Modernidad Y Sociedad De Masas - Daniel Bell

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tiuo, ,ro cotro cotptrs doctrinario. Son elemplos, entr,e. los más sipniiicatiuos, de la polémica qae se desdrrollo. en los Estádos unidos en la década de 1950 respecto 4 un lenómeno que babtá de cobrut magtilad cdda aez más domin¿nle en el mundo de hdbld esPanola' 4t' ieial aae en las restantes zonas del mondo en proceso

le

ináustialización

y

DANIEL BELL lg9_D_E!ryLD4D Y socrEDAD DE MASAS: y_4-RlEqAD DE LAS rxprnlnñcra§-----'

CULTUMLES

masificación,

,rol

época vulgar':;a, a nivel cultural. ciertas oala'acuñadas'con bras, algunas de las cuales han sido ese propósito, mientras otras son palabras ,"t¡su", han sut¡ido una nueva definición. Dchas palabrás, Io señala Raymond \üflilliams, ,,p".a.o-,itit¿"i.; como üm; yn map?,_ por medio del cual és posible ...onriJ...¡ tos c¿mbros más vastos de vida y de pensamiento, a los_que se ¡efiercn las t¡ansformaJioner'd;fl;;;;iJ,,., .En la actualidad una de Ias e*presione, uti.l.izan, c-on ese carácter d. .ap", pi.ió,il-ráiíi¿ii de masas,2 tanto pará- tetedrse-'I oer le vlda, como a- la destrucción de los criterios de valor, etc., etc. 'lodos esos usos refleian actitudes aristocratir,antes o de protesta, y pot Io tá"to, i".rp..rún o.er termrno, aun cuando sean presumiblemenie descriptivos, han quedado enredados en

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sentlmlentos referidos, en fo¡ma directa. a'la sociedad contemporánea.r Sin embargo, ; ;;iá;;;.;; ra vrda moderna., dado que inroduce en el mercado grandes masas de personas _mercado de Droductos. de cuttu¡a, de i.9eas, de decisiones políticas__, es. desoe luego, muy drterente a todas las culturas D¡ecedentesya _sean culturas populares, t¡adicionales, aiiñ;ád.;;: ,erárqr{cas .u 9rgánicas. Si puede, como pienso. ser útii el empteo de la expresión socied¿d de mis¿s, ei con""oto deberá qugdar l.ibre de cualquier deformación ooií tica pata poder esclarecer dichai drf;ñi;-ñAri;_ 10

tl

I.

LA GRAN SOCIEDAD

conoce a ¿Qaiér "-Uro*.,rnorecot-dat::'.f qaién?

ir,[.?;,.tf;*."r".'i:: i;"r1 hev nue¡;

Xil[:'ti I J:,'?,T tll' il"*"; ;;;

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incrure Por ro

Si pensamos en la cantidad de personas que cada uno de nosot¡os cottoce y,lo que es más impresionante todavía, en el número de personas cuya existencia conocenros, comprobaremos que el cambio de dimensión es de veras extriordinario. En el trabajo, en la escuela, en el ba¡rio en que vivimos, en el medio profesional, en nuestro ambiente social, cada uno de nosotros conoce centena¡es y hasta millares de petsonas. La multiplicación de los medios de comunicación de masas, el crecimiento de la vida política y los nuevos conocimientos geogtáficos, la enorme publicidad que tienen hoy los representantes del mundo del espectáculo y los personajes públicos, han contribuido a que el número de petsonas cuya existencia conocemos deba set teptesentado pot una escarpada curva exponencial.a Con la multiplicación de los contactos, el crecimiento de la movitdad ger,gráfica y la desintegtación de las ca¡acterísticas regionales y folklóricas, en los últimos años los Estados Unidos se han transfo¡mado, quizá por primera vez, en una verdadera y real sociedad nacional. Con dificultad podían determinarse verdade¡as y reales ittstituciones nacionales. En un conocido ftagmento de su tiografía de Hawthorne, esc¡ita en t879, Henry James se admi¡aba ante la ausencia en los Estados Unidos de un tejido coniuntivo social en ese tiempo. No había una aristocracia, ni una clase de intelectuales, ni siquiera una clase de personas capaces de vivir bien; no existía una gran universidad y apenas si habla un nombre nacional específico. Cuando él mismo decidió establecerse en Inglaterra, como expatriado, dio a entender que la situación había permanecido sin vatiantes hasta aquellos mismos días.ó James describió los Estados Unidos de la mitad del siglo xrx. Cien años después, los vínculos institucionales son todavía muy débiles. No existe una lglesia; sólo algún personaje teológico. No existe una clase legista; sólo algunos abogados. No hay una sociedad; surgen algunas personalidades.T Hay un sistema nacional de pattidos, pero muy pocos personaies nacionales con un relieve propio. Se anuncia el florecimiento de una clase intelectual, obtenida a través de las universidades más

1)

imoortantes (Harvard, Columbia, - Chicago,' Berkeley)' Existe una élite ditigente, pero no logra lndlvlduallzarse más oue a través de vínculos o relaciones personares' oo¡ Áedio de una ideología formal' 'bxlsten tamblen persoñ""ü;;;.i"""r"i, .¿t pe-queños, de científicos' lr penalidades militares, periodistas y otros slmllares' sar de todo ello, ninguno de estot4lementos constltuye a el tioo de entidad cohesiva qr¡e pd9!1 brlndar 'a,so(estaDLsndirlgente clase una ciedád estadounidense m en t ) bien identif icable. -"Éí'.i;;; qu.-iá"t'ib'v¿ a amalgamar.desde.den' tro. desde su apárición, nuestra sociedad nácronal' tueta como Roose:;'"T;;;;;;;:ás hér'oes políticos, -tales cultura Ia sidoha Popuvelt. Éisenhówer o Kennedy,12 y. televlslon' radto Ia de la¡.'El crecimiento del cine, la oosibilidad de imprimir en fotma srmultanea',en orstinias ciudades, vatias revistas semanales, con el trn cte Drocutar. en el mismo día, una distrlbucrÓn naclonat ^uniforme, han contribuido, por primera ":'., ^:l -:-:i:y posrtoria. a que una serie común de imágenes' rdeas mlsmo ¿ un bilidádes-de diversión se presenten' .ttinlpo' a un oúblico nacional. La sociedad -a la que le,tallaDan dlrtirrstitúciones nacionales bien definidas y una clase los a.traves,.oe consciente de serlo, se amalgama sen¡e -medios en medloa la En masas de comunicación de revolució¡ una de. fecha ;;^;; ;;tibt. .trrbl...' la que el / de marzo -oe ócial, quizá podamos considetar ie;;'.:-;;.' ;erdadera piedra miliar' Aquellaanoche' uno de cada dos estadounidenses contemPlaba rvrary Martin que se presentaba en Pet Pafi delanle de t^s a través de. toda la i"i":H;;;. üft;;-i;;;;^ entonces, visto v oido á un hahía sido historia, ningún individuo E-Aquello personas i"irá. ii.-"p" por tal cantidad de

h"6i, llamado'la Grat Soci.edad' popero günde en una medida que ni ét mismo habla

#'ñ"uf,'Ái;'ñ S-ith dido

ni

siquiera imagtnar'

La nasa en taflto igualdad total

La oalabra cultura ha vuelto a ser definida en.nues,;ii;t. á;á ,nodo que aquello que en otro tiempo

designaba un refinamiento moral e intelectual. ha incorporado hoy Ios códigos de conducta de un *idea eruoo o de un pueblo. En forma aináloea, también la de sociedad, que antes designaba iun grupo d" o.rsorrri bien nacidas, de manerai refinadas, ie ha ensánchado. hasta acoger a todos los individuos que constituven uná determinada unidad social. Desde eite punto dL vista. uno de los aspectos característicos de lós tiemoos modernos, consiste, para citar una frase de Edwaid Shils. en que por prirnera vez "la masa de la población há sido incorporada a la sociedad".e En épocas orecedentes,_ gran parte, y a menudo la mayoría de la población, nacía y perman ecia siempte aiena. El tema de la igualdail en el sislo x¡x -simbolizado en forma evidents por la exigencia del sufrasio ñofitico y en el siglo xx por la pariáad de posibiliáades-. el hecho de que las masas rechacen su exclusión de Ia sociedad, se Úansforman en las características determinantes de la sociedad de masas. El estilo de vida. los derechos, las normas y los valores,'fue el acceso lái'o"i" vilegios, la cultura, todo cuanto antes orooieáad exclusiva de una élite, pertenece hov a todás. 'En la sociedad de masas demoirática el heóho d. oos..r ,rn lugar en /¿ sociedad implica tambié., ot.m io."., .innifica no sólo participai de los frutos de Ia sociedaá. sino también poseer el derecho la oportunidad-de elegir. Elegir los legisladores,-yéleeir un trabaio o una profcsión, elegir el lugar para vivñ, elegir los amigos, elegff lo que se quiere comprar. Resumiendo: te_ ne¡ el derecho de enunciar y pronunciar iuicios en todos los sectores de la vidai disde la política hasta

el arte. Todo esto ha sido posible a partir del momento en que surge Ia producción y el consumo masívo v la consiguiente nivelación de los estilos de vida oué .ont.rponían a las clases.ro A partir de 1920 las'diferencias entre ¡icos y pobres han ido modificándose o se han disfrazado con paliativos. Las grandes propiedades se han empequeñecido. La alta sociedad ha Jido suolantada por_el olimpo de Ias celebridades. Típicos rnb¿oi J. vestir y de viajar han sido en gran parte eliminados. 15

mas Subsisten siempre algunas diferencias, pero se trata substanbien d" una cuestión de nivel más que de Iir.'¿".r"iiau¿ más que de calidad'r' . Éste rápido proceso de aufiettto de ntuel' .P,lantea ,et uroblema'de quién se ha de convertir en- árbltro del son capail;;:';; errí" i. l. cultura Pocas sociedades rápidos' tan. p"; decirlo, :J.'áL "qambios . "'i slsteconsolidldas Las instituciones sociales -lglesla' conservadoras, a ser. Y tienden iamiliadel modelos hacia por lo común, se orientan, -pasado' de cambio veril'.;';;;-;¿.1¿á qu" uiuá un proceso todo tisinoso, Drovoca siempre confusiones inevltables en comportael sobre exactos , .rit..io. i""

;3;;ü";; ;; j;;;i;;;,

"r"-iJ."ti"." riiá*rá.eutto

y el

modo de vestir' Una

perso.na

"t a su alcance los medios l,J..iuññ"i¿tir'no-tiine -.Ui.".t la nueva noción de cómo aiuir meior que. "^ir v post-victoriana,asumió ili;.. ;;:;.i.irá ui.to.i"n"buettas a la clase el honor de iniciar en las 'fianerus libros de disponÍa ;;-;i;l naciente, y para ello a la mesa, etc''sobre etc' .ii."",.. sobre cómb comport^'s" de medlos los. rcalizan la Hoi, esá funi.ón mediadora conducta la mentores-de Io' ;;r;üfi;;;--ar"s sen'

.á.'tá.-iilÁ., la televisión v la publicidad Endeeste las. costido. los mass media poseen en el camblo exigena estimular limita qu.'t o se i"--t.*

".'-o.ril dé comunicación de masas comienzan ;i;;. ;;';áiás público,.sediento. de cul;";ir;;; ;i-r^;.,1 "i nu.uo de agencras esPeclarzaoas tura. halla una variada serie disouestas

a servirlo' Los nuevos *rtil'ces. del ,gt¿sto

femeninas, publicaciones penódlcas.'tedtca-ievistas a la casa y a la decoración, revrstas sotlsttcaoas das gtan como Tbe Nelu Yorker o Esquire, instrtuctones de ensenan Modernoo.".tisio como el Museo de Arte casa' I-iá. lnditiduos el estilo de vestir, de poner una que vale vlnos los de construir, el gusto por el arte, que comprar; que hay t^ ;; coleccionár, los- quesos en'una palabra, el estilo que corresponde a la nueva situación de clase media. '-'§ib;;;; u".dra qut estos cambios sólo influven en sotre ei estilo de vida en una.forma su""";;;;ipi; ;;.f".i;'i:i".;"n"r"r, .l modo de vestir, cl modo de

t6

comer y el nivel de las dive¡siones-, antes o después provocarán una metamorfosis que habrá de influir sobre aspectos morales más hondos, y así lo experimentará la estructura de la autoridad en el mismo seno de la familia y los valores de Ia sociedad en su coniunto total. Si antes la cultura fue una sobre-estracturu de la sociedad, plasmada por tradiciones de trabaio, lamilia y vida teligiosa, hoy la sed de cultura se transforma en su propio fundamento; sus impulsos plasman los otros componentes vitales. En Estados Unidos la sed de cultuta es asombrosa y las estadísticas de consuno de cultu¡a son en verdad imponentes. Tomemos a,l azar algunas cifras: hace veinticinco años había en los Estadós Unidos más de 600 museos de arte y hoy exisren más de 2.500, todos ellos muy visitados. El Louvre, en una estadística relativa a uno de estos últimos años, indicaba que visitaron el museo 1.671.000 personas (incluidos los turistas). Esa cifra corresponde a menos de la mitad del número de visitantes del Metropolitan Museum of Art de Nueva York.r2 En el sector musical podemos ver que existen [oy cuarenta y dos grandes oiquestas sinfónicas en los Estados Unidos. En 1905 sólo- había seis, v en 1956 treinta y dos. La venta de libros exclúven los de texto- se ha duplicado en el -se último deienio y el mayo¡ aumento se ha producido en las ediciones ecónómicas de Iibros de más alto nivel. La cantidad de dinero empleada en asistir a at¡acciones deportivas ha disminuido. En gran parte, desde luego, pár obra de lá televlsrón --{uyos costos son psíquicos, y no finan_ 6is¡65-. En contraposición, ha iuméntado la cantidad de dinero qlre se gasta en lecciones de música y de aftes tlguratlvas. En una visión de conjunto, la situación debería parece¡ en _verdad muy positiva. Hace diez años, Frede¡ick Lewis Allen, el difunto director de Harper's,la resumía diciendo que los Estados Unidos constituía; un hecho único e¡ la historia cultural: "He aquí una gran nación comprometida en un experimento sln precáentes. Ha tomado un número increíble de personas a las cuales antes no les interesaba el arte y que carecían de cual17

quier refinamiento intelectual. Es totalmente injusto

pretender compararlas con los aficionados al arte o a la iiteratura que lxisten en otros países. Aquéllos, forman u¡a élite, álgo muy distinto. Debemos subrayarlo: aqul bay algo nieuo; no se babía uisto idnás algo sinilat a esto".rl Y sin embargo, esta nueva cq!¡uta -cultuta de ma' sas, cultura pop"ular, cultura de s&iintelectuales- suscita más deiractores que defensores. En estos años en que asistimos aL boán de dicha cultura, quienes la clitican tesultan cada vez más elocuentes. ¿Cuáles son sus acusaciones?

II.

ACUSACIONES CONTRA

LA

MASA

De la política a la cultuta Los efectos de la cultura de masas han sido uno de

los temas pteferidos de las discusiones culturales del último decenio. Y ello se debe a difetentes motivos. Ante todo, a la rápida difusión de la televisión. Es indiscutible oue la televisión ha sido el verdadero me-

dio de comunicación de las masas y el agente más poderoso del que se puede disponer para acerc¿r en forma simultánea a un mayor número posible de personas. En 1948 unas 200.000 familias poseían aparatos de tele' visión; diez años después se habían instalado televisores en cuarenta millones de casas. A comienzos de 1948 había quince canales emisores; diez años después su número alcanzó a quinientos veinte. No sólo el paisaje estadounidense apareció salpicado de antenas de televisión, sino que la televisión acaparó la mayor parte del tiempo de la familia estadounidense. Los investigadores de lá Nielsen refieren que en 1958 la casa media dotada de televisión ocupabá cinco horas diarias en ver televisión, y durante enero, el mes de más frío, se llega a seis horas diarias.ra El hecho de que Ia mayor parte del tiempo televisivo fuese ocupado por comedias insÍpidas o soporí{eras, o por estereotipadas hisrorias de violcncia, que abarcau desde los cou-btt¡s del Oeste hasra los g.,',grt*r, dc las grandes cit¡d;rdá., ¡rlanteó la 18

duda de que

el gusto

nacional fuera corrompiéndose

i¡¡emediablemente.

Oro motivo de pteocupación, en lo que se refiere

a la cultuta de masas, más difundido y, desde el punto de vista sociológico, más impottante, fue el cambio de ¡elación que se produjo entre los Estados Unidos y el resto del mundo, y en especial con Europa, después de Ia Segunda Guerra Mundial. Por primera vez los Estados Unidos, aun en forma un poco torpe y con cierto embatazo, reclamaban para sí la leadersltip moral del mundo. Los Estados Unidos eran la nación más fuette desde el punto de vista militar, pero además ofrecían realizaciones que eran productos exclusivos de la historia y del catácter nacional estadounidense. Los ejemplos abundan: un alto nivel de vida, consumo masivo de artículos de luio, ausencia de conflictos de clase, un sistema opelante de gobierno democrático. La antigua pregunta plaoteada por Crevécoeur -¿Quién es entonces el aniericano, ese hombre nuevo?volvió a tener actualidad. En los programas de las universidades estadounidenses volvieron a ocupar un primer lugat los cursos de estudios anericaxos. Los historiadores tedescubrieron a Tocqueville. La historia anterior dejó de leerse como la historia de los conflictos de grupos antagónicos, para ser enfócada como el desarrollo de las bases igualitarias y los impulsos morales que contribuyeron a formar un carácter.t5 Pero el sistema ¡esultó apto también para la exportación. Llegaron a los Estados Unidos numerosos hombres de negocios europeos, para aprender el secreto de la ptoductividad americana. Se invitó a sindicalistas europeos para que enriqueciesen sus nociones sobre contratos económicos colectivos. Todo esto contribul'ó a suscitar el temor a la ame¡icanización de Europa y al consecuente derrumbe de sus parámetros culturales y de su homogeneidad cultural. Esto se produjo sobre todo entre las clases intelectuales europeas. Y la investigacíón a la que los europeos sometieron la vida contemporánea estadounidense se concenüó en especial sobre la naturaleza de la cultura de masas. Todo ello coincidió con un típico conrplejo americano. 19

t' I

Lueso de la guerra resultaron más evidentes algunos e*t¡^oidinarios iambios sociales: la asimilación cultural de la vida ameticana y la incorporación a ella de-los hiios de inmigrantes; el abarguesamiento de la clase ob¡era, el creóimiento de los barrios residenciales sub.rrbanór, el aumento de ganancias, que implica, a su vez. en la pequeña clase-r¡edia, un mayor deseo de bienestar; la nueva abundan?a, simbolizada por la adquisición de televisotes, lavaplatos automáticos' autoÁó*ril". u hasta por la inclinación hacia los alimentos refinados v exótñosr la curva creciente de la instrucción superíor, que recibió gran impulso-de "G. I..Bilf'. La clara autocónciencia mótivada por dichos cambios y la inseguridad con respecto a los gustos y al comportamientJcorrespondiente, provocaron una serie de ansio" identidad, que conssas Dresuntas acerca de la propia -la historia de los gtupos y tituven"un hecho único en las áulturas. Hasta los títulos de los Iibros que tuvieron macbedambre solitaria, El bombrc de más éxito -L¿ Los cazadores de prestigio-, de cada la orpanización, uno áe los cuales se vendieron más de 200.000 eiemplares en ediciones económicas, demuestran el interés 'que hubo durante los últimos años por la sociología popular. También dichos exámenes de conciencia sob¡e ia'vtlidez de la vida americana se concentraton sobre la cultuta de masas, en cuanto ptoducto y símbolo evi dente de la nueva era. Por último, si se quiere explicar el gtan interés otorsado durante este décenio a Ia cultura de masas, será iambién necesario tener en cuenta las ttansformaciones sufridas en el caráctet del ¡adicalismo político. Desde el punto de vista cuantitativo_, nunca los radicales alcanzaron un gran número en los Estados Unidos. Pero los ctíticoJ radicales han ejercido siempre una influencia supetior a su consistencia cuantitativa. Anti todo, las acusaciones dirigidas por esos críticos contra la pobreza, la desigualdad de posibilidades, la iniusticia r [a corrupción, han dado siempre en el blan.ó. L^ -áyo. parte de dichas acusaciones fueron aceptadas por'la sóciedad. En segundo lugar, dutante los últimoi treinta años, los intelectuales norteamericanos 20

han sido casi siempre liberales y los críticos radicales constituyeron una porción notable del coniunto de la comunidad intelectual: las grandes univeriidades. las casas editoras, las ¡evistas. Lá suma del tiraie de íevistas como Partisan Reuieu, Commenlary, Dissent, The Neu Leader, Tbe Nation o The Neu' Repablic.' v de publicaciones trimestrales en serie, como Dáedatuí,kenyon Reuiew, Seuatce Reuieu, Virginia Qaaterit Reoiea, Yale Reuieut, Hudson Reuiew v otiis. oueáe se¡ menos que la de los semanarios informativos, si se la compara con Ia de éstos, o aun con publicaciónes mensuales no especializadas, como Harpei's o Arlanric Monthly, pero el público al que llegan es aquel que determina la opinión inteleltual del país, y lás ideás que se dis.cuten en _estas publicaciones influyen, .o io..a "unde los oeindirecta, sobre los directores y redictores riódicos, de las revistas nacionáles de información.'de los programas radiofónicos y televisivos, erc., etc. Durante la década del treinta la mayot parte de la ctítica radical americana se concent¡ó sóbre'las iniusticias económicas y sociales. Pero durante los decÉnios siguientes, en los que surgió el es¡ado de bienestar v se produlo la traición a los sueños utópicos, destruidoi con toda crudeza por los procesos de Moscri y el oacto nazi-soviérico,'ó la crítica radical perdió ..róho di su impulso y gra-n parte de su fueria de choque. Entri 1940 y 1950 la crítica política se transformó en crítica cultural. El intelectual ¡adical, luego de asumir el oaoel de crítico, al haber disminuido lis males econ¿miá"i más graves, orientó su atención hacia la cualidad de la vida americana.rT Al mismo tiempo, también los midíos de comunicación de masas proár."ro., estableier contactos con los intelectuales y Iós invitaron a esctibir en periódicos de gta! difusión y a convertirse, ellos mismos, en rema de las revistas populares. (En' 1959. por eiemplo, .el Sata ay Euening' Post, comenzó a pul blrcar, en pfrmera plana, una serie de artículos. cuvo título fue Auenturas de la inteligencia, con la coÍrboí"_ ción, entre otros, del poeta Randal Jarrell, el crítico de rrte Clement Greenberg y cl noveiista C. p. Snow ). Un semanario como Tbe Neu yorker, que d.rrante ia 21

decada del cu¿renta fue acusado pot la Partisan Reuiew de ser demasiado pulido y perfecto, publicó entonces, artículos de críticos tales como Edcon regularidad, -\Y/ilson, Dwight Macdonald y Mary McCarthy. mund l¡s términos bigbbrou y lowbrou, acuñados por Van \üyck Brooks, en 1915, en su c-onocido- errsayo Ameriia's Coming o! A¿e, para esta[lecer diferencias entre 5u aislamientd es un pez fuera del el intelectual -"s¡ conoagua"- y el hombre de negocios filisteo -"noy se les cá más qu. la ganancia"-, iueron resucitados intercaló- una nueva categoría, el middlebrout. La crítica cultural se convirtió en un iuego y el iuego en moda' La cultura deló de concebirse, tal como había sido hasta entonces, fundada sobre las ob¡as de arte, y pasó a co¡siderarse desde el punto de vista de cómo se o¡panizaba v realizaba un istilo de vida. La c¡ítica cultuial sieuió-el mismo eiemplo y se transformó en un iuego snob, entre empresas de publicidad, ilustradores de revistai, decoradóres de interio¡es, redactores de semanarios femeninos y el gtupo homosexual del East Side, de acuerdo con la cuóta correspondiente a cualquier pasatiempo de moda. El iuego de alto, medio y baio pasó de moda en cuanto se hizo mcdio, Pero Pronto iue sustituido por el nuevo iuego de adenffo y afueta, in-and-out. Estár adenlro significó anticiparse a la masa en lo que se refería a la moda, o también preferir Io qre guitaba al vulgo (por eiemplo, el Daily Nelrl¡ de Ñuevá York; movidos ibrillers cinematográficos de se' gundo orden; enormes, populares y telucientes salas de Éaile). Estar alrcra significaba preferir lo que antes ha-

bía significado estar adentro, sin adve¡ti¡ que,en -ese rnoln"ito era estar aluera, aieno al mundo de lo chic. A pesar de que la crítica cultural se transformó en un juego, no dejó de ser un grave problema para el intelectual, el cual se vio invitado a asumir un papel, por ambipuo que fuese, dentro de una cultura que siempre piefirié. Muchos de los críticos radicales tuvieron la sensación de que se les invitaba a colabora¡ con los medios de comunicación de masas a fin de dar brillo, decoro y falso prestigio a las revistas y a la televisión, con el propósito de que los temas y las ideas 22

de Ia lite¡atura seria se convirtieran en elementos oropicios para producir ímpacto. Así fue como Ia relaáión entre el intelectual y la cultura de masas, en sus comierzos, durante la década del cincuenta,'fue un p¡o_ blema .que tuvo importancia y fue pret;xto p;;;';;^trzar srmposros de invesúgación y redactar extensos ensayos c¡ittcos. Todos estos motivos delicada relación los -la obse;adñ-;;; de Estados Unidos,- que se senrían ;i ,." to del mundo; el examen de conciencia de úna sociedad que, _con desagrado, adve¡tía su fisonomía de clase me_ üa; la úpida expansión de los medios de comunicación de masas (en especial la televisión) y la transformación de la relación ent¡e el intelectual v la sociedad_ hicieron que los ptoblemas de la cütura de masas se convirtiesen, a mediados de siglo, en un tema dominante. Alto-bajo-medio _ Si se examinan las distintas críticas de que ha sido objeto la cultura de masas american. p"r p1irt. á. ioi críticos serios, pueden agruparse, desje ,rn punto á. vrsta logtco, en cuatro upos de acusaciones, sesún se retie¡an al contenido del producto cultural, o al* modo en que el producto ha sido recibido.r8 La primera acusación afirma gue las obras de cteación no reciben el aliento suficiente. Se esqrimen u"r¡* ir_ zones: no existe la cantidad adecuada -de público culto que pueda brindar su apoyo a obras nuevas , .r"".¡mentales, teatrales, musicales o lite¡ariasl el aite áou_ lar dnde más que el trabajo serio, y eso'aleia al artista de_su tarea de producir alta culturá; dado áue el me¡cado es, en última instancia,,el árbitro del gusto, cual_ quier producción que se realice en gr"n .ü"h '_iertro, televisión, cinematógrafo, músical deberá adecuar_ se, si quierc. attaet, un muy bajo denominador común y es po¡ ello que _^ las obras serias y ambiciosas, cuyai proporclones sean un poco amplias, no podrán encon_ trar un p¡oductor responsable q"e .. eniargr. de pie_ sentarlas al público. Segunda acusación: las obras serias del pasado (las

2)

que integran la cultura supetior) son desvirtuadas, porque se pierde su fin original, presentándolas en contéxtos dégradantes, como hacen revistas tales coitro

life

o Look, que tienen la costumbre de presentar la reproducción dt un cuad¡o de autor famoso iunto a la vistosa fotografía de una est¡ellita cinematogr áiica. El

exponente más incisivo de esta. crítica es T, §f. Adorno, quien sostiene que si bien hldio y la alta fidelidad han contribuido a que hoy se escuchen muchos más discos de Beethoven que antes, eso sólo sirve para que la gente canturree o silbe una melodía y no para que se áprecie meior la compleia estructura de la sinfonía que se ha escuchado. La tercera comprobación, que conrasta cón la segunda, a(irma que hoy las obras mediocres y medianas ¡eciben un trato como si fuesen arte serio, porque parecen difíciles, a pesar de que no lo sean, tanto por el nivel de sus intenciones como por sus temas y estilo. Dwight Macdonald, por eiemplo, cita El uieio y el mar de Hemingway, Nuestro pueblo de Thornton \)lilder y /. B. de Archibald Macleish como ejemplares espúrios de literatu¡a seria. "Desde el punto de vista técnico, son lo su(icientemente avanzadas como para impresionar a los widdlebrou, pero sin llegar a preocuparlos. Desde el punto de vista del contenido, io¡ ceiüales y uniuersales, como ese tipo de arte falsamente solemne que los franceses llaman ponpier, refiriéndose a los relucientes cascos dorados, con penacho de plumas, que usan sus bomberos".re En cuarto lugár se afirma que la mayor parte del material de la televisión y de las revistas de masas es barato, vulgat, picante, amoral, degradante e incita a la violencia. El material que se dedica al público masivo, carente de toda seriedad, es de suyo deplorable: nr' sólo <ólo imnrls¡ nríhlico y v en especial esoecial a ióve. a los ióveimpulsa a ese público, no qu lo con.v la inmoralidad, inmoralidad. sino que nes. a la violencia .y nes, diciona para que acepte el comportamiento criminal como also inherente a nuestra sociedad. Para El crítico serio, el enemigo uerdadero, el peor kitsch, no es ese amplio mar de desechos, sino la cultuta media, o como la define Dwight Macdonald, eJ 24

nidcuh.n En Masscult and Midcsl¡ escribe Macdonalcl: "El truco es euidenre: complacer a la masa a cualquier precio. Pero el nidcult obtiene victorirs en arnbo. frentes: pretende respetar los criterios de la cultura superior, cuando en realidad los deja aguados y los vulgariza". Para los críticos como Macdoiald. el'oelisJo qye implica el midcult es que, en el póceso de clevación del gusto y de los criierios de válor americanos, las Iíneas divisorias entre la cultura suoerior v el midcult se han confundido y ahora preualÉcen lo's criterios del nidcult, y precisámente pbr.tue -un parecen Iavorecer a la cultura. "Vivimos ahora-en beríodo más refinado... A partir de 1900, Ios Estados'Unidos se han encaminado, desde el punto de vista cultural, e_n

una dirección que parece ascendente", escribe Mac-

donald.

Benét; .los"Ella Wheeler \Vilcox deja su lugar a Stephenparrish.

Sucñ<-ts con los ojos abiertos, áe Maxfield son sustituidos en la pared del salón por los Girasolcs de Van Gogh, o hasta por una repioducción de picasso . . . En lo que se refie¡e a Ia irítica literaria, el ingenuo entusiasmo de §íilliam Lyon Phelps adouiere los matices de una más controladá condescindencia de un Clif ton Fadiman o de un Granville Hicks . . . El Midcult es un temible adversario para la Cultura Str-

perior, porque incorpora también una parte de

van-

guardia, Las cuatro obras citadas (es decir, las de He-

mingway, Wilder, Macleish y Benét) fueron en su tiempo-más avanzadas y refinadas que las novelas de John Galsworthy. Son, por así decirlo, productos de una vanguardia decadente, que sabía convertir en banaI cl lenguaje moderno . . . El-hecho de que esos autores no tcngan conciencia del cambio qu. sL h, producido, rJe que sigan teniéndose a sí mismos por É*non"nt". de una vanguardia. es Io que da a sus'obras iucesivas el atractivo qtre interesa al ntidc t. . . Las películas de Hollyu,ood no son ran terribles como las de antes, l)ero no son ni siquiera tan buenas: el nivel seneral tlel gusto y del oficio ha subiJo. pero no existeÁ tam. ¡,oco las_ grandes exccpciones como Griffith, von Stroheim, Chr¡lin, Kearon. . . ":l 25

Si estos lamentos resumiesen los temas tratados, - poel problema intentando hallar posibles d.á "-fiont"i.i dar más- aliento a las obras serias que-rearemedios: lizan las lundaciones (como el programa de la rord Foundation. oue avuda a novelistas, dramaturgos, pint*. u o,ró, ártistás qre hayan dado pruebas de poseer talentá); transformación de los reglamentos de la Fe-

deral Communications Commissid6l para que se otorgue tiempo a la transmisión de programas de ,servicio público; una investigáción más intensa, en la.s universidades, sobre los criterios críticos, los problemas relaotros similares' cionaáos -- -Pero con el gusto y '.orno las de Dwight Macdonald , .ííti.", iunto ponen seriamente-,en. duda que análisis hallamoé otros anállsts que meiora, análisis melora, de tipo pásibilidad cualquier de ia la oosibilidad de esperanza loda a de masas ¡. de la sociedad niegan 9,t p"att -masas '.i"^oon .,i.,a rrna ¡'rltrrra <err¡ F-sa oDlnlon es el eS opinión seria. cultura vlva mantener de masas la cultura gran contra ataque fundamento del ,lel uue hemos hablado antes. Q"¡rá La rebelión ,lc las masas de Ortega y . Gasset sisa- siendo la crítica más radical que se ha lanzado .ántra la cultura de masas. Con ese libro culmina un rüi. ¿. pensámiento europeo que., desde la Revolura crr la oe las masas en cién ción Francesa, rechaza el ilngreso de masas representa sociedad,de Ia Ortega sociedad.-p¿iJia,Para de autoriáad de una élite calificada, v por i" lo ianto el detrumbe de los estudios humanistas, pro' vocado oor el prosreso de la ciencia. La cultura, t"gúi O.teg^, corresponde a-los estudios clásicos. Sólo el humanistá es culto y sólo él es el exponente de la cultura. El principal enemigo es la especialización. La vida modeina obliga a una creciente disminu'ción de intereses profesionales e intelectuales No .i l, diuirión del trabaio lo que representa un peligro oara la cultura, dado que el trabaio siempre sc ha ionsiderado inferior con respecto al ocio --condición esencial de la cultuta-, sino la ciencia, que es el mo' delo de la especializacíón. La ciencia, como forma de conocimiento antagónica a la cultura clásica, ha minado [a autoridad de lós más antiguos humanistas. Esa de' fensa del clasicismo, que es el nervio de la posición 26

t radicionalista, puede hallarse también en Ia obra del teólogo católico Josef Pieper y también en la del anglocatólico T. S. Eliot. Enconrramos ecos de esta actitud, en los Estados Unidos, en la escuela de ios Southern Agrarians, en especial en la obra de su portavoz filosó[ico, Donald Davidson, y en la de sus portavoces lirerarios, John Crowe Ransom y Allen Tate. Hannah Arendt, una exponente profunda e inquietante de crítica social, hace dar al tema clásico otr«.r l)aso, hasta fundirlo con un análisis histórico-ma¡xista. Sostiene que la sociedad ----esa unidad relativamente homogénea de personas educadas y culras- trató siem¡rre a la cultura como una mercancía y adquirió, malven,liéndola, algunos valores snobs. ("Séría én verdad una ,lcsgracia que, a partir de los dilemas y entretenimien. tos de la cultura de masas y de la sociedad de masas, strrgiera una nostalgia sin ningún fundamento e inútií ¡nr un estado de cosas que no fue meior, sino sólo un l)oco ánticuado"). En lo fundamental, Hannah Arendt sostiene que siempre ha habido una cierta tensión entre t ultura y sociedad, entre producción y consumo de arte. l'cro hay ahora dos diferencias nodales entre pasado y presente. Antes el individualismo artístico prosper',rba o resultaba factible a través de la fusa de lá soiie, t,rtl, a menudo orientada hacia mundói rebeldes o l,obémiens. ("Gran parte de la desesperación de los individuos que se hallan sometidos a las condiciones (lue-crea la sociedad de masas, se debe a que dichas ¡xrsibilidades de fuga se clausuran en cuantó la socie,lrrd incorpora todos los esrraros de la población"). Y en .,r'gundo lugar debemos señalar que, si bien en el pa.,¡,lo la sociedad anhelaba cultura, sobre todo por'un I'rurito snob, no consumía cultura, a pesar de que Ia .r¡rf6¡2¡¿, o le quitase su valor, al transformar lo culttral en mercaderías sociales. ("La sociedad de masas, ¡u,r el contrario, no quiere cultura, pero sí diversión, v la mercadería que ofrece la induitria del loisir se ( ()nsume como cualquier otro bien de consumo").22 ()ue la cultura de masas sea una forma de evasión, v lxrr lo tanto un sometimiento a la autoridad consrrruida, es una acusación tan antigua como la
27

I I

¡ada protesta de Juvenal, cuando afitmaba que el valeroso pueblo ¡omano "limita ahora sus ansiosos deséos a sólo dos cosas: el pan y los luegos del girco". Thorsrein Veblen es el escritor contemporáned t¡ue ha mostrado con más agudeza cómo los medios de comuni, cación de masas replantean con términos nuevos la estrategia dinástica del control social. La expresión panem et circcnses fórmula en que se fundaban -"lade la Roma imperial para imlos hombres políticos pedir que los estratos subalternos de la población comenzasen a pensar en inútiles remedios pata cambiar 5tt 5ss¡¡g"- ha sido utilizada por Veblen e¡ Tbe Breadline and tbe mouies.z3 Pero, afirma Veblen con ironía, en cuanto forma de explotación comercial, la industria moderna es superiot al viejo imperio romano. Los "iuegos romanos pesaban como un verdadero despilfarro sobre las acostumbradas ganancias de los intéreses a favor de los cuales se administraba el imperio. . . y por el contrario, las películas del siglo veinte son de suyo un buen negocio..." Si la fab¡icación de pompa y ceremonias ,7 uanidad de uanidades resulta cara, y dado que esas exhibiciones tienen por fin ahorrar al hombre común la fatiga de pensar, resulta "razonable que el hombre común pague los gastos". Pero, según el sociólogo francés Edgar Morin, la cultura de másas contemporánea supera los antiguos fines del control social. Su función esencial es tnítica. En reemplazo de la religión, procura un gigantesco escenario en el que exhiben los nuevos héroes y los nuevos dioses. Dice Morin que el auténtico héroe mitológico es el acto¡ James Dian. La vida breve y azarosa de Dean corresponde a los requisitos clásicos. Era huérfano, huyó de su casa, corrió en pos de experiencias

distintas (trabaios) y se transformó por último en "aquello que en la vida moderna encarna el mito de una vida iealizada: fue un astro cinematográfico", En busca del absoluto, no pudo hallarlo en el amor de una mufer, y entonces buscó el absoluto tle sustitución: la uelocidad. Por último, en un accidenle automovilístico, encont¡ó 28

la

muerte

y conquisró la

talidad. En el primer aniversario de su muerte tres mil personas visitaron su tumba y después, a Io largo de casi un año, le envia¡on más de dos mil cartas por semana. Parecería ser que se Ie creía vivo, en secreto, o que su espíritu era asequible en alguna parte. Es un tasgo distintivo de la sociedad mode¡na -afirma Morin- el habe¡ inventado una nueva edad del hombre: la adolescencia. En las sociedades arcaicas se iniciaba al muchacho en la edad viril a ravés de la violencia. En la sociedad contemporánea la juventud se niega a de.jarse incorporar y absorber e intenta, a través del nihilismo o la delincuencia o las formas beatnik, mantener la posibilidad de fuga. Rimbaud señaló el camino con su nostalgia por la infancia, la desordenada ambición, su negativa á deiarse corrontper por el mundo adulto, el propósito de uiuir. En la sociedad contemporánea los adolescentes han creado su mundo y eligen a sus héroes. Morin afirma que la "insaciable exigencia de personalidad de la sociedad de masas, la lleva a alimentarse de cultura iuvenil y es por ello que los héroes adolescentes se han traniforrnado en estrellas y todo el proceso se convierte en

tña

success story".7a

Bajo ese aspecto dona de la rebelión-, la cul-la tura de masas es anticultura. AI desarrollar este Dunto tlice Morin: "La masificación de la cultura no es anti cultura, ni tampoco lo es su vulgarización . . . Por el cont¡ario, anticultura ei la metafísica del éxito. . . La cultura de masas, naturalmente, se alegra de poder recibir a los condenl.los, como Rimbaud ó Lawrence, pero sólo para honrarlos con un éxito póstumo. La cuitura
inmor29

III,

MODERNIDAD

Y

CULTURA SUPERIOR

Vaúedad dc las expericncias cul¡urales

Es difícil argüir contra las críticas que atacan los fundamentos de la cultura de masas, porque sus por' tavoces formul¿n los problemas planteándolos en términos de todo o nadi. Tratan de alcanzar la esencia olatónica de la sociedad moderna, de descubrir el principio dominante y único ¡uicio de los no calilicados para sustttuirla por la diuero se deslruye la' cullura-el sión-, que- defina por sí mismo el carácter de la sociedad de masas. A pesar de que algrtnas observacion-es reteesoecí{icas son de una maravillosa lucidez se plantea rimos a las de Hannah Arendt y Morin-,-nos el problema de establecer si la naturaleza de la sociedad'de masas permite que una fórmula cualquiera, por sí misma, pueda definii su naturaleza sustancial. El aspecio más sustancial de la sociedad de masas e. que di.h, sociedad, en cuanto incorpora gralrdes v rrna agu-a.ás,.r.a mayores diferencias y variedades que número..cada utr medidá a expériencias da seá de vez más 'iulturaleserande de aspectos del mun.lo -geográficos, Jel hombre políticos, se ponen al alcance ese sincrchorizonte, del Ese ensanchamiento común. ya se-trate nueuo, de lo la búsqueda las artes, tismo de o de- un descubrimiento, pos de ún en de un viaje implican otros, los paia de distinguirse intento sn'ob modernidad. nueva u,ra estilo n-ueuo, de'un la creación Se puede alirmar por lo ¡an¡o que la mayor parte de

la irítica úitina nb es otro..

correspondc'

al lena. El

problema

nudo del problema es el sentido que posee la idea de cultura. Cuando se habla de culturi clásita o de u tura católica, casi como si se hablase de un cultiuo It' baclcrias, del cultivo de una especie claramente identificable, se piensa en una serie-conc¿tenada de creencias, t¡adiciones, ritos y normas que, a través de la historia. han loerado un estilo casi homogóneo. La moderni,lad ,o-p" .on cl pasado cn cuaulo pasad.o, precipitándolo en' el presente. La aristocracia, ¡firmaba

El

)0

Tocqueville, formaba con todos los miembros de la comunidad una verdadera cadena, que iba desde el rey al campesino; la democracia quiebia la cadena y cortá cada uno de los eslabones. La democracia, proseguía Tocqueville, "hace que el hombre olvide a sui antépasados". Es ésta una idea que podía resultar atrayente a hombres como Hawthorne, Melville y §ühitman. Este diio alguna vez que el enemigo era la palabra C tara. Una literatura gue tenía "el sabor de los favores del príncipe. . . fundada sobre la idea de casta". Para Tocqueville un aspecto característico de lo moderno es que "la trama del tiempo se rasga a cada instante y se borra la huella de las generaciones". Según la expresión de Harold Rosenberg, la' sociedad de masas co¡tiene la tradición de lo rueio.* Dichas condiciones imposibilitan la existencia misma de una vanguardia, pues aquélla es, de suyo, rechazo de una tradición específica. La táctica caracrerística de Ia vanguardia es el escándalo. Dent¡o de la cultura moderna se busca el escándalo con avidez, sólo como una sensación suplementaria. La modernidad castra a la vanguarJia, al aceptarla con rapidez, igual que acepta, cón la ¡nisma flexibilidad, elementos del pasado occidental, del pasado bizantino, del pasado y también del presente oriental, en medio de su indiscriminada cosetha de culturas. El antiguo- concepto de cultura se funda cn la continuidad. El moderno en la va¡iedad. El antiuuo otor,ga valor a la tradición. El ideal contemporá¡reo es el sincretismo. Hasta hace poco más de cien años la conversación ,le los anglo americanos cultos se limitaba a los escritolcs clásicos, Ios poetas latinos, el arte griego y renacentista, los filósofos franceses (Voltaire yv Rousseáu) Rousseáu) v ,rlgo de literatura alemana, introducida' por medio de dá Ins riis tra4ucciones rraqusslones oe de \_anyle,-Carlyle.2s rloy Hoy los trmltes geográlímites geogra_ licos del mundo han desaparecido. El ámbito -de--las rrrtes, ya sea dentro de las estructuras tradicionales de ll literatura, la pintura, la escultura y la música, ya sea

' L¿'l'radtciót ile lo Nueuo, Monte Avila Editores,

1969.

J1

I I

fue¡a de ellas, es casi ilimitado. Y esto no sólo significa que, por eiemplo, el mercado artístico sea interna' cional, de tal modo que los pintores polacos exponen sus cuadros en París y la pintura nofteamericana encuentra compradores en Inglaterra, o que el teatro ignora ya las Íronteras nacionales y Chejov, Strindberg, Brecht, O'Neill, Tennessee §üilliams, Giraudoux, Anouilh, Ionesco, Genet y Beckett se representan en fo¡ma simultánea en París, Londres, Nueva Yotk, Betlín, Frankfurt, Estocolmo, Varsovia y cien ciudades más, en todos los continentes. Hay algo más. La gama de la cultura se ha extendido tanto, han proliferado tanto los temas de interés, que ya resulta casi imposible encontiar un centro de gravedad que pueda de verdad definir al hombre calto. En el Gran Salón de Exposi ciones del arte contemporáneo, es tanto lo que se exhibe y lo que se expone a cualquieta que tenga ganas de informatse sob¡e la cultura del mundo, que el desconcierto puede ser total.2u attes flr.teuas y de las aftes ,rre¡Oué iQué decit de las artes noies? El espectadot moderno tiene ftente a sí el mundo del cine. Puede llegar a ser un conocedot del estilo de Eisenstein, de Griffith, de Pudovkin y René Clair, y también de Bergman, Fellini, Kurosawa y la nouoelle uague trancesa. El apasionado por la fotografía puede dedicarse a los estilos opuestos de Stieglitz, Steichen, rJfeston, rüalker Evans y Cartier-Bresson. El balletómano puede abatcar, en sus ptefetencias, desde las coteografías de Fokine hasta las de Balanchine. Quien se interese pot la danza modetna podrá apteciat los bailes de Bali y también a Mattha Graham. El diseño se convierte en tema de especulación estética y el Museo' de A¡te Moderno de New York presenta la obra de Charles Eames o George Nelson, para las formas estructurales, o las de Herbert Bayer, para la tipografía y el diseño de catteles publicitarios. También en el feino de las ideas el mundo de la cultura se ha fraccionado en innumetables parcelas. No existe ya un lilón central que resuma el saber esencial del mundo. Cualquiera que se ocupe de filosofía deberá estudiar, además de las antiguas tradiciones del 32

pensamiento griego, agustiniano, tomista, cartesiano v kantiano, las distintas corrientes de Ia filosofía analítica (Russell a- rX/ittgenstein), de la fenomenologla (de Husserl a Merleau-Ponty), del existencialismo (dé Kierkegaard a Heidegger y y Sartre), del marxismo, del pragmatismo y de los te_xros hindúes (desde Ios Vedas y lo-s Upanishad hasta el Bhagavad-gita) china ) la filosofía óhina (contucianismo ( confucianismo y rabísmo), el budismo ((hynavana. hynayana, r,tahayana y Zen) y también los imponentes piogi..oi de la lógica matemática. El hombre tulto debé es-tar al tanto de las ideas más recientes de la psicología ( Freud, Jung, Pavlov), la antropología cultural 1Frázer, K¡oebet, Malinowski ) , Ia sociología ( Veber y Durlheim ), como también del extraordinário renacimiento del oerrsamiento teológico (Barth, Bultman, Tillich, Brunn^er). -¿Qué es entonces la cultura? ¿Quién es un hombre culto? ¿Cuál es el ámbito del iaionamiento? Forma patte de la naturaleza de la modernidad negar que esas preguntas puedan tener una sola respuestá.

La carencia de an centro No sólo contribuyen a crear el movimiento de dispersión la tremenda variedad de feudos culturales y la amplia multiplicación dc [ás personas que se ocuDan Je_ ellos, con ieriedad, en formá semiprofásional o como

diletantes; hay algo más. Es un hecho característico de la vida cultural americana la carencia de un centro, ya sea geográfico o espiritual, que otorgue autorida?'v espacio a los principales pintoles, músicos y novelistaj, l)ata que puedan encontrarse y conocerse. En el oasa_ .lo, toda sociedad poseedora Áe una alra cultura.ienía un centro ----el ágora, la plaza o el mercado- donde. gracias_ a la concentración, el intercambio, la competencia y la discusión, unos se estimulaban a los otios. v creaban y obtenían un sentido vital beneficioso pari rodos. París, durante los primeros decenios del iislo XX, durante los años de banquete, como los llairó I{oger Shattuck, y más tarde toáavía, en la década del vcinte, fue ese tipo de centro, donáe todas las artes se estimulaban las unas a las otras y estaban, en cierta rnanera, ligadas entre sí.

3)

I

Un ballet de Fokine podía utilizar escenografías de. Chagall o de Picasso y música de Strawinsky o Satie. IngÉterra, a través dé sus escuelas medias públicas y

del restringido triángulo que forman Oxford, Cambridge y Londres, ha obtenido una élite cuyos miembros -poséían un conocimiento directo, tanto social como literario. "Lo que me ha asombrado, y que asombra a cualquier americano --<scribió Irving Kristol en Ezcouiter hace ya algunos años-, es el modo en que todos los intelectuales ingleses son parientes ent¡e sí, No en una forma literal, se sobreentiende, pero sí en un sentido metafórico, que es algo más que una figura retórica . . . Han asistido'a la misma escuela pública ----cl número de los que parecen haber conocido á George Orwell en Eton es sólo comparable al de quienes es' criben hoy libros sobre él-, o quizá el padre de uno de ellos era colaborador de la revista cuyo ptopietario era padre de otro de ellos, y así por el estilo.27 En resumen- una oequeña isla exclusiva". En los Éstádos Unidos siempre ha falrado un centto de este tipo. A mediados del siglo xIx, Boston -constituyó un ierreno unificador y, por medio de la fusión de iglesia, riqueza y cultura, creó una especie de estjlo. Pero esa misma unidad contribuyó a su fracaso, pues era un estilo de la Nueva lnglaterra, que nunca hubiese oodido lleear a dominar todo el país. Hacia fines biese de siglo, Nueva'York se convirtió en el centro de la cierta medida, rociedld ambiciosa y v parDefiue, DarDefiue, y, v, en cierta_ pudo pero englobar las fue un centro cultuial, iamás norteamericanas regionales distintas culturas --
de acue¡do con la expresión de Kristol, se eficaefltral en la oscuriddd.. Los Estados Unidos son, quizá, el rinico país importante del mundo, fuera de Alemania, que catece de un centro nacional donde las diferentes élites predet encontra¡se. L,os directotes de los grandes periódicos no tienen, por Io común, ocasión para conocer a los grandes personaies de la política, el teatro o la música. Las personalidades políticas se concentran en Washington; las teát¡ales o las del mundo editorial, en Nueva York; las grandes figutas del cine, en los Angeles; y quienes pertenecen a los grados superiores de Ia enseñanza eitán dispersos por todos los Estados Unidos, en las grandes universidades, Las universidades se han conve¡rido en la tuetza dominante del mundo cultural estadounidense de nuestros días; muchos novelistas, compositores, pintores y críticos encuentran asilo en las universidades, dispersas por los rincones más remotos, donde se editan las más irnportantes publicaciones literarias y culturales trimestrales-4 Aun cuando, como sucede en Nueva York, exisrá un gran centro reconocido como tai para las casas editoras, el teatro, la música y la pintura, el gran número de quienes allí se reúnen, tomando muy en serio su especialización profesional, provoca la aparición de compartimientos que alslan a los attistas serios entre sí. Son pocos los pintores que conocen a la gente de teatro, a músicos tr escritores. Los compositores hablan con otros compositores, los pintotes con pintores, Ios cscritores con escritores. Antes, una minoría muy definida, consciente de ser vanguardia, iba, con todá deli beración, en busca de ot¡os que estuviesen experimentando en el mismo campo. Los unos atraían a lós otros. Los unía un común espíritu de rebelión, o una estética compartida. A veces, como en el caso del futurismo italiano, ambos aspectos. Hoy un voraz público sofisticado toma al vuelo cualquier movimiento de vanguardia, lo adopta, sin que ese movimiento haya tenido el tiempo suficiente para proclamar su rebeldia. La natu¡aleza cada vez más técnica de la experimentación artística, se trate de composición musical seria o de 35

I

tachisme en pintura, parece negar la posibilidad de una estética común. Antes, dichas consideraciones técnicas encontraban solución ante la existencia de un tipo de hombres de letras, o críticos, como Apollinaire y Karl Kraus. oue sabían moverse con comodidad en distintos .r*pór y hallar el modo de armonizar Jos rasgos comunes.'Hov, hasta los críticos se especializan y los comDartimie;ios estancos resultan cada vez más herméticos. burrnt. la década del treinta la politización de la cultura, por obra del marxismo, pareció alcanzar, por un cortá iiempo, una sola estética, con términos de.comparación muy precisos, aplos para Ia explicación de-las áistintas artés v con críticos que aplicaban mecánicamente dichos criterios, con el propósito de obtener una idea unificada de cultura. El mundo político ofrecía un ambiente común a artistas, escritores y músicos, Hoy, aquel mundo unificado por la política ha desaparecido y,'fuera de los vínculos profesionales, y de vez en cuanáo académicos, no existe ya ningún ambiente común.

La cultura

uisual

La forma más importante de afrontar la cultura suoerior oue tiene la época contemporánea es el rechazo áe la iiea de una ierárquía de laj artes o de la unidad de Pericles, la ciudad-estado de la cultura -la-Grecia italiano, la Inglaterra isabelina-, imdel Renacimiento oosible en el mundo moderno. Quizá también haya sido, en alsunos períodos precedentes, menos auténtica de lo qrí .ree.o..2e En üano buscamos en Inglaterra ----escri& Meyer Schapiro- un estilo de pintura qge cor.esoonda a la poesía v al teatro isabelinos. Sucede otro' t"nto, durante el iiglo xIx, en Rusia, donde no gtan hubo, en lá pintura, -literario.un páialelo correspondiente al Ambos eiemplos nos demuestran movimiento oue las artes tienen papeles diferentes en la cultura y en la vida social de cáda época y expresan' sea a través del contenido, sea a través del estilo, intereses y valores distintos. El punto de vista que predomina- en una éooca. aun cuando pueda ser aislado, no influye del *i.-á modo sobre todas las artes y no todas las artes 36

son capaces de expresar con igual intensidad un mismo

punto de vista.r H. Stuart Hughes tecuerda la observación de Henry Adams, según la cual en 1800 los Estados Unidos ¡roselan una estructura cultural que se limitaba, casi cn forma exclusiva, a la teología, la literatura y la retórica. El ¡eino de las artes visuales y del consumo al nivel de los sentidos era, en la práctica, inexistente.lr ll.oy el modo de uer predottzifiatl¡e es visual. Visióx y sonido, peto más todavía la vista, organizan el mundo cstético y orientan al público. Quizá no pueda ser sino así dentro de una sociedad de masas, Los ent¡etenimientos de masas --circos, espectáculos, teauos- han sido siempre visuales, pero hay además algunos aspectos de la vida contemporánea que acentúan el elemento visual. En primer lugar, el mundo mo,lerno urbano. La vida en las grandes ciudades y el rnodo en que se realiza la sociabilidad ofrecen una variada gama de cicasiones p^ra üü y qaerer uer las ,osas32 (más que leerlas u oírlas). En segundo lugar, debemos tener en cuenta la naturaleza del mundo contemporáneo, con su sed de acción, más que de contem¡rlación, su búsqueda de novedades, su avidez de sensaciones. Por ello es el elemento visual de las artes cl que mejor satisface esas tendencias. Una ciudad no es sólo un lugar. Es también un esta
I

las construcciones de ladrillo, permite a los arquitectos alzat una simple estructura sobre la que se cuelgan los edificios y proyectar, al mismo tiempo, esa estructu¡a hacia el cieló. El uso del cemento a¡mado ha facilitado al arquitecto la creación de formas esculpidas, que Poseen üna verdadera autonomía. Las formas nuevas han revelado, a su vez, nuevas posibilidades de aprovechamiento y organización del espacio. De estas nuevas concepciones surge también un eclip' se de la distancia. Además de la distancia física, reducida por obra de los nuevos medios de transporte, que dan una nueva posibilidad a los viajes y al placer de ver lugares muy diferentes, se ha reducido también la distanCia psíquica y estética entre el espectador y la experienciá visual, por obra de la misma técnica de las artes nuevas, especialmente el cine y la pintura moderna. La insistencia del cubismo por subrayar la simul' taneidad y la del expersionismo abst¡acto por valorizar el impacto son esfuerzos orientados a intensificar lo di recto de la emoción, impulsando al espectador a \a acción, sin permitirle que complete la experiencia. Es éste también el principio fundamental del cinematógrafo, cuyo montaie supera a todas las ot¡as artes con' iemporáneas en la regulacióz de las emociones: . escoge las imágenes, los ángulos visuales, la duración de cada escena por separado, Ios vínculos de composición. Ese organización aspecto fundamental de lo mode¡no través de lo node las ¡eacciones sociales y estéticas, a-la vedoso, la sensación, la simultaneidad y el impactotiene su manifestación más importante en las artes visuales.Y

La estética moderna se ha convertido, de un modo prepotente, en una estética visual. Hasta los diques, puentes, silos y redes de caminos relaciones eco-las son obieiósicas entre las estructuras v el ambiente-, espacio, del La organización estético.rs de interés toi ya sea en pintura, arquitectura o escultura, es el pro' tlema estéiico esencial de la cultura de mediados del siglo XX, así como el problema del tiempo pteBérgson, Proust y Joyce- constituyó la principal-en primeros El interés los decenios. de estética ocupación )8

¡xrr el espacio y la forma expresó la vitalidad de la cultrrra moderna, todo én la arquitectura, el cine -sobre l3 pintura.. Solr las ates más importantes de mc1 ,li¡dos del siglo XX y las que dan caiácter l^ Z"lii. ^ los'elecI-n Ia medida en que la discusión acerca de t,'s de la sociedad de masas sobrc Ia cultur, ..ro".i* l¡,r descuidado. ese aspecro, dado que el debatl fuc l)rirnteado .por humanlstas, cuyos conceptos sobre cul_ trrra superior se ¡elacionan ante todo cón la literatura, ,ro se ha logrado encarar el aspecto más importante áÉ 1,, que es la cultura de masas:^et hecho de ,r",".ra. J" ur¡ modo innegable, de una cuftura visual.

IV. EL MERCADO Y LA

CULTURA DE LAS MASAS

lil

público: ano, múltiple lloy la masa forma parte de la sociedad v constituve l)¡rra la cukura el público más ámplio de'la hisro¡ía. l.legar a ese público ----o a más dé un público_ cs r¡a empresa cara. Pata una sociedad que espera que l.r cultura se sostenga a sí

cl

misma,.in....ubuei.io"ái

problema del marketing es algo fundamental. Ei I'roblema presenta dos aspectos: loi productos cultura_ k's (.Íilms., espectáculos teatrales y teievisivos) se difertncran de otros bienes industriales porque es difícil ¿ tom-atizarlos; es decir que en una eionómía d" ,rla_ rros.alros, los cosros de producción habrán de subir con Drucha, más rapidez que en cualquier otro sector. En siigundo lugar, Ios productores, teniendo en cuenta cuálcs habrán de ser las ganancias, tratan de obtener un ruercado lo más amplio posible y por Io tanto resulta rnevrtable ta tendencla a encontrar un mínimo común ,lenominador el campo de los entretenili;;t;;;;; ,en grandes .r.' otrecen a las masas. El caso de Ia televisión es el más evidenre. Hav tele. visores en el 83 por cienlo de las casas ..traornij.nr".. I:, áreas merropolitanas se supera .l 90 ;;;;i;;;;; \(' supone que están encendidos en dichas-áreas. enrr'c Ias ocho y las diez de Ia noche, rrO pár-.i*ü'a""1'u, "t .r'"" á"rril" p.r, tclevisorcs. Un público tan amplio i()

t' I

los agentes de publicidad, que en 1959 han gastado 1.110.000.000 de dólares, sobre un total de publicidad televisiva de 10.412.000.000. Dado que la mayor parte de Ias empresas de publicidad tratañ de influir iobre el mercado nacional, son muy pocos los canales de televisión que pueden funcionar sin afiliarse a una de las tres más importantes redes nacionales. Por lo tanto, nueve de cada diez canales de televisión participan de programas nacionales y obtienen de la ¡ed nueve o más horas semanales del tiempo de mayor audiencia. El problema dél priblico eJ menos ciaro. Los diarios

y

las revistas ofrecen buenas garantías sobte el tiraie,

que puede ser verificado regularmente por una orga-

nización independiente, y las cuotas de espació se venden sobte la base de un núme¡o bien documentado de lectores, El marketing televisivo se basa sobre una unidad de medida llamada CPE (costo por emisión). Dado que, para la firma que lo presenta, el costo total de un programa de trasmisión, costo de los intérpretes, costos-tiempo de producción, etc.* es fiio, cuanto mayor es el número de televisores que sintonizan un programa, más bajo es el CPE. Un productor de pubLicidad, si descubre que alguien le hace competencia, logra tener un CPE inferior al suyo, o abandona el progtama, o ransforma el contenido del mismo. Esa es la base de la llamada guerra de los rutings. El ,esl cuantitativo de mercado significa por lo tanto que las redes de televisión tratan de explotar las horas de mayor audiencia, entte ocho y diez de la noche, para captar un público más vasto, y los programas de calidad son los qu'e sufren las consecuencias. Una sociedad de masas no supone sólo un amplio público común ---el más grande de la historia de la humanidad-; implica también el desarrollo de muchos estratos diferentes de público, con gustos e intereses distintos. El problema es cómo llegar a esos sectores de público. Lo es también en cuanto problema de marketing. En realidad la televisión ha acaparado el mercado de la masa y, al hacerlo, ha cambiado el tipo de público de los diarios y de la producción cinemarcgráÍica de los Estados Unidos. 40

La televisión ha provocado una pérdida de terreno semana¡ios de difusión nacional. A la

a los grandes

publicidad no le interesa Ia cantidad de público de los Jiatios, pues desde ese punto de vistá la televisión brinda un número siemprt mayor. A pesar de tener rrn tiraje de cuatro millones, Collier's déió de aoa¡ecer ' l)orque no lograba atraer la suficiente publicüad, y Coronet. a pegar de tener un tiraje récord de más'dá rres millones, ha suspendido las publicaciones porque no conseguía mantener el ritmo cteciente de los^cosios ,le producción. Las revistas que tenían como camDo de acción mereados especializados han tenido más- suerte. The Neu Yorker se ha mnvertido en el árbitro nacional del pusto re(inado en el campo literario. Esquire, co" O,iinÁi Macdonald como crítico cinematogrZfico. u .or, .,oir"Iistas como Norman Mailer y Saul Selioi entre sus eolaboradores, se ha impuesio como la rcvista biiihrow le Ia nueva promoción de dirigentes sofisticad-os. I)eriódicos como Harper's y Atlantic, que intentan dis-

(utir

c_on seriedad problemas socio-políricos, han au_ rnentado -su tiraie,_ También Ias diferentes y nuevas cxperiencias culturales, aunque en un grado ménor, t.iencn un amplio eco en periódicos de menor tiraie v rnás especializados, que pueden contar con el entusiaírno de sectores de público interesados en Ia DinturaIa música, la danza, el iazz, la fotosrafía. el cine v Iá . rítica., Otro _tanto puede decirse dJ los periódicos' es¡,ecializados de pequeño formato. En cuanto al teatro, los problemas de costo son im_ I)ortantes, sobre todo para las grandes empresas comer\¡ales que, como sucede en Broadway, ganan ante todo ,n_el campo del espectáculo y t."trn dá conquisrar un

¡,úblico muy amplio. En Broadway, los altos'arriendos locales céntricos, los sreiáos elevados de los .r(tores y las condiciones de trabaio imDuestas oor los 'indicatos contribuyen a que los iosros'de proáucción suban hasta las nubes. Pe¡o la influencia de una nueva ¡lcneración.de empresarios teatrales más jóvenes, unida ,r, Ia aparición de un público más amplió y mái serio, ,r¡ que Ie tnteresa un teatro experimental, ha contri-

,le los

41

1

buido a eue se concretase el ext¡aordinario fenómeno iIi-i*,-'-rll¡iooduov -por lo común se trata de oeoueñas teriazas perdidas, o de vieio-s cinematógratos )"'harrio-. donde se representan ob¡as de tseckett, ¡ios de 50.000 ¡ 125.000 dólares para presentar u.n esoectáculo en Broadway -y-165 g95¡95 de unay comedla *iii..t t. triplican-, sólo entte 5'000. 12'000, como término medio, para un esp€ctáculo ol!',broadua)' Pa¡a el cine. que antes fue el mass media por ex..f"n.i".-i"-iompetencia de la pantalla doméstica ha sipnificádo una iransfotmación análoga. Por- un lado, H"ollvwood ha intentado producir colosales films espect".rl'.t.. (Spartaco, Exol¿lus, B-en-Hur) que, sin apat' tarse de un'itinerario preestablecido, se ptoyectan dos veces al día. a precios elevados, y pot otra, la clausuta de los vieioi esludios ha significado Ia aparición de. un coniunto de productores cinematográtlcos rndependleni"r.'ou. orodücen films dedicados a un público especial' pi'rriÁ.áto de las art bouses (cines de arte, es el no-mb¡e que se da, en la industria cinematográfica, a los p.quéño. locales que incluyen en su repertorro solo ftlms serios o extrdflieros), que han Pasado de doce a más de seiscientos a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial. de acuerdo a lo que díce Vaiety, ha pr-omo' vido la'oroducción de películas semi'documentales y .*oi.i-.it"l.t. como Tbe Little Fugitiue, de Mo¡ris F:ipel: Shadous, de Iohn Cassavetes; Tbe Sauage Eye' ¿. '§iá"., Mevár, v- la farsa beatnik, Pall M1 Daisy' ¿ il.k í(.rouá.,'Áí como el olf'Broaduay se ha con,r..íido .n una nueva dimensión de la vida cinematográfica.$ --?;;;

¿" ningún sector ha sido tan dramático el pto

blema de .onq"ri.tm un nuevo público, como en el de la industria editorial' La llamada revolución de los iaoeúacks ha sido ante todo una revolución de mar' 'p"Iiri.- i^"t^ hace relativamente poco tiempo, en los sus libros Estad-os -rr"r?i Unidos, las casas edito¡iales vendían á. i"t iib..rí"t, sistema que proviene del-siglo , pasado. En un país pequeño como Inglaterra, las Iibre42

rías han concentrado los mercados. Pe¡o en los Estados Unidos, fuera de las ciudades más importantes y de las ciudades universitarias, las librerías han ¡esultado un medio inadecuado para llegar a un público más disper-

so. La revolución del ma*etizg ha consistido principalmente en hallar millares de conductos suplementarios ---en las estaciones de autobuses, en los aeropuerros, en los negocios que venden otros productos, como cigarrerías, en los supermorkel, etc., etc.- para vender libros económicos a baio precio. Si antes existían algunos millares de libretías que vendían libros, hoy existen rnás de treinta mil lugares en que se venden los papez/,¿r,Qs. Desde 1940, en que se vendían 6.000.000 de cjemplares, la venta ascendió a 500.000.000 en 1960. No sólo las ventas han sido asombrosas, sino que Ia clección y la variedad de libros que se han reimpreso, ha hecho posible la formación de una buena biblioteca cn cualquier especialidad. Además de háberse difundido el arte y todas las gamas de la cultura, en los últimos cuarenta años ha habido una extrao¡dina¡ia multiplicación del número de personas que intentan ganarse la vida como lintores, cscrito¡es o actores, o que tienen una ocupación las universidades, por ejemple que les permite-en pro,lucir novelas, ensayos y libros de crítica, o pintar, esculpir, componer música o hacer teatro expetimental, En Nueva York, por eiemplo, hay cuatrocientas gale. rías de arte registradas en la guía de teléfonos de la ciudad, y los críticos siguen con regularidad las activi.lades de por lo menos doscientas cincuenta. Si suponemos que cada galería realiza entre quince y veinte cxposiciones por temporada, y gue muchas de ellas reúnen a un grupo, en las que se exponen obras de cuatro o cinco artistas, podemos calcular que cada año se venden en Nueva York obras de unos tres mil pintores. Es difícil precisar en forma estadística una cifra comparativa, pero el aumento de la población, el crecirniento de la población urbana, las transformaciones de I,rs fuerzas de trabajo y la difusión de la instrucción nos permiten afirmar que en la actualidad se dedican ,r la producción de obras culturales más personas que en otras épocas de [a historia de la humanidad. 43

l'i

Standards

y

sabuenciones

El problema numérico

en

lo

q-ue

se re{iere

público- nos lleva a dlscu, los oroducto¡es como al-tanto standards Se emplea como los el de : ii. o1r'o "io..,o que la cultura de..masa.s es discusión la ." ,rirÁ.r,á'

cultura disminuida. Se recurre a Io que dtJo Nletzsche. seqún el cual el arte popular coicatariza las-artes serias y"rebaja los slandards cualitativos de toda la soun--a

ciedad. -"-io.

der.tr..ntos extraídos de la histo¡ia no han que poco lo Es muy eficacia ninsuna -".iáiá"oo.".rel .ñodo .omo transcurrían el tiempo .^b.*o, sobte

las i"r -".., hace cien o más años.3? A traves de por sabemos, los viaieros, de relatos novelas v los eiemplo, que en Inglaterra los entretenimientos -Popuú;;;: h;rü fines dei sislo v comienzos del xrx, -de xvlrr gallos, las peleas de perros riñas las se réducían a públicas de los criminales'" eiecuciones v osos. v las la visión directa de los ifectos ier oóríbl. .o-pr.rt sangre con los de el derramamiento i" tr'ul"l.n.i, J de los m-edios través a mediata, á" unu íitiót grande de "f..á. más. "El error masas? de de comunicación

los oue analizan la cultura popular --escribe Edward Shilsl- es su convencimiento de que ésta sucede a 'also que tenía un valor intrínseco: que, Por su culpa, el"hombre se ha precipitado en un Pantano. desconocido hasta hov, v que es, necesariamente, el preludro á. unu ¿ig.ráácíó.r' ult.tiot y de la extinción defini' tiva de la lultura . . . Sería mucho más iusto suPonet oue la cultura de masas es mucho menos nociva, para i"i-.i"..t inferiotes, que la existencia miserable y dura áe los tiglo. precedéntes.- La lectura 'lf los- buenos

calidad del gusto. La sociología popular establece categorías tales como higbbrou,- middiebroa v lowbroa o masscult y midcult va sea soú¡e la rer.-fundadas ción del público o sobre la presúnta intención de la obra cultural-, y luzga de ácuerdo .on .rr, ."i"nárías y no según explícitas normas de valoración liie_ raria o estética. Se trata de una usurpación de funciones que no beneficia ni a Ia sociologia ni a la crítica literaria. En té¡minos críticos, una ábra -.s buen" o mala prescindiendo del público al qre ,e di.ig;.- Muchas obras brghbrou son ptetenciosas y vaCías v mu_ chos produc.ros hechos para las masas, eh especiaÍ en el rerreno de la cinematogralía, son obras de arte losra_ das. El luicio corresponde al crítico y a los cieadoíesy a. sus iguales. Fn la mejor de las Éipóresis, la socioj Iogía podrá analizar las condiciones 'idóneai oara la Irroducción.de obras culturales; puede explicar' ia-sucesión de los estilos, pero nunca su valiiez. Demoitrar, por eje.mplo, que en pintura el expresionismo abstracto se ha convertido en algo a la moáa, equival: a, pronunciarse con respecto a un nuevo público de clase medla-alta, y sobre sus deseos de aDarentar. o sobre el papel de las grandes empresas .oÁo m..en^. Je las artes menudo con el fin de demostrar que -a soz cultos-, Ios Estados Unidos pero eso no imolic, rrn juicio sobre el valor del exprlsionismo ,b.t.ácto. ni tampoco esa generalización puede discriminar nad-j cn el caso de concretas obras de arte singulares. Se ¡,uede analizar Ia esrructura de Ias programl;i,r;;, á; televisión, para demostrar cómo la áá ...to I,or espectador gobierna la orientación".iJrJ d" ci..t, ciri. de trasmisiones, pero también en este camDo no hav que confundir esro con el juicio sobre las obras eÁ

sl

mlsmas.

Pero no deja de ser crrrjoso, además, qtre luego de un decenro de protestas contra lo insulso de la cultura ,le masas, durante el cual se han acumulado numerosos cscritos referidos a los problemas de Ia conservación \le los standard¡ de ]a cultura superior, no se hava l,restado,casi ninguna_ atención lá. con..etrs ii*.íi vas pubttcas sobre dicha mareria. ^ Lo que se puede 45

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quleren política general de ataque' seguir siendo críconvertirse en artttrces y prefieren estudios sobre el papel que

además, "tfttá "*ir,.n, ¿"i]ilpli"',"iá";-Ú;'*:§'.!1i"..",i'T,Jo¿H"1',1; r

serlos' dores e intérPretes

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::d11", las personas que traten de e'.1i1íiiá. sabe, por eiemplo',. cuántos ::1,-I^": cuadros' que se mantienen sólo vendiendo sus o^mu' ü.r"n ,,t puesto en las universidades

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;i;;;;.; ffito"." llegar a fin de me¡, otr11 *¿"i.t'i.!"n' !!áli 'p'n" "rt'i;,#,.j:f ,.:-t'i::","it,H:b,'A:i::T.Tl'"'i:,;: Ale'

en Francia' Italia v íll'oI*"'ii"¿p",' v tl,t"utto es lo,9ue sabemos elro. mania-, y a pesar oe depoco, dichas medidas' .on.r.,os ,.tr. f.l áf".,ó, t)nico Problema--de"Ia el que A veces se-.t'presume aPoyo Prevlsor" Jln un el de obtener ."í*..-..ii,

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:: "?:ffi ", 19- -s ¡ que -Parece' mas, Por cultura tan vital. "No existe hoy en t)ccidente ninguna

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adquisitiva como la alemana -----esc¡ibe el crítico Friedrich Luft-. Se nutre con avidez de música anrisua v de clásicos nuevos, y devora con intusiasmo curiquiei vanguardia. Presenta un asombroso cuadro de iluminado mecenazgo público y privado en favor de las artes. Más de 160 teatros alemanes figuran colmados todas las loches del año. l,os ptoductores tienen dinero para producciones muy caras y las compañías com estables representan cualquier cosa, desde Shakespeare y Tennessee Williams. Nadie interfie¡e: nterfiere; ningún ninsún censor, censor. ningún ninpún parnartido político, rroo nr srqutera siquiera ra la m[ muler del inteÁdenie o Pouuco, y ni gobernador. El famoso a¡tista gobernador. artista del del siglo pasado ha ganado todas las batallas. Ningún pedido queda sin iatisfacer". ¿No se realiza así un gran sueño de progreso? Por lo visto, no. Luft deplora la carencia de nuevos dramaturgos, de nuevas ideas. Afirmaciones, moderación y ecuanimidad no producen ningún conflicto, ninguna tensión. "¿Cómo sron. postDle que Et El balcon, balcón, de cle Genet, ¿Lomo es posible que dutante años ¡o se pudo ¡epresentar en París, y que en Londres sólo se veía en clubes privados, sé represente en docenas de escenarios alemanes, todos con ayuda y subvenciones públicas, sin que nadie, por lo que parece, se sienta ofendido?" Luft y sus iolegas están desesperados. Su verdadera pregunra es la siguiénte: ¿Dónde están los escándalos? Cuando se repreientó l.os band.idos, hubo verdaderos tumultos v Schiller tuvo que huir. Los dramas de Gerharr HauptÁan dividieron al público en facciones apasionadas. Hoy lo único que se ve son teatros desbordantes de aplausos. .Si entonces el problema no es sólo un problema de subvenciones, ¿qué es lo que es? Es necesario, en efecto, mantener aíslados los distintos problemas de la naturaleza del gusto de las masas, de las subvenciones para btrenas ejecuciones artísticas, de la ayuda ¡,restada i los proqucen OOraS ¡individuos QrVl(.¡UUs que qUC producen obras de Oe arte, del oel otro otro problema, más difícil y complejo, que es el que se reliere al modo como una época llega a crear una gran obra cle artc. EI primero de dichos problemas se relaciona ((]¡r_cr-puouto con el público y cr patronaro, y el parfonaro, y oepenoe, depende, en gran parte, de Ia buena voluntad y de la energía de quá estén do47

I tadas las instituciones de la comunidad (unive¡sidades, fundaciones, grupos comunitarios y gobierno), para fo¡mar un grupo entendido y para encauzar sumas de dinero en favor de las artes. Peto el segundo problema pertenece a-un orden muy es aguí donde, a mi iuicio, distinto v nó depende -y masas se han equivocadode cultura de la los críticós públicc. gran de una época es una gran arte El del religioso, o bien surge el arte es como-lo afirmación, de los estilos, artes irregular cuando, en el desarrollo de las convenciolas fronteras esoecíficas transsreden y esto es un problema estilos, ,ruero. nei v desarrollañ las formas de atte interna de inmánente a la dialéctica social. el ambiente contra ¡eacción como también una del arte movimiento xx, el El eran arte del siglo de la socielas convenciones -.,.lerio. sursió del odio a dad bureuesal v era también, y en parte, una velada "arcááiia contra las exigencias de una sociedad orotesta industrial. Ese arte no depende de un público, aun cuando éste fuese culto, sino de una comunidad homosénea. que se identificaba con é1, y de un círculo activo áe c.íiióo., que participaban también en todo ello. En muchoi eiemploi del pasado, 9se modelo tln especial del arte'de vanguardia y del artista rebelde, o iersonaie alienado, se ha convertido en Io que una iociedaá nueva ha aceptado como la única imagen válida.ar Lo moderno ha- cumplido con el tiempo que le cor¡esoondía. Los vieios estilos de rebeldía se han convertid; en los nuevoi estilos académicos, y los artistas han sido superados por el público. Si lo moderno ha tenido su época, ¿cüáles ."ián lr. nuevas formas de creación? Eio sólo pod¡á decirlo el anista nueuo'

NOTAS

1. Raymond §íilliams: C tare and Society, Landres, 1958, páes. XIII-XV. 2. Otras palabras contempo¡áneas del mismo tipo: cultura, incluye, como rérminos calificativos, populu y de masas; 3.

4.

5.

antecedentes gramaticales

6.

48

iTac ión; alie rución. Para comparar dive¡sos modos del empleo de esta idea, ver; The Theory of Mass Society en Tbe End ol ldeology, de Daniel Bell, Glencoe, Illinois, 1960; rJüilliam Ko¡nshauser, Táe Politics ol Mats Society, Glencoe, III, 1959, y l,eon Bramson, Tbe Politic¿l Context ol Sociology, Princeton, 1961. Algunos expertos de estadística social, del M.I.T., bajo la dirección del Ithiel Pool, han elaborado la idea de l¿s redes de contaclo. Fundá¡dose en algunos datos dé probabilidad, han supuesto la teoría de que dos personas, elegidas al azar en los Estados Unidos, podrían llegar a encontrar un conocido común a través de cinco etapas distintas. El primer eslabón podría ser la militancia en una iglesia, un sindicato o una asociación profesional, y a través de estas organizaciones se alcanza¡ían los eslabones intermedios. La idea es muy fecunda, no sólo para diseñar la ¡ed de la vida de relación en los Estados Unidos, sino también para determina¡ un índice de integración social en las distintas sociedades. Es mucho más fácil ¡elacionat a dos individuos elegidos al azar en los Estados Unidos que hacerlo en la India o en el Congo, donde sería necesario dar diez o veinre pasos para realizarlo, suponiendo que existiera algrín eslaMn para relacionarlos. Sin embargo, con la destrucción de la segmentación social y con el aumento de la interacción social, se reduci¡la el número de pasos en la sociedad hindú o congoleña. Uno de los elementos que contribuyó e la creación de la sociedad nacional ha sido, como Io señaló Mencken hace un cuarto de siglo, el carácter del idioma "inglés-americano", para el cual no existen problemas con respecto a

burocral

o

sintácticos. Se caracteriza tam-

bién esta lengua por su facilidad para tomar en p¡éstamo o inventar palabras nuevas. Otra ca¡actcrística es la uniformidad que tiene en todo el país. Sostenía Mencken que en ningún oro país de primera categoría, incluso lnglaterra, el idioma tiene una situación de igualdad, como lengua hablada. A pésar de haber características regionales, esas diferencias son menos numerosas que las que se dan en otros países con otros idiomas. H. L. Mencken, Tác American Lerguage, New York, 1940, pág. 90. "El joven que quiera iniciar una carrera que no pertenece a lo que se llama el orden prácrico, el joven que no posee una oficina con su nomb¡e esc¡ito sob¡e la puerta, en el

49

r,

barrio comcrcial de la ciudad, tiene un.lugar muy limitado en el sistema social, no encuentra ninguna rama donde anidar... No existe ningún motivo para suponer que hace años las cosas fueron distintas. Hace crncuenta cincuenta -ii-¡á.Ur. de lerras carecía por completo del con"nii. suelo y Ia inspiración de saber que pertenec¡a.a una clase' Siemoie lo mejor proviene, la mayor Parte de las veces, de lós hombres de talenro que Pertenecen a un grupo' Cada hombre trabaja mejor cuando exlsten otros comPa' goza.del ñir* ir.-iáu"i*'en eÍ mismo campo,ycuando la emulaclon estímulo del conseio, la comparacrÓn Henrv lames. Hawtborne, New York, 1961, pác ))' 7. fi iít.i.trnti observar que Henry Adams, al lamentar a

su modo Ia fragmentación de la vida americana, presenta un cuadro algo distinto del que muestra James, cuando rra¡a de explica¡ la escasa conexión de la vida. estadounl' á"r...-iH"íü--isib e incluso hasta más adelante- -----cs;t'i.b;-. lá; prof.tion.. guiaban la sociedad de Ia Nueva

innlát.í"- Abogados, miédicos, profesores, comerciantes' coñstituían verdaderas clases y no actuaban como lndlvlñ;;l';ñ; qui óti"b"" como sacerdotes v como si cada orofésión fuése una iglesia". aquello É;;-;i-á.;,-;ta áe ása actitud de "clero" (o de que las

oue Coleridge llamó la clerisy), de Ia - devocrÓn olrsonas cultas sentían por la actitud de servlclo, lo que la vida american¿ ;;;;i;, t:;,1^ Adams, Ii corrupción der{dan¡¡, New York, íi."í Ái"iril rre Eáucation oi Hetrv l9)1. oáe,. )2. 1968, 8. üá-'¡'.ÁZrti Tbe Age ol Teleuisiotr, New York, q

10.

t0

oáp. l. Éa"*"rá Snit, Nass Society azd its Culture, Daedal.us, ;Jt:' át ;. ,, 1960, pág. 28ii. Reedición -a car-go de -No-rYork,.1961' ;; f;L.b, án Culiaie-for tbe Millions,.New "En Chicaeo,' en 1880, la nueva mansión tamrltar de los M;C";;-i.T. si inauÁró con una imponente recepción' rn irión ettilo Luis XVI, que contrastaba [?;";;';;; 'una pared pintada al fresco, como,en,un c¿stlllo Encon rioue IV. Dero en cuyo motivo se habÍa logrado rntrodusurgleron .ii hmt"'lrn, cosechadora A orillas del Hudson En Newport un irt,iirái-.in.not rodeados de grutas una casa estilo Iudor " Yero lo su' millonario construyó de Buck' ¡;i 'ca.bón, con una reproducción #;';;-t; qqe y era la millones que cinco costó Paiace, insham vanagloria' de \falhalla ;;i;r-;rt;, ;;-;.áio de aquel La simple exhibición.que de láili"'-r-,-;r;;;ii .*n.."'. , la últlma moda, huDlese a todos sido vestidos. de haber ano;td1;';; lno.uá. p.,o las reina¡ de aquella.lasociedad t'so rcalcza' personajes de los de raban Iás vestimentas insoiró a la muier de Vanderbilt III prra aparec-er en la una córona, cuyo valor era de 100'{)00 llbras es¿oÉ." con '.óii¿"¿i l, .ó.or" de la ¡eina victoria EI iíii¡i"i,

ll.

ba¡roco americano declinaba a comienzos de 1910". Miriam Beard, A History ol tbe Bu¡iness rlfaz, New York, 1918. págs. 644, 645, 650, 651. "Cuando el costo de Ia ropa a la moda es muy alto, la variedad es muy pequeña. Pero cuando el mejoramienro

de las fue¡zas de producción del arte y de la indusuia

manufacture¡a cootribuyen a que el gasto que se hace por la ropa sea moderado, Ia variedad será mucho más grande. [,os ricos, al no poderse distinguir por medio del gasto que significa un solo traje o vestido, tratarán de conseguir ese

fin a 12.

través del núme¡o". Adarn Smith, Tbe Vealtb ol York, l9)7, pág. 649. Un facto¡ que ha contribuido al aumento de los museos N¿¡¡o¿¡, Modern Library ed., New

ha sido la

legislación fiscal, que permite

a los coleccio-

nistas dona¡ cuadros a los museos y deducir de los impuestos el valor total, cualquiera haya sido el precio del cuadro. Pero también, a uo nivel me¡os fiscal, muchas fundaciones han rrabajado concienzudamente para mejorar e[ gusto notteamericano. Como, por ejemplo, la K¡ess Foundation, que ha dado una cantidad de cuadros del Renacimiento, valuados en más de un millón de dólares, al Estado de Ca¡olina del Norte, con Ia condición de que el Estado organizase un museo y contribuyera con una subvención de valo¡ simila¡. El ¡esultado ha sido una colección pequeña, pero refinada, en el nuevo museo de Raleigh, en Carolina del Norte. 1t. Frederick lrwis Allenr Tbe Big Cbarge, 1900-1950, New York, 1952, pá9. 277 . 14. Dado que la iodustria. está acostumbrada a[ empleo de sumas inmensas, es cufioso ver cómo se presentan estos datos: a menudo las cif¡as producen, más que comprensión, estre mecimiento. Po¡ ejemplo: "Singlinger y Compañla, fundándose en una enoesta nacional hecha sobre 7.000 enmevistas a personas de 12 años y más, considera que el 71 por ciento de las ( 122.378.000 ) personas transcurrió uo total de 1.85.1.600.000 horas mirando televisión la semana del 17 de ma¡zo de 1957. Cot la misma base, Singlinger ha calculado que el 56 por cienro del público pasó 969.800.000 horas escuchando radio; el 82 por ciento leyó durante 401.700.000 horas el diario; e[ 28 por ciento pasó 164.100.000 horas leyendo publicaciooes periódicas".

(Leo Bogart, o. c., pág. 7Ll. reprcsentativos de ese período de corqo ejemplos rep¡esentativos corrlo revaloracidn: Louis Hartz, Hartz. Tbe Libed Truditior in Ame¡evaloracidn: Tbe Geúas ol rica, Nev Yo¡k, 1955; Daniel Boorstin, Táa pá i, itL ¡;i,¡ ; ; ;. p;¡ ;;¡; s,-' ei1..;s;, b ¡ t-,paltes Our ol Plenty, Chicago, 1954; el simposio en res"á,' en Partisat, Pattisar Reuieu Reuiew ( mayo-iunio, Country and Our Ou¡ Culture e¡ julio agosto, setiemb¡e-octub¡e, 1952)., y. como ejcmplo de Lerne¡, America as uu Ciuilization, tentativa sinóptica, Max Lerner, Nev Yotk. New York, 1957.

15. Ve¡, Ver,

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¿ff'17

1960, cs una versión reelabo¡ada y ampliada, de un artfculo precedente de Macdonald, A Theory of Mass Cukure, cn Dió¿enes, Verano, 195), reimpreso a continuación, en cl volumen titulado ü¿¡¡ Cultu¡e, al cuidado de Rosenberg y §lhite. Ese artículo, a su vez, era una versión rcelaborada y ampliada del artlculo originario, A Theory of Pe pular Cu.lture, aparecido e¡ Politics 1944. Es -febrero, interesantes observar cómo Dwight Macdonald fue elevando

sus propios ejemplos. En 1944, Maxfield Parrish deja lugar a Rockwell Kent. En 19Jl lo cede a Van Gogh lusar Goeh o a Picasso. En 1951, al desc¡ibi¡ ctimo el espectado¡ evita el arte a¡te difícil, escribc: "&ldie "Eddie Guest, por lo tanto, y los Poemos de amor irdio, ucn más poétiios que T. S. Eliot Po9¡aqs y Shakespeare. Y de igual manera, nuestro gótico universitario, como el del Harkness Quadrangle de Yale, es mucho más pintorescamente !ótico que el de Charties". No nos dice quiénes son los que piensan que Eddie Guest y los Poemas de amo¡ indio son más poéticos que T. S. Eliot (aun cuando algunos amigos mlos bigbbrow insistan en afirmar que las palabras de una vieja canción popular Vhoopee son mucho más sutiles que cualquier vérsó de Tbe Waste Land), 6.ro en las últimas versiones, Macdonald ha quitado a Eddie Guest, el chivo expiatorio de las ve¡siones anteriores, y sólo queda Archibald Macl¡ish. 22. Hannah Arendt, Society and Culture, en Culture lor the Millions, págs. 41-5). El tema se elabor¿ en Betueen Pdst ard, Futare, Arendt, New York, 1961, págs. L97-226. 2). En un editorial para Tbe Dial, L4junio-1919, reimpreso en Tho¡stein Veblen, Essays in Our Changing Order, New York, 1934. )1. The Case of James Dean, de Edgar Morin, Euer2réen Reuiew, n. 5; Edgar Morin, Tbe Starr, New York, 1960, y en el ensayo Mass Culture in an Age of Baby-geniuscs, l^a Nel, ab¡il 1958. "Durante el siglo xvllr ---esffibe §lhitehead en Cieneia y mando mode¡no- todo hombre instruido leía a Lucrecio y tenía alguna idea sobre los átomos, Cuando Ralph Waldo Emerson hace su primer viaje al exhaniero, pára enconttarse con los intelectuales europeos cootemporántos, sus conve¡saciones tenían todavía un punto de referencia común". Con §lordsvorth: "Se empezó a hablar de libros. Considera que Lucrecio es un poeta'mucho más elevado que Virgilio . . . Critim \V ilbelm Meister de Goethe. Es una obra llena de fornicaciones". Con Ca¡lvle: "No lee a Plarón y desprecia a Sócrates... Llamó Gibbon '.r, " mundo'... pléndido puente entre el viejo y el nuevo Tristraru Sbandy es uno de sus libros favoritos después de Robiuon Cntsoe" ). "La invención de Ia grabación sobre cinta magnética y de los discos de microsurco Stanley Edgar Hyman-, -señala y ventas, puede desemcon la explosión de producción

5)

lt bocar en una ¡evolución cultural más grandc aún que lá de Ias ediciones econúmicas, que sin duda han bcneficiado a la ooería mucho más qué cualquier tipo anterior de oubliciciones. Podcmos decir literalmente que centenares á. alsunas de las cuales no eran más que una "-o.esas. iigla, iroducin'ínnumerables millares .de discos., facilitando , "toáó, y en todas parres.un surtido musical amplísimo

v estimulando. al mismo ticmpo, una creclente exlgencla ie música oiua. fuera va de loi centros habituales. Dcsde ¿. vista récníco, el sonido de alta fidelidad y el "i "rn,u rienen una calidad y una extensión inima' iité¡eofónico oinables hace veinte años. No puedo hablar del repertorio

. . Hablo con más fundamento sobre música poiular v iazz. Una sociedad, la Folkways, ha editado varios l.tr,.nirá. de discos de música folkló¡ica, algunos tan

Élári.o.

. imorobables como I-¿ Música esquimal de Alas"l<8ti.ot .t de la Bábia de Hudson, o Temur Dream Songs lrom ka Moío'yo, v cualquiera que pueda pagar el precio puede tenei uná colección sin parangón en ninguno de los archF vos muodiales de una ieneración at¡ás. Baste el ejemplo mi pa' ái uni rolu cantante: Crnthia Gooding,.que según y talento, mas de no¡teamerlcaDa recer es Ia lolksinger también la más ex¿itante, aun cuando no sea muy- cono' iida. ha editado, en los últimos años, un centenar de-can' cionLs. orovenientes de una docena de pueblos tradlcto.iere microsurcos. Hasta hace muy poco tiempo, "rt"s-'eri ,n-tL.Ur. que hubiese viajado por -todo el mundo,,intc' resado en este sector, se hub¡era Podldo conslderar olcnc so si hubiese logrado escuchar esa cantidad de cantos iáu.i¿riiár. a Io lá"reo de una entera y activa existencia"' En Culturte lo, tbi M¡llions, pá9. 126. 27. Irving Kristol: Table Talk, en Encoufllet, ocrubre, 1y)), oáps. 60-ó1. 28. [1.? if"itr""i¿n sisnificativa de la metamo¡fosis de la,culque. han sufrido ;;; ;;;i;;.";""ñ, es la transformaciónprinc¡Pio ese tlpo un En pequeño formato. de las revisras de publicaciones representaba una .p¡otesta tontra eI,gus' to v las autoridades literartas domlnantes t'ra el ven¡c1¡' inteÜ ;.;;.;;iot experimentales y esotéricos que sólo r.sáb"n un círculo de personas con -puntos. de vlst¡ comunes," abier¡o a la expresión persooal Y. sobre, todo, reb€lión i;;;;;;i; á. piqr.ao formato era-producto de la contra el purira;ismo. la actitud bien Pensante y 11^91n3lid"d de l" literatura norteamericana. En torno a 1910 la i"U.ll¿n ,"n¡" como símbolo Poet4': A lvlagaune ol Verse, de ll¿rriet Monroe, v 1he Masses, de Max I-astman lju' rente la década del veinte hubo más de cien pequeños pe.iáái."i. i" mavot Darte de ellos de efímera existencia, que

o rres años. Eran claramcote ex' anriburgueses, y se rcvelaban, con lucidez, con

no iba más allá de-los dos

o.riÁ."ir1"..

[r" lr, 54

aonuan.

ionci P]utocr,iticas y sexualcs .igentes cn'

tonces. Dichas publicaciones to(lavía eran impor¡antes oo¡que ofrccían un luAar a los escrito¡es nuevos. íCha'rles Allen, en un artículo aparecido e¡ la Setoanee Reuieu, ha demosrrado que sobre cien escritores norleamericanos que alcanzaron notoriedad después de 1914, ochenta v cinco óublicaron antes sus escritos en revisras de pequeñó formar'o). - A pesar de que se puede creer Io conrraiio, se publican i,9y .át_ ¡euislas de pequeño lormato que antes (más de 100). (Consultar Tbe In¡ernational Gaide to Literar.¡t ¿nd Art Periodrcals. Villie¡s Publication, Ltd., londres).'Pero hoy la mayor parte de esas revistas-tiene un carácie¡ académico y apa¡ecen baio los auspicios. po¡ lo común. de -modo facultades de literarura inglesa. De ese la maíoría de los artículos es de tipo-crítico y no creador y la ridacción es más instirucional que personal, También vale la pena scñalar orro tipo de désarrollo: por ejemplo, el fenó -periódico meno del pequeño conre.tldo én imí¡esa comercial, como es e[ caso de Tbe Paris Reuiew i Co¡t¿rt (en San Francisco), cada uno de los cuales, mediante una operación de promoción agresivamenre comercial, ha llegado a tener un tiraie de 10.000 eiemolaresr en secundo Iugar, el .desa_rrollo de los semanarioi y'perióáicos de" arte, que reflejan los nuevos gusros. v en ieicero. que alcuna. de las publicaciones mái exrremistas han siáo'acrivimente homosexuales (Tbe Ladder, The Mattacbine Reuieu) o frenéticamente áe¿¿, obsesionadas por las droeas v lai experiencias alucinarorias, concebidas' como el "únicá camino de la ¡ebeliót (Tbe Big Table, Kulcbs¡). Ya en 1960 podía adverrirse una nuéva politización del oensa. miento, en especial entre los esruáianres. que se iefleió en Ia aparición de nuevos periódicos de pequeño fo¡maio (New Unuersity Tbou¡bt, Studies on th; Letr. Nea po-

/itrcr) dedicados especiálmenre a Ia politica. Si se comparan las pequeñas ¡evisias de la década del veinte con las de Ia década del cincuenta, lo que llama la atcnción no son sólo las dife¡encias de rono vehe-uno meotemente rebelde; el otro, frío, crítico y desapegado-, sino también las diferencias de actirud i dc firñs. Lai publicaciones de la década del vcinte asumían actitudes y poses académicas antc la literaturu y La oida; las d,e la década del cincuenra acruaron en forma didáctica, dispuestas a colmar las lagunas que existieran en el conocimiento de sus lecto¡es.

29. La cultura occidental, desde los griegos en adelante, ha respetado siempre la distinción a la de arte y rabajo- entle artes creadoras y-paralela artes urilirarias. Incluso la Iglesia, a la cual le correspondía Ia tarea de ennobleccr las artesanías, accptó esa disrinción, quizá porque Ia cultura católica fue la cumbrc del periodo histórico cn que ocio y trabajo estuvie¡on absolutamente separados. La literatu¡a y la música, cn cuanto artcs contemplativas, 55

lr

han pertenecido siemprc a la cumbre de las artes; por Io generál se incluyen también la pintura y la escultura, cuya posición es ambigua de suyo: en partc, porque dichas artes servían para afia¡za¡ la auto¡idad religiosa; en parte, porque sus productos eran objetos cuya posesión podla contribuir

a exiltar la posición social de quienes los coleccionaban. En la Chiña tadicional sucede algo curioso: las grada-

ciones son algo distintas. A¡tes sublimes eran la poesía, la caligrafía y la pinmra, es deci¡, las altes cultivadas para deleite de los hombres cultos, que podían ser comprendidas sólo por ipuales. Las otras or sus iguales. ot¡as fo¡mas de expreotras exorcsión arrísrica --la escultura, los bronces, Ias ce¡ámicas dom&ticas y fúnebres- eran pa¡a los chinos expresiones artesanales. Véase Mario Prodan, Cbirese ázt, New York, 1958; páes. 24-26. 30. Meyer Schapiro: Style, en Antbropology Today Chicago 195), pás. 295. )1. H. Stuart Hughes: Mass Culture and Social Ctiticism, en Cultarc lot the Millions, o. c., pág. L4). )2. Lo que llama la atención en la historia de la sensibilidad demasiado descuidado- es que los poetas fran-secto¡ ceses del siglo xvr, cori la excepción nada desdeñable de Rabelais, acentúan las imágenes relacionadas con el olfato, el gusro o e[ oído, y parecen incapaces de pintar o hacer

zei una

)).

persona

o uñ

lugar, para que

el lector

t6

largas noche,s de invierno? ¿Se aburrían desesperadamente?

¿O quizá el aburrimiento ls una experienciá oue se h¿ desarrollado en la sociedad indusrriali Las observaciones personales _de Handlin nos hacen suponer que los histG riado¡es saben muy- poco sobre cómo- ocupaban las gentes

18.

pueda

contemplarlos como algo real. l¿ realidad se evoca más a través del sorido que de la uisión. Anselm L. Strauss: Symbolic ReV. R. Richard Vohl y'Urban presentation and the Milieu, American' lounal ot Sociologl ( marzo 1958); págs. 521-)2.

caráiter de este ensayo no nos permite extendernos Mi tesis sería la siguiente: el eclipse de la distancia entre uno mismo y la experiencia, como característica de lo moderno, es consecuencia de cambios en el ambiente social --en especial por el mayor cociente de interacción enme los individuos de la sociedad de masas-, y que tanto la crrltura de masas como la cultur¿ su¡rc'ior sán sensibles a esos impulsos, que existen baio la superficie, puesto que conviven en una misma cultura, aun cuando eso suceda a través de modos muy diferencia. dos. Dichos temas se raran con más profundidad en otro ensayo, aún inédltot Tbe Eclipse ol Distance. )5. Véase por ejemplo -el libro de Erich Gttkind, Our \( orkl lrom the .4i¡, New York 1952, y la exposición itinerante organizada por Bernard Rudofsky para el Museo de Arte Moderno de New York, setiembre, 1961. )6. El Times de New Yotk, por ejemplo, en el núme¡o del 10 de setiembre de 1961, informa acerca de un documental sobre [a vida ciudadana filmado en Nueva York; habla además de un film experimental, Guxs ol tbe Tt del "directo periodista cinematográfico de vanguardia )4.

17.

la Village Voice", lonas Mekas, con un balance total de 10.000 dólares de dos films de un orófueo vuposlavo v del ayudante de uno de los principales dÍrccioies iraliános y de.una co-media fantástica sobie la tolerancia racial, cuyo título es Wondrous Toy Como lo señala Paul Laza¡sféld, al comentar un ensavo de -ñpuhr Oscar Handlin sobre las diferencias .nt.e .t ait. '..rn^ del pasado y Ia cultura de masas contempo¡áneá-lo atenta lectura de ese escrÍto demuestra que oue él entiende por arte popular pudo haber teniáo sólo'un oaoel episódico en la vida de la gente. ¿Qué hacían eñ ias

)9.

El

más sobre e[ tema,

su tiempo, y por lo tanto las preguntaí se hansfórman en conjeturas". En Culture lot tb¿ o. c. oás. XII"[os ingleses incultos constiruyen^Íillions. una nación Lrütal . .. la brutalidad de maneras de la ilase baia se manifiesta en el pugilato, Ias peleas de osos, las riñás de eallos. en et gusto_ por las ejecuciones y en la facilidad cón qúe .ontemplan una riña en la calle, espectáculo deleita6le oara el inglés_ de rodas las clases". Emerson, Englisb irait, New York, 1876, pás. $. Edward Shils: Daydieams and Nighrmares; Reflections on the Criticism of Mass Cuhure, Tbe Seaanee Reuiew, LXV, N, 4 t957- págs. 586.608. paul F. La-oroño zarsfeld y Robert K. Merton, Miss Conimunications. popular Taste and Organized Social ActÍon. oor Líman Bryson, Tbe Commuiication ol ldeas, New Yo¡k. í9¿9. han formulado dicho problema anres invesrigación, disciplinada sobre

declinar de los stardards.

la

y han invocado

cuestión

del

lá presunto

Notes on National Cultural Policy, en Culture lor tbe Millions, o. c., págs. 148,54. 41. Il único ejemplo actual autéotico de vanguardía, es decir, de una serie de experimenros que alefen tanio a las masas como Ia aceptación de los bighbrows, se da en el campo musical. El estilo posr-schoenbergeano, Ia música ssrial y el e-xperimentalismo electrónico tñnen sus propios discípulos. Peto estd forma de vanguardia r. .r.act.iia por el hecho de que, en conrraste ón las anteriores for. mas.de música modetna (Saúe, Honegger, erc,), no esrá alrada con ninguna otra forma de rebelión general, sino que represenra) por el conrrario, una forma séria v difícil de experimentación tecnica, muy a¡dua de seeui¡ oa." quien no riene Ia preparación adecuada. Oueda"aún'oo¡ ver cuándo esas experiencias se convertirán en moda.'Es evidente que el expresionismo absrracto escandaloso ha llegado a su fin, y el próximo paso de la moda quizá se o¡iente hacia la música de vanguardia. 57

40.

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