Monografia Edad De Los Metales

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INTRODUCCION Edad de los Metales Período prehistórico, posterior a la Edad de Piedra y anterior a la Edad Antigua, que comprende tres grandes períodos: la Edad del Cobre, la Edad del Bronce y la Edad del Hierro, y se caracteriza por la utilización del metal en utensilios y armas. Es un período que comienza al finalizar la Edad de Piedra, en el año 6500 antes de Cristo, aproximadamente. Cuando se habla de Edad de los Metales se hace referencia al momento en que el hombre comienza a utilizar diferentes tipos de metales para construir y fabricar elementos y herramientas que se volverán claves en su evolución, como por ejemplo herramientas de agricultura, armas para la caza y la guerra, y utensilios para comer.

OBJETIVO GENERAL 

Conocer e informar

a nuestros compañeros acerca de la aparición y

utilización de los metales y tener una noción de las diversas herramientas que la humanidad ha utilizado para satisfacer sus necesidades.

Objetivos Específicos 

Saber la manera en qué hemos aprendido a usar nuevos materiales con el pasar de los años, en base a sus propiedades.



Exponer como el hombre en la antigüedad transformo estos metales en hornos de fundición.



Informar acerca de las primeras herramientas y armas de metal.

MARCO TEORICO EDAD DE LOS METALES

Edad de los metales Su fecha de aparición, duración y contexto varía dependiendo de la región estudiad. El periodo de la evolución tecnológica de la humanidad caracterizado por el desarrollo de la metalurgia; comienza antes del V milenio a. C. y acabaría en cada lugar con la entrada en la Historia, para buena parte de Europa en el I milenio a. C.

Características generales de la Edad de los Metales Se descubre la posibilidad de fundir y dar forma a los metales, con lo cual nace la metalurgia. El bronce y el hierro contribuyen al mejoramiento de las armas y las herramientas de trabajo, y por tanto comienzan a reemplazar a la piedra como material de construcción. El mejoramiento de los instrumentos de trabajo trae consigo el progreso de las técnicas de agricultura.

El hombre de la Edad de los Metales empieza a dedicarse firmemente a la minería. Se inventa la rueda. Aparición de la ruta de los metales. Eran los caminos que el hombre abría en busca de encontrar cobre y estaño para fabricar el bronce. Se inicia un gran intercambio comercial entre ciudades distantes, y este hecho provoca que el hombre desarrolle la navegación.

La Edad de los Metales se divide en tres fases principales, que se distinguen debido al tipo de metal que comienzan a manipular: cobre, bronce y hierro.

Este período de la prehistoria se definió primeramente como una transición entre el período Neolítico y la Edad del Bronce. Sin embargo, ya que se caracteriza por la utilización de un metal, a esta etapa suele unírsela directamente a la Edad del Bronce y se la separa de la Edad de Piedra. Edad de Cobre El cobre, junto con el oro y la plata, es de los primeros metales utilizados en la Prehistoria,7 tal vez porque, a veces, aparece en forma de pepitas de metal nativo. El objeto de cobre más antiguo conocido hasta el momento es un colgante oval procedente de Shanidar (Irán), que ha sido datado en niveles correspondientes al 9500 a. C., o sea, a principio del Neolítico8 Sin embargo, esta pieza es un caso aislado, ya que no es hasta 3000 años más tarde cuando las piezas de cobre martilleado en frío comienzan a ser habituales. En efecto, a partir del año 6500 a. C., en varios yacimientos se han encontrado piezas ornamentales y alfileres de cobre manufacturado a partir del martilleado en frío del metal nativo, tanto

en

los Montes

Zagros (Ali

Kosh en

Irán),

como

en

la

meseta

de Anatolia (Çatal Hüyük, Çayönü o Hacilar, en Turquía). Varios siglos después se descubrió que el cobre podía ser extraído de diversos minerales (malaquita, calcopirita, etc.), por medio de la fundición en hornos especiales, en los que se insuflaba oxígeno (soplando por largos tubos o con fuelles) para superar los 1000 °C de temperatura. El objeto de cobre fundido más antiguo que se conoce procede de los Montes Zagros, concretamente de Tal-i-Blis (Irán), y se data en el 4100 a. C., junto a él se hallaron hornos de fundición, crisoles e incluso moldes.

Fundición de cobre en murales funerarios egipcios. La técnica de fundición del cobre es relativamente sencilla, siempre que los minerales utilizados sean carbonatos de cobre extraídos de algún yacimiento metalífero; la clave está en que el horno alcance la temperatura adecuada, lo cual

se conseguía inyectando aire soplando o con fuelles a través de largas toberas. Este sistema se denomina «reducción del metal». Se mezclaba el mineral triturado, por ejemplo, malaquita (carbonato de cobre), con carbón de leña. Con el calor las impurezas van liberándose en forma de monóxido y dióxido de carbono, reduciendo el mineral a un cobre relativamente puro; al alcanzar los 1000 °C, el metal se licúa depositándose en la zona inferior del horno. Un orificio en el fondo del horno permite que el líquido candente fluya hacia el exterior, donde se recoge en moldes; parte de la escoria queda en el horno y las impurezas del mineral flotan en el metal fundido, por lo que es fácil eliminarlas con un utensilio llamado escoriador. Como el cobre podía volver a fundirse muchas veces, este solía convertirse en lingotes, a veces con una forma peculiar (como los del Mediterráneo oriental, que recuerdan al pellejo de un animal), para luego fabricar diversos objetos por fusión y colado en moldes. El cobre es muy maleable y dúctil, podía martillarse en frío o en caliente, con lo que se duplicaba su consistencia y dureza. En cualquier caso, resultaba imposible eliminar todas la impurezas del cobre, pero, mientras que algunas eran perjudiciales, como el bismuto, que lo hace quebradizo, otras eran beneficiosas, como el arsénico, que reduce la formación de burbujas en su fundición, pues impide la absorción de gases a través de los poros del molde, asegurando un producto de mejor calidad. El cobre con alto contenido natural en plomo es más blando, lo cual puede ser una ventaja para fabricar recipientes por medio del martilleo de una plancha en forma de disco, curvándola en forma cóncava, para elaborar calderos o cuencos; incluso podía ser repujado. Algunos metalurgistas consideran que estos cobres con impurezas beneficiosas son, en realidad, «bronces naturales». La técnica del cobre no tardó en difundirse por todo el Próximo Oriente, coincidiendo con el nacimiento de las primeras civilizaciones históricas de la zona, principalmente Sumeria y el Antiguo Egipto; pero muchos estudiosos consideran que pudo inventarse en fechas muy parecidas en otras partes del Viejo Mundo. Concretamente en Europa hay un avanzado núcleo calcolítico en los Balcanes que incluye ocasionalmente objetos de cobre fundido entre sus hallazgos del IV milenio

a. C. (cultura Gulmenita) y todo parece apuntar hacia una invención local. Durante el siguiente milenio y también con carácter autóctono, se detectan procesos metalúrgicos en poblados fortificados del sur de la península Ibérica, como Los Millares o Vila Nova de Sao Pedro.9 10 Estos primeros metales se difundieron por la Europa central y mediterránea durante el III milenio a. C., asociados al vaso campaniforme y a la cerámica cordada. Edad de Bronce El bronce es el resultado de la aleación de cobre y estaño en una proporción variable (en la actualidad se le añaden otros metales como el zinc o el plomo, creando los llamados bronces complejos). La cantidad de estaño podía variar desde un 3% en los llamados «bronces blandos», hasta un 25% en los llamados «bronces campaniles» (a mayor cantidad de estaño, más tenacidad, pero también menos maleabilidad): en la Prehistoria la cantidad media suele rondar el 10% de estaño. Se supone que fueron los egipcios los primeros en añadir estaño al cobre, al observar que este le daba mejores cualidades, como la dureza, un punto más bajo de fusión y la perdurabilidad (ya que el estaño no se oxida fácilmente con el aire y es resistente a la corrosión). Además el bronce es reciclable, pudiéndose fundir varias veces para obtener nuevos objetos de otros ya desechados. La técnica de trabajo del bronce es virtualmente idéntica a la del cobre, por lo que no vamos a incidir en ello (la única dificultad reside en exceder la temperatura adecuada, lo que podría provocar que el mineral se echase a perder por oxidación). A título de comparación se pueden confrontar el cobre puro, el cobre arsenical y el bronce (con un 10% de estaño) en la tabla de correspondencia que muestra la dureza relativa de los metales:

El empleo del bronce se inició en Mesopotamia.12 Coincidiendo con la transición del III milenio a.C. al II en el Próximo Oriente se implantó la aleación de bronce y se establecieron las bases de las primeras sociedades estatales complejas, que comenzaron a generar una gran demanda de estaño.4 Los metalúrgicos de estas

áreas, para satisfacer esta y la de otros metales preciosos, debieron de convertirse también en exploradores (a la búsqueda de minas) y comerciantes (que ofrecían sus productos a cambio de las preciadas materias primas).12 Los sumerios (y sus sucesores), por ejemplo, carecían por completo de minerales metálicos y se sospecha que los importaban de los montes Zagros (donde se había desarrollado el imperio Elamita, con capital en Susa) y del Cáucaso (donde abundan la malaquita y la casiterita).

Los antiguos egipcios obtenían la mayor parte del cobre de las minas de Timna, en Aravá, junto al desierto del Néguev, aunque sus relaciones comerciales se extendieron por algunas regiones africanas y por todo el Egeo, penetrando en Europa (piezas de procedencia egipcia aparecen por todo este continente evidenciando algún tipo de intercambio).

Los habitantes de Siria, Palestina, Anatolia y el Egeo dirigieron sus expediciones hacia Europa, remontando el Danubio en busca del estaño de Bohemia y Hungría; o bordeando el Mediterráneo hasta el sur de la península Ibérica, donde obtuvieron el cobre argárico. Es posible que siguieran por el Atlántico hasta alcanzar las islas Británicas, en busca del cobre y el estaño de Cornualles y el oro de Irlanda. Así, en el segundo milenio antes de nuestra era, casi toda Europa entró en la Edad del Bronce. El bronce europeo se caracteriza, en un principio, por una gran varidad de culturas, algunas de las cuales comparten denominadores comunes, como la construcción de túmulos funerarios. Sería muy tedioso citarlas todas, pero cabría destacar, en Europa central, los complejos tecnológicos de Unetice, de los Túmulos y de los Campos de Urnas, que, a pesar de sus evidentes diferencias, parecen compartir cierta continuidad cultural. También habría que mencionar la ibérica de El Argar y todas aquéllas que se desarrollaron en la cornisa atlántica, cuya idiosincrasia pervivió hasta épocas históricas.

Edad de Hierro La edad de hierro es el periodo en el que el hombre descubre y populariza el uso del hierro como material para la fabricación de herramientas y armas para el uso cotidiano que además tuvo ciertos cambios la utilización de herramientas de metal para la agricultura y los estilos artísticos y culturales, en este periodo el hombre deja de vivir en grupos nómadas para establecer civilizaciones además de que en este periodo se descubren las minas y se crean rutas marítimas. El hierro es el cuarto elemento más abundante en la corteza terrestre,17 sin embargo, su utilización práctica comenzó 7000 años más tarde que el cobre y 2500 años después del bronce. Este retraso no se debe al desconocimiento de este metal, puesto que los antiguos conocían el hierro y lo consideraban más valioso que cualquier otra joya, pero se trataba de «hierro meteórico», es decir, procedente de meteoritos. El hierro meteórico era conocido tanto en Eurasia como en América (descrito más adelante). Aunque durante milenios no hubo tecnología para trabajar minerales ferrosos, en el III milenio a. C. parece que algunos lo consiguieron: en las ruinas arqueológicas de Alaça Hüyük (Anatolia) aparecieron varias piezas de hierro artificial, entre ellas un alfiler, una especie de cuchilla y una espléndida daga con la empuñadura de oro. En el segundo milenio destacan un hacha de combate descubierta en Ugarit y, de nuevo, una daga con la hoja de hierro y una exquisita empuñadura de oro, que formaba parte del ajuar funerario de la tumba de Tutankamón. Las materias primas de estos primeros herreros debieron ser minerales como el hematites, limonita o magnetita, casi todos óxidos de hierro que ya eran utilizados para otros fines en la Prehistoria, por ejemplo para ayudar a eliminar impurezas de la fundición del cobre o como colorantes. De hecho se sospecha que en los hornos de fundición de cobre y bronce pudieron generarse pequeños residuos de hierro casi puro, a partir de los cuales comenzaría el conocimiento de la verdadera siderurgia. Hay antiguos hallazgos de hierro fundido por el hombre desde Siria a Azerbaiyán. Pero ninguno revela cómo fueron obtenidos ni las técnicas usadas.

No se conservan ruinas de talleres, ni herrerías, por lo que se ignora de dónde proceden estos objetos, o dónde «se inventaron».

Por textos escritos en tablillas cuneiformes se sabe que los Hititas fueron los primeros en controlar e, incluso, monopolizar los productos de hierro fabricados a mediados del 2º milenio. Enviaban sus objetos a los egipcios, sirios, asirios, fenicios... Pero su producción nunca fue abundante. De hecho, muchos de los envíos eran regalos con finalidad diplomática, pues el hierro era diez veces más valioso que el oro y cuarenta veces más costoso que la plata.18 Cuando el Imperio Hitita fue destruido por los Pueblos del mar, hacia el 1200 a. C., los herreros se dispersaron por Oriente Medio, difundiendo su tecnología: de este modo comienza la Edad del Hierro en el Próximo Oriente. FABRICACION DE HIERRO Fabricar hierro seguía un procedimiento muy distinto al del cobre y el bronce (para empezar el metal no se licuaba), primero porque había que conseguir hornos con gran capacidad calórica: el mineral machacado debía estar totalmente rodeado de carbón de leña (que se consumía en enormes cantidades) y numerosos fuelles que, a través de toberas, insuflaban oxígeno continuamente. El mineral debía ser precalentado en un horno y por medio de golpes se eliminaban algunas impurezas; luego se llevaba al estado incandescente, en un segundo horno, hasta obtener una masa denominada hierro esponjoso, altamente impuro, por lo que volvía a ser golpeado en caliente para refinarlo. Después de un largo y repetitivo proceso de martilleo y calentamiento, evitando que el hierro se enfriase, se obtenía una barra forjada, bastante pura, resistente y maleable. Para las armas y ciertas herramientas, el hierro se templaba enfriándolo bruscamente en agua, lo que provocaba cambios de la estructura molecular y una mejor absorción de carbono. Los testimonios más antiguos del proceso de templado del hierro candente se han hallado en Chipre y datan de 1100 a. C.19 Evidentemente, las instalaciones y herramientas de los herreros eran muy diferentes a las de los

broncistas. El bronce siguió siendo un metal esencial para las antiguas culturas, sirviendo en campos diferentes en los que no se podía o no se sabía aplicar la tecnología del hierro. Recreación de una antigua forja. El hierro es más abundante que el cobre y, por supuesto, que el estaño y, una vez dominada la técnica, más barato que el bronce. Cuando los hititas desaparecieron y sus artesanos se dispersaron, la producción de este metal aumentó considerablemente en todo el Próximo Oriente y los centros siderúrgicos se extendieron hasta el Egeo, Egipto e incluso Italia por el oeste; hacia Siria y Mesopotamia por el sur, hacia Armenia y el Cáucaso por el norte, y hacia las grandes civilizaciones asiáticas por el este. EUROPA Europea comienza poco antes del año 800 a. C. y está protagonizada por pueblos, en su mayoría belicosos, que habitaban poblados fuertemente protegidos por murallas y otros sistemas defensivos. Aunque el hierro fue profusamente empleado para herramientas agrícolas y artesanales, aumentando la productividad y el nivel cultural del continente. Los artesanos de la edad del Hierro europea conocían el hierro carburado: las placas de metal se trabajaban al rojo vivo, pero sin licuar, calentándolas entre carbón de leña para que absorbiese el carbono desprendido en la combustión. También desarrollaron el laminado, alternando láminas superpuestas de hierro con más carbono, y que eran más duras, con otras que tenían menos, y eran más maleables, hasta formar un haz que era forjado a unos 200º C, cuando el metal adquiría un color amarillo claro. El calentamiento y martilleo continuo iba eliminando las impurezas y mejorando la calidad del metal hasta que acababa por crear una hoja compacta y muy resistente, al estar compuesto de láminas virtualmente soldadas, microscópicas y de cualidades físicas complementarias. Los europeos también supieron adornar ricamente sus joyas metálicas y sus armas, aprendiendo a engarzar empuñaduras de madera,

hueso, marfil y, mejor aún, la técnica del nielado, incrustando barnices o finos hilos de plata formando complicadas filigranas.

ESPADA BIMETÁLICA JIAN DE LA ÉPOCA DE LOS REINOS COMBATIENTES (SIGLO IV A. C.). Las armas más apreciadas eran las espadas, que eran forjadas y laminadas con aleaciones más duras para el filo y más maleables para la vena central. Las espadas de hoja recta y doble filo eran llamadas jian (propias de la nobleza guerrera, pues eran muy caras y difíciles de manejar), y las de hoja curva y filo simple se denominaban dao (más baratas y versátiles, se popularizaron entre los guerreros menos pudientes). La efectividad de la aleación otorgó a las «espadas Jian» un enorme prestigio, en tanto que los «sables dao» eran muy populares, por lo que tardaron en ser desbancados por las armas de hierro. A pesar de que los chinos tardaron en adaptarse a la mecánica de la fabricación del hierro, cuando la aceptaron lograron avances impensables. Por ejemplo, se ha podido constatar que en el siglo V a. C., no sólo comienzan a ser habituales las armas de hierro (como la espada jian descubierta en Ch'ang Sha), sino que uno de los muchos estados que se inscribe en el periodo de las Primaveras y Otoños, llamado Wu (a orillas del Yangzi) descubrió la fundición del hierro: los artesanos de Wu construyeron hornos que superaban los 1350 °C (es decir, auténticos altos hornos), en los que el hierro se fundía hasta licuarse. No obstante, el producto obtenido, llamado arrabio, tenía tal cantidad de carbono (cerca del 5%, a veces, incluso más), que resultaba demasiado quebradizo para ser útil, por lo que después era necesario descarburizarlo, para ello era sometido a altas temperaturas en hornos abiertos que liberaban los gases en forma de óxidos de carbono: así se obtenía un hierro fundido maleable y funcional. A partir del siglo III a. C. la técnica se difundió hacia el norte de modo que en la etapa siguiente, la de los Reinos Combatientes, los objetos de hierro son comunes, y no sólo se conocen minas datadas en esa fase, sino que en Hebei aparecieron numerosas

tumbas de guerreros con armas de hierro, unas forjado y otras fundido, junto a piezas ornamentales de bronce (lo cierto es que el bronce siguió siendo preferido por la élite, especialmente para objetos ceremoniales como calderos o campanas rituales).

AMÉRICA En América, se desarrolló la metalurgia del oro, la plata, el cobre y el bronce; pero, en ningún caso, esta tecnología incidió decisivamente en las economías precolombinas. Las pepitas de cobre nativo se conocían desde antiguo en varias regiones de América, por ejemplo en la región de los Grandes Lagos, donde abundaban los yacimientos de cobre nativo, desde el 4000 a. C. los pueblos locales acostumbraban a golpearlas hasta darles forma de punta de flecha, aunque nunca llegaron a descubrir la fusión.

Las primeras pruebas encontradas hasta ahora de la metalurgia del cobre corresponden a los inicios del I milenio a. C., en los altiplanos boliviano y peruano. También se efectuaron aleaciones de este metal con plata y oro a partir del 500 a.C. en las actuales Colombia y Perú. Sólo a partir de la fase Chimú se comenzó a usar el cobre arsenicado. El metal casi siempre sirvió para fabricar objetos rituales o de prestigio, siendo pocos los artefactos utilitarios encontrados.8

En los Andes, el punto de partida de este desarrollo tecnológico son las láminas de oro nativo asociadas a martillos y yunques de piedra pulimentada descubiertos en el departamento de Apurímac, concretamente en Huayhuaca, datados en el 1800 a. C. Sin embargo, la primera gran cultura metalúrgica del continente fue la de Chavín de Huantar, que, desde, al menos el 800 a. C. elaboraba objetos de oro en forma de placas martilleadas y repujadas. Incluso llegó a unir varias placas para formar estatuillas de chapa de oro.

Más tarde, en torno al siglo IV a. C. la cultura Moche incorporó la plata y el cobre ya refinado a partir de la malaquita y otros carbonatos cupríferos; la metalurgia se enriqueció notablemente con nuevas técnicas, como el repujado en caliente. la incrustación de gemas y, en especial el baño de plata y el baño de oro: el baño de plata consistía en sumergir un objeto de cobre en una solución de plata pulverizada y sales corrosivas, el cobre reaccionaba ionizándose y absorbiendo parte de la plata, posteriormente se calentaba el objeto para mejorar la adherencia y se bruñía para darle brillo. El baño de oro consistía en calentar un objeto de cobre con polvo de oro hasta su oxidación, esta implicaba la absorción del polvo de oro, pero después era necesario retirar la capa externa, oxidada, por medio de ácido, para que el oro saliese a la superficie, después se bruñía, también. Un excelente ejemplo de las capacidades metalúrgicas mochicas son las más de 400 joyas halladas en la tumba del Señor de Sipán. Hay noticias, asimismo, de que los mochicas usaban, a menudo, para utensilios prácticos, un cobre con un fuerte contenido en arsénico.

CONCLUSIÓN Podríamos concluir

que La Edad de los Metales es una de las grandes etapas

tecnológicas durante el cual el hombre empezó a fabricar objetos de metal fundido. La existencia de metalurgia es indispensable para establecer la adscripción de una cultura arqueológica, ya que los metales nativos eran trabajados por martilleado desde las fases iniciales del Neolítico. Comenzaría con las primeras evidencias de fundición del cobre, que son del VI milenio a. C. (en Anatolia y los montes Zagros) y acabaría con la entrada en la Historia de cada región (en Europa sería durante el I milenio a. C. En Mesopotamia y el Egiptocoincide ya con el desarrollo de la escritura y por tanto la metalurgia allí es plenamente histórica.

Bibliografía



Hoernes, Moritz,.Prehistoria: la edad de bronce, tomo II/ Moritz Hoernes, Friedrich Behn; traducido por Luis Pericot.



Hoernes, Moritz,.Prehistoria: la edad de hierro, tomo III/ Moritz Hoernes, Friedrich Behn; traducido por Luis Pericot.



Historia del arte oriental. La evolución de la humanidad. Síntesis colectiva dirigida por Henri Berr.

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