Meditacion La Madre

  • Uploaded by: Laura Fuentebuena
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Meditación: el movimiento interrumpido hacia la madre y sus consecuencias Para mirar más a profundidad esto de lo que les hablo sintonicense conmigo para realizar esta otra meditación. Cierren los ojos. Vamos a nuestra infancia, hacía muy atrás, cuando quisimos estar con mamá o con papá y ellos no estuvieron presentes. Me refiero al momento aquel cuando de pronto nos sentimos abandonados. ¿Qué es lo que sucedió en ese momento nuestra alma?¿Qué sentimientos hubo? ¿Hubo rabia quizás? ¿Hubo desesperación?. Luego, se hizo necesario el acto de desconectarse, porque la situación se hacía insoportable y la decisión interna era la siguiente: ”yo me retiro, puesto que nadie está realmente disponible para mí. Yo me encuentro solo parado sobre mis pies”. Cuando la madre volvía a presentarse nos manteníamos retraídos. Ya no nos acercábamos a ella. Repentinamente tenemos otra imagen internas suya, una imagen que está ligada al dolor y a un reproche. Esa imagen es la que luego nos acompaña una vida entera. Aquí comienza el movimiento hacia lo menos en todo lo que hacemos. Así, por ejemplo, cuando la madre quería acercarse a nosotros, nos retiramos. Ya no buscábamos su cercanía. Esto continúa a través de toda la vida. Una y otra vez, cuando otros estuvieron abiertos a nosotros con amor, nos hallábamos con miedo y no cerrábamos, cerrábamos nuestro corazón. En vez de acercarnos nos retirabamos. Esto sigue dándose posteriormente, en todo sentido. Por ejemplo, en la relación de pareja. En vez de acercarnos, nos retiramos. Cuando el otro se acerca, nos retraemos. Todo es un movimiento hacia lo menos. Ahora se trata de invertir este movimiento y de mirar cómo solucionar este trauma. Esto sólo se logra ahí, donde comenzó todo: con la madre. Sí revisan en ustedes mismos cuántas imágenes tienen de su madre, en comparación con aquello que ella, a través de muchos años, ha hecho por ustedes día día, tal vez les queden unas 5, todas ellas llenas de un reclamo o de un rechazo. La sanación y el movimiento hacia más comienzan con un cambio de estas imágenes. Hacia ahí lo llevo ahora. Ayudó a que ustedes puedan intercambiar esas imágenes por otras, por imágenes bonitas. Meditación: el movimiento de regreso Regresamos al tiempo en que sucedió el trauma y luego más atrás aun, al tiempo antes del trauma mismo. Volvemos a las otras experiencias que hemos tenido con nuestra madre. Experiencias felices, llenas de confianza, comenzando con esta imagen: nosotros junto a su pecho, sostenidos por ella, nutridos por ella, con la mirada en sus ojos, llenos de amor. Y también vamos hacia otras experiencias afortunada -a menudo, aparentemente son sólo pequeñeces-, en las cuales fuimos felices hasta quedar absortos, porque no sabíamos seguros y a salvo: la infancia feliz. Con esas imágenes hacemos espacio a esa infancia feliz -y a los

sentimientos ligados-, a ella a la madre en todo sentido cercana, amados por ella, sostenidos por ella en todo sentido, seguros. Provienen de aquellos días en que sí necesitábamos algo, ella estaba presente en todo momento. Sólo necesitábamos llamar o gritar, y ella estaba ah,í siempre. Permitimos que esta imagen se despliegue ahora en nuestra alma, hasta que nos colme por completo. Con esta imagen en el corazón miramos a nuestra madre después del trauma. Sujetamos esta imagen. Dejamos que gané espacio por encima de la otra imagen, un espacio amplio. Entonces, miramos a los ojos a nuestra madre y nos acercamos a ella con un pequeño primer paso, a pesar del miedo. Tomamos una nueva decisión por encima de la decisión de antaño y decimos a nuestra madre: “Yo vengo. Yo vengo de regreso.” Este pequeño paso lo damos siempre mirándole a los ojos. Entonces, a pesar del dolor de antaño, damos el siguiente pasito. Nuevamente esperamos hasta que tengamos el sentimiento de que somos capaces, realmente capaces de dar el siguiente paso trayendo a la memoria las otras experiencias tempranas, las experiencias felices. Así, seguimos lentamente, centrados, paso a paso, hasta que nos hundimos en sus brazos y nos hundimos felices. No digan nada. Así está bien Bert Hellinger, Meditaciones Mexico, 2012

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