Templo Discursos

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Abril 1993 General Conference La Adoración En El Templo David B. Haight Of the Quorum of the Twelve Apostles “Pero aun mas majestuosa que el templo mismo es la visión del propósito de los templos … redimir a toda la humanidad que sea obediente a las leyes y mandamientos de Dios.” Me siento feliz, al igual que todos ustedes, porque hemos sostenido juntos a nuestros lideres de la Iglesia, y damos la bienvenida a los hermanos Neil Andersen y Todd Christofferson, nuevas Autoridades Generales. Nuestro corazón se llena de gratitud por el crecimiento de la Iglesia, evidenciado por tantos miembros nuevos, el aumento del numero de misioneros, y la edificación de mas templos y mas capillas y centros de estaca. Estamos creciendo y continuaremos creciendo si nos esforzamos por acercarnos a las personas que buscan esperanza y salvación. Nuestro mensaje esta al alcance de todos, y afirma que Jesucristo es literalmente el Hijo de Dios y nuestro Redentor, por medio del cual obtenemos la salvación; que en esta época José Smith fue el que reveló lo que sabemos de Cristo y de la salvación; que el Libro de Mormón es un testigo de la divinidad de Cristo y que la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es la Iglesia del Señor en la tierra y la única organización que tiene autoridad para enseñar el evangelio y administrar sus ordenanzas. Invitamos a todos a participar en las bendiciones que esas verdades nos traen. Hoy es el ultimo día de la recepción publica del Templo de San Diego, California. Cuando se cierren las puertas esta noche, mas de setecientas mil personas habrán entrado a ver el templo. Los primeros días de la recepción se reservaron para lideres civiles, locales y del estado, ministros de otras iglesias, lideres prominentes de negocios y magistrales, y también para los representantes de los medios de comunicación. Cientos de ellos aceptaron la invitación. Fue mío el privilegio, al igual que el de otros hermanos, de dar la bienvenida y hablar a estos invitados y de contestar sus preguntas. Temprano por la mañana del primer día. sin importarles la lluvia, estos invitados esperaron en fila para entrar a la Casa del Señor. Con reverencia caminaron por los salones del templo y observaron maravillados la belleza arquitectónica, los muebles y la decoración tan apropiados a una Casa del Señor. Habían oído hablar o leído sobre este templo y fueron a verlo con sus propios ojos. El rabino Wayne Dosick escribió en el periódico judío de San Diego: “Este templo, a pesar de haber sido construido con materiales terrenales es un lugar que inspira emociones celestiales. Este templo mormón se vale de una arquitectura bellísima para crear un edificio que atrae la influencia divina … Les agradecemos el habernos recordado lo sagrado que puede ser un edificio.” (“Open House Update”, San Diego Jewish Times, 20 de marzo de 1993.) Muchas historias emotivas han llegado a nuestros oídos con respecto a esta recepción, e innumerables personas han sentido la influencia divina. Mas de ocho mil personas han hecho la gira en sillas de ruedas, cada una acompañada de amigos o parientes que las ayudaban. Un hijo joven se detuvo a la entrada para limpiar con cuidado la silla del padre antes de entrar al

sagrado templo. Un dedicado padre levantó en brazos a su débil hija de quince años de la silla de ruedas para llevarla al vestuario de las novias. Ella miró todo y dijo: “Ah, ¡que hermoso es todo esto!” Con una sonrisa y lágrimas en los ojos, puso la cabeza en el hombro de su padre y continuó: “Aquí quiero venir a casarme algún día”. Esta jovencita había ido al templo directamente del hospital, donde ha pasado la mayor parte de los últimos cinco años. Se había cumplido su sueno de ver el templo. Los que han ido a la recepción no sólo se han maravillado de su belleza, sino que los comentarios que han hecho indican que muchos han sentido una gran reverencia y una gran emoción. Durante mas de cien años, estos mismos sentimientos se han abrigado en el corazón de miles y miles de visitantes a esta Manzana del Templo al ver la impresionante majestad e inigualable belleza del Templo de Salt Lake. Cien años después de su dedicación, todavía se yergue honroso como un espléndido monumento a la fe, la industria y la visión de los santos de Dios que lo edificaron. Pero aun mas majestuosa que el templo mismo es la visión del propósito de los templos que guió a los que lo edificaron, y ese fin es redimir a toda la humanidad que sea obediente a las leyes y mandamientos de Dios. La plenitud del evangelio se reveló a Adán y sin duda todos los ritos religiosos derivan de las verdades que se le dieron a el. Algunas de las practicas religiosas de esas primeras épocas, sin duda se han corrompido al pasarse de generación en generación. Pero los miembros fieles que entienden la naturaleza eterna del evangelio y del propósito de Dios de llevar a cabo la vida eterna del hombre entienden claramente por que la historia humana tiende a desenvolverse alrededor de la construcción y uso de los templos. (Véase John A. Widtsoe, “Temple Worship”, Utah Genealogical and Historical Quarterly, abril de 1921, págs. 53–54). Los santos de todas las épocas han tenido templos de una forma u otra. Hay evidencia de que la obra del templo era común desde Adán hasta Noé y que después del diluvio se transmitió el santo sacerdocio; por lo tanto, tenemos razones para creer que las ordenanzas del templo estaban al alcance de los que eran dignos de recibirlas. (Véase “Temple Worship”, pág. 52.) El Señor mandó: “… a Moisés que edificara un tabernáculo que pudieran llevar consigo por el desierto … a fin de que se pudieran revelar las ordenanzas que habían estado ocultas desde antes que el mundo fuese” (D. y C. 124:38). En Éxodo el Señor enseñó a Moisés con todo lujo de detalles las especificaciones y requisitos de la construcción del tabernáculo. “Aunque no fue mas que una tienda, se amuebló y se diseñó elegantemente, empleándose lo mas escogido de las posesiones del pueblo en su construcción” (James E. Talmage, Artículos de Fe, pág. 170). Tenía que ser portátil a fin de que los israelitas lo llevaran consigo durante su peregrinación, y tenía que servir sus necesidades espirituales, propósito que se cumplió durante mas de quinientos años. Utilidad y grandeza sublime se unieron en la construcción de este edificio peculiar. Esto también se aplica al templo de Salomón, el cual reemplazó el tabernáculo y pasó a ser el santuario permanente del Señor, al igual que lo son los templos edificados con Su autorización en la actualidad. El centro de la comunidad del antiguo Israel era el templo, el que es una institución sumamente antigua.

Uno de los objetivos del templo es tener un lugar donde se pueda efectuar vicariamente la redención de los muertos por medio de las ordenanzas salvadoras y necesarias. La excelsa obra de la redención de los muertos va acompañada de una gran responsabilidad. En un sermón que José Smith dio en el funeral de un buen amigo, élder King Follett, dijo: “La responsabilidad mas grande que Dios nos ha dado en esta tierra es la de redimir a nuestros antepasados” (History of the Church, 6:313). Cuando nos propongamos buscar datos de nuestros antepasados, a menos que tengamos la visión de esta obra de los últimos días y entendamos cómo hacerlo, tal vez pensemos que vamos a pasarnos horas leyendo vetustos libros y microfilmes y años investigando. El Departamento de Historia Familiar de la Iglesia ha microfilmado registros de nacimientos, matrimonios y fallecimientos de casi dos billones de personas. Por lo tanto, lo único que necesitamos hacer por un determinado antepasado, es esperar que sus registros existan, y luego, tratar de encontrarlos. Si, yo se que no siempre es tan fácil. De todas maneras, durante la búsqueda de la información necesaria, mantengan en mente estos tres principios Primero: El Señor nunca nos pide que hagamos nada imposible. Muchas veces nos pide que hagamos algo difícil, pero nunca que hagamos algo imposible. Habrá personas que pensaran que han pedido con sinceridad la guía del Espíritu mientras se encuentran abocadas a la tarea de buscar información acerca de sus antepasados, sin lograrla; y es por ello que piensan que no la han encontrado por falta de fe. Si ustedes piensan de esa manera, les aconsejo que tengan paciencia. Denle tiempo al Señor y tengan fe, que en Su debido tiempo encontraran toda la información que necesiten. Mientras tanto, pidan al Señor que les guíe para que enfoquen su atención hacia otros antepasados, cuya información este mas al alcance de ustedes. Recuerden que cuentan también con otra valiosa fuente de ayuda. Los consultores de historia familiar de su barrio y de su estaca están a su disposición para ayudarles en la búsqueda de sus antepasados, ya que ellos poseen el conocimiento necesario para ayudarlos. Segundo: Comiencen con la información que tienen y luego vayan paso a paso. Si conocen la información esencial acerca de sus padres, regístrenla y después vayan hacia atrás, una generación por vez, buscando los antepasados que no hayan sido bautizados, ni recibido las investiduras, ni sellados. Tercero: No traten de hacer todo al mismo tiempo. El rey Benjamín enseñó: “Y mirad que se hagan todas estas cosas con prudencia y orden, porque no se exige que un hombre corra mas aprisa de lo que sus fuerzas le permiten. Y además, conviene que sea diligente, para que así gane el galardón; por tanto, todas las cosas deben hacerse en orden” (Mosíah 4:27). Por medio de la oración, determinen que pueden hacer por sus antepasados. Habrá muchos factores que puedan afectar su decisión; por ejemplo, la obra que otros integrantes de su familia hayan hecho, su capacidad e intereses, el tiempo que tienen disponible, etc. Pero es importante que hagan algo.

La asistencia regular al templo es una de las formas mas sencillas en las que pueden bendecir a quienes están esperando en el mundo de los espíritus. Si viven cerca de un templo, aprovechen la oportunidad de ir seguido y en forma regular. Si el templo mas cercano esta lejos del lugar donde viven, planifiquen excursiones para que de esa forma, ustedes también se sientan elevados y edificados por medio de esta gratificante y tan necesitada obra de amor. Luella Boyd, una viuda de ochenta y tres años de edad, sale de su casa en Basin, estado de Wyoming, Estados Unidos, a las cinco de la mañana, maneja siete horas hasta el Templo de Idaho Falls, llega cerca del mediodía y luego participa en cuatro sesiones de investiduras. A la mañana siguiente, ella esta en el templo cuando abren y asiste a ocho sesiones más, sin parar para almorzar. Al tercer día. comienza nuevamente a las cinco de la mañana y para el mediodía ya ha realizado cuatro investiduras mas. Después, vuelve a manejar hasta Wyoming, llegando a la casa a las ocho de la noche. sesiones, unos novecientos sesenta y cinco kilómetros, tres días, y mas de ochenta años de edad! Un año ella hizo este viaje once veces, ya que un mes no pudo ir por el mal tiempo. La parte mas excepcional de este relato es que en la actualidad ella sirve como misionera de Historia Familiar, aquí en la ciudad de Lago Salado. Recuerden, la hermana Boyd tiene ochenta y tres años, y la esperan que llegue de vuelta a su casa, cuarenta y cuatro descendientes! Y pensamos ustedes y yo que estamos muy ocupados. Que maravilloso espíritu y que admirable dedicación! Ella es una de los trescientos sesenta y cinco misioneros regulares de Historia Familiar que prestan servicio en la ciudad de Lago Salado, que tiene una extraordinaria experiencia espiritual. Después de haber terminado la obra del templo por sus parientes mas cercanos, traten de identificar aquellos antepasados cuya información es difícil de encontrar, presten servicio en la Extracción de Registros Familiares o hagan una versión de computación de sus registros familiares para que puedan utilizarlos los demás miembros de su familia y muchas otras personas mas a través del Archivo de Antepasados de la Iglesia. Todos estos pasos ayudan a proporcionar las sagradas ordenanzas del templo por sus antepasados. Si participan en esta obra, podrán disfrutar del gozo indescriptible de ser salvadores en el monte de Sión por antepasados suyos que han estado esperando, y que ustedes han salvado. El Señor ha derramado Su Espíritu sobre ustedes, Sus hijos; lo cual puede apreciarse en la nueva tecnología, los procedimientos mas sencillos y el aumento de recursos que nos permiten acelerar nuestro progreso en la redención de los muertos mientras con diligencia tratamos de cumplir con nuestra sagrada responsabilidad. Cuando hemos hecho todo lo honradamente posible para localizar los registros de nuestros antepasados, el Señor guiara nuestra atención hacia aquellos registros que son difíciles de localizar y que se encuentran en lugares inverosímiles, en los cuales se han registrado y preservado información ancestral. Un dedicado misionero de Historia Familiar no podía leer la información microfilmada perteneciente a una mujer. A pesar de todo el esfuerzo que ponía en tratar de descifrar la información, no podía hacerlo. Se arrodilló entonces en su lugar de trabajo y pidió al Señor que le ayudara; pero aun así, seguía sin poder leer el microfilm. Se volvió a arrodillar y a pedir al Señor que lo ayudara, pero todo era en vano; seguía sin poder descifrar el registro. Cuando por tercera vez se arrodilló, le rogó al Señor y le dijo que tal vez esa mujer estaba esperando que se hiciera la obra por ella, y que si el no podía leer la información, mo se iba a llevar a cabo la obra, entonces? Cuando se levantó y miró la pantalla, la información del registro estaba completamente clara.

No me cabe la menor duda, que cuando buscamos diligentemente la información pertinente de nuestros antepasados, y lo hacemos con fe, la encontraremos aun a pesar de que muchas veces no haya disponible ningún registro de sus vidas. La obra por nuestros antepasados es parte del plan divino de nuestro Padre Celestial. Es una asignación sumamente importante que El dio a su Iglesia, que debernos llevar a cabo porque El así lo ha ordenado. Esta obra es un poderoso testimonio de la divina misión de José Smith, por medio del cual fue revelada. John A. Widstoe hizo la siguiente admirable declaración: “Cuando la historia del pensamiento humano deba escribirse desde el punto de vista de la obra del templo, se encontrara que los templos y la obra que se realiza en ellos han sido la influencia dominante en moldear el pensamiento humano desde el principio de la raza humana. Aun las controversias políticas de la actualidad tienen poca o ninguna influencia para determinar el carácter de las personas, si se las compara con la influencia de los pensamientos y convicciones religiosas, especialmente aquellas que se ponen en practica en los templos de la gente” (Extractos de un discurso dado por John A. Widtsoe, Temple Worship, Salt Lake City, Utah, 12 de octubre de 1920, págs. 1–2). La salvación de los hijos de nuestro Padre Celestial, desde Adán hasta la presente generación, es la obra mas importante por tiempo y eternidad. Nuestro gozo, o nuestra desilusión, en las eternidades pueden depender de nuestra diligencia al participar en esta gran obra de los postreros días. El presidente Spencer W. Kimball dijo: “Cuanto mas claramente vemos la eternidad, mas obvio se hace que la obra del Señor … es vasta y grandiosa y tiene marcadas semejanzas a ambos lados del velo” (“¿Y por que peligramos?, Liahona, julio de 1977, pág. 2).

Que el Señor nos bendiga para que amemos a nuestros antepasados y para que seamos dignos de participar en la obra del Templo; ya que esa obra es verdadera. En el nombre de Jesucristo. Amen. Abril 2009 General Conference La adoración en el templo: Fuente de fortaleza en épocas difíciles Richard G. Scott Of the Quorum of the Twelve Apostles Si guardamos los convenios que hemos hecho en el templo y vivimos con rectitud… no hay razón para preocuparse ni sentirse desolado. Todo miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días tiene la bendición de vivir en una época en la que el Señor ha inspirado a Sus profetas para que proporcionen a los miembros acceso cada vez más fácil a los santos templos. Con planificación cuidadosa y algo de sacrificio, la mayoría de los miembros de la Iglesia pueden recibir las ordenanzas del templo para sí mismos y para sus antepasados, y ser bendecidos por los convenios que se hacen en él. Porque te amo, voy a hablarte de corazón a corazón, con franqueza. He visto que muchas veces las personas hacen grandes sacrificios para ir a un templo que les queda muy distante; pero cuando se construye uno que está cerca, hay muchos que no asisten a él con regularidad.

Tengo una sugerencia para ti: Si tienes un templo a distancia conveniente, alguna insignificancia puede interrumpir tus planes de asistir. Considerando tus circunstancias, establécete metas específicas para ir y participar en las ordenanzas del templo, y después no permitas que nada se interponga en ese plan. Ese método asegurará que los que vivan cerca de un templo sean tan bendecidos como lo son los que tienen que planear con anticipación y hacer un largo viaje para llegar a él. Hace catorce años, decidí que asistiría al templo al menos una vez por semana para efectuar una ordenanza. A fin de lograr ese objetivo, cuando tengo que viajar compenso con asistencia extra las visitas omitidas en mi ausencia. He mantenido esa resolución, la cual ha cambiado profundamente mi vida. Me esfuerzo por participar en todas las diferentes ordenanzas que se ofrecen en el templo. Te exhorto a establecerte una meta respecto a la frecuencia con que recibirás el beneficio de las ordenanzas que se ofrecen en nuestros templos. ¿Qué puede ser más importante que asistir al templo y participar en sus ordenanzas? Para un matrimonio, ¿qué actividad puede tener un mayor impacto y brindarles más gozo y una felicidad más profunda que asistir juntos al templo? Ahora compartiré contigo otras sugerencias para que obtengas más beneficio de la asistencia al templo: • Comprende la doctrina relacionada con las ordenanzas del templo, especialmente el significado de la expiación de Jesucristo 1 . • Mientras estés participando en las ordenanzas, considera tu relación con Jesucristo y Su relación con nuestro Padre Celestial. Ese sencillo acto te ampliará más la comprensión de la naturaleza suprema de las ordenanzas del templo. • Expresa siempre en tus oraciones gratitud por las bendiciones incomparables que proceden de las ordenanzas del templo. Vive cada día de tal modo que demuestres al Padre Celestial y a Su Hijo Amado cuánto significan para ti esas bendiciones. • Hazte un horario escrito para asistir al templo con regularidad. • Cuando asistas, dedica el tiempo suficiente para no tener apuro mientras estés en el templo. • Alterna los servicios que prestes a fin de participar en todas las ordenanzas. • Quítate el reloj cuando entres en la casa del Señor. • Con la mente y el corazón abiertos, escucha atentamente a la presentación de cada uno de los elementos de la ordenanza. • Ten presente a la persona por la que estés realizando la ordenanza vicaria. De vez en cuando, ora por ella para que reconozca la importancia vital de las ordenanzas y sea digna de recibir su beneficio o se prepare para serlo. • Reconoce que gran parte de la majestad de la ordenanza selladora no se puede comprender ni recordar con sólo una experiencia personal. El hecho de continuar llevando a cabo con frecuencia la obra vicaria nos permite comprender mucho más de lo que se nos comunica una vez en las ordenanzas personales. • Ten en cuenta que una ordenanza selladora no es permanente hasta después de haber sido sellada por el Santo Espíritu de la Promesa; ambas personas deben ser dignas y desear que su sellamiento sea eterno. Si eres parte de un matrimonio que todavía no se ha sellado en el templo, consideren ambos estos pasajes de las Escrituras: “En la gloria celestial hay tres cielos o grados;

“y para alcanzar el más alto, el hombre tiene que entrar en este orden del sacerdocio [es decir, el nuevo y sempiterno convenio del matrimonio]; “y si no lo hace, no puede alcanzarlo. “Podrá entrar en el otro, pero ése es el límite de su reino; no puede tener progenie” (D. y C. 131:1-4). A veces, cuando oigo a un coro cantar durante el servicio dedicatorio de un templo, me invade un sentimiento tan sublime que me eleva el corazón y los pensamientos; cierro los ojos y en mi mente he visto más de una vez un grupo de personas que desde el templo se extiende en la distancia y se eleva hacia las alturas haciéndose cada vez más grande. Pienso que representan a muchos de los espíritus que están esperando que se efectúe por ellos la obra vicaria en ese santuario y que se regocijan porque finalmente hay un lugar donde pueden liberarse de las cadenas que los han atado en su progreso eterno. Para lograr ese fin, tú tienes que efectuar la obra vicaria; debes buscar a tus antepasados. El nuevo programa de FamilySearchTM hace que ahora esa obra sea más fácil que antes. Es preciso que busques a esos antepasados, prepares la información que se requiere y vayas a la casa del Señor a llevar a cabo por ellos las ordenanzas que anhelan recibir. ¡Qué gran gozo es el de participar en la obra de un templo! Voy a relatar la experiencia de una antepasada de Jeanene, mi esposa, que se llama Sarah De Armon Pea Rich. El comentario que hizo indica el impacto que puede tener el templo en nuestra vida. Cuando tenía treinta y un años, recibió un llamamiento de Brigham Young para trabajar en el Templo de Nauvoo, donde se llevaron a cabo todas las ordenanzas que fue posible antes de que los santos tuvieran que partir y abandonarlo. Esto es lo que ella escribió: “Muchas fueron las bendiciones que recibimos en la casa del Señor y que nos brindaron gozo y consuelo en medio de todas las aflicciones que soportamos y nos facultaron para tener fe en Dios, sabiendo que Él nos iba a guiar y a sostener en la jornada incierta que teníamos por delante. Porque si no hubiera sido por la fe y el conocimiento que se nos concedieron en aquel templo por la influencia y ayuda del Espíritu del Señor, esa jornada hubiera sido como un salto en la oscuridad. El haber tenido que empezarla en medio del invierno y en el estado de pobreza en que nos encontrábamos, habría sido como caminar hacia las fauces de la muerte; pero tuvimos fe en nuestro Padre Celestial, depositamos en Él nuestra confianza sabiendo que éramos Su pueblo escogido y que habíamos abrazado Su Evangelio; y en lugar de dolor, sentíamos regocijo pensando en que había llegado el día de nuestra liberación” 2 . Ahora quiero hablarte del significado especial que el templo tiene para mí. Tocaré algunos temas delicados, por lo que te agradecería que ores por mí, para que no me emocione demasiado al referirme a ellos. Hace catorce años, el Señor se llevó a mi esposa al otro lado del velo. La amo con todo mi corazón, pero nunca me he quejado porque sé que ésa era la voluntad de Él; nunca le he preguntado por qué, sino qué quiere Él que aprenda de esta experiencia. Creo que ésa es una buena forma de enfrentar las cosas desagradables que nos sucedan, no quejándonos, sino agradeciendo al Señor la confianza que ha puesto en nosotros al darnos la oportunidad de vencer dificultades. Recibimos la bendición de tener hijos. El primero, una hija, continúa siendo una enorme bendición para nosotros. A los dos años, nació un varón al que pusimos por nombre Richard. Unos años después tuvimos otra hija que murió a los pocos minutos de nacer.

Nuestro hijo, Richard, nació con un corazón defectuoso y nos dijeron que, a menos que el defecto se corrigiera, había poca probabilidad de que viviera más de dos o tres años. En aquel tiempo todavía no se conocían las técnicas que se usan ahora para reparar esos defectos, pero fuimos bendecidos por disponer de un lugar donde los médicos accedieron a llevar a cabo la cirugía que hacía falta; tenían que hacer la operación mientras el corazón le latía. La intervención se llevó a cabo cuando hacía sólo seis semanas que nuestra hijita había muerto en seguida de nacer. Al terminar, el cirujano principal fue a vernos y a decirnos que la operación había sido un éxito. Entonces pensamos: “¡Qué maravilloso! ¡Nuestro hijo tendrá un cuerpo fuerte para correr, caminar y crecer!”, y expresamos profunda gratitud al Señor. Pero, después de unos diez minutos, entró el mismo médico con la cara pálida y nos dijo: “Lo lamento, su hijito ha muerto”. Parece que el shock de la operación había sido más de lo que su cuerpecito podía soportar. Más tarde, durante esa noche, abracé a mi esposa y le dije: “No debemos preocuparnos, porque nuestros hijos nacieron bajo el convenio y tenemos la certeza de que los tendremos con nosotros en el futuro. Ahora hay otra razón por la que debemos llevar una vida muy buena: tenemos un hijo y una hija que han reunido los requisitos para ir al reino celestial por haber muerto antes de cumplir los ocho años”. Y ese conocimiento nos ha dado un gran consuelo. Nos regocijamos al saber que los siete hijos que hemos tenido están sellados a nosotros por el tiempo y la eternidad. Esa prueba no ha sido un problema para ninguno de los dos, porque cuando se vive con rectitud y se han recibido las ordenanzas del templo, todo lo demás está en manos del Señor. Podemos hacer todo lo posible, pero el resultado final depende de Él. Si vivimos dignamente, no debemos quejarnos nunca de lo que suceda en nuestra vida. Hace catorce años, el Señor decidió que a mi esposa no le era necesario vivir más tiempo en la tierra y se la llevó para el otro lado del velo. Confieso que hay veces en que es difícil para mí no poder verla ni hablarle; pero no me quejo. En momentos decisivos de mi vida, el Señor me ha permitido sentir la influencia de ella a través del velo. Lo que estoy tratando de enseñarte es que, si guardamos los convenios que hemos hecho en el templo y vivimos con rectitud a fin de mantener vigentes las bendiciones prometidas en esas ordenanzas, entonces, venga lo que venga, no hay razón para preocuparse ni sentirse desolado. Sé que, gracias a las ordenanzas que se llevan a cabo en el templo, tendré el privilegio de estar con esa hermosa esposa a quien amo con todo mi corazón y con los hijos que están con ella del otro lado del velo. Qué gran bendición es tener otra vez en la tierra la autoridad para sellar, no sólo por esta vida terrenal sino por las eternidades. Estoy agradecido porque el Señor ha restaurado Su Evangelio en su plenitud, incluso las ordenanzas que se nos exigen para ser dichosos en el mundo y vivir eternamente y con felicidad en el más allá. Ésta es la obra del Señor. Jesucristo vive y ésta es Su Iglesia. Yo soy uno de Sus testigos y de Su expiación, la cual es el fundamento que hace efectiva y perdurable toda ordenanza que se lleva a cabo en los templos. Así lo testifico, con todas las facultades que poseo, en el nombre de Jesucristo. Amén.

1. Las Secciones 88, 109, 131 y 132 de Doctrina y Convenios sería un buen punto de partida.

2. (Sarah DeArmon Pea Rich, Autobiografía, 1885-1893, pág. 66, Biblioteca Histórica de la Iglesia); se observaron las reglas normales de ortografía y puntuación. Abril 2009 General Conference Honorablemente [retener] un nombre y una posición David A. Bednar Of the Quorum of the Twelve Apostles El fuego del convenio arderá en el corazón de cada miembro fiel de esta Iglesia que adore y que honorablemente retenga un nombre y una posición en la santa casa del Señor. Poco tiempo después de que se me llamara a prestar servicio como presidente de estaca en 1987, hablé con un buen amigo quien hacía poco había sido relevado como presidente de estaca. Durante nuestra conversación, le pregunté si había algo que él podría enseñarme en cuanto a llegar a ser un presidente de estaca eficiente. Su respuesta a mi pregunta ejerció un profundo impacto en mi servicio y ministerio subsecuentes. Mi amigo indicó que se le había llamado a prestar servicio como obrero del templo poco después de su relevo. Luego agregó: “Desearía haber sido obrero del templo antes de ser presidente de estaca. Si hubiera prestado servicio en el templo antes de mi llamamiento como presidente de estaca, habría sido un presidente de estaca muy diferente”. Su respuesta me dejó intrigado y le pedí que se explicara un poco más; él respondió: “Creo que fui un buen presidente de estaca. Los programas de nuestra estaca funcionaban bien, y nuestras estadísticas estaban por encima del promedio; pero el prestar servicio en el templo ha expandido mi visión. Si se me llamara hoy a servir como presidente de estaca, mi enfoque principal sería la dignidad para recibir y honrar los convenios del templo. Me esforzaría para lograr que la preparación para el templo fuera el centro de todo lo que hiciéramos; haría mejor mi labor de conducir a los santos a la Casa del Señor”. Esa breve conversación con mi amigo me ayudó a enseñar y testificar incesantemente como presidente de estaca sobre la importancia eterna de las ordenanzas del templo, los convenios del templo y la adoración en el templo. El mayor deseo de nuestra presidencia era que cada miembro de la estaca recibiera las bendiciones del templo para ser digno de una recomendación para el templo y de usarla con frecuencia. Mi mensaje de hoy está enfocado en las bendiciones del templo y ruego que el Espíritu Santo ilumine nuestras mentes, penetre el corazón y testifique de la verdad a cada uno de nosotros. El objeto divino del recogimiento El profeta José Smith declaró que, en toda época, el objeto divino del recogimiento del pueblo de Dios es el de edificar templos a fin de que Sus hijos reciban las ordenanzas más elevadas y de ese modo obtener la vida eterna (véase Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, curso de estudio del Sacerdocio de Melquisedec y de la Sociedad de Socorro, 2007, págs. 443–446). En el Libro de Mormón se recalca esta relación esencial que existe entre el principio del recogimiento y la edificación de templos: “He aquí, el campo estaba maduro, y benditos sois vosotros, porque metisteis la hoz y segasteis con vuestra fuerza; sí, trabajasteis todo el día; ¡y he aquí el número de vuestras gavillas! Y serán recogidas en los graneros para que no se desperdicien” (Alma 26:5).

Las gavillas de esta analogía representan a los miembros de la Iglesia recién bautizados; los graneros son los santos templos. El élder Neal A. Maxwell explicó: “Es evidente que, al bautizar, nuestra visión debe ir más allá de la pila bautismal y debe proyectarse hacia el santo templo. El gran granero en el que debe recogerse a estas gavillas es el santo templo” (en John L. Hart, “Make Calling Focus of Your Mission”, Church News, 17 de septiembre de 1994, pág. 4). Dicha instrucción aclara y subraya la importancia de las ordenanzas y de los convenios sagrados del templo, a fin de que las gavillas no se desperdicien. “Sí, las tormentas no las abatirán en el postrer día; sí, ni serán perturbadas por los torbellinos; mas cuando venga la tempestad, serán reunidas en su lugar para que la tempestad no penetre hasta donde estén; sí, ni serán impelidas por los fuertes vientos a donde el enemigo quiera llevarlas” (Alma 26:6). El élder Dallin H. Oaks ha explicado que al tomar los emblemas de la Santa Cena para renovar nuestros convenios bautismales “no testificamos que tomamos sobre nosotros el nombre de Jesucristo, sino [más bien] que estamos dispuestos a hacerlo. (Véase D. y C. 20:77.) El hecho de que sólo testifiquemos que estamos dispuestos sugiere que debe verificarse algo más antes de que en realidad tomemos sobre nosotros ese sagrado nombre en el sentido [supremo y] más trascendental” (véase “El tomar sobre nosotros el nombre de Cristo”, Liahona, julio de 1985, págs. 77–78). Es evidente que el convenio bautismal contempla uno o varios acontecimientos futuros y conduce hacia el templo. En revelaciones modernas, el Señor se refiere a los templos como casas edificadas “a mi nombre” (D. y C. 105:33; véanse también D. y C. 109: 2–5; 124:39). En la oración dedicatoria del Templo de Kirtland, el profeta José Smith rogó al Padre “que tus siervos salgan de esta casa armados con tu poder, y que tu nombre esté sobre ellos” (D. y C. 109:22). Asimismo, pidió una bendición “sobre quienes se ponga tu nombre en esta casa” (v. 26); y al aparecerse el Señor y aceptar el Templo de Kirtland como Su casa, Él declaró: “Porque he aquí, he aceptado esta casa, y mi nombre estará aquí; y me manifestaré a mi pueblo en misericordia en esta casa” (D. y C. 110:7). Estos pasajes de las Escrituras nos ayudan a entender que el proceso de tomar sobre nosotros el nombre de Jesucristo que comienza en las aguas bautismales continúa y se amplía en la casa del Señor. Al estar en las aguas del bautismo, tornamos nuestra vista hacia el templo. Al tomar la Santa Cena, tornamos nuestra vista hacia el templo. Nos comprometemos a recordar siempre al Salvador y a guardar Sus mandamientos como preparación para participar en las sagradas ordenanzas del templo y recibir las bendiciones más elevadas que podemos recibir mediante el nombre y por la autoridad del Señor Jesucristo; por lo tanto, en las ordenanzas del Santo Templo tomamos sobre nosotros el nombre de Jesucristo de una forma más completa y plena. “Y este sacerdocio mayor *o de Melquisedec+ administra el evangelio y posee la llave de los misterios del reino, sí, la llave del conocimiento de Dios. “Así que, en sus ordenanzas se manifiesta el poder de la divinidad. “Y sin sus ordenanzas y la autoridad del sacerdocio, el poder de la divinidad no se manifiesta a los hombres en la carne” (D. y C. 84:19–21). Que ninguna combinación inicua tenga el poder para… vencer a los de tu pueblo Vivimos en una gran época en cuanto a la construcción de templos en el mundo; y el adversario de seguro es consciente del aumento de número de templos distribuidos

actualmente sobre la tierra. Como siempre, la construcción y dedicación de estos edificios sagrados vienen acompañadas de oposición de parte de los enemigos de la Iglesia, así como de la crítica desacertada de algunas personas dentro de la Iglesia. Dicho antagonismo no es algo nuevo. En 1861, mientras el Templo de Salt Lake estaba bajo construcción, Brigham Young instó a los santos “Si desean edificar este templo, vayan a trabajar y hagan todo lo que puedan… Algunos dicen: ‘No me gusta hacerlo, porque nunca hemos empezado a construir un templo sin que las campanas del infierno empiecen a repicar’. Quiero oírlas repicar de nuevo. Todas las huestes del infierno se movilizarán… pero, ¿qué importancia creen que esto tendrá? Ya han visto en todo momento la importancia que esto ha llegado a tener” (Deseret News, 10 de abril de 1861, pág. 41) Como santos fieles, nos hemos fortalecido por medio de la adversidad y hemos sido los beneficiarios de las entrañables misericordias del Señor. Hemos seguido adelante conforme a la promesa del Señor: “No permitiré que *mis enemigos+ destruyan mi obra; sí, les mostraré que mi sabiduría es más potente que la astucia del diablo” (D. y C. 10:43). Durante muchos años, la hermana Bednar y yo fuimos anfitriones de numerosos hombres y mujeres fieles que iban a ofrecer devocionales a la Universidad Brigham Young–Idaho. Muchos de esos oradores eran miembros eméritos de los Setenta o habían sido relevados de ese quórum, y habían servido como presidentes de templo tras su servicio como Autoridades Generales. Cuando conversábamos con esos fieles líderes, siempre les formulaba esta pregunta: “¿Qué ha aprendido como presidente de templo que hubiera deseado comprender mejor cuando era Autoridad General?” Al escuchar sus respuestas, descubrí una idea recurrente que sintetizaré del siguiente modo: “He llegado a comprender mejor la protección que podemos recibir mediante nuestros convenios del templo y lo que significa efectuar una ofrenda aceptable en lo que concierne a la adoración en el templo. Existe una diferencia entre los miembros que asisten a la Iglesia, que pagan sus diezmos y que ocasionalmente van al templo apurados para terminar una sesión, y aquellos que con fidelidad y constancia adoran en el templo”. La semejanza de sus respuestas me impresionó sobremanera. Cada una de las contestaciones a mi pregunta se centraba en el poder protector de las ordenanzas y los convenios que podemos recibir en la casa del Señor. Sus respuestas reflejaban con exactitud las promesas que se encuentran en la oración dedicatoria ofrecida en el Templo de Kirtland, en 1836. “Te pedimos, Padre Santo, que establezcas al pueblo que adorará y honorablemente retendrá un nombre y una posición en ésta tu casa, por todas las generaciones y por la eternidad; “que ninguna arma forjada en contra de ellos prospere; que caiga en su propio foso aquel que lo cave para ellos; “que ninguna combinación inicua tenga el poder para levantarse y vencer a los de tu pueblo, sobre quienes se ponga tu nombre en esta casa; “y si se levanta contra este pueblo gente alguna, enciéndase tu enojo en contra de ellos; “y si hieren a este pueblo, tú los herirás; pelearás por tu pueblo como lo hiciste en el día de la batalla, para que sean librados de las manos de todos sus enemigos” (D. y C. 109:24–28).

Tengan a bien considerar estos versículos en vista de la actual furia del adversario, y lo que hemos analizado sobre nuestra disposición a tomar sobre nosotros el nombre de Jesucristo y la bendición de protección prometida a quienes retengan honorablemente un nombre y una posición en el santo templo. Es importante notar que tales promesas del convenio son para todas las generaciones y para toda la eternidad. Les invito a estudiar reiteradamente y a meditar con espíritu de oración el significado de estos pasajes de las Escrituras en su vida y para su familia. No deberían sorprendernos los esfuerzos de Satanás por frustrar o desacreditar la obra del templo y la adoración en él. El diablo aborrece la pureza y el poder de la casa del Señor; y la protección que hay para cada uno de nosotros en las ordenanzas y en los convenios del templo, y mediante ellos, constituye un gran obstáculo para los malvados designios de Lucifer. El fuego del convenio El éxodo de Nauvoo, ocurrido en septiembre de 1846, causó adversidades inimaginables a los fieles Santos de los Últimos Días. Muchos de ellos buscaron refugio en campamentos establecidos en la rivera del río Misisipí. Cuando Brigham Young se enteró en Winter Quarters de la condición de estos refugiados, envió de inmediato una carta a través del río hasta Council Point exhortando a los hermanos y recordándoles el convenio que habían hecho en el Templo de Nauvoo; él les aconsejó: “Ahora es el momento de trabajar. Permitan que el fuego del convenio que hicieron en la casa del Señor arda en sus corazones como una llama inextinguible” (en Journal History of The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, 28 de septiembre de 1846, pág. 5). En cuestión de días, se pusieron en marcha los carromatos en dirección al este a fin de rescatar a los atribulados santos. ¿Qué fue lo que otorgó tal fortaleza a aquellos primeros santos? Era el fuego del convenio del templo que ardía en sus corazones; era su compromiso de adorar y de honorablemente retener un nombre y una posición en la casa del Señor. Actualmente enfrentamos, y aún enfrentaremos, grandes dificultades en la obra del Señor; pero al igual que los pioneros que hallaron el lugar que Dios había preparado para ellos, del mismo modo cobraremos ánimo, sabiendo que Dios jamás nos puede dejar (véase “¡Oh, está todo bien!”, Himnos, Nº 17). Actualmente, los templos están distribuidos por la tierra como lugares sagrados de ordenanzas y convenios, de edificación y de refugio contra la tempestad. Invitación y encomio El Señor declaró: “He de juntar a los de mi pueblo,… a fin de que se guarde el trigo en los graneros para poseer la vida eterna, y ellos sean coronados de gloria celestial” (D. y C. 101:65). De entre los que escuchan mi voz, hay muchos niños, jóvenes y señoritas. Les suplico que sean dignos, constantes y que esperen con gran anhelo el día en que reciban las ordenanzas y las bendiciones del templo. De entre los que escuchan mi voz, hay personas que deberían haber recibido las ordenanzas de la casa del Señor, pero que aún no lo han hecho. Sea cual fuere la razón y sin importar cuán larga la demora, les invito a comenzar los preparativos espirituales a fin de que puedan recibir las bendiciones que sólo están disponibles en el santo templo. Por favor, eliminen de su vida las cosas que se interpongan con ello; por favor, procuren las cosas que son de consecuencias eternas. De entre los que escuchan mi voz, hay personas que han recibido las ordenanzas del templo y que por diversas razones no han regresado a la casa del Señor desde hace bastante tiempo.

Por favor, arrepiéntanse, prepárense y hagan todo lo que deba hacerse a fin de que adoren una vez más en el templo y recuerden y honren sus convenios sagrados más plenamente. De entre los que escuchan mi voz, hay muchas personas que poseen recomendaciones vigentes para el templo y que se esfuerzan por utilizarlas dignamente. Les felicito por su fidelidad y dedicación. Testifico de manera solemne que el fuego del convenio arderá en el corazón de cada miembro fiel de esta Iglesia que adore y que honorablemente retenga un nombre y una posición en la santa casa del Señor. Jesús el Cristo es nuestro Redentor y Salvador; Él vive y Él dirige los asuntos de Su Iglesia mediante la revelación que da a Sus siervos ungidos. De estas cosas doy testimonio, en el sagrado nombre del Señor Jesucristo. Amén. Abril 1999 General Conference Recibe Las Bendiciones Del Templo G. Scott “Es un lugar de paz, retiro e inspiración; la asistencia regular enriquecerá tu vida dándole más propósito”. Una de las más hermosas y reconfortantes doctrinas del Señor-una que brinda inmensa paz, felicidad y gozo ilimitado-es ese principio llamado el matrimonio eterno Esta doctrina significa que un hombre y una mujer que se aman el uno al otro profundamente, que han progresado juntos a través de las pruebas, los gozos, los pesares y la felicidad de toda una vida compartida, pueden vivir juntos para siempre más allá del velo con los de su familia que merezcan esa bendición Eso no es tan sólo un sueño inmensamente satisfactorio, es una realidad. Todo marido y mujer que hayan compartido los gozos del matrimonio aquí en la tierra querrán tener tal bendición; pero solamente los que reúnan los requisitos que el Señor ha establecido recibirán ese don supremo Testifico que todas esas cosas que me han dado y que me traerán la mayor felicidad en esta vida tienen su raíz en las ordenanzas del templo Decídete ahora a recibir las ordenanzas del templo en cl momento apropiado No dejes que nada disipe esa resolución Si ya estás preparado para recibir las ordenanzas del templo, prepárate cuidadosamente para ese grandioso acontecimiento Antes de entrar al templo, el obispo y el presidente de estaca te entrevistarán para darte la recomendación. Sé honrado y sincero con ellos Esa entrevista no es un examen que tienes que pasar, sino un paso importante a fin de confirmar que tengas la madurez y la espiritualidad para recibir en forma apropiada las ordenanzas supremas y para hacer y guardar los convenios ennoblecedores que se ofrecen en la casa del Señor. La dignidad personal es un requisito esencial para gozar de las bendiciones del templo cualquier persona que sea tan insensata como para entrar al templo indignamente, recibirá condenación. El carácter digno se forja mejor con una vida de constantes elecciones correctas centradas en las enseñanzas del Maestro. Por un momento, hablo a quien se esté preparando para ese dulce período de descubrimiento que lleva al matrimonio eterno, que se conoce como el noviazgo Puede ser una época maravillosamente hermosa de progresar y de compartir; una época en que debes concentrar tus pensamientos, acciones y planes en dos personas los padres de tus futuros hijos Prepárate para tener éxito como padre o madre siendo completamente digno en todo pensamiento y acto durante el noviazgo Los cimientos de un matrimonio eterno consisten en mucho más que una cara hermosa o una figura atractiva; es preciso considerar mucho más que la popularidad o la simpatía Al buscar un compañero eterno, considera a alguien que esté desarrollando los atributos esenciales que

brindan felicidad amor profundo por el Señor y por Sus mandamientos, determinación de obedecerlos, comprensión bondadosa, deseo de perdonar y disposición a dar de sí, el deseo de tener una familia bendecida con hermosos hijos y la determinación de enseñarles los principios de verdad en el hogar. Una prioridad esencial en una futura esposa es el deseo de ser esposa y madre; debe estar en el proceso de desarrollar las cualidades sagradas que Dios ha dado a Sus hijas para que sobresalgan como esposas y madres la paciencia, la bondad, el amor por los niños y el deseo de atender a sus hijos en lugar de procurar satisfacciones profesionales Debe estar adquiriendo una buena educación a fin de prepararse para las exigencias de la maternidad Un futuro esposo debe también honrar el sacerdocio que posee y utilizarlo al servicio de los demás Busca a un hombre que acepte su función de ser quien provea lo necesario para vivir, que tenga la capacidad de hacerlo y que esté haciendo diligentes esfuerzos por prepararse para cumplir esas responsabilidades Te sugiero que no pases por alto muchos candidatos que estén todavía en el proceso de desarrollar esos atributos por buscar a alguien que ya los haya perfeccionado. Probablemente no encuentres a esa persona perfecta, y si la encontraras, seguramente no estaría interesada en ti. Es mejor pulir juntos esos atributos como marido y mujer. Puesto que muchos aspectos de la experiencia en el templo son totalmente diferentes de los servicios de adoración regulares, busca el consejo del obispo para prepararte; él puede hacer arreglos para que una persona especialmente capacitada te explique aspectos importantes del templo que te ayuden a entender y apreciar más plenamente la sagrada experiencia. Las ordenanzas de la investidura y el sellamiento del templo son tan gloriosamente llenas de significado que querrás dedicar considerable tiempo para recibirlas y para reflexionar sobre lo que significan. Quizás quieras dividirlas entre dos visitas al templo; en la primera, si es posible lleva contigo un miembro de tu familia o amigo cercano del mismo sexo, que haya recibido la investidura, para que te acompañe. Debido a la naturaleza sagrada de la experiencia en el templo, sería mejor permitir que sólo te acompañen unos cuantos miembros de tu familia o algunos de tus amigos más íntimos. No permitas que recepciones, festividades de boda, despedidas, o ninguna otra actividad tenga más importancia que la sagrada experiencia del templo. Y sobre todo, no te preocupes demasiado; amables obreros del templo que están completamente familiarizados con las ordenanzas te ayudarán en cada paso; estarán dedicados a hacer que tu visita sea la gloriosa experiencia que esperas. Fuera del templo, no hablamos de los sucesos específicos y sagrados que tienen lugar allí. Sin embargo, dentro del templo habrá personas autorizadas para dar respuesta a tus preguntas. La primera vez que vayas recibirás instrucciones específicas de personas autorizadas sobre los asuntos de los que no se habla fuera del recinto del templo. Ojalá que tu primera experiencia allí sea tan conmovedora e inspiradora como lo fue para mí. Lo será si te preparas cuidadosamente. Manténte digno. El incurrir durante el noviazgo en actos íntimos, reservados para realizarse dentro de los vínculos matrimoniales, es transgresión. El hacer esto ofende al Espíritu Santo, establece los cimientos para el pesar y la desilusión, y podría disimular rasgos o características que puedan resultar contrarias o incompatibles dentro del convenio del matrimonio. Muchas veces, debido a la violación de las leyes de pureza personal, se siembran semillas de desconfianza que maduran hasta producir el divorcio y la pérdida de las bendiciones del templo. No cometas ese error. Cuando te sellas para siempre en la casa del Señor, se crea una nueva unidad familiar. Los padres, que han sido directamente responsables de ti desde tu nacimiento, pasan entonces a la función de asesores. Su consejo es preciado ahora, pero tú y tu compañero eterno ya son

quienes toman juntos las decisiones. Como esposo y digno poseedor del sacerdocio, querrás emular el ejemplo del Salvador, cuyo sacerdocio posees. El dar de ti mismo a tu esposa e hijos será tu foco principal en la vida. De vez en cuando, un hombre intenta controlar el destino de todos los miembros de la familia; él es quien toma todas las decisiones, y la esposa está sujeta a SUS caprichos. El hecho de que esa sea la costumbre no tiene importancia. No es la manera del Señor. No es la forma en que un Santo de los Ultimos Días trata a su esposa y su familia. Cuán agradecido estoy de que el presidente Hinckley haya sido inspirado por el Señor para construir nuevos templos a un paso sin precedentes, a fin de que las ordenanzas sean más accesibles para los miembros de todo el mundo. Si has recibido las ordenanzas del templo, pero no asistes regularmente aun si hay uno cerca, con toda la ternura de mi corazón te invito a regresar al templo. Las razones son muchas: es un lugar de paz, retiro e inspiración; la asistencia regular enriquecerá tu vida dándole más propósito; el asistir te permitirá proporcionar a tus antepasados fallecidos las ordenanzas de la exaltación que tú has recibido. Ve al templo. Sabes que eso es lo que debes hacer. Hazlo ahora. Las ordenanzas del templo están tan impregnadas de significado simbólico que proveen toda una vida de contemplación y aprendizaje. Reflexiona sobre toda palabra y acción que tenga lugar en el templo; medita sobre la forma en que se relacionan entre sí. Al reflexionar sobre el significado de estos sucesos, contémplalos en el sentido de tu relación con el Salvador y de la Suya con nuestro Padre Celestial. Observa la forma en que la comprensión que recibes realza tu vida terrenal, haciendo destacar apropiadamente las cosas que son de crítica importancia. Haz arreglos para participar por tus antepasados fallecidos en las ordenanzas de sellamiento y otras, además de la investidura. Cuando recibo ordenanzas vicarias por otro hombre, encuentro que me es beneficioso tratar de acercarme a él específicamente; pienso en él y oro para que acepte la ordenanza y sea para él una bendición. Haz esto llevando en el corazón una oración para que el Santo Espíritu ensanche tu comprensión y te ennoblezca la vida. Recibirás respuesta a esas oraciones dignas. Deseo contar una experiencia personal para ayudar a cualquiera que, al oír hablar del matrimonio eterno, sienta angustia pensando que su cónyuge no se preparará para ese suceso sagrado por tener características o hábitos profundamente arraigados. Cuando llevábamos unos cinco años de casados, tuvimos una experiencia que nos hizo crecer: Richard, nuestro precioso hijito de dos años, murió durante una operación que le hicieron para corregir un defecto congénito del corazón; a las seis semanas, nuestra hijita Andrea falleció al momento de nacer. Mi padre, que entonces no era miembro de la Iglesia, amaba entrañablemente al pequeño Richard y le dijo a mi madre, que era inactiva: “No entiendo cómo Richard y Jeanene pueden aceptar la pérdida de esos hijos”. Mi madre, siguiendo una impresión que tuvo, le contestó: “Kenneth, ellos se han sellado en el templo y saben que tendrán a sus hijos en la eternidad si viven con rectitud. Pero tú y yo no tendremos a nuestros cinco hijos porque no hemos hecho esos convenios”. Mi padre medito sobre esas palabras; después, empezó a reunirse con los misioneros de estaca y al poco tiempo se bautizó. Al año, mamá, papá y los cinco hijos nos sellamos en el templo. Más adelante, el presidente Kimball puso las manos sobre la cabeza de mi padre, le prometió el vigor y la fortaleza de la juventud y le confirió el poder para sellar; durante once años, él trabajó como sellador, con mi madre a su lado, en el Templo de Washington, D.C. Haz tu parte, y no abandones la esperanza de un matrimonio en el templo. Si eres una persona soltera y aún no cuentas con un firme candidato para un matrimonio celestial, vive para lograrlo. Ora por ello. Espéralo en el debido tiempo del Señor. No transijas

en tus normas de ningún modo que pueda impedirte esa bendición, ya sea de éste o del otro lado del velo. El Señor conoce los deseos de tu corazón; Sus profetas han dicho que obtendrás tal bendición si eres constante al vivir de manera tal que lo merezcas. No sabemos si sucederá en este lado o en el otro lado del velo. Pero vive para lograrlo. Ora por ello. Conozco el gozo exquisito que proviene de un matrimonio eterno que se efectúa en el altar del templo y por medio del sagrado poder para sellar. Cuando hay rectitud, una determinación de dar de sí, la obediencia a los mandamientos de Dios y la resolución de juntos saber Su voluntad en todo, ese gozo es indescriptible. No tengo palabras para expresar la satisfacción y la paz que provienen de esa suprema experiencia, aun cuando haya una interrupción temporaria de la gloria de vivir juntos en la tierra. Esos son el gozo y la felicidad que deseo tanto para cada uno de ustedes. Y. lo más importante, eso es lo que tu Padre Celestial quiere para ti. Ve al templo ahora. Eso te bendecirá grandemente y proporcionará las ordenanzas esenciales para los que están del otro lado del velo y que no pueden obtenerlas por sí mismos. Testifico que, con sufrimiento y agonía inconcebibles y a un precio incalculable, el Salvador ganó Su derecho de ser nuestro Intermediario, nuestro Redentor y nuestro Juez final. Por medio de la fe en Él y de la obtención de las ordenanzas y los convenios requeridos, obtendrás tu derecho a las bendiciones del matrimonio eterno, que Él hizo posible mediante Su Expiación infinita. En el nombre de Jesucristo. Amén. Octubre 2008 General Conference Templos santos, convenios sagrados Silvia H. Allred First Counselor in the Relief Society General Presidency Los templos son lugares santos y sagrados; son una fuente de poder y fortaleza espirituales; son un lugar de revelación. Mi corazón está lleno de gozo y gratitud al contemplar esta singular concurrencia de mujeres de todo el mundo. Qué privilegio es formar parte de esta gran hermandad, unidas en nuestro deseo de fortalecer nuestra fe en el Señor Jesucristo y edificar Su reino. Ruego tener la guía del Espíritu al hablarles sobre el sumamente sagrado tema de la adoración en el templo. Los lugares más santos sobre la tierra son los templos. En el templo, los miembros dignos de la Iglesia, al hacer sagrados convenios con Dios, reciben las bendiciones más sublimes a las que alguien pueda aspirar. También colaboramos para que esas mismas bendiciones estén al alcance de nuestros antepasados que murieron sin recibir las ordenanzas de salvación necesarias. Hablaré del profundo significado de construir templos, de por qué las ordenanzas que se efectúan en los templos son esenciales para nuestra salvación y de cómo prepararnos para entrar en el templo. He observado y me han impresionado mucho los sacrificios que llevan a cabo muchos miembros para ir al templo. Permítanme narrarles un relato. En 1976, cuando vivíamos en Costa Rica, el presidente de misión le pidió a mi esposo que ayudara a organizar el primer viaje de la misión al templo. En aquel entonces, la Misión Centroamericana abarcaba Costa Rica, Panamá, Nicaragua y Honduras. El templo más cercano era el de Mesa, Arizona. El viaje requería que viajáramos cinco días de ida y cinco de vuelta y

que cruzáramos seis fronteras. El sacrificio económico para la mayoría de los que asistieron fue enorme, por lo que tuvieron que vender sus televisores, bicicletas, patines y cualquier otra cosa que pudieran vender. Viajamos en dos incómodos autobuses de día y de noche. Algunos de los miembros habían usado todo su dinero para pagar el pasaje del autobús y sólo habían llevado galletas y margarina para comer en el camino. ¿Por qué están los miembros de la Iglesia tan dispuestos y felices de hacer esos grandes sacrificios para ir al templo? Nunca he olvidado el gran derramamiento del Espíritu que sentimos durante los tres días que pasamos en el Templo de Mesa. Me sentí profundamente conmovida al ver a familias abrazarse con el rostro bañado en lágrimas después de ser selladas por las eternidades. Veinticuatro años después se dedicó el Templo de San José, Costa Rica. En la sesión a la que asistí estaban presentes muchas de las familias que habían ido en aquel primer viaje al templo. Habían esperado fiel y dignamente ese momento sagrado. Ahora todos pueden asistir al templo con frecuencia, puesto que recientemente se dedicó un templo en Panamá y se ha anunciado otro en Honduras. El Señor siempre ha pedido a Su pueblo que construya templos. El Señor mandó a Moisés: “Harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos” 1 . El tabernáculo portátil que construyeron le sirvió a Israel como el lugar central de adoración durante su peregrinaje a la tierra prometida. El Señor le reveló a Moisés el modelo y la estructura, ya que habría de ser la santa casa del Señor. Más adelante, el rey Salomón construyó el templo en Jerusalén usando los más finos materiales disponibles 2 . Durante Su ministerio terrenal, el Señor consideró el templo como un lugar sagrado y enseñó la reverencia por él. Los nefitas también construyeron templos al Señor en las Américas. Cuando Cristo se les apareció después de Su resurrección, estaban congregados alrededor del templo 3 . Poco después de que la Iglesia se restauró en esta dispensación, el Señor mandó a los santos que construyeran un templo: “Organizaos; preparad todo lo que fuere necesario; y estableced una casa, sí, una casa de oración, una casa de ayuno, una casa de fe, una casa de instrucción, una casa de gloria, una casa de orden, una casa de Dios” 4 . En respuesta, los santos construyeron el Templo de Kirtland con grandes sacrificios. En ese santo templo se restauraron importantes llaves del sacerdocio y el Salvador mismose apareció 5. Actualmente hay 128 templos en funcionamiento en todo el mundo y se están construyendo muchos más. Se nos ha instruido construir templos para que las sagradas ordenanzas se puedan efectuar tanto por los vivos como por los muertos. En esas ordenanzas se incluyen ordenanzas iniciatorias, investiduras, matrimonios, sellamientos, bautismos por los muertos y ordenaciones. Las ordenanzas iniciatorias nos brindan bendiciones inmediatas y futuras que son específicas.

La investidura está compuesta de convenios sagrados e incluye el recibir instrucción, poder de lo alto y la promesa de bendiciones si somos fieles a los convenios que hacemos. El presidente Brigham Young definió la investidura de la siguiente manera: “Su investidura consiste en recibir, en la casa del Señor, todas las ordenanzas que les son necesarias, después que hayan salido de esta vida, para permitirles volver a la presencia del Padre… y obtener su eterna exaltación” 6 . Las ordenanzas de sellamiento, como el matrimonio en el templo, unen a las familias por la eternidad. Los convenios que hacemos con las ordenanzas correspondientes que recibimos en el templo llegan a ser nuestras credenciales para ser admitidos en la presencia de Dios. Esos convenios nos elevan más allá de los límites de nuestro propio poder y perspectiva. Hacemos convenios para demostrar nuestra devoción para edificar el reino. Llegamos a ser pueblo del convenio cuando se nos pone bajo convenio para con Dios. Todas las bendiciones prometidas son nuestras mediante nuestra fidelidad a esos convenios. El templo es una casa de aprendizaje. Gran parte de la instrucción que allí se imparte es simbólica y se aprende por medio del Espíritu. Eso significa que se nos enseña de lo alto. Los convenios y las ordenanzas del templo son un poderoso símbolo de Cristo y de Su expiación. Todos recibimos la misma instrucción, pero nuestro entendimiento del significado de las ordenanzas y de los convenios aumentará si regresamos al templo con frecuencia con la actitud de aprender y de meditar en las verdades eternas que allí se enseñan. La adoración en el templo brinda oportunidades de servir a los muertos al efectuar las ordenanzas vicarias por ellos. Cualquier persona puede llevar a cabo investigación de historia familiar fuera de los muros del templo, pero las sagradas ordenanzas que nuestros antepasados fallecidos necesitan para obtener su exaltación sólo se pueden administrar en el templo. El templo es la Casa del Señor. Él indica las condiciones bajo las cuales se puede usar, las ordenanzas que se deben administrar y las normas que nos califican para entrar y participar de la adoración en el templo. El Señor le dijo a Moisés: “Quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es” 7 . En Salmos leemos: “¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? “El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con engaño” 8 . Su casa es santa y nada impuro puede entrar en ella 9 . El Señor ha designado al obispo y al presidente de estaca como responsables de determinar la dignidad de las personas para recibir la recomendación para entrar en Su santa casa. Tenemos que ser totalmente honrados con nuestro obispo y presidente de estaca cuando nos entrevisten antes de darnos la recomendación para el templo. El don que llevamos al altar es un corazón puro y un espíritu contrito. La dignidad personal es un requisito esencial para disfrutar de las bendiciones del templo.

Nos preparamos al obedecer los mandamientos y procurar hacer la voluntad de Dios. Si no han entrado en el templo, comiencen a prepararse ahora mismo para que cuando se presente esa oportunidad, estén listos y sean dignos. Cuando asistimos al templo, eliminamos de nuestra mente y de nuestro corazón los pensamientos y sentimientos que no estén en armonía con las sagradas experiencias del templo. También vestimos de manera modesta, apropiada y digna. Nuestra vestimenta y arreglo personal para esa sagrada ocasión son muestras de reverencia y respeto por el Señor y Su santa casa. Una vez que estamos dentro del templo, nos ponemos ropa blanca, la cual simboliza limpieza y pureza; entonces estamos listos para participar en la apacible reverencia de la adoración en el templo. Esa bendición eterna está disponible para todos los que sean dignos de recibirla. ¿Qué pueden hacer las mujeres de la Iglesia para recibir las bendiciones del templo? A través de Sus profetas, el Señor invita a los que aún no han recibido las bendiciones del templo a hacer todo lo que sea necesario para ser merecedores de recibirlas. Él invita a los que ya recibieron esas bendiciones a regresar con la mayor frecuencia posible para disfrutar de nuevo de la experiencia, y ampliar su visión y comprensión del plan eterno. Seamos dignas de tener una recomendación vigente para el templo; vayamos al templo a sellar eternamente a nuestra familia; regresemos al templo con la frecuencia que las circunstancias nos lo permitan; demos a nuestros antepasados fallecidos la oportunidad de recibir las ordenanzas de la exaltación; disfrutemos de la fortaleza espiritual y de la revelación que recibimos al asistir al templo con regularidad; seamos fieles y hagamos convenios en el templo y cumplamos con ellos para recibir todas las bendiciones de la Expiación. Les testifico que los templos son lugares santos y sagrados; son una fuente de poder y fortaleza espirituales; son un lugar de revelación; son la casa del Señor. En el sagrado nombre de nuestro Salvador y Redentor Jesucristo. Amén.

1. Éxodo 25:8.

2. Véase 1 Reyes 5:5–18; 6.

3. Véase 3 Nefi 11:1.

4. D. y C. 88:119.

5. Véase D. y C. 110.

6. Deberes y Bendiciones del Sacerdocio, Parte B, pág. 34.

7. Éxodo 3:5.

8. Salmos 24:3–4.

9. Véase D. y C. 109:20. BLESSINGS OF TEMPLES The Holy Temple By President Boyd K. Packer Acting President of the Quorum of the Twelve Apostles There are many reasons one should want to come to the temple. Even its external appearance seems to hint of its deeply spiritual purposes. This is much more evident within its walls. Over the door to the temple appears the tribute, “Holiness to the Lord.” When you enter any dedicated temple, you are in the house of the Lord. In the temples, members of the Church who make themselves eligible can participate in the most exalted of the redeeming ordinances that have been revealed to mankind. There, in a sacred ceremony, an individual may be washed and anointed and instructed and endowed and sealed. And when we have received these blessings for ourselves, we may officiate for those who have died without having had the same opportunity. In the temples sacred ordinances are performed for the living and for the dead alike. These Things Are Sacred A careful reading of the scriptures reveals that the Lord did not tell all things to all people. There were some qualifications set that were prerequisite to receiving sacred information. Temple ceremonies fall within this category. We do not discuss the temple ordinances outside the temples. It was never intended that knowledge of these temple ceremonies would be limited to a select few who would be obliged to ensure that others never learn of them. It is quite the opposite, in fact. With great effort we urge every soul to qualify and prepare for the temple experience. Those who have been to the temple have been taught an ideal: Someday every living soul and every soul who has ever lived shall have the opportunity to hear the gospel and to accept or reject what the temple offers. If this opportunity is rejected, the rejection must be on the part of the individual himself. The ordinances and ceremonies of the temple are simple. They are beautiful. They are sacred. They are kept confidential lest they be given to those who are unprepared. Curiosity is not a preparation. Deep interest itself is not a preparation. Preparation for the ordinances includes preliminary steps: faith, repentance, baptism, confirmation, worthiness, a maturity and dignity worthy of one who comes invited as a guest into the house of the Lord. All who are worthy and qualify in every way may enter the temple, there to be introduced to the sacred rites and ordinances. Worthy to Enter Once you have some feeling for the value of temple blessings and for the sacredness of the ordinances performed in the temple, you would be hesitant to question the high standards set by the Lord for entrance into the holy temple.

You must possess a current recommend to be admitted to the temple. This recommend must be signed by the proper officers of the Church. Only those who are worthy should go to the temple. Your local bishop or branch president has the responsibility of making inquiries into your personal worthiness. This interview is of great importance, for it is an occasion to explore with an ordained servant of the Lord the pattern of your life. If anything is amiss in your life, the bishop will be able to help you resolve it. Through this procedure, as you counsel with the common judge in Israel, you can declare or can be helped to establish your worthiness to enter the temple with the Lord’s approval. The interview for a temple recommend is conducted privately between the bishop and the Church member concerned. Here the member is asked searching questions about his personal conduct and worthiness and about his loyalty to the Church and its officers. The person must certify that he is morally clean and is keeping the Word of Wisdom, paying a full tithe, living in harmony with the teachings of the Church, and not maintaining any affiliation or sympathy with apostate groups. The bishop is instructed that confidentiality in handling these matters with each interviewee is of the utmost importance. Acceptable answers to the bishop’s questions will ordinarily establish the worthiness of an individual to receive a temple recommend. If an applicant is not keeping the commandments or there is something unsettled about his life that needs putting in order, it will be necessary for him to demonstrate true repentance before a temple recommend is issued. After the bishop has conducted such an interview, a member of the stake presidency likewise interviews each of us before we go to the temple. Taught from on High Before going to the temple for the first time, or even after many times, it may help you to realize that the teaching in the temples is done in symbolic fashion. The Lord, the Master Teacher, gave much of His instruction in this way. The temple is a great school. It is a house of learning. In the temples the atmosphere is maintained so that it is ideal for instruction on matters that are deeply spiritual. The late Elder John A. Widtsoe of the Quorum of the Twelve was a distinguished university president and a world renowned scholar. He had great reverence for temple work and said on one occasion: “The temple ordinances encompass the whole plan of salvation, as taught from time to time by the leaders of the Church, and elucidate matters difficult of understanding. There is no warping or twisting in fitting the temple teachings into the great scheme of salvation. The philosophical completeness of the endowment is one of the great arguments for the veracity of the temple ordinances. Moreover, this completeness of survey and expounding of the Gospel plan, makes temple worship one of the most effective methods in refreshing the memory concerning the whole structure of the Gospel” (Utah Genealogical and Historical Magazine, Apr. 1921, p. 58). If you will go to the temple and remember that the teaching is symbolic, you will never go in the proper spirit without coming away with your vision extended, feeling a little more exalted, with your knowledge increased as to things that are spiritual. The teaching plan is superb. It is inspired. The Lord Himself, the Master Teacher, taught His disciples constantly in parables—a verbal way to represent symbolically things that might otherwise be difficult to understand. The temple itself becomes a symbol. If you have seen one of the temples at night, fully lighted, you know what an impressive sight that can be. The house of the Lord, bathed in light,

standing out in the darkness, becomes symbolic of the power and the inspiration of the gospel of Jesus Christ standing as a beacon in a world that sinks ever further into spiritual darkness. Upon entering the temple you exchange your street clothing for the white clothing of the temple. This change of clothing takes place in the locker room, where each individual is provided with a locker and dressing space that is completely private. In the temple the ideal of modesty is carefully maintained. As you put your clothing in the locker you leave your cares and concerns and distractions there with them. You step out of this private little dressing area dressed in white and you feel a oneness and a sense of equality, for all around you are similarly dressed. The Power to Seal For those of you who look forward to a temple marriage, you may want to know what will occur. We do not quote the words of the sealing (marriage) ordinance outside of the temple, but we may describe the sealing room as being beautiful in its appointment, quiet and serene in spirit, and hallowed by the sacred work that is performed there. Before the couple comes to the altar for the sealing ordinance it is the privilege of the officiator to extend, and of the young couple to receive, some counsel. These are among the thoughts that a young couple might hear on this occasion. “Today is your wedding day. You are caught up in the emotion of your marriage. Temples were built as a sanctuary for such ordinances as this. We are not in the world. The things of the world do not apply here and should have no influence upon what we do here. We have come out of the world into the temple of the Lord. This becomes the most important day of your lives. “You were born, invited to earth, by parents who prepared a mortal tabernacle for your spirit to inhabit. Each of you has been baptized. Baptism, a sacred ordinance, is symbolic of a cleansing, symbolic of death and resurrection, symbolic of coming forward in a newness of life. It contemplates repentance and a remission of sins. The sacrament of the Lord’s Supper is a renewal of the covenant of baptism, and we can, if we live for it, retain a remission of our sins. “You, the groom, were ordained to the priesthood. You had first conferred upon you the Aaronic Priesthood and probably have progressed through all the offices thereof—deacon, teacher, and priest. Then the day came when you were found worthy to receive the Melchizedek Priesthood. That priesthood, the higher priesthood, is defined as the priesthood after the holiest order of God, or the Holy Priesthood after the Order of the Son of God (see Alma 13:18; Hel. 8:18; D&C 107:2–4). You were given an office in the priesthood. You are now an elder. “Each of you has received your endowment. In that endowment you received an investment of eternal potential. But all of these things, in one sense, were preliminary and preparatory to your coming to the altar to be sealed as husband and wife for time and for all eternity. You now become a family, free to act in the creation of life, to have the opportunity through devotion and sacrifice to bring children into the world and to raise them and foster them safely through their mortal existence; to see them come one day, as you have come, to participate in these sacred temple ordinances. “You come willingly and have been judged to be worthy. To accept one another in the marriage covenant is a great responsibility, one that carries with it blessings without measure.”

If we would understand both the history and the doctrine of temple work, we must understand what the sealing power is. We must envision, at least to a degree, why the keys of authority to employ the sealing power are crucial—crucial not just to the ordinance work of the temples but to all ordinance work in all the Church throughout the world. The sealing power represents the transcendent delegation of spiritual authority from God to man. The keeper of that sealing power is the Lord’s chief representative here upon the earth, the President of the Church. That is the position of consummate trust and authority. As has been said, much of the teaching relating to the deeper spiritual things in the Church, particularly in the temple, is symbolic. We use the word keys in a symbolic way. Here the keys of priesthood authority represent the limits of the power extended from beyond the veil to mortal man to act in the name of God upon the earth. The words seal and keys and priesthood are closely linked together. The keys of the sealing power are synonymous with the keys of the everlasting priesthood. “When Jesus came into the coasts of Caesarea Philippi, he asked his disciples, saying, Whom do men say that I the Son of man am? … “And Simon Peter answered and said, Thou art the Christ, the Son of the living God. “And Jesus answered and said unto him, Blessed art thou, Simon Bar-jona: for flesh and blood hath not revealed it unto thee, but my Father which is in heaven. “And I say also unto thee, That thou art Peter, and upon this rock I will build my church; and the gates of hell shall not prevail against it. “And I will give unto thee the keys of the kingdom of heaven: and whatsoever thou shalt bind on earth shall be bound in heaven: and whatsoever thou shalt loose on earth shall be loosed in heaven” (Matt. 16:13–19). Peter was to hold the keys. Peter was to hold the sealing power, that authority which carried the power to bind or seal on earth or to loose on earth and it would be so in the heavens. Those keys belong to the President of the Church—to the prophet, seer, and revelator. That sacred sealing power is with the Church now. Nothing is regarded with more sacred contemplation by those who know the significance of this authority. Nothing is more closely held. There are relatively few men who have been delegated this sealing power upon the earth at any given time—in each temple are brethren who have been given the sealing power. No one can get it except from the prophet, seer, and revelator and President of The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints. A clear statement follows regarding the sealing power as binding on all that we do for the living and the dead. “Whenever the fulness of the gospel is on earth, the Lord has agents to whom he gives power to bind on earth and seal eternally in the heavens (Matt. 16:19; Matt. 18:18; Hel. 10:3–10; D&C 132:46–49.) … “All things that are not sealed by this power have an end when men are dead. Unless a baptism has this enduring seal, it will not admit a person to the celestial kingdom; unless an eternal marriage covenant is sealed by this authority, it will not take the participating parties to an exaltation in the highest heaven within the celestial world.

“All things gain enduring force and validity because of the sealing power. So comprehensive is this power that it embraces ordinances performed for the living and the dead, seals the children on earth up to their fathers who went before, and forms the enduring patriarchal chain that will exist eternally among exalted beings” (Bruce R. McConkie, Mormon Doctrine, 2d ed., Salt Lake City: Bookcraft, 1966, p. 683). In the Church we hold sufficient authority to perform all of the ordinances necessary to redeem and to exalt the whole human family. And, because we have the keys to the sealing power, what we bind in proper order here will be bound in heaven. Those keys—the keys to seal and bind on earth, and have it bound in heaven—represent the consummate gift from our God. With that authority we can baptize and bless, we can endow and seal, and the Lord will honor our commitments. The Prophet Joseph Smith said he was frequently asked the question, “‘Can we not be saved without going through with all those ordinances, etc?’ I would answer, No, not the fullness of salvation. Jesus said, ‘There are many mansions in my Father’s house, and I will go and prepare a place for you.’ House here named should have been translated kingdom; and any person who is exalted to the highest mansion has to abide a celestial law, and the whole law too” (History of the Church, 6:184). Not without Opposition Temples are the very center of the spiritual strength of the Church. We should expect that the adversary will try to interfere with us as a church and with us individually as we seek to participate in this sacred and inspired work. Temple work brings so much resistance because it is the source of so much spiritual power to the Latter-day Saints and to the entire Church. At the Logan Temple cornerstone dedication, President George Q. Cannon made this statement: “Every foundation stone that is laid for a Temple, and every Temple completed according to the order the Lord has revealed for his holy Priesthood, lessens the power of Satan on the earth, and increases the power of God and Godliness, moves the heavens in mighty power in our behalf, invokes and calls down upon us the blessings of the Eternal Gods, and those who reside in their presence” (Millennial Star, 12 Nov. 1877, p. 743). When members of the Church are troubled or when crucial decisions weigh heavily upon their minds, it is a common thing for them to go to the temple. It is a good place to take our cares. In the temple we can receive spiritual perspective. There, during the time of the temple service, we are “out of the world.” Sometimes our minds are so beset with problems, and there are so many things clamoring for attention at once that we just cannot think clearly and see clearly. At the temple the dust of distraction seems to settle out, the fog and the haze seem to lift, and we can “see” things that we were not able to see before and find a way through our troubles that we had not previously known. The Lord will bless us as we attend to the sacred ordinance work of the temples. Blessings there will not be limited to our temple service. We will be blessed in all of our affairs. Come to the Temple

No work is more of a protection to this church than temple work and the genealogical research that supports it. No work is more spiritually refining. No work we do gives us more power. No work requires a higher standard of righteousness. Our labors in the temple cover us with a shield and a protection, both individually and as a people. So come to the temple—come and claim your blessings. It is a sacred work. [photos] Exterior and detail (inset) of the Oakland Temple. In the quiet and reverent atmosphere of temples, Latter-day Saints can feel the Spirit of the Lord and seek divine guidance. [photos] Inset: Before entering a temple, a Church member must receive a temple recommend after visiting with Church leaders about his or her adherence to gospel teachings. Background: Arizona Temple. Within the temple, members can put aside the cares of the world and commit themselves to further the Lord’s work. *illustration, photo+ Inset: During the Lord’s earthly ministry, he gave Peter, the chief Apostle, the sealing power—the power to bind or seal in heaven as well as on earth (see Matt. 16:18– 19). Under this same authority, temple ordinances are performed today. (Illustrated by Paul Mann.) Background: Washington Temple.

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