Star Wars Prophecy

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LOS CABALLEROS DE LA ANTIGUA REPÚBLICA Mi tío me dijo una vez que la fuerza es intensa en mi familia. Su padre la tenía, él la tenía, su hermana la tenía y yo, la tengo. A él se lo dijo su maestro, Obi Wan. Antes, cuando aún había un consejo jedi y la orden era reconocida por toda la galaxia, se educaba a los padawan en la fuerza desde la infancia. Se hacía despertar en ellos un poder latente que de otro modo nunca hubieran conocido. Y, sobre todo, se les enseñaba a reconocer el lado oscuro de la fuerza, una camino vedado a cualquier jedi. Yoda, quizás el más sabio del consejo, sabía bien que ese camino no conduce a ninguna parte. Decía que la furia descontrolada esa una vana apariencia de poder, una fuerza que se volvía contra uno mismo corrompiendo hasta la misma voluntad del que por tales senderos se aventuraba. Tal vez por eso los sith se cambiaban de nombre al adoptar su credo, en alguna forma de muerte y resurrección. La fuerza siempre ha estado dividida, en el lado de la luz la calma imperturbable, el equilibrio interno, la sabiduría. La intensidad de los sentimientos, desatados, el impulso, el instinto en el lado oscuro. En el reverso tenebroso de esa sola y única fuerza que mana a través de todas las cosas. Y dos maneras opuestas de comprenderla, de conocerla y fluir con ella. Una guerra librada a través de la galaxia que el lado oscuro siempre ha pretendido someter y dominar. El consejo jedi sabía perfectamente que mientras quedara un sólo seguidor del lado oscuro, mientras el credo sith no desapareciera de la galaxia, jamás habría paz. La religión sith se extendería como una enfermedad, lenta pero inexorable, por los corazones y las mentes de los jedis más ingenuos o desprevenidos. Por eso era tan importante educarles en la fuerza desde pequeños. Aún así, el peligro de la tentación jamás se extinguiría salvo que la fuerza y sus usos cayeran en el más absoluto de los olvidos. Tal vez, creía Yoda, a eso se refería el primer maestro cuando predijo que el equilibrio de la fuerza llegaría de un jedi. Yoda no daba demasiado crédito a las viejas leyendas, él también había visto el futuro a través de la fuerza y sabía que se mostraba ladino y confuso, en forma de apariencia sesgada y escurridiza. Como el reverso tenebroso, podría inducir al error incluso a los jedis más poderosos si no estaban lo suficientemente prevenidos. Sin embargo aquellas leyendas eran conocidas por todos los padawan ya que formaban parte del propio descubrimiento y conocimiento de la fuerza. Qui-Gon Jinn, uno de los muchos aprendices de Yoda, se mostró profundamente impresionado por aquella historia desde el mismo momento en que le fue relatada. Nunca dejó de tenerla presente con el paso de los años y era un motivo de preocupación entre los miembros del consejo, algunos opinaban que su fe sin reservas en aquellas viejas palabras eran la puerta de entrada al sendero oscuro. Siempre estuvo muy interesado en todo lo concerniente al primer maestro Dan Yel, al modo en que la fuerza le fue revelada, y acerca de la profecía con la que advirtió a sus padawan antes de desaparecer para fundirse en uno con la fuerza. Estudió hasta el más mínimo detalle de las viejas leyendas sobre el despertar y de hecho era, incluso por encima de los ancianos sabios del consejo, el mayor conocedor de aquellos asuntos. A pesar de ello, o más bien precisamente por eso, el consejo se mostró muy reacio a dar su instrucción por terminada y confiarle la responsabilidad, como a todo maestro, de tomar un padawan a su cuidado. Qui-Gon no dejó nunca de perseverar en sus intereses por los orígenes últimos de la religión jedi y simplemente se armó de paciencia, respetando las reservas del consejo, pero sin ceder un ápice ante las peticiones de dejar los misterios antiguos en su lugar. El todavía aprendiz aventajaba ya a numeroso maestros y el consejo tendría que aceptar los hechos, tarde o temprano. Veía en la actitud de los miembros del consejo un sutil temor arropado bajo el manto de la tranquilidad.

Al maestro Widow le entristecía especialmente aquella situación. Tenían una edad similar y había aprendido los caminos de la fuerza juntos, conocía de primera mano la diligencia de Qui-Gon y aunque tal vez el uso del sable láser no fuera su mayor virtud, el profundo conocimiento de la fuerza que mostraba le hacía a su juicio merecedor, ya no del rango de maestro, si no de un asiento en el consejo. Le hubiera ofrecido el que ocupaba él mismo, pero eso no hubiera cambiado en nada la venerable prevención del resto de los miembros. Sin embargo sí que pudo convencer a Yoda y a otros para que se le permitiera transmitir sus impresionantes conocimientos. Así fue como Obi Wan se convirtió en su padawan y, como no podía ser de otra manera, Obi Wan terminó por conocer casi tan bien como su maestro todas aquellas antiguas leyendas en torno a la profecía del que traería el equilibrio a la fuerza, algo que ocupaba un lugar mucho más secundario, casi inexistente, en la conversación de otros maestros. Tal vez Yoda tuviera razón, pensaba Obi Wan, y después de todo el único equilibrio posible se asentaba en el olvido. Y así la fuerza encontraría un profundo sueño hasta, quizás, volver en algún momento y lugar a despertar de nuevo. Al fin y al cabo nadie lo sabía con certeza y la fe de su maestro Qui-Gon resultaba casi anecdótica frente a la opinión del resto de maestros, incluido el consejo. Aún así Obi Wan ni quiso ni supo olvidarse de ello cuando tomó a mi tío Luke como aprendiz. Por supuesto no lo explicaba con la misma convicción y reposada vehemencia con la que QuiGon lo hacía, simplemente pronunciaba las palabras, con la vista perdida en una distancia inexistente, mientras rememoraba la desaparición de su maestro ante aquellos mismo ojos, sin que él pudiera hacer nada. En cierto modo, le debía aquellas palabras, a pesar de todos los problemas que habían traído. Aquel que traerá el equilibrio a la fuerza. Y suspiraba con un breve lamento por todo lo que se había perdido. El consejo, los maestros, los padawan. Todo. Tal vez nunca se le debió permitir a Qui-Gon tomar a un segundo padawan. Aunque por lo general sin éxito, acompañaba cada misión que le asignaba el consejo de su incansable búsqueda del místico elegido que debería traernos el equilibrio a todos. Lo que trajo, sin embargo, fue algo muy distinto. También Obi Wan tomó a Anakin, el padre de mi tío Luke, como aprendiz, tras la desaparición de Qui-Gon. Y tampoco fue capaz de conducir su enorme potencial. Qui-Gon, cuyos sentidos estaban especialmente despiertos en sutilezas que otros jedis ignoraban, lo reconoció de inmediato. Por entonces Anakin sólo era un niño pero la fuerza ya era sumamente intensa en él. Cuando lo presentó ante el consejo muchos vieron como sus reservas ante la fijación de Qui-Gon se justificaban, pero ninguno pudo ignorar la intensidad con la que la fuerza fluía en aquel niño. Finalmente la influencia de Widow y Yoda en los demás miembros del consejo permitió que el joven fuera adiestrado por Qui-Gon, mientras Obi Wan a su vez se convertía en maestro. Widow pagó eso decisión con la vida. Yoda, con el exilio. Los jedis desaparecieron casi por completo de la galaxia. Todos permanecieron ciegos mientras el lado oscuro iba socavando poco a poco los cimientos que tanto había costado construir. La traición del canciller Palpatine, ya convertido en Darth Sidious, transformó a la república en imperio engañando a un senado que posteriormente disolvió. La derrota de su discípulo ante Obi Wan no supuso cambio alguno para el destino de la galaxia y se cobró también la vida del incauto Qui-Gon. Hubo un momento en que todo pudo cambiar, una sola decisión que determinó el destino de todos. La caída de Anakin en el lado oscuro. Sí, era un jedi, pero, ¿acaso era ese el equilibrio que el elegido iba a traer a la fuerza? ¿el de la paz absoluta de la muerte? Tal vez fue mejor que Qui-Gon no viviera para verlo. Obi Wan tuvo que cargar con el fracaso de ambos a la espalda, un

peso del que jamás se desprendió hasta el final de sus días y que se revelaba en su mirada profunda. O eso contaba el tío Luke. Anakin pudo escoger, Widow se estaba enfrentando con éxito a Darth Sidious, ya desenmascarado,, conteniendo su vasto poder oscuro con su sable láser, pero fue la mano de Anakin la que determinó el destino de la galaxia haciendo rodar la cabeza de Widow. Anakin terminó seducido por las falsas promesas de Darth Sidious, de un conocimiento de la fuerza superior a través del reverso tenebroso con el cual poder devolver incluso la vida arrebatada de un cuerpo inerte. Su amor secreto con Padme, su posterior embarazo y enfermedad inexplicable, fue el pequeño empujón que le faltaba para caer en las tentaciones del lado oscuro de la fuerza. En consejo tenía buenos motivos para no permitir a los jedis tener pareja o descendencia. Los sentimientos se tornaban incontrolables para cualquiera. Y Anakin, ya desde niño, se había mostrado voluble en muchos aspectos, como si la fuerza que albergaba no pudiera ser contenida sólamente en el lado de la luz. Qui-Gon lo advirtió desde el principio y conocía el peligro. Obi Wan vio como su primer padawan se le escapaba por un camino del que no supo hacerle volver, si es que alguna vez hubo una oportunidad. Cruzaron palabras. Después sus sables. No había razones que pudieran sacar a Anakin de su furia y desesperación. El consejo no emparejó a Obi Wan con Qui-Gon sin un buen motivo ni por casualidad. Las aptitudes de Obi Wan con el sable láser eran, ya entonces, ampliamente superiores a las de sus compañeros. Eso sumado a que desde el lado oscuro, todo queda empañado por el sentimiento y supeditado al impulso, fue suficiente para derrotar a un Anakin fuera de sí. La duda que carcomía la conciencia de Obi Wan era si, de haber dado el golpe de gracia a un Anakin ya abatido, podría haber variado el curso de los acontecimientos. Darth Sidious hubiera encontrado seguramente otro aprendiz. Pero lo cierto es que no fue capaz. Se dio media vuelta mientras Anakin agonizaba, devorado lentamente por un cauce de lava. Pero eso, lejos de ser el final, fue el principio del nuevo discípulo del emperador: Darth Vader. Mutilado y recompuesto, más máquina que hombre y separado de su amada no cesó de recorrer la galaxia en busca de venganza. Padme murió en el parto y Vader pudo saberlo a través de la fuerza. Sin embargo, antes de morir, dio a luz a dos mellizos: mi tío Luke y mi madre, Leia. Obi Wan los separó y ocultó lejos de la mano de Darth Vader. Consultó con Yoda. En toda la galaxia sólo quedaban dos jedi y dos sith, la profecía, convertida ahora en pesadilla, parecía estar más cerca que nunca de cumplirse. Salvo por dos pequeños recién nacidos que crecieron sin tener ninguna idea del papel crucial que se les reservaba en el destino de la galaxia. Es el lado oscuro el que busca siempre la confrontación, el enfrentamiento, el dominio. Yoda sabía que, de aceptar tal desafío, se arriesgaban a la completa extinción de la orden jedi de la galaxia, ya en aquel momento reducida a cenizas. Vader acabó con todos y cada uno de ellos, maestros y padawan, ancianos y niños. Tal fue el poder que alcanzó mediante tan desproporcionado odio, sólo a la sombra del conocimiento del reverso tenebroso del emperador. Yoda y Obi Wan estaban solos ante la responsabilidad de preservar un culto milenario que representaba la única alternativa de la galaxia para escapar del fastuoso poder del emperador. Yoda ya fracasó una vez antes Sidious, cuando todavía había una oportunidad. El lado luminoso dotó a Yoda de una gran longevidad pero se encaminaba ya hacia el ocaso de su vida. En cambio los años para el emperador parecían tan sólo acrecentar su maldad. Tampoco Obi Wan se hallaba en condiciones de medirse con el conocimiento del reverso tenebroso de Darth Sidious. Tal vez ni siquiera pudiera prevalecer de nuevo ante la inmensa

cólera de Vader. No quedó lugar para la esperanza más que en los dos hermanos, pero el riesgo de adiestrarlos era excesivo. Los vínculos de sangre de Vader le hubieran guiado a través de la fuerza hacia ellos. Tampoco era posible buscar algún otro aprendiz con un vínculo innato con la fuerza, el imperio estaba en cada sistema y en cada puerto estelar, consagrado a la operación de busca y captura de los dos últimos jedis. Consagrado al exterminio. Crearon una estación de combate con el poder de destruir planetas enteros para estrechar cada vez más el cerco a su presa. El mero hecho de sobrevivir un día más, ocultos, mientras los hijos de Vader crecían, era el mayor éxito al que podían aspirar. Si aquello era el equilibrio, pensaba Obi Wan, ojalá su maestro nunca le hubiera hablado de ello. Todo estaba perdido. Yoda se exilió a un lejano e inhóspito planeta sin más esperanza que la de ver terminar sus días. Obi Wan se convirtió en un viejo ermitaño, en las montañas de un desolado mundo, en el que la familia con la que dejó al chico tenía su granja, alejados de cualquier núcleo urbano. Confió la chica al senador Organa, en el más populoso planeta de todos los sistemas, cuyos magníficos rascacielos cubrían la práctica totalidad de su superficie. Dos estrategias completamente opuestas para garantizar que por lo menos una de ellas tuviera éxito: Ocultarle su hijos a Vader, evitar que fueran arrastrados como él al lado oscuro o que fueran simplemente asesinados. El sable de Vader ya había cortado cabezas que se elevaban muy poco del suelo. Evitar por lo tanto que la galaxia sucumbiera ante el reinado de terror del emperador o, por lo menos, que pudiera haber una nueva esperanza para la luz.

UNA NUEVA ESPERANZA La orden jedi había desaparecido y cada vez menos comprendían qué había sucedido. El imperio se encargaba de que todos los relacionados con la orden, ya caída en desgracia, fueran perseguidos y ejecutados. Desaparecieron de la galaxia junto a su confesión milenaria en un periodo muy breve de tiempo, y con ellos la mayor parte de sus aliados. No pudieron en la inmensidad del espacio poner coto a todos los focos de rebelión que se levantaron. La rebelión trataba de combatir, en una guerra de guerrillas por toda la galaxia, la tiranía del imperio, que planeaba convertir planetas en polvo en su loca búsqueda. Corrió el rumor de que se estaba construyendo una estación espacial del tamaño de un pequeño satélite con la tecnología para destruir planetas de un sólo disparo y nadie sabía cual podría ser la siguiente víctima de la locura del emperador. Toda la galaxia estaba en peligro. Y mucha gente no sabía ni siquiera porqué. tal vez fuera debido a la suma discreción de los jedi. No era frecuente ver el resplandor de un sable láser, para los que lo veían de cerca era la última imagen que se llevaban de este mundo y para los que lo veían de lejos apenas un colorido resplandor fugaz. En un instante todo había terminado. Su fama les precedía pero no hacía menos inescrutables sus secretos. Se acusó a los jedis de traición y desaparecieron, eso fue todo. Después vino la persecución y algunas voces se alzaban. Cuando corrió el rumor de la estrella de la muerte la rebelión empezó a convertirse en un potente músculo que, si bien no podía enfrentar abiertamente el poder del imperio, si que estaba dispuesta a combatirlo hasta derrocar al emperador. Mi madre, Leia, tomó una parte muy activa en esa rebelión y siendo perseguida por Vader recurrió a quien su padrastro, el senador Organa, le había recomendado para situaciones de extrema necesidad: Obi Wan Kenobi En su busca pudo enviar a dos robots que contenían los planos de la estación de combate antes

de ser capturada. Los robots acabaron en propiedad de la familia adoptiva de Luke, no por casualidad, sino porque por aquellos parajes no había muchos lugares más en los que terminar. Fue de este modo como Luke conoció a Obi Wan que sintió como, tal vez, el momento había llegado. Le explicó a Luke la verdad, desde cierto punto de vista: Su padre fue un gran piloto y un jedi que cayó frente a Darth Vader. También Luke quería ser piloto y quería escapar de aquel lugar perdido pero no dio mucho crédito a las historias del viejo Ben Kenobi. Fue, paradójicamente, la persecución por parte del imperio de esos dos droides la que provocó la muerte de la familia de Luke y que se viera empujado a seguir con Obi Wan los caminos de la fuerza. De otra manera, nunca le hubiera hecho caso. El viejo Kenobi no era ajeno a las sutilezas de la fuerza, tal vez la profecía no estaba ya en su epílogo y aún tenía más capítulos por escribir. Fue tratando de salir de aquel agujero como toparon con Han, mi padre. El flamante Han Solo, pirata, contrabandista y deudor incorregible. Ya estaba con Chewie, seguro que esos dos metros largos recubiertos de pelo son eficaces ahuyentando acreedores. El funcionamiento errático de su vieja nave, el halcón milenario, les puso a todos en manos de Vader. Milenario es por los años que tiene. Obi Wan sabía que tenía también una cuenta pendiente que saldar. Han y Luke pudieron rescatar a Leia mientras Obi Wan facilitaba la huida a la vez que se volvía a ver las caras con Vader. Pero aquello no era una cara. La máscara cubría todo el rostro y cabeza ocultando lo que pudiera quedar de hombre en aquella máquina de matar. Obi Wan apenas había vuelto a ver el sable láser hasta que le entregó a Luke el que fuera de Anakin. Pero, del mismo modo que su maestro, había desarrollado otros caminos de la fuerza que, lejos de la inmortalidad, le había procurado no abandonar del todo la vida. Cruzaron la luz de sus sables pero no fue un combate. Cruzaron unas últimas palabras pero ya no quedaba alma en aquella máquina. Obi Wan bajó la cabeza, la guardia y se dispuso a reunirse con su fe en la fuerza. La venganza de Darth Vader, tan largamente esperada, fue un golpe de la luz contra el aire. Había desaparecido ante sus ojos, simplemente Obi Wan Kenobi ya no estaba. Sin morir. Sin sufrir. El odio de Vader no hacía más que crecer. Nunca llegó en realidad a ser maestro, el maestro era Obi Wan. Y el seguía siendo el aprendiz. Luke, Han y Leia pudieron escapar y la rebelión pudo hacerse por fin con los planos de la estrella de la muerte por los que tantos agentes bothan dieron su vida. Luke, cuya facilidad para pilotar era la misma que la de su padre, lideró el ataque que acabó con el sueño del emperador de reducir planetas a cenizas. Pero Vader pudo escapar y el emperador no estaba allí. La restauración del equilibrio en la fuerza, si tal cosa es posible, aún parecía lejana.

EL IMPERIO CONTRAATACA El imperio seguía peinando la galaxia en busca de los rebeldes y estos moviendo sus bases de aquí para allá cuando los sabuesos imperiales se acercaban demasiado a su rastro. El duro golpe inflingido con la destrucción de la estrella de la muerte resonó por toda la galaxia, así como la ira del emperador. También los gritos de Han Solo cuando la hiper velocidad de su pedazo de chatarra más querido volvió a fallar, poniéndolos en un aprieto. Pero Han era un hombre de recursos así que se las ingeniaron para escapar sin ella, aunque se vieron obligados a hacer un alto en el camino para repararla. Por su parte, Luke, siguiendo el consejo que Obi Wan le brinda a través de la fuerza decide ir al encuentro de Yoda. Aún ha de convertirse en un jedi. Hay muchas palabras para describir a los jedi. Lo usual era verlos como caballeros de una orden que mantenían una confesión, para la mayoría una extraña religión antigua. Pero lo que los jedi son ante todo es una fe. Literalmente.

Fe en que el camino de la luz es el verdadero camino hacia la fuerza. Fe en que la paz de espíritu es más poderosa que la ira. Fe en que la calma vence al odio y no al revés. Fe. Y eso es lo que le enseñó Yoda a Luke, su último padawan, como lo hizo con tantos antes que él, antes de que el mundo se convirtiera en un pantano lóbrego en el que esconderse. Pero también le enseñó algo aún más importante, si cabe. Algo que todo jedi debe conocer: el portal hacia el lado oscuro. Donde nace el miedo, la destrucción y la cólera. El camino sin retorno que ningún jedi debe tomar jamás. No es fácil controlar los sentimientos ni limitar los apegos que los generan. Dejar que la fuerza fluya ante el dolor y la pérdida. Yoda lo sabía bien, lo vio muchas veces en sus largos años de maestro. Por eso los jedi eran separados de sus familias tan temprano, por eso eran tan austeros, por eso no formaban familias. De lo contrario, las fuerzas que empujaban desmedidas hacia el reverso tenebroso hacían imposible cualquier equilibrio interno, a pesar del adiestramiento. Yoda vio en Luke lo contrario que Obi Wan, donde el viejo Kenobi quiso ver una esperanza, el más viejo Yoda sólo vio sus peores presagios consumados. Era imposible que aquello saliera bien, el muchacho sería seducido por Vader y el emperador en el reverso tenebroso de la fuerza. Lo más prudente sería no entrenarle. Pero con Obi Wan desaparecido y él viendo pasar sus últimos días, las cosas no se podían poner mucho peor. Yoda podía sentir a Obi Wan incluso tras su desaparición, tal era la comunión entre ambos. Sentía como le señalaba que el muchacho que tenía delante era su última esperanza y replicaba a su vez que aún quedaba otra. Nunca lo hubiera hecho en otras circunstancias, pero tomó a Luke como padawan. Y cediendo ante la petición de Obi Wan recordó como el consejo cedió ante su maestro, Qui-Gon Jinn. Permitiéndole adiestrar a Anakin, ahora convertido en el terrible Darth Vader. ¿Puede un error, otro error corregir? Difícil de decir es. El futuro se le mostraba a Yoda tan lúgubre como el pantano junto al que vivía. Sin Obi Wan la profecía del olvido estaba un poco más cerca de cumplirse. O quizás Qui-Gon, después de todo, pudiera tener de algún modo razón. ¿Sería un jedi el que trajera el equilibrio a la fuerza? ¿No era acaso Darth Vader un lord sith? A él ya no le quedaba mucho tiempo. Los viejos, a los que le queda poco tiempo, pasean despacio, y los jóvenes, que tienen una vida por delante, siempre andan con prisas. Así, la vida, es. Y Luke, aún siendo demasiado mayor para un adiestramiento correcto, era aún muy joven. Si ya tenía prisa por terminar su adiestramiento, cuando supo que Han y Leia se hallaban en peligro no hubo manera de convencerle para que se quedara. Imposible adiestrar a un jedi así. Nunca debe quedar la instrucción incompleta. Ni siquiera un jedi experimentado podría encontrar un rival fácil en Vader. El lado oscuro induce al error, sí, pero también confiere poder. Así le advirtió Yoda de lo que realmente se iba a encontrar en la ciudad de las nubes, donde se hallaban retenidos sus amigos y, finalmente, le dejó marchar. Pero le dio antes un último aviso: ella es tu hermana. El destino de la galaxia se iba a decidir en una pequeña explotación de gas en mitad de las nubes que impedían a Yoda vislumbrar con claridad el futuro. La línea de sangre que debería traer el equilibrio a la fuerza. Claro que Luke no lo sabía, no podría ayudarle en modo alguno. Quizá estuviera todo perdido ya. Luke sabía que tras la falsa señal de auxilio le estaría aguardando el responsable de la muerte de su padre. La galaxia se jugaba su suerte con un jedi de farol en la propiedad de un consumado tahúr, que mantenía una explotación ilegal al margen del imperio, al que Han le ganó el halcón milenario en una mano de poker. Siempre hay alguien que hace trampas mejor que uno. Eso debió pensar Lando cuando vio a su vieja nave aproximarse lentamente a la plataforma de aterrizaje, tras la autorización correspondiente. No tuvo mucha opción, Vader y sus hombres llegaron antes y esperaban con él al halcón. Por lo menos había conseguido de lord Vader la

garantía de que podría continuar con su fructífero negocio sin ninguna molesta supervisión. No siempre se gana, viejo amigo, no siempre se gana. Además recuperaría el halcón milenario, y un cazarrecompensas cobraría una bonita suma por entregar a Han a uno de sus acreedores. No se puede tener todo. Y Lando acertó en todo: siempre hay alguien que hace trampas mejor que uno, no siempre se gana y no se puede tener todo. Lo primero que cambió Vader del trato fue lo referente a la custodia de Leia, se la llevaría con él. Han terminó congelado en carbonita, lo utilizaron como conejillo de indias para probar con seguridad el sistema con el que pretendían inmovilizar a Luke, si no hubiera otra forma de reducirlo. Y para acabar lord Vader le sugirió que rezara por que no cambiara nada más del trato, ya que sería una pena tener que dejar una guarnición allí. Bien. Lando también sabía jugar con trampas. Luke Skywalker aún tenía que llegar a la ciudad de las nubes. La prueba de fuego para Luke iba a llegar mucho antes de lo conveniente. La presencia de Darth Vader es imponente. Su capa, su casco y su máscara no dejan un sólo centímetro de piel a la vista. Se diría que no es humano. Pero Luke, al contrario que Obi Wan, si que percibe en él un atisbo de humanidad, de la persona que él no sabe que fue, antes de caer en el lado oscuro. Es un combate desigual, Luke planta cara pero apenas tiene oportunidad. El conocimiento de Vader del reverso tenebroso de la fuerza es muy superior a sus incompletas habilidades. Vader estrecha el cerco sobre él, mecánicamente, hasta por fin acorralarlo contra el vacío de las nubes. Luke no acepta la oferta de rendición, no caminará el sendero oscuro junto al hombre que mató a su padre, jamás. Yoda le previno bien. Se sabe derrotado, desarmado de la mano con la que blandir el arma. Yoda tenía razón. Vader le concede una última oportunidad de redimirse junto a él en el lado oscuro: Luke, yo soy tu padre. Yoda no dijo nada de eso. La llamada del reverso tenebroso de la fuerza es ya insoportable, Luke no quiere aceptarlo pero lo sabe, lo siente. Recuerda como vio desaparecer a Obi Wan bajo el resplandor rojo del sable luz de Vader. Recuerda la decepción en los ojos de Yoda mientras montaba en su nave rumbo a lo que está siendo su final. No, no les puede fallar. Pero, ¿por qué no le dijeron que Vader era su padre? ¿Por qué? Vader no va a cometer el error que Obi Wan cometió con él y finalmente le costó la vida. Luke aguanta encaramado a una estructura sobre el vacío, Darth Vader se aproxima para asestar el gope final y... Luke, se deja caer. La caída parece no tener final. Su sable láser y su mano derecha ya no están con él. En su caída topa con una pared que le dirige hacia un conducto de extracción sin dejar nunca de bajar y termina por fin enzarzado en algún tipo de antena en la parte más baja del exterior de la ciudad de las nubes, agarrado con su única mano. Leia sintió algo que no había sentido nunca aún. Ella, Chewbacca y los droides han consiguieron escapar de las tropas del imperio en el halcón milenario. Lando, que propició la huida, tomó los mandos de su vieja nave, no sin alguna pequeña diferencia de opiniones con Chewie. Todavía no habían escapado del todo de las garras de Vader y Leia sentía una imperiosa necesidad de volver. Con Chewbacca al lado no le costó demasiado convencer a Lando de dar media vuelta para encontrar a Luke desvalido, azotado por el viento y sangrando, agarrado con una sola mano en la parte más baja de la ciudad de las nubes. Y Luke Skywalker caminó unos pasos por cielo para caer sobre la cubierta de la vieja nave. Y el halcón milenario volvía a entrar, esta vez sí, en el hiper espacio.

EL RETORNO DEL JEDI Según Obi Wan, no quedaba nada de humano en Vader. Luke si pudo sentirlo. En eso pensaba mientras un droide de la enfermería le daba los últimos ajustes a su mano biónica. Ahora él también tendría algo de máquina. No cedió ante la propuesta de Vader de unirse al reverso

tenebroso, pero le brindó una lección que jamás podría olvidar. Su entrenamiento no estaba completo, pero su enfrentamiento prematuro con Darth Vader había sido en todos los sentidos revelador. Fue un gran fracaso, sin duda, pero podría haber sido mucho peor, podría haber sido su final, el de Leia ¿y Han? Congelado en un bloque de carbonita como parte de la decoración del palacio de Jabba el Hutt. Tenían trabajo que hacer, a fin de cuentas nada podría ser peor que enfrentarse con Darth Vader. La religión jedi es una doctrina de no violencia y no agresión. Quizás por eso sorprenda la efectividad de sus practicantes a la hora de ejercerla. Tal vez es porque no les gusta nada tener que hacerlo y por eso terminan todo tan rápido. La única vez que Luke vio a Obi Wan utilizar de verdad el sable láser, todo lo que alcanzó a ver fue un resplandor azul brillante y un brazo humeante, aún aferrado a un blaster, en el suelo. Un combate con un lord sith era algo muy distinto. La iniciativa siempre era del lado oscuro y un jedi reconducía esa energía hacia su contrincante desde su equilibrio interno. Eso, o perdía una mano. No, Luke no era todavía un jedi. En aquel momento no disponía ni de sable láser y aún tenía una promesa que cumplir con su maestro. También necesitaba alguna respuestas. Jabba el Hutt formaba parte de una mafia local de contrabandistas en el planeta donde creció Luke, al margen del imperio y de los rebeldes, independientes sin escrúpulos que no tienen por costumbre decir no a una buena suma. En cualquier caso no disponían de muchos medios para sacar a Han de su jaula de piedra pero Chewbacca estuvo muy convicente invitando a Lando a colaborar para expiar su traición. A Jabba le gustaba darse bastante pompa y llamaba palacio a una fortaleza en mitad del desierto custodiada por unos cuantos mercenarios locales. Un pequeño ejército con algunas naves. Luke iba a necesitar un nuevo sable de luz y algo de ayuda. Sin embargo, como buen jedi, intentaría primero apelar a la buena voluntad del gran Jabba. Podrían agasajarle con un bonito regalo, cuál mejor que dos droides con experiencia en misiones delicadas que conocen el terreno. Pero el mal nunca duerme. El emperador retoma su empeño de eliminar planetas con posibles bases rebeldes y los trabajos de una nueva estación espacial ya están en marcha. Cuando Jabba escucha el mensaje de Luke que le ofrecen los droides, estalla en carcajadas. No es el tono adulador y reverencial de Luke lo que le mueve a la risa si no que se presente como caballero jedi. No se ve a un jedi en toda la galaxia desde muchos años. Además se le pide que libere a esa rata escurridiza que es Han Solo. Si todos los contrabandistas desaparecieran con su carga como Han el negocio no iría bien. Han Solo está bien donde está para que todos los que tengan audiencia con Jabba vean lo que les sucede si no cumplen su parte del trato. Sin excusas. Además, le encanta tener a Han congelado en carbonita, es la única manera en que ha podido verlo callado. Sin embargo los droides pueden ser útiles en su corte, rechaza la propuesta de intercambio pero conservando para sí el obsequio. El mensaje termina con una advertencia que Jabba toma por amenaza, se siente insultado. ¿Un jedi? Debe ser una broma. No, las cosas le van bastante mejor sin los jedi, mientras el imperio y los rebeldes estén enzarzados entre ellos los negocios irán bien. Últimamente está en racha, ha capturado por fin al escurridizo Solo, un estafador le regala dos androides y han apresado también al socio de Solo, Chewbacca. Demasiada buena suerte, tal vez. Al caer la noche en palacio de Jabba todo es silencio y oscuridad. Jabba está tan gordo que descansa de pie, junto a su bailarina favorita, atada por el cuello con una cadena. Cuando se canse de ella la arrojará a una de sus bestias por la mera diversión de ver como la despedaza. Los extravagantes y diversos seres de su corte yacen dormidos y borrachos en las proximidades del harén del sultán del los Hutt. El mercenario que ha capturado a Chewbacca se acerca al bajorrelieve de Han Solo en un bloque junto a la pared, activa un mecanismo electrónico y la carbonita rápidamente se deshace, dejando caer a Han cegado y aturdido contra el suelo. Es Leia. El amor no tiene límites, pero el mal nunca descansa. Se oye una carcajada siniestra desde el fondo de la sala. Todos ríen tras ella. Al parecer el plan no ha salido tan bien.

Si Leia no vuelve quiere decir que tendrá que ser por las malas, Jabba ha tenido dos oportunidades, no tendrá una tercera. Luke se abre paso hasta la sala de audiencias de Jabba, la fuerza tuerce la voluntad de las mentes débiles. Pero al parecer Jabba, a pesar de las apariencias, no entra dentro de esa categoría. Si las palabras no bastan tendrá que hablar el sable luz, sólo un paso hacia delante y... Bajo los pies de Luke se abre la trampilla en la que acaban las bailarinas desechadas. En el foso un monstruo de unos diez metros aguarda tras una compuerta mientras la corte observa a través del suelo enrejado el espectáculo. En la caída, Luke se separa de su sable. Tu sable luz es tu vida le repetía Obi Wan del mismo modo que se lo había repetido antes a Anakin. A pesar de todo se las ingenia para que la misma compuerta que libera a la bestia la aplaste en su caída. Han, Leia, Luke, Chewie, vuelven a estar juntos. Pero en una celda. Lo malo no es que falle el plan A y que falle el plan B, lo malo es no tener un plan C. Jabba encuentra placer en ver como unos seres destrozan a otros, además de en las bailarinas y en la comida, y el sí que tiene un plan para estos casos: Los arroja a un agujero enorme en el desierto que nos es más que la boca de un gigante esófago dentado conocido como el gran Sharlack. Aún están los droides, acompañando a la corte que sigue a Jabba allá donde va. Lando sigue infiltrado como soldado de la guardia y Leia está ahora junto a Jabba con un atuendo escueto y una cadena que la retiene por el cuello. Han está aún medio ciego y Luke es aún medio jedi. Y Chewbacca se tira de los pelos. Las cosas difícilmente podrían estar peor, Luke ya está en el trampolín de una barcaza flotante a escasos metros de amasijo de dientes afilados y pliegues carnosos. Jabba le da opción de suplicar por su vida, a lo que Luke responde reiterando su advertencia. Lleva las manos esposadas, como el resto. Un soldado le golpea con su arma para que avance. Llega hasta el filo, y salta. Todos están mirando ya al fondo del esófago para recrearse en los matices de su digestión pero antes de caer Luke agarra la pasarela con ambas manos. Uno de los droides lanza en una parábola sobre la barcaza el sable luz recuperado del palacio. Luke se impulsa con las manos para realizar un salto imposible, cogiendo al vuelo su sable, y situándose con su nuevo arma tras los guardias de la barcaza. Uno, dos, tres... Los guardias caen por la borda desmembrados por un resplandor verde, Sharlack recibirá más de lo esperado. Al final Jabba termina estrangulado con la misma cadena que sujetaba a Leia y su séquito destruido, tal como lo advirtió Luke dos veces. No hubo una tercera. Han está sano y salvo y Luke tiene una promesa que cumplir así que parte de nuevo al encuentro de Yoda, cada vez más debilitado por su extrema longevidad. Luke quiso confirmar, en palabras de Yoda, que la afirmación de Vader y sus sensaciones eran correctas. El tiempo de Yoda se acaba. Lamenta con profundo pesar la impulsividad de Luke, aún queda una esperanza pero todo podría haberse perdido. Le confirma a Luke las palabras de Vader y le informa de que su adiestramiento ya se ha completado, a falta de una última lección: debe enfrentarse y derrotar a Darth Vader. Yoda se arropa en su pequeña cama con la manta y cierra los ojos, ya no los volverá a abrir. Obi Wan se lo ha llevado con él. Ya todos juntos de nuevo, con la rebelión, planean otro golpe contra los planes del emperador. Al parecer la nueva estrella de la muerte aún está en fase de construcción y no operativa. Para proteger la debilidad estructural que terminó con la anterior, se la ha dotado de un blindaje que se genera desde una luna vecina. Antes de intentar cualquier ataque directo, habrá que desactivar el blindaje. Han se ofrece para liderar la misión y todos se suman al equipo. Toda la flota rebelde se moviliza para borrar de la galaxia el tiránico sueño del emperador. El plan rebelde depende del éxito en la misión de comando de Han, si el escudo deflector sigue operativo no se podrá llevar acabo el ataque. Luke se da cuenta del error que ha cometido al formar parte de su equipo, Vader se encuentra el luna en la que se sitúa el generador del escudo que deben neutralizar. Lo siente a través de la fuerza, sin lugar a dudas. Y Vader, por lo tanto, también. Está poniendo en peligro la misión y a la flota rebelde.

Tras algunos tropiezos con los nativos Luke se separa del grupo, decide que lo mejor es entregarse, solo, para no entorpecer la misión. Vader le está esperando para conducirle ante su maestro Darth Sidious, el emperador. Luke no quiere enfrentarse a Vader, y no sólo por su formidable poder, que hace el resultado del enfrentamiento incierto. Es su padre y ha podido percibir la parte humana que queda en él y a Obi Wan le pasó desapercibida. Cree que tal vez pueda devolver a Vader al lado de la luz, convenciéndole de que renuncie al poder del lado oscuro. Vader, del mismo modo, ve en Luke a un poderoso aliado y tratará de arrastrarlo al reverso tenebroso de la fuerza. El emperador lo tiene previsto. Desde el lado oscuro el futuro se muestra mucho más nítido que en la difusa percepción de Yoda, mucho más nítido de lo que es. El emperador está aguardando la llegada de Luke en la nueva estrella de la muerte, supervisando en persona las últimas fases de su construcción. Sabe que los rebeldes intentarán de nuevo neutralizar su estación de combate y, aprovechando que conoce los movimientos de su adversario, ha dispuesto un plan que terminará de una vez por todas con los últimos jedis y la rebelión de un solo golpe. La paz de Luke en esos momentos es absoluta. Tal vez por estar junto al que, ya sabe, fue su padre. Y convencido de que ha de ser capaz de hacerlo renunciar al lado oscuro y rescatar lo poco que quede de humanidad en él. Sabe que es posible, que sus sensaciones no le engañan, aunque ni Yoda ni Obi Wan compartan sus esperanzas. Quizás al final se haya convertido en un jedi. El emperador, en cambio, no tiene nada de máquina y menos aún de humanidad. En su rostro, aún las cicatrices perennes como resultado de su enfrentamiento con el maestro Widow, del que escapó en el último momento gracias al que ahora es su discípulo. Ni siquiera usa ya sable. Su viaje por el sendero oscuro le ha revelado poderes inmensamente superiores. El sable luz que tiene sobre el reposa brazos de su trono es el de Luke. Vader se presenta ante el emperador custodiando a Luke, todo se va cumpliendo según sus designios. El destino de la galaxia es el lado oscuro. Ha llegado el momento de tomar un nuevo aprendiz al que mostrarle el implacable poder del reverso tenebroso de la fuerza. Se unirá o será destruido, no hay más opción. Luke está en equilibrio, nada puede perturbar su ánimo. Sabe quién fue su padre, sabe quien es él y conoce la profecía. Pero no debería subestimar la maligna astucia del emperador. La misión de Han en el generador del escudo se dirige hacia una emboscada. La flota rebelde quedará a merced del fuego de los superdestructores y será aniquilada. No habrá más resistencia, el equilibrio de la fuerza se halla en el lado oscuro y la profecía será cumplida. Luke piensa en su hermana, en Han... Él ha de evitarlo. Pero un jedi nunca iniciaría una confrontación. La mirada del emperador le escruta, sabe que está percibiendo su conflicto. Lo que antes en Luke era calma y equilibrio se está convirtiendo en ira. El emperador le invita a tomar su arma y completar su viaje hacia el lado oscuro. Vader contempla la escena imperturbable, sabe que no hay otro camino y que los poderes del emperador son la prueba de ello. El emperador ríe siniestramente: conoce el futuro. El sable láser viaja como una flecha desde el trono del emperador hacia la mano biónica de Luke, despliega un haz verdoso y describe un arco hacia la cabeza del emperador. La mano que blande el arma ya no es la de un jedi. Antes de que la luz del sable láser alcance su objetivo, un destello rojizo frena su trayectoria. El emperador se muestra satisfecho. El muchacho camina hacia el lado oscuro pero Vader no va a permitir que nadie ocupe su lugar. La ira de ambos estalla en choques eléctricos de sus sables. Luke está ya muy lejos de la luz y siente que la cólera que crece en su interior aumenta exponencialmente la intensidad de la fuerza que fluye en él. Vader se ve superado. El láser verde golpea con fuerza demoledora una y otra vez su sable, obligándole a bajar la guardia, y en la última embestida le secciona la mano que lo sujeta. La venganza se ha consumado, la fuerza es intensa en el lado oscuro. Darth Vader yace, por primera vez, abatido y derrotado en el suelo. El emperador se complace. Invita a Luke a que

termine con Vader y complete junto a él su viaje hacia el reverso tenebroso de la fuerza, como hizo su padre antes que él. El destino de la galaxia está decidido. Han y Leia, junto al resto del comando, han caído en la emboscada preparada por el emperador. Las fuerzas que protegen el generador del escudo son muy superiores a las esperadas y no están en condiciones de enfrentarlas. Tampoco tienen medio de comunicar con la flota rebelde, que se encamina ahora a un ataque suicida que supondrá el final de la rebelión. Y así hubiera sido de no haber tropezado con los pequeños seres que tanto importunaron su misión en los primeros momentos. Al parecer los nativos, después de que un droide les ponga al día de los últimos acontecimientos, están más que dispuestos a combatir al imperio con todas sus fuerzas. Si embargo la misión evoluciona con retraso, la flota rebelde ya ha saltado del hiperespacio a una posición de ataque sobre la estrella de la muerte. Lando, a los mandos del halcón milenario está entre ellos. Sabe perfectamente que su vida y la del resto está en manos de su viejo amigo Han Solo. Y justo por eso, no se fía en absoluto. Pero aún mantiene cierta fe. La luz verde para abordar el ataque empieza a retrasarse pero la aproximación a su objetivo continúa, ya fuera del hiper espacio. Luke está lleno de odio. Tiene a sus pies a un desarmado Darth Vader. Medita un instante la propuesta del emperador, tomar el lugar de su padre. Mira a la inexpresiva máscara de Vader que deja oír su dificultada respiración. Le recuerda que queda una parte humana de él, del que algún día fue su padre. Obi Wan se equivocaba y tenía razón. El que está en el suelo no es su padre. Su padre fue Anakin Skywalker, un caballero jedi que luchó por la república. Lo que tiene a los pies son los restos de quien su padre fuera un día, su padre murió a manos de Darth Vader. Pero no murió del todo, Luke ve con total claridad como algo de su padre aún vive entre el amasijo de cables y engranajes que forman ese cuerpo mecánico. La ira de Luke está desatada por todo su cuerpo y su mente no se halla en condiciones de contenerla. La visión del emperador es clara. No se vuelve del lado oscuro. El brazo de Luke le impulsa a asestar el golpe de gracia al asesino de su padre. Recuerda la mano mecánica bajo el guante que sujeta su sable. La ve por un momento como la parte que le falta a Vader para terminar de ser sólamente una máquina. La mano que hay bajo el guante no es suya, es de Darth Vader y está a punto de terminar lo que empezó: el asesinato de su padre. El resplandor verde desaparece, Luke deja caer la empuñadura de su sable de luz, que rueda por el suelo. Jamás. Él es un caballero jedi, como su padre antes que él. La calma vuelve al rostro de Luke, no hay ira u odio en él. Parece que se hayan trasladado toda a las facciones desencajas del emperador. Tal como predijo Yoda, se ha convertido en un jedi. El emperador se levanta del trono y camina lentamente hacia Luke, ambos desarmados. Ya no necesita del sable láser como cuando se enfrentó a Yoda, forzando su exilio. Esta vez no dejará escapar a su oponente con vida. Sonríe. Sabe que su poder es ampliamente superior incluso al de Luke en la ira. Levanta ambos brazos en dirección a Luke, dejando ver las manos bajo la túnica. La fuerza fluye por él a través del reverso tenebroso y se materializa en relámpagos que escapan violentamente de sus dedos. Pobre infeliz, sólo ahora lo comprende. Sus escasas habilidades no se pueden comparar con el poder del lado oscuro. Ya es demasiado tarde, será destruido. Un millón de cuchillas cortan desde dentro el cuerpo y la mente de Luke. La maldad del emperador es absoluta y su poder atroz. Un dolor inconmensurable recorre su ser con cada nueva descarga de energía oscura que lanzan las huesudas manos del emperador. Está viendo su final. Llama con su dolor a lo que queda de hombre en Vader. Darth Vader ha conocido por fin la derrota. A manos de la ira de un jedi. Estaba equivocado. Su camino hacia el lado oscuro junto a Darth Sidious no devolvió la vida a Padme y apenas alcanzó para preservar algo de humano en él. Esa pequeña parte que se estaba revolviendo ahora con el

dolor de su hijo, al que iba a ver morir ante sus ojos, a manos de quien le engañó para destruir a la orden jedi. Por una vez, a la luz del sufrimiento de Luke, fue capaz de ver que toda su vida había sido un completo error. Darth Sidious prescindirá de él, no hay lealtad en el lado oscuro. Su vida había terminado, por los menos como Darth Vader. Como Anakin, aún tenía algo que hacer. La flota rebelde ha tenido que abortar su ataque, el escudo deflector aún seguía activo y han tenido que emprender una maniobra evasiva, lo que les ha puesto a tiro de de varios superdestructores imperiales que han tomado posición repentinamente saltando desde el hiper espacio. Es una trampa. Además, la estrella de la muerte, en aparente estado de construcción, tiene ya plena capacidad operativa y castiga con su potencia de fuego a las naves de mando de la flota rebelde. La información con la que elaboraron todo el plan les ha sido deliberadamente facilitada. A pesar de todo reciben luz verde del equipo de Han que finalmente ha conseguido sobreponerse a los imprevistos y con la ayuda de los nativos han podido completar su misión. El escudo ha caído. Los pilotos de la rebelión no van a tener mejor oportunidad para destruir la estación de combate y con ella al emperador. La misión, con grandes dificultades, sigue adelante. Darth Vader ha muerto. El que se levanta del suelo es Anakin Skywalker. El emperador tiene acorralado a Luke junto a un gigantesco conducto que atraviesa varios niveles de la estación. Más abajo, el vacío del espacio, como resultado de la buscada imagen de fase de construcción. Luke recuerda su enfrentamiento con Vader en la ciudad de las nubes, donde perdió la mano. No le iba a servir de mucho haber prevalecido ante él. El emperador le iba azotando con intermitentes impulsos de energía, jugando con su presa antes de dar el zarpazo definitivo, tratando de extraer de ella el máximo sufrimiento y alimentándose de su dolor. Luke está ya casi inconsciente y el emperador prepara lo que ha de ser una descarga mortal y definitiva. Pero el futuro no es sólo lo que tenemos por delante. También es lo que tenemos por detrás y no vemos. Yoda lo sabía bien. ¿Puede alguien ver el futuro en la fuerza más allá de sus días? ¿Es el equilibrio de la fuerza el lado oscuro? Tal vez la oscuridad que Darth Sidious vio en el futuro era otra. La máquina que sostiene el corazón de Anakin Skywalker ha agarrado por las caderas el frágil cuerpo del emperador y lo levanta sobre su cabeza. La descarga mortal preparada para Luke se va transmitiendo ahora al cuerpo mecánico de Anakin, que a pesar de ello sigue funcionando. Arroja al emperador al vacío, aún lanzando mortales relámpagos de luz desde sus dedos, que cae a la insondable negrura del espacio. Ha completado su viaje hacia el lado oscuro. Anakin cae sobre su rodilla y rueda por el suelo. El emperador ha arrastrado su vida con él en su caída, no le queda mucho tiempo. Luke se recupera. Sabía que estaba en lo cierto. Yoda y Obi Wan se equivocaban. Los vínculos de sangre son intensos en la fuerza. Anakin quiere ver por una vez a su hijo con sus propios ojos antes de morir. Le pide que le retire la máscara que lo mantiene con vida. Sabe que ya está muerto. Tras la máscara, el rostro de Anakin Skywalker, caballero jedi que luchó junto a la orden en la guerras clon con la república. Tras unos instantes la vida se apaga en sus ojos. El ataque rebelde contra la estrella de la muerte se ha llevado a cabo con éxito y ya está en marcha la reacción en cadena que esparcirá sus pedazos por el espacio. Luke carga con el cuerpo de su padre en busca de un transporte que le saque de allí antes de que sea demasiado tarde. Le dará un entierro según las costumbres de la orden, en el fuego, como el caballero jedi que fue antes que él.

LOS CABALLEROS DE REN

Qui-Gon Jinn, al conocer a Anakin, pensó que podría tratarse del elegido. Que traería el equilibrio a la fuerza y que, de alguna manera, finalizaría la milenaria batalla entre los credos jedi y sith, entre las dos maneras opuestas de comprender los caminos de la fuerza. Lo que trajo, en cambio, fue algo muy distinto. La práctica extinción de los jedis en la galaxia y la aparente desaparición de los sith. Luke recordaba las historias de Obi Wan sobre el consejo, de cuando los jedis eran los guardianes de la paz y la justicia en la galaxia. Una galaxia que, a pesar de la caída del emperador, permanecía sumida en el dominio del imperio. Poco a poco la rebelión fue liberando sistemas y se convirtió en resistencia .El imperio fue perdiendo apoyos hasta quedar reducido a un núcleo duro: la primera orden. La rebelión que fue originada por el fin de la república ya era una guerra abierta entre dos bandos. La amenaza imperial se fue reduciendo a los sistemas que formaban parte del frente de batalla y en la retaguardia hubo ocasión para vivir con algo más de tranquilidad, la guerra iba a durar muchos años. Han y Leia tuvieron dos hijos. Mellizos. Luke aprovechaba cada misión para buscar en los sistemas a nuevos portadores innatos de la fuerza y poner así la primera piedra de la nueva orden. Si no conseguía transmitir sus conocimientos, morirían con él. Tal vez la forma de interpretar la profecía de Yoda, la del olvido, fuera la correcta. Pero si de él dependía los conocimientos de los jedi, serían transmitidos de nuevo. Decidió vivir sin pareja y no formar familia, según las antiguas costumbres en las que Obi Wan fue educado. Sus búsquedas se mostraron es su mayor parte infructuosas pero aún quedaba esperanza. Leia, por su parte, ya se había encargado de darle continuidad al linaje del que Qui-Gon creyó el elegido. El origen se pierde en el mismo Anakin. Cuando Qui-Gon preguntó a la madre de Anakin sobre el padre del niño, no pudo ofrecer ninguna explicación para su embarazo y posterior alumbramiento. Así se lo contó Obi Wan a Luke y así nos lo contó el tío Luke a mi hermano Ben y a mí. Desde muy pequeños la mayor parte de nuestra educación quedó a su cuidado, algo que le supuso no pocas discusiones con nuestros padres. Al final el tío Luke se salió con la suya. De todas formas Han acababa desapareciendo siempre para esquivar acreedores varios y su relación con Leia, mi madre, no iba a durar demasiado. Mi hermano y yo fuimos por lo tanto separados desde mucho antes de tener uso de razón. Luke, como buen jedi, sabía muy bien lo peligrosos que los afectos pueden ser. Vader y el emperador ya no estaban, el imperio se encontraba ya camino de la decadencia, pero la galaxia aún era un lugar peligroso para los jedi y sus aliados. Desde que el tío Luke se hizo cargo de nuestra educación, abandonó por completo su papel como piloto en la resistencia. Leia, liberada de sus obligaciones como madre, se implicó aún más si cabe en la lucha contra el decadente imperio y más tarde contra la primera orden. Han siguió haciendo lo que verdaderamente se le daba bien, viajando por los puertos de la galaxia, sorteando algunos problemas para meterse en otros. Luke repartía su tiempo entre mi hermano y yo así que, siempre estaba ausente en algún lugar. Tal como estaba planeada, no era de por sí una situación fácil, pero se iba a poner peor, mucho peor. Cuando todo se fue al traste yo era muy pequeña, ni siquiera podía recordar sus caras. El imperio, descabezado, sufrió una serie de luchas intestinas por el poder. Una de las facciones más radicales, la primera orden, terminó haciéndose con el control de la mermada pero aún imponente armada imperial. El breve periodo de desorden entre las filas del imperio llegaba a su fin y con él, el pequeño respiro que permitió a la rebelión convertirse en una resistencia bien asentada. Luke subestimó en mucho la astucia y la ambición del emperador. Su poder llegó a estar tan lejos del que un día enfrentara el maestro Widow que no conocía más temor que el que generaba su presencia. Al final sería ese exceso de confianza el que le costaría la vida. Pero, mucho antes de eso, había tomado, por lo menos, otro aprendiz además de Vader.

El sueño del emperador no se limitaba a una estación de combate con la que eliminar planetas y exterminar a los jedi. Muy al contrario, lo que pretendía era convertir al credo sith en la forma de orden de la galaxia. Y esa era su interpretación de la profecía y el negro futuro que se le había mostrado a través del reverso tenebroso de la fuerza. Cualquier aprendiz demasiado ambicioso sería fácilmente destruido si no por él mismo o sus otros discípulos, por el terror tecnológico que estaba construyendo. No habría donde huir u ocultarse, el control sería absoluto. Y sus discípulos serían los dedos de una mano que se cerraba en forma de puño sobre la galaxia. Y sería el miedo a su desproporcionado poder, en la fuerza y en la técnica, garantía absoluta de sumisión. El miedo preservaría el orden en el imperio. Un imperio del miedo. El emperador había previsto el reinado del lado oscuro más allá aún de su pretendida inmortalidad. El eterno equilibrio. Y vio en Luke el cumplimiento de su negra profecía. Se equivocaba. Pero su desmedida ambición aún tendría que ser largamente combatida. Tras su caída, Snoke se reveló como discípulo del lado oscuro y ocupó, aniquilando cualquier oposición interna, el lugar de su maestro. La muerte era la respuesta para todo aquel que osara cuestionar su posición como líder supremo y absoluto. Cuando la existencia de Darth Snoke fue revelada, el breve periodo de relativa calma finalizó abruptamente. La persecución para encontrar y eliminar a Luke se reactivó con aún mayor intensidad. Era demasiado peligroso continuar nuestro adiestramiento o sencillamente permanecer a su lado. La misión de Luke de refundar la orden jedi, al resguardo de una incipiente nueva república, iba a encontrar serias complicaciones. El hecho de viajar de un sistema a otro empezó a resultar complicado hasta para Han. Las fuerzas de lo que antes fuera el imperio estaban volcadas en la caza del último jedi. Como resultado de ello yo acabé al cuidado de un chatarrero en un sistema del borde exterior donde la primera orden tenía una presencia menos asfixiante. Han, mi padre, no andaba demasiado lejos, pero siempre manteniendo una distancia prudente. Era la única forma de alejarme del peligro. Allí pasé toda mi infancia sin conocer ni recordar a más familia que al dueño del negocio de piezas usadas que me pagaba por los artefactos recuperados de las grandes naves estrelladas en el desierto, como resultado de la guerra. Has de esperar a tu familia, era todo lo que decía, algún día volverán a por ti. Cuando murió el negocio de reciclaje cambió de manos y yo ya había aprendido a buscarme la vida en los enormes esqueletos metálicos de los destructores. Las raciones nunca volvieron a ser tan abundantes y yo contaba los días esperando a una familia de la que no conservaba ningún recuerdo, apenas algunas imágenes desdibujadas por el paso de los años. Me preguntaba la razón de que no estuvieran conmigo y soñaba que formaban parte de la resistencia que luchaba por liberar la galaxia de las garras del imperio. Y en eso no andaba muy desencaminada, no tanto como lo estaba al pensar que me había tocado la peor parte. La búsqueda implacable de Darth Snoke y su primera orden obtuvo resultados antes de lo que cabría esperar. Los esfuerzos de Luke para reconstruir lo que una vez fuera la orden jedi evolucionaban muy lentamente. Viajar a través de la galaxia en busca de potenciales aprendices ya no era un riesgo asumible. Como más tarde se vio tampoco lo era continuar con el adiestramiento de nuevos padawan pero Luke no pudo renunciar a eso último. Consiguió reunir en un pequeño mundo a unos cuantos aprendices, entre ellos mi hermano Ben, que era el mayor de ellos. Tuvo que escoger y le escogió a él. Acertada o no, hizo su elección. Mientras los aprendices eran tenías sus primeros contactos con la fuerza todo parecía marchar bien. A medida que pasaban los años, unos pocos se demostraron demasiados para un solo maestro. La rebeldía y el cuestionamiento de la autoridad, por justa y razonable que esta sea, forma parte indisoluble de la adolescencia. Luke empezaba a sentirse desbordado por sus responsabilidades y veía como no podía abarcar todas las necesidades de sus aprendices.

El intento de restaurar la orden jedi terminó tal vez de la peor de las maneras posibles. Las sabias advertencias del tío Luke fueron desoídas y la mayor parte de sus aprendices se vieron tentados por el lado oscuro. Nunca se repuso de tamaño fracaso y nunca tomaría otro aprendiz, a excepción de mí. Se culpaba por su ceguera, por no haber sido capaz de prever la revuelta y ser incapaz de ponerle fin. En realidad, a pesar de la muerte del emperador, había fracasado en su principal objetivo. Los pocos padawan que fueron fieles a sus enseñanzas no tuvieron la menor oportunidad, eran muy inferiores en número y los amotinados los eliminaron de uno en uno. Para cuando Luke sintió lo que estaba sucediendo ya tenía frente a él a un buen número de sables luz dispuestos a desafiarle, encabezados por Ben Solo, ya bajo el nombre de Kylo Ren. Luke se lamentaba por no haber prestado más atención a las señales, que no fueron pocas. Ben siempre se mostró fascinado por la historia de la familia de Luke. El punto de inflexión fuera, probablemente, el momento en que se enteró de que también era la suya propia. Es mi hijo y quiero verlo, gritaba Han. ¿Dónde está Ben? Luke sabía que no era un buen momento, los problemas en la conducta de los aprendices habían empezado a aflorar y era conveniente mantenerlos aislados de cualquier influencia externa. Sin embargo, los padawan se veían de algún modo cautivos y eso no hizo más que acrecentar el problema. En cualquier caso todo podría haber sido diferente sin Ben no hubiera escuchado aquella conversación. Ben portaba la huella de intensidad en la fuerza de la familia. En las hembras es siempre algo más sutil y no siempre se desarrolla del mismo modo, pero en el caso de Ben no había duda de lo prometedor de su futuro. Tenía una facilidad innata que lo distanciaba ampliamente del resto de aprendices, estaba claramente a otro nivel y todos podían percibirlo. Desde el principio, su facilidad era tanta que no estaba acostumbrado a no alcanzar sus propósitos en lo que al uso de la fuerza se refiere. Cuando no alcanzaba las metas que se planteaba, su frustración se transformaba rápidamente en ira. Era una bomba de relojería y Luke lo sabía bien. Y ese rasgo sólo se fue profundizando con el paso de los años. El tío Luke lo mantenía cerca de él sin perderle de vista y Ben acabó dirigiendo su incontrolada ira hacia el único objetivo posible: su maestro. La fuerza fluía de forma intensa en él, también desde el lado oscuro. Sólo supo culpar a Luke de la lentitud en sus progresos, que aún con todo eran más que notables, y convenció de ello a la mayoría de los otros padawan desde su posición más elevada. Según él, Luke les estaba vedando a todos el acceso al pleno desarrollo de su potencial. Lejos de ayudarles, estaba poniendo coto a la evolución de sus habilidades. Para él la historia de Darth Vader, que superó con creces el poder alcanzado por Anakin Skywalker, era la prueba palpable de ello. Luke siempre le demostró, incluso sable láser mediante, que el equilibrio de la luz era muy superior al camino rápido y fácil que es la ira y el odio para aumentar el poder en la fuerza. Pero nunca logró convencerlo, y su fracaso en ello supuso el fin de la restauración de la orden que, tras la revuelta, terminó convertida en los caballeros de Ren. Su error estuvo cerca de costarle la vida. La huella que la tristeza dejó en él al ver crecer los sables de sus aprendices, ahora rojos y alzados contra su maestro, nunca se borró de su rostro. Eran sólo aprendices, pero eran muchos. Casi todos. No sólo todo lo que había intentado crear estaba perdido, si no que se había vuelto en su contra. Más profundo aún fue el dolor de ver a su sobrino Ben ataviado con una máscara, al modo en que Darth Vader la usara, al frente del motín. Deseó no haber conocido nunca a Obi Wan. La conmoción que se desató en la fuerza no tenía precedentes desde la muerte del emperador. Aún así, creyó que podría reconducir la situación. Si lo que necesitaban era que les mostrase que estaban equivocados, no dudaría en hacerlo. Una luz verde apareció entre muchas rojas. Las gotas de la intensa lluvia se evaporaban al contacto con la luz del láser. Kylo Ren tomó la iniciativa y el resto fueron con él, los sables chocaron en estallidos eléctricos. Luke danzaba

entre las luces repeliendo los ataques y dejando fuera de juego temporalmente a los que fueron sus padawan con golpes certeros, desarmándolos o aturdiéndoles sin secuelas serias. Ben iba a presentar algo más de batalla, fue el último en ser desarmado. Mientras tanto el resto de aprendices se iba reponiendo y volvía a rodear a Luke a cierta distancia. Kylo Ren yacía desarmado y derrotado en el suelo. La luz verde del sable de Luke que le señalaba desapareció en un instante. Se acabó. La olas del mar rugían como la cólera en el interior de Ren, tras su máscara. El viento soplaba despiadado como su frustación y la lluvia le acompañaba en su caída. El resto de aprendices aguardaban en una tensa calma la reacción de Ren. Giró la cabeza un momento hacia el acantilado cercano y pensó que tal vez la larga distancia hasta las rocas fuera su única salida digna. Lo que vio entonces mudó en cierto grado la expresión de su rostro, oculto tras la impostada máscara. Tras el relámpago, un punto de intensa luz brilló en el firmamento captando la atención de los presentes y en pocos segundos una pequeña nave apareció ante ellos. Luke tuvo sensaciones que no vivía desde hacía largos años. Antes de que nadie pueda hacer movimiento alguno la nave toma tierra muy cerca de ellos y despliega su rampa. Sólo se escucha el ruido de la lluvia. Luke advierte a sus antiguos aprendices pero estos ignoran por completo sus palabras. Sus sables sin embargo están ya ahora apagados. Una figura envuelta en una túnica desciende lentamente por la rampa. La capucha ensombrece su rostro y sus ojos brillan en la oscuridad. Su cabeza describe un arco escrutando a todos los presentes, de un lado al otro. Luke siente en la fuerza un poder para él desconocido. La figura se retira la capucha despacio mientras empieza a pronunciar unas breves palabras con voz grave y profunda. Parece que está teniendo lugar una discusión... Deja caer la túnica a sus espaldas y empieza a caminar sin prisa: y yo tengo algo que decir en ella. Sus ojos se clavan en Luke que al contrario que el resto, ya ha entendido perfectamente lo que está sucediendo. La oscura silueta saca de su cinto lo que parece ser un sable extrañamente alargado, lo activa. Luke reitera la advertencia a los que fueran sus aprendices que resuena sin respuesta en los acantilados. Demasiado tarde. Un haz de luz roja se ilumina a cada lado del mango. Luke recuerda la narración del asesinato de Qui-Gon Jinn a manos de Darth Maul tal como se lo describió Obi Wan, que también estuvo a punto de perder la vida. Viejas sensaciones vuelven a Luke a través de la fuerza y de los recuerdos. No hay tiempo para más antes de repeler la primera embestida. Caminan en pasos laterales con la mirada del uno clavada en la del otro, dibujando un circulo imaginario alrededor del que los padawan, intrigados, van tomando posición. Luke invita a su adversario a volverse por donde ha venido. Los envites de la doble hoja contra su luz verde es la única respuesta que recibe. Parece que sólo lo está tanteando. Nota el lado oscuro fluyendo con fuerza en su oponente que, poco a poco, va reduciendo los intervalos entre sus ataques, hasta convertir el enfrentamiento en un flujo continuo. Kylo Ren, como un espectador más, queda hondamente impresionado. El baile de luces se detiene, el sable de Luke está pugnando con el extremo superior de la doble hoja con todas sus fuerzas a una corta distancia. Oye el crepitar de los filos de luz en lucha ante los ojos firmes de su contrincante. Ve como un brillo de maldad relampaguea en su mirada. En un rápido movimiento de muñeca la doble hoja se separa por su mitad y ataca con ventaja el flanco que Luke muestra desprotegido. Apenas tiene tiempo de reaccionar basculando su guardia a la vez que evita ser golpeado por el filo con el que se medía. La hoja desprendida ha dibujado un brutal arco desde detrás de la mano izquierda del sith que con dificultades ha alcanzado a contener. El siguiente golpe de su adversario, con la mano derecha, desde arriba hacia abajo, secciona la mecánica de la mano que ya perdió una vez. Luke retrocede unos pasos, a punto de perder el equilibrio. El pie del sith está ahora sobre su sable láser, en el suelo, y las luces rojas vuelven a estar alineadas. Luke duda si reclamar su sable a través de la fuerza con la mano que le queda. Difícilmente podría tener alguna

oportunidad con la mano izquierda. Todas las miradas están puestas en él. La hoja ha cortado en el mismo punto en que la carne se convierte en máquina. Frena la sangre con la mano que le queda, visiblemente alterado. La lluvia sigue cayendo con fuerza. Su grito se levanta y resuena sobre el viento que les azota. ¿Quién eres? El sith golpea ligeramente con el pie el sable de Luke que cae al vacío del acantilado, perdiéndose entre las olas. La simetría de las luces rojas desaparece en la oscuridad y la voz grave y profunda se dirige a todos los presentes: Mi nombre es Darth Snoke. Y vosotros seréis mis discípulos, como yo antes lo fui de Darth Sidious. Acabad con él. La humillación de Luke es inmensa. Ha pasado demasiadas cosas por alto. La profecía negra del emperador parece que está a punto de cumplirse. El último jedi de la galaxia acorralado sin escapatoria. El nuevo principio ha resultado ser el final de todo. Busca sin hallar los ojos de Ben bajo la máscara. Piensa en Leia. Está vez no podrá rescatarle de su fracaso como el la ciudad de las nubes. La luz de la esperanza para los jedi se apaga por momentos. En cambio, la luz roja del sable de Kylo Ren empieza a crecer hasta cobrar toda su longitud, y tras la suya, las del resto. Un semicírculo se cierra en torno a él con las olas rompiendo con furia a su espalda. Es el sable de Ren el que primero se eleva en su contra. Darth Snoke observa la escena tras el grupo, intercambian miradas una última vez. La luz roja ya está cayendo sobre él. Ese no puede ser el destino de la galaxia. No. El grito es estremecedor. Lo acompaña de un pulso de fuerza que postra a todos sus antiguos padawan y obliga a Darth Snoke a dar un paso atrás para mantener el equilibrio. Aprovechando la confusión, salta hacia un destino incierto entre las olas, la espuma y las rocas. La restauración de la orden jedi había fracasado y el embrión de los caballeros de Ren había nacido. No era la historia favorita del tío Luke, claro. Pero tal vez fuera su mayor lección. La traición de mi hermano Ben se había consumado y se unió junto a los otros a Snoke, aceptando sus enseñanzas como maestro en el lado oscuro y líder supremo. La primera misión de Ren sería la búsqueda del último jedi, aún sin saberlo, Snoke sabía con certeza que seguía con vida pero no compartió esa información con su aprendiz. Por aquel entonces yo no sabía nada de la fuerza, o lo poco que sabía no lo recordaba. Simplemente contaba días, piezas recuperadas de los restos de la flota imperial esparcida por el desierto, y las raciones que intercambiaba por ellas. Mantenía la firme convicción de que una familia que no conocía volvería a por mí. Pero eso nunca llegó a suceder, por lo menos no de la manera que yo esperaba.

EL DESPERTAR DE LA FUERZA Son las debilidades, mucho más que las fortalezas, las que al final determinan nuestro destino. Podría haber dejado a aquel robot a su suerte y la historia hubiera sido otra distinta. Si es que tal cosa es posible. Sin embargo, fue la compasión la que me movió a ahuyentar a su captor y liberarlo de la red que lo atenazaba. Los sith consideran la compasión como una debilidad. De no haber tropezado con el droide que buscaba desesperadamente la primera orden, probablemente tampoco hubiera conocido nunca a Finn y no me hubiera visto perseguida y obligada a huir con él en la chatarra de nave que robamos para escapar: el halcón milenario. Debía permanecer en aquel lugar desolado aguardando el regreso de mi familia. Sólo ahora me doy cuenta de lo ingenua que era por aquel entonces. El viaje en el halcón no duró mucho más allá de la huida, al viejo Han no le gustaba nada separarse demasiado de aquel amasijo de metal y cables tan castigado por el paso del tiempo. En cuanto salimos del planeta el halcón fue capturado por el rayo tractor de un gran carguero y desactivado sin posibilidad de huida. Han estaba a los mandos. Seguía con sus ruinosos negocios, en este caso transportando unas feroces y enormes criaturas que hubieran hecho las delicias del mismísimo Jabba el Hutt. Y perseguido por gente que le reclamaba dinero, algunas cosas nunca cambian. Por fortuna los acreedores estaban incluidos en las preferencias de menú

de aquellas bestias salvajes. La primera orden tenía como prioridad máxima la búsqueda del último jedi y aquel pequeño droide contenía información clave para dar con su paradero. Tras la revuelta, Luke desapareció. Snoke sabía que seguía con vida Leia también podía sentirlo. Han tenía más dudas. Le escucharon muchas veces hablar acerca de la leyenda del primer templo jedi, aquel donde los primeros maestros habían fundado la orden y transmitido sus conocimientos, y sabían por el propio Luke que su emplazamiento exacto era ya desconocido. Luke siempre permaneció atento a cualquier información que pudiera ponerle en la pista del olvidado templo. Trató también de localizarlo con menos éxito aún que a nuevos aprendices. Podría estar en cualquier parte de la galaxia pero, ante la necesidad de ocultarse, que mejor sitio que un lugar desconocido y a su vez, recordado por los que le conocían bien. Hablaba con frecuencia de ello y le hubiera gustado refundar la orden en aquel lugar de haberlo hallado antes. Esa era la pista que seguía Leia, arrastrada por su intuición, para encontrar a su desaparecido hermano. No podía tener la seguridad de que Luke se encontrara allí pero tenía la certeza que le proporcionaba la fuerza. Luke había recopilado diversas informaciones, todas fragmentarias y parciales, acerca de la ubicación del templo. Pero nunca dispuso del tiempo suficiente, dadas sus obligaciones como maestro, para acabar de fijar su ubicación exacta. Leia fue por lo tanto siguiendo los pasos de su hermano, hablando con los que él había hablado, tratando de establecer su posible paradero, y más en concreto de hallar las antiguas ruinas. La que podría ser la última pieza del rompecabezas se hallaba en aquel pequeño droide que me crucé en el desierto. La información más buscada de la galaxia, por ambos bandos, a punto de ser vendida como chatarra. Ahora estaba en nuestras manos y Han, ya bastante desconectado de la resistencia desde que sentara la cabeza en aquel cementerio de destructores para cuidar de mí desde la distancia, tal como Luke sugirió, nos iba ayudar a hacérsela llegar a los rebeldes a través de una vieja amiga. O eso pensó él. Naturalmente su vieja amiga no quiso hacerse cargo del droide que estaba buscando media galaxia. Regentaba un establecimiento de paso en un puerto estelar asentado en una antigua edificación y la petición de Han le suponía un riesgo excesivo. Finn tampoco estaba por la labor de correr riesgos. Fue entonces cuando tuvo que admitir que no era un miembro de la resistencia si no un desertor de la guardia de asalto de la primera orden. El droide con la ruta hasta el primer templo y por lo tanto hacia Luke era un gran peligro a evitar. Al viejo aliado que proporcionó esa información le costó la vida, a manos de Kylo Ren. La primera orden le pisaba los talones a la resistencia y a Leia en la búsqueda del último jedi, con fines muy distintos, sin duda. La soberbia del líder supremo Snoke había permitido que Luke escapara con vida cuando ya estaba, a todas luces, derrotado. Los jedis consideran la soberbia como una debilidad. Tras su desaparición, la que fuera facción del antiguo imperio, la primera orden, extendió su control y dominio a todas la estructuras de éste por completo. La búsqueda fue ardua y extensa y mientras tanto la galaxia parecía sumirse una vez más en la oscuridad. La primera orden había tejido un red de espías e informantes que en nada tenía que envidiar a los bothan. Snoke había retomado los planes en el punto que los dejara su antiguo maestro. La ambición del emperador no se limitó a la destrucción de planetas, sino que tenía avanzados los trabajos de una nueva tecnología secreta que, absorbiendo la energía de una estrella, podría destruir sistemas solares enteros. El primer blanco del arma fue el sistema que albergaba la sede de la nueva república, que prestaba su apoyo a la resistencia. Desapareció sin más. La noticia conmocionó a toda la galaxia y el golpe fue aún más devastador entre las filas de la resistencia: con toda seguridad sus sistemas serían los siguientes. Finn, apunto de embarcar hacia un remoto sistema del borde exterior, se dio cuenta entonces de que no había donde huir y de que no quedaría lugar seguro en la galaxia mientras la primera orden contara con tal arma.

Pero tal vez la razón que nos llevara hasta aquel puerto fuera otra muy distinta. Finn ya salía por la puerta rumbo a su nuevo destino, alejándose todo lo posible de los problemas. Fue entonces cuando sentí la llamada. Había unas oscuras escaleras en una esquina del salón que descendían hasta el sótano de la estructura de piedra. Sentí una atracción que no había conocido antes y no pude ignorar. Mis pasos me conducían con voluntad propia y yo caminaba tras ellos. Bajé las escaleras despacio, en la oscuridad, arrastrada por un impulso que no comprendía. Entre todos los trastos viejos y artefactos que el polvo cubría, mis ojos se fueron a detener en un pequeño baúl. Lo abrí, con la sensación que mi destino se hallaba dentro, pero sin la menor sospecha de cuál era. Siempre me fascinaron las historias de los jedi que circulaban a modo de leyendas y que otros despreciaban como charlatanería. Así que, cuando vi el contenido del cofre, me pareció reconocer que encajaba muy bien con la descripción de los sables luz. Jamás había visto uno. Me dispuse a confirmar mi intuición o por lo menos a verlo con más detalle. Introduje la mano en el baúl y puse la mano sobre el metal frío. Un escalofrío surcó mi espina dorsal, terminando en una violenta sacudida que lo transformó todo. Vi muchas cosas que no comprendería hasta tiempo después. Escuché voces pronunciar palabras que no conocía y que sonaron en mí como tétricas y amenazantes. Las paredes de la habitación mudaron en escenas inconexas y distantes. Finalmente caí de espaldas y las imágenes cesaron. La amiga de Han estaba allí. Nunca había sentido más miedo. Me intentó calmar con sus explicaciones. Aquel era el sable que cayera desde la ciudad de las nubes y que Obi Wan entregó a Luke, cuando le acompañó para aprender con el los caminos de la fuerza. El mismo que fuera antes de su aprendiz, Anakin Skywalker. Luke. El tío Luke. Todo lo que tenía de mi verdadera familia era un nombre y algunas imágenes borrosas. Y muchas fantasías que se quedaban muy cortas en comparación con la realidad. Me ofreció el sable. No podía tocar aquella cosa otra vez. Sentí pánico sólo de pensarlo. La revelación me superó. Sólo quería correr y volver a mi vida de siempre. Y corrí. Corrí hasta no poder más y cuando me giré allí estaba, mirándome. Desde que lo liberé de la red que lo aprisionaba aquel droide se empeñaba en seguirme a todas partes. El ruido de las naves nos hizo dirigir la vista al cielo: la primera orden estaba allí. Esa fue la primera vez que volví a ver a Ben, tras mucho años. Claro que yo por entonces no sabía quién era o quien fue. El que tenía en frente era ya Kylo Ren. Intenté defenderme pero en seguida me encontré inmovilizada con un solo gesto de su mano. Las leyendas de jedis y sith parecían ahora mucho más divertidas contadas alrededor de una hoguera. El láser de su sable luz se situó junto a mi mejilla. Podía notar su calor. Buscaba al droide, claro. Me alegré de que nos hubiéramos separado mientras trataba de contener a las tropas de asalto que nos perseguían. Pero pudo ver en mi mente que yo ya había visto lo que el droide tenía para mostrar, sería sólo cuestión de obtenerlo. Dio la orden de abandonar la búsqueda, ya tenía lo que buscaba. Perdí el conocimiento y me desperté atada en una especie de camilla, tal vez destinada a los interrogatorios. Cuando abrí los ojos lo primero que vi fue la máscara de Ren con su inexistente mirada clavada en mí. Estaba en manos de la primera orden. Quería el mapa que me había mostrado el droide. Sentí como hurgaba en mi mente, mis sueños, mis sentimientos. Me sentí desnuda e indefensa. Si no era capaz de evitarlo accedería al rincón donde mi cabeza donde se hallaba la información que quería. Decidí luchar, poner un muro. Después, lo fui empujando. Lentamente empecé a sentir miedo, un miedo que ya no era mío. Kylo Ren temía no llegar a ser tan poderoso como lo fue una vez Vader. Vi la confusión en su rostro. Dio media vuelta y abandonó la habitación con largas zancadas.

Recordé el contacto con el sable láser de Luke. Algo estaba cambiando en mí. Me di cuenta de que la fuerza fluía en mí e irónicamente fue Kylo Ren quien me mostró el camino para usarla en su contra. Recordé las viejas historias de jedis que se contaban por las noches, cuando era niña, junto al fuego. Los jedi, tan sólo con sus palabras, podían torcer la voluntad de las mentes débiles y ponerlas momentáneamente a su servicio. Decidí probar con el guardia que custodiaba la puerta, atada en aquella mesa de tortura no tenía mucho que perder. Le ordené que me soltara las fijaciones y se marchara con toda la convicción que conseguí reunir. El guardia se sorprendió, se acercó a mí y me informó de que iba a apretarlas aún más. No me lo estaba creyendo. Ya lo tenía frente a mí. Respiré hondo. Volví a formular mi petición. El tono no era de autoridad, simplemente le estaba permitiendo hacer lo que siempre deseó hacer, liberándole de su responsabilidad. El guarda repitió después de mí. Estaba libre de mis ataduras y el guarda ya se estaba retirando. Antes de que abandonara la habitación le solicité que dejara caer su arma y, tras repetir de nuevo mis palabras, sonó el ruido del rifle al caer contra el suelo. Aún no lo sabía, pero lo cierto es que estaba en el inmenso planetoide que albergaba el arma del enemigo, vaciaba soles y escupía su fuego. Era un devorador de estrellas. El siguiente golpe era inminente, tan pronto como el arma hubiera recargado su energía atacarían de nuevo. La resistencia se organizó improvisadamente para intentar un ataque a la desesperada, no había más alternativa. La información que pudo facilitar Finn, que conocía las instalaciones, fue crucial para poder establecer una estrategia. Antes de tener vía libre a la parte vital de la estructura que pudiera desencadenar una reacción había un escudo que desactivar, generado desde la propia infraestructura. Han y Chewie, junto a Finn, empeñado en sacarme de allí, se encargarían de nuevo del escudo. Teniendo la ayuda de alguien que ya había estado dentro resultó mucho más fácil que la útima vez en Endor. Sin embargo la flota de la resistencia que se había podido reunir en un lapso tan breve de tiempo era mucho menor que la que derribó la estrella de la muerte y el objetivo era de mucho mayor escala. Ya todo dependía de la habilidad y fortuna de los pilotos. Fue entonces cuando nos encontramos, sólo nos faltaba salir de allí antes de que volara todo por los aires. O eso creímos. Camino del halcón pudimos ver que en el cielo las cosas no marchaban nada bien. El puñado de cazas que la resistencia había podido reunir con tanta brevedad estaba siendo duramente castigado desde el suelo y perseguidos implacablemente por un gran número de cazas enemigos. Han recordó que tenía algunos explosivos a bordo del halcón y decidimos inflingir el máximo daño posible a las partes vitales de la estructura, antes de que la misión terminara en fracaso. Finn y yo nos encargamos de las puertas, Han y Chewie estaban repartiendo las cargas, una en cada nivel. Al rato oímos a Han gritar. Cuando nos asomamos a los niveles inferiores para ver si tenía problemas vimos que estaba en mitad de una pasarela frente a Kylo Ren. Frente a su hijo Ben. Frente a mi hermano, aunque yo entonces no sabía ninguna de las dos cosas. Desde nuestra posición no se escuchaba la conversación. Ren se quitó el casco que le enmascaraba. Parecían hablar de forma pausada y Han se acercaba a él poco a poco. Estaban muy cerca. Dejó caer la máscara. Le tendió el mango de su sable luz a Han, que lo cogió. Pero Ben no soltó el sable. Muy al contrario, lo inclinó ligeramente, aún sujeto por la mano de Han, y pulsó el botón. Un haz de luz rojiza se materializó desde el pecho y la espalda de Han Solo, atravesándolo. Al poco se desplomó en el vacío. Gritamos horrorizados. Chewie disparó acertando en el torso de Ren. Leia sintió un dolor aún más profundo, lo supo de inmediato. Se arrepintió de haber rogado a Han que trajera a su hijo de vuelta. Kylo Ren había completado su viaje hacia el lado oscuro y ahora los había perdido a ambos. El disparo de Chewie y nuestros gritos descubrieron nuestra posición a los guardas de la zona y las luces de los láseres volaron en ambas direcciones. Chewbacca activó el detonador y la explosión nos dio algo de margen para poder huir, cada uno por donde pudo. Antes de escapar al exterior, vimos como Ren clavaba su mirada en nosotros iluminada de llamas por la ira y por la

deflagración. Corrimos sobre la nieve en dirección a la arboleda, camino de vuelta al halcón. Al poco de internarnos en ella, nos encontramos a Ren de frente, cerrándonos en paso. Estaba herido. Dijo que sólo quedábamos él y yo. Había comprendido mucho antes que yo nuestro vínculo. No tuve tiempo ni de apretar el gatillo, al momento de desenfundar el blaster estaba volando de espaldas, a varios metros del suelo, hasta chocar con un árbol. Caí pesadamente sobre la nieve que se fundió en negro. Cuando abrí los ojos lo primero que vi fueron dos resplandores borrosos que se mezclaba entre sí. Se fueron concretando en los sables de Ren y Finn, luchando con el arma que yo había rechazado. Al poco la luz azul volaba a un lado y la empuñadura se clavaba en la nieve. Finn estaba desarmado y tendido en el suelo a consecuencia de un golpe de su adversario. Ahora Ren se interponía con el sable que me prometí no volver a tocar . Extendió el brazo para cobrarlo mediante la fuerza. La empuñadura ya estaba volando por el aire cuando yo extendí el brazo también. El sable aceleró más allá de la mano de Ren, pasando junto a su mejilla, para detenerse en seco en la mía. No hubieron visiones. No hubieron voces. El miedo había desaparecido y sentí la paz de quien conoce su cometido y se dispone a cumplirlo. Apreté el botón y la luz azul creció entre mis manos, el baile iba a comenzar. Yo retrocedía a media que Ren empujaba impelido por la ira. Algunos árboles caían atravesados por sus embestidas erradas. Mientras, la pequeña flota de cazas encontró brecha por fin tras la deflagración interna y lograron concentrar su fuego en una parte vital de la estructura. Sería el último favor de Han Solo a la rebelión. Como resultado, un grieta se fue abriendo camino por aquella parte del planeta en forma de negro abismo flanqueado de nieve y Ren me acorralaba contra él sin escapatoria. No había ya un paso atrás que no fuera sobre el vacío. Las dos luces, en contacto, presionaban el direcciones opuestas. Ren se ofreció como maestro. Dijo que aprendería con él los caminos de la fuerza. Al oír su palabras recordé el lugar de donde el poder emana. No había ya defensa posible ni donde huir. La paz incial se había transformado en algo distinto. La respuesta a la proposición de Ren fue con el sable. Dejé deslizar mi hoja bajo la suya, manteniendo la guardia, y una vez liberados los sables del contacto, ataqué. Sentí como mi determinación crecía. Una estocada, otra. Ren retrocedía cada vez más debilitado. La música del crepitar de los sables, uno contra el otro, se detuvo. Cada uno agarraba la mano del sable del oponente con su mano libre, tratando de romper ese equilibrio. El sable de Ren intentaba avanzar hacia mí y su calor fundía la nieve mientras describía un lento arco, arrastrado sobre ella. Una nube de vapor se elevaba poco a poco desde el suelo. Nunca le podría vencer con mis fuerzas. Todas la suyas estaban concentradas en la iniciativa, en la mano de su sable. Le concedí esa victoria. Iba a utilizar las fuerzas de ambos. Dejé que el sable de Ren pudiera levantarse de la nieve en un arco ascendente, mientras me apartaba, liberando el brazo que me bloqueaba con descuido. Antes de que el sable de Ren completara su recorrido la luz azul cayó sobre la mano que lo sostenía. Kylo Ren estaba ahora desarmado y vencido, en el suelo, sobre la fría nieve. El suelo seguía despedazándose bajo nuestros pies. Como un rayo negro, una grieta se interpuso entre ambos. Un abismo nos separaba. Salí de mi ensimismamiento. Tenía que huir de allí mientras quedara tiempo. Finn seguía inconsciente en el suelo. La silueta del halcón se dibujó tras lo árboles con Chewbacca a los mandos. Escapamos de allí antes de que el arma del enemigo estallara en mil pedazos. Para algunos la victoria fue demasiado amarga. Leia vio aterrizar al halcón milenario y aunque sabía que no traíamos buenas noticias, allí estaba para recibirlas. Chewie no abrió la boca en todo el viaje. Finn necesitaba atención médica, respiraba desde un profundo sueño. Yo tampoco dije nada, demasiadas cosas en muy poco tiempo, necesitaba pensar. Chewie se plantó ante Leia, abatido, con los hombros caídos y sólo acertó a abrazarla. Las lágrimas les rodaban a ambos por las mejillas. Sin soltar a Chewie levantó la cabeza hacia mí y un brazo, aún con los ojos mojados. Nos abrazamos los tres. Fue la primera vez que me acercaba tanto al calor de aquella maraña de pelo y que acabaría siendo lo más parecido a un padre que tuve. Apenas conocía a Han. Me cayó bien, llegué a conocer a la entrañable persona que se ocultaba bajo

aquella fachada de embaucador presuntuoso. Recuerdo sentir aquella afinidad, hubiera terminado aceptando el trabajo que me ofreció en el halcón. También sentí esa afinidad hacia Leia, pensé que era por el momento. Entre los dos acabaron por hacerme llorar también. Al poco la general Leia Organa se secó las lágrimas con un suspiro y clavó su mirada en mí. Dijo que teníamos que hablar. Pensé que tal vez hubiera una vida para mí en las filas de la resistencia y en cierto modo así sería. Pero no de la manera que espera. Chewie no me dejaba ni a sol ni a sombra. Allí estaba, a mi lado, mientras Leia cumplía con su palabra en la cantina del puerto. Tras la destrucción del devorador de estrellas, el viejo androide de Luke, en modo hibernación desde que llegara a Leia, de repente cobró vida. Luke se encargó de hacérselo llegar tras la derrota ante Snoke y su caída en desgracia con instrucciones muy precisas. El droide que rescaté acabó de completar el rompecabezas del primer templo, sólo contenía la mitad de la información. Al parecer Luke, aunque no tuvo oportunidad de comprobarlo, ya había descubierto la ubicación del primer templo antes de la confrontación con Snoke. Teníamos ya un lugar por donde empezar a buscar, habíamos tomado la delantera al enemigo. Desde la visita a la amiga de Han, en aquel lejano puerto estelar, yo ya había empezado a atar cabos. Pasé toda la infancia fantaseando con que el tío Luke corría mil peligros en la lucha contra el imperio, tal vez inspirada por una pocas palabras grabadas a fuego en mi inconsciente. Resultó que la realidad superaba con mucho a cualquiera de mis fantasías. No sabía exactamente porque Leia me explicaba a mí todo aquello. Aún desconocía lo evidente. Hasta Chewie lo sabía, claro. A Leia le estaba costando seguir con sus explicaciones y cada poco tiempo las palabras se le hacían un nudo en la garganta. Me preguntó sobre Han. Al hablar de él se le dibujaba una sonrisa triste en el rostro que al poco se tornaba en una expresión amarga. Las noticias no habían hecho más que empezar. Han era mi padre. Me pareció imposible, no comprendía, a la vez que empezaba a encajar todo. Fui uno de los dos hijos que Leia tuvo de él. El otro, mi hermano, ahora se hacía llamar Kylo Ren. Volví a mojar el pelo de Chewie con lágrimas que me envolvió con su brazo. Habló de la fuerza, de su hermano Luke, de la estrella de la muerte, de Obi Wan, de Vader. Me explicó por qué se separó de nosotros a petición del tío Luke y lamentó haberlo hecho. Pero eso ahora ya no importaba, la primera orden a pesar del golpe encajado no iba a cejar en su empeño de destruir al último jedi. Habíamos ganado una ventaja preciosa y no podíamos perder ni un momento. Le hablé sobre mi encuentro con Ren y recordé sus palabras. Sólo quedábamos él y yo. Creía al tío Luke muerto. Leia lamentó también haber pedido a Han que trajera de vuelta a su hijo. Intentarlo le costó la vida. El dolor de Leia era hondo y sereno. Aún habiéndole explicado la muerte de Han a manos de Kylo Ren, el que fuera su hijo Ben, la compasión de una madre se translucía en su mirada. Yo no sabía muy bien que sentir. Todo era nuevo y estridente para mí. Aún así, había encontrado a la familia que durante tantos años estuve esperando. Leia estaba destrozada y se refugiaba en su papel de líder de la resistencia para tratar de eludir su profunda tristeza. Chewie me cogía por el hombro a menudo y me apretaba contra él. Finn estaba ya en buenas manos, salvaría la vida con algo de suerte. Sentía también pena por él. Había tratado desde siempre de huir de todo y dio media vuelta por mí. Directo a la boca del lobo. O tal vez no fuera sólo lástima lo que sentía. Pero él aún seguía sumido en el profundo sueño del coma, del que los androides médicos de la resistencia tratarían de despertarlo cuando su cuerpo estuviera preparado. Leia me describió el escenario que encontraron donde Luke trató de restablecer la orden. Fuego, cenizas, algunos cuerpos. El droide de Luke, que ya había salido de más de un aprieto, se las ingenió para llegar hasta ella. Ahora el mapa estaba completo y llegaba el momento de buscar las respuestas. Encontradlo, dijo. Chewie asintió con gruñido. Tenéis que encontrarlo antes que Snoke, tal vez el futuro de todos dependa de ello. Le pregunté por mi hermano. Me respondió que Han y Ben murieron el mismo día, pero sus ojos, cargados de lágrimas contenidas, contradecían sus palabras.

Yo estaba incluso aturdida. Añoré por un momento las tardes largas y tranquilas del desierto, removiendo metal y cables, en la entrañas de aquellas gigantes naves abatidas en busca de algo de alguna pieza bien pagada. Sin embargo estaba ansiosa por encajar la última pieza del puzzle, la que siempre había conocido. Debía encontrar al tío Luke. A Luke Skywalker, el último jedi. Y ahora, por lo menos, sabía por donde empezar a buscar.

TIEMPOS OSCUROS Chewie introdujo las coordenadas de destino en la computadora del halcón. Al poco estábamos frente a un pequeño planeta a azul en una zona aislada de la galaxia. Lo sobrevolamos en la aproximación hacia el punto fijado en el mapa. Vastos océanos y un espeso manto verde que cubría la piedra húmeda y oscura. Y yo que sólo conocía arena. El halcón se posó grácilmente sobre un pequeño prado. Algunas piedras sobresalían de la maleza aquí y allá. Una colección de ellas serpenteaba abrupta en forma de escalera. Torcidas, melladas, rotas. Y antiguas, muy antiguas. Cada una de ellas tenía una larga historia que contar. Con cada nuevo peldaño crecía mi inquietud. Maldecía a Luke por haberme abandonado en un desierto a mi suerte, por haberme privado de todo. Pero me alegraba de estar por fin cerrando el círculo. La vida, tal como la conocía hasta entonces, estaba terminando y otra nueva iba a comenzar al final de aquella escalera. Antes de que cubriera los últimos peldaños ya lo estaba viendo. Al principio me pareció una roca más erigida entre el verdor que lo dominaba todo, oscura, fría e inmóvil. Eso me decían los ojos, la fuerza me revelaba algo muy distinto. No fue hasta llegar a la cima que auné ambas percepciones. Allí estaba, envuelto en su túnica, de espaldas e inmóvil, mirando hacia el mar, al pie de un acantilado. Me estaba esperando. Avancé hacia él los pocos metros que no separaban, poco a poco fue dándose la vuelta. Apenas recordaba nada de Luke, ni siquiera el dibujo de su rostro. Se retiró lentamente la capucha. Alguien mucho más mayor de lo que me sugería mi memoria apareció bajo ella. La pesadumbre había tomado forma en sus facciones. Me detuve y busqué en la bolsa que colgaba cruzada sobre mi cadera. Extraje con cierto temor el viejo sable luz y se lo ofrecí extendiendo el brazo. Luke no pareció aliviado con ello. Muy al contrario le recordó la amarga derrota en la ciudad de las nubes. Elevó un brazo y sentí como el metal en mi mano tiraba ligeramente hacia él. Abrí la mano y vi como el sable cubría la distancia entre ambos, suave pero firme. Con un sonido metálico se asentó en la mano mecánica de Luke, sin guante que la disimulara. Lo miró un momento. Pulsó el botón y un resplandor azul iluminó el verde de la colina. Contempló en silencio la hoja, le dio un par de vueltas, despacio, con un gesto de la muñeca. Describió algunos arcos sutiles con el brazo. Por un momento me inquieté y recordé mi enfrentamiento con Ren. Luke volvió a pulsar el botón y la luz se deshizo. Contempló un momento más el mango y después clavó sus ojos en los míos. Hacía mucho tiempo que no veía este sable láser, dijo por fin. No me separé de él por elección, continuó. Luke no estaba hablando del sable. Los ojos se me humedecieron. Ven, resguardémonos del viento. Las escaleras formaban parte de un complejo mucho mayor con muros semi derruidos y otras estructuras que fueron parte de una pequeña ciudadela. Luke me condujo a uno de aquellos pequeños recintos con muros aún incólumes ante el paso del tiempo. Allí había leña, pequeños troncos y algunos tocones. Luke tomó uno a modo de asiento y me ofreció otro con un gesto. Puso algunas ramas en el interior del pequeño círculo de piedras que ocupaba el centro de la estancia, sin techado. Después colocó su mano sobre la leña y poco a poco nació una luz desde debajo que brotó en llama. Deberías avisar a Chewbacca, no creo que quiera perderse la cena. Una sonrisa tibia se asomó por un momento a su rostro. Me di cuenta de que aún no había salido de mis pensamientos. Han... empecé a decir. Lo sé. Lo siento. La sombra volvió a su rostro mientras añadía algunos troncos mayores a la hoguera. Las cosas no deberían haber

salido así. Empezaba a oscurecer. Chewie encontró la hoguera guiado por el humo y el olor del pescado sobre las brasas, vimos aparecer su cabeza elevándose sobre los restos del muro de piedra de la estancia. Envolvió a Luke con ambos brazos y un gruñido nada más verlo. Luke acarició al wookiee en la espalda con algunos golpes de la mano que le quedaba. ¡Viejo amigo! Tomó asiento junto al fuego y un pescado ensartado en una rama. Luke hablaba con serenidad. Pero era una paz afligida. Allí, ante el fuego, hallé todas las respuestas que había esperado desde siempre. Empezó recordando la primera vez que vio aquel sable láser. Fue también la última que vio a su familia adoptiva. De eso hacía ya mucho. Hablaba de su padre y se refería a él como “el abuelo". Anakin, Vader, fue el principio de todo. La intuición de Qui-Gon, la profecía, las reservas de Yoda. Sucedió que las respuestas eran también, a su vez, preguntas. Preguntas a las que habría que hallar respuesta. A aquellas alturas era difícil sostener que Qui-Gon Jinn pudiera estar en lo cierto. Luke descubrió que casi todo lo que se creía saber sobre los jedis era en gran medida erróneo, por lo menos en cuanto a su origen. Nuestro linaje había traído muchas cosas consigo, pero nada parecido al equilibrio que predijeran los primeros jedi. Aún desde su escepticismo, explicó la importancia de la línea de sangre y como la fuerza era intensa en la familia. Por esa razón nos tomó a su cuidado a mi hermano y a mí, separándonos desde muy pronto de Han y Leia y entre nosotros. Después la cosas se complicaron y el resurgir del imperio desde su facción más radical, la primera orden, terminó de dibujar el escenario que dio por resultado mi completo aislamiento. Si hubiera estado junto a mi hermano y Luke, todo se habría perdido. Pero ese último resquicio de esperanza estaba muy lejos de apaciguar la tristeza que destilaba el rostro del tío Luke. El emperador había desaparecido y con él en cierta forma el imperio, pero sólo para dejar paso a una amenaza peor y más cruel. El fracaso que estuvo a punto de costarle la vida finalmente se había cobrado la de Han. Y el dolor se su hermana, que era también el suyo, no encontraba medida viendo a Ben a las órdenes del lado oscuro. No se estaba prevaleciendo ante el reverso tenebroso, tan sólo se estaba preservando un hilo de esperanza por algún tiempo más. Sin embargo, de no haber sido por la derrota, Luke probablemente nunca hubiera hallado el origen de todo. El destino había sido despiadado con él. Había terminado en un lugar muy parecido al que contempló su caída ante Darth Snoke. La olas rompiendo al pie de los acantilados se lo recordaban cada uno de sus días. Ese enorme fracaso no hacía más que acrecentarse con la pérdida de Han. Eran tiempos oscuros. La historia de Luke terminó en los días presentes, frente aquella misma hoguera. Sin embargo, concluía, tal vez fuera de algún modo necesario. Acompañadme, quiero mostraros algo. Luke salió del pequeño recinto y Chewie y yo le seguimos en la oscuridad de la noche. Nos condujo hasta un pequeño portal de piedra cuyos muros se empotraban en una formación rocosa. Parecía labrado directamente en la piedra. Entramos en una oscuridad aún mayor que la nocturna, Chewie seguía con la mano la evolución de la pared tras la puerta que daba lugar a un largo pasillo. La vista ya era incapaz de revelar nada. Luke, más familiarizado con la arquitectura apenas se había percatado de nuestra inseguridad tras sus pasos. Perdonad, sería mejor verlo con luz. Cogió el sable atravesado en su cinto y alumbró el recorrido con una luz azulada sobre la negra piedra. Chewie descubrió al momento que la forma en la que tenía asentada la mano era en realidad el suntuoso seno de la representación en piedra de una hembra humana, semi desnuda. Lo retiró por reflejo con un gruñido. No parecía que estuviéramos donde se suponía que debíamos estar. Luke seguía caminando. En las paredes los bajorrelieves ilustraban escenas de duelos y sexo, de batallas y orgías. Se suponía que estábamos ante el primer templo jedi. ¿Dónde estamos exactamente? Le pregunté. En el primer templo, respondió con parquedad. ¿Este es el primer templo jedi? Sí y no. Sin duda es el primer templo, pero no parece un templo jedi.

Al fondo del largo pasadizo se abría una sala circular, sustraída a las entrañas de la montaña. En el medio, una especie de altar decorado con motivos semejantes a los de las paredes sobre el que caía la tenúe luz de las estrellas. Se veía en algunas de las siluetas el perfil inconfundible de los sables de doble hoja, un arma sith. El descubrimiento de Luke era extraordinario. Lo cambiaba todo. No parecía sin embargo satisfacerle en nada. Si no me hubiera visto obligado a huir es posible que nunca hubiera encontrado el momento de visitar estas ruinas. Claro que, no hallé exactamente lo que esperaba. Sus palabras reverberaban entre los sólidos muros de piedra. Los enormes bloques que conformaban los muros estaban también cubiertos de símbolos de alguna escritura desconocida. El droide de protocolo de Leia nos echaría una mano con ellos, pero de momento sólo teníamos las conclusiones evidentes que se desprendían de las escenas representadas. Luke, el último jedi, había encontrado la historia perdida del primero. Y la apariencia de aquellas paredes hacía dudar acerca de cuánto de descuido o de intención pudo haber en tal pérdida. Incluso de si se trataba realmente de un jedi. Quería que lo viera con mis propios ojos. Volvimos junto al fuego. Por la mañana podríamos examinarlo con más detenimiento. Pusimos al corriente a Leia que pronto estaría con nosotros. Antes de que el droide nos trasladara la lectura literal de la historia de aquellas piedras, le pregunté a Luke por su impresiones. Había tenido largo tiempo para meditar sobre aquellas imágenes. A su parecer el primer templo jedi era a la vez el primer templo sith. Ambos credos parecían el resultado de la sangrienta escisión de uno solo. Veía en su intento de darle continuidad a la orden jedi la repetición de la misma historia miles de años después. El descubrimiento tuvo un calado importante en sus creencias. Tal vez, después de todo, los jedi y su consejo sólo tuvieran una parte de la verdad. Ese era el pesar que se reflejaba en su rostro y no el de la aparente derrota contra Darth Snoke. En parte estaba en lo cierto, pero el templo no correspondía en realidad a ninguno de los dos credos, correspondía en todo caso a una, podríamos decir, primera orden. La coincidencia con el nombre de la facción que había tomado el relevo al mando del imperio resultaba muy incómoda y no menos reveladora. La llegada de Leia acabó de arrojar luz a la cuestión. La acompañaba una pequeña guardia y sus droides de confianza. Nada más llegar puso a trabajar al droide de protocolo para obtener la transcripción del texto alojado en las paredes del pequeño templo. Luke y Leia se fundieron en un abrazo al verse. Lamentaron juntos la pérdida de Han. En seguida abordaron la cuestión. ¿Crees que el maestro Yoda lo sabía? ¿Y Obi Wan? Luke negaba con la cabeza, si en algún momento el olvido del pasado jedi había sido premeditado y voluntario, fue sin duda mucho tiempo atrás. Ni siquiera Qui-Gon Jinn, que hubiera sido mucho más permeable ante ese tipo de hipótesis, albergaba una simple sospecha en tal sentido. De las imágenes del templo se extraía la conclusión evidente de que el mesurado estilo de vida jedi, parco, austero, sin fuertes vínculos emocionales hacia los otros, no se correspondía en absoluto con lo representado. Leia se mostraba confusa. Mucho más que Luke, que ya había tenido tiempo para tratar de asimilarlo. Quien descubrió la fuerza no era ni un jedi ni un sith y al parecer la forma de comprenderla de aquellos primeros iniciados distaba mucho de la manera en que se explicaba desde el desaparecido consejo. La transliteración del droide iba a terminar de corroborar esas primeras impresiones. La orden nació en el mismo momento en que el primer maestro decidió transmitir sus conocimientos, adquiridos de forma innata. Se describía a la fuerza como un flujo omnipresente, latente y moldeable. Se trataba por lo tanto de canalizar una energía ya presente y los primeros pasos de su enseñanza consistían simplemente en desarrollar la capacidad de percibirla. En el texto de piedra se hacía referencia a ella como la línea y se definía como el máximo estado de comunión que un iniciado podía alcanzar. Más allá de la línea, a un lado o al otro, no había

equilibrio alguno. No se hallaba en el texto exclusión de ningún sentimiento en tal estado de comunión, se hacía referencia tan sólo al exceso o defecto de estos. Se comprendía entonces que toda la enseñanza jedi era poco más que una simplificación, una forma de eludir el peligro de lidiar con los desequilibrios que los sentimientos pueden suponer por la vía de cercenarlos. Suponía una renuncia importante para la completa integración en la línea. Por la otra parte, desde el lado sith, el apoyo excesivo en dichos sentimientos para obtener una mayor sintonía, y de este modo mayor poder, suponía una dependencia severa de la exaltación de dichos sentimientos. En las mismas piedras se explicaba como los seguidores del primer maestro terminaron configurando ambas corrientes y sus posteriores enfrentamientos, como los embriones de lo que posteriormente serían siths y jedis. El hecho de que el imperio hubiera resurgido de sus cenizas bajo el nombre de la primera orden, antes de que Luke hallara siquiera el templo, era algo que alimentaba sus peores presagios. Se había forjado el convencimiento de que Snoke ya había estado allí mucho antes que él. El arma que le derrotó parecía la mejor prueba de ello. Había tenido mucho tiempo para reflexionar sobre el fracaso con su padawan y su posterior derrota. Los grabados de los muros no dejaban lugar a dudas, aparecían figuras ahora empuñando una doble hoja, luego dos sables simultáneos, asidos de diversos modos. Ni una sola imagen con un solo filo. Él no tuvo oportunidad como su padre y Obi Wan de recibir un adiestramiento a la vieja usanza, pero sabía bien que ningún jedi al uso portaría tal arma. Por lo menos a juzgar por la limitada información que Obi Wan le pudo ofrecer. Demasiado peligroso. Demasiado difícil de controlar. Sin embargo recordaba muy vívidamente su enfrentamiento con Vader y las sensaciones que le llevaron a prevalecer sobre él. ¿Era aquello el reverso tenebroso de la fuerza? ¿Acaso cruzó por un momento la línea? ¿O simplemente estaba sobre ella? La historia de aquellas viejas paredes iba a sacudir los cimientos de las convicciones de Luke. Todas las enseñanzas que le transmitieron sus maestros, ¿podrían estar en gran medida equivocadas? Había conseguido hallar el equilibrio en el lado de la luz eludiendo todo aquello que pudiera irrumpir en su paz interior. ¿Sería capaz de mantenerlo rodeado de esos estímulos tirando de él hacia todos lados? Desde luego parecía difícil y, peor aún, peligroso. Yoda hubiera estado de acuerdo, pero nunca llegó a escuchar la historia de contaban aquellas piedras. La situación era tan desesperada como de costumbre, el todo por el todo. Si Snoke daba con ellos acabaría con la última esperanza de los jedis en la galaxia. Derrotarle podría suponer el golpe de gracia que terminara con el dominio imperial. El enfrentamiento, antes o después, era inevitable. Sólo al ver mi juventud y mi nulo adiestramiento comprendió el profundo pesar de Yoda. Una semana, un mes, un año. La primera orden daría con nosotros en cualquier momento y no podríamos huir por siempre. Nos terminarían arrinconando. Teníamos que enfrentarnos a Snoke y a Ren y no estábamos preparados. Así me lo hizo saber. Tenemos que completar tu adiestramiento. Yo asentía solemne, aunque ya entonces me hubiera embarcado en el halcón hasta dar con Ren y vengar a mi padre. Aún así era consciente de que la fuerza que fluía en mí lo hacía como una tormenta, con voluntad propia y lejos de mi control. Sabía que tenía mucho que aprender. Le dije que quería seguir con él el camino de los jedi. Él sonrió. Tal vez haya un camino más rápido. Y tendremos que aprenderlo juntos. Vas a necesitar un sable láser. En aquel momento yo aún no entendía gran cosa sobre la naturaleza de la fuerza y los diferentes modos de aproximarse a ella. No comprendí entonces a que se refería. Puso sobre la mesa que nos separaba el sable que me entregara la amiga de Han. Rebuscó entre los pliegues de su túnica y situó otra empuñadura a su lado que nunca había visto. Notó el desconcierto en mi rostro. Éste, señaló con la cabeza, lo construí yo mismo tras perder el que retornaste. Ladeó la cabeza hacia el otro. Ahora sé que son sólo uno.

Me faltó poco para perderlo también. Y esa es la primera lección: jamás te separes de tu sable láser. Tu vida está unida a él. Las palabras de Qui-Gon resonaron en Obi Wan del mismo modo que las de Obi Wan en Luke y las de Luke, en mí, como un eco a través del tiempo. Volvió a guardar el sable que recobró de entre las aguas en su caída y dejó el que yo le entregué sobre la mesa. Cógelo, te será útil hasta que te procuremos uno nuevo. Podría hacerte falta. Lo construirás tú misma, terminó. Aún no había empezado y ya veía como las demandas me superaban, le dije que no sabría ni por donde empezar mientras movía la cabeza de un lado al otro. Se le escapó una carcajada. Tranquila, yo te ayudaré. En realidad todo lo que necesitamos se puede encontrar en una chatarrería. Todo, excepto el cristal. Por cierto, ¿cuál es tu color preferido? La sombra del rostro de Luke, a pesar de lo comprometido de la situación, parecía desvanecerse en alguna medida con el nuevo proyecto. Había llegado el momento de pasar de la teoría a la práctica, de poner en juego el conocimiento que había obtenido a través de aquellos textos pétreos y de las desconcertantes imágenes del primer templo. Había llegado el momento de trascender el conocimiento de los jedi, o tal vez de reparar su olvido, de volver a los orígenes para alinearse con el uno. Con la fuerza, con la línea. La profecía, que se hallaba también reproducida en los muros del templo en su forma primigenia, empezaba después de todo a cobrar cierto sentido. De ser entonces cierta, sólo quedaba por ver quién devolvería el equilibrio a la fuerza. Quién alcanzaría la mayor comunión para prevalecer ante el otro en el inevitable enfrentamiento, siempre buscado desde el lado oscuro. Si es que la habíamos sabido interpretar correctamente, claro. Desde luego no contenía referencia alguna a los jedi, que aún no existían como tal, en las breves líneas que hacían referencia a un elegido. Recogía ciertas expresiones vagas, un corazón justo, una voluntad implacable, pero ni siquiera el droide de Leia estaba seguro del significado preciso en algunos términos de un dialecto tan antiguo y olvidado. Además, el tiempo jugaba en nuestra contra no había lugar para la extensa reflexión que un jedi sensato hubiera requerido. Media galaxia buscando a Luke y deberíamos cruzarla para obtener un cristal exótico. Podríamos haber optado por quedarnos allí y prepararnos hasta ser encontrados, pero Luke tenía un plan muy distinto. Sabía que en el estado actual de las cosas tenía muy complicado salir victorioso de una confrontación con Snoke. Le había sorprendido cansado y desprevenido, sí, pero le superó sin el menor esfuerzo. Habría que empezar a asumir algunos riesgos, de otro modo, no quedaba lugar para la esperanza. Leia nos quiso acompañar pero Luke se negó en redondo. Sin embargo la experiencia de Finn iba a ser de nuevo útil. Desde que le sacaron del coma había tomado una expresión más grave y profunda, en parte por el carácter de la situación y en parte por el respeto reverencial que Luke le suscitaba. O tal vez por desaparecer todo un sistema ante sus ojos y haber estado al borde de la muerte. Estaba tan decidido a acabar con Ren y la primera orden como lo estuvo antes de huir todo lo lejos posible. Entre los muchos destinos entre los que había servido en la guardia imperial, había oído hablar del nuestro. La noticia no tan buena es que todo el planeta estaba cubierto por instalaciones mineras gestionadas por la primera orden. Utilizaban cristales en diversos prototipos de investigación . Por la descripción de Finn era, en sus propias palabras, meterse en la boca del lobo. ¿Realmente no hay otro sitio donde obtenerlo? Finn mostraba sus reservas sobre la viabilidad de la misión. Luke negaba con la cabeza. No conozco otro lugar, de ahí extraje el mío. Claro que por aquel entonces apenas había un pequeño puerto estelar y unas pocas explotaciones pero tampoco sería mucho más seguro tratar de buscarlo en cualquier puerto estelar con la primera orden al acecho, sin tener siquiera garantías de hallarlo. Cristales tan densos como el requerido para desplegar una hoja láser son díficiles de encontrar y

apenas tienen otros usos. Se forman bajo determinadas condiciones en estratos geológicos que incluyen grandes presiones, temperaturas elevadas primero y después muy bajas. En palabras de Finn todo el planeta era un enorme volcán que irrigaba con ríos de lava la superficie de hielo y nieve. Las cortinas de vapor resultado de tal contraste se perdían en los límites de la atmósfera. No sonaba demasiado acogedor. A Chewie no hubo manera alguna de separarlo del halcón así que fue él quien nos condujo hasta allí. Tomamos tierra en mitad de ninguna parte, en un lugar a la vez cercano y distante de nuestro objetivo tras una aproximación cautelosa. El planeta tenía poco más de interés que la intrincada red minera y un discreto puerto estelar, además del dispuesto más tarde en las otrora instalaciones imperiales. Junto al puerto civil se había ido arremolinando un pequeño núcleo de población, entre las nieves, al calor del negocio minero de varios tipos de explotaciones. Fue allí mismo donde Luke ensambló su sable láser de cristal esmeralda. Claro que de eso hacía ya muchos años. Pero confiaba que el viejo amigo que le ayudó en la tarea, propietario de un taller mecánico, siguiera ganándose la vida en aquella gran bola de nieve rellena de fuego. Atracar el halcón en el puerto hubiera sido demasiado arriesgado, el imperio estaría a buen seguro controlando el tráfico en cada uno de los muelles. Nos esperaba por lo tanto una larga caminata sobre el suelo helado. Chewie y Finn se quedaron a cargo de la nave, podrían sacarnos de un apuro si hubiera que salir pitando y no convenía llamar la atención. Cuantos menos fuéramos mejor. El aterrizaje fue tranquilo y al poco, Luke y yo, estábamos caminando sobre la nieve en una calma tensa. Luke parecía arrastrarse sobre la nieve como una sombra, envuelto en su túnica raída. No hubo mucha conversación. Caminábamos absortos en nuestros sentidos, conscientes del peligro. La primera orden, al mando de Snoke, no dudaría en movilizar cuantos recursos fueran necesarios al menor indicio de nuestra presencia. A lo lejos se vislumbraba la formación montañosa contra la que el imperio había edificado sus instalaciones, casi empotradas en la roca como la propia red de minas que se perdía en la oscuridad de sus entrañas. -¿Y si nos encontramos con Snoke? ¿Y si nos está esperando? -Le haremos frente, respondía Luke con parquedad, imperturbable. Yo en cambio me inquietaba más a cada paso que nos acercaba a la montaña y a las instalaciones encajadas en su ladera. Tenía la sensación de que íbamos directamente y por nuestro propio pie a una trampa sin salida. Caminábamos semiocultos por el margen de un bosque bajo y veíamos a lo lejos cierto tráfico de naves hacia y desde las instalaciones. Tras algunas horas de caminar con los pies helados llegamos cerca de la entrada principal del complejo, rodeado por una vaya y con distintos accesos para vehículos de tierra, todos fuertemente vigilados. -¿Por donde vamos a entrar? Desde luego, por aquí, parece que no. Luke se había retirado la capucha y oteaba el escenario detenidamente. Ni siquiera me miró al responder. -La última vez que vine por aquí- añadió -era bastante distinto. Vio la preocupación en mi cara y se apresuró a atajarla: -Pero da igual, conozco otra entrada. Tendremos que rodear el complejo a través del bosque, la entrada queda cerca del río. Señaló las columnas de vapor que se elevaban tras un lateral de las instalaciones. Por una parte fue un alivio, al menos hasta que llegamos al que iba a ser nuestro acceso al corazón de la montaña. -Allí es. Dijo Luke, deteniendo la marcha un instante para recuperar el resuello, al abrigo de la arboleda. Se refería a un minúsculo agujero agrietado a unos veinte metros sobre una pared helada que caía prácticamente en vertical. -¿Y cómo se supone que vamos a subir hasta ahí? No veía camino alguno para ascender en ese lado de la montaña. -Relájate, hay peldaños. Esta es la parte fácil, será más complicado bajarlos. Aprovechamos una racha de viento favorable para llegar al pie de la pared ocultos tras una cortina de vapor. Luke paseaba la mano a lo largo de la pared como si estuviera hablando con la montaña, mientras caminaba despacio. Al poco se detuvo, acariciando una zona de la piedra helada, adelante y atrás, con la mano humana que aún conservaba. Busco con la otra el cinto bajo su túnica y extrajo el mango de su sable luz. Golpeo con él algunos puntos del hielo que parecieron al azar y después dio un golpe seco en el centro de estos con el mango metálico. Una

placa de hielo se desprendió a sus pies dejando al descubierto un grabado en la oscura roca. Unos símbolos que, tras su estancia en el primer templo, le resultaban mucho más familiares que la primera vez que los vio. -Es aquí, sí. Buscó con la mano un sinuoso reguero helado que descendía por la pared desde lo alto. Quitó un poco la nieve suelta de un invisible saliente y después golpeó con el mango del sable. Volvió a pasar la mano para dejar al descubierto una pequeña plataforma tallada en la roca entre la cintura y la rodilla. Tallada de forma abrupta y desgastada, con suerte podría alojar la mitad de un pie pequeño. Luke fue el único satisfecho porque todo siguiera como lo halló. -Iré yo primero, no subas hasta que esté arriba. Iré despejando en el ascenso. Fue buscando otras oquedades y salientes irregulares, dispuestos de forma medida y al poco se iba alejando encaramado a la pared. No tardó en sonar un silbido dándome luz verde. Temía que alguna patrulla pudiera aproximarse en cualquier momento pero no sucedió. Estábamos ya al resguardo de un pequeño y agrietado conducto de piedra que se iba ensanchando a medida que avanzábamos hacia una oscuridad cada vez más densa. Una vez que la altura del techo permitió levantarnos del suelo helado por el que nos arrastrábamos Luke alumbró nuestros pasos con una luz esmeralda. Muchos brillos despertaron entonces entre el negro profundo, tintados ténuemente de diversas tonalidades. -¿Ya has decidido de qué color lo quieres? Luke sonrió, consciente de la belleza única de aquellas paredes. -Sólo quiero salir de aquí cuanto antes, tengo una mal presentimiento. -Has estado preocupada todo el camino. Eso no te va a ayudar. Lo que tenga que ser, será. ¿Qué tal si buscamos una veta magenta? Siempre fueron los más escasos. -Prefiero terminar pronto. -Está bien, como quieras. Luke desplazó de nuevo la mano por la pared mientras la alumbraba con el sable luz escrutándola con la mirada. -¿Qué tal amarillo, entonces? -Amarillo está bien, mientras funcione. Arañó un círculo en la pared con uno de sus dedos metálicos y acto seguido empujó el sable láser contra la roca, introduciéndolo lentamente en ella con cierto ángulo respecto a la perpendicular. Apretaba más y más y la roca iba cediendo con un chisporroteo y algo de humo. Apretaba con todas sus fuerzas, suspiró y se tomó un momento de descanso. Aproveché para preguntarle como se las arregló para obtener el cristal de su sable verde. -Con bastante más esfuerzo, respondió. Volvió a tirar del sable haciendo dibujar poco a poco el pequeño círculo marcado en la piedra. Cuando lo completó, afanosamente, un tarugo cónico se desprendió del muro, dejando una curiosa cicatriz circular. Miré un poco más allá y vi que el mismo patrón de hendiduras se repetía en diversos puntos, más allá de donde la suave luz azul se perdía. Luke apagó el sable, visiblemente cansado, se agachó para recoger el cono de piedra y me lo ofreció con una sonrisa burlona: -Amarillo. Estábamos deshaciendo el camino andado, ya prácticamente en la salida, gateando, cuando Luke se detuvo en seco. En seguida se escucharon algunos disparos. -¡Atrás, atrás! Retrocedimos torpemente hasta poder erguirnos de nuevo y dar media vuelta. Un regimiento entero estaba allí abajo, algún guardia o patrulla debió vernos trepar por el muro. Sin embargo no parecían dispuestos a subir a por nosotros. En cualquier caso la salida estaba bloqueada. -¿Y ahora qué? Luke no lo tenía muy claro. Meditó un momento. -Sólo conozco otra salida. La entrada principal. -¿Sugieres que salgamos por las instalaciones del complejo? -Tal vez allí no nos estén esperando y al menos contemos con el factor sorpresa. -¡Estupendo! La situación que ya de por sí era mala, estaba empeorando por momentos. -No te preocupes Rey, con tu padre salimos de unas cuantas peores. Luke mostró una sonrisa de poso amargo. -Vamos, cuanto antes salgamos de aquí mejor. El camino por aquel laberinto de piedra se hizo interminable, uno a cada lado de la guía del monorraíl usado para desplazar la carga, cuando llegamos a las galerías de la explotación minera. No nos cruzamos con nadie hasta el final de camino, nos separaban unos cincuenta metros del final de las paredes de piedra que se abrían en una gran galería con el techo en

bóveda. Más allá, las instalaciones custodiadas por la guardia de la primera orden y algunos obreros trabajando en una fila de vagonetas de carga. -¿Sabes conducir una de esas? Luke señalaba al fondo de todo, a una fila de deslizadoras aéreas aparcadas. -Me apañaré. -Pues démonos prisa. Sígueme, no te quedes atrás. Luke se movía encorvado con sigilo hacía la fila de vagonetas. Harían de parapeto ante la mirada de la mayor parte de operarios. Una vez llegados a la entrada, simplemente se incorporó y empezó a caminar, no había ya posibilidad de ocultarse. Yo seguía su paso firme y tranquilo en mitad de las instalaciones bajo la mirada atónita de algunos trabajadores. ¡Eh, eh! ¡Alto, identificación! Cuando recibimos el primer alto ya estámos muy cerca de las deslizadoras. ¡Alto, deténganse! Luke ignoró las advertencias por completo y siguió caminado despacio conmigo detrás. ¡Disparad! Luke se dio media vuelta en el mismo gesto que se desprendía de la túnica y blandía su sable verde devolviendo algunos disparos y desviando otros. -¡Rápido Rey, ponla en marcha! Corrí los pocos metros que me separaba de las deslizadoras y subí a la primera de la fila. En seguida el motor empezó a crepitar y estaba avanzando hacía Luke, que seguía devolviendo algunos disparos haciéndolos rebotar en la hoja de su sable. -¡Luke! Grité. Cayó de un salto detrás de mí, la deslizadora basculó en el aire y en seguida se recuperó cuando clavé el gas a fondo. Estaban cerrando los accesos al complejo, no alcanzaría la puerta que teníamos delante, giré a la derecha y recorrimos una pared con puertas cerrándose al mismo tiempo. La alarma estaría sonado desde hacía rato pero fue entonces cuando me di cuenta. -!Al final¡ Luke seguía desviando disparos que trataban de alcanzarnos. -¡Por la rampa! Al final de la nave había una rampa que daba a una entrada a distinto nivel, mucho más grande, probablemente para dar salida a los enormes robots bípedos que formaban algunas patrullas. La puerta se estaba cerrando al mismo tiempo y altura que las otras, pero necesitaría más recorrido para llegar hasta la parte más baja de la rampa. Esquivé algunos obstáculos y a algunos mineros aterrorizados, reduje para girar a la izquierda y volví a clavar el gas hasta el fondo, pasamos por poco. Ya estábamos fuera del recinto pero aún debíamos salir de la parte exterior de las instalaciones. -¡Por allí! Señaló Luke, hacia una barrera custodiada por dos guardias que acababan de advertir nuestra presencia. -¡No me parece buena idea! Aquellas deslizadoras no tenían apenas carrocería que nos pudiera salvar del impacto con la barrera, no cabíamos por debajo y no podíamos pasar por encima. -¡Haz lo que digo, por allí! El tono de Luke no dejaba opción, mientras zigzagueaba para esquivar algunos disparos de los guardias pensaba en como podría mitigar el golpe, antes del acelerón final. Eso si no nos alcanzaba de lleno algún disparo desde tan cerca. Acabé de trazar la última curva y me dirigía ya recto hacia una salida cerrada, noté la mano metálica de Luke sobre mi hombro. La otra mano se desplazó hacia delante en un gesto seco y ¡boom! La garita, los disparos, la barrera y los guardias saltaron por los aires despedidos varios metros hacia atrás, dejando nuestro camino libre. Al momento estaba ya esquivando los primeros árboles del bosque cercano, camino del halcón. La parte buena es que nos habíamos ahorrado el camino de vuelta con los pies helados en la nieve y teníamos lo que veníamos a buscar. La parte mala es que aún no habíamos acabado y todos nos estarían buscando. Decidimos que la manera más segura de hacerlo era que Chewie llevara el halcón a una puesta a punto. Los compartimentos ocultos que Han utilizaba para el contrabando deberían ser suficiente para eludir cualquier posible control y no estarían buscando a un wookiee. Aún así debíamos extremar aún más las precauciones. Chewie puso rumbo al puerto estelar para llevar la nave al taller de Sal, un viejo amigo de la rebelión y de la orden desde los tiempos de la república. Era tan arriesgado permanecer allí como tratar de abandonar el sistema en aquel momento. Sal siempre reservaba un hueco en el hangar para aquel tipo de emergencias. La entrada fue más cómoda incluso de lo que cabría esperar, sin controles inoportunos, y pronto pudimos salir de nuestro confinamiento oculto. Sal era un humano rollizo y bajito, un estafador y un ladrón. Luke siempre pensó que se hubiera llevado bien con Han. Al fin y al cabo, desde el punto de vista de ambos, robar a los ladrones era un acto de justicia poética. Cuando el mecánico vio a Luke sus ojos apenas daban crédito, era lo bastante viejo para llama a Luke chico. Se abrazaron. Sal hizo saber a Luke que mucho lo daban por muerto. Las cosas se

habían puesto difíciles por aquella parte de la galaxia a pesar de la caída del imperio, la primera orden controlaba ahora minuciosamente el tráfico del puerto civil y las exportaciones. En seguida preguntó a Luke qué necesitaba, a su edad seguía entusiasmado en la lucha contra el imperio y nunca desperdiciaba la oportunidad de echar una mano en cualquier pequeña aventura. Arreglar una nave para algunos pasajeros proscritos, escamotear algunos pequeños envíos, controlar los movimientos de las tropas acuarteladas allí, cosas así. Cualquier cosa para incordiar, antes al imperio, ahora a la primera orden. Lo mismo que la última vez, respondió Luke. Sal nos hizo pasar sin demora a una pequeña habitación anexa a su despacho que contenía un banco de trabajo y algunas herramientas. Chewie agachó la cabeza a pasar por la puerta con un gruñido. Finn tampoco estaba tranquilo fuera del halcón. Luke preguntó a Sal si conservaba los planos y este le respondió con una sonrisa pícara. Abrió el último cajón del banco y pasó la mano por debajo desprendiendo algunas láminas adheridas con diagramas inscritos. Justo donde los dejamos. Bien, voy a necesitar ayuda, dijo Luke, hemos de hacer algunas mejoras. Al poco aquello era un hervidero de actividad, Finn y Chewie hacían varios cortes en un tubo de titanio negro llenando un extremo de la habitación de chispas, Sal sujetaba un diagrama contra la luz con una mano tapándole la boca mientras Luke señalaba aquí y allá y yo pulía paciente la mitad del cono de piedra y cristal para ir ajustándolo a la forma requerida y eliminar las impurezas. Cuando las piezas independientes estuvieron terminadas Luke me iba indicando como ensamblarlas haciendo hincapié en lo importante que era que el cristal, ya con la forma pertinente, asentara firme y perfectamente alineado. Cuando terminamos me miró intrigado: ¿A qué esperas? Pruébalo. Me puse en pie y pulse el sensor del que sería mi sable luz por primera vez. Un resplandor pálido y ligeramente amarillento creció a ambos lados de la larga empuñadura proyectando sombras en la habitación. Bien, dijo Luke, mejor que el mío. Vamos a ver qué tal va ese nuevo mecanismo. Se refería a la posibilidad de fraccionar la empuñadura en dos sables independientes. Lo agarré del modo en que me había enseñado, giré ligeramente e hice un poco de presión y no se desprendía, Un poco más, una poco más y al final se desprendió algo más lejos de lo que había calculado, Chewie lanzó un gruñido a la vez que una pequeña voluta de humo subía hacia el techo y algunos pelos caían al suelo, impregnando el ambiente de un olor extraño. Vale, vale, apágalo, hay que retocar un poco eso, tiene que ir suave, firme pero suave. Y, Sal, ¿crees que podremos hacer lo mismo con éste y…? Luke tendió la mano reclamando el sable que fue de su padre, lo deposité en su mano, no se volvería a separar de él. ¿Y esté? Los ojos del mecánico brillaron con complicidad y se dibujó una sonrisa bajo su nariz: Por supuesto. El trabajo ya estaba finalizado y terminados los últimos retoques, prácticamente nos estábamos despidiendo del viejo Sal cuando uno de sus empleados picaba insistentemente a la puerta del taller. No oímos al empleado, sólo la voz de Sal: He dicho que no me molesten, estoy… ¿La primera orden? Al parecer desde nuestra pequeña irrupción en sus instalaciones estaban batiendo el puerto estelar puerta por puerta, estaban revisando el hangar y tarde o temprano darían con el halcón que, por supuesto, no tenía ninguna clase de documentación que justificara su presencia allí. Luke hizo ademán de dirigirse a la puerta pero lo Sal lo detuvo. No, no, no, eso sólo complicaría las cosas, llevo lidiando con los imperiales desde que cayó el senado y estos tuercebotas de la primera orden no me van a decir como llevar mi negocio, no te preocupes, Luke, sé como tratar con ellos. Me encargaré de todo. Luke no las tenía todas consigo, los métodos de la primera orden era más expeditivos si cabe que los de las tropas de asalto imperiales. ¡Claro que sí! Sí. Eso espero. El valor de Sal se iba deshinchando visiblemente

mientras se encaminaba hacia la puerta y se le dibujó en el rostro una expresión funesta. Antes de salir tomó aire, se repuso y se giró hacia la sala: Vosotros no os preocupéis, simplemente quedaros aquí, el viejo Sal se encarga de todo. Quedaos aquí. Chewie lanzó un suave gruñido interrogativo. Ninguno habíamos acabado de entender esa última risa nerviosa del viejo mecánico. Cerró la puerta tras de sí e intercambiamos miradas A través de la ventana, con las luces apagadas, veíamos los curiosos andares del rechoncho Sal atravesando el hangar. Uno de sus empleados estaba hablando con la patrulla que revisaba unos documentos mientras iban señalando las naves allí estacionadas. Sal llegó junto a ellos extendiendo los brazos, se le podía casi desde el taller: ¡Mis queridos amigos de la primera orden! ¿en qué os puede ayudar este humilde mecánico hoy? ¿tal vez un cambio de aceite? La patrulla no parecía muy en sintonía con el humor de Sal. Señalaban eso sí, de manera insistente al fondo del hangar, justo donde se hallaba el halcón. ¡Oh! ¿Eso? ¡No, no! ¡Eso no es una nave, es una pieza de museo! ¡Claro que no tiene documentación, ni siquiera puede volar! Sólo… se la guardo a un amigo, ya sabes. Amigo. ¿Tú tienes amigos? ¡Ahora seguro que sí, por lo menos uno, que soy yo! Y mira, como amigo, déjame que te compense, dejadme que os compense por las molestias de haber tenido que venir aquí para nada. Se metió la mano en el bolsillo y rápidamente extendió una respetable suma de créditos. ¿Qué tal va? Finn no quería ni mirar, le sobraba con lo que oía. No muy bien, creo. Chewie corroboró mi opinión con un gruñido susurrado y un movimiento a los lados con la cabeza. Sal insistía. De verdad, sólo, por las molestias, sé que trabajáis mucho. ¡Y valoro vuestro trabajo! A ratos sonaba hasta convincente, uno de los dos guardias empezó a sopesar la cantidad exacta de créditos que podría haber en la mano de Sal. Al final los recursos del viejo mecánico parecía que iban a dar resultado. Finn no se lo podía creer. Pero en ese momento una pequeña guarnición cruzó al fondo la puerta del hangar, iba encabezada por tres individuos uniformados con capas y los rostros cubiertos por máscaras. Luke, al filo de la ventana hizo una señal. Las cosas se estaban torciendo para el bueno de Sal. ¿No? Bueno, no pasa nada, no pasa nada. ¡Anda! ¿Ves como sí que tenéis amigos? ¡Bueno, bueno, cuantos más mejor! ¡Vaya, y qué elegantes! Antes de que llegara la guarnición a su altura ya estaban informando a Sal de que tendrían que registrar la nave indocumentada y el resto del hangar. ¡Sí, sí, por supuesto, será divertido! ¡Como visitar un museo! Pero antes, ¿queréis un caramelo? ¿No? Sal estaba sudando a chorros a estas alturas. El empleado que le acompañaba se marchaba disimuladamente pero sin demora en vistas de lo que se venía encima. La guarnición capitaneada por las tres capas ya estaba casi a su altura. ¿Seguro que no? Bueno, yo sí que tomaré uno. Sacó del bolsillo un pequeño dosificador de caramelos, Pulsó el botón pero no cayó ninguno… una vez, dos, tres veces. Y se desató el infierno. Desde ambas paredes del hangar lenguas de fuego de varios metros de alto fueron vomitadas en serie barriendo toda la superficie de la nave mientras Sal corría en dirección opuesta y los soldados se giraban para localizar el origen de las hostilidades. Para cuando reparaban en el mecánico este ya estaba a una distancia prudente y una sustancia viscosa e inflamable prendida en llamas se vertía sobre los inoportunos visitantes y a lo largo y ancho del suelo del hangar, a excepción de los último metros. Nadie hubiera dicho que el viejo Sal hubiera podido correr tanto, no siquiera se oye el dispare de un blaster, solamente a un Sal enloquecido que gritaba ¡Corred!, sugerencia de la que tomaron todos buena nota encaminándose precipitadamente hacia el halcón, una de las dos únicas naves que habían quedado al resguardo de la deflagración. Luke en lugar de eso salió al encuentro del viejo mecánico. Huid, Luke, he hecho lo que podido. Luke tenía la mirada clavada en el hangar por delante, ahora convertido en un mar de altas llamas. Sube al halcón Sal, ya no puedes quedarte aquí. ¿Y tú no subes Luke, qué vas a hacer? ¡Rey! Gritó. No creo que olvide nunca ese grito, me erizó toda la piel. Tenemos asuntos

pendientes aquí. Todos entraron al halcón excepto Luke y yo, Chewie ya estaba a los mandos, Finn junto a él y Sal comprobaba con estupor que su observación sobre el museo tenía más de cierto de lo que se pudiera imaginar. ¿De verdad voláis en esta cosa? Dudaba poder estar allí más seguro que entre las llamas. Me situé en calma tensa junto a Luke que aún contemplaba las llamas. ¿Siths? No, sólo aprendices pero no bajes la guardia. Luke señaló a la larga empuñadura aprisionada en mi cinto. Sólo una. Asentí con la cabeza al tiempo que dividía en dos el largo mango. Luke se dio cuenta de que me temblaban las manos durante la operación y depositó su mano mecánica sobre las mías. Tranquila, déjalo de mi cuenta, mantente en segunda línea. Al poco unas siluetas enmascaradas avanzaban entre las llamas con las capas aún impregnadas en fuego. El que caminaba delante miró con su inexpresivo rostro a Luke, después a mí y a Luke otra vez. Por fin habló: Veo que sigues vivo. Luke no mostró ningún signo de compasión: Aún estáis a tiempo de iros por donde habéis venido. El resto de la guarnición yacían en el suelo devorados por las llamas. Luke estaba frío, tras largos años de aislamiento había aprendido a estar en la fuerza sin revelar su presencia, debía evitar a toda costa que Snoke percibiera el enfrentamiento, debería ser rápido y conciso. ¡Acabaremos lo que empezó Kylo Ren! Replicó otro de ellos. Tres luces rojas se alzaron de una en una ante nosotros. No tendréis tanta suerte como él, sentenció Luke dejando caer una luz esmeralda desde su mano metálica. Un resplandor pálido le siguió. El primero avanzó directo hacia Luke, no podía ver su rostro pero podía sentir su odio, casi palpable, tangible. Luke contuvo sin problemas el primer golpe a pesar de la cólera que lo impulsaba, hacía años que no utilizaba un sable láser y parecía ya más un ermitaño que un jedi, en mi interior sentí un instante de miedo, tal vez no estuviera a la altura y todo terminara de la peor de las maneras posibles o tal vez yo... No tuve tiempo para pensar más, las otras dos máscaras se dirigieron hacia mí. Primero un flanco, al instante siguiente el otro, ahora arriba, ahora abajo, habían pasado sólo unos segundos desde que blandieron su luces rojas y ya sentía que no iba a poder aguantar mucho más ese ritmo. Traté de hacerles girar para ganar algo de tiempo dejando a los dos en un mismo flanco y enseguida recuperaban la posición, si siquiera pude lanzar una estocada, a duras penas alcanzaba para defenderme. El juego de piernas era cada vez más confuso, errático, desesperado, amenazando casi con caer cuando de pronto: zup. Un inmenso arco verde arrojó ambos cascos al suelo con un solo gesto, desde sus espaldas. Cuando los cuerpos separados de sus cabezas cayeron al suelo pude ver, algo más allá, otro cuerpo que había corrido la misma suerte. En ese mismo instante caía, agotada y confundida por aquel baile infernal. Luke me tendió la mano: No hay tiempo, debemos irnos. Dentro del halcón veían prácticamente de frente esa parte del hangar, aún alumbrado por el resplandor naranja de las llamas. Otros colores se unieron, crepitaron y se apagaron. Ahora todo permanecía de nuevo en silencio salvo el crepitar del fuego. Los motores del halcón aún no se habían encendido a pesar de los esfuerzos de Chewie que rugía a Finn para que revisara ahora esto y ahora aquello mientras Sal se maravillaba. Pues sí era verdad que no volaba, ¿de verdad habéis venido en esto? Luke entró con pasó firme en el halcón delante de mí ¡Chewbacca! ¡Hemos de irnos ya! Éste respondió con un gruñido de lamento. Se dirigió hacia la cabina y repitió, más sereno, con la mano sobre el hombro del wookiee. Hemos de irnos. Chewie gesticuló con el brazo en dirección a Finn gruñendo, que estaba revisando un panel en la parte de atrás ¿Qué? ¡¿Qué?! Finn nunca

terminó de entender muy bien a Chewbacca. Teniendo en cuenta que el problema es que no tenemos propulsión en toda la nave yo creo que ese gruñido se refiera a...esto. Sal presionó una conexión del panel ligeramente corroída por el óxido y los motores del halcón milenario empezaron a cantar como los ángeles. Todos los celebramos y felicitamos a Sal con halagos que el viejo ni siquiera acertaba a comprender, pues las indicaciones de Chewbacca le parecieron evidentes. El halcón se despegó perezosamente del suelo y trazó un lento giro para embocar la salida del hangar, camino hacia un lugar más seguro a través del hiperespacio. Chewie empezó a accionar el mando verticalmente cuando la nave había cobrado suficiente altura, con suavidad. Un viento se introdujo por la puerta del hangar haciendo bailar las llamas en dirección al halcón. Chewie, acelera. La voz de Luke sonaba inquieta. ¡Acelera! Antes de que terminara de pronunciar la palabra de nuevo una pequeña nave se había materializado sobre las llamas y desplegaba su rampa sobre el fuego aún vivo. Alcanzaron a ver una silueta que descendía antes de que el wookiee estirara su largo brazo sacándoles de allí con un gruñido. El nerviosismo se extendió por la nave y Finn sólo le puso voz ¿Quién demonios era ese? Luke suspiró, ya alejado del peligro. Ése, dijo mirando a fijamente a Finn y luego a mí, era Darth Snoke. ¿Y de dónde diablos ha salido? ¿Cómo nos ha encontrado? Insistía Finn. Luke pensó en explicarle como a través de la fuerza… Pero respondió simplemente: No lo sé. La verdad es que no sé como lo hace. Supongo, y volvió a fijar sus ojos en mí, que tenemos mucho que aprender. Y no mucho tiempo para hacerlo.

EL ÚLTIMO JEDI Sal y Chewie trabajaban en el halcón mientras Finn contactaba con la resistencia para transmitir y recibir noticias, Tres caballeros de Ren habían caído, estaban ya fuera de peligro en el enclave secreto de Luke, lejos, en el borde exterior. El incidente en la instalación minera había puesto aún más en guardia a la primera orden y estaba registrando palmo a palmo todo el sector. Finn sonreía a un apesadumbrado Sal, ¿Entiendes ahora a que me refiero? Desde luego, sería más fácil montar una nave de cero que mantener este pedazo de chatarra en el aire, refunfuñaba el viejo. Chewie movía los brazos y gruñía señalado que antes de eso verían sus extremidades separadas de sus cuerpos. Luke no había perdido ni un instante, no conocía los límites del poder de Snoke, si es que éste conocía límites y ni siquiera en aquel remoto lugar parecía sentirse seguro. Desde que bajamos de la nave nos apartamos del grupo para completar mi adiestramiento. También Luke necesitaba experimentar con el manejo de la doble hoja. El enfrentamiento con los caballeros de Ren me había afectado más de lo que pudiera imaginar. Tan brutal, tan desproporcionado. Tan… tan poco, jedi. Luke notó que algo no iba bien y me preguntó sin rodeos. Dijo que no podíamos permitirnos el lujo de cometer un solo error, había demasiado en juego. Pero no fue... noble, repliqué. ¿Acaso fue noble que tuvieras que enfrentar a dos adversarios? Fue efectivo eficaz y eficiente. La prueba es que sigues viva. Luke hablaba con la frialdad que parecía corresponder a la mano con la que sostenía el sable. Es sólo que creía que los jedi hacían las cosas de otra manera. Seguía sin verlo claro. Entonces me dijo algo que nunca olvidaré: Rey, los jedi han muerto. Yo fui el último de ellos. Tú tienes que ser algo diferente. Mejor. Luke ya había empezado a comprender algo que yo no entendería del todo hasta mucho después. Pero lo importante ahora es nuestra preparación, no creas ni por un momento que Snoke será un adversario tan fácil, ni siquiera Ren y aún quedan varios de sus caballeros. Veamos como te desenvuelves con la doble hoja.

Mientras tanto la guerra continuaba. La primera orden había sufrido un gran retroceso al perder su mayor arma pero estaba aún muy lejos de ser derrotada. Aún controlaba gran parte de la galaxia desde los sistemas factoría que formaban el núcleo duro de su poder. Y ahí es donde la resistencia planeaba lanzar su próximo golpe, en el corazón de su capacidad productiva, de su maquinaria bélica con la que pretendían someter a la galaxia. La resistencia había ampliado significativamente sus filar y recursos como consecuencia de su éxito sobre el devorador de estrellas y la situación, aunque aún desbalanceada, se hallaba ya mucho más cercana a un equilibrio de fuerzas. Lo suficiente como para poder plantear una ofensiva última que asestara el golpe definitivo a la primera orden en el corazón de su imperio. No iba a ser sencillo, desde luego y los costes serían sin duda altos, pero siempre menores que aguardar el siguiente ingenio tecnológico que estremeciera a todos los sistemas, como hasta ahora. Debían tomar la iniciativa mientras estuvieran a tiempo. Así lo exponía Leia ante el consejo rebelde. Había llegado el momento de tomar la iniciativa y acabar con cualquier recuerdo del imperio de forma definitiva. El problema es que dirigir una gran flota hasta el centro neurálgico de la primera orden era lo mismo que entrar en una ratonera, si algo no marchaba bien no habría vuelta atrás. La guerra se decidiría en esa operación, en uno u otro sentido. Como complicación añadida, mantener en el secreto más absoluto una operación de tal envergadura sería poco menos que una quimera. Las redes de la primera orden seguían muy activas en la mayor parte de sistemas, sería casi imposible contar con el factor sorpresa y ello pondría muy cuesta arriba la operación. Así que, si no podían ocultar el qué, tratarían al menos de ocultar el dónde. Se planteó un movimiento en pinza en dos tiempos. El ataque empezaría en los extremos opuestos de los sistemas más exteriores y una vez divididas y desplazadas las fuerzas defensivas entrarían en el hiperespacio hasta el sistema central, teóricamente desprotegido tras el movimiento y aprovechando la ventaja proporcionada por la confusión. Probablemente, y a pesar del tamaño de la flota desplegada, vieran el ataque como una amenaza distante y eso permitiera en un movimiento relámpago obtener al menos parte del imprescindible factor sorpresa y unos minutos dorados para infligir un severo castigo a todas las instalaciones del sistema central que a su vez les impidiera ofrecer una réplica. Y tal vez, sólo tal vez, descabezada la primera orden, el resto de sistemas desistieran de su belicista empeño de dominación. Y ahí, en ese último punto es donde Leia contaba con Luke. Darth Snoke debía caer. Y no sólo por el bien de la galaxia sino también por Han y por Ben. De no ser así toda la operación podría ser en vano o alcanzar a lo sumo un éxito parcial. Y Kylo Ren… Leia no quería pensar en Kylo Ren. Luke sabía que el momento se acercaba a marchas forzadas y a pesar de que los progresos de nuestro entrenamiento conjunto eran notables y ya empezábamos a desenvolvernos con soltura con las hojas dobles y con dos sables, no alcanzaba a sentirse satisfecho, aún dedicando a ello la totalidad de las horas del día. Finn se había desentendido un poco del eterno mantenimiento del halcón y pasábamos algunos ratos juntos, aún sin abandonar el entrenamiento. Él me lanzaba pequeñas piedras y yo las pulverizaba con el láser del sable con los ojos vendados. Le fascinaba ver como acertaba y mientras aprovechávamos para charlar un poco. Es raro hasta para ser un jedi, decía. Bueno, de hecho ya no es un jedi. ¿Ah no, entonces que es?

Otra cosa, como los de la vieja orden. Los de antes, en realidad. Bah, si lleva sable láser es un jedi. También podría ser un sith. Pero entonces sería rojo. ¿Como el de Ren? Bueno, el de Ren no era muy rojo, ¿no? Y si mi sable fuera rojo, ¿entonces sería una sith? ¡Eh, esa era muy grande! La piedra se fragmentó en lugar de pulverizarse y me impactaron algunos pedazos tras incidir en su trayectoria con el láser. Espero que no. Pues sí era muy grande para este ejercicio… Me refiero a que espero que no fueras una sith, aún con el sable rojo. ¡El color es irrelevante, es sólo una absurda tradición! Anda, tira otra. Ahí va. De hecho… podría ser una sith con un sable de cualquier otro color. Sonreí con un poco de malicia. Me lanzó una rápida que no vi venir y me golpeó en mitad de la frente ¡Au! Vaya, lo siento, ¿estás bien? Ningún sith se dejaría golpear en la cabeza de esa manera ni con los ojos cerrados, intervino Luke. Si pierdes la concentración en medio de un combate puedes pagarlo con la vida. Apenas me dejaba relajarme unos momentos. ¿Qué tal vas con los dos sables? Se interesó Luke. Creo que se me da mejor la hoja doble. Lo sé, por eso debes practicar más con los dos sables, cualquier carencia en un combate… Te puede costar la vida, repetimos Finn y yo al unísono. Espero que lo recuerdes cuando estés ante Darth Snoke, terminó Luke ajeno a nuestra broma. Me quité la venda: ¡Eh! Creía que de Darth Snoke te ibas a ocupar tú. Esa, Rey, me dijo, no es una decisión que podamos tomar ninguno de los dos. Ahora viene el “si yo no estoy...” adelanta Finn. Si algún día yo no estoy, empezó Luke, has de ser capaz de defender el legado de los… el legado. Y el legado eres tú, Rey, has de ser capaz de enfrentar cualquier oponente, incluido Snoke. No te confíes, cuando te enfrentaste a Ren estaba herido. Ante los caballeros aguantaste pero no hubieras durado mucho más y eran sólo aprendices. Aún no has tenido un combate con un Lord sith. Y si yo puedo evitarlo no lo tendrás. Pero eso… No depende de nosotros, me adelanté. Eso es. Sigue practicando, ahora con los dos sables, uno con cada mano. A Finn le hacía bastante gracia el tono grave de Luke, supongo que en cierto modo era una manera de dejar escapar la tensión. A Luke en cambio le envolvía, le traspasaba, él era la tensión. Aún entrada la noche se veía una luz turquesa danzando como si estuviera viva sobre el montículo que daba al acantilado sin más compañía que el romper de las olas. Chewie y Sal, también por matar el tiempo, se habían propuesto hacerle una auténtica puesta a punto integral al viejo halcón, algo más allá de los parches que con Han solían improvisar y que dejaban de funcionar en el momento más inoportuno. Algún día les acabaría trayendo un problema del que ya no se podrían reír. Sal utilizó la palabra modernizar pero los aspavientos del wookiee con los brazos por encima de la cabeza junto a sus penetrantes gruñidos dejaron claro que esa no iba a ser la línea de acción. Imposible, exclamaba Sal, así es imposible le decía a Chewie que cuando se le solicitaba una pieza de repuesto en concreto volvía con otra no exactamente igual y en peor estado. Y discutían agriamente: ¡que una pieza haya funcionado diez años no es mejora garantía de que funcione otros diez que una nueva! Bueno, o de segunda mano, pero al menos que no esté oxidada.

Yo que estuve recogiendo chatarra y repuestos en el desierto, no muy lejos del donde descansaba el halcón, tenía que dar la razón a Sal, si aquella nave después de estar tantos años bajo el polvo y la arena estaba de una pieza es porque no tenía nada que mereciera la pena robarse. Sal veía deficiencias graves incluso en el diseño. Lo del retrete es un problema grave. Chewie no entendía, lanzó un gruñido interrogativo significando ¿Qué retrete? ¡Ése Chewie, ése! Ése es el problema, que no hay ninguno. Los robots en ese punto estaban con Chewbacca pero pronto se marcharían con Leia, Luke se había acostumbrado a la falta de compañía y estaba centrado exclusivamente en nuestro entrenamiento, no requería más los servicios del dicharachero androide de protocolo y toda ayuda para la operación que planificaba la resistencia iba a ser poca. Al final entre todos convencimos a Chewie para obtener algunos recambios necesarios por cuestiones elementales de seguridad, hasta Sal puso algunos créditos de su bolsillo “en favor de la seguridad aérea” y Luke no pudo negarse aunque era muy reticente ante cualquier tipo de excursión. Aunque nosotros, claro, nos quedaríamos entrenando. Hasta Finn se apuntó a la visita aunque tuviera que ir con Chewie para cambiar el paisaje por unas horas. Tenía que ser una cosa sencilla, acercarse a un sistema próximo, coger algunas piezas y volver a montarlas en el halcón, sin estridencias ni llamar la atención. Aunque ya desde el principio se alargó más de la cuenta, visitaron a algunos distribuidores y al final acabaron yendo a parar a un desguace. Lo cierto es que , aún de haber podido pagarlo, nada demasiado reluciente hubiera encajado bien en el halcón. Chewbacca era el único que volvía realmente alegre con un montón de trastos viejos a la espalda “que habían demostrado ya su buen funcionamiento”, demasiado en opinión del resto. Caminaba ya de vuelta al puerto para embarcar en el halcón por una de las concurridas calles de la pequeña urbe cuando alguien reconocíó a Chewbacca, era un tipo bajito de piel verdosa y escamas como de pescado. Al parecer conocía a Han y no por sus proezas en la rebelión, quería cobrar una deuda de juego y dijo en una lengua extraña algo como ¿eh, Chewbacca, me vas a pagar tú lo que dejó a deber Han Solo? En ese momento Finn y Sal sólo entendieron el nombre de Han. Chewie dejó caer en mitad del tráfico de peatones el fardo con quincalla que llevaba a la espalda y los colmillos le asomaron bajo el arrugado hocico, en un momento se volvió loco, lanzó un gruñido al aire que hizo que la mitad de transeúntes se detuviera y, agarrando a su interlocutor de los codos flexionó las rodillas hasta que las verdes manos tocaron el suelo. El pobre infeliz dio unos cuantos pasos hacia detrás y hacia delante haciendo eses con un surtidor de sangre en cada unos de sus hombros y al fin cayó redondo desmayado. Se oyeron gritos y algunos corrieron, Finn y Sal no podían creer lo que había sucedido en un momento y allí estaba Chewie con dos pequeños bracitos en las manos goteando sangre. Los lanzó sobré el cuerpo en la calle con un gruñido, recogió su fardo y siguió su camino hacia la nave como si tal cosa. Sal y Finn dudaron incluso si seguirlo, Sal estaba pálido. Finn, más. Le preguntó al mecánico: ¿tú has entendido algo de lo que ha dicho? Creo… Creo que ha dicho que Han Solo ya ha pagado todas sus deudas. Le siguieron a cierta distancia, con prudencia. Y no fueron los únicos, las redes de información de la primera orden llegaban también al borde exterior y la información de alguien como Chewie, contrabandista, con acreedores y vinculado a la rebelión podía ser interesante para diversas partes y por lo tanto una rentable la inversión ubicar un pequeño dispositivo de seguimiento en el caso del Halcón milenario. Solo es de ese tipo de personas capaz de causar problemas hasta después de muerto. Cuando regresaron lo primero que hizo Finn fue contarnos a Luke y a mí lo sucedido, estaba convencido de que Chewie se había vuelto loco y cualquiera podría correr la misma suerte en el momento menos esperado. Luke lo observó un momento mientras trabajaba en las rutinas del halcón y concluyó “yo lo veo equilibrado”. Intentamos explicarle que era una práctica “relativamente” frecuente en los wookiees pero desde entonces siempre que se cruzaba con

Chewie caminaba de lado para no darle la espalda. La preocupación de Luke tras la explicación de Finn no tenía nada que ver con la cordura de Chewbacca, a salvo de todo menos de su mal pronto. Sal ya no discutía apenas la metodología de las reparaciones en el halcón y Chewie seguía como si nada hubiera sucedido. No, lo que preocupaba a Luke es que con toda probabilidad aquel incidente hubiera puesto ya fecha de fin al entrenamiento. Aquel ya no era un lugar seguro, la presteza de Finn al comunicarlo quizás les diera una oportunidad de escapar pero ¿a dónde? O tal vez no. Tal vez ya estaba harto de huir y esconderse durante años tras su caída ante Darth Snoke. Tal vez fuera en aquel lugar, cuna de los cultos jedi y sith donde se debiera librar el enfrentamiento decisivo. Tal vez fuera el destino. Tal vez no fuera el camino correcto buscar la confrontación. Tal vez tampoco lo fuera evitarla. La duda de Luke se dibujaba en su ceño. Luke compartió conmigo algunas de estas consideraciones. Me preguntó si me sentía preparada. Habíamos entrenado mucho y muy duro, sólo acerté a decirle que sentía que había hecho grandes progresos pero… Lo cierto es que a través del entrenamiento me había deshecho de toda preocupación, un poco al contrario que Luke que daba la impresión de que su persistente práctica del combate era consecuencia de cuánto se hallaba de atormentado. Yo, al final, había logrado mejor o peor encontrar a mi familia, se me había abierto un mundo nuevo que ni siquiera alcancé a soñar cuando era una niña y de alguna manera sentía que todo lo que viniera más allá de eso, era un regalo. Vivir, morir, claro que una cosa tenía mejor aspecto que la otra pero el simple hecho de estar aquí era un objetivo más que suficiente y con creces consumado. Ciertamente no me sentía preparada, los poderes de Snoke se revelaban bastos y aterradores pero tampoco sentía que me tuviera que preparar. Y claro, difícilmente mi conocimiento de la fuerza podría hacer sombra al de Snoke, pero tampoco era necesario, tampoco funcionaba así. Era el necesario para mí y lo cierto es que me sentía mejor que nunca. Lo suficiente para prevalecer ante cualquiera. Luke lo hubiera llamado probablemente inconsciencia. Lo cierto es que no era algo razonado, era más bien un sentimiento, un estado de ánimo, una sensación. Al final la decisión que tomó fue no tomar ninguna decisión. Yo no lo entendía, si la decisión era esperar, bien, esperaríamos. Pero de alguna manera se había quedado en un punto de bloqueo que le situaba ahí, más que estando ahí por decisión propia. Se diría que su decisión ya la habían tomado otros. Muy al contrario la resistencia tenía claro que estaba tomando la mayor iniciativa desde el auge del imperio. Finn contaba que el día que se acercaron a adquirir recambios para el halcón se sorprendieron de los exagerados precios. La resistencia estaba poniendo en el aire cualquier cosa que pudiera saltar al hiperespacio y se había generado una cierta escasez de algunos recursos. Eso puede dar una idea de la magnitud del plan y hasta que punto era poco realista tratar de ocultarlo. En los pasillos de los cuarteles de la primera orden el nerviosismo iba en aumento tras la pérdida del gran arma, no había proyecto que pudiera reemplazar tal vacío de poder y cada vez más sistemas se declaraban abiertamente en contra de su tiranía y se aliaban con la resistencia en lo que ya algunos llamaban la liberación de la galaxia. Los preparativos fueron largos y tediosos, la organización y coordinación un infierno pero el día señalado, el día de la tormenta, la acción debería ser como un rayo. Sucedía un poco igual con mi entrenamiento, tanta dedicación, tanto esfuerzo para tal vez solamente unos instantes que lo deciden todo. En realidad nunca hay una segunda oportunidad. Y diferencias muy pequeñas pueden separar todo y nada. Para cuando Sal encontró el transmisor adherido al casco del halcón las preocupaciones de Luke ya se habían disipado en gran medida, Sal se lo mostró consternado y él simplemente lo

dejó allí encima, ni siquiera lo inutilizó. Si debía producirse, no postergaría más el enfrentamiento. Al parecer no debería ser demasiado difícil atraer a Snoke hasta ellos y de hecho la movilización de la resistencia ya había fijado un fecha límite. Incluso podría llegar el caso de que tuvieran que partir en su busca, pero aún era pronto para eso. No, es el lado oscuro el que siempre busca la confrontación. ¿Pero era Darth Snoke un sith como los otros? ¿Había localizado antes que él el templo? ¿Quizás algún otro similar? ¿Y habría cambiado con ello su forma de aproximarse a la fuerza? No eran preguntas con una respuesta sencilla. Cuando entraba en comunión con Yoda, Qui-Gon, Obi Wan, Anakin, tan sólo percibía un sensación de inquietud y amenaza. “Te estás saliendo del camino de los jedi, Luke” Ciertamente, era del todo consciente de ello. Y aún así seguía bastante lejos del lado oscuro de la fuerza. A mí me gustaba el estilo jedi, noble, justo, digno. Claro que eran muy estrictos en algunas cosas, como una especie de monjes-guerreros o algo así, pero no había tenido tanto tiempo para pensar en ello como tuvo Luke, simplemente tomaba las cosas en el modo que las sentía, sin mucho más y creo que a Luke le gustaba eso de mí, le resultaba bastante liberador. Aún así me gustaba oírlo hablar cuando meditaba sobre la línea y las fuerzas a uno y otro lado, los riesgos y lo frágil del equilibrio. Lo cierto es que lo que debíamos aprender, no podíamos aprenderlo de nadie. Tal vez ni siquiera se puede aprender, de la manera en la que solemos utilizar la palabra. Algunas cosas se saben o no se saben. Se conocen o no se conocen. Pero no se aprenden, se viven, se sienten. Luke, por ejemplo, la sensación de ver un destello en el horizonte y saber que se acerca un momento crucial la conocía perfectamente y por eso la pudo reconocer al momento. Rey, tenemos visita, se limitó a informar. Esperé junto a Luke en el mismo sitió que él me esperara a mí, al final de la desdentada y retorcida escalinata de piedra. Estaba atardeciendo y el sol aún estaba alto, hacía un día limpio y claro que permitía ver las pequeñas lunas dibujadas sobre el mar rugiente, más allá de la pared de piedra. No hubo tensión en la espera, de hecho se hizo más bien corta. Cambiamos sólo unas pocas palabras. ¿No es Snoke, verdad? No, es Kylo Ren. Hasta Leia, en la remota distancia, pudo sentirlo. Se tuvo que apoyar en una de las numerosas pantallas que dibujaban mapas estelares de diversos sistemas, en un gesto como el de los dolores en las últimas semanas de gestación. Suspiró. No podía hacer más que seguir con los ingentes preparativos del despliegue de la flota rebelde, total e inminente. A estas alturas, la suerte ya estaba echada. Sólo quedaba por desvelar cuál era. Kylo Ren terminó de subir las escaleras con sonoros pasos, llevaba la máscara bajo el brazo y una ligera brisa le mecía el pelo. Frente a sí, halló dos figuras que se volvieron para recibirle. La luz caía en sus ojos y le obligaba a fruncir el ceño. No venía solo, le acompañaban el resto de sus caballeros. Tenía ya una ligera idea de lo que se iba a encontrar. Luke Skywalker. Lo pronunció alto y lento, como confirmando que seguía con vida. Luke no supo si llamarlo Ben o Kylo Ren. No dijo nada. Kylo siguió hablando mientras caminaba en paralelo hacia nuestra posición: He de confesar… que cuando encontré a mis tres compañeros… muertos, asesinados… tuve serias dudas de que pudieras haber sido tú. No me pareció el estilo jedi. Sonrió como si el destino le estuviera dando la razón. ¿Pero quién más podría ser? ¿Mi dulce hermana? No pensé que fuera capaz de tales atrocidades. Sí, mi hermana ¿Acaso crees que estoy tan ciego para no ver lo que tengo delante de mis ojos? Todos tus esfuerzos han sido en vano. ¿De verdad crees que la primera orden no conoce los movimientos de la resistencia? Créeme, les darán la bienvenida que se merecen. Sonrió hacia su séquito. Y en cuanto a vosotros dos… Los señaló con los dedos índice y corazón mientras pronunciaba estas palabras. Os ha llegado el momento de rendir cuentas.

¿Como tú las rindes ante Snoke? Kylo era demasiado fácil de provocar… ¡Yo!… Respeto al Maestro Darth Snoke. ¿Crees que él no sabía que sigo vivo? ¡Eso es ridículo, porque no iba el maestro a…! No soy yo quién debe responder a eso, le cortó Luke. ¡Mientes! ¡Mientes! Repitió aún más alto. Por eso tus alumnos… Señalaba sin mirar con la mano a las siluetas que enmascaradas que se elevaban tras él… te abandonaron. Y como podrás comprobar, dijo preparándose para colocarse la máscara, han hecho grandes progresos. Pronunció la última mitad de la frase secamente, casi para sí, presa del odio, y en un gesto cubrió su rostro. La siguiente palabra fue de luz roja, anaranjada. Kylo se fue directo hacia Luke en una embestida, si este simplemente se hubiera apartado probablemente hubiera acabado en el fondo del acantilado, entre las olas. En lugar de eso contuvo su furia con un resplandor verde. Los otros seis desplegaron sus sables y se disponían a avanzar cuando les corté el paso. Esta vez no perdí el tiempo en defenderme, simplemente bailaba haciendo girar la doble hoja y pasándola de una mano a la otra mientras caminaba entre ellos, giraba sobre mí misma para esquivar una estocada, me volvía a levantar, rodaba por el suelo. Ni siquiera estaba pensando, sólo hacía lo que tenía que hacer. Descubrí ese estado en las largas tardes entrenando, como en esa meditación en la que la mente se sustrae del cuerpo y este funciona mucho mejor desprendido ya de todos los errores de nuestro razonamiento. Los ojos ven sin necesidad de mirar porque es la mente la que observa. Y el cuerpo, baila. No le he cortado un brazo porque quisiera privarle de él, simplemente estaba en el camino natural e inevitable de la luz, les es más fácil alcanzarse entre ellos que rozarme a mí, si atacan por un lado, descubren el otro, una pierna queda expuesta en el flanco y yo me deslizo. Firme pero suave. Buscan mi espalda, pero para hallar la espalda del que avanza hay de avanzar más rápido que él y yo soy ligera como el mismo viento, el que golpea y a quien nadie puede devolver el golpe. Eso es lo que querría Kylo Ren, poder devolver el golpe, ni siquiera toda su ciega furia es capaz de perturbar el ánimo de Luke. En ningún caso podría encontrar un rival en él, ha enfrentado enemigos mucho más temibles. Luke simplemente está dejando que se canse, que su cólera se consuma como el fuego que se extingue cuando no halla más sustancia que convertir en cenizas. Recordaba la porción de hombre que aún fue capaz de hallar en Vader, estaba mucho menos corrompida por la ambición que la de Kylo Ren. Su ambición era la fuente de sus frustración en bucle infinito, una espiral de odio sin fin. Finalmente Snoke había conseguido vaciarle de todo rastro de humanidad, sólo cólera, ambición y rencor. La mitad de los cuerpos de los caballeros de Ren habían rodado ya por el acantilado y la otra mitad yacían medio desmembrados sobre el verdor de la hierba. Kylo y Luke cruzaba sus luces y yo caminaba lentamente trazando un círculo alrededor de ellos, Luke esquivó una fuerte estocada, giró sobre si mismo y golpeó secamente el casco con la empuñadura de su sable. Se desprendió de la cabeza de Kylo Ren y fue a parar rodando junto a las otras piezas esparcidas por el suelo. Fue entonces cuando terminó de darse cuenta de que todos habían caído, tal era su ensimismamiento. Trastabilló unos pasos y cayó de rodillas, agotado, con el rostro bañado en sudor y los ojos en lágrimas. ¡No! Gritó mirando al cielo ¿Cómo podía ser? No comprendía, no había bastado con todo el poder de su ira. Al parecer, el cielo escuchó su plegaria. Un lucero brilló en el cielo anaranjado, el sol empezaba a declinar. Luke empezó: tu error ha costado la vida de muchos. Tu ambición, tu traición. Empezando por la de tu propio padre. Clavé mis ojos en los suyos. Lo más lamentable de todo es que en realidad sólo era un niño que creció sin padre y sin madre. Le sedujeron con las promesas de un camino fácil hacia la grandeza. ¡Qué imbécil! Si el camino fuera fácil, nada de grandeza podría haber en él. Le compadecí y supe que fui la más afortunada de ambos. Ben Solo, alias Kylo Ren, balbuceaba entre sollozos de tal modo que ni siquiera podían entenderse sus palabras. Gritaba entre llantos, al fin conocía la verdad en toda su dolorosa

extensión. ¡Matadme, matadme! ¡No merezco vivir! Se aferraba, postrado, a la pierna de Luke. Al final perdió el sentido de puro agotamiento. Ahora respiraba pesadamente con el rostro enjugado de lágrimas sobre la hierba. Está aquí, susurró Luke. Lo sé. No era difícil notar la presencia de Snoke, lo cubría todo como la sombra de la noche que nos envolvería pronto. Luke tenía la vista clavada en Ben, el mayor fracaso de su vida. Poco a poco la diminuta nave fue acrecentando su silueta sobre el horizonte. No parecía tan apresurada como en otras ocasiones. Se posó lentamente en la pequeña llanura de la cima, la rampa descendió dejando escapar un par de humaredas. Detrás, el crepúsculo crecía rojo como la sangre. El Lord sith Darh Snoke nos honraba con su temible presencia, descendiendo envuelto en su túnica por la pasarela. Anduvo unos pasos y se detuvo con los brillantes ojos clavados en Luke. Te he estado buscando mucho tiempo, Maestro Skywalker. A Luke le sorprendió que le concediera tal título y le llenó de curiosidad, dejó que prosiguiera. Veo que has encontrado un lugar apropiado de retiro. Especialmente apropiado. Supongo que ya conocías el camino, acortó Luke, Ciertamente. Mi maestro, el canciller Palpatine, era un gran erudito versado en las tradiciones antiguas. Tengo entendido que tuviste la oportunidad de comprobarlo. Tu padre sin duda la tuvo. La templanza de Luke estaba siendo puesta a prueba, otra vez. Snoke mantenía los brazos cruzados con las manos en las mangas de su túnica, continuó:. El gran poder del emperador…. El poder del emperador era la encarnación del mal. Oh, no, Maestro Skywalker, no cometas el mismo error... miró a Kylo inconsciente en el suelo… que tus antepasados. Nosostros… por un momento clavó sus ojos en los míos. Quemaban… conocemos los secretos antiguos. Siths, jedis, sí, pero… el gran poder del emperador trascendía esos credos absurdos, tu padre lo sabía. Sabía que el emperador poseía el don de otorgar la vida. El emperador sometió muchos años al que fuera Darth Vader con esa mentira. No, maestro Skywalker, abre los ojos, tienes la prueba ante ellos. Y con estas palabras se deshizo de su túnica mostrando el torso desnudo sorteado por salvajes cicatrices y coloraciones tumefactas. Como bien sabrás, no hay final alguno en la muerte. Yo puedo mostraros el camino para volver. O el camino para ir, la elección es vuestra. Una luz parpadeó entre las nubes, ya oscurecidas. Di un paso al frente mirando a Snoke a los ojos: yo prefiero seguir mi propio camino. Al poco un lejano trueno, como si el techo del cielo se estuviera resquebrajando. Se preparaba tormenta. La mayor flota que la resistencia hubiera reunido nunca está ya preparada para lanzar la operación tormenta, en diversos puntos de reunión secretos se van agolpando más y más naves formando enjambres, nubes de insectos desde la distancia, se diría, que desaparecerán en la negrura del espacio para volverse a materializar en los dos flancos más externos del territorio enemigo. Se han transmitido datos tan confusos para despistar a la primera orden que ni siquiera las tripulaciones saben exactamente donde se producirá el ataque. Lo importante reflexiona Leia, es aprovechar los tiempos, el máximo tiempo que el enemigo este reorganizándose para infligir el mayor daño y sufrir las menores bajas posibles y entonces saltar a otro nuevo punto de ataque aprovechando esa misma ventana de tiempo, sacando partido además de la deslocalización de sus fuerzas y del factor sorpresa. A fin de cuentas, concluye, la táctica no deja de ser la misma que la de la guerra de guerrillas que la resistencia ha practicado desde sus inicios sólo que a otra escala y, por supuesto, con otras implicaciones. La diferencia es que aquí no habrá lugar para esconderse, habrá que continuar atacando hasta que caiga el sistema y una sola oportunidad . De ahí la importancia de

descabezar a la primera orden para minimizar la contraofensiva. Pero eso depende de Luke y él maneja sus propios tiempos. Con suerte pronto correrá la noticia entre las filas de la retaguardia enemiga y el caos como consecuencia de la falta de un liderazgo claro pueda facilitar en algo las cosas. Pero no pueden contar con ello. Si la operación no evoluciona bien puede que la flota se vea perseguida en su retirada, dispersada y cazada pero ahora no es buen momento para pensar en ello. Empieza la tormenta. Snoke no parecía impresionado por mi desafío. En cambio posó su mirada sobre Luke y tras un breve silencio entre crujidos en el cielo le preguntó al fin: ¿He de entender que la joven habla por los dos? Luke se desprendió lentamente de su túnica mientras pronunciaba las palabras despacio: en este caso, sí. La cara de Snoke se torció en un gesto que asomaba un breve risa condescendiente. Cuando comprendáis vuestro error descubriréis también que será el último. Desenfundó el alargado mango de su sable láser situándolo en horizontal frente al pecho con el brazo extendido y activó el mecanismo que despliega un haz de luz roja a cada extremo. Luke buscó en su cinto las empuñaduras de sus sables mientras devolvía una sonrisa más discreta a Snoke. Se encendieron con un crepitar. Comprobarás que las cosas van a ser muy distintas a la última vez. Activé mi doble hoja y antes de que ésta se hubiera extendido del todo ya veía a Snoke cargando sobre nosotros, lanzando estocadas alternativamente a ambos. Era muy rápido, enlazaba un golpe con el siguiente sin ninguna tregua y apenas concedía espacio para alguna réplica ofensiva a pesar de enfrentarse a dos adversarios. Aún así Luke estaba consiguiendo ponerlo en apuros, bloqueaba sus embestidas con uno de sus sables y con el otro trazaba algunos arcos que Snoke se veía obligado a evitar. Yo retrocedía y avanzaba presionando uno de sus flancos. Snoke empezaba a acusar la presión sostenida de ambos y veía que en aquel modo no estaba hallando la forma de desequilibrarnos, decidió poderse concentrar al menos por unos momentos en sólo uno de los dos. Con un gesto de su brazo derecho generó una invisible onda de choque que me hizo saltar atrás algunos metros arrastrada por la hierba, golpeando el cuerpo inconsciente de Ben por el camino y obligándome a sujetarme al terreno para no caer por el acantilado. Vi desde cierta distancia como Ben se incorporaba tambaleándose, ahora mucho más cerca del duelo que yo. Snoke estaba decidido a aprovechar aquellos instantes para dejar fuera de combate a Luke y se entregaba con furia a su cometido. Divide su doble hoja y golpea cada vez con más fuerza, Luke va cediendo terreno poco a poco, se está aproximando a Ben mientras me levanto. Snoke cruza sus sables y trata descruzarlos sobre el cuello de Luke que ha introducido ambos en la intersección para frenar el fatal desenlace, enfrentan sus fuerzas ahora en una distancia muy cercana con las luces de los haces alumbrándoles el rostro y en un instante un resplandor anaranjado apaga los otros. El golpe ha sido tan brutal como defectuoso: la cabeza de Luke, seccionada completamente a la altura de la boca descansa ahora sobre la hierba a poca distancia del resto de su cuerpo. Snoke, tumbado en el suelo, aún mantiene la cabeza sobre los hombros, el corte no ha alcanzado a seccionar del todo el cráneo ya que en su recorrido chocó en parte con los sables de Luke. En mitad del lado izquierdo del rostro tiene un corte que se introduce prácticamente hasta el extremo opuesto con cierto ángulo de abertura producido por la violencia del impacto. Ambos están muertos. Supongo que grité. A pesar de haber sucedido hace tan poco no lo recuerdo con precisión. Recuerdo a Kylo Ren girarse hacia mí con el arma que arrebató la vida

de Luke Skywalker, por la espalda, en la mano. Recuerdo la sangre hervir en cada una de mis venas y acercarme a él en pasos lentos y firmes mientras hablaba. Era la mejor solución Rey, ahora que Snoke ha muerto podremos reinar sobre la galaxia, piénsalo, con nuestro poder someteremos a la rebelión y a la primera orden, no necesitamos maestros, encontraremos nuestro propio camino. ¡Tú….tú lo dijiste! Empezaba a retroceder con pasos inseguros mientras balbuceaba. Al oír eso me detuve, nos separaban aún algunos metros, la luz de su sable se había apagado instantes antes. Clavé mis ojos en los suyos y le hice una promesa: voy a matarte. Empieza a correr. Sabe que cumpliré mi palabra y cree que podrá evitarlo. Alcanza la nave de Snoke antes de que pueda darle caza y en un instante se eleva mientras la luz de mi sable aún está introducida en el casco de la nave, tratando de cerrar la puerta que se ha cerrado tras él. Da igual. Lo dejo huir por el momento. Sé exactamente a donde se dirige. No obstante no hay tiempo que perder. Bajo la desdentada escalera de piedra tan rápido como puedo. La nave en la que Kylo Ren llegó no está lejos. Finn y Chewbacca salen a mi encuentro al pie de la escalera, Mis ojos ni siquiera se detienen en ellos: ¡Rey! ¡Rey! ¿Qué ha pasado? La voz de Finn suena realmente alterada. Luke ha muerto. La mía suena fría como el hielo pero en realidad estoy hirviendo por dentro. ¡No! ¿Luke? Chewbacca acompaña a Finn en su lamento. Sal está con ellos: ¡Oh, joder! ¿Qué ha pasado? No hay tiempo para explicaciones, tengo algo que hacer. Rey, ¿dónde vas? Allí ha aterrizado una nave que… Exactamente allí es a donde voy. ¿Pero para ir a dónde? Podríamos ir en el halcón… Chewbacca apoya la sugerencia de Finn igual que Sal. Esta vez no. ¡Y no me sigáis! Pero Rey… No van a hacerme caso. Me vuelvo y con un gesto del brazo empujo una onda que les revuelca por la hierba. Ya no me siguen pero aún escucho sus voces, lejanas. Yo sigo avanzando. Dos guardias se hallan apostados en la entrada de la nave y me dan el alto al verme llegar. Una vez, dos veces, demasiado tarde, zas, zas. Sus cuerpos quedan sobre la hierba cuando la nave despega cargando algunos cadáveres que se interpusieron en mi camino. El ordenador de la nave me solicita un destino al abandonar la atmósfera del planeta. Selecciono en el listado al que corresponde al centro neurálgico en la capital de la primera orden. Sé que Kylo Ren se dispone a tomar el relevo de Snoke y sé exactamente cómo piensa hacerlo. Lo estoy viendo en su mente. Con un destello la nave desaparece y reaparece en otro punto de la galaxia. La ofensiva de la rebelión ya ha comenzado y la nave se materializa en pleno campo de batalla. Ren ya ha tomado tierra, al bajar de la nave ha visto la cicatriz en el exterior metálico de la puerta y empieza a comprender cuál es su destino. Ha dado orden de redoblar la guardia. Yo esquivo los lances de la confrontación aérea, al ser una nave de la primera orden retrocediendo en mitad del caos nadie parece prestarme excesiva atención. Al menos no hasta que tomo tierra. Nada más abrir la puerta de la nave la entrada es batida por incontable fuego láser. Las luces cesan dejando respirar una humareda que exhala el metal acribillado. Me deslizo entre esa niebla como una sombra y separo los brazos que sostienen las armas del resto de sus cuerpos. La ofensiva de la alianza cada vez está más cerca, tiembla el pavimento y las paredes como resultado de las detonaciones próximas. Sé que Kylo Ren está en el centro de mando de estas mismas instalaciones, discutiendo con burócratas de la jerarquía militar. El caos se hace cada vez más patente, avanzo por los pasillos bajo luces de alarma abatiendo a aquellos que tratan de frenar mi avance, otros ni siquiera parecen reparar en mí. Ya hay tropas de infantería de la alianza tomando posiciones, la invasión ha sido una victoria absoluta que sólo falta materializar aplastando los últimos focos de resistencia. La puerta que tengo ahora ante mí da acceso al centro de mando. Kylo Ren sabe que estoy al otro lado. Da órdenes a la guardia de que cubran la puerta, algunos mandos militares le toman por loco, ni siquiera creen que Snoke esté muerto y se resisten a cederle el mando de un imperio que ya está a punto de derrumbarse. Kylo Ren está perdiendo los estribos, oprime sin tocar una

de las laringes de las que proceden las palabras que le desautorizan mientras da órdenes furiosas de proteger la puerta tras la que me hallo. Está cerrada desde dentro. Pongo la mano sobre el frío metal y la deslizo suavemente. Una firme, gruesa y sólida puerta de acero macizo y varios centímetros de espesor, como corresponde a este tipo de instalaciones. Alejo la mano lentamente, cierro los ojos, recuerdo a Luke y empujo: la puerta salta por los aires arrojando al suelo a todos los soldados que debían protegerla. Algunos tienen fragmentos del metal insertados en su cuerpos. Algunos militares buscan refugio tras las consolas de control. Kylo Ren está en pie en mitad de la amplia sala. El odio se dibuja en su rostro, libera el temblor de sus labios y su ira en un grito: ¿Qué quieres? ¿eh? ¡Qué quieres! Avanzo sobre el irregular umbral de la puerta entre rescoldos y humo unos pocos pasos flanqueada de cadáveres, reviso la situación a ambos lados y clavo la vista en el que fue mi hermano cuando escucho sus palabras y respondo: vengo a cumplir una promesa. La expresión del rostro de Ren no varía, sabe que va a morir y que no puede hacer nada por evitarlo. Se hace un silencio extraño, no halla palabras para responder y su imperio se derrumba ante él. Hay ruido de disparos procedentes de otras salas y de combates aéreos y en tierra. Las explosiones son cada vez más cercanas. Una más próxima que el resto afecta a una parte de la estancia en la que nos encontramos, por un momento un zumbido lo cubre todo y los cuerpos han sido arrojados de un lado al otro de la sala. Cuando la humareda empieza a disolverse y recupero el equilibrio Kylo Ren ya no está ahí, en su lugar veo una puerta abierta en la pared opuesta de la sala que conduce a un pasillo iluminado por las inquietas luces de alarma. Corro. Al doblar la esquina lo veo a unos pocos metros cerrando una puerta tras de si, el pasillo parece estar bajo un seísmo a consecuencia de los bombardeos pero no me impiden avanzar en equilibrio. Desde la muerte de Luke ese estado aún no me ha abandonado. Algunos pensaŕán que un velo de ira cubre mi mirada y no me permite ver con claridad aunque lo cierto es que nunca jamás había visto tan claro. Algunos tal vez piensen que mis pasos se encaminan hacia el lado oscuro de la fuerza cada vez que avanzan, tal vez eso que siento sea el reverso tenebroso, la certeza de que mi camino no tiene oposición posible, el odio por la muerte de Luke desatando un poder que nunca antes había concebido. Finn, Sal, Chewbacca, no pueden comprenderlo, sé que piensan que yo ya no soy yo, aunque lo cierto es que lo sigo siendo. Más de lo que lo he sido nunca. Creen que mi percepción ignora el mundo que le rodea, cuando jamás lo ha conocido con mayor precisión. Sé que no hay nada entre yo y mi objetivo, que todo lo que se despliega en ese espacio es mi voluntad. Sé exactamente hacia donde se dirige Kylo Ren. Varias rutas se dibujan en colores sobre el pavimento del pasillo y la roja conduce al aeropuerto. Todavía cree poder huir pero en su interior esta empezando a comprender, lo que hace su huida aún más desesperada, más torpe, más patética. Aún más desquiciada. No me importa que algunos crean que mis pasos se adentran en el lado oscuro. Sé que no soy una jedi. Sé que en este momento mi voluntad es mucho más que mi voluntad, que se ha fundido con la voluntad del cosmos y del propio destino. Ahora sé que la profecía se verá cumplida. No tengo ninguna duda de que alcanzaré al que fuera mi hermano, al asesino de mi padre y de mi tío. Y le daré muerte. Le daré paz a él y con ello al resto de la galaxia. No tengo ninguna duda. Camino por el pasillo mientras el bombardeo hace temblar el suelo y tiemblan las paredes entre luces y sonidos de alarma. Y yo no tengo ninguna duda, me siento en equilibrio a pesar del terremoto que desatan las explosiones a mi alrededor. Simplemente camino por la línea.

ÍNDICE Los caballeros de la antigua república

2

Una nueva esperanza

5

El imperio contraataca

6

El retorno del jedi

8

Los caballeros de Ren

13

El despertar de la fuerza

17

Tiempos oscuros

23

El último jedi

34

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