los gritos previos de auxilio no tuvieran respuestas, y nos precipitáramos como una piedra tirada al vacío, sin que nadie ni nada pudiera detenerlos, las escenas que se montaron sobre el discurso que sostenía, nunca tuvieron respuesta, aunque fuese con algo que lastimase, aun a costa de ser tan sólo mierda, cosa, lo que sea, “oiga doctor, mi marido no me

ama, porque ya no me pega”. Si partimos que las formas elementales de la civilidad, como las etiquetas y ordenes al comer, que constituye lo que ocurre y se acepta en las satisfacciones primeras del acto de alimentación, así como la vivienda, etc., son el resultado de una represión que elimina lo individual e inaugura el acto comunitario; debemos también preguntarnos qué hay o qué ocurre en los reprimidos, y si hay una condición de obedecer que permite que concluya la resistencia y la lucha entre el padre de la horda primitiva y los hijos, dando paso o posibilitando la civilidad. Previo al acto criminal, transcurre un debate interno, se montan escenas sobre las escenas, después, la caída violenta. No podemos más que hablar de una interrogación de la vida interior del sujeto para intentar responder a su acto, y ese responder tiene que ver con el silencio del propio sujeto que se quiere hacer hablar, de su verdad inconfesable. Esa incomprensibilidad de la justificación del acto criminal se debe a la extrañeza que introduce la diferencia de un lenguaje privado en uno público –llamase cultura, civilidad, ordenes sociales, incluso, Estado de derecho. No hay cómo sostener la escena del mundo, no hay como hacer lazo social, es el caso de una niña es abusada por su abuelo, la persona que más confiaba, se transformó en el más horrendo, la diferencia simbólica desaparece, la familiaridad se esfuma, sólo queda aquello que no es posible entender, trasladar al lenguaje, su primera traducción fracasa, es incomprensible, más cuando lo otro social es indiferente, su propia madre quien justifica al abuelo. Pierde lo que

era su mundo, y quizás en esos primeros años de vida, un mundo limitado, como limitado era su lenguaje, salía con él al parque, al zoo, lo que le sostenía la ataco. Existe un pasaje al acto mínimo, como mínimo era su cuerpo y la motricidad de su cuerpo, hay peligro de desubjetivización, la posibilidad del retorno es producir marcos simbólicos, algo donde sostenerse, se está en un piso que se mueve; entonces, hay un llamado al otro simbólico, monta una escena y actúa, un acting out, que es un pedido desesperado al otro simbólico, se monta una escena y se actúa lo que no se puede decir: muestra escénica dirigida al otro, un pedido de socorro, una llamada al otro, una escena ahí donde el mundo desaparece, una última llamada, [el día de los hechos, le dijo a su marido antes de que éste se fuera a jugar un partido de fútbol, que se despidiera de sus hijos porque ya no los volvería a ver, después vino la caída, el padre pensó que era una broma, más tarde cuando llego a su casa encontró a sus hijos degollados y a Ofelia herida en el cuello, quien había pretendido suicidarse (Gobernantes, 2009) La niña se orina no ante los niños sino ante los adultos, su capacidad discursiva de la palabra queda limitada, necesita recuperar lo que se perdió, la circulación de la palabra, por eso monta escenas donde hay mucha motricidad. Ante un tremendo trauma, se revela un vacío, no hay donde sostenerse, se necesita recobrar su dimensión humana, recuperar su marco simbólico. Situación difícil, dado su escaso recurso simbólico, sólo le queda el cuerpo, y lo hace hablar, ya que lo que es verdadero,

humano, es lo que queda legitimado por el lenguaje, entonces, no le queda otra cosas que hacer hablar a su cuerpo, y albergar la esperanza de ser escuchada, de que le ayude a interpretar (comprender), aunque al final quede de lado de la locura, de la marca si significante, o del genio creador, la marca polisémica. Hemos hecho una estructura simbólica para poder sostener el mundo subjetivo y el objetivo, las palabras son cosas, cosas que duelen, cosas que nos alegran. Conformémonos con el destino del animal hombre, es preferible “querer la nada a no querer” (Nietzsche, 2000): Una triste suerte (…), que a despecho de todos sus esfuerzos está condenado a la rueda de Ixionte, atado a la peña de Sísifo y sentenciados a la angustia de Tántalo (Herder, 1959). El recorrido nos deja: Una naturaleza humana común y predecible, por un lado, su condición original violenta y pulsional, por otro lado, su falsa fisonomía, de una animal cultural, insertado en el lenguaje, vuelto hacia el otro social por compartir una misma ficción, cuando cae esa ficción aparece su condición violenta, aunque esto último, ha sido la perspectiva equivocada con que se ha intentado hablar de la sociabilidad del hombre, y por otro lado, y quizás sea la perspectiva más paradigmática y confusa, quizás porque no se ha acostumbrado la mirada a ver desde la nada, que es que la real sociabilidad está instalada en la falta original en que se funda el sujeto, y que esta falta tiene que ver con la nada, el encuentro con el otro se da en un imposible, eliminar al otro subyace como una condición de completud, de vida.

Bibliografía Cioran, E. (2001). Adiós a la filosofía y otros textos. Salamanca: Alianza Diario el País (2009). Estoy harto de la vida y de todos. Recuperado de http://www.elpais.com/articulo/ internacional Diario La Jornada (2009). Las raíces de esta guerra están dentro de las casas. Recuperado de http://www. jornada.unam.mx/2009/03/09/index.php?section=politica&article=008r1po1 El Universal (2009). Asesino Alemán anunció masacre en portal de internet. Recuperado de http://www. eluniversal.com.mx/notas/583039.html Herder, J. (1959). Ideas para una filosofía de la historia de la humanidad. Buenos Aires: Losada Lacan, J. (1964). El seminario de Jacques Lacan Libro XI: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis (Trad. J. Delmont-Mauri & J. Sucre). Argentina: Paidós Laplanche, J. y Pontalis, J. (1994). Diccionario de psicoanálisis. Bogotá: Labor. Nietzsche, F. (1998). Ecce homo. Madrid: Alianza Nietzsche, F. (2000). La genealogía de la moral. Madrid: Alianza Editorial. Nietzsche, F. (2000). Sobre verdad y mentira en sentido extramoral. Valencia: Diálogo. Nietzsche, F. (AÑO). El ocaso de los ídolos. Barcelona: Túsquets Torres, L. (2010). El suicidio de la razón. Revista electrónica Voz es Letra. Recuperado de http://www. uv.mx/vozesletra/n1/articulos/torres-suicidio.html Torres, L. (2010). La culpa en Freud y Nietzsche (Tesis de Maestría inédita). Universidad Veracruzana, Xalapa, Veracruz.

“Light and shadows” (CIPACTLI) Víctor Herrera México

Somos interactúas, nos desplazamos, interactuamos y delimitamos en dos vectores próximos, inmediatos y finitos. Hacia el interior y exterior de una temporalidad que converge en un espacio gobernado por Tánatos y Manía.

“Sin Nombre” Khara Oxier

Cazado Jaime López Correa

Jamás pensé que terminaría casado con la única amiga de mi esposa… Mi esposa era un Ángel lleno de carisma que hacía germinar sonrisas ajenas sin necesidad de lluvia. Bastaba una de sus risillas, su carita hermosa absorbiendo voluntades con sus ojos grandes y brillantes, sus bromas cuando todos sentían que el mundo los derretía y se despedían de ella con alegría, con la ilusión de vivir lo bonito de la vida, que ella (sin decírselos) les había sembrado en el pecho; bastaban sus rizos cortos llenos de curvas rítmicas para emocionar a niños y niñas; los vecinos le envidiaban como todos los vecinos lo hacen, pero en la siguiente calle la adoraban, en la que sigue, en la colonia entera, en muchas colonias, en media ciudad la querían, con su cuerpo grande lleno de sinceridad, de aprecio por la gente, una mujer llena de ocupación y atención al prójimo, siempre prestando el dinero que no tenía, siempre llegando con la comida incompleta a la casa porque la regalaba en el camino al hambriento de dos y cuatro patas, siempre rociando dicha en los vientos de la calle. No tenía más que una amiga, era tan radiante que todas esas que le querían sentían celos de ver cómo la miraban sus novios, esposos, hermanos, hijos, etcétera. Las mamás le preguntaban si tenía novio, ella respondía que era casada, las madres se lamentaban porque ya la habían considerado para casarse con su hijo; los hombres le preguntaban si era casada para cortejarla, ella decía que sí y los elloss se iban maldiciendo su suerte; las novias o esposas preguntaba su estado civil para sentirse seguras, pero a pesar de escuchar que era casada se iban con la misma inseguridad. Así que nadie le quería cerca de sus hombres, por eso no tenía amigas, esas mujeres de papel trémulo siempre temían perder frente a ella. Hombres y mujeres le preguntaban todos los días qué estaba haciendo, por qué se veía más bonita, por qué más radiante, a mí me parecía que mi Ángel siempre fue igual, siempre tan hermosa, pero a ellos que no le veían a diario los asaltaba la sorpresa cada vez con más incomprensión. Aunque sería posible que cada día su crecimiento espiritual fuera mayor, quizá cada día fuera

más iluminada, más radiante, más alejada de los terrenales, más un ser de luz y el que no se daba cuenta era yo, cegado por el amor profundo que le tenía. Astrid, su ex compañera de la escuela, era su única amiga, amiga que yo nunca vi en interacción con ella, sus reuniones siempre fueron entre ellas dos y nadie más. Un día mi Tesoro me dijo: -Me siento mal, me voy a recostar. Pero se desplomó en el pasillo y a pesar de mi entrenamiento médico no la puede salvar, nunca supimos qué apagó su corazón y mi alma de un solo zarpazo. Pasó de ser un sol brillante a una luna llena lejana, nostálgica, sonriente desde la oscuridad, con una mirada benevolente que no se podía acercar; un beso prometido que no llegaba; unos labios tarareando una música que inventaba sobre la marcha; unos pasos que iban y venían en un pasillo corto sin salidas; un boquete apocalíptico en mi pecho; una condena de desdicha para todos los que la necesitábamos. Sólo esa amiga suya estuvo hasta el final, toda la gente y su cariño fingido, cuando ya mi Ángel no tuvo energía y alegría para derramar, se alejaron, no le querían a ella, solo eran vampiros de su energía, y ella todavía sonreía en su ataúd, todos coincidían en eso, quizá por eso sintieron más envidia y se fueron todos, todos tan pronto. Astrid me acompañó en todo momento y me trajo de regreso a mi casa hecha de piedras, antes era de otro material, pero ahora, sólo veía un montón de piedras negras apiladas, sin espacio entre ellas y yo debía caber ahí con toda mi pena. De mis ochenta y cinco kilos, sólo quedaron sesenta en quince días, de mi estatura se restaron veinte centímetros. Mi dieta consistía en consumir cada tercer día vasos de cerveza oscura, pedazos de tostada con un poco de atún de lata, que nunca me terminaba. Fue hasta que escuché una frase que mi luna llena siempre decía, que me enteré que era Astrid la que me llevaba la cerveza y las tostadas, la que me pesaba y me decía todos los días que me iba a morir si no me cuidaba. A las tres semanas me puso un espejo enfrente y vi que de mis ojos salían surcos profundos, oscuros, muy marcados que descendían por mi rostro, se perdían bajo mi bigote y reaparecían para cruzar mis labios secos, unos surcos sin fondo, acueductos fundados por la tristeza, drenajes de dolor sin destino. Hasta ese día yo no sabía que lloraba y menos en esa cantidad. Al mes cumplido, (me lo contaron los vecinos más chismosos tiempo después) firmé la factura de mi motocicleta Chopper en el jardín de la casa y al siguiente día llegaron los muebles nuevos que Astrid quería para sí, el día siguiente firmé con mis manos de hueso cubiertas de una piel de cebolla vieja, un acta matrimonial sin fecha que un juez me extendía, él mismo me lo contó ayer.

Seguía hundido en la cerveza, los surcos de mi cara ya casi perforaban toda mi cabeza y llegaban a la parte posterior del cráneo, mis músculos denotaban una atrofia severa. De pronto, una noche de sábado de diciembre escuché unas palabras que terminaron por ahondar los acueductos y me despertaron de golpe: -Tu perra se está muriendo. Eran unas palabras tranquilas y sin interés, una voz convencida de que no la escucharía y seguiría con la mirada perdida en el pasto seco: –¡Tu perra se está muriendo! Salté de mi mecedora, dos pasos apresurados y caí por tierra, me puse de pie y caí donde mi labrador de cinco años abría el hocico para dejar escapar su alma, seguía escuchando detrás de mí cabeza: -“¡Tu perra se está muriendo!”. Me arrastré hasta la puerta con mi labrador chocolate en brazos, para ese entonces creo que él pesaba más que yo y mis lagrimas le caían a cantaros en la cara mientras corría a buscar ayuda, (aunque uno de mis ex pacientes asegura que era él, el que corría cargando a mi amigo y yo trastabillaba llorando a su lado). Cuando el veterinario, que nunca erraba un diagnóstico dijo: -se salvará- me desplomé sobre un bulto de croquetas y desperté en mi mecedora con una cerveza en la mano mirando el césped. Desde entonces comencé a tener instantes de lucidez y náuseas por el atún, la cerveza me siguió gustando y cuando Astrid no estaba comencé a salir, a caminar diez metros hasta la fonda para comer otra cosa, y volver para que Ella me viera sentado, mirando el pasto. Fui ganando gramos. Un día con un pedazo de carne asada en la boca, con el jugo llenándome las papilas de reproches, tuve la sensación de saber que mi Ángel había reducido su brillo, sólo un poco, pero de forma extraña, desde que se reunía con más frecuencia con Astrid, lo justifiqué pensando que mi condición nutricional debía causar confusiones en mis pensamientos, lo hallé lógico desde el punto de vista médico, desde el punto de vista psicológico no tenía la menor idea. Un día me levanté de mi silla para mirar por la reja a la calle y sorprendí a los de la fonda hablando con Astrid, haciendo movimientos que denotaban claramente que hablaban de mí, sobra contar que no volví. Otro día de lucidez, cuando recibí una cerveza bien fría en mi mano y dije: Gracias, supe que hasta entonces no había cruzado ninguna palabra con mi esposa Astrid. Ni una sola. Y ya no hubo ninguna más. -Disculpe enfermera busco al psiquiatra que atiende a mi hermano. -Ahí lo tiene. -Doctor, ¿cómo está mi hermano?

-No hemos tenido ningún avance, insiste en que su esposa murió y que vive con alguien llamada… usted sabe. ¿La esposa cómo está? -Extrañándolo, mi cuñada es un Ángel y resiste todo lo que puede, pero se ha ido apagando desde aquel día que mi hermano se perdió dentro de sí mismo.

“So Tired I Cannot Sleep” Khara Oxier

“Inward Struggle” Khara Oxier

Antropofagia Jairo Bohórquez Guillén

Yo en la matriz, y tus buitres merodeaban, picoteando prejuicios, ocultando sus verrugas bajo el plumaje

que ennegrece las vidas, amalgama resentimientos, dudas necedades... Hoy que camino entre tus selvas llorando el vértigo de tus vaivenes,

me confundo entre tu fauna, y prefiero al bramido, las palabras.

Pero los gusanos de ti emergen, abaten mi cuerpo sin tocar mi alma.

Las guadañas de tus fieras cortan mis liricas venas, embarcadas en su empresa atacan mis sentidos. En instintiva claudicación de belígero sonetista, alisto mis mandíbulas -ansias de devorarno por placer... por sobrevivencia.

El Hechizo de Narciso Andrés David Roldán Ubando

Narciso sentado en el borde del lago, escucha un llamado, hipnótico hado.

Narciso radiante, Narciso inflamado. ¿Quién pues -piensa el niño- vigor me ha dotado? ¿Qué magia gobierna en el fondo del lago? -Querido Narciso, ven a averiguarlo, divino Narciso, Narciso mi amado.

Narciso en el bosque diáfano, templado, persigue la voz con pueril desenfado. Busca, es buscado. La voz transparente en el fondo del lago arroja su hechizo como diestro mago.

Nada lo prepara para el terco salto; Narciso inclinado en el borde del lago, se entrega al enigma, absorto, abnegado, ignora los lirios,las aves, los sapos, el sol palidece ante el nuevo legado. “Divino Narciso” por Otro es nombrado. Se inflaman pupilas, se tensan los labios se asoman los dientes jubilosos, blancos, ¿Qué diablo sonríe, demente y extraño? Narciso se mira. Narciso es mirado. Príncipe solemne, majestuoso heraldo; la magia prosigue, mi sueño dorado;

mirada arrogante, furor temerario; fulgura un instante,¡del lago es bocado! ¡Se empantana el brillo, se extravían los astros! ¡Las aguas se ciernen, lo estrujan cual manos! Narciso en el vértigo clama aterrado: ¿Qué cuerpo escamoso, terrible y extraño, rodea a nuestro niño en el fondo del lago? No es sólo su angustia,¡Hay algo, hay algo! Chilla la criatura hórrida,¡espanto! Narciso se asfixia en su propio quebranto, quijadas prehistóricas gustan su llanto. Suspenden las aves su atónito canto, se enlutan los cielos, llueven por el santo.

¡No hay nada que hacer! se le quiso tanto. Duelo por Narciso y su pueril encanto. Nadie sabe bien qué tiempo ha pasado; el luto prosigue, la fe ha claudicado. De pronto del lago se escupe el bocado, ¡Pútrida silueta! niño desmembrado. ¿Es ese Narciso? ¿Torpe y desgarrado? ¡Es Otro, es Otro, la bruja ha ganado! El bosque se eriza, alfombra de cardos; martiriza al monstruo frágil como nardo, le estalla el rostro, la luz cual petardo, y Narciso arrastra sus palabras: ardo. Los pájaros hallan manjar en su oído; gusanos, lombrices, ¡gocen del podrido! ¡Traigamos las crías, hagamos un nido! ¡Rompamos el tímpano de este malherido! Narciso dilata vasos y pupilas; en su cráneo habitan serpientes, anguilas. Su boca escarlata es viñedo de insectos, devoran rapaces a ese ser perfecto. Detrás de sus ojos Otra voz se inflama; ¿Qué terribles llanos de desesperanza recorre Narciso en el fondo del alma? ¿Qué pide el errante profeta? ¿Qué clama?

Contra las tinieblas encienden un cirio para iluminar su perpetuo martirio, -incendiarme quierendice en su delirio. -Narciso, mi amado- la bruja lo habla; -quédate a mi lado más allá del alba, veremos teñirse los cielos de malva; el bosque es malvado, la bruja te salva. Sublime Narciso, luz de mi mirada-.

“Waxen’s Only Friends” Khara Oxier

OSCURAMENTE CLARO Jaime López Correa

Sí, tengo que confesarlo, fui muy ingenuo, hace tiempo, casi inmediatamente después de conocerlo, creí que podría deshacerme de él, ¡Que inocente fui! No recuerdo cuándo ni dónde fue, sólo cómo era él. Los humanos realizamos, sufrimos, padecemos cambios, así, al volver la vista, no podemos reconocer a las figurillas-sombras que le cuenta a nuestros oídos ciertas historias protagonizadas, los libretos nos parecen absurdos, los personajes inverosímiles, las acciones incomprensibles; después, cuando el que escucha le cuente en el futuro al siguiente, aquel reirá, asentirá tiernamente pero le reprobará, casi con seguridad. La vida transcurre, mutamos, mutilamos, involucionamos, desaprendemos, renacemos; pero él no, él siempre me ha parecido el mismo. Llegó con su piel gris polvorosa, devorando y desapareciendo la luz que inocente se le acercaba; su voz eternamente-tranquilahipnótica-embelesante-somnolienta-sedada, y sin embargo, rebotando con violencia contra la única pared de la habitación; sus cejas largas de un color desconocido (al intentar ponerle nombre a ese color la mejilla izquierda comenzó a temblarme sin cesar, mi labio inferior colgó cual hueca cáscara de plátano) invadían sus ojos acentuando la tristeza en la expresión, no, no puedo decir que de su cara, no tenía rostro o acaso cambiaba tan súbita, tan constantemente que no pude reconocerle alguno. Se le escuchaba un airecillo agitado, un resoplo que muchas veces silbaba sofocado al hacer contraste con su reblandeciente voz, me aterraba el no saber si estaba insoportablemente sereno, al borde de un colapso nervioso o furibundo. Yo, acostumbrado a la soledad, a ignorar al Otro, a sentirme siempre bien clavando los ojos en el piso, le miré y ya no pude dejar de hacerlo, pero no logré ver si aquel espiral haciendo olasgirosángulos era su boca, no sé, pero de ahí brotaba un coctel de sonidos oscuramente diseñado para trastornar al oyente: el aire corría en ráfagas por un tubo, una gota caía constantemente sobre un estanque, una piedra del mismo peso y tamaño golpeaba sobre una lamina en la que saltaban arenillas al impacto

reiterado, un grito agudo eterno que lastimaba la piel, una hiena devorándose a si misma... No intenté decir nada, él sabia que no podía, yo, que no era necesario. Me quedé escuchando eso que me transmitía, que yo sabía de sobra pero que él decía sin palabras, sin tocarme, sin siquiera advertir mi presencia. Comencé a darme cuenta que no decía sino lo que yo esperaba escuchar, relataba una y otra vez cada feliz recuerdo de la infancia, lo hilaba con las altas figuras de yeso cayendo a pedazos, me dictaba técnicas para hacer collares con un cabello y piedritas de lagrimas, mencionaba personas que al remembrarlas desaparecían. Un escalofrió recorrió mi cuerpo, no supe qué significaba, nunca lo había sentido con algún motivo, sólo estaba ahí sentado con mis muslos flácidos, con las palmas y las plantas de los pies chasqueando en sudor helado, con mis emociones, mi mente moviéndose a su antojo. De pronto me detuve, dejé de sentir, todo él se desvaneció, aparecí Yo frente a Mí y me dije:

“NO ES ÉL QUIEN HABLA Y DE NINGÚN MODO ERES TÚ QUIEN ESCUCHA” Apareció de nuevo Él, nunca moví mis ojos, dejé de controlar mis músculos faciales, sentí cómo lentamente mis cejas comenzaron a juntarse y a elevarse al centro, cada milímetro de mi rostro fue tornándose compacto, apretado, rígido; mi abdomen se contrajo, el estómago se elevó, mi corazón recibió descargas de una profunda e incontrolable tristeza que me escurría desde la frente hasta los pies, no sabía qué era, no sabía por qué, sentía un terror sólo equiparable al nacimiento, una melancolía sólo comparable a la conciencia y me torné un rio circular con centro de tierra, desbordando y volviendo a mi cauce, secándome, siendo irremediable fuente y nostálgico final. Casi me lleva a la muerte. Hui. Me siguió, Corrí, me cansé; comencé a tolerarle a mi lado. Casi me asesina. Destrozaba cada producto que terminaba en el trabajo, me despidieron. Huí, esta vez no lo hice solo. Siempre me halló, no importaba donde fuera, lo hacía enseguida, pero esperaba agazapado por ahí para hacerlo más cruel. Aparecía hasta que yo ganaba un poco de confianza y él la incineraba. Cambié de casa y un día desperté de madrugada en su cama,

cambié de casa, se volvió mi vecina, luego mi vecino, cambié de escuela, un día comenzó a darme clase. Lo despidieron al no enseñarme nada, o quizá todo lo contrario. Cambié de clase, se volvió mi compañero, extendí mi existencia y me dejó en paz un instante. Volvió más robusto. Comencé un nuevo trabajo, permitió que pensara y programara grandes proyectos, después, los orinó, defecó todo. Busqué otra mujer, ella pretendía saber como evadirlo, lo hizo... no por mucho tiempo, volvió con más dolor. Quise quitarme la vida, no me lo permitió. Quise quitarme la vida, no lo permitió. Quise quitarme la vida, no lo permití. Él no era la causa, Yo, no era suficiente motivo. Busqué otra mujer que tuviera al menos la mitad de la receta. Felicidad. Se la arrebató groseramente de las manos. Cambié de ciudad, de mujer, de oficio, de nombre, de hábitos, de poder, de vidas, de pertenencia, de posesiones, de estados de conciencia. Sigue aquí. Juega con un globo rojo, sentado en el sofá, sabe que “no puede nada” mientras escribo, aunque lo haga acerca de Él, aunque sean las tres de la mañana y esté yo solo conmigo. Sabe que en cuanto termine esto, podrá quitarme el sueño y muchísimo más...

“Temor” Sandra Bustamante García Colombia/México

Entre Paredes Blancas Jairo Bohórquez Guillén

Dentro en mi laberinto busco un verso. -Paráfrasis axiomático de mi torturaNulo. Vertiendo jotas, encuentran

mis neuronas, ataduras... Trepanación frontal buscando psiques, aullando metamorfosis, verbos mudos.

Sumersión en lagunas lunares frenesí de espirales partituras. En mi Ego, dentro y fuera no me encuentro.

¿Será que hui de mí, a mi interno abismo?

O me disparé al ápice dilatante a trizar el universo a mordeduras...

Dilato mis daltónicas pupilas. Se aproximan Argos de otro mundo,

ciñen a mi abrazo, eternidades cruzan el umbral hacia su historia. me abandonan a vivir...aquí en mi mundo...

Lo-Cura Infinita Andrea García e Israel Edgardo Valdez Ávila

Dama de doble arista tu rostro vertiginoso me encierra en lo insoportable ah pero si me muestras tu faz infinita mi ser levita más allá de cualquier lenguaje Quien eres en este efímero instante la que confina a mi alma al desfiladero de lo inverosímil la que es un mar de asociaciones rítmicas de vorágine la que me encarcela en el discurso de un amo irreductible O eres la musa de mis adoradas fantasías la que hace posible lo inasible la que inventa en mi vientre su obra artística la que escribe en libro blanco lo imposible Tú eres el elemento que transmuta en vino la sangre la que mana de los abismos para llevarnos a un éxtasis infinito la que embriaga de pasión a los amantes la que brota de la eternidad para morir en un bello estallido.

que estar pasando algo al estar nosotros aquí solo a tu amparo resquebrajará el sinsentido y comeremos las estrellas que merezca nuestra eternidad.

Eres la locura que nos quiere vivos. sin pretextos la que somatiza, tortura en nuestras vacilaciones cuando estamos impasibles ante el hecho de que tú te vas y no vuelves a surgir Si no lanzamos imprecaciones a lo que te es abominable aquel resignarse a acabar la vida, sin haberte probado embrujadora verdad, eres la chispa que vale la pena en el horno Sin ti, nos quedaríamos quietos sin proyectos ahogada la intensidad en ningún intento locura del corazón, del alma, no eres tan solo un sentimiento Eres la prueba de que tiene

“Sin Nombre” Filip Goubert

“Líneas Del Tiempo” Sandra Bustamante García

ENTREVISTA A LA DRA. LUCIANE LOSS JARDIM Dra. Luciane Loss Jardim: Este es un resumen de una conferencia. En el seminario hablo mucho más, y ahí hablé específicamente de un trabajo que estoy haciendo en el ámbito de la universidad, del hospital universitario y del departamento de Psiquiatría, o sea del trabajo que estoy haciendo, junto con psiquiatras; de lo que podría ser el trabajo del psicoanalista junto con un equipo, y por otro lado el trabajo junto a los pacientes mismos, lo que se puede llamar trabajo interdisciplinar. El trabajo propiamente dicho con la psicosis o con pacientes psicóticos, requiere una formación clínica amplia. Creo que el psicólogo, por ejemplo; tiene que saber de psicopatología, tiene que conocer la clínica; porque lo que dijo Lacan es justamente eso. Tienes una clínica, una clínica psicopatológica, y una clínica psicoanalítica que es algo que empieza después del encuentro con el analista, no antes. Es muy distinto un psicoanalista cuando está en su consultorio que cuando está trabajando en una institución y que tiene que trabajar con los demás, en donde hay otros discursos no solo el psicoanalítico. Es necesario de cualquier manera estar en la posición de poder escuchar al otro, incluso tu compañero de trabajo: sea el enfermero, sea el psiquiatra, el asistente social. Eso es la posición del psicoanalista, hacer lazo con el otro, tratando al otro como sujeto y no como objeto, que es como trato a mis pacientes también. Claro que no soy la analista del equipo en el sentido estricto. Pero lo que puedes hacer en una institución trabajando en equipo, es producir efectos psicoanalíticos. Entonces por ejemplo eso que escuchamos del Doctor Daniel Gerber del discurso psicoanalítico o sea de lo que Lacan plantea en el seminario de los cuatro discursos; el discurso no es una cosa apegada al profesionista, que el médico solo practica el discurso del amo. Un psicoanalista practica discurso del amo también, por ejemplo; al hacer el acuerdo con el paciente “oye vas a venir dos veces a la semana… me vas a pagar…” esto no es discurso psicoanalítico, es discurso del amo. –Bueno, estamos haciendo una combinación-. Este ejemplo es más bien para decir que el discurso es una cosa que no es propia de un profesionista solamente, puede ser de cualquiera. El discurso psicoanalítico debe producir efectos de sujeto o en el sujeto, claro que para eso necesita una cosa que es fundamental en

cualquier relación, así sea de trabajo o terapéutica: la transferencia. Entonces nosotros llamamos a este trabajo de conjunto, de equipo: transferencia de trabajo. Es un poco distinto a la transferencia que hay entre paciente y analista. Es transferencia de trabajo porque estoy trabajando con los demás. Pero mi posición es fundamental: la posición de tratar a otro como sujeto, es la posición del analista. De ahí lo que uno puede hacer es producir efectos de sujeto a partir del discurso psicoanalítico. No se trata de tener un saber más acerca de los demás o uno más que los otros; porque esto no es el saber del psicoanalista. El saber del psicoanalista es un saber que no se sabe, o sea algo del inconsciente, en el que nada más hay que producir efectos psicoanalíticos. -¿Cómo uno logra eso?- No hay de otro modo: análisis personal. No hay manera de ser psicoanalista, sin tener análisis, y muchos años de análisis. Porque no es un año, dos años, seis meses, me hago una maestría y ya soy psicoanalista; no es eso. Es un largo tiempo de análisis para no tomar las cosas por la vía del yo; si tomo la cosa personal, todo se va o no funciona, se queda. Entonces creo que el trabajo de equipo va un poco en ese sentido, porque ahí sucede que causo transferencia en las personas. Por ejemplo, en relación al trabajo con un paciente, no es que voy y digo: -“Oye según el psicoanálisis este paciente es esto o lo otro”-. No, no lo hago así. Se hace la discusión del caso, y en la presentación del caso todos hablan. Yo por ejemplo nada más hago una puntualización, un señalamiento de los significantes puestos en el caso. Eso es lo que hago y eso produce efectos. El caso que presenté ayer en el seminario fue algo en ese sentido: Era

una chava, que llegó al servicio del hospital, y que hacía cuatro años que tenía la mano en la cara. Nadie, incluso su familia había visto su cara. Ella tenía la mano en la cara cuando estaba en público, cuando estaba en su casa, y solo sacaba la mano cuando estaba sola en su recámara. Además de esto, no había otro síntoma en ella, ¿Es raro verdad? Entonces ahí, empezamos una investigación conjunta entre los psiquiatras y yo con la paciente, en psicoanálisis. En lo que serían las entrevistas preliminares y todo lo demás. Pero en un primer momento las cosas fueron para investigar: -¿De qué se trata? , ¿Qué pasa con esta muchacha?-. Empezamos con la escucha psicoanalítica, buscando llegar al diagnóstico, el caso resultó en un diagnóstico de esquizofrenia paranoide. Era una paciente que decía cosas acerca de su cuerpo y tenía las manos todo el tiempo en su cara. Era “los ojos de Dios y la mano esquizofrénica”, es decir, la mano en la cara tenía que ver con su relación hacia al Otro. Tenía vergüenza de sus actitudes y como Dios todo sabe y todo v e ,

las manos eran para esconderse de Dios por su mal comportamiento en relación a la sexualidad. Era una masturbadora obligatoria. Para el psicótico, el Otro no es castrado, no hay una pantalla entre el sujeto y el Otro, la incidencia es directa. El trabajo en conjunto fue avanzando, haciendo que de alguna manera el equipo escúchese a este paciente, porque por su comportamiento; que no está descrito en el DSM-IV ni DSM-V, al escucharla les parecía una cosa rara. Otra cosa es el tratamiento psicoanalítico propiamente dicho con el paciente esquizofrénico o psicótico, diferente del tratamiento del neurótico. A mí me parece que uno debe seguir la enseñanza de Lacan, por que otros psicoanalistas, incluso el mismo Freud; no recomendaba el tratamiento para psicóticos. Hay que buscar, y claro eso tiene que ver con el análisis personal.

Salvador Ramos Rodríguez: Doctora, acerca de lo que comenta respecto a los efectos psicoanalíticos en el tratamiento de los pacientes psicóticos: ¿a qué hace referencia? Le pregunto porque en cuestiones de psicología o de psiquiatría, se intenta insertar al paciente a que sea funcional, eso es visto como el producto o el bienestar que causan en él. Entonces al momento de decir un efecto psicoanalítico, en este caso en la psicosis, ¿a qué apuntaría?

Dra. Luciane Loss Jardim: Eso de que el tipo debe llegar a ser funcional tiene que ver con el discurso del amo o el discurso de la psiquiatría. Pero esto es una cosa completamente distinta de lo que sería la dirección de la cura en el psicoanálisis, porque cuando tenemos un psicótico en análisis, y él ya está más o menos estabilizado, en el sentido de que ya no tiene muchas alucinaciones. A diferencia del delirio, las alucinaciones traen mucho sufrimiento al paciente… oye voces que le hablan… todo esto es un tormento para él, es muy fuerte. Pero por otro lado, Freud dijo a partir del caso Schreber que el delirio es una salida de la enfermedad, una tentativa de cura. No es la cura de la psicosis desde el punto de vista psicoanalítico; no es que estemos de acuerdo en que el tipo sea un completo delirante. Justamente el delirio es una tentativa de reconstrucción de su mundo que se desarregló por completo, que se hundió, después de la crisis psicótica lo que había ya no hay. Es como un abismo que se abre delante del sujeto y ya no puede regresar a lo de antes, y para seguir adelante tiene que inventar un nuevo mundo, solo que es un mundo delirante. -¿Cómo se trabaja con el psicótico?-, primero no decirle al psicótico que su delirio es una tontería, cosa de su cabeza, o que está loco. Por qué el psicótico lo que más ama es su delirio, le cree y le ama mucho. Entonces ahí la primera cosa es escuchar eso y poder de alguna manera compartirlo hasta un cierto punto. Voy a dar un ejemplo: Un paciente que trabajaba en una peluquería pero se creía rey de Inglaterra, decía que tenía mucho dinero, la cuestión era que el Banamex no le daba acceso al dinero, pero tenía un montonal. Bueno ahí platicábamos, y me decía: -Le voy a pagar mucho dinero por la consulta, porque me está escuchando.Ya tenía una relación transferencial conmigo, y me dijo:

- ¿Te voy a depositar en tu cuenta verdad? – A ok y ¿cuánto me vas a depositar? Bien aaah ok, y la otra sesión… -Fíjate que no cayó el dinero. Lo que quiero decir es que de adentro del delirio del psicótico, tienes que hacer lo que llamamos equivocación, o sea tienes que conocer y comprender de alguna manera la lógica delirante y desde ahí hacer algo que haga un corte en esto para empezar lo que sería la dirección de la cura del paciente. La experiencia de años de estar dentro del servicio de psiquiatría y trabajar con psicóticos muy medicados, -porque por supuesto que todos toman demasiados fármacos-, me permite conocer que el fármaco no cambia la idea, o sea se queda más tranquilo, hay una suspensión de muchos síntomas de su sufrimiento. Ya no está tan alucinado, pero el delirio no se le quita de ninguna manera. Entonces por ahí empezamos con el trabajo para hacer una construcción delirante posible, es decir, algo que pueda hacer algún tipo de lazo social, pero que importa para el sujeto, porque tampoco lo podemos dejar alejado de la sociedad, porque si lo dejamos alejado se queda en el hospicio; apartado de todo o de todos.

Creo que el psicoanálisis para los psicóticos es una posibilidad más o menos como de los neuróticos de reinventarse, de transformación, pero no va a cambiar un psicótico en un neurótico. Siempre va a ser un tipo raro, en comparación a nuestra “normalidad”. Si logramos lo que sería una metáfora delirante, una propuesta de la dirección de la cura en la psicosis de construir algo que tiene que ver con el delirio del paciente pero que puede tener un lazo social, yo creo que podemos decir el sujeto por ahí va, va bien, tiene un cuadro estabilizado, logra estar ejerciendo algo de su deseo ahí.

Janeth Pérez Jaramillo: Doctora, ¿qué tan posible es hacer un trabajo psicoanalítico desde el contexto psiquiátrico, en donde los pacientes llegan al servicio de urgencias en estado de crisis?… Dra. Luciane Loss Jardim: Fíjate que va de caso a caso, hay casos en que no. Hay casos por ejemplo que el paciente esta tan lleno de alucinaciones que no logra hablar. Yo trabajé también en la enfermería y cuando uno tiene que hacer la internación, la hospitalización, es porque la cosa está muy mal. Por ejemplo el caso de un paciente que me decía “la enfermedad física no es mental”. Él era un esquizofrénico paranoide, que ingresó para empezar a tomar clozapina, que es un anti psicótico de lo más fuerte que hay hoy en día; porque para ingresar esta medicina en el cuerpo tienes que hacer un acompañamiento de dieciocho semanas y exámenes de sangre por que bajan mucho los leucocitos. El paciente puede tener leucopenia o sea que ante cualquier cosa puede enfermar muy feo hasta morir. Entonces se hace una introducción muy cuidadosa de esta medicina pero es una cosa impresionante en términos de lo que hace con el paciente. En este paciente, esperé como dos semanas para que disminuyera un poco su alucinación y así poder intervenir, porque estaba muy persecutorio muy paranoico. Cuando ingresé a platicar con él, yo también al principio ocupaba el mismo lugar porque el otro para él era el otro persecutorio, entonces como aún no tienes una posición distinta; un lugar distinto frente al paciente,

vas a ingresar como los demás, en una posición paranoica-persecutoria –O sea yo soy la que quiere fregar- . Pero como no contesto en lo que se llama la relación imaginaria, o sea de yo a yo; se interpone al habla como alteridad, y entonces ahí empiezas a platicar con el paciente. Hasta que él me dijo: -Oye, eres lista doctora, ya me entiendes, ¿Qué te pasa que eres distinta de los demás? Ya estás lista doctora, ya me comprendiste. Entonces al escuchar eso haces toda la diferencia. Luego logramos a través del habla hacer algunos cambios en sus ideas, porque tenía un ruido de que todas sus pastillas estaban envenenadas, ya que traía una historial de delirio de envenenamiento por los médicos porque tenía otro doctor que le daba la medicación marcada y envenenada, y cosas de ese tipo. Por ahí se cambió un poco sus ideas, principalmente las persecutorias, e incluso hubo un efecto en el equipo, porque por supuesto que a un tipo que esta así de loco todos lo quieren mandar a la chingada porque no lo soportan porque está peleando con todos y el equipo ya está también muy angustiado. Cuando empezamos a cambiar sus ideas, él se calmó y el equipo también y lo pudo tratar mejor. Pero a veces uno no tiene condiciones del habla, a veces para que el paciente pueda hablar, necesita que al principio tome la medicación-.

Carlos Martínez Guel: Y en ese caso, usted al posicionarse en una forma distinta a lo que los demás hacían, al abandonar esa posición de amo…

Dra. Luciane Loss Jardim: No, fíjate que eso no funciona, o sea decir: “Oye no digas lo que el paciente tiene que hacer”. ¿Porque eso no se puede hacer?, porque voy a estar metiéndome en lo que tienes que hacer tú, y eso no te va a gustar, vas a decir: “Vete de aquí, ¿qué sabes tú?, tu eres la psicóloga, psicoanalista, déjame hacer mi trabajo como enfermera o psiquiatra”. La acción del psicoanalista del paciente en el equipo es producir efectos de sujeto, no un saber para que les diga: -Oye, no le hagas así, has de otro modo fíjate que el paciente…pobrecito escúchalo-, ese tipo de cosas crea resistencia al psicoanálisis en una institución, en un equipo, porque a nadie le gusta que le digan lo que tiene que hacer, si le voy a decir al otro, esto no va a funcionar. Aquí, cabe el dicho que dice: “va a salir el tiro por la culata”.

Judith Reyna Aguilar: Como curiosidad… ¿El trabajo que se realiza en la clínica con adultos psicóticos, difiere mucho de la clínica que se realiza con niños? Dra. Luciane Loss Jardim: Yo no trabajo con niños, pero pienso que es muy distinto, porque depende de cómo se conciba. En Brasil los psicoanalistas que trabajan con niños que presentan síntomas graves en la primera infancia, le están llamando “Psicosis no definida en la infancia”, porque no está totalmente puesta la cuestión de la estructuración subjetiva, porque es un tiempo de estructuración. Lo que se plantea, es una posibilidad, no hay garantía de que con un psicoanálisis el niño se pueda poner de otra forma, no ponerse como psicótico… quizá estructurarse más neuróticamente. Por supuesto que esto no es usual, no es lo que todos los que trabajan con psiquiatría y psicoanálisis hacen. Creo que hoy en día lo que más hacen es medicalizar a los niños; ritalin para los

malos comportamientos. Pero cuando encuentran psicoanalistas que se dedican a eso de la estructura subjetiva, pueden hacer cambios ahí, incluso con el autismo también. Pero esto ahí no está ubicado, la gente que trabaja en el departamento de la infancia, están de lado de la medicalización. Yo trabajo más con adultos, adolescentes o jóvenes. Pero si hay otros lugares y psicoanalistas que están planteando esta cuestión de la psicosis que no está definida en la infancia, y que el psicoanalista si puede hacer algo para que no se estructure como psicosis. Esto es muy interesante, es padrísimo, pero tiene que ver con psicoanalistas que tienen una dedicación a la cuestión de la niñez.

Janeth Pérez Jaramillo: Siguiendo la línea de los fármacos, ¿se necesitaría forzosamente de un medicamento para el paciente que llega muy mal?, ¿sería una condición para poder empezar un análisis?, ¿o con que otro método el paciente puede ingresar al análisis? Dra. Luciane Loss Jardim: Lo que pasa es que es lo que tenemos, no tenemos otra cosa hoy, en los servicios hay quienes brindan atención psicológica, psiquiátrica. Si uno llega a atención de una emergencia a psiquiatría, ni modo de salir sin medicación. Si hay casos allá, en que el paciente está en servicios de psiquiatría pero no toma nada, nada más se hacen otros acompañamientos. Pero eso no es usual, porque un paciente que está en crisis, está muy agresivo a veces muy paranoico, el piensa que alguien que está ahí es muy persecutorio. Entonces no todos los pacientes logran empezar un análisis, porque en casos muy complicados de pacientes catatónicos; aquellos pacientes que se quedan como una piedra: no hablan, no se mueven, nada, ¿Qué haces con un paciente así?... Lo que quiero decir es que si hay una clínica, esta clínica de la psicosis, de la locura, vamos; de los casos graves, es muy difícil. Creo que es una omnipotencia del psicoanálisis decir: ¡“dámelo, hago todo lo que el fármaco no”¡ Fíjate que yo soy muy de la clínica del paciente, claro que pienso que al final de un análisis se tiene que dispensar de la medicina o cualquier objeto, porque es el sujeto de la falta, es el sujeto del deseo, ese es el fin de análisis. Pero -¡Lleva años llegar a esto!-, y lo que tenemos es una clínica difícil, dura, una clínica muy compleja. Entonces qué vamos a hacer, ¿esperar que el paciente mejore para después hacer el análisis, o vamos a intervenir desde el principio pero como se puede? Y a veces se logra escuchar al paciente desde el principio. Es como nosotros, a veces uno aún no está preparado para un psicoanálisis, se va a una psicoterapia y si tiene algunos resultados, después si, a un análisis.

Judith Reyna Aguilar: ¿Y en ese punto, que tanto se puede llegar a contraponer el uso de algunas psicoterapias con el tratamiento analítico? Dra. Luciane Loss Jardim: Fíjate, hoy por la tarde, una alumna de psicología que ayer escuchó mi seminario me dijo: “¿Doctora puedo hablarle?, es que la verdad ayer hice la pregunta y quien toma las pastillas de paroxetina soy yo, y lo que pasa es que quiero dejar de tomarlas, pero si las dejo me cae mal. Le digo: ¿Haces una psicoterapia? -Si la hago-

¿Y qué psicoterapia? –La cognitiva-conductualBien. Y me empezó a contar qué es lo que logró con la cognitiva-conductual: divorciarse del marido que le golpeaba desde hace 29 años, o sea hubo efectos terapéuticos, está mejor, hubo efectos terapéuticos ahí en su caso, pero por supuesto ya se dio cuenta que tiene sus límites. No sé si el divorcio fue una cosa buena o mala, pero a ella le parece que está mejor, porque se divorció del marido, pero dice: -“ya me doy cuenta que incluso busco tipos igual a él”Fíjate entonces eso es inconsciente, y con la cognitiva comportamental no vas a sacarte de ahí, a lo mejor te va hacer el psicoanálisis. ¿Y qué te pasa con eso de las pastillas? –“Es que cuando tengo un encuentro con un hombre, voy bien y luego me quedo en depresión cuando esto se acaba, pueden ser meses o un encuentro y ya me basta”-. Y dije. Pues hay algo de la repetición que no sabe lo que es. Caso a caso también. Creo que la cuestión en este sentido es un poco más práctica, ¿Tiene efectos terapéuticos?, ¿No los tiene?, Pues a la chingada esta porquería, lo que sea, incluso psicoanálisis. Porque por ejemplo hoy Daniel me leyó el pensamiento, dijo: - Puedes tomar pastillas, comprar cosas, puedes comprar un psicoanálisis también como un objeto de consumo-. No voy a hacer psicoanálisis porque es bueno, nada más ahí como una relación de consumo. Porque bueno está padre voy a ser psicoanalista, pero puede ser una cosa puramente consumista también. Entonces la cuestión es la terapéutica, o sea si tiene efectos. En este caso, ya se dio cuenta que eso no la va a llevar más adelante, la conductual si logró que pudiera hacer límites con la cosa, pero todo igual. Hizo cambios en la realidad, pero sigue buscando hombres que la golpean, ya no está con el marido logró divorciarse pero igual busca gente que la golpee. No hay como resolver esto con la cognitivo conductual, es lo que pienso. Otras terapias como la neuropsicología y la psicología conductual están ahí, yo tengo en el servicio psicólogos pero yo no me peleo con ellos para nada, ni ingreso a discutir lo que sea; hablamos del caso, de la clínica y ya.

Dra. Luciane Loss Jardim: ¿No sé si tienen más preguntas? para mí sería perfecto.

Salvador Ramos Rodríguez: Bueno yo creo que preguntas siempre van a haber… Lo que ahorita pienso, me hace ruido… le quiero preguntar… vuelvo a la cuestión de la reinserción social. A veces se trata de educar a los familiares y a la sociedad; es que el “enfermo” está mal no le digas esto, no le hagas caso… entonces yo me pregunto: ¿qué tanto esto es una traba, o una especie de desperdicio del trabajo que vamos delineando? Dra. Luciane Loss Jardim: Si mira, creo que eso de la reinserción social, de la psicoeducación, es un desmadre total. Pero como yo no lo hago, ¡por supuesto que yo no lo hago! pero si hay otros profesionistas que lo

hacen, eso es problema de ellos. Es que fíjense no van a dejar de hacerlo. Creo que yo tengo una confianza muy grande en el trabajo de psicoanalista que hago. Porque fíjense este es el discurso social, quien tiene que lidiar con esto es el paciente, no yo el psicoanalista, en la sesión me va a decir: “Oye mi mamá quiere que regrese al trabajo, quieren que haga estas oficinas de dibujo, o no sé qué”… bueno y ¿Qué quieres tú? Voy a trabajar con él para que pueda elegir, porque que va a encontrar en la vida y en la sociedad… ¡pues esto!… va a encontrar quien le quiera decir lo que tiene que hacer. Creo que esto es un trabajo importante porque muchas veces tienes que dar apoyo. Pero una cosa es un apoyo a partir de lo que el sujeto demanda, y otra cosa es predecir lo que lo tengo que someter a partir de lo que yo pienso que es lo cierto para él. Siempre va a haber alguien que le diga: “Oye haz esto”, o “tienes que pasar a la escuelita esa de dibujo”, pero no es lo que quiere. En la relación tienes que dar condiciones para que el paciente pueda elegir en la vida, elegir cosas. Siempre va a haber gente que pretenda el discurso del amo, gente que quiera decir lo que el otro tiene que hacer, y principalmente al enfermo, al niño, porque suponen que estos están descalificados para sostener su deseo, y como yo trabajo desde el psicoanálisis; lo que hago es dar condiciones para que él pueda sostener su deseo. Entonces creo que es lo que cambia realmente la cosa, porque voy a decir a mi compañera y asistente social; “Oye mi paciente no quiere hacerlo, no está en esa onda de hacer dibujos o del taller” ¡No! No voy a decir eso. Voy a trabajar con mi paciente, porque si hago eso yo voy a estar metiéndome en el trabajo del otro y entonces él me va a chingar…

Judith Reyna Aguilar: … y se le deja de ver como un sujeto también ¿no?..

Dra. Luciane Loss Jardim: Se le deja de ver como un sujeto, porque le voy a decir “oye no hagas esto”, es el discurso del amo porque está haciendo su chamba, y le voy a decir entonces lo que no haga. Salvador Ramos Rodríguez: Recuerdo cuando me tocó hacer servicio social en la clínica psiquiátrica. En una ocasión me dicen: “oye habla con tal paciente porque dice que se quiere suicidar, que se quiere ahorcar con los calzones en la regadera”… como en esta cuestión de que empieza hablar el paciente, interrumpe no sé si el médico, el enfermero… el paciente, y la intervención la quieren guiar a partir de eso ¿no? Y vemos eso, por ejemplo; tienen talleres de carpintería, de dibujo… y cuando el paciente no quiere colaborar; “retírale la cafetería, retírale los permisos, retírale esto”… y se pone más mal…

Dra. Luciane Loss Jardim: Sí… lo tratan como niño. O sea discapacitado. Pero creo que tenemos que ser ahí más listos que ellos. ¡A ver cómo va a salir esta entrevista! (Risas)… Pero que hago:-le voy a enviar al paciente porque él no quiere ir al taller- y le digo: ah, está bien envíemelo, ya. Luego él no quiere, y pues no voy a pelear contigo. Vengo y escucho al paciente nada más. Eso es una cosa, pero siempre hay la reunión de equipo, y nada más ahí se puede puntualizar. Porque por ejemplo este que trata al otro como niño, por supuesto que es tratado así por alguien. Entonces ese es el punto, no lo vas a

tratar como niño. Y esto empieza claro que poco a poco, esto lleva tiempo… y la cosa va a ir cambiando. El otro día platicaba con un psiquiatra, maestro e investigador, cuyos trabajos son de crítica al DSM, con el cual tengo una buena relación de trabajo, transferencia de trabajo, y le decía: Oye me voy a México, vamos a hacer una charla ahí a ver cómo estás pensando esta cuestión del nuevo DSM-V y la cuestión del Instituto Nacional De Salud Mental, que ahora ya exoneró al DSM-V y que no van a invertir ahí, van a invertir nada más en las investigaciones biológicas del comportamiento -¿a ver qué piensas tú?-. Me dijo: “ah sí pues estoy escribiendo un artículo con otro compañero y bla bla, bla bla bla”. Pero quiso bromear con migo, dijo: “oye ¿no me vas a plagiar?”, -No, le voy a ser sincera, si tomo sus palabras pues yo voy a hacer la referencia-. Luego me contó una historia de que había una chava que trabajaba con él y siempre decía; -como dijo Claudio… como dijo Claudio- (Risas)… Bueno entonces me fui a buscar información acerca de este rollo psiquiátrico de la American Association Psychiatry, del Institute of Mental Health, y hay una revista que es muy importante en psiquiatría que se llama World Psychiatry, que en el primer número de este año, creo que fue en enero; lanzaron la revista solo con este tema, o sea con el tema de que quieren transformar la psiquiatría en pura psiquiatría biológica y había muchos artículos al respecto. Otro día cuando estábamos comiendo ahí en la universidad, le dije oye me encontré la World Psychiatry, y todo acerca de lo que platicábamos de este tema que voy a hablar allá. Me dijo: “si es verdad”, y después me dijo: “Oye, ¿sabes qué?... me olvidé por completo de decir que yo incluso recibo por email esta revista, incluso me olvide de decirte que había mucho material ahí”. -Si, esto fue un efecto Freudiano- me dijo, esto de olvidar. Es un ejemplo de un efecto inconsciente porque se olvidó, no me mencionó que había un trabajo, una revista completa al respecto de eso. Luego me dijo: “No, quizá Freud explica”… le dije: “no, vente que te explico yo misma” (Risas). Pero por supuesto no le dije nada, incluso me demandaba que le explicara más o menos lo que implicaba. Me aleje un poco porque ya vi que el trabajo que tenemos le provoca cosas del efecto inconsciente. Entonces yo pienso que eso es el psicoanálisis en la institución. Creo que ya es suficiente ¿verdad?

Judith Reyna Aguilar: Sí, creo que es suficiente…le agradecemos mucho Doctora, creo que amplio mucho la perspectiva que se tiene en cuanto al tema y estamos complacidos de que nos haya permitido el espacio.

Dra. Luciane Loss Jardim: Ok, está bien.

Entrevista realizada por: Judith Eliana Reyna Aguilar y Carlos Eduardo Martínez Guel

DRA. LUCIANE LOSS JARDIM Psicoanalista miembro de la Asociación Psicoanalítica de Porto Alegre, Brasil. Postdoctoral en el Laboratorio de Psicopatología Fundamental de la Universidad Estatal de Campinas (UNICAMP) del 2008 al 2010. Doctora en Psicología (Psicología clínica) por la Universidad Católica de Sao Paulo, PUC/ SP, Brasil en el 2005. Maestra en Psicología por la Universidad Católica de Rio Grande del Sur, Brasil en al año 1998. En 1996 cursó la Especialización en Teoría Psicoanalítica de la Universidad de Rio Dos Sinos, Brasil. En el año 1992 cursó la licenciatura en Psicología por la Universidad Católica de Río Grande del Sur. Del 2006 al 2010 fue profesora investigadora de tiempo completo en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, México. Actualmente es Coordinadora y Profesora del Curso de Especialización en Psicoterapia Teoría y Práctica de la Facultad de Jaguariúna, FAJ, Brasil. Trabaja en el área de Psicología clínica, psicoanálisis, psicopatología, salud mental y cultura. Desarrolla trabajos en las siguientes líneas de investigación: 1) Psicoanálisis y psicosomática, 2) Psicoanálisis, psicopatología y Salud Mental, y 3) Psicoanálisis y psicopatología: psicosis.

“Scattered” Khara Oxier

JULIETA SOBRE LA (no) FALLIDA RESTITUCIÓN DEL LAZO SOCIAL Mtra. Liliana Cruz Figueroa 1 Dra. María del Carmen Rojas Hernández 2

El melancólico, nos dice Freud, vive en un estado de duelo perpetuo, manifiesta un exclusivo interés en el malestar propio y disfruta menospreciándose frente al otro (Freud, 1895). Es un sujeto que se vive desposeído, mutilado de la libido y que cree carecer de todo lo que pueda dar valor a la vida; para él la falta adopta la significación de culpa y la toma a su cargo (Soler, 1991). Uno de los destinos pulsionales más vistos en la clínica de la melancolía es la agresión autoinflingida, en este sentido el intento suicida es una de las formas recurrentes en el actuar melancólico.

“J U L I E T A” Julieta es una mujer de 30 años, separada y con dos hijos. Ingresa a la Sala de Trastornos Afectivos de la Clínica Psiquiátrica por un doble intento de suicidio, lo hizo mediante la ingesta de fármacos y flebotomía. En la primera entrevista aún es posible apreciar las marcas de sus muñecas lastimadas, los cortes fueron profundos, han dañado las articulaciones y a Julieta le resulta difícil mover las manos.

Relata su historia como una serie de acontecimientos tortuosos desde que recuerda y menciona que su “mal” es muy grande, El objetivo del presente trabajo porque lo carga desde la infancia. Su El es mostrar un extracto de la madre biológica muere al darla a sufrimiento formalización de una interluz y ella es recogida “por una psíquico se manifivención psicoanalítica revecina”, esta vecina funge esta hoy bajo la forma de alizada en una institución como abuela paterna desde la depresión. Herido en cuerpo psiquiátrica, además de entonces, pues entregó a y alma el hombre depresivo ya compartir la experiencia la niña con la familia de su no cree en la validez de ninguna y lo suscitado a partir de hijo. Julieta descubre que terapia. No obstante, antes de la implementación de un rechazar todos los tratamienes adoptada a los 17 años, tos, busca desesperadamente dispositivo de intervenhecho que precipita su “huvencer el vacío de su deseo. ción clínica en un contexto ida de casa”. Ese descubrimÉlisabeth Roudinesco hospitalario. iento es mediante el cual, ella concede un sentido al maltrato A continuación se muestra el que había recibido durante años por caso de una paciente, cuyo acontecer parte de su madre adoptiva. subjetivo permitió el entendimiento de los procesos psíquicos convergentes en las forJulieta narra una infancia llena de abumas clínicas de la depresión y la melancolía, sos físicos y verbales de parte de su madre: y convoco a la reflexión de la práctica clíni- “mi mamá me culpaba de todo lo que paca de índole psicoanalítica. Los referentes saba, a veces ni hacia nada por miedo, y me clínicos analizados en este texto se obtu- pegaba de todas formas”. Julieta es objeto vieron a partir de la intervención clínica de las agresiones de la madre, mismas que realizada con mujeres hospitalizadas en la van desde los insultos y los golpes hasta las Clínica Psiquiátrica “Dr. Everardo Neumann quemaduras. Los insultos que Julieta recibe Peña”, como parte de la intervención siempre son denotaciones denigrantes sopropia de la Maestría en Psicología de la bre su aspecto físico y sus capacidades, su Universidad Autónoma de San Luis Potosí. madre le dice tonta, fea, inútil y torpe, adjetivos desde los cuales Julieta construye la imagen de sí misma.

1 Maestra en Psicología (Padrón Nacional de Posgrados de Calidad en CONACyT) en el área de Estudios Psicoanalíticos por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, México. E-mail: psikoideas@ gmail.com 2 Profesora Investigadora de Tiempo completo en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí; coordinadora de la línea de investigación “Atención a la singularidad del sujeto en contextos institucionales”. E-mail: carmen_59@ yahoo.com

Su discurso evoca un profundo sufrimiento de abandono, Julieta describe “que su padre la dejó de querer”, que su madre nunca la ha querido y que su familia “la niega”, afirmaciones que nos llevan a pensar la historia de Julieta, así como la posición que asume ante los otros, en relación al no-deseo, el no deseo materno. Su familia la niega, es la madre la única que afirma su existencia, sin embargo, lo hace con agresividad desde la denigración y el desprecio. Es decir, la afirmación de la existencia de Julieta ante los otros adquiere la significación de “algo negado”, algo inexistente. Su existencia, y su esencia como ser fluctúa entre la negación y el abandono. Julieta se asume como alguien “que no es, y que no merece ser querida”; ella no fue deseada por sus padres, a ellos –según describe– les fue impuesto su cuidado y crianza. Esta posición es reflejada a lo largo de su historia, sobre todo en sus relaciones de pareja y en su papel como madre, menciona que experimenta un constante miedo de que sus parejas le abandonen, no se siente deseada sexualmente y se dice “no merecedora de su amor, porque es muy fea, gorda y tonta”. Como madre teme reprender a sus hijos, pues le „da miedo que la dejen de querer”, además dice no querer ser una mala madre. El momento delirante y el acto suicida Julieta decide darse muerte a partir de la ideación de abandono de parte de su actual pareja, quién llevaba tiempo sin responderle los mensajes del celular. Le viene a la mente que él “la va a cortar” y le deviene una fuerte angustia; se toma un bote entero de pastillas caducas y se desespera porque no le hacen efecto rápidamente. Siente que “ha sido abandonada” –me dice–; en un primer momento cree que su pareja sólo la ha utilizado para el sexo, se enoja; después se siente culpable por “ilusionarse a lo tonto”, por haber alejado a su pareja –sentimiento que le resulta insoportable-, la angustia incrementa, así que toma un cuchillo y se realiza varios cortes en la muñeca izquierda “… cuando me estaba cortando, sentía como una manera de sacar lo que traía adentro, no sé, coraje o el sentimiento”.

De ver el hoyo, lo que me había hecho cuando yo me estaba cortando, cuando me estaba cortando, en el momento sentía dolor pero era mínimo, era más el sentimiento, lo que yo sentía por dentro que en sí, el dolor. Y el hecho de que yo misma cada que me cortaba gritaba y lo hacía, y no sentía tanto dolor, era como, como que dicen, como si me estuviera castigando yo misma y solamente así me sentía como si estuviera sacando lo que traía adentro… y ya después cuando si quise seguir lastimándome pero ya mi mano ya no tenía tanta fuerza” (sic.) El melancólico, menciona Freud (1917) describe a su yo como indigno, fragmentemos el discurso de Julieta y recordemos lo que dice cuando es absorbida por la idea de abandono; refiriéndose a su novio, ella se dice así misma “no merecedora de su amor”, se hace reproches: “yo tengo la culpa por ilusionarme a lo tonto”, se denigra: “es mi culpa porque soy muy fea, gorda y tonta”; a pesar de que aún es posible apreciar un aliento de vida en el momento en que menciona haberse quedado sin fuerza para seguirse lastimando las muñecas; ella se repudia tanto a sí misma que toma un bote de fármacos y se realiza cortes muy agresivos en el cuerpo: … y ya entonces dije: ya pues, ya así ya no voy a sufrir, nadie me va hacer daño, y ya este se van a acabar todos mis problemas. … porque por el hecho de las cosas que pasaron me siento, bueno me sentía, como que todo era mi culpa, que pues lo mismo de estar escuchando esas voces que me decían, esas voces, que soy una inútil, que no, cosas que no puedo hacer, que nadie me va a querer, no como yo quisiera, o como yo esperaría que me quisieran. El hecho de que me dijeran que soy una buena para nada, el acordarme prácticamente de todo lo que me ha pasado y me hacia mi familia, y por eso yo lo sentía como que así. Yo sentía así como que todo fuera verdad y por eso yo lo hacía, yo decía bueno la única manera de ya no sentir eso, de ya no escuchar esas voces y de ya terminar con todo esto quitándome la vida, ya para qué si ya nada más me está acusando como mala, si yo tengo la culpa de que pase esto, de que pase lo otro, pues es una manera de terminar ya con todo.

En este momento podemos notar como Julieta se castiga así misma mediante los cortes en su cuerpo, cortes que en el acto,

buscan “dejar de existir”, Julieta busca morir, busca dejar de sentir, pues ha perdido un objeto de amor, pero de sus declaraciones surge una pérdida en su yo (Freud, 1917), en la pérdida de objeto se pierde a ella misma. … en ese momento como que yo estaba escuchando voces, como si fuera mi mamá. Mi mamá siempre me hacía sentir mal siempre, me sentía, me hacía sentir así como que menos” (sic.)

Centremos nuestra atención en las palabras que Julieta escucha al momento de cortarse las muñecas, pues cuando ella escucha la voz de su madre los cortes que se realiza son más profundos: … me decía que yo era una tonta, que me lo merecía porque nadie se iba a fijar en mí, porque yo soy fea y porque soy tonta. Escuchaba la voz como en cierto modo lejana, pero a la vez como distorsionada precisamente que sea mi mamá. No era un recuerdo, no era como escucharme a mí, era como escuchar a otro… (sic.)

mento –de manera alucinatoria-, Julieta se encuentra expuesta a ese daño, al daño del Otro; matarse es la forma en que le resulta posible librarse de ese daño: … y ya entonces dije: ya pues, ya así ya no voy a sufrir, nadie me va hacer daño, y ya este se van a acabar todos mis problemas […] yo quisiera decirle a mi mamá que ya basta, ya ya quiero dejarla de escuchar pero todavía le tengo miedo, ahorita no pasaría de un regaño, a lo mejor de ver la manera de voltearme las cosas y hacerme sentir mal a mí, porque ella decía que si me hacía algo, cuando me pegaba, era porque yo había hecho algo muy malo, pero yo nunca me acordaba de haber hecho algo malo. …es que ya quiero morirme, ya estoy desesperada, quiero morirme creo que es la única manera de ya no sentir el dolor, de ya no pensar, de que ya no me lastimen, de que ya tanto daño, ya siento que es la única solución.

El acto suicida, parafraseando a Silvia Tubert (2005), es la puesta en escena de un franqueamiento de la representación de la muerte propia a la autodestrucción real. Para Freud (1920) la energía psíquica Cuando Lacan (1949) propone la necesaria para matarse es derivada del función del estadio del espejo deseo de matar a alguien, en el como función formadora del discurso de Julieta es posible yo –un aspecto fundamenpercibir una necesidad de Escuché que le preguntaron a tal de la estructura de la despojarse de la madre, lo mi cuñado que que quién se iba subjetividad- nos permite que nos lleva a pensar que a ser responsable de mí, que qué ubicar una función prila madre es el objeto que mordial de la mirada del era de mí y ellos se negaron. Dijeron origina la rabia, la desesOtro en el momento en que no eran nada mío y dijeron que peración que invade a Julieran vecinos nada más, o sea, me que el niño es capturado eta al no poderse “vaciar negaron al final de cuentas. por su imagen; la mirada de ella” la lleva a dirigir las de la madre. La madre es pulsiones destructivas hacia ese Otro que dice al niño “ese sí dicho deseo de muerte. El eres tú”; en el caso de Julieta esa acto suicida sucede entonces como mirada está permeada por la agresivila vuelta contra sí mismo de la agresividad dad de la madre: “esa eres tú, esa niña fea que originalmente era dirigida hacia otro y tonta” (que nadie quiere), esa mirada que (Freud, 1917), en este caso, la madre. deviene denigrante, hace que Julieta construya su imagen a partir de las característiEl desbordamiento psíquico: cas devaluativas que señala la madre y mela hemorragia libidinal diante las cuales, se conforma su yo: “yo soy tonta y fea”. Es importante destacar este En medida que la sangre salía de sus elemento, puesto que son precisamente es- muñecas, Julieta se tranquilizaba, se desantas palabras en la voz de la madre, las que graba, sentía como se iba desvaneciendo, componen el momento delirante que pre- “poco apoco dejaba de sentirme tan mal”, cede los intentos de suicidio de Julieta. ella describe el hecho de ver la sangre brotar de su cuerpo como algo tranquilizador, La madre aparece como figura perse- algo que calma y brinda paz. Es muy grácutoria, en su historia, la madre es cruel ti- fico el relato de Julieta, en él, nos es posible rana, la daña constantemente y en este mo-

apreciar claramente lo que Freud describe como una hemorragia psíquica en la melancolía, aquí es llevada hacia lo real del cuerpo. Freud (1895) nos dice que esta hemorragia es producto de una gran excitación sexual, la cual termina por abrumar al melancólico a tal punto que éste termina por cavar una especie de agujero en su psiquismo, es este agujero mediante el cual la energía sexual es derramada sin cesar (Kaufmann, 1996). Julieta se provoca una hemorragia para que eso interno –psíquico- que no soporta “salga de ella”, en una imposibilidad por poder ligar esa angustia (energía libidinal) a algún objeto externo, ella busca “sacarlo de sí” mediante una agresión hacia sí misma. Freud (1885) indica que la melancolía se comporta como una herida abierta que atrae hacía sí energías de investiduras de todas partes y vacía el yo hasta empobrecerlo por completo (Freud, 1917). El intento de suicidio como búsqueda de un “vínculo sanador” El intento de suicidio, para Tubert (1982) es una actuación resultante del fracaso en la elaboración de la conflictiva edípica. En este acto, se lleva a cabo una dramatización de esta conflictiva, debido a las pocas posibilidades que la familia ofrece al sujeto de simbolizar las pulsiones destructivas. Para Freud (1905 [1901]) el acto suicida conlleva la significación de un mensaje que manifiesta una demanda de ayuda. El intento de suicidio aparece en ocasiones como un acto que refleja la búsqueda de un vínculo sanador, una forma de reinstaurar el lazo social (Heinrich, 2004). Retomando la propuesta de Tubert, el suicidio para Julieta representaría además de una búsqueda de restituir el lazo social, un acto benigno, ya que, a pesar de buscar su desaparición como cuerpo, en su acto espera y sigue realizando un llamado al otro, su madre. Julieta busca con el acto suicida que la madre se haga presente de una forma protectora y contenedora para ella, sin embargo, eso no es lo que ocurre, lo que Julieta obtiene después de su intento suicida es la confirmación de la hostilidad de la madre y de la negación de su familia en un constante intento de borrarla.

Si los actos de un suicida tienen como una de sus finalidades un mensaje desesperado de ayuda, Julieta busca que los otros “la vean”, que la reconozcan como un miembro de la familia que importa, es una búsqueda por la pertenencia, la búsqueda de un lugar, Julieta tiene dificultades para darse ese lugar ella misma, para ella, es necesario que los otros le otorguen ese lugar. Sin embargo sus intentos son fallidos, pues la familia aún después de su acto suicida, no le otorga un lugar de importancia en la familia, y además, le confirma su “no valía”, lo que la enfrenta aún más a ese desamparo que ya la atravesaba mientras buscaba, mediante sus actos, desaparecer. Es por ello que el internamiento en la institución psiquiátrica funciona como un marco de contención para Julieta, pues le brinda un soporte de seguridad que limita los actos agresivos que ella ejerce contra su persona. Sin embargo, el internamiento y el tratamiento psiquiátrico resultan insuficientes, Julieta no refleja mejoría, llora continuamente, no come ni se levanta de la cama. No obstante, el tratamiento que se le ofrece, mediante la escucha, suscita una relación transferencial que le permite asumir a Julieta, la posición de un ser hablante, durante las sesiones ella habla en primera instancia de lo que la desborda, en lugar de actuarlo mediante actos agresivos contra su persona; ella habla desde un lugar de vulnerabilidad que describe como dolorosa. El tratamiento propició que Julieta consiguiera construir algo con su historia, que la distanciara en cierta forma de sus intentos por desaparecer. Ella sentía que ya nada la aferraba a la vida: “lo mejor es que me muera de una vez” (sic.), debido a que la familia no funcionaba como contenedora ni posibilitaba la elaboración de esa pulsión de autodestrucción emergente en los actos de Julieta, el tratamiento instauró la palabra como efecto simbólico que no sólo brinda contención, sino posibilidades de elaboración. La posibilidad de darle un sentido diferente a su historia es algo que aferra a Julieta a la vida. El significante nada y el “no me morí” Como se menciona en el apartado an-

terior, el acto suicida representa para Julieta un intento por reconciliarse con el otro, una demanda que no es satisfecha, hecho que se aúna con la confirmación de la nada que Julieta representa para su familia. Sin embargo, resulta interesante pensar en lo que sucede después, ¿es posible que el acto posibilite en ella una movilización de su posición subjetiva, aún después de la privación de su demanda? Durante la evolución de las sesiones, el discurso de Julieta centra su énfasis en una escena que relata constantemente, ella relata –siempre envuelta en llanto– el momento en que su familia la desconoce en el hospital3 y la niegan como familiar: …escuché que le preguntaron a mi cuñado que que quién se iba a ser responsable de mí, que qué era de mí y ellos se negaron. Dijeron que no eran nada mío y dijeron que eran vecinos nada más, o sea, me negaron al final de cuentas” sic pac. …yo estaba acostada y si escuché que le dijeron no no, no somos nada, nada más somos vecinos y pus pues o sea son eso también, a mi me dolió mucho porque pues ¿Por qué se negaron?, ¿Por qué dijeron que no eran nada?, que eran vecinos, sino que si son mi familia (sic).

cobarde, me dijo que si me quería morir, que me muriera, pero que ya no estuviera dando lata”, palabras que confirman la inutilidad de la vida de Julieta. Julieta representa la “nada”; con facilidad su padre le deja de hablar “de la nada”, sus hermanos la niegan, sus parejas la “dejan”, y sus hijos “no le hacen caso”. Y cuando obtiene atención de los otros es mediante la posición de objeto. Tanto el padre, como la madre la niegan como hija, las abuelas como nieta y los hermanos como hermanos. Julieta tiene serias dificultades para asumir una posición de sujeto, está al servicio de los demás, dependiente de la mirada y la palabra del otro, Julieta es hablada, más no un hablante ser.

Lacan (1953) afirma que el deseo primordial es el deseo de reconocimiento por el otro, reconocimiento que se le negó a Julieta a partir de su nacimiento, y que quedó marcado no sólo en la significación inconsciente, sino que el acontecimiento de la negación se le confirma en lo real de los hechos que enmarcan su vida. El sujeto busca en la palabra, la respuesta del otro, a la pregunta que en tanto Mi mamá siempre me hacía sujeto, lo constituye: “… En la historia de Julisentir mal siempre, me sentía, me para hacerme reconocer hacía sentir así como que menos eta existieron momentos por el otro, sólo profiero importantes en los que la lo que fue con vistas a lo negación jugó un papel que será. Para encontrarlo, fundamental. Ella era nelo llamó con un nombre que gada como hija, como nieta, debe asumir o rehusar para como hermana y como pareja. responderme. Me identifico en el Su abuela paterna en una ocasión lenguaje, pero tan sólo al perderme en él le dijo: “Tú no eres hija NI de tu papá”, no como objeto” (Lacan, 1953, p. 288). es hija de nadie entonces, la escena de la negación tiene una función en su registro Es a través del reconocimiento del otro, imaginario. El mensaje que es transmitido que una persona deja de ser objeto para a Julieta es el de un intento de borrarla, devenir sujeto, este devenir es lo que lo negándole no sólo la filiación genética, sino hace humano y lo introduce al deseo, como también la pertenencia a la familia; lo que deseo de reconocimiento; si en la vida de más afecta a Julieta es la negación mani- Julieta esto le es constantemente negado, fiesta de la madre hacia su persona. El la escucha analítica le posibilita un reconoacontecimiento suscitado en el hospital cimiento en tanto sujeto, es una escucha reaviva en ella aquella inscripción, la del in- que la reconoce a través de su discurso, de tento de la familia por borrarla, hecho que, su decir, y de esa forma frena su ubicación según describe, le dejó en claro que no tenía en la posición de objeto. caso su existencia: “…mi hermana empezó a gritar y a regañar, que este que yo era una

3 Esto sucedió durante su recuperación en el hospital civil, posterior al lavado estomacal y la sutura que le realizaron de las muñecas. El médico que la atendió le pregunta a la hermana y el cuñado de Julieta qué relación tienen con ella, ellos responden que sólo son vecinos.

A partir de la demanda se funda toda una nueva posición clínica ante el decir de Julieta, a diferencia del tratamiento psicológico brindado en la institución, en el cual, el trabajo terapéutico se dirigía hacia la elaboración del duelo por el rechazo materno, el abandono emocional del padre y la separación de sus parejas; sin embargo, si el tratamiento parte de una postura psicoanalítica, es importante tener presente la melancolía como posibilidad de estructura, hecho que no puede eludir la importancia de que el duelo en la melancolía se presenta como algo imposible, lo que postula diferentes ejes de trabajo clínico y apuntalamiento del tratamiento, todo ello explorando las posibilidades de inflexión en la vida de Julieta.

es decir, ella tenía oportunidad en la vida, la oportunidad de no continuar esclavizada a las cadenas de la negación, del borramiento, de la nada. Si ella no podía borrar su historia, porque al borrarla se borraría a sí misma, si podía brindarle otro significado a aquellos recuerdos, y brindarle un sentido a todo lo que había vivido. Al finalizar su estancia en la institución psiquiátrica, durante la última sesión del tratamiento, al levantarse Julieta le menciona al terapeuta: “aunque no lo creas, la mera verdad que hasta me he sentido menos mal, yo le había contado a mi ex marido y a unas amigas, pero ellos siempre me decían que ya tenía que olvidar mi pasado y yo nunca podía, ahora sé que no tengo que olvidarlo”.

La clínica, a través de la palabra, posibilitó que Julieta concibiera formas diferentes de tramitar la angustia, las cuales frenaban la agresión que ejercía constantemente sobre sí misma, y con ello la satisfacción que conseguía mediante la agresión, su goce. La transferencia es el motor que consigue que esa inflexión sea posible, Julieta habla de romper las cadenas, dice temer ser como su madre con sus hijos, de ser como su abuela era con su madre; se dice atrapada en una trasmisión transgeneracional que se manifiesta mediante el significante de las agresiones físicas y verbales, se encuentra atrapada en el desprecio que siente por sí misma. El lenguaje es representante de la ley, es el lenguaje lo que puede permitirle a Julieta romper esas cadenas, esas cadenas que incluso su madre le pide romper. Mediante la relación transferencial, Julieta ubico al terapeuta en una posición distinta a la que había ubicado a los otros. Este otro fue un escucha, que al escucharla la asumía como un ser que existe, alguien que no estaba borrado, al darle importancia a lo que ella decía y devolverle un interés Julieta encontraba contención. Ella sabía que no podía borrar sus recuerdos, ni dejar de sentir dolor al recordar todo aquello que hoy en día la hacía sufrir, sin embargo, ella supo que lo que hiciera a partir de ahora dependía de ella, que ella, como en sus palabras decía “podía romper las cadenas”,

Referencias bibliográficas: Freud, S. (1885). Manuscrito G Melancolía. En Publicaciones prepsicoanalíticas y manuscritos inéditos en vida de Freud. En Obras Completas Volumen I. Buenos Aires: Amorrortú Freud, S. (1905/1901). Fragmento de análisis de un caso de histeria. En Fragmento de análisis de un caso de histeria (Dora), tres ensayos de teoría sexual y otras obras (1901-1905). En obras completas Volumen VII. Buenos Aires: Amorrortú. Freud, S. (1917/1992). Duelo y melancolía. En J. Strachey (Ed.). Sigmund Freud obras completas. (J.L. Etcheverry, Trad., Vol. XlV). Buenos Aires: Amorrortu Freud, S. (1920/1992). Más allá del principio de placer. En J. Strachey (Ed.). Sigmund Freud obras completas. (J.L. Etcheverry, Trad., Vol. XVlll). Buenos Aires: Amorrortu. Heinrich, H. (2004). Locura y

melancolía. Seminario. Manuscrito inédito. Buenos Aires: Escuela Freudiana de Buenos Aires. Lacan, J. (1949). El estadio del espejo como formador del yo (je) tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica. (Trad. T. Segovia & A. Suárez). (2da reimpresión, 2009), En Escritos II (pp. 99 – 105). México: Siglo XXI Lacan, J. (1953). Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis (Trad. T. Segovia & A. Suárez). (2da reimpresión, 2009), En Escritos II (pp. 231 - 309). México: Siglo XXI Soler, C. (1991). Estudios sobre las psicosis (Trad. I. Agoff). Buenos Aires: Manantial. Tubert, S. (1982). La muerte y lo imaginario en la adolescencia. Madrid: Saltés.

“Sickbox” Khara Oxier

CRITICA A LA RACIONALIDAD HEGEMÓNICA: FORCLUSIÓN Y NEGACIÓN DEL SABER DE LA LOCURA. Andrea García1

“Llaman imaginarias a `enfermedades´ que son sin embargo muy reales, puesto que provienen de lo más secreto del espíritu”. -Nuria Amat. La exclusión por la racionalidad hegemónica del sujeto denominado como “loco”, que mediante la dicotomía razón-locura lo excluye y desacredita bajo el criterio de “sin-razón”, de acuerdo con la filósofa y psicoanalista Rosario Herrera , implica a su vez un rechazo del sujeto del lenguaje del cual el saber científico y la moral médica que se presenta como humanitaria, nunca han querido saber. Esta exclusión del “loco” como forclusión y negación del sujeto del inconsciente, es lo que nos interesa tener presente en nuestra reflexión para denunciar los supuestos criterios “éticos” y “políticos” limitados y delimitados por la racionalidad hegemónica, misma que pretende alcanzar sus propios intereses lejos de una verdadera ética que responda al estatuto del inconsciente. Según la psicoanalista Rosario Herrera (2008, p.26), al respecto de: “[…] Éste es el discurso médico, moral, religioso y político: discurso del amo y su heredero, el discurso universitario. Más allá de la etiqueta impuesta al loco, no hay ningún intento de escuchar el discurso de la locura. Por el camino de la duda y la certeza, Descartes coloca al disparate del lado de la sinrazón y el error. Del cogito cartesiano –según Foucault- se colige que el que no piensa, no existe. Así, la locura queda excluida del campo de la razón por el sujeto que duda. Los locos, relegados al campo del sinsentido y el error, una vez objetivados, se convierten en presa fácil para los amos del saber y el poder.

Es hasta Freud que la locura -señala Foucault- es tomada en el nivel de su lenguaje, para ser reconstruida desde una experiencia subjetiva acallada a lo largo de los siglos, para sostener un diálogo con la sinrazón. Es preciso agregar que Freud es el primero que le pregunta a la locura y que escucha su respuesta”. Tenemos entonces dos aspectos a analizar que marchan a la par: la exclusión del saber del loco categorizado como “sin-razón”, y la forclusión y negación del sujeto del inconsciente que dicha exclusión conlleva. Por su parte, Helí Morales menciona en su libro Sujeto y Estructura (2008, pp. 272273): “[…] Freud fue convocado por un dolor que gritaba en la oscuridad marginal de los hospitales. Hoy en día, de maneras muy diversas, la psicosis grita y exige ser escuchada. Los locos han sufrido, por parte de la cultura occidental, el destino del desterrado, del exiliado. Primero se les manda a la mar. Después se les expulsa del campo y los privilegios de la razón. La era industrial los destierra de la ciudadanía y los recluye en el hospital. Hospital: nave inmóvil que aleja y encierra entre muros y olvidos, la medicina los ha desterrado de su propio cuerpo: el medicamento anula al ser para conservar su cuerpo. Ante estas dimensiones, ¿exiliará también el psicoanálisis a la psicosis?, ¿acaso el psicoanálisis hará oídos sordos a la llamada que, por todos lados, hace acto de presencia? En las cárceles, los hospitales, las escuelas, los consultorios, la locura se presentifíca como

1 Egresada de la carrera de pedagogía, por el Colegio de Pedagogía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Actualmente realizo tesis de licenciatura la cual es asesorada por el Dr. Néstor Braunstein, y lleva por título “El sujeto ante la técnica moderna: la educación en la tarea del pensar”.

acto y decir. ¿No es un problema ético? Desentenderse del llamado abismado del psicótico, ¿no es una posición insostenible desde la ética del psicoanálisis?”. Cabe señalar que la locura no debe ser sinónimo de la posición subjetiva llamada psicosis, ya que el perverso y los neuróticos también poseen una forma de locura de la cual gozan aun si la desconocen. A nuestro juicio, el sujeto o la sujeto,pueden oscilar entre dos locuras: la locura que nosotros denominamos perversa (entre la cual podemos encontrar la clasificada por el “saber” psiquiátrico), y la locura del goce y el goce de la locura femenina que permite poéticamente habitar esta tierra desde la posición subjetiva que asuma el sujeto y la sujeto respecto al falo: hombre o mujer, puesto que sólo hay dos sexos. El saber de la psiquiatría sustentado en el discurso del amo y operando como ciencia (por tanto como ideología de la supresión del sujeto del inconsciente), a lo largo de la historia codificó la locura como enfermedad y como peligro2 creando así un cuerpo de conceptos desde el cual juzgarla y clasificarla como patología, y a partir del diagnóstico (con base en este cuerpo nocional sustentado en la ciencia) y bajo el criterio de normalización social, se buscará la corrección del loco mediante medicamentos y encierro, supuestamente tanto por su propio bien como por el bien de la sociedad, sin embargo Lacan dirá en su seminario 7 (2007, p. 262) “[…] Fue dicho hace mucho tiempo, lo mejor es el enemigo del bien”. Así, el sujeto pierde su derecho y estatuto ético, y es objeto de manipulación científica, médica y jurídica, en nombre de un bienestar que ideologiza, suprime síntomas3, y que lo expulsa como sujeto del inconsciente, dictaminando su vida mediante un criterio ajeno a la propia decisión del sujeto con respecto a su goce y su deseo, ya que estos últimos no son una cuestión médica, sino ética, en tanto estatuto del inconsciente, y recordemos con Lacan que el inconsciente es la política.

singularidad(Vásquez,2012).Dice Adolfo Vásquez: “Los diagnósticos psiquiátricos son etiquetas estigmatizadoras aplicadas a personas cuyas conductas molestan u ofenden a la sociedad. Si no hay enfermedad mental, tampoco puede haber hospitalización o tratamiento para ella. Desde luego, las personas pueden cambiar de comportamiento, y si el cambio va en la dirección aprobada por la sociedad es llamado cura o recuperación. Así pues, lo que la gente llama enfermedad mental como tal, no existe. Lo que hay son conductas, conductas anormales”. Y agrega: “Existen diferencias político-religiosas entre ayudar a alguien con su consentimiento y tratar a alguien con drogas a la fuerza. El psiquiatra dice que el paciente está enfermo y que está sufriendo, mientras el enfermo pide que lo dejen en paz. […] Thomas Szasz dirige el combate contra los internamientos psiquiátricos, señala, que la enfermedad mental no existe y que los “locos” son sólo aquellos que tratan de decirnos cosas incómodas, eso que no queremos oír. Por ello la sociedad cuenta con los psiquiatras para silenciarlos. Esta conspiración de silencio es lo que denuncia Szasz. Lo que se denomina enfermedades mentales son los comportamientos de individuos que nos perturban. La esencia de la locura es el disturbio social y el tratamiento que se aplica a aquellos que la padecen; se asimila al de un cargo político en el marco de un Estado totalitario, el de disidencia. […] El diagnóstico de locura ha sido, y sigue siendo, un medio para desembarazarse de los que molestan. El loco es el que perturba, cuestiona, acusa”.

Nosotros partimos de la crítica a la noción de “enfermedad mental” como mecanismo social, regulado, categorizado y determinado por la psiquiatría que pese (y precisamente) a su racionDe esta forma valga el epígrafe que citamos alidad científica, patologiza la heterogeneidad de las y los sujetos, su carácter antinómica y su de una obra literaria para resaltar que la locura ex2 Para este punto se recomienda revisar el texto Foucault, Los anormales, una genealogía de lo monstruoso de Adolfo, Vásquez Rocca (2012), disponible en www. observacionesfilosoficas.net. 3 Al respecto podemos citar las palabras de la psicoanalista Patricia Gherovici (2011, pp. 28-33): “En la mayoría de los casos, los servicios de salud mental sólo tienen como objetivo la supresión de los síntomas. Se trata de un modelo inspirado en el funcionalismo, cuyo fundamento es la idea de que, eliminando los síntomas, se puede ayudar –o incluso obligar- al paciente a que se integre con menor dificultad al modelo de producción capitalista […] En el extremo opuesto a este paradigma, el psicoanálisis ofrece un modelo ético que no es utilitario. En lugar de buscar adaptarlo a la realidad, confronta al sujeto con los aspectos más insoportables de la realidad. En lugar de forzar al paciente a `normalizar´ sus síntomas, los vuelve `productivos´, al permitir que los pacientes encuentren un significado subjetivo en ellos. […] El discurso del psicoanalista puede influir tanto en los individuos particulares como en la sociedad en su conjunto en la medida en que logra promover cambios en las posiciones subjetivas gracias al surgimiento del saber inconsciente”.

presa los aspectos de la subjetividad que la racionalidad hegemónica intenta suprimir tildándolos de construcciones imaginarias o enfermedades. En este punto podemos resaltar con Lacan, que lo real es lo que resiste a la simbolización. En nuestro análisis el fenómeno de disidencia aunado al rótulo de “enfermedad mental”, es usado como criterio y mecanismo de exclusión de sujetos cuya particularidad “desequilibra” la norma disciplinaria y social que (bajo la racionalidad hegemónica, médica, y la ideología del bienestar social) categoriza de patológicas las expresiones de la subjetividad de quienes manifiestan los aspectos tanto desenmascaradores de supuestas intencionalidades, como los sentimientos que las experiencias límites de la existencia acarrea, cuestionando así su cordura. Sea tanto porque estos sujetos poseen un temperamento que al ser indomable se ven impedidos de sumarse a la represión general que la sociedad exige en su medianía subordinada, o sea también porque su pensamiento que no entra en el criterio de racionalidad hegemónica resulta subversivo para quienes encuentran en ámbitos como el académico, el médico, (entre otros), que son capitalistas, el sustento de su propio miedo y subjetividad amparados en ideologías y significantes como sociedad, educación, justicia, etc., pero que sometidos al análisis resultan sospechosos en su verdadera intencionalidad, pues: ¿realmente saben los que realizan la disidencia los motivos por las cuales la ejercen? Siguiendo a Nietzsche (DONDE) podemos decir que la intención no es más que un síntoma que hay que analizar. Por eso la etiqueta de “sin-razón” resulta un mecanismo de exclusión y represión para someter sujetos “peligrosos” por representar lo que se quiere silenciar. El criterio de racionalidad como regulador del juicio de normalidad y anormalidad es usado entonces como un mecanismo de exclusión de sujetos categorizados bajo el rótulo de “locura”, donde la disidencia juega un papel ético y político limitado y delimitado bajo categorías médicas, represivasdisciplinarias, jurídicas e ideológicas del supuesto bienestar social, pero cuya intencionalidad a la luz del saber del psicoanálisis resulta más que sospechosa. En efecto, los criterios mediante los que se excluye al loco, sean sociales, académicos, psiquiátricos, entre muchos más, han sido fuertemente cuestionados por diversos pensadores a lo largo de la historia, y nuestro objetivo en el presente ensayo es ampliar el criterio ético y político para pensar el saber de la locura, más allá de la racionalidad hegemónica que la desacredita y excluye, pues este rechazo y censura que hacen los que ejercen la disidencia (la razón que busca controlar y desacreditar la “sinrazón”) no

es más que la expresión de su propio caos interior: peligro de extimidad que el loco representa. Por eso dice Michel Foucault en Historia de la locura en la época clásica I (2000, p. 25) que el loco: “es puesto en el interior del exterior, e inversamente. Posición altamente simbólica, que seguirá siendo suya hasta nuestros días, con sólo que admitamos que la fortaleza de antaño se ha convertido en el castillo de nuestra conciencia”. Es entonces el discurso del amo el que dictamina tanto el criterio de normalidad y locura, como el de conocimiento válido (ambos mediante la dicotomía razón-sinrazón), para pensar los aspectos individuales y sociales. Ante esta situación Foucault analiza prácticas institucionales, procesos económicos, políticos y de discurso, para dar cuenta de cómo la sociedad posibilita las formas de subjetividad desde las cuales se juzga y configura la locura, es decir, que él devela que la locura está construida socialmente. Y es precisamente mediante su crítica política, que denuncia expresiones institucionales como el internamiento, donde la disidencia se ejerce para separar la razón y la sinrazón. Mediante este movimiento la sinrazón es localizada y liberada de sus ambigüedades dialécticas, y de esta forma es convertida en objeto de percepción en el horizonte de la realidad social donde es medida a partir de su apartamiento de la norma, arrancada de su verdad y confinada al espacio social. Esta separación de la razón y la sinrazón trae consigo una crisis del mundo ético puesto que para Foucault el hombre moderno encuentra en el loco su propia verdad alienada que “es separada” de sí por el pensamiento médico y positivo. Así, el loco no es manifiesto en su ser, pero sí es, es por ser otro. Con ello la locura devendrá una relación exterior, el loco es entonces el otro con relación a los demás de la racionalidad al representar la diferencia del Otro en la exterioridad de los otros. Dice Foucault en este mismo texto: “[…] La locura tiene una doble razón de ser ante la razón; está, al mismo tiempo, del otro lado y bajo su mirada; del otro lado: la locura es diferencia inmediata, negatividad pura, aquello que se enuncia como no-ser, en una evidencia irrecusable; es una ausencia total de razón, que se percibe inmediatamente como tal, sobre el fondo de las estructuras de lo razonable. […] la locura ha sido tomada ahora en las estructuras de lo racional. Lo que caracteriza a la locura a partir de Fontenelle es la

que el que no piensa, no existe, desapareciendo con ello el peligro de la locura del ejercicio de la duda y la razón misma. Pero será Derrida quien señalará que el cogito no escapa nunca a la locura puesto que el conocimiento no puede objetivarla. Pese a que Foucault habla del gran encierro, para Derrida, Descartes no encierra jamás a la locura sino que en el cogito “[…] simplemente simula que la excluye en la primera fase de la primera etapa, en el momento no-hiperbólico de la duda natural” (1989, p. 79). Así, Con ello se comprende que la supresión de este autor devela que “[…] el cogito es obra desde la locura opera cuando ésta es categorizada como el momento en que se reafirma en su decir. Pero es sinrazón (negatividad en tanto vacío de razón) y de locura antes de la obra” (p. 84). Con ello podemos esta forma es transformada en nada (la racionalidad decir que mientras que el pensamiento busca enhegemónica es metafísica), con lo cual la racion- cerrar a la locura, éste es encerrado en ella. Surge alidad hegemónica desacredita el saber del loco entonces la pregunta: ¿es la razón una limitación que a su vez está totalmente excluido de su ser ya de la locura o es por el contrario un acto de locura que la locura vendrá a ser entonces una revelación misma? Si bien Foucault no objetiva a la locura, para de no-ser. Es así que pensando la relación del ser Derrida no es posible dejarla hablar desde su silencomo inconsciente y autenticidad de la conciencia, cio si se repite el movimiento de Descartes de hacpodemos decir que esto constituye una forclusión erla significar mediante el logos: “[…] el silencio de del sujeto del inconsciente en tanto revelación y re- la locura no está dicho, no puede ser dicho en el logalización del ser al no permitir colocar al sujeto ante os, […] sino que se hace presente indirectamente, metafóricamente, si se puede decir, en el pathos” la nada con base en su angustia. (p. 56).De la locura podemos saber por los síntomas Pero, ¿de dónde proviene esta supresión de y por la poesía. la locura y forclusión del sujeto? Podemos rastrear Ante esta problemática de ubicar la locura la exclusión de la locura del ejercicio de la razón con base en el decir de Descartes en su libro del Discur- en el registro de la comprensibilidad, Lacan dirá so del Método (2004, p. 108) respecto a las cosas que el fenómeno de la locura se ubica en el sentido puesto que no es separable del lenguaje en tanto de las cuales no se puede dudar: constituye la significación para el ser en general, lo “[…] Y, ¿cómo negar que estas cual conlleva el problema de la verdad y del ser. Y manos y este cuerpo sean míos, si no es por el riesgo y atractivo de la locura medidos por es poniéndome a la altura de esos inlas identificaciones en las que el sujeto compromete sensatos, cuyo cerebro está tan turbio su verdad y su ser, que el mismo Lacan dirá en el y ofuscado por los negros vapores de texto Acerca de la causalidad psíquica que: “El ser la bilis, que aseguran constantemente del hombre no sólo no se lo puede comprender sin ser reyes siendo muy pobres, ir vestila locura, sino que ni aún sería el ser del hombre si dos de oro y púrpura estando desnuno llevara en sí la locura como límite de su libertad” dos, o que se imaginan ser cachorros (2002, p. 166). ¿Cuál es entonces la relación entre el o tener un cuerpo de vidrio? Mas los ser, la verdad y la locura?, ¿porqué el ser no se pude tales son locos, y yo no lo sería menos comprender sin la locura? y ¿porqué ésta constituye si me rigiera por su ejemplo”. el límite de su libertad de acuerdo con Lacan?... Al centrar al sujeto en el pensamiento, la La locura (dirá Lacan) lejos de ser un problocura viene a ser lo otro del cogito dado que el su- lema orgánico “es la permanente virtualidad de una jeto que piensa por el hecho de pensar no puede grieta abierta en su esencia” (p.166), y seráDiana estar loco. Y no es la verdad lo que asegura a la Rabinovich quien agregará que: “en la medida en razón contra la locura, es, como señala Foucault en que ésta falla virtual, esta discordancia del yo con el texto que se viene citando: “[…] una imposibilidad el ser, es parte de la estructura misma de la subjede estar loco, esencial no al objeto del pensamiento, tividad, ella –la locura- indica el límite de su libersino al sujeto pensante” (p. 76). De esta forma, la tad por tropezar justamente con esa falla” (2009, p. locura deviene negatividad (sinrazón) al ser ubicada 140). Por esta razón la virtualidad que representa la como imposibilidad de pensamiento y se establece no concordancia entre el yo y el ser (misma que propermanencia de un doble vínculo con la razón, esta implicación, en la experiencia de la locura, de una razón tomada como norma, y de una razón definida como sujeto de conocimiento.[…] ha habido, […] una doble aprehensión de la locura: una moral, sobre el fondo de lo razonable; la otra objetiva y médica sobre el fondo de la racionalidad”. (p. 286)

duce efectos), constituye el límite de la libertad del sujeto. La locura es parte de la estructura misma de la subjetividad puesto que lanza al Yo a la pregunta por las identificaciones donde se pone en juego la verdad del sujeto y se rompe con el Yo como falso ser deviniendo respuesta en lo Real. En este punto es importante recordar que para Lacan hay una diferencia entre el saber y el conocimiento, ya que el saber antecede al sujeto, y es así que podemos desarticular el supuesto de que el sujeto pueda operar sobre ese saber, y de esta forma nosotros preguntar: ¿Qué queda entonces de la división razón/ sinrazón si el saber está en lo real? Si consideramos que la exclusión del saber del “loco” implica la forclusión del sujeto del inconsciente: ¿qué puede decir la ciencia sobre la relación entre el ser, la verdad y la locura? El psicoanálisis de-muestra que a la verdad no se accede mediante la ciencia al no poder hacer la intersección de lo real y el saber para dar cuenta de la verdad puesto que no hay metalenguaje. De esta forma, tanto la racionalidad hegemónica en su formación discursiva que articula y totaliza elementos materializándola en prácticas e instituciones que configuran la subjetividad, así como el sujeto de la ciencia en tanto no sólo es epistemológico sino también ético, han de reconocer que sin bien no se vuelve loco el que quiere, la locura es el riesgo que está latente en todo aquel que pone en juego su libertad. Y han de reconocer también que el sentimiento de realidad puede prescindir de la existencia objetiva, por tanto no puede tener fundamento la división razón/sinrazón que patologiza la existencia humana sin indagar en el constructo social que configura la “locura”, ni en los criterios para darle este rótulo que suele proceder del desconocimiento de la complejidad del pensamiento humano que excede cualquier pretensión de comprensibilidad y racionalidad objetiva. Como dice la bella prosa de Óscar Wilde: “[…] Acuérdate que el loco que ven los dioses es completamente distinto de aquel que ven los hombres. Aquel que es ignorante de las formas del arte de la expresión; de los procesos de la evolución del pensamiento; de la magnificencia del verso latino; de la sonora armonía del griego, rico en vocales; de la escultura toscana y de la lírica isabelina podrá, sí, ser exquisitamente discreto. La verdadera locura, de la que se burlan los dioses, es la que se ignora a sí misma” (2005, p. 18).

No se trata de idealizar la locura, sino de denunciar el punto en el que el sujeto se ignora a sí mismo en su abertura y se concibe en su totalidad conforme a la construcción imaginaria que constituye su yo, es decir, se trata de denunciar que el que se ignora a sí mismo en tanto sujeto, puede creer que su ser es el falso ser del Yo. Por tanto, obrar conforme el imperativo ético de asumir nuestra propia causalidad, permite que a partir de nuestra determinación aspiremos a un margen de libertad en el deseo del Otro. Para la dimensión ética del psicoanálisis sólo queda el rodeo por ese Otro y vivir la experiencia de la locura sabiendo que a la vez se es no-loca-del-todo. Todo lo que queda es el discurso del analista, escuchar al inconsciente y por tanto a la verdad del deseo, y así acceder al ser en la experiencia de la ética radical de poner en juego la propia libertad. Ahora podemos ir acercándonos al final de este escrito formulando la siguiente pregunta que lanza Lacan de forma intempestiva (2002, p. 309): “¿cómo podría hacer de su ser el eje de tantas vidas aquel que no supiese nada de la dialéctica que lo lanza con esas vidas en un movimiento simbólico?”. Es así como tomamos postura con respecto a la racionalidad hegemónica que forcluye y niega el saber de la locura con una frase de Martin Heidegger (2010, p. 36): “[…] ¿dónde se queda el árbol floreciente por las corrientes del cerebro registrables científicamente? ¿Dónde queda el hombre? No preguntamos donde queda el cerebro, sino el hombre, el que quizá mañana se nos muera y hasta ese momento nos salía al encuentro. ¿Dónde queda el representar en el que el árbol se presenta y el hombre se pone como el que está frente al árbol?”. “La ciencia no nos ha enseñado aún si la locura es o no lo más sublime de la inteligencia” Edgar Allan Poe

Referencias

Amat, N. (2008). Deja que la vida llueva sobre mí. Lumen: México. Derrida, J. (1989). Cogito e historia de la locura. La escritura y la diferencia, Anthropos: Barcelona. Descartes, R. (2004). Discurso del Método y Meditaciones Metafísicas.Tomo: México. Foucault, M. (2000). Historia de la locura en la época clásica I. FCE: México. Gherovici, P. (2011).El síndrome puertorriqueño, Siglo XXI: México. Heidegger, M. (2010). ¿Qué significa pensar? Trotta: Madrid. Herrera, R. (2008). Poética del psicoanálisis. Siglo XXI: México. Lacan, J. (2002). Escritos 1: Acerca de la causalidad psíquica. Siglo XXI: Buenos Aires. Lacan, J. (2002). Escritos 1: Función y campo de la palabra y del lenguaje del psicoanálisis. Siglo XXI: Buenos Aires. Lacan, J. (2007). El seminario: libro 7: La ética del psicoanálisis.Paidós:México Morales, H. (2008). Sujeto y Estructura, Ediciones de la noche: México. Rabinovich, D. (2009). La angustia y el deseo del otro, Manantial: Buenos Aires. Wilde, O. (2005). De Profundis. Tomo: México.

“Prisionera” Sandra Bustamante García

“Biannual Bouts” Khara Oxier

RECORRIDO FREUDIANO DE LAS PSICOSIS Palabras claves: Psicosis, Verwerfung, Realidad, Esquizofrenia, Paranoia, Delirio.

Mtra. Eliuth Calderón Saucedo 1

El presente trabajo muestra la importancia que tiene para el psicoanálisis freudiano investigar sobre las psicosisy la búsqueda de un mecanismo que va cíclicamente desde: la defensa contra la psicopatología primitiva, la represión tomando el modelo del sueño, la cancelación como el mecanismo defensivo mostrado en el caso de paranoia descrito autobiográficamente(Schreber), el rechazo de la castración en el caso clínico del hombre de los lobos con la Verwerfung y la negación; hasta la consideración que la paranoia presentauna fijación en el narcisismo y la esquizofrenia una regresión al autoerotismo.

los conflictos paranoicos y el mecanismo defensivo de la proyección. Freud (1895/2007), considera en el Manuscrito H, que la finalidad de la paranoia es defenderse de una representación inconciliable con el Yo, proyectando su contenido en el mundo exterior. Discurriendo que hay un conflicto patológico con el Yo, quien tiene la finalidad de organizar el funcionamiento psíquico, ya no le es posible tener un control de los síntomas manifiestos, las representaciones inconscientes y las fantasías. El caso de la Sra. P, expuesto en Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa (1896/2007), marca un hito relevante en la concepción freudiana de las psicosis, que guía a fin de establecer algunas precisiones sobre el desarrollo de la misma.

En el mismo rubro, se aborda la psicosis en correlación con la realidad, el desencadenamiento que lo lleva al estallido de la frustración, el delirio como un intento de reconstruir su realidad y las vías de dirección contra las que atenta cada delirio: el Veamos lo que enuncia Freud (1896/2007) delirio de persecución al verbo, la erotomanía al objeto, el delirio de los celos contradice al sujeto y el referente a la Paranoia: También la paranoia -o grupos delirio de grandeza dirigido al mismo sujeto. de casos pertenecientes a ella- es una psicosis de defensa, es decir que proviene, lo mismo que la histeria y “El sepultamiento del mundo es la proyeclas representaciones obsesivas, de la ción de esta catástrofe interior; represión de recuerdos penosos, y que su mundo subjetivo se ha sepultado dessus síntomas son determinados en su de que él le ha sustraído su amor (…) forma por el contenido de lo reprimiel paranoico lo reconstruye (…) lo edifica de do (p. 175). nuevo mediante el trabajo de su delirio.

El brote de psicosis de la Sra. P se produce seis meses después del nacimiento de su hijo, cuando ella cuenta con 32 años, desarrollando un delirio de persecución.El síntoma primario de la paranoia es la desconfianza en el otro: Ella cree que la observan mal y que están en su contra, síntomas En la teoría freudiana los primeros análisis de como ideas extrañas, desconfianza, rehuir del trato la psicosis pertenecieron a la paranoia, agrupándola de quienes la rodeaban, van aumentando gradualen Las neuropsicosis de defensa (1894/2007), dis- mente en intensidad. tinguidas como parte de un contenido de represenLos síntomas secundarios de la defensa, contaciones y afectos mantenidos, presentes en el nivel stituidos por alucinaciones, aparecen bajo la forma consciente, pero que se encuentran proyectados en de “quejas”, a raíz de ser continuamente “obserel mundo exterior. Se enlaza así una relación entre- vada”, a los que más tarde se agregará la sensación Lo que nosotros consideramos la producción patológica, la formación delirante, es , en realidad, el intento de restablecimiento, la reconstrucción” Sigmund Freud (1911[1910]/2007)

1 Docente de Tiempo Completo de la Universidad del Valle de México, Campus San Luis Potosí, México. E-mail: [email protected]

de que “le leen los pensamientos”. La sensación de ser observada en el momento de desnudarse, la conduce a tomar todo tipo de medidas de defensa frente a esa mirada que la persigue, como las de meterse en su cama en la oscuridad. Freud señala que “esto es un retorno de lo reprimido bajo la forma de alucinación visual” (Freud, 1896/2007,p. 176). La Sra. P enuncia “me observan”, colmándose de una gran certeza, tomando la mirada como objeto. Los pensamientos homosexuales la aterrorizan y la hacen caer en la vergüenza. Sufre alucinaciones de desnudos femeninos, en particular de un regazo femenino desnudo, con vello, sintiendo que le presionan los genitales. Las imágenes son martirizadoras, presentándose cuando está en compañía de una mujer. Después alucinaciones auditivas, unas voces que la fastidian. La Sra. P exhibe “formaciones delirantes para la interpretación de las alucinaciones” (Freud, 1896/2007,p. 177). Una vez que el delirio hace su aparición en la psicosis se instala de modo indeclinable. Podría decirse que el sujeto paranoico no cambia su interpretación delirante por la interpretación que le viene del otro.Lo peculiar era que la mayoría de las veces ella oía o alucinaba interiormente, como sus voces, las indicaciones que provenían de lo inconsciente. La defensa en la psicosis se sitúa afuera por medio del mecanismo psíquico de proyección. El inconsciente se inscribe de huellas de percepción. En el caso de la Sra. P, en un primer momento proyecta y después alucina que la están observando, pero realmente eso que ella considera que está pasando como las observaciones y todo lo que escucha, son cuestiones que en su vida psíquica está aconteciendo. Está registrado en su inconsciente, sólo que no lo vive como recuerdo, sino como alucinación.

representaciones del mundo pulsional inconsciente. ¿Qué diferencia existe entre la defensa en la paranoia y en la neurosis obsesiva? En la paranoia, el reproche está reprimido por medio de una proyección, a partir de la cual se constituye un síntoma de defensa: desconfianza hacia los demás. En dicho proceso, el reconocimiento se sustrae al reproche, sustracción que implica la introducción de una falla. Estos reproches retornan luego como ideas delirantes, precisamente porque falta una protección contra los mismos. Por vía del compromiso en la formación del síntoma, las ideas delirantes sufren un desplazamiento y entran en la conciencia. Las ideas delirantes implican luego un trabajo del pensamiento del yo para que puedan ser aceptadas por la conciencia, pero como no son influenciables, es preciso que el yo se adapte, pero primero existe una alteración del yo, es decir, un sometimiento del yo. ¿Cómo diferenciar idea delirante de delirio sistematizado? En el caso de la Sra. P, un ejemplo de idea delirante es la sensación de que le presionan los genitales. El delirio sistematizado, en cambio, es una sistematización del mundo. Se trata aquí de un enlace entre muchas ideas delirantes. Aparece un sentido general y universal en el delirio; no es tan sólo una idea sino una organización del mundo. Un ejemplo sería el caso del presidente Schreber “mi cuerpo se mudara en el cuerpo de mujer, por los rayos divinos”: es una trama delirante, es decir, que introduce una lógica bien sustentada.

Freud (1899/2007) expresa en la Carta 125, que “la paranoia entraña un retorno a un temprano autoerotismo” (p. 322). Ésta es una de las primeras indagaciones que manifiestan la relación de la paranoia con las etapas más primitivas, donde el infante La vergüenza actúa como una defensa. Se manifiesta un Yo incipiente, donde no hay una diferdeduce entonces que debe haber existido, si bien encia entre el tú y el Yo, tomando al cuerpo como fue reprimido, algún momento en que la paciente escenario de placer, marcando lo que S. Freud desfue vista desnuda y esto le causó vergüenza. Has- igna como zonas erógenas, que producen placer y ta aquí el mecanismo psíquico se asemeja al de la que son significativas para establecer la sexualidad neurosis; la diferencia radica en la presencia de las en la vida psíquica posterior. Discurriendo que el alucinaciones.Es decir, que la diferencia solo estaría desprendimiento sexual envía al cuerpo, pulsiones en los síntomas no en el proceso. A los 6 años la libidinales, mismas que, en la vida posterior, se enSra. P y su hermano se muestran frecuentemente cuentran tejidas en la construcción primordial del sus respectivas desnudeces antes de dormirse; pero aparato psíquico, asimismo cualquier retorno a disin haber experimentado ningún sentimiento de chas zonas tiene que ver con fijaciones patógenas vergüenza, lo que indica que ésta es una formación de la libido en dichas etapas. En el mismo sentido, se posterior. Se manifiesta aquí cierta ligadura de la logra ver que la proyección en el fenómeno psicótienfermedad en relación a lo incestuoso, no vivido co puede interpretarse conjunto de mecanismos como tal en ese momento, sino como un juego alucinatorios e interpretativos de las psicosis. de niños. La presión sobre los genitales realmente había acontecido. Lo que aflora en los síntomas son

Verwerfung freudiana

concurren ese -no-, esa Verneinung, negación mediante el símbolo del lenguaje, se produce siguiendo En la teoría freudiana se observa por primera la línea de fractura que marcó la represión –ya que vez el término desestimación [Verwerfung1] en las con la mujer que soñó, no era su madre-. En este Neuropsicosis de defensa (1894), sin embargo en sentido, Freud insiste en que la negación es análoga Interpretación de los sueños (1900),fue cuando se a la represión. analiza la génesis de un deseo en tres emergencias: La desmentida –Verleugnung- aparece en 1) satisfacción no obtenida a causa de condiciones la génesis de la perversión. Dentro de las postulaexteriores; 2) surgido con una desestimación –deciones freudianas existe, en un primer momento, seo sofocado-, y 3) mociones pulsionales capaces una traslación entre desestimación y desmentida. de transpolar el inconsciente. La desestimación es La desmentida tiene que ver con el examen de realiuna forma de expulsar o negar mociones libidinales. dad: se desmiente algo objetivo, y entonces se abre Freud (1900/2007) compara el modelo del una brecha por la cual irrumpe la alucinación. La sueño con el delirio, fundamentando que tienen represión sería la contracara de la desmentida, esa el mismo origen. En el caso del presidente Schre- cara que mira al examen de realidad. berle adjudica un papel esencial a la proyección En el caso de la desmentida, ésta viene ligaen la formación de los delirios, introduciendo un da a una mentira que existe también en el origen y nuevo mecanismo, el de cancelación diferenciando en el desarrollo de la vida psíquica. Efectivamente radicalmente a la psicosis, de las neurosis. Con el porque, a lo largo del camino por la vida psíquica mecanismo de la cancelación actúa cuando lo intey su relación con la realidad, se van desmintiendo riormente abolido retorna desde el exterior. Freud sucesos como parte de mecanismos defensivos (1911[1910]/2007), expresa que “en laparanoia, para mantener la estabilidad del aparato psíquico. este proceso se cumple por el camino de la proyecFreud (1924/2007)formula que, previo a ción.No era correcto decir que la sensación interiormentesofocada es proyectada hacia afuera; más la Verneinung (Denegación), debe existir una afirbien inteligimosque lo cancelado adentro retorna mación (Bejahung) que ocurre a la vez que una exdesde afuera” (p. 66). Así se muestra que existe pulsión, operaciones que se entienden como constiun mecanismo de cancelación sobre los procesos tutivos de lo psíquico y regulados por el principio del psíquicos que viene a mantener el aparato pertur- placer: expulsión de lo displacentero, inclusión de lo placentero, primer distinción entre un afuera y un bado. adentro. Así la denegación es una formación tardía Freud (1915/2007), en “Lo inconsciente”, al servicio de la represión. efectúa una diferenciación primordial en relación a la psicosis, lenguaje de órgano que se da en la esquizoEtiología de la psicosis frenia; dirá que en la psicosis no hay articulación Freud (1924/2007) considera que “la etientre la representación cosa (nivel inconsciente) y la representación de palabra (nivel preconsciente). ología común para el estallido de una psiconeuroPor lo tanto, se rompe la posible articulación sim- sis o de una psicosis sigue siendo la frustración, el no cumplimiento de uno de aquellos deseos de la bólica y las palabras están en lugar de las cosas. infancia, eternamente indómito, que tan profundas En el historial clínico “El hombre de los loraíces tienen en nuestra organización comandada bos”(1918/2007), se plantean las dos corrientes filogenéticamente” (p.21). Asimismo la psicosis que se sostenían en relación a la castración: 1) La manifiesta un disturbio entre el yo y el mundo exque reconoce la castración; 2) aquella que no la terior.Este último, gobierna al ello por dos vías: las acepta, y 3) Verwerfungrechaza la castración sin percepciones actuales y el tesoro mnémico de peremitir juicio sobre ella. En la psicosis no se sostienen cepción -mundo interior del yo-. las dos corrientes, esto ocurre pero en el fetichismo. Es de relevancia exponer que el yo conEl mecanismo de desestimación equivalente stituye un nuevo mundo exterior e interior, y hay a decir “no, no es así”. Freud (1924/2007), en el dos hechos indudables: que este nuevo mundo se análisis de La negación, expone el ejemplo de un paedifica en el sentido de las mociones de deseo del ciente que desestima ciertos pensamientos que le ello, y que el motivo de esta ruptura con el mundo 1 La Verwerfung es un término Alemán que se traduce como desestimación.

exterior fue una grave frustración (denegación) de un deseo por parte de la realidad, frustración que pareció insoportable. La frustración viene por las exigencias internas y externas. Cuando se aparece, la frustración es una forma de alertar al aparato psíquico que han devenido efectos patógenos, relacionado con los conflictos del yo en semejante tensión, quién intenta un equilibrio entre el mundo exterior y el ello. En fin, la frustración enuncia que existe un proceso anormal, demostrando que hay algo patógeno por erupción continúade fuerzas entre las exigencias por un lado, de la realidad psíquica con su carga pulsional, por el otro lado, las exigencias que la realidad externa impone. Otro de los aspectos que no debemos dejar pasar es que esta misma frustración le pone un alto al dinamismo inconsciente, volcando hacia una ausencia de sueño, el individuo no logra dormir, no puede descansar. ¿Qué pasa en la psicosis con la realidad?Los individuos se relacionan con dos realidades, la psíquica y la objetiva.Dentro de la construcción psíquica, se mantienen en constante interacción. Cuando los procesos y representaciones psíquicas devienen patógenas, se crean conflictos entre estasrealidades por las exigencias que cada una impone en la organización psíquica. En la psicosis se perfila arrancar al yo de la realidad y hay un intento de restablecer la conexión con el mundo mediante el delirio. La huida inicial es por una fase activa de reconstrucción. Asimismo el remodelamiento de la realidad tiene lugar en los sedimentos psíquicos de los vínculos en las huellas mnémicas, representaciones y los juicios. La psicosis tiene la labor de tramitar percepcionesvía alucinación que correspondan a la realidad nueva. El fragmento de la realidad rechazada se va imponiendo cada vez más a la vida anímica. La psicosis no sólo cuenta con el problema de la pérdida de realidad, sino el de un sustituto de realidad. En derivación, la psicosis manifiesta un conflicto con la realidad interna y externa, que los lleva a los confines del conflicto psíquico, provocando desgarraduras manifestadas en el aparato psíquico. El inconveniente en la psicosis no es el de la pérdida de la realidad ya que ésta no es la que se pierde, lo que se pierde es lo que sustenta (el dinamismo psíquico) aquello por lo que se suplanta tal realidad.

Paranoia y esquizofrenia En la paranoia se tiene un indicio clínico de que l En la paranoia se tiene un indicio clínico de que la libido sustraída del objeto es llevada a un particular empleo, mostrando delirios de gran-

deza. Además la libido liberada se vuelca al Yo, al narcisismo -estadio donde el yo fue el único objeto sexual-. Para Freud (1911[1910]/2007) “los paranoicos conllevan una fijación en el narcisismo y declaramos que el retroceso desde la homosexualidad sublimada hasta el narcisismo indica el monto de la regresión característica de la paranoia” (p. 67). En lo que respecta a la esquizofrenia, éste es un término tomado de la psiquiatría, creado por Bleuler, que la denominó como una escisión de la mente.Freud designa Parafrenia a la esquizofrenia. En la esquizofrenia no se consolida un Yo, por consiguiente no existe procesos represivos. En el desenlace de la esquizofrenia, la afección es más desfavorable que en la paranoia -permanece la reconstrucción-. La regresión en la esquizofrenia llega hasta el “autoerotismo infantil” (p. 71). Las esquizofrenias tienden a converger en la apatía afectiva, vale decir, la pérdida de toda contribución en el mundo exterior. “El delirio se presenta como un parche colocado en el lugar donde originariamente se produjo una desgarradura en el vínculo del Yo con el mundo exterior” (Freud, 1924/2007, p. 157). En la esquizofrenia se observa alteraciones del lenguaje, como referencia a órganos o a inervaciones del cuerpo. “El dicho esquizofrénico tiene aquí un sesgo hipocondríaco, ha devenido lenguaje de órgano” (Freud, 1915/2007. p. 195).Es decir, la esquizofrenia se muestra relacionada con una letra cifrada en el cuerpo, posiblemente como un resto que ha permanecido fijado y que con la regresión al autoerotismo es el cuerpo el que juega su cifra o, mejor aún, su huella mnémica. La investidura de la representación-palabra de los objetos se mantiene. Lo que pudimos llamar la representación objeto consciente se nos descompone ahora en la representación-palabra y en la representación-cosa, que no consiste en la investidura, sino de la imagen mnémica directa de la cosa, al menos en huellas mnémicas más distanciadas, derivadas de ella (Freud, 1915/2007. pp. 197 a 198). En la explicación freudiana será justamente la representación-palabra la que en la esquizofrenia experimente una investidura más intensa. Freud (1915/2007) indicó: Esperaríamos que la representación palabra, en cuanto es la porción preconsciente, resistiese el primer

asalto de la represión y se volviese por completo no investible después que la represión avanzó hasta las representaciones-cosa. Sin duda es esta una dificultad para la comprensión. Aquí viene en nuestra ayuda la reflexión de que la investidura de la representación-palabra no es parte del acto de represión, sino que constituye el primero de los intentos de restablecimiento o de curación que tan llamativamente presiden el cuadro clínico de la esquizofrenia (p. 200). En la esquizofrenia los órganos vienen a dar el grito, porque su silencio no es más que aquella irrupción de la carne, es decir, aquello que está marcado en los procesos primarios son las huellas mnémicas de la cosa viva, sin acceso al lenguaje, para ser representadas. En síntesis, en la teoría freudiana, la búsqueda de un mecanismo para la psicosis va cíclicamente desde: la defensa contra la psicopatología primitiva, represión tomando el modelo del sueño, cancelación como el mecanismo defensivo mostrado en el caso clínico del presidente Schreber, el rechazo de la castración en el caso clínico del hombre de los lobos con la Verwerfung y la negación.

Los Delirios El escudriñamiento freudiano sobre el deliro tiene relación con el sepultamiento del mundo y el intento de reconstrucción. El sepultamiento es la proyección de una catástrofe que emerge desde lo interior, su mundo subjetivo sustrajotodo lazo que vinculaba con el afuera. Lo que se delira en el padecimiento de un paranoico es un intento de armar ese mundo y volverlo a restablecerlo. Freud (1911[1910]/2007) enuncia que “lo cancelado en lo interior retorna desde afuera” (Pág. 66). En este intento de armar nuevamente una configuración, el psicótico presenta una forma de responder delirante, en esta lógica no se puede hablar de delirio generalizado como tal, sino más bien como formas distintas del lenguaje y estructura, que se enunciarán desde la construcción de sus ideas, pensamientos y manejo de su formación sintomática. Por ello, es indispensable pensar en los delirios como aquellas diferentes vías por las que emergen una variedad de funciones para intermediar entre aquello que aqueja y acalla, sin dejar de lado también su intento de reconstrucción. El delirio de persecución es una forma de len-

guajeatravesada por la proyección “Yo no lo amo – Pues yo lo odio”, donde el mecanismo de la formación del síntoma en la paranoia exige que la percepción interna sea sustituida por una percepción del afuera, quedando la idea de “El me persigue”. En la erotomanía es “Yo no lo amo – Pues yo la amo” se presenta una compulsión a proyecta “Yo la amo porque ella me ama”. El delirio de los celosen el varón“No yo amo al varón – es ella quien lo ama”, el varón sospecha de la mujer con todos los hombres a quienes él está tentado de amar, así que la mujer ame es asunto del exterior. El delirio de celos en la mujer es “No yo amo a las mujeres – sino que él las ama”, la mujer celosa sospecha del hombre con todas las mujeres que a ella misma le gustan a consecuencia de su narcisismo. El delirio de grandeza “Yo no amo en absoluto, y no amo a nadie” es “Yo me amo sólo a mí”, una sobreestimación sexual del yo propio. En definitiva se percibe las vías de dirección contra las que atenta cada delirio: el delirio de persecución al verbo, la erotomanía al objeto, el delirio de los celos contradice al sujeto y el delirio de grandeza dirigido al mismo sujeto.

Referencias

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“Sin Nombre” Filip Goubert

EL DISCURSO DEL PACIENTE DURANTE LA SITUACIÓN ANALÍTICA Palabras claves: Lingüística, psicolingüística, dialéctica, semiótica, hermenéutica.

Daniel Ricardo Trejo Martínez 1

La concepción que se tiene del discurso del paciente dentro de la situación analítica simplemente abarca la detección de los indicadores que señalen síntomas y subsecuentemente síndromes o traumas, sin ahondar más allá, en éste escrito se abarcaran otras perspectivas del discurso del paciente, con diferentes enfoques como sería la lingüística (y consecuentemente psicolingüística) entre otras a través de autores como Saussure y Chomsky entre otros.

Primera Parte: Lapsus

Lapsus es un término latino utilizado en retórica para designar una falta cometida por inadvertencia, sea hablando –linguae– o escrito – calami–. Consiste en reemplazar una palabra por otra que se quería decir o escribir. Sobre este tipo de errores inventariados en todos los diccionarios de procedimientos literarios, Sigmund Freud fue el primero en demostrar que tienen una significación “No dudo de que el acierto de nuestras hipóoculta, y que hay que relacionarlos con las motitesis psicológicas impresionará también a las vaciones inconscientes de quien los comete. Freud personas incultas, pero nos veremos precisaemplea para lapsus la palabra versprechen –fallar, dos a buscar para nuestras doctrinas teóricas fracasar–. El psicoanálisis considera al lapsus como la expresión más simple e intuitiva”. una variedad de acto fallido consistente en la interSigmund Freud ferencia del inconsciente en la expresión hablada o escrita (Roudinesco & Plon, 1998). Este trabajo aborda la temática acerca del Sin dejar de partir de la definición del lapdiscurso del paciente durante la situación analítica. La concepción más común que se tiene de dicho sus dentro del ambiente psicoanalítico, también se discurso es que a partir de éste se tiene que hacer abordará la la perspectiva de Vygotski y sus trabala búsqueda de los sutiles indicadores sintomáti- jos de pensamiento y lenguaje. Si bien los lapsus son cos que consecuentemente puedan demostrar la manifestaciones directas del inconsciente ya que existencia de síndromes, trastornos, y traumas libran los filtros de represión -verdrägnung-, se pusin ir un paso más allá. Aquí se verá bajo una per- eden anudar también con el diagrama de Vygotski spectiva diferente, analizando el discurso parte por acerca de la relación entre pensamiento y lenguaje. parte, partiendo desde la lingüística de Saussure, la ¿Cómo? Vygotski plantea un diagrama de Venn para psicolingüística de Chomsky, el estudio acerca de la explicar esto, que ambos elementos, pensamiento y hermenéutica del discurso de Ricœur, los estudios lenguaje, están en estrecha relación para que el parde semiótica de Barthes, los trabajos acerca de la in- lêtre –“sujeto parlante” como lo llama Lacan– putencionalidad del discurso y acción comunicativa de eda expresar una idea, un pensamiento al lenguaje Habermas, McCarthy y Putnam; sin olvidar piezas hablado. Pero en el caso de los lapsus se puede hacclave como Lacan, Foucault y Vygotski para darle er la ligazón con ésta imagen topológica ya que el consistencia a todo lo escrito anteriormente par- pensamiento se encuentra dentro del inconsciente tiendo a través de diversas lecturas sobre pensami- y no hay una interacción con el lenguaje hablado, lo cual no debe confundirse con el habla interna que es ento y lenguaje. un proceso completamente diferente, y a diferencia El trabajo se dividirá en tres partes: lapsus, de las demás opiniones de algunos autores, no sigue acción comunicativa y semiótica del discurso. demostrando el lenguaje narcisista o los rasgos autistas que por ejemplo Piaget remarcaría.

1 Estudiante de Psicología en el Centro Universitario Incarnate Word. Email: [email protected]

Como se había mencionado, la concepción de los lapsus al parecer es superficial, ya que sólo se detecta el lapsus que tal vez apuntalaría al síntoma, sin ponerle tanta atención a la estructura; he aquí cuando Chomsky puede hacer su aparición con los trabajos de psicolingüística. Si bien, Chomsky menciona que el lenguaje tiene una estructura propia a través de los sintagmas –nominal, adverbial y adjetival–, en el discurso del paciente, especialmente cuando hay un lapsus de por medio, se puede notar que dicha “frase” rompe con estos esquemas. Los sintagmas al tener una estructura fija, que tienen los factores psicológicos del lenguaje propio, no tienen congruencia real con lo que grosso modo se consideraría lógico dentro del circuito comunicativo.

en cambio los enunciados morales tienen que ser fundamentados y por ende son correctos, lo cual rechaza la idea de que los enunciados descriptivos sean correctos como tal, sin importar nada.

Los estudios de Habermas tratan de explicar éste fenómeno del discurso, a partir del análisis de tal, poniendo en tela de juicio los enunciados descriptivos y los enunciados morales. Menciona que los enunciados descriptivos son correctos una vez emitidos, que puedan ser sustentados o no, veraces o no, no importa ya que se toman como tal;

¿Pero cuál sería la justificación válida para tal tarea? Como se ha venido trabajando, el discurso del paciente durante la situación analítica puede conllevar muchas más cosas de las que normalmente se denotarían en análisis. No sería lo mismo ir con un analista en cierta parte del mundo y después ir con

McCarthy tiene discrepancias con Habermas, ya que menciona que los enunciados deben ser analizados analógicamente, deben poder ser justificados, y puedan o no hacerlo entrarían dentro de la categoría de verdadero o falso, manteniendo la simbiosis entre ambos términos solamente a partir de la justificación. Putnam apoyándose en el trabajo de ambos, llega a la conclusión de que todos los enunciados sean descriptivos, normativos, evaluativos o morales, todos son correctos, sean justificados y fundamentados o caso contrario, ay que se man Como está mencionado en los párrafos an- tiene la intencionalidad del discurso. teriores, los lapsus son manifestaciones del incon Haciendo la ligazón de los tres autores, es sciente, pero aquí se puede marcar una escisión posible deducir que el discurso del paciente, incluyentre las teorías freudianas y lacanianas acerca de endo la demanda hacia el analista, tiene una intenesto: desde la ortodoxia psicoanalítica el inconsci- cionalidad, pues la acción comunicativa se encuenente es llamado unbewusste, que se puede deducir tra ahí, sin poder ser juzgada realmente como buena que son efectos del significante. En la teoría laca- o mala, correcta o incorrecta se pueda comprobar niana, el inconsciente se le llama l’une-bévue que o no; aquella frase cliché entre psicoanalistas “por literalmente es una equivocación; pero más allá de algo lo dijiste” toma vida con los párrafos anteriores, eso es un inconsciente que resbala, que erra por sí nada se dice a la ligera o sin motivo aparente, todo sólo, también es un saber que no se sabe, aunado a tiene una intención, es una acción que siempre conlesto se puede acuñar el término apparole que es la levará a una reacción sea visible o no. apalabra, una palabra que no tiene relación con la comunicación, asegura el goce y es dominada por la pulsión. Todavía podemos adjuntar todo lo anterior Tercera Parte: con el término begriff y unbegriffen que hablan de Semiótica del Discurso lo aprehensión a lo real y la no aprehensión con la realidad; esto se puede ver en los traumas por ejemplo, deviniendo del término francés traumatisme “Ahora bien, no soy de la opinión de que esas escenas deban ser “necesariamente fantasías por el hecho –trauma– que siendo afectado por los lapsus y el de que no reaparezcan como recuerdos. Hay algo inconsciente entraría en troumatisme o agujero en que a mi juicio tiene exactamente el mismo valor la realidad. que el recuerdo: el hecho de que –como en nuestro Segunda Parte: caso– se sustituyan por sueños cuyo análisis reconduce de manera regular a la misma escena y que Acción Comunicativa reproducen, en una infatigable labor de refundición, cada fragmento de su contenido” (Freud, 1917). El discurso del paciente no sólo surge a través de la demanda de tal con el analista, sino como Empezando con ésta cita de “El Hombre de cualquier otro discurso mantiene una intencionali- los Lobos” a continuación se hablará de la semiótica dad de tal, tiene una propia acción comunicativa, del discurso, que no todo tiene el mismo significado cada uno de sus elementos la tiene. para toda la población.

otro en un lugar completamente diferente. Aunque el discurso sea el mismo, las interpretaciones cambiarán de un lugar a otro. ¿Por qué? Aquí entraría una de las tesis centrales del lingüista francés Ferdinand de Saussure: todo cambia por la arbitrariedad del signo. Autores como Lacan y Foucault apoyan ésta idea con las teorías del significado y significante en torno al signo hablando de las prismas semióticas. El significante que puede ser cualquier objeto tendrá una interpretación diferente en cada persona, siendo remitido a asociaciones diferentes que a final de cuentas se convierte en significado que puede o no ser estandarizado si una población comparte dicha interpretación de los signos: ósea la semántica. La palabra propia es un signo que remite a un significante, siendo una unidad relacional o relacionable. Entra en la sintagmación de supuestos racionales y esto apuntala a una morfología sintágmicosecuencial (regresando a la idea de psicolingüística de Chomsky)

Referencias

Barthes, R. (1991). L’aventure sémiologique. Paris: Seuil.

Foucault, M. (1970). La arqueología del saber. Mexico: Siglo Veintiuno. Foucault, M. (1987). El orden del discurso. Barcelona: Tusquets. Freud, S. (1917-1919). De la historia de una neurosis infantil (El hombre de los lobos) y otras obras. Buenos Aires: Amorrortú Greene, J. (1980). Psicolinguística: Chomsky y la psicología. México: Trillas. Habermas, J. (1991). Conciencia moral y acción comunicativa. Barcelona: Península. Harley, T. A. (2009). La psicología del lenguaje: De los datos a la teoría. Madrid: McGraw-Hill.

Lacan, J., Melman, C., Miel, J., & Reboul, J. (1977). Las formaciones del inconsciente: Seguido Para Ricœur, la palabra entra en una concien- de El deseo y su interpretacion. Buenos Aires: Nuecia inmediata que puede o no tener relación con un va Vision. saber verdadero, y esto conlleva a una reflexión o Putnam, H. (2000). Sentido, sinsentido y los una irreflexión, que apuntaría al no saber del inconsentidos. Barcelona: Paidós. sciente. Es por eso que el discurso se puede someter Ricœur, P. (1981). El discurso de la acción. a la semiótica y hermenéutica para poderle dar un Madrid: Catedra. sentido o una interpretación diferente y profunda. Roudinesco, É. y Plon, M. (1998). Diccionario Por último los escritos de Roland Barthes de psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós. esclarecen el sentido de la semiótica del discurso, mencionando que ante la arbitrariedad del signo, y por más que una población comparta la interpretación de tal, homogeneizante, se puede ir en contra de ella si una buena parte de la población tiene una interpretación diferente de las cosas; también muestra la morfología y morbilidad de los significados en tanto hay un cambio en el entorno donde se expresa o desarrolle.

Conclusión El discurso del paciente durante la situación analítica no simplemente debe ser un enredo que el analista debe desenmarañar, si no que se debe poner atención a los pequeños detalles que podrían señalar algo mucho más profundo, no solo los indicadores sintomáticos, sino enfocarse en los lapsus que podrían facilitar el insight y la interpretación del discurso del paciente por parte del analista, y así el tratamiento no llegue a ser tan extenso que pueda a llegar a ser extenuante o frustrante de ambas partes.

Saussure, F., Bally, C., Sechehaye, A., y Riedlinger, A. (1945). Curso de lingüística general. Buenos Aires: Editorial Losada. Vygotski, L. S., Kozulin, A., & Tosaus, A. P. (1995). Pensamiento y lenguaje. Barcelona: Paidós Ibérica.

“Tired Study” Khara Oxier

Fotografía Óscar Todd México

MOEBIUS O LA IMPOSIBILIDAD DE ACCEDER AL DESEO (Un film de Kim Ki-duk) Antonio Bello Quiroz “Solo el amor permite al goce condescender al deseo” -Jacques Lacan (Sesión del 13 de marzo de 1963, Seminario X, La angustia)

Sabemos que el cine es contemporáneo del psicoanálisis, son dos discursos hijos de la modernidad y, por tanto, de alguna manera, no pueden estar alejados de la ciencia y las innovaciones de la tecnología. El cine, nacido en la experimentación, no deja de nutrirse con los avances tecnológicos, siempre para ir más allá. El psicoanálisis no deja de mostrar las fallas y señuelos de la ciencia. En tanto que discursos contemporáneos, no son pocas las coincidencias entre cine y psicoanálisis: ambos son un discurso, se nutren y desarrollan en el campo de la ficción, la imagen y el tiempo que les resultan consustanciales, etc. El cine es una composición, hace un montaje, mientras que el psicoanálisis hace un desmontaje; ambos procedimientos son de la representación, operan a partir de una historia que, además, resulta siempre inaprensible. Desde su emergencia, ambos discursos han abordado fenómenos y conceptos que inquietan a cada época. No podrían dejar de compartir realidades y nos presentan sus visiones y tratamientos. Tal es el caso del incesto, tema icónico del psicoanálisis y que es tratado en la última película del director coreano Kim Ki -duk (1960), Moebius realizada en el 2013. Película polémica que fue restringida en Corea del Sur, obligando a su director a editar la versión final, quitando algunas escenas para que pudiera ser distribuida de manera comercial en ese país. Esta cinta está precedida por Pieta (Piedad, 2012), ganadora del León de Oro en el Festival de Venecia. Esta referencia es necesaria aquí porque, de alguna manera en Pieta también el realizador aborda el tema del incesto1. No es de extrañar que la censura haya caído sobre el film de Kim Ki -duk sabiendo que el incesto ha sido desde siempre un tema Tabú. Al incesto y su prohibición, tal y como encontramos documentado en el trabajo de Lévi-Strauss2, constituyó un tema al cual la antropología prestó una atención especial desde sus inici os (LéviStrauss, 1949), haciéndole piedra fundante de la cultura. Un punto esencial del film Moebius es que se trata de una película donde las palabras no son nunca pronunciadas, eso no significa que no haya palabras, sólo que son, por decirlo de alguna manera, palabras silentes. Moebius de Kim Ki-duk nos lleva de entrada a la tragedia del triángulo edípico: primera escena, una pelea de celos entre marido y mujer, ante la mirada atónita de un hijo adolescente. Tras la pelea, él sale de la casa para encontrarse con su amante, una tendera del barrio; cuando regresa la esposa lo descubre en un coche con su amante. Su hijo también lo ha visto. La esposa regresa en la noche a la casa visiblemente alterada; armada con un cuchillo entra a la habitación donde duerme su marido con la intención de vengarse amputándole el pene. Él consigue reaccionar y detenerla empujándola fuera de la habitación. La mujer, al ver frustradas sus intenciones, entra a la habitación de su hijo, a quien ha visto antes masturbándose, y es con él con quien puede efectuar la castración y meterse el trozo de pene sangrante a la boca. Este es el núcleo de la película, van nueve minutos, ninguna palabra y sólo este acto loco.

1 El incesto ha sido durante mucho tiempo considerado como causante de las más diversas alteraciones físicas como mentales, la locura entre ellas. En el “Manuscrito N” enviado a Fliess el 31 de mayo de 1897, Freud alude por vez primera al incesto, diciendo que el horror al mismo proviene del carácter antisocial que la comunidad sexual familiar acarrearía, pues los miembros jamás se unirían a extraños. Para Freud, los deseos incestuosos estarán presentes desde muy temprano en la vida de los sujetos; sin embargo se ven sometidos a una prohibición por parte de la cultura, por tanto, el incesto se ubica en el origen del destino trágico de los sujetos. 2 Para Lévi-Strauss

la prohibición del incesto es el vínculo entre la naturaleza y la cultura: “La prohibición del incesto no tiene origen puramente cultural, ni puramente natural, y tampoco es un compuesto de elementos tomados en parte de la naturaleza y en parte de la cultura. Constituye el movimiento fundamental gracias al cual, por el cual, pero sobre todo en el cual, se cumple el pasaje de la naturaleza a la cultura”. Ver LéviStrauss (1949), Las estructuras elementales del parentesco: 58-9. Planeta-Agostini, Barcelona, 2001.

La banda, cinta o anillo de Moebius es una superficie con una sola cara y un solo borde. Tiene la propiedad matemática de ser un objeto no orientable. Fue descubierta por el matemático alemán August Ferdinand Moebius en 1858. En el diccionario introductorio de psicoanálisis lacaniano se señala: “El principio del placer funciona como un límite al goce. Es una ley que le ordena al sujeto ‘gozar lo menos posible’. Al mismo tiempo, el sujeto intenta constantemente transgredir las prohibiciones expuestas a su goce, e ir ‘más allá del principio del placer’. No obstante, el resultado de transgredir el principio del placer no es más placer sino dolor […] Más allá de este límite, el placer se convierte en dolor, y este placer doloroso es lo que Lacan denomina goce: ‘el goce es sufrimiento’ (Seminario 7, pág. 184)” Ver: Dylan Evans. Diccionario introductorio de psicoanálisis lacaniano. Paidós, Buenos Aires, 2005.

La película en este punto se vuelve efectivamente una banda de moebius3, todo pertenece al mismo orden, se hacen presentes los temas que son caros a la filmografía de Kim Ki-duk, la piedad como ya decíamos, la crueldad, los sentimientos de culpa, el odio, la vida y la muerte, afectos de alguna manera ligados. Por ejemplo, el cuchillo con el que se cometió la emasculación se encuentra guardado bajo la cabeza de Buda. El padre, presa de la culpa, piensa en darse un balazo en el pene (¿otra forma de suicidio?) pero decide practicarse un implante para donarle a su hijo su propio pene, haciendo así en lo real la transmisión que tendría que tener lugar en lo simbólico. La ausencia de un órgano peneano funcional hace al chico, y al propio padre, objeto de las más profundas humillaciones. El deseo y la imposibilidad se encuentran en el mismo circuito. Se trata, hasta aquí, de una película con diversos centros argumentativos, sin embargo, todos en el mismo orden, en la misma banda de Moebius: la sexualidad como eje de la regulación subjetiva y social. El hijo encara a la tendera, autora inmaterial de su desgracia, sólo para encontrarse ante la incertidumbre de sus afectos: el odio y el deseo entremezclados, inseparables. Sus compañeros de escuela se hacen presentes pero no como compañeros sino como sus más crueles jueces. Por el contrario, pero en la misma banda, un grupo de vándalos se hacen sus amigos después de haber violado a la tendera, por lo que irán a la cárcel. El padre, como respuesta ante las ideas suicidas se enfrasca en una frenética búsqueda de información sobre transplantes y su efectividad en el funcionamiento sexual. A partir de esta búsqueda la cinta da un giro, siempre en la misma banda de Moebius, cuando el padre se entera que ante la imposibilidad de obtener satisfacción sexual mediante el órgano peneano era posible alcanzarlo por otra vía: el dolor. Mediante la frotación de la piel con una piedra hasta sangrarse el padre busca alcanzar otra vía para el goce sexual. Paulatinamente el cuerpo erótico se muestra. El cuerpo se expande, sale de sus goznes “naturales” para revelarse erótico en las más inverosímiles zonas. El placer y dolor se muestran sin divisiones, se revelan los litorales del goce4. El chico recibe la información de su padre y en prisión explora esta vía para el goce sexual por la vía del dolor. Esto le marca el camino. El padre transmite así una vía para el goce, la vulgar piedra alcanza estatuto fálico, sostén de la identificación al padre. En este momento, propongo, se justifica plenamente la ausencia de palabras en la película, en tanto que lo que se transmite es del orden de lo indecible. Ya fuera de prisión, el chico busca a la tendera quien lo espera con un cuchillo, él se postra ante ella hincado y ella le encaja la daga en la espalda; contrario al dolor que se espera él experimenta un placer desbordado ante la mirada de los senos que ella le muestra al tiempo que mueve el chuchillo clavado en la espalda: la piedra es sustituida por la daga, entre ambos se susurran un pacto ¿de amor?. La película es construida como una historia consistente, sin embargo, hay que notar que en medio de la tragedia planteada el director introduce una vena cómica, en muy sutiles dosis, quizá para atenuar lo oscuro de la narrativa, incluso dando licencia a lo inverosímil. Como ocurre cuando el chico y la tendera deciden cobrar venganza y castrar al violador principal al salir de la cárcel. Después de cercenarle el pene el chico lo toma y sale corriendo de la tienda con el maleante persiguiéndole hasta rodar por el suelo en una cómica disputa por el preciado órgano.

La silente narración está marcada por los impulsos pasionales y las búsquedas sexuales de sus personajes, ninguna secuencia está ausente de algún aspecto referente a lo sexual que se vuelve así el punto de torsión de la banda de Moebius. Después de mucho investigar consiguen información para realizar el trasplante peneano del padre al hijo, sin embargo, ya realizada la operación el chico no consigue una erección hasta que, vaya freudiana intromisión, aparece su madre y se recuesta junto a él. No deja de sorprender, ante esta secuencia, que Kim Ki-duk utiliza a la misma actriz en el papel de la madre y de la tendera; en cierto sentido, y como enseña el maestro vienés, en la película la mujer es subrogada de la madre. Las secuencias siguientes son intensas, donde los personajes se muestran con toda su pasión, una madre que busca “hacer sentir” con su nuevo pene, un padre que se siente ahora despreciado por su esposa y busca en un arrebato recuperar lo que ha donado; la tendera que se ve llevada a dar placer con la daga al maleante que antes la ha violado y que ahora constituyen una especie de cofradía del goce. El sadismo y masoquismo se hacen presentes basculando en todo momento. Kim Ki-duk en Moebius se despoja por completo de la palabra para dejar cabida plena al goce; sin embargo, al faltar los diálogos (incluso en donde parecen imprescindibles), se resalta el uso del sonido, así, se trata de una película sin palabras pero que no deja de hacerse escuchar en cada uno de los espectadores5. Quizá los más versados en la realización cinematográfica podrán señalar las fallas en Moebius, como el movimiento torpe y titubeante de la cámara o el descuido en la iluminación, sin embargo, es la fuerza interpretativa lo que salva de manera especial la ausencia de diálogos. En este sentido, el peso de la actuación recae en un actor novel, el joven Seo Young-ju quien de alguna manera hace hablar a la mirada. También vemos a Jo Jae-hyeon con una interpretación convincente al encarnar el sentimiento de culpa por la tragedia de su hijo, y desde luego la actriz Lee Eun-Woo quien interpreta a la madre y a la voluptuosa tendera de una manera tan sorprendente que es difícil percatarse que se trata de la misma actriz. En esta película, como ya ocurría en su anterior Pietas (Piedad), Kim Ki-duk utiliza un lenguaje cinematográfico peculiar, sin concesiones para el espectador, cuestionando los convencionalismos y optando por una vía transgresora clara y contundente, como no podría ser de otra manera si se aborda un tema tan complejo y tabú como el incesto. El final de Moebius no puede ser más nebuloso y trágico en esta historia edipica donde la circulación del falo se muestra tan caótica y errática. Cabe en este momento preguntarse ¿En dónde se encuentra trabada la circulación de los significantes fálicos? ¿Dónde el goce no puede condescender al deseo? Justamente la ubico en la ausencia de aquello que le haría circular en la banda de Moebius, las palabras, las palabras de amor. Ante la ausencia de palabras sólo quedan los actos, los no fallidos, la muerte.

Referencia Bibliográfica. Evans, Dylan. Diccionario introductorio de psicoanálisis lacaniano. Paidós, Buenos Aires, 2005. Lacan, Jacques. Seminario, libro 7. La ética del psicoanálisis. Paidós, Buenos Aires, 2003. Lacan, Jacques. Seminario, libro 10. La angustia. Paidós, Buenos Aires, 2008. LéviStrauss (1949), Las estructuras elementales del parentesco. Planeta Agostini, Barcelona, 2001

5 Para el director coreano este recurso no es nuevo, ya lo había utilizado en cierta medida en películas como E Arco donde las palabras en los personajes principales son muy escasas y sólo para quejarse por la vida que les había tocado sufrir. En Amen también se despoja de la palabra se despoja plenamente de la palabra. , que solo es utilizada en forma de texto en los momentos en los que el padre de familia lee en internet para informarse si hay alguna opción para su hijo de recuperar lo perdido

Fotografía Óscar Todd México

“22” Khara Oxier

TERESA DE ÁVILA: LA EXPLOTACIÓN AUTOCONSCIENTE José de María Romero Barea1 Para Kate O’Brien (2014), Teresa de Ávila no es ni la venerable Santa embalsamada por la tradición cristiana, ni la venenosa monja execrada por sus detractores, sino una escritora profundamente original, que sigue siendo revolucionaria y cuya re-invención del cristianismo teje la subjetividad de una manera que hoy sigue siendo relevante para nosotros. Su férreo seguimiento de las convenciones del cristianismo ortodoxo llevaron a Santa Teresa a romper, precisamente, con sus restricciones. La religiosa abulense concibe la naturaleza de la fe como un proceso de subjetivación y universalización. En palabras de la autora: “el desarrollo preciso y la expresión a través de sí misma que ella imprimió a lo que era su creencia fue análoga a la explotación autoconsciente que hace de su don un artista”. O’Brien y Santa Teresa defienden una vuelta al amor, la verdad y la universalidad. El propósito de la primera, es recuperar estas ideas para una sociedad que con demasiada frecuencia ha impulsado indirectamente la ideología del capitalismo mediante la adhesión al relativismo cultural y la canalización de sus energías en la política de la identidad. La reivindicación de Santa Teresa en el quinto centenario de su nacimiento en el año 2015 resulta hoy, más necesaria que nunca. La revelación de la herencia cristiana es la condición misma de su propia universalidad; no se trata de afirmar la superioridad de un círculo cerrado de creyentes, pues la afirmación cristiana desafía, precisamente, a la comunidad cerrada.

Teresa de Ávila: la explotación autoconsciente José de María Romero Barea En esta obra audaz y provocativa, la escritora irlandesa Kate O’Brien (Limerick, 1897-Canterbury, 1974) propone una reinterpretación sorprendente de Santa Teresa de Jesús (Gotarrendura, 1515 – Alba de Tormes, 1582). Para O’Brien, Teresa de Ávila no es ni la venerable Santa embalsamada por la tradición cristiana, ni la venenosa monja execrada por sus detractores: es más bien una escritora profundamente original, que sigue siendo revolucionaria y cuya re-invención del cristianismo teje la subjetividad de una manera que sigue siendo relevante para nosotros el día de hoy. “Teresa (…) fue una mujer genial (…), su escritura brillante y a veces trascendentalmente maravillosa, nos ha dejado el testimonio de la vida vivida por un genio” (p. 18). Publicada originalmente en 1951, Teresa de Ávila delinea una nueva imagen de la religiosa: portadora de un credo universal, su férreo seguimiento de las convenciones del cristianismo ortodoxo la llevan a romper, precisamente, con sus restricciones. O’Brien muestra que el pensamiento teresiano todavía alberga un potencial revolucionario: el amor a Dios se niega a someterse al orden del mundo y lucha por crear uno nuevo en su lugar. Puede parecer curioso que una escritora irlandesa cuyas novelas, no exentas de polémica, reflejan los conflictos de la clase media del siglo XX, se identifique con una escritora y mística española del siglo XVI. Sin embargo, la autora sabe ver en la figura de Santa Teresa uno de los primeros intentos de re-pensar la naturaleza de la fe como proceso de subjetivación y universalización. Así, Teresa es una biografía sobre una mujer que “creyó, desde el primer pensamiento de su vida hasta el último, en el Dios cristiano y en toda la cosmología de la doctrina cristiana. Pero el desarrollo preciso y la expresión a través de sí misma que ella imprimió a lo que era su creencia fue análoga a la explotación autoconsciente que hace de su don un artista” (p. 48).

1 Escritor de Córdoba, España. Actualmente es profesor, poeta, narrador, traductor y periodista de cultura. Miembro de la AAEC-Asociación Andaluza de Escritores y Críticos Literarios; Coordinador de las I Jornadas de Crítica Literaria ACE-Andalucía y Pertenece a la Asociación Cooltura, Acción y Poesía y a la Asociación Nueva Grecia, así como al Circuito Literario. Email: josedemaria72@ hotmail.es

La autora deplora la imagen tradicional de la Santa como representante autoritaria del cristianismo, una mala interpretación perpetuada por sus detractores. Teresa de Ávila fue, en opinión de la irlandesa, una de las primeras mujeres en escribir una visión auténtica del cristianismo, o lo que es lo mismo, del amor universal. No se trata, sin embargo, de un sistema o un conjunto de leyes que establecen normas de comportamiento. El amor es, precisamente, lo que está más allá de la ley. En cierta forma, O’Brien y Santa Teresa defienden una vuelta al amor, a la verdad y a la universalidad. Amor, verdad y universalidad; la rotundidad algo pasada de moda de estos términos demuestra la necesidad de este texto en nuestro momento postmoderno. Parte del propósito de la autora mencionada, es recuperar estas ideas para una sociedad que con demasiada frecuencia ha impulsado indirectamente la ideología del capitalismo mediante la adhesión al relativismo cultural y la canalización de sus energías en la política de la identidad. En el año 2015 se celebrará el quinto centenario del nacimiento de Teresa de Ávila, de ahí lo oportuno de esta edición. El entusiasmo de la irlandesa por Santa Teresa proviene de la lectura de una escritora que abona el terreno al pensamiento radical que vendrá después. Sería un gran error pensar que este libro es meramente polémico; verlo de esta manera sería no entender la naturaleza de la relación entre nuestro tiempo y el de la propia Teresa. Su biografía es una elaboración independiente de los procedimientos de la fe. En consecuencia, el texto funciona como una perfecta introducción al pensamiento de una religiosa “apasionada, valiente (…), segura de sí misma (…); una escritora naturalmente brillante y que poseía soltura (…) señora de sus compañeras y tal vez (…) cuando le convenía, una dictadora” (p. 66). El texto no aporta verdades: revela y coordina los procedimientos para llegar a ellas en las cuatro esferas de la vida de la religiosa abulense: el amor, el arte, la política y la religión. El discurso de la autora nos dice algo esencial (y general) sobre la realidad: “Los grandes, los iluminados, los elegidos, aunque sean de nuestra misma carne hasta el punto de compartir nuestros peligros y nuestras humillaciones, al mismo tiempo tanto traducen esas amenazas, las purifican de una forma tan deslumbrante, que no pueden ser interpretados a la luz de las pobres velas de nuestras conjeturas” (p. 86). Así, la fe de Santa Teresa debe entenderse como la posibilidad de someterse a la conversión del propio pensamiento. La verdad y la vida están subordinadas a la ley, a una disposición auténtica de pensamiento (subjetivación) en la que la verdad está por encima de la ley. Santa Teresa es a la vez teórica de la conversión y principal ejemplo de ello. El cristianismo, según Kate O’Brien, es central para revelar la naturaleza de los sujetos, y esta es la esencia de la revelación de Santa Teresa. La irlandesa defiende al sujeto humano, un ser que tiene el poder de trascender las restricciones de cualquier ley, un ser que tiene poder para inventar lo nuevo. Por consiguiente, la visión cristiana de O’Brien va más allá de cualquier sistema social, político, religioso o cultural. “Escribo sobre Teresa de Ávila por propia elección, que es apasionada, arbitraria y personal. Nadie tiene por qué estar de acuerdo con nada de lo que diga; pero tampoco debe sentirse herido por ello. Soy libre de escribir libremente sobre una gran mujer” (p. 16). La defensa que O’Brien hace de Santa Teresa es, en mi opinión, irrefutable: la revelación de la herencia cristiana es la condición misma de su propia universalidad, y su recuperación es necesaria; no se trata de afirmar la superioridad de un círculo cerrado de creyentes. La afirmación cristiana desafía, precisamente, a la comunidad cerrada. No defiende una cultura ensimismada; la tarea del sujeto de una verdad es decirla en la esperanza de que inspire a otros.

Referencia Bibliográfica. O’Brien, Kate (2014). Teresa de Ávila (Trad. A. Rivero). Madrid: Vaso roto

Fotografía Óscar Todd México

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