Temario De Catequesis De Adultos

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Parroquia San Juan Bautista, Amatitlán

JHS

TEMARIO DE INICIACIÓN CRISTIANA PARA ADULTOS

“…Lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos para que también ustedes estén enComunión…” 1Jn. 1, 3

Catequesis de Adultos

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Parroquia San Juan Bautista, Amatitlán

JHS

Ciudad de San Juan Amatitlán, febrero de 2012.

Introducción

Atendiendo la necesidad de la Parroquia de San Juan Amatitlán, tenemos el honor de presentar este temario, para que todos puedan ser participes de los Sacramentos de la Iniciación Cristiana. En este temario, se proporciona información y elementos necesarios, para la formación de la Iniciación Cristiana de Adultos, así como de la vida de cada miembro de la Comunidad. Este temario no es únicamente para los Catequistas y Catequizándos, sino también para aquellos que quieran conocer más a fondo de la Vida Cristiana.

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“… Vayan por todo el mundo y proclamen la buena noticia a toda criatura…” Sn. Mc. 16, 15

Dedicatoria A Dios… por darnos la vida y permitir servirle con amor y valentía. A Jesús… nuestro Salvador, Él modelo de nuestra vida Cristiana y por ser el fundamento de Nuestra Fe. A Dios Espíritu Santo… por los dones y frutos que nos da, para que infunda en nuestra vida el deseo de servir a todos con Amor. A Nuestra Madre Santísima… mujer creyente, que dio ese Sí, con la misma fidelidad, que adquiriste para ser la madre de Nuestro Salvador, intercede y guíanos de la mano para ver a tu hijo Jesucristo.

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A Nuestras Familias… que con mucha paciencia y amor, han sabido reconocer y aceptar nuestra vocación de servicio con los Catequizándos. A los Catequizándos… que con un corazón humilde, se acercan para prepararse para recibir los Sacramentos de Iniciación Cristiana. A los Presbíteros… que han visto en nosotros el deseo de servir, sin condición, apegados a la realidad de nuestra comunidad de San Juan Amatitlán, y por permitir que sigamos con nuestra misión. Mención Especial A quién con mucho amor, deseo de servicio, entrega e iniciadora de este proceso de formación para Adultos, quién por el año de 1994, viendo la necesidad, que existía “vio que a muchos se les negaba el Sacramento del Matrimonio”, se interesó por asesorar, guiar e instruir a quien así lo requirió, para iniciar la preparación para recibir los Sacramentos de Iniciación Cristiana, dando paso más adelante a cubrir las áreas que actualmente le competen a la Catequesis de Adultos, que es cubrir toda necesidad de Sacramentos, en aquellas personas en edad Adulta. Mujer aguerrida, con excelentes fundamentos, creyente y dócil, quien supo infundir en nosotros, Catequesis de Adultos

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el deseo de excepción.

servir

dadivosamente,

JHS

a

todos

sin

Gracias por tú entrega y por todo este tiempo que estuviste al servicio de Tu comunidad de San Juan Amatitlán.

Ana Marina Archila Mollinedo 1934-2006

Finalidad Propiciar una planificación adecuada (Comunidades-Centro) de la Catequesis de Adultos, para alcanzar una adecuada enseñanza y formación, según la realidad que vive la Catequesis de Adultos

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Parroquia San Juan Bautista, Amatitlán y así mejorar la formación e integración de los Catequizándos a una vida Cristiana

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Unidad 1 ¿Qué es ser Católico? kerigma

QUE ES SER CATÓLICO Objetivo: _ Tener una idea sobre el catolicismo. _ Apreciar las tradiciones religiosas y sus costumbres.

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_ Pertenecer a una parroquia es algo bueno. Ser Católico significa vivir una vida cristiana en su totalidad y desde una perspectiva católica. Para los católicos, todas las personas son básicamente buenas, pero el pecado es una enfermedad espiritual que, en sus inicios, dejó gravemente herida a la humanidad y puede matarla si no se atiende. La Gracia Divina es el único remedio para el pecado y la mejor fuente para obtenerla son los sacramentos, que consisten en varios ritos y que los católicos creen que han sido creados por Jesús y confiados al cuidado de su Iglesia.

¿Cuál es el criterio de fondo desde una perspectiva Católica? Más que un adherirse intelectualmente a una idea, el ser católico implica un compromiso diario en el acoger el Plan o la Voluntad de Dios— sea cual fuere el lugar en donde se encuentre y hacia donde lo conduzca. Ser católico implica, por parte del creyente, cooperar con Dios. Dios ofrece su gracia divina y el católico debe aceptarla y cooperar con ella. El libre albedrío es sagrado. Dios nunca te obliga a actuar en contra de tu libertad. Hacer el mal no sólo le hace daño a uno mismo, también hiere a los demás, pues el católico nunca está solo. Los católicos siempre son parte de una familia espiritual llamada la Iglesia.

¿Qué Significa Exactamente el Catolicismo? La respuesta directa es que el Catolicismo es la práctica del cristianismo católico romano. Los Católicos son miembros de la Iglesia Católica Romana y comparten varias creencias y modos de dar culto, así como una manera particular de ver la vida. Sus creencias básicas los católicos son antes que nada y por encima de todo cristianos. Tal como los judíos y musulmanes, son monoteístas, lo que significa que creen en un solo Dios. Pero además los católicos, como todos los cristianos, creen que Jesucristo es el Hijo de Dios, creencia que distingue al cristianismo. Los católicos también creemos que:

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_ La Biblia ha sido inspirada, revelada como Palabra de Dios y como tal sin errores. _ El Bautismo, el rito que nos hace cristianos, es necesario para la salvación. _ Los Diez Mandamientos de Dios nos proveen una guía moral, una manera ética de vivir. _ La Santísima Trinidad —un solo Dios en tres personas— es también parte de la creencia católica. En otras palabras, los católicos creemos que Dios, el único Ser Supremo, se compone de tres personas: Dios, Padre; Dios, Hijo; y Dios, Espíritu Santo. Los católicos reconocemos la unidad de cuerpo y alma de cada persona humana. La totalidad de la religión se centra en la verdad de que la humanidad se encuentra entre el mundo de lo material y lo espiritual. El mundo físico es considerado parte de la creación de Dios y por lo tanto inherentemente bueno hasta su mal uso por parte de la persona. Los siete sacramentos —el Bautismo, la Reconciliación, la Santa Eucaristía, la Confirmación, el Matrimonio, el Orden Sagrado, y la Unción de los Enfermos— son signos externos instituidos por Cristo para comunicar su gracia.

Puntos Básicos Los siete sacramentos contienen un signo físico y tangible, como el agua usada en el Bautismo, o el óleo o crisma cuando se unge, para representar una realidad espiritual invisible, la gracia sobrenatural que se comunica a través de cada sacramento. Los símbolos— desde quemar incienso y encender velas, hasta los vitrales con imágenes de santos; desde las vasijas de óleo o agua, y el pan ácimo y el vino —son parte importante del culto católico. El cuerpo humano tiene cinco sentidos que lo conectan con el mundo físico. El catolicismo usa símbolos tangibles, que los sentidos pueden reconocer como un recordatorio de una realidad invisible —la comunicación de la gracia divina, don incondicional del amor de Dios.

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La gracia nos ha sido dada por Dios gratuitamente, sin mérito nuestro. La gracia es una participación en lo divino; es la ayuda de Dios — inspiración necesaria para poder cumplir con su voluntad. La gracia fue lo que inspiró a los mártires, en los primeros días del cristianismo, a morir antes que negar a Cristo. Fue la gracia la que impulsó a Bernadette de Soubirous, a hacer frente al rechazo de la gente de su pueblo después de revelar que había tenido la visión de la Virgen María. La gracia no se puede ver, oír, sentir, oler o saborear, porque es invisible. Sin embargo la fe católica mantiene que la gracia es la potencia viva del alma. La gracia es como una súper vitamina espiritual que ayuda a la persona a conformarse, sin egoísmos, a la voluntad de Dios, y como en la batería del conejito mecánico que no deja de pegarle al tambor, la gracia hace que siga, siga y siga caminando el alma. Dada gratuitamente por el Amor de Dios, ella es necesaria para la salvación. El catolicismo enseña que la gracia es un regalo inmerecido de Dios dada a un pueblo indigno de ella. Al ser un regalo la persona puede aceptarla o rechazarla. De aceptarla debe cooperar con ella. La gracia es dada para poder hacer la voluntad de Dios. La gracia tiene que ser puesta en acción por parte de quien la recibe.

La manera principal de dar culto Los católicos pertenecen a sus propias iglesias, llamadas parroquias, y que son los lugares de culto. El servicio diario y semanal católico es la Santa Misa, la misma que actualiza los acontecimientos del Jueves Santo, día en que Jesús celebró la Última Cena, y el Viernes Santo, cuando Jesús murió comprando para la humanidad la vida eterna en el cielo. La participación dominical en la parroquia no es sólo expresión de un deseo, sino que es una obligación moral. La mayoría de los cristianos asisten a la misa los domingos, pero en la actualidad los católicos pueden escoger entre ir a misa el domingo o el sábado por la tarde. La práctica de asistir a la llamada Misa de Vísperas, la Misa del sábado por la tarde, no fue permitida universalmente sino hasta 1983. La razón de esta práctica, relativamente nueva, es que en la tradición judía, después de la caída del sol se considera el día

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siguiente del calendario. De ese modo la Misa celebrada el sábado después de la caída del sol es propiamente una Misa del domingo. Originalmente la Misa del sábado por la tarde fue pensada como una solución para aquellos católicos que debían trabajar en domingo o a la misma hora que la Misa dominical. El domingo es el día preferido para celebrar el culto cristiano, día de ir a la Iglesia como familia y vivir como familia. Sin embargo, la opción de asistir a la Misa del sábado por la tarde ya no está restringida sólo para los que trabajan en domingo. Sin embargo aún permanece la obligación de evitar todo trabajo innecesario en domingo ya que es el Día del Señor para los cristianos del mundo entero. Este culto de la noche anterior o Vísperas es algo único del catolicismo. El catolicismo no es una iniciativa de un-solo-día-de-la-semana. Tampoco separa las dimensiones religiosas y morales de otras dimensiones como la vida política, económica, personal y familiar. El catolicismo busca integrar la fe en toda la realidad. La visión católica general es que, porque Dios ha creado todo, entonces nada está fuera de su jurisdicción, y eso incluye cada uno de tus pensamientos, palabras y obras —por la mañana, por la tarde y por la noche, es decir las 24 horas del día. Los requisitos mínimos para ser católico son los llamados preceptos de la Iglesia: 

Asistir a la Misa todos los domingos y fiestas de guardar.



Confesarse por lo menos una vez al año o con mayor frecuencia en caso de ser necesario.



Recibir la Santa Comunión durante la Pascua. Se alienta a que sea recibida diaria o semanalmente.



Obedecer las leyes del ayuno y la abstinencia: una sola comida completa el día de Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo, así como no comer carne los viernes durante la Cuaresma.



Obedecer las leyes del matrimonio de la Iglesia.

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En general se espera que los católicos vivan una vida cristiana, que oren diariamente, que participen en los sacramentos, que obedezcan la ley moral y que acepten las enseñanzas de Cristo y de su Iglesia. Conocer la fe es el primer paso para ser católico y eso conlleva a una catequesis, que es el proceso de descubrimiento de la fe católica y de lo que es necesario creer y saber sobre todas sus doctrinas importantes. El segundo paso es aceptar la fe, lo que conlleva a tener confianza. El creyente católico debe confiar en que lo que se le está enseñando es ciertamente la verdad. Después de conocer sobre lo que cree la Iglesia, al católico se le pide creer todo lo que se le ha enseñado. Es el acto de responder “Sí” a la pregunta “¿Crees?”. Practicar la fe es el tercer y el paso más difícil. Obedecer las leyes no puede ser solo un asentir sin pensar las cosas. Implica el poder apreciar la sabiduría y el valor de las normas y leyes católicas.

¿Eres católico de nacimiento o eres converso? Algunos católicos permanecen cercanos a su fe desde el comienzo de sus vidas hasta el presente, mientras es posible que otros católicos puedan cambiar su enfoque por algún tiempo pero sólo para después regresar de todo corazón. Hay también otros católicos que pueden haber venido de un pasado religioso diferente o que desconocían totalmente lo que era la religión hasta su conversión al catolicismo. 

Los católicos de nacimiento han sido bautizados y criados en la fe católica.



Los conversos son aquellos que pertenecían a otra religión (o ninguna) y posteriormente se hicieron católicos.



Los recuperados son católicos de nacimiento que dejaron la Iglesia, posiblemente para unirse a otra religión.

¿Me bendice esto? A los católicos les encanta que sus sacerdotes y diáconos los bendigan, así como a ciertos artículos personales —como la casa, el auto o el perro. Sin embargo es más frecuente pedir la bendición de algún Catequesis de Adultos

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artículo personal y tangible, de valor religioso —su rosario, alguna imagen, medalla, su Biblia y cosas por el estilo. Cualquier artículo devocional u objeto perteneciente a la realidad o actividad humana puede ser bendecido, sin embargo ello no convierte al artículo en un talismán de la suerte. La bendición sacerdotal es un modo de mostrar nuestra gratitud a Dios por darnos su gracia divina y, al mismo tiempo, el poner estas cosas bajo su cuidado protector. Por ejemplo, si vieras una imagen de la Virgen María en el jardín delantero o posterior de un hogar católico lo más seguro que ya ha sido bendecida. No es cuestión de magia y tampoco hace que las flores del jardín crezcan mejor. Es una manera delicada de recordar a María, la Madre Dios, así como el afecto que los católicos le tienen.

La Iglesia es Una (unidad) Esa unidad en su liturgia, su doctrina y su autoridad es algo distintivo del catolicismo. Otras religiones también mantienen unidad en sus creencias y prácticas, pero el catolicismo es único en el sentido que tiene su unidad personificada en una sola persona, el Papa, quien garantiza que los mismos siete sacramentos se celebren correctamente en todo el mundo, que la misma serie de doctrinas sea enseñada en todo lugar, y que cada miembro, ya sea religioso, laico o clero, acepte la autoridad suprema del obispo de Roma.

EL AMOR DEL PADRE DIOS TE AMA PERSONALMENTE:

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Por amor Dios crea al hombre a su imagen, infunde en él espíritu de vida y lo destina a la felicidad. Lo coloca en el paraíso, que símbolo de armonía y felicidad; el hombre puede gozar de toda creación, dominar a todo cuanto existe sobre la tierra y es invitado a una relación personal con el Creador, él se comunica con Dios con toda espontaneidad y plena libertad. Todo es armonía, equilibrio y felicidad, Dios quiere lo mejor para el hombre, y con su omnipotencia le pone todo en sus manos. Dios llama a cada uno por su nombre y lo lleva a la plena realización de su plan de amor, para poder así saciar los anhelos más profundos del hombre. Te ama a ti personalmente, como si no hubiera nadie más en el mundo y de manera incondicional. “… No temas, te he llamado por tu nombre, tú eres mío. Eres precioso a mis ojos…” Is. 43, 1-5 “… El Señor se manifiesta de lejos. Con amor eterno te amo, por eso te mantengo a mi favor…” Jr. 31, 3 Estas son palabras de ternura de parte de Dios, y deben penetrar en nuestro corazón y así transformar nuestra vida.

A PESAR DEL PECADO: Aun habiendo pecado, habiendo rechazado a Dios, Él jamás nos abandona; el hombre fue expulsado del paraíso, este sale con la promesa de la redención. “… ¿Acaso olvida una madre a su niño de pecho, y deja de querer al hijo de sus entrañas? Pues aunque ella se olvide, yo no te olvidaré…“ Is. 49, 15 Dios siempre es fiel, Él mismo es amor misericordioso, felicidad y amor; esta sería su propia definición. “… porque es eterno amor; porque su amor no tiene límites…” estas son palabras que deben estar resonando siempre en nuestros corazones.

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ÉL TOMA LA INICIATIVA: Dios es fiel y toma la iniciativa, no solo para la creación de la nada, sino también para la salvación después del pecado; El hombre rompió el pacto con Dios, y sin embargo, Él interviene de nuevo y restaura la creación y la imagen desfigurara en el hombre. “… Tanto amó Dios al mundo, que dio a su único Hijo para la salvación del mundo…” Jn. 3, 16-17 Este amor se muestra a nosotros, no solo en la creación, sino ante todo en la regeneración; no solo para sacarnos de la nada, sino ante todo en resucitarnos del pecado, haciéndonos creaturas nuevas, por el nuevo nacimiento de Cristo Jesús. El Espíritu Santo, es vínculo de amor y unidad en la Trinidad, nos ha sido dado y ha sido derramado en nuestros corazones. “… Porque, al darnos el Espíritu Santo, Dios ha derramado su amor en nuestros corazones…” Rom. 5, 5 El amor de Dios en nosotros, se tiene y se experimenta por la presencia y la acción del Espíritu Santo en el corazón del creyente; el plan eterno del Padre, donde expresa su amor, se realiza en Jesús por el poder del Espíritu Santo. El Padre, es la fuente; Jesús, el centro y eje; El Espíritu Santo, la clave y el motor; y María nuestra Madre, el rostro maternal de Dios.

ABRE TU CORAZON A SU AMOR: “Dios me ama a mí personalmente y siempre quiere lo mejor para mi” Si tan sólo dejáramos penetrar esta verdad en nuestro corazón, bastaría eso sólo para transformar nuestras vidas. Él está hablando directamente a cada uno de nosotros, con estas palabras; por favor déjalas penetrar en tu corazón.

TIEMPO DE PREGUNTARNOS: Catequesis de Adultos

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1. ¿Cómo podremos experimentar ese amor de Dios y la vida abundante que Jesús nos ofrece? 2. ¿Por qué yo no logro experimentar el amor de Dios? Por tres causas: 1.

Por la imagen deformada sobre Dios, en la experiencia religiosa de cada uno de nosotros.

2.

Por un daño en la relaciones con los padres humanos.

3.

Por una situación de pecado.

EL PECADO Y SUS CONSECUENCIAS TODOS HAN PECADO:

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“… todos han pecado y por eso están privados de la gloria de Dios…” Rom. 3, 23 No se puede experimentar el amor de Dios y la vida abundante que Jesús nos promete, porque por el pecado nos hemos separado de Dios, única fuente de vida. Desde el inicio de la creación, el hombre rompió el pacto hecho con Dios, quiso construir un reino de este mundo prescindiendo de Dios. Puesto por Dios, en estado de amistad con Él y el hombre, engañado y seducido por el maligno, abuso de su libertad, dirigiéndose contra Dios y queriendo llegar a su fin, y alcanzar su propia realización al margen de Dios. “… si comes de ése árbol, encontraras la muerte…” le había dicho su creador. El hombre le creyó mas al enemigo, rechaza el hombre el Árbol de la vida, y prefiere alimentarse del fruto del árbol del conocimiento; caminando con sus luces y sus fuerzas propias teniendo como único consejero a Satanás, se siente autónomo, rechaza toda dependencia con respecto a Dios, y el hombre se mira así mismo como su propio fin, el único artífice y creador de su propia historia.

ALGO QUE LLEVAS DENTRO: Comió el hombre de ese fruto y se le abrieron los ojos, y vio que estaba desnudo, despojado gratuitamente y herido gravemente en su naturaleza; entonces se produce una profunda división en el hombre, toda su vida se presenta como una lucha dramática entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas. El ser humano, mirando internamente dentro de su corazón y contemplando su vida, se descubre inclinado hacia el mal y sumergido en sus múltiples males, experimenta que es incapaz por sí mismo de vencer eficazmente los asaltos del mal y se siente cargado de cadenas. “… El salario del pecado es la muerte…” Rom. 6, 23 La palabra de Dios nos descubre, y nuestra propia experiencia nos lo confirma.

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“… Soy carne vendido al poder del pecado…” Rom. 7, 14-23 Se describe el drama que a diario vive el creyente, mientras que el Espíritu Santo no pueda ser realmente la nueva fuerza que domina en nosotros.

LAS CONSECUENCIAS ESTAN A LA VISTA: Al desconocer a Dios como su principio, el ser humano pierde la unión con su fin último y rompe toda armonía consigo mismo, con los demás y con toda la creación; las consecuencias se puede ver en… -

Las relaciones interpersonales inexistentes o falsas: daña gravemente nuestra capacidad de amar y ser amados, hogares destrozados, relaciones engañosas, soledad, incomprensión, etc.

-

Persona dañada y herida profundamente en su cuerpo y en su mente: toda clase de enfermedades y dolencias, desajustes y desequilibrio interior, temores, angustias, ansiedad, tensiones, depresiones, inseguridad, etc.

-

La sociedad corrompida: individualismo, opresión, explotación, injusticia, violencia, guerras, esclavitud, desigualdades económicas y sociales, manipulación de la información y de la educación, poder y dominio, etc.

-

El cosmos convertido en caos: cataclismos, inundaciones, sequia, clima trastornado, etc.

terremotos,

¿QUIÉN ES EL RESPONSABLE? Dios no es el responsable de este mal, ni lo quiere ni lo manda…, el responsable de este desorden es el hombre mismo, que rechazando a Dios, prefirió el árbol del conocimiento y la esclavitud a Satanás, provocando el caos, la enfermedad, el desequilibrio, etc. Catequesis de Adultos

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“… El mudo entero yace en poder del Maligno…” 1 Jn. 5, 19

BUSCANDO SOLUCIONES VANAS: El hombre deteriorado por el pecado y sometido al mal, y por lo tanto se esfuerza en empeñarse en soluciones vanas: - Algunas legitimas: por la ciencia y la técnica, pero son parciales, superficiales, provisorias y muchas veces solo aparentes. -

Huidas falsas: hedonismo, erotismo, alcoholismo, drogas, autosuficiencia.

sexo

-

Falsos mesianismos: materialismo sin racionalismo sin fe, humanismo sin Dios, etc.

-

Ídolos engañosos de sabiduría y esoterismo y ocultismo, control mental, etc.

desenfrenado, trascendencia,

poder:

satanismo,

“… Te daré el poder y la gloria…” Sn. Lc. 4, 6-7

TIPOS DE PECADOS: -

Pensamiento: cuando pensamos mal, de alguien o de algunos, etc.

-

Palabra: cuando expresamos con nuestros labios y lengua, lo que hemos pensado, insultos, difamación, mentira, etc.

-

Obra: cuando obramos mal, nos damos a golpes, robar, etc.

-

Omisión: cuando tenemos la facultad de hacer algo bueno, pero por temor al rechazo, nos abstenemos de hacer lo bueno.

Todo tipo de pecado nos aleja del amor de Dios

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SOLO DIOS TIENE LA RESPUESTA: Sólo Dios tiene la solución al problema del hombre, ha dado y nos la ofrece a cada uno, ahí encontramos la salvación, la solución de Dios es la única, porque solo esa es total, radical, definitiva y autentica.

LA SALVACIÓN EN JESÚS “… Bendito Ef. 1, 3-10

sea

Dios,

el

Padre

de

nuestro

Jesús es la promesa cumplida de redención.

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Señor

Jesucristo…”

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KERIGMA APOSTOLICO: Por su encarnación, Jesús une ya el cielo con la tierra, el puente queda ya puesto; por la proclamación de la buena nueva, las curaciones y las liberaciones del mal, anuncia y a la vez instaura el Reino de Dios. Por su Cruz nos ha salvado y por su Resurrección nos ha ganado vida nueva. “… Hemos muerto con Cristo…” Rom. 6, 8-11. Este es el Kerigma Apostólico, la proclamación de la buena nueva de la salvación de Dios para todo hombre, y que todos tienen que escuchar y escoger para vivirla y hacerla suya; no es solo el relato de datos históricos del pasado, sino el anuncio de hechos de salvación, en donde nosotros estamos incluidos, y con una eficacia actual para cada uno de nosotros. “Murió en la Cruz por mí; por mí derramo su sangre” “Resucitó para que yo sea creatura nueva y tenga vida abundante” “Envió sobre nosotros su Espíritu para cambiarnos el corazón, capacitarnos para ser fieles a la Alianza y darnos el poder de ser sus testigos”

YA ESTA HECHO, CRÉELO: La salvación es una obra ya realizada y consumada por Jesús, el ha muerto por nosotros, en nuestro lugar y a favor nuestro; está resucitado y es el Señor., creámoslo en nuestro corazón y confesémoslo con nuestros labios.

“… Si crees en tu corazón que Dios lo resucito…” Rom. 10, 9 La salvación incluye la supresión total del pecado, sus causas y sus consecuencias, y no solo basta el momento de la muerte sino desde ahora.

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ESPERIMENTA ESTA SALVACION DESDE AHORA: Debe de ser una experiencia personal y actual, libres de todo pecado, opresión y atadura, y así quedar libres para caminar fieles a Dios, dar testimonio y manifestar su gloria, y servir a los demás. “… Habéis sido llamados a la libertad…” Gal. 5, 13 Dios quiere crear, en Jesús, un hombre nuevo, un mundo nuevo, una nueva creación.

SALVACIÓN HOMBRE:

Y

LIBERACIÓN

INTEGRAL

DE

TODO

La salvación da sentido a todas las aspiraciones y realizaciones humanas, y la liberación a todo lo que oprime al hombre, pero, sobre todo la liberación del pecado y del enemigo, dentro de la alegría de conocer a Dios y de ser conocido por Él. Por lo tanto la Evangelización, debe asumir totalmente las angustias y esperanzas del hombre de hoy, a fin de ofrecerles las posibilidades de una liberación plena. De esta forma, Jesús es el salvador no solo de la persona individual de todo el hombre, cuerpo, alma y espíritu, sino también de todas las situaciones del hombre, familia, sociedad, estructuras. Dios ha querido poner a María, como la más íntimamente asociada a Jesús, en su obra de salvación, como modelo y discípulo de Jesús; Ella es el cuello del Cuerpo de Cristo ¿Cómo hacer nuestra la salvación ya realizada?, creamos en la palabra de Dios, reconozcamos la obra ya realizada por Jesús, demos gracias y hagámosla nuestra.

VIDA EN EL ESPÍRITU SANTO “… ¿recibisteis el Espíritu Santo, cuando abrazasteis la fe?...” He 19, 1-6

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Cinco son los casos que nos relata el evangelista San Lucas, donde fue derramado el Espíritu Santo, y quedaron llenos de Él con manifiestos signos sensibles de su presencia; María y los apóstoles, la comunidad incipiente de Jerusalén, los samaritanos, y finalmente los gentiles de casa de Cornelio y los de Éfeso.

SIGNOS INMEDIATOS: -

Signos sensibles: de la recepción del Espíritu Santo.

-

Testimonio: ungido, valiente, y con poder.

-

Profetizar: dando mensajes de parte y en Nombre de Dios.

-

Lenguas:

como

proclamación

del

mensaje

en

un

idioma

extranjero, o como alabanza, en palabras intangibles. -

Euforia: con apariencia de estar borrachos, y el temblor y el viento huracanado y el fuego.

“… Yo voy a enviar sobre vosotros la Promesa de mi Padre…” Lc. 24, 49 “… Seréis bautizados en el Espíritu Santo…” He 1, 4-8. La promesa se convierte en Don ya cumplido con lo que se consume y culmina la obra de Jesús.

COMUNIDAD CRISTIANA Como fruto inmediato de Pentecostés, aparece una realidad nueva y extraordinaria; el Espíritu Santo, vínculo del Padre y el Hijo, realiza como primer efecto de su presencia poderosa la comunidad con una relación intima con el Señor, profundamente unida entre sus miembros, Catequesis de Adultos

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y poderosamente irradiante por su fe viva y su testimonio ungido y valiente

COMUNIDAD ORANTE: Asistían diariamente al templo a las acciones con perseverancia y con un mismo espíritu; también asistían a las casas: -

A A A A

alabar a Dios. la enseñanza de los apóstoles. la fracción del pan. edificarse unos a otros.

“… Perseveraban asiduamente a la enseñanza de los apóstoles…” He 2, 42

COMUNIDAD UNIDA: Comunidad “KOINOMIA” intima y totalmente unida con un solo corazón y una sola alma, ponían todo en común y no había ningún necesitado; fruto del Espíritu y la solución de Dios, autentica y definitiva a la injusticia y desigualdades económicas, culturales y sociales. “… Partían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría…” He 2, 46-47

COMUNIDAD TESTIGO: “… No cesaban de enseñar y de anunciar la Buena Nueva…” He 5, 42

CARISMAS PARA LA EDIFICACION: Las comunidades creyentes, se manifestaban, ordinariamente en los carismas y ministerios carismáticos, como intervención directa del Espíritu Santo para edificar son solides las comunidades.

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Por carismas entendemos que toda manifestación del poder del Espíritu Santo que actúa en y a través de un creyente lleno del Espíritu para llenar a los demás. “… A cada uno de nosotros nos fue dado el Carisma, de acuerdo a la medida de Cristo…” Rom. 12, 4-6

CAMINAR EN EL ESPIRITU: “… Si por el Espíritu tenemos vida, caminemos pues en el Espíritu…” Gal 5, 25 Caminar en el Espíritu, es la característica del creyente y de las comunidades que han recibido el Don del Espíritu en plenitud; ser iluminados, enseñados y conducidos directa y sensiblemente por el Espíritu Santo, en su vida Cristiana y en su Testimonio. Es por eso que con propiedad, se le llama “Evangelio del Espíritu Santo” a los Hechos de los Apóstoles, o los “Hechos del Espíritu Santo” por el papel tan activo y relevante que tiene en la primera comunidad cristiana. En el Nuevo Testamento no encontramos ninguna limitación de tiempo ni espacio para este tipo de presencia y acción del poder del Espíritu Santo en la Iglesia de Cristo, realmente convertida y con una Fe viva en Jesús; y lo ocurrido en la primera comunidad cristiana, es el modelo y prototipo de lo que debería suceder en la “Iglesia de Cristo en todos los tiempos” Preguntémonos: -

¿Por qué no es así ahora? ¿Es otro el plan de Dios? ¿La promesa del Espíritu Santo, es solo para los primeros cristianos?

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Unidad 2 Historia de la Iglesia Biblia

HISTORIA DE LA IGLESIA Introducción Catequesis de Adultos

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La Iglesia católica se conoce como Iglesia Católica Apostólica Romana o como Iglesia Católica Romana. Católica es término originario del idioma griego que significa universal. A la Iglesia católica pertenecen todos los bautizados. La Iglesia católica tiene como cabeza al obispo de Roma, el Papa, que recibe el trato honorífico de "Su Santidad". El primer papa fue Pedro y se fundamenta en la cita bíblica “… Tú eres Pedro, y sobre esta Piedra edificaré mi Iglesia…” Sn. Mt 16, 13-20 y el actual es Benedicto XVI, nombre adoptado por el Cardenal electo Joseph Ratzinger. El territorio gobernado directamente por el papa es la Ciudad del Vaticano, que es la sede de las instituciones que le ayudan en el gobierno de la Iglesia, tiene su sede central en Roma, Italia.

Origen La palabra Iglesia proviene del griego ekklesia, del griego ek-kalein – “llamar fuera” significa 'convocatoria'. Designa asambleas del pueblo (cf. Hch 19, 39), de carácter religioso. Es el término frecuentemente utilizado en el texto griego del Antiguo Testamento para designar la asamblea del pueblo elegido en la presencia de Dios, sobre todo cuando se trata de la asamblea del Sinaí, en donde Israel recibió la Ley y fue constituido por Dios como su pueblo santo (cf. Éxodo 19; 5, 1. 3). Dándose a sí misma el nombre de "Iglesia", la primera comunidad de los que creían en Cristo se reconoce heredera de aquella asamblea. En ella, Dios "convoca" a su Pueblo desde todos los confines de la tierra. El término «católico» proviene del griego katholikós, que significa 'universal'.

Características La Iglesia católica se ve a sí misma y se proclama como la encargada por Jesucristo para ayudar a recorrer el camino espiritual hacia Dios viviendo el amor recíproco y por medio de la administración de los sacramentos, a través de los cuales Dios otorga la gracia al creyente.

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La Iglesia católica se concibe a sí misma como la única Iglesia fundada por Cristo, y por tanto, la única auténtica frente a las demás iglesias y denominaciones cristianas que han surgido históricamente después de ella. La Iglesia católica considera que tiene encomendada la misión de elaborar, impartir y propagar la enseñanza cristiana, así como la de cuidar de la unidad de los fieles. Debe también disponer la gracia de los sacramentos a sus fieles por medio del ministerio de sus sacerdotes. Además, la Iglesia católica se manifiesta como una estructura jerárquica y colegial, cuya cabeza es Cristo, que se sirve del colegio de los apóstoles, y que en la historia posterior ejerce la autoridad mediante sus sucesores: el Papa y los obispos. La autoridad para enseñar el Magisterio de la Iglesia basa sus enseñanzas en la Revelación, que está expresada tanto en las Sagradas Escrituras como en la Sagrada Tradición.

Atributos de la Iglesia católica De acuerdo al Catecismo de la Iglesia católica, ésta es Una, Santa, Católica y Apostólica. Estos cuatro atributos, inseparablemente unidos entre sí, indican rasgos esenciales de la Iglesia y de su misión. Unidad: La Iglesia es "una" debido a su origen, Dios mismo. Dios es uno según la doctrina católica; Es una debido a su Fundador, Cristo. El apóstol San Pablo, en su Primera Carta a los Corintios, hace referencia a la Iglesia como "Cuerpo de Cristo": Las partes del cuerpo son muchas, pero el cuerpo es uno; por muchas que sean las partes, todas forman un solo cuerpo. En otra carta, también Pablo enseña sobre este atributo: Mantengan entre ustedes lazos de paz y permanezcan unidos en el mismo espíritu. Un solo cuerpo y un mismo espíritu, pues ustedes han sido llamados a una misma vocación y una misma esperanza. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está por encima de todos, que actúa por todos y está en todos. Cristo mismo enseña y ruega por esta unidad de su Iglesia: Que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti. Que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Catequesis de Adultos

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Santidad: la Iglesia católica, a pesar de los pecados y faltas de cada uno de sus miembros que aún peregrinan en la Tierra, es en sí misma "santa" pues "Santo" es su fundador y "santos" son sus fines y objetivos. Asimismo, es santa mediante sus fieles, ya que ellos realizan una acción santificadora, especialmente aquellos que han alcanzado un alto grado de virtud y han sido canonizados por la misma Iglesia. La Iglesia católica contiene la plenitud de los medios de santificación y salvación. Es Santa porque sus miembros están llamados a ser santos. Catolicidad: con el significado de "universal" la Iglesia es "católica" en cuanto busca anunciar la Buena Nueva y recibir en su seno a todos los seres humanos, de todo tiempo y en todo lugar, que acepten su doctrina y reciban el Bautismo; dondequiera que se encuentre uno de sus miembros, allí está presente la Iglesia católica. También es "católica" porque Cristo está presente en ella, lo que implica que recibe de Él la plenitud de los medios de salvación. Apostolicidad: la Iglesia católica fue fundada por Cristo sobre el fundamento de Pedro y los demás apóstoles. Todo el Colegio Apostólico goza de autoridad y poder siempre que esté en comunión con Pedro y sus sucesores; Pedro y los demás Apóstoles tienen en el Papa y los Obispos a sus sucesores, que ejercen la misma autoridad y el mismo poder que en su día ejercieron los primeros, que fueron elegidos e instituidos por Cristo. También es "apostólica" porque guarda y transmite las enseñanzas oídas a los apóstoles.

Doctrina esencial La noción de Revelación es central en la doctrina católica, porque bajo tal término se incluyen dos fuentes inseparables entre sí: la Sagrada Escritura y la Tradición.

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También es notable la posición que ocupa el obispo de Roma. Este recibe el título de Papa y se le considera no sólo obispo de su diócesis sino Obispo de la Iglesia católica entera, es decir, Pastor y Doctor de todos los cristianos debido a que es considerado el sucesor de San Pedro. Su elección ha ido variando a lo largo de la historia; desde el siglo XI es elegido por el colegio cardenalicio en el cónclave. El Papa actual es Benedicto XVI (que sería el Papa número 265). El Papa goza en la Iglesia católica de un estatus de jerarquía suprema, poseyendo el primado sobre todos los demás obispos y la plenitud de la potestad de régimen, la cual puede ejercer de forma universal, inmediata y suprema sobre todos y cada uno de los pastores y de los fieles católicos. Otras partes de la doctrina católica, sobresalientes y distintivas en relación al resto de los cristianos, son la creencia en el Dogma de la Inmaculada Concepción, y en la Asunción de María, madre de Jesús, así como la fe en la autoridad espiritual efectiva de la Iglesia católica para perdonar pecados y remitir las penas temporales debidas por ellos, mediante el Sacramento de la Penitencia y las indulgencias. Otro dogma sobresaliente en la Iglesia católica es la creencia en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, en que mediante el cambio que es llamado transubstanciación el pan y el vino presentados en el Altar se transforman en el cuerpo y en la sangre de Cristo.

Estructura organizativa La Iglesia católica tiene miembros en todos los países de la Tierra, aunque su proporción en la población varía desde una mayoritaria en algunos a casi nula en otros. Es una organización jerárquica en la que el clero ordenado está dividido en obispos, presbíteros y diáconos. El clero está organizado de forma jerárquica, pero tiene en cuenta la comunión de los fieles. Cada miembro del clero depende de una autoridad superior, pero la autoridad superior debe ejercer su gobierno teniendo en cuenta la comunidad, a través de consultas, reuniones e intercambio de ideas. Territorialmente, la Iglesia católica se organiza en diócesis o Iglesias particulares, cada una bajo la autoridad de un obispo; algunas de éstas, de mayor rango, son llamadas arquidiócesis y están bajo la autoridad de un arzobispo.

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El gobierno de la Iglesia Católica reside en los obispos, a quienes ayudan los sacerdotes: Los obispos: se encargan de cada diócesis. Son ayudados por los presbíteros y los diáconos. Ningún obispo, aunque haya sido nombrado cardenal, tiene autoridad sobre otro, sino que cada uno depende directamente del Papa. Los cardenales: ayudan al Papa en la acción pastoral de la Iglesia Católica universal y en la administración del Vaticano y la Curia Romana. Cuando el Papa muere, eligen al sucesor en un cónclave. Colectivamente forman el Colegio Cardenalicio. Los cardenales son elegidos personalmente por el Papa.

Compromiso Desde los tiempos de la Iglesia naciente la comunidad cristiana ha buscado comprometerse socialmente, teniendo preferencia por los más necesitados. La Iglesia católica actualmente cuenta con misioneros religiosos y laicos de ambos sexos que realizan de forma regular obras sociales, tanto materiales como de apoyo moral y espiritual. En casi todas las diócesis del mundo, en los países donde le es permitido, la Iglesia Católica lleva a cabo algún tipo de obra social; La cantidad de Fundaciones o Pastorales parroquiales de ayuda abarcan estos campos: escuelas, dispensarios, centros de acogida para niños y ancianos, hospitales, centros de rehabilitación de toda índole, leproserías, etc.

ANTIGUO Y NUEVO TESTAMENTO TESTAMENTO= ALIANZA

PENTATEUCO  

Génesis (Gn.) Los Comienzos Éxodo (Ex) Liberación de Egipto Catequesis de Adultos

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  

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Levítico (Lv) Reglas para los levitas, los sacerdotes Números (Nm) El censo y el período en el desierto Deuteronomio (Dt) La repetición de la ley

LIBROS HISTÓRICOS            

Josué (Jos) La entrada a la tierra prometida Jueces (Jue) Guerra con los países vecinos 1 Samuel (1 Sm) Las vidas de Samuel, Saúl, y David 2 Samuel (2 Sm) Las vidas de Samuel, Saúl, y David 1 Reyes y (1 Re) Salomón y otros reyes hasta el cautiverio 2 Reyes (2 Re) Salomón y otros reyes hasta el cautiverio 1 Crónicas y (1 Cr) Repite la historia de Israel desde Saúl hasta el cautiverio 2 Crónicas (2 Cr) Repite la historia de Israel desde Saúl hasta el cautiverio Esdras (Esd) Retorno del remanente a Jerusalén Nehemías (Neh) Retorno del remanente 1 Macabeos (1Mac) 2 Macabeos (2Mac)

NARRACIONES    

Rut (Rut) Historia de la mujer moabita que llegó a ser israelita Tobías (Tob) Dios castiga, pero tiene compasión. Judit (Jdt) resistencia heroica Ester (Est) Mujer judía que llegó a ser reina de Persia durante el cautiverio

LIBROS PROFÉTICOS PROFETAS MAYORES    

Isaías (Is) Un llamado al arrepentimiento; Promesas del Mesías Jeremías (Jr) Un llamado al arrepentimiento Lamentaciones (Lam) Lamenta la destrucción de Jerusalén Ezequiel (Ez) Visiones del juicio de Dios y la futura restauración

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Daniel (Dn) Este profeta confronta al rey Nabucodonosor; Visiones del juicio y del retorno

PROFETAS MENORES             

Oseas (Os) El amor de Dios para su pueblo infiel Joel (Jl) El Día del Señor, juicio devastador Amós (Am) Denuncia a Israel por injusticia con los pobres Abdías (Abd) Edom será castigado por invadir a Judá Jonás (Jon) El profeta huye y es tragado por un pez Miqueas (Miq) Explotación de los pobres y la perversión del sacerdocio Nahúm (Nah) Profecía de la destrucción de Nínive Habacuc (Hab) El profeta duda de la justicia de Dios Sofonías (Sof) Juicio sobre Judá y otras naciones Ageo (Ag) Anima a reconstruir el templo Zacarías (Zac) Visiones de la restauración y del Mesías Malaquías (Mal) Acusaciones contra los sacerdotes Carta a Jeremías

LIBROS POÉTICOS   

Salmos (Sal) Cancionero de Israel Cantares (Cant) Canción de amor Lamentaciones (Lam)

LIBOS SAPIENSALES    

Proverbios (Prov) Joyas de sabiduría Job (Job) Hombre justo que sufrió, y pregunta ¿por qué? Eclesiastés (Ecl) Peregrinaje espiritual, buscando el sentido de la vida Eclesiástico ó Sirácide (Eclo)

NUEVO TESTAMENTO EVANGELIOS 1. 2. 3. 4.

Mateo (Mt) Para los judíos, para mostrar que Jesús es el Mesías Marcos (Mc) Para los gentiles, simple y lleno de acción Lucas (Lc) Para Teófilo, detallado Juan (Jn) Para los gentiles, teológico Catequesis de Adultos

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HISTORIA DE LA IGLESIA 5. Hechos

(Hch) Historia de la extensión de la Iglesia

CARTAS PAULINAS 6. Romanos (Rom) La Salvación es por la fe 7. 1 Corintios (1 Cor) Contra divisiones 8. 2 Corintios (2 Cr) Pablo defiende su ministerio 9. Gálatas (Gal) Contra el legalismo 10. Efesios (Ef) Unidad en Cristo 11. Filipenses (Flp) Gozo en medio del sufrimiento 12. Colosenses (Col) Vida nueva en Cristo 13. 1 Tesalonicenses y (1 Tes) La segunda venida de Cristo 14. 2 Tesalonicenses (2 Tes) La segunda venida de Cristo 15. 1 Timoteo y (1 Tim) Consejos para un pastor joven 16. 2 Timoteo (2 Tim) Consejos para un pastor joven 17. Tito (Tit) Instrucciones para los líderes en Creta 18. Filemón (Flm) Pablo pide a Filemón que reciba a Onésimo como un hermano.

OTROS 19. 20. 21. 22. 23. 24. 25.

Hebreos (Heb) La superioridad de Cristo Santiago (Sant) Contra el libertinaje 1 Pedro (1 Pe) La esperanza 2 Pedro (2 Pe) La esperanza 1 Juan (1 Jn) Dios es luz y amor 2 Juan (2 Jn) Dios es luz y amor 3 Juan (3 Jn) Dios es luz y amor Catequesis de Adultos

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26. Judas (Jds) Contra los maestros falsos

PROFETICOS 27. Apocalipsis (Ap) La victoria en Cristo

NÚMERO DE LIBROS: 46 27

Antiguo Testamento Nuevo Testamento 73 TOTAL

LA BIBLIA CATÓLICA Los católicos usan básicamente la misma Biblia que los protestantes, excepto por el hecho de que la Biblia católica incluye lo que llaman los libros "deuterocanónicos" para estos libros, que significa "segundo canon", o "segunda lista". Originalmente, eran quince documentos. Ocho de ellos todavía están en la Biblia católica como libros: 1. Tobías, (Tob) 2. Judit, (Jdt) 3. Sabiduría, (Sab) 4. Eclesiástico, (Eclo) 5. Baruc, (Bar) 6. La Carta de Jeremías (Jr) (muchas veces incluida como apéndice a Baruc), 7. Primero de Macabeos, y (1 Mac) 8. Segundo de Macabeos. (2 Mac) Hay cuatro documentos más que todavía están incluidos en la Biblia católica, pero como partes de otros libros del Antiguo Testamento: 1. Adiciones al libro de Ester 2. La Oración de Azarías y la Canción de los Tres Jóvenes 3. Susana 4. Bel y el Dragón

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Estos tres últimos están incluidos en el libro de Daniel. Quedan tres documentos que, aunque fueron incluidos desde la Vulgata, (Versión latina de la Sagrada Escritura, que se remonta a San Jerónimo y fue declarada auténtica por la Iglesia Católica), después fueron excluidos por el Concilio de Trento, 1545. 1. 1 Esdras 2. 2 Esdras 3. La Oración de Manasés Los protestantes no consideran ninguno de estos quince documentos como inspirados o autoritativos. El resto de los libros en la Biblia católica son los mismos que en la Biblia protestante.

La siguiente tabla incluye la lista completa de libros bíblicos (para los protestantes): El Pentateuco: 1 Génesis 2 Éxodo 3 Levítico 4 Números 5Deuteronomio Libros Históricos: 6 Josué

Poetas: 18 Job 19 Salmos 20 Proverbios 21 Eclesiastés 22 Cantares

Profetas Menores: 28 Oseas 29 Joel 30 Amós 31 Abdías 32 Jonás 33 Miqueas

Evangelios: 40 Mateo 41 Marcos 42 Lucas 43 Juan Historia de la Iglesia:

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52 53 54 55 56 57

1Tesalonicenses 2Tesalonicenses

1 Timoteo 2 Timoteo Tito Filemón

Otras Cartas:

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Profetas Mayores: 23 Isaías 24 Jeremías 25Lamentacio nes 26 Ezequiel 27 Daniel

34 35 36 37 38 39

Nahum Habacuc Sofonías Hageo Zacarías Malaquías

44 Hechos Cartas Paulinas: 45 Romanos 46 1 Corintios 47 2 Corintios 48 Gálatas 49 Efesios 50 Filipenses 51 Colosenses

JHS 58 59 60 61 62 63 64 65

Hebreos Santiago 1 Pedro 2 Pedro 1 Juan 2 Juan 3 Juan Judas

Profecía 66 Apocalipsis

BÚSQUEDA DE CITAS BIBLICAS Para designar los libros bíblicos, se suelen utilizar abreviaturas; hay algunos libros que usan su nombre en griego y/o hebreo: -

Eclo.= Eclesiástico, se cita a veces: Si.= Sirácida Ecl.= Eclesiastés, se cita a veces: Qo.= Cohelet Cro.= Crónicas, es igual a: Par. = Paralipómenos

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NOTA: Para explicar los siguientes pasos, es indispensable tener Biblia en mano, tanto el catequista como los catequizándos. Por lo tanto cada una de las partes de los libros bíblicos, lleva un número grande en “negrita” Ejemplo: Lc. 2 De tal manera, dentro de los capítulos, cada frase o grupo de frases, está dividido en versículos, de tal forma que los versículos también están enumerados, Ejemplo: Lc. 2, 11 Es por eso que dentro de la biblia es normal o común ver, los capítulos en números grandes y los versículos en números pequeños. Fue el canciller de la Universidad de Paris, posteriormente Cardenal y arzobispo de Canterbury, el inglés Stephen Langton, quien en 1226, dividió la Biblia en capítulos, creando la versión Biblia Parisiense; El dominico italiano, y a la vez judío converso, Santos Pagnini (1470 – 1536) la subdividió en versículos en 1528, quien creó una versión latina de los textos originales. De tal manera, la división final, se la debemos a Robert Estienne, conocido como Stephanus, quien la introdujo en la Biblia que publicó en 1555. Los nombres de cada libro, hacen referencia a la primera palabra con que inician (hebreo y/o griego) y/o al contenido del libro; esta división no contiene ningún valor científico, pero es muy práctica, nos permite fácilmente, encontrar un texto, basta solamente, citar el título del libro (Lc), el número del capítulo (2), y el número del versículo (11)

A lo anterior se le llama referencia, y para la referencia de los textos, se utilizan varios sistemas: 1. 2. 3. 4. 5. 6.

El guion – significa hasta, Ej: Lc. 1, 1-5 La coma , divide un capitulo de un versículo, Ej: Jn. 3, 15-16 Él ; indica división de una cita con otra, Ej: Mc. 5, 1-3 ; 10-16 El. divide un versículo de otro(s) versículos Ej: Mt. 8, 20-24.28 La S quiere decir siguiente Las Ss. quiere decir siguientes

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Únicamente la numeración de los Salmos es distinta en la Biblia, hebrea y griega (Texto Mesomérico) y (LXX) respectivamente. La versión Latina y los libros Litúrgicos Católicos, siguen el texto griego; el problema inicia en el Salmo 9 y 10, que es alfabético (estilo acróstico), el griego lo juzga como uno mismo, mientras que el texto Mesomérico lo tiende a dividir. Lo mismo sucede en el Salmo 114 y 115; por otro lado el 116 y 147 (texto Mesomérico), son divididos en 2 en griego, de tal forma que los salmos quedan de la siguiente forma: TEXTO MESOMÉRICO 1-8 9-10 11-113 114-115 116 117-146 147 148-150 GRIEGO LXX 1-8 9 10-112 113 114-115 116-145 146-147 148-150

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Unidad 3 Sacramentos

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Sacramentos Son signos eficaces de la gracia, instituidos por Jesucristo y confiados a la Iglesia; El carácter sacramental es un sello espiritual que configura con Cristo al que lo recibe. Por ello, se trata de un sello indeleble, es decir, permanente y, por tanto, el cristiano los recibe una sola vez en la vida; los sacramentos que imprimen carácter son: Bautismo, Confirmación y orden Sacerdotal.

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No son simples ceremonias; Ordenados a la santificación de los hombres, a la edificación del cuerpo de Cristo y a dar culto a Dios, los sacramentos no solo suponen la fe, sino que también la fortalecen, la alimentan y la expresan con palabras y acciones; por eso se llaman sacramentos de la fe. Los sacramentos nos dan o aumentan la Gracia Divina. Es por eso que decimos que son actos salvadores, porque son acciones que salvan al hombre de situaciones concretas, llenándolo de la fuerza del amor, fruto de la muerte y resurrección de Cristo. Abarcan toda la vida del hombre en sus puntos más significativos.

¿Cuántos y cuáles son los sacramentos? Los sacramentos son siete, y estos son: Bautismo, Confirmación, Eucaristía, Reconciliación, Unción de los enfermos, Orden sacerdotal, y Matrimonio, y estos a su vez se dividen en:

SACRAMENTOS DE INICIACION: 1. BAUTISMO. 2. CONFIRMACION 3. EUCARISTÍA.

SACRAMENTOS DE SANACION: 1. RECONCILIACIÓN. 2. UNCIÓN DE LOS ENFERMOS

SACRAMENTOS AL SERVICIO: 1. ORDEN SACERDOTAL. 2. MATRIMONIO

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Bautizo

SACRAMENTO DEL BAUTIZO El término Bautismo procede del verbo griego baptizein, que significa sumergir, lavar. El simbolismo de los efectos del agua como signo de purificación es muy común en la historia de las religiones. Sabemos que Juan Bautista daba el bautismo a todos aquellos que aceptaban su predicación como cambio de vida.

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Jesucristo enseñó a los apóstoles un bautismo diferente del conocido por los judíos. No era sólo un símbolo, sino una verdadera purificación y un llenarse del Espíritu Santo. Juan Bautista lo había anunciado: "Yo bautizo con agua, pero pronto va a venir el que es más poderoso que yo, al que yo no soy digno de soltarle los cordones de sus zapatos; él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego" (Lc 3,16) El hecho más importante para interpretar el Bautismo cristiano es el Bautismo de Jesús, en el que culminan las prefiguraciones del Antiguo Testamento sobre este sacramento. Los cuatro evangelios cuentan el Bautismo que recibió Jesús (Mc 1, 911; Mt 3, 13-17; Lc 3, 21-22; Jn 1, 32-34) y los cuatro conceden excepcional importancia a este hecho porque representa el punto de partida y el comienzo del ministerio público de Jesús (Hch 1,22; 10,37; 1 Jn 5.6). Todos los evangelistas coinciden en narrar dos cosas: 1. El descenso del Espíritu. 2. La proclamación divina asociada a la venida del Espíritu Santo. Según el judaísmo antiguo, la comunicación del Espíritu significa la inspiración profética. La persona que recibe el Espíritu es llamada por Dios para ser su mensajero (Eclo 48,24; Dn 13,45). Por lo tanto, en el momento del bautismo, Jesús recibió del Padre la vocación y el destino que marcó y orientó su vida. La proclamación divina "Tú eres mi hijo amado, en ti me complazco" (Mc 1,11; Mt 3,17; Lc 3,22), acompañó la venida del Espíritu. Estas palabras evocan el texto de Isaías que da inicio a los cantos del Siervo de Yahvé (Is 42,1); este Siervo es el hombre solidario con el pueblo pecador, al que libera y salva a través de su sufrimiento y muerte. (Is 53, 1-12). Con ocasión de su Bautismo, Jesús experimentó su vocación, aceptando la misión y el destino que le llevarían a su muerte violenta. Así se explica que las dos únicas veces que Jesús utiliza el verbo bautizar (Mc 10,38; Lc 12,50) sea para referirse a su propia muerte. El bautismo par Jesús tiene un sentido concreto: es el acto y el momento en que el hombre asume conscientemente una vocación y un destino en la vida, la vocación y el destino de la solidaridad incondicional con los hombres, especialmente los más pobres, hasta llegar a la misma muerte. Catequesis de Adultos

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Juan bautizaba en vistas al juicio último de Dios; el Bautismo cristiano es la participación en la muerte y resurrección de Jesucristo; es decir, el bautizado ha muerto a una forma de existencia, para nacer a otra nueva que no acabará jamás. La Iglesia bautiza porque así realiza el mandato de Jesús resucitado y porque está llena del Espíritu Santo para comunicar la salvación a través de este sacramento. El Bautismo es el sacramento de la fe (Mc 16,16). Pero la fe tiene necesidad de la comunidad de creyentes. Solo en la fe de la Iglesia puede creer cada uno de los cristianos. La fe que se requiere para el Bautismo no es una fe perfecta y madura, sino un comienzo que está llamado a desarrollarse. En todos los bautizados, niños o adultos, la fe debe crecer después del Bautismo. Cuando se trata del Bautismo de niños, para su crecimiento en la fe es necesaria la ayuda de los padres y padrinos (CIC 1253-1255)

El significado del Bautismo: El Bautismo, por ser un sacramento de iniciación, tiene unos efectos de regeneración e incorporación muy especiales: "Al bautizado le son perdonados los pecados y recibe una vida nueva, se une a la muerte y resurrección de Jesucristo, participa de su misión sacerdotal, profética y real y es incorporado a la Iglesia" Perdona los pecados y da una vida nueva. El paso del mar Rojo fue para los israelitas el paso de la esclavitud a la libertad. Por eso el Bautismo, que vinculó a aquellos hombres al destino de Moisés (1 Cor 10,2), fue el bautismo de la liberación. Así mismo, el Bautismo cristiano comporta una experiencia de liberación: de la misma forma que el paso del mar Rojo fue para los israelitas la experiencia fundamental de su liberación, así el paso por el agua bautismal comporta para los cristianos la experiencia de su propia libertad. Por el bautismo, el cristiano se separa del destino colectivo de una humanidad fatalmente sometida a la esclavitud del pecado, liberándose del pecado original que corrompe y desgarra al hombre y al mundo. La persona que ha vivido la experiencia del Bautismo, ha vivido la

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experiencia de la liberación del pecado. El pecado ya no tiene dominio sobre los cristianos (1 Jn 3, 5-6) Para el bautizado no existe más ley que la del amor, a eso re refiere Pablo en Rom 13, 8-10 y en Gal 5, 14. Luego la experiencia fundamental del creyente en el Bautismo es la experiencia del amor, no sólo del amor a Dios, sino también del amor al prójimo.

Une al bautizado a la Muerte y Resurrección de Jesucristo De la misma manera que Jesús pasó por la muerte, para llegar a una vida sin límites, igualmente el cristiano tiene que pasar por una muerte (el Bautismo), para empezar una nueva vida, la vida de la fe, la vida propia del cristiano. Esto es lo que dice san Pablo en su carta a los Romanos: "¿Ignoráis acaso que todos a quienes el bautismo ha vinculado a Cristo hemos sido vinculados a su muerte? En efecto, por el bautismo hemos sido sepultados con Cristo quedando vinculados a su muerte, para que así como Cristo ha resucitado de entre los muertos por el poder del Padre, así también nosotros llevemos una vida nueva. Porque si hemos sido injertados en Cristo a través de una muerte semejante a la suya, también compartiremos su resurrección" (Rom 6, 3-5) "Morir con Cristo" significa morir al mundo, al orden establecido, como fundamento de la vida del hombre (Gal 6,14) o a los poderes del mundo que esclavizan (Col 2,20), a la esclavitud de la ley (Rom 7,6), a la vida en pecado (Rom 6,6) o a la vida para sí mismo (2 Cor 5, 14-15).

Hace participar al bautizado de la misión sacerdotal, profética y real de Jesucristo. Quien recibe el Bautismo queda revestido de Jesús el Mesías, lo que significa que la misma vida de Cristo está presente y actúa en el que ha recibido el Bautismo. El bautizado, unido a Cristo en la Iglesia, es como Cristo Sacerdote, Profeta y Rey, y está llamado a dar testimonio del Señor en este mundo. Catequesis de Adultos

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El Concilio Vaticano II ha enseñado que "los bautizados son consagrados como casa espiritual y sacerdocio santo por la regeneración y la unción del Espíritu Santo"(LG 10; cfr. 1 Pe 2, 9-10). El Bautismo imprime en el cristiano, un sello espiritual indeleble de su pertenencia a Cristo. Este sello no es borrado por ningún pecado, aunque el pecado impida al Bautismo dar frutos de salvación. Dado una vez por todas, el Bautismo no puede ser reiterado.

Incorpora al bautizado a la Iglesia La Iglesia es la comunidad de los bautizados, pues el efecto fundamental del Bautismo es incorporar al hombre a la comunidad de la Iglesia. La Iglesia es la comunidad de los que libre y conscientemente han asumido como destino en la vida sufrir y morir por los demás, es decir, la Iglesia es la comunidad de los que viven para los demás; es así mismo, la comunidad de los que se han revestido de Cristo, reproduciendo en su vida lo que fue la vida de Jesús el Mesías. La costumbre de bautizar a los niños desde pequeños data desde los primeros siglos de la Iglesia, pues no es posible privarlos de los efectos que el sacramento produce. El hombre nace con una naturaleza humana caída y manchada por el pecado original, por lo que necesita el nuevo nacimiento en el Bautismo para recibir la Gracia Divina.

La celebración del Bautismo ¿Quién puede recibir el Bautismo y quién lo puede administrar? Todo ser humano, aún no bautizado, y sólo él, es capaz de recibir el Bautismo. El ministro ordinario del Bautismo es el obispo y el presbítero y, en la Iglesia latina, también el diácono. En caso de necesidad, cualquier persona, incluso no bautizada, si tiene la intención de hacer lo que hace la Iglesia al bautizar y emplea la fórmula bautismal trinitaria.

Celebración:

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El Bautismo cristiano se celebra bañando en agua al que lo recibe (bautismo por inmersión) o derramando agua por la cabeza (bautismo por infusión), mientras el ministro invoca a la Santísima Trinidad. El rito completo consta de tres momentos:

Preparación: Consiste en la bendición del agua, en la renuncia de los padres y padrinos al pecado, en la profesión de fe y en una pregunta a los padres y padrinos sobre si desean que el niño sea bautizado.

Ablución o bautismo: Mientras el ministro baña con agua a quien se bautiza, dice: "Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo"

Ritos complementarios: Son la crismación, la vestidura blanca y la entrega de la luz. La crismación por la que el ministro unge la cabeza a cada bautizado con el santo crisma, como señal de incorporación al pueblo creyente; La vestidura blanca, signo de la nueva vida y dignidad del cristiano. La entrega de la luz de Cristo expresada por una velita cuya llama ha sido tomada del cirio pascual.

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Confirmación

SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN En el Antiguo Testamento los profetas anunciaron que el Espíritu del Señor reposaría sobre el Mesías esperado para realizar su misión salvífica (Cfr. Is 11,2; 61,1). El descenso del Espíritu Santo sobre Jesús

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en su Bautismo por Juan fue el signo de que Él era el que debía venir, el Mesías, el Hijo de Dios. Habiendo sido concebido por obra del Espíritu Santo, toda su vida y toda su misión se realizan en una comunión total con el Espíritu Santo que el Padre le da sin medida (CIC, 1286). Esta plenitud del Espíritu no debió permanecer únicamente en el Mesías, sino que debía ser comunicada a todo el pueblo de Dios. Muchas veces Jesús prometió el envío del Espíritu, promesa que realizó primero el día de Pascua y luego de manera más manifestada en Pentecostés. Llenos del Espíritu Santo los Apóstoles comienzan a proclamar "las maravillas de Dios" (Hch 2,11), los que creyeron en la predicación apostólica y se hicieron bautizar recibieron a su vez el don del Espíritu Santo. (Hch 2,38).

El Hecho de la Confirmación El nombre de este sacramento proviene del latín confirmativo = fortalecimiento. Sin embargo, a lo largo de la historia ha sido denominado de diversas maneras: crismación (unción de aceite perfumado y consagrado), imposición de manos, crisma. El Nuevo Testamento no habla del sacramento de la confirmación como tal. Está claro que Jesucristo lo instituyó pero no lo administró por sí mismo, puesto que era algo pensado para cuando El se fuera. Cristo anunció la venida del Paráclito -El Espíritu Santo- una vez que El se marchara de este mundo. De lo que sí hay clara constancia es de la administración de los Apóstoles -con la imposición de manos- Así puede leerse en los Hechos de los Apóstoles cuando Pedro y Juan van a imponer las manos a los recién bautizados de Samaria para que reciban así el Espíritu Santo (Hch 8,14-17) y cuando Pablo bautiza e impone las manos a unas cuantas personas en Éfeso, con lo que reciben el Espíritu Santo. (Hch 19, 5-7). Desde los primeros tiempos de la Iglesia, cuando se administraba el Bautismo, se tenía la costumbre de que el obispo utilizara un gesto o ritual de bendición "la imposición de manos" sobre la cabeza del bautizado, así se recordaba lo que hicieron los apóstoles. Igualmente existía la costumbre de ungir con aceite en la cabeza o en el pecho a los recién bautizados, este aceite había sido previamente bendecido por el obispo. Catequesis de Adultos

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Esta costumbre se mantuvo hasta el siglo V, no existía un rito religioso separado del Bautismo, todo se realizaba en la misma celebración. Cuando se imponen los bautismos masivos de niños recién nacidos, se ve la necesidad de que los presbíteros y diáconos administren el Bautismo, mientras que la imposición de manos y la unción se retardaba para cuando el obispo pudiera.

Significado de la Confirmación El Concilio Vaticano II dice: "por el sacramento de la Confirmación se vinculan (los cristianos) más estrechamente a la Iglesia, se enriquecen con una fuerza especial del Espíritu Santo y con ello quedan obligados más estrictamente a difundir y defender la fe como verdaderos testigos de Cristo, por la palabra juntamente con las obras" (Lumen Gentium, 11) Lo primero que conviene reafirmar es que el sacramento por el cual recibimos el Espíritu Santo, el Sacramento del Espíritu, es el Bautismo. Con él nacemos espiritualmente y nos hacemos partícipes de la vida de la Santísima Trinidad y comenzamos a vivir una vida sobrenatural. La Confirmación es el robustecimiento de la Gracia Bautismal. Es un crecimiento espiritual, en este sacramento se van a renovar las promesas del Bautismo que otros hicieron por nosotros si es que se recibió al poco tiempo de nacer. Su fin es perfeccionar lo que el Bautismo comenzó en nosotros. Podríamos decir en cierto modo que nos bautizamos para ser confirmados. Lo que caracteriza el símbolo de la Confirmación es la imposición de manos y la unción con el crisma. Esta unción ilustra el nombre de cristiano que significa "ungido" y que tiene origen en el nombre de Cristo, al que Dios ungió con el Espíritu Santo.

Imposición de manos: En este sentido se puede decir que en la Confirmación el obispo, en nombre de la Iglesia, bendice a los bautizados para que el Espíritu Santo los fortalezca y lleve a plenitud la gracia del Bautismo, los haga testigos de Cristo en el mundo extendiendo y defendiendo la fe con sus palabras y sus obras.

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Con la imposición de manos se hace la inserción plena de las personas bautizadas en la comunidad apostólica, esta inserción es una verdadera participación en el profetismo de Cristo, que los cristianos tendrán que realizar asumiendo, anunciando y confesando la fe en Cristo, testimoniando con palabras y obras, la verdad evangélica, a través del espacio y del tiempo y siendo fermento de santidad en el mundo.

Unción con el Crisma: En el Antiguo Testamento tiene una significación importante el gesto de ungir a los reyes (1Sam 10,1; 16,13; 1 Re 1,39). Mediante la unción, se otorgaba al rey el poder para ejercer su función que estaba estrechamente relacionada con la defensa de la justicia. Que consistía especialmente en la defensa de los pobres y desvalidos, los huérfanos y las viudas, es decir, de los que por sí mismos no podían defenderse. Para el Nuevo Testamento. Jesús es el Ungido por excelencia. Así lo manifiesta el evangelio de Lucas al narrar el suceso acaecido en la sinagoga de Nazaret, donde se lee el texto del profeta Isaías haciendo referencia a Jesús. "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar la buena noticia a los pobres, me ha enviado a proclamar la liberación de los cautivos a dar vista a los ciegos, a libertar a los oprimidos y a proclamar el año de gracia del Señor" (Lc 4, 18-19) El cristiano, al recibir la Confirmación, queda ungido y enviado para la misión de anunciar la fe, testimoniar la verdad, comprometerse en la implantación en el mundo de la justicia, la libertad y la paz, para ser fermento de santidad y edificar la iglesia por medio de sus carismas y servicios de caridad. La Confirmación, como el Bautismo, se da una sola vez en la vida, porque imprime en el alma una marca indeleble, el carácter que es el signo de que Jesucristo ha marcado al cristiano con el sello de su Espíritu, revistiéndolo de la fuerza de lo alto para que sea su testigo. Cristo mismo se declara marcado con el sello de su Padre (Jn 6,27). El cristiano también está marcado con un sello, este sello marca la pertenencia total a Cristo, la puesta a su servicio para siempre.

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Efectos de la Confirmación El mayor efecto del sacramento de la Confirmación es la efusión plena del Espíritu Santo, y sus siete dones: Sabiduría, Entendimiento, Consejo, Ciencia, Piedad, Fortaleza y Temor de Dios, como fue concedida a los apóstoles el día de Pentecostés. Si el Bautismo hace al cristiano Hijo de Dios, la Confirmación le enriquece con una fuerza nueva y singular del Espíritu Santo, que le hace capaz de dar testimonio de su existencia y de irradiar la fe que la presencia y acción de Dios ha creado y mantiene en él. Si el Bautismo une al cristiano con Jesucristo, la Confirmación le hace testigo del Señor en plenitud, activando y profundizando continuamente la nueva vida que reside en él. Si el Bautismo llena al cristiano con los dones del Espíritu Santo y le ha incorporado a la Iglesia, la Confirmación, le estimula para hacer fructificar en el servicio esos dones recibidos y para estar plenamente unido a toda la Iglesia en su consagración y misión.

Dones del Espíritu Santo Para que el cristiano pueda luchar, el Espíritu Santo le regala sus siete dones, que son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu, estos dones son: Sabiduría: Nos da la capacidad especial para juzgar las cosas humanas según la medida de Dios. Iluminado por este don, el cristiano sabe ver interiormente las realidades de este mundo; nadie mejor que él es capaz de apreciar los valores auténticos de la creación, mirándolos con los mismos ojos de Dios. Ciencia: El hombre iluminado por el don de la ciencia, conoce el verdadero valor de las criaturas en su relación con el Creador. Y no estima las criaturas más de lo que valen y no pone en ellas, sino en Dios, el fin de su propia vida. Consejo: Este don actúa como un soplo nuevo en la conciencia, sugiriéndole lo que es lícito, lo que corresponde, lo que conviene más al alma. El cristiano ayudado con este don, penetra en el verdadero

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sentido de los valores evangélicos, en especial de los que manifiesta el sermón de la montaña. Piedad: Mediante éste don, el Espíritu sana nuestro corazón de todo tipo de dureza y lo abre a la ternura para con Dios y para con los hermanos. El don de la piedad orienta y alimenta la necesidad de recurrir a Dios para obtener gracia ayuda y perdón. Además extingue en el corazón aquellos focos de tensión y de división como son la amargura, la cólera, la impaciencia, y lo alimenta con sentimientos de comprensión, de tolerancia, de perdón. Temor de Dios: Con este don, el Espíritu Santo infunde en el alma sobre todo el temor filial, que es el amor a Dios, el alma se preocupa entonces de no disgustar a Dios, amado como Padre, de no ofenderlo en nada, de permanecer y de crecer en la caridad. Entendimiento: Mediante este don el Espíritu Santo, que "escruta las profundidades de Dios" (1 Cor 2,10), comunica al creyente una chispa de esa capacidad penetrante que le abre el corazón a la gozosa percepción del designio amoroso de Dios, al mismo tiempo hace también más límpida y penetrante la mirada sobre las cosas humanas. Gracias a ella se ven mejor los numerosos signos de Dios que están inscritos en la creación. Fortaleza: el don de la fortaleza es un impulso sobrenatural, que da vigor al alma en las habituales condiciones de dificultad: en la lucha por permanecer coherentes con los propios principios, en el soportar ofensas y ataques injustos; en la perseverancia valiente, incluso entre incomprensiones y hostilidades, en el camino de la verdad y de la honradez. Es decir, tenemos que invocar del Espíritu Santo el don de la fortaleza para permanecer firmes y decididos en el camino del bien. Entonces podremos repetir con San Pablo: "Me complazco en mis flaquezas, en las injurias, en las necesidades, en las persecuciones y las angustias sufridas por Cristo; pues, cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte" (2 Cor 12,10).

¿Quién puede recibir este sacramento? Todo bautizado puede recibir el sacramento de la Confirmación. Aunque se recomienda que se reciba cuando se tenga pleno uso de razón, pues este sacramento se considera como "el sacramento de la madurez cristiana". Es necesaria una preparación previa para que el confirmado Catequesis de Adultos

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pueda asumir mejor las responsabilidades apostólicas de la vida cristiana. Como se ha explicado anteriormente la especial gracia de este sacramento es el fortalecimiento de la fe, aumento de la gracia santificante. Dios no puede aumentar lo que no está presente, de ahí que el que lo recibe deba hacerlo en estado de Gracia, es decir arrepentirse y confesar los pecados antes de confirmarse. Recibirla en pecado mortal sería un abuso del sacramento, un grave pecado de sacrilegio. El ministro ordinario de la Confirmación es el obispo, aunque éste puede en caso de necesidad, conceder a presbíteros la facultad de administrar el sacramento, conviene que lo confiera el mismo, sin olvidar que por esta razón la celebración de la Confirmación fue temporalmente separada del Bautismo. Los obispos son los sucesores de los apóstoles y han recibido la plenitud del sacramento del Orden. Por esta razón, la administración de este sacramento por ellos mismos pone de relieve que la Confirmación tiene como efecto unir a los que le reciben más estrechamente a la Iglesia, a sus orígenes apostólicos y a su misión de dar testimonio de Cristo. (CIC, 1290)

Celebración de la Confirmación En la celebración litúrgica de este sacramento concurren tres elementos que deben ser señalados: La renovación de las promesas del Bautismo, por la que el confirmando hace expresión y compromiso explícito de vivir a la manera de Cristo. La imposición de manos que el obispo hace sobre los confirmandos El momento culminante de la Confirmación por el que el Obispo impone su mano sobre la cabeza del confirmando y le unge la frente con el santo Crisma mientras pronuncia estas palabras: "recibe por esta señal el don del Espíritu Santo" El saludo de la paz concluye el rito, significa y manifiesta la comunión eclesial con el obispo y con todos los fieles.

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Eucaristía SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA La riqueza inagotable de este sacramento se expresa en los distintos nombres que se le da:

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Eucaristía De origen griego "Eukharistia", significa "acción de gracias". Esta palabra recuerda las bendiciones judías que proclaman las obras de Dios: la creación, la redención, la santificación. (cfr. Lc. 22,19; 1 Co 11,24; Mt 26,26; Mc 14,22).

Banquete del Señor Porque se trata de la Cena que el Señor celebró con sus discípulos la víspera de su pasión (1 Co 11,20). Fracción del Pan: porque este rito fue utilizado por Jesús cuando bendecía y distribuía el pan como cabeza de familia. Con esta expresión los primeros cristianos designaron sus asambleas eucarísticas. Con él quiere significar que todos los que comen de este único pan partido, que es Cristo, entran en comunión con Él y forman un solo cuerpo en Él (cfr. Mt 14,19; 15,36; Mc 8, 6-19; Hch 2,42.46; 20, 7.11; 1 Co 10, 16-17).

Asamblea Eucarística Porque la Eucaristía es celebrada en la asamblea de los fieles, expresión visible de la Iglesia. (Cf 1 Co 11, 17-3)

Santo Sacrificio Porque actualiza el único sacrificio de Cristo Salvador e incluye la ofrenda de la Iglesia (Cfr. Hch 13,15; Sal 116, 13.17; 1 Pe 2,5)

Comunión Porque por este sacramento nos unimos a Cristo que nos hace partícipes de su Cuerpo y de su Sangre para formar un solo cuerpo (Cfr. 1 Co 1617).

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Santa Misa: Porque cuando la Eucaristía se celebraba n latín se despedía a la gente diciendo "Ite Missa est", que habla del envío a cumplir con la voluntad de Dios en su vida. La Sagrada Eucaristía culmina la iniciación cristiana. Los que han sido elevados a la dignidad del sacerdocio real por el Bautismo y configurados más profundamente con Cristo en la Confirmación, participan por medio de la Eucaristía con toda la comunidad en el sacrificio mismo del Señor. Cristo instituyó en la Ultima Cena, el sacrificio eucarístico de su cuerpo y su Sangre para perpetuar por los siglos el sacrificio de la cruz y confiar el memorial de su muerte y resurrección a la Iglesia. Es signo de unidad, vínculo de amor, banquete pascual en el que se recibe a Cristo.

El Significado de la Eucaristía La Nueva Pascua En los Evangelios se establece una estrecha conexión entre la cena eucarística y la fiesta de la Pascua (Mt 26, 2.17. 18-19; Jn 6,4; 11,56; 1 Cor 5,7). Esto nos indica que para los evangelios la Eucaristía es la nueva Pascua de los cristianos. Sabemos que, en la tradición del Antiguo Testamento, el acontecimiento de la Pascua se pone en estrecha relación con la salida de Egipto (Ex 12, 21-23). La celebración de la Pascua estaba dedicada a conmemorar lo que Dios hizo con su pueblo al liberarlo de la esclavitud. (Dt 16,1; Ex 12, 11-14). Los milagros de la multiplicación de los panes, cuando el Señor dijo la bendición, partió y distribuyó los panes por medio de sus discípulos para alimentar a la multitud, prefiguran la sobreabundancia de este único pan de su Eucaristía. El signo del agua convertida en vino en Caná, anuncia ya la hora de la glorificación de Jesús, manifiesta el cumplimiento del banquete de bodas en el Reino del Padre, donde los fieles beberán el vino nuevo, convertido en Sangre de Cristo. En la Pascua de Jesús se vence la esclavitud de la muerte y el pecado, abriéndose el camino a la salvación. Si la Eucaristía viene a sustituir para los cristianos lo que era la antigua Pascua para los judíos, el Catequesis de Adultos

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sentido de la Eucaristía es también el de celebrar la liberación integral que nos consigue Jesús.

Actualización del sacrificio de Jesús La cena pascual consistía, además, en el sacrificio de un cordero (Ex 12, 1-14. 43-45). El Paralelismo que existe entre Jesús y el cordero pascual (Mc 12, 22-24; Lc 22,19s; Jn 19,36; 1 Cor 5,7) nos hace ver que la Eucaristía es la actualización del auténtico sacrificio, en el que Jesús se entrega por los demás. El carácter de sacrificio de la Eucaristía se halla claramente indicado en las palabras que Jesús pronunció sobre el cáliz, según el evangelio de Mateo: "Esta es mi sangre, la sangre de la alianza, que se derrama por todos para el perdón de los pecados" (Mt 26,28). Esta frase evoca el relato en el que Moisés rocía con sangre del sacrificio del Sinaí al pueblo, al tiempo que dice: "Esta es la sangre de la Alianza que el Señor ha hecho con vosotros" (Ex 24,8)

La Institución de la Eucaristía El Señor, habiendo amado a los suyos, los amó hasta el fin. Sabiendo que había llegado la hora de partir de este mundo para retornar a su Padre, en el transcurso de una cena, les lavó los pies y les dio el mandamiento del amor, para dejarles una prenda de este amor, para no alejarse nunca de los suyos y hacerles partícipes de su Pascua, instituyó la Eucaristía como memorial de su muerte y de su resurrección y ordenó a sus los apóstoles celebrarlo hasta su retorno, "constituyéndoles entonces sacerdotes del Nuevo Testamento" "Yo soy el pan e vida. Sus padres comieron el maná en el desierto, pero murieron, aquí está el pan que baja del cielo para comerlo y no morir. Yo soy el pan vivo bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Pero además, el pan que voy a dar es mi carne, para que el mundo viva... el que come mi carne y bebe mi sangre, vive de vida eterna y yo lo resucitaré en el último día." (Jn 6, 48-60). Los que escucharon este discurso de Jesús en la sinagoga de Cafarnaúm, no pudieron entender cómo era posible comer su carne y beber su sangre. Incluso los escandalizó: "es duro este lenguaje, ¿quién puede escucharlo?". La Eucaristía y la cruz son piedras de escándalo. Es el mismo misterio y no cesa de ser ocasión de división.

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"¿También vosotros queréis marcharos?" (Jn 6,67). esta pregunta del Señor resuena a través de las edades, como invitación de su amor a descubrir que sólo Él tiene "palabras de vida eterna" (Jn 6,68) y que acoger en la fe el don de su Eucaristía es acogerlo a El mismo. Los apóstoles para entender la manera de cómo realizar esta comida celestial, tuvieron que esperar hasta la Ultima Cena, más aún, la venida del Espíritu Santo. Cuatro veces encontramos narrada la institución de la Eucaristía, tres en los evangelios: Mt 26, 26-29; Mc 14, 22-23; Lc 22, 19-20 y una vez en la primera carta a los Corintios 11, 23-25. Las cuatro narraciones coinciden en lo esencial: Cristo ofreciendo el pan y el vino a sus apóstoles, les dice que coman de su cuerpo y beban de su sangre. Los apóstoles y las primeras comunidades cristianas aceptaron este hecho. Cristo dice "hagan esto en memoria mía".

Jesús habla de la Nueva Alianza Jesús escogió el tiempo de la Pascua para realizar lo que había anunciado en Cafarnaúm: dar a sus discípulos su Cuerpo y su Sangre: "Llegó el día de los Ázimos, en el que se había de inmolar el cordero de Pascua; Jesús envió a Pedro y a Juan diciendo: "Id y preparadnos la Pascua para que la comamos"... fueron y prepararon la Pascua. Llegada la hora, se puso a la mesa con los Apóstoles y les dijo; "Con ansía he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer, porque os digo que ya no la comeré más hasta que halle su cumplimiento en el Reino de Dios.... Y tomó pan, dio gracias, lo partió y se los dio diciendo: "Esto es mi cuerpo que va a ser entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío. De igual modo, después de cenar, tomó el cáliz, diciendo: Este es el cáliz de la Nueva Alianza en mi sangre, que va a ser derramada por vosotros" (Lc 22, 7-20)

La presencia real de Cristo Cuando Jesús instituyó la Eucaristía tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio a los discípulos diciendo: "Tomad, comed, esto es mi cuerpo" (Mt 26,26). En esta frase sorprende el realismo con que se identifica al sujeto "esto" (el pan) con el predicado "mi cuerpo" (la persona de Jesús). Las palabras de Jesús no dejan lugar a dudas. No

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se trata de una comparación: esto es como mi cuerpo, sino de una afirmación real esto es mi cuerpo. El pan y el vino pierden en la Eucaristía su sentido natural como alimento corporal y reciben un nuevo ser y un nuevo sentido. Son signos- simbólicos reales de la presencia real y de la entrega personal de Jesucristo. En los signos sensibles de pan y de vino, se hace presente realmente Jesucristo, que se entrega por nosotros (CIC 1373-1381)

"Haced esto en memoria mía" El mandamiento de Jesús de repetir sus gestos y sus palabras "hasta que venga", no exige solamente acordarse de Jesús y de lo que hizo. Requiere la celebración litúrgica por los apóstoles y sus sucesores del memorial de Cristo, de su vida, de su muerte, de su resurrección y de su intercesión junto al Padre. "Cristo se sacrificó una sola vez para borrar los pecados de todos los hombres" (Heb 9,28). Las misas que se celebran continuamente en todo el mundo no son repeticiones del sacrificio de Cristo, sino celebraciones en las cuales se vuelve a hacer presente. Participar en la Eucaristía, es unirse al culto más grande que el hombre pueda realizar, porque no es el ofrecimiento de oraciones y obras buenas lo que se hace, sino el mismo ofrecimiento de Cristo, al cual el hombre se une mediante la aceptación de la Palabra de Dios, la oblación de sí mismo, y la recepción del Cuerpo y la Sangre del Señor. Desde el comienzo la Iglesia fue fiel a la orden del Señor. De la Iglesia de Jesucristo se dice: "Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, fieles a la comunión fraterna, a la fracción del pan y a las oraciones... Acudían al Templo todos los días con perseverancia y con un mismo espíritu partían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y con sencillez de corazón" (Hch 2, 42. 46)). Era sobre todo "el primer día de la semana", es decir, el domingo, el día de la resurrección de Jesús, cuando los cristianos se reunían para partir el pan. Desde entonces hasta nuestros días, la celebración de la Eucaristía se ha perpetuado.

La Comunión

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El Señor nos dirige una invitación urgente a recibirle en el sacramento de la Eucaristía "En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carde del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros" (Jn 6,53). Para responder a esta invitación, debemos prepararnos para este momento tan grande y santo. San Pablo exhorta a un examen de conciencia: "Quien coma el pan o beba el cáliz del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Examínese, pues cada cual, y coma entonces del pan y beba del cáliz; Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo"(1 Cor 11, 27-29) Quien tiene conciencia de estar en pecado grave debe recibir el sacramento de la Reconciliación antes de acercarse a comulgar. Ante la grandeza de este sacramento, el fiel solo puede repetir humildemente y con fe ardiente las palabras del Centurión "Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastara para sanarme". La Iglesia obliga a los fieles a participar los domingos y días de fiesta en la divina liturgia y a recibir al menos una vez al año la Eucaristía, si es posible en tiempo pascual. Pero la Iglesia recomienda vivamente a los fieles a recibir la santa Eucaristía los domingos y los días de fiesta, o con más frecuencia aún, incluso todos los días.

Frutos de la Comunión † Acrecienta la unión con Cristo: "quién come mi Carne y bebe mi Sangre, habita en mí y yo en él" (Jn 6,56) † Fortalece el Espíritu: Lo que el alimento material produce en la vida corporal, la comunión lo realiza de manera admirable en la vida espiritual. La comunión conserva, acrecienta y renueva la vida de gracia recibida en el Bautismo. † Separa del pecado: como el alimento sirve para restaurar la pérdida de fuerzas, la Eucaristía fortalece la caridad, que en la vida cotidiana, tiene a debilitarse, y esta caridad vivificada borra los pecados veniales. Cuanto más se participa en la vida de Cristo y más se progresa en su amista, tanto más difícil será romper con él por el pecado mortal. Catequesis de Adultos

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† Entraña un compromiso a favor de los demás: para recibir en la verdad el Cuerpo y la Sangre de Cristo entregado por nosotros, debemos reconocer a Cristo en el prójimo, sobre todo en los más pobres y necesitados. † Fortalece la unidad del Cuerpo místico. La Eucaristía hace a la Iglesia. Los que reciben la Eucaristía se unen más estrechamente a Cristo, por ello mismo, Cristo los une a todos los fieles en un solo cuerpo que es la iglesia. La Comunión renueva, fortifica y profundiza la incorporación a la Iglesia realizada ya por el Bautismo.

La Celebración Eucarística La Eucaristía o Misa consta Liturgia de la Palabra dividida en:

de

dos

grandes

partes:

Rito de entrada: los cristianos acuden a un mismo lugar para la asamblea eucarística alabando y dando gracias a Dios. A su cabeza está Cristo mismo que es el Sumo Sacerdote, su representante es el sacerdote quien preside la celebración y actúa en su nombre. Se comienza con el saludo invocando a la Santísima Trinidad Acto penitencial: es reconocerse pecadores y pedir perdón a Dios para disponerse a escuchar su Palabra y a celebrar dignamente la Eucaristía constituidos en una comunidad. Incluye el Señor ten piedad y el Gloria, además de la Oración Colecta que expresa generalmente la índole de la celebración con una súplica a Dios Padre, por Cristo en el Espíritu Santo. Liturgia de la Palabra: consta de las lecturas de la Sagrada Escritura, seguidas de la homilía que es una reflexión y explicación de la Palabra de Dios. Se recita el Credo o Profesión de Fe y se hace la Oración de los fieles. Liturgia de la Eucaristía, dividida en: Ofertorio: o presentación de las ofrendas que se ponen sobre el altar, éstas son el pan y el vino que, junto con la vida del hombre se ofrecen a Dios. Plegaria Eucarística: se da gracias a Dios por la obra de la salvación y por sus dones, el pan y el vino. Se pide la presencia del Espíritu Santo Catequesis de Adultos

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para que las convierta en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, repitiendo las mismas palabras que Jesús pronunció en la Ultima Cena. Fracción del Pan y el Rito de Comunión: que manifiesta la unidad de los fieles. Se recita el Padre Nuestro y los fieles reciben el Cuerpo y la Sangre del Señor, del mismo modo que los Apóstoles los recibieron de manos de Jesús. Rito de despedida: saludo y bendición sacerdotal, para terminar con la despedida en donde se invita al pueblo a que vuelva a sus quehaceres haciendo vida el Evangelio. Por lo tanto, debemos considerar la Eucaristía como: 1. Acción de gracias y alabanza al Padre. 2. Memorial del Sacrificio de Cristo y de su Cuerpo. 3. Presencia de Cristo por el poder de su Padre y de su Espíritu. "Jesús se esconde en el Santísimo Sacramento del altar, para que nos atrevamos a tratarle, para ser el sustento nuestro, con el fin de que nos hagamos una sola cosa con Él. Al decir sin mí no podéis nada, no condenó al cristiano a la ineficacia, ni le obligó a una búsqueda ardua y difícil de su Persona. Se ha quedado entre nosotros con una disponibilidad total". Cuando nos reunimos ante el altar mientras se celebra el Santo Sacrificio de la Misa, cuando contemplamos la Sagrada Hostia expuesta en la custodia o la adoramos escondida en el Sagrario, debemos reavivar nuestra fe, pensar en esa existencia nueva, que viene a nosotros, y conmovernos ante el cariño y la ternura de Dios" (J. Escrivá de Balaguer, Es Cristo que pasa No. 153). La Iglesia sabe que, ya ahora, el Señor viene en su Eucaristía y que está ahí en medio de nosotros. Sin embargo, esta presencia está velada. Por eso celebramos la Eucaristía "mientras esperamos la gloriosa venida de Nuestro Señor Jesucristo"

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Unción de los Enfermos SACRAMENTO DE LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS "Cristo con su sufrimiento en la Cruz ha tocado las raíces mismas del mal: las del pecado y las de la muerte. Ha vencido al artífice del mal, que es Satanás, aunque su rebelión permanece contra el Creador. Ante el hermano o la hermana que sufren, Cristo abre y despliega gradualmente los horizontes del Reino de Dios, de un mundo convertido Catequesis de Adultos

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al Creador, de un mundo liberado del pecado, que se está edificando sobre el poder salvífico del amor. Y, de una forma lenta, pero eficaz, Cristo introduce en el mundo, en este Reino del Padre, al hombre que sufre, en cierto modo a través de lo íntimo de su sufrimiento" (Juan Pablo II, Carta Apostólica sobre el sentido cristiano del sufrimiento)

El Hecho del sacramento de la Unción La enfermedad es algo que incide en todo hombre y le afecta en lo más profundo de su ser. El hombre experimenta en ella su limitación y descubre la soledad, el abatimiento, la preocupación, la angustia e incluso la desesperación. Por otro lado, la enfermedad pone en evidencia todo aquello que es transitorio, apariencia, circunstancial y muestra lo que es verdadero y perdura. La escritura ve en la enfermedad un efecto del pecado, un indicio del mal y el dolor que hacen realidad las palabras del apóstol Pablo en su carta a los Romanos (Rom 8, 22-24), cuando señala que toda la Creación gime por la plena manifestación de los hijos de Dios, incluso nosotros mismos, que tenemos el Espíritu como anticipo, participamos del universal dolor de parto aguardando la plenitud de la Nueva Creación. Juan Pablo II decía en una de sus alocuciones: El sufrimiento es también una realidad misteriosa y desconcertante. Pero nosotros -cristianosmirando a Jesús crucificado encontramos la fuerza para aceptar este misterio. El cristiano sabe que, tras el pecado original, la historia humana es siempre un riesgo; pero sabe también que Dios mismo ha querido entrar en nuestro dolor, experimentar nuestra alegría, pasar por la agonía del espíritu y desgarramiento del cuerpo. La fe en Cristo no suprime el sufrimiento, pero lo ilumina, lo eleva, lo purifica, lo sublima, lo vuelve válido para lograr la eternidad" Jesús aparece en los Evangelios como el gran adversario y el vencedor de la enfermedad. Debido a esta actuación de Jesús, la Iglesia siempre se ha sentido llamada a una especial solicitud hacia los enfermos, procurándoles el alivio y fortaleza. Por medio de este sacramento se nos manifiesta que Dios no olvida a las personas gravemente enfermas, ni a los ancianos, ni aquellos que se encuentran en un momento difícil. Al contrario como Padre lleno de bondad, ha preparado un apoyo para aquellos hijos suyos.

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Este gesto sacramental que realiza la comunidad cristiana se basa en la conducta de Jesús, insinuándose en el relato de la misión de los apóstoles: "Ellos se fueron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban" (Mc 6, 12-13)

Significado de la Unción de los Enfermos El sacramento de la Unción es el sacramento de la esperanza teologal, de la esperanza de entrar en la Gloria; de la entrega tranquila del espíritu en los brazos amorosos del Padre-Dios; en los brazos en los que Cristo entregó el suyo desde la Cruz. No de una esperanza que fija su meta en el bien físico de la salud corporal, sino de una esperanza teologal que tiene puesta la vista en la resurrección de ese cuerpo dolorido que ahora está ungido con el óleo, y en su destino final que es la Gloria. No es un remedio terapéutico de la enfermedad del cuerpo, pero infundirle fe y esperanza al enfermo, bien puede aliviarle suavizándole enfermedad, haciéndola mucho más llevadera..., e incluso sanándola, ello ha de redundar en bien del alma. (Esta doctrina está recogida en Concilio de Trento, de acuerdo con la Tradición de la Iglesia)

al la si el

En el sacramento de la Unción de los Enfermos se realizan dos gestos o signos que tienen un profundo sentido: la imposición de manos y la unción con aceite. El mismo Jesús practicó el gesto de la imposición de manos sobre los enfermos (Mc 6,5; Mt 8,3; Lc 4,40) y lo encargó a sus discípulos (Mc 6,18), que lo practicaron habitualmente (Hch 9, 12.17; 28,8) Es un signo de la bendición que este sacramento confiere. Respecto a la unción, los seguidores de Jesús, aún cuando estaban con él, ungieron a los enfermos (Mc 6,13) y el mismo Jesús utilizará otros símbolos como la saliva (Mc 7,32-33; 8,23; Jn 9,6) para devolver la salud. Esta unción con aceite simboliza la unción del Espíritu que conforta y auxilia en la enfermedad, identificando al cristiano con Jesucristo resucitado. El sentido fundamental de este sacramento lo podemos concretar en estas afirmaciones:

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A través del sacramento de la Unción, la Iglesia se dirige al Señor para pedir la salvación y el alivio de sus miembros enfermos, así como la fortaleza para aquellos que afrontan la debilidad de la vejez. Por la Unción, el enfermo y el anciano se ven fortalecidos en su fe porque se hace patente la relación profunda que su situación guarda con la muerte y resurrección de Jesucristo. Este sacramento perdona los pecados de aquel que lo recibe, haciendo presente la misericordia de Dios. La solidaridad y el servicio de la Iglesia para con sus enfermos y ancianos se concentran litúrgicamente en los gestos que se realizan en este sacramento. Son receptores del sacramento: Los fieles que por enfermedad grave o a causa de su avanzada edad se encuentran en peligro de muerte. El sacramento puede repetirse si el enfermo recupera de nuevo sus fuerzas después de recibir la Unción de los Enfermos o si durante la misma enfermedad se presenta una nueva recaída. Los que vayan a someterse a una intervención quirúrgica como consecuencia de una enfermedad peligrosa.

Efectos de este Sacramento Un don particular del Espíritu Santo. La primera gracia es de consuelo, paz y ánimo para vencer las dificultades propias de la enfermedad o la fragilidad de la vejez. Es un don del Espíritu Santo que renueva la confianza y la fe en Dios y fortalece contra las tentaciones del maligno, como el desaliento y la desesperación. El perdón de los pecados. Pues se requiere además el arrepentimiento y confesión de la persona que recibe el sacramento. La unión a la Pasión de Cristo. Se recibe la fuerza y el don para unirse con Cristo en su Pasión y alcanzar los frutos redentores del Salvador. Una gracia eclesial. Los enfermos que reciben este sacramento, uniéndose libremente a la Pasión y Muerte de Jesús, contribuyen al bien del Pueblo de Dios y a su santificación.

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Una preparación para el paso a la vida eterna. Este sacramento acaba por conformarnos con la muerte y resurrección de Cristo como el bautismo había comenzado a hacerlo. La Unción del Bautismo sella en nosotros la vida nueva, la de la Confirmación nos fortalece para el combate de la vida. Esta última unción, ofrece un escudo para defenderse de los últimos combates y entrar en la Casa del Padre. Se ofrece a los que están próximos a morir, junto con la Eucaristía como un "viático" para el último viaje del hombre.

Celebración de la Unción de los Enfermos El sacramento como tal, se administra dentro de una celebración litúrgica y solo los sacerdotes obispos y presbíteros, pueden administrarlo. La liturgia sacramental, en su forma renovada, concuerda con lo que dice la Carta de Santiago. Comienza con la imposición de manos del sacerdote en silencio y con una alabanza del aceite consagrado, que en su forma básica se remonta al siglo IV. El signo sacramental quedó fijado en la Constitución apostólica del Pablo VI del modo siguiente: "El sacramento de la Unción de los enfermos se administra a aquellos cuyo estado de salud implica un peligro de muerte, ungiéndoles en la frente y en las manos con aceite de oliva consagrado en la forma reglamentaria... y pronunciando las siguientes palabras: Por esta santa unción y por su bondadosa misericordia, te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo. Amén". Usualmente, el aceite utilizado en este sacramento ha sido bendecido por el Obispo en la misa crismal del Jueves Santo, en la que se bendicen también los óleos sagrados que a lo largo de todo el año se van a utilizar para el Bautismo, la Confirmación y el Orden Sacramental.

Siempre que sea posible, la unción debe ofrecerse pronto al enfermo y se le debe administrar en una celebración en la que esté presente la comunidad local, por lo menos mediante los familiares, amigos y algunas de las personas que lo asisten. La celebración litúrgica consta de las siguientes partes: 

Saludo y preparación Catequesis de Adultos

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 

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Liturgia de la Palabra Liturgia sacramental

Que a su vez se compone de: Imposición de manos por parte del sacerdote, alabanza del aceite consagrado, signo sacramental por el que se unge la frente y las manos del enfermo al tiempo que se dice " Por esta santa unción y por su bondadosa misericordia te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo. Amén" Además, puede participar el enfermo de la comunión del Cuerpo de Cristo que, en peligro de muerte, se llama viático, es decir, alimento para el último viaje.

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Reconciliación

SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN El nombre de este Sacramento

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Sacramento de conversión: Porque realiza sacramentalmente el llamado de Jesús a la conversión, y el volver hacia el Padre del que el hombre se había alejado por el pecado. Sacramento de la penitencia: porque consagra un proceso personal y eclesial de conversión, de arrepentimiento y de reparación por parte del cristiano pecador. Sacramento de la confesión: porque la declaración o manifestación, la confesión de los pecados ante el sacerdote, es un elemento esencial de este sacramento. Sacramento del perdón: porque otorga al pecador el amor de Dios que reconcilia "Dejaos reconciliar con Dios" (2 Co 5,20). El que vive del amor misericordioso de Dios, está pronto a responder a la llamada del Señor "Ve primero a reconciliarte con tu hermano" (Mt 5,24). El sacramento de la Penitencia tiene un lugar relevante en la vida de la Iglesia. Esta es consciente de que Jesucristo le ha confiado, en los Apóstoles y en sus sucesores, el poder de perdonar los pecados. Por consiguiente, ha visto siempre en este sacramento el signo del perdón de Dios confiado a la propia Iglesia. "Te daré las llaves del Reino de los Cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo" (Mt 16,19) El Bautismo, el Cuerpo y la Sangre de Cristo y el don del Espíritu Santo, nos han hecho "santos e inmaculados ante Él" (Ef 1,4), pero no eliminan la fragilidad y la debilidad de la naturaleza humana - la inclinación al pecado - . La lucha diaria del cristiano contra el pecado y la tentación es la conversión con miras a la santidad a la cual nos llama Dios.

El Pecado La realidad del mal es algo evidente para todo aquel que no quiera estar ciego ante lo que ocurre cotidianamente. Este mal es visto por el creyente como la expresión ante lo que ocurre cotidianamente. Este mal es visto por el creyente como la expresión de la ruptura que existe entre Catequesis de Adultos

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Dios y el ser humano, esa grieta que nace del corazón de cada persona y que separa a los hombres, oprime a los débiles, olvida a los pequeños e ineficaces. Esa ruptura es a lo que llamamos pecado. El pecado conlleva tres dimensiones que están en relación continua, pero que al tiempo pueden diferenciarse: El pecado como rechazo de sí mismo. Como fractura entre lo que realmente soy y lo que estoy llamado a ser, entre lo que realizo y aquello que, en virtud de mi capacidad, podría realizar. El pecado como rechazo a los demás. Notablemente unida a la anterior, pues mis opciones por acaparar, conservar o utilizar mis cualidades y dones para mi propio beneficio y disfrute, privan a otros de posibilidades y esperanzas. El pecado como rechazo a Dios. Detrás de las dos dimensiones anteriores, más profundo que ellas mismas, está el rechazo de un Hacedor, de un Señor, del que recibo el don y la cualidad. Al afirmarme a mí mismo, niego al otro como humano, pero niego al Otro como Dios.

Gradualidad del pecado El pecado tiene una gradualidad. No todo es igual ni toda opción compromete de igual manera a la persona. Por ello, podemos establecer tres situaciones diferentes: Pecado mortal. Es una opción libre, premeditada, consciente, que implica una ruptura radical con Dios y con los demás. Podemos encontrar, también, situaciones en las que, pese a que la acción es grave en sí misma, las circunstancias que la rodean se orientan a dibujar una realidad en la que no hay pleno consentimiento ni libertado total. Se manifiesta todo ello en la inmediata reacción de la persona para repararlo, para evitar las circunstancias que lo facilitaron, etc. Pecado venial. Que hace referencia a las faltas cotidianas, son signos de nuestra debilidad y limitación, de nuestra falta de amor a los demás y a Dios.

La Conversión Catequesis de Adultos

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Jesús llama a la conversión; Esta llamada es una parte esencial del anuncio del Reino "Hablaba de esta forma: "El plazo está vencido, el Reino de Dios se ha acercado. Tomen otro camino y crean en la Buena Nueva" (Mc 1, 15) En la predicación de la Iglesia, esta llamada se dirige primeramente a los que no conocen todavía a Cristo y su Evangelio. Así el Bautismo es el lugar principal de la conversión primera y fundamental. Ahora bien, la llamada de Cristo a la conversión sigue resonando en la vida de los cristianos. Esta segunda conversión es una tarea ininterrumpida para toda la Iglesia que "recibe en su propio seno a los pecadores". De ello da testimonio la conversión de San Pedro tras la triple negación de su Maestro. La mirada de infinita misericordia de Jesús provoca las lágrimas del arrepentimiento y, tras la resurrección del Señor, la triple afirmación de su amor hacia él. La segunda conversión tiene también una dimensión comunitaria. Esto aparece en la llamada del Señor a toda la Iglesia: "¡Arrepiéntete!". (Ap 2,5.16). San Ambrosio dice acerca de las dos conversiones que, "en la Iglesia, existen el agua y las lágrimas: el agua del Bautismo y las lágrimas de la Penitencia".

Significado de este Sacramento El sacramento de la penitencia es un encuentro gozoso de reconciliación. En él intervienen siempre tres sujetos que lo configuran como sacramento: Dios, que busca, salva y renueva a la persona; la Iglesia, que hace visible en su seno el encuentro de reconciliación y la persona, que acoge en su propia vida el don de la reconciliación.

La misericordia entrañable de Dios La reconciliación es, fundamentalmente una obra de Dios. Una obra en la que interviene tal como es: Un Padre que busca a sus hijos perdidos, que sale a su encuentro constantemente. Este es el significado profundo de toda la Historia de la Salvación. Un Padre que busca a sus hijos de

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formas diversas para otorgarles su propio hogar, su propia alegría, su propia vida. Hijo que, en su Muerte y Resurrección, manifiesta lo que es la reconciliación: un proceso de lucha contra el mal, una entrega al servicio de los demás, un camino de dolor (vía crucis) hacia una situación nueva de amor. Espíritu que es la misma vida de Dios derramada sobre los creyentes, que nos mueve a la conversión, nos transforma y nos renueva en la fe. La Iglesia, hace visible el sacramento de la Penitencia; La Iglesia, familia de los que siguen a Jesús, participan de su Espíritu y se reconocen hijos del mismo Padre, se interesa por la situación de cada uno de sus miembros. No puede quedar indiferente ante el pecado de uno de sus componentes que necesariamente afecta a la comunidad entera. Todo esto se manifiesta mediante: La presencia de la Iglesia, a través de la Palabra de Dios que a todos invita a la conversión, los signos litúrgicos que para todos expresan el perdón y el servicio ministerial del sacerdote que simboliza la presencia de Cristo, la apostolicidad y el envío de Jesús. La absolución del ministro ordenado que hace presente a Cristo y a la Iglesia, no es sólo una expresión de la buena noticia del perdón de los pecados o una mera declaración de que Dios lo ha perdonado; gracias a ella, somos readmitidos a la plena comunión eclesial. El sacramento de la penitencia es un tribunal de gracia, en el que Dios, Padre misericordioso, vuelve justo al pecador por la muerte y resurrección de Jesucristo en el Espíritu Santo. La ayuda y acompañamiento de la comunidad particular. La intervención de la Iglesia en el proceso penitencial se concreta en el perdón mutuo y la corrección fraterna, la palabra de ánimo y la propia celebración del sacramento. El hombre al encuentro con Dios misericordioso. Sin embargo, todo lo hasta aquí dicho no puede realizarse si el hombre no acoge el don que el Padre le ofrece: Dios no puede reconciliar a quien no quiere reconciliarse. Por eso los actos del penitente son de la máxima importancia y pueden reducirse a tres:

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Conversión: llamada también contrición. Puede ser perfecta, cuando brota del amor de Dios amado sobre todas las cosas y obtiene el perdón de los pecados veniales y también de los mortales, siempre que haya firme resolución de confesar tan pronto sea posible. Es imperfecta, cuando, movidos por la gracia de Dios y bajo el impulso del Espíritu Santo, brota de la consideración de la fealdad del pecado o del temor de la condenación eterna y de las demás penas con que es amenazado el pecador. Confesión de los pecados: La Iglesia reconoce que hay diferentes maneras de expresar externamente esta confesión. Todas ellas son válidas y suficientes siempre que no se trate de pecados que supongan una ruptura con Dios y la Iglesia. Cuando se trata de un pecado mortal, donde queda comprometida esta relación la Iglesia estima la confesión oral de ese pecado. La confesión de los pecados hecha al sacerdote constituye una parte esencial del sacramento de la Penitencia. "En la confesión, los penitentes deben enumerar todos los pecados mortales de que tienen conciencia tras haberse examinado seriamente, incluso si estos pecados son muy secretos y si han sido cometidos solamente contra los dos últimos mandamientos del Decálogo, pues a veces, estos pecados hieren más gravemente el alma y son más peligrosos que los qua han sido cometidos a la vista de todos". "Cuando los fieles de Cristo se esfuerzan por confesar todos los pecados que recuerdan, no se puede dudar que están presentando ante la misericordia divina para su perdón todos los pecados que han cometido. Quienes actúan de otro modo y callan conscientemente algunos pecados, no están presentando ante la bondad divina nada que pueda ser perdonado por mediación del sacerdote. Porque si el enfermo se avergüenza de descubrir su llaga al médico, la medicina no cura lo que ignora" (Concilio de Trento "doctrina sobre el Sacramento de la Penitencia) La satisfacción: Muchos pecados causan daño al prójimo. Es preciso hacer lo posible para repararlo (por ejemplo restituir las cosas robadas, restablecer la reputación del que ha sido calumniado, compensar las heridas). La simple justicia exige esto. Pero además el pecado hiere y debilita al pecador mismo, así como sus relaciones con Dios y con el prójimo. La absolución quita el pecado, pero no remedia todos los desórdenes que el pecado causó.

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La penitencia que el confesor impone debe tener en cuenta la situación personal del penitente y buscar su bien espiritual. Puede constituir en la oración, en ofrendas, en obras de misericordia, servicios al prójimo, privaciones voluntarias, sacrificios y sobre todo, la aceptación paciente de la cruz que debemos llevar. "En el sacramento de la Penitencia, Dios, Padre misericordioso, que reconcilió consigo al mundo por la muerte y resurrección de su Hijo, y derramó el Espíritu Santo, para el perdón de los pecados, por el ministerio de la Iglesia, perdona al cristiano los pecados cometidos después del Bautismo"

Efectos de este Sacramento Nos restituye la Gracia de Dios para estar en condiciones de enfrentar la tentación y el pecado. Nos reconcilia con Dios, uniéndonos nuevamente en profunda amistad con Él y dando como resultado la paz y la tranquilidad de la conciencia. Nos reconcilia con la Iglesia, pues el pecado menoscaba o rompe la comunión fraterna. Como la Iglesia es un solo Cuerpo, el Cuerpo de Cristo, el pecado cometido por uno de sus miembros daña a todo el cuerpo. La reconciliación tiene un efecto vivificante, fortaleciendo al Cuerpo de Cristo por el intercambio de los bienes espirituales entre sus miembros. Se anticipa en cierta manera el juicio al que seremos sometidos al fin de la vida terrena, pues sólo por el camino de la conversión podemos entrar en el Reino de Dios.

Celebración Como Todos los sacramentos, la reconciliación es una acción litúrgica. Básicamente este sacramento está constituido por tres actos realizados por el penitente y por la absolución del sacerdote.

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Arrepentimiento o contrición, dolor del alma y un rechazo al pecado cometido con la resolución de no volver a pecar. 1. Confesión de los pecados. 2. Satisfacción o penitencia. 3. La Absolución que el sacerdote da en nombre de Dios.

Indulgencias El pecado tiene una doble consecuencia. El pecado mortal nos priva de la comunión con Dios y nos hace incapaces de la vida eterna, nos hace merecedores de la pena eterna. El sacramento de la Reconciliación nos perdona el pecado mortal, pero no nos libera de la necesidad de purificación, que debemos cumplir durante la vida terrena o después de la muerte, en lo que se llama purgatorio. También necesitamos purificarnos de los pecados veniales, aun cuando estemos arrepentidos. Esta purificación libera de lo que se llama la pena temporal del pecado. Estas dos penas no deben ser concebidas como castigo de Dios, sino como una consecuencia del pecado. Ante la presencia de Dios Padre el hombre debe llegar sin mancha alguna. El sacramento de la Reconciliación, perdona los pecados y nos libra de la pena eterna, pero no de la temporal, es decir, no nos purifica completamente, quedan en nuestra alma las huellas de los pecados cometidos y de los apegos desordenados a las cosas terrenas. La conversión que se manifiesta en un verdadero amor al prójimo, puede lograr en el hombre una total purificación. El esfuerzo del cristiano por soportar pacientemente los sufrimientos y las pruebas de la vida ayudan también a esa purificación. La indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal de los pecados ya perdonados y cumpliendo determinadas condiciones consigue, por medio de la Iglesia, la purificación parcial o plena de las almas; Por eso se llaman indulgencias parciales o plenarias. La Iglesia otorga estas indulgencias en virtud del poder de atar y desatar que le fue concedido por Cristo Jesús. Las indulgencias pueden ser ganadas por los fieles para sí mismos, o pueden aplicarse por los difuntos. No pueden en cambio aplicarse a otra persona viva. Para ganar indulgencias es necesario estar en estado de

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gracia, tener intención de ganarla, realizar la acción estipulada por la Iglesia y tener un corazón arrepentido. Las indulgencias parciales se ganan con acciones simples y cotidianas como el deber cumplido con alegría, oraciones y obras de misericordia. Las indulgencias plenarias se ganan con ejercicios piadosos como la visita y adoración al Santísimo, el rezo del Rosario, del Vía-crucis, asistir a ejercicios espirituales en cuaresma, etc. La Iglesia continuamente informa de las ocasiones propicias para ganar indulgencias.

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Orden Sacerdotal

SACRAMENTO DEL ORDEN Introducción Catequesis de Adultos

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En estos sacramentos, los que fueron ya consagrados por el Bautismo y la Confirmación para el sacerdocio común de todos los fieles, pueden recibir consagraciones particulares. Los que reciben el sacramento del Orden son consagrados para "En el nombre de Cristo ser los pastores de la Iglesia con la palabra y la gracia de Dios. Por su parte, los cónyuges cristianos, son fortalecidos y como consagrados para los deberes y dignidad por este sacramento especial".

El hecho del Sacramento del Orden La palabra "Ordinatio" = ordenación, se utilizaba en el Imperio romano para designar la entrada en el escalafón de los funcionarios imperiales. A partir de este momento el funcionario pertenecía a un orden diferente del resto del pueblo. A partir del siglo tercero se comenzó a utilizar en algunos lugares esta expresión para designar una dignidad o estado en la Iglesia. Esta denominación se extendería a toda la Iglesia con el paso del tiempo, dando nombre al sacramento por el que son constituidos: Obispos, Presbíteros y Diáconos ciertos cristianos. Una referencia válida que explica la existencia de unos ministerios ordenados concretos dentro de la comunidad cristiana, la encontramos en Mc 3, 13-19. En este texto Jesús elige de forma solemne, "designó" a Doce de entre sus discípulos para que "fueran sus compañeros y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios". Así se crea, se constituye el grupo de los Doce, decisivo en el cristianismo. Esto resulta tan evidente que, con el fin de suplantar a Judas y restituir el número, se incorpora Matías como sustituto. (Hch 1,15-26) Las denominaciones varían ampliamente según las diversas comunidades, por lo que podemos encontrar: Apóstoles, Profetas, Doctores (1Cor 12,28; Ef 2,20; 3,5; 4,11), Presbíteros (Hch 11,30; 14,22); Diáconos (1 Tim 3,8-13; Flp 1,1), Pastores (Ef 4,11; 1 Pe 5, 24) etc. Todos estos términos no designan una misma función, pero podríamos afirmar que, de diferentes maneras, todas ellas tienen una orientación hacia la predicación del Evangelio y la edificación y santificación de la Iglesia.

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La comunidad cristiana, en su liturgia, ve al sacerdocio y los sacerdotes del Antiguo Testamento como prefiguraciones que encuentran su cumplimiento en Cristo Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote, que incorpora a su Único sacerdocio a los Apóstoles y sus sucesores sacerdotes. Durante los siglos II y III se va a dar una consolidación de nombre y contenidos del ministerio apostólico bajo las denominaciones de: Diácono, Presbítero y Obispo, configurándose como ministerio de santificación, gobierno y enseñanza en la comunidad cristiana. Esta situación se verá perturbada en los siglos venideros debido al cambio de situación que se opera en el Imperio: La Iglesia de ser perseguida, pasa a ser religión oficial y sus ministros devienen personajes importantes cuya responsabilidad y autoridad comienza a desbordar los límites eclesiales. La Reforma protestante va a arremeter contra esta situación, afirmando que no hay más sacerdote que Cristo, quedando todo cristiano constituido sacerdote por la fe y el bautismo. Lutero declara que por ello no podía considerarse el Orden como sacramento y sólo reconoce como ministerio el de la predicación. El Concilio de Trento 1545, por el contrario, reafirma y declara que "El Sacramento del Orden es un sacramento instituido por Cristo, que comunica poder y gracia y no puede entenderse sólo con relación al ministerio de predicar el Evangelio".

Sentido del Sacramento del Orden El Concilio Vaticano II afirma la común dignidad y la igualdad fundamental de todos los miembros del Pueblo de Dios, junto con la existencia de diferentes servicios y ministerios para el bien común de todos los bautizados. (Cf. LG 9, 10, 18). Entre estos servicios y ministerios existe uno llamado Ministerio Ordenado, que no se sitúa aparte ni por encima del Pueblo de Dios, sino dentro y al frente de él. Quienes lo reciben en el Sacramento del Orden, participan de la autoridad y misión de Cristo Sacerdote, Cabeza y Pastor de la Iglesia, para que puedan servir a todo el Pueblo de Dios. (LG 18)

Notas que caracterizan el ministerio ordenado: Catequesis de Adultos

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El Sacramento del Orden es una incorporación al ministerio apostólico, por lo que su misión entra en relación con la misión de Cristo y los Apóstoles tanto en los tipos de actividad que desarrolla como en la apostolicidad del marco geográfico al que está dirigido.



Los cristianos que reciben el sacramento del Orden quedan configurados para siempre a Cristo Cabeza, Pastor y Servidor de su Iglesia, con el fin de enseñar, santificar, guiar y servir, en nombre suyo, al Pueblo de Dios, cada uno según el grado del orden recibido.



El Espíritu Santo es el agente principal de la ordenación, siendo la fuente de donde brota el carisma ministerial de enseñanza, santificación y dirección. Mediante el gesto de la imposición de manos se significa que los ministros ejercen su misión en el Espíritu de Jesús.



Dios suscita los ministerios en la comunidad y para la comunidad (1 Cor 12,7: 14, 3-12; Ef 4,12): Por eso, desde el Nuevo Testamento los ministerios no se conciben sin la comunidad.



El ministerio a lo largo de todo el Nuevo Testamento se concibe como un servicio. Tomando como punto de apoyo (Mt 20, 20-28), la Iglesia apostólica y los Padres de la Iglesia hablan de los responsables y sus funciones utilizando el término "diakonía". Esta palabra significa servir a la mesa, acción que era desarrollada habitualmente por los esclavos. La acción diaconal de los ministros se concreta en el servicio a la palabra, en el servicio de la unidad y en el servicio a las mesas o caridad.



El ministerio ordenado es colegial, es decir, que por el sacramento del Orden quien lo recibe para formar parte de un colegio que está formado por quienes lo recibieron con anterioridad.



El signo de la transmisión de los ministerios ordenados es desde la época de apostólica la imposición de manos junto con la oración (Hch 6,6; 13,3; 1 Tim 4,14)



Lo mismo que en el Bautismo y la Confirmación, la participación en el ministerio de Jesucristo se otorga de una vez para siempre. Por este motivo, el sacramento del Orden imprime un carácter imborrable y no puede repetirse. (LG 21)

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Cristo que fue enviado por el Padre para la redención del mundo (Mt 20,26) y para ello le dotó de todo poder en el cielo y en la tierra (Mt 28,18), llama a los apóstoles y les participa su misión "Así como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes" (Jn 20,21). A ellos les toca ser "Servidores de Cristo y encargados suyos para administrar las obras misteriosas de Dios" (1 Cor 4,1). Su misión es: 1. 2. 3. 4. 5.

Predicar el Evangelio (Hch 6, 2-4; Rom 15,16) Dirigir el culto de la comunidad cristiana (Hch 6.4; 13, 1-3) Ofrecer el sacrificio (Lc 22,19; 1 Cor 11,25) Perdonar los pecados ( Mt 18,18; Jn 20,22ss) Comunicar el Espíritu por la imposición de manos ( Hch 8, 15-18; 19,6) 6. Ungir a los enfermos orando por ellos ( Sant. 5,14)

Grados del sacerdocio Desde los orígenes, el Ministerio Ordenado fue conferido y ejercido en tres grados, insustituibles para la estructura orgánica de la Iglesia, sin ellos no se puede hablar de Iglesia: Los Obispos. Son los transmisores de la semilla apostólica. Tienen la plenitud del sacramento del Orden, están incorporados al Colegio Episcopal. En cuanto sucesores de los apóstoles y miembros el Colegio Episcopal, participan en la responsabilidad apostólica y en la misión de toda la Iglesia, enseñan y gobiernan bajo la autoridad del Papa, sucesor de San Pedro y cabeza visible de la Iglesia. Los Presbíteros. Están unidos a los obispos en la dignidad sacerdotal y al mismo tiempo dependen de ellos en el ejercicio de sus funciones pastorales. Son llamados a ser cooperadores diligentes de los obispos, forman en torno a su obispo el Presbiterio que asume con él la responsabilidad de la Iglesia particular. Reciben del obispo el cuidado de una comunidad parroquial o de una función eclesial determinada. Los Diáconos. Son ministros ordenados para las tareas de servicio de la Iglesia, no reciben el sacerdocio ministerial, pero la ordenación les confiere funciones importantes en el Ministerio de la Palabra, del culto divino, del Gobierno Pastoral y del servicio de la caridad, tareas que deben cumplir bajo la autoridad pastoral de su obispo.

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La celebración del Sacramento del Orden Solamente los Obispos válidamente ordenados pueden administrar el Sacramento del Orden y sólo el varón bautizado lo puede recibir válidamente. En la celebración de este sacramento podemos encontrar tres partes: La preparación. Que está integrada por la llamada a los candidatos, presentación al Obispo, elección y alocución del Obispo, un pequeño diálogo y las letanías de los Santos. La Imposición de manos y oración consagratoria. Que es el momento central del sacramento. El gesto de la imposición de manos conlleva en toda la tradición bíblica (Núm. 27, 15-23; Dt 34,9; 1 Tim 4,14; 2 Tim 2,6) la idea de la transmisión de un oficio. En la consagración episcopal, son todos los obispos presentes (al menos tres) quienes impondrán las manos al candidato; acto seguido se pondrá sobre su cabeza el libro abierto de los Evangelios. En la ordenación Presbiteral, los Presbíteros presentes imponen las manos como gesto de acogida al nuevo ordenado, pero es la imposición de manos del Obispo el signo que hace efectiva la ordenación. Para terminar el rito, se han ido introduciendo a lo largo de la historia diferentes acciones explicativas del ministerio que va a ejercerse: Al Obispo se le otorgan el báculo y se le impone un anillo episcopal, también recibe el libro de los evangelios y se sienta en la cátedra, ungiéndosele la cabeza. Los Presbíteros reciben la patena y el cáliz, se les ungen las manos y se les coloca la estola y la casulla. A los Diáconos se les entrega el libro de los evangelios, imponiéndoles la estola cruzada por el pecho y la dalmática.

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Matrimonio

SACRAMENTO DEL MATRIMONIO El hecho y el significado del matrimonio Catequesis de Adultos

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En la vida del varón y de la mujer se da un momento en que, normalmente, brota el amor. Llevados de ese amor deciden entrar en una comunión estable de vida y formar una familia. A esta decisión y compromiso se llama matrimonio. El matrimonio y la familia se cuentan entre los bienes más valiosos de la humanidad. Son la célula fundamental de la comunidad humana: "El bienestar de la persona y de la sociedad humana y cristiana está estrechamente ligado a la prosperidad de la comunidad conyugal y familiar" Este compromiso público que se llama matrimonio, tiene una serie de características que le distinguen de otras formas de relación interpersonales: El matrimonio es una relación interpersonal que se sitúa en una profundidad diferente a toda otra relación. Esto hace que toda otra comunicación interpersonal anterior quede lenificada por el amor matrimonial y que toda posterior quede necesariamente coloreada por ella. El amor matrimonial abarca a toda la persona, no siendo sólo sentimiento, ley, obligación, radicando en esa tierra la fidelidad. Una fidelidad creativa, abierta, enriquecedora, que es ejercicio de la libertad y de la responsabilidad de la persona. Es una unión que provoca vida, que es creadora. Si es cierto que no pueden identificarse sin más sexualidad y procreación, sería absolutamente ingenuo negar que ambas estén estrechamente unidas. Por otro lado, la fecundidad matrimonial, que se manifiesta normalmente a través de los hijos, puede desarrollarse en otros terrenos como la acogida, la promoción de las personas, el arte. El matrimonio está llamado a su publicidad, es decir, a que sea expresada públicamente la relación de amor entre las dos personas a las que atañe, lo que implica una cierta institucionalización.

La concepción cristiana del matrimonio La concepción cristiana del matrimonio se nos ha revelado a lo largo del Antiguo y del Nuevo Testamento, perfilándose más detalladamente en

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las cartas de San Pablo (Cfr. Gen 1-2; Os 1-3; Jn 2-3: Mc 10,2-9; Mt 19, 3-9; Ef 5, 31-33; 1 Cor 7,39). La Iglesia de nuestro tiempo se ha pronunciado frecuentemente sobre el matrimonio y la familia: la encíclica Casti Connubi (1930) de Pío XI: la constitución Gaudium et Spes del Concilio Vaticano II (Cfr. GS 47-52); la encíclica Humanae Vitae (1968) de Pablo VI y la exhortación apostólica Familiaris Consortio de Juan Pablo II (1981) Una de las páginas más bellas del Génesis es aquella en que el hombre se encuentra solo en medio de la creación. A pesar de poner nombre a todos los animales y cosas, se siente mudo, incapaz de pronunciar una palabra porque nadie le da respuesta. En esos momentos de soledad existencial y de pobreza vital, Dios le presenta a la mujer. A partir de esos momentos se inicia el diálogo y el encuentro de amor en la historia y el matrimonio se perfila poco a poco, hasta quedar plenamente clarificado en la persona de Cristo. A lo largo del Antiguo Testamento la Alianza de amor entre Dios y su pueblo ha sido simbolizada en diferentes ocasiones por el amor matrimonial (Os 1-3; Jer 3; Ez 16 y 23; Is 54). Los libros sapienciales, a su vez, trataron de explicar en diferentes ocasiones el último sentido del matrimonio en la Alianza (Prov 15, Cantar, Ecl 25, 13-26, 18). Sin embargo, si los cristianos consideramos a Cristo como revelación plena del Misterio de Dios, es preciso que Él sea quien nos desvele el sentido profundo del matrimonio en el Plan de Salvación. Jesús estuvo presente en una boda en Caná de Galilea, reconociendo con su presencia el valor humano del matrimonio. Además recogiendo la imagen matrimonial de la alianza que sugieren los profetas, compara el Reino de Dios con un banquete de bodas en el que se identifica con el esposo. Durante este banquete los amigos del novio no ayunan (Mt 9, 14-15), son invitados los que están en los caminos mientras que algunos rechazan la llamada (Mt 22, 1-14; Lc 14, 16-24), y es preciso estar alerta para participar en la fiesta (Mt 25, 1-13). En Mt 19, 3-9 Jesús reafirma el ideal originario de la creación (Gen 2,24) al defender la indisolubilidad de la alianza matrimonial. Jesús en este momento, supera la Ley, manifestando la profunda relación que existe entre el orden de lo creado y la Alianza. Aquí está el origen del sacramento del matrimonio: Jesús le reconoce como instituido desde la creación, cobrando para él una dimensión especial. Esta significación

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particular será claramente expresada por San Pablo en la carta a los Efesios: "Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos un solo ser. Este símbolo es magnífico; yo lo estoy aplicando a Cristo y a la Iglesia, pero también vosotros, cada uno en particular, debe amar a su mujer como a sí mismo, y la mujer debe respetar al marido" (Ef 5, 31-33) Para los cristianos, la mutua entrega de un hombre y una mujer bautizados es sacramento, es decir, un signo que expresa y realiza la alianza de amor y fidelidad de Cristo con su pueblo, la Iglesia. El Matrimonio cristiano es alianza por la que un varón y una mujer bautizados se comprometen a unir sus vidas para siempre, en indisoluble comunión de amor fecundo.

El matrimonio es signo de Cristo Como acabamos de ver, la Alianza de Dios con los hombres va a significarse a través del matrimonio en el Antiguo Testamento. Jesucristo es plenitud de esa Alianza; en el Dios pronuncia un sí irrepetible al ser humano, haciéndose carne esa Alianza de Dios con el hombre. El amor matrimonial de los que se unen en el Señor es símbolo que actualiza el amor de Dios aparecido en Jesucristo, siendo el matrimonio una realidad en la que se vive, de forma peculiar, la muerte y la resurrección, la Pascua. Así la donación, el perdón, los conflictos, las deficiencias, las culpabilidades, todo que lo que es y significa una vida en común, está integrado en el triunfo pascual del amor de Dios porque "El amor conyugal es asumido en el amor divino y se rige y enriquece por la virtud redentora de Cristo y la acción salvífica de la Iglesia" (GS 48)

El matrimonio es sacramento de la Iglesia

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El Concilio Vaticano II, en la Constitución sobre la Iglesia "Lumen Gentium", dice que el matrimonio y la familia son como una Iglesia en pequeño, Iglesia doméstica (LG 11). Los cónyuges poseen dentro de la comunidad cristiana un carisma que les es propio, una vocación y una misión singular: ser testigos en el mundo del amor de Dios y transmitir y educar a sus hijos en la fe. "En virtud del sacramento del matrimonio se ayudan mutuamente a santificarse en la vida conyugal y en la procreación y educación de la prole y por eso tiene su propio don, dentro del pueblo de Dios, en su estado y en su forma de vida (LG11)

Bienes y exigencias del amor conyugal: "El amor conyugal comporta una totalidad en la que entran todos los elementos de la persona -reclamo del cuerpo y del instinto, fuerza del sentimiento y de la afectividad, aspiración del espíritu y de la voluntad ; mira a una unidad profundamente personal que, más allá de la unión en una sola carne, conduce a no tener más que un corazón y una alma; exige la indisolubilidad y la fidelidad de la donación recíproca definitiva; y se abre a la fecundidad. En una palabra: se trata de características normales de todo amor conyugal natural, pero con un significado nuevo que no sólo las purifica y consolida, sino las eleva hasta el punto de hacer de ellas la expresión de valores propiamente cristianos". (Familiaris Consortio, 19 Juan Pablo II)

Unidad: El amor de los esposos exige, por su misma naturaleza, la unidad y la indisolubilidad de la comunidad de personas que abarca la vida entera de los esposos "De manera que ya no son dos sino una sola carne" (Mt 19,6). "Están llamados a crecer continuamente en su comunión a través de la recíproca donación total" La unidad del matrimonio, confirmada por el Señor, aparece ampliamente en la igual dignidad personal que hay que reconocer a la mujer y al varón en el mutuo y pleno amor

Indisolubilidad y fidelidad:

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El amor conyugal exige de los esposos, por su misma naturaleza, una fidelidad inviolable. Esto es consecuencia del don de sí mismos que se hacen mutuamente los esposos. El auténtico amor tiene por sí mismo a ser algo definitivo, no algo pasajero. Esta íntima unión, en cuanto a donación mutua de dos personas, así como el bien de los hijos, exigen la plena fidelidad de los cónyuges y urge su indisoluble unidad. Puede parecer difícil, incluso imposible, unirse para toda la vida a un ser humano. Por ello es tanto más importante anunciar la buena nueva de que Dios nos ama con un amor definitivo e irrevocable, de que los esposos participan de este amor, que les conforta y mantiene, y de que por su fidelidad se convierten en testigos del amor fiel de Dios. Los esposos que, con la gracia de Dios, dan este testimonio, con frecuencia en condiciones muy difíciles, merecen la gratitud y el apoyo de la comunidad eclesial.

Fecundidad: "Por su naturaleza misma, la institución misma del matrimonio y el amor conyugal están ordenados a la procreación y a la educación de la prole y con ellas son coronados como su culminación" La fecundidad el amor conyugal se extiende a los frutos de la vida moral, espiritual y sobrenatural que los padres transmiten a sus hijos por medio de la educación. Los padres son los principales y primeros educadores de sus hijos. En este sentido, la tarea fundamental del matrimonio y de la familia es estar al servicio de la vida.

La familia, Iglesia doméstica Catequesis de Adultos

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Cristo quiso nacer y crecer en el seno de la Sagrada Familia de José y de María. La Iglesia no es otra cosa que la "familia de Dios". Desde sus orígenes, el núcleo de la Iglesia estaba a menudo constituido por los que, con toda su casa, habían llegado a ser creyentes. Cuando se convertían, deseaban también que se salvase toda su casa. Estas familias convertidas eran islas de vida cristiana en un mundo no creyente. El Concilio Vaticano II llama a la familia, con una antigua expresión, Ecclesia domestica. En el seno de la familia, los padres han de ser para sus hijos los primeros anunciadores de la fe con su palabra con su ejemplo, y han de fomentar la vocación personal de cada uno, y con especial cuidado, la vocación a la vida consagrada.

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Unidad 4 Oraciones Comunes Loa 10 Mandamientos Mandamientos de la Iglesia Virtudes Teologales y Humanas

CREDO Credo de los Apóstoles Catequesis de Adultos

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Es de las profesiones de fe más antiguas y reflejan la esencia y el fundamento sobre las cuales se cimentaron las primeras comunidades.

Creo en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen; padeció bajo el poder de Poncio Pilatos, fue crucificado, muerto sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucito de entre los muertos, sucio a los cielos y está sentado a la diestra del Padre, desde ahí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica, en la comunión de los Santos, en el perdón de los pecados, la resurrección de los muertos y la vida eterna. Amén.

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Credo Nicenicostantinopolitano Se llama Nicenicostantinopolitano, porque fue fundado en los concilios de Nicea y de Constantinopla, en los primeros siglos de la Iglesia. En él están contenidas todas las verdades de fe que como Cristianos Católicos profesamos.

Creo en un sólo Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del padre, por quien todo fue hecho; Que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación, bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarno de María, la Virgen, y se hizo hombre; Y por nuestra causa fue crucificado, en tiempos de Poncio Pilatos; Padeció y fue sepultado, y resucito al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está Catequesis de Adultos

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sentado a la derecha del Padre; Y de nuevo vendrá con gloria Para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma Adoración y Gloria, y que hablo por los profetas. Creo en la iglesia, que es una, Santa, Católica y Apostólica, confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. AMEN. A continuación se presentara el Credo Nicenicostantinopolitano, de una forma desglosada con citas bíblicas para poder ser mejor explicada.

CREDO  Creo en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. (Gn. 1,1)  Creo en Jesucristo hijo único de Dios(Sn. Lc 9,35)  Que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, y nación de santa María virgen (Sn. Lc. 1, 30-35)

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 Padeció bajo el poder de poncio Pilatos, fue crucificado, muerto y sepultado descendió a los infiernos, al tercer día resucito de entre los muertos.(Sn. Lc. 23, 33-53)  Subió a los cielos, y está sentado a la derecha de Dios padre (Sn. Lc. 24, 51)  Desde allí a de venir a juzgar a vivos y a muertos (Sn. Mt. 25, 3132) (Hch. 1, 9-11)  Creo en el Espíritu Santo (Sn. Jn. 16, 13)  Creo en la santa Iglesia Católica (Sn. Mt. 16, 18)  Creo en un solo bautismo para el perdón de los pecados(Sn. Jn. 3, 1-5 y 20, 19-23)  Creo en la resurrección de la carne (Is. 26, 19)  Creo en la vida eterna (Hch. 13, 48)

PADRE NUESTRO ¿Cuál es el origen de la oración del Padre nuestro? Jesús nos enseñó esta insustituible oración cristiana, el Padre nuestro, un día en el que un discípulo, al verle orar, le rogó: “Maestro, enséñanos a orar” (Lc 11, 1). La tradición litúrgica de la Iglesia siempre ha usado el texto de San Mateo (6, 9-13).

SÍNTESIS DE TODO EL EVANGELIO ¿Qué lugar ocupa el Padre nuestro en las Escrituras? Catequesis de Adultos

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El Padre nuestro es “el resumen de todo el Evangelio” (Tertuliano); “es la más perfecta de todas las oraciones” (Santo Tomás de Aquino). Situado en el centro del Sermón de la Montaña (Mt 5-7), recoge en forma de oración el contenido esencial del Evangelio.

¿Por qué se le llama “la oración del Señor”? Al Padre nuestro se le llama “Oración dominical”, es decir “la oración del Señor”, porque nos la enseñó el mismo Jesús, nuestro Señor.

¿Qué lugar ocupa el Padre nuestro en la oración de la Iglesia? Oración por excelencia de la Iglesia, el Padre nuestro es “entregado” en el Bautismo, para manifestar el nacimiento nuevo a la vida divina de los hijos de Dios. La Eucaristía revela el sentido pleno del Padre nuestro, puesto que sus peticiones, fundándose en el misterio de la salvación ya realizado, serán plenamente atendidas con la Segunda venida del Señor. El Padre nuestro es parte integrante de la Liturgia de las Horas.

“PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN EL CIELO” ¿Por qué podemos acercarnos al Padre con plena confianza? Podemos acercarnos al Padre con plena confianza, porque Jesús, nuestro Redentor, nos introduce en la presencia del Padre, y su Espíritu hace de nosotros hijos de Dios. Por ello, podemos rezar el Padre nuestro con confianza sencilla y filial, gozosa seguridad y humilde audacia, con la certeza de ser amados y escuchados.

¿Cómo es posible invocar a Dios como “Padre”? Podemos invocar a Dios como “Padre”, porque el Hijo de Dios hecho hombre nos lo ha revelado, y su Espíritu nos lo hace conocer. La Catequesis de Adultos

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invocación del Padre nos hace entrar en su misterio con asombro siempre nuevo, y despierta en nosotros el deseo de un comportamiento filial. Por consiguiente, con la oración del Señor, somos conscientes de ser hijos del Padre en el Hijo.

¿Por qué decimos Padre “nuestro”? “Nuestro” expresa una relación con Dios totalmente nueva. Cuando oramos al Padre, lo adoramos y lo glorificamos con el Hijo y el Espíritu. En Cristo, nosotros somos su pueblo, y Él es nuestro Dios, ahora y por siempre. Decimos, de hecho, Padre “nuestro”, porque la Iglesia de Cristo es la comunión de una multitud de hermanos, que tienen “un solo corazón y una sola alma” (Hch 4, 32).

¿Con qué espíritu de comunión y de misión nos dirigimos a Dios como Padre “nuestro”? Dado que el Padre nuestro es un bien común de los bautizados, éstos sienten la urgente llamada a participar en la oración de Jesús por la unidad de sus discípulos. Rezar el Padre nuestro es orar con todos los hombres y en favor de la entera humanidad, a fin de que todos conozcan al único y verdadero Dios y se reúnan en la unidad.

¿Qué significa la expresión “que estás en el cielo”? La expresión bíblica “cielo” no indica un lugar sino un modo de ser: Dios está más allá y por encima de todo; la expresión designa la majestad, la santidad de Dios, y también su presencia en el corazón de los justos. El cielo, o la Casa del Padre, constituyen la verdadera patria hacia la que tendemos en la esperanza, mientras nos encontramos aún en la tierra. Vivimos ya en esta patria, donde nuestra “vida está oculta con Cristo en Dios” (Col 3, 3).

LAS SIETE PETICIONES ¿Cómo está compuesta la oración del Señor?

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La oración del Señor contiene siete peticiones a Dios Padre. Las tres primeras, más teologales, nos atraen hacia Él, para su gloria, pues lo propio del amor es pensar primeramente en Aquel que amamos. Estas tres súplicas sugieren lo que, en particular, debemos pedirle: la santificación de su Nombre, la venida de su Reino y la realización de su voluntad. Las cuatro últimas peticiones presentan al Padre de misericordia nuestras miserias y nuestras esperanzas: le piden que nos alimente, que nos perdone, que nos defienda ante la tentación y nos libre del Maligno.

¿Qué significa “Santificado sea tu Nombre”? Santificar el Nombre de Dios es, ante todo, una alabanza que reconoce a Dios como Santo. En efecto, Dios ha revelado su santo Nombre a Moisés, y ha querido que su pueblo le fuese consagrado como una nación santa en la que Él habita.

¿Cómo se santifica el Nombre de Dios en nosotros y en el mundo? Santificar el Nombre de Dios, que “nos llama a la santidad” (1Ts 4, 7), es desear que la consagración bautismal vivifique toda nuestra vida. Asimismo, es pedir que, con nuestra vida y nuestra oración, el Nombre de Dios sea conocido y bendecido por todos los hombres.

¿Qué pide la Iglesia cuando suplica “Venga a nosotros tu Reino”? La Iglesia invoca la venida final del Reino de Dios, mediante el retorno de Cristo en la gloria. Pero la Iglesia ora también para que el Reino de Dios crezca aquí ya desde ahora, gracias a la santificación de los hombres en el Espíritu y al compromiso de éstos al servicio de la justicia y de la paz, según las Bienaventuranzas. Esta petición es el grito del Espíritu y de la Esposa: “Ven, Señor Jesús” (Ap 22, 20).

¿Por qué pedimos “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”? La voluntad del Padre es que “todos los hombres se salven” (1Tm 2, 4). Para esto ha venido Jesús: para cumplir perfectamente la Voluntad Catequesis de Adultos

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salvífica del Padre. Nosotros pedimos a Dios Padre que una nuestra voluntad a la de su Hijo, a ejemplo de María Santísima y de los santos. Le pedimos que su benevolente designio se realice plenamente sobre la tierra, como se ha realizado en el cielo. Por la oración, podemos “distinguir cuál es la voluntad de Dios” (Rom 12, 2), y obtener “constancia para cumplirla” (Heb 10, 36).

¿Cuál es el sentido de la petición “Danos hoy nuestro pan de cada día”? Al pedir a Dios, con el confiado abandono de los hijos, el alimento cotidiano necesario a cada cual para su subsistencia, reconocemos hasta qué punto Dios Padre es bueno, más allá de toda bondad. Le pedimos también la gracia de saber obrar, de modo que la justicia y la solidaridad permitan que la abundancia de los unos cubra las necesidades de los otros.

¿Cuál es el sentido específicamente cristiano de esta petición? Puesto que “no sólo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de la boca de Dios” (Mt 4, 4), la petición sobre el pan cotidiano se refiere igualmente al hambre de la Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo, recibido en la Eucaristía, así como al hambre del Espíritu Santo. Lo pedimos, con una confianza absoluta, para hoy, el hoy de Dios: y esto se nos concede, sobre todo, en la Eucaristía, que anticipa el banquete del Reino venidero.

¿Por qué decimos “Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”? Al pedir a Dios Padre que nos perdone, nos reconocemos ante Él pecadores; pero confesamos, al mismo tiempo, su misericordia, porque, en su Hijo y mediante los sacramentos, “obtenemos la redención, la remisión de nuestros pecados” (Col 1, 14). Ahora bien, nuestra petición será atendida a condición de que nosotros, antes, hayamos, por nuestra parte, perdonado.

¿Cómo es posible el perdón?

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La misericordia penetra en nuestros corazones solamente si también nosotros sabemos perdonar, incluso a nuestros enemigos. Aunque para el hombre parece imposible cumplir con esta exigencia, el corazón que se entrega al Espíritu Santo puede, a ejemplo de Cristo, amar hasta el extremo de la caridad, cambiar la herida en compasión, transformar la ofensa en intercesión. El perdón participa de la misericordia divina, y es una cumbre de la oración cristiana.

¿Qué significa “No nos dejes caer en la tentación”? Pedimos a Dios Padre que no nos deje solos y a merced de la tentación. Pedimos al Espíritu saber discernir, por una parte, entre la prueba, que nos hace crecer en el bien, y la tentación, que conduce al pecado y a la muerte; y, por otra parte, entre ser tentado y consentir en la tentación. Esta petición nos une a Jesús, que ha vencido la tentación con su oración. Pedimos la gracia de la vigilancia y de la perseverancia final.

¿Por qué concluimos suplicando “Y líbranos del mal”? El mal designa la persona de Satanás, que se opone a Dios y que es “el seductor del mundo entero” (Ap 12, 9). La victoria sobre el diablo ya fue alcanzada por Cristo; pero nosotros oramos a fin de que la familia humana sea liberada de Satanás y de sus obras. Pedimos también el don precioso de la paz y la gracia de la espera perseverante en el retorno de Cristo, que nos librará definitivamente del Maligno.

¿Qué significa el “Amén” final? “Después, terminada la oración, dices: Amén, refrendando por medio de este Amén, que significa “Así sea”, lo que contiene la oración que Dios nos enseñó” (San Cirilo de Jerusalén).

PADRE NUESTRO

Padre nuestro que estas en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, Catequesis de Adultos

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hágase Tú voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en tentación, líbranos del mal. Amén.

AVE MARÍA Dios te salve, María (Alégrate, María) La salutación del Ángel Gabriel abre la oración del Ave María. Es Dios mismo quien por mediación de su ángel, saluda a María. Nuestra oración se atreve a recoger el saludo a María con la mirada que Dios ha puesto

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sobre su humilde esclava (cf. Lc 1, 48) y a alegrarnos con el gozo que El encuentra en ella (cf. So 3, 17b)

Llena de gracia, el Señor es contigo Las dos palabras del saludo del ángel se aclaran mutuamente. María es la llena de gracia porque el Señor está con ella. La gracia de la que está colmada es la presencia de Aquél que es la fuente de toda gracia. "Alégrate... Hija de Jerusalén... el Señor está en medio de ti" (So 3, 14, 17a). María, en quien va a habitar el Señor, es en persona la hija de Sión, el arca de la Alianza, el lugar donde reside la Gloria del Señor: ella es "la morada de Dios entre los hombres" (Ap 21, 3). "Llena de gracia", se ha dado toda al que viene a habitar en ella y al que entregará al mundo.

Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús Después del saludo del ángel, hacemos nuestro el de Isabel. "Llena del Espíritu Santo" (Lc 1, 41), Isabel es la primera en la larga serie de las generaciones que llaman bienaventurada a María (cf. Lc 1, 48): "Bienaventurada la que ha creído... (Lc 1, 45) María es "bendita entre todas las mujeres" porque ha creído en el cumplimiento de la palabra del Señor. Abraham, por su fe, se convirtió en bendición para todas las "naciones de la tierra" (Gn. 12, 3). Por su fe, María vino a ser la madre de los creyentes, gracias a la cual todas las naciones de la tierra reciben a Aquél que es la bendición misma de Dios: Jesús, el fruto bendito de su vientre.

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros...: Con Isabel, nos maravillamos y decimos: "¿De dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?" (Lc 1, 43). Porque nos da a Jesús su hijo, María es madre de Dios y madre nuestra; podemos confiarle todos nuestros cuidados y nuestras peticiones: ora para nosotros como oró para sí misma: "Hágase en mí según tu palabra" (Lc 1, 38). Confiándonos a su oración, nos abandonamos con ella en la voluntad de Dios: "Hágase tu voluntad".

Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte:

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Pidiendo a María que ruegue por nosotros, nos reconocemos pecadores y nos dirigimos a la "Madre de la Misericordia", a la Virgen Santísima. Nos ponemos en sus manos "ahora", en el hoy de nuestras vidas. Y nuestra confianza se ensancha para entregarle desde ahora, "la hora de nuestra muerte". Que esté presente en esa hora, como estuvo en la muerte en Cruz de su Hijo y que en la hora de nuestro tránsito nos acoja como madre nuestra (cf. Jn 19, 27) para conducirnos a su Hijo Jesús, al Paraíso. AVE MARÍA

Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita Tú entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús SANTA MARÍA

Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.

LOS 10 MANDAMIENTOS En el Antiguo Testamento Dios entregó los Diez Mandamientos a Moisés en el Sinaí para ayudar a su pueblo escogidos a cumplir la ley divina.

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Jesucristo, en la ley evangélica, confirmó los Diez Mandamientos y los perfeccionó con su palabra y con su ejemplo. Nuestro amor a Dios se manifiesta en el cumplimiento de los Diez Mandamientos y de los preceptos de la Iglesia. En definitiva, todos los Mandamientos se resumen en dos: amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo como a uno mismo, y más aún, como Cristo nos amó.

¿Basta creer para salvarse? No basta creer para salvarse, pues dice Jesucristo: Si quieres salvarte, cumple los mandamientos.

¿Quién dio los Diez Mandamientos? Dios mismo dio los Diez Mandamientos a Moisés, y Jesucristo los confirmó y perfeccionó con su palabra y con su ejemplo.

¿Cuáles son los Diez Mandamiento de la Ley de Dios?

Los Diez Mandamientos de la Ley de Dios son:

1º Amarás a Dios sobre todas las cosas. 2º No tomarás el Nombre de Dios en vano. 3º Santificarás las fiestas. 4º Honrarás a tu padre y a tu madre. 5º No matarás. 6º No cometerás actos impuros. 7º No robarás. 8º No dirás falso testimonio ni mentirás. 9º No consentirás pensamientos ni deseos impuros. 10º No codiciarás los bienes ajenos. (SN. MT 22, 37-40) "Estos diez mandamientos se encierran en dos; amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo."

FRUTOS Y DONES DEL ESPIRITU SANTO DONES DEL ESPIRITU SANTO 1. Sabiduría.

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2. 3. 4. 5. 6. 7.

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Entendimiento. Consejo. Fortaleza. Ciencia. Piedad. Temor de Dios.

Don de Ciencia, es el don del Espíritu Santo que nos permite acceder al conocimiento. Es la luz invocada por el cristiano para sostener la fe del bautismo. Don de Consejo, saber decidir con acierto, aconsejar a los otros fácilmente y en el momento necesario conforme a la voluntad de Dios. Don de Fortaleza, es el don que el Espíritu Santo concede al fiel, ayuda en la perseverancia, es una fuerza sobrenatural. Don de Inteligencia, es el del Espíritu Santo que nos lleva al camino de la contemplación, camino para acercarse a Dios. Don de Piedad, el corazón del cristiano no debe ser ni frío ni indiferente. El calor en la fe y el cumplimiento del bien es el don de la piedad, que el Espíritu Santo derrama en las almas. Don de Sabiduría, es concedido por el Espíritu Santo que nos permite apreciar lo que vemos, lo que presentimos de la obra divina. Don de Temor, es el don que nos salva del orgullo, sabiendo que lo debemos todo a la misericordia divina.

Los frutos del Espíritu Santo son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce:

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1. Amor. 2. Alegría. 3. Paz 4. Paciencia. 5. Longanimidad. 6. Bondad. 7. Benignidad. 8. Mansedumbre. 9. Fe. 10. Modestia. 11. Continencia. 12. Castidad.

Faltas contra el Espíritu Santo: 1. Desesperar de la misericordia de Dios. 2. Presunción de salvarse sin ningún mérito. 3. La impugnación de la verdad conocida. 4. La envidia de los bienes espirituales del prójimo. 5. La obstinación en el pecado. 6. La impenitencia final.

MANDAMIENTOS DE LA IGLESIA 1. Participar de la Eucaristía, todos los domingos y fiestas de guardar.

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2. Confesar los pecados mortales al menos una vez al año, y en peligro de muerte, y si se ha de comulgar. 3. Comulgar al menos por Pascua de Resurrección. 4. Ayunar y abstenerse de comer carne cuando la Santa Iglesia lo mande. 5. Ayudar a la Iglesia en sus necesidades.

VIRTUDES TEOLOGALES Y HUMANAS ¿Que es virtud? Virtud es aquel poder interior que permite al hombre tomar y llevar a término las decisiones correctas en las situaciones más adversas

VIRTUDES TEOLOGALES Catequesis de Adultos

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1. Fe. 2. Esperanza. 3. Caridad. Las virtudes teologales fundan, animan y caracterizan el obrar moral del cristiano. Informan y vivifican todas las virtudes morales. Son infundidas por Dios en el alma de los fieles para hacerlos capaces de obrar como hijos suyos y merecer la vida eterna. Son la garantía de la presencia y la acción del Espíritu Santo en las facultades del ser humano. Tres son las virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad (cf. 1 Co 13, 13).

VIRTUDES HUMANAS Las virtudes humanas: Son las que nos ayudan a ser mejores personas, a crecer como seres humanos 1. 2. 3. 4.

Prudencia. Justicia. Fortaleza. Templanza.

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Unidad 5 Temas Marianos Biografía de San Juan Bautista Pecados Capitales Obras de Misericordia Laico en la Iglesia

MARÍA LA MUJER CREYENTE La fe hoy Antes aún de que Jesús anunciase al mundo las bienaventuranzas, María fue solemnemente proclamada bienaventurada por Isabel con ocasión de su visita a la pariente lejana: "Bienaventurada la que ha creído que se cumplirán las cosas que le han dicho de parte del Señor" (Lc 1,45).

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Así pues, la fe es la nota más característica de la actitud espiritual de María, que la abrió a la acción de Dios y permitió que el proyecto de Dios se realizara en ella y, por medio de ella, en todos nosotros. Cristo es esencialmente el fruto de esa fe paradójica y heroica, que es don y conquista al mismo tiempo.

DIFICULTAD DE CREER DIFICIL Creer no ha sido nunca fácil, ya que siempre implica una renuncia a las medidas propias para aceptar la medida de Dios, que es infinitamente superior a las nuestras: creer significa enfrentarse con una realidad que nos trasciende; más aún, que nos invita también a trascendernos. Todo esto podía ser en parte también fácil cuando el sentido de lo divino impregnaba a los hombres, cuando la sociedad estaba tradicionalmente imbuida de valores religiosos; pero ahora que el hombre de la edad tecnológica y de las conquistas espaciales ha descubierto la embriaguez del dominio sobre las cosas y sobre los mismos mecanismos de la vida, tiene la clara sensación de haberse convertido él mismo en la medida de todas las cosas. La fe, más que una cosa absurda, se presenta hoy como una cosa inútil. Quizá aquí está precisamente la diferencia entre la secularización generalizada de hoy y la incredulidad de otros tiempos.

NECESIDAD DE CREER CREER Y NECESIDAD: Por otra parte, el hombre moderno, más que en el pasado, se siente atormentado por la necesidad de creer, ya que todas las realizaciones del progreso van poniendo cada vez más de manifiesto su pobreza y su precariedad, dejando sin solucionar los problemas de fondo de la existencia. En efecto, precisamente debido al progreso, la humanidad dispone hoy por primera vez de instrumentos de autodestrucción total; el bienestar tan difundido y tan anhelado por todos crean una cadena de necesidades artificiales que son incapaces de resolver los recursos económicos de los diversos países. De aquí el sentimiento de frustración en muchísimos de nuestros contemporáneos, sobre todo en los jóvenes, que habían creído en el

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mito de un bienestar sin fin y de una fácil satisfacción de todos los deseos, incluso de los más superficiales y hasta de los más vulgares. Efectivamente, en este punto se pierde el sentido mismo de la vida que, reducida a la única dimensión de lo material, no encuentra ya justificación más que en el suicidio o en la evasión de los paraísos artificiales de la droga, o en la agresión y en la violencia para derribar las estructuras sociales, consideradas como responsables de esta situación de fracaso. A no ser que se vuelva a descubrir la dimensión espiritual del existir, que da una nueva significatividad a las cosas. Así pues, precisamente lo que parecía ser el enemigo de la fe, es decir, la autosuficiencia del hombre moderno llegado a la edad adulta, vuelve a ser un factor favorable. Precisamente debido a la hermosísima prisión que se ha construido con sus propias manos, el hombre siente la necesidad urgente de liberarse de sí mismo y de auto trascenderse para confiar su destino a unas manos más seguras y para comprender el significado mismo de las realizaciones de su inteligencia. De aquí el notable despertar religioso que destacan las estadísticas, tanto en occidente como en los países del este.

EJEMPLARIDAD DE LA FE DE MARÍA FE: Para una recuperación del sentido de la fe y para su inserción concreta en la vida de cada día, dejándose guiar exclusivamente por la iniciativa de Dios, resulta ejemplar la experiencia espiritual de María. Más que cualquiera de nosotros, ella se encontró frente al carácter casi absurdo de la fe. Si el hombre de hoy tiene sus propias dificultades para creer por las razones que acabamos de señalar, mayores fueron las dificultades que encontró María por razones totalmente distintas. Su ejemplo es significativo para todos nosotros. Por otra parte, lo que fue María incluso simplemente como mujer, es exclusivamente fruto de su fe; por eso es evidente en ella lo que puede producir la fe aun en términos de crecimiento humano. La fe no mortifica, sino que hace más grande todavía lo que es meramente humano. Por eso mismo todas las personas deberían desear al menos creer: precisamente para ser más hombres.

María, "la creyente" en el NT ANUNCIACION: Una simple lectura, aunque rápida, del NT pone de relieve la fe de María. Sobre todo los evangelios de Lucas y de Juan son

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significativos en este sentido. De manera especial en lo que se refiere a Lucas, damos por descontado que su llamado Evangelio de la infancia corresponde más a intenciones teológicas que a pretensiones rigurosamente históricas; pero es esto precisamente lo que hace todavía más precioso su escrito, ya que nos transmite así su fe y la de su comunidad sobre el misterio de María.

LA FE DE MARÍA EN LA ANUNCIACIÓN Según el evangelio de Lucas, María se mueve exclusivamente en el ámbito de la fe. Ya las primeras palabras del ángel, que no son tanto un saludo como una descripción de su ser delante de Dios, la sumergen en la fe: "Salve, llena de gracia, el Señor está contigo" (Lc 1,28). Su turbación ante este saludo; (Lc 1, 29) es la turbación de quien se ve como invitado a interpretarse y a leerse de manera distinta de como se ha interpretado siempre. La expresión llena de gracia, según el tenor del texto original, tiene que entenderse: Tú, que hasta ahora has sido siempre objeto de benevolencia, de amor por parte de Dios. Y esta opción amorosa no es de ahora, sino de siempre; en efecto, el participio perfecto griego que aquí se utiliza: (kejaritoméne) sirve para significar un gesto de amor que no comienza ahora, sino que tiene sus orígenes en la eternidad de Dios. Adónde conduce esta elección divina es algo que se dirá en los versiculos siguientes, en los que se preanuncia su divina maternidad. Pero entretanto María se ve invitada a auto comprenderse en esta nueva dimensión ontológica, que tanto la sorprende hasta perturbarla. Sólo la fe le permite aceptarse por lo que el ángel dice que ella es en el plan de Dios: el misterio, podríamos decir, antes que de Dios, parte de ella misma, en cuanto situada de una forma nueva, que antes ni siquiera se sospechaba, delante de él. Pero es sobre todo la continuación del diálogo con el ángel lo que la sumerge en el misterio más denso. Es su maternidad mesiánico-divina, que le anuncia el ángel, la que la lleva fuera de las posibilidades normales de los seres humanos: "Deja de temer, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás y darás a luz un hijo, al que pondrás por nombre Jesús. Será grande y será llamado Hijo del Altísimo, el Señor le dará el trono de David, su padre, reinará en la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin" (Lc 1, 26-38). A pesar de toda la reelaboración teológica del evangelista, creo que no se puede negar que aquí se presenta a María la maternidad del mesías, Catequesis de Adultos

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tal como había sido predicha por el profeta Natán (2Sam 7, 1; Is 9, 6), con acentuados caracteres divinos ("será llamado Hijo del Altísimo"): algo que difícilmente María, dada la humilde consideración que tenía de sí misma, podía ni siquiera plantearse como hipótesis. Además, resulta más difícil pensar en algo por el estilo si se considera su actual posición de mujer que, aunque desposada con José (1,27), de hecho, por un motivo o por otro no intentaba usar del matrimonio. "¿Cómo será esto, pues no conozco varón?" (Lc 1,34). Si Dios no la orienta hacia otras opciones, que en todo caso sería preciso que le aclarase, su maternidad resulta humanamente imposible; Pero es precisamente el camino de esta imposibilidad el que Dios elige, para demostrar que en realidad todo le es posible, como dirá el ángel al final de su mensaje ( Lc 1, 37). De este modo la fe se convierte en la única actitud espiritual que permite a María convivir con su propio misterio: una opción libre de la virginidad que, por la voluntad y el poder del Altísimo, se convertirá en fuente de vida. Se trata de un prodigio mucho más grande que el que se verificó en Isabel, que, a pesar de ser estéril, engendraría a Juan Bautista por la vía normal de la relación conyugal. Además, en el caso de María la provocación de la fe no se detiene aquí: su maternidad es divina no solamente por ser virginal, es decir, sin concurso de varón, sino sobre todo porque el hijo que nacerá de ella es el mismo Hijo de Dios. Aquí el misterio es mucho más grande. Sin embargo, es éste precisamente el sentido de las palabras del ángel, al menos en la reinterpretación del evangelista: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el niño que nazca será santo y llamado Hijo de Dios" (Lc 1,35). Las últimas expresiones quieren subrayar la naturaleza divina de Jesús, motivándola por el hecho de que incluso biológicamente su ser deriva del poder del Espíritu que se presenta aquí, junto con María, como el principio generador de Cristo. ¿Cómo habría podido ser Hijo de Dios un hombre que hubiera tenido un padre terreno? En este punto queda claro que la fe se convierte para María en la única medida para aferrar no sólo su propio misterio, sino el de su mismo hijo: un puro don que Dios le ha hecho no para su gozo o su exaltación, sino para el bien de todos. Por esto el ángel le había dicho: "Le pondrás por nombre Jesús" (Lc 1,31), con referencia a su misión de salvación implícita en el nombre; en efecto, Jesús significa Dios es salvación. Mientras se le ofrece ese Hijo, al mismo tiempo se le expropia, como resultará claramente por la continuación del evangelio. Catequesis de Adultos

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Las palabras con que María da su asentimiento al anuncio del ángel dicen la consciente aceptación de su función de mujer creyente, ante el desafío de una realidad y de un conjunto de acontecimientos que están más allá de la medida que la inteligencia, el equilibrio y el sentido común pueden de alguna manera penetrar e incluso controlar: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra" (Lc 1,38). Ciertamente, estamos aquí ante una confesión de humildad, pero sobre todo ante una confianza total en la palabra de Dios que, precisamente porque no encontrará el más mínimo obstáculo o una sombra de vacilación en el corazón de María, se convertirá de manera absoluta en palabra creadora.

MARÍA FIAT-CREADOR Efectivamente, no son pocos los estudiosos que ven en el Fiat de María una analogía como el Fiat de la creación. La nueva creación comienza con un gesto y una actitud de fe paradójica; aquí Dios envuelve plenamente a María para la obra nueva que está para iniciar, mientras que "al principio" (Gn. 1, 1) actuó solamente su palabra todopoderosa.

EN EL NACIMIENTO DE JESÚS NACIMIENTO: Todos los demás acontecimientos de la vida de María pueden comprenderse tan sólo a la luz de la fe, que le hace palpar el sentido de las cosas y el signo de la presencia de Dios incluso en donde, humanamente, podía parecer que no había ningún sentido o que Dios se había ocultado de alguna manera. Pensemos en el nacimiento de Jesús en las condiciones tan precarias que nos describe Lucas: nace fuera de su casa, con ocasión de un censo que obliga a María y a José a desplazarse fatigosamente de Nazaret a Belén de Judá, lugar de origen de la estirpe davídica. De la que descendía José: "Mientras estaban allí, se cumplió el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo reclinó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada" (Lc 2, 06-07). Esta extrema pobreza, ¿no era también una prueba para la fe de María, a quien el ángel había anunciado el nacimiento del mesías, un mesías tan pobre que ni siquiera tenía casa propia y que recibía tan sólo el homenaje de unos humildes pastores? ¿En qué consiste entonces ese reino que había mencionado el ángel? (Lc 1,32-33). ¿No se habría engañado ella al interpretar esas palabras?

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La indicación que añade Lucas en este punto de su relato es significativa de la actitud de María, que considera los acontecimientos con ojos de fe, pero también críticamente: ella quiere comprender lo que se esconde en ellos. Las apariencias parecen desmentir su fe; pero la densidad más profunda de las cosas la mueve a creer incluso más fuertemente: "María, por su parte, guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón" (Lc 2,19). Esta meditación de María no era ni mucho menos intimista y tranquilizante, sino una búsqueda tormentosa del sentido de los acontecimientos, que ella se empeña en explorar porque está segura de que Dios no puede haberla engañado ni puede decepcionarla.

EN LA PÉRDIDA DE JESÚS EN EL TEMPLO JESÚS PERDIDO-TEMPLO: Lo mismo hay que decir también sobre el episodio de Jesús que a los doce años, es decir, al comienzo de su madurez religiosa, va al templo para la pascua y luego no regresa a casa con sus padres, sino que se queda en Jerusalén sin saberlo ellos; cuando su madre le expresa sus sentimientos, responde casi reprochándole por su afanosa búsqueda; ¿no se trata acaso de un desafío a la fe de María'? "¿Por qué me buscabais'? ¿No sabíais que yo debo ocuparme en los asuntos de mi Padre'?" (Lc 2, 49). Lucas añade aquí expresamente que "ellos no comprendieron lo que les decía" (v. 50). María se está dando cuenta de que aquel Hijo no entra ya en sus esquemas. Pero está acostumbrada a dejarse guiar por la fe, que, precisamente por impulsar siempre más allá, obliga a no detenerse nunca, a que no se la considere como un objeto que se pueda poseer o dominar de alguna forma. Por eso se rinde a la provocación de Dios, pero al mismo tiempo se pregunta por el sentido de las cosas, intentando penetrar en ellas. Su fe es una fe dramática. Por eso Lucas anota aquí por segunda vez, después de decirnos que Jesús volvió a Nazaret y que "les estaba sumiso", que "su madre guardaba todas estas cosas en su corazón" (Lc 2, 51). Todo la desconcierta: ¿cómo compaginar esta sumisión tierna y afectuosa de Jesús con la autonomía que poco antes había reivindicado para sí a fin de atender a "las cosas de su Padre"? María se mueve en la oscuridad del misterio.

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EN OTROS EPISODIOS Sobre todo en su vida pública Jesús subrayará repetidas veces esta autonomía respecto a su madre. Y esto por un doble motivo. El primero para reivindicar la primacía absoluta de su Padre celestial, recortando el papel de la madre; no olvidemos lo que nos recordaba anteriormente Lucas, o sea, que Jesús es verdaderamente el fruto del Espíritu antes de ser el fruto del seno de María (Lc 1,42). El segundo motivo podríamos decir que es de orden pedagógico precisamente respecto a su madre: educarla en una dimensión de fe cada vez más profunda, precisamente porque los caminos a través de los cuales lo va a conducir el Padre son caminos nunca recorridos e imprevisibles, que una madre, aunque sea de la grandeza espiritual de María, no querría que recorriera nunca su hijo. Lucas tiene en este aspecto dos episodios muy significativos. El primero es común a los tres sinópticos (Mt 12, 48-50; Mc 3, 31-35); es el episodio de los parientes de Jesús que quieren librarlo de la agitación de las turbas: "Su madre y sus hermanos llegaron adonde Jesús y no podían acercarse a él a causa de la multitud, y se lo anunciaron: "Tu madre y tus hermanos están ahí fuera v quieren verte". Mas él respondió: "Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios y la cumplen"(Lc 8, 19-21). El segundo episodio es exclusivo de Lucas y nos describe el sentimiento de admiración de una mujer del pueblo al oír hablar a Jesús: "Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron". Pero él le dijo: "Dichosos más bien los que escuchan la palabra de Dios y la practican" (Lc 11, 27-28). En ambos episodios Jesús insiste en su alejamiento de los lazos de parentesco que lo intentan encerrar en la lógica exclusiva o al menos preeminente de la carne y la sangre, mientras que exalta una nueva forma de parentesco en donde el elemento de agregación es la atención dócil a la palabra de Dios. No es esto ciertamente renegar de la función de María en su vida, sino la exaltación de su fe y una invitación a profundizar cada vez más. No hay límite para la fe de nadie, ni siquiera para la de la madre de Jesús: ¡la fe requeriría también de ella mucho más! Aquellas paradojas que María había cantado en el Magníficat y que ponen a prueba la fe más robusta valían no sólo para el momento en que ella explota en la alegría de su cántico, sino que seguirían siendo válidas para toda su vida y la vida de su Hijo: "Ha derribado a los poderosos de sus tronos y ha levantado a los humildes" (Lc 1, 52). Cristo conquistó su realeza únicamente cuando se dejó clavar en la cruz. Catequesis de Adultos

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Pero no es fácil aceptar estas paradojas, sobre todo cuando nos afectan en primera persona. También María tuvo que penar para vivir la atormentada teología de la fe, expresada por ella tan admirablemente en el himno del Magníficat.

EN EL EVANGELIO DE JUAN Juan confirma plenamente el mensaje de Lucas sobre la fe de María. Sea cual fuere la interpretación que haya que dar del episodio de las bodas de Caná, lo cierto es que todo él se sostiene sobre la fe de María. No tendría sentido, fuera de una solicitación de fe, su alusión preocupada a la situación de apuro de aquellos esposos, aun cuando no se la quiera entender como súplica: "No tienen vino" (Jn 2,4). De una manera o de otra, es un intento de implicar al Hijo en aquel problema. Sobre todo las palabras que dirige a los sirvientes: "Haced lo que él os diga" (v. 5), se mueven en una perspectiva de fe; ella está segura de que Jesús hará algún gesto o dirá alguna palabra que cambie la situación. Está además el episodio de María al pie de la cruz, con la densidad de significado teológico que intenta darle Juan, poniendo de nuevo en evidencia la fe de María. En Juan esta fe destaca de una doble manera: primero, porque sólo él nos habla de la presencia de María al pie de la cruz, en donde la fe de los discípulos y ciertamente también la de María, se ve sometida a la prueba más dura; y en segundo: lugar, porque si aquellas palabras de Jesús moribundo: "Mujer, he ahí a tu hijo" (Jn 19,27), significan y expresan la universal "maternidad espiritual" de María, como opinan muchos exegetas, María se ve invitada aquí a ensanchar los horizontes de su fe mucho más allá de la persona del Hijo moribundo, que sólo en apariencia parece ser el vencido, mientras que en realidad es el verdadero vencedor. Su corazón, en este mundo, se ve invitado a abrirse al mundo entero, con fe plena en las palabras testamentarias del Hijo.

María, peregrina en la fe según el Concilio Vaticano II En la línea de estas estimulantes sugerencias de la Escritura se mueve la reflexión teológica de la Lumen Gentium en el c. VIII, dedicado por completo a la figura de María, vista "en el misterio de Cristo y de la iglesia". Como no había ocurrido en ningún otro documento conciliar

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precedente, se ha intentado captar el misterio de María en lo vivo de su historia, releída en el contexto de fe de la iglesia.

ITINERARIO DE FE Siguiendo a María a través de las diversas etapas de su itinerario terreno, se pone de manifiesto su constante y radical confianza en Dios, de forma que parece que, a pesar de ser todo él fruto de la gracia, es al mismo tiempo: obra de la colaboración propia de María al proyecto de Dios. Escribe el concilio, comentando las palabras de la anunciación: "De este modo María, hija de Adán, consintiendo en la palabra divina, se convirtió en madre de Jesús y, abrazando con toda su alma y sin peso alguno de pecado la voluntad salvífica de Dios, se consagró por completo como esclava del Señor a la persona y a la obra de su Hijo, sirviendo con diligencia al misterio de la redención con él y bajo él, con la gracia de Dios todopoderoso. Con razón, pues, piensan los santos padres que María no fue un instrumento meramente pasivo en manos de Dios, sino que cooperó a la salvación del hombre con fe y obediencia libres. En efecto, como dice san Ireneo, "obedeciendo se hizo causa de salvación para sí misma y para todo el género humano". Por eso no pocos padres antiguos afirman de buen grado con él en su predicación que "el nudo de la desobediencia de Eva fue desatado por la obediencia de María, que lo atado por la virgen Eva con su incredulidad lo desató la virgen María mediante su fe" (LG 56). Todo el peso de este texto me parece que consiste en la afirmación de la libre y consciente cooperación de María en la obra de la encarnación y de la redención; aun habiendo sido prevenida por Dios, no fue ni mucho menos un instrumento meramente pasivo en sus manos. La analogía con la figura de Eva hace ver su plenitud de responsabilidad; lo mismo que no hubo ningún fatalismo en la caída, tampoco pudo haber ningún fatalismo en la redención, que pasa por el asentimiento libre de María. M/CORREDENTORA: Más tarde, describiendo las no fáciles relaciones de María con su Hijo durante su vida pública, cuando él parece renunciar a los estrechos lazos humanos que lo vinculan con su madre, o por lo menos trascenderlos (Mc 3.35; Lc 11,27-28), el texto conciliar comenta: "Así avanzó también la santísima Virgen en la peregrinación de la fe y mantuvo fielmente su unión con el Hijo hasta la cruz, junto a la cual, no sin un designio divino, se mantuvo de pie (Jn 19,25), sufriendo profundamente con su unigénito y asociándose con entrañas maternales a su sacrificio, consintiendo amorosamente en la inmolación de la víctima que ella misma había engendrado" (LG 58). También aquí es fácil ver cómo el concilio pone de relieve la dolorosa colaboración de Catequesis de Adultos

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María en el plano de la redención; ella se encuentra ante situaciones totalmente imprevistas, cuya racionalidad no le es dado comprender humanamente fuera de la convicción profunda de que Dios lleva hacia adelante, a través de esos itinerarios imprevistos, su designio de salvación.

MARÍA, MODELO DE FE DE LA IGLESIA El tema de la fe de María vuelve a ser recogido en la Lumen Gentium cuando se nos presenta como inserta en el misterio de la iglesia, de la que es el miembro más excelente, pero al mismo tiempo el tipo y el modelo según la feliz expresión de san Ambrosio. Pero es modelo sobre todo por las actitudes de fe, de esperanza y de caridad con que animó toda su existencia; estas actitudes son las únicas que permiten en ella la verificación de una situación única, es decir, la de una virginidad fecunda. Todo esto se reproduce de algún modo misteriosamente también en la iglesia, sobre todo en virtud de la fe, que exige fecundidad e integridad al mismo tiempo. Efectivamente, "la iglesia, al contemplar la arcana santidad de María, imitando su caridad y cumpliendo fielmente la voluntad del Padre, por medio de la palabra de Dios, acogida con fidelidad, se convierte también en madre, ya que con la predicación y el bautismo engendra a una vida nueva e inmortal a los hijos, concebidos por obra del Espíritu Santo y nacidos de Dios. También ella es virgen, que guarda íntegra y pura la fe prometida al Esposo y, a imitación de la madre de su Señor, con la virtud del Espíritu Santo, conserva virginalmente íntegra la fe, sólida la esperanza, sincera la caridad" (LG 64). Esta analogía entre María y la iglesia es importante por el papel fundamental que en ella representa la fe: María no habría podido nunca convertirse en tipo y modelo de la iglesia, a no ser por la fe paradójica que la guió en todos los instantes de su vida. Sólo la fe hizo posible su maternidad virginal, que nos ha dado a Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre al mismo tiempo.

Actualizaciones Las últimas consideraciones nos abren ya el camino a unas rápidas reflexiones sobre la actualidad que encierra este mensaje.

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La fe de María fue una fe difícil, como ya hemos dicho. Si es verdad que Dios hizo en ella "cosas grandes" (Lc 1,49), no debemos olvidar que también ella estuvo plenamente a la altura de la tarea que le había sido confiada. Y la dificultad de su fe se refiere tanto a su maternidad divina y virginal al mismo tiempo como a la capacidad de convivir permanentemente con el misterio. MISTERIO/ACEPTACION: Yo vería una analogía entre nuestra fe y la de María precisamente en la dificultad de convivir con el misterio, pero por razones completamente distintas de las de María. Nuestra dificultad de creer hoy, como indicábamos al principio de esta exposición, se ve sometida a prueba ante el hecho de que el misterio no parece tener ya ningún espacio en nuestra cultura tecnológica; todo queda reducido a la medida de lo programable y de lo verificable. Precisamente por eso es necesario realizar un esfuerzo continuo por penetrar más allá de las cosas, incluso de las programadas, para leer sus significados más profundos. El sentido del misterio radica precisamente en la capacidad que tienen las cosas de remitir a algo que las trasciende para el que está disponible en la fe. La fe de María se ve siempre puesta en discusión, comienza continuamente de nuevo, no es nunca definitiva; muy atinadamente dijo el concilio que María "avanzó en la peregrinación de la fe" (LG 58). Es cierto. por ejemplo, que el episodio de Jesús en el templo a la edad de doce años puso en crisis las relaciones de la madre con su Hijo: María tiene que aprender a verlo bajo otra luz. Ese Hijo le pertenece, pero sobre todo pertenece a Dios. FE, SEGURIDAD Y ENEMIGA: También nosotros tenemos necesidad de ponernos continuamente en discusión; para cada problema hay siempre una respuesta diversificada, que solamente puede darse si nos ponemos a escuchar atentamente la palabra de Dios y las solicitaciones que nos vienen de los acontecimientos de la historia. Una fe inquebrantable, como la de María, no se identifica ni mucho menos con una fe segura. Más aún, la seguridad excesiva es normalmente enemiga de la fe, porque es más bien confianza en la propia forma de valorar las cosas que abandono a lo imprevisible siempre nuevo de Dios. Característica de la fe de María; la fe aferra "todo su ser" de tal manera que su existir, incluso simplemente humano, y su obrar no serían comprensibles fuera de la fe. Pensemos en su maternidad fuera de esta perspectiva de fe o bien en su difícil convivencia con su Hijo, en sus relaciones con José, en su estar (Jn 19,25) al pie de la cruz. Catequesis de Adultos

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En María no se dan la mujer y la creyente, sino sólo la mujer creyente; no se trata de dos realidades separables en ella. Todo lo que es, incluso en el aspecto puramente humano, nace de su fe. Si es "la bendita entre las mujeres, como la saluda Isabel (Lc 1, 42-45), lo es no porque biológicamente sea "la madre de Dios", sino sobre todo porque tuvo el coraje de creer lo increíble (Lc 1, 45). Su plena realización humana tiene lugar por la fuerza de su fe. Este aspecto de la fe de María es sumamente actual, sobre todo hoy que los cristianos sienten la tentación de dividirse en dos, relegando la fe a la intimidad de la conciencia. En este punto la fe se convierte tan sólo en algo más, en definitiva, en algo superfluo: no logra animar toda la existencia y la actuación del cristiano, no le hace ser más hombre, no le permite captar lo invisible en lo visible. María nos enseña a encarnar la fe en la vida, a hacer que sea sobrenatural todo acontecimiento normalísimo de nuestra existencia y de la de los demás.

ADVOCACIONES MARIANAS Se conoce como advocaciones, a las distintas formas de nombrar o referirnos a la Santísima Virgen. Es común que muchos cristianos, por falta de información o mejor dicho "formación", confundan esos distintos nombres con distintas santas o "virgencitas", como suelen llamarle. La Madre de Jesús es la Virgen María; los católicos solemos "apodarla" de distintas maneras, según el lugar dónde se halla instalada la

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devoción, o según la circunstancia, si es una aparición o se la nombra Patrona, etc. De esta manera, encontraremos que llamamos a María como "Nuestra Señora del Rosario", Virgen de Lourdes, Virgen de Fátima, Nuestra Señora de la Paz, Madre de la Eucaristía, La Virgen del Carmen, La Virgen de la Medalla Milagrosa, y cientos de formas más. Pero siempre nos referimos a nuestra Santa Mamá del Cielo. ¿Que niño no ha llamado a su madre de cientos de maneras cariñosas? Es por eso que no debemos confundirla, como si se tratara de distintas personas o distintas santas.

APARICIONES DE LA VIRGEN MARIA Las apariciones de María empezaron en los años 40 después de Cristo, probablemente antes de que falleciera, ante el Apóstol Santiago en Zaragoza, España. Ella se les ha aparecido a otros en intervalos irregulares a través de los dos mil años desde el nacimiento de Jesús. Las características de sus apariciones se han mantenido de manera consistente. Ella usualmente en un globo de una Purísima luz blanca, vestida con una túnica larga y la cabeza cubierta con una variedad de colores dependiendo del tipo de mensaje que vaya a dar. Sus pies están usualmente rodeados por una nube o niebla y ocasionalmente se la ve llevando a su hijo en los brazos; Un número de sus apariciones son precedidas por inusuales fenómenos tales como la observación de rayos y truenos en un cielo límpido, las apariciones de seres angelicales o nubes de formas con significancia religiosa tales como una cruz o una puerta abierta así como otros inexplicables eventos. Una característica nuestra es que amamos a quien le dijo sí al Señor para que Cristo naciera, me refiero a la Virgen María; Esto no les parece a nuestros hermanos separados y para que lo dejemos de hacer la difaman. La mayor difamación es contra su virginidad; Dicen que cuando la Biblia habla de los “Hermanos de Jesús” estos son hijos de María.

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Varios de los textos bíblicos que ellos utilizan para tener estas ideas son: Mt 12, 46; Mc 3, 31 donde se dice "Tus hermanos" ó donde según hasta vienen los nombres de los hermanos de Jesús: "José, Santiago, Judas y Simón" Mt 13,55; Mc 6, 3 Ante esto, 2 pruebas (de muchas) por las cuales María es virgen: 1.- En la Biblia la palabra hermano tiene distintos significados: tío, sobrino, paisano, esposo, etc. Por ejemplo en Gen 13, 8 vemos que Abraham dice a Lot que son "hermanos" pero en Gen 11, 27 se ve claramente que Abraham es tío de Lot. Por lo tanto no podemos tomar la palabra hermano en la Biblia al pie de la letra. Otro ejemplo: ver como su madre de Rebeca la llama hermana (Gn. 24, 55-60). 2.- De los famosos hermanos de Jesús mencionados en Mc 6,3 que son José, Santiago, Judas y Simón; vamos a ver si su Padre es José ó María es su madre. Por ejemplo Santiago en Mt 10, 3 vemos que su padre es Alfeo = Cleofás. Entonces no es hijo de José. Sobre la Madre de Santiago y José vemos en la Biblia que se trata de una mujer llamada María (Mt 27, 56; Mc 15, 40) pero, que es distinta a la madre de Jesús "Junto a la cruz de Jesús estaba su madre y la hermana de su madre, María esposa de Cleofás y la madre de los hijos de Zebedeo" (Jn 19, 25) por lo tanto lo más probable es que la Madre de los "hermanos de Jesús" sea pariente (prima) de la Virgen María y, los "hermanos de Jesús" son parientes (primos) de Jesús.

MATERNIDAD ESPIRITUAL INCULTURADA DE MARÍA La devoción mariana se centra en la singularidad de la maternidad virginal de Cristo y de la Iglesia y de su intercesión maternal después de su asunción al cielo:”La Iglesia no duda en atribuir a María un tal oficio subordinado; lo experimenta continuamente y lo recomienda al corazón de los fieles para que, apoyados en esta protección maternal, se unan más íntimamente al Mediador y Salvador.”. A partir del Concilio de Éfeso el culto de veneración, del cual ya era objeto la B.V. María como Madre de Dios, se fortaleció y se propagó cumpliéndose las palabras proféticas: “Me llamarán bienaventurada todas las generaciones, porque hizo en mí cosas grandes el que es poderoso.”, (Lc 1, 48)

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¿Dónde encontrar entonces el origen del culto a María como madre de Dios y madre nuestra? Las bases bíblicas de la maternidad espiritual de María están fundamentalmente puestas en Juan 19,25ss: Madre, he ahí a tu hijo,.. He ahí a tu madre,… y desde ese momento la acogió en su casa… (Jn 19,25ss). Además de las Bodas de Cana también indican, cuando María interviene y al final, después de haber visto la primera señal milagrosa de Jesús: Los discípulos comenzaron a creer (Jn 2,11). El hecho de que sea Juan el evangelista quien describe estas escenas con elementos tan significativos y simbólicos sugiere una experiencia personal del discípulo amado con la madre, fue él en definitiva quien recibió a María en su casa una vez que ella quedó sola, sin su marido José y sin su único Hijo Jesús. La presencia de María en Pentecostés también sugiere que estuvo conviviendo en la primera comunidad cristiana, en la Iglesia original, con los demás discípulos y apóstoles (Hch 1,14). Además la exclamación de Isabel al recibir a María en el evangelio de Lucas: ¿y cómo es que la Madre de mi Señor venga a mi? (Lc 1,43) reafirma la gran estima que María recibió en la primera Iglesia, de tal manera que recibió ya un título elaborado teológicamente, que no se le da a cualquier persona: “la madre del Señor”. La encarnación del Verbo de Dios (Jn 1,14) en una persona humana implicó que ese Verbo hecho hombre tuviese una madre, y un padre adoptivo. Las relaciones entre madre e hijo son las más fuertes que podamos encontrar en la realidad humana, desde el instante de la concepción hasta la separación por la muerte de alguno; incluso después de esa separación se mantiene un especial vínculo afectivo, espiritual, una memoria viva de esa relación. Si observamos a las madres de cualquier cultura encontraremos esta realidad profunda e irrenunciable, la relación madre-hijo que es fruto de la relación espontanea del padre y de la madre. En conclusión la verdadera devoción a María, en sus diversas advocaciones, está centrada en Cristo y en comunión con la Iglesia, no es algo superficial y banal, ni es manipulable para otros fines; es algo profundo, libre y liberador, con implicaciones absolutamente Catequesis de Adultos

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trascendentales para los pueblos y las personas, debido a la dinámica integradora cristiana que posee. Al mismo tiempo, al ser parte innegable de la historia, cultura y acontecimiento de salvación para cada uno y para todos, vale la pena renovarla continuamente. “MADRE DE TODOS LOS HOMBRES, ESEÑANOS A DECIR AMÉN”

BIOGRAFÍA DE SAN JUAN BAUTISTA Este es el único santo al cual se le celebra la fiesta el día de su nacimiento. San Juan Bautista nació seis meses antes de Jesucristo (de hoy en seis meses - el 24 de diciembre - estaremos celebrando el nacimiento de nuestro Redentor, Jesús).

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El Primer capítulo del evangelio de San Lucas nos cuenta de la siguiente manera el nacimiento de Juan: Zacarías era un sacerdote judío que estaba casado con Santa Isabel, y no tenían hijos porque ella era estéril; Siendo ya viejos, un día cuando estaba él en el Templo, se le apareció un ángel de pie a la derecha del altar. Al verlo se asustó, mas el ángel le dijo: "No tengas miedo, Zacarías; pues vengo a decirte que tú verás al Mesías, y que tu mujer va a tener un hijo, que será su precursor, a quien pondrás por nombre Juan. No beberá vino ni cosa que pueda embriagar y ya desde el vientre de su madre será lleno del Espíritu Santo, y convertirá a muchos para Dios". Pero Zacarías respondió al ángel: "¿Cómo podré asegurarme que eso es verdad, pues mi mujer ya es vieja y yo también?". El ángel le dijo: "Yo soy Gabriel, que asisto al trono de Dios, de quien he sido enviado a traerte esta nueva. Mas por cuanto tú no has dado crédito a mis palabras, quedarás mudo y no volverás a hablar hasta que todo esto se cumpla". Seis meses después, el mismo ángel se apareció a la Santísima Virgen comunicándole que iba a ser Madre del Hijo de Dios, y también le dio la noticia del embarazo de su prima Isabel. Llena de gozo corrió a ponerse a disposición de su prima para ayudarle en aquellos momentos; Y habiendo entrado en su casa la saludó. En aquel momento, el niño Juan saltó de alegría en el vientre de su madre, porque acababa de recibir la gracia del Espíritu Santo al contacto del Hijo de Dios que estaba en el vientre de la Virgen. También Santa Isabel se sintió llena del Espíritu Santo y, con espíritu profético, exclamó: "Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre. ¿De dónde me viene a mí tanta dicha de que la Madre de mi Señor venga a verme? Pues en ese instante que la voz de tu salutación llegó a mis oídos, la criatura que hay en mi vientre se puso a dar saltos de júbilo. ¡Oh, bienaventurada eres Tú que has creído! Porque sin falta se cumplirán todas las cosas que se te han dicho de parte del Señor".

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Y permaneció la Virgen en casa de su prima aproximadamente tres meses; hasta que nació San Juan. De la infancia de San Juan nada sabemos. Tal vez, siendo aún un muchacho y huérfano de padres, huyó al desierto lleno del Espíritu de Dios porque el contacto con la naturaleza le acercaba más a Dios. Vivió toda su juventud dedicado nada más a la penitencia y a la oración. Como vestido sólo llevaba una piel de camello, y como alimento, aquello que la Providencia pusiera a su alcance: frutas silvestres, raíces, y principalmente langostas y miel silvestre. Solamente le preocupaba el Reino de Dios. Cuando Juan tenía más o menos treinta años, se fue a la ribera del Jordán, conducido por el Espíritu Santo, para predicar un bautismo de penitencia. Juan no conocía a Jesús; pero el Espíritu Santo le dijo que le vería en el Jordán, y le dio esta señal para que lo reconociera: "Aquel sobre quien vieres que me poso en forma de paloma, Ese es". Habiendo llegado al Jordán, se puso a predicar a las gentes diciéndoles: Haced frutos dignos de penitencia y no estéis confiados diciendo: Tenemos por padre a Abraham, porque yo os aseguro que Dios es capaz de hacer nacer de estas piedras hijos de Abraham. Mirad que ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé buen fruto, será cortado y arrojado al fuego". Y las gentes le preguntaron: "¿Qué es lo que debemos hacer?". Y contestaba: "El que tenga dos túnicas que reparta con quien no tenga ninguna; y el que tenga alimentos que haga lo mismo"… "Yo a la verdad os bautizo con agua para moveros a la penitencia; pero el que ha de venir después de mí es más poderoso que yo, y yo no soy digno ni siquiera de soltar la correa de sus sandalias. El es el que ha de bautizaros en el Espíritu Santo…" Los judíos empezaron a sospechar si él era el Cristo que tenía que venir y enviaron a unos sacerdotes a preguntarle "¿Tu quién eres?" El confesó claramente: "Yo no soy el Cristo" Insistieron: "¿Pues cómo bautizas?" Respondió Juan, diciendo: "Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está Uno a quien vosotros no conocéis. El es el que ha de venir después de mí…"

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Por este tiempo vino Jesús de Galilea al Jordán en busca de Juan para ser bautizado. Juan se resistía a ello diciendo: "¡Yo debo ser bautizado por Ti y Tú vienes a mí! A lo cual respondió Jesús, diciendo: "Déjame hacer esto ahora, así es como conviene que nosotros cumplamos toda justicia". Entonces Juan condescendió con El. Habiendo sido bautizado Jesús, al momento de salir del agua, y mientras hacía oración, se abrieron los cielos y se vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y permaneció sobre El. Y en aquel momento se oyó una voz del cielo que decía: "Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo todas mis complacencias". Al día siguiente vio Juan a Jesús que venía a su encuentro, y al verlo dijo a los que estaban con él: "He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquél de quien yo os dije: Detrás de mí vendrá un varón, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo". Entonces Juan atestiguó, diciendo: "He visto al Espíritu en forma de paloma descender del cielo y posarse sobre El. Yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: Aquél sobre quien vieres que baja el Espíritu Santo y posa sobre El, ése es el que ha de bautizar con el Espíritu Santo. Yo lo he visto, y por eso doy testimonio de que El es el Hijo de Dios". Herodías era la mujer de Filipo, hermano de Herodes. Herodías se divorció de su esposo y se casó con Herodes, y entonces Juan fue con él y le recriminó diciendo: "No te es lícito tener por mujer a la que es de tu hermano"; y le echaba en cara las cosas malas que había hecho. Entonces Herodes, instigado por la adúltera, mandó gente hasta el Jordán para traerlo preso, queriendo matarle, mas no se atrevió sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía, pues estaba muy perplejo y preocupado por lo que le decía. Herodías le odiaba a muerte y sólo deseaba encontrar la ocasión de quitarlo de en medio, pues tal vez temía que a Herodes le remordiera la conciencia y la despidiera siguiendo el consejo de Juan. Sin comprenderlo, ella iba a ser la ocasión del primer mártir que murió en defensa de la indisolubilidad del matrimonio y en contra del divorcio.

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Estando Juan en la cárcel y viendo que algunos de sus discípulos tenían dudas respecto a Jesús, los mandó a Él para que El mismo los fortaleciera en la fe. Llegando donde El estaba, le preguntaron diciendo: "Juan el Bautista nos ha enviado a Ti a preguntarte si eres Tú el que tenía que venir, o esperamos a otro". En aquel momento curó Jesús a muchos enfermos. Y, respondiendo, les dijo: "Id y contad a Juan las cosas que habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los sordos oyen, los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio…" Así que fueron los discípulos de Juan, empezó Jesús a decir: "¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Alguna caña sacudida por el viento? o ¿Qué salisteis a ver? ¿Algún profeta? Si, ciertamente, Yo os lo aseguro; y más que un profeta. Pues de Él es de quien está escrito: Mira que yo te envío mi mensajero delante de Ti para que te prepare el camino. Por tanto os digo: Entre los nacidos de mujer, nadie ha sido mayor que Juan el Bautista…" Llegó el cumpleaños de Herodes y celebró un gran banquete, invitando a muchos personajes importantes. Y al final del banquete entró la hija de Herodías y bailó en presencia de todos, de forma que agradó mucho a los invitados y principalmente al propio Herodes. Entonces el rey juró a la muchacha: "Pídeme lo que quieras y te lo daré, aunque sea la mitad de mi reino". Ella salió fuera y preguntó a su madre: "¿Qué le pediré?" La adúltera, que vio la ocasión de conseguir al rey lo que tanto ansiaba, le contestó: "Pídele la cabeza de Juan el Bautista". La muchacha entró de nuevo y en seguida dijo al rey: "Quiero que me des ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista". Entonces se dio cuenta el rey de su error, y se pudo muy triste porque temía matar al Bautista; pero a causa del juramento, no quiso desairarla, y, llamando a su guardia personal, ordenó que fuesen a la cárcel, lo decapitasen y le entregaran a la muchacha la cabeza de Juan en la forma que ella lo había solicitado. Juan Bautista: pídele a Jesús que nos envíe muchos profetas y santos como tú. Catequesis de Adultos

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PECADOS CAPITALES Los pecados o vicios capitales son aquellos a los que la naturaleza humana caída está principalmente inclinada. Es por eso muy importante para todo el que desee avanzar en la santidad aprender a detectar estas tendencias en su propio corazón y examinarse sobre estos pecados.

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Los vicios pueden ser catalogados según las virtudes a que se oponen, o también pueden ser referidos a los pecados capitales que la experiencia cristiana ha distinguido siguiendo a san Juan Casiano y a san Gregorio Magno (mor. 31, 45). Son llamados capitales porque generan otros pecados, otros vicios. Son la soberbia, la avaricia, la envidia, la ira, la lujuria, la gula, la pereza. El término "capital" no se refiere a la magnitud del pecado sino a que da origen a muchos otros pecados. De acuerdo a Santo Tomás (II-II: 153:4) “un vicio capital es aquel que tiene un fin excesivamente deseable de manera tal que en su deseo, un hombre comete muchos pecados todos los cuales se dice son originados en aquel vicio como su fuente principal”. Lo que se desea o se rechaza en los pecados capitales puede ser material o espiritual, real o imaginario. Todos tenemos una tendencia hacia los pecados capitales.

LA SOBERBIA La Soberbia es amarte demasiado a ti mismo, y te hace despreciar a Dios y a los demás. Eres soberbio cuando crees que tú puedes hacerlo todo, que no necesitas de Dios ni de los demás, cuando te crees mucho (que tú eres el más listo, el más perfecto y los demás son unos tontos), cuando eres presumido o te gusta llamar la atención, cuando quieres que todo se haga como tú quieres, cuando crees que todo te lo mereces, cuando sólo hablas de ti. HUMILDAD: Ser humilde es pensar que Dios te creo y que no eres nada en comparación a Él, que no puedes dar un paso si quiera sin que El lo permita. Pensar que lo bueno que tienes, no lo has logrado tú sino que El te lo regaló gratis y que también tienes mucho malo por corregir. Ser humilde es no buscar que los otros te aplaudan, buscar pasar desapercibido, buscar ocupar el último lugar. Cristo dijo: ¨Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón¨.

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LA LUJURIA La Lujuria es buscar de manera desordenada el placer sexual. Eres lujurioso cuando buscas el placer sexual por sí mismo, porque se siente a todo dar, no importando que sea antes o fuera del matrimonio, no importando que ofendas a tu pareja, no importando que solo tu sientas bonito y tu pareja no , no importando a ver que te tomas para no quedarte panzona. Eres lujurioso no solo cuando eres infiel, también cuando ves revistas o programas pornográficos, cuando te comes viva a la mujer que va pasando. Recuerda que Dios ideó el sexo como algo hermoso y que tiene dos fines: a) unir a la pareja b) ser el medio para procrear LA CASTIDAD: La castidad es usar de ese hermoso regalo que Dios dio al hombre y que se llama sexo, de acuerdo a las reglas de Dios: solo dentro del matrimonio y solo con tu esposo/a, que sea un acto de entrega amorosa (hacer feliz al otro) y no un acto de egoísmo (solo importa lo que yo sienta), que si quiero planear mi familia, lo haga con métodos naturales. La castidad es también cuidar mis ojos, mis oídos y mi mente de toda esa cochinada que los medios de comunicación venden como algo normal y que yo sé que es algo que está mal, que ofende a Dios y que me hace daño. Cuando estés tentado a ver este tipo de programas, revistas, libros, piensa: ¿Qué piensa Dios de mí en este momento? Debes ser casto en pensamientos, deseos, palabras y acciones. Cristo dijo: “Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios.” Un último e importante consejo en esto de guardar la castidad y no caer en la lujuria, si no quieres caer al precipicio, no te pares junto a él. Evita estar cerca de las tentaciones.

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LA GULA La Gula es comer o beber sin medida. Pecas de gula cuando bebes en exceso y te emborrachas, pierdes la razón y haces y dices grandes tonterías que sobrio no lo harías. Al emborracharte te embruteces. ¿Tú crees que a Dios le gusta verte en ese estado? ¿Tú crees que a tu familia le gusta verte así o se avergüenza de ello? También cuando comes sin medida, cuando comes y comes por el puro gusto aunque ya ni te quepa, cuando todo el día piensas nada mas en comer. TEMPLANZA: beber y comer con medida.

LA AVARICIA Es tener una gran ambición de poseer cosas materiales. Eres avaro cuando te importa mucho tener cosas, tener dinero, vestidos, adornos para tu casa, aparatos, no importando que tengas que hacer para conseguirlo. El desear superarse económicamente a través del trabajo honrado es bueno, lo que está mal es solo pensar en ¨tener más y no en ¨ser mejor persona¨, mejor padre, madre, hijo o hermano... mejor amigo, mejor trabajador, mejor jefe. LA SENCILLEZ, que es ser feliz con poco y LA GENEROSIDAD, que es pensar en compartir y dar de lo tuyo. Siempre habrá otros que tienen más necesidad que tú. Cristo dijo: ¨No podéis servir a dos amos: a Dios y al dinero¨. Cristo nació y vivió en la sencillez y en la pobreza.

LA ENVIDIA Catequesis de Adultos

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La Envidia es sentir tristeza porque a otro le va bien o sentir alegría cuando a otro le va mal. Eres envidioso cuando te comparas con los demás y nada mas estás viendo lo que el de junto hace o tiene y tú no. Cuando se te indigesta que el vecino tiene más suerte que tú y le fue mejor, cuando te da coraje que tu amiga fulanita ni dieta hace y está hecha un palo, cuando te da gusto que a tu vecino que se ha portado mal contigo le pasa algo malo, etc. LA CARIDAD, que es amar de verdad a todos tus hermanos, los que te caen bien y los que no. Es siempre desear el bien de los otros. Cristo dijo: ¨Ámense los unos a los otros como Yo los he amado¨.

LA IRA La Ira es enojarse sin medida y el tener deseos de venganza. Pecas de ira cuando eres un energúmeno (Persona furiosa, alborotada), te enojas y gritas en casa (porque ni modo, ese es tu carácter), cuando cada vez que un hijo tuyo se acerca a ti eres el padre o la madre que está de malas, cuando por una cosa sin importancia armas un drama, te pones rojo de coraje y te peleas con todos. LA PACIENCIA, ir poco a poco dominando tu carácter, como dicen en la tele: cuenta hasta diez antes de explotar, no permitirte gritar, enojarte y hacer corajes. Pide mucho a Dios que te ayude a ser más paciente y verás que lo lograrás. Si tú no puedes, El si puede.

LA PEREZA

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La Pereza es la flojera que te lleva a descuidar tus obligaciones. - Eres perezoso cuando dejas de hacer lo que tú sabes que tienes que hacer porque sientes flojera, porque estás descansando tan rico, porque mejor lo haces luego... ¡No debes ser holgazán! LA LABORIOSIDAD, que significa ser trabajador. Dios dice: el hombre ha nacido para trabajar; hasta la Virgen María, Madre de Dios era muy trabajadora en su casa: lavaba, barría, fregaba, cosía, hacía comida. El trabajo es algo que nos santifica. Hazlo con alegría y con amor.

OBRAS DE MISERICORDIA Las obras de misericordia se dividen en dos grupos: 1. CORPORALES 2. ESPIRITUALES

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CORPORALES 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7.

Visitar y cuidar a los enfermos. Dar de comer al hambriento. Dar de beber al sediento. Dar posada al peregrino. Vestir al desnudo. Redimir al cautivo. Enterrar a los muertos.

ESPIRITUALES 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7.

Enseñar al que no sabe. Dar buen consejo al que lo necesita. Corregir al que yerra. Perdonar las injurias. Consolar al triste. Sufrir con paciencia los defectos del prójimo. Rogar por vivos y difuntos.

LAICO EN LA IGLESIA El término “laico” La palabra (laico), es un derivado del término latino “laos” que significa “pueblo”; fue acuñado muy temprano por el cristianismo y nunca, en ninguna cultura, menos en el cristianismo, significó que alguien no

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tuviera ninguna religión como se ha pretendido interpretar este en nuestro país, por la influencia liberal y del iluminismo francés con su connotación anticristiana. Esta interpretación desde luego está equivocada y está en contra de las tres grandes religiones monoteístas del mundo; por lo tanto, dar la interpretación de laico como una realidad arreligiosa, en el fondo expresa una ignorancia.

Los laicos y el clero Cuando la Iglesia Católica pasó a ser la religión oficial del Imperio Romano, en el año 313, se especificó un poco más el término laico. En esta coyuntura histórica estaba muy definida la diferencia entre los miembros de la Iglesia cuyo primer nivel era el “laos”, el pueblo, que en su mayoría eran personas que no habían tenido acceso a la educación y que no dominaban el latín, pero que participaban activamente en la vida de la Iglesia sin ser sacerdotes, obispos o monjes. No se debe entender con esto que el término fuera despectivo. Otro grupo o segundo nivel lo formaban los clérigos. “Cleros” es una palabra latina que se traduce como separados, en referencia a aquellos o aquellas que se separaban del pueblo y adquirían un compromiso como diáconos, presbíteros, monjes o monjas. Así fue que se formaron dos estilos de vida: los clérigos (los cleros, separados) que se distinguían con el uso de un “hábito”, y los laicos (que pertenecían al pueblo). Entre los clérigos ha existido una especificación importante. Hay un clero secular y un clero regular. El clero secular, para derribar la idea de que la Iglesia desprecia al mundo, es el que está inmerso en las realidades terrenas; la palabra secular viene del latín “saeculum” que se traduce como “siglo”, entonces el clero secular es el que va con el siglo, que no está bajo un reglamento, sino bajo la disposición del Obispo y que vive en el mundo; tiene su casa y su vida al lado del pueblo y también es llamado clero diocesano, por pertenecer a una diócesis. El clero regular, en cambio, lo integran aquellos que viven total o parcialmente en un convento. La palabra ‘regular’ tiene su raíz en el latín “regula” traducido como regla. Sus miembros viven bajo un estilo, un regla de vida muy específica. Todo esto hay que especificarlo para que se entienda muy bien el término laico(a). A mí me gusta mucho el término que se acuñó como fruto del Sínodo dedicado a los laicos en Roma y que es el título de una Catequesis de Adultos

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reflexión Post-conciliar «Christifideles laici», que se traduce como «fieles cristianos laicos. También es propio llamar al laico «seglar», que son los que no llevan hábito, no están en un convento.

El resurgimiento de los laicos en la vida de la Iglesia Uno de los aspectos negativos en el caminar de dos mil años en la vida de la Iglesia ha sido, en algunos momentos y en algunos lugares, creer y asumir que la inmensa tarea pastoral depende únicamente del clérigo. Esto es un grave error que tiene su recurrencia. En el principio de la vida de la Iglesia el papel de los laicos fue muy importante, tanto de los hombres como de las mujeres. El primer impulso evangelizador de la Iglesia se realizó a través de laicos. Posteriormente, poco a poco por la idea de que la perfección cristiana obliga a retirarse del siglo y concentrarse más en la vida interior y cambiar el modo de vestir y de actuar, se fue haciendo la idea de que lo importante era el estado clerical, y por lo tanto se requería vestir un hábito y pertenecer a una orden, lo que contradecía los inicios de la tradición cristiana donde la orden de las viudas, de las vírgenes, entre otras, eran órdenes laicales. En 1962, en la celebración del Concilio Vaticano II, uno de los temas obligatorios y centrales fue restituir al laico, al seglar, su lugar imprescindible en la actividad de la Iglesia Católica, para que los laicos no sólo fueran objeto de la evangelización sino protagonistas y responsables de esta tarea; de ahí surgió el Documento del Concilio llamado «Apostolicam actuositatem» que está de dedicado al laico.

La vocación del laico en la Iglesia Desde la celebración del Concilio Vaticano II se ha venido perfilando la vocación del laico como miembro de la Iglesia. Esta vocación la presentamos el año pasado en el lema del Congreso Diocesano de Laicos: «Hombres y mujeres de Iglesia en el corazón del mundo»; esta es la vocación primera del laico: hombres y mujeres en comunión con la Iglesia, seguidores de Jesucristo, pero que no viven en el convento, que no traen un hábito, sino que viven en el corazón del mundo, y el corazón del mundo son las familias, las fábricas, las oficinas, la política, Catequesis de Adultos

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le economía, el deporte, las comunicaciones; ahí la vocación del laico es santificar el ambiente. Un buen ejemplo lo encontré en una noticia que recientemente leí: en África, donde la conversión de un islámico al cristianismo merece la muerte, muchos musulmanes se están haciendo católicos, contrario a la creencia de que era imposible que un islámico se convirtiera al cristianismo. Lo curioso es que como los amenazan de muerte, huyen un tiempo de su lugar de origen a un lugar donde ser católico no esté penalizado, pero después de un tiempo de empaparse de Dios, de la fe católica, vuelven a su tierra para ser misioneros sin temor de dar la vida por su fe. Aquí está la vocación esencial del laico, no separarse del mundo sino vivir inserto en él, y desde él, evangelizar.

Protagonistas de la evangelización Los laicos, pues, deben ser los principales protagonistas de la evangelización; ellos deben llegar a donde no llega el sacerdote o la religiosa; ellos deben ser los evangelizadores de avanzada. Esta es la hora del laico, de los seglares conscientes que no deben separarse del mundo para realizar su labor. Por lo mismo, no es correcto que cuando a un laico de una parroquia lo llamen a ser ministro o ministra de la Comunión le quieren imponer un hábito o distintivo; lo más correcto es que mantengan su vestimenta seglar. Que los laicos no se clericalicen y que los clérigos no se laicisen.

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Unidad 6 Temas de Seguimiento

¿VIVIR PARA SER O VIVIR PARA TENER? OBJETIVO: el Ser y el Tener como dos maneras de entender y vivir la vida, para alcanzar el modo de vida de Jesús.

ACERCAMIENTO A LA REALIDAD: El Ser y Tener, están en cada persona. Catequesis de Adultos

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Ser: se refiere a la calidad interior de una persona, saber razonar, conocerse, fortaleza, comunicación, relación de amar, etc. Tener: hace referencia a tener o poseer cosas, poder, prestigio, dominio, fama, fama, dinero, etc. Son dos modos de enfocar la vida, hay personas que son ricas, porque poseen dinero, popularidad, nombre, etc., pero son pobres en acogida, solidaridad, cariño, amor, etc. Por el otro lado, hay gente sencilla, pobre en bienes, pero sumamente rica en solidaridad, amor, entrega, etc. Sin embargo ambas son necesarias, porque el ser y el tener, están en la misma persona, no somos puramente ser, pero tampoco somos puramente tener, al menos no debería de ser así; fuimos creados para vivir en armonía, no solo con las personas, sino también con lo que nos rodea, porque también pertenecen a nuestro mundo (entorno) No se puede hacer solo alusión al ser, como bueno, y el tener como malo; fruto de una sociedad basada en el tener es la riqueza, puestos de trabajo, avances tecnológicos, médicos, agrarios, etc., el ser crea un determinado tipo de persona, cultura, forma de pensar y vivir, etc., el problema es saber cuál de los dos modos dominan mi forma de vivir.

CUANDO SE VIVE SOLO EN EL TENER El Tener se nos mete por los ojos, no necesita mayor explicación, por si sola se explica. Deseo de sobrevivir: Todos necesitamos alimentarnos, vestirnos, salud, educación, hogar, etc.

medios

para

Estamos convencidos que el tener nos ofrece, seguridad e independencia y por ende felicidad

CUANDO SE VIVE SÓLO EN EL SER Ya sea en mayor o menor grado, todos atendemos el Ser, todos cuidamos nuestros valores, y somos cuidadosos de nosotros mismos. Porque necesitamos comunicarnos, superar la soledad, individualismo, por eso se hace necesario enriquecer el ser

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Porque creemos que lo que en verdad enriquece es el ser, la personalidad basada en el tener es tan variable, es mucho más firme la personalidad que se construye desde adentro. Preguntémonos, ¿damos más importancia al ser o al tener? Resulta difícil responder, a continuación se presentan una serie de ideas, describiendo las características fundamentales de la vida en el ser y el tener.

PARA EL QUE SE ENFOCA SOLO EN EL TENER: La felicidad se enfoca solo únicamente en amontonar cosas, aunque sea aprovechándose de los demás o quedándose simplemente en apariencia. No busca el conocimiento interior de sí mismo, y hasta intenta ocultarse a sí mismo. Busca seguridad fuera de él, generalmente en lo que posee. Siempre mira hacia afuera.

PARA EL QUE SE ENFOCA SOLO EN EL SER: La felicidad depende auténticamente él mismo, desarrollando el conocimiento de quien y de cómo es y sus capacidades como persona. La confianza no está tanto en las cosas, sino en uno mismo, en las propias capacidades, capacidad de entrega, de saber aceptar las propias limitaciones. Vive mirando hacia el interior.

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EN RELACION A OTROS: TENER: 1. Busca ser más que los demás. 2. Cuida mucho su apariencia. 3. Todo lo conjuga con el tener. SER: 1. Sabe que puede realizarse por sí solo (autosuficiencia). 2. No se deja llevar por los demás. 3. Tiene sus propias opiniones y decisiones, aceptando crítica, y la aportación de opiniones.

EN RELACIÓN A LA VIDA: TENER: 1. 2. 3. 4.

Profundamente egoísta. Se forra elementos, externos a él mismo. Le agrada el placer, gozar aunque sea por un momento. Perder lo que posee le angustia.

SER: 1. No se siente esclavo de nada y de nadie. 2. Busca la alegría en la realización interior. 3. Su sentido de no poseer, le hace afrontar la muerte con mayor paz interior.

CON RELACION A LA FE: TENER: 1. Tiene fe como tener algo heredado. Como una posesión entre tantas. 2. Busca la seguridad por sumisión. 3. Ve el pecado como simple desobediencia. 4. Intenta poseer lo religioso. SER: Catequesis de Adultos

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1. Vive la fe como una relación de amor entre Dios y nosotros. 2. El pecado es para él como un fracaso personal. 3. La fe no se posee, como quien tiene algo. REFLEXIONEMOS: 1. ¿Cuál de los dos estilos vivo preferentemente? 2. ¿con cuál de los dos me siento más identificado?

BUENA NOTICIA: Francisco de Asís, Teresa de Jesús, Ignacio de Loyola, por mencionar algunos, imitaron de su maestro, Jesús; optaron por desprenderse, prácticamente de cuanto poseían, salvo de lo indispensable para vivir. En Jesús, esta postura es sumamente clara, Él dice; “… ¿de que vale ganar el mundo entero, si, al final, pierdes tu vida?…” En una de sus parábolas, llamo insensato a quien paso toda su vida acumulando bienes Sn Lc. 12, 20 Jesús no vive un estilo de vida solo para sí mismo, Él es el modelo de hombre, salvado y salvador. Dios nos lanzo a la vida para “ser” y Jesús quiso realizar en nosotros ese proyecto de Dios.

DESIDIDOS Y VALIENTES, ¿QUIÉN O QUE NOS AYUDARÁ A HACERLO? OBJETIVO: Descubrir que nuestra fe es un apoyo extraordinario para superar nuestras inseguridades y miedos.

APROXIMACIÓN A LA REALIDAD

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INSEGURIDAD Y MIEDO, COMO UNA EXPERIENCIA HABITUAL EN TODOS Están son sensaciones que nos persiguen a todos a lo largo de nuestras vidas, cuando el niño llora o tiene hambre, o porque nos duele algo, inseguridad al andar por diferentes lugares, bus, moto, vehículo o simplemente paseando, etc.

HOY COMO AYER El hombre moderno ganaría en seguridad y confianza en sí mismo, por el conocimiento y dominio creciente de las fuerzas de la naturaleza y de los grandes avances de las ciencias. Sin embargo sucumbe así, los que saben, nos dicen, que gracias a todas estas cosas, el hombre de hoy ha ganado más independencia y capacidad de razonar, por tal razón a veces se siente más solo, ansioso, impotente, inseguro, etc. a tal punto que no sabemos a dónde vamos. El hombre moderno, continúa experimentando lo que las personas de todo tiempo y lugar han vivido. 1. 2. 3. 4. 5.

El El El El El

miedo a la enfermedad miedo a morir miedo al porvenir, o al incierto futuro mido a la carencia afectiva miedo a la soledad

A los miedos de siempre el hombre de hoy les ha agregado otros nuevos: 1. Problemas económicos, crisis, perdida de capital, pérdida de empleo. 2. Sida 3. Inseguridad ciudadana, robo, asaltos, extorsiones, etc.

HACIA LA SUPERACIÓN DEL MIEDO

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No es válido querer ocultar o falsear las realidades duras o desagradables, están siempre ahí, y es necesario afrontarlas. Lo contrario sería engañarnos a nosotros mismos. Tener miedo por las consecuencias que nos acarrean las realidades duras de nuestra vida es algo comprensible. Una cierta inseguridad en nuestra vida es inevitable; somos débiles, física y psíquicamente, y esto tienes necesarias consecuencias, no hay porque asustarse. Es esta situación humana la que acrecienta en nosotros la capacidad de defendernos a nosotros mismos y de andar siempre buscando. Hemos oído decir, “hay que contar con una seguridad mínima vital, cuando menos para poder aprender a caminar en la inseguridad” debemos evitar dos tipos de actitudes:

PRIMER TIPO 1. Tratar de ocultar la realidad, desconocerla, no asumirla tal como es. 2. Dejar de luchar para transformarla.

SEGUNDO TIPO 1. Se deprimen, se cierran en sí misma, evitan toda comunicación con los demás. 2. Pierden el interés por salir, por hacer fiesta, o estar con amigos o familiares. 3. Muchos padres de familia “tiran la toalla” en su tarea de formar a sus hijos.

A PESAR DE TODO, CONFIADOS Y ESPERANZADOS Afortunadamente, en nuestra vida no hay solo inseguridad y miedo, lo que pasa es que a veces solemos agrandar los problemas, les damos más importancia de la que tienen, y nos quedamos estáticos o simplemente nos conformamos de lo que sucede en nuestra vida. Por eso hay muchas realidades esperanzadoras, que son reflejo de la confianza y seguridad que, a pesar de todo, tenemos los hombres y mujeres de hoy:

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1. Un acto de fe y esperanza en el futuro. 2. Se hace más grande la solidaridad. 3. A pesar de todas las dificultades, hay un mayor acercamiento entre padres e hijos. 4. Nos respetamos más. 5. Mucha gente que ha pasado por situaciones personales y sociales muy graves han salido adelante.

LA FE RELIGIOSA, ¿NOS QUITA O NOS AUMENTA EL MIDO? No se refiere a la fe en sí misma, sino a nuestro modo de vivirla, es claro que la fe religiosa, en cada uno de nosotros puede ser un apoyo extraordinario para la realización de nuestra persona. 1. Los hombres de antes, temían a Dios porque tenían en su mente que Él castigaba. 2. La fe religiosa les ha servido también a muchos como un refugio, para no enfrentarse a la realidad y dificultades de la vida.

REFLEXIONAMOS 1. ¿Con cuáles miedos e inseguridades te sientes más identificado? 2. ¿Cuáles son tus principales experiencias de seguridad y valentía ante la vida?

LA BUENA NOTICIA 1. Los creyentes de hoy, describen su experiencia religiosa como una experiencia interior de libertad, gozo, amor, que nos hace crecer más humanamente; desde la fe muchos asemos nuestras estas palabras: Sal 26 “...-El señor es mi fuerza, mi roca y Salvación…” 2. Jesús vivió la experiencia de la cercanía de Dios Padre en su vida, y como consecuencia su confianza filial. 3. También Él tuvo miedo Mt. 26, 39; pero, después de esto jamás dudo de la compañía de su Padre. Catequesis de Adultos

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4. Jesús pide a los suyos que confíen en el Padre y en Él; por eso reprende a los discípulos, “…porque buscan seguridad en los bienes materiales. “no se inquieten pensando que van a comer o beber para subsistir, o con que vestirán sus cuerpos…” Mt. 6, 25

¿DÓNDE ENCONTRAR LA FELICIDAD? OBJETIVO: descubrir que la verdadera felicidad solo puede encontrarse en el seguimiento autentico de Jesucristo.

APROXIMACION A LA REALIDAD a) felicidad y realización personal:

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Son dos palabras bonitas, pero que corren el riego de estar “manoseadas”, por exceso de uso y, a veces, de mal uso. Pero, a pesar de todo, es verdad que el deseo de ser felices es el que nos mueve. En cada momento buscamos la felicidad.

¿Qué ES LA FELICIDAD? De manera general, la felicidad es el sentimiento de bien-estar (estar a gusto, o de armonía) con uno mismo, de vivir la vida con agrado, de ser gratificados por ella. Podemos decir que una persona es feliz cuando se realiza en aquello que descubre como valido y digno de ser vivido. La felicidad consiste, en última instancia, en la realización personal.

¿Qué ES LA REALIZACION? A pesar de muchas apariencia (de vidas inconscientes, sin preguntas, sin profundización, un poco “a lo que salga”), la mayoría de las personas nos trazamos unas metas e incluso, hasta un cierto proyecto de vida, muchas veces sin formularlo ni escribirlo. Por realización personal podemos entender lo siguiente: vivir la vida de acuerdo con el proyecto y las metas que nos hemos trazado y con valores que hemos asumido como valores dignos para vivir nuestra existencia. Pero, estos proyectos con sus valores, ¿los determino yo, o me vienen impuestos desde afuera: la publicidad, los medios de comunicación, el ambiente? ¿No están otros diciéndome en que consiste mi felicidad? Hoy más que nunca es necesario un esfuerzo para llegar de manera personal a descubrir aquello en lo que merece la pena poner empeño que me dará felicidad.

b) diversas “medidas” de felicidad: No todos buscamos la felicidad en las mismas cosas. Unos la buscan en el sosiego y la calma interiores, otros en la actividad y el ajetreo, algunos la persiguen en el éxito, el aplauso y así, infinidad de metas. Pensemos en algunas; 1. + la salud nos da felicidad. Y cada vez hay más personas que se preocupas de mantenerse en forma y cuidar su cuerpo. 2. + los que ponen su felicidad en el dinero. Y no se imaginan poder ser felices si tienen poco para gastar, consumir.

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3. + los que piensan que no hay felicidad si no hay placer inmediato. E intentan disfrutar a tope, divertirse, buenas comidas, mejores bebidas. Y “a vivir la vida.” Muchas personas piensan que lo importante es disfrutar la vida, gozar todo lo que sea posible, dar rienda suelta a los deseos. Afortunadamente no todo el mundo piensa así. también hay personas que buscan la felicidad en valores más profundos: la relación con los demás, la familia, la amistad, la aportación personal a la sociedad, las responsabilidades públicas, el bien que se hace a los otros… o en la contemplación del campo y de la belleza de la naturaleza…, en el arte…. Sin duda, conocemos a personas que son felices entregándose y sirviendo a los demás, aunque ello les exija renunciar a otras muchas cosas, llevando una vida sacrificada y pobre. Lograr la felicidad plena es difícil. Por eso vivimos un cierto grado de insatisfacción personal y social. Una meta conseguida reclama otra mayor, los logros, a veces, no nos dan el grado de felicidad que esperábamos. normalmente conseguimos tan solo “parcelas de felicidad”. La situación que nos rodea es tan dura que tiene consecuencias negativas en la felicidad personal.

c) la religión, ¿una amenaza para la felicidad? Toda religión ofrece una promesa de felicidad. saber en que, como y cuando la ofrece.

La cuestión está

en

Mucha gente tiene la impresión de que la felicidad que nos promete la religión es solamente una felicidad para el mas allá, después de muertos, sin preocuparse por la felicidad en el aquí y ahora. Para el aquí y ahora tendría solo estas expresiones: “mientras más sufrimos aquí, mas vamos a gozar allá”, “un valle de lagrimas”, insistiendo en la resignación o conformismo ante las contrariedades y malestar de la vida, en la otra vida, todo será diferente. Por eso, muchos piensan que a Dios no lo necesitan para organizar esta vida. Otros ponen en oposición la felicidad religiosa y la felicidad humana, como si la primera fuera enemiga de la segunda. Es conocida aquella frase tan popular: “todo lo que da placer engorda o es un pecado”. Parece como si el hombre religioso fuera el hombre de la renuncia, del no, el que está en contra de los deseos de la libertad, desarrollo y futuro Catequesis de Adultos

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que anidan en el corazón de todo hombre y mujer. Muchos fue se alejaron de la fe sufrieron en su interior esta oposición.

REFLEXIONAMOS Y COMPARTIMOS 1. mirando a tu alrededor, señala tres o cuatro valores que la gente ve como mas importante para ser felices en la vida 2. vamos a comentas las frases sobre la felicidad que encontramos a continuación:         

serás feliz el día de mañana, si ahora eres capaz de ser feliz con lo que tienen. Cada vez hacemos depender nuestra felicidad de más cosas, el que no sabe vivir un poco, siempre será un esclavo. Nuestra felicidad no consiste tanto en poseer cosas, sino ser personas. Nuestra felicidad consiste en aprovechar las codas positivas que tenemos, más que fijarnos en aquello que nos falta. La felicidad no se encuentra fuera de uno mismo, sino dentro de la misma persona. La sencillez de vida tiene mucho que ver con la felicidad. Para ser feliz es necesario renunciar a muchas cosas. No hay mejor camino para la felicidad personal que luchar por la felicidad de los demás. El secreto de la felicidad consiste en encontrarse con Dios, que es fuente de toda felicidad.

3. la última afirmación nos hace preguntarnos: ¿Cómo puede la vivencia religiosa ayudar a la felicidad humana?

UNA BUENA NOTICIA EL PROYECTO DE DIOS PARA LA HUMANIDAD Desde las primeras páginas de la Biblia, vemos que Dios tiene un proyecto de la felicidad para el hombre. Los primeros capítulos del génesis nos muestran al hombre, creado para vivir en un paraíso.

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Ya sabemos que esta imagen del paraíso no hay que entenderla al pie de la letra, sino el mensaje que nos transmite es claro: Dios crea al hombre y a la mujer y los coloca en el centro de la creación, para que vivan en armonía con él, con ellos mismos, con los demás hombres y mujeres y con toda la creación. Se trata de un gran ideal de felicidad “vio Dios todo lo que el hable hecho, y era bueno” (Gn. 1,31). Ante el fracaso del hombre respecto a este ideal de felicidad. Dios interviene restaurando y salvando, según la promesa hecha en el mismo génesis. Y siempre con imágenes de júbilo y palabras de gozo. Así describen los profe3tas el retorno del desierto, después del destierro del pueblo en Babilonia (Is 35). Dios no quiere la muerte del hombre que se ha apartado de su camino, sino que recapacite y se convierta, para que viva (Ez 18,23).

Las enseñanzas y acciones de Jesús Jesús habla frecuentemente del Reino de Dios con imágenes de felicidad: el banquete, la fiesta. La reconciliación es gozo de fiesta (parábolas de la oveja perdida, del hijo prodigo). La actuación de Jesús es sanadora, cura, perdona, devuelve esperanza, alegría y ganas de vivir. El centro del sermón de la montaña, son las bienaventuranzas, que son gritos de felicidad para los que eligen el camino de Jesús. Solo que para Jesús los criterios de felicidad son muy distintos de los que se ofrecen en el “mercado de la felicidad”. Jesús llama felices a los pobres, que no cuentan para los demás; a los que eligen ser pobres, los desprendidos y solidarios con los pobres; a los misericordiosos, que se acercan al dolor y a la alegría de los demás y las comparten, a los constructores de la paz, a los que aman y practican la justicia. Criterios nuevos, pero criterios de felicidad. El mensaje es enorme y positivo.

El seguimiento de Jesús, anuncio de felicidad Para experimentar la alegría por el camino de la felicidad que propone Jesús, necesitamos una profunda conversión. Un cambio de valores que nos muestra el ejemplo de tantos hombres y mujeres que son felices en el seguimiento de Jesús y en el servicio a los hermanos. Todos conocemos a gente de este talante. Y ellos nos dicen que esa felicidad es real.

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En mucha gente conocemos, de carne y hueso como nosotros, que viven el Evangelio con sencillez y profundidad, se cumplen las palabras de Jesús en el Evangelio de Juan: “les he dicho todas estas cosas para que participen de mi alegría, y ustedes sean felices (Juan 15,11). La finalidad del gozo y la alegría del evangelio de Jesús se hacen vida de gozo y alegría en la existencia concreta de mucha gente, a pesar de las dificultades. De alguna manera, se anticipa la representación de la vida futura, la vida en plenitud, que describe el Apocalipsis como una vida sin muerte ni llanto ni luto ni dolor (2,14). Ser felices aquí es ir adelantando en lo posible ese gozo que nos espera, porque vivimos al estilo de Jesús.

Llamados a la conversión 1. ¿nos parece una exageración el estilo de felicidad que proponen las bienaventuranzas? ¿conocemos a gente que es feliz de esa manera? ¿hemos experimentado personalmente momentos de felicidad y viviendo con ese estilo? 2. ¿intentamos sinceramente descubrir el mensaje de felicidad que llevan las palabras de Jesús, cuando es necesario aplicarlas a la vida? 3. ¿Qué valores tenemos que cambiar en nuestra vida para ser realmente felices? ¿o preferimos quedarnos con un sentido recortado de felicidad?

LLAMADOS A SER SOLIDARIOS Y JUSTOS OBJETIVO: descubrir que la solidaridad y la justicia son valores evangélicos que nos enseña Jesús.

APROXIMACION A LA REAIDAD En muchas ocasiones, vivimos la insolidaridad y la justicia:

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Cuando abrimos un periódico o cuando encendemos el televisor, la radio o escuchamos noticias, parece que todo es negativo en la vida: accidentes, asesinatos, violaciones, malos tratos, políticos corruptos, matrimonios famosos que se separan, aunque las noticias buscan sierre lo que se sale de lo normas. Pareciera que tenemos una visión muy negativa del mudo y de la realidad en que vivimos. Una realidad con muchas sombras. Por mucho que nos cueste reconocerlo, la vida es así. Muchas familias entre nosotros la pasan mal y, al final, no tienen más remedio que aguantarse. Existe el desempleo, que afecta a familias enteras y las priva no solo de la necesaria economía, sino de la dignidad del trabajo. Entre nosotros hay ancianos que llegan a duras penas al final de mes con las bajas pensiones que reciben. Porque, además de las carencias económicas, sufren carencias afectivas de parte de los propios hijos o familiares. Porque entre nosotros tampoco recibimos a los inmigrantes con grandeza de ánimo. Porque marginamos a algunas personas (siempre encontramos motivos para justificarnos). También sucede lo mismo en nuestra vida personal: a veces, somos voluntarios en acciones sociales y caritativas y, al mismo tiempo, somos injustos con quienes tenemos obligaciones. Andamos siempre buscando justificaciones para nuestras insolidaridades…, y cuando ya no entramos ninguna, solemos decir: “la caridad bien entendida empieza por uno mismo”.

Sin embargo, también hay cosas positivas: Si miramos a nuestro alrededor, somos capaces de descubrir también hechos, situaciones y persona que animan y levantan el ánimo: hay mucha gente solidaria, que intenta vivir la justicia por encima de sus propios intereses personales o de grupo. Hay quien se ha preguntado si es justo tener buenos sueldos en la casa, habiendo tantas familias que no tienen ni uno, y han dejado de común acuerdo, el trabajo de los dos, o quien ha renunciado a las horas extras para que pueda crearse otro puesto de trabajo, o se pasa horas junto a un enfermo, o presta de sus ahorros para que alguna familia salga de un momento de crisis económica, o quien activamente colabora en programas de acción social

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sin ningún ánimo de lucro o ganancia personal. Muchos de esos casos los hay y los conocemos. Incluso de algunos de ellos podemos nosotros mismos ser protagonistas. Manera de ser que te dan ganas de vivir y de luchar, hay gente buena en el mundo.

Que nos pide el cuerpo: ¿la solidaridad o la justicia? Una primera mirada sobre nosotros mismos y sobre lo que nos rodea nos podría indicar que lo que nos pide el cuerpo es el egoísmo desenfrenado. Nos damos cuenta, a veces de tantas situaciones de insolidaridad e injusticia, comenzando por nosotros mismos, que tenemos una sensación de impotencia. Desde ella soltamos frases como estas: “este mundo es un asco” “esto no tiene remedio” “el hombre será siempre egoísta y por lo tanto injusto”. Que estemos en esa situación no deja de extrañar cuando nos damos cuenta de que, como seres humanos, somos radicalmente abiertos y dependientes unos de otros; de tal modo si no fuera por esa apertura y complementariedad ni siquiera existiríamos. Lo que nos hace personas son las relaciones que nos dan origen y que nosotros mismos desarrollamos a través de nuestras vidas. El crecimiento de la persona se mide por su capacidad de comunicarse con otras y de descubrir en ellas el complemento necesario de sus propias carencias o necesidades. Pero en realidad el cuerpo nos pide la solidaridad; así estamos hechos y nuestra vocación es: la comunión unos con otros. Lo que pasa es que andamos por la vida con una comunicación bien reducida; a nuestra familia, a nuestro grupo de amigos, a nuestros conocidos, eso del bien común; el bien de todos, esté donde estén, lo conozcamos o no, se nos queda muy lejos.

Algunos si lo entienden: cuando el amor es gratuito La nobleza del corazón humano sale a flote muchas veces. No se entendería de otro modo a quienes dedican toda su vida a los demás, y no precisamente a su familia –a la cual incluso renuncian- sin esperar nada a cambio. Todos conocemos a gente concreta que ha hecho esta opción de vida. La mayoría de ellos son hombres y mujeres profundamente creyentes que han dedicado su vida al seguimiento radical de Jesús. Pero, en el día a día, hay también mucha gente que orienta la totalidad de su existencia del lado de la solidaridad; hay quien presta dinero sin

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intereses, quien adopta a un niño abandonado por sus padres; quien acompaña a un drogadicto en su periodo de recuperación, hay quien se pasa todas sus horas libres junto a un enfermo, anciano o persona sola; hay quien hace suya la causa de los más desfavorecidos; hay quien orienta al ejercicio de su profesión, teniendo en cuenta a los más débiles y necesitados como principales destinatarios; que escoge su lugar de residencia entre la gente más pobre. Todas estas manifestaciones de la nobleza del corazón humano producen en la persona una enorme alegría y una profunda manifestación. Es el pago del amor gratuito.

REFLEXIONAMOS Y COMPARTIMOS 1. 2.

3.

¿Conoces comportamientos solidarios en el ambiente donde vives? sin embargo, aun descubres cosas que no funcionan bien por el egoísmo humano o por la injusticia con la que organizamos nuestra propia vida, ¿podrías expresar las que te parecen más notorias? ¿Qué tipo de valores deberíamos transmitir y vivir en familia, en la educación, en las organizaciones sociales, para dar espacio a la solidaridad y a la justicia?

UNA BUENA NOTICIA La fe cristiana h a impulsado y continua impulsando no solo gestos puntuales de solidaridad y justicia, sino estilo de vida desde el valor del amor gratuito. En el grupo pueden hacer un pequeño repaso de algunas acciones más significativas de solidaridad que realiza la iglesia.

Jesús desarrolla todas las posibilidades del corazón humano Ante todo, con su propia manera de ser hombre: el fue totalmente un hombre para los demás. La conciencia de su misión lo lanza radicalmente a los otros, especialmente a los más pobres y necesitados, haciendo suyo un texto de Isaías, el que dice: “hoy se cumple en mi”, el Espíritu del Señor esta sobre mí, porque me ha ungido para que de la buena noticia a los pobres. Me ha enviado para anunciar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos, para proclamar el año de gracia del Señor” (Lucas 4, 18-19)

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En una ocasión Jesús tiene que responder a Juan el Bautista si él es el que había de venir, o todavía había que esperar a otro. Y estas son las señales que le da: vayan y digan a Juan lo que han visto y oído; los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, y los muertos resucitan, a los pobres se les anuncia la buena noticia. Y dichoso el que se escandalice de mi (Lucas 7,20-23). Y Jesús elige para sí la pobreza como estilo de vida para el cumplimiento de la misión, basta recordar todas las tentaciones que tuvo Jesús; todo el mundo de los pobres marginados con quienes convive, sienten profundamente la posibilidad de su reintegración y recuperación. Esto es lo que significa el hecho de que con frecuencia Jesús comió con marginados sociales y religiosos. La comunidad de mesa significa reintegración de lo excluido. Lo mismo había que decir que los milagros que, en su mayoría, son signos de oferta salvadora a los más necesitados. Jesús justifica su comportamiento solidario, porque así es su padre.

“hagan ustedes lo mismo” Estas palabras las utiliza Jesús en dos momentos importantes en la última cena: después de instituir la eucaristía y después de lavar los pies a los discípulos. El que había resumido así su vida; he venido a servir y no a que me sirvan. Porque así quiere Jesús que sean sus seguidores: Lucas 10, 25-37 nos ofrece una parábola de fraternidad: el buen samaritano. Se trata de solidaridad con toda persona necesitada. En la enseñanza, también Jesús repite, haz tú lo mismo. Como identificándose con el buen samaritano.

Presencia de Jesús en los pobres Tan fuerte es la exigencia del amor a los necesitados, que Jesús mismo se identifica con ellos. En el capítulo 25 de Sn. Mateo es donde esa identificación se expresa con más claridad: ¿cuándo te vimos con hambre y te dimos de comer o con sed y te dimos de beber?, ¿Cuándo llegaste como extranjero y te acogimos o desnudo y te vestimos?, ¿Cuándo estuviste enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?... pues yo les aseguro: cada vez que lo hicieron con un hermano mío de estos más humildes, conmigo lo hicieron.

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Por algo, Sn. Lucas, en los Hechos de los Apóstoles (20,25), recuerda literalmente unas palabras de Jesús: hay más alegría en dar que en recibir. También San Juan dice: si uno posee bienes en este mundo, y viendo a su hermano que pasa necesidad, le cierra sus entrañas, ¿Cómo va a estar en el amor de Dios? Hijos, no amemos con palabras y de labios, sino con obras y de verdad” (1juan 3, 17-18).

LLAMADOS A LA CONVERSION 1. ¿Tiene alguna experiencia de cómo Dios te ha hecho solidario? 2. El ejemplo de Jesús-“un hombre para los demás”-¿te puede servir de estimulo para superarte?, ¿alguna vez has experimentado en tu interior hacia donde te puede conducir en el terreno de la solidaridad y la justicia el seguirle?

BUSCANDO EL ROSTRO DE DIOS OBJETIVO: Descubrir las actitudes que pueden llevarnos a un encuentro autentico con Dios.

APROXIMACIÓN A LA REALIDAD: Se puede afirmar que no hay realidad que haya dado origen a tantas preguntas, y tanta búsqueda como la realidad de Dios. Tanto así, el ser Catequesis de Adultos

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humano, aparte de decir que es por naturaleza social o laboriosa, se dice también que es religiosa. Pero no nos vamos a acercar a la realidad de esta manera global analizando eso que se ha llamado el fenómeno religioso, sino que vamos a bajar a lo concreto, al ser humano que somos tú y yo y a la relación que nosotros estamos viviendo con ese otro se, a quien llamamos Dios.

BÚSQUEDA APARENTE DE DIOS Desde el hombre primitivo hasta nuestros días, la búsqueda de Dios no ha terminado. Muchos Salmos acogen esa búsqueda dándole una forma poética de extraordinaria belleza. Salmo 63 “Oh Dios, tú eres mi Dios, desde el amanecer te deseo; Estoy sediento de ti, a ti te anhelo En una tierra sedienta, reseca, sin agua. Quisiera contemplarte en mi templo, ver tu poder y tu gloria.” También hay pensadores modernos, que dan referencia a la búsqueda de Dios, alguien hace poco decía: “Siempre he vivido entre la ausencia de Dios y la esperanza de su presencia”-

Y YO, ¿BUSCO A DIOS? Los caminos de búsqueda son muy diferentes, se pueden multiplicar los relatos de experiencias de otros, testimonios, escritos, etc., nos pueden ayudar mucho, pero lo que realmente importa es la propia búsqueda personal. Preguntémonos si ¿realmente con sinceridad, hemos buscado a Dios? ¿con que seriedad lo hemos hecho? ¿en que momentos de nuestra vida?

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DEL MIEDO A DIOS A LA BÚSQUEDA SERENA DE DIOS: En la antigüedad muchas personas, en particular desconocedores de la realidad del mundo, confundían y a la vez asustados con los fenómenos naturales, creían que era nomas un “capricho de Dios”, por ende trataban de ganarse su protección; lo confundían muchas veces con lo “misterioso de la naturaleza”, y generalmente tenían una vida muy arraigada a los ciclos naturales. El hombre de hoy, tiene mayor conocimiento, y dominio de la naturaleza y de todo lo que le rodea. Por lo tanto la búsqueda de Dios no está determinada en su mayoría por factores externos, sino por la llamada que siente en su interior.

ALGUNOS MODOS DE SITUAR A DIOS: Antiguamente se creía o se trataba de situar a Dios, en lugares de “fuera” generalmente en ríos, cerros, montañas, nubes, dando paso después a la construcción de lugares más específicos como lo son los templos “como morada de Dios” Los Cristianos actuales no podemos evitar el deseo de “encerrar” a Dios, pero crece de una forma muy considerable el deseo de encontrarlo presente en el interior. Algunos lo piensan como una energía misteriosa, para muchos estas experiencias se las atribuyen al Espíritu Santo. Quizás algunos acudían a rendirle culto a Dios, cargando con elementos extraños (supersticiones) que creaban una dimensión mágica; en la actualidad, sin perder la dimensión del misterio, se sitúa a Dios de una manera más familiar, más cerca, y se le rinde un culto más sencillo y cordial. A pesar del desarrollo, aun persisten las interrogantes, propias de hombres primitivos ¿Cómo eres? ¿Dónde estas? ¿existes? ¿tienes algún plan para mí o para nosotros? ¿podremos algún días entrar en comunión contigo?

DIOS ES QUIEN BUSCA AL HOMBRE: Catequesis de Adultos

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En lo más profundo de la experiencia religiosa, se logra comprender que es Dios quien busca al ser humano, y que somos encontrados por Él, por eso es necesario que conozcamos las actitudes personales que pueden dificultar y las que pueden favorecer este encuentro, al que se le llama búsqueda de Dios. En este proceso es común que el ser humano, confunda y se sienta tentado de ser como Dios, por citar algunos casos, en el jardín del Edén, el maligno le dijo a Eva “serán como dioses”, algo que se repite en la torre de Babel; en nuestro tiempo algunos creen ver a Dios como un competidor de su libertad y autonomía en el mundo. No todos somos capaces de expresarlo como lo hacen algunos pensadores modernos, pero incluso, en nuestra sencillez, se nos puede meter esta actitud, se nos mete siempre y cuando no creemos necesitar de Dios, esta no es una buena actitud de buscarlo.

ACTITUDES QUE PUEDEN BÚSQUEDA DE DIOS:

AYUDARNOS

EN

LA

1. Buscarlo no con fines interesados o materialistas. 2. Ser consciente de que Dios está siempre más allá, y seguir siempre buscándolo, buscándolo. 3. Buscar a Dios no solo fuera, sino que también dentro de uno mismo. 4. Tener muy claro que más que buscar nosotros a Dios, somos buscados por Él.

UNA BUENA NOTICIA: “la verdadera búsqueda de Dios se parece a la actitud de un hombre que se sienta y escucha. Y es lógico que sea así, porque, en definitiva, Dios no es algo que hay que construir o hacer, sino que es alguien a quien hay que recibir. Y cuando se recibe a alguien, hay que empezar por sentarse y escuchar”. . Quisiéramos escuchar a Dios, ¿Quién puede darnos a conocer al verdadero Dios? ¿Quién puede acercarnos a Él? Seria excelente dar con ese mediador. Catequesis de Adultos

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El mediador es Jesús, Él dijo de sí mismo: “yo soy el camino, quien me ve a mí, ha visto al Padre, nadie conoce al Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar” Hemos tenido el regalo de conocer a Dios a través de Jesús, con una lectura sencilla del evangelio nos damos cuenta de que Jesús nos quiere decir como es Dios, de dos maneras: 1. Con su modo de actuar, sus hechos, sus actuaciones, viendo como Jesús actúa (perdonando, acogiendo, orando, entregándose, etc., incluso muriendo en la Cruz) 2. Con sus palabras, en las cuales quiso y quiere transmitirnos el verdadero rostro de Dios

EL TRABAJO ¿CASTIGO O REALIZACIÓN? OBJETIVO: descubrir el verdadero valor que tiene el trabajo desde el punto de vista Cristiano-humano.

ACERCAMIENTO A LA REALIDAD: Todos conocemos o por lo menos tenemos la noción de la importancia del trabajo que tiene en la vida personal, familiar, social y cultural.

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Generalmente nos damos cuenta, cuando el trabajo nos hace falta o nos acecha el desempleo. Cada ser humano tiene su record de trabajo a lo largo de su vida (historia). El trabajo nos habla de las dificultades, a veces se torna aburrido, ya sea en el campo, oficina, fábricas, estudios, etc.; pero también nos habla de las alegrías de una labor bien hecha, gozando de un sueldo “digno”, sabiendo que podemos ser útiles para lo que se nos presente, y aun más cuando nos dan incentivos o motivaciones. Por eso el trabajo contribuye a la realización de cada persona, es fuente, creador y bienestar para poder vivir con dignidad; además de que es fuente de relaciones entre personas y un medio para poner la naturaleza a nuestro servicio, dentro del respeto que la naturaleza se merece.

DIFERENTES FORMAS DE VER EL TRABAJO: Hay quienes piensan (según la manera de ver el trabajo), que el “trabajo es de tontos”, “trabajar es un castigo” “si me gano la lotería, Adiós al trabajo” etc.; hay también estas expresiones que dan razón de los elementos negativos, “hay trabajos que te embrutecen”, “te explotan en tu trabajo” “jamás me dan vacaciones, trabajo como robot” etc. Los que piensan positivamente, escucharemos expresiones tales como “disfruto mi trabajo” “me dedico y me esfuerzo por dar lo mejor de sí” “poder trabajar es un privilegio, una bendición de Dios”, y quizás algunas como estas: “lo que yo hago, a otros les sirve”, “me gusta sentirme útil”, etc.

Nota: las siguientes personalmente.

preguntas

es

para

que

las

reflexionemos

1. ¿Realmente el trabajo es un valor para el ser humano? 2. ¿Cuándo no tengo trabajo, ha cambiado mi carácter con los demás? 3. ¿Qué sucede con el trabajo que destruye la naturaleza?

EL TRABAJO PERSONAL:

COMO

MEDIO

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DE

REALIZACION

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Salimos al paso de nuestras necesidades con el trabajo. Pero realmente disponemos de un serie de aptitudes y cualidades, que cuando lo logramos ponerlas en juego, nos realizamos como personas, somos inteligentes, libres, creativos, cuando el trabajo corresponde a nuestras capacidades nos sentimos solidarios, satisfechos y realizados. Aunque no siempre llegamos a nuestras metas, a veces porque buscamos dinero en exceso o ganancias ilícitas, como principal objetivo de nuestro trabajo, o porque nos vemos obligados a trabajar en aquello para lo que no tenemos vocación, etc. Somos individuos, pero vivimos en sociedad, estamos hechos para vivir con otros (con-vivir), en otras palabras sin la (co-laboracion) de los demás no sería posible vivir. Es por eso que el trabajo es uno de los medios fundamentales para relacionarnos con los otros, y todos juntos para contribuir a que todos dispongamos de lo necesario para vivir; cuando en el trabajo aparecen los intereses egoístas, se produce entonces la competencia, la explotación y la marginación, por ello cuando el trabajo se realiza de esta manera deja de ser colaboración al bien común, y entorpece la realización personal. A tal situación hay que luchar responsablemente por un trabajo que de dignidad a todos, realizando en unas condiciones en que el hombre y la mujer no solo sufran atentados contra su dignidad, sino que puedan realizarse como personas.

EL TRABAJO, COMO MEDIO PARA HACER UN MUNDO MEJOR A través de nuestro trabajo, hogar, estudios, fabricas, campo, etc., sacamos a la luz algo que de otro modo no existiría, acrecentamos el bienestar y prevenimos los peligros; hacemos que el mundo sea un poco mejor.

LA BUENA NOTICIA

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Dios creó el mundo y lo llenó de su bondad “…y vio Dios que era bueno…” Gn. 1 SS. pero no termino su obra ahí, sino que sigue creando sin cesar, y lo crea también con nuestra colaboración. El trabajo une a los hombres y mujeres, fomentando la unión y solidaridad entre las personas, crea entre todos un tejido de relaciones y ayuda mutua, que hace posible una vida humana. Es por ello que el trabajo no es castigo. Lo es el vacio de una tierra que se vuelve dura e ingrata para el hombre que la trabaja. El fruto del pecado es el sufrimiento. “El trabajo es un mandato divino para hacer posible la vida humana”

CONVIVIR: UNA NECESIDAD Y UN PROBLEMA OBJETIVO: descubrir el valor de la convivencia como una experiencia básica y común de todo ser humano y como una exigencia del Evangelio.

APROXIMACION A LA REALIDAD Todos tenemos la necesidad de convivir con los demás. Convivir = vivir-con, es la experiencia que todo ser humano tiene con los demás, por eso convivimos con la familia, amigos, vecinos, trabajo, iglesia, etc. Catequesis de Adultos

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Aunque los niveles de convivencia son distintos, no es lo mismo convivir con la familia que con los amigos.

DE LA CONVIVENCIA, SURGE LA AMISTAD Sin una relación de amistad, nos condenamos a vivir en un egoísmo infantil, nos incapacitamos para una vida equilibrada psicológicamente, ya que nuestra existencia está hecha para con-vivir, no “unos contra otros” sino que “unos-con otros” Papa Pablo VI Estamos necesitados de los demás para casi todo, para nacer, aprender, gozar, rezar, etc.

DOS EXPERIENCIA DE CONVIVIR LA CONVIVENCIA ES RICA Y MARAVILLOSA De hecho, la convivencia influye enormemente en cada uno de nosotros, con todo lo que nos aporta y en lo que, en menor o mayor grado, vivimos metidos. Es por eso que para bien o mal, influye la familia, amigos, maestras, compañeros de estudio, trabajo, e iglesia, etc, en fin en todo ambiente que vivimos. Todos ellos nos dan valore y riquezas muy diferentes, afecto, intimidad, acogida, perdón,… etc. La amistad de unos con otros, tiene gran importancia, porque todos necesitamos, intimidad con los “amigos”, en quienes la mayoría confiamos, por eso la gran mayoría suele decir “es que no tiene uno en quien confiar”. La amistad es el regalo más valorado, y cantado por lo largo de la historia, escritores, religiosos, testimonios de personalidades han hablado maravillas de la amistad. 1. San Agustín, solía decir, “…nada es grato para el hombre, si no tiene un amigo…” A. Camus “es imposible ser feliz estando a solas”

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2. Francis Bacón, “la amistad duplica las alegrías y divide las angustias por la mitad” 3. Proverbios, en este libro encontramos que “un amigo es un tesoro”

LA CONVIVENCIA, COMPLEJA Y DIFÍCIL B. Sin lugar a dudas, la convivencia es necesaria, pero no es fácil, ni sencilla… C. A veces nos cansamos de aquellos que nos rodean con quienes con-vivimos, y por tanto buscamos escapar y procurar descansar a solas. D. No conseguimos librar del todo de un cierto egoísmo, que nos hace ser el centro de todo y de todos. E. El trabajo, la vida cotidiana, la política, diferentes estatus, etc. Muchas veces nos crea conflictos, provocan dificultades en la convivencia, y nos aísla. El racismo, o discriminación, expresado en la indiferencia con que tratamos t dejamos solos a los inmigrantes y a las personas de otras culturas; las dificultades de la convivencia de las diferentes generaciones, sin llegar a un conflicto, generacional declarado, tremenda la soledad que muchos padres tienen con sus hijos, etc.

BUENA NOTICIA A. En cierta ocasión llamaron a un joven a incorporarse a las filas del ejército para la guerra, negándose a ir expreso: “no puedo matar a mi vecino, con quien he compartido la comida y la bebida, ni a los amigos del grupo musical, sean del lugar que fuesen. B. Alguien que visita al grupo, y cena con ellos, relata que en sobremesa: irrumpe un perro de esos que causan miedo, pero no hay que inquietarse, pertenecen también a la familia, curiosamente se aproxima un gato, pero al ser también de la familia, no produce en el perro ningún sentimiento de odio.

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C. Dios educa a su pueblo en las actitudes fundamentales, la Alianza del Sinaí, es uno de esos momentos, a él tenemos que recurrir para saber que tipo de relación quiere Dios de los hombres y mujeres con Él y los hombres y mujeres entre sí. D. Jesús mismo por la pasión de la fidelidad y amor a su padre, ama a todos los hombres y mujeres, especialmente a los más pobres y marginados, a quienes se abre como hermano. Con algunos de ellos constituye un grupo de cercanos, para que estuvieran con el Mc. 3, 13-14 E. Jesús resucitado en el encuentro con sus discípulos, para disipar dudas e infundirles confianza (Jn. 21, 1-25) (Lc. 24, 13-35) son encuentros del amigo vivo, hermano fiel, que busca infundir la cercanía y la confianza del reconocimiento.

LLAMADOS A SER LIBRES Libertad: Facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos.

¿Libres para qué? Libres con limitaciones: todos debemos de estar convencidos de que somos libres, pero al mismo tiempo con limitaciones, experiencia que a veces nos produce cierta estabilidad: Ejemplo. 1. Fuerza física. 2. Hazañas.

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Sn. Lc. 1, 26-38 (Como María, también tenemos la opción de elegir, lo que consideremos bueno o malo, sin presión) En ocasiones, en nombre de nuestra libertad, podremos llegar a pensar o decir. “prohibido prohibir”, “tengo derecho a equivocarme”. Etc. Pero ahí estamos, junto a los demás, obligados a aceptar normas de convivencia, aunque lo hagamos de mala gana, los derechos de los demás, en el mundo exterior, las circunstancias que vivimos nos limitan: Ejemplo. 1. Matrimonio y noviazgo. 2. Amigos. 3. Cosas materiales (celulares, tv, vehículos, etc.) Todas las anteriores, nos pueden producir cierta atadura, y es por eso que no llegamos a ser realmente libres. Hay que tomar en cuenta, que mi libertad, pasa también por la libertad de los demás, porque mis derechos terminan, donde comienzan los derechos de los demás. Ejemplo. 1. “Si te marchas, yo me muero.” 2. “Si no me lo compras, yo lloro.” Los vicios (alcohol, juegos de azar, individualismo), cuando le damos más importancia a estas situaciones, ponemos en riesgo nuestra libertad, y es ahí donde caemos a las nuevas esclavitudes. LA FE Y LA LIBERTAD: tendrían que ir de la mano, porque si yo tengo fe (creer firmemente) propia, expreso mi libertad. Pero si me dejo llevar por comentarios, automáticamente, me plasman una idea que al final puedo llegar a vivirla sin convencimiento. RECORDEMOS: que nuestro Dios, es un Dios que libera o le gusta la libertad: 1. 2. 3. 4.

Paraíso, Adán y Eva. Torre de Babel. Liberación del pueblo de Egipto. Sodoma y Gomorra, etc.

Nuestro Dios, siempre ha querido que vivamos libres, pero usualmente abusamos de la confianza que nos da (agarramos el pie), es ahí donde caemos en un libertinaje. Catequesis de Adultos

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Libertinaje: desenfreno en las obras o en las palabras. Pero Dios siempre es comprensivo con nosotros, nos ama tanto, que incluso llego al extremo de entregar su único hijo por nosotros (Jesús) quien murió en la cruz. El secreto para una verdadera libertad es… la verdad. Sn. Jn. 8, 31-32

LA FAMILIA ¿GOZO O AGUANTE? OBJETIVO: dar a conocer a la familia como un cumplimiento del Proyecto de Dios.

ACERCAMIENTO A LA REALIDAD: La familia como la primera experiencia humana, donde se desarrollan todo tipo de relación (conyugal y familiar)- es aso como se nace y se crece en el hogar, en “afecto, armonía y convivencia”.

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Resulta interesante comprobar que en las encuestas, sobre los valores más apreciados por los jóvenes, la familia ocupa uno de los primeros lugares, a pesar de todas las dificultades que en ella pueda haber. La familia sigue siendo en la actualidad, un espacio de afecto, cariño y amor; resulta cierto que muchas familias tienen un verdadero gozo de convivencia y saben hacer de lo suyo un verdadero hogar. Mas sin embargo los problemas que muchas familias afrontan en la actualidad, no deberían ser un aliciente para olvidar el gozo de vivir juntos, con una gran sencillez de corazón, pero al mismo tiempo tiene que ser con gran profundidad, es por eso bien decir que la familia es una experiencia gozosa.

UN GOZO QUE VA MADURANDO: Muchos de los problemas familiares tienen que ser problemas de madurar. Madurez humana, y en especial afectiva; pero es un proceso que se va consiguiendo, es por ello que el gozo debería de ir madurando. Entiéndase que no es lo mismo, el gozo de los recién casados que el de una pareja que ya ha vivido muchos años, hasta la vejez. La familia es por excelencia el lugar idóneo para cultivar, valores, desarrollo, paz, amor, fortaleza, etc., en este sentido. La vida familiar transmite valores en la vida social, trato con los vecinos, trabajo, educación, momentos de ocio, encuentros con otras personas, amigos (as) etc., un gozo maduro, es un gozo compartido. No es bueno que la familia se aislé en los primeros años, egoísta y calculadora en los siguientes, y angustiada y casi desesperada en la vejez. Cuando se va madurando, el gozo, influye poderosamente en la superación del egoísmo, vemos familias en las cuales cada quien piensa solo en sí mismo, resultado sería un desastre total; o se piensa solamente en el dinero, cuantas no vemos dividas por ello, y por objetos materiales. Incluso hay quienes confunden su hogar como una pensión, porque en ella se atienden solo las cosas más no las personas. La familia se divide en medida en que no se convierte en una defensa de los egoísmos conjuntados de los padres, hijos y de ambos; sin embargo Catequesis de Adultos

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hay familias que han entendido las cosas con ilusión y realismo y son un verdadero ejemplo de el gozo de compartir, entregarse y abrirse aun en medio de las dificultades que puedan afrontar.

NO TODO LO QUE BRILLA ES ORO: Está llegando la crisis familiar, ya sea por causas personales, sociales, etc., la familia se está debilitando y en su mayoría peligrosamente. Los casos más extremos de separaciones y divorcios estamos en la era de los matrimonios “exprés”, por ende se van creando más hijos en “des-amor” y “des-encuentro” sin mencionar mas, es por tal razón que el núcleo donde predomina el mutuo aguante sobre la experiencia gozosa. “cuando la familia simplemente se aguanta, ha comenzado a morir” Hay que afrontar nuestras situaciones, la actitudes debe de ser la misma dentro como fuera del hogar, abiertos, simpáticos, grandes amigos. Cuando se quieren solucionar los problemas, a veces resulta que es demasiado tarde, situaciones de tensión familiar no llegan de golpe, la vamos de preparando poco a poco, en ocasiones sin darnos cuenta, cuando se invierte la dirección, del encuentro al desencuentro; del dialogo al monologo; de la generosidad al egoísmo; del proyecto común al sálvese quien pueda, solo Dios puede salvar una familia.

REFLEXIONEMOS: 1. 2. 3. 4.

¿Cómo estoy viviendo mi vida familiar? ¿Qué experiencia de gozo puedo decir desde mi familia? ¿Por qué creo que se dan muchos fracasos familiares? ¿Qué puedo hacer para mejorar mi vida familiar?

BUENA NOTICIA: La fidelidad y la estabilidad en el amor, es la raíz de toda realidad familiar, Jesús recurre a estas actitudes, retomando el proyecto original de Dios sobre la pareja “…los hizo hombre y mujer…”, por ello el hombre Catequesis de Adultos

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abandonara a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne, de modo que ya no son dos, sino una sola carne “… lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre…” Sn. Mc. 10, 6-9

“la familia es la Iglesia domestica”

ESPERANZA A PESAR DE TODO OBJETIVO: descubrir que Jesús nos señala cual es el camino del hombre en el sufrimiento y como hemos de asumirlo desde nuestra fe.

APROXIMACIÓN A LA REALIDAD La frase “a pesar de todo”, se refiere concretamente al sufrimiento y al mal. Todos los hombres y mujeres, de cualquier tipo y condición, en algún momento de nuestra vida, nos enfrentamos al problema del fracaso y del mal. Nuestros proyectos fracasan ante la realidad del mal; Catequesis de Adultos

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enfermedad, envejecimiento, desgracias, depresión, dolor, muerte, etc. Entonces, entendemos por mal todo aquello que nos produce dolor y nos hace sufrir.

EL MAL ESTA AHÍ, Y LO VEMOS MUCHAS VECES: a) Como inevitable: ahí están los muertos en la carretera, en las guerras, catástrofes naturales, en la hambruna, etc. Gente que sufre a nuestro lado. Que cuyo sufrimiento nos entra por los ojos, a través de todos los medios de comunicación. b) Sintiéndonos impotentes ante él: ¿Qué podemos hacer contra el mal? Incluso cuando algo se hace y algo se logra, hay niveles de sufrimiento que nunca podemos superar, el nivel último del mal es la muerte. c) Como algo que tarde o temprano se nos viene encima: cuando aún no ha llegado, decimos que “estamos de suerte”, pero es una situación tan incierta, que siempre estamos temiendo su llegada.

¿SOMOS RESPONSABLES DEL MAL? No todos los males son iguales, desde el punto de vista de nuestra responsabilidad. a) Hay males que tienen su origen en la limitación y fragilidad de nuestro ser humano. (enfermedad-muerte) b) Otros son producidos por catástrofes naturales. c) Y otros cuyo origen si tenemos responsabilidad. (guerra, odios, venganza, etc)

APARECEN LAS PREGUNTAS: Cuando se trata de sufrimientos ante lo que no podemos hacer nada, nos vienen a la cabeza preguntas y más preguntas…, esto porque la desgracia, el sufrimiento y el dolor tocan lo más profundo de nuestro ser, y por eso son preguntar muy serias: a) b) c) d) e)

¿Por qué a unos si y a otros no? ¿Por qué unos más que a otros? ¿vale la pena venir a este mundo? ¿tiene algún sentido el dolor? ¿habrá quien nos pueda librar del mal?

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El sufrimiento de los inocentes ha torturado y sigue torturando la conciencia de muchos.

DIVERSAS MANERAR DE AFRONTAR EL MAL: a) Algunos optan por evadir. Suelen refugiarse en el alcohol, drogas, vicios etc. b) Otros se rebelan. “esto es injusto” “no hay derecho” c) Otros solo se conforman. “no hay más remedio que asumirlo” d) Hay quienes buscan culpables. “quizás los demás” “los mismos” e) Otros lo asumen con dignidad. ¿ECHAR LA CULPA A DIOS? a) Llegamos a pensar de esta manera: “si de verdad Dios existe, entonces no puede permitir el mal…” b) Tratamos de explicar las 2 realidades: la existencia de Dios y la existencia del mal, por lo cual recurrimos… “será castigo de Dios” o será que “ocurre por la fuerza del destino”

REFLEXIONANDO Y COMPARTIENDO 1. ¿Cómo reaccionas ante momentos de dificultad y sufrimiento personal? 2. ¿Cuál es mi reacción cuando ese sufrimiento lo están padeciendo otros?

LA BUENA NOTICIA Solemos escuchar a las personas que tenemos cerca de nosotros… “estoy roto, pero no hundido; estoy triste pero lleno de paz y esperanza” Son personas que no solo acusa a Dios, ante la enfermedad, el dolor etc. Sino que encuentra en Él el más fuerte apoyo para enfrentarse al mal.

JESÚS Y EL SUFRIMIENTO:

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Dios conoce el sufrimiento humano, no solo como espectador, sino que mediante su conocimiento de la vida y de la historia humana, porque ha sido encarnado en el hombre-Jesús, ha sufrido persecución, traición etc. Es toda la dureza de esta paradoja la que emerge en el grito de dolor, aparentemente desesperado, que Jesús da en la cruz: “Dios mío, Dios mío…” Cf. Mc 15, 34. En la encarnación, Dios asuma toda nuestra realidad humana… “para devolver al hombre el rostro del Padre, Jesús debió asumir no solo el rostro del hombre, sino cargarse, inclusive, el rostro del pecado (SS Juan Pablo II) Al leer el Evangelio, descubrimos que Jesús lucho contra el mal, con sus fuerzas, esto es señal de que no quería el sufrimiento ni para sí mismo, mucho menos para los demás; ahí están los milagros, curaciones, etc Jesús no ha venido a explicar el mal sino a llenarlo con su presencia; al sufrir y morir, nos enseña cual es el camino del hombre en el sufrimiento y como debemos de asumir el sufrimiento y la muerte. Este misterio de la muerte y sufrimiento, quedaría incompleto sino se incluya la resurrección

ANALICEMOS ¿Qué te llama más la atención de Jesús ante el sufrimiento?

EN MI DEBILIDAD, ¿QUIÉN ME COMPRENDERA? La acogida y comprensión (el perdón) “No temas, tus pecados te son perdonados”. “he venido a salvar, no a condenar”. “hoy ha entrado la salvación a esta casa”. “vengan a mi todos los que están cansados y agobiados y yo los aliviare”.

La invitación al cambio (conversión)

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“no peques mas conviértanse”. Convertirse quiere decir, cambiar de dirección, darse la vuelta, lo mismo que se hace cuando uno ha equivocado el camino para llegar al sitio a donde iba. Retrata de un cambio en la forma de pensar de pensar y actuar; de una vida que pasa de los valores de un o misma los valores y criterio de Jesús. “levántate y anda”. Jesús manifiesta una inmensa ternura con los pecadores: la adultera, Zaqueo, la mujer pecadora, y con los enfermos, mucho más necesitados que los demás de sentir la cercanía y el amor de los otros. Jesús los encuentra, los anima, los cura, la presencia de Jesús es sanadora por dentro y por fuera para el hombre. Jesús confía en que el hombre puede cambiar, a pesar de todo. Cuando Jesús tiene que justificar ante los fariseos su modo de obrar, cuando se tiene que defender de quienes le acusan por esa misericordia entrañable hacia quienes ellos consideraban excluidos social y religiosamente, Jesús les presenta la gran justificación: no puede obrar de otro modo, porque Dios, su Padre “es así” (misericordia y perdón). Lo dirá luego Sn. Juan: Dios es amor. Bastémonos mirar el Cap. 15, 1-2 de Sn. Lucas, “la acusación”. Las parábolas de la oveja pérdida, la moneda pérdida y el hijo prodigo, la justificación de esa manera de ser, de acoger a los pecadores y comer con ellos, y no hay otra justificación para Jesús que esta; ese es el estilo de Dios; así es como actúa Dios. Desde la parábola del hijo prodigo, todavía nos adentramos mas en otros dos aspectos importantes de la acogida de Dios al hombre fracasado, pecador e insatisfecho. 1. 2.

Dios está buscando. No espera pasivamente. Está saliendo al encuentro constantemente. despierta en el interior del hombre el deseo del regreso y la esperanza de encontrar de nuevo la casa paterna. La seguridad de ser acogidos para poder comenzar de nuevo, escribiendo la propia historia con una nueva luz. Sentirse acogidos, perdonados y amados como hijos es una experiencia interior capaz de desatar interiormente todas las posibilidades.

Una constante de la fe viva es, por tanto, la del encuentro personal con Dios. No es un encuentro como el que realizamos con otras personas. Es un encuentro realizado en otro nivel. En el nivel más íntimo y personal, un nivel enormemente real, que supone la posibilidad de un dialogo interior, para depositar en él todos nuestros afanes: los sentimientos y experiencias, las vivencias y pruebas, los dolores y Catequesis de Adultos

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alegrías de la vida. Dios padre, amigo y acompañante de mi existencia concreta, es la mejor noticia para poder experimentar la liberación y la salvación. Un gran teólogo alemán, abría así su corazón a Dios: ¿Cómo podría soportarme a mí mismo, si no supiera que tú me soportas, si no tuviera la experiencia de que tú eres un buen amigo? LLAMADOS A LA CONVERSION 1.

2. 3.

detrás de tu experiencia humana de ser acogido y perdonado por los demás, ¿te has dado cuenta alguna vez de la necesidad de la acogida y del perdón de Dios mismo? ¿has llegado en tu interior a sentir la presencia de quien te conoce, te busca y te espera? ¿crees que tú mismo serias más acogedor, comprensivo y perdonador contigo mismo y con los demás, si tuvieras siempre viva la experiencia de la acogida y el perdón que Dios te hace? ¿Cómo sientes en este momento la invitaron de Jesús: vengan a mi todos los que están cansados y agobiados y yo los aliviare?

EL SER HUMANO, UN GRAN MISTERIO OBJETIVO: descubrir que en Jesús se revela el misterio del hombre para ayudarnos a vivir como seres humanos auténticos.

APROXIMADOS A LA REALIDAD contradicciones y confusiones: Los avances de la tecnología moderna (tecnología, medios de comunicación, investigación etc.), han sido formidables. Poco a poco, el

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ser humano va conociendo mejor cuando y como apareció en la tierra, como funciona el organismo, cómo funcionan las cosas que lo rodean. Sin embargo, le quedan por conocer preguntas importantes: que es el ser humano, para que estamos en el mundo, quien ha decidido nuestra existencia… son todas ellas preguntas de sentido. La persona humana sigue siendo un misterio para sí misma. Manifestación de ese misterio son las contradicciones y confusiones en que se ve rodeado el hombre de hoy y la sociedad en la que vive.

Contradicciones y confusiones personales Felicidad y sufrimientos. Por una parte, la persona humana se siente soñadora, sedienta de felicidad, buscadora de libertad, hambrienta de fiesta, de gozo, ce convivencia…; pero, en otra parte, se siente a sí misma como insatisfecha, en conflicto con todos, o con muchos de los que le rodean (quizás con los más cercanos), presa de nuevas esclavitudes, envueltas en tantas veces en el sufrimiento interior y exterior (estados de ánimo, enfermedades, problemas familiares,…) Vida interior y vacíos. Nos damos cuenta de que el secreto de nuestra realización personal lo tenemos en nosotros mismos, en la realidad de nuestra vida interior… pero de hecho, para realizarnos como personas, en lugar de entrar en nosotros mismos, vamos buscando por afuera, a veces, con ansia de más cosas que puedan llenar nuestros vacíos. Avances e inseguridad: hoy como nunca el hombre domina con las nuevas técnicas aspectos de la vida en que en otros tiempos le eran desfavorables (en la salud, trabajo, transporte…) pero no puede, sin embargo, evitar una cierta inseguridad por el armamento destructor, la falta de trabajo causada por las nuevas tecnologías, el horizonte de educación para sus hijos que es imprevisible. Conscientes de nuestros logros, pero amenazados. Comunicación y soledad. Tenemos más posibilidades que nunca para evitar la soledad y el aislamiento, gracias a los medios de comunicación (teléfono, TV, radio,…), a la falta de los encuentran, a la multiplicación de la reuniones, a veces, incluso, estamos en medio de multitudes, pero, posiblemente nos sentimos más solitarios que en épocas anteriores. Más juntos, pero más solos.

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Eficaces, pero menos humanos, sentimos que somos más emprendedores, más dinámicos, que valoramos mas la eficacia, pro quizás somos menos humanos, menos respetuosos y valoramos menos a quienes ya no son eficaces (los ancianos, las personas discapacitadas, los enfermos; es un lamentable fruto de esa mentalidad. Dios y nuestros deseos humanos. En el fondo sentimos la atracción misteriosa de Dios, deseos de mirar un poco más allá de nuestros propios límites, sentimos la necesidad de Dios, sobre todo en determinados momentos de nuestras vidas; pero no nos decimos por una búsqueda seria y sincera de él, nos quedamos solo en un deseo (algo tiene que haber), pero no nos decidimos a encontrarlo. Felices y frustrados. Queremos e intentamos ser felices, con una felicidad que vaya unida a nuestras enormes ganas de vivir, pero nos damos cuenta de que no encontramos los medios para conseguirlo, porque no podemos ser felices de cualquier manera, sobre todo, cuando nuestra ganas de vivir han de contar, aunque nos pese con el hecho de nuestra propia muerte.

Contradicciones y ambigüedades sociales. Exigimos derechos para nosotros y marginamos a los demás. Por una parte, exigimos los derechos de toda persona, también y especialmente de los más débiles, pero, por otra parte, nosotros mismos, a veces sin darnos cuenta estamos creando nuevos marginados, inmigrantes, indígenas, mujeres, etc., nos libramos de nuestros mayores con el fácil recurso al asilo de ancianos, nos oponemos y nos disgusta que se abra en nuestro pueblo un centro para drogadictos, o enfermos del sida. Rechazamos las dictaduras, pero somos dictadores. Estamos contra toda dictadura o totalitismo, pero a veces, nosotros mismos somos unos dictadores en los ámbitos en que nos movemos, (familia, amigos, etc.), o no nos damos cuenta de que también estamos colaborando muchas veces a la creación de los problemas de pobreza, injusticia, marginación de los que nos quejamos en nuestro país. Vivimos en la hambruna y en la pobreza. En una sociedad de la abundancia, no hemos sido capaces de superar el problema número uno de nuestro mundos: el hambre de millones de personas. Cada vez es mayor el abismo que se abre entre los países que se han subido al tren del desarrollo y los que aun no han podido subirse, y si las cosas siguen así, no podrán subirse nunca. Catequesis de Adultos

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Convivencia y tolerancia. Ha mejorado nuestra convivencia desde el respeto a las distintas maneras de pensar y actuar, pero en este mutuo respeto y tolerancia está dando lugar a una gran crisis moral, nos parece que ahora todo vale, todo se puede hacer y nadie puede decir nada por el respeto que se debe tener a la opinión del otro. Por otra parte, tantas veces, no permitimos que nadie nos diga como deberían ser las cosas, sobre todo si estamos nosotros de por medio. Mucho depende de nuestra propia trayectoria personal, del ambiente en el que nos movamos, de nuestra edad, de la situación que estemos viviendo en el momento. Pero sí que es de verdad que, muchas veces, no hay quien nos entienda.

¿hay respuesta para este misterio que somos? Por aquí van algunas:

LOS QUE APUESTAN POR LA NADA Piensan algunos que el ser humano es un desastre, que su vida no tiene sentido, porque su destino es la nada. Con esta mentalidad, se preguntan si realmente vale la pena vivir, hubo un tiempo en que todos estos pensadores sufrían porque el hombre fuera de esta manera, les dolía que el hombre fuera un tamaño desastre. Hoy los que siguen la corriente de pensamiento no sufren ni siquiera por eso, aceptan que las cosas son así, que no puede ser de otra manera, y deciden sacarle la vida lo poco o lo mucho que vaya dando de si en cada momento. Como el único sentido de la vida sería que la vida no tiene sentido.

Los que pasan del problema Hoy abundan. Hacen a un lado todas estas cuestiones, que les parecen perfectamente inútiles. Lo que le importa –dicen- es gozar de la vida lo más posible, buscar pequeños sentidos a lo inmediato sin hacerse grandes ilusiones. Otros porque, no tienen tiempo viven excesivamente metidos en los problemas de cada DIA, económicos familiares…, les faltan motivaciones, clima y tiempo suficiente para hacerse también las preguntas más serias.

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II REFLEXIONAMOS Y COMPARTIMOS 2 3 4

¿Cuáles son las principales contradicciones y confusiones que descubro en mi vida personal? ¿aquellas cosas que las veo perfectamente, pero que luego no las hago? ¿hasta dónde me identifico con esta experiencia que relata san pablo: no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero? ¿Qué contradicciones y confusiones sociales son las más frecuentes en el ambiente donde vivo?

UNA BUENA NOTICIA JESUS DE NAZARET SE REVELA EL MISTERIO DEL NOMBRE Jesús sufrió también en su propia carne con las contradicciones y son funciones del ser humano, aplaudido y rechazado por la misma gente, en medio de un pueblo que buscaba liberarse de los romanos, y al mismo tiempo de manera comprometida con Jesús mismo.

JESÚS EL HOMBRE NUEVO Y nos da a nosotros la posibilidad de ser también personas nuevas en el. Jesús no solo ilumina el misterio de la persona mediante lo que dice ella, sino que manifiesta en su vida el modelo de una persona realizada.

SABER VIVIR COMO HIJOS DE DIOS Ni lo hubiéramos soñado. Pero, en Jesús descubrimos que nuestra llamada es a ser y vivir como hijos de Dios. Lo decía admirado, Sn. Juan “miren que amor nos ha manifestado el padre para ser llamados hijos de Dios, pues lo somos”. Comprendemos así que nuestra vocación de hijos de Dios, en lugar de disminuir nuestra libertad, la realiza en la plenitud del amor.

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SER Y VIVIR COMO HERMANOS DE TODOS Dándonos la posibilidad de ser hijos del Padre, Jesús nos dio también la posibilidad de vivir entre nosotros como hermanos. Una fraternidad con Padre y por eso, una fraternidad que entra en la realización de la propia persona humana, vivió entre nosotros la misma relación que Jesús con el Padre, en el Espíritu. Nuestra llamada, por tanto, es a hacer de nuestra sociedad una comunión de hermanos, desde la justicia y la fraternidad

LA APUESTA POR LA VIDA Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia (Juan 10,10), así describía Jesús el contenido de su misión. Tener la experiencia de la vida es el cumplimiento mayor del ser humano. La experiencia cristiana lleva a Pablo a encararse con la misma muerte. ¿Dónde esta muerte, tu victoria? Porque el centro del mensaje de Jesús es la resurrección y la vida en plenitud. Con Jesús ya como personas nuevas. En el estamos llamados a realizar el proyecto del Padre. El nos llama para que podamos repetir la experiencia de los primeros discípulos, “no se nos ha dado en la tierra otro nombre en el que podamos salvarnos” (Hechos 4,12). Porque de salvar la propia vida se trata, solo que únicamente la salva quien ha aprendido a perderla.

LLAMADO A LA CONVERSION 1 2

¿a que preguntas más inquietantes sobre el misterio del ser humano nos pueden responder Jesús y su mensaje? ¿son preguntas que nos preocupas y que preocupan a la gente? Si estas preguntas no nos preocupan ¿por dónde deberíamos comenzar? ¿Qué nos pude estar fallando? ¿Qué puede estar fallando si la gente considera todo esto como importante y vital para sus vidas?

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ÍNDICE Tema

Página

Introducción Dedicatoria Finalidad

02 03 05

UNIDAD 1 ¿Qué es ser Católico? El amor del Padre El pecado y sus consecuencias La salvación en Jesús Vida en el Espíritu Santo

07 13 16 20 22

UNIDAD 2

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Historia de la Iglesia Antiguo Testamento Nuevo Testamento Búsqueda de citas bíblicas

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26 31 33 36

UNIDAD 3 Sacramentos Sacramento de el Bautizo Sacramento de la Confirmación Sacramento de la Eucaristía Sacramento de la Unción Sacramento de la Reconciliación Sacramento del Orden Sacramento de el Matrimonio

41 43 49 56 65 71 80 86

UNIDAD 4 Credo Padre Nuestro Ave María Los 10 Mandamientos Dones y Frutos del Espíritu Santo Mandamientos de la Iglesia Virtudes Teologales y Humanas

93 96 102 104 105 107 108

UNIDAD 5 María la Mujer creyente Advocaciones Marianas Biografía de San Juan Bautista Pecados Capitales Obras de Misericordia Laico en la Iglesia

110 122 126 131 136 137

UNIDAD 6 ¿Vivir para ser o vivir para tener? Decididos y valientes, ¿Quién o que nos ayudará a serlo? ¿Dónde encontrar la felicidad? Llamados a ser solidarios y justos Buscando el rostro de Dios El trabajo ¿Castigo o realización? Convivir: Una necesidad y un problema Catequesis de Adultos

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Llamados a ser libres La familia ¿Gozo o aguante? Esperanza a pesar de todo En mi debilidad ¿Quién me comprenderá? El ser humano un gran misterio

BIBLIOGRAFÍA EVANGELIZACIÓN PRIMER ANUNCIO ALFONSO NAVARRO CASTELLANOS MISIONERO DEL ESPÍRITU SANTO

CONCILIO VATICANO II Y CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA, COMPENDIO INTRODUCCION GENERAL A LA SAGRADA ESCRITURA FRAY MILTON JORDÁN CHIGUA OFM CAP. 1era. EDICIÓN

DOCUMENTO CONCLUSIVO, V CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO Y DEL CARIBE APARECIDA-BRASIL, MAYO 2007

¡QUEREMOS VER A JESÚS! CATECUMENADO, CAMINO DE LA MISIÓN

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P. JUAN MARÍA PIU (MISIONERO COMBONIANO)

VERBUN DOMINI LA PALABRA DE DIOS EN LA VIDA Y MISION DE LA IGLESIA BENEDICTO XVI

BIBLIA NUEVA JERUSALÉN BIBLIA DE AMÉRICA BIBLIA LATINOAMERICANA BIBLIA DE NUESTRO PUEBLO LUÍS ALONSO SCHÖKEL BIBLIA DEL PEREGRINO, AMÉRICA LATINA

JESÚS DE NAZARET, EL ACOMPAÑANTE DE TU VIDA CATEQUESIS PARA ADULTOS, PROGRAMA DIOCESANO DE CATEQUESIS DIÓCESIS DE HUEHUETENANGO

www.aciprensa.com www.corazones.org www.catholic.net

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