Tratado De La Prevision Del Papel

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1

i

E

Nuestra portada representa a San Mateo en el altar mayor de la colegiata de Santillana del Mar (Santander), cuyos libros son victimas de un ratón bibliófago (talla del siglo xvi).

TRATADO

D E L A PREVISION D E L PAPEL

Y DE LA DE

CONSERVACION

BIBLIOTECAS

Y

ARCHIVOS

TRATADO DE LA PREVISION DEL PAPEL Y

DE LA

CONSERVACION DE BIBLIOTECAS Y ARCHIVOS TOMO I

por el DR.

RER. N A T . G U S T A V O K R A E M E R

KOELLER

BIOLOGO

Segunda edición en dos tomos, con 546 figuras explicativas del texto, con 50 tablas de datos técnicos, un índice léxico de materias y uno de los papeles a conservar

MADRID, 1973

DIRECCION G E N E R A L D E ARCHIVOS Y BIBLIOTECAS

©

GUSTAVO KRAEMER KOELLER

© de esta edición: SERVICIO DE PUBLICACIONES DEL MINISTERIO DE EDUCACIÓN Y CIENCIA

Edita: SERVICIO DE PUBLICACIONES DEL MINISTERIO DE EDUCACIÓN Y CIENCIA. SECRETARÍA GENERAL TÉCNICA Imprime: ARTES GRAFICAS BENZAL - Virtudes, 7 - MADRID-3

El papel utilizado es: Offset Cóndor de Sarrio Depósito legal: M . 27.149.—1973. ISBN: 84-369-0287-4

INDICE G E N E R A L D E L PRIMER TOMO Págs. Indice de las tablas Preámbulo a la primera edición Preámbulo a la segunda edición

XVI XIX XXI

INTRODUCCION

1

A) E l libro y la presentación de su material B) Introducción al problema de la previsión del papel y de la conservación de bibliotecas y archivos

1 3

I. CARACTERISTICAS D E L M A T E R I A L «PAPEL» Y «LIBRO» ...

13

la)

L A S FIBRAS DCL PAPEL

laa) Química, física y la estructura molecular de las celulosas ... laa-a) Celulosa laa-b) Hemicelulosas laa-c) Propiedades físicas laa-d) Características químicas laa-e) Derivados de la celulosa lab) L a estructura de las fibras de celulosa lac) Las fibras naturales lac-a) Algodón y Kapok lac-b) Liberes lac-c) Fibras animales lad) Las fibras obtenidas por la descomposición de materiales leñosos lad-a) Procedimientos al sulfilo lad-b) Procedimientos del sulfato

14

15 15 15 18 20 24 24 26 26 27 30 31 32 32 III

Págs.

Ib)

1c)

Id)

IV

lad-c) Procedimientos semiquímicos lad-d) Papel con carga de madera pura lad-e) Otros procedimientos químicos de la descomposición de lena lad-f) Procedimientos mecánicos loe) Las fibras sintéticas lae-a) Clasificación de las fibras sintéticas lae-b) E l efecto de las fibras sintéticas en el papel

35 37 37 38 41

M A R C H A Y MÉTODOS DE LA INVESTIGACIÓN DEL PAPEL PARA FINES DE SU CONSERVACIÓN

42

Iba) Procedimientos lbb) Los aparatos usuales

42 47

PAPELES ANTIGUOS Y SUS COMPONENTES

33 35

50

lea) Antecesores del papel lea-a) Hojas de palmeras Ica-b) Cortezas de abedul Ica-c) Láminas de cobre lca-d) Pieles y pergamino lea-e) Telas de seda Ica-f) Papiro Ica-g) Amatl ¡ca-h) Materiales de varias clases lca-'t) Papel de arroz leb) Papeles antiguos leb-a) Papel en China y en el Extremo Oriente leb-b) Papeles antiguos del Mediterráneo y de Europa ...

53 53 54 54 54 55 55 57 58 59 59 59 62

PAPELES MODERNOS

65

Ida) Grupos genéricos de papel según sus fibras Ida-a) Papel de mano (libre de sustancias sucedáneas) ... lda-b) Papeles continuos, libres de madera lda-c) Papeles que contienen lignina lda-d) Papeles con adición de fibras no vegetales ldb) Los componentes no fibrosos Idb-a) Colas Idb-b) Rellenos (cargas) ldb-c) Pigmentos y colorantes Idb-d) Sustancias adicionales ldc) Indice de papeles

65 65 67 68 69 70 70 74 78 79 80

Págs. le)

L A RESISTENCIA NATURAL DE LOS PAPELES

105

lf)

SUSTANCIAS Y FACTORES INTERNOS DE CARÁCTER NOCIVO PARA E L PAPEL Y MÉTODOS DE SU IDENTIFICACIÓN

109

lia)

Ifb)

Ig)

Consideraciones sobre la investigación química de papeles ... Ija-a) Extractos de papel lfa-b) Aparatos y material para la investigación química del papel Los principales factores nocivos Ifb-a) Los aniones lfb-b) Los cationes Ifb-c) Sustancias orgánicas nocivas Ifb-d) Sustancias desconocidas Ifb-e) Higroscopicidad

OTROS COMPONENTES DE LIBROS Y DOCUMENTOS

Iga) Pergamino Igb) Tintas Igb-a) Historia lgb-b) Componentes de tintas de escribir lgb-c) Tintas de sellos y para máquinas de escribir lgb-d) Tintas gráficas lgb-e) Tintas nocivas lgc) Colas de la encuademación lgc-a) Colas de la encuademación antigua lgc-b) Colas modernas en la encuademación Igc-c) Colas sintéticas en la encuademación lgd) E l material de la encuademación lh)

II. 2a)

LITERATURA DE INTERÉS PARA E L PRIMER CAPÍTULO

AGENTES BIOTICOS DAÑINOS P A R A E L PAPEL Y LIBROS.

112 112 113 115 115 124 126 129 131 131

132 133 133 136 138 138 140 141 141 142 142 144 146

149

CONSIDERACIONES METÓDICAS SOBRE LA INVESTIGACIÓN DE BIBLIÓFAGOS

153

2aa) Métodos de la microbiología 2aa-a) Material y aparatos en el laboratorio de la microbiología 2aa-b) Sustratos para bacterios 2aa-c) Análisis del consumo de celulosa en los cultivos ...

154 156 156 159 V

Págs. 2aa-d) Soluciones alimenticias para bacterios 2aa-e) Cultivos de bacterios 2aa-f) Sustratos para hongos 2aa-g) Cultivo de hongos en general 2aa-h) Cultivo de Basidiomicetos 2aa-¡) Determinación de características bionómicas de microorganismos celulosófagos 2aa-j) Preparación del material para su investigación microscópica 2ab) Métodos de la Entomología 2ab-a) Cultivos de insectos 2ab-b) Ensayos bionómicos 2ab-c) Determinación de características bionómicas de insectos 2ab-d) Obtención de insectos adultos y de parásitos 2ab-e) Preparación de insectos 2ac) La técnica microscópica para estudios de bibliófagos 2ac-a) Elección del microscopio y de los métodos de observación 2ac-b) Preparación previa a la investigación microscópica. 2ac-c) Técnica de la coloración 2ac-d) Investigación microscópica de las reacciones fisiológicas 2ac-e) La microcrioscopia 2ad) Métodos bioquímicos 2ad-a) Aislamiento por cromatografía bidimensional 2ad-b) Control de la acción enzimática 2ad-c) Cultivo sobre membranas selectivas 2b)

Los

BIBLIÓFAGOS Y SU SISTEMÁTICA

2ba) Relación sistemática de los bibliófagos 2ba-a) Bacterios celulosófagos o dañinos en libros y documentos 2ba-b) Bacterios que dañan colas 2ba-c) Bacterios patógenos humanos en papel 2ba-d) Hongos bibliófagos 2ba-c) Hongos que dañan colas y especies patógenas humanas 2ba-f) Moluscos que dañan papel 2ba-g) Insectos bibliófagos 2ba-h) Acaros 2ba-i) Mamíferos que dañan bibliotecas y archivos 2bb) Conviventes y simbiontes de bibliófagos VI

159 161 166 166 167 168 174 174 175 178 182 183 183 184 184 189 189 191 198 199 202 203 203 204

207 209 218 219 220 238 239 240 262 263 264

Págs. 2bb-a) Simbiontes de los bacterios celulosófagos 2bb-b) Simbiontes de los hongos bibliófagos 2bb-c) Simbiontes de los insectos bibliófagos 2bb-d) Sinoccia de termites 2bc) Enfermedades, parásitos y enemigos de los bibliófagos 2c)

MICROORGANISMOS BIBLIÓFAGOS

2ca) Los bacterios bibliófagos 2ca-a) Distribución y datos generales 2ca-b) Descripción de las especies bibliófagas y celulosófagas 2cb) Los hongos bibliófagos 2cb-a) Datos generales 2cb-b) Descripción de las especies bibliófagas 2cc) La bioquímica del catabolismo de la celulosa 2cd) Fisiología y ecología de los bacterios y hongos 2cd-a) Datos de la fisiología interna 2cd-b) Reacciones fisiológicas a los factores externos ... 2cd-c) Ecología 2ce) Microorganismos que dañan a las colas 2cf) Microorganismos patógenos humanos en libros

264 265 265 267 267 271

271 271 277 305 305 309 341 349 350 355 373 384 386

2d)

CARACOLES QUE DAÑAN PAPEL

389

2e)

INSECTOS BIBLIÓFAOOS

391

2ea) Descripción de las especies 2ea-a) Apterygota 2ca-b) Isoptera I (biología de termites) 2ea-c) Isoptera II (especies y géneros peligrosos para bibliotecas y archivos) 2ea-d) Isoptera III (conclusiones finales sobre termites y archivos) 2ea-e) Isoptera I V (especies de termites para ensayos) ... 2ea-f) Blattidoidea 2ea-g) Orthoptera 2ea-h) Copeognatha 2ea-i) Coleóptera 2ea-k) Hymenoptera 2ea-l) Díptera 2ea-m) Microlepidoptera 2ea-n) A cari 2eb) La ecología de los insectos bibliófagos

292 392 395 407 429 430 431 433 434 435 454 457 458 461 462

vn

Págs. 2f)

ANIMALES VERTEBRADOS DAÑINOS PARA BIBLIOTECAS Y ARCHIVOS ...

2fa) 2fb)

2g)

2h)

2¡)

467 471 471 479 489 490 491

L A S CONVIVENCIAS DE LOS BIBLIÓFAGOS

494

2ga) Bibliófagos con simbiosis 2ga-a) La simbiosis favorable para microorganismos celulosófagos 2ga-b) Endosimbiosis favorable para insectos bibliófagos. 2ga-c) La simbiosis de los insectos estatales con otros insectos 2gb) Enemigos y parásitos de los bibliófagos 2gb-a) Parásitos de microorganismos y su antagonismo propio 2gb-b) Enfermedades de insectos bibliófagos 2gb-c) Insectos parasitarios y enemigos de bibliófagos ... 2gb-d) Especies de la clase Arachnoidea, enemigos de los bibliófagos

494 494 497 500 501 502 503 506 512

L A DETERMINACIÓN DE BIBLIÓFAGOS

513

2ha) La determinación urgente de un daño 2hb) Clave para determinar agentes bióticos según su daño ...

513 515

LITLRATURA DE INTERÉS PARA E L SEGUNDO CAPÍTULO

2ia) 2¡b) 2¡c) 2id) 2ie) 2if) 2ig) 2¡h)

VIII

Descripción de las especies Ensayo de un estudio psicológico sobre el daño archivobibliotecario causado por el hombre 2jb-a) Psicología del vandalismo archivo-bibliotecario ... 2fb-b) Agrupación de los motivos y de sus consecuencias. 2fb-c) Vandalismo archivo-bibliotecario «bona fide» 2fb-d) E l robo en bibliotecas 2fb-e) La falsificación de obras impresas y de documentos.

467

Biología y microbiologia en general; técnica del laboratorio. Bacterios bibliófagos Hongos bibliófagos Termites . . Insectos bibliófagos Animales y el hombre Simbiosis de bibliófagos Enemigos y enfermedades de bibliófagos

519

520 520 521 521 522 522 523 523

Págs. III.

FACTORES ABIOTICOS QUE A F E C T A N A L PAPEL

525

3a)

E L CLIMA

526

3aa) Factores del macroclima influyentes en la conservación de archivos y bibliotecas 3aa-a) Sequedad 3aa-b) Insolación 3aa-c) Humedad del macroclima 3aa-d) Calor del verano 3ab) Situaciones extremas del macroclima 3ab-a) Tempestad de arena en los desiertos 3ab-b) Huracanes 3ac) E l microclima 3ac-a) Humedad 3ac-b) Temperatura 3ac-c) Exposición del terreno 3ad) E l microclima artificial 3ad-a) Climatología de edificaciones 3ad-b) Climatología urbana 3ae) Aparatos de medición para estudios de factores climáticos ... 3b)

DANOS QUÍMICOS

3ba) 3bb) 3bc) 3bd) 3c)

Danos por componentes del documento o libro Daños químicos accidentales La contaminación del aire Componentes dañinos del aire contaminado

DAÑOS FÍSICOS

3ca) E l fuego 3ca-a) Función química de la autopirólisis 3ca-b) La termodinámica de incendios 3ca-b) Cinética de la reacción 3cb) Daño mecánico 3cb-a) Abrasión 3cb-b) Rotura 3cb-c) Doblaje ( plegado) 3cc) Danos físicos raros 3cd) Daños complejos por factores físicos

527 527 529 531 532 533 534 535 536 536 537 538 539 540 546 548 549

549 551 553 554 557

557 559 560 561 562 563 564 565 565 566

3d)

CATÁSTROFES

566

3e)

LITERATURA DE INTERÉS PARA E L TERCER CAPÍTULO

569

rx

Págs. IV.

LOS METODOS HISTORICOS D E L A CONSERVACION D E L PAPEL

571

4a)

MÉTODOS MÁGICOS

571

4b)

DEFENSA PASIVA DE DOCUMENTOS Y LIBROS

573

4c)

VIEJOS TRATAMIENTOS QUÍMICOS DEL PAPEL

574

4ca) Tratamientos en el Oriente Medio 4ca-a) Papiro 4ca-b) Pergamino 4cb) Procedimientos en América Central 4cc) Papeles chinos y del Extremo Oriente 4cc-a) Fondos de escrituras en la región de la India e Indomalasia 4cc-b) Papeles del Extremo Oriente 4cá) La conservación del papel en el Himalaya 4ce) Antiguas sustancias para la defensa de libros y bibliotecas. 4d)

SUSTANCIAS ANTICUADAS DE TIEMPOS RECIENTES

4da) Productos químicos 4db) Antiguos tratamientos con gases 4e)

V.

LITERATURA DE INTERÉS PARA E L CUARTO CAPÍTULO

SUSTANCIAS MODERNAS PARA L A CONSERVACION D E L PAPEL

575 575 575 575 577 577 577 579 580 582

583 585 586

587

5a)

MEDIOS PREVENTIVOS CONTRA UNA ACCIÓN BIÓTICA

588

5b)

SUSTANCIAS NATURALES COMO GERMICIDAS E INSECTICIDAS

592

Sba) Insecticidas naturales 5ba-a) Pelitre 5ba-b) Rotenon 5ba-c) Nicotina 5bb) Germicidas naturales procedentes de árboles 5bc) Sustancias germicidas e insecticidas de origen natural modificadas industrialmente 5bc-a) Colofonia 5bc-b) Pinenos 5bc-c) Hidrocarburos clorados del grupo de los pinenos. X

593 593 594 594 595 601 602 604 605

Págs. Se)

GERMICIDAS SINTÉTICOS EN LA CONSERVACIÓN DE PAPEL

5ca) Estudio y elección de germicidas Scb) Generalidades de las sustancias de impregnación 5cb-a) Penetración Scb-b) Metales en las moléculas de sustancias germicidas. Scb-c) Halógenos en las moléculas de sustancias germicidas Scc) Sustancias inorgánicas 5cc-a) Cloruro de mercurio 5cc-b) Silicofluoruros 5cc-c) Sales inorgánicas compuestas Sed) Sustancias orgánicas Scd-a) Germicidas alifáticos 5cd-b) Ciclopentanos 5cd-c) Germicidas aromáticos Scd-d) Resinas germicidas Scd-e) Acidos de efecto germicida, útiles para la impresión de «Offset» Sce) Sinergismo e incompatibilidad 5cf) Rellenos y coladas de efecto germicida Scf-a) Rellenos tóxicos Scf-b) Colas antibióticas o como portadoras de germicidas. 5cg) La substitución parcial de la celulosa para su previsión Sd)

607

607 611 611 611 612 614 614 615 615 618 618 622 623 654 655 656 657 658 660 661

SUSTANCIAS PARA LA CONSERVACIÓN DE PAPEL CONTRA LA ACCIÓN ABIÓTICA

Sda) Impermeabilizantes, hidrofugantes y reguladores de la humedad 5da-a) Ceras y parafinas ( esteres de alcoholes con ácidos grasos superiores) 5da-b) Antioxidantes 5da-c) Jabones metálicos Sda-d) Colas de resinas polimerizadas y de otros plásticos. 5da-e) Substitución de la fibra para la hidrofugación Sda-f) Ablandadores Sda-g) Sustancias anticuadas de hidrofugación y de protección mecánica Sdb) Sustancias para mejorar o recuperar la resistencia del papel. Sdb-a) Alginatos Sdb-b) Derivados de la celulosa Sdb-c) Plásticos Sdb-d) Siliconas 5dc) Absorbentes de la luz ultravioleta

664

664 665 667 667 669 672 672 673 673 673 674 675 679 679 XI

Págs. 5dd) Sustancias contra danos abióticos y el quebrantamiento del pergamino 5de) Sustancias para la eliminación de una acidez nociva del papel 5de-a) Materiales de la «neutralización» restaurativa Sde-b) Gases de neutralización 5dc-c) Sustancias en el papel como estabilizadores del vapor pH Se) 5f)

SUSTANCIAS PARA LA IGNIFUGACIÓN DE PAPEL INSECTICIDAS Y OTRAS SUSTANCIAS PARA COMBATIR PLAGAS

5}a) Insecticidas 5fb) Sustancias para el tratamiento a gas en cámara cerrada ... 5g)

VI.

6a) 6b)

687 688

688 694

CONSIDERACIONES

695 696 698

SOBRE LA TOXICIDAD DE PROOUCTOS DE CONSER-

VACIÓN

699

LITERATURA DE INTERÉS PARA E L QUINTO CAPÍTULO

701

LOS TRATAMIENTOS D E L PAPEL, DE LIBROS Y D E A R CHIVOS O BIBLIOTECAS

703

PAPELES ESTABLES

703

E L ESTUDIO Y ENSAYO DE LA RESISTENCIA DEL PAPEL CONTRA FACTORES DAÑINOS

6ba) E l control de la resistencia del papel contra agentes bióticos. 6ba-a) Resistencia a insectos 6ba-b) Resistencia a bacterios 6ba-c) Resistencia a hongos 6ba-d) Resistencia a roedores 6ba-e) Calificación del efecto de una sustancia germicida y de su residuo XII

685

695

5ga) Aditivos germicidas a colas Sgb) Sustancias de protección para pergaminos y cuero Sgc) Conservantes para la madera en la encuadernación

50

680 681 685

SUSTANCIAS PARA LA CONSERVACIÓN DE LA ENCUADERNACIÓN Y PARA PERGAMINOS

5h)

680

708

709 709 710 713 715 715

Púys. 6bb) La investigación de la resistencia contra los factores abióticos y el envejecimiento 6bb-a) Cámaras de envejecimiento 6bb-b) Control de la absorción de humedad 6bc) E l control del desgaste mecánico de papel y libros 6bd) E l control higiénico de libros 6be) Los controles en los procesos industriales 6c)

L O S TRATAMIENTOS EN E L CURSO DE LA FABRICACIÓN DE PAPEL

6ca) Los procedimientos de la fabricación 6ca-a) Papel de marca 6ca-b) Papel de fibras libres de madera o con porcentaje reducido 6ca-c) Papel de pasta de madera 6cb) Los procesos de la impregnación industrial de papel 6cb-a) Substitución de las fibras 6cb-b) Impregnación con sustancias afines a la fibra ... 6cb-c) Impregnación con sustancias que se precipitan sobre la fibra 6cb-d) Adición a las parafinas o colas de impregnación. 6cb-e) Adición o recubrimiento antes de calandrar 6cc) Impregnación industrial de materiales de encuademación. 6cd) Consideraciones previas sobre el equipamiento de papel ... 6d)

Los TRATAMIENTOS DE CONSERVACIÓN EN LA RESTAURACIÓN

6da) Necesarias consideraciones previas a un tratamiento ... 6db) La técnica de los tratamientos 6db-a) Tratamientos contra agentes bióticos 6db-b) Sustancias que no se debían usar nunca 6db-c) Desinsectación en cámaras de gas 6db-e) Esterilización total por radiación gamma (del cobalto) 6dc) Tratamientos contra factores nocivos internos 6dc-a) Desacidificación o neutralización del papel 6dc-b) Tratamiento previo de papeles de lignina (madera). 6dd) Defensa contra factores abióticos exteriores 6dd-a) Defensa mecánica del interior de libros contra factores nocivos de la encuademación 6dd-b) Protección directa contra la contaminación del aire y la insolación 6de) Mejoramiento de las calidades mecánicas de un papel 6de-a) Laminación 6de-b) Impregnación para reendurecer papeles y pergaminos quebrantados

716 71 ti 722 723 724 72S 727

727 727 729 729 729 730 730 730 731 731 731 733 734

735 738 738 740 741 743 745 745 748 749 749 750 751 751 752 XIII

Págs. 6e)

L O S TRATAMIENTOS E N DEFENSA DIRECTA DE BIBLIOTECAS Y ARCHIVOS.

6ea) 6cb) 6ec) 6cd)

6ee)

6ef) 6eg) 6eh)

6i)

VIL

7a)

Necesarias consideraciones previas a un tratamiento Tratamientos contra microorganismos Tratamientos Contra bibliófagos en general La defensa contra termitcs establecidos 6ed-a) Medidas inmediatas 6ed-b) Reconocimiento del edificio y de los fondos 6ed-c) E l tratamiento contra termitcs subterráneos 6ed-d) Tratamientos contra termites de madera seca Defensa contra murciélagos, pájaros, gatos y monos 6ee-a) Gatos y monos 6ee-b) Pájaros 6ee-c) Murciélagos Tratamientos contra roedores Teoría de la represión biológica de plagas Procedimientos directos contra factores abióticos 6eh-a) Extinción del fuego 6eh-b) Defensa directa contra humedad

LITERATURA DE INTERES PARA E L SEXTO CAPÍTULO

L A PREVISION G E N E R A L E N BIBLIOTECAS Y ARCHIVOS.

PREVISIÓN DEL DAÑO POR E L HOMBRE

7aa) Psicología de la previsión contra el hombre 7ab) Motivos éticos para conservar los archivos y bibliotecas ... 7ab-a) Argumentos de la filosofía 7ab-b) Argumentos referentes al valor educativo 7ab-c) Argumentos referentes al valor para la investigación. 7ab-
753

753 756 757 760 760 761 762 764 764 764 765 766 766 767 769 769 771 771

773

774

774 777 778 779 782 785 787 789 790 791 792 798

Págs. 7ad-d) Régimen interno 7ad-e) Consideraciones finales sobre leyes y decretos 7ad-f) Normas para la fabricación y el uso de papeles ... 7b)

L A PREVISIÓN GENERAL DE LAS EXISTENCIAS

7ba) Medidas directas en el alojamiento y en la colocación de los fondos 7bb) E l control regular 7bb-a) Reconocimiento del estado de un edificio 7bb-b) Control del maderamen por ataques de xilófagos y bibliófagos 7bc) Medios y métodos para mejorar la previsión regular 7bc-a) Humedad 7bc-b) Humos y contaminación del aire 7bc-c) Insectos 7c)

PREVISIÓN DEL FUEGO Y DE CATÁSTROFES

7ca) Plan de defensa contra fuego y de proceder en un caso catastrófico 7cb) Medios de alarma 7cc) Reproducciones de emergencia de textos en peligro de desaparecer 7d)

LITERATURA DE INTERÉS PARA E L SÉPTIMO CAPÍTULO

VIII. MEDIDAS PREVENTIVAS E N L A CONSTRUCCION E INSTALACION D E L EDIFICIO 8a)

MEDIDAS CONSTRUCTIVAS

8aa) 8ab) 8ac) 8ad) 8ae) 8af) 8ag)

E l emplazamiento Humedad en la construcción nueva E l saneamiento de edificios por humedad interior Previsión contra termites subterráneos Protección contra la luz Previsiones especiales en el clima mediterráneo y trópico ... Bibliotecas en zonas de desiertos 8ag-a) Zonas frías 8ag-b) Zonas calientes 8ah) Previsión constructiva contra fuego , 8ah-a) Paredes y puertas cortafuego 8ah-b) La impregnación contra el fuego 8ah-c) Tipo de vigas

799 800 801 802

803 804 805 806 807 807 808 808 808

809 810 812 812

813 813

815 817 818 826 828 829 830 830 831 832 832 832 833

8b)

CLIMATIZACIÓN ARTIFICIAL

834

8c)

LITERATURA DE INTERÉS PARA E L OCTAVO CAPÍTULO

836 XV

Páginas INDICE DE LAS TABLAS DE DATOS TECNICOS TABLA 1.—Clasificación de los Polisaccaridos 16 TABLA 2.—Grado de polimerización de distintas celulosas 22 TABLA 3.—Fibras naturales del papel 28-29 TABLA 4.—Fibras del papel, obtenidas por maccración de la celulosa 36 TABLA 5.—Antecesores del papel en el mundo 52 TABLA 6. Rellenos del papel que se han usado en papeles modernos 75-76 TABLA 7.—Medios de extracción de papel 113 TABLA 8.—Identificación de aniones en el papel 118-119 TABLA 9. Reactivos para aniones en extractos de papel 120-121 TABLA 10. Reactivos para cationes en papel o en sus extractos ... 122-123 TABLA 11.—Identificación de sustancias orgánicas en papel o sus extractos 130 TABLA 12.—Composiciones alimenticias para celulosófagos, I (bacterios) Entre 160-161 TABLA 13.—Composiciones alimenticias para celulosófagos, II (hongos) Entre 168-169 TABLA 14.—Reactivos para determinar el potencial Redox 171 TABLA 15.—Composiciones alimenticas para insectos bibliógrafos ... 179 TABLA 16. Aumentos por los diferentes microscopios y objetos de observación 188 TABLA 17. Englobantes, sustancias de maccración, fijación y coloración para bacterios, hongos e insectos bibliógrafos ... 192-197 TABLA 18.—Identificación de organismos, según derivados de su metabolismo y de ciertas funciones vitales 200-201 TABLA 19.—Coloración de las manchas de papel infectado por Chaetomium 318 TABLA 20.—Color de los pigmentos de Fusarium según especie y valor pH 340 TABLA 21.—Esquema de los pasos del catabolismo de la celulosa ... 345 TABLA 22. Mínimo de la humedad relativa del aire y la del sustrato (h) para el desarrollo de hongos bibliófagos 358 TABLA 23. Limites y óptimos de temperatura (en grados Celsio) para bacterios bibliófagos y o celulosófagos 362-363 TABLA 24.—Límites y óptimos del valor pH para bacterios celulosófagos 366 TABLA 25.—Limites y óptimos del valor pH para hongos bibliófagos 367 TABLA 26.—Influencia del nitrógeno, en el sustrato, sobre el crecimiento de bacterios celulosófagos 370-371 TABLA 27.—Preferencias alimenticias de hongos bibliófagos 372 TABLA 28.—Antibióticos de algunos bacterios y hongos bibliófagos y su eficacia sobre otras especies aisladas del papel ... 377 TABLA 28A.—Plazo de generación a generación de bacterios en condiciones aproximadamente óptimas 380 XVI

Páginas TABLA 29. Materiales y grado del daño por algunos insectos bibliófagos de carácter polífago TABLA 30. Tamaño anmximado de los obreros de termites TABLA 31. Efecto d 'ictores macroclimáticos en la conservación de bibliotecas y archivos TABLA 32. Volumen de vapor de H O en la relación m'/kg y pesos de aire H¡0 a 760 Torr TABLA 33. Intercambio del aire en edificios cerrados (paredes convencionales de ladrillo) TABLA 34. Duración (días) de los efectos germicidas de sustancias naturales y sintéticas comparables TABLA 35. Maderas resistentes a termites, cuyos extractos protegen papel TABLA 36.—Origen de germicidas e insecticidas naturales TABLA 37.—Concentraciones germicidas (en por cientos) del benceno arsenioso TABLA 38. Efecto fungicida de total inhibición por bencenos ciannitro-halogenados, en celulosa TABLA 39. Derivados de éteres propinílicos y su efecto germicida — TABLA 40. Inhibición de micro-organismos bibliófagos por sales del ácido dicloroftálico TABLA 41. Mínimo del grado de substitución de fibras de algodón para inhibir microorganismos TABLA 42. Efectos de sustancias para la neutralización de papel y estabilizadores del valor p H TABLA 43.—Sustancias para la conservación de cuero y pergaminos ... TABLA 44. Sustancias para la conservación de cuero TABLA 45. Número de infecciones por bacterios celulosófagos en agua de diferentes procedencias TABLA 46. Normas para el control de efectos biológicos en celulosas y papel, etc., tratado con germicidas TABLA 47. Normas españolas previstas por la comisión 57 de la UNE y que afectan a los ensayos de control en papel tratado con germicidas TABLA 48. Diferencia de la resistencia al doblaje, comprobada en dirección opuesta y tendencia a igualarse en el envejecimiento artificial TABLA 49. Coeficientes del aprovechamiento de superficie en archivos y bibliotecas según su tipo de construcción TABLA 50.—Coeficientes para el cálculo aproximado de la superficie del maderamen de un tejado

394 397 528 538 544 596-597 598-599 601 624 625 627 642 662 686 697 698 712 714 717 721 816 834

El segundo tomo comprende las láminas, glosario de los términos técnicos, los índices léxico de materias y de la literatura.

XVII

PREAMBULO

A LA PRIMERA

EDICIÓN

La técnica de la conservación de archivos y bibliotecas es una "ciencia aplicada", caracterizándose, como todas ellas, por reunir muy diversas partes de las ciencias naturales con ciertos sectores de la técnica, relacionados con la elaboración del material de sus objetos, de los libros. Podemos considerarla como la aplicación noble de la conservación de madera, con la cual existen numerosas coincidencias, a pesar que la última preferentemente es de interés industrial. Por e)emplo, hay que proteger en gran parte el mismo material —la celulosa—, y también numerosos agentes destructores coinciden o son similares. No obstante, nos quedan otros muchos motivos para separar las dos ciencias, no como último, por ser tan diferentes los campos de su aplicación práctica. Es poco frecuente que las personas que se ocupan de la conservación de madera tengan algo que ver con la protección de bibliotecas y es una excepción que nuestra posición profesional nos ha permitndo, e incluso, a veces, obligado, a ocuparnos de ambos sectores. Así hemos reunido el material de este libro en el curso de otros trabajos, ordenando y completándolo cuando se presentó la ocasión para publicar este estudio. La ¡dea para el presente libro resultó de una entrevista con don José Antonio GARCÍA-NOBLEJAS sobre los importantes problemas de la conservación de bibliotecas que ocupan la Dirección General de Bibliotecas y Archivos de España. Por tanto, le agradecemos la sugerencia inicial y, naturalmente, la posibilidad de la publicación. A l reverendo padre José María BUSTAMANTE NORIEOA, S. I., debemos las gracias por la ayuda en la busca de literatura y por indicaciones sobre los problemas prácticos actuales en las bibliotecas de la Península. XLX

El libro no quiere ser más que una introducción en nuestra técnica, que, además, todavía no está muy profundizada en todos sus detalles teóricos. Deseamos que sirva en la práctica de la defensa y previsión de bibliotecas y archivos, facilitando los conocimientos técnicos precisos para este fin. Por tanto, es nuestra intención, en la agrupación y selección del material, reunir una información básica que capacitará al bibliotecario para tomar decisiones propias, y exponer los métodos de tal forma, que sirva de guía concreta en todos los casos prácticos. Santander, noviembre 1959.

XX

PREAMBULO

A LA SEGUNDA

EDICIÓN

Que me den un jardín lleno de flores y una llena de libros; seré feliz.

Lasa

K'UNO TSE

Realizar la segunda edición de un libro es como renacer, consciente de la vida anterior. Es una oportunidad única y digna de reflexionar. Es natural pensar entonces en las palabras del ilustre filósofo prusiano Immanuel KANT, que, a pesar de su pesimismo, consideraba ya hace unos doscientos anos como destacado deber humano aplicar lo aprendido en favor del mundo. ¿Pero de qué mundo? ¿Lo hubiera considerado también hoy como un deber? No hace falta decidirnos; puede bastar como motivo para nuestro trabajo aportar algo a la conservación de los medios del estudio, base de todas las ciencias. Convencido, además, de que el trabajo del investigador es un refugio digno y útil para recuperar ánimo para seguir activamente en la vida, hemos elegido como lema las palabras de K ' U N G T S E ( Confucio, nacido en el ano 552 a. Cr.), arriba citadas.

Ante la inflación de investigaciones y el rápido avance de nuestros conocimientos, no es posible que hoy una persona domine aún todos los sectores de las ciencias naturales, ni del campo más limitado. Por tanto, sería casi una especie de desvanecimiento e imperdonable, escribir un tratado de carácter "exhaustivo", si esta intención no persiguiera el fin práctico, eminentemente necesario hoy día, de escribir un libro que es guía para penetrar nuestra ciencia. Dccia nuestro estimado profesor de la Microclimatología, GEIGER (138), en el preámbulo del tratado de su ciencia y explicando la tensión de nervios que proXXI

voca un trabajo de esta clase, que lo aguantó «porque, sin guia útil, ya nadie puede orientarse en el laberinto de las ciencias». A esto no tenemos nada que añadir, salvo que confiamos en conseguir también la gracia de ser útil como guía de colegas y estudiantes. Suerte será.

Consecuentemente esta edición se caracteriza por su pronunciada ampliación. Tanto el texto como la documentación gráfica los hemos modificado profundamente, para poder tratar, en una forma algo exhaustiva, nuestro tema. El motivo para esto radica en varios aspectos, nuevos o muy pronunciados en su importancia durante los últimos años. Son crecientes los problemas que causan los factores internos habituales del papel y los agentes dañinos a largo plazo. Por otra parte, no se ha reducido aún la probabilidad de propagaciones violentas, de carácter accidental, de los bibliófagos que ya nos son familiares, como Anobíidos y termites. Sigue, por tanto, el interés en perfeccionar la técnica de su previsión directa. Recientemente se ha creado un voluminoso problema, si bien es antiguo en teoría, por la mayor penetración de las zonas calientes del mundo con archivos y bibliotecas, a consecuencia del masivo desarrollo de estos países. En vista de que España aporta con entusiasmo lo suyo a esta tarea mundial, debemos incluir el amplio complejo del "archivo en el trópico" a nuestra obra. Los avances en la técnica de la protección indirecta de edificios mediante una climatización han ayudado mucho a la conservación de bibliotecas y archivos, pero también crean nuevas situaciones que debemos considerar. Por ejemplo, el caso de un fallo técnico de la instalación durante un plazo de días puede provocar una cadena de reajustes del equilibrio biológico, y estas situaciones serán nuevas siempre; no se las puede calcular de antemano, como han demostrado los casos registrados en varios países y de diferentes objetos. Por ejemplo, existe la posibilidad de que se aumente el daño por la contaminación del aire en ciudades a consecuencia de una climatización no especializada y adaptada para el caso de archivos, o nos pueden ocurrir, en documentos de archivos climatizados, infecciones totalmente inesperadas, procedentes de fallos en la filtración del aire; existen especies de bacterios cclulosolíticos que pueden seguir desarrollándose, si han tenido una vez, durante un plazo corto, las condiciones suficientes para el arranque de su propagación.

En vista de que no existía todavía un resumen en lengua castellana de la técnica de la conservación e impregnación previa del

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papel y, además, animado constantemente por el limo. Sr. D. Antonio MATILLA TASCÓN, en su día Inspector General de Archivos en España, actualicé mis datos sobre este tema especial. Parte estaba reunida ya, a lo largo de los años, lateralmente a mis estudios sobre los xilófagos y de su previsión

(KRAEMER, 217-2, 4).

A l principio ha sido mi intención publicar el estudio separadamente, en forma de una compilación critica sobre el avance de esta técnica y como aportación científica a la tarea de conseguir un «papel estable» español. Lo último es de actualidad por las repetidas pérdidas graves en los archivos judiciales de varías provincias. Pero sobre la marcha y habiendo reunido ya gran parte del material, se aclaró que no era lógico separar el tema «Impregnación previa del papel» del de la «Conservación de Archivos y Bibliotecas». Existen demasiados enlaces entre los dos, y más aún si se procura tratar el primer tema preferentemente bajo el punto de vista de su utilidad para la segunda finalidad.

Ahora está integrado en el presente libro todo lo que se refiere a la investigación y fabricación de papeles estables y a la descomposición de papel por microorganismos, aspecto importante que debemos mantener efectivo en papeles que no se archivan; será cada vez más necesario por motivos de la protección del ambiente. Una nueva dimensión ha tomado también el daño por el hombre mismo. Las consecuencias psicológicas del "stress" de la convivencia forzada que existe, no solamente en las grandes ciudades, aumentan a los daños por actos subconscientes. Dedicamos a esta referencia, por tanto, un propio subcapítulo. Está pendiente de realizar aún mucha investigación sobre nuestro tema, y durante el trabajo de reunir el material para este libro hemos visto que en España existe —por ser uno de los países más ricos en archivos antiguos— abundancia de objetos que reclaman " a gritos" que los investigadores se ocupen de los mismos. Por todos estos motivos resultó la, digamos, "metamorfosis" de mi antiguo libro del año 1960 (KRAEMCR, 217-3), que ha querido

ser solamente una introducción al tema del presente tratado de nuestra ciencia. Exponiendo repetidas veces nuestros conceptos, sobre la forma que dábamos al libro, a los que en la práctica tendrán que usarlo, hemos visto la conveniencia de ampliar en ciertos capítulos la información sobre detalles básicos, a pesar de que esto provoca cierta desigualdad en el desarrollo del tema. El rápido avance de las cienXXIII

cias naturales sobrepasa ya tanto la preparación, incluso universitaria, que había hace quince o veinte años, que nadie debe indignarse si encuentra defectos en sus conocimientos de entonces. (Se supone que hoy se doblan los datos conocidos cada seis u ocho años.) Por el mismo motivo, en una de las entrevistas sobre la realización del libro, don Luis SÁNCHEZ BI LDA, insistiendo en su utilidad práctica, nos animó a dotar adicionalinente el libro con un máximo de índices y explicaciones de los términos, indicaciones de carácter general, etc., porque sus lectores serán también personas de muy diferentes carreras y estudiantes de la materia. Esto realmente coincidió mucho con nuestro propio concepto, que, lamentablemente, no siempre vemos realizado en la literatura técnica moderna. Por tanto, con esta digna aprobación de antemano, nos hemos dedicado a realizar amplios índices de los tipos de papel, de la literatura y de un índice general que explica simultáneamente los términos. La costumbre de dar al final del libro una explicación de los términos técnicos usados, frecuente en los libros universitarios alemanes c ingleses, ya ha pasado últimamente también a los libros ingleses de fines científicos sin mira a la enseñanza universitaria. Que ya necesitemos el «glossary» para que se entiendan los especialistas entre sí mismos, subraya lo dicho.

También aportamos nuestros conceptos sobre el uso de ciertas formas, no frecuentemente usadas, de algunas palabras que son realmente términos. Si bien nos motivan conceptos puramente técnicos, de evitar malos entendidos, o lógicos, siempre nos hemos respaldado con la opinión de ilustres autores españoles que debían tener la aprobación por la Academia. Citamos aquí como ejemplo solamente a FONT Q U E R (115), que razonablemente ha sustituido la palabra femenina " bacterias" por la forma masculina " bacterios", que usamos aquí siempre. Hemos tenido la satisfacción de oír en múltiples ocasiones, a estudiantes y jóvenes archiveros, hablar del servicio que les hizo en sus estudios la dotación gráfica de nuestro libro del año 1960. Esto nos empujó a prestar más atención todavía a la documentación gráfica de esta edición, porque " una imagen vale más que mil palabras", como dice un antiguo proverbio chino. Todos nuestros dibujos los hemos realizado de nuevo uniformemente, y, entre las fotos, también aumentadas en su número, varías han sido sustituidas por otras más instructivas. A los dibujos y fotos hemos dado medidas de comparación, para comprender más fácilmente su tamaño original. Las fotos que no llevan indicación de origen y todos los dibujos de esta obra son originales nuestros.

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Los datos técnicos hemos procurado reunidos en tablas intercaladas al texto, para facilitar su encuentro. Esperamos además que esto aumente la rapidez de una consulta y permita o casi obligue a la comparación. Ninguna investigación es posible sin profundo conocimiento de la literatura existente. En una ciencia aplicada, como la nuestra, es normal que las publicaciones de interés estén repartidas en muchos sitios diferentes. Por esto hemos procurado reunir un índice de literatura lo más completo posible. No obstante, sin cribar algo las obras, llegaríamos con facilidad encima de dos mil números. Los 600 títulos de unos 470 autores que se quedaron, son la literatura considerada como importante para nuestra ciencia y/o lo que ha sido usado para esta obra.

No solamente en el índice de la literatura se presentó el eterno problema de estas obras, seleccionar sin suprimir partes importantes, o acumular datos encima del mínimo necesario, cuando son difíciles para encontrar por el lector. El resultado es arbitrario siempre. La ampliación de nuestra obra obligó a profundizar sobre el tema "papel" en sí, pero en especial sobre los papeles antiguos y su identificación. Lo último es lógico, porque una decisión sobre los procedimientos protectivos o de una restauración no puede ser nunca exacta sin conocer los detalles del objeto. Referente al tema «papeles antiguos» se puede decir aquí, entre paréntesis, que algunos de ellos alcanzaron ya cualidades que encantarían al archivero si las mismas fueran genéricas entre los documentos y publicaciones de hoy.

Vemos la necesidad de mayor información para los técnicos en la fabricación de papel sobre los problemas que puede crear una composición estable. Este aspecto toma más relieve aún si pensamos en los libros que van al trópico. Por fin es importante para el éxito práctico de libros como el presente que al interesado guste la presentación del material y no se canse al leerlo. Este punto pedagógico, experimentado en nosotros mismos con frcuencia, deseamos solucionarlo con la introducción de un elemento no tan técnico, el de la curiosidad y de comentarios laterales. A lo largo de nuestros estudios, no solamente sobre el presente tema, hemos desarrollado afán y consideración para la gracia de ciertos detalles accidentales, XXV

como aspectos históricos, humanos o simplemente curiosidades que nunca faltan en cualquier sector de las ciencias. Inspirado por ejemplos de algunos ilustres investigadores que conservaron su independencia al tema a que en realidad estaban sacrificándose, citando estos datos laterales, hemos dejado entrar también en nuestro propio estudio algún elemento que refleja la relación humana de nuestra causa. Entre las ciencias aplicadas, difícilmente puede reclamar otra tan ampliamente este nexo y, por tanto, esperamos que nuestro concepto será aceptado por los lectores.

Es una grata obligación dar las gracias a los que han contribuido, de una forma u otra, a la realización del presente libro. Citamos por este motivo, en orden alfabético: Rev. padre Gregorio de Andrés, director de la Biblioteca del Real Monasterio de El Escorial, E l Escorial. Frl. Lieselotte Bayer, Munich. Señorita Carmen Crespo, directora del Servicio Nacional de Restauración de Libros y Documentos, Madrid. Señorita Dr. Fausta Gallo, Roma. Dirección y personal del Istituto di Patología del Libro, Roma. Rev. padre Joaquín González Echegaray, director del Museo de Prehistoria y Arqueología de Santander. Señor don Tomás Kráemer Bayer, Valladolid. Dcr Landeskonservator von Wcstfalen-Lippe, Muenster (Alemania). Ilustrísimo señor don Antonio Matilla Tascón, en su día Inspector General de Archivos, Madrid. Doña Eula Mbula Iyanga, señora de Kraemcr, Valladolid. Señor don Rafael Ortiz Rumoroso, subdirector del Laboratorio Químico-biológico de Santander, S. L., Potes (Santander). Señorita Rosario Parra Cala, directora del Archivo General de Indias, Sevilla. Mr. Frazer G. Poole, assistant director for Prescrvation, Library of Congress, Washington. Excelentísimo señor don Luis Sánchez Belda, Madrid, que como Director General de Archivos y Bibliotecas nos respaldó en cada momento con su autoridad, ayudándonos así mucho en la realización del trabajo. Señor don Federico Udina Martorell, director del Archivo de la Corona de Aragón, Barcelona. Señora doña María-Luisa Vázquez de Parga, subdirectora del Musco de América, Madrid. En especial debo reconocer, aparte su ayuda, un acto de generosa amistad a Don José Benito Martínez (t, en 1972), doctor ingeniero, ex director de la Sección de Micología y Conservación de Madera del Instituto Forestal, Madrid, que nos regaló todo su archivo particular sobre hongos e insectos que destruyen celulosa y madera, reunido a lo largo de una cumplida vida de científico.

Terminando con los comentarios preliminares nos importa decir aquí: Es nuestra intención conseguir que el lector vea nuestra ciencia, la de la Conservación de Bibliotecas y Archivos, como una graciosa XXVI

tarea cultural-social y un elemento muy necesario, según opinamos, pero más bien auxiliar a la verdadera tarea para que mantenemos archivos: conservar y desarrollar la cultura humana, educándonos a nosotros mismos, y traspasar nuestros resultados a los que un día nos seguirán. Camaleño

(Santander), junio 1972.

xxvn

INTRODUCCIÓN

A)

EL LIBRO Y LA PRESENTACIÓN DE S U MATERIAL

La amplitud del libro no se procuró para obtener una obra enciclopédica más para archivar, sino que su finalidad es realizar cierto inventario de lo que hasta ahora se ha reunido de conocimientos en nuestra ciencia. Deseamos preparar el terreno para nuevos estudios e investigaciones; también, y no por último, deseamos animar a los que estudian aún a especializarse en nuestro tema. De momento está poco desarrollada en España esta escuela. E l concepto de la obra obliga a valorizar la información. Si un dato es confirmado por varios autores y/o conocemos personalmente un caso, lo citamos sin mayor referencia que el resumen de literatura al final de cada capitulo. Si la información es de uno solo, citamos la publicación del autor; si es resultado de nuestro propio estudio, hasta ahora sin más confirmación, lo indicaremos también.

Nombres de personas citamos en el texto solamente si son ilustres, por su actuación o trabajo, para nuestro tema. En este caso y en el resumen de literatura de cada capitulo, los números en paréntesis dentro del texto se refieren al número correspondiente de los títulos en el Indice de la literatura.

Sustancias químicas citamos normalmente con su denominación científica, pero hay productos cuyo nombre comercial ha llegado a ser genérico en todo el mundo. Entonces, y por ser normalmente 1

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el nombre comercial mucho más corto, lo usamos, indicando su identidad química en el sitio donde tratamos de la sustancia. Tanto por costumbre, marcado, en el Indice, las correspondiente, ®, pero luntario sería, pero puede como marca.

a efecto legal, que por considerarlo instructivo, hemos denominaciones registradas como marcas, con el símbolo naturalmente esto es sin valor de prueba legal. Invoser que algún nombre no se haya captado en su carácter

En los dibujos de los organismos bibliófagos hemos buscado un sistema para distinguir los que reflejan al máximo el aspecto real del objeto, como se podía ver en el microscopio o con una lupa fuerte, del dibujo explicativo, que si bien cada parte es real, nunca es posible verlas conjuntamente. Los primeros llevan el círculo, como los limita la misma óptica, y los otros están en un recuadro. Esperamos que así se fijen mejor los aspectos reales en el cerebro y evitemos errores de la imaginación, si explicamos en el mismo dibujo varías fases de algún circulo de desarrollo, etc.

Por fin, los objetos que se pueden observar sin microscopio, o a lo sumo con alguna lupa corriente de poco aumento, los hemos dejado sin recuadro. Si bien en un libro que compila la situación actual de una ciencia se debe incluir también datos aún no totalmente confirmados, aquí lo hacemos siempre con el correspondiente comentario; salvo que citemos la procedencia de la opinión expresada, el criterio es entonces nuestro propio. Nos dejamos guiar en este caso por la regla base de cualquier ciencia exacta: debe ser comparable por ensayos y/o demostrable la base del resultado, además el último es fundamental solamente, si permite en lo sucesivo un pronóstico fiel.

Una ciencia aplicada es la composición de muchos conocimientos de otras ciencias, como un mosaico que da cada vez nuevas imágenes con los mismos pedazos. Quien desee especializarse en nuestra técnica debe aprender esta tarea de buscar piezas útiles para componer nuestro cuadro. No obstante, quedarán zonas blancas y éstas debemos llenarlas con propias investigaciones. Para ambas tareas está pensado el presente texto. Hay que insistir que los estudios desde su principio deben estar acompañados del ensayo práctico y de la comprobación y ampliación de los datos de literatura. 2

Si llegáramos a ocuparnos de la investigación de nuevos problemas, esta preparación es obligatoria. Un porcentaje muy elevado de los problemas de una técnica como la nuestra se resuelven con un exacto estudio previo y repitiendo los ensayos conocidos de otras finalidades, ajustando su concepto a nuestro fin.

Consecuentemente citamos en cada capítulo los medios habituales para la investigación de lo que tratamos, limitándonos mayormente a los remedios para nuestros fines. La intención es orientar, al que penetra a un sector de nuestra ciencia, en lo suficiente para no perder de antemano el tiempo en buscar los detalles especiales. A l índice de la literatura hemos procurado unir cierta información genérica, y a la investigación detallada, todo lo que consideramos importante. Publicaciones que contienen índices muy amplios de su tema, hemos marcado en el resumen de cada capítulo ya con un asterisco; las obras genéricas llevan dos. Es un problema entre Escila y Caríbdis cómo presentar los índices de las materias en un libro técnico que en parte es compilativo. Podía haber efecto instructivo, agrupando los Índices según grupos de materia y realmente a veces se hizo (en un caso también nosotros), pero el que aún no domina bastante la ciencia en cuestión, se encuentra con complicaciones. Por tanto, lo hemos desestimado, separando solamente del Índice general el de los papeles, por contener explicaciones que no deben estar en el índice general de las materias. Por otra parte, al último se han incluido explicaciones con símbolos y abreviaturas. Esto resulta en cierta información genérica para obtener una primera orientación, sin necesidad de buscar los detalles leyendo muchas páginas. Los términos técnicos los hemos puesto en una lista para cada sector. Si bien hemos procurado un sistema de calificación de los términos elegidos a explicar, queda discutible siempre lo que se incluye o no.

B)

INTRODUCCIÓN AL PROBLEMA DE LA PREVISIÓN DEL PAPEL

Y DE LA CONSERVACIÓN DE BIBLIOTECAS Y ARCHIVOS

Sin bibliotecas y archivos, cualquier cultura llegará a la extinción. Sin desarrollo cultural, la civilización más elevada nunca será más que, a lo sumo, un paleolítico camuflado por los avances de la técnica. Pero deseamos reclamar para nuestra especie algo que va más allá de la perfección técnica. Este concepto cultural necesita, para una evolución constante, el conocimiento de lo que se ha pensado ya y de lo que hemos aprendido con anterioridad; perfeccionando nuestros archivos, nosotros mismos nos desarrollamos. Tal 3

vez es esto la mayor gracia que con nuestro trabajo de conservación aportamos indirectamente a la educación. No existen diferencias decisivas entre el hombre y los otros animales, ambos saben aprender nuevos conocimientos por experiencias o por ensayos y es solamente cuestión de cuantía de recordarse. Esto rige aún, si se ha llegado a una convivencia humana, encima de la horda de cazadores y colectores de frutas, primer paso de nuestra evolución: La vida y el avance sigue en forma accidental, como ha sido en las antiguas culturas cívicas del paleolítico. Por eso, como cesión entre culturas ingenuas, sui generis, y una cultura activamente desarrollada, a veces se ha considerado el momento cuando se presentaron los primeros archivos. Éstos entonces han sido un extraordinario avance y siempre los hombres ya en su día lo comprendieron así. Consecuentemente, la conservación de archivos y bibliotecas representa un problema, del que se ocupa el hombre desde las épocas más remotas, y de su éxito en esta tarea depende en buena parte nuestro actual conocimiento sobre los principios de la historia y de las culturas humanas. Por ejemplo, sabemos hasta en los detalles más profanos cómo vivieron las gentes en Babilonia desde que GROTEFEND consiguió el desciframiento de las escrituras cuneiformes, capacitándonos así para leer la famosa biblioteca de ASURBANIPAL, el Archivo de Amarna y el «Código del HAMURABI». Escritos sobre ladrillos, desde luego, se han conservado perfectamente. Por tanto, de ninguna cultura desaparecida sabemos más que de los que escribieron sobre el barro (transformándolo en cerámica). Lo que sigue se aleja algo de nuestro tema, pero es un interesante ejemplo para demostrar el importantísimo valor de los antiguos archivos. De una forma indirecta y mucho antes de que se obtuvieran las primeras pruebas materiales, por excavaciones, ya se sabía bastante del antiguo reino de los hititas, en la Anatolia, a consecuencia de cambios de escritura y citas en los textos cuneiformes. Incluso se sospechaba ya de la gran influencia arquitectónica de este grupo étnico en Mesopotamia antes de conocer ejemplos auténticos de sus construcciones: el imperio hitita había desaparecido, pero no todos los hititas sucumbieron; los conquistadores sometieron a los supervivientes bajo su dominación, pero no se avergonzaron de aprender de ellos. Lo que nos llevó a la pista ha sido que los frigios usaron en todo momento la antigua escritura cuneiforme acadia, aunque tenían también su propia escritura jeroglífica, e incluso usaron a veces la escritura hitita original.

Igualmente tenemos conocimientos muy amplios de la historia de Egipto desde que CHAMPOLION descifró la escritura jeroglífica, 4

permitiéndonos leer los rollos de papiro que en el clima seco de la tierra de los faraones se conservaron. A l contrario, en una zona que a la cristiandad afecta en un máximo la de Palestina , se han conservado muy pocos documentos, a causa del clima desfavorable. Por tanto, ha sido en su dia un descubrimiento sensacional cuando en unas cuevas cerca del rio Jordán, pastores árabes encontraron, protegido por envases cerámicos, herméticamente cerrados, un archivo completo, escrito preferentemente sobre rollos de cuero y papiro y que contiene textos relacionados con la Biblia o partes de la misma. Gracias a la citada «precaución» de los bibliotecarios de un antiguo claustro de la secta judia de los ESENOS, hoy en día la cristiandad es dueña de unos documentos originales de su religión que hasta el ano 1949 hemos conocido solamente por traducciones, mezcladas con textos no auténticos.

Si bien no están muy claros los motivos de los ESENOS para ocultar su archivo en las cuevas alrededor de su claustro, y no es lo más probable precisamente que haya sido un extraordinario afán conservador, creemos que es ejemplo valioso para demostrar la importancia cultural que puede tener la conservación de bibliotecas y archivos. Todavía hay un motivo más, muy profano y comercial, que debe estimular el interés en la conservación: es el valor real que representan los libros y documentos antiguos. Hace unos diez o quince años, la pérdida anual de libros en España, por causas bióticas y climáticas, se consideraba superior a la suma que asignaba el presupuesto del Estado para bibliotecas y archivos. Y esto en un país que, comparado con otros en Europa, dedicaba ya un porcentaje muy elevado de su presupuesto a este noble fin. Hoy notamos buena mejoría de la situación en los archivos y bibliotecas del Estado, pero aún hay un largo camino hasta alcanzar el resultado absoluto, hasta que se ha generalizado nuestro concepto de proteger a los libros como a unos seres vivos: Las ciencias y técnicas relacionadas con los libros todas están influidas por el carácter original de su objeto, «porque el libro, invención minúscula y genial del hombre para eternizar sus ideas, tiene, como el hombre mismo, un cuerpo y un alma, es extraña síntesis de materia y espíritu» (BUSTAMANTE, 58).

El papel es, desde su descubrimiento hace unos veinte siglos por los chinos e, independientemente, en forma menos perfecta, por los aztecas y mayas hace escasamente mil años, el portador preferido de los textos a comunicar y conservar. 5

Antes de ocupamos de su conservación debíamos definir a qué llamamos «papel». E l término es muy genérico y, a lo largo de los siglos y de un grupo étnico al otro, variaba mucho el objeto que se usaba como «papel» para escribir encima. Su propio nombre se debe a un material —al papiro— que aún no es realmente una masa parecida al fieltro, sino la médula extendida de la planta de papiro y que se obtuvieron en hojas finas fabricándolo ya industrialmente. No obstante la imperfección del material, gran parte de nuestros conocimientos sobre la Antigüedad lo debemos a los papiros. Hoy dia, por la creciente aplicación técnica-industrial de la materia papel, van a dispersarse todas las limitaciones que podemos usar para clasificarlo: no es solamente algo delgado sobre lo que se escribe, pinta o imprime; también es embalaje —incluso se hacen cajas de cartón más fuertes que madera ; los japoneses construyeron ya sus casas con paredes de papel —son por esto los inventores de la aplicación técnica del papel— y en los Estados Unidos se hacen de nuevo; también se ofrecen muebles de papel, vestidos, ropa de mesa y de cama, etc. Lo curioso es que, a pesar de esta situación, nadie tiene duda acerca de lo que significa el término «papel».

De todos modos, si nos referimos en primer lugar al papel de documentos y libros, vale aún la definición clásica de los siglos pasados: «Hojas fibrosas, de estructura análoga al fieltro, preferentemente compuestas de fibras vegetales, formadas por depositarse sobre un filtro fino, las fibras suspendidas en agua o disolvente análogo». La introducción de nuevas fibras sintéticas o de las colas de resinas plásticas no ha modificado el antiguo sistema de los chinos en más que algunos detalles. Por la facilidad que ofreció el papel para hacer textos, pronto se abandonaron todos los otros medios. Se supone, por ejemplo, que «los mayas» inventaron su amaíl, el «papel», del líber de unas higueras, alrededor del año 900 p. Cr., por ser ésta la última fecha de la que se encontraron estelas de piedra, que hasta entonces han sido los portadores de sus textos. Si es así, entonces seguramente no esperaban que unos seis siglos más tarde un fanático —el obispo de Yucatán— quemaría sus bibliotecas. Es la fragilidad del material lo que representa el principal problema, acentuado por la muchas veces complicada o imposible restitución de los objetos dañados. Desde los principios ha habido hombres a quienes impresionó este fenómeno. Ya el fundador del nuevo imperio chino, SHIH HIMNO T I (246-210 a. Cr.), el gran reformador de la escritura china, meditó sobre el valor insustituible de los archivos. Las primeras disposiciones legales para proteger documentos y textos proceden 6

de él, respectivamente de su ministro L i Sm (ambos figura 530). También los egipcios daban gran valor a sus textos, conservándolos en departamentos elegidos dentro de sus templos.

Hoy día, considerando el enorme valor de esta documentación, acumulada a lo largo de los siglos, en todos los países cultos se han formado, primero muchas veces por iniciativa privada, luego en forma de un servicio oficial o estatal, como últimamente en España, unos centros de restauración y conservación de archivos y bibliotecas, para que sean reparados los daños que se han producido en los siglos pasados. No obstante, más importante es la labor de una previsión constante en las mismas bibliotecas. Un segundo paso es pensar ya en usar materiales resistentes a los posibles peligros posteriores, para lo que un día será objeto de nuestros archivos. Mucho ha sido estimulada esta idea por un descubrimiento que ya pronto se hizo, en las primeras tareas de conservación, y que hoy día es «de dominio público» entre los profesionales: los papeles antiguos, de trapo, se conservaron mucho mejor que los modernos, hechos con pasta de madera, etc. Desde entonces no se dejó de exigir un mejoramiento de la calidad, por lo menos al nivel de la antigua fabricación de papeles. Realmente, hoy día ya no es problema técnico en sí mejorar nuevamente el papel de libros y documentos, incluso hasta que resistan totalmente a los agentes destructivos en todo el mundo. No obstante, esto requiere necesariamente un costo más elevado, si se pretende eliminar «cualquier peligro en cualquier circunstancia». E l interés práctico se concentra en llegar a fabricar, con un mínimo de aumento en su costo, un papel suficientemente protegido para que resistan los documentos, cuyo portador algún día puede ser este papel, a los factores y agentes dañinos en la región o zona de su aplicación y si se guarda en condiciones normales. A l contrario, como papel de residuo deben ser descompuestos por los naturales factores bióticos, si no deseamos llenar el mundo con papel de chatarra indestruible. Es natural que tan pronto como hay a la vista posibilidades para esta conservación, surge el interés de personas que ex oficio se ocupan en los ministerios y otros centros administrativos de los archivos, en resolver su problema mediante papeles inatacables. En España seria finalmente asunto de la Fábrica Nacional de 7

Moneda y Timbre desarrollar el correspondiente papel. Múltiples danos graves que hemos visto en los últimos anos en los archivos de varios juzgados (por ejemplo, figura 264), donde se perdieron documentos del registro civil o expedientes enteros de algún proceso legal, dejan pensar en la urgente necesidad de un «papel estable español».

La conservación previa del papel es una técnica que se ha perfeccionado asombrosamente durante los últimos treinta años. E l principal motivo para esto eran impulsos industriales, buscando papeles apropiados para determinadas aplicaciones puramente técnicas o el uso en un clima extremo. Fines de conservación de bibliotecas también se han perseguido, por ejemplo, con el «papel estable» de los Estados Unidos, pero en realidad eran excepciones. Quedó en segundo lugar, ante el interés comercial e industrial, lo que es digno de la máxima atención y consideración. Según nuestro modesto criterio, no es solamente asunto de los que, ex oficio, son responsables de conservar los documentos de la cultura humana. Todos debían velar por la prevención del papel de los libros y documentos que un día llegarán —entonces históricos— a nuestros archivos. Otro capítulo importante de la prevención ya en la fabricación del papel serán los papeles de fotocopia, tan en uso en el día de hoy. Nada puede hacer el archivero para su protección, llevando ya en sí los factores dañinos que les harán ilegibles en plazos no muy largos. E l subsanamiento o la eliminación de estos factores aún es un capítulo casi inédito de nuestra ciencia. Con la evolución técnica de los medios de reproducción, como microfilms, copias electrostáticas, cintas electromagnéticas y de grabación con el rayo láser, también se presentan nuevos problemas de la conservación de un archivo. En la conservación de los microfilms aún nos movemos en terreno conocido, se encontrará principalmente factores climáticos dañinos, pero más allá, aún es mayormente tierra incógnita; posiblemente habrá factores físicos que debíamos considerar en el futuro, sin que de momento conozcamos su identidad o sus efectos a largo plazo. Por fin queda el problema importante del alojamiento de una biblioteca. Especialmente, si entramos en zonas tropicales, el clima nos ofrece nuevos obstáculos por su extremidad. Pero también en el clima europeo debemos modificar nuestros conceptos antiguos. Ya no es tan verdad la vieja regla de considerar siempre, en los 8

alojamientos de libros, lo que gustaría en tal situación al hombre mismo. Puede seguir la regla como útil para decidir en el caso del alojamiento de un archivo en un edificio viejo, en la construcción ultramoderna rigen otras normas. Tanto para la previsión constante como, por ejemplo, en la técnica de la defensa contra influencias externas del ambiente contaminado, o daño por bacterios en edificios climatizados, se necesitan conocimientos detallados de las técnicas; errores en la consideración del caso, o en la elección de los medios, pueden ser fatales. Hemos visto ya ejemplos de un repetido daño grave, provocado simplemente por errores en la elección de los métodos de protección. Si intentamos reunir las causas de la alteración del papel y sus consecuencias en un esquema, como a continuación intentamos, queda sin valorización la importancia de los factores actuantes y de sus efectos. Esta valorización no se puede poner en un esquema, porque quedará siempre variable. Hasta finales del último siglo dominaban totalmente los daños externos, hoy alcanzan los daños por factores internos notable importancia, debido a los profundos errores en los principios de la industrialización de la fabricación del papel. Si nuestra investigación sigue adelante, esperamos que llegue el dia en que podamos considerar superada la época de la decadencia del papel. Entonces, nuevamente aumentarla la importancia de los daños externos, principalmente de los bióticos, porque no puede ser nuestra finalidad científica conseguir un papel totalmente indestructible, debe ser estable solamente en las condiciones de un archivo. Por tanto, andaremos un día en la estrecha arista entre estabilidad del papel para su uso como libro, etc., y su fácil dcstructibilidad natural por microorganismos, necesaria por motivos de la protección del ambiente.

Como reparto lógico de las causas y de la consecuente alteración del papel consideramos el siguiente esquema:

Causas

Origen

Efectos

Materias no equilibradas (acidas por sustancias que atacan celulosa, etc.) o fabricaciones defectuosas (con aguas no limpias, etc.).

Quebrantamiento del p a p e l (oxidaciones, dcpolimerización de las fibras, etc.).

Internas: Naturaleza del matcrial.

9

Origen

Efectos

Incompatibilidad de los componentes.

Principalmente procedimientos defectuosos del blanqueo y cargas o rellenos erróneos.

Idem, destrucción o rebajo de la calidad de la impresión.

Inestabilidad de los componentes.

Uso de materiales no estudiados previamente, o, sabiendo su carácter deficiente, motivos de economía o del uso limitado. En pergaminos, un curtido inadecuado y o uso de pieles malas.

Quebrantamiento de toda clase, deformación del material, etc.

Infección ya en la fabricación por esporas, etc.

Se producen daños en el momento que las condiciones climáticas favorecen al organismo presente.

Infección en el archivo.

Se producen daños si la situación climática ha permitido la infección. E l volumen del daño depende del grado de la deficiencia del microclima para el alojamiento de un archivo. Los daños son en ambos casos pudriciones parciales o totales. (Daños por bacterios pueden parecer a un quebrantamiento abiótico.)

Insectos bibliófagos que viven en el papel.

Infección en el archivo.

Destrucción por galerías, etc.

Insectos bibliófagos extemos.

Principalmente termites, invaden el edificio y destruyen lo que les es útil para alimentarse, etc.

Destrucción total de libros y legajos es frecuente.

Vertebrados.

Ratones y, peor, el hombre.

Ratones: Destrucción de papel como material. Hombre: Destrucción intencionada o negligencia, uso indebido e ignorancia, abandono, conservación o restauración inadecuada.

Causas

Externas bióticas: Microorganismos.

10

Idem, manchas y favorecimiento de «cáncer de pergamino».

Causas Externas abióticas: Físico-químicas.

Accidentales y tastróficas.

Efectos

Origen

Contaminación biente.

del

am-

Quebrantamiento.

Causas químicas accidentales. Tintas corrosivas. Clima (humedad y temperatura).

Quemaduras químicas.

Idem (luz).

Quebrantamiento.

Causas físicas (ciertos rayos, vibración, etc.).

Daños atípicos de quebrantamiento.

Catástrofes como fuego, inundación, terremotos, guerras, etc.

Pérdida o destrucción hasta ser total.

Descuidos en el uso y, principalmente, en los traslados.

Alteración progresiva, pérdidas parciales.

Corte del papel. Envejecimiento acelerado, favorecimiento en cierto grado al daño biológico.

Este esquema que hace muchos años hemos desarrollado en una conferencia ante la Dirección General de Archivos y Bibliotecas, es útil para la exposición de la complejidad de nuestro tema. Por ser posiblemente necesario «almacenar», un día, nuestros conocimientos por medio de una máquina computadora, no conviene usar el esquema, arriba citado, para la agrupación u ordenación de nuestro trabajo de investigación. Como ensayo, para llegar a la ordenación en forma útil también para computadoras, hemos desarrollado el sistema que refleja nuestro índice general.

11

I.

CARACTERISTICAS D E L M A T E R I A L «PAPEL» Y «LIBRO»

E l conjunto de los materiales, muy diferentes, que forman un libro, produce gran complejidad en el problema de su conservación. Cada material tiene sus características positivas y negativas que dentro del conjunto pueden modificarse en su valor e importancia. Ya la simple tarea de conservar este material exige conocimientos detallados de su composición y de sus componentes y se hace obligatorio profundizar más sobre este particular, si entramos en el terreno de la investigación sistemática de nuevos métodos. Si bien ya hemos visto que lingüísticamente no es difícil entender qué se quiere decir con la palabra papel, se complica el caso cuando vamos a una clasificación técnica. No se puede separar fácilmente entre el papel portador de textos y el papel de puro uso técnico. Tampoco llegamos a una separación exacta, si agrupamos los papeles según su composición; hay preferencias dentro de los grupos, pero no limitaciones tajantes. Sin duda hay métodos de fabricación, composiciones o formas de preparación e impregnación que se usan preferentemente para uno u otro destino del material, pero en ningún caso se excluye fácilmente la posibilidad de que una técnica no sea también útil para algún otro tipo de papel, con un destino muy diferente y normalmente de distinta composición. Como ejemplo citamos los papeles a base de celulosa, obtenida por descomposición de material leñoso que en su dia querían usar para sustituir al papel entonces hecho sólo de trapos. Resultaba de muy inferior calidad y se dejó en segundo lugar, para usos no finos. Entre tanto, mejorada mucho la técnica de su elaboración e introducidas ya resinas sintéticas en la fabricación, como colada, resulta ahora que para múltiples aplicaciones son preferibles los papeles de «surrogato» que los auténticamente finos. 13

Para cortar el nudo gordiano de que se trata aquí, el del amplísimo campo de los tipos de papeles, nos hemos decidido a citar las composiciones frecuentes, también —en forma más breve— si su su aplicación es prácticamente sólo de tipo técnico. La razón para esto radica en la notable intercambiabilidad de los medios y métodos de previsión y conservación, sea el tipo de papel que sea. Si estudiamos además las posibilidades para un papel estable regional, debemos concentrarnos sobre la comparación de los métodos aplicables dentro de los tipos disponibles. Cambian mucho los costos de cada tipo, de país a país, y el hecho de que una combinación aún no se haya usado en otra región no demuestra nada en contra de su uso si nos conviene en las condiciones de la Península. Antes de estudiar las diferencias de la composición en los múltiples papeles, debemos conocer su principal componente, las fibras. Se distinguen tanto de los demás componentes que es conveniente, por motivos prácticos, separar y anticipar su estudio al resto del capítulo. la)

L A S FIBRAS DEL PAPEL

La base del papel son sus fibras, y éstas han sido en su totalidad y siguen siendo preferentemente fibras de celulosa. Hoy día toda la fibra usada está transformada previamente, no sólo con algún procedimiento mecánico, sino en parte notable ya químicamente. Séalo forzosamente por los procedimientos de su separación de otros componentes en el material de su origen (por ejemplo, celulosas de procedencia leñosa), o que sean modificaciones intencionadas para cambiar sus cualidads. Las fibras naturales ya no las encontramos más, salvo en algunos papeles de lujo. En los papeles antiguos, al contrario, muchas veces las mismas nos permiten localizar el origen del papel, siendo típica la composición en sus porcentajes. L a gran mayoría de organismos y factores dañinos actúa realmente sobre la fibra de la celulosa o la aprovecha para su alimentación. Los otros componentes en sí, normalmente, no son objeto del ataque, si bien con cierta frecuencia pueden tener efecto estimulante o frenante a la acción destructiva. Las fibras sintéticas no son totalmente inatacables, al contrario, han ampliado el número de organismos y factores dañinos que debemos considerar en el futuro, si bien sus casos son menos frecuentes. 14

laa)

QUÍMICA, FÍSICA Y LA ESTRUCTURA MOLECULAR DE LAS CELULOSAS

Bajo el término «las celulosas» se comprende la sustancia química «celulosa» en sus diferentes grados de polimerización y un grupo amplio de otras sustancias, más bien diferente en su carácter químico y físico, que se denominan «hemicelulosas», sin que este término exprese muy claramente lo que son: sustancias acompañantes de la celulosa con algún esquema semejante de su construcción macromolecular. laa-a) Celulosa Esta sustancia es la materia química orgánica que más abunda en el mundo. La forma la pared de las células vegetales, existe en minúscula cantidad también en las túnicas de ciertos animales marinos y el bacterio Acetobacter xylinum la produce sintetizándola. Su fórmula química bruta es (C Hio0 )n+n • H 0, partiendo su constitución casi exclusivamente de la molécula básica del azúcar d-glucosa (CJí^Oé). E l esquema de su polimerización lo indica la figura número 1, su estructura, la figura número 2. 6

5

2

Su composición es, según las últimas investigaciones, no totalmente idéntica, variando ligeramente según la especie de su procedencia natural. Principalmente entre las celulosas que proceden de las maderas distinguimos, además, los isómeros a-, p-i y •y-celulosa. Mucho varia el grado de la polimerización según su procedencia: casi 8.000 grados tiene en las fibras del pelo de algodón y 250 grados en las fibras más degeneradas de celulosas fabricadas por descomposición de madera, o en el eclofano. Debajo de este limite están aún las p- y v-cclulosas, con 10 -100 grados, pero éstas solas ya no forman fibras. Las dimensiones y la fórmula de los eslabones macromolcculares los demuestra la figura número 2.

laa-b) Hemicelulosas Estas acompañan siempre a la celulosa en mayor o menor cantidad. En madera pueden llegar hasta el 32 por 100 de la parte celulósica; en algodón, al contrario, quedan debajo del 1,5 por 100. Aparte las ligeras diferencias en el principio de su constitución, es 15

su característica que parten de otros azúcares. Su presencia varía no solamente en la proporción, también en el tipo cambian de especie a especie de planta, e incluso dentro de la misma especie cambian las proporciones entre los tipos, según el sitio donde crece, o la acción climática a que está expuesta la planta. Los azúcares que se forman en la hidrólisis de las hcmicelulosas son el mejor medio de clasificar las mismas. Por tanto, adaptamos aqui para las hemicelulosas el sistema de KARRLR que se suele usar para clasificarlas según las polisacárídas. La tabla número 1 indica su sistema.

TABLA NÚM. 1

CLASIFICACIÓN D E LOS POLISACCARIDOS (Modificación según KARRLR.)

Grupo

1) Pentosanas

2) Exosanas

Molécula básica de las monosacáridas d-xilosa 1-arabinosa d-glucosa

> • >

xilanas arábanos glucanas:

d-manosa d-galactosa d-fructosa

> > •

mañanas galactanas fructanas:

3) Complejos de las pentosas pentosanas y de las exosanas exosas 4) Pectinas

16

Polisaccáridos

• Ácidos urómeos

• >

Derivados

celulosa almidones glicogena liquenina

inulina irisina etc.

p. ej.: arabogaláclanos xilo-glucanas

poliuronidas

Destacan las pentosanas xilana y arabana, por formar la mayor parte de las hemicelulosas que se presentan en las celulosas técnicas y su elaboración. En celulosas procedentes de árboles frondosos es también notable el porcentaje de las mañanas. Los complejos son posiblemente su forma en que existen realmente en la pared de la célula vegetal, porque se empezó a observar estos complejos con mayor frecuencia cuando mejoraron y suavizaron los métodos de la extracción de celulosas. Las poliuronidas son hidrocarburos comitivos de las celulosas. Pertenecen a las pectinas, sustancias gelatinizantes muy comunes en el reino vegetal que forman la lámina central de las paredes de la célula vegetal. Recientes estudios de su emplazamiento en la fibra dejan fuera de duda que están químicamente enlazadas con la celulosa. A consecuencia se ha discutido si se trata realmente de sustancias comitivas o si son moléculas «fracasadas» en el curso de la sintetización de celulosa. Un derivado de las arabo-galactanas es la conocida «goma arábiga», que era materia frecuente en papeles y libros antiguos, donde entró como colada al papel o como sustancia de pegar la encuademación. Es la mezcla de las sales calcicas y potásicas del complejo «ácido arablnico», que debemos comprender como resultado de una hidrólisis del correspondiente complejo polisacárido.

Todas las hemicelulosas están químicamente clavadas entre las macromoléculas de la celulosa que forman la fibra, perteneciendo indudablemente al esqueleto de la fibra misma. No está bien aclarado todavía el sistema de sus enlaces. A l contrario, es seguro que su eliminación en la fabricación de las celulosas técnicas procedentes de la madera produce la rotura parcial de las largas cadenas de polimerización, de las cuales suponemos ahora que existen también en las celulosas de plantas leñosas. Es un amplio campo de la investigación actual mejorar la calidad de las fibras obtenidas de procedencias leñosas, usando métodos más suaves para la separación de la lignina. Por esto hay que suponer una mayor presencia de las hemicelulosas en el papel, y esto a su vez cambiará notablemente el comportamiento del mismo hacia influencias externas. En nuestra técnica será un aspecto importante para el futuro; aún no es fácil calificar su alcance real. Hemicelulosas naturales favorecen mucho a los bibliófagos. De las hemicelulosas que quedan posteriormente a una maceración suave, hay que suponer lo mismo. 17 2

laa-c)

Propiedades físicas

Densidad: Celulosa pura varía entre 1,571 D y 1,531 D; la primera cifra corresponde a la del algodón, la última a la de ciertas maderas. La determinación exacta de la densidad es extraordinariamente difícil. Los mejores resultados se han obtenido midiéndola en el gas noble de helio como medio inerte.

Características ópticas: La fracción es anisótropa, es decir, la fibra presenta doble refracción. En luz ultravioleta es fluorescente, pero la calidad se extingue fácilmente por otras sustancias. Esto nos hace fácil la investigación del papel por sustancias no visibles en luz normal, o por restos, ya no visibles, de manchas o tintas, etc. Tiene notable importancia para la investigación el espectro de los rayos X. De los papeles —y en general del material celulósico— nos dice mucho sobre la constitución submicroscópica de la fibra y sobre sus alteraciones. Según la forma de la agrupación de los enlaces cristalinos (véase capítulo lab), varía mucho el espectro, siendo por tanto típico para la procedencia de la celulosa, como indican las fotos de las figuras 3 hasta 7. Si las fibras están atacadas por algún organismo que destruye las polimerizaciones y enlaces, se extingue el espectro típico de celulosa, saliendo espectros casuales. Para la investigación es el medio más rápido de aclarar si una fibra está dañada, siempre que dispongamos del espectro normal para comparar. Incluso se puede observar el progreso del daño por la extinción, paso por paso, del espectro. Dificultades hay solamente si se trabaja con Acetobacter xylinum, como productor de la celulosa a ensayar. Su espectro ya es tan difuso que difícilmente se obtienen diferencias, suficientemente apreciables, para deducir algo con exactitud. Para obtener el espectro de los rayos X de unas fibras, se envía a través de un cristal un haz paralelo de rayos X , cuyas longitudes de onda deben ser del mismo orden de magnitud que las moléculas. A l tocar a las moléculas de distintas capas de la red espacial, algunos de los rayos se separan de la primitiva onda y se reflejan. Entonces, en un determinado ángulo de incidencia, se puede recoger esta reflexión en una placa fotográfica. En las figuras números 3-7 explican los dibujos las formas típicas del espectro y su significado referente a la posición micelar.

18

El método tiene la ventaja de que no anota influencias si no alteran la posición micelar o sus enlaces. Así, por ejemplo, no se nota un diferente grado de humedad o sustancias acompañantes que no afectan a la macromolécula de la celulosa. Higroscopicidad: Es bastante elevada; en ambiente normal (temperatura 18-20° C y 60-65 por 100 humedad relativa del aire) se absorbe ya 6-10 por 100 de agua en celulosa pura, variando el porcentaje según la clase de fibra y el grado de la polimerización. En fibras de papel puede ser mucho más (figura 221). Solubilidad: En agua y en ácidos diluidos es prácticamente nula. E l mejor disolvente es el Cuoxam, o también llamado reactivo de Schweizer (Hidroxi-tetramina de cobre). Se prepara disolviendo hidróxido de cobre en amoniaco de 25 %. E l producto es extremamente débil al aire, necesita hermética cerradura y, para conservarse algún tiempo, cierre bajo vacio.

Modernamente se suele usar más la etilendiamina de cobre (— CED), por ser menos sensible al aire. En ácidos concentrados (H S0 al 72%, HC1 al 40%, H3PO4 al 85 %) se «divuelven» totalmente los tres isómeros a-, 3- y -Y-celulosa, hidrolizándose en realidad la a-glucosa. Sustancias alcalinas provocan una hinchazón y disuelven parcialmente a las celulosas. E l grado de la solubilidad depende del álcali (LiOH>NaOII>KOH), de su concentración y de su temperatura. Son irregulares las curvas que resultan (NaOH de 3n a 0° disuelve 60%, a 15° sólo 6%; concentraciones de l,6n disuelven 1 % y otra vez baja al mismo porcentaje la solubilidad en NaOH de 5n). Elevadas concentraciones de NaOH (17,5 % <) causan una reacción química en la 3-celulosa; la a-celulosa no reacciona. Se portan totalmente diferentes las hemicelulosas, caracterizándose bien por ser solubles ya en alcalinos diluidos. Varias hemicelulosas son hidrolizables en ácidos diluidos; hirviéndolas, otras resisten como las mismas celulosas. 2

4

Analíticamente, por tanto, son útiles solamente los alcalinos diluidos como disolventes selectivos para separar las hemicelulosas de las celulosas. Faccionando con ácidos hay, además, siempre el peligro de que se incluya en el extracto a los almidones, muchas veces presentes.

19

laa-d)

Características

químicas

Las cadenas de la celulosa varían mucho en el grado de su polimerización, como ya se ha dicho, pero también la posición de sus eslabones de moléculas de glucosa no siempre es totalmente igual. Normal es la unión en las posiciones 1-4 (por pérdida de agua), que esquemáticamente lo indica la figura número 2. Variaciones se presentan cada 50-200 eslabones, posiblemente por enlaces intermoleculares. Se supone que la celulosa del algodón está compuesta exclusivamente de glucosa, porque hidrolizándola con ácidos concentrados no se obtiene otro azúcar más. En celulosas procedentes de madera, se obtiene normalmente un porcentaje reducido de xilosa en la hidrolización de la celulosa ya purificada. Es dato que sirve para el análisis del origen de la celulosa en papeles. No es posible identificar la celulosa mediante algún ensayo sencillo. Característico es para ella la formación de octo-acelato de celobiosa mediante una aectólisis con anhídrido acético y ácido sulfúrico. Esta reacción puede servir para identificarla químicamente, aparte de la característica difracción de los rayos X , arriba ya indicada. De gran valor en la calificación de la celulosa es, para nuestros fines, el número de radicales de glucosa por un grupo carboxílico: es proporcional el aumento del Indice al aumento de la calidad para papeles. (Del algodón es el Indice 501, en pino alrededor de 110, en haya 104, en chopos alrededor de 130, en pajas 104-108.)

Grado de la polimerización: Este ha sido objeto de infinidad de estudios y de casi igual número de teorías. Hoy aceptamos que no existe un solo grado de polimerización para el mismo tipo de fibras; están mezcladas cadenas de varios grados diferentes. Si bien esto en teoría complica y dificulta la investigación química, para fines prácticos, en la comparación de las celulosas, permite usar métodos de una comparación relativa que son fáciles de aplicar. Sirven como valores en la clasificación el valor medio de la polimerización y la amplitud de su diversidad. Se procede a determinar el grado medio de la polimerización, usando la relación directa entre viscosidad de una solución de nitrocelulosas en acetona. Por primera vez, naturalmente, se debe determinarlo en una muestra standard por un

20

14

método directo (usar el procedimiento de hipoyodito y Cu ). Luego vale la comparación de la viscosidad y rige en este caso la fórmula: Vz - P • K m Vz es el Índice de viscosidad (Viskositactszahl en alemán), P es el grado medio de polimerización y K m es la constante de Staudinger en su fórmula de viscosidad para sustancias no homogéneas (para celulosa disuelta en Cuoxam es = (Km • 10 ) 5,5, en ácido sulfúrico = 20,0, en hidróxido sódico — 5,5 y el nitrato de celulosa en acetona lo tiene — 14). La curva de la función, reproducida en papeles con escala logarítmica, es prácticamente lineal, que hace muy fácil la determinación de diferencias; con 2-3 puntos por curva basta ya. 4

E l grado de la polimerización de diferentes fibras se indica en la tabla número 2. Se observa fácilmente que el grado de polimerización en las celulosas naturales es considerablemente mayor que en las preparaciones técnicas o después de que han sido expuestas durante larguísimos plazos a la alteración natural por el ambiente. Para muchas celulosas, y precisamente las de las maderas, que nos interesan mucho hoy en día, no está totalmente aclarado su verdadero grado de polimerización. Su comportamiento dentro de su emplazamiento natural deja suponer un mayor grado de polimerización al que hasta el momento hemos podido comprobar como máximo. Se considera aún defectuosa nuestra mejor técnica de separación; no existe otra explicación. También es muy probable que la fibra natural de la celulosa de madera no tiene amplitudes tan fuertes como lo observamos en los resultados del proceso técnico de maceración. Se justifica este concepto, indirectamente, porque en la descomposición fermentativa coinciden los valores del cálculo teórico, de una diálisis, con los resultados del ensayo. En procedimientos oxidativos, o con ácidos, difieren los resultados prácticos hasta un 50 % del valor teórico. Observamos este fenómeno principalmente en las celulosas de alta polimerización y se disminuye al mínimo, bajando la polimerización a unos 500 grados. Se explica con la suposición que las cadenas largas tienen diferente firmeza de sus uniones cada X veces rompiendo en estos puntos a causa de los procedimientos técnicos. Admitiendo esta explicación como correcta, también está claro por qué la fermentación de un papel por microorganismos es más violenta, en su efecto, en papeles de fibra técnica que en los de fibras naturales; partimos con la fermentación ya de un material afectado en su esqueleto de la fibra. Diálisis: En la investigación tiene gran aplicación y es de especial interés, como ya hemos indicado, la descomposición fermentativa de 21

TABLA NÚM. 2

GRADO DE L A POLIMERIZACION E N DISTINTAS CELULOSAS

Celulosa de madera (abetos, haya) Id. (chopos) Id., extraído para papel id. id.

> 7.700 6.500 6.000 6.800 6 440

estado natural

Algodón (cultivado sin sol directo y cosechado antes de que abra la capsula) Id. cultivo americano Id. cultivo Oriente medio Ramio chino (Boehmcria nivea var. chinensis) Id. blanco (B. nivea)

Grado de polimerización de la celulosa

> 3.000 > 3400 máximo 800 - 1600 mínimo 600- 1000 500 - 600 250 - 300

Vendas de algodón de las momias en las tumbas de Egipto Idem, reducidas a polvo

máximo 500 mínimo 200 |

Celulosa blanqueada, para uso técnico Celofán

estadlo alterado

Material

p- y -y-cclulosas

10-100

la celulosa. En vista de que la misma es en considerable parte también la acción dañina de los bibliófagos primitivos, la trataremos detalladamente en el capítulo 2c). Es importante que no se confunda esta acción, que es una función bionómica de organismos vivos mediante el grupo de fermentos de celulasa, con la simple oxidación ( envejecimiento natural o forzado). Antiguamente se suponía aún que la celulasa actuaría también como oxidante, pero no es así. Según como se procede, se puede obtener diferentes formas de la descomposición o modificación por oxidación. Los métodos téc22

nicos de esto tienen notable importancia en la química de los derivados de la celulosa. Para nosotros interesa solamente el procedimiento del laboratorio con hiperyodito y C u , que, como hemos visto, nos sirve para el análisis del grado exacto de la polimerización. Para los fines de conservación de papel hay que estudiar más los fenómenos de la oxidación lenta que en tipos de mala calidad, sin o con un contenido de lignina (por ejemplo, papeles de periódicos, etc.) es el principal problema de los documentos modernos. En principio, ácidos diluidos no afectan a la celulosa, si consideramos plazos de horas o de días. En plazos más largos varía la situación. Existen numerosas sustancias ligeramente acidas que dañan la fibra de celulosa. Por otra parte, es totalmente equivocado creer que un simple grado de acidez que se refleja por valores pH entre 5-6,8 ya es peligroso para un papel, sea cual sea su tipo. Hemos investigado múltiples papeles antiquísimos, entre ellos fabricaciones de las primeras fábricas de Samarcanda y de Bagdad, que tenían grados de acidez alrededor de 5-6 pH, y se conservaron durante más de mil años en una calidad excelente. También varios de los mejores papeles asiáticos, con más de 400 años de edad, eran papeles ácidos y no se oxidaron. Los que se dañan oxidándose notablemente son papeles ácidos que contienen alumbre libre (por exceso de su aplicación en la fabricación con colofonia como colada); del mismo se desprende ácido sulfúrico, y esto provocó una calificación errónea, del grado de acidez en general y de su efecto para papel, por cierta escuela americana. Tendremos que hablar de este asunto aún en el capítulo 1c) y lfb) por su trascendencia en la Península Ibérica. 2+

El ejemplo más llamativo que demuestra la resistencia contra acidez por sustancias acidas que no afectan mucho a la fibra de la celulosa, son las vendas de las momias egipcias. Según en qué ambiente estaba su tumba y cómo ha sido la perfección del embalsamamiento, estas vendas aún resisten o se transformaron en polvo, como hemos visto ya arriba (tabla 21. E l grado de acidez está parecido en los desechos y en los que aún son desarrollables; oscila, según nuestras investigaciones, el valor pH entre 4,8 y 6,1. Buscando una explicación por el diferente grado de su descomposición, hemos encontrado notable diferencia en su aspecto microscópico. Las descompuestas llevan en los restos de las fibras el típico daño por microorganismos y se debe considerar parcialmente una fermentación biótica como motivo de la descomposición, si la macromolécula está debajo de 500 grados en su polimerización.

23

No queremos, por tanto, aceptar como índice genérico de peligro «la» acidez del material celulósico: debe ser aclarado siempre que es por una sustancia realmente oxidante en grados pH no fuertes.

Hasta el momento no disponemos de ningún indicador general para el peligro de la oxidación lenta. La minuciosa aclaración, sustancia por sustancia que es, o no, oxidante o un catalizador de oxidación, tiene importancia y es necesaria, porque una «neutralización» general de los papeles ácidos por supuesto peligro de oxidación lenta, puede traer nuevos problemas del orden biológico, especialmente en papeles muy viejos que hasta el momento se conservaron bien a pesar de su acidez. laa-e)

Derivados de la celulosa

Del amplísimo campo de los derivados de la celulosa nos interesan para la restauración solamente algunas sustancias que se usan en la conservación de papeles; las citaremos en el capítulo 5), entre los productos de protección.

lab)

L A ESTRUCTURA DE LAS FIBRAS DE CELULOSA

Debemos distinguir cuatro formas elementales. La unidad química más grande es la macromolécula, que ahora, en la estructura del material, consideramos como el elemento más pequeño. E l segundo paso es el cristal o la micela, el tercero la fibrilla que a su vez forma la verdadera fibra que, en conjuntos de elevado número, forma lo que corrientemente se llama «fibra». Micelas: Aún no ha terminado totalmente la discusión científica sobre su forma. L o que sabemos en firme es que las macromoléculas están ordenadas longitudinalmente en dirección de la fibra y las conexiones están reunidas en determinados sectores, formando puntos o regiones de ruptura predestinada bajo ciertas acciones dialíticas, como por ácidos. Las micelas están unidas en forma elástica que permite la adsorción de agua en forma intercelular. Esto suponía ya la genial teoría de NAEGELI, del año 1858-59 (¡!) (figura 8a), y que en sus principios 24

es válida hasta hoy, siendo entonces consecuencia obligatoria que la hinchazón es desigual según la dirección de los ejes ortogonales; y así es realmente. Modernamente se supone que las micelas no están cristalizadas como una pared de ladrillo, sino más bien como una alfombra de flecos, es decir, las cadenas de las macromoléculas penetran irregularmente varias zonas de cristalización (figura 8b). Esta teoría de STAUDINOER (380), del año 1929, tiene mucha probabilidad. Posteriores investigaciones, trabajando, incluso, con mejores medios técnicos para la investigación ultramicroscópica, lo han confirmado plenamente. Desde hace unos veinticinco años la teoría de STAUDINOER se considera como el verdadero aspecto micclar. En la figura 8a y 8b hemos dibujado los dos conceptos, y desde luego causa más impresión lógica el tipo 86, considerando la extraordinaria elasticidad del conjunto, que debemos tomar en cuenta para nuestro concepto.

Fibrillas: En las celulosas naturales se observan preferentemente fibrillas de unos 300 A, lo que significaría capas multimicelares de 30-35 moléculas, porque las dimensiones del cuerpo elemental son, como indica la figura número 2: a- 8,167 A, b- 10,306 A y o - 7,844 A (según repetidas mediciones de gran precisión, por varios investigadores). Estas fibrillas forman a su vez capas o lámelas, tanto en las paredes celulares como en una fibra, por ejemplo, el pelo de algodón. Llevan betas con diferente «dirección de rosca». Es importante indicar que ninguna de estas formas de capas o betas es típica; varía, incluso de planta a planta, el aspecto. Aparte de esto, lo que se ve en el microscopio depende mucho de la forma de maceración, etc. Basta e importa aquí saber que existe una estructura fibrilar. Es prácticamente seguro que la acción biótica afecta principalmente a las conexiones internas de esta estructura, porque mucho antes de que se pueda localizar defectos visibles, un ataque de bacterios disminuye ya notablemente la resistencia de una fibra y la investigación por el espectro de rayos X confirma la destrucción submicroscópica (figura número 7). Fibras: Científicamente comprendemos que ellas son elementos estructurales de la pared de vasos (figura número 95) o de capas de células, y su aspecto, desde luego, es típico para la planta de su origen. Aglomeradas en conjuntos numerosos forman las fibras en el sentido técnico, y éstas son lo que se usa como material fibroso en la fabricación del papel. Salvo que se trata de pelos vegetales como el algodón, siempre están acompañadas de otros materiales 25

procedentes de las células de su origen y que se debe eliminar para obtener la fibra de la celulosa. lac)

Las fibras naturales

Entre la enorme cantidad de fibras naturales en el reino vegetal que no son procedentes de algún líber, nos interesa solamente la fibra de la semilla del algodón y del kapok; todas las demás fibras naturales en papel son líberes. Solamente en casos raros proceden del reino animal, siendo entonces pelos o la seda. lac-a)

Algodón

(figuras 10, 11) y kapok (figura 9).

Nos vienen al papel casi siempre por camino de residuos de la industria textil o como restos de tejidos. En ambos casos es fibra ya macerada. Algodón: Solamente en algunos papeles antiguos hay fibra natural no macerada que es entonces buen material para la identificación del origen del papel en cuestión. Botánicamente, las fibras son los pelos de la semilla de especies del género Gossypium, que, con muchas especies, está distribuido por la naturaleza, o introducido por el hombre, en toda zona templada y caliente del mundo. Por cultivación selectiva aumentan frecuentemente sus variedades, que se desarrollan principalmente con el fin de obtener formas más aptas para cierto clima, o cierto suelo, o, también, para conseguir tamaños de la planta más útiles para la cosecha. Las cinco especies importantes y básicas de los aproximadamente SO tipos cultivados son: G. herbaceum L. (Oriente medio), G. obtusifolium Roxb. (India), G. barbadense L. (Oriente medio, América), G. hirsutum L. (Europa, América) y G. brasiliense Mac. (América).

El algodón es conocido ya desde la antigüedad (según HERODOTO, en Egipto desde 600 a. Cr.); de China se discute que lo conocían desde 2.100 a. Cr., o sólo desde el siglo xni a. Cr. En el nuevo mundo encontró Cristóbal COLÓN ya cultivos de algodón. Hay plantas salvajes que alcanzan 6-7 m. de altura, pero los tipos cultivados hoy son arbustos bajos. La composición de la fibra se indica en la tabla número 3; en la industria textil se distinguen numerosas calidades y variedades; para nosotros cualquier fibra de algodón es un excelente componente del papel. 26

Para distinguir fibra macerada y fibra natural se puede usar como reactivo la elilendiainina de cobre. La fibra cosechada en vivo se hincha de una forma muy típica en los puntos de la torsión como cadena de perlas (figura 39); la fibra cosechada «muerta», o macerada, se hincha en forma regular.

Kapok: Principalmente en África central, se cultivaban, ya desde tiempos precoloniales, plantas con cápsulas que daban una lana bastante inferior al algodón. En la época colonial se aprovechó el resultado de estos cultivos para muchos fines, entre ellos también para papeles técnicos de calidad (tabla número 3). lac-b)

Líberes

Son en el mundo unas dos mil a dos mil trescientas plantas que tienen importantes elementos estructurales de fibras, siéndolos mayormente el líber de la planta. Se denomina líber a los vasos de las plantas que llevan refuerzo de fibras. Sirven para el movimiento de la savia. Si es una planta herbácea, son los vasos en el talo, tanto de la savia ascendente como de la descendente. Si es una planta leñosa, llamamos líber solamente la capa entre corteza y tronco en que desciende la savia (asciende en la madera, en los anillos exteriores, de la albura o sámago). También si los vasos de las hojas tienen estructura reforzada, se suele llamar líber, a pesar de que botánicamente no es correcto. (En papel es, p. ej., la fibra rafia, el líber de hojas de las palmeras de Rafia).

E l líber de muchas plantas nos sirvió como fibra natural desde el principio de la humanidad. Hoy día se aprovechan sólo algunas en escala industrial. Para papel de imprenta tienen importancia aún: lino (que es la fibra más antigua, que usó el hombre ya desde 3.500 años a. Cr.), cáñamo, ramio y algo de cáñamo de Manila, kenaf y rafia. Yute, sisal y algunas especies de cultivos más bien locales se encuentran solamente en papeles técnicos. De ellos pueden llegar a papeles de baja calidad que se fabrican partiendo de papel viejo. La tabla número 3 reúne los datos interesantes sobre estas fibras y las figuras allí indicadas reflejan el aspecto y características típicas.

27

Líber de corteza de las higueras mejicanas, Ficus padifolia y otras.

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Papeles técnicos.

'apeles de gran tenacidad.

'apeles de gran tenacidad.

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Rafia

O 3. vi
Papeles técnicos, encuadernación. antiquísimos «papeles» chinos. \ntiguos papeles del centro de Asia, papeles técnicos

fibroin, 76 sericín, 17-23 libre de agua ceratina, 95-99,5 casi libre de agua

• i ~ < xlulosa, 64 lemicelulosas, 16-17 ignina, 12

'apeles orientales. celulosa, hemicelulosas, lij nina: los porcentajes v: rían mucho según i procedimiento de la m; ce ración = muy larga = 100-300 u

'apel de trapo. celulosas, 64,1 hemicelulosas y 18,5 ignina, 2

pectini

Papeles técnicos.

Papeles técnicos de calidad

Papeles técnicos, encuadernación.

Papeles antiguos y papel técnico.

Papel de «arroz» del lejano oriente.

«Papel» de los mayas y aztecas.

Papel de trapo.

Presencia frecuente en:

= 20-40 mm = 20-30 ji

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Líber de la corteza ûe Broussonetia papyrifera.

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Líber del tallo de Linum usitatissimum.

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(fig- 19)

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Lino

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celulosa, 63,2 hemicelulosas, 19,6 pectina, 0,5 lignina, 5,1

E E A o o

/ Líber del tallo de Hibiscus cannabinus.

celulosa lignina

celulosa, 82,5 hemicelulosas y pectina, '. ceniza, grasas, ceras, 0,5

Sustancias y su porcentc (calculado sobre 10 % agí 90% sólidos)

celulosa, 67 hemicelulosas, 16,1 pectina, 0,8 lignina, 3,3

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Fibras en las cápsulas de Eriodendron aufractuosum, E. heptaphyllium (África occidental) y varias Bombaceae como Bombax malabaricum.

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Kapok «Lana de Bombax»

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Líber de la conexión hoja-tronco del plátano Musa textilis.

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Cáñamo de Manila

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Pelo de la semilla de varías especies del género Gossypium.

Algodón (figs. 10, 11)

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Médula de Aralia

Procedencia

Fibra

Dimensiones (p = 1 1000 mm, L = longitud, 0 = diámetro)

FIBRAS NATURALES EN PAPEL

TABLA NÚM. 3

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Fibras animales

Seda natural Es, aparte de la médula del papiro, el portador más antiguo de «tipo papel» para escrituras. Su aprovechamiento para hacer telas es en China anterior a 3.000 años a. Cr. y las primeras escrituras de documentos chinos eran sedas. (Para libros usaron, antes de descubrir el papel, tablillas finas de bambú.) El material es el hilo que produce la mariposa de la seda, Bombyx mori L., para hacerse su capullo de la crisálida. Los capullos son bastante duros, debido a algún aglutinante, la sericina que produce la oruga junto con el hilo. Los capullos, una vez matada la crisálida que contienen, mediante vapor, se ponen en agua caliente, ablandando asi la sericina y, para obtener el hilo textil, se deshila 4-1J capullos conjuntamente. Cada capullo tiene unos 3-4.000 metros de hilo. De esto, sólo unos 900 metros se consigue enrollar. E l resto se aprovecha también para hilar (parecido como se hila la lana) y es este tipo de hilo precisamente lo que se usó para telas de escritura y para pintar.

En algunos de los antiguos papeles chinos entraron también, por trapos usados y por meter los restos de la seda, inaprovechables para hilar, ciertos porcentajes de seda. Tanto por el diagrama de rayos X como especialmente por la luz ultravioleta o luz de Wood es fácil distinguir las fibras de seda. Lanas Otras fibras de origen animal, lanas de todos tipos, hay solamente en papeles técnicos, como papel de bitumen, y en general carecen de importancia. Para la identificación de algunos papeles antiguos de origen asiático central conviene buscar lanas. Hay sus fibras en algunos tipos procedentes de alto Himalaya y de la antigua Persia. Resulta muy diferente el aspecto del fibrillado al mismo de la seda. La tabla número 3 cita los datos de la composición y las figuras allí indicadas reflejan su aspecto. Es relativamente difícil distinguir en papel fibras del reino animal de ciertas fibras plásticas. Para nosotros no tiene importancia práctica, porque en papeles de escribir y de imprenta hoy no hay fibras animales; en papeles modernos siempre serán fibras sintéticas, que acusa la luz ultravioleta.

30

lad)

L A S FIBRAS OBTENIDAS POR LA DESCOMPOSICIÓN DE MATERIALES LEÑOSOS

Las celulosas, obtenidas por descomposición de maderas, son hoy la principal fuente de celulosa y de fibras para la fabricación de papel. Solamente en países que carecen de madera se aprovecha también otras plantas, respectivamente residuo de las mismas, como origen. Principalmente son éstas las pajas, cañas palustres y el residuo de las cañas de azúcar. Conteniendo estas plantas también algo de lignina, que se debe macerar; los procedimientos varían solamente en unos detalles sin mayor interés para nosotros. Como dato de curiosidad, los inventores del último siglo no han sido los primeros que usaban papel de fibra de madera, sino son unos conocidos insectos, las avispas y el avispón. Ellos construyen sus nidos por un material que es realmente un papel. Todas especies de la familia obtienen, raspando madera, unas fibras que mastican y encolan un poco con su saliva, echando entonces esta pasta al objeto a componer, formando las celdas de sus larvas y las paredes de todo el nido. Algunos construyen asi objetos grandes. Por aprovechar también, si lo encuentran, papel de verdad, transformándolo en pasta, pueden ser incluso dañinos. Los citaremos en el capitulo 2, d). Es la familia Vespidae.

La calidad de los papeles que contienen fibras obtenidas por maceración de leña depende más de los procedimientos en la obtención de la celulosa que del procedimiento de la fabricación del papel en cuestión. Citamos, por tanto, en los procedimientos de obtención, por ser de primordial interés para nuestro tema, sus consecuencias para la «sustancia celulosa» en las fibras. Otro aspecto importante es el tipo de la madera que se usa para macerar. L a leña varía notablemente en el espesor de la pared de los vasos que luego serán las fibras. Es diferente de especie a especie y, también, dentro del mismo tronco, son más finas las paredes de los vasos del sámago joven ( albura) que de las células de conductos más al interior. Por tanto, árboles jóvenes son más útiles que los troncos grandes y, naturalmente, son en general más útiles las especies de pared fina, como, por ejemplo, el chopo o abedul. Según lo que se desea obtener, se usan tres tipos básicos de procedimientos, que varían según conveniencias y circunstancias locales. 31

lad-a)

Procedimiento al sulfito

Su base es la eliminación de la lignina y de otras sustancias incrustadas en la materia leñosa mediante la acción, a calor y presión, del bisulfito calcico, Ca(HS0 )2, disuelto en agua. 3

El inventor es el americano Benjamín Ch. TILGHMAN (1867), pero no ha conseguido poner en práctica su patente. E l primero que lo consiguió era el sueco EKMAN, al que sigue el alemán MITSCIIERLICH, que amplió la técnica con unos procedimientos adicionales y su conjunto se llama hasta hoy «Procedimiento de Mitscherlich». Por fin, en 1882, los austríacos RITTER y KELLNER mejoraron este conjunto. Desde entonces, salvo detalles, se aplica el sistema de ellos.

El procedimiento se realiza en temperaturas elevadas, si se desea obtener celulosa técnica. Si es para fibra de papel, no se suele sobrepasar 135-140° C; sale mejor fibra en los tratamientos suaves, si bien son algo más lentos. Otro punto de importancia es la regulación del proceso «digestivo» en la maceración. Se alterna la maceración con flujo de vapor, regulando así la blanqueabilidad de la pulpa resultante. En vista de que, en el blanqueo posterior, el cloro también afecta a las fibras de la celulosa, existe entre los dos procesos un óptimo de proporción que varía según el material básico (tipo de madera, etc.) que entra en fabricación. Con el uso de los peróxidos para el blanqueo, se amplió el margen, posible a variar alrededor del óptimo teórico. De todos modos, no se obtiene la total eliminación de la lignina sin una fuerte disminución de la resistencia y calidad de la fibra y sin pérdidas notables en la cantidad de la celulosa obtenida.

lad-b)

Procedimientos del sulfato

A pesar de su nombre, lo que se comprende bajo esta denominación es realmente un grupo de métodos de maceración que descomponen la materia leñosa por una acción alcalina. Bien controlada, ésta deshace la molécula de la lignina totalmente y disuelve las hemicelulosas antes de causar notables daños a la fibra de la celulosa, distinguiéndose así muy positivamente de los anteriores, como se ve también en la figura 45. 32

Los inventores del procedimiento son los ingleses WATT y BURGESS (1851). Por

no obtener éxito industrial en Inglaterra, se trasladaron a los Estados Unidos y establecieron en 1854 las primeras fábricas de este sistema en la región de Boston. Usaron en el procedimiento, como reactivo, el carbonato sódico, que resultó entonces muy costoso. Siendo esto, en su día, el principal motivo de que muchas veces se sustituyera este procedimiento bueno por un procedimiento más violento «al sulfito». En 1882 aplicó por primera vez el químico alemán D A H L una mezcla de hidróxido sódico y sulfito sódico para la descomposición de la lena y, para restituir el reactivo consumido en el proceso industrial, se anadió sulfato sódico. Este hecho ha dado el nombre al «procedimiento del sulfato».

Aparte la ventaja de mayor elasticidad en la descomposición y la así conseguida mejor graduación voluntaria en el daño que se causa a la fibra fabricada, el procedimiento demostró pronto su utilidad en la obtención de celulosa, partiendo de paja, caña, esparto y leña de bambú (los chinos usaron en su antiguo papel solamente la corteza y no eran capaces de aprovechar el tronco del bambú), porque en el procedimiento al sulfito no se consiguió tan fácilmente graduar la maceración. Adamas, la fibra, obtenida por el procedimiento del fulfato, luego, en la fabricación de papel, se deja fibrillar mucho mejor. Por tanto, para papeles finos y resistentes se usan principalmente pulpas obtenidas con estos procedimientos del sulfato. lad-c)

Procedimientos semiquímicos

Estos tipos de fabricación procuran no descomponer químicamente la totalidad de la materia prima leñosa, sino que quieren conservar cierta parte de la lignina sin macerar. Sus razones están en el muy superior rendimiento y en la mayor facilidad técnica; su defecto está en la baja calidad del papel obtenido. Recientemente se ha procurado mejorar la situación por sustitución de la lignina con bromo. [Véase capítulo 5cg).] Si se extrae toda o casi toda la lignina, el rendimiento que se consigue es de 42-46 por 100. Con los procedimientos semiquímicos se llega a resultados cerca de un 80 por 100. Otra ventaja es que estos procedimientos son fácilmente adaptables a procesos de fabricación continua. Tienen su origen en los intentos de usar material leñoso por los alemanes y K L L L E R (1844). Ambos no consiguieron sus propósitos y los

ScHAEfFER (1765-71)

33 3

abandonaron. Luego, cuando se consiguió la maccración química, se suponía que no se volvía a estas ideas. Pero con la creciente demanda de papeles baratos para embalaje y para periódicos, se volvió parcialmente a los antiguos conceptos, principalmente los de SCHAEFFER, y se empezó a entrar en la pulpa, por lo menos con algunas partes de leño, sin maceración. Desde entonces tenemos el problema grave de la conservación de impresos sobre papel que contiene lignina.

En estos procedimientos se usan, aproximadamente, los métodos anteriormente descritos, pero con reactivos más diluidos y reduciendo el plazo de su actuación. Aparte del mayor volumen, se llega también a una mayor tenacidad de la fibra de celulosa, por estar muy poco dañado el esqueleto de la misma. Existe, por tanto, relación directa entre reducción de la fragilidad, por la extracción de la lignina del esqueleto y disminución de la tenacidad, a consecuencia de esta extracción. Es posible graduar exactamente ambos resultados, según la finalidad del papel que se desea fabricar con la pulpa. A l principio existieron grandes problemas en el blanqueo de las pastas, que se volvían muy acidas con el hiperclorito de cal o hiperclorito sódico. Desde que se introdujo el peróxido de sodio, o de hidrógeno, el citado problema de fabricación se puede considerar como resuelto. Pero aún nos quedan de esta época (1890 hasta 1935 aproximadamente) en los archivos los papeles ácidos por cloro, peligrosos incluso para los papeles buenos que están en contacto con los mismos. Tampoco, hasta ahora, se usan genéricamente los procedimientos de blanqueo sin cloro, porque su costo es bastante más elevado. Estos papeles ácidos, por contener el ion cloro, son la pesadilla de la conservación de papeles, incluso es dificilísimo neutralizar definitivamente el ion cloro. No obstante, tampoco los papeles blanqueados con peróxidos que contienen lignina se conservarán nunca en forma perfecta. La materia leñosa en sí es muy débil a la luz ultravioleta (figura 449), oscureciéndose en plazos cortos a un tono marrón, en ambiente húmedo, y a gris, en ambiente seco. En los procedimientos semiquímicos se altera parcialmente la macromolécula de la lignina, hecho que acelera el envejecimiento del papel fabricado con estas pastas, también si no hay exposición a los rayos de la luz ultravioleta.

34

lad-d)

Papel con carga de madera pura

Por fin, se ha añadido a las pastas semiquímicas simples cargas de madera fibrillada. Estos primitivos papeles, de muy baja calidad, ya no se suelen aplicar más para papel de periódicos, etc., desde que se usan máquinas rápidas de impresión, que exigen un mínimo de calidad. No obstante, en los últimos años se ha mejorado mucho la resistencia mecánica y la calidad de su superficie en estos tipos con carga de madera y hoy son suficientes para la moderna técnica de imprimir, salvo periódicos. También el blanqueo se perfeccionó. Esto no sólo mantiene vivo el problema de la conservación, sino que lo agrava, porque, a simple vista, ahora parecen de más calidad. Los impresos sobre el moderno papel de prensa, que aguanta un número de tiradas por hora aproximadamente ochenta veces más que hace sólo treinta años, se dañan mucho si, por acidez, se disminuye la dureza superficial de un papel. lad-e)

Otros procedimientos químicos de la descomposición

de leña

Con ninguno se llega a la importancia de los anteriores. En la práctica se usan algunos procedimientos a base de ácido nítrico y de cloro. La descomposición de la lignina con el ácido nítrico, industrialmente, no prosperó mucho, a pesar de un aspecto muy curioso de la misma: todo el residuo obtenido sale ya perfectamente útil como abono químico. Más importancia tiene el uso de cloro, porque resulta muy conveniente para el tratamiento de las pajas. Si bien la finalidad de sus pastas son principalmente los cartones y papeles técnicos, con el mayor uso de celulosa de paja, como aditivo a los papeles duros que exige la impresión rápida de hoy, también llegó al papel de libros este material, teniendo los mismos inconvenientes que los papeles hechos con las pastas de los procedimientos semiquímicos. La figura 45 sirve, como ejemplo genérico, para demostrar la importancia que tiene para la fibra el diferente efecto de los procedimientos químicos. Los datos técnicos correspondientes a fibras de origen leñoso se contienen en la tabla 4 y los aspectos de las ca35

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Procedimientos mecánicos

Por fin se consiguieron también molinos especiales, tan finos que los mismos deshacen la madera mecánicamente en fibras útiles. Para papeles técnicos se usan estas pastas casi en puro, pero para los de imprimir siempre se debe añadir algo de una pasta químicamente macerada. Entonces realmente son pastas semiquímicas. Para la conservación se puede esperar que la fibra de madera (sin macerar) se portaría notablemente mejor que la fibra semiquímica, substituyendo la lignina por bromo.

lae)

L A S FIBRAS SINTÉTICAS

En el año 1957 se comenzaron a fabricar tipos especiales de papel que contenían fibras sintéticas, en mezcla con celulosa, con el fin de mejorar ciertas cualdiades del material papel. Esto, entretanto, en algunos países como los Estados Unidos o la Alemania Federal, ha tomado un volumen de tal envergadura que ya no son casos especiales y aislados. No nos queda otra alternativa que admitir también las fibras sintéticas como importante elemento básico del papel moderno. El desarrollo que en los últimos años ha tomado la participación de las fibras sintét'cas en el papel, es bastante proporcional al aumento general de la producción de fibras sintéticas en el mundo y es el mismo muy superior a la ampliación de la producción de papel durante el plazo de los mismos años. Esto demuestra que progresivamente penetran las fibras sintéticas a tipos de papel anteriormente fabricados sólo con fibra de celulosa. Es posible usar en el papel prácticamente todas las fibras que se desarrollaron para telar. Incluso, aún es más, los papeles llamados «totalmente sintéticos» (fullsintelic papers) se han desarrollado a ser una sección importante en la industria que se ocupa de obtener «tela sin telar», uniendo los hilos o fibras por calor o mediante adhesivos, aglutinantes, etc.

Citamos, a continuación, las principales fibras sintéticas y sus características interesantes para nosotros. No obstante, en los pape37

les, por simple motivo de costos, siguen dominando los tipos mezclados. Entra en la mezcla de fibras de celulosa cierta cantidad de fibra sintética con la finalidad de conseguir alguna cualidad o característica que el papel no alcanza sin esta fibra adicional. Las primeras fibras que debemos llamar sintéticas eran obtenidas aún de la misma celulosa. En la exposición mundial de París, en 1889, se presentó como gran novedad, la fibra «Rayón», seguida por la «seda artificial alemana»: «Vistra». Ambos tipos eran simples celulosas disueltas en disolventes cúpricos e hilados por precipitación instantánea en baños que contenían endurcccdorcs. E l tipo de su hilo se muestra en la figura 29. Hilos más lisos se obtenían en los primeros decenios de nuestro siglo con el acetato de celulosa (figura 28) y, durante unos cuarenta o cincuenta años, la síntesis de fibras industrialmcnte explotadas variaba solamente estos tipos, partiendo siempre de material orgánico que se transformó para obtener un hilo continuo similar al de la seda natural. La primera materia plástica y pohmcrizablc, la resina de cumarona (sustancia conservante del papel), la sintetizó, en 1888, G . KRAEMER (el abuelo del que escribe y la primera fibra totalmente sintética, perteneciendo al grupo de las materias plásticas, a base de poliamidas, la obtuvo, en 1927, CAHOTIIERS; era el nylón. Desde entonces se aumentó la velocidad del desarrollo de fibras sintéticas cada vez más, alcanzando en los últimos treinta años una velocidad asombrosa, como arriba ya indicamos.

lae-a)

Clasificación

de las fibras sintéticas

Los primeros tres grupos parten aún de sustancias orgánicas que se transforman; los restantes son sintetizaciones totalmente nuevas. Si bien sólo los últimos son sustancias realmente sintéticas, se ha acostumbrado a llamar a todos «fibra sintética». Fibras de celulosa transformada: Todas tienen, como molécula base, la glucosa polimerizada como la misma celulosa. Se están usando principalmente en papeles técnicos, donde importa la uniformidad química de la celulosa y la homogeneidad estructural de la fibra (figura 29). Fibras del triacetato de celulosa: Éste derivado de la celulosa, de muchas aplicaciones también en la restauración de papel, ha alcanzado últimamente importancia como fibra (figura 28) por su adición a los papeles de la fotorreproducción, que deben ser muy estables en sus dimensiones, e igualmente, por este motivo, en los papeles de impresión con máquinas muy rápidas. 38

Fibras de proteínas y albúminas: Se obtienen de las más diferentes clases de albúmina animal y vegetal, como de la caseína (de la leche), de restos de lana, de la albúmina del maíz, de las semillas del algodón o de las algas marinas. Su uso en papel ha sido siempre con el fin de aumentar la calidad, en el sentido clásico. Para nosotros ofrecen, en la conservación, un aumento de «utilidad» del papel para la alimentación de varios bibliófagos, tanto microorganismos como hongos e insectos. Propios ensayos resultaron en una estimulación importante, por ejemplo, de termites subterráneos (Reticulitermes lucifugus) en un extremo muy superior a lo esperado por el efecto alimenticio. Si bien debe ser objeto de una investigación más amplia, si proliferan estas fibras en papeles que van al trópico, hemos llegado con esta observación ya a la conclusión de que la introducción masiva de proteínas en un alimento principalmente de hidrocarburos debe fomentar a los microorganismos que en parte facilitan la alimentación de los insectos bibliófagos.

Fibras polivinílicas: Las primeras han sido del derivado cloruro polivinílico (figura 36). Estas fibras tienen cierta importancia en papeles especiales, porque se puede obtener las fibras en cualquier dureza y son moldeables a temperaturas relativamente bajas. Aparte su uso en papeles industríales (aislantes, etc.) se usan para matrices y envoltorios en la encuademación. También los textos para ciegos se imprimen hoy (a presión y calor) sobre este material. Entretanto se amplió el grupo por los derivados de polietileno y del acetato vinílico, así como por la introducción de mezclas entre los tipos citados y con otros polímeros, siendo la finalidad de su aplicación la misma como del cloruro polivinílico. El cloruro polivinílico es muy dañino para el papel, desprendiendo cloro en luz ultravioleta y/o simplemente por calor y con el tiempo. Incluso carpetas de este material dañan a documentos guardados en las mismas. Hay que evitar la entrada del material a los archivos.

Fibras poliamidas: E l conocido nylón (figura 38) ha sido la primera fibra sintética que se usó para reforzar papeles de valores, como billetes bancarios, etc., intentando reducir así su debilidad a rotura y doblaje. Otro motivo ha sido su pronunciada diferencia de la celulosa en la luz ultravioleta que hizo fácil identificar el papel auténtico. En papeles técnicos, aparte de usar todas las combinaciones posibles de las fibras, se aplicó hilo fino de nylón como 39

refuerzo mecánico en una dirección. También mapas se hicieron de esta forma; entonces se notaba incluso el hilo en la impresión. La figura 42 indica el aspecto tipico de esta fibra, una vez cortada y tratada con el reactivo de cloro-cinc-yodo.

Fibras de derivados cíclicos de poliamidas: Por ser muy finas, se usan para papeles aislantes eléctricos que permiten disminuir los elementos electrónicos. Otra de sus aplicaciones importantes es en papeles de filtro para gases. Aún no conocemos papeles de imprenta a base de estas fibras que podían ser delgadísimas. Se habló de su aplicación en papel de bandas de registro para usos de investigación. Fibras de poliéster: Partiendo del ácido tereftálico y del etilenglicol, se llegó a uno de los plásticos más resistentes en general, al poliéster. Sus fibras (figura 37) han ocupado una parte importante de los papeles sintéticos. No solamente en los tipos técnicos especiales y de valores, o de seguridad, de reproducción fotográfica y de los papeles estables al agua; también se generalizan en los papeles de reproducción por calor y como aditivo a los tipos de impresión por máquinas rápidas. Su adición aumenta mucho la tenacidad y la resistencia al abrasamiento, siendo además posible mejorar extraordinariamente el brillo de la superficie por el paso al cilindro pulido. Fibras poliacril-nitrílicas: De estas fibras, de gran uso en el sector textil, aún no tenemos muchos datos sobre su uso práctico en papel, a pesar que han sido propuestas varias veces. Fibras del poliietrafluoretileno: Son muy complicadas en su obtención, partiendo de emulsiones que luego se precipita hilándolas, porque el material no se funde suficientemente debajo de su temperatura de descomposición. Llegan a plastificarse en 327° C y resisten prácticamente a todos los productos químicos. Para su identificación: no se modifican nada tratadas con H S0 concentrado o con cloro-zinc-yodo. Por esta cualidad tienen un extraordinario campo en su aplicación técnica como papeles de filtro, de aislamiento eléctrico, juntas, etc., pero no es probable que se usare en papeles destinados a ser archivados, salvo en el papel de valores. 2

40

4

Fibras de vidrio: Son muy útiles en papel y fácil de incorporar como refuerzo. Tienen un diámetro de solamente 1/1.000 milímetros, si es necesario (figura 35), siendo entonces la fibra como guata y se porta muy parecida a la celulosa. Por ser además material barato están sustituyendo con esta fibra en muchas ocasiones ya los clásicos aditivos para aumentar la dureza del papel. lae-b)

El efecto de las fibras sintéticas en el papel

A l papel no siempre mejora la adición de una fibra sintética, por lo menos no automáticamente. La relación proporcional, entre fibra de celulosa y sintética, está sujeta a una curva, más bien irregular y con máximos y mínimos, además especifica para cada combinación de tipos. Por este motivo, normalmente, no se va a añadir más que una clase de fibra sintética; las mezclas múltiples complicarían en extremo la técnica, por multiplicarse la oscilación en la curva.

La adición de las fibras sintéticas tiene muchas veces fines de mejoramiento mecánico del material. Para nosotros puede ser interesante la reducción de la higroscopicidad que provocan. Veamos unos ejemplos: En ambientes de 80 por 100, respectivamente, 100 por 100 de humedad relativa del aire es el porcentaje de humedad de la fibra en algodón 11 por 100 respectivamente 23 por 100, en algodón acetilado solamente 8,5 y 13 por 100, en nylón (fibra poliamida) 4,8 y 7 por 100, en poliacrilnitril 2,1 y 5,5 por 100 y en polióster 1,6 y 1,2 por 100. Esta calidad de la última sustancia, reducir su humedad en ambientes de elevados porcentajes, es uno de los aspectos que interesan mucho para nuestro tema en la aplicación de poliésteres.

En lo demás, en principio, hay dos puntos importantes. Por existir generalmente una menor cohesión natural de las fibras sintéticas entre sí, se debe aumentar la longitud de las fibras y entrar con más aglutinantes, etc., salvo que son tipos de cohesión térmica (como, por ejemplo, cloruro de polivinilo). Nos interesa mucho conocer detalles de estos componentes no fibrosos, por el nuevo problema que introducen a la conservación de papel, siendo sustancias cuyo comportamiento aún no observamos durante plazos largos. El otro punto es la excesiva retracción que practican estos papeles en su secamiento durante el proceso de la fabricación. Esto puede provocar deformaciones muy superiores a las que hasta el momento se conocía y exige forzosamente nuevas técnicas de fabricación. Si bien son problemas interesantes por su complejidad física, afectan poco a nuestro tema y no podemos desarrollarlos más aquí. 41

Ib)

M A R C H A Y MÉTODOS D E L A INVESTIGACIÓN D E L P A P E L P A R A FINES D E S U CONSERVACIÓN

Sobre procedimientos y métodos de la investigación de papel en general existen publicaciones para llenar una biblioteca. Para nuestros fines interesan solamente ciertos puntos, que deben estar aclarados siempre antes de realizar un tratamiento, o cuando deseamos decidir sobre las posibilidades de una conservación.

Iba)

PROCEDIMIENTOS

L O que a nosotros interesa aclarar principalmente es: La identidad de los componentes fibrosos: Para qué podamos identificar el papel y lo conocer sus debilidades. Componentes dañinos que contiene el papel: — Para prever su eliminación en el tratamiento. Otros componentes no fibrosos: — Para respetarlos y evitar que reaccionen de forma imprevista en un tratamiento. Presencia de microorganismos: — Sus especies nos pueden decir algo sobre las condiciones en que se ha producido un daño, aparte de que deben ser eliminados. Resistencia mecánica del papel: — De la misma depende en la restauración la decisión de reforzar, o no, un objeto y en la investigación sobre tratamientos útiles es el indicio más fácil de determinar, si una sustancia es perjudicial o no. Dentro de esto, naturalmente, depende de la finalidad de la investigación hasta qué extremo se profundiza cada aspecto. Es, según nuestro criterio, de suma importancia identificar al máximo el papel que se desea tratar; del resultado se deduce muchas veces ya las posibles causas del daño por simple abstracción. 42

Identificación

de los componentes fibrosos

Se deshace una partícula del papel, previamente mojada con agua —o, si se quiere obtener luego una preparación duradera, en alcohol y glicerina , con una aguja sobre un portaobjeto. Lo mejor es romper un canto y rasgar desde el centro hacia fuera. En el microscopio, con aumentos entre 75 y 600 veces, se puede ver bien los componentes. Si el objeto es muy oscuro, aclaramos con alguna gota de hidrato de cloral, deslavando sus restos del objeto, si su visibilidad es la deseada. Entonces es asunto de aclarar las dimensiones y el aspecto de las fibras para su identificación. Generalmente no se usan colorantes, si se puede disponer de un microscopio de contraste de fases. Para mayor facilidad en las mediciones existen microscopios con oculares, provistos de un revólver con plaquetas de medición del tamaño y plaquetas de integración que permiten contar proporcionalmente el número de partículas y los tamaños. Las figuras 43 y 44 indican el aspecto de los dos tipos de plaquetas que hay en numerosas dimensiones del reparto. Otro medio importante para la identificación son los filtros selectivos. Principalmente un filtro continuo monocromático es de gran utilidad en fibras naturales y papeles que contienen cierta proporción de fibras leñosas. Estos filtros continuos son una cinta en que se cambia continuamente la selección de luz, desde permitir en un lado el paso de la luz violeta (< 400 nm) hasta finalmente a la roja (700 nm) en el otro extremo. De esta manera se llega rápidamente a aclarar qué fibras o componentes son idénticos, modificándose la visibilidad de cada objeto según su absorción del prisma de la luz visible, si se mueve la placa. Estos filtros indican la proporción del milimetro de la prórroga (1 xX).

Algunas reacciones típicas, de carácter químico-físico, que son útiles para la identificación de fibras, se han descrito ya en el capítulo lac)-lae). Influye mucho la forma de la preparación y obtención de un papel y es necesario hacer en cada caso ensayos comparativos antes de confiar en su comportamiento con un determinado reactivo.

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Componentes dañinos que contiene el papel Su identificación se cita en el capítulo ldc), donde se trata de los mismos. Importante es aclarar que realmente es un componente que causó el daño y no se trata inicialmente de daños por un microorganismo que luego provocó la modificación de la reacción química. Análisis de cationes y aniones en el papel Mayormente se debe hacerlo en caso de un supuesto daño por factores internos, por tanto citamos los métodos en el correspondiente capítulo ldc). Presencia de microorganismos Su aclaración es fácil si son Ficomicetes (hongos primitivos) o Actinomicetes (bacterios ramificados): manchando simplemente un trocito de papel con bálsamo canadiense, es suficiente para hacer visibles las hifas del micelio. La gran diferencia en la refracción de luz por las fibras de celulosa pura y por las hifas de un hongo deja aparecer las últimas claramente, sin necesidad de tratar con un colorante de contraste. Problema puede haber, usando microscopios normales, con papeles que contienen fibras leñosas, hasta que se ha acostumbrado a distinguir. Los microscopios de contraste de fases no dejan lugar a dudas desde el primer momento. Cuidado se debe tener con papeles que contienen fibras sintéticas; hay que mirar el aspecto del objeto oscuro. Si no se localizan hongos, hay que comprobar la presencia de bacterios por medio de colorantes de contraste. Entre los muchísimos métodos de la coloración de hongos y bacterios se obtiene en papeles casi siempre resultados buenos, usando las coloraciones de contraste de Fuchsina acida-Pardo Bismark (tabla 17, núms. 33 y 37), o de yoduro potásicoácido acético solución aIcohólica-2,4-dinitro-rcsorcina (tabla 18, núm. 18). E l último método permite además diferenciar bien a los hongos y bacterios en el mismo objeto. En la tabla 18, núm. 13, se cita los reactivos para distinguir los mucilagos de hongos y bacterios. Los demás detalles de la investigación de los dos grupos se

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citan en el capitulo 2c). A l desarrollo de los microorganismos pueden influir decisivamente los componentes no fibrosos del papel. En la tabla 11 se citan los reactivos para distinguir los mucilagos de hongos y bacterios. Caso que aun con colorantes no se vea nada en el microcopio, entonces hay que suponer daños químicos y se debe buscar el agente en cuestión, que normalmente no es muy difícil. El medio más adecuado como primer paso de diferenciar entre daño por bacterios o daño abiótico es la luz de Wood. También en pergamino, pero muy destacadamente en papel, se acusa el daño de bacterios en la celulosa (si atacan solamente la cola, no) como círculos u otras formas de colonias que carecen de la birrufringencia, pareciendo mas oscuro. En papel que contiene lignina, al contrario, parecen las colonias más oscuro solamente, si atacan la celulosa y no la lignina (caso muy raro), el daño en ambas sustancias parece más claro que el resto del papel sin ataque. Ciertos problemas con la luz de Wood en pergaminos se explica en el capitulo lga). Identificación

de componentes no fibrosos

En el capítulo ldb) tratamos los componentes cuya presencia es mayormente posible. Su identificación es a veces dificilísima. Para nuestros fines interesa aquí, aparte los componentes que pueden ser directamente dañinos para el papel, los componentes que fomentan el desarrollo de microorganismos. E l análisis, normalmente, resulta concreto sólo en la comprobación cualitativa, insuficiente para formar un criterio seguro sobre la importancia de un componente para el desarrollo de microorganismos o insectos bibliófagos. Por tanto, es más fácil y da resultados comparables identificar su presencia indirectamente, por su efecto sobre un cultivo. Para este fin se preparan cinco muestras. La primera es algún papel de filtro como se suele usar para los cultivos. Se aplica algún líquido de cultivo muy pobre, para que no estimule el desarrollo del microorganismo usado en el ensayo más que al mínimo. La segunda muestra es el papel a investigar, cómo es y qué se pone en el mismo tipo pobre de sustrato líquido. La tercera muestra es el papel de filtro en un sustrato estimulante. La cuarta muestra es otra vez el papel a investigar, deslavado previamente varias horas en alcalinos diluidos y luego tres días en agua corriente, puesto entonces en el sustrato líquido pobre. La quinta muestra, por fin, es el mismo papel deslavado, pero puesto en el sustrato rico. Las cinco muestras se cultivan simultáneamente en condiciones exactamente iguales. Como agente destructor se pueden usar varios, lo más fácil es Aspergillus niger ( moho gris), pero es muy bruto en su actuación. Detalles, sobre la elección de otras especies de control, citamos en el capítulo 6ba). Tan pronto que se obser45

ve algún efecto en la muestra cinco o tres, hay que comparar la situación en cada cultivo: es muy positivo el efecto si la muestra dos tiene el mayor desarrollo; es positivo si el dos y cinco tienen un desarrollo parecido, y es negativo el resultado si en el dos y cuatro son parecidos y destacadamente inferior a los del cinco y tres. El ensayo ha fracasado y se debe repetir, en condiciones diferentes, si el desarrollo en el número uno es igual a los demás: siempre debía ser el inferior. Si solamente el número dos no muestra un desarrollo, puede estar presente un germicida en el papel que investigamos.

Recientemente se han desarrollado mucho las técnicas de identificación con rayos ultravioletas. En principio es una vieja técnica, comprobar en la luz ultravioleta, si se ve algo no celulósico en el papel; se la usa para identificar tintas ocultas o desaparecidas, manchas de grasa (huellas dactilares), etc. Entretanto, con el descubrimiento de la luz de Wood, o también llamada luz negra, tenemos a nuestra disposición un medio muy fácil de manipular (figura 519). La luz de Wood es en su gran mayoría la banda de X 3655 A, sólo 9 % pertenecen a otras bandas (figura núm. 46), y se obtiene filtrando la luz de una lámpara de vapor de mercurio con un filtro de óxido de níquel. E l resultado es una luz, no dañina para los ojos (por esto se desarrolló en su día) y que tiene un asombroso efecto de contraste entre materias fluorescentes y no fluorescentes. Aparte esto, diferencia también, hasta cierto grado, las concentraciones de la misma sustancia que se está contrastando de la celulosa (figuras 49a y 49b).

La investigación con luz de Wood debe ser siempre la primera, la orientativa; en muchos casos ya se aclara así en lo suficiente la identidad de los componentes. Aún no conocemos lámparas de la luz de Wood para el microscopio, pero es muy fácil, mediante un condensador (lupa) y un microscopio de espejo móvil, adaptar también las lámparas grandes al uso en la microscopía. Control de la resistencia mecánica Su indicio más genérico es la resistencia al doblaje. Para estos ensayos existen máquinas sencillas que en un plazo relativamente corto llegan a un elevado número de doblajes (figuras 489 y 490). O H L (291) describe bien los aparatos (gualcímetros), los procedimientos de estos ensayos y de muchas otras comprobaciones técnicas, en un resumen acertado para nuestros fines. Existen, naturalmente, numerosos otros factores y pruebas que indican algo sobre la calidad técnica de un papel. No obstante, ninguno nos informa tan gene46

ricamente sobre algún daño en la fibra como la resistencia al doblaje. Incluso nos da curvas típicas para los diferentes procedimientos de la maceración, en la obtención de la fibra procedente de materiales leñosos (figura 45). Danos biológicos que afectan a la fibra de la celulosa acusa ya cuando por el peso es imposible aún detectar la descomposición. Si se hacen pruebas en serie, los resultados son muy irregulares en caso de daños por microorganismos, debido a la sensibilidad del método. Daños químicos, al contrarío, presentan normalmente una notable homogeneidad en el resultado, diferenciándose así bien del daño biológico.

Para cualquier investigación comparativa de la resistencia de papel, debe ser determinado el grado de humedad y rigurosamente igualado antes de entrar en el ensayo en cuestión. Existen múltiples procedimientos, a veces muy discutidos. En general se suele usar la norma citada en TAPPI T4/2-53, salvo que comparemos el envejecimiento; entonces se debe proceder como lo describimos en los correspondientes métodos [capítulo 6bb)]. Control del envejecimiento Es la base de toda investigación de la acción nociva sobre el papel. Lo describimos, por tanto, en el capítulo 6bb).

lbb)

L O S APARATOS USUALES

Para mayor facilidad de equiparse, resumimos los medios de los ensayos y pruebas, indicando lo que nos ha sido útil en primer lugar, tratándose a veces de aparatos no muy corrientes del laboratorio. Investigación

microscópica

del papel

Para la primera orientación son muy útiles los proyectores de pantalla que suelen alcanzar 50-100 veces de aumento. Existen múltiples modelos; conviene que tengan por lo menos dos aumentos diferentes; lo mejor es una óptica de «Zoom», que permite una graduación continua de la amplificación. Para la investigación de la fibra es indispensable el campo oscuro en la óptica y muy conveniente un microscopio de contraste de fases. En los filtros es indispensable el juego de polarización (filtro de 47

herpatito) y un juego de varias bandas (azul, verde, amarillo, rojo); mejor el filtro de banda continua. De gran utilidad son también las placas de la granulometría y de integración (figuras 43 y 44). Entre los reactivos es importante el cloro-zinc-yodo, tabla 17, número 46; el hidrato del cloral, tabla 17, número 12 (para hacer transparente el objeto); la floroglucina, tabla 17, número 51 (para identificación de la lignina), y los reactivos de la tabla 18, en general, si se sospecha una destrucción biótica. Detalles para la investigación microscópica de la última damos en el capítulo 2ac). Investigación

con métodos

físicos

Entre los métodos que controlan características químicas destaca la comprobación del valor pH y la observación en luz ultravioleta, respectivamente, a luz de Wood. La medición eléctrica del valor pH describimos junto con el control químico en el capítulo lfa). Existen múltiples modelos; para papel todos tienen un notable error metódico que se debe aclarar previamente y controlar constantemente, si se verifica una deacidificación (figura 507). Las lámparas de luz ultravioleta también existen en varios modelos; se suelen usar los de dos bandas diferentes. Muy preferible es la luz de Wood, que hemos citado anteriormente (Iba). Conviene usar dos lámparas en posición cruzada (figura 519); modelos aptos del mercado no conocemos, pero se monta con facilidad uno como nuestro aparato. Investigación

mecánica de papeles

El dato más importante nos da el gualcímetro, que cuenta el número de doblajes que aguanta un papel. E l resultado es el resumen de la calidad de las fibras, por tanto, usamos estos aparatos en el control de todos los efectos sobre papel, tanto en la investigación biológica como en envejecimiento de daño químico. Existen muchos diferentes sistemas. Antiguamente trabajaban con cierta tensión simultánea, entretanto se hicieron modelos que 48

funcionan prácticamente sin otra influencia que el doblaje. Es el gualcímetro de BRECHT-WESP, que en 1964 se ha desarrollado (figu-

ra 489). Su ventaja, aparte de un control exacto, no influido por otros factores, radica en la posibilidad de calcular ahora en simples porcentajes la resistencia con la fórmula: Pr F 100 Po Siendo «F» la resistencia al doblaje (alemán: «Falzfcstigkeit»; «Po», el número de doblajes normalmente aguantable por el tipo de papel en cuestión, y «Pr», el número restante, después de la acción a controlar.

También se puede usar pequeños rollos de doblaje continuo (gualcímetro normal) (figura 490) si no son muchos los doblajes. El error metódico de estos aparatos manuales es del orden de 10-15% y puede subir mucho, si el número es muy elevado, porque se cansa la mano, modificándose entonces la presión (¡aumenta!) y se reduce, por tanto, el resultado. Hasta unos 200-300 doblajes suelen ser muy útiles por el minimo de probeta que admiten (unos 5 X 10 mm hemos comprobado que son practicables todavía).

En ciertas ocasiones interesa conocer la resistencia al abrasamiento que se suele comprobar con el aparato de control que muestra la figura 495. Se controla el valor en seco, en húmedo y en agua presente. Este control tiene importancia en caso de un tratamiento previo de papel para el uso en zonas húmedas y para publicaciones de un uso frecuente (libros técnicos de talleres, etc., libros escolares). Se ha estudiado también su aplicación para el control de efectos de la contaminación del aire, porque indudablemente actúa de de la superficie y las curvas de la resistencia debian tener una forma típica. Los resultados aún no se han confirmado.

También es útil, a veces, controlar la adsorción de humedad a la fibra que describimos en el capítulo 6bc). Se necesita una buena báscula analítica y cámara de secamiento a 103° C. Básculas electrónicas al vacío se han descrito también para el análisis de papel. Mejorarían naturalmente el resultado y ahorrarían tiempo, pero son aparatos muy caros. La absorción capilar de agua en el papel (alemán «Saugfaehigkeit») se puede determinar en caso de un daño grave. 49 4

Su valor aumenta al principio linealmcnte, luego en una curva de rápido ascenso. E l punto del cambio de la curva significa que se ha alcanzado allí el momento en que se empezó a destruir el esqueleto de la fibra de celulosa. Se comprueba el ascenso de agua en probetas, puesto en posición vertical. Es usual el aparato de FRANK para el control de la absorción capilar que permite trabajar con cuatro probetas simultáneamente.

Investigación

química

La reacción más importante a comprobar es la oxidación lenta de la fibra de celulosa, lo que llamamos normalmente «envejecimiento». Describiremos en el capítulo 6bb), junto con los procedimientos, los modelos de las cámaras convenientes. La figura 497 muestra el modelo usado por BARROW, que es muy útil en general, y la figura 488 indica nuestro modelo que hemos adaptado para la investigación de papeles tratados. La acción de los factores nocivos obliga a mucho análisis del orden micro y semimicro. E l uso de los aparatos correspondientes describimos en el capítulo Ifa). Son éstos, en especial, la micropipeta (figura 50a), la microbureta (figura 50b), una instalación de descomposición pirolítica en tubo de gres (figura 51) y para cantidades mínimas es el matraz de descomposición pirolítica (figura 52). Aparte se necesita fotocolorímetro y refractómetro, siendo necesario el último de un tipo mejor que los que se usa para el control de vino, si bien se puede defender con éstos. Para el material de vidrio existen ya en el mercado colecciones de matraces, etc., del tamaño micro y en vidrio de borsilicato. Estas colecciones están bien estudiadas para ser intercambiables las piezas y conviene equiparse con los materiales de este tipo.

le)

PAPELES ANTIGUOS Y SUS COMPONENTES

Uno de los capítulos emocionantes, quizá el de mayor responsabilidad económica, y desde luego el más digno de nuestra ciencia de conservación de bibliotecas y archivos, es la conservación de los papeles muy antiguos. No solamente son los portadores de valiosos textos y documentos insustituibles, también reflejan detalles culturales y lo técnicos interesantes, muy graciosos a veces. 50

Aqui dos ejemplos de la práctica: Recientemente hizo mucho eco la publicación que un «anónimo» en los Estados Unidos dice que descubrió un cuarto Código de los Mayas. La discusión sobre su autenticidad aún no ha terminado. Por el enorme valor que tiene, en caso de ser auténtico, no se puede excluir una falsificación. Desde luego, en buena parte, será asunto de investigar la composición de su amatl (el «papel» de los mayas y aztecas) para formar un criterio definitivo. Otro ejemplo, de menos importancia económica, pero que está muy cerca de nosotros, son los llamados «papeles de arroz de la Audiencia de Filipinas» que se guardan en el Archivo General de Indias en Sevilla y que contienen muchos interesantes datos e información curiosa sobre la administración española de entonces (fines del siglo xvi). Estos papeles se quebrantizaron mucho y, cuando nos consultaron sobre su conservación, lo primero que —como gran sorpresa hemos visto en el microscopio era que ninguno de estos documentos es un verdadero papel de arroz. Son un papel asiático muy primitivo, principalmente a base de líber del moral papirífiro. Siendo el verdadero papel de arroz la médula de las plantas de Aralia, que contiene grandes porcentajes de pectina (que es un azúcar), al contrario, el mencionado papel primitivo es un líber, aún mal limpiado de su parénquima (que es mayormente albúmina) y de su lignina, fácilmente se comprende que habrá notable diferencia en la forma de proceder para conseguir su conservación.

Parte de los antiguos «objetos para escribir encima» no tienen mayor parentesco con el papel; tampoco hay una cesión exacta entre el mismo y sus predecesores y menos aún un desarrollo cronológico. Dentro de las diferentes áreas culturales se desarrollaron indistintamente técnicas y conceptos de conservar sus ideas, tan pronto como llegaron a tener alguna forma de escritura. Dentro de áreas en que comunicaron los diferentes grupos étnicos y culturales, normalmente se proliferaron pronto los nuevos avances en la técnica de conservar textos. A l contrario, áreas que no tenían contacto con otras zonas culturales desarrollaron, a veces, sistemas muy diferentes. Una vez bien fijado y generalizado el procedimiento adoptado como el más útil, el mismo tampoco se eliminó, en caso de posteriores contactos con otras culturas, más que lentamente. Incluso en casos de contactos violentos, como en América Central, durante siglos no se abandonaron los antiguos sistemas de hacerse el material para escribir sus textos. Así, por ejemplo, se aclaró por fin el origen y la forma de fabricación del famoso amatl de los Aztecas y Mayas: había aún personas que sabían hacerlo y lo practicaron en nuestro siglo. No ha tenido ningún desarrollo de una propia escritura y, por tanto, tampoco de ningún medio portador propio, el África negra. Esto a pesar de alcanzar un nivel de desarrollo cultural que normalmente, en otras áreas, incluye el invento de alguna escritura. 51

TABLA NUM. 5

ANTECESORES D E L PAPEL E N E L MUNDO Región

Escrituras propias, o no

Material

África negra.

Aborigen sin escri- No hay antecesores de papel. tura.

África Norte.

Hiroglifas de l o s Papiro en Egipto, papel por los áraegipcios, etc. bes en el Magrheb, siglo ix.

América Norte.

Muy dudoso; se su- Pieles (¿telas?). pone a veces que había alguna escritura de símbolos; la mayoría dice que no existia.

América Central.

Varias.

América Sur.

Recién aclarado sí. Telas, cerámica.

Telas, amatl.

Asia Norte, estepas Varias (grabaciones). Placas de hueso, pieles, cortezas de abedul y palillo de haya, telas. hasta norte de Europa. Asia Central.

Varias.

Pieles, ladrillos cocidos, corteza de abedul, sedas, papeles barnizados (influidos por los chinos), papel en Samarcanda, siglo vm.

Asia Oriental.

Varias.

China y Japón: tablillas de bambú, sedas, el papel, papel de arroz.

Asia Sur y Sureste (islas).

Varias (grabaciones) India: tablillas de madera, cortezas. Indochina: hojas de plamcra, papeles de moral (influido por los chinos). Islas: hojas de palmera, telas.

Europa Central.

Aborigen sin escri- Introducido, del Oriente Medio, el pergamino. tura.

Europa Norte.

Véase Asia.

Europa Sur.

Véase Oriente Medio.

Norte de

Oceania y Australia. Aborigen sin escri- Occanéa: «papeles» de fibra natural para pintar. tura. Oriente Medio, el Varias escrituras y Ladrillos de la escritura cuneiforme y de escrituras persas (hasta la mundo de la anlos sellos cilindritigüedad meditecos para firmar. parte occidental) de India, rollos rránea hasta Perde cuero y de láminas de cobre, sia. pergamino, procedente del norte de África el papiro, papel rústico en Bagdad, siglo vm-ix.

Igual ha sido la situación en Europa Central, donde existieron grandes culturas sin escritura. Todo el desarrollo posterior es importación, en su base de origen romano. Las muy primitivas «escrituras» de las runas germánicas llegaron aproximadamente al mismo tiempo que la escritura romana, con que no podían concurrir. (Las runas han sido primero símbolos mágicos y procedieron del norte de Asia.) Oceanía y la población autóctona de Australia no llegaron a niveles de desarrollo que dejarían esperar alguna escritura. No obstante, en Oceanía sabían hacer una especie de papel, a base de la fibra de rafia (palmera cuya fibra se usa hasta hoy para papeles técnicos), pero lo aplicaron como cortinas en casa, una vez pintadas decorativamente. En la tabla número 5 damos un resumen de los antecesores del papel en el mundo y a continuación describimos los tipos más interesantes.

lea)

ANTECESORES DEL PAPEL

Como se ha expuesto, consideramos como antecesor del papel cualquier material de poco peso y que forma hojas o tablillas. lca-a)

Hojas de palmeras

La biblioteca de la antigua universidad de Madras, en lengua Tamil, y otros centros culturales del sureste de Asia como Tangore, Mysore, tenían grandes existencias de libros escritos sobre estas hojas. También de las Filipinas se conoce textos sobre este material. Los últimos se distinguen de los de la India por estar escritos con aguja, sin tinta. Como especies de palmera se han usado principalmente las de los géneros Borassus y Phytelephas, pero también otras, si su hoja era suficientemente dura. Si bien es fácil reconocer y distinguir el material por las estomas de transpiración en la epidermis de la hoja, damos en la figura 32 el aspecto típico de su tejido. El material es muy débil al ataque de insectos (figura 231) y los objetos aún existentes deberíamos impregnarlos siempre con germicidas. 53

lca-b)

Cortezas de abedul

Son típicas para el sur del Himalaya y el norte de India hasta Nueva Delhi. Se llama en la India «bhurjaparta» a estas cortezas usadas para textos. También en otras regiones de Asia se ha usado la corteza de abedules como «papel». Es típico de este material que no contenga fibras, sino pequeñas células que pertenecían a los conductos de la savia descendente, ya invadidas de corcho. Aún reproducen la forma de las células del cambium (las células vegetativas entre corteza y madera) que las producía en su día. La figura 31 es de un preparado microscópico de un texto sobre corteza de Belula que procede de la Biblioteca Nacional de Italia y se guarda en el Istituto di Patología del Libro, en Roma.

lca-c)

Láminas de cobre

Se encontraron en varios sitios del Oriente Medio; posiblemente son un invento de los Fenicios. Los más conocidos son los rollos que, entre muchos de piel o pergamino, se encontraron en las cuevas al lado del Jordán, y que pertenecían a los ESENOS. lca-d)

Pieles y pergamino

Pieles, más o menos curtidas, se han usado en muchos sitios, como arriba hemos indicado. Verdadera importancia como portador de escritura ha adquirido el pergamino. Entre el papiro de la antigüedad y la fecha de la introducción del papel chino por los árabes en Occidente hay una larga época en que el pergamino era el principal medio de escritura. Cuando se generalizó el papel se conservó el pergamino como portador de textos importantes y de documentos, siendo el desarrollo de esta nueva clasificación algo parecido a lo que ocurrió con la seda en la China antigua. Especialmente muchos textos de la Iglesia, o de las administraciones estatales, aún se escribieron sobre pergamino cuando ya había papel de fabricación europea. De la gran época de los pergaminos europeos, la famosa Biblia gótica (siglo vi) de su primer obispo, UFILA de los Gotes, es la más conocida y valorizada. La guardan en Goteburgo (Suecia), pero al «Código Argénteo», como se llama al único ejemplar existente, faltaron 143 hojas. Recientemente encontraron por

54

pura casualidad una hoja más, en Espira (Alemania). Limpiando la sacristía de la catedral, apareció una caja con huesos, etc., de reliquias «descalificadas», y entre ellos un rollo de pergamino con un texto escrito en letras y lengua rara. Era precisamente la página siguiente a la última que tiene el código. Otros pergaminos únicos son los códigos Codex sinaiticus, biblia en griego del siglo iv; Codex Alexandrinus y Codex Vaticanus, también biblias del siglo IV. Entre los pergaminos europeos destaca The Guihlac Roll, del siglo xu, de Lincolnshire y con dibujos en forma de medallones. Salvo el Codex Vaticanus, hoy todos están en el British Museum. Gran valor tienen los breviarios de los siglos xni-xv, muchas veces únicos y siempre muy bien decorados. Una gran curiosidad es el Breviari d'Amor en catalán, de 1288; existe en cinco ejemplares y es el mejor de los muy pocos pergaminos no religiosos.

La aplicación del pergamino como encuademación ha seguido muchos años y siglos, después de abandonarlo como material de documentos. Hasta hoy nuestras bibliotecas están llenas de libros en pergamino. Consecuentemente lo consideramos ahora como material de encuademación y trataremos sus detalles técnicos allí. lca-e)

Telas de seda

Antes de inventar el papel y lateralmente a sus tablillas de bambú usaron los chinos ya telas de seda para documentos. Debido a que casi coincidió la fecha de la unificación de la escritura —en que quemaron casi todo lo antiguo (221 a. Cr.)— con el desarrollo del papel, han quedado muy pocos documentos profanos sobre seda. No obstante, siguieron los chinos usando sedas para dibujar y para edictos y documentos procedentes del palacio imperial. La tela de dibujar y escribir es bastante diferente a la de vestir, llevando hilo más fuerte y está tejida rígidamente, sin el tratamiento de «pulimento» superficial. lca-f)

Papiro

Es el material más antiguo de estilo papel que conocemos. Los rollos más antiguos datan de unos 3.500 años a. Cr., de la época egipcia que antecede a la primera dinastía y pertenecen a la cultura de Badari. En gran cantidad aparecen papiros desde el imperio medio (2.000 a. Cr.), siendo entonces ya una famosa «industria nacional» y su producción ha sido objeto de exportaciones. 55

La base de su material es la médula de la planta Cyperus papyrus. Crece salvaje en los pantanos de todo el norte y centro de África. Hay también —eventualmente introducidos por los griegos o fenicios— en las orillas del Alcántara y en la ría del Anapo cerca de Siracusa, en Sicilia. El último no coincide anatómicamente en todo con el africano y lleva por esto el nombre botánico C. papyrus var. syracusanus. De allí proceden muchos de los rollos de papiro romano. En África, el tallo de esta hierba gigantesca alcanza diámetros por encima de 10 centímetros y alturas de varios metros. En Sicilia no alcanza más que 6-7 centímetros de diámetro. Para la fabricación de la hoja de papiro se cortó el tallo primero en piezas de la longitud, o de la anchura, de las hojas que se deseaba obtener, luego estas piezas en hojas finas, separando de las mismas la pared del tallo, poniendo al fin las tiras obtenidas en posición cruzada. Entonces, en fresco, se apretaba y golpeaba el material para conseguir su enlace. Influye y ayuda en esto el jugo de la misma planta, que contiene almidones, actuando algo como una colada, para pegar las fibras entre si y, cuando ha secado, como impregnación que permite escribir encima. No debemos jugar, sobre la calidad del papiro, por la fragilidad de los rollos antiguos. En Roma, hace tiempo, fabricaron de nuevo papiros y lo hemos visto en «uso» después de años; son un material bastante apto para su manejo. La figura 12 muestra el típico aspecto microscópico del material. Por el tamaño de las células laterales es inconfundible.

En la última época de su fabricación, por los griegos y judíos ya, se usó una especie de goma arábiga para aumentar la calidad y la posibilidad de escribir encima con tintas. En la descripción de PLINIUS (305A) se cita ya para las fabricaciones antiguas egipcias un «turbidum glutinum», que posiblemente era una simple colada de harina que posteriormente se mejoraba en el sentido indicado.

Tambión los griegos empezaron a impregnarlo con aceite de cedro para su conservación contra polillas, que efectivamente ya causaron entonces bastantes daños en la biblioteca de Alejandría, así como en otros sitios. Curioso es que ya se tenía normalizada, desde el imperio medio de Egipto, la anchura de las hojas (16 X 40 cm.), respetando todo el mundo estas medidas. Era una especie de norma DIN de la Antigüedad. En la longitud se suministraban, también ya «de fábrica», longitudes hasta unos 20 metros, listos para escribir el libro (rollo) entero. 56

lca-g) Amatl Si bien el «papel» de las culturas precolombinas es de menos edad que el papel chino, vamos a tratarlo antes del mismo, porque es técnicamente un avance encima del papiro, sin alcanzar, en su perfección, ni a los tipos más antiguos de los chinos. El centro de la fabricación era toda la zona tropical de Méjico y Guatemala, de alturas inferiores a 1.500 metros, principalmente la Península de Yucatán. La base de su material era el líber de varias higueras salvajes, como Ficus padijolia y F. petiolaris, pero también otras especies. E l aspecto típico demuestra la figura 13, que procede de un preparado microscópico del Código Tro-cortesiano de los mayas en el Museo de América de Madrid. No existen estudios exactos sobre las especies que usaron; se supone como seguro que el principal proveedor de la fibra era Ficus petiolaris. La cuestión tiene interés por el problema no aclarado de cómo consiguieron la conservación del material, que forzosamente debía pudrir rápidamente en las condiciones tropicales en que los mayas mantuvieron sus bibliotecas en los templos dentro del bosque. Eliminaron sin duda los azúcares que contiene en gran cantidad la savia descendente en el liber de Ficus, pero esto no es suficiente para su protección. Hemos realizado varios microanálisis de la capa de pasta blanca que cubre los códigos. A l contrario de la repetidas veces publicada indicación sobre el Código de Dresden, en el de Madrid no encontramos nada de almidones, pero si notable cantidad de cenizas vegetales y alguna sustancia resinosa. Posiblemente usaron alguna savia, cuyo efecto protectivo conocían, preparando la pasta con cenizas bien lavadas. Hoy no tiene la pasta un efecto inhibitivo absoluto para microorganismos, pero esto no dice que no lo ha tenido en mayor grado. Aparentemente algo del efecto aún se conserva, como por fin hemos detectado.

La fabricación se hizo cortando la corteza del árbol en piezas de unos 60 centímetros de longitud y de 30-40 centímetros de anchura, sacando de estas piezas la capa inferior del líber [lo que botánicamente es el líber, véase capítulo lac)]. Ésta se mojaba en agua (posiblemente con la adición de «algo» de efecto preservativo que no conocemos), obteniendo así cierta maceración de la fibra y la extracción de su blanca savia viscosa. Entonces se golpeaba el material con martillos ranurados, reduciendo su espesor y obteniendo un aumento de anchura por unas 34 veces. Las hojas del papel obtenido se pegaron por uno de sus bordes a un listón de madera. Se pegaron frecuentemente varios listones, consiguiendo asi los «libros» que según se supone guardaron enrollados, porque el símbolo para amatl en la escritura azteca es un rollo. Por otra parte los códigos de los mayas están todos 57

doblados como biombo y también las noticias de los que han visto las bibliotecas, cuando las quemaron los españoles, hablan de libros, no de rollos. Bcrnal DÍAZ, por ejemplo, describe la gran cantidad de «libros» que observó en un templo totonaqui en Ccmpoala. También los dos primeros y únicos libros que con un transporte de oro para Carlos I llegaron a Sevilla y que describe el «italiano» Pictro Martire D'ANGHILRA, eran plegados «como la tela española».

Es difícil decir algo exacto sobre la fecha en que se generalizó el uso de este papel. Por el hecho que de los mayas no se encuentra ninguna estela fechada posterior al año 889 d. Cr., se supone que los papeles de amatl entraron en uso general alrededor del año 900. Por otra parte, el Código de Dresden (en el Museo Nacional de Sajonia) parece ser una copia de un original más antiguo, procedente de la época clásica de los mayas (323-889). Su confección se supone alrededor de 1200 d. Cr., porque cita fechas hasta 1178. Es poco conocido que el amatl es realmente un desarrollo más perfecto de una técnica mundialmente distribuida de hacer telas del líber de corteza, sin tejerlo. Se conocen vestidos de esta clase en toda América Central y del Sur en varias tribus. La palabra india para el papel en Perú (llanchama) es realmente la denominación de los trajes del culto. También los sacerdotes mayas llevaban estas túnicas del papel amatl. Para otros continentes es conocido, por ejemplo, de África Central como traje de culto; de Oceanía, donde hicieron un «casi» papel, para usarlo, pintado, como cortinas en casa, y de los maoríes de Tasmania (Australia), que lo usaron también como trajes de culto.

Con la conquista se terminó esta artesanía del papel precolombino, porque los españoles llevaron ya su papel auténtico al nuevo mundo. Lamentablemente también destruyeron las vastas bibliotecas que encontraron y nuestros conocimientos de esta cultura quedarán posiblemente para siempre— fragmentarios, debido a las excesivas manías religiosas de los nuevos dueños. lca-h)

Materiales de varias clases

Entre ellos debemos citar las tablillas de cera de los romanos, que se conservaron en bastantes ejemplares debido a su uso muy genérico en el tiempo de entonces. Realmente han sido tablillas de madera con un borde más fuerte y recubiertas, salvo el borde, con cera de abeja en ambas caras. Muchas veces han sido reunidas varias, como libretas, mediante cuerdas. No llevaron ninguna impregnación para su conservación, apelillándose fácilmente. Aparentemente se consideraba como material de consumo.

Tablillas de madera se conocen como base de escritura de varios sitios; lo más conocido son los verdaderos libros en tablilla de ma58

dera del bambú que tenían los chinos. Éstos son muy parecidos en su dureza y aspecto a los tipos de tablillas de hojas de palmera, usando la parte dura del centro, que conocemos de las Filipinas. No obstante, se pueden distinguir en seguida, mirando el material, si no se distingue ya la escritura. También semillas con casco duro sirvieron como fondo de escritura (en el sur de China y en la India; en la última región usaron hace un par de siglos granos de arroz para escribir con lupa encima, si se deseaba mandar comunicados secretos). Aparte esto, accidentalmente sirvieron varios otros objetos; no son más que curiosidades. lca-g)

Papel de arroz

Este material de los chinos es realmente más parecido al amatl que al papel. Su materia básica es la médula de la planta Aralia papyrijera, que desarrollaron como capa fina y a veces la reforzaron con una colada de almidones. Las acuarelas más finas del arte oriental están pinceladas minuciosamente sobre este papel. En España tenemos una de las colecciones más importantes de miniaturas sobre papel de arroz, guardada en Aranjuez y siendo un regalo imperial chino al rey de España.

Ya hemos dicho al principio que los llamados papeles de arroz de la Audiencia de Filipinas de verdad no son papel de arroz. Son tipos primitivos, de fabricación surasiática, posiblemente local de las Filipinas. En su aspecto exterior tienen cierta semejanza, pero al igual como los papeles de Indochina, que se parecen en algo a estos de las Filipinas del final del siglo xvi, tienen un tono crema. El auténtico papel de arroz siempre es muy blanco. leb)

leb-a)

PAPELES ANTIGUOS

Papel en China y en el Extremo Oriente

Según las historias de la antigua China, el inventor del papel es el funcionario imperial y posteriormente ministro del Hijo del Cielo TS'AI L U N , que, según dicen, fabricó, en el año 105 d. Cr., y bajo el imperio de la dinastía HAN, el primer papel. No obstante, sabemos con seguridad que ya tres siglos antes se hizo en China algo semejante al papel, compuesto sólo de fibra vegetal macerada, y lo más 59

probable es que TS'AI L U N es el que hizo la primera «especificación» técnica» oficial de la producción de papel, y lo introduciendo el uso de trapos en la fórmula. Para explicar la diferencia fundamental del verdadero papel a sus precedentes —en sentido técnico, porque históricamente sólo el papiro es más antiguo, e incluso el papel de arroz de los mismos chinos es invento lateral o posterior al verdadero papel conviene imaginarse lo siguiente: el papiro es una especie de «contrachapeado» muy fino; el amatl y el papel de arroz se obtiene por una transformación parecida, como la de la piel dura al cuero fino de vestir, y el papel auténtico es una aglomeración de fibras como el fieltro. Su triunfo lo debe a su excelente calidad uniforme y la facilidad con que se consigue industrializar su producción. E l mencionado TS'AI L U N hizo su primer papel de restos de tejidos, de líber del moral papirífero y de fibras de cáñamo, usando como malla para tamizar las fibras una teleta de bambú, previamente mezclado el material y machacado en conjunto en un cubo con agua. Una vez escurrido el agua de la pasta, echada sobre el tamiz, separó la hoja del papel de la tela de bambú, prensándola y secándola al aire. Como se puede ver, en principio es el mismo procedimiento que hasta hoy se usa para papeles de lujosa calidad. E l clásico papel chino se componía de fibra de ramio (Boehmeria nivea, en inglés Chinagras), de lino, de cáñamo y del líber de moral (Broussonetia papyrifera). Posteriormente usaron también la corteza de bambú y finalmente algodón, que al principio no entraron en la fórmula. Varía mucho la proporción del último en los papeles orientales. Su uso en cantidad es costumbre a la que llegaron posiblemente los árabes (*). E l papel japones antiguo se caracteriza por su mayor cantidad de ramio y de líber del moral. La presencia de seda en el papel oriental es irregular y no muy clara en sus motivos. Naturalmente no tiene nada que ver con la fabricación del famoso papel de seda chino, que no contiene hilo de seda natural. Es principalmente fibra de ramio y moral. La lignina, que con algún porcentaje está presente en todas las fibras de líberes, quitaron esmeradamente por fermentación con bac(*) En Europa se usó algodón no antes de 1760 en papel; sobre las fechas para su uso en el papel oriental y árabe no existe claridad.

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terios que destruyen lignina, pero no celulosa. Es esto la clave de la calidad del papel oriental antiguo. Aparte los papeles obtenidos en excavaciones arqueológicas, la famosa biblioteca de Tun Huang contiene muchos ejemplos de la época inicial del papel chino. Desde la dinastía Liu SUNO (420-477 d. Cr.) hay en China ya una protección legal de papeles de marca que se caracterizan por sus marcas comerciales y nombres propagandísticos novelescos. E l más famoso tipo era la marca Ch'éng Hsin T'ang ( «el espíritu de la antesala de ascensión»), fabricado con adición de la médula del bambú joven, primero para el emperador L i Hou CIIU, de la dinastía T'ANO del sur en los años 937-975 d. Cr. Este material era ya, en la China del final del siglo XI, tan raro que los calígrafos y pintores pagaron cantidades elevadas para obtener por lo menos un pedazo pequeño del mismo. Su marca filigrana era la flor del loto. Unos excelentes papeles, hechos aún durante la verdadera dinastía de SUNO llevan sobre toda la hoja una filigrana de sarmientos de melón. Un tipo, parecido al cuché de nuestros tiempos, se obtenía también en el tiempo de la dinastía SUNO (— SUNO septentrional, 960-1279 d. Cr.) mediante una colada superficial, después de prensar y antes de secar, con almidón de arroz. No hay que confundir este papel con el auténtico papel de arroz, fabricado de la médula del árbol Ardía papyrifera.

Al principio se conservó el más estricto secreto del procedimiento, aunque, paso a paso, el mismo llegó a Occidente. En el siglo vni hay ya una fabricación en Samarcanda, debido a que obligaron a hablar, en el año 751, a unos prisioneros chinos, y poco después instalan también en Bagdad una fábrica. En el curso de su peregrinación al Oeste, llegó el conocimiento también a Nepal y Tibet, conservándose allí la antiquísima forma de fabricar de los chinos, pero para sustituir el moral papirífero, que no crece en las altas montañas, comprobaron diferentes materiales locales, tanto de origen vegetal como animal, y que hace extraordinariamente variable la composición de los papeles de esta región aislada. Allí encontraron también los primeros métodos verdaderamente eficaces para hacer el papel resistente y estable por impregnación; así lo fabricaron allí hasta mediados de nuestro siglo. Véase el capítulo 4a). También los chinos impregnaron su papel a partir del año 674 d. Cr. El emperador HUANG-NIEH impuso por decreto imperial que se añadiese como preservativo un extracto de las bellotas del «roble» de corcho, que realmente no pertenece a la familia de los robles, es Phellodendron amurense. Desde entonces, a causa del aditivo, el papel chino tiene su típico color amarillento. Otro camino de distribución de la técnica era por Corea al Japón. En Corea inventaron el refuerzo de los papeles con la fibra de 61

bambú, típico para papeles de esta región hasta los siglos pasados. De allí llegó el papel al Japón, en el año 610 d. Cr. El mejor papel oriental lo hicieron los japoneses. Sus papeles de los siglos xiv hasta el xvn son de insuperable calidad y blancura. Han sido ellos también quienes consiguieron el primer papel perfecto, liso, uniforme y absorbente para la impresión a color. Las estampas artísticas del cúmulo de la época artística del Ukiyo-e (fin del siglo xvi *) no han sido superados hasta hoy, ni con las técnicas más modernas. Inventaron también el papel reforzado con hilos de seda, u otros materiales parecidos, obteniendo así el primer papel técnico que servía, como material clásico, para las paredes interiores de la antigua casa japonesa. Otro ingenuo invento de papeles especiales, el papel crepé, usaron ellos por su elasticidad primero para sus linternas y farolillos plegables. En el mismo Japón se ha conservado esta artesanía hasta hoy y es muestra del afán cultural de este pais que allí aún hay mercado para papel a mano fabricado igual como desde hace siglos. Narita (28oA) ha publicado recientemente detalles y reproducciones de las antiguas instrucciones ilustradas que sirvieron como norma.

leb-b)

Papeles antiguos del Mediterráneo

y de Europa

Al principio del siglo rx llegó el conocimiento de hacer papel al norte de África (El Cairo, Fez) y, desde allí, casi simultáneamente, al Emirato de Córdoba, que con su espléndido desarrollo cultural durante los siglos ix y x estaba en franca competencia con Bagdad. Así también la fabricación de papel en Córdoba llegó a ser una industria importante. Su desarrollo culminante alcanzó bajo ABDUL RAHMAN I I I (912-961), que también llevó la biblioteca de Córdoba a ser una de las principales de entonces (tenia en su época y bajo su hijo A L HAKAM I I unos 400 000 tomos). Él era el gobernante más culto y eficaz de la época árabe de España. Que la industria de papel en Córdoba (FAYYAZ MAIIMUD, 108-1) casi llegó a ser olvidada es parcialmente culpa de la propaganda cristiana que defendía la fama de su producción valenciana, pero principalmente es debido a que no era una producción por alguna fábrica importante, sino un oficio, casi casero, si bien dirigido por técnicos que garantizaban la calidad. * Hay que distinguir las épocas artísticas en que usaron papel y las épocas del papel japonés a mano. Las últimas son: Narpa 710-793, Heinan 794-1191, Samurai 1192-1603, Ycdo 1603-1867 y Mciji 1867 en adelante, coincidiendo algo con épocas históricas del pais.

62

Ya aún bajo el reino árabe de Valencia y antes del siglo xn se fabricó allí papel. Sabemos que existía una fábrica en Jativa en el año 1144. De Cataluña se dice que la primera fabricación de papel había en el ano 1113. Este molino de papel ha sido propiedad del CONDE DE BARCELONA, que indudablemente pretendía ya industrializar su obtención. E l primer organismo oficial europeo que usaba papel para sus documentos ha sido la cancillería de la Corona de Aragón, siendo Alfonso X quien, alrededor de 1260, dejó fabricar industrialmente el primer «papel cristiano», si no queremos adjudicar este mérito al CONDE DE BARCLLONA con su intento del año

1113.

Desde Valencia se llevaron el papel a Italia, cuya primera fábrica empezó a producir en Fabriano en 1276. De Francia se dice que el primer papel se fabricó en 1189, pero es dudoso. Una producción sistemática se instaló bastante más tarde (en 1338, en el molino papelero de La Pielle, cerca de Troyes), si bien antes que en Alemania, donde se cita la primera fabricación industrial en el año 1319 (la «asseraduria» papelera de Pegnitz, cerca de Nurcmberg). En Inglaterra ha sido su introducción alrededor de 1394; intento de poco éxito hasta que Joham SPIELMANN, de Lindau, Alemania, lo mejoró, poniendo la fábrica de Dartfort, Kentshire. Ha sido, por este éxito, elevado a la nobleza de Inglaterra. En los países nórdicos la introducción de la fabricación de papel ha sido posterior aún a los intentos de Inglaterra. En Rusia se fabricó muy tarde, a partir de 1698, con técnicos que el zar PEDRO el Grande se buscó en Dresden, Sajorna. Todos estos papeles antiguos de Europa, originados en su fórmula en la misma de los valencianos, se caracterizan por llevar todavía elevada cantidad de fibra de cáñamo en su pasta. Alrededor del siglo xv, aproximadamente al mismo tiempo en que se empezó a hacer libros impresos, se obtenían los primeros papeles hechos solamente a base de lino y, en 1760, también de algodón, que ofrecían la ventaja de una superficie más lisa. Se incrementó mucho el uso de esta fórmula cuando se consiguió limpiar las fibras, procedentes de telas usadas, mediante carbonato potásico o aplicando carbonato calcico y luego carbonato potásico. A principios del siglo xvm se inventó casi simultáneamente en 63

España, Italia y Alemania una máquina de cortar los restos de tela en pedazos pequeños, permitiendo esto un aumento de producción en escala muy notable. Otro invento importante —de los holandeses, al final del siglo xvm era el molino de cilindro, que no solamente cuadruplicaba la fabricación, sino que también permitía obtener una fibra mucho más homogénea y así fabricar un papel más liso. No obstante, con esto todavía se quedaron muy debajo de la calidad del papel artístico japonés, de la época que trajeron los mercantes holandeses, adquiriéndolo en los mercados surasiáticos. Quedaron, por tanto estos tipos en extremo raros, pero sirvieron como constante estímulo a la entonces muy activa industria del papel de los Países Bajos. En general ha sido esta la época europea en que se hizo el mejor papel de nuestro continente. Los amplios estudios de BARROW (014-5) demostraron su elocuente superioridad, como demuestra la curva a) de la figura 48. Mucha variación ha tenido también la colada del papel desde que los árabes (¿o persas?) suprimieron el líber del moral. Los árabes introdujeron las resinas como cola, usando goma arábiga, haciendo así el papel útil para escribir con tintas de agalla en lugar de las tintas chinas, a base del negro de humo o tinta de sepia. Además era necesario, porque el moral papirífero añadía algún aglutinante natural que hizo ya una colada en el papel. Hemos visto, en el Istituto di Patología del Libro, en Roma, papeles totalmente hechos del líber de moral que, sin ninguna cola, son perfectamente aptos para escribir con tinta encima. E l efecto del aglutinante natural es sorprendente, porque su cantidad presente en la planta es escasa, sólo 1,2-1,5 por 100 hemos determinado, calculando sobre el peso de la fibra seca, de ramas obtenidas del Jardín Botánico de Barcelona.

Ya en los primeros tiempos de la fabricación española se usó cola animal para la colada, luego añadieron cierto tiempo colas vegetales, abandonando esto posteriormente, sin que conozcamos los motivos. Estos papeles con cola vegetal, principalmente procedente de Guipúzcoa, han sido ya tipos muy buenos y bastante estables. El procedimiento moderno de la colada radica en el invento del relojero alemán ILLIG, que al final del siglo xvm sustituyó la cola animal por el método de usar colofonia y alumbre. Desde entonces tenemos el problema del efecto negativo de la acidez del papel. 64

Existen bastantes papeles antiguos, fabricados especialmente en Francia y Alemania, que ya llevan la nueva colada, pero todavía el antiguo método mecánico. Estos papeles son cierto problema en la conservación, porque sin análisis de su acidez no se sospecha de ellos. De todos modos, con este invento y con los ensayos de JohannChristian S C H A E H L R , que por primera vez indicó la posibilidad de usar la fibra de madera para hacer papel (publicando sus conceptos en una voluminosa obra, de seis tomos (!), en Regensburgo en los años 1765-71), terminó la época del papel antiguo. A grandes pasos se empezó a industrializar la obtención de las fibras, primero las procedentes de trapos, luego también las de la leña. Papel antiguo de amianto: En el siglo XVIII se inventó un papel de escribir a base de fibra de amianto. Si bien en ciertos países de Europa se mencionan estos papeles, parece que se quedó como mera curiosidad. Únicamente en Italia, en 1808, insistieron de nuevo sobre este invento, pretendiendo un papel incombustible para documentos. Existen raros ejemplos en algunos archivos italianos.

Id)

PAPELES MODERNOS

Llamamos papeles modernos los fabricados desde la segunda parte del último siglo, cuando se empezó a tipificarlos con el fin de dar a los mismos características especiales para el destino de su uso. Algo de esto se hizo ya en los siglos anteriores; especialmente los países orientales, como el Japón, desde aproximadamente el siglo xvii, tenían muchas clases diferentes de papel según su destino. Pero en el mundo occidental empezó la diferenciación masiva no antes del siglo xrx. Ida)

GRUPOS GENÉRICOS DE PAPEL SEGÚN SUS FIBRAS

Se agrupa normalmente los papeles, según sus principales componentes de fibras, en los cuatro siguientes grupos: lda-a)

Papel de mano (libre de sustancias sucedáneas)

Este grupo comprende realmente los últimos tipos de los papeles antiguos que se conservan en el ofrecimiento moderno por motivos 65 5

de calidad. Se fabrica exclusivamente de trapos (véase figura 498), conteniendo lino, algodón y, a veces, cáñamo; se suele añadir para algunos tipos fibra de ramio, de cáñamo de Manila o de kenaf. También se usa residuo de fibras, no útiles para la industria de textil. Con estos residuos entran con frecuencia otros materiales fibrosos que permiten entonces distinguir fácilmente el moderno papel de mano del antiguo de trapos. Los trapos viejos, como fuente de fibra, ya tienen muy poca importancia, en volumen, para la fabricación moderna, pero son su principal fuente de calidad. Especialmente restos de telas no usadas (recortes, etc.), se puede fibrillar excelentemente y, con adiciones de poco volumen, se mejora la calidad sustancialmente, sea el papel que sea, como veremos en el segundo grupo. Fibras de algodón como residuo de las fábricas de textil, etc., son hoy el principal origen de la celulosa de algodón en papeles. Su reducida higroscopicidad y sus grandes cualidades en la fibrilación representan su valor en la fabricación de papeles de calidad. Adicionalmente se suele aumentar su calidad más aún, introduciendo a estas fibras de algodón grupos de hidroxi-etílicos. Se puede identificar la procedencia de fibras de algodón, si es residuo textil no macerado, por la reacción de etilendiamina de cobre (figura 39). Las fibras maceradas procedentes de trapos no dan la reacción específica del collar de perlas, pero se hinchan; los modificados en su molécula no reaccionan llamativamente, caracterizándose, de todo modo, por la notable irregularidad de una reacción o no, dentro de las fibras de la misma procedencia.

Fibras de lino, que se caracterizan por su tenacidad, entran en esta clase de papeles, si se desea mayor resistencia al doblaje, siendo entonces el componente característico del tipo. Fibras de ramio son las que mejor se dejan fibrilar, dando por tanto al papel gran resistencia, también en espesores delgados. Se usa en papeles de imprenta de primera calidad y en aplicaciones donde se exige gran resistencia en general, como billetes de banco, el papel de carbón para las máquinas de escribir, etc. Fibras de cáñamo de Manila, o de kenaf, se usa en papeles del mismo destino, pero más económicos de calidad. Con el uso de las fibras sintéticas han perdido importancia. Las fibras de yute y de varias otras fibras naturales que se usaban en papeles técnicos no 66

blancos, pero de calidad, porque su blanqueo era costoso o disminuye su calidad de fibra, hoy corren la misma suerte; son sustituidos por fibra sintética, pero entonces los papeles pasan al cuarto grupo en su clasificación.

lda-b)

Papeles continuos, libres de madera

Aquí entran todos los papeles que están libres de cualquier sustancia no celulósica en su fibra. También lo llaman el grupo de los papeles de buena calidad, pero ya no es correcta esta denominación, porque con las adiciones de fibra sintética consiguen igual o mejor calidad. L a misma varía según el porcentaje que llevan estos papeles de los componentes del primer grupo. E l resto son celulosas obtenidas de la madera, o de otras materias primas leñosas que exigen fuerte maceración para conseguir una celulosa pura. Las consecuencias técnicas que las maceraciones provocan, como la reducción de la longitud de la macromolécula de celulosa, debilidad de su esqueleto, etc., ya hemos explicado ampliamente en el capítulo lad), y naturalmente entra esta disminución de la resistencia en exacta proporción al papel obtenido, si no se aplican coladas e impregnaciones que disminuyen la influencia del daño de la maceración a las características del papel. En principio los tipos inferiores son los papeles de celulosa procedente de la madera de coniferas como el pino, abeto, etc. Más elásticas son, en general, las fibras de celulosa que proceden de maderas frondosas, y entre ellas se destacan chopo, aliso y abedul. Algo inferior, pero aún de buena calidad, es el eucalipto blanco. Más duras son las celulosas de las hierbas de estepa o espartos, etc., que se usan preferentemente en Europa para aumentar la dureza del papel, las del leño de bambú, que se aplican mayormente en el este de Asia, y las de las pajas, que en América, y también algo en Europa, se aprovechan para el mismo fin. Esto es aumentar la dureza superficial de los papeles de imprenta, para que aguanten mejor el trato en las máquinas rápidas de impresión. Aparte de esto, se lo usaba como aditivo en papeles que deben aguantar bien a la raspadura. Hoy en día esto se procura normalmente con la adición de fibra sintética, o con coladas de resinas polimerizadas. 67

lda-c)

Papeles que contienen lignina

En un principio se usaban estos tipos solamente para fines técnicos y como médula de cartones. Pero con el mejoramiento del blanqueo se aumentaban también sus diferentes aplicaciones. Hoy se usan las pastas semiquímicas para toda clase de papeles de impresión y también en papeles de documentos. Si bien, entre los últimos, por el blanqueo con peróxidos, ya no hay peligro inmediato que se destruyan, a plazos mayores de cincuenta años no es probable que valgan. Estos procedimientos del mejoramiento óptico, industrialmente un gran éxito, crean un problema constante para el archivero, porque el saneamiento del papel en general no está en equilibrio con su brillante aspecto inicial. Esta discrepancia motiva la idea del «papel estable», propagada y hasta cierto extremo realizada por el americano BARROW. Pero por fin optó aparte sus conceptos sobre la neutralización del papel por usar fibra libre de lignina para su tipo «estable». Con éste se alejan además otra vez de los motivos para la fabricación de pastas semiquímicas, que son conseguir una materia prima barata, creada para material de consumo rápido, no para una vida duradera. Por tanto, la cuestión no es obtener un papel estable en que ya no hay problema técnico, sino aclarar los campos de aplicación del papel no estable, excluyendo tajantemente su uso en objetos de impresión, donde se espera, en general, que un día serán archivados o incluidos en una biblioteca. Para otros objetos, de los que no se espera, en general, que se guarden mucho tiempo, vale cualquier tipo de papel y será el problema de nosotros, los conservadores, resolver la protección para los pocos representantes que se desee archivar a largo plazo. A l presente grupo pertenecen también los papeles de los que ya sabemos que no duran, y que son mayormente pasta mecánica de madera, como el papel de periódicos, etc. Éstos tienen más del 75 por 100 de pastas mecánicas, o hasta un 90 por 100 de pastas semiquímicas. E l problema que ofrecen al archivero es de dominio público. La debilidad de todos estos papeles que contienen lignina está, aparte de su rápido envejecimiento, en su baja resistencia a la luz ultravioleta. Hoy en día existen ya bastantes tipos de sustancias absorbentes de la luz U V que protegen bien por aditivos relativa68

mente pequeños [véase figura 458 y los capítulos 3aa-b) y 5dc)], pero su costo cierra otra vez el círculo vicioso; por este precio también podemos hacer papel sin lignina. lda-d)

Papeles con adición de fibras no vegetales

Los tres grupos anteriormente citados, casi ya clásicos, se amplían desde hace unos tres lustros por el cuarto grupo de los papeles que contienen fibras sintéticas. Algo existía el grupo ya anteriormente, porque en ciertos papeles técnicos, como papel de betún o papeles aislantes, había fibra de lana o fibra mineral, como amianto, fibra de roca o de vidrio. Para nosotros carecía totalmente de importancia; no hay textos de archivar en estos papeles hasta que se empezaron a mejorar las calidades técnicas del papel de imprenta con la adición de las fibras sintéticas. Empezó esta industria nueva también con papeles técnicos (de filtro), donde por primera vez se usaron materiales sintetizados. Rápidamente se amplió la aplicación a toda clase de papel; hoy existen prácticamente todos los pasos intermedios, entre el papel clásico hasta las «telas no tejidas» de puro material sintético. En los últimos años se desarrollaron, principalmente en la industria petroquímica, papeles compuestos totalmente de plásticos. Primero en el Japón, poco después en los Estados Unidos y en Alemania, se fabricaron materiales útiles, como, por ejemplo, a base de poliesterol, para obtener materiales en su estructura muy parecida al papel que se puede imprimir perfectamente. También se experimentó con folias extendidas, que así perdieron su carácter desmazalado, pero había dificultad en imprimir el material y rompieron por el menor pinchazo. Como papel sintético de la llamada «segunda generación» se desarrollaron derivados de celulosa que fácilmente se puede sintetizar y que permiten un proceso de fabricación prácticamente poco diferenciado del tipo clásico. Estas fibras recientes tienen cierta probabilidad de mayor introducción, no solamente en papeles especiales para documentos, etc., porque aparte de su menor costo (pero aún 2-3 veces por encima de papel de celulosa natural), son débiles a la descomposición por microorganismos y esta calidad, para papeles de consumo, es de 69

suma importancia desde el punto de vista de la conservación del ambiente y de la destrucción natural del residuo. En su conservación resultan nuevos aspectos, porque todavía no conocemos exhaustivamente, ni mucho menos, todos los agentes que pueden dañar estas sustancias sintéticas en el papel. Posible será una mayor acción de la contaminación del aire, quien tendrá importancia y no solamente por aumentarse la misma violentamente en nuestro tiempo actual, l a m b i é n están descritos ya varios microorganismos que atacan sustancias plásticas y en especial sus plastificantes en las fibras. L o citaremos en el capítulo 2c). Como curiosidad sea citado que ya se han creado unos nuevos términos técnicos para los papeles totalmente sintéticos «plaper» (del inglés: plástic paper) y «Plapier» (del alemán: Plastikpapier).

ldb)

L O S COMPONENTES NO FIBROSOS

Podemos agrupar estas sustancias en cuatro términos generales: colas, rellenos, pigmentos y sustancias adicionales. E l número de las últimas se ha incrementado con las fibras sintéticas; además, pertenecen a este grupo todos los productos químicos de la impregnación contra agentes y factores dañinos. ldb-a) Colas En los primeros papeles de los chinos entraron como «colas» las sustancias aglutinantes que acompañan al líber del moral papirífero. Luego, cuando se perfeccionaron los procedimientos de obtener la fibra, sacando por maceración biológica el líber limpio de parenquima y lignina, y cuando se aumentó la parte de fibras del algodón que ya por naturaleza son libres de sustancias aglutinantes, fue necesario introducir alguna cola a la fórmula. De esta manera, simultáneamente, se consiguió papeles menos absorbentes con superficies más cerradas y más aptas para escribir encima con tinta. Goma arábiga y almidón: En los buenos papeles muy antiguos se usaron ambas como colada. Previamente se daba un lavado alcalino a la fibra y, a consecuencia del mismo, el aglutinante se precipitaba casi instantáneamente sobre las fibras aglomeradas enci70

ma de la teleta. Con cantidades muy bajas ya era posible obtener una aglutinación fuerte y casi irreversible. La goma arábiga hoy ya no se usa en la fabricación de papel y también se dejó prácticamente su uso como goma en los papeles engomados, sustituyéndola por dextrinas y éteres de la misma celulosa. Otras colas naturales de origen vegetal: La pectina y sus afines, polisacáridos procedentes principalmente de la lámina central de las paredes de células vegetales, era la base de varias colas usadas en papel y cartón. Ya hace varios siglos se usó en el Extremo Oriente el konyakumannan como colada para satinar papeles finos. Esta cola son extractos de las raíces tuberculiformes de Amorphophallus konjak C. Koch. La composición es aproximadamente 40 por 100 de d-glucosa y un 60 por 100 de d-manosa. Durante cierto tiempo se suponía que intervenían también grupos de fosfatos y lo de acetilos en su composición. Posteriormente se comprobó que no es así, por tanto no es componente nociva, como se suponía durante algún período. Otro grupo de sustancias que se ha usado para la fabricación de papel son los alginatos, también para mejorar el satinado (en la proporción de 0,4-3,1 por 100 del peso total; es mucho volumen, considerando su reducido peso específico). Son derivados de los ácidos manurónicos y gulurónico, que se suele llamar también ácidos algínicos de reacción neutral. Por tanto, no causan daño al papel, más bien al contrario, neutralizan. No hay observación en contra, si los mismos se usaron de nuevo con mayor frecuencia en papel, como se propuso a consecuencia del reciente aumento de la industria de los derivados de algas. Son en mayor porcentaje conservantes que aumentan la resistencia del papel [véase capítulo 5db)]. Gelatinas animales: Éstas han sido la colada antigua del papel de trapo. Se tomaba las mismas colas que se usaron en las carpinterías para pegar madera, solamente diluyéndolas mucho más. Su uso ha sido muy genérico hasta principios del último siglo. Hasta hace poco se aplicaban para el satinado y endurecimiento superficial de papeles de escribir, o para que resistan mejor al abrasamiento y la raspadura. Hoy ya no se usan más; incluso en la encuaderna71

ción, el último campo de su aplicación, ya han sido sustituidos totalmente por colas sintéticas (acetato de polivinilo). Colofonia: Hasta hace muy poco era «la» cola del papel moderno, y el invento de su aplicación, en forma de jabón de resina, realmente era el paso clave que permitía desarrollar la industrialización y mecanización en la fabricación de papel. Los detalles de su obtención y composición describimos en el capitulo Sbc-a), porque es también sustancia germicida en mayores concentraciones. Se puede considerar casi como de dominio publico que el uso de la colofonia, con sulfato de aluminio para obtener el jabón, es el principal origen de «la» acidez de los papeles continuos que tantos problemas nos causan para su conservación. Procede del sulfato de aluminio, que no es estable, desprendiendo con el tiempo ácido sulfúrico, que quema materialmente a la celulosa.

Colas caseínicas: Se usaban principalmente en papeles que llevan cargas o pigmentos y en los papeles parafinados. Entre los últimos se defiende hasta hoy contra la introducción de colas sintéticas, debido a su buena compatibilidad con la parafina. Su desarrollo, no obstante, estaba ideado preferentemente como colas para madera. Se obtiene estas colas partiendo de alguna caseína, láctea o de otro origen animal, tratándola primero con ácidos (ácido lácteo, clorhídrico o sulfúrico), para precipitarla y fabricada luego la cola con la adición de algún álcali. En vista que su principal uso ha sido, en su día, para pegar maderas, se procuraba eliminar los excesos del álcali, añadiendo ácido salicílico, o usando como álcali urea y carbonato calcico que permitía llegar a reacciones neutras, importantes para evitar alguna reacción indescada de la cola con sustancias colorantes que contiene la madera y que provocaba manchas negras; por ejemplo, en roble, donde reaccionan sus taninos, etc.

Para el uso en papel, entonces, tenían el inconveniente grave que fácilmente se llegaba a reacciones acidas, dañinas para el papel y de efecto negativo para su eficacia como cola. Hoy estas colas para pegar madera ya no tienen ninguna importancia; al contrario, siguen siendo, como ya se ha dicho, de cierta importancia para el uso en papel. Por tanto, se procura ahora fabricar tipos más aptos para papel, lo que las hizo recuperar terreno en nuestra área de sus posibilidades. Colas derivadas de almidones: Para pegar papeles del tipo dúplex y triplex, se usaban mucho las colas obtenidas por hidrólisis de almidones. Los tipos baratos son las colas obtenidas a baja temperatura. 72

Se fabrican hidrolizando almidón, de cualquier origen, con escasa cantidad de ácido a temperaturas de 70-80° C. Los resultados no son colas óptimas para el papel desde el punto de vista de su conservación. E l componente ácido casi nunca se consigue eliminar con los procedimientos industriales que corrientemente se usan. Como consecuencia, estas colas dañan gravemente al papel. Más aceptables para papel son las dextrinas, cuyo uso era genérico durante mucho tiempo. Se obtienen a temperaturas de 130-160° C, y resultan normalmente bien neutras y libres de ácidos perjudiciales. Estas colas son débiles a la fermentación por micoorganismos y se añade bórax, si se usa en papeles, tanto como conservante que también por el motivo que el mismo mejora notablemente el efecto aglutinante, especialmente la rapidez en el pegado y la estabilidad del mismo. Colas sintéticas: Su aplicación se generaliza a marchas forzadas. Por una parte, a consecuencia de la escasez de la colofonia y de las colas caseínicas que se sustituyen con estas colas, pero, por otra parte también por las notables ventajas que aportan. Principalmente son las colas de urea-formol y de melanina; las últimas totalmente estables a la humedad y al agua; las de urea-formol también bien resistentes, si su polimerización ha sido conseguida en forma correctamente controlada y adecuadamente fijado su grado de polimerización. Ambos tipos se obtienen por la reacción entre urea y formaldehldo, respectivamente mclamina. También existen polímeros mezclados de mclamina, urca v formaldchído. Se forma en esta reacción un jarabe que se precipita polimerizándose en presencia de varias sustancias inorgánicas. Las mismas sirven como endurecedores, usándose principalmente cloruro de aluminio. Por tanto, se añade primero el jarabe de la cola, muy diluida, a la pasta y luego, sobre la lámina húmeda del papel, se aplica el endurcecdor.

Resinas de urea puras son durísimas y dañan el papel en sus cantos doblados. Por este motivo se añade ablandadores o se usa las mezclas citadas, si el precio permite lo último. También se usa las colas fenólicas, pero sólo para papeles industriales, porque causan una coloración rojiza. E l resultado son papeles muy fuertes y duros, además termoplastificables. Por la última característica son papeles aptos para la encuademación mecánica. Como colada superficial, sustituyendo al almidón, hoy se aplica 73

con preferencia un derivado de la misma celulosa, la carboximetilcelulosa (CMC). Se obtiene así superficies muy lisas y, por tanto, más aptas para la impresión rápida, siendo la misma muy exacta en estos tipos de papel. Aparte esto, con el mencionado producto se obtiene los papeles C M C medio transparentes y resistentes a grasas. Desde el punto de vista de la conservación, el material es indiferente y seguramente no dañino. ldb-b)

Rellenos (cargas)

Su adición a la pasta de las fibras pretende los siguientes fines:

— —

— —

Reducir la transparencia y conseguir así papeles de calidades más económicas. Hacer el papel más liso y homogéneo. Hacer el papel más blando, si esto es necesario para cierto tipo de impresión, como reproducciones fotográficas en que se desea generalmente más relieve. Conseguir mayor absorción de la tinta. Aumentar la blancura.

Ciertas cargas pueden ser aplicadas posteriormente a la elaboración del papel mismo. Estos tipos son los papeles llamados «cuché». En estos casos se mezcla la carga con algún almidón u otra cola suave, como la carboximetilcelulosa, para el estucado. La tabla 6 reúne las fórmulas de las principales cargas que se suele usar. Para la conservación del papel, los rellenos pueden tener bastante importancia, motivo que nos obliga a estudiar siempre detalladamente qué carga existe en un papel que tiene la tendencia de quebrantarse. Caolín: Es silicato de aluminio y se usa en alguna cantidad en la mayoría de los papeles de hoy. En los de buena calidad, se añaden otros componentes más, de mayor blancura; en papeles baratos hay, como aditivo a la caolina, óxido de silicio o tiza. Tiza: Es la carga de papeles baratos y tiene la desventaja de no ser indiferente a la acción de muchos ácidos, perdiendo entonces el papel su blancura cuando reacciona el carbonato calcico, formando otros derivados calcicos. 74

TABLA NÚM. 6

RELLENOS D E L PAPEL Q U E SE H A USADO E N PAPELES MODERNOS

Componentes

Carga

1)

Porcentajes aproximados (resto es agua)

Tipo de papel

RELLENOS NATURALES

Agalita (talco fibroso).

SiO, MgO

60-62 30-35

Papel secante, cartones.

Arcilla.

SiO, AhO,

43-52 34-42

Papeles de toda clase para escribir e imprimir.

Baritina.

BaSO.

80

Papeles finos de imprimir.

Caolín.

Al O, SiO,

37 46

Papeles finos y cartones.

Creta (Tiza).

CaCO,

95

Papel para imprenta y (antiguamente) papel de cigarrillos.

97 98

Cartones. Papeles y cartones finos.

Diatomita natural ( selgur). Id. rectificado.

Kie- SiO,

Talco.

SiO, MgO A1,0,

52-63 27-34,5 0,3-2,6

Papeles y cartones de toda clase.

Yeso.

CaO SO,

32,6-41 45-58

Papeles de toda clase para escribir e imprimir.

2)

Carbonato nesia.

RELLENOS SINTÉTICOS

Papeles de revistas y libros corrientes.

càlcico + mag- CaCOjMgíOHMCO,),

Carbonato magnésico.

MgCO,Mg • 3H,0

Papel de cigarrillos. Papel «fino de biblia» (*).

Dióxido de titanio.

TiO,

Papeles finos, cuché.

Litopón.

ZnS BaSO.

28-30 70-72

Litopón de doble fuerza. ZnS BaSO. (*)

50 50

Papeles de imprimir. Papeles de finos.

imprimir,

Posteriormente se fabricó con TiO, al 15 por 100. 75

cartones

TABLA NÚM. 6 (Continuación)

RELLENOS D E L PAPEL QUE SE H A USADO E N PAPELES MODERNOS

Carga

Litopón con titanio.

Componentes

Porcentajes aproximados (resto es agua)

Tipo de papel

ZnS BaSO, TiO,

25 60 15

Papeles finos, cuché

Pigmento de titanio-calcio. TÍO, CaSO,

30 70

Papeles litografieos Papeles finos de imprimir.

Raffold.

65 35

Papeles de imprimir c interiores de cartones triplex.

CaCOj Mg(OH)j

Sulfato de calcio precipi- CaO tado. SO,

43,4 49,6

Papel de escribir.

Sulfito de calcio.

CaO SO,

43,4 49,6

Papeles para revistas y libros corrientes.

Sulfuro de zinc.

ZnS BaSO.

95 5

Papeles finos de imprimir, papeles impregnados contra humedad.

Carbonato de magnesio: Tiene las mismas desventajas que la tiza. Ya no se usa más que en el papel de cigarrillos, donde es necesario para regular la combustión. No como carga, sino como estabilizador de la reacción neutral, ha sido propuesto y usado por BARROW (014-3).

Consideraremos este concepto en el capítulo lfb), de los factores nocivos del papel, y en el 6dc), de los tratamientos. Sulfato de bario: Tiene excelente valor de claridad (99 por 100) y aumenta, por tanto, notablemente la blancura del papel. Químicamente es muy estable. Silicato de calcio: Es aproximadamente de la misma utilidad que el anterior, pero ofrece cierto problema en la homogeneidad de su malla y, por tanto, es menos usado. Silicato de magnesio: Es casi translúcido y se usa para aumentar el brillo del papel. Frecuentemente es la carga de papeles transparentes en color. 76

Sulfido de zinc: Se usa en mezcla con los dos anteriores, llegando así ya casi al efecto de blancura del siguiente. Dióxido de titanio: Es la sustancia de mayor índice de reflexión y también la químicamente más indiferente después del dióxido silícico. Normalmente, por su costo, se usa sólo como parte de una mezcla, salvo en papeles delgados de buena calidad, donde se suele usar en puro. Derivados de almidones: Se aplican para aumentar la dureza superficial y el satinado del papel. Las ventajas técnicas de los derivados sobre el almidón en sí están en su facilidad de uso, por el reducido efecto aglutinante y en su mayor homogeneidad. Diatomita, véase Kieselgur. Hidróxidos de silicio: Por dar más dureza superficial, permite mayor velocidad de impresión. Hoy es genérico en ciertos papeles de impresión. También se añade por conseguir así un valor pH de 8,5-9, muy conveniente para conservar al papel, los silicohidróxidos de metales alcalinos [véase capítulo 5de-c)l. Kieselgur ( Diatomita, tierra infusorio): Es un dióxido de silicio, más o menos amorfo. Fácil de identificar por estar formado de infinidad de cascos finos de algas unicelulares (Diatomea principalmente, figura 54). Se añade los mismos si se desea obtener un papel de poco peso específico y muy absorbente. Por esta última cualidad de absorber y neutralizar mediante una función químico-física tiene cierto efecto positivo de conservación en el papel. El famoso «Azul de los Mayas» (CABRERA GARRIDO, 059A) aprovechaba el efecto de conservación de los silicios para proteger al Índigo que daba el tono azul.

Parafina: Se usa para papeles de inferior calidad y en aquellos en que las exigencias de la dureza superficial no son elevadas. Una mayor cantidad de parafina, entrando ya en el curso de la fabricación (figura 498) (la misma parte, en forma de emulsión, disminuye sustancialmente la resistencia mecánica; no es así si se aplica la para77

fina posteriormente como capa exterior). Ambos sistemas aumentan la defensa a la humedad, como describiremos en el capítulo 5da-a). Resinas sintéticas: Son prácticamente las mismas resinas que las colas sintéticas, pero preparadas como cargas. También se suele llamar carga si las colas sintéticas entran ya en excesiva cantidad, desde el punto de vista de una colada. En ambos casos aumentan la resistencia contra agua, abrasión superficial y la tenacidad en el doblaje [véase capítulo 5da-d)]. Cargas de fibras metálicas y de vidrio: Se usan en papeles de valores, billetes de banco, etc., para su identificación rápida en la luz ultravioleta o luz de Wood. También para papeles de uso técnico electrónico es frecuente la carga de fibras de vidrio. ldb-c)

Pigmentos y colorantes

A l principio, cuando los colorantes sintéticos resistentes a la luz eran muy caros aún, y naturalmente antes de su invención, se usaban pigmentos para teñir papeles. Luego se daba cierto tono de fondo con los últimos y la tonalidad definitiva con un colorante sintético. Entretanto se han bajado mucho los precios de los colorantes sintéticos y ya no se usa mucho los pigmentos. No obstante, recientemente se han desarrollado nuevos tipos de pigmentos transparentes a base de óxidos metálicos coloidales, y esto hará que vuelvan posiblemente los pigmentos en mayor escala al papel, porque permiten fabricaciones de papel en color muy homogéneo y más estable que los teñidos con colorantes. Colorantes ácidos: No son afines a la celulosa y se debe usar alumbre, etc., como «mordientes» con el correspondiente efecto dañino al papel. Los cationes de estos colorantes son normalmente Na , K o NH4 , y el ácido orgánico es el ion colorante. +

+

+

Colorantes básicos: Estas sustancias, complejas, tienen buena afinidad a la celulosa y por su aplicación directa son, por tanto, sin peligro para la fibra, pero también son mucho más caras. 78

Colorantes directos: Este grupo neutral también tiene buena afinidad a la celulosa y es el mejor material, desde el punto de vista de conservación del papel. De calidad como colorantes son algo inferiores al grupo anterior. Independientemente de estos, siempre se han seguido usando, por ser más estable que cualquier otra sustancia negra, a los diferentes tipos de Negro de humo: Su aplicación está en papeles y cartones que deben dar una protección absoluta contra la luz, como ocurre con los envolventes de papeles fotográficos. Para el mismo fin, pero también para usos artísticos, se aplicaban cargas de Polvos metálicos: Estos tienen como defecto que no son estables químicamente, salvo los de aluminio y oro. Hoy se sustituyen por Vapores metálicos: Sus capas de precipitación son muy finas; aunque muy homogéneas y de una densidad calculable, se suelen proteger luego con una capa de resina sintética. ldb-d)

Sustancias adicionales

Importancia práctica —aparte las sustancias protectoras hoy en primera fila los

tienen

Blanqueadores ópticos: Son sustancias que por cierto efecto de fluorescencia provocan la sensación óptica de un tono «más blanco que nunca» y que la conocemos todos hasta el exceso por la propaganda de los fabricantes de los detergentes de lavar. Entre el ya elevado número de estas sustancias que se usan en el papel, citamos aquí los derivados del estilbeno. Son los tipos que principalmente se aplican en papel de impresión y a este grupo pertenece, además, la primera sustancia de este efecto que en 1940 descubrieron en Alemania: el triacinil-estilbeno. Hoy se usan más los mono-arilotriazolil-estilbenos por su mejor resistencia al cloro y a cloritos en el procedimiento del blanqueo químico (figura 53). Absorbentes UV Otro campo que se amplia recientemente mucho son los absorbentes de la luz ultravioleta. Y a hay más de una docena de sustan79

cias desarrolladas, precisamente para la protección de la celulosa contra estos rayos. Se podían considerar como conservantes que protegen contra un daño físico. Por tanto trataremos a estas sustancias en el capítulo 5ag). La figura 455 reúne los principales tipos, la figura 458 demuestra las bandas de su efecto. Sustancias de la

fotorreproducción

En elevada cantidad se puede esperar sustancias adicionales en los papeles fotográficos y de fotorreproducción. En los últimos son frecuentes los derivados metálicos de urea que reaccionan con calor, oscureciéndose. Éstas, mayormente, pertenecen a las sustancias nocivas para la conservación. En general, el campo de los componentes fotográficos en papel es tan grande que aquí no es el sitio para tratarlo. La mejor compilación extractada de la materia está en el manual de ULLMANN (396). Por fin pueden existir, en cantidad insignificante, residuos de los ablandadores, dispersores, etc., procedentes de las resinas sintéticas que contiene un papel. Para nuestro tema de conservación carecen totalmente de importancia. En el análisis, al contrario, nos pueden ofrecer muchos problemas.

ldc)

INDICE DE PAPELES

En la conservación de un libro o documento se presenta continuamente el problema de que se puede o debe intervenir con un cierto procedimiento o producto. Entonces hay que aclarar la calidad y el tipo del papel en cuestión. Si no se sabe algo sobre su origen, por su denominación, con un índice que aclara lo que se comprende bajo la denominación corriente en sentido técnico, ya se adelanta algo. Con este fin hemos compilado, en su día para nuestro propio uso, un fichero que reúne datos. E l siguiente índice es su copia. Pretende ser una guia de orientación. Ante la inflación de tipos y de clases comerciales de papel, era necesario limitarnos preferentemente a los tipos genéricos. Aún citamos algunas denominaciones clásicas o muy frecuentes, indicando

80

entonces el tipo genérico al que pertenecen. También hemos incluido los principales papeles técnicos, no solamente a titulo informativo, sino también para formar criterio sobre los mismos, si se presentan como material de encuademación, o por pura casualidad, en un archivo.

También en la decisión o en el estudio previo, para elegir el tipo de papel de una publicación entre las marcas que ofrece el mercado, debemos conocer su carácter. Hemos visto que incluso directores de importantes fábricas de papel no conocían las consecuencias de ciertos factores y componentes de un papel de su propia fabricación. Por otra parte, las casas editoras e imprentas confían en el buen aspecto momentáneo del papel y, normalmente, no tienen los medios para comprobar su calidad de comportamiento a largos plazos. La cuenta la paga el comprador de los libros, a pesar de ser el menos culpable.

Hay que recuperar un poco la artesanía en la elaboración de papel y libros como regla genérica, casi como buena moral, no solamente como servicio comercial que se paga mejor. Deseamos, por tanto, servir a esto con el índice que ensayamos aquí. Los papeles citados en este Indice no se citan en el índice alfabético, salvo que haya datos o referencias para la conservación y se trate de los mismos en su lugar correspondiente. Conviene, por tanto, consultar también el Indice alfabético si se interesa por aspectos de la conservación de un tipo de papel.

A

Amati: Véase capítulo le): Papeles antiguos «amati».

B

Existen prácticamente todos los pasos intermedios entre papel fuerte hasta planchas duras de cartón, compuestas de una o varias capas. (Véase también cartulinas.)

C

— blanco de Kraft: Hecho con pasta al sulfato de maderas frondosas. Si es blanqueado y bien neutralizado, es buen material de encuademación.

Cartón: Término genérico para cualquier material fuerte de una composición parecida al papel.

— continuo: Hecho a máquina como el papel continuo, normalmente de baja calidad, he-

Bhurjaparta: abedul.

Véase

cortezas de

81 6

cho de pastas con elevada parte de lignina. Peso máximo posible en un solo paso, 1.000 gr/m ; mayores pesos, como entran en la encuademación, se obtienen pegando dos o tres capas en un segundo paso de fabricación. (Véase c. dúplex y c. triplex.) 2

— crepé: Cartones tenaces, hechos de la misma forma que el papel crepé (véase allí), que se usa como embalajes. Para empaquetar libros se usa con preferencia por la elevada protección contra golpes agudos que ofrece este material. Los tipos resistentes a humedad representaba la conocida marca Hygrosit ®.

En el siglo xvm ya se inventó un papel de amianto, que entonces no tenía fines técnicos, sino se tomaba para escribir, pretendiendo conseguir documentos incombustibles. — de avispas: Un material que realmente es una especie de papel o cartón que usan las avispas del género Vespidae para construir sus nidos. [Véase capítulo 2ea-k).]

— de betún: Cartones de fibra animal (15 %), vegetal y, a veces, mineral (10-60%) (impregnado de alquitrán de petróleo). Se usó bastante para cubrir tejados en la construcción barata; hoy — cubierto: Cartones recubiertos es anticuado. Son útiles matede plásticos o metales (de aceriales para el aislamiento de los tato de polivinilo, de cloruro de dorsos en las estanterías de bip., de folias de metales como bliotecas, si las paredes son húaluminio, de polictileno o de medas. poliamidas, etc.). Se usa para encuademaciones expuestas al — de cromo: Véase cartón triplex. desgaste y al ensuciamiento, en libros e instrucciones técnicas. — de cuero: Véase c. marrón de Además es embalaje para alipaja. mentos. — cuché: Véase c. triplex.

— de fibra de volcano: Véase c. de maletas.

— de amianto: Material puramente — de Klingerit: Véase cartón de amianto. técnico, compuesto de fibra de amianto y plásticos resistentes al calor. Se usa para juntas (por — de Kraft: Hecho a base de pasejemplo, del tubo de escape en ta al sulfato. Véase papel de los coches) en materiales exKraft; se usa en destinos simipuestos a elevadas temperaturas. lares. 82

de maletas: Llamado también — «c. de fibra de volcano», es material a base de pasta de sulfato y residuo de papel de tra- — po, hinchado y tratado primero con cloruro de zinc y ácido sulfúrico, luego en húmedo pren- — sado. Los tipos modernos son, además, muy impregnados con resinas, hoy preferentemente sintéticas. Se usaba para hacer maletas baratas y se sigue usando — para la encuademación de libros (p. ej., los de instrucciones téc- — nicas, etc.) que se supone expuestos con frecuencia al clima de aire libre. Material muy ácido que daña al papel encuadernado, especialmente si se humedece.

de tarjeta postal: Véase c. «triplex».

de matrices: Véase papel maché.

manual: Cartón de mucha calidad, fabricado como papel de tina, pero en muchas capas unidas ya en húmedo en el curso de la fabricación. Hoy se hace solamente para fines de lujo.

de tejado: Véase cartón de betún. dúplex: Como el c. triplex (véase allí), pero solamente con una cara útil para imprimir. Su principal uso es en embalajes de calidad. estucado: Véase c. triplex. gris: Se fabrica a base de residuo de papel, celulosa de sulfito y pasta mecánica de madera. Según su calidad se usa para fines técnicos y en la encuadernación barata. Material muy ácido.

de paja: Hecho a base de fibra de paja, obtenido al sulfato. Normalmente material técnico (se usa para el alma ondulada del cartón ondulado, hasta el alma de puertas prefabricadas, por su resistencia a presión). Si — marrón de paja: Cartones hees procedente de caña también chos como el papel de paja es útil, por ser menos rígido, (véase allí), que no es útil para para la encuademación. encuademación por su elevado grado de acidez. de Schrenz: Hecho de residuo de papel y de pasta al sulfito, — ondulado: Material técnico para embalaje que se está generalipara uso en embalajes, etc. Muy zando en el mundo como sustiácido e inútil para la encuadertuto de cajas de madera para nación. frutas, etc.. Según calidad y desde surrogato de cromo: Véase tino, su papel puede ser de cualquier tipo de composición. c. triplex. 83

Son tres láminas pegadas en una forma que la del centro está ondulada, dando cuerpo al material, reduciendo su peso.

de multicolor, etc.), fichas de computador y de contabilidad (véase c. de fichero). Su calidad se acerca en los mejores tipos a los papeles estables.

— piedra: Véase papel maché. — — triplex: Cartones fabricados en varias capas de diferente calidad, principalmente para obtener un cartón económico que se pueda imprimir, como para tarjetas postales, encuademaciones — de «paper back», etc. Sus capas exteriores son de material blanco, con o sin carga (con fuerte carga es el c. cuché), y su capa interior es material de un car- — tón técnico fuerte. El principal problema de este material es la calidad, a veces deficiente, del alma, que puede dañar mucho a los impresos; resulta prácticamente imposible neutralizar la capa interior. Cartulina: Son cartones finos de una o más capas pegidas, o fabricadas ya juntamente y generalmente de buena calidad. Es material para láminas y encuademaciones. — de alabaster: Es una cartulina «triplex» de material totalmente libre de madera, muchas veces puramente de fibra de trapos, — que se pega en varias capas endureciendo así el material. Sirve para impresos finos (tar- — jetas de visitas, reproducciones 84

de amianto: Hecha a base de fibra mineral de amianto con ligera colada de goma o caucho. Material de uso técnico. (Véase también cartón de a.) de Bristol: Es una especie de cartón triplex (véase allí) que se usa para tarjetas postales y reproducciones de fotos. de fichero: Son cartulinas de buena calidad y extremamente resistentes al doblaje. Tienen su origen en las fichas que se usó para las máquinas del «sistema de Hollerith», donde las fichas pasaron múltiples veces y rápidamente un sorteador. Para este uso Se necesitaba por primera vez cartulinas finas muy resistentes. Se incrementó mucho la demanda con el moderno desarrollo de las máquinas computadoras y de contabilidad. Hoy existen especificaciones industriales de los principales fabricantes de estos «cerebros electrónicos», exigiendo generalmente materiales estables. de Hollerith: Véase c. «de fichero». de máquinas de contabilidad: Véase c. «de fichero».

de marfil: Véase c. «de fichero». Celofana: Es una lámina de «celulosa plastificada», disolviéndola de naipes: Cartulinas finas de en hidróxido de sodio de 18-20 papel de trapos y con fuerte por 100. El grupo hidroximetícarga mineral, barnizadas al exleno de la celulosa [véase caterior. Deben ser totalmente inpítulo laa)] experimenta la retransparentes. Por esto, en los acción: — CH OH + NaOH = mejores tipos se pegan dos ho—CH ONa+H 0. Luego se trajas con una cola negra, prenta con sulfuro de carbono, que da sándolos mucho, lo que simultála reacción —CH ONa+CS = neamente sirve para aumentar —CH 0—C( S)—SNa, regenesu dureza. Existen en algunos rándola con ácido sulfúrico, lapaíses, desde tiempos remotos, minándola y coagulándola sinormas especiales para naipes multáneamente. que reflejan curiosamente la atención que se prestó a los Corteza de abedul: Material muy problemas de esta faceta de la antiguo en el norte de la India vida humana. y Asia central para escribir encima [véase capítulo le)], es el Bhurjaparta. de pergamino: Para usos deco2

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rativos (de lámparas), impresos de lujo, etc., hecho como papel de pergamino (véase papel sulfurizado). dúplex (véase también papelón): Se usaba para reproducciones de calidad; además, los primeros materiales de la reproducción fotográfica han sido cartulinas de esta clase, pegados de dos capas.

F Fotorecording paper: Véase papel fotográfico.

H

Highpressure paper: Véase papel para plásticos estratificados.

Hojas de palmera: Material de los libros muy antiguos en ei sur de Asia (véase capítulo le). negra: Lleva elevada carga de negro de humo, se usa preferentemente en material fotográ- Hygrosit®: Marca de cartón crepé (véase allí) que se ha usado fico, etc. mucho para empaquetar libros. Se caracteriza por su resistencia plastificable: Véase papel maché. estucada: Véase papel cuché.

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a la humedad y una muy elevada tenacidad.

— aterciopelado: Véase p. de terciopelo. — autoadhesivo: Véase p. de goma.

M Mela-Film: Marca ® de papeles impregnados con resinas de melamina, útiles para impresos que deben resistir a humedad, pero no suficientes como papel de barrera (véase allí) en la encuademación.

P

— autocalcador: Son papeles recubiertos en su cara y en su dorso con dos diferentes sustancias incoloras que, apretando con un lápiz, etc., uno encima del otro, reaccionan y dan algún color. Existen numerosas combinaciones de sustancias. Algunos usan como revelador ácidos o álcali englobado en plásticos, que entonces son malos para conservar.

Papel: No existe separación exacta entre los términos papel, cartón y cartulina, si bien los últimos siempre son más gruesos. El paso de la fabricación véase en la figura 498 y el capítulo 6ca).

Camón: Papel fino de trapo, con grano muy fino en el haz. Se fabricó para el uso de dibujar. — carbón: Véase p. de calcar.

— ahuesado: Papel gráfico o decorativo que disimulaba el tono de huesos. — aislante: 1.°, véase «cartulina de amianto». 2.°, modernamente se llama así a ciertos papeles de plástico y/o papeles impregnados de resinas sintéticas incom- — bustibles. Se usa para montajes eléctricos. 3.°, véase p. de barrera. — aluna: Véase p. fotográfico. — apergaminado: Véase p. sulfurizado. 86

Ch'éng Hsin T'ang, la más famosa marca de los antiguos papeles chinos (dice «el espíritu de la antesala de ascensión»). Véase papeles antiguos, capítulo le). comercial: Todos los tipos que permitieron escribir a mano encima y llevaban rayados o cuadros finos para facilitar su manejo, se comprendían bajo este concepto en la época antes de introducirse la máquina de escribir. Normalmente no eran de trapo, sino de pasta al sulfito,

que entonces se inventó. Son débiles en su conservación por el elevado grado de acidez, representando un problema de conservación en los archivos corrientes de la época desde el fin del último siglo hasta la segunda guerra mundial.

secar el papel entre telas elásticas extendidas que antes de secar totalmente se dejaron encoger. Los antiguos papeles de crepé, por tanto, llevan parcialmente el dibujo de las telas. Modernamente, en la fabricación continua se recoge el papel, aún húmedo, con una espátula del rollo, reprensándolo en esta ocasión y enrollándolo en otro cilindro de menor velocidad (reducción regulable de 10-50%). Esto se llama papel crepé húmedo. Los tipos llamados papel crepé seco son papel que estaba ya seco y que, remojado, pasó a una máquina especial para este tipo de fabricación, que siempre se realiza en húmedo.

— continuo: Es cualquier papel que se fabrica en grandes dimensiones en máquinas del procedimiento continuo y no se corta en pliegos, sino que se bobina en rollos. Por ejemplo, papel de prensa, etc. En España se empezó a fabricarlo en 1830 y los primeros tipos eran de muy buena calidad, usando aún total o mayormente papel de trapo. El rápido descenso de su calidad empieza después de la revolución de 1848 y llegó — crespón: Véase p. gofrado. Es a un cúmulo negativo de su caun tipo más fino que el mismo lidad a finales del último siglo. papel gofrado. — copiador de cartas: Tipo que se— usó para copiar cartas según el antiguo sistema del copiador. Era primero un papel de trapos y luego de pasta al sulfito, que se inventó entonces. Tiene el último, en su conservación, el — grave problema de su acidez y de la tinta copiadora, que escurre y daña también al papel. — crepé: Invento antiguo ya, posiblemente japonés, de dejar encoger papel para aumentar su elasticidad. Lo hicieron dejando

cubierto: Son papeles recubiertos con láminas de plástico que se usa para la encuademación de folletos técnicos, etc., para su protección. cuché: Papeles de buena calidad, blandos y con elevada carga mineral, para la impresión de fotos y textos lujosos. Ha tenido un largo plazo en que se fabricaron en España unos tipos muy poco duraderos, debido a su acidez y a usar cargas parcialmente de tizas. Estos pape87

les se quebrantan mucho y, encima, es difícil plastificarlos. Su restauración es complicadísima. Hoy, los papeles estucados suelen superar los tipos comparables no estucados. —









los cantos con barbas. Se usó mucho como papel de documentos y de escritos oficiales.

— de barrera: Son papeles impregnados al máximo con resina de m e 1 a m i n a ( 2,4,6-triamino1,3,5-triacin) y totalmente impede amianto: Véase cartón de netrables que llevan cargas de amianto y, en papeles antiguos, estearatos metálicos y se pegan capítulo le), el p. de amianto. al interior (y exterior, en una de añafea: Es papel bueno de encuademación de tela) de los tina, pero muy basto y áspero, cartones, si son de material ácisin blanquear y casi sin cola. do o dudoso por otros motivos, Se usó disimulando papeles anpara proteger el papel del libro tiguos. También se lo fabricó y la tela de encuademación. para usos de embalaje de lujo. — de billetes de banco: Véase pade Armenia: Papel de perfumapel de valores. ción que se hizo antiguamente. Como base se usó papel de — de nblueprint» (de copia azul): filtro que se impregnó con susVéase p. fotográfico. tancias olorosas y una ligera cantidad de nitrato potásico. — de Bristol: Es una cartulina muy fina, como papel duro, que Encendido en un canto, progrese usó para dibujos, etc. Era saron las brasas lentamente, sapegado de varias capas, la cara liendo humo aromático. de dibujar era de papel de trapo. de arroz: Véase capítulo 1c). Papeles antiguos: «P. de arroz». de la Audiencia de las Fili-— de buscapolos: Papel técnico, en su base igual al papel de pinas. Papeles muy finos y débifiltro (véase allí), e impregnado les, del final del siglo xvi, que de sulfato potásico y de fenolson de una fabricación primitiva ftaleína. Si se humedece y se de origen asiático, preferentepone los dos hilos cuya polamente hechos con líber del moridad se busca en contacto con ral papirífero. el papel, en el polo negativo se presenta una mancha rojo-viode banda de registración: Véase leta. p. fotográfico estable.

— de barba: Es papel de tina (véa- — de calcar, también llamado papel carbón, químico o simpátise allí) sin rebordar, dejando 88

etcétera, de papel). Hoy es un co. Son papeles de fibra de importante sector técnico del ramio y de cáñamo, de alta tepapel. También gran parte de nacidad, muy finos, embadurnalos papeles de la reproducción dos con una capa de colorante por fotocopia lo son de celuloo de carbón en una cara, rara sa, si bien llevan impregnaciovez en las dos caras, destinados nes tan compactas que no se a obtener copias de lo escrito parecen en nada al grupo origia máquina o a mano. Hoy sus nal al que daban el nombre. colorantes están tan perfeccionados que permiten obtener copias tan duraderas como el ori- — de cera. l.° Tipos finos, fibroginal. El último avance son el sos y ralos que, embadurnados p. autocalcador; véase allí. de parafina en una de sus caras, sirven para hacer los clichés de ciclostilo. 2.° También llamado de calco: Véase p. vegetal y p. de cera japonés, son papeles p. de cera. transparentes por impregnación con aceites secantes que se usa de caña: Véase p. Kraft y p. de para fines decorativos o de lámpaja. paras y como material de calcar dibujos, etc. Su calidad depende de cebolla: Papel bueno y fino, de los aceites usados, que no sulfurizado (véase p. sulfurizadeben amarillentar. El clásico do) y muy transparente. Se usa papel de cera japonés contiene para hacer las matrices de plaaceite de Kung y de cedro. Monos, que luego se copian con dernos tipos baratos son mayormáquinas copiadoras sobre un mente papeles parafinados. papel de planos (véase allí). de celofano: Véase celofano.

— de China, antiguos: Véase capítulo le): Papeles antiguos.

de celulosa: Son papeles finos, sin cola, hechos de celulosa , moderno: El término correspura, procedente de los proceponde en Europa a la calidad dimientos al sulfato, preferentedel papel de tina, pero hecho mente de maderas frondosas, con fibra de caña de bambú. que ofrecen fibras más elásticas. Véase también p. de seda china. Pertenecen a este grupo todos los tipos ligeros y blandos que — de corondeles y puntizones: Véase usan en aplicaciones medicise p. verujado. nales e higiénicas, papeles secantes y en el uso hotelero (co- — de cromatografía: Son papeles mo sábanas, mantas, mantelería, de filtro, muy exactamente fa89

dios de la impregnación de pabricados para sus fines especiapel han sido realizados con fines les en el análisis por cromatode embalajes. Los clásicos tipos grafía. (Se localiza cantidades son el papel de Kraft, de estramínimas en soluciones y extracza, de paja, de celulosa, citados tos por su comportamiento en en el orden de su calidad. el arrastre por algún disolvente, determinándolas luego, según su reparto en la hoja, con un reac- — de escritura: Para impresos que tivo, o en la luz ultravioleta.) se suelen llenar con tinta y que Hay muchos tipos normalizados. sirven de documento, se exige Se puede considerarlos como papeles de elevada calidad y papeles estables. Si en los menfuerte encolado, pero no hay cionados ensayos o análisis no fórmula definida. se indica el tipo del papel usado, siempre ha sido «What— de estracilla: Véase p. de esmann N.° 1» (véase allí). traza. — de culebrilla: Parecido al papel — de estraza: Es como el p. de de seda, pero de superior caliañafea (véase allí), pero su uso dad y algo apergaminado. Se es principalmente de embalaje. hizo antiguamente como envolSi es más fino se llama «estravente de objetos de valor y cilla». como resguardo de estampas en color. Véase capítulo lgb-d), — de fibra de vidrio: Lleva una protección de tintas. adición de esta fibra; para filtros y para la identificación de — de cúrcuma. Véase p. de reacpapel de valores. El diámetro tivos. de la fibra puede ser solamente de una milésima de milímetro. — de documentos: Véase p. de marca y p. sellado. — de filtro: Papeles técnicos que se usan para el filtrajc de líquidos. Antiguamente buen papel — de embalaje: Antiguamente, de trapo sin cola, se ha transcualquier papel barato o basto. formado su obtención hoy en Hoy hay gran cantidad de tipos, una técnica especial. Se controtécnicamente muy controlados la su densidad, resistencia mecáen sus calidades, y se obtienen nica (añadiendo más o menos resultados asombrosos en su refibra sintética o de vidrio), su sistencia contra la acción atmosresistencia química (impregnánférica, desgaste mecánico, etc. dolos con resinas sintéticas) y También los más amplios estu90

de su efecto de absorción (en los papeles de cromatografía; véase allí). — de gases: Son papeles especiales para separar nieblas de gases y gases entre sí. Se hace a base de fibras de los derivados cíclicos de poliamidas. de fluorescencia: Papel que lleva una impregnación con sustancias que cambian la onda corta invisible (luz ultravioleta) en luz de onda visible. Por ejemplo, mapas con impregnación de sulfito de cadmio, que se pueden leer en la oscuridad con luz negra (luz de Wood).

goma arábiga, etc.) que se usa para etiquetas, etc. Hoy muchas veces sustituido por los tipos autoadhesivos que llevan una capa de adhesivos blandos que no endurecen, o duros que endurecen en veinticuatro horas. Estos papeles normalmente ya están troquelados si son etiquetas, y siempre deben llevar la cara adhesiva sobre un papel de parafina, etc., del cual se sueltan relativamente fácil en el momento de su uso. Papel autoadhesivo también se está usando ya en la encuademación. Se debe aclarar previamente su tipo de «auto» adhesivo; hay perjudiciales para la conservación, véase capítulo lgc-c).

de fumar: Papel fino, de trapos, con carga de carbonatos de mag- — de grabados de acero: Un papel nesio, casi sin cola. Hoy se premuy especial para este uso que fiere obtener otros derivados del lleva elevada carga de colofonia magnesio más pobre en — C 0 , y de aditivos que aumentan la porque el C 0 que se libra en adhesión a las tintas viscosas la combustión frena la misma, de este tipo de impresión. Adehaciéndola irregular. Se suele más, no debe absorber la tinta, precipitar sales de magnesio con para que seque en forma pláscarbonatos de los metales alcatica encima del papel al que se linos que, si se hace dentro de imprime. la pasta, quedan presentes en el papel. Es, por tanto, importante — de hilo medievo: Papel muy analizarlo previamente a usarlo fino para libros de lujo (ediciopara ensayos con celulosófagos nes delgadas, véase también paque se desea alimentar con este pel de pluma). papel. — de Holanda: Papel de trapos y verujado (véase allí). de gelatina: Véase papel vegetal. 2

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de goma: recubierto por una — de impresión: Hoy es cualquier cara con una cola (dextrina o papel que está preparado para 91

su uso en máquinas rápidas de impresión. Debe ser tenaz, de muy exacto espesor y liso. Existen tendencias de conseguir normas genéricas para su calidad, acercándose al tipo de papel estable. En los Estados Unidos, donde principalmente se intentó ya llegar a esto, estableciendo normas, no se ha conseguido, en general, a que se aceptaran comercialmente estos tipos. Sigue la investigación para obtener un tipo que se admita comercialmente. Aparte de esto, hay denominaciones según el procedimiento de impresión (papel litográfico, papel de offsel, etetécra), que caracterizan las exigencias de cada procedimiento, cumplidas en la preparación del papel (satinado, volumen de la colada, etc.), pero no dicen nada concreto sobre la composición del material.

— del Himalaya: Papeles antiguos del Tibet y Nepal que eran barnizados con barnices insecticidas. Véase capítulo le) y 4cd). — de lignocelulosa: Véase p. de madera. — de lija: Material técnico para lijar. Es un cartón resistente, encolado en una cara y cargada la misma con polvillo de cuarzo u otro abrasivo. — de lino: En principio un papel de tina (véase allí) que lleva el dibujo de aspecto «tela de lino grueso». Se fabrica usando verdaderas telas de lino o —modernamente— se imprime este dibujo con cilindros metálicos grabados a cualquier tipo de papel.

— de madera: Hecho a base de pastas que contienen lignina {véase capítulo lad) y Ida)]. Son los papeles baratos de pefino medio: Del 50 por 100 riódicos, etc., y ofrecen notables pasta libre de lignina. obstáculos a su conservación. para prensa: Normalmente 15-20 por 100 pasta de celulosa, — de Manila: Papel fino, de poca resto pasta mecánica de madera cola, sin satinar, que se usa (el más corriente va a un mícomo embalaje comercial. Tipos nimo del 10 por 100 pasta de decorativos se usaron para la celulosa). decoración como material decofino: Libre de lignina en el 90 por 100 como mínimo de su pasta.

— de Joseph: Es papel de seda (véase allí).

rativo barato, lamentablemente incluso en la encuademación. Se desgastan mecánicamente.

— de letra de cambio: Véase p. de valores. — de mano: Véase p. de tina. 92

— de mapas: Se exige gran estabipondía a los tamaños «folio» lidad a la deformación por huque se usaron para documentos oficiales. (Véase también p. timmedad en el momento de su brado.) impresión. Hoy se consigue preferentemente por impregnación mayor: Como el anterior, del con resina de melamina y/o por doble tamaño folio. Entre los dos había el tipo «marquilla» adición de fibras sintéticas. Ande folio y medio. También se teriormente se usaba fibra de usó el mismo nombre para paramio o de cana de bambú, etc., pel duro del mismo tamaño procurando una gran exactitud destinado a dibujar. en el espesor, también para papeles de banda de registracion meteorológica, y en gene- — de marquilla: Véase papel de marca mayor. ral de las bandas para la registración continua, para papeles — de música: Véase p. rayado. milimetrados y semilogarítmicos y todos los que representan im- — de Offset: Cualquier papel de presiones de medida exacta riimpresión rápida, útil para las gen las mismas características. exigencias del sistema Offset; Las de bandas de red casi siemnormalmente de pH 5,5-6, sienpre llevan barnices encima que do esta acidez necesaria para la son sensibles a los alcoholes de técnica de impresión Offset. las bandas de registración. Esto, Para ser papel de buena calidad, en cierta forma, lo transforma la acidez se debe obtener con en papeles de seguridad, siendo un ácido no ofensivo a la fibra imposible borrar la curva mar(por ejemplo, ácido cítrico, etc.). cada. (Véase también p. de fluo(Véase capítulo 5cd-e). rescencia.) — de máquina de escribir: Hoy es — de oro chino: Véase p. metálico. cualquier papel bueno y útil para escribir con máquina encima. Al principio se llamó así, — de paja: 1.° Papel barato de embalaje, hecho de paja macecomo tipo de calidad, al papel rada con lechada de cal. 2.° Pade pasta de sulfito muy refinapel hecho de fibra de paja que do, medio colado, duro y tenaz, es rígido y, por tanto, sirve bien 30-55 gramos de peso por mecomo alma de papel triplex tro cuadrado. El mejor tipo era (véase allí). Muchas veces es el papel sem ¡pergamino. mal neutralizado y, por tanto, ofrece problemas en su conser— de marca: Papel de tina con vación. barbas recortadas que corres93

— de pasta tercera: Hecho de materias primas baratas, como papel viejo de pasta de madera, etcétera, para fines que se consideraba no duraderos, como carteles anuncios, prospectos, etcétera. Este material nos ofrece los mayores problemas en su — conservación. — de pergamino: Véase p. sulfurizado. fino: Papeles de pergamino de unos 25 g/m que se se fabricaron para proteger láminas de color de calidad en libros. Además se fabricó opaco y coloreado para fines de protección contra luz y/o simplemente para la decoración. 2

— de piedra: Véase p. maché.

máquinas de escribir. Se usa preferentemente en papel de calcar, en los exteriores de cartulinas triplex para fichas (véase cartulina de fichero) y en billetes de banco, etc. de reactivos: Papeles impregnados —antiguamente de cúrcuma o tornasol, hoy de muchas sustancias reactivas—, de uso en el laboratorio químico, etc., para determinar el grado de acidez (valor pH) según el color de la reacción.

— de registro: 1.° Papel de tipo corriente que pesa por metro cuadrado 100-150 gr. 2.° En las bandas del registro meteorológico, etc., véase p. de mapas. — de reproducción fotográfica: Véase p. fotográfico.

— de planos: Véase p. fotográfico. — de revistas: Es un papel cuché — de prensa: Papeles baratos que (véase allí) de mediana calidad contienen mucha pasta de lignique permite imprimir con mána (hasta 70-90%) y normalquinas rápidas y al que se exige mente se conservan muy mal elevada tenacidad y/o que es [véase capítulo lfb-c)]. Un ejemútil para la reproducción de coplo destacadamente contrario lores. era la calidad del Times inglés, aunque ya tampoco lo es. El — de seda: 1.° Cualquier papel, peso del metro cuadrado suele muy fino, con peso inferior de ser de 50-75 gr. 40 gr/m . 2.° Papel fino de algodón, fuerte y con impregna— de ramio: Papeles de elevada ción de colas en elevada proproporción de fibra de ramio porción que se asemeja en algo que son muy tenaces y resistena la tela de seda. Si es transtes al corte por los tipos de las parente se llama también, falsa2

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ministraciones de correo incluso mente, p. de cebolla, y se ha dan un sabor agradable a estas usado mucho en libros para colas mediante esteres aromáproteger láminas de color. ticos. chino: Como el 2.°, hecho preferentemente con la fibra de ramio y corteza de bambú. Es — de sulfato: Fabricada con fibra obtenida según el procedimiende muy buena calidad, decorato al sulfato. Véase capítulo tivo para dibujos, etc., y extrelad). madamente tenaz. — fina: Cualquier papel fino — de sulfito: Fabricada con fibra con peso de 12-25 gr/m . obtenida según el procedimienjaponés auténtico: Como el to al sulfito. Véase capítulo chino, pero hecho con adición lad). de fibra de líber del moral papirífero en elevada proporción y, como colada, un poco de hari- — de tina: Papeles finos, fabricados con trapos y a mano con na de arroz. Es el papel de las matiz que dejan ver algo del maravillosas estampas japonesas dibujo de la teleta. Incluso se y de buena utilidad para el dipone hilos o alambres encima bujo. de la teleta metálica, obteniendo así dibujos, textos, etc., de tipo — de seguridad: Son papeles con muaré. Véase papel de marca. cargas, impregnaciones o señales invisibles que hacen imposible modificar lo escrito encima, — de tornasol: Véase p. de reactivos. o dificultan falsificar su impreso (billetes de banco, por ejemplo). Durante la última guerra mun- — de valores: Son papeles que se puede considerar estables, hedial, los Estados Unidos deschos de trapo y de fibra de arrollaron incluso unos papeles ramio, hoy muchas veces con que no permitían su uso con adición de fibras sintéticas. Las tintas secretas, etc., con el fin exigencias a su tenacidad y de de dificultar el espionaje miliresistencia al desgaste mecánico tar. Algunas fórmulas de estos son elevadísimas, debido a su aditivos pueden verse en la figufrecuente uso como billetes de ra 454; además, véase capítubanco o letras de cambio, etc. lo lf). Su color básico irregular se con— de sellos de correo: Normalmen- sigue ya en el curso de su fabricación, que complica y hasta te son papeles de fibra de raimposibilita falsificarlo por la mio, fino y tenaz, engomados imposibilidad de que salga idéncon goma arábiga. Algunas ad2

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tico en una nueva fabricación. Estos tipos casi siempre llevan una colada superficial o barnizado para aumentar la resistencia de la superficie.

Industrie Normen) de origen alemán, que rige, por decretoley, también en España. 2.° Véase p. normalizado.

— dorado: Papeles cubiertos de capas de oro, o de aspecto de oro. Los primeros billetes de dinero En libros antiguos se usó oro se fabricaron en China en 1264, laminado, pero a veces colas siguiendo, con intervalos, la cosque hicieron daño al papel. Entumbre allí. tre los papeles modernos hay El primer dinero europeo en tipos con polvillos de «bronce» papel lo editó don Iñigo LÓPLZ de mala calidad que oxidan y DE MENDOZA con ocasión de la dañan severamente al papel alresedición de Alahama en 1482. dedor. (Véase también papel Fue escrito a mano, pero dánmetálico.) dole ya aspecto de un documento de serie. — ecológico: Aprovechando propagandísticamente la continua — de viaje: Véase p. hidrográfico. presión política contra el ensuciamiento del mundo con basu— de Whatmann: Papel fino de ras industriales, una fábrica de trapos, con grano fino en el papel en los Estados Unidos haz. Se fabricó para el uso de bautizó su papel, fabricado pardibujar. tiendo de papeles viejos, «ecoHoy su principal uso es como logy paper» y consiguió enorpapel en la cromatografía (mémes ventas a las grandes emtodo analítico importante de la presas (p. ej., Coca Cola, Bank química) y como material en of America, etc.), que princimúltiples ensayos que exigen un palmente han sido atacadas por tipo exactamente definido, en su exceso de «basura fabricala investigación de bibliófagos, da». Lo usan para su corresetcétera. En ambos casos se suepondencia e informes comerciale usar preferentemente «Whatles, con la indicación impresa mann N.° 1», y así es si no se en el borde de la misma carta cita otro tipo. de que es papel de material nuevamente aprovechado. Su cali— de xerografía: Véase p. fotográdad es bastante inferior al efecfico. to propagandístico de la idea. — DIN: 1." Papeles de cualquier clase cuyos tamaños corresponden a la norma DIN (Deutsche 96

— estable: El término procede de las

ideas de

W. J. BARROW,

ilustre investigador americano te para ediciones de libros que que en su día intentó llegar a se desea de poco peso (véase un papel neutral y estable que papel pluma). pone fin a los problemas de las bibliotecas y archivos, creados — fino sin cola: Véase p. copiador desde hace más de un siglo por de cartas. usar componentes ácidos que luego dañan al propio papel. El — fotográfico: La extraordinaria problema hoy no es difícil de difusión de los sistemas de fotoresolver desde el punto de vista copia, etc., nos confronta con técnico; no obstante, aún sigue tal volumen de este material en los Estados Unidos esto sin entre los objetos a archivar, que solución definitiva, por los asconsideramos necesario c i t a r pectos comerciales, que hicieron aquí más ampliamente los diuna lamentable reducción, en la versos grupos de estos papeles: práctica, a los buenos resultaEn principio se puede distinguir dos teóricos de BARROW. Como tres grupos: papeles de fotograqueda dicho en principio, no es fía, papeles de fotocopia y pamuy complicado hacer papeles pel aluna (de planocopia). La estables, como hoy demuestran mayor diversidad la tienen los los papeles de fotocopia y fotopapeles de fotocopia, variando grafía (véase allí), que se puesus sistemas y, por tanto, las den considerar estables como sustancias que contienen, con papel. Si contienen sustancias una frecuencia de pocos años. dañinas es solamente por los sistemas de la reproducción. 1) Papeles para positivos de la fotografía. Son papeles de muy — estucado: Véase papel cuché. buena calidad a base de celulosa pura, rara vez también de trapos y bien impregnado de — fino de Biblia: Término que tieresinas (hoy melamina - formol ne su origen en una propaganda casi exclusivamente), para su comercial, esperando elevadas estabilidad en agua. Entre papel ventas por propagar un papel y la capa de la emulsión fotopara el «libro más editado del gráfica llevan normalmente una mundo». Es un papel muy fino capa de barniz o resina cargada y su composición era a base de con sulfato de bario. Tipos de fibra de ramio y con carga de baja calidad pueden contener sulfato de bario; hoy se usa restos de cloro en esta capa (se dióxido de titanio. Resulta un (fabrica la capa partiendo de papel muy delgado y de gran cloruro de bario), que provoca blancura. Se aplica generalmen97 7

entonces la conocida coloración marrón de las fotos viejas. En los tipos de buena calidad se puede suponer total ausencia de impurezas metálicas o halógenas y una reacción neutral. Si las fotos están bien lavadas en su revelado, no contienen residuo perjudicial para el papel. En los papeles para positivos de fotos en color quedan, una vez revelados, sustancias débiles a la humedad que hacen dificilísima su conservación en climas húmedos. 2) Papel aluna. Es el papel de las copiadoras de planos, etc. Existen tres tipos principales. El más corriente era a base de la reacción de sales orgánicas de hierro trivalente, que a luz fuerte se reducen a hierro bivalente. Por tanto, estos papeles siempre son ácidos y contienen hierro en cantidad. Por su debilidad, ya desde hace unos veinticinco años han sido sustituidos por los de la diazotipia. Estos tipos contienen, por ejemplo, ácidos de diazonaftolsulfónico (color marrón-rojizo) u otros, según el color que se desea, y para tonos negros en la copia, dioxinaftalina. Los últimos siempre contienen como estabilizadores ácidos orgánicos, como ácido cítrico o tartárico, y, para que estos ácidos no amarillenten rápidamente el fondo, componentes tioureas. 98

Durante cierto tiempo se usaron los llamados «blueprint», papeles que daban copias azules. Eran combinaciones del tipo primitivo de las sales orgánicas de hierro, pero además con cianferratos potásicos. Su duración es bastante mayor y su reacción al fin bastante neutral, conservándose, por tanto, bien. No obstante, ya no se usan mucho. 3) Papel de fotocopia. Los clásicos tipos han sido papel fotográfico sin la capa del sulfato de bario, aplicando la capa de la emulsión fotográfica directamente sobre el papel. Se infiltró casi siempre algo al mismo y luego no se deslavó bien, quedando con el tiempo negras las hojas, además irreversiblemente. Entretanto, se ha mejorado la técnica en un extremo que en clima no muy húmedo funcionan y duran bien estos papeles. Contienen siempre derivados tioureicos y son papeles de extraordinaria pureza. Pertenecen a este grupo también las bandas de registro fotográfico («foto - recording paper»), que abundan ya en la medicina y en cualquier otra aplicación donde haya multitud de curvas a registrar simultáneamente. El próximo paso eran los métodos de fotocopia que aprovechan el calentamiento a unos 100°C en la luz ultrarroja de

las zonas donde hay mayor reflejo de luz. Poniendo un original y una hoja de copia en estrecho contacto encima de una plancha, etc., iluminada con rayos ultrarrojos, reaccionan sus contenidos, formando colores. Estos papeles contienen siempre sales metálicas (estearato de hierro, por ejemplo) y ácidos orgánicos (tanino, por ejemplo), que reaccionan con el metal. Los primeros tipos aún son muy malos para conservar y dañan a los papeles de su alrededor. Hoy existen tipos mejorados que se conservan mejor y no causan mucho daño a su alrededor. El tercer paso son los procedimientos electrostáticos que se conocen, por ejemplo, bajo el nombre de xerografía. Trabajan con semiconductores (sales de seleno o sulfuro y óxido de zinc, etcétera). Las zonas de la imagen, producidas con cargas electrostáticas por la diferencia de la luz entre el claro del papel y el oscuro del texto, retienen un polvillo (normalmente es grafito) también electrostáticamente cargado, formando así la reproducción y que se fijan convenientemente. Estos papeles para fijar la reproducción contienen normalmente resinas de silicona, que son buenos conservadores y generalmente se portan bien a lo largo de los años. Son posiblemente débiles a la acción de fuertes imanes (campo magné-

tico) y aparatos electromagnéticos, como detectores de metales. Aparte lo que antecede, existen numerosos otros tipos de la fotorreproducción y se puede esperar muchísimas sustancias raras en sus papeles. Por tanto, conviene siempre, en caso de tener que conservar este material, procurar un máximo de sequía de ambiente y que no estén en contacto papeles de fotocopia de diferentes procedencias; el peligro de reacciones lentas es inminente. Bajo ningún concepto debe estar en contacto con estos papeles técnicos algún documento de valor. — fotográfico estable: Para los papeles de reproducción fotográfica (véase p. fotográfico, el «fotorecording paper») se necesitaba papeles de tan extrema estabilidad de su tamaño que se desarrollaron para esto determinados papeles que contienen una folia de aluminio de 0,04 milímetros en su centro. — gomado: Véanse p. de goma y p. autoadhesivo. — gofrado: Cualquier papel de buena carga de cola en que se ha huecograbado ornamentos, etcétera, con hierros calientes. Es semejante al p. maché. — gudrón: Véase p. de betún. — hidrográfico: Un papel muy curioso que contenía extracto de 99

agallas y vitriolo pulverizado. Se — lavable: Es un papel pintado o cualquier otro tipo que lleva podía escribir encima con agua, una cara impregnada contra la que provocaba la reacción de humedad. Se usa en la decoralos componentes. Se inventó en ción y para encuadernar. Hoy 1832 en París y se ofreció tamla impregnación es preferentebién como «papel de viaje». mente de resinas de melamina. — japonés antiguo: Véase capítulo le): Papeles antiguos. — litográfico: Para el impreso de litografías, de media cola o sin a mano: Es un papel de tina, ella, elástico, fino y liso. fabricado según los antiguos procedimientos y hasta hoy día — logarítmico: Es papel rayado, muy apreciado, en este país, como el papel milimetrado, pero para usos de lujo. con variable distancia entre las líneas a escala logarítmica. La moderno: Véase papel de calidad es normalmente la del seda japonés, si es fino. De espapel de mapa (véase allí) y se pesor regular y algo amarillento usa para fines científicos. en su aspecto. Contiene elevada parte de fibras de moral y — maché, o cartón piedra, es un el resto es de lino. material impregnado y/o pegado con colas plastificables. Hoy — Kraft: Papel a base de pasta al es muchas veces de fibras sinsulfato; su principal uso es téctéticas plastificables. Tiene imnico en embalajes, pero se usa portancia para la impresión de también en la encuademación. los periódicos, que mucho tiemEs material muy tenaz y fuerte po se hizo y en parte hoy se si es nuevo. Envejece rápidasigue haciendo, imprimiendo al mente por ser normalmente de papel maché como matriz el elevado grado de acidez. Para texto con máquinas especiales el interior del cartón ondulado para este fin. Luego entra la se usa tipos más corrientes, hematriz del texto a la máquina chos de caña o paja. y sirve como las letras. Como inventor se suele citar a — milimetrado: Lleva rayas en las MARTIN, en París en 1740. No dos direcciones a distancia de obstante, existen máscaras de un milímetro; es para dibujos carnaval, posiblemente más antécnicos. Hay mucho material tiguas, que son de papel maché. barato en esto que no está estaEl procedimiento, en este caso, ble de dimensión ni es de bueha sido conocido ya. Su primena calidad. Los tipos estables ra aplicación para cubiertas de llevan marca. 100

libros es poco después del citado ano.

de dibujos y pinturas, rara vez también de textos. En su conservación se debe tener mucho cuidado por la debilidad del estaño.

— milimetrado (véase también papel de mapas): Es un papel de buena calidad y estable en sus medidas que lleva escala mili- — muaré: Con visos brillantes y/o mates, marcados a calandrar. Se métrica por impreso. usa principalmente para papeles — metálico: 1.° Antiguamente un de valores, billetes de banco, etc. tipo satinado con un apresto de Inventado por ZOLLER, en Augsblanco de zinc para traspasar burgo, en 1824, usaba dibujos g r a b a d o s por frotamiento. grabados con ácidos sobre pla2.° Hoy, papeles que han sido cas metálicas. (Véase también tratados con vapores metálicos papel metálico N.° 4.) o con vapores de los semimetales. Son materiales técnicos — normalizado: Son papeles que corresponden a las normas de que han alcanzado gran imporcontenidos establecidas en el tancia en la moderna técnica país de su fabricación. En Esde las computadoras, de la fopaña rige hoy la norma alemana torregistración, etc. 3.° A veces, DIN (DIN 827), que clasifica e inexactamente, se habló de cinco grupos de composiciones papel metálico en casos de es(más unos tipos especiales): crituras antiguas sobre hoja fina de cobre, etc. (Lo había entre I. Papel de mano, puramente los antiguos textos judíos de la de trapos. Thora y en la India.) 4.° TamII. Papel de trapos con maxibién inexactamente se llamó malmente un 50 por 100 de ce«papier metallique» a un papel lulosa pura de madera. que KUHLMANN inventó en 1840 III. Papeles de diversa compoen Lille (Francia), que ha sido sición, libres de lignina. realmente un papel muaré (véaIV. Papeles de celulosa de mase allí), y que obtenía por pladera con un máximo de 50 por cas metálicas tratadas con cier100 de pastas que contienen ligtas sales. 5.° Los papeles doranina. dos; su primer tipo ha sido el V. Todos los tipos inferiores «papel de oro chino», que se a los anteriores. fabricó allí posiblemente ya en Carga y colada deben corresel siglo ix o x. Era papel de ponder al destino del papel, seda recubierto con una capa que, a su vez, está clasificado de estaño muy fina y barnizado en nueve grupos. Allí fijan pecon barniz amarillo. Era fondo sos, dureza, etc.; también es 101

obligatorio para los grupos 1-4 y el 8 (que es el papel muaré), que llevan la marca del fabricante y el sello de ser papel normalizado. Actualmente estamos todavía muy lejos de cumplir rigurosamente la norma que significaría la eliminación de la actualmente infinidad de tipos comerciales, reduciéndolos a grupos bien determinados.

En inglés se llaman highpressure papers y h. laminated materials a su destino, las planchas del plástico estratificado. pautado: Véase p. rayado.

— pintado: Puede ser cualquier tipo de papel con dibujos impresos para decorar las paredes. Los papeles pintados de origen oriental, a veces de gran — nox rust: Papel anticorrosivo de calidad artística, siempre llevan origen norteamericano que se elevada «carga» de fibra bruta generalizó mucho. Lleva aditide cáñamo y de bambú, aparte vos antioxidantes que pueden ser de la caolina. dañinos para el mismo papel. — parafinado: 1.° Normalmente papeles corrientes con ligera carga o impregnación de parafina para mejorar su utilidad para imprimir con máquinas rápidas. 2.° Papeles con fuerte impregnación de parafina para su uso como envolvente de hojas de afeitar u otros objetos metálicos como protección contra la humedad. 3. ° Papel de cera (véase allí). 4. ° Envases de papel, vasos, etc.

— plastificado: Papeles técnicos que sustituyen el clásico papel parafinado o sulfurizado (véase allí) en la técnica del envasamiento de comestibles, etc. También se ha usado en la encuademación, principalmente de los paperbacks, recubierta su cartulina de plástico fino (polietileno), que hace muy resistente y lavable esta encuademación barata.

— plateado: Es cualquier papel cu— para plásticos estratificados: Es- bierto de una hoja o de polvo de aluminio. Preferentemente de tos papeles se rigen por normas uso técnico (en material fotoindustriales muy exigentes, debigráfico, etc.). do a la decisiva influencia de sus características sobre la calipluma: 1.° De tipo fino, era fadad de las planchas obtenidas. bricado con pasta muy ligera y Son de celulosa pura con adiesponjosa; se usó para «proteción de trapos, muy limpios y ger» láminas y reproducciones neutrales; absorbentes, pero reintercaladas en libros. Por usar sistentes a la humedad. En su papeles no neutralizados, a vecarácter son un papel «estable». 102

ees causaron más daño que bePapel en Rusia se fabricó a parneficio. 2." Papel de fibra de tir de 1689 con técnicos que el ramio, de peso por debajo de Zar PEDRO, el Grande, se buscó 30-40 gr. por metro cuadrado en Dresden. Se caracterizó por y de muy buena calidad, para su calidad. impreso de libros de poco peso. Véase también p. fino de Biblia — secante: Un papel esponjoso y y de hilo medievo. sin cola ni carga o apresto, hecho en su día de trapos de algo— porcelana: Tipo fuerte con im- dón desgrasados, hoy también pregnación de albayalde, servía de celulosa al sulfito. Se usa principalmente p a r a tarjetas. para secar la tinta. Hoy ya no se fabrica. Se usó Es un cuento que era invento como portador para dibujos y inglés por error de los obreros láminas en libros. Es muy mal en una fabricación. La primera elemento en vista de la conservez se cita ya en 1658 en Orbis vación, dañando a su alrededor. pictus, cap. X C , 1, de Johann Amos COMENIUS.

— rayado o pautado: Lleva líneas de un color pálido para facilitar escribir encima. Su principal uso cá para escribir música o textos caligráficos. Por esto normalmente es papel de buena calidad. Antiguamente siempre era de trapos finos.

sellado: Papel de tina con marca del fabricante; en España también de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre y con sello oficial (p. muaré) y/o timbrado. Sus tamaños eran los de p. de marca, o de marca mayor.

— reticulado: Papel con una retí- — cula, más o menos fina, por impresión que sirve para el control de la calidad de reproducciones y otros fines técnicos de la impresión.

semilogarítmico: Es un papel milimetrado que, en una dirección, lleva escala métrica y, en la que cruce, escala logarítmica. La calidad es normalmente del papel de mapa (véase allí).

— ruso: Nombre para diversos ti- — semipergamino: Véase p. de máquina de escribir. pos de papeles apergaminados. Posiblemente ni era procedente de este país el procedimiento de — simpático: Véase p. de calcar. su obtención con vitriol (parecido al p. sulfurizado), sino del — sin cola: 1.° Papeles con un míExtremo Oriente. nimo de cola y carga que se 103

usan principalmente en espesores muy finos, como copias de cartas, etc. 2.° Todos los papeles que no llevan tratamiento de cola, como papeles de filtro, p. secante, etc.

hecho para el calco de dibujos y planos. — vergé: Véase p. verujado.

— verujado: Es un papel de tina con un dibujo marcado por las — sintético: Denominación genérihuellas de unos alambres coloca de papeles que contienen ficados encima de la «teleta» bra sintética en mayor grado. (tela metálica) con que se pren[Véase capítulo lae) y Ida).] sa el papel en su fabricación. Si son alambres cruzados se llaman las huellas longitudinales — sulfurizado: Un grupo de divercorondeles, y las transvesalcs, sos papeles que pueden ser, sepuntizones. gún su destino y calidad, papel de tina o de pasta de celulosa pura. Se caracterizan común- — vitela: Véase p. verujado. mente por ser más o menos impermeables y resistentes al agua Papelón: Es una cartulina o papel y la humedad del aire. Se fa«dúplex», usada para fines que brica dejándolos pasar un baño exigieron papeles de gran estade ácido sulfúrico (normalmente bilidad de formato o de resisten60° Beaumé) en frío, dándoles cia. Hoy casi no se fabrica, teun apretón fuerte ya antes de niendo posibilidad de obtener deslavar el exceso del ácido. iguales calidades en un papel Corrientemente se llama papel simple. apergaminado, etc. Papiro: Véase capítulo le): Papeles — timbrado: En España es fabricaantiguos «papiro». do por la Fábrica Nacional de — mejicano: Inexactamente se haMoneda y Timbre. Son pliegos bló así de los papeles precolomde p. de marca mayor con el binos. Véase capítulo le): Pavalor del timbre impreso y nupeles antiguos «amatl». meración del pliego. Ofrece dificultad a la fotocopia de docu- — romano: Papiros de fabricación romana, menos fino, pero más mentos notariales, salvo en las resistente que los papiros egipmáquinas grandes del tamaño DIN A3. cios. — vegetal: Véase también p. sul- Papylon®: Uno de los primeros papeles sintéticos, fabricados dcsfurizado. Es un tipo del mismo, 104

de 1957 en el Japón, a base de poliamidas.

S

Syntosil ®: Uno de los primeros papeles sintéticos, fabricado por Plapier: Término técnico artificial la Zuericher Papierfabrik, Suiformado de Plastik paper (ale- za. Es ya casi histórico en su mán) que se desea usar para composición inicial, a base de papeles totalmente sintéticos. fibras de poliamidas, demasiado resistentes, según nuestro concepto de hoy, para el uso genéPlaper: Idem, formado de Plástic rico en papel. paper (inglés).

le)

L A RESISTENCIA NATURAL DE LOS PAPELES

E l índice de los papeles ha demostrado que el término papel es hoy tan genérico y sirve para un grupo de materiales tan diferentes que es muy difícil encontrar un factor común, cuino sería la resistencia natural del papel. No obstante, hemos mantenido este capítulo porque asombrosamente hay características comunes de la resistencia que incluyen también a los papeles con una elevada parte de fibra sintética. Buscando el motivo para esto, resulta que todos estos materiales diferentes que seguimos llamando papel tienen como característica común su forma del uso, si son papeles de imprenta, o por lo menos la finalidad de su aplicación, si son papeles técnicos: envolver y lo proteger algún objeto. Muy pocos tienen destinos especiales, como papeles de filtro, etc. En las demás aplicaciones típicas, aparte del desgaste mecánico, influyen mayormente los mismos factores procedentes de su destino común, incluso los agentes bióticos y abióticos dependen más del destino del papel que de su composición. Esta decide sobre el volumen del daño. Parte del material de las fibras sintéticas es, además, ab origen, débil a factores que dañan a la celulosa. Así podemos comprender que es una lógica coincidencia de las debilidades y de las resistencias naturales lo que caracteriza a los papeles. Con cierta reserva, por las considerables diferencias en el detalle de su composición, que en determinados casos pueden llegar a influir dominantemente, se puede decir, para la práctica aún de hoy, «que las alteraciones del papel coinciden ampliamente con las de la celu105

losa». Esto es manifestación exacta para la mayoría de los factores abióticos y coincide por lo menos para parte de los agentes bióticos. Entre los microorganismos dominan los destructores de la celulosa que también afectan a varías de las sustancias plásticas, y entre hongos e insectos que atacan papel, gran parte son xilófagos que ya conocemos también como destructores de la madera. Nuevo, es decir, no celulosófagos o xilófagos, son solamente los animales que aprovechan el papel para sus fines como material en sus nidos, etc, y o los que se alimentan de las sustancias no fibrosas que contienen el papel y los libros.

Contra agentes bióticos, los papeles que no se han protegido especialmente para este fin nunca resisten si el ambiente reúne las condiciones climáticas que permiten el desarrollo del organismo biótico dañino (figura 221). Son muy rápidamente víctima del mismo, si las condiciones externas se acercan al óptimo bionómico para el destructor. La resistencia aumenta proporcionalmente al cambio de las condiciones, en contra del bibliófago, y podemos considerar, en general, una buena resistencia en los límites climáticos comprendidos entre 45-55° humedad relativa del aire, temperaturas inferiores a 20° C y carencia de luz indirecta del sol. A papeles con participación de fibras sintéticas les pueden afectar cambios de temperatura, rápidos en sentido biológico, porque suelen formarse microcondensaciones de humedad. Siendo muy diferente la conductibilidad de calor por celulosa o una fibra plástica (por ejemplo, una camisa de algodón nos resulta más caliente que una de tela con participación de fibra sintética). Se precipita agua en la última y será absorbido en la celulosa. Estas condensaciones pueden facilitar localmentc suficiente humedad para el desarrollo de microorganismos y los mismos pueden alterar la fibra de la celulosa.

Si intervienen microorganismos capaces de producir agua en la descomposición química, progresa la fermentación autónomamente, una vez pasado cierto límite. Contra factores climáticos accidentales el papel resiste muy bien, siempre si vuelve pronto la normalidad. Contra largos períodos de elevada humedad (por ejemplo, alta humedad en bajas temperaturas), también resiste el papel que no lleva cargas especiales y, caso que no intervienen agentes bióticos, durante mucho tiempo. Peor es la resistencia contra el otro extremo, un grado de humedad relativa del 106

aire debajo de 30 es perjudicial ya en corto plazo, quebrantando el papel irreversiblemente en sus fibras. Temperaturas elevadas en ambiente húmedo son muy dañinas; además, nunca se puede separar lo que es daño directo y daño por agentes bióticos. En un ambiente más bien seco (45-55° humedad relativa del aire), altas temperaturas hasta 40-45° C son dañinas solamente a papeles no neutrales en su valor pH. Temperaturas bajas y muy bajas no alteran en nada al papel de fibra de celulosa, pero sí en algo al que contiene lignina (madera). Ciertas fibras sintéticas pierden totalmente su elasticidad, rompiendo entonces como cristal, cuando llegan a condiciones árticas. Por la luz del sol, el papel se descompone con relativa rapidez si hay presencia de lignina, siendo, al contrario, bastante resistentes los papeles que se componen de fibras, por naturaleza, puras de celulosa. Las fibras sintéticas usadas en papel generalmente son bastante más resistentes a la luz del sol que las de celulosa. Contra elevadas temperaturas el papel resiste mejor que la madera, por ejemplo. Es debido a su composición más homogénea, careciendo además de sustancias realmente volátiles como la madera contiene, y que empieza a destilar en seco por encima de 138° C y recibe daños irreversibles ya entre 120-130° C. Papel aguanta a corto plazo 10-30 por 100 más, según pureza de su celulosa. El limite de temperatura en que papeles de celulosa pura reciben danos irreversibles está entre 145° C (fibra de celulosa pura procedente de maderas) y 160° C (fibra de yute y de ramio). Encima de estos limites, pocos minutos de calor dañan ya notablemente la fibra.

El papel envejece en una proporción, típica para cada clase, que está en relación directa con la temperatura. Existe bastante literatura sobre los posibles valores medios que se podía considerar como genéricos, pero esto es naturalmente imposible. Debemos imaginarnos solamente la cantidad de factores que pueden influir en pro y en contra; como el origen de las fibras, procedimientos de su obtención (véase la figura 45), reacción neutral o acida, en el último caso causada por qué ácido y en qué concentración (véase figura 48). Generalmente se aceleran estos últimos factores en su acción por el aumento de la temperatura. Pero también hay lo contrario: la humedad absoluta disminuye en su peligro con el aumento de la temperatura, porque disminuye asi mucho más la humedad relativa del aire alrededor y consecuentemente la humedad de la fibra baja, favoreciendo esto hasta cierto limite, y siendo dañino otra vez, si va a extremos de sequedad.

107

Por tanto, cálculos, por ejemplo, como los que hizo BARROW (014-2), poniendo un día en alta temperatura igual a X años de envejecimiento normal, están poco respaldados. En el envejecimiento natural, aparte de los factores físicos, juegan un papel no calculable los conjuntos de las influencias químicas normales del alrededor en que está el documento y de propia constitución puede variar también los efectos. Si bien todos estos factores no podemos calificarlos como dañinos de verdad, su influencia puede aumentar la velocidad del envejecimiento y que a lo largo de los años asuma un plazo notable. Por fin, también es variable la resistencia natural de un tipo de papel a otro al mismo factor dañino entre las influencias químicas. No hay limite notable, existen todos los pasos intermedios. Factores levemente dañinos podían dañar un tipo y otro no.

Contra el fuego la resistencia es muy diferente según que hablemos de una hoja suelta o de un paquete de papel como es un libro. La hoja suelta arde facilísimamente en segundos si las temperaturas pasan el límite de la inflamación (según el tipo, entre 200-280° C, siempre si no hay componentes adicionales volátiles en el material), porque hay suficiente oxígeno presente para facilitar la inmediata descomposición pirolítica de los hidrocarburos. Cambia totalmente el aspecto de la curva de inflamación y combustión si es papel en un bloque compacto. La madera necesita 100-400 segundos después de exponerla a temperaturas superiores del mínimo de su inflamación; la celulosa de papel, más de 600 segundos en sus (a su vez más altos) puntos de inflamación. La velocidad de la combustión tiene en madera sus máximos entre 180-200 por 100 de pérdida del propio peso por minuto, según el peso específico de la madera y de sus componentes volátiles. El papel alcanza rara vez los mínimos de la madera (22 por 100), apagándose muchas veces el fuego por falta de oxígeno suficiente para quemar. Además, sin notable destilación seca, cuyos gases mezclados con el aire arden instantáneamente, aumentando así de nuevo la temperatura del fuego al nivel necesario para mantener en marcha la descomposición pirolítica, pronto se enfría el papel a temperaturas que hacen imposible la combustión.

Los insectos y hongos que destruyen celulosa no alcanzan normalmente en papel la velocidad que tienen en la descomposición de madera, por carecer el papel ya de varios componentes, biológicamente importantes, que contiene el sustrato natural de la madera. Una excepción son los termites, que, por la gran cantidad de sus individuos que actúan en conjunto, y siendo la resistencia mecánica su mayor obstáculo en la destrucción de la madera, pueden devastar libros en plazos de semanas, en días a veces (figuras 257, 258 y 264). 108

Es importante observar que el papel de trapo que se empleó durante siglos era muy rico no solamente en celulosas puras, sino también en otros componentes, como colas animales, constituyendo así un alimento codiciado por insectos como los Anobíidos, que necesitan más que celulosa pura para su correcto desarrollo. Con el aumento de sustancias químicamente preparadas en el papel, nos alejamos cada vez más de la composición natural del sustrato de nuestros bibliófagos mayores. A l contrario, damos con estas sustancias algo más campo a los microorganismos. Pueden alcanzar en su desarrollo y daño correspondiente velocidades extraordinarias, más aún que los termites, si por casualidad se presentan y coinciden acumulativamente en favor de los microorganismos, durante solamente algunos días o semanas, algunos de los factores favorables para ellos. Como índice genérico, en el control de la resistencia natural de papeles conviene usar su resistencia al doblaje. Recoge este control mecánico prácticamente todos los factores que pueden disminuir la resistencia natural. A lo largo de los años se empezó a estudiar la reducción de la resistencia al doblaje por envejecimiento. En condiciones no extremas es aproximadamente lineal la curva de esta reducción. Alargando las curvas, obtenidas de papeles viejos que se envejecieron artificialmente más, resultaron cifras de una supuesta resistencia al doblaje para la fecha cuando el papel investigado era nuevo, que corresponden prácticamente a lo que debia tener un papel de su clase [figura 48, d)].

lf)

SUSTANCIAS Y FACTORES INTERNOS DE CARÁCTER NOCIVO PARA EL PAPEL Y MÉTODOS DE SU IDENTIFICACIÓN

Es algo difícil formular una definición exacta del término sustancia o factor nocivo para el papel. Depende del destino y del plazo en que debe servir el papel para que algún factor llegue o no a ser nocivo. Generalmente, y nosotros seguimos aquí la misma pauta, se consideran bajo este concepto sustancias o factores que en el uso momentáneo, respectivamente en el destino principal del papel, no tiene efecto negativo, pero provocan una descomposición lenta, perjudicándonos si deseamos conservar representantes de estos papeles durante un plazo más largo que el previsto en su destino principal. 109

E l ejemplo clásico es el papel de periódicos, que no se conserva más que 20-30 años, sufriendo ya en este plazo. A l principio era generalmente sólo el papel barato lo que nos preocupaba cuando deseábamos conservarlo. Hoy hay mucho más que esto. La fotocopia se ha generalizado mucho y estos papeles ya entran en cantidad a los archivos. Son papeles muy peligrosos para un archivo. No solamente los tipos del «neolítico» de la fotocopia instantánea, que no aguantan más que unos años; también los muy mejorados de la impresión por calor que hoy se han desarrollado se oscurecen en plazos relativamente cortos y pueden dañar a otros papeles a su lado. Un grupo —raro— de mucho cuidado por llevar cargas, a veces, muy exóticas son los papeles de seguridad que se desarrollaban durante y después de la segunda guerra mundial, preferentemente en los Estados Unidos. Estos tipos, que se usaron primero para el correo de los campos de prisioneros de guerra y posteriormente en general para la correspondencia militar, tenían la finalidad de impedir el uso de tintas secretas. Es lógico que exigieran para sus fines cargas anormales de sustancias químicas. Puede ser que estos papeles fueran y sean útiles para la seguridad de algún estado; para los archivos seguramente son perjudiciales. Por otra parte, su área de aplicación hace fácil que sean portadores de textos cuya conservación para fines históricos debe interesar. Habrá, por tanto, estos papeles en los archivos históricos. Los procedimientos de su impregnación, naturalmente, se ocultan en la forma mejor posible. Si su composición una vez está analizada, también se pueden buscar medios para saltar su efecto. E l no experto encuentra dificultad de aclararlo, pero realmente son un ejemplo clásico para lo absurdo de los dichosos servicios secretos. Porque ya los primeros papeles de seguridad de los Estados Unidos se analizaron rápidamente por los expertos de la «Abwehr» (contraespionaje) alemana e inventaron nuevas tintas secretas secas que resistían a los papeles preparados, enviándolas, ocultas en las cabezas de cerillas, a sus agentes. Entonces, ya durante la segunda guerra mundial, los americanos cambiaron el tipo de la preparación del papel, pero al final de la guerra sabíamos nuevamente su contenido, porque la oficina de patentes de los Estados Unidos publicó con noble afán pacifico el texto de las patentes del papel de seguridad. Pero los servicios secretos siguen y, seguramente, hoy hay ya la enésima fórmula cambiada. De todos modos, conviene buscar la presencia de manganeso, ácidos hidroxibenzoicos, pirogalol y otras antioxidantes; también cloruros férricos, peptonas y derivados cianúricos dejan sospechar que se trata de estos tipos de papeles.

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La misma idea, de revelar mediante una preparación química la acción que se desea impedir, era la base de los papeles de seguridad del documento que acusan borrones o modificaciones del texto original. Los mismos, también principalmente de origen norteamericano, por fin, ni se usaron por el mismo gobierno y hoy son más bien de carácter histórico. De todos modos, contenían también sustancias perjudiciales y, como el colmo en un papel de documentos, un tipo europeo era tan «eficaz» que dejó desaparecer en un plazo relativamente corto las tintas de anilina. Se dice que algún «gran» hombre del petróleo sabia aprovecharse de esta calidad, eliminando asi sus compromisos.

Quedaron en uso, si bien solamente muy rara vez llegarán a un archivo permanente, los papeles de seguridad del documento para cheques y letras de cambio. Contienen sales inorgánicas de plomo, hierro, zinc o manganeso, en combinación de colorantes invisibles o fluorescentes que acusan raspaduras en caso de aplicar un revelador (normalmente ácidos o álcalis fuertes). Su base fibrosa son materiales muy blanqueados, tenaces y de mayor peso, que obligan a cierto esfuerzo para raspar, suficiente para que dejen reaccionar la impregnación. El consejo nacional de investigación del Canadá publicó últimamente un sistema de recubrimiento con sustancias fluorescentes, diferentes en ciertas zonas del documento o billete bancario, que, doblando las zonas una encima de otra, se extinguen, haciendo imposible en la práctica una falsificación.

Realmente son también factores nocivos del papel, si éstos mismos causan daño a terceros, es decir, a las máquinas de impresión o a los objetos que se envuelven con estos papeles, etc. L o último se podía considerar como un uso indebido; además, mayormente son papeles puramente técnicos y no hace falta considerar estas últimas posibilidades aquí. Diferente es el caso de los papeles corrosivos para máquinas; además serán dañinos luego también en una biblioteca o archivo. Hay que evitar su uso en la imprenta moderna. Pueden causar una notable disminución en la calidad, incluso, de la misma impresión. No hay que confundir esto con la acidez calculada para el procedimiento de «Offset», donde una acidez del orden pH 5,5-5,8 es favorable para obtener un óptimo de calidad. Lo que en este caso tenemos que discutir es solamente el tipo del ácido que se usa para obtener el valor correspondiente. [Véase capitulo 5cd-e).]

111

lfa)

CONSIDERACIONES

SOBRE LA INVESTIGACIÓN

QUÍMICA DE PAPELES

Toda la investigación química del papel tiene el problema de disponer muchas veces de muy poco material en peso, que hace que los análisis sean casi siempre microanálisis, y, por otra parte, en caso de un papel totalmente desconocido, nos enfrentamos con un tan voluminoso complejo de factores que pueden influir en el análisis, que simples comprobaciones por algún reactivo del que se supone que identifica alguna sustancia y de la misma se deduce ya el resto (como proponían, a veces, en la literatura americana) no son admisibles. Hay que aclarar primero la sensibilidad de cada reacción y, muy importante, qué factores pueden falsificar el resultado, provocando la misma reacción o impidiéndola. Todo esto aclarado, y conociendo, por fin, bien su material, ya se puede usar con eficacia los reactivos del microanálisis y lo la titración galvanométrica de los extractos.

lfa-a)

Extractos de papel

La cuestión de si es preferible trabajar sobre el mismo papel con reactivos o preparar extractos, no se puede contestar genéricamente. En parte depende de la cantidad de material que haya disponible. En objetos inconocidos, desde luego, es preferible el extracto; reactivos sobre el mismo papel serían solamente una primera orientación. Si se supone cierta impregnación del papel, siempre se debe hacer extracciones selectivas. Es recomendable usar para esto el siguiente sistema de la tabla número 7. Los extractos de los números 9) y 10) es conveniente hacerlos después de tratar previamente la misma muestra según el número 2). E l número 11 se aplica solamente si se desea hidrolizar hasta la transformación total de las celulosas en azúcares, que entonces se puede titrar. Para el análisis elemental, inorgánico, se suele usar siempre la descomposición pirolítica. 112

TABLA NÚM. 7

MEDIOS D E L A EXTRACCION D E PAPEL V)

1) agua destilada a 20° C 2) agua destilada a 60° C 3) hervir en agua destilada

O O 3 O

< u

4) 5) 6) 7) 8)

8 ñ

|3

o

alcohol etílico al 50 % y 50° C alcohol etilico puro alcohol etilico y éter sulfúrico 1 : 1 xilcno éter sulfúrico puro

9) hidróxido sódico al 8 % en agua destilada y a 40° C 10) ácido acético al 5 % y 40° C 11) ácido sulfúrico al 20 % y a 80° C

u 2 ec £ 3 8 .2 ° H

Para obtener estos extractos se usa matraces de Erlenmayer con un cristal de reloj como tapón, si es preciso con algún peso encima; la temperatura se regula con baño de Maria. Se procura usar el mínimo posible de liquido. La cantidad depende de la capacidad de absorción del papel a investigar. E l mismo se deshace en trozos pequeños, antes de pesar, y se prepara algún pistón de vidrio que permite apretar el papel en el fondo del matraz para sacar una parte mayor del extracto a investigar. Es costumbre usar primero extractos de una hora, aumentando o reduciendo luego el plazo. Si el extracto resulta concentrado, conviene aumentar el tiempo y el liquido para asegurar la total obtención de lo extractable. Para tomar los pesos exactos de las muestras se seca previamente el papel, ya puesto en su vaso de pesar, en un desecador de silicagel, durante una noche y haciendo contraprueba con otra muestra en un desecador de ácido sulfúrico. Esta segunda muestra no será útil para el análisis, porque demasiado fácilmente puede adsorber algo de H S0 , respectivamente de sus impurezas. 2

4

Para la técnica analítica debemos recomendar la amplísima literatura especial. A continuación citamos preferentemente las orientaciones básicas, útiles para tomar una decisión sobre la calidad y utilidad de un papel, sobre procedimientos de la conservación, o para aclarar la causa de un daño.

lfa-b)

Aparatos y material para la investigación

química del papel

En la cuestión de los aparatos, para los trabajos semimicros o micros el papel nos ofrece ciertas ventajas. Realmente, con muy 113

8

poco equipo especial y disponiendo de los aparatos sensibles para la titración galvanométrica, etc., se puede resolver prácticamente todo problema analítico. Las herramientas básicas son la micropipeta, la microbureta y el matraz de combustión para muestras pequeñas. La micropipeta [figura 50, a)] puede hacerse, con algo de habilidad, de un tubo capilar graduado. Importante es que en su parte superior tenga alguna cavernidad mayor; entonces con un simple apretón del dedo mayor se puede dosificar. Conviene hacerse varías con capacidades entre 0,5 y 2 mil ¡metros cúbicos por 10 centímetros de longitud. Asi se obtiene con la graduación el medio de dosificar teóricamente hasta 0,005 milímetros cúbicos. No conviene hacer las pipetas más largas que de unos 10-15 centímetros. La microbureta [figura 50, b)] es una modificación de la descrita por GORBACH. Tiene protección contra cambios de temperatura, por una camisa de vacío, y la cabeza de graduar (botón con macho de rosca fina en un tubo de 3-4 milímetros de diámetro, ambos de teflón) lateralmente. Arriba lleva una cápsula de goma o plástico blando que permite usarla también como dosificador menos exacto, pero más rápido. Su exactitud alcanzable es la misma que la de la pipeta. El matraz de combustión (figura 52) es un matraz de Erlenmeyer con tapón esmerilado y reja de hilo de platino, soldado en el mismo tapón, para sujetar la muestra. Su volumen conviene de 150 centímetros cúbicos. Se sujeta la muestra, cortada, como indica la figura, con una punta-cola para encender, en la reja y se pone la solución que sirve luego para absorber el resultado de la combustión, en el matraz (convenientemente 10 o 20 centímetros cúbicos) y añade un centímetro cúbico H ; 0 ¡ . Luego se deja pasar algo de oxígeno puro al matraz, eliminando con el mismo el aire y tapando rápidamente. En el momento de tapar se enciende la punta en alguna llama Bunsen que se debe tener a mano. La ignición sigue en el interior sin formar normalmente ninguna presión de importancia. Previamente se ha determinado, naturalmente, el peso exacto del papel y del contenido de agua. Para obtener la absorción total de lo descompuesto en el matraz de combustión, son muy útiles los agitadores de elemento magnético, pero se debe poner entonces el imán ya antes de la combustión al matraz. Es conveniente que esté recubierto de vidrio, no de teflón, para mejor resultado de la limpieza posterior. Para un análisis cuantitativo ya muy exacto, se debe usar para la combustión el tubo de gres con corriente de hidrógeno. De todos modos es posible reducir también su tamaño a un volumen semimicro, como indica la figura 51. E l tubo de gres puede tener el tamaño de 40-50 centímetros y el diámetro minimo para que entren las bandejas más pequeñas de porcelana que se encuentra. Para el calentamiento local se pueden usar entonces, aparte de la llama de Bunsen, resistencias eléctricas, móviles sobre el mismo tubo, equipadas de un 114

pequeño pirómetro que permite regular por un relé de contacto la temperatura en el punto que se desea. Un tubo puede llevar varias de estas resistencias si el proceso lo exige. Delante del tubo, entre procedencia del gas H i y con uniones herméticas, se monta un vaso de microválvula de presión, graduado hasta medio centímetro de columna de agua (normalmente se usa 4-5 centímetros de columna) que controla la presión de la corriente de hidrógeno [figura 51, a)]. Si ésta no se puede regular muy exactamente, se puede regular más fino con el tapón esmerilado del vaso, si el mismo lleva poro de escape lateral. (¡Cuidado, puede encenderse!) A l otro lado lleva el vaso de absorción [figura 51, b)], del resultado de la combustión, en que se pone, exactamente pesada, la solución de la sustancia a tirar luego cuantitativamente. Conviene que el vaso esté provisto de una llave de doble paso para tener escape en el arranque de prueba o en caso de algún fallo. Para las diversas descomposiciones pirolíticas se pueden poner los medios catalizadores que prescribe el procedimiento, en el tubo de gres y, mediante dos muflas acopladas herméticamente a sus extremos, hay que unir por fin el mismo a los tubos de vidrio de los vasos. Son útiles para esto unas fabricaciones caseras, de yeso y fibra de roca, moldeadas en algún molde de plástico que se tornea al tamaño de los tubos. Esto permite tirar estas uniones una vez usadas y ensuciadas.

lfb)

LOS PRINCIPALES FACTORES NOCIVOS

Existen algunos componentes de los cuales se ha discutido su carácter nocivo o no. Son, por ejemplo, las oxicelulosas, a las que se acusó de tener carácter corrosivo o catalítico para la descomposición lenta de la macromolécula, acelerando el envejecimiento. Aclarado definitivamente no está, hasta hoy. Otro factor muy discutido es la porosidad del papel. Podía retener más fácilmente humedad, especialmente si hay microcondensaciones posibles por contener el papel parcialmente fibras sintéticas. Es relativamente fácil determinar la capacidad de absorción, pero dificilísimo saber que existe de verdad una microcondensación. Hay que aclararlo con bruscos cambios de temperatura en ambientes de humedad relativa del aire alta, pero no excesiva. Los componentes, genéricos en papel, que se considera siempre dañinos para su conservación son los siguientes:

lfb-a)

Los aniones

Ácidos libres: Su procedencia puede ser de las colas, las sustancias del tratamiento de blanqueo o pueden formarse por descompo115

sición lenta de sales inestables, como el sulfato de aluminio, que tanto daño hace con su ácido sulfúrico. Además, el papel puede contener impregnaciones con sustancias acidas para conservarlo contra insectos y microorganismos, como los antiguos papeles chinos, o darles calidades especiales (papeles de seguridad, etc.). En principio, no todo ácido es dañino y, por tanto, caso de encontrar un valor pH de reacción acida, esto no es prueba segura de peligro sin aclaración de qué ácido se trata. Por ser dañino el sulfato de aluminio, que desprende lentamente su ácido sulfúrico en presencia de colofonia no totalmente esterificado (antiguamente sólo un 60 por 100) y, en los papeles fabricados desde el principio del último siglo es, por tanto, el causante frecuente de la acidez del papel, en terrible simplificación de las cosas declaró BARROW en los Estados Unidos «la acidez» como «enemigo público número uno» del papel, sugiriendo la neutralización de todo el material de archivo que muestra una reacción debajo de 6,8 pll. Como simple ejemplo para explicar el error que comprende este concepto, hay que pensar en que todo zumo de naranja y de limón serla también perjudicial para nuestra alimentación por su valor pH bajo, conteniendo ácido citrico, si partimos del efecto dañino del ácido sulfúrico que puede tener para nuestro cuerpo, en el mismo valor pH bajo.

Este notable error, provocado posiblemente por la carencia de archivos realmente antiguos en los Estados Unidos, debemos reprochar enérgicamente para nuestra situación europea. Nosotros guardamos aquí en España documentos incluso de unos 2-3.000 años de edad (papiro) y de 1.100 años (papel árabe) y muchas veces están bien conservados, a pesar de su acidez. Tanto varios papiros como gran número de papeles árabes y chinos que hemos comprobado llevaban un valor pH muy bajo. Una neutralización genérica de estos documentos podía provocar otros peligros graves por ataques de microorganismos que se verían favorecidos elevando el valor pH a cerca de 7 (neutro), como se deduce fácilmente de la figura 483. La determinación del valor pH se hace hoy rápidamente mediante una gota de un indicador universal del pH, comparando el color resultante en el objeto con una tabla que indica el valor correspondiente al color observado. No obstante, estas comprobaciones llevan un error metódico bastante elevado, hasta ± 0,4 del valor pH es posible. Por otra par116

te, también métodos más exactos tienen aproximadamente la mitad del error citado. L a discusión más acertada del problema la ha publicado STAMM (378) para madera y papel. Conviene consultarlo, si existe necesidad de gran exactitud. Una equivocación frecuente que hemos oído muchas veces, es que los pH-metros eléctricos subsanan todos estos problemas. No es así; al contrarío, su error metódico en papel es muy variable, según la constitución del mismo, fibras porosas dan otro valor que exactamente la misma composición, pero muy apretada en la fabricación. Es lógico, además, que influye la humedad absorbida, etc. Por todo esto hay que determinar de nuevo el error para cada tipo de papel.

Se considera absolutamente nocivo un valor pH debajo de 4,2 porque siempre será provocado por algún ácido fuerte que daña el papel. L o mismo rige para valores encima de 9,8; puede haber entonces un álcali que descompone la macromolécula a plazo largo. Lo más seguro, desde luego, son valores pH entre 6,2-6,7, siempre si el peligro biótico está subsanado; caso contrario, el valor más seguro está entre 8,5 y 9,5. No obstante, hay papeles que deben tener valores pH debajo de 5,8 para que sirvan para la impresión de Offset. En su conservación, naturalmente, se presenta entonces cierto aceleramiento del envejeciminto si el ácido es uno de los nocivos, como indica la figura 48, b) claramente. Pero con aclarar la acidez, como queda dicho, aún no hemos terminado si queremos decir algo sobre la peligrosidad de esta reacción acida. Se debe aclarar qué anión la provoca. L a tabla número 8 indica las reacciones a comprobar. Peligrosos son ciertos aniones (que destaca la tabla) si están presentes en extractos acuosos. Una vez hecho el análisis base, con los reactivos de las tablas números 9 y 10 se puede diferenciar entre los grupos que dan la misma reacción en la comprobación básica. Si se usan estas comprobaciones para saber algo más sobre los antecedentes del papel a investigar, pueden ser muy útiles para encontrar pistas que con algo de lógica se persigue entonces relativamente fácil. Cloro libre. Procedente del blanqueo, está retenido, muchas veces en cantidad, por las fibras que contienen algo de lignina. Con la humedad del aire forma, con el tiempo, ácido clorhídrico que daña gravemente la fibra. Su comprobación con el reactivo yoduro potá117

NO,-

Fe(CN), -

+ + + +

SCN-

+ +

+ +

+ +

|S_0,"

+ +

AsOj"

+ +

SbO,T

+

H.O,

+ +

+ +

|Br

1

4

4

CN

NH OH

2

118

1

c,o -

+

C,H 0.-

+

+

C C I

|

+ +

! + +

+

O N E

+

Precipitación coloreada con HNOj+AgNOj

A

2

E

Precipitación blanca con HCH COOH+CaCl

R

Precipitación blanca con HNOj+BaCl,

sol. de HjS04+KMnO

Descoloración de una

Precipitación blanca con HNOj+AgNOj

sColoración azul de una sol. de HCl+KJ+almidó

so,Descoloración de una sol. de HCI+J2+almidón

Aniones: Los destacados son en estado soluble, nocivos para papel

TABLA N Ú M . 8

IDENTIFICACION D E ANIONES

S

+

+ + +

P1O7

PO,-

NHjNHi

2

SbCv-

rscv 4

ICIO-

+

AsCv

+

|Br0 -

+

ICIO,

+

|JO,

+

3

3

Precipitación coloreada con HN0 +AgN0

Precipitación blanca con HCHjCOOH+CaClj

Precipitación blanca con HNOj+BaClj

Precipitación blanca con HNO,+AgNOj

Coloración azul de una sol. de HCl+KJ+almidón

Descoloración de una sol. de HCl+J2+almidón

2

Descoloración de una sol. de H SO,+KMn0

Aniones: Los destacados son en estado soluble, nocivos para papel

CONTINÚA TABLA N Ú M . 8

R E A C C I O N E S

+

I s,o •

s

ÍCT

+ +

SiF -

t

BO, •



I PO,

I

+

119

9

KJ + almidón 2

1

Coloración amarilla

Coloración roja

50:0,1

(NH^Mo.O (4% en HNO, diluido) + bencidina (0,05 % en ácido acético 10 %) + NaCOOH (solución concentrada)

Enturbiación blanca

°*

os-8

1

X a

-

C I O

Ácido gálico

2,0:5,0

20:0,1

0,6:0,03

-1 o

2

Tartrato Solución 20° C

ft

HCHO 1 % en ILO + fenolftaleina

e

+ Sulfito Solución neutra

£

p-Aminodimetilanilina + FeCl

0 o

+ Sulfido Solución neutra

59

Azul de bromofenol + HNO, (ambos de 0,1 n en su solución)

Q £ ta

o"

Solución neutra

-t- c

Coloración azulverde

Coloración roja

Coloración azul



?

Silico fluoruros — Exceso de N, sustancias or- Azul, no es ganicas correcto

1

BaClj aJ 0,2% +HNO, al 1%

d¿S

+ Sulfato Solución acida

4

P0 , AsO.

>->

Amarillo-verde

Coloración azul 5,0:5,0

4

J0

1

Silicato + solamente si hay F) Solución neutra o débilmente alcalina > 20° C

L i g e r a coloraciór parda y precipita ción azul 18:5,0

Bencidina 0,5 % en alcohol, o ácido acético

+ Persulfato Solución neutra 20° C

Algunos ácidos orgánicos Coloración azul 5,0:1,0



Coloración roja 5000:5,0

J Difenilamina (sólida) + alcohol



Coloración azul 0,04:0,03

o
Solución 100° C (cocer fuertemente)

SeOj

O w

Oxalato Solución débilmente acida MnSO. solución acuosa + KiCi.0, (o NaCIO) (por ácido acético)

+ Ortofosfato Solución 20° C

1

Coloración amarilla

z

1

Coloración roja

r4

a-Naftilamina + ácido sulfonili- 0,0006:0,03 co + ácido tartrónico 0,2:0,1 1,8-NaftaIendiamina 0,1 % en áciSolución débilmente acida do acético (10%)

Concentraciones muy altas de PO«, Oxalates y arseniatos

NO, , F, J mucho Br

1

O

+ Nitrito Solución 20* C

+ Nitrato a-Naftilamina + ácido sulfoníliSolución débilmente acida co + Zn por ácido acético 20* C

Alizarin-3-sulfonato de sodio + HCl, mezclar en el momento del uso con oxicloruro de zirconio + HCl

1

Coloración violeta

d >—>

3,0:0,1

1

+ Fluoruro F en cualquier estado

2

p-

2

Coloración azul

1

+ Cloruro K Cr 0, (sólido) + H SO, (conSolución casi neutra de centrado) + difenilcarbacida cloruros (1 % en alcohol)

Cloro libre

Coloración violeta

0,30:0,03

n,

'

La reacción Confusión puede ser impedida por: es posible con:

1

+

MnSO. (solución concentrada) + + Clorato HjPO (conc.) + difenilcarbacida Solución muy acida 60° C (1 % en alcohol)

Coloración azulverde

Reacción

Decoloración del tono azul


•«

Borato Azul del bromuro de timol + maSolución débilmente alcalinitol (50 % en agua) na 20° C

CaCOj+o-nitrobenzaldehído (agitado en 2n NaOH y recién preparado)

Reactivo

Vi

Acetato Solución > 20° C

Aniones ( + = nocivos en estado soluble)

-a sensibilidad que se cita es la mínima segura (^ = 0,000001 gramos). Las indicaciones de impedimentos o confusión posible por ina reacción no destacada, se refieren a ciertas condiciones no precisamente regulares, muchas veces resulta bien la reacción.

REACTIVOS PARA ANIONES EN EXTRACTOS DE PAPEL

TABLA NÚM.

3 "fe

d 1

TABLA NÚM.

10

Indicaciones: Véase la nota en la tabla número 9

REACTIVOS PARA CATIONES EN PAPEL O EN SUS EXTRACTOS

sicoalmidón es muy llamativa; en caso de su presencia se observa una reacción azul. Si se supone contenidos de derivados clorados de sustancias orgánicas (sustancias conservantes o recubrimiento de plásticos como cloruro de polivinilo), hay que descomponer pirolíticamente en corriente de hidrógeno; si no se obtendrían resultados irregulares y no comparables. En papeles recubiertos con sustancias orgánicas puede separarse cloro (de cloruro de polivinilo, por ejemplo) en la extracción caliente. No es nocivo si no se presenta también en el extracto frió.

E l efecto corrosivo sobre metales se determina poniendo el papel encima de una plaquita de hierro pulido, guardándolo en ambiente de humedad relativa cerca del 100 por 100. Para apretar el papel sobre el metal se usan pesos de vidrio o teflón. Para la comparación se usa papel de filtro que se ha deslavado tres días en agua destilada y determinado su contenido de Cl restante. Más primitivo, de primera orientación, es el método propuesto de SCHIKORRA (356), usando simplemente clips de oficina, que se ponen en la muestra, y su papel de filtro de la comparación. En el primer caso se observa a lupa el resultado en la superficie pulida; en el segundo caso, se estima la coloración del papel por el óxido de hierro, o su reacción con ácido tánico.

lfb-b)

Los cationes

Tiene especial interés determinarlos, si en los extractos que demuestran acidez libre, pero no se encuentra uno de los aniones peligrosos. Muchos productos de conservación son ácidos orgánicos y con el catión de su sal se llega más rápidamente a una conclusión que con los a veces complicadísimos procedimientos de la identificación de las sustancias orgánicas. Simples comprobaciones del catión, como, por ejemplo, del aluminio, que BARROW (014-6) consideraba como base suficiente para declarar deficiente el papel en cuestión, siempre si se comprobaba también la presencia de colofonia Go último, además, con una reacción que no es muy típica), no podemos admitir. 124

Especialmente es insuficiente en papeles procedentes de zonas calientes, donde muchas veces hicieron ya hace muchos anos tratamientos a base de fórmulas a veces algo raras [véase capítulo 4da)]. Señal típica de estos tratamientos es la presencia del catión mercurio, porque el dicloruro mercurio ha sido el desinfectante número uno del último siglo, no solamente en las zonas calientes. Todos estos papeles que han sido tratados asi pueden sufrir severos daños.

El catión Al (aluminio). Su determinación véase en la tabla número 10. Cierto tiempo se ha producido su entrada al papel casi exclusivamente por el jabón de colofonia, como sulfato. Esto provocó las equivocadas ideas americanas, respectivamente de BARROW, al tomarlo como indicio de factor nocivo. Hoy realmente puede estar presente aluminio, como endurecedor de colas melamínicas o de urea, sin que sea perjudicial. En papeles de fotocopia es, al lado de hierro, muy frecuente, pero el catión dañino es allí el hierro. Y , en papeles con carga de relleno, están prácticamente siempre presentes con el contenido de caolina. Sulfato de aluminio. Es factor siempre nocivo, y por el procedimiento de la colada con colofonia, lo hay en multitud de papeles, prácticamente se encuentra en la aplastante mayoría de los de la época desde el año 1800 hasta casi hoy. Los métodos de su determinación en papel han sido objeto de mucha discusión técnica. Realmente la única prueba eficaz es determinar los aniones y los cationes. E l catión «Al» solo no basta, porque puede haber también otros componentes de aluminio, como la caolina, carga-relleno en muchos papeles. Los reactivos pueden acusar, si hay algún catalizador presente (peróxidos, hipercloritos). E l problema es la reacción, poco llamativa, en la determinación del ácido sulfúrico, que no permite sistemas seguros sobre el papel en seco. La «confirmación» propuesta por BARROW (014-6), determinando la presencia de colofonia tampoco es justa, especialmente por ser muy relativa su prueba, en que se refiere a la exclusividad para colofonia. Mezcla de Fe, Ca y Al simultáneamente presentes. Esta combinación de cationes, muy frecuente en papeles sospechosos de nocivos, o de ser afectados por algún factor nocivo, es bastante difícil de identificar y separar; además normalmente no está descrita en los libros de análisis. Por tanto, lo citamos aquí siguiendo las indicacio125

nes de NIEUWENBURG y LIGTEN (285), adaptadas por nosotros al uso en papel. E l procedimiento tiene el límite de su sensibilidad aproximadamente en un miligramo de cada metal en unos 25 cm de extracto. 3

Primero se procura concentrar al extracto lo más posible, si bien el calcio que da la reacción menos sensible normalmente está presente en exceso, referente al hierro. Si la reacción pH es neutra, se baja a 5,5 pH como valor mínimo. Segundo, se separa 2 cm del extracto y se procede a determinar el hierro. Para esto se diluye a 12 cm con agua destilada y añade una solución de 4,7 gr. de ácido monocloracético y 3.4 gr. acetato sódico en 100 gr. de agua, hasta obtener el p H 2.8. Se necesita unos 0,5 cm de la mencionada solución. Como indicador exacto se usa el indicador Variamina-azul + KC11:25. La reacción es de azulvioleta, vía gris a un amarillo claro. Para titrar se añade ácido sulfosalicilico (sol. al 5 %) en temperatura templada. La reacción es selectiva y funciona en presencia del A l , Ca, Cr, Co, Cu, Mg, Mn, N i y Zn.—Como tercer paso se libra el resto del extracto de hierro: poner 2 cm en un minimatraz con agitación magnética, añadiendo HC1 1:1, 1 cm , y luego gota por gota una solución fresca, al 3 %, de Cupfcrron (n-nitrosofenil-hidroxilamin) y se extrae con unos 2 cm de acetato etílico el cupfcrronato de hierro y el exceso de Cupferron, eliminando en baño de María los últimos restos de acetato etílico.—Cuarto paso: la solución, ahora libre de hierro, se reparte en dos matraces de Erlenmeyer de, por ejemplo, 25 cm , usando el indicador Murexide + KC1 1:500, el cambio de color es de rojo a violeta. E l aluminio se determina, en la otra solución, con Aluminon (véase tabla número 10), igual como en papel seco. 1

1

1

1

3

Es notablemente dañina la presencia de hierro y de cobre por favorecer la oxidación lenta que resulta en el envejecimiento «natural». Se determina según la tabla número 9. Los restantes cationes que cita la tabla 10 pueden presentarse, pero se procede a su detección solamente si existe motivada sospecha de su procedencia. Frecuentes no son, salvo que se trate de papeles impregnados. lfb-c)

Sustancias orgánicas nocivas

La primera que existe en el papel desde los tiempos más remotos, y no solamente desde el invento de la pasta al sulfito, es la lignina. Con el rápido avance técnico de los papeles de reproducción entran numerosas nuevas sustancias orgánicas al papel, cuyos comportamientos a la larga ignoramos. Muchas son nocivas incluso a corto plazo. Debemos esperar para los próximos años un aumento numérico de las sustancias dañinas entre los componentes orgánicos del papel. 126

Lignina. Es la otra parte importante de la madera y existe también en numerosas fibras naturales, como se puede ver en la tabla número 3. Hoy viene al papel principalmente desde los procedimientos semiquímicos y mecánicos en la obtención de pastas del papel partiendo de madera. Un caso muy demostrativo de su daño, ya en el papel antiguo, hemos encontrado en España con los «papeles de arroz de la Audiencia de las Filipinas» (KRAEMER, 217-7). Estos papeles, que no son de arroz, sino de un tipo chino muy primitivo, posiblemente fabricados en el siglo xvi en las mismas Filipinas a base de procedimientos rudimentarios, contienen gran porcentaje de lignina, procedente de las fibras del moral papirífero, de las cuales se componen principalmente, y muestran el clásico quebranto, como los papeles modernos, por ejemplo, de periódicos (figuras 438 y 439). Por la debilidad y el rápido envejecimiento que la lignina aporta al papel, prácticamente siempre será factor negativo. Teóricamente no sería tan dañino como componente si se encontrara en un papel totalmente neutro y protegido contra la acción de la luz ultravioleta (las figuras 455 y 456 demuestran las principales sustancias que la protegen). También la substitución con bromo mejora la situación [capítulo 5cg)]. De todos modos, si es papel con origen de la maceración semiquímica, siempre está la molécula de la lignina ya dañada y envejece rápidamente por su cuenta. Tanto los chinos y japoneses como los árabes maceraron las fibras naturales con métodos microbiológicos, eliminando la lignina y otros componentes adherentes mediante bacterios. Como curiosidad se debe citar la calidad inhibitiva de la lignina, positiva para el papel, contra ciertos bacterios celulosolíticos facultativos. Se frenan notablemente las especies polífagas (figura 165). A los especialistas de descomponer celulosa, al contrario, influyen poco.

Ha sido objeto de especulaciones si su presencia es dañina por estimular el desarrollo de insectos bibliófagos. Razones biológicas por la lignina sola no existen; más bien es el conjunto en que se presenta, el que motivó las sospechas. Ensayos comparativos no existen y serían difíciles de realizar, salvo que se fabricaran previamente unos tipos iguales, excepto en su contenido de lignina. Más probable es que varios microorganismos que fermentan papel estén estimula127

dos por la lignina, al igual que cualquier otra impureza de la celulosa estimula numerosas especies de bacterios y hongos.

Lignina extraída, o en fibras sueltas bajo el microscopio, se determina mediante la conocida reacción de floroglucina + HC1, que en caso positivo da una reacción de rojo carmín. Otra reacción, la de cloro-zinc-yodo, es incluso útil para distinguir las fibras de celulosa y de material de celulosa-lignina. En el microscopio se ve fácilmente la diferenciación. Las figuras número 40 (antes de aplicar el reactivo) y número 41 (el mismo objeto después) reflejan bien el efecto. Se colorea la celulosa pura en color violeta hasta azul oscuro; la que contiene lignina, según su participación en el material, sale amarilla hasta pardo. El último procedimiento permite, a personas hábiles en la tarea, determinar hasta aproximadamente con un 5 por 100 exactitud la participación de fibras con lignina en un papel. Tampoco resultarla más exacto un análisis cuantitativo en este caso, además difícil y poco seguro, si hay otros componentes desconocidos. No merecen, en este caso, los análisis químicos el tiempo invertido.

E l método más rápido es la comprobación con luz de Wood, si no hay cargas de relleno y se dispone de una colección de muestras con porcentaje conocido de lignina. Sale muy oscuro, por ejemplo, el papel de periódico [figura número 49 a) y b)\, y se reduce la coloración en la luz de Wood proporcionalmente al menor contenido de lignina. Hemicelulosas. E l método más exacto es transformar toda la celulosa mediante ácido sulfúrico en azúcares y determinar los diferentes tipos por cromatografía. Menos exacto, pero cualitativamente rápido y seguro, es la extracción con la solución número 9 de la tabla número 7 y determinar la presencia de las sustancias orgánicas disueltas por oxidación con bicromato potásico. Es útil también para la determinación cuantitativa, si se sabe qué sustancias se ha extraído. Caso contrario se llega cuantitativamente a un valor, a veces, demasiado alto, pero aún como valor relativo es bien característico para cada tipo de papel. La presencia de hemicelulosas siempre debemos considerarla nociva en sentido biológico, porque favorece el desarrollo de bibliófagos. E l método del bicromato potásico recoge, junto con hemicelulosas, también albúminas, etc., pero si deseamos juzgar sobre la 128

debilidad biológica de un papel, está bien tomar el valor relativo de la titración cuantitativa como base de la comparación. Si nos interesa saber más exactamente el contenido de las hemicelulosas solas hay que determinar la presencia de albúminas y precipitarlas con ácido acético. Además hay que aclarar si hay lignina presente. L a tabla número 11 da ejemplos de las identificaciones selectivas. Urea. Modernamente se presenta el problema de los derivados de urea en los papeles de fotocopias y de planocopias revelables en seco. Mayormente trabajan con sales metálicas, muchas veces de hierro, siéndolas con bastante frecuencia también derivados de urea. Si bien la misma urea en sí no es nociva, al contrario, protege, su presencia es necesario aclararla, porque hace más lenta la reacción de componentes nocivos sin impedirla. Es esto un dato importante de considerar en decisiones sobre la aplicación de un papel no perfecto que contiene urea. La estimulación de microorganismos se limita a urea libre que no suele existir en papel, pero puede formarse en avanzadas situaciones de descomposición por hongos que actúan con oxidasa. E l efecto es fatal en corto plazo. Su determinación es relativamente difícil, porque no se encuentra en el papel en estado libre: carbonizando una muestra del papel en cuestión a baja temperatura, sin oxigeno adicional, en un matraz de combustión, se nota un ligero olor a amoniaco y, recogiendo el humo, se puede determinar el catión de amonio. Agitando la ceniza con agua y añadiendo una diluida solución de sulfato de cobre, se debía formar una reacción violeta. No obstante, con frecuencia no se puede ver claramente, porque hay varías sustancias que pueden impedir o modificar la reacción.

lfb-d)

Sustancias desconocidas

Sospechando de daño químico en un papel, sin tener ninguna pista concreta, nos obliga a proceder con el análisis de aniones y cationes en los diferentes extractos, tanto partiendo del papel, como es, que de su ceniza, obteniendo la última en el matraz de combustión, herméticamente cerrado. La presencia de sustancias orgánicas (impregnaciones) hace complicadísima la investigación si no usamos primero métodos biológicos para aclarar la presencia de antibióticos o de insecticidas. Entre estas sustancias son perniciosos para la conservación algunos derivados de fenoles y casi todos cresoles, si su sustitución halogenada es parcial, como algunos de baja clora129 9

TABLA NÚM. 11

IDENTIFICACIÓN D E SUSTANCIAS ORGANICAS E N PAPEL O E N SUS EXTRACTOS Sustancia

Reactivo

Reacción

Albúmina (solución a A c i d o sulfosalicilico 0,2-1 % 20° C)

al Enturbiación blanca

Observaciones Sensibilidad 0,015 % albúminas

Almidón

Yodo al 0,1-1 % (N.° 47, Coloración azul tabla 17)

Celulosa

Floroglucina 1 % en alco- Negativa hol + HC1 20 Bé, 1 : 1

En seco sobre el papel

Cloro-zinc-yodo tabla 17)

Preparación microscópica

(N.° 46, Violeta Positiva: Negativa: gris

Varias resinas y derivados rosa marrón o de fcnilcs y fenoles pueden reaccionar igual

Colofonia

Soluciones : A) Sol. conc. de azúcar B) H¡SO, (96,6 %)

Lignina

Floroglucina+HC1 (N.° 50, Rojo carmín tabla 17) Cloro-zinc-yodo tabla 17)

(N.° 46, Amarillo-marrón

En seco sobre el papel Preparación microscópica

Resinas (determinar en Diamonio-pentaclorofenato Cambia de rojo oscuro Si cambia sólo a pardo, se debe rebajar la concenel papel mojado con cúprico 0,01 - 0,5 % en a verde (lentamente) tración del reactivo éter + alcohol 30 : 70 éter + alcohol 30 : 70 o en los extractos) Taninos (en solución)

Bicromato potásico al 2 % Coloración parda

Una gota sobre papel y secarla Cloruro de hierro al 0,2 % Coloración verde a nc- Existen otras sustancias de iguales reacciones, pero + HC1(N.° 45, tabla 17) gro-azul son raras en papel

Tipo de la maceración Verde brillante G,X de fibras naturales (N.° 31, tabla 17)

Maceración biológica Se colorean también restos (papeles antiguos): co- de células no fibrosas, si las hay loración fuerte Maceración química: sin coloración aprcciablc

ción. Entre ellos están precisamente los antiguos desinfectantes, y un papel tratado en la época correspondiente (finales del último siglo hasta aproximadamente 1940) puede sufrir fácilmente daños a consecuencia de los tratamientos entonces recomendados. 130

Tintas nocivas. Detalles sobre los motivos de sus daños pueden verse en el capítulo lgb). E n principio el análisis es igual que el anteriormente descrito. E l problema radica en que las tintas, por su propio color, obstaculizan notablemente la investigación con reactivos. lfb-e) Higroscopicidad En sí no es nociva, pero favorece a la acción química o biológica de factores o agentes dañinos. Se determina, comparando el plazo de humedecer de un papel, inicialmente de 5 por 100 de humedad, en un ambiente de 100 por 100 humedad relativa del aire a 20° C, en la cámara húmeda, hasta que el papel ha llegado al 10 por 100 de humedad. Luego se determina el plazo de secar, ahora en ambiente de 55-60 por 100 humedad relativa del aire y 20° C. Si el plazo de secar es 2-3 veces mayor que el de humedecer, se puede considerar como normal el material, encima de 4 veces es destacadamente higroscópico y puede contener sustancias adicionales que influyen atrayendo agua, si está debajo de 2 veces, contiene algún repelente a la humedad, o fibra no celulósica. La figura 47 indica valores del equilibrio entre humedad de fibra y humedad relativa del aire en su alrededor.

lg)

OTROS COMPONENTES DE LIBROS Y DOCUMENTOS

Como fondo del texto, aparte el papel, generalmente es de importancia solamente el pergamino. Los materiales como el amatl, papiro, hoja de palmeras, cortezas y tablillas de madera, etc., son raros y lo de importancia local. A todos éstos ya los hemos tratado como antecesores del papel en el capítulo le). Quedan aquí por tratar las tintas y el material de encuademación. Los últimos son de variable interés desde el punto de vista de su conservación, no coincidiendo además su importancia para nosotros con la trascendencia que pueden tener para el documento, como, por ejemplo, las tintas. En los documentos por fin hay los sellos, de los cuales los de cera pueden ser atacados por bacterios y hongos (KOWALIK y colaboradores, 215). 131

lga)

PERGAMINO

Como ya queda dicho en el capítulo lca-d) del pergamino como antecesor del papel, había, entre el papiro de la Antigüedad y de la fecha de la introducción del papel chino al Occidente por los árabes, una larga época en que el pergamino era el principal medio de escritura en nuestra área cultural. Merece atención el extremo al que su desarrollo técnico llegó, porque el uso de pieles como fondo de textos lo hemos tenido en varias culturas diferentes, sin llegar, ni de lejos, al nivel del pergamino europeo. De él se hizo por fin libros enteros, sustituyendo anteriormente ya en la Antigüedad el rollo del papiro por el rollo de pergamino. Se inventó en la Antigüedad, alrededor de 1.000 años. a. Cr., y desde aproximadamente 400 años a. Cr. se fabricó ya industrialmente en la ciudad de Pergamón, colonia griega en el Asia Menor. Usándola primero solamente como exterior de los rollos de papiro, como una especie de encuademación, sustituyendo los tubos de madera en esta aplicación. Se generalizó su uso a partir del 200 d. Cr., sustituyendo entonces totalmente el uso del papiro. Son pieles depiladas, no curtidas, que, mediante un tratamiento con cal, se hicieron clásticas y resistentes a la descomposición por microorganismos. Con golpes mediante ciertas piedras muy lisas se endureció su superficie y se consiguió un espesor reducido. En la Antigüedad se usaron las pieles de varios animales, preferentemente cabra. En la Europa del Imperio romano descendente ya se usaron pieles de cerdo y esto luego era el material casi exclusivo del pergamino por su gran tenacidad, que además permitía cortar varias capas de la misma piel.

Su identificación es tan fácil, que no hace falta describirla, salvo unos detalles que caracterizan las procedencias. Entre los pergaminos europeos, los gruesos son los más viejos. Pergaminos orientales gruesos, al contrario, son de mala fabricación y pueden ser de cualquier edad. También un tono muy amarillento, sin que haya una infección de bacterios, es consecuencia de mala fabricación. La coloración es debido a que en la maceración de la piel no quitaron bien la grasa y se formaron ácidos grasos. Si son pieles cortadas en capas, siempre son de origen europeo y no conocemos esta preparación antes de aproximadamente el año 1000 d. Cr. Por la especie de la piel no se puede decir nada sobre el origen. También en la Antigüedad se 132

usaba ya la piel de cerdo, y en Italia siguieron usando cabra cuando en el centro europeo el cerdo ya era prácticamente el único proveedor de la piel.

Existen numerosos pergaminos que han sido usados repetidas veces, limpiados cada vez de su texto anterior. La luz ultravioleta y la luz de Wood acusan el antiguo texto. Especialmente en documentos sueltos es una investigación muy conveniente y a probar siempre. Las tintas antiguas contenían normalmente sustancias acidas que afectaban al fondo alcalino del pergamino más profundamente que la penetración de las partículas colorantes. Por este efecto, el texto borrado sale normalmente bajo las lámparas de luz ultravioleta y en especial bajo la luz de Wood. Usando filtros de selección o rayos inflarrojos se puede fotografiar exclusivamente el texto borrado, cuyo desciframiento es entonces más fácil, por no verse dificultado por el texto visible a luz normal.

Para la investigación de pergaminos sirve la luz de Wood solamente en algunos casos (ataque inicial de cáncer de pergamino, que también se puede ver prácticamente en luz normal por diferencia de la transparencia). En la mayoría de los casos, el medio más eficaz en pergaminos es la fotografía infrarroja. Se usa también en papel quemado, para hacer otra vez visibles tintas, etc., y para diferenciar el daño químico de daños mecánicos. La longitud de onda que se suele usar en la fotografía infrarroja es de 7.0009.000 A ; en la astronomía también hasta 13.000 A . Para papel es 7.000 la banda más importante; en pergaminos se suele usar 7.000 y 8.S00-9.000 A separadamente.

Una vez sustituido generalmente el pergamino como fondo de textos su aplicación, siguió como material de encuademación hasta finales del siglo xm. Hoy, salvo para aplicaciones de lujo, ya no se usa.

lgb)

TINTAS

lgb-a) Historia Se disputan el honor de haber descubierto la tinta los egipcios y los chinos. Si bien los papiros de la época media están escritos con alguna suspensión cuyo componente colorante era negro de 133

humo, los papiros más antiguos posiblemente han sido escritos con otros procedimientos. Por tanto, es posible que ganen los chinos con su tinta china, que, según dicen, inventó TIEN TSCHEN alrededor de 2.600 años a. Cr. Se fabricó e incluso se negoció ya ampliamente las tintas chinas en la dinastía SHANG, período al que debemos también el invento de la antigua escritura china. Es curioso que la tinta china existía ya antes de la escritura, sirviendo para pintar la cerámica (estación de Yangshao-Panpo y de Kansu, la cerámica de bandas). Recientes descubrimientos arqueológicos hacen posible que la tinta sea incluso más antigua aún, perteneciendo ya a las culturas del final del mesolítico. Estas antiguas «tintas» realmente eran lacas muy fluidas a base de negro de humo. El invento de la tinta de sepia se lo debemos a los griegos, que lo fabricaron con el contenido de las bolsas de tinta de las diferentes especies del género Sepia, principalmente Sepia officinalis. Posteriormente los chinos lo prepararon también, preferentemente en el sur. Las primeras tintas químicas, a base de hierro, ya se conocen de manuscritos del primer siglo a. Cr. Los tipos de sulfato de hierro y extractos de agallas se generalizaron al principio de la época medieval. Como curiosidad se debe citar de esta época las tintas de púrpura de los emperadores de Bizancio, que se fabricaron partiendo del extracto del caracol Purpura lapillus y que, según el plazo de su exposición al sol, se coloreaban primero verde, luego azul y finalmente de tono purpúreo. Otros tipos raros de tintas son las tintas metálicas de oro y plata que usaron los claustros medievales y que son suspensiones en aglutinantes o gomas de los metales nobles. A l principio del siglo xrx observó REÍD que la pudrición de las agallas por mohos transforma a los ácidos tánicos en ácido gálico, que, con el sulfato del hierro trivalente, resultaba en una tinta de tono mucho más fuerte. E n 1832 propuso BERZELIUS sustituir el sulfato de hierro por vandanato de amonio, más fuerte aún, y por primera vez se obtenía una tinta casi neutra en su reacción, aspecto importante entonces, porque la misma no atacaba a las plumas metálicas. En 1847 desarrolló RUNGE la «tinta de madera azul», sustituyendo el extracto de agallas por el mismo de la madera campeche (Haematoxylon campechianutn) de América Central y la parte metálica por cromato potásico, obteniendo así por primera vez una 134

tinta totalmente neutra. La primera de estos tipos neutrales, la del vandanato, pierde lentamente su color, al principio intenso, y la del campeche es fácilmente extraída del papel. Por esto, LEONARDI, en 1856, introdujo un nuevo tipo de la tinta ferro-gálica, que se llamó tinta de alizarina por contener algo del colorante de la planta rubia (Rubia tinctorum), un derivado de la alizarina. Pero su eminente progreso técnico se debe a que contenía sulfato de hierro bivalente, siendo la primera tinta que era una solución y no una suspensión de pigmentos. No se necesitaban aditivos de goma arábiga, etc., para mantener la suspensión. Daba primero un texto de tono poco fuerte que, luego, por oxidar el hierro bivalente al trivalente, se ponía muy fuerte. Para ver bien el texto inmediatamente se usaba el extracto de rubia, que luego se sustituyó por ácido indigosulfónico, porque éste frenó además la formación de hierro trivalente en la tinta aún no usada. Por penetrar así el colorante al papel, se formaron textos mucho más estables y difíciles de borrar. Con la tinta de indulina, que ofrecieron COUPIER y COLLIN en 1873, empieza la época moderna de las tintas sintéticas, que rápidamente se introdujeron. Las tintas de copiar, hechas a base de violeta de metilo y de eosinas, desarrolladas poco después, permitieron por primera vez hacer copias que reprodujeron también ópticamente exacto un texto y, al principio de nuestro siglo, ya se había llegado a tipos más desarrollados que permitieron el sistema de la multicopia. Así, las tintas se unieron nuevamente en su aplicación, que con el invento de la impresión de libros se separó en las dos ramas, de las tintas de escribir y las de imprimir. De las tintas gráficas sabemos que existieron ya antes del invento de GUTENBERG y se usaron para reproducciones artísticas y de textos (en China ya en el primer siglo a. Cr., en Europa en la edad medieval), pero de sus composiciones no hay datos concretos. Desde que se generalizó la impresión existen formularios de tintas gráficas que entonces los impresores fabricaron aún por su cuenta. Incluso las de color se hicieron estilo casero, lo que permite identificar la autenticidad de los impresos de la primera época. A partir de 1600 d. Cr. se manifiesta cierta descendencia de las calidades del color, que a su vez se superó cuando el invento de SENEFELDER (1798), la litografía, daba un nuevo empuje a la técnica de la impresión. 135

Poco después se empezaron a fabricar industrialmente tintas gráficas en muchos países. E l privilegio industrial más antiguo que hemos localizado data de 1751, en Munich, para Johann Jakob MORSCHER, pero el primer fabricante conocido era M . HUBER, de Munich también, que en 1780 empezó a producir las sustancias de tintas secas y luego suministraba las mismas ya preparadas y listas para su uso. A l final del siglo xix se empezaron también a fabricar tintas gráficas con colorantes sintéticos, si bien hasta hoy las mismas no han alcanzado la estabilidad de las tintas de pigmentos.

lgb-b)

Componentes de tintas de escribir

Las tintas chinas antiguamente eran suspensiones de negro de humo en laca de coccinilla o de aceites de maderas. Hoy, en Europa se usan jabones de goma laca con bórax, o con hidrocarbonato de amonio, como medio de la suspensión. Últimamente también se usan soluciones alcalinas de resinas sintéticas. Las tintas de agallas han sido primero suspensiones de las sustancias resultantes de la reacción entre los ácidos tánicos, luego también del ácido gálico, con el sulfato del hierro trivalente. Para su estabilidad contenían algo de goma arábiga y diferentes ácidos. Los últimos, muchas veces, puestos en cantidad excesiva a la fórmula, quemaron entonces gravemente el papel (figura 57). Siempre hicieron algún daño, porque su contenido de ácido sulfúrico y clorhídrico, es dañino también en baja concentración. Las agallas más consideradas eran las «agallas de Alcpo», de los cardos y las que procedían de Persia. También eran famosas las «agallas de puntas» que venían de China. Todas las agallas son crecimientos anormales de los tejidos de plantas atacadas por avispas parasitarias (Cynipidae) como la Diplolepsis quercusfolii en robles (figura 55) o la Rhodites rosac en rosales. De las agallas europeas se consideraron como más finas las de ciruelas. Los citados tipos alcanzan desde el 58 por 100 (Alepo) hasta el 77 por 100 (ciruela) de sustancias tánicas. Aparte usaron tintas con taninos de otras procedencias, pero eran de inferior calidad. Las tintas griegas se elaboraron con varias agallas raras procedentes de la zona del Eufrates-Tigris.

Tintas ferrogálicas. Modernamente se partió de los ácidos tánico y gálico sintético y de sulfato de hierro bivalente, añadiendo como ácido libre una mezcla de ácido clorhídrico y de fenol o clorome136

tacresol. Estas «tintas de documentos», o «indelebles», fijadas en diferentes normas oficiales en muchos países europeos y americanos, tenían que resistir a la prueba de deslavación con agua, agua y alcohol de 1 : 1 y de 85 : 15. Las llamadas «tintas de plumas estilográficas» eran también tintas ferrogálicas, muy filtradas y con un contenido mínimo de goma arábiga. Las tintas reinas, de fórmula «secreta», eran tipos que se parecían ya a las tintas indeslavables del último siglo. Eran de color «negro de humo», que se obtenía con adición de alguna sustancia de plata y un oxidante que, al secar, dejó óxido de plata en el papel. Muchas veces son tintas cortantes por los «estabilizadores» de la mezcla, que era normalmente ácido nítrico. A l mismo grupo pertenecen las tintas galactomarciales, si bien ignoramos cómo llegaron a su nombre pintoresco. También su uso, preferentemente para documentos, era el mismo que de las anteriores.

Las tintas de colorantes sintéticos son soluciones de los colorantes con aditivos de colas. Normalmente no aguantan mucho tiempo a la luz del sol, pero son menos deslavables aún que las buenas tintas ferrogálicas. Se suele usar para plumas estilográficas. Las tintas comunicativas, o de copiar, contienen colorantes, como derivados de alizarina, violeta de metilo, eosina, etc., y, caso de que sean para copiar con papel de copia mojado de un texto seco, azúcar y ácido salicílico. Si son para multicopistas llevan glicerina, dextrina, azúcar y ácido acético. Las tintas de registración son parecidas en la formulación del colorante, pero como portador contienen agua con glicol y, para graduar el plazo de su secamiento lento, una mezcla de glicerina y alcohol. Las llamadas tintas indeslavables contenían antiguamente nitrato de plata y, ahora, una mezcla de hidrocloruro de anilina y sulfato de cobre como colorante negro. Las tintas simpáticas, o secretas, son soluciones de sustancias invisibles una vez seca la tinta, que se revela entonces con otra sustancia o se puede leer bajo la luz ultravioleta. Para el último procedimiento se usa hoy blanqueadores ópticos. Estas sustancias se suelen añadir hoy también a las tintas de documentos, haciéndolas así imborrables, especialmente para las tintas de sellos en los pasaportes, etc. 137

lgb-c)

Tintas de sellos y para máquinas de escribir

Las tintas para los sellos de goma son parecidas a las tintas comunicativas para multicopistas; si el sello es metálico (relojes de control, etc.) contienen aceites que secan. Así ya se acercan a las tintas gráficas y de las máquinas de escribir. Las tintas para cinta de máquina son negro de humo y colorantes solubles en grasas, tomando como base aceites y ácidos grasos. Las tintas para cintas plásticas y para escribir documentos no deben contener ácidos grasos, solamente vaselina y algún secante, normalmente derivados metálicos del ácido nafténico. lgb-d)

Tintas gráficas

Su composición se distingue fundamentalmente del grupo anterior por estar libres de agua ya en su forma líquida. En principio son mezclas de algún pigmento o colorante con aceites que secan. Sus demás componentes son aditivos que dan a la tinta características que facilitan su manejo en la operación de aplicarlas a las máquinas de impresión o su contacto con el papel en el momento de la imprimación, y lo su secamiento inmediatamente después. Salvo en dos casos que citaremos a continuación, estos aditivos carecen de interés para nuestros conceptos de la conservación. Tintas gráficas antiguas. Las que usaron los chinos y coreanos no se distinguen mayormente de las tintas (lacas) chinas de escribir usadas entonces. Puede ser que modificaron su fluidez, pero esto ya no podemos averiguarlo (*). Las tintas gráficas de las primeras impre(*) La duda sobre este punto parece insignificante, pero el hecho de no haber podido distinguir bien, según sus tintas, a las primeras impresiones coreanas, dejaron, durante cierto tiempo, discutida la gloría de GUTENBERO de ser el inventor de la moderna impresión con letras sueltas. (La posibilidad teórica la citó ya CICERÓN, en 45 a. Cr., y PICHINO, en 1041 p. Cr., componía planchas de letras cerámicas pegadas con cera y resina.) Por lo menos existen fundamentos para suponer la anterioridad de inconocidos inventores coreanos que mejoraron el sistema de PICHINO. La gran distancia —que podia explicar la cosa como doble invento, por no conocer el resultado de los coreanos—, no es argumento muy fehaciente. Por ejemplo, el primer libro impreso con letras de imprenta hecho en España (Los trobes en Lahors de la Verge María, Valencia, 1474) sigue a GUTENBERO con un plazo de pocos años. Como ya hemos visto en la proliferación del papel en el mundo árabe, también entonces habla un intercambio rápido de las técnicas.

138

siones europeas han sido principalmente aceite de linaza cocido con negro de humo y resinas como secantes. A l principio del siglo XK se conocía en Inglaterra ya fórmulas que, por transformar en jabones metálicos a las resinas secantes, permitían adaptar la fluidez de las tintas al ritmo de la impresión y a la velocidad del rollo recargadero de la tinta encima del texto compuesto. Entonces las tintas eran más lentas en su secamiento y se protegieron las reproducciones de color con hojas de papel de culebrilla o de seda. Estas primeras tintas gráficas quedaron, también hasta hoy, débiles a sustancias tensoactivas que se suelen usar en suspensiones y aerosolos de insecticidas. Esto obliga a mucha reserva de usar los «spray» en la restauración: Aplicando algún producto de estos en un caso de restauración, hay que asegurarse que el material está hecho para el uso en libros o comprobar previamente su segura inocencia. Esto rige más aún si son impresos de color, pues pueden modificar totalmente su aspecto. Los pigmentos antiguos son normalmente muy estables, si se trata de pigmentos minerales. Débiles son unos colorantes primitivos con que colorearon pigmentos indiferentes. Su debilidad se nota hoy ya a primera vista. Tintas gráficas modernas. Hasta hace poco siguieron primordialmente en uso los derivados rectificados del aceite de linaza y de los aceites de pescado que se llamaron generalmente «aceites standoilizados». Los primeros son mayormente inalterables una vez secos, pero los segundos, que se usaron desde mediados de los años veinte hasta hace unos quince años, o menos aún, secan pero no irreversiblemente. Disolventes orgánicos pueden disolverlos de nuevo, por lo menos en parte. En caso de tratamientos se debe tener las mismas precauciones que con los citados casos de tintas antiguas. Hoy ya se usan generalmente soluciones de resinas plásticas y todas éstas secan irreversiblemente, salvo por unos disolventes muy especiales y sólo en circunstancias a que no llegamos nunca en algún tratamiento o en la restauración. Hoy casi siempre se añaden aglutinantes, como alginatos, colas vinilicas, etc., para dar al material una consistencia más espesa. Para nuestro punto de vista es una ventaja notable, porque el aglutinante protege luego también la tinta seca.

139

De las numerosísimas formas y tipos de colorantes y pigmentos no conocemos ningún caso práctico de debilidad a sustancias de impregnación. Los colorantes, generalmente más débiles a la luz del sol, también lo son a ácidos (muchas sustancias germicidas son ácidos débiles) y, en caso de amplios tratamientos, a pesar de que no conocemos hasta ahora fallos, conviene una prueba previa y el ensayo de envejecimiento en cámara húmeda y caliente. Los pigmentos minerales, tanto los naturales como los sintéticos, aguantan bien a influencias químicas de su alrededor, si no son sustancias muy agresivas, que entonces también dañan al papel. Esto rige principalmente para las tintas, hechas para los procedimientos modernos de impresión. Estos procesos exigen resistencias contra álcalis, aceite, parafina, agua, disolventes, calor, etc., y permiten confiar en estas tintas gráficas también en caso de tratamientos antiparasitarios.

lgb-e)

Tintas nocivas

Para el papel son más o menos nocivas todas las tintas ferrogálicas antiguas y siempre es solamente una cuestión de cuantía del daño. Un aspecto típico de este daño lo indica la figura 57. Daños que hasta hoy aún no se han producido, ya no se debe esperar. Si bien en la restauración conviene neutralizarlas, es importante añadir entonces algún germicida, porque, en caso de que se trate de tintas con componentes amónicas (muy dañinas para el papel son las monoamónicas), su neutralización las transforma en un fertilizante del desarrollo de hongos y bacterios, que entonces pueden terminar fácilmente el daño empezado por los ácidos.

Algunas tintas de color, entre las antiguas, contienen sustancias muy tóxicas, como el verde de Schweinfurt, derivado del arsénico. Se conoce daños a personas en habitaciones pintadas con este colorante, debido a un hongo (Phoma pigmentivora) capaz de eliminar el arsénico como gas. De los libros conocemos solamente el curioso caso de que estas tintas protejen contra bibliófagos, causando a veces aspectos llamativos en la destrucción por insectos, como indica la figura número 56. Entre las tintas modernas no conocemos tipos notablemente nocivos para el papel, si bien muchas son todo, menos ideal. 140

lgc)

COLAS DE LA ENCUADERNACIÓN

Las antiguas colas pueden traer muchos problemas en condiciones climáticas no óptimas. Entre las colas modernas, mayormente sintéticas, es solamente el ambiente tropical el que merece un estudio de los límites. lgc-a)

Colas de la encuadernación antigua

En su mayor parte las colas eran cola animal, o de pescado. En el último siglo ampliaron la gama a colas vegetales, como dextrina y, para pegar papeles al interior de las encuademaciones de pergamino, ya usaron simples harinas cocidas. Todas estas colas, aparte su debilidad a la humedad, favorecen siempre al desarrollo de las larvas de Anobíidos y atraen varios tipos de destructores que sin la existencia de estas colas no hacen daño, como, por ejemplo, Sitodrepa, Blatóidos y otros. L o peor son colas animales, en caso de la posibilidad que se presenten coleópteros bibliófagos de la familia Derméstidos, que están activamente atraídos por estas colas. Si coincide con algo de humedad, como es frecuente en las costas septentrionales de nuestra península, destruyen rápidamente y en forma muy grave los lomos, cortando los hilos de la encuademación deshaciendo así todo el libro. Colas gelatinosas (de animales) también son un sustrato bueno para Ficomicetes (moho, etc.), que una vez fijado en los cantos interiores de las hojas empiezan a penetrar al papel cada vez que las oscilaciones de la humedad relativa del aire les permite su desarrollo. Si la misma se reduce, forman, en el límite alcanzado, hifas y esporas resistentes que frecuentemente son portadores de colorantes naturales de la especie, manchando entonces en forma ondulada el papel (figura 432) y finalmente rompe el libro en la, también típica, forma de escalones (figura 222)

141

lgc-b)

Colas modernas en la

encuademación

Cuando hicimos la primera edición, en 1960, lamentábamos que las colas sintéticas se usaban en España aún en forma muy escasa. Hoy han conseguido dominar el mercado y todas las cosas no sintéticas han pasado o pasan rápidamente a la historia. En las encuademaciones de este siglo hay que esperar principalmente colas vegetales, ya modificadas en su molécula natural en el curso de su fabricación, como las dextrinas de alta temperatura. Son neutrales y ya poco atractivas para los bibliófagos, si bien no son resistentes. Esto, ni los tipos totalmente sintéticos lo son. En la encuademación, del último y de este siglo, en cuero se ha usado mucha cola de pescado, pero también ya tratada para normalizar su viscosidad y adhesión. Con esto se ha reducido mucho su atractividad para Derméstidos, pero no para Ficomicetes. Por tanto, el principal peligro en esta clase de encuademación es el daño por los citados microorganismos.

lgc-c)

Colas sintéticas

de la

encuademación

Son, prácticamente, el acetato de polivinilo y las colas autoadhesivas. Ambas merecen nuestra especial atención. Acetato de polivinilo. Estas colas son emulsiones del plástico en agua. Existen múltiples calidades, con y sin cargas adicionales. Como carga usan harinas (en los tipos baratos) y siliconas. Para la encuademación nos convienen solamente los últimos tipos. Su reacción, una vez seca la cola, es prácticamente neutra y a partir de cierta carga de silicona no son débiles ya a microorganismos si estamos en un clima europeo. En clima tropical se fermentan incluso en seco con relativa facilidad y es imprescindible añadir germicidas. Con éstos existen ciertos problemas técnicos; no conviene hacerlo caseramente, se puede dañar mucho la eficacia de la cola. Por ejemplo, la adición de pentaclorofcnato sódico dificulta ya su secamiento en porcentajes muy por debajo de la eficacia absoluta del germicida en el trópico (2,5 %). Por otra parte, exigiéndolo al fabricante que añade germicida para una buena resistencia en el trópico, no ofrece ningún problema al mismo. Es bien conocido ya el comportamiento de los diferentes germicidas con el acetato de polivinilo.

142

Otro aspecto importante es la elasticidad que queda a la cola seca. Para la encuademación debe contener en su formulación plastificantes en proporciones parecidas a las que se usa para embalajes de cartones elásticos, pegados. La adición de resinas de siliconas y disolventes, aparte de que sirven para graduar la elasticidad, hace las colas extraordinariamente resistentes contra el clima. Incluso largas temporadas de ambiente con elevado grado de humedad y el contacto directo con agua no alteran la coladura o la envejecen anticipadamente. E l envejecimiento de estas colas es principalmente por luz ultravioleta y se suele recomendar el uso de las sustancias de protección contra rayos de banda corta, como indicamos en la figura número 455. Con adición de ciertos disolventes, de elevado punto de ebullición y de nitrocelulosa, se obtiene las «colas para la encuademación sin hilo», pegando el lomo directamente contra las hojas. Colas autoadhesivas. Si bien, indudablemente, con ellas correctamente aplicadas se obtienen adhesiones perfectas y no son nocivas para su alrededor, en la práctica son hasta el momento una pesadilla de la conservación. Exigen elevados conocimientos de su química y técnica de aplicación. Esta exigencia es inversamente proporcional a su extraordinaria facilidad de aplicación. Papeles autoadhesivos, folias plásticas de la misma característica, etc., reducen tan masivamente el costo de mano de obra que se han introducido rápidamente a todos los sectores del trabajo industrial y así también a la encuademación moderna. L o que pasa es que muchos tipos corrientes cambian sus calidades según el ambiente en que están, pierden fuerza de adhesión o se aumenta su dureza, penetran de repente al medio portador, pegándose a superficies que no debían sujetar, etc. Esto ocurre ya en el verano en Europa y en el trópico el problema es permanente. Por otra parte, bien elegido el material, son de buena utilidad y duración. Hay tres principales grupos: Los derivados de resinas de siliconas y siloxanos, que son útiles en caso de ser endurecidos para elevadas temperaturas y resisten a humedad permanente. El éter polivinil-isobutllico, que es el producto corriente que no es útil para aplicaciones duraderas.

143

Y los esteres del ácido polimetaacrílico y poliacrílico, cuyas combinaciones resultan en los tipos siempre perfectamente adaptables a su destino y que entonces tienen excelente duración, pero son caros aún.

lgd)

E L MATERIAL DE LA ENCUADERNACIÓN

Entre los materiales de la encuadernación antigua es el cuero el que paso a paso sustituyó al pergamino y que tiene importancia en la tarea de la conservación de libros; además, a partir del último siglo, los cartones de toda clase. Las telas, al contrario, no ofrecen ningún problema práctico encima de los genéricos que también ofrece el papel. Cuero. En los cueros antiguos no siempre está bien hecho su curtido, conservando el material restos de las sustancias oxidantes que entonces, con el tiempo, hacen muy frágil el material y su superficie se desgasta fuertemente. A la acción biótica, al contrario, estos cueros son menos débiles. También los cueros modernos, curtidos industrialmente, son prácticamente inatractivos a los bibliófagos, pero naturalmente los destruyen mecánicamente si los tocan. Los bibliófagos que atacan al cuero son, como los del pergamino, organismos polífagos y mayormente los mismos que en el papel atacan a las colas. Se llama cuero, como es sabido, a las pieles tratadas con ácidos tánicos y cromatos para transformar el tejido de la subcutis en un conjunto de fibras elásticas, resistente a la fermentación por microorganismos en condiciones normales. Los cueros antiguos, muchas veces no totalmente libres de grasas, antes del tratamiento con ácido tánico, o desgrasados con alumbre que parcialmente quedó en la fibra, son los más dudosos. Desde que el ácido crómico y sus sales del potásico y sodio entraron en la técnica de curtir, ya son raros los casos de mala conservación.

Pergamino. Hoy es material de lujo. Por su antiguo uso en abundancia hemos citado ya los antiguos pergaminos como propio capítulo liga)]. Las modernas fabricaciones son prácticamente cueros hechos «estilo pergamino» y se comportan como cueros. Telas. La encuadernación en tela, muy usada en los últimos ochenta años, ofrece casi siempre los mismos problemas que el papel, por ser preferentemente tela de fibra de celulosa. Están, a veces, más fácilmente atacados por bacterios y por hongos primitivos, porque la cola con que se pegó la tela sobre el cartón mejora las 144

condiciones para ciertos celulosófagos polífagos. E l problema es muy fuerte en las zonas tropicales. Modernamente, con el uso de colas sintéticas, se reduce en parte, pero aumenta de nuevo el problema si se usan recubrimientos de plástico encima de la tela. Hemos visto ya casos desastrosos en bibliotecas de clima caliente; especialmente con fuertes cambios de temperatura se producen condensaciones que forman verdaderas cámaras de incubación debajo de la capa de plástico. Cartones. En el último siglo han entrado muchos de sus tipos nocivos a la encuademación. Especialmente los cartones surrogatos y los tipos triplex que contienen un alma de cartón de baja calidad, estando recubiertos por otra clase de mejor calidad, son muy perjudiciales porque su acidez, que casi siempre es ácido sulfúrico o ácido clorhídrico, penetra con el tiempo al mismo libro o, en las bibliotecas, incluso a los de su lado. Se puede subsanar el defecto pegando al interior una hoja de papel de barrera, que son papeles impregnados con cola de melamina e incorporados de estearatos como carga. En la encuademación moderna se pretende esta protección, a veces ya de antemano, usando estos papeles como primera hoja.

Detalles de los cartones citamos en el índice de los papeles [capítulo ldc)], donde figuran también los cartones de importancia para la encuademación. Modernos cartones, recubiertos de hojas de plástico, como se usa hoy mucho para libros de bolsillo y para libros técnicos, deben ser de buena calidad de material interior e impregnados si van al trópico; caso contrario se descompone el alma fácilmente por fermentación, deshaciéndose totalmente las tapas del libro. Plásticos. Se están usando ya multitud de plásticos como encuademación. Las principales dificultades iniciales, rápido envejecimiento (rajamiento del material) y despegado de los lomos (normalmente no se suele usar el clásico método de encuadernar al hilo, sino pegando las páginas al dorso), se ha superado totalmente. Desde simples folias de cloruro de polivinilo hasta bonitas imitaciones de cuero y pergamino, por varios materiales diferentes, se usa para libros técnicos y de calidad. Folias son preferentemente de polipropileno, telas de poliacrilatos, imitaciones del cuero son de politeno, pero también de varios otros plásticos, según la calidad del libro. 145 10

E l material resulta normalmente inerte hacia el papel, si no son los cartones sobre que se pegaron el material que aportan acidez. Menos indiferente son aún a daños biológicos, porque los plastificantes del material muchas veces no resisten a bacterios. Es capítulo de actualidad en la microbiología buscar sustancias plastificantes que sean indiferentes a bacterios. De momento debemos considerar como posible que son origen de una infección, porque fácilmente hay humedad por microcondensaciones al interior de estas cubiertas, portándose el material físicamente muy diferente al papel. Hongos, al contrario, parecen ser más raros en estos materiales.

lh)

LITERATURA DE INTERÉS PARA EL PRIMER CAPÍTULO

Siendo este capítulo preferentemente una compilación de la técnica del papel y de la impresión, que hemos filtrado por el color de nuestras gafas de conservador, necesariamente resulta desigual, en su información sobre los diferentes sectores, si se desea usar como introducción a la técnica del papel. Para profundizar sobre la fabricación del papel y la técnica de impresión es, por tanto, importante leer los tratados correspondientes y los capítulos sobre el tema papel, imprenta y celulosa, en las enciclopedias técnicas. Para mayor facilidad hemos marcado estas obras genéricas con dos estrellas (una estrella significa que la obra tiene amplio Indice de literatura).

A U T O R E S ANDRES (006-1, 006-2). AN6NIMO (007-1, 007-4, 007-6, 007-7, 007-21, 007-25, 007-26). • BARROW (014-1, 014-2, 014-4, 014-5, 014-6). BAUSCH + SCHROTH (017). B L U M (034)»*. BORDEN + GUTKIN (039). BRAGG (042). BREHMER (047). BROWN + PUNSHIN + FORSAITH (053). BROWNING (054A) • * . BUSTAMANTE (058). C A L K I N (060) »*.

146

CARPLNTLK (065) CARTER (066). CHAPMAN (070). COBO (078). CROOK + BENNETT (083). D I E H L (089). FAYYAZ M A H M U I (108-1, 108-2)**. F l L L l O Z A T (112). FONT QULR (115). FUERSTAUER (126). GALLO, A . 130-1). GALLO, P. (132-2). GlANINI (140C) * • . GOLD (146).

GORDON-COOK ( 1 4 6 B ) * ' . G R A I T (147) • * . GROZZA (152A). • H A O E N , V . (157-1, 157-2). H I L L (168). HILTON (168B). * HOLLEMANN + WIBERO (173). HOUWINK + SALOMON (176). * HUBER (177). HUNTER (179-1, 179-2, 179-3, 179-5) **. HUSSEIN (179C). K A L B (190). KARABACEK (193). KARRLR (195). K E I M (196A).

179-4,

K I R K + OTHEIMER (205) * * . K L A E S C H (206). • K O L L M A N (210) • • . * K O R N + BURCSTALLER (211) * • . KOTTE (212-1, 212-2). KRAEMER - KOELLER (217-2**, 217-7). KUANO-CIIUNO (225). K U N Z E + RUECKL (227). L E N Z (237). LONDON (242). MACKENZIE (250).

217-3,

M A H L K E + TROSCHEL + L I E S E (252). MEYER + M A R K (266). MIURA (271). MOSHER (274). MUNSELL (278) **.

NAEGELI (280). NARITA (280A-1, 280A-2). NAVARRO SACRISTAN (280B-1) • * . NAVAS (281). • NIEUWENBURG + LIOTEN (285). O H L (291). OLSON + SHERRAD (293). PLINIUS (305A). POORrENAR (309). P o u (312A). RLNKER (322). R i c o Y SINOBAS (323). RUPPEL (334). SAHAOÜN (340). SCHAEFFER (349). SCHIKORRA + V O L Z (356). SCHORCER (558). SCHWALBE (360). SCHEWEOE (361). SHEARON (364). SHIGERU + KOICHI + TADAO (364A). SPEISER (376). STAMM (378). STAMM + HANSEN (379). STAUDINGER + SIGNER (380). • TRENDELENBURG (394) • * . • ULLMANN (396) * • . V A L L S Y SUBIRA (397A). WAENTIG (405). • W E I S S + CARRUTHERS (419). W E N Z L (420). WOLDERINO (428). WOOLEY (430A). YAGÜE-GIL (431A).

147

II.

A G E N T E S BIÓTICOS DAÑINOS P A R A E L P A P E L Y LIBROS

El problema de la descomposición de papel por organismos se presentó ya con los antecesores del papel. Tanto papiro (figuras 167, 381) como pergaminos (figuras 168, 394) son objeto de la agresión por bibliófagos. Consecuentemente, ya en la Antigüedad encontramos insectos y hongos citados en la literatura como dañinos para archivos y bibliotecas. El «colega» más antiguo que hemos podido localizar parece que ha sido MOISÉS, que instruyó a Joshua sobre cómo defender los documentos contra bibliófagos mediante aceite de cedro y en cápsulas herméticamente cerradas. Luego siguen AUSONIO, ARISTÓTELES, que, según parece, conoció incluso ya un enemigo de los bibliófagos (Chelifer), Marciano CAPELLA, HORACIO (Scrinium), PLINIO el Viejo, Publio Papinio STATIO y Marco VITRUVIO POLLIO. Los dos últimos citan, como primeros, el daño por Ficomicctes y otros hongos. ANTIPHANES de Macedonia, por fin, usa ya irónicamente el término bibliófago, o gusano de libro, para los que leen sin asimilar bien lo leído.

El primer español que se ocupó de los bibliófagos ha sido SAN PACÍAN, obispo de Barcelona, que hizo —dentro de una flamante manifestación contra la filosofía de los innovadores— un exhorto de los bibliófagos y recomendó contra ellos el uso de aceite de cedro. Otro santo colega, SAN ISIDORO de Pelusium, describió, como primero, detalladamente el daño que causan y el volumen del mismo. La literatura, hasta principio del último siglo, ya no ofrece notable avance de nuestros conocimientos por encima de lo citado en los mencionados autores. En serio empieza la investigación hace unos cien anos, limitándose principalmente a insectos.

149

Una consideración compleja del problema, incluyendo los microorganismos en el mismo, ha empezado hace escasamente cuarenta años, principalmente en Italia y encabezado por nuestro muy ilustre colega GALLO (130) e hijos (130A, 131. 131A, 132). Muchas veces nos ha sido planteada la pregunta: ¿y por qué hay tantos insectos, hongos y bacterios que destruyen papel? Esto es una cuestión del equilibrio biológico e incluso del equilibrio de nuestro planeta. La celulosa es, como ya se ha dicho, la sustancia que más abunda en el mundo, formando en peso un cincuenta por ciento de todo el dióxido carbónico que asimilan las plantas del aire. Sin que la naturaleza se ocupara de retomar esta inmensa cantidad al ciclo vital de nuestro planeta, se extinguiría la vida terrestre. Existen cálculos muy variados sobre las existencias totales del dióxido carbónico en la atmósfera del mundo. La cantidad más citada como probable está en unos 1,1 * 10" kg. (ciento diez mil millones de toneladas), y los cálculos del plazo en que las plantas lo consumirán, asimilando toda esta cantidad, oscilan entre 2-35 años. Pero una disminución notable causarla ya gravísimas modificaciones climáticas, con daños posiblemente irreparables del equilibrio en la naturaleza. Si desglosamos, en porcentajes, las aportaciones de cada grupo que descompone material orgánico y devuelve el dióxido carbónico a la atmósfera, se llega a cifras inesperadas: Toda la acción industrial del hombre no llega al 2-3 por 100; toda la respiración de organismos vivos del reino animal del mundo aporta otro 6-7 por 100, y el inmenso resto del 90 por 100 lo debemos a la descomposición del detritus orgánico en el suelo, respectivamente en el agua.

El mayor factor de consumo de C0 , con más del 95 por 100, es la fotosíntesis de las plantas superiores, y su devolución al ciclo de la vida está realizada preferentemente por los organismos que pueden descomponer la celulosa. 2

Se comprende fácilmente que es esencial conservar este equilibrio vital y, por tanto, la naturaleza ha puesto un verdadero ejército de organismos que se ocupan de descomponer el material vegetal muerto, biológicamente inútil para el ciclo natural. Es pura casualidad que nuestro papel, por componerse principalmente de celulosa, también es víctima de esta acción rigurosa. Por otra parte, si deseamos excluir algún objeto del equilibrio natural, forzosamente debemos poner un contrapeso en el otro platillo de la balanza: nuestra ciencia de la conservación. 150

Hay pocos ejemplos más llamativos para la discrepancia entre el valor biológico de un material y de su importancia para nuestros intereses culturales: Papel, para nosotros el portador de la mayor parte del alma de nuestro progreso humano y de los conocimientos adquiridos durante miles de años, es en sentido biológico, simplemente un detrito transformado, malamente útil para la alimentación de algunos individuos que tienen casualmente suficiente elasticidad en su bionomía para que puedan adaptarse a la pobrísima vida de un bibliófago. Podíamos tratar, como grupo bien determinado dentro de los bibliófagos, los organismos que son capaces de destruir dialíticamente y mediante fermentos la macromolécula de la celulosa en el papel sin que se desintegre inicialmente su hoja. Son principalmente bacterios y hongos, de los últimos preferentemente los primitivos. Entre los procedimientos que usan ya hay varios sistemas encimáticos diferentes y, por fin, también algunos insectos y moluscos son, por lo menos parcialmente, capaces de digerir directamente y sin simbiosis la celulosa. De la mayoría de los bibliófagos mayores sabemos que necesitan para consumir la celulosa una simbiosis con microorganismos. De este modo, nuestros motivos para la separación serían más bien prácticos. Esperamos que la investigación sobre la conservación de objetos de archivos deberá concentrarse en este grupo de los cclulosófagos entre los bibliófagos en general, porque indudablemente son los verdaderos y habituales agentes dañinos y los causantes de un daño lento, mucho tiempo invisible, que finalmente llega al mismo resultado fatal que originan los bibliófagos grandes, pero más bien accidentales, como termites, etc.

Con el mejoramiento de los emplazamientos de archivos y bibliotecas se reducirá la importancia anteriormente aplastante— de los bibliófagos accidentales y se hacen más notables los daños habituales por la debilidad natural del material a los celulosófagos. E l carácter y la importancia del daño por hongos y bacterios ha sido objeto de mucha discusión científica. Una historia de la misma y del desarrollo de nuestros conocimientos en este sector relativamente reciente de nuestra ciencia la daba GALLO (130-3). Ciertos pasos importantes se los debemos a los estudios de OMELJANSKI (294), WAKSMAN (406-1), IMSCHENEZKI (181-3), WINOGRADSKI (425-1, 425-2), BONAVENTURA (036, 037, 038-1, 038-2) y VERONA (399-1, 399-2, 399-3, 151

399-4, 399-5, 400), una vez descubierta la fermentación de la celulosa por POPOW (310), en el año 1875. De todos estos trabajos resulta nuestro actual conocimiento, que a primera vista parece ya bien concreto, pero aún queda sin empezar realmente la investigación de todo el complejo de los daños a largo plazo. De este capítulo sabemos poco más de que realmente existe este daño y el mismo se puede acelerar catastróficamente si coinciden algunos factores favorables. Será de primordial interés ampliar nuestros conocimientos sobre estas enfermedades, digamos crónicas, del papel. Un problema importante es la posible introducción de especies dañinas procedentes de otros países o continentes. Debemos abandonar de antemano la primitiva idea de una defensa directa contra la introducción de una plaga. Si en alguna región existen para una especie condiciones climáticas y ecológicas favorables, con el tráfico mundial un día llegará la misma y su daño será proporcional a las condiciones que encuentre. Además debemos tomar muy en cuenta que no todas las especies viven por naturaleza en su área ecológicamente ideal. Conocemos casos muy importantes, como la expansión del escarabajo de la patata (Leptinotarsa decimlineata) o del hongo Endolhia parasítica, que, una vez introducido desde Asia, ha destruido en un plazo de treinta años los amplios montes de castaños en el norte de América. Han sido unas especies no consideradas en su día como de importancia alguna, pero de repente se lanzaron a penetrar el mundo.

Para nosotros, en las bibliotecas es, por ejemplo, de gran trascendencia la progresiva propagación de una especie de los termites de madera seca, Cryptotermes brevis (figura 241), procedente de América central, que puede causar importantes daños en bibliotecas, y lo hizo ya, por ejemplo, en las islas Canarias y varios sitios de la costa occidental de África, en las Filipinas y otros sitios del Asia oriental. Estas propagaciones espontáneas son también un factor de peligro siempre inminente si establecemos bibliotecas en países aún poco acostumbrados a la conservación de archivos. Allí pueden presentarse de repente especies locales, adaptándose al nuevo material papel, como ocurrió ya en el Brasil a finales del último siglo. Otro camino importante de la infección del papel con microorganismos que aumenta actualmente en su importancia es la industrialización de la fabricación de papel en países más cálidos. Allí la 152

probabilidad de que ya en la pasta de papel haya infecciones por bacterios celulosófagos es notablemente mayor. Con el agravante de que pueden ser bacterios que tienen sus límites y óptimos ecológicos de temperatura más cerca de las temperaturas en que se archiva luego el papel en estos países. Está comprobado ya repetidas veces que muchas esporas no solamente de bacterios, sino también de hongos, superviven el tratamiento en la fabricación y pueden desarrollarse en el momento preciso en que las condiciones del microclima dentro de un libro o legajo lo permiten. Incluso hemos hecho la prueba fácil de mojar papel, previamente esterilizado, en las aguas residuales que una fábrica de papel, en el norte de España, hecha al rio. Mantenido este papel sólo unos días en cámara húmeda, era suficiente para obtener una flora abundante de bacterios y hongos celulosófagos.

Hasta el momento hemos pensado siempre solamente en el estudio de proteger al papel contra microorganismos. Hoy día se presenta un fenómeno totalmente nuevo, provocado por los papeles sintéticos: debemos estudiar la manera de fabricar papeles que aún se destruyen por microorganismos. Con la reducción de la debilidad de las sustancias sintéticas se aumenta el problema de la destrucción del residuo si el papel actual se sustituyera totalmente por papel sintético. Por tanto, salvo en fabricaciones para fines especiales, donde el interés de conservar domina en mucho al interés de la fácil destrucción del residuo, no se pretenderá nunca la total conservación del papel. Esto también tiene como consecuencia que no llegaremos nunca a la situación que el material que entre en nuestros archivos será en parte estimable un material totalmente resistente a la destrucción biótica. Es más, en el estudio del papel estable que deseamos para libros y publicaciones de valor duradero, hay que tomar en cuenta la necesaria facilidad de su descomposición por camino natural de los ejemplares que no se archiva; aspecto que nos ha preocupado poco hasta el momento, pero será necesario considerarlo en el futuro.

2a)

CONSIDERACIONES METÓDICAS SOBRE LA INVESTIGACIÓN DE BIBLIÓFAGOS

Por todo lo que hemos expuesto, será necesario intensificar la investigación sobre el sector de los microorganismos bibliófagos. Debido a este motivo hemos dado más amplitud a la explicación de los métodos especiales de la microbiología para el estudio de los 153

destructores de la celulosa. No obstante, como en otra ocasión se ha dicho, no podemos citar aquí toda la técnica de la investigación que posiblemente se debe o puede usar para nuestra especialidad. Deseamos dar una orientación sobre los objetos y métodos especiales que no se suelen detallar en los libros de la microbiología y entomología. Limitándose a un sustrato tan especial como el papel, también los métodos se perfilan. E l campo en que durante los últimos veinticinco años se ha presentado una extraordinaria expansión metódica es la investigación microbiológica de la fermentación de celulosa. Esto se ha producido paralelamente al avance general en la investigación de los organismos que pueden transformar el detrito del suelo en materia nuevamente útil para la naturaleza.

2aa)

MÉTODOS DE LA MICROBIOLOGÍA

Los principios de la microbiología han sido las investigaciones de organismos patógenos de la higiene y de la medicina humana. Debido a esto, tanto la técnica como el concepto de la investigación microbiológica estaban dominados por el ambiente de este sector. Para citar solamente un ejemplo: la distinción entre bacterios aerobios y anaerobios, tan a rajatablas como en la medicina aún es mayormente justificada, en la patología de la celulosa es un concepto totalmente erróneo. El organismo vivo dispone de medios de defensa, por tanto, un bacterio que en un ambiente anaerobio, como en la sangre, no se desarrolla rápidamente, será víctima de esta defensa antes de que pueda hacer daño; por tanto, no es patógeno en sentido medicinal. A l contrarío, un bacterio que descompone celulosa en un ambiente sin oxígeno solamente con una velocidad cerca de 0, no deja de ser un organismo patógeno, porque el ambiente puede obtener casualmente algo de oxigeno o lo tiene en cantidad insignificante. En el primer caso podía producirse un daño explosivo (y se conocen casos de esto), en el segundo caso siempre será dañado el papel afectado al curso de los años.

Superando estos conceptos iniciales, estamos hoy delante de la tarea de enfocar la investigación desde unos puntos de vista muy diferentes, repitiendo parte de lo hecho ya y ocupándonos de nuevos aspectos que son, a veces, consecuencias de las modernas tareas de restauración. 154

Por ejemplo, conocemos ya casos en que se deseaba proteger documentos valiosos mediante laminación plástica, pero en realidad se han destruido los mismos definitivamente: ciertos bacterios fermentaron el objeto —de repente totalmente: habian encontrado, por la laminación, un microambicnte local que coincidía con su óptimo bionómico y, por tanto, se propagaron en masa.

Sobre la fermentación de la celulosa existe una amplísima investigación, publicada, en forma muy repartida, en los sectores referente a la alimentación animal, al cultivo de suelos (formación de humus, etc.), a la fermentación de maderas (fabricación de sus derivados químicos), conservación de madera (simbiosis de los xilófagos con microorganismos capacitados para la celulosólisis) y varios otros sectores más. No existe todavía una obra especial que reúna las investigaciones repartidas que se refieren, por lo menos parcialmente, a los celulosófagos (*) del papel. Lo que existe ya en cierta cantidad son investigaciones sobre daños de bacterios, etc., en papel y estudios sobre sus causantes; incluso han sido descritas varias especies expresamente como habituales destructores de papeles y libros. Debían ser objeto de comprobaciones; nos parece muy poco probable que existan, entre los microorganismos, numerosos especialistas exclusivamente para el sustrato papel. Si bien es seguro que algunos son más peligrosos en papel que otros, cuyas exigencias de estación, etc., no coinciden tanto con el sustrato y ambiente «papel», suponemos que hay especies cuyas formas de adaptación al papel parecen especies nuevas, pero son realmente reversibles. Toda la investigación de los celulosófagos está dominada por el problema de su cultivo. Los unicelulares que fermentan celulosa pertenecen, junto con los bacterios del sulfuro y del nitrógeno, a los grupos más difíciles de cultivar. Y entre los hongos primitivos fá* Nos arriesgamos a introducir aquí un nuevo término técnico, el del «celulosófago», para denominar un «microorganismo capacitado para la celulosólisis mediante el propio fermento de celulasa u otros procedimientos químicos». Consideramos justificada nuestra creación, porque por una parte tenemos ya términos de formación análoga, como «xilófagos» y «bibliófagos», generalmente en uso (el primero está, incluso, en el diccionario de la botánica de un hombre tan crítico como FONT QULR, 115), y, por otra parte, existen términos análogos en otras lenguas (alemán: «Ccllulosezcrstoerer») y la determinación de lo expresado con el término es exacta, tanto en lo que se refiere a la acción del organismo como a su objeto. Existen, aparte los microorganismos a que nos referimos aquí, otros bibliófagos mayores que están capacitados para la celulosólisis, pero se distinguen bien por el daño mecánico, que simultáneamente provocan.

155

cilmente cultivables— hay varios que nos complican la vida por su eminente poder antibiótico. Por tanto, mucho más que normalmente en la investigación biológica se debe primero aclarar los límites del método y lo que es capaz de decirnos. En nuestra especialidad contamos con una ventaja: el sustrato «natural», nuestro papel, muchas veces puede ser también el sustrato del cultivo y del ensayo, eliminando así uno de los principales factores de inseguridad en la calificación de los resultados, el cambio de sustrato. 2aa-a)

Material y aparatos en el laboratorio de la

microbiología

Los cultivos y ensayos en la microbiología dependen decisivamente de los recipientes y aparatos con que se trabaja. Es necesario estudiar previamente a fondo esta cuestión. Las figuras 58 hasta 84 indican los tipos. Los citamos, con el detalle de su uso, en cada método, porque los mismos, salvo los primitivos tubos, cápsulas y matraces, casi siempre están desarrollados para un determinado procedimiento. 2aa-b)

Sustratos para bacterios

Su regla básica es: el sustrato debe ser el único aportador de hidrocarburos y la solución alimenticia la aportadora exclusiva de la parte nítrica. Esto nos obliga a aclarar siempre, como primer paso, los componentes de un papel que se quiere usar para el cultivo en condiciones absolutas. Es trabajo costoso, pero necesario, y, una vez adaptado en algunos tipos ya bien conocidos, no conviene cambiarlos. Los papeles que principalmente se suele usar en ensayos son papeles de filtro y de cigarrillos. Los últimos, a pesar de su carga de sales de magnesio, son muy útiles, porque éstas se deslavan fácilmente y su celulosa es muy fina. Los papeles de filtro, incluso antiguamente, no estaban libres de cargas ajenas (colas); hoy, muchas veces, ni siquiera su fibra es celulosa pura; por tanto, hay que mirar y ensayar previamente mucho; salvo que se usa el tipo Whatmann número 1 (véase Indice de papeles), que hoy se ha generalizado como medio de ensayo.

También es perfectamente factible usar tela de algodón, si ha sido limpiada bien, con un procedimiento fermentativo, aparte de su maceración química. 156

Se lava primero con algún detergente «biológico», que suelen contener fermentos múltiples (maxastasa), que elimina prácticamente todo, salvo la celulosa. Luego se procura una ligera hidrólisis acida y, por fin, se lava el sustrato —como siempre— con la solución nutritiva.

En ciertos casos se ha propuesto papel de celofán y a veces da excelentes resultados, especialmente por la buena visibilidad del progreso del cultivo. No obstante, es imprescindible elegir un tipo adecuado, mediante minuciosos ensayos previos. Hay tipos con aditivos muy difíciles de eliminar y algunos cultivos se portan de forma muy diferente en celofano que en sustratos de papel. Además, naturalmente, no es útil para ensayos a investigar sobre la acción del cclulosófago dentro de las fibras, ni como sustrato de acumulación para esto; lo último ya podía provocar un efecto selectivo en el momento de pasar el cultivo al objeto de la investigación.

Se descubrió hace ya mucho tiempo que el bacterio de vinagre, Acetobacter xylinum, forma capas delgadas de celulosa pura encima de su sustrato y que este himen, muy fino, se puede usar para cultivos de celulosófagos. Es el sustrato más absoluto que se puede usar en un ensayo. Por tanto, se usa preferentemente para la investigación bioquímica de la acción encimática y para distinguir Actinomycetales. Se parte normalmente de un cultivo sobre Agar-Agar como sustrato, usando ya como solución nutritiva la misma que se desea aplicar para el celulosófago. Con la misma se separa luego también el himen de la celulosa, lavando suavemente. Son investigaciones biológicamente muy interesantes y, posiblemente, de gran importancia para la investigación de los daños brutos en papel durante largos plazos, respectivamente de la eventual destrucción del papel residual que se impregnó en el curso de su fabricación. Se capta aún efectos muy ligeros de los enzimas, por la gran sensibilidad de este método.

También se ha descrito el uso de varios sustratos artificiales, como el uso de acetato de celulosa o de seda artificial («Vistra»). Razonable lo es en ciertos casos aislados, como en la identificación de la acción y diferenciación de especies y de su peligro. Cumpliendo con nuestra regla básica de no usar sustratos que contengan alguna parte nítrica, el agar-agar no podemos usarlo para gelificar la solución alimenticia. Por ser, además, en notable parte un hidrocarburo complejo, no es selectivo nunca. Aunque mu157

chas veces es de nuestro interés usar como sustrato piezas de papel que están en simple contacto superficial con la parte alimenticia que contiene el nítrico. Para estos fines se desarrolló el sustrato de silicio gelificado, que puede ser portador totalmente inerte de cualquier solución alimenticia. Para obtenerlo, se mezcla ácido clorhídrico (puro para análisis, de D 1,1 13 B6) con una solución de dióxido de silicio (de D 1,06 9 Bé), echando la última al ácido (¡nunca al revés!). En un ensayo previo se determina la proporción exacta, necesaria para obtener un sustrato que, después de media hora, o a lo sumo una hora, ya no vibra, agitando la cápsula de Petrí a la cual se echó. El sustrato obtenido se lava cuatro días en agua corriente y en frío. E l lavado es suficiente si la comprobación de los iones C l (con nitrato de plata) no da superiores datos en el sustrato que en el agua de lavar. Para el cultivo de reproducción, naturalmente se puede usar cualquier sustrato de agar-agar, celulosa y/o almidón. L o más conveniente son en este caso los sustratos de suspensiones de celulosa en agar-agar, porque favorecen a los celulosófagos y facilitan por esto el trabajo. Los dos métodos más usados para su obtención son a base del ácido sulfúrico o mediante el reactivo de SCHWLITZER. Suspensión de fibra fina: Se mezcla 6 partes de agua con 10 de ácido sulfúrico (siempre poner el ácido al agua, al revés es peligroso) y se deja enfriar a 60-65° C. A continuación se añade papel de filtro (del que se ha comprobado que es de pura fibra de celulosa), mojado con 0,5 partes de agua, agitando hasta que el papel se ha deshecho en fibras. La cuantía de papel varía según su capacidad de absorción y debe ser la que corresponde a la cantidad que se puede mojar bien con la indicada media parte de agua. Se observa cómo se deshacen las fibras y antes de que las mismas se han disuelto totalmente se añade agua en cantidad, precipitando asi la celulosa en fibras finísimas. Se filtra y lava hasta que cl ácido y los azúcares de la hidrólisis han desaparecido (es decir, cuando la reacción del cloruro de bario es negativa). En vista de que es muy lenta la eliminación del ácido sulfúrico lavando sólo mecánicamente, se, puede añadir primero una solución, al 1 por 100, de carbonato sódico y lavar luego con agua caliente hasta que la reacción es neutral. Las fibras muy finas se pegan fácilmente en el filtro, pero se puede evitar con cierta vibración constante o agitando repetidas veces. Mejor aún es filtrar con tela fina de tcflón (nylón vale solamente si la reacción ya es neutral). Por fin se pasa con cl filtrado al recipiente del cultivo, donde se va a añadir cl agar-agar (0,8-1 por 100 sobre cl volumen total) y la solución nutritiva. Suspensiones de celulosa precipitada: Se disuelve la celulosa pura en el reactivo de Schweizcr [véase capítulo laa-c)] y se precipita con ácido clorhídrico diluido (1 : 5). Luego se deslava, también con ácido clorhídrico, el cobre y con agua el ácido hasta que la reacción de ambos es negativa, comprobando su ausencia con la exactitud necesaria; para ácido clorhídrico con nitrato de plata, para cobre con el reactivo Cuprón (véase tabla número 10) en solución alcohólica más una 158

gota de NJrLOH. Normalmente se usan soluciones que contienen un 1 por 100 de celulosa y un 1 por 100 de agar-agar.

Facilita mucho el cultivo de reproducción, añadir a los citados sustratos algo de celulosa hidrolizada. Los azúcares que en ésta se forman estimulan normalmente el desarrollo inicial de los celulosófagos. E l método es especialmente conveniente para cultivos de Actinomycetales, porque tienen dificultades iniciales en un sustrato de celulosa pura. 2aa-c)

Análisis del consumo de celulosa en los cultivos

Se trabaja con papel de filtro sobre silicagel y con papel de filtro encima, o con una suspensión de celulosa en agar-agar. Para mayor facilidad de comparación de pesos conviene usar en ambos casos papel de filtro. Los cultivos de cada organismo individual se inoculan y se los conserva en condiciones óptimas durante tres semanas, dos cultivos sobre silicagel y dos sobre o en agar-agar. Entonces se hierve todo el cultivo una hora en una solución del 1 por 100 de NaOH, removiéndolo constantemente. Se usa aproximadamente el doble de NaOH que lo necesario para disolver todo lo que no es celulosa, considerando la última (para el caso teórico que sea descompuesta en su totalidad) como parte soluble. En la práctica bastan unos 250 mililitros para un cultivo normal, en una cápsula de Petri de unos 10-12 centímetros de diámetro. Entonces se lava cuidadosamente con agua destilada, hierve de nuevo el residuo durante media hora en agua destilada, filtra y seca a 103° C. Determinando el peso y restándolo del peso inicial de la celulosa que entró al cultivo, se tiene el porcentaje del consumo. La comparación entre los dos sustratos ya nos informa sobre la espccialización del microorganismo como cclulosófago. Se puede considerar un máximo de espccialización si el resultado sobre silicagel no es apreciablemente inferior que el mismo sobre agar-agar.

2aa-d)

Soluciones alimenticias para bacterios

Se han descrito multitud de fórmulas y composiciones, a veces sin la debida justificación. Las más genéricas y aplicables para nuestro caso especial del papel son las reunidas en la tabla número 12. 159

La fórmula número 1 es la más antigua, de OMLUANSKI (de los años 1897-99), y que era la base para muchas formulaciones posteriores. Para mojar papel como sustrato «seco» se usa la fórmula número 6. Para Actinomycetales conviene, en general, la fórmula número 8, si bien KRAINSKI los ha cultivado por primera vez (1913) con una solución parecida al tipo de la fórmula número 16, y que citamos más bien por motivo histórico. Las fórmulas para cultivos anaerobios son preferentemente las de los números 7-11. L a más usada, en general, sigue siendo la de OMELJANSKI (el número 8) y, para cultivos de selección, la de KHOUVINE (número 7). La de CLAUSLN, número 11, es para mantener cultivos puros de producción. La fórmula número 12 es uno de los «medios óptimos» de IMSCHENEZKI (181-3). La misma es absolutamente no selectiva y permite, por tanto, estudiar la competencia entre los organismos que intervienen en la práctica. Para hacer esta preparación se usa convenientemente el homogeneizador de la figura 58. L a fórmula de PELCZAR y REÍD (número 14) es una muy simple y apta para cualquier organismo heterótrofo, útil para empezar cultivos acumulativos. Por fin, hemos desarrollado nuestras propias fórmulas para seleccionar cultivos procedentes de objetos muy ácidos (número 13) o para estudiar la competencia entre celulosófagos procedentes de papeles dañados, o no, por ácidos y en los que deseábamos aclarar la participación de los microorganismos en el daño (número 15). Es regla importante, para asegurar la correcta separación de las procedencias de la alimentación, cambiar en un ensayo previo los sustratos secos, usando la misma solución alimenticia. Si en esto se observa diferencias, uno de los sustratos contiene sustancias ajenas. Antes de seguir adelante con la investigación hay que eliminar entonces este defecto. No tiene esencial importancia, solamente en los supuestos casos de los celulosófagos lentamente dañinos en condiciones anaerobias.

Nota explicativa para la tabla número 12: La fórmula número 3 es excesivamente concentrada y se gradúa diluyéndola progresivamente con agua corriente. La fórmula número 4 A y 4 B pretende seleccionar celulosófagos que prefieren sustratos ácidos a los otros. Para papel consideramos mejor usar fórmulas no selectivas por las sales de alimentación, sino simplemente selectivas por el grado de acidez. En lo demás, al con160

T A B L A

N Ú M .

12

La cantidad de sustancias se indica en gramos; el volumen de agua y soluciones, en milímetros (ind. = indicios, fr = frío, cal. = caliente, sec. = seco, d = destilado, (*) = véase nota exph cativa)

COMPOSICIONES ALIMENTICIAS PARA CELULOSOFAGOS, I (BACTERIOS)

FÓRMULAS,

1 (Omeljanski)

C O M P O N E N T E S

2 (Waksman y Carey)

3C)

(Winogradski) «Concentrado»

4A 4B (*) (Bortels y Stapp)

Sustancias y sustratos: Agar-Agar Asparagina: H0 CCH(NHJCH C0NH 2

2



2







Carne, extracto frío (1 : 3 de agua) o caliente con 1 % peptona, o seco (Extracto de Liebig) Celulosa químicamente pura



Hígado (pasta homogeneizada del h. de ternero)





Papel de filtro (= Si), o suspension de su fibra (= gramos)

Si

Si

Peptonas (albúmina hidrolizada)







Sustrato de origen



Control valor pH: Valor prescrito en el medio alimenticio





Y,

ENTRE

PARÉNTESIS,

EL

AUTOR

5 (Hutchinson y Clayton)

6 (Winogradski)

7 (Khouvine)

8 (Omeljanski)

9 (Meyer)

10 (Imschenezki)

(Clausen)

12 (Imschenezki)

13(*) (Kraemer)

14 (Pelczar y Reid)

15 C J (Kraemer)

16 (Krainski)

17 (ASTM-D1174)



















15

10



25













5





















1 sec.

500 cal.

1.000 fr











3 sec.

11

















3







10





















500













Si

Si/15

Si



Si/ 30



15



15







3











1



1



10

5



5

5



5





















Si











7,2









7,4

7,0/7,4

4,6



mín. 4,3 máx. 6,8 ;



7,5









Si Si





Regulación con H2SO4 Idem, con ácido lácteo, Idem, con K O H al 2 %

NÚMERO



Sales: CaCl

7.6

6,0



Si





Si

Si

—.



0,1















0,1



0,2



2

CaCOj













2

2

2

2

2

10

2









FeCl,











0,01























FeSO,



0,01

0,01







0,01











ind.





0 01

0,04

1



0,25







0,5

1

0,5





0,5





0,5

0,1

1











0,5

0,8



0,5



















3













0,3

K HP0 2

4

KH PO.





KC1



0,5



1



0,25

2

KNO3

MgC0

















— —







3,6

































1,025

1,025

(1,1

0,1

0.3

1,025



2,05







0,82

1



1





0,01











ind.

0,01



0,01



0,1

0,4



0,1

0,1

3

1,025

MgS0 • 7H 0 4

MnS0



1

2







0,01





0,5





0,1

0,5

1

1

1



5

0,5



2.5























— —

4

NaCl

ind.

NaNO,

— —













0,5



0,5







NaNHJÍPO, • 4H 0

























1,5

1,5

— —

(NH ) SO.

10







0,5







2















2,5























1.000

1.000 d

— —



1.000

1.000

1.000 d

1.000 d

1.000 d

1000

NaH PO 2

2

4

2

(NH ) HP0 4

2

4

Agua, corriente 0 destilada (



d)

1.000 d

1.000 d

200

— 1.000

1.000

1.000 d

1 200 d

500

— —

1,75 0,2 1.000 d

trario, conviene un acercamiento máximo a los «medios ideales»; nos interesa saber que la acidez es el factor limitativo, o no. Esto lo hemos realizado en la fórmula 13. Las fórmulas número 7 a 11 se usan preferentemente para cultivos anaerobios, pero también son perfectamente útiles y a veces preferibles en los cultivos aerobios. Las fórmulas número 9-13 comprenden el concepto del «medio ideal» que pretende evitar la separación artificial de determinadas convivencias importantes que se acercan a una simbiosis. Nuestra fórmula número 15 sirve para la observación de la velocidad del desarrollo en diferentes etapas de la neutralización, subiendo convenientemente con el valor pH de 0,5 en 0,5. Es necesario decir aquí, por amplias experiencias propias, que los porcentajes de las formulaciones pueden variar, sin efecto notable, en una amplitud relativamente grande: Hasta un 15 por 100 de la cuantía de cada sustancia se puede variar sin apreciable cambio del resultado. 2aa-e)

Cultivos de bacterios

Los tres pasos del cultivo para aclarar la infección de un objeto son, primero, acumular las infecciones, segundo, seleccionarlas, y por fin, intentar llegar al cultivo puro. L o último puede fallar si el microorganismo es celulosófago solamente en simbiosis con otro o es polífago, necesitando algo más que celulosa para vivir. Hay que hacer los tres pasos una vez en cultivo aerobio y, simultáneamente, en forma anaerobia. E l primer paso de los cultivos aerobios se hace preferentemente en cápsulas de Petri (figura 61) o —si es muy poco material lo que tenemos— se empieza en un cultivo de gota colgante (figura 60). Para seleccionar se empieza con unos cultivos en tubos de ensayo sobre medios gelatinados (figura 59) o en soluciones sin o con adición de aire (figura 62). Si el oxígeno es factor preciso, se puede controlar su volumen mediante la instalación de una corriente de aire filtrada (figura 62), controlando además la producción de C 0 , como índice de la fermentación, o la formación de otros derivados de la misma (figura 63, D). L a acumulación de un cultivo, según su forma de cultivar, se puede hacer en diferentes 2

161

dispositivos, como el matraz de Kolle con sustrato de papel de filtro plegado (figura 64), matraz de Erlenmeyer con papel de filtro cambiable (figura 65), o matraz de Erlenmeyer con adición (figura 66) y en un vaso con solución aireada (figura 67). E l cultivo de organismos mesófilos y termófilos se consigue selectivamente, escalonando la temperatura con un baño de María individual de temperatura constante (figura 81). Los cultivos anaerobios se realizaron antiguamente en tubos cerrados por soldadura (figuras 71, 72 y 79), o, si se deseaba cambiar el aire por algún gas inerte (nitrógeno, por ejemplo) en forma estéril, con el vaso de tubo central que se invirtió, después de poner el cultivo, para cambiar el aire por el gas, cerrando entonces con soldadura (figura 74). Hoy, con el esmerilado exacto y las grasas de silicona, se hace todo esto sin soldadura, en un vaso de vacío (figura 73) al que se puede vaciar mediante bomba de vacío y cerrarlo entonces girando la tapa. Permite además abrirlo y cerrarlo de nuevo tantas veces como se desee, dejando en la boca un filtro estéril. También se puede trabajar con las Cápsulas de Petri para el cultivo anaerobio (figura 75), poniendo en el sustrato mercaptanacetato sódico ( sodium tioglycolate, en lengua inglesa). Este material (figura 82,2), que se puede obtener calentando ácido monocloracético con el sulfido primario del potásico (KSH+CICHjCOOH—»HSCHjCOOH + KC1), elimina el oxigeno de su alrededor. En las cápsulas especiales de Petri para este procedimiento queda ya de antemano sólo un mínimo de oxigeno encima del sustrato, o en el aire disuelto. Tan pronto como el oxígeno está consumido (normalmente menos de dos días), el cultivo se comporta perfectamente anaerobio. Como todos los derivados mercaptánicos, la sustancia tiene un típico mal olor.

En forma también perfecta se puede obtener el mismo efecto con pirogalol (ácido pirogálico) (figura 81, 1). Pero esto formará en la absorción del oxígeno alguna reacción, no bien conocida, de color oscuro, que puede tener carácter dañino en el cultivo, siendo además mal calculable su efecto. E l ligerísimo grado de acidez que se produce con el anterior procedimiento, al contrario, es sin efecto perjudicial. También es útil para obtener un ambiente anaerobio el ácido ascorbínico, pero muchas veces inhibe directamente a bacterios. Para cultivos de producción se puede usar como vaso de vacío al que se cambia el ambiente, un tamaño mayor (figura 77, con la 162

tapa 77a), o el matraz con el esmerilado exterior (figura 80, con la tapa 80c). Por fin, es posible cultivar en serie (variando un factor, el valor pH, por ejemplo) en condiciones rigurosamente iguales en el desecador anaerobio (figura 76) (*). Este aparato permite usar cápsulas de Petri corrientes, que se colocan en su interior. En su tapa lleva una cabeza, con un elemento de calentamiento, exteriormente recubierta con una capa catalizador de platino. Cambiando su ambiente interior por hidrógeno y, poniendo en marcha la cabeza catalizador, se transforman los restos de oxígeno que contiene el aparato, con el hidrógeno en agua, formándose un ambiente anaerobio perfecto, o graduado según las condiciones que se desea. Lo último permite ver, no siempre fácilmente, si el microorganismo es absolutamente anaerobio o solamente de carácter facultativo.

Las especies de bacterios anaerobios, sean termófilas o no, que descomponen celulosa necesitan la adición de la parte nítrica en forma orgánica. Amplios estudios, principalmente de IMSCHENEZKI y sus discípulos (182), demostraron este concepto y que varias conclusiones de otros investigadores sobre el carácter celulosófago de un bacterio han sido negativas solamente por usar nitrógeno inorgánico en los cultivos. Esta observación puede tener una importancia notable para los papeles modernos que se fabrican con colas sintéticas de compuestos que contienen N-orgánico (colas de urea, por ejemplo). Igualmente esto explica el carácter favorable de la lignina para bacterios en papel. Primero se suponía solamente que el sulfato amónico que usaron algunos investigadores era perjudicial para el cultivo (y lo es), pero posteriormente, junto con los «medios ideales» que se desarrollaron, quedó también bien claro que es necesario el nitrógeno orgánico o una simbiosis con otros bacterios. Sobre los motivos, al contrario, aún no existe pleno acuerdo entre los expertos. Si partimos de papel atacado por bacterios, normalmente conviene repartir ya los primeros cultivos entre un sustrato de celulosa pura sobre silicio gelificado y otro de suspensión de fibra, o de celulosa precipitada, en agar-agar. En el primero los celulosófagos polífagos no se desarrollan o lo hacen solamente con mucha dificultad, como los celulosófagos entre los micobacterios y los que (*) La palabra «desecador» es poco apta para explicar la función real del aparato, obtener en su interior vacíos graduados, pero en vista que antiguamenle no se usaron estos recipientes para más que secar, se generalizó el término técnico.

163

forman esporas. En el segundo sustrato lo consiguen fácilmente. E l inconveniente en el segundo cultivo es que naturalmente hay también infinidad de bacterios no celulosófagos que por el agar-agar se pueden desarrollar. Para seleccionar entre bacterios aerobios y anaerobios se ha discutido mucho la conveniencia de usar sustratos sumergidos con o sin adición de aire. Si se usa una adición forzada de aire (figura 63), no hay nada que observar. Usando simple adición por efecto de evaporación y entrada capilar (figura 67) se consigue normalmente condiciones cerca del mínimo de supervivencia de bacterios aerobios (que nos puede interesar mucho para aclarar los efectos lentos de una fermentación en papel). Para la aclaración previa del carácter aerobio o anaerobio del celulosófago se puede usar con éxito el método de unos tubos de ensayo que se equipan con adición de aire por tubo capilar y que se llena con la solución de las sales de una forma que sumerge totalmente, o sólo parcialmente, el sustrato (figura 62).

La conservación de los cultivos aislados se realiza en cámaras húmedas (simples acuarios de cristal) que llevan el fondo recubierto de agua y que se coloca en oscuridad. Para mantener los cultivos en buena actividad hay que traspasarlos semanalmente. Salvo que se trate de bacterios termófilos o mesófilos, se mantiene la temperatura entre 12-15°, pero también las especies termófilas conviene mantenerlas siempre en su límite inferior de temperatura. Los cultivos puros son el gran problema de la bacteriología, y en el caso de los celulosófagos se acentúa el grado de dificultad porque muchos son más lentos y débiles que otras especies saprofitas y los cultivos acumulativos serán destruidos a menudo por las últimas. Por otra parte es preciso llegar primero siempre a un cultivo puro. Si bien reconocemos la importancia de los cultivos mixtos para aclarar la bionomía y ecología de la especie, siempre deben ser éstos el segundo paso de la investigación. Muchos de los errores que, incluso, han llegado a entrar a la literatura, tenían su raíz en defectos de los cultivos no puros. Un método útil para separar los celulosófagos que forman microcistas o esporas de los bacterios acompañantes es preparar suspensiones del cultivo mixto y, repartiéndolas en varios tubos, graduar exactamente sus temperaturas (figura 81). A partir de la crítica temperatura límite, superviven solamente las microcistas y esporas. Con esta suspensión se inocula, entonces, el cultivo puro. No funciona el procedimiento de separarlos según su límite de temperatura, con cultivos «puros» de termófilos; se adaptan las estirpes con bastante facilidad. De igual forma se puede separar los bacterios estrictamente anaerobios de los tipos facultativamente anaerobios. Incluso, con el citado desecador anaerobio, se

164

puede aclarar asi el grado óptimo de la restricción de oxigeno para las formas facultativas. También se ha propuesto deslavar los bacterios acompañantes de un cultivo sobre fibra de celulosa, suponiendo que de esta manera quedan solamente los celulosófagos que penetran la fibra. E l método no es practicable en general, porque los mucilagos que forman los bacterios en la descomposición, adhieren demasiado y conservan siempre algunos de los acompañantes.

E l método más elegante de la conservación de cultivos puros es por el secamiento liófilo y mantenimiento posterior en la cámara frigorífica a — 5 C. o

La liofilización es el método más eficaz para conservar un cultivo. Modernamente se ha propuesto y se realiza ya en gran escala el siguiente método: La suspensión de los cultivos, preparada en pequeños tubos de ensayo, cerrados con algodón estéril, se congela instantáneamente, sumergiéndolos hasta la altura del cultivo en una mezcla de hielo triturado seco y alcohol puro (— — 70° C), poniéndolos rápidamente en un desecador (o mejor se congela ya en el mismo desecador, pequeño, entonces, manteniendo al exterior del mismo la mezcla del enfriamiento) y se aplica un vacio, lo más elevado posible, para secar los cultivos. Para mantener largo tiempo los cultivos liofilizados se usa minidesecadores individuales, cuyas conexiones con el vacio, al final del proceso, se cierran por soldadura del vidrio. Se han conseguido con este procedimiento hasta veinte años de duración.

Para formar criterio sobre la peligrosidad práctica de un bacterio para el papel es importante intentar el cultivo en ambiente húmedo sobre sustrato «seco». Para esto se moja papel de filtro parcialmente con la solución de la fórmula número 3 (tabla 12) y se coloca sobre un soporte de vidrio, dentro de un tubo o vaso de cultivo que en su fondo contiene algo de agua destilada, sin que la misma toque al sustrato. También en condiciones anaerobias es posible y recomendable hacer siempre este ensayo (figura 79). Para obtener soluciones estériles y entrar directamente al recipiente del cultivo es útil el filtro de bacterios (figura 80B), o repartir el filtrado desde el matraz de esmerilado exterior, mediante el cabezal de bureta estéril (figura 80D), a otros recipientes. Las membranas de filtro, hoy de diámetro normalizado en 47 mm, se puede elegir entre 0,45 y. hasta 0,22 u.- Para no obstaculizar innecesariamente al trabajo, conviene no irse a una malla más fina que sea necesaria.

Para recoger colonias singulares, en la selección del cultivo acumulativo, se puede usar la pipeta selectiva (figura 68), que lleva en su punta un tubo capilar y permite trasvasar en condiciones estériles 165

lo recogido, incluso diluyéndolo, ya durante la operación, con una solución previamente puesta en la pipeta, si, durante la recogida, se añade la misma, inclinando el tapón hacia abajo. En los cultivos sobro sustratos de papel se recoge en la selección sólo material de los bordes de las colonias, aún no coloreados, porque la formación de colorantes es ya señal de envejecimiento de la zona coloreada del cultivo. Obtener las especies de bacterios, presentes en un sustrato natural, es fácil. Triturando el material (conservado desde su colección en un tubo cerrado y en baja temperatura) con el homogeneizador de la figura 58, se obtiene una suspensión que se diluye y que se echa sobre los sustratos de selección. Para obtener bacterios del ambiente, se suele usar el Método de K O C H : Aspirando sobre papeles de filtro estériles y mojados con la solución alimenticia número 17, de la tabla 12 ( ASTM DI 174), se cultiva luego, para seleccionar, los mismos papeles infectados (y conservados en tubos estériles). E l método exige cierta experiencia para evitar infecciones falsas.

2aa-f)

Sustratos para hongos

Conocemos ya bastantes especies entre los Ficomicetes que descomponen la celulosa por puro efecto encimático, pero muchos hongos lo hacen por otros procedimientos dialíticos, incluso por simple hidrólisis con ácidos. Consecuentemente, no ofrece tanto problema su cultivo como el mismo de los bacterios de carácter celulosófago. Esto es así porque todas las especies celulosófagas de hongos son capaces de alimentarse también de otro material, siendo incluso la celulosa teóricamente un alimento no habitual de varios de los mismos, a pesar de que la dañan gravemente en la práctica. Los sustratos de cultivo que se usan son realmente para la producción, y la selección debe ser hecha casi siempre mecánicamente. En la comprobación de su acción celulosolítica se usa como sustrato preferentemente fibra pura o la suspensión de fibra fina sobre sustrato de silicio gelificado, ambos ya descritos entre los sustratos de los bacterios. Para ensayar la debilidad de un sustrato a la acción de una especie de Ficomicetes se usa la solución de sales de la fórmula «0», tabla 13. Las demás fórmulas de esta tabla son para cultivos reproductivos, o de diferentes normas de control. 2aa-g)

Cultivo de hongos en general

Normalmente son fáciles de realizar. E l problema inicial, que se destruyen los cultivos por infecciones de bacterios, se evita con la 166

fórmula número 6 de la tabla número 13. Un factor importante para su desarrollo puede ser el grado de la humedad relativa de su ambiente. Se suele controlar este factor mediante soluciones de ácido sulfúrico graduadas según la humedad relativa que se desea. La figura número 87 indica la relación con su constante a 20° C; es variable por la modificación de la temperatura, pero insignificante entre temperaturas de 15-25° C.

La figura 86 indica una cápsula de cultivo con control de humedad. Se pueden poner varios pisos, separándolos con trozos de tubo de cristal o de teflón y como piso usando cristales o chapa de teflón. E l último material es preferible por ser irrompible y totalmente inerte. La selección de especies se suele realizar mecánicamente desde un cultivo inicial en una cápsula de Petri. Con satisfactorio resultado hemos usado, para el segundo paso de la selección, los microcultivos en portaobjetos con un aro de cristal (pegado encima con pegamento de porcelana) y cerrados con un cristal fino de tapaobjetos, sin sujetarlo más que en un punto, con algo de cera (figura 84). Tienen la ventaja del menor espacio que ocupan y, por tanto, la facilidad para trabajar en serie.

Si en un papel hay varias especies presentes, conviene cultivar primero el objeto en ambiente de baja humedad, sacando muestras de las infecciones que producen hifas externas. Siguiendo así, aumentando paso por paso el porcentaje de la humedad relativa del aire, se consigue separar ya parte de las especies y se obtienen simultáneamente datos sobre su límite de la humedad relativa del aire, para desarrollarse en el papel que investigamos.

2aa-h)

Cultivo de

Basidiomícetes

Su presencia en papel es mayormente un caso accidental, salvo en el trópico, donde varias especies participan con regularidad en la descomposición de material celulósico al aire libre. En el clima septentrional existe también el fenómeno de su presencia, pero peligroso es solamente en humedad extrema, que para bibliotecas debía ser nada más que una excepción. Lamentablemente no siempre es así en la realidad. 167

Su cultivo no se distingue en forma sustancial del cultivo de otros grupos. Si se parte de algún papel, cartón o madera atacada, se puede usar, en el primer paso, arena estéril y húmeda en que se introduce parcialmente la pieza, poniendo el vaso del cultivo en absoluta oscuridad. Cuando han salido hifas al exterior del objeto, se pasa el cultivo a un matraz de Kolle (figura 64) o cápsula de Petri (figura 61).

Como sustratos se usa las fórmulas de la tabla 13, preferentemente los números 2, 3 y 7.

Nota explicativa para la tabla número 13: Todas las fórmulas, salvo la número 6, son para el cultivo de producción o control. La número 6 es para separar infecciones mixtas de bacterios y Ficomicetes, eliminando los primeros. Luego se sigue con la número 7. La fórmula 0 es la solución alimenticia de sales para el cultivo sobre un sustrato de papel a ensayar. La número 8 es para Chaetomium globosum, la número 9 para Aspergillus niger, la número 10 para Trichoderma viride, Aspergillus flavus, A. Amstelodami, Paecilomyces varioti, Sterigmatocystis nigra. L a número 12 es para todos, salvo Chaetomium globosum. La número 3 es para hongos procedentes de madera, útil para el control de pastas de madera. Los números 3, 8-14 son los sustratos fijados para los ensayos de control por las normas indicadas. E l almidón se usa hervida su solución ya incorporada de los demás componentes de la fórmula. Estreptomicina se obtiene de productos farmacéuticos y se añade como último (en frío). 2aa-i)

Determinación de características bionómicas de microorganismos celulosófagos

Los métodos de la microbiología para determinar cas de los cultivos son legión y varían según el objeto tigación. En vista de que para la determinación de una siempre se necesitan especialistas que, además, suelen 168

característide la invesespecie casi disponer de

T A B L A

N Ú M .

13

COMPOSICIONES ALIMENTICIAS PARA CELULOSOFAGOS, II (HONGOS) La cantidad de sustancias se indica en gramos; el volumen de agua, en mililitros ind = indicios, d = destilado, (*) = véase nota explicativa. FÓRMULAS,

0

COMPONENTES

1 (Czapek)

2 (Sabouraud)

3 (DIN 52.176)

Sustancias y sustratos: Acido tartárico: COOH(CHOH)jCOOH

4 (Raulin)

5 (Brown)

NÚMERO

6

Y,

ENTRE

7

(•)

EL

8(») (ASTM D684)

AUTOR

9(*) (ASTM D684)

10C) (NF X41-503)

11 (NF X41-503)

12(*) (Czapek-Dox, ISO 1C 61.539)

13C) (DIN 53.932)

14(*) (BS 838 y 1.982)





1 (sal potásica)



_

5

4

PARÉNTESIS,

Agar-Agar



20

25

20-30

20





10

10-20



15-20

15

20

20

20

Almidón (de patata) (*)











10







39





















0,2



















Glucosas











2



5















Maltosas, o sus extractos





50





50







40







50

Papel de filtro (= Si), o suspensión de su fibra (= gramos)

_





Si

10















Peptonas





2







5

5





0,5







Saccarosas



50





70















30



Valor pH fijado en la norma

6,5











6,5

6,5

6,4-6,8





b,2-6,4





Sales: FeS0 • 7H 0

0,01

0,01

ind.

0,01

0,01





0,01

(MnSO.) ind.

KCl

0,05











0,5









0,25

0,5



0,5







0,4





0,5













1,5

1

0,5





1,25

1,5



1





1(KH P0 )

0,7(KH PO )

1

0,07















0,3(K HPO )



K C 0 ind.





Asparagina: H0 CCH(NH )CH CONH 2

4

K C0

3

K P0

4

2

3

2

2

2



K Si 0, 2

2

3



25



0,07



2

4

2

2

4

4

0,2



ind.



0,4



0,2









MgSO, • 7H 0



0,25







0,75



0,25

0,5





0,5

0,5

1

NaNOj



3

































0,6





0,5





















4







2





3

2

2

0,2







0,25



0,2

0,5























(CuSO,) ind.

1.000

1.000

1.000

1.000

1.000

MgC0

3

2

(NH,) HP0 2

4

NHJMOj (NH ) S0 4

2

4

ZnSO, Agua (d = destilada) Estreptomicina (unidades Oxford) (*)

0,01







0,07





0,01

1.000

1.000





1.000

1.000 d

1.000

1.000 d

1.000 d

1.000

1.000













10.000

2

3



1.000

grandes colecciones para la comprobación, es de trascendental importancia aclarar el comportamiento de un celulosófago. Porque de esta manera, si no nosotros mismos llegamos ya a reconocer la especie, se excluyen por lo menos tantas posibilidades que entonces el trabajo del especialista será relativamente fácil. Por otra parte, el mejor objeto preparado y coloreado, sin datos sobre su forma de vida, puede ser indeterminable. Determinación de la actividad. Se busca la temperatura y el sustrato de máxima actividad y los límites de temperatura en que el organismo puede desarrollarse. Para obtener datos relativos a la actividad (determinar directamente la producción es difícil y muchas veces inseguro) se aplica a fibras finas de celulosa la coloración de cloro-zinc-yodo (véase tabla 17, fórmula número 46), en una forma suave y casi invisible a simple vista. Usando estas fibras en el cultivo podemos observar mediante control fotoeléctrico (se cultiva ya en los vasos correspondientes para el fotocolorímetro) la extinción del color. También se puede hacer lo mismo con el cultivo, sin previo tratamiento de la fibra fina, si el fotocolorímetro comprende las bandas de ultravioleta, aplicando entonces un filtro que excluye todas las demás ondas. Así se puede determinar selectivamente la actividad de celulosófagos en cultivos mixtos, importante en caso de una simbiosis. Por fin, si se usa un espectrómetro, es posible controlar ópticamente el grado y la efectividad de la simbiosis, comparando el cultivo mixto con los cultivos separados de los mismos organismos. Si se desea aclarar directamente el daño en papel, lo más exacto es el control con el diagrama de rayos X , siempre que se disponga de una muestra no dañada del mismo papel. E l método es útil también para distinguir entre daño abiótico y fermentación por bacterios. Para distinguir el daño de Ficomicetes, aparte de que sus hifas son fáciles de encontrar en el papel, se puede determinar su acción dialítica por las coloraciones con yodo y azul de metileno, que distinguen por coloración (hongos) o no (bacterios) los mucílagos (la mayoría, no de todos) procedentes de hongos o bacterios que lo sintetizan (tabla 18, número 13). Control por la decoloración de Resazurina. En bacterios que producen ácidos, se puede usar este control para determinar aproximadamente el volumen del crecimiento. Especialmente en colas, etc., es muy útil. Se añade al sustrato la Resa-

169

zurina en cantidad suficiente para que tome un tono azul claro. Incubando la muestra, se cambia el color de azul a violeta, rosa y casi incoloro. Se obtiene entonces unas muestras y cuenta bajo el microscopio el número de bacterios correspondiente a cada color y a la especie a investigar; podemos controlar el crecimiento a simple vista según el cambio de tono. Para los bacterios que producen ácido láctico se puede suponer que «sin modificación» es hasta unos 10.000 individuos por gramo de sustrato. Cuando empieza a cambiar el azul, es de unos 0,5-1 millón y unos 100 millones será cuando se extingue el color. Colorimétricamente se pueden obtener datos bastante exactos. Determinación del consumo de oxígeno. Con el respirómetro de Warburg (figura 69) se puede determinar cuantitativamente el consumo. Su principio es la medición del gas Oj, que, según esperamos, desaparece de la composición del aire, y mediante un manómetro de doble escala. Para que no falsifique al valor observado el COi producido, se elimina con K O H el mismo del ambiente en el cultivo. Además hay que controlar las variaciones manométricas del ambiente exterior, poniendo simplemente otro aparato sin carga, para comparar.

Determinación del valor pH en el cultivo. Se pueden usar dos métodos, el del reactivo universal y el galvanométrico. E l primero normalmente es conveniente —por su facilidad— en cultivos aerobios; el segundo es preferible para cultivos anaerobios y, en caso de control continuo, también en el cultivo aerobio por su total esterilidad. Para la determinación con un reactivo universal en un cultivo de bacterios se recoge simplemente una gota de la solución o una muestra del sustrato y se aplica el reactivo comprobando con la escala de colores su grado pH. Si se estudia simultáneamente el potencial de Redox, se saca la muestra del aparato de la figura 70, con la pipeta de extracción estéril que el mismo lleva. En un cultivo de hongos se procede de forma parecida. Para la determinación galvanométrica se usa el aparato de la figura 78 con el cabezal 78A, usando los electrodos de la conexión nn) y subiendo el nivel en el tubo a la marca x ), dando ligerísima presión sobre la boca-llave de aire/gas, lavando a continuación con una pequeña adición de solución alimenticia procedente de matraz de adición, para que no se conserven en los electrodos restos de la solución medida hasta el próximo control. Determinación del potencial de Redox. Su determinación es útil para varias comprobaciones bioquímicas de la fisiología del celulosófago. Se usa el aparato de la figura 70, para cultivos aerobios de bacterios, o de la figura 78, para cultivos anaerobios, conectando en el último caso los electrodos de la conexión n). 3

170

Se puede usar diferentes metales para la pareja de los electrodos, platino normalmente, pero también se propuso oro y paladio en casos especiales. Lo importante es que los electrodos no se alteren por la solución a medir, que en nuestro caso rige para los tres metales citados. Lo mencionamos aquí solamente por haber comercialmente disponibles esos tres tipos y hay que observar que las escalas varian según el metal en cuestión. Su limpieza se procura con ácido clorhídrico concentrado y luego agua destilada. Para cultivos de hongos, realizados normalmente sobre sustratos sólidos, es más conveniente usar los reactivos del potencial Redox que indica la tabla 14. Se procede, con la toma de muestras y con la comprobación, igual como para el control del valor pH. TABLA NÚM. 14

REACTIVOS P A R A DETERMINAR E L POTENCIAL REDOX Cambio de color Reactivo Reducción

Oxidación

Valor pH C)

E°(ci (voltios)

incoloro

rojo

0 7

+ 0,24 — 0,29

Sal potásica del ácido inincoloro digo-4-sul fónico

azul

0 7

+ 0,36 0,03

Safranina T

Azul de mctileno

incoloro

azul-verde

0 7

+ 0,53 + 0,01

2,6-Diclorofenol-indofcnol

incoloro

rojizo

0 7

+ 0,67 + 0,23

Tri - orto - fenantrolina férojo rrica

azulado

0

+ 1,14

Trinitro - orto - fenantrolina férrica

azulado

0

+ 1,25

violeta

(*) En caso de oxidación se determina el valor del potencial, interpolando lincalmente con el valor pH, simultáneamente determinado. Color del cultivo. Existen técnicas de añadir colorantes y sustancias fluorescentes a los cultivos y observar su modificación bajo la acción de agente cultivado. En la investigación bioquímica es un campo grande. Para nuestros fines, sabiendo siempre de antemano lo que descompone el agente, si es sustrato puro (la celulosa), y lo 171

que puede salir de la descomposicón (azúcares), es técnica necesaria solamente en los casos que citamos en el apartado de la bioquímica. Para la determinación de la especie y de sus reacciones en alguna simbiosis o convivencia, nos interesan más las coloraciones naturales que se forman en el cultivo. Se determina el color, usando alguna de las tablas de colores normalizados, por simple comparación. Determinación del óptimo y de los límites de humedad relativa del aire. Este valor tiene importancia para el cultivo de hongos. Se procede con el control como se ha descrito ya para el cultivo de los Ficomicetes en recipientes de ambiente controlado con ácido sulfúrico, según la figura 87. Hay que observar que varían los límites según el sustrato, no hay valores absolutos. Determinación de la temperatura óptima y de sus límites para el cultivo. Este valor, importante en todos los cultivos, se determina sobre plazos largos del mismo cultivo, sin cambiarlo a un nuevo sustrato, hasta que empieza a degenerar, porque hay cambios del óptimo y de los límites para muchos celulosófagos, según la edad del cultivo. Se usa preferentemente baños de María, bien controlados en la estabilidad de su temperatura, como con el aparato de la figura 81. También es importante aclarar la reversibilidad de las temperaturas, es decir, que el cultivo sigue creciendo si se retrocede del limite observado. En los bacterios es fácil que varíen con el tiempo los limites (ampliándosc) por adaptación selectiva. Entre los hongos no conocemos casos seguros del mismo fenómeno; algunos casos dejan suponer la posibilidad que, además, por lógica debe existir sobre plazos largos.

Forma y aspecto de las infecciones. Para la clasificación a simple vista de las diferentes especies de bacterios y Ficomicetes, también a veces de los Eumicetes, es importante su aspecto y la forma en que crece la infección desde el punto de su origen. En las figuras 90 y 92 damos las formas y aspectos a que se suelen repartir internacionalmente las características que se observa. (Naturalmente, existen intermedios y es de la estimación del observador a qué parte quiere decidirse.) Otro aspecto característico que se comprueba, si hay o no, es la forma y profundidad de la penetración vertical del sustrato (figura 91). 172

Investigación de la movilidad de bacterios. La característica «movilidad» es tan típica para algunas especies o grupos de bacterios que, una vez comprobada la forma de sus cultivos, se procura determinarlo, incluso antes de identificar con detalle su morfología. Para bacterios aerobios tenemos dos posibilidades, el método de la gota colgante (figura 60) y el mismo procedimiento modificado para el sustrato sólido colgante. E l primero es útil solamente para bacterios que disponen de flagelos como vibriones, bacilos o, por ejemplo, Pseudomonas. E l segundo permite comprobar peor los movimientos de los citados grupos, pero es necesario para especies que no pueden moverse más que sobre superficies más o menos firmes, como, por ejemplo, los Myxobacteriales. Con el segundo método del sustrato sólido colgante se puede realizar también observaciones de la bionomía de muchas especies. El método de la gota colgante observa el comportamiento de bacterios puestos en una gota de agua colgante en un tapaobjetos y puesto sobre un portaobjetos con caverna. Si se observa algún movimiento dirigido en un sentido, normalmente no hay duda; si el mismo se parece más bien al movimiento molecular de BRAUN, es posible que exista error. En ambos casos conviene comprobar si es un movimiento vital, añadiendo una solución de fenol y formol en alcohol etílico ( 1 : 1 : 25), que debe cortar instantáneamente, por ser mortal, el movimiento si este es propio de los bacterios. El método del sustrato sólido colgante trabaja con un film fino de agar-agar o con folia de celofán. En el primer caso se echa una gota caliente sobre un tapaobjetos, dejándola correr a un canto y, una vez gelificada por enfriarse, se corta con un escalpelo estéril el canto gordo del agar-agar. Luego se infecta el sustrato y se procede como hemos indicado anteriormente. En caso de usar celofán, que para nosotros es muy útil investigando sobre bacterios que viven en un sustrato de celulosa, se corta un pedazo estéril de celofán y se pone sobre un tapaobjetos, mojado con la solución alimenticia (fórmula número 3 de la tabla 12) y, una vez infectado con el cultivo a investigar, se procede como ya queda indicado.

Con el microcultivo sobre celofán se puede observar sin dificultad en forma continua el desarrollo, la multiplicación o división de células, la formación de células duraderas (esporas, microcistes) y las aglomeraciones típicas de Myxobacteriales antes de su propagación, o los posteriores enjambres de los pseudoplasmodios. Es una de las técnicas que se debe dominar muy bien para el estudio de los celulosófagos del papel. Con las sustancias fluorescentes, en organismos vivos se puede mejorar la observación de una forma muy notable. Los problemas 173

que se ofrecen con celofán, al contrario de del agar-agar que no pone obstáculos, se pueden superar perfeccionándose en la técnica de adición y operando siempre con las cantidades mínimas de las sustancias fluorescentes. Usando, además, el microscopio de contraste de fases, se puede llegar a una buena observación en vivo, aplicando aproximadamente la mitad hasta un tercio del mínimo necesario para el microscopio normal. 2aa-j)

Preparación

del material para su investigación

microscópica

Los bacterios y la mayor parte de las hifas de hongos no hace falta tratarlos previamente; en las preparaciones microscópicas ya se fijan y colorean el material directamente [véase 2ac)]. Si partimos de cuerpos fructíferos de Eumicetes, también si éstos son pequeños, es conveniente fijarlos ya, previamente a obtener cortes, etc., en un ambiente de vapores de formol, para que —englobándolos con materiales no germicidas— no modifiquen aún su micelio interno, como lo hemos observado varias veces. Material de micelios de hongos se puede conservar provisionalmente durante un plazo prolongado (hasta unos diez años), pasándolo por la cadena de alcohol hasta un 80 por 100, rebajando de nuevo a 5 por 100, más una adición de 1 por 100 de ácido fénico a la solución del alcohol y, desde este medio, se pasa a un recipiente en que se cubre con aceite de parafina y se cierra bien.

2ab)

MÉTODOS DE LA ENTOMOLOGÍA

Los insectos son gratos objetos de la investigación, porque permiten, en la gran mayoría de los casos, operar con instalaciones sencillas y en ambientes fáciles de conseguir y mantener. Difícil es solamente, a veces, arrancar con los cultivos, por necesitar cierto número de individuos como mínimo inicial, y no se los encuentra con facilidad durante todo el año, sino solamente en las temporadas de su emancipación y desarrollo masivo.

174

2ab-a)

Cultivos de insectos

Especies varias: Entre los bibliófagos se toma principalmente las de Anobium; las especies convenientes [véase 2ea-i)]. Si viven en ambientes no muy húmedos, se usa como recipientes simples vasos y se cierra los mismos con gasa, etc. (medias de nylón son muy útiles), caso de que no perforen objetos blandos. En el último caso se pone tela metálica (bronce) de malla fina, para que no puedan entrar parásitos. Para cantidades mayores se prepara acuarios o jaulas de tela metálica. Si son insectos que viven en ambientes húmedos, se pone un tubo ancho, al que en un lado se llenó con yeso, entre dos medias cápsulas de Petri (figura 89). En la parte inferior se pone una mecha que se queda en contacto con el yeso y se controla la humedad del mismo, goteando agua encima de la mecha. E l cierre, poco hermético, entre tubo y cápsula sirve de ventilación. Naturalmente, se puede usar con éxito también aquí los tubos de Springhetti que describimos para el cultivo de termites (figura 89A y B). Para la alimentación de los bibliófagos se suele impregnar el sustrato básico con alguna solución alimenticia que facilite el desarrollo y, a veces, se va añadiendo alimentos no celulósicos, etc., que necesitan o que los estimula. La tabla número 15 reúne los datos correspondientes.

Larvas: No conviene que se traspasen al alimento artificial. Primero porque se las puede herir fácilmente; segundo, porque podía ser que al tardar en adaptarse se dañasen si aún no tienen su antiguo alimento a mano. Se procura, por esto, reducir el sustrato original al mínimo que permite el cuidado de la larva y se pone, encima de alimento nuevo, el antiguo con la larva dentro. La mayor parte de los insectos bibliófagos se desarrolla en la oscuridad, pero no conviene que sea absoluta. Un lugar muy oscuro, con 1/2 a 2-3 lm. ( lumen, unidad de la luminosidad) como máximo, es lo más conveniente. Exceso de humedad daña siempre; especialmente en cultivos de producción es conveniente quedarse en el límite mínimo de la humedad conveniente. Resulta también favorable oscilar con la misma, mojando, por ejemplo, cada semana una vez bien, dejando luego secar de nuevo algún plazo. 175

Cultivo de termites [especies véase 2ea-e)] Tratándose de insectos sociales, el cultivo de termites es algo más complicado. En vista de que, para el control de productos preventivos, los ensayos con termites son de suma importancia, vamos a describir las principales reglas. El transporte y el cultivo de especies que no existen aún en un país, suelen ser prohibidos y necesitan autorizaciones especiales por el supuesto peligro de la propagación incontrolada. No estimamos muy elevado el riesgo si una persona competente se ocupa del asunto y un indocumentado no consigue mantener los termites en vivo más que unos días, pero las disposiciones oficiales son así. Además, si una especie puede vivir en una zona, más tarde o más temprano vendrá, debido al denso tráfico mundial de barcos, etc., y ninguna ley es capaz de prohibir su propagación.

Los recipientes previstos para los cultivos hay que asegurarlos contra la fuga parcial de las colonias. Algunas especies son muy ágiles para ampliar su área de acción, comiendo objetos no previstos para esto, si bien se suele exagerar este punto. Como material base de cultivos son muy útiles las placas de escayola. La mayor parte de termites usan el yeso luego para montar su nido. Es material bastante estéril y sirve para conservar la humedad. Encima de la placa base se pone el material de alimentación (madera, aserrín fresco, papel, etc.) y el conjunto se pone en un recipiente de vidrio que a su vez está en un cajón alto y de madera, como indica la figura 88, o de una forma más plana (figura 492), si el cultivo es principalmente para ensayos de control para papel. E l recipiente de vidrio se cierra con malla metálica fina en forma hermética y encima se pone una tapa, también de vidrio o de metal (si se debe controlar humedad y temperatura, la tapa debe ser hueca y provista de los pasos para las sondas). Se cultiva siempre en total oscuridad, salvo las raras excepciones de especies no totalmente fotófobas. No conviene mantener la humedad en un grado demasiado alto, daña fácilmente al cultivo. En caso de duda, es mejor empezar con un mínimo y dejando la temperatura entonces también debajo del óptimo que se supone. Una vez en marcha el cultivo, no es dañino 176

subir la temperatura a la zona alta del óptimo, controlando bien que no exceda la humedad. Si se estudian comparativamente sustancias que matan activamente a termites, no siendo solamente repelentes, los ensayos en un solo cultivo con diferentes sustancias no son exactos. Hay que conseguir entonces múltiples colonias pequeñas. Nuestras especies peninsulares todas son útiles para estos cultivos. Kalotermes puede existir en colonias de unos 50-100 individuos, Reticuliterm.es con 100-200. Se usa tubos de vidrio de un diámetro de 5-8 cm y unos 15-18 cm altura que se tapa por ambas bocas con una cápsula de PETRI, poniendo en el fondo algo de yeso basto (figura 89). Los diferentes vasos se coloca en la caja del cultivo, sea de la figura 88 o 492. La numedad del yeso se controla con una mecha de amianto, etc., que se moja a veces. E l manejo de estos tipos es fácil y la preparación no ofrece dificultades. Un recipiente muy bien estudiado para estos ensayos es el tubo de SPRINOHETTI. Consideramos como elemento ideal. En su base se usa arena en lugar de yeso. Es necesario tener más cuidado con la humedad en su interior, pero esto se aprende fácilmente. Su único inconveniente es que se debe dejar hacer una fabricación especial de los tubos, por un taller que sopla vidrio. Las figuras 89A y 89B indican este tipo de recipiente.

Para sustituir termites se puede usar cucarachas (Blátidos). Su cultivo es diferente. Cultivo de

Blatóidos

Se preparan unos acuarios en que se coloca alguna tabla de madera y encima de la misma una placa de yeso o escayola. E l recipiente se cierra con tela metálica fina y se mantiene en luz muy difusa, pero no en total oscuridad. Partiendo de algunos ejemplares, obtenidos en trampillas (un vaso de mermelada con un embudo de boca ancha encima, fijando en su borde un cebo y puesto en una escalera de sótano donde haya cucurachas, de forma que toque el borde del embudo al canto de un escalón, suele dar buen resultado), se cultivan fácilmente los insectos, alimentándolos con el alimento granulado de perros y gatos que se vende en las pajarerías. Su temperatura óptima es alrededor de 25° C. Los ejemplares que se destinan a ensayos de control de la resistencia de materiales, deben pasar unos días a un recipiente sin alimento antes de empezar con el ensayo. 177 12

Según la humedad en el sitio del cultivo, se moja más o menos el yeso. En principio no hace falta mucha agua. Las placas de yeso se pueden buscar en la tienda de un escayolista o hacerse a medida ya sobre la tabla de madera que se quiere poner en el fondo del recipiente de cultivo. Cultivo de Derméstidos

[especies véase 2ea-i), Dermestidae]

Para ensayos de resistencia de pergaminos y de cuero conviene trabajar con Dermestidae o especies de Anthrenus. Siendo más fácil su cultivo y también obtener Dermestidae (poniendo la piel de tocino en sitios exteriores, tapando con algún trapo suelto, se consigue en el verano cantidad de adultos), se usan las especies de esta familia con preferencia. E n principio es igual también el cultivo de Anthrenus. Se usan las cajas de cultivo de la figura 88, en que se puede poner recipientes de vidrio cerrados con tela metálica fina. Sirve como alimento el granulado para perros y gatos. Conviene para Anthrenus y también para Dermestidae poner pelo entre los granulos o trozos de la piel de animales. L a temperatura conviene que estén entre 22-28° C. Existen muchas investigaciones, sobre la resistencia de estos insectos del grupo Derméstidos, en los ensayos de la impregnación de tela y de alfombras. Conviene estudiar la literatura sobre éstos; por ejemplo, en el ULLMANN (3%), ampliamente citada.

Para los ensayos, los insectos previstos se separan del cultivo durante varios días, antes de empezar el control. En la práctica los Microlepidóptcros son más peligrosos para los pergaminos, pero todas sus especies son notablemente más sensibles a la acción de insecticidas y germicidas que Anthrenus y Dermestidae, por tanto, no es necesario para nuestros fines usar estos Microlepidóptcros para los ensayos. Su cultivo es notablemente más difícil.

2ab-b)

Ensayos bionómicos

E l aparato ideal para éstos, que, además, se puede hacer fácilmente, es el cajón de microclima, desmontable, de la figura 88. En su interior se pone las jaulas o vasos de los cultivos. Por sus apara178

o vi

vi es

JIAJ3U vounu 'opnjo ovi uopnu\y 1 1 o Vi

o

v,

Aserrín fresco de aliso o chopo

|

OU 91U 33 3p VUUÜfl 1

Lyctus brunneus

O Vi

CS o

Papel y o aserrín de chopo o aliso

Aserrín fresco de aliso o chopo

Aserrín, papel

— «tipo» Kalotermes (*)

— subterráneos

vi

Termites : — de madera seca

Queso 15-25°

Vi

55 75%

#

1 1 1 1 1

o o

es

Pan seco

15-25°

Carne seca 15-22°

15-25°

Fruta (manzana) 10-25°

50 60%

70 75%

55 75%

55 75%

Pan seco 15-22°

Alimento adicional

1

50 75%

vi

Papel, pelo animal

o

Psocópteros

OpV3S3d 3p OUUOH 1 1

Papel

<s o

Lepisma

svuota"3j es

Dermestes y Anthre- Piel seca (de cabra nus o vaca)

o

Cuero

(JDDTI2D) SVSOADDV$¡1

1

Papel

70 75%

(%> 3JW pp VAjiopJ popsuinfi

Blattidae

P a p e l , aserrín de chopo o aliso

Sustrato vjnwJ3dui3£

Anobiidos

Bibliófago

Solución para la impregnación del sustrato (gramosjl litro)

COMPOSICIONES ALIMENTICIAS PARA INSECTOS BIBLIÓFAGOS

TABLA NÚM. 15

(oj)

1

e C1S

1 1 1 1 1 1 es 1

«i 1 es O 1 1 vi CS 1 1 1

1 1 1 1 VI

CS

VI

e

Vi Vi



1

Vi

r—

Vi Vi

o

VI

1

(*) Que comprende las especies que forman normalmente los nidos en árboles, o en madera húmeda al aire libre.

10-25° 1 Fruta (manzana)

1

tos de control se observa las temperaturas y la humedad relativa del aire. En el interior se pone el ácido sulfúrico, que limita la humedad (véase la figura 87), y debajo del cajón, con una manta eléctrica regulable, se pone la calefacción si ésta es necesaria. Los controles pueden ser también aparatos de bandas de registro, que se acoplan fácilmente. No conviene poner todo el aparato de registro en el interior del cajón, porque entonces resultarla muy grande y, además, su reloj estaría expuesto al ambiente del ácido sulfúrico.

E l cajón está provisto de un pequeño vaso colector (el único punto de luz en el mismo), al que van todos los insectos que escapan, salvo los que son lucífugos, que, además, no suelen escapar fácilmente. Para nosotros, que deseamos defender un objeto, los ensayos bionómicos son principalmente el control del efecto de sustancias tóxicas sobre los bibliófagos. La amplísima literatura sobre este capítulo de la entomología aplicada, en ningún sitio está bien resumida o compilada; principalmente porque la rapidez con que se ha avanzado en la técnica y ante la inflación de sustancias insecticidas o germicidas, en seguida se hace pasado de actualidad cualquiera de los estudios. En nuestro caso llegaríamos a la misma situación. Es imprescindible buscarse en la literatura los antecedentes para los casos especiales a investigar, si no bastan las técnicas genéricas que resumimos a continuación.

Para estudiar el efecto de una sustancia sobre un insecto, hay que aclarar primero cuál de los pasos de su metamorfosis será el más fácil de atacar y qué estado (huevo, larva, crisálida, adulto) está en contacto con el objeto a proteger. Coinciden las contestaciones a las dos preguntas, no hay duda, si difieren, se debe proceder normalmente contra el estado que está en contacto con el material a defender. Luego debemos saber la forma cómo la sustancia a investigar puede ser introducida al individuo a combatir. Esto obliga a conocer las características de la sustancia (su presión de vapor, debilidad a la luz, etc.) y el comportamiento del insecto, su morfología (recordamos el conocidísimo ejemplo de las moscas resistentes a insecticidas de contacto por tener pelos fuertes en sus tarsos que evitaban el contacto con la superficie tratada), etc. Finalmente debemos conocer las condiciones óptimas para el in180

secto, para procurarlas en el ensayo, si bien interesa también estudiar diferencias del efecto en otras condiciones (como ejemplo citamos a las cucarachas y otros insectos que pueden absorber insecticidas en sus cuerpos grasos y mueren intoxicadas si por escasez de alimentos consumen la grasa). Los resultados, si controlamos simplemente el efecto mortal, se clasifica comparativamente, entre el número de muertos después de X horas o días en los ensayos y en el cultivo patrón. Se suele usar como criterio comparativo entre las sustancias la concentración y el plazo de alcanzar la dosis letal al 50 por 100 (LDn), pero es discutible, no solamente en nuestro caso, si conviene usarlo. Consideramos notablemente más informativo comparar todas las curvas del efecto, porque siempre tienen cierto punto crítico en que se modifica llamativamente el desarrollo de la curva. De la posición del punto critico se deduce entonces mucho más sobre el efecto de una sustancia (figura 477). Lo que ocurre es que se gasta mucho material en estos ensayos.

Para estudios sobre el efecto repelente, como ejemplo puede servir la figura 494; es imprescindible comparar siempre tres cultivos, uno junto al objeto a investigar sólo, uno con el objeto y otro alimento, y el tercero es un cultivo normal con el alimento sólo. Como patrón, por fin, deben servir los insectos sin alimento. De esta manera sabemos no solamente el efecto repelente, sino también si el mismo está combinado con cierto efecto activamente dañino. En los efectos dañinos no mortales se concentra nuestro interés, porque la sustancia ideal de un control permanente es repelente y suficientemente dañino que los bibliófagos no pueden propagarse equilibradamente, reduciéndose así la población en la biblioteca y al final se queda libre, sin probabilidad que nuevas infecciones prosperen. Para el estudio de estos efectos, P. GALLO (132-2) ha adaptado una técnica, bastante usada en la medicina farmacológica, para aclarar efectos tóxicos no mortales. Investigación toxicológica por control bioquímico de la musculatura. E l método radica en la idea de que cualquier intoxicación reduce al metabolismo del individuo y este daño más fácilmente se localiza en los órganos de mayor consumo de energía que son los músculos. La actividad en un músculo se refleja en la producción de ácido adesintrifosfóríco ( ATP) que, poniendo en libertad uno de sus radicales fosfóricos (para la catálisis de lipoidos, glúcidos y proteínas) libra energía y forma el ácido adesin181

difosfórico (— ADP). L a reacción es reversible y la rapidez de la recuperación en el anabolismo, del A D P al ATP, es directamente proporcional a la actividad del individuo. Ahora bien, el rigor mortis, el endurecimiento de los músculos unas horas después de la muerte del individuo está provocado por una descomposición fermentativa del ATP que provoca una hinchazón de la albúmina muscular. Esta causa roturas finas en las fibras y células musculares que fácilmente se puede observar en el microscopio. Comparando músculos de animales totalmente sanos y de otros más o menos intoxicados, se puede valorizar el efecto de la sustancia tóxica. E l daño en las fibras musculares es inversamente proporcional al daño que hizo la sustancia tóxica al metabolismo.

Para insectos se procede: Se usa los músculos papilares, ventrales, que se puede preparar fácilmente. Los individuos matados se conservan en solución fisiológica a 25° C y se determina inmediatamente y después en intervalos regulares (varían según la especie, si no se tiene experiencia se debe empezar con plazos de una hora) cuando se presentan cuantas fisuras. Los cortes de parafina deben ser de 2-3 \i, coloración conveniente es con hematoxilina ferrosa (tabla 17, número 44a). Los daños por el rigor mortis son inconfundibles con eventuales defectos de preparación, se presentan siempre en un reparto regular, si bien su dirección varía en músculos de diferente procedencia; en músculos lisos se forman cavernas intercelulares con tendencia de unirse. Es discutible en su proporción el plazo cuando se presentan los daños. E l retraso no debe ser forzosamente proporcional al efecto tóxico. A l contrario, el volumen del daño siempre lo es.

2ab-c)

Determinación

de características

bionómicas

de insectos

Las características debemos conocer antes de entrar en cualquier ensayo comparativo. Si las conocemos por publicaciones, etc., es también conveniente realizar un control de las mismas con el material de insectos que se usa en los ensayos, determinando, aparte del cultivo en blanco, otros cultivos que se usa exclusivamente para la determinación de las características bionómicas. Determinación del crecimiento y de la actividad. Se monta una instalación similar al respirómetro de Warburg, usando si es preciso recipientes mayores. Se debe trabajar con la mayor cantidad posible de individuos, para que se acerquen ya al límite de molestarse entre 182

sí, pero es importante que esto precisamente se evite. L o último podía falsificar notablemente el resultado. Considerando el alimento que consumen, se calcula, según el oxígeno gastado, la cantidad de alimento consumido. Controles comparativos entre peso inicial y final de la población suelen resultar bastante coincidentes con los resultados calculados por consumo del Ch. Conociendo el valor del error, puede limitarse posteriormente al control del consumo de oxígeno, que resulta más fácil. Determinación de los óptimos y límites de humedad y temperatura. Se pueden tomar tres diferentes criterios para la calificación de los mismos. E l primero es el control de la actividad, el segundo el plazo total del desarrollo, respectivamente, los plazos parciales entre puesta de huevo y salida de la larva, plazos entre cada cambio de piel de las larvas y plazo del descanso en la crisálida. A l fin se puede controlar la actividad del adulto y su índice de propagación (cantidad de huevos que pone la hembra). Con el último se debe tener cuidado en los casos de insectos que no salen en plenitud sexual de las crisálidas, necesitando cierto alimento especial para terminar su desarrollo. 2ab-d)

Obtención

de insectos adultos y de

parásitos

Con el mismo cajón de la figura número 88 se puede cultivar larvas, recogidas con su sustrato, en algún recipiente abierto y cuando son adultos salen a la luz y caen al vaso colector. Así se reúne, con el tiempo, la fauna entera de un objeto atacado. Especialmente la obtención de los parásitos, junto con la especie atacada por los mismos, es de bastante interés práctico, porque no es raro que se confunda la procedencia del parásito o no se sepa desde dónde venía. 2ab-e)

Preparación

de insectos

Los individuos que se desea preparar se matan en un recipiente herméticamente cerrado, con un tapón de corcho parafinado ligeramente (no usar goma, salta con facilidad), al fondo se han puesto varias capas de papel de filtro por encima de un cartón blando y grueso. Sobre este fondo se da éster aceto-etílico o una mezcla de éter sulfúrico con unas gotas de ácido acético. 183

Imagos, normalmente de piel dura de quitina, se pueden secar entonces directamente. Larvas de piel blanda, se pasa primero por una mezcla de alcohol 60: 40 por 100 con agua, luego alcohol puro, luego 1:1 alcohol-benzol o xileno, luego xileno puro, luego 1: 1 xileno-aguarrás, luego 1:3 aguarrás-éter sulfúrico y entonces se deja secar. Cada paso conviene que dure, según tamaño, uno o varios días en la fase de alcohol, y siempre un día en las otras fases. Preparaciones microscópicas se pueden preparar, partiendo del individuo recién matado, pero teniendo en cuenta que puede estar cubierto de bacterios aún vivos, y que desde luego nunca se ha matado así la flora intestinal. Con la muerte del huésped la misma se modificará en plazos cortos. Por tanto, si se quiere conservar la situación en el individuo vivo, hay que fijar inmediatamente con los correspondientes fijativos.

2ac)

L A TÉCNICA MICROSCÓPICA PARA ESTUDIOS DE BIBLIÓFAGOS

Por los últimos avances de la misma y por los microscopios con contraste de fases, microscopía de fluorescencia y con los filtros de banda continua, luz polarizada, etc., penetramos ya con tanta facilidad en el microcosmos, que el volumen del trabajo preparativo, antiguamente la mayor parte de la técnica microscópica, se ha reducido muchísimo. Por otra parte, los microscopios modernos exigen amplios conocimientos de su técnica si se desea aprovecharlos en todos sus extremos. Aquí nos limitamos, como de costumbre, a lo especial de nuestro campo.

2ac-a)

Elección del microscopio y de los métodos

de

observación

Debemos saber de antemano por lo menos aproximadamente cómo se portará el objeto bajo el microscopio. E l primer paso será siempre la lupa fuerte o, mejor, el microscopio estereoscópico con luz incidente. Con esto, gran parte de los cultivos de bacterios y hongos se pueden investigar por su forma, etc. También los insectos son preferentemente objeto de los microscopios estereoscópicos. 184

E l próximo paso es el microscopio de luz travesante (campo claro, figura 93,1), con baja ampliación al principio. Aumentando luego la ampliación se debe procurar un menor espesor del objeto y muchas veces diferenciar sus elementos mediante las técnicas de fijación y coloración. No obstante, aún muchos objetos se pueden ver hoy sin coloración previa en el microscopio de contraste de fases (figura 93,2), que realmente es el medio más útil para el primer paso de orientación en el campo claro. No podemos explicar aquí más que el principio técnico de este genial invento óptico de ZERNICKE en el ano 1932, obteniendo por esto el premio Nobel en 1953: Se desvia una parte del rayo, obligándola a pasar por un camino de otro ángulo que el resto, que pasa directamente. De esta forma se produce una imagen con «perspectiva» y, además, notablemente más diferenciada por la discrepancia entre las fases de las ondas, siendo el segundo camino un poco más largo que el directo.

E l segundo paso será la aclaración, si hay diferencias de flexión o reflexión, así como fluorescencia natural (celulosa, por ejemplo), usando para esto el condensador del campo oscuro (figura 93-3). El principio del campo oscuro es evitar cualquier rayo que pase directamente por el objeto, como en el campo claro donde se forma el retrato del objeto por diferencias de la absorción de la luz. Toda luz viene lateralmente y será reflectado, difusamente y con mayor o menor claridad, por las estructuras del objeto. Poniendo un filtro que no permite pasar más que los rayos de la luz de Wood, se puede ver toda la fluorescencia natural.

E l tercer paso es la comprobación en la luz polarizada. Esto nos permite estudiar, por ejemplo, la presencia de partículas no visibles en los procedimientos anteriores, por tener la misma o muy parecida calidad de absorción o reflexión, si éstas tienen diferente refringencia. Intercalando al paso de luz, en un condensador normal de campo claro, un filtro de herapatito (derivado yodúrico de la quitina), el mismo no deja pasar más que luz polarizada en un solo sentido. Poniendo otro filtro igual en el ocular, se pone claro el campo, si ambos filtros están en la misma posición. Girando uno de los filtros se oscurece el campo, llegando al máximo si las direcciones de las ondas que permiten pasar los filtros están en un ángulo de 90°. Serán visibles en este momento solamente las partes del objeto con doble refracción de la luz (birrefringencia), siendo invisibles las de monorrefringencia; normalmente son estas últimas las sustancias cristalinas.

Con este procedimiento se aclaró, por ejemplo, mucho antes de que pudiéramos ver directamente con el microscopio electrónico, las 185

tres capas del tejido de celulosa (figura 95). Nos sirve principalmente para aclarar la forma de la destrucción que provocan los celulosófagos. Antiguamente se usaron para este procedimiento de la luz polarizada los prismas de Nicol, y se siguen usando en la cristalología. Para nuestros fines, naturalmente, también son útiles, pero es más fácil el uso de los filtros de herapatito (figura 94). Recientemente se ha descrito un método fotográfico en combinación con el contraste de fase que también llega a una excelente aclaración de daños por una celulosolitis en las fibras. Se basa en el aprovechamiento del contraste por interferencias, invento de NoMARSKI. Para este fin se necesita una instalación de microfotografia con selector de exposición y se expone la misma placa fotográfica varías veces, cambiando cada vez el nivel del enfoque en el objeto, incluso aumentando progresivamente el plazo de la exposición. De esta manera deben salir más oscuras en el negativo las zonas de poca masa (que dejan por esto pasar más luz) y más claras las de masas compactas. En el positivo se ven, por tanto, oscuras las zonas dañanas y llenas de mucilagos, dentro de estas masas el agente dañino más claro y muy claras las partes sin daño. El campo de la microfotografia, en los dos últimos decenios inmensamente confeccionado en su técnica y origen de nuevos conocimientos en todos los sectores de las ciencias naturales, incluye un factor psicológico peligroso: el de la supervalorización de la autenticidad de la técnica. Sin desear despreciar sus resultados y su gracia para el trabajo, consideramos necesario que no se deje llevar por el citado efecto psicológico en el uso de estos medios reproductivos. Siempre debemos tener presente que toda la observación con óptica se desvia más o menos en la forma, cambiando la valorización del resultado a que nuestro cerebro está «programa» por naturaleza. Aun, si observamos objetos vivos con ópticas simples, no vamos muy lejos de esta natural programación cerebral y fácilmente podemos adaptar nuestra imaginación, disciplinándola para el nuevo método de ver. Si vamos un paso más adelante y usamos composiciones de imágenes que ya, sin ayuda técnica, no podíamos ver, como el efecto del contraste de fases o su perfección por NOMARSKI, se llega ya al borde del retrato natural. Pasando a la coloración artificial o la reproducción en el microscopio electrónico, observamos siempre artefactos y, sin posibilidad de un exacto estudio previo de lo que se va a reproducir, se desvia nuestra imaginación notablemente. Esto no ocurre si la reproducción está hecha con ojos humanos, es decir, si el dibujo refleja la adaptación mental que subconscientemente hace nuestro cerebro con la imagen que reproducen nuestros ojos. Por tanto, se debe distinguir entre una foto documental, que hoy consideramos imprescindible para la publicación de resultados de una investigación, o un dibujo 186

hecho según la proyección óptica de la imagen que se ve en el microscopio. La última siempre es más leal en su instrucción, permitiendo destacar detalles que en una foto no se puede reproducir más que artificialmente. Esto es el motivo de equipar, por ejemplo, este libro preferentemente con dibujos, limitándose con las fotos a reproducciones donde no hay apreciables diferencias en la observación por el ojo humano o por la cámara. Comparando la foto de la figura 130 y el dibujo de la figura 155, que representan objetos similares, se puede apreciar lo que deseamos exponer.

Si con los microscopios de luz visible, hasta el borde de la luz ultravioleta, aún era posible decidirse sobre la forma de la reproducción de la imagen, con el microscopio de la luz ultravioleta y el microscopio electrónico ya estamos totalmente en manos de la fotografía para ver nuestros objetos. El principio del microscopio de luz ultravioleta pretende aumentar la posible diferenciación de detalles de una imagen, reduciendo la longitud de la onda de luz, siendo, como es conocido, el objeto más pequeño retratable el que tiene un tamaño de un poco más que la mitad de la longitud de onda de la luz que lo retrata. E l último extremo, por fin, es abandonar la luz como onda de retrato y usar en el microscopio electrónico otras ondas más pequeñas. La empresa SIEMENS & HALSKE, de Berlín, inventó en 1938 el microscopio electrónico, usando como rayos emisiones de electrones a que, mediante campos electrostáticos o electromagnéticos en lugar de lentes, focalizaron igual que la lente de cristal lo hace con la luz visible. E l resultado era un aumento de la posible disolución de la imagen por unas cien veces encima de las posibilidades con la luz visible.

A nosotros nos interesa esto solamente en la investigación básica. Además, el uso del microscopio electrónico es asunto de especialistas que dominan la complicada técnica de la preparación de los objetos y el manejo del aparato. Es necesario consultar las posibilidades, etc., con estos especialistas, si se cree conveniente aclarar algún detalle en los aumentos que corresponden al microscopio electrónico. Como ejemplo de sus sorprendentes resultados damos la foto de la figura 95. L a tabla número 16 da los máximos que útilmente se puede alcanzar con la ampliación por cada tipo de microscopio y método. Reproducción fotográfica. Con la misma se alcanza aproximadamente el doble aumento (útil), por motivos óptico-químicos, pero 187

no es aquí el sitio de explicar la compleja teoría. Aumentos superiores que los indicados naturalmente son técnicamente posibles, pero no pueden facilitar nuevos detalles. Métodos de medir y contar. Tamaño y número son naturalmente unos datos muy importantes. Se desarrollaron múltiples técnicas. Para nuestros fines, el método más conveniente es proyectar la imagen a una pantalla o simplemente sobre la mesa y medir directamente, dividiendo el resultado entonces por el aumento que da la óptica y la proyección. Más rápido es, naturalmente, el uso de las placas de granulometría y de la integración (figuras 43 y 44), ya citado en la investigación de papeles. TABLA NÚM. 16

A U M E N T O POR LOS DIFERENTES MICROSCOPIOS Y OBJETOS DE SU OBSERVACIÓN

Tipo de microscopio

Aumento máximo útil y tipo de luz

Ejemplos de objetos o formas de observar

Microscopio de pantalla

50-100 x

Superficies, cultivos de hongos y bacterios, insectos, fibras (tipo)

Microscopio normal Idem campo claro

Luz normal 4-500 x Luz verde 600 x

Fibras (con daños), hongos, mayoría de los bacterios

ídem inmersión en agua ídem inmersión en aceites

Luz verde 800 x Fibras (estructura) Luz verde 1.200-1.500 x Todos bacterios

Microscopio estereoscópico 35-40 x

Idem con contraste de fa- Aumentos iguales al anterior ses

Idem con campo oscuro

Luz normal 4-500 x Luz de Wood 1.000 x

Los objetos iguales, pero muchos sin previa preparación, especialmente bacterios Estructuras en fibras y daños de las mismas

Microscopio de fluorescen8-900 x cia, sin inmersión 1.500 x Idem, con inmersión

Fibras, objetos vivos Toda clase de objetos a diferenciar.

Microscopio de luz ultraHasta 4.000 x violeta

Para nuestros fines no es muy necesario

Microscopio electrónico

188

10.000-100.000 x

Elementos estructurales de las células

2ac-b)

Preparación

previa a la investigación

microscópica

La de bacterios es bastante sencilla. Con cierto frotamiento del material se procura hacer una suspensión que entonces se extiende sobre el portaobjetos. También, si se investigan fibras, normalmente no hay observación contra este procedimiento. Luego se fija y colorea correspondientemente. Totalmente diferente se debe proceder en caso de hongos. Es de suma importancia no destruir la organización natural, por el crecimiento, de sus micelios. A lo sumo se puede deshacerlos cuidadosamente con unas agujas, extendiéndolos un poco, pero ya encima del portaobjetos. Toda preparación de fijación y coloración hay que hacerla sin apretar o frotar; lo mejor es usar para estas operaciones un portaobjetos cavernado y traspasar los objetos al final (mediante un cristal de cubreobjetos) al portaobjetos definitivo. La preparación de papeles atacados se procura de una forma similar, deshaciéndolos mediante unas agujas en uno de sus cantos sobre el portaobjetos definitivo. Así, se separan los elementos y, observando en este canto primero lo que existe de diferentes objetos, luego se localiza los mismos mucho más fácil en el papel compacto. Si se decolora el papel o se hace traslúcido por algún procedimiento, hay que comparar preparaciones sin este tratamiento, porque con frecuencia modifican estos métodos los aspectos de los elementos presentes. Para insectos rige en principio lo mismo que hemos dicho sobre los hongos, y, acentuadamente es en la maceración y decoloración. 2ac-c)

Técnica de la coloración

Antes de conseguir los microscopios del campo oscuro, del contraste de fases y de la fluorescencia, siempre era necesario aumentar la visibilidad de los objetos mediante coloración química. Si bien hoy se reduce la importancia de este campo, en su día objeto de amplísimas investigaciones, quedan partes importantes, como la distinción de bacterios por ser gram-positivos y gram-negativos (figura 99), o la identificación de la composición de los elementos del objeto por el colorante que admite y el color que toma y, por fin, 189

el uso de las sustancias fluorescentes, que aumenta cada día en amplitud e importancia. En la tabla número 11 hemos citado ya las sustancias que permiten identificar componentes orgánicos del papel, la tabla número 18 cita la identificación de los organismos, etc., importantes para nosotros, y la tabla número 17 las sustancias de coloración y de maceración o fijación previa del objeto; esta última se debe usar con cautela y sólo si imprescindiblemente fuese necesaria. Los detalles de los procedimientos para nuestro caso no se distinguen sustancialmente de la técnica de coloración microscópica en general; se los puede considerar, por tanto, como conocidos. La decisión para el tipo de coloración que se usa en cada caso depende de los contrastes que se desea obtener, y esto ya se deduce comparando los datos de las citadas tablas. Un campo especial de la coloración es la identificación de la actividad de cultivos de microorganismos. Por pertenecer principalmente al estudio bioquímico lo citaremos allí, si bien las tablas ya incluyen las sustancias correspondientes. Una orientación previa a la elección del colorante que permite eliminar competencias en el color y, por tanto, falsificación del aspecto, son los filtros de banda continua. Si ciertos elementos del objeto se destacan notablemente en la luz de cierta banda, no conviene usar colorantes del mismo color, se podia llegar a la extinción de ciertos detalles en la imagen del objeto preparado.

Muchos objetos se deben macerar antes de ser posible ver detalles en el microscopio. Estos procedimientos siempre producen artefactos y nos obligan a aclarar las consecuencias del tratamiento, es decir, la eliminación o deformación que hemos causado en el objeto. En vista de que, por una parte, nuestro material, principalmente celulosa y frecuentemente acompañada por lignina, pectinas, etc., es muy poco transparente y exige con frecuencia una fuerte maceración, por otra parte la misma destruye totalmente los muy frágiles celulosófagos; el estudio sobre sustratos naturales puede ser extremamente dificil si no se consigue una descomposición y separación mecánica de los elementos, suficiente para que podamos ver con el microscopio los detalles. Cortes con el microtomo exigen que se incluya primero el material en alguna masa inerte (parafina, celoidina, etc.), quitándola luego de nuevo del corte obtenido. Esto puede destruir el objeto que buscamos. Por tanto, como orientación previa a cualquier preparación de esta clase, se debe intentar deshacerlo en partículas pequeñas, raspando y machacando al material. Si bien saldrán objetos poco presentables, nos informan con más lealtad de lo que se puede ver realmente.

190

La aplicación de los colorantes se deduce de las indicaciones en la tabla 17. De los muchísimos métodos de la coloración de hongos y bacterios, se obtiene en papeles casi siempre resultados buenos usando fuchsina acida y a continuación contrastando por Pardo Bismarck, o colorando primero con yoduro potásico, diferenciando con ácido acético en alcohol diluido, y usando a continuación 2,4-dinitro-resorcina. E l último método permite, además, diferenciar bien a los hongos y bacterios en el mismo objeto. (Véanse los números 33, 37 y 52.)

2aod)

Investigación

microscópica

de las reacciones fisiológicas

La comprobación de las reacciones fisiológicas para la identificación de las especies es un capítulo importante de la microbiología. Los métodos se han normalizado más o menos para que sus resultados sirvan en la sistemática de las especies. Los principales aspectos que nos interesan los reúne la tabla 18. Acción celulosolítica. Se cultiva sobre el sustrato de suspensión de fibras de celulosa en agar-agar, puesto sobre un cristal fino. Después de 1 a 3 días se nota una típica modificación del aspecto transluciente, las zonas de la descomposición de celulosa se ponen opacas, en luz de Wood u oscuras (figura 98). Con el tiempo saldrá naturalmente todo el cultivo opaco, por desarrollarse también la flora de los acompañantes, pero siempre se queda la diferencia en la luz ultravioleta o la de Wood. Hidrólisis de celulosa. Si la descomposición de la celulosa en un sustrato de suspensión de fibras de celulosa por un cultivo no puro ha sido observado según la figura 98, se debe repetir el control con un cultivo puro del celulosófago. Si su acción no está impedida por los derivados de la descomposición celulosolítica, la celulasa, siempre producida en cantidad, penetra las zonas alrededores y las mismas quedan, en la reacción de cloro-zinc-yodo (número 46, tabla 17), como campos claros alrededor de las colonias (figura 97). E l tamaño de las zonas claras que se forman, nos puede decir la actividad de la colonia y cuándo se paraliza la ampliación; la determinación de 191

TABLA

NÚM.

17

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Formulación (el resto para completar 100% es H¡0)

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Como el anterior en sustratos que contienen simultáneamente lignina y celulosa (como las pastas de madera)

Para diferenciar: núcleos de células; algas de los Ficomicetes

Tejidos quitinosos

Uso general

Bacterios. Secar a 75° C (sin modificación del volumen)

Micelios y bacterios en mucilagos (sin modificación del volumen)

Micelios de hongos, Myxomycetales (modificación del volumen posible: + 4%—12%)

1 Insectos (modificación del volumen posible: + 4% —10%)

Ficomicetes y bacterios (a 50° C unos minutos)

Basidiomicetes (a 50'C unos minutos)

Insectos (cocer 1-30 minutos)

Fibras duras, cartones (cocer hasta una hora)

Idem

Para objetos secos

Para objetos procedentes de medios acuosos

Para objetos de toda clase

Objetos sobre fibras

General

Destino

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Fibra de algodón y de celulosa, hifas de hongos

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1

Azul de Congo brillante (contraste al 17)

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Hifas de Eumicetes, fibra de madera en las pastas de papel

00

Sustancia, 2 % H Oj, 0,05 %

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Pardo de algodón N (contraste al 18)

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Diferenciar elementos de celulosas en sustratos de celulosófagos



Sustancia, 1 % Alcohol etílico, 2%

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Azorubina S

vri

Colorantes azoicos:

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Alizarincianina RR

2

H NO„ 2 % Alcohol etílico, 30 %

Hidrato de cloral, 2-10% NaOH, 0,5 %

Alcohol etílico, 10% Glicerina, 0,05%

Ácido de osmio, 0,8% Alcohol etílico, 10 %

u

Alizarincianina G

Colorantes de Antraquinonas:

Ácido nítrico

Hidrato de cloral

Decolorantes:

Alcohol y calor

Ácido de osmio

Ácido crómico, 0,25 (0,75) % Mezcla de Flemming (Porcentajes de la fórmula para el Ácido de osmio, 0,1 (0,4) % Ácido acético, 0,1 (0,5) % tipo fuerte entre paréntesis)

I fijativos: [Formol-ácido acético

Maceración de cuerpos fructíferos y Ácido salicilico, 2,5 % Alcohol etílico, 10 % microcistas

Idem

o

KOH, 3-10%

~™ «o

Macerativo de quitina

"i

Macerativo de «leña» al sulfito

Maceralivos:

Zeiss L 25 (índice de refracción nD En puro 1,525)

Zeiss L 15 (índice de refracción nD En puro 1,515)

Zeiss Einschlussmittel W 15 (índice En puro de refracción nD 1,515)

En puro

Entellan (= Merk N.° 7960)

Balsamo de Canadá, 98 % Éter + xileno 1 : 1, 2 %

Englobantes preparados (Existen ya muchos en el mercado, citamos cuatro de nuestra experiencia):

cd Bálsamo de Canadá

Englobantes: Gelatina, 5 (1,5 %) Gelatina de glicerina (Porcentajes de la fórmula para obje- Glicerina, 5 (2%) Timol, 0,15 % tos muy finos, entre paréntesis)

Sustancias o composición

ENGLOBANTES Y SUSTANCIAS DE MACERACIÓN. FIJACIÓN Y COLORACIÓN PARA BACTERIOS, HONGOS E INSECTOS BIBLIÓFAGOS •3



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Para detectar oxidasa

Esporas de bacterios (azul sobre fondo rojo-marrón)

GRAM

Identificación de sustancias de la descomposición de celulosa (= fluorescencia en luz UV) Sustancia, hasta 1 : 50.000.000 Alcohol etílico CN V£> O* Oí cd"

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Diferenciar hongos y bacterios

Identificación de lignina (= rojizo)

Celulosa recién formada, magnesio en tejidos vegetales, proteínas (= fluorescencia en luz UV)

GRAM

Identificación bioquímica y reacción de

Reacción de

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Yodo, 0,3 % Yodato potásico, 0,6% Alcohol etílico, 0,75%

Yodo, 0,3-2 % Alcohol etílico, 96 %

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Para diferenciar bacterios celulosófagos

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Contraste de fluorescencia como el anterior

Para diferenciar bacterios

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Sustancia, 1% Fenol, hasta 5 %

Formulación (el resto para completar 100 % es HJO)

Corifosfín HK (contiene aditivos que pueden aumentar los efectos en Idem ciertos tejidos)

Naranjada de Acrídina 2G

Colorantes de fluorescencia:

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Fluoreceína (contrastar con 32)

Rosa de Bengala GTO

Sustancias o composición

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la cantidad de sustancias derivadas por el control con el microcrioscopio nos orienta sobre los motivos de la paralización. Hidrólisis de almidones. Se cultiva sobre un sustrato de agaragar + almidón. Después de varios días, se aplica la solución de yodo (número 42, tabla 17) al 0,3 por 100. Si las colonias están rodeadas de un amplio campo hidrolizado, se queda esta zona clara y el resto se pone azul (figura 96). E l volumen de amilasa se determina indirectamente por las sustancias de la hidrólisis con el microcrioscopio. Identificación de GRAM. E S la clásica identificación sistemática de los bacterios, pero hoy día casi sirve más para la investigación bioquímica que a fines sistemáticos. Sistemáticamente siempre es la primera comprobación, aclarar que un organismo es gram-positivo o gram-negativo, usando el siguiente procedimiento: Se aplica primero violeta de cristal (tabla 17, núm. 34), resultando el aspecto de la figura 99,1. Luego solución de yodo (tabla 17, núm. 47) o de Lugol (tabla 18 número 45), resultando el aspecto de la figura 99,2. Lavando con alcohol se diferencian los bacterios (el ejemplo es Bacillus sublilis, que causa el «Cáncer del pergamino») según la figura 99,3. Ahora se colorea con safranina (tabla 17, número 23) y se llega al aspecto de la figura 99,4. Por fin se procura asegurarse con la coloración negativa por nigrosina (tabla 17, núm. 25), que todos objetos observados eran bacterios (figura 99,5) y entonces se procede al análisis, siendo todas las células que aparecieron oscuras grampositivas, y las demás, de un aspecto más o menos pálido, son gramnegativas (figura 99,6).

Esta diferenciación realmente demuestra características físicoquímicas que tienen su equivalente en muchas de las reacciones y acciones de los bacterios de un grupo u otro. Podíamos poner, por tanto, este control de GRAM también entre los métodos bioquímicos, pero por costumbre se cita esta reacción siempre entre los métodos de coloración. 2ac-e)

Microcrioscopía

La crioscopia es un método muy usado en la botánica para controlar el volumen de la producción de sustancias en la fotosíntesis y el reparto del resultado. Por MOSEBACH ha sido desarrollada la técnica de la microcrioscopía, que permitía trabajar con cantidades 198

de un milímetro cúbico. E n 1951, BAYER y KRAEMER mejoraron el 3

aparato de la microcrioscopía, llegando ya a cantidades de 0,2 mm útiles para el ensayo, usándolo en su día en el microanálisis de la savia descendente en los vasos de la corteza (KRAEMER, 217-2). En nuestra investigación es útil principalmente para determinar el comportamiento de colonias aisladas en sus diferentes zonas del crecimiento, porque se puede usar también para el control de la concentración de cualquier solución que se caracterice por una sensible modificación del punto de fusión, como son precisamente las soluciones de los azúcares que se forman en la descomposición de celulosa. Método microcrioscópico de MOSEBACH: Se extrae con una micropipeta (figura 50) algo de la solución a investigar y se pone la gota en aceite de parafina. Desde allí se recoge con un tubo capilar fino la gota de la solución, junto con algo del aceite. Se funde, con llama, un extremo del tubo capilar fino y, por centrifugación, se coloca la gota en el extremo asi cerrado, cerrando entonces también al otro extremo. (Marcar en seguida el tubito con un número, por ejemplo, con tinta china sobre un papel que se pega con cinta plástica al tubo.) La muestra se enfria (con nieve carbónica) hasta que se congela la gota de la savia y entonces se pone rápidamente en el microcrioscopio, aumentando lentamente la temperatura, observando al menisco de la gota. Si se nota la descongelación formándose el menisco, se toma la temperatura, que entonces sirve para el cálculo. E l valor osmótico se determina calculando: Diferencia entre 0°C y temperatura medida multiplicado por 12,06 = valor osmótico. E l mismo es en nuestro caso directamente proporcional al proceso de la descomposición.

2ad)

MÉTODOS BIOQUÍMICOS

La bioquímica es el sector que en los últimos decenios ha conseguido un avance como ningún otro campo de la biología. A veces nos hemos acercado ya tanto al centro del mecanismo vital que realmente estamos al borde de la posibilidad de crear vida. No obstante, estos pasos brillantes y convincentes aún son avances solitarios y queda mucho terreno incógnito por explorar antes de que dominemos solamente parte de la creación. Más completos son nuestros conocimientos de las funciones vitales. Podemos considerar aclarado la mayor parte del metabolismo de los organismos que aquí nos interesan, y en el capítulo 2b) describiremos estas funciones. No obstante, nos queda la necesidad de 199

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(*) El ensayo del cultivo da los resultados más exactos para los enzimas celulasa y amilasa. (**) Véase la descripción en el texto. (***) Véase los correspondientes apartados del texto.

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aclarar en cada caso concreto en qué forma y según qué esquema funciona el metabolismo de un celulosófago o bibliófago en general, porque la forma más elegante de la prevención es inhibir el metabolismo, no aplicando simples venenos mortales, que, comparado con los mencionados métodos preventivos sobre el metabolismo, son formas brutas y primitivas de la conservación. Si la misma hasta ahora aún es mayormente la antigua técnica, nada dice en contra de que busquemos caminos universales, siendo los mismos también a la larga los más eficaces. E l primer paso para cualquier consideración bioquímica es la identificación del proceso que observamos. Para este fin damos la tabla número 18, que cita los métodos de la primera orientación. A partir de este paso ya no se pueden dar instrucciones genéricas, se procederá según el fin que se persigue. De todos modos, siempre será necesario separar las sustancias que intervienen en una función o proceso, para que no se mezclen sus efectos, sin que se puedan adjudicar los resultados correctamente. Para este fin se suele usar el procedimiento de la isolación cromatográfica bidimensional. 2ad-a)

Aislamiento por cromatografía bidimensional

Su esquema lo indica la figura 102 y en esencia es que se aprovecha la probabilidad de que no hay dos sustancias que se porten igual en dos diferentes disolventes presentes en el mismo momento o material. El procedimiento es: la solución a investigar se pone sobre el papel cromatográfico en el punto x (figura 102a) y el canto inferior a un disolvente. Por efecto capilar sube el disolvente separando los grupos de sustancias que contiene la solución. Cuando el mismo ha llegado al canto superior se invierte el papel por 90° y se pone su canto lateral a otro disolvente, que entonces, arrastrando de nuevo los grupos hacia arriba por efecto capilar, separa ahora las sustancias de cada grupo. Eligiendo bien los dos disolventes es casi imposible que en la práctica no queden todas las sustancias aisladas y puedan ser analizadas separadamente.

Este procedimiento, naturalmente, es cualitativo. Como una comprobación cuantitativa normalmente suficiente se puede usar el método de la determinación del valor osmótico, si se trata de una o unas sustancias que influyen sobre este valor. E l método ya se ha descrito en el capítulo 2ac-e) para el microcrioscopio (figura 101). 202

Ambos procedimientos permiten trabajar ya con cantidades de un milímetro cúbico e incluso menos si es necesario. E l análisis, por cromatografía de papel, es preferentemente la comprobación de la refracción de los azúcares y del comportamiento de las sustancias en diferentes bandas de la luz ultravioleta, como en la de la luz de Wood, sin o con la adición de sustancias fluorescentes. Los últimos son preferentemente el amarillo de tiazol (número 48, tabla 17) para determinar proteínas, etc., y la Tripaflavina (número 50, tabla 17) para diferenciar en general sustancias que no son azúcares. 2ad-b)

Control de la acción

enzimática

La investigación de la acción enzimática tiene fundamental importancia en la microbiología. Se suele separar, después de cierto plazo de cultivar el organismo en cuestión, la solución en que se cultivaba, o lavar el sustrato y el organismo, y filtrar en ambos casos por el microfiltro (figura 80), comprobando entonces el efecto enzimático de la solución separada, usando los vasos de cultivo de la figura 77B y C. La separación de los enzimas falla en caso de muchos bacterios celulosófagos, por controlar ellos la salida, fenómeno que describimos abajo con detalle, sin que esto demuestre que no hay enzimas en acción. Era frecuente también tener problema de separar el efecto de cada sustancia. Esto entre tanto se solucionó para muchos casos elegantemente con el método de un cultivo sobre membranas selectivas. 2ad-c)

Cultivo sobre membranas selectivas

En su principio es una idea muy simple, el problema técnico estaba en obtener las membranas selectivas y, además, en una calidad totalmente homogénea. Se prepara un sustrato y se cubre con una membrana que deja pasar solamente las sustancias en cuya descomposición está especializado el organismo a cultivar. Forzosamente lleva entonces este organismo cierta ventaja sobre los demás, avanzando con su desarrollo. Inversamente usado, el mismo método sirve para aclarar si una especie es, o no, consumidora de la sustancia que deja pasar la membrana. Para celulosófagos aún no se ha publicado aplicaciones del método, pero indudablemente serla interesantísimo aclarar, según los azúcares de la descomposición

203

y que se podía separar con estas membranas, qué elementos de la fibra (celulosa, lignina, pectina, por ejemplo) descomponen de verdad. Para ciertos campos de la bacteriología se han descrito, incluso, combinaciones del método con procedimientos de identificación por fluorescencia, que no se puede calificar de otra forma como una solución muy graciosa y original para muchos propósitos de la investigación.

Aparte la investigación enzimática, el mismo método también sirve para seleccionar cultivos, usando membranas que seleccionan la solución alimenticia. Quedan, naturalmente, muchísimos métodos más que se suelen usar, pero son ya detalles que exceden de la base que nos interesa aquí. Se los debe buscar en la literatura especial.

2b)

L O S BIBLIÓFAGOS Y S U SISTEMÁTICA

E l término «bibliófago», que dice literalmente organismo que come libros, comprende en realidad, por lo menos desde que GALLO (130-3) consideraba los bibliófagos como un grupo o conjunto ecológico del mismo biotopo, todos los organismos que pueden causar daños a libros, documentos y, en general, a los papeles que se usan como portadores de textos.

Con la investigación detallada de los daños por fermentaciones bacterianas en papel de documentos, se amplió en su día el campo a este sector, anteriormente limitado a los papeles técnicos; poco lógico porque los mismos microorganismos pueden dañar, naturalmente, en uno y otro sector. A l contrario de los insectos, donde prácticamente no hay problema común entre el papel de documentos o libros y el de embalajes, etc., debemos suponer de los hongos primitivos y de los bacterios que una especie, conocida como dañina para uno de los materiales de celulosa (papel, textiles, madera, etc.), también puede serlo para los otros. Conocemos ejemplos de varias especies celulosófagas que se conocían primero solamente del suelo, donde destruyen la celulosa del residuo vegetal, y más tarde han sido descritas del papel. Por tanto, no es fácil hacer una sistemática de los bibliófagos sin que consideremos lateralmente, entre hongos y bacterios, las especies conocidas ya de los materiales análogos. Este concepto es más necesario aún, si pensamos en la conservación previa de papel y en el uso de este papel protegido en el clima 204

tropical, donde la probabilidad de que existan condiciones óptimas para el desarrollo de microorganismos, es considerablemente mayor que, por ejemplo, en el clima europeo. Si bien conocemos algunas excepciones, de especies limitadas a determinadas zonas climáticas del mundo, lo normal es que bacterios y hongos primitivos sean más o menos cosmopolitas y su presencia, o no, depende con preferencia o exclusivamente del microclima local en que se encuentra el objeto a proteger.

Indudablemente, no todos los microorganismos celulosófagos cuyo biotopo natural es el suelo son automáticamente sospechosos de ser bibliófagos, pero tampoco podemos admitir que el grupo de las especies hasta hoy descritas como dañinas en bibliotecas y archivos sean los únicos que pueden serlo. Entre los insectos, al contrario, podemos suponer que ya no existen muchas especies cuya peligrosidad no sea conocida aún. Algunas excepciones, como, por ejemplo, Lycius brunneus, que en los últimos años conquistó el mundo y causa danos en materiales que antes nunca se suponían en peligro por la familia de las Lyctidae, o los casos de ciertas especies de termitcs a que favorece la construcción moderna y por eso la invaden de repente, calificándose asi como posibles bibliófagos, no contradicen en general nuestro concepto.

Cierta posibilidad de que aún carecemos de conocimientos exhaustivos de las especies bibliófagas existe otra vez para las zonas del clima tropical. La progresiva penetración de los paises en desarrollo, con bibliotecas escolares y archivos administrativos, puede enfrentarnos con problemas nuevos. En una biblioteca extraordinariamente bien cuidada por su rareza, como hasta hace poco era el único caso en estas tierras, no han sido probables las situaciones que hoy son normales allí. Tenemos nuestros ejemplos europeos de elevadas pérdidas, no por negligencia, sino por carecer del máximo de los medios de protección, sea por motivos económicos, sea por falta de personal. Estas situaciones las debemos esperar ahora también para las zonas tropicales.

Debido al mayor peligro allí inminente, será necesario considerar entonces entre los insectos de estas zonas más especies como posiblemente peligrosas que las ya conocidas como bibliófagas. Esto rige en primer lugar para los termites, además para los grupos Blattidoidea y Zygentoma, pero también para algunos coleópteros. En la siguiente enumeración sistemática de las especies nos limitamos, naturalmente, a las que se ha conocido en la práctica como 205

bibliófagos. Pero, para destacar los grupos de tendencia bibliófaga, intercalaremos calificaciones de familias y géneros que dejan suponer mayor número de agentes dañinos que los ya conocidos, citando separadamente las especies ya observadas en otros materiales celulósicos. Con la modernización del alojamiento de bibliotecas y archivos, varias especies que anteriormente causaron daños con frecuencia hoy podríamos calificarlas como accidentales. Por ejemplo, muchos insectos que normalmente son xilófagos, desaparecen de las bibliotecas con la introducción de estanterías metálicas. Otras especies que también simultáneamente son xilófagos siguen siendo habituales bibliófagos, dato que demuestra mayor congruencia de sus exigencias ecológicas con el sustrato papel y libro. En algunas especies publicadas como dañinas en libros tenemos nuestras dudas. Mencionaremos en los casos concretos los motivos que nos influyen para tener este criterio.

En la nomenclatura científica seguimos lo más posible al concepto actual de la sistemática. En vista de que las comisiones que la fijan definitivamente aún están muy lejos de terminar su minuciosa labor, queda inevitable el problema de los sinónimos. Por otra parte, no podemos considerar como asunto nuestro aclarar prioridades de los nombres científicos. Además, en ningún caso de los insectos bibliófagos hemos visto un problema de verdad en este sentido; queda siempre bastante claro de qué especie se trata, aunque los nombres cambiaron de un autor al otro. Algo más difícil es la nomenclatura de los hongos, si bien no nos quedaron casos de verdadera duda. Más problemáticas son las denominaciones de bacterios, porque durante cierto tiempo varios autores consideraban la calidad de ser celulosófago como una característica de géneros propios, formando entonces géneros como Cellvibrio, Cellulobacillus, etc., en que pusieron todas especies de los vibriones o bacilos que son capaces de descomponer celulosa. Naturalmente es un concepto erróneo y ya hace unos veinticinco años que volvemos a incluir estas especies en su antiguo género a que morfológicamente, etc., pertenecen, considerando la capacidad celulosolítica sólo como característica útil para limitar o distinguir la especie dentro del mismo género. 206

Principalmente entre los bacterios, pero también en los hongos, existen varios casos en que no nos ha sido posible identificar todas las especies citadas o el correspondiente sinónimo era tan poco probable de ser bibliófago o por lo menos cclulosófagos, que no nos parece conveniente citarlo. Ocurre el caso en cuestión preferentemente en la literatura antigua y algo en libros, donde citaron cclulosófagos aleatoriamente, sin mencionar el autor de la especie. Si se trata de alguna referencia importante, lo citamos aquí a pesar de nuestras dudas, mencionando entonces el autor, y esperamos que algún día se consiga la aclaración. Problemáticos son los nombres vulgares. Su exactitud cambia, incluso de país a país, según el carácter nacional, de ser más partidario de clasificar minuciosamente o globalizar las denominaciones según el daño observado, sea el agente una mariposa o un escarabajo. Nos ocurre esto en el castellano, por ejemplo, con la palabra «polilla», que comprende en Europa unas ciento sesenta especies de cinco familias diferentes, y en el trópico, de África y especialmente de Sudamérica, se incorporaron otras muchas especies al término. Si aún nos arriesgamos a veces aquí usando adaptaciones o traducciones de las denominaciones vulgares de otras lenguas, entonces es como aportación práctica para entenderse mejor sobre los grupos de los bibliófagos y en prevención de que se levantan nuevamente a «palabra aprobada por la Academia» términos técnicos que están en contradicción con la denominación sistemática latina y que incluye el riesgo de nuevas confusiones, esta vez de orden técnico. Por la falta de un diccionario técnico del castellano completo y revisado por personas que dominan los diversos sectores de la ciencia o de la técnica, los autores científicos, en determinados casos, «han ido introduciendo y adaptando neologismos un poco a la buena de Dios» (FONT QUER, 115). Estimamos de suma importancia pensar bien el uso y la forma de adaptar los términos técnicos. Esto debía regir también para la Academia, porque, por ejemplo, en un caso extremo, el de los termites, la misma ha aprobado un término poco adecuado: «termes» [BUSTAMANTE

(058), KRALMER (217-2)], a pesar de que ilustres autores españoles,

científicos del último siglo, ya han usado y diccionarios grandes, editado en 1954 (LEXIS) aún usan, el término «termites». La palabra «termes» es inadecuada, porque es el nombre latino de uno de los muchos géneros de los termites, además de un género que, precisamente, en España no existe.

2ba)

RELACIÓN SISTEMÁTICA DE LOS BIBLIÓFAGOS

En las siguientes compilaciones citamos al autor que describía la especie como bibliófago si él es el único que la cita. Nuestras propias observaciones lo decimos, si son nuevas, pero un detallado estudio comparativo de todas las especies observadas por nosotros 207

debe ser objeto de una posterior publicación especial y no pertenece aquí. Los potenciales destructores, aún no observados en papel, los citamos en caso de considerarlos de alguna importancia práctica posible y destacando naturalmente que hasta el momento no han sido observados como bibliófagos. No incluimos aquí simbiontes y parásitos, citándolos en la compilación correspondiente a su capítulo 2bb). Limitándose los bibliófagos a pocos grupos, no ofrece mucha ventaja reproducir aquí una sistemática completa. Publicamos, por tanto, nuestro fichero, ordenado según las clases y órdenes sistemáticas, pero dentro de la orden citamos solamente los géneros en orden alfabético. Solamente si las familias eran muy grandes hemos ordenado los géneros dentro de las familias y las citamos entonces. Dentro del género también las especies están ordenadas alfabéticamente. Si hemos localizado un sinónimo sin duda, citamos la especie en su posición correcta y entre paréntesis el sinónimo. Lo mismo hacemos si se considera o se sabe ya la relación entre un fungi ¡mperfecti y su posición en el sistema natural.

Como indicación final, ante la reproducción de nuestro fichero de bibliófagos conviene discutir la realidad de las nuevas especies descritas como especialistas en papel. Indudablemente es llamativo, ante todo entre los hongos, la cantidad de «chartarutn, bibliothecarum, papyricola, charticola, etc.», que se ha descrito. Entre los antiguos autores ya será difícil comprobar los detalles del individuo descrito, pero con nuestros actuales conocimientos parece posible que por lo menos parte de las especies observadas son simples variaciones de otras especies en condiciones extremas de un sustrato violento como puede ser el papel, no siendo aceptables sistemáticamente, pero debemos conservar las denominaciones hasta que se aclaren estos casos sin lugar a dudas. Aparte los hongos, también hay problemas de adaptación en otros grupos, por ejemplo, entre los insectos con las Copeognatha. La aclaración de estos problemas puede tener bastante importancia práctica, porque ya hemos visto que aún no conocemos bien la situación en todo el mundo y confirmado la existencia de adaptaciones «tipo charticola» de especies hasta el momento no consideradas como bibliófagas, nos ayudaría en la formación de criterio sobre la peligrosidad que una especie puede tener por su elástico carácter bionómico. Si bien es detalle que pertenece al capitulo 2c) hasta 2f). indicamos ya aquí nuestro criterio de la agresividad de los géneros o especies al papel, etc., evitando así repetir la lista. Significa: (*) daño observado en fibras de celulosa; (*•) causa rápidamente danos notables; (•••) u y dañino para libros. Si bien es lógim

208

co, hay que decir que estas calificaciones, muy genéricas, son arbitrarías siempre, basándose en observaciones o indicaciones en la literatura, normalmente no estadísticamente respaldadas. A pesar de esto lo consideramos útil para orientarse. Buscando la identidad de una especie desconocida se puede empezar entre los más frecuentes o probables. 2ba-a)

Bacterios celulosófagos

o dañinos

en libros y documentos

Seguimos en la sistemática preferentemente a BERGEY (046) y a HAWKER (163). Si diferimos en algunos puntos es por aparentes motivos de la ecología, ya discutidos en la correspondiente literatura especializada. SCH1ZOPHYTA SCHIZOMYCETES PSEUDOMONADALES Cellfalcicula (*) Este género lo mantienen en la sistemática aún dentro de este orden, a pesar de que, por su ecología, es más real y probable considerarlo como perteneciente a los Myxobacteriales. Como bibliófago está descrita la especie — Winogradskii (solamente VERONA, 399-4). Del suelo se conoce como celulosófago, frecuente en zonas mediterráneas o subtropicales y como especie dañina en textiles, a — viridis Winogr. Dañino en pulpas de papel es — fusca Winogr. (**). (Cellulomonas) Es seguramente artificial la separación entre este género y Pseudomonas. Sus especies han sido caracterizadas solamente por su capacidad de descomponer celulosa. Parte del género pertenece a Pseudomonas, el resto a otras familias (preferentemente Corynebacteriaceae, donde se conserva el género Cellulomonas). Pseudomonas (**) — aeroginosa Schroet. Mig. (— Bacillus pyocyaneus Gess.); — fluorescens Fluegge ( Bacillus fluorescens liquefaciens). 209

14

La primera especie es muy polífaga y un peligroso agente patógeno humano y animal (cerdos, ratas, conejos). La segunda, no patógena humana, vive normalmente en el suelo. Ambas son típicamente lipolíticas y aún no se ha comprobado su acción celulosolítica. Su presencia en papel (para la segunda especie citada solamente por BONAVENTURA y CAMPOSANO, 037) será por el contenido de cola, etc. Otras especies han sido comprobadas como cclulosófagos, sin que de momento se haya observado en papel. Éstas son naturalmente polífagas y. por tanto, en papeles antiguos es fácil que encuentren un sustrato adecuado. Son ellas: — argüía McBcth; effusa Kell.; ephemorecyanea Fuller; erythra Full. et Norm.; iod'mum Davis; lasia Full. et Norm.; minúscula [citada poj IMSCHENEZKI (181-3), ignoramos la identidad]; mira McBcth; myxogenei Fuhrm.; perlurida Kell.; subcreta McBcth et Seal.; tralucida Kell.

Vibrio (Cellvibrio) (figura 133) — ochraceus Winogr. (**). Muchas veces citan sólo el género, pero será — Winogradskii Omelj. ( vulgaris Stapp. et Bort.) (***) en la mayoría de los casos. Como celulosófagos se conoce varias especies más, tanto del suelo como de textiles; son ellas: — flavescens Winogr. (en textiles); —fulvus Stapp. et Bort. (**); —napi; —prima [citado por Siu (369) en textiles como fuertes destructores]; — amylocella; — halophilus [que cita IMSCHENEZKI (181-3), pero ignoramos su identidad]. (Cellvibrio) Este género es artificial por haberlo caracterizado solamente con la calidad de que destruyen sus especies celulosa y será parte de Vibrio. La especie Cellvibrio flavescens Winogr., según IMSCHENEZKI, pertenece a Cytophaga o Sporocytophaga, siendo con seguridad una Myxobacteriaceae.

EUBACTERIALES

Achromobacter Repetidas veces se cita el género como destructor de la celulosa; del papel está descrita solamente la especie 210

pimctatum (por BONAVENTURA y CAMPOSANO, 037), que será

realmente Aeromonas punctata (Zimm.) Snies. Como fuerte destructor de la celulosa se conoce del suelo y se investigó ampliamente a la especie: — picrum Gray et Thorn, que pertenece realmente a Pscudomonas (Jord.) Bergey, y que es una especie ubiquista. Otras especies que de verdad son Acromobacter son dañinas en colas (véase allí).

Bacillus (Cellulobacillus) (**) (figuras 143-148) En este género hoy se reúne a todas las especies que realmente pertenecen a las Bacillaceae, son aerobias y forman esporas. Nosotros debemos agrupar, dentro del género, las que son cclulosófagas y las que comprobadamente no lo son.

A las especies indiferentes a la celulosa pertenecen importantes destructores del pergamino, éstos son: — cereus Frankl.; —c. var. mycoides Flügge, la última forma citada por BONAVENTURA y CAMPOSANO (037) del papel

también; megatherium de Bary, y la más frecuente del Cáncer de pergamino es — subtilis Cohn. (***). Como bibliófagos en papel se observaron los celulosófagps — amylobacter Bredemann, que es realmente la especie Clostridium pasteurianum Winogr. en estirpes adaptadas. — Omeljanskii Henneberg ( Clostridium Om., — Cl. thermocellum, = Cl. cellobiparus, — Bac. cellulosae, ¿ = Bac. cellulosae disolvens?) (***); — Omelj. var. thermophilus Imsch. (¿ Terminosperus thermocellulolyticusl) (***). La forma var. thermophilus Imsch. la consideramos idéntica a una que hemos observado en la zona de Rio Muni, muy dañina para papel, introducida accidentalmente al mismo. Y también, según la descripción y la foto publicada, debe pertenecer al grupo cl bacterio citado sin identificación, como dañino para el papel de canapa, por BONAVENTURA (036-1).

Las formas que no tienen esporas redondas se separaron, como — Omeljanskii var. ovalisporus Imsch. 211

Como fuertes celulosófagos, en el suelo o en fibras, se han descrito por IMSCHENEZKI, sin que aún se hayan citado del papel, a las siguientes especies, que no vemos identificadas con seguridad: — aphorrheus; — cytaseus; — feslinus; — ¡mminutus; — macerans; — mucosus (¿ = Klebsiella pneumoniae Schroel.?); —paludosum (¿ Vitreocilla paludosa Pringsh.?); —thermofibrincolus (¿—Omelj. var. thermophilus?); — varsaviensis. Todas las especies hasta ahora citadas, comprobadamente forman esporas. Las siguientes también son importantes celulosófagos e IMSCHENEZKI supone que pertenecen al género Bacillus, pero aún no está asegurada la formación de esporas. — al mus; — aurogens; — bibulus; — caesius; — concitatus; — desidiosus; — gelidus; — gilvus; — ingis; — polymyxa; — rossicus [según lista de sinónimos de BERGEY debia ser Anaplasma margínale Theiler (— A. rossicum Yakiman et Belianine), pero esta especie es parásito de sangre y aquí no parece muy probable]; —subalbus; —vulgalus.

Bacterium Este género debia comprender solamente las formas del grupo Bacillus-Bacterium que no presentan esporas. Pero en vista que de muchas formas aún no está aclarado si tienen esporas o no, algunas especies del género seguramente pasarán a Bacillus. También hay un grupo de especies, aún en este género, a pesar de que ya sabemos que forman esporas, pero se duda que pertenecen a Bacillus, algunas ya han sido comprobadas como Pseudomonas. Por tanto, se dejan las dudosas aquí, como en «sala de espera», hasta que se aclare su verdadera identidad. A éstas pertenecieron muchos de los celulosófagos, ahora ya emplazados en otros grupos; no obstante, existen seguramente también auténticas especies de Bacterium que son celulosófagos.

De fibras de celulosa y de papel técnico se conoce las especies: — protozoides (**) (citado por Siu, 369); — punctatum Zimmerm. (¿ Aeromonas p.?). De fibras se conoce y sabemos ya que debe pasar a otros género: — cellulosolyticum-flavum Me Chung (es seguramente = Bacillus Omelsjanskii). Como celulosófagos del suelo, comprobando por lo visto su desarrollo sobre papel en cultivo artificial, ha descrito IMSCHENEZKI, sin que sepamos identificar las especies: — bosporum; —castlgatum; —¡doneum (¿ Pseudomonas iodinum Davis?); — liquatum; -^lucrosum; —udum (¿— Cellulomonas ududa Kell.7). Y por el mismo autor, poniendo ya en duda el emplazamiento: — latlvans; — simili typhosus; — terminalis. 212

(Cellulobacillus) Este género es artificial, como otros caracterizados solamente por descomponer la celulosa, y pertenecen a Bacillus, si forman esporas, o si no, las especies son Baclerium o totalmente mal emplazadas.

Cellulotnonas Este género, primero también una construcción artificial separada de Pseudomonas, se ha pasado, con varias especies bien caracterizadas, a la familia de las Corynebacteriaceae.

Celulosófaga que ataca papel y textiles es la especie: — biazotea Kell. (**). Fuertes celuloso fagos del suelo y observados en textiles son: — cellasea (Kell.) Berg.; —flavigena Kell., observada repetidas veces en fibras textiles; —galba (Kell.) Berg.; —pusilla (Kell.) Berg. En el suelo existen bastantes especies celulosófagas más que aún no se han observado en fibras o papel.

Clostridium (figura 136) Este género es el tercero de las Bacillaceae y debe comprender, según el concepto de hoy, las formas estrictamente anaerobias de la familia. Varias de ellas indudablemente son celulosófagos, como Cl. cellobiparus o Cl. amylolyticum Prevott, de los suelos pantanosos, el Cl. disolvens Berg. del intestino humano, o algunos del intestino animal. Una especie descrita del papel realmente no podía ser de este género.

La clasificación a rajatabla de BERGEY, a la que sigue también HAWKER y colaboradores (164-1), hay que estudiarla de nuevo ante

las observaciones de un investigador de la personalidad de VERONA,

que describe del papel las especies: — cellidosolvens Omelj.; wernei Bergey. La explicación posible vemos por la diferencia del criterio de la calificación «anaerobe». En la medicina es más fácil fijar un «sí» o un «no». Para los celulosófagos habrá más probabilidad de que llegan a ser clasificados «facultativamente anaerobo» que demuestra que en realidad no hay limitación tan fija. Un ejemplo muy claro para esto es — pasteurianum Winogr. (**), descrito del papel (como B.

amylobacter Bredem.) por BONAVENTURA + PAGANINI

(038-1), y entre tanto también confirmado por nosotros. 213

Por fin, lo más probable es que la especie Amylobacter navícula pertenece realmente al género Clostridium y ésta es un celulosófago de los conocidos como facultativamente anaerobios, sin que pertenezca al grupo de Bacillus Omeljanskii. A l último se debía emplazar también en Clostridium y unir con Cl. cellobiparus. Micrococcus (**) Las especies citadas del papel todas son polífagas, no celulosófagas, y seguramente viven en componentes no fibrosos, como las colas, etc. Son estas especies: — agilis Ali. Cohen; — auranticus Ali. Cohen; — citreus Migula [— cereus (?), que, como el anterior y los dos siguientes citan solamente BONAVENTURA y PAGANINI, 038-11; — ochraceus Rosenth.; —Pikowskii; —roseus Flügge ( M. agilis Holl.). Dudoso como celulosófago, por ser aerobio, pero expresamente citada de la celulosa, es la especie (posiblemente simbionta): — denitrificans Beijerink. A titulo de curiosidad citamos un verdadero celulosófago procedente del intestino que en Berlin afectó pulpas, etc.: — pygmaeus Berger (— Ruminobacter p., Naumaniella p.).

Serratia (**) — marcescens Bizio ( Chromobacterium prodigiosum, = Bacillus prodigiosus); la especie es muy polífaga, incluso patógena humana. Streptococcus En el género hay celulosófagos, pero todos ellos son estrictamente anaerobios. Lo que se encuentra en papel son presencias casuales (expiración humana) o atacan las colas.

ACTINOMYCETALES

Actinomyces (**) (figura 139) Del género se describieron bastantes especies del papel y de libros, entre ellos unos cinco sin identificar, dando los autores sola214

mente números a las estirpes observadas. Como se citan mayormente especies, bajo Actinomyces, que hoy se pone en Streptomyces, quedan de momento aquí solamente: — melanogenes Oliv. y (la posiblemente idéntica especie) — melanocyclus Merker, cuyo cultivo artificial sobre papel hizo ya KRAINSKI (218) y cuya agresividad es visible a

simple vista en papel. Micromonospora (figura 141) Este género de los Streptomycetaceae contiene muchos celulosófagos fuertes del suelo, pero solamente una especie, — vulgaris Tsikl. (= Thermoactinomyces v.), conocemos ya como dañina en fibras y papel técnico. Como posiblemente dañino y cultivable sobre papel se pueden citar las especies: — coerulea Jensen (= bicolor); —chalceae Foul.; —globosa Krassiln.

Mycobacterium (figuras 137 y 138) Este género contiene varios celulosófagos fuertes, pero está aún poco aclarado sistemáticamente en sus especies del suelo. Las estirpes celulosófagas se han descrito mayormente con simples números.

De la especie, bien aclarado fisiológicamente, — fortuitum resulta que es polífaga y, aparte de ser celulosófaga, es también patógena humana. Otra especie, muy peligrosa, la de la tuberculosis humana, — tuberculosis Zopf. se ha descrito varías veces del papel, pero no es celulosófaga. Puede ser que viva polífaga en las colas o es una simple presencia casual. A pesar de la importancia higiénica, no está aclarada aún su bionomia en el sustrato papel. Posiblemente pertenecen a este género, o a su familia, Mycobacteriaceae, otras especies más que actualmente figura aún en Bacterium.

Mycococcus — cytophagus Bokor. BERGEY (046) cree que es Cytophaga

aurantiaca Winogr., que conocemos como bibliófago. Imposible, desde luego, no es, porque Mycococcus cytophagus 215

se describe como muy dañina en papel de embalaje y con datos bionómicos muy parecidos a Cytophaga. Aparte esto, se localizaron del género unas 25 estirpes que hicieron daño en celulosa pura y pulpas de papel. Como celulosófagos del suelo describe KRASSILNIKOW las siguientes especies, que luego en parte también se observaron en celulosa pura, siendo las mismas posiblemente capaces de atacar al papel: — albus Krassiln.; —a. ssp. albidus Krassiln.; —flavus Krassiln.; —luteus Krassiln.; —ruber Krassiln. Esto deja pensar que el género, o toda la familia de las Proactinomyceteae, tienen mayor importancia en la descomposición de la celulosa de lo que actualmente sabemos; IMSCHENEZKI lo supone también, aportando razones. Nocardia Se cita el género como observado en papel y en fibras sintéticas, pero no está del todo aclarado que sea verdaderamente Nocardia, género que hoy se comprende más bien como grupo de especies patógenas, preferentemente anaerobio, en la literatura de la medicina. No obstante, es indudable que en el suelo existen muchas especies polífagas (incluso algunas descomponen parafina y fenol) que podían desarrollarse en papel, como está comprobado para — mesentherica Orla et Jens. Proactinomyces (figura 142) Este género contiene con seguridad celulosófagos fuertes. Como en toda la familia, está poco aclarada aún la bionomla de las especies celulosófagas. De algunos del suelo se sabe que no descomponen celulosa; de los siguientes se supone o debe suponerse que son celulosófagos: — albicans Krassiln.; —flava Krassiln.; —Kuroishi Nesaka; —macula (Mili et Burr.) Waksm. et Hcnr.; —viridis (Krassiln.) Waksm. et Henr. Streptomyces (**) (figuras 141 y 217,1) Este género, hoy famoso por contener los proveedores del antibiótico estreptomicina (St. griseus y otras) y de otros tipos más, comprende muchos saprofitos del suelo, y las especies siguientes, primero descritas en otros géneros, son conocidas como bibliófagos: —

216

albidus Duché; —albus (Rossi et Doria) Waksm.; —áureofaciens Dugg.; coelicolor (Muell.) Waksm. et Henr. (**), que se observó mucho en papel y pastas; —griseus Krain.; — violaceus (Rossi et Doria) Waksm.

Especies comunes en el suelo y fuertes celulosófagos que consideramos especies posibles también para ser dañinas en fibra y papel, son: — alboflavus Krain.; —albosporeus Krain.; —cellulosae Krain.; —collimus Lindcnb. (**); —diastaticus Krain.; —parvus Krain.; —viridans Krassiln. Seguramente habrá algunas especies más de capacidad celulosolitica. Importante es que el género se destaque por ser capaz de descomponer lignina. Si bien esta actividad no la hemos visto citada aún de papel, será aspecto importante de la conservación de papeles baratos en clima húmedo. De St. coelicolor lo hemos comprobado en propios ensayos. Aparte es agente típico en cuero y pergaminos. Myxobacteriales Con los géneros Sorangium, Cytophaga y Sporocytophaga se caracteriza toda la orden como muy fuerte en la descomposición de la celulosa, si bien su principal daño lo hacen en la fabricación del papel. Su observación en el papel hecho, a pesar de su frecuencia, no demuestra un carácter general muy peligroso como bibliófago debido a sus exigencias ecológicas. Serán siempre limitadas las especies que allí ofrecen realmente un peligro. Cytophaga (figuras 109 y 110) Es un género muy común en papel. Hoy está separado, con las especies que nunca forman microcistas, del género Sporocytophaga, que comprende los tipos que forman cistas. Del papel se describieron las especies: —

Huchinsonü Winogr. (= Spirochaeta cytophaga, — Nocardia cyt.) (**); —Johnsonii Stanier; —Winogradskii Vor. (**).

Como celulosófagos de la pasta de papel se conoce: — difluens Stanier; —Krzemienicwskae Stanier; —rubra Winogr. Myxococcus Pertenece este género a una familia, Myxococcaceae, muy mal aclarada. Como celulosófago cita IMSCHENEZKI la especie — xanthus Beeloe. Promyxobacterium (figura 108) Tampoco está muy aclarado este género. BERGEY dice que pertenece a Cytophaga, otros se oponen al mismo y defienden su corres217

pondiente familia, Promyxobacteriaceae, suponiendo que parte de lo descrito como Cellfalcicula por WINOGRADSKI pertenece a este grupo que dice IMSCHENEZKI (183-3). También cabe aquí el concepto de que las formas móviles del grupo Bacterium-Bacillus, si carecen de flagelos y son capaces de destruir celulosa, son realmente miembros de este género o de su familia. Como dañinas de libros están descritas las especies: — flavum (Koffler) Jahn. ( Archangium p.); —lanceolatum (Prév.) Smith ( Peptostreptococcus 1. según BLRGEY). Polyangium (véase Sorangium) Sorangium (figuras 120, 121, 125, 130 y 131) Este género, muy frecuente en el suelo y a veces «especializado» en excrementos (por su necesidad de nitrógeno orgánico), está llevado posiblemente con excrementos de ratones a los almacenes de papel, donde se observaron incluso plagas de Sorangium. De fibras de celulosa se conoce las siguientes especies: — cellulosum Imsch. (**); —compositum Jahn (***); —nigrum Krz. (***) (BERGEY dice que P. flavium pertenece aquí). Cuando se aclaró la separación entre los géneros Sporangium y Polyangium (Link.), IMSCHENEZKI describió Polyangium cellulosum, que es posiblemente la especie más violenta entre los dos «.cellulosum» descritos por él. Se distingue lo más fácil por el tamaño de sus esporas: Sorangium c. — 0,4-0,6 por 2,2-4,5 largo, Polyangium c. — 0,7-0,8 por 2,2-3,5, es decir, mucho más compactas en su forma.

Sporocytophaga (figuras 111-115) El género comprende solamente dos especies, ambas muy dañinas en celulosa y conocidas como capaces de atacar papeles: — ellipsospora Imsch.; —myxococcoides (Krzem.) Stainer ( Mycococcus cytophaga, — Nocardia c). 2ba-b)

Bacterios que dañan colas

En la fabricación de colas hay gran cantidad de bacterios que pueden causar daño. En lo que nos interesa a nosotros hay que citar: 218

Achromobacter (**) — lipolyticum Bred. ( Brevibacterium lip. Huss.); —delicatidus; —xerosis Groupé. Aeromonas — liquefaciens (Beij.) Kluyver, que es el bacterio con el que los chinos fermentan sus huevos, quedándose de color negro transparente; también aparecen así las colas afectadas por él y el siguiente, — punctata (Zimm.) Sniesko. Bacillus — lactojermenti Beij. Pseudomonas — fluorescens-liquefaciens Eisenb. ( Acromobacter l. Berg.) (**). Staphylococcus — aureus Rosenb. Streptococcus — cremoris Orla et Jens.; — lactis (List.) Loehnis. Streptomyces — sps. (se observaron varias especies en colas de urea-formol, envejecidas por ellas).

2ba-c)

Bacterios patógenos

humanos en papel

Aparte las especies ya citadas que también causan daño en papel, se ha observado numerosa cantidad que se encuentran casualmente allí a consecuencia del uso de los libros. Las especies entre las bibliófagas que tienen también carácter patógeno humano son: Pseudomonas — aeruginosa; —fluorescens. Bacillus — cereus; —megatherium; —subtilis. Serratia — marcescens. Actinomyces — albus. 219

De los demás bacterios patógenos se ha citado principalmente los géneros y especies: Bacillus — anthracis. Enterococcus Escherichia — coli (Mig.) Cast, et Chalm. (normalmente sus formas no peligrosas). Klebsellia — pneumoniae (posiblemente celulosófago). Mycobacterium — tuberculosis (que eventualmente vive también en colas). Neisseria — flavescens Brauh. Nocardia — jortuitum; — platypoecilus Baker ( enfermedad del bibliófago Lepisma que a su vez infecta al hombre). Sarcina Streptococcus — aureus Rosenb. (= albus Rosenb.). Staphylococcus — pyogenes Rosenb.; — viridans Waksm. (su grupo); — aureus. Virus de la ictericia epidémica. 2ba-d)

Hongos bibliófagos

Como hongos se denomina a los Talofitos, libres de clorofila y que se diferencian de los bacterios por tener núcleos celulares, pero careciendo de plastidios y, salvo los Myxomycetales, por tener siempre una pared celular de celulosa y o quitina (Micoquitina).

Entre los hongos, muy numerosos en géneros (2.500) y especies (65.000) son relativamente pocos los que intervienen en papel. Nuestra compilación llega a unos 140 géneros y algo más de 300 especies. Es muy posible que se localicen más especies, porque aún no se ha investigado muy sistemáticamente en todo el mundo, y también entre las listas publicadas en Italia, Polonia y Rusia, países donde se ha investigado ampliamente, hay notables discrepancias. Hay 220

bastantes especies de momento solamente observadas en un sitio. Es prácticamente incógnita todavía la situación en el trópico, siendo seguramente los hongos allí, para bibliotecas no climatizadas, un peligro tan grande como los termites, porque sus óptimos de humedad se cumplen fácilmente en el clima tropical. El estudio de la sistemática de los hongos bibliófagos obliga siempre al cultivo. Casi nunca es posible determinar la especie ya por su aspecto en el papel; incluso, si se localizan cuerpos fructíferos, conviene ver la formación en condiciones no tan extremas como muchas veces ofrece el papel al micelio del hongo. Ya hemos dicho que puede ser que haya descritas «nuevas» especies por anomalías en el crecimiento sobre papel.

Las figuras 176, 177 y 178 d) indican las formas de los cuerpos fructíferos y esporas que se suelen observar, naturalmente en modificaciones específicas para cada género o especie. Los de los Ascomycetes (figura 177,1) y de los Basidiomycetes (177,2) nunca se encuentran libres en el micelio, sino en cuerpos fructíferos, más o menos voluminosos. Entre las formas de los ciclos sexuales, que aún no los conocemos de todas las especies, siendo entonces imposible identificarlas dentro del sistema natural, existen infinidad de casos especiales. Si tienen importancia práctica para nuestro objetivo particular, lo citaremos con la descripción de la especie. Seguimos en la sistemática aquí al concepto de MAEGDEFRAU en el STRASSBURGER del año 1971 (251). Los Deuteromycetes, los Fungí imperfecti, que son los hongos cuyas formas sexuales aún no conocemos, dejamos en la agrupación artificial de SACCARDO (337) por no existir una mejor y, a pesar de la justificada crítica de GAEUMANN (128-2), que acusa que ciertas especies se portan de una forma tan diferente en condiciones artificiales, favorables o desfavorables para ellas, que se debía ponerlas en uno u otro orden de los Deuteromycetes, según como forman en las condiciones accidentales sus conidios. Entre los hongos bibliófagos es para esto el género Pestalotia el clásico ejemplo. Ya en anteriores ocasiones hemos dicho que el casi abandono de la investigación, sobre la sistemática de las especies, es muy lamentable. Aquí tenemos nuevamente un ejemplo práctico. El SACCARDO, del que se publicaron las ampliaciones (de total 25 tomos) a mediados de los años veinte de este siglo, ahora se han publicado de nuevo como reimpresión (337), por no existir otra obra tan completa, sabemos ya los problemas que ofrece.

221

En nuestro campo, de los bibliófagos no todas las especies citadas como tales pueden convencer por su posición sistemática de que realmente son bibliófagos. Si su grupo son en general saprofitos, es fácil aceptar que algunos son bibliófagos. Pero también se han citado varias especies que pertenecen a grupos parasitarios. Si bien no es prueba fehaciente en contra, porque siempre puede haber adaptaciones en la bionomía, indudablemente hay que aclarar bien que realmente es una excepción ecológica, que se trata de un erróneo emplazamiento sistemático de la especie, o que la presencia del hongo es casual sin mayores consecuencias. Nos movemos, con el sustrato papel, dentro de un sector ecológico muy especializado y, por tanto, las observaciones del comportamiento de una especie tienen notable valor como indicio sobre su natural posición sistemática. Incluso en el grupo artificial de los Fungi imperfecti —de los cuales no conocemos aún sus formas sexuales y, por tanto, no los podemos clasificar más que provisionalmente según su «comportamiento morfológico»—, nos puede ayudar en la especulación sobre su real emplazamiento sistemático. A l cumplimiento del deseo de GAEUMANN (128-1) de que «lo ideal sería que desaparecieran todos los Fungi imperfecti, quedándose emplazados en el sistema natural», nunca se llegará. Salvo las especies de las que aún no se han encontrado juntas las formas sexuales y asexuales (por no estar presente la raza contaría, en caso de hctcrotalia, hay que suponer que no lo podremos aclarar nunca directamente. Sea que ya no forman la fructificación sexual, habiendo perdido su sexualidad, o que el hongo representa solamente una raza masculina afuncional. Por fin, los Fungi imperfecti pueden ser también nuevas formaciones intermediarias, de alguna hibridación asexual, como artificialmente se ha obtenido, y que —si no se hubiera conocido su origen— indudablemente se hubiera descrito como una especie nueva.

Gran parte de los hongos bibliófagos están descritos entre los Fungi imperfecti y rara vez se aclaró posteriormente su verdadero emplazamiento. Para mayor facilidad práctica, dejamos este emplazamiento provisional que un especialista debe corregir un día.

222

MYCOPHYTA MYXOMYCETES

No se han descrito bibliófagos del grupo, si bien algunas especies podían causar daño en determinadas circunstancias. Se conocen varias especies que viven sobre madera como saprofitos. En condiciones climáticas húmedas, en el trópico, los hemos encontrado en cantidad sobre papel técnico, participando aparentemente en su descomposición. Dos especies observadas (en Mitong, Guinea Ecuatorial y en Sapele, Nigeria) pertenecen al género Ceratiomyxa (figura 175) y otra parecía, o ha sido, una especie del género Trichia. Ambos géneros pertenecen al orden Myxomycélales.

PHYCOMYCETES

Bibliófagos son conocidos solamente de un orden; posible sería que aún se encontrara en otros grupos alguna especie. Mucho tiempo se ha llamado también a todos los Deuteromycetes (Fungí imperfecta y a los Ascomycetes sin cuerpo fructífero grande (seta) «Ficomicetes», e incluso, en la práctica, se hace aún. Por ejemplo, llamamos al ensayo básico del control de la resistencia «ensayo de Ficomicetes». En esta prueba se suele exponer el material a la acción de diferentes micelios y su mayoría son hongos de otras clases.

ZYGOMYCETALES Blakeslea (*) — trispora Thaxt. (en pulpas es frecuente). Chaetocladium En encuademaciones y pergaminos en sitios húmedos. Choanephora El género lo hemos observado en varios libros de pergaminos de España. Mucor (**) — mucedo (Mich.) L . ; — hiemalis Wehm; — racemosus Fres, (en cuero); —stolonifer Ehrenb. L a primera especie es frecuente en papel y pergamino, las otras las hemos visto solamente en pergaminos o en cuero. Phycomyces — nitens Kunze, en encuademaciones de tela. 223

Rhizopus — nigricans Ehrenb.; —oryzae W. et Ger. Ambos preferentemente en pergaminos y telas de encuademación. Syncephalastrum — cinereum Bain.; —racemosum Schroet.; —sp. (en pulpas y papel de periódicos).

AsCOMYCETES SACCAROMYCETALES (Protascomyceíes, Endomycetales) Endomyopsis — fibuliger (Lindn.) Dekk. Eremascus — fertilis Stopp. Rhodotorula (*) — mucilaginosa Harrison; la especie viene ya de infecciones en la pulpa a lpapel recién fabricado, donde se encuentran con cierta frecuencia. Infecciones posteriores necesitarían mucha humedad; —rubra (Dem.) Lodd.

PLECTASCALES Aspergillus (***) De este género, seguramente, todas las especies pueden ser más o menos dañinas en papel. Se han citado las especies: — brunneofuscus Sée.; —flavipes Mech.; —fumigaíus Fres.; — /. var. cellulosae Hopf.; — nanus Oud.; — niger v. Tieg.; — ochraceus; —oryzae (Ahlb.) Cohn.; —sulphureus Desm.; —repens Sacc; —roseum Link.; —ruber; —versicolor (***), muy dañino en pergaminos, GALLO, F . + STRZELCZYK (131A); —Weníiii Wehm. (Fungi imperfecta figura 218,6). Arachniotus — aureus (Eid.) Sehr. 224

Byssochlamys — fulva (determinada solamente del ambiente de archivos). Eidamella — spinosa Matr. et Dass. Gymnoascus (*) — setosus. Myxotrichum (*) chartarum Kunze ( Oncidium chartarum Nees, Actinospira chartarum Cda.). Paecilomyces (*) (del papel solamente formas asexuales). Pénicillium (***) Este género también será capaz de atacar con prácticamente todas sus especies a papel y otros materiales de libros.

Se ha citado las especies: brevicaule Sacc; claviforme Bain, (en cuero); —chrysogenum Thom.; —citrinum (en cuero); Constantinii Bain.; crustaceum; cyclopium Westl.; —fréquentons Westl.; funiculosum Thom.; —glaucum Link.; implicatum Biorge; —luteum Sakl; —notatum; roqueforti Thom. (que es la especie usada para la fabricación de quesos, como el de Cabrales, de Peña Roya, etc.); —stoloniferum; Thomi Zal.; vermiculatum Dang. (Fungí imperfecti, figura 218,5).

PERIOSPORALES

Anixia — cyclospora (Cooke) Sacc.; ( Orbicula c. Cooke). Cephalothecium Kriegel Rehm.; —roseum Carda (?). Micromastia fimicola Syd. Perisporium — vulgare Cda.

225 15

PSEUDOSPHAERIALES A este orden pertenecen seguramente ciertos bibliófagos de los Fungí imperfecti, como Pullularia (Aureobasidium) pullulans ( Anthostomella) y otros (Capnodium, o Teichospora).

SPHAERIALES En este grupo, muy amplio, existen muchas especies que también podían ser bibliófagas y de las mismas entre los Fungi imperfecti seguramente bastantes pertenecen a este orden.

Ascotrichum (**) — chartarum Berk. (= Chaetomium ch. Berk. nec Ehrenb., = Dicyma chartarum Sacc.); — pusilla (Eli. et Ev.) Chiv. Calonectria — circumposita Kirsch. Chaetomidium — phyllactineum Bain. Chaetomium (***) (figura 188) Este género es uno de los más frecuentes en la descomposición de la celulosa, si bien varia su fuerza destructiva y aún no todas las especies conocidas de la madera se han citado del papel.

Las especies comprobadas como celulosófagos son (* ~ observadas en papel): — ampullare Chiv.; — angustum Chiv.; — arachnoides Mass.; — *aterrium Eli.; — aureum Cda.; — *bostrychodes Zopf.; — *caprinum Bain.; — *chartarum Ehrenb.; — circinatus Chiv.; —*cochlioides Pallis.; —contorium Peuk.; —convolutum Chiv.; —crispatum Fuck.; —elatum Kunze; — Fieberi Cda.; —fusarium Cda.; —fusiforme Chiv.; — *funicolum Cooke; — *globosum Kunze; — *gl. var. affine Cda.; —griseum Cooke; —*indicum Cda.; —*Kunzeanum Zopf.; —lageniforme Cda. ( ¿ = elatum Kunze?); — macrosporum Sacc. et Penz.; —megalocarpum Bain.; — microsporum Speg.; —*Murorum Cda.; —ochraceum; — phyllactineum Bain.; — quadrangulatum Chiv.; — rufulum B. et Br.; —simile Mas. et Salom.; —sphaereale

226

Chiv.; — spbiosum Chiv.; — spirale Zopf.; — *spirochaete Pallis.; — subspirale Chiv.; — *tortile Bain.; — trigosporum (Marsh.) Chiv.; —trilaterale Chiv. Las especies Kunzeanum, bostrychodes y phyllactineum son posiblemente variedades de una sola especie.

Leptosphaeria — f¡brincóla v. Hoehn. et Rehm; — papyricola Ell. et Ev.; — typharum (Desm.) Karst. (— papyrogena Sacc.). Melanospora — damnosa Sacc. Metasphaeria — chartarum Sacc. et Syd. Nectria — charticola (Fuck.) Sacc. ( Nectriella ch. Fuck.); — película Speg.; — Westhoffiana Henn. et Lind. Nectriella — papyrogena Sacc. et Speg. Platystonum — chartarum Sac. et D. Sacc. Pleospora — chartarum Fuch. (— Spharia chartarum Fuck.); — herbarium (Pers.) Rabenh. {—Alternaria tenuis Nees.); —malacospora Speg.; —obtusa (Fuck.) v. Hoehn. (= Teichospora obtusa Fuck., = Strickeria obtusa Wint.). Sordaria — papyricola Wint. (= Hypocopra papyricola Sacc). Sphaerella —• Karsteniana Speg.; — Tulasne Jaez. (¿ — Cladosporium herbarum Link.). Zygosporium (**) — chartarum; —ochreoides Mont.

PEZEALES

Ascobolus — Constantinii Roll. 227

Ascophanus — chartarum Kirsch.; —testaceus (Mong.) Phill. Belonidium — subcarneum. Helotiella — papyricola EU. et Ev. Humaría — alpígena Lind.; Zukalii Relim. Mollisia — atroclnerea (Cooke) Phill.; a. vor. papyricola Rehm. Pyronema — chartarum Quel.; —domesticum (Sow.) Sacc.; Franzionanum de Not.: —haematistigma (Hedw.) Sacc. ( Franzionanum var. rhopalascum Sacc. según Rabenh). Sclerotinia (**) — Fuckeliana De Barg ( Botrytis cinerea Pers.); —libertina Fuck.; sclerotiorum Zopf.

HELOTIALES Varios de los Moniales (Fungi imperfecti) pertenecen seguramente a este grupo. De algunas especies no bibliófagas— está aclarada ya la relación.

Argyrium — chartarum Peyl. Ocellaria — charticola Feltg. Orbilia — diaphana (Sow.) Sacc. Phacidium — geographicum Kick. ( Pseudopezia geographica Kick.); — mirabile Cooke. Phragmonaevia (**) (solamente formas asexuales en papel).

228

BASIDIOMYCETES PORTALES (Polyporales) Son principalmente especies xilófagas; de papel y libros se conoce solamente presencias accidentales. Coniophera (**) — putearía (Schum.) Fr. ( Merulius ( Serpula) (***) — lacrimans Falk. Lencites ( Gleophyllum)

cerebella Falk).

Estos tres géneros son accidentalmente bibliófagos, si están presentes en las paredes de un alojamiento húmedo (plantas bajas o sótanos). Los micelios penetran también de un lado al otro de fuertes paredes (¡¡Merulius hasta dos metros de espesor!!). Hemos observado su daño en Madrid, Santiago de Compostela, Santander, San Sebastián y Loyola (Guipúzcoa).

APHYLLOPHORALES Pellicularia — isabellina (Fr.) Rogers;

filamentosa.

Stereum En un clima muy húmedo del trópico (en R í o Muni) se observó con frecuencia su daño en papel. E l micelio procedió siempre de las estanterías de madera, si ésta era débil al pasmo (los hongos del pasmo comprenden varías especies del género Stereum), siendo posiblemente la infección anterior a la construcción de la estantería.

AGARICALES Coprinus Las citadas especies son xilófagas, —sclerotinogenus (posiblemente), —domesticus, y seria Interesante aclarar más la bionomfa del género en papel, porque comprende especies de grupos ecológicos muy diferentes. Como especie cclulosófaga en fibras textiles se conoce Coprinus cinerarlus. 229

Aparto los citados géneros y especies, son dañinos en la fabricación de papel los géneros: Aleurodiscus (Corticiaceae); —Caldesiella, Macronella, Sistotrema (Hydnaceae); Collybia, Marasmius (Marasmiaceae); —Coriolus (Polyporaceae); — Cyíidia, Hymenochaete (Telephoraceae); — Ceratobasidium (Tulasnellaceae); Phlogiotis, Tremella, Tremellodon (Tremellaceae); —Pseudocoprinus (Agaricaceae). Su daño es muy variable, de cada género se conoce daños fuertes en alguna ocasión, pero varía la presencia local y, extremamente, el grado de su daño.

DEUTEROMYCETES (Fungí imperfecti) E l único sistema completo es de SACCARDO. Ensayos recientes, por HUGHES + TUBAKI + BARRÓN, pretenden eliminar sus puntos problemáticos, pero existen solamente para algunas familias (Moniliaceae y Dematiaceae). Por la dificultad de su determinación en papel, donde con frecuencia se presentan formas anormales, sería de gran interés obtener una clave especial del grupo que considera estas formas. Pero por ser bibliófago solamente una parte de las especies que, además, están muy irregularmente distribuidas dentro del grupo, no es posible conseguir una clave de cierta lógica, salvo citando cantidad de especies que nada tienen que ver con nuestro tema. Consecuentemente, en lugar de una clave, hemos reunido los detalles y formas características de los principales géneros en dibujos genéricos (figuras 217, 218 y 219) y se puede usarlos para la determinación, orientándose a simple vista. Naturalmente, para determinar las especies hay que usar el SACCARDO; si no existen más indicios que la semejanza de las esporas, hay que cultivar los fungí imperfecti observados, para aclarar su identidad.

SPHAEROPSIDALES Aposphaeria — charticola Sacc. 230

Ascochyta (figura 219,7) — charíicola F . Tassi. Botryodiplodia — sp. (en pasta de papel). Cámarosperium (figura 219,6) — charticolum (Speg.) Sacc. Chaetomella (figura 219,4) — atra Fuck.; —a. var. charíicola F . Tassi.; —hórrida Oudsm. Cladochaeta — setosa (Wint.) Sacc. (= Chaetomium setosum Wint.). Gelatinosporium — sp. (en pasta de papel). Gloeosperium (figura 219,5) — cingulate Stoem. (= Glomerella c); — solani Osterw. Leptothyrium (figura 219,3) — charticolum Voun.; — papyricola Voun. Metasphaeria — chartarum Sacc. et Syd. Phoma (**) (figura 299,2) — chartae Ver.; —chartarum B. et C ; —charíicola Speg.; — humicola Gilm. et Abb.; — pigmeníivora Massée. La última especie se desarrolla en pigmentos, incluso si contienen elevada parte de un derivado de cobre. Podría ser solamente una forma seleccionada y/o deformada por el veneno; por otra parte, conocemos otros ejemplos de hongos cobrófilos.

Phomopsis — sp. (en pasta de papel). Rhosophidium (¿Posición en Sphaeropsldales?)

— roseum de Barry. Sacidium — chartarum Sacc. et Penz. Sphaeria — epipapyrea Wallr. (¿= Phoma ep.?). 231

MELANCONIALES Pestalotia (**) (figura 219.8) — chartarum Bresad.; — versicolor Speg. La posición en este grupo es discutible; en algunas condiciones de cultivo se porta como un miembro de los Sphaeropsidales.

MONILIALES (Hyphales) (Por el gran número de géneros, las especies están ordenadas alfabéticamente dentro de las familias.)

MUCEDINACEAS Acrostalagmus (***) — cinnabarinus Cda. ( Verticillium c). Arthrobotrys (figura 218,17) — roseum (Cda.) Link.; —r. var. oligospora Fres. Aspergillus (figura 218,6) (especies véase en Plectascales). Botryosporum — pulchrum. Botryotrichum {***) (figura 217,18) — atrogriseum v. Beym.; piluliferum Sacc. et March. Botrytis (**) (figura 217,9) carnea Schum.; cinerea Pers. ( Sclerotinia Fuckeliana); — paconiae Duc; —papyrogena Ell. et Barth.; vulgaris Fer. Briarea — aurosa (O.) Rostrup.; orbicula (Cda.) Benord. Cephalosporium (**) (figura 218,14) — acremonium Cda.; charticola Lindau; Ciferrii. Como cclulosófago muy dañino en fibras textiles se cita: — asperum March.

Cephalothecium — roseum Corda (es también especie fitopatógena). 232

Diplosporium (

Diplospora) (figura 218,15)

(¿Posición en Moniliales?)

rosea Grove; álbum Bon.; phomyces violaceus). Epidermophyton — gallinae Megnin.

a. var. fungicola (

Hy-

Geotrichum (figura 217,2) — candidum Link. Gliocladium (figuras 217,22 y 218,16) — compactum Cooke et Mass.; Gonatobotrys flava Bon.; ramosa Riess.

roseum Bain.

Humicola — grísea Traaen. Malbranchea pulchella Sacc. et Panz. Metarrhizium (*) anisopliae Sorok. (figura 218,9), también es parásito de insectos; cellulosae (figura 218,8); gigas Sorok. Monillo (**) (figura 217,8) — acremonium Delacr.; —stophyla Sacc. Monosporium — chartarum Thorry. Myrothecium (figura 218,22) — roridum Tode; — verrucaria (Alb. et Schw.) Ditm. Oedocephalum (figura 217,11) — echinulatum Thaxt.; glomerulosum (Bull.) Sacc. ( Haplotrichum roseum Cda.); roseum Cooke. Oospora coccínea (Cda.) Sacc; crustácea Krüger; —ochracea (Cda.) Sacc. et Vogl.; parca Sacc; — propinquela Sacc; — virescens (Link.) Wallstr. Paecilomyces ( Spicaria) (**) (figura 218,4) — elegans (Cda.) Harz; el. var. oligospora Fres.; —varioti Bain. Penicillium (***) (figura 218,5); especies véase en Plectascales. 233

Populospora — anomala Hotson; —aspergilliformis Eidam ( Eidamia acromonioides [Harz] Lindau); —nigra Hotson; —polispora Hotson. Rhinotrichum (figura 217,10) — bloxeani; —lanosum Cooke; —parietinum. Scopulariopsis (**) (figura 218,10) — brevicaulis (Sacc.) Bain.; — br. vor. glabra, citada sólo como dañino en fibras; —communis Bain. Sepedonium (figura 217,14) — especies indet. (citadas por KOWALK, 213-1). Spicaria (véase Paecilomyces) Sporotrichum (-Sporotrix) (***) (figura 218,28) — bombycinum Link, (sólo observado en el ambiente de archivos); — expansum Niessl.; —flavissimum Link.; —polysporum Link.; —roseoleum Dud.; —roseum Link. Sterigmatocystis — alba (v. Tiegh.) Bain.; varia Bain. Trichoderma (***) (figura 218,3) — Koningi Ouds.; — viride (Harz.) Pers. ex Fr. (= lignorum [Tode] Harz.). Verticillium (**) (figura 218,1) — cellulosae Dasz (***); — cinnabarinum Cda. (— Acrostalagmus ein.); —glaueum Bon. (esta especie se ha descrito del ambiente de bibliotecas, no del papel); —latericium. Zygosporium (figura 217,4) — chartarum Campos.; — parasitìcum Bunt et Masón (observado por nosotros, comprobadamente no ha sido Z . chartarum).

DOMATIACEAE Acrothecium (***) En alta humedad, uno de los grupos más frecuentes de los hongos bibliófagos de España. Sus especies son dificillsimamente separables.

— sps. 234

Alternaria (**) (figura 218,25) E l género no está bien limitado hacia Tonila.

— chartarum Preuss.; — humicola Oudm.; — polymorpha Planch.; — tenuis Nées. (— Pleospora herbarum [Pers.] Rabenh.); — varions Riancho. Cladosporium (***) (figura 218,11) — herbarum (Pers.) Link. (¿ Sphaerella Tulasnei Jaez.?); — h. var. cellulosae Pers.; — paeconiae Pass.; — papyricolum B. et Br. Chloridium (Link, et Wallr.) (figura 218,27) El género se observó principalmente en precipitaciones de celulosa en el control de la atmósfera de archivos (KOWALIK, 213-1). En papel se cita:

chlamydosporis Link, et W. Coniosporium — papyricola Lindau; —Porottianum Ver. Coniothecium — charticola Fuck.; — pyramicula (Bomm.) Reuss. et Sacc. Curvularia (***) (figura 218.12) — Alguna especie del grupo geniculata, posiblemente unicata (Tr. et Earl.) Beed. Dematium (*) — pullulons De Barry (= Aureobasidium p.); —vinosum Massée. Diococcum (**) — asperum (Harz) Cda.; —a. var. charticola Sacc.; —inquinans Sacc.; —truncatum Cda. Echinobotryum (figura 217,17) — laeve Sacc. Fusariella (figura 218,27) — viridiatra Sacc. Gliomastix (***) (figura 217,20) — convoluta (March.) Mas. Haplographium (**[*]) (figura 217,12) — chartarum (Cooke) Sacc; —fulgineum. Helminthosporium (Link.) (figura 218,26) — velutinum Link. 235

Heterosporium (figura 218,13) — cladosporioides Ell. et Ev. Hormiscium — aurantiacum Lindau. Hormodendron (**). (Sistemàticamente se comprende hoy corno parte del gènero Cladosporium, que ecològicamente es bastante diferentc.)

— cladosporioides (Fres.) Sacc.; hordei Bruh.; h. var. parvisporum A . L . Smith. Macrosporium — bifurcum (Fres.) Sacc.; —chartarum Peck.; comune Rabh.; —consortiale v. Thuem. Memionella (***) (figura 217,6) — aterrina Hoehn.; echinata (Riv.) Gallow. Mycogone (***) (figura 217,15) — cervina Desm.; c. var. papyrogena Sacc; nigra (Morg.) Jens. Myxotrichum — deflexum Berk. Periconia (figura 217,7) — alternata (Berk.) Bomm. et Reus.; atra Cda.; Desmancieri (Fries.) Bonord.; ellipsospora Penz. et Sacc; — minima Cooke. Phialophora (**) — sps. (en pasta de papel). Pullularla (Aureobasidium) (***) (figura 217,3) — pullulons (De Barry) Berk. ( Anthostomella). Sporodesmium ( Pleospora) (**) (figura 218,19) chartarum B. et C ; —echintdatum Speg. Stachybotrys (***) (figura 217,21) — alternons Bonord.; asperula Mass.; atra Cda.; lobulata Berk.; papyrogena Sacc; verrucosa Cooke et Mass. Stachylidium (figura 218,2) — chartarum Schulz et Sacc. Stemphylium (**[*]) (figura 218,24) — alternarìae (Cooke) Sacc; —amareum Dud.; asperos236

porum Cooke et Mass.; — botryosum Wallr.; — b. var. domesticum Sacc; b. var. botrytis Press.; graminis (Cda.) Bornod.; macrosporium Berk, et Br.; — piriforma Bonard.; — tetraedrico-globosum Bubàk.; — verruculosum Zimm. Synsporium — biguttatum Preuss. Torula (**) (figura 217,5) — asperula Sacc.; —chartarum (Link.) Cda. Trichocladium (Diplosporium) (***) (figura 218,18) — asperum Harz.; asp. var. charticola Sacc; —flavum Bon.; tenelleum Sacc. y Trav. Trichosporium (**) — binucleatum Karst.; —chartarum (Pers.) Sacc; —collae (Link.) Sacc; holosericeum (Preuss.) Sacc; —olivatrum Sacc; sphaerospermum (Fuck.) Sacc; — variabile Peek. Trichothecium (**) (figura 218,16) — roseum (Cda.) Link.

STICTIDACEAE Phragmonaevia (Ocellaria) — charticola Feltg. Lophistomataceae Platystonum (Lophidium) chartarum Sacc.

STTLBACEAE Chardostylum — bissoides Tode (?). Stysanus (Doratomyces) (*) (figura 217,19) — medius Sacc; — stemonites (Pers.) Cda. Trichurus (figura 219,1) spiralis Hasselbr.; — terrophilus. Volutella (figura 218,23) — ciliata. 237

TUBERCULARIACEAE Cylindrocarpon — sps. (en pastas de papel con lignina). Epicoccum (*) El género es principalmente dañino en las pulpas de papel, pero se ha descrito también del mismo.

— granulatum Penz.; — Mezettii Geid.; — nigrum Link.; — purpurescens Ehrenb.; — reticulatum Cooke. Fusarium (***) (figura 218,20) — coeruleum (Lib.) Saca; —herbarum (¿ Cladosporium herbarum?); —niveum E . Smilh.; —oltre; —orthoceras App. et Woll.; —oxysporum Schlecht.; —scirpi Lam. et Faut.; — vasinfecíum. Stephanoma (**) (figura 217,13) — strigosum Wallr. ( Asterophora strig.).

MICELIOS ESTÉRILES Rhizoctotúa (*) (figura 219,8) — solani Kuehn. ( Pellicularia filamentosa). 2ba-e)

Hongos que dañan colas y especies patógenas humanas

Dado el carácter de los hongos, mucho más polífagos que los bacterios, hay que suponer cierta acción dañina para el papel también de los patógenos humanos entre los hongos, si los mismos se han observado en el papel. Realmente está comprobado para la mayoría de los casos citados su carácter bibliófago. De las especies dañinas para colas, todas son bibliófagas, si se observan las mismas en el papel. Por tanto, no hace falta repetir los últimos aquí. Los patógenos humanos los compilamos en la siguiente lista nuevamente, con el fin de facilitar su comprobación en un caso preciso; casi todas las especies están ya en la lista de los bibliófagos. 238

Alternaría — tenuís. Aspergillus — fumigatus; —niger. Cephalosporium — acremoníum. Cladosporium — herbarum; —trichoides, ¿en papel? Geotrichum — candidum. Hormodendron — sps. Paecilomyces — varioti Pénicillium — brevicaule (por librar gases arsénicos, como tri- o dietilarseniatos); —crustaceum. Pullularla (Aureobasidium) — pullulons. Scopulariopsis — brevicaulis. Stachybotrys — atra. Stysanus — stemonitis. Rhizopus — oryzae. Trichoderma — viride.

2ba-f)

Moluscos que dañan papel

Carteles y documentos exhibidos al aire libre pueden ser víctimas de caracoles y limasas; especialmente en el trópico, pero también en el norte de España lo hemos observado. Pertenecen a las familias de Arionidae y Helicidae. Las últimas las hemos visto solamente en Guinea Ecuatorial, interviniendo varias especies no determinadas. 239

De las Arionidae hemos visto en Guinea dos especies no determinadas, y en España: Aríón — empiricorum Fer.; —circumscriptus Johns. 2ba-g)

Insectos bibliófagos

Sistemáticamente no se ofrece ningún problema para ordenarlos. Entre los termites seguramente hay muchas especies más que destruirían papel si lo encontraran, y en varias ocasiones se ha descrito daño «por termites» sin decir la especie. Salvo del Brasil, poco sabemos de los posibles bibliófagos en el bosque tropical. Habrá seguramente alguna sorpresa en el futuro con esta procedencia. Por otra parte, varios de los clásicos «gusanos de libros» hoy ya no tienen importancia práctica. Con la transformación técnica del papel modernos nos alejamos del sustrato útil para notable parte de los insectos bibliófagos, antiguamente importantes. Como en los grupos anteriores, existen especies cuya presencia en papel es totalmente accidental, las citamos aqui, pero en la descripción detallada de los insectos bibliófagos discutiremos estas especies [capitulo 2c)]. Los parásitos y enemigos de los bibliófagos no los citamos aquf; su lista está en el capítulo correspondiente, 2gb).

La nomenclatura de los insectos es algo complicada por la cantidad de sinónimos que existen. Para una persona no especializada en entomología, a veces, es difícil saber de qué insecto se habla, porque cada veinte o treinta años se han cambiado los nombres. En vista de que la comisión internacional de la nomenclatura no ha terminado todavía nada de los insectos, usamos los nombres latinos que tienen mayor probabilidad de que se admitirán en su día como definitivos.

APTERYGOTA Insectos muy primitivos, de evidentes relaciones con algunos grupos de los Miriápodos.

240

ZYGENTOMA Ctenolepisma — lineata F.; — /. var. pilifera; — Targioni Grassi et Roveta. Lepisma — anuliseta; — lineata; — parisiensi; — machilis; — subvittata; —saccarina. Thermobia (**) — domestica Pack. (= Lepisma furnorum).

COLLEMBOLA Hypogastrura — (¿viatica

Tbg?).

Entomobrya — sp. Lepidocyrtus — sp. Megalothorax — sp.

PTERYGOTA (A rchipterygota) Isoptera De los termitcs existen más de 1.860 especies y de éstas unas 200 que conocemos como dañinas en la madera labrada o del interior de casas. Teóricamente todas las especies de las últimas pueden dañar papel, si bien en la práctica no se han citado más que alguna parte de ellas. Por la extraordinaria importancia que tiene este grupo, citamos también las especies importantes que dañan madera labrada, sin que aún se hayan observado como bibliófagos. Naturalmente, marcamos los últimos con (•) hasta (***), según su importancia, como de costumbre, y los xilófagos, sin o con confirmación como bibliófagos, con (°) hasta C ). 00

Allodontermes — schultzei Silv. (o). 241 16

Amitermes — atlanticus («»); —arizonensis (o); — californicus (<>«>); — Wheeleri (oo); —minimus (<>). Capritermes — sp. («o). Coptotermes (**) — acinaciformis Frogg. (oo, * ) ; flavicephalus Osh. (oo); — formosanus (— remotus Silv.) (***); —gestroy (o); Havilandi Holmgr. (oo); —lacteus Frogg. (°o); —travians Hav. (o); —frenchi (oo, *); —vasator (°°). Cryptotermes (***) — 6rt?v/j Walk. (***); —cavifrons Banks (°°). Cubitermes (*) — fungifaber Sjöst (*); —sulcifrons Was. (o). Eutermellus (°o) — ips.

Heterotermes (**) — aureus (*, oo); —cardini Snyd. (o); —indicóla Wasm. (ooo); — perfidus; — philipinensis Light (**); —te/u/isHägen (*). Hodotermes (*) — ahngerianus Jac. (o?); —mossambicus Hag. (*); —turkestanicus Jac. (o?); —ochraceus Burm. (o?). Hospitalitermes — hospitalis Hav. (oo, * ? ) . Kalotermes (*) — approximatus Snyd. (o); — brouni (oo); dispar Grassé (o); — durbanensis (*); —flavicollis Fabr. (*); —hubbardi (o); — minor Hagen (oo); —oceitensis Walk, (o); —montícola Sjöst. (o); Greenl Desn. (*); — tectonae Danm. (*). Leucotermes — tenuis (ooo). Macrotermes (**) — bellicosus Smeath. (oo); —gt/vi/j (oo); —imperator (oo); — natalensis (**, oo°); —Swaziae Full. (o). — Darwiniensis Frogg. — parvulus (»o, *, en papel técnico). 242

Microhodotermes (*) — sps. Microíermes — Havilandi Holmgr. (oo). Nasutitermes (**) Hay muchas especies locales en sitios aislados; las citadas son solamente las de áreas mayores. — columbicus («, *); —costalis (°°, *); —costaricensis (o); — euphratae Holmgr. (<x>, *); —exitiosus HUI. («o); —fulviceps («, *); —lividus (°); —melanocephalus (»); —nigriceps (o); —Rippertii (o). Neocapritermes — (la especie citada es — ¿opacus Hagen?) (o). Neotermes (**) — simplicicornis (°°). En Malasia existen muchas especies locales en cada isla; las citadas son solamente de áreas mayores. — castaneus (o, *); —connexus (o); —Dalbergae Kals. (o); — granáis Light (o, * ) ; —Jouteli (o, * * ) ; —Sonneratia Kemner (oo); — tectonae Damm. (ooo). Odontotermes — formosanus (oo); — parvidens (o). Paraneotermes — simplicicornis Banks (oo, * ) . Planitermes — adamsoni Frogg. (oo). Procryptotermes (***) — cyneocephalus Light (oo, * * * ) . Psammotermes (**) — allocerus S i l v . (oo, * * ) , Reticuliíermes (***) — clypeatus Cash (oo); —flavipes Kollar (oo, * * * ) ; —hesperus Banks (ooo, * * ) ; —humilis (oo); —lucifugus Rossi (ooo, ***); —/. saníonensis; —tibealis (°°, * en papel técnico). v

a

r

-

243

Rhinotermes — nasutus Peí. (oo). Schedorhinotermes (**) — lamaniannus, ssp. australis Full (oo, * * ) ,

(o); —putorius

Sjóst.

Termes (**) — australis (»); — badius Hav. (ooo, * * ) ; —formosanus (oo, * ) ; — latericius (ooo, * * ) ; —transvaalensis Sjost. (ooo); — ¿ g . n«/í (oo). Trinervitermes (o, *) — ípí. Zootermopsis (= Termopsis) — angusticollis Hagen (o, * * ) ; — nevadensis Hag. (oo). E l problema de la sistemática de los termites, durante mucho tiempo confusa y llena de contradicciones, lo resolvió SNYDER (373-4) hace unos veinte años, ordenándolos según un sistema natural que, salvo algunas correcciones en detalles, podemos considerar como real y se usa desde entonces generalmente. La complicación radica en que muchas veces no se dispone de todas las castas y algunas son tan parecidas entre si que —sin otra casta más diferenciada— no se puede aclarar la identidad de una forma aún desconocida. En principio rige naturalmente que la diferencia de los individuos sexuales es decisiva para la diferenciación de especies, pero en la práctica son mucho más diferenciados los soldados. Nuestra posterior descripción de las especies frecuentemente dañinas la agrupamos según el sistema citado y damos aquí una clave para identificar las familias y los géneros importantes según WEIDNER (416), algo modificado para nuestros fines, por ser dificilísimo conseguir literatura que lo permita para todas las familias y subfamilias recientes que son bibliófagas.

244

Clave para la determinación la)

Ib)

la)

2b) 3a)

3b)

de termites bibliófagos:

Todas las castas con ojos de facetas y sin poro frontal; a veces faltan los ojos a los soldados. Costuras del cráneo visible. Alas con densa red de nervios. Sector del radio lleno de nervios. Mandíbulas de los soldados con fuertes clientes (figura 239,22) 2 Todas las castas con poro frontal; soldados y obreros sin ojos de facetas. Si al soldado le falta el poro, le faltan también todos los ojos [en esto hay confusión posible con la)]. Alas con pocos nervios, sector del radio sin nervios o por lo menos sin nervios longitudinales. Hembras en una cámara especial del nido muy hinchado y casi inmóvil. Mandíbulas de los soldados muy variables con o sin dientes, o la cabeza del tipo nasuti (figura 239,16) y mandíbulas muy reducidas 26 Tarsos con cinco eslabones (el 2." eslabón puede ser tapado por el primero y visible sólo desde abajo) 3 Tarsos con 4 eslabones, la imago a veces sin lóbulos de adhesión 9 Campo postanal de las alas inferiores muy grande (figura 244,1), que se dobla cuando las alas están plegadas; soldados y «obreros» (falsos) con restos rudimentarios de alas Mastotermitidae Campo postanal rudimentario, sin posibilidad de doblaje; soldados y obreros sin alas rudimentarias; mandíbulas de los soldados con un diente más en el lado izquierdo Termopsinae (Termopsidae) 4 245

4a) imagos 4b) soldados 5a) Cerci sobrepasan la punta del abdomen; costura del ala delantera poco curvada; ojos grandes, diente de punta y los primeros dos del canto en la mandíbula izquierda igual Architermopsis 5b) Los mencionados dientes diferentes 6a) Costura del ala delantera muy curvada; ojos medianos o pequeños; cerci no sobrepasan la punta del abdomen; segundo diente del borde es como la mitad del primero Zootermopsis 6b) E l segundo diente del borde es un poco inferior que el primero y su canto trasero simétrico al canto delantero del tercer diente Hodotermopsis la) Cápsula de la cabeza con esquinas fuertes y algo cónico hacia adelante. Architermopsis Ib) Cápsula de la cabeza redondeada ... Ha) Distancia entre el primero y el segundo diente del borde de la mandíbula izquierda igual que la longitud del diente de la punta Hodotermopsis Zb) E l diente de la punta notablemente más corto Zootermopsis 9a) Individuos sexuales 9 b) Soldados y obreros lOfl) Oscilos existentes (ojo, no confundir con el punto lateral de las antenas), lóbulos de adhesión mayormente existentes en el último eslabón del tarso, cerci de 2 eslabones, tibias con 3-4 espinas finales Kalotermitidae \0b) No hay oscilos ni lóbolulos de adhesión lia) imagos \\b) soldados 246

5 7

6

8

10 22

11 18 12 15

12a) E l borde delantero de las alas con subcosta corta y sólo dos nervios, radio y radiosector, media y cubito poco pronunciados y no más oscuro que la membrana del ala (fig. 244,2) 12b) Canto delantero del ala con tres nervios oscuros y fuertes (radio, radiosector y media) y uno corto (subcosta) 13a) Media está aproximadamente en el centro entre los nervios radiosector y cubito Kalotermes 13b) Media pasa primero en el centro, luego se inclina hacia el radiosector y se une con él bastante antes de llegar a la punta del ala Cryptotermes lAa) Radiosector y media con derivaciones, bien visibles hacia adelante Neoíermes 14b) Radiosector y media sin derivaciones o las mismas casi invisibles Glyptoíermes 15a) Frente poco inclinada, sin o con protuberancias poco pronunciadas, cabeza mucho más larga que ancha, mandíbulas fuertes 15b) Frente con inclinación casi vertical, cavado y con bordes, cabeza casi cuadrada, mandíbulas cortas Cryptotermes 16a) Formas grandes, cabeza aplastada, sin protuberancias en el frente, mandíbulas largas hasta dos tercios de la longitud de la cabeza 16b) Formas pequeñas, cabeza más bien cilindrica y con protuberancias frontales Glyptotermes lia) Fémur trasero hinchado Kalotermes 11b) Fémur no hinchado Neoíermes 18a) Antenas con menos de 20 eslabones, colonias pequeñas en la madera

13

14

16

17

21 247

18W

\9a)

Antenas con más de 20 eslabones, pronoto y el lóbulo frontal bien determinado y el primero doblado como un sillín, colonias grandes en el suelo. Hodotermiíidae

19

Tibias con espinas laterales

20

19b) Tibias sin espinas laterales

Anacanthotermes

20a) L a vena radiosector con una o más derivaciones hacia la costa, media acercada al cubito Hodotermes 20b) Radiosector sin derivaciones hacia la costa Microhodotermes 2\a)

Cerci de 4, antenas con 15-16 eslabones, escamas de las alas delanteras e inferiores igual, tibias con 2 espinas finales Stolotermitinae (Ter • mopsidae) 21b) Cerci con 5 eslabones, antenas con 16-19, los muñones base delanteros mayores que los de las alas inferiores. Porotermitinae (T er mopsidae) 22a) Antenas con más de 20 eslabones, pronoto en forma de sillín y determinado lóbulo delantero (fig. 239,11), pigmentado, cabezos más o menos negros Hodotermiíidae 23

22b) Antenas con menos de 20 eslabones, pronoto plano o, si es de forma de sillín, sin bordes determinados 24 23a) Canto exterior, de la mandíbula, arriba rojizo desde la base hasta la mitad Hodotermes 23b) Mandíbula totalmente negra o solamente en su base un poco rojiza ... Microhodotermes (en África) y Anacanthotermes (en Asia y Egipto) 24a) Cerci de 4 eslabones, coniformes, ojos de faceta notablemente pigmen248

tados, pronoto pequeño, tibias con dos espinas finales Stolotermitinae (Termopsidae) 24b)

Cerci con 2 o 5 eslabones, ojos de facetas poco pronunciados, pronoto ancho, tibias con 2-4 espinas finales

25

25a,)

Cerci con 5 eslabones, pronoto más estrecho o como máximo de igual anchura que la cabeza Porotermintinae (Termopsidae) 25b) Cerci de 2 eslabones, pronoto grande, ancho y en su parte delantera cóncavo (figura 239,2) Kcdotermitidae 11 26a) Dientes de las mandíbulas de la imago y obreros según la figura 238,4, alas claro como vidrio, a veces reticuladas y lo con pelos, muñones base de las alas delanteras grandes y más largos que los de las alas inferiores, pronoto plano (excepciones: muñones son iguales — Psammotermitinae, pronoto de sillín = Rhinotertnitinae). Rhinotermitidae ... 27 26b) Dientes de mandíbula de la imago nunca como la figura 238,4, alas más o menos opacas, nunca completamente reticuladas, con pelos en los bordes, muñones base delanteros no alcanzan la basis de las alas inferiores, pronoto de los soldados y obreros nunca totalmente plano, más o menos levantados sus bordes Termitidae 27a) Imago 27 b) Soldados y obreros 28a) Muñones base delanteros no mayores que los inferiores Psammotermitinae 286) Muñones delanteros mayores que los de las alas inferiores

44 28 34

29 249

29a) Clipeo grande, incluso alargado como nariz, parte delantera de la cabeza con un canal, poro frontal abierto con glándula Rhinotermiíinae 29b)

... 30

Todo es contrario al 29a)

31

30a) Clipeo de forma aproximadamente normal, algo alargado, área preferentemente Asia e Indoaustralia (2 tamaños de soldados) Schedorhinotermes (1 tipo de soldado) Prorhinotermes 30b) Clipeo parecido, procedencia norte de América Neotermes 3\a)

3\b)

Cabeza ovalada, los cantos laterales paralelos Heterotermes termitinae) Cabeza redonda o algo triangular, nunca con laterales paralelos, dientes de las mandíbulas aproximadamente iguales

(Hetero-

32

32a) Cabeza triangular, pronoto muy corto Termitogetoninae 32b) Cabeza redonda, pronoto más o menos ancho 33 33a) Alas reticuladas y ásperas, pronoto ancho, poro y placa frontales, cabeza redonda como círculo Coptotermitinae 33b) Cabeza no tan circular, sin placa frontal pronunciada Reticuütermes (Heterotermitinae) 34a) Soldados y obreros con pronoto plano, angulado en su canto delantero, cabeza de los obreros triangular, de los soldados atrás cóncava, delante sin canal y sin tubo Termitogetoninae 34b) Pronoto no angulado, cabeza diferente a 34a) 35 35a; Obreros 36 356> Soldados 39 250

36a)

Pronoto en forma de sillín y dentadura según figuras 238,4 y 239,30. Rhinotermitinae

366)

Pronoto plano

37a)

Tibias delanteras con 3, tibias traseras con 2 espinas finales, primer diente de las mandíbulas notablemente más largo que el segundo

37

Psammotermiíinae

31b) Todas las tibias con tres espinas finales 38a) Primer diente de la mandíbula izquierda poco más largo que el segundo Heterotermitinae

38

386)

Primer diente notablemente mayor que el segundo Coptotermitinae 39a) Mandíbulas sin dientes o dientes rudimentarios

40

39b) Mandíbulas con dientes en su canto interior

43

40a)

406)

Laterales de la cabeza paralelos, mandíbulas estrechas y curvadas o casi rectas, en la izquierda suele tener un diente rudimentario, las antenas nunca se estrechan notablemente ... Heterotermitinae ... 41 Cabeza cónica hacia adelante con canal, o de forma inyector, parte trasera de la cabeza convexa, sólo un tipo de soldados Coptotermitinae ... 42

41a)

Mandíbulas largas y rectas

416)

Mandíbulas en forma de S y notablemente más cortas que la cabeza ... Reticúlitermes Cabeza muy alargada con tubo frontal, de forma inyector, el último tiene un ángulo de inclinación inferior de 45°, preferentemente especies de la región indomalasia Coptotermes travians y afines

42a)

Heterotermes

251

42b)

Cabeza ancha plana y el tubo con un ángulo de inclinación superior a 45°, la determinación de las especies es muy complicada, solamente posible por las proporciones entre las medidas de la cabeza Coptotermes tus y afines

curvigna-

Para determinar las especies, se debe medir las dimensiones de la cabeza del soldado (figura 239,28) y calcular las proporciones entre las mismas. Se mide: longitud del cráneo A-B, poro frontal hasta canto trasero del cráneo B'-B, anchura máxima C-D y mínima D-E. CD EF Se calcula: índice cráneo , índice anchura , índice poro , , B'B frontal — . A

B

C

D

Visto desde abajo se mide el submento, observando que se debe medir la longitud a-b (no a-b'), es decir, desde el borde interior, además máximo y mínimo de anchura. Se calcula: la anchura media, A M = \ (cd + ef), el índice del submento = y mínimo =

f.., AM

de su anchura =

^\ cd

a

y de su máximo =

^ cd

a

^ . ef Con estas medidas se puede distinguir suficientemente las especies. Para algunas bibliófagas las medidas son:

acìnaciformis Frogg. .. flavicephalus Oshi. .. formosanus Shir travians Hav

252

CD

EF

B'B

AB

CD

AB

0,8 0,896 0,804 0,837 0,812

0,604 0,625 0,711 0,620 0,622

0,933 0,864 0,911 0,885 0,89

AM

0,3825 0,3204 0,3272 0,3655 —

ab

et

ab

ab

AM

cd

ed

ef

0,564 0,505 0,604 0,720 0,535

2,88 2,32 2,13 1,8 1,976

IM 3,05 2,65 2,09 2,575

3,33 4,6 3,52 2,5 3,695

Y de otras importantes especies son:

grandiceps Snyd bornensis Oshi crassus Snyd dobonicus Oshi niger Snyd

43a)

43b;

44a)

44b)

45a) 456) 46a) 46b)

,.. ,.. ... .. ..

0,798 0,794 0,818 0,825 0,854 0,86 0,912

0,643 0,703 0,684 0,574 0,686 0,616 0,581

0,864 0,639 1,0 0,921 0,882 0,9 0,961

0,3506 0,361

— 0,323 0,323 0,32 0,3421

2,25 2,46 2,576 2,71 3,03 2,42 2,11

0,618 0,629 0,512 0,617 0,52 0,626 0,61

1,82 2,01 1,947 2,19 2,3 1.91 1.6

Cabeza y clipeo alargado y con un canal, muy pronunciado en los soldados pequeños (nasuti de horquilla como la figura 239,15), normalmente dos tipos de soldados Rhinotermes Cabeza y clipeo no tan alargado, mandíbulas fuerte la izquierda con más dientes que la otra, dos tipos de soldados de poca diferencia en su tamaño, pero el mayor con antenas estrechadas hacia la punta Psammotermiíinae Imago con mandíbulas sin dientes (figura 238,19), soldados mandíbulas dentadas, tibias delanteras con dos espinas finales Serritermitinae Mandíbulas de la imago con alguna dentadura (figura 238,8), mandíbulas de los soldados no dentadas (figura 238,16), o caso que son dentadas, las tibias delanteras con tres espinas finales Cabeza sin poro frontal Cabeza con poro frontal Poro frontal con espina y pronoto con espina en las esquinas delanteras Poro frontal de las imagos en una protuberancia pequeña, soldados del

2,95 3,19 3,803 3,55 4,42 3,14 2,79

45 47 46 47

253

tipo nasuti, nasuti con mandíbulas o sólo con mandíbulas

51

47a)

Imago: con labro más largo que ancho, de dimensión igual o con punta, dientes de mandíbula según la figura 238,8, macho casi siempre con estilos; soldados: con mandíbulas de sabia (figura 238,16), poro frontal falta o existe, lo último mayormente con tubo y espina y pronoto con dos puntas (figura 239,22), tibias delanteras con 3 espinas laterales Macrotermit'mae ... 49

476)

Imago con labro de dimensiones iguales, o más ancho que largo, centro siempre más ancho que la base, normalmente sin crista transversal, dientes de mandíbulas variables corto hasta largo, mandíbula algo cóncava. Termitiniae

48

48a)

Mandíbulas de los soldados para morder, labro de formas muy variables algo como horquilla Grupo del género Cubitermes y afines

486)

49a)

Mandíbulas de los soldados desiguales y lo transformadas en un aparato que salta violentamente (figuras 239, 24 y 26, labro también torcido o desplazado Grupo de los géneros Microíermes, Capritermes, etc. Con una forma de soldado 50

496)

Con varias formas de soldados

Con 2 Pseudoacanthotermes, con 5 — Acanthotermes

50a) Mandíbulas de los soldados lisas, solamente en la base alguna minúscula dentición Macrotermes O un pequeño diente en el primer 254

tercio de la mandíbula izquierda, mandíbulas estrechas 50b) Con dientes fuertes, uno en el centro de la mandíbula Varios y mandíbula fuerte 5\a) Tibias delanteras con 3 espinas finales, antenas con menos de 19-20 eslabones, y siempre poro frontal sin tubo 51¿>) Cabeza redonda, protuberancia del poro frontal como un corto tubo, 2 espinas finales en todas las tibias, antenas 11 a 15 eslabones (única excepción: tibias delanteras 3 espinas finales y entonces 19-20 eslabones de las antenas — Syntermes) 52a) Mandíbulas sin o casi sin dientes, como sabia recta o curvada o, en los soldados, irregularmente torcidas, labro normalmente algo partido hasta una forma de horquilla, y siempre más largo que ancho, tibias delanteras normalmente 3 espinas finales, mayormente con poro frontal muy pronunciado 52b) Mandíbulas bien dentadas 53a) Especies sin soldados de nasuti

53fc) Con nasuti 54a) Sin nasuti de mandíbula

Microtermes Odontotermes Allodontermes

52

Nasutitermitinae ... 53

Termitinae 48 Anútermitinae 55 Géneros de Syntermes, Procornitermes, Cornitermes 54 Géneros Eutermellus, Nasutitertnes, Trinervitermes ( con dos tamaños de soldados), Hospitalitermes ( pigmentado en negro, sale a la luz, migrando) y otros 255

546) 55a) 556) 56a)

566)

Con nasuti de mandíbula (fig. 239,18). Armitermes, etc. Especies sin soldados Anoplotermes Con soldados Alas oscuramente pigmentadas, y lo con pelos, el poro frontal está casi en la parte central-trasera, labro triangular, soldados con mandíbulas largas y serradas (figura 239,14) Microcerotermes Soldados con mandíbulas curvadas y uno o pocos dientes, algo cónica la cabeza en la parte delantera Amitermes

BLATTIDOIDEA (figuras 277-281) Blatta (**) — orientalis L . Blatella (*) — germánica L . (= Ectobia g., Phyllodronia g.). Periplaneta (***) — americana L.; —australasiae Fabr.; —fulginosa Serv. Cryptocerus (**) — punctatulus. Pycnocelus — surlnamensis d. Parcoblatta — pensylvanica DeGeer. Supella (*). — longipalpa Fabr.; —supellectilium Serv. ORTHOPTERA Gryllus — domesticus L . COPEOGNATA (Corrodentia) (figuras 282-284) Lachesilla — pedicularia L . 256

56

Liposcelis — divinatorius Muell. (

Troetes d.).

Lepionotus — inquilinus Heyd. Psocus — lineatus; — sp. (hemos observado tres no determinadas, una posiblemente P. gibbosus Schulz). Trogium — pulsatorium L . (

Chlotilla p.,

Termes p.).

COLEÓPTERA En este grupo grande de los insectos figuran los clásicos bibliófagos y varias especies más o menos accidentales. Notable parte de los bibliófagos pertenecen a la familia de las Anobiidae. Por tanto, reunimos los géneros correspondientes a la misma. A l igual lo hacemos con los Bostrychidae, por ser afines, y con los Dermestidae que atacan mayormente pergaminos y cueros. Todos los demás géneros los ordenamos, sin respetar el orden de las familias, alfabéticamente en la forma de costumbre.

ANOBIIDAE (figuras 285-291, 295-301, 304-318) Anobium (***) — emarginatum Duft. ( Microbregma e.); —fulvicorne Stom.; — nitidum Herbst ( Hadrobregmus n., — A. canaliculatum Thom.); — pertinax L . ( Dendrobium p.); — punctatum DeGeer ( A. pertinax Fabr.); —Thomsoni Kraatz (esta especie está ampliando su área «artificial» hacia Europa central y al norte). Carthorama (***) — bibliothecarum Poeg.; herbarium; — mexicana Cher. Dorcatoma (***) bibliophagum, var. brasiliniense (***); — serra Panz (*). Dryophilus (*) — longicollis Muís et Rey; Ernobius — mollis L .

anobioides Chevr.

257

17

Gastrollominum {**) ( Petalium) — anguliferum Pie; — brasiliense Pie; impressitorax Pie; longipene Pie; — parmatum Banchi.; — rufus Pie; — subangulatum Pie; —unistriatum Brav. Gastrcdlus (*) immarginaíus Muell.; —laevigatus Oliv. Lasioderma (***) — serricorne Fabr. ( Hyphoras., Xyletinus serricornish.). Nicobium (***) — castaneum Oliv.; —c. var. hirtum 111. Oligomerus (*) — píil'moides Well.; brunneus Stom. Ptilinus (**) — pectinicornis L . Stegobium (**) pardeeum L . Xestobium (***) — rufivillosum DeGeer.

BOSTRYCHIDAE (figuras 292, 325 y 326) En el trópico sustituye esta familia en bastantes ocasiones a los Anobiidos, causando daños parecidos.

Apate — capuánus

L . f— Bostrychus c).

Heterobostrychus brunneus Muir.; —aequalis Wat. (observado por nosotros en Casablanca, procedente de un depósito de maderas tropicales, causando daño masivo en madera y algo en legajos). Psoa — dubia. Rhizopertha (**) — dominicana F . 258

DERMESTIDAE (figuras 327, 332 y 333) Las especies de este grupo no afectan celulosa más que accidentalmente y su daño está en cuero, pergaminos y colas animales. Localmente varían las especies que atacan, salvo algunas que son cosmopolitas.

Anthrenus (*) — fascinatus Hrbst.; — flavipes Ley; — juscus; — pimpinella F.; —museorum; scrophulariae; —salvastralla; verbasci L . ; —vorax Wat. Attagenus (**) — pellio L . ( Megatoma p.); piceus Oliv. (**). Dermestes (**) — («chínense» es error de descripción, Stegobium pañiceum); —carnivorus; —laridarius L . ; —maculatus De Geer; —oblongus F.; peruvianus B. et Voll.; —vulpinus F . Trogoderma (*) — sternale Jaune; — tarsale Melch. (Siguen los demás Coleópteros ordenados alfabéticamente según sus géneros.)

Aglenus — brunneus Gyll. Aulonium — sulcatum Oliv. A tomaría — sp.; analis Er. Bruchus (figura 324) — pisorum L . ( Loria p.). Bryobia — pratensis. Caecilius — piceus. Chrypophagus — scanicus L . Catharus — advena Fauv. (afín a Silvanus). 259

Gibbium (figura 323) — scotias Fabr. (palylloiües Czemp.); sulcatum Fuest. Gnathocerus (figura 336) — cornutus Fabr. (— Echocerus c). Hylotrupes — bajulus L . (— accidental). Hypothememus — eruditus Westw. (¿ Chyletus e.?). Laena — ferruginnea Kust. Lyctus (figuras 302, 330 y 331) —• africanus Lesne; — brunneus Herbst.; — planicollis Lee; — unipunetatus ( caniculatus). Monochamus — sutor L . ; —saltuarius Gebl. (ambos son accidentales). Orycaephalus (figura 328) — surinamensis L . ( Silvanus fomentarius). Niptus [figuras 293a) y 3201 — hololeucus Faid. Ptinus (figuras 293, 321 y 322) — für L . ( Loire Fabr.); brunneus Duft.; pusillus Sturn. Rhyncolus (figuras 294 y 319) — lignarius March, (citada preferentemente de la madera); — culinaris Grm.; — truncorum Grm. (Las dos últimas especiel hemos observado en papel, como bibliófagos accidentales en sitios húmedos, procedente de maderas.) Silvanus (**) (figuras 303 y 329) — fomentarius Fabr. ( surinamensis L.); — mercator Fam.; unidentatus F . Tenebrionides (figura 334) — mauretanicus (frecuente, pero accidental). Teredus — nitidus F . Tribolium (figura 335) — confusum Dm.

260

HYMENÓPTERA (figuras 374 y 376-378) Citamos aquí solamente las especies que dañan papel y libros; los múltiples parásitos de los bibliófagos que hay entre los Hymenóptera los trataremos en el capitulo 2gb-c). Todas las especies dañinas lo son más bien accidentalmente.

Bombus — sps. ( accidental; en España B. lapidarius L . sería posible, pero dudamos). Camponotus — ligniperda Ltr. (citada varias veces, es muy accidental, su daño en madera parece al mismo de termites, distinguiéndose por faltar el aglomerado de los últimos). Eumenes — sps. ( accidental; en Europa hemos observado E. coarctata). Polistes — gallica F. Paururus juvencus Sirex gigas L . (varias veces citada; otras especies seguramente pueden presentarse accidentalmente). Vespa crabro L . (*); germánica F. Xerus — spectrum L . Xylocopa uclesiensis Pérez (la hemos observado en dos ocasiones en la provincia de Santander); — violácea L . Las demás especies hacen el mismo daño.

DÍPTERA (figura 359) Piophila (**) — casei (¿accidental?). 261

MICROLEPIDOPTERA. (figuras 361-372) Todas las especies son dañinas en pergamino, cuero y parcialmente en el lomo de libros si contiene mucha cola. Su presencia es típica para las bibliotecas de museos, donde se desarrollan en otros objetos, como animales disecados, telas, trajes, zapatos, etc., exhibidos, y se amplia la plaga a la biblioteca. Ninguna especie ataca solamente al papel; lo destruyen más bien casualmente; también, por ejemplo, Borkhausenia, a pesar de que es parcialmente celulosófaga. Aglossa — pinguinates L . ; —cuprealis Hub. Borkhausenia (**) — pseudospretella Stain. ( Oecophora ps.) Carpocapsa — pomella L . (dudoso). Decophora — sp. Depresaría — sp. Endrosis — lactella Schiff. Ephestia (*) — elutella Hb.; —Kuehniella Zell. Plodia — interpuctella Hb. Monopsis — rusticella. Tinea (**) — flavifrontella; — foeneüa; — granella L . ; — pellinella L . ; — sacrinella; —tapezella L . ( Trichophaga t.). Tineola (**) — biselliella Hura. (= T. crinella).

2ba-h)

ÁCAROS (figura 373)

Su presencia en el papel en parte es como parásitos de otros insectos, pero también pueden vivir de colas, etc., o de pergamino y cuero. Su daño es ligero. Ninguna especie observada es parasitaria humana, pero pueden provocar reacciones alérgicas entre el personal del archivo por el «polvillo de ácaros». 262

Acarus — domesticus (= Glyciphagus d.). Lucoppia — lucorum Koch. Phthiracarus ^ — applicatus Selln. Tarsonemus — univittatus Ron. Tyroglyphus — casei. Tyrophagus — dimitiatus. 2ba-i)

MIAMÍFEROS, que dañan bibliotecas y archivos

Entre los mamíferos, naturalmente, no hay especialistas para comer libros; incluso los ratones los destruyen para obtener material para sus nidos, salvo que comen algo del pergamino, etc. Por esto toda la clasificación se debe hacer desde el punto de vista «accidental». Esto no excluye que, a veces, sea grave el daño. No incluimos las especies que por simple ensuciamiento con sus excrementos (murciélagos, etc.) pueden dañar.

INSECTÍVORA Realmente son enemigos de los bibliófagos, pero dañan persiguiéndolos en los libros. Sorex — minutus L . Crocidura — russula Herm. RODENTIA Mus — decumans Pall. (= Epimys norvegicus Erxl.) (***); —rattus L . (***); —musculus L . (***). 263

A podemus — flavicolUs Melch; —sylvaticus L . (**). Micromys — minutus Pall. Eliomys (*) (figura 399) — quercinus L . (También es realmente enemigo de los bibliófagos, pero su daño, buscándolos, es muy notable.) SCIURIDAE Junto con diversas especies locales de ratones son a veces dañinos en el trópico; en Europa no se conoce ningún caso. PRIMATES Homo — sapiens L . (dañino suele ser solamente el macho, las hembras, al contrario, son generalmente favorables para archivos). 2bb)

CONVTVENTES Y SIMBIONTES DE BIBLIÓFAGOS

Entre convivencia y simbiosis hay en la práctica todos los pasos intermedios. Muchas veces, además, no está aún bien aclarado el carácter de las relaciones biológicas. Tampoco están aclarados los emplazamientos sistemáticos de un elevado número de los endosimbiontes observados. Por tanto, consideramos mejor citar aquí solamente los grupos entre los cuales se conoce una simbiosis, ordenados según los bibliófagos favorecidos (puestos en la lista a la izquierda). 2bb-a)

Simbiontes de los bacterios celulosófagos

Se supone estrechas relaciones simbióticas: Grupo Bacillus Omeljanskii

Cytophagaceae

264

(simbiontes) — bacterios que consumen oxígeno. — bacterios que producen calor. — Nitrobacter (agilis), Achromobacter (liquefaciens, pestifer).

Se comprobó la simbiosis: Sporocyíophaga Bacterios celulosófagos en papel

— Azobacter. — hongos que producen catabolicamente H 0 . 2

2bb-b)

Simbiontes de los hongos bibliófagos

Se comprobó la relación: Rhodotorula rubra Hongos que producen H 0 2

2bb-c)

— Mucor Rammanianus. — bacterios quimótrofos.

Simbiontes de los insectos bibliófagos

Este campo es objeto de amplísimos estudios. Se conoce dos tipos principales, simbiosis simple entre dos especies y doble simbiosis, teniendo el simbionte de la primera especie a su vez otros simbiontes. Lo que a nosotros nos interesa principalmente son las relaciones de endosimbiosis, si bien son numerosos también los exosimbiontes de los insectos estatales ( sinoecos). (endosimbiontes)

Anobíidos

Blatoidos

Bostríchidos Curculiónidos

Mastotermitidae Líctidos

— «.Pseudosaccaromyces» (tipos de levaduras parecidos a Saccaromyces, Rhodatorula y Torula). — Bacterios no determinados en su posición sistemática, forma bacilar. — Bacterios no determinados en su posición sistemática. — Bacterios no determinados en su posición sistemática, forma bacilar y de espiroqueta. — Similar a los de Blatoidos. — Varios tipos no identificados sistemáticamente, formas de «vibriones», «coceo» y «bacilo», además, como segundo 265

tipo en sitios separados, rosetas englobados en mucílagos. Silvánidos Oryzaephalus

Silva/tas unldentatus

Sirícidos

Termites

266

— Tipos no identificados de aspecto de levadura (?) y de tamaño pequeño. — No existe una simbiosis, ni está morfológicamente prepado para esto. — Hongos xilófagos y lo del tipo «hongos de ambrosia», muy mal identificados sistemáticamente (¿Stereum, Trametes, Polyporus? ) — 1) Polymastiginae, protozoos, citados de conocidos termites bibliófagos, son de los géneros Streblomastlx, Trlcercomitus, Trichomonas, Hexamastix, Trichonympha, Monocercomonas, Oxymonas, lóenla, Staurojoenia, Metadevescovina. — 2) Sporozoos: Gregarinida. — 3) Bacterios celulosófagos del intestino. — 4) Simbiontes secundarios de los protozoos; bacterios celulosófagos. Aislados como tipos de los grupos 3) y 4): M¡cromónospora propionica. Actinomyces albus, —cellulosa, —melanocyclus. Proacúnomyces sps. Cytophaga sp. Vibrio (Cellvlbrio) sps.

2bb-d)

Sinoecia de termites

Existe gran número de especies que vive en los estados de insectos y en muchos casos es difícil calificar su carácter, simbionte, convivente inerte, o parásito. Para la práctica de nuestro tema son absolutamente sin interés; por tanto, citamos solamente unos ejemplos como referencia de que existe este grupo: Collembola; Thysanura; Zygentoma (Lepisma es frecuente); Coleóptera (Staphylinidae, como Trichodesmus, Trichorrhina); Díptera (Termitomyia). Ejemplos de extrema adaptación morfológica son el coleóptero Spirachtha eurymedusa, o la mosca Termitomyia gracilis. 2bc)

ENFERMEDADES, PARÁSITOS Y ENEMIGOS DE LOS BIBLIÓFAGOS

En esta lista incluimos los organismos cuya acción nociva sobre el bibliófago es segura. En lo que hemos quedado con cierta duda es sobre la pregunta de que si todos los parásitos citados pueden realmente presentarse en los huéspedes, si los últimos habitan un sustrato tan artificial como es el papel. Muchos bibliófagos son xilófagos que en la naturaleza viven en el bosque y sus parásitos no necesariamente deben ser capaces de seguir al huésped en el clima de una biblioteca. También hay que subrayar que la lista debe ser incompleta; al igual que ocurre con los simbiontes, a veces son muy difíciles de investigar. Por este motivo nos hemos limitado a citar lo que, según nuestro criterio, se puede considerar como asegurado, o muy probable. Se pone a la izquierda el parásito, etc., y a la derecha el bibliófago que es la victima. Si el parásito es señal típica de la presencia del bibliófago, lo lleva (*). Una calificación de la importancia del parásito aquí no es conveniente; varia demasiado por las circunstancias locales el efecto frenante al bibliófago que causa el parásito. MICROORGANISMOS COMO VÍCTIMA (parásito) (victima) Bacteriófago Virus T

— Bacillus cereus. 267

Los organismos que se defienden con antibióticos (véase tabla número 28), son: (víctima)

— bacterios. hongos primitivos

bacterios — bacterios y hongos.

(que destruyen sin antibiótico)

bacterios

— hongos.

INSECTOS COMO VÍCTIMA (víctima)

Virus, tipo poliedro — tipo capsulativo (bacterios)

— Tincóla biselliella. — ídem y varios Microlepidópteros más.

Mycobacterium platypoecilus Ba- -— Lepisma (afecta también al hombre). ker (hongos)

Aspergillus (ochraceus, fumiga-— insectos en sitios cerrados. tus y otras especies) — varios insectos xilófagos y biEmpusa (Zygomycetales) bliófagos, Sitodrepa, comprobado por nosotros. — insectos en general. Entomophthora (Zygomycetales) — insectos en general. Cordyceps (Ascomycetes) Metarrhizum anisopliae Gorok (otras especies del género no se han citado, pero son también parásitos de insectos) Protozoos

— insectos en general. .— termites, Blatoidos.

(insectos)

Reduvius personatus L . (Hete-— insectos en general. ropt era) — insectos en general. Cleridae (Coleóptera) Opilo domesticus Stom. Corynetes coeruleus De Geer Enoplium serraticorne 01. Tarsostenus univittatus Rossi. 268

Histeridae Platysoina Staphylinidae (* ?)

— insectos en general. — termites subterráneos.

En el trópico, en nidos de termites hay multitud de escarabajos que son parásitos, a veces mortales para todo el estado [Orthogonius Schaumi (Carabidae), por ejemplo], por sustituir con sus larvas a los reyes.

Bethylidae (Hymenoptera) Cephalonomia (C. rufa Kieff. y otras)

Anobíidos y coleópteros en general. ídem. especialista para Dermestes.

Laelius L. anthrenivorus Ashm. (*) Scleroderma (domestica Latr. y - preferentemente Anobíidos. otras) macrogaster Ashm. - se dice especialista para Lyctus (?). Theocolax formiciformis Westw. — Anobíidos y coleópteros en general. Catolaccus anthonoma Ashm. (*) - Lasioderma. - bibliófagos en general; su preChalcidoidea (*) sencia es indicio para poblaciones amplias.

Entre las subfamilias de las Chalcidoidea son principalmente las Chalcid'mae, Eucharinae, Perilampinae, Toryminae, Cleonyminae y Pteromalinae parásitos de larvas de los coleópteros que pueden presentarse en un edificio.

Calosoter vernolis Curt. Entodon longiventris (*) Tineophoctonus armatus (* ?) Nasonia Tetrastichus Hagenovii Ratz. (*) Braconidae Bracon spathiiformis (*)

preferentemente Ptilinus pectinicornis. Anobíidos, se dice especialista de Sitodrepa panicea. Anobium. Anobíidos, Xestobium. Blatoidos, es indicio seguro de su presencia. Anobíidos, Microlepidópteros. Anobíidos, c o m o Ptilinus, Xestobium, Anobium. 269

Rhogas collaris (*) Spathius exarator L . (— clavatus Ratz.) (*) Typheus fuscipes (*) Spathius pedestris Westw. (*) Hecabolus sulcatus Curt. (*) Eubadizon pallidipes Nees. (*) Monolexis lycti Cress. (*) Stephanidae Evanidae Evania appendigaster L . (*) Gasteruptioninae (*) Ichneumonidae Hemiteles completus — modestus (* ?) Lisonata arvícola Polyspineta elegans (y otras) Pimpla flavipes (* ?) Ibaliinae Ibalia (por ejemplo, /. cutellator Latr.) (*)

ídem. ídem, ídem. A nobium, Ptilinus y Lyctus (!). ídem Lyctus (brunneus y otras). Lyctus (planicollis y otras), coleópteros xilófagos. Blatoidos. Siricidae y Cerambycidae. Ptilinus y otros Anobíidos. principalmente Xestoblum. Anobíidos. ídem. Xestoblum.

Siricidae.

Formicidae Las especies carnívoras, que representan la mayoría de las hormigas, podían perseguir también a los bibliófagos. Los que lo hacen frecuentemente, en el trópico, son los Dorylini. Arachneina (Arachnoidea) Tegenaria (domestica, por — Lepisma, etc. ejemplo) — Lepisma y Thermobia, la araScytodos thoracia Latr. (*) fia es indicio seguro de su presencia. Chelonethi Cheiridium museorum Leach. Chelifer cancroides L . (y muchas otras) 270

— Copeognatha.

Acari Pediculoides ventricosus Newp.— principalmente Anobíidos. Cheyletus eruditus Schrank.; — venutissimo Koch. — bibliófagos en general.

2c) 2ca)

MICROORGANISMOS BIBLIÓFAGOS

LOS BACTERIOS BIBLIÓFAGOS

Su gran mayoría se puede considerar como cosmopolita, igual que los demás bacterios. Es dato que no se puede esperar de antemano, porque el sustrato natural, celulosa muerta en el suelo, es ya una especialización llamativa. Pero ni de los bacterios muy especializados de la celulosa y que no destruyen otro material, se observa diferencias importantes de su distribución, dentro de sus límites ecológicos, naturalmente. 2ca-a)

Distribución

y datos generales

Los bacterios son omnipresentes; se han encontrado hasta en las capas más altas de la atmósfera terrestre. Su presencia es aproximadamente proporcional a las circunstancias locales y la cercanía de su procedencia habitual. Esto es importante para saber, en casos de edificios climatizados, dónde la instalación correspondiente nivela las condiciones de las salas; una infección accidental en un punto invade entonces todo el edificio. Es ejemplo, para la omnipresencia y la variación numérica de los gérmenes, la compilación de la figura 107. En ocasión de una visita al Istituto di Patología del Libro, en Roma, nos enseñaron sus estudios sobre el tema, teniendo una lista del número y clases de bacterios localizados, tanto en Roma en la calle, como en su propio instituto (en los diferentes laboratorios, despachos, bibliotecas, etc.) Esta comprobación —sin gran valor científico— tiene un excelente efecto instructivo. La idea nos gustó tanto que en seguida hemos hecho una comprobación similar, en la misma Roma, en Madrid y en el edificio de nuestro propio laboratorio de experimentación. En vista de que en estas obtenciones de gérmenes (con el «Método de Koch») no es probable obtener datos de valor para la comparación directa, ni lo intentábamos. Hemos puesto el valor obtenido por el «Istituto» y por nosotros en la misma Via Milano de Roma, al igual y entonces, calculando los demás propor-

271

cionalmcnte. Resultaron valores relativos, perfectamente comparables y demostrativos. Son altos los valores numéricos de gérmenes, por ejemplo, en la calle, muy frecuentada a medio día; también son muy altos en los talleres de la preparación de material afectado; bajo son en los despachos, sala de colección, biblioteca no publica, o en la calle muy por la mañana.

Una buena exposición de los bacterios que interesan en vista no medicinal da VERONA (399-6), su sistemática hoy debía ser revisada. Es objeto de decididas separaciones de criterio entre los especialistas que se valorice cada forma de bacterio que se observa, como especie propia, o como estirpe que se ha adaptado a ciertas condiciones de su ambiente casual. Como ejemplo para el último caso citamos la gran variabilidad de la resistencia a temperaturas máximas entre los bacterios termófilos y mesófilos. Esto, naturalmente, no justifica nuevas especies. Distinto es el caso si, aparte de la diferencia fisiológica, o en un factor de la bionomía, también hay diferencias morfológicas, o que dos cultivos difieren en sus exigencias ecológicas, es decir, que varios factores externos provocan determinadas reacciones fisiológicas distintas. Entonces, ya por motivos prácticos, conviene suponer una diferencia a nivel de «especie», hasta que no se demuestre genéticamente lo contrario. No obstante, hay vehementes defensores de unificar la multitud de especies, como IMSCHENEZKI (181-3), que incluso acusó a sus colegas de no comparar con suficiente minuciosidad sus cultivos puros con las estirpes puras, ya descritas con anterioridad, produciendo asi la inflación de las especies nuevas. Nuestro propio y modesto criterio, formado principalmente por el trabajo sobre la ecología, pero de especies que pertenecen a muy diferentes grupos de los seres vivos, no se opone tan violentamente a la diferenciación sistemática.

Existen demasiados ejemplos de especies, a primera vista poco diferentes, que de repente demuestran ,en algunas calidades, una tan llamativa diferencia que es totalmente justificada su separación sistemática. L a ecología, clave de la biología aplicada, ha sido víctima demasiadas veces del desprecio de la labor sistemática por fanáticos ecólogos. Este criterio, con el que nos oponemos a estas tendencias de unificación de los ecólogos «de estirpe pura», se basa en casos llamativos que hemos conocido; varias especies que morfológicamente son muy difíciles de distinguir, pueden portarse de forma totalmente diferente como agentes dañinos. Este fenómeno, aparte de los bacterios, lo conocemos, incluso, de ciertas especies tropicales 272

y norteamericanas de termites. Se produjeron graves daños por no darse cuenta a tiempo de la diferencia sistemática de los individuos investigados. Como ejemplo citamos a Bacillus subtilis, que causa el cáncer del pergamino. Hasta el momento parece, según su daño, que todo es una especie, a pesar de que morfológicamente ya se distinguen diecisiete tipos igualmente saprofitos. Una investigación especial del caso aún no existe para la o las especies que causan daño en pergamino. La estricta agrupación de los bacterios en aerobios y anaerobios, como en la medicina tiene bastante razón, si bien incluso allí hay especies intermedias, para los bacterios que descomponen celulosa no es aceptable. Su biotopo natural, el suelo, ofrece entre zonas bien aireadas (capa superior de terrenos silvestres) y zonas totalmente anaerobias (fondos de pantanos) todos los pasos intermedios. Consecuentemente, existen entre los bacterios celulosófagos numerosas especies que pueden descomponer la celulosa en condiciones aerobias y anaerobias (se llama a éstos «facultativamente anaerobias»), siendo solamente diferente el óptimo para cada especie. Salvo algunos casos muy especiales, a nosotros, como ya hemos dicho anteriormente, nos interesan poco las especies estrictamente anaerobias, no siendo muy probable que sean bacterios bibliófagos. A l contrario, son de gran interés las que tienen su óptimo en condiciones de reducida disponibilidad de oxigeno. La historia de la investigación sobre bacterios en papel es corta, ya hemos dicho que son unos cuarenta años, desde que se los considera sistemáticamente dentro del estudio de los bibliófagos. E l primero que citó los microorganismos para libros en un estudio especial fue probablemente OMEUANSKI (294) en 1925, y que descubrió también la fermentación de la celulosa (en 1901). Gran parte de los bacterios de la destrucción de celulosa se conocían a partir del final del último siglo por investigaciones sobre la descomposición celulosolítica en el suelo. No es raro el caso de especies de allí ya muy conocidas que luego se localizan también en papel como bibliófagas. Uno de los principales obstáculos para nuestro sector, tan especializado, es su nomenclatura. Y a en el capitulo antecedente, sobre la sistemática, hemos visto el problema de la agrupación de bacterios en general, y más aún de los celulosófagos. Si el gran clasificador LINNEO, en 1767 (en la undécima edición de su Systema Naturae), formó una clase llamada «Chaos infusorium», entonces un psicólogo seguramente podía sacar conclusiones sobre el problema con que se encontró el tan ilustre colega por los bacterios y otros unicelulares de ambos 273

18

reinos naturales. Con cierta sonrisa hemos observado que los autores de la decimotercera edición del famoso manual de la Microbiologia de ZINSSER (433), en los Estados Unidos, exactamente doscientos años más tarde, citan la clasificación linneana y dicen: «En algunos aspectos, la clasificación de los bacterios aún sigue caótica.» Lo subrayamos aquí de todo corazón para los bacterios cclulosófagos.

Mucho más antiguo que el descubrimiento de los agentes dañinos es la descripción de los daños por bacterios que destruyen material celulósico. E l término «quemarse en seco» se encuentra ya en informes sobre daños observados en la Edad Media. En la marina española existieron documentos que hablaron de «fermentación de las velas hasta que los hilos perdieron su nexo», a que se refiere, entre otros, Rico Y SINOBAS (323), que también cita de nuevo lo de «que los documentos se quemaron en seco». A pesar de que existen papiros fermentados (figura 167), no hemos encontrado ninguna indicación aún en la literatura referente a esto, anterior a GALLO (130-3) (al contrario, los insectos que dañan papiro ya se empiezan a citar en la antigüedad). En parte seguramente es debido a que no se reconoció el causante del daño, o lo confundieron con hongos primitivos que muchas veces están simultáneamente presentes. Es imposible separar correctamente entre bacterios bibliófagos, celulosófagos y polífagos. Entre las especies del primer grupo hay solamente un género (Sporocytophaga) que son especialistas de la celulosa, no atacando otro material. Luego hay un grupo grande que preferentemente, o por lo menos sin dificultad, digiere celulosa y sin necesidad de otro comestible. También existe elevado número de especies, en casi todos los grupos y familias, que pueden digerir celulosa en caso de que la encuentren junto con otras sustancias. Es cuestión de criterio dónde se debe poner el límite de los que consideramos aún como celulosófagos o no. Algunas especies de las que entraron en estas listas de especies discutidas se han citado también como aisladas del papel. Esto no demuestra aún nada sobre su peligrosidad para el papel mismo, porque indudablemente también pueden vivir allí sin ser destructor de la celulosa, alimentándose de los componentes no fibrosos del papel. Por fin, tenemos un grupo de bacterios bibliófagos que no pueden descomponer celulosa, pero causan daño en otros materiales, como Bacillus subtilis, o por lo menos provocan manchas, ensuciando el papel, si viven de la cola, como posiblemente algunos Ascomy274

cetales. (La mayoría de los observados en papel descompone la celulosa.) Por tanto, este grupo, a pesar de que no causan daño a la fibra, nos puede preocupar como bibliófago por ser capaz de causar daño notable a otros elementos del libro, por ejemplo, al pergamino, como B. subtilis. Debemos citar siempre estos inhabitantes observados, pero con más razón aún si los mismos son patógenos para el hombre. E l clásico ejemplo para este grupo es Pseudomonas aeruginosa, que puede causar ligero daño en papel y es un peligroso bacterio patógeno humano. Otras especies patógenas para el hombre han sido observadas también, pero con menos probabilidad de que se desarrollen activamente en el papel.

Durante muchos años, especialmente los microbiólogos rusos, pero luego también en otros países, se han estudiado sistemáticamente cultivos del suelo para localizar los destructores de la celulosa. Entre ellos el principal punto de la discusión eran los bacterios que no forman esporas y tienen carácter celulosófago. Se intentó la última vez por IMSCHENEZKI (181-1) formar un grupo sistemático por coincidencia de características, principalmente bionómicas, y por ser destructores de la celulosa. Pero el mismo IMSCHENEZKI reconoció ya que sin detallado estudio de cada uno, no se aclara su verdadera posición sistemática. Las especies aerobias y celulosófagas se han encontrado en Jos siguientes grupos y géneros: (géneros)

Pseudomonadales

Pseudomonas Vibrio

Eubacteriales

Cellfalcicula Chromobacter A chromobacter Micrococcus Streptococcus Bacterium Bacillus Cellulomonas 275

A ctinomycetales

Myxobacteriales

Mycobacterium Actinomyces M icromonospora Proactinomyces Streptomyces Promyxobacterium Cytophaga Sporocytophaga Sorangium

De las especies aerobias, comprobadas como celulosófagas sin necesidad de simbiosis, teóricamente todas pueden ser bibliófagas, siempre y cuando que lleguen a infectar a un papel, documento o libro que se encuentre en condiciones microclimáticas suficientes para el desarrollo del microbio. Especialmente en papeles de baja calidad es frecuente que éstos lleven infecciones ya desde su fabricación. Así aumenta la probabilidad, y a veces ha ocurrido ya, de que un día nos tendremos que enfrentar también con violentas infecciones por especies conocidas, de momento, solamente del suelo. Entre los bacterios más o menos estrictamente anaerobios y celulosófagos, la probabilidad de que los encontremos en el papel es muy inferior. Pero tampoco debemos excluirla; al contrario, los auténticos peligros de sorpresa debemos esperar de estas especies y no solamente en el clásico caso de una laminación de un documento sin previa impregnación germicida. Como ya dicho, no todas las especies son solamente aerobias o estrictamente anaerobias. Para muchas, en especial por los largos plazos con que debemos calcular en un archivo, pueden producirse en ciertos momentos situaciones que favorecen suficientemente al conjunto bionómico de la especie para que ella cause daño. En el trópico, incluso, nos ocurrió hace años por casualidad un caso de este tipo. De gran importancia práctica, no solamente en zonas tropicales, sino probablemente también en la Peninsula, puede ser una infección por bacterios anaerobios, termófilos, en simbiosis con especies aerobias que consumen todo el oxigeno, dando así paso a la gran fuerza destructiva de la especie facultativamente anaerobia y tcrmófila, o mesófila. Describimos esta simbiosis en el capítulo 2ga-a) con detalle por la extraordinaria peligrosidad de la combinación, a pesar de que en la Península aún no conocemos ningún caso seguro del papel (sospechamos de

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vanos, y en telas expuestas en el Museo de San Telmo, en San Sebastián, lo hemos comprobado). En condiciones tropicales hemos conseguido provocar la situación, repetidas veces y con relativa facilidad, en papel de libros.

2ca-b)

Descripción

de las especies bibliójagas

y

celulosófagas

Describimos a continuación, en orden sistemático, las especies de interés con su morfología y todas sus características tipicas. La fisiología y la ecología las trataremos después de los hongos como conjunto de ambos grupos, si bien algunas de las reacciones tipicas las citamos ya en las especies.

Por la excesiva selección que representa la separación de las especies de bibliófagos, resultaría inútil dar sus descripciones esperando que permitan determinar con ellas las especies. Para esto siempre se debe usar los libros de la sistemática correspondiente. Por otra parte, las especies de nuestro interés son tan excepcionales que no es raro ver que no las citan en las obras sistemáticas que no son manuales completos. Por este motivo mencionamos aquí alguna característica sistemática, por lo menos para las especies más importantes, que permite orientarse también con textos parciales de la sistemática. Para la identificación detallada se puede usar a GUNSALUS and STAINER (154), KRASSILNIKOW (219) y WAKSMAN (406-2), aparte, naturalmente, de BERCEY (046).

PSEUDOMONADALES En este orden hay bacterios conocidos de libros, pero polífagos y poco dañinos para la fibra, en el género Pseudomonas. Los verdaderos celulosófagos, al contrario, están en el género Vibrio y Cellfalsicula. E l último posiblemente pertenece a otro orden, estando dudosa su posición. Pseudomonas aeruginosa (figuras 144 y 165) Es la especie más nombrada del grupo, conocida desde hace tiempo como patógena humana y animal. Ha sido citada repetidas veces como presente en libros. Causa daño por la coloración típica, azul hasta azul-verde, que provoca y algo daña directamente a la fibra. 277

Son bacilos gramncgativos, que muestran la típica posición de los flagelos en un extremo. No todos los tienen, pero también pueden ser varios. Longitud del bacilo 1,2-2 (i, 0 0,5-0,6 u.; los flagelos tienen aproximadamente 1 H de la longitud de la célula. Ésta es generalmente recta, pero siempre hay ejemplares ligeramente curvados. No forman endoesporas y son inmóviles. Se distingue de las otras especies por ser la más pequeña; además, ayuda mucho en la identificación el colorante azul que produce. Ps. fluorcscens, la otra especie ya citada del papel, forma pigmento fluorescente rosado, o verde oliva en condiciones extremas; las aún no citadas del papel, pero fuertemente celulosófagas, Ps. ephemcrocyanea (figura 165), un pigmento violeta-púrpura; Ps. iodinum, uno fuertemente púrpura, y el de Ps. aurofaciens es amarillo. Las mayores formas alcanzan la longitud de 4 u.; ninguna produce mucilagos en cantidad apreciable.

Las especies del grupo se caracterizan por estar muy capacitadas para amoldarse a nuevos sustratos. Sabemos ya que estirpes procedentes de cultivos en un sustrato polivalente se adaptaron a sustratos raros o sintéticos en noventa días solamente, recuperando entonces la antigua actividad, transitoriamente reducida cuando llegaron al nuevo sustrato. Pueden vivir hasta en petróleo crudo y dañan gravemente los plastificantes de los polivinilos que se usan como fibra sintética en papel, caucho, fibra animal y pergamino. Son mesófilos, aerobios que resisten bien al secamiento transitorio y, por tanto, son peligrosos precisamente en las zonas calientes del mundo. Ps. fluorescens es un típico organismo lipolítico que puede ser favorecido mucho por las colas animales o de caseína. El grupo, pero en especial Ps. aeruginosa, se ha adaptado a muchos antibióticos y ofrece hoy un verdadero problema en los hospitales. En especial si están climatizados, porque sobreviven en los filtros de la aspiración, pasando al otro lado del filtro si se para cierto tiempo la climatización. Entonces pueden —y lo hicieron ya— causar graves daños dentro del edificio climatizado.

Del papel o libros estos bacterios pueden ser eliminados solamente mediante germicidas. VIBRIONES (figuras 104, 132, 133, 134, 135, 163, 165)

En su amplio estudio de los vibriones celulosófagos, WINOGRADSKI (425-2) creaba el género Cellvibrio para este grupo, separándolo de los otros géneros. Hasta hoy se suele usar el nombre, a pesar de que indudablemente no existe razón sistemática para esto. 278

La mayor parte de los vibriones celulosófagos son especies del género Vibrio, algunos posiblemente ni son Pseudomonadales, sino que pertenecen a los Myxobacteriales. Vibriones han sido localizados como endosimbiontes de termites bibliófagos. Vibrio Winogradskii Es el clásico representante de los vibriones celulosófagos que pueden destruir papel con notable rapidez. Su infección puede preceder ya de la fabricación del papel, pero también es fácil en un momento posterior. Suele ocurrir en un sitio de malas condiciones para una biblioteca (sótano), o si hay posibilidad de que entre polvillo del exterior procedente del suelo. Las especies cclulosófagas de Vibrio se distinguen morfológicamente poco. Son bacilos algo curvados que no siempre llevan flagelo (sólo uno, puesto en un extremo), de unas 2-5 u. de longitud y 0 aproximado de 0,5 \i, y muy móviles. Se multiplican por separación central y las nuevas células quedan aún algún tiempo juntas. Esta cualidad es tan característica que, contando el número de células pares, se puede juzgar sobre la actividad de un cultivo. V. Winogradskii no causa coloraciones; otras especies causan coloraciones ligeramente amarillas, como V. ochraceus y V. fulvus, o verdes (especies conocidas solamente del suelo). La formación de mucilagos es muy escasa.

E l poder destructivo es muy fuerte, debido a que no descomponen sistemáticamente toda la celulosa, sino que provocan una maceración local y tan pronto como rompen allí el conjunto fibriloso de la fibra se mueven activamente a nuevos sitios, repitiéndose el proceso, que se puede observar fácilmente en el microscopio (figura 134). Pero también sin esto es inconfudible su daño. Cultivando un extracto acuoso, de material atacado, con adición de la combinación de sales, según el sustrato número 12 de la tabla 12, y poniendo un papel de manera que se sumerja parcialmente, se corta la cinta del papel en un plazo de 1-3 días a la altura del nivel de la solución (figura 132). En papel húmedo avanza la penetración por los vibriones con gran velocidad; se han descrito avances de 25 milímetros diarios. E l papel se deshace en polvo, no quedando unido en seco por los mucilagos, como ocurre en caso de Cytophaga. La destrucción de la fibra es típica, casi como una descomposición mecánica (figura 135). 279

A pesar de su aparente actividad violenta sobre la celulosa, V. Winogradskii y sus afines no son especialistas para la misma; viven normalmente también de muchos otros azúcares y de sus polisacáridos. Arabinosa, levulosa, maltosa, dextrinas y glucosas, incluso saccarosa, que para muchos organismos es un veneno ya en baja concentración, las descomponen aun en concentraciones relativamente elevadas. Su carácter autóctono es notable; por ejemplo, no cambia visiblemente su actividad en presencia de especies de Nitrobacter, que favorece visiblemente a otros bacterios celulosófagos (figura 157b).

Los vibriones observados en papel (figura 133) son probablemente todos de la citada especie, si el daño es notable. De las otras especies del Vibrio citadas del papel no se observaron daños espectaculares, ni las investigaciones de los vibriones celulosófagos del suelo han resultado en especies tan activas como V. Winogradskii. Tanto de la pulpa, como del papel mismo, no se puede eliminarlos con seguridad de otra forma que con germicidas; en las aguas residuales de la pulpa se elimina con vapor, calentándolas a temperaturas elevadas.

CELLFALCICULA Está discutido si se debe poner este género aquí o en la familia de los Promyxobacteriaceae. Ilustres investigadores, como IMSCHENEZKI (181-3), se inclinan totalmente a este concepto. Entonces todas o la mayor parte de las especies de Cellfalcicula serían realmente miembros del género Promyxobacterium. Sin entrar mucho en los detalles que forman nuestro criterio, aún no queremos seguir a este concepto hasta que no se haya estudiado comparativamente un mayor número de estirpes. En resumen: E l problema, aún insuficientemente aclarado, es que, teniendo razón el cambio del emplazamiento, entonces entre los Promyxobacteriaceae formarían estas especies el ciclo más primitivo, sin microcistes ni cuerpos fructíferos. Por otra parte, y esto motiva la postura de los citados investigadores, de algunas formas se ha descrito la observación de cuerpos cromáticos (que no hay en los otros grupos de los Myxobacteriales). Su forma, bacilos cilindricos, tampoco coincide con los típicos celulosófagos de los Myxobacteriales.

280

Cellfalcicula Winogradskii Es un microorganismo frecuentemente observado en papel viejo, donde participa en la descomposición. Es baciliforme, de mucha variación en su longitud, 2,5-7 \i, siendo siempre igual su diámetro, de 1,2 (x. Forma típicas cápsulas gelatinosas o de mucílagos, como la figura 106, pero solamente en caso de abundancia de agua en el sustrato. Muy probablemente pertenecen a este grupo parte de las especies de Bacterium, si las mismas son móviles, como ésta. No lleva flagelo. El pigmento descrito para C. Winogradskii varía, según el autor, desde amarillo hasta marrón y también anaranjado. Esto nos respalda en el concepto de que son probablemente varías especies.

En el suelo, el género es un grupo frecuente y las esperies se caracterizan por sus múltiples colores: rosa, verde, marrón, amarillo y anaranjado. Todos son fuertes celulosófagos. C. viridis causa daño con cierta frecuencia en textiles al aire libre. En el clima caliente y húmedo seguramente juegan estas especies aún mayor papel en la destrucción de libros de lo que se ha considerado. No obstante, en el clima europeo también se las citó varias veces. La actividad en la destrucción de celulosa, atacando fuertemente a la fibra, parece relativamente menos violenta de lo que en verdad es, porque los mucílagos producidos (véase también en fisiología) forman una masa pegajosa que aún reúne durante cierto tiempo las fibras dañadas. Naturalmente, es efecto apreciable solamente a simple vista, parece al tipo de la figura 152; comprobando la resistencia mecánica se reconoce el daño en seguida.

EUBACTE RIALES ACHROMOBACTER

En este género hay varias especies que son destructores de celulosa y de papel. Se cita para el último a A. punctatum, pero debe ser casualidad que hayan encontrado primero a esta especie, porque A. picrum es mucho más violento en la destrucción de la celulosa. Un típico polífago del grupo es A. lipolyíicum, que daña con frecuencia colas animales e, incluso, algunas sintéticas. 281

Son bacilos largos (hasta 7 u) y estrechos, típicamente peritrico (es decir, con flagelos alrededor de todo el individuo), normalmente capaces de acidular notablemente su sustrato, cambiandod e alcalina a fuertemente acida su reacción. Son gramnegativos y poco móviles hasta inmóviles. No forman pigmento.

E l género Achromobacter es posiblemente un grupo importante de los dañinos en el trópico, por su carácter mesófilo hasta cerca de termófilo y su exigencia mínima de humedad para iniciar el desarrollo. Investigaciones detalladas no existen para papel; para otras fibras es conocida su calidad muy dañina en zonas tropicales. Serrada marescens Es una especie muy polífaga, causando un cáncer en pergamino, ataca fibra de sedas y entre las fibras modernas puede dañar a las sintéticas que contienen plastificantes. L a especie es facultativamente anaerobia, lo que la hace muy peligrosa, junto con su gran facilidad de adaptarse a nuevos sustratos. Su daño en papel no está del todo aclarado, pero lo más probable es que en presencia de otras sustancias (colas animales, por ejemplo) dañe también a la fibra de la celulosa. Son bacilos finos, con flagelos perítricos, de unas 1,5-2,5 u. y producen, en cultivos procedentes de materiales muertos, un típico pigmento rojo brillante. Cultivándolos en leche, la ponen intensamente rosada y la precipitan. Son gramnegativos, facultativamente anaerobios, no apreciablemente móviles y forman cápsulas. La especie, al igual que Ps. aeruginosa, se ha desarrollado a ser un severo problema en hospitales por formar rápidamente estirpes resistentes a los antibióticos. Es patógena humana, causando infecciones pulmonares, y es importante saber que la mayor parte (hasta el 75 por 100) de los cultivos procedentes de infecciones en seres de sangre caliente no forman pigmentos, siendo necesario identificarlos por otros sistemas. Esto motiva que se crea hoy en una mayor participación en epidemias que hasta hace poco se suponía; su infección septicómica con frecuencia sigue siendo mortal.

MICROCOCCUS

A pesar de que este género se encuentra con cierta frecuencia en papel, nos inclinamos por el concepto de los corifeos rusos, WINOGRADSKI e IMSCHENEZKI, que niegan rotundamente la existencia de especies de Micrococcus de carácter aerobio capaces de destruir celu282

losa. Ellos no consiguieron nunca aislar cultivos aerobios de Micrococcus procedentes del suelo. Por tanto, debemos suponer que su presencia en papel es por vivir en otros componentes, como las colas, etc., siendo entonces relativamente poco peligrosas para el papel, porque tampoco causan manchas notables. Son células aglomeradas en masas irregulares, nunca en paquetes; algunas especies son, además, bastante móviles. Si bien realmente son grampositivas, con frecuencia se decía lo contrarío, porque algunas especies retienen la coloración de GRAM tan anormalmente, que puede producirse una confusión. Típica es la diferencia en la descomposición de glucosa y lactosa. Descomponen la primera formando ambiente ligeramente ácido, la segunda estrictamente neutral. E l diámetro de las células esféricas está entre 0,36 y 1,3 u.. Algunas especies del suelo forman pigmentos (amarillo hasta rojo) y todas pueden formar cápsulas de mucilagos. Las especies anaerobias son frecuentes simbiontes de mamíferos para la digestión y entre ellas hay auténticos bacterios celulosófagos, pero tampoco especializados a la misma. Es posible que en algunos casos en que se citaba coccoformes bacterios aerobios en la destrucción de celulosa, se tratase de microcistes de Myxobacteriales, o que han sido simbiontes o convivientes de verdaderos celulosófagos aerobios, como los describiremos en el capítulo de la simbiosis [2ga)l.

STREPTOCOCCUS (figuras 158 y 166) Siendo su mayoría saprofitas, se han citado varias especies como celulosófagos del suelo. En papel se han encontrado con cierta frecuencia, pero sin justificar el carácter de su acción allí. Por contener el género también algunas importantes y bien conocidas especies patógenas humanas, creemos que realmente se las cita con cierta «preferencia táctica» en las listas de los organismos aislados de libros. La probabilidad práctica de que causen daño al papel no la consideramos muy alta, ni siquiera en el trópico. La típica diferencia de Streptococcus al género anterior es que se divide solamente en una dirección, formando cordones; Micrococcus, al contrarío, se divide en dos direcciones formando «telas», y el tercer género importante del grupo, Sarcina, que son también en parte saprofitos del suelo y se observa a veces en colas, se divide en tres direcciones formando paquetes. 283

CELLULOMONAS En vista de que este género se formó primero por el carácter de sus especies, capaces de destruir celulosa, posteriormente se ha tenido que reducir en su amplitud. KRASSILNIKOW (219) niega la existencia del género y también algunos otros. Pero, una vez repartidas a su sitio (Pseudomonas, etc.) las especies que se pusieron solamente por su carácter celulosófago, no existe razón para pasar al otro extremo, si existen formas morfológicamente bien caracterizadas y con reacciones fisiológicas comunes, perteneciendo así a un propio género. Son destructores de celulosa, pero preferentemente en simbiosis con otras especies, o por lo menos exigen la presencia de nitrógeno orgánico. Entonces pueden ser de una acción muy violenta. De Cellulomonas flava se describen casos en que no era capaz de destruir la celulosa, pero lo más probable es que no era Cellulomonas, sino pertenece a Nocardia. E l típico representante del grupo y fuerte destructor de celulosa es: Cellulomonas biazotea Igual a todo el grupo, es frecuente en el suelo, donde juega un importante papel como destructor de celulosa. También es peligroso para fibras naturales y para el papel al aire libre. No existen datos aún, pero consideramos probable que se observará también en libros en las zonas calientes, no siendo muy exigente en sus límites de humedad para vivir. Son bacilos delgados, ligeramente curvados y con flagelos múltiples en posición peritríca, longitud de 1-2 JA, 0 solamente 0,3-0,4 u.. No forman esporas; su pigmento, amarillo-ocre, no es soluble en agua. El grupo forma ambiente ácido en la descomposición de hidrocarburos; ninguna especie es muy especializada, más bien son polífagos con preferencia para la celulosa. E l género es gram-variable y facultativamente anaerobio.

Por ser especie fácil de obtener, se usa con frecuencia como especie para ensayos del efecto germicida de sustancias en la conservación de fibras de celulosa. 284

BACILLACEAB

En esta familia rige aún un poco el famoso «.Chaos infusorium» de LINNEO. Si bien ya está aclarada la diferenciación de los géneros de Bacillus y Bacterium, el primer género formando esporas, el segundo no, pero indudablemente habrá algunas especies cuyas esporas todavía no se han observado, porque varias las forman solamente en condiciones extremas. Más difícil es la situación con el género Clostridium, que debía comprender todas las formas anaerobias del grupo Bacterium. Entre tanto que no se observaron formas clostridiales ( con puntas afiladas como un huso) en ambientes aerobios no había problema. Pero en varias ocasiones ya se citaron especies de Clostridium facultativamente anaerobias, sin que aún se hayan investigado detalladamente estos nuevos celulosófagos. BACILLUS

Son bacilos rectos, frecuentemente ordenados en cadenas, capaces de formar endoesporas. Los que tienen (perítricos) flagelos son más o menos móviles; los que no tienen flagelos, inmóviles. Normalmente son especies gram-positivas, pero hay gram-variables hasta negativas. Su tamaño es muy variable; los mayores bacterios pertenecen a este grupo (B. megatherium), pero otros no pasan de 1,5-2 \i. Siempre son catalase-positivo y normalmente viven como saprofitos en el suelo. Hay especies muy adaptables a nuevos sustratos y muy polífagas, como B. subtilis. Ecológicamente se puede distinguir tres grupos principales que son de nuestro interés: los celulosófagos aerobios, los celulosófagos anaerobios facultativos (mesófilos y termófilos) y los polífagos que no pueden destruir la celulosa pero son bibliófagos por atacar al pergamino y colas. E l primer grupo, numeroso, es conocido como celulosófagos del suelo, mayormente o exclusivamente aerobios. No se ha observado aún en papel de libros, pero mucho en fibras textiles y papeles técnicos, donde llegan a causar daño. Pueden ser violentos destructores, formando zonas de descomposición enzimática de 2-3 mm alrededor de sus colonias. Varios son en menor o mayor grado también facul285

tativamente anaerobios; aguantan, por tanto, en condiciones extremas, si aún hay suficiente humedad, sin que formen en seguida esporas. Son el grupo menos importante de los celulosófagos del suelo, pero por su característica capacidad de adaptación pueden ser fuente de especies dañinas inesperadas. Citamos aqui como celulosófagos fuertes, según IMSCHENEZKI, a Bacillus varsavicnsis ( Cellobacillus v.), B. mucosus y B. aphorrhoeus. B. varsaviensis, frecuentemente citado, es un tipo clostridial, los demás pertenecen a tipos alargados y rectos con la formación de la espora en el centro. No se conoce del grupo formas alargadas, que ostentan la formación de la espora del tipo plectridico. Los llamados tipos alargados se distinguen ya en sus colonias de los tipos clostridiales y plectridicos de otros grupos. Los primeros forman colonias de un aspecto típico, como coliflor, que no hay entre los otros. Salvo la de B. aphorrhoeus, que causa coloraciones amarillentas, su destrucción no se acusa por pigmentos.

El margen de la destrucción por este grupo se describe entre 17-53 por 100 de la celulosa. Según nuestro criterio, no se puede usar el volumen de la destrucción como dato crítico, salvo que generalmente aún son más lentos y menos agresivos en condiciones en que otros típicos celulosófagos ya causan daño total. De gran interés científico y técnico son el segundo grupo, los verdaderos tipos facultativamente anaerobios que son representados por B. Omeljanskii y su grupo. No podemos entrar en los aspectos técnicos de la fermentación de celulosa, donde juegan su principal papel. L o que los hace interesantes para nosotros aquí es que indudablemente existen casos donde, por simbiosis con otra especie aerobia que consume hasta mínimos restos el oxígeno en biotopos muy mal aireados, se ha dado entonces paso al extraordinario poder destructivo de especies comprendido en el grupo de B. Omeljanskii. El grupo pertenece a los bacterios mesófilos, y los termófilos entre ellos seguramente son solamente estirpes, no especies, adaptadas a mayores temperaturas. Por la formación de esporas en posición plectridica (es decir, en un extremo y de tamaño algo mayor que el diámetro de la célula) se consideraba perteneciente al género Plectridium. A pesar de que aparecen morfológicamente bien determinados aún no se han puesto de acuerdo en si existe como propio género o no.

286

Bacillus Omel'janskii (figuras 143, 146 y 149) Es seguramente un grupo de varias especies y subespecies que por una parte, reunió bajo este nombre, y por otra, describió varias subespecies o variedades. Las coincidencias del aspecto y de la bionomía en general son convincentes. IMSCHENEZKI (181-1),

La especie básica se describe: bacilos alargados de 4-12u., anchura 0,3-0,4. Las esporas, siempre formadas en un extremo de la célula, son redondas y de un diámetro de 1-1,5 u.. La especie es capaz de fermentar celulosa formando alcoholes y ácidos. No se forma nunca metano, siempre solamente COj y Hi. Con yodo toman solamente un color amarillento, como paja. Son células gram-negativas y necesitan para su desarrollo albúminas y vitaminas. Sin los últimos, la destrucción de la celulosa es insignificante; con estos elementos es rápida y violenta. La subespecie o variación B. Omeljanskii, var. ovalisporus, se distingue por tener esporas ovaladas de 2 X 2,5 ji. La subespecie o variación B. Omel}anskii, var. thermophilus, está principalmente caracterizada por desarrollarse en temperaturas altas, por encima de 50° C, y parando su actividad ya alrededor de 35° C. También es tipico que no se colorea con yodo, ni hasta un tono amarillo paja, y nunca en rojo-marrón o azul, como otros bacterios frecuentemente presentes en cultivos de termófilos. Tampoco descompone almidón.

Todos bacterios del grupo demuestran gran adherencia, sin que se note mucho mucílago, sustituyendo con su aglomeración totalmente las fibras (figura 152). Pertenecen al grupo también otras especies, como las que producen el metano (el gas de los pantanos) o de la fermentación de hidrógeno, pero en principio no tienen interés para nosotros. Repetidas veces se han descrito casos en que, en condiciones de alta humedad y temperaturas elevadas de verano, se han producido descomposiciones violentas de papel en un plazo muy corto. Nosotros hemos visto hace años un caso en un archivo administrativo en Valencia y otro en Guipúzcoa que nos ha llevado a la sospecha de que se trataba de un daño combinado entre organismos aerobios y una especie de los facultativamente anaerobios y celulosófagos. El papel estaba parcialmente transformado en pasta, sin que se observara la presencia de hongos. Posteriormente nos ocurrió en el trópico un caso que hemos podido controlar mejor y en el mismo observábamos además, repitiendo el primer caso accidental por cul287

tivos artificiales, una notable elevación de la temperatura, aparte de la rápida destrucción de papel. Describimos aquí los detalles como ejemplo: Recolectando en el interior del bosque pluvial de la región de Rio Muni hojas caídas (en el curso de otra investigación), se nos terminaron los pliegos de papel de filtro para conservarlas y se tomaba de momento unos folletos que se tenía a mano, olvidando por fin cambiar su contenido. Después de cuatro dias se observó una violenta destrucción del papel en las zonas que estaban en contacto con los objetos recolectados (figura 170). No teniendo microscopio a mano, se hicieron por lo menos preparaciones microscópicas y se inoculó unos cultivos de papel de filtro con la masa del papel destruido, cultivándolo simplemente en agua hervida y un poco de extracto de carne. E l sorprendente resultado era primero un lento desarrollo, hasta pasar la temperatura de unos 50" C, que entonces aumentó rápidamente por su cuenta, si se aislaba el tubo, destruyendo el papel a pasta en pocos días. Por lavar y determinar la celulosa restante se llegó a una destrucción del 50 por 100 en seis días a partir del desarrollo rápido. Manteniendo en temperatura de unos 28° C (por refrigerar con agua el tubo) no habla el desarrollo violento. Investigando posteriormente las preparaciones resultó que no han sido vibriones, como se suponía antes de ver los organismos, sino bacilos mayormente libres de flagelos de forma algo clostridial con esporas en un extremo. Aparte había otros coccoformes y unos bacilos minúsculos (figura 153). Entonces no conocíamos la publicación de IMSCHENEZKI y asi no se explicaba bien el caso. Luego se observaba la aparente semejanza con la foto del citado autor (figura 151) de los bacterios tcrmófilos en fibra de celulosa y nos inclinamos hoy a que he observado en su día la actividad de los mismos organismos, estimulados por alguna simbiosis. Si es cierto, por lo menos en el trópico, que los libros podían sufrir el mismo daño (infectándose por la costumbre genérica allí de estudiar sentados al aire libre, dejando los libros a su lado sobre el suelo). Efectos parecidos han sido publicados y comprobados con ensayos de laboratorio por los colaboradores de IMSCHENEZKI, que publicaron la figura 103a), demostrando el sorprendente efecto. Que debe haber formas en el grupo que ya con menos ayuda ajena pueden llegar a causar daño, se deduce de las observaciones de BONAVENTURA (036-1) en la pasta de celulosa de canapa. Según la foto que publica son del mismo grupo los bacterios causantes de una descomposición que se caracteriza por un intenso color marrón. Como intermedio entre el segundo y el tercer grupo, se quería comprender a Bacillus amylobacter Bredem., pero entre tanto está aclarado que el mismo es idéntico a Clostridium pasteurianum Winogr. y lo citaremos allí. También Bacillus cereus var. mycoides (figura 145) se suele citar como tipo intermedio. Su posición no está del todo aclarada. El representante típico del tercer grupo, de los polífagos que no pueden descomponer la celulosa, es el siguiente: 288

Bacillus subtilis Cohn (figuras 99, 147, 168, 469, 470a y 470b) Es una especie muy común, encontrándose en el detrito y cualquier residuo animal que pudre. Es el principal causante del Cáncer de pergamino (figuras 168 y 169). Su identificación, tratándose de bacilos rectos, aerobios, grampositivos y formando esporas, es relativamente fácil. Además, el más parecido, B. anthracis, el causante del carbunco bovino, no puede vivir en un tejido muerto ya desde hace tiempo. E l aspecto de los grupos de bacilos parece, a veces, como canas de bambú. Su longitud es de 2-6 u., 0 aproximado 0,8 u..

Se ha investigado repetidas veces su posible capacidad de destruir también celulosa. No es capaz de esto. Si se presenta en papel, es por contener éste alguna cola animal. También ha sido descrito como bacilo patógeno humano. Importancia no parece tener, a lo sumo participa en destruir tejidos destrozados en heridas irregulares. Es un saprofito y gran cosmopolita. E l Cáncer de pergamino provoca de la siguiente manera. Si hay zonas del mismo pergamino, infectadas por esporas de B. subtilis, entonces, si éstas se humedecen por la causa que sea, se desarrolla con gran rapidez la flora de los bacilos, licuificando al tejido fibroso. Si luego lo seca de nuevo, ha perdido el pergamino su elasticidad y rompe en la forma típica (figura 168), una vez que los bacilos han profundizado toda la capa fibrosa. Entonces se suele ver, entre las rajas, el papel pegado debajo del pergamino, que por no ser fermentado por B. subtilis queda intacto. En pergaminos solos, el daño puede ser total (figura número 169). La infección necesita humedad del ambiente para desarrollarse. Conservando los pergaminos en ambientes de 40-50 por 100 humedad relativa del aire (no menos, esto sería también perjudicial por sequía), el cáncer no puede desarrollarse. Una sustancia eficaz para la previsión es el timol. En el manual de BERGLY, en la séptima edición, se citan ya veinticinco especies más algunas variedades, todas parecidas, gram-positivas y esporuladas. De las cuales diecisiete viven como saprofitos aerobios en el suelo y en el agua. Debemos, por tanto, suponer que no siempre es realmente la especie B. subtilis de que se trata en caso del Cáncer de pergamino, pero siempre será una de las especies saprofitas del grupo. Además, de momento parece que son de comportamiento casi igual.

289 19

Parecidos en el comportamiento polífago y también incapaces de descomponer la celulosa, son B. vulgatus, B. cereus, B. polymyxa, B. macerans y B. megatherium (figura 148). E l último provoca también daño en pergamino, siendo fácil de identificar por ser el mayor de los aerobios (de 2,8-9,5 p. , diámetro aproximado 1,2-1,5 ja) y formar cordones largos, pero no tan de aspecto «bambú» como otros. Él y los demás citados del grupo se observan con relativa frecuencia en papel antiguo, donde seguramente viven de la cola, u otros componentes no fibrosos. Daño de importancia pueden causar en combinación con Ficomicetes, descomponiendo entonces los productos de la acción celulosolítica de los hongos, potenciando su daño. Varios representantes del grupo se usan industrialmcnte para obtener enzimas protcoliticos y penicilinasa (B. subtilis, B. cereus y B. mesentericus). Aparte esto, B. cereus causa una intoxicación de alimentos, preferentemente si contienen almidón, y todo el grupo lo hace con alimentos congelados, si transitoriamente falla la congelación.

Todo el grupo se adapta fácilmente a sustratos sintéticos, como a los plastificantes de fibras sintéticas del cloruro de polivinilo y a las fibras de derivados de urea y caseína. Por tanto, posiblemente tenemos que esperar de parte de ellos mayor daño en los papeles sintéticos que en los de fibra de celulosa. Bacillus cereus var. mycoides (figura 145) La especie tiene una posición ecológica no totalmente aclarada, posiblemente es capaz de dañar la celulosa en presencia de nitrógeno orgánico. Hemos visto, después de la fase inicial del cultivo, incluso una propagación sin más nitrógeno orgánico en un plazo de cuatro meses, dañando levemente celulosa pura. CLOSTRIDIUM (figura 136)

Este género se creía como estrictamente anaerobio. Pero entre tanto, PELZCAR y R E Í D (301) lo clasifican ya «strictly anaerobic or anaerobic, aerotolerant». E l cambio de la consideración es conveniente, porque reconocidos especialistas han descrito formas de Clostridium de sustratos que no son anaerobios, como VERONA, de papel antiguo, a Clostridium Wernei y C. cellulosolvens. Una vez derro290

tada la exclusividad anaerobia hay que pensar también en B. Omeljanskii, porque indudablemente es anaerobio facultativo, si bien gram-negativo y su aspectos es clostrídico. De Clostridium biparus, que IMSCHENEZKI quiere, razonablemente, incluir en B. Omeljanskii, está descrito que se puede cambiar su condición de «estrictamente» anaerobio, de estirpes procedentes del intestino de rumiantes, en «casi» aerobio, en un plazo corto de cultivo artificial y viceversa. Admitiendo estas circunstancias como genéricas, sus infecciones, descritas por VERONA, que todavía son consideradas más bien como de valor académico, pueden alcanzar importancia práctica si usamos en la restauración de papel antiguo sustancias de tipo barniz o acetato de celulosa. Esto reduce notablemente el alcance de oxígeno al material y permitiría posiblemente un fácil desarrollo del grupo. Que esto prácticamente puede ocurrir con facilidad lo demuestra C. botulinum, el más peligroso bacterio de la intoxicación alimenticia, que tan pronto como se cierra una lata o simplemente se envuelve con piel grasienta un embutido, encuentra condiciones útiles para su desarrollo. Son bacilos con frecuencia parcialmente hinchados por la formación de esporas, siendo clásica la forma clostrídica o fusiforme, pero también hay tipos asimétricos, como clavos, navículas, etc. Los con flagelos perítrieos son móviles, otros no. Todo el género es gram-positivo y varías especies son termófilas.

Clostridium pasteurianum Winogr. Esta especie, bastante polífaga y aparentemente muy elástica en adaptarse a sustratos muy diferentes, puede descomponer bien a la celulosa. En determinadas condiciones se porta bastante parecida a las especies del grupo de B. Omeljanskii, si bien de menos violencia como celulosófago. Del papel se ha descrito como B. amylobacter Bredem. a veces; con mayor detalle por VERONA (399-6) y por BONAVENTURA + PAGANINI (038-1) (en ambos casos con el nombre B. amylóbacter). Es bacterio cosmopolito, facultativamente anaerobio, pero aparentemente mucho más molestado por el oxígeno que, por ejemplo, B. Omeljanskii. Esto explica posiblemente su reducida importancia práctica como celulosófago. Nuestras propias observaciones demuestran, además, claramente que necesita, para alcanzar alguna impor291

tanda como celulosófago, la convivencia con otras especies; aún no conocemos detalles de la probable simbiosis. Todo el comportamiento hace patente que existen estrechas relaciones con el grupo B. Omeljanskii. Morfológicamente es bastante distinto, bacterio perítrico, de 1-1,2 por 3-12 ja, gram-positivo, yodófilo. Forma una sola espora redonda, o ligeramente ovalada. Produce fermentación multialcohólica (alcohol etílico, butílico, isobutílico, propílico e isopropilico). Las diferentes estirpes varían notablemente en sus óptimos de temperatura.

En pergaminos se porta parecido a B. subtilis, pero no es un violento destructor; posiblemente impedido por el oxígeno, causa solamente un daño entre las capas, formando cavernas internas que suelen romper luego en un lado solamente. BACTERIUM

E l género era antiguamente una mezcla de todo lo que no se sabía clasificar en otro sitio, y aún hoy está lejos de ser librado de todas las especies que no pertenecen a él. Aquí nos limitamos a las especies asporales celulosófagas, de las cuales, del papel técnico, se conoce solamente Bacterium protozoides Causa daño en zonas calientes o de clima mediterráneo. Todo el grupo de los celulosófagos de Bacterium se puede caracterizar de la siguiente forma: Son bacilos asporales, no muy largos, con extremos redondos. Hay especies con flagelos peritricos y todas son gram-negativas. Su tamaño oscila entre 2-4 (i, 0 aproximado 0,7 \i. No son capaces de destruir celulosa sin presencia de nitrógeno orgánico y mayormente su acción es lenta, salvo en presencia de caseínas hidrolizadas. Su comportamiento fisiológico es muy variable.

Que son difíciles de cultivar e imposible seleccionar sin el nitrógeno orgánico presente lo demostró ya en 1899 OMEUANSKI, convenciendo a sus adversarios, que anteriormente habían decidido que no existen celulosófagos en el grupo (que entonces se llamó formas asporales de bacterios por no haberse aún ordenado, como hoy, los 292

géneros). Su peligrosidad para libros no la consideramos realmente importante, ni en las zonas tropicales.

ACTINOMYCETALES

Este grupo, a pesar de que mayormente ni se conoce su nombre, es muy popular por ser fuente de muchos antibióticos muy potentes con los que se superaron los problemas que empezó a ofrecer la penicilina. La estreptomicina o la auromicina las conocemos todos. El desarrollo de estas sustancias está estrechamente relacionado con el nombre de WAKSMAN, al que pertenece también la obra clásica del grupo (406-3).

El primero que los aisló fue KRAINSKI, en 1913, y WINOGRADSKI seguramente no tiene menos mérito en la investigación de estos organismos, tan importantes en la microbiología moderna. En el suelo son organismos comunes que intervienen activamente en la descomposición orgánica, no solamente de la celulosa, sino de todo. Sus especies son más o menos polífagas, pero casi ninguna es incapaz de destruir celulosa, si bien sabemos que hay también especies que lo son. En sus exigencias de oxígeno todas pueden variar de un extremo al otro, adaptándose sus estirpes fácilmente a un cambio de condiciones. L o que no necesitan es excesiva humedad, y esto hace a algunas especies peligrosas para libros, especialmente en el clima húmedo caliente, donde encuentran en el papel prácticamente siempre condiciones favorables. No obstante, también en el clima europeo y mediterráneo han sido localizadas numerosas especies bibliófagas.

MYCOBACTERIACEAE (figura 137)

Si bien sabemos que esta familia contiene varios celulosófagos fuertes, de libros todavía no se ha descrito ninguno. Por otra parte, tipos patógenos humanos, como Mycobacterium tuberculosis, y algunos otros inocentes se han localizado en papel. Una investigación detallada de la familia referente a sus celulosófagos aún no se ha realizado. En el clima caliente seguramente tienen mayor importancia de lo que sabemos hasta el momento. 293

Son delgadas células, largas o baciliformes (1,5-3 (i, 0 0,2 u.), rectas o muy poco curvadas, a veces forman filamentos, pero rara vez con derivaciones. No son móviles, ni hay conidios. Su característica principal es su absoluta resistencia a ácidos. E l típico método de su coloración es con fuchsina acida (24 horas en la fórmula número 33 de la tabla 17), entonces hervir 5-10 minutos, secar y deslavar el exceso de colorante, contrastando ahora con Nigrosina (número 25, tabla 17). Se ve así un protoplasma estrechado, coloreado, y una membrana celular fuerte, sin coloración. Es típico en papel que no se amoldan con su desarrollo a las fibras, sino que sus cadenas suelen cruzar varías; no forman nunca micelio al aire.

ACTINOMYCETACEAE

(figuras 138 y 139)

De esta familia se han descrito bastantes especies ya del papel y se sabe, sin identificar las especies, de muchas más. CZERWINSKA y colaboradores (069) localizaron en 1953, casi de golpe, trece especies diferentes en papel, con una destrucción de celulosa observada entre 15,3-79,6 por 100. Con anterioridad, VERONA, así como BONAVENTURA Y CAMPOSANO, citaron en varias ocasiones especies de la familia como aisladas del papel. La forma de su daño en papel es muy típica, incluso visible con simple lupa. Rebajan al papel capa por capa, formando por fin perforaciones redondas o como estrellas. Lo último, especialmente si no han llegado a perforar, es un aspecto inconfundible (figura 171). El reparto de una infección es sobre toda la hoja, más o menos regular, salvo en el centro de los libros, donde el algo menos. Sobre el carácter de su daño y su peligrosidad para el papel no existe opinión uniforme. Se suele suponer daño a largo plazo. Según nuestro criterio, éste depende demasiado de las circunstancias locales del biotopo accidental, y aún son relativamente pocos los datos que tenemos para que se pueda formar ya un criterio cierto. En principio rige muy bien para esta familia lo anteriormente dicho para todo el orden: su principal peligro estará en el clima húmedo caliente. Varias especies son conocidas como endosimbiontes de termites. Si bien precisamente en papel no siempre lo hacen, todas las especies de la familia pueden formar verdaderos micelios, pero suelen presentarse fragmentos de los micelios vegetativos entre otros elementos, de forma irregular y con derivaciones en posición angular. No forman conidios; son variablemente resistentes a cierta acidez. 294

STREPTOMYCETACEAE MICROMONOSPORA

(figuras

141, 159

y

160)

Con este género contiene la familia un grupo de fuertes destructores de celulosa. Su especie M. vulgaris es conocido como dañino de papel técnico, pero no existen investigaciones detalladas sobre la amplitud de su peligro, ni de las especies afines. En su aspecto difieren del resto de la familia. Son micelios finos, sin separaciones, de 0 entre 0,3-0,6 u.; no forman micelios al aire; caso que pueden penetrar el sustrato. Los conidios se forman solamente en los puntos finales de hifas conidióforas y en la superficie del micelio. E l mismo es gram-positivo, pero no resistente a la acidez, como los de Actinomycetaceae. Se distinguen de los de Streptomyces por no desarrollar micelios estrelares y por la formación típica de conidios singulares.

En general no conocemos aún con detalle la importancia del género en papel. Creemos que su comportamiento equivale aproximadamente al de la familia anterior. STREPTOMYCES

(figuras

140, 171

y

217,1)

Este género comprende varias especies bibliófagas. Se caracteriza por su gran elasticidad ecológica y, por tanto, debemos esperar más daño si volvemos a usar en gran escala colas sintéticas que contengan nitrógeno orgánico, como, por ejemplo, las de urea-formol, y de las cuales sabemos ya su debilidad al género. Son mayormente típicos saprofitos que desarrollan un papel muy destacado en la descomposición del residuo vegetal en el suelo. De allí viene otro aspecto importante: su gran fuerza destructiva sobre la lignina. Si ahora conseguimos buenos papeles baratos que contienen lignina y, a pesar de esto, son de buena blancura, que no se pierde tan fácilmente como antiguamente era el caso, aún tendremos el mismo problema con las frecuentes infecciones de Streptomyces, porque la lignina y sus anexos puede facilitar los elementos oligoplerónticos que necesitan para el desarrollo. Actualmente las especies bibliófagas se han descrito todas de papeles antiguos, o de la encuademación de libros en cuero o per295

gamino, lo que confirma su carácter saprofito. No obstante, ya hemos comprobado que St. griseus se desarrolla sin problema sobre el papel de periódicos (ABC de Madrid del 7-VIII-71), como indica la figura número 171, provocando el mismo daño que ya ha descrito KRAINSKI para Actinomyces. Es habitual el género en colas viejas de urea-formol, causando su polimerización precoz. PROACTINOMYCETEAE

(figuras

142

y

172)

Esta familia, muy frecuente en el suelo como celulosófagos, contiene solamente la especie Proactinomyces cytophaga como conocido agente dañino en fibras de celulosa. E l elevado número de las otras especies que se desarrollan sobre sustratos puros de celulosa son poco activas en el ataque sobre la fibra del papel, causando más manchas que daño. L o curioso es que su micelio mismo es incoloro, casi pastoso, y solamente en los bordes produce una intensa coloración. En libros en el trópico los hemos visto con frecuencia; penetran solamente desde los bordes uno o dos centímetros (figura 172). Su micelio son filamentos frágiles o deshechos en fragmentos bacilares; a veces, si son micelios continuos, contienen células con derivaciones. No forman conidios, pero si elementos muy cortos casi coccoformes. No hay endoesporas ni los elementos sueltos son móviles. Todas sus formas son gram-positivas. Son resistentes en su mayoría a bajas concentraciones de fenol y metacrcsol, pudiéndolos incluso descomponer.

Las formas observadas en libros se pueden clasificar como típicos saprofitos aleatorios en papel mal alojado, o en el clima húmedo caliente. El género Nocardía hoy se usa sólo para especies principalmente «patógenas humanas y de otros animales» ((expresión de ZINSSER!, 433), asi como sus afines saprofitos. Los celulosófagos abundan más en el género Proactinomyces, pero hay también en Nocardia.

E l colorante que forman muchos de los Actinomycetales parece ser del mismo tipo en todas sus familias; una sustancia carotinoidea, variando su aspecto de una especie a la otra, preferentemente son tonos amarillos, pero también hay varios rojos, violeta y marrón hasta negro. 296

MYXOBACTERIALES

Este grupo incluye posiblemente el mayor número de los bacterios celulosófagos. A pesar de esto, durante mucho tiempo no ha sido aclarada bien su sistemática, confundiéndolos frecuentemente con grupos totalmente diferentes. Sus características son: 1) Las células no coloreadas parecen —también en el microscopio de contraste de fases totalmente homogéneas, sin realce destacado, careciendo de paredes celulares fuertes; son gram-negativos. 2) Sus células contienen un núcleo como ningún otro grupo de bacterios lo tiene. Coloreando las células (usando la coloración de contraste entre los números 29 y 32 de la tabla 17) se observa uno (grande) o varios (pequeños) núcleos. Existen también formas muy primitivas que aquí no nos interesan con más detalle y que no tienen núcleos tan bien visibles, pero siempre determinados. Por tanto, la presencia de núcleos es prueba segura de que son Myxobaaerialcs; su difícil localización no excluye obligatoriamente pertenecer a los mismos. 3) Salvo jóvenes células de Promyxobaclerium, nunca son micelios y su forma de bacilos es igual que la del género Bacleríum. 4) La multiplicación de células no se produce por formar una pared de separación, sino reduciéndose y estrangulándose, paso a paso, en el tercio central, dejando dos nuevas células con un lado más o menos cónico. Si la zona central de la reducción es más pequeña que un tercio, como ocurre en algunos casos, las nuevas células tienen ya inmediatamente la forma de la antigua. 5) Los Myxobacteriales son móviles, pero sin flagelo. Su movimiento es por formación de mucílagos y equivale a un efecto de rctropulsión, por hincharse la sustancia mucílaga en un medio acuoso. Esta forma de movimiento es típica para el grupo. 6) Los bordes de cultivos de Myxobacteriales se mueven activamente sobre el sustrato, formando «enjambres». 7) Característica es también su biocenosis. Con avanzada edad las células vegetativas reducen su longitud hasta llegar a formar microcistes esféricos o ligeramente ovalados, que se aglomeran formando cuerpos fructíferos que por fin están llenos de esporas. Estos cuerpos fructíferos están rodeados de mucílago endurecido y sus formas varían bastante. La única excepción son los géneros Promyxobaclerium y Cytophaga, que no forman ni microcistes ni cuerpos fructíferos. 8) Casi todas las especies producen pigmentos; especies incoloras son rarísimas. Los colores pueden variar de rosa-naranja-amarillo-verdoso. Frecuente en papel son colores de naranja y amarillo. 9) Morfológicamente se diferencian bien; fisiológicamente, al contrario, son todos muy parecidos. Casi todos son aerobios, su óptimo de temperatura está casi siempre entre 25-28° C y necesitan sustratos neutrales o ligeramente alcalinos. Una excepción de lo último son algunas formas raras, facultativamente anaerobias, que forman ambiente ácido en el cultivo anaerobio.

297

La observación viva de los Myxobacteriales es necesaria, pero difícil, por el limitado contraste que dan. E l método más útil es la coloración negativa con Nigrosina (número 25, tabla 17) en vivo. Entonces es fácil observar su movilidad y los «enjambres» de las células jóvenes. Son importantes destructores del residuo orgánico en el suelo y contienen muchos celulosófagos fuertes; cierta capacidad de descomponer celulosa la tienen prácticamente todas las especies. E l grupo contiene los más peligrosos bibliófagos entre los bacterios.

PROMYXOBACTERIUM (figura 108)

Este género es seguramente el mayor que actualmente conocemos, porque habrá especies descritas como Bacterium que pertenecen aquí. De papel conocemos ya dos especies, P. flavum y P. lanceolatum; en el suelo hay notable cantidad de celulosófagos de este género y, por tanto, es fácil que se descubran más en papel. Colonias jóvenes se pueden confundir con Actinomyces o Nocardia, por formar un micelio algo ramificado y parecido a primera vista. Pero pronto empiezan en el centro a deshacerse los filamentos en segmentos que se separan, y esto progresa rápidamente hasta el exterior, quedando entonces bacilos desordenados en su posición.

CYTOPHAGACEAE

Esta familia comprende los más violentos celulosófagos de los bacterios y seguramente su mayor parte pueden vivir en papel. Muchos, además, se han observado ya en el mismo. Se reparte en dos géneros, que se distinguen por su diferente ciclo biológico.

CYTOPHAGA

(figuras

109

y

110)

El género es frecuente en papel y pertenece también a los más fuertes destructores de celulosa en el suelo. Las más violentas de las especies conocidas de papel son C . Winogradskii y C. Huchinsoni, pero también C. aurantiaca la describe WINOGRADSKI de sus cultivos del suelo como fuerte celulosófago. 298

Las especies del género son formas curvadas, recuerdan algo a las angulas, moviéndose además de forma parecida, pueden hacer doble inclinación como S o una, hasta casi formar un aro. Las células vegetativas son alargadas con extremos afilados, longitud de 4-6 u., 0 de 0,3-0,5 u.. Se forman a veces células gigantes (figura 114,1) de unas 10-12 (i, parcialmente hinchadas, posiblemente como reacción a sustancias de su sustrato o de la descomposición de la celulosa. En cultivos viejos se forman células, con extremos redondos y algo más cortos, pero nunca llegan a formar microcistes. Es seguro que estas células son la formación de cierto tipo de célula duradera, porque se observa en éstas los mismos cuerpos cromatiferos que hay en otras especies, del género Sporocylophaga, por ejemplo, antes de la formación de los microcistes. Todas las especies forman pigmentos, normalmente con colores típicos para la especie. La formación de mucílagos, especialmente en medios acuosos, es notable, pero también en sustratos relativamente secos sintetizan grandes cápsulas de mucilago, «pegando» así las fibras destruidas; se distinguen en el microscopio fácilmente del grupo de B. Omeljanskii por la gran cantidad de mucílagos que se observa. Se caracterizan, aparte de su forma, por tener paredes muy finas y ninguna granulación; especialmente las células jóvenes tienen la cromatina difusamente repartida. Cultivos jóvenes se reproducen con gran velocidad y es fácil observar la división de las células. Empiezan a aplastarse en el centro, separándose pronto en dos células nuevas. Son muy frecuentes en papeles de mala calidad, a donde posiblemente llegan ya por infecciones de la pulpa, pero también han sido descritos de papel viejo y nosotros lo hemos encontrado en papeles que en Europa estaban libres de bacterios, después de tener el mismo papel varias semanas en el trópico. Su daño, por lo menos al principio y en ambientes no óptimos para ellos, es escaso, avanzando rápidamente en condiciones de elevada humedad constante. Aguantan un total secamiento, brotando de nuevo entonces las células con extremos redondos, por esto parecen casi como esporas o cistes. También pueden desarrollarse con un mínimo de oxígeno, por tanto, son peligrosos para cualquier papel en un clima húmedoseco, con variación según la estación del año. El género ha sido localizado como endosimbiontes en termites. Su transmisión por Rhyncolus (coleóptero) hemos observado en un caso, pero no como simbionte, sino como vehículo accidental.

SPOROCYTOPHAGA (figuras 111-119)

Este género se distingue del anterior principalmente por formar microcistes y es el más especializado para celulosa; no puede vivir en ningún otro sustrato. Además es el único que forma celulasa 299

como «exo»-enzima, que se puede separar por filtración de sus cultivos. (Todos los otros celulosófagos entre los bacterios forman celulasa como enzima de difusión.) Muy común es Sp. myxococcoides (figuras 111-119). La segunda especie del género, Sp. elüpsospora, aún no se ha citado de papel, pero sí de fibra textil. Por tanto, debemos esperar su observación. E l característico ciclo de Sp. myxococcoides lo indica la figura 113. A veces se forman en cultivos viejos también las formas gigantes, hinchadas y atípicas, que dejan pensar en que se trata de formas de Sp. ellipsospora, pero se distinguen, siendo los extremos mucho más alargados y parecen transparentes (figura 114,2). Los microcistes de la última especie quedan en la forma elíptica, que Sp. myxococcoides tiene sólo transitoriamente. E l pigmento de la misma es amarillo. Sp. ellipsospora, al contrario, provoca en su sustrato una intensa coloración anaranjada. El nombre «Sporocytophaga» es algo inadecuado, porque no son esporas lo que se forma, sino microcistes que se distinguen bien de la formación de endoesporas, por ejemplo, de Bacterium, porque es toda la célula que se encoge y forma por fin el ciste, uniforme en su estructura. Las esporas, al contrario, se separan siempre de la pared exterior de la célula formando una nueva pared fuerte. Otra característica es la formación de cuerpos cromatiferos que por fin se juntan a un núcleo bien visible en el microciste (figura 115). La brotación de los microcistes es muy rápida si las condiciones lo permiten. Su observación se consigue difieilmente; lo mejor es en un cultivo sobre eclofano o en la gota colgante. Es tipico que queden membranas vacias de los microcistes y que no se descomponen durante mucho tiempo. Se supone que el bacterio nuevo perfora la membrana mediante algún fermento especial. Normalmente se forma una célula nueva en cada ciste, pero se han descrito casos de dos nuevas células que salen entonces en dirección opuesta. Antes de formarse microcistes, las células vegetativas se aglomeran en una forma muy típica, que indica la figura 112.

Típico es también el daño que provocan en papel. Tan pronto como se forma el pigmento amarillo, ya están descompuestas las fibras en el centro de la infección. Si seca en este momento el papel, quedan perforaciones finas, como pinchadas con una aguja más o menos gorda. Su reparto es radial desde un centro que representa la infección inicial. Microscópicamente se observa las células vegetales mucho más afuera de la zona amarilla, donde han invadido ya las fibras (figura 118). En el borde de la zona, las fibras están reducidas en su espesor y finalmente deshechas y prácticamente sustituidas 300

por microcistes (tigura 119). E l centro, por fin, es un «himen» de mucílago tenaz que, secando, se quebranta. Su daño es notable y procede con rapidez si la humedad relativa del aire está cerca del 100 por 100. Es muy resistente al cambio del valor pH; puede vivir entre 2,5 y 9,' pH. Su óptimo está en un ambiente ligeramente alcalino, aproximadamente 7,5 pH. Influye muy positivamente la presencia de especies de Azobacíer, que citaremos en el capítulo 2ga-a), de las formas de simbiosis (figura 157a). Las colonias de Sporocytophaga sobre un sustrato de glucosa se mueven activamente sobre la superficie, que se puede observar por la diferencia de la intensidad del pigmento, quedándose entonces descentrada la zona descompuesta (figura 116). Por la calidad de su movimiento, formándose a veces nuevos centros de la descomposición, se forman los aspectos típicos de su cultivo artificial (figura 117). En papel no se observa ninguna forma similar del desarrollo. Por tanto, esto sirve incluso para determinar el género ya por el aspecto del cultivo.

Fácilmente se puede infectar papel también con Sp. ellipsospora. El daño de la última especie se distingue solamente por el color anaranjado y por la forma elíptica de los microcistes. Parece que necesita más oxígeno para su desarrollo, lo que explicaría por qué no se observó aún en papel de archivos, donde por la elevada cantidad de mucílagos que forma se frenaría rápidamente a sí mismo, privándose de oxígeno. SORANGIACEAE

Es la familia más grande del orden y posiblemente tiene muchas más especies que las actualmente descritas para papel; también se supone que cada una realmente son varias, si bien bastante similares. Aparte de celulosa, descomponen rápidamente almidón. En cultivos sobre agar-almidón forman grandes zonas de hidrólisis (figura 96). Llamativo es que nunca forman cuerpos fructíferos sobre papel. En papeles alcalinos sus pigmentos son grises; en papel algo ácido lo hay en todos los colores: amarillo claro-fuerte, naranja, marrón, rosado y verdoso. Si se desarrollan en papel relativamente seco, los colores son más fuertes; lo mismo provocan temperaturas elevadas. Por tanto, debe ser una reacción a condiciones extremas y contrarias a su óptimo. Los colores no son típicos para las especies, sino que dependen de los componentes no fibrosos del sustrato. 301

La formación de mucílagos es inferior que en la familia anterior, pero aún fuerte si hay suficiente humedad. Son muy frecuentes en el suelo, pero más complicado de seleccionar. Por este motivo deberían ser revisados parte de los datos sobre su participación en la descomposición de la celulosa; seguramente es mayor de lo que se suponía al principio. La especie más frecuente en pulpas de papel es Sorangium cellulosum (figuras 120-127) Realmente serán varias especies muy parecidas en su aspecto y comportamiento. Es relativamente fácil separar por su comportamiento cuatro o cinco tipos, y aún no conocemos una investigación especial sobre la sistemática y diferencias ecológicas del grupo. E l clásico ejemplo del problema es la separación del género Polyangiutn de Sorangium, que permitió al mismo IMSCHENEZKI, autor de

S. cellulosum, describir otra especie cellulosum que pertenece a Polyangium. Se supone además que algunas formas han sido descritas ya, pero como especies de Bacterium, porque sus células vegetativas pueden parecerse a veces mucho a este grupo (figura 120). En el cultivo siempre es bastante típico el reparto de los individuos, pero varían los tamaños de las células, según la condición del cultivo entre 2,2 y 4,5 u. (i). La multiplicación se efectúa por estrangularse en el centro y, entonces, las nuevas células jóvenes tienen un extremo de punta y otro redondo. Todas las recién formadas son muy ágiles en su movimiento, siendo típico que se sujetan con un extremo y realizan movimientos rotativos con el otro. Con el aumento de la producción de mucilagos desaparecen progresivamente los movimientos y se forman aglomeraciones de células. A partir de este momento cambian su aspecto reduciéndose en longitud, pero no en diámetro. En estos pseudoplasmodios, por fin, se unen las células formando cistes poligonales (figura 122), que a su vez se aglomeran. En las colonias grandes se puede observar bien cómo procede el aumento de las aglomeraciones desde el exterior hacia el centro de la colonia (figura 123). Su coloración con fuchsina (tabla 17, número 33) es de un rojo brillante y su núcleo cromatifero es basófilo y se destaca bien con violeta de gentiana (tabla 17, número 36) o azul de mctileno (tabla 17, número 29). Su cultivo sobre un sustrato de suspensión de celulosa (tabla 12, número 5) permite observar bien el proceso de su multiplicación por ser allí muy rápido el desarrollo (figura 125).

El ataque a las fibras lo realizan principalmente las células jóvenes (figura 126), que las reducen en su estructura atípicamente, debido a su notable agilidad, no formando zonas limitadas de la destruc302

ción, como en la próxima especie. E l color de las aglomeraciones de bacterios es de un gris amarillento y, cuando se forman los cuerpos fructíferos, se oscurecen hasta marrón. Hemos encontrado una vez en Guipúzcoa a colonias con una coloración casi negra y no ha sido S. cellulosum; suponemos que era S. nigrum, que es un fuerte destructor de celulosa en pastas de papel. Según BERGEY se caracteriza por tener las colonias jóvenes de color negro, luego va a gris-marrón y finalmente violeta. Su daño a la fibra se caracteriza por hincharse las fibras y luego se deshacen en partículas finas por descomponerse las cadenas. Lo último coincide con nuestras observaciones.

Para su desarrollo rápido necesita libre acceso de aire, pero aguanta condiciones casi anaerobias sin dificultad y se propaga incluso lentamente en estas condiciones. Es frecuente también en papel de periódicos, a los que seguramente llega ya desde una infección de la pulpa. E l color de sus colonias es amarillo oscuro. Se decolorea casi por completo en seco, pero vuelve el color humedeciéndose de nuevo el papel. L a destrucción procede rápidamente en condiciones de alta humedad y termina en una coloración rojizo-marrón, a veces en forma de anillo, formando además colonias gigantes (figura 124). Son capaces de hidrolizar muchas sustancias diferentes, como almidón, azúcares y posiblemente también albúminas, todo esto aparte de la celulosa. Necesitan un ambiente neutral hasta ligeramente alcalino; no lo pueden formar activamente. El grupo de estas especies de S. cellulosum es muy frecuente en el trópico y allí posiblemente uno de los principales enemigos del papel entre los bacterios. Salvo algunas excepciones que tenían caminos de infección anormal, todos los daños que hemos observado en el trópico siempre demostraban en gran cantidad la participación de este grupo. Soranglum composiíum

(figuras 128-131)

Es la otra especie de la familia que se ha descrito de papel. Se distingue bastante de la anterior, hasta el extremo de que se propuso ponerla en un género separado. Primero descrito como celulosófago por IMSCHENEZKI, del suelo de zonas cercanas al río Volga, ya se ha citado también de otros sitios. A pesar de que hemos buscado en varios sitios tropicales, no la hemos encontrado ni en el suelo. Podía 303

ser que tiene limitaciones de temperatura que están debajo del término medio tropical, por lo menos para algún paso de su ciclo. El tamaño de las células es mayor que en las especies anteriores del grupo S. cellulosum. Las células vegetativas alcanzan 8-9 ^ y diámetros de 1,2 u.. Sus núcleos se pueden observar sin coloración ya como sombras y con la coloración anteriormente descrita se observan muy bien; su forma es muy diferente al grupo anterior (figura 130,1). Con una coloración de contraste se ve bien las células sobre la fibra de la celulosa; sin la misma prácticamente es imposible verlas, por ser bastante hialino todo el organismo (figura 129). El ciclo de su desarrollo lo indica la figura 130. Son poco móviles; es típica la formación de cuerpos fructíferos en que quedan visibles los cistes. Forman poco mucílago y lo más característico es su daño en la fibra (figura 128), que la deshacen por múltiples cavernas que finalmente se unen y así queda amorfo el residuo de la fibra, no como de otras especies que sustituyen la fibra por un compuesto de sus aglomeraciones, de forma parecida a la fibra consumida. E l color de la infección, cuando se han formado ya los cuerpos fructíferos, es anaranjado. En papel, las colonias pueden alcanzar diámetros de 1-2 cm. y al fin son de color marrón. En vista de que existe mucha variación en las formas descritas de las diferentes estirpes cultivadas, hay incluso tipos que terminan en colonias negras (con un borde fuertemente anaranjado), estalló la discusión sobre el número de especies en este grupo. No ha terminado aún. Nos parece aceptable que sean varias especies, porque también se indicaba que existen tipos que no atacan fácilmente a la celulosa. Observando el único caso en la Península en que nosotros hemos encontrado el daño típico, desde luego progresaba rápidamente la destrucción de la celulosa, poniendo el cultivo al óptimo, es decir, al 100 por 100 la humedad relativa y en temperaturas por encima de 22° C. La última observación —de la temperatura— precisamente nos deja extrañados, por no encontrar nunca la especie en el trópico. También era llamativo que estos papeles, que a consecuencia de la guerra civil estaban extraviados en la biblioteca de la Universidad Pontificia de Comillas y dejados en un sitio muy húmedo, no tenían más ataque que por esta especie del grupo S. compositum. En todos los demás papeles en parecido estado de daño había multitud de ataques por microorganismos, bacterios y hongos simultáneamente. La agrupación a cuerpos fructíferos de muchos cistes era frecuente, pero mucho menos pronunciada y en mucho menor cantidad que S. cellulosum. Los cultivos penetraron profundamente sustratos de agar-almidón, hasta casi la misma profundidad que el diámetro de la colonia, formando semiesporas que se podía sacar enteras como pequeñas lentejas. La formación de mucilagos era reducida. 304

MYXOCOCCACEAE

Es la familia menos aclarada aún en su papel de celulosófago, porque se suponía, cuando se descubrió la Sporocythophaga myxococcoides, que todos los Myxococcus han sido realmente esta especie, e incluso se dudó de la existencia de la familia. Entre tanto, sabemos que la misma existe y hay especies de típica forma de coceo con cuerpos cromatíferos y que descomponen celulosa. Viven preferentemente en restos de plantas en descomposición. De los que se describió del papel, se debe suponer que todos han sido realmente Sp. myxococcoides, pero alguna investigación comparativa que lo aclarara, no existe aún. Es típico de la familia que son capaces de atacar con sustancias dialiticas, extracelulares, a otros bacterios, vivos o muertos. Deben ser fermentos muy fuertes e universales. Sus cistes son los más resistentes de todos, aguantando temperaturas bastante superiores a sus limites normales. Todos los otros grupos del orden aguantan con sus cistes solamente la sequia, pero no simultáneamente elevaciones sustanciales de la temperatura. La especie más común es Myxococcus xanthus y puede descomponer también celulosa.

2cb)

2cb-a)

L O S HONGOS

B1BLIÓFAGOS

Datos generales

En su acción se distinguen fundamentalmente de los bacterios, porque actúan con exofermentos sobre la celulosa. E l uso de estos exo-enzimas es conocido de bacterios solamente como excepción en el género Sporocythophaga, como ya hemos visto. Entre los hongos, al contrario, no conocemos ninguna especie dañina para la celulosa que use el sistema de los enzimas de difusión celular; por tanto, la misma es genérica sólo en bacterios celulosófagos. La acción de los celulosófagos entre los hongos debía ser, por este motivo, más violenta que la de los bacterios, pero realmente, en general, no es así. Ambos grupos de los microorganismos contienen algunas especies muy violentas, si las mismas se encuentran en su óptimo. Cierto es que los hongos tienen limitaciones normalmente más amplias que los bacterios. 305 20

Entre hongos y bacterios existe normalmente un antagonismo positivo: ambas partes luchan frecuentemente con sustancias antibióticas contra la otra; los hongos, además, defienden su terreno muchas veces cambiando el valor pH del sustrato colonizado a un grado de acidez que dificulta severamente a los bacterios establecerse. Se ha observado gran número de hongos que forman micelios en papel. Participan varias familias, tanto de los Ficomícetes, que son todos los hongos primitivos, como de los Eumycetes, también llamados hongos superiores. Prácticamente no conocemos casos de que una especie observada en el papel no fuera dañina. De los Eumycetes se discute algún caso, pero generalmente siempre son dañinas si se presentan. Rara es la acción de los Basidiomycetes en papel, salvo en casos accidentales, a pesar de que son el grupo más importante que destruye la celulosa de la madera. Podía ser por necesitar condiciones más especializadas que las que suele ofrecer el papel. Se han usado los términos «hongos cromógenos» y «hongos de acción fibrolítica», que son muy generalizantes, no solamente en el sentido sistemático por reunir en cada grupo especies de casi todos los citados géneros, sino también desde el punto de vista de su ecología, por existir muchas especies que corresponden a los dos grupos. Bien sea bajo todas las circunstancias posibles, o modificando su carácter según las condiciones climáticas, o del sustrato. Incluso el color mismo cambia según las condiciones exteriores, si es un colorante químico el que produce el hongo. Razonable sería solamente separar, como hongos cromógenos, los que provocan físicamente el efecto coloreante, por tener diferente refracción óptica en su micelio. En madera son muy importantes; en papel no abundan.

Para el conocimiento de su acción en el papel, en la práctica no sirve mucho el orden sistemático, es más conveniente agrupar las especies según los grupos ecológicos. En éstos entran con frecuencia especies de muy diferente posición sistemática. Se complica la cosa si son grupos cuyas especies no se presentan juntas, por existir en el mismo grupo una fuerte competencia. Entonces los grupos ecológicos se deben dividir aún en asociaciones naturales. Y a en anterior ocasión hemos dicho, referente a la comprobación de la presencia de hongos como micelio en papel, que la es relativamente fácil: Manchando simplemente un trocito de papel con bálsamo canadiense es suficiente para hacer visibles las hifas del micelio. La gran diferencia en la refracción de la luz por las fibras de celulosa pura y por las hifas de un hongo deja aparecer los últimos claramente. También, si no se dispone de un microscopio de contraste de fases, no hay necesidad de tratar con un colorante de contraste. Si este procedi-

306

miento en papel dañado resulta negativo, hay que comprobar la presencia de bacterios por medio de colorantes, o de algún factor dañino no biótico, como se ha indicado en el capitulo lfb).

Las esporas de muchos hongos son casi tan omnipresentes como ciertos bacterios. E l radio de su alcance, desde un punto de origen determinado, suele ser inferior que el de bacterios comparables. Para nosotros es un dato teórico, porque dentro de una biblioteca, una vez establecida una infección, sus esporas siempre son omnipresentes. No obstante, debemos distinguir entre hongos activamente presentes en el papel y hongos cuyas esporas están presentes en el ambiente de la biblioteca, pero no hay infecciones establecidas. E l último caso se ha observado varias veces. Controlando la presencia de esporas en el interior de un archivo casi siempre se encuentra en el cultivo, sobre una precipitación de celulosa pura, más especies cclulosófagas que las presentes en el papel, siendo las primeras, por tanto, supuestos bibliófagos. Teóricamente incluye esta observación la posibilidad de que, cultivando desde alguna muestra de papel, se obtengan también especies que estaban solamente presentes como esporas. Debe ser minuciosamente comprobada la verdadera procedencia en el cultivo de una infección.

Estas especies, presentes sin actividad, realmente ofrecen un peligro latente. Porque es perfectamente posible que, en un cambio del ambiente interior, aunque solamente sea accidental, llegan a encontrar condiciones suficientemente favorables para que puedan brotar. Este peligro, ya descrito con los bacterios que le ofrecen también los hongos, aquí es algo diferente en su aspecto y peligrosidad. En bacterios se presenta rara vez el caso, pero si las condiciones favorables reunidas son suficientes, el peligro es a veces catastrófico en un margen de semanas. Con los hongos no habrá desenlaces tan violentos, pero es más fácil que se llegue a una combinación suficiente para que se puedan desarrollar. Por tanto, el daño por hongos progresa con alguna constancia, incluso anualmente, durante cierta época, se amplía cada vez algo más. Así, el resultado al final es peor que en los bacterios, cuyo daño es algo como una lotería (sí = total, o no — sin peligro durante mucho tiempo). A l contrario, infecciones por hongos una vez establecidos no desaparecen con facilidad, avanzando casi siempre. Ya en la sistemática hemos indicado que la deformación morfológica de un hongo en un sustrato extremo, como debemos calificar 307

al papel, o por lo menos algunos papeles, puede ser tan grande que se supone que la misma especie pertenece a otro orden, ostentando formas asexuales totalmente diferentes. Las formas sexuales, al contrario, si las hay, no son fácilmente influidas por condiciones extremas, salvo en el sentido de que no se forman, si no se presentan las condiciones exigidas para la propagación sexual. Ésta, a su vez, es muy compleja en su mecanismo. Como en otras plantas existen las dos posibilidades, dioecia, es decir, que hay individuos que solamente dan núcleos al otro ( masculinos) y otros que solamente reciben ( femeninos), o que el mismo individuo puede dar o recibir núcleos y, por tanto, es monoccio. En los últimos es frecuente, entre los hongos, que las células del mismo individuo o estirpe no puedan copular entre si mismas ( incompatibilidad homogenética) (figura 179). Por fin, existen razas o subespecies de una especie cuyos esquemas genéticos para sus características o cualidades son dominante-recesivas o intermedias. Si llegan formas dominante-recesivas a copular con una forma tipo herencia intermedia, nuevas formas morfológicas pueden salir a la luz, antes ocultas por ser recesivas o diferenciadas, estando primero en la forma de una herencia intermedia pura. Por fin, existen posibilidades de cruce (inglés = crossing over), doble cruce y triple cruce de características del individuo en las copulaciones, etc. Todo esto, hasta ahora principalmente investigado en su mecanismo genético, está naturalmente unido con una diferenciación morfológica y o ecológica de los nuevos individuos. Por tanto, teóricamente es posible que en un sustrato extremo, donde normalmente no se observan formas sexuales, se seleccionan nuevas formas, si allí, por algún motivo, llegaron hasta una diversificación; a consecuencia de una propagación sexual saldrán a la luz y parecen otras especies.

Todo esto complica naturalmente la sistemática y los estudios ecológicos de los hongos que viven en los límites de sus amplitudes vitales. Puede ser que haya cierta cantidad de formas nuevas, especializadas en un sustrato no natural, pero hay que demostrarlo. Estamos muy lejos aún de haber aclarado especie por especie su carácter genético y la amplitud bionómica. Es relativamente fácil observar el ciclo sexual entre los Zygomycetales, por diferenciarse en este caso mucho el micelio. A l contrario, casi invisible es el mismo entre los Eumycetes, por ser una simple unión de dos hifas no caracterizadas a primera vista. Necesitamos diferenciarlas con colorantes específicos para saber qué hifas tienen carácter de gametangio (figura 178).

308

2cb-b)

Descripción

de las especies bibliófagas

En principio procedemos como en los bacterios, pero no damos la descripción morfológica exacta de cada especie, porque en este caso debíamos citar a muchas otras que no tienen nada que ver con nuestro objetivo, para diferenciar su aspecto. Para identificar las especies se puede usar a AINSWORTH + SUSSMANN (003), FITZPATRICK (113-A) y BARNET (013-A), aparte, naturalmente, de SAOCARDO (337).

ZYGOMYCETALES

Mucoraceae (figuras 180 y 181) Las especies observadas, salvo Rhizopus nigricans y posiblemente Mucor mucedo, no atacan a la celulosa, sino principalmente a peetinas y además son polífagas si hay nitrógeno orgánico presente. En libros, su típico punto de desarrollo es donde está pegado un papel sobre pergamino, pero también pergaminos sueltos y encuademaciones de cuero pueden ser dañados. En papel suelen presentarse como parásitos de otros hongos y es difícil separar la acción de cada uno. Normalmente la humedad del ambiente no permite su desarrollo en mayor escala, pero si llegan a encontrar situaciones favorables, su daño en pergaminos puede ser muy fuerte. En un caso de libros de pergamino (Potes, Santander) que, por un derrumbamiento de un edificio antiguo, se quedaron varios meses debajo del escombro, hasta que se llegó a recuperarlos, hemos encontrado todas las especies citadas, siendo el daño más fuerte el de Rhizopus nigricans. Estaba descompuesto el papel y el pergamino totalmente. En otros casos hemos visto Mucor en pergaminos guardados en un sótano (Archivo de los Títulos de Nobleza, Madrid), cuyo daño era muy típico. Los cantos de los legajos han sido parcialmente mojados, por estar en contacto con la pared. Los micelios penetraban, en forma lobulata, reproduciendo su daño el reparto de los cordones de fibras en el pergamino, hasta donde llegó la humedad absorbida por los mismos.

Las especies de las Mucoraceae viven generalmente como saprofitos en residuos vegetales y animales, rara vez como parásitos de otras Mucoraceae o plantas y animales. Casualmente pueden ser patógenas humanas, causando tumores del cerebro e infecciones del pulmón, etc. En su mayoría son casi omnipresentes y, por tanto, su desarrollo y daño depende solamente de las condiciones ecológicas que encuentran. 309

En Rhizopus el crecimiento de los micelios no es regular, salen cordones avanzados, de hifas no segmentadas, cubriendo irregularmente el sustrato y forman a veces nudos con hifas de sujeción (hifas rizoides), desde los cuales se extiende el micelio denso. Por esta característica es fácil reconocer el género (figura 180). El «talo», al principio es un micelio denso y blanco que luego toma color gris o marrón con la formación de esporangios. En Mucor, Rhizopus y Phycomyces son globos que contienen muchas esporas y se forman en la punta de unas hifas erectas (figuras 180 y 181,2). También hay algunas formas diferentes del esporangio en otros géneros, como Chaclocladium (figura 181,3), o se forman endoesporas o conidios, según la alimentación y temperatura, como en Choanephora. La propagación sexual es muy típica para el grupo. Dos hifas, de micelios genéticamente diferentes, empiezan a hincharse ( gametangio) y acercarse, formando un cuerpo, de pared fuerte y forma típica, la zigóspora. En Mucor y Rhizopus el gametangio de ambos individuos es parecido, ni la hifa que forma el mismo se distingue morfológicamente. En Phycomyces, estos gametangios suelen ser aristosos (figura 181,1). Toda la función sexual está dirigida por sustancias activas (zigótrofas) que provocan la zigotaxis (acercamiento de las hifas) y la transformación sucesiva. La zigóspora se separa del micelio y queda cierto tiempo en reposo. Durante el mismo se forman los núcleos de reducción y llegan a la copulación. Entonces brota la zigóspora formando un nuevo esporangio cuyas esporas, al contrarío de los esporangios posteriores, no tienen más que un tipo de núcleo (meiósporas), con la consecuencia de que el micelio que se forma de estas esporas es genéticamente uniforme y del mismo sexo. Rhizopus es bastante activo solamente en temperaturas de verano (20-30° C suele ser el óptimo). Mucor puede hacer daño también en temperaturas inferiores, si bien igualmente se ve muy estimulado por un aumento de la temperatura. En celulosa pura su daño es nulo o escaso (Rh. nigricans). Con la presencia de nitrógeno orgánico y descompuestos de la celulosa (o azúcares libres) se aumenta rápidamente su actividad. Por este motivo, como ya se ha dicho, es muy frecuente un daño iniciado por otro hongo que luego será copado totalmente por Mucor o Rhizopus, especialmente si aumenta la humedad del ambiente. El daño se frena fácilmente poniendo el objeto en un ambiente seco, pero sin el uso de germicidas fuertes no se elimina, porque tanto las esporas como algunas de las zigósporas (zigocistes) aguantan totalmente la sequedad. En condiciones anormales, como en presencia de azúcares o en caso de falta de aire, los micelios de Mucor y Rhizopus se descomponen en segmentos cortos que, una vez recuperada la normalidad del ambiente, brotan como féculas o levaduras con gemación. Varias especies menos frecuentes se han citado principalmente de pulpas, como Syncephalastrum y Blakeslea trispora Taxb. La última no se puede distinguir a 310

primera vista y sin microscopio de Mucor, salvo que su color es un blanco sucio, tipico y fácil de reconocer si se ha visto por una vez. Syncephalastrum tiene una formación típica de las esporas (las hifas cortas que libremente están puestos encima de la esporangiófora, se seccionan en trozos pequeños y dentro de los mismos se forma una espora elíptica). En una ocasión hemos visto el género en papel de pasta de madera, causando un daño moderado. Llamativo era la escasa humedad necesaria para su desarrollo.

SACCAROMYCETALES

Entre este grupo, que comprende principalmente las levaduras como especies de interés práctico, destaca como dañino en libros: Rhodotorula mucilaginosa Warr. (figura 182) Esta especie se ha descrito repetidas veces del papel, por tanto, no es especie accidental que viene de las pulpas, donde abunda a veces todo el género de Rhodotorula. Sus otras especies nunca se citaron del papel de libros. Los factores que permiten precisamente a esta especie vivir en papel, están aún poco aclarados. Normalmente son muy polífagas, habiéndose descrito R. aurantiaca incluso como destructor de petróleo crudo y de polietilenglicol. Algunos causan daño por colorearlo de un tono rosado hasta color de carne fresca cuando se forma el micelio (figura 176,7). Para su propagación necesita elevada humedad constante, pero en poca temperatura ya empieza su ampliación. Aparte de su coloración, es típico en papel la formación de colonias gigantes, si se cultiva el papel atacado. E l colorante son carotinas, por tanto, sus manchas se quitan fácilmente con cualquier blanqueador de hipoclorito. Causa cierto daño a la fibra, pero su principal perjuicio son las manchas. También se ha citado Eremascus fertilis, que es una especie dañina en conservas de zumo de fruta, etc., y se caracteriza por su extraordinaria rapidez de propagación, caso que encuentre condiciones óptimas. E l daño práctico en papel es escaso; su infección siempre accidental.

311

PLECTASCALES

Destacan en este grupo los géneros Aspergillus y Penicillium con muchas especies dañinas para el papel y capacitadas para destruir celulosa. Estos géneros se cita aún muchas veces entre los fungi imperfecti, sea por tener una fase sexual muy primitiva, aún no aclarada, o por ser realmente unos fungi imperfecti que pertenecen, como forma asexual, a géneros naturales (Aspergillus a Eurotium, Emericella y Sartroya, Penicillium a Talaromyces y Cárpemeles). Si a pesar de esto dejamos aquí juntas todas las especies de estos géneros es para no repartirlas entre Deuteromycetes (fungi imperfecti) y Plectascales, lo que provocaría complicaciones prácticas. Los gamctangios en Penecillium son simples hifas, en Aspergillus la parte femenina un ascogón y el gametangio masculino una hifa simple. De su unión salen nuevas hifas, en cuyas puntas se forman los asci. Éstas están cubiertas de hifas vegetativas ( pendió) que forman primitivos cuerpos fructíferos cerrados, de los cuales las ascosporas no pueden salir hasta que se destruye el pendió. Más primitivo aún es, por ejemplo, Byssochlamys fulva, que forma los ascos en grupos, lateral a determinadas hifas, procedentes de la unión de los gametangios, pero no diferenciadas. De muchas especies aún no está descrita la fase sexual.

ASPERGILLUS

De varias especies del género se ha demostrado que son capaces de formar celulasa y lo lichnasa y pueden descomponer con notable potencia a la celulosa. Por tanto, en papel su ataque afecta pronto a la fibra, dañándola severamente. Desde luego, son hongos polífagos que pueden descomponer prácticamente todo material orgánico. Varias especies son incluso patógenas humanas. Las mismas, más otras, atacan material sintético, como ciertos plásticos, por ejemplo, cloruro de polivinilo, caucho y resinas. E l género no necesita mucha humedad para desarrollar su micelio. Con 9-10 por 100 de humedad en el papel (que corresponde a 55-65 por 100 humedad relativa del aire) puede avanzar ya. En España hemos observado más daño por Penicillium que por Aspergillus, pero debe ser diferente según la zona. BEUAKOWA (023) describe para Moscú un

312

daño por hongos que llega al 80 por 100 de su total a causa de Aspcrgillus. Otros, como KOWALIK (214), coinciden más con nuestra observación. De todos modos, el género es un fuerte bibliófago y muy dañino.

En papel destacan las especies A. fumigatus (que es también el más violento hongo patógeno humano y destructor de material sintético), A. sulphureus (que provoca una coloración rosada hasta naranja en papel), A. niger (figuras 183 y 491,2), A. versicolor y A. oryzae, que son también fuertes celulosófagos, y A. Weníii (figura 184), que también causa un color rosado, pero sin la tendencia al amarillo como A. sulphureus. A pesar de que A. Weníii daña al papel y su presencia es muy frecuente en el mismo, su daño no es fuerte. A. versicolor es, por lo visto, especialista para pergaminos. Se describió de Italia y nosotros también lo hemos visto repetidas veces en pergaminos y una vez en cuero. Todo el género ataca cuero y pergamino, dañándolos a veces gravemente. Su progreso, según el grado de humedad, provoca aspectos típicos, ondulados y en aros. Una vez establecida su infección no se la elimina sin el uso de germicidas; sus manchas se eliminan relativamente fácil, salvo de A. niger, cuya coloración gris es solamente por los conidios negros, muy difíciles de descolorear. PENICILLIUM (figura 185)

Como el anterior género contiene varias especies que dañan a la celulosa, si bien su potencia es bastante inferior. Pero por su rápida penetración profunda, algunos descomponen al papel, casi mecánicamente, en un plazo corto. En pergaminos son más violentos los daños por Penicillium que por Aspergillus. Su peligro radica principalmente en su escasa necesidad de humedad (7-9 por 100 humedad en el papel es su límite, y esto corresponde a un 50-55 por 100 de humedad relativa del aire (es decir, a un ambiente generalmente considerado como favorable a una biblioteca). Con poco más que el mínimo su daño ya puede avanzar. Es, por tanto, un grupo que en la práctica provoca gran parte del daño por hongos. En papel destacan P. noiatum, que causa un color amarillo oscuro; P. frequentans y P. vermiculafum, que causan «manchas sucias» 313

marrón-verdoso, al igual que P. rogueforti, que no solamente se desarrolla en los famosos quesos picantes, sino que es frecuente también en libros antiguos. Muchas otras especies se citan, pero con menos daño visible, salvo P. claviforme, que es violento destructor de encuademaciones de cuero y de toda clase de pergaminos. P. noíatum es, por una parte, el primer proveedor industrial del antibiótico penicilina, pero también bastante patógeno humano. Aparte de esto ataca material sintético y aparentemente es el representante del grupo más polífago de Penicillium. Nosotros hemos encontrado la especie en un daño grave de pergamino y en varias ocasiones atacaba a pigmentos, de forma igual como P. brevicaule, que es conocido por esto. Puede formar oxidasas, fermento fuerte y, además, cambiar al valor pH a muy ácido. El valor mínimo de pH que hemos observado es de 3,9 en un ambiente «natural». De la misma estirpe hemos tomado un cultivo que se desarrollaba aún en pH 1,8, teniendo su óptimo alrededor de pH 4-4,5. P. roqueforti, que hemos visto también con frecuencia, no aguanta más que p H 3,8 en las estirpes controladas y tiene su óptimo alrededor de 6,2-6,5.

Penicillium es un género de hongos que se desarrolla ya en temperaturas bajas; alrededor de 8-9° C tiene sus límites inferiores; su óptimo está entre 15 y 30° C, salvo P. roqueforti, que se desarrolla en 3-5° C aún y su óptimo está en 10-15° C. Como Aspergillus, tampoco se puede eliminar el ataque de Penicillium sin un tratamiento con germicidas. Sus manchas acuden irregularmente al blanqueo suave; el blanqueo fuerte de hipocloritos las elimina perfectamente. De las otras especies de las Plectascales, observadas en papel, no se conocen daños muy violentos, si bien pueden intervenir en la destrucción. Una de estas especies, muy polífaga (frecuente en pan), que, aparte de las varias destructivas en pulpas, se ha visto en papel es Endomyopsis fibuliger (Lind.) Dckk. Daños importantes no conocemos. Citamos la especie, porque en condiciones que posiblemente no son óptimas para el hongo forma micelios de gemación y podía ser confundida con otras especies que pertenecen a los Saccaromycetalcs, como, por ejemplo, Eremascus. Conociendo este último género en su comportamiento en el cultivo, se observa como llamativa diferencia la facilidad con que Endomyopsis forma micelios regulares sin gemación. El género Endomyopsis puede ser de cierta importancia en clima benigno por la gran rapidez de su propagación y por ser extremamente polífago.

314

PERISPORALES

De las especies observadas ninguna ha causado un daño notable. Merece ser citado el género Cephalothecium, por ser algo más frecuente en papeles que contienen colas animales. Cultivado se desarrolla bien solamente con presencia de nitrógeno orgánico (peptona).

SPHAERIALES

Entre los numerosos género que comprenden especies bibliófagas o que por lo menos se observó en el papel, destaca en especial Chaetomium, por su potencia destructiva y frecuencia en los daños por hongos.

CHAETOMIUM

(figuras

188, 226, 467

y

491,3)

Este género se conocía ya como dañino en papel y en fibras textiles, aparte de que sus especies son comunes saprofitos del suelo, pero su importante papel en la descomposición de la madera técnica, en emplazamientos húmedos, no se descubrió hasta hace unos quince años. Entonces se investigó con detalle su actuación, fisiología y ecología. Por tanto, hoy es uno de los géneros mejor investigados de los saprofitos celulosófagos. El daño que provocan en la fibra es la destrucción total de la pared celular secundaria. Empiezan a penetrar entre los elementos estructurales (figura 467), actuando rápidamente sobre la lámela de pectina y su acción afecta más a la lignina de la madera que a la celulosa. No obstante, la descomponen. Algunas especies lo hacen, o no la descomponen, según en qué condiciones de sustrato se desarrollan. Otras (Ch. elatum y Ch. globosum, por ejemplo) actúan siempre con gran voracidad sobre la celulosa. Hasta el extremo de que las dos citadas especies se usan como agentes en los ensayos de la resistencia o de eficacia de productos de conservación. En papel, el daño es muy típico: descomponen localmente las fibras hasta la desaparición de la pared celular, antes de que en otro punto es visible el daño (figura 187). También sin microscopio su destrucción en papel es perfectamente diferenciable de otros hongos. Si se dobla 315

algunas veces el papel atacado, entonces se observa ya en los primeros doblajes que rompe, pero no totalmente, quedando algunas fibras intactas que, aun doblando bastantes veces más, no rompen. Esto es debido a la gran diferencia local del daño en la fibra. Todas las especies son exclusivamente saprofitas, salvo Ch. Kunzeanum (figura 189), que también es un parásito vegetal (en Lolium temulentum L., penetra la planta viva y la semilla). Su actuación sobre la pectina y, de la mayor parte de las especies también sobre la lignina, es bastante parecida y fuerte. La acción sobre la celulosa es muy fuerte en Ch. globosum (figuras 188,4 y 5), en su var. affine y en Ch. bostrychodes (figura 188,6), Ch. Murorum (figura 188,7), Ch. ochraceum y Ch. elaíum (figura 188,1). Otras especies tienen cierto problema para desarrollarse sin nitrógeno orgánico, como, por ejemplo, Ch. indicum (figura 188,2), Ch. cochlioides y Ch. funicolum (figura 188,3). Por tanto, es más frecuente su daño en papeles de baja calidad que en papeles de fibra de celulosa muy pura. Sus exigencias de calcio para la formación de los peritecios, los cuerpos fructíferos sexuales, ha sido demostrado detalladamente para Ch. globosum, pero existe indudablemente entre las otras especies también. Para Ch. Murorum lo hemos comprobado nosotros. Un 0,05 por 100 de calcio provocaba ya un visible aumento de la fructificación. Todo esto justifica más la observación, repetidas veces publicada, de que los papeles de pasta de madera son con preferencia víctimas de estos hongos.

Sus exigencias de humedad para el desarrollo son relativamente altas, oscilando por encima de 70 por 100 de humedad relativa del aire; solamente algunas especies son aparentemente capacitadas para desarrollarse ya con menos. Son éstas precisamente las que en papel causan mucho daño. Ch. chartarum, Ch. Murorum y Ch. Kunzeanum pueden avanzar con su daño ya en un ambiente de 60-65 por 100 de humedad relativa del aire. Su óptimo de temperatura está alrededor de 25-27° C, pero el desarrollo sigue en 4-5°, como mínimo, y hasta 32-36 C sin dificultad. En el sustrato provocan activamente un valor pH ligeramente ácido; se puede suponer que la mayoría de las especies tiene su óptimo entre 6 y 6,8 pH. Aguantan mucha más acidez, pero hemos visto, por ejemplo, que a Ch. Murorum una acidez de 4,8 pH frena ya notablemente. Por la importancia del género para el daño en 316

papel, es indudablemente necesario considerar esta observación si se pretende «neutralizar» papeles. La identificación de las especies es fácil si se ha conseguido la formación de peritecios. Tanto su forma como en especial la de sus pelos es muy típica y facilita la labor (figura 188). Hay que considerar que los pelos y los mismos peritecios se vician en su aspecto, envejeciendo, y, por tanto, hay que buscar siempre cuerpos maduros, pero sin abrir. Las figuras 188,5 y 188,14 lo demuestran. Muy cerca en su comportamiento está el género Ascotrichum, que durante cierto tiempo se incluyó en Chaetomium. Morfológicamente se distingue bien (figuras 188,12 y 188.16). También se han publicado listas de colores en las manchas del papel, según las especies. Con cierta reserva reproducimos aquí una compilación, de la cual solamente la parte que indica la tabla 19 hemos podido comprobar. En algunos casos hemos visto menos u otros colores más, y parece que influyen los sustratos tanto en el color como en su intensidad. No disponemos de suficientes datos para concretar detalles, pero nuestra impresión es que los colores aumentan en papeles que dificultan el desarrollo del micelio y cambian según la influencia del sustrato sobre su metabolismo. Por tanto, no conviene usar los colores para más que una orientación lateral en la observación del comportamiento en el cultivo. Como dato sistemático no son útiles. La infección de Chaetomium en una biblioteca, una vez establecida, se propaga constantemente y mínimas diferencias del microclima facilitan ya la propagación local en un libro. Hemos visto su desarrollo en varios casos, atacando solamente ciertos tomos (según suponemos por la diferente calidad del papel) en un punto local de una biblioteca, como, por ejemplo, una pared exterior al norte, etc., quedando sin señas de infección gran parte del resto. Aparentemente necesitan condiciones más limitadas en su fase de arranque o del brotamiento de las esporas. Posteriormente, cualquier mejora transitoria de las condiciones climáticas en su favor permite ya a los micelios ampliarse. Por tanto, una infección fuerte puede ofrecer un severo peligro en archivos de papeles de baja calidad. Para su eliminación se debe usar germicidas; el micelio supervive el secamiento fácilmente. Hemos comprobado que incluso un 45 por 317

100 de humedad relativa del aire y temperaturas alrededor de 40-42° C durante semanas, no dañaban irreversiblemente a los micelios. TABLA NÚM. 19

COLORACIÓN D E LAS M A N CH AS E N PAPEL POR «CHAETOMIUM»

Especie

Color de la mancha

Color del borde

bostrychodes

verde oliva marrón (K) (•)

amarillo irregular

cochlioides

rojizo amarillo fuerte

amarillo irregular

caprinum

marrón

negruzco

elatum

rojo-violeta

marrón claro

globosum

marrón negruzco naranja

amarillento violeta irregular

globosum var. gris vcrduzco affine verde-marrón (K)

indicum

(*)

318

(K)

Sustrato

papel de periódico

verde defectuoso verde-amarillento (K)

papel de barba

gris-negruzco (K)

gris (K)

papel de periódico

violeta oscuro

ocre-marrón irregular

marrón-tostado marrón-oliva marrón-rojizo (K) marrón-rojizo (K) marrón-claro (K) Murorum en marrón-claro (K) presencia de Stemphylium botryosum

Murorum

INFECTADO

sin color borde oliva irregular verdoso (K) sin borde (K) sin borde (K) gris-violáceo (K)

papel papel papel papel

de de de de

barba periódico Manila barba

observado por nosotros en infecciones provocadas en cultivos.

De las demás especies y géneros del grupo Sphaeriales observados en papel se describen muy diferentes formas de actuación, pero en ningún caso se observaron daños espectaculares. Muchas veces las especies están presentes como una más entre varias si el papel está afectado por hongos, a consecuencia de encontrarse en malas condiciones de alojamiento. Cierto daño hicieron Nectriella, Platystonum y Melanospora en papeles antiguos. Pleospora herbarum es la conocida Alternaría tenuis, que trataremos en los fungí imperfecti. Tanto Chaetomium como Melanospora damnosa son frecuentes hongos dañinos en fibras naturales, pero también en colas de acetato de polivinilo, pinturas, etc. Chaetomium hizo en Polonia daño en sellos de cera. PEZIZALES

Las especies citadas del papel pertenecen a grupos ecológicos muy diferentes. Algunos de sus géneros sorprenden por verles citados aquí; si bien con otras especies, los conocemos como violentos parásitos de plantas vivas. Conocidos saprofitos son Pyroneina, que es con algunas especies el género típico del suelo en zonas forestales quemadas, y Sclerotinia, que contiene varias especies participantes en la descomposición de madera ya algo dañada. No obstante, este género también contiene especies que hacen daño en fruta (por ejemplo, en melocotón o uva). SCLEROTINIA

Como dañino en papel y fibras textiles se han observado varias especies, especialmente en zonas de un clima constantemente húmedo. En papel se forman solamente conidióforas en los micelios (figura 192); en el cultivo artificial sobre maderas frondosas se consigue de forma relativamente fácil los cuerpos fructíferos (figura 195). E l papel afectado toma una coloración tostada o rojizo sucio. E l daño es relativamente fuerte, en papel antiguo más que en el moderno. En el norte de España hemos observado la especie S. sclerotlorum. A l género Sclerotinia pertenece, como forma asexual, parte de las especies de Botrytis y de Monilia. 319

Sclerotinia fuckeliana (— Botrytis cinérea) (figura 217,9) Esta especie, muy frecuente y dañina en muchos sitios, también puede ser un parásito vegetal. Por ejemplo, es frecuente en la uva, donde en años húmedos causa daño, dejando caer la fruta; en años secos provoca una infección deseada que aumenta el contenido de azúcares en la uva y la deja medio pasada aún en la viña.. De estas uvas se obtienen los mejores vinos amontillados.

En papel no es muy frecuente y su daño es más por las manchas, que son marrón-rojizas o amarillentas. Son pequeñas colonias de unos milímetros de diámetro y crece su micelio (figura 193) casi a la misma altura que el diámetro de la colonia, pero no en forma de esfera, sino como una pirámide o un cono. Las manchas se quitan fácilmente con cualquier blanqueador.

HELOTIALES

Rige en principio lo que hemos dicho de las Pezizales. La especie Phragmenaevia charticola Fltg. parece la relativamente más fuerte como bibliófago. BASIDIOMYCETES

Esta clase de los hongos superiores comprende el mayor número de las especies que se conocen como setas. Las especies que causan daño en papel son muy escasas, más bien son accidentales. Esto rige en especial de las Poriáles que citamos. Hongos dañinos en edificios Es extraordinario el peligro que ofrece Merulius (Serpula) lacrimans y, en menor grado, también Coniphora putañea ( cerebella) si llegan a tocar el material de archivo. Por la muy lamentable observación, hecha en los últimos años de que aun en nuevos edificios oficiales han proyectado y construido archivos en los sótanos, nos hemos decidido a tratar aquí este grupo de hongos de edificios. 320

Antiguamente de bastante importancia y muy peligrosos, pensábamos que ellos habían pasado a la historia con los modernos conceptos de la construcción y del emplazamiento de bibliotecas y archivos. No hemos visto aún ningún caso en edificios nuevos, pero a los que nos referimos son todavía demasiado recientes para que se haya desarrollado el daño. En edificios antiguos conocemos casos en Santander, San Sebastián, La Coruña, Guipúzcoa, Madrid y Valladolid. E l más peligroso es M. lacrimans, el hongo bíblico, porque ya la Biblia le cita (en Levítico), como Lepra de casa y un mal grave. Se llama «lacrimans» no por las lágrimas del dueño de la casa afectada, sino por ser capaz de descomponer celulosa o madera de una forma que obtiene H 0 en cantidad y este agua gotea de sus micelios. Así, además, una vez establecida su infección, él está independiente de la humedad del ambiente, pudiéndose desarrollar aun en condiciones secas (40-45 por 100 humedad relativa del aire) si encuentra oscuridad y mala ventilación, por ejemplo, en el dorso de estanterías puestas contra la pared. 2

C. puteana ( cerebella), el «hong ode los sótanos», causa daños parecidos, pero no es capaz de aguantar tanta sequedad como Meridius. Puede haber también especies del género Poria en los edificios, pero a éstos no les consideramos capaces de llegar a dañar archivos, porque necesitan tanta humedad que en habitaciones con ambiente útil para este género, no es creíble que se coloque material de archivos. La infección por Lenzites ( Gleophyllum) en libros, que hemos observado, también en un caso en Guipúzcoa (figura 224), es más bien una infección típica de los desvanes con goteras. Merullus y Coniophora son capaces de penetrar paredes, hasta unos dos metros se ha observado, y sus cuerpos fructíferos, que son costras negras (Coniophora) o negro-rojizas (Merulius) en la pared, no se encuentran en cada caso de infección. La misma también es más frecuente por micelios que se llevaron al edificio (¡con la leña!) que por las esporas. Los dos hongos son el clásico ejemplo para especies muy dañinas para celulosa que actúan sin enzimas de oxidasa y la diferencia en su peligrosidad práctica demuestra muy llamativamente que la última nunca se puede calificar basándose en una característica sólo, sino en el resultado del balance de todos los factores de influencia ecológica en las circunstancias que ofrece el biotopo en cuestión o el sustrato.

321 21

En vista de que es muy importante aclarar de qué especie se trata, hay que investigar el micelio y la forma de las esporas para distinguir estos hongos. La figura 197 muestra los micelios de Merulius y Coniophora. E l mismo de Poria es parecido a Merulius, pero sin los cordones vasculares. La figura 198, por fin, muestra las esporas de los tres géneros. Son notablemente más hialinas las de Merulius y, además, llevan la punta con que estaban sujetadas en la basidia del cuerpo fructífero. E l tratamiento del edificio es necesario si se observa Merulius y es un trabajo aparatoso que consiste en tratar las paredes y las maderas en contacto con las mismas, en zonas siempre tres metros más amplias que la última señal de micelios y daños. La forma preventiva más adecuada y la única consciente, según nuestro modesto criterio, pero por lo visto difícil de explicar a ciertos arquitectos, es no emplazar archivos en sótanos mal ventilados. El último caso hemos visto aún en 1970 (!). Pellicularia isabellina L a especie la cita KOWALIK y colaboradores (215) de archivos y museos de Varislova. En papel causa daño y provoca una coloración de un marrón claro o anaranjada. Allí en Varislova debe haber existido una infección genérica, también observada en las paredes y el ambiente de los archivos. Es interesante conocer la presencia de esta especie en papel por la relación que se aclaró entre el micelio estéril de Rhizoctonia solani, conocido como bibliófago, y Pellicularia filamentosa.

CoPRiMUS (figuras 196 y 491,4) Aparte de que está citado el género, con la especie C. cinerarius como celulosófago en fibras, de Varislova se cita del papel, y lo hemos encontrado también en un caso en el norte de España. Las especies son difíciles de aclarar; la que hemos visto nosotros suponemos que ha sido C. doinesíicus. KOWALIK supone de la suya que es C. sclerotinogenus. Ambas especies pertenecen a los xilófagos del género; por tanto, es muy posible su acción en material de celulosa. Nosotros lo hemos encontrado en papel antiguo alojado relativa322

mente bien en el sentido del ambiente. De Varislova se describe el ataque a papeles que contienen resinas sintéticas de urea. E l dato es interesante, tanto por el aspecto ecológico, porque varias especies son coprófagos, como por ser especie favorecida posiblemente por la urea, cuyas resinas hoy día entran en gran escala en la fabricación de papel. En ambos casos observados se presentaron micelios de crecimiento blanco y esclerotios negros. Los últimos los hay en muchas especies de las Agaricaceae, a que pertenece el hongo. DEUTEROMYCETES (— fungí imperfecti)

(figuras 217, 218 y 219) La construcción artificial de la sistemática de estos hongos, a la que estamos obligados a falta de conocer el emplazamiento real de las especies en el sistema natural, se nota llamativamente en la discrepancia total, dentro de algunos géneros morfológicamente bien definidos, en el comportamiento de sus especies. Incluso en un campo tan especializado como el nuestro se observa fácilmente este detalle. L a consecuencia son compromisos en el emplazamiento, para no separar géneros aparentemente afines, etc., también cuando solamente alguna característica morfológica no coincide con nuestro sistema. Se agrupa todos los fungí imperfecti según las siguientes características (véase también la figura 176): 1) Los conidios se forman directamente laterales a las hifas, o en conidióforas especiales, normalmente en una posición totalmente libre o, menos frecuente, unidos en ramas u otras agrupaciones más o menos densas. Son las Moníliales. 2) Los conidios se forman en cuerpos fructíferos, de forma esférica o de botella, o en cavernas del extremo del hongo. Son las Sphaeropsidales. 3) Conidióforas y o conidios se forman en cavernas o encima de aglomeraciones densas del micelio. Son las Melanconiales. 4) Las formas son micelios sin conidios conocidos; varias desarrollan esclerotios. Se llama Mycelia sterília. Los géneros interesantes para nosotros los citamos a continuación en el mismo orden, como en la sistemática. SPHAEROPSIDALES

Como grupo artificial, debe ser muy heterogéneo en su ecología. Más sorprende que algunos de sus géneros, como Ascochyta o Lep323

tothyriutn, se vean en la lista de los hongos del papel, porque son preferentemente parásitos vegetales. De otros géneros, como principalmente Phoma, ya sabemos que son heterogéneos y pertenecen a muy difrentes grupos naturales. Por tanto, no sorprende aquí la presencia de algunas de sus especies; otras las conocemos ya como saprofitas del suelo, si bien también existen parásitos vegetales en el género. Ninguna de las especies descritas de papel es llamativamente peligrosa. De cierto interés son los géneros: CHAETOMELLA (figura 219,4) Se cita repetidas veces, causando manchas. Ch. aira forma pigmentos de un color de carne seca en el cultivo; Ch. hórrida, de color gris-marrón. E l daño en la fibra avanza con lentitud; detalles del mismo se ignora aún. En la madera pertenecen al grupo de los que atacan la lámina central, de pectina, en la pared celular. PHOMA

(figuras 199, 200 y 219,2)

Se cita con varias especies de muy diferente carácter ecológico. Ph. humicola Podía ser un violento destructor de papeles modernos, porque puede aprovechar muy bien nitrógeno inorgánico. Causa visiblemente daño a la fibra y provoca coloraciones de diferentes colores, preferentemente marrón, pero también se ha descrito gris y negro. Será, como en muchos otros casos supuestos o demostrados ya, una reacción diferenciada según el sustrato. Ph. pigmentivora (figura 219,2) Es otra especie muy llamativa que destruye a los aglutinantes de tintas, incluso si contienen elevados porcentajes de cobre (por ejemplo, resiste a oxicloruro de cobre, que es un conocido fungicida, hasta un 30 por 100) o de otras sustancias metálicas venenosas. También daña la fibra de papel. Es interesante ver el cambio morfológico de 324

su micelio, caso que llega a condiciones favorables. Entonces se forman hifas de paredes finas y de mucho plasma que descomponen rápidamente el sustrato licuándolo en sus alrededores (figura 200). También lleva allí otras hifas, de paredes fuertes y de poco plasma, como se observa en exclusiva en condiciones lejos del óptimo, como, por ejemplo, en papel (figura 199). Su resistencia contra cobre la conocemos; contra otras sustancias no existen datos comparativos. Se debe tomar la especie en consideración, si estamos estudiando una protección preventiva del papel de documentos. Sustancias inorgánicas no protejerán con seguridad.

MELANCONIALES

De los dos géneros citados nos interesa Pestaloíia (figura 219,8) por su carácter elástico y por ser capaz de aprovechar nitrógeno inorgánico. Por tanto, puede ser dañino no solamente en papel viejo de los siglos xvii y xvm, de los cuales está citado por KOWALIK (215) y otros. En papel provoca manchas negras con borde rosado. En el aprovechamiento de nitrógeno de diferentes procedencias se distingue notablemente. Esto predestina al género para casuales infecciones violentas si las condiciones reúnen suficientes factores favorables.

MONILIALES

Aquí rige, en mayor grado aún y también dentro de las familias del grupo, lo dicho de los Sphaeropsidales. Es completamente artificial la agrupación y, por tanto, muy heterogéneo el comportamiento de las especies, incluso dentro de un mismo género.

MUCEDINACEAE

Acrostalagmus cinnabarinus (figura 225) La especie, que se pone también en el género Verticillium (figura 218,1), es una de las más antiguas entre las conocidas como fuerte bibliófago. E l daño lo citaba ya OMELJANSKY (294) como ejemplo de un violento destructor, y realmente interviene con frecuencia como 325

especie típica en la destrucción de libros mal alojados. Empieza a notarse su ataque por sombras rojizas en el papel, no limitadas en forma concreta, como se conoce de muchas otras especies. Avanza el daño hasta quebrantarse el papel totalmente, ostentando un color marrón oscuro como quemado. E l hongo es capaz de formar agua por su acción catabólica. Esto permite al micelio seguir con su labor destructiva, también si las circunstancias climáticas exteriores (en el verano, por ejemplo) frenan a las otras especies. Así casi siempre llega a ser dominante su infección y se explica su notable peligrosidad. Sin la aplicación de fuertes germicidas, por tanto, no se puede esperar que se elimine la infección. Hay que tomarla en cuenta para la previsión en alojamientos climatizados. BOTRYOTRICHUM (figura 217,18)

Este género está citado con dos especies como fuerte destructor de papel de libros, preferentemente antiguos. También es conocido de las colas vegetales, de las pinturas al temple para paredes. Sus manchas, para la especie B. atrogriseum descritas como de gris acero, no son siempre presentes. En España hemos observado solamente la especie B. piluliferum, que también se describe de Moscú (BELJAKOWA, 023), y que, si causa manchas, según nuestra observación forma sombras irregulares como nubes, de un ligero color grisverdoso. L a necesidad de humedad es reducida, lo que acentúa su peligrosidad. BoTRYTis (figura

217,9)

De las especies citadas hemos descrito Botrytis cinérea ya en Sclerotinia fuckeliana, por ser el ciclo asexual de la especie. Es un fuerte destructor del papel. De las otras especies citadas no se conocen daños parecidos. Posiblemente pertenecen éstas últimas a otros géneros del sistema natural. CEPHALOSPORIUM (figura 218,14)

El género comprende típicos celulosófagos como C. asperum o C. Ciferrii, si bien normalmente necesitan elevada humedad para su 326

desarrollo. Para papel de libros sería, por motivos ecológicos, C. Ciferrii la especie más «indicada» y realmente se describe daños de la misma. Otra que por lo visto era muy común en Varislova, pero también citada de varios otros sitios, es C. acremonium. Su daño no se limita a libros, también ataca sellos de cera, pergamino y otros materiales. Sus colonias colorean al papel de naranja hasta rojo vivo, según el valor pH del sustrato. Como celulosófago no es muy fuerte; el daño por las manchas es más que la descomposición de celulosa, salvo que la humedad es elevada. De las demás especies se cita su presencia, sin que hayan llegado a causar daños llamativos en papel. Todo el género se defiende muy activamente contra bacterios, produciendo penicilina en cantidad.

METARRH EIUM

Este género comprende varios fuertes celulosófagos; M. anisopliae (figura 218,9) y M. cellulosae (figura 218,8) se han descrito del papel. L a última especie es frecuente en pulpas, junto con M. glutinosum, que es la especie más agresiva y daña mucho a textiles en un clima mediterráneo hasta tropical. E l género es también parásito de insectos; por ejemplo, M. anisopliae es frecuente en insectos que viven en ambientes húmedos. De Anobíidos que estaban en maderas de un sótano conocemos la especie de Asturias. Entre Anobíidos bibliófagos hemos buscado también, pero no la hemos encontrado. Posiblemente exige un grado de humedad que no es frecuente en libros.

MONTLIA

(figura 217,8)

(El género está, en su mayor parte, ligado metagenéticamente al género Sclerotinia de los Discomyceíes). La especie M. stophyla se cita varias veces como fuerte destructor de papel en libros; por otra parte, no hay conocimiento concreto del carácter celulosófago del grupo en la naturaleza. Por la personalidad de los autores no dudamos en la exactitud de la observación, al contrario, sería muy interesante aclarar más detalles, porque en general el grupo es muy elástico; conocemos daños en otros mate327

ríales sintéticos y podría ser una de las especies posiblemente dañinas en papeles modernos, de fibras sintéticas. Paecilomyces varioti (figura 218,4) Es un hongo que preferentemente ataca textiles y cuero. E l último se citó para libros en Varislova (SADURSKA y KOWALIK, 339); debe ser en sitios húmedos, porque necesita más bien humedad elevada del ambiente. Sus colonias se describen de color amarillo-marrón claro. La especie es frecuentemente patógena humana, causando con facilidad una amplia ficomicosis de muy variados aspectos que aquí no podemos describir con detalle. Es una peligrosa infección y difícil de combatir.

Parecido a esta especie, pero menos activo como bibliófago, se porta Spicaria (— Paecilomyces) elegans (figura 222) Se cita repetidas veces de Italia y causa un daño muy fuerte en libros, algo parecido a A. cinnabarinus. Dado los fuertes daños que se encontraron en Italia, hemos buscado en España, pero no la hemos encontrado. Sus exigencias climáticas son medianas y su daño, según material de Italia que hemos investigado, es una oxidación de la celulosa, dejando la fibra como polvo. Libros se deshacen totalmente. Por la gravedad de su daño conviene usar germicidas en toda la biblioteca, si se observara su presencia. Sistemáticamente se pone Spicaria hoy como parte del género Paecilomyces, pero ecológicamente son tan diferentes que no lo consideramos muy acertado y real.

Scopulariopsis brevicaulis (figura 218,10) Es una especie muy polífaga. E n libros causa daño al papel, según de qué tipo sea, más o menos fuerte. En pergaminos y cuero se ha observado y causó daño. Aparte de esto, es dañina en fibras textiles, en seda, en alfombras, etc. E n el clima tropical es muy frecuente, pero también en Europa se describe de muchos sitios. 328

La citada especie necesita menos humedad que la otra, S. commune, que se nombra mucho como violento celulosófago en fibra y papel técnico. De libros no se conoce más que S. brevicaulis. Por ser capaz de usar nitrógeno inorgánico y lener aparentemente una notable elasticidad en sus exigencias ecológicas, se debe considerar como especie generalmente peligrosa. En el trópico (Sapele, Nigeria) la hemos encontrado como fuerte destructor de papeles administrativos y de sacos de yute.

SPOROTRICHUM

(figuras 210 y 218,9)

E l género ha sido observado con varias especies en el papel y del ambiente de archivos. Teniendo el género mala fama, porque la especie Sp. Schenkii ha causado graves infecciones humanas, preferentemente subcutáneas, pero también hasta en el esqueleto, se toma siempre muy en cuenta su presencia. Su daño en papel no alcanzó importancia, si bien para la especie Sp. bombycinum describe KOWALIK que se desarrolló sobre celulosa precipitada. Por tanto, son celulosófagos, pero posiblemente exigen condiciones ecológicas que el papel no les ofrece fácilmente. Si una estirpe patógena llega a desarrollarse en un recinto cerrado, pueden producirse infecciones humanas en masa. En Suráfríca se describe un caso de casi tres mil personas gravemente afectadas en las minas de oro. En el suelo viven las especies como saprofitos de la madera, etc. Por tanto, la combinación celulosa (papel) y personas en contacto continuo con la misma puede ser peligrosa si las circunstancias locales favorecen el desarrollo de los hongos. La identificación del género es fácil por llevar conidios en forma de pera lateralmente al tronco de las conidióforas, que tienen aspecto parecido a las flores de Umbelíferas. Sus exigencias fisiológicas son elásticas y el género puede aprovechar el nitrógeno inorgánico. Si bien aparentemente está capacitada para una vida anaerobia, la falta de oxigeno frena muy severamente su desarrollo. Las colonias jóvenes en el cultivo tienen color amarillento y con el tiempo llegan a «secarse», deshaciéndose el micelio en células fusiformes, y este polvo es bastante infeccioso, incluso para el hombre.

TRICHODERMA

(figuras 208, 218,3 y 228)

La especie más investigada, y no solamente como bibliófago, es Tr. viride. En papel desarrolla colonias de un color verde oscuro y su alrededor se mancha de un color verde claro. Su acción destuo 329

tiva en la fibra es muy notable y relativamente rápida, si bien no alcanza el volumen de Acrostalagmus o de Spicaria. En cuero y pergamino, al contrario y mucho más dañino que los últimos. La especie es un frecuente saprofito del suelo y ha sido investigada tanto por la cualidad de producir uno de los venenos vegetales más potentes, la viridina, así como el antibiótico gliotoxina, eficaz contra otros hongos, que se usa como medicamento en infecciones humanas. La eficacia de la viridina como veneno vegetal sobrepasa aún la toxicidad del veneno de Botulinus (que es la intoxicación humana más peligrosa que existe) y es unas 75 veces más fuerte que el cloruro de mercurio contra otros hongos. A l hombre molesta la viridina, pero no es venenosa.

La acción del hongo contra la lignina es muy reducida, incluso está inhibida algo por esta sustancia. Por otra parte, ya ha sido localizado como dañino en plásticos de cloruro de polivinilo, colas de acetato de polivinilo, plastificantes de muchas otras sustancias plásticas, caucho, cera, etc. En el trópico es uno de los principales destructores de textiles, incluso sintéticos. Por tanto, tenemos que considerar su acción siempre. Por este motivo se suele usar la especie en los ensayos de control, para la comprobación de sustancias de conservación. Otro aspecto curioso del hongo es que, si bien en su alrededor aplasta cualquier competencia, a larga distancia fomenta la acción de otros organismos vegetales, por producir un estimulante de la respiración. Se supone que la sustancia es afin al ácido pantoténico. A pesar de que ésta es una sustancia sólida, se transmite fácilmente y su eficacia también es elevada. Puede incluso estimular a la respiración de patatas, que entonces avanzan por encima de lo normal en su metabolismo.

Trichothecium roseum (figuras 204 y 218,16) Es un hongo muy polífago y común que se ha descrito muchas veces del papel. Sus colonias desarrollan un micelio al aire, primero es blanco hialino, luego toma un color rosado y las manchas del papel en su alrededor son de igual color. Daña la fibra al principio relativamente poco, pero avanzando el volumen de sus colonias, también aumenta su acción celulosolítica. Principalmente es una especie dañina en frutas (pudrición del corazón de manzana) y también en madera. Admite nitrógeno inor330

gánico como fuente exclusiva, pero se desarrolla mucho más en presencia de nitrógeno orgánico y sacarosa estimula su desarrollo. Si afecta a colas, les da un color rosado; al igual mancha mucho a permagino, sin dañarlo notablemente. E l colorante se quita bastante fácilmente mediante hiperclorito diluido, pero vuelve si no se usa a continuación algo de peróxido o agua oxigenada.

VERTICILLIUM (figura 218,1)

Su mayoría no es dañina a la celulosa; algunos son importantes parásitos vegetales; de papel, y preferentemente de pulpas, se conoce: Verticillium cellulosae (figura 203) Esta especie daña gravemente al papel, al que viene con frecuencia ya desde su fabricación. En las pulpas es una especie frecuente y un fuerte celulosófago. Por poderse desarrollar fácilmente en condiciones relativamente poco húmedas, se la considera como peligrosa para los almacenes de papel en las imprentas, que, incluso a propósito, para la mejor impresión, mantienen sus existencias en condiciones no excesivamente secas. En el norte de España hemos observado esta especie de Verticillium con cierta frecuencia en fábricas de papel; de daño en libros conocemos solamente un caso. Las manchas en el papel eran de color rosado-marrón; los centros, marrón-oliva.

Zygosporium (figuras

190

y

217,4)

En menor volumen se ha observado este género, en Italia principalmente la especie Z. chartarum, que puede causar notable daño, y nosotros en España (Sevilla) Z . parasiticum como levemente dañino en papel. Ataca a la fibra, pero, según parece, no se desarrolla fácilmente en celulosa pura. Su daño es bastante parecido al de Chaetomium, pero menos espectacular y más lento. E l papel afectado parece sucio y algo ondulado. Se puede reconocer su micelio —teniendo algo de experiencia— ya por la forma y proporción de sus hifas y de su formación solitaria. Sus conidios no son excesivamente típicos en vista general, en 331

el papel hay otras muy parecidas; el micelio, al contrario, es inconfundible. Las exigencias de humedad y del valor pH son parecidas a los valores para Chaetomium, con que hemos visto junto, si bien en antagonismo positivo; el óptimo de la temperatura es algo inferior, el mínimo igual y el máximo posiblemente mayor. El género es común en el clima caliente-húmedo, donde varias especies se han descrito y que, con frutas o hierbas secas, también han llegado a zonas menos calientes. Atacan celulosa, azúcares, etc., pero también albúminas (queso). Si su daño en Europa no es grave, se debe esto posiblemente al elevado óptimo de temperatura que por lo menos Z. parasiticum tiene (28-34° C hemos determinado). DEMATIACEAE ACROTHECIUM

El género lo cita KOWALIK (214) como fuertemente dañino en papeles, causando una coloración verde-oliva. Es la única cita que conocemos como bibliófago. Como celulosófago es conocido, pero en la naturaleza no tiene mucha importancia. Se describe expresamente que su mejor fuente de nitrógeno es la urea. Por este dato y su conocida polifagia el género debe ser considerado como posible agente dañino para papeles modernos. ALTERNARÍA

(figuras

206, 207, 218,25

y

491,1)

El género ha sido observado con frecuencia y con varias especies en papel, en el cuero de las cubiertas, pero también en sellos de cera, cola, textiles y plásticos. La especie A. tenuis (figura 206) es la forma asexual de Pleospara herbarunv otras especies del género —si bien muy probablemente pertenecen en su mayoría también a Pieospora— aún no están comprobadas en su posición dentro del sistema natural. Las especies observadas en papel todas son celulosófagas. si bien varía bastante su actividad celulosolítica, incluso de la misma especie, según la estirpe. Su primer ataque se dirige contra la lámela de pectina en la pared de la fibra. En el suelo son frecuentes los saprofitos, y en zonas de grandes cultivos de cereales, como del trigo en el norte de los Estados Unidos, sus esporas son omni332

presentes y en ciertas temporadas parece que causan efectos neurálgicos por alergia, debido a la elevadisima cantidad en que se producen en caso de que haya paja húmeda. A consecuencia de esto se investigó su presencia en archivos y es relativamente fácil localizar las esporas en el ambiente de una biblioteca, también si no es local húmedo, solamente estando en zonas de un clima, por ejemplo, litoral. Por otra parte, no conocemos casos comprobados de España que la presencia de Alternaría en un archivo haya molestado al personal.

Si bien existe cierta similitud de aspecto con el género Macrosporium, no queremos entrar aquí en los pro y los contra de su identidad. Reconocer Alternaría no es difícil por la forma de sus esporas multicelulares y la coloración generalmente negra de sus manchas. La especie A. humicola (figura 207) hace notar algún borde verdoso en sus colonias sobre papel; de A. chartarum son marrón-verdoso. Las colonias de Alternarla en el cultivo son de color marrón-oliva, no negro, como en papel suelen ser. A. tennis es un saprofito polífago que a veces puede ser también parásito (alternariosis de la calabaza) y celulosófago activo (usado por este motivo como especie de ensayo); no obstante, su daño en papel es limitado; peor son las manchas negras, que difícilmente se consigue quitar si han profundizado. En mapas pueden ser un problema por el dibujo propio que producen. Con blanqueadores fuertes se quita, pero a veces también se rebajan las tintas. Cladosporium herbarum (figuras 205 y 218,11) La especie más común del género es la citada, y se ha descrito una forma, especialmente activa en celulosa, como propia variación, la var. cellulosae. Existen otras especies observadas en papel. Todas son saprofitas y polífagas; aparte del papel atacan pergaminos, sellos de cera, plásticos, seda y textiles. Su daño en papel puede ser bastante fuerte, destruyen la fibra y manchan de un color verde oscuro o negruzco. Tanto el micelio como las esporas son de este color. Normalmente se supone que Cl. herbarum es hongo de un clima frió, teniendo su óptimo en temperaturas alrededor de 12-18° C. Pero se observó también su desarrollo en temperaturas bastante más elevadas. Por otra parte, es el hongo de las cámaras frigoríficas, donde aún puede crecer, causando daño a comestibles (coloración negra de carne, marisco y frutas). Lo que parece más probable es que su óptimo bajo y la resistencia al frió permita dominar el sustrato en estas condiciones en que otras especies ya no se desarrollan; al contrarío, en temperaturas superiores que son el óptimo de otros hongos, dominan ellos.

333

Se supone que Cl. herbarum es la forma asexual de Sphaerella Tulasnel, que es un falso parásito de cereales. En vista de que se propaga a veces igual que Alternaría en gran cantidad, también se sospechó que provoca alergias, pero no se confirmó esto en el extremo que en Alternaría.

En un tratamiento, conveniente en caso de un fuerte desarrollo de la especie en un archivo o museo, hay que considerar que es muy resistente a fungicidas y germicidas y se adapta fácilmente a una variación extrema del valor pH en el sustrato. Además es importante aclarar el microclima de la biblioteca, porque es hongo que vive en una humedad relativamente elevada; debajo de 75-78 por 100 no se desarrolla. No obstante, hemos visto que se puede desarrollar en sitios con menos humedad relativa del aire pero de fuertes cambios de temperatura, porque así las condensaciones nocturnas son suficientes para su necesidad de agua. Su presencia en este caso es entonces señal de una muy defectuosa convección interna. Por su carácter polífago debemos esperar su actividad también en papel moderno y, por su resistencia a temperaturas bajas, que incluso al mismo fomenta, es hongo importante para considerar en edificios climatizados. Sus manchas negras se limpian mejor secando primero el objeto y quitando luego mecánicamente, con un pincel fuerte, el polvo. Resisten a los blanqueadores como las de Alternoria.

CURVULARIA

(figuras

194, 218,12

y

491,5)

E l género lo cita KOWALIK (214) como fuerte destructor de papel. Produce primero pequeñas colonias negras que luego se amplían. Las especies observadas tenían capacidad de aprovechar nitrógeno inorgánico y sus hidrocarburos optimales son galactosa y manitol. También otras especies del género son ya conocidas como celulosófagas y dañinas para plastificantes o sustancias plásticas. Para los últimos el género tiene tanta importancia que se propusieron para incluir en los ensayos de Ficomicetes en el control de sustancias germicidas. Por todo esto, debemos considerarlo como posible bibliófago, también, en papeles modernos. En España hemos localizado de pronto el género en papel plastificado de envolventes de comestibles pegado sobre cartulina. Se desarrolló el hongo debajo del plástico. 334

Cliomastix convoluta (figura 217,20) Otra especie citada por KOWALIK como fuerte destructor de papel en Varislova que provoca coloraciones negras. De este género no existen noticias de ser dañino en fibra de celulosa, solamente se sabe que es saprofito polífago. Por tanto, la observación es muy interesante. Demuestra que pueden existir grupos aún inconocidos como bibliófagos o microorganismos dañinos en fibras de celulosa que de repente se presentan en papel, causando daños considerables. Otro ejemplo similar son las siguientes especies. Haplographium fulgineum (figura 217,12) Este hongo lo cita BELJAKOWA (023) de la Biblioteca de Lenin en Moscú, como fuerte bibliófago que daña rápidamente la fibra y se desarrolla ya en un ambiente de humedad relativa del aire por encima del 65 por 100. Tampoco existen datos de otros sectores sobre sus daños en celulosa. De Italia se cita la especie H. chartarum como dañino en libros. Hormodendron ciadosporoides Esta especie y similares se ha citado repetidas veces del papel de libros. Su daño en la fibra es notable y las cubren al papel con un micelio de verde oscuro. Se conoce el género de Italia, Polonia y Alemania. En España no lo hemos encontrado en papel, pero esto, a pesar de que hemos buscado, no dice mucho. Es mayormente casual que se encuentren estas especies no habituales del papel. Son notables celulosófagos que viven como saprofitos y parásitos secundarios en el suelo y plantas. En textiles son frecuentes microorganismos dañinos. De aspecto parecen mucho a Cladosporium, con lo que a veces se han confundido.

Autores modernos, basándose en la similaridad morfológica con Cladosporium, han reunido con el mismo ya todo el género Hormodendron. Este concepto sistemático, morfológicamente razonable, no lo es tanto en vista ecológica. Los géneros muestran notables diferencias del comportamiento. 335

MACROSPORIUM

Es otra forma asexual de Pleospora y su separación de Alternaría no está del todo aclarada. E l daño en papel, del cual han descrito varias especies, es parecido al de Alternaría. MYCOGENE (figura 217,15)

El género se ha descrito con varias especies del papel y es bastante dañino. Se caracteriza por tener conidios tabicados de dos células desiguales y, a veces, de llamativos colores. La especie más dañina parece ser M. nigra, que causa coloraciones verdes oscuras en el papel y afecta severamente a la fibra. Por tener una amplitud grande de temperatura en que se desarrolla y por ser capaz de aprovechar nitrógeno inorgánico pertenece el género al grupo de los posiblemente dañinos también en papeles modernos. MEMIONELLA (figura 217,6)

Este género es muy dañino en el trópico, en embalaje y textiles. ha observado la especie M. echinata en Polonia en materiales que entraron en la confección de libros. La especie es fuertemente celulosófaga y, por tanto, debemos considerarla en la lista de los posibles bibliófagos del trópico y en papeles modernos, por ser bastante polífaga y resistente a sustancias fungicidas. KOWALIK (214)

Pullularia (

Aureobasidium) pullulans (figuras

215

y

217,3)

Es una especie muy polífaga y resistente que se ha descrito repetidas veces del papel. Su daño, poco visible al principio, produce un quebranto total de la fibra. Es uno de los pocos hongos que causan una coloración azulada por efecto óptico-físico y que se observa en papel. Sus manchas son, por tanto, prácticamente ineliminables. No obstante, es su daño a la fibra lo que verdaderamente estropea al papel. Su resistencia a la sequía, luz de sol y elevadas temperaturas, junto con su actividad sobre muchas sustancias diferentes, como 336

madera, papel, plásticos, ceras, caucho, fibras textiles, naturales o sintéticas, hace peligrosa la especie. Por esto se usa siempre en los ensayos de sustancias conservantes. En el cultivo de laboratorio se observa un crecimiento muy rápido si coinciden algunos factores favorables. Es, por tanto, uno de los hongos a considerar como posible bibliófago de graves daños accidentales.

STACHYBOTRYS

(figuras 201 y 217,21)

Varias especies del género, sobre todo St. atra, causan bastante daño en papel de libros antiguos. Afectan mucho a la fibra y causan daño por manchas de un tono gris-verde o verde-negruzco. Las manchas se producen preferentemente en los bordes de libros; las conióforas se forman muchas veces intercaladas en las últimas fibras del borde del papel. A l interior penetra el micelio mucho más de lo que se nota por la mancha. St. atra es una especie común que daña también a otros materiales, como pinturas a base de colas vegetales o animales, fibras textiles y de yute, etc. En plásticos y plastificantes es un microorganismo muy común que provoca daño con regularidad si la humedad lo permite. Siendo muy bajo en ésta su límite, alrededor del 65 por 100 humedad relativa del aire ya se desarrolla perfectamente; rige para este género lo mismo que para la especie anterior, accidentalmente pueden ser bibliófagos muy peligrosos. STEMPHYLIUM

(figuras 209 y 214,24)

E l genero es relativamente frecuente en papel y descrito en varias especies del mismo. Su daño a la fibra es limitado; parece que aprovechan más a las colas y otras sustancias no fibrosas. Mancha mucho al papel afectado y sus colores varían según la especie. KOWALIK cita marrón oscuro para St. gramminis, marrón-verde para St. verruculosum y gris-verde para St. macrosporium. La última especie es la más celulosófaga y la hemos observado también en España. Su color gris-verde se pone casi negro en condiciones alcalinas. No sabemos muchos detalles aún de sus posibilidades de adaptación a diferentes sustratos. Se citan plásticos, sellos de cera y colas, pero nos parece que no es un género muy peligroso para el papel. 337 22

Torula chartarum (figura 217,5) La especie es, como el género anterior, relativamente frecuente en papeles buenos. También se citan otras, pero no son de daños graves. Es una más de las que causan manchas negras, en forma de puntos, en el papel. La citamos por su resistencia al frío, en lo que se parece a Ciadosporium, y que puede motivar confusiones. Es mucho menos peligrosa que la especie Cl. herbarum. Sus manchas se quitan muy difícilmente; en esto hay los mismos problemas que con Alternaría. En la antigua literatura americana se cita una enfermedad micosa, llamándola «torulosis», pero ya está aclarado que no tiene nada que ver con Torula; es provocada por un Cryplococcus (C. neoformans).

Trichocladium asperum (figura 218,18) La especie es un frecuente saprofito del suelo y dañina en fibras. La citan como dañina en papel en varias ocasiones. Su daño es severo en la fibra y, además, mancha ampliamente con un pigmento verde-amarillo, o verde-rojizo. Sobre sus exigencias ecológicas en papel no sabemos mucho; su límite de humedad es bajo, entre 65-70 por 100 humedad relativa del aire. La fibra se descompone a consecuencia de su acción en trozos muy cortos, pero no totalmente en polvo.

STYSANUS (figura 217,19)

Las especies del género no dañan notablemente la fibra, pero son frecuentemente observadas en el papel y en el ambiente de archivos o de fábricas de algodón, etc. KOWALIK. cita también el daño en sellos de cera. En España no conocemos daño por este género. EPICOCCUM (figuras 211, 212 y 213)

E l género, con sus muchas especies, es muy conocido de las fábricas de papel, donde se desarrolla en residuos de pulpa, etc. Del 338

papel y de libros se han descrito varias especies que dañan notablemente a la fibra. Además causan coloraciones rojizas hasta rojo vivo y violeta. E n cultivos «secos», como sobre papel, desarrollan un micelio que se descompone como fusiforme y algo en células arondadas. En medios «líquidos», como pastas de papel, el micelio es muy diferente (figura 212). L a fructificación es muy típica (figura 213). La importancia práctica para objetos de archivo no la vemos muy grande. A l contrarío de esto, el género es severo celulosófago dañino en la fabricación de papel. Aprovecha bien el nitrógeno inorgánico y resiste a bastante acidez, hasta aproximadamente 3,6 pH. Sus cultivos degeneran pronto, pero en la práctica parece de poca importancia; al descender su población, se recupera en un plazo de dias, como hemos visto repetidas veces. Citamos como curiosidad que la propagación del hongo (csporulación) está estimulada por ondas de ultrasonido.

FUSARIUM

(figuras

214

y

218,20)

E l género comprende muchas especies diferentes. Unas diez se conocen como celulosófagas y frecuentes. De las descritas del papel, parece la más frecuente y dañina F. oxysporum. Sus daños en la fibra son medianos, pero progresando constantemente. Así causan, a la larga, daños profundos en libros, manchándolos además mucho. Hemos observado que en este género se modifican poco los colores según el sustrato, por tanto, sirven los colores para distinguir las especies; solamente el valor pH influye algo en el tono, pero estos cambios también son típicos para la especie. Este aspecto lo ha descrito primero KOWALIK (214), al que seguimos aqui. Para F. oxysporum hemos podido repetir los ensayos y resultaba el mismo cambio de colores; lo hemos reunidos en la tabla 20.

Fusarium ataca también a cuero, sustancias plastificantes, plásticos, colas, etc., y se suele usar como hongo en los ensayos de comprobación para el efecto de sustancias germicidas. E l género, por ser muy polífago y elástico en la adaptación al biotopo, además por las clamidósporas casi totalmente resistentes a factores dañinos, debemos tomarlo muy en consideración en la conservación de papeles modernos. 339

Es típico para este género la formación de macroconidios tabicados (figura 176,6), por ejemplo, como reacción a la luz, que se puede comprobar fácilmente con una radiación ultravioleta, que provoca el fenómeno en el plazo de unas horas. Igualmente típico es la formación de clamidósporas en un micelio que se encuentra en condiciones negativas para su desarrollo. Exponer un cultivo a una atmósfera de dióxido carbónico lo provoca artificialmente. También lo hemos conseguido traspasando un micelio procedente de un cultivo sobre un sustrato rico en nitrógeno a un sustrato de suspensión de celulosa sobre silicagel, exento, por tanto, de nitrógeno (figura 216). Estas clamidósporas las hemos encontrado de F. oxysporum también por causas naturales en papel. Cultivando pedazos con estas esporas duraderas se formó un micelio fuerte tanto en el sustrato como al aire. TABLA NÚM. 20

COLOR D E LOS PIGMENTOS D E «FUSARIUM» SEGÚN ESPECIES Y V A L O R pH

Especie

Color: pH bajo

Neutral

pH alcalino

Medio N (•)

violeta oxysporum

azul

azul oscuro

fosfato diamónico

orthoceras

amarillo

violeta

urea

scirpi

pH 3, incolore amarillo

pH 8, rosado

sulfato amónico

(*) Se usaba siempre el medio óptimo para el cultivo, pero en nuestros propios ensayos hemos visto igual resultado para F. oxysporum usando como fuente de nitrógeno, aparte del fosfato diamónico, peptona, urea y nitrato potásico. Solamente en el último parecían más fuertes los colores.

Rhizoctonia solani (figura 219,9) Este micelio, totalmente estéril, suele causar daño en en varias plantas. Se ha descrito del papel en Polonia y en Italia. Su daño no parece muy notable. Puede vivir con nitrógeno inorgánico. L o citamos aquí a título informativo, porque sorprende encontrarlo en papel; el micelio estéril es normalmente un parásito de plantas vivas. Por otra parte, conociendo el género Pellicularia ya del papel, está explicada su presencia, porque R. solani es la forma asexual de P. filamentosa. 340

2cc)

L A BIOQUÍMICA DEL CATABOLISMO DE LA CELULOSA

Toda la acción biótica sobre celulosa, lignina, etc., son fermentaciones hidrolíticas o procesos fermentativos de oxidación. Podemos tomar como regla genérica que la acción sobre la celulosa suele ser una hidrólisis y sobre la lignina mayormente una oxidación. Por tanto, tenemos que contar principalmente con los enzimas de celulasa (más celobiasa) y de oxidasa. A veces también con la amilasa, porque hay varios celulosófagos entre los bacterios que necesitan alguna descomposición inicial de sustancias débiles a la amilasa, antes de que puedan atacar a la celulosa. Este último caso no suele ser uniforme en su proceso ni tiene en cada caso los mismos motivos. Aparte tropezamos con una gran cantidad de otros enzimas que tienen decisiva importancia para el microorganismo si vive en un sustrato complejo. Algunos hongos, por fin, usan adicionalmente simples ácidos. Para nosotros, interesan en la descomposición de papeles los últimos grupos citados, si sus especies son obligatoriamente polífagas, es decir, necesitan nitrógeno orgánico para su desarrollo. Estas especies, no capacitadas para el quimotrofismo, son entonces muy variables en la forma de su daño, según los componentes del papel en que se desarrollan.

La descomposición de los polisacáridos, como celulosa y lignina, siempre es un proceso extracelular del agente destructor, por ser imposible que el organismo reabsorba previamente estas sustancias. Una vez llegado al monosacárido, la sustancia en cuestión puede ser absorbida por la célula y entonces su catabolismo interno permite al organismo aprovechar la energía liberada. Consecuentemente, la descomposición de la celulosa es un proceso en que el organismo debe invertir la energía que necesita para producir y emitir el enzima, sin que pueda aprovecharse más que en forma muy rudimentaria de la energía liberada por la actuación de los enzimas externos. Consecuentemente, el proceso de la exofermentación debe poner en libertad calorías. Conviene recordarnos de los principios del metabolismo de hidrocarburos antes de entrar en los detalles que nos interesan aquí. La glucosa ocupa una posición importante en el metabolismo de la mayoría de las formas biológicas y su desasimilación anaeróbica proporciona una de las

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rutas más comunes en la mayor parte de las formas vitales. La especialización, por tanto, empieza si un organismo es capaz de descomponer sustancias más complejas que azúcares simples. En esto hay tres tipos principales de actuación: La simple oxidación; a los enzimas (o fermentos) que permiten ésta los llamamos generalmente oxidasa, pero son muchas diferentes sustancias. Es un sistema relativamente bruto, algo parecido a quemar una sustancia, y es el sistema preferente de la descomposición por los hongos superiores y también de bastantes de los grupos primitivos. El segundo camino, la fosforólisis, es una endofermentación clásica, es decir, que los organismos que actúan con el enzima fosforílasa lo hacen casi siempre sobre sustancias ya absorbidas o por lo menos absorbidas superficialmente y pueden aprovechar la energía liberada para las reacciones celulares propias; funcionando este sistema, además, en todos los pasos intermedios posibles. El último sistema que aquí nos debe interesar mucho para el conocimiento de la actuación de los bacterios celulosoliticos, es la hidrólisis mediante enzimas específicos para la sustancia que se desea descomponer. En nuestro caso, de la celulosa, actúan dos enzimas diferentes, la celulasa que descompone la celulosa transformándola en cellobiosa, y esta sustancia, que en la práctica no existe libre en la naturaleza más que en la fermentación de la celulosa, será descompuesta en simple glucosa por el enzima eclobiasa. Este segundo paso es típico para casi todos los bacterios celulosoliticos, salvo algunos polífagos que posiblemente actúan con oxidasas en el paso final. E l primer paso, el de la celulasa, siempre es obligatorio para la hidrólisis de la celulosa. Lo que entre tanto sabemos es que existen seguramente sustancias diferentes que comprendemos todos bajo el término de la celulasa, porque hay notable diferencia en la potencia y el radio de acción de las celulasas de diferentes organismos, siendo la misma trascendental para calificar la peligrosidad de un organismo dañino. Entre los hongos que hay en la construcción, Merulius lacrimaris, por ejemplo, es tan peligroso también para el papel, por ser especialista para celulosa —en madera deja la lignina casi sin tocar— y disponer de un enzima muy agresivo.

Como ejemplo explicativo del proceso del catabolismo tomamos la actuación de los bacterios celulosófagos, siendo el mismo menos complejo que la actuación de hongos. Según la especie que interviene, los pasos de la endofermentación pueden ser muy diferentes y asi también las sustancias producidas en el catabolismo. En la tabla 21 reproducimos el esquema de cómo pueden proceder. Es posible que un solo organismo practique más de una de las secuencias indicadas, pero, naturalmente, nunca todas, ni su mayor parte. Es hoy concepto generalmente aceptado que la descomposición de la celulosa por bacterios no va directamente hasta su molécula base, la glucosa, si no pasa siempre por el camino de la celobiosa que, nuevamente fermentada, por fin resulta en la glucosa. En la endofermentación se considera como sustancia clave el ácido pirúvico, del cual parte toda fermentación consecuente. Los detalles de los pasos, discutidos a veces, no hace falta repetirlos aquí, si bien son muy interesantes en su aspecto bioquímico.

342

Es comprensible que la descomposición de una sustancia tan compleja como la celulosa, insoluble en los líquidos naturales donde se encuentra, en sustancias fácilmente solubles en agua, provocaría para un organismo pequeño como un bacterio un riesgo enorme: el de gastarse todas sus fuerzas para la catálisis, sin obtener luego en proporción adecuada el fruto de su actuación —las sustancias digeribles ; si la celulasa fuera un exofermento fácilmente soluble en el agua. Por tanto, observamos una interesantísima especialización; en los bacterios prácticamente no se observa celulasa como exofermento (única excepción es el género Sporocytophaga), es más bien una sustancia que pasa la pared de la célula por difusión, y esto solamente si hay contacto directo, al otro lado, con la celulosa. En muchos ensayos se ha intentado determinar la celulasa de diferentes bacterios, conocidos como fuertes destructores de la celulosa, obteniendo casi siempre resultados nulos o muy inferiores a la celulosa descompuesta. Además es típico para el daño de bacterios que «perforan» su sustrato, la fibra. En las figuras 127 y 128 damos ejemplos de esta actuación sobre la fibra, y en la figura 96, sobre el sustrato. Referente a las diferencias entre las sustancias que realmente representan la celulasa en diferentes especies, había bastante discusión cintífica. Hoy, incluso, se considera que en la misma especie son posiblemente más que una celulasa. Sin entrar en los detalles de la cuestión, suponemos que son por lo menos dos, posiblemente tres, los grupos de sustancias que en diferente proporción existen entre los celulosófagos, y esto motiva la notable diferencia en la potencia catabólica que se observó de las especies y grupos. Especialmente el aún algo misterioso factor «S», que debe ser el tercer enzima del grupo, tiene una influencia preparativa sobre la celulosa para su digestión. Se caracteriza la celulosa, bajo su acción, por ser mucho más hinchable en álcali, y las especies, donde se localizó el mencionado factor, pertenecen a las más destructivas.

En los organismos mayores que tienen «el» fermento celulasa se nota una tendencia al carácter ewfermental, proporcional a la disminución del peligro de no recuperar el resultado de su intervención. Ya en algunos Ficomicetes, que forman micelios y producen celulasa, es más fácil obtener celulasa y celobiosa libre. Por ejemplo, la aclaración de la diferencia entre estos dos enzimas que nos contestó las tantísimas preguntas sobre el mecanismo bioquímico de la fer343

mentación de la celulosa, se hizo en su mayor parte en estudios con el hongo Aspergillus oryzae, un fuerte bibliófago. Más fácil aún es obtener los fermentos del intestino de caracoles, que ya no tienen ningún problema de pérdida del resultado de la fermentación, produciendo los enzimas en cantidad. Es también interesante que la celulasa no ataca más que a la celulosa, dejando sin destruir la celobiosa y azúcares inferiores. La celobiasa, al contrario, descompone también los azúcares simples; su fuerza de actuación es inversamente proporcional al tamaño de la molécula. Esto confirma también el concepto que hemos explicado sobre la forma de actuar los bacterios celulosófagos, siendo la celobiasa el segundo paso, ya no hace falta tanta especialización.

Como ya hemos indicado, disponen los celulosófagos también de otros enzimas con los que pueden descomponer muchas otras sustancias. Salvo algunos bacterios (del género Sporocytophaga), para ninguna especie más que ataca celulosa se ha podido demostrar una especialización total y exclusiva. Si algunas especies dan una preferencia llamativa a este sustrato siempre es por secundarias circunstancias ecológicas que provocan este comportamiento en la práctica. La mayor parte de los auténticos celulosófagos son bacterios y hongos primitivos. Entre los hongos superiores también existen bastantes especies que descomponen preferentemente a la celulosa, pero su forma de actuar difiere de la fermentación por bacterios, siendo generalmente más compleja. Existen especies, como Aspergillus niger y bastantes otras, para las que se ha podido demostrar que actúan también mediante celulasa en la descomposición. No obstante, gran parte de los hongos actúan mediante un conglomerado de enzimas y ácidos dialiticos, con los que primeramente descomponen las hemicelulosas, consiguiendo ya cierta destrucción «mecánica» del esqueleto celulósico, parecido al efecto de una maceración. Actúan entonces sobre la celulosa con una diálisis incompleta y, a veces, casi accidental, si no disponen de un enzima especifico.

Más eficaces en la destrucción leñosa son las especies de hongos que disponen de oxidasas, con las que descomponen fácilmente la lignina y, en el último paso de esto, llegan también a destruir la macromolécula de la celulosa, sin que siempre la aprovechen en una forma tan sistemática como teóricamente les sería posible. Entre los Eumycetes existe gran número de especies que descomponen lignina. Por tanto, su presencia en las pulpas de madera es

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TABLA NUM. 21

ESQUEMA DE LOS POSIBLES PASOS DEL CATABOLISMO DE L A CELULOSA Catabolismo intracclular

Energía

Catabolismo extracelular Celulosa

86

consume I intracclular y se produce lextracelular

Celulasa •

H¡0 >b

Cclobiosa

(?)

I

Cclobiasa

H,0 Glucosa C.H.,0.

r <

t

Ácido pirúvico-

• fermentos intracclulares se obtiene

CHiCOCOOH

-> H,0

. Ácido acético CH,COOH

(àcido formico) _ r HCOOH

• Ácido lácteo C H CHOHCOOH

L J :

t'

31

se consume

3

CO, -> C H ,

(aldehido acético) C H CHO + CO, Co-enzima acetilico CoA—S-COOH,

I

Alcohol etilico C H CH¡0H se obtiene

O till CH,C—"

1

Ácido acctoacético CH,COCH:COOH

i

ciclos del anabolismo

Ácido butírico — CH,CH,CH,COOH se obtiene

(acetona) C H COCH, Ácido fl-hidroxibutiríco CHjCHOHCH.COOH "

se consume se obtiene

H.O

ácido acético -> C H COOH

I O

Alcohol butilico C H C H j C H ^ H OH Alcohol isopropilico CH,CHOHCH,

ciclos del anabolismo

O,

ciclo anabólico del ácido citrico Acido oxálico + Co-cnzima—^ (— ciclo de KRrDS) COCOOH acetilico CHiCOOH CoA—S—OCCH,

H0 2

l^v Ácido citrico

aspecto importante, porque ofrece ya de antemano algún peligro en la fabricación del papel corriente. En el papel fabricado, al contrario, se reduce su importancia, desviándose más el peligro al mismo por los Ficomicetes, salvo que el papel vuelve a encontrarse en condiciones extremamente negativas. La actividad en la descomposición de la celulosa por hongos y bacterios puede variar mucho según las otras sustancias presentes en el sustrato, incluso la lignina frena a algunas especies, como hemos visto, entre los celulosófagos, para Pseudomonas ephemerocyanea (figura 165) o Trichoderma viride. A l igual existen grandes variaciones según la estirpe en las especies y entre especie y especie del mismo género de los hongos. Típico es esto, por ejemplo, para los bibliófagos de los géneros Alternaría, Cladosporium, Fusarium y Trichoderma. E l uso de la acción de las oxidasas, que realmente será un grupo de sustancias muy heterogéneas que se caracterizan principalmente por su función enzimática en el catabolismo por oxidación, es, como ya queda dicho, muy genérico entre muchos hongos. Su principal acción destructiva se dirige contra la lignina, que fácilmente será descompuesta por oxidasas. Si la madera es atacada por oxidasa, se descompone en la mayoría de los casos muy primariamente o sólo la lignina, quedándose la celulosa al principio más o menos indemne. Esta pudrición, muy típica en madera, se llama allí pudrición blanca. Coincide la reacción positiva de oxidasa en muchos casos de hongos con la calidad de producir este tipo de pudrición. En papel es menos distintivo el método, porque las oxidasas afectan también a la celulosa, solamente después que a la lignina. Donde esto se puede ver bien es en papel de periódicos viejo, oscurecido por oxidación atmosférica de la lignina. Los hongos que actúan con oxidasa sobre la lignina, como Stereum hirsutum, por ejemplo, blanquean primero el papel oscuro antes de descomponerlo.

La celulosa puede ser eficazmente digerida por las oxidasas; se forman primero oxicelulosas con contenidos de ácido urónico. Y precisamente este ciclo catabólico ha sido confirmado en múltiples casos de hongos celulosófagos y de algunos bacterios. La comprobación de que existen oxidasas es fácil. Aparte del potencial de Redox que se suele usar en cultivos de bacterios, es la solución de Guayaco (tabla 17, número 43, y tabla 18, número 12) el clásico reactivo de la presencia de una función oxidativa.

346

Otra acción enzimática que tiene interés práctico para nosotros es la acción del grupo de las descarboxilasas. Estos enzimas intervienen en la descomposición de los azúcares y ponen a veces grandes cantidades de agua en libertad. De esta forma el organismo puede formar su propia reserva de humedad y entonces naturalmente es un celulosófago peligroso para el papel, autónomo de la humedad, una vez establecida su infección. E l ejemplo más conocido es la ya citada Lepra de casa, Merulius lacrimans de los hongos que hay en la construcción y que atacan a veces también papel, etc. Los organismos superiores, principalmente los insectos que destruyen celulosa, disponen solamente en limitados casos de fermentos que permiten la digestión directa de la celulosa. A l contrario, es muy frecuente una combinación de simbiosis con microorganismos y cierta acción dialítica directa sobre el sustrato. Existen muchas especies entre los insectos bibliófagos que pueden existir muy difícilmente sin la simbiosis, o por lo menos sólo durante cierto plazo limitado; un desarrollo normal no lo consiguen sin un mínimo de simbiontes. Muestran sus curvas de actividad unos saltos muy acentuados si las condiciones del biotopo se acercan al óptimo para el microorganismo. Esto demuestra la influencia decisiva de la convivencia de carácter simbiótico. Muchos entre los caracoles, posiblemente todos, tienen fermentos, además muy activos, para descomponer directamente la celulosa. En la naturaleza son, por tanto, importantes descompositores de la celulosa. Como bibliófagos son accidentales (figura 401), salvo en las zonas del bosque pluvial en el trópico, donde fácilmente pueden entrar a los edificios, causando daño. Su catabolismo difiere de los bacterios y hongos porque, una vez llegado a los azúcares, los mismos serán transformados, ya dentro de las células del intestino, a nuevas sintetizaciones alimenticias para las células de su cuerpo, pero esto ya no es nuestro tema. Como dato de curiosidad, también el hombre, en minúscula escala, puede descomponer directamente la celulosa, si bien se supone que no se llega a más de 1,5-2 gramos diarios. Si, a pesar de esto, aprovechamos notablemente mayor proporción de la celulosa que comemos, es en parte por endosimbiosis, pero también, a veces, por aprovechar fermentos celulosoliticos que existen en semillas brotantes (se llaman liquinasas) como el trigo, maíz, semilla de soja (los chinos, desde tiempos remotos, lo aprovecharon comiendo semilla de soja recién brotada), etc. E l valor positivo de la cerveza para la digestión viene de esto (la liqui-

347

nasa llega a esta bebida por camino de la maltosa que entra en su formulación) y los escoceses reclaman el mismo efecto para su whisky, no totalmente sin razón, dadas las circunstancias especiales que hay en el proceso de la fermentación de la grana para su destilación.

Teniendo cierta experiencia es posible aclarar, usando cualquier colorante de celulosa, si el daño de su fibra es por agente externo o no. E l daño por agentes bióticos siempre afloja catalíticamente el esqueleto de la fibra, según el punto atacado, en más o menos cuantía. Por tanto, se produce una coloración irregular y más fuerte en las zonas atacadas. A l contrario, alteraciones por efectos físicos (o los muy lentos de los químicos, como por acidez de H S0 en la mínima cantidad de la contaminación del aire) no dejan ver esta irregularidad. 2

3

La importancia de un organismo heterofito dañino depende también en algo de su capacidad polivalente en el anabolismo, es decir, que está capacitado para sintetizar su propia materia de las numerosas sustancias finales del catabolismo. Para nuestro caso concreto es, entre estas funciones, el factor más importante la capacidad de formar agua por su cuenta. E l proceso se suele explicar como función inversa de la asimilación. Aun sabiendo que es mucho más complejo en realidad, vale para comprenderlo la siguiente fórmula esquemática: C4H10O3

(celulosa) + 6 • O, = 5 • H 0 + 6 • CO, 2

Microorganismos que son capaces de obtener así agua por simple descomposición de celulosa, son muy peligrosos si son bibliófagos, porque una vez conseguido el arranque de su desarrollo, por alguna influencia externa accidental, la que sea, pueden seguir con su actividad sin más necesidad de una nueva aportación de humedad. Los casos en que, de repente, se «quemaron en seco» ciertos documentos, anteriormente ilesos, pertenecen todos a esta función (figura 103b), o son una simbiosis del bibliófago con un organismo que le favorece con agua y lo nitrógeno orgánico. Finalmente es posible también la aportación de calor, pero la aportación de agua siempre es la decisiva. La «respiración anaerobia», es decir, el catabolismo sin adición de oxígeno externo, que en celulosa siempre suele finalizar en pro348

ductos de descomposición con moléculas relativamente grandes, cuyo valor de combustión aún incluye notables reservas de calorías, produce así mucho menos energía. Los organismos que no son estrictamente anaerobios muestran por este motivo notable diferencia en su actividad, según la facilidad o no que ofrece su biotopo para aprovechar también oxígeno externo. Existen ambos tipos entre los celulosófagos anaerobios facultativos; los que están favorecidos por oxigeno externo y los que, inversamente, se vean inhibidos parcialmente en condiciones aerobias. E l complicadísimo y muy variado proceso de este fenómeno aqui no podemos detallarlo, pero es importante saber que son precisamente estos últimos tipos los que ponen en peligro a documentos que se protege con laminación, sin el correspondiente tratamiento previo contra una posible acción biótica interna.

Una forma estricta del catabolismo anaerobio existe entre varios bacterios celulosófagos, pero para papel de archivos estas especies no pueden ser peligrosas por no encontrar nunca esta condición en la práctica de una biblioteca.

2cd)

FISIOLOGÍA Y ECOLOGÍA DE LOS BACTERIOS Y HONGOS

Tratamos este capítulo en común para los dos grupos no solamente por tener muchos aspectos comunes, sino también porque nos permite comparar la amplitud y congruencia parcial de sus campos, importante para la práctica de la protección contra los microorganismos. Resistimos con dificultad a la tentación de hacer aquí una introducción más amplia a la microbiología, que ha aportado resultados tan trascendentales para nuestra vida de hoy como los antibióticos a la medicina, los fermentos y enzimas para la industria alimenticia o, incluso, también para la de productos de lavar (detergentes biológicos), a la producción agrícola (recuperación de la fertilidad de suelos, hongos y bacterios en la fabricación de productos lácteos, aumento de la rentabilidad en la producción de carne por modificar con antibióticos la flora del intestino, etc.) y muchos otros más.

Nos limitamos a describir y reunir en algunas tablas los datos fisiológicos importantes para la ecología de los bacterios y de los hongos del papel y describir algunas funciones de la síntesis en su metabolismo que tienen importancia práctica para nuestro objetivo. 349

E l catabolismo de la celulosa, que naturalmente pertenece también a este capítulo, ya lo hemos descrito con anterioridad [capítulo 2cc)], porque rige más genéricamente. 2cd-a)

Datos de la fisiología interna.

Formación de enzimas y su aplicación por el organismos del celulosófago En la descripción de las especies ya hemos distinguido entre las preferentemente celulosófagas (exclusivamente celulosófago es solamente el género de bacterios Sporocytophaga), las polífagas que aún descomponen celulosa y, por fin, las polífagas no celulosófagas, que ya no pueden destruir, sin la presencia de otras especies, la fibra del papel. Todo esto es consecuencia de los enzimas que cada especie es capaz de formar. Lo que para nosotros es de extraordinaria importancia es el sitio donde se tiene que disponer del enzima. Entre tanto que lo que se descompone son sustancias solubles, las mismas fácilmente pueden ser absorbidas al interior de la célula por algún efecto osmótico o de simple difusión. E l organismo, entonces, puede conseguir su propósito con un mínimo de esfuerzo dentro de sus células, siendo normalmente el efecto de los enzimas de carácter catalítico, es decir, que no se consume, o por lo menos no en cantidad apreciable. En el momento de tratarse de un alimento tan insoluble como la celulosa, empieza a ser problemática su descomposición, en tanto que se reduce el tamaño de cada individuo. E l enzima, como hemos explicado en el catabolismo de la celulosa, forzosamente debe salir al exterior del organismo, pero esto sería un desgaste de energía perjudicial, hasta prohibitivo, si no se recupera la gran mayoría del resultado de la fermentación, tanto en alimento como en calorías. Un micelio de hongo aún puede recubrir en una forma más o menos perfecta el objeto a digerir, teniendo así la posibilidad de recuperar los fragmentos de la macromolécula atacada. Un organismo unicelular es incapaz para esto si no desarrolla una técnica especial. Entre los bacterios celulosófagos fuertes observamos dos tipos principales para resolver el problema. Uno es dejar salir los enzimas, la celulasa, y, como segundo paso de la descomposición celulosolí350

tica, la celobiasa, solamente por un complicado sistema de difusión, cuando hay presente al otro lado de la pared celular la celulosa a descomponer, recuperando inmediatamente por difusión inversa el resultado de la operación: la glucosa. Debe tratarse de un complicadísimo mecanismo regulador para la función metabólica y de la semipermeabilidad en la pared celular. Su aclaración, aún lejos de ser completa, nos ha ayudado a comprender más las intervenciones de los ácidos ribonucleínicos en el funcionamiento «técnico» de la vida. (Tocamos con esto a la parte más emocionante de la bioquímica, pero otra vez nos impide la limitación de nuestro tema profundizar aquí más.) E l otro camino, que solamente el género Sporocytophaga ha llevado a cabo con toda consecuencia, es cubrir, entre muchos individuos, mediante una producción de mucílago, el objeto atacado, para que un exoenzima «puesto en circulación» no pueda ser deslavado, ni el resultado de su acción puesto fuera del alcance de la absorción por los organismos que descomponen la macromolécula de la celulosa. E l sistema de la producción de mucílago es frecuente entre los celulosófagos y muchos otros bacterios para evitar la desaparición del resultado, si bien sin que se «arriesguen» a dejar salir el enzima celulasa como Sporocytophaga. Este fenómeno, largo tiempo desconocido, nos dejó sin explicación para la función biológica de la descomposición de la celulosa por bacterios, siendo imposible separar por filtración algún enzima de los cultivos de ellos. Una vez comprendida mejor la función de dejar salir por difusión el enzima y, además, solamente en proporción a la glucosa recuperada por absorción, se aclaró también otro fenómeno que durante muchos años provocó grandes errores, hasta el extremo de que se suponía que la glucosa en general es venenosa para los celulosófagos y no sólo a partir de cierta concentración: Si se añade glucosa a un cultivo de un celulosófago bacteriano, se parará la descomposición de la celulosa inmediatamente durante un plazo más o menos grande. Hasta que no surgió la idea de determinar la glucosa en el análisis de control, en lugar de determinar siempre la celulosa, no se aclaró el fenómeno. Los celulosófagos paran inmediatamente la salida por difusión de los enzimas si obtienen glucosa por absorción y los vuelven a dejar salir en el momento que empiezan a carecer de glucosa a su alrededor. Consecuentemen351

te. volvían en los cultivos a destruir la celulosa en el momento en que se terminaba, consumida, la glucosa añadida. En la figura 164 se expone gráficamente el ensayo clasico con Sporocytophaga myxococcoides, que se puede repetir con facilidad y que siempre dará resultados bastante parecidos. Lo que hemos observado es que se modifica progresivamente la capacidad de la destrucción de la celulosa después de volver a ésta, avanzando el tiempo del cultivo. A l principio la curva de la destrucción de la celulosa se desarrolla, una vez consumida la glucosa, en una forma paralela a la curva normal. Esperando más tiempo con la adición se observa una destrucción más rápida de la celulosa, una vez desaparecida la glucosa. Nos explicamos esta observación por el mayor número de individuos y la mayor facilidad de la destrucción en fibrillas, ya parcialmente viciadas por la acción de los bacterios. Otro aspecto durante mucho tiempo discutido, es la formación de los mucílagos de los bacterios y de los hongos. A l principio se suponía que las sustancias mucílagas que se forman son oxicelulosas a consecuencia de la catálisis, como realmente lo es muchas veces en caso de hongos. Pero esto, en bacterios, estaría en contradicción con el procedimiento de la aplicación de enzimas anteriormente explicado. A pesar de que una molécula del enzima puede ser capaz de descomponer materia orgánica equivalente a 40.000 moléculas de peróxido de hidrógeno, y esta cifra por segundo (!!), la cantidad de mucílagos formados por cada organismo aún sería un peso muy negativo en el balance vital. Entre tanto sabemos que estas sustancias están sintetizadas por los bacterios, valiéndose para esto del material descompuesto como fuente de elementos y de energía, porque sale siempre una diferencia negativa en el cálculo de las equivalencias y a ésta corresponde la energía consumida. La reacción con colorantes de las zonas fermentadas en sustratos de celulosa ha sido objeto de varios estudios. Resultan en la confirmación de que realmente no se puede mantener el primitivo concepto que suponía que la formación de mucílagos es un resultado directo de la hidrolización de las celulosas, Es seguro que, entre los bacterios celulosófagos, son siempre nuevas sustancias sintetizadas por ellos. Entre los bacterios polífagos hay que suponer (no existen estudios comparativos aún) que es en principio igual que entre los hongos que atacan a la celulosa. Hav parte de oxicelulosa formada por la descomposición y parte de mucílagos sintetizados. La proporción de los últimos es muy variable. La total ausencia de celulosa descompuesta en los mucílagos de los bacterios celulosófagos permite distinguirlos, por coloración de contraste (tabla 18, número 13), de los mismos producidos por hongos. Según IMSCHENEZKI, que aportó mucho a la aclaración del fenómeno, existe notable diferencia química entre las oxicelulosas y los mucílagos de bacterios. Los 352

últimos se dejan precipitar fácilmente con tanino, sulfato de amonio e bidróxido de bario. Con bario es fácil obtener una sal de la sustancia mucílaga. Su peso molecular es de 1.107, su formulación básica aproximadamente C- 33 %; O- 60%; H - 6 %. Se puede aislar algo de glucosa y/o ácido urónico, un 2 % como máximo. Los datos proceden de los mucilagos de Sporocytophaga, pero no parecen ser muy diferentes en otros bacterios, incluso en los que no son celulosófagos. Lo último demuestra definitivamente su origen de una sintetización por el organismo.

En la descomposición biológica de la celulosa, como ya hemos visto, la celulasa actúa como un enzima especializado exclusivamente para la celulosa; la celobiasa, al contrario, ya actúa sobre la celubiosa (que es el resultado del primer paso de la catálisis) y todos los azúcares inferiores; además, con tanta mayor fuerza cuanto menor es el tamaño de la molécula. Una situación parecida existe en todos los demás enzimas de los bacterios y hongos, pero no se conoce ninguno más que sea tan especializado como la celulasa, entre los enzimas de los organismos que afectan al material de libros o documentos. Todos tienen la tendencia a ser enzimas múltiples. Existen excepciones, pero no en nuestro campo.

E l daño en la fibra de la celulosa por hongos es casi siempre una oxidación o hidrólisis que destruye al principio las cadenas laterales (pérdida de flexibilidad), rompiendo luego los anillos de glucosa totalmente, resultando una carbonización del papel y siendo el efecto verdaderamente igual a la acción lenta del calor que generalmente se llama «destilación seca». E l mayor daño de este tipo lo provocan los Basidiomycetes xilófagos cuando los mismos —raras veces— llegan a desarrollarse en libros. Otras especies de hongos causan daños que solamente desarrollándose durante largo tiempo alcanzan una disminución importante en la resistencia del papel. Entre estos dos extremos tenemos todos los pasos intermedios de actividad celulosolítica. L a influencia de los factores que intervienen lo indica la figura 220. La determinación de la presencia o actividad de algún enzima se efectúa mediante control del consumo de la materia que se supone afectada. En caso de enzimas libres (en bacterios celulosófagos los hay solamente en el género Sporocytophaga) se procede a cultivar en un sustrato liquido, filtrando luego el mismo por un filtro de bacterios (figura 80) y se expone un nuevo sustrato estéril a la acción de lo filtrado, mediante los recipientes, etc., de la figura 77 C, controlando su posible descomposición enzimática. En el último caso

353 23

deben estar presentes tanto el resto de la materia descompuesta por el enzima como la cantidad exactamente proporcional a la parte descompuesta de las sustancias resultantes de la acción enzimática, en nuestro caso glucosa.

La fácil determinación cualitativa de un enzima del grupo de las oxidasas con el reactivo Guayaco (tabla 17, número 43, y tabla 18, número 12) ya se explicó en el capítulo 2cc), sobre el catabolismo de la celulosa. La glucosa se controla cualitativamente con refractómetro. Para el papel son más peligrosos, a largo plazo, los hongos que actúan con oxidasa; si bien el daño es más rápido —caso de que existan condiciones ecológicas cerca del óptimo— por las especies que actúan exclusivamente con la celulasa. Para madera existen investigaciones detalladas, por ejemplo, por BENITO MARTÍNEZ (025-1). Para papel carecemos de una investigación comparativa que nos pueda decir algo referente a la peligrosidad potencial de un hongo bibliófago. Colorantes y pigmentos de los microorganismos La formación de colorantes y pigmentos la hacen muchas especies por naturaleza, dando al material afectado algún color, solamente a veces, típico. Mayormente, al contrario, el color que se observa puede variar según el sustrato, con las condiciones ecológicas en general y por la fase del ciclo biológico en que se encuentra el organismo. Los bacterios producen a veces colores muy llamativos, incluso luminosos y fluorescentes, pero su formación no siempre es simultánea con la infección; pueden ser fenómenos posteriores o bajo cierta influencia de un factor molesto o extraño. Suele ser típica la reacción con cierto pigmento en caso de determinadas sustancias, o por el valor pH del objeto atacado, solamente en algunas especies; mayormente no existen reglas.

Entre los hongos hay también el caso de una coloración por efecto físico-óptico, radicando en la refringencia de las ninfas. Éstas son entonces en su mayor parte de pared dura de mico-quitina o de celulosa y quitina. La última es monorrefringente y así extingue parte del prisma de la refracción birrefringente de la celulosa, produciendo nuevos colores como resultado de la extinción. Este tipo de coloración es raro en papel y frecuente entre los hongos que atacan madera. 354

En el papel es en general algún colorante químico el que causa las manchas. Las hay en todos los colores, si bien no son tan llamativos como algunos de los bacterios. Como ya hemos dicho para los últimos, tampoco los hongos, salvo raras excepciones, se pueden clasificar según sus colores. Es el sustrato y el valor pH los que hacen cambiarlos. Colores por efecto óptico del micelio se eliminan muy difícilmente, porque la quitina, en cuya refringencia radican, es un material muy resistente a cualquier producto químico, excepto los que también atacan a la celulosa. A l contrario, se quitan fácilmente las manchas coloreadas procedentes de secreciones que son sustancias parecidas o iguales a los antocianos, grupos de colorantes muy frecuentes en el reino vegetal y fácilmente hidrolizables, perdiendo en este caso su color; por tanto, no es difícil dejarlo desaparecer. Manchas amarillas son en su mayoría debidas a antoxantinas (flavenoles), siendo en su efecto colorante más resistentes que los antocianos. Naranja y rojo pueden ser también carotinas que se portan, desde el punto de vista de la restauración, como los anteriores.

Si no hay coloraciones, el papel afectado por hongos toma un color poco distintivo, ostentando un tono gris-crema o marrón muy claro.

2cd-b)

Reacciones fisiológicas

a factores externos

Los tres factores básicos son humedad, temperatura y luz, en lo que se refiere a factores físicos. Los factores químicos son principalmente los componentes del sustrato y los gases del ambiente. En los últimos son, naturalmente, oxígeno y dióxido carbónico los decisivos. En la composición del sustrato es el nitrógeno la sustancia decisiva, así como su origen (orgánico e inorgánico), y muchas veces hay cierta discriminación del uno u otro hidrocarburo para la alimentación de los celulosófagos. E l factor disponibilidad del alimento, a veces decisivo, para el caso de hongos y bacterios en el papel, podemos dejarlo sin consideración especial, porque sin duda habrá siempre una cantidad no limitativa para el desarrollo inicial del organismos en cuestión. La necesidad de vitaminas y de elementos oligoplerontes (catalizadores del metabolismo) es variable; algunos organismos parecen poder vivir mucho tiempo sin ellos. 355

En principio, cada factor externo que influye sobre la ecología de un organismo realmente debe tener alguna influencia sobre su metabolismo, incluso hasta inhibirlo totalmente o afectar su genética. No se considera normalmente como factor ecológico algo que inhibe pasivamente al organismo, penetrando un sustrato o biotopo, si no tiene carácter de factor influyente también en el caso de que el organismo afectado se encontrara ya dentro del sustrato. Para nosotros solamente el primer caso es de interés práctico. E l segundo, influencias sobre la genética, se ha usado, en la biología agrícola, incluso para combatir plagas. En nuestra especialidad no existen trabajos de esta clase.

Humedad Su influencia es fundamentalmente diferente si un organismo se desarrolla en un sustrato líquido o «seco». E l primer caso, que a nosotros nos interesa solamente para las pulpas en la fabricación de papel y, naturalmente, en el cultivo artificial de la investigación, se limita a que el líquido pueda absorber cierta cantidad de oxígeno o no. La última posibilidad —para nuestros fines teóricos no permite el desarrollo más que a organismos anaerobios. Si, por el contrario, existe posibilidad para alcanzar un mínimo de oxígeno, pueden desarrollarse organismos facultativamente anaerobios, y a este grupo pertenecen los bacterios más importantes entre los celulosófagos y algunos de los hongos que dañan gravemente a pulpas y papel. E l segundo caso, el desarrollo sobre un sustrato sólido y más o menos seco, es lo que nos interesa principalmente. Como función clave tiene la proporción de la humedad relativa del aire. Ésta varía fuertemente según la temperatura, porque se «disuelve» una cantidad de H O casi geométricamente creciente con la temperatura en el aire y, consecuentemente, bajando la temperatura se aumenta la humedad relativa mucho más que la proporción en que se baja la temperatura. 2

p

Esto hace que la calda de algunos grados pueda llevarnos ya al punto de saturación (100 por 100) y entonces hay precipitaciones. Éstas, dentro de una sala, no se presentan en forma de lluvia, como en las afueras, sino en condensaciones en las superficies algo más frias (por ejemplo, cristales de las ventanas, etc.), donde las podemos observar fácilmente. Si una sustancia tiene afinidad a la humedad ( es higroscópica) y su temperatura es solamente algunas décimas inferior al resto del ambiente, se condensa la humedad allí y será absorbida en seguida.

356

Esto provoca un nuevo enfriamiento (porque la fibra húmeda conduce mejor la temperatura al interior) y se aumenta asi nuevamente la condensación por el enfriamiento superficial.

De esta forma se mojan fácilmente libros puestos contra una pared fría y es el motivo por el que conviene separarlos siempre unos 10-15 centímetros de la misma, para que la radiación negativa del frío de la pared no provoque el explicado aumento de la absorción de humedad. La figura 221 explica la relación entre humedad relativa del aire y de la humedad absoluta del papel. Existe una constante entre la humedad absoluta del material celulósico y de la humedad relativa del aire. Algo influye la calidad del papel. En la figura indican, por ejemplo, las curvas X el mejor comportamiento de papel de trapo que de un papel corriente, pero limpio de madera. Papel que contiene pasta de madera se porta aún peor; además, prácticamente incalculable, porque influyen entonces factores variables, aparte de la celulosa.

De las amplitudes en los ambientes positivos para bacterios (aproximadamente 100 por 100 hasta 84 por 100), hongos ([99] 98 por 100 hasta 61 por 100) y para insectos (93 por 100 hasta 60 [561 por 100) se deduce fácilmente que una biblioteca está en su margen climático ideal si se mantiene la humedad relativa del aire entre 55 y 45 por 100 de humedad. Menos no conviene, porque entonces durante el medio día, si se aumenta la temperatura, se llega fácilmente debajo de 35 por 100 y se acerca ya al límite de la sequedad dañina para papel y pergaminos (que está alrededor del 30-35 por 100). La influencia de la humedad sobre los organismos es: 1. " Actuando sobre la posibilidad, genéticamente limitada para ciertos porcentajes de H O del funcionamiento de su metabolismo y de que pueden formarse enzimas para actuar sobre su sustrato, etc. 2. ° En la evaporación y absorción de humedad por el organismo, cualidad también genéticamente fijada para cada especie o estirpe, de la cual depende el margen para su actividad que el microorganismo tiene durante el ritmo diario del microclima o dentro de sustratos con humedad variable. 2

f

357

3.° Puede tener importancia la capacidad del ambiente en absorber la humedad producida por el organismo en el catabolismo del sustrato, porque si se satura el ambiente rápidamente, especies que no aguantan el 100 por 100 de humedad relativa del aire se ven frenadas por su propia transpiración (muchos hongos). La figura 221 indica que los bacterios pueden vivir hasta en 100 por 100 de humedad relativa del aire, pero bajándola suelen dejar su actividad ya mucho antes que los hongos. Insectos, más aún que hongos, están frenados por altos porcentajes, pero algunos están muy preparados para seguir viviendo en sustratos bastante secos, extremos que hongos no pueden alcanzar, salvo que haya las explicadas condensaciones locales. Éstas son realmente la fuente de vida para muchas especies de hongos y para prácticamente todos los bacterios que observamos en archivos.

TABLA NÚM. 22

MINIMO D E L A H U M E D A D RELATIVA D E L AIRE Y L A D E L SUSTRATO «h» (•) P A R A E L DESARROLLO D E HONGOS BIBLIÓFAGOS

Especie Rhizopus nigricans Verticillum sp. (¿celulosae?) ... . Cladosperium herbarum Penicillum notatum Aspergillus versicolor Botryotrichum piluliferum ... Stemphylium piriforme Trichoderma viride Haplographium fulgineum ... Penicillum roqueforti

Aire (% relativo) 93 90 89 88 84 78 78 78 77 77 76 72 71 70 65<(**) 65 < 65 < 64

Papel de trapo

Papel de periódico

22

22

19 19

17,5 18,5

15

14

15

15

14

12,5

(*) Humedad «h» ~ el porcentaje de humedad, calculado sobre el peso seco del material. (•*) — mayor que la cifra, indicada como punto de inhibición del desarrollo. 358

Temperatura y humedad forman normalmente un paralelogramo de fuerzas que dentro de límites específicos de cada especie se compensan parcialmente y a veces sólo durante un plazo de tiempo limitado. Por tanto, los límites de humedad que indica la tabla 22, pueden ser sobrepasados cierto tiempo si la temperatura no está también en su extremo.

Temperatura (tabla núm. 23) Su actuación es igual en cualquier circunstancia, sea sustrato sólido o líquido, y puede variar solamente en la resistencia activa contra sus extremos si otros factores, como humedad y lo sustrato alimenticio, valor pH, etc., están cerca del óptimo. La resistencia pasiva, por formación de esporas o cistes duraderos, se mejora en función del tiempo que tarde la temperatura en modificarse. Cambios bruscos que no dejan margen para la formación de estas esporas, etc., pueden ser fatales en temperaturas que, llegando lentamente, permiten a la infección supervivir. Muchos bacterios y algunos pocos hongos aguantan más temperatura elevada o reducida que los hongos en general. Los limites inferiores de la actividad son parecidos entre los especialistas para bajas temperaturas en ambos grupos; los limites superiores de los bacterios termófilos son notablemente más altos que los de los hongos que aguantan calor. Considerando las excepciones mencionadas, se puede decir que el mínimo para microorganismos está alrededor o un poco por debajo de 0° C, el óptimo oscila entre 20 y 28° C y el máximo de crecimiento (no el limite mortal) está entre 44 y 52° C. Cualquier función vital tiene un óptimo de temperatura en que la función está en un equilibrio ideal, a todos los efectos, con las demás funciones del organismo. Dentro de cierto margen rige para microorganismos la ley de V A N T ' H O F F de la manera que un cambio de la temperatura por 1°C aumenta o reduce por un 20-30 por 100 la actividad del organismo. En los limites máximos y mínimos se produce primero una suspensión reversible del metabolismo que, con el tiempo, o pasando encima del limite, se transforma en una acción destructiva del sistema metabólico que causa la muerte del individuo.

Estas cifras tienen importancia práctica para nosotros por la relación entre humedad del sustrato papel y humedad relativa del aire (figura 221) y son para considerar en la climatización artificial de una biblioteca. 359

Luz Es un factor limitativo absoluto sólo para algunos micelios de hongos superiores. Para el resto de los hongos y prácticamente todos los bacterios es limitativo a partir de cierta intensidad. La luz difusa estimula a muchas especies bibliófagas, por lo menos en su esporulación, pero su total carencia en ningún caso inhibe el desarrollo de los micelios de hongos y el de bacterios. Por tanto, no hay freno del daño en ningún caso práctico de un archivo por el factor luz. Entre los bacterios hay, como sabemos, algunas especies que reaccionan con la formación de pigmentos contra la luz. Pero estos pigmentos en ningún caso son defensas solamente contra la radiación; son un resultado normal del metabolismo, o se presentan siempre si hay un obstáculo. Por tanto, la luz es entonces algún factor negativo más contra que el organismo reacciona, igual como contra otros factores si se acercan a sus límites tolerados. Este rige principalmente para los rayos azules y de la banda ultravioleta. La teoría de que la formación de colores amarillos y rojos es para protegerse contra rayos de onda corta, como es la luz azul o ultravioleta, no tiene razón, a pesar de que se puede encontrar en conocidos tratados de la microbiología. Basta abrir un libro viejo, dañado por bacterios, y ver la paleta de todos los colores entre sus páginas —consecuencia de una reacción contra la sequia o lo que sea del sustrato— para comprender que nuestros estimados colegas, autores de los mencionados tratados, se equivocan. Creemos que el error es por trabajar ellos principalmente en campos de la microbiología, donde el sustrato normal que investigan no se encuentra siempre tan cerca de los limites aún tolerables por el organismo, como nos ocurre con el papel. Estando al contrario todos los demás factores cerca del óptimo, entonces para la vida en el suelo, por ejemplo, es naturalmente la luz ultravioleta uno de los factores más negativos que existe.

Radiación La radiación exterior que alcanza la tierra, influye algo al crecimiento de las cepas, en nuestro caso más bien en los cultivos artificiales de investigación. No está aclarado bien cuál de las es que coinciden las variaciones del de semilla, cultivos de Penicillium en etcétera) con situaciones típicas del

360

diferentes radiaciones tiene influencia. Cierto crecimiento de muchas plantas (brotamiento la obtención de la penicilina, fermentaciones, macroclima, como grandes frentes de baja

presión, etc., que inhiben algo al crecimiento. Si bien es aspecto bioclimático muy interesante, no podemos ampliarnos aqui. Su influencia en la práctica de nuestro caso es de poca trascendencia.

Oxígeno Todo el carácter aerobio o anaerobio de bacterios está fijado en la capacidad o carencia, dentro de cada especie, de dejar desaparecer los peróxidos que, en presencia de oxígeno, se forman en la deshidrolización. La incapacidad causa en corto plazo una intoxicación mortal por los peróxidos. E l factor interno es fácilmente variable en algunas especies de bacterios, llamadas por esto facultativamente anaerobios. Mayormente pertenecen a la última categoría los hongos que pueden vivir «sin» oxígeno. La carencia de oxígeno normalmente no es mortal para los tipos aerobios, solamente es un factor limitativo hasta el máximo para la función del metabolismo. Por tanto, puede eliminarse una infección anaerobia por la presencia de oxígeno, pero no al revés, la aerobia por falta de oxígeno. El carácter anaerobio puede ser facultativo, no solamente según la capacidad de la especie para eliminar los peróxidos, sino también condicionada a la presencia de ciertas sustancias, en el sustrato natural. Técnicamente se usa sustancias para eliminar el oxigeno de los sustratos artificiales, como hemos visto en la descripción de los métodos de laboratorio (figuras 75 y 82). El mismo efecto pueden tener algunas sustancias del organismo vivo que facultan al parásito anaerobio en el sentido indicado, como, por ejemplo, la glutationa, que es un agente Rcdox natural.

Para nuestro caso es de mayor importancia, si el carácter facultativamente anaerobio es condicionado a la presencia o carencia de alguna sustancia específica. E l campo, posiblemente muy grande, de estas relaciones, se empezó a estudiar cuando se observó la importancia de la simbiosis que en microorganismos es mayormente una aportación de sustancias claves. Detalles sobre sustancias habituales del papel que modifican el carácter facultativamente anaerobio aún no se han investigado, pero sabemos que existen relaciones de esta clase en varios casos.

361

25-32 15-28 9*

— — — 1

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' . .t

:!

: "S. • *• ; í • v : '. - S

20 — 16 — 15 15 10 — 11 —

Idem Idem Idem Idem Sporocytophaga ellipsospora Idem Mycobacterium spec, (celulosófaga) ... Sorangium compositum Idem Sorangium celulosum

1 O "rt « i r o 1 .2. | — r § X> o 73

1 «•> | cì 40 debajo 38

«•»

i

skae y C. difluí.

1 1 1 1 1

(*) La temperatura indicada es mortal después de una hora. (•*) Las mismas temperaturas cita STANIER para Cytophaga rubra.

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— 15-26

ci oo oo oo \o r* VÌ vi

encima 37 encima 37

1 1 1 1 5§

18-30 15-29 18-30

11

26-32 26-30 22-30 20-30 22-28

1 11

30 15-28

15 —

iiiL1 Idem Sporocytophaga myxococcoides

i 37-42

«N — **

25

e» "0

Idem

00 oo

1

60-65 33-37 28-45

S M S

KRZEMIENIEWSKI IMSCHENEZKI y SOLN

JENSEN JENSEN IMSCHENEZKI y SOLN

STAPP y BORTELS SLAWINA KRAEMER HUCHINSON y CLAYTI IMSCHENEZKI y SOLN

FULLER IMSCHENEZKI IMSCHENEZKI PELCZAR HUNGATE CLAUSEN KRAINSKI STAPP y BORTELS STANIER (*•) IMSCHENEZKI y SOLN

BC

Bacillus Omeljanskii var. thermopliilus. 33 Celulosófagos mesófilos 25 Bacillus sub til is —

IMSCHENEZKI y SOLNZEWA SLAWNINA STAPP y BORTELS DUBOS JENSEN KRAEMER

STAPP y BORTELS DUBOS

BUEHLMANN ZINSSER KRAEMER FULLER GRAY

Autor

S M

31 debajo 37 debajo 37 debajo 33

Máximo de 10 min.

— ' s S 1

Idem

debajo 37 34

debajo 35 debajo 37

CI

Vibrio Winogradskii

Máximo

1

Vibrio fulvus

22-35 —

— 15

37

Pseudomonas ephemerocyanea Vibrio amylocella

Óptimo +2

Mínimo

Pseudomonas aeruginosa

Especie

LIMITES Y ÓPTIMOS DE TEMPERATURA (EN GRADOS CELSIO) PARA BACTERIOS BIBLIÓFAGOS Y/O CELULOSÓFAGOS

TABLA NÚM. 23

1 ¡?¡ñ i i

1

s

Ì •Sì 5 È

ü

Dióxido

carbónico

De los factores químicos naturales del ambiente, que son los gases del aire, interesa, aparte del oxígeno, la concentración del dióxido carbónico. En la introducción al capítulo II ya hemos explicado la trascendental importancia que esta parte pequeña de la composición del aire tiene para la vida terrestre. También en ciertas funciones fisiológicas influye directamente. Por ejemplo, la formación de clamidósporas, como en el género Fusarium de los fungí imperfecti, puede ser estimulada por C 0 . 2

En general, los factores químicos del ambiente normal, para nosotros, no son de tanta importancia como los físicos y como los factores químicos del sustrato. Entre los últimos también podemos distinguir entre factores físico-químicos y componentes de simple efecto químico. A los primeros pertenecen el potencial Redox y el valor pH, el resto son todos y cada uno de los componentes del sustrato. Potencial Redox Como regla puede servir que acercándose el valor al equilibrio ± 0 significa una función favorable para el desarrollo y, alejándose el valor, es señal de una acción frenante. Si lo último se observa en un cultivo artificial, es motivado por circunstancias del cultivo y rara vez está en congruencia con las necesidades del organismo. únicamente en caso de enzimas del grupo oxidasa, respectivamente de los organismos que los usan en el catabolismo de su alimento, hay inicialmente un movimiento del potencial Redox hacia cierto valor específico, variable solamente según el sustrato y algo también según humedad y temperatura. El caso es rarísimo entre bacterios, pero más frecuente entre los hongos. La aclaración del aspecto para hongos bibliófagos tenia interés, como la de la acción enzimática de las oxidasas en general, porque nos permitía valorizar mejor la peligrosidad de la especie, pero —como hemos dicho anteriormente— no hay aún investigaciones en nuestro sector.

364

£1 efecto frenante del potencial Redox desequilibrado afecta principalmente a la acción enzimática del organismo. En especies anaerobias influye, adicionalmente, también sobre su resistencia o no al oxígeno. Valor pH (tablas números 24 y 25) Este valor actúa normalmente sobre la acción enzimática y como regla puede valer que su efecto es mayor en una reacción enzimática que en una función, de carácter comparable, de un catalizador inorgánico y a su vez en la fase acida, más pronunciado aún. Esto demuestra que la influencia del valor pH es biológicamente más compleja que su parte fácilmente visible. Será afectado todo el metabolismo. Se ve muy bien en muchos hongos que cambian, como reacción externa, el color de sus pigmentos, según el valor pH en que se encuentran, sin que el pigmento tenga carácter de reactivo. Por otra parte, el valor puede ser modificado activamente por el organismo en su propio sustrato, y tanto hongos como bacterios lo hacen con frecuencia si están obligados a consumir determinado tipo de nitrógeno. Es asunto importante para papeles modernos. Si, por ejemplo, usamos colas a base de resinas de urea, se debe esperar que un valor casi neutral no dificulta la situación a los hongos bibliófagos. A l contrarío, si no hay nitrógeno presente, también especies que pueden vivir sin el mismo necesitan cambiar el valor pH hacia una reacción pronunciadamente más acida, para equilibrar su desarrollo. VERONA lo ha demostrado, por ejemplo, para el género, muy celulosófago, Chaetomium.

A muchos bacterios celulosófagos frena el aumento de la acidez progresivamente, salvo unos pocos ácido-resistentes. Cerca del neutro tienen sus óptimos y los valores alcalinos frenan proporcionalmente menos que los ácidos. A l contrario, a los hongos, en su gran mayoría, los frena mucho un valor alcalino, y valores ácidos que los bacterios ya no admiten todavía son útiles para elevado número de hongos. Por tanto, neutralizando papeles favorecemos a los bacterios, si no subimos ya a un valor pH de 8,5-9, como se puede ver en la figura 483. La modificación hacia un valor pH ácido, frecuente de observar en cultivos de bacterios sobre sustratos artificiales, no demuestra ninguna afinidad a un am-

365

biente ácido —incluso muchas veces frena o prohibe esto pronto la actividad del bacterio—, sino que es resultado de alguna insuficiencia del sustrato artificial. En condiciones naturales, el mismo sustrato consume o neutraliza los ácidos producidos en el catabolismo. En un sustrato tan artificial como el papel, efectos parecidos se pueden observar con facilidad. Primero medio macerado por la acción de los bacterios, pronto suele ser colonizado por hongos que se aprovechan de la acidez y de la sustancia orgánica formada por los bacterios.

TABLA NÚM. 24

LIMITES Y ÓPTIMOS D E L V A L O R pH P A R A BACTERIOS CELULOSÓFAGOS Especie Vibrio napi Vibrio prima Vibrio Winogradskii ... Cellolomonas biazotea Bacillus Omeljanskii Bacillus thermofibríncolus Clostridium cellobiparus . Bacterium protozoides . Actinomyces spec Actinomyces spec Proaciinomyces cytophaga . . . . Proactinomyces spec Promyxobacterium spec Cytophaga Huchinsonii Sporocytophaga myxococcoides ... Sporocytophaga spec. (?) Sorangium compositum ... Idem ... Idem

Mínimo

Óptimo

Maximo

4,6 4,6

7,6 7,5/7,6 7,2/7,6 7.0/7,6 6,4 7,4/8,0 8,0/8,4 5,5 7,5 7,7 7,0 7.0 6,5/7,0

7,6 9,2 7,6/8,0 <"

— — 5,2 7,0 3,4 4,0 5,0 2,5 5,3

— 6,2 5,5 6,5



— 2,5 2,8 1,5

— 4,5 4,5 <» 4

7,5 7,0/7,4 7,5 7,2/7,6 7,0/7,6 7,0/7,4 8,0/8,5 6,5/8,0

— 6,9 9,7 11,7 8,0 9,2 9,5 7,8 »

— 8,0 9,0 8,5 9,5 9,6 (10,0) 12,5 »>

— 9,5 8,5

Autor SlU SlU KRAEMER IMSCHENEZKI SIU IMSCHENEZKI SIU

Siu Siu Siu Siu SIU IMSCHENEZKI IMSCHENEZKI SIU IMSCHENEZKI SIU KRAEMER SIU IMSCHENEZKI SIU KRZEMIENIEWSKI

"> En pH 8,0 se notaba ya una grave dificultad de desarrollo. SIU cita más especies aisladas cuyos valores están entre las dos especies citadas como extremos. SIU lo cita como Spirochaeta cytophaga, que serla sinónimo a Cytophaga Huchinsonii, que él cita también. Según los datos, dudamos que sea alguna especie de Cytophaga; nos parece lo más probable que es una estirpe extremo de Sporocytophaga myxococcoides, que en condiciones extremas no forma cistos, como hemos podido observar; también variaban mucho los extremos de cada cultivo. <> Crecimiento reducido a un tercio hasta un cuarto; valores inferiores quedaron sin comprobación. 4

366

TABLA NÚM. 25

LIMITES Y ÓPTIMOS D E L V A L O R p H PARA HONGOS BIBLIÓFAGOS Especie y tipo del cultivo

Botrytis cinerea, nitrógeno de (NHO2SO4 ... Chaetomium elatum y globosum

Minimo

Óptimo

2,5 3.0

6,5 5,6 6,7/7,7 7,5 8,0 7,1/8,0 7,0

3,0

Máximo 9,0 8,0 7.7

Autor Siu BONAVENTURA

8,0

KOWALIK VERONA BONAVENTURA

— bostrychodes, Murorum, cochlioides, och5,8/6,6

VERONA

Todas las especies anteriores, valores finales del cultivo en: 8,2 6.6 4,5 4,3

— KNOi

— NH.NOj — (NH0.SO4

Chloridium sp., nitrógeno de: — NH,H PO, 2

Coprinus sp., nitrógeno de (NH»)jS0 Curvularia lunata (Walk.) Boed. (en fibras). Epicoccum nigrum, nitrógeno de: NH.H.PO, — NaNO, 4

E. purpurascens Fusarium scirpi

Metarrhizium glutinosum Pellicularia isabellina, NaNOj

2,5

5,0 3,0 5,0 2,5 2,5 3,2

Rhizoctonia solani, nitrógeno de: — NaNO, — (NHO SO, — NILHjPO, Sporotrichum bombycinum, nitrógeno de: — (NH ) SO, 4

2

— NH,H PO«, NTLNOj 2

2,8 5,9 5.4

6,0 8,0 7,0 7,0 7,0 4,2 6,0 5,0/6,2 7,7 6,0 6,0 5,0 4,2/5,8

KOWALIK KOWALIK

9,0

SIU

KOWALIK

9,0 8,0 8.0 8.7 9.0

BONAVENTURA KOWALIK SIU SIU KOWALIK

8,0

KRAEMER

6,0 8,0 5,0

KOWALIK

8,0 3,0/7,0 5,0 4.5

KOWAUK

7,5

7.6 7,9 7,9

SIU BONAVENTURA VERONA BONAVENTURA

Nitrógeno

(tablas 26 y 27)

Entre los componentes del sustrato, las sustancias que aportan el nitrógeno son de trascendental importancia. Cualquier organismo auténticamente heterotrofo necesita nitrógeno orgánico para poder existir. Pero también hay muchos organismos no autótrofos, por no ser capaces de asimilar C 0 , formando hidrocarburos, que son quimótrofos, es decir, pueden aprovechar nitrógeno inorgánico para su alimentación. Existen ambos tipos entre los microorganismos celulosófagos. Para el papel, los dos pueden ser peügrosos, si bien en papeles modernos son generalmente más a considerar las especies quimótrofas. 2

E l extremo, a partir del mismo la falta de nitrógeno orgánico es prohibitivo, depende de un factor interno genético y es muy poco variable entre bacterios (tabla 26). Por adaptación, la variabilidad es prácticamente nula, por selección, en ciertos casos de exigencias internas, la es posible, pero raro. Entre los hongos hay todos los tipos desde un extremo al otro y la adaptación selectiva es frecuente.

Hay, a veces, raras combinaciones entre las preferencias alimenticias de los hongos bibliófagos (tabla 27). No son más que adaptaciones de especies ya polífagas por naturaleza. Esto nos obliga a esperar que existen hongos que aún no hemos observado como bibliófagos, pero que son capaces de serlo o de adaptarse al sustrato papel. Especialmente si penetramos con archivos en zonas del mundo hasta ahora poco frecuentadas, debemos calcular con esto. Un fenómeno que nos ha llamado mucho la atención es la rapidez de la destrucción de papel por hongos que usan como fermentos oxidasas, caso que estaba presente urea en el papel. La estimulación es tan genérica y se limita en este grado extremo a los hongos de oxidasas que suponemos una relación directa entre el efecto del fermento y el grupo (NHI)JCO, sin conocer detalles de la causa.

Vitaminas, aneurinas y elementos oligoplerontes de influencia metabólica No todos los microorganismos necesitan constantemente estas sustancias, o deben ser solamente cantidades tan mínimas, que durante largo plazo les es posible existir sin ellas. Otros necesitan vita368

minas del grupo B y los elementos hierro, manganeso, cobre, cadmio y magnesio. Investigaciones sobre los límites demostraron en especies que destruyen celulosa y además pueden consumir azúcares, que la necesidad subía proporcionalmente al volumen de la celulosa que destruyen. Esto demuestra que la influencia por estas sustancias es sobre la función enzimática o los elementos pertenecen a los mismos enzimas. Un papel más importante pueden tener las sustancias estimulantes del crecimiento, las aneurinas. Primero hay que destacar que no todos los organismos heterótrofos lo son en todos sus aspectos. Y a hemos visto que algunos pueden vivir sin nitrógeno orgánico (quimotrofismo). L o mismo ocurre con los estimulantes de crecimiento. Muchos hongos y bastantes bacterios son autótrofos para aneurina. Esto no excluye que se vean favorecidos si la encuentran por camino ajeno. En el suelo son principalmente las algas los aportadores de la aneurina ajena. Esto va a tal extremo que consideramos posible que la selección de las especies que habitan fácilmente sustratos artificiales deben ser de antemano autótrofas para aneurina. Por ejemplo, Rhizopus, que rara vez hay como hongo bibliófago, no lo es. Varias especies de Chaetomium (Ch. Murorum, Ch. globosum y Ch. bostrychodes), al contrario, hemos cultivado mucho tiempo en sustratos de celulosa pura precipitada, sin que se modifique su desarrollo, ni cambie de velocidad en forma suficientemente apreciable cuando facilitábamos un sustrato primeramente infectado de algas. Se debe considerar a este género, importante entre los hongos celulosófagos, como autótrofo para aneurina; observación llamativa, porque no lo es del todo para nitrógeno orgánico. A pesar del referido resultado, es conveniente proceder con un máximo de cautela en deducciones de esta clase, porque las funciones son en todos los casos tan complejas que es técnicamente dificilísimo, si no imposible, suprimir todos los factores laterales para llegar a un resultado absoluto, salvo cultivando durante muy largos plazos sin cambiar el sustrato.

Concentración

del alimento

Hay, naturalmente, muchas sustancias que, como componentes del sustrato y a partir de cierta concentración, inhiben el metabolismo del organismo, o incluso lo destruyen mortalmente. 369 24

CELULOSÓFAGOS

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STANIER

STANIER

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KRZEMIENIEWSKA

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Valorización: 0 = sin crecimiento, 1 y 2 — crecimiento mediano, 3 = desarrollo óptimo

Autor

Soi

2

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INFLUENCIA DEL NITRÓGENO EN EL SUSTRATO SOBRE EL CRECIMIENTO DE BACTERIOS

TABLA N L M . 26

<

TABLA NÚM. 27

PREFERENCIAS ALIMENTICIAS DE HONGOS BIBLIOFAGOS Préfère Especies

Celulosa

Alternaría tenuis — humicola

+

netas

Cera

Ceratina Cuero Pectina (seda, lana) pergamino

+ +

+ +

Aspergillus flavas — fumígalas — niger — oryzae . . . . . . — repens

+ + + (+)

Chaetomium globosum ...

+ +

+

Cladosperium herbarum ...

+

+

Coprinus spec

+

Mucor mucedo

+

+

(+)

+

+

+ +

Paccilomyces varioti ... Pénicillium luteum vermiculatum

+ +

+

+

+

Scopulariopsis

+

+

+

+

Trichoderma viride

+

+

Rhizopus nigricans brevicaulis.

+

+ +

(+)

Pullularla pullulans ...

Almidón

+

Conocidísimo es el caso de la fermentación del vino que termina encima de cierto grado de alcohol, matando a los bacterios de la fermentación de los azúcares. En nuestro campo se producen casos similares con los azúcares resultantes de la celulosólisis, pero solamente en cultivos artificiales. Que ciertos germicidas, como fenol o m-cresol, pueden ser descompuestos por algunos bacterios si su con372

+ + +

centración es baja, ya lo hemos citado para las Proactinomyceteae. Hay numerosos casos más en otras sustancias, aspecto que nos tendrá que ocupar en el capítulo 5) de las sustancias de prevención. La forma como cada sustancia actúa sobre el organismo afectado es más específica de la sustancia que de los organismos. 2cd-c)

Ecología

La misma es, en general, el gran campo de batalla de la biología aplicada. Lo que comprendemos bajo el término «ecología» es el estudio del comportamiento de un organismo en su biotopo que es el área típica o causal en que vive una especie, ante la acción de los factores externos e influido y guiado en esto por sus propias cualidades o características. Este comportamiento es entre los microorganismos en gran parte una reacción fisiológica programada por factores internos a las influencias externas. A pesar de esto, se suele comprender la ecologia como un concepto propio y algo separado de la fisiología, por ser mucho más compleja.

Para explicar fácilmente su regla básica conviene imaginarse la ecología como un estudio contable retrospectivo, con la finalidad de localizar los costos y ganancias que tiene una empresa para valorizar su posición entre la competencia de su sector y dentro del radio de su acción. Cualquier individuo vivo que habita un biotopo alcanza un volumen de desarrollo que es equivalente al saldo entre factores positivos y negativos para su desarrollo en este sitio si ninguno de los factores es absolutamente inhibitivo (ley del mínimo de LIEBIG). Entre los individuos de la misma especie domina el del mejor saldo. Entre las diferentes especies que se presentan en un biotopo, pueden desarrollarse solamente las que tienen un saldo a su favor en este sitio, y si para alguna especie este saldo llega a ser en un momento dado muy superior a las demás, puede ocurrir que la misma elimine las otras, llegando al total dominio del sustrato o biotopo. Si entonces la especie es capaz además de modificar el carácter del biotopo, puede evitar incluso la repoblación por las otras especies cuando luego se disminuyen sus condiciones y su saldo favorable desciende. Es como un capitalismo de monopolios establecidos. Ejemplo práctico, y muy importante, para papel son los hongos que obtienen catalíticamente H 0 . 2

373

Analizando situaciones ecológicas del sustrato papel, se concentra el interés sobre las siguientes preguntas y problemas: 1)

Carácter del agente dañino

Para la biología aplicada de cualquier sector, la pregunta dominante es por el carácter biológico. Para nuestra acción defensiva del papel la pregunta se perfila en que es agente dañino primario (es decir, que puede atacar por su cuenta, sin ayuda de nadie, y solamente debe encontrarse con el objeto de su acción) o es parásito secundario (que necesita la labor de un agente primario o de un factor negativo del biotopo sobre el objeto antes de que el secundario pueda desarrollarse y causar daño). No hace falta mucho conocimiento biológico para comprender que el límite entre uno u otro tipo en parte es arbitrario, según el punto de vista que sirve para formar nuestro criterio. En la práctica se suele considerar como primario a un agente que ya con variaciones mínimas del término medio normal puede empezar su labor y es capaz de modificar activamente las condiciones de su sustrato en un sentido conveniente. Nuestro estimado profesor de la entomología aplicada, ZWOUUTÍR, en su día catedrático en Munich, definió para su auditorio el concepto del agente dañino primario con la manifestación de que hay solamente dos, que son mis colegas X y X X (que tenían las otras cátedras alemanas de entomología forestal y no tenían conceptos tan estrictos de la entomología forestal como él). Para nuestro caso ha dicho con este aforismo una gran verdad; si fallamos con nuestra inteligencia en penetrar el problema ecológico de una biblioteca, que siempre será un biotopo totalmente artificial y formado según nuestra voluntad, damos paso a los agentes dañinos secundarios, los bibliófagos, y somos el agente primario que abrió el camino. Ningún agente dañino se puede desarrollar si conseguimos mantener el ambiente de la biblioteca en el óptimo para los libros. En vista de que esto es imposible en muchos casos prácticos, depende mucho del buen criterio del archivero responsable que a largo plazo se defiendan bien sus existencias o no. Hemos dicho «a largo plazo» porque el problema radica principalmente en el efecto que causa dentro de unos cientos de años lo que hacemos ahora.

Antiguamente se decía que el libro siente como el hombre; por tanto, el lugar que nos es agradable también es bueno para el libro. Hoy no deberíamos fiarnos ni aun de esto. Demasiado está cambiando el material a custodiar y mucho avanza la técnica de favorecer el bienestar del hombre. Y a están cambiando nuestros propios «sentimientos ecológicos» y se vicia nuestra sensibilidad para las circuns374

tancias del ambiente. Es un importante hecho en favor de la conservación que el archivero reconcilia su sensibilidad en este sentido. Muy diferente es la situación en los biotopos que pasan las fibras del papel antes de llegar a formar el mismo. Tanto antiguamente, en la maceración biológica de las fibras naturales, como hoy, en las pulpas de las pastas de fibras procedentes de la maceración química, existe una amplia flora bacteriana y la de algunos hongos típicos. La única diferencia es que en la maceración biológica se desea su acción para eliminar sustancias adherentes, librando así las fibras, y se interrumpe la acción cuando estas sustancias están eliminadas en su mayoría, antes de que los microorganismos empiecen a atacar la fibra misma. A l contrario, en la pulpa procedente de la maceración química, todos son parásitos cuyo daño puede alcanzar cifras elevadísimas. Para los Estados Unidos se citan costos enormes por pérdidas (450 millones de dólares al año), hasta 1-2 dólares por tonelada de pasta de papel. Allí las especies características de la celulosólitis naturalmente son agentes dañinos primarios y no pueden ser eliminados por cambio de las condiciones, salvo de forma muy violenta. Siempre se debe usar germicidas para su eliminación o aplicar durante cierto tiempo temperaturas por encima de 100° C, lo que técnicamente no siempre es posible o fácil, ni protege más que hasta enfriarse la pulpa.

2) Competencias En vista de que ninguna especie, o individuo, se encuentra solo en su biotopo, la próxima pregunta es sobre el comportamiento entre sí mismos y sobre la competencia de las diferentes especies presentes. Pueden ser sus relaciones de carácter neutral, antagónico o sinérgico. Relaciones totalmente neutrales son raras o no existen, porque por lo menos hay competencia en el consumo del alimento. Frecuente es el antagonismo. En nuestro caso debemos considerar que existe normalmente una guerra sin cuartel entre las especies de los bacterios mismos y entre bacterios y hongos. Entre los dos últimos grupos existe normalmente un antagonismo positivo, es decir, que los antibióticos de los hongos destruyen bacterios y viceversa. 375

Este antagonismo puede ser influenciado decisivamente por factores externos. Los hongos se desarrollan normalmente en sustratos algo ácidos, incluso producen activamente su acidez; los bacterios celulosófagos, en su gran mayoría, necesitan ambientes neutrales o alcalinos del sustrato. Si se cambia artificialmente el valor pH, puede producirse un cambio importante de las condiciones en favor de los bacterios, que entonces dominan a los hongos e incluso se ven favorecidos por disponer de materia orgánica, rica en nitrógeno, vitaminas, etc., que son los micelios de los hongos a que entonces dominan. Su desarrollo puede llegar asi a niveles encima del normal. Antibióticos: Gran parte de nuestros antibióticos medicinales proceden de los saprofitos del suelo. Por tanto, no extraña que también muchos de los celulosófagos defiendan su terreno con antibióticos, e igualmente los hay entre los bibliófagos, que en su mayor parte pertenecen en la naturaleza a los saprofitos del suelo. Se considera como bactericida o fungicida las sustancias, producidas por algún organismo, que inhiben a otro en su desarrollo y, con mayor concentración, intoxican a él mortalmente. E l control de la presencia de antibióticos se hace inoculando un sustrato, adecuado para ambas partes, con las dos especies, observando quien domina al otro y con qué concentración del antibiótico. En la tabla 28 hemos reunido algunos datos para bibliófagos frecuentes. Es natural que la sustancia antibiótica inhibe en teoría a partir de algún limite también a la propia especie. En la práctica conocemos superproducciones solamente de Trichoderma viride, cuyas victimas son estirpes de la propia especie ya en degeneración. Los antibióticos de los hongos normalmente afectan al metabolismo de la victima, provocando autolisis catabólica. Entre los bacterios hay muchas diferentes formas de actuar, a veces auténticamente diabólicas. E l uso práctico de antibióticos para la protección de papel no es realizable, debido a la escasa estabilidad de las sustancias, que se descomponen en plazos relativamente cortos y son además sensibles a otras sustancias químicas presentes en el papel. Menos frecuente, pero siempre muy llamativo, es el caso de una simbiosis. En esta situación, la actividad de una especie permite el desarrollo de la otra, que sin la presencia de la primera no podría vivir, o, en caso de una simbiosis ideal, ambas especies no pueden vivir sin la otra. Es capítulo importante para nosotros y, por tanto, lo hemos separado de cada grupo y lo tratamos en conjunto para todos los bibliófagos en el capítulo 2g). 376

TABLA NÚM. 28

ANTIBIÓTICOS D E ALGUNOS BACTERIOS Y HONGOS BIBLIÓFAGOS Y SU EFICACIA SOBRE OTRAS ESPECIES AISLADAS D E L PAPEL

Esp e cie s Bacillus subiilis

Sustancia Bacitracina Subtilina

Pseudomonas aeruginosa Piocianina

Concentración mínima eficaz

Especie del control

1:2-10* (b)(») Streptococcus pyogenes 1:10' (b) Mycobacterium tuberculosis 5

1:3-10 (b)

Bacillus subtilis

1:3-10» (b,f) 1:10

Escherichia coli Fusarium spec.

Actinomyces sp.

Estreptomicina

Aspergillus flavus Aspergillus sp.

Ácido aspergílico 1:3-10 (b,f) 1:2-10 Citrínina 1:5-10' (b)

Bacillus subtilis Cladosporium herbarum Bacillus subtilis

Pénicillium chrysogenum Pénicillium sp.

Penicilina Griseofulvina

1:3-10' (b) 1:2-10' (0

Bacillus subtilis Botrytis spec.

Fusarium oxysporum

Eniatina

1:3.1o (b,f) 1:10'

Bacillus subtilis Botrytis spec.

Trichodcrma viride

Gliotoxina

1:2-10* (b,f) 1:7'-10« 1:3-10* (0 1:1,5-10» 1:5-10' 1:5-10« 1:3-10' 1:2- 10'C*)

Bacillus subtilis Stereum purpureum Fusarium coeruleum Botrytis spec. Trichothecium roseum Cladosporium herbarum Aspergillus niger Trichoderma viride

s

4

Viridina

5

(*) b eficacia bactericida, f — eficacia fungicida. La concentración citada provoca inhibición total. (**) limite de la autoinhibición.

Aquí vamos a citar solamente, como ejemplos explicativos, la simbiosis del hombre y de los árboles con múltiples bacterios. Tanto nuestra nariz como la boca y el intestino están poblados por enormes cantidades de bacterios. Éstos mayormente no son especialistas de la simbiosis con el hombre, viven también en muchos otros sitios. Por tanto no es una simbiosis ideal y el más favorecido es el hombre, porque estas floras de bacterios que llevamos en las citadas regiones nos protegen a veces activamente contra bacterios patógenos. Por ejemplo, Streptococcus virídans, en nuestra nariz, contra la difteria (Cornebacterium diphteriae), etc. Si, por el motivo que sea, está saltada esta barrera biológica, nos ponemos enfermos por una enfermedad infecciosa. Esto también es el motivo por el que

377

el uso de antibióticos debe ser siempre la última razón. Con éstos matamos también a los bacterios buenos de la simbiosis y nos exponemos a nuevos peligros si no dosificamos bien estos medicamentos, aplicándolos con máxima cautela. Una simbiosis casi ideal la representan los bacterios que pueden asimilar nitrógeno y viven en las raices de muchos árboles. Ambas partes, sin la otra, no llegarían a desarrollarse más que miseramente. E l árbol alimenta a los bacterios y ellos suministran nitrógeno asimilado al árbol.

Por fin, hay un caso especial, no comprendido en los tres términos anteriores, que es la convivencia por oportunismo. Bajo esto se comprende la presencia de una especie en un sustrato u otro individuo, viviendo allí sin consecuencias para el sustrato o individuo colonizado hasta que no influye un factor negativo para los últimos. Entonces el convivente puede transformarse en agente dañino. Todas las especies comprendidas en este grupo, por tanto, son agentes dañinos secundarios. Como ya hemos explicado anteriormente, son casos frecuentes en el sustrato papel.

3)

Bioíopo

Como bitopo o «habitat», que es el último elemento básico del conjunto ecológico, se comprende el sustrato, el área de vida, en que vive el organismo, objeto de nuestro estudio. Cada especie tiene sus biotopos habituales, que entonces se suele llamar «habitat» o biotopo ideal. Pero no siempre viven las especies solamente en esto. Pueden vivir también en otros biotopos, si existen ciertas condiciones que les hacen aceptables, o simplemente por ser elástica la especie en sus exigencias vitales, puede vivir aun en el ambiente o sustrato en cuestión. Pueden ser condiciones muy lejos del óptimo para la especie y la velocidad del desarrollo muy reducida, pero para nuestro problema, tan afectado del largo plazo, sería suficiente un mínimo de saldo positivo para representar un peligro. Como ejemplo del diferente desarrollo de Vibrio Winogradskii damos la figura 163, que pertenece al grupo de los agentes dañinos que aumentan rápidamente su efecto si las condiciones mejoran.

El capítulo del sustrato puede ser relacionado directamente con factores internos de la especie si la misma es capaz o no de tolerar ciertas sustancias. Como regla genérica vale que cuanto más espe378

cializada sea la especie, más importante es la presencia o falta de alguna sustancia en el sustrato. Para especies polífagas del suelo, por ejemplo, la lignina no ofrece un obstáculo importante. Para especialistas de la descomposición de celulosa lo puede ser, como demuestra la figura 165. Del mismo género (Pscudomonas), dos especies reaccionan de forma totalmente diferente a la misma presencia de lignina, según el grado de su especialización en destruir celulosa: Ps. (¡eruginosa es polífaga y poco afectada; Ps. ephemerocyanea, especializada en celulosa, está gravemente afectada.

Como ya hemos dicho en la introducción al capítulo de los bibliófagos, nos ocupamos de un sustrato artificial que no existía en la naturaleza y, por tanto, encontramos entre los bibliófagos principalmente las especies elásticas y adaptables a este sustrato pobre. Esta su capacidad les ofrece una ventaja dentro del nuevo sustrato: la menor competencia por el alimento, que se transforma en mayor facilidad de multiplicación para este reducido número de especies, que han «aprendido» a ser bibliófagos. La influencia ecológica del extremo negativo que aguanta una especie, es un aspecto muy importante en la biología aplicada, porque casi siempre tenemos que ocuparnos de sustratos o cultivos artificiales que provocan fácilmente situaciones extremas. Pero realmente también lo existe en gran escala en la naturaleza, no influida por el hombre. Por ejemplo, hay, en general en las zonas cerca de los polos, pocas especies, pero gran cantidal de individuos, debido a la escasa competencia, y, cerca del ecuador, el mayor número de especies, pero en poca cantidad de individuos y éstos se frenan viceversamente por encontrarse todos cerca de sus óptimos ecológicos.

Es el papel en sí ya un clásico ejemplo de la ley del equilibrio biológico: si en el balance ecológico se pone o quita algo en un lado, siempre hay una contrarreacción en el otro lado. Es importantísimo tener esto siempre muy presente si se hace algún tratamiento (como, por ejemplo, neutralizar papel), o se climatiza una biblioteca, etc.; hay que esperar alguna nueva acción de contrapeso, no siempre calculable de antemano. Es genérico de esta situación que las especies que aguantan la situación extrema, entonces tengan la tendencia a un enorme aumento numérico de individuos por falta de sus factores frenantes en un área normal. Este fenómeno se suele llamar una graduación.

379

4)

Graduación

Se observan en su progreso fenómenos nuevos, los de la competencia entre individuos de la misma especie. L a sobrepopulación, dentro de un espacio limitado, se desarrolla según esquemas típicos de cada especie en cuestión. Suelen estimularse normalmente mucho los individuos estando a medio camino de la multiplicación, subiendo a un cúmulo máximo, y desde allí caen las curvas del número de población violentamente. Esto ocurre por haber dejado paso a algún factor negativo, que puede ser simplemente el agotamiento del alimento o algún factor externo contra el que ya no se pueden defender. L a curva descendente casi siempre es bastante vertical y se recupera a menudo muy por debajo del nivel ideal de la población. Este fenómeno existe absolutamente entre todas las especies que hay en el mundo; solamente su acentuación es mayor o inferior según cada especie. En el sustrato papel se llega fácilmente a la destrucción total por alguna especie con un carácter de graduación violenta, porque todos los bibliófagos juntos son ya una selección, negativa para el sustrato papel, entre las especies que teóricamente pueden vivir del mismo. Si bien es muy variable el plazo y número de multiplicación, como para unos bacterios indica la tabla 28A, es factor interno, genéticamente fijado y muy poco modificable, ni por adaptación selectiva. En nuestro caso, el factor no tiene la importancia, como en la medicina. Siempre son los factores externos los que deciden sobre la graduación y, por tanto, sobre la suerte de nuestro objeto, el papel.

TABLA NÚM. 2 8 A PLAZO D E U N A GENERACIÓN D E BACTERIOS, E N CONDICIONES A P R O X I M A D A M E N T E ÓPTIMAS

(*) Vibrio Winogradskii (*) Bacillus cereus var. mycoides Mycobacterium Staphylococcus Streptococcus (*) Sporocytophaga myxococcoides (*) Especies bibliófagas.

380

45-55 minutos 28 minutos (PELC/AR)

800-930 minutos (PELCZAR) 25-30 minutos 45-50 minutos 60-90 minutos

Se aleja algo de nuestro tema, pero por su trascendental aspecto para la especie humana consideramos oportuno, hablando de graduaciones, decir aquí también unas palabras sobre nuestra propia graduación mundial: Sofísticamente podíamos relacionar el asunto con nuestro tema, porque un desarrollo hacia una situación violenta aumenta el peligro por el bibliófago accidental número uno: Homo sapiens. Pero el tema es demasiado severo; es necesario introducir en la mente de los demás el problema y la consciente preocupación por el superdesarrollo numérico de la humanidad. Los continuos gritos de Casandra por los biólogos que se ocupan del desarrollo humano se basan en el punto crítico y visiblemente de peligrosidad alarmante que hemos alcanzado en la curva ascendente de nuestra propia graduación. Y a coinciden tantos síntomas de peligro que conocemos de las graduaciones de otros animales, además confirmados por estudios comparativos entre los últimos y el mono desnudo que seguimos siendo biológicamente, para obligarnos a declarar la existencia de un elevado peligro: sin intervención, la sobrepoblación de nuestro planeta se está acercando a un punto catastrófico. Si los adeptos de ciertas teorías filosóficas, o inspirados por remotos conceptos religiosos, en una lamentable ofuscación mental, suponen que nosotros, que deseamos regular los desarrollos anormales, nos ponemos en contra del principio Divino, se equivocan. Solamente unos desgraciados que nunca han experimentado la gracia de penetrar con la mente del investigador al conjunto vital de este mundo, pueden suponer que nos dejaríamos influir por otros conceptos que nuestra conciencia. Estas personas, en realidad, dan el más triste ejemplo práctico para nuestras razones. Con su deformada mentalidad y su fanatismo ya han llegado a ser un inminente peligro para el desarrollo equilibrado de la humanidad. Pueden servir sus argumentos absurdos solamente como pretexto para unas tendencias político-económicas, no muy humanitarias.

5)

Biotopo ideal

E l motivo por el cual, en el estudio de los bibliófagos, hemos considerado siempre lateralmente los celulosófagos en general, radica en el fenómeno, también ya indicado en la introducción al capítulo, de que existen especies que no han poblado aún su biotopo ideal, sino que están todavía en un área «accidental». 381

No podemos entrar aquí en la discusión teórica, muy interesante, del porqué, ejemplos prácticos en cantidad demuestran que es asi. Si obtenemos un sustrato artificial, no previsto en el conjunto natural de nuestro mundo (el cual se ha desarrollado por libre equilibración entre si de las fuerzas naturales), entonces debe haber, por simple lógica, la probabilidad de que existen especies que aún no han «descubierto» su biotopo ideal. Si este sustrato artificial, el papel, que durante casi dos mil años se ha mantenido en cierta región y en condiciones más o menos iguales (las del ambiente vital humano, en las zonas no calientes del mundo), ahora cambiamos además de sitio, penetrando más a las zonas calientes, alojando las bibliotecas en ambientes artificiales (según creemos ideales para las mismas, pero el plazo de comprobación práctica es muy corto todavía), entonces debemos esperar un mayor nesgo de que tropecemos con alguna especie nueva y violenta.

Siendo, por fin, los bacterios, y también los hongos primitivos, en su mayor parte cosmopolitas ecológicos, sin que les encontremos ya todos en todos los sitios del mundo, es necesario prepararse para la defensa contra este caso de ocupación «de repente» de un biotopo ideal. Este es uno de los motivos por los cuales hemos ampliado tanto nuestro presente libro precisamente en este sector de los microorganismos. 6)

Factores internos de efecto ecológico

Entre los factores internos de la especie, pueden tener importancia en los biotopos naturales de los celulosófagos, por ejemplo, la halofilia (capacidad de vivir en ambientes salados), que tiene, para citar un bibliófago, Vibrio Winogradskii, o la resistencia a ácidos que, incluso, en papel puede ser favorable para el agente dañino, y citamos para esto Mycobacterium de los bacterios celulosófagos. Entre los hongos bibliófagos es genérico la calidad. Otro factor de este grupo es la resistencia al dióxido carbónico y otros gases, importante para los celulosófagos que lo producen. No hay ejemplo del papel, pero, al contrario, muchos del biotopo suelo pantanoso. E l ya citado Vibrio Winogradskii es, por ejemplo, uno de los muy activos también en un concentrado ambiente de C 0 que el mismo produce. También puede producirse, de un factor interno, limitativo, como la necesidad de nitrógeno orgánico, su inversión en factor favorable, si fabricamos nuestro sustrato papel de la forma que contiene en abundancia a esta materia. Esto es el caso, usando ciertas colas (figu2

382

ra 166), o simplemente haciendo papel con pasta de madera, que, en sus acompañantes de la lignina, lo lleva. Las especialistas encuentran su campo libre de la mayor parte de competencia. De decisivo efecto es la capacidad de formar estirpes resistentes a ciertas sustancias antibióticas. Y a es muy conocido que incluso los «antibióticos de la bandad ancha» pueden fracasar en su uso medicinal. Lo menos complicado que es el mecanismo del efecto de una sustancia, más segura su acción duradera. Los germicidas que causan simplemente una aglutinación de la albúmina, no pueden fallar fácilmente. E l capítulo, de la inversión del valor ecológico normal de un factor, se podría ampliar más, pero los citados ejemplos ya lo demuestran claramente.

7)

Adaptación

Ya hemos citado la elasticidad de adaptación a nuevos sustratos o condiciones. L o último puede tener importancia práctica si la adaptación es fisiológica e inmediata. Entonces unos factores accidentales de carácter favorable que se presentan durante corto plazo son peligrosos ya, el microorganismo en cuestión los aprovecha instantáneamente. El clásico ejemplo es el papel «quemado» de repente en seco. Frecuentemente es la combinación de este factor interno con algunos factores externos. Otro ejemplo práctico es el daño a los fieltros en la fabricación de papel, siempre que en las pulpas se presenta una combinación de bacterios que reúne la capacidad para esto, en el momento cuando tocan al nuevo sustrato. Hoy muchos veces el fieltro puede ser un material sintético y hemos visto ya que hay celulosófagos y bibliófagos de gran elasticidad en sus exigencias de sustrato. Si alguna simbiosis favorece un poco, especies polífagas, como Pullularia pullulans, ya han causado daños considerables por sorpresa.

8)

Dinámica

de la agresividad

Un importante factor interno es la dinámica de la destrucción del sustrato por la especie que ataca. Aparte de que ella puede ser absolutamente mayor o menor, la misma destrucción varía en su carácter. 383

La figura 165 a) y aa) indica la diferencia entre daño y consumo de celulosa. Por el carácter del ataque de V. Winogradskii, queda mayor el daño que deja suponer su consumo de la celulosa. En las otras especies citadas en la figura 165 no hay una diferencia tan notable entre daño y consumo. La variación porcentual de la dinámica está afectada por el carácter interno del metabolismo de la especie y por su reacción a factores externos. Y a hemos citado la diferente debilidad a la lignina de algunas especies que indica también la figura 165. Otro ejemplo muy llamativo es el carácter termófilo de ciertas variedades de B. Omeljanskii. Caso de que, por un factor externo, como algún bacterio que calienta el sustrato, frecuente entre los que descomponen material vegetal, la especie termófila se encuentre de repente en condiciones óptimas, procede a una destrucción violenta de su sustrato celulosa. (Supuesto ejemplo es la figura 154.)

Con esta compilación de las leyes básicas de la ecología hemos reunido las fuerzas importantes que pueden intervenir en el problema de la destrucción biótica de nuestro sustrato papel. A pesar de que es un objeto totalmente artificial, no existe ningún factor especial y específico para el mismo. Naturalmente existen muchos otros factores más que pueden presentarse, pero no tienen más importancia que un detalle limitado en su alcance.

2ce)

MICROORGANISMOS QUE DAÑAN A LAS COLAS

Este grupo, muy heterogéneo en sus convivencias según la clase de cola, tiene cierta importancia para los talleres de encuademación y de restauración, porque pueden modificar notablemente la calidad de las colas hasta inutilizarlas totalmente antes de que hayan sido aplicadas. E l concepto, a veces manifestado, de que este problema se extingue por su cuenta con el uso de colas sintéticas, especialmente del acetato de polivinilo, no se ha confirmado. Han cambiado parcialmente las especies que intervienen y los daños son menos frecuentes, pero si se llega al desarrollo de alguna especie dañina, las consecuencias negativas pueden ser totales. Para las colas de pescado y de gelatina animal, hoy históricas, salvo en la restauración, eran estos organismos mayormente los mismos que destruyen restos animales y que en parte conocemos como dañinos en pergamino, cuero, etc. Más importancia práctica tienen aún los organismos del grupo que descompone con preferencia sustancias lácteas, porque afectan a las colas caseínicas que se usan en 384

papeles de buena calidad artística, etc., e incluso a las del polivinilo si contienen cargas de proteínas. Las especies típicas del grupo son: — Entre los bacterios, Streptococcus lactis, St. creinoris y Bacillus lactofermento y en la fase final de la descomposición, Pseudomonas fluorescens liquefaciens. Los primeros actúan con frecuencia juntos (figura 166), incluso con otros de su grupo; el último descompone colas ya deshechas. De Streptomyces se observó un daño curioso: hace polimerizar precozmente colas viejas de urea-formol. — Entre los hongos destacan los géneros Mucor, Pullularia y Aspergillus, pero hay casualmente muchas especies más, preferentemente de los géneros Botryotrichum, Botrytis, Penicillium, Helminthosporium, Stachybotrys, Trichotecium. La flora cambia, si se trata de colas de cloruro de polivinilo y de acetato de polivinilo. Especialmente el último producto hoy se usa en gran escala para la encuadernado n industrial, porque reúne condiciones muy convenientes como cola para libros. Su mayor defecto es su debilidad a bacterios y hongos. E l cloruro de polivinilo se porta mejor, si bien también suele ser atacado, pero para la encuadernaron no es tan conveniente como el acetato.

— Entre los bacterios destacan entonces Bacillus subtilis y B. megaterium, Pseudomonas aeroguinosum, Micrococcus y ciertas especies de los Actinomycetes. — Entre los hongos se suele observar Aspergillus flavus, A. niger, Chaetomium globosum, Cladosporium herbarum, Paecilomyces varioti, Penicillum chrysogenum, Pullularia pullulans y Stachybotrys otra. En vista de que estos organismos pueden dañar la calidad de la cola en una forma severa antes de que sea visible su acción por el aspecto de la cola, es decisivo que las colas contengan germicidas que las protejan suficientemente. Esto, a su vez, nos enfrenta con el problema del tipo de germicida conveniente para libros, que no suele ser siempre idéntico con las sustancias más convenientes desde el punto de vista industrial. Trataremos este aspecto en el capítulo 5c).

385 25

2cf)

MICROORGANISMOS PATÓGENOS

HUMANOS LN LIBROS

Este capítulo ha sido objeto de vivas discusiones públicas, no siempre con fines muy académicos. Por ejemplo, una reciente campana en Alemania ha tenido, por lo menos parcialmente, la finalidad de conseguir que no se recuperen los libros escolares (que en Alemania el Estado entrega gratuitamente a los alumnos), aumentando así los editores de libros escolares su volumen de venta.

Pero, dejando aparte estos aspectos de intereses creados, nos queda un problema no muy pequeño. Las bibliotecas públicas tienen a veces una frecuencia elevada, y si bien el papel no es un sustrato favorable para la mayoría de los microorganismos patógenos humanos, tampoco es perjudicial y en cierta forma protege a los gérmenes si los mismos están entre las hojas de un libro. Pueden, por tanto, volver a propagarse si las condiciones los favorecen de nuevo. Otro aspecto importante es la protección del personal de la biblioteca. Es lógico que, si existen infecciones habitualmente presentes en bibliotecas o archivos, pueden presentarse situaciones de un peligro profesional, de ciertas infecciones o enfermedades. Como en la industria ya es concepto generalmente considerado, también el puesto de trabajo en un archivo, etc., debe estar bajo el control de la medicina laboral para conservarlo en condiciones inofensivas para el personal. Por tanto, también es legítimamente parte de la materia de nuestro estudio, la conservación de la salud de los que cuidan las bibliotecas y así lo incluimos a este capítulo, como en su día lo hemos incluido al tratado sobre la conservación de maderas (KRAEMER, 217-2). Hemos tenido la satisfacción de observar en España en dos ocasiones concretas el efecto práctico de incluir en el citado libro indicaciones sobre la previsión medicinal.

En la literatura sobre los microorganismos del papel, el aspecto medicinal ha sido considerado repetidas veces. No obstante, siempre se enfocó el asunto desde un punto de vista no totalmente acertado. Si investigamos papel con la finalidad de su conservación, naturalmente cultivamos con preferencia mediante sustratos que seleccionan a los organismos que pueden ser dañinos para el papel, usando, por ejemplo, sustratos de suspensión de celulosa en agar, como primera base del cultivo. Luego, si hemos pescado algún germen nuevo para el papel, miramos en la lista de los organismos patógenos de la me386

dicina humana y ¡eureka' si lo encontramos también allí. Así indudablemente llegamos a obtener una lista de bacterios y hongos malignos que nos deben preocupar, pero nunca será esta lista la reflexión práctica del problema medicinal. Lo que se debe hacer, y, según nuestro conocimiento, lo hicieron por primera vez los citados alemanes, interesados en la promoción de la venta de sus libros escolares, es obtener cultivos con procedimientos que reflejen la contaminación humana, igual como los médicos lo hacen en caso de una supuesta infección patógena. E l procedimiento usado, y que nos parece útil y recomendable, para esta clase de investigación es: Se toma las pruebas (materiales y por raspado, con una paleta de raspado o mediante un tampón, mojado con solución fisiológica de NaCl) en las partes exteriores e interiores de los libros, cultivando las infecciones en todos los diferentes sustratos, como se usa para la identificación medicinal (agar de alimentación general, agar de suero de sangre y de sangre entro (a. del chocolate), agar de Enterocoecus, agar de Slaphylococcus, agar para hongos patógenos, agar de Leifson, solución de extracto de carne, de Preuss amarilla —Salmonella y Shigella—, de selenita, etc.). Partiendo de lo seleccionado con estos procedimientos, se puede suponer haber captado la flora real de los microorganismos patógenos humanos en actividad.

En las compilaciones de microorganismos patógenos humanos, los citados del papel se ven reunidas unas especies que causan muy diferentes enfermedades y, a simple vista, horroriza pensar que todas estas infecciones nos esperan en los libros; pero en la práctica no es para tanto. E l doble carácter patógeno, en material vegetal y en el hombre, es un interesante aspecto ecológico. Para estar capacitado para esto, el organismo debe tener la capacidad química de romper la defensa mecánica de la planta, en nuestro caso tener enzimas para el catabolismo de la celulosa y sus afines, y un margen en su máximo u óptimo de temperatura que le permita vivir y desarrollarse predominantemente entre 37-42° C. Patógenas en forma peligrosa serán especies cuyo óptimo de temperatura cubre la del cuerpo humano. Este es el caso, por ejemplo, en Aspergiilus niger (óptimo de 21-43°) o A. fumigatus (33-46°). Si además, como en nuestro ejemplo, la amplitud del valor p H es grande, el carácter patógeno será de consideración.

También puede haber la situación que el paso intermedio «papel» filtre en sentido positivo, permitiendo la propagación de ciertos 387

gérmenes relativamente inocentes e impida la propagación por camino de él a una especie peligrosa. Esto es, por ejemplo, el caso con el género bacteriano Neisseria. Se observaron vivas en papel las especies N. fiavescens, N. flava y N. sicca, pero en ningún caso N. meningitidis Holl. La última es extremamente peligrosa; los primeros, a lo sumo, son culpables de catarros. Se explica la selección porque los primeros se desarrollan bien a 22" C, teniendo su óptimo algo debajo de 37°; el causante de la meningitis, al contrarío, no puede vivir en temperaturas del ambiente, teniendo su mínimo cerca de 37° y el óptimo encima.

Una calificación del sitio de trabajo en «archivo» o «biblioteca» desde el punto de vista medicinal debe basarse naturalmente en una comparación de la situación especial con la situación genérica en que vivimos. Es decir, con la de nuestro hogar, de la calle, etc. Entonces está clara la reducida diferencia y que el principal problema lo representan las especies de hongos que pueden causar enfermedades alérgicas, como Alternaría, Cladosporium, etc. Éstas, a su vez, no son absolutamente inevitables en bibliotecas. A l contrarío, coinciden en los alojamientos mal calificados para fines archiveros. Por ser más lógico, incluimos aquí ya los ácaros, minúsculos insectos parasitarios que pueden presentarse en archivos y bibliotecas y que son dañinos para el hombre. Su daño es principalmente también de efecto alérgico, solamente el género Pediculoides, común parásito de las larvas de Anobíidos que dañan libros, causa otro efecto más: la falsa sarna o sarna de los cereales. En la búsqueda del motivo de alergias hay que considerar, por tanto, ácaros que viven en el papel y los que son parásitos de los insectos bibliófagos. La sensibilidad de personas contra ciertas albúminas, que generalmente llamamos «alergia» y que en esencia es una reacción excesiva de la defensa natural del cuerpo contra albúmina ajena, varía mucho. No influye la estatura física, etc., en la debilidad; solamente, una vez sensibilizado el cuerpo, suelen aguantar mejor las estaturas fuertes. También, igual que la albúmina es peligrosa de verdad o no, ninguna de las especies bibliófagas que causan con frecuencia reacciones alérgicas es patógena de verdad. Aparte de los microorganismos de hongos, también hay insectos que son capaces de provocar molestias. Son conocidos los Acáridos y los Blatoidos (cucarachas) como origen de alergia. Por lo visto cargan al «polvillo» que producen en la descomposición de materiales con ciertas secreciones, a las cuales puede formarse sensibilidad. Por fin, naturalmente, hay que considerar la posible reacción alérgica contra sustancias químicas, como origen no natural de la irritación.

388

Por otra parte, el trabajo en una biblioteca o en un archivo en sí ya ofrece cierta anomalía en la vida del hombre. Por tanto, queremos puntualizar nuestro criterio en el sentido de que debemos valorizar encima del término medio, para otros lugares, a cualquier tendencia de superior presencia de organismos patógenos. La persona que trabaja continuamente en un ambiente de archivo está algo reducida en su resistencia natural a infecciones, y esto es consecuencia del ritmo de vida y del microclima en el ambiente de su habitual lugar de trabajo. Lo que puede influir negativamente en la resistencia humana dentro del ambiente que nos ocupa es; la reducida movilidad del cuerpo; la alargada permanencia en luz artificial; la influencia de una carencia de ciertos estímulos o irritaciones y, por tanto, superior notabilidad de los que quedan; la a veces excesiva carga sobre la secreción natural, de las pieles mucosas de nariz y boca, por polvos; el olor y los vapores de máquinas copiadoras, sustancias de conservación, etc., y, por fin, el cambio brusco a otro ambiente, saliendo de la biblioteca después de muchas horas de estancia.

En resumen, se puede considerar que no existe, en general, mayor probabilidad de infección para el público dentro de una biblioteca o archivo que en cualquier otro lugar público. A l contrario, sitios de grandes aglomeraciones de gentes son de mayor peligro (véase también los datos de la figura 107). Para el personal de archivos y bibliotecas, al contrario, existe cierta elevación de la exposición teórica por encima de la situación «termino medio». No obstante, están fácilmente al alcance remedios corrientes para acomodar sitios de trabajo en oficinas, etc. Éstos, además, suelen favorecer también a los objetos del archivo. En sectores especiales, como, por ejemplo, los repetidas veces citados libros escolares, no se puede negar que el papel puede ser portador «adecuado» para organismos patógenos y la conveniencia de pensar en medios preventivos es correcta y aconsejable. Se ofrecen, por ejemplo, aditivos germicidas al papel de estos libros.

2d)

CARACOLES QUE DAÑAN PAPEL

Es conocido desde hace tiempo que nuestros caracoles de mesa, Helix pomatia y H. áspera, son capaces de digerir celulosa con sus 389

propios fermentos. Además, seguramente lo hacen igualmente la gran mayoría de los caracoles terrestres. A la vista de esto, ha sido curioso que en un territorio africano (rogamos al lector perdonar que por discreción no digamos donde) nos consultó un comandante militar, furioso, sobre la destrucción de sus anuncios, colocados en algún lugar dentro de la selva densa, y que quedaron devastados al paso de una noche. Sospechaba de algún nuevo acto guerrillero, pero no se atrevía a actuar porque le habían dicho que la destrucción la hicieron «con animalitos que tienen medicina». En vista de que hasta hoy en África es de fuerte susto, si algo «tiene medicina» (es decir, es un tabú o que sirve para hacer magia contra una persona), buscaba el comandante alguien a quien consideraba de brujo, más potente que su supuesto adversario, y no se le ocurrió ninguna idea mejor que dirigirse al que escribe. Así hemos llegado a conocer el primer caso de daños por caracoles en papel. Además, efectivamente, ciertos caracoles se consideran en varios sitios africanos como «animales que tienen medicina», prohibiendo, por ejemplo, a los niños comérselos, etc. Por tanto, el «informador» tenia razón. Con esta pista observábamos la siguiente noche, a la luz de nuestros linternas, cómo cantidades de caracoles se comieron los últimos restos de las bandas clavadas. Se tranquilizó el comandante, visto que no tenia que luchar contra brujos que mandan animalitos con medicina, sino solamente contra los guerrilleros, «que es nada en comparación», como nos informó. Para terminar bien el incidente, regalábamos una bolsa de pentaclorofeno sódico a los soldados para que trataran con ello sus papeles, que entonces quedaron intactos. Aparte de este caso, que despertó, naturalmente, nuestra curiosidad, hemos observado repetidas veces el mismo daño en varios sitios en África y por fin también en España, en los Picos de Europa, donde hemos visto Arion empiricorum y A. intermedius como especies dañinas en carteles de anuncios colocados al aire libre (figura 401). Importancia práctica para archivos no tendrá ni en el trópico, pero en tablas de enseñanza, etc., sí podría tenerlo, considerando que gran parte de la enseñanza allí no se desarrolla en edificios muy cerrados. Hemos comprobado que el uso de la dextrina es de efecto muy atrayente a los caracoles, siendo esta cola muchas veces el material con que pegan el impreso sobre un fondo de cartón o de contrachapado. El papel dañado por caracoles, puesto contra la luz, parece nuboso y las zonas más claras, donde los caracoles rasparon el papel con su lengua de lima, tienen forma de concha. Es inconfundible el daño.

390

2e)

INSECTOS

BIBLIÓFAGOS

Los clásicos bibliófagos son los insectos. Los primeros se han descrito ya en la Antigüedad, y en la tumba de TUTANKAMÓN se encontraron papiros dañados por insectos, más el bibliófago correspondiente (Lasioderma serricorne). A pesar de esto, la importancia práctica de los insectos bibliófagos se rebajará progresivamente con el perfeccionamiento de la técnica del alojamiento de bibliotecas y archivos. Normalmente no son capaces de causar daños irreparables en plazos cortos; posiblemente los termites son la única excepción. Por tanto, fallos transitorios de la climatización o del control regular, etc., no ofrecen peligro inmediato por insectos. Esto lo hemos reflejado ya en este libro por la fuerte ampliación de las partes dedicadas a los microorganismos. Por otra parte, todavía estamos lejos de llegar a un perfecto control del peligro por insectos. Especialmente en el trópico puede haber aún especies que pueden ser fuertes bibliófagos sin que hasta hoy hayan sido observados como tales. Esto no se refiere solamente a termites, si bien ellos, por su organización estatal, son los destructores habituales con las mayores posibilidades. E l sustrato natural de los insectos bibliófagos es madera muerta y a veces ya algo descompuesta por hongos, etc. Las especies que no necesitan lo último son las más peligrosas. Éstas actúan siempre con una simbiosis con microorganismos intestinales, salvo un grupo de los termites que son cultivadores de hongos; dando la madera triturada como sustrato a los mismos y comen los termites solamente a estos hongos cultivados. Hay algunos grupos de coleópteros que pertenecen, además, mayormente a la misma familia y que comprenden la gran mayoría de las especies conocidas como dañinos en papel. Otros dos grupos, los Derméstidos y las especies bibliófagas de los Microlepidópteros, destruyen principalmente el cuero, pergamino y colas, dañando al papel mismo más bien accidentalmente. Por fin, en comparación con los microorganismos, un elevado porcentaje del daño por insectos en libros debemos calificarlo como daño puramente 391

accidental. Esto, naturalmente, no significa que podamos descuidarnos del grupo accidental, pues demasiada pérdida han provocado a veces.

2ea)

DESCRIPCIÓN DE LAS ESPECIES

Procuramos dar datos morfológicos suficientes para la identificación de las especies o por lo menos de los géneros. Normalmente es razonable suponer que de repente no habrá alguna especie nueva de violentos daños. Esto no podemos admitirlo para termites y, en general, en zonas tropicales. En estos casos es importante, si se presenta de repente una propagación masiva, aclarar con algún especialista la identidad de la especie. No de bibliotecas, pero si de otros sectores de la entomología aplicada, conocemos casos de costosos tratamientos o procedimientos defensivos contra termites, por ejemplo, que no resultaron eficaces por equivocarse en la especie.

Como en los otros grupos de los bibliófagos, los insectos tampoco son normalmente las especies corrientes que se suelen citar en las introducciones a la entomología; consecuentemente, si no se consigue identificar una especie con nuestras figuras e indicaciones sistemáticas, hay que recurrir a algún museo o instituto que disponga de una amplia biblioteca de la literatura sistemática y, si es posible, de una colección de las especies de la región.

2ea-a)

APTERYGOTA ZYGENTOMA

Los tres géneros citados, con sus nueve especies observadas como dañinas en papel, se portan de forma parecida en lo que se refiere al daño, pero se distinguen en su bionomía. Corrientemente se llama a todas las especies «pez de plata» o «pececillo de azúcar»; además, la primera denominación es igual en casi todas las lenguas.

392

LEPISMA

y

CTENOLEPISMA

(figuras de 232a y tabla 29)

Todas las especies son frecuentes en casas, las más corrientes son L. saccarina y L. subviítata. Como condiciones favorables necesitan calor (unos 20° C mínimo para su desarrollo, óptimo 35-37° C), humedad (72 por 100 mínimo a largo plazo, transitoriamente basta 60 por 100, debajo de este límite mueren las larvas, pero los adultos superviven hasta 55 por 100 humedad relativa del aire). También les hacen falta refugios para ocultarse durante el día; son insectos típicamente nocturnos. Ponen sus huevos en los sitios ocultos, como detrás de los zócalos, grietas en el suelo, etc. Las larvas jóvenes, inferiores a 2 mm., pero ya muy parecidas a los adultos, se alimentan primero de los restos de los huevos (casco, etc.). Luego (después de cambiar por segunda vez la piel), igual que los adultos, comen harina, restos vegetales y animales (pelos), papel, colas, cuero, textiles, etc. Hasta llegar a ser adultos cambian múltiples veces la piel y tardan entre varias semanas, en el óptimo y de uno a tres años en el mínimo. Llegando a la plenitud, tienen unos 7-12 mm., según condiciones de alimentación. Varía algo el tamaño de las especies. Su aspecto tipico lo indican las figuras; las especies se distinguen algo en su color y dibujo, si bien todos son más o menos de gris-plata y con vientre amarillento. E l color es de las escamas que cubren su cuerpo, como las escamas en las alas de mariposas. Por su forma de cuerpo, cónica y sin ningún resto de alas, no se puede confundir con otros bibliófagos sin ala.

E l aspecto del daño provocado por adultos y larvas es siempre sin residuo, limpiamente raspado, pero irregular (figuras 233 y 234). Pueden ser agujeros, cortes laterales a la hoja, casi como de ratón, o raspaduras superficiales. En el último caso, poniendo el papel contra la luz se observan zonas o filigranas más transparentes. En cuero y pergamino es típica la formación de agujeros como embudos y con frecuencia dañan las decoraciones que contienen algo más de cola o aglutinante. Muestran preferencia para las gelatinas de fotos y para cartulinas finas, coladas para dibujar o acuarelar. Su daño más grave está caracterizado por ser irregular y atípico. Con preferencia es en

393

legajos de un archivo. Se debe suponer que lo último es por la mayor facilidad de meterse entre las hojas, pudiendo, además, trabajar allí día y noche en oscuridad. Thermobia domestica (figura 232b y tabla 29) En principio se porta igual que las especies anteriores, pero en sus exigencias de temperatura está limitada con un mínimo de 35° C para la puesta de huevos y las larvas tampoco salen a temperaturas inferiores de unos 30° C. Esto frena la frecuencia de la propagación en las regiones septentrionales e impide su desarrollo en muchas zonas del trópico (costas) donde la variación de la temperatura es reducida y no suele pasar por encima de 32° C. Sus exigencias de humedad también son algo mayores que las de Lepisma. Se conoce la especie fácilmente por la diferencia en la posición de los estilos abdominales (figuras 232a y b) y por el dibujo de escamas negras que lleva en el dorso. Su tamaño es parecido y en su movimiento es algo más lenta que Lepisma.

TABLA NÚM. 29

MATERIALES Y GRADO D E L DAÑO POR ALGUNOS INSECTOS BIBLIÓFAGOS D E CARACTER POLIFAGO no ataca, 1 — daño leve yjo solamente casual ( 2 = daño fuerte

Tincóla biselliella ... . Gibbium scotias

394

1 2 0 0 0 1



i 2 0 0 0 1 1

cria

]?),

les

2 0 2 2 2 1

2 (1?) 2 1 1

1 (seda) —

Acelato de celul osa

2 2 1 1 0 2 2

t

Perg,amino y cu:ero

Lepisma saccarina 7 hcrmobia domestica . Anthrenus flavipes

Pape l de pe ríe ìdico

"« 8 Fièri celul

Especies

Pape / de barba, etc.

M a

Fibna de lana y seda

Clasificación: 0

0 0 i i 0 0 0

0(1?) 0 2 0 (1?) 0 0

E l daño también se parece mucho, pero es orientado más hacia el papel. En pergaminos, etc., daña al aglutinante de dibujos, pero no hace los embudos típicos en la superficie, como se observa en Lepisma. La tabla 30 indica diferencias típicas también en la alimentación. Los tratamientos contra la propagación de todas las Zygentoma deben ser polvos de insecticidas, convenientemente combinados entre alguna sustancia insecticida duradera, como, por ejemplo, Toxaphene, más pelitre que es de efecto precoz, y algo de harina. E l uso de fluoruro sódico, antiguamente recomendado, ya es algo anacrónico y especialmente puede ser dañino para los libros. Todas las especies son muy débiles a insecticidas ingeridos, por este motivo conviene la adición de la harina a los polvos. Las especies de este grupo son, en zonas del clima mediterráneo y subtropical, unos de los más importantes destructores en bibliotecas y archivos; en el clima de Europa central ya se reduce su importancia. COLLEMBOLA

De este orden, muy numeroso en especies, se observa algunas, pero sólo casualmente y en bibliotecas muy húmedas o de zonas con clima subtropical. La presencia de tipos como indican las figuras 235 hasta 237 (Eníomobryidae, Hypogastruidae, Neelidae), y que se caracterizan por estar capacitados para saltar, es señal de que existen ataques por hongos en los libros. Los insectos mismos casi no se les puede calificar como bibliófagos, excepto especies de Lepidocyrtus (figura 236), que causan daños parecidos a los de Copeognatha.

2ea-b)

ISOPTERA I (Biología de

íermiíes)

Los termites, descritos ya desde la Antigüedad por PLINIO el Viejo (77 d. Cr.) como dañinos en madera, en 1781 por HENRY SMEATHMAN (371) y en 1811 por ALEXANDER v. HUMBOLDT como devastadores de bibliotecas en África y América Central, han provocado gran cantidad de daños espectaculares tanto en madera como en bibliotecas. 395

A su cargo va el derrumbamiento parcial de muchísimos edificios; el más famoso es en España el Real Monasterio de E l Escorial, cuya biblioteca en su dia hemos tenido el honor de defender contra Reticulitermes lucifugus.—La Armada española perdió por ellos, incluso, un barco de guerra que se hundió en el puerto de E l Ferrol en el año 1878. Los danos en bibliotecas y archivos hasta en los últimos años han sido muy considerables (figura 264, del año 1970 en la antigua Audiencia Territorial de Sevilla).

Son insectos que tienen una organización estatal muy perfeccionada, más aún, por ejemplo, que las abejas. Tienen su rey y su reina, soldados, obreros (estos últimos, agrupados con distintas misiones, como constructores, peones, servidores de las parejas reales o de la colonia, etc.), y todo ello parece ser regido por un maravilloso instinto de comunidad. A primera vista, los termites son algo parecidos a las hormigas negras, pero su piel carece de pigmento, por lo que suele también llamárseles «hormigas blancas». Sin embargo, no sólo no son hormigas, sino que científicamente sus parientes más directos son las cucarachas y la Mantis religiosa, formando con ellas el grupo más primitivo y antiguo de los insectos alados que se conoce ( Isópteros). La clave para determinar las familias y los géneros la hemos dado en el capítulo de la sistemática [2ba-g)l y con las figuras 238, 239 y 244). La determinación de sus especies es algo difícil no solamente por su elevado número, de unas 1.860, sino también por la semejanza entre parte de las castas en especies afines. Se suele usar la forma y lo la proporción de las medidas de las cabezas de los soldados y los nervios de las alas de los reyes para la identificación. También son útiles a veces las formas de las mandíbulas de los obreros. En vista de que se presenta con frecuencia el problema de no disponer de todas las castas, hay que usar los medios que están al alcance, como lo son su manera de moverse (figuras 246-250), posiciones típicas de defensa de los soldados, la forma y el aspecto de sus aglomerados (figura 245), el tamaño de los obreros (tabla número 30), y a pesar de ser cada uno un dato algo variable. Una primera identificación de la familia y/o del género, por el conjunto de los datos, es normalmente posible, si se sabe qué formas existen en la zona del emplazamiento de la biblioteca, incluso por deducción se 396

puede conseguirla. Pero hay que tener cuidado con esto, pues la inmigración de nuevas especies es relativamente frecuente. Para este último caso damos con las figuras 238, 238 y 240, más la tabla 29, una comparación de los principales géneros. Si es necesario aclarar una especie desconocida, siempre se debe recurrir a especialistas. Conociendo las especies habituales de la zona en cuestión, incluso la forma del daño puede ser suficiente para la identificación. Pero para esto se debe haber visto muchos casos. Ante la importancia de estar seguro de la especie para la decisión sobre el tratamiento, no conviene arriesgarse, mejor es consultar inmediatamente.

TABLA NÚM. 30

TAMAÑO APROXIMADO D E LOS OBREROS D E TERMITES (Mínimos y máximos de longitud, máximo de anchura) Especies Anoplotermes Schwarzi Cryptotermes hrevis ( larva adulta) Cryptotermes cavifrons Heterotermes indicóla Kalotermes durbanensis Kalotermes flavicollis ( larva adulta) Kalotermes minor ( larva adulta) Macrotermes bellicosus Macrotermes goliath Macrotermes natalensis Microcerotermes arboreus Microtermes Havilandi Nasutitermes euphralac Odontotermes transvaalensis Reticulitermes flavipes Reticulitermes hesperus Reticulitermes lucifugus Termopsis angusticollis ( larva adulta)

Longitud —/7.3 3,8/4,1 —/3.6 —/3,2 7,2 8,0 6,5/7,2 5,7/6,2 —/8,8 6,0/12,3 — —/2,1 —/3,4 4,5/4,7 —/4,2 —/4,5 4,0/4,2 4,2/4,6 7,9/9,3

Anchura 2,0 1,1 — 0,8 2,2 1,8 1,7 2,4 2,9 2,4 1,2 1,6 1,1 1,0 1,1 2,9

E l estudio de los termites es tan interesante como es curiosa y admirable en extremo su vida, siendo por ello objeto de numerosos libros y de amplísimas investigaciones. No obstante, restan aún 397

secretos, y el profundo cambio técnico en la construcción hace posible que parte de nuestros conocimientos adquiridos con edificios antiguos necesiten una revisión para la construcción moderna. También existen varías publicaciones en que se exponen conceptos filosóficos y características imaginativas, cuyas conclusiones confunden al que no domina la entomología. Asi, no hay que creer en la mística de un MAETERLINK O, peor aún, de MARAIS, que en su The Soul of ¡he White Ant (El alma de la hormiga blanca) decía «en serio» que los termites no son individuos separados, sino elementos de un individuo grande (la colonia) y además tienen un alma común que provoca la función estatal. Otra rareza de publicación, pero más aceptable e históricamente famosa entre los científicos alemanes que tuvieron que vivir bajo el régimen hitleriano, es el discurso rectoral de ESCHERICH, Termitenwahn (Demencia termiliana), que en su dia aprovechó la costumbre en la Universidad de Munich, de que los nuevos rectores disertaran en el dia de su ordenación sobre un tema de su especialidad, para poner de relieve la locura estatal de entonces, pero hablando de costumbres estatales de termites, para que no pudieran perseguirle como adversario político.

Vida estatal de los termites No podemos referir aquí más que una pequeña parte de su biología, aquella que es indispensable para defender mejor nuestras bibliotecas contra los termites. El ciclo empieza con la formación de adultos alados cuando un nido ha llegado a su plenitud de desarrollo. Estos nuevos reyes, con misión reproductora no solamente de individuos, sino de nuevas colonias y de expansión territorial, enjambran y emprenden vuelo. Lo efectúan con cierta exactitud en unas determinadas fechas del año, variables solamente según las especies. La copulación no se efectúa durante el vuelo, como lo hacen las abejas y hormigas, sino, una vez vuelto al suelo, quitadas las alas y formadas las parejas definitivas, éstas construyen en la tierra, o su sustrato habitual, una pequeña cavidad como cámara nupcial. Escogido el lugar adecuado, las parejas fundadoras de nuevas colonias comienzan rápidamente los trabajos de construcción del primer nido. Pasados algunos meses, ya se han desarrollado una cantidad suficiente de jóvenes obreros, que entonces amplían el foco y van a localizar los objetos comestibles de su alrededor, es decir, madera o cualquier otro material que contenga celulosa. Cuando el nido ha conseguido cierto desarrollo, para Reticulitermes, en España, aproximadamente después de un año, aparecen en 398

la colonia los primeros termites soldados, a cuyo cargo corre la defensa del joven estado. A l mismo tiempo comienza la búsqueda de alimento a mayores distancias, y es entonces, normalmente, cuando atacan las edificaciones. Para las condiciones de España puede decirse que, tras un desarrollo de tres a cinco años en condiciones favorables, la colonia de Reticulitermes lucifugus viene a contar hasta con unos mil reyes y reinas (reyes secundarios) y medio millón de individuos o más aún, estando entonces capacitada para causar destrucciones graves. Las Reticulitermes forman además pronto, dentro de los edificios atacados, sus nidos secundarios; los cuales pueden vivir totalmente separados del nido principal. Las colonias de Cryptotermes brevis no se amplían tanto, siendo finalmente unos dos o tres mil individuos, pero pueden ser numerosas las colonias en un edificio, moviéndose las mismas sin nido fijo en vigas, muebles de madera o en los libros mismos. Las colonias de Kalotermes también son pequeñas; en bibliotecas habitan con preferencia directamente en el libro atacado. En otros países hay otras múltiples formas de nidos y colonias, según las especies. Además, en muchos casos, un nido está dirigido por una sola pareja real, existiendo a lo sumo algunos reyes secundarios cuando envejecen los reyes primarios. Destacan por sus nidos grandes y el fuerte daño que causan las especies del género Termes y sus afines, de África principalmente. En las colonias crecidas se desarrollan de nuevo adultos alados, que vuelan y forman las parejas, iniciando otros nidos. Con ello, el ciclo de su vida se ha completado. La primera pareja real, rey y reina, generadores de una colonia, desaparece, en los casos de las especies de España, después de uno o dos años (los reyes de algunos termites tropicales viven hasta 6-10 años), pero existen reyes de sustitución, desprovistos de alas, siendo éstos útiles solamente para el desarrollo de la misma colonia y la multiplicación del estado a que pertenecen. Por eso, teóricamente, la vida de un estado de termites ha de ser eterna.

399

Castas Es típico para todos los insectos sociales la formación de castas, es decir, que hay, aparte de los individuos sexuales, individuos estériles que se ocupan del trabajo en la colonia. En las abejas son las obreras simples hembras con órganos sexuales no desarrollados, siendo aún posible recuperar la sexualidad hasta poco tiempo antes de que la larva se transforma en crisálida. Entre los termites la separación de las castas es notablemente más especializada (por ejemplo, figuras 248-248). En general, solamente las larvas muy pequeñas aún conservan la posibilidad de desarrollarse a un individuo sexual. Además, ambos sexos pueden llegar a ser obreros, etc. Si bien entre las hormigas ya hay en algunas especies la tendencia de diferenciar el tamaño de las obreras, aumentándolo en los individuos que prestarán servicio de soldado, siguen siendo estos soldados un ejército de amazonas infértiles. Entre los termites, al contrario, la transformación al tipo asexual es prácticamente perfecta. Incluso, en muchas especies, la forma del soldado es tan especializada que no es capaz de alimentarse por su cuenta, debe ser atendido por obreros, como los mismos reyes. La forma de la cabeza del soldado puede ser modificada al máximo para su papel de defensor. Casi siempre aumenta el tamaño de la cabeza y su cráneo es mucho más duro que el de las otras castas. Algunos tienen mandíbulas fuertes, con las que atacan al enemigo; otros tienen cabezas en forma de bloque duro, con las que tapan los agujeros de sus galerías (Cryptotermcs, por ejemplo), y algunos, los de las mandíbulas desiguales, tienen con éstas un aparato que salta como una trampa de ratón, aplastando al enemigo contra la pared de la galería. La especialización más sorprendente son los tipos de «nasuti», soldados de nariz que han llegado a disponer de un arma para la guerra química. Su cabeza y cuerpo están prácticamente llenos de una glándula de origen cabezal (que en pequeño todos los termites tienen), muy hipertrófica, y su frente se ha alargado como un inyector. Pegan al enemigo con la secreción viscosa en el sitio donde lo encuentran, o por lo menos van a atarle los pies. Es sorprendente con qué velocidad acaban, incluso, con enemigos muy superiores en tamaño. Lo hemos comprobado, sentando hormigas, de tamaño cinco o seis veces mayor, en una colonia de la especie (arbícola) africana Nasulitermes arborum. En pocos minutos estaba la hormiga fuera de combate, interviniendo cada vez de cinco a ocho soldados de los «nasuti» y normalmente no tenían bajas, salvo tres veces en veinte pruebas.

Las formas de las cabezas de soldados son tan típicas que se puede usar como mejor detalle para determinar las especies (figu400

ra 239), y la actuación en defensa de sus galerías también es muy diferente entre las familias (figura 240). Entre los obreros normalmente no hay una especialización tan extrema, parecen más o menos al tipo de los individuos sexuales, pero son ciegos y sin alas, como los soldados. Existen algunas excepciones que para nosotros no tienen importancia. Los individuos sexuales (reyes) siempre tienen ojos y por lo menos restos de alas. Los reyes primarios tienen alas bien desarrolladas, que las pierden después de la bandada nupcial, quedando las bases ( muñón base) por romper las alas en puntos previstos para esto. En algunas especies tropicales, las hembras, por hipertrofia de los ovarios, adquieren unos tamaños extraordinarios (Macrotermes go liath hasta 10 cm de largo). Los reyes secundarios que sustituyen a los primarios, según la especie, después de 1-10 años, tienen sólo alas rudimentarias, fácil de distinguir de las bases de alas perdidas. Estas alas rudimentarias tienen ya las ninfas, estados larvales de los cuales se desarrollan ambos tipos de reyes. Larvas, ninfas y obreros son normalmente casi blancos y carecen de pigmentos, salvo en los casos excepcionales de algunas especies. Los soldados tienen normalmente pigmentada la cabeza y los reyes primarios siempre tienen pigmento normal como otros insectos. Los reyes secundarios suelen tener mucha menos pigmentación. Como ejemplo de comparación de las castas sirven las fotos de las figuras 246, 247 y 248, además las figuras 241, 242 y 243. Existen algunos grupos que no tienen obreros (Kalotermes, por ejemplo), realizando las larvas sus trabajos, que, alcanzando el tamaño de adultos, se suele llamar «ninfas neoténicas», porque conservan su capacidad de transformarse en reyes secundarios si es necesario. Un grupo (Anodotermes) no tiene soldados y algunas especies sudamericanas (de Rhinotermes) tienen dos tipos de soldados, de mandíbula y un «nasuti» de horquilla ( doble «nariz»). También pueden formarse reyes terciarios que ya carecen de los rudimentos de alas. Todo esto son excepciones que sirven para la identificación de las especies.

La formación de castas ha sido, naturalmente, objeto de amplios estudios. En resumen se puede decir que está dirigida por un sistema hormonal que procede de los reyes y frena la formación de más individuos sexuales. La emisión de hormonas suele ser traspasada a la colonia por trozos de piel de los reyes cuando los obreros limpian a los mismos y, naturalmente, por incorporación en los mismos 401 26

huevos. Tan pronto como el nivel hormonal baja, por envejecer los reyes, o morir accidentalmente, se forman nuevos individuos sexuales. Existen bastantes casos especiales en este mecanismo que aquí no podemos exponer con detalle. Por ejemplo, la propagación de los reyes alados se produce en relación con factores externos del clima, en las zonas no tropicales, o muchas veces, por ejemplo, en España, según cierto ritmo anual. El hecho de que comen continuamente restos de piel seca e incluso otros individuos muertos, es útil para su control. Ambas costumbres nos sirven excelentemente para establecer ciertos métodos de combate, sirviéndonos de la costumbre como camino biológico para distribuir los venenos hasta en el nido.

Nidos De sus famosos nidos seguramente ya todos han oído hablar. Son, a veces, verdaderos artistas de la construcción, haciendo castillos durísimos, pegando materia inorgánica o restos de madera, etc., con el aglutinante de su glándula frontal. Otros construyen edificios exactamente orientados según el sol [termites de la brújula, Amitermes (figura 443), o hacen construcciones graciosas [nidos de pagoda, con tejados contra la lluvia, de Cubitermes (figura 445) y nidos con paredes ventilados, Apicotermes (figura 447)]. Pero gran cantidad de especies realizan solamente nidos amorfos y ocultos. También ocurre que las especies de los nidos grandes (figura 269) lo construyen en los sótanos de una casa, llenando casi el sótano (Maerotermes y Termes, figura 254). Por la forma de la construcción moderna para edificios de bibliotecas disminuye solamente la importancia de algunas especies subterráneas, las que no suelen formar nidos secundarios. Por otra parte, las capacitadas para estos últimos siguen siendo una amenaza. El emplazamiento normal de un nido principal de termites subterráneos está fuera de los edificios, como en patios, jardines, etc., aunque en casos extraordinarios pueden estar también debajo de muros o cimientos; los correspondientes nidos secundarios se encuentran en toda la casa. La localización exacta de los nidos de Rcticulitermes lucifugus, que es la especie que normalmente ataca nuestros edificios, es sumamente difícil y más o menos cuestión de azar; pero los métodos modernos de combatir termites subterráneos no necesitan conocer la posición exacta de los nidos.

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Especies que montan sus colonias y nidos dentro del mismo edificio siguen, como hemos dicho, inalteradamente peligrosas también en edificios modernos, si las condiciones climáticas permiten su desarrollo. Por ejemplo, a los numerosos nidos de Cryptotermes brevis, siempre situados en la madera misma del edificio, se les debe buscar para combatirlos con éxito. Lo mismo rige para Kalotermes, que con cierta frecuencia monta sus nidos en el mismo libro atacado. Alimentación El alimento primordial de los termites es la celulosa, de plantas vivas o muertas, según la especie en cuestión. En la mayoría de los casos se alimentan de ella a través de una endosimbiosis con microorganismos que hacen la fermentación previa de la celulosa. Algunas especies tropicales disponen en su nido de cultivos de hongos que destruyen la celulosa, limitándose los termites más o menos a alimentarse de los hongos (figura 251). La endosimbiosis es normal en los obreros de casi todas las especies; en Kalotermes, Reticulitermes y en algunos otros géneros la hay también en los soldados. En los individuos sexuales, al contrario, son casos raros, salvo en los procedentes de ninfas neoténicas. Referente a la endosimbiosis, que ha sido investigada con detalle primeramente por CLEVELAND y colaboradores (076-2) y luego por muchos otros, debemos mantener cierta reserva. No está del todo claro la composición de la simbiosis. IMSCHENEZKI (181-3) pone reparos a la función de los simbiontes flagelados, insistiendo que es una doble simbiosis y los verdaderos celulosófagos intestinales son bacterios, simbiontes de los simbiontes flagelados. Nuestro propio concepto, por la amplia trofolaxia ( intercambio de alimentos entre los individuos) se adapta a los argumentos del último investigador, sin que queramos admitir una exclusividad pira esta situación frecuente. El cultivo de los hongos, al contrario, está bien aclarado. Éstos forman parte dominante de la alimentación de las especies cultivadoras de las «huertas de hongos». Cultivan de verdad: por ejemplo, sus hifas las estimulan a mordiscos, a hincharse en muchos puntos como un pequeño balón o coliflor, cosechando éstos luego. Existe canibalismo en casi todas especies, por lo menos individuos enfermos o mutilados devoran siempre y en caso de insectos sociales es indudablemente una forma más de la trofolaxia.

Aparte de la alimentación por celulosa, casi todos los termites son capaces de comer frutas, hojas, etc., y lo hacen con cierta fre403

cuencia también los que son destructores habituales de la madera. Alimentarse de plantas vivas y de material muerto también es una combinación no muy rara. Todo esto lo debemos considerar como reserva alimenticia, si pensamos en acciones preventivas en un edificio.

Comportamiento La organización estatal de una colonia de termites puede calificarse como un estado perfecto, quizá demasiado perfecto. A causa de las reglas fijas que rigen sus vidas y sus costumbres, completamente inflexibles, es posible a algunos parásitos, más individualizados y «más inteligentes», aprovechar la sistematización para adaptarse y beneficiarse de ella. L a organización «demasiado perfecta» también nos permite, como ya queda indicado antes, establecer los métodos de combate que aprovechan estas costumbres fijas. Característica importante de los termites es la fotofobia, pues, por falta de pigmento en su piel, la luz del sol tiene sobre ellos efectos mortales. Por eso siempre han de moverse en la oscuridad y, si precisan marchar sobre una zona abierta, establecer túneles (figura 255), que fabrican con arena y otros materiales aglomerándolos con una secreción glandular. Estos túneles, en Reticulitermes lucifugus, por ejemplo, vienen a tener de 5 a 15 mm de anchura y 2 mm de luz. Las cinco familias de termites, todas contienen especies muy dañinas en madera y papel. Viven repartidas sobre el mundo, excepto en las zonas boreales, y abundan en el trópico y subtrópico. L a figura 267 indica las zonas de su peligro. Es típico de ellos que el comportamiento de las especies, incluso del mismo género, es muy diferente, una es peligrosa para archivos, otra no. Por este motivo es tan importante aclarar siempre la especie con que tropezamos.

Grupos ecológicos Ya vemos en el mapa de la figura 267 que distinguimos dos principales grupos ecológicos, los termites subterráneos y los termites 404

de la madera seca. Como tercer grupo se ha reunido los termites que viven, sin mucho contacto con el suelo, en madera húmeda, llamándolos Dampwood termites, término inglés que conviene conservar (dice termites de la madera muy húmeda) por no existir otro tan útil fuera de la literatura de lengua inglesa. Otro grupo, los termites del desierto, son realmente termites subterráneos que pueden vivir con un mínimo de humedad. Los Dampwood termites podemos considerarlos para la situación de la defensa de archivos como ecológicamente afines a los termites subterráneos, sólo que exigen una humedad más elevada. Considerando los termites desde el punto de vista de su posible peligrosidad para archivos conviene considerar los siguientes tres grupos ecológicos:

Termites subterráneos Montan sus nidos primarios siempre en el suelo y entran subterráneamente al edificio. Allí causan daño en madera y papel si lo encuentran en unas condiciones climáticas del ambiente, aceptables para su trabajo. Las exigencias de humedad y temperatura varían de especie a especie, pero incluso para los termites subterráneos que exigen cierta humedad, un edificio seco no es obstáculo si encuentran pequeñas zonas útiles (cerca de tuberías de agua, zócalos en planta baja o en pisos de baldosas, donde siempre hay en la cara hacia la pared una ligera condensación, etc.). Consiguiendo así camino para sus galerías, por las mismas llegan hasta los objetos, también si la sala en sí no es húmeda. Hemos tenido en el archivo de la Diputación de Castellón de la Plana el caso de que no habla más madera que alguna estantería casi en el centro de la sala (un semisótano) y el suelo y los zócalos eran de baldosa de cemento. A pesar de esto, habla daños notables por termites. Cuando por fin dejábamos quitar los zócalos de cemento, se encontraban allí galerías y muchos nidos secundarios. Impregnando los muros detrás de los zócalos se acabó con la plaga.

Las especies que suelen montar nidos secundarios en el edificio naturalmente son más peligrosas porque consiguen establecerse más cerca del objeto, y si son capaces de vivir entonces sin contacto con el suelo, como Reticulitermes lucifugus en España, por ejemplo, su 405

propagación aumenta como alud, una vez conseguido cierto número de colonias. Estas especies incluso son capaces de empezar el primer nido pequeño en algún resto de tierra, hojas podridas, etc., en un rincón del tejado. Si consiguen montar nidos secundarios en el mismo, sea procedente del exterior o del suelo, subiendo con galerías en las paredes, el peligro es grave: obtienen la humedad de los bordes del tejado y están estimulados por el calor del desván.

Termites de la madera húmeda A este grupo, bionómicamente mal definido en la literatura, pertenece en Europa, por su comportamiento ecológico, en algo la especie Kalotermes flavicollis. En otras zonas se comprende, por ejemplo en los Estados Unidos, como éstos a las Termopsinae, etc., y las especies de Kalotermes allí son termites de la madera seca. La importancia del grupo en la construcción es muy relativa, porque el edificio debe ser húmedo y su actividad queda reducida por la oscilación climática. Para bibliotecas pueden tener importancia, porque el papel ofrece inferior resistencia mecánica y esto compensa algo el grado de humedad del ambiente, siendo suficiente que el edificio tenga sitios húmedos para su desarrollo. Incluso hemos visto que viven directamente dentro de los libros si los mismos estaban mal alojados.

Termites de la madera seca Este grupo, ecológicamente bien definido, tiene como representante más peligroso a Cryptotermes brevis, que ha invadido el mundo procedente de las islas del Caribe. Estas especies viven en madera seca, como vigas, muebles, suelos, etc., destruyéndola interiormente por completo, dejando solamente una hoja fina de medio milímetro al exterior. Destruyen todo lo que es celulosa, pero también cuero, pergamino, etc. Su ataque al papel puede producirse en cualquier momento, pueden vivir en el mismo, o atacarlo solamente en excursiones nocturnas. Su daño ha aumentado considerablemente en los últimos veinticinco años y son bibliófagos contra los que nada hacemos con una 406

prevención constructiva, ni tampoco mucho con la climatización de una biblioteca. Solamente en ambientes muy secos no pueden vivir, siendo los mismos ya el límite de ser dañina la misma sequedad para el archivo. Por tanto, son bibliófagos contra los cuales no protege ninguna climatización. Es, por tanto, de suma importancia aclarar, en caso de observar termites, con qué grupo ecológico tropezamos, tanto para el tratamiento necesario como para estimar el peligro. Antiguamente se suponía que un 95 por 100 del daño en el mundo por termites estaba provocado por el primer grupo. Hoy no podemos seguir con este concepto de LIGTH y de SNYDER. Hemos intentado llegar a una nueva consideración. Según nuestro actual concepto se debe distinguir entre edificios modernos de cemento y construcción antigua. En la última dominan los termites subterráneos; en la edificación nueva parece que hay una proporción cerca del equilibrio entre la intervención de termites subterráneos y de los de la madera seca, siempre si los últimos existen en la zona en cuestión. (En España, hasta el momento, existen solamente en las islas Canarias evcntualmentc, con casos aislados de introducción, en Valencia.)—Son totalmente insignificantes, incluso para libros, los termites de la madera húmeda, si el edificio es nuevo.

La presencia de termites exige siempre un tratamiento según el grupo ecológico de que se trata: En caso de termites subterráneos comprende necesariamente todo el edificio, incluso muros y cimientos; en caso de termites de madera seca deben ser tratados en el edificio todos los elementos de madera y los libros. Solamente contra termites de madera húmeda basta tratar las zonas donde se ve actividad y sus alrededores. 2ea-c)

ISOPTERA I I (Especies y géneros peligrosos para bibliotecas y archivos)

Mastotermes Darwiniensis (figura 244,1) De su familia es la única especie que aún vive en el mundo. L a familia pertenece a los primeros insectos que había y todavía es muy afín a las Blattidae (cucarachas). En el norte de Australia es común, monta nidos en el suelo, destruyendo madera muerta, pero también vacía totalmente árboles viejos. A los edificios, que ataca con frecuencia, los invade con una enorme cantidad de individuos. HILL 407

(168A) describe que consiguió más de un millón de individuos en una sola habitación. Si se considera además su tamaño (13-17 mm), es fácil imaginarse su voracidad; consiguen destruir bibliotecas en un plazo de días. Si no se conoce daños espectaculares en archivos, es porque no los había en abundancia en su área, e indudablemente la presencia de la especie es tan llamativa que en seguida se suele actuar en contra.

Ponen los huevos en paquetes como las cucarachas. Les faltan auténticos obreros, haciendo el trabajo ninfas algo más primitivas que las que se desarrollan a las ¡magos, careciendo los primeros de alas rudimentarias. Se suele llamar a este tipo «pseudergates» (obreros falsos), según la denominación de GRASSÉ (148-2). La especie, en general, es tan antigua que debe ser considerada como una especie petrificada viva, o como un dinosaurio de los insectos que ha llegado a nuestra época.

KALOTERMITIDAB (*)

(figuras

238,5; 240,2-3; 244,4

y

271)

Esta familia, casi tan primitiva como la anterior, contiene varias especies muy dañinas, especialmente la mundialmente peligrosa Cryptotermes brevis. E l grupo del género Kalotermes (hoy dividido en varios géneros) comprende casi 70 especies, de las cuales viven varias en el clima no tropical o subtropical, causan relativamente poco daño en edificios, pero algo más en bibliotecas y archivos. Los autores americanos incluyen todo el género en el grupo ecológico de los termites de madera seca, emplazamiento razonable solamente para una parte de sus especies. Podemos admitir entre los termites de madera seca, por ejemplo, la especie K. dispar de las islas Canarias o K. montícola del norte de África, pero la especie común europea, K. flavicollis, se porta mucho más cerca de los termites de la madera húmeda. De varías especies tropicales y del género afín Neotermes podemos afirmar lo mismo, también para N. tectonae (de Java) y N. greeni (de Ceylán, Indonesia), incluso que atacaron papel saliendo de refugios en sitios húmedos, como es típico para nuestra especie K. flavicollis. Seguramente rige todo esto igualmente para otras especies, pero no tenemos conocimiento propio; sus áreas preferidas, costas e islas, respaldan nuestro concepto.

(*) En la literatura se escribe a veces Kalotermitidae y Kalotermes con C. No es correcto; el origen de la palabra es griego: xuXov, o eventualmente yakói ( madera, o bonito). —

408

Kalotermes flavicollis (figuras 239,2; 240.2; 243 y 261) Es la especie común europea, frecuente en la Europa mediterránea y la hay hasta su centro. Hace cierto daño en árboles vivos. Especialmente es común en ciudades con árboles en las calles, porque encuentra allí puntos de madera dañada en abundancia, por los recortes frecuentes de las ramas. Así, su presencia en cantidad, por ejemplo, en Barcelona, hace frecuente que afecte la construcción, principalmente en tejados con goteras. De la misma forma llega también a presentarse en bibliotecas mal alojadas. La especie la hemos observado como dañina en la construcción y archivos solamente en las regiones litorales; en Madrid la hay en los árboles en abundancia, pero nunca la hemos visto en edificios. Esto confirma nuestro concepto anteriormente expresado de que no pertenece ecológicamente a los termites de madera seca, todo lo contrario. Sus colonias no contienen gran número de individuos, siendo normalmente entre 500 y 1.000. No obstante, donde se presentan hacen un daño local muy notable, porque son fuertes destructores. En un caso, de una colonia montada directamente dentro de libros, hemos visto que hicieron mucho daño, moviéndose de un libro al próximo con toda la colonia, formándola solamente unos 600 individuos.

Kalotermes minor (figura 239,1) Es la especie común americana. En su comportamiento difiere de la anterior. Puede vivir en madera bastante seca y su daño es, comparada con K. flavicollis en Europa, más considerable. En California se califica en segundo lugar después de los termites subterráneos de la región. Su agrupación a los termites de madera seca es correcta, si bien no alcanza la resistencia de Cryptotermes brevis. Pero incluso en su propio área hay otras especies, como K. hubbardi (figura 239,2), cuyo comportamiento demuestra menor capacidad de resistencia a la sequía del sustrato. K. minor se caracteriza también por su mayor número de individuos en sus colonias, hasta unos 2.000, aspecto que, naturalmente, aumenta su peligrosidad. De las otras especies es frecuentemente dañina K. durbanensis en el Centro y en Sudáfríca. Por ser muy polífaga (daña bastante a plantas vivas, pero vive de igual forma en madera seca) y ser una especie grande, es muy útil para los

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ensayos de resistencia de materiales. Su capacidad para destruir papel está comprobada, si bien ignoramos danos espectaculares. En la región indomalasia hay varias especies del género Neotermes, de un comportamiento parecido. Para bibliotecas y archivos, en estas regiones de clima caliente pueden ofrecer cierto riesgo permanente, siendo ya conocido de Indonesia su daño en papel.

CRYPTOTERMES

E l género es muy peligroso para edificios y archivos o bibliotecas. Así, publica ya Rico Y SINOBAS (323), sin saber de qué especie habla, pero describiendo el daño muy correctamente, diciendo que hacen «encaje» con el papel, el enorme daño del género en las Filipinas (mayormente allí es C. cynocephalus). Desde muchos sitios del mundo sabemos del daño por C. brevis en archivos. Por ejemplo, en el archivo histórico de Santa Cruz de Tenerife, del Museo de Colón en Gran Canaria, del museo etnológico de Abidjan en Costa de Marfil y de la biblioteca municipal de Duala en Camerún, para citar solamente algunos sitios que el que escribe ha visto personalmente. Sus especies no atacan árboles vivos; son los típicos destructores de la madera seca, con la que hacen materialmente polvo, dejando solamente capas finísimas al exterior. En nuestra colección existe material, procedente de la embajada alemana de Kinshasa, donde destruyeron los muebles de las oficinas con tal perfección que ni contrachapados delgados, de 4 mm (!!), dejaron intactos; comieron la capa interior, dejando paredes exteriores finísimas y algunos «espaciadores» del intermedio, para que no se hundiera su sustrato.

Cryptotermes brevis (figuras 238,13; 239,6; 240.3; 241, 260, 265 y 270)

262,

Procedente del Caribe y del sur de Méjico, esta especie ha invadido todas las zonas del clima tropical y subtropical que alcanza el tráfico mundial de barcos y sigue ampliando su área continuamente. Hace quince años, por ejemplo, cuando publicábamos nuestro libro sobre la conservación de maderas (KRAEMER, 217-2), no existían muchos datos de su invasión en la costa occidental de África, salvo del cabo de Buena Esperanza y las islas Canarias. Posteriormente se acumularon las noticias y personalmente hemos encontrado cada año más. Hace años hubo una noticia de su introducción en Valencia; confirmación no hemos encontrado, pero climáticamente es per410

fertamente posible que viva en clima mediterráneo y hoy día debemos contar con su peligro también en la Península. En las islas Canarias hace quince años era aún poco frecuente; hoy hay en todos los sitios. La especie forma sus nidos en la madera o el papel atacado. Las colonias no suelen superar unos 1.000-1.500 individuos, excepcionalmente alcanzan 3.000; al contrarío, también hemos visto muchas veces colonias muy pequeñas, de unos 200-500. Las bandadas nupciales puede haberlas en el verano varias veces y sin fechas fijas (como las suelen respetar, por ejemplo, los Reticulitermes de los termites subterráneos), siendo bandadas esporádicas de algunas colonias, no de todas de la región. En las islas Canarias abundan los vuelos en mayo-junio, en Camerún y en todo el golfo de Guinea son al principio de las estaciones de sequía, pero en ambos sitios hay vuelos esporádicos en otras épocas del año. Se producen a última hora de la tarde y principio de la noche, cuando los reyes alados se ven atraídos por la luz. Esto es el principal motivo de su introducción en los edificios y de su propagación mundial, porque los barcos, fondeados en los puertos y siempre bien iluminados, los atraen mucho.

Su ataque reciente es difícil de observar, salvo por las alas tiradas de los reyes. Entran en seguida al interior de la madera atacada y los mismos reyes tapan rápidamente el agujero de su entrada. Posteriormente su daño se nota en la madera de muebles, etc., por quedarse totalmente huecas ciertas zonas, cuya superficie fina se rompe (figura 383C), si se toca con el dedo. Además, empiezan a tirar en gran cantidad las pelotitas de sus excrementos (figura 270), que parecen arena de playa, y su curioso nombre vulgar, «polilla o termite de la arenilla de escribir», lo deben a que se usó antiguamente esta «arena» para secar la tinta. Los mismos termites usan esta «arena» como material para construir sus galerías, si rara vez lo montan algunas (figura 245 b). Tardan aproximadamente 6-12 meses en desarrollar las colonias en madera. Si podemos admitir la presencia de soldados como criterio de la plenitud de su desarrollo, la hay en papel ya después de 4-5 meses. Pero también ocurre en papel que no hay soldados. De todos modos, después de este plazo aumenta rápidamente su daño. En papel se difiere mucho del daño de otras especies de termites, que suelen ahuecar legajos y libros. Cryptotermes, al contrario, hace «encaje» y es posible confundir su daño no muy avanzado con el de los Anobíidos. No obstante, la forma del reparto de las galerías es diferente; Cryptotermes penetra el material muy regularmente, 411

por esto parece encaje; los Anobíidos lo hacen en forma irregular, dejando al principio grandes zonas de un libro sin tocar. Sus exigencias de humedad corresponden a un porcentaje inferior del 15 por 100 (h) en madera y debajo del 12 por 100 (h) en papel. E l mínimo determinado está entre el 8 y 9 por 100. Esto significa que los tcrmhes de madera seca son peligrosos también en archivos climatizados si consiguen entrar, porque el 9 por 100 humedad sobre el peso seco ( % h) corresponde a un equilibrio natural entre la humedad de papel y de un ambiente de 45-55 por 100 humedad relativa del aire, la que consideramos como ideal para archivos y bibliotecas. Parece que no digieren lignina, ni sus múltiples simbiontes son capaces de esto. E l fenómeno, que descubrió WOLCOTT, y que podemos confirmar, explica aún más su preferencia para madera blanda y en especial papel. Esto no es solamente por la mayor facilidad de la trituración mecánica, supuesto al principio.

La mano de obra en su trabajo destructivo pertenece, por falta de verdaderos obreros, a las larvas, las ninfas neoténicas y los individuos sexuales. Sus soldados son raros, en colonias que viven en madera, suelen ser 1-3 por 100 de la colonia, en papel pueden faltar totalmente, como ya hemos dicho. Muestran una curiosa forma de cabeza, que sirve perfectamente para tapar con la misma los agujeros de salida de sus galerías. Además son cabezas durísimas que ningún enemigo deshace. Para romperlas hemos determinado que se necesita una fuerza del golpe de impacto cerca de 180 gramos por milímetro cuadrado, que equivale a 18 Kg/m , siendo esto muy por encima de la fuerza de golpe de un hombre normal y aproximadamente la mitad de la desarrollada por los puñetazos de famosos boxeadores (como hemos aprendido de un comentario sobre ilustres campeones contemporáneos). 1

Fácilmente se parten las colonias; grupos de unos 20-30 individuos pueden formar ya nuevos nidos, porque cualquier ninfa neoténica alcanza de ser fecunda, si no hay otros individuos sexuales presentes, formándose así nuevos reyes secundarios. C. brevis casi no se encuentra en el bosque o el campo, es una especie auténticamente casera. Pero las indicaciones en la literatura que nunca se encuentra fuera de edificios, no son ciertos; la especie hemos visto varias veces en las afueras. En las zonas tropicales se porta de forma parecida Cryptotermes cavifrons; es algo más esbelto y más ágil en sus movimientos. Posiblemente pertenecen a esta especie parte de los daños supuestos de C. brevis. Su emigración por lo menos aún no ha sido estudiada comparativamente. Se distingue fácilmente los soldados por la dife412

rente forma de su cabeza (figuras 240,3 y 240,7), pero en vista de que los soldados no son frecuentes en Cryptotermes, las demás castas se confunden con gran facilidad. El género Glyptotermes, muy distribuido (con más de cincuenta especies) en los trópicos de Suramérica, pero también en la región indomalasia, es ecológicamente muy afín a Cryptotermes, si bien no alcanza la extrema resistencia a la sequedad de este género. Para el trópico, especialmente en los interiores de los continentes e islas grandes, donde no suele presentarse Cryptotermes, ofrecen el mismo peligro que este último género.

TERMOPSIDAE

Este grupo son los clásicos «dampwood-termites» de la literatura angloamericana. Por razones morfológicas, reúne SNYDER (373-4) la familia con la siguiente de las Hodotermitidae, pero los conceptos de otros (GRASSÉ, que formó la familia Termopsidae sacando sus especies de los Kalotermilidae, SJÓSTEOT y últimamente

WEIDNER) se oponen a esto; nosotros nos incorporamos a esta oposición, porque la familia representa un grupo, ecológicamente bien caracterizado y muy diferente a la mayoria de las Hodotermitidae. Las últimas son muy heterogéneas en su ecología y solamente algunas pocas especies se portan como la totalidad de las Termopsidae.

La familia comprende tres subfamilias y múltiples géneros, pero de cierta importancia técnica son solamente Zootermopsis, con tres especies en el norte de América (la más dañina es Z. nevadensis) y Planitermes adamsoni en Australia. Zootermopsis angusticollis (figuras 239,8-9; 244,2 y 272) Es la especie más frecuente en los Estados Unidos y la de daños conocidos en papel. Z . nevadensis, más local en su extensión, se considera como más peligrosa en su acción. Son termites grandes, de color oscuro las imagos enteras y, de los soldados, la cabeza y el tóraco. También ninfas y obreros no son muy blancas, más bien gris-amarríllcnto o gris-marrón claro. Sus exigencias de humedad son muy elevadas, en madera encima de 18 por 100 (h), que correspondería a un 15-16 por 100 mínimo en papel y a un ambiente de más del 70 por 100 humedad relativa del

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aire; por tanto, equivale a sitios calificados como alojamiento malo para archivos. Por el tamaño y la facilidad del cultivo las dos citadas especies de Zootermopsis se suelen usar para los ensayos de resistencia o repulsión de materiales impregnados.

Las colonias, relativamente grandes, viven en madera podrida o por lo menos húmeda y no entran al suelo para formar nidos. En edificios se establecen con relativa facilidad si hay madera húmeda. Es típico su ataque a los soportes de los depósitos de agua, incluso si están situados en el tejado de edificios altos (un caso de ataque en un séptimo piso entró a la literatura, por ser interesante biológicamente un vuelo nupcial a tal altura). De estos puntos húmedos y aislados proceden también los ataques a libros. Por lo visto ocurre con cierta frecuencia, sin que se llegue a casos muy espectaculares. HODOTERMITIDAE (figura 239,11)

Son termites que viven preferentemente de material vegetal (como hierba y hojas secas), que cortan y llevan a sus nidos, colocados a notable profundidad en el suelo. Migran para esta cosecha en columnas largas y pueden salir a la luz del día, por tener pigmento suficiente. Sobre la posición sistemática existe cierta discrepancia de opinión, aspecto que hemos explicado en la familia anterior, que SNYDER incluye en ésta y con lo que no estamos del todo conformes. Sobre su biología existen aún investigaciones insuficientes. Se supone que con el material cosechado cultivan hongos en sus nidos. Pero también se sabe ya que tienen simbiontes intestinales. Por estar en una profundidad difícilmente alcanzable sin dañar al nido, ignoramos mayormente su vida en el mismo.

Los géneros Hodotermes y Microhodotermes se observan con cierta frecuencia en edificios, donde, especialmente en Sudáfrica, han molestado mucho, invadiéndolos con elevado número de individuos y causando daño a todo, incluido papel y libros, pero nunca a madera. Su peligro para archivos es, de todos modos, relativamente reducido, a pesar de su voracidad. Por su costumbre de andar a la vista se descubre fácilmente su presencia.

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RHINOTERMTTIDAE

Aparte la numerosísima familia de las Termitidae, es la familia que más especies dañinas comprende, y la nuestra de los termites subterráneos, Reticulitermes lucifugus, que causó la gran mayoría de los daños en edificios y bibliotecas de la Península Ibérica y de Italia, pertenece a esta familia. Se divide en seis subfamilias, que se distinguen mucho, tanto en su aspecto como en su comportamiento y ecología. PSAMMOTERMITINAE

Esta subfamilia está representada prácticamente sólo por el género Psammotermes en África y Madagascar. La mayor parte de sus especies viven, como las de Hodotermes, de hierbas y hasta de ramas finas; las últimas cubren con arena aglomerada antes de deshacer el material. Otras especies atacan madera, que también cubren y rellenan con arena aglomerada. Una especie es dañina en la construcción y con cierta frecuencia ataca libros y papel, donde su daño es gravísimo. Psammotermes allocerus (figura 239,30) Vive en el sureste de África y su área es desde la costa hasta unas cien millas hacia dentro y preferentemente en las zonas áridas. La especie es muy polífaga; al aire libre ataca plantas vivas, madera en contacto con el suelo, incluso si es algo impregnada; en los edificios penetra subterráneamente y destruye toda la madera, no solamente la que está en contacto con la cimentación, sino también ventanas, muebles, etc., cuadros, cortinas, sábanas y cualquier clase de papel. Sus exigencias ecológicas son las típicas para termites subterráneos peligrosos. Nada más falta que relativamente poca humedad en los objetos atacados y un suelo de cualquier tierra corriente, para su nido y para obtener el material del aglomerado con que tapa sus galerías, manteniendo asi el ambiente de humedad que necesitan. Son termites relativamente grandes, de unos 6 mm los obreros, habiendo soldados de dos o tres tamaños diferentes, el mayor de 13-14 mm. Las imagos de Psammotermes se caracterizan por tener los muñones (la base de las alas) en las delanteras notablemente más pequeñas que en las traseras.

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CoPTOTLRMiTiNAE (figuras 238,4 y 239,28) Esta segunda subfamilia de las Rhinotermitidae es morfológicamente algo afín a la anterior, pero bastante diferente en su ecología. Contiene varias especies muy dañinas en papel, además en parte ya introducidas en otros sitios del mundo que no son su área natural, como, por ejemplo, Coptotertnes formosanus, originario del Extremo Oriente (China, Japón y Formosa), se ha introducido en las islas de Hawai, en el subcontinente de la India y en el sur de África, donde ya está establecido, causando notables daños. Como «turista» se ha visto incluso en Europa, como en Inglaterra y en Hamburgo, donde posiblemente no se pueden establecer por motivos climáticos. Si llega a la Península Ibérica se quedará, pues el clima lo permite perfectamente. Otras especies australianas se han repartido más en esta misma región y sus alrededores, también por el tráfico. Son allí dañinas las especies C. lacieus, C. acinijormis y C. jrenchii. Por lo visto varia rcgionaimente su daño en edificios, portándose cada especie de forma diferente en la nueva zona. Lo curioso es que esto resulta de acción inversa, por ejemplo, entre Australia y Nueva Zelanda, la de C. lacieus (poco dañina en Australia, mucho en Nueva Zelanda), a la de las otras dos especies mencionadas.

Una característica de la subfamilia es el extraordinario tamaño de la glándula de cabeza, que en estas especies no solamente llena enteramente el cráneo, también el resto del cuerpo en su mayor parte está lleno de la glándula que casi ni deja sitio para los restantes órganos. Los soldados suelen usar la secreción como arma más bien defensiva, poniéndola en un sitio delante del enemigo, molestándolo y desviándolo asi. Ataques pegando las piernas del enemigo, como por los «nasuti», no hemos observado.

Coptotertnes formosanus (figura 239,27) Antes de que se supiera que esta especie migra frecuentemente había sido descrita, bajo el nombre C. remotus Silv., desde Sudáfrica como otra especie. Entre tanto la hay en muchos sitios del mundo. Su distribución desde los puertos de desembarque, a los que llega 416

con cargamentos de madera, es notablemente a lo largo de las carreteras y ríos. Parece que, atraídos los reyes por las luces de los vehículos, su primer punto de ataque son los postes de teléfono, etc., a lo largo de las carreteras, donde a su vez llegan de nuevo a los coches, que sirven incluso como vehículo de reparto, como se comprobó, por ejemplo, en Hawai. Otro vehículo de penetración a nuevos continentes son los barcos fluviales, en los que repetidas veces se encontró hasta nidos establecidos.

Sus exigencias ecológicas son poco características para el grupo de termites subterráneos a que en condiciones naturales pertenece. Es en esto algo similar a nuestra especie Reticulitermes lucífugas, si bien el nido primario la especie suele establecer en el suelo; luego puede montar sus nidos secundarios sin contacto con el mismo, teniendo asegurada la disponibilidad de suficiente humedad. Entonces su actuación se parece a la de los termites de madera húmeda, pero el daño en caso de llegar a un archivo es más severo, siendo mucho más numerosas sus colonias y la exigencia mínima de humedad inferior a la de los dampwood-termítes. De ellos se distingue fácilmente por sus galerías y el «cemento», hecho de material de madera, casi o totalmente sin arena, por lo cual también se puede diferenciar su ataque fácilmente del de Reticulitermes, que siempre usa alguna mezcla de tierra, etc., y madera.

Para bibliotecas ofrecen un peligro permanente, por volar los reyes en horas nocturnas y ser atraídos por la luz. En zonas donde existe la especie, o similares, el control debe ser regular. Sus exigencias ecológicas hacen menos fácil su establecimiento en el edificio que el de Cryptotermes, pero en caso de que lo consigan el peligro es igual o mayor por el gran número de individuos en las colonias y su gran voracidad. Aparte la especie descrita hay unas 45 especies más, cuya determinación es extraordinariamente difícil; hay dos grupos, uno es representado por C. travians y la mayor parte de las especies de la región indomalasia, el otro por C. curvignathus y el resto de las especies que incluye C. jormosanus. Todas son dañinas, si bien no han llegado a tantos sitios donde podían provocar péridas como la última especie.

417 27

HETEROTERMITINAB

Comprende los dos géneros Heterotermes y Reüculitermes. Se distinguen morfológicamente por las alas; el primer género es con alas claras, de mucho pelo y poco reticuladas; el segundo, al contrario, tiene alas oscuras con poco pelo y fuertemente reticuladas. También los soldados se distinguen bastante; el primer género, con mandíbulas bastante rectas y largas; el segundo, con mandíbulas más bien cortas y curvadas en forma de una S. En su comportamiento también son contrarios; las imagos de Heterotermes vuelan de noche, de Reüculitermes, de día.

HETEROTERMES

E l género está preferentemente distribuido en Suramérica, Australia y la región indomalasia, comprendiendo unas 23 especies. Se comporta aproximadamente como Reüculitermes en el aspecto del daño. Si hemos oído menos del género es posiblemente por vivir en zonas donde hay más competencia y menos objetos que nos duele que dañen. Nombrada es la especie H . philipinensis, que la introdujeron también en la isla de Mauricio, y H. perfidus, que llegó a introducirse incluso en la isla de Santa Helena. Muy dañino es H. indicóla, que en la India y el Pakistán ha conseguido destruir ciudades enteras y que, por esta cualidad, incorporaron los alemanes en seguida al grupo de las especies para sus ensayos de control de materiales impregnados. H. aureus es algo dañino en partes de los Estados Unidos. Todo el género son típicos termites subterráneos. Son especies generalmente más pequeñas y de gran agilidad en el movimiento. E l aspecto del daño es parecido al daño de Reticulitermes en lo que se refiere a madera, pero en papel forman cavernas más pequeñas y en más cantidad, además no lo manchan con tanto aglomerado o «cemento».

(figuras 238,7; 239,4-5; 240,1; 242; 245; 250; 252; 255-259; 263-266)

RETICULITERMES

Son los clásicos termites subterráneos y las tres especies más dañinas son R. hesperus y R. flavipes, del norte de América, y la

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nuestra, R. lucifugus, que posiblemente ha hecho más daño que las especies americanas. R. flavipes ha sido introducido ampliamente en Europa, y su descripción original, además, es de Schoenbrunn, en Austria, donde luego desapareció, pero ha vuelto hace unos veinte años cerca de Salzburgo. Aparte de esto, se conoce de Francia, de Inglaterra (donde dañó fuertemente a Westminster) y se ha ido más al norte que ninguna otra especie; ha sido observado en Oslo y Reykjavik, en Islandia. Se puede considerar como linea de su limite la isoterma de 0° C, temperatura media de enero, calculado sobre el nivel del mar.

Describimos a continuación R. lucifugus como especie más peligrosa del género. R. flavipes necesita más contacto con el suelo que la anterior y R. hesperus no puede existir sin esta comunicación. De R. flavipes conocemos solamente unos pocos casos de no vivir en contacto con el suelo, siendo entonces de reducida actividad. R. hesperus no conocemos personalmente, pero se subraya su necesidad de agua y no se describe ningún caso de vivir sin contacto con el suelo, que en R. lucifugus es muy frecuente. En su aspecto, R. flavipes es muy parecido a R. lucifugus, pero se la conoce en seguida en vivo, siendo R. lucifugus en sus movimientos mucho más ágil y rápida que R. flavipes.

Reticulitermes lucifugus (figuras 238,7; 239,4; 240,1; 242; 250; 252; 259 y 263) El área de la especie, que se suele hoy subdividir en varias formas (R. luc. var. santonensis en el sur de Francia, R. clypeus en Israel), es el Mediterráneo con sus alrededores y el sur de Rusia alrededor del Mar Negro. La especies es muy peligrosa por su relativa independencia del suelo una vez llegada al interior de un edificio. Además es muy frecuente en las zonas de su área, que está ampliando hacia el norte, sin llegar a los extremos de R. flavipes. En los últimos diecinueve años, desde que trabajamos en España sistemáticamente en tratamientos contra la agresión de termitcs, hemos conocido particularmente unos 1.200 casos de ataque a edificios y unos 120 a bibliotecas o archivos. (Estadística oficial no hay, sabemos que son más casos.) Cifras parecidas nos dicen de Italia, siendo incluso mayor para los daños en archivos. Entre los casos bajo nuestro control habla unos 300 de daño grave hasta muy grave en edificios y unos 25 casos espectaculares en archivos.

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E l desarrollo de una colonia fuerte tarda unos 4-8 años, según las circunstancias locales y factores que influyen. La propagación de los reyes alados se produce en España dos veces al año. La primera bandada nupcial, muy fuerte, es a finales de marzo en el sur y a principio o mediados de abril en el norte de España. La fecha para cada zona varía muy poco; en la provincia de Santander y en la de Vizcaya, por ejemplo, es siempre entre el 1 y el 10 de abril en las zonas bajas y una semana larga más tarde en las zonas altas, como delante de nuestra casa. La segunda bandada, más esporádica, se suele presentar en junio-julio. La repetida indicación en la literatura que las salidas están orientadas solamente hacia el sur o suroeste, no podemos confirmar; lo que procuran es siempre el máximo de luz. La nueva pareja necesita algo de tierra para montar el nido primario. Es instinto fijo, sin tierra no empiezan, mueren buscándola, como hemos comprobado multitud de veces. Pero es suficiente incluso algo de barro en un rincón del tejado o de una terraza alta, si hay cerca madera que sirva como primer alimento. E l sitio apropiado busca la pareja comúnmente, quedando uno en cola del otro para no perderse. Esto es un instinto tan dominante que a veces se forman curiosas colas largas por múltiples parejas. Es limitado el daño cuando penetran una casa en tanto no llegan al interior del tejado. Si han subido hasta el mismo, encontrando allí condiciones útiles para sus nidos secundarios, entonces progresa rápidamente el número de la colonia, que, además, se separa pronto en numerosas colonias parciales e independientes, montando cada una nuevos nidos secundarios. E l fenómeno es motivado por el mayor calor en los tejados, que acelera su desarrollo. Pueden llegar entonces a millones de individuos repartidos entre muchos nidos secundarios en un solo edificio, causando el correspondiente daño, a veces catastrófico.

E l aspecto del daño en madera, dentro de su área, suele ser muy típico para cada especie; lo muestra la figura 268; el del papel, las figuras 259, 263 y 264. Los nidos están compuestos de un material que parece algo a cartón ondulado. Es fibra de madera y arena o tierra, aglomeradas con la secreción de la glándula de cabeza (figura 245 a). Si se observa un ataque grave en el edificio, o ya en libros, etc., lo primero que se debe hacer es separar las estanterías de las paredes, concentrándolas en el centro de la habitación. Si el material es de mucho valor conviene, hasta que se tomen medidas definitivas, retirarlo del edificio o andar con frecuencia en los alrededores de las estanterías con los libros, porque continuas vibraciones repulsan a los termites y se gana tiempo para preparar el tratamiento. 420

Que estas precauciones no son ridiculas lo hemos visto en un lamentable caso en la Universidad de Valencia; entre la fecha en que nos ensenaron el ataque y la de la iniciación del tratamiento pasaron solamente algunas semanas. En la nueva revisión que se hizo entonces, descubrieron nuevos danos graves (figuras 257 y 258) por no hacer caso a lo indicado y no parecer mucho, a simple vista exteror, el daño realizado. Sus reyes primarios desaparecen después del primer año, siendo sustituido por reyes secundarios en cantidad; nidos secundarios con diez y más reyes son frecuentes. Así se reparten fácilmente también en campo libre, pudiendo además recuperarse sin dificultad dentro de un edificio, si un tratamiento ha sido incompleto o solamente mecánico. Es suficiente que queden unos reyes secundarios con algunos obreros y larvas (que suelen alimentar a los reyes más que los obreros) para que la plaga siga. Incluso un grupo de unos 100 individuos, si comprende unas larvas y ninfas, formará una nueva colonia, desarrollando sus propios reyes. Sus exigencias de humedad son elevadas, pero no necesitan el contacto con el suelo si tienen otra procedencia de humedad. Transportan agua hacia la madera que desean descomponer y mantienen sus galerías y sitios del daño bien cerrados, para conservar la humedad relativa del aire cerca del 96-98 por 100. [Lo citado por BENITO MARTÍNEZ (025-3) de 100 por 100 humedad relativa del aire, no es

probable. Además, usando el método de pequeños tubos capilares, llenos de ácido sulfúrico concentrado que pone su concentración al equilibrio, con la humedad relativa del aire (GEIGER, 138), hemos determinado el mismo valor de 96-98 por 100, tanto en colonias establecidas en edificios como en cultivos de laboratorio.] Aguantan en 80 por 100 humedad relativa del aire aproximadamente un mes, en 50 por 100 sólo uno o dos días. En el momento que en un sitio disminuye la humedad y en otro queda, concentran su ataque sobre el último. Esto los hace adicionalmente más peligrosos, porque van primero a las cabezas de las vigas, empotradas en la pared, que siempre son algo más húmedas. Con poco esfuerzo pueden hundir un piso, destruyendo solamente una parte de las cabezas de las vigas. Sus exigencias de temperatura son, como óptimo, entre 26-32° C; mayor temperatura puede dañar a las larvas jóvenes. Con temperaturas alrededor de 16° termina la actividad de las formas sexuales en la propagación, pero las larvas y ninfas se desarrollan con bastante menos calor. Son perfectamente capaces de aguantar temperaturas bajo cero. Las hemos encontrado en zonas frías del invierno, como en Logroño, casi congeladas, y se recuperaron en el laboratorio fácilmente. (Para Alemania se cita — 5° C como aguantable por R. flavipes.) En la literatura se cita la posibilidad de confundir el daño de Reticulitermes con el de la especie grande de las hormigas negras, Camponotus ligniperda. Por carecer el daño de la última especie del aglomerado típico de termitcs, nos parece fácil distinguirlo, a pesar del similar aspecto.

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RHINOTERMITINAE

Esta subfamilia comprende varios géneros, de los cuales nos interesan a nosotros Rhinotermes (figura 239,15) y Schedorhinotermes (figura 239,7). E l primer género, que hay solamente en el norte de América, donde Rh. nasutus es algo dañino, se caracteriza por doble forma de soldado y que el más pequeño es un «nasuti» de horquilla, además también con una glándula de cabeza casi tan grande como en las Coptotermitinae. Schedorhinotermes es un género numeroso (37 especies) y muy repartido sobre África, la región indomalasia, Australia y Oceanía, conteniendo varias especies dañinas, incluso conocidas por ataques a papel.

SCHEDORHINOTERMES

Se ha citado como dañino en África a S. laminanianus, ssp. australis y S. putorius. E l primero pertenece a la parte oriental del sur, empezando en Mozambique; el segundo es general en toda la África al sur del Sahara. En Guinea Ecuatorial ha sido observado por nuestro difunto colega BENITO MARTÍNEZ (025-1), que los encontró, incluso, destruyendo el edificio del Servicio forestal. Nosotros mismos los hemos visto, allí y en Camerún, múltiples veces dañando las casas de la gente y de las explotaciones de madera, aniquilando papeles administrativos en las oficinas, dentro de sus cajones, en plazo de días. E l caso más espectacular (en R í o Benito, población al lado del río Muni) era el plazo de un fin de semana para destruir la documentación entera, preparada para el despacho de un barco. Montan sus nidos normalmente en raices muertas de árboles o madera que toca al suelo. Son colonias bastante grandes y sus galerías cubren las paredes, a veces como redes. Progresan rápidamente en los bordes del suelo, subiendo detrás de armarios, etc., atacando su interior. Deshacen también objetos sueltos si los alcanzan. Si bien necesitan humedad para su trabajo (en la temporada de sequía no avanzan mucho con su daño), en las temporadas de lluvia y en el bosque pluvial todo el año hay suficiente y son, por tanto, muy activos.

Para bibliotecas y archivos en el trópico representan un continuo peligro y es difícil proteger en forma preventiva los edificios. Debe422

rían ser productos muy repelentes, porque sobrepasan madera impregnada con facilidad, poniendo siempre también en el suelo de las galerías su aglomerado de tierra y arena, pasando entonces fácilmente encima sin dejarse frenar.

TERMITIDAE

Es la familia más numerosa de los termites, comprendiendo cinco subfamilias con muchos géneros y las tres cuartas partes de todas las especies de termites conocidas. Debido a esto, hasta hoy no se ha aclarado totalmente su sistemática según el orden natural. La gran mayoría de los géneros los hay en África, otros grupos notables en la región indomalasia y en la América tropical. Cada género de estos tres grupos los hay siempre solamente en una de las citadas zonas. Únicamente el género Termes (*) lo hay en todo el mundo, salvo en Europa y en el norte de América y Asia. Entre sus especies hay numerosas muy dañinas y las famosas que construyen los nidos grandes como castillos (figura 269) pertenecen también a esta familia. Bastantes son citadas como dañinas en papel, a pesar de que su distribución, preferentemente tropical, les ha dado relativamente poca ocasión de encontrarse con archivos.

Una característica ecológica importante que distingue la familia de todas las anteriores es su diferente forma de alimentación. Carecen de una endosimbiosis, sea de protozoos o de bacterios celulosófagos, alimentándose de celulosa ya descompuesta, como la podrida por hongos y bacterios en el humus, o sea, cultivando en sus nidos a hongos (figura 251), alimentándose de estos mismos. Teóricamente no pueden ser entonces dañinos en papel, que ya es celulosa pura, sino que las especies son «jardineros de hongos» y llevarían la madera o el papel a sus nidos para el cultivo de sus hongos. En realidad todas las especies de la familia conocidas como dañinas en edificios son cultivadoras de hongos, comprobadas, o por lo (*) Esta característica de su distribución geográfica es la que nos empuja, entre otros motivos (etimológicos), a la oposición contra el uso de la palabra «termes» en lugar de «termites», como lo desea la Academia, porque presta naturalmente cierta confusión si se denomina los termites en España con el nombre latino de un género que sólo en Europa no lo hay.

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menos con razones supuestas. Hay también un grupo que come madera fresca, no digiriendo la celulosa, sino solamente las otras sustancias, que son fácilmente digeribles. Este grupo, efectivamente, no comprende ninguna especie dañina en edificios o papel; por tanto, vale el concepto de que los bibliófagos de la familia deben ser cultivadores de hongos. El método del cultivo demuestra un extraordinario aprovechamiento del material. La madera o el papel será comido primero por los obreros extrayendo asi lo digerible por ellos. Luego, sus excrementos, mayormente celulosa e, importante para el cultivo de hongos, incrementada por el nitrógeno orgánico residual de su metabolismo (por ejemplo, urea), sirve como material del cultivo de los hongos. A éstos, además, los excitan por mordiscos en los finales de sus hifas, que asi forman cabecitas hinchadas, como coliflor. Son estas las que luego sirven como alimento básico de la colonia.

MACROTERMITINAE

(figuras 238,5, 239,22 y 244,6)

Son la subfamilia morfológicamente más primitiva, con cierta relación filogenética con los Mastotermitidae. Pero la descendencia común está aquí sobrepuesta con una máxima especialización ecológica; son los más perfectos cultivadores de hongos. Sus diez géneros, mayormente sólo de África, salvo tres que hay también en la región indomalasia, contienen algunos termites muy dañinos y muy conocidos por sus enormes nidos. Macrotermes natalensis Es del sur de África, donde vive preferentemente de hierba seca, pero destruye, dentro de un radio fijo alrededor de sus enormes nidos, toda la madera muerta y otro material de celulosa. También daña algo a la madera viva y la deshace, como parásito secundario, cuando está medio muerta. Invade los edificios subterráneamente, formando grandes galerías cubiertas de sus aglomerados. Destruye las maderas con extraordinaria rapidez. En un año consigue el hundimiento de un edificio si las vigas son de madera. E l daño en papel es correspondiente. Si no se ha tenido mayores pérdidas de archivos es seguramente porque se daba ya antes la alarma por hundimientos parciales en la planta baja del edificio en cuestión. 424

Pueden establecer su nido en los sótanos de los edificios invadidos, ocupando entonces parte de los mismos; se cita para este caso tamaños de seis pies (unos dos metros) de altura. Macrotermes bellicosus Esta especie es más violenta todavía en su destrucción, pero ataca con menos frecuencia edificios. Si lo hace, procedente de nidos exteriores, perfora mortero y monta galerías como la especie anterior. Sus soldados son tan agresivos que merecen el nombre de la especie. Atacan incluso al hombre que les «molesta», causando heridas sangrientas con sus mordiscos. En lo demás de su vida es como la especie anterior. No se ha descrito aún daños en papel, solamente destrozos de edificios. Macrotermes Swaziae En su bionomía es como la especie anterior, pero no es tan frecuente que entre en edificios. Si lo hace, el daño es gravísimo, mucho más que de las otras del género. Es menos agresiva para el hombre y en lo demás su vida es como las especies anteriores. En papel se conoce daños graves. Aparte estas especies africanas, M. gilvus es muy dañina en la región indomalasia, preferentemente en la isla de Java. Su biología es muy parecida a las especies anteriores.

ALLODONTERMES (figura 239,25) Existen varias especies frecuentes en África. La conocida como dañina en Suráfrica es A. Schultzei. Ella es común en terreno virgen y ataca con frecuencia casas en el campo. Para adaptarse a la vida dentro de ciudades tiene cierta dificultad, pero si lo ha conseguido es gravemente peligrosa. Destruye todo material de celulosa que alcanza. Por lo visto es hábil para usar pasos existentes en la construcción penetrando un edificio por tubería, etc., como lo conocemos de Reticulitermes en España. Esto hace peligrosa la especie para la 425

construcción moderna, porque tuberías de luz, de climatización o de agua siempre habrá. Por tanto, a la larga posiblemente será especie más peligrosa que Macrotermes. En esto seguramente influye también que no hace nidos, grandes y elevados en un punto fijo, sino un sistema de cámaras y cavernas subterráneas, irregular y comunicado por galerías.

MICROTERMES (figura 239,4)

Este género monta nidos parecidos al tipo del género anterior y, por tanto, rige en principio lo mismo que lo dicho para Allodontermes. En Suráfrica ha sido bastante dañino M . Havilandi, atacando con cierta frecuencia edificios. Necesita algo más humedad y, por tanto, su acción es relativamente menos violenta. Si encuentra condiciones correspondientes a sus exigencias, el daño será igualmente grave. Del género existen especies muy pequeñas que suelen acompañar a otros termites mayores. Se supone en el plan de ladrones, porque casos parecidos conocemos de las hormigas. Investigaciones que lo aclaren no existen aún.

NASUTITERMITINAB

(figuras

239,19, 240,6

y

249)

Esta subfamilia, muy numerosa en especies, presenta una nueva especializaron, llevada a la perfección: la del «soldado de nasuti». Lo biológicamente sorprendente es cómo se llegó a este desarrollo, porque los soldados, por ser individuos asexuales, no pueden seleccionarse solos; el desarrollo debe producirse como selección de todo el estado como unidad, sin que el objeto de la selección de los soldados pertenezca directamente a la sucesión genética.

EJ principal desarrollo lo tomaba el grupo en el trópico y subtrópico del Nuevo Mundo, pero están también en otros continentes Siendo ecológicamente más bien consumidores de madera p » drida, sólo algunas veces se ha observado daño técnico por miembros de la subfamilia. Trinervitermes (figura 240,4), que en África vive principalmente de hierba más o menos seca, y Microcerotermes (figura 239,14) han 426

hecho daños incluso en papel. Conocidos son también daños por varias especies de Nasutitermes (figura 239,19), preferentemente en América Central. (Una especie de este género, N. columbicus, se hizo turista y lo han visto en Europa, sin consecuencias de momento.) Y queda, por fin, Hospital i termes hospitalis. Se consideraba como posiblemente peligrosa a esta curiosa especie. Tiene pigmento abundante, siendo totalmente negra, y anda con grandes columnas, de unos 4 cm de ancho y 20-30 m (!!) de largo, desde su nido a los árboles, recogiendo allí lo que hay de liqúenes en sus cortezas. Si bien no tenemos más indicación de daño en papel que la de ESCUCRICH, es perfectamente posible que cause en alguna ocasión daño, por ser especie polífaga, y los Tróctidos que dañan bastante a papel, en su vida natural también son especialistas para liqúenes.

AMITERMITINAE

De esta subfamilia se conocen daños, incluso en papel, por los géneros Amitermes y Microcerotermes.

AMITERMES

(figuras 238,6, 239,13 244,5, 246-248, 443)

Son muchas especies y las hay en todo el mundo. Descritos como dañinos son los «termites del desierto», en el sur de los Estados Unidos, como A. Wheeleri y A. Arizonensis, que atacaron edificios, causando grandes destrozos. Realmente son termites del grupo ecológico de los subterráneos y solamente se distinguen por ser capaces de vivir con un mínimo de humedad. Esta cualidad la deben a la costumbre de cubrir previamente todo objeto atacado con su aglomerado, sacando entonces el material incrustado. Aparte del interés científico que su extrema adaptación al clima del desierto provoca, esta característica debe ser considerada también en su calificación como peligrosa para la construcción moderna. Serían capaces de defenderse en un clima artificial y seco, como lo procuramos para archivos. Como curiosidad citamos aquí que al género Amitermes pertenecen también los famosos «termites de la brújula» (figura 443), que viven en África y Australia

427

y que montan sus nidos, planos y anchos en un sentido, aplastados y estrechos en otro, orientándolos exactamente norte-noreste a sur-suroeste. Asi aprovechan al máximo los cambios del microclima en el curso del dia. Es un aspecto inolvidable, si se ha visto desde un avión una sabana con multitud de sus nidos, todos puestos como con una regla.

TERMTTINAE

Esta subfamilia, muy heterogénea en su aspecto morfológico y ecológico, contiene también unos especialistas extraordinarios, como, por ejemplo, el género indomalasio Capritermes, con sus soldados de mandíbulas saltantes para aplastar al enemigo. E l citado género es rara vez dañino. Las especies muy dañinas están en el género Termes y en especial las de África.

Termes badius (figuras 239,23 y 254) Es una de las especies más dañinas en el sur de África, conocido destructor de libros, mucho más frecuente incluso y posiblemente más violento aún en su acción que Macrotermes natalensis. Se caracteriza por montar sus enormes nidos también en las cimentaciones y sótanos de los edificios (figura 254), y que ataca con gran frecuencia; hay noticias de muchas ciudades y villas de la parte sur de África. Tiene igualmente la costumbre, como Allodontermes, de penetrar por pequeños pasos existentes, o abre fisuras en el mortero, etcétera. Por tanto, es especie que debemos considerar también en la construcción moderna.

Termes latericius En Suráfrica se considera como el tercero de los muy dañinos, después del anterior y M. natalensis. Por no montar normalmente el nido en el edificio atacado, si bien lo hay, es algo menos violento en su velocidad destructiva, salvo que se construya al lado de una colonia ya existente, pues entonces consigue hundir el nuevo edificio, a veces, en sólo tres años.

428

Termes transvaalensis Esta especie, muy polífaga, se cita como dañina y parecida a las anteriores, pero menos frecuente en edificios. Ataca allí todo, incluso textiles y papel, cuero, etc. Se caracteriza por sus curiosos nidos con chimenea, que reproducimos como ejemplo de las construcciones curiosas y grandes de los termites (figura 269). L a especie, por adaptarse a un clima muy seco —entra hasta el desierto de Kalahari , debemos considerarla como capacitada para adaptarse a la construcción moderna.

2ea-d)

ISOPTERA III (Conclusiones finales sobre termites y archivos)

Entre los insectos son ellos indudablemente un grupo que siempre será peligroso para bibliotecas o archivos. También en la construcción moderna pueden encontrar medios para invadir edificios y de algunas especies incluso ya lo sabemos. Todas especies atraídas por la luz y principalmente son ellas termites de la madera seca, siempre habrá. Indudablemente sigue bajando el daño de termites subterráneos con el progreso en la edificación. Serán más probablemente las especies con estados primitivos y poco perfectos, como lo son nuestros termites subterráneos de la especie Reticulitermes lucifugus que se mantienen. No obstante, ya hay también ejemplos de los muy especializados como Termes badius, o Allodontermes Schultzei. Su peligro será, por tanto, siempre objeto de consideración si se estudia la forma y el emplazamiento de bibliotecas. No se debe calcular tanto con una agresión espectacular, éstas pasarán a la historia, pero sí con la introducción inesperada de termites en algún sector, usando además caminos ocultos como tuberías de luz, pasos de agua o de los conductos de climatización, etc. Todo esto hay que estudiarlo a priori y sistemáticamente. E l grito «termites» parece causar reacciones muy diferentes entre la gente. Desde una tranquilidad injustificada hasta reacciones de pánico, hemos visto todo. 429

Han sido quemadas casas enteras por los bomberos municipales, lo que no sirve para nada, y se rodearon edificios importantes con voluminosas zanjas llenas de arena envenenada, que hoy tampoco es necesario. De todos modos, es por lo visto un fenómeno humano y los casos raros de esta clase no se limitan a España. En Italia un alcalde puso carteles de aviso en las entradas de su villa para prevenir de los termites a las personas que entraran, y el récord de confusión y absurdo lo provocó un cientifico, además el «competente» para los tratamientos, en Austria, que armó allí la gorda con la exigencia de destruir los focos de R. flavipes, introducidos hace años en este pais, mediante el uso masivo de los residuos de los reactores atómicos. Bueno, no es para tanto. Por otra parte, una excesiva tranquilidad, lógica consecuencia de tanto grito de Casandra que por parte interesada o simplemente por falta de conocimiento se han lanzado, tampoco deseamos recomendar. Hemos documentado la gravedad de lo que es posible y que se presentará, no con garantía absoluta, sino con cierta probabilidad, si no se atiende. En muy pocos casos podemos decir con seguridad lo que pasará; debemos intervenir sabiendo que en algún porcentaje de los casos es sobrante la intervención, ¡solamente que no sabemos en cuáles!

2ea-e)

ISOPTEROS I V (Especies de termites para ensayos)

Para la finalidad de controlar la eficacia de sustancias de conservación en madera, textiles, etc., se ha usado gran número de especies, y la lista que publicó BECKER (019A) es fácilmente ampliable. reuniendo más datos de la inmensa literatura. L o decisivo para adaptar una especie como objeto de ensayo son los siguientes puntos: fácilmente disponible, fácilmente cultivable y especies fuertes para que sean capaces de devorar sin problema mecánico el material a ensayar. La siguiente lista es a titulo informativo, recogiendo solamente algunas especies realmente usadas y, según nuestro criterio, más indicadas por su violenta acción destructiva: Maslotcrmiüdae: Mastotermes Darwiniensis; Kalotermitidae: Kalotermes flavicollis (que es la más indicada en España), K. minor, K. urbanensis; Crypioiermes brevis; Termopsidae: Zootermopsis angusticollis, Z. nevadensis; Rhinoiermitidae: Heterotermes indicóla; Reticulilermes lucifugus, R. flavipes, R. hesperus; Coplolermes acinaciformis, C. formosanus; Termitidae: Odontoiermes obesus, Nasulitermes euphratae, Termes badius. E l cultivo debe adaptarse, naturalmente, a las exigencias de la especie en cuestión y prever, como alimento para la producción de 430

individuos, materiales fácilmente destruibles por la especie, caso que no admita lo corriente, como es aserrín fresco y lo papel de filtro.

2ea-f)

BLATTODEA (figuras 277-281 y 382)

Este orden, cuyas familias muchas veces se han incluido en la siguiente de las Oríhopíera, debemos mantenerlo separado, cerca de los termites. No solamente por sus características morfológicas, sino más aún por su ecología. Salvo que no son insectos sociales, se parecen mucho en su forma de vivir a los termites. Su daño en libros puede ser grave. En Europa es más bien caso de abandono y de descuido si la destrucción llega a extremos de importancia. En el trópico, al contrario, su acción es bastante más violenta. Además hay especies especializadas en madera húmeda como alimento, y éstas son entonces bibliófagos predestinados, manteniendo el papel en el trópico con frecuencia una humedad suficiente para ser alimento atractivo para estos insectos. Si bien describimos a continuación las especies más conocidas como dañinas en papel, realmente hay dos grupos ecológicos que debemos considerar separadamente, por distinguirse su forma de vida y sus alimentos preferidos. El primer grupo, muy frecuente en todo el mundo, son los Blátidos polífagos. Éstos comprenden nuestras comunes cucarachas de los géneros Blatta, Blatella y Periplaneta y las especies más bien tropicales y subtropicales de Supella (figura 277), etc. De este último género hay especies introducidas en Europa; de Madrid se han descrito recientemente una. Son cucarachas minúsculas, de algo más de un centímetro de largo. Es común de este grupo que coman prácticamente todo, desde lo que es nuestro alimento hasta cuero, papel, cera, plásticos, etc. Su daño en papel llega a tener importancia si no existe control y defensa contra su acción, pero no es rápido y, salvo en los de pergaminos y cuero, donde dañan a veces mucho y rápidamente, a libros atacan solamente si no hay mejor comida.

E l otro grupo comprende las especies celulosófagas que en la naturaleza comen madera más o menos podrida, hojas caídas, etc. Es variable el grado de la especialización para esta alimentación. E l gé431

ñero Cryptocerus, por ejemplo, está más o menos limitado a esta forma de vivir; otros, como Pycnocelus, tienen una posición más bien intermedia entre los dos grupos. Todas las especies de esta segunda forma de alimentación son especies del clima caliente, salvo algunas en América, sin que se conozca daños de allí. En el trópico, los miembros del segundo grupo son dañinos en archivos. Blalóidos

polífagos

(figura 280), (figura 281)

BLATTA

BLATTELLA

(figuras

278

y

279)

y

PERIPLANETA

Muchas especies de estos géneros existen en el mundo y viven en áreas limitadas. Otras, como B. orientalis, B. germánica y P. americana o P. australasiae son ya cosmopolitas. Su daño es variable en volumen; en su forma es igual. Comen los cantos y raspan zonas que les dan más alimentación, como las etiquetas en los dorsos de libros o toda la encuademación. Típico es que coman la impresión de oro en la encuademación de cuero. En pergaminos comen muchas veces los cantos de los libros, donde se pegó el borde con alguna cola animal. Su daño en Europa se confunde fácilmente con Lepisma, siendo parecido el aspecto, salvo que se tome una lupa; entonces se puede ver las raspaduras de las mandíbulas de las cucarachas; al contrario, el «pececillo de plata» no deja esta señal. Aparte el daño directo, ensucian mucho el papel con sus excrementos. Su biología es muy parecida en todas las especies. Ponen sus huevos en sitios ocultos en cápsulas típicas (a las que se llama «oüteca»). Las larvas jóvenes tienen un aspecto igual que los adultos, salvo que primero les faltan las alas y luego, con cada cambio de piel, salen alas rudimentarias cada vez algo mayores. Necesitan entre dos meses y casi dos años para llegar a su plenitud, según especie y, más aún, según circunstancias exteriores como temperatura, alimento, etc.

Una característica fisiológica importante en la práctica es que pueden absorber sustancias insecticidas, como D D T , en su tejido graso sin que sean víctimas del veneno. Si luego, en el laboratorio, se deja pasar hambre, mueren tan pronto como empiezan a aprovechar sus reservas de grasa. Para combatir cucarachas se debe usar, por tanto, sustancias que no las puedan absorber así, o combinarlas con alguna sinergética, para que excite su metabolismo. 432

Blatóidos

celulosófagos

Nosotros hemos observado en repetidas ocasiones daño en papel en el bosque tropical por especies pertenecientes a este grupo ecológico, sin que nos fuera posible aclarar las especies. E l daño es frecuentemente mezclado con el del primer grupo (Periplaneta, etc.), pero fácil de distinguir; su destrucción no es selectiva, raspan sistemáticamente desde los cantos y su única preferencia es por zonas más húmedas. Sería interesante aclarar más sobre la cuestión de cuánto es la participación de cada grupo en el daño de libros en el trópico. Se suele citar cucarachas para allí como importantes bibliófagos (por ejemplo, PLUMBE, 307-2) y nuestras propias observaciones lo confirman, pero consideramos posible que se acuse injustamente a los Blátidos polífagos y sean realmente los tipos celulosófagos los que provoquen la mayoría del daño. Insistimos sobre este punto porque la defensa contra los dos grupos debe ser bien distinta. Contra los celulosófagos no son útiles las composiciones de emulsiones insecticidas con harina, que dan contra los polífagos el mejor resultado. Combativamente podían tener efecto contra los Blátidos celulosófagos solamente sustancias germicidas o insecticidas adherentes al papel mismo.

Cryptocerus punctulatus Esta especie, considerada como poco dañina en casas, la citamos como representante del segundo grupo ecológico, porque ha sido investigada en su forma de alimentación por CLEVELAND (076-1), demostrando una forma de alimentación con simbiontes intestinales, muy parecida a los termites.

2ea-g)

ORTHOPTERA

La única especie que se cita como bibliófago es Gryllus domesticas. Su daño, muy parecido al del grupo de los Blátidos celulosófagos, al que debería pertenecer por su forma de alimentación, seguramente se confunde con frecuencia con las cucarachas polífagas, como ya hemos explicado anteriormente para los tipos celulosófagos. Por tener exigencias de temperatura muy por encima de lo que normalmente se tiene en una biblioteca en Europa, no consideramos muy probable que cause

433 28

grandes daños. De Italia se describe solamente en forma aleatoria y en España no hemos visto nunca al grillo domestico en un archivo. En el trópico, varías especies eran frecuentes, por ejemplo, en Lagos (Nigeria).

2ea-h)

COPEOGNATHA

(figuras 282-284 y 380)

Este orden, en su mayor parte de minúsculos insectos, comprende en la naturaleza preferentemente especies que viven de los liqúenes en las cortezas de árboles, en la flora del suelo y en las rocas. Algunas viven ya entre hojas caídas y de allí proceden también las especies típicas de los libros, como Trogium pulsatorium (*) y Liposcelis divinatorius. No obstante, algunos de los especialistas para liqúenes (Psocus, figura 282) también se han presentado en bibliotecas, seguramente persiguiendo allí la microflora de los hongos bibliófagos. Según nuestras propias observaciones, es necesario un alojamiento muy deficiente para que se presenten, pero se han citado también de otros países y, por tanto, no es tan pura casualidad como en principio suponíamos. Por antiguas investigaciones alemanas sabemos, además, que las especies de este grupo son muy elásticas para adaptarse a nuevos ambientes y biotopos. Se observó incluso adaptaciones en plazos muy cortos a nuevas alimentaciones, etc., por ejemplo, en invernaderos. La opinión, a veces manifestada incluso en la literatura de los bibliófagos, de que el grupo no come papel, sino solamente hongos presentes, es equivocada. Lo que les falta es la posibilidad de obtener nitrógeno orgánico en su alimentación y, por tanto, incluso colas animales valen para esto. Digieren celulosa con un fermento de oxidasa que tienen, si bien malamente.

LlPOSCELIDAE

Varias de sus especies, mayormente ápteras o con alas rudimentarias, son cosmopolitas domésticos y que causan daño en todo material seco. En libros se observan preferentemente los minúsculos

(*) Esta especie la describió LINNEO como «Termes* pulsatorium y aún L A TREILLE, en 1802, la incluye en sus termites (él es el autor de la palabra termites con su familia Tcrmitina). A LINNEO le inspiró el hecho de que Trogium pulsatorium deshace todo a un polvillo fino al nombre «Termes», etimológicamente derivado de la palabra griega tò Téoua el final.

434

Liposcelis divinatorius (figura 284) y Trogium (Atropos) pulsatorium (figura 283), pero también Lepionotus inquilinos no es raro. Su daño en libros es una destrucción superficial de la hoja de papel que deja desaparecer al principio el texto, etc., profundizándose paso a paso a perforaciones irregulares. Si la tinta contiene componentes venenosos o es de un gusto nada agradable para el insecto, dejan sin tocar esta zona, como indica, por ejemplo, la figura 56, donde ciertas líneas del mapa, o los pantalones de un caballero, no han sido comidos. Que también pueden hacer daño algo más importante lo demuestra la figura 380. Si bien estos extremos siempre serán excepciones, se cita su daño con cierta frecuencia. Todas las especies pueden vivir en un ambiente seco, pero prefieren cierta humedad; tienen su óptimo en los lugares «secos» de las regiones de la costa (que en general son algo húmedos). La temperatura influye relativamente poco; a pesar de tener su óptimo encima de 30° C pueden desarrollarse también en temperaturas muy reducidas, naturalmente, entonces con menos velocidad.

Su daño no alcanza rápidamente una gran importancia, pero con frecuencia se descubre su acción muy tarde, por ser al principio poco visible y llamativo. Sus principales enemigos son los alacranes de libros [véase el capítulo 2gb-d)], pero ellos no tienen efecto práctico en la defensa de libros.

2ea-i)

COLEÓPTERA

Es el grupo más grande de los insectos, casi su mitad, y representan una cuarta parte de todos los animales conocidos. Entre los insectos que atacan libros comprenden la mayor parte en número de especies. A pesar de esto, sus bibliófagos se limitan a muy pocas familias, principalmente Anobiidae, en papel, y Dermestidae y Microlepidópteros, en cuero y pergamino. Aparte estos grupos, hay un número no muy grande de varias otras familias, tratándose de especies aisladas, y del grupo de coleópteros dañinos en alimentos y otros materiales almacenados en edificios, en que se destaca algo la familia de las Tenebrionidae y la de Ostomidae.

435

(figuras 285-291, 295-301, 304-318, 347-350, 381, 383D, 384, 387, 389-392, 397 y 398)

ANOBIIDAE

Por su costumbre de golpear rítmicamente con su cabeza a la madera, algunas especies tienen el nombre vulgar de «reloj de la muerte». Es la familia más importante como bibliófagos, incluyendo gran número de especies que se han observado en libros; aparte los termites, a cuenta de los Anobíidos va la mayor parte del daño por insectos que se conoce. Varían las especies ecológicamente bastante; su bionomía, al contrario, es parecida. La emancipación de los imagos empieza en la primavera y dura hasta el verano; en algunas especies, como A. punclatum, hasta el final del verano. Durante su vida de imago (unos 7-20 dias) no se alimentan; las hembras colocan los huevos (varían, según la especie, entre 15-100 por hembra; normalmente son unos 20-40) en el objeto atacado, entrando a veces por agujeros existentes, pero roen también algo para este fin. Algunas especies, como Ptilinus pectinicornis, verifican a veces la copulación en sus galerías sin salir de los objetos atacados. Las larvas necesitan hasta incluso varios años para ser adultas; según condiciones climáticas, en libros se puede tomar unos tres a cuatro años; en madera es a veces menos. Para empuparse se prepara una cámara del doble tamaño de la larva, que se cierra con unas tapas de material muy duro (figura 341). La pupa reposa unas dos a cinco semanas; la imago sale de la cámara por una perforación redonda.

En su alimentación, normalmente, no son muy exigentes; la celulosa la pueden digerir parcialmente por propios fermentos. La presencia de hongos favorece a todas las especies de Anobíidos; algunas, como Dendrobium pertinax, la necesitan para su desarrollo. Todas las larvas tienen su simbiosis intestinal con ciertas féculas, casi siempre decisivamente necesarias para su desarrollo. Les favorece también toda clase de almidón (cola de harina) y albúminas. Sus principales enemigos son las avispas parasitarias de la familia Braconidae (figuras 410-412) y el himenóptero Scleroderma domestica (figuras 408 y 409), de las Bethylidae. Con menos frecuencia se observa también las minúsculas avispas de las Chalcidoidea (figuras 413-417) y solamente en lugares húmedos se encuentra al acaro Pediculoides ventricosus (figuras 421, 422 y 430). También las larvas e imagos de algunos Coleópteros de la familia Cleridae (figuras 424436

427) persiguen las larvas de Anobiidos, causando en este caso también daño al libro por la vehemencia con que abren su camino. Alguna importancia relativa en la «lucha biológica» tienen Scleroderma. Braconidae y a veces Cleridae, pero toda ella es de un valor mínimo en la práctica. Anteriormente hemos dicho que los Anobiidos preocupaban ya a MOISÉS, hace unos 3.500 anos, y Lasiodcrma serricorne y Sitodrcpa panicea se encontraban en las tumbas de los faraones (ALFIERI, 004), por ejemplo, en la de TUTANKAMÓN.

El daño provocado por Anobiidos en papiros lo indica la figura 381. SAN PACÍAN, obispo de Barcelona, hizo un exhorto contra ellos, pero a pesar de todo siguieron devastando las bibliotecas de Cataluña.

Antiguamente su volumen de plaga era tan grande que se asustaron los archiveros o los administradores excesivamente, cometiendo por su cuenta entonces actos que debemos considerar como «vandalismo de buena fe». Uno cita Rico Y SINOBAS (323): «se quemaron 800-1.000 arrobas de peso» (una arroba en Castilla — 11,5 kg.; en Cataluña, 10,4 kg.; es decir, que lo destruido corresponde a unas diez toneladas de documentos), del «archivo de los hechos de armas en el Mediterráneo hasta China, ... del siglo xv-xvi, hasta (la fecha del) fallecimiento de Don Alvaro de Bazán», procedentes del antiguo archivo de las galeras de España. En condiciones del alojamiento moderno de archivos los Anobíidos pierden mucha de su antigua importancia. Las especies de más importancia son las que tratamos a continuación. No obstante, especialmente en el trópico pueden presentarse de repente otras especies como peligrosas y dañinas. Stegobium paniceum L. (figuras 291, 314, 350, 390 y 391) La especie es común en todo material seco de plantas y se presenta, a veces, también en objetos de procedencia animal. Está muy distribuido en las bibliotecas del mundo, causando daños tanto en la encuademación como en el papel. En las bibliotecas del Mediterráneo está muy repartido como bibliófago. En toda España se observa como uno de los principales Anobiidos en libros. En los Estados Unidos se cita como muy frecuente. En las bibliotecas de Moscú llega a ser el causante de un 90 por 100 de los daños por Anobiidos. Se ha introducido también en Sudáfríca. 437

El daño más renombrado ha sido la destrucción total de uno de los muy pocos ejemplares incunables de La Divina Comedia, que Stegobium provocó hace anos en Italia.

Es muy elástico y capaz de adaptarse a condiciones locales. Sus necesidades ecológicas están caracterizadas por su resistencia a altas temperaturas y su extraordinaria resistencia contra la falta de humedad. Un ambiente húmedo favorece solamente hasta cierto límite; en sótanos, por ejemplo, no se observan daños de alguna importancia por este insecto; las más graves destrucciones las causa en pergaminos y cuero pegado, mezclados con papeles (figuras 390 y 391). Esto deja suponer que les favorece mucho la presencia de albúminas en su alimento, y de verdad es frecuente que su actividad se limite a una zona cerca de la cubierta de un libro. A veces se observó «Dermestes» chinensis como muy destructivo, que, como finalmente se aclaró, ha sido Stegobium en condiciones extremas. Lasioderma serricorne Fabr. (figuras 289, 307, 343, 347 y 381) Por ser frecuente en tabacos y llegando preferentemente con cigarrillos importados desde Oriente Medio, en los Estados Unidos se llama al insecto «escarabajo del cigarrillo». Es bastante parecido en sus necesidades climáticas a la especie anterior, pero se distingue por tener cierta necesidad de azúcares y almidón, por lo cual se concentra su daño también en las zonas cerca del lomo del libro. A l cuero y pergamino prácticamente no toca, excepto en la salida de las imagos. Otra característica que hace peligroso a este coleóptero es su corto ciclo de vida, que cumple en libros en tres a cuatro meses; en otros materiales es más rápido todavía, alcanzando hasta seis generaciones por año; y todo esto acompañado de una considerable potencia reproductora por el elevado número de huevos que pone la hembra (más de 50 hemos comprobado). Aparte la especie citada, existen parecidas en su labor destructiva que se conocen ya desde el último siglo como peligrosos insectos bibliófagos, pero por cierta confusión sistemática no se sabe exactamente qué especies han sido, siendo ellos del mismo género o de 438

géneros afines; incluso es posible que se tratara del L. serricorne mismo, porque también se ha introducido en muchos sitios del mundo donde no estaba, como en Sudáfrica, Estados Unidos, etc. Desde luego la observación de esta o estas especies en bibliotecas indica un peligro inminente y obliga a una rápida actuación en contra de su propagación.

GASTRALLUS

Este género lo hay con dos especies en toda Europa. Dañino se ha mostrado G. immarginatus (figuras 296, 315 y 391) en el Mediterráneo, y en los Estados Unidos, G. laevigatus, del que en Europa no se observó tanto daño en libros, siendo más distribuido en Europa central y del Este que en el Sur. Los m i n ú s c u l o s c o l e ó p t e r o s , de 2 mm aproximadamente, perforan el papel como criba, cruzando mucho las hojas, no como Anobium, que trabaja muchas veces a lo largo de las hojas, c o r t á n d o l a s , que Gastrallus casi no lo hace. En un clima favorable para sus exigencias de humedad (G. immarginatus desea más calor que G. laevigatus), pueden desarrollarse con notable rapidez, formando una verdadera plaga.

DRYOPHILUS

Si bien el género vive en toda Europa, hasta el Cáucaso, Sicilia y norte de África, con tres especies, dañino ha sido solamente en el Mediterráneo. De Italia se ha descrito D. longicollis (figuras 299 y 309) como, a veces, violento bibliófago, y nosotros mismos hemos observado en Marruecos a D. anobioicles (figuras 300 y 310) en libros. De España no conocemos ninguno de los dos en libros. Son fáciles de distinguir de otros Anobiidos por sus antenas largas, que adem á s llevan en una p o s i c i ó n diferente a las especies de Anobium, casi como un c o l e ó p t e r o Capricornio. Sus exigencias climáticas son calor y poca humedad.

ANOBIUM

Este género y varios afines comprenden los clásicos gusanos o polillas del libro. La especies más conocida es: 439

Anobium punctatum De Geer (figuras 274, 285, 305, 341, 349, 383 y 389) Es una de las especies más comunes, tanto en madera (muebles) como en libros, que ataca preferentemente madera hasta muy vieja y libros de papel rico en celulosa, no necesitando la presencia de hongos para su desarrollo. Su óptimo de temperatura está a 22° C y está favorecido mucho por la humedad; por tanto, su mayor desarrollo lo tiene en bibliotecas que están en lugares húmedos y templados, como, por ejemplo, sótanos. La especie se ha repartido por muchos sitios del mundo; por ejemplo, ya es dañino también en Sudáfrica y, por la facilidad en su cultivo de laboratorio y en su disponibilidad, se ha incluido la especie entre los insectos de ensayo en el control de la eficacia de productos industríales.

Su factor de propagación es bajo; cada hembra pone entre 12 y 30 huevos como máximo y, por tanto, su plaga no aumenta rápidamente. Pero también es especie tenaz y dura a condiciones no favorables; por tanto, su plaga, una vez establecida, es resistente. En vista de que, además, es la especie que más fácilmente oscila entre madera y papel, antiguamente tenía mucha importancia como bibliófago; hoy, eliminando la madera de las bibliotecas y procurando un ambiente más seco, pierde importancia. Pertenecen al mismo género o afines los bibliófagos relativamente frecuentes de A. emarginatum (figura 311), A. nitidum (figuras 297 y 317), A. fulvicorne, Oligomerus ptilinoides (figuras 301 y 316), siendo estos dos últimos a veces bibliófagos violentos, y O. brunneus. Sus necesidades climáticas son parecidas, pero son menos frecuentes. A. Thomsoni está ampliando su área artificial en la construcción; principalmente en el norte y el centro de Europa se observó últimamente mucho. De bibliotecas sabemos solamente un caso seguro. Posiblemente muchas veces ha sido confundido con otras especies. Como muy dañina, pero irregular en su frecuencia, se califica a Carthorama bibliothecarum, que hay en Europa y el Nuevo Mundo. C. mexicana causaba en el nuevo continente destrucciones muy importantes, por ejemplo, en el Brasil, pero también en Hawai y Boston ha sido observada y era muy dañina. C. herbarum causa 440

considerable daño en el Brasil, por ejemplo, en Sao Paulo, donde entre octubre y diciembre se propaga por la noche, atraído por la luz a las casas. Nicobium castaneum y N. c. var. hirtum (figuras 298 y 312) En sus exigencias climáticas es parecida a las especies anteriores, pero abunda mucho más en todo el Mediterráneo. En Cataluña es muy frecuente en bibliotecas y también en Valencia. En general, es uno de los bibliófagos más frecuentes de España. Ha sido introducido, como bibliófago violento además, al norte de América, en el Japón y también se observó en Sudáfrica. En España es el clásico bibliófago de las observaciones sobre enemigos de los mismos. No creemos que sea más víctima que otros Anobíidos, sino que por ser muy frecuente en Cataluña y por ser ésta una de los centros ya con solera de la entomología en España, se ofreció casualmente a la investigación.

Dendrobium pertinax L. (figuras 286 y 304) Es una especie común en toda Europa e introducida en los Estados Unidos que ecológicamente se distingue de A. punctatum por necesitar cierta humedad para su desarrollo y la presencia de hongos o por lo menos de almidón (encuademación). Sus óptimos de temperatura son algo superiores a A. punctatum; su potencia reproductora es reducida: la hembra pone sólo unos 10-15 huevos. En las costas mediterráneas es un bibliófago común en bibliotecas alojadas en sótanos. Parecido en sus necesidades ecológicas es Trypopitys carpini, que, antiguamente poco conocido, hoy se distribuye mucho en Europa central y hasta la mediterránea oriental, donde ya se conoce también como bibliófago. Xestobium rufivillosum De Geer (figuras 275, 287, 313, 348 y 387) Es la especie más grande de esta familia, siendo común en toda Europa, norte de África, Asia Menor y América. Es la carcoma especializada en roble y otras maderas duras; en libros la misma se observa con alguna frecuencia cuando tienen papel de buena calidad. 441

Prefiere un ambiente húmedo, y la presencia de hongos la favorece. Sus óptimos de temperatura y de humedad son parecidos a A. punetatum, pero su potencia de propagación es muy superior; la hembra coloca hasta 150 huevos. Su ciclo de vida cumple en un plazo mayor que A. punctatum. La especie se ha repartido en el mundo. Se cita de los Estados Unidos y Sudáfrica como introducida. Nosotros la hemos visto en las islas Canarias, donde según nos parece no estaba antiguamente. En las bibliotecas de Moscú se cita como fuerte bibliófago y lo mismo hemos observado en España, donde en algunos casos hizo daños extremadamente graves, como en las Vascongadas y en Asturias.

Si esta especie se encuentra en un edificio antiguo, está en grave peligro no solamente la biblioteca, sino también la construcción. Además hemos observado que los termites aprovechan con cierta frecuencia las galerías de este insecto, comiendo incluso sus larvas. Todo esto abre el camino y favorece mucho a los termites, que entonces actúan con mayor velocidad. Ernobius mollis L. (figuras 290 y 306) Se parece en sus necesidades ecológicas a X. rujivillosum; probablemente necesita más humedad como óptimo, pero es especie menos peligrosa. En madera casi no hace daño; en libros tiene la curiosa costumbre de deshacer preferentemente las primeras y las últimas páginas y el lomo; probablemente por encontrar allí algo más almidón (colas de harina) que lo necesita y en su sitio normal de vivir, entre corteza y albura de coniferas, tiene en concentraciones muy superiores a las del papel. Fuera de su área natural se ha citado en Sudáfrica, donde se describe como menos importante que el resto de las especies introducidas.

Píilimis pectinicornis L. (figuras 289 y 308) Este Anobíido es menos frecuente, en general, pero se ha introducido desde Europa en varios puntos de América Central y de Asia Menor. Se caracteriza por su reducida necesidad obligatoria de humedad; no obstante, se desarrolla mucho más rápidamente en un ambiente más húmedo, viviendo incluso en sitios de mucha humedad. 442

Es el coleóptero de bibliotecas muy secas, donde, por su propagación relativamente rápida, pudiendo cumplir su ciclo de vida en el plazo de un año —lo normal son dos— y, por una gran potencia reproductiva, causa daños graves en plazos relativamente cortos si encuentra de repente ambiente húmedo. Favorece a él la presencia de madera de frondosas duras (roble, castaño, haya) que contienen azúcares o almidón y que ofrecen de este modo condiciones óptimas para su desarrollo. Se indica con frecuencia que la especie está muy afectada por parásitos. Por el carácter ecológico citado, es muy probable que también sus parásitos practiquen graduaciones más pronunciadas.

GASTRALLOMINIUM

El género es muy distribuido en la parte oriental del Mediterráneo y en los trópicos del Nuevo Mundo. La especie G. unistriatum (figura 392) es dañina en Italia, G. parmatum provocó graves daños en libros de Egipto, G. brasiliense ha destruido bibliotecas enteras en el Brasil, G. longipene se cita como dañino en papiros. En total existen unas treinta especies, preferentemente en el trópico. Lo tipico de su daño es la destrucción masiva de las zonas exteriores del libro, sin profundizar al centro, antes de descomponer totalmente los bordes. Una vez conseguido esto, sigue profundizando. Se debe considerar como posible que se presenten danos graves e inesperados en zonas tropicales por este género.

DORCATOMA

E l género hay con varias especies en Europa, sin que se haya citado como bibliófago. Su más impresionante daño lo hizo por la especie D. bibliophagum (figura 318) en el Brasil, donde se ha descrito la var. brasiliense. E l género es un típico comedor de setas y hongos arbóreos; se debe suponer, por tanto, que en los casos del Brasil coincidieron hongos bibliófagos con la citada especie. Es fácil además que esto ocurra en un clima caliente. Comprobando varias muestras del polvillo, obtenido de antiguos libros de palmera de la India atacados por Anobíidos (figura 231) y comparando tamaño y forma de las galerías y de los excrementos 443

que contenían los restos finos, hemos llegado a la conclusión de que el daño es principalmente por especies de este género. Tanto el carácter del daño por las larvas jóvenes (comiendo solamente la epidermis y que las zonas dañadas por las mismas coincidieron con las zonas en la hoja de palmera con hifas de hongos en el tejido, dejando intacto zonas sin hifas) respalda nuestro concepto, como el tamaño y la forma de los excrementos (tipo gota) dejan pocas posibilidades ajenas al género Dorcaloma. La confirmación por un fragmento de algún insecto no hemos conseguido, a pesar de registrar minuciosamente todo el material. Es raro, porque en material atacado por Anobiidos es normal que se obtenga cápsulas de la cabeza de larvas y fragmentos de los adultos.

Especies de Anobiidos para ensayos Para fines de control de la eficacia de sustancias de conservación se han usado muchas especies del grupo de los Anobiidos. En España, desde luego, la especie más fácil de obtener es Anobium punctatum, y es bibliófago fuerte. Conviene usar también Xestobium y lo Nicobium, por ser especies ecológicamente algo diferentes y también fáciles de cultivar. Como material de cultivo es lo más recomendable aserrín fresco de albura de roble y de chopo mezclado, además con alguna adición reducida de almidón (maicena, por ejemplo).

PTINIDAE

La familia es muy afín a los Anobiidos, con la cual se han unido antiguamente. La especie más común es el Ptinus fur (figuras 293 y 321), que causa muchas veces daños en pergaminos y en la encuademación. Teniendo las mismas costumbres que Dermestes, preparándose en la madera o el papel la cámara para su pupa, perfora entonces también el papel. Una propagación en masa, que puede presentarse de repente por tener un corto ciclo de vida, será muy perjudicial. Especies parecidas en su daño son Ptinus pusillus (figura 322) y P. tectus Boild.; el último ha sido introducido desde Australia. De Niptus hóloleucus Fald. (figuras 293a y 320), que vulgarmente se llaman «escarabajo del latón» por su bonito brillo amarillo, se conocen considerables daños, preferentemente en papeles de muy buena calidad y en tela. 444

GlBBlUM

Las especies G. scotias, su sinónimo dudoso G. phylloides y G. sulcaíum (figura 323) se ha citado como bibliófagos. Estos Ptínidos son polífagos y comen en la naturaleza toda clase de residuo animal y vegetal. En museos y en herbarios no son raros; tampoco en bibliotecas que contienen libros viejos. Su daño es limitado si no se produce una plaga. Entonces, igual que Ptinus y Niptus, pueden provocar daño por la gran cantidad de individuos que actúan. Merecen cierta atención porque se conoce daños en plásticos caseínicos endurecidos con formol; es decir, son capaces de adaptarse a un alimento nuevo. BOSTRYCHIDAE

La familia está distribuida mundialmente con numerosas especies. Todas son más o menos dañinas en madera y árboles. Algunas son violentos roedores y, por motivos de «errores biológicos», dañan a todo lo que tenga una resistencia parecida en la ocasión de su «alimento de plenitud», lo que, después de salir de la crisálida, debían realizar en corteza blanda. Asi, si hay Bostríchidos en la madera de una biblioteca, se provocan daños en los libros, por las imagos. Hemos conocido en Tarragona un caso de apreciable daño.

Varias especies, como Psoa dubia, Bostrychus capuchinus (figura 325) y otras dañan, con carácter más o menos casual, a libros si existe su ataque en las maderas presentes en una biblioteca. Muy importante no es la contaminación desde la madera en este caso y desde luego muy inferior a lo que puede ocurrir con Anóbium punctatum. Peor es el caso de la presencia de Heterobostrychus aequalis o H. brunneus (figura 326), que en el trópico y subtrópico de África son violentos xilófagos y afectan también a los archivos, accidentalmente, pero con daño notable. Se han introducido a veces en España. Hemos visto en África su daño en madera, de volumen parecido al de Hylotrupes (que en Europa es el más violento insecto xilófago después de tcrmites), y en un caso de Marruecos acribillaron los papeles, depositados en estanterías afectadas por los insectos, provocando un aspecto como de un tiro con perdigones de grueso calibre; pero han sido sólo las salidas de las imagos, larvas no pasaron al papel.

445

Rhizopertha dominicana Fabr. En zonas subtropicales ha provocado notable daño en archivos, por ejemplo, en Puerto Rico y las islas Taihití. Su presencia seguramente es casual, provocada por existir algún almacén cerca con la plaga del insecto, pero de todos modos puede ser peligroso si se presenta y hay objetos que contienen almidón o micelios de hongos, fácil en los libros de bibliotecas en el trópico. Esta especie, muy dañina en trigo, pero también en la corteza de plantas leñosas, es un coleóptero cilindrico de aproximadamente 3-3,3 mm, de color negro. Su daño caracteriza al insecto como muy polífago, destruyendo semilla, plantas medicinales secas, raices secas, corcho, contrachapeados y papel o cartón.

En Europa consideramos esta familia como puramente accidental.

DERMESTIDAE

La familia, que vive con unos doce géneros en todo el mundo, causa daño principalmente con los géneros Dermestes, Attagenus y Anthrenus. En la naturaleza destruyen cadáveres, pelo, pieles y uñas o cornamentas; viven de madera deshecha por hongos y algunos también del polen de las flores. Como insectos dañinos atacan pieles, las no curtidas con preferencia, objetos de lana, alimentos almacenados de origen animal, etc. Son bibliófagos las especies que atacan pergamino, colas animales, etc., no solamente por su daño en este material, sino también por los daños en el papel, que destruyen sin comérselo a consecuencia de sus costumbres biológicas. Recientemente han alcanzado otra vez más importancia por encontrar a bastantes especies como dañinas en materiales plásticos, si bien dudamos que este carácter pueda ser de trascendencia para nosotros, porque no lo destruyen para su alimentación, sino para alcanzar algún alimento. En estos casos incluso perforan metales blandos, como plomo y estaño. Tipos más duros, especialmente hojas fuertes de aluminio, ya no pueden perforar.

DERMESTES

Los escarabajos del jamón, antiguamente de trascendencia para la producción nacional de este alimento, hoy ya no son tan frecuentes, pero varias especies han llegado a ser cosmopolitas. 446

Dermestes laridarius L. (figuras 332 y 357) La especie es muy común como insecto dañino en pieles, carne seca y otros alimentos; su daño en libros se concentra en la encuademación de cuero o pergamino. Para empuparse, las larvas se preparan una cámara, perforando para este fin madera, libros, etc. Su daño puede ser muy grave cuando hay varias generaciones, porque cada larva se prepara una nueva cámara con unos 20 a 50 mm. de profundidad de perforación. Su daño en papel se parece en algo al de T. mauritanicus (véase figura 388). E l ciclo de su vida lo cumplen totalmente en el sitio donde causan el daño. E l plazo varía según la disponibilidad del alimento de la larva, que necesita para ser adulto de 40 a 80 días, siendo unos 50 días lo normal. No obstante, el insecto llega solamente a unas tres generaciones por año, porque la imago necesita cierto plazo para alcanzar su plenitud. La hembra pone de 40 a 80 huevos, directamente en el material atacado. Las larvas son poco débiles a la carencia de humedad, pero un ambiente húmedo las favorece. Su capullo se conoce fácilmente, porque aprovechan la última piel de la larva como protección de la pupa. Aparte la citada especie, existen varias más de una biología parecida y que causan el mismo daño. Los más frecuentes son Dermestes vulpinus, D. maculatus, D. oblongus y D. peruvianus. Recientemente se ha distribuido en el mundo mucho la última especie, procedente de Sudamérica. ATTAGENUS

El género es muy numeroso, unas 125 especies en todo el mundo, de las cuales destaca el «escarabajo de las pieles», A. pellio, de origen europeo y descrito ya por LINNEO en 1785, y, muy especialmente, el «escarabajo de las alfombras», A. piceus (figura 333), de origen oriental. Ambos son hoy cosmopolitas. Attagenus piceus (figura 333) Para nosotros es el más peligroso. Su daño seguramente está confundido con otras especies totalmente diferentes. Las larvas (figu447

ra 356) causan daño en los lomos y encuademaciones de libros si se usaron colas animales o son de pergamino. L a imago perfora en la salida el material con que tropieza, para salir lo más directamente a la luz. Su bionomia es variable según circunstancias climáticas, pero en término medio es la siguiente: temperatura óptima alrededor de 24-25"C; la larva no quiere ni aguanta mucha humedad. Las imagos recién salidas de la crisálida y las larvas viven en la oscuridad (interior de los lomos de libros o debajo de las alfombras, costumbre a la que debe su nombre vulgar); la imago adulta ( después 3-8 dias), al contrario, es fototrópica positiva en extremo, porque se alimenta del polen de flores, etc. Su ciclo de vida dura entre medio a tres anos, cambiando la larva muchas veces la piel (7 a 12 veces) y se encuentra normalmente sus restos en los lomos dañados, pero siempre están también parcialmente comidas estas pieles de las larvas. Es realmente la única señal tipica de su presencia; el daño es totalmente atipico y no dejan otras señales, especialmente las larvas no hilan ninguna clase de seda, etc. Por la última característica su daño difiere del de los Microlepidópteros. Como curiosidad citamos que en Rusia y Japón la especie es fuertemente dañina en cultivos del gusano de seda. Para aclarar qué insectos de éstos, obtenidos en un archivo, son de reciente ataque o ya de la segunda generación, basta comprobar sus sexos. Si son solamente hembras es el primer ataque; si se obtienen, preferentemente en las ventanas, ambos sexos, son las imagos que salen como segunda generación, procedentes de algún ataque ya establecido.

ANTHRENUS (figuras 327, 344 y 355)

La especie más conocida, como insecto peligroso para las colecciones de insectos y de animales disecados, es A. museorum. En libros causa daños en la encuademación y en pergaminos; por no perforar el papel para empuparse, su daño es inferior al mismo de Dermestes. Su ciclo de vida es de un año en Europa central y de dos generaciones por año en zonas mediterráneas. Su potencia de propagación es superior a la de Dermestes; el invierno lo pasa como larva, empupándosc sin formar crisálida, hasta que llega la primavera, y emancipándose las imagos al principio del verano. Aparte la especie citada, que hoy día no es la más frecuente, existen varias más como A. verbasci y A. scophulariae (figura 355), 448

que se han introducido en todo el mundo. Su mayor daño se describe de Moscú, pero nosotros, en España, hemos observado también dos casos de daño muy grave en pergaminos de las Vascongadas.

TROGODERMA

Se ha citado este género como dañino, con varias especies, en Italia y en otros puntos de la región mediterránea. En España no lo hemos observado nunca en archivos o bibliotecas. Por su biología nos parece más bien de carácter accidental si se presenta el género en un archivo. Especies de Derméstidos

para ensayos

De la familia se ha usado muchas especies para el control de materiales, respectivamente de las sustancias de su conservación. Son las siguientes: Anthrenus fasciatus, A. flavipes, Altagenus pollio, A. piceus, Dermestes laridarius, D. maculatus, D. peruvianus, D. vulpinus, Trogoderma granarium (el «escarabajo de la khapra»). Para nuestros fines en España son recomendables cualquiera de Anthrenus, Altagenus piceus y Dermestes laridarius o D. vulpinus (por ser frecuentes). Lo más fácil de cultivar son Altagenus piceus y Anthrenus. Las especies de Dermestes no aumentan tanto la población, pero es muy conveniente usarlas por ser sus larvas voraces destructores. Como alimento, lo mejor es carne seca, o el alimento granulado de perros y gatos.

OESTOMIDAE

( Temnochilidae)

La familia, hoy existente en el mundo solamente con restos de su, en épocas pasadas, gran número de especies; es una familia primitiva de origen forestal. Por adaptarse varias de sus especies a la convivencia con el hombre, éstas hoy son cosmopolitas. Existen varias especies de esta familia que frecuentemente viven en almacenes de alimentos, donde dañan a semillas, etc., e incluso persiguen a otros insectos, causando a veces daños por perforar sacos, etc. Con libros, teóricamente, tienen poco que ver; pero curiosamente se conocen varios casos en los cuales Tenebroides maurita449 29

nicus L . (imago fig. 337, larva fig. 354, huevos fig. 333) perforó también libros (figura 388), que en estos casos no estaban al lado de sacos de harina o cajas de otros alimentos. Parece muy curiosa esta combinación, pero se cita tanto de Italia, o del Oriente Medio, como de los Estados Unidos. E l daño procede de la búsqueda de otros bibliófagos y de la preparación de cámaras para empuparse. Algunas especies son exclusivamente enemigos de xilófagos, pero no se han observado en bibliotecas. Coleópteros

bibliófagos diversos

Entre el grupo, muy diverso, de los demás coleópteros que se observó en papel hay desde formas — puramente accidentales: Como, por ejemplo, el género Monochamus (M. sutor, figura 385), que son coleópteros Capricornios que viven en madera muerta en el bosque y que no pueden llegar a una biblioteca más que con madera recién labrada, causando algún daño en la salida de su imago o por movimientos de sus larvas, que pasan de la madera a un libro en contacto con la misma;

— no tan accidentales, Como el Capricornio Hylolrupes bajulus (larva figura 353), cuyas larvas siguen destruyendo papel si está en contacto con la madera, como repetidas veces hemos observado en bibliotecas alojadas en desvanes con vigas de pino atacado por este coleóptero, donde causaron en los libros hasta fuertes danos, pareciendo además que persiguieron otros bibliófagos, porque son algo carnívoras las larvas de Hylolrupes,

— y especies típicamente fungífagas, como del género Silvanus, del cual entonces es fácil explicar su presencia si es papel viejo, de cola animal o con algún ataque de Ficomicetes.

A continuación exponemos algunos extremos de especies o géneros cuyo carácter aún no está claro del todo y que merecen mayor atención, porque podrían desarrollarse a ser tipos de cierta consideración como bibliófagos.

450

LYCTUS

(figuras 302, 330, 331, 338, 352 y 383E)

Este género lo cita ya HOULBERT (175) con su especie L. unipunctaius. Nosotros, en la edición del año 1960 (217-3), no hemos hecho caso de esto, porque conocíamos a Lyctus unipunctatus de Alemania y sabíamos por propia experiencia que es una especie que vive en el bosque y que en su daño técnico se limitaba a la albura de roble y árboles similares en lo que se refiere a su contenido de azúcares y almidones en la albura y, comprobadamente, no es capaz de vivir sólo de papel. Su daño no puede ser más que accidental. En vista de que HOULBERT, también equivocadamente, citaba los parásitos de los xilófagos que son simultáneamente bibliófagos, según RATZEBURO, eminente entomólogo forestal alemán del último siglo, sin considerar que los parásitos que hay en el bosque no se presentan automáticamente también en un biotopo artificial como es una biblioteca solamente porque su huésped era capaz de entrar en este biotopo, suponíamos alguna equivocación. Era nuestra idea que, por haber observado algún Lyctus procedente de un mueble recién hecho, se considera que es bibhófago habitual. Siendo entonces (HOULBERT trabajaba al final del último siglo) aún poco estudiada la cuestión de los factores ecológicos de los biotopos, el error parecía incluso lógico.

Ahora hemos estudiado algo más sobre el particular del género e indudablemente la especie L. brunneus es capaz de dañar papel y no solamente con carácter puramente accidental. Hemos visto dos casos de daño y en uno hemos conseguido traspasarlos al cultivo en papel de filtro. Es seguro que un mínimo de sustancias adicionales, posiblemente un poco de almidón para satinar la superficie o alguna cola vegetal, son suficientes para permitir durante largo plazo el desarrollo de la larva y dejar llegar el insecto hasta la imago. Lo mismo suponemos ahora de L. planicollis, que en condiciones artificiales también hemos alimentado perfectamente con papel que contenía sólo 0,05 por 100 (!) de almidón. Por carecer de L. unipunctatus, no nos era posible comprobar también su carácter. Si bien, en general, como nos recordamos de su comportamiento, nos da la impresión de que es menos elástico que L. brunneus. Podría ser cuestión de la cantidad de las sustancias aditivas para que lleguen o no lleguen a ser bibiófagas las espe451

cies del género. Por la fuerte migración de varias de sus especies, preferentemente L. brunneus y L. planicollis, sería interesante aclarar el carácter de cada especie del género. De L. brunneus hemos tenido ya dos casos en el último año en que dañaron maderas rectificadas industrialmnte (contrachapeado impermeabilizado con resina de fenolformol), colocadas en barcos, siendo estas maderas normalmente resistentes al ataque, por ejemplo, de Anobium punctaíum. E l daño de Lyctus en madera (figura 383E) es fácil de determinar: «hacen polvo» con la misma, en el amplio sentido de la palabra y en realidad. Tomando el polvillo de la madera atacada entre los dedos, no se nota ningún grano, es como harina. En papel el mismo parece como talco. A l contrario, todos los otros xilófagos causan alguna sensación de grano con su polvillo, y también es así en el papel. RHYNCOLUS

(figuras 273, 294, 319 y 385)

En forma menos pronunciada se presenta el mismo problema como de Lyctus con Rhyncolus (Curculionidae). Este género son fungífagos que no destruyen madera seca, sino maderas en sitios húmedos, donde hay cierta flora micética. Prefieren además temperaturas no elevadas. Por este motivo sus especies son frecuentes en minas (en alemán se llama al género directamente «carcoma de minas») o en la construcción portuaria. Repetidas veces se encontraron varias especies del género en la madera de la construcción. En España son las sacristías un sitio preferente de su ataque, porque normalmente carecen éstas de calefacción y no son bien y regularmente ventiladas. De Italia también se cita Rhyncolus como dañino; nosotros no lo hemos encontrado aún en bibliotecas en más que dos casos insignificantes. Consideramos posible, de todos modos, que se propaguen en circunstancias favorables, especialmente si están en papeles antiguos y con cierta presencia de Ficomicetes. Su daño en madera se reconoce por su viruta torcida, como sacacorchos, y los excrementos como cadenas de bolas (figura 273). TENEBRIONIDAB

(figuras 276, 335 y 336)

La familia comprende varias especies, como Tribollum conjusum, Gnathocerus cornutus, Laena jerruginea, que se cita con fre452

cuencia de bibliotecas. No se pueden considerar como muy dañinas, salvo que exista algún almacén de materiales alimenticios cerca y donde se ha presentado una plaga. Entonces una biblioteca de libros antiguos puede ser víctima de una gran cantidad de individuos que están emancipándose y se presenta el fenómeno de la «alimentación para alcanzar la plenitud», ya citada de los Bostríchidos, en que dañan a todo lo que tiene la resistencia mecánica correspondiente al material a que la especie en cuestión está «programada biológicamente». Bajo este punto de vista debemos considerarlos como posiblemente peligrosos en clima caliente.

CRYPTOPHAGUS

La especie C. scanicus (figura 386) ha sido citada como bibliófaga, si bien todo el género son coleópteros que en la naturaleza son fungífagos, siendo algunos, como C. lycoperdi Hrbst., comunes en los cuerpos fructíferos de hongos xilófagos y fáciles de conseguir en cantidad. Esto nos inspiró a usarlos para un ensayo comparativo en el control de productos de conservación, porque hablamos comprobado que no comen papeles modernos con cola de colofonio y libres de lignina. Esto permite comprobar el mecanismo del efecto de un producto, usando probetas tratadas de un papel, primero expuesto a una infección de hongos y de una calidad que contiene cola animal por una parte y, para asegurar un simple efecto de contacto, por otra parte un papel moderno de buena calidad. Si sólo el primero surte efecto, no es sustancia que actúa por contacto.

Importancia práctica como bibliófago tiene muy poca, salvo si hay ya una infección por hongos. Esto último es, por ejemplo, el caso para Atomaria analis, que vive solamente del micelio de Ficomicetes si se presenta en papel.

ORYZAEPHILUS y SILVANUS

Estos dos géneros, de la familia Cucujidae, se citan como casuales bibliófagos. Oryzaephilus surinamensis (figuras 328 y 360) es un conocido insecto dañino en alimentos, como arroz, granos de toda 453

clase, frutas pasas y tabaco, pero también son carnívoras su larva e imago, persiguiendo a otros insectos. Silvanus unidentaíus (figuras 303 y 329), que hemos observado tres veces en papel, en la naturaleza es fungífago común en las galerías de ípidos que dañan a los árboles en pie. Su doble carácter, enemigo de bibliófagos y dañino para papeles atacados por algún hongo, es, por tanto, indudable. La cuestión está en qué extremo son estas especies enemigos de los bibliófagos y hasta qué límite son dañinos para papel. Oryzaephilus seguramente es más dañino que útil; para Silvanus no podemos hacer una afirmación tajante, nuestra propia observación ha sido en el sentido de ser insignificante como lo uno y lo otro. Las observaciones en Italia, incluyendo la especie (afín a Silvanus) de Cartharus advena, se inclinan a dar preferencia al carácter enemigo de bibliófagos.

COLYDUDAE

Sus especies viven preferentemente en madera podrida y se observaron algunas, como Aglenus brunneus, Aulonium sulcaíum o Teredus nitidus, en papel. Sus larvas son carnívoras y se puede considerar el grupo como parecido a los anteriores, aproximadamente como Silvanus. Detalles no se conocen, daño apreciable no se cita, pero por ser en la naturaleza, en parte, fungífagos, consideramos conveniente observar su desarrollo en caso de presentarse alguna de sus especies, pues podrían ser capaces de adaptarse a materiales nuevos.

2ea-k)

HYMENOPTERA

Ninguna de ellas daña al papel por fines alimenticios. Algunas aprovechan el material para sus nidos, como las Vespidae, que construyen «nidos de papel»; otras montan en madera y también en libros sus cámaras de incubación para las larvas, como Xylocopa, y, por fin, varias especies dañan accidentalmente, perforando la imago todo lo que encuentra al salir de la madera, como las Siricidae. También hay algunas especies que ensucian simplemente los 454

libros, montando allí sus nidos de fango o arcilla, como Eumenes en el trópico y, a veces, también en España. Importancia práctica pueden tener Xylocopa, porque si se dan cuenta de la facilidad de perforar y excavar el papel de libros se «especializan» en esto. L o mismo ocurre con las Vespidae, que normalmente obtienen su material para hacer la pasta de papel raspando madera.

SIRICIDAE

Son avispas grandes o medianas de tamaño. Algunas especies son de muy bonitos colores, como Sirex gigas (figura 374), que es amarillo-negro, o Paururus juvencus, de violeta metálica. Viven en la madera, que atacan en puntos dañados ya en el árbol en pie, o recientemente cortado. Su desarrollo es lento y puede ser que sus imagos salgan después de años incluso en muebles, etc. En esta ocasión perforan todo lo que obstaculiza su camino, sean libros, plomo, metal, plástico, etc. En papel se ha citado repetidas veces su daño (figura 393); parece como un tiro. L a importancia, naturalmente, es casi nula si no tocan a un objeto de mucho valor. A titulo de curiosidad citamos otros daños muy graves que han provocado las avispas de la madera. Frecuente era el daño en balsas de madera revestidas de plomo para almacenar ácido sulfúrico. Si perforaron el plomo, el ácido hizo el resto. En la Casa de la Moneda de Viena hicieron lo mismo con las cubas para la aleación de plata (¡sicl). En la guerra de la Krim, a mediados del último siglo, tomaron activamente parte miembros del género Paururus, perforando cartuchos, que entonces explotaron y asi volaron depósitos de explosivos enteros. Estos daños han sido a veces tan frecuentes y violentos que hay países, como Australia y Nueva Zelanda, que prohiben la entrada de madera que no esté tratada contra esta familia de xilófagos.

EUMENIDAE

Estas avispas, llamadas avispas albañiles o morieras, montan sus nidos (figura 375) con fango y arcilla en rincones protegidos y de poca luz. Por tanto, archivos y bibliotecas pueden ser muy útiles para ellas. En Nigeria, por ejemplo, hemos visto colonias enormes, 455

montadas dentro de almacenes y en bibliotecas. Con su gran cantidad y su insistencia sobre el sitio —si se quita los nidos ponen otros—, son muy molestos a veces. En España las hay también, pero su daño aquí en Europa no es digno de ser citado por ser totalmente insignificante.

VESPIDAE

(figuras

376

y

377)

Esta familia, que comprende las verdaderas avispas, todas de color negro y amarillo, incluso el peligroso avispón Vespa crabro, monta sus nidos de una pasta de papel que fabrican de fibra de madera masticada y su saliva sirve como colada. Esto inspiró a SCHAEFFER (349), en 1765, al estudio de la posibilidad de obtener un papel a base de pastas de madera. Obtienen de verdad una especie de papel, con el que son rnuy hábiles para construir formas curiosas de nidos. Existen algunas especies cuyo nido es como una bola, dentro están los panales y en la parte superior hay otra campánula exterior que protege el nido colgado contra el clima. Otras construyen nidos ocultos, como Vespa germánica (figura 376), que es la más frecuente. Nidos primitivos, de un panal sin más, hace Polistes gallica (figura 377).

Las citadas especies pueden dañar rápidamente una biblioteca si la han considerado como fuente de aprovisionamiento para su material de construcción. De Vespa crabro conocemos un caso gravísimo de Alemania, donde destruyeron libros, tapices y cortinas; de V. germánica, varios muy leves. De Rusia citan también el género Bombas. Según su bionomía, B. lapidarius, entre nuestras especies, sería posible que hiciera un daño de esta clase, pero no lo hemos observado personalmente.

XYLOCOPA

(figuras

378

y

379)

Estas abejas, grandes y, a veces, de colores metálicos brillantes, muy llamativas, no siempre suelen montar sus cámaras de incubación en madera blanda o necesariamente podrida. Las especies grandes, como Xylocopa violácea, dañan toda la madera y, en la construcción, a veces han provocado daños notables. También se las citó 456

repetidas veces de libros en Italia y nosotros hemos observado tanto a X. violácea como X. uclesiensis. La última en la provincia de Palencia, con un caso de daño muy sensible. Si se abre un libro atacado, se encuentra las larvas, cada una en una celda, en el canal que han perforado en el libro, y que puede profundizar hasta unos diez centímetros o más aún. CAMPONOTUS

La especie Camponotus ligniperda se citó como bibliófago. Debe ser muy accidental, porque realmente destruye esta especie madera de árboles en pie. A nosotros nos parece poco lógico un ataque de esta hormiga, la más grande de Europa, por ser totalmente silvestre, no presentándose normalmente en la construcción; pero lo hizo en Italia. Antes esperábamos la presencia de Lasius, género de unas hormigas corrientes en los jardines y el campo, que dañan algo la madera en la construcción, para poner allí sus nidos. E l único caso que hemos visto de Lasius, en un archivo administrativo, no es digno de contarlo en la lista de los daños en libros por su insignificancia.

Los demás Himenópteros que se observa en las bibliotecas son parásitos y enemigos de los bibliófagos y los trataremos en el capítulo 2gb).

2ea-l)

DÍPTERA

Este grupo grande de insectos, que en su mayoría viven como parásitos, saprofitos, etc., entre los bibliófagos tiene solamente un representante casual, la vulgar mosca del queso, que a veces vive en papel encolado, si esto se encuentra en sitios húmedos. Piophila casei (figuras 358 y 359) Esta mosca vive en la naturaleza en excrementos y cadáveres, etcétera, ya muy podridos. Por ser insecto dañino, muy frecuente en quesos, tiene cierta importancia como plaga. En libros se observó un caso muy grave de destrucción en lomos de libros viejos y varios más de menor importancia, todos citados de Italia. De España conocemos un caso de daño en un taller de encuademación, donde dañó 457

trabajos recién encolados. A pesar de todo esto, no será un bibliófago peligroso y con cierta limpieza se evitará.

2ea-m)

MICROLEPIDOPTERA

Es relativamente elevado el número de especies observadas en libros. No obstante, hoy día su importancia se reduce con la eliminación del material de origen animal en los libros. Están en primera fila dos especies que causan daños en libros, atacando la encuademación y algo también el papel: Borkhausenia pseudopretella y Tinea pellionella, la polilla de las pieles; más rara es Tinea granella L., la falsa polilla de los graneros, que se observó solamente en caso de la presencia de hongos. Las especies de Microlepidópteros, observadas como bibliófagas, en su mayor parte no son típicamente celulosófagas. Lo que todos tienen, en menor o mayor cantidad, es oxidasa, como fermento del intestino. Por ejemplo, Borkhausenia puede aprovechar fácilmente la celulosa, si bien necesita más alimento, pues de ella sola no puede vivir. Tinea pellionella es incapaz de vivir de materiales celulósicos, tampoco Tineola biselliella, la vulgar polilla de la ropa; otras, como Tinea granella, que representa un tipo intermedio, sin presencia de cierto micelio de hongos tampoco vive de material vegetal, salvo que contenga almidón. Ephestia Kuehniella Zell. (figuras 361 y 362) La especie es de origen mediterráneo, pero hoy está introducida en casi todo el mundo; en los Estados Unidos, ya desde la segunda parte del último siglo. Se ha observado repetidas veces en libros, si bien no causa daños muy importantes. La ¡mago tiene un color de gris pálido con dibujo marrón oscuro. Su postura sentada, con la parte delantera levantada y la parte trasera de las alas aplastada, es muy típica para la especie. La oruga es de un amarillo sucio, blancuzco, y se diferencia fácilmente de las siguientes especies y de Borkhausenia por la placa oscura del primer segmento toracal. También se diferencia su saco de material aglomerado, por sus hilos de seda y por ser irregular; la oruga no se lleva consigo, sigue alargando el aglomerado cierto tiempo, luego lo abandona y empieza en otro sitio. Esto lo hacen especialmente si cambian la piel.

458

Su ciclo de vida son unas diez semanas, perteneciendo escasamente una semana al huevo y escasamente dos a la crisálida, el resto es de la oruga. La misma cambia mucho de sitio y, por tanto, a veces parece mayor la población, por el ensuciamiento, provocando más que realmente es de esperar.

Como bibliófago es de poca importancia, pero ensuicia mucho a los libros y en especial a pergaminos. De una forma parecida, pero dañando más a pergaminos en los raros casos en que se presentan, se portan Aglossa pinguinalis y A. cuprealis. Sus túneles, de hilado, son más consistentes; sus orugas son de color gris oscuro. Se han citado de Italia como no raro; nosotros hemos encontrado una vez A. pinguinalis en las Vascongadas.

BORKHAUSENIA

(Hojmannophila) (figuras 363, 364, 365 y 396)

Son probablemente varias especies las que se observaron, pero preferentemente son las orugas de B. pseudoprestella Stt., que destruyen libros, especialmente su cuero y el lomo por el interior (figura 396), con considerable rapidez; papel húmedo comen también. Viven en el interior del libro en un saco débil (figura 364) compuesto de trochos del material destruido, excrementos y algunos hilos de su seda, con la cual está algo fijado sobre el sustrato, pero se rompe el saco con facilidad, por ejemplo, abriendo el libro. E l ciclo de su vida es de un año; su potencia reproductora es considerable; se conocen destrucciones muy graves en bibliotecas tanto en Italia como en España. Ecológicamente parecida es la especie Monopis rusticella, que se identifica fácilmente por las ocelas transparentes que tienen las alas de la imago. Hemos observado su daño algunas veces; el mismo no alcanza la amplitud de Borkhausenia. Daños en talleres de encuademación han sido antiguamente frecuentes; hoy ya son más bien históricos. Allí, pero también citado de libros, era muy dañina Endrosis lacteella, en tal extremo que en alemán se llama «Kleistermotte» ( Microlepidóptero de la cola). E l mismo carácter ha tenido en los Estados Unidos Plodia interpunctella (figura 372), que se llevó desde el sur de Europa a América.

459

TlNEIDAE

Es una familia grande y ecológicamente de muy diferentes géneros. A nosotros nos importa el mismo género Tinea y los muy afines en su bionomía Tineola y Trichophaga. Todos son minúsculas mariposas, cuyas larvas viven en sacos hilados y su forma es típica para las especies y sirve para distinguirlas.

Tinea pellionella L. (figuras 366, 367, 368 y 395) Su oruga destruye preferentemente cuero, viviendo más al exterior del libro o en el lomo. Se conoce fácilmente por el saco fuerte en que la oruga vive (figura 368) y su daño es al principio una destrucción superficial que se profundiza con el tiempo. Su mayor daño fue en pergaminos, pero también se conocen graves destrucciones de las cubiertas de cuero (figura 395) en bibliotecas enteras. Menos importancia práctica tienen T. sacrinella y T. granella, si bien dañan con frecuencia; las demás especies citadas son seguramente casuales. Trichophaga tapetiella L. (figuras 369 y 370) Es una especie relativamente frecuente en edificios, daña telas, alfombras, etc., y ataca los papeles pintados seguramente por la cola. Detrás de muebles es el sitio típico de su daño. De la misma forma daña libros, con la especialidad de destruir también la encuademación de tela, normalmente poco dañada por insectos. Mucha importancia no ha tenido ningún caso de su presencia en bibliotecas, pero la misma es relativamente frecuente. Tineola biselliella (figuras 371 y 394) La «polilla de la ropa» es relativamente rara en libros. En pergaminos, al contrario, es la más violenta por su daño, que aumenta rápidamente. Su saco de oruga tiene una forma inconfundible (figura 371) y se conserva con el resto de la crisálida en el lugar de su daño. 460

En la naturaleza vive la especie en el pelo y plumas de animales vivos y muertos. Se ha adaptado a la vida en telas en tal extremo que ataca también algodón y lino. En papel, al contrarío, es muy escasamente dañina, salvo si contiene cola animal, pero aun entonces es insignificante. Su ciclo de vida cumple, según temperatura, en 4 a 10 meses. Pone los huevos (figura 340) sueltos, de 50 a 90 por hembra, y son muy parecidos a los de otras especies de Tinea.

Los machos vuelan, las hembras prácticamente no, ocultándose entre hojas, etc. Esta característica hace difícil combatir la especie con luz, como es útil contra otros microlepidópteros en archivos. También se ha citado como bibliófagos los géneros Oecophora y Depressaria. E l primero vive en la naturaleza en madera podrida, parecido y sistemáticamente muy afín a Borghausenia; el segundo, en plantas y hojas secas. Ambos no tienen mucha trascendencia y su presencia seguramente ha sido pura casualidad. Según su bionomía no es probable que se adapten al papel.

2ea-n)

ACARI

Su presencia en papel molesta principalmente al personal de los archivos por las alergias que su polvillo puede causar. La mayor parte de las especies observadas son enemigos o comensales de otros bibliófagos, por ejemplo, Glyciphagus domesticus, el corriente acaro de casa que hay en todas partes en edificios; es frecuente en papel, sin que se observe algún daño. La única especie que debemos tomar más en serio, en la encuademación, es el acaro de queso. Tyroglyphus casei (figura 373) La especie se propaga rápidamente si encuentra condiciones favorables y puede destruir, sin exigencias de humedad, colas y almidones de toda clase en un plazo muy corto. Papel dañado por ella, expuesto a la luz da un aspecto marmorado o nublado, por la reducción del espesor que provocan. Aparte el reducido daño de los Acáridos, son normalmente los efectos alérgicos los que obligan a un tratamiento. Es relativamente difícil eliminar totalmente su presencia y peor aún suprimir el efecto dañino para personas sensibles, porque reaccionan igual a los Acá461

ridos muertos que a los vivos. Por tanto, el tratamiento debe ser acompañado por una esmerada limpieza y, después de un tratamiento, se debe tener paciencia hasta que desaparece el efecto; suele tardar 2-5 meses, aún no reproduciéndose el molesto polvillo. En el trópico se presentan sus plagas normalmente al principio de la estación de sequia, como consecuencia de que entonces también otros organismos (sus huéspedes) se propagan mucho. En África central existen especies cuyos efectos son tan violentos para algunas personas que los afectados quedan en esta temporada incapacitados para trabajar en un sitio con Acáridos, siendo los efectos notablemente peores que los de otras alergias.

2eb)

L A ECOLOGÍA DE LOS INSECTOS

BIBLIÓFAGOS

Destacan los termites, por ser insectos sociales. Las demás especies bibliófagas no tienen organización estatal; no obstante, existen entre ellas diferencias considerables en su biología y ecología; lo que tiene como consecuencia que algunas especies se encuentran con frecuencia juntas, por tener, por ejemplo, iguales óptimos climáticos, o por alimentarse con preferencia del mismo material. Otras especies, al contrario, son especializadas en ciertas condiciones ecológicas locales, lo que las hace ser representantes típicos de determinados lugares. Es especialmente el microclima el que influye mucho en la fauna entomológica de las bibliotecas. Hay órdenes enteros de insectos, como las Zygentoma, que no se encuentran en otros sitios que en sótanos o lugares muy húmedos y oscuros. Por otra parte, existen familias, como las de los Anobíidos, que reúnen especies muy diferentes en sus necesidades climáticas. Nicobium castaneum var. hirtum, un bibliófago muy importante, tiene, por ejemplo, su óptimo en un ambiente de cierto calor y relativamente seco; Anobium punctatum no quiere tanto calor y prefiere más humedad; Anobium pertinaz, finalmente, prefiere sitios muy húmedos y tampoco necesita calor. Variaciones parecidas existen entre los diferentes parásitos de los citados bibliófagos, lo que provoca entonces una situación muy compleja. Los principios de la ecología y su importancia en las ciencias aplicadas ya lo hemos expuesto en el capítulo 2cd), sobre los microorganismos. Para los insectos rigen los factores fisiológicos y ecoló462

gicos en igual forma, pero, a veces, cada factor tiene una importancia fundamentalmente diferente. Entre los factores fisiológicos siguen de una categoría más o menos igual la temperatura y la humedad del sustrato o ambiente, siendo la última menos limitativa que en microorganismos, especialmente si la modificación extrema es transitoria. La variación del valor pH en el sustrato pierde importancia y llega a ser insignificante para los valores entre 5 y 8 pH. Los factores adicionales del clima, como luz, contenido de CO2 en la atmósfera y radiaciones, en general también pierden importancia, si bien existen varios casos especiales de interés biológico, sin que éstos en la práctica tengan mayor importancia para nuestro objetivo. Alguna importancia práctica tiene la luz. Muchos bibliófagos y sus parásitos tienen la tendencia de volar hacia la luz cuando salen las imagos. Esto puede influir positiva- o negativamente en su propagación. Grandes ventanas en solamente una parte de una biblioteca eliminan constantemente parte de la población de bibliófagos atrayéndola. En la ventana mueren por intentar infructuosamente salir por el cristal, o se marchan si la ventana está abierta. El contenido de CO> en el aire favorece posiblemente el desarrollo de colonias de termites subterráneos, sin que nos sea claro aún cómo. E l avance hacia el norte de las áreas de extensión es indudable; para los últimos sesenta años hemos reunido los datos basándonos en parte en las observaciones de ESCHERICH, que gastó su existencia en el estudio de la vida de termites y que, en sus últimos anos, procuraba que siguiéramos desarrollando sus investigaciones. Son convincentes, pero también los meteorólogos observan una oscilación del macroclima a no tan largo plazo, y esto nos influye a considerar con cierta reserva la «relación» tan directa. La radiación atmosférica, modificada según los frentes climáticos, ya la hemos conocido como factor que influye sobre el brotamiento y la propagación de los hongos y bacterios. Influye también entre los insectos, estimulando la salida a las bandadas nupciales de los termites y de muchos coleópteros xilófagos. Para la situación en un archivo no tiene trascendencia ninguna.

Por la composición del alimento varía mucho la importancia del ataque de los insectos bibliófagos, según que sean capaces de destruir celulosa pura o necesiten otros alimentos más. La presencia de lignina, de ciertos tipos de colas, un ataque de hongos, el material que se haya usado en la encuademación, etc., todo esto influye decisivamente en la posibilidad de que un ataque aislado de algún insecto pueda desarrollarse a ser plaga bibliófaga importante o no. Una excepción en esto la representan las especies que son especialistas de la celulosa. Son siempre dañinas si tocan al papel. 463

Las especies que preferentemente se alimentan de celulosa disponen normalmente de fermentos propios para su digestión, como del fermento celulosa y de carbohidrasas muy parecidas. No obstante, existe en muchos casos una simbiosis intestinal con diferentes féculas o bacterios, capacitadas para descomponer celulosa. Todavía está poco aclarada la importancia que desempeña el papel en cada simbiosis, pero sabemos que ellas, en general, influyen positivamente en el desarrollo del correspondiente insecto. De algunas especies sabemos que los simbiontes son decisivos para su alimentación, de otras se ha demostrado que pueden faltar; sin embargo, esto perjudica en algo al huésped.

A todas las especies favorece cierta cantidad de albúmina, como la ofrecen los micelios de hongos; las grasas, al contrario, pueden ser obstáculo para determinados insectos, como para Trogium (Copeognatha), que por este motivo no se observa en pergaminos. Algunos insectos siempre causarán daño en todo si llegan a bibliotecas o archivos y las condiciones del microclima local permiten su existencia. Este grupo, polífago en extremo, son principalmente los termites, cucarachas y el «pez de plata» (Lepisma). En el clima no tropical se limita a los termites, los demás ya no avanzan en edificios modernos y mantenidos limpios. En menor grado pertenecen a estos insectos también los Anobíidos, en lo que se refiere a papel, y los Derméstidos, en lo que se refiere a pergamino y cuero. Los demás insectos deberían pasar —fuera de las zonas tropicales— a la historia de nuestra ciencia. En el trópico, los últimos siempre tendrán cierta importancia porque, encontrándose en óptimos climáticos, la «presión» biológica de ciertas especies es suficiente para romper a veces la mejor defensa y causar daño en un plazo tan corto que se llega a tener pérdidas antes de que hayamos eliminado el peligro.

En el balance ecológico, para cierta especie en cierto lugar o biotopo, es digno de más consideración aquí el factor «enemigos y parásitos». Frecuentemente se está hablando del mismo y se provocan imaginaciones y conceptos poco reales para bibliotecas y archivos con la descripción de los enemigos de bibliófagos y de su «gran» labor, que prácticamente es casi nula de efecto. En la situación natural, enemigos y parásitos indudablemente representan un factor importantísimo en la ecología de los insectos. Gran parte del equilibrio biológico entre ellos es a cuenta de las relaciones parásito-huésped o enemigovictima. Si el huésped o la victima llegan a una graduación elevada, el parásito o enemigo se encuentra con notable aumento del alimento disponible y, ampliando su propia población, destruye el superdesarrollo de su huésped o victima, redu-

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ciendo asi por fin también a su propia población por carencia de alimento. Las amplitudes de estas oscilaciones son proporcionales a la variación en la influencia de los demás factores del balance ecológico. Es decir, si hay gran variación, por ejemplo, de los factores climáticos, también el huésped y, en consecuencia, el parásito tendrán grandes oscilaciones. Lo más que está equilibrado un biotopo en sus factores abióticos, tanto también se presentan equilibradas las variaciones de las poblaciones, siendo las mínimas, por ejemplo, en el trópico, con calor y humedad constante. Forzosamente debe cambiar el balance si nosotros rompemos el equilibrio natural. Es suficiente ya un monocultivo de plantas agrarias o de un árbol en montes uniformes para que todo el equilibrio natural sea inexistente, y, por tanto, la llamada «lucha biológica» contra las plagas es un sueño de indocumentados en la parte ecológica de la biología. Un material artificial, como el papel, entonces está siempre en un desequilibrio extremo. Estamos dispuestos a reconocer que esto duele mucho a uno que no considera la naturaleza como un simple objeto de su profesión, y por fin creemos que nadie de nuestros colegas tiene este sentimiento; ser biólogo exige o produce amor para los objetos de nuestros estudios. Si nosotros, los adeptos de la biología aplicada, destruimos mediante una guerra química, bacteriológica e incluso ya atómica en ciertos casos, a los seres que cumplen con su deber natural de mantener estable el equilibrio natural, parecemos bárbaros. Además, hoy ya es de dominio público que estamos casi en el borde de volcar nuestro planeta por el ensuciamiento del agua y del aire con sustancias químicas en un extremo a veces ya inadmisible y que el equilibrio natural empieza a ser inestable en forma alarmante. Pero todo esto solamente demuestra una cosa: que nosotros, los malditos biólogos y químicos de la ciencia aplicada, no hemos tenido la suficiente cautela y dureza contra la avidez humana (sin mencionar otros vicios más) y que se usan los medios que hemos desarrollado para mejorar la vida humana en un extremo repugnante y sin respeto a las consecuencias para los demás, En ningún caso es posible llegar a proteger objetos fuera del ciclo natural, y el papel que queremos conservar es uno de estos materiales, mediante una prudente política de mantener el balance entre enemigo o parásito y bibliófago: si no hay bibliófagos en nuestra biblioteca, no hay tampoco base para la vida de parásitos. Si no hay parásitos, la puerta está abierta para la entrada de bibliófagos, y cuando a consecuencia de su entrada también han llegado los enemigos y parásitos, el daño ya está hecho. No existe otro remedio que nuestra guerra química, etc., con todo lo fea que sea. L o que falta es mucha prudencia en la aplicación de sus medios. 465 30

Otro aspecto importante del balance ecológico, de fundamental importancia en los bacterios, es que, con la perfecta conservación de una biblioteca, mantenemos el terreno libre de contrapesos naturales, y en caso de que nos falle la defensa, por el motivo que sea, un invasor encuentra el campo abierto. Entre los insectos es de menos importancia, porque su propagación no es tan rápida que pueda alcanzar un volumen alarmante si el fallo es accidental y transitorio. De esto existe, como excepción, solamente el problema de bastantes especies de termites. Su vida se desarrolla muchas veces fuera del objeto que queremos defender. Si nos rompen la defensa, ellos pueden invadir de golpe y con elevado número de individuos la biblioteca, causando daños en un plazo de días. Por este motivo, también en las bibliotecas y archivos más modernos los termites siguen siendo un problema de consideración. En la propagación no influyen solamente factores externos, como el clima y el alimento, sino también cualidades propias del insecto, como el plazo de su ciclo de vida, la cantidad de huevos que pone la hembra y la proporción de los sexos. Por estos motivos es muy diferente la velocidad de la propagación; por ejemplo, las especies de Zygentoma aumentan su población rápidamente en condiciones óptimas; la mayoría de los Anobíidos, al contrario, no pueden desarrollar rápidamente una plaga fuerte, debido a la escasa cantidad de huevos que ponen las hembras. Los cálculos matemáticos de la progresión geométrica, como los cita, por ejemplo, G A L L O (130-2), no son reales, porque hay las influencias positivas y negativas que modifican con cualquier cambio las condiciones. Otros factores internos, importantes para la práctica de la defensa de los archivos, es la resistencia de ciertas especies contra insecticidas o su sensibilidad contra una acción dañina para su colonia, como se puede observar entre los termites. El primer caso es muy conocido de las cucarachas. Resisten a insecticidas de contacto hasta cierto limite, entre tanto que tienen suficiente alimentación, absorbiendo el veneno en sus tejidos grasos. Si pasan hambre y deben consumir sus reservas de grasa, de repente mueren con las típicas apariencias de la intoxicación del insecticida en cuestión, que, desapareciendo la grasa, invadió el cuerpo. Los termites reaccionan de forma extraordinariamente sensible a cualquier incidente que les molesta. Si se los encuentra en algún sitio y se pica en el punto la pared para ver mejor, al día siguiente han desaparecido. Si tropiezan con inscc-

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ticidas violentos que provocan la baja en seguida, se retiran del sitio en cuestión, alarmados por los muertos, y el tratamiento no alcanza al resto de la colonia.

Ambos casos pueden aumentar la resistencia contra factores negativos y, por tanto, aumentar la peligrosidad de una especie. Diferencias en el grado de estos factores pueden provocar la situación de que se elimine solamente a una o varias de las especies dañinas presentes, dejando el campo libre para el resto.

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ANIMALES VERTEBRADOS DAÑINOS PARA BIBLIOTECAS Y ARCHIVOS

En Europa comprende este grupo solamente los ratones y el hombre; en los países calientes se unen a estos devastadores: Murciélagos, gatos, mangostas, lagartos, monos y aves. Lamentablemente, hasta hoy es nuestra propia especie la que más daño hace.

2fa)

DESCRIPCIÓN DE LAS ESPECIES

Podemos considerar como accidental la intervención de aquellos animales citados adicionalmente para el trópico. Se presentan principalmente por ser más abierta la construcción tropical y por entrar a la misma, siguiendo sus costumbres de vivir en cuevas, para pasar el día (murciélagos), la noche (lagartos), o montar allí sus nidos (aves, gatos, mangostas y algunos monos). Otros monos, principalmente en la India, migran con grandes bandas y se dedican en parte a un auténtico gamberrismo. Si entran a una biblioteca, provocan danos de esta clase. Según nos han contado, estos casos no son en todo sólo de risa; los animales se portan audaces y verdaderamente indignados si uno pretende echarlos de casa antes de que hayan conseguido satisfacer su espíritu de burlón.

RODENTIA

Entre los roedores hay importantes destructores de bibliotecas. No solamente en alojamientos viejos y abandonados, sino también en archivos modernos ha tenido casos de daño importante, si bien, 467

en general, su peligro es más reducido. Causan daños todas las especies que viven en las casas del hombre; además, también especies del campo o del monte entran en bibliotecas, porque el preferente fin de su acción destructiva en libros es obtener papel como material para sus nidos. Es fácil distinguir su daño de los demás destructores por las señales que dejan sus dientes (figura 402) y por sus excrementos. Aparte la destrucción directa que causan estos animales, es también de efecto dañino su orina, algo cáustica. Por la cola en los lomos destruyen libros también como alimento (figura 404), si bien más frecuentemente es su uso como material para el nido (figura 403). Que en España se consideraba «normal» el daño de ratones en libros lo demuestra graciosamente el altar mayor de la colegiata de Santillana del Mar (provincia de Santander), donde se puede ver a SAN MATEO estudiando. Tiene amontonados debajo de la mesa sus libros y un ratón se ocupa ya de los mismos (figura 400, y la de la portada de nuestro libro, el altar es de principios del siglo xvi, por un artista local desconocido).

La eliminación de roedores de una biblioteca es extremadamente difícil y no solamente por el problema de su inteligencia de rechazar cebos tóxicos, si se dan cuenta de que hay muertos. En vista de que normalmente no consideran los libros como alimento, sino que van a buscarse material para la «cama», no miran por ningún cebo y se dirigen sólo a los libros. Por tanto, para obtener éxito en un tratamiento de una biblioteca contra roedores es importante aclarar desde donde vienen y en qué zona viven habitualmente. Si no coincide el emplazamiento de la biblioteca con su área habitual, el tratamiento debe incluir a la última si se quiere tener éxito seguro.

MURIDAE

Esta familia, principalmente con las especies Mus decumans Pall., la rata migratoria; Mus musculus L . , el ratón casero, pero también Mus rattus L . , la rata negra de casa, y Apodemus sylvaticus L . . o A. flavicollis Melch., los ratones silvestres de Europa, participan frecuentemente en los daños. Las diferencias de las señales por sus dientes indica la figura 402b). En otros continentes naturalmente hay 468

numerosas especies más que accidentalmente penetran edificios, como las especies de Apodemus en Europa. Mus decumans ha desarrollado ya razas totalmente «resistentes» a todos los venenos actualmente usados contra ellos, mayormente por escapar de la intoxicación por inteligencia; los americanos las llaman «la super-rata». Tendremos que ocuparnos de su problema en el capitulo de los tratamientos.

Eliomys guercinus L . La especie, un lirón que con frecuencia entra a las casas en busca de alimento, es un casual destructor de libros, porque persigue a los bibliófagos con tanta violencia que su daño es muy superior al de los insectos bibliófagos que busca. Aon estudiando en Alemania, encontrábamos en algún texto viejo un dibujo del gracioso animal (que fácilmente se puede tener como compañero domesticado en casa), diciendo la explicación que es «dañino al jamón y a los libros». Entonces esto nos parecía algo raro y nos guardábamos sólo por curiosidad el grabado (figura 399). Viviendo posteriormente en el norte de España, varías veces hemos visto su daño en bibliotecas de esta zona.

Se puede distinguir el daño, siempre muy nocturno, por los excrementos, que son muy diferentes a los de ratón, no tan secos y teniendo forma de lentejas grandes. Para eliminar su acción hay que poner trampas con carne cruda o gusanos; no toca al pan frito, que es el mejor cebo para ratones. Aclarar qué especies hay que combatir, ratones o un lirón, se consigue también por un análisis de las marcas de dientes en el papel dañado con la figura 402 b), fijándose en el estilo del trabajo destructivo.

SlMlAE

Aparte de nosotros mismos, son los monos de los grupos de los Macacos y de los monos de Hanuman, o Hulmanes, conocidos devastadores de bibliotecas y archivos. Macaca (Simia) sylvanus Se dice que en Marruecos hizo a veces daño en archivos. A pesar de que hemos buscado comprobación, no la hemos encontrado. Lo 469

citamos por curiosidad, porque es el único mono que vive también en la Península Ibérica (son los conocidos monos de la roca de Gibraltar). Macaca rhesus (= Rhesus mulaíta) Esta especie, gran servidor a la ciencia por ser el principal «conejo de indias» de los biólogos y médicos, en su área de origen (toda la India hasta en el Himalaya a 2.000 m de altura) molesta a veces mucho por invadir edificios. Bibliotecas, por lo visto, atraen su concepto burlón y se describe, incluso en los periódicos de este país, las invasiones en oficinas públicas, donde producen situaciones caóticas, rompiendo documentos y tirando libros a los patios, etc. Presbytis entellus, Hulmán Esta especie, también de la India y muy graciosa —color blancoamarillento, cara y manos negro, llamativa barba coronar de la cara—, es animal santo, según la creencia de los hindúes y el dios Hanuman está acompañado por ellos, porque «estos monos lloran solamente por la suerte de otros, nunca de la suya propia». Consecuentemente, en toda la India son respetados e incluso la gente se ve agradecida si vienen a su casa, donde les dan fruta y dejan hacer lo que quieren. Para imaginarnos la situación, citamos la Hindustan Times, que en el otoño de 1960 informó que los monos de Hanuman invadieron el Ministerio de Defensa en Nueva Delhi, apoderándose de notable cantidad de expedientes y documentos, rompiéndolos. Con gran dificultad ha sido posible recuperar los expedientes a cambio de frutas, dulces, etc. Informaciones de esta clase existen en cantidad. Se consideraban estos sucesos como casi normales; un comentario es sobrante. Homo sapiens Desde que nuestro ilustre colega G A L L O (130-3) citó al Homo sapiens como el principal agente dañino en bibliotecas y archivos, llamándonos «Bibliófago N.° 1 » , muchas veces se ha repetido esta calificación, y a lo largo de los años que pasaron no ha cambiado, 470

lamentablemente, la base de su opinión. Sólo estamos dispuestos a reconocer que los motivos y hechos, muy salvajes a veces, de los tiempos pasados, hoy han sido sustituidos por actos negligentes del arrollante número de ignorantes e incultos que ahora tienen acceso a los archivos y bibliotecas. Este último fenómeno es resultado de la discrepancia entre el rápido desarrollo de la civilización y el avance menos acelerado de la cultura y educación entre «las masas», para usar un término de ORTEGA Y G A S S E T .

Aquí deseamos limitarnos a citar casos clásicos del daño grave que ha ocurrido como ejemplos para el estudio psicológico de los motivos de estos actos de vandalismo. Volveremos, de todos modos, sobre el tema en el capítulo de los tratamientos, citando allí argumentos éticos, posiblemente útiles para convencer a los malhechores. En la mayoría de los casos, los hombres que destruyeron archivos y bibliotecas no eran locos, herostráticos o de un fanatismo religioso patológico, sino que carecían de educación suficiente para darse cuenta de verdad, de lo que hicieron. Por tanto, consideramos que hay esperanza. Reuniendo datos para el siguiente estudio, destaca un fenómeno llamativo y curioso: no hay daño por el sexo femenino de H. sapiens. Además, extremando el papel del observador critico de la propia especie, comparándonos con otros animales dañinos, somos el único caso en que, siendo la acción dañina solamente de un sexo, es exclusivamente el macho el que provoca el daño. En todos los demás casos es al revés, dañina es entonces siempre la hembra.

2fb)

ENSAYO DE UN ESTUDIO PSICOLÓGICO SOBRE E L DAÑO ARCHIVO-BIBLIOTECARIO CAUSADO POR E L HOMBRE

2fb-a)

Psicología

del vandalismo archivo-bibliotecario

E l vandalismo humano ha sido objeto de numerosos estudios; antiguamente por motivos históricos y filosóficos, modernamente bajo el punto de vista psicológico, y, además, en todas las épocas, a veces con fines tendenciosos. Lo último es el motivo preferente de las anotaciones laterales de algún hecho violento en libros y reportajes por autores que quieren parecer realistas. Este fenómeno (también digno de un estudio psicológico) complica la labor de aclarar 471

los motivos que movieron a los protagonistas del vandalismo descrito. Los ilustres psicólogos que en los últimos decenios aportaron mucho a la aclaración de los motivos ocultos que mueven al hombre, muchas veces inconscientemente, han visto en la violencia un objeto importante de estudiar; siendo naturalmente su aclaración, aparte los motivos científicos de la psicología, de eminente valor práctico para la convivencia humana. Inspirado por la idea de estos investigadores, disminuir el peligro de la violencia, conociendo sus raices psicológicas y contraactuar a base de estos conocimientos, nos atrevemos —como «casi» autodidacto en la materia— a intentar aclarar algo de esto para el aspecto especial del vandalismo contra archivos y bibliotecas que tanto daño nos hizo. Hay que contrastar que en el resultado, el incriminado vandalismo es siempre un complejo que radica en varios factores del ambiente en que el que lo comete se desarrolla y también en varios factores que forman su personalidad. Por fin es lícito suponer que ninguna persona que procede con extrema violencia es sana, sino que padece, en un grado considerable como enfermedad, de afectos paranoicos o es un psicopático grave. E l hecho de que con anterioridad no haya demostrado síntomas correspondientes, no es prueba en contra de este concepto. Existen numerosos frenos «normales» para no actuar así y deben ser destruidos previamente. Si esto ocurre, incluso se puede producir una paranoia colectiva de fanatismo. El factor más importante que puede provocar la destrucción de los mencionados frenos para volverse salvaje son una frustrada condensación espontánea de las fluctuantcs teorfas, tendencias o sueños humanos de una mayor justicia social o libertad humana que ha sido reprochada por «la» autoridad. Sea porque no se reconocían a tiempo como tal esta condensación de sentimientos, sea que las personas que ejecutaban en este momento «la» autoridad también sufrieron frustraciones y se veian de repente en la posibilidad de descargar su amargura. Lo último ha sido, por ejemplo, el motivo principal que dejó desencadenar la onda de anarquismo violento, en Rusia y Europa, al final del último siglo. No reconocer a tiempo los torcidos motivos éticos, queremos suponer como causa de lo que, en 1967-1968, en Alemania y Francia provocaron con las absurdas represiones de tendencias a una moderna justicia o libertad social, acciones propagandísticas juveniles y por esto excesivas. A algunas personas hizo tanta impresión y las descarrilaron moral mente en tal extremo que hasta 1972 en Alemania habia guerra subversiva contra el estado germano occidental (con muertos y daños considerables) por un grupo limitadísimo, pero muy violentado. 472

Lo que en estos casos ha ido a extremos, si bien muy representativos para el aspecto en cuestión, en pequeña escala puede desarrollarse localmente en cualquier momento; lo hemos observado en múltiples ocasiones y en varios países. Estos múltiples daños, «que no valen la pena» para un remedio oficial importante, son nuestro verdadero problema de hoy, porque representan un continuo desangramiento de las existencias de documentos históricos que no podemos recuperar. Estar previsto, para actuar en consecuencia tan pronto como se forma alguna tendencia que puede poner en peligro los fondos que deseamos proteger, es la única defensa eficaz y ésta motiva nuestra especial atención al particular. Partimos del concepto de que el hombre es un «animal capaz de razonar» («vernuenftiges Thier», KANT, 191) y su conducta es el

resultado de un paralelogramo de fuerzas formadas por: a) los instintos de su vida salvaje, antes del tiempo en que llegó a desarrollar sus civilizaciones más primitivas; b) influencias externas en su carácter, asimiladas mayormente sin conciencia de las mismas, y c) sus propios conceptos y decisiones del razonamiento que están afectados, en mayor o menor grado, por los factores del a) y b) (BERELSON and SEINTNER,

026).

También nos parece posible aceptar el concepto de la filosofía confuciana que «la tendencia de la actuación humana, por naturaleza, es de buena intención inicial» (K'UNG-TSE), ni agresiva a la propia especie en situación normal. No obstante, la agresividad es un aspecto que se suele considerar como instinto genéticamente fijado y ha sido útil como estimulo para defender el ¿rea de vida y el grupo o la horda, asociación en que vivía el hombre primitivo. Su total negación por la joven generación de los psicólogos alemanes (SELO, 362-B) y su agresiva discusión en contra de los anteriores investigadores, demuestra solamente que se puede modificar la forma de la agresión, no su sistema; en su propia actitud lo demuestran. Gran parte del comportamiento de una persona adulta está influida por el factor b) de las influencias asimiladas, principalmente en su juventud, formándose de balance de las influencias positivas (educación, ejemplos positivos) y de las negativas [trauma (inglés — shock) por prematuros acontecimientos violentos, neurosis por conflictos no resueltos y frustración por ser impedida una reacción o un deseo natural]. Junto con los instintos del factor a) se forma una programación del comportamiento humano que solamente en forma limitada puede ser corregida por el

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factor c) en un momento preciso. Si los instintos y las influencias asimiladas se encuentran en contradicción (y sin que se forme aún una neurosis), entonces es un resultado «casi normal» que se forme una falsa programación de la conducta. Otro factor que esto puede provocar fácilmente es el stress de la convivencia en número excesivo (hoy día mayormente la situación humana) y en un área muy limitada. Con cierta razón se ha comparado el efecto con la situación de animales en un parque zoológico, que también viven bajo circunstancias no correspondientes a su vida natural y pendientes de una autoridad, en parte sentimentalmente incomprensible para ellos. La acentuación del último aspecto puede provocar cierta regresión (psicológicamente se comprende bajo este término abandonar un nivel cultural o de comportamiento que ya se alcanzó, volviendo a un comportamiento más primitivo). Por todo esto podemos considerar que la conducta humana puede tener, en menor escala pero muy influyentes, partes normales, hoy necesariamente a reprochar, siendo el origen de estas cualidades contraproducentes, porque los instintos arcaicos impiden o desvian la asimilación útil de las positivas influencias externas. Pero la mayor parte de las conductas reprochables son ya casos más o menos clínicos de una falsa programación de la conducta, provocados por influencias negativas (principalmente falsa educación), o por la situación del stress a causa de la sobrepoblación y, en especial, por frustraciones.

Ha sido objeto de vivas discusiones científicas y de violentas confrontaciones político-sociales la cuestión de si el hombre es marioneta de sus instintos y herencias genético-raciales o, al contrario, todos somos «ab origine» igual y solamente formado por la educación del entorno. Representaban al primer concepto los psicoanalistas clásicos, como F R E U D y todos sus sucesores y adversarios, sobrevalorizando además el valor de los instintos sexuales y parasexuales. La parte opuesta eran los cristianos y los comunistas, que consideraron a todo desarrollo y la formación humana como un resultado de la educación (de las creencias religiosas en sí, no debemos hablar, por ser de origen no racional y, por tanto, analíticamente no estimables, sin que neguemos su influencia). Hoy se ha abandonado ambas posiciones. Se considera como conocimiento bien asegurado que parte de la reacción humana está afectada ampliamente por instintos «animales», entre los cuales, indudablemente, dominan los grupos de los más primitivos, como los de alimentación, defensa y reproducción, pero existen también instintos subconscientes de fuerte influencia que provocan el deseo de aprender y formarse (curiosidad natural que ya hay también entre monos y animales más primitivos), el deseo de una convivencia ordenada dentro del grupo (que ya tienen ciertos monos que viven en rebaños), el deseo de una formación cultural (que solamente tiene 474

el hombre, si bien intentaron demostrarlo también, con poco éxito, para el chimpancé) y, por fin, el deseo de conocer la verdad de las cosas (que es puramente humano y lo incluye los actos de sustitución, como cultos religiosos, magia, etc., si la verdad no es alcanzable con los medios disponibles). La competencia entre los instintos, digamos corporales, y los instintivos «deseos» intelectuales ( reacción sensual), provoca la necesidad de tomar decisiones en el «parlamento de los instintos» (LORENZ, 243). De allí procede el concepto de hacerse responsable de sus actos, posiblemente la característica más típica del «ser hombre». Tanto los instintos corporales como los afectos sensuales provocan satisfacción si están cumplidos; se suele llamar a esta satisfacción «pleroma»; si es sexual, también «orgasmo». Según que uno está más inclinado a los pleromas del uno o del otro lado, se calificaba mejor o peor la personalidad de una persona. Nuestro tema, de la violencia contra archivos, demuestra claramente el error en esta valoración, porque las grandes catástrofes por fanatismo religioso y, en parte, también político son resultados de un excesivo intento de llegar a un pleroma de los afectos o instintos no corporales. Contamos en la tierra con unas tres mil culturas humanas, diferentes en mayor o menor grado, pero no podemos considerar más que unas tres o cuatro subespecies o razas humanas, que, además, en su vida primitiva no se distinguen más que en detalles, alimentándose de lo mismo y coincidiendo llamativamente en su forma las culturas muy primitivas. Por tanto, son precisamente los instintos intelectuales de buscar nuevos caminos, demostrar su superioridad, etcétera, los que han formado esta gran diversidad de las culturas avanzadas. Considerando esto, será fácil comprender que frenando esta efusión natural del intelecto, se provocan efectos negativos y contrarreacciones a la represión. Y esto, desde luego, ya pueden ser aspectos para la psiquiatría. Modernamente se distingue totalmente entre una agresión de grupos étnicos, o culturales, contra otros grupos y una actuación agresiva del individuo. La última es la natural y se rige por los conceptos anteriormente expuestos, si bien sufre transformaciones importantes, como veremos ahora. La agresividad de grupos es la consecuencia de estas transformaciones en un estado de sobrepo-

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blación humana. Entonces es precisamente el fuerte desarrollo cultural que provoca la agresión colectiva del grupo, si en el mismo existe una inteligencia elitaria o un individualismo acentuado. En ambos casos se desvia la «presión cultural» contra grupos sociales o étnicos de inferiores medios. También esto puede tener importancia para nosotros; los archivos y bibliotecas pueden ser considerados como medios de esta represión o agresión, llegando a ser objetos de una contraacción de las victimas de la agresión.

Para nuestro tema tienen más importancia las reacciones individuales; su análisis permite además comprender simultáneamente la formación de las reacciones por grupos. La «enfermedad» psicológica omnipresente es la agresión por frustración. Discutible es solamente, si cualquier frustración provoca ya sentimientos agresivos, o si existe algún margen de tolerancia natural. Vamos a ser optimistas y aceptamos lo último. Pero aun entonces queda la provocación diaria de agresiones por la multitud de pequeños fallos que una vida «civilizada» —léase agitada— ofrece diariamente. Para que se forme un sentimiento irresistible de agresión, naturalmente, deben acumularse las frustraciones pequeñas y por lo menos tener algún motivo de mayor frustración antes de que «los platos de porcelana vuelen contra la pared». No obstante, una situación ya cargada de sentimientos agresivos puede ser fácilmente descargada con violencia si algún freno natural desaparece de repente. Este último detalle es importante para nuestro tema, porque debe ser evitado ante todo dar esta última facilidad a la descarga violenta. Son numerosos los casos en que con buena o mala intención alguien provoca calculadamente la descarga. En vista de que siempre son situaciones más o menos momentáneas, fácilmente conseguimos, con evitar en un momento preciso esta descarga, resolver el caso para siempre.

La escuela americana suele intentar reducir toda agresión a un comportamiento aprendido por falsa educación en el sentido amplio (ejemplos observados, etc.); los europeos no quieren admitir este extremo. Se considera, como anteriormente hemos explicado, un «legítimo» instinto agresivo y una fuerte ampliación educativa del mismo. Queremos admitir que la última es reversible también por educación. Eliminar totalmente la agresión así, no será posible ni en teoría. Con esta base podemos entrar en el detalle del tema. 1) Antes de estudiar los motivos de un comportamiento o de un acto aparentemente (a primera vista) «espontáneo» que consideramos anormal y negativo, debemos aclarar si existe realmente una 476

base en los sentimientos normales que en la gran mayoría de los individuos esté fijada suficientemente para que consideremos con razón como «normal» abstenerse del acto incriminado. E l espíritu de conservar su historia, sus costumbres y las experiencias que permitieron su progreso existe en forma muy clara en la gran mayoría de las culturas, además repartido entre culturas de todas las razas humanas. Parece correcto considerarlo como aborigen. Podemos admitir, para justificar este concepto, aparte de las clásicas culturas poseedoras de archivos, como, por ejemplo, la de Babilonia, de China, de los pueblos Maya, varias de la India y la de los árabes, también lo hecho por muchos pueblos, conservar su «literatura inédita» por cuidadoso traspaso verbal. Ejemplos conocidos son: los mitos del norte de Europa o las odas de H O M E R O , ambos existentes mucho antes de su anotación, asi como los mitos de los indios americanos, que conservó, seguramente en el último momento, L E V I - S T R A U S S (239), demostrando en estos estudios en forma sorprendente la compatibilidad de la civilización primitiva con un alto nivel cultural. Lo mismo rige para el África negra. Con una diferencia: Si bien habla allí, como en América también, unas civilizaciones de elevado nivel y que han sido mayormente victimas del colonialismo, el plazo desde su colonización hasta hoy es más corto y podemos todavía controlar los efectos. A la extinción cultural eran más débiles las civilizaciones de alto nivel que las primitivas, que consiguieron defender mejor su base cultural. Estas observaciones justifican además otra vez el concepto de que se trata de un instinto aborigen, defender su cultura.

Admitido, por tanto, que la agresión contra archivos es un comportamiento anormal, podemos ordenar los actos según los motivos aparentes y los grupos de personas que actúan. 2) Como demuestran los múltiples etogramas (— resumen de los comportamientos éticos y culturales de un grupo de hombres o de una cultura) entre tanto reunidos, no existen tendencias duraderas en una cultura que no puedan ser cambiadas por actos de voluntad si se llega, incluso de repente, a nuevos conceptos. El caso clásico e impresionante, por afectar duras reglas religiosas, era el abandono repentino de los conceptos del tabú en las islas de Hawai, ya antes de la invasión europea.

Por tanto, cualquier acto, incluso motivado por reacciones anormales, no cuenta con una fuerte resistencia si parecen ser actos de innovación positiva o negativa. No existe una fijación instintiva en contra. 3) E l amontonamiento de resultados culturales, sea exceso de máquinas de la civilización, como coches, lavadoras, etc., o de cono477

cimientos que se consideran de efecto represivo o aplastante, provoca reacciones de oposición con tendencia a una liberación. Todos conocemos el deseo de marcharse de la ciudad a respirar el «aire puro del campo» (que en realidad nada tiene que ver con el campo), o el subcutáneo malestar ante la superioridad técnico-científica que provocan estos «cabezas de huevo», como se llaman en los Estados Unidos a tipos como el que escribe, descargándose el alma con esta palabra. Existe, por otra parte, cierta oposición instintiva contra la propiedad privada (las hordas del mono desnudo eran asociaciones de un amplio comunismo primitivo que consideraba la propiedad particular como símbolo de la autoridad excesiva) y se combina este reproche con el deseo de una liberación. 4) Siendo además el hombre un homo ludens ( de instinto a jugar y divertirse), y la acción de destruir jugando es una de las decadencias más primitivas que conocemos ya entre otros primates como característica casi «normal», la directa agresión contra objetos aún no se puede calificar como instinto anormal; la perversidad empieza más tarde: con agresiones provocadas y dirigidas con intención por terceros que se valen de la primitividad de los instintos de tontos. 5) Por fin, la decisión del «parlamento de los instintos», al principio tomada sin pretensión o valorización diferenciada, asume cierto valor autónomo con el simple hecho de ser tomada; entonces la persona la practica y defiende su decisión, la que sea. La reacción extrema de esto, ya paranoica, es el fanatismo, pero en menor grado es genérico de todas las personas, defender valores imaginativos una vez reconocidos. Por ejemplo, nos molesta una libreta de gula turística (alemana de Paris) que cita, sin diferenciar en su valor ético, a iglesias, museos y bibliotecas, restaurantes selectos, calles con mujeres alegres, sitios históricos y bonitas vistas panorámicas para tomar fotos. Desde el punto de vista del turismo es correcto reunido, todo tiene el mismo valor, «podía ser interesante y atractivo», pero no nos gusta este concepto, teniendo fijada la valorización de otra manera por la educación recibida.

478

2fb-b)

Agrupación

de los motivos y de sus consecuencias

E l resumen de las influencias instintivas resulta en algunos grupos genéricos de motivos aglomerados y enganchados entre sí que por sí solos y a primera vista parecen muy simples. Hasta que no vemos lo que hay debajo de la superficie no se comprende por qué estimulan tanto a los actos de agresión contra archivos y bibliotecas. Los motivos son: A) Desprecio monstruoso. B) Negligencia. C) Miedo real o imaginativo al contenido del archivo o de la biblioteca. Las personas que actúan representan: D) Individuos en la posición «jefe de un grupo». E) Fanáticos religiosos o políticos. F) Subordinados frustrados. G) Primitivos por bajo nivel de inteligencia o degeneración cultural. (Lo último es normalmente la primera señal de que empieza una degeneración genética.) De esto resultan las siguientes combinaciones, algunas frecuentemente peligrosas. Combinación

A XD (

Desprecio por un jefe de grupo)

Es un caso bastante frecuente y peligroso. Lo último por el mayormente oculto motivo psicológico que las personas que están en la posición de un «jefe de grupo» tienen la tendencia (inconsciente a veces) de demostrar su superioridad, faltando, donde lo pueden hacer impunemente, a alguna regla de la convivencia humana. Es un hecho que aumenta en realidad cualquier autoridad, como podemos deducir diariamente de muchos ejemplos simples e inocentes. Si esto se combina con un desprecio genérico para el estudio y la ciencia, llegamos al general que bombardea objetos únicos demostrándose «jefe» a sus subordinados y «macho» a sí mismo. El clásico ejemplo es la destrucción de la antigua biblioteca de Alejandría por un incendio probablemente provocado, pero seguramente no sofocado por los soldados, y esto a deseo del mismo C É S A R .

479

Combinación

A XE (

Desprecio por fanatismo)

No conocemos casos llamativos ni parece una combinación muy probable para provocar una agresión incontrolada. Es el miedo que empuja al fanático contra un objeto. Combinación

A XF(

Desprecio por

frustración)

No es de esperar que dañe al objeto despreciado, ni el mismo será un archivo o biblioteca. Resulta normalmente que es una persona envidiada el objeto del desprecio. Combinación

A X G (= Desprecio por primitividad mental)

Por propia iniciativa es poco probable que a los brutos se les ocurra la idea de dañar a un archivo, pero es la clásica combinación de mente a que desea impresionar la primera combinación (A X D) y, a veces, lo impresionó de verdad en un extremo que se satisfacieron las primitivas mentes de los vandalismos que cometieron a las órdenes de sus «jefes de grupo». Se acentúa el aspecto, si esta combinación mental A X G figura en un caso simultáneamente como jefe de grupo. Son también la víctima y el medio preferido del grupo C X E , los pobres de mente. Se forma entonces la combinación peor, que desvía a todos los instintos arcaicos, provocando reacciones en cadena totalmente incontroladas. Combinación B X D (seria de grupo)

negligencia para demostrar ser jefe

Creemos que no lo hay; sería una contradicción psicológica. Si un caso parece así, la negligencia es una forma de expresión del desprecio y pertenece al grupo A X D. Combinación

B X E (sería

negligencia por fanatismo político)

A l caso seguramente existe, en que este tipo provocó daño, pero sería más bien un efecto casual. Que dejen ocurrir algún daño sin reaccionar en previsión, desde luego lo consideramos bastante normal del grupo, y así es posible que haya una apariencia. Movimientos políticos «populares» lo han demostrado en los tiempos pasados. Lo 480

curioso es que incluso los más abnegados a la autoridad intelectual, con el tiempo han vuelto a cuidar sus bienes culturales aunque sea solamente por la óptica política, aunque mayormente era por comprender con el tiempo la conveniencia, o se volvía a reconocer el deseo natural de tener objetos de su afán cultural. Es nuestro concepto que lo último siempre ha sido el motivo real. Combinación

B X F (— Negligencia por

frustración)

Es la combinación más actual y representa parte de la rebelión inconsciente de las masas humanas a su necesaria reglamentación, que ya no pueden comprenderla, ni asimilar. Su labor destructiva, en todos los sectores de una organización de convivencia, sea municipal o estatal, llega a ser impresionante si no se actúa activamente en previsión. Una influencia educativa, por otra parte, tiene aquí su mejor campo. No solamente por tratarse de gente en principio de buena fe, posiblemente también y en primera fila, el efecto tan positivo es por reducirse así la frustración. Cualquier intento educativo que da o devuelve al particular algo de su responsabilidad y categoría humana y que persuade a la persona con la idea del cívico activo, necesario y respetado resuelve el caso en gran parte. No es raro que este concepto de negligencia por desesperación afecte también a los funcionarios públicos. Por ejemplo, si por motivos de carencia de fondos públicos no se llega con tiempo a ampliar el alojamiento del organismo, pueden perder su pulcritud también los que la tienen normalmente en extremo, educados así por su oficio. Por ejemplo, hemos visto recientemente —a consecuencia de falta de sitio— archivos judiciales sobre el suelo de un pasillo público. Lamentable, pero comprensible por la situación anormal del caso en cuestión. Si los legajos hubieran sido cribados previamente del material de valor genérico, dejando salir «al pasillo» solamente lo que simplemente tenía que esperar hasta que caducara su vigor administrativo y el plazo legal de conservación. Pero no lo seleccionaron, desengañados por el problema y/o de que «nadie» les hizo caso. También nos contaron la reciente historia de la pérdida de una notable parte de un archivo antiguo, muy mal alojado por falta de sitio y en espera de mejor alojamiento. Debido a entradas de agua empezaron a pudrirse los pergaminos, etc., provocando mal olor. Esto «causó» la decisión, del secretario del mismo organismo responsable del archivo, de quemar todo lo que olía (decisión tomada por tener su vivienda encima). Sin haberlo oído por personas que intervinieron en el caso y ver luego personalmente los restos, no hubiéramos creído que fuera posible alcanzar extremos de esta clase por una frustración genérica (que hemos podido comprobar en la persona responsable).

481 31

Combinación

B X G (— Negligencia por primitividad mental)

Lamentablemente se da con bastante frecuencia, y no solamente entre la gente de baja categoría social. A l contrario, son mucho más peligrosas las personas de este tipo que tienen poder industrial o comercial. Míseros motivos de lucro pueden dominar entonces fácilmente el sentido de responsabilidad cívica. Es el gran problema de la intervención del «hombre masa» en la vida contemporánea, siempre «se siente perfecto» por carecer de intelecto para el autocontrol, cometiendo así, sin acusada mala intención, actos dañinos. «Un necio es mucho más funesto que el malvado. Porque el malvado descansa algunas veces; el necio, jamás» (ORTEGA Y G A S S E T , 295). E l peligro por estas personas, por tanto, es permanente. Un clásico ejemplo —ocurrido en España— es el chatarrero que saca a las seis de la mañana (cuando no habia nadie a la vista) unos dos mil legajos de un Ministerio, a pesar de que ya se habia dado el alto a la operación, tratándose de objetos de valor histórico. Lo hizo para no perder una operación comercial de un valor de cuatro mil duros. Acentuado ha sido el mismo caso por la colaboración del funcionario público encargado de la enajenación del papel sobrante en el Ministerio, que, por el afán de llegar al máximo de fondos recuperados en favor de la caja pública, evitó con astucia que los archiveros le «privaran» de una parte del papel «de chatarra» a vender. Otro caso, ocurrido recientemente, durante el tiempo de realizar este libro, ha sido un Ayuntamiento, que decidió quemar su archivo histórico con ocasión de la renovación de su edificio, porque no querian entrar de nuevo con trastos viejos al mismo, ni sabían que podían ganarse honores entregando sus documentos a un archivo regional. En honor de la población hay que decir que esto provocó suficiente protesta pública que ahora parece que se consigue en toda la región la recogida de los archivos antiguos.

Es difícil condenar, ante ejemplos de esta clase, a los pastores árabes en el valle del Jordán, que tan pronto como se dieron cuenta del valor de los famosos rollos de los ESENOS se dedicaron a bus-

carlos y los cortaron en piezas pequeñas para multiplicar su valor en la venta, complicando el trabajo de los científicos y causando destrozos. De todos modos, el hecho nos demuestra cuánto se alejaron ellos, debido a su vida desesperada, ya del antiguo ímpetu cultural de los árabes. Un problema nuevo y muy digno de un estudio lo representa el «hombre masa» en los jóvenes países en desarrollo. Allí no aparece tanto la intervención del ignorante en los movimientos de las masas 482

como en los países muy desarrollados, donde es dominante, siendo aún mucho más influyentes las tendencias de la antigua convivencia local. Esta situación —agradable— permite resolver los problemas del comportamiento de la gente con relativa facilidad. Si se consigue analizar los motivos antiguos de una reacción contemporánea ya se ha encontrado la solución, porque la población está allí todavía mucho más dispuesta a admitir argumentos cívicos de la convivencia, respetándolos esmeradamente. Combinación

C X D (— Miedo en ¡eje de grupos)

Esta combinación es muy peligrosa si el individuo del tipo D es simultáneamente el tipo E . Entonces el resultado puede ser catastrófico. Combinación

CXE (

Miedo en fanáticos)

E l fanático, conscientemente (hasta el límite que un fanático puede ser consciente), no reconoce su miedo. Siempre es una reacción subconsciente, pero la persona puede ser muy fuertemente dominada sin darse cuenta. Entre tanto que no tiene mucho poder, sus reacciones son más bien actos intelectuales muy torcidos: denuncias anónimas, mentiras para desprestigiar a personas que considera adversas a sus conceptos, excesiva entrega a cultos religiosos y pseudorreligiosos (más reprochable es lo primero, porque demuestra excesiva falsedad). E l peligro para nosotros empieza si la persona de esta combinación alcanza poder. Entonces es un nuevo tipo, el siguiente, antiguamente el más peligroso. Combinación grupo)

C X E X D (— Miedo en fanáticos

que son jefes de

Es el diablo. Esta combinación ha provocado los grandes desastres de la historia y pérdidas innumerables. De algunas personas, muy destacadas en su papel del malo, sabemos que adicionalmente ha existido alguna frustración sexual que acentuó aún más su desvío mental, introduciendo posiblemente a su carácter el erostratismo (destruyen bienes culturales para hacerse de este modo un monumento fúnebre; se llama así desde que ERÓSTRATO quemó el templo 483

de la diosa ARTEMISA en Efeso, ciudad griega de la Antigüedad en

Asia Menor). A cuenta del tipo van, para citar solamente unos ejemplos del fanatismo religioso, las enormes pérdidas en el Oriente Medio por la inquisición árabe; ha sido ésta un auténtico fanatismo colectivo y, según se dice, por órdenes del segundo califa, OMAR, Alejandría ha sido nuevamente desangrada por A M R IBN A L - A S en su tesoro bibliotecario. No por mérito de esta inquisición, sino por la extensa penetración del antiguo mundo mediterráneo con literatura árabe, se salvaron importantes partes, como lo demuestran las existencias en España (por ejemplo, en E l Escorial). No obstante, estas existencias españolas también están muy disminuidas, debido menos a la acción bélica de los ejércitos cristianos, que en la reconquista se portaron —para entonces extraordinariamente— conscientes de los valores culturales de los árabes, que a la dura purga que el dictador árabe H A J I B - A L - M A N S U R hizo (él gobernaba bajo H I S H A M II desde 976 hasta su muerte, que se produjo en batalla contra los cristianos en 1002). Quemando toda literatura filosófica y de sectores similares de la biblioteca de Córdoba, esperaba conseguir su reconocimiento como gobernante por los ortodoxos «sabios» de la jurisprudencia y del Corán. A consecuencia de esto se destruyeron en su época sistemáticamente también las existencias de libros en otros sitios del Califato de Córdoba.

La pérdida más lamentable, por ser prácticamente total, de una cultura rica y, por este desastre, hasta hoy incompletamente conocida, la provocaron DIEGO DE LANDA, obispo de Yucatán, fraile franciscano, y FRAY JUAN DB ZUMÁRRAGA, el primer obispo de Méjico.

E l último comenzó en el año 1529 el asalto espiritual al pueblo conquistado, recogiendo los libros de los aztecas en todas partes, pero principalmente de la «biblioteca real» de Texcoco y de los «archivos nacionales» de Anáhuac, también situados en la citada ciudad, llevándolos a la plaza del mercado de Tlaltelolco, quemándolos allí todos. Siguiendo este lamentable ejemplo, DIEGO DE LANDA buscaba las bibliotecas mayas y mandó quemar, en 1562, todos los libros de los mayas, aun reconociendo su calidad, «para eliminar la idolatría». La destrucción era tan perfecta y completa que hoy quedan solamente tres ejemplares de los mayas (y de un cuarto se habla, de momento sin confirmación de su autenticidad) y algunos más de los aztecas. Lo peor es que las bibliotecas de los mayas estaban, casi seguro, muy lejos de contener algo calificable como «idolatría». Admitiendo la lucha contra ésta como un difícilmente perdonable

484

error religioso de entonces, queda imperdonable la falta de aclaración previa contra lo que se dirige la furia. E l mismo Cristóbal C O L Ó N y varios conquistadores, a pesar de la insuperable avidez al oro de los últimos, tenían más cuidado e interés para el objeto de su conquista.

Los dos obispos españoles pueden sentarse en el eterno banquillo de acusados para los iconoclastas al lado del califa OMAR, que destruyó la mayor parte de la biblioteca de Alejandría, diciendo: «Si estos libros concuerdan con el Corán, entonces son inútiles y supérfluos; si no concuerdan, entonces son perniciosos.» ¡Qué infernal fanatismo! Autores modernos ( F A Y Y A Z M A H M U D , 108-1) se oponen a culpar a O M A R , diciendo que ha sido Abdul L A T I F , de Bagdad, quien seiscientos anos más tarde exageró, y argumentan que el carácter de los árabes, estudioso y amante de los libros, hace imposible tal vandalismo. Pero este carácter genérico, muy reconocido, lamentablemente no evita excepciones, incluso e n el día de hoy. Como se quiere explicar de otra forma que en 1973 (i!), en el discurso del aniversario de M A H O M A , cierto líder de un país en el desierto del norte de Africa invita a «quemar los libros importados» y estimula a «romper libros que no son islámicos, árabes, socialistas o progresistas». Muy reconocido el Corán y la inclinación a su sabiduría, pero para que llegue a ser realidad el ofrecimiento divino de la segunda sura —«Cieno, me crearé un representante en la tierra a quien haré aprender el conocimiento de todas las cosas»— faltan libros de todas clases.

A l fanatismo religioso muchas veces se le ha mezclado (¿intencionadamente?) en los intentos de su análisis con el fanatismo político. Pero hoy, desde el punto de vista psicoanalista, debíamos considerar al fanatismo religioso más bien como un resultado de factores internos (persona débil y frustrada con anterioridad) y un shock mental por alguna influencia externa. Es decir, que se trata de una reacción traumática de la mente en la persona afectada. Como origen se discuten principalmente torsiones de los sentimientos sexuales (investigaciones, seguramente neutrales, hablan de un 40 por 100 entre los adeptos religiosos, siendo normal que un 4-6 por 100 de las personas las padecen), falsa educación o excesiva represión del niño, etc. Su peligro real lo adquiere el tipo de este carácter por la mezcla del «instinto de la busca de la verdad», muy supervalorizado y de la excesiva firmeza en la ejecución de las decisiones del «parlamento de los instintos». No hace falta entrar aquí en el amplísimo campo de la investigación psiquiátrica del caso. Como ejemplo del fanatismo político hay que citar en primer lugar al sultán M A H O M A II. Este eminente «líder» de la jerarquía 485

osmánica se rodeó desde que subió al trono de científicos y artistas y se supone con fundamento que no era ignorante del valor de las ciencias. No obstante, en la caída de Constantinopla, su mayor triunfo, sus soldados destruyeron sistemáticamente cualquier objeto cristiano, sin que el sultán hiciera algo para frenar las inmensas pérdidas culturales. Según nuestro criterio, ha sido un acto político calculado para agotar mediante el pánico al espíritu de socorro en los países cristianos; demasiado exacto era el reparto de la llegada, de los «refugiados» de la ciudad caída, en los países de Europa.

E l ya casi clásico ejemplo moderno de la Alemania de Hitler, con sus quemas de libros, ostenta conceptos políticos imperdonables que culminaban en la incalificable persecución de los judíos. Conceptos que pretendieron así desviar y calentar el furor teutónico, elemento del frío cálculo político de entonces. Que en el sector de nuestro interés, en las bibliotecas y archivos, no llegó el «Fuehrer» a causar tanto daño como los bombardeos de la guerra, no es su mérito; habia allí gente culta que silenciosamente rebajó las consecuencias prácticas de sus órdenes.

No podemos suavizar la total condena de los actos de vandalismo por motivos políticos, como en el caso del fanatismo religioso nos era posible por consideraciones psiquiátricas. L a política es demasiado «negocio práctico» para que paranoicos puedan dominar la situación sin que en el país existan mentes frías que dejen actuar a estas personas, sea por sus «conceptos políticos» muy inhumanos, o por conveniencias egoístas privadas. Ni el argumento de las tendencias y conceptos de la opinión de entonces que empujaron a la persona política, deseamos admitir. Hay numerosos ejemplos positivos en que personas de un dominante ímpetu político respetaron a los archivos. Domina normalmente la conciencia y responsabilidad cívica, como reflejo natural instintivo, porque la fijación en el instinto conservador de los objetos culturales, que ya hemos conocido como un instinto dominante entre los instintos del intelecto, no se deriva fácilmente, salvo por los sentimientos de una mayoría como en su día en Alemania. El primer «jefe de grupo» del que conocemos una reacción muy positiva de este tipo, fue posiblemente el, para la cultura de su pais, importantísimo emperador chino S H I H H U A N O T I (246-210 a. Cr.), que por motivos políticos y para conseguir la unidad de China, reformó la escritura unificándola. Él dejó quemar todos

486

los textos, hechos en sus antiguas formas, pero, decisivamente influido por su ministro L i S H I (gran p o l í t i c o y primer conservador s i s t e m á t i c o de archivos que conocemos), m a n d ó primero copiar los textos con la nueva escritura y, a d e m á s , guardar un ejemplar original en los archivos imperiales.

Hoy día, naturalmente, todo esto debía ser histórico. Está bien aceptado en la opinión pública el concepto del viejo emperador chino y formulado en la convención de la U. N. E . S. C. O. sobre la protección de bienes culturales. Que todos la respeten siempre, será el resultado de una constante labor de todos, fomentando educativamente la disposición a esto. También hay que separar el salvajismo contra archivos de los hasta hoy frecuentes actos «no humanitarios» a que creen deber recurrir gobernantes y en especial sus militares. Estamos naturalmente conformes con que estos actos violentos, llamados por sus proveedores «necesarios para el bien estatal», etc., debían reducirse a un mínimo prácticamente equivalente a cero si queremos ganarnos el título que LINNEO nos ha dado: Homo sapiens. Pero estos actos no son anormales. Tienen su correcta base psicológica, por instintos fijados en los tiempos arcaicos, cuando las hordas del mono desnudo vivían en la estepa, defendiendo su área necesaria contra otros grupos de su misma especie, para que el propio grupo pudiera vivir como cazador y colector de frutas. Este concepto, de defender violentamente los intereses del propio grupo, condenable, desde luego, tiene su origen en un instinto correcto. Por otra parte, que el vandalismo contra objetos no pueda ser afectado por instintos, porque el mono desnudo no tenía aún bibliotecas, tampoco es argumento aceptable. Si es salvajismo por un «jefe de grupo» de mente pobre y como acto de liberación de un (supuesto) mal, puede tener sanas razones instintivas, por existir esta tendencia de liberación entre los instintos intelectuales, solamente hoy son contraproducentes. Aquí está también el motivo por el que nuestros seres femeninos no sienten nunca el resentimiento contra archivos y bibliotecas. En el tiempo arcaico de las hordas cazadoras, al que atribuimos la fijación de muchos instintos, la hembra no participaba en la lucha al exterior; esta acción violenta era asunto exclusivo de los machos, también en los grupos de un régimen matriarcal. 487

Combinación

C X F (= Miedo en personas frustradas)

Siempre será una combinación peligrosa. Es igual que el miedo sea puramente imaginativo o que exista un motivo real. Pueden ser en ambos casos, por ejemplo, pruebas que contiene el archivo contra la persona misma o, más peligroso aún, contra un grupo al que la persona se considera afiliada o del que es simpatizante. Es un acto comprensible desde el punto de vista humano, pero seria digno pensar en algún concepto moral que se consigue introducir a la mente de la gente, para que piensen en métodos para hacer inefectivas estas pruebas, sin que se vaya a quemarlas. Quien ha visto, como el que escribe, los montones de documentos que se quemaron, sin revisión con miras a la investigación histórica, en los últimos días antes de la liberación de ciertos países africanos, queda pensativo a este respecto.

Combinación

CXG (

Miedo en un primitivo mental)

No es una combinación peligrosa por sí misma. E l individuo, por su deficiencia de intelecto, no siente miedo, ni llega por esto al pánico. No es capaz de imaginarse por su cuenta las consecuencias de alguna archivación de pruebas. La situación cambia si un inteligente explica el peligro, real o no, y estimula su miedo. Entonces desencadena el primitivo instinto de la defensa a toda costa para supervivir. Conclusiones Existen, naturalmente, como hemos dicho al principio, más factores influyentes y, por tanto, habrá combinaciones laterales de toda clase. Entrar en los detalles de su estudio sería complicar las cosas sin obtener ventajas notables. Como resumen de nuestro estudio deseamos que se conserve presente el concepto de que hoy el principal problema es estar preparados para actuar en seguida en casos aislados de las situaciones aquí compiladas y realizar una constante labor educativa para evitar que el factor «negligencia por frustración», el más importante en el día de hoy, llegue a surtir efecto. Entre tanto que aumenta la aglomeración de gente en grandes ciudades, también se potenciarán los efectos del stress de una estrecha convivencia y su descarga inconsciente contra objetos indefensos, como nuestros archivos y bibliotecas, aún se pronunciará seguramente mucho más. 488

2fb-c)

Vandalismo archivo-bibliotecario «bona fide»

Una reacción, hoy menos probable, pero no imposible, es el pánico en las decisiones ante un daño grave. Ya hemos citado en los Anobíidos el caso, publicado por Rico Y SINOBAS (323), en que quemaron toneladas de documentos de un importante archivo español para destruir su ataque de bibliófagos. En ataques por termites ocurrió incluso hace unos quince años algún caso de este tipo (se quemaron varios edificios). Se evita esto con la debida información técnica sobre las posibilidades y métodos correctos para la defensa y los tratamientos. Lejanamente congruente a este capitulo son también los daños provocados en tiempos de guerra, usando la gente, en momentos de la defensa de su ciudad o posición, los documentos de unos legajos que estaban «a mano» para hacer cartuchos de pólvora (siendo el papel en los tiempos de entonces no tan omnipresente como hoy) y el aprovechamiento de los sellos de plomo para fundir balas, En España existen numerosos archivos eclesiásticos y civiles en que se pueden ver estos daños por una defensa bélica.

Otra manía que costó muchas víctimas entre los libros antiguos ha sido el afán de coleccionar, como objeto de arte, las miniaturas de las letras iniciales, ilustraciones en general o las encuademaciones decoradas. Reconocemos que muchos libros asi adornados vallan más por sus adornos que por su contenido, pero la conservación completa es indudablemente lo único admisible en estos casos de colecciones. Siempre podían tropezar estos aficionados con un ejemplar más valioso por su contenido, aparte del mal aspecto ético en general, de destruir el conjunto de un libro.

Un problema que lamentablemente aún es de actualidad son las restauraciones hechas sin suficientes conocimientos técnicos. Rige en este caso plenamente el ya citado concepto de ORTEGA Y GASSET de que un necio es mucho más funesto que un malvado. Tenemos un concepto muy elevado del oficio del restaurador, pero son un peligro casi público los que lo practican sin previo estudio de las consecuencias. Lo hacen seguramente siempre de buena fe, pero el daño es igual.

Un campo importante en la batalla contra el bibliófago número uno serán los talleres de la restauración. Se presenta el problema 489

psicológico de que siempre son personas aficionadas y de gran amor al objeto. No deseamos destruir ni tocar esta aplicación admirable, pero es necesario buscar el camino de convencer a las personas que dirigen el trabajo. De éstas debemos exigir conocimientos y estudios de verdad, no solamente que en su día hayan cubierto el expediente de su carrera. Esta última es la que menos importa, es el espíritu y la inteligencia los que son decisivos.

2fb-d)

El robo en bibliotecas

Los motivos pueden ser: — Simplemente el lucro, apoderándose del objeto por su valor (que no hace falta explicar aquí más). — Un anormal afán de coleccionista. — Cleptomanía. Es menos necesario que tratemos la versión femenina de la última, porque normalmente es pura casualidad, si la persona femenina afectada practica su locura en una biblioteca. La cleptomanía practicada en bibliotecas es casi siempre por hombres; las mujeres no lo suelen hacer (prefieren los grandes almacenes), salvo en casos de una frustración de conciencia y solamente si son personas de una posición responsable en la vida. Entre los hombres se caracterizan los robos por cleptomanía por su absurdidad y que los libros tomados casi siempre son de poca utiüdad para la persona en cuestión. Hay casos de llevarse libros en una lengua que no comprenden o de unos temas que nunca les podían interesar. Se considera como asegurado resultado de la investigación psiquiátrica que la llamada cleptomanía radica siempre en la transformación, subconsciente, de una fuerte fnistración hacia esta reacción absurda, apoderándose de objetos muchas veces sin tener necesidad de ellos. No es, al contrario, siempre una frustración sexual el motivo, si bien entre mujeres es el dominante. Tropezando con un caso que deja suponer cleptomanía, hay que considerar todos los posibles motivos de frustración entre las personas sospechosas.

Interesante es el afán anormal de coleccionista, porque su análisis en un caso concreto puede llevarnos a la recuperación de las pérdidas. Se comprende que el «robo de coleccionista» lo provocan dos diferentes manías. 490

Una es la idea de que se debe completar una colección sea como sea, siendo el placer de «tenerla completa» el principal motivo de reunir los objetos. Puede ocurrir entre personas de muy diferente carácter, es decir, pueden ser simultáneamente coleccionistas y científicos, autodidactas aplicados en su campo, o personas a las que empuja solamente un excesivo espíritu de ser propietario. Muchas veces ocultan sus colecciones y son reacios a exhibirlas, también si no contienen objetos conseguidos ¡legalmente. Hay todos los pasos intermedios, desde este tipo muy introvertido hasta la persona normal que colecciona objetos con fines científicos, para el estudio sistemático, etc. E l hecho de ser incompleta la colección a los últimos no importará en más que ser un obstáculo en los estudios y que cuesta viajes la búsqueda para localizar el sitio donde existe un ejemplar para ver el objeto o leer el libro en cuestión. Entre estas últimas personas es aún posible que se dejen inspirar al robo de un objeto, pero seria una muy rara excepción. Cierto es que hasta incluso los más introvertidos coleccionistas del otro extremo, siempre son conscientes de la ilegalidad del acto de robar. La segunda manía es una especie de fetichismo. La persona afectada se identifica tanto con el objeto de su amado estudio que necesita mantenerlo cerca para siempre. Se caracteriza este afán por ser poco sistemático, conformándose con cualquier objeto del grupo idolatrado. La persona normalmente es poco responsable de su acto, traicionándose fácilmente por su comportamiento; sin que deseemos decir con esto que cada chiflado ya roba. Ambos casos del robo por manías, una vez descubiertos, se puede comprobar en su calidad por el trato que ha recibido el objeto por parte del que indebidamente se apoderó. Los fetichistas nunca intentan ocultar la procedencia, quitando inscripciones, sellos o el ex libris. Los cleptómanos tampoco intentan normalmente ocultar la pertenencia legal del libro, pero existe notable afán de dejar desaparecer las pruebas de su manía. Por tanto, significan el mayor peligro en el sentido de que se pierde el objeto para siempre. Los coleccionistas de afán excesivo, al contrario, procuran disimular en un máximo el origen, muchas veces en un extremo que existe notable problema legal de probar el robo, pero nunca intentan destruir el objeto, ni venderlo. E l robo por motivos de lucro, por fin, se caracteriza por la misma disimulación del origen, pero siempre será comercializado el objeto, si bien puede haber ciertos plazos de espera que respetan los malhechores para no ser descubiertos.

2fb-e)

La falsificación

de obras impresas y de documentos

Es el último daño «biótico» que debemos tratar. En la parte moderna existe el amplio campo de la falsificación de documentos impresos, de billetes de banco y de documentos particulares. En la parte histórica nuestro problema es muy inferior a otros sectores, como, por ejemplo, en Bellas Artes, donde la falsificación de esculturas y cuadros azota a los museos o coleccionistas —y deja a menudo en ridículo a los grandes expertos del arte. 491

El aspecto psicológico de las falsificaciones varía mucho. Fácilmente explicable es el caso de las falsificaciones modernas; salvo raras excepciones, son motivos de lucro que dominan la escena. Alguna vez hay un motivo político, pero esto casi siempre se acusa por sí mismo. Totalmente diferente es la situación histórica. E l concepto de lo «auténtico» es una idea moderna. Copiar un objeto, artístico o de caligrafía, en China, por ejemplo, no significaba ningún hecho despreciable; se consideraba solamente su belleza y el encanto que produce. Por tanto, existen numerosos textos de poetas escritos con «letra auténtica» del autor, sobre papeles de una fabricación muy posterior. También aún en la edad medieval no se consideraba grave disimular la procedencia antigua de un objeto, a pesar que entonces ya era por motivos de lucro. El caso clásico es el «Amor Durmiente», estatua falsificada por el mismo Á N G E L , por encargo de Lorenzo de M L D I C I , que lo vendió por camino de un anticuario al cardenal Riarío de S A N G I O R G I O . Una vez descubierta la burla por los investigadores del cardenal, se obligó al anticuario a devolver la elevada suma cobrada a cambio de la obra, pero nada más. E l joven M I G U E L Á N G E L ni devolvió su parte del dinero cobrado y encima pidió audiencia al cardenal, por haberse asi perfilado como artista, que ha sido el concepto genérico de entonces. Probablemente hasta hoy yace la estatua en el suelo de Roma, porque a consecuencia del fracaso con el cardenal, se decidió el anticuario (Baldassare de M i L Á Ñ E S E , famoso en su día) a enterrar la obra con la idea de que mejor será «descubierta» de nuevo en ocasión de una excavación. Y para colmo, el ejemplar del «Amor Durmiente» que se exhibe actualmente en Turín, se considera como una falsificación del siglo xvi-xvn de la falsificación de M I G U E L Á N G E L , que entonces había alcanzado ya su renombre eterno y valía la pena falsificar sus falsificaciones, MIGUEL

Todo esto a nosotros no nos espera, gracias a dos aspectos: primero, que es casi imposible repetir en forma idéntica una fabricación de papel, y segundo, que la reimpresión en forma auténtica sería un trabajo tan difícil y largo que su costo nunca recompensa, afortunadamente. Por tanto, las falsificaciones más o menos modernas de impresos históricos son fáciles de identificar. Única excepción es la falsificación de la filigrana. Se hizo principalmente para obtener reproducciones gráficas y documentos falseados. Las sistemas usados varían; frecuente es el método de mojar el papel, imprimiendo en caliente con un sello de metal, previamente preparado, la filigrana, que entonces, por ser más comprimida, resulta más clara cuando el papel ha

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secado. Se detecta la manipulación en seguida mojando con una solución de sosa cáustica (al 2-5 por 100) el papel; secando se pierde la filigrana. Otro método, usado principalmente en la falsificación de documentos en papel moderno, es un sello de goma y ácido sulfúrico apergaminando la filigrana deseada. Su identificación es más fácil aun, normalmente se conserva mayor grado de acidez en la «filigrana» y la investigación microscópica indica en seguida el daño del ácido en la fibra.

Falsificaciones de objetos históricos se notan muchas veces ya por la diferente edad del papel a la fecha del documento. Si el papel es más moderno no hacen falta más pruebas, pero también si es más antiguo puede tratarse de un error del falsificador. Casi normal es el uso de papel mucho más antiguo a la fecha del documento solamente en testamentos. Tanto por respeto al acto de testamentar como por no tener siempre papel de escribir a mano en un caso de emergencia, ha sido frecuente el uso de las hojas blancas, arrancadas de libros antiguos, para testamentar. En tiempo moderno, la falsificación de documentos impresos de toda clase tomó gran incremento por el sistema de Offset. Mediante la reproducción fotográfica desaparecieron los problemas de las copias perfectas de grabaciones a mano, anteriormente necesarias. Un documento auténtico impreso con Offset, o falsificado con Offset, sobre el mismo tipo de papel, no se puede distinguir. Por tanto, se procura modernamente hacer documentos en papeles muy especiales que no hay en el mercado y nunca con la impresión de Offset. La tipografía se nota fácilmente y con la fotorreproducción no es posible reproducir sus rebarbas. Que los falsificadores usan entonces como clisé un grabado de línea, etc., es sólo asunto de los laboratorios de la policía. Interés archivístico en recopilar la infinidad de trucos y métodos usados en su descubrimiento no vemos, salvo en caso de que el director de un archivo necesite falsificar billetes del Banco de Inglaterra para mejorar sus escasas asignaciones para la conservación de sus fondos. Método arriesgado ante la perfección alcanzada hoy día en la comprobación de falsificaciones. Siendo el daño por el hombre aún uno de los más importantes que hay, y visto que hoy día se transforman fundamentalmente sus motivos psicológicos, cada día será de mayor importancia actuar en contra mediante métodos psicológico-educativos. Esto no dice que conviene abandonar las establecidas formas de la defensa pasiva, 493

al contrario, deseamos hacer de ellas un «rito» que causa agrado, cumplir con el respeto a nuestros archivos y con su conservación. Por este motivo volveremos sobre el particular de la psicología entre la previsión general para bibliotecas, reuniendo allí algunos motivos éticos que nos permiten influir positivamente a los demás.

2g)

L A S CONVIVENCIAS DE LOS BIBLIÓFAGOS

Las asociaciones con otros organismos pueden influir en un grado importante al desarrollo de un bibliófago, decidir sobre la posibilidad de llegar a una propagación peligrosa e influir en la forma del daño. Las asociaciones pueden tener valor positivo (simbiosis) o negativo para una parte (parasitismo), y entre estos extremos existen todos los pasos intermedios. 2ga)

BIBLIÓFAGOS CON SIMBIOSIS

Distinguimos la exosimbiosis entre dos individuos de especies diferentes que conviven —su ejemplo más simple es la convivencia de hombre y gato— y la endosimbiosis, en que una especie vive gracias a la labor de otra que lleva en su propio cuerpo. Preferentemente la última existe en los insectos bibliófagos. E l clásico estudio de este campo —biológicamente más importante en otros sectores de las ciencias naturales aplicadas que en el nuestro—• lo hizo B U C H NER (055). Por la multitud de sus detalles sorprendentes, la simbiosis es en sí uno de los capítulos más impresionantes de la biología. E l término simbiosis comprende en su sentido estricto solamente convivencias que son necesarias para uno o para ambos participantes, siendo imposible, para el necesitado, vivir sin la labor del otro. Es comprensible que existen pasos intermedios entre una simple convivencia neutral y una simbiosis perfecta. Para nosotros es de poca importancia aclarar el grado de los pasos intermedios. Si el organismo principalmente favorecido es bibliófago y la carencia de su simbiosis habitual no inhibe su desarrollo, puede disminuir el daño, pero el peligro y cierta destrucción siguen.

2ga-a)

La simbiosis favorable para microorganismos celulosófagos

Cultivos puros de microorganismos existen solamente en el laboratorio. Tanto en la naturaleza como en sustratos artificiales, como 494

el papel, hay solamente dos posibilidades, sustrato estéril (es decir, no existe ningún organismo capaz de vivir en él, por el motivo que sea) o competencia de varias especies. E l carácter de la convivencia entre microorganismos antiguamente ha sido comprendida como metabiosis (es decir, el resultado de la fermentación del sustrato por un organismo será aprovechado, en lo que el primero dejó, por el siguiente, etc.). Avanzando nuestros conocimientos ecológicos de los microorganismos, llegamos cerca del concepto de que casi todo es más bien una simbiosis (es decir, también el primer organismo se beneficia de la labor del segundo, etc.) y solamente el grado de su importancia varía. Para nuestros fines prácticos es de interés, por tanto, si la simbiosis es decisivamente necesaria para el desarrollo del organismo bibliófago o celulosófago. También puede ser importante el cambio del efecto bibliófago de una convivencia simbiótica, caso que se activa por factores externos, por ejemplo, entre bacterios. Ya en su estudio hemos visto que ofrecen peligro para archivos, principalmente en casos accidentales (figura 103b), por la gran rapidez de su multiplicación. Si los acompañantes habituales son de fuerte efecto estimulante, por ser realmente simbiontes condicionales, se puede acentuar decisivamente el peligro. Como ejemplo del primer caso, de prácticamente ningún desarrollo sin el compañero simbiótico, podemos citar el desarrollo de los bacterios del nitrógeno, como Azobacter, en presencia de celulosófagos, como Sporocytophaga. IMSCHENEZKI (181-2) lo ha demostrado con ensayos convenientes. Cultivando por una parte Sporocytophaga myxococcoidcs, uno de los cclulosófagos más violentos, no raro en papel, y aparte Azotobacter chroococcum en el mismo tipo de sustrato pobre de celulosa, ninguno se desarrolló satisfactoriamente [figura 157a), derecha]. Cultivando los dos comúnmente, su desarrollo ha sido rápido (figuras 157a, izquierda, y 156).

Para nosotros obtiene aún más importancia el resultado, considerando que con la formación de los bacterios del nitrógeno, en la pulpa o el papel, favorecemos automáticamente a todos los organismos bibliófagos que necesitan nitrógeno orgánico, en este caso sintetizado por los bacterios quimótrofos que pueden aprovechar el nitrógeno del aire. 495

En las pulpas mismas puede, incluso, cambiar la proporción de las especies presentes. Hemos visto que la presencia de bacterios del nitrógeno favorecen muy poco a Vibrio, abundancia de los mismos podía eventualmente frenar, al contrario Sporocytophaga acelera notablemente su multiplicación si Nitrobacter agilis Nelson está presente (figura 157b). Estos aspectos, aún poco estudiados en sus consecuencias prácticas, pueden alcanzar notable importancia en la consideración de la posible destrucción posterior del residuo de papel impregnado. E l secundo caso, de una acentuada estimulación del desarrollo de un celulosófago por convivientes, ha sido demostrado también por IMSCHENEZKI con excelentes estadísticas del desarrollo de muchos cultivos. De nuestra propia experiencia podemos citar el caso ya comentado en el capitulo de los bacterios celulosófagos termófilos: hemos observado un violento daño en papel que estaba en contacto con hojas muertas coleccionadas en el suelo del bosque tropical, tan pronto como algún conviviente que produce calor en la fermentación, llevó la temperatura local al óptimo del bacterio termófilo (figuras 103a, 153, 154 y 170).

Para el desarrollo de los hongos existen en principio situaciones parecidas, si bien ellos son más especializados en defender su terreno mediante antibióticos, es decir, pueden ser antagonistas de los conviventes de competencia. Por la gran importancia práctica que este capítulo de la microbiología aplicada tiene para la medicina humana, se habló mucho de este aspecto y algo se formó el concepto de que el antagonismo es el tipo reinante de la relación entre hongos. Realmente no es así, en la mayoría de los casos son también relaciones de convivencia simbiótica que existen entre los hongos. Un caso clásico de simbiosis entre hongos celulosófagos lo aclaró UTIGER (396A) hace unos treinta años y lo referimos como ejemplo. Para muchos organismos saprofitos rige, como ya hemos visto en la fisiología de los microorganismos, que en principio no necesitan estimulantes de crecimiento de origen ajeno, no son aneurina-heterótrofo. No obstante, casi todos son favorecidos por su ofrecimiento. En casos raros existe una necesaria relación entre dos especies. Mucor Rammanianus Mocil, y Rhodotorula rubra Lodd., que ya conocemos como dañinas en pulpas de papel, necesitan para su desarrollo el estimulo de la aneurina. El citado Mucor puede sintetizar solamente una parte de la sustancia, la pirimidina; la especie de Rhodotorula, al contrarío, sintetiza solamente la otra parte, el tiazol, y es pirímidina-heterótrofo. Si llegan a coincidir las dos

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especies, por la perfecta combinación entre sus heterotrofismos y sintetizaciones propias, potencian viceversamente su desarrollo. Un efecto simbiótico tiene por fin también la producción catabòlica de agua por ciertos hongos, si así favorecen con el aumento de la humedad en el papel el desarrollo de bacterios y se perfecciona el juego, si se encuentra entre los últimos un bacterio quimótrofo, porque entonces favorece el desarrollo del micelio del hongo, que casi siempre está estimulado por la presencia de bacterios quimótrofos. Esta combinación en papel antiguo es relativamente frecuente, la hemos observado y controlado varias veces en cultivos mixtos. Intervienen normalmente varios bacterios y tampoco es raro que sean simultáneamente varios micelios diferentes los que entran en competencia.

2ga-b)

Endosimbiosis favorable para insectos bibliófagos

Por la trascendental importancia que tiene la endosimbiosis en general entre los insectos, fácilmente podíamos llenar otro libro con la descripción de la misma entre los insectos que viven de celulosas. En el ya citado tratado de B U C H N E R comprenden los capítulos dedicados a estos aproximadamente un tercio de su volumen. Por tanto, es aquí necesario elegir sólo algunos ejemplos representativos. La selección es difícil, por la gracia que tiene este sector de la investigación entomológico-microbiológica para el que escribe. Nuestro tema, la conservación de papel, hasta el momento no exigía amplios conocimientos detallados de este capítulo, porque no se ha conseguido aún métodos biológicos de protección que actúen de modo alguno sobre los simbiontes intestinales de los insectos bibliófagos, a pesar de que sería un camino muy elegante en varios casos, siempre y cuando la simbiosis intestinal sea decisiva para el desarrollo del bibliófago. Durante cierto tiempo se suponía que los simbiontes de todos los insectos xilófagos son Saccaromyces, pero entre tanto está bien aclarado que participan también bacterios. E l cultivo artificial de los últimos hasta el momento ha sido problema sin resolver, y las noticias recientes de haberlo conseguido aún carecen de confirmación. El problema de los simbiontes, realmente, es en primera fila un asunto de la técnica de laboratorio. Porque también los antiguos errores sobre su identidad y de su localización en los órganos de los huéspedes han sido provocados por la preparación microscópica deficiente. Incluso su coloración no es nada fácil si no son levaduras. 497 32

Para nosotros interesan tres tipos de la endosimbiosis, los de la forma «simbiosis de Anobíidos», de la forma «simbiosis de Blatoidos» y de la «simbiosis doble de los termites». Simbiosis de Anobíidos

(figura 451)

Es una simbiosis con levaduras, cuya posición sistemática aún está sin determinación definitiva; se supone cerca de Saccaromycetaceae o de Rhodotorula-Torula. A l último género se parecen bastante los que hay en los Anobíidos bibliófagos más comunes (Nicobium, Ernobius y Anobium). Varía por lo visto la especie del simbionte con la del huésped, pero dentro de la misma especie de huésped también siempre es la misma especie simbionte. Los insectos mantienen sus simbiontes en sacos laterales, bien atendidos con oxígeno por numerosos tráqueos, situados lateralmente al intestino en el paso entre intestino delantero y central. Aparte éstos, tienen en el ovipostor tubos intersegmentales y bolsos vaginales llenos de los simbiontes. Los últimos recipientes (= flechas en la figura 451) sirven para manchar los huevos en el momento en que serán puestos. Por la presión provocada con el paso del huevo sale cierta cantidad de los microorganismos, que luego se repone de los mencionados tubos. Las jóvenes larvas que salen del huevo comen parte de su casco, infectándose así con los simbiontes. Si bien se describió ya en el último siglo los citados órganos como aparato de cultivar simbiontes, y el carácter de los mismos lo reconoció en 1900 E S C H E R I S C H para Sitodrepa, de la cual cultivaba, según decía, fácilmente los simbiontes. Posteriormente puesto en duda este resultado por otros investigadores, se defendía enfáticamente. Nosotros, acordándonos de él mucho más tarde, hemos intentado cultivar los simbiontes de muchos Anobíidos. Algunos salieron fácilmente cultivables, otros casi y algunos absolutamente imposibles. Pero la lista de nuestros resultados no coincide tampoco con la de B U C H N L R en el grado de las dificultades observadas. Suponemos que hay factores influyentes que ignoramos y lo que a uno sale, no es automáticamente repetido, aun cuando se sigan sus indicaciones.

Si se consigue esterilizar los individuos de sus simbiontes, la larva joven no avanza en su desarrollo, no llegando a la imago. Añadiendo los simbiontes u otras levaduras a su alimento, volvieron a un desarrollo normal. Incluso ya conocemos notable parte de las sustancias indispensables que obtienen de sus inquilinos, como aneurina, todo el complejo de las vitaminas del grupo B, riboflavina, etc. Es indudable que la presencia de los simbiontes es decisiva. 498

Simbiosis de Blatoidos (figura 450) La misma es característica para las Blattodea y para Mastotermes Darwiniensis de los termites. Y a hemos visto que la última especie se porta aún parecido al tipo del común origen arcaico de Blatoidos y termites. Es una simbiosis con bacterios que se mantienen en los tejidos grasos, pero no en todos, variando de especie a especie la extensión de las zonas afectadas, pero los que siempre están penetrados son los tejidos alrededor de los órganos sexuales de ambos sexos. Las especies no son determinadas aún para este grupo de simbiontes. Son varias, diferentes en forma y tamaño, pero siempre la misma en cada especie de huésped. Para Blatta orientalis se describe bacterios de 2,5-5,3 u.; para Cryptocerus punctulatus, 2,5-8,1 i ¿ ; Blatta aethiopica solamente 1,6 u.; Blatella germánica, 3 u.. Los de la última especie y de Parcoblatta forman a veces cadenas. En ningún caso se observó esporas entre tanto que el huésped vive; en caso de su muerte se observaron a veces cnglobacioncs fácilmente colorcables, pero sin confirmación definitiva de si son o no esporas.

Su transmisión a la próxima generación va por los huevos jóvenes en los ovarios de la hembra, partiendo de un tejido graso lateral que forma cistes, llenos de los bacterios, hacia los tubos de los ovarios y de allí pasan a los huevos, respectivamente entre sus células iniciales como demuestra la figura 450, infectando la piel del huevo cuando finalmente se forma la misma. No se ha llegado a conclusiones definitivas sobre la importancia de los simbiontes para el huésped. En principio se considera cierta aportación útil a la alimentación del huésped, pero debido al carácter polífago de los Blatoidos se mantienen y desarrollan también sin los simbiontes. Si se consigue individuos estériles de los mismos, no se observa una reducción del desarrollo en caso de alimentación normal. Indudablemente esta simbiosis no tiene tanta trascendencia como la anterior para el huésped. Simbiosis doble de los termites (figura 162) E l tipo biológicamente más interesante es la combinación simbiótica de los termites. Tienen como simbiontes multitud de proto499

zoos (Polymastiginae) que, a su vez, disponen (posiblemente todos, demostradamente hasta el momento una parte de ellos) de bacterios simbiontes (Coccaceae, Bacteriaceae, Spirillaceae, Micromonospora, Cytophaga, etc.). No obstante, sin estos bacterios el mismo protozoo también digerirá algo de celulosa. Se discute hasta ahora el extremo de si la producción del fermento celulasa es de los protozoos de los bacterios o de los dos. L o más probable será que no la es de todos los bacterios existentes en el interior del protozoo, pero en el intestino de termites, sin duda, hay adicionalmente otra simbiosis con bacterios celulosófagos. Se aisló, por ejemplo, Micromonospora propionici de Amitermes minimus (figuras 159 y 160), que podía ser simbionte de los protozoos o simbionte directo del insecto. L o mismo rige de Cytophaga. A l contrario, Vibrio, Proactinomyces y Actinomyces cellulosae, A. melónos poreus, A. melanocyclus o A. al bus son más probablemente simbiontes directos de los termites y que se ha aislado repetidas veces. La discusión sobre el tema aún no ha terminado, ni esto está a la vista. Para nosotros, de todos modos, está claro que es una simbiosis complejísima y fácilmente sustituible el efecto, de una parte, por el de otras. La eliminación total del complejo simbiótico es además, por la forma de vida que llevan los termites, imposible en la práctica. Incluso, caso que seria posible eliminar toda trofolaxia, aún queda el canibalismo, frecuente entre termites, para sustituir el efecto estimulante de la simbiosis.

Como dato adicional hay que decir que una simbiosis parecida llevan los rumiantes, cuyo alcance tampoco está aclarado hasta el extremo. La conclusión para la defensa biológica de libros es que solamente una intervención de la simbiosis de Anobíidos sería teóricamente posible y eficaz; las consideraciones sobre esto las referimos en el capítulo de los tratamientos biológicos (6eg).

2ga-c)

La simbiosis de los insectos estatales con otros insectos

Por la gracia que el tema tiene, por sus múltiples ejemplos de adaptaciones sorprendentes, se excitó en el mismo siempre la curiosidad de los entomólogos. Y a hemos indicado en la parte sistemática algunos ejemplos de especies; trascendencia práctica para nuestros 500

fines no vemos, a pesar de que los casos más llamativos se dan en los nidos de los termites. Es dominante entre ellos el grupo de los llamados «sinoecios». En parte son simples ladrones a quien no consiguen eliminar sus huespedes; otros aprovechan la ventaja que ofrece la protección del estado en que viven, sin aportar nada ni dañar al mismo. Otros han aprendido a ganarse la estimación de sus huéspedes y se habla entonces de «sinfília», porque los insectos estatales cuidan a los inquilinos, incluso los alimentan. Esta sinfilia la consiguen por varios caminos, algunas especies por engaño, adaptando su forma, hábitos, etc., tan extremamente a aquellos miembros del estado que reciben normalmente alguna atención por los demás que así cuidan también al (parasitario) inquilino. Otros aportan algo que gusta al huésped, como ciertas secreciones glandulares, etc. La sinoecia pasa progresivamente a un auténtico parasitismo, que en principio se sirve de los mismos medios para mantenerse en el estado; imposibilidad de su eliminación, engaño, aportación de algo que parece al huésped ventajoso. Se habló incluso de que provocan, con sus secreciones, unos vicios auténticos entre sus víctimas que aumentan progresivamente sus atenciones al ritmo de acostumbrarse al vicio ofrecido.

2gb)

ENEMIGOS Y PARÁSITOS DE LOS BIBLIÓFAGOS

Este capítulo, antiguamente sobrevalorizado en su importancia práctica, como ya hemos explicado en la ecología de los insectos bibliófagos, puede tener, a pesar de esto, más valor práctico que el actual para los tratamientos biológicos si nos libramos del concepto del balance biológico natural y buscamos medios para descarrilar este equilibrio, pero en nuestro sentido, es decir, en favor del sustrato artificial, del papel. Para los objetos de nuestro tema, no se intentó aún en serio procedimientos de este tipo. Para fines de la protección de cultivos agrícolas y en la defensa de cultivos forestales existen amplios estudios. Consecuentemente es comprensible suponer posibilidades parecidas para nuestro campo. Los realmente correctos discutiremos en el capitulo de los tratamientos biológicos. 501

Es de importancia práctica la posibilidad de conocer los bibliófagos existentes en un archivo o una biblioteca, observando los parásitos, cuyas imagos mayormente vuelan, por su fototropismo positivo, hacia las ventanas y nos avisan así la presencia de sus huéspedes. En vista de que el ciclo bionómico del parásito es mayormente más corto que el mismo del huésped, ni este último siempre es fototrófico positivo en el extremo como el parásito, podemos saber de un peligro que se está formando, antes de que lleguemos a pérdidas sensibles. Por tanto, estudiar la fauna que se ha acumulado en las ventanas, es una cosa muy recomendable y que se debía hacer con regularidad y constancia.

2gb-a)

Parásitos de microorganismos y su antagonismo propio

VIRUS

E l ya clásico ejemplo de parasitismo en bacterios, descrito incluso en una especie bibliófaga (Bacillus cereus), es el grupo bacteriófago de los virus (Virus T, etc.). Ignoramos, e incluso dudamos, que él tenga algún aspecto práctico para nuestros fines. Pero por su fundamental importancia biológica en general y su extraordinaria rapidez de propagación (cada media hora X 200), en cuatro horas alcanzaría teóricamente una cifra del orden 10' hasta 10 y cada «individuo» puede matar a un bacterio, es digno de que citemos y retratemos a este virus (figuras 428 y 429). 2

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El virus se compone prácticamente de una cápsula, provista de algunos tentáculos y de un tubo inyector, llena de ácido desoxirríbonucleico (DNA), su sustancia nuclear genética y nada más. Fijándose en su victima (figuras 428,1 y 429), inyecta su D N A al cuerpo del bacterio y allí lo provoca la descomposición del D N A bacteriano. A continuación se replica, de los fragmentos obtenidos, el ácido D N A del virus (428,2). Los jóvenes núcleos víricos inician la síntesis de sus nuevas proteínas estructurales (428,3) y su ensamblaje; proceso que continúa hasta completar los nuevos virus. Entonces la célula de la victima muerta rompe, librando los parásitos (428,4) y el ciclo empieza de nuevo. Asi se repite, en condiciones favorables, cada media hora.

Caso de encontrar un tipo de virus útil para combatir bacterios en la pulpa de papel, la trascendencia económica sería extraordina502

ría, habiéndose calculado ya hace años la pérdida, por bacterios que allí afectan celulosa, en el orden de medio a un dólar por tonelada. Antagonismo E l desarrollo de los antibióticos ha llevado al dominio público el antagonismo entre microorganismos y sus medios, para hacerse una guerra sin cuartel que la medicina humana aprovecha tan ampliamente como medicamentos antibióticos. Realmente este antagonismo no es tan dominante en las relaciones entre las especies como generalmente se supone; es solamente la faceta que más nos interesa en la práctica. En la tabla número 28 hemos citado algunas de las sustancias antibióticas con que actúan varios bibliófagos. Asi consiguen con unas concentraciones mínimas defender su terreno. Cifras como el limite de la eficacia de la Bacitracina (de Baciltus subtüis, Cáncer del pergamino) o de Viridina (de Trichoderma viride, hongo bibliófago en papel antiguo), que es con 0,000002 por 100, equivalente a una gota en el contenido de dos camiones cisternas; cuesta imaginárselas.

Menos conocida es la frecuente destrucción de hongos por bacterios en el momento en que los últimos llegan a encontrar condiciones óptimas y el micelio del hongo está muy lejos de las suyas. Entonces están los bacterios habilitados a distribuirse rápidamente en el objeto ya atacado y penetrado por el micelio del hongo. Se puede observarlo incluso entre hongos que tienen cierta defensa dominante contra bacterios, como Botrytis cinérea. Si su cultivo se expone a condiciones mínimas o se aumenta humedad y temperatura simultáneamente al máximo, será víctima de múltiples bacterios. A l contrario, con Trichoderma viride no se consigue el mismo efecto, muere el micelio por extremar las condiciones antes de que viene una infección secundaria mortal.

2gb-b)

Enfermedades de insectos bibliófagos

Existen enfermedades de virus, de bacterios y de micosis entre los insectos. Dentro de estos grupos se puede esperar que existen medios útiles para tratamientos bióticos. 503

Virosis Las orugas de ciertos Lepidópteros (el ejemplo clásico es la virosis del gusano de seda) e Himenópteros pueden ser víctimas. No es necesariamente un virus diferente para cada especie de las víctimas, pero no se conoce contaminaciones de una a otra. Son virus del tipo poliedro o del tipo capsulativo. Entre bibliófagos no se conoce ejemplos de resultados positivos, salvo con Tincóla biselliella, la polilla de ropa, que a veces daña también pergaminos. Infecciones por bacterios E l ejemplo clásico es Bacillus larvae, el «loque» de las abejas que provoca la muerte de las larvas. Han sido descritas, y usadas algunas con éxito, otras numerosas enfermedades bacterianas en insectos. De bibliófagos no conocemos ninguna referencia más que la de Mycobacterium platypoecilus Baker, que provoca una especie de úlcera en varios insectos, preferentemente en Lepisma, el «pececillo de plata». Su desarrollo es rápido y llega a eliminar la población entera de los insectos débiles a este bacterio en una casa. Su cultivo con fines de usar el bacterio como tratamiento biológico es imposible por causar graves infecciones también al hombre (hígado, riñon y glándulas). Infecciones por protozoos Estas enfermedades, como la Nosema apis de las abejas, son relativamente frecuentes entre termites, incluso de Reticulitermes lucifugus las hemos observado algunas veces. Existe aún poco investigación publicada sobre este tema. Se puede reconocer en seguida los individuos afectados. Mueren por diarrea y lo tipico es la presencia de protozoos en los excrementos. Normalmente, a pesar de que los termites siempre llevan cantidad de protozoos como simbiontes intestinales, los excrementos son libres de los mismos. Detalles aún ignoramos.

Micosis Es frecuente una micosis de insectos que viven en sitios cerrados y húmedos por Aspergillus ochraceus, A. fumigatus y muchas otras 504

especies que conocemos ya como bibliófagos muy polífagos. Como ejemplo común citamos a Metarrhizum anisopliae Sorok. (figura 218,9). No obstante, las verdaderas enfermedades de insectos por hongos las causa el grupo de los Entomophthorales, que pertenecen a los Zygomycetes. La conocida especie Empusa muscae afecta a las moscas que al final del verano mueren, pegadas en las ventanas y rodeadas de una sombra blanca, que son los conidios que contienen múltiples núcleos y que emite el micelio que sale de la mosca muerta. Aparte esta especie, muy frecuente, también hay otras especies, de Empusa y Entomophthora, conocidas como enfermedades de insectos xilófagos y de sus parásitos. No es raro que se encuentre infectados a ípidos, debajo de la corteza de pinos y, simultáneamente, también afectados sus parásitos. Además, por salir al exterior los enfermos y entre ellos con más facilidad los parásitos, se nota el caso ya por un exceso de la presencia al exterior de los últimos (Clerus, Rhaphidia, etc.). Estas infecciones se pueden transmitir con éxito a Anobíidos (figuras 452 y 453). Hemos obtenido varios individuos infectados, y una vez muertos por la infección, hemos llenado de agua destilada el tubo en que tentamos los enfermos, agitando todo repetidas veces con intervalos de algunos minutos. E l mismo agua hemos pulverizado sobre un cultivo de Sitodrepa que tentamos a mano. Primero fracasó el intento. Repitiendo el ensayo, procurando un ambiente lo más seco posible, resultaba que las larvas de Sitodrepa murieron en su mayor parte, y algunos del primer tratamiento, mantenidos aparte, murieron también cuando se dejaron en el lugar seco, sin que se mezclaran directamente con los enfermos. E l aspecto del daño visible lo indican las figuras. En gran cantidad se observó el micelio en el abdomen de la larva, donde se forman exteriormente placas típicas del micelio con los conidios.

E l problema práctico, sin resolver, es cómo infectar las poblaciones en una biblioteca y conseguir la fácil disponibilidad de la infección que en la naturaleza existe solamente durante una corta época del año. E l género Cordyceps, perteneciendo a los Ascomycetes y otras especies del mismo grupo, son también conocidos parásitos de insectos. Sus cuerpos fructíferos salen por fin del insecto matado y se forman en su punta redonda y muy pequeñita muchos peritecios que emiten ascosporas infecciosas para otros insectos. No conocemos referencias para su uso en bibliófagos. 505

Con mira a su eventual uso como medio terapéutico conviene destacar que las infecciones de virus, de bacterios y de los Entomomicctos ofrecen tres ventajas: permanencia de la infección una vez establecidos en una zona; seguridad en su uso, porque son infecciones tan especializadas en muchos de los casos, que afectan solamente al insecto perseguido y, a veces, son más baratas en la obtención del material a usar, conociendo la especie infecciosa y la técnica de su obtención (!) que productos químicos de comparable eficacia práctica. Su problema radica en encontrar caminos seguros para el reparto en la población dañina que se desea eliminar; para los bibliófagos esto será lo más difícil.

2gb-c)

Insectos parasitarios y enemigos de

bibliófagos

Hay varios tipos principales; enemigos que persiguen a su víctima obteniéndola como presa para su propia alimentación, enemigos que usan su víctima para el cultivo de sus larvas, parásitos que normalmente no matan al huésped, viviendo de alguna manera del mismo, fijándose como gorrón sobre él, o que participan en su alimento, etc. De la gran cantidad de los parásitos que, en general, viven en insectos, solamente una reducida parte persigue a los mismos también en un sustrato que protege tanto a su inquilino como lo hacen los libros; las especies que encontramos en estos parásitos son parte de los especialistas que también persiguen a los xilófagos en la madera. El efecto del parasitismo es muy variable entre los insectos, pero en nuestro caso nunca pueden llegar a un efecto absoluto, siendo demasiado artificial el sustrato en que viven los bibliófagos para que pueda vivir allí una fauna parasitaria sin previa presencia de bibliófagos. En la práctica es asi que ciertos parásitos pueden frenar considerablemente la velocidad de alguna plaga de bibliófagos; especialmente Scleroderma, Braconidae y Pediculoides tienen méritos en este sentido. Se puede decir que gracias a estos parásitos encontramos todavía algo de ciertas bibliotecas viejas y abandonadas. Pero aún no nos han servido de verdad, porque los libros ya tienen graves daños. Los principales grupos de insectos que persiguen bibliófagos son los que citamos a continuación.

HETEROPTERA

Se cita Reduvius personatus L . , que persigue pequeños insectos en el monte, incluso debajo de la corteza. Nosotros no lo hemos visto nunca en bibliotecas. 506

COLEÓPTERA

El grupo más importante son los Cléridos con los géneros Opilo (O. domesticus, figuras 425 y 426), Corynetes (C. coeruleus es el más conocido, pero raro en libros), Tarsostenus (T. univittatus es frecuente en libros, tanto en España como en Italia) y Enoplium (E. serraticorne se citó en Cataluña de libros). Todos son poco exigentes en condiciones climáticas y la imago y la larva persiguen a los insectos dañinos en sus galerías. Su acción se nota preferentemente por la excesiva expulsión de material triturado y aserrín, que tanto las larvas como las imagos de los Cléridos quitan de las galerías persiguiendo a su presa. Las especies más frecuentes pueden disminuir considerablemente las poblaciones de Anobíidos, pero por los motivos arriba indicados se llega siempre tarde para salvar los libros ya dañados. Aparte se han observado especies de Histeridae (figura 423), del género Platysoma, cuyas larvas e imagos persiguen a los bibliófagos en sus galerías, pero se presentan solamente en sitios húmedos. Entre los bibliófagos mismos hay especies como Oryzaephilus y otras cuyas larvas, de paso, también son enemigos de su competencia bibliófaga. Importancia práctica no alcanzan como enemigo, domina el daño. Gran cantidad de coleópteros viven en los estados de termites como parásitos que persiguen a las larvas jóvenes. Son principalmente de la familia Staphylonidae, habiendo desarrollado algunas especies en el trópico formas sorprendentes de adaptación. Nosotros hemos observado un destalle posiblemente importante para la decisión sobre la presencia de termites en un edificio. Reticulitermes lucifugus, la principal y muy peligrosa especie en la Península, suele penetrar madera atacada por Anobiidos, comiendo primero sus larvas, el polvillo o aserrín que dejan y, por fin, amplían las galerías, cuyo aspecto, aparte de estar entonces vacias ya de aserrín, se acerca al del daño por termites en madera no previamente habitada por otro xilófago. Antes de llegar a esto, cuando el ataque se inicia, no siempre es fácil reconocerlo. Especialmente madera muy dañada por Xcstobium ofrece duda si es por este xilófago sólo o ya hay termites. En estos casos, deshaciendo en pedazos alguna madera atacada y cribando el detritus, se encontró siempre varias especies de Staphylonidae si luego se confirmó la presencia de termites. En el caso contrario, nunca hemos visto estos coleópteros en las galerías de Anobiidos.

507

Un caso muy impresionante de adaptación parasitaria se conoce en nidos de termites tropicales. Especies del género Orthogenius, de la familia de Carabidae, muy carnívora, tanto las imagos como las larvas, eran los protagonistas de la escena macabra de un auténtico magnicidio. Se encontraron sus imagos en las cámaras de los reyes, que habían desaparecido. Los estados, perteneciendo a especies de Termitidae, se encontraron en plena derrota, moribundos. Se supone que las larvas jóvenes han conseguido entrar a la cámara real, matando a los reyes y dejándose alimentar en su lugar, o comiendo a otros termites allí, hasta que llegaron a transformarse en crisálidas y, por fin, en imago. Este parasitismo puede tener resultados sorprendentes, porque los Termitidae no tienen muchos reyes secundarios, como nuestros Reticulitermes, sino que normalmente muere la colonia si de repente muere la pareja real antes de que se sustituyan, criando alguna pareja secundaria, que, naturalmente, tarda algún tiempo, y en condiciones normales lo hacen sin prisa, cuando notan que envejece la pareja real.

HYMENOPTERA

(figuras 405418)

Se observaron muchas especies parasitarias de los bibliófagos y nos pueden servir como aviso de la existencia de sus huéspedes, porque las minúsculas avispas parasitarias vuelan, cuando salen del crisélido, hacia la luz y las encontramos en las ventanas. Algunos géneros son muy especializados y permiten conocer ya la familia del bibliófago que existe en la biblioteca. También algunos hacen daño saliendo de los libros perforando directamente a la superficie, pero en comparación con su huésped es insignificante (figura 431). De los Himenópteros que viven como enemigos destaca Scleroderma, pero existen otras más de este grupo. Como fuertes enemigos de todo lo vivo y pequeño hay que destacar por fin a las hormigas migratorias del trópico, que dejan libre de cualquier parásito la casa a que penetran. BETHYLIDAE

Scleroderma domestica Kieff (figuras 408 y 409) La minúscula especie se considera muchas veces como una hormiga, por parecerse su hembra, siendo áptera, mucho a ellas. 508

La hembra ataca a las larvas de Anobíidos y otros insectos paralizándolas por numerosas picaduras de su aguijón, poniendo a continuación sus huevos (6-8) sobre la víctima. Las larvas, que pronto salen de los huevos, viven sobre su «huésped» como ectoparásitos, gozando además de cierta nutrición por la madre, que es uno de los raros casos de auténtica asistencia postembrional (cultivación de las larvas) que conocemos entre estos tipos de parásitos. Las larvas adultas se preparan capullos, normalmente a alguna distancia de su víctima, que entonces quedará totalmente vaciada. Estos capullos se encuentran muchas veces algo amontonados en un refugio apropiado. Después de 4-5 semanas saldrán las jóvenes imagos. E l ciclo total de la vida se cumple en unos tres meses como máximo, teniendo normalmente más que cuatro generaciones por año. Se citan otras especies del mismo género y también formas que se parecen mucho, por carecer igualmente de alas, pero sistemáticamente pertenecen a otros géneros. E l modo de vivir de todos es parecida, sus exigencias climáticas pueden variar. Theocolax formiciformis Westw. (figura 406), por ejemplo, admite más humedad que Scleroderma. E l efecto práctico como enemigo de bibliófagos puede ser considerado principalmente por el motivo de que Scleroderma no está especializado en ciertas víctimas, ataca todo lo que encuentra, incluso insectos considerablemente mayores que su propio tamaño. Como característica ecológica se observó que vive solamente en lugares relativamente secos, y, siendo éstos además poco favorables para la mayoría de los insectos bibliófagos, se puede considerar la especie como enemigo muy efectivo en circunstancias que permiten a estas especies alimentarse no solamente de bibliófagos, sino también de otros inquilinos de la casa. Especialistas para Dermestidae es Laelius anthrenivorus (3-4 milímetros, hembra sin alas), pero la especie vive también como parásito de otros bibliófagos, como las demás especies del género que no atacan a Dermestes. Las especies más pequeñas son del género Cephalonomia, con una longitud de sólo 1-2 mm. Las hembras carecen de alas, son frecuentes enemigos-parásitos de muchos coleópteros, pero en bibliotecas se puede suponer que lo son de los Anobíidos.

509

CHALCILWIDEA

(figuras 413, 414 y 415)

E l amplísimo grupo de tres familias comprende numerosas especies parasitarias en insectos. Las minúsculas avispas se encuentran con frecuencia en bibliotecas, incluso en lugares húmedos. Las hembras persiguen a sus víctimas en sus galerías y las larvas viven como endoparásitos en los huevos y larvas de su huésped. Su valor como parásitos corresponde al mismo de los Braconidae. De las muchísimas especies que se observaron entre bibliófagos, presentamos las que indican algún huésped especial [véase lista sistemática en el capitulo 2bc)]. En general es correcto considerar ya como amplio el ataque de los bibliófagos, si se presentan especies de Chalcidoidea, porque no son rápidos en poblar un área. En esto se distinguen mucho de las Braconidae, cuya presencia es bastante más rápida.

BRACONIDAE

(figuras 410, 412, 416, 417 y 431)

La numerosa familia tiene muchas especies que son parásitos de los Anobíidos y se encuentra con alguna frecuencia en bibliotecas atacadas por los mismos. Sus larvas (figura 416) viven como ectoparásitos sobre las larvas de sus víctimas, matándolas por fin. Para empuparse forman un capullo (figura 417) y la imago adulta perfora el libro para salir. Agujeros inferiores en su diámetro que los de Anobium (figura 431) son señal de la presencia de Braconidae. Su importancia como parásitos es inferior a la de Scleroderma; no obstante, pueden reducir también en considerable número a los Anobíidos, buscándolos activamente. Son los primeros parásitos que se suelen presentar. Algunas especies son especialistas para ciertos géneros de bibliófagos [véase la lista en el capítulo 2bc)], pero la mayoría es bastante polífaga.

EVANIDAE

Sus especies, como Evania appendigaster L . (figura 407), son preferentemente parásitos de las cucarachas y por su curiosa forma 510

(en alemán las llaman avispas del hambre, por carecer casi de vientre) son fáciles de reconocer. Normalmente se presentan en seguida si hay una población de Blatoidos en el edificio.

IBALIINAE

Esta subfamilia, que comprende solamente el género Ibalia (I. cutellator es muy frecuente, figura 418), son especialistas para Siricidae. Si se presentan estas avispas, relativamente grandes (de un centímetro aproximadamente) y también fáciles de reconocer por su forma, es señal de que se puso madera atacada por Sirex, etc., en la biblioteca y existe el peligro de su daño accidental.

FORMICIDAE

En el trópico, aparte de presentarse, naturalmente, infinidad de nuevas especies de Himenópteros parasitarios, existe el fenómeno de las hormigas migratorias, de las Dorylini. La figura 405 representa una de las especies más grandes, Dorylus helveolus. Otra parecida, de dos tercios en longitud de la anterior, muy común en África central, Anomina (Dorylus) nigricans, la hemos observado muchas veces en su paso por una casa. Son hormigas que no tienen nido, sino que forman columnas larguísimas, de SO a 200 metros, y llevan todo, huevos, larvas, crisálidas, parásitos, etc., «a hombros» en la columna. Es llamativa la enorme diferencia del tamaño entre las castas [¡compárese la figura 405 a) y d)\]. Son muy voraces, matan y comen todo lo que cruza su camino y con lo que pueden, hasta el tamaño conejo, nada está a salvo. Sus imagos aladas vuelan por la noche a la luz; suelen ser el primer aviso de que vienen sus columnas.

Su entrada en una casa hace inhabitable el edificio para las horas o días (pueden ser 1-2) de su paso. No obstante, son deseados, porque no dejan ni un pececillo de plata sin sacar de su refugio y comérselo. Solamente los termites que suelen cerrar rápidamente sus galerías consiguen normalmente sobrevivir. Naturalmente, existen también otras hormigas carnívoras que persiguen a otros insectos, pero no tienen importancia práctica para bibliotecas en el trópico, ni en Europa. 511

2gb-d)

Especies de la clase ARACHNOIDEA, enemigos de

bibliófagos

De esta clase de animales conocemos, como enemigos de bibliófagos, especies de los Cheloneíhi, que son los minúsculos «alacranes de libros», y de los Acaros. Cierta importancia práctica en Europa tiene solamente una especie de los Ácaros, Peliculoides ventricosus.

ARANEINA

Este orden contiene dos géneros que persiguen a Lepisma, uno es nuestra araña común de las casas, Tegenaria; el otro, Scytodes (Se. thoracica Latr. es su única especie, amarilla con muchos puntos negros, longitud del cráneo 2-2,5 mm), se ha especializado totalmente en Lepisma y Thermobia. Sobre su eficacia como enemigo no existen datos.

CHELONETHI

Estos curiosos alacranes en miniatura, descritos ya por ARISTÓTELES, persiguen principalmente a Copeognatha y Ácaros. Existen muchas especies, de las cuales algunas son frecuentes en casas, siendo las más conocidas Cheiridium muscorum Leach y Chelifer cancroides L . (figura 419). Importancia práctica como enemigos de los bibliófagos tienen muy escasa o mejor ninguna.

ACARI

Pediculoides ventricosus Newp. (figuras 421, 422 y 430) Esta especie de los Ácaros es común en todos los lugares húmedos; puede causar cierto efecto regulativo entre los bibliófagos. Las hembras persiguen preferentemente las larvas de Anobíidos, pero también en Lepisma saccharina se puede observarlas. 512

Una vez fijadas en su huésped, se hinchan pronto, chupando los jugos de sus víctimas, que de este modo matan en poco tiempo (figura 430). E l ciclo de su vida es muy rápido: en temperaturas de 22° C se observó un plazo de 38 días; y su potencia reproductiva es grande. Lamentablemente, ataca este Acaro también al hombre, causando cierta dermatitis: la falsa sarna, también llamada sarna de los cereales. Menos peligrosa en este sentido es la especie Cheyletus eruditus, que a veces persigue también bibliófagos. Existen, por otra parte, numerosos Ácaros parasitarios en insectos que pueden presentarse casualmente en una biblioteca. E l problema de ellos será preferentemente el daño por alergias que pueden causar al personal del archivo, y que ya hemos expuesto con las especies bibliófagas. También los termites están a veces muy afectados por estos parásitos (figura 420), pero nunca hemos observado algún daño real a las colonias de los mismos. En la literatura son citados siempre, y a veces con llamativas fotos de los obreros cubiertos de muchos individuos de ácaros. Esto nos dejaba suponer que tienen alguna importancia, hasta que hemos observado frecuentemente lo contrarío.

2h)

L A DETERMINACIÓN DE BIBLIÓFAGOS

En principio debe ser asunto de especialistas para el grupo en cuestión. No obstante, tratándose de un sector muy especializado, conviene también para los expertos tener la lista de las posibles especies a mano [capítulo 2b)]. Aquí nos interesa el caso de emergencia al que se refieren los siguientes párrafos.

2ha)

L A DETERMINACIÓN URGENTE DE UN DAÑO

Hemos reunido en el capítulo 2), que terminamos aquí, gran número de datos, procurando una compilación crítica lo más exhaustiva posible, y en buena parte se hizo para tenerla a mano en un caso de urgencia. Siempre hay que procurar en una biblioteca, donde de repente se observan daños, por lo menos las medidas provisionales para el caso. Por tanto, primero debemos saber con qué bibliófagos hemos tropezado. Para su determinación puede haber especialistas, pero sin disponer del agente dañino en persona, normalmente 513 33

no pueden decir mucho, y tampoco siempre está cerca el especialista. Por otra parte, podía ser urgente intervenir. No es raro que observemos algún daño sin encontrar su autor. En otras ocasiones no parece seguro qué especie de las captadas era verdaderamente la culpable; además, será más fácil, para el profano en biología, tomar los daños como base para determinar el agente destructor. Es recomendable, por tanto, usar al principio la siguiente clave, comprobando luego el resultado con las figuras correspondientes y con la descripción del agente en cuestión. E l problema de la determinación rápida de daños en una biblioteca exige cierta labor de detective. Nunca tenemos todo completo y presente. Aparte del daño vemos alguna larva, o simplemente excrementos, hay en las ventanas avispas parasitarias, o no encontramos ningún daño, sino solamente las avispas o excrementos. Lo último puede ser insignificante, ¿pero si no lo es? También puede ser que se observe daño en madera; si es de algún coleóptero, no hay peligro inmediato, pero si es daño por termitcs hay que dar la alarma. Siendo muy difícil a veces encontrarlos, por su vida oculta, pero cuando por fin se ha pescado a unos, no son todas las castas, teóricamente necesarias para su determinación exacta. Entonces hay que intentar conseguir un resultado con lo que se tiene en mano, procurando la comprobación por varios caminos. Si se llega a resultados coincidentes, la probabilidad de que el resultado sea correcto aumenta; si no coinciden, seguramente hay un error y conviene buscar nuevo material para tercer camino de la determinación.

En esta situación sirve cualquier dato aleatorio, si permite ser comprobado; es decir, debemos pensar también en las exigencias de clima, alimento (la clase de papel es importante en caso de hongos y, más aún, de bacterios), o posibilidad de la presencia del bibliófago determinado. Esto último nos confronta con el aspecto de una posible importación. Si es hongo o bacterio, de antemano es necesario siempre pensar en esto. En caso de insectos, teóricamente también todo es posible, pero ya se debe tener cierta cautela, primero pensar «exhaustivamente» en lo normal de la zona en cuestión. Especialmente en caso de termites, si no se ha obtenido ya los individuos, debemos considerar la extraordinaria variabilidad de la forma del daño; si estos insectos trapiezan con una situación excepcional intentan, a pesar de ésta, defender su área de vida, y esto puede modificar sensiblemente el aspecto del daño. Por otra parte, su introducción a nuevos continentes es hecho relativamente frecuente y, para este supuesto caso, hay la clave en el capítulo 2ba-g) y las figu514

ras 238, 239, 240 y 244 para la de determinación de sus géneros. Así, también un entomólogo no especializado en termites, puede resolver el caso. Siempre será necesario llegar cuanto antes a una conclusión sobre termites. L o último lo decimos especialmente por el motivo de que un tratamiento precipitado contra ellos puede aumentar el problema en lugar de resolverlo. Por tanto, si el que estudia nuestra ciencia, se ve delante de un montón «demasiado» grande de datos y detalles sobre los bibliófagos, piensa en la contestación del señor Henry FORD cuando le sugirieron que la mitad de su campana propagandística para la venta de sus coches seria sobrante: «Conforme, pero díganme qué parte sobra». Esto nos pasa aqui.

2hb)

C L A V E PARA DETERMINAR

AGENTES BIÓTICOS SEGÚN S U DAÑO

Esta clave está hecha para los principales daños posibles en España. Necesariamente no se puede detallar hasta el último extremo, porque reduciría la utilidad. Por tanto, una vez llegado a la indicación, se detallará la aclaración, leyendo los apartados correspondientes a la indicación final, resultante de la clave. Para el uso de la clave se procede de manera que, comprobando la coincidencia de las señales mencionadas, se pase siempre a la próxima señal contraria en caso de que la primera no corresponda. Las características en oposición se indican con apostrofe detrás del sumario (2', 3", etc.). Cuando una señal corresponde, se pasa al nuevo número indicado, hasta que se llega al agente destructor o la indicación final correspondiente. Ejemplo: Un libro con galerías irregulares y pequeñas cavernas. Según 1, que incluye toda clase de perforaciones, etc., se debe pasar a 6. Aquí lo puede ser el 6 mismo o 6'; seguimos con este último a 7". En este apartado no puede ser más que 7" mismo y, por tanto, seguimos a 11, donde puede ser solamente 11", y llegaremos así al 13, que indica Kalotermes como el bibliófago en cuestión. Si hubiésemos seguido, en el caso de duda, en lugar de 6', por 6"', estaríamos también y más directo en el 13. 1

E l libro tiene perforaciones, incluso raspaduras superficiales, cavernas o al mismo faltan partes

6 515

1'

E l libro parece en parte o totalmente como «quemado» (no confundirse con daños según 13') 2 1" E l papel parece intacto, pero doblando rompe fácilmente 2 1"' Se observan manchas de diversos colores 3y4 2 Bajo el microscopio se observan hifas de hongos 4 2' Con alguna coloración, de las indicadas en la tabla número 17 para bacterios, se observa objetos que parecen bacterios 3 2" No se encuentra hifas, ni bacterios 15 3 Con la coloración número 18 de la tabla número 17 salen los objetos con un tono amarillo 4 3' Salen casi incoloros, o se ponen oscuros Bacterios (claros son gram-negativos y oscuros gram-positivos) 4 Las hifas no parecen tener separaciones por paredes 5 4' Se observa relativamente fácil las paredes Basidiomycetes 5 Con mucha insistencia se observa paredes Son la mayoría de los hongos superiores, Ascomycetes, Zygomycetes y algunos Fungi impelíecti 5' No se consigue ver paredes Fungi imperfecti, Myxobacteriales, Actinomyceteae (son los últimos si no se consigue localizar núcleos) 6 E l libro tiene perforaciones 7 516

6'

Mayormente son raspaduras, solamente a veces hay una perforación 7" 6" Como 6', pero al papel pueden faltarle partes, daño preferentemente al aire libre Caracoles 6"' E l libro está por partes vaciado, teniendo cavernas irregulares 13 6"" Del libro faltan partes 14 7 Las perforaciones son galerías regulares y su diámetro se aumenta en un progreso regular 12 7' E l diámetro queda igual, si es grande parece a un tiro Siricidae, Cerambycidae, Ichneumonidae, pequeño — Braconidae 7" Perforaciones irregulares sin «diámetro fijo» o daños superficiales en el papel 11 7'" Los daños están preferentemente en el cuero y en el lomo del libro 8 8 E l daño es irregular y sin hilos de seda 10 8' Hay hilos de seda y líneas con rebajo por raspar que en ocasiones llegan a perforar, o hay galerías de seda 9 9 Las galerías contienen algunos hilos finos de seda, con adherencia de restos del cuero y lo excrementos Borkhausenia (Microlepidopíera) 9' Hay la seda pero no los restos; muchas galerías son superficiales (figura 395) Tineidae (Microlepidoptera) 10 Las perforaciones parecen pequeños embudos, no hay galerías Lepisma o Thermobia (Zygentoma) 10' Las perforaciones son irregulares, a veces falta de partes del papel, preferentemente están comidas las zonas encoladas, rara vez se notan excrementos sueltos Blatoidos 517

10" Las perforaciones son irregulares, a veces con galerías, hay excrementos sueltos y a veces pieles vacías con pelo ... Dermestidae (Coleóptera) 11 Los daños que están al exterior del libro o legajo son irregulares (fig. 234) o parecen pequeños embudos (fig. 233) Lepisma o Thermobia (Zygentoma) 11' Daños superficiales en las hojas del papel (fig. 56) y en libros (fig. 320). Copeognatha 11" Galerías interiores con la tendencia de formar cavernas 13 12 Las galerías contienen excrementos del tipo de la figura 274 y tapas en forma de discos (fig. 341) en las cámaras del capullo Anobiidae (Coleóptera) y otros coleópteros 12' No hay nunca las tapas, y los excrementos son del tipo de la figura 270, el daño como las figuras 265 (arriba) y 260 Cryptotermes (termites de la madera seca) 13 Las cavernas (fig. 261) son limpias, conteniendo a veces algo de excrementos del tipo de la figura 271 Kalotermes (termites) 13' Las cavernas (fig. 259) contienen un aglomerado parecido a tierra, etc. ... Reticulitermes (termites subterráneos) 14 E n los daños se notan señales como de dientes (fig. 402), pero las señales son a veces poco claras (fig. 401) Rodentia 14' No se notan dientes, el daño se parece a una erosión en forma de múltiples conchas 13 15 L a reacción del valor pH está dentro de pH 5,5 y pH 8 16 15' La reacción está encima de pH 8 ... Daño químico del exterior 518

15" L a reacción está debajo de 5,5

Puede ser 16, o acidez por — S0 (muy probable si el papel es del siglo xrx hasta xx), o bacterios y se debe volver al número 2 3

16

Lo más probable es que son bacterios, volver al número 2 16' Si no son bacterios, puede ser daño por lignina (figuras 438 y 439) ( T a m b i é n en lignina oxidada reacciona la floroglucina positivamente, si bien su rojo es menos llamativo) 16" Si la reacción de la floroglucina es negativa, podía ser daño por acidez, si el papel es posterior al año 1785, o es daño físico (Comparar las figuras 442, 449, 459 y 467) ¡Siempre se debe comparar mucho las ilustraciones!

2i)

LITERATURA DE INTERÉS PARA E L SEGUNDO CAPÍTULO

El volumen del capítulo hace necesario agrupar las publicaciones según los diferentes grupos de bibliófagos. L a consecuencia de esto es que debemos repetir algunas indicaciones en varios grupos y que por fin quedan algunas obras genéricas que ponemos al principio. Si la publicación tiene el carácter de tratado o enciclopedia de su especialidad la hemos marcado con dos asteriscos; un asterisco dice que la publicación contiene amplio Indice de literatura.

519

2ia)

BIOLOGÍA Y MICROBIOLOGÍA EN GENERAL; TÉCNICA DEL

LABORATORIO

ANÓNIMO

(007-21A).

ASCHNER

(009).

IWANOWSKI

(187).

* K A R L S O N (194) * • .

* B A M A N N + M Y R B A C K (012) * • .

K E I L + ZORA

• BERNFELD

KRAEMER

(030).

B R A N D E N B U R G (043) * * .

L E D E R E R E (235) • * .

C E B A L L O S (067-1) • • .

• L U C K N E R (246).

• C H A P M A N N (070).

M A H L K E + T R O S C H E L + L I E S E (252)* * .

EHRINOHAUS + TRAPP FEIOEL FONT

(096) * * .

(109).

FERRARIS

N O R M A N (287) • * . OSTERTAO

(111) * * .

QUER

(196).

K O E L L E R (217-2, 217-3) • • .

(296).

• P E L Z C A R + R E I D (301) • * .

(115) • • .

• PRESCOTT + D U N N

• G A L L O , A . (130-2) • • .

REDDISH

(313) * * .

(319).

G A L L O , P . (132-2).

SHELLARD

GREAVES

S T R A S S B U R G E R (382-1, 382-2).

(150).

• HALDENWANGER * HAWKER

+

(158).

LINTON

+

THAYSEN + BUNKER FOLKES + CAR-

L I L B (164-1, 164-2). HEWITT HUBER

WILLIAMS

ISIMARU

(186).

(407).

(423).

WlNOGRADSKI (425-2) • * .

(177) * * . (177A-1).

(389).

* U L L M A N (396) • • . WAKSMAN + CAREY

(167).

HUGHES

2ib)

(364A).

• ZINSSER

(067-1) • • .

BACTERIOS BIBLIÓFAGOS

BENVEDUTI

(024).

BOJANOWSKY

* K O W A L I K + SADURSKA

(035).

* KOWALIK

• BONAVENTURA + CAMPOS ANO • BONAVENTURA + PAGANINI

(037).

(038-1).

• BREED + MURRAY + SMITH • BULLOCH

(046) * * .

CLAUSEN LOWSKA FAHRAEUS FARADAY

+

SADURSKA

4- K O Z -

(084-1/2).

Rico

(218). (219) * * .

(127-1).

G A L L O , F . (130A-2).

(294).

(314).

Y SINOBAS

SOLNZEWA

G A L L O , F . -I- S T R Z E L C Z Y K ( 1 3 1 A ) . • G U N S A L U S + STANIER

(224).

(229).

(323).

R O T H (328). S A C K (338). * Siu (369).

F R E Y + C L A R K E (121). • FULLER + NORMAN

(154) * * .

(161).

(375).

* V E R O N A O . (399-1, 399-2, 399-4, 399-5). * VERONA

E . + BALDAOCI

(400).

* V E R O N A O. + PAOANINI

(402).

I M S C H E N E Z K I (181-1, 181-2, 181-3)**.

• W A K S M A N (406-1, 406-3).

IMSCHENEZKI + SOLNZEWA

* W E G E N E R + Q U E S T A L (413).

JENSEN

520

(182).

(188).

•KOWALIK

CZERWINS-

P O P O W (310). * PRONINA

(104).

(106).

HARMSEN

KRAINSKY

KRASSILNIKOW

OMEUANSKI

(075).

CZERWINSKA

+

K A (215).

KUSJURINA

(061-2).

(214).

SADURSKA

KRZEMIENIEWSKI

(056).

CAMPOSANO

+

(213-1, 213-2, 213-3).

WlNOG R A D S K I (425-2). * W R E D E + STRACK

(431).

2ic)

HONGOS BIBLIÓFAGOS

AiNswoRTH + S U S S M A N N (003).

HENRICI

BAILEY +

INGOLD

VESTAL

(010).

BECZE + GEORGE BEUAKOVA +

(020) * * .

(165)**. (183) • * .

INOUYE +

K Q Z U L I N A (023).

IlZUKA

* KOWALIK

TAZIMA

B L O C K (033-2).

* K O W A L I K + SADURSKA

B O N A V E N T U R A (036-1/2).

* KOWALIK

BONAVENTURA + CAMPOSANO

(037).

B O N A V E N T U R A + P A G A N I N I (038-1,038-2).

• BOYCE (040) • * . +

+

PAWLOWS-

* DAY +

PLOMLEY

(061-1).

+

G O T T L I E B (088).

F l N D L E Y (113). • F L O R E M Z A N O (114-1, 114-2) • * .

SMITH

(356).

(372) * * .

VERONA

(399-3).

VERONA +

(117).

MAZZUCHETTI

G A L L O , F . (130A-1).

WEINDLINO

(131).

(417).

• W O L F + W O L F (429) * • .

* G A L L O P . (132). (163).

TERMITES H I L L (168A).

A H M A D (002). ANÓNIMO

HOLMOREEN

(067-8).

BENITO MARTÍNEZ

KEMNER

(025-2).

(174) * * .

(201).

B O N A V E N T U R A , A . (035A).

KOFOID + COMMITEE

COATON

K U R I R (228-2).

(077).

COMMITEE

EMERSON

(100-1, 100-2).

(143) * * .

GOETSCH

+

GRASSE

OFFHAUS

(148-1).

HANDLIRSCH

(160) • * .

WITHE

(241).

(261).

MILLER

(267-1, 267-2).

NABUCO

(279).

* ROONWAL

(300). (326).

Ross (327) • • .

(140-7).

GOETSCH

(241).

(256).

PATTERSON

(125) • * .

(136) • * .

GHIDINI

RANDALL +

MELLISS

(102-2).

116).

FROGGATT

+

MARLATT

(082).

ESCHERICH FORBES

LIGHT

P . B . T . S. A . (080).

CRAWFORD

GAY

(401).

W A N G (409). W A Z N Y (411).

• G A E U M A N N (128-1, 128-2)**.

2id)

(317) * * .

* S A C C A R D O (337) * • . SCHIKORRA

(105).

GALLO + GALLO

(294).

(306).

* R Y P A C E K (335) • * .

PELZCAR

• F A L K + HAAG

* HAWKER

CZERWINS-

(260A) * * .

RABENHORST

(079) * • . (081).

FORSTER

MAZZUCHETTI OMEUANSKY

(062).

COURTOLS

+

K A (215). L Y R (248).

N Y U K S H A (288, 289-1, 289-2).

CAMPOSANO • COCHRANE

(214).

SADURSKA

M A N D E L S + R E E S E (253).

KOWALIK

K A (069). CAMPBELL

+

* M A E G D E F R A U (251) * * .

C A M P O S A N O (061-3). CERWINSKA

(184).

(213-3).

+

TOTH

(144).

SEOANE

(363).

SHIMER

(365).

SHIPLEY

(366).

SHIRAKI

(367)**.

521

SILVESTRI SKAIFE

• S P R I N O H E T T I (377-1, 377-2).

(368).

VASIUEV

(370).

SMEATHMAN

(371).

* S N Y D E R (373-1, 373-2, 373-3, 373-4 **, 373-5, 373-6, 373-7 • • ) .

2ie)

(397A).

• W E I D N E R (415, 416). WOLCOTT

(427-1).

INSECTOS BIBLIÓFAGOS I L L U M I N A T I (180-1, 180-2, 180-3).

ALFIERI

(004).

ALMELA

MELLIA

* KRAEMER

(005).

A N Ó N I M O (007-1, 007-14). BARTSCH

KUHNT

(015).

MARTÍN

C A N (063). • C E B A L L O S G . (067-1**, 067-2).

(279). (298). (312).

R E D I (320). * S A C C A (336-1, 336-2).

(098) * * . (102-3) * • .

F A R I A (107). FRICKHINOER

NABUCO

POSTNER

(094) * * .

* ESCHERICH

(124).

SCARONE

(348).

SCHMIDT

(357-2).

G A L L O (130A-1).

SCHWERTFbGhR

GARCÍA

TISCHLER

D E L C I D (133).

* GARCÍA

D EVIEDMA

* GEIGER

(138) »*.

(134).

* U V A R O W (397-1, 397-2**). • W E B E R (412-1, 412-2**).

HARRIS

(162).

W O L F (430).

HINTON

(169).

ZANGHERI

2if)

(362-2).

(392).

* WEISS + CARRUTHERS

* H A O E N H . (156).

HOULBERT

(419) * * .

(432).

(175) * * .

ANIMALES Y E L HOMBRE

* BERELSON + SEINTNER * BERKOWITZ

(026) * * .

LEDERER

M . (236).

LEVY-STRAUSS

(028) * * .

* B E R N E (029-1, 029-2**).

• LORENZ

(239).

(243) * * .

BREILLAT

(048).

LUECKERT

(245).

BROHMER

(050) * * .

MIROGLIO

(270).

C i E Z A D E L E Ó N (073).

MORRIS

C L A R K + P I G O T T (074) * * .

NAVAS,

DRUCKER FAYYAZ

ORTEGA

(092). M A H M U D (108-1, 108-2) • • .

GALBRAITH

HOFSTAETTER

K A N T (191). KEITER

(197).

+ WENDT

(273).

Conde de (281). Y GASSET

(295).

* P L U M B E (307-2) * * . RICO Y SINOBAS

(129) • * .

(323).

S T O R R (381).

• G A L L O A . (130-3) • • .

522

(259).

* P L U M B E (307-1, 307-2)**.

(091) • * .

EIDMANN

(255). DIÉGUEZ

M E T C A L F + F R I N T (263, 264) • * . PARKIN

C E B A L L O S P . (068).

ECKSTEIN

(231).

* MARCUS

(050).

* DOMINIK

(226) • * .

LAIBACH

(032).

* B R A V I (044). BROHMER

(217-5).

(221).

K U R I R (228-1).

B A S U (016). BLADES

KOELLER

KREYENBERO

(170) * * .

TISCHLER

(392) * * .

WASHBURNE

(410) * * .

2ig) * * *

SLMBIOSIS D E BIBLIÓFAGOS

B A L DA C C I + BECKWITH

VERONA +

BREITSPRECHER

* BUCHNER

(055)

CLEVELAND

(Oil).

(102-1, 102-2). (148-1). K E L L E R (200-1, 200-2). ESCHERICH

(019). (049).

ROSE

GRASSÉE

• KOCH

•.

(076-1, 076-2).

(207).

MUELLER

PARKIN

2ih)

(275).

(298).

ENEMIGOS Y E N F E R M E D A D E S D E BIBLIÓFAGOS

ADAMS

(001).

* KRIEG

(027). B E R N S T E I N (031). C L E V E L A N D (076-1, 076-2). • E S P A N O L (103-1, 103-2). BERGOLO

• FRANZ + GRASSÉE

KRIEG

(119)

(148-2) * • .

»*.

*

(222).

MUELLER

PORTER SCHMIDT

*

KOEGLER

(276).

(311).

(357-1, 357-2). (362-2) **. M . (391).

SCHWERTFEGER THOMSEN WEIDEL

(414)

• • .

523

III.

F A C T O R E S ABIÓTICOS Q U E A F E C T A N A L P A P E L

Antiguamente se consideraba los factores bióticos como dominantes entre los peligros para la conservación del papel. Con el progreso importante, obtenido en la defensa contra los bibliófagos, aumenta indirectamente el problema de los factores abióticos. Pero, dejando aparte esto, hay dos motivos concretos más que han alcanzado decisiva importancia: los perjudiciales factores internos del papel moderno y la contaminación atmosférica, principalmente por sustancias de nocivo efecto químico. Entre los factores abióticos naturales que podemos llamar como conjunto «clima» se acentúan los problemas del clima extremo, sea del trópico húmedo o sea del desierto, al ritmo que penetramos estos territorios con bibliotecas y archivos. E l síndrome «clima tropical húmedo» es más dañino en forma indirecta —fomentando la acción biótica— que directamente; el clima del desierto puede causar directamente un rápido progreso del envejecimiento de papel. Se aumenta su efecto con la introducción de materiales sintéticos al papel, teniendo estas fibras a veces menos amplitud de resistencia natural que la fibra de celulosa. Si clasificamos los factores abióticos dañinos en daños físicos y destrucciones químicas, vemos en seguida que los factores físicos son en su gran mayoría los factores naturales; al contrario, la acción química, salvo la arena del desierto y algunos casos de catástrofes naturales, son consecuencia de la intervención humana. Causados los más severos daños abióticos por algunos de los factores químicos, está al alcance de nuestra voluntad evitarlos. Si bien de momento 525

tenemos que subsanar los que están hechos ya, a la larga la conservación de bibliotecas y archivos contra factores abióticos debe llegar a ser una técnica totalmente preventiva.

3a)

E L CLIMA

Sus factores son omnipresentes, pero cualquier acto humano varía su valor. Si esto lo queremos o no lo queremos, la cuestión es solamente en qué cuantía influye nuestra labor. Debemos separar entre el macroclima que se desarrolla por el equilibrio o desequilibrio físico en la atmósfera de nuestro planeta y el microclima que comprende un clima local en que influyen en forma más o menos decisiva las circunstancias locales de la superficie terrestre. En su día, se ha llegado a la conclusión de que, en condiciones normales, una altura de unos dos metros encima de la superficie en cuestión es aproximadamente el límite hasta donde el microclima se diferencia del macroclima general. Por tanto, sobre un campo abierto son hasta dos metros de altura las zonas a estudiar por los microclimatólogos. Pero si hay un bosque, el nivel sube hasta encima de los árboles, y en el clima artificial de nuestros edificios, de nuestras ciudades, ya no podemos admitir el antiguo límite del microclima. Será el alcance de las emisiones que provocamos, con su efecto recíproco local, la lógica limitación de la microclimatología. Del macroclima interesan para nuestro tema en primer lugar sus factores constantes o frecuentes, así como fenómenos que pueden alcanzar carácter catastrófico. Para la conservación de archivos los últimos son decisivos especialmente si se repiten con cierta frecuencia, como tempestad de arena en los desiertos, huracanes y estaciones de lluvia, como los «monzones», etc. A l microclima debemos prestar una atención especial, por ser sus factores los decisivos sobre los peligros de carácter biótico, y con el avance de la climatización artificial llegan a ser objetos básicos del estudio en la conservación de bibliotecas.

526

3aa)

FACTORES DEL MACROCLIMA INFLUYENTES EN LA CONSERVACIÓN DE ARCHIVOS Y BIBLIOTECAS

Simplificando mucho, podemos decir que cada factor tiene para nosotros dos efectos a estudiar, el por su presencia constante y el por la frecuencia de su variación. Siguiendo la simplificación intentamos primero, en la tabla 31, agrupar algunos de estos efectos en favorables, indiferentes y desfavorables, para comprender el mecanismo de su acción y el porqué del resultado. Conociendo el efecto del macroclima, se puede hacer mucho para la conservación de una biblioteca, simplemente manipulando la «reacción» del edificio, como veremos a continuación en la climatología de las edificaciones. También hay que estudiar los efectos de factores climáticos si se pretende climatizar artificialmente a un edificio. Es posible ahorrar un elevado costo y disminuir el riesgo en caso de que un día fallara la instalación accidentalmente. De los factores del macroclima en sí, dos son dañinos directamente, la insolación y la extrema sequedad.

3aa-a) Sequedad En regiones de los grandes desiertos, la humedad relativa del aire puede bajar hasta un 4 por 100 solamente durante ciertas horas del día y términos medios de un 15 por 100 son característicos para las mencionadas regiones. E l daño de la sequedad es grave, el papel se quebranta y en el plazo de unos años muchos tipos llegarán a descomponerse en trozos. E l daño, además, es prácticamente irreversible, es como un extremo envejecimiento, rebajando el grado de la polimerización de la celulosa. L o primero que empieza a romper es el lomo de los libros, debido al endurecimiento como cristal de las colas y por encogerse la tela o los cordones usados en la encuademación. Papel se daña ya con grados, de humedad relativa del aire, constantes en 35 por 100, si no es celulosa muy pura y totalmente libre de factores nocivos internos. Este daño no se observa si la humedad relativa del aire oscila alrededor

527

T A B L A N Ú M . 31

EFECTO D E FACTORES MACROCLIMÁTICOS E N L A CONSERVACIÓN D E ARCHIVOS Y BIBLIOTECAS

E F E C T O S

Factores

Temperatura — alta

— baja

Caso de una acción constante

Caso de una oscilación frecuente en el grado de la acción

desfavorable, porque acen- prácticamente indiferente, intúa la acción biótica y cluso podía reducir algo el el daño químico, si lo efecto negativo hay favorable, porque frena la muy desfavorable, porque proacción biótica y química voca precipitación de H 0 y el remojo invisible del papel 2

Humedad del aire — alta

desfavorable por estimular desfavorable en temperaturas la acción química y mamedianas y bajas; en tempeyormente la acción bióraturas altas puede reducir tica el efecto negativo, siendo elevada la amplitud de la oscilación

— baja

favorable si no baja del favorable, especialmente si os40 por 100 cila alrededor de porcentajes cerca del 40 por 100

— muy baja (desierto)

fatalmente desfavorable de- un 25-35 por 100 como térmibajo del 15 por 100, mal no medio es aguantable si a partir 35-30 por 100 la oscilación es permanente y de notable amplitud

Radiación — insolación

desfavorable

desfavorable

desfavorable, proporcional a la insolación no evitada

— impedimento de favorable la insolación

Emisión — fuerte e m i s i ó n favorable si llega a la pre- véase impedimento de la emisión por calor nocturna de cacipitación de H 0 al exlor terrestre terior 2

528

(Sigue tabla 31) E F E

Factores

Caso de una acción constante

C T

os Caso de una oscilación frecuente en el grado de la acción

(sigue) Emisión — leve emisión noc- desfavorable, porque el en- desfavorable por iguales mofriamiento provoca sólo turna de calor tivos aumento de la humedad terrestre relativa del aire, salvo que esto interesa en casos de excepción, como en el desierto — impedimento de favorable la emisión de calor

si alterna con una emisión fuerte, es muy favorable en clima húmedo: se precipita el H i O al exterior y sigue secando el interior del edificio

Movimiento del aire favorable en clima húme- favorable, salvo en casos exdo hasta normal; desfatremos vorable en clima muy seco

de este término medio, por ejemplo, entre 30 y 40 por 100. Se puede suponer que es por el efecto de un remojo más rápido que el secado. Pergaminos son algo más resistentes, se puede considerar 30 por 100 como limite admisible, pero oscilaciones de la humedad no tienen efecto positivo y a menos que 30 por 100 no resiste a la larga en ningún caso.

3aa-b)

Insolación

Los rayos del sol causan el máximo de su daño en las altas montañas, donde la filtración por el vapor de agua en el aire es mínima. Pasando por vidrio, se reduce también algo. Pero tanto la reducción por el vapor como por vidrio es insuficiente para evitar que hagan daño a papel. Lo que retiene prácticamente en su totalidad a los rayos dañinos son los plásticos meta-acrílicos. Luz difusa también es muy poco dañina. L o que aumenta notablemente el daño es el po529 34

liéster reforzado con fibra de vidrio, tipo de planchas que se usa mucho en alumbramientos por ventanales de techo. El daño se produce siempre en las zonas directamente alcanzadas por los rayos; estropean casi todos los colorantes y queman el cuero y los cantos del papel de los libros, etc. Las figuras 449 y 456 muestran su aspecto típico. El daño es un envejecimiento precoz, desarrollándose procesos fotoquímicos de varias clases, no solamente de oxidación lenta, cuyos detalles no están aclarados aún. Es mucho más débil la lignina que la celulosa. Por eso quebrantan mucho antes los papeles con cierto contenido de madera. Sobre el grado de influencia fotoquímica de la luz del sol existen muchas investigaciones; a nosotros nos basta saber: La luz visible, de 8.000-4.000 A ( 35,7-71,5 kcal/Mol que absorbe), es de muy poco efecto dañino. A l contrario, la luz U V , empezando ya en la banda límite de la visibilidad (violeta oscura), dispone de energía suficiente para provocar reacciones fotoquímicas. La figura 458 indica algunos efectos de la fotolisis que influyen a la destrucción de celulosas. Su efecto aumenta desde las 4 000 A (71,5 kcal Mol abs.) hasta cerca de 1.500 A (aproximadamente 195 kcal Mol abs.), bajándose entonces algo hasta 1.000 A (286 kcal Mol abs.) en volumen, pero amplían en número los procesos provocados. E l porcentaje de la luz ultravioleta en la luz del sol, a la altura del mar, es solamente en el orden de 5 por 100; puede aumentar o bajar según el grado de humedad del aire (menos humedad más luz UV) y aumenta con la altura sobre el nivel del mar. E l vidrio filtra, se quedan porcentajes debajo de 1 por 100: protección prácticamente total ofrecen solamente los citados plásticos de meta-acrilatos, se quedan menos que 0,02 por 100 según el espesor. Lo mismo se consigue con cargas metálicas (oro) en vidrio. A l contrarío, como hemos dicho, poliéster reforzado con fibra de vidrio aumenta notablemente el efecto de la insolación en la banda ultravioleta, llega a dos tercios encima de los valores del exterior. En pergamino se produce un encogimiento irreversible y una coloración oscura, reversible. L a última es consecuencia de reacciones fotoquímicas de los ácidos grasos residuales en el pergamino. Se puede blanquear las zonas afectadas con los conocidos procedimientos de la restauración, como hipocloritos, etc. La deformación, a causa de un quebrantamiento de las fibras parenquimáticas, se recuperarla con un tratamiento al vapor, pero el daño luego se aumenta, si no se usa productos para reducir el quebrantamiento. Con el tiempo la zona quemada se pone frágil y, por tanto, no se debe hacer este procedimiento, salvo que se trate luego con los mencionados productos que recuperan la elasticidad. Pero esto tampoco es de una seguridad cien por cien. No lo recomendamos sin pruebas previas. 530

Aparte el daño directo por factores del macroclima, puede tener una influencia decisiva el factor humedad en sí. E l detalle de su acción lo tratamos en el microclima, pero precisamente en nuestra Península existe también un fenómeno frecuente del macroclima que provoca un remojo oscilante de cortísimos intervalos y hace más dañina la humedad.

3aa-c)

Humedad del macroclima

La Península Ibérica se caracteriza en sus litorales por un peligro de humedad al que está expuesto todo el papel, y esto es superior a lo que debía existir en estas latitudes. Procede el peligro de los elevados cambios de temperatura que el clima litoral sufre al lado de un gran bloque terrestre, preferentemente montañoso. Los saltos bruscos provocan en toda zona costera y, hacia el interior, hasta el centro de la primera cordillera, condensaciones continuas de muy corto intervalo. Así se mantiene el papel en un «remojo» continuo y la media de su saturación es superior a la que se debía esperar según el término medio de la humedad relativa del aire en la zona. Existe cierto equilibrio entre humedad relativa del aire (permanente) y saturación de la fibra de celulosa. Para madera existen tablas exactas, porque, según su densidad especifica, es valor estable. Para papel no se puede llegar a datos tan específicos, cambiando más la composición del material. Valores aproximados hemos calculado y comprobado empíricamente. Las coincidencias siguen a cierta regla (figura 221). Para ensayos comparativos, naturalmente, se debe determinar previamente los datos exactos del material que se va a usar.

Hemos comprobado, durante años y repetidas veces en varios sitios, el grado de humedad que adquiere un papel de barba, fabricación actual de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre para documentos judiciales, etc. Determinando la humedad relativa del aire, la saturación teórica del material y su verdadero contenido de agua, se observó cifras sorprendentes: en las zonas de Santiago de Compostela, Bilbao, Sevilla y Valencia se llega en el verano a coeficientes de aumento del valor teórico del orden de 1,1-1,18 por humedad «h» (*). En el invierno en Sevilla a 1,25 y en Santiago de (*) humedad «h» peso seco.

porcentaje de agua en un material, calculado sobre su

531

compostela hasta 1,3. En San Sebastián es más en el verano (1,25) que en el invierno (1,15). Esto significa que una humedad relativa debajo de 60 por 100 en el ambiente de un edificio no climatizado que tiene frecuente contacto no controlado con el aire exterior puede ser ya perjudicial, permitiendo un desarrollo fácil y violento de insectos y hongos bibliófagos que normalmente no se espera en menos del 60-65 por 100 de humedad relativa del aire. E l fenómeno se explica por la mayor lentitud de desprender que adsorber humedad a las cadenas laterales de la macromolécula de la celulosa, debido a la retención de humedad en los microporos, casi por «inercia» (realmente son complicadísimas relaciones de efectos físicos del sistema capilar que provoca la retención). Para imaginarse el efecto práctico, hemos determinado la diferencia entre velocidad de mojar y secar de varios papeles. Resulta que puede variar entre 1,5-12 veces más lento desprender que absorber humedad. 3aa-d)

Calor del verano

La temperatura del verano puede causar un notable efecto perjudicial, pero indirectamente. Por su influencia sobre la bionomía de los insectos bibliófagos puede permitir la introducción temporal de plagas procedentes del trópico. En la Península, en varios sitios de la costa, llegamos, en los meses del verano, al clima casi tropical. Para plagas de madera hemos observado casos prácticos en muchas ocasiones, la última vez en gran escala en los veranos de 1970 y 1972. Se introdujeron en Valencia y en Santander con troncos de madera de origen centroafricano coleópteros dañinos, que se propagaron con gran facilidad, hasta que en otoño se cortó su actividad, pero ha sido plazo suficiente para provocar notables daños. En bibliotecas conocemos un caso de un hongo xilófago, Lenzites, que normalmente no hay en casas, salvo donde hay goteras, dañando en la biblioteca del santuario de Loyola cierta cantidad de libros. Tocó su infección al principio del verano a una estantería, y con la subida del calor, precisamente cerca de su óptimo, avanzó su micelio anormalmente, penetrando a los libros.

E l único remedio contra estos casos es acostumbrarse a un control más insistente siempre al principio del verano. Así se llega a tiempo para cortar infecciones antes de que lleguen a situaciones lamentables. 532

Cargas artificiales de la

atmósfera

Polvos procedentes de una contaminación del aire (por la industria o ensayos atómicos), que llegan a grandes alturas, reducen la insolación. Es problema importante para el clima mundial, pero a nuestro tema afecta la contaminación solamente por el daño directo que causa con su acción química al papel. Intemperie Del conjunto de los diferentes efectos de la intemperie resulta una destrucción tan típica de todo material leñoso y de celulosa, que los americanos han sido inspirados a formar un término técnico especial para este conjunto, el «weathering», que en la conservación de la madera se usa hoy día como término técnico internacional. En la conservación de libros, al contrario, no es conveniente usar el mismo término para las influencias de la intemperie, por ser considerablemente diferente la composición de factores influyentes, llegando las influencias atmosféricas a los libros ya seleccionados por el edificio en el cual se encuentra la biblioteca. No obstante, en el trópico hemos visto estados de bibliotecas que eran tan parecidos en su aspecto al «weathering» que cambiaríamos la opinión expresada, conociendo solamente estos daños excepcionales.

3ab)

S r r u A a o N E s EXTREMAS DEL MACROCLIMA

Tres situaciones del tiempo pueden ser muy perjudiciales para bibliotecas y archivos: fuertes temporales en el clima húmedo del trópico, tempestad de arena en el desierto y los huracanes en las zonas costeras, climáticamente indicadas para este fenómeno. Los tres casos exigen prevenciones; además, son situaciones emocionantes y se debe calcular con la debilidad de los nervios de ciertas personas.

533

Temporales en el trópico En zonas costeras, la velocidad del viento puede alcanzar cifras muy elevadas, las precipitaciones son de extraordinario volumen, lo que en combinación provoca también en sitios bajo techo una atmósfera cargada de sirimiri ( típica palabra vasca para una lluvia fina, como pulverizada y sólo algo menos que llovizna) y tan pronto como baja la temperatura, por la precipitación de agua fría, se forman nieblas bastante densas y recargadas de agua. Éstas pasan al interior de las casas, que en el trópico, naturalmente, nunca están bien cerradas. Esta penetración de los edificios por un aire sobrecargado de humedad es, naturalmente, muy perjudicial. Provoca fuertes remojones del papel y puede causar un aumento de la humedad en libros, bastante encima de lo proporcional al término medio de humedad relativa del aire en la zona. Especialmente en la estación lluviosa provocan estos continuos remojos una humedad absoluta en el papel hasta casi el doble de la correspondiente en teoría. En Bata (Guinea Ecuatorial) hemos observado al final de la sequia del verano, cuando empezaron siempre con grandes temporales las lluvias, que en menos de una semana subía la humedad del papel de 14 a 26 por 100, bajando simultáneamente la temperatura media, que acentuaba aún más el efecto.

La defensa contra este fenómeno debe ser por medios constructivos; de todos modos, no es fácil. Cualquier protección directa es inútil y puede ser, incluso, contraproducente. Lo que es correcto y recomendable será mantener una vigilancia disponible en el edificio para la acción inmediata en caso de averías del tejado, etc. Una lluvia tropical precipita en minutos lo que en Europa se observa en horas de lluvia.

3ab-a)

Tempestad de arena en los desiertos

También es un espectáculo digno de haber visto por lo menos una vez en la vida. Suele venir con rapidez, pero en las zonas afectadas se conocen las señales previas y así queda tiempo para prevenirse. 534

Procurar cerrar al máximo el edificio es lo principal. Si tiene climatización, los aparatos suelen estar provistos de cierres para estos casos; si no, conviene hacérselos, porque la arena daña mucho a los aparatos. Durante la tempestad, o inmediatamente después, es importante controlar el efecto de las defensas contra la entrada de arena al interior de los edificios. Además hay que apagar todo fuego; incluso los cigarrillos pueden ser peligrosos.

E l principal daño de la arena es de efecto químico. E l polvillo finísimo es muchas veces un material no muy neutral, y con la humedad del interior del edificio, siempre ligeramente mayor que la del exterior y normalmente bastante mayor en caso de edificios climatizados, se pueden producir efectos muy notables. En el Sahara (El Aaiún) hemos visto incluso daños en los barnices de madera en sitios donde se depositaba frecuentemente el polvillo. E l daño por abrasivos, muy importante en la madera, en los libros, naturalmente, es insignificante o nulo, no estando expuestos a la acción directa de la arena. Una excepción de esto son bibliotecas públicas con mucho movimiento. En este caso parece que realmente se acentúa el daño mecánico del desgaste por el público; por lo menos hemos oído este concepto de personas con años de experiencia en estas zonas; estudios exactos sobre esto no conocemos. E l gran problema en la protección es la limpieza regular de las bibliotecas de estas regiones, porque, a pesar de toda la defensa, la arena está en todos los lados, inevitable y tenaz en volver. A l final influye mucho el rítmico cambio de la dirección del viento, durante el día hacia el interior del desierto, durante la noche al revés. También es aspecto que se tratará en la previsión constructiva.

3ab-b) Huracanes Realmente es ya una situación que se acerca a catástrofes. Pero en zonas de un frecuente paso de los mismos hay que vivir con ellos y, por tanto, se debe tomar las precauciones correspondientes. Son las mismas que ya hemos citado para los temporales del trópico, más las que citaremos para prevenir catástrofes.

535

3ac)

E L MICROCLIMA

Los principales factores influyentes para nuestro objeto son la humedad, la temperatura y la exposición del terreno.

3aoa) Humedad E l mayor efecto perjudicial que tiene la humedad es por el camino indirecto, favoreciendo a los destructores bióticos (figura 221), o a las reacciones químicas (la oxidación de la misma celulosa y de los componentes metálicos en las tintas o cargas del papel. Solamente en casos extremos causa la misma daños por acción directa. Debemos distinguir entre la humedad del objeto, adquirida por algún contacto con paredes y suelos húmedos, y la influencia de la humedad relativa del aire. La «humedad relativa del aire» es el porcentaje de la humedad «disuelta» en el aire. Se modifica con la temperatura; por tanto, la misma cantidad absoluta de agua corresponde bajo diferentes temperaturas a diferentes porcentajes. Si se enfria el aire a una temperatura inferior a la que corresponde, para la presente cantidad de agua disuelta, a 100 por 100 de humedad relativa, se producen condensaciones, preferentemente sobre superficies frías o en zonas mal ventiladas.

Aun cuando no llega a condensaciones, un aumento de la humedad relativa a cerca del 100 por 100 es muy perjudicial, porque esto es lo que más favorece a los principales agentes bióticos. Por tanto, será difícil separar el daño directo por humedad del efecto conjunto por la misma y de hongos primitivos que se presentan casi instantáneamente. Desde luego, la humedad misma estropea tanto el papel como el cuero y las tintas. Tipos de papel que perjudica prácticamente en forma irreparable son los estucados o de «cuché», y parece que muchas tintas usadas hoy día son más atacables por el efecto de humedad que las que antiguamente han sido usadas. También en estos casos es inseparable el daño directo y la aceleración de los efectos dañinos por factores internos y nocivos, del papel; se estimulan viceversamente. Comprobado está, por ejemplo, 536

que la absorción de sustancias nocivas del aire contaminado es considerablemente mayor en ambientes húmedos que en secos.

3ac-b) Temperatura Su influencia es principalmente por cambiar la solubilidad del agua en el aire; como hemos visto, bajando pocos grados aumenta en forma crítica la humedad relativa del aire. Si partimos de esto, comprenderemos que tanto la adsorción de agua por las cadenas laterales de la fibra del papel, ya explicada anteriormente, como el estímulo de la acción biótica pueden ser muy notables en caso de que las caídas de temperatura sean frecuentes, por ejemplo, cada noche, si el edificio está mal aislado. Relación

entre temperatura y humedad del aire

El volumen de un kilogramo de agua en forma de vapor varía de 206,3 metros cúbicos a 0° C hasta 15,28 metros cúbicos a 45° C, para citar los límites de temperatura que nos interesan en la práctica. La tabla 32 indica los valores. Como puede verse, la curva no es lineal, pero para nuestros fines la interpolación entre 5 y 5 grados puede ser de suficiente exactitud. Ejemplos: Una humedad relativa del aire de 55 por 100 a 25° C sube a un 99 por 100 si la temperatura desciende a 15°. En caso de 32° C ya basta para el mismo efecto una caída a 19° C. Para llegar desde 65 por 100, el extremo minimo de la esfera útil para hongos, hasta 83 por 100, el óptimo de su esfera, basta en 25° C una calda de la temperatura de solamente cuatro grados.

Resulta que varía poco el peso del aire y mucho el de la humedad con la temperatura. Esto significa que, por ejemplo, entre 25° y 15° pueden precipitarse hasta unos tres litros de agua en una biblioteca de solamente diez por diez metros y de tres de altura en una sola caída de la temperatura, si la humedad relativa del aire estaba cerca de la saturación. En porcentajes normales de 55-60 por 100 aún son un litro y medio largo; toda esta cantidad la absorbe perfectamente el papel si está presente en cantidad.

537

TABLA NÚM. 32

V O L U M E N D E L VAPOR D E H 0 E N L A RELACION M ' / K G . Y PESOS D E AIRE HjO A 760 TORR. 2

3ac-c)

Temperatura

Volumen del vapor

O'C 5° 10° 15° 20° 25° 30° 35° 40° 45°

206,3 m 147,1 106,4 77,96 57,84 43,41 32,94 25,26 19,56 15,28

Exposición

5

Pesos H O aire en gramos/m'

4,85/1,293 6,8 /1,27 9,4 /1,247 12,8 /1,226 17.3 /1.205 23,05/1,185 30.4 /1.165 39,6 /1.146 51,2 /1.127 65,4 / l . l l

del terreno

En el microclima influyen decisivamente el carácter del terreno y, en terreno inclinado, la exposición, el ángulo de la inclinación, etc. A consecuencia de esto debe ser estudiada la situación topoclimatológica en caso de un emplazamiento nuevo de una biblioteca, etc. Lo mismo rige en terreno no inclinado, pero en posición solitaria, con o sin vegetación de árboles en el alrededor del edificio previsto. La exposición influye en la cantidad de calorías absorbidas de la insolación, en la convección local, posiblemente importante para el balance de humedad, y en la exposición al viento, cuya importancia en la ventilación de un edificio veremos luego con el clima de un edificio. E l carácter del terreno y de la vegetación que cubre al mismo es importante en edificios aislados, porque existen relaciones diferentes, a veces importantes, entre los mismos factores. La técnica de la medición de vapores en la investigación microclimatológica y micrometeorológica (puede existir un «tiempo» muy local, tipico para cierto lugar, por ejemplo, dentro de una ciudad, cuyos efectos pueden tener gran importancia) se caracteriza por mucha «relojería» de aparatos y una matemática especial, para nuestro concepto particular, de atrayente consecuencia y lógica. Lamentamos no poder ampliarnos aquí sobre esto. La más clara exposición del tema la

538

ha dado nuestro estimado profesor GEIGER (138). Conviene seguir, en un caso concreto, sus lineas analíticas para preparar la investigación de un problema microclima ti co.

3ad)

E L MICROCLIMA ARTIFICIAL

Considerando sólo «natural» a un clima no manipulado por la acción de un ser vivo, en la microclimatología poco nos quedaría intacto, porque naturalmente se provocan modificaciones gravísimas ya con el cultivo agrícola y forestal. Del extraordinario efecto de la industrialización, que ya está cambiando, incluso, el clima acuático en los ríos y en algunas zonas del mar, hoy habla todo el mundo. A nosotros toca decisivamente la climatología urbana (inglés = Polisclimatology) y la climatología de edificaciones (Cryptoclimatology) (*). Hoy está de moda criticar la destrucción de la naturaleza y velar por su conservación. Reconocemos que por negligencia e ignorancia, a veces asombrosa y, lamentablemente también con frecuencia, por meros intereses de lucro, se ha destruido más de lo necesario. De todos modos, en principio debemos ser conscientes de que ha sido necesario provocar estos profundos cambios para supervivir y desarrollarse. El hombre se siente a gusto solamente en temperaturas entre + 18° y + 32° C, pero su área en nuestro planeta que se puede considerar habitado comprende zonas climáticas entre — 7 6 ° y + 63° C (LANDSBERG, 232-1). Otra verdad es que la protección del ambiente y de la naturaleza seria primeramente un problema familiar: reducir el número de hijos para que haya menos personas en el mundo. Calculando el número de hombres que podian vivir en esta tierra en su estado natural llegaríamos a unos treinta y dos millones de monos desnudos como máximo; la población actual de hombres es aproximadamente cien veces mayor.

Por tanto, nuestros estudios del clima artificial deben servir para mejorar sus defectos, maximar el resultado con un mínimo de cambios para mantener la vida de nuestra especie lo más cerca posible de la vida para la que estábamos adaptados, pero debemos tener presente que sin clima artificial la especie humana ya no podía vivir. (*) La traducción literal al español del término inglés, que seria «climatología de cuevas», la evitamos como término técnico; estarla demasiado cerca de un doble sentido, de critica a los arquitectos de nuestros edificios.

539

3ad-a)

Climatología

de edificaciones

E l hombre no es el primero que manipuló el microclima de su área de habitar. Y a hace millones de años lo inventaron esto los termites y lo hacen todos los insectos estatales que construyen nidos, varios pájaros, tortugas y cocodrilos que transforman sus criaderos en verdaderas incubadoras y pájaros y mamíferos de carácter troglodita modifican activamente las condiciones de su cueva. También sabemos del hombre prehistórico que penetró a las tierras frías primero como troglodita; por tanto, hay todos los pasos desde el clima natural hasta el clima totalmente artificial en las naves espaciales. A pesar de los múltiples ejemplos que tenemos casi diariamente a la vista, vamos a citar con detalle solamente los termites de brújula de Australia, los termites de pagoda y los de bola de África, porque realizaron ya en su principio y con bastantes detalles idénticos lo que estamos haciendo nosotros en un edificio. La comparación, a primera vista una idea rara para nuestros fines, hace fácil comprender las reglas básicas de la climatización de un edificio y por eso tomamos estos ejemplos, que simultáneamente permiten comprender la forma perfecta en que dominan al microclima unos de los principales bibliófagos contra los cuales siempre tendremos que defendernos, además rápidamente, caso de una invasión de termites al edificio de un archivo o biblioteca. Los termites de la brújula, por ejemplo, Amitermes meridionalis Frogg., montan en el norte de Australia grandes nidos, de alturas hasta de 3,5 metros, casi aplastados en un sentido y estando orientados siempre en forma exacta norte a sur (figura 443). La cara ancha, de aspecto casi cuadrado (3,5 alto y 2,8 ancho), recoge un máximo de la insolación de la mañana y de la tarde, y la cara estrecha (1 metro en su base estrechándose hasta casi 0 en la cumbre) recoge un mínimo de la fuerte insolación a medio día. Esta construcción está penetrada por múltiples chimeneas más o menos verticales que entran profundamente a la parte subterránea del nido (lo mismo hemos visto ya en el caso de los Termitidae de Sudáfrica (figura 269), obteniendo así un perfecto sistema de climatización: consiguen la entrada de aire caliente, aspirado por las chimeneas 540

laterales hacia abajo, debido al fuerte efecto de extracción que tiene la salida del aire más caliente en las chimeneas altas, que a su vez comunican también con la parte subterránea. En la climatización natural de un edificio influye el mismo efecto de la exposición y se está aprovechando, aparte de la orientación de las ventanas, mediante las terrazas en la parte baja, para aumentar el calor absorbido en esta zona (figura 444). Las chimeneas verticales de ventilación también son elemento frecuente en el mejoramiento de sótanos húmedos (figura 513), o ventilando las cámaras de aire en las paredes expuestas al norte para evitar el paso de la humedad de temporales. Otros artistas son los termites de pagoda, Cubitermes fungifaber Sjoest., que abundan en la selva del golfo de Guinea. Construyen nidos que parecen auténticas pagodas (figura 445) y que proiegen perfectamente contra la lluvia tropical al nido y sus salidas de ventilación vertical que tienen siempre debajo del canto de los tejados. Además sirve toda la superficie del nido, hecho de barro, como un enorme evaporizados Un sistema idéntico contra un clima pluvial conocemos de los antiguos caseríos de la Montaña y de los Pirineos en el norte de España. Con enormes tejados sobresalientes, hasta casi dos metros, procuran que la lluvia no toque la pared, que así sigue transpirando por el calor interior. Con la chimenea central de ventilación (para aire y humos), de salida bajo tejado (figura 446) consiguieron el aprovechamiento de las funciones físicas útiles para mantener el ambiente interior más seco que el clima exterior permitía sin esta manipulación constante en contra de la humedad que representa la construcción del citado tipo. Los nidos más complicados, por fin, los construyen los termites de las bolas, Apicotermes angustatus Sjoest., y otras especies, también de África central. Estos nidos, de pocos centímetros de diámetro, están situados en terreno arenoso, a una profundidad de 30-60 centímetros, como una piedra suelta (figura 447). En sus paredes llevan un complicado sistema de ventilación y de evaporación, además diferente para cada especie. Consiguen de esta forma climatizar artificialmente su nido, que sin esta climatización no podría supervivir subterráneamente; debido a su reducido tamaño sería en seguida víctima de los hongos saprofitos del suelo. 541

Este sistema de paredes ventiladas se suele usar en la construcción tropical moderna (la construcción indígena del trópico usaba normalmente el sistema anterior). Permite alturas que ya no se pueden proteger con los grandes tejados sobresalientes. Simultáneamente sirve este tipo de pared (figura 448) para evitar cualquier insolación directa. Conocemos grandes salas con paredes de este tipo que mantenían una perfecta climatización natural, útil también si han sido sitios de mucha frecuencia pública. No molesta ninguna corriente en su interior, incluso si personas sensibles quedan sentadas. Las funciones más importantes de la «vida» de un edificio son: 1. Absorción de la insolación, respectivamente de su calor, repartiéndose el mismo edificio en dos zonas totalmente opuestas en su reacción, según su exposición hacia el norte o el sur. 2. Calentamiento propio y su radiación de calor, debido a una calefacción instalada (y algo la radiación de calor humano por los habitantes y visitantes). 3. Intercambio de aire por las mismas paredes del edificio o/y por una ventilación prevista. 4. Intercambio de humedad, con el aire de su alrededor y el suelo de su emplazamiento. E l término cryptoclimate procede de BROOK + EVANS (052) y los

mismos han reunido ya un amplio índice de literatura especial que hasta hoy naturalmente se ha aumentado mucho más. ARONION (008) ha escrito una buena introducción al tema del clima de las edificaciones. Balance calorífico

de un edificio

Del equilibrio de este balance al nivel correspondiente a las temperaturas cerca del óptimo para nuestra especie depende fundamentalmente el carácter acogedor o repulsivo— de un edificio. La absorción del calor del sol está influida y puede ser manipulada por las cualidades del material usado en la construcción. Según el emplazamiento geográfico de un edificio, se procura materiales 542

absorbentes o repelentes en las exposiciones al sur, aumentando o reduciendo esta fuente de calor para la casa. También la forma del tejado y de toda la construcción tiene un papel activo en esta tarea. E l emplazamiento de las ventanas, por fin, es uno de los importantes factores manipulables. E l calentamiento propio acentúa la radiación al exterior y, con un hábil reparto de aislamientos, se obtiene no solamente una mayor economía en el costo de la calefacción, sino que también se puede homogeneizar el ambiente suavizando los saltos climáticos del interior provocados por las diferencias grandes en la absorción calorífica por insolación, según la exposición de la respectiva parte del edificio. Inversamente rige lo mismo para la refrigeración de una casa. Sorprendentes son a primera vista las funciones del intercambio de aire. Por la importancia de una ventilación homogénea de ciertas partes de una biblioteca, pero diferentes según el destino de las salas o habitaciones, hay que detallar este punto. Intercambio de dióxido

carbónico y del aire

Por la respiración del hombre se aumenta con relativa rapidez la concentración del dióxido carbónico (en condiciones normales aproximadamente 0,03 por 100 del volumen y 0,05 por 100 de peso de aire) en el interior de una casa. Es muy variable cuando empieza a molestar a las personas; a los objetos del archivo no daña directamente, pero junto con la humedad estimula a bibliófagos. Su presencia y concentración es fácilmente determinable con aparatos de medición de gases, como hoy existen en gran cantidad de modelos. Puede servir como índice para el intercambio típico del aire de un edificio (sin que se ventile). E l intercambio por las paredes, si son de material convencional, como ladrillo o bloques huecos de cemento, etc., es notablemente mayor que por grietas, etc., de las ventanas y puertas o por las chimeneas de cocina. Además, y esto es muy importante para el emplazamiento de un edificio destinado a un archivo o biblioteca, no es la diferencia de la temperatura entre el exterior y el interior la que tiene influencia decisiva, sino la velocidad del viento al exterior, que aumenta muy pronunciadamente el efecto del intercambio. En la 543

tabla número 33 reunimos unos valores medios que se pueden aplicar en la estimación de los posibles efectos. Es llamativo que el intercambio suele ser 5-6 veces mayor por la pared que por otras fugas en situación de viento quieto, y, si bien con viento aumenta más el intercambio por fugas, como es lógico, la velocidad del viento debe alcanzar ya una fuerza que mueva árboles hasta que se iguala la participación de los dos caminos.

TABLA NÚM. 33

INTERCAMBIO D E L AIRE E N EDIFICIOS CERRADOS (PAREDES CONVENCIONALES D E LADRILLO)

.. , Intercambio Intercambio por la Velocidad del viento P^ed (factor de muí, i . aplicación por el va- . . . , .. (m/seg.) , .." . , bases de intercambio lor especifico del ma,. , . , , correspondientes terial, x) (*) . . ••• . . ' a ladrillo, etc.) p o f

o l r o ¡

c a m ¡ i w ¡

n i e n d o

v a l o r e s

y

v

0 1 2 3 4 5 6 7

x-1 1,05 1,15 1,25 1.7 2,05 2,3 2,65

x- 0,15-0,2 0,2 -0,25 0,3 -0,4 0,4 -0,55 0,6 -0,8 0,9 -1,2 1,4 -1,9 2,0 -2,7

Nota para la tabla 33: (*) Se puede determinar fácilmente el valor x haciendo en el sitio en cuestión una caseta de 3 X 3 X 2 metros del material previsto, cargando con un extintor de nieve carbónica al interior con CO¡, midiendo su desaparición con un detector corriente de gases, comparando la velocidad del viento al exterior con el plazo de la pérdida de CO¡. Haciéndolo en dos velocidades diferentes del viento, se puede aplicar los valores de esta tabla para el cálculo directo.

Naturalmente, también este intercambio puede ser manipulado usando materiales menos porosos donde no nos conviene, pero lo normal es naturalmente al revés, deseamos un máximo de intercambio por la pared y un mínimo de corriente en un edificio, por el bienestar de las personas y por la conservación de los objetos. 544

Conociendo las estaciones de macroclima se puede ambientar positivamente una biblioteca simplemente por su ventilación a ciertas horas del día. Por ejemplo, en un clima constantemente caliente o húmedo (trópico), sin radiación nocturna, se debe ventilar solamente a pleno sol del medio día hasta las primeras horas de la tarde. En un clima de temperatura variable y fuerte emisión nocturna de calor (en el clima europeo, de otoño hasta primavera, si por la noche se ve las estrellas, la emisión de calor es muy fuerte), la mejor hora de ventilar es muy temprano, antes de que suba el sol. Estos efectos se pueden conseguir con más amplitud si el edificio está provisto de entradas de aire solamente en la fachada al sur. Nos obliga a separar las ventanas que dejan pasar la luz de la ventilación; salvo en las latitudes que se acercan a las regiones polares. Volveremos con detalle sobre esto en la previsión por la forma de construir el edificio de una biblioteca. Intercambio de humedad Según el material de construcción, no se puede poner de antemano como igual el intercambio de humedad al intercambio del aire por la pared hacia el exterior; debía ser determinado para cada material. Aquí entra en acción la provocada ventilación constante, siendo el principal medio de una eficaz eliminación de humedad la ventilación vertical y permanente. Su acción siempre debe ser calculada con los datos locales y con ensayos. Dos caminos son importantes, la ventilación vertical de las cámaras de aire en las paredes, cuyos inventores son los termites de las bolas en el bosque pluvial de África central, y la ventilación por chimeneas, también ya inventada por los termites. Normalmente es más eficaz la de pared en un edificio artificialmente calentado y la de chimenea en un clima caliente. Pero hay excepciones y se debe determinar los datos locales.

Para la climatización artificial de un edificio, por fin, importa a veces también el reparto de la precipitación alrededor de una casa. Puede ser corregida su influencia por aumentar el efecto repelente a la lluvia de las caras exteriores de paredes mediante el material que las cubre, o por impregnación, por ejemplo, con siliconas que no frenan el intercambio de aire. Un edificio no intercambia humedad solamente con el aire de su alrededor, sino también con el suelo. Este intercambio depende, natu545 35

raímente, en primer lugar, de la intimidad del contacto, siendo prácticamente nulo el intercambio si la edificación está puesta sobre pilastras mayores de dos metros. En caso de sótanos y de casas puestas sobre una placa a nivel del suelo influye principalmente la presión de vapor que existe en el mismo terreno. La presión de vapor en el suelo es directamente proporcional al diámetro de los poros llenos de agua. Bajando el contenido de agua en el suelo, baja el diámetro de los poros que aún retienen agua y asi sube la inclinación de los meniscos, que aumenta la fuerza de retención y disminuye la presión de vapor. Por otra parte, facilita la expansión del mismo vapor, porque existen más poros abiertos y reduce asi la resistencia mecánica al paso de humedad. Otra influencia importante sobre la subida de humedad desde zonas más bajas es la diferencia de temperatura, calentándose la superficie de terreno, teniendo poros abiertos, se produce un efecto similar a una destilación (lo que se suele llamar «destilación fria del agua de fondo»).

Según la situación alrededor del edificio, cambia también la presión de vapor que actúa sobre las paredes del sótano o el suelo del edificio. Puede producirse el caso de que en el verano, con elevado calor, aumente la humedad en los sótanos, debido a que se ha producido en el suelo de la zona del emplazamiento una «destilación fría». Su potencia puede ser considerable; si el sótano está cerrado puede llegar la humedad relativa del aire a cerca del 100 por 100. Por otra parte, esta potencia siempre es proporcionalmente inferior que el efecto máximo de ventilación, posible de obtener por convección vertical en el mismo sitio del emplazamiento del edificio. De todo esto se puede deducir que un archivo, si es imposible emplazarlo en mejor sitio que en el sótano, se debe separar siempre de la pared (figura 436) y, además, puede ser defendido mediante una ventilación vertical, pero calculada con exactitud, tanto en el interior, con chimeneas verticales (figura 513), como por empaquetaduras porosas al exterior de los cimientos (figura 514). 3ad-b)

Climatología urbana

La misma está afecta, naturalmente, y en primer lugar, por el conjunto del efecto constante que causan a su alrededor las edificaciones de una ciudad. Pero aparte, siguiendo aquí a KRATZER (220), existen varios otros factores muy influyentes, como presencia de zonas 546

verdes o no, forma y material de las calles (y, a consecuencia, el volumen del polvo que se levanta) y principalmente las emisiones de los edificios, industrias y vehículos que comprendemos como polución o contaminación del aire con hollines, partículas y gases residuales, siendo hoy el aire encima de una ciudad su mayor vertedero de basuras. Este síndrome es un grave factor dañino para nuestros archivos y bibliotecas y lo trataremos como tal entre los daños químicos. De momento aquí nos debe interesar como factor que disminuye la insolación y la emisión de calor terrestre. E l fenómeno local de su actuación puede presentarse en un fuerte aumento de días de niebla. E l famoso smok de Londres o de Los Angeles, ya lo conoce todo el mundo, pero también ciudades muy limpias en su aire, por la naturaleza de su emplazamiento, como, por ejemplo, Praga, aumentaron desde el año 1800 hasta antes de la segunda guerra mundial sus días de niebla casi al triple (Praga; de 83 en 1800, a 217 días al año). Hay que distinguir entre el fenómeno natural de una niebla densa en cierta zona y el efecto de una niebla provocada por ensuciamiento del aire, por ejemplo, con emisiones de las calefacciones de una ciudad. E l primer fenómeno, existente como ejemplo clásico en la ría del Támesis, se potencia cuando hay ensuciamiento del aire. Relativamente pequeñas cantidades ya son suficiente para esto, como podemos ver en el citado caso. Y a en 1904 Claude MONET pintó en su famoso cuadro Le Parliment al «smog» londinense igual como hoy se puede ver, habiéndose aumentado entre tanto a unas 30-40 veces la emisión residual al aire de esta ciudad. También se aumenta así la temperatura media de una ciudad, a veces notablemente. Aumentos de + 1° hasta + 1,5° han sido publicados. Posiblemente, a primera vista, nos parece nada, pero citando a una investigación muy graciosa, efectuada en Hamburgo, podemos exponer la influencia con un ejemplo muy fácil de comprender. En la primavera del año 1955 se pusieron 270 voluntarios (!!) en marcha controlando las fechas del florecimiento del arbusto más temprano allí, Forsythia (echa flores amarillas antes de que salgan las hojas), y FRANKEN (118) publicó el mapa del resultado. Se acercó el comportamiento primaveral de esta ciudad, al lado del mar nórdico, casi como si estuviera al lado del Mediterráneo. Pero rara vez es favorable el efecto físico de la campana de humos; puede provocar también mayores precipitaciones de granizo y de nieve, como se demostró, por ejemplo, para Munich. En territorios fríos alcanza y hasta supera la invernal producción de calorías en una ciudad, por calefacción de las casas, la cantidad de calorías naturales absorbidas por la insolación del verano. Esto modifica profundamente el valor de cada factor en el balance calorífico (absorción, emisión, consumo de la evaporación, etc.). 547

Otro factor decisivo para el clima urbano es el balance del agua. Aparte las modificaciones de la precipitación que causa la citada campana de humos y nieblas, también la total modificación de la superficie (suelos y tejados) y la temperatura parcialmente artificial, acentúa mucho la situación climática de una ciudad. Normalmente, en las ciudades se elimina más rápidamente la humedad superficial y se reduce mucho la transpiración habitual (este es uno de los importantes motivos por el cual hay en la ciudad más polvo suelto). Para nosotros significan estos cambios igualmente más acentuadas oscilaciones de la humedad relativa del aire, con todas sus ventajas y desventajas ya vistas anteriormente. E l balance calorífico, como hemos indicado factor importante para el clima urbano y muy modificado en comparación con el alrededor del emplazamiento de la ciudad, a nuestros conceptos no afecta en más que tener que calcular con otro valor exterior en el balance calorífico de un edificio urbano que en uno emplazado en campo abierto. Resumiendo se puede decir que los factores del clima urbano dependen mucho de la situación topográfica de una ciudad. Emplazamientos en un valle, en una llanura alta o en una costa hacen cambiar totalmente el efecto del mismo factor. Su estudio será de suma importancia para la previsión constructiva en el momento de pensar en el emplazamiento y de la forma conveniente del edificio nuevo. Pero también en la reforma de un edificio, por ejemplo, de carácter histórico, que deseamos conservar, es necesario y ventajoso considerar estos aspectos. En el litoral de la Península hemos visto que puede ser fatal, si no se considera estos aspectos. Aún estamos muy lejos de dominar todos los efectos, faltan muchos estudios concretos, como últimamente nos demostró un caso en San Sebastián (Museo de San Telmo).

3ae)

APARATOS DE MEDICIÓN PARA ESTUDIOS DE FACTORES CLIMÁTICOS

Estos elementos, básicos para cualquier estudio climatológico y lo de los daños químicos del ambiente, se citan siempre amplia548

mente en la literatura; recomendable información hay en AIR M I NISTRY (003A), ANÓNIMO (007-24) y GEIGER (138). Entre los higrómetros son los más exactos los psicrómetros que trabajan con la medición de la diferencia especifica, entre las temperaturas medidas por un termómetro «seco» y otro «húmedo», en determinado ambiente de humedad. Para nuestros fines se puede completar el estudio midiendo directamente el grado de humedad absorbida por el papel, etc., mediante el psicrómetro de sable. En el estudio del microclima de un edificio se puede usar un despliegue de higrómetros y termómetros a que se da constantemente lectura, o termohidrógrafos que registran los datos en banda continua durante una semana entera. Por fin son de importancia en nuestro caso, para la medición de la intensidad de luz, los fotómetros provistos de un control especial de la luz ultravioleta. Los hay también con registrador de banda continua.

3b)

DAÑOS QUÍMICOS

Podemos repartir estos daños en tres grupos: los que proceden del mismo papel, libro, etc., los que son debidos a una accidental presencia de las sustancias dañinas en una biblioteca y los de la contaminación del aire. Varía, según la clase del material archivado, la importancia de cada grupo.

3ba)

DAÑOS POR COMPONENTES DEL DOCUMENTO O LIBRO

Ya en la descripción de los componentes de papel y de tintas hemos citado parte de los detalles. Por tanto, basta resumirlos aquí con pocas palabras. Entre los componentes de las fibras es a veces muy perjudicial la presencia de lignina, tanto en fibras naturales (figura 438) como, mucho más frecuentemente, en fibras procedentes de la madera (figura 439). Entre los componentes no fibrosos destaca la colada de colofonia; se ha provocado daño en masa con el uso de colofonia y del sulfato de aluminio, el último para precipitar al primero en la colada del papel. Su uso es desde finales del siglo xvm hasta casi hoy la gran pesadilla de cualquier conservación de documentos. La importancia del problema que provoca el ácido sulfúrico que se forma en estos papeles lentamente, ha causado cierta simplificación excesiva del problema, creyendo, por ejemplo, BARROW (014-2) y, como hemos visto en múltiples conversaciones, también bastantes personas más por su influencia, que la acidez en si ya

549

es perjudicial. Pero realmente es culpable siempre el ácido concreto presente, no el valor p H que se observa a su consecuncia.

Los ácidos más peligrosos para papel son todos los ácidos inorgánicos fuertes; en la práctica es, aparte del mencionado ácido sulfúrico, el ácido fosfórico. Ambos ya en muy reducida concentración. Ácido clorhídrico, al contrario, es relativamente inocente en una concentración rudimentaria. Las tintas nocivas son en primer lugar las que cortan al papel. Pero hay también otra clase de tintas, no dañinas directamente, que a la larga dañan a todo el documento (figura 459). E l efecto se produce por emigración lenta de ciertos componentes de la tinta, en sí no dañinos, que reaccionan con alguna carga o cola que contiene el papel. Si bien es relativamente raro que este movimiento de componentes se note con daños visibles, como en el ejemplo de la figura 441, el movimiento lentísimo de componentes de la tinta es normal y ocurre casi siempre. Debemos imaginarnos el efecto como una difusión lenta a que no acuden solamente las sustancias absolutamente insolubles en agua. Siendo el papel siempre portador de cierta humedad, la progresión de la migración sigue a las leyes de difusión en celulosa. Los principales factores que influyen son: primero, la solubilidad de la o de las sustancias que migran; segundo, la afinidad de las sustancias a la celulosa, y tercero, ciertos efectos físico-químicos entre las sustancias. Una solubilidad aún muy baja, por ejemplo, de 0,001 por 100, y baja afinidad a la celulosa provoca ya notables migraciones. Si la afinidad es alta, lo que frena o evita la migración, entonces otra sustancia que paraliza la afinidad con su presencia, la pone otra vez en marcha. Por ejemplo, cloruro sódico reduce mucho la afinidad, incluso la del cloruro de mercurio, que es muy elevada en caso de una presencia en solución pura. E l último efecto y su manipulación se usa en la impregnación de madera. Otras sustancias que reducen la afinidad son los sulfatos dobles, llamados alumbres, por ejemplo K Al(S0 )j'12 HjO, el alumbre corriente de potasio y aluminio. En vista de que esto antiguamente se usaba en la preparación de pergaminos, de colas animales, etc., documentos y papeles antiguos con esta colada notan más frecuentemente una migración de las sustancias. 4

La migración es útil para detectar inscripciones posteriores en documentos; muchas veces con la luz ultravioleta, preferentemente con luz de Wood, se puede distinguir el diferente alcance del efecto. También en papeles corrientes la migración es alta si contienen sulfato de aluminio; para éstos incluso se conoce la amplitud del 550

efecto en los primeros años, según las tintas usadas, y, en la investigación policíaca, se suele usar esto como prueba. Para aclarar el origen de un supuesto daño por migración de la tinta se debe usar la luz ultravioleta como primer paso para ver el reparto de las sustancias sospechosas, que casi siempre se acusan así, si es daño procedente de la tinta. En estos casos no se consigue mucho neutralizando solamente de momento el objeto. Si no se puede analizar la sustancia que es el origen del daño, la conveniencia de hacer algo es dudoso. Conocemos un caso de daño que luego resultó ser causa de una formación de alcalinos; había sido necesario acidular. De todos modos, si sabemos qué valor pH acompaña al daño, se debe poner la reacción excesivamente en contra, es decir, conviene pasarse a un valor 8,5-9 pH si es una reacción acida, o al 5,5 pH si es reacción alcalina lo que caracteriza al daño. Tratándose casi siempre de documentos antiguos de elevado valor, la vigilancia durante años es conveniente para asegurar el resultado. Muchas colas antiguas de la encuademación causan daño si se alteran. En estos casos, siendo todas las colas antiguas reversiblemente solubles en agua, es bastante más conveniente eliminarlas en la restauración que perder el tiempo de localizar las causas concretas de su acción dañina. Prolongados baños en agua templada y cambio de la misma repetidas veces, resuelve el problema. Por fin es origen frecuente, de daños en documentos, la acidez del envoltorio, principalmente tapas y cajas de un cartón industrial barato. En libros encuadernados con tela, o plásticos, el mismo daño es casi «normal».

3bb)

DAÑOS QUÍMICOS ACCIDENTALES

E l daño accidental clásico de que se le cae el tintero al que estudia un libro podemos considerarlo ya como asunto histórico. Queda el problema de eliminar la mancha a los especialistas de la restauración, que hoy incluso resuelven casos desesperados a primera vista (figura 437). Tampoco los problemas de los vapores de los antiguos sistemas de multicopistas y máquinas copiadoras no existen ya en la práctica. 551

Si bien el papel de fotocopia muchas veces aún es dañino para otro papel si está en contacto directo, daños a distancia no hemos encontrado en los tipos modernos, a pesar de que hemos hecho bastantes ensayos. Menos inocentes son las hojas y cubiertas de plástico, que abundan ya en los archivos. Causan frecuentemente daño por las sustancias plastificantes que contienen. Éstas pueden ser volátiles y entonces son muy perjudiciales para varios tipos de papel de fotocopia, a los cuales dañan en un plazo de meses. Lo mismo, con menos rapidez, consiguen con tintas sintéticas de impresión que no son pigmentos. En vista de que la técnica de los plásticos avanza con pasos grandes, no se pueden dar reglas para eliminar los tipos dañinos. Debemos decir que hojas de plásticos no debían entrar a un legajo. Hoy, especialmente en clima caliente, un problema principal son los desinfectantes que se suelen usar regularmente, si es un sitio público. Su daño puede ser de muy diferente forma y no se puede describir detalles. Lo que previamente se debía hacer siempre es un ensayo en la cámara del envejecimiento en presencia de la sustancia y sin la misma con otras probetas del mismo papel. Así se evita fácilmente sorpresas desagradables, aclarando los posibles efectos a largo plazo. En España hemos observado una especial simpatía y adherencia de las mujeres del servicio de limpieza al uso de la lejia ( hipocloríto sódico en solución). N i en nuestro propio laboratorio nos sentimos totalmente a salvo de esta mania. Naturalmente, es una sustancia muy dañina al papel y en especial a las tintas, debido a las moléculas del C l (cloro) que desprende. 2

E l control previo de sustancias que se usan en un archivo debía afectar absolutamente a todo lo que se pone en servicio dentro del edificio. En un reciente caso que hemos descubierto casualmente, resultó que las sustancias de las cuales disponían los extintores de polvos impulsados por dióxido carbónico contenían monofosfato amónico, severamente dañino para papel (figura 457). Usando un aparato de este tipo, los polvos, de una malla muy fina (en esto se basa el éxito de los extintores mencionados), penetran toda la biblioteca y no hay nadie que los limpie luego. No solamente por ser prácticamente imposible en una biblioteca grande hacerlo, sino que, además, estas partículas tienen carácter adhesivo al papel. 552

Dañinos pueden ser también los vapores de varías clases de pinturas, pero siendo esto siempre casos únicos, la conveniente ventilación durante el trabajo evita suficientemente cualquier daño. Lo que conviene evitar es guardar durante el trabajo las existencias de las pinturas en una habitación cerrada que no contiene documentos. Un caso de daño leve por este motivo lo hemos visto hace años.

Regla principal para evitar estos daños accidentales es: no dejar usar absolutamente nada en una biblioteca o archivo que no haya sido previamente controlado y comprobado como inofensivo. Caso contrario, tomar un máximo de medidas de ventilación y de una estricta separación de las existencias de material de los depósitos de legajos y libros. 3 be)

L A CONTAMINACIÓN DEL AIRE

Antiguamente era el fuego el principal peligro abiótico no natural para las bibliotecas. Hoy la contaminación del aire es ya, o será pronto, el principal problema contra el que nos debemos prevenir. E l peligro por este fenómeno nos ha venido con llamativa rapidez y se aumenta diariamente, a pesar de que todo el mundo habla de esto. No sabemos aún en qué plazo se consigue dominar la situación. La rapidez con que se infla el problema lo demuestra nuestro propio libro. Cuando hemos discutido el mismo tema, hace doce años (KRAEMER, 217-3), en España ha sido el único punto de la contaminación atmosférica, digno de tratar con referencia a libros, el ensuciamiento por los hollines de la combustión. No era suficiente la intensidad de la contaminación para hablar de un efecto químico del mismo, ni la concentración de gases nocivos en la atmósfera alcanzaba importancia para bibliotecas. Conocíamos datos de otros países, pero parecía aún problema especial «de los de allá». Hoy todo ha cambiado; existe peligro concreto en las ciudades grandes ya también para los archivos y bibliotecas, pero desde luego es inferior al riesgo para nosotros mismos.

Para hacer más fácilmente imaginable lo que pasa, citamos algunos datos de las cantidades de sustancias dañinas expulsadas al aire: El volumen total expulsado en 1970 en el valle de Los Ángeles (California) fueron 2.700 toneladas al día (!!) de dióxido sulfúrico e hidrocarburos, sin incluir los sólidos en suspensión (negro de humo y polvos). Para Alemania occidental se calculó estos totales para el año 1970: plomo, 7.000 toneladas; monóxido carbónico, 8.000.000 de tonela553

das; dióxido sulfúrico, 12.000 toneladas; hidrocarburos, 1.200.000 toneladas, y polvos industriales más negro de humo, 45.000.000 de toneladas. Para 1972 se supone un aumento de unos 30-50 por 100 y 25 por 100 finalmente se confirmó. Siendo relativamente difícil demostrar ópticamente la violencia del daño en celulosa y papel, hemos incluido en nuestra documentación gráfica las fotos de la figura 440, que muestran el mismo objeto, de piedra, con un intervalo de unos sesenta años. 3bd)

COMPONENTES DAÑINOS DEL AIRE CONTAMINADO

Como veneno directo para el hombre, el más tóxico es el mcnóxido carbónico (0,02 por 100 en el aire causa los primeros síntomas; 0,2 por 100, la pérdida del conocimiento en el plazo de una hora, 0,4 por 100 es ya mortal en pocos minutos). Para papel no existe peligro por esta sustancia. La segunda sustancia en la lista de los tóxicos humanos es el dióxido sulfúrico (anhídrico sulfúrico). Como «humanicida» se clasifica muy por debajo del anterior (soportable con molestias, pero sin consecuencias, un 4-5 por 100; mortal en el orden del 35-50 por 100). Para nosotros que conservamos papel, es el principal factor dañino del aire contaminado. Para celulosa es, a la larga, perjudicial en cualquier concentración, aunque sea la mínima. Con la humedad del aire forma directamente ácido sulfuroso, sobradamente conocido como dañino para papel, o, primero, 2S02+ 02-+2S03+2H 0-»2H2S04 — ácido sulfúrico. Ambos afectan mucho a la molécula de la celulosa y más aún a la de la lignina. La procedencia es principalmente de la combustión de carbones de mala calidad y de la de los llamados aceites «fuel», que son el residuo de la destilación del petróleo. Contienen más azufre los de procedencias de Arabia que los africanos y americanos. Se libran los componentes sulfurosos principalmente en la forma del S0 , en reducida cantidad se forma también S0 , que termina directamente en ácido sulfúrico. En ciertos procedimientos industriales puede elevarse la parte de N,S y H S, que normalmente es insignificante a concentraciones muy molestas por su olor y acción sobre el hombre. E n papel no tienen importancia. 2

2

3

4

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2

Otra fuente de origen importante es la conversión de ciertos minerales, como de plomo o de la pirita, en lo que tristemente célebre era la fábrica de la Compañía del Río Tinto. Ya en 1879 ha tenido el Gobierno español el problema de resolver una masiva protesta pública contra la entonces elevada emisión de SO procedente de la industrialización de la pirita. En 1931, con una ampliación de la instalación, se acentuó de nuevo la discusión, habiendo esta vez también las primeras protestas bibliotecarias. Hábiles defensores de la pureza del aire nacional consiguieron convencer a nances americanas que los mismos notaban las emisiones del rio Tinto, incluso en territorio estadounidense, y se nombró un tribunal internacional para el caso. A consecuencia se manipuló las chimeneas en una forma que satisfactoriamente se prediluyó el gas y se retenia gran parte de la emisión, mediante el llamado «Trailprocess». Era el primer caso de contaminación que cogió fama mundial. Hoy se usa principalmente un procedimiento que consiste en mezclar la emisión, sea de polvos de pirita o de combustión, con vapor recalentado, que al enfriarse se precipita, arrastrando la carga sólida hacia abajo, habiéndose disuelto en el agua condensada la mayor parte de los gases. :

Una combinación extraordinariamente corrosiva para metales y piedra, pero también del mayor efecto dañino para papel, es la combinación del dióxido sulfúrico con un ambiente salitre de mar. Conocemos daños muy notables de las costas de Asturias y de la Vascongada. No solamente cerca de los conocidos centros industriales se produce, sino que puede ser bastante la presencia de algunos grupos de grandes hoteles con calefacción central de aceites para que se produzca el efecto. Químicamente ocurre lo siguiente. E l ácido sulfúrico formado por el dióxido sulfúrico con la humedad del aire sustituye al ácido clorhídrico en las sales (cloruros de sodio y magnesio) procedentes del agua de mar, por el viento arrastrado del oleaje. Se forma una mezcla de los dos ácidos en estado naciente que es de una agresividad extraordinaria.

Entre los sólidos emitidos está en cabeza el negro de humo mezclado con hollines procedentes de la combustión. Si bien rebaja esta emisión en porcentajes relativos, porque baja la participación del carbón en el consumo y aumenta la de los aceites, en cantidad absoluta sube la cifra en España y los polvos emitidos por la combustión de aceite fuel están recargados hasta un 20 por 100 de su peso con ácido sulfúrico. Por tanto, hoy el polvillo del negro de humo no es solamente un ensuciamiento para le biblioteca, es la introducción de sustancias dañinas por contacto. Menor en su efecto, pero caso que localmente tienen mayor par555

ticipación que sus valores término medio, bastante perjudiciales son los derivados metálicos. En las zonas industriales son en primer lugar óxido de hierro y en todas las ciudades europeas derivados orgánicos del plomo. Para el hombre es el último el mal mayor, para un archivo es peor el exceso de hierro, que en forma de hidróxidos mancha al papel prácticamente de forma irreversible. Aparte aumentan al envejecimiento «natural» del papel. Problemático para la cercanía de una biblioteca son, naturalmente, todas las industrias químicas que emitan cloro (fábricas de sosa, de plásticos de polivinilo, de insecticidas, etc.), ácido fosfórico (por ejemplo, fábricas de fertilizantes), fábricas de cemento y las industrias metalúrgicas. Lo mismo se debe decir de los grandes aeropuertos por la cantidad de combustible mal quemado en las turbinas de los reactores hasta que los aviones no alcanzan mayores alturas y se normaliza el trabajo de las turbinas. Como reminiscencia histórica —según deseamos, para siempre— citamos el daño que durante la última guerra mundial provocaron las cargas militares de niebla con que ocultaron las ciudades. Las cargas civiles, al contrario, que se usan en la defensa de cultivos agrícolas contra heladas nocturnas no causan daño al papel. Se suele citar también siempre la contaminación nuclear. Para nosotros no tiene importancia por ser muy poco dañina para papel. Mucho antes se llegarla a concentraciones mortales para el hombre y los animales.

E l daño de la contaminación atmosférica en conjunto es ópticamente muy poco apreciable en el papel. Se caracteriza por quebrantarse lentamente la fibra. Es prácticamente irreversible e imposible de frenar por completo el progreso de su daño una vez iniciado. Parece una reacción en cadena. No conocemos aún estudios exactos sobre la diferencia del daño por ácido sulfúrico como factor interna del papel y del daño exterior. Es aparente el mayor grado del último si se toma el valor pH como medida comparativa. Para estudiar la presencia del SO¡ y de sus derivados en el aire, el procedimiento descrito por WEISS + FRENZEL era el más práctico y muy sencillo: Se controla en determinados puntos estratégicos, escogidos según el microclima local la absorción del gas en frecuencias cortas. Asi se aclara fácilmente si a ciertas horas hay elevada presencia del gas nocivo. Hoy serán aparatos de medición, como se suelen usar en la industria, el medio más apropiado. E l antiguo método, aún usado por los citados autores, trabajaba con trozos de trapos de algodón mojados con igual cantidad de una solución de carbonato potásico en glicerina diluida. Su sustitución por papeles indicadores, del -SO¡ principalmente, exige experiencia; sin ésta el resultado puede ser dudoso.

556

En edificios totalmente climatizados, naturalmente, es fácil filtrar el aire aspirado eliminando la aplastante mayoría de su contaminación. Las instalaciones para este fin se producen ya industrialmente. Necesitan frecuente servicio y atención si se quiere un servicio perfecto.

3c)

DAÑOS FÍSICOS

Aparte de la luz ultravioleta, ya citada entre los factores climáticos, el principal daño físico es el fuego. Su efecto, iniciado por el calentamiento, en seguida se transforma en una función compleja. Parecido es en este aspecto el daño mecánico, en el que también entran factores ajenos, una vez iniciada su labor destructiva. Los restantes daños físicos, por radiación y campos magnéticos, los citamos aquí más bien con el afán de completar la compilación de las posibilidades dañinas.

3ca)

E L FUEGO

E l desarrollo y la propagación del fuego depende mucho de circunstancias secundarias, y es importante subrayar aquí que los libros mismos no son objetos que arden fácilmente. Son preferentemente otros materiales, como las estanterías hechas de ciertas maderas fácilmente combustibles (hay también otros tipos de madera bastante resistentes al fuego), papeles sueltos, cortinas y tapices, los que propagan el incendio. Para hacer comparaciones se han estipulado algunos términos técnicos, como el «plazo hasta la ignición», el cual es el tiempo que necesita un material, expuesto a su temperatura mínima necesaria para arder, hasta que arde por su cuenta («temperatura de ignición»). Otro término es la «velocidad de combustión», con que se denomina el resultado del cálculo: modificación del peso diferencia del tiempo (según el material en cuestión) 557

Los motivos para tomar precisamente esta función como norma no pueden ser objeto de una discusión en este sitio; nos basta saber que la fórmula permite comparar los resultados y que los mismos son prácticamente independientes de otros factores que podían influir. La materia que provoca o que afecta un incendio normalmente es al principio de poco volumen y el fuego se asfixiaría muy pronto. Echando, por ejemplo, sobre un suelo de homigón un litro de petróleo, el fuego se parará en menos de cinco minutos; diez litros, en menos de quince minutos.

Por tanto, debemos estimar como verdaderamente perjudicial todo lo que arda más fácilmente que los libros; al contrario, todo lo que tiene por lo menos los mismos plazos y temperaturas de ignición y la misma velocidad de combustión, ya no se puede considerar como peligroso cuando está en contacto directo con los libros. Estas indicaciones se refieren preferentemente a maderas poco inflamables, que se puede admitir perfectamente como material de estanterías. Diferente es el caso, naturalmente, cuando estos materiales están en el mismo edificio pero aparte de los libros; por tanto, nunca se puede recomendar materiales combustibles en la construcción de un edificio nuevo, por motivos de la seguridad general de la biblioteca. En edificios modernos hoy debía existir normalmente un peligro muy reducido de que se produjese un incendio de importancia. Pero, siendo diferente la situación en un archivo que en edificios de otro destino y teniendo muchas veces la necesidad de conseguir la aseguración contra incedio en los alojamientos históricos de bibliotecas y archivos, vamos a resumir los extremos de la pirología en relación con nuestro tema. Analizando las funciones de un incendio, debemos separar varios procesos propios que solamente a primera vista se desarrollan como complejo íntimamente relacionado en sus factores. Son éstos la función química, la termodinámica y la cinética de un incendio. Conocer sus características y datos es fundamental para estudiar la previsión contra incendios en un edificio proyectado. Para perfilar los términos: Hay una diferencia, si algo se quema por combustión o por incendio. Lo pri-

558

mero comprende la descomposición pirolitica de un objeto que sin adición de calorías dejarla de arder por su cuenta. Un incendio o fuego declarado es un fenómeno que ya se desarrolla por su cuenta hasta la total ignición del objeto, o hasta que su descomposición pirolitica ha alcanzado un grado que ya no produce suficientes calorías para que el incendio siga por su cuenta. La combustión en si comprende todo el margen entre descomposición sin ninguna producción de calorías hasta una reacción exotérmica casi autónoma.

3ca-a)

Función química de la

autopirólisis

Hablamos de autopirólisis si una sustancia, expuesta a un calor específico mínimo, empieza a producir calorías que parcial o totalmente mantienen en marcha el proceso. En la gran mayoría de los casos prácticos está provocada, exclusivamente o en notable parte, esta producción de calorías por la reacción exoterma de una oxidación. Se reúnen las partes realmente combustibles con el oxígeno del aire, u oxígeno artificialmente aportado en procesos controlados. En la teoría podía partir el proceso de dos partes puras que entran enteramente en la combustión, por ejemplo, | o, | + | Mg | | MgO, | - f calorías. En la práctica la función parte siempre de mezclas y el resultado es la suma de diferentes fases y reacciones pirolíticas. Incluso moléculas grandes pueden ser ya una mezcla en el sentido de la función pirolitica y así es en realidad la de la descomposición de la celulosa en temperaturas elevadas. Los componentes de la llamada «mezcla», a partir de cierta temperatura empiezan a separarse y se volatilizan los que a la temperatura presente ya tienen su fase de estado «gas». Su oxidación puede empezar en seguida si la temperatura del gas formado ya es la necesaria para su oxidación, o, caso contrario, se necesita la misma en algún punto para ponerse en marcha la reacción (— encendido). Un caso especial es, si las sustancias que empiezan a descomponerse (se llama a este momento muchas veces la «destilación seca») contienen propiamente oxígeno que en el curso de la descomposición o destilación será puesto en libertad y que entra entonces de alguna manera en la función de la oxidación. E l momento de su participación siempre se caracteriza por una más o menos violenta aceleración del proceso. En los casos extremos se llega a una reacción instantánea total 559

que llamamos explosión. Los modernos explosivos son sustancias que contienen el oxígeno en su molécula; la pólvora negra es la mezcla de sustancias combustibles (carbón y azufre) con un portador de oxígeno (nitratos). Por fin existe la posibilidad de que una parte del proceso de combustión sea capaz de extraer el oxígeno de una sustancia normalmente inerte o incluso haciendo a la misma nuevamente combustible. La función más conocida de este tipo es la del metal magnesio, que puede arder con el dióxido carbónico (normalmente de efecto extintor) y, si la temperatura sube suficientemente, el carbón restante puede reaccionar de nuevo con el oxígeno del aire. Como resultado final de la función química pirolítica se llegará a algunos óxidos que en la práctica son mayormente agua (el óxido del hidrógeno) y dióxido carbónico, más los óxidos de los elementos presentes en las mezclas. De los últimos era de nuestro interés ya, por su carácter dañino para el papel, el dióxido sulfúrico. Es muy frecuente que los resultados prácticos no sean los ideales de la función teórica; entonces se forman gases «mal quemados» que llevan sustancias gaseosas medio descompuestas y, además, las sustancias que no participan en la combustión también, llevándolas como lastre; igualmente arrastran las partículas sólidas resultantes de una función incompletamente terminada. A l conjunto de esto lo llamamos humo. La combustión inicial de cualquier incendio será incompleta si no es el caso excepcional de la ignición de una sola fase (alcohol, por ejemplo, no vemos ningún humo). Por tanto, la formación de humos es el objetivo de los detectores de incendios, más prácticos para nuestros objetos.

3ca-b)

La termodinámica

de incendios

Cualquier reacción química lleva en sí un intercambio de energía o, visto al revés, es la consecuencia del intercambio. En la combustión es esto llamativamente visible. La subida de los humos, de las llamas y el movimiento de aire los recuerdan todos los que han visto alguna vez un gran fuego en marcha. Es de nuestro interés conocer el valor dinámico de cada factor que puede intervenir en un incendio si deseamos analizar y calcular los medios de su previsión. 560

La matemática de las funciones termodinámicas se encuentra reunida a la perfección por SCHEICHL (352-2), que cita también todas las fórmulas de interés práctico. Aquí basta, para comprender la idea analítica, recordarnos que la gran mayoría de energía producida es calor (solamente una pequeña parte luz y, en las explosiones, trabajo mecánico). Rige, como primera ley básica de la termodinámica, la primitiva de la conservación de toda energía (su ampliación por EINSTEIN no afecta a los incendios, por no producirse nunca unos intercambios de energía que ni de lejos lleguen a cuantías estimables para su teoría). La segunda ley básica es la no reversibilidad de todas las funciones, es decir, en la práctica funciona una reacción solamente en una dirección. Esto provoca obligatoriamente que un incendio es una reacción en cadena que por su dinámica ordenada en un sentido adquiere cierto carácter de vida propia solamente si el resultado dinámico de una función alcanza por lo menos la energía minima necesaria para la siguiente. Los datos concretos para las sustancias o materiales que intervienen en un caso práctico se obtienen en los libros de la ingeniería química, etc., como, por ejemplo, PERRY (303), D ' A N S - L A X (086) y otros.

3ca-b)

Cinética de la reacción

Siguiendo con nuestro concepto de un análisis funcional del incendio, llegamos por fin a la cuestión decisiva en el caso concreto; como se desarrolla la función. En esto interviene un nuevo factor que la dinámica no tiene que considerar, es el tiempo de la reacción. Esto, a su vez, no es un valor absoluto, sino que es característico para cada proceso en su relación a la aportación de energía que, como hemos visto anteriormente, en una reacción pirolítica es principalmente la temperatura. Menos frecuente, pero a veces bastante importante en la iniciación práctica, es la radiación (insolación) y energía eléctrica, que a su vez normalmente resultarán en la producción de energía calorífica que realmente pone en marcha el proceso de la pirólisis. Las preguntas prácticas son: — ¿qué energía mínima debe reunirse en un punto para que empiece la reacción? («temperatura o energía de inflamación»); — ¿qué temperatura permite la marcha del incendio? («tempe561 36

ra tu ra mínima específica de la autopirólisis de una sustancia o material»); — ¿qué es la relación viceversa en el aumento de temperatura y producción de energía por la reacción exoterma? ( «activación del proceso de la pirólisis»). También puede ser puesta la pregunta en forma negativa y en la práctica de previsión es así la decisiva: — ¿qué son los factores frenantes de la reacción exoterma? (— «inhibidores de la pirólisis»). Los inhibidores pueden ser: — Mecánicos, que frenan el libre intercambio de energía, por ejemplo, mediante aislamiento calorífico, cierre más o menos hermético al paso de aire, para eliminarlo de la reacción como principal aportador del oxígeno en la pirólisis (por mamparos cortafuego). — Mecánico-catalíticos, por ejemplo, en la extinción activa del fuego, pulverizando agua, que consume calorías en su evaporación y el vapor diluye los gases inflamables dificultando la reacción exoterma, aumentando así su límite mínimo de la temperatura necesaria. — Por fin pueden ser totalmente catalíticos, usando como medio de extinción o impregnación preventiva sustancias que transforman los gases de la destilación seca en productos incombustibles. En este último caso en un incendio se produce cierta destrucción o carbonización inicial, siguiendo el proceso solamente en caso de que siga la aportación ajena de energía o calorías que mantienen la descomposición (destilación seca) en marcha destruyendo el material. Esta reacción termina inmediatamente si desaparece la aportación de energía, por ejemplo, si se ha consumido la cantidad presente de material combustible por propia cuenta. Esta última acción inhibitiva es la de las sustancias ignífugas. La protección directa del papel contra el fuego tiene su importancia para ciertas aplicaciones industriales y, por ejemplo, en la decoración de teatros, exposiciones, salas de fiesta, etc. Para libros y documentos, la impregnación contra la acción directa del fuego sobre los mismos es asunto secundario. Siempre arde primero el edificio o las sustancias ajenas, encendidas por accidente o atentado contra el objeto. Por tanto, es de poca lógica hacer incombustible al papel de libros y documentos; los perderíamos de todos modos por su carbonización inevitable en caso de una aportación calorífica desde el exterior.

Si impregnamos algo contra fuego, debe ser el edificio y su otro contenido antes de que tratemos al papel. 562

3cb)

DAÑO MECÁNICO

Está afectado el papel por el desgaste mecánico, por rozamiento y por la rotura a consecuencia de repetido doblaje y/o tensión excesiva. L a resistencia contra estas acciones son en primer lugar las características que forman su calidad o utilidad para los distintos destinos que vamos a dar al material que fabricamos. Por tanto, su estudio no es objeto de nuestra ciencia, la de la conservación, en más que en la cualidad de resistir a las acciones no previstas en su destino habitual. Las cualidades de un papel pueden ser suficientes para cierto uso limitado, por ejemplo, un periódico, y nuestro afán de conservarlo por encima del plazo previsto provoca los problemas de su conservación. Con el avance técnico en la fabricación, lógicamente se perfilan los tipos de papel para cada uso o aplicación y correspondientemente se reduce la probabilidad de que nuestra intención coincide mayormente con la dotación del material a conservar, salvo que el papel está fabricado con expresa intención de conservarlo durante largo plazo. Se destaca mucho esta situación arbitraria en el aspecto de la resistencia a la acción mecánica.

Las principales fuerzas que pueden dañar mecánicamente a un papel en su manipulación son: abrasión, rotura por tensión y rotura por doblaje. Para imaginarnos el aumento de las exigencias a la resistencia mecánica ya en la impresión tenemos un ejemplo: GUTENBCRO necesitaba en su dia cuatro anos para imprimir su famosa Biblia y su edición era bien limitada. Para hacer el mismo trabajo hoy, usando para la composición una CBS-Mergcnthaler-Linotron (que compone hasta 15.000 filas al minuto), se compone y ajusta el mismo texto en 77 minutos, o, realizando la reproducción con una máquina de offset último modelo, toda la edición se hubiera tirado en 6 minutos 20 segundos. Lo que menos se ha acelerado es la encuademación; se tardaría algo menos de cinco horas.

Estos aumentos modernos de las fuerzas que actúan no están contrastados con una mejoración proporcional de la calidad del papel. Solamente por haber tenido antiguamente una calidad muy superior a la necesaria para las exigencias de entonces, se ha podido seguir, en principio, con el mismo material. Un cambio de la resistencia mecánica por motivos de conservación es necesario solamente en papeles quebrantados. 563

3cb-a)

Abrasión

La resistencia contra el desgaste por rozamiento se procuró reducir, ya casi desde el principio de la fabricación de papeles, mediante coladas, etc., que aumentan la resistencia de la superficie. Influyen también el tipo de fibra y las cargas o rellenos del papel. El valor inicial conseguido en la fabricación puede reducirse adicionalmente por envejecimiento del material de la colada, de la fibra misma, que así aguanta también peor la colada, y por acción biótica o abiótica (sequedad, calor) sobre materias de la colada o de la fibra. Los rellenos normalmente no son objeto de fácil alteración. Varia el valor especifico de la resistencia a la abrasión de un papel principalmente por el grado de la humedad que retiene el mismo papel y, naturalmente, existe función típica entre el material (papel) y fuerza que actúa, asi como de los dos con el material que actúa sobre el papel. Las proporciones cambian —normalmente en sentido negativo— con la reducción (envejecimiento) de la calidad inicial que tenia el papel.

3cb-b) Rotura La resistencia es principalmente el efecto que ofrece el conjunto de las fibras; la influencia de las coladas es reducida y normalmente nula la ayuda de los rellenos. A l contrario, a partir de cierto volumen de carga se reduce la resistencia. Este último efecto puede ser importante para la conservación. Un papel nuevo, por ejemplo, de cuché, resiste bien a rotura, pero estropeándose la resistencia de sus fibras, rompe entonces muy fácilmente por ser elevada su carga de rellenos, que ya no respaldan a la fibra reforzándola, sino que actúan como obstáculo mecánico adicional a la reducida elasticidad de la fibra. Es conocidísimo que la resistencia de un papel húmedo o mojado es muy inferior que la de un papel seco, debido a que el conjunto de la cohesión entre las fibras ha sido alterado totalmente, sea por reducir el efecto de la colada y lo aumentar la elasticidad y el desliz de la fibra. La resistencia a la rotura en húmedo aumenta progresivamente con el grado de la participación de una cohesión mecánica entre las fibras. Por tanto, papeles de un máximo de lon564

gitud de fibra y de un mínimo de debilidad de la colada al agua ostentan los mejores valores. La disminución de la característica es directamente proporcional al daño biótico o abiótico en las fibras y en menor escala en los materiales de la colada.

2cb-c)

Doblaje (

plegado) (*)

En la resistencia a esta acción, frecuentísima en papel, intervienen predominantemente las cualidades de la fibra, solamente muy en segundo lugar los componentes no fibrosos, salvo que son aditivos que se caracterizan por mayor tenacidad y elasticidad que la misma fibra. Son entonces prácticamente siempre adiciones que se hicieron con el fin de remediar una especial exposición a la acción del doblaje. En vista de que la resistencia al doblaje demuestra en forma muy equilibrada el conjunto de la calidad de una fibra, se usa en gran escala la comprobación de esta resistencia del papel. También en la investigación del efecto de una protección contra una acción biótica o en la restauración de papel es un control muy «leal» en su indicación. Por tanto, se aplica normalmente como primer control comparativo, siendo en notable número de los casos el único necesario para conocer el resultado práctico de un intento de conservación o restauración. El procedimiento lo describiremos en el capitulo 6bc), sobre los ensayos en el control de productos.

Existen otros efectos mecánicos que pueden dañar mucho al papel, por ejemplo, la vibración de las máquinas muy rápidas de impresión, pero esto no es nuestro asunto, no tiene consecuencias que posteriormente cambien y, por tanto, no influyen en la conservación del papel ya impreso.

3cc)

DAÑOS FÍSICOS RAROS

Entre los diferentes casos raros, como daño del Radar (puede quemar las bandas de registro si el rayo emitido toca, o se acerca con frecuencia), efectos parecidos del ultrasonido y otros puramente (*) Si bien se pretende usar en las nuevas normas el término «resistencia al plegado» en lugar de «resistencia al doblaje», no es muy acertado; el doblaje múltiple, como lo usamos en los ensayos de control, poco tiene que ver con el plegado normal de un papel. Por tanto, conviene diferenciar al término técnico de esto.

565

accidentales, nos puede interesar, a lo sumo, el efecto de un campo electrostático (campo magnético) sobre papeles de fotocopia que reproducen la imagen mediante polvo de carbón ordenado por sistemas electrostáticos. Son principalmente de una conocida marca comercial. Aparte de que en primer lugar la competencia a estos papeles de fotocopia intenta dañar con el mencionado argumento la introducción de sus competidores, seria técnicamente posible que ocurriera un daño si fotocopias de esta clase quedan durante cierto tiempo en condiciones húmedas y dentro de un campo electromagnético. Lo último no es tan absurdo en un archivo como parece. La progresiva automatización de la vida moderna deja aparecer electroimanes o electrovibradores en sitios donde nunca se esperaba. No obstante, hasta el momento no hemos visto ningún caso; el daño se producía sólo a largo plazo.

3cd)

DAÑOS COMPLEJOS POR FACTORES FÍSICOS

No es muy raro que se observen unos daños complejos de varios factores físicos. Combinaciones nocivas frecuentes son: luz + elevada temperatura + sequedad que produce daños en los alojamientos de bibliotecas en desvanes con luceras. Es un envejecimiento acelerado lo que se caracteriza por los cantos grises (efecto de luz UV) en papeles de buena calidad, o marrones en papeles que contienen lignina. E l mismo daño se produce en pergaminos, rompiendo el material en pedazos que adhieren entre sí con algunas fibras o hilos solamente. E l cuero se deshace con frecuencia en una forma que, tocándolo, se reduce casi a polvo. Temperatura oscilante alrededor de 0 C en presencia de alta humedad resulta ser también una combinación dañina, si bien menos que la anterior. Sufren mucho papeles que contienen lignina. Si la situación se produce en presencia de luz ultravioleta excesiva (alta montaña), entonces el daño puede ser rápido. o

Hemos observado repetidas veces el daño en las libretas de las cumbres alpinas. En un caso en que el cajón de la libreta llevaba una ventanilla, el daño en la parte expuesta a la luz ha sido unas 5-10 veces mayor que sin luz en la parte dorsal. 3d)

CATÁSTROFES

Bajo este título reunimos situaciones totalmente catastróficas en el sentido usual de la palabra, a pesar de que en teoría y en la 566

práctica se ha empezado ya a estudiar sus causas con la intención de poder prevenirlos por lo menos parcialmente. Donde la previsión constructiva ha alcanzado cierto resultado es en los movimientos sísmicos, cuya situación catastrófica llamamos terremoto. Los daños que se producen en el quebrantamiento por esta causa de un edificio de biblioteca son muy complejos y afectan más o menos a todo; con la consecuencia de daños al material de la biblioteca por prácticamente cualquier acción dañina que es posible. Hemos tenido la triste ocasión de estudiar el complejo «por ensayo» en las ciudades bombardeadas durante la guerra mediante «alfombra de bombas», lo que produce prácticamente los efectos de un seísmo, potenciado por las ondas de la presión de las explosiones. Con aparente dolor describen GALLO (130-2) y TURRINI (395B) estos efectos bélicos; nuestra experiencia en varios salvamentos lo confirma. Instantáneamente puede producirse como daño: Total desintegración del orden de colocación, ensuciamiento por polvos levantados, quemadura por incendios que se declaran y roturas de objeto por escombro que cae, cortes por metralla del cristal de ventanas (libros en la biblioteca del padre del que escribe estaban cortados horizontalmente desde el lomo hasta el otro lado), etc.; destrozos por equivocado trato en el salvamento, como mojaduras de agua por la acción de los bomberos y/o por la lluvia, por colocar los libros recuperados en la calle sin protección provisional. Inundaciones de locales bajos por rotura de tuberías, etc. Robo (por falta de leña para hacer comida es el principal motivo; por lucro suele haberlo sólo como excepción). A largo plazo: Siguiendo las existencias en el edificio derrívado, o en deficiente alojamiento provisional, habrá en forma pronunciada todo el daño biótico citado y la destrucción conocida del sindrome intemperie.

Inundaciones suele haber en ciudades laterales a ríos que, por el motivo que sea, han sido modificados en el ritmo de su caudal o simplemente por producirse una «lluvia del siglo». El último caso terrible para bibliotecas ha sido la inundación de Florencia por el rio Amo, que pasa por el centro de la ciudad. En estos casos los principales defectos son causados por el ensuciamiento de barro y el daño directo por el agua.

Por fin hay las catástrofes por erupción volcánica. E l clásico ejemplo es la erupción del Vesubio, en 79 d. Cr., que dio sepulcro a las ciudades romanas de Pompeya y Herculano. En la excavación de 567

estas ciudades se encontraron también bibliotecas de papiros, totalmente quemados en Pompeya, rudimentariamente conservados en Herculano, que fue cubierta mayormente por la «lluvia de peladillas volcánicas». Contra los últimos casos de catástrofe, como inundaciones y erupciones, naturalmente, no hay previsión posible. Contra daños por desintegración del edificio por terremotos, etc., se puede prever una biblioteca en parte. El emplazamiento en estanterías metálicas que permitan la recogida de bandejas enteras de los objetos en una acción de salvamento y la posición de las estanterías en una forma que no puedan ser fácilmente alcanzadas por la intemperie y el fuego que penetran por las ventanas y puertas destruidas, nos parecen las medidas más importantes, aparte de procurar caminos de huida. Las últimas deben estar provistas de una protección especial contra sobrecargas por escombros y aislamiento contra fuego y en especial contra transmisión de calor, de paredes y techos. Lo último es importantísimo para el éxito de una acción de salvamento. Depende exclusivamente del plazo que aguante el camino de huida y de sus condiciones aguantables aún por el personal y colaboradores del salvamento que se llegue a un éxito completo, sin arriesgar vidas humanas en más que lo propio de la situación. E l camino previsto conviene mantenerlo libre de la cercanía de tubería de agua y gas, pero debe tener la mayor cantidad posible de tomas de corriente, mejor aún una línea eléctrica independiente que permita instalar luz auxiliar con alguna procedencia casera (dinamo o baterías de coches), porque suelen fallar los suministros públicos en el momento más inoportuno, si no ha sido ya en el primer golpe.

Un aspecto de mucha importancia es la recuperación del material salvado o dañado, después de sofocar las primeras consecuencias violentas del siniestro. Es muy conocido que se han perdido, en multitud de ocasiones, más en los días y semanas después de la catástrofe que en ella misma; pero ninguno que enumera los posibles «daños a posteriori», o indicó la necesidad de realizar inmediatamente un exacto proyecto de recuperación. No se puede hacer un plan previo, salvo designar ya de antemano la persona más hábil y activa, dentro del personal disponible, como jefe de la operación de recuperación, dotándola con la oportuna autoridad, para que pueda buscar ayuda donde sea y como sea. ¡Los primeros días son decisivos para su éxito! Todo esto sirve, naturalmente, para cualquier caso catastrófico, como en caso de incendio, etc. Es importante que la evacuación haya <¡fi8

sido preparada y —muy importante— ensayada. Además debe haber instrucciones escritas del plan de salvamento y cierto recordatorio regular al personal. Por fin hay que pensar, en la ocasión de preparar el plan, en la psicología de las personas. Existen ciertas reacciones típicas en el momento de susto o de excitación emocional, no siempre coincidente con lo que se espera por lógica. Conviene, para mayor seguridad, buscarse la colaboración de un experto en salvamentos, si se estudia un proyecto concreto.

3e)

LITERATURA DE INTERÉS PARA EL TERCER CAPÍTULO

(Un asterisco dice que hay amplio indice de literatura.)

*

* •



A I R MINISTRY (003A). ANÒNIMO (007-24). ARONION (008). BANGERL + STEINHAUSLR (013). BARROW (014-2). BLOCK (033-3) BROOKS (051). BROOKS + EVANS (052). D ' A N S + L A X + SYNOWIETZ (086). EMERSON (100-1). FRANKEN (118). G A L L O (130-2) GEIGER (138). GEORGI (139). HOLDAWAY + G A Y (171).

* KRATZER (220). LANDSBERO (232-1, 232-2). LUTTERBECK (247). PLENDERLEITH + PHILIPPOT (305B) • • . PERRY (303). SAPOZHNIKOVA (346). • SCHEFFER -I- SCHACHTSCHNABEL (351). SCHEICHL (352-2). • SUTTON (385). TURRINI (395B). TOTTLE (393). TOISHI (392A) UVAROW (397-2). • WEIDNER (415). WEISS + FRENZEL (418).

569

IV.

LOS MÉTODOS HISTÓRICOS D E L A CONSERVACIÓN D E L PAPEL

Antes de ocupamos de los problemas actuales vamos a resumir las sustancias y los métodos históricos, si bien hoy mayormente no tienen importancia o valor práctico. Pero no todas estas ideas son anticuadas y entre los métodos que han servido hasta hoy para conservar los objetos tratados han existido algunos realmente sorprendentes. Además es importante conocer los procedimientos antiguos en caso de un nuevo tratamiento o una restauración. E l deseo de proteger el libro mismo, por algún tratamiento directo, es muy antiguo y existen numerosas fórmulas y métodos que se propusieron y en parte se han usado con éxito. Podemos agruparlos en tres grupos: los procedimientos mágicos, la defensa pasiva y el tratamiento directo del papel, o de la biblioteca.

4a)

MÉTODOS MÁGICOS

Naturalmente son sin valor práctico para nuestros fines. Si los tratamos aquí, en parte es por pura curiosidad, en parte por ser significativos para la mentalidad de su época. En el primer momento parece chocante, si vemos signos de magia en un libro e, incluso, en libros religiosos hemos encontrado tales inscripciones. Pero después de vivir el que escribe durante unos diez años en un valle donde aún se cree firmemente en la influencia de la luna sobre el cultivo agrícola y de las abejas, y además, naturalmente, en los brujos, y haber sido «acusado» ya personalmente de ser brujo (por lanzar al mercado, en la fábrica que dirige, madera impregnada contra el fuego, y cuyos recortes, obtenidos por los obreros, les sirvieron para

571

ganar apuestas en las tabernas del valle), no queremos ser tan rígidos. Todas las creencias que a nosotros nos parecen absurdas, en su día no han sido más que una rama, hoy muerta, de la evasión intelectual del hombre, que, atascándose en su afán de llegar a conocer la verdad, ante la imposibilidad de conseguirla con sus medios de entonces, la sustituyó por creencias y ritos. (Esta actuación del hombre es muy genérica, salvo muy pocas excepciones, como, por ejemplo, los esquimales, todos grupos étnicos desarrollaron creencias religiosas y o pararreligiosas.)

Fue GALLO (130-3) el primero que indicó la existencia de estos conceptos al citar la oración árabe al genio Kubéikag, y cuyo original hemos fotografiado (figura 461) (*). Por lo visto era un demonio especial de los bibliófagos y, por tanto, el genio de los conservadores de bibliotecas. Aparte de esto, conocemos numerosos casos de inscripciones, al principio o al final del libro, algunas difícilmente explicables, que en parte son seguramente figuras mágicas. Reproducimos en las figuras 459 y 460 algunas de las que consideramos como símbolos de protección. También hemos encontrado números, puestos encima de ciertas letras de la portada y que resultaron en las mismas letras que en otro sitio hemos visto inscritas. Posiblemente son las iniciales de alguna oración o de una fórmula mágica. Despertado nuestro interés por el caso, hemos consultado con otras personas y, efectivamente, también han visto a veces estas inscripciones. Podemos considerarlas como no muy raras; solamente se ha olvidado el significado que en su tiempo tendrían, y que seguramente han sido conocidos generalmente, como hoy, por ejemplo, algunos símbolos técnicos. También debemos incluir aquí posiblemente la conservación —esta vez eficaz— de los famosos rollos de los ESENOS en las cuevas del valle del Jordán. Aún no están definitivamente aclarados los motivos de su emplazamiento en las cuevas, pero existen antiguos conceptos hebreos sobre el «entierro» de textos que han servido en el culto y a éstos recuerda la forma en que los rollos estaban depositados. Si esta relación es verdad, la antigua creencia israelita y su respeto a los medios de su culto ha conseguido una de las conservaciones de archivos más trascendentales que conocemos.

Ya por este resultado solamente podríamos perdonar todo lo demás que nos parece raro en esta sociedad de los monjes ESENOS y en sus creencias. (*) E l texto árabe dice: «Oh Kubéikag, salva mi libro de (su) deterioro.»

572

4b)

DEFENSA PASIVA DE DOCUMENTOS Y LIBROS

En la Antigüedad se usaron con frecuencia cápsulas para guardar los rollos de papiro, siéndolas de madera con conocida calidad repelente o activamente insecticida, o a su vez impregnada con alguna sustancia de conservación. El primero que describe con detalle un método de esta clase fue, según nuestro conocimiento, HORACIO (6S-8 a. Cr.). Dice que se debe guardar los rollos en cajas de madera de ciprés o de nogal y tratarlas con bálsamo (aceite) de cedro, que, como veremos luego, contiene un eficaz conservante natural. PUNIÓ EL VIEJO cita ya el uso de hojas, etc., de citros dentro de la caja. El aceite de citronella es un eficaz repelente de los insectos. Es una mezcla de sustancias aromáticas (cimoles, etc.), ácido citronellico y de alcoholes, principalmente citronellol. Como aceite extraído se ha usado en la India en las cajas para la protección de escrituras. También se ha usado en el Oriente Medio aceites de rosales para el mismo fin en las cajas, por lo visto con éxito. Luego se quería usar también en libros, aplicando las sustancias debajo de las tapas de la encuademación, etc., pero sin resultado satisfactorio. Seguramente faltaba la caja herméticamente cerrada para que el gas aromático conservará una concentración suficiente para ser repelente a los bibliófagos.

En el Tibet, al principio, se conservaron los legajos (todos sus «libros» antiguos son realmente legajos de hojas sueltas) posiblemente de la misma forma, con plantas aromáticas y en envoltorios herméticamente cerrados. No sabemos si realmente aplicaron conservantes en los mismos envoltorios antes de inventar el papel impregnado, pero por haber llegado a ser un rito del culto lamaísta el abrir y cerrar cuidadosamente los legajos de textos religiosos, es posible que lo hicieran primero con tanto esmero para que no se perdiese la sustancia conservadora, o para controlar el estado del legajo con regularidad. De los árabes se cita que usaron las mantas de sus caballos para envolver en ellas sus libros con el fin de protegerlos mejor, pero por lo visto sin éxito. En muchas regiones hindúes y budistas se ha conservado hasta hoy la costumbre de usar protecciones pasivas para sus libros y documentos, debido a conceptos religiosos que prohiben matar. Repetidas veces están descritos en la antigua literatura de la India los 573

procedimientos para obtener unos recipientes seguros, citando principalmente madera de sándalo tratada a veces con aceite de «cayeput», que luego conoceremos también como eficaz conservante natural. También se describe cómo ponían hojas de «margosa» (planta muy aromática) en las cajas, sistema que, como ya hemos visto, se usó también en otros sitios. En China se usaron primero también recipientes redondos, pero cuando ampliaron de rollos a libretas y cuyo papel entonces ya impregnaron, usaban las cajas de los libros para guardar los dibujos sobre papel no impregnado. Cajas para textos del Oriente Medio, donde cambiaron los rollos de escrituras a libretas alrededor del año 500 d. Cr., no conocemos, parece que abandonaron la protección pasiva junto con el rollo. Las figuras 462 y 463 muestran recipientes chinos y japoneses para textos.

4c)

VIEJOS TRATAMIENTOS QUÍMICOS DEL PAPLL

Existe una larga lista de sustancias que se usaron para proteger preventivamente al papel o defender las bibliotecas. La enumeración que a continuación damos demuestra que en la mayoría de los casos se ha observado bien la eficacia de sustancias naturales y hasta hace unos doscientos años no se han tenido despistes demasiado grandes. Cuando la industria química moderna empezó a desarrollarse, vemos por primera vez casos que bajo nuestros conocimientos de hoy debemos considerar como absurdos. No obstante, son pocos y la mayoría de las sustancias usadas tienen cierto efecto protectivo. Para la práctica puede tener trascendental importancia saber algo sobre una posible impregnación de un objeto histórico y/o único. En un caso de restauración se puede tropezar con sustancias inesperadas, y la simple decisión de climatizar el alojamiento de objetos antiguos no es tan simple si el objeto queda sin defensa en el caso de un fallo técnico. Por otra parte, comprendemos que debemos abstenernos de tratamientos de protección entre tanto que ignoramos la reacción de cada uno de los componentes del objeto, de sus colores, etc.

Agrupamos, por tanto, a los diferentes papeles, etc., según su origen y referimos lo que hemos podido averiguar sobre eventuales tratamientos de protección. 574

4ca)

TRATAMIENTOS EN EL ORIENTE MEDIO

4ca-a) Papiro Ab origen no estaban tratadas las fabricaciones de los egipcios ni las de los griegos y romanos. No obstante, en la literatura de la Antigüedad se cita múltiples veces su tratamiento con soluciones del bálsamo de cedro y se puede suponer que realmente se hizo en gran escala. Está citado por MOISÉS (en el Pentateuco), DIODORO DE SICILIA, HORACIO, P U NIÓ E L VIEJO, AERONIO, AUSONIO, Marcelo EMPÍRICO, MARCIAL, Marciano CAPELLA, OVIDIO, Persio FLAVIO, SERVIO E L GRAMÁTICO, Marco Vitrubio POLIÓN.

Según PLINIO, el efecto tiene una duración de unos 500 años. No hemos podido comprobar la duración de la eficacia, porque carecemos de material de papiros que sepamos que estuviese tratado. La madera de cedro no siempre suele resistir tanto tiempo. Unas piezas, cuya edad sabíamos que era de 280 años, se destruyeron totalmente en un cultivo de Anobium punctatum. Por otra parte, se conservan en E l Cairo ataúdes de esta madera de la XX-XXII dinastía (1200-800 antes de Cristo). M. V. POLIÓN lo cita también como eficaz contra la pudrición parda de la madera (que realmente es) y SAN PACÍAN, obispo de Barcelona y primer «colega» español (si no queremos dar este titulo a MARCIAL, que nació en Calatayud, pero vivió en Roma), lo cita ya para la conservación de documentos y libros. Otras sustancias citadas en la Antigüedad son extractos y hojas de plantas cítricas (para enrollarlas simultáneamente con el documento) y la savia del cedro, ambas sustancias citadas por PLINIO E L VIEJO.

4ca-b) Pergamino No conocemos ninguna información sobre posibles tratamientos del pergamino en la Antigüedad ni posteriormente. Nos extraña algo, porque sobre la conservación de la encuademación de cuero en seguida hay noticias de su conservación cuando empezaron a usarla, y el pergamino no resiste en forma notablemente mayor, solamente algo más tiempo, a los mismos destructores del cuero.

4cb)

PROCEDIMIENTOS EN AMÉRICA CENTRAL

Muy poco sabíamos de los papeles precolombinos referente a su conservación por los propios fabricantes del amatl. Desde que 575

SCHWEDE (361) aclaró la composición fibrosa —todos los códigos de los mayas y aztecas que se conservan son de fibras parecidas, procedente de la corteza de higueras de la región, y cubiertos de algún emplaste de origen vegetal—, ya no se ocuparon más del problema de su composición. Pero realmente quedó sin formular la pregunta de cómo se consiguió su conservación en un clima tan húmedo como, por ejemplo, el de la península de Yucatán. Leyendo las indicaciones de DIEGO DE LANDA y de BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO

sobre el alojamiento de las bibliotecas de los mayas, así como las de ALEXANDER VON HUMBOLDT sobre el alojamiento fatal en Méjico, de los textos de los aztecas que pertenecían a la colección de BOTURINI y que por el eminente viajero alemán fueron adquiridos en parte, nos ha parecido poco probable que el material resista por naturaleza. Suponíamos que existe alguna impregnación, porque sus componentes, siendo los mismos solamente fibra de higuera y almidones con carbonato calcico, como decía SCHWEDE, debían descomponerse por acción biótica en un clima tropical.

Por la amabilidad de la dirección del Museo de América en Madrid hemos tenido la posibilidad de obtener unas minúsculas partículas del código Tro-Cortesiano. Este material lo hemos separado en fibras y emplaste y expuesto a la acción de varios hongos (Mucor, Botrytis y Chaetomium) en microcultivos separados. Las fibras han sido rápidamente víctimas de los mismos; el emplaste, al contrario, no fue descompuesto; en Mucor se observó incluso que las hifas no pasaron encima de la partícula ensayada. Haciéndonos, por fin, varios emplastes a base de almidón de maíz, ceniza de la madera de higuera y lo carbonato calcico, incluso usando la leche de las higueras como aglutinante, no hemos obtenido un material que resiste a los citados hongos. Por otra parte, sabemos que los mayas conocían maderas que resisten al clima tropical, usando, por ejemplo, sapodilla (Achras zapota) en sus construcciones). Por tanto —con toda cautela , consideramos muy probable que el amatl lleve alguna sustancia de conservacón como aditivo. Sobre su composición no podemos decir nada concreto. Por la escasa cantidad de material, no era posible intentar ningún análisis, pero entre las sustancias naturales de conservación se puede ver tantas que no es difícil suponer que los mayas conocieron también alguna de éstas. E l extracto mismo de la citada sapodilla sería útil, o resinas de copal, etc., que también conocieron y usaron los mayas en sus colorantes. 576

4cc)

4cc-a)

PAPELES CHINOS Y DEL EXTREMO ORIENTE

Fondos de escrituras en la región de la India e Indomalasia

Nos ha sido posible controlar la resistencia de la muestra de bhurjaparta que nos facilitó amablemente el Istituto di Patología del Libro, en Roma, y una muestra de un libro de hojas de palmera, de Madras, de nuestra colección. Ambas muestras no resistieron a hongos bibliófagos como Mucor, Chaetomium y Botrytis ni se notó modificación alguna en el crecimiento de sus hifas al lado y encima de las muestras. Suponemos que no llevan ninguna impregnación. Tampoco hemos encontrado indicación alguna en este sentido en la literatura. Los libros de palmera son fácilmente atacados por insectos (figura 231). 4cc-b)

Papeles del Extremo Oriente

En el imperio chino se empezó muy pronto a estudiar la conservación de sus libros. Cuando han sido aún de tablillas de bambú ya procuraron una preparación especial. Tomaron bambú fresco que secaban al fuego lento, lo que provoca la formación de ciertos alquitranes aptos para la conservación de material leñoso contra xilófagos. Abandonado este material de bambú para sus libros, empezaron a estudiar en seguida la protección del papel contra bibliófagos. Entre tanto que los «libros» han sido rollos que además casi siempre estaban provistos de una caja correspondiente, la protección se hizo añadiendo en la caja alcanfor echado sobre un pedazo de tela o papel y depositado junto al del rollo. Avanzando en China la distribución de la fabricación de papel, se establecieron varios sitios «oficiales» de su obtención. El sitio más selecto ha sido la gran sala los siglos del xi en adelante su papel alcanzó que demostrara su fabricación en el siglo x obtener un pedazo para anotar en el mismo

de Ch'eng-hsin, en Nanking; ya en gran valor, si llevaba alguna marca o antes. Ilustres poetas procuraron sus mejores poemas.

Entonces, para poder negociar el papel crudo, procuraron añadir al mismo papel sustancias que tenían efecto de conservante. En el 577 37

año 674 d. Cr., el príncipe chino HUANG-NIEH hizo un edicto que

obligaba a añadir a todo papel chino un extracto de las frutas del árbol de corcho de allí, Phellodendron amurense, que da al papel un ligero tono amarillento. Sobre los motivos de usar precisamente esta sustancia como conservante existen especulaciones, pero no se ha llegado a una aclaración definitiva. Indudable es que en la medicina china se usa el extracto desde tiempos muy remotos como antiséptico y adstringente intestinal. E l árbol de corcho, además, está muy cerca del pensamiento chino sobre material de escritura, porque su corteza quemada suministra el negro de humo incorporado en las lacas y tintas chinas. E l extracto de las cebolletas tostadas contiene principalmente complejos de ácido tánico, en reducida cantidad algunos aceites aromáticos y, posiblemente, urushiol (— toxicodendrina). Lo último podia proceder también, y según nuestro concepto casi seguro es asi, de Rhus venenara (*) ( el sumac tóxico), que en inglés llaman Poison Oak ( roble tóxico, pero no es un roble, pertenece a las Anacardiaceae) y que crece en el norte del Japón y, además, cerca del árbol de corcho en la región amurense. Si es ésta la combinación que se ha usado, la formulación seria lógicamente muy aceptable; los ácidos tánicos son de notable efecto bactericida y el urushiol es muy toxico para animales.

En los papeles del sur de China se han usado, a veces, extractos del sándalo, árbol muy estimado por su madera, que contiene un conservante natural muy fuerte. Los extractos son bastante duraderos en su efecto. Su aplicación es, por tanto, totalmente razonable. En papeles japoneses rara vez se ha usado algún aditivo directo (Urushiol, procedente de la laca obtenida de Rhus verniciflua, y resinas de copal son posibles aditivos); se ha ido más por el camino de los aditivos en las cajas de los rollos, hasta el extremo de que los japoneses, parecido como los ya citados monjes lamas, han desarrollado un verdadero culto en abrir y desenrollar o no sus rollos. En ciertas temporadas del año es prácticamente imposible aún hoy que enseñen algún objeto de valor de esta clase, abriendo su caja. Por otra parte, siguiendo el camino de la defensa pasiva, la máxima calidad de papel que alcanzaron los japoneses, protegido contra influencias accidentales y externas, se conserva sin alteración o envejecimiento ya unos cinco siglos. Incunables japoneses que posee la biblioteca del Real Monasterio de E l Escorial aparecen aún hoy como recién salidos de la imprenta. La resistencia al doblaje de estos (*) Hoy se tiene en el Japón también Rh. toxicodendron, procedente de América. 578

papeles está hoy (1) encima de 3.000, y si aplicamos las curvas que calculó BARROW (014-5) para el envejecimiento natural para papel a partir de 1800, llegaríamos a cifras astronómicas como resistencia inicial. L o más probable es que hayan conseguido una combinación de fibras cuya reducción de elasticidad por envejecimiento está muy por debajo de los demás papeles. Su secreto parece estar en la esmerada maceración biológica de las fibras naturales, que carecen del menor porcentaje de lignina (fibras naturales tienen a veces hasta unos 10-12 por 100 lignina) y de los aglutinantes naturales, procedentes del moral papirífero. E l papel coreano parece también desarrollado más en el sentido japonés; por lo menos las muestras de nuestra propiedad no resistieron en el ensayo de Ficomicetes, pero en su calidad mecánica algunos no están tan lejos de los mencionados papeles japoneses.

4cd)

L A CONSERVACIÓN DEL PAPEL EN EL HIMALAYA

E l camino chino, es decir, buscar una impregnación eficaz, tomaron los fabricantes de papel en el alto Himalaya. En los monasterios del Tibet y de Nepal hicieron papeles barnizados y fuertemente impregnados contra insectos bibliófagos. Antes de ver estos papeles, suponíamos que la impregnación se hizo con algún extracto de Nardostaehys, planta frecuente en el Himalaya (pertenece a las Valerianaceae) y muy usado allí como sustancia de conservación y para usos medicinales. El «aceite de nardo» es conocido desde la Antigüedad como perfume, y la estatua de madera de la diosa de Artemisa (Diana), en Efeso (pequeña ciudad de Jonia, Asia Menor), fue tratada, en 628 a. Cr. ya, con esta sustancia, conservándose bien durante 272 años, hasta que EROSTRATO, en su manía, quemó el templo (en la misma noche en que nació ALEJANDRO E L GRANDE). También se suponía que ha sido usado un bálsamo de nardo por los persas para la conservación de sus escrituras.

Cuando, por la entrada de las tropas de China, el DALAI LAMA se decidió a abandonar su palacio de Lasha, en Tibet, huyendo hacia Nepal, los monjes se llevaron lo que podían y lo vendieron posteriormente en varios sitios de Europa para recaudar fondos de ayuda. En esta ocasión nos ha sido posible comprar dos ejemplares de textos impregnados. De las explicaciones del vendedor, que conocía 579

el prcK^irniento del tratamiento que usaron, resultaba que, según parece, nada añadieron al papel, sino que incorporaron el barniz de extractos obtenidos de las puntas de dos coniferas que, según la descripción, «son enanas y crecen en la alta montaña en exposición al sur, teniendo puntas que pinchan». Esta forma de caracterizar indica con bastante seguridad que se trata de árboles de Juniperus o similares (*). Entre ellos conocemos varias especies que contienen sustancias muy venenosas y de duradero efecto de protección contra insectos. L a sustancia más conocida de esta procedencia es el sabinén y su acetato, que se obtiene de Juniperus sabina L . y que incluso en España se usaba como medicamento contra enfermedades de la piel (y secretamente en la curandería como abortivo, muy peligroso y de frecuente resultado fatal). Puestos nuestros papeles tibetanos al cultivo de hongos y de Anobíidos, resistían espléndidamente y, pulverizado el barniz, el mismo resultó de activo efecto germicida, aplicando el polvo sobre un cultivo de Mucor y de Penicillium; menos eficaz era contra Chaetomium, si bien inhibía localmente también.

4ce)

ANTIGUAS SUSTANCIAS PARA LA DEFENSA DE LIBROS Y BIBLIOTECAS

En la Edad Media los árabes negociaron con sustancias insecticidas naturales, ya de gran poder. Su aplicación, naturalmente, no se limitó a bibliotecas, si bien se ha citado su uso allí. Principalmente eran polvos que contenían Derris y Pelitre. E l Pelitre (figura 464,2), procedente de una crisantema, Chrysanthemum cinerariaefolium, se obtenía de unas plantaciones de esta flor (parecida a nuestras margaritas) que se tenían en las zonas tropicales de Arabia y Africa. En Africa oriental hasta hoy es un cultivo importante. Es el insecticida más precoz que conocemos, pero de poca duración. (*) Las principales especies de enebros del Himalaya son Juniperui squamaia Buch.-Ham., y su variedad / . sq. recurva Buch.-Ham., que existen en múltiples formas locales; algunas formas de / . sabina L. y / . chinensis L. se han cultivado posiblemente; Cypressus lorulosa, etc., es natural de allí.

580

E l Derris (cuyo nombre procede de la liana tropical Derris elliptica) es la sustancia Rotenon (figura 464,1) y sus afines (= Rotenenas), que hay, aparte de en la citada liana, en varias leguminosas, como Lonchocarpus, Thephrosia y otras. Es conocido como sustancia venenosa en muchas culturas antiguas y primitivas. Se usaba como veneno de flechas, medicamento veterinario, sustancia química de pesca (con su presencia en el agua se atontan los peces y se puede cogerlos con la mano), etc.

En toda la región indomalasia y el Extremo Oriente se preparaban ya en el tiempo, cuando los árabes tenían prácticamente el monopolio del negocio entre el sur de Asia y Europa, varios tipos de polvos insecticidas y una especie de viruta, impregnada con Derris y alcanfor, que posteriormente alcanzó notable éxito en las colonias inglesas bajo el nombre Wormwood. Este último ha sido múltiples veces citado como eficaz medio de la defensa contra bibliófagos. Realmente debe ser más útil que el pelitre, combinando el efecto duradero de Rotenon como insecticida y el repelente del olor de alcanfor. (Véase también abajo en «leño de cuasia».) Todas estas sustancias entonces comerciales no estaban muy lejos en su efecto de nuestros insecticidas modernos, pero, naturalmente, más débiles en su deficiente preparación y, por su elevado costo, de uso limitado en las bibliotecas de entonces. En la Alemania de la Edad Media no se confiaba entonces en ninguno de estos métodos ni en la resistencia natural del papel, recién introducido allí como importación. E l emperador alemán FEDERICO II autorizó en 1221 el uso de papel en su cancillería, pero ordenó que todo documento hecho sobre papel que después de dos años aún se necesitara, había que transcribirlo a pergamino. Indicó en esta ocasión expresamente que era por el peligro de daño por moho y por insectos bibliófagos.

Entre las sustancias naturales usadas en el Nuevo Mundo, el leño de cuasia es la madera de Picrasma exelsa (Swartz) Planchón (— Cuasia de Jamaica) y Quassia amara L . ( Surinam Cuasia). Las sustancias activas de su contenido son la picrasmina y la cuasia. E l material ha sido usado en forma de viruta ya por los indios como insecticida. Igualmente como la combinación de Derris con alcanfor se llamaban en inglés «Wormwood» o «Bitter Wood» y lo usaron antiguamente en todo el mundo, incluso para las bibliotecas.

581

Por fin se menciona del Brasil el uso de Araroba. Esto en principio era un polvo que se acumulaba en las cavernas del tronco de Andira araroba y provoca violentos efectos de irritación sobre la piel mucosa. Luego se aprendió a hacer extractos de la sustancia activa, que son componentes de antrachinona, principalmente crísarobina, usándolos como medicamento contra micosis de la piel, etc. Realmente es un fuerte germicida el complejo que se extrae y su aplicación en papel tiene cierta lógica.

Un sector especial de la conservación de libros era desde el principio la protección de las encuademaciones de cuero. Hasta en tiempos recientes se conservaron fórmulas históricas como usuales en la aplicación de restauración. Las citaremos más adelante. Antiguamente se usaban también varias sustancias (raras y de elevado precio en su día) para mejorar el curtido de las encuademaciones. Casca de gambir (las hojas y puntas jóvenes de la trepadora asiática Uncaria gambir), que resulta en un cuero muy elástico y amarillento, y Dividivi (las vainas del arbusto centroamericano Caesalpina coriaria), que también amarillea el color rojizo del curtido, han sido los componentes más buscados. Dividivi introduce notable cantidad de azúcares en el cuero tratado y por este motivo realmente es contraproducente a la conservación; Casca de gambir, al contrario, es realmente muy útil.

4d)

SUSTANCIAS ANTICUADAS DE TIEMPOS RECIENTES

Deseamos comprender bajo este concepto todo lo que se ha usado en el área del alcance de la cultura europea durante los últimos trescientos años. Gran parte de estos productos realmente no han sido usados en Europa, sino en los territorios coloniales de los países europeos, porque allí tropezaron a veces con violentos daños en sus archivos y bibliotecas. Lo demuestran claramente las fechas de las primeras convenciones o normas que se intentó articular para la protección de bibliotecas. Se suele citar como primera la de la Real Sociedad de Goettingen, del aflo 1774, seguida por Méjico en 1811, Guadalupe en 1822, Swatow (China) en 1887, Siria en 1894 e India también en 1894. Pero ya en 1801 publicó Mathias KOOPS, en Londres, en su Hisiorical Account del papel, varias ideas sobre su conservación.

582

4da)

PRODUCTOS QUÍMICOS

La lista más completa de todas las sustancias citadas en los últimos trescientos años y muchas fórmulas usadas en las bibliotecas tropicales las publica PLUMBE (307-2), al que seguimos ahora aquí reproduciendo a continuación su lista (en el inglés original, pues son casi intraducibies algunas denominaciones) y algunas de las formulaciones; las que son representativas para los tratamientos de entonces. La lista de PLUMBE es: Absinth, Acoras, Calamus, Alum, Alum with thymol, Alum with vitriol, Oils of anis, Bitter apple, Beeswax, Benzine, Bertius oil varnish, Withe birk-bark bitumen, Borax, Buck-bean, Cajaput oil, Camphor-balls and camphor-cakes, Camphor-wood, Centaury, Bitter chest-nuit, Dried mead, Wild chest-nuit, Red chillies, Chloropicrin, Chinona, Cinnamon, Cloves, Cloves-oil, Colocynth, Copal varnish, Copper, Creosote, Derris elliptica, Oil of eucaliptus, Firewood treated with lime or oil, Formalin, Burning of moistened gunpowder, Halowax, Lanolin, Kerosene, Khus-khus lac varnish, Lavender, Leaves of the margosa tree — placed between the pages of books, Mercurial salve, Mercuric cloride, Oil of mirbane, Muriatic acid, Musk, Red myrrh, Dishes of naphtalene — placed en bookshelves, Neets-foot oil, Dried neem leaves, Nicotine, Powder of arrisroot, Ozone, Pandri grass, Parrafin wax, Oil of Penny royal, Black pepper, petroleum, Phenic acid, Plaster of Paris, Porpoise oil, Pyrethrum powder, Quassia, Twigs of rosemariy, Shavings of Russian Leather, Sandalwood, Oil of sassfras, Shellac, Snuff, Thyme, Thymol, tobacco smoke, Powdered tabacco — mixed with powdered leaves of wormwood, Light traps for moths, Mecanical traps for cock-croaches, Turpentine, Vermuth and Spracts of wormwood.

Como se puede ver, aparte de varios productos bastante acertados, se cita algunas sustancias de impresionante despiste, como absinto, vermut, los humos de la quemadura de pólvora negra mojada, aceite de foca, cuero de Russia (un perfume) en polvo, etc. No obstante, hay que considerar, aparte la entonces reducida preparación biológico-química, el problema grave de la disponibilidad regular de los medios en el momento de urgencia. Quien una vez ha vivido en el trópico, sabe cantar el refrán de este problema, allí eterno. Las fórmulas que han sido de uso más genérico en las zonas calientes del mundo, tienen su origen, aparte del concepto de la eficacia de ciertas sustancias que se tenían entonces, también en el 583

frecuente problema de hacerse con los componentes. Debemos comprender que se negociaban en los territorios, ocupados como colonias por los países europeos, ciertas mercancías y productos químicos con notable frecuencia por otros destinos que los archivos y bibliotecas y, naturalmente, así era fácil obtenerlos. Este es, por ejemplo, seguramente el motivo del uso de cloruro de mercurio, que escasamente se citó de Europa para libros, pero en muchas bibliotecas del trópico ha sido frecuente su aplicación y hoy tenemos el importante problema de su presencia en los libros de muchos sitios. Había tres principales grupos de productos o fórmulas que se usaba: Cloruro de mercurio Creosota o ácido fénico Alcohol

1,0-2,5 % 0,5-5,0% (resto)

Cloruro de mercurio Arseniato amónico Alcohol

1-2% 1-2 % (resto)

Cloruro de mercurio Goma laca Alcohol

un 2,5% 5-8% (resto)

Ninguna de las sustancias, aparte del alcohol, es recomendable para la conservación; a largo plazo son dañinas para cualquier papel. Sustancias «raras» se cita varias, como de Nigeria un illicitly destilled gin como disolvente (según opinión particular del que escribe y que ha tenido el «placer» de probar esta «ginebra» de la selva, es una sustancia absolutamente mortal) y local herbs, como sustancias activas usadas en el Kashmir. En los dos casos se afirma un buen resultado. Estas sustancias no ofrecen peligro para las fibras del papel. A l contrario, otro disolvente, citado aún en el año 1933 de la Library of the Imperial College of Tropical Agricultura en Trinidad, nos parece menos aceptable. Usaron strong white Barbados rum. En vista de que ya minúsculas cantidades de azúcares dañan la fibra de celulosa, y el ron siempre contiene un poco, no estamos tan conformes con la calificación de PLUMBE, que deefa sobre este organismo: «Which was a pioneer library in the preservation of books against inscets», si bien, la muerte de los bibliófagos en el ron seguramente ha sido grata.

Si tropezamos con objetos tratados con estas fórmulas caseras de entonces, lo primordial es determinar que contienen azúcares, creosotas y fenoles (no clorados); los tres componentes son grave584

mente dañinos. E l cloruro de mercurio también daña mucho a la fibra de celulosa, pero es daño ya hecho e irreversible. Los azúcares y el ácido fénico, al contrario, no actúan rápidamente y con un oportuno lavado de restauración se puede salvar, aun después de muchos años, por lo menos el status quo. La presencia de goma-laca (si es libre de azúcares) es inerte o quizá favorable; incluso nos parece que ha frenado la actuación del cloruro de mercurio en los dos casos que nos eran posibles investigar. De todos modos, permitió eliminar, después de unos treinta y cinco años (!!), notable cantidad del mercurio, lo que hubiera sido imposible en caso de una simple aplicación en solución alcohólica.

4db)

ANTIGUOS TRATAMIENTOS CON GASES

Ha sido un procedimiento usado durante mucho tiempo y en muchos sitios del mundo, incluso hasta hoy, combatir los insectos con la exposición de los libros en cámaras cerradas a gases venenosos. HOULBERT (175) describe incluso una caja pequeña útil para este fin. Bibliotecas importantes estaban y están equipadas con habitaciones aisladas y dotadas de las correspondientes instalaciones. A pesar de que lo consideramos hoy un método histórico y anticuado, se podía seguir con su uso, y hablaremos de esto en el capitulo 6db-c).

Lo que aquí nos debe interesar es lo que antiguamente se usaron como gases tóxicos, caso que fueran sustancias que dañaban a la fibra. Haciendo un minucioso repaso de los gases y tratamientos simultáneos que se publicó, hemos encontrado dos combinaciones que pueden tener consecuencias negativas: Una es la aplicación de sulfuro carbónico como gas sobre papeles tratados con fenoles o, peor, con creosotas y lo azúcares, porque se forman lentamente colorantes amarillentos (xantogenatos). Aparte de esto, el sulfuro carbónico mismo no es favorable para la fibra, acelera el envejecimiento. La otra combinación dañina es la exposición a gases o vapores de formol, también en sí ya poco recomendable, sobre papeles tratados con fenoles o creosotas. Se forman varias resinas, generalmente 585

duras, que hacen quebradiza la fibra de celulosa; además, pueden presentarse manchas por el tono oscuro de algunas de estas resinas. E l primer caso es posiblemente reversible, si bien es cuestión de ensayar el procedimiento concreto en cada caso para hacer deslavables a los colorantes. E l segundo caso no es reversible.

4e)

LITERATURA DE INTERÉS PARA EL CUARTO CAPÍTULO

E l estudio de un aspecto histórico tan especializado como el uso de conservantes para papel en tiempos lejanos es como buscar la famosa aguja en el montón de paja. Por otra parte, parece ser general la curiosidad por estos orígenes de nuestra ciencia, así como en otros sectores de las ciencias naturales lo observamos también. Datos de la historia de nuestro tema citan ya GALLO, PLUMBE O WEISS y

CARRUTHERS. Muy afín a lo nuestro es la conservación de maderas, a cuya historia aportó BENITO MARTÍNEZ la primera cita de un celulosófago (que está en la Biblia, en el Levítico, la «Lepra de casa» = Merulius lacrimans, que también destruye libros). Tampoco nosotros hemos podido resistir a la tentación de buscar nuevos datos. Las principales obras que hemos consultado son las siguientes (* — amplio índice de literatura; ** — obra genérica): ANDRÉS (006-1). ANÓNIMO (la Biblia) (007-1).

ANÓNIMO (Historia mundial propylaea) (007-5). BENITO MARTÍNEZ (025-1). CABRERA GARRIDO (059A). CHARDIN (071). FAYYAZ (108-1). FILLIOZAT (112). GALLO (130). GOEPPER (149). * GOLTZ (145). • HAOEN, W . (157-1, 157-2). HERODOTO (166). HUNTER (179-1, 179-3, 179-4)**. IWANOWSKI (187). IDRISSI + DOZY + GOEJE (179B).

586

KARABACEK (193). KRAEMER KOELLER (217-2).

L E COQ (234). NARITA (280A-1). NEUWALD (284). * • PEUCKERT (304). PLINIUS (305A). * PLUMBE (307-2). REÍD (320). SCHARP + MOORTOAT (350). SCHULEMANN (359). SCHWEDE (361). SPEISLR (376). TEUFFEN (388). U L L M A N N (396). • W E I S S + CARRUTHERS (419). W I L H E L M (422).

V.

SUSTANCIAS M O D E R N A S P A R A L A CONSERVACIÓN D E PAPEL

Lo ideal sería una impregnación previa de todo papel antes de que se use el mismo, contra cualquier daño posible. En la práctica, por pura razón económica, es inadmisible este concepto. No podemos exigir que un periódico sea fabricado para una duración de mil años, pues nadie querría pagar el periódico al precio tan caro que saldría. Quedarán, por tanto, siempre múltiples objetos que debemos hacer más resistentes que su preparación pretendía en el momento de su fabricación, si las deseamos conservar. Diferente es la cuestión del papel que deseamos usar para libros y documentos. Todos los objetos de cuya necesaria conservación sobre un largo plazo, o en condiciones extremas, podemos suponer o sabemos de antemano debían ser hechos de un material «estable» para más tiempo que el plazo de conservación previsto. Es mérito de BARROW (014-2) haber articulado e introducido en nuestros conceptos la idea del «papel estable», si bien su primer asalto no ha llegado a tener el éxito definitivo que se deseaba. Entre tanto, además, se ha ampliado la base de sus conceptos; debemos pensar cada vez más en un papel útil para las bibliotecas del trópico y para las exigencias higiénicas deseadas para libros de enseñanza. España, después de China y de los paises árabes, tiene la más larga historia de la fabricación de papel y ya hace unos mil años fabricaron en Córdoba un papel extraordinario, cuando solamente China y Bagdad podían concurrir. Es motivo digno de procurar un nuevo esfuerzo, con el fin de desarrollar un papel estable español.

587

No como último, nos hemos ocupado de reunir los datos del presente tratado para ofrecer la base teórica a esta tarea. Debemos repartir, por tanto, nuestro capítulo en la parte que se refiere a la conservación previa de papel, en el curso de su fabricación, y en la otra, de productos de su conservación por tratamientos que se realizan en el momento de su entrada, o posterior, al mismo archivo o la biblioteca. Es lógico que solamente en parte puedan coincidir las sustancias útiles para estos dos caminos, siendo totalmente diferentes los procedimientos que sirven para aplicar las sustancias de protección. Queda por fin la restauración del material ya dañado por algún agente. Los productos que intervienen en su técnica solamente en parte son asunto nuestro, siempre donde simultáneamente con la restauración se procura una protección para el futuro. Es el sector de nuestra técnica que menos cambios ha tenido en las sustancias que usan. Esto en parte es así, porque para la industria no es sector comercialmente interesante. La situación tiene su desventaja en que no es fácil para la restauración aprovecharse de la potencia investigadora industrial a que ya por motivos económicos no se puede igualar por propios medios. Pero también hay una ventaja, estamos libres de intereses económicos industriales y cualquier ayuda que se obtenga será desinteresada. Representantes industriales que pretenden otra cosa, demuestran sus escasos conocimientos en nuestra técnica.

5a)

MEDIOS PREVENTIVOS CONTRA UNA ACCIÓN BIÓTICA

Son dos caminos los que permiten, teóricamente, llegar a un papel estable ante una posible acción biótica. El primero es buscar fibras indiferentes a la fermentación y resistentes a la acción de insectos, que nos llevaría enteramente al campo de las fibras sintéticas, porque sabemos que ya no es posible obtener fibras celulósicas de este carácter tan resistente. Sobre las posibilidades de conseguir fibras sintéticas totalmente resistentes hemos dicho ya algo en el capítulo lac). Parte de las fibras sintéticas son débiles a la acción de bacterios y hongos, si bien mucho menos que la celulosa. A los insectos tampoco resisten totalmente, si bien el daño 588

se reduce a casos accidentales. La mayor probabilidad de llegar a fibras útiles y totalmente resistentes estaría entre las fibras de poliamidas (nylón-perlón) y principalmente dentro del grupo de los poliésteres. L a cuestión del costo, de momento aún en parte prohibitivo, se resolvería posiblemente si se va a consumir el material en elevada cantidad. Este último punto, el del gran consumo, es discutible desde el punto de vista de la destrucción de los residuos. Nos vemos delante de una onda gigantesca de basura que empieza a aplastar nuestras ciudades. Materiales de esta clase se acumularían, por ser imputrescibles, o los deberíamos quemar, contaminando entonces el aire.

Sin hacernos profetas, es poco probable que llegásemos a tener generalmente un papel sintético cien por cien. Partimos del concepto de que las fibras sintéticas tendrán también en el futuro en el papel una aplicación limitada a la mejoración de las calidades mecánicas, entonces nos queda siempre una elevada parte del papel sin protección, porque las ideas de obtener un papel natural que es resistente sin una impregnación, ya demostradamente, se pueden calificar como erróneas. Solamente el envejecimiento natural se puede reducir así. Tampoco papeles de máxima calidad, como la de los incunables japoneses de la biblioteca de E l Escorial, son resistentes al ataque biótico en el ensavo de Ficomicetcs, como hemos podido comprobar. Estos magníficos papeles además no serían aceptables en la práctica por el precio, equivalente casi al oro, que resultaría haciéndolos hoy día. No obstante, en el mismo Japón se ha conservado esta artesanía hasta hoy y es muestra del afán cultural de este país, que aún hay mercado para papel fabricado a mano, igual como desde hace siglos. NARITA (280A) ha publicado recientemente detalles y reproducciones de las antiguas instrucciones ilustradas que sirven como norma.

Queda, por tanto, como otra alternativa solamente una perfecta protección química. Antes de ocuparnos de la misma, interesa exponer la ventaja de una fibra celulósica impregnada sobre una fibra sintética resistente. E l papel ha sido creado para una aplicación muy universal y la misma es una de sus mayores ventajas. Si mantenemos su base, la fibra de celulosa, y la mejoramos con adiciones para casos especiales, industrialmente partimos para todas las fabricaciones con la mayor 589

parte de la materia prima siempre del mismo material. Esto hace relativamente fácil recuperar el residuo para volver a usarlo; concepto que hoy está mundialmente propagado con la razón aplastante de que la destrucción más conveniente del residuo de la vida humana es recuperarlo para el ciclo industrial. Incluso se llegó ya en los Estados Unidos a imprimir este hecho- en los papeles comerciales para demostrar la buena fe de la empresa o industria en cuestión. Ahora bien, siempre habrá una parte no recuperable, y si es material impregnado para que no pudra, tampoco sería residuo benigno que, fermentándolo, pudiera volver al ciclo vital. No es obligatoriamente asi en el caso de papel. Una impregnación que protege al papel suficientemente para que no sea descompuesto por bibliófagos necesita solamente una concentración del germicida que a lo sumo protegerla la fibra penetrada, nunca su alrededor. Pero ni a ésta puede defender indefinidamente dentro de un sustrato mayormente no impregnado y en óptimas condiciones de fermentación. Ya por acción mecánica de los hongos del alrededor se deshace la fibra, llegando pronto el germicida a una concentración debajo del mínimo eficaz. Una vez alcanzado este limite, también los bacterios —que, como sabemos, mayormente no actúan con exofermentos como los hongos—, pueden entrar en acción, terminando la labor. Un prudente tratamiento previo de la fibra de celulosa para aumentar su utilidad, por tanto, es acto conveniente también en vista general del desarrollo industrial en el mundo. Entrando en la discusión del segundo camino, el de las sustancias químicas germicidas y buscando posibles razones de su elección, nos vemos en seguida delante de un problema importante: ¿cómo podemos aclarar el comportamiento y el efecto a larguísimo plazo? Indudablemente no disponemos para ninguna sustancia, sintetizada en nuestros laboratorios, de una experiencia suficiente para poder construir sus curvas de duración y eficacia. N i admitiendo como seguros nuestros métodos forzados del control, llegamos a ensayos representativos en un plazo corto, por ejemplo, de uno o dos años, pensando en que los mejores papeles árabes en nuestras bibliotecas españolas ya tienen más de mil años de edad y están aún mejor conservadas que libros de nuestro siglo. En el momento que las curvas del envejecimiento no son bruscas, todos nuestros cálculos disminuyen en exactitud. De este pensamiento resulta fácilmente el concepto de buscar germicidas entre las sustancias antiguas, de efecto conocido sobre plazos largos. L a idea, en el primer momento muy convincente, tiene sus pros y sus contras. Las últimas radican en que los objetos conservados han llegado a nuestra mano sin que hayamos podido controlarlos en su camino; que las sustancias supuestas 590

como eficaces casi siempre son mezclas, y para industrializar hoy día un procedimiento deben ser fórmulas claras; y, por fin, que su origen natural hoy no puede ser la base de su obtención y deberíamos buscar el procedimiento adecuado para sintetizar las sustancias reconocidas como útiles y eficaces. En favor habla que es el único camino para saber algo concreto y libre de cualquier especulación sobre la posibilidad de llegar a plazos tan largos como deseamos cubrir con nuestra investigación; que las sustancias con cierta seguridad no ofrecen peligro de obstaculizar el equilibrio biológico del mundo (totalmente seguros no estamos de esto, porque en gran cantidad podrían tener otro efecto que el actual) y carecen seguramente de peligro para el hombre que está en contacto con estas sustancias, si durante tanto tiempo no se ha conocido ningún caso de daño.

En la conservación de madera se ha empezado hace unos veinticinco o treinta años a buscar sistemáticamente entre las sustancias naturales, incorporadas en las maderas resistentes, a ver si se encuentra alguna sustancia útil. Estos estudios quedaron algo aplazados cuando los modernos insecticidas y germicidas sintéticos invadieron el mundo. Además, para el caso de la impregnación de madera existe el problema de que sustancias, muy complejas y lo débiles, no se consigue fácilmente introducirlas de nuevo en un material de tanta resistencia a su penetración como es la mayor parte de las maderas. En papel no tendríamos este problema, sería un sustrato ideal para la impregnación homogénea con estas sustancias. Los resultados de las mencionadas investigaciones han llegado, además, a varios resultados muy prometedores y creemos que es aún camino aceptable para seguir adelante. Por este motivo incluimos aquí un resumen de esta rama de investigación, siendo además un campo muy interesante y agradable de la química moderna. El principal camino, naturalmente, debe ser el de buscar entre las sustancias germicidas en uso y bien conocidas. Hay que clasificarlas según su carácter inofensivo para el hombre, su duración a largo plazo y la posibilidad de incorporarlas al papel nuevo, mirando su influencia sobre el envejecimiento del papel impreso y las posibles consecuencias sobre su alrededor si llega el material tratado a ser residuo, recuperable o no. Como exigencia a la resistencia climática y del efecto germicida debemos tomar siempre ambos extremos del clima tropical (bosque pluvial y desierto). Estas exigencias excluyen de antemano bastantes sustancias, del grupo a considerar en primera fila, si simultáneamente exigimos como condición una duración de muy largo plazo. 591

Siendo nuestra declarada intención buscar sustancias que con un mínimo de concentración hagan imposible a los bibliófagos habitar nuestro papel en condiciones de archivo o biblioteca, es importante aclarar los métodos de la investigación del efecto germicida. Se ofrecen ciertos problemas, principalmente por la dificultad de determinar cuál es realmente el mínimo de efecto que debemos exigir. Por una parte debemos conseguir una protección a muy largo plazo; por tanto, no podemos admitir un resultado de 90 o 99 por 100 de seguridad; sumándose las pérdidas —aunque sean insignificantes en cada caso— llegaremos a perder lo que queremos conservar. Por otra parte, efectos que reducen las probabilidades de un desarrollo de bibliófagos a un minimo accidental, permiten —por ser más fácil y menos costosos en su realización— proteger un volumen mucho mayor, y esto, naturalmente, mejora la conservación en general. A lo que se debe llegar es a una protección que provoca como minimo una situación en el ambiente o sustrato que llamamos bacterio- o fungiestática, es decir, que en caso de que éstos estén presentes, no puedan desarrollarse. Para bacterios y hongos primitivos existen muchos estudios sobre este particular. Para insectos, hasta ahora, no se ha especificado bien la técnica. Un reconocido paso adelante en esto se consiguió por la técnica del control toxicológico mediante comparación de ciertos efectos del metabolismo animal. Se puede controlar asi también comparativamente efectos no mortales que, si los mismos reducen suficientemente la actividad del agente en cuestión, pueden provocar la deseada situación estática de una población, de insectos, por ejemplo. Por la importancia práctica que tienen estos ensayos, hemos citado su técnica en el capitulo 2ab-b).

5b)

SUSTANCIAS NATURALES COMO GERMICIDAS E INSECTICIDAS

Hemos visto que ya hace mucho tiempo estaban en uso ciertas sustancias naturales como insecticidas o desinfectantes. En nuestro campo se citó ya en la Antigüedad la duración del efecto del aceite de cedro con un plazo sorprendente de 500 años, sin que tengamos aún confirmación ni desaprobación del dato. También del Extremo Oriente tenemos conocimiento de una larga duración de impregnaciones del papel con sustancias extraídas de ciertos árboles. Hoy conocemos del orden de unas cien sustancias naturales que son germicidas de efecto protectivo para celulosa, algunas de larga duración. Entre los insecticidas de contacto y de origen natural, al contrario, no se ha encontrado ninguno de una duración que recomiende entrar en su consideración práctica para nuestros fines. 592

Cierto problema ofrece la aparente mejora del efecto de mezclas con otras sustancias, en sí inertes, que se observa para varios de los germicidas e insecticidas naturales. Tenemos que considerar el efecto de estas sustancias sinergéticas tanto en la valorización del efecto natural, por ejemplo, en una madera resistente, como en la formulación de nuevas composiciones, porque entre tanto se ha observado que los productos sinergéticos también estimulan determinadas sustancias sintéticas en su efecto insecticida.

5ba)

INSECTICIDAS NATURALES

Citamos las clásicas sustancias, pero ninguna ha demostrado hasta el momento una duración tan larga ni, por los sinergismos estudiados, que alcance los efectos de los duraderos insecticidas sintéticos.

5ba-a)

Pelitre (figuras 464,2 y 2a)

Después de que en la Edad Media lo usaron los árabes, sin que en el Occidente se supiera realmente con qué hicieron los polvos, durante largo tiempo quedó en olvido. En el último siglo se recuperaban los conocimientos con la mayor penetración europea al mundo árabe. En Europa se sabe de una primera aplicación como insecticida en Dalmacia a mediados del último siglo; siendo la flor Chrysanthemum cinerariaefolium endémica en esta región. La acción del pelitre es seguramente como un veneno de nervios que actúa directamente por contacto. Empieza el efecto con una excitación, luego siguen dificultades de coordinación, paralización y por fin la muerte. Los primeros pasos son muy rápidos; un éxito mortal se produce después de largo plazo y no siempre; puede haber recuperación. Su acción se limita a los animales poiclinotermes, principalmente insectos; para animales de sangre caliente es totalmente inofensivo. Existen varías formas de pelitre: el pelitre I y //, que indica la figura 464,2 y 2a, y además el cinerín I y //, que es algo diferente en la cadena lateral larga y tiene menos volatilidad. También se han obtenido otras sustancias sintéticas análogas variando las cadenas laterales.

E l pelitre es la clásica sustancia activable con productos sinergéticos. Se descubrió el fenómeno cuando se hicieron extractos de pelitre 593 38

con aceite de sésamo, resultando su eficacia muy superior a lo que según el contenido de insecticida era de esperar. Investigando el caso se aclaró que es el sesamin, que con una minúscula presencia de un 0,15-0,50 por 100 causa el aumento del efecto. Entre tanto se han descubierto otras múltiples sustancias, incluso se sintetizaron otras. Hoy se usa preferentemente sustancias comprendidas bajo el nombre comercial de Sulfoxide, que son sulfoxi-n-octilmercaptansafranol y similares. Estas sustancias, liquidas y no destilables, son útiles para conseguir sinergismos también en muchas otras sustancias insecticidas y germicidas.

Sobre la duración de sus efectos existe una amplia investigación. Es posible llegar a plazos de 5-6 meses en papel si está encerrado, en libros, por ejemplo. No obstante, no vemos una seguridad de efectos homogéneos para plazos tan largos. Por otra parte, si su aplicación es combativa, la duración de 2-3 meses es suficiente para aplastar una plaga establecida en todos sus extremos, haciendo el tratamiento en una estación del año en que los insectos bibliófagos están en plena actividad. Si no es una época climáticamente favorable a los insectos en cuestión, su uso no nos convencería. 5ba-b)

Roíenon

(figura 464,1)

Es una sustancia muy venenosa en general, usada casi mundialmente como veneno de flecha, de pesca, etc., como ya hemos citado en su histórica aplicación. Se obtiene principalmente de la raíz de Derris elliptica y de otras especies. Se caracteriza porque es poco dañina para animales de sangre caliente por via oral, pero muy tóxica en aplicación intravenosa, y por esto es veneno de flechas (por via oral la dosis letal es de 3 gr/kg. de peso; por via intravenosa, 0,00035 gr/kg.), y aproximadamente igual es su acción sobre insectos en cualquier forma de aplicación. Su duración es notablemente mayor que la de pelitre.

5ba-c)

Nicotina (figura 475,1)

Su valor como insecticida es conocido en Europa desde casi tanto tiempo como el tabaco mismo. Su elevada toxicidad para animales y relativamente también para el hombre la ha hecho desaparecer prácticamente del uso como insecticida. (Dosis letal: 0,005 gr/kg. para perros, 0,002 gr/kg. para gatos, 0,06 gr kg. para el hombre).

594

Su duración entre las hojas de un libro es relativamente elevada y, por la facilidad de obtenerla, puede servir como recurso urgente en caso de no tener otro insecticida a mano. A l contrario de varios insecticidas sintéticos muy corrientes (como el isómero -y-hexaclorociclohexano), no es dañino para la fibra del papel. Hoy se obtiene por síntesis o como extracto natural. Una forma de obtener —estilo casero— un eficaz insecticida para libros que dura en el libro cerrado unos 4-6 meses es extraer con alcohol absoluto la nicotina de cigarros triturados, añadiendo unas gotas de vinagre y agitando repetidas veces la mezcla. Antes de que se ponga colorada (después de 4-5 horas) se separa el liquido y, añadiendo un 1 por 100 de aguarrás, ya está apto para pulverizarlo o aplicar por brocha. Se puede tomar unos 150 gramos de tabaco por un litro de alcohol y conviene hacer una prueba para conocer el plazo hasta que se colorea la solución, que se debe evitar para no manchar. Por otra parte, conviene extraer durante el plazo máximo posible a la nicotina.

5bb)

GERMICIDAS NATURALES PROCEDENTES DE ÁRBOLES

(figuras 465 y 466) De su elevado número citamos solamente algunos mejor investigados y que dejan esperar que su grupo contiene sustancias de larga duración que serían de interés para nuestros fines. Se concentra nuestro actual interés sobre las sustancias de varias coniferas, principalmente cedros, enebros, algunos cipreses y tuya, así como sobre la madera de teca, de sándalo y de ciertos géneros de las Rhamnaceae (por ejemplo, Zyziphus, del que hicieron ataúdes los antiguos egipcios). En la figura 465 hemos reunido los que en papel se han usado antiguamente y en la figura 466 presentamos algunos germicidas más que en su mayor parte ya se han ensayado contra algunas de las especies bibliófagas más voraces entre los termites, Cryptotermes brevis y Reticulitermes lucifugus, demostrando efectos duraderos para muchos años. Las siguientes tablas, números 34 y 35, indican los resultados. Es importante considerar en la valorización que WOLCOTT (427-2, 427-3), al que debemos gran parte de estos ensayos, trabajaba con probetas de madera, simplemente sumergidas durante diez minutos en las concentraciones citadas. L a absorción, por tanto, ha sido muy inferior a la de papel. Para subsanar en nuestro caso 595

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Número de días entre paréntesis son mínimos observados. Sin ataque cuando se abandonó el ensayo. ' Sustancia sintética. ' El extracto de sándalo lo hemos separado en su parte cristalizable y no cristalizable. La parte fuertemente activa era la partí crístalizable y dominante en la mezcla y pertenecían sus características al pteroestilbeno. Suponemos, por tanto, que nuestros dato pertenecen a esta sustancia. Los extractos de WOLCOTT han sido obtenidos de virutas y mediante etanol-éter. Nuestros extractos los hicimos con mezclas di etanol-éter y acetona-éter. Diferencias no han sido observadas. Conviene, según nuestro criterio, adoptar generalmente la técnica descrita por RUNEBERO (331).

1



4

TABLA NÚM. 35

1

1

El extracto colorea al papel. hizo extracto solamente de la albura. Estas comprobaciones las hizo KRAEMER con extracto de 0,5 y de 0,1 por 100 (cifra en paréntesis), preparados idénticamente a los métodos indicados por BENITO MARTÍNEZ (025-2 y 025-3). La especie de termites investigada por KRAEMER ha sido Reticulitermes lucifugus, que también es la investigada por BENITO MARTÍNEZ, salvo en las maderas marcadas con , que investigó con Cryptolermes brevis. Los árboles investigados por BENITO MARTÍNEZ sin resultado positivo son: Alstonia congenis Engl., Canarium velutinum Gilg., Khaya Klainei Pierre, Aucoumea Klaineana Pierre, Poga oleosa Pierre, Mitragyna macrophylla, Berlinia spec, Terminalia superba Engl., Berlinia acuminata Sol. et Hock, Pachylobus Buttneri Engl., Musanga smithii R. Brown, Chytranthus macrophyllus Gilg., Dumoria africana A. Chev., Ochroma lagopus Schwarz., Vochysia spec, Araucaria angustífolia O. Kunz., Ocotea foetens Benth., Dry petes gabonensis Pierre, Myrica faya Ait.—Los de resultado negativo en las investigaciones de KRAEMER son: Aralia papyrifera, Aralia (Fatsia) japónica, Queráis cerris, Dumoria africana, Berlinia acuminata, Drypetes gabonensis. KRAEMER

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1

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MADERAS RESISTENTES A TERMITES CUYOS EXTRACTOS PROTEGEN PAPEL



este defecto, hemos repetido algunos ensayos simultáneamente con madera y papel, destacándose la muy superior duración de las bajas concentraciones en el último. La tabla 35 es el resumen elaborado y parcialmente confirmado por nosotros de los resultados positivos entre 38 especies de maderas peninsulares, canarias y guineanas que investigó BENITO MARTÍNEZ (025-3) y 13 especies investigadas por nosotros, tanto en su madera como en sus extractos, impregnando papeles. E l valor de la investigación para nosotros está en la diferenciación entre valor repelente y protectivo. No siempre coincide. Por otra parte, siempre coincide la resistencia de la madera y la de papel impregnado con el extracto. Aparte de la tectoquinona (figura 466,2) y el pteroestilbeno (figura 465,6), se concentra el interés en las sustancias activas del enebro (figura 465,9) y del cedro. Sustancias como el grupo del sabinén (figura 465,2), que hay en varias especies de Juniperus y en especial el cadinén y atlantón del cedro del Líbano deben ser investigadas con más amplitud. Del atlantón se supone extraordinaria duración y de las sustancias de cadinén en Juniperus y Cedrus esperamos también notable eficacia desde que hemos ensayado los papeles impregnados del Tibet. De la pinosilvina existe en mi colección una pieza de Pinus silvestris del siglo xn, de Navarra, conservando su duramen que contiene este conservante y totalmente desaparecida la albura, por pudrición por celulosófagos. Se observa en seguida que la mayor parte de los árboles que dan origen a germicidas son coniferas. Esto no es tanto el reflejo de la situación real, como del problema técnico de obtener extractos de las maderas duras del trópico. Posiblemente existen también muchas maderas frondosas con potentes sustancias germicidas, porque existen listas de unas 250 especies de maderas que se consideran resistentes a termites. Si bien se reducirá la lista aún (porque a veces la madera es resistente localmente por no haber especies voraces cerca), seguramente hay todavía bastantes clases de estas maderas sin investigar a fondo. Una combinación bastante similar a las sustancias del grupo de enebros, existe en el aceite de Cayeput, antigua sustancia de la conservación de papel, procedente de la hoja de Melaleuca leucadendron L . y M. minor Smith. 600

T A B L A N Ú M . 36

ORIGEN D E GERMICIDAS E INSECTICIDAS NATURALES Plantas de su origen

Sustancias Ácido agaténico (fig. 465,4)

Agathis dammara (conifera) y otras especies similares Ácido juniperinico Juniperus (enebro), todas las especies Juniperus chinensis, J. sabina y otras espeÁcido sabinico cies Ácido tuyainico (fig. 466,3) Thuja occidentalis (cedro americano) Alcanfor (fig. 465,6) Cinnamonum camphora (árbol del alcanfor) Cedrus atlántica (cedro del Libano) y otras Atlantón Cedrus, Juniperus Cadinón (fig. 465,7) Catechfn (fig.465,10) linearía gambir (liana) y otras plantas Cavacrol (fig. 466,5) Callitris (ciprés africano) Cedrén (fig. 465,1) Juniperus y varías otras coniferas Estilbeno (fig. 466,7) Varías maderas tropicales, resistentes contra termites y otros insectos Pelitre (insecticida) (fig. 464,2) Chrysanthemum cinerariaefolium (margarita) Pinosilvina (fig. 464,13) Pinus a-Pineno (fig. 464,11) Pinus, prácticamente todos los pinos y muchos abetos (A bies) Pterostilbeno (fig. 465,6) Pterocarpus sandalinus (sándalo) Rotenon (insecticida) (fig. 464,1). Dcrris, Lonchocarpus, Thephrosia (leguminosas) Sabinén (fig. 465,2) y Acetato Juniperus sabina sabinico Taxifolín (fig. 466,1) Pseudotsuga taxifolia (pino canadiense) Taxin Taxus baccata (tejo) Tectoquinona (fig. 466,2) Tectona grandis (teca) y varías otras maderas tropicales, resistentes contra termites y pudrición Timoquinona (fig. 466,6) Tetraclinís (ciprés) Tuyaplicin (fig. 466,4) Thuja plicata (los tres isómeros), Thuja occidentalis y Thujopsis (isómeros p + y) (thuya o árbol de la vida) Urushiol (fig. 465,3) Rhus vernicíflua, Rh. venenóla (Rh. toxicodendron)

5bc)

SUSTANCIAS GERMICIDAS

E INSECTICIDAS DE ORIGEN NATURAL

MODIFICADAS ÜMDUSTRIALMENTE

Ya antiguamente se ha intentado en varias ocasiones modificar las sustancias naturales, para llegar a composiciones más útiles, o más fáciles de obtener o conservar. 601

El primer procedimiento de esta clase que hemos localizado parece ser la formación de las lacas chinas y japonesas partiendo de las resinas de Copal y que han sido usadas para la protección de papel en el área del Extremo Oriente. Se neutralizó el ácido agaténico por cocción, eliminando dióxido carbónico. La reacción es continua y completa a unos 300° C (la figura 465,4a indica la función química), pero se consigue ya, en forma menos perfecta, a unos 130-140° C y bajo ligera presión. Así lo hicieron en los métodos históricos. Hoy, por un tratamiento con el dióxido selénico, se va hasta el agatalín (figura 466,9), que es la sustancia más útil del grupo. También ya se puede considerar histórica la transformación del alcanfor en alcanfor-quinona (figura 466,8) para obtener sustancias más duraderas. Hoy ya no nos interesan para nuestro tema los derivados del alcanfor, pero siguen siendo estos derivados una importante industria por la necesidad de los mismos en la obtención de muchos tipos del celuloide.

Han conservado, al contrario, la importancia para nosotros ciertos derivados de resinas y del aguarrás, si bien del más antiguo, la colofonia, deseamos librarnos cuantos antes. Su uso en el papel, por el grave daño que causa el sulfato de aluminio, que entró simultáneamente al papel, cuando se empezó a usar colofonia como colada, ha cogido mala fama, en parte solamente justificada por la mala preparación del material.

5bc-a) Colofonia Se obtiene de resinas naturales que se destilan, fraccionándolas en su parte volátil, el aguarrás, y en la colofonia. Este procedimiento antiguo se amplió con otro método de obtenerla también en la recuperación de subproductos, resultantes de la producción de celulosa al sulfato. Los residuos del proceso se pueden reducir parcialmente a ácidos resínicos y, partiendo de ellos, también se puede llegar a la colofonia. No obstante, aún así las cantidades de la posible producción no alcanzarían el actual consumo en colas para papel. Durante cierto tiempo, se evitó el déficit de producción por el invento de la introducción de grupos carboxílicos en la colofonia que aumentan su poder como cola. 602

Hoy ya empieza a ser histórico su uso, siendo sustituida ampliamente por las colas sintéticas a base de urea-formol, etc. No es sustancia determinada, sino mezclas de ácidos resínicos y, como parte ya neutral, de sus esteres con sesquiterpen y triterpenalcoholes. Aparte hay algunos diterpenos y cargas inertes. Depende mucho de su calidad el daño que hacen los jabones con el sulfato de aluminio. Si sus ácidos libres están esterificados en un máximo, no se produce el dañino efecto tardío por el cual sigue desprendiéndose ácido sulfúrico en el papel. Por tanto, hoy sería posible fabricar también con colofonia papeles de buena calidad usando colofonia bien rectificada. De los múltiples procedimientos químicos de la obtención citamos solamente tres, que representan los principales caminos y permiten obtener sustancias de una calidad admisible para nuestros fines. Hoy se destila las resinas normalmente en condiciones benignas por una corriente de vapor, separando en forma continua la colofonia y la esencia trementina (aguarrás). E l procedimiento que se considera más apto en su técnica, para no dañar en nada las resinas, es el procedimiento de O L U S T E E . Sus detalles no los podemos referir aqui, son las patentes americanas y alemanas de S M I T H , T O M E O - L A C R U É y R E E D , cuyos detalles publicó S H E A R O N (364). Las resinas de madera de las raices de coniferas se extraen normalmente con disolventes orgánicos, partiendo directamente de la madera triturada, pero también se ha usado con éxito la extracción con vapor. E l problema está en ciertos componentes, incoloros al principio, que luego se colorean intensamente en contacto con oxigeno. Para la eliminación de este efecto, prohibitivo para su uso en papel, se han estudiado múltiples procedimientos; el proceso más seguro es el procedimiento de B Y C H O W S K I y L I A M I N A , desarrollado poco antes de la segunda guerra mundial en Rusia y modificado algo en los Estados Unidos, que disuelve las sustancias crudas en gasolinas y refina en columnas verticales cargadas con tierras decolorantes, regenerando las últimas con alcoholes. También en Rusia desarrollaron y usaron cierto tiempo la extracción con sosa cáustica, partiendo de la madera triturada y precipitando las resinas de la solución de sus jabones, obtenida en la extracción, con dióxido carbónico, etc. Se consigue asi resinas ya dccoloreadas y, por tanto, durante cierto tiempo se usó en Rusia el procedimiento industrialmente, hasta que se llegó a los sistemas anteriormente descritos. En pequeña escala son más económicos los procedimientos de extracción con sosa cáustica; en gran escala y en forma continua ya son anticconómicos. Si bien desciende, la producción mundial aún es alta (un millón de toneladas en 1960, de las cuales 48 por 100 en los Estados Unidos; en quinto lugar España con 4 por 100; por el aumento de la producción en China se queda actualmente aproximadamente igual la producción mundial, a pesar de la baja en los Estados Unidos). La composición es: Un 65 por 100 ácido abético y sus afines (á. levopimárico. 603

á. neoabiético, á. palústrico) y 25-30 por 100 ácido dexlropimárico e isopimárico; todos parcialmente esterificados. E l resto son impurezas de terpenos y ácidos grasos, sólidos varios, agua, etc. En las buenas calidades se exige hoy que los máximos de esencial residual no pasen del 1,2 por 100, de ceniza el 0,01 por 100 y de Fe Oj un 0,005 por 100. Para fijar se sigue usando en aplastante volumen el sulfato de alúmina, a pesar de que existen posibilidades técnicamente mucho mejores con la obtención de los resinatos de manganeso y de cobalto, pero son más caros. La publicación más completa, aparte de U L L M A N N (3%), es de N A V A R R O S A C R I S T A (280B) 2

Debido a su contenido de terpenos, la colofonia tiene cierto efecto frenante sobre el metabolismo de insectos bibliófagos. Las concentraciones útiles como colada no son suficientes para inhibir el desarrollo de insectos, pero se reduce ya su actividad, como sabemos todos los que hemos observado una vez los daños en existencias de libros antiguos y modernos. Durante mucho tiempo se suponía que es debido a mayor riqueza alimenticia del papel de trapo, pero no es así; comparaciones exactas han demostrado que un papel de trapo hecho con colofonia reduce la actividad en el desarrollo igual que un papel de pasta de celulosa de maceración, e inversamente, el último, tratado con colas animales, lo fomenta. Celulosa pura de algodón y de origen de madera tienen aproximadamente el mismo efecto biológico en la alimentación de Anobium, por ejemplo. Considerando la posibilidad de incorporar a la colofonia germicidas más fuertes y evitando los defectos antiguos en su fabricación, el material podía perder su mala fama. Otro grupo de derivados, del aguarrás que podía alcanzar importancia para nuestros fines son los obtenidos por el camino del piñena. Sus dos isómeros fa- y $-pineno) son el origen de múltiples nuevos productos y han alcanzado gran importancia práctica.

5bc-b)

Pinenos (figura 465,11)

Tienen cierto efecto fungicida y, por ser sustancias en que se disuelve la pinosilvina y sus esteres, es el portador de fuertes germicidas en las resinas naturales. E l efecto protectivo de resinas es ya conocido desde siglos y se ha intentado usarlo para mejorar la resistencia de papel. En la práctica no se llegó a resultados, principal604

mente por su debilidad a la oxidación (formando pronto ácido pinonónico, figura 465,12) y su volatilidad. No obstante, tiene su importancia como base de los siguientes productos.

5bc-c)

Hidrocarburos clorados del grupo de los pinenos

Conseguir por cloración una sustancia menos volátil y más resistente al oxígeno, es un concepto genérico en este grupo de productos y, cuando se obtuvieron los primeros insecticidas de contacto por cloración del benceno, se empezó también a buscar nuevos insecticidas, clorando, entre otras sustancias, al pineno. Los resultados de estos ensayos llegaron al Toxaphene, producto industrial desarrollado en los Estados Unidos. Ignoramos las reacciones detalladas dentro de la molécula durante la cloración; por tanto, se describe la sustancia solamente como un policloro-p-mentano, clasificándola según su contenido de cloro. Posteriores estudios nos llevaron a la conclusión de que realmente se llega a un producto que es un bornán clorado y, una vez seguro de que se puede llegar siempre a la misma sustancia, respetando cierto procedimiento, hemos desarrollado en España el Toxibornán, que posiblemente es muy parecido al anterior, citado de los Estados Unidos. Clorando a-pineno en presencia de luz TJV se producen probablemente, con las primeras moléculas de ácido clorhídrico seco (a consecuencia de la reacción de F R I E D E L - C R A F T se forma una molécula de HC1 con cada átomo de cloro que se introduce a la molécula del pineno), cambios en el esqueleto de la molécula del pineno, que transforman el mismo de tal manera que pertenece entonces al grupo de los bornanos [siendo la forma base el biciclo(2,2,l-)heplano]. Sigue entonces la cloración hasta haber sustituido todos los átomos de hidrógeno por cloro. Hasta hoy se ignoran los pasos intermedios. Partiendo de bornán directamente se observa, bajo las mismas condiciones de cloración, los mismos efectos y características según el contenido de cloro, como se presentan partiendo del a-pineno. Es importante saber que la cloración máxima lleva la sustancia a ser casi inerte. Su alto poder germicida, principalmente insecticida y raticida, lo tiene en los inferiores contenidos de cloro. Siendo aún bastante fungicida la sustancia con un contenido de 52 por 100 de cloro (buen fungicida es ya cualquier cloración inferior) y en este grado empieza ya a tener notable efecto insecticida. Su máximo efecto insecticida lo alcanza en porcentajes de 64-68 por 100 de cloro, descendiendo entonces llamativamente el efecto fungicida y, más allá de 68 por 100, se reduce también progresivamente el efecto insecticida.

605

E l material es por contacto poco insecticida, pero mucho por vía oral. Esto hace muy favorable su uso selectivo, pues no daña a los parásitos de los bibliófagos, sino solamente a los insectos que comen el material tratado. Contra cucarachas es posiblemente la sustancia más conveniente, porque no la pueden absorber en sus tejidos grasos. Naturalmente se debe aplicar en cebos (harina, por ejemplo). Otro aspecto importante es su efecto como raticida, esta vez por contacto. Suelos pulverizados con emulsiones del Toxibornán o Toxaphene que dejan solamente 0,2-0,3 gramos de la sustancia activa en el metro cuadrado hacen inhabitable y hasta mortal toda la zona para ratones; concentraciones superiores, también para ratas. La duración del efecto es de varios meses por lo menos. Las citadas concentraciones no son dañinas para el hombre, suponemos que ni en caso de andar descalzo encima de suelos tratados. Se debería absorber por la piel, en su totalidad y de golpe, lo aplicado sobre unos 50-100 metros cuadrados de suelo para alcanzar el límite mortal. El efecto radica en la fuerte molestia que causan ya bajisimas cantidades absorbidas por la piel de los pies de los ratones: espasmos, grave irritación nerviosa y colapsos se producen ya con unos 20 miligramos por kg. de peso (un ratón pesa unos 15-25 gr., por tanto, unos 0,25 miligramos absorbidos ya hacen imposible la vida al animalito). A l hombre no se notan efectos, ni en caso de absorción regular durante largo plazo, debajo de 4 miligramos por kg. de peso, es decir, unos 200-400 miligramos no dañan. (Para absorber esta cantidad debfan ponerse en la superficie cuarenta veces pies descalzos sobre un suelo tratado y conseguir reabsorber cada vez la totalidad aplicada. Aun no llevando zapatos no se consigue esto nunca, ni con muchísimos contactos.) En caso de intoxicaciones, en la manipulación industrial de las sustancias activas, nunca se ha observado daños fatales, la recuperación es total.

Por todo esto, son sustancias convenientes para eliminar ratones y cucarachas de las bibliotecas. Sobre su utilidad en el tratamiento previo del papel no existen estudios. Su duración es buena (en la figura 476 son los «terpenos policlorados»). Los tipos de baja cloración, que además son prácticamente inofensivos para el hombre, podían ser muy aprovechables en la conservación previa.

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5c)

GERMICIDAS SINTÉTICOS EN LA CONSERVACIÓN DE PAPEL

La conservación de papel necesariamente se debe realizar con los germicidas sintéticos, según la situación actual. Podemos considerar como camino desestimado, en la defensa contra la acción biótica, la simple defensa pasiva y la optimación de la calidad de los papeles. Entre los recursos naturales — a pesar de su aspecto muy prometedor en algunos casos— tendremos delante una larga marcha por muchas investigaciones y experiencias previas hasta que podamos afirmar un resultado seguro para los plazos tan largos que debemos exigir. Por tanto, a primera vista es el camino más corto cribar las numerosas sustancias germicidas sintéticas que entre tanto conocemos. Nos da lástima reconocer esto, porque más agradable y más digno de nuestro concepto cultural seria el camino de las sustancias naturales, pero de momento no son la solución más segura, referente al éxito, ni en sus efectos laterales, como son la higiene para el usuario del papel o la economía y facilidad del suministro. No obstante, tampoco es correcto creer que la gran cantidad de sustancias sintéticas, entre las cuales podemos elegir hoy dia, nos evitará todos los problemas.

5ca)

ESTUDIO Y ELECCIÓN DE GERMICIDAS

E l primer punto, aún sin decisión final, es el conocimiento sobre la acción de cada sustancia y la resistencia de cada organismo contra los germicidas. De muchas sustancias conocemos solamente su acción contra algunos organismos, careciendo en menor o mayor grado de base para una estimación segura del posible efecto y de la forma de actuación del germicida contra muchos de los organismos dañinos que deseamos evitar en el papel. Se reduce algo el problema en nuestro caso concreto porque —al contrario de la Medicina— siempre es nuestra intención obtener un efecto a largo hasta larguísimo plazo, obtener preferiblemente una acción mortal, no solamente germostática, y no tenemos que considerar posibles daños bióticos en el objeto. Lo último, por otra parte, está contrastado por la irreversibilidad del daño, si causamos alguno, en el objeto a proteger. Si la acción germicida está asegurada, serán los próximos puntos la cuestión de la concentración segura para el efecto, la economía y la combatibilidad de la sustancia con nuestro objeto, el papel. La concentración segura para nuestros fines es en primer lugar, naturalmente, un aspecto económico. Si la sustancia no es cara, su 607

aumento a concentraciones fuera de cualquier duda es lo más recomendable. Teniendo además siempre la intención de una protección a larguísimo plazo, una calculación larga de los márgenes de seguridad es justificada y necesaria. La acción germicida siempre puede tener tres efectos y cada uno teóricamente es suficiente para el éxito: acción sobre la semipcrmeabilidad de la superficie celular, acción sobre el núcleo y o la función de la célula dentro del organismo y la destrucción de su metabolismo. La cadena de efectos de menos a más es: inerte - estimulo genérico o temporal del organismo - efecto frenante - acción germostática - reducción de la población de los organismos - efecto mortal selectivo - efecto mortal absoluto. Solamente el último es aqui nuestro propósito, salvo que conozcamos con absoluta seguridad la concentración germostática permanente. Estando seguros de la concentración necesaria para la protección duradera, sigue como aspecto a aclarar la combatibilidad con el papel, es decir, que no se producen daños químicos a largo plazo. La pronunciación de este problema está en el «largo plazo». Y a en la investigación sobre papeles y su calidad hemos hablado del problema de estimar correctamente lo que es envejecimiento natural y el que es por factores evitables. En nuestro caso se excluyen bastantes sustancias por ser dañinas para la celulosa, pero de otras muchas no existen pruebas ni en pro ni en contra. Y en este grupo precisamente se encuentran las sustancias más prometedoras para nuestros fines. La decisión será en cada caso en gran parte una consideración responsable del conjunto de pruebas fehacientes y de indicios a valorizar. Queda como próximo paso la economía y disponibilidad de la materia necesaria como germicida, o de la materia prima para su obtención. Habiendo llegado ya anteriormente a la conclusión de que una conservación previa afectará siempre solamente a una parte limitada del papel producido en el mundo, la cuestión de la economía, a veces dominante en la técnica de la conservación de maderas, aquí no es tan primordial. Si para un objeto existe nuestro interés en su conservación, sea por archivarlo o por ser utilizado prolongadamente en condiciones extremas de un clima tropical, como libros por ejemplo, el costo de la conservación normalmente no debe y no suele alcanzar porcentajes mayores del 2-8 por 100 del valor en materiales de celulosa. En papel, que es objeto de un proceso de fabricación de libros, etc., nunca será prohibitivo cierto aumento de su costo. Vale normalmente más el costo de la reproducción e impresión que el papel; por tanto, el aumento se reduce mucho más, si calculamos sobre el valor final del objeto. 608

Subsanados todos estos puntos, nos queda el efecto del germicida al exterior. Es natural que exijamos total inofensividad para el usuario, pero, ¿lo sabemos esto siempre con seguridad? No es raro el caso de que sustancias durante bastante tiempo consideradas como inofensivas se deben retirar de la circulación porque se han descubierto unos efectos dañinos muy tardíos e inesperados. Disponemos en la producción industrial de un buen filtro de control; son éstos los propios obreros industriales que manipulan las sustancias concentradas. Estos conejillos de indias humanos han llevado la moderna medicina laboral y toxicológica a la pista de muchos casos que entonces se han podido estudiar y aclarar antes de que el consumidor haya sido afectado. El último caso que ha llegado a nuestro conocimiento es significativo para todos: En una importante empresa química centrocuropca se quejaron las mujeres de ciertos obreros de la insuficiencia de sus maridos como amantes, lo que descubrieron como problema genérico, cuando las mujeres del grupo hablaron entre sí con ocasión de una merienda. Cada uno de los matrimonios se calmó anteriormente suponiendo que era su problema particular. Una vez en la pista, la investigación médica pronto daba con la sustancia responsable y su uso ha sido eliminado en materiales que tienen contacto alguno con personas.

Finalmente hay que considerar el comportamiento del material tratado, siendo el mismo algún día residuo. Debe ser destruible la sustancia sin mayor problema y afectar en un mínimo al equilibrio natural en el mundo. En vista de que la contaminación del ambiente se está convirtiendo en una acusación de todos contra todos, el furor va también, naturalmente, contra cualquier tratamiento químico, incluso si es en defensa de objetos que nos interesan mucho. Es indudable que en varios sectores se han pasado los limites convenientes y lamentablemente con frecuencia no por ignorancia, sino muchas veces por motivos muy particulares de interés económico, tanto del fabricante como en especial del consumidor de estos productos. Esto rige, por ejemplo, en la agricultura y los servicios forestales de bastantes países. Pero estas acusaciones no son más que un grito de indocumentados hoy de moda, si no vamos a diferenciar los tratamientos según su correspondiente necesidad y los efectos aleatorios inconvenientes que pueden provocar. Si se defiende un objeto con sustancias dañinas para el equilibrio natural del mundo (y este carácter tienen gran número de los insecticidas y germicidas modernos), entonces esto es inadmisible si su uso es masivo (cuya primera consecuencia lógica es que sus efectos laterales son difícilmente controlables) y la aplicación no sirve para nada más que economizar alguna producción, etc. Pero si aplicamos

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las mismas sustancias en una proporción muy reducida (en vista general para el balance biológico mundial) y el objeto a proteger es de un valor insustituible, como son en gran parte nuestros archivos y muchas de las bibliotecas, entonces es absurdo discutir áspeteos de contaminación —«safety at first» para el archivo debe ser la divisa—. No obstante, esto no nos disculpa de la obligación de buscar el medio más suave dentro de los seguros y velar por el desarrollo de nuevos métodos, inertes para su alrededor.

Dentro de los productos a estimar, disponemos hoy de largas listas de sustancias investigadas como germicidas (o citadas por lo menos así para despistar a la competencia, si se trata de publicaciones en patentes). E l número de sustancias, de algún efecto protectivo contra una acción biótica en nuestro material de celulosa, ha aumentado explosivamente en los últimos veinticinco años. La conservación de madera ha aportado lo suyo, pero más aún, y para nosotros más cerca en su utilidad, es la industria textil, siendo una fértil aportadora de posibilidades a nuestro problema. También la conservación de colas y de pinturas ha permitido conocer varías sustancias útiles para la protección de fibras. Por fin, es una idea original de la industria del papel conseguir papeles resistentes a la acción biótica mediante cargas de efecto germicida incorporadas al papel. La discusión sobre la conveniencia de cada aplicación debe iniciarse con el estudio del camino de la agresión de organismos al papel. Una macrodestrucción, como por insectos bibliófagos, termites, etc., se puede prevenir, naturalmente, por cualquier camino que incorpore y mantenga una sustancia germicida en concentración mortal dentro del papel. Tampoco es en principio problema diferente hacer al papel repelente a destructores que no se alimentan del mismo, como, por ejemplo, ratones; será cuestión de la concentración que estimemos segura. L a complicación empieza si la agresión es por microorganismos que afectan la estructura de la fibra. En este caso se reduce la probabilidad de que una adición por las cargas en el papel pueda alcanzar al agente dañino con el efecto de la sustancia germicida. Pero también la forma de la penetración de la fibra con el germicida debe ser aspecto de consideración, siendo extraordinariamente específico el daño de muchos hongos y bacterios. Para los primeros demuestran las fotos de las figuras 467 y 468 la penetración, adaptada incluso a la estructura interna de la pared de la fibra celulósica (el ejemplo es Chaeiomium, uno de los géneros más peligrosos para papel) y su descomposición final. Para bacterios hemos dado ejemplos ya en las figuras 127, 128,

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134 y 135, recordando aquí, además, que su acción es normalmente endoencimática. Por tanto, cualquier punto de la fibra, no protegida en la masa de la celulosa del correspondiente sector debajo del mismo punto de la fijación del bacterio, será afectado y debilitado en su resistencia mecánica.

5cb)

GENERALIDADES DE LAS SUSTANCIAS DE IMPREGNACIÓN

La descripción la hacemos en cierta agrupación, citando con detalle los productos más representativos. Cualquier agrupación es artificial, porque, como anteriormente ya entre los grupos de organismos, también los grupos de sustancias que nos interesan pertenecen irregularmente a ciertos sectores de la química y no se puede usar la ordenación normal que se suele usar describiéndolas todas sistemáticamente. Tiene cierta lógica separar las sustancias que se usa sustituyendo la fibra y las que se introducen como relleno al papel. Por tanto, están en propios apartados.

Para las sustancias que impregnan la fibra rige en general: 5cb-a)

Penetración

La penetración de las sustancias puede ser mecánica, llenando los microporos de las fibras, donde quedarán sujetadas por inercia, o que reaccionan con las cadenas laterales de la molécula de la celulosa, entonces su fijación ya mecánicamente no es reversible, es ya cierta substitución. Si la reacción química no modifica la polimerización y la elasticidad de la macromolécula, este último camino es, naturalmente, la técnica más perfecta de una impregnación. Una separación exacta entre impregnación de la fibra y substitución no existe. De costumbre comprendemos como substitución preferentemente la reacción entre una molécula pequeña y/o inerte para si sola, con la macromolécula de la celulosa.

La imposibilidad de reemplazar una sustancia introducida a la celulosa no significa ya que hay una substitución. L a retención mecánica en los microporos, a veces es invencible con disolventes, o solamente en plazos larguísimos. 5cb-b)

Metales en las moléculas de sustancias germicidas

Es conocido ya desde la Edad Media que ciertos metales tienen efectos venenosos o terapéuticos, según su concentración, y, desde 611

el último siglo, ya sabemos que existen varios cuyo efecto venenoso se limita a ciertos organismos, es decir, son selectivos. Desde entonces se ha buscado siempre la posibilidad de introducir algún átomo de ciertos metales a las moléculas de sustancias cuya acción germicida se observó, con la finalidad de mejorar más el efecto. Clásicos ejemplos son el mercurio, el cobre y el zinc. Pero también metales menos usados, como el cadmio, que descubrió M Ü L I S C H en 1899, ya se conoce casi ochenta años como efectivo contra el cáncer de pergamino por B. subtiüs (figuras 469, 470a y 470b). Generalmente usados son hoy arsenio, antimonio, bario, cadmio, cobre, estaño, níquel, mercurio y zinc. Los dos primeros y el mercurio debemos considerarlos como bastante peligrosos para el hombre; por tanto, en su uso existe reserva, si bien no siempre más justificada que por la peligrosidad de sus derivados inorgánicos. E l cobre y el níquel normalmente no podemos usarlos para nuestros fines, porque sus derivados son de fuertes colores. Los que más esperanza ofrecen, dentro de las sustancias orgánicas con elevadísimo efecto germicida, son el mercurio, el estaño, el bario y el zinc. E l mercurio, para mayor seguridad, no le deseamos en el papel, a pesar de que posiblemente no son dañinos parte de sus derivados. E l plomo es dañino para muchas tintas antiguas y a los pigmentos de tintas gráficas, incluso a los de hoy. La introducción del catión a una molécula, casi en general, hace más estable a la sustancia contra la acción física del alrededor. Por tanto, el efecto de la presencia de un metal es doble, por el aumento del efecto mismo y el de la duración de un germicida. Los últimos gritos de Casandra van contra varios metales pesados que aumentan notablemente en los ríos por desagües. Entre ellos nos afecta el cadmio y el zinc. El primero es el más peligroso en la contaminación del ambiente; al segundo han puesto, además, en la lista de los sospechosos de causar cáncer. Ambos casos, para nuestro uso, son sin peligro, porque no pueden ser absorbidos por contacto en la piel que toca papel.

5cb-c)

Halógenos en las moléculas de sustancias germicidas

Su efecto no es tan seguramente en favor, como el de ciertos metales. En muchos casos aumenta el efecto germicida hasta cierto grado de halogenación y disminuye hacia la máxima. Hay sustancias 612

que son, cloradas al máximo, prácticamente inertes, pero introducidos solamente algunos átomos de halógenos en ciertos puntos estratégicos de la molécula, se consigue un elevado efecto adicional. En la práctica son normalmente cloro y, a veces, flúor lo que se introduce, por motivos que radican en el costo. Para nosotros viene además el aspecto colorante, que excluye al yodo y el bromo en ciertos casos. La estabiüdad de la fórmula contra factores físicos, especialmente contra luz ultravioleta, disminuye en la mayor parte de los casos con la introducción de halógenos y solamente en casos excepcionales se mejora. Para nosotros esto es de cierta importancia no solamente por la duración, que deseamos siempre en el máximo posible, sino también por posibles daños que se pueden producir a consecuencia del cloro libre que se ha desprendido de su molécula. Por tanto, es importante estudiar la debilidad de una sustancia clorada si es de buen efecto germicida y la queremos usar. Grupos laterales Entre los diferentes grupos de los relativamente fáciles de mover dentro de las moléculas es imposible, naturalmente, dar reglas fijas, porque depende demasiado de la posición y forma del enlace que su posición, su introducción en sí y su número influyan positivamente o no. De todos modos hay un aspecto en el que siempre conviene pensar: es su efecto en pro o en contra de una fijación de la sustancia germicida dentro o lateral a la macromolécula de la celulosa. En principio es positiva cierta fijación por substitución, por ejemplo, de las cadenas laterales de hidróxidos de la celulosa, si esto no afecta a muchas, porque protege más duraderamente. La actuación es menos favorable si estas reacciones de substitución disminuyen las características técnicas de la fibra. Para lo último existen numerosos ejemplos, no siempre aclarados en su «porqué». Por otra parte, incluso estas sustancias teóricamente dañinas para la celulosa pueden ser muy admisibles si su efecto germicida es tan elevado que con un daño mínimo, nulo en la práctica, se consigue la protección definitiva.

Naturalmente, hay grupos, como, por ejemplo, N 0 y varias otras, teóricamente útiles que con frecuencia provocan efectos colorantes si son introducidos; para nosotros desaparece entonces el interés en la sustancia. 2

613

5cc)

SUSTANCIAS

INORGÁNICAS

E l grupo, por ser en general de inferior efecto germicida, ha sido desestimado en forma no justa desde hace bastante tiempo, cuando se empezó a encontrar sustancias orgánicas muy potentes. Para nuestros fines no se debía dejar fuera de consideración, porque modernamente se han desarrollado varias sustancias muy estables y de buen efecto de protección para la celulosa.

5cc-a)

Cloruro de mercurio

Esta sustancia, «la» clásica de los germicidas, debemos desestimarla por completo. Es poco segura como germicida universal, existiendo importantes especies bibliófagas que aguantan a elevadas concentraciones (Rosalía OLIVER, 292), y estas últimas, seguramente

pueden provocar entonces efectos dañinos para el hombre. El mercurio inorgánico y posiblemente también la mayor parte o todas las composiciones orgánicas de este metal son más o menos dañinas para el hombre por causar daños irreversibles en la célula. Si es material no o muy difícilmente regenerablc, como nervios, el daño es para siempre. Si algunas sustancias orgánicas son efectivas ya en concentraciones muy bajas, cambia el aspecto solamente en parte, porque el efecto de mercurio suele ser acumulativo, es decir, sólo es cuestión de más tiempo hasta que se nota el daño. Si bien ya desde hace tiempo se suponía que su efecto no es una simple coagulación de albúmina, el verdadero efecto diabólico del mercurio se aclaró recientemente. Como es conocido, el ácido ribonuclelnico de comunicación (m-RNA) recoge del ácido desoxirribonucleinico (DNA) en el núcleo de la célula la programación para el anabolismo de albúmina desde los ácidos aminicos. Asi se mantiene la regeneración celular bajo el control vital de los núcleos celulares en cuestión. Ahora bien, el mercurio reacciona con el m-RNA reduciendo asi su cantidad activa en la célula, que entonces pierde más o menos su capacidad de regeneración. Todos los tejidos son sensibles a esto, pero en diferente grado; lo más sensible son células de nervios y por eso es tan peligroso el mercurio.

Aparte esto, se fija el cloruro de mercurio, después de una impregnación de la celulosa, en la molécula, andando entonces mayormente libre una parte de su cloro que la desprende en la reacción. Como mínimo, una vez hecha una aplicación, por no tener otro medio, o por el motivo que sea, se debía lavar intensamente el obje614

to tratado. En la restauración, la cantidad de mercurio, posiblemente presente (por tratamientos antiguos con cloruro), debía ser determinada y considerada en los procedimientos posteriores, para no tener sorpresas de reacciones inesperadas. Eliminar mercurio fijado en la fibra a fines de restauración es prácticamente muy difícil o casi imposible y, por tanto, no vale que se intente. A l contrario, lo que se debe hacer siempre es deslavar lo que aún hay libre, controlando la concentración en el lavado. Suele tardar mucho hasta que desaparecen los últimos indicios.

5cc-b) Silicofluoruros Entre las diversas sales de este ácido, muy fungicida e insecticida, hay unas muy solubles, como del zinc y del magnesio, que también son fortísimos germicidas, pero inútiles para nuestros fines. A l contrario, el silicofluoruro de sodio, que en último caso sería ya aceptable, es poco soluble en agua y no corrosivo a corto plazo ni dañino para el hombre. Se hicieron algunos ensayos para usarlo en papel, también contra roedores, pero no se conocen resultados positivos. Antiguamente se ha usado el silicofluoruro de sodio contra Cryptotermes (termites de madera seca), espolvoreándolo. Hoy lo consideramos solamente como medio útil en caso de que no haya otros medios mejores disponibles. Entre tanto, partiendo de estas sustancias se han desarrollado sales mucho más complejas que hoy solamente en parte comprenden aún silicofluoruros.

5cc-c)

Sales inorgánicas compuestas

En la conservación de madera se ha buscado ya desde el principio de nuestro siglo, en Alemania iniciado por Gustav KRAEMER (= abuelo del que escribe) y colaboradores como WOLMAN, combinaciones de sales que no reaccionan entre sí en sus soluciones, sino solamente en caso que secan en presencia de celulosa, formando entonces sustancias no solubles. Los primeros tipos de efecto práctico 615

eran las combinaciones de sales del ácido crómico (bicromato potásico o del sodio) con fluoruro sódico, que en la celulosa forman criolitas muy difícilmente deslavables. Entre tanto se conoce numerosas combinaciones eficaces y de muy difícil hasta casi imposible deslavación. Para nuestros fines no son útiles las combinaciones con cromo y cobre, por tener intenso color verde, no tanto por el color de la criolita que se forma y que es solamente amarillenta como por otras sustancias laterales no del todo evitables, como el óxido de cromo, etc. La aplicación para nuestros fines empieza a ser posible desde que se obtuvieron combinaciones incoloras que se fijan. La aclaración de las reacciones y de las sustancias finales que se forman es extraordinariamente complicada. Se suele indicar, por tanto, más las fórmulas sumarias y las proporciones entre sus elementos que una fórmula precisa.

Lo que es importante, en la teoría de estas sales, es la combinación de sales del flúor y del boro, porque es conocido que el boro no protege en igual escala contra todos los hongos, siendo complementado por el flúor precisamente contra las especies mal combatidas por el boro. Como mecanismo de fijación del flúor, en la práctica de la conservación de madera se usa el camino de derivados seisvalentes del cromo (debido a varios motivos técnicos que en nuestro caso no proceden), llegando a criolitas del cromo. Nosotros debemos buscar otro camino, para evitar el color amarillento de esta sustancia. E l sustituto que se ofrece es la criolita del aluminio, pero es algo inferior en su efecto germicida que la del cromo, además sus componentes básicos penetran mal a la madera. Para papel no importa esto, porque alcanzamos homogéneamente toda la masa a proteger sin mayor dificultad. Más reciente es el desarrollo de sales del ácido bórico, que se fijan en la celulosa. Las sales compuestas a base de boro y flúor se propuesieron primero como combinaciones en proporción 1 : 1 y en presencia de amonio. Sin presencia de cromo no se fijaban y, aun con él, el boro quedó fijado en una forma no muy satisfactoria. Entre tanto se llegó al concepto de que la mejor combinación es la correspondiente a la fórmula genérica MelBF: «(OH)o 1, 2

en que el «Me» representa una combinación de amonio con una sal de metales pesados. En nuestro caso lo más indicado sería zinc. 616

Usando para la fijación entonces, por ejemplo, ácido crómico, la velocidad de la fijación del flúor y del boro es prácticamente equivalente, porque la fijación de boro por la reacción con el zinc es proporcional al aumento del valor pH encima de 5,5, y esto no se produce antes de que se ha formado algo de la criolita. Así, balancea la reacción hasta que todo está fijado. La o las sustancias complejas que se forman con o lateralmente a la celulosa, son prácticamente incoloras en las concentraciones ya útiles para la protección de papel. E l procedimiento es relativamente lento en su reacción, pero puede ser acelerado con un aumento de temperatura, lo que prácticamente se conseguía ya de forma suficiente simplemente por no secar muy rápidamente al papel. La formación de otras criolitas totalmente incoloras no se ha estudiado aún, siendo hasta el momento toda investigación de finalidad técnica para la conservación de materiales de celulosa, no de papeles finos.

Como concentraciones eficaces se pueden calcular unos 6-8 kg. del conjunto de las sustancias iniciales para la tonelada de papel seco. Es importante aclarar el volumen que queda fijado en el papel. Se puede suponer el máximo del resultado en un 70 por 100 del teórico, aplicando en baño y algo más, aplicando los componentes separadamente por rollos. Combinaciones que contenían la proporción 1 mol sulfato de zinc, 2 mol ácido bórico y 4 mol de un fluoruro permitían al final deslavar algo del zinc (se supone por formarse parcialmente tetraboratos), pero prácticamente nada de boro y de flúor. Quedaron sin dañarse, en el ensayo de Ficomicetes y especialmente por Chaetomium, papeles de una impregnación correspondiente al 0,05 por 100 del conservante no deslavable. Por termites de Reticulitermes lucijugus quedaron inalterados papeles con aproximadamente 0,03 por 100 durante los cuatro años de nuestro ensayo. Buscando posibles hongos resistentes se trabajaba con concentraciones debajo y de 0,01 por 100. No hemos observado preferencias llamativas en la población lenta, varian incluso las especies que como primeras se establecieron, siendo la concentración de 0,005 por 100 normalmente poblada sin demora; 0,01 por 100, al contrario, resistía a veces hasta medio año y más.

Dentro de las combinaciones de sales compuestas se debe citar también el carbonato de zirconilamonio o el acetato zirconílico que 617

reaccionan con sales de plata y de cobre, fijándose totalmente en la fibra de la celulosa bajo calor. Se ha usado para textiles en proporciones de 99 partes de celulosa : 1 de Z1O2: 0,2 Cu : 0,02 Ag, obteniendo una protección total en suelos tropicales. Sobre su posible aplicación en papel no existen datos.

5cd)

SUSTANCIAS ORGÁNICAS

Entre la numerosa cantidad de diferentes combinaciones estimables para nuestros fines, destacan en cada grupo algunas sustancias que dominan por su efecto o por motivos de facilidad en su manipulación industrial. Su número está en constante aumento. Varios grupos están descritos como fórmulas genéricas que cubren numerosas sustancias diferentes, y entre éstas, si bien todo el grupo es más o menos eficaz, destacan algunas llamativamente. Hemos procurado elegir los ejemplos entre ellos, salvo que otra sustancia del grupo sea más representativa para el mismo. Un aspecto llamativo entre estos productos es que ignoramos hasta ahora casos de destacada resistencia de alguna especie dentro de una familia o género (como, por ejemplo, Phoma pigmentivora, que es resistente contra cobre inorgánico), pero es muy frecuente que varíe fuertemente la concentración mínima eficaz contra una familia o, incluso, contra un género al otro. Esto nos lo debemos explicar con la intervención mucho más especifica de estos germicidas en el metabolismo de los organismos. En los hongos aún se compensa algo el efecto, debido a su normalmente mayor variación en las acciones catalíticas que suele aplicar la misma especie. Entre los bacterios, al contrario, es lo normal que no existan en su metabolismo más que uno o unos pocos pasos paralelos y, por tanto, el efecto debe ser forzosamente de mayor carácter selectivo. Asi, se puede suponer, casi como regla, que una sustancia de genérico efecto bactericida es germicida en general, si se observa de entrada también un fuerte efecto fungicida en algunas especies de hongos. Posteriores investigaciones con más especies de hongos confirman normalmente la primera estimación en el caso.

5cd-a)

Germicidas alifáticos

Sustancias estrictamente alifáticas como germicidas no existen muchas. Para nuestros fines hay que considerar principalmente cier618

tos derivados alifáticos del estaño, los fluoralquilatos y los complejos amónicos cuaternarios. Derivados del ácido

glutamínico

En el Japón se desarrollaron derivados polimerizados, de los cuales la figura 472,4 representa una forma típica y que se caracterizan por su elevado efecto germicida, siendo por su combatibilidad aceptables incluso para papel que se usa como embalaje de comestibles. Sobre su duración aún no se tiene experiencias suficientes por falta de plazo (las patentes son de 1965-1970), pero parecen ser estimables. Para corto plazo bastan ya concentraciones muy bajas, de 0,0005-0,005 por 100 para una inhibición total de Penicillium y Aspergillus. E l grupo de estas sustancias merece para nuestros fines mayor atención.

Sales metálicas de Di-metilglioxima Han sido propuestas las sales del níquel (figura 472,1) para pulpas con bajísimas concentraciones, citando equivalentes del componente Ni de 0,0005 por 100 por peso de la celulosa, siendo el límite absoluto para la inhibición de todos los organismo 0,5 por 100. Esto demuestra un elevado efecto selectivo. Aparte su color rojizo que las darían al papel en la última concentración citada, es la acción selectiva la que dificultará su uso para fines a largo plazo. Por su falta de toxicidad serían aceptables. Fluoralquilatos Se han descrito gran número de estas sustancias como germicidas, siendo de nuestro interés el grupo de los derivados con el estaño. Uno de éstos representa la figura 472,7. Aún no conocemos efectos a largo plazo (las patentes son de 1964-1968), pero sus características adicionales de hacer repelente la superficie a agua y aceites ofrecían una interesante combinación para nuestros fines. Sus efectos fungicidas aún no se han determinado para todas las sustancias descritas, ni se han dado detalles de lo comprobado. 619

Sustancias acíclicas de los carbamatos y de los derivados del mercaptano Las sales metálicas de tricloromercaptano, principalmente del bario, cadmio y del zinc, el n-(triclorometiltio)ftalamid, el dimetilditiocarbamato del zinc y algunos similares se citan para la conservación de derivados de celulosa, papel y varios plásticos como germicidas útiles y de duradero efecto (figura 476). Las concentraciones indicadas varían mucho según el material a conservar; para papel oscilan entre 0,005 por 100 (contra bacterios) y 0,1-0,25 por 100 de

total inhibición. Investigaciones detalladas sobre los verdaderos límites de la total inhibición no existen en forma comparativa; datos no comparados de 0,03-0,05 por 100 son indicaciones frecuentes. L a duración de las sustancias parece larga. WOLCOTT (427-4) cita 530 días de efecto contra Cryptotermes brevis para soluciones al 0,1 por 100 del dimetiltiocarbamato de zinc; IMSCHENEZKI (181-3), plazos parecidos para soluciones al 0,06 por 100 contra bacterios. Por todos estos motivos sería interesante su investigación detallada, porque son seguramente sin toxicidad para el hombre en las concentraciones necesarias y, por tanto, a considerar entre las sustancias preventivas para el papel. Se ha citado que la combinación del dimetilditiocarbamato del zinc, con los derivados de fenilmercurio, hidroxiquinolato de mercurio y otros del mismo metal eliminarla el problema que ofrece el mercurio en la conservación por su frecuente efecto colorante del sustrato. Además se observa por lo visto cierto sincrgismo, potenciándose el efecto por encima de la suma de las dos partes de la mezcla. No obstante, seguimos en nuestra reserva contra componentes del mercurio, porque ignoramos el desarrollo de las reacciones a largo plazo y sabemos que son irreversibles los daños eventualmente provocados por el mercurio. Aparente sinergismo existe con el cadmio si éste se introduce primero, substituyendo la fibra. Aumenta el efecto en el orden de 1,8-2,5 veces.

Existen más carbamatos importantes para nosotros, pero son cíclicos y se citarán en el grupo de sustancias cíclicas que contienen sulfuro. Citronellol (figura

472,9)

Este alcohol es uno de los componentes del aceite de citronella que hemos citado, entre los procedimientos históricos, como una de 620

las primeras sustancias usadas para la defensa de libros y documentos. E n Australia se citó el uso de la sustancia sintética para la defensa contra termites. No sabemos más sobre los resultados, salvo que es de efecto repelente. Jabones metálicos Más importancia tienen como sustancias hidrófugas, donde los estearatos, principalmente del zinc, tienen notable importancia. Pero la misma sustancia es también bastante buen germicida (figura 472,2). Complejos amónicos cuaternarios Están formados por la substitución de los cuatro hidrógenos de un radical amónico por otros radicales orgánicos. Si los últimos son lipófilos, se obtiene detergentes que tienen efecto desinfectante y se usa en notable escala para fines medicinales. Para la protección de la celulosa se ha citado como eficaz el bromuro del lauroildimetilcarboxietilamonio (figura 472,10), que se vendió bajo el nombre comercial de «Cequartyl BE». E l material es medianamente afín a celulosas y estudios de su duración no nos convencen. Recientemente se observó extraordinaria fijación e imposibilidad de una posterior deslavación entre productos de las formas como las indica la figura 472,6. Aparte de los formiatos del dimetilalquilamonio, valen también los acetatos y oxalatos, y de mayor efecto aún son los propionatos y adipinatos de la misma constitución. La fabricación es muy fácil. En frió se añade, agitando, al ácido en cuestión un dimctilalquilamino con una longitud media de la cadena del alquilo de unos quince átomos carbónicos, formándose en unas horas la solución clara, amarillenta, de la sustancia, que asi ya se puede usar para la impregnación.

Las patentes son demasiado recientes (1964-1969) para tener ya datos sobre el efecto a largo plazo. De momento resulta un efecto duradero por encima de dos años de una total inhibición con 1.2 por 100 en el material.

621

Derivados alijáticos

del estaño

Pertenecen a este grupo también los fluoralquilatos del estaño, que ya fueron citados allí, y muchas otras sustancias. Las de mayor importancia son las siguientes: óxido

bis-(tri-n-butílico)

del estaño (= TBTO)

La sustancia, de aplicación germicida en sectores muy diversos (papel, cartón, madera, pinturas, incluso pintura submarina contra crustáceos y algas, plásticos, pulpa de papel, etc.), se caracteriza por su gran estabilidad. Sus concentraciones seguras se citan de 0,15 por 100 en adelante, siendo las mayores concentraciones para otros usos que en papel. La sustancia ya en sí es muy poco tóxica para el hombre, pero se ha rebajado a prácticamente nulo, también en más elevadas concentraciones, con el desarrollo de los sulfosalicilatos, que citaremos más adelante. Aparte la mencionada sustancia se usó también otros derivados estañobutílicos, como el complejo del triclorobutilestaño (como adición etilénica de abietinaminos) bajo la denominación comercial «Tin San», en la industria del papel. Los límites de la inhibición por estos complejos son algo inferiores que los del T B T O .

5cd-b) Ciclopentanos De este grupo es principalmente el grupo de los ácidos ñafíemeos y sus derivados metálicos que se han citado como sustancias para la conservación de madera y de celulosas. Su efecto es muy variable, incluso las sales metálicas son bastante selectivas en su acción. Para cartones, impregnados simultáneamente contra humedad, el naftenato de zinc (figura 472,8) y del cadmio son útiles en concentraciones de 0,8-1,5 por 100. También son de frecuente uso, en la obtención de sales complejas, los ácidos del grupo.

622

5cd-c)

Germicidas aromáticos

Derivados del benceno Naturalmente, existen varios productos que se podrían poner en el benceno y también en los grupos siguientes, según qué parte de la molécula consideremos primordial. Dejamos en los bencenos propiamente dichos solamente sustancias relativamente simples. Si el anillo del benceno lleva largos anexos, el producto pasa a grupos postriores, siempre se caracteriza más por las partes laterales.

Benceno arsenioso (figura 473,13) La sustancia es extraordinariamente potente como germicida y talofitocida. Naturalmente, también es un potente veneno para el hombre. No obstante, sus concentraciones eficaces están tan lejos de la concentración dañina para nosotros que su uso industrial no tiene obstáculo. Su gran poder bactericida y la posibilidad de usarlo incluso como terapéutico humano ya se conoce desde que E H R L I C H desarrolló en los años 1910-1912 contra paludismo y sífilis los medicamentos, mundialmente conocidos, del grupo «Salvarsan», que son derivados de este tipo básico.

Industrialmente se aplica muchas veces también en la forma de la sal del sodio (que entonces es realmente fenilarsenito sódico). Las concentraciones que son totalmente inhibitivas para bacterios, hongos y algas, etc., oscilan entre 0,00005 y 0,005 por 100. Se usa en gran escala para la conservación de pulpas de madera y en papel técnico, pero también es útil para textiles y cuero, etc. E l principal problema es su debilidad al oxígeno. Por tanto, durante cierto tiempo se desestimó su uso para papel, pero con la aplicación de colas sintéticas que pueden proteger la fibra totalmente a la oxidación, también los arsenoderivados del benceno vuelven a ser de interés por su elevado poder germicida, que destruye incluso esporas. La siguiente tabla número 37 indica las concentraciones mínimas de efecto contra las especies bibliófagas que se investigaron entre los muchos otros organismos comprobados. Sobre la duración del efecto no existen estudios detallados; serian de notable interés, porque dependerá seguramente de las posibilidades de conseguir una eficaz

623

protección contra oxígeno y, por tanto, se obtendría doble resultado, la aclaración de la duración del germicida y de la eficacia de las colas o resinas usadas como portador contra oxígeno, datos que nos interesan también por otros motivos (protección de papel contra contaminación del aire con colas impermeables).

T A B L A N Ú M . 37

CONCENTRACIONES ( E N PORCIENTOS) D E GERMICIDAS D E L BENCEN O A R S E N I O S O (según A N Ó N I M O en B . P . 902,025 y A . P . 814,686)

Especies

En celulosa

— —

Bacillus cereus var. mycoides .. Chaetomium globosum

0,00025

Memnoniella echinata

0,00025 0,00025

Pénicillium luteum Pseudomonas aeroginosa Pullularia pullulons Trichoderma viride



En sustratos líquidos y sólidos En cuero como pinturas

0,001/0,5 0,000075/—

— 0,01/0,5

— — —

— — — — —

0,000075/— 0,01/0,5

0,00025 0,0005

0,01/0,05

0,01/0,05





0,00025 0,00025

— — — — — 0,00025

— 0,00025

— — — —

Bencenos halogenados, nitro-halogenados y cian-nitro-halogenados (figuras 473,14; 15; 16; 17 y 18) Este grupo incluye numerosas sustancias de gran poder germicida. Las combinaciones de interés son de muy variada constitución, de uno o dos grupos nitro- y siempre dos de cian-, uno a tres átomos de cloro o de bromo y uno o dos de flúor. Unas veinte combinaciones han sido usadas. Su aplicación depende de sus características físicas; los muy solubles en agua sirven, naturalmente, en primera fila como desinfectantes; los que son difícilmente solubles en agua se usaron para cuero, textiles y cartón. Molesto es a veces su color. Si contienen el grupo nitro-, ostentan mayormente un color amarillo y para papeles finos entonces ya 624

no son útiles. Se ha mejorado notablemente el espectro de su eficacia con el invento de introducir grupos de cian- a la molécula. Especialmente el l,3-dician-2,4,6-tricloro-5-nitrobenceno se destaca con gran eficacia universal. Los componentes protegen entonces también totalmente contra bacterios como Bacillus subtilis, aspecto que nos interesa mucho en pergaminos; vale ya con 0,05 por 100 contra su cáncer. También se intentó introducir otros grupos a la molécula; de la introducción de bromo resulta un eficaz fungicida del suelo. Para el uso en papel no conocemos datos, si bien ha sido comprobado incluso contra un bibliófago, Rhizoctonia solani. Su importancia práctica radica en su acción segura contra esporas de hongos y su estabilidad durante mucho plazo. Aparte de papel, cartón, cuero y textiles, estos productos son aplicables también para plásticos, pinturas, etc. Materiales que están destinados al uso en zonas tropicales muchas veces se equipan con estas sustancias. La siguiente tabla número 38 indica los límites para una total inhibición de hongos. Entre las especies investigadas figuran numerosos bibliófagos, como Penicillium, Fusarium, Rhizoctonia, Cladosporium, Memionella, etc. Que la eficacia no se limita a hongos lo demuestra que han sido comprobados con éxito contra crustáceos (xilófagos submarinos), resul-

T A B L A N Ú M . 38

EFECTO FUNGICIDA D E TOTAL INHIBICIÓN POR BENCENOS CIAN-NITRO-HALOGENADOS E N CELULOSA

Sustancias

l-fluor-4,6-dinitrobenceno l-fluor-3-cloro-4,6-dinitrobenceno ... . 1 -fluor-3-bromo-4,6-dinitrobcnceno ... l,3-difluor-4,6-din¡trobcnceno l-fIuor-2,4,5-tnclorobenceno l-fluor-3-clorobenceno l-bromo-3-nitrobenceno l,3-dician-2,4,6-tricloro-5-nitrobenccno l,3-dicloro-4,6-dinitrobenceno

Concentración mínima 4

5,0-10 2,5-10-* 2,5-10 5,0-10 4

1

8,0-10 5,0 • 10

2 1

5.0-10 •

625 40

tando el l-bromo-3-nitrobenceno allí eficaz con 0,005-0,5 por 100 del peso de la celulosa, según las condiciones de exposición. Para cuero también es buena sustancia conservante, pero a pergaminos mancha. Para materiales plásticos se debe calcular con notablemente mayor concentración. Por ejemplo, la fibra de cloruro de polivinilo necesita del I-fluor-3-bromo4,6-dinitrobenceno una carga de 0,25 por 100, es decir, mil veces más que en celulosa. E l fenómeno se explica por la acción estrictamente metabólica de las sustancias, que actúan solamente si se ataca a la fibra digcriéndola. Naturalmente, es de nuestro interés este efecto selectivo que elimina y daña solamente a los bibliófagos.

De los derivados con el grupo dician- se obtuvo también el 1,3-dician-2,4,5,6-tetraclorobenceno, que realmente es un tetracloroftalonitrilo y que se caracteriza por la mayor amplitud de efectos, pero carecemos aún de una suficiente investigación detallada de su valor para la inhibición total. Si éste es suficientemente bajo, sería una sustancia posiblemente extremamente apta para conservar papel. Ácido

2-metoxi-5-clorobencenborónico

Esta sustancia (figura 474,22), que es un buen germicida para la celulosa, se propuso y se aplicó en papel en forma de su sal sódica. Carece de efectos inconvenientes y suele dar segura protección en concentraciones de 5* 10 a 10 . Es sustancia que se debe considerar para la conservación previa del papel. 2

Derivados de los éteres

J

propinílicos

También reciente en la fecha de la patente, pero ya respaldado con datos detallados sobre la eficacia son estas sustancias que representa la figura 473,11. Son indeslavables por agua una vez fijadas en la fibra de la celulosa y se disuelven fácilmente en alcoholes, acetona y otros disolventes orgánicos. No reaccionan fácilmente con otras sustancias y son combatibles higiénicamente. L a siguiente tabla número 39 indica su efecto germicida. Existen dentro del grupo, naturalmente, numerosas sustancias más; algunas tienen valor fitosanitario; pero para materiales como papel y similares no se han usado. 626

T A B L A N Ú M . 39

DERIVADOS

D E ESTERES

(según

PROPIN1LICOS O'BRIEN

Sustancias

y

Y

RACHLIN,

SU EFECTO 290)

GERMICIDA

Concentración Efectos en la solución para la impreg- Chaetomium Aspergillus nación de fibras globosum niger

E . 1 -(3'-nitrofenoxi)-3-yodo-(2) -proE.

0,1 0,05

1 1

1 FE* 1 FE

0,1 0,05

1 1

1 1 E

0,1 0,05

1 1

1 E 1 E

0,1 0,05

1 1

1 FE 1 FE 5

1 1 1-2 4

1 E 1-2 3 4

l-(4'-nitrofeniltio)-3-yodo-(2)-pro-

E . 1 -(2'-nitrofenoxi)-3-yodo-(2) -proE . l-(2',4'-dinitrofenoxi)-3-yodo- (2)-

Patrón de 2,2'-dimetilen - 4 - cloro-

— 0,5 0,2 0,1 0,05



* Valorización de los efectos: 1 — total inhibición; 2-4 crecimiento gradual; 5 = crecimiento sin disminución; E acción sobre alrededor; F E = fuerte acción sobre alrededor.

No obstante, debemos citar las sales orgánicas del mercurio con benceno, que en la conservación de madera se usaba contra termites y en nuevas sales complejas con la oxiquinolina han alcanzado elevada importancia práctica también en nuestro sector. Sales fenilmercurio La más conocida es el cloruro fenilmercurio (figura 473,24) y análogas son el bromuro y el acetato. Son de fuerte efecto germicida al 0,05-1,5 por 100, si bien para muchos bacterios es llamativamente amplia la fase frenante, no mortal (= fase bacteriostática). 627

Fijadas en la fibra son prácticamente indeslavables. Además parecen carecer mayormente de las características negativas de las sales inorgánicas del mercurio para el hombre. Más homogéneo en el efecto como bactericida y germicida es la sal compleja 8-oxiquinolínica. Hidroxiborato de fenilmercurio Entre las sales no complejas es el más equilibrado en su efecto y seguramente el menos dudoso en su combatibilidad. Ha sido usado en fibras de celulosa como germicida efectivo y de larga duración. Por su constitución es seguramente sin influencia sobre el envejecimiento del papel. Su concentración para una total inhibición está en 8*10 , no muy lejos, por tanto, del efecto de la próxima sustancia. 2

Hidroxiquinoiato de fenilmercurio Es muy tóxico, pero también muy eficaz en bajas concentraciones ya, estando la concentración de total inhibición en celulosas en aproximadamente 5 • 10 . Es incoloro y fácilmente incorporable en muchas sustancias. También ha sido usado en cierta cantidad en la industria de papel, no en las pulpas, porque es producto caro, sino en papeles técnicos expuestos a condiciones extremas. Para la protección previa del papel de libros no estimamos esta sustancia como buena solución hasta que no esté aclarada mejor su estabilidad a largo plazo. Por otra parte, por sus efectos homogéneos y la muy baja concentración necesaria, higiénicamente de momento no existen muchas observaciones en contra, a pesar de que es un derivado del mercurio. Para evitar el último se ha propuesto sustituirlo por zinc. E l efecto parece bueno, pero la concentración debe ser entonces en el orden de 4 • 10" . 3

2

Derivados y homólogos

del benceno, antiguamente usados

Hay que citar varías sustancias, hoy anticuadas, pero que en su día se ha aplicado. Entre éstas figura el hexacloróbenceno, que es de muy limitada eficacia (concentraciones del 2 por 100 protegen 628

solamente 2-4 semanas contra Cryptotermes brevis), si bien tampoco es tóxico como el paradiclorobenceno (figura 473,10). Este último es bastante eficaz contra insectos bibliófagos. Se evaporiza o sublima relativamente rápido y su duración depende de la ventilación del hogar. En depósitos cerrados su efecto es de años. Lamentablemente causa daños crónicos, afectando al hígado y el sistema nervioso y, por estas características, deberla ser retirado estrictamente del uso. Igual, o más peligrosos aún, son los derivados del doble aro bencénico, los naftalenos. La misma «naftalina» (naftaleno) es relativamente inerte para el hombre, pero también contra bibliófagos. Sus derivados clorados, al contrarío, son un perfecto «humanicida» y antes de que se descubriera esto, se lanzaron en gran escala al mercado (en los años treinta de nuestro siglo). Luego se dejó el uso para la conservación en edificios, siguiendo con él al aire libre. Hoy ya no se fabrican, ante el notable número de muertos y los graves daños crónicos que se observaron. Timoi (= 3-hidroxi-p-cimol) (figura 473,12) Es bastante más fuerte como germicida que el fenol, en el orden de 4-6 veces. Si a pesar de esto se ha desplazado, es por no haberse llegado a descubrir derivados fuertes como de otras sustancias. En la restauración ha sido usado ampliamente y seguramente aún se sigue con esto, por ser totalmente inofensivo para el hombre. Buenos efectos se ha publicado especialmente contra el cáncer en pergaminos (Bacillus subtilis) por GALLO (130A). La sustancia existe en la naturaleza en el aceite de tomillo, pero se obtiene ya desde hace mucho tiempo sintetizándola. Como ya hemos visto, entre las sustancias naturales, el grupo del cavacrol-cimol contiene derivados muy eficaces como conservantes naturales y, por tanto, se trató de conseguir derivados nuevos, fáciles de sintetizar y eficaces como conservantes. N o se tuvo mucho éxito; los halogenados con yodo (= Arístol) y bromo aumentaron en forma insuficiente el efecto (para nuestros fines, además, inaceptables por su color fuerte); sobre derivados clorados no existen conocimientos. A l igual que el timol, se usaba como desinfectante el cimol; hoy se limitan a su uso como disolvente. Aparte esto, varios cresoles y fenol (= ácido fénico) se han usado en la restauración; del último también sales metálicas (del sodio) y orgánicas. Parece que ya no se usa; además, son muy poco recomendables para papel, ni para las manos del restaurador, dañando gravemente la piel. 629

Derivados del fenol Es el grupo que más amplitud práctica ha alcanzado entre las sustancias orgánicas en la conservación de celulosas. Gran parte de estos derivados son formas relativamente primitivas y su efecto es más bien bruto. No obstante, por ser fácil, mayormente, sintetizarlas y por su efecto generalmente no selectivo, salvo los herbicidas que no nos afectan, cubren más de la mitad del consumo total de germicidas en el mundo. La sustitución del anillo de fenol en sus hidrógenos y también en el hidróxido es fácil, si bien no siempre es posible dirigir la síntesis con exactitud y exclusivamente al sitio que se desea. Esto produce gran cantidad de subproductos y residuos, cuya aplicación, como son, no es posible. La consecuencia es que se sigue clorando estos subproductos, separados de la sustancia que se deseaba, hasta que «no va más», que son entonces sustancias «hexa-» y, dejándolas reaccionar con sosa cáustica u otros medios, se transforman en penlaclorofenol. Por tanto, esta sustancia abunda a la fuerza en todo el mundo, motivo por el que es, con sus derivados, el producto más usado como germicida entre todos los fenoles, a pesar de que no siempre es lo teóricamente más conveniente en la conservación de celulosas.

Fenoles clorados Entre los mismos hay que desestimar, para la conservación de celulosa, los mono- y diclorofenoles. Son muy volátiles y de un olor desagradable y penetrante. Los triclorofenoles son útiles si están bien purificados de los anteriores. Disponible es solamente el 2,4,6 - triclorofenol (figura 473,6), porque el otro isómero se usa siempre para fabricar herbicidas selectivos. Para nuestra aplicación, tampoco vemos mucha conveniencia de usar derivados del triclorofenol, porque sin fuerte purificación huelen aún algo y son relativamente volátiles. Los tetraclorofenoles son las sustancias ideales para el tratamiento de celulosas, usando las sales metálicas y los derivados con el ácido tricloracético. E l pentaclorofenol, naturalmente, es también muy apto, si bien en varios aspectos ya algo inferior a los anteriores. Industrialmente se usa para nuestros fines principalmente sus sales metálicas y otros derivados. 630

Las concentraciones límites para inhibir a hongos por el pentaclorofenol son: Chaetomium globosum, 6-12,5 kg tonelada de celulosa, y Coniophora cerebella, 0,6-1,15 kg.

Ninguno de los ácidos de fenoles halogenados destruye esporas de hongos. La primera sustancia del grupo que se usó en papel era el pentaclorofenato sódico (figura 473,7), que bajo múltiples marcas se vende como germicida para muchos usos. A pesar de que es la sal metálica de menos eficacia, se sigue usando en muy elevada escala también en papel, por ser fácilmente soluble e incolora. Análogas sales son el 2,4,6-triclorofenato sódico y el 2,3,4,6-tetraclorofenato sódico, ambas también mundialmente usadas, la primera principalmente para pulpas y pastas en caso de que deban conservarse estériles debido al posterior uso o destino técnico del papel a fabricar. Entre tanto que la duración del efecto no es lo decisivo, las mencionadas sales del sodio cumplieron las exigencias, si bien son muy irritantes para las pieles mucosas y, por tanto, extremadamente molestas en su manipulación. Tan pronto como interesa fortalecer la molécula para que no se destruya en la luz ni por otros efectos físicos o físico-químicos lentos, las sales sódicas son tan inaceptables como los fenoles clorados mismos por su debilidad. Ni pentaclorofenol ni su sal sódica puede ofrecer notablemente mayor plazo de un año de efecto, salvo que su dosificación sea tan masiva que los restos aún no descompuestos conserven suficiente eficacia. Otro camino era la combinación con o-bencil-p-clorojenól, que produce un notable sinergismo [véase 5ba-a)], pero para efectos a largo plazo no conviene el método. La busca de nuevos derivados, más resistentes, al principio se concentró primero sobre otros metales, habiendo demostrado ya los primeros ensayos la eficacia muy fuerte y duradera de las sales de zinc (figura 476), cobre y magnesio (figura 473,2) (en celulosas puras, el pentaclorofenato de cobre protege con 0,04 por 100). Su defecto genérico es su prácticamente insolubilidad en todo, porque la escasa solubilidad en ciertos disolventes orgánicos no es útil industrialmente. E l primer paso para salir del círculo vicioso eran inventos canadienses, obteniendo soluciones acuosas en presencia de amoníaco, cuya investigación detallada resultó en el descubrimiento de que se trata de una formación de sales complejas del pentaclo631

rofenolato cúprico con el amoníaco. Partiendo de esta observación, nuestras propias investigaciones se concentraban sobre la obtención de nuevos complejos orgánicos. Alrededor de 1960 llegábamos a los primeros resultados y desde entonces se han usado en amplia escala los complejos orgánicos de los clorofenolatos metálicos, del cobre, zinc y magnesio, en la conservación de madera. Lo más sorprendente era el resultado, que son complejos cuaternarios cúpricos que se forman si el catión se introduce por camino de un enlace inicial a un grupo carboxílico que a su vez está enlazado con un grupo alquilico. A pesar de numerosos intentos no se ha conseguido aclarar hasta el momento la exacta forma del complejo obtenido.

Las sales obtenidas son fácilmente solubles en muchos disolventes aromáticos y alifáticos, pero insolubles en agua, muy estables en su efecto germicida, incluso en continua exposición a luz y humedad y los valores de la total inhibición para las sales del zinc y magnesio están entre 0,05-0,08 por 100, mostrando duraciones por encima de diecisiete años (— el plazo del control realizado) sin visible alteración del efecto germicida (figura 476). La sal cúprica es aún más eficaz contra insectos (0,02 por 100), pero no contra todos hongos antes de 0,08 por 100. Para nuestros fines no vale la sal cúprica, por ser intensamente coloreada, pero la del zinc y del magnesio sí, porque son incoloras; las dos destacan por su estabilidad, mayor que la de la sal del cobre. Para fines de restauración, por tanto, representan unas sustancias muy recomendables. Papeles normales, de 150 gr/ m , por ejemplo, necesitan solamente doscientos miligramos por metro cuadrado del complejo cuádruple del pentaclorojenolato de zinc, o de magnesio, para una protección contra bibliófagos. 2

También son útiles estas sustancias, naturalmente, para la impregnación previa del papel. Lo que seria necesario es aplicar su solución en un disolvente muy volátil sobre el papel ya seco y esto, naturalmente, significara la eliminación a fondo perdido del disolvente, aspecto que recarga el costo.

Existen más caminos para obtener mayor estabilidad de la molécula y otros para evitar la reacción del metal con el policlorofenol en solución acuosa, hasta que la misma ha penetrado la celulosa a impregnar. 632

E l último concepto se ha resuelto mediante mezclas de sulfato o sulfonatos de carboxi-alquilalcoholes con las sales de los policlorofenoles. La idea en si convence. Para el tratamiento de madera tropieza con la resistencia mecánica del material a la penetración con emulsiones y dispersiones. Para papel no existen investigaciones aún (las patentes austríacas y alemanas son de 1967 y 1970, respectivamente). En principio consideramos mucho más fácil obtener resultados seguros en la aplicación sobre papel que sobre madera. Problemático a largo plazo vemos solamente el comportamiento del ácido carboxialquilico, que, una vez conseguida la reacción de fijación del germicida en la fibra de celulosa, anda sin destino en el papel, formándose reacciones no calculables que podían afectar al envejecimiento. Según nuestro criterio particular, muy poco importante serían en comparación con la protección absoluta que se podía conseguir.

Otro camino, el de estabilizar más la molécula base, se realizó con la substitución en el grupo hidróxido. Los dos procedimientos desarrollados que han sido publicados, convencen por el aumento obtenido en la resistencia contra la acción física, incluso a luz ultravioleta y la homogeneidad del efecto en las concentraciones muy bajas. Varía muy poco la concentración límite de inhibición entre especies biológicamente muy diferentes. Para una protección preventiva este aspecto es importante, porque permite calcular con mayor exactitud la duración posible del efecto germicida y evita asi la necesaria sobrecarga en la dosificación práctica, principal problema de los germicidas a base de derivados del fenol, como hemos visto anteriormente.

Uno de los procedimientos lo conocemos ya desde hace tiempo de los herbicidas selectivos, donde se usa en amplísima escala los 2,41di- y los 2,4,5-triclorofenoles con substitución por ácidos cloracéticos (figura 473,27). Las correspondientes sales y esteres se enlazan entonces en el grupo carboxílico en lugar del hidroxílico y éstos son composiciones bastante estables. Lo que es invento reciente son los derivados de tetra- y pentaclorofenoxiacético, obtenidos en forma análoga y sus sales metálicas. Se caracterizan por mejor solubilidad, aparte de sus nuevas calidades genéricas, anteriormente citadas. Son muy muy eficaces la sal del zinc (figura 473,1) y del mercurio. Otro paso más adelante es la substitución por ácidos acidocarbónicos o cloracidocarbónicos (figura 473,10). Esta combinación consigue sustancias que para el hombre son sin daño ninguno aun en 633

concentraciones muy superiores a las máximas necesarias como germicida y su estabilidad contra la luz ultravioleta (pero seguramente también contra otros factores físicos) es extremamente equilibrada. También estas sustancias son de reciente desarrollo y todavía no se ha comprobado todos los derivados posibles. En lo que se ha visto, la total inhibición está en el orden de 10 hasta 10 \ es decir, igual que las sales primitivas de los metales y los tipos complejos de los mismos. 1

Existen varios otros conceptos, principalmente en dirección de introducir el boro a la molécula, porque sabemos ya que la combinación policlorofenol-boro es excelente para la conservación de celulosa. Publicado está solamente algún procedimiento de las dispersiones anteriormente mencionadas, que no consideramos muy madurado. Sabemos que la investigación está más allá de este paso, pero —por los aspectos legales que impiden la obtención de patentes si en algún sitio se publicó algo— los que investigan se calman; el que escribe también, sintiéndolo.

Lauroilpentaclorofenol (figura 473,8) Esta sustancia se usaba bajo la marca «Mystox» para la conservación de lana, pero se abandonó su uso por problemas de fijación en la fibra. Para pergaminos, al contrario, hemos visto excelente fijación y, por tanto, debemos considerar la sustancia como muy útil en la conservación y restauración de pergaminos; es de buen efecto germicida en general. Para cuero lo mejor es usar su sal del zinc. Especialmente en algunos paises europeos se han usado en su día bastante contra hongos en la industria de celulosa y de madera; entre tanto también se abandonó esto, principalmente por haber encontrado caminos más económicos que conducen al mismo efecto. La concentración útil está entre 0,4-1 por 100.

Cuando aún no se llegó a las actuales sustancias derivadas del fenol, se intentó salir del problema de la debilidad en la molécula base y de la reducida eficacia de los fenoles contra esporas de hongos (y bacterios a veces también), por la introducción del grupo nitro- y mezclas con nitrocresoles, caminos hoy prácticamente abandonados que citamos a continuación en resumen para su constancia; 634

además, de algunos podía ser conveniente conservarlos para el cuero, si se usa éste en la encuademación y para fines de la restauración. Los nitrofenoles y nitrocresoles, para papeles mayormente inaplicables por su color, se fijan excelentemente en cuero y por su inofensividad son indicados en la restauración.

Para-nitrofenol (figura 473,3) Entre los nitrofenoles es el único que se puede recomendar. Éste, además, es incoloro en ambiente ligeramente ácido (debajo pH 5,2; se usa incluso, como indicador del valor pH neutro) y amarillento solamente encima de pH 7,6. Por tanto, con la adición de muy poco ácido salicílico se estabiliza el grado pH debajo de 5,2, hecho que es totalmente inofensivo para el material, incluso para papel fino, y entonces bastan concentraciones de 0,5 por 100 (papel) y 1-1,5 por 100 (colas y cuero) para una protección segura. En papel ya no lo recomendamos; en cuero y pergamino sí; sigue siendo, según nuestro criterio, un procedimiento útil y eficaz. Como formulaciones convenientes se citaron también al 2,4-d¡nitro-6-butilfcnol, el 22-tiobis-4,6-diclorofenol, que en concentraciones de 0,5 por 100 son útiles y duraderos, pero no hay más noticias. Desestimados están, entre tanto, los fenoles halogenados simplemente con bromo, a pesar de que el tribromofenolato sódico (figura 473,5) es un fuerte germicida y se encontró como estable la análoga sal de bismuto. Las sales metálicas de los fenoles mono- y diclorados y los naftoles tampoco se admiten ya. Los últimos son realmente sustancias bien estables, pero su toxicologia y dificultades técnicas en su aplicación (olor) provocaron su desplazamiento, a pesar de que el 4-clorofenol ( paraclorofenol) seria muy útil en papel porque no influye a su valor pH y el 5-clorofenol incluso aumenta el mismo.

Fenilfenoles Durante cierto tiempo se concentró la investigación sobre los fenil-fenoles por su elevado efecto de conservación para celulosa (por ejemplo, el ortofenilfenol, que es el «Dowicide» y otras marcas). Especialmente el 2-cloro-ortojenilfenol (figura 474-21), pero también varias otras sustancias halogenadas del grupo se investigaron con éxito contra termites y como fungicida (por ejemplo, el 2,2'-dioxi5,5'-diclorodifenilmetano, su sal sódica es el «Preventol»). No se 635

sigue tanto con este grupo por haber observado graves inconvenientes de daños crónicos y de contaminación. Mucho menos peligrosos parecen los ciclohexil-fenoles, de los cuales se cita el paraciclohexilfenol como fungicida para el papel, siendo su calidad de resistencia contra luz ultravioleta muy notable; las concentraciones eficaces estaban alrededor de un mínimo de 0,25 por 100 hasta 5 por 100 en condiciones extremas. Más estable aún son sustancias en que se ha introducido grupos carboxílicos adicionales. Bencilfenoles halogenados Son sustancias muy bactericidas y germicidas, hasta doscientas veces más potentes que el ácido fénico, como, por ejemplo, ortobencil-paraclorofenol. Sobre su uso en papel existen especulaciones y algunos ensayos de muy positivo resultado, pero sobre su duración no existen datos. Las posibilidades para la fijación de las sales orgánicas en la fibra de la celulosa se estudiaron durante cierto tiempo, precisamente con las sustancias monofenílicas, desarrollando técnicas que permitieron fijar los ácidos de los productos mediante un lavado posterior a su aplicación con ácido acético. También para papeles se hicieron aplicaciones de este tipo, partiendo de las sales sódicas. E l procedimiento, a pesar de ser lógico que se puede fijar asi las sustancias, tiene el inconveniente de que deja presente en los papeles el acetato sódico, que no es totalmente inerte ni a la fibra y menos aún a tintas de anilina. En textiles, donde se empezó con esto, se deslavan los acetatos luego fácilmente, pero en el papel seria difícil eliminarlos. Por tanto, si se desea conseguir este efecto de fijación, seria mejor usar el ácido cítrico, que no es nocivo.

Metilendifenoles y sus derivados Excelentes cualidades de conservación para papel han descrito y colaboradores (215) para el 2,2-metilen-bis-4-clorofenol (figura 474,4) y sus sales. No se aumenta notablemente el efecto germicida con la mayor halogenación, pero pierde su equilibrado efecto, siendo más selectiva su acción. Las concentraciones eficaces son, como se cita para la sal sódica, indiferentes a los valores pH «neutros», ventaja importante en sustancias cloradas. KOWALDC

636

Cresoles y xilenoles halogenados A l contrarío de los cresoles mismos, sus derivados halogenados son prácticamente sin olor y todos son de elevado efecto germicida. En muchos aspectos se portan parecido a los fenoles. Los xilenoles halogenados no son libres de olor, pero también mayormente fuertes germicidas. Mezclas de estas sustancias son más eficaces que la suma de los efectos de cada uno. Se ha usado para la conservación de fibras el 2,4-dlcloro-3,5-xilenol y en especial el paraclorometacresol; el último y el paranitrocresol (figura 473,4) también para cuero y colas. Una investigación detallada de las posibilidades de obtener sales metálicas de este grupo aún no ha sido publicada; existen analogismos de constitución y de efectos con los fenoles halogenados arriba descritos. Principalmente sin aclaración está su efecto a largo plazo; a corto plazo los cresoles halogenados son aproximadamente de doble efecto que los xilenoles correspondientes. Investigaciones sobre su efecto y uso en papel no han llegado aún a resultados definitivos; no obstante, tampoco vemos hasta el momento obstáculos; parecen útiles la sal sódica del 2,4-dicloro-3,5-xllenól (figura 473,9) y especialmente su sal del zinc. El para-cresol diterciario puro se usaba, bajo la marca «Dalpac» y en los Estados Unidos, para impregnar papel de embalaje, resultando resistente a bibliófagos y a grasas. Carboxibencenos Son conocidos como germicidas, desde hace tiempo, los ácidos bencoico y salicílico. Por tanto, ya desde hace muchos años se estudia sus derivados para obtener mejores sustancias. Modernamente pasó también a la lista de productos básicos que nos interesan por sus derivados el ácido itálico, que en sí es poco germicida. Todos se caracterizan por ser benignos para el hombre y esto deja pensar automáticamente en que podían tener interés para la conservación previa de papel. Algunos ya han sido usados incluso para papel de envases en el sector de alimentos.

637

Derivados del ácido benzoico Este ácido, muy afín en su constitución y comportamiento a los fenoles, ha sido estudiado lateral a la investigación de los fenoles y de esto han resultado algunos derivados que pueden tener interés para nuestro tema. El ácido benzoico, al principio obtenido por la destilación de ciertas resinas, desde hace tiempo ya sintetizado, lo conocemos desde hace más de un siglo como desinfectante medicinal. Tanto la sustancia básica misma como sus derivados son mayormente inofensivos para el hombre, pero por su acción metabólica sobre los microorganismos son fuertes germicidas, si bien en sus derivados de efecto bastante selectivo.

Podemos considerar como sustancia posiblemente útil para aplicarla en papel al ácido 2,4-dicloro-4-nitro-ortobenzoico (figura 473,22) y en especial su sal del bario. Ambas sustancias son incoloras y se fijan bien en la celulosa. E l ácido es prácticamente insoluble en agua; la sal, al contrario, sí. Con ácido acético se puede fijar la sal irreversiblemente en la fibra. Como ácido no es ofensivo para la fibra de celulosa, ni a largo plazo. Igualmente es útil para proteger pergaminos contra insectos. También se ha propuesto su hidracida, que por lo visto es muy útil contra Microlepidópteros en textiles. Salvo eventualmente en cuero o para material de fibras plásticas en que se fija mejor el hidrácido, no vemos aplicación del último para nuestros fines. Todos los del grupo son fuertes repelentes para roedores; los ratones no usan los papeles impregnados así para sus nidos. Un paso importante entre los derivados de ácido benzoico ha sido el desarrollo de los cloranilidos de los ácidos halogen-metilbenzoicos, porque se descubrieron así sustancias que dan una prevención duradera contra termites para casi todos los materiales celulósicos en el trópico, en especial del papel. Para el último caso debemos considerar estos materiales como muy importantes. Se cita en primer lugar el 2-hidroxi-3-metil-5-clorobenzoico-3',4'-dicloranilido más otras ocho sustancias que varían en su constitución. Destaca entre ellos el 2-hidroxi-5
la misma suficientemente. Para papeles bastan concentraciones de 0,05 por 100, mojándolos bien con la solución. Como disolvente es útil la acetona y muchos otros. Derivados del ácido

salicílico

E l primer paso para aumentar mucho la duración del efecto germicida del ácido salicílico fueron las sales del ácido diclorosalicflico (figura 473,20), y de las cuales nos podía interesar la sal del zinc o del magnesio. E l ácido mismo se usa para colas melamínicas. Si usamos éstas para impermeabilizar papel contra humedad, el ácido posiblemente no aguantaría mucho tiempo si no lo transformamos en una sal.

Diclorosalicilato de zinc Hemos comprobado en nuestro laboratorio que es bien duradero, una vez polimerizada la melamina que mantiene esta sal indeslavable en su resina y la misma queda inalterada por microorganismos con una concentración de 0,4 por 100 en el sustrato de cola. Esto, naturalmente, no protege aún suficientemente al papel, por entrar la resina de melamina en el mismo con un reducido porcentaje. Varía la cantidad necesaria para la total inhibición, según qué partida de la resina de melamina y en qué combinación de cola (normalmente será con algo de urea-formol) se aplica sobre el papel. Se puede calcular con 0,15-0,25 por 100 sobre el sustrato celulosa, según nuestras observaciones.

Sulfosalicilato-bis-(tri-n-buíílico)

de estaño

Aparte de su inofensividad para el hombre, es muy a considerar que su efecto ya empieza en 0,03 por 100 en papel y permite su combinación con plastificantes de plásticos como portador que a su vez permite aplicarlo no solamente en papel, sino también en las hojas del plástico para el recubrimiento (0,5 por 100 entonces), directamento sobre los rollos de la calandria. Ambas sustancias son muy eficaces también en la protección de 639

colas de acetato de polivinilo, incluso en los tipos ligeramente alcalinos, como principalmente se debe usar en la encuademación. Ampliando la molécula se llegó a los salicilanilidos (figura 473,25), que ya en la forma básica son buenos y duraderos germicidas que se usan, aparte el sector medicinal, en la conservación de textiles y plásticos. IMSCHENEZKI (181-3) cita 0,005 por 100 como bactericida eficaz en libros. Con la halogenación se obtuvieron sustancias aún más potentes. «Shirlan» ha sido una conocida marca inglesa que se ha usado para impregnar papel al 1 por 100. Hoy parece que ya no se usa la combinación primitiva.

3,4,5-Tribromo-salicilanilido Esta sustancia y también su versión de 4,5-dibromo-salicilanilido es frecuentemente usada para la conservación de textiles y papeles técnicos. También se estudió la halogenación con cloro, obteniendo los derivados análogos. Para nuestros fines son posiblemente más convenientes por ser incoloros. Los derivados con el bromo tienen ligero color amarillento-rosado si no son muy puros. Las concentraciones, comprobadas como límite de la total inhibición, oscilan entre 0,1-0,3 por 100 del sustrato. Las mezclas de los derivados dibromo- y tribromo- son más seguras que cada uno por su cuenta. Sobre la duración del efecto hicimos ensayos con los derivados de bromo; resultaron inalterados sus efectos en la cámara de envejecimiento (húmeda y 85° C) durante varios meses, observando un rápido descenso después de 78 dias para la concentración 0,1 por 100 en el sustrato y, después de 93 dias, de la de 0,3 por 100. El patrón del papel usado (de periódico) perdió en el mismo plazo, por su envejecimiento artificial, un 70-80 por 100 de su resistencia al doblaje; las probetas impregnadas no se portaron de forma diferente, una vez impregnadas y envejecidas. Por tanto, es muy probable que las sustancias tendrán un efecto de muy largo plazo. Son inofensivas para papel incluso de tipos débiles.

Salicilanilido de zinc Como en todas las sales de este metal, mejora la introducción de su molécula el efecto y la duración de la sustancia básica. En este caso concreto hemos visto que no supera a la halogenación, si bien está sin estudiar la introducción del zinc a las moléculas halogenadas y los efectos de esto. Para nuestros fines debían ser las formas halo640

genadas con cloro que se transforma en la sal del zinc. La sal no halogenada tiene como concentración de segura inhibición 0,5 por 100 en plásticos; de papel aún no existen amplios datos; 0,2 por 100 nos resistieron en todos los ensayos de Ficomicetes. Derivados del ácido

ftálico

Son conocidos desde hace tiempo el ftalodinitrilo (figura 473,20) y los ácidos dicloroftálicos (figura 473,23) como buenos germicidas. En bibliotecas pueden interesar como fungicida y bactericida el ftalodinitrilo, por ser inofensivo para papel y las personas. De los ácidos dicloroftálicos que se usaron bastante en papel de envases, debían ser sus derivados metálicos, como de magnesio o de zinc, si se desea usarlos preventivamente en el papel. Datos sobre su utilidad no están publicados. Se han citado como muy genérico en el efecto fungicida el tetracloro-iso-ftalonitrilo, y parece útil para el uso en bibliotecas climatizadas, como sustancia preventiva en el edificio. Más interesante serán los metil- y etil-ftalamidas, derivados parcialmente investigados con excelentes resultados de germicida e inofensivos para el hombre. Destaca el n-tricloro-etilf talo-amida (figura 473,21) y en especial el n-triclorometiltioftalo-amida. Los derivados de estos esteres de ftalamidas son de muy larga duración y como todos los derivados del ácido ftálico protegen en cierto grado contra la acción de la luz ultravioleta. Para papel se ha propuesto y usado en papeles técnicos, folia de plásticos, etc., el ácido dicloroftálico, el ftalodinitrilo y el triclorometiltioftalamid. E l ftalodinitrilo podía ser útil en combinación con colas, pero carecemos de datos prácticos, como los hay del tercer derivado mencionado. N-(triclorometil-tio)ftalo-amid La sustancia se usa ampliamente para plásticos, donde su concentración para la total inhibición de microorganismos oscila entre 0,03-0,75 por 100, debido a la mayor o menor sensibilidad del plástico. En papel hemos comprobado para múltiples bibliófagos (Chaetomium, Aspergillus, Penicillium, Cladosporium) una total inhibición con 0,15 por 100, pero la duración era muy variable hasta que no 641 41

se llega a concentraciones superiores de 0,5 por 100. Queremos, por tanto, suponer que para papel debe ser la concentración en el orden de 0,5-0,75 por 100. Sales metálicas del ácido

ftálico

Consideramos de mucha conveniencia estudiar más las sales del magnesio, cadmio y de zinc. Ensayos previos que hemos realizado resultan en unos valores de inhibición extraordinariamente bajos. La tabla 40 indica los datos obtenidos.

TABLA NÚM.

40

INHIBICIÓN DE MICROORGANISMOS BIBLIÓFAGOS POR SALES DEL ACIDO DICLOROFTALICO

Sustancias Dicloroftalato de cadmio 0,1 % Idem 0,05 % Idem 0,005 % Idem 0,001 % Dicloroftalato de magnesio 0,1 % ... Idem 0,05 % Idem 0,005 % Dicloroftalato de zinc 0,1% Idem 0,05 % Idem 0,005% Idem 0,001% Valorización: 1 sin disminución; E

Chaetomium 1 1 1 2 1 1 3 1 1

Aspergillus niger 1

1

1

3

E E

} \

2 4

"

1

1 1

' 5 J

1 1 1

[ 2

Bacillus subtilis

E E

1

[ 2

sin crecimiento; 2-4 crecimiento gradual; 5 acción sobre el alrededor.

2

{

n

crecimiento

Derivados de quinónos Para nuestros fines tienen estas sustancias, algo afines a los anteriores, hoy una reducida importancia por conceptos de su toxicologfa y por ser coloreadas muchas de ellas. Por ejemplo, no son aceptables las naftoquinonas, benzoquinonas (por su toxicidad) y quinónos cloradas (por ambos motivos). Como sustancia importante en el 642

uso industrial (colorantes) destaca el fenantroquinona, que se usa con algunos derivados como germicida. Para nuestros fines no vemos interés. Las sustancias de este grupo han sido investigadas repetidas veces por su efecto homogéneo o universal, pero en comparación con otras sustancias, por fin, no se las estima tanto; además son, por su toxicidad crónica, poco aceptables. En parte se están retirando de la circulación por su efecto de contaminación genérica.

Derivados de di- y trifenilos Es un grupo muy grande y en el mismo existen sustancias específicas contra muchos organismos, como insecticidas (el conocidísimo D D T es el dicloro-difenil-tricloretano), como moluscocidas, fungicidas y bactericidas. Algunas sustancias tienen efecto más genérico como germicida y son éstas las que nos interesan. No obstante, desde que sabemos de varias sustancias del grupo que son gravemente tóxicas a largo plazo y acumulativas, como, por ejemplo, el DDT, todo el grupo está de nuevo en duda y será asunto de amplias investigaciones antes de que se considere definitivamente como sin peligro a alguna de sus sustancias. Paradihidroxidifenilo y similares (figura 474,2) L a sustancia y sus isómeros, al igual que los correspondientes monohidróxidos, son buenos germicidas y se ha propuesto para el uso en papel. Se caracterizan por su notable resistencia a la luz ultravioleta y, para la fibra de la celulosa, son totalmente inertes. También se ha investigado derivados clorados, cuya eficacia incluye efectos repelentes a roedores. Menos útiles resultaron los fenilmetanos, incluso los halogenados. Erróneamente se ha supuesto que es salvo el hexacloro-dihidroxidifenilmetano, que bajo el nombre comercial de «Hexaclorophen» ha sido usado en mayor escala en materiales medicinales y para fibras de celulosa, o también para cuero y lana, hasta que se mataron numerosos niños con polvos que contenían la sustancia; ahora ya no se usa más.

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Derivados del grupo difenil-urea Este grupo contiene muchos germicidas que pueden tener importancia para nosotros. Por motivos de agrupación lógica que más adelante se explican, consideramos mejor exponerlos entre los carbamatos, a los que también pertenecen.

Buscando en grupos similares, se han encontrado múltiples sustancias útiles para conservar celulosas. Especialmente las moléculas intercaladas de otro grupo o grupos se muestran a veces de efectos muy específicos. Entre el número muy elevado de estas sustancias existen algunas que podían tener interés para el tratamiento de papel y que citamos a continuación. Derivados metálicos de di- y trifenilos Son principalmente el difenilmercurio y el orto-oxidifenilato de bario (figura 474,1), que pueden tener interés. E l 3-fenilsalicilato de cobre también se ha citado repetidas veces, pero es útil principalmente contra Microlepidópteros. Difenilmercurio ha sido investigado contra Cryptotermes brevis; las soluciones al 1 por 100 protegieron por simple baño durante plazos de año y medio. No obstante, la sustancia es posiblemente poco recomendable por motivos higiénicos. Difenilato de bario, al contrario, no parece que será tóxico para el hombre. Es un muy fuerte repelente para roedores y un germicida bastante genérico. Contra roedores basta 0,5 por 100 en el sustrato; para la total inhibición de bacterios y hongos varían las cifras indicadas, posiblemente está el límite alrededor de 0,75-1 por 100. Trifeniloxiestaño y el borato de trifenilestaño se cita para papeles técnicos y materias plásticas con concentraciones de 0,25-0,5 por 100 (para papel) como límite de la total inhibición. Trifenilos no metálicos El trifenilfosfato cita WOLCOTT (427-4) también como duradero contra termites (C. brevis) con plazos de dieciséis meses en concentraciones de solución al 0,5 por 100. No consideramos muy recomendable la sustancia para el uso en papel, podía dañar la fibra. También se cita trifenilometano, que se puede fijar en la fibra con una segunda impregnación con ácido fórmico, siendo entonces dura644

dero y de buen efecto germicida. En textiles y papel técnico ha sido usado con éxito en clima caliente, pero no se indican concentraciones mínimas. Sustancias heterocíclicas Sustancias hetera- y poliheterocíclicas que tienen en sus anillos otros átomos además del carbono existen en gran cantidad. Principalmente son el oxigeno y nitrógeno los que entran en el anillo, pero también otros elementos pueden incorporarse. En vista de que existe, como ya hemos dicho, cierto problema en la sistemática de los productos germicidas, hemos adoptado ordenar las sustancias que no se pueden colocar lógicamente en uno de los grandes grupos tratados hasta ahora, según los elementos que se destacan en su anillo. Aún entonces quedaron algunos germicidas también caracterizados por el mismo elemento, pero puesto fuera del o de los anillos. No quedó otra solución que reunir también éstos en un grupo, a pesar de que es artificial.

Sustancias germicidas con oxígeno en el anillo Nos interesa de este grupo el ácido dehidracético (figura 473,26), que es un muy fuerte fungicida (total inhibición alrededor de 5' 10 ) y bactericida. Tiene el punto de fusión en 109° C y la ebullición en 270° C, por tanto, es muy estable y útil para tratamientos fungicidas en una biblioteca. Sobre su duración no existen investigaciones, pero es larga; más aún parece la de sus sales metálicas, de las cuales se mencionó la sal sódica. En papel de embalaje y cartón se ha usado como germicida, incluso para embalajes de fruta, por ser inofensivo para el hombre. De las demás sustancias de pironones hay varias que también son germicidas eficaces, pero no existen datos sobre su posible utilidad en papel. 4

Sustancias germicidas con nitrógeno en el anillo Entre las piridinas, quinolinas, triacines y triazoles existe gran número de germicidas, varias seguramente de importancia para nosotros; respectivamente se los usa ya en la industria de papel. Derivados de piridina La piridina misma, si bien es germicida, es una sustancia de un olor y sabor tan insoportable, que el abuelo del que escribe la introdujo como sustancia indus-

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trial pata la desnaturalización de alcohol técnico. Este hecho reducía tanto el uso indebido (según opinión del monopolio de alcohol en Prusia) y aumentó correspondientemente los ingresos del impuesto sobre el alcohol potable, que el rey de Prusia condecoró a nuestro abuelo con la orden del águila rojo de Prusia. ¡Menudo motivo! Realmente hasta hoy se sigue con esta aplicación de la piridina, pues no hay sustancia de peor sabor.

La piridina mercuriosa está descrita como sustancia indeslavable, una vez impregnada la fibra de celulosa con la misma. Durante cierto tiempo se vendía bajo la marca «Pyridose» para la protección de textiles y papeles técnicos. Ya ha desaparecido del mercado y, por su contenido de mercurio, no consideraríamos muy conveniente su uso en papel de impresión. Tampoco consideramos útil a las piridinas halogenadas, si bien se ha citado como fuertes germicidas la tricloropiridina y la tetracloropiridina, porque no son estables a la larga. Posiblemente útil es el 2,6-diciantricloropiridiita, que forma probablemente enlaces con la fibra de celulosa (cuyo carácter se ignora), porque queda prácticamente indeslavable y es muy duradero. E l efecto de total inhibición se cita con 10 -10 \ En el grupo de las piridinas y sus derivados debían existir más sustancias útiles para nuestros fines, pero carecemos de estudios detallados, salvo sobre el siguiente compuesto. 6

Cloruro de

lauroilpirídino

Este es el único derivado que ha llegado a mayor uso práctico, si bien principalmente en maderas. La formación de las piridinas metilhalogenadas es químicamente muy interesante, aunque aquí no podemos entrar en sus detalles. Cierto es que de esta forma desaparecen los efectos violentos para el hombre y los derivados son benignos, incluso se usa como sustancia farmacéutica.

Para nuestros fines sería una de las sustancias útiles para un tratamiento fungicida y bactericida en bibliotecas climatizadas, en caso de emergencia. A l contrario, por su elevada solubilidad, no será muy útil para una protección duradera del papel.

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Derivados de la quinolina También la quinolina es sustancia de desagradable olor y sabor, pero de mucho uso industrial como materia prima para otras sustancias. Químicamente es del mismo carácter que la piridina, siendo una base terciaria. 8-hidroxiqu'molato de mercurio Esta sustancia, que no se debe confundir con los complejos del d-oxiquinolato del fenilmercurio, ha sido usada como germicida para muchos usos, especialmente en pinturas, barnices, etc., pero también para fibras de celulosa, pulpa de papel, etc. Su efecto es bueno y bastante equilibrado en los limites de la total inhibición. No obstante, por los tantas veces mencionados inconvenientes del mercurio no la consideramos útil como sustancia para la protección previa de papel, En pulpas no existía inconveniente técnico para su uso, pero se oponen con razón los defensores de la naturaleza, porque provoca, indudablemente y además con facilidad, una contaminación irreversible del agua. 8-hidroxiquinolato de zinc (figura 474,10) A l contrario de la anterior sustancia, este derivado, de uso parecido pero principalmente para la protección de textiles contra microorganismos, será muy aceptable para su uso en papel. L o mismo rige para las sales análogas del cadmio y del bario. Sobre su concentración necesaria no conocemos datos; para la sal del cobre (que en papel fino no podemos usar por su color) se indicó el 1 por 100 como concentración absoluta de larga duración en la práctica. E l límite de la total inhibición será muy inferior para todas las sales citadas. G R I E R (151) ha descrito un procedimiento elegante para obtener las sustancias directamente en la celulosa, resultando entonces totalmente indeslavables. E l método es muy útil y fácilmente aplicable en la fabricación de papel continuo. También se ha descrito, como portador, ciertos rellenos que introducen al papel estas sustancias, totalmente insolubles en agua. No nos parece perfecta solución por los inconvenientes de mantener el germicida separado de la fibra. En este caso seria más conveniente aplicarlo como solución orgánica sobre el papel seco en un paso final de la fabricación, usando un disolvente volátil.

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Derivados de triacines La triacina misma es de ningún interés para nosotros, pero entre sus derivados se ha observado numerosas sustancias, útiles como germicida genérico y de notable aplicación en pulpas y papel, combinando con la jeniltriacina una quinolina y sustituyendo parcialmente uno o ambos grupos con halógenos y lo grupos metílicos. La figura 474,7 da un ejemplo de este grupo, que comprende unas cuarenta sustancias publicadas (ANÓNIMO [BP1, 007-19). En el citado sitio se indica también los datos de la total inhibición para varios bacterios y hongos, entre ellos bibliófagos como Aspergillus niger o Rhizopus nigricans. Para la sustancia citada en la figura 474,7, que es una 4-clorofenil-clorotriacin-diclorohidroxiquinolina, se cita para bacterios concentraciones de 10 hasta 10 y para los hongos 10 ; otras sustancias del grupo tienen valores parecidos, algunos pronunciadamente inferiores para hongos, pero no tanto para bacterios. Sobre el mecanismo de su acción aún carecemos de conocimientos, si bien será, supuesto por la minima concentración necesaria, una intervención metabólica. 4

5

4

No se conocen todavía plazos de duración (siendo las patentes de 1965-66), pero parecen ser largos. Si se confirma, serían sustancias de estimar para la impregnación preventiva del papel. Derivados de azoles y triazoles Existen numerosas sustancias descritas como germicidas de amplio espectro de efectos como bactericida, fungicida e insecticida. Entre los tiazoles, también de efecto repelente a roedores. Citamos en primera fila el grupo de los trijluormetilbenzimidazoles, con unas 25 sustancias diferentes, destacando por lo visto el 2-trijluormetil-4-(3'-4'-diclorofenoxi)-5,7-diclorobenzimidazol, que protege con un simple baño por una solución al 0,5 por 100 contra microorganismos e insectos. Sales de triazoles y de mercaptotriazoles, además de numerosas sustancias más o menos similares, han sido citadas como germicidas y repelentes de roedores. Para nosotros son de relativa importancia; citamos el mercaptobenzotriazolato del bario, un fuerte repelente de roedores (figura 474,14), porque lo es también para insectos bibliófagos y termites, como hemos podido comprobar. Durante el ensayo de seis meses no perdió su eficacia contra Reticulitermes lucifugus en concentraciones de 0,5 y 0,1 por 100. Para roedores cita N O L L (286) concentraciones del 1 por 100 como eficaces. 648

Como sustancias no ofensivas para el hombre y seguramente tampoco para el papel mismo, es para considerar en la protección previa de papel. Benzoxiazoles y derivados Varias de estas sustancias son buenos fungicidas y bactericidas y se usan para la protección de textiles contra pudrición y fermentación. Su aplicación por simple baño en soluciones al 0,05 por 100 protege ya en forma duradera contra la acción de Penicillium, Aspergillus niger o Stachybotrys. Contra Chaetomium globosum es duradera una concentración de 0,1 por 100. Hay poca variación entre los derivados di-, tri- y tetrahalogenados, pero técnicamente tiene ventaja el 4,5,6,7-tetracloro-2,3-dihidrobenzoxi-azol-(2)-on (figura 474,3). Esta sustancia es en concentraciones de 0,3 por 100 eficaz contra todos los bacterios y hongos que se comprobó, incluso Staphylococcus aureus, Sarcina, Penicillium y Fusarium en varias especies. Esta cualidad, y por ser casi o totalmente incoloras, hace las sustancias de este grupo útiles para nuestros fines. Entre tanto se ha visto que se pueden fijar mejor aún en la fibra por un segundo tratamiento con sales de cobre o zinc. Esto último llega también a una elevada eficacia insecticida, protegiendo en similares concentraciones contra termites. Igualmente eficaces parecen derivados del estaño, como muestra uno la figura 474,15. Sales de tributildihidro-estaño-oxibenzo-triacines laterales de ácidos carbónicos

con cadenas

Estas sustancias, de reciente descubrimiento como germicidas para celulosas y muchos otros materiales, cuyas patentes son de 1968-1970, se describen como muy eficaces contra microorganismos, entre ellos bibliófagos como Chaetomium globosum, con aplicaciones por simple baño en soluciones al 1 por 100, usando principalmente la combinación con el acetato de la sustancia (figura 474,15). Sobre la duración no existen aún datos, pero se debe suponer que es larga. Por tanto, las sustancias son de considerar para la conservación previa.

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Derivados de ácidos sulfónicos, de mercaptanos y de carbonados En este amplio grupo de los germicidas, caracterizados por su componente derivado del sulfuro, destacan los carbamatos, que ya hemos mencionados en germicidas acíclicos y difenilos, si bien los últimos los trataremos todos a continuación, por motivos de su agrupación arriba mencionados. Menos numerosos, pero comprendiendo también varias sustancias interesantes para nuestros fines, son los esteres de los ácidos sulfónicos. Entre los derivados del mercaptano hay varios de efecto repelente a roedores y también se ha usado en notable escala uno de sus derivados como fungicida. Derivados cíclicos de los carbamatos y mercaptanos Se ha citado ya anteriormente los derivados acíclicos de carbamatos y su importancia. La misma es igual en los derivados cíclicos. Entre éstos destacan los difeniles entrecalados de urea y similares. Difenilos y sus derivados uréicos Están citadas múltiples formas diferentes con el grupo -CONHen el medio, tanto clorados como nitrados, halogen-nitrados hasta halogen-metil-nitro-acetoxidados. Su efecto germicida varía, todos tienen un fuerte efecto precipitante a mucílagos. Otros grupos intercalados son realmente urea, -C(NH) y -CO(NH)-. Los derivados de la figura 474,16 y 17 son típicos para estos grupos. Se caracterizan por un fuerte efecto duradero contra Microlepidópteros y Coleópteros, dañinos en cuero y pieles; sus soluciones al 0,1 por 100 [grupo -C(NH) -1 y al 0,003 por 100 [grupo -CO(NH)-] protegen ya a lana; con el 0,2 por 100 respectivamente 0,02 por 100 en el material, es resistente también el cuero o el pergamino. Por fin, existen sustancias que tienen intercalado el grupo -CS(NH) , que son fuertes germicidas genéricos y se pueden usar para celulosas, plásticos y cuero, etc. Aparte de su mayor homogeneidad antibiótica, son muy resistentes contra influencias físicas, como la luz ultravioleta, y de muy larga duración del efecto. La figura 474,6 da un ejemplo. Existen muchos derivados análogos y parecidos. Este último r

2

r

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grupo deja esperar excelente protección; además carecen las sustancias de olor y son indiferentes para el contacto con la piel. Sus concentraciones eficaces son mayores que en los no sulfonados, pero aún bastante bajas; 0,02-0,5 por 100 en el material se ha citado. Complejos de bencilimid-azoles substituidos En su aspecto pertenecen lejanamente a los difeniles, intercalados de nitrógenos, si bien se portan químicamente ya muy diferente. Tipos como los que representa la figura 474,5 han sido investigados como eficaces sustancias germicidas de un espectro muy amplio (contra algas, bacterios, hongos, ácaros, insectos, se los ha comprobado incluso de efecto ovicida) y se cita, entre otros usos, expresamente la aplicación en la industria de papel, tanto en pulpas como en el papel mismo. La total inhibición, también para hongos resistentes como Aspergillus niger, está en 0,005 por 100; bacterios, como Staphylococcus aureus, por ejemplo, ya en 0,0005 por 100. En la práctica se consideran concentraciones de 0,05 por 100 como de larga duración y de segura acción protectiva para celulosas, cuero y sustancias plásticas. Son más equilibrados en su acción los derivados con cadenas laterales isobutílicas y n-butílicas que los de cadenas isopropílicas. De su toxicidad no se cita nada, no vemos motivos para suponerla, además, en concentraciones tan bajas como las citadas. Esteres difenílicos de clorometilsulfonamida Son el actualmente último paso en la cadena de los productos de «Eulan» que han salido en gran escala a la venta para proteger textiles contra el daño de la polilla de ropa. Bajo la marca Eulan desarrollaron en Alemania múltiples productos con destino a la protección duradera de textiles contra insectos. Los primeros —hoy existen unos cuarenta, desarrollados partiendo de ciertos colorantes— protegieron solamente contra Microlepidópteros: los últimos, como las citadas sustancias, protegen también contra Antrénidos y, por tanto, son de interés para la conservación de pergaminos.

Son normalmente mezclas de los tetra- y pentaclorados (figura 474,9) y su duración es muy elevada. Además son incoloros. 651

Sobre las concentraciones mínimas que dan segura protección, varían las indicaciones, posiblemente por el repetido cambio de la presentación comercial. En principio debemos considerar como necesaria una concentración mayor para pergaminos que para lana. En el caso de «Eulan U33», por ejemplo, lo ha sido una proporción lana: pergamino de 1 : 3,5, ensayándolo con Anthrenus verbasci y Tinea pellionella. Ignoramos los motivos de esta diferencia de los efectos. Tampoco conocemos datos sobre un eventual efecto germicida, que serían deseables si se pretende usar las sustancias en la restauración y conservación de pergaminos. Sustancias con moléculas compuestas de varios anillos Existen numerosas sustancias con uno, dos o varios anillos de benceno con y sin otro anillo de diferente carácter. La mayor parte de las sustancias ha sido descrita en patentes que reclaman la protección para amplios grupos sin precisar determinadas sustancias dentro del grupo. Asi se reúnen casi cien productos, parte de los mismos aparentemente muy eficaces ya en bajisimas concentraciones.

Damos a continuación ejemplos de los grupos que destacan, sin que esto sea exhaustivo ni del todo representativo, porque aún carecemos de publicaciones sobre su verdadera duración y la mayor parte de las patentes son recientes. Según nuestro criterio, los ejemplos elegidos pueden ser de larga duración y, por tanto, sustancias de interés para nuestros fines. Tampoco existen detalles sobre su toxicidad para el hombre, pero es de suponer que carecen de la misma en las bajisimas concentraciones que de algunos ya son suficientes para proteger celulosa contra microorganismos. Destacan, por ejemplo, el n,n-etilenditiocarbaminato del difenilantimonio (figura 474,11), que protegerá ya con soluciones de 0,0016 por 100 y aplicado por simple baño contra Chaetomium globosum y otros hongos, bacterios y levaduras, incluso en agua salada. Otros ejemplos de similar efecto son el di-(n,n-pentametilenditiocarbaminato) del fenilantimonio (figura 474,13) o el n,n-tetrametilen-bis-(ditiocarbaminato) del zinc. Estos derivados del fenilantimonio pueden ser también polimerizados (figura 474,12), siendo entonces también hidrófugos irreversibles. También hay sustancias similares de otros metales y del amonio. Ya algo más comprobado en la práctica es la n-triclorometilmer652

capto-4-ciclohexenil-l ,2-dicarboximida. Un efecto de total inhibición microbiológica se cita para la práctica de varias sustancias, entre ellas la celulosa y derivados de la misma, con una concentración en el sustrato de 0,5 por 100; entonces es incluso duradero en condiciones climáticas extremas. Otras sustancias, variables en su halogenación, pero igual en su forma de molécula, son los policlorobenzosulfonatos de difenilamida, que representan fuertes protectores contra insectos que dañan textiles y que tenían valor para nosotros contra destructores de pergaminos, etcétera. Sobre su duración y su compatibilidad no se ha publicado nada. E n vista de que tampoco se citó concentraciones, todavía no podemos formar criterio sobre su utilidad práctica para nuestros fines. Sustancias de carbamatos y similares con un anillo fenílico Representan varios grupos. Uno se ha publicado como unos repelentes muy seguros para termites. Citamos como ejemplos el n-metilcarbamato de 3-metil-4-metil-mercaptofenilo (figura 474,20) que puede ser aplicado sobre papel o madera, etc., y el n-metilcarbamato de 2-propinil-mercaptofenilo (figura 474,19), de un idéntico destino. Para papel se cita de la primera sustancia una duración inalterada de la eficacia en clima tropical de seis meses comprobada para 0,05 por 100 en la solución aplicada. Para 0,005 por 100 terminó el efecto después de dos meses. Para la segunda sustancia se cita la concentración (en la madera) 0,3 por 100 como duradera protección. Por tanto, son sustancias de elevada eficacia y duración. Sobre su compatibilidad carecemos aún de datos concretos, pero no hay observaciones en contra de su uso. Algo diferente en su forma es otro grupo que representamos aquí con el éster 2,4-diclorofenilico del l-n-di-($-hydroxietil)-aminoetan-2-sulfonato. Aparte existen unas treinta sustancias más que se han publicado, todas de elevado efecto fungicida. Para la mencionada sustancia y unas veinte más se estudió el efecto contra el hongo bibliófago Aspergillus niger, resultando el límite de la total inhibición para la citada combinación en 0,001 por 100, de otras en 0,003-0,0065 por 100. Una combinación posiblemente muy útil para nuestros fines es 653

el N-metilcarbamato del 2-isopropoxifenil-l ,4,5,6,7,8,8a-heptacloro3a,4,7,7a-tetrahidro4,7-metanindeno con el insecticida fosfato dimetildlclorovinílico, que se usó en cámaras de fumigación con vacío moderado. La investigación sobre estos grupos está ampliando continuamente nuestros conocimientos a nuevas sustancias, porque parecen grupos benignos en el sentido de la higiene humana. Sustancias germicidas que contienen el elemento fósforo, o fósforo y sulfuro, en su molécula Se han publicado múltiples sustancias con el fósforo en su molécula como germicidas eficaces. Por principio somos reacios a sustancias que contienen fósforo si se quiere usarlas en papel, porque debemos tener siempre temor por la aceleración del envejecimiento si en su descomposición se desprende fósforo. Sus óxidos formarían ácidos muy dañinos para la fibra de la celulosa. Tampoco queremos excepcionar aquí sus derivados con el estaño, que son eficaces fungicidas ya en concentraciones mínimas, y esto a pesar de que han sido citados expresamente para fibras de celulosa.

5cd-d)

Resinas germicidas

Resinas polimerizadas de efecto germicida De los derivados de ciertas resinas naturales hemos citado ya su efecto germicida, insuficiente en la colofonia y aceptable en las resinas copálicas que se usaron antiguamente en los papeles del Extremo Oriente. Entre las modernas resinas sintéticas, ya de la primera que se sintetizó, la resina de cumarona (figura 536), se observaron efectos de conservación superiores a los de las citadas resinas naturales, pero las que se destacan por su efecto germicida son las siguientes: Resinas epoxi-alcanas halogenadas Tanto las formas epoxi- como diepoxi- comprenden sustancias germicidas y algunas de ellas son tan benignas que se pueden usar 654

como sustancias de conservación en quesos. No obstante, son fuertes microbicidas y moluscocidas. La figura 478,1 da un ejemplo de un posible eslabón de la polimolécula de estas resinas. Existen múltiples diferentes formas y mezclas de las mismas. En elevada concentración son buenos hidrófugos. De algunos bibliófagos, como Bacillus subtilis, Pseudomonas (¡eruginosa, Penicillium, Chactomium globosum, etc., se ha determinado los limites de la total inhibición para algunas de estas sustancias. Oscilan de sustancia a sustancia entre 0,0005 por 100 hasta 0,015 por 100, pero, dentro de la misma sustancia, muy poco para los diferentes microorganismos; por ejemplo, de 0,0005-0,001, o de 0,008-0,015. Este efecto, poco selectivo, deja suponer un buen efecto general.

Por la elevada eficacia y su intoxicidad, se deben considerar como buenas sustancias para la conservación de papeles, pero hasta el momento están citadas solamente, según parece, para madera, productos alimenticios y fitosanitarios. Inconvenientes en el papel no conocemos. Resinas de fenol-formol Estas sustancias, muy usadas como colas de madera, resistentes al agua y vapor, se han usado también en papeles técnicos como cola para impermeabilizarlos, resultando entonces también resistentes a microorganismos. Para papeles de impresión no son útiles por su color rojizo. Otras colas resistentes al agua, como las a base de resinas de melamina o de resorcina, son incoloras y, por tanto, útiles para papeles de impresión, pero éstas precisamente no protegen, al contrario, son débiles a microorganismos.

5cd-e)

Ácidos de efecto germicida, útiles para la impresión de «.Offset»

En vista de que es conveniente obtener cierta acidez del papel para la impresión por el sistema Offset, siendo además contraproducente dejar para esto una acidez procedente de un ácido dañino y que también es frecuente el daño por mohos en los almacenes de imprenta, la solución más elegante es usar ácidos no dañinos para la celulosa y de efecto germicida por lo menos durante cierto plazo. Son útiles para este fin los ácidos benzoico, bórico, caprílico, cítrico 655

(figura 472,5), fenilacrílico (ácido de canela), propiónico, salicílico, tartárico y el anhídrico del ácido mucoclórico. E l efecto germicida satisfactorio empieza en concentraciones del orden de 0,2-0,4 por 100 si se desea una duración prolongada sobre plazos de meses. No obstante, hay que ver en primer lugar qué acidez se desea y consigue en el papel en cuestión, y esto varía mucho según su carga de rellenos. Es necesario elegir entre los citados ácidos según el tipo a tratar. Es de uso más genérico como germicida el anhídrico del ácido mucoclórico (figura 472,3), fácilmente soluble en varios disolventes orgánicos e insoluble en agua, siendo incoloro y funde en 180° C. Por no aumentar nunca la humedad del sustrato y tratándose de un ácido muy suave, es preferible a los demás.

Un método, de un desarrollo relativamente reciente, es el uso de estearato de amonio, que permite graduar la acidez y hacerla transitoria por desaparecer parcialmente el amonio en el proceso de fabricación según las temperaturas usadas. Los ácidos grasos cercanos al ácido estearínico que tienen 1-2 eslabones más, no son dañinos para la fibra en plazos estimables, como nos ha sido posible comprobar. Papeles tratados con 0,5 por 100 de estearato amónico y puestos a 5,5 pH, después de envejecer durante un mes en 60° C, no notaron diferencia a papeles no tratados y su valor pH bajó solamente a 5,4 (término medio). En 103° C, durante 14 días, se llegó en el envejecimiento a una diferencia inferior al 1 por 100 (término medio), mejor que en las probetas en blanco.

E l método merece mayor atención, porque se podía combinar la exigencia del valor pH bajo inicial, con un valor alcalino final que se desea para el mejor secamiento rápido de las tintas y para la conservación del papel.

5ce)

SlNERGISMO E INCOMPATIBILIDAD

En el capítulo 5aa), en el insecticida natural pelitre hemos explicado ya que es el sinergismo de una sustancia en sí inerte con otra sustancia activa; la primera aumenta el efecto de al segunda. También existe la posibilidad de que dos germicidas actúen en conjunto mejor que cada uno solo. Esto puede tener varios motivos. Si tienen diferente efecto metabólico, su acción paralela bloquea más funciones vitales y agota asi antes la resistencia del organismo dañino.

656

El clásico ejemplo para esto es la combinación de o-bencil-p-clorofcnol con un fenol clorado, como 2,4,6-lriclorofenoI. Para la conservación de pulpas y pastas de papel se consigue ya con concentraciones de 0,015 por 100 una total inhibición. Ninguna de las dos partes solas protege en este reducido porcentaje. También puede ser que la selección que cada uno provoca sea diferente; entonces se equilibra el espectro de la acción. No es esto un sinergismo propiamente dicho, pero en la práctica resulta similar. El ejemplo para esto son combinaciones de carbamatos con fenilmercurio, que se usan en papeles técnicos; sustituyendo el mercurio por cadmio o zinc, serán combinaciones duraderas y útiles para nuestro fin. Por fin puede mejorar la presencia de una sustancia la duración de la otra, por hacer más estable la situación química.

En los estudios del efecto de un producto que se desea incorporar a un papel es importante aclarar el porqué de un sinergismo observado empíricamente. De esta aclaración frecuentemente se puede deducir la duración del efecto y considerar una valorización comparable en el ensayo de envejecimiento. La incompatibilidad de dos sustancias muchas veces se deduce ya teóricamente. No obstante, en las sustancias complejas o de grandes moléculas no es posible prever fácilmente el comportamiento común. Sin detallados ensayos, tanto del envejecimiento como del efecto biológico antes y después de envejecer la muestra, no conviene formar criterio. Para la mayor parte de las sustancias activas orgánicas, entre los germicidas, es mejor para su duración un valor pH por encima de 7 hasta 9 que por debajo del límite neutro. Una excepción son, naturalmente, todas las sustancias que son un ácido. Su efecto puede cambiar notablemente si reaccionan con un catión alcalino. No se pueden dar reglas generales; puede mejorar o disminuir su potencia, según qué catión sea; por tanto, siempre debe ser aclarado previamente.

5cf)

RELLENOS Y COI ADAS DE EFECTO GERMICIDA

Proteger el papel por la adición de rellenos germicidas es una idea repetidas veces citada, incluso patentada en cierta ocasión. A pesar de esto no es tan nueva, pues ya los mayas lo hicieron hace ochocientos años, impregnando la pasta con que cubrieron el amatl.

En principio no es una forma ideal para proteger al papel si deseamos una protección completa contra microorganismos, porque 657 42

ciertos bacterios destruyen la celulosa solamente en estrecho contacto y los fermentos pasan su membrana celular por difusión solamente si al otro lado hay celulosa, siendo entonces ineficaz, para inhibir su acción, un relleno tóxico en el papel. No obstante, puede haber excepciones si el germicida queda algo móvil y puede pasar a la fibra, durante o poco después de la incorporación al papel de su relleno portador. Técnicamente ofrece esto cierta ventaja en la manipulación y dosificación del germicida, que se puede aplicar industrialmente en procesos separados sobre el relleno, previo a su incorporación. Los rellenos que en sí son germicidas, principalmente las criolitas, protegen contra hongos, pero no contra gran parte de los bacterios, por las razones antes indicadas. Con las colas e impermeabilizantes, como parafina, etc., ocurre en principio lo mismo que con los rellenos, siendo aún inferior la probabilidad de que un germicida pase con suficiente concentración desde un impermeabilizante a la fibra de la celulosa.

5cf-a)

Rellenos tóxicos

De varias sustancias discutidas es aceptable solamente lo propuesto por SANDERMANN (342-1), usar criolitas sintéticas o naturales. Criolitas Son sustancias muy insolubles en agua; en la naturaleza existe el mineral de la criolita del aluminio, Na,[AlF ]; correspondientemente se puede obtener la del aluminio-potásico. En la conservación de maderas se usa criolitas del cromosodio y del cromo-potasio de múltiples formas diferentes, como, por ejemplo, NajfCrF,], NajCrF HCjO, etc. Seguramente existen muchas más. t

s

Para nuestros fines debíamos usar principalmente los tipos del aluminio, porque los del cromo tienen ligero color amarillento-verdoso (verdoso si son algo impuros). Su protección contra hongos es segura; en el efecto contra bacterios no confiamos; no obstante, sería cuestión de una investigación detallada, formar un criterio definitivo. Contra termites serán eficaces si su concentración en el papel es suficiente; por deducción de los resultados en madera, ésta debía 658

estar en el orden de 0,8 hasta 1,2 por 100 del papel. Parcialmente podía influir su dispersión en la misma. Esto sugiere obtener las sustancias por precipitación dentro de la pasta del papel. Ignoramos estudios prácticos del método. En principio nos parece buen procedimiento para la protección previa si se aclara el efecto contra bacterios. Todas las criolitas son absolutamente inofensivas para el hombre. Se han citado también el fluorsilicato de sodio y de otros metales que resultan en sales de reducida solubilidad. Muy solubles son las sales con el magnesio y con el zinc, por ejemplo. Se usa éstas en la impregnación de madera. Resulta que son fuertemente acidas y dañan a la fibra de celulosa. Deduciendo de esto un efecto similar, si bien más lento, para las sustancias difieilmente solubles (la sal de bario 0,001 por 100, sodio 0,73 por 100, potásico 0,13 por 100 a 20° C), no serán recomendables en nuestro caso. Se han usado para papeles técnicos y de embalajes, donde este efecto lento de su acidez no importa mucho; concentraciones al 0,3-0,5 por 100 del peso de papel eran eficaces.

También se ha propuesto, y en ocasiones usado, la precipitación de 8-oxiquinolato de zinc sobre rellenos inertes, incorporando el germicida así al papel. Aparte de que nos parece un método relativamente complicado, habrá el problema de los bacterios especializados en la celulosa, que posiblemente no se alcanza. Desde que se ha descrito métodos elegantes para obtener el producto dentro de las pastas del papel, consideramos más útil estos últimos procedimientos. El producto en sí, como ya hemos citado en el capítulo 5cd), es útil para la protección de papel en forma industrial. Fluorboratos Modernamente se han descrito sustancias de fluorboratos que son útiles para la conservación de celulosas contra microorganismos y contra el fuego. Su ventaja está en su extraordinaria solubilidad (con menos agua que su peso son líquidos) y que se fijan en la celulosa. Su introducción al papel aún no ha sido propuesta, pero serían sustancias útiles introduciéndolas por camino de rellenos inertes a los que se han incorporado previamente. Es seguro, y ya lo hemos comprobado, que pasan de los rellenos a las fibras, fijándose allí. 659

Esto permite aplicar estas sustancias como carga superficial, protegiendo así todo el papel. Primero se obtuvo sustancias que corresponden aproximadamente a la fórmula (Am)¡(B F 0), siendo Am amonio, o lo que corresponde a un catión orgánico del amonio, como trietilamonio, trímctilbencilamonio y etanolamonio. A éstos incluso añaden algo de urea. Posteriormente idearon nuevas combinaciones de la fórmula genérica Me[BFi (OH) ], siendo Me un metal, preferentemente cromo, pero también manganeso, níquel, cobre, o zinc. Para nuestros fines debíamos usar el zinc, por ser incolora la sustancia que se forma. 4

4

4

0 2

Por fin, se ha dicho también que el estearato de cobre es de efecto microbicida, pero nuestros propios ensayos se oponen; no protege en forma suficiente. Sobre los estearatos debemos volver en el capítulo de las sustancias contra la humedad [5da-c)l.

5cf-b)

Colas antibióticos

o como portadoras de germicidas

Resinas sintéticas Ya hemos citado en el capítulo 5ac) las resinas epoxi-alcanas halogenadas como germicidas. Su incorporación en el papel como colada sería lo más lógico, si bien las concentraciones efectivas como microbicida no serían suficiente como colada. Si no se aumenta su parte hasta el límite eficaz como cola, posiblemente por el costo no conveniente, se deben estudiar bien las verdaderas concentraciones necesarias, mezclando las epoxi-alcanas halogenadas con otras resinas, porque debemos suponer una notable reducción del efecto microbicida de las primeras si otras resinas las incorporan. Los efectos germicidas de las colas de area-formol, debido al formol son inicialmente muy fuertes, pero desaparecen en plazos cortos; por tanto, estas colas no se deben considerar como útiles para proteger papel contra microorganismos. Como portadores para introducir germicidas al papel pueden servir todas las colas. Naturalmente, la sustancia a introducir debe ser soluble o dispersable homogéneamente en la cola. Es muy recomendable elegir sustancias que tienen tendencia y notable afinidad para fijarse en la celulosa. La protección será mejor por el ya repetidas veces citado problema de los bacterios especializados en celulosa. 660

Además es también muy importante pensar en la reducción del efecto germicida si la sustancia activa está englobada en una resina sintética, normalmente muy impenetrable a posteriori. Coladas de parafinas, etc., como portadores de germicidas Por el camino de la parafina pueden entrar todas las sustancias que se disuelven en la parafina misma o en los disolventes que se usa. Entrando la parafina al papel por solución, la adhesión de la mezcla a la fibra es normalmente suficiente para protegerla, siempre y cuando la cantidad de parafina sea suficiente para estar presente en todo el papel, no solamente en su superficie. No son vehículos buenos las emulsiones de parafinas, salvo que se haya incorporado previamente la sustancia activa a la parafina que se va a emulsionar. En principio rige lo mismo para todas las otras combinaciones impermeabilizantes, sea de resinas, siliconas, plásticos de toda clase, etc. E l problema está en la multitud de las posibles reacciones que pueden resultar de las mezclas, que muchas veces son difícilmente controlables. Si es posible evitar la incorporación del germicida a estas coladas, salvo la parte que corresponde a la conservación del material de la colada, desde luego será preferible. Como ejemplo citamos que las resinas de silicones, de las cuales algunas aumentan mucho el propio efecto repelente al agua de la parafina, reaccionan en una forma desconocida con muchos fenoles clorados, perdiendo parte de su efecto. En este caso resultan necesariamente nuevos cálculos de concentraciones, que a su vez, cambiada la formulación, pueden dar nuevas diferencias en el efecto. Además seguramente se aumenta el costo, etc. No es, por tanto, de antemano una ventaja económica hacer todos los tratamientos del papel en un solo paso industrial.

5cg)

L A SUBSTITUCIÓN PARCIAL DE LA CELULOSA PARA SU PREVISIÓN

La modificación de la misma molécula de celulosa, haciéndola «germicida» o por lo menos germostática, sería la solución más elegante para conservar el papel. Los inconvenientes que al principio se ha visto, se refieren a la notable disminución de la elasticidad de la fibra. Pero desde que se ha visto los efectos positivos de una substitución parcial, que es mucho menos violenta para la fibra y de 661

aceptable efecto protectivo, está cambiando nuestro concepto sobre esta técnica. Químicamente se trata de una simple reacción de las cadenas laterales de la celulosa. Como podemos ver en la figura número 1, cada eslabón de la macromolccula tiene tres cadenas laterales y son éstas los puntos débiles que atacan químicamente en su grupo hidróxido los microorganismos. Si conseguimos hacer desaparecer al grupo hidróxido, substituyéndolo por algún grupo inatacable, el problema estaría resuelto. Calculamos teóricamente la cantidad de nuevos grupos que debíamos introducir; entonces resultarla, por ejemplo, para la metilación que se necesitarla casi un 40 por 100 del peso de la celulosa para metilarla completamente (peso molecular de un eslabón 114 + tres grupos metílicos de 15 X 3 45; la proporción es, por tanto, 114 : 45 en pesos). En la práctica las cantidades necesarias son muy inferiores, como indica la tabla 41. Si la sustancia de substitución en sí es un germicida, la proporción necesaria de la substitución baja, como indica el ejemplo de la fenilhidracina, preoxidándola con un ácido peryodato. Entonces es suficiente para la inhibición de hongos una substitución de cada doscientoseptuagésima cadena lateral; aparentemente sin daño para la fibra, como ha demostrado GASCOIGNE (135).

T A B L A N Ú M . 41

MINIMO

D E L G R A D O D E SUBSTITUCIÓN D E FIBRAS D E A L G O D Ó N P A R A I N H I B I R M I C R O O R G A N I S M O S (según G A S C O I G N E )

Tipo de la substitución

Substitución teórica Metilación Acetilación Formilación Cian-etilación Substitución por urea o fosfato Idem por fenilhidracina, prcoxidando con un ácido peryodato

662

Mínimo de la substitución calculada por eslabón de la glucosa anhídrica

0,7 0,5-0,7 0,2-0,3 0.5 0,25 0,004

Es de suponer que la fijación en la celulosa en caso de varios germicidas es en realidad también una substitución de los grupos hidróxidos. Se ha demostrado la probabilidad de este concepto, por ejemplo, para los derivados cuaternarios del nitrógeno,

acrilonitrilos y ciertos cianatos. Para dicloro pro panoles se justificaron

reacciones de enlaces entre las cadenas laterales de la celulosa misma. Estos estudios se hicieron principalmente para fibras textiles. Un método, patentado, a veces, para el Estado de Israel, se refiere a la substitución de materiales ligno-celulósicos por bromo. Es conocido que la halogenación directa de la celulosa, especialmente con bromo, es imposible si no se quiere destruir la molécula en una forma no admisible. Ahora bien, la que es fácilmente substituible con halógenos es la lignina. L a idea del citado método es entonces la substitución de esta sustancia, si está presente, como en todos los papeles que contienen pasta de madera, por ejemplo, de periódicos, pero también ya en muchas de otras clases. E l resultado es un papel no inflamable y resistente a la pudrición por microorganismos. Como concentración eficaz se cita 4-8 por 100 de bromo sobre el peso del material tratado. Importante es que se neutraliza el ácido bromhidrico que se forma simultáneamente con la substitución. Se recomienda hacer la reacción en un medio liquido que contiene una sustancia que mantiene el valor pH en neutro. También seria posible halogenar con una solución de bromo en agua y, una vez pasado el papel a otro baño, se neutraliza con amoniaco o carbonatos, bórax, etc., graduando entonces el valor pH según se desea. Aparte del uso industrial, sería de interés estudiar el método para fines de conservación en la restauración o de objetos singulares para archivar. Recientemente se ha descrito la introducción del cadmio a la fibra de celulosa. Por la forma de la técnica descrita, hadándolo en presencia del ácido fosfórico su fijación en la fibra es una substitución más o menos parcial. La calidad como fuerte germicida del cadmio la descubrió ya el eminente botánico austríaco MOLISCH hace unos ochenta años. Entonces no tuvo interés, por lo raro del metal. Hoy, teniéndolo fácilmente disponible, volvió el interés sobre este elemento. Se citan limites de total inhibición en celulosa de 10 * aproximadamente para bacterios y hongos, como Pseudomonas aeruginosa, Bacillus sublilis, B. cereus, Penicillium notatum. Alternaría

tenuis, Aspergillus niger, Chaeto-

mium globosum, Curvularta, etc., para citar solamente los bibliófagos entre los microorganismos investigados. Para la protección práctica se demuestra (figuras 469-471) con concentraciones en el orden de 9-10 * como eficaz, calculadas sobre el cadmio metálico. En contra de su uso está su elevada toxicidad para el hombre, en mayores concentraciones que las citadas, y su efecto acumulativo.

663

E l material, una vez incorporado a la fibra, es prácticamente indeslavable y, por ser inofensivo para el hombre en tan baja concentración, hay que considerar el método caso de realizar industrialmente un tratamiento previo de papel.

5d)

SUSTANCIAS PARA LA CONSERVACIÓN DE PAPEL CONTRA LA ACCIÓN ABIÓTICA

La aplicación de impermeabilizantes y sustancias que mejoran la resistencia mecánica es el gran campo de la conservación de papeles técnicos de consumo, cuya duración a corto plazo en condiciones extremas importa más que a largo plazo. Para nosotros, el desgaste mecánico es más bien un factor de importancia en la encuademación y puede importar en la restauración, si se quiere recuperar la utilidad de papeles quebrantados. L a resistencia contra la humedad, que, si bien ablanda al papel y que así tiene como consecuencia mayor desgaste, es para nosotros mayormente un problema indirecto, por el estímulo a los bibliófagos. Donde nos interesa directamente es en libros que tienen destino a zonas de clima húmedo y en general en libros de mucho uso, como libros escolares, por el fomento del desgaste mecánico que ocurre, si no resisten sus papeles a la humedad. La lista de productos usados para la protección contra el daño abiótico en papel es más larga que la de los germicidas. No obstante, aquí nos debemos ocupar solamente de una parte de ellos, los que sirven para papeles de impresión.

5da)

IMPERMEABILIZANTES, HIDROFUGANTES Y REGULADORES DE LA HUMEDAD

Las sustancias clásicas son parafina, caseína, goma laca, colas animales, almidón; también podemos incluir aquí los antiguos medios, una parte de los derivados de la celulosa misma y los jabones metálicos. Modernamente se ha ampliado la gama por las ceras y parafinas sintéticas y, en especial, por las resinas polimerizadas. Los plásticos, 664

muy importantes en el sector del papel técnico, en los papeles de impresión no tienen trascendencia, salvo en la encuademación. Para la restauración se puede encontrar entre las sustancias modernas varias posibilidades que mejoran extraordinariamente nuestros medios preventivos y facilitan la labor de recuperar documentos quebrantados.

5da-a)

Ceras y parafinas (— esteres de alcoholes con ácidos grasos superiores)

Su uso es bien conocido desde el último siglo. E l efecto que se desea obtener es un papel repelente a la humedad, a veces también a grasas y una mayor elasticidad superficial que reduce el desgaste. Todos estos productos son mezclas de múltiples sustancias diferentes y de muy diverso origen. Antiguamente se tomaba todo lo que se parecía a la cera y era incoloro. Hoy se exige que sean parafinas libres de aceites ( refinadas) y que sean lo más inalterables posible. Se ha acostumbrado a llamarlas «microcristalinas»; incluso a las sustancias prácticamente libres de aceites, porque en el microscopio se puede observar notable diferencia de la «cristalización» en muestras «endurecidas después de su fusión, pero realmente no lo son, como lo demuestra la figura 479. De origen ya microcristalino de verdad (tamaño de partícula 1-5 n) son las ceresinas, que junto con la parafina forman las ozoqueritas o ceras minerales que se obtienen junto con el petróleo en ciertos yacimientos de esta clase. Hoy representan la mayor parte de la producción mundial de ceras. También se puede separar hoy las parafinas de partículas inferiores a 6 u. y las parafinas no microcristalinas ya no se usan para el papel más que en casos aislados. A l contrario, de las microcristalinas va un 84 por 100 de la producción mundial al consumo en papel y del 3 por 100 destinado a parafinas cloradas, también la mayor parte es para papeles. La importancia de la consistencia del material lo demuestran unas cifras: parafina no microcristalina con 1,5 por 100 de aceite reduce la penetrabilidad del papel por la humedad al 4 por 100 aproximadamente; los mejores datos son 1,2 por 100 para la misma parafina; totalmente refinada (con menos del 0,4 por 100 de aceite) se reduce el efecto; sus valores oscilan entre 1,3 y 1,7 por 100 óptimo; de ceras microcristalinas ( ceresina y parafinas microcristalinas mezcladas) oscilan los valores entre 1,2 y 0,5 por 100 óptimo. No obstante de la buena protección para fines de evitar una humedad, eventualmente favorable a bibliófagos, no son suficientes estos valores. Para la protección mecánica, naturalmente, valen. 665

Para fines de la protección del papel de imprimir, no es muy conveniente usar las mezclas de parafinas y ceresinas, porque, aparte de la insuficiente reducción de la posible humedad, las mezclas quedan tan débiles a la oxidación como la parafina. Ceresinas puras, al contrario, no pierden su efecto; son estables a la oxidación y para buenos papeles de impresión se debe usarlas siempre. También para la conservación previa en el taller de restauración son útiles las ceresinas, por ejemplo, en soluciones de acetona y en reducido porcentaje (al 0,5-1 por 100); pero no deben usarse para la restauración misma, porque no pueden recuperar una pérdida de elasticidad en la fibra. A l contrario, como protectores contra la oxidación, por ejemplo, de la lignina en papeles baratos, como los de periódico, son un medio de previsión barato y eficaz. Por ser totalmente inofensivas pueden ser usadas sin ninguna previsión para el personal. Las parafinas cloradas, o de otra forma substituidas, se usan para fines muy especiales en papeles técnicos. Su uso en papeles de impresión no tiene importancia. Hoy dia, además, se tiene cierta reserva a estas sustancias por motivos de la contaminación genérica.

Para el uso industrial existen en el mercado múltiples preparaciones en forma de emulsión, incluso ceras autoemulgentes que se pueden añadir ya a las pastas o aplicarlas en frío. No son de efectos tan elevados como los citados anteriormente, pero en frío se obtiene superficies más lisas; para la técnica de impresión con máquinas rápidas es esto necesario, con nuestro tema no tiene nada que ver. Tanto para la protección contra humedad como para ser portador de germicidas, no podemos recomendar la aplicación fría de parafinas. Perjudicial es el uso de las parafinas crudas (~ Gatsch en alemán), si bien lo aplican en papeles baratos. Lo que en la literatura alemana se comprende como petrolatum es la fracción válida del residuo en la destilación del petróleo que contiene las ceresinas. Petrolatum, en el uso americano de la palabra, significa lo mismo y además, antes de que se ha decolorado, la vaselina, que, naturalmente, no es útil para nuestros fines.

Entre las múltiples «ceras sintéticas», no derivadas de las parafinas y ceresinas, nos interesan solamentes las 666

Ceras de polietileno Son polietilenos de alto grado de polimerización a los que se ha descompuesto parcialmente. Se rompe sus macromoléculas por calor de 350-400° C . Hoy se obtienen también polimerizando directamente a cadenas más cortas. Lo que se consigue son longitudes de cadenas C entre 28-145 eslabones, quedando en la mezcla solamente un reducido porcentaje de las cadenas normales que oscilan entre 300 y 700 eslabones de C .

Su uso, para mejorar las parafinas en papeles técnicos, comprende la mayor parte de su destino. En papel de impresión y en tintas gráficas se aplican para mejorar la adhesión y la resistencia a la abrasión de las tintas. Se puede decir que es indispensable su uso en una, pero mejor en ambas partes, si se impregna papel con parafinas, porque éstas reducen mucho la adhesión de cualquier tinta gráfica. 5da-b) Antioxidantes Si bien químicamente no tienen nada que ver con las ceras, su principal uso es como aditivo de las parafinas en papeles de impresión para aumentar la duración del tratamiento. Existen numerosas sustancias que se han propuesto. Entre las mismas destaca el $-butilfenol terciario y el butilhidroxitoluol. E l último se ha admitido en los Estados Unidos incluso para usos en los embalajes de alimentos, siendo, por tanto, totalmente inofensivo. Industrialmcnte es una cuestión del costo, usar parafinas incorporadas de antioxidantes o, mejor, pero mucho más caro, ceresinas puras. Para la conservación previa en la restauración no existe razón de usar lo primero, no compensa el reducido ahorro al siempre algo inferior efecto de las mezclas de parafinas con antioxidantes.

Aditivos para mejorar las parafinas son también ciertos terpenos clorados, pero en papel parece que ya se usan poco. 5da-c)

Jabones metálicos

Se han usado múltiples tipos de «sales» metálicas de los ácidos grasos superiores que, siendo de los metales alcalinos, se suelen 11a667

mar generalmente jabón. Pero en el papel no son de metales alcalinos, sino del zinc, del aluminio, bario y del magnesio y formados con los ácidos estearínicos solamente. Los estearatos de zinc, bario, magnesio o aluminio son polvos como el talco y de características hidrófugas muy fuertes. Estudiando la longitud de la cadena, óptima para el uso en el papel, resultaba mejor el tipo de 18 eslabones (figura 472,2), en lugar del auténtico ácido estearinico, que tiene solamente 16. Antiguamente se usaban también fabricaciones caseras, que no son admisibles si se desea un efecto homogéneo. Tanto cadenas mayores como inferiores de 18 eslabones son de peor efecto hidrófugo.

E l mayor grado hidrófugo lo tiene el estearato de zinc, hablando de los tipos usables en papeles de impresión, porque muy superior es el efecto del estearato de cromo, pero su color es verde. Siguen al zinc los derivados del bario y magnesio; el aluminio es algo inferior en el efecto. Las concentraciones en el material para una total hidrofugación son: cromo, 1 por 100 (0,25 por 100 ya surte notable efecto y casi no se nota color); zinc, 1,5-2,3 por 100, según que sea la fibra, de obtención al sulfato o al sulfito; bario y magnesio oscilan sobre 3 por 100.

Adicionalmente se obtiene, por los estearatos, con menos cola, mejores superficies lisas, sin el efecto de mala adhesión de tintas gráficas, como con las parafinas. Que son de efecto germicida los estearatos del zinc, ya lo hemos indicado anteriormente. Sales de manganeso con resinas se han usado con éxito para el mismo efecto. Dañino es el estearato de hierro; a pesar de esto, se le usa en papeles baratos. Otras sustancias, bastante usadas, son el miristicato de aluminio, que se suele usar como aditivo a otros rellenos, o residuos de los ácidos grasos del copra en sus sales con el zinc (se llaman frecuentemente «Cocosate»). Por fin, es frecuente ahora el uso del estearato de amonio, que ya hemos mencionado entre las sustancias para papeles del Offset por su calidad regulativa del valor pH (el amonio se puede eliminar parcialmente, según la temperatura en la fabricación). Se suele usar sustancias técnicas, de una pureza de solamente el 73 por 100.

668

5da-d)

Colas de resinas polimerizadas y de otros plásticos

Éstas han llegado a dominar hoy día el mercado de las colas para papeles. Como colada normal, usadas en baja concentración, no son objeto de nuestro tema, si bien algún efecto de protección contra humedad y desgaste mecánico tienen indudablemente ya en estas concentraciones. Como componentes del papel ya las hemos tratado en el capítulo ldb). Entre las múltiples aplicaciones para fines técnicos entre las colas, no nos interesa ninguna tanto que la de la resina de melamina. Las de urea-formol endurecen el papel demasiado antes de llegar a verdaderos efectos de protección contra humedad.

Plásticos E l primer paso han sido sustancias aún no polimerizadas, alquilcetonas, que en la práctica pertenecen aquí por su efecto muy similar, cerrando los microporos de la fibra de celulosa con sus macromoléculas. Los demás son auténticos polímeros. Amplios estudios debemos a F . G A L L O (130A-3), que durante muchos años observó sistemáticamente los efectos de sustancias de conservación. Coincidimos en nuestras observaciones sobre los efectos de dialquilcetonas (se usa en tuluol al 0,5 por 100 en un tratamiento) y de polivinil-plrrolidones (al 2-5 por 100 en agua); son buenos. Los allí citados derivados del nylón, también como eficaces, son n-metoximetil-poliamidas (producto comercial «Calatón CA») y n-hidroximetil-poliamidas (comercialmente «Maranyl») y se usa al 2-5 por 100 en metanol. Se obtiene con los últimos también cierta protección contra hongos (hasta en 85 por 100 humedad relativa del aire no se observó crecimientos).

669

Resina de melamina (— 2,4,6-triamino-l ,3,5-triazin) Se usa en gran escala para la hidrofugación de papel; actualmente son el mejor medio en caso de que simultáneamente se desee aumentar la resistencia mecánica. El descubrimiento de su afinidad a la celulosa, en 1941, procede de W O H N y T H O M A S (426). Y a durante la segunda guerra mundial en los Estados Unidos se aplicaban los procedimientos industríalmente; los mapas militares de su ejército, entonces de una resistencia al agua desconocida por nosotros, eran el primer resultado visible. Para la aplicación industrial es importante el grado de maduración de las soluciones, que a su vez depende del grado de acidez que se da a las pastas o soluciones que se aplican sobre el papel. Con correcta acidulación se consigue en pocos minutos ya un efecto cerca del máximo de maduración; excesos dañan el efecto; insuficiencia alarga mucho al plazo de maduración. Se conoce la madurez por efectos ópticos (reflejos azules y efecto de Tyndall). E l aprovechamiento máximo posible (por motivos que aquí no podemos discutir) no puede superar al 70 por 100 del contenido de una solución, pero en vista de que se puede usar siempre de nuevo el agua residual, en la práctica no hay pérdidas inevitables de alguna trascendencia, si la fabricación es continua. SIEDLER

Su uso principal, aparte las aplicaciones industriales en papeles técnicos, está en mapas, papel de documentos y de valores, billetes de banco, etc. Para la encuademación son importantes los papeles de barrera [véase capítulo 6dd-a)]. Las concentraciones necesarias varían mucho según el tipo de fibra que se usa y no se puede dar fácilmente datos genéricos, es necesario comprobar la concentración para cada material, si se desea obtener un efecto absoluto. Es notable normalmente ya el efecto de 1 por 100 en el papel; por encima de 1,5 por 100 puede ser total la hidrofugación; más de 2 por 100 rara vez faltan. En vista de que es sustancia cara, la determinación exacta del porcentaje tiene también importancia económica. Las soluciones debian tener un pH alrededor de 5,5; menos de 4,8 no conviene; más de 5,8 por 100, tampoco. Las temperaturas de secar debían estar entre 110-120° C para obtener una polimerización perfecta, si bien 105-110° C resultan útiles; debajo de 100° el resultado es irregular o negativo. Para la solución perfecta, el tamaño de las partículas debía estar en 10.000 mallas, si no el valor pH debe estar necesariamente en 4,8-5 para obtener una solución perfecta. Los papeles impregnados con resinas melamínicas no son plastificables. Si esto se desea, por ejemplo, en la encuademación, se debe usar papeles hidrofugados con resinas jenólicas, pero siempre tienen, en caso de una hidrofugación eficaz, un color rojizo. 670

Las resinas de melamina son muy débiles a la destrucción por microorganismos. Sin adición de germicidas se pierde su efecto en mayor proporción que la biodcterioración avanza. P A W L O W S K A , C Z E R W I N S K A y K O W A L I K (300A) han sido los primeros que estudiaron detalladamente las posibilidades de evitar este defecto. Llegaron a la conclusión de que el n,n-dimetil-ditiocarbaminato de zinc tiene la mejor acción germicida en la melamina y es una de las sustancias totalmente indiferentes para el efecto propio de la melamina. Entre tanto han sido citados varios otros germicidas; mayormente es de suponer que valen, pero la proposición no ha sido respaldada en ningún caso que conocemos con la misma exactitud que la citada sustancia.

Trimetilolmelamina (figura

478,3)

Este derivado es el preferible; los mono-, di- y hexametilolmelaminas varían más en su polimerización según el valor pH. L a sustancia, cuya exacta forma monómera se discute aún algo, es ampliamente usada para hacer insoluble a los almidones, preferentemente para papeles estucados. Aparte esto es la sustancia que se usa en hacer caseramente los papeles de barrera en la restauración, para proteger el interior de un libro contra efectos nocivos de la encuademación. Recientemente describió BOYLE (041) un procedimiento para textiles que sería perfectamente aplicable para papel, basándose en la combinación de trimetilolmelamina y, como fijador, tiourea, endureciendo la polimerización por un paso de 1-3 minutos a 177° C. En papel hemos ensayado que ya 30-45 segundos en 130° C bastan para la total polimerización y esto no daña la fibra, al contrario, el resultado es un aumento de un 20 por 100 de la resistencia a rotura y total resistencia al agua. Debe ocurrir cierta substitución de la fibra, porque también después de seis meses en el agua no cambiaba la resistencia. Derivados del Glioxal Realmente no son «plásticos», porque no polimeriza el glioxal mismo. La sustancia, COH-COH, se ha usado mucho para hacer insoluble a almidones en papeles estucados. En medios débilmente alcalinos forma con los grupos oxidrilos de almidones, pero también de la celulosa o del alcohol polivinílico, unos hemiacetales (R-O-COHCOH-O). No obstante, la verdadera insolubilización por el acetal 0^-O-COR-COH) no se consigue antes de bajar a por lo menos 671

pH 5. Depende, por tanto, del ácido que se aplica, si el método es aceptable para la conservación o no. Su efecto protectivo queda debajo de los derivados de la melamina, salvo substituyendo la celulosa directamente hasta un grado elevado, que resulta caro.

5da-e)

Substitución

de la fibra para la

hidrofugación

Causa notable efecto de hidrofugación la substitución de la fibra con un ácido carbónico; se cita especialmente la formilación con ácido fórmico o la substitución por una mezcla de formaldehído y ácido acético. Que todo esto también protege la fibra en general ya lo hemos visto en el capítulo 5cg). Su aplicación para obtener el efecto complejo será siempre substituyendo mayor número de grupos hidróxidos que para la protección contra la acción biótica. Como regla genérica se puede calcular con un aumento del mínimo por 4-6 veces.

5da-f) Ablandadores Papeles destinados a ciertos usos, y también para libros, se desean muy blandos o de un determinado grado mínimo de humedad. Antiguamente se impregnó estos papeles con sustancias higroscópicas, sales o azúcares y a continuación con parafinas. Estos tipos, llamados falsos ablandadores, naturalmente, son muy dañinos en un papel que deseamos archivar. Si es para plazos largos no habrá otra solución que deslavar el falso ablandador como restauración preventiva. Aparte esto, hoy existen también auténticos ablandadores del papel, que principalmente son polietilenglicoles. Estas sustancias, en sí muy higroscópicas, existen, graduadas en su higroscopicidad, con varios tipos en el mercado. Su uso está indicado en un clima muy seco, conservando preventivamente documentos y libros contra el quebrantamiento por estos emplazamientos. Antes de usarlos se aclara el tipo útil para la zona, determinando la humedad que se obtiene, por ejemplo, durante un plazo de varios meses, con un higróme» tro eléctrico, comparando los resultados con la humedad que hay en el aire y los datos de la figura 221. 672

5da-g)

Sustancias anticuadas de hidrofugación mecánica

y de

protección

Realmente debía estar en este apartado la parafina no microcristalina, pero la siguen usando en notable escala, sin y con mezclas para su mejoramiento. Antiguamente se usaba mucha goma laca, sola o en combinación con caseína o colas animales. Las últimas también por su cuenta o en combinación con almidón, en este caso para aumentar la resistencia a rotura. Todos estos procedimientos se han abandonado. Ni en la restauración son recomendables hoy dia las combinaciones de la goma laca, lo que se hizo antiguamente (y lo hacen aún). No son tan indiferentes como se supone, especialmente si no se conoce la pureza y el origen de la goma laca que se usa. Hay en el mercado aún varios tipos del último, pero algunos contienen ya adiciones de otras sustancias y, entonces, ni estamos seguros que se consigue ahora las verdaderas formulaciones de los «viejos expertos».

5db)

SUSTANCIAS PARA MEJORAR O RECUPERAR LA RESISTENCIA DE PAPEL

5db-a) Alginatos Las sales de los ácidos algínicos son conocidas desde hace mucho tiempo, prácticamente desde que S T A N F O R D descubrió este ácido en 1884 en las algas marítimas. Las sustancias extraídas son normalmente complejos de los ácidos manurónico y cicerónico. En España existe una notable industria de obtener los ácidos y sus derivados de las algas marinas.

En el papel se usa los alginatos, aparte el aumento del satinado, para hacerlo resistente contra aceites, grasas y ceras, y además dan calidades de superficie parecidas a los papeles tratados con almidones. Por esta combinación, repelente a grasa e hidrófilo, se usa en papeles finos para dibujo, etc. También se aplica, como sales alcalinas en emulsiones de parafina, etc., para papeles de uso científico (¡son resistentes a sangre y a muchos productos químicos!), etcétera, y así pueden llegar estos papeles a los archivos. En su conservación es importante considerar que son hidrófilos en su mayoría. 673 43

5db-b)

Derivados de la celulosa

Son principalmente los nitratos y acetatos de la celulosa, que ya desde hace tiempo se han aplicado para mejorar papeles y en su restauración. Modernamente es el triacetato de la celulosa, que se usa más en la industria. Para papel son útiles solamente limitados sectores del grado de esterificación, importante aspecto que debemos observar en la práctica (figura 480). Acetatos de celulosea La esterificación de la celulosa con ácido acético es graduable. El máximo teórico es el triacetato, es decir, que todas las cadenas laterales de todos eslabones (un eslabón tiene tres cadenas laterales; véase figura número 1) están esterificados con una molécula de acetato. Esto corresponde al valor de esterificación n 3,0. Los, para distinguir, llamados acetatos son productos con un grado de esterificación debajo de n — 2,65, por tanto, realmente también aún triacetatos. La diferenciación es por su solubilidad. Encima de n 2,65 no son solubles en acetona ni en la mayoría de otros disolventes y muy estables a la humedad. También debajo de n 2,35 son peor solubles e insolubles en acetona. Estos últimos tipos, correctamente a llamar «diaectatos», son los que se suele usar para la plastificación y en la laminación de papeles.

La figura 480 indica gráficamente el grado de esterificación, el contenido de ácido acético y la aplicación de las fracciones. Su uso en papel para aumentar la resistencia mecánica es del n = 2,6 o más. L a aplicación de los acetatos de celulosa plastificables (por debajo de n — 2,3) en la restauración ha sido ampliamente estudiada para la obtención de documentos nuevamente elásticos, si estaban algo quebrantados, o en el plan preventivo. Nos ocuparemos de esto con más detalle en los tratamientos. Menos conocido es que se puede obtener bastante más fácilmente y de igual o mejor resultado el efecto de la conservación usando soluciones de otros grados de esterificación que los plastificables. Resulta extraordinariamente útil la fracción de n 2,4 hasta n—2,5. Aún es soluble en acetona y los efectos de recuperación de elasticidad en fibras totalmente quebrantadas los hemos estudiado en los llamados «papeles de arroz de la Audiencia de las Filipinas», obteniendo recuperaciones notables, como muestra la figura 481. En todas las aplicaciones es importante que el valor pH del papel está en 7 o algo por encima. 674

Nitratos de celulosa Igual que en los acetatos, es graduable su esterificación (figura 480). Son los derivados más baratos de la celulosa y de muchos usos industríales. Antiguamente lo ha sido con preferencia para explosivos; hoy lo es también para celuloide, barnices, pinturas, colas y papeles especiales. Descubiertos por B R A C O N N O T ya en 1833, descubrieron en 1845 su valor práctico y pronto se empezó a usarlos como pólvora. Lamentablemente hasta hoy es su mayor uso; en tiempo de guerra sube la producción mundial hasta diez veces de lo que normalmente se obtiene. Como se puede deducir de la figura 480, las nitrocelulosas para fines pacíficos son de inferior grado de nitración, debajo de n 2,05, normalmente n = 1,90, siendo los explosivos de n 2,30 y más; muy sensibles y peligrosos son los de n = 2,45 en adelante.

En papel se obtiene principalmente un notable aumento de la resistencia mecánica y de la resistencia a agua, no solamente a la humedad. Se reduce, aplicados en mayor concentración, la facilidad al doblaje, pero es cuestión de graduar su incorporación. Se obtiene ya con una reducida adición efectos muy llamativos. Para la restauración se pueden usar los nitratos en igual forma como los acetatos. Nuestros propios ensayos, ya mencionados anteriormente, resultan en una algo inferior recuperación de la resistencia en papeles quebrantados, pero se puede subsanarlo usando soluciones muy poco concentradas, repitiendo el procedimiento.

Los nitratos de la celulosa tienen la ventaja de que su aplicación no está afectada por valores pH algo alejados del valor 7. Esto permite usar los nitratos en papeles para Offset, etc., que exigen acidulación. 5db-c)

Plásticos

Entre los polímeros plastificables que se suele llamar «plásticos» debemos distinguir entre el uso de fibras plásticas como aditivo al papel y sus impregnaciones, laminaciones, etc. Lo primero, que se hace muchas veces para mejorar las calidades de la resistencia mecánica, no afecta a nuestro tema; es asunto de la calidad y del destino del material. La laminación exterior con acetato de celulosa realmente es una protección mecánica y la impregnación con plásticos la está solamente dentro de nuestro tema si es para proteger la fibra. Si, al contrarío, se usa para obtener cartulinas duras, etc., llegamos a un nuevo material con nuevas características, entre ellas la resistencia a humedad o agua, que cambia también el destino del producto papel, no solamente se conserva más. Limitando asi el tema, no son muchas las sustancias que quedan.

675

Etilenpoliaminas (

Polietileniminas) (figuras 478,2)

Se usa generalmente para mejorar la calidad de papeles, ya hechos, contra abrasión y deformación a consecuencia de humedad. Es frecuente su uso en la encuademación, incluso como tratamiento final, porque no necesita temperaturas elevadas para su polimerización correcta. El eslabón etilcnimina es el análogo al óxido de etileno, pero con nitrógeno. Es una base volátil de olor a amoniaco (punto de ebullición solamente 56" C) con mucha tendencia a polimerizar. Si se dirige la misma polimerización en una forma que no sobrepasa el punto de la total insolubilidad en agua, su aplicación resulta en una excelente fijación en la fibra de celulosa y una hidrofugación de la misma con una adición de 1-3 por 100. Encima de 3 por 100 no se consigue aumentos, llegando el máximo a unos 85-98 por 100 de la teórica hidrofugación absoluta. Aumentando la adición se obtiene una elevación de la adsorción física (¡no absorción!) de agua, sin que la fibra se hinche. Otra calidad técnica importante en la práctica de la fabricación de papel, es la aceleración del desaguamiento de papeles fabricados con celulosas mucosas (por exceso de trituración o fermentación por microorganismos); a veces es la salvación para poder aprovechar pulpas dañadas sin los trastornos de fabricación por su lentitud en la separación de agua.

Los productos comerciales, que normalmente son soluciones acuosas al 50 por 100 de semipolimerizados, se pueden usar en la encuademación y en la hidrofugación de mapas, materiales escolares o de documentos, procurando el secamiento a planchado en temperaturas moderadas por debajo y hasta 100° C. Por la facilidad del uso, es buen medio, «casi casero», para tratar papel con este material en el clima tropical. Simples talleres de encuademación o restauración en una biblioteca pueden realizar rutinariamente su aplicación.

Póliacrilatos Estos plásticos ofrecen dos características nuevas e importantes: permiten plastificar el papel hidrofugado y protegen contra rayos de luz ultravioleta. Además son resistentes a microorganismos por no necesitar la adición de ablandadores y plastificantes. Pero en vista de que casi siempre forman películas densas, su aplicación para papel de impresión no es corriente. Su principal uso en libros es para la protección mecánica de la encuademación. 676

Esteres polivinílicos Recientemente se ha propuesto, con buena justificación técnica en la fabricación y, por lo visto, de satisfactorio efecto de protección, la impregnación con mezclas de acetato vinílico y propionato vinílico, polimerizando en presencia de 2-3 por 100 de fuertes monómeros polares como el ácido maleínico o acrílico, respectivamente de sus anhídricos. Sustancias de estas combinaciones existen ya en el mercado (por ejemplo, «VeoVa 10») y la principal ventaja de la nueva forma de aplicación es que se puede polimerizar tanto por calor en presencia de catalizadores de polimerización como por radiación de elevada potencia, como de rayos X , radiación gamma y radiación «electrónica». La potencia necesaria se puede reducir notablemente añadiendo disolventes como tetracloruro carbónico, cloroformo o metanol con porcentajes de 1-20 por 100 a las soluciones del material.

La combinación tiene bastante elasticidad de adaptación al proceso de fabricación de papel y permite introducir simultáneamente otras impregnaciones. La hidrofobia aumenta unas 5-7 veces; la resistencia a la abrasión se reduce, hasta un 6-8 por 100 de la misma del papel no tratado. E l uso simultáneo de germicidas es necesario en caso de que el papel sea usado en un clima húmedo. M onovinilcarbazol Normalmente se usaron para papeles técnicos en montajes eléctricos. Estos plásticos se caracterizan por dar ya en reducida concentración una total protección contra grasas y aceites. Se propuso, por tanto, para libros técnicos de uso en talleres, vehículos, etc. La aplicación de este material obliga a ciertas precauciones, porque antes de polimerizar es tóxico. Su polimerización se consigue con 120-130° C, reduciendo el plástico notablemente su volumen, que resulta en un papel duro y fino.

Polímeros

de mezclas

Polimerizando en común sustancias previamente mezcladas, se llega a una multitud de nuevos materiales cuyas características se pueden variar simplemente por graduar las proporciones de las mezclas, atendiendo así exactamente a las exigencias técnicas. Muy usa677

das son las combinaciones de acrilnitrilos con butadienos y estiróles. Por ejemplo, el producto «Novodur» es uno de la citada combinación; también «Litex» es parecido. Otro grupo muy frecuente son mezclas de la resina de cumarona con indenos. Polihidrocarburos del flúor Ya entre los germicidas hemos citado algunas sustancias de este grupo con los fluoralquilatos (figura 472,1). Los plásticos obtenidos del tetrafluoretileno resultan de una estabilidad química casi absoluta (el «Teflón» es la marca más conocida de estos tipos). Para papeles de ciertos documentos y de usos técnicos muy especiales, se han usado sus dispersiones en la impregnación del papel. Importancia genérica no tienen hasta el momento. Germicidas polimerizados Son de cierto efecto de mejoramiento e hidrófugas las sustancias ya citadas de los policarbamatos del fenilantimonio (figura 474,12) y especialmente sus resinas epoxi-. Las últimas contienen, entre sus numerosas formas, algunas que son simultáneamente germicidas, como los epoxi-alcanos halogenados (figura 478,1), ya citados. Pero prácticamente todas las resinas epoxi- son más o menos útiles para hidrofugar la fibra de papel o papeles enteros. Si no se han introducido aún más en la práctica, es por su relativamente complicada aplicación y por su costo. 5db-d) Siliconas Bajo este nombre comprendemos prácticamente todos los derivados del silicio, que tienen una constitución similar a los del carbono en la química orgánica. Por tanto, pueden ser resinas, polímeros y tipos como las sustancias alifáticas. Las últimas se llaman también aceites de silicona y son sin interés para nuestros fines. En primera fila se usa en papel metil-polisiloxanos, hidrometil-polisiloxanos y determinadas resinas de siliconas. Según el tipo que se use, son hidrófugos o protegen más contra ensuciamiento (repelen entonces incluso colas). Las resinas aumentan 678

la resistencia mecánica. Para su uso es necesario que el agua sea blanda, pues las aguas duras dañan notablemente su efecto. Aparte esto, para una fijación admisible, su aplicación debe ser en medios acidulados. El uso es en primera fila para papeles técnicos. A los archivos llegan como papel de registro o de banda, por ejemplo, procedente de los aparatos meteorológicos. Hay que observar que muchas de las resinas de silicona son débiles a disolventes orgánicos como acetona. Se debe tener cuidado en los tratamientos y en la restauración.

5dc)

ABSORBENTES DE LA L U Z ULTRAVIOLETA

Principalmente inspirado por la protección de plásticos, cuyo envejecimiento por la luz del sol suele ser elevado en muchos de los diferentes tipos (la principal excepción son los plásticos metaacrílicos), en los últimos años se han desarrollado este grupo de sustancias a un volumen importante. Entre las múltiples sustancias ya descubiertas, algunas son también eficaces para proteger a papeles, respectivamente son directamente desarrolladas para la fibra de celulosa. El envejecimiento del papel a consecuencia de la absorción de la luz U V es un efecto complejo. Aparte la aceleración de la oxidación lenta que se produce ya en luz normal, o sin luz, se descomponen posiblemente los enlaces C-O (en las bandas de energía de 78-88 kcal/Mol abs.) y C-C (de los aromáticos en la banda de 124 kcal Mol abs.). En vista de que estos enlaces son los importantes de la molécula de celulosa, es decisivo que se cubra con los absorbentes de la luz U V sus bandas. La figura 458 demuestra unos ejemplos. Los enlaces, en general también importantes, de C C, C O y C C que llegan a la disociación en 200, 174 y 145 kcal Mol abs., respectivamente, se protejen más fácilmente que precisamente los que nos interesan en el papel.

Los productos que se han desarrollado pertenecen principalmente a cuatro grupos: E l más antiguo son los esteres del ácido salicílico, con sus derivados. Su protección es solamente en longitudes de onda por debajo de 3.500 A (= HO kcal/Mol abs. en adelante) y, por tanto, no protegen bien a la celulosa (figura 458,c). Son sustancias baratas y por esto aún se usan; según nuestro criterio, en parte solamente para cubrir el expediente. E l segundo grupo, importante, son las 2-hidroxi-benzofenonas (figura 458,b). Estas sustancias se pueden adaptar, con ciertas substitu679

ciones, hasta que cubran la banda de la violeta oscura (figura 458,a). Son las sustancias que hoy están en gran cantidad en el mercado y los substituidos son muy útiles para papel. E l tercer grupo, derivados del (2-hidroxi-fenil)-benz-triazol, y el cuarto grupo, derivados substituidos de acrilnitrilos, son de reciente introducción. Para nosotros serán los más interesantes los derivados del tercer grupo, porque empiezan con su efecto dentro de la luz visible y superan así al efecto del segundo grupo en su fuerza de protección. En la figura 455 hemos reunido las fórmulas de las sustancias que se han citado para la protección de celulosas. 5dd)

SUSTANCIAS CONTRA DAÑOS ABIÓTICOS Y E L QUEBRANTAMIENTO DEL PERGAMINO

En principio valen las mismas sustancias que protegen al cuero, si no cambian el color. En la práctica las más útiles son el titanato butílico y los polietilenglicoles, siendo la primera sustancia la más experimentada. Su USO para cuero y pergaminos ha sido descrito ya hace tiempo, pero polietilenglicol, en cierta escala para la restauración, se usaron por primera vez en el Servicio Nacional de Restauración de Libros y Documentos en Madrid. Son sustancias muy variables en sus características según su polimerización y composición. Los productos puros, de la fórmula genérica HO(C2H 0) H, son incoloros líquidos viscosos hasta x — 600. Encima de este grado son de un aspecto como parafina. Todos son totalmente solubles en agua. 4

x

Para la restauración aún no han usado más que los tipos que se usan preferentemente para cosméticos, etc. Realmente se podia llegar a resultados notablemente más exactos, si se aplicara polímeros de mezcla entre oxietileno ( hidrófilo) y oxipropileno ( hidrófugo), que permite graduar exactamente la humidificación o elasticidad que se desea obtener. 5de)

SUSTANCIAS PARA LA ELIMINACIÓN DE UNA ACIDEZ NOCIVA DEL PAPEL

A consecuencia del uso de sulfato de aluminio y colofonia como colada del papel, desde mediados del último siglo, hecho genérico en el mundo y aún no abandonado como técnica, la acidez nociva del papel se ha desarrollado hasta ser una pesadilla. Ya en la des680

cripción de los componentes del papel hemos expuesto que en sí no es nociva la reacción acida de un papel. Existen numerosas procedencias antiguas que dan reacción acida y son los mejores papeles que se puede imaginar; lo importante es qué ácido provoque la reacción acida. En cabeza de todos va el ácido sulfúrico, tan abundante en el papel por el procedimiento indicado, pero modernamente también procedente de la contaminación del aire con dióxido sulfúrico. Es también muy dañino el ácido fosfórico y sus similares, pero su llegada al papel es poco frecuente. En principio dañan todos los ácidos fuertes, pero muchos no lo hacen en baja concentración. Por ejemplo, ácido clorhidrico, o su análogo bromhídrico, son relativamente inertes en baja concentración; el ácido yodhidríco, al contrarío, daña siempre. Otros ácidos, como, por ejemplo, algunos de los ácidos carbónicos, pueden incluso mejorar la calidad de la celulosa si intervienen en baja concentración. Muchos otros son inertes.

Toda la neutralización de papel debe tener, por tanto, como medida previa la determinación del ácido que provoca el valor pH bajo. Pero hay más puntos a observar que citamos en las consideraciones previas de un tratamiento. Uno de estos aspectos nos afecta ya en la decisión sobre el producto a usar: es el valor pH nuevo que se quiere alcanzar. Si bien decimos normalmente «neutralizar», y BARROW en sus primeros pasos consideraba esto como suficiente, luego también llegó a la tendencia de alcanzar valores por encima de pH 7 (= neutro). Hoy podemos considerar como aceptado generalmente que se debe llegar a pH 8,5-9 aproximadamente. Las razones se pueden ver en la figura 483. E l margen que menos fomenta a otros daños, está entre pH 8,5-9,5. Entre las sustancias que estudiamos para obtener este valor pll en el papel, debemos separar las de un tratamiento restaurativo y las que se incorporan al papel para su conservación en el curso de su fabricación. 5de-a)

Materiales de la «.neutralización» restaurativa

Los clásicos, usados en soluciones, son los hidróxidos e hidrocarbonatos del calcio y del magnesio. Como gases se ha usado al amoníaco, N H seco y dióxido carbónico C O 2 . También se aplicó (en Alemania y Yugoslavia) polvos de los derivados de calcio y magnesio que hemos citado, pero el resultado no es muy positivo, aparte el problema que ofrece la limpieza posterior del objeto tratado. 4

681

Hidróxido

de calcio y bicarbonato calcico

Esto es la primera combinación que BARROW ha usado y que aún tenía el principal inconveniente de la lentitud de su acción y de la necesidad de bañar los objetos en las soluciones al 0,15 por 100. El hidróxido de calcio se obtiene fácilmente mezclando cal viva ( hidrato de calcio) con exceso de agua (¡cuidado, se calienta mucho y quema!), dejándolo algunas horas en reposo y filtrando la lechosa suspensión para que salga un líquido claro. Esto será una solución aproximadamente del 0,13 a 20° C y de 0,15 a 25° C. El bicarbonato de calcio se obtiene por dejar pasar dióxido carbónico a una suspensión de carbonato calcico durante unos minutos. Se debe sobrecargar la suspensión con aproximadamente el doble de lo teórico y filtrar, si no el resultado es irregular. La solución saturada del bicarbonato calcico a presión atmosférica es de 0,09 por 100; con una presión ligeramente elevada (1,5-2 Atm.) se llega a soluciones de 0,3 por 100, que se conservan durante cierto tiempo. E l método que usó B A R R O W para llegar al 0,15 por 100 era dejar pasar el dióxido carbónico durante muchas horas. Consideramos mucho más fácil usar una instalación como indica la figura 484, para obtener las soluciones bajo presión. Además, asi se pueden obtener soluciones perfectas con la adición de las cantidades teóricas y no hace falta filtrar mucho. Las enturbaciones frenan extraordinariamente la filtración, evitarlas mayormente, facilita filtrar, si bien se debe hacer siempre.

Bicarbonato de calcio e hidrocarbonatos de magnesio Es la segunda combinación que BARROW aplicó. Su ventaja está en un mayor valor pH que se consigue, pero también hay que bañar el objeto. E l procedimiento de obtener la solución que él usó era mezclar 1.000 partes de agua con 1,5-2 partes de CaCOj y 1,5-2 partes de MgCO, y dejar pasar doce horas gas de COj. También este procedimiento se puede mejorar en el plazo del tiempo, usando presión. Entonces la solución es clara en menos de una hora. Solución

de carbonatos de magnesio

Con ésta trató BARROW los papeles, por fin, pulverizándolos. Por varios aspectos de la restauración es preferible usar la pulverización para libros y, además, evitar el calcio. En las mencionadas aplicaciones, B A R R O W hablaba de «bicarbonato» de magnesio, pero esto correctamente no existe, salvo bajo altas presiones (18 Atm.), siendo inestable a presión normal. Quedó aclarado que es una denominación americana antigua. Se usa, según la descripción de la obtención —40 gr. de carbonato de magnesio en 20 litros de agua y dejar pasar C 0 durante dos horas hasta que la 2

682

solución es clara , primero una mezcla de una solución del carbonato con ácido carbónico inestable y que se precipita al ritmo que se va el COj del liquido, pero con el tiempo se forma el carbonato básico del magnesio ( Mg(OH)i-4MgCGv 4H¡0), entonces resultan mezclas de esta sustancia y de los hidrocarbonatos (MgCOj • 5H 0, MgCGv3HjO y MgCOj • HjO), que efectivamente quedan disueltas en las concentraciones convenientes, habiendo sólo una ligera presencia de COj en la solución. 2

Para fines de restauración, desde luego, sería lo más conveniente si se partiera del óxido de magnesio ( la magnesia usía de los farmacéuticos), que en calidades muy limpias está en todo el mundo en el mercado y que se debe tratar con C 0 , en una reacción bajo presión moderada y temperaturas por encima de las normalmente existentes en el ambiente local, sin pasar de 50° C. Las soluciones así obtenidas son estables para bastante tiempo, porque, sorprendentemente, con la reducción de la temperatura se mejora la solubilidad. También se estabilizará mucho la solución, añadiendo una pequeña cantidad de amoníaco. La presencia de hidróxido de magnesio en estas soluciones es importante, porque es una de las sustancias más sensibles en la neutralización de ácidos. Precisamente, al ácido sulfúrico lo neutraliza aun una solución de 0,00087 por 100, que es el límite de la sensibilidad y no lo supera ninguna otra sustancia de neutralización útil para nuestros fines. 2

Para conseguir una pulverización tipo aerosol, las soluciones deben contener cierta sustancia que se evaporiza más rápida que el agua misma. Ya desde el principio en los Estados Unidos, se usó alcohol etílico al 30 por 100 en la solución. Previa comprobación de que no hay tinta que corra por el alcohol (seria raro, pero posible), es el medio más adecuado para obtener el efecto de aerosol en este caso.

Mezclas de carbonato de magnesio básico y

silicohidróxidos

Según nuestros propios ensayos, radica el problema de una perfecta neutralización duradera en la cantidad del ácido sulfúrico presente y de la futura a esperar en el papel, sea que se forma aún del sulfato de aluminio no descompuesto o que vendrá por camino de la contaminación del aire. Si partimos de la idea de que debemos mantener un pH aproximado de 8,5-9, como BARROW ya procuraba en sus últimos tratamientos, entonces debemos buscar el medio de 683

mantenerlo durante mucho tiempo, tanto por el daño que el ácido sulfúrico mismo puede hacer, como por el peligro de bacterios que ofrecen los valores entre neutro y ligeramente por debajo del pH 7. Papeles neutralizados por baño o por pulverización, no mantienen su valor pH estable para mucho tiempo en un ambiente de ciudad. La onmipresencia del SO2 y la hipersensibilidad de los derivados del Mg(OH) hace reaccionar a los últimos continuamente, hasta que se han gastado. Los carbonatos son menos sensibles, pero en condiciones de humedad relativa del aire por encima de 60 por 100 también reaccionan en ambientes de SO? con gran facilidad. Así, entra mucho más SO2 a los papeles neutralizados que a papeles no tratados. El fenómeno carecería de importancia práctica si no llegáramos con esto a los valores pH 6,5-6,8, que precisamente desamos evitar. 2

El fenómeno, perfectamente explicable por las reglas físicas del comportamiento de gases, que aquí no podemos detallar, nos priva del resultado de nuestro tratamiento en plazos, desde el punto de vista de conservación de archivos, muy cortos. En ciudad (Santander) llegó un papel colgado dentro de casa a volver en tres anos al punto de partida y en cuatro ya estaba notablemente debajo del valor de un papel puesto de reacción neutral, por hervirlo mucho tiempo. Es un ambiente menos cargado de SOj (Picos de Europa) se notó, en el mismo plazo, solamente una minúscula reducción del pH en el papel tratado, posiblemente procedente de factores internos.

A consecuencia de estas observaciones se estudió la posibilidad de añadir algún estabilizante a las soluciones de neutralización. Entre varias sustancias comparadas resultaron más eficaces el silicohidróxido sódico y, respectivamente el silicohidróxido del potásico. Siendo el primero más económico y fácil de conseguir, es el producto recomendable. Su adición en el orden de 0,1-0,3 por 100 protege ya bien, como indica la figura 486. Además colabora activamente en la neutralización misma. Se puede graduar con su adición el valor pH en la solución de los carbonatos de magnesio según la curva de la figura 485. L o que no consideramos recomendable, aun siendo posible, es neutralizar solamente con la solución del silicohidróxido sódico. Su sensibilidad es inferior que la de los derivados de magnesio y, contra la acidez por factores internos del papel, el silicohidróxido solo, no es tan sensiblemente preventivo como las mezclas.

684

5de-b)

Gases de

neutralización

Las posibilidades con el dióxido carbónico son limitadas, porque incluso en ambientes muy cargados del gas (por encima del 90 por 100) no se pasa con el valor pH por encima de 7,2, que es insuficiente, según hemos visto anteriormente. Con el amoníaco, estudiado principalmente en la India (Nueva Delhi), no se llega tampoco a mayores valores. En la forma como la describen —obteniendo el gas de soluciones al 10 por 100, tratando unas 24-36 horas , se llegó a 6,8-7,1 pH solamente, pero, repitiendo los ensayos citados, hemos visto que parte del N1L se fija en la fibra, posiblemente por reacción con las cadenas laterales de la molécula glucósida, y esto provoca un depósito duradero contra el dióxido sulfúrico de la contaminación. L o que no va bien es la resistencia contra bacterios; el amoníaco fomenta su desarrollo por el nitrógeno que introduce a la celulosa. Por tanto, no podemos recomendar el procedimiento. También vemos posible un daño en papeles que lleven rellenos, a los que puede afectar el amoníaco.

5de-c)

Sustancias en el papel como estabilizadores del valor pH

Y a se hicieron fabricaciones de papel bueno, estabilizado en su valor pH cerca de 9. La razón de tomar este valor la hemos expuesto ya y se deduce fácilmente de la figura 483. Los principales compuestos para conseguir un valor duradero en este nivel son el anteriormente ya citado carbonato de magnesio básico y varios de los silicohidróxidos de los metales alcalinos. Preferible son mezclas de ambos con carbonato calcico muy puro como relleno. Silicohidróxidos

de metales alcalinos

Los conocemos ya de los cultivos de bacterios, como materiales inertes del sustrato de silicio gelificado, una vez neutralizados con ácido clorhídrico. En su estado alcalino pueden ser líquidos o materias secas. Son, según la proporción entre el SiCh y el óxido alcali685

metálico, de reacción alcalina, neutral o acida, siendo 3,4-3,5 mol SÍO2 por 1 mol Na 0, respectivamente K 0 igual a una reacción neutral. Con menos dióxido silícico (mínimo 2 mol) son composiciones alcalinas, con más (máximo 4 mol) son materias acidas. 2

2

Los productos comerciales son normalmente soluciones concentradas, de 30-41 Bé. Los llamados «vidrios líquidos» ( Wasscrglas) alemanes son derivados del sodio en soluciones de 38,5 Bé y de una proporción de 3,35 : 1. Son los más útiles por ser fáciles de graduar y de poca alcalinidad. La similar fabricación americana es normalmente de 41 Bé y, a consecuencia de la proporción 3,2/3,3 : 1, más alcalina, que la hace menos sensible en la graduación. La figura 485 indica las curvas del valor pH en relación a la concentración. Existen otros tipos que contienen en sus cristales agua y proporciones de SiOi : M c O i inferiores a 1, pero no son útiles para nuestros fines, porque son débiles a largo plazo y higroscópico a veces. Las citadas sustancias son inertes para el hombre, incluso se las ha usado en jabones y medicamentos. A l papel dan una notable reducción de su inflamabilidad, si bien, para alcanzar efectos ignífugos, las concentraciones que se debe usar para estabilizar el valor pH son demasiado bajas. En concentraciones ignífugas se acercan a valores del pH que pueden ser dañinos a largo plazo. TABLA NÚM. 42

EFECTOS D E SUSTANCIAS P A R A L A NEUTRALIZACIÓN D E PAPEL Y ESTABILIZADORES D E L V A L O R pH

Sustancias

Plazo del efecto Valores pH alcanzados

Gas de dióxido carbónico corto Gas de amoniaco mediano Hidróxido de calcio + bicarbonato calcico mediano Bicarbonato de calcio + hidrocarbonatos de magnesio mediano Carbonatos de magnesio mediano-largo Carbonato básico de magnesio + silicohidróxidos alcalimetálicos largo Silicohidróxido del sodio muy largo Carbonato básico de magnesio como carga seca muy largo

686

aproximadamente pH 7 aproximadamente pH 7 encima de pH 7 hasta pH 8-8,9 Insta pH 9,2 regulable hasta p H 10 regulable hasta p H 11,4 pH 9,4

5e)

SUSTANCIAS PARA LA IGNIFUGACIÓN DE PAPEL

Desde el punto de vista de la conservación de archivos, no existe razón para ignifugar papel, porque en ningún caso puede pasar ileso un papel, incluso uno muy bien tratado, a un calentamiento por encima de la temperatura de su destilación seca [véase capítulo 3ca)l. Papel en legajos y libros, además, arde muy mal, salvo que todo el edificio esté en llamas, pero entonces es el edificio al que debemos defender primero, no el libro suelto. Los productos ignífugos para papel, además, son en su gran mayoría nocivos a largo plazo y no nos fiamos de ninguno totalmente. Por tanto, citamos aquí estas sustancias solamente con algunos ejemplos a título informativo. La sustancia más eficaz para proteger celulosa es el monofosfato amónico, que consigue la total inhibición de la ignición con aproximadamente 2,8 por 100 en la celulosa. Es fuertemente dañino a la fibra (figura 457). Más benigno, pero a la larga también perjudicial, es el difosfato amónico. Aproximadamente con la misma concentración (3-3,5 por 100) se obtiene una total inhibición de la ignición. Los citados componentes se fijan algo en la fibra, pero quedan mayormente deslavablcs. Se puede fijar totalmente, dando como segundo tratamiento cloruro o silicofluoruro de magnesio antes de que la primera impregnación haya secado. El problema de la deslavabilidad e higroscopicidad de los fosfatos se evita con varios productos orgánicos, de menor o mayor efecto de fijación e ignifugación, pero siempre aplicable como una sola mano. Citamos, como ejemplo de estos productos, el diamonioetilfosfato, y de los tipos industríales, el PhosChek P-30, que en papel es prácticamente del mismo efecto que los anteriores, pero se fija menos que los fosfatos tratados con las sales de magnesio como segunda mano. Su ventaja para tratar, por ejemplo, papeles en exposiciones, etc., está en que se pueda aplicar con un disolvente orgánico, evitando que toque agua al objeto. Aparte de este fabricado americano, y primero en el mercado, hay otros similares de fabricación europea; en España, por ejemplo, Poimate F-4 para papeles. Muy útiles son también los silicohidróxidos del sodio y potasio en combinación con alginatos.

Entre las sustancias germicidas, son principalmente los fluorboratos los que reducen la inflamabilidad del papel. También algunas sustancias cloradas y los fluoralquilatos tienen este efecto. Entre los hidrofugantes son los estearatos (Zn-, Mg-Fe-) y las parafinas cloradas también retardantes del fuego, al igual que los silicohidróxidos entre las sustancias de neutralización. En la substitución de las fibras 687

es el bromo (que sustituye a la lignina) el que provoca efectos ignífugos, además ya en la concentración útil para la conservación contra una acción biótica.

5f)

INSECTICIDAS Y OTRAS SUSTANCIAS PARA COMBATIR PLAGAS

Existen cuatro situaciones que obligan a tratamientos masivos contra bibliófagos en todo el edificio: ataques por termites, plagas masivas por insectos, presencia de roedores y fallo de la climatización, que ofrece el peligro de una propagación en masa de microorganismos. Los productos para el último caso ya los hemos citado; son preferentemente el anhídrico del ácido mucoclórico, cloruro lauroilpiridina, lauroilpeníaclorofenol o sus sales, los formiatos del difenilamonio y ftalodinitrilos. Para combatir roedores no se puede citar productos (ni sería asunto de esta obra), porque cambian según la situación local. Los ratones aprenden a cuidarse de los venenos que han reconocido como tales. Los ya «gastados» hay que sustituirlos tan pronto como empiezan a fallar. Los terpenos endoclorados para evitar transitoriamente el daño, repeliendo fuertemente a los ratones, ya los hemos citados con los tipos de Toxaphene o Toxibornán. Estos últimos no se «gastan», por ser repelentes, y su aplicación no mata, molesta irresistiblemente. En los Estados Unidos hay ya poblaciones de ratas, llamadas «supcrratas», cuyo intelecto en defenderse contra venenos alcanza el nivel de nuestra habilidad de desarrollar nuevos venenos. Son casi incombatibles y un problema muy severo.

5fa)

INSECTICIDAS

Entre las antiguas sustancias usadas contra insectos hay que evitar los polvos a base de silicofluoruros de sodio, que son dañinos para papel. Los demás se pueden usar; mejor tienen reducido efecto, pero en caso de emergencia sirve todo lo que mata. Los insecticidas de contacto, en parte aún no descritos para papel, son preferentemente los de los grupos de los indenos clorados 688

y naftalenos endometilénicos y, además, de las sustancias naturales, el pelitre. E l grupo del DDT y similares ha disminuido mucho en su importancia por resistencias biológicas que se han fijado ya genéticamente en muchas especies de insectos, y los del grupo del lindane ( hexaclorociclohexano, isómero y) los debemos eliminar de las sustancias que se usan en papel, porque dañan posiblemente mucho a la fibra de celulosa, aparte de que su limitada duración no justifica su uso salvo en el suelo, donde puede servir contra termites (figura 476). A l grupo de los esteres fosfóricos le descalifican los mismos motivos y, además, en parte son muy tóxicos. Por toxicidad a largo plazo y contaminación del agua se opone ampliamente al grupo del DDT, pero razonablemente también a los indenos y los naftalenos endometilénicos clorados. Si, a pesar de esto, los consideramos como el mal menor, en caso de que la duración del pelitre no nos baste, es por su eficacia en concentraciones muy bajas y su muy larga duración que permite en nuestro caso una protección permanente, si se repite la aplicación solamente en el ritmo de 5-10 anos, lo que no puede ofrecer peligro sustancial para el usuario de una biblioteca y tampoco cargar el ambiente con cantidades apreciables que, además, nunca se derramarían desde la biblioteca al agua, como el uso agrícola hace inevitable.

La figura 476 reúne datos sobre el efecto y la duración de varios insecticidas. Pelitre El producto ya ha sido descrito en el capítulo 5ba-a) de las sustancias naturales de conservación. Su uso es siempre indicado si no hace falta que la duración necesaria del efecto sobrepase unos 2-3 meses. Un producto industrial, muy usado en papel, es «Pyrenonc» que son 1 parte pelitre y 10 partes óxido de piperonilbutilo; una suspensión de 0,5 por 100 es eficaz. Indenos clorados Entre las sustancias de origen natural, modificadas industrialmente, se describió ya al Toxaphene y Toxibornán, cuya constitución exacta no se puede determinar por el carácter de su obtención. Aparte de su uso contra ratones, son buenos insecticidas que actúan 689 44

principalmente por ingestión; por tanto, no dañan a los parásitos de los bibliófagos. Son los indicados para combinar el pelitre con efectos más duraderos si un tratamiento debe realizarse en una temporada que no estimula a los insectos y obliga, por tanto, a conseguir plazos seguros del efecto por encima de los en el pelitre. Heptachlor (figura 475,3)

A l principio subproducto de la fabricación del Clordan, se fabricó luego también en puro y directamente. Es el / (o también 3a), 4,5,6,7,8,8-heptacloro-3a,4,7,7a-tetrahidro- 4,7-endometilen - indeno, un polvo algo pastoso de color crema-marrón y de olor aromático. Su punto de fusión es bajo, entre 95 y 96° C, bastante resistente a un valor p H alcalino que nos conviene para su uso en papel y de relativamente poca toxicidad para animales de sangre caliente. No obstante, conviene cierto cuidado, porque penetra fácilmente la piel, causando efectos nerviosos. Es muy soluble en la mayoría de los disolventes aromáticos y alifáticos.

La duración de su efecto insecticida es muy duradera, bastante más que al principio, y por su parentesco con el Clordan se suponía. En papel y madera hemos comprobado una segura inhibición de insectos aun después de ocho años aplicando soluciones de 0,5 por 100. Clordan Siendo más volátil y menos resistente que la sustancia anterior, debemos considerarla también menos útil para nuestros fines; su toxicidad es mayor y la sustancia se fija poco en la fibra de la celulosa. Naftalenos endometilénicos clorados De este grupo, muy usado como insecticida, aún no se conocen con insectos problemas de verdadera resistencia, fijada genéticamente. Lo que se observó ha sido subsanado fácilmente usando el otro isómero del mismo producto. Son peligrosos en la manipulación de soluciones concentradas, si bien con las debidas precauciones —tam690

bien industrialmente— no existen problemas, ni hemos visto accidentes. En las aplicaciones se pueden presentar casos, como indicaremos en las consideraciones sobre toxicidad, de una reacción excesiva por personas sensibles y lo no acostumbradas a las sustancias. Tampoco en esto conocemos casos de consecuencia alguna. Aldrin (figura

475,4).

Se llamó al principio Compound 118, luego se formó el nombre Aldrin en honor de ALDER, uno de los descubridores de la síntesis del dién, procedimiento para la obtención de esta sustancia. Es el 1,2,3,4,10,10 - hexacloro • 1,4,4a,5,8,8a - hexahidro - 1,4,5,8 • endometilen-naftaleno, una sustancia blanca y cristalina. E l producto técnico, que contiene por lo menos un 95 por 100 de la sustancia pura, tiene un color pardo marmorado, es de un olor penetrante y algo parecido al mismo del caldo concentrado de carne. Se caracteriza por su elevada presión de vapor, que deja penetrar fácilmente a zonas no alcanzadas con el tratamiento. E l punto de fusión del producto puro está entre 104 y 104,5° C; el del producto técnico es bajo, aproximadamente 90 C. A l oxigeno y a la luz es algo débil, pero de gran resistencia a un valor pH alcalino y a la alteración por otras sustancias, también siendo éstas notablemente acidas.

Su acción como insecticida es rápida, dos horas es el máximo hasta que se produce el efecto. Actúa principalmente por inhalación de los gases y algo también por contacto. En papel no nos interesa por su volatilidad, pero en el suelo contra termites es el insecticida de más eficacia y duración que conocemos. Para tratar al suelo se debe conseguir, para un efecto de larga duración, una concentración de unos 75 gramos por metro cúbico de tierra. En vista de que su gas es más pesado que el aire, se mantiene en el suelo si se ha aplastado hacia abajo, aplicando después de la impregnación gran cantidad de agua. En mezclas con algo de harina es muy eficaz contra cucarachas, porque no lo pueden absorber en sus cuerpos grasos como otros insecticidas. Lo consideramos como el mejor medio contra una plaga de Blatóidos. Por su olor a carne, que conservan también las soluciones bajas, es atrayente a los gatos, que a consecuencia del contacto con los pies y la nariz, ambos muy 691

sensibles, se intoxican con gran facilidad mortalmente. A l hombre no es tan tóxico como los otros del grupo, pero en la práctica es el peor, si se usa en objetos que se mantienen en su ambiente. Conocemos daños a personas que usaron en la restauración productos que lo contenían. Sus gases son el peligro.

Su estereoisómero es el Isodrin, de efecto muy parecido, pero más tóxico. Dieldrin (figura 475,5) Este producto lo llamaron primero Compound 497, luego se formó el nombre Dieldrin en honor de D i b L S , el otro descubridor de la síntesis del dién. Es el 1,2,3,4,10,10-hexacloro -6,7-epoxi-l,4,4a, 5,6,7,8,8a-ocíohidro-l,4,5,8-bisendometilen-naftaleno, sustancia cristalina, blanca en puro y amarillento el producto técnico, que suele tener más del 85 por 100 de la sustancia pura. De fuerte olor aromático, no desagradable. El punto de fusión es elevado, 150°C para el producto técnico y entre 175-176° en la sustancia pura. Su resistencia contra alcalinos es, como la de Aldrin, muy buena; contra ácidos es algo menos resistente. No se altera con oxigeno, pero, al contrario, ciertos metales, como el hierro, lo destruyen en temperaturas no muy elevadas. También tiene alta presión de vapor, comparado con otros insecticidas, pero notablemente menos que Aldrin.

Su acción como insecticida es tan rápida como la de Aldrin, pero actúa principalmente por contacto y algo por inhalación. Su resistencia y duración es la mayor de todos los insecticidas, superado solamente por su estéreo-isómero Endrin (figura 475,6). E l último es el más tóxico del grupo. En los tratamientos contra termites se obtiene muy largas duraciones del efecto en madera; conocemos casos prácticos de ya dieciocho años inalterados, conseguidos con soluciones al 1 por 100 y al aire libre; al 0,3 por 100 y bajo tejado siguen objetos controlados sin alteración del efecto desde hace casi quince años. Grupo del DDT Los insecticidas de este grupo, en su día muy nombrados, por los resultados del mismo D D T hoy no siguen con la misma fama, debido a las estirpes resistentes, formadas entre muchas especies de

692

insectos dañinos. Su efecto en general es bastante inferior al del grupo anterior. Para nuestros fines, el D D T sería útil aún, porque no se conocen estirpes resistentes de insectos bibliófagos. DDT

(figura 475,2)

Es una sustancia blanca, parecida en su aspecto a una parafina y casi sin color. Químicamente es el 4,4-diclorodijeniltricloretano. Se conoce la sustancia desde 1874, pero su efecto de insecticida se observó por primera vez en 1939 por M U E L L E R , iniciando este descubrimiento la «era» de los modernos insecticidas de contacto. Su punto de fusión es 109" C y su presión de vapor muy baja. Se descompone en luz ultravioleta y en presencia de aluminio o hierro; en temperaturas elevadas sublima algo y recristaliza en agujas biaxiales Es débil a los alcalinos y valores ácidos por debajo de p H 4.

Su acción insecticida es lenta, necesitando varias horas hasta que se presenta el primer efecto; el éxito mortal puede tardar hasta dos días. Su duración en medios compactos como madera es bastante larga, unos cinco años; hemos conseguido una total protección contra insectos con soluciones al 0,5 por 100. WOLCOTT (427-3) indica diez años y medio para soluciones al 2 por 100. Nuestras propias experiencias no justifican tanto plazo, ni en concentraciones al 5 por 100, como se suele usar en la práctica; si bien la duración se aumentaba notablemente, siete años es el máximo que hemos visto en celulosas.

Contra Anobíidos en especial, se necesita concentraciones elevadas. Contra cucarachas es poco eficaz, porque lo acumulan en sus cuerpos grasos y entre tanto que no pasan hambre no se mueren, porque no consumen la grasa. Por motivos de la protección del ambiente se ha prohibido recientemente el uso de D D T en varios paises; en los Estados Unidos también la fabricación, salvo para la exportación a paises subdesarrollados (¡!). Su uso masivo en la agricultura y en la lucha contra enfermedades infecciosas transmitidas por insectos, como paludismo, ha sido en su dia «la gran victoria de la ciencia sobre la enfermedad y el hambre»: Sic transit gloria mundi. En realidad, toca la decisión a una sustancia que hoy es algo anticuada, también desde el simple punto de vista de combatir plagas.

Se han obtenido numerosas sustancias análogas, con otros halógenos como bromo flúor, o/y grupos nitro-, etc. Algunos tienen 693

efectos muy similares; importancia práctica alcanzaron solamente en ciertos casos locales. Otros insecticidas más convenientes para el uso en bibliotecas no vemos; las sustancias repelentes, que han sido investigadas en gran número y que son importantes en papeles técnicos de embalaje, para nuestros fines son de reducida importancia práctica. No conviene usarlas, antes de haber comprobado su duración y su inocencia en la cámara de envejecimiento para productos.

5fb)

SUSTANCIAS PARA E L TRATAMIENTO A GAS EN CÁMARA CERRADA

De las diferentes sustancias citadas y usadas, incluso aún recientemente, no podemos admitir ninguna más que el dicloruro de metileno ( C H 2 Q 2 ) y el bromuro metílico (CH Br), dando preferencia al bromuro, por ser totalmente ininflamable y de efecto extintor. No vemos con gusto ninguna de estas sustancias por su efecto tóxico para el hombre, siendo casi peor el bromuro metílico. Según nuestro concepto sería preferible el cloroformo ( triclorometaiw), a pesar de que tiene menor efecto y exige, por tanto, mayor plazo y concentración en la práctica. Es bastante menos tóxico para el hombre y, por su típico y penetrante olor, se nota cualquier fuga ya mucho antes de que se alcance concentraciones de alguna importancia en el aire. 3

Totalmente inaceptable es el cloruro metílico (CHjCl), a pesar de que es sustancia eficaz y lo han propuesto. Es un veneno muy violento, causando graves daños de nervios. Lo último se ha dicho también repetidas veces del bromuro metílico, pero a pesar de esto se ha usado mucho y no se conocen daños en la práctica como del cloruro metílico. Citamos aquí también el fosfato dimetildiclorovinílíco, que es posiblemente el gas insecticida más eficaz que hay y que se vende incorporado en materiales plásticos para colgar estas tiras en las habitaciones. Para mantener libre de moscas a una habitación seguramente es eficaz; contra bibliófagos en un archivo no podemos recomendarlo, a lo sumo causa efecto a los insectos que vuelan libremente. Contra bibliófagos dentro de los libros falla; según nuestra propia comprobación, incluso en las cámaras pequeñas, como se suele usar aún para la desinsectación con gases, salvo que se usen autoclaves de vacio. E l uso de una inteligente combinación con carbamatos cíclicos (véase también pág. 654) describió Gun ixuMAS (153B) como eficaz.

694

También se ha citado el óxido eíilénico, que no tiene peligro para el hombre hasta concentraciones superiores a las de buen efecto contra bacterios o insectos. E n la práctica no se puede recomendar mucho, porque es muy lento el efecto insecticida. Su ventaja está en su poder fungicida, muy elevado. Como ya se puede deducir de su fórmula, C H — O — C H , es muy explosivo, por tanto en la práctica se usa en mezcla con dióxido carbónico, que, a su vez, lamentablemente, frena más al efecto insecticida, por reducir el C 0 en las concentraciones necesarias la actividad fisiológica de los insectos a combatir. Un producto mercantil, el «Carboxide», llevaba la proporción de 90 por 100 C 0 . Normalmente se usa 15-25 por 100. L a afirmación que entonces su efecto es de una duración óptima de veinte años (GUILLEUMAS, 153B), no podemos aceptar; es sólo de un plazo corto, salvo que se acompañe de otras sustancias. En la India, por fin, se ha usado en gran cantidad una mezcla que se llamó Killoptera; de efecto seguramente excelente, porque era una combinación de tetracloruro carbónico con dicloretileno. No lo podemos admitir por el daño que causa la mezcla al personal que lo usa con frecuencia. Daños de hígado son muy probables. 2

2

2

2

5g)

SUSTANCIAS PARA LA CONSERVACIÓN DE LA ENCUADERNACIÓN Y PARA PERGAMINOS

En la encuadernación intervienen telas, colas y cuero o pergamino y, a veces, también madera. De las telas no hace falta hablar aquí, pues se conservan con las mismas sustancias que el papel. 5ga)

ADITIVOS GERMICIDAS A COLAS

Normalmente son útiles las mismas sustancias citadas para el papel, igualmente si son colos naturales, o sintéticas. No obstante, para colas sintéticas débiles, como, por ejemplo, a base de resinas de melamina, pero también de otros tipos plásticos, se suelen usar derivados salicilanílidos; preferentemente en los Estados Unidos se ha usado el 4,5-dibromosalicilanilido y el 3,4,5-tribromosalicilanilido. Son sustancias bastante útiles por su compatibilidad con casi todos 695

los materiales, por buena acción fungicida y bactericida durante muy largo plazo, que indicó también su aplicación en el sector textil, y por su toxicidad prácticamente nula para el hombre, si bien no se recomienda para papeles de envases alimenticios. L a concentración útil es de 0,1-0,3 por 100 de la cola o de la sustancia plástica. En colas hidrófugas, a base de melamina o de fenol-formol, bastante usadas para proteger la encuademación de tela, resultó, como allí ya detalladamente hemos citado, muy eficaz añadir n,n-dimetilditiocarbamiato de zinc; posiblemente mejor aún actúa la correspondiente sal del cadmio. La impregnación del papel interior en una encuademación de plástico es importante, por las condensaciones allí posibles y que luego nunca secan bien, fomentando microorganismos. L o más fácil es resolverlo añadiendo germicidas a la cola. 5gb)

SUSTANCIAS DE PROTECCIÓN PARA PERGAMINOS Y CUERO

En principio rige lo mismo que para las colas, son útiles las sustancias protectivas del papel. L o que pasa es que no todas se fijan de igual forma y en especial son normalmente de cierta resistencia superior los insectos coleópteros del grupo Dermestes-Anthrenus y parcialmente también algunas de las Microlepidopteras. Consecuentemente se han desarrollado sustancias especiales contra estos insectos dañinos y conviene usarlas en primera fila en los pergaminos. Siempre será adicionalmente a un germicida genérico, porque las sustancias protectivas contra insectos suelen ser de irregular efecto fungicida. Para la protección de pergaminos y cueros contra el daño de insectos cita la siguiente tabla número 43 las sustancias y su concentración necesaria en la práctica. L a segunda parte de la tabla número 43 indica germicidas, de elevado efecto en pergaminos y cueros, que se fijan bien. Aparte estas sustancias, en el cuero es importante conseguir una conservación de la flexibilidad de la fibra. Para estos fines varios importantes archivos o bibliotecas desarrollaron en tiempos pasados sus fórmulas, que hoy parecen algo de alquimistas. Las hemos comprobado durante años y exponiendo los cueros al envejecimiento; el sorprendente resultado es que alcanzan y superan a las sustancias 696

TABLA NÚM. 43

SUSTANCIAS PARA L A CONSERVACIÓN D E CUERO Y PERGAMINOS

Efectos

Concentración útil en la Insecticida Fungicida práctica

Sustancias

+ +

++ +

0,005 %

++ +

+

0,3-1,5%

+++

?

1%

++ + ++ +

+ + ++ +

1,5% 0,5-2 %

++ + + + +

++ ++ ++ ++ ++ ++ ++ ++

Difenilos entrecalados de urca (varios Éteres difcnílicos de clorometilsulfonaPoliclorobenzosulfonatos

del difenila-

Trifluormetildiclorofenoxi - diclorobenl-fluor-4,6-dinitrobenceno Pentaclorofenato de zinc

? ?

+ + +(+) 7

Hidroxiborato de fenilmercurio

(*)

1,5-2% + 0,1-0,2 % + 0,5-1 % + +(*) 0,6-1,5% + 0,25 % 0,25 % + 1-1,5% + + 1-2%

También es un fuerte bactericida.

modernas en su efecto. Se explica el resultado por el carácter complejo del material «cuero» y la meticulosidad con que, especialmente los aficionados coleccionistas ingleses, estudiaron sus fórmulas. L a tabla número 44 cita el resultado de nuestras comprobaciones. De las antiguas fórmulas citamos la del British Museum (Hexano 11 oz., Anhydrous lanolin 7oz., Cedarwoodoil 1 oz., Beeswax, % oz.) y la de la New York Public Library (Neat's footoil 25 oz., Anhi Lan 12,5 oz., Japan wax 10 oz., sodium stearate 2,5 oz., distilled H 0 45 oz.) como buenos. Un barniz a base de goma laca y mastix, muy usado por lo visto en la India y otros antiguos territorios ingleses, no nos convence tanto, pero bien nos parece la antigua fórmula de la University of Florida (Ethylcellulose 10,5 oz., Butanol 6 oz., xylol 3,5 oz., Shirlan extra H oz.). En la misma forma o similar estaban compuestos múltiples productos secretos de los coleccionistas de encuademaciones. Uno que no hemos identificado en su fórmula exacta, pero contenia estearato de sodio y de zinc mezclado y, por tanto, parece similar a la fórmula de la New York Public Library, superó a todas las combinaciones comprobadas. 2

697

TABLA

NÚM.

44

SUSTANCIAS P A R A CONSERVAR CUERO

Sustancias

Antigua fórmula del British Museum Antigua formula secreta, parecida a la de la New York Public Library (contiene estcaratos) Complejo de cromo-cstearato en parafina siliconada (**) Complejo de cromo-estearato en ceresina siliconada (**) Titanato butilico en solución de ceresina siliconada en aguarrás (*•)

Reducción del envejecimiento (*) aprox. 75 % aprox. 85 % aprox. 70% aprox. 80% aprox. 80%

Notas para la tabla 44: (*) Durante 30 dias en cámara húmeda a 75° C y, después, 30 días en cámara seca (15-20 por 100 humedad relativa del aire) a 60° C. Como valor de control se usó la resistencia a la rotura. (**) Con 5 por 100 de resina de silicona (reforzada) del grupo que se usan para ceras de suelo.

Modernamente se usan complejos de cromo-estearato en grasas siliconas o ceras sintéticas. Como sustancia líquida se usa soluciones orgánicas del titanato batílico. E l último producto es útil para la conservación de la elasticidad de pergaminos ya en concentraciones bastante bajas. No se puede dar datos genéricos, pues se portará de forma muy diferente cada procedencia de pergaminos, pero con simples pruebas en una canto se puede determinar fácilmente la concentración útil.

5gc)

CONSERVANTES PARA LA MADERA EN L A ENCUADERNACIÓN

Existen múltiples productos comerciales que pretenden proteger madera contra polillas. De efecto muy duradero son combinaciones de los derivados y complejos de fenoles clorados con los indenos clorados o los endometilén-naftalenos. También existe una combinación que, además de las citadas sustancias activas, contiene derivados de celulosa para endurecer de nuevo a la madera deshecha. E l tipo pertenece a la marca «Poimasol». 698

No conviene hacerse fabricaciones caseras para estos fines, porque las concentraciones necesarias recristalizan, si las soluciones no contienen plastificantcs de las sustancias activas. Por otra parte, antes de usarlos se debe insistir sobre la composición de los productos comerciales para la protección de madera. Normalmente, y como es lógico, no están estudiados con respecto a un posible daño a largo plazo a la fibra de papel. Varios tipos que conocemos son bastante perjudiciales en este sentido.

Entre las encuademaciones de madera hemos visto ejemplares de procedencia oriental, cuya madera está impregnada con resinas de Kopal en mezcla con aceite de Kung. Estas maderas se deben tratar siempre con una mezcla parecida, incorporada con algún germicida si es necesario, nunca con otros portadores de las sustancias activas. Se estropearía el barnizado, salvo con productos especiales, como, por ejemplo, nuestro «Poimasol», cuyos disolventes están elegidos para que respeten los barnices antiguos.

5h)

CONSIDERACIONES

SOBRE LA TOXICIDAD DE PRODUCTOS

DE CONSERVACIÓN

Es aspecto importante, porque buscamos sustancias de muy largo efecto para la conservación previa del papel. Si bien existen amplias publicaciones sobre muchos productos, tropezamos nosotros con grupos muy raros que aún no están investigados en sus detalles higiénicos. Por otra parte, las concentraciones y el contacto que luego tiene el lector con el papel impregnado son de tan reducidas posibilidades de contaminación que no se debe sobrevalorizar el problema práctico. Única excepción son las ocasiones de tratamientos masivos para aplastar una plaga establecida. En estas ocasiones se puede llegar a que personas sensibles y no acostumbradas muestren síntomas agudos. Nuestra propia experiencia es que personal acostumbrado aún no nota nada, cuando un novato en la materia cree ya que está muriendo y sufre de verdad. Entre nuestro personal hemos visto casos sorprendentes. Aguantaban condiciones y ambientes, sin ninguna protección o fumando lateralmente a las caretas protectivas (¡!), lo que en otros países hubiera provocado desenlaces mortales. Si no queremos admitir que en España es más elevada la dosis letal de las sustancias, carecemos de explicación para algunos casos observados. Esto, naturalmente, no puede ser motivo para dejar de insistir sobre la seguridad en el trabajo, ni se debe permitir que hagan desafíos a ver quién aguanta más, como también es de nuestra experiencia; al contrarío, se debe prevenir siempre a todos.

699

Para más detalles sobre el tema, que aquí no podemos ampliar, se debe consultar a ULLMANN (396) o K I R K - O T H M E R (205); datos para el sector de celulosa-madera están en KRAEMER (217-2), donde citamos los medios preventivos y curativos que sirven también en los casos de nuestro tema. Como indicación médica en caso de un accidente, en un tratamiento de biblioteca se puede decir que es muy poco probable, ni en caso de coger una dosis masiva de uno de los insecticidas peligrosos de los endocíclicos, que se produzca un éxito letal por la intoxicación misma. E l mayor peligro para el intoxicado es la pérdida de agua. El orden de efectos en grado ascendente es: irregularidad del corazón (ni es peligroso para enfermos de corazón, salvo casos ya graves sin intoxicación); náuseas más o menos fuertes; pérdida de agua por diarrea, que puede alcanzar unos cinco litros al dia por encima de lo normal (hasta observar estos síntomas no existe peligro, se recupera el intoxicado en un plazo de dias); dificultad de coordinación de las reacciones nerviosas, primeramente en la vista y los oídos; psicosis de K O R S A K O W , sólo en caso de haber bebido algo de alcohol; fallo de ríñones (la intoxicación con estos síntomas es grave y necesita, si es posible, hospitalización), y, por fin, coma o delirios (existe peligro de muerte).

Problemas de corazón no conviene respaldar más que levemente, caso el paciente se pone nervioso por estos síntomas. La pérdida de agua se debe compensar, naturalmente, con exceso y procurar que sigan funcionando los ríñones. En caso de que se sepa el origen del daño y sean clorados aromáticos como los insecticidas mencionados (muchas veces son solamente los vapores de los disolventes los que marean a la gente), entonces son barbituratos, atropina y pentametilentetrazol los antídotos indicados. Pero, naturalmente, deben ser aplicados sólo bajo estricto control médico y exclusivamente en caso de problemas notables. Como prevención genérica conviene no tomar alcohol antes y después de los tratamientos, pero sí cervezas leves, que incluso son mejor en el efecto preventivo que la leche. Además conviene no fumar durante el trabajo y algunas horas después y no quedarse más que el mínimo necesario en el ambiente cargado, ventilando intensamente después de un tratamiento. También es a considerar que son muy similares a los síntomas de una intoxicación por sustancias aromáticas policloradas, las apa700

riendas de varias infecciones por especies de Salmonella, género de bacterios al que pertenece el causante de la paratifoidea. Recientemente hemos tenido que intervenir en un caso, en el sur de España, donde confundieron estas infecciones con una intoxicación por germicidas, provocando, consecuentemente, más problemas a los enfermos con un falso tratamiento. Principalmente Salmonella choleraesuls, pero también S. typhimurium, S. montevideo y varias otras especies del género, causan violentos y muy rápidos efectos (2-6 horas) del tipo de gastroenteritis, que por su rapidez y fatigante acción sobre todo el cuerpo, provocan dificultades de corazón, náuseas, etc., cuyo aspecto se puede confundir fácilmente con una intoxicación. S. choleraesuls, endémico en el norte de Africa, pasa con cierta frecuencia al sur de Europa, provocando entonces falsas alarmas, incluso de cólera. También es posible confundir el efecto de los insecticidas del grupo de DDT con la infección por alguna especie de los Enterococcus (intoxicación del pescado pasado) o Bacillus cereus (dulces fermentados), porque estas sustancias insecticidas provocan cólicos abdominales muy parecidos a las mencionadas infecciones.

Si no existe seguridad sobre el origen, nunca se debe desatender el control bacteriológico y sí, limitarse entre los antídotos a los barbituratos que no ayudan nada si es una infección el verdadero origen del daño, pero tranquilizan al enfermo y no obstaculizan el tratamiento de la infección, si por fin la misma se confirma.

5i)

LITERATURA DE INTERÉS PARA E L QUINTO CAPÍTULO

Es extraordinariamente difícil dar para este capítulo referencias que se puedan calificar como representativas. Y a con la elección de los productos que se citaba, era a veces difídl, espedalmente si se trataba de sustancias modernamente publicadas y aún sin más que unos años de experiencia. En la literatura química, que, además, sería en gran parte literatura de patentes, nos hemos limitado a lo imprescindible, y en las publicaciones sobre efectos y duración, a las más importantes de la literatura usada. Las indicaciones sobre el carácter de la obra (una estrella = amplio índice de literatura, dos obra genérica de importancia) las mantenemos como en los capítulos anteriores, añadiendo Pt. si es una patente.

701

ALMELA

MAC

(005)

A N Ó N I M O (007-12, 007-22, 007-27 Pt.). ANÓNIMO

O FUS-ARMY

* BARROW

MARTIN + RUPERTI * MELNIKOW

BAYNES-COPE

(018).

* BENITO MARTÍNEZ

(025-3).

OHL

CAPELL

(064). (072) • * .

* EICHLER

(097).

FARADAY

(106).

* REDDISH

Pt.

(135).

(339).

(341-1).

(345).

SCHELHORN

(153B).

(353).

SCHELLENBERG Pt.

H I L L (168).

(354-2)**.

S I U (369). S T A M M (378). STAMM + HANSEN

(175).

(379).

STAUDINGER + SIGNER

(177A-1/2).

(380).

S U R I (384).

H U N T (178).

TANODI

(182-2).

I S H I D A + S A R U N O (185)

* ULLMANN VENTURI

(205) • • .

K O W A L I K + SADURSKA KOELLER

* 217-4, 217-6 Pt.). (233) • * .

(387)

Pt.

T R I O L O + T R A P A N I + SANTUCCI

(202).

Pt.

(386)**.

TEMPEL + KOOPMAN

Pt.

G . W . (199).

KIRK + OTHMER

702

Pt.

S A N D E R M A N N (342-1 Pt. * , 342-2**).

H A M M A N N + H E I S S + E T C . (159)

(238)

BELDA

* SANTUCCI

* H A L D E N W A N G E R (158) * * .

LEWIN

* SADURSKA + K O W A L I K SÀNCHEZ

(153) • • .

LANGWELL

(321)

(324).

R O T H (328).

Pt.

G R I E R (151).

KRAEMER

(308) Pt.

(319).

RIEMSCHNEIDER

F R I C K + W E L S S + T R A B E R (193)

KENNEDY

KOWA-

(313) * * .

REMES + VENTURA

F R I C K + S T A M M B A C H (122)

KELLER,

+

POMMER+STUMMEYER+ETC. * PRESCOTT + D U N N

F R E Y + C L A R K E (121).

* IMSCHENEZKI

CZERWINSKA

L I K (300A). • P L U M B E (307-2**).

D A H L (085A-1/2). D A N Z E (081).

HUGHES

(296).

PAWLOWSKA +

CHASSE

HOULBERT

(292).

OSTERTAO

(054).

Pt.

(291) • * .

OLIVER (039).

B O Y L E (041).

GUILLEUMAS

Pt.

(262) * • .

O ' B R I E N + R A C H L I N (290)

B L O C K (033). BORDEN + GUTKIN

GRUNE

(257)

Pt.

N O L L (286).

(021).

GASCOIGNE

(258)

N A V A R R O S A G R I S T Ä (280A).

B E U A K O W A + K O Z U L I N A (023).

BROWNE

(249).

MARTIN + DUERR + ORELLI

(007-15).

(014-3).

B A S U (016). BELAJA

GREGOR

M A O K ' U N (254).

VYSKOCIL

(214). (217-1,

217-2**,

(395A).

(396) • * . (398). (404).

WOHNSIEDLLR

+ THOMAS

W O L C O T T (427-2, 427-3). Y A G Ü E G I L (431A). • Z I N S S E R (433)**.

(426)

Pt.

VI.

LOS T R A T A M I E N T O S D E L PAPEL, D E LIBROS Y D E ARCHIVOS O BIBLIOTECAS

E l «tratamiento» más seguro sería transformar el papel en un material totalmente inalterable y estable. Por los motivos ya expuestos al principio del capítulo anterior, no es posible en general; por tanto, será siempre un aspecto importante, en la labor del archivero, aplicar los adecuados tratamientos a sus fondos y velar por un mejor papel para que llegue material estable a su archivo. Por eso dedicamos la primera parte de este capítulo al papel previamente tratado. Aconsejar adecuadamente a los proveedores de papel y de libros es también un acto —importante además, según nuestro criterio— de la conservación de archivos y bibliotecas. Consideramos muy acertado si los organismos oficiales o bibliotecas del Estado asumen también la autoridad, por lo menos moralmente, sobre la calidad del papel fabricado en un país, dirigiendo la investigación correspondiente, etc., como, por ejemplo, lo hace la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos.

6a)

PAPELES ESTABLES

La idea de realizar una producción de papel bajo normas estatales que garanticen su duración máxima posible la tuvieron ya los chinos, donde desde la dinastía Lru SUNG, en el siglo v, existía una protección legal de los papeles de marca. También los reinos árabes como el de Córdoba, donde había una nutrida fabricación casera de 703

papel en relación con la entonces muy importante biblioteca de Córdoba, controlaban ya algo la calidad, aconsejando a los artesanos de este oficio. Tampoco podía faltar este sector entre las ordenanzas de CARLOS III, con que deseaba poner en práctica sus conceptos reformatorios. Ha sido desde entonces ya la Fábrica Nacional de Moneda la que veló por la calidad del papel de marca, imponiéndose un afán general entre los fabricantes del país, para obtener fabricaciones de muy buena calidad que no descendió durante casi un siglo. Modernas normas para las calidades de papel se establecieron en Prusia, inspiradas por descubrir daños en documentos escritos sobre papel de pastas de madera en 1882. Y a en 1883-85 se redactaron las oportunas normas y se formó la sección del control de papel en el «Preussisches Materialpruefamt», donde se iniciaron también las conocidísimas normas DIN. Posteriormente se limitaron al control de los fabricados, sin seguir con el inicial afán de llegar a papeles estables para documentos. Modernamente se ha desarrollado de nuevo una pronunciada tendencia de velar por la calidad del papel en los Estados Unidos, donde ya en los años treinta existían reglas estatales, a cuyo cumplimiento se sometieron voluntariamente grandes fabricantes e importantes casas editoras. Definitivamente articuló la idea del «papel estable» BARROW, con su «permanent durable paper», sin que consiguiera una aceptación general de sus ideas. Pero como sucesores en su aportación indiscutible a la recuperación de la calidad en el papel, la Biblioteca del Congreso estadounidense lleva a cabo una amplia investigación sobre el particular. En otros países existen tendencias parecidas, si bien aún posiblemente no tan avanzadas, que permite considerar la idea, de la necesidad de llegar a papeles estables para fines de documentos y libros, como mundialmente reconocida. También se debe considerar el aspecto contrario, el de la descomposición del material una vez cumplido su destino. Por experiencia conocemos ya las consecuencias de materiales incorruptibles durante más tiempo que su plazo de utilización. Las montañas de la basura son la pesadilla de toda administración urbana. E l camino preferible para dejar desaparecer el papel residual, si la reintegración como materia prima a un nuevo uso no es realizable, será siempre su descomposición natural por microorganismos. Por tanto, debemos 704

comprender el término «papel estable» como un papel libre de factores nocivos internos y estable a factores externos sólo en las condiciones normales de su uso en una biblioteca, no como un material absolutamente resistente a su descomposición. Las reglas que deben ser la base de un papel estable no pueden ser generalizadas para todo el mundo. Por motivos prácticos, como disponibilidad de materia prima, volumen de lo que hay que fabricar y, last but not least, el destino del material, deben variar las combinaciones y composiciones. No obstante, hay ciertos conceptos que siempre se deben respetar si se desea llegar a un resultado admisible en la práctica. La regla más profana la vamos a citar como primera: el costo debe ser aceptable para los fines a que se destina la producción. Es lógico que un papel que se destina exclusivamente al consumo como documento en un país del clima nórdico no debe llevar sustancias que repelen termitcs. Si un día llegara alguna importación casual de estos animalitos, muy turísticos, a un archivo nórdico, sería un acídente de fuerza mayor. Diferente es si hacemos un papel estable para España; sin protección química contra estos insectos no vale la combinación que sea. Para el trópico, por fin, es indispensable que, aparte el seguro efecto repelente a termites y cucarachas, debe ser muy reforzada su resistencia contra la fermentación por hongos y bacterios. Una defensa pasiva por un valor pH bien estudiado ya no sería suficiente.

Cuando es un papel para libros, según nuestro criterio, hoy siempre debía tener carácter estable para países calientes. Todo esto recarga el precio y se presenta la pregunta: ¿dónde ahorrar lo que no está disponible en el cálculo? Se puede hacerlo en todo, salvo en la calidad de la fibra y de la colada. Muchas veces, sin mover el volumen de la colada, pero bajando el peso del papel, se aumenta incluso la calidad, reduciendo el precio. Por otra parte, el aspecto del costo se reduce progresivamente con el aumento del valor de la obra, llegando a ser insignificante en publicaciones científicas e impresiones de color de buena calidad. E l segundo punto importante es la colada. Si es posible, debía ser de melamina. En países donde no hace falta mucha protección especial contra la acción biótica, esta ofrece el problema de que la melamina entonces exigiría obligatoriamente este tratamiento antibiótico. Lo conveniente sería sustituirla entonces por una cola de urea-formol y un ablandador que no sea débil a bacterios. 705 45

La fibra puede ser de cualquier tipo si está bien saneada de factores nocivos. Se ha discutido incluso el uso de papeles no libres de lignina, usando sustancias de protección contra la luz U V y sustituyendo la fibra en parte. Según nuestro concepto, es camino complicado y sería cuestión de estudiar si el costo así ahorrado es tanto como para correr nuevos riesgos, hasta el momento insuficientemente aclarados. A l contrario, no vemos obstáculo en el uso de una fibra libre de lignina blanqueada y tratada con blanqueadores ópticos. L a técnica en esta materia está tan avanzada que se puede tener criterio seguro. Que no deben entrar como cargas, etc., sustancias nocivas sobra decirlo, y la conveniencia de dar al papel un valor pH alrededor de 9 ya lo hemos demostrado gráficamente con la figura 483. Parece ser el camino más admisible para este fin tomar cargas de silicohidróxidos de los metales alcalinos en combinación con carbonatos de magnesio. En la cuestión de la resistencia contra termites y la fermentación por hongos y bacterios existe la mayor variación posible en la formulación. De las numerosas sustancias que en el anterior capítulo hemos citado como germicidas posiblemente útiles, varía el costo y su disponibilidad de país en país. Algunas son de relativamente fácil obtención industrial, muchas de fabricación exclusiva de algunas empresas químicas muy grandes. También debe influir en la decisión que se puedan incorporar las sustancias germicidas sin mayor dificultad al material usado, así como el procedimiento y la instalación usual del proveedor. Todo esto resulta tan complejo que nos obliga a un minucioso control biológico y mecánico del material fabricado antes de admitirlo como tipo estable. No deseamos una dosificación excesiva, pero en general es necesario simular en el ensayo de control condiciones bastante por encima de lo prácticamente posible. Consideramos de primordial importancia que cada tipo estudiado esté expuesto a una rigurosa comprobación. Por experiencia práctica podemos decir que toda teoría de efectos, especialmente en sustancias complicadas, puede fallar por circunstancias incalculables.

También es a considerar el desgaste mecánico del papel si su destino es el uso en libros escolares, de consulta técnica continua, 706

etcétera. Es este punto lo que motiva nuestra insistencia anterior en las coladas. Un papel que por su calidad biológicamente estable duraría fácilmente quinientos años, pero se desgasta mecánicamente, no es lo que buscamos. Queda por fin el aspecto higiénico de los papeles en libros muy usados o de destino al uso público. Por lo menos para el uso escolar en general y para el uso público en zonas calientes, consideramos correcto y necesario que las cargas germicidas cubran las concentraciones necesarias para la destrucción también de esporas de bacterios y hongos que podían permanecer en el papel y ser fuente de una contaminación infecciosa. Si un libro es de un papel estable, también su encuademación debe ser de esta calidad. Aquí se ofrece cierto problema por el cartón a usar, no solamente por su fabricación (las partidas de cartón que se fabrican de golpe normalmente son muy superiores a la cantidad necesaria para uno o incluso unos libros), es también por su costo. Si se aprovecha fabricaciones corrientes y se impregna contra agentes bióticos (lo último es fácilmente realizable), se presenta el problema de la contaminación del papel con componentes nocivos desde la encuademación. Contra esto es muy útil el revestimiento con papel de barrera, que aisla al interior del libro. Son papeles de una fuerte impregnación con colas de resinas de melamina o, en caso de un tratamiento posterior a la fabricación del papel, con soluciones de trimetilolmelamina. Si la encuademación es de tela, su impregnación es necesaria, al igual que si es de cuero, siempre que deseemos obtener un libro totalmente resistente. Lo que aqui hemos resumido podía ser objeto de ciertas normas que agrupen el material según el destino de uso y su destino geográfico. No vemos problema en fijar condiciones mínimas que debe cumplir el papel en cada caso. Un sistema de esta clase ayudarla mucho al interesado, especialmente en los países de mayor riesgo en la conservación. A pesar de esto, modernamente no hemos encontrado más datos que los intentos americanos e iniciativas privadas de algunos sectores industriales (en Inglaterra, por ejemplo). Para la reciente actividad en el concepto que hay en España, firman responsables el en su día inspector general de Archivos, don Antonio M A T I L L A S T A S C Ó N , y el que escribe ( K R A E M E R , 217-8).

707

6b)

E L ESTUDIO Y ENSAYO DE LA RESISTENCIA DEL PAPEL CONTRA FACTORES DAÑINOS

Repetidas veces hemos encontrado la opinión de que estas investigaciones son cosas tan complicadas que solamente importantes institutos o laboratorios de investigación pueden realizarlo. Y también es verdad que existe en los laboratorios habilitados, a veces, poca claridad sobre lo que es diariamente necesario para el control en nuestro campo especial y lo que, como norma diaria, sería excesivo. En los capítulos anteriores hemos descrito, intencionadamente con bastante amplitud, lo que podía afectar un día a nuestra investigación. Era necesario, porque en el momento preciso quizá no quede tiempo para buscar el camino, si debemos tomar una decisión. Pero esto no dice que es obligatorio hacer más que mantenerse preparado para todos estos casos. A l contrario, consideramos contraproducente irse rutinariamente fuera de un campo restringido y limitado en los controles. Un solo ejemplo para justificar nuestro concepto: el estudio de la concentración mínima que ofrece total protección, por una sustancia germicida, por ejemplo, obligarla teóricamente a comprobar con una multitud de organismos, porque sabemos que la acción germicida es, como hemos explicado en sus motivos en los anteriores capítulos, muy variable de especie a especie de los bibliófagos. Pero también conocemos ya algunas especies como muy resistentes y pares que siempre ofrecen mayor contraste en su comportamiento. Y , finalmente, debemos considerar un margen elevado, por el muy largo plazo con que debemos contar. En la gran mayoría de los casos que hemos visto prácticamente, es muy superior el necesario margen de seguridad por tiempo, como resulta del ensayo de envejecimiento que la oscilación de la resistencia biológica por algunas especies. En casos en que se sabe u observa una situación diferente, se puede normalmente desestimar la sustancia, si deseamos efectos duraderos. A l contrario, si es importante saber con exactitud los limites minimos del efecto, como realmente importa en ciertos insecticidas por su toxicidad, entonces el plazo del efecto deseado siempre no será muy largo. Por tanto, el problema de reproducir con exactitud el envejecimiento no se presenta; la observación directa de efectos a corto plazo no es difícil de realizar.

Limitando nuestro control a las situaciones excepcionales y las que exigen más técnica y mayor despliegue de medios, siempre tendremos margen para resolverlo. 708

Sobre controles de tratamientos aún hay poco estudio comparativo; a TRIÓLO y colaboradores (9 5A) debemos conceptos y varios métodos muy a considerar.

6ba)

E L CONTROL DE LA RESISTENCIA DEL PAPEL CONTRA AGENTES BIÓTICOS

Su uso es necesario en la fabricación de papeles preventivamente impregnados, en la restauración y en caso de usar germicidas en la conservación previa de objetos normalmente no destinados a ser archivados.

6ba-a)

Resistencia a insectos

Son sobrantes los ensayos con insectos bibliófagos de muchas clases. En papel conviene usar termites de alguna especie voraz, pero si no lo hay, un cultivo de cucarachas permite obtener resultados muy genéricos; son violentos destructores del papel, especialmente si al último lo tratamos un poco con un alimento que gusta a estos insectos. En pergaminos y cuero son las especies de los Dermestidae la prueba definitiva. No hace falta el complicado cultivo de Microlepidópteros, a pesar de que los mismos son en la práctica el mayor peligro. Su sensibilidad siempre es muy superior que la de Derméstidos o de Antrénidos. Para los ensayos comparativos consideramos de mejor utilidad usar la caja de cultivo que indica la figura 492. En el ensayo con termites es necesario mantener en un lado el cultivo de los insectos y en el otro los objetos para poder cambiar uno y otro indistintamente. En los demás cultivos de insectos que no se molestan por tocarlos repetidas veces, ambos lados pueden ser ocupados por los ensayos (figura 493).

Los métodos del cultivo los hemos descrito en el capítulo 2ab). El procedimiento a seguir es siempre asunto de la norma que se desea usar; la tabla número 46 cita los principales; la base técnica de los ensayos está explicada en el capítulo 2ab-b). Para el primer ensayo orientativo, muchas veces es suficiente exponer una gama de con709

centraciones diferentes y un patrón no tratado a la acción de los insectos. Para estimular cucarachas, conviene mojar el papel, después de haberse tratado con la sustancia a investigar, con una solución diluida de caldo de carne en pastillas. Si el papel a ensayar es de una calidad especial, conviene compararlo con un simple papel de filtro, tratado de forma igual como el objeto del estudio. Naturalmente, también se debe poner entonces un patrón del papel de filtro sin tratar. El resultado, reproducido gráficamente, serán unas curvas de las supervivencias de individuos en la exposición de las mismas probetas a nuevos grupos de insectos de control. Se lo repite con intervalos calculados según el ensayo que se realiza. Por ejemplo, cada tres dfas, manteniendo entre tanto la probeta expuesta a la cámara de envejecimiento, o a luz ultravioleta, etc., si se intenta aclarar la resistencia de un producto a cierto factor. El efecto repelente de un producto no se puede comprobar solamente en la forma de observar qué probetas no serán atacadas en una exposición común. Hay que evitar que puedan elegir. Para este caso se usan los vasos indicados por la figura 89, que se puede reunir en cantidad en la caja de la figura 492. Asi se obliga a los termites a comer, o morir de hambre. Si el producto es repelente de verdad no comen. Un ejemplo de resultados típicos de estos ensayos, importante para papeles estables en el clima mediterráneo o del trópico, lo da la figura 494. De la tendencia diferente de cada curva ya se puede deducir que el germicida es duradero o limitado en su plazo de eficacia.

E l amplio campo de los ensayos de la resistencia de productos contra termites en el terreno no podemos exponerlo aquí. Desde luego no son suficientes, para una decisión responsable, simples ensayos de laboratorio en caso de un producto nuevo. Debe ser comprobado durante mucho tiempo en una exposición en campos de ensayo y con gran número de probetas, simultáneamente también con otros producto ya conocidos, hasta que se pueda tener criterio definitivo. Las figuras 523a y 523b demuestran estos ensayos en sus principios. Para zonas con especies de termites agresivos son de suma importancia.

6ba-b)

Resistencia a bacterios

Para papel conviene usar especies de Vibrio, o Sporocytophaga myxococcoides. De Vibrio todas las especies son voraces destructores, pero se debe hacer los ensayos en un cultivo líquido si se desea resultados comparables. Sobre sustratos indiferentes se puede cul710

tivar Sporocytophaga y ensayar con probetas puestas encima del cultivo. Los métodos de cultivar los hemos descrito en el capítulo 2aa). Para obtener bacterios cclulosófagos lo más apropiado es partir de infecciones de algún sustrato natural de celulosa. Conviene obtener material de hojas viejas de árboles encima de un suelo de humus, etc. Vibrio se consigue bien entre hierba y hojas podridas en terreno pantanoso. Con un poco de experiencia se reconoce ya por el aspecto de la descomposición qué grupo de celulosófagos está presente. Cultivando el material de ambas procedencias, se debe hacer un cultivo aerobio y otro anaerobio del mismo material. Si bien en nuestro caso será el material aerobio que se usa, importa conocer, como contracontrol, a los bacterios anaerobios presentes; provocan a veces sorpresas, si B. Omeljanskii está presente. Para ensayos en condiciones forzadas conviene hacer también el control con los celulosófagos termófilos (figura 103a) del grupo Bo cillus Omeljanskii, si bien esto no será posible sin notable preparación técnica para el particular. En estos ensayos es el principal problema mantener bajo al potencial Redox del sustrato a ensayar. Como procedimiento más eficaz y que seguramente no influye sobre los efectos a ensayar, propuso IMSCHENEZKI (181-1) el cultivo de Escherichia coli a 37° C, como infección previa en el mismo sustrato. Después de 18 horas, se sube la temperatura a 60° C y procura la infección con los celulosófagos. El método sería ideal como base del control, consiguiendo destruir así totalmente, en un plazo de 2-3 días, cualquier fibra de celulosa no protegida, si no hubiera las complicaciones técnicas del cultivo. Por el gran valor económico del control de bacterios celulosófagos en las fábricas de papel, se han estudiado muchos procedimientos de un control cuantitativo y del número de especies presentes. El procedimiento más sencillo y aún seguro lo describió PRONINA (314). Partiendo de papeles de filtro estériles, se los moja con cantidades determinadas de las muestras de agua de las procedencias a controlar; después de cultivar el plazo necesario (2-6 dias en 28° C) se cuenta el número de los puntos coloreados que se formaron, obteniendo asi directamente el número de gérmenes dañinos por unidad de agua. Hemos mejorado un poco el sistema usando en el control del número la luz de Wood, que permite captar también las infecciones 711

que no provocan coloraciones fácilmente visibles y, adicionalmente, se puede formar cierto criterio sobre el diferente grado de la destrucción provocada en la celulosa. La tabla número 45 da una orientación sobre resultados típicos; la influencia de la presencia de una industria papelera queda patente.

T A B L A N Ú M . 45

NÚMERO

D E INFECCIONES P O RBACTERIOS CELULOSÓFAGOS E N A G U A D EDIFERENTES PROCEDENCIAS (KRAEMER

1

por 1 cm , P R O N I N A por unidad de ensayo) Número de infecciones

Procedencia de la muestra Marzo Mayo Junio Agosto

Autor

Agua del rio Kama (Rusia), cerca de 36

52 28 10

14 6 2

9 26

8 166

10 16

1 324

67 254 19 210 0

49 215 31 374 3

Idem, 1 m. profundidad Idem, 3 m. profundidad Agua de la red, en la zona del rio Desagües industríales, Idem Agua del rio Oria (Guipúzcoa), más arriba de las fábricas de papel ... Idem, debajo de las fábricas del papel. Desagües industriales en Tolosa Agua de la red de Santander

88 0

PRONINA

57 134 22 291 7

KRAEMER

Otro medio de obtener colecciones representativas de los bacterios celulosófagos presentes en zonas afectadas industrialmente son las branquias de los peces, que parecen servir de filtro cuando el agua de la respiración las pasa. Los recipientes del cultivo, más convenientes en el ensayo de control, dependen de las especies de bacterios a cultivar y del método elegido a usar. En nuestro caso, de ensayos sencillos, siempre serán aerobios y, por tanto, son útiles los recipientes descritos según las figuras 59 (tubos de ensayos) y 61 (cápsula de Petri). Para ensayos con Vibrio se pueden usar probetas con pesos colgados, según la 712

figura 83, que da resultados muy rápidos. L a temperatura, si se desea graduar en la misma concentración, se controla según la figura 81. Si se espera modificaciones del valor pH, el vaso según la figura 70 es lo más práctico por permitir un control continuo de los cambios sin tocar el cultivo. Para ensayar la protección de pergaminos, se debe usar Bacillus subtilis ( Cáncer de pergamino). Su cultivo conviene hacerlo con la fórmula número 17 de la tabla 12, que corresponde a la norma ASTM-D1174. Los envases serán tubos de ensayo o cápsulas de Petri. La especie es patógena humana y se debe tener las correspondientes precauciones. En los ensayos no se forman cánceres, como demuestran las fotos 168 y 169, sino que el material se pone mucilaginoso y por fin se licúa. E l aspecto del cáncer se forma solamente al aire libre. La germinación la indican las figuras 463-471; se produce en un plazo de horas.

6ba-c)

Resistencia a hongos

Es el ensayo principal que se debe realizar. Como especies en el contro se puede usar fácilmente gran número de bibliófagos. Si bien las normas citadas en la tabla número 46 fijan determinadas especies, escogidas por su actividad y su diversidad complementaria en la reacción ante germicidas, para un primer ensayo es suficiente combinar una especie de Penicillium, una de Aspergillus, una de Chaetomium (género muy importante que no debe faltar, la mejor es Ch. globosum) y una de Basidiomycetes. También Memnoiella echinata, Alternaría tenuis, Trichoderma viride y Stachybotrys atra son especies muy convenientes. Los cultivos los hemos descrito en el capítulo 2aa-g). Para proceder al ensayo se preparan cápsulas de Petri grandes (de unos 15 centímetros de diámetro), con la probeta en el centro e infectando radialmente el sustrato con los diferentes hongos, como demuestra la foto de la figura 491. Para una decisión definitiva se debe proceder, naturalmente, según las normas, pero incluso contra bacterios y a veces contra insectos es preferible usar, como ensayo preliminar, el mismo que con 713

T A B L A N Ú M . 46

NORMAS PARA E L CONTROL D E EFECTOS BIOLÓGICOS E N CELULOSAS Y PAPEL, ETC., TRATADO CON GERMICIDAS Norma

Origen

T í t u l o

AATCC 30-1957 T

americano

Fungicides, evaluation on textiles; mildew and rot resistance on textiles.

ASTM D 862

americano

Evaluating treated textiles for permanence of resistance to microorganisms. Resistance of pile floor coverings to insect pest demagc. (Esta norma, es útil para el control de efectos en pergamino, usando los mismos insectos dañinos.) Effect of bacterial contamination on permanence of adhesive preparations and adhesive bonds. Effect of mold contamination on permanence of adhesive preparation an adhesive bonds. Mildew (fungus) resistance of paper and papcrboard.

inglés

Toxity of wood preservatives to fungi. Recommendations for preservation and packaging for tropical theatre. Methods of testing fungal ressitance of manufactured building materials (la norma puede ser usada idénticamente para cartones de la encuademación).

alemán

Bcstimmung von Giftwerten gegenueber holzzerstoerenden Insekten (la norma es idénticamente útil para papel y para cartón). Bestimmung der Widerstandsfaehigkeit zellulosehaltigcr Textilien gegen Zelluloseabbau durch Schimmelpilze.

francés

Méthode d'essai de resistance des textiles cellulosiques naturels ou artificiéis aux microorganismes. Méthode d'essai de resistance des produits manufactures aux microorganismes.

ASTM D 1116

ASTM D 1174 ASTM D 1286 ASTM D 2020

B.S. 838:1961 B.S. 1133:1943 B.S. 1982:1953

DIN 52 165 Febrero 1955 DIN 53 932

N F X 41-503 Marzo 1965 NF X 41-514 Agosto 1961

714

hongos, que también se llama «ensayo de Ficomicetes», a pesar de que mayormente se usa hongos superiores. Antes de que se procede a los ensayos más lentos y costosos con los otros bibliófagos, ya se ha eliminado entonces así las concentraciones inútiles, etc. Además el ensayo con hongos es el más rápido y permite avanzar al mismo ritmo de los demás estudios. Aparte de los bongos del moho, siempre muy fáciles de encontrar, nos falta encontrar al grupo de Chaetomium, lo que preferentemente se consigue raspando madera húmeda en luz difusa (cerca de rios, al lado norte en huertas, etc.), y los del suelo, como Memnoiella, Tríchoderma y Stachybotrys, que se busca cultivando hojas podridas en sitios no muy secos pero tampoco tan húmedos como los convenientes para bacterios celulosófagos. La experiencia de encontrar se adquiere fácilmente. Es natural que no siempre estén presentes todas las especies deseadas en la misma zona y nunca en el mismo sitio.

6ba-d)

Resistencia a roedores

Se han descrito por NOLL (286) unos métodos convincentes. En principio radican en el ofrecimiento a los ratones del material tratado y no tratado, en el primer paso, y solamente del tratado en el segundo ensayo, poniendo el papel como recipiente de granos. Los ensayos han sido descritos para el control de productos para impregnar papel de envases, pero son igualmente útiles para nuestros fines. Lo que se debe procurar es hacer envases suficientemente fuertes del material impregnado para que no lo puedan romper a fuerza de sus uñas en el primer asalto. 6ba-e)

Calificación del efecto de una sustancia germicida y de su residuo

Por la importancia práctica del aspecto existe un elevado número de publicaciones sobre el tema. En vista de que a nosotros nos interesa solamente el efecto de la total inhibición, no hace falta ampliar aquí la cuestión de la valorización. Se suelen agrupar los efectos: Ningún efecto 0. Efecto estimulante < 0. Bactcriostasis, fungistasis, etc. (no se propagan infecciones, ni desaparecen) 1. Efecto selectivo (situaciones intermedias, parcialmente de efecto mortal) = 2-4. —



715



Germicida, insecticida, etc. 5. No mensurable (salvo controlando su plazo de duración) > 5. La clasificación de X veces mayor efecto que cierto producto no es muy conveniente, si bien se hace en la bactcriologia medicinal, por necesidad práctica, calculando, por ejemplo, sobre el efecto de fenol.

Para nuestros fines podemos fijar como valor mínimo útil la concentración que destruye organismos germinados en un plazo muy corto (horas), sin perjuicio de que no destruya esporas, como es frecuente de productos que no pueden penetrar la micoquitina. Para que estas calificaciones puedan ser fácilmente comparables, se debe observar no solamente las normas de la tabla 46 sobre la forma de los ensayos biológicos, sino que también es importante trabajar con material correctamente normalizado. Ya hemos mencionado en anterior ocasión que se suele usar preferentemente el tipo de papel Whatmann número 1. Aparte esto, todos los demás controles deben corresponder rigurosamente a una norma existente. Para España se pretende ahora fijar para ensayos con papel las normas citadas en la tabla 47. La calificación del peligro de un residuo de germicida o insecticida es objeto de muchas discusiones y nunca puede ser decidida en una forma genérica. E l peligro por el contacto con papel impregnado es muy inferior al de, por ejemplo, por fruta o verdura tratada que se comen, o que el grado de riesgo del personal en una empresa que trabaja con papeles impregnados. Si desde el punto de vista de la higiene industrial no existe observación, menos aún habrá para el usuario. En caso de duda sobre las concentraciones presentes se debe proceder al análisis. Para sus detalles se debe consultar la literatura correspondiente como ANÓNIMO DER D E U T S C H E N FORSCHUNGSGEMEINSCHAFT (007-22) u otras publicaciones, ampliamente citadas en ULLMANN (396).

6bb)

L A INVESTIGACIÓN DE LA RESISTENCIA CONTRA LOS FACTORES ABIÓTICOS Y E L ENVEJECIMIENTO

Del comportamiento de un papel ante los factores abióticos resulta su envejecimiento; más lento o más rápido todo papel sufre 716

T A B L A N Ú M . 47

NORMAS ESPAÑOLAS PREVISTAS POR L A COMISIÓN 57 D E L A U . N . E. Y Q U E A F E C T A N A LOS ENSAYOS D E CONTROL E N PAPEL TRATADO CON GERMICIDAS

Número 57 005 57 019 57 021 57 026 57 027 57 032 57 038 57 039 57 57 57 57 57

042 050 054 078 080

57 081

Titulo

Papel. Determinación de la humedad. Pastas para papel. Determinación del contenido de cenizas. Papel y cartón. Determinación de la composición fibrosa. Pastas para papel. Desintegración de las pastas químicas para su análisis. Papel y cartón. Determinación de la absorción de agua. Pastas para papel, papel y cartón. Determinación del p H de un extracto acuoso. Pastas. Preparación de una disolución de cupri-etilendiamina (CED). Pasta para papel. Determinación de la viscosidad en una disolución de cupri-etilendiamina (CED). Pastas de papel. Preparación de hojas de ensayo de laboratorio. Papel y cartón. Determinación del contenido de cenizas. Papel. Determinación de la resistencia al plegado. Papel. Determinación del pH superficial de los papeles estucados. Papel y cartón. Determinación de la rugosidad mediante medida del flujo de aire. Cartón. Determinación del espesor, Índice de volumen y densidad.

por el conjunto químico-físico de su ambiente. Consecuentemente, se concentra nuestro interés en reconstruir el efecto lento del envejecer en una forma muy acelerada, lo que nos permite observar en días o semanas lo que se suele presentar en la realidad después de años y siglos. Es muy difícilmente calculable el efecto del «muy largo plazo». Y a hemos citado en los papeles japoneses el libro incunable de la biblioteca de E l Escorial, cuya resistencia al doblaje seguía casi inamovible también en la cámara de envejecimiento forzoso. Normalmente no hay estas sorpresas favorables, casi siempre hay algún factor que de entrada no parece de mucha importancia y a la larga se transforma en un grave inconveniente. También para otros componentes, no fibrosos, interesa estudiar la manera de reproducir el «largo plazo» en forma acortada. Estudiando un método que no 717

excede de algún punto cardinal de los datos físicos, como punto de fusión, etc., resulta aproximadamente: lo que rige para las fibras es también regla en las sustancias químicas complicadas, salvo que podamos estar seguros de que los procedimientos artificiales de envejecimiento superan en general la situación práctica. La permanencia de muchas sustancias es mejor dentro de la fibra de celulosa que sin la misma. Las discrepancias pueden ser extraordinarias. En ciertos insecticidas, la diferencia de duración entre «al aire libre» y dentro de la fibra está en el orden de cien veces más. Pero de todos modos es necesario comprobar el extremo.

De este concepto resulta la intención de establecer unas normas de investigación comparativa, para clasificar el efecto de tratamientos e impregnaciones. Entre tanto que se hace esto comparando datos relativos, es fácil establecer normas válidas. L o que resulta extraordinariamente difícil es calcular equivalencias del tipo tantos años igual tantos días en una cámara de envejecimiento. Para obtener un dato comparable del grado de envejecimiento se toma en general la resistencia del papel al doblaje continuo. Naturalmente, se usan múltiples procedimientos más para estudiar el comportamiento de un papel ante factores quimicos y físicos, pero estos métodos se necesitan principalmente para papeles técnicos. En nuestro caso interesa de este grupo, aparte el comportamiento en el doblaje, solamente el control del comportamiento en estado húmedo ante un desgaste por abrasamiento; siendo este el caso de libros de frecuente uso (escolares, por ejemplo) en zonas húmedas del trópico.

6bb-a)

Cámaras de envejecimiento

La idea de usar este sistema existía «flotando» durante cierto tiempo, pero su articulación concreta la debemos a BARROW. SUS cámaras, que trabajaban con temperaturas variables y mantenían estable la humedad inicialmente fijada, las muestra la figura 497. Su principio de actuación es: por la oxidación acelerada de la celulosa en presencia de humedad y en mayores temperaturas se provoca un envejecimiento artificial en un plazo de días. En vista de que el resultado, fácilmente controlable con la comprobación de la resistencia al doblaje, es una suma de todos los factores —en pro y en contra— de la oxidación, que reduce la elasticidad de la fibra, se puede considerar el método como un control ideal. Esto siempre y cuando se eviten otros efectos que producen también una destrucción, porque en este último caso ya mezclamos diferentes reacciones y el resultado será casual. 718

Esto lo hacemos si pasamos la temperatura de 103° C en los ensayos. De amplios estudios de los tccnólogos de la madera resulta que es ésta la temperatura ideal para mantener totalmente seca la celulosa y no dañarla por la misma temperatura en un plazo corto. Consecuentemente, ningún dato procedente de mayor temperatura nos permite una comparación, porque ha empezado ya la descomposición por «destilación seca» de la molécula, si bien será aún en minúsculo grado, aumentando lentamente hasta llegar a 138° C; por encima de esta temperatura la celulosa se descompone aceleradamente. Nuestros propios ensayos demostraron que la presencia de una humedad estable disminuye cualquier resultado del envejecimiento en comparación con una humedad variable. Es bastante dificil explicar el fenómeno. Como más probable consideramos que es un simple efecto físico de retracción que mecánicamente expone más moléculas a la acción del ambiente. Se basa nuestro concepto en la observación de que una humedad oscilante no aumenta el envejecimiento, si la suma de los días en otro grado de humedad queda igual al plazo de un solo cambio, a otra humedad constante. Consecuentemente debemos comprobar, en caso de estudios sobre el efecto de productos en el envejecimiento de la fibra, la reacción del papel en una temperatura constante y en una humedad relativa del aire que varía. Obtenemos con esto una ventaja muy conveniente para el ensayo. Es posible investigar en temperaturas que con seguridad no influyen al producto y el cambio de la humedad relativa descubre entonces también en temperaturas relativamente bajas la menor agresividad de la sustancia, sea por necesitar humedad para actuar, sea por el aumento de la debilidad de la fibra a una reacción química, en caso de elevada sequedad. En vista de que en las cámaras de B A R R O W (014-5) se puede investigar a papeles, pero no comparativamente a productos en contacto con papel, hemos modificado un poco el sistema, como indica la figura 488. Usamos simples cámaras calientes de laboratorio, acopladas de una adición permanente de humedad, en que se ponen cápsulas de cristalización o de Petri (en este último caso uniendo siempre dos tapas y dos fondos). Éstas recogen la probeta de papel en una forma que dejan expuestos los bordes al ambiente de la cámara en general y la parte interior a la combinación del producto que se desea. Para que no salga nada del último conviene que los bordes de las cápsulas sean esmerilados. Entre tanto que en la cámara exista un ambiente de un 100 por 100 de humedad relativa del aire, el agua en las cápsulas no se consume. Tan pronto como bloqueamos la adición de agua, se elimina la humedad por la ventilación y la de las cápsulas evaporiza, como por una mecha, en los bordes de las probetas. Con un retraso de unas horas se equilibra el ambiente entre la cámara y las 719

cápsulas. Por tanto, temperatura y humedad de la cámara son representativas para cada uno de los ensayos en las cápsulas, si desestimamos el retraso en la disminución de la humedad en las últimas, lo que realmente poco importa.

Con este sistema se puede obtener en un plazo corto una comprobación exacta de la posible acción dañina de un producto sobre papel, como indica, por ejemplo, la figura 457. Por la trascendencia de estos estudios en la búsqueda de conservantes permanentes, conviene una norma para el procedimiento. Datos comparables se obtienen solamente con una norma que cubre por una parte todas las posibilidades de reacciones, por otra parte no debe introducir nuevos factores aparte de los que son objeto del control. Una solución ideal no existe. Es preferible prever algún control de la aplicabilidad de la misma norma dentro de su procedimiento. En nuestro caso seria el problema el comportamiento de la sustancia en cuestión en diferentes temperaturas que no se modifica paralelamente al comportamiento de la celulosa. Es, por tanto, un factor a determinar previamente (ensayo «A» de la figura 487). También es muy posible que en reducida humedad cambie la debilidad o resistencia del papel contra la sustancia, siendo, por tanto, necesario comprobarlo (última parte del ensayo «B»). Si esto resulta negativo, queda la posibilidad de una reacción en mayor temperatura y ambiente húmedo (ensayo «Br», primera parte). Para estar seguro que la elevada temperatura es o no el factor estimulante, se termina el ensayo «Br» con una exposición al máximo de temperatura, no dañina directamente, y un máximo de humedad, no dañina directamente en corto plazo. Solamente un producto que no ha causado un aumento por encima del envejecimiento normal del papel en las mismas condiciones, pero ausente el producto, se puede considerar inofensivo.

La figura 487 reproduce las curvas de temperatura y humedad en los ensayos que recomendamos como standard. La prueba « A » se realiza con el producto solo, controlando luego su inalterable efecto germicida, etc. No obstante del mismo, también si el resultado « A » es positivo, no se usa en el ensayo «B» más que 50° C, comparando el resultado con el ensayo «Br» en 80-82° C, terminando en 101-103° C. Si el papel usado en el ensayo contiene fibras sintéticas (comprobarlo con luz de Wood), falta el ensayo «C», que cubre variaciones del comportamiento de estas fibras. El control del papel en su resistencia al doblaje se realiza con un gualcímetro. Existen múltiples modelos para la industria; el tipo más útil nos parece el de BRECHT-WESP, cuyo sistema de actuar

indica la figura 489. Para papeles que no resisten a muchos doblajes, son más recomendables los pequeños rollos a mano, dotados de un cuentagiros (figura 490), que se puede construir fácilmente. Su 720

ventaja es un menor daño a la probeta en su colocación, pero, naturalmente, son menos exactos, si el número de doblajes aumenta, siendo el movimiento y la presión aplicada influidos por la mano que mueve al aparato. Un interesante aspecto lo descubrió BARROW (014-2); en papeles industriales se cruzan las curvas del envejecimiento según que se investigue el doblaje en dirección de la máquina o en dirección cruzada a la marcha del papel en su fabricación. En el ejemplo publicado por él (figura 499), se reduce la diferencia de 50 por 100 inicial a 0 antes de doce días en 100° C y se aumenta inversamente en plazos más largos del envejecimiento. La trascendencia de este comportamiento del papel continuo es aparente. Hemos comprobado, para algunos tipos muy diferentes, el grado de la diferencia y su disminución. La tabla 48 indica los resultados. Si bien el ensayo es oríentativo, nos puede decir varios datos interesantes (sobre la modificación de la calidad del papel español, por ejemplo; se mejora la calidad del papel industrial y baja la de periódicos) y demuestra que también el papel no industrial puede tener diferencias por la dirección. Aspecto que se debe tener muy en cuenta en la investigación.

TABLA

N Ú M . 48

DIFERENCIA D E L A RESISTENCIA A L DOBLAJE, COMPROBADA E N DIRECCIÓN OPUESTA, Y TENDENCIA A IGUALARSE E N E L ENVEJECIMIENTO ARTIFICIAL

Se iguala, después del envejecimiento, a partir de una disminución de la reCruzado sistencia a:

Resistencia Tipo del papel Longitudinal

Papel chino siglo xvi igual Papel japonés siglo xv (libro incunablc en E l Escorial) 20 % mayor Papel español siglo xvi igual igual Papel alemán siglo xvm . . . . casi igual Papel español 1890 (de marca). Papel continuo espano 1910 . . 1?0 % mayor Papel continuo español 1958 . . 75 % mayor Papel de periódico español 1958. 160 % mayor 200% ma>or Idem 1970

no se iguala 80% 10% 20% 30% 20%

721

46

Como irúcialmente ya hemos indicado, es muy problemático calificar los grados del envejecimiento artificial con una escala absoluta que dice: tantos días tantos años de envejecimiento natural. BARROW lo hizo frecuentemente. En este campo no podemos seguir sus ideas. Primero debemos considerar que el envejecimiento natural, tampoco es igual para el mismo papel. Según que se guarde un libro en condiciones climáticas favorables o desfavorables, se produce un envejecimiento muy diferente del mismo material. Salta a la vista, si se ha tenido ocasión de ver libros de la misma edición en diferentes lugares. Luego es incomparable el efecto del envejecimiento artificial, sobre dos diferentes papeles, en lo que él representarla en la realidad a largo plazo. Hemos visto que es una suma de un conjunto de factores que seguramente actúan diferentemente si se cambia la proporción entre los mismos y el factor tiempo.

Lo que queda bien comparable es la tendencia del comportamiento de un papel. BARROW calculó el factor de la aceleración del envejecimiento por cada aumento de temperatura; por ejemplo 7,5 veces por cada 20° C. En este aspecto seguimos totalmente a su concepto, reproduciendo en la figura 500 uno de sus ejemplos. Posiblemente no será el aumento del envejecimiento de un progreso lineal, sino una curva hipérbola (en nuestros ensayos, a ninguna curva recta hemos visto, todas tenían tendencia de aumentar progresivamente el factor del envejecimiento), pero estas diferencias quedaron insignificantes por debajo de una temperatura de 60° C en comparación a las notables diferentes entre los tipos de papeles de distinta composición. Recomendamos, por tanto, abandonar los intentos de cálculos absolutos y tomar, para la valorización de un papel en su resistencia, la tendencia de envejecer. Para papeles de marca, fabricación 1970, y de periódicos del mismo año hemos observado diferencias de la tendencia entre 4 x 2 0 ° C y 14,5 x 20° C (¡!). Esto es un dato tan variable que no puede haber errores sobre el carácter del papel correspondiente, o de un efecto dañino por algún producto que investigamos. 6bb-b)

Control de la absorción de humedad

E l mismo interesa en caso de papeles destinados al uso en un clima húmedo. Se controla la absorción de humedad a la fibra en diferentes porcentajes de la humedad relativa del aire. 722

Para hacerlo se secan las probetas del papel durante veinticuatro horas en 101-103° C y se toma en seguida su peso exacto. Luego se la expone a los diferentes ambientes, con humedad graduada, durante otras veinticuatro horas, tomando de nuevo el peso. Modernamente se han usado microsbásculas electrónicas, cuya exactitud es, naturalmente, muy superior al procedimiento indicado. No obstante, las variaciones son normalmente suficientes para no ser falsificadas por algún error metódico, salvo por la adsorción física notable de agua en caso de una impregnación con ciertas resinas.

También son datos interesantes a veces la cantidad de agua que puede retener un papel o la altura a que asciende el agua por efecto capilar en un papel; su control es tan fácil que no hace falta describir el procedimiento. Existe el aparato de FRANK como modelo normalizado. Lo que importa saber, para todos los ensayos sobre la ab- o adsorción de la humedad es que la fibra lleva una impregnación por resinas de urea-formol o de melamina. En vista de que estas sustancias modifican también totalmente el comportamiento de un papel frente a sustancias químicas, incluso si las resinas están presentes solamente en minúsculos porcentajes, describimos a continuación el ensayo del control de su presencia. Determinación de la presencia de resinas de urea-formol o de melamina Se usa como reactivo una solución de 100 partes de agua, 30 partes de ácido sulfúrico y 2 partes de fenilhidracina y, para revelarlo, una solución de cloruro de hierro al 10 por 100. Con una gota del reactivo se moja el papel, se la deja actuar 30 segundos y entonces se aplica con un palo de vidrio el cloruro de hierro. En un plazo de minutos se presenta como reacción afirmativa una coloración rojiza hasta roja. Si la reacción es lenta y el color poco intenso, la resina es de melamina, porque la hidrólisis de esta cola es lenta. Si la reacción es intensa y rápida, son colas de urea-formol. La reacción negativa es amarillenta-verdosa.

6bc)

E L CONTROL DEL DESGASTE MECÁNICO DE PAPEL Y LIBROS

La resistencia al doblaje que usamos en nuestros ensayos, no reproduce datos de otra característica, a veces importante; la resis723

tencia superficial contra el desgaste por abrasivos. Puede ser factor muy importante para la decisión sobre la aplicación de un papel, por ejemplo, en un libro de consulta o escolar que se usa frecuentemente. Ignoramos casos en que sustancias germicidas han influido sobre esta calidad. Las impregnaciones contra humedad siempre favorecen la resistencia a este factor. Para el control existen múltiples tipos de máquinas, de frecuente uso en las fábricas de papel. Para nuestros fines rara vez se necesita los mismos; la figura 495 demuestra un tipo usual.

Más interés tenemos en la resistencia mecánica de los lomos de libros, porque la resistencia de la encuademación depende indudablemente de la elasticidad del encolado del lomo y se debilitará con el tiempo. Para la encuademación clásica ha desarrollado también B A R R O W (014-4) un aparato original (figura 496). Para la moderna encuademación rústica cortada no sería útil, por la elasticidad de la encuademación (encuademación rústica cortada las hojas serán cortadas también en el lomo a guillotina, pegándolas a continuación, con un adhesivo muy tenaz, contra la cartulina del lomo de la encuademación). Salvo que se monta unas placas entre las cuales se sujeta toda la encuademación, dejando libre solamente la parte encolada, el aparato de B A R R O W darla resultados demasiado benignos.

Los modernos métodos de encuademación ofrecen ciertos problemas a la restauración y, por tanto, será un campo de investigación que nuevamente puede atraer mayor interés, tanto por la restauración como por la conservación de los lomos. Ignoramos estudios y normas sobre el particular. Para la restauración hemos comprobado algunos adhesivos, como se usa para cuero, madera, etc. Resulta que su resistencia es normalmente muy superior a la del papel, pero por no penetrar al mismo es fácil que dejen abrir al papel o cartulina en su centro, formando dos hojas que, pegado de nuevo, otra vez parten, esta vez en tres capas, etc. Por tanto, el uso de estos adhesivos en la restauración debía ser objeto de previo estudio detallado. Lo mismo rige para la encuademación nueva.

6bd)

E L CONTROL HIGIÉNICO DE LIBROS

La tendencia de realizar controles sobre este aspecto es reciente; métodos standardizados no se han publicado. E l problema impor724

tante es la posible transmisión o no de esporas duraderas de hongos o bacterios a terceras personas. En vista de que muchos germicidas no son efectivos contra esporas (fenoles, por ejemplo), una sustancia que protege excelentemente al mismo papel no es automáticamente un acierto en el aspecto higiénico humano. Consecuentemente, se deben buscar circunstancias prácticas para el control. Conviene exponer las probetas al uso en ambientes insalubres, como sótanos y zonas muy frecuentadas por el público, dejarlas al uso escolar, etc., y luego obtener las infecciones existentes por raspadura con paleta de raspado y, aparte, con tapón mojado en solución fisiológica de NaCl. Cultivando luego como es usual para fines medicinales, brota solamente lo transmisible. A pesar de que esta forma de proceder incluye el riesgo de que sus resultados no son fácilmente comparables, este procedimiento es preferible a un ensayo en cultivos con infecciones artificiales. Estos últimos pueden ser útiles solamente como primera prueba orientativa.

6be)

Los

CONTROLES EN LOS PROCESOS

INDUSTRIALES

Los múltiples controles técnicos de la fabricación de papel mayormente no afectan a nuestro tema. L o resumimos aquí de todos modos, indicando los que pueden interesar por la conservación o para los tratamientos de previsión ( +). Composición del papel: Tipos de fibras +, contenido de madera o lignina +, grado de humedad, capacidad de adsorción de humedad -+-, valor pH +, presencia de cloro libre + , de hierro + y de cobre + , Características del papel fabricado: Dirección de las fibras, peso por metro cuadrado, volumen (es el valor recíproco del peso específico), regularidad de la trasparencia, limpieza interior +, resistencia al doblaje +, longitud de rotura, presión límite de rotura, fuerza mínima de rotura al cruce, abrasamiento (seco, húmedo y bajo agua) - f , carácter de la superficie (lisa o no, más dureza — posibilidad de imprimirla), calidad del encolado +, densidad (a aire, grasa y agua +), blandura, opacidad, resistencia a la luz U V +, punto del bloque ( temperatura en que se pegan las hojas de papeles, impregnados con parafina, etc.) +. 725

Detalles de los procedimientos de control hay en O H L (291), y especialmente en KORN y BURGSTALLER (211). Para controlar un proceso industrial de impregnación se suele usar un reactivo que permite la determinación cuantitativa, en forma instantánea, de la sustancia germicida usada; eventualmente en combinación con un fotocolorímetro. Lo más elegante sería el uso de rayos X en análisis continuo.

ULLMANN (396)

Determinación

continua de la composición

de papel con rayos X

Modernamente se ha usado el método analítico de la espectrografía con rayos X en la conservación de la madera. E l mismo método sería también muy útil para el control de la impregnación de papel o de sus componentes en un proceso industrial continuo. Para este tipo de análisis existen aparatos industriales de gran exactitud y rapidez que se caracterizan por no afectar al material investigado. Serían útiles también en la investigación previa a una restauración, si del objeto debemos saber qué lleva de impregnaciones anteriores, teniendo calibrado el aparato de control para la sustancia sospechada, por ejemplo, cloruro de mercurio, etc.

El principio del método radica en la observación de que serán emitidos rayos X secundarios si un objeto está bajo bombardeo con rayos X primarios. Esta característica emisión, procedente de algún elemento en el objeto bombardeado, se produce a partir del momento en que la energía del bombardeo alcanza la fuerza necesaria para eliminar un electrodo de los átomos del elemento. Si un electrodo está expulsado por la corriente de alta energía, un electrodo de la corriente de menor energía debe restituir el equilibrio. L a diferencia de energía que esto provoca se mide, obteniendo un dato directamente relacionado con la concentración del elemento en el objeto. Los detalles para el uso en madera los ha publicado B E L FORD (022); para papel carecemos aún de una descripción detallada

726

6c)

L O S TRATAMIENTOS EN EL CURSO DE LA FABRICACIÓN DE PAPEL

E l principal problema industrial para introducir cualquier tratamiento a un proceso continuo es siempre la posibilidad de intercalar el tratamiento al proceso sin interrumpir, o por lo menos obstaculizar, la marcha de la fabricación. Puede ser variable el interés en uno u otro método, según el procedimiento industrial que se use. También influye en la decisión la cantidad de papel que se desea fabricar con impregnación, siendo la misma una partida completa o solamente una parte de la producción mínima rentable. Antes de que estudiemos estos aspectos, conviene recordar los procesos de la fabricación, que mediante la figura 498 vamos a recapitular.

6ca)

L O S PROCEDIMIENTOS DE LA FABRICACIÓN

E l papel puede ser fabricado en un proceso discontinuo o continuo. Se puede partir de residuos de papel viejo, de trapos, de fibras naturales o de maceración. Todo esto ofrece ya fibras aptas para la nueva pasta. Mayormente se parte hoy de madera, obteniendo, por maceración total- o parcialmente, fibras de celulosa, o se obtienen pastas por descomposición mecánica. L a calidad del papel en su parte fibrosa depende del origen de sus fibras y de la ausencia, o más o menos elevada presencia, de lignina, que reduce mucho la calidad, aparte otros factores nocivos internos. Los detalles de la composición los hemos descrito en el capítulo I; los procesos de los distintos métodos de fabricación y las correspondientes posibilidades para la impregnación previa en el curso de la obtención del papel son los siguientes:

6ca-a)

Papel de marca

Se parte de trapos y de papel bueno. Los primeros pasan por la pila pudridora durante dos o tres semanas, luego ambos por la pila trituradora y la máquina desfibradora al hervidor de esfera. Allí se 727

purgan de todo lo que no es fibra, mediante sosa y cociendo a vapor durante varias horas. Si es necesario aún, pasan por el baño de blanqueo (hoy se usan peróxidos para esto) y van al desaguador (si son muy alcalinos, se neutraliza allí). Desde allí pasan a la pila holandesa, donde se homogeniza la suspensión de fibra en agua (1 : 100 aproximadamente) y pueden entrar ya germicidas a la mezcla, si éstos son mal solubles (figura 498,3). Si se van a añadir rellenos o cargas, se separa parte del agua que va ya a la mezcladora o tina industrial, pasando con la pasta por el molino de muelas, homogeneizando la misma con los rellenos y los aditivos hidrófugos, etc. Aquí entran también germicidas del tipo carga (figura 498,4). Entonces entran a la tina. Antiguamente ha sido una tina de mano y con la teleta (que es un marco con tela fina) se recogió una capa de fibras, dejando escurrir, prensando y secando, se llegó al papel. A la tina de mano añadieron los chinos su impregnación del papel (figura 498,5). Hoy, la tina industrial, en que suben la parte del agua hasta 200: 1 parte de fibras, deja pasar la suspensión a la máquina del papel continuo. En la tina industrial se puede entrar con colas y lo los germicidas bien solubles (figura 498,5), siendo necesario recuperar el agua en el primer paso de la máquina continua (figura 498,r). En la misma pasa la pasta, encima de una tela metálica de banda continua, separando el agua de las fibras. Saliendo de la tela metálica, pasan los papeles crudos por la marcadora de las filigranas y entran a continuación al circuito del fieltro húmedo, donde se prensa el papel a su constitución definitiva. De allí pasa por el tratamiento superficial con emulsiones de parafina, ceresina o alguna cola, etc., entrando entonces a los tambores calientes y al circuito del fieltro seco. En este paso se seca al papel totalmente o hasta su grado exacto de la humedad deseada y finalmente entra a la calandria, que son rollos metálicos pulidos que prensan al papel para obtener una superficie lisa. Por fin se enrolla y pliega el papel fabricado. En la máquina continua se puede entrar al final de la tela metálica con sustancias que, precipitándolas, fijan a hidrófugos y/o germicidas (figura 498,6) que estaban disueltos en la tina industrial. También los endurecedores de ciertas colas se aplican en este momento. Otro punto más de entrar en el proceso con sustancias 728

protectivas es por el camino de la parafina, cola, etc., entre parte húmeda y seca de la máquina (figura 498,7). Por fin es posible aplicar tratamientos superficiales en el paso por la calandria. Las máquinas que recubren al papel o a cartones se intercalan en este punto (figura 498,8).

6ca-b)

Papel de fibras libres de madera o con porcentaje reducido

La madera, cortada en rollos, se descorteza y transforma, en una virutadora, en pedazos de 2-5 cm., entrando con estas virutas a la lixivadora, de donde se pasa el proceso al sulfito, o del sulfato [véase capítulo lad)]. Desde allí pasa a una desfibradora, a la que puede entrar también alguna parte de papel malo o pasta de madera, luego se entra en el purgador, donde se separan residuos y agua. A continuación se pasa un lavado y entonces, entrando al baño del blanqueo, la marcha es igual que la anteriormente explicada.

6ca-c)

Papel de pasta de madera

Se empieza otra vez con la madera, cortada en rollos y descortezada, que entra en la máquinas con la amoladera y que transforma la madera en viruta finísima, parecida a fibras. La suspensión, separados el residuo y espigas, etc., entra en el depósito desaguador y de allí al cilindro depositador. En el mismo se puede proceder a la substitución por gases que reaccionan fácilmente (por ejemplo, bromo) (figura 498,2). Si la sustitución es más difícil, su paso debe ser intercalado entre depósito desaguador y cilindro (figura 498,1). En el mismo se puede realizar también el blanqueo y se pasa al desaguador, neutralizando la pasta. A partir de entonces la marcha sigue a lo anteriormente expuesto.

6cb)

LOS PROCESOS DE LA IMPREGNACIÓN INDUSTRIAL DE PAPEL

Los procesos de los tratamientos se derivan mayormente de las sustancias que se quiere introducir. En principio son los siguientes procedimientos los que se usan: 729

6cb-a)

Substitución

de las fibras

La más fácil es la halogenación con bromo, simplemente introduciendo 0,5-2 por 100 de bromo al agua de la pasta y sustituyendo lo consumido hasta alcanzar la absorción deseada. Se usa solamente para substituir la lignina, por tanto, debe ser en frío, pues en caliente afectaría a la celulosa también, dañándola. Las substituciones con ácidos carbónicos se deben realizar en reactores equipados de calefacción y de un control de consumo de la sustancia que reacciona, para dirigir el proceso. En ambos casos se elimina la parte residual que no ha reaccionado en el paso por el desaguador.

6cb-b)

Impregnación

con sustancias afines a la fibra

Con simplemente entrar a la tina se obtiene la impregnación, graduándola con la concentración de la sustancia en el agua, que, naturalmente, hay que recuperar. Se calcula con una recuperación de 60-70 por 100. Si las sustancias son mal solubles, pero muy afines a la celulosa, conviene entrar en la pila holandesa ya con las mismas. Pasando la pasta por el molino de muelas, la celulosa tiene tiempo y un contacto suficientemente íntimo para reaccionar con las sustancias de impregnación. Normalmente cuesta el proceso de la recuperación del agua más que vale la ganancia por recuperar las reducidas pérdidas en este caso.

6cb-c)

Impregnación con sustancias que se precipitan sobre la fibra

Estos siempre son dos productos. E l primero entra en la tina y su concentración debe ser suficiente para que la solución que queda adherida después del paso por la tela metálica contenga el porcentaje necesario para la conservación de las fibras. Entonces se pulveriza encima la segunda sustancia, o el endurecedor, si es un 730

producto polimerizante, quien provoca la reacción. L a transformación en sustancia insoluole termina en la fase del secamiento a calor. Bien dirigida la fabricación, la recuperación de la primera sustancia (con el agua) puede alcanzar un 95 por 100 del teórico. 6cb-d)

Adición

a las parafinas o colas de

impregnación

Es un sistema muy fácil de realizar industrialmente y tiene la ventaja de que no hay pérdida en el proceso. L a desventaja está en que no se consigue una penetración perfecta de las fibras, salvo eligiendo sustancias que subliman en el paso por los tambores de calor. Pero entonces hay en este momento cierta posibilidad de pérdidas. Además son pocas las sustancias cuyos límites, entre volatilidad a temperatura normal y sublimación a temperatura elevada, son tan exactamente correspondientes a las temperaturas del proceso, que se pueden usar. Posible, desde luego es; hemos desarrollado en su d í a sustancias para incorporarlas a la cola de maderas contrachapcadas, mucho más difícil de penetrar exactamente que al papel. Desde hace ya una docena de años se están usando estos productos con éxito en la fabricación de tableros resistentes contra termites.

6cb-e)

Adición

o recubrimiento antes de calandrar

Este proceso se realiza en gran escala para la aplicación superficial de plásticos. Para la impregnación se ofrecen los mismos problemas que en el proceso anterior, pero con la desventaja adicional de que es imposible usar sustancias de sublimación en frío para papel (para madera es posible). Por tanto, se debía añadir un segundo paso por tambores calientes. La figura 520 muestra una de estas grandes máquinas para el recubrimiento industrial.

6cc)

IMPREGNACIÓN INDUSTRIAL DE MATERIALES DE ENCUADERNACIÓN

Los procesos citados sirven en igual forma para la fabricación de cartones. Resulta con frecuencia que no se desea impregnar toda

731

la partida de una fabricación de cartón. Entonces, especialmente si es cartón ya almacenado, se puede reimpregnar mediante máquinas encoladoras, acopladas de una calandria horizontal caliente. En este proceso se gradúa la concentración y la viscosidad de la sustancia que se aplica; un aumento de la viscosidad permite rebajar la concentración y viceversa. Importa calcular, basándose en ensayos previos, la cantidad de líquido a consumir para el tipo de cartón en cuestión que da una penetración perfecta. La absorción de la misma se corrige entonces con la viscosidad (usando una cola, almidón o hidroxisilicios) y calcula la concentración correspondiente. Insuficiente cantidad de líquido deja mal impregnado al cartón.

De forma igual se puede fabricar pequeñas partidas de papel impermeable para la encuademación, o papeles de barrera, telas, etc. Por permitir el sistema proteger cualquier material que viene, son la instalación adecuada para los talleres de encuademación industrial. Aparte del aumento en calidad, se obtiene ahorros por menor necesidad de almacenaje, de tipos y calidades de material. La regulación de la viscosidad para la reimpregnación puede ser acompañada de una desacidificación de cartones de baja calidad que se pretende tomar como alma de un cartón triplex. Se usa entonces mezclas de cola con un hidroxisilicato sódico o potásico, graduando la parte de los últimos según la acidez a neutralizar. Normalmente será un 2-3 por 100 lo que se necesita, el resto de la viscosidad se consigue con la cola, que en caso de tratamientos fríos será acetato de polivinilo y, si se llega a temperaturas de unos 100° C, puede ser urea-formol. La melamina necesita calentarse a unos 125" C, mínimo, para polimerizar. Impregnación

de cuero

La impregnación semi-industrial de cuero se realiza normalmente con unas máquinas algo más sencillas que las encoladoras, provistas de un rollo de esponja que aplica a la parte interior del cuero la sustancia de conservación y luego pasa el cuero unos rollos de moderada temperatura (35-50° C) que aumenta de uno al otro un poco en su diámetro para conseguir cierta tensión del material. Otro método útil, principalmente para cuero, menos para tela y aplicable también en caso de papeles plastificados, es la adición de sustancias conservantes a las colas, lo que se usa para hacer las 732

cubiertas. Resulta entonces usar sustancias del citado tipo de sublimación y prensar las piezas a cierta temperaturaLas sustancias más recomendables para la conservación de cuero son los derivados de nitrofenoles y nitrocresoles y además lauroilpentaclorofenato de zinc y esteres difenílicos de clorometilsulfonamida. Un defecto imposible de prevenir por tratamientos, sino solamente por elegir el material correcto, es el daño de los plastificantes que contienen la mayor parte de los plásticos de imitación al cuero. Pueden dañar mucho a papel. Se debe asegurar por ensayo previo en la cámara de envejecimiento que el material plastificado no contiene plastificantes dañinos.

6cd)

CONSIDERACIONES PREVIAS SOBRE E L EQUIPAMIENTO DE PAPEL

Todos los tratamientos e incorporaciones al papel juntos resultan en el efecto del equipamiento (alemán «Ausruestungseffekt»). En un caso ideal se llega a un papel estable. Para estudiar el volumen de cada parte del equipamiento se procede de manera que primero se compone en teoría un material ideal, hasta el límite que exige o permite cada una de las materias primas disponibles (o los que son de un precio dentro de lo aceptable). Entonces se obtiene así un material sobrecargado de efectos. Del mismo se empieza ahora a restar, comparando los efectos de otros que aún compensan la disminución de uno de los componentes. Reduciendo así, componente por componente, se llega a la formulación ideal mínima. Entre esta formulación y la fórmula real está aún el paso de nuevos aumentos por los márgenes de seguridad. Si el precio lo permite, se va al máximo de estos márgenes, si no, se procura dotar por lo menos las partidas de decisiva importancia con el recargo necesario. Es erróneo partir de alguna formulación existente, añadiendo «algo», si se desea llegar a una formulación «saturada en la previsión de papel», salvo admitiendo que los costos sean muy superiores a los que se consigue basándose en las mencionadas consideraciones

733

6d)

LOS TRATAMIENTOS DE CONSERVACIÓN EN LA RESTAURACIÓN

La restauración, arte y culto a los objetos de nuestro tema, es el oficio más noble que conocemos. Aparte la minuciosidad y aplicación, base de todo trabajo restaurativo, necesita espíritu de investigador —para aclarar los motivos del daño— y don de inventor para descubrir sistemas eficaces y practicables para subsanar los daños sufridos . Por fin hay que añadir tres gotas de buen observador, una mano artística y amor al objeto, para formar al restaurador perfecto. Si nuestra técnica hoy día ha ido mucho más allá de la restauración, en realidad ahora sólo es un sector pequeño de la conservación de archivos que está afectado por la restauración, manifiestamente dicho, el que escribe valoriza muy alto este «pequeño sector». La historia de la conservación de libros no empieza en la restauración; es al principe de los chinos HUANO-NIEH a quien debemos declarar, por su edicto de impregnación previa del papel, en 674 d. Cr., como patrón de nuestra ciencia. Pero desde que la Real Sociedad de Goettingen, en 1774, se manifestó por la conservación de bibliotecas, en Europa han sido los restauradores quienes, durante casi dos siglos, llevaron el estudio de la conservación. Por tanto, si hoy los que investigamos sobre la conservación de libros no somos restauradores, sigue siendo este oficio nuestra antigua bandera, a la que guardamos afecto.

Los tratamientos en la restauración son laterales a la reparación del documento o libro dañado y preventivos a daños que se pueden desarrollar en el objeto. En el último sector es la desacidificación o «neutralización» del papel con factores dañinos, del tipo «ácido peligroso para la celulosa» que ha alcanzado mayor volumen. Realmente es ya cosa «casi» histórica, porque el motivo principal, el uso de la colofonia y del sulfato de aluminio en la fabricación de papel desaparecerá, según esperamos, pronto y totalmente, incluso mayormente ya se ha dejado. Será, por tanto, salvar los materiales de la época en que fabricaron con esta combinación dañina los papeles de batalla. Hoy nos debíamos concentrar más sobre el factor «lignina» en los papeles de pasta de madera, cuyo daño será mayor que «la» acidez y que aún no se puede considerar como problema resuelto, como podíamos decir de los daños por el ácido sulfúrico. 734

Por fin, es la nueva entrada del último a los archivos por el camino de la contaminación del aire lo que nos podía preocupar. Existe cierta esperanza de que esto no llegue al extremo, por la reciente campaña en contra de la contaminación, pero fiarnos de esto no podemos. Un importante campo a estudiar en la conservación y entre los conservantes útiles, son las colas usadas en la restauración. Estudios fundamentales debemos a F . G A L L O (130A-3), y las principales sustancias las hemos citado en el capítulo 5ag). No es aqui el sitio para discutir aspectos y problemas de la restauración que están mayormente fuera de nuestro campo de la conservación, si bien hay aspectos que tocan ligeramente a nosotros. Citamos solamente como ejemplo la discusión sobre restaurar invisiblemente a objetos de valor comercial. La acusación de «hacer trampa» se puede evitar, sin rebajar la calidad del trabajo, marcando las zonas restauradas —en documentos, sellos de correo, etc.— con sustancias fluorescentes que en luz de Wood o luz ultravioleta se notan entonces siempre. Es útil para esto la fórmula número 39a) de la tabla 17.

6da)

NECESARIAS CONSIDERACIONES PREVIAS A UN TRATAMIENTO

La condición sitie qua non para estudiar un tratamiento debe ser que esté hecha, sin lugar a dudas, la determinación de las causas o agentes bibliófagos que provocan el daño. Por este motivo son tan amplios los capítulos I-III; errores pueden ser fatales. L a consideración básica es: vale la pena o es necesario realizar el tratamiento. Si no existe verdadero peligro de que el caso vaya rápidamente a empeorar, conviene andar con reserva. Por otra parte, si existe peligro, la intervención no debe demorarse y es solamente el plazo hasta aclarar el mejor medio disponible que se puede perdonar. Para la decisión sobre el procedimiento, entre las posibilidades que están a disposición, la primera pregunta es: ¿para qué plazo se consigue subsanar el daño? Debe ser por lo menos un margen que sea proporcional al trabajo a invertir. Dentro de los procedimientos de largo efecto, el mejor no es el tratamiento del que se supone unos años más que de otros, sino el que con mayor facilidad se realiza. La realización perfecta importa más que unos años de supuesto mayor alcance. 735

Si homogéneamente se han tratado unas existencias, el problema se puede «olvidar» y guardar solamente una ficha recordatoria de la fecha, a partir de la cual se debe vigilar de nuevo la situación. Caso contrario, de un tratamiento que con dificultad se llevó a cabo, la probabilidad de fallos parciales nos deja siempre con cierta preocupación y obliga a seguir vigilando el asunto.

Se ha hablado siempre mucho de la conveniencia de ser reversible un tratamiento de restauración o de la previsión restaurativa. Entre tanto que nuestros medios y conocimientos teóricos han sido rudimentarios, indudablemente esto ha sido correcto. Reconocíamos con esta exigencia de la reversibilidad que somos «chapuceros», pero actuábamos de buena fe. Hoy día, lamentablemente, no han desaparecido los chapuceros, pero la antigua razón tajante ya no existe. Nuestros conocimientos y medios de la investigación permiten aclarar en una forma responsable las consecuencias de algún procedimiento para la gran mayoría de los casos. Para el resto se puede manifestar, entonces, respaldadamente, por qué exigir la reversibilidad. La antigua retirada del mal preparado, detrás de la cortnna de humo, llamada «reversibilidad sobre todo», ya no debía existir. Tiene que justificar su concepto, o ha hecho patente que es ignorante. E l motivo de que insistamos sobre este particular no es mania contra los citados chapuceros, sino que su necedad es un peligro para los objetos a restaurar y se debe calificar al mal restaurador como versión muy dañina del «bibliófago número uno», al que debemos apartar cuanto antes de su trabajo, o preparar al mismo debidamente. Solución intermedia no existe.

Cualquier tratamiento, de la clase que sea, debe ser realizado primero en un plan de prueba, y esto para cada material diferente que se desea tratar. Una vez estudiado el efecto, incluso en la cámara de envejecimiento, comparando los efectos en papel tratado y no tratado, se puede tomar una decisión responsable. Sobre la misma, si es el primer caso, hay que levantar algún protocolo y archivarlo junto con el objeto. Así, posteriormente no existe duda de lo que hicimos y se puede tomar en cuenta por parte de posteriores restauraciones, si se ha llegado, entre tanto, a mejorar la técnica. En la decisión sobre el uso de productos industriales debemos tener muy presente que cualquier producto que sea, nunca será hecho a medida para su aplicación en la restauración si el fabricado tiene algún destino en el mercado. 736

Vamos a demostrar este punto importante con un ejemplo: Si se desea obtener un insecticida aerosol para venderlo al público, su aplicación principal será eliminar insectos del aire de una casa, porque asi evitamos poner matamoscas feos, etc. Entonces la formulación será a base de pelitre (que deja caer precozmente a las moscas que lo tocan) y de un insecticida de rápido efecto mortal (porque insectos caídos que siguen zumbando en rincones de la habitación tampoco son de agrado). Sabemos ya que los insecticidas rápidos, como, por ejemplo, el lindane, no son de mayor duración. Como disolvente se debe usar una sustancia aceitosa que no seque, para que el aerosol siga manteniéndose en el aire durante el máximo plazo posible. Además, no debe pegarse fácilmente en superficies ásperas que tengan efecto absorbente. Miramos ahora lo que deseamos para el tratamiento de un libro; primero un insecticida de máxima duración. A l contrario, es igual que actúe hoy o mañana en forma mortal. E l disolvente debe pegarse en el primer impacto sobre la hoja del papel para que la absorción sea alta y, desde luego, no debe ser un producto aceitoso, al contrarío, uno que seque inmediatamente después de fijarse, para que no se pequen las hojas entre sí. ¡Poco se quedó como característica común! Por tanto, si deseamos aplicar sustancias que no podemos prepararnos de estilo casero y que, con las complicadas sustancias modernas de los germicidas e insecticidas o hidrofugantes suele ser contraproducente, el único camino eficaz es pedir a los laboratorios de las industrias químicas que sus jefes de laboratorio escuchen nuestros deseos y que nos formulen una composición especial para la restauración. E l que escribe siempre lo hizo con agrado y seguramente se encuentran más colegas a quienes encanta demostrar su capacidad como técnicos y gusta estudiar un caso que se sale de la rutina industrial. Si un producto no existe en el campo industrial, naturalmente se debe obtener por propia preparación. Aparte de que siempre es conveniente usar también en este caso la mano de un rutinario como ayuda, el problema radica en la técnica a seguir, si es cierto volumen de material el que se necesita. Recomendamos buscar entonces la ayuda de las empresas especializadas en los equipos y procedimientos del laboratorio. Precisamente la industria farmacéutica necesita con mucha frecuencia cantidades de sustancias que en un volumen industrial nunca se consume, pero que exceden del volumen clásico de la obtención en un laboratorio. Consecuentemente se ha desarrollado un nuevo sector del material de laboratorio, para plantas piloto o semiindustríales. Son los tipos ideales para nuestros fines y es sorprendente que se ha ideado de nuevos procedimientos. Ejemplos de estas plantas semiindustríales son las figuras 482 y 484. E l ahorro en tiempo y costo será siempre notable. 737 47

6db)

6db-a)

L A TÉCNICA DE LOS TRATAMIENTOS

Tratamientos contra agentes bióticos

E l tratamiento solitario de un objeto es poco recomendable si pertenece a una biblioteca cuyos tomos en general no están tratados. Una excepción razonable son libros de pergaminos y cueros, a los que atacan otros insectos que los destructores del papel. En vista de que en este caso las especies que dañan al pergamino también pueden causar daño al papel, siempre habrá que tratar todas las partes del objeto. Igualmente se suele combinar siempre insecticidas y germicidas en las aplicaciones. Si no se dispone de los productos que se describe en el capitulo 6ec) y el caso urge, hay que prepararse algo. Se parte entonces de algún polvo de insecticida del mercado que contiene Heptaclor, Endrin o Dieldrin. En un último caso, también DDT es útil, si bien es de menor duración y asi se necesita mayor concentración. Por la concentración de la sustancia activa indicada en el envase se puede calcular las proporciones. El extracto se hace con una mezcla de alcohol etílico y acetona 4 : 1 , considerando que el resultado será un 75 por 100 del teórico. A l polvo se le pone en un frasco grande y añade el disolvente, procurando en baño marino con calefacción eléctrica (¡nunca usar llama abierta!) una temperatura de 45° C, no pasando los 60° C. Después de media hora en esta temperatura y agitándolo repetidas veces, se filtra. A l filtrado se añade un 5 por 100 de aguarrás y 1-2 por 100 de timol (2 por 100, si es pergamino y cuero lo que se trata) y el producto está listo para pulverizar. De Heptaclor, Dieldrin o Endrin se procura una concentración al 0,2 por 100 para papel y 0,5 por 100 para pergamino. DDT para pergaminos no es recomendable; para papel se puede usar al 1-1,5 por 100.

Para pergaminos sólo es conveniente usar sustancias como laurioilpentaclorofenol, que hay bajo el nombre de «Mystox» en el mercado (usar al 1 por 100), o los esteres difenílicos de clormetilsulfonadima, que hay bajo el nombre de «Eulan» (U 33) en el mercado. No se ha descrito aún procedimientos de taller con el último, pero no hemos visto más problemas que encontrar unos envases pequeños. Recomendamos aquí como adición de fungicida —siempre muy conveniente también si se impregna contra insectos— al timol, por ser fácil de conseguir en cualquier farmacia. Útil es también el ácido 738

salicílico y, para cuero y pergaminos, el paranitrofenol, ambos también fáciles de encontrar. Si el número de objetos es elevado, no conviene usar formulaciones y métodos de la escala arriba citada. Hay que buscar los medios citados en el apartado 6ec). Encuademaciones apolilladas, especialmente si son tapas de madera o madera recubierta, conviene inyectar con un conservante. Fabricaciones caseras no recomendamos en este caso bajo ningún concepto [véase capítulo 5gc)], especialmente si es un objeto de valor; casi siempre manchan, además notándose después de algún tiempo, no en seguida. L a aplicación es posible con una jeringuilla, pero más fáciles en el trabajo son los irascos inyectores (figura 509) que hemos desarrollado para el «Poimasol». Fungicidas En ningún caso son justificados, usándolos solos para libros, etc. Si tratamos un objeto, siempre debe ser con la combinación insecticida-fungicida. Si se notan ataques por moho y hongos, primero hay que secar cuidadosamente los objeto, colgándolos en una habitación con humedad relativa del aire alrededor de 35-40 por 100 (menos es perjudicial, con más tardaremos mucho en secar). Una vez secos se limpian los libros de esporas y micelios adherentes con un cepillo de mano (con pelo duro) y luego se procede al tratamiento combinado. Las sustancias útiles las hemos tratado ampliamente en el capítulo 5b) y 5c). Lo que puede ocurrir en cierta época del año es que en el taller de restauración se formen mohos en las paredes, colas, etc., que peligran también a los objetos. Aparte de procurar una buena ventilación y disminución de la humedad relativa del aire, se puede tratar a las paredes, etc., con una solución fungicida, pulverizando o lavándolas simplemente. Se puede usar soluciones al 1,5 por 100 de pentaclorofenato sódico (los productos para combatir el azulado de la madera aserrada suelen serlo y se encuentran fácilmente en el mercado; además, si no son de esta sustancia misma, otras habrá y su efecto es parecido), ácido salicílico, ortofenilfenato sódico y en especial ácido mucoclórico. Los dos últimos, al 0,5 por 100 ya son bien eficaces y suficientemente duraderos. 739

Todas las sustancias citadas se pueden añadir a las colas para que no pierdan su eficacia. Pentaclorofenato sódico basta con 0,3 por 100; los demás igual, o menos aún. Entre los fungicidas existen sustancias que provocan una estimulación en el momento que su concentración se reduce a ser inferior del minimo fungistático. Son principalmente sustancias no halogcnadas. A pesar de que se ha hablado bastante de esto (según nuestro criterio particular, sólo para que el público se asustara, subiendo consecuentemente la concentración y consumiendo asi más), no vemos mucho peligro.

6db-b)

Sustancias que no se debían usar nunca

Lo que no se debe usar como fungicidas son el ácido fénico, que causa quemaduras; nitrobenceno (aceite de mirbano), que colorea al papel y sus vapores son tóxicos para las personas (si bien en pequeño volumen se podía despreciar), y formol, que daña a varias tintas y endurece a pergaminos y cueros irreversiblemente. En caso de que no se limpie en seco, sino que se lave con agua, siempre hay que añadir algo de alcohol y debe estar totalmente seco el objeto antes de tratarlo. Si se procura blanquear zonas manchadas con hipoclorito o bisulfito, hay que añadir algún detergente a la solución para que luego se deslave totalmente. Quedando restos, aparte del daño que éstos causan a la larga al papel, las zonas tratadas podían revelarse con los fungicidas o insecticidas, porque a veces reaccionan con los blanqueadores. Lo que nunca se debe usar para revelar tintas en papel sin deslavarlo luego en seguida, son tartratos cúpricos. Aparte de que dañarían con el tiempo la fibra, revelan casi cualquier sustancia de los germicidas orgánicos, dejando visible la mancha. Es de sobra conocido que el cloruro de mercurio es muy dañino y nunca se debe usar como desinfectante en la restauración. A l contrario, si se detecta mercurio en un objeto, hay que deslavar lo que aún no está fijado en la fibra de la celulosa. E l mercurio acelera al envejecimiento. Igualmente hay que evitar la presencia de hierro y cobre. Por tanto, es inconveniente usar derivados de cobre para la impregnación. Sales orgánicas de zinc, estaño, cadmio, magnesio y, con cierta reserva, sodio y potasio se pueden admitir. Los cuatro primeros son favorables ya por simple presencia. 740

6da-c)

Desinsectación

en cámaras de gas

En bibliotecas grandes se ha usado durante mucho tiempo el sistema de tratar rutinariamente cada X plazo las existencias por exposición a gases tóxicos. Es una defensa siempre pasiva que, al ritmo del paso por la cámara, corta las infecciones de insectos bibliófagos ya establecidos. Por tanto, siempre se aumentaba, paso por paso, el daño existente por una pequeña proporción. No podemos considerar lógico hoy día seguir en una biblioteca, emplazada en una zona donde las infecciones son frecuentes, con esta defensa rudimentaria. Debemos buscar otros medios de una defensa directa. Los describiremos a continuación y en los tratamientos defensivos para bibliotecas enteras. No obstante, consideramos muy útiles las instalaciones de esta clase de cámaras para hacer una desinsectación de entrada, aunque mejor sería una esterilización total, como sugeriremos al final de este apartado. Si todo material que entra a una biblioteca o archivo es libre de infecciones y los tratamientos defensivos en general están bien hechos, la probabilidad de que se desarrolle una plaga es muy reducida. La figura 508a) indica el esquema de una cámara grande. Se la debe montar en chapa de hierro (pintado) dentro de una pequeña habitación que lleve aislamiento contra el paso de gas. L a cámara misma lleva una puerta hermética, bomba de vacío y ventilación forzada que se puede manejar desde su exterior. En la cámara misma se evita instalaciones eléctricas, poniendo la luz al exterior con un brazo plegable para alumbrar debidamente al interior. L a habitación lleva otra ventilación que también se puede abrir desde el exterior. En la puerta misma, o a su lado en la pared de la cámara, está montada una botella del gas, conectada por un paso hermético con el interior de la cámara. Una vez cargada y cerrada la cámara se obtiene primero cierto vacío, a continuación se dispara la botella. Después de unas horas se ventila la' habitación y a la cámara antes de abrirla se inyecta aire, se vacía e inyecta de nuevo. Muy práctico resultan las cámaras portátiles montadas sobre camión, como desde 1971 las suele usar el Servicio Nacional de Restauración de Libros y Documentos. 741

Lo que se usa como gas lo hemos discutido en el capítulo 5fb). Hoy será normalmente bromuro metílico. Su concentración mínima teórica está debajo del 20 por 100 en el aire; en la práctica conviene usar una cantidad de 750 gr/m , que corresponde a 2,5 veces del teórico. Si la cámara trabaja con elevado vacío, es suficiente el valor teórico. En la práctica conviene procurar combinaciones con sustancias de efecto duradero. Pero en cámaras grandes, incluso equipadas de alto vacío, existen problemas con el reparto y la penetración regular, siendo estas sustancias normalmente nieblas y no gases ideales. 3

En bibliotecas más modestas estas instalaciones resultan muy grandes. Se puede usar una o varias de las cajas que muestra la figura 508b). Son del tamaño de un mueble, llevan una ventana de guillotina en su frente, al interior están barnizadas con un barniz impermeable, llevan listones con agujeros y piñones de sujeción de los libros. En su fondo tienen un sitio de un diámetro de 20-25 cm. con fondo de zinc. Allí se pone la solución para la desinsectación y, debajo, del fondo, una lámpara de 60 watios que calienta algo la solución para acelerar su evaporación.

Se llena la cámara con los libros a tratar; dejándola cerrada y en marcha algunos días, hasta que no se ven insectos muertos en el fondo, no se retira su contenido. Como solución insecticida se usa el 1 por 100 de Endrín, o Dieldrín, más el 10 por 100 de paradiclorobenceno y como disolvente tricloretileno. Para un metro cúbico, cabida de la caja, bastan 50-75 gramos. Si se usa Dieldrín, conviene no evaporar muy de prisa. L a importante ventaja que se obtiene en este caso es una larga duración del efecto preventivo. Mayores tamaños no convienen para estas cajas. Para mayor número de objetos son preferibles las portátiles cámaras de fumigación a vacío mediano (figura 508c), que «evaporizan» también sustancias de efectos permanentes, vaciando previamente al aire. Aun no existen muchas experiencias con la penetración de las partes no dañadas de los tomos. Por lo menos no conviene poner los libros totalmente cerrados. La aclaración definitiva de la penetración regular es de gran interés práctico, debido a la facilidad del uso de estas cámaras y el reducido costo (menos de la mitad que los tratamientos a pistola y con aerosoles). 742

La capacidad de las cámaras pequeñas, respectivamente su número, se calcula por el numero de tomos que entran a la biblioteca por ano y al que se desea tratar, dividiendo por cien; lo que resulta es el número de tomos que debe ser posible tratar simultáneamente.

Tapas de madera y lomos fuertes no siempre son bien penetrados en las cámaras por los gases. En estos casos es conveniente inyectar los líquidos conservantes que se suelen usar en la restauración de tallas de madera. Existen tipos que simultáneamente endurecen de nuevo a material dañado (Poimasol-cndureccdor, por ejemplo). Son combinaciones de soluciones de conservantes duraderos, preferentemente a base de sales metálicas orgánicas e insecticidas, más los derivados de celulosa que sirven para recuperar la resistencia de las fibras. La figura 509 indica un frasco inyector que consideramos práctico para estas labores.

6db-e)

Esterilización

total por radiación gamma (del cobalto)

No se ha usado aún en bibliotecas más que para ensayos, porque existían dudas sobre el efecto en la macromolécula de la celulosa, posiblemente afectada por fuertes radiaciones, según ciertos resultados del año 1960 [JET y colaboradores (188A) y O K A D A (291A)]. Entre tanto se ha perfeccionado mucho la técnica y se puede estudiar de nuevo el procedimiento, que en sus resultados de esterilización es perfecto. Su extraordinaria ventaja para un archivo grande estará en la esterilización total de insectos, ácaros, hongos y bacterios, siendo posible hacerlo en paquetes cerrados herméticamente, conservándose así la esterilidad durante plazos prolongados. Para centros que recogen gran cantidad de materiales procedentes de otros sitios, también desde el punto de vista higiénico para el personal, sería una notable ventaja. Para múltiples aplicaciones el sistema se ha industrializado ya y se ha obtenido en los últimos años notable experiencia práctica, preferentemente en el uso para fines medicinales y en la industria de alimentación. También ha sido propuesto recientemente de nuevo para el uso en archivos de Alemania (GULBRECHT y K U E H N , 140B). M

Como material radiante se suele usar cobalto (Co , que tiene un valor medio de duración de 5,26 anos), pero también cesio (Cs'") se puede usar. Las instalaciones pueden ser de trabajo continuo (figura 517), con cintas transportadoras que mueven los paquetes a tratar, pero existen también instalaciones pequeñas de trabajo discontinuo.

743

Pata esterilizar libros con insectos, bacterios y hongos, como bibliófagos, se necesita una radiación gamma de ~ 3 , 5 K-rad.; máximo es SO K-rad. en caso de determinados insectos y bacterios; para ciertos hongos hacen falta hasta 100 K-rad. B b U A K O W A (22A) determinó en libros y con cobalto, la total destrucción de esporas de hongos bibliófagos con unos 650.000 fer (*), cifra que probablemente coincide con los modernos resultados, porque no cita laterales efectos negativos. La radiación de rayos X teóricamente también es útil; en la práctica no, porque serian plazos muy largos y la penetración es de poca profundidad. A l contrarío, la de cobalto es bastante grande y regular. Aparte la duda por la reducción de la polimerización, no es nocivo el tratamiento. No aumenta la temperatura ni altera o contamina radiactivamente a otros materiales, porque la propia energía es demasiado pequeña para esto. Para el personal que trabaja en una instalación debidamente montada, no existe ningún peligro. Se ha propuesto encerrar los objetos, antes de su tratamiento, en fundas de plástico cerradas por soldadura, quedando entonces el material estéril entre tanto que no se rompa la funda. Ante el creciente peligro de la contaminación atmosférica en las ciudades, se consigue así también una perfecta solución de la defensa contra factores abióticos. Lo que se debe procurar es que el plástico, usado como funda, sea inofensivo, como, por ejemplo, politeno, y que la soldadura se obtenga en frío por descarga electrostática. Para esto existen también instalaciones muy simples de uso industrial. Aún no se ha investigado exactamente la verdadera reducción de la polimerización de la fibra en papel. Si la hay, probablemente es muy pequeña con la dosis que se suele usar (3,5-10 K-rad.) y seria conveniente compararla con la reducción normal, por envejecimiento y por la acción nociva, por contaminación atmosférica. Bajo este aspecto, el procedimiento serla, incluso, aceptable en caso de una ligera reducción, si la misma es inferior a la producida por el envejecimiento a causa del ambiente. Para la determinación del grado de polimerización media en celulosa se debía usar la norma francesa N F T 12-005; detalles adicionales ha descrito S A N T U C C I (345A) para la investigación de papel. Lo que ya podemos considerar como asegurado es que la radiación gamma (*) La antigua determinación, «fer», del fluido de radiaciones que pasa por centímetro cuadrado, no se puede transformar por cálculo en valores «rad.» o «K-rad.», que son la dosis de radiación recibida y que hoy se suele usar internacionalmente para fijar la dosis de radiación. La dosis letal es variable según el organismo afectado y según nuestras exigencias al término «estéril». Se expresa al mismo estadísticamente por la probabilidad de encontrar un solo germen por cantidad de unidades tratadas. La seguridad que se suele conseguir por radiación apropiada es 1 : 10* hasta 1 : 10*, inalcanzable por otros procedimientos. 744

no ofrece ningún daño en pergaminos, porque la esterilización de pieles ha sido estudiada y resulta que incluso el catgut (hilo obtenido de la tripa de gatos y que se usa para las costuras quirúrgicas) se esteriliza hoy mediante radiación gamma.

Los costos de estas instalaciones son relativamente elevados y cada cinco años hay que cambiar la carga, pero en centros grandes se compensarían pronto por la facilidad de la manipulación y el gran volumen de objetos a tratar.

6dc)

TRATAMIENTOS CONTRA FACTORES NOCIVOS INTERNOS

Su objeto son la acidez por ácido sulfúrico y cloro libre, en raros caso, de una contaminación atmosférica, también ácidos fosfóricos, etcétera, y modernamente debemos ocuparnos de la lignina. 6dc-a)

Desacidificación

o neutralización

del papel

Como es conocido, debemos la técnica mayormente a B A RROW (014-3). Existen dos caminos principales, el tratamiento por baño y por pulverización. Más perfecta es la neutralización en los baños, pero, naturalmente, este proceso no es útil para libros. Para documentos sueltos damos preferencia al baño. El valor pH óptimo a conseguir es 8,5-9, como ya hemos deducido anteriormente de la figura 483. Las combinaciones de productos a usar las hemos tratado en el capítulo 5de). Damos preferencia al tratamiento con una combinación de carbonato magnésico básico, fabricado partiendo de la «magnesia usta», que resulta en una presencia parcial de hidróxido de magnesio, más silicohidróxidos del sodio, que son el «vidrio líquido» de los alemanes ( alemán Wasserglas). Las ventajas se explicaron en el citado capítulo 5de-c). La combinación aquí recomendada, o cualquier otra de las que citó BARROW, se debe comprobar en la práctica antes de usarla. Si hay excesos de carbonato magnésico se nota en el papel una ligera blancura encima del texto. En nuestra combinación basta aumentar la parte del silicohidróxido de sodio, sin aumentar la concentración de la totalidad de productos; en los tipos indicados por BARROW se debe aumentar el dióxido carbónico en la solución y esperar a que se equilibre la situación; tarda unas horas. 745

Tratamiento en baño Se procede a tres baños continuos: primero, en solución al 0,15-0,20 por 100 de la combinación de carbonato básico de magnesio con el hidróxido de magnesio se mantiene las hojas durante unos 10-30 minutos, luego se pasa un baño de agua para quitar los restos de solución adherente y por fin se pasarán al baño de los silicohidróxidos del sodio, que se corrige según la figura 485 en su concentración, haciendo unos ensayos previos del valor pH que queda en el material en cuestión una vez secado. Si los tratamientos son para una cantidad elevada de documentos, conviene montar la instalación que muestra la figura 506. Usando soportes en que se fijan gran cantidad de documentos mediante pinzas de plástico (fijar en tres puntos para que no floten las hojas), se puede realizar simultáneamente el tratamiento de unos 50-100 documentos y pasarlos todos juntos de un baño al otro. A l final se deja secar en el mismo soporte en un sitio aireado. Hace falta tener suficientes soportes. El plazo del secamiento suele corresponder al mismo de unas 20-25 operaciones de bañar y también la colocación de las hojas requiere tiempo, por tanto, un equipo de menos de 36 soportes no permite trabajar en forma continua. Procurar mayor temperatura en una cámara con paso de corriente vertical, calentando el aire es útil; la temperatura debia estar en 40-50° C. Entonces se puede calcular con un equilibrio entre los plazos de poner las hojas y de secar. Un equipo de aproximadamente 15-20 soportes basta en este caso.

También se puede secar sobre planchas templadas (figura 503), pero es más trabajo. Conviene añadir a la solución del tercer baño uno 5 por 100 de acetona, que aumenta mucho la penetración. Es muy conveniente en material grueso para conseguir un reparto homogéneo. Además seca con mayor rapidez. Estar el personal continuamente en una habitación que lleva vapores de acetona no conviene; se hace la adición sólo disponiendo de un sitio para secar separadamente. Tratamiento a

pulverización

Para estos tratamientos se prepara las combinaciones de sales en una sola solución y con adición de un 30 por 100 de alcohol

746

etílico. Entonces se pulveriza verticalmente sobre los libros, pasando hoja por hoja. Distancia y cantidad de pulverizar se prueba con anterioridad para cada tipo de material. E l resultado se controla con pH-metro y su error metódico con indicadores universales [véase capítulo lfb-a)], siendo, naturalmente, necesario este control solamente cuando algo ha cambiado (el material, la carga de los productos a usar, etc.). Los métodos de control para el valor pH descritos por BARROW hoy ya son históricos desde que existen los indicadores universales. Para obtener una niebla muy fina del tipo aerosol y que su aplicación sea de cierta presión de impacto, para que sea homogéneo el tratamiento en todo el objeto, conviene usar una pulverización a chorro de aire con una cabeza de pulverización cuya cámara cilindrica en que se mezcla el líquido con el aire es graduable. La figura 505 indica su sistema. Alargando el cilindro, dando vueltas a la boca roscada, hasta que todo líquido sale como niebla, se puede ponerla a punto en cada momento. Cambiará la longitud necesaria del cilindro según viscosidad, presión de aire y temperatura. Por tanto, son inútiles los tipos fijos o poco regulables, como los de las pistolas para pintar, útiles pueden ser las pistolas de petrolear, como luego se describe para otros tratamientos, pero no son fácilmente practicables en la posición vertical y su regulación no es la óptima. Para tratamientos en serie conviene montarse una instalación como indica la figura 507. Con muy poca electrónica se llega a un sistema semiautomático que es muy cómodo. Una vez regulada la aspiración del liquido, la mano derecha empuja la palanca, poniendo asi la cabeza de pulverización encima del objeto y disparando simultáneamente, por el contacto en el tope del movimiento, la válvula electrónica del compresor (que a su vez hoy suele llevar un control automático de su presión que es regulable). La mano izquierda queda libre para mover las hojas en el ritmo oportuno. Cuando la mano derecha suelta la palanca retrocede la cabeza a la posición lateral (conviene poner un recipiente debajo, siempre gotean un poco los cabezales parados), se interrumpe el contacto y la instalación se para. Puesto otro libro, la maniobra puede empezar de nuevo.

Para secar los libros tratados, se han tenido varias ideas, como la de la figura 501, colgar los libros de varias formas, etc. A nosotros nos ha parecido lo más práctico montar unos listones con perforaciones en que cabe un brazo de unas pinzas de ropa y, poniendo al libro dos, o cuatro si es grande, se coloca al mismo fácil747

mente boca abajo con hojas sueltas. Con o sin secador de cabello, el secado será sin mancha (figura 502). Un resultado correcto de este tratamiento exige más cuidado que los baños. Es necesario estudiar previamente la cantidad de la solución a usar, controlar su aplicación en realidad. Para esto hay que pesar el primer libro antes y después del tratamiento para saber la cantidad absorbida. Cálculos sobre la cantidad consumida llevan el error de las nieblas no absorbidas por el libro. Ligeros excesos no son dañinos, solamente se tarda un poco más en el secado.

6dc-b)

Tratamiento previo de papeles de lignina (madera)

La eliminación de la lignina no es posible, por tanto, debemos modificarla hasta que no se quede débil o protegerla. La substitución con bromo aumenta mucho su resistencia al envejecimiento, incluso hace incombustible al papel, si contiene mucha pasta de madera. Según nuestro criterio sería necesario hacerlo con todo lo que se archiva entre papel de periódicos, etc.

Substitución

de papel con bromo

Se necesita un baño de vidrio (acuario) con tapa hermética. En el baño se pone una solución de bromo al 2 por 100 y se mantiene el papel a tratar en el baño con una temperatura no superior a 25° C hasta que se ha conseguido una absorción correspondiente. La determinación de lo necesario que debe absorber el papel es muy complicada en tcorfa. Se dcbia determinar para cada tipo de papel su contenido de fibra de madera, con luz de Wood y mediante muestras de comparación, previamente determinadas en su contenido por reactivos y control microscópico; esto es (relativamente) lo más rápido. Luego se intenta llegar al máximo de la substitución, calculando de la misma un cierto porcentaje (normalmente valen dos tercios del máximo) y, a pesar de esto, dudamos que el resultado sea útil. Pero todo esto se hace mucho más fácil en la práctica. Primero se substituye a un papel de periódico corriente, hasta el mínimo para que no arda, y se toma como muestra patrón en la luz de Wood. De las otras muestras no hace falta valorizar su contenido, se determina simplemente, con un fotómetro sensible, la diferencia de su luminosidad en la luz de Wood, aumentando la cantidad de bromo prevista para absorber, si la luminosidad disminuye y al revés si ella aumenta. Desde luego la proporción no será nunca aumentada en forma lineal,

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el aumento o la reducción debe ir a más en los extremos, pero el margen en la substitución es suficientemente grande para que un cálculo, muy a ojo, todavía sea válido.

Después del baño en la solución de bromo, se lava en una solución de carbonato amónico al 0,5 por 100 que transforma a los restos del bromo no fijado en bromuro amónico, tan soluble que se consigue librar el material totalmente con un simple baño de paso. Como tercer baño se puede usar una solución de un absorbente de la luz U V (figura 455) de los tipos que cubren aún la banda de 3.800-4.000 A ( - 71,5-90 kcal/Mol abs.; véase figura 458).

6dd)

DEFENSA CONTRA FACTORES ABIÓTICOS EXTERIORES

Varios productos reducen el envejecimiento, por evitar el contacto directo con el oxígeno del aire. Usando simplemente gelatina, se observa ya efectos positivos. Modernamente se han desarrollado varios derivados plásticos, esteres de la celulosa misma y colas de resinas sintéticas que protegen incluso contra la contaminación atmosférica. En el capítulo 5da-d) hemos citado ya los trabajos de F . G A LLO (130A-3) y los productos, en parte comprobados también por nosotros. Recientes exposiciones violentas contra ambiente de ácido sulfúrico las citamos más adelante [en 6dd-b)l.

6dd-a)

Defensa mecánica del interior de libros contra factores nocivos de la encuademación

No es raro el caso de libros que son de buena calidad de papel, pero se ha ahorrado indebidamente en la calidad de la encuademación, poniendo cartones áiidos. Se conoce el defecto por tener el libro su daño en las primeras y las últimas páginas, reduciéndose hacia el centro. Un tratamiento, solamente de las hojas, no elimina la causa del daño, pero al cartón difícilmente se llega y menos se consigue neutralizar sin deshacer toda la encuademación. En este caso se procura aislar el interior hacia las tapas. Se puede aplicar productos aislantes sobre el interior de la tapa o pegar una hoja de papel de barrera al mismo sitio. Si hay disponible el 749

papel (son tipos fuertemente impermeabilizados con resina de melamina o trimetilolmelamina y con carga de estearato de zinc o magnesio) es preferible pegar la hoja. En caso contrario se aplica una solución de «alcoholes» polivinílicos (¡son esteres!) o de trimetilolmelamina. Son unos polvos blancos que se disuelven al 2-3 por 100 en agua recargada con estearato de zinc o de magnesio (al 1 por 100; pero se mezcla muy mal, se debe usar una batidora. Conviene añadir alcohol y unas gotas de formol a las preparaciones a base de melamina). De esta solución se da varias manos, no esperando con la próxima mano hasta que esté totalmente seca la anterior; si aún está medio húmeda, hay que dar la próxima mano. La cantidad depende de la absorción que se observe. Cuando una mano ya no sea absorbida, es bastante. A l final, con una plancha de ropa, a temperatura para tela de lino, se obtiene la polimerización, haciendo impermeable la capa aplicada. Inconveniente es pegar hojas de plástico como protección, incluso pueden ser dañinas, si es plástico de cloruro polivinílico. Son ineficaces toda clase de colas, salvo resina de melamina, que no vale tampoco si no se pega con 125° C (con planchadora de ropa y calor para tela de lino).

6dd-b)

Protección directa contra la contaminación y la insolación

del aire

Se citan varios ensayos con diferentes tipos de colas; nosotros también comparábamos los efectos de colas y de los grupos de acetatos de celulosa del n 2,4 («Poimate RES 18»). Aplicábamos cola de resinas de melamina (a 125° C), acetato de polivinilo, carboximetilcclulosa (todos éstos en solución acuosa al 1 por 100) y Poimate RES 18 (en puro 1 por 100 sustancia activa). Además, todas estas sustancias también después de un previo tratamiento con una solución de bórax (en agua al 1 por 100). Luego se expusieron las muestras, en una cámara herméticamente cerrada, tres meses a un ambiente de ácido sulfúrico y de 40° C. La reducción de la resistencia al doblaje que se observó era: probetas no tratadas, 93 por 100; tratadas con acetato de polivinilo, 90 por 100; carboximctilcelulosa, 89 por 100; probetas tratadas sólo con bórax, 89 por 100; acetato de polivinilo y bórax, 88 por 100; carboximetilcclulosa con bórax, 60 por 100; Poimates RES 18, 25 por 100; cola de resinas de melamina, 18 por 100; Poimate RES 18 con bórax, 7 por 100; cola de resinas de melamina con bórax, 4,5 por 100.

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Es aparente que se debe usar previamente un estabilizador del valor pH, como es el bórax, y luego un éster del acetato de celulosa o cola de resinas de melamina. Por lo complicado que resulta cualquier tipo de estos tratamientos, siempre serán útiles sólo en casos especiales. La protección directa contra la luz, de documentos muy valiosos, se hace mediante planchas de meta-acrilatos («Plexiglás»). Por ejemplo, la Magna Charta en el British Museum está protegida así. Se ha propuesto encerrar en una bolsa de plástico a documentos quebrantados, sustituyendo el aire por el gas helio, para que no se dañen más por la contaminación. Nos parece un procedimiento aparatoso e innecesario. E l tratamiento con sustancias como el «Poimate RES 18» será mejor.

6de)

MEJORAMIENTO DE LAS CALIDADES MECÁNICAS DE UN PAPEL

Si un papel está quebrantado, la restauración procuraba recuperar su resistencia pegando el documento sobre papel de seda chino o japonés. Buscando métodos más eficaces y fáciles de realizar se han desarrollado varios sistemas.

6de-a)

Laminación

Uno de los primeros caminos estudiados ha sido la laminación mediante hojas de acetato de celulosa de baja esteríficación de n < 2,35 (véase figurara 480). Sobre el sistema existen infinidad de publicaciones y estudios. Era en su día necesario aclarar temperaturas, presión y forma de prensar. Se discutía la conveniencia de seguir con la hoja del papel de seda debajo del documento, etc. Se destruyeron documentos con la laminación por ambas caras, porque el interior fermentaba y se ponía oscuro lo que se deseaba proteger, debido a la acción de ciertos bacterios que de repente se encontraban en una microcámara de incubación. Se ha visto que la lámina de acetato de celulosa no resiste tampoco a los bibliófagos y a la contaminación del aire, etc.

Todo esto es, hoy día, mayormente histórico. Entre tanto que un documento puede pasar en su tamaño por el sistema de revelación a calor de una máquina fotocopiadora, se usan estas máquinas y láminas industriales cuya resistencia mecánica hace sobrante cual751

quier otro refuerzo. Con la laminación por una cara basta. Conviene usar previamente, de todos modos, algún tratamiento antibiótico para conservar bien el objeto dotándode con una protección para todo. La probabilidad de que después de la laminación se presente alguna fermentación de bacterios no es nula, pero muy reducida ya. A l contrarío, hemos comprobado que hongos e insectos destruyen en forma casi igual a la lámina del acetato de celulosa que a papel.

E l sistema es útil entre tanto que el papel está aún en un estado de conservación que permite su paso por la máquina. (La misma está doblando la hoja sobre un rollo de 5-6 cm de diámetro.) Si no es así, hay que recurrir a los tratamientos que se expone a continuación. 6de-b)

Impregnación para reendurecer papeles y pergaminos quebrantados

Papel Se intentó por varios caminos recuperar la elasticidad del papel por impregnación. Los ensayos más antiguos usaron goma arábiga y alginatos, pero poco aumentaron la resistencia. Cierto adelanto representaron los esteres de polivinilos y las metilolmelaminas, pero cambiaban totalmente el carácter del papel y no mejoraron la resistencia al doblaje. Por fin nos era posible desarrollar un tipo útil. Con ocasión de intentar resolver la conservación de los ya tantas veces mencionados papeles de «arroz» de la Audiencia de las Filipinas, hemos comprobado sistemáticamente a las sustancias posiblemente útiles, y resultaba como mejor en su resultado la banda de n 2,4 de los acetatos de celulosa que nunca se hablan usado para la restauración, siendo en realidad el grupo de las sedas artificiales.

Con este material, aplicando disolventes algo complicados en su composición [deben contener sustancias de menor presión de vapor ( reducida fuerza de evaporización), mezcladas con alguna sustancia muy volátil, para que se consiga penetrar totalmente a los microporos de las fibras quebrantadas], hemos obtenido el «Poimate RES 18». Una vez endurecida la sustancia penetrada, a consecuencia del secamiento de todos los disolventes, la fibra ha recuperado bastante elasticidad y resistencia. La figura 481 indica el resultado. 752

La fabricación del tipo especial no es muy complicada, pero se necesita un laboratorio dotado para la síntesis orgánica. Caseramente, partiendo de la seda de acetato, disolviéndola, no se consigue resultados satisfactorios; se debe sintetizar bajo exacto control del grado de esterificación.

Pergaminos En forma similar al papel se recupera pergaminos quebrantados, extrayendo primero toda la grasa. Para este fin se trata al pergamino primero con un baño de aguarrás, luego en otro de acetona y por fin en éter puro. A continuación se usa «Poimate RES 18», u otro producto similar, añadiendo 0,5 por 100 de un ablandador de cuero, como titanato butílico, 0,2 por 100 ceresina y 0,1 por 100 resina de silicona. Si se quiere aumentar más la resistencia hay que repetir este tratamiento con el producto citado del éster triacético de celulosa, pero sin los demás aditivos. Textos borrados o ilegibles no conviene revelar en el pergamino, si bien es posible; lo usual es fotografiarlos con luz U V .

6e)

Los TRATAMIENTOS EN DEFENSA DIRECTA DE BIBLIOTECAS Y ARCHIVOS

La defensa de este tipo se distingue de los tratamientos del objeto por su concepto global: puede incluir los objetos del archivo y el edificio o limitarse al último. De la defensa indirecta se distinguen, sin separarse totalmente, por actuar normalmente en forma agresiva directamente contra los bibliófagos. L a defensa indirecta, al contrario, procura cambiar las condiciones en la biblioteca en un grado que ya no se pueden establecer plagas más que en casos accidentales. Esto último es, naturalmente, lo ideal, pero hasta que no hayamos reconstruido en forma idónea todas las bibliotecas o los archivos, los tratamientos directos son el medio más seguro de la defensa.

6ea)

NECESARIAS CONSIDERACIONES

PREVIAS

A U N TRATAMIENTO

Son decisivas estas consideraciones, de las mismas depende el éxito del tratamiento. Siempre son planes casi estratégicos y deben 753 48

basarse en estudios previos de la situación. Tratamientos a la buena pueden ser y han sido contraproducentes. Naturalmente, no se puede exigir al director de cada biblioteca que domine la técnica de estos procedimientos. Por tanto, es correcto, si se busca la preparación del plan de defensa por un especialista y luego se mira quién ejecuta lo que se debe hacer. Una parte, especialmente si son cosas que se repiten frecuentemente, puede realizar un personal local, una vez instruido adecuadamente. Tratamientos que se repiten solamente cada ocho o diez años, o que exigen especialización, como la defensa contra termites, no conviene hacer por su cuenta. E l daño puede ser mayor. Conocemos casos concretos en los cuales bibliotecas importantes han tenido contratos para tratar con insecticidas todos los libros que entraban en sus depósitos y que se realizó siempre de un modo espectacular; a pesar de que el procedimiento mismo y la necesidad para esto es dudoso cuando en la biblioteca misma no existe un control continuo. Hasta que no ocurrió algo grave, el negocio ha sido perfecto; y cuando se observaron en uno de estos casos daños desconocidos, han sido declarados como simple daño de ratones por la equivocada creencia de que no pueden ser insectos, y en realidad eran termites. Hasta que se aclaró el caso, más de SO tomos de mucho valor ya quedaban destruidos totalmente. Que nuestra insistencia sobre estos aspectos no es opinión particular, se puede deducir de un hecho significativo en los Estados Unidos: E l estado de California y varios otros amenazan a los que realizan tratamientos de edificios contra termites, sin ser reconocidos por los técnicos estatales para estos trabajos, con arresto mayor (por ejemplo, Political Code of the State of California, III, V , IVa, § 232, 9). Esto en un país que por excelencia reconoce la libertad del ejercicio profesional.

Los tratamientos deben estar, naturalmente, en proporción a los resultados que se necesita. Rige lo mismo que hemos dicho al principio de las consideraciones sobre tratamientos de la restauración. La primera pregunta es, si existe realmente un peligro que justifique la intervención. Y si llegamos a la afirmación, como será siempre en un caso de termites, tampoco podemos usar procedimientos excesivos, como en un caso recomendó un «técnico» de la escuela de agricultura en cierto pais alpino, desinfectando el suelo con residuo atómico para matar unos pobres termites.

En irse al mínimo, pero que sea seguro, está el arte. En la elección de los productos importa una congruencia de los plazos de efectos, para que se pueda fijar un ritmo en que se debe repetir la aplicación. Sobre el estudio de los plazos existen bastantes datos de experiencia práctica. De importancia es conocer las curvas, 754

del comportamiento a largo plazo, para poder formar criterio. L o hemos explicado ya en el capítulo 5ca) y con las figuras 476 y 477. Todo tratamiento debe ser acompañado y seguido por un control regular que asegura que no se presentan plagas imprevistas. Ha sido uno de los principales fines de dotar nuestro libro con tantos dibujos y detalles dar con ellos los medios para este control. Casi nunca podemos observar los bibliófagos en pleno, salvo cuando es muy tarde. Normalmente se encuentra unas señales ocultas, unos excrementos, restos de alas, aserrín, virutas o ligeros daños, unas minúsculas avispas en las ventanas que pueden ser los parásitos de unos bibliófagos, aún no vistos por nadie, etc. Todo esto nos debe servir como pista a seguir. Es algo como el trabajo del detective o del contraespionaje, para descubrir al enemigo, ya cuando se infiltra. Conviene que el sistema de este control sea fijado por un especialista en cada caso concreto, considerando los peligros locales del emplazamiento. También la elección de los productos a usar entre los industriales del mercado requiere mayor exactitud, porque los mismos están preparados casi siempre para cierta finalidad. Usándolos para otros fines, sin conocer las consecuencias, no es admisible. Es normal que para el efecto práctico importa más la preparación del producto en sus componentes laterales que el tipo de la sustancia activa. Ésta podemos cambiarla normalmente con mayor facilidad que el sistema de penetración, etc. No se puede subrayar demasiado esto en caso de tratamientos contra humedad y para la defensa contra termites y ratones. Ensayos de un particular para aclarar la utilidad de productos industriales son, naturalmente, un absurdo. Por fin, existen unos aspectos que debemos respetar, a pesar de que, desde el punto de vista de una ciencia aplicada racional, carecen totalmente de base. Nos referimos a las creencias populares y de ciertas religiones. Particularmente no podemos ver profanación ninguna, si defendemos bienes culturales con medios técnicos modernos y mayormente hemos tenido experiencias buenas. Cuando nos ocupábamos de la defensa de la biblioteca de E l Escorial contra la agresión de termites subterráneos, ni habia reserva en abrir las tumbas del claustro y, de broma, pero con cierto sentido de justificación del concepto entre los curas responsables, nos ofrecieron de antemano la absolución en caso de matar también a alguno de ellos, si fuera necesario, para salvar la famosa biblioteca.

755

Por otra parte, conocemos casos contrarios muy lamentables que preferimos olvidar. Negarse a la aplicación de los productos en la iglesia de un pueblo, hasta que no cambiase la luna, ha sido lo de menos. Colegas nos han contado de países budistas, y P L U M B E (307-2) lo cita también, que se ofrecen problemas en los tratamientos por los conceptos decididos de budistas y de hindúes en no matar, ni a una mosca. Es difícil calificar esta negación, si el responsable de la decisión negativa manifiesta tan tajantemente su creencia de que dispone en su casa de sirvientes a quienes deja dormir durante el día en su cama, para que las pulgas y chinches se alimenten de él y dejen en paz al dueño durante la noche. También parece agradable, si en ciertos pueblos de Malasia se considera sacrilegio, molestar a las mariposas, por ser las almas de los difuntos; ante esto falla toda diplomacia y psicología; debemos entregarnos. ¿Pero como protegemos entonces nuestros archivos? 6eb)

TRATAMIENTOS CONTRA MICROORGANISMOS

La presencia de daños por hongos y de fermentaciones por bacterios, no se pueden eliminar eficazmente por algún tratamiento del edificio. E l mismo debe ser saneado de su exceso de humedad [véanse capítulos 8ab) y 8ac)l. E l uso de fungicidas, por la omnipresencia de las esporas, nunca puede eliminar las infecciones mientras existan condiciones favorables para su nueva introducción. Un tratamiento de los libros o legajos puede poner fin a la destrucción para cierto plazo y es razonable en casos de mal alojamiento que no se puede resolver en seguida. En estos casos suelen estar presentes también insectos bibliófagos y se procede entonces al tratamiento combinado que describimos en el siguiente apartado 6ec). Conveniente puede ser el tratamiento del edificio en caso de presentarse graves casos de alergias. La probabilidad de que sea a causa de las esporas de hongos (Alternaría, Cladosporium y otros géneros) es bastante elevada, si el edificio es viejo y mal ventilado, o en caso de que lleve una instalación defectuosa de climatización. Estas afecciones se presentan en ciertos momentos del año; en clima con verano e invierno, normalmente hacia el otoño; en el trópico y subtrópico, al final de las estaciones de sequía. La acción del saneamiento debe ser compleja en todo el edificio, cubriéndolo hasta el último rincón. Sólo con una masiva aplicación de aerosoles se puede penetrar totalmente a un edificio, porque los aerosoles se portan ya muy parecido a las nieblas, que penetran por su cuenta y regularmente todo espacio aéreo, depositándose en las superficies. 756

Los fungicidas a usar pueden ser tetracloro-isoftalonitrilo, ácido mucoclórico, amonios cuaternarios, etc. Se aplican preparaciones acuosas con adición de un 30 por 100 de alcohol mediante un compresor y pistolas de petrolear. Es importante que el compresor tenga una potencia suficiente para que se pueda graduar la pistola a un tamaño muy fino de partícula y que, a pesar de esto, se consiga la emisión instantánea de una elevada cantidad de producto. E l efecto depende de conseguir, en un plazo muy corto, sobrecargar la atmósfera del interior con la niebla del aerosol. También existen aparatos con turbinas especiales que mecánicamente provocan la «atomización» de las sustancias, llegando a un tamaño de aerosol similar que con el citado procedimiento a chorro de aire. Si los aparatos son grandes, pueden valer bien; normalmente no alcanzan con su volumen las cantidades necesarias de emisión instantánea. En sitios de gran frecuencia pública y en un clima tropical húmedo el tratamiento es recomendable en las temporadas anteriormente mencionadas por motivos de higiene en general; también, aunque no se presenten alergias, porque son fáciles de realizar y no son costosos. 6ec)

Tratamientos contra bibliólogos

en general

Bibliotecas y archivos en que se han desarrollado plagas de insectos y, en los casos anteriormente explicados, también si hay hongos en exceso, pueden ser saneados de golpe con tratamientos de sus existencias. Estos tratamientos deben tener cierto efecto duradero para que la eliminación de los bibliófagos sea total. En casos de plagas declaradas no valen, por ejemplo, métodos como el paso regular por una cámara de gases simples, porque se mata solamente lo presente, pero será repoblado en seguida el objeto desinsectado si en la estantería de enfrente quedan bibliófagos hasta cierto tiempo posterior. Sobre los plazos de duracón que son necesarios, se puede solamente especular. Depende de que la infección sea más bien accidental, por la introducción de nuevas existencias ya infectadas, o que en la región sea frecuente que se produzcan infecciones, por tener un clima adecuado para el desarrollo de insectos bibliófagos (en España todo el litoral, por ejemplo), o que el edificio esté en condiciones climáticas no muy favorables que fomenten cualquier plaga que se presente por casualidad. En el primer caso, de una infección puramente accidental, no existe necesidad de una duración superior a un año y, por el concepto genérico de acercarse siempre más bien al minimo necesario, se recomienda evitar sustancias de muy larga duración. En la mayoría de los casos, al contrarío, como en el litoral de nuestra Península, debemos suponer que existe cierto peligro permanente y entonces debemos procurar un máximo de plazo en la duración. 757

Con combinaciones de los insecticidas de larga duración y las sales complejas de los fenoles, clorados y/o substituidos, con zinc o el magnesio, se llega fácilmente a una duración del efecto en el orden de diez años en adelante. También con los derivados de los mismos metales de los carbamatos cíclicos y los salicilanilidos se llega a plazos similares. E l uso de uno u otro depende de las disponibilidades y del costo; decisivo para el resultado es la formulación del producto portador y no tanto las sustancias activas. Importante es que se consiguen en la aplicación verdaderos aerosoles que se fijan bien en el papel y que secan al instante. Bajo «seco» se debe comprender que los disolventes se han evaporizado en un porcentaje tan elevado que las sustancias activas están fijadas en la fibra del papel sin que rccristaliccn, salvo en una aplicación de exceso. Que a simple vista parece seco el papel tratado, no justificarla nada. Bajo el término aerosol se entiende preparaciones que, pulverizadas en gotas muy finas, deshacen estas gotas «por explosición», evaporizándose instantáneamente de los mismos parte de su disolvente, dejando el resto deshecho en múltiples gotas, aún más pequeñas que las de la pulverización. Su tamaño se acerca entonces al mismo de una niebla seca y tiene, por tanto, el movimiento de BRAUN, que permite a la niebla repartirse en el aire, como se disuelve el azúcar en el café. Efectos menos homogéneos, pero parecidos, se consigue con nieblas de productos «evaporados» a temperaturas algo elevadas, si es en cámara de fumigación cerrada y a vacio; en habitaciones son ineficaces. En el mercado español está muy experimentado el producto Poimate-Acrosol, que ha sido desarrollado en su dia bajo nuestro control y es de destino exclusivo para el uso en archivos y bibliotecas. Recientemente se han usado también productos similares en cámaras de fumigación a vacio mediano (figura 508c). Su duración será asi también muy aceptable; lo que aún queda a comprobar es la regularidad de la penetración. Para el tratamiento en las salas se usa un compresor y una cabeza de pulverización por chorro de aire (figura 505), con la aspiración regulable, como lo hemos visto ya en la neutralización de libros a pulverización (figura 507). En lugar de la cabeza de pulverización, también valen pistolas de petrolear (no las de pintar) si tienen boca regulable (figura 511). En el tratamiento se debe llevar careta antigás, o por lo menos careta de esponja mojada y gafas, lo último sólo en casos de que se trabaje en sitios muy bien ventilados. No conviene usar guantes de protección, dificultan mucho el trabajo y realmente no son necesarios. Si alguna persona que interviene directamente en la aplicación es muy sensible con la piel a ciertos germicidas o disolventes, una pomada de lanolina con siliconas es suficiente como protección. Es importante que el personal no tome alcohol antes, durante y varías horas después del trabajo, salvo cervezas, que tienen, en moderada cantidad, efectos positivos. 758

Según nuestras experiencias, radica el principal problema sanitario en la posibilidad de respirar cantidades inadecuadas de los vapores del disolvente, que se nota en mareos y náuseas. Personas que profesionalmente usan productos de esta clase, no padecen síntomas por los insecticidas que realmente no pueden pasar las caretas, ni debian llegar a las mismas si el producto está correctamente formulado. Lo que hemos visto, en un caso, era que personas ajenas reaccionaban hipersensibles (con diarrea y dificultades de equilibrio), sin que esto tuviera consecuencia alguna. Conviene que se aparten del trabajo.

El proceso del tratamiento es el siguiente. Se pone unos cuantos libros, medio abiertos, sobre una mesa y, una vez regulado el tiro de la pistola, probando el efecto sobre una hoja suelta para que no se noten zonas mojadas ni en el primer impacto, se aplica el producto contra la parte abierta del libro (figura 511). Con un poco de habilidad se consigue mover las hojas del libro con el mismo chorro de aire. Así penetramos con la niebla entre las hojas hasta el lomo. Además, el tratamiento, moviendo las páginas a chorro de aire, es muy rápido, se consigue varios tomos al minuto. A l final se da un poco también al interior del lomo y se cierra en seguida los libros, reponiendo la partida por otra, impregnando siempre por golpe lotes enteros, para reducir al máximo la pulverización en balde. Si se trata a legajos, conviene abrirlos de forma parecida, es decir, no soltar totalmente la cuerda y ponerlos también en pie. Si se pone encima de las tapas alguna pequeña tabla, también es posible mover con el chorro de aire a las hojas y penetrar con la niebla hasta el otro lado del legajo. También en caso de que algún punto no se hubiera alcanzado, por descuido o movimiento irregular de las hojas sueltas en los legajos, el tratamiento surte efecto total. Debemos imaginarnos la situación como un campo de minas en la guerra. Quien sabe donde están, puede pasar el campo; sin saberlo, más tarde o más temprano toca, a pesar de que las minas están a distancias de 1-2 metros. Cualquier movimiento de bibliófagos, posterior al tratamiento, los deja tocar en sitios impregnados y asi se reduce la población a cero en un plazo muy corto.

E l tratamiento sin cámara es lamentablemente muy aparatoso, pero el chorro de aire + aerosol es de momento el único medio seguro para penetrar totalmente a un libro. Para realizar los tratamientos en bibliotecas de elevado número de tomos, hay que organizar el transporte de las existencias al sitio del tratamiento y el retorno sin que se produzca desorden. Para este 759

fin se puede usar soportes (tablas con topes a los lados para que no caigan los libros), numerándolos y protocolando el sitio del origen más el número del soporte. Entonces se necesita: una persona que da la salida y dirige la entrada mediante sus anotaciones, unas 2-4 personas (según la distancia a recorrer) para mover los soportes y el personal del tratamiento, que suelen ser dos (uno que coloca y retira libros, otro que aplica el producto, o maneja la cámara), trabajando en dos mesas, alternándose. También el caso de libros, pero principalmente en caso de legajos, es necesario limpiar previamente, a chorro de aire puro, los objetos a tratar. Sin esto, el polvo se pega con el producto y además reduce, por su efecto absorbente, la penetración regular.

En vista de que para conseguir la fijación de las sustancias activas, una reducida parte de los disolventes debe ser menos volátil, es conveniente ventilar posteriormente durante algunos días la biblioteca para eliminar estos componentes, que se suelen evaporizar en un plazo de pocos días.

6ed)

L A DEFENSA CONTRA TERMTTES ESTABLECIDOS

E l caso más peligroso de bibliófagos (después del hombre vándalo) son los termites que se han establecido. Su daño, como hemos visto en el capítulo 2ea-c), puede ser catastrófico en plazo de días. Si se observa algo de lo reflejado en las figuras 238-272, es momento de alarma.

6ed-a)

Medidas inmediatas

El sitio del daño, o de señales sospechosas, se debe cernir inmediatamente con medidas provisionales hasta que se haya aclarado el caso por un experto en termites. Lo que bajo ningún concepto se debe hacer es alguna aplicación de productos insecticidas, etc., fuera de los libros en peligro. Esto molestaría a los termites y se van a otro sitio; consecuentemente, el técnico tiene luego mayor complicación en su trabajo de localizar la amplitud del ataque. Lo que se debe hacer es separar las estanterías de las paredes o, si las señales están en estanterías del centro de la habitación, la 760

desalojamos. Los libros afectados se limpian mecánicamente de insectos o galerías presentes y se aplica cualquier polvo insecticida. Se puede procurar un frecuente movimiento de personas en las salas afectadas, en caso de que el edificio tenga vigas de madera, porque las vibraciones molestan tanto a los termites que dejan su trabajo. De broma dicho, con un pelotón de soldados en continua marcha forzada alrededor de las estanterías afectadas, se salva de momento cualquier situación.

6ed-b)

Reconocimiento del edificio y de los fondos

Lo más urgente es entonces realizar una amplia investigación del edificio y de las existencias. Puede haber desperfectos peligrosos en el edificio y, si el ataque es por termites de madera seca, sus numerosas colonias pequeñas pueden estar repartidas, además, en toda la biblioteca entre los libros. Para esta investigación se comprueban las vigas, etc., principalmente en el punto donde tienen contacto con la pared, si bien hay que controlar en general toda la madera del edificio. Convenientemente se prepara un croquis de cada planta, marcando los sitios que tienen daños. Para la comprobación se utiliza un punzón y martillo; la madera atacada carece de resonancia al golpe y se deja perforar fácilmente con el punzón. E l hecho de que los termites no aparezcan en los lugares donde se hayan acusado sus destrucciones o galerías, no supone la desaparición de la plaga, sino simplemente que han desplazado su actividad a otro sitio. E l ataque de termites subterráneos se concentra en zonas húmedas, pero finalmente se reparte sobre todo el edificio. Lo que resulta muy difícil es localizar termites de madera seca entre las existencias, porque su daño y excrementos se parecen a los de la polilla corriente. En estanterías de madera ahuecan la misma y se localiza «a oído», dando golpes con un martillo. También vacían a veces la encuademación. En el reconocimiento de la construcción del edificio, se controla también la presencia de otros xilófagos, porque pueden estimular a los termites. Aparte del reconocimiento se debe aclarar con exactitud qué 761

especie de termites es. Conviene mucho buscarse para esto un especialista, si no son con seguridad las especies locales de la región. Existe la posibilidad de que se hayan introducido colonias de las especies migratorias, y esto puede tener influencia sobre la forma del tratamiento. El tratamiento lo debe dirigir siempre un técnico especializado y su realización conviene hacerla con personal profesional en estas obras. Nuestra experiencia es que los obreros aprenden a «pensar como termites» y saben, con un sexto sentido, cómo repartir eficazmente los puntos de la aplicación de productos.

Para saber las causas que pueden haber estimulado la agresión de termites, hemos reunido los ejemplos de la figura 516. Deben ser subsanadas estas causas en el curso del tratamiento. Esto casi siempre hace necesario la presencia de albañiles y carpinteros durantes la intervención.

6ed-c)

El tratamiento contra termites subterráneos

Su actuación es penetrar a un edificio, procedentes de sus nidos subterráneos, explotando todo material de celulosa para la alimentación de su colonia (no siempre comen la madera, en algunos sitios hay especies que la usan para cultivar hongos; si la comen, la digestión la hacen por simbiontes intestinales, como las vacas). Varios géneros, como Reticulitermes en España, montan en el edificio nidos secundarios, y entonces es frecuente que el verdadero peligro no proceda del nido principal, sino de las dependencias dentro del edificio. Estos nidos secundarios los montan muy ocultamente, debajo de algún suelo no pisado (debajo de armarios), en las cabezas de vigas comidas, especialmente en el borde del tejado, etc. Nunca se encuentran más que casualmente algunos, pero en un edificio derrumbado hemos conseguido contar más de cuarenta. Por tanto, la táctica debe ser indirecta. Se aplican productos en todos los puntos que deben pasar o suelen frecuentar por ser ligeramente más húmedos que el resto. Se usan sustancias de un efecto lento; los insecticidas rápidos son contraproducentes, porque el elevado número de muertos les pone en alerta y entonces abandonan el sitio. En el primer caso pueden volver, si bien intoxicados, al 762

nido. Allí mueren, y las pequeñas larvas que aún no salen al trabajo, limpian el nido comiendo los cadáveres y mueren también por esto y, quedando los reyes sin alimentación o también intoxicados, muere toda la colonia. Por tanto, se inyecta todas las cabezas de vigas, los zócalos (¡importante!, pues aunque no sean de madera suelen ser sitios de nidos secundarios), los marcos de puertas y ventanas (figura 510) y en general toda la madera que toca a la construcción o los suelos. Exteriormente se monta una barrera venenosa en el suelo. Antiguamente se abrió voluminosas zanjas; hoy es un hecho absurdo, pues se puede inyectar el suelo con productos que desarrollan gases más pesados que el aire y que se mantienen durante muchos años en el suelo, haciendo imposible su penetración por termites (figura 522). Si existen muros o cimentaciones fuertes, de piedra, es posible que haya nidos en cantidad en los huecos entre las piedras, mal llenados de mortero. En este caso se aplica desde el sótano sales muy solubles, de fenoles clorados, etc., y que no reaccionen con la cal. Suelen penetrar por difusión a muros de gran espesor (hasta dos metros hemos visto) y eliminan los nidos con toda seguridad. Hay que observar que los productos aplicados en el suelo, preferentemente en forma de emulsiones, deben resistir bien a la reacción alcalina que siempre existe en el terreno alrededor de una casa (por la cal que ha caído durante su construcción) y que los mismos productos no sean perjudiciales para plantas. En la resistencia alcalina se destacan «Heptachlor» y «Aldrin», que tienen efectos parecidos. El pentaclorofenol, arseniatos y también los bencenos clorados son de menos efecto y además muy perjudiciales para plantas. Emulsionantes sintéticos queman, a veces, las plantas débiles. Para el tratamiento de paredes hoy se usa casi exclusivamente los productos a base de sal sódica del pentaclorofenol por reunir las mayores ventajas para este fin, siendo prácticamente inalterable y de gran poder penetrante en ladrillos, hormigón, mortero, etc. (Poimate TW, Witophen PN, etc.). Son análogos los tratamientos contra termites de madera húmeda (inglés Dampwood termites), salvo que se pueden limitar al tratamiento de la planta baja y sitios muy húmedos. En España no existen especies de este grupo. 763

6ed-d)

Tratamientos contra termites de madera seca

Estos termites son fundamentalmente diferentes en su acción. Viven siempre en pequeñas colonias dentro del material atacado, sean libros, muebles o vigas, etc. Por tanto, todo el tratamiento se debe concentrar sobre la madera del edificio y los libros mismos. Antiguamente se aplicaron polvos insecticidas en cantidad (figura 518); hoy es más conveniente usar los tratamientos anteriormente descritos con aerosoles, para los libros y, para la madera, la pulverización superficial con productos de conservación contra termites. Pero en caso de que esto no se pueda realizar inmediatamente, somos partidarios de aplicar sin pérdida de tiempo cualquier polvo de insecticida y con el método de espolvoreo que sea. E l daño por Cryptotermes suele ser tan rápido que se le debe frenar inmediatamente. Luego queda tiempo para sanear definitivamente el edificio y las existencias. No son admisibles los polvos insecticidas a base de silicofluoruro de sodio, pues dañan al papel. Son análogos los tratamientos contra los termites que proceden de los árboles, como Kalotermes, etc. Normalmente no suelen ser muy violentos los ataques. Lo que hemos visto en España de Kalotermes siempre han sido casos aislados.

6ee)

DEFENSA CONTRA MURCIÉLAGOS, PÁJAROS, GATOS Y MONOS

La continua entrada de estos animales a un edificio puede ser muy molesta y dañina. En zonas mediterráneas y tropicales son frecuentes, y la constancia de los animales en volver, si una vez les ha gustado el edificio, es notable. Si no se puede proteger las entradas con tela metálica de una malla ancha, se debe usar los siguientes métodos.

6ee-a)

Gatos y monos

Primero hay que aclarar la especie que viene y qué cebo acepta fácilmente. 764

Entonces, contra monos debemos usar cebos envenenados con estricnina. Es lamentable, pero deben ver morir cruelmente a sus compañeros para que abandonen el objeto, no entrando más al edificio. Ya por motivos de consideración a «nuestros hermanos menores» duele proceder de esta manera. Es imposible hacerlo, si la biblioteca se encuentra en territorios donde consideran a los monos como animales santos. Ya hemos citado los problemas en la India con los «monos de Hanuman». Éstos, con el tiempo, llegaron a tales extremos que hubo que estudiar unos métodos benignos para la defensa. A pesar de que contra los citados monos santos no llegaron a resultados definitivos, los citamos, en parte por curiosidad. Primero intentaron usar escopetas de perdigones con una carga tan reducida de pólvora que no tenían más efecto que unos latizagos. E l resultado era casi nulo. Recoger las hordas y trasladarlas a sitios lejanos resultó en que provocaron entonces allí nuevos trastornos y los vecinos de las poblaciones afectadas devolvieron los desterrados a su punto de origen. Por fin se estudió, aconsejado por científicos especializados en el estudio del comportamiento social de monos, un método de cierto resultado práctico. Se basó en la observación de que las hordas de los Hulmans están dirigidas siempre por un jefe muy autocrático y su eliminación deja disuclto al grupo y que los actos de estos monos siempre son la realización de las ideas de su jefe, al que están acostumbrados a seguir fielmente entre tanto que él domina el grupo. Montaron trampas de frutas y, tan pronto como se consiguió detener al jefe, afeitaron al pobre animal totalmente y lo soltaron. Entonces, parece que por vergüenza o por ser eliminado por falta de respeto, el jefe abandona el grupo y éste se disuelve, desaparece el peligro de que vuelva a molestar, hasta que otro grupo se acostumbra a provocar las mismas molestias.

Contra todas las especies de gatos valen raticidas, pero menos brutal es su eliminación mediante los pinenos policlorados, como «Toxaphene», «Toxibornán», etc.; les molestan tanto, pulverizando los suelos con soluciones al 1 por 100 que normalmente no vuelven.

6ee-b)

Pájaros

E l emplazamiento de nidos por golondrinas, etc., se puede evitar eficazmente colgando alambres sueltos de medio metro de longitud a corta distancia en los techos. Suelen abandonar en seguida el edificio si la distancia entre alambre y alambre es suficientemente 765

estrecha. Varía el paso mínimo que respetan según la especie. En España suele ser suficiente unos 50 centímetros de separación. Algunos pájaros tropicales son capaces de pasar aún la mitad de la distancia sin molestarse. Por estos alambres, las golondrinas no abandonan el edificio si tienen ya crías, pero se marchan cuando pueden llevárselas.

6ee-c)

Murciélagos

Lo más difícil es eliminar murciélagos. Disponen de un sistema de radar (es radar auténtico lo que usan para localizar sus presas) que les permite salvarse de alambres y de otros obstáculos. E l único medio absolutamente seguro para su eliminación, son dispositivos de ultrasonido, como los que se usan también para el control de incendios. Los aparatos de ultrasonido molestan también a muchos pájaros y gatos, si tienen suficiente potencia. Los de incendio normalmente no son suficientes para más que murciélagos.

6ef)

TRATAMIENTOS CONTRA ROEDORES

Tropezamos con animales que suelen aprender a defenderse contra nuestras acciones combativas. Consecuentemente, la eliminación no siempre es muy fácil en un edificio grande y enclavado entre otros, como una biblioteca, porque rara vez viven allí, vienen solamente en plan de buscar papel. Por tanto, hay que aclarar al principio su procedencia y empezar la eliminación en este sitio. Si esto no es posible, se puede proceder de la forma que se expone en la biblioteca algunos cebos envenenados con algo que atraiga mucho a los ratones. Esto no es el queso, como comúnmente se cree, sino lo mejor en este caso es el pan frito en grasa de cerdo. Como venenos se usa hoy casi exclusivamente productos a base del ácido monofluoracctico, que tiene un extraordinario efecto raticida, y siendo en general una de las sustancias más tóxicas que conocemos. Su consumo es tan frecuente y la aplicación tan fácil, además indicada siempre en el paquete, que no hace falta describirlo aquí.

766

Por la frecuente persecución, en ciertas ciudades se han formado estirpes tan inteligentes y «resistentes» a los productos que ya no hay manera de eliminar estas «super-ratas». Representan localmente un problema muy grave. Para ganar tiempo en la localización del origen de los roedores conviene tomar la medida provisional de tratar los suelos de la biblioteca con productos a base de Toxaphene, Endrín, Toxibornan, etcétera, usando concentraciones del orden de 0,2-0,3 gr/m . Esto repele tanto a los inquilinos indeseados que nos quedan varias semanas de margen sin tener temor de nuevas destrucciones. 2

6eg)

TEORÍA DE L A REPRESIÓN BIOLÓGICA DE PLAGAS

Como contribución a la tarea mundial de reducir la contaminación del ambiente, intercalamos aquí, en el final de los tratamientos contra la acción biótica, este resumen de la lucha biológica. Aún no tiene para nosotros ningún valor práctico y, para decir claramente nuestro criterio, dudamos que lleguemos a esto. Nuestro concepto se basa en la situación demasiado artificial que representa el sustrato «biblioteca» y, especialmente, en la imposibilidad de admitir un limitado número de pérdidas, como es posible en la agricultura, por ejemplo. Este margen, inevitable por el plazo que necesitan para desarrollarse los parásitos y enfermedades usados en el control biológico, suele ser superior al 5 por 100, que en la agricultura se considera como limite mínimo ideal. Si perdemos cada vez un S por 100 de nuestras bibliotecas, pronto estaremos sin ellas.

E l control de insectos dañinos mediante sus parásitos es un viejo sueño de la entomología aplicada y radica en la idea de que los parásitos o enemigos son el contrapeso natural al superdesarrollo de la población de un animal. Ha habido tiempos en que se creía firmemente en el éxito de esta teoría, estimulada principalmente por unos éxitos de los americanos en plagas del campo importadas que se combatió con éxito introduciendo también sus enemigos y parásitos. Pero este caso especial no se puede generalizar, y, en nuestro caso de las bibliotecas, que biológicamente son una acumulación grande de materia vegetal muerta, la naturaleza procede mediante sus destructores a la descomposición para que entre esta «materia» nuevamente en el eterno ciclo biológico. Los parásitos de los biblió767

fagos se puede entender entonces solamente como un regulativo que frena excesos en el aumento de una especie, pero no como algo que protege a los libros, que, «en vista biológica», son lo que se debe descomponer. Los métodos históricos de trasladar un parásito a un nuevo continente, etc., hoy se han perfeccionado mucho y ampliado a nuevas técnicas. Destacan la aplicación de virus y bacterios como infecciones malignas de los insectos dañinos, etc. Se ha cultivado estirpes y especies de gran poder destructivo que se aplica en suspensiones como otros productos insecticidas. En el sector forestal, en España incluso, se consiguió ciertos resultados. La ventaja en un biotopo natural, o por lo menos relativamente poco cultivado, como son los bosques, es patente, porque aplastan al insecto dañino sin reducir la fauna de sus parásitos. Por tanto, los mismos acaban con el resto de la población, manteniéndola baja en número hasta que no se produce un nuevo desequilibrio en el biotopo que sobrepasa su fuerza regulativa. Infecciones por hongos también se han intentado, en general con poco resultado. Pero precisamente éstos serían el sector más probable de un éxito para nosotros. Todavía no se ha conseguido cultivar de forma fácil los hongos especializados en parasitar insectos (nuestros propios ensayos partieron también de material de Empusa sp. recolectado en campo libre; figuras 452 y 453).

La ligera esperanza que tenemos en este grupo, si conseguimos cultivarlo en gran escala, radica en la formación de esporas duraderas que permanecen vivos durante todo el año, propagándose la plaga del hongo entre los insectos siempre en ciertas estaciones climáticas del año. Esto significaría una desinsectación regular, sin que estemos obligados a aplicar los medios biológicos en determinado momento. Una vez al año y cuando sea, basta. Lamentablemente aún es un sueño. También es necesario pensar en que estos organismos que se usan, pueden tener carácter nocivo para el hombre o para otros cultivos (abejas, gusano de seda, etc.). Esto ha provocado ya cierto control oficial de los procedimientos y productos biológicos. Los hongos del grupo Entomophthora (al que pertenece, por ejemplo, el citado género Empusa) son precisamente uno de los muy conve768

nientes por ser totalmente inofensivos salvo para los insectos en que están especializados. Otros métodos de la lucha biológica radican en una modificación genética. Consiguiendo la introducción o eliminación por radiaciones gamma de un gen, en una forma que es extintiva para la especie, la misma debe desaparecer. Por ejemplo, se consiguieron individuos que provocaron la formación de machos estériles, quedándose las hembras por fin sin huevos fértiles. Por fin se estudió también la intervención con sustancias antimetabólicas y radiomiméticas que desvían el control normal de las funciones vitales en tal extremo que también se produce por fin esterilidad. Estos procedimientos podían resultar también en efectos fungicidas y los conocemos ya como bactericidas medicinales a base de las conocidas sustancias de sulfonamidas, que actúan mayormente sobre el metabolismo del ácido fólico en los bacterios. Sobre los antibióticos, sustancias que suelen desviar el metabolismo en el sentido de una autodigestión, se han conseguido grandes adelantos medicinales, pero se forman estirpes resistentes entre los bacterios como, contra insecticidas sintéticos, lo hacen ciertos insectos. Se ha discutido la posibilidad de actuar sobre los simbiontes intestinales de insectos dañinos con antibióticos; resultados no se conocen. En resumen, la lucha biológica tampoco será la salvación total y, técnicamente, aún no dominamos ni siquiera parcialmente este campo. Que su ampliación rebajaría notablemente los problemas de la contaminación del ambiente, está fuera de duda.

6eh)

6eh-a)

PROCEDIMIENTOS DIRECTOS CONTRA FACTORES ABIÓTICOS

Extinción del fuego

De los múltiples tipos de extintores de fuego, para el caso de una biblioteca tres tienen principal importancia. Son estos los tipos a base de la nieve de carbón, del bromuro metílico y los que trabajan con diversas espumas o polvos. Los primeros dos extintores tienen la ventaja de ser muy limpios en su aplicación, porque aplican gases que asfixian las llamas. E l 769 49

inconveniente de la nieve carbónica está en la alta concentración del dióxido carbónico (40 por 100) que debe tener el aire para matar las llamas, porque esta concentración obliga al hombre a usar caretas de oxígeno. Los aparatos de bromuro metílico, al contrario, no tienen este inconveniente, pero se necesita cierta experiencia en su aplicación para usarlos con éxito. También nos parece poco conveniente que la carga de ambos tipos se pueda sustituir solamente en la fábrica. Por tanto, conviene más usar los modelos de espuma o polvo, cuya manipulación es muy fácil y sin el menor peligro, teniendo las de espuma, además, la ventaja de que se puede cargarlas nuevamente en el acto, que, disponiendo de cargas de reserva, permite defenderse también contra incendios ya algo propagados. Su inconveniente está en el posible ensuciamiento de los libros por la espuma o el polvo. Sobre el efecto dañino de ciertos tipos de polvos hemos citado ensayos en la cámara del envejecimiento (figura 457). Son principalmente las formulaciones a base de fosfatos amónicos, que son muy perjudiciales para la conservación del papel en un archivo donde se ha usado el material. Existen bastantes otras fórmulas que no causan este efecto. Hay que exigir a los fabricantes que declaren las fórmulas de sus polvos o investiguen simplemente su efecto en la cámara de envejecimiento. (Cuidado, se puede dañar la misma cámara, si no está adaptada al control de productos.)

La espuma, naturalmente, no se debe usar dentro de las salas de la biblioteca. Fuera de las mismas, estos tipos son tan útiles como los extintores de polvo y más baratos. Por tanto, en tejados de madera, etc., conviene su presencia. Por todos estos motivos recomendamos el uso de extintores a base de espuma o polvo. Lo que no se puede recomendar son modelos que trabajan con soluciones de carbonato sódico y ácidos. Esta mezcla, aparte que su efecto es muy inferior a los demás productos citados, estropearía mucho a los libros causando alteraciones graves. Si cada uno de los depósitos o habitaciones de una biblioteca no son muy grandes y se pueden cerrar bien, el medio más seguro y rápido es la aplicación de granadas a base de bromuro metílico. Se trata de grandes ampollas de vidrio llenas con la cantidad del pro770

ducto para la defensa del cuarto correspondiente. E n caso de un incendio se tira la ampolla al suelo de la habitación y se cierra herméticamente. E l gas que se desarrolla mata las llamas casi en el acto. Se debe dejar cerrada la puerta hasta que se ha enfriado el material ardiente; si no, después de la fuga del gas puede propagarse nuevamente el incendio. Sobre la colocación de aparatos no hay más para decir que deben estar puestos en sitios estratégicos del edificio y que es preferible tener muchos aparatos manejables a mano, en lugar de uno grande. 6eh-b)

Defensa directa contra humedad

La aplicación de sustancias aislantes a las paredes en una habitación que se desea librar de humedad es normalmente contraproducente y bajo ningún concepto se debe hacerlo. Lamentablemente hemos visto que ciertas empresas, en un excesivo afán de vender y por la ignorancia absoluta de sus vendedores, han ofrecido estos tratamientos. Ningún saneamiento contra humedad debe realizarse sin un amplio estudio del nücroclima del edificio y aclarando los movimientos de la humedad dentro de la construcción. En el capítulo 8ab) describimos detalladamente los métodos. Son más bien un conjunto de medidas constructivas que un simple tratamiento. Sobre las posibles medidas, véanse el capítulo 8ac) y GRATWICK (149), o ULSAMER PUIGGARÍ (396B).

6i)

LITERATURA DE INTERÉS PARA E L SEXTO CAPÍTULO

Marcamos, como de costumbre, con un asterisco a las publicaciones con amplios índices de literatura y con dos las obras genéricas del tema. ADVERSI

(001 A ) • • .

BURGESS + HUSSEY

A N O N I M O (007-4, 007-6, 007-10, 007-17, 007-18, 007-20, 007-21A, 007-22). * BARROW

CHURCH

CALIFANO

(014A).

CUNHA +

B A Z Z I (018A) • • .

CHASSE

BELFORD

DIEHL

(022).

BEUAKOWA

(022A).

B R A G G (042).

(057).

(058).

(059B).

• C R E S P O (082A-2).

(014-3) • * .

BARROW +

BUSTAMANTE

(089) • * .

DUCHEIN DUTTON

G R A N T C U N H A (083A) * * . (072). (092B). (092A).

771

EßELING + WAONER (093). • FRANZ + K R I E G (119)**. FLIEDLR (113A-1, 113A-2). G A Y + GREAVEN + HOLDAWAY + W E THERLY (137). GLUBRECHT + K Ü E H N (HOB). GORDON (146A). GRATWICK (149). GROZZA (152A). GUILLEUMAS (153B). HAAS (155). HILTON (168B). HUGHES (177A-2). HUSARSKA (179A). JETT + BLOUIN + DBMIT (188A). KANTROWITZ + SPENCER + SIMMONS

(192). KRAEMER KOELLER (217-1, 217-2 * * , 217-5 *, 217-8). LANGWELL (233). L E N Z (237). LOUBIER (244). MACGREGOR (249). MACKENZIE (250). MILLER-LYDENBERO + A L D E N (269).

MONJE AYALA (271 A ) . MOSHER (274). MUNSELL (278). OKADA + KRAUNZ + GASSNER (291 A ) . OLIVER (292). PAPRITZ (297). • PEROTIN (302). PLUMBE (307-2). RUPÉREZ (333-1, 333-2). SÁNCHEZ BELDA (341-1). SANTUCCI (345-2). SCHIKORRA + VOLZ (355). SEE (362A-1, 362A-2). SOLECHNIK (374). STRONO (383-A). TOMPSON (390A). TORRAS (392A). TRIÓLO + TRAPANI + SANTUCCI (395A). * ULSAMER PUIOGARÍ (396B). WALTERS + ELPHICK (408). WARDLE (409A). WERNER (421-1, 421-2). WILDER (421B) * • . WILSON + FORSHEE (424).

Terminado este capítulo sobre los métodos de combatir los bibliófagos, hay que subrayar que hoy día no existe ningún problema para la eliminación inmediata de cualquier organismo dañino que se presente; por tanto, no hay que tomar como desgracia inevitable su acción destructora. Aún más importante todavía es la previsión, a la cual debemos dedicarnos con el mayor interés. Entre los factores abióticos, existen problemas importantes cuya previsión hay que mejorar o simplificar aún, pero sin remedio tampoco estamos en ningún caso.

772

VIL

L A PREVISIÓN G E N E R A L E N BIBLIOTECAS Y ARCHIVOS

Se suele comprender bajo el título de la previsión general todas las medidas que procuran evitar pérdidas y daños por el uso del archivo o por circunstancias accidentales. Por tanto, debíamos empezar por hablar de las reglas y disposiciones convenientes para el uso por el público, medidas contra el robo y, naturalmente, de los problemas en la defensa, si se produce un caso de siniestro. Aparte esto, nosotros deseamos comprender la previsión general también como un asunto útil para crear mayor responsabilidad cívica. Indudablemente, los archivos y bibliotecas son un punto importante en que puede cristalizar y regenerarse una civilización supertecnizada y, por tanto, en camino de perderse. Entre las medidas prácticas incluimos aquí la cuestión de las normas para papeles, porque será uno más de los caminos a largo plazo, pero fundamental en la previsión general. A l contrario, no hemos dejado en este capitulo, sino pasado al próximo, las medidas de la previsión general en la construcción, porque son demasiado enlazadas con la última.

La medida más importante en la previsión de bienes culturales es crear amor para el objeto. Entre todas las personas, organismos y empresas de la región, se encontrarán siempre algunos hombres que comprenden nuestro concepto y con gusto están dispuestos a prestar una mano, o poner su cargo como peso en el balance a favor de nuestro objetivo. Ninguna medida de previsión, ninguna técnica puede ser tan perfecta que no necesite en el momento de apuro el respaldo público. Deseamos v debemos superar en mucho con los objetos encomendados a nuestra tutela la

773

duración de una vida humana, y el archivo es indefenso como un niño. Por tanto, hay que encomendarlo a la protección pública para que, en último caso, sea acogido automáticamente como se acoge a un pequeño ser humano, sin tener necesidad de pensar primero en esta obligación.

Todo lo demás de la previsión general ya es un asunto técnico, si bien siempre influido por los conceptos de la parte moral. También es una técnica encontrar el apoyo público y su ayuda, pero reconocemos que falta algún don para esto.

7a)

PREVISIÓN DEL DAÑO POR E L HOMBRE

En el capítulo de los bibliófagos hemos visto que nuestra propia especie ha destruido más que todos los restantes bibliófagos juntos, y lo que es peor, sigue haciéndolo en cierta escala. La defensa contra su daño, desde que al «hombre masa» se le ha declarado mayor de edad, ha mostrado nuevos aspectos y problemas de gran importancia práctica. Es evidente que unas leyes que marcan lo que es justo y lo defienden a la fuerza, ya en la vida pública normal producirán hoy problemas psicológicos. En vista de que es irreparablemente perjudicial cualquier reacción en contra de nuestros archivos, la ley sola no nos basta; si la necesitamos, más bien hemos fracasado.

7aa)

PSICOLOGÍA DE LA PREVISIÓN CONTRA E L HOMBRE

En nuestro ensayo sobre el vandalismo en bibliotecas y archivos hemos visto ya que existe un remoto instinto revolucionario y antiautoritario en el carácter humano, que ha sido justificado, biológicamente, como regulativo necesario en la antigua horda de cazadores y colectores de fruta salvaje, momento del desarrollo humano en que se fijaron los instintos que aún rigen hoy en nuestro carácter. En este estado del desarrollo, el mencionado instinto y su vicio no ofrecía ningún peligro al grupo; hoy puede ser notablemente peligroso si no se prevé esta reacción psicológica. Que en la defensa de bibliotecas y archivos la labor educativa es un procedimiento útil se basa en los conceptos de la psicología que se puede resumir así: 774

E l «concepto de la valorización» (alemán: Werturteil) es producto de la personalidad de una persona y de las influencias educativas asimiladas. E l «Werturteil» puede ser cambiado libremente en el campo intelectual, ya que no existen allí fijaciones instintivas, como las conocemos de sobra en otros campos, por ejemplo, del sexual. Si se tropieza, para nuestro caso, con prejuicios, es útil buscar causas subconscientes; si se acierta, el prejuicio desaparece automáticamente. Portarse bien dentro de la comunidad es un instinto natural y muy fuerte. Lo contrario, que se llama a veces «satanismo» o «fanatismo de la mala fe», es extraordinariamente raro. Si se tropieza con esto, hay que buscar, incluso a pesar de una primera impresión muy violenta, pruebas de que es realmente sólo el mencionado perverso instinto, entonces irremediable educativamente. Más frecuente suele ser que sea «solamente» una manía a consecuencia de una frustración inconscientemente transformada, por ejemplo, como reacción contra un excesivo control o alguna represión continua; esta manía molesta, como reacción, al mismo individuo y entonces quiere dar «razón» a su proceder, embestiándose. Fanatismo de lo que sea, se puede considerar casi siempre como consecuencia de una frustración; oscila entre los actos controlados y los ya anormales e incontrolados. Sus consecuencias hoy serán un peligro menor; los daños por los grandes fanáticos son más bien históricos. También existe fanatismo en personas totalmente equilibradas, a consecuencia de una educación en este sentido. No es frecuente; más al sur de Prusia y fuera de los conventos de los jesuítas, no conocemos resultados positivos y duraderos. Exceptuando el último caso, se puede esperar que los fanáticos son personas débiles y desequilibradas. Es posible entonces influir su mente, encontrando conceptos aceptables para este tipo de la personalidad.

E l grave peligro de hoy radica en la pérdida del deseo de mantener su personalidad, en la frustración genérica de la llamada «vida moderna» o «vida tecnificada». Para nuestro caso resulta en una llamativa negligencia, casi en contra de la propia voluntad, cuyos motivos y reacciones hemos descrito en el capítulo 2fb). Es posible considerar, como origen de la mencionada reacción, que el malestar (— frustración) se produce por reglamentos y medidas administrativas, difícilmente comprensibles para el público. No se organiza en seguida una revolución «a tiros y quema de tranvías»; se empieza a descuidar las cosas —en parte sin darse cuenta—, aspecto que es imposible de remediar con nuevas disposiciones. Un aspecto importante en la tarea de obtener resonancia para el tema que nos ocupa está —aparte de que procedemos de buena forma en la constancia y tenacidad con que buscamos el eco. La 775

simpatía de la gente de buena voluntad, o con restos de buena voluntad, está siempre al lado del payaso que toca la flauta, papel que tiene toda la simpatía del que escribe (*). En este concepto nos respaldan ilustres representantes de la ciencia del «Human Behavior», del comportamiento humano, con su concepto de que el único camino eficaz a la larga es penetrar educativamente la mente humana, si deseamos evitar las consecuencias de un desarrollo accidental de una humanidad en sobrepoblación. SKINNER (370A) ha expuesto muy convincentemente el porqué —y ha provocado masivas protestas contra su «control permanente por persuasión suave» de parte de los adeptos de un total liberalismo—. La escuela americana de esta ciencia del comportamiento humano considera ya sobrecargada la capacidad media del hombre para orientarse bien en su mundo, y entonces sería correcta una ayuda orientativa que guíe, sin esperar que la gente lo pida. Por lo menos para el limitado campo de nuestro tema, estamos totalmente conformes. Por tanto, vamos a reunir nuestros argumentos para usarlos en esta tarea de persuadir a nuestros semejantes. Tropezamos inicialmente con un problema básico: que debemos gozar de una consideración elevada y de cierto crédito para lo que decimos por parte del que deseamos convencer. No es fácil obtenerlo de verdad, hablando de conservar. La simpatía del mundo hoy está al lado de la revolución y de los revolucionarios, relacionando con ellos conceptos como «progreso», «defensa de los intereses de la multitud», «luchadores para los pobres», etc. Y si la revolución es algo bueno, también sus actos, aunque sean los mayores disparates, tienen aplauso, incluso es asi para ciertos vandalismos. Por otra parte, con el «conservador» relacionan principalmente conceptos poco positivos, hasta fúnebres, como «anticuado», «contrario a la juventud o al pro(*) Como recién graduado participé en Munich en un coloquio espontáneo con O R T E G A Y G A S S L T , después de una de sus conferencias filosóficas. Como fervientes jóvenes preguntábamos a él por el mejor camino para convencer al mundo. Nos contestó con una parábola que, según nos decia, era antiguamente un número frecuente en el circo de la Península Ibérica: Un payaso toca la flauta y viene el director y se la quita, porque no considera que es el momento para esto. Pero el payaso saca otra flauta y empieza de nuevo. Otra vez le quitan la flauta, pero de sus pantalones anchos sale otra y así sigue el juego bajo el creciente aplauso del público, hasta que se cansa el director, dejando tocar, y todo el público canta la melodía del que parecía payaso, Si alguien ha demostrado con una vida ejemplar la eficacia de este papel, ha sido el propio O R T E G A Y G A S S E T . 776

greso», «represión» y «gobierno de dictadura» («cruel y sangrienta», como aún recientemente hemos leído, en un comentario, sobre nuestro país, de la prensa sensacionalistas centroeuropca), etc.

E l camino posible para ganarse la necesaria confianza es separar los conceptos; demostrar que no estamos en contra de la juventud y de los pobres, per oconsideramos muy importante conservar los bienes culturales, usando para argumentar los correspondientes motivos éticos de la siguiente colección. Además rigen ampliamente las clásicas palabras, de DISRAELI, que «hagan innecesario la revolución violenta las condiciones de la claridad, de la libertad y tolerancia, y de la justicia bajo la égida de reformas continuas»; y las últimas exigen la ordenación previa de los antecedentes —es decir, debemos tener archivos. Todo esto no se puede estudiar con reglas fijas, procede de cada uno mismo y será de la propia personalidad de la que surgirá la forma de proceder. Con esta indicación del aspecto y con subrayar su extraordinaria importancia práctica termina lo que podemos aportar a este párrafo: el espíritu del tema.

7ab)

MOTIVOS ÉTICOS PARA CONSERVAR LOS ARCHIVOS Y BIBLIOTECAS

El principal argumento es que «del pasado deseamos hacernos cargo del fuego, no de la ceniza» (Jean JAURÉS). LOS siguientes conceptos quieren ser ejemplos y pueden ser ampliados en cada momento. Hemos oído repetidas veces este concepto: ¿por qué tanto hablar? Si la causa es justa y legal, se dispone lo que haga falta hacer, se exige el cumplimiento y nada más. Por tanto, parece que lo primero que nos hace falta es justificar que no hay otro camino razonable para influir a la gente que hablar. En vista de que la ley prohibe el uso de «humanicidas» y a las disposiciones nadie hace caso o, peor aún, lo toman a mal, nos queda como «última ratio de los que no somos reyes» intentar convencer hablando. Empezamos, nuestra razón es: L a obligación de cualquier persona a controlar ciertas reacciones espontaneas y adaptarse a reglas, incluso si es voluntariamente, produce en ella siempre algunos sentimientos agresivos. Si no se consigue justificar plenamente la nece-

777

sidad de la obligación, también unas cuantías en si insignificantes, sumándose serán inaguantables, produciéndose la indcseada reacción agresiva, manifestándose en negligencia, que hemos mencionado anteriormente como principal peligro.

Argumentos se puede reunir, naturalmente, muchos, pero hay que estudiar previamente su posible efecto, como hicimos con nuestros ejemplos. Se puede y debe ampliarlos mucho. 7ab-a)

Argumentos de la filosofía

En el campo filosófico formuló los argumentos, en clásica perfección, Immanuel KANT (191). Este gran pesimista de los prusianos, en 1799, en su Antropología pragmática decía lo que intentamos traducir a continuación (*): Todos los progresos en la cultura por los cuales se perfecciona el hombre tienen como fin emplear estos conocimientos y habilidades aprendidos a favor del mundo. — E l ímpetu de la ciencia, como una labor cultural para ennoblecer la humanidad, no tiene carácter duradero dentro de la masa de nuestra especie. E l científico, si ha conseguido proseguir en su cultura hasta ser capacitado para ampliar el campo de la misma, será reclamado por la muerte y destituido por un principiante. — E l progreso de la «especie» en ciencias siempre será fragmentario (no continuo en el sentido de tiempo) y sin garantía contra un retroceso, con el cual en permanencia será amenazado por una barbaridad revolucionaria que se puede interponer en cualquier momento. A pesar de que existe ya una Convención de la U. N. E . S. C. O. (*) Páginas 2 y 342, loe. cil., dice: Alle Fortschritte in der Cultur, wodurch der Mensch seine Schule macht, haben das Ziel, diese erworbenen Kenntnisse und Geschicklichkeiten zum Gebrauch fuer die Welt anzuwenden; ... Der Trieb zur Wissenschaft, als einer die Menschheit veredelnde Cultur, hat im Ganzen der Gattung keine Proportion zur Lebensdauer. Der Gelehrte, wenn er bis dahin in der Cultur vorgedrungen ist, um das Feld derselben selbst zu erweitern, wird durch den Tod abgerufen und seine Stelle nimmt der A B C Schueler ein... Nun aber ist das Fortschreiten der Gattung in Wissenschaften immer nur fragmentarisch (der Zeit nach) und gewaehrt keine Sicherheit wegen des Rueckganges, womit es durch dazwischentretende staatsumwaelzende Barbarcy immer bedroht wird.

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(para la Protección de Bienes Culturales, 007-12) que declara los archivos y bibliotecas internacionalmente como objetos a respetar, el que escribe sigue aún siendo, como en su día su ilustre compatriota citado, muy pesimista referente al efecto. Más dependerá el resultado del ánimo y de la habilidad de cada uno para saber convencer, en el momento preciso, a las personas claves para que eviten la acción violenta o que hagan lo posible para la salvación de los archivos. Coincidimos en nuestro concepto con ORTEGA Y G A S SET (295): «La masa, sea la que fuere, plebeya o 'aristocrática', tiende siempre, por afán de vivir, a destruir las causas de su vida.» Reduciendo la diferencia entre «vida noble y vida vulgar» a vida de «esfuerzo» o de «inercia» y considerando que, «naturalmente, vivir no es más que tratar con el mundo», tenemos dentro de la filosofía española la más clara aprobación del procedimiento de convencer a la gente. Esto no debe limitarse al hombre intelectual, y si hoy día el público no siente suficientemente esta tentación estimulante de investigar los hechos y estudiar su historia, para la conservación de archivos, en parte la culpa es nuestra, de los que investigamos; porque lo hacemos encerrados en nuestra torre de marfil. Demasiado poco hemos pensado en explicar y resumir para el público los resultados de nuestra labor, no considerando el elevado efecto educativo de hacer «cómplice» de nuestra tarea al que queremos guiar a una mayor consideración para archivos y bibliotecas.

7ab-b)

Argumentos referentes al valor educativo

El valor educativo de bibliotecas y archivos históricos ha sido descrito múltiples veces. No obstante, no siempre han dado a los mismos esta digna finalidad. Los archivos egipcios, por ejemplo, eran de exclusivo uso de los sacerdotes para conservar su superioridad, tendencias visibles también hasta hace no mucho entre potencias coloniales, en la Iglesia católica y en algunas de las iglesias budistas (lamáis ta). Los chinos, al contrario, abrieron sus bibliotecas a los estudiantes ya desde el principio, influidos por los conceptos de K ' U N G - T S E ( Confucio, aproximadamente 500 a. Cr.). En Europa el primero ha sido, según nuestros conocimientos, el rey prusiano F E D E R I C O II (el grande), que se manifestó (en el ano 1782, en sus edictos sobre las enseñanzas) en el sentido de una formación del criterio por propios estudios, fijando esto oficialmente como principio de la enseñanza. «No es suficiente que el ... aprende chacharear la historia como un papagayo. E l gran aprovecho que se tiene de los acaecimientos de los tiempos históricos, es la posibilidad de

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compararlos con los mismos en la actualidad, descubriendo los motivos que provocaron revoluciones...» (*).

Este concepto se ha acentuado hoy día, porque ya no todos los motivos de las revoluciones contemporáneas se pueden aprender de la historia. Será de primordial interés conocer que el motivo es un aspecto del carácter humano (que se puede aclarar mirando si había ya similares reacciones revolucionarias en tiempos pasados), o si es un fenómeno nuevo, producido por el acelerado avance técnico de nuestra civilización que a veces suele sobrepasar la capacidad mental del término medio humano. E l no encontrar un ejemplo histórico es indicio importante para este último fenómeno. Un ejemplo dentro de nuestro tema es el creciente daño del bibliófago número uno (hombre), por la repetidas veces citada negligencia involuntaria a consecuencia de frustraciones. Que la educación es útil para la vida y la preparación técnica para la futura profesión, lo saben todos y es, por tanto, natural que conferencias, exposiciones y otros actos públicos ofrezcan una excelente ocasión para incluir allí algo de nuestra tarea, popularizando nuestros conceptos. No obstante, conviene empezar en un detalle más rudimentario: en las explicaciones que se dan a los visitantes turísticos de las grandes bibliotecas. Son, a veces, fatales; Con cierta frecuencia, en ocasiones cuando el que escribe esperaba al director de un archivo, hemos escuchado al guia normalmente un subalterno de la biblioteca— cómo decía al honorable público: «que don Jaime el enésimo, ilustre principe del reino no sé qué, en el año catapún se dignó conceder la autorización para constituir este famoso archivo, que consta de x-mil tomos del siglo..., etc.». Por fin el guía muestra tres tomos u objetos de curiosidad que poco o nada tienen que ver con el destino del centro (¡en el Archivo General de Indias, un baúl con muchas llaves y una complicadísima cerradura que servia para guardar valores!) y, por fin, una puerta cerrada, diciendo que detrás de la misma se estudian los libros. E l público lo mira con boca abierta, y terminó el guión. Naturalmente, hay también ejemplos muy positivos, pero podían ser muchos más.

En la introducción a nuestro tema hemos expuesto ya ciertas razones orientadas acerca de intereses históricos, religiosos y de (*) «Es genuegt nicht, dass er ... die Geschichte wie ein Papagei herplappern lernet. Der grosse Gewinn den man von den Begebenheiten der alten Zeit hat, ist sie mit denen der neueren zu vergleichen, die Ursächlichkeiten zu enthüllen, welche Revolutionen veranlassten...»

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simples curiosidades en la vida humana pasada. Resultados de este clase, obtenidos en el centro en cuestión, pueden ilustrar a los visitantes de la utilidad cultural y práctica. Estas indicaciones encuentran, con garantía, mucho más interés que secos datos históricos (el interesado puede encontrarlos en cualquier texto correspondiente). ¡Hay que demostrar la gracia e incluso la alegría de la investigación! Y que parte de sus resultados son luego la base de la enseñanza pública. E l argumento más severo en favor del valor educativo es, según el criterio del que escribe, el extraordinario valor de contrapeso contra la «deshumanización» inherente a toda perfección técnica, que ofrece la posibilidad de un estudio universal y que tiene, como parte importante de su base, la necesidad de bibliotecas y archivos. Este peligro de que el hombre llegará a ser esclavo de su propio perfeccionamiento técnico lo acusó, en forma ya clásica, Karl MIARX (380A): «Parece ser el resultado de todos nuestros inventos y de nuestro progreso que fuerzas materialistas serán dotadas de intelecto y la existencia humana entontece al nivel de una fuerza material. Este antagonismo, entre industria moderna y conocimientos aquí, moderna miseria y decadencia allá, ... es una realidad indiscutible» (*). Si no somos partidarios de violentos gritos revolucionarios, comprensiblemente consecuentes, por parte de las víctimas de este vicio grave de todo progreso técnico, entonces tenemos que trabajar duramente en recuperar con medios educativos, e incluyendo en esta tarea a todos los miembros de nuestra especie, una máxima consideración de los conceptos humanos: Para que se reduzca sustancialmente y por una revolución pacífica, el número «der verdammten dieser Erde» (**).

(*) «Das Resultat aller unserer Erfindungen und unseres Fortschritts scheint zu sein, dass materielle Kracfte mit geistigem Leben ausgestattet werden und die menschliche Existenz zu einer materiellen Kraft verdummt. Dieser Antagonismus zwischen moderner Industrie und Wissen hier, modernem Elend und Verfall dort, ... ist eine ... unbestreitbare Tatsache.» (••) «de los condenados en esta tierra» (condenados en el sentido de irreparablemente perjudicados). 781

7ab-c)

Argumentos referentes al valor para la investigación

E l primero del que tenemos conocimiento que velaba por la conservación de objetos de archivos, como base de estudios y conocimientos, ha sido un rey de los asirios, posiblemente el famoso ASURBANIPAL, del que se conservó una carta de autorización para

sus inspectores del archivo. Mandó con esta carta tres funcionarios para que pidieran en los archivos locales ciertos documentos interesantes para su biblioteca imperial, con el fin de conservarlos mejor. El texto contiene argumentos tan «modernos» que podían estar escritos por un inspector general de archivos de nuestro tiempo. Realmente, por esta labor de reunir documentos, o copias de los mismos, de interés general y por estar escritos sobre ladrillos, se ha conservado tanto detalle que sabemos sobre Babilonia más que sobre otras épocas mucho más recientes. En una forma clásica trató el tema el asiriólogo C H I C R A (72A), diciendo que, en caso de que se destruyera, en una guerra atómica, la mayor parte de la humanidad, y la misma, después de muchos siglos, recuperada por fin, empezara a buscar en las ruinas de las ciudades para aclarar cómo vivieron sus antepasados, llegarían quizá a la conclusión de que el centro de la cultura estaba en Babilonia y una posterior civilización, en Nueva York, se caracterizaba por su avance técnico, pero era casi analfabeta, porque todo el papel se quemó y quedaron solamente algunas inscripciones en la estatua de una extraña «diosa de la antorcha» y algunas picnogramas (abreviaturas gráficas) en los restos de los aparatos electrodomésticos.

En realidad, la carencia de escrituras y, por tanto, de archivos, desclasificó en el concepto de los arqueólogos, por ejemplo, mucho tiempo a la población antigua de Europa central. Mucho de la arquitectura en el Oriente Medio antiguo era de origen indogermano y no inversamente, como se suponía, entre tanto que no se aclaró el error en las fechas calculadas con la radioactividad del carbón «14». Por suponer, al principio, que la incorporación porcentual del C " era siempre igual, ignorando las grandes oscilaciones en las épocas glaciales, se cometieron muchos errores. En los últimos años, por fin, se aclaró esto mediante análisis, anillo por anillo, de árboles muy viejos, como los de Sequoia, y se llegó a descubrir errores de hasta unos mil años.

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Que con la falta de una conservación escrita desaparecen grandes tesoros culturales, lo demostró recientemente el etnólogo y filósofo francés LÉVY-STRAUSS (239), que durante gran parte de su vida viajó detrás de las últimas tribus de los indios en Suramérica, coleccionando sus mitos e historias. Su compilación exhaustiva (cuatro tomos) conservó material que hoy ya no se podría reunir de nuevo, una vez destruidas, bestialmente a veces, la gran mayoría de estas tribus. En forma menos tajante se produce el mismo efecto en el África negra. La «civilización» y las ideas del siglo xx acaban a pasos agigantados con las culturas aborigénes de la selva, y lo que no se ha coleccionado a tiempo, apuntándolo, pasa al olvido para siempre. Hemos observado que las personas mayores, por ejemplo, en la Guinea Ecuatorial, pero también en otros países centroafricanos, conservaron bien sus historias, sus cantos y métodos de medicina. Los de mediana edad lo sabían, pero, mal influidos por sus «colonizadores» y misioneros, lo despreciaban y ya no pasaron el recuerdo a sus hijos. Los jóvenes viven hoy sin verdadero contacto con la histórica cultura de su tierra.

Otro ejemplo muy convincente del campo de la investigación científica, y escogido por su curiosidad entre muchísimos más, es el éxito que en los últimos años alcanzó de nuevo el antiguo sistema de la acupuntura, procedente de la medicina de los chinos. Se consiguió comparando sistemáticamente los conocimientos de la medicina occidental con l¿s datos conservados sobre los resultados del método chino, desarrollado de forma totalmente empírica, porque en su día los chinos no podían comprobar las verdaderas causas de una enfermedad mortal, siendo prohibido entonces, por motivos religiosos, abrir cadáveres. Como segundo paso desarrollaban y perfeccionaban recientemente esta antigua escuela en sus partes que superan otras técnicas modernas (anestesia, por ejemplo). Hoy, no solamente en la China, es otra vez una ciencia importante; extraña combinación entre hipnosis y exitación local del cuerpo. En esencia consiste el método en perforar la piel con muchas agujas en determinados puntos del cuerpo, provocando así unas irritaciones y reflejos fuertes, de efecto curativo para órganos dañados o enfermedades crónicas. Para ciertas regiones del cuerpo se obtiene con la simple puesta de algunas agujas en determinados puntos de la piel una anestesia perfecta de zonas muy lejanas del cuerpo que permite operar a personas conscientes y sin el riesgo del efecto tóxico de la narcosis. Se considera la acupuntura cerca de la hipnosis, porque falla siempre con niños y cierto porcentaje de adultos.

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No siempre es positivo un resultado obtenido del estudio de viejos documentos, si no es un estudio completo. Puede confundirse de una forma sorprendente la marcha de la investigación, especialmente en las ciencias naturales, si no se considera los conocimientos de entonces y la exactitud y el grado de inteligencia que respalda una observación referida. También la posición y el rango del autor pueden influir, a veces, negativamente a la investigación. Solamente con un amplio archivo se puede contrastar entonces opiniones —injustamente dominantes— que han desviado durante siglos la investigación. Como ejemplo citamos un histórico caso de nuestra «leyenda negra» que aún a veces se puede oír: Por producirse en Europa en los primeros años después del viaje de COLÓN una fuerte epidemia de lúes, se suponía que los marineros de las caravelas la hubieran introducido al Viejo Continente, habiéndose infectado en la población nativa de Centroamérica. Incluso en los estatutos del primer seguro social que había en España, el de la Cofradía de Pesca de San Vicente de la Barquera (siglo xvi, provincia de Santander), se excluye expresamente la ayuda social en caso de una enfermedad venérea, «por la afición que los marineros suelen tener a las mujeres indígenas en la Nueva España».

De allí los soldados españoles hubieran llevado la enfermedad a Ñapóles (en la sedición por CARLOS VIII de Francia) y luego los soldados de toda Europa, cuando volvieron a casa, infectaron al continente. De esto es cierto solamente que OVIEDO, «historiador de ambas Américas» y primer autor de la tesis, describe la enfermedad de las islas de América central, donde en su tiempo, indudablemente, existía. En lo demás es fácil demostrar que la enfermedad ha existido en el viejo mundo, muchas veces confundida con la lepra, y se ha descrito correctamente en varias ocasiones (THEODORICO, 1205-1296, y Bernardino de GORDONIO, en 1303, etc.). Todo lo demás, y cuanto se ha discutido, carecía aún de detalladas investigaciones. Está cambiando hoy el concepto de la medicina referente a las consecuencias de las infecciones de Treponema; es ya seguro que son complejos de varias enfermedades con muy diferentes apariencias. Seguro es esta vez que la acusación contra los conquistadores españoles es injustificada. 784

Por fin, un ejemplo de la investigación histórica religiosa: Alrededor de 1955 se encontró, cerca del pueblo egipcio Nag Hammadi, al lado del monte Gebel-et-Tarif, un pequeño archivo de 1.261 páginas de papiros y resultó que comprendía documentos originales de la gnosis antigua (Facsímile edición, 007-28). Resulta que ahora comprendemos que la gnosis era una religión, en su día no menos importante que el cristianismo y, aparentemente, las múltiples difamaciones, principalmente por el padre y doctor de la Iglesia EPIFANIO, pero también de otros, eran manifestaciones tácticas contra una religión que con razones convincentes ha sido una competencia de los cristianos, no una especie de brujería a que querían degradar. Es probable que la Iglesia cristiana llegó a su dominación por haber tenido la suerte de establecerse en Roma, no por tener como única la razón entre las diversas religiones del Oriente Medio de entonces. Es fácil ampliar los ejemplos de nuevos resultados de las ciencias, basándose preferentemente en un exhaustivo estudio de lo publicado con anterioridad. No es solamente en el campo de la investigación histórica, como hemos querido demostrar con estos ejemplos escogidos.

7ab-d)

Argumentos referentes al valor para la vida pública

La selección del material en archivos administrativos, previstos para fines temporalmente limitados, antes de que se destruya el material en el ritmo que prescribe la ley, puede conservar datos muy valiosos sobre las costumbres y hechos de tiempos de entonces. Suelen conservarse reflejos más leales de una época por estos archivos, no hechos para fines históricos, que mediante los documentos «fabricados» para ser conservados. «¡Donde no hay publicidad, luce la verdad!» Aqui hay, simultáneo con la conservación, ya interesantes campos de investigación y de mucha labor positiva, manteniendo los necesarios contactos con los encargados de estos archivos, sean oficiales, como de los Ayuntamientos, etc., o sean privados, como de empresas y asociaciones. Las personas que trabajan en los mismos saben lo que contienen sus archivos y, con las oportunas instrucciones, no es difícil interesar a los funcionarios o empicados correspondientes para que conserven expedientes interesantes.

785 10

Los antiguos archivos de empresas han desaparecido prácticamente por completo, salvo unos restos en archivos públicos a los que llegaron accidentalmente. Otra vez hay un caso de archivos babilónicos muy interesante: los archivos comerciales de escritura cuneiforme de Anatolia y de otros sitios de lurquía. Nos dicen mucho sobre el desarrollo de la esentura cuneiforme y de su lengua misma. En Europa el primer archivo comercial conservado en su mayoría es del comerciante italiano Francesco di M A R C O Ü A T I N I , de Prato (cerca de Florencia), de la primera parte del siglo xv, y que contiene, aparte de muchas cartas, la primera letra de cambio. Sigue en edad el archivo de los F U G G L R , en Augsburgo, de Alemania, del siglo xv y xvi (hoy en Dillingcn, Alemania). E l primer archivo comercial español conservado es de Simón Kuiz, de Medina del Campo, comprendiendo la época de F E L I P E II. Muchos documentos comerciales y notariales se encuentran en el archivo notarial de Sevilla, donde incluso se localizó una copia notarial del contrato con la reina Isabel que exhibió un «tal» Cristóbal C O L Ó N , para justificar su solvencia (i), y cuyo original no se conserva. Ya C A R L O S I, o mejor dicho, su archivero Ramón C A R A N D E , lamentaba que no se conservaran mejor los archivos administrativo-comerciales. E l problema en estos casos es, naturalmente, separar bien la paja del grano. Por esto es tan importante convencer a los habituales de los archivos administrativos para que colaboren.

Existe una aparente congruencia entre este aprovechamiento científico de archivos administrativos y las encuestas públicas, psicológicamente estudiadas. En ambos casos se pretende eliminar la tendencia instintiva del «interés creado» en la persona que informa, si se da cuenta de los motivos de la investigación. En vista de que encuestas públicas, modernamente bastante nombradas, se han ganado la aprobación, digamos, moral del público, este tipo de carácter común es argumento útil para convencer también a mentes no muy progresivas en sus conceptos. E l capítulo de la información pública y la creciente necesidad de cada uno de penetrar la mente del público con la razón del asunto que él representa es de una importancia difícil de sobrevalorizar hoy día: Hay que hacer frente a la inflación de propaganda, en notable parte absurda e inmoral (no en el sentido de la clasificación eclesiástica, sino por desorientar intencionadamente). Ya no podemos defender archivos ni progresar en su perfección sin el consenso del «hombre masa» (ORTEGA, Y GASSET, 295), pero

tampoco consideramos tan contraproducente su intervención pública como el ilustre filósofo. Si bien, indudablemente, el gran público no dispone de un razonamiento crítico y absoluto, pero su instinto natural también puede ser muy útil. Puede servirnos para la comprobación de nuestras razones y argumentos en conversaciones conti786

nuas con el público y para tener nuestros argumentos bien estudiados en el momento crítico. No es raro oír del público un comentario de que estos archivos y grandes bibliotecas sirven solamente para los científicos que estudian cosas que son para ellos; hay, por tanto, asuntos y objetos más importantes para la vida que estos montones de «papel mojado». El más fuerte argumento explicativo de que esto es un error es, a pesar de que parece una contradicción, la televisión. Según estadísticas americanas y alemanas, los programas producidos que se han aprovechado en su estudio previo de datos de archivos y bibliotecas sobrepasan el 70 por 100 del total, habiendo más del 40 por 100 imposibles de realizar sin esta ayuda de archivos. Los espectadores de la televisión se dejan inspirar por los programas, si éstos provocan la menor información genérica, a seguir ampliando su información en bibliotecas públicas. Se ha observado un aumento casi proporcional del uso de las bibliotecas al aumento de aparatos de televisión en marcha; siempre y cuando los programas sean instructivos.

A esto se puede añadir, además, que el contenido de las bibliotecas públicas corrientes en su mayoría es el fruto del trabajo en las bibliotecas importantes; no es posible escribir un buen libro de divulgación sin conocer todo lo que existe. De dominio público es la ventaja que cada uno tiene por la mayor posibilidad de prepararse en su profesión, hoy también con frecuencia por camino de la radio y de la televisión. Nadie negará ya la importancia práctica de esto en la vida contemporánea.

7ab-e)

¿Qué hacer en situaciones difíciles?

Queda, por fin, el triste tema de qué hacer si se tropieza con un fanático o con situaciones violentas. Las últimas se pueden producir siempre y en cualquier punto de la tierra, no solamente debido a la generalizada tendencia a una excesiva población humana, sino en vastas zonas del mundo estimuladas aún por fanáticos, religiosos o políticos. Regla principal: ¡Hay que ganar tiempo! Contra el fanatismo de una idea no es prudente argumentar, suele tener mejor resultado procurar desviar los conceptos, diciendo, por ejemplo, que da mala fama a la «idea» si se manifiestan con actos de vandalismo contra bibliotecas o archivos, sugiriendo ence787

rrar los objetos acriminados para que no alcancen al público o venderlos al extranjero para que sirvan por lo menos para obtener fondos, como realmente se hizo en la Alemania de HITLER. El que escribe, siendo aún estudiante, ha conseguido una vez que se abandonaron la idea de quemar una biblioteca, considerada en su dia como corruptiva y contraria al sistema político de entonces, introduciendo a la mente de los furiosos la idea conveniente de esperar hasta que la biblioteca fuera revisada totalmente por un experto (que primero tardó en llegar y luego, cuando por fin lo hizo, naturalmente, no la dejó quemar, simplemente porque, una vez pasada la furia de la idea momentánea, nadie exigía de nuevo la destrucción).

Hay que reunir en forma continua y previamente, todo lo que son los motivos y conceptos que consideramos útiles para usarlos en el momento preciso. En realidad no hace falta mucho más que lo que sugiera el sentido común, pero conviene al responsable de un archivo haber pensado ya algo en este problema. Si se presenta el caso, quizá no haya tiempo ni tranquilidad. Problemáticas son estas situaciones lamentablemente siempre y, desde luego, lo más inmediato en momentos violentos es ganar tiempo. Teóricamente sería posible influir al fanatismo colectivo, porque son personas aún más débiles a influencias externas los que se dejan calentar la cabeza por los ejemplos de manías ajenas. Intentarlo en la práctica es muy difícil y seguramente de un elevado riesgo de conseguir lo contrario. Un buen ejemplo positivo de la segunda guerra mundial es el salvamento, conseguido aún bajo el fuego de artillería y bombardeos aéreos americanos, de una notable parte de la biblioteca del monasterio de Montecassini, en Italia. Por la decidida intervención de un oficial alemán que sabia llegar al sentido del honor de sus generales, se consiguió en el último momento algo del parque móvil para el salvamento parcial. Según dicen, precisamente un general que por sus soldados ha sido considerado como el mayor animal de todos, hizo lo más eficaz en esta tarea.

Deseamos para nosotros la suerte de que no debemos volver a las situaciones del «tiempo heroico» de entonces y que podemos limitarnos a educar ignorantes y negligentes. Será una labor de menos gloria, pero, con algo de constancia, productiva y grata. 788

7ac)

L A SITUACIÓN DE ARCHIVOS EN MOMENTOS DE EMERGENCIA EN L A DEFENSA CIVIL

Partiendo de lo ahora expuesto, también debía ser comprensible para todos que las bibliotecas y archivos necesariamente deben estar, en caso de catástrofes y guerras, en la primera plana de los objetos a proteger en el sector civil. Parece que no siempre es fácil convencer a los responsables de este concepto; si se escucha, por ejemplo, las experiencias que en gremios de esta clase ha tenido que soportar nuestro estimado amigo don Antonio MATILLAS TASCÓN, como inspector general de Archivos, es para asustarse. Por ser caballeros, seguimos admitiendo el lema «niños, mujeres y ancianos primero», pero a partir de cumplir este salvamento en caso de emergencia, discutimos severamente si puede existir algo de mayor rango. La preferencia de maniobras militares, si no son para salvar vidas, ya no es concepto admitido en el mundo —si bien, como nos figuramos, dificilísimo de conseguir su declasificación ; suministro de víveres bien, pero por dos dias de hambre nadie muere y siempre habrá algo aún para alimentarse en los primeros momentos; el salvamento de equipos industriales también es reconocido como importante, ¿pero qué se salva con desmontajes? Lo que llega es chatarra si no ha sido desmontado con plan y sistemática. Para esto, en momentos catastróficos, no existe posibilidad.

En vista de que una biblioteca o un archivo tampoco se puede trasladar sin plan y buena preparación del movimiento, hay que estudiar primero, si su emplazamiento será destruido con alguna probabilidad o no. En el caso de ser dudosa su suerte, un medio de salvamento eficaz y útil para archivos y museos es usarlos como hospitales de emergencia —que se suelen respetar normalmente , por el simple hecho de que al otro bando podía tocar también tener que ingresar allí. Un plan de evacuación lo consideramos contraproducente. Fracasará. Si el edificio permite esperar una defensa eficaz contra incendios, es mejor quedarse y concentrar los esfuerzos en esta defensa. Nuevos emplazamientos que se estudien para una biblioteca necesitarían el consejo «negativo» de un experto militar. Cuanto más inútil sea militarmente el sitio, mejor es para nuestros fines. 789

£1 plan de defensa para la situación catastrófica debe calcular también con las reacciones humanas en una situación de excepción; en el apartado 7ca) detallamos estos aspectos.

7ad)

L A PREVISIÓN DE ARCHIVOS Y BIBLIOTECAS EN SUS ASPECTOS LEGALES

Necesitamos el respaldo legal: — para reunir los objetos de nuestros archivos, — como base de su administración en favor del público y — para defender nuestros fondos contra daños. En un principio es sobrante exponer las razones para la legalización de nuestro proceder. Sin reglas para el juego no funciona ninguna convivencia y, para que esté respetado al máximo posible el interés de cada uno y de la comunidad en justo equilibrio, faltan leyes y su mantenimiento en forma actualizada. Lo último es lo que nos inspira, aparte la necesaria información para el justo proceder en la previsión general, a un estudio particular de las bases legales. A primera vista se contradice nuestro interés en los medios legales para reprimir la agresión contra archivos, incluso con castigos, con nuestra declarada inclinación al camino de convencer a la gente para que colabore. No es asi si pensamos en los pros y en los contras. Debemos defender un objeto cuya pérdida puede ser definitiva c irreversible. Por tanto, cualquier intención de hacer las cosas buenamente con miras a largo plazo seria un fallo imperdonable, si no salvamos primero la situación momentánea; para esto faltan leyes y disposiciones tajantes. Ahora bien, entramos en cierto circulo vicioso, porque, como hemos visto anteriormente, la represión, de momento necesaria, provoca nuevas agresiones futuras, etc. La única manera para salir buenamente de esto es; No usar los medios fuertes, salvo en el absolutamente último momento, pero que no sea demasiado tarde. Por eso, también en un caso, presentándose de repente la necesidad de pedir la intervención de la fuerza pública (por ejemplo, porque se destruyen o venden papeles de archivos como chatarra, suponiendo tener el derecho para esto), hay que tener pensados los argumentos y conocer las leyes que autoricen a un oficial responsable a tomar decisiones inmediatas.

Antes de tratar sobre la situación de hoy, vamos a hacer una ojeada a la historia de la legislación sobre la protección de archivos y bibliotecas, porque España es uno de los países que más avanzados estaban en esta materia ya en tiempos históricos. 790

7ad-a)

Historia de la legislación

sobre la conservación

de archivos

Las primeras «legislaciones» que conocemos son de las culturas de Mesopotamia y China. En primer lugar se refirieron a reunir objetos interesantes en un archivo central, que fue entonces la biblioteca de los reyes o emperadores. En Babilonia era asunto de ciertos inspectores que actuaban con autorización real. Se conservó una carta del siglo vil a. Cr., posiblemente de A S U R B A N I P A L mismo, en este sentido, como ya hemos citado. De los chinos sabemos que existieron disposiciones con esta referencia desde la dinastía H A N , pero ya antes se respetó el concepto, como se sabe del emperador S H I H - H U A N O - T I y de su ministro L i S H I (figura 530), que vivieron unos doscientos anos antes de Cristo. El concepto de la obligación de conservar preventivamente los archivos, se reflejó por primera vez en el edicto del príncipe chino HUANG-NILH, en la dinastía TANG. Disposiciones similares se ha tenido posteriormente en Bagdad y hay que suponer que lo cumplieron también en su día en Córdoba. H U A N O - N I E H ordenó en el año 674 p. Cr. que en toda fabricación de papel se añadiera un extracto de las bellotas del árbol amurense de corcho como germicida de conservación (es el motivo del color ligeramente amarillento de todo papel chino de entonces). En la región cultural de los árabes existieron desde que se fabricó papel en Bagdad (800 p. Cr.) reglas para su conservación en las bibliotecas. De su aplicación en Córdoba no hemos encontrado una confirmación, pero en vista de que sabemos del control que mantenía ya el califa Abdul R A H M A N I I I (912-961 p. Cr.) sobre su floreciente industria papelera de Córdoba, podemos dar como seguro que es Córdoba el primer sitio español con una previsión oficial en los archivos.

En la parte cristiana de España, siguiendo ahora a MATILLAS TASCÓN (260), fue don JUAN I I quien firmó, el 2 de noviembre

de 1437, la primera ordenanza de archivos. Es muy curioso el motivo: debido a las guerras de la reconquista y más aún por disputas con los demás reyes cristianos ( M A T I L L A S T A S C Ó N las llama «luchas intestinas»), los tiempos de los reyes de Castilla y León fueron tan inquietos y azarosos que la Corte andaba siempre errante. Para la buena marcha de los negocios públicos era preciso llevar a todas partes los registros y la documentación total, llegando a ser tan embarazoso su constante acarreo que un dia el rey se molestó e incluyó en las ordenanzas del mencionado dia para la Contaduría Mayor un otro «si» que en definitiva ordenaba la creación y regulaba la conservación del «Depósito de los papeles del Reino». 791

Se acumulaban los fondos en el alcázar de Segovia y en el castillo de la Mota, de Medina del Campo. E l cardenal QSNEROS pensó como primero en una ordenanza para un Archivo Central; CARLOS V empezó a hacerlo entre 1540 y 1544, concentrando en Simancas los fondos de Medina del Campo y de otros sitios, y fue por fin FELIPE II quien firmó los oportunos decretos reales para la remesa periódica, de la documentación administrativa ya no usada, al archivo de Simancas. Desde el grave conflicto surgido entre la corte de España y el Vaticano sobre las cuestiones del Patronato Real y provisiones eclesiásticas, se empezaron a reconocer de forma oficial varios archivos (si bien con intenciones totalmente aparte de la conservación), lo que resultaba en mejor ordenación y conservación de estos fondos y daba base para su reunión. La Real Orden del 26 de agosto de 1850 incluyó ya: reunir este material de los documentos históricos de los monasterios, conventos y de las fincas del Estado, culminando en la Real Orden para la creación del Archivo Histórico Nacional, en 1866. Los archivos notariales se ordenaron ya antes de esta Orden, en 1862, derogando todo lo dispuesto anteriormente por el artículo 5 de la Ley Notarial, que data de este año y que hasta hoy rige en España; se caracteriza por su ejemplar espíritu de conservación. Sobre la conveniencia de una conservación y restauración regular de los fondos en las bibliotecas nacionales, se habló ya al principio de nuestro siglo, incluso en las Cortes, pero no se llegó a una ordenación legal. A finales de la década de los cincuenta se hizo un primer intento práctico de constituir un laboratorio de restauración en el Archivo Histórico Nacional; no prosperó, principalmente por «la interpretación rígida y miope, por parte de la Administración, de determinadas circunstancias» (CRESPO, 082A-1). Éstas aplastó, por fin felizmente, como Director General de Archivos y Bibliotecas, Luis SÁNCHEZ BELDA, llegando al decreto 1.930 del año 1969, que creó el Servicio Nacional de Restauración de Libros y Documentos. 7ad-b)

Situación actual de la legislación y sus conceptos bases

Nos limitamos principalmente a la situación en España, si bien nuestra impresión es que la misma es bastante ejemplar. Un estudio 792

comparativo de las leyes y disposiciones en otros países sería interesante y realmente lo hemos ojeado. A l final citamos algunas impresiones. Conceptos bases La conservación de documentos será siempre en primer lugar un deber cultural, cuyos motivos hemos expuesto antes ya ampliamente. Durante mucho tiempo se han calificado las culturas humanas principalmente según su capacidad para conservar documentos y datos mediante una escritura. L a última, incluso, se tomaba como señal básica para distinguir una civilización avanzada de las culturas primitivas y prehistóricas. Asi, por ejemplo, se discutía incluso el rango de la civilización impresionante de los incas, porque no conocíamos una escritura de ellos. Cuando por fin se pensó inversamente, es decir, «que no es posible la existencia de una tan elevada cultura sin ninguna escritura», se llegó, buscando sistemáticamente, a descubrirla. Es de símbolos de palabras y en la forma estructural algo semejante al concepto inicial de la escritura china. En el caso citado hay un aspecto curioso. Se logró ya descifrar parcialmente esta escritura de los incas por un catedrático (Thomas B A R T H E L ) que en sus años jóvenes habia sido descifrador en algún servicio de esta clase en el ejército alemán.

A pesar de este concepto citado, de que las culturas altas disponen de escritura y archivos, hoy la arqueología ha demostrado que han existido importantes culturas prehistóricas sin conocer un sistema de escritura y que no se pueden calificar como primitivas. Pero ninguna de las mismas ha podido ampliarse fuera de una zona muy limitada. Tan pronto como la comunicación verbal sola no permitía ya la administración pública o el comercio, por la distancia a cubrir, se desarrollan medios para la comunicación escrita. Casi siempre están los primeros documentos que se hicieron, estrechamente relacionados con la ordenación jurídica y administrativa de la vida humana. Como ejemplo basta recordar la famosísima «Biblioteca del HAMURABI», de Babilonia, que realmente ha sido en su mayor parte un archivo de administración y de hacienda, ¡y cuánto nos dice sobre el uso práctico del código de este rey! Ya en los estudios por los asiriólogos de los ladrillos, con sus escrituras cuneiformes, se destacó un aspecto muy importante para 793

la investigación histórica: estos documentos son una fuente bastante segura de la verdad sobre los hechos ocurridos, porque los documentos administrativos y judiciales no están redactados con miras al efecto público. En documentos políticos es inevitable —e incluso se puede considerar como obligación «legal» de los que redactan el papel— que se dejen influir por tendencias, pretensiones y el esperado efecto político del texto. Por tanto, documentos administrativos o judiciales pueden contener más que «solamente los datos de un lio que ha tenido un particular» (¡comentario que nos hicieron un día, hablando del tema!).

También es esta conservación un deber político para el hombre cívico, si mantenemos como válido el concepto —muy de los optimistas, según el particular criterio del que escribe— de que las personas de responsabilidad política aprenden algo de la historia. E l interés público en la conservación de los archivos administrativos se deduce ya del concepto jurídico general en España y de muchos otros países, en que se llevan un máximo de protocolos tan pronto como se trata de intereses de alguien sobre los que la autoridad debe tomar una decisión. Se está protegiendo así al afectado, porque siempre se puede reconstruir con el archivo los caminos que condujeron a la decisión. Pero hay otro aspecto más, hoy de mucha importancia. Es conseguir asegurar los medios para estudios sobre fluctuaciones y tendencias de la vida contemporánea. Sin estos medios, hoy ninguna autoridad está capacitada para prever a tiempo los desarrollos y fluctuaciones que se pronuncian y que por lo menos podrían molestar, si no perjudicar, al público en caso de que no fueran canalizados a tiempo. E l más llamativo ejemplo es el índice de la motorización y los trastornos que causa con su rápida evolución. ¿Cómo se podría estudiar costos, volumen de vías, etc., si no tuviésemos datos para calcular cifras del avance? Estos ejemplos se pueden ampliar casi indefinidamente.

Leyes civiles y decretos Una ley de Archivos y Bibliotecas está en estudio en las Cortes. Será trabajo noble, conseguir una compenetración de las exigencias prácticas con los deberes culturales. Entre tanto están en vigor o se orienta en las ya mencionadas órdenes reales, en el Real Decreto de 22 de noviembre de 1901 para el «Régimen y Gobierno de los Archivos del Estado», que en su tenor (por ejemplo, artículos 61 y 66)

794

considera como básico velar por la buena conservación, y por el Decreto 914/1969, de 8 de mayo, que regula la creación del Archivo General de la Administración Civil. Varios reglamentos especiales existen para los archivos marítimos, eclesiásticos, jurídicos y militares. Su enlace formal u ordenación recíproca, no existe generalmente en forma legalizada. Mediante acuerdos en juntas provinciales se está resolviendo, a veces, el problema. Decretos de carácter administrativo referentes al trato y la conservación de archivos abundan hoy en los países que pertenecen a la U . N. E . S. C. O., que en la propagación de la idea de protección de bienes culturales ha hecho una labor decisiva. L a Convención para la Protección de los Bienes Culturales (007-12) está aceptada también por España y es, por tanto, ley vigente. Aparte esto, la conveniencia de una clara definición de la responsabilidad de ciertas personas para la conservación de archivos se puede justificar fácilmente. En los últimos años se observaron en España numerosos casos de una destrucción de documentos, tanto judiciales (figura 264) como de registros civiles y notariales, a causa de termites subterráneos. También la Hacienda tenia pérdidas. Siempre carecía el correspondiente archivo de un control regular. Según nuestras noticias, no se han producido con esto unos daños de mayores consecuencias legales, pero, naturalmente, podrían producirse en estos casos y en cada momento. No hace falta subrayar que las consecuencias de la desaparición de un expediente en un pleito, de un documento del registro civil o de un simple expediente administrativo puede tener graves consecuencias, incluso materiales, para la persona interesada. Por tanto, se puede producir una responsabilidad para el daño que es de efecto legal. Para que la pérdida produzca una responsabilidad civil (articulo 1.902 del Código Civil Español) debe intervenir cierta negligencia, porque «nuestra legislación positiva no participa de la teoría de la responsabilidad sin culpa» (decisión del Tribunal Supremo, 007-11), y para que se produzca una responsabilidad criminal, indudablemente debe intervenir alguna negligencia grave o la omisión voluntaria de un deber que impone la ley. Esta definición, que está fijada en el Código Penal Español desde la reforma del ano 1850, suprime como característica indispensable de una falta o de un delito la intervención de la mala fe. En vista de que, según hemos indicado ya en el estudio de la psicología de los causantes de daños en archivos, etc., es hoy en primer lugar la negligencia quien provoca daños por el hombre, pode795

mos decir que las disposiciones legales respaldan perfectamente nuestros conceptos. Radica todo en la cuestión de que estas pérdidas de documentos sean consecuencia de fuerza mayor o no. Realmente hoy no podemos dar fácilmente la calificación de «inevitables» a casos de graves daños por bibliófagos, teniendo a nuestra disposición toda la técnica moderna para evitar destrucciones de esta clase. Según nuestro criterio, no exageraría un juez que en tal caso estime una reclamación civil por el mencionado artículo 1.902 del Código Civil. Debían influir más motivos «irresistibles» que un ataque por termites, los últimos ya no son fuerza mayor. Deseables y en el interés de los mismos archiveros serían disposiciones sobre la forma de cómo proceder en la conservación. Nuestro concepto particular gira hacia algún sistema que permita estudiar la situación, biblioteca por biblioteca y archivo por archivo, fijando alguna instrucción para el proceder (que puede ser revisado con cierta frecuencia) a la que adaptar los reglamentos para el gobierno del objeto y para cuyo buen cumplimiento de la instrucción debe velar el director del centro. La comisión que fija las reglas a observar en cada caso puede estar formada por técnicos más especializados en la materia de conservación que el mismo archivero. Esto aumenta la seguridad de que las medidas serán las óptimas y que serán tomadas a tiempo. Para la persona responsable esto aclara y simplifica el procedimiento. («Al que no cumpla con la instrucción fijada, se le condena a aprender de memoria el presente libro»; pero, hablando en serio, es precisamente esto lo que no nos parece justo: dejar al responsable solo ante un volumen cada dia más creciente de datos técnicos, sobre los cuales debia formar criterio para su caso concreto, si desea actuar responsablemente.)

También hemos pensado en la reglamentación de la intervención de terceros en casos especiales, como en tratamientos contra termites, climatización del edificio (que son sectores de mucha importancia) y casos similares. Somos contrarios a cualquier reglamentación, como para termites, por ejemplo, existe en otros países, incluso con amenazas penales [véase el capítulo 6ea)]. E l criterio del director de un archivo es suficiente para tomar las debidas decisiones y elegir los medios útiles si tiene el respaldo de una guía elaborada expresamente para su centro, después de comprobar la situación local por técnicos especializados. La competencia del Servicio Nacional de Restauración de Libros y Documentos en España, también en la materia de conservación genérica de bibliotecas está regulado por el decreto 1930/1969, de 796

24 de julio, y por la orden ministerial de 18 de mayo de 1972, que de la competencia dice: « . . . el estudio científico de las causas que producen la destrucción de la materia escriptoria y de las que influyen en su deficiente conservación para formular las normas precisas de adecuadas instalaciones en archivos y bibliotecas.» Aparte esto, el decreto atribuye al Servicio la docencia para formar el personal necesario y autoriza trabajos de investigación. Responsabilidad penal Ya hemos dicho que nos gusta poco el concepto de la defensa con castigos y debe quedarse como último remedio, nunca deseado. Aparte de la responsabilidad civil, si no nos ocupamos seriamente de la protección de documentos, por daños concretos de cualquier clase a los mismos, sería aplicable el artículo 558 del Código Penal y, más aún, el artículo 560 del mismo Código, que castiga expresamente la destrucción de papeles y documentos, sea su valor material estimable o no. El articulo 558, 5, del Código Penal castiga con presidio menor al que «causa daño... en un archivo, registro, musco, biblioteca... o en el Patrimonio HistóricoArtístico Nacional». Seria agravada la culpa si rige también el apartado 1 del mismo articulo, ocurriendo el hecho «...con miras de impedir el libre ejercicio de la autoridad». El articulo 560 del mismo Código castiga «el incendio o la destrucción de papeles o documentos cuvo valor fuere estimable» con presidio menor, y «si no fuere estimable», con arresto mayor.

También hemos visto ya, en el estudio psicológico, que la persona frustrada tiende fácilmente a la negligencia (con el concepto «que se fastidien»), lo que en la valorización de los hechos ante el citado apartado 1.° del artículo 558 del Código Penal debía ser reconocido; sin que sea nuestra intención disculpar con esto las negligencias de cualquier hombre descontento, cediéndole algún apartado del artículo 8 del Código Penal ( irresponsabilidad). Más problemática es la misma consideración, sí o no, en caso de que la destrucción haya sido provocada por miedo a pruebas en el mismo archivo destruido. Por una parte es indudablemente un caso para el mencionado apartado 1.° del artículo 558 del Código Penal, pero 797

el miedo, como ya hemos visto, psicológicamente puede ser una fuerza insuperable, y ésta extingue expresamente, por el apartado 10 del artículo 8 del Código Penal, la responsabilidad. Por fin, sería también a considerar el artículo 194 del Código Penal si el responsable es funcionario público. Dice el articulo 194 del Código Penal que «incurrirá en la pena de inhabilitación especial la autoridad o el funcionario público que impidiere a una persona el ejercicio de los derechos cívicos reconocidos por las leyes».

La desaparición de un documento del Registro Civil, indudablemente, puede tener el efecto de privación de derechos y, tratándose de un caso de negligencia en su conservación, sin intervención de fuerza mayor, la responsabilidad civil y penal del funcionario es patente. 7ad-c)

Respaldo legal de una intervención

de emergencia

Queda como último problema la base legal para intervenir contra la pérdida de objetos, por destrucción voluntaria de los dueños que no saben lo que tienen en mano o que esperan —por limitada inteligencia o defectuosa consideración para el valor de material histórico— obtener ventajas con la venta como papel de chatarra. Ya hemos visto que España dispone del párrafo 560 del Código Penal, que persigue la destrucción de papeles y documentos si tienen algún valor mínimo. Por tanto, la intervención, incluso recurriendo a la fuerza pública, está perfectamente respaldada. Lo que pasa es que debe ser a tiempo y hay que justificar algún valor real del material. Hoy día consideramos fácil convencer en estos casos al juez; si bien se dice que no siempre ha sido así, especialmente lo creemos de regiones donde la legislación no ha sido tan tajante en favor de los archivos. Cuidarlo abunda hoy como concepto y es agradable ver que incluso cuerpos totalmente entregados a fines prácticos han creado archivos históricos; como buen ejemplo podemos citar la Guardia Civil, que incluso dispone de su propia Revista de Estudios Históricos. En caso de que se trate de archivos administrativos públicos, puede ser útil también el artículo 218, 5, del Código Penal, que prohibe «despojar... de sus bienes propios... al Municipio, a la Provincia o al Estado, o dañar o destruir dichos bienes», para pedir la 798

ayuda de la fuerza pública. (Si bien, normalmente no está inspirada la destrucción por motivos suficientes para demostrar luego un acto de sedición, a que se refiere el mencionado párrafo.) Pero como primer choque para evitar la destrucción, su uso puede ser aceptable y hay más argumentos legales (*) para actos de prevenir a que no se llegue a extremos, estimulado, por ejemplo, por piromanía colectiva pública (que es un fenómeno frecuente). Problemática es la intervención contra actos de «limpieza» en los archivos administrativos en caso de no existir un organismo que reciba el material. L a falta de sitio, que paraliza su uso, es un motivo muy elástico y los secretarios de los organismos son realmente, según la situación legal, los archiveros natos de dichos archivos y su autoridad es, por tanto, justificada «hasta que no se prueba lo contrario». No obstante, en un caso de duda, la fuerza pública puede ordenar el alto también a funcionarios públicos, si no existe una decisión judicial que autorice la destrucción. Por las circunstancias arriba indicadas hoy será difícil que alguien se niegue en estos casos a un acto de prevención.

7ad-d)

Régimen interno

Su principal importancia para la conservación está en las disposiciones en previsión de los descuidos en el trato regular de los fondos. E l régimen interno debe tener, naturalmente, muy previsto la defensa contra el robo de objetos. En el estudio psicológico del vandalismo archivo-bibliotecario hemos expuesto los posibles móviles del mismo. Para la mentalidad del que escribe es difícil comprender que exista en esto más que la acción de unos enfermos mentales. Pero entre tanto que no se consiga evitar la comercialización de todos los bienes culturales y que, correspondientemente a su poca abundancia, puedan tener precios muy elevados, debemos (•) E l articulo 1.° del Reglamento Militar del Cuerpo de la Guardia Civil dice de su misión: «...detener a todos malhechores y perturbadores de la paz pública y finalmente prestar cuantos auxilios se encuentren a su alcance en caso de incendio...».

799

admitir la creciente probabilidad del robo por lucro. Existe de sobra base legal para perseguirlo; la emergencia en un caso concreto ya está generalmente admitida y se puede fiar en la colaboración pública. Qué técnica de protección se adopta es asunto de las circunstancias locales y, si se trata de objetos muy valiosos, de los especialistas de la policía. Ha sido discutida, preferentemente en Francia, la ventaja o desventaja de tener los objetos muy valiosos concentrados en un sitio o repartidos entre los demás fondos de la biblioteca. En principio, y no solamente por el robo, es seguramente mejor reunir los objetos preciosos en un solo sitio. AHI es más fácil protegerlos contra todo: clima, fuego y robo. No obstante, desde que se puso de moda lanzar audaces golpes de robo, estilo novela policiaca, posiblemente haya que estudiar de nuevo estos conceptos.

7ad-e)

Consideraciones finales sobre leyes y decretos

A título de curiosidad hemos estudiado un poco las disposiciones de los códigos de otros países y épocas sobre la protección de documentos. E l resultado es que solamente en el Código español hemos visto un párrafo penal especialmente dedicado a la protección de documentos o archivos y separado de las disposiciones en general contra la provocación de daños. Disposiciones de esta clase que especifican numerosos tipos de danos suelen contener los códigos jurídicos desde la Antigüedad, hoy a veces de forma muy detallada, protegiendo expresamente a objetos como edificios oficiales, puentes, trayectos de agua, barcos, aviones o, también, depósitos de paja (¡lo cita hasta hoy el código alemán!), pero nunca enumeran a las bibliotecas y archivos.

Más genérico es el concepto de conservar los documentos marítimos. Aparte de que los códigos, como el español (Código de Comercio, artículo 612), obligan al capitán del barco a salvar sobre todo los libros del barco y en primer lugar el diario de navegación, su entrega final a los archivos marítimos también es exigencia genérica. En las disposiciones históricas sobre esto destacan las que eran vigentes en las ciudades marítimas de la antigua confederación alemana de las ciudades de la «Hansa».

En este paseo del curioso, nos llamó la atención el estilo y la formulación de las disposiciones. Es relativamente frecuente que se 800

procure justificar la molestia por la orden con argumentos morales y subrayando el servicio público por el que se está velando. Esto coincide con los conceptos psicológicos anteriormente expuestos; es tarea importante redactar las leyes y disposiciones en una forma que leyéndolas se comprende ya su valor y necesidad, desmantelando de esta forma cualquier reacción agresiva que en relación a las bibliotecas y archivos está siempre muy cerca en la reacción subconsciente del hombre. También en este sentido indirecto puede tener un papel importante, para la previsión de nuestros archivos, la simple redacción de las leyes y reglamentos a cumplir. 7ad-f)

Normas para la fabricación

y el uso de papeles

Para nuestro tema interesan clasificaciones bien tajantes para las cualidades que cada clase de papel debe tener y su distinción con alguna marca para que el profano sea capaz de reconocer el material a primera vista. Existía antiguamente este concepto en la consideración sobre el papel en España, resultando de esto el término «papel de marca» referente a tipos que tenían destino para documentos. Si se estudia y llega a un papel estable en un pais, consideramos como sugerencia importante que de nuevo se vuelva a la vieja costumbre de una filigrana «legal» para estos papeles. Para fines de conservación de una biblioteca, seria un detalle muy útil.

Aparte esto, naturalmente, sería necesario fijar de nuevo qué papeles se debe tomar para qué finalidad. Como mínimo las calidades de los papeles para escritos de cierta trascendencia, formularios oficiales (¡!) y, naturalmente, documentos, debían ser fijados o actualizados, estudiando en esta ocasión su conservación (KRAEMER, 217-8). El primero que hizo un decreto de esta clase fue el emperador alemán F E D E II, que al principio del siglo X I I I y todavía desconfiado de la duración del papel ordenó transcribir a pergamino todos aquellos documentos que al cabo de dos anos aún se necesitaran. En España, C A R L O S 111 puso las primeras normas para la fabricación de papel, incluso fijando tamaños. RICO

Modernamente, en los Estados Unidos existía ya hace unos cuarenta años una disposición, de carácter legal, para el uso de papeles 801 51

estables en libros, sin que se hayan fijado hasta ahora normas definitivas. Las normas DIN, alemanas, y otras más o menos similares intentan agrupar, aparte del tamaño, también las calidades del papel. La norma DIN es obligatoria en España por decreto desde el año 1971, pero esto no regula el destino de cada calidad. Recientemente se han formulado las «Specifications for Permanent Durable Paper, Library of Congress Publications», del 12 de mayo de 1970, en los Estados Unidos, que es un desarrollo de las «Tentative Specifications» de BARROW del año 1960. Por fin existe una especificación particular inglesa (P. F. BINGHAM, Ltd.), que ha sido elegida por el British Müseum y anteriormente también por la biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, y cuyo carácter nos convence sobre manera, porque fija el valor pH en 8-9. Aparte la cuestión del valor pH para la conservación, de lo que somos decididos partidarios (la figura 483 indica nuestros motivos), respalda esta formulación también aspectos higiénicos. Para el último concepto, de buscar un papel que ofrezca cualidades especiales de higiene medicinal para su aplicación en publicaciones de elevado uso público (libros escolares, etc.), no existe aún ninguna norma o intento. Lo más probable es que allí no exista otro camino que la incorporación de bactericidas o germicidas genéricos. Lo último lo consideramos también inevitable para papeles de libros destinados al uso en zonas con elevado peligro de termitcs y en regiones tropicales.

En el futuro será también objeto, de reglamentos y disposiciones legales, el grado de la resistencia del papel a su descomposición natural por microorganismos. Será un aspecto a determinar bien científicamente en qué caso y a qué extremo se debe conservar papel, sea por usar materiales muy resistentes, como ciertos plásticos, o por germicidas duraderos. Siendo más fácil manipular la duración de un germicida que un material totalmente resistente, según nuestro criterio llegaremos a la situación de que se determine la duración para los diferentes destinos del papel, modificándola por el tipo y/o porcentaje de los aditivos protectivos incorporados.

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7b)

L A PREVISIÓN GENERAL DE LAS EXISTENCIAS

Muy importante y básica es la construcción del edificio; lo trataremos en el capítulo 8, y también la adaptación de edificios antiguos al uso como archivo. Aparte esto, es la forma del alojamiento, el control regular de los fondos y la previsión para el caso de fuego y catástrofe lo que comprende la previsión. 7ba)

MEDIDAS DIRECTAS EN E L ALOJAMIENTO Y EN LA COLOCACIÓN DE LOS FONDOS

Para este caso se puede estipular unas reglas generales cuya estricta observación es de mayor importancia, y que son: — Regla principal: Ninguna estantería debe tocar una pared; se concentran todas en el centro de la habitación. — Suelos debajo de losas sean preferiblemente de cemento u otras masas compactas; maderas (parquets) deben ser impregnadas. Preferible es sustituirlas por pavimentos termoplásticos no combustibles. Las estanterías deben tener margen entre el suelo y la balda inferior; zócalos cerrados no son convenientes. — Revestimientos de las paredes convienen para el aislamiento; si el revestimiento es de madera, debe ser impregnado contra insectos y fuego; en el caso contrario se produce un peligro latente. También yeso en las paredes es contraproducente, si no lleva una profunda impregnación hidrofugante que elimina su higroscopicidad. — Es preferible tener estanterías muy altas (incluso hasta el techo) que pasillos muy estrechos. Los motivos para estas reglas radican principalmente en la previsión contra influencias climáticas y contra termites, pero con la ventaja adicional de que se obtiene una buena visibilidad y mayor facilidad para el movimiento entre las habitaciones. E l material de estanterías hoy suele ser metálico, por una serie de razones administrativas y de conservación. Argumentos en contra no existen. 803

E l problema de las maderas en bibliotecas se ha discutido ya muchas veces, no obstante, por el rápido desarrollo de la industria de los plásticos y de los conservantes contra xilófagos, hoy el aspecto se ha modificado nuevamente. El problema consiste en el peligro de incendios y del desarrollo de xilófagos, preferentemente del género Anobium, que atacan libros y madera. Ya hemos dicho que estanterías de madera por motivos de incendio se puede admitir siempre y cuando se trate de maderas igual o menos inflamables que los libros. E n la práctica deben ser maderas impregnadas, porque las clases que por naturaleza resisten al fuego (por ejemplo, teca, ébano, akoga, guayaca) son maderas muy caras. De nuestras maderas son relativamente resistentes al fuego roble, fresno y castaño; tratando los mismos con barnices plásticos de los tipos ignífugos se consigue una resistencia muy buena y bastante superior a la resistencia contra el fuego que tienen los libros. La protección es completa si se tratan las mismas maderas, antes de barnizar, contra xilófagos, para lo cual existen modernos productos, a base de sales complejas del pentaclorofenol y de otros conservantes orgánicos, con una duración prácticamente indefinida. Mucho conviene impregnar los revestimientos de madera también contra el fuego; es suficiente hacerlo solamente por el lado que toca a la pared, para que no haya posibilidad de arder en esta parte cuando están expuestos a temperaturas altas.

7bb)

E L CONTROL REGULAR

La mejor protección contra daños por agentes bióticos es incompleta sin cierto control regular. Este repaso conviene organizarlo como labor continua que se repite, según las circunstancias, en plazos más o menos largos, dependientes de la situación en la cual se encuentra la biblioteca. Naturalmente, en un edificio moderno el ciclo puede tardar más que en una casa vieja, pero más de dos años no conviene nunca. Para este control no es suficiente mirar por encima el aspecto de los libros en las estanterías, sino que se debe sacar por lo menos cada uno en el que se note una perforación o algún polvo en su alrededor; mejor es tomar todos a mano y abrirlos para ver el estado 804

de su interior. Especialmente los termites no dejan ninguna señal exterior antes de que el libro esté deshecho; por tanto, se debe repetir con mayor frecuencia el control en caso de sospechar por estos insectos. Muy discutido es si conviene o no incluir en este control cierto tratamiento preventivo, repitiéndolo con regularidad. Es nuestra opinión, basada en gran número de casos desgraciados en los cuales se han observado daños considerables, que en general no es efectivo aplicar productos insecticidas, etc., en el plan preventivo. Incluso, en ciertos casos, son perjudiciales, por eliminar los parásitos que en determinadas condiciones pueden evitar el desarrollo de una plaga. Hemos visto que los daños se han producido siempre por carecer la biblioteca totalmente del oportuno control continuo. En el momento de observar algo, naturalmente, es necesario proceder en seguida, no esperando hasta que se amplía el daño. Si por el valor o la importancia del objeto se quiere hacer un tratamiento preventivo, entonces no conviene usar con frecuencia polvos de insecticidas, que a la larga ensucian mucho la biblioteca, sino que se debe impregnar los objetos con un conservantes a base de aerosoles [véase el capítulo 6ec)]. Existe nuestro producto de este tipo en el mercado español («Poimate-Aerosol»). En edificios antiguos, el control regular debe incluir también el edificio mismo, que puede ser procedencia de plagas graves para los libros, sin que la construcción haya sufrido daños notables por los mismos agentes.

7bb-a)

Reconocimiento del estado de un edificio

Hay que controlar el grado de la conservación de: — las instalaciones eléctricas y del agua; — el revoco exterior y la cubierta (incluso ventanas del desván); — el maderamen. Para los dos primeros puntos no hace falta explicación, son contra el peligro de incendio y la entrada accidental de humedad y cualquier albañil o electricista lo realiza. Pero hay que describir el reconocimiento del maderamen, porque exige más conocimientos de los que un carpintero puede ofrecer normalmente. 805

7bb-b)

Control del maderamen por ataques de y bibliófagos

xilófagos

Conviene realizar un reconocimiento completo del edifico, de la forma que se indica a continuación, cuando se observa alguna señal de daño en la madera. Tratándose de un objeto importante, se debía solicitar la intervención de un servicio técnico profesional. Termites En el caso de observar sus señales, lo más urgente es realizar una amplia investigación sobre el estado de las vigas y puntales, para prevenir algún peligro inmediato para la construcción. Los detalles del proceder para localizar su labor ya los hemos descrito, con su tratamiento, en el capítulo 6ed). Carcoma de viga E l método del reconocimiento es igual al indicado para termites. Los daños se encuentran principalmente en los tejados y marcos de puertas y ventanas. Un daño que inicia, a veces no se puede localizar por la diferencia en la resonancia; entonces se quita con un hacha algunos cantos de las vigas en la parte donde parece algo más claro el tono de la madera (albura), porque estas zonas son los primeros puntos del ataque. Polilla de madera (que frecuentemente se identifica también como bibliófago) Se procede como en el caso de «carcoma de vigas». E l ataque peligroso se concentra normalmente en los sótanos y en zonas húmedas de la casa. Hongos (pudrición) Se procede como en el caso de termites, prestando especial atención a la posibilidad de que los micelios de los hongos hayan penetrado también las paredes, siguiendo entonces la destrucción en 806

el otro lado. Confirmándose Lepra de casa, el peligro está en un radio de tres metros desde la última señal visible, debido al avance de micelios en el interior de las paredes. La presencia de hongos siempre es serial de que existe exceso de humedad en el edificio. 7bc)

MEDIOS Y MÉTODOS PARA MEJORAR L A PREVISIÓN REGULAR

Lo que necesita instalaciones grandes y fijas, se cita en el capítulo 8, de la construcción. Los medios cuya instalación está al alcance del mismo personal, los exponemos aquí. Regla genérica y base es: Un máximo de limpieza y ventilación o climatización (según el clima de la región); limpieza también de los alrededores del edificio. 7bc-a) Humedad Si es un edificio viejo y no se hicieron aún modificaciones constructivas, conviene procurar, mediante un sistema de ventilación bien estudiado, la necesaria climatización «a mano», o por extractores. El más ilustre ejemplo ha sido la biblioteca del Vaticano, del que aún se habla en España y con el que hace medio siglo largo ya se controló perfectamente la humedad mediante un plan estudiado a fondo, de abrir y cerrar en ciertas horas y en ciertos sitios todas las puertas y ventanas, vigilando el resultado con múltiples higrómetros instalados.

Para este sistema se debe buscar emplazamientos estratégicos de los higrómetros, donde se acuse siempre primero el aumento excesivo de humedad y un movimiento del aire, según la exposición y la hora del día en que se abría o cerraba una ventana. Una vez aclarado esto, se fija para cada hora, qué ventnas, etc., deben ser cerradas o abiertas en caso que la humedad alcance el límite de la intervención prevista. Siempre es útil un sistema de extractores en alturas cerca del techo. Puede ser dirigido fácilmente por medidores electrónicos de los valores limites de humedad y temperatura; el equipo no es costoso.

E l mismo sistema vale, naturalmente, para un edificio nuevo, si bien no debía ocurrir que fuera necesario aplicarlo. 807

Objetos de mayor valor se pueden poner en vitrinas o armarios cerrados (conviene que sean de madera y no metálicos, porque las condensaciones por cambios diarios de la temperatura son menores) y equiparlos de desecantes (silicágeles, fluoruro de litio), hoy fáciles de encontrar por su uso genérico en la conservación del material fotográfico, etc. Son normalmente saquitos de tela cerrados; no hace falta más que colgarlos en el objeto a mantener seco, calculando la cantidad según el volumen a proteger. Varía algo según el producto y se suele citar en la bolsa. También sería practicable en estos casos el uso de una electroosmosis, pero en la práctica resultaría muy cara. 7bc-b)

Humos y contaminación

del aire

Con algún aparato de mano no hay métodos para evitarlos. Todos los aparatos de los que dicen que purifican el aire de las habitaciones en que funcionen —si hacen algo— son insuficientes en su potencia, especialmente si las habitaciones no están aisladas contra frecuentes entradas de aire desde el exterior. 7bc-c) Insectos Es medio útil montar lámparas insecticidas, especialmente si hay peligro por termites de madera seca, que infectan los edificios casi siempre por camino de individuos que vuelan durante la noche hacia la luz. Los tipos más útiles (figura 268) son lámparas, no opacas, deben ser transparentes, con abundantes orificios de entrada y equipadas de bombillas de luz amarilla, que matan insectos, o en lámparas grandes de luz de yodo, que entonces deben estar instaladas con una protección que evita que los insectos toquen a la bombilla. 7c)

PREVISIÓN DEL FUEGO Y DE CATÁSTROFES

Todos los medios existentes contra fuego no sirven para nada, si el personal no sabe aplicarlo o no tienen el valor de resistir hasta el último momento. Por tanto, más casi que los medios importa el plan de la defensa, en caso de siniestros y catástrofes, así como la preparación de la moral del personal. 808

7ca)

PLAN DE DEFENSA CONTRA FUEGO Y DE PROCEDER EN UN CASO CATASTRÓFICO

Debe ser estudiado el plan para cada edificio indistintamente Su base es: — un plano del mismo; — una valorización de la posible combustibilidad del edificio y de los fondos, etc., en cada sitio; — un cálculo de los medios necesarios para sofocar incendios que empiezan y otro para un fuego declarado; — un cálculo del personal necesario para poner este material en acción y una lista del personal disponible en cada momento del día; — una lista de las posibles causas de un siniestro, ordenado según su probabilidad. E l resultado del estudio debe comprender: — fijar los puntos donde se emplaza el material de la defensa contra un incendio que empieza (recomendable es en forma repartida y cerca de la puerta principal de cada sala o piso); —• fijar emplazamiento del material para aplastar fuegos declarados; — la lista del material que se debe adquirir, si no lo hay; — una instrucción para el personal de cómo proceder en cada caso (corta y tajante) separando actos previos (cortar corriente, etc.) de la extinción misma del fuego. plan para la recuperación del material siniestrado (importantísimo. ¡Elevados daños se han provocado ya a posteriori del siniestro!). En el estudio se debe considerar principalmente con qué ayuda se puede contar en firme (¡firme de verdad!) y en qué plazo máximo. Esto puede cambiar según las circunstancias que se supone. En caso de situaciones catastróficas, es seguro solamente que no se tendrá ayuda. Importante es además pensar en el carácter de la gente que se tiene para sofocar o aguantar el primer impacto. Ha sido muchas veces discutida la cuestión de los medios y de su cantidad que debe estar necesariamente disponible. Por experiencia práctica industrial podemos decir que conviene tener siempre más de lo que se calcula. Además, en caso de tener un servicio municipal de incendio perfecto y al alcance rápido, se puede ganar mucho tiempo, si los medios para sofocar incendios declarados están disponibles, porque normalmente no están estos servicios provistos de tanto material especial, como deseamos que se use para no mojar y ensuciar los fondos salvados. El problema más grave es la disponibilidad del personal y la a veces incal-

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culable reacción del mismo ante el peligro. Los que menos se suponía corren como liebres y alguna señora de avanzada edad aguanta hasta caerse, como hemos visto varias veces en los incendios a consecuencia de los bombardeos en la guerra.

En vista de que es imposible tener las veinticuatro horas del día personal suficiente para un caso grave, es imprescindible organizar el plan de alarma y fijar dónde se localiza, qué ayuda y en qué momento. E l mejor plan no vale para nada, si por el personal no lo ha asimilado. Por tanto, son muy necesarios los ensayos prácticos del funcionamiento de la alarma, ocasión en que se puede ayudar a cada uno en hacerse cargo de su función. También son necesarios ejercicios con los aparatos, especialmente de los de primer choque. Por fin, es muy importante que el personal haya asimilado perfectamente que es necesario mantener siempre todo en condiciones para el último caso. Sobre los planes para casos de catástrofes hemos hecho ya sugerencias en los capítulos 3d) y 7ac); volvemos a insistir que la evacuación debe ser absolutamente el último paso que se intente. Normalmente es demasiado tarde cuando se quiere decidir a esto. Importante son las medidas para sustituir el fallo de luz, agua, etc., y asegurar los medios defensivos. 7cb)

MEDIOS DE ALARMA

En edificios grandes son la necesaria forma del control. Hoy son generalmente aparatos eléctricos que detectan el humo. También hay sustancias de impregnación contra fuego, pinturas, etc., incorporadas de componentes que avisan por un olor muy raro; se suele usar en instalaciones eléctricas grandes. También hay detectores que reaccionan a partir de cierta temperatura, además combinados muchas veces con un sistema de sprinklers. Los últimos nunca son recomendables para archivos. Los detectores de temperatura sirven especialmente para el cierre de las puertas cortafuegos. Entre los detectores de humos (figura 515) existen dos sistemas; según la situación, vale más uno u otro. Los detectores fotoeléctricos usan la enturbiación de la luz por el humo, que a su vez reduce la corriente de una célula fotoeléctrica y provoca así la alarma. Pueden estar provistos de un control del efecto de TYNDALL (dispersión lateral de la luz en las partículas del 810

humo) y permitir así la localización del punto de incendio en salas grandes si existen varios detectores en la sala. Un inconveniente de estos sistemas es que acuden también a elevada cantidad de polvo en el aire; además, no acuden a incendios sin humo (alcoholes, por ejemplo), que para nuestros fines realmente importa menos.

E l segundo sistema son detectores de ionización que controlan la del aire en unas cámaras equipadas por minúsculas partidas de material radiactivo. Si los humos que entran en el sector del control absorben parte de la radiación alfa, reduciendo así la ionización, provocan la alarma. Estos aparatos son menos sensibles a polvo en el aire, pero acuden también a la presencia de gases.

Los sistemas de la detección de temperaturas excesivas, antiguamente fueron simples contactos de bimetal. Su graduación no era muy sensible y pueden fallar relativamente fácil. Bimetales se usan hoy solamente en puertas cortafuegos para que avisen la situación en la puerta en cuestión a una central, o incluso provoquen su bloqueo en caso de peligro. Modernamente se usa sistemas de ultrasonido para el control. Frecuencias algo por encima de lo que se oye, emitidas en la zona que se desea controlar y recibidas por un micrófono equipado por un modulador de la frecuencia, o conectado con un oscilímetro, avisan si el aire cambia su densidad, lo que a su vez cambia la frecuencia del ultrasonido recibido. Este sistema protege simultáneamente contra robo, avisando cualquier movimiento de un cuerpo en la zona controlada. Lo último hace ineficaz la instalación durante los plazos del movimiento público. E l último avance técnico son aparatos que sustituyen la onda de ultrasonido por el rayo Láser. Estos aparatos son tan útiles para la alarma en caso de fuego, como de robo. Su único inconveniente es el mismo que tienen los de ultrasonido, que no se puede tener en funcionamiento durante las horas de la frecuencia del público. En la defensa contra robo son mejor que las células fotoeléctricas, porque el rayo Láser no es detectable como los rayos infrarrojos, sin que simultáneamente se provoque la alarma. Los productos y aparatos de la extinción del fuego se han tratado en el capítulo 6eg-a). 811

7cc)

REPRODUCCIONES DE EMERGENCIA DE TEXTOS EN PELIGRO DE

DESAPARECER

Puede presentarse el caso de que, por motivos de daños bióticos o abióticos que no se pueden subsanar en un plazo corto, se desee obtener reproducciones del objeto antes de proceder a subsanar sus defectos. Entonces es necesario decidir sobre el método de su reproducción. Se deben desestimar todos los sistemas de fotocopias, excepto, eventualmente, los tipos que trabajan electrostáticamente. Con gusto tampoco vemos éstos, porque obligan a la máquina a mover el objeto —a veces ya muy frágil y también el plazo de la conservación de la copia es bastante limitado. Mejor es obtener un microfilm, que se puede hacer con un mínimo de movimiento del objeto. Lo ideal, pero también lo más caro, es la reproducción en Offset (que, además, ya permite hacer varias copias). Si el costo no es prohibitivo, naturalmente es lo indicado decidirse por el último procedimiento.

7d)

LITERATURA DE INTERÉS PARA E L SÉPTIMO CAPÍTULO

Marcamos, como de costumbre, con un asterisco las publicaciones que llevan amplio índice de literatura, y con dos los tratados y publicaciones genéricas de su tema. A N Ö N I M O (007-2, 007-8, 007-11, 007-12, 007-20, 007-23, 007-24, 007-28).

LUECKERT

B E R E L S O N + S E I N T E R (026).

MATILLAS TASCÓN

B E R N E (029-1, 029-2).

MORRIS

BREILLAT

NARITA

(048).

(245).

M A O K ' U N (254). (260).

(273). (280A-2).

O R T E G A Y G A S S E T (295).

CHIERA

(72A).

CRESPO

(082A-1).

FAYYAZ MAHMUD

(108-1).

PEROTIN

(302).

PEVSNER

(305).

G A L L O (130-2).

P L E N D E R L E I T H + P H I L I P P O T (305B).

HERODOTO

SÁNCHEZ BELDA

(166).

KELLENBENZ

(198).

KIRCHNER

(204).

SKINNER

(370A).

KOELZOW

(208).

STEFFEN

(380A).

K R A E M E R K O E L L E R (217-3 * , 217-8).

SUTTON

(385).

KROEBER

TOTTLE

(393).

(223).

W E L L S (419A).

K U N Z E (227). LAFUYE

812

WOOLLY

(230).

LEVY-STRAUSS

(239).

(341-2).

S C H E I C H E L (352-1, 352-2).

(430AX

VIII.

MEDIDAS PREVENTIVAS E N L A CONSTRUCCIÓN E INSTALACIÓN D E L EDIFICIO

La previsión empieza ya con el proyecto del edificio, es más, el emplazamiento y la construcción conveniente del mismo es parte básica de toda la previsión. Si el edificio no se construye nuevo, lo primero que se debe hacer es ponerlo en condiciones, realizando los oportunos cambios constructivos. Las instalaciones permanentes son la segunda parte importante de la previsión constructiva. Pueden producirse numerosos problemas, debido a estas instalaciones, que parcialmente deben ser algo distintas que en edificios de viviendas o de oficinas.

8a)

MEDIDAS

CONSTRUCTIVAS

En los edificios hay que observar algunas reglas generales que en conjunto resultan en condiciones óptimas para una biblioteca; las mismas son: Climatización

del edificio

— Poner sótanos bien ventilados o aislar el suelo de la planta baja y las paredes y suelo del sótano, según lo expuesto en el apartado 8ac). — Aislar las paredes expuestas al noroeste o a la dirección del mal tiempo. 813

— Evitar patios interiores. — Orientar la ventilación lo más posible en dirección vertical. En la climatización artificial se procede según lo expuesto en el apartado 8ba), siendo necesario para bibliotecas un sistema bastante diferente que la climatización que se suele usar en edificios habitados. — Evitar toda insolación directa (por porches delante de las ventanas u orientación oportuna de las mismas). Previsión contra termites subterráneos — Evitar madera en los sótanos. — Impregnar la madera de suelos, marcos, etc., según lo expuesto en el apartado 8ad). Previsión contra termites de madera seca (necesaria solamente en zonas del clima mediterráneo o tropical) — Proteger las ventanas que se abren con malla fina (inferior a 1,2 milímetros) o mejor colocar ventanas imposibles de abrir y aparte una ventilación protegida. Colocar además siempre las trampas de luz, como las descritas en el apartado 8af). L a razón para esto es que los termites de madera seca vuelan durante la noche y entran, atraídos por la luz, en los edificios, si las ventanas están abiertas. — Impregnar la madera. Previsión contra el juego y el rayo — Desintegrar los depósitos de los libros en edificios antiguos en habitaciones relativamente pequeñas y procurar que se pueda cerrarlas herméticamente. Además hay que prever siempre un doble acceso. — Impregnar las maderas del tejado contra el fuego, como se indica en el apartado 8ah). — Construcción de hormigón armado, evitar vigas, etc., de hierro. Se tuercen en caso de un incendio y desintegran el edificio. Se puede prevenirlo sólo malamente. — Cualquier antirrayo vale, también los que llevan cargas ra814

dioactivas, porque su platillo protector mantiene prácticamente libre de radiación la zona debajo de la carga nuclear. Es natural que estas reglas son más fáciles de cumplir en edificaciones nuevas que en edificios antiguos. No obstante, también en los últimos se puede mejorar muchísimo el alojamiento y la seguridad, realizando una transformación bien estudiada. Especialmente en edificios viejos se debe mantener luego un control continuo que puede incluir la aplicación regular de ciertos productos. 8aa)

E L EMPLAZAMIENTO

Aparte de un edificio histórico, lo más noble y siempre casi ideal en las condiciones del ambiente es el emplazamiento en una zona verde, como un parque, etc. Ambas posibilidades tienen también elevado valor psicológico para influir positivamente en la mente del estudiante o investigador. La decisión final sobre el lugar puede ser influida simplemente por razones técnicas, lo que sería el caso ideal (y casi nunca se tendrá). Normalmente intervienen motivos del acceso dentro de la ciudad, de la disponibilidad del terreno o de un edificio y, por fin, puede ser que se desee emplazar el centro en algún edificio histórico. Según nuestro criterio, el último caso es un motivo extraordinariamente digno y, de parte de la conservación de bibliotecas, hoy no vemos ningún motivo en contra si se realizan las modificaciones necesarias. Desde el punto de vista técnico será algo más complicado resolver la protección, pero se consigue en igual forma que en un edificio nuevo; solamente puede ser más costosa.

También hay que pensar en la capacidad del inmueble, la adaptación reduce algo la superficie útil en su proporción total. Un exceso en la ocupación disminuye severamente las posibilidades de la conservación; es aspecto que no siempre se considera suficientemente. Estudiando en unos treinta edificios viejos y nuevos, además consultando numerosos planos de repartos propuestos, hemos llegado a la conclusión de que se puede calcular en estos casos con los coeficientes de la tabla 49, que suponen una perfecta adaptación para la conservación. Una vez llegado a la decisión sobre el emplazamiento hay que estudiar ampliamente la situación climática. 815

T A B L A N Ú M . 49

COEFICIENTES D E L APROVECHAMIENTO D E SUPERFICIE E N ARCHIVOS Y BIBLIOTECAS SEGUN SU TIPO D E CONSTRUCCIÓN (*)

Tipo de construcción

Superficie Aprovechadisponible miento (en m') (en porcentajes)

Edificio antiguo: 1.000 5.000 1.000 5.000

70-80 65-75 ~80 ~80

1.000 5.000 1.000 5.000

80-95 90-95 ~90 ~90

5.000 5.000 1.000 5.000 1.000 5.000

100(»») > 95 80-90 ~90 60-70 70-80

Edificio nuevo (construcción de este siglo, pero no construido para una biblioteca): — en clima mediterráneo Edificio construido nuevo para biblioteca y archivo : — en clima tropical húmedo — en clima tropical seco (desierto)

(*) Se supone solamente la parte de los depósitos y sus anexos directos, sin salas de lectura ni administración, etc. (**) Es el valor tomado como base de comparación.

Si es para la construcción nueva, se debe aclarar: — E l clima genérico (boreal, templado, mediterráneo, trópico húmedo o seco) y sus factores (lluvia, temperaturas, vientos y su dirección, días de sol). — E l microclima del sitio, especialmente la influencia de la situación topoclimática (exposición, inclinación del terreno, etc.). — E l «clima» del suelo (principalmente la humedad). — Factores extremos del macroclima (viento, temporales, etc.). Si es un edificio ya existente, se debe hacer un estudio detallado de su microclima, como lo describimos en el apartado 8ab) y del 816

clima de la ciudad en su sitio, prestando atención a la situación de los depóstios en el edificio. En España: litoral NE-E, centro NW-N. Para estos estudios conviene comparar ampliamente el capitulo 3). Normalmente no hay los datos que se desea en las estaciones climatológicas en más que el macroclima del sitio. Es importante gastarse el tiempo para las comprobaciones locales, se puede afinar mucho la exactitud de la climatización constructiva del edificio y esto se transforma en mayor protección e inferior costo de mantenimiento. También se debe pensar en una situación catastrófica. Zonas de terremotos son conocidas; la previsión del edificio en este caso es parte de la técnica de la construcción y no hace falta que lo tratemos aquí. Para bibliotecas hay que aumentar a un máximo la previsión constructiva contra incedios. Más importante es pensar en la cercanía de un río. L a aún reciente catástrofe de Florencia costó elevadísimas pérdidas en bibliotecas que durante siglos nunca habían sido afectadas por el agua. Se ha desarrollado en los Estados Unidos la fórmula de W H C E L E R - G I T H L N S para aclarar y determinar las posibles regiones de peligro en los emplazamientos de bibliotecas. Puede ser que esto valga para países de una situación social similar a la de este Estado; para usar la fórmula genéricamente en todo el mundo no vemos razón, al contrario, no lo consideramos recomendable.

8ab)

HUMEDAD EN LA CONSTRUCCIÓN NUEVA

Si la hay, conviene encarcelar al arquitecto. No existe ninguna razón más que fallos en el estudio previo. Los detalles de la previsión contra humedad en un edificio a construir no tenemos que tratarlos, pues existe amplia literatura sobre este problema básico de la construcción. Citamos como ejemplo a G R A T W I C K (149), pero hay muchos más. Sobre la adaptación del edificio hemos tratado en el capítulos 3ad), dando ejemplos comparativos con la construcción de los nidos de termites, animales supersensibles a la humedad y, por tanto, buenos ejemplos (figuras 443-448) que además demuestran la importancia práctica de la previsión de la humedad en archivos y bibliotecas, siendo los termites unos de los bibliófagos muy favorecidos por humedades. Para Europa hemos dicho antiguamente: «lo que sienta bien al hombre, también vale para los libros». Rige aún, entre tanto que no hay climatización artificial, ni contaminación del aire. Para el trópcio vale más orientarse en la construcción de los termites, si sus 817 52

nidos sobresalen del suelo. Es sorprendente la coincidencia de sus medidas y de las que convienen para bibliotecas. Sobre los productos, a usar para la previsión contra humedad, citamos a (208) y otra vez a G R A T W I C K . Importante es la aclaración de la permanencia del material de protección en las circunstancias del sitio. KOELZOW

8ac)

E L SANEAMIENTO DE EDIFICIOS POR HUMEDAD INTERIOR

Tanto en el capítulo de los bibliófagos (figura 221) como en el de los factores abióticos, dañinos para archivos y bibliotecas, nos hemos ocupado ya de la importancia del microclima de un edificio y de sus consecuencias para la conservación de los objetos guardados en el mismo. Es lógico pensar en la manipulación del clima de un edificio destinado a ser biblioteca. Nosotros, particularmente, damos preferencia a cualquier sistema de modificación constructiva antes que a una climatización artificial. Debemos guardar objetos que se pueden dañar irreversiblemente en un plazo relativamente corto y la climatización artificial siempre nos hace ciegos para deficiencias climáticas del edificio. Por tanto, un fallo de la instalación artificial ofrece el riesgo, incalculable de antemano, de una propagación masiva de algún bibliófago, cuyo contrapeso artificial ha desaparecido de repente. Si bien en la construcción nueva se suelen evitar ya problemas de humedad, muchas veces interesa acondicionar un edificio histórico para fines de archivo, etc., y en estos casos se puede conseguir un cambio del clima interno con una manipulación bien calculada de los factores microclimáticos. Debia ser sobrante decirlo, pero, ante varías experiencias contrarias, hay que subrayar que el simple aislamiento de las paredes contra el paso de humedad puede provocar lo contrarío de lo deseado; la propaganda comercial no siempre tiene la honradez de indicar esto. Además, no depende el resultado ni de la más o menos total impermeabilidad de las sustancias usadas, ni del grado de humedad que tienen las paredes en cierto momento en que el ambiente interior es húmedo o seco.

Estudio previo del microclima Para realizar un saneamiento contra humedad es indispensable realizar previamente este estudio, relativamente complicado, del microclima del edificio y del clima urbano en su alrededor. Además se necesitan los datos del macroclima de la región, que normalmente 818

se obtiene en los servicios meteorológicos, sin más problema que deber copiar los apuntes que conservan allí en sus archivos. Se procede de la siguiente manera: E l edificio a investigar se dota de un punto de control exterior en que se monta un termo-higrógrafo, como se usa para los controles normales del macroclima. Debe estar a la distancia máxima posible, si es factible en el centro de la calle y a distancia igual entre los edificios en ambos lados. Si es en terreno con desnivel, la posición del punto de control debe estar hacia el noroeste del edificio a investigar. Además, naturalmente, se monta el aparato en una altura de unos 2-2,5 metros sobre el suelo, protegido contra insolación y lluvia, como está prescrito para los servicios del control meteorológico. Una vez en marcha esta anotación del termo-higrógrafo, se empieza a controlar durante varios días en cada planta del edificio y en su exposición al sur (o suroeste) y al norte (o noreste) la temperatura y la humedad relativa del aire, usando termo-higrógrafos o termómetros máximos-mínimos e higrómetros de pelo humano femenino, como son usuales para fines de laboratorio. Caso de no usar termohigrógrafos se debe leer y anotar los datos que los instrumentos indican en los siguientes momentos: a) Cuando toca el primer rayo de sol al tejado, + 1 hora. b) Cuando toca el primer rayo del sol al nivel del suelo en la fachada sur, o a su punto más bajo alcanzado por el sol, + 1 hora. (Si el sol no alcanza el nivel del suelo, aclarar que es todo el año así y, al revés, es muy importante aclarar que realmente puede llegar el sol allí también en diciembre.) c) Una hora después de mediodía (ojo, es decir, mediodía local geográfico, no la hora oficial). d) Lo más tarde posible por la noche. e) A l otro día, la temperatura mínima de la noche y máxima del día. f) E n recientes investigaciones hemos observado que es de suma importancia acompañar los higrómetros por unos evaporímetros que controlan la cantidad de humedad que en el sitio absorbe el aire de cierta superficie de papel de filtro (tipo Whatmann núm. 1) o de mechas calibradas. Teóricamente el valor debía ser proporcional a la humedad relativa del aire, pero la influencia de una con819

vección mínima ya es grande. Por la trascendental importancia de la evaporación continua, en mantener bajo el grado de la humedad del material a conservar, destaca el valor de este contracontrol. Una vez obtenidos los datos, se constituye las curvas para la comparación con la curva del clima urbano (— anotación exterior). E l mínimo de humedad (durante el día) y el máximo de humedad (durante la noche) en los sitios interiores del edificio, se calcula provisionalmente, usando alguna tabla de la variación de la humedad relativa del aire según la temperatura en caso de una constante cantidad de humedad absoluta en el aire. Si todos los datos están reunidos se compara: a) Amplitud de las diferencias entre la variación de humedad teórica en el edificio, según el cambio de la temperatura, y humedad observada por los instrumentos. b) Diferencias de la temperatura exterior e interior en cada sitio y en cada momento de las lecturas. c) Las curvas interiores, obtenidas al norte y al sur del edificio. Para valorizar los resultados son de suma importancia las posibles diferencias entre la variación de humedad relativa del aire calculada en teoría, partiendo de la observación anterior y de la realmente observada. Si se presenta, en la caída de la temperatura, una humedad inferior a la calculada, pero igual o superior a la correspondiente del exterior, es señal de buena transpiración en esta zona del edificio. Si la humedad es incluso inferior a la del exterior, existe convección vertical o (lo más probable) los aparatos no funcionan bien. Si la humedad en la caída de la temperatura aumenta más que el valor calculado y en la subida de la temperatura reduce menos que lo teóricamente necesario, la zona tiene entrada de humedad desde el suelo o las paredes. E l efecto puede ser motivado: — por la presión de vapor en el suelo, — por subida capilar de agua en las paredes, que entonces evaporizan hacia el interior y exterior, — por alcanzar la humedad del suelo las cámaras de aire en las paredes, — por porosidad de las paredes exteriores a la lluvia, que provoca durante tiempo una humedad relativa del aire en la cámara de la pared en 100 por 100, 820

— o, si no la hay, la evaporización de la pared al interior es mayor que al exterior, como es frecuente en la exposición al norte (por diferencias tuertes entre la temperatura extenor e interior), o a la dirección de los temporales, etc. (por exceso de humedad). Lo primero que se debe hacer, en caso de observar entrada de humedad por estos datos, es aclarar exactamente cuál de los motivos enumerados es el verdadero. Si es la presión de vapor del suelo, normal en sótanos y semisótanos, se debe aislar totalmente la pared y el suelo contra humedad y, si es posible, procurar un máximo de insolación en el lado sur o suroeste, quitando allí árboles, arbustos, etc. Además, hay que procurar una convección vertical mediante chimeneas interiores entre sótano y desván (figura 513). Para esto se preparan tubos (lo mejor son los de fibrocemento) que comunican los dos sitios, se pone aislamiento térmico en el suelo del desván, para que se llegue así a un máximo de calentamiento por insolación y se preparan unas ventilaciones bien repartidas en todo el tejado. De esta manera se provoca una continua extracción del aire húmedo de los sótanos. Caso que éstos tengan alguna entrada de aire desde el exterior que convenientemente proceda de la fachada sur, el resultado es más sensible y rápido, pero no es obligatorio para el buen efecto. Para calcular la dimensión de las chimeneas verticales se puede usar la siguiente regla obtenida en la práctica: La suma de las secciones, en centímetros cuadrados, de las chimeneas debe ser igual a los metros cúbicos del sótano a ventilar, multiplicado por los porcentajes del exceso de humedad observado y dividido por la diferencia positiva de las temperaturas en el sótano y en la última planta del edificio, una hora después de mediodía. Si tenemos, por ejemplo, un sótano de 360 metros cúbicos ( 1 2 X 1 2 metros y 2,5 metros de alto), observamos un término medio de 10 por 100 de exceso de humedad (entre el cambio teórico de la humedad relativa del aire por cambio de la temperatura y los datos anotados) y en la planta alta del edificio hay, después de mediodía, unos 5°C más que en el sótano, calculamos: 360 • 10 — 720 era' (son dos chimeneas de 20-25 cm 0) 5

Lo importante para no equivocarse es saber seguro que los valores son el término medio real del año. Explicamos la estimación de este concepto más adelante. 821

Un problema grave son comunicaciones de humedad por efecto capilar en las paredes. Se observa muchas veces cristalizaciones de un aspecto como guata en las paredes (salitre) o manchas nubosas en la pintura, etc. E l aislamiento, que siempre debe ser realizado en una zona notablemente mayor que la zona marcada por las mencionadas señales, traslada el efecto a otro punto, si no se consigue simultáneamente en la zona inmediatamente superior una evaporización al exterior, mayor que lo normal de la pared en cuestión. Esto es posible provocarlo, usando sustancias repelentes al agua en la cara exterior. Normalmente se usan productos que contienen siliconas que no cierran la transpiración, pero rechazarán toda humedad exterior. Así, con el tiempo se produce un saldo en contra de la humedad dentro de la pared y se corta el hilo del agua en los capilares. Esto, a su vez, provoca un paro total de la infiltración de agua desde el suelo. En vista de que el aislamiento total que se debe realizar desde el interior corta toda la convección horizontal por la pared (es favorable para el edificio y un camino continuo de la eliminación de humedad del mismo), no se debe aislar más que la zona afectada por la capilaridad. También se han descrito procedimientos de aislar paredes contra la capilaridad ascendente mediante inyecciones de productos que endurecen el material de la pared o cierran sus poros. Teóricamente es posible obtener buenos resultados si se trabaja con gran exactitud. En la práctica es muy difícil evitar que no quede ningún paso. Efectos absolutos se obtienen solamente con los procedimientos que asierran la pared y ponen una plancha de plástico o de plomo en la misma hendidura. Si no se quiere usar este método definitivo, pero complicado y costoso, fiamos más en la combinación de aislar desde el interior y hacer repelente al agua el casco exterior que en las mencionadas inyecciones.

Si la humedad, procedente del suelo o de una porosidad de la pared exterior, viene a través de la cámara de aire en la pared, el método más elegante es usar toda la cámara como chimenea vertical. Para este fin se ponen entradas de aire a un nivel de aproximadamente 25-50 centímetros de altura sobre el suelo y salidas muy cerca del borde del tejado. Las salidas deben ser mayores que las entradas. Regla fija para la proporción en este caso es difícil de establecer, depende de la diferencia de temperatura que se obtiene por insolación, cantidad de humedad a eliminar, etc. En la exposición soleada bastan normalmente 30-50 por 100 más de salida que de entrada. A l norte se debe poner por lo menos dos o tres veces más.

822

Conviene aclarar que las cámaras de las paredes comunican entre los pisos o no. Si es un edificio con estructura de hormigón, no comunican. En la construcción de ladrillo tampoco lo hacen siempre, pero es fácil conseguirlo. Es recomendable siempre obtener la mayor distancia posible entre entrada y salida del aire. Si la salida no está bajo tejado, deben ser agujeros suficientemente inclinados hacia abajo para que no pueda pasar la lluvia. Si es por la porosidad de la pared que entra humedad, se trata toda la pared con sustancias repelentes, salvo que sea exposición al temporal; entonces es conveniente aislar el exterior totalmente, aparte de la ventilación de la cámara. En ningún otro caso que los hasta ahora citados es recomendable usar un aislamiento total de una pared contra humedad, sino siempre solamente los repelentes del agua. Si se observa exclusivamente por la diferencia entre los valores teóricos y los observados en realidad de la humedad relativa del aire, la entrada de humedad a una habitación soleada, hay que pensar también en averías de la tubería de agua en el edificio. Excluida esta posibilidad, se procede como hemos indicado anteriormente. También si no se observan estas diferencias es conveniente usar repelentes, si la temperatura interior no es superior en sus términos medios a los de la temperatura exterior. Es necesario usar los repelentes en este caso, si las paredes son de exposición al norte y lo al temporal. De gran importancia para bibliotecas son, por fin, los cambios nocturnos de la temperatura que regularmente llevan la humedad relativa del aire cerca o encima de 65-70 por 100. En este caso se provoca un remojo permanente del papel. Si al exterior del edificio se llega a esta situación solamente durante el invierno, con una ligera calefacción del interior se resuelve el problema. Si la situación es frecuente durante todo el año, hay que procurar una fuerte ventilación vertical, calculando con secciones de chimenea en el orden de tres a cuatro veces superior a lo anteriormente indicado, si es el sótano, o del doble si es una planta del edificio a climatizar. Las condensaciones nocturnas ofrecen un extraordinario peligro, por tanto, el estudio del macroclima en la zona de un emplazamiento de bibliotecas o archivos debe comprender siempre la comparación entre temperaturas máximas y mínimas y la humedad relativa 823

del aire. Si con la reducción nocturna se llega en los medios mensuales por encima de 100 por 100. es decir, a precipitaciones regulares, se debe prever siempre una fuerte ventilación vertical y cierta calefacción que aumente la temperatura interior suficientemente por encima de la mínima exterior, para que se evite altos grados de la humedad relativa en el aire interior. En un reciente estudio en San Sebastián hemos descubierto que durante todo el año, pero preferentemente en el verano (¡!), se llega allí a esta situación. En tal extremo conocíamos el problema solamente de zonas montañosas del trópico. A consecuencia hemos estudiado los datos del macroclima en los litorales de la Península; más o menos fuerte hay esta situación en toda la costa del norte y en bastantes sitios mediterráneos.

Un caso especial representan los edificios con fachadas de piedra arenisca. Estas piedras debían ser tratadas siempre con sustancias repelentes al agua si el edificio en cuestión está en clima húmedo, como en todo el litoral ibérico. Realizando este tratamiento se invierte su calidad negativa para una biblioteca en una muy positiva. Su gran superficie rugosa transpira entonces más que una pared revocada y, por tener poros más finos, la evaporación alcanza en un plazo corto ya toda la profundidad de la pared, que así seca excelentemente el interior del edificio. En zonas regularmente aireadas el aumento de la evaporización por el viento puede alcanzar coeficientes en el orden de dos a tres veces por encima de una pared revocada, especialmente si el revoco no es de cemento. Todas las cifras y datos que hemos expuesto dependen en su valor práctico de que realmente sean representativos para el ritmo a largo plazo en que se desarrolla el clima urbano en el emplazamiento del edificio en cuestión. En la estimación de los datos hay que estudiar primero las diferencias típicas del clima urbano al macroclima de la región. Los puntos importantes los hemos descrito en el capítulo 3ac), de los factores climáticos. Basándose en esto, se puede comparar el ritmo del macroclima con los valores obtenidos en el estudio concreto. Si el mismo ha sido realizado en primavera o en otoño, es normalmente suficiente tomar el término medio del año durante largo plazo y mirar cuánta diferencia hay entre el mismo y los datos observados; la variación anual por encima de esta diferencia será tolerable para nuestros fines. Con datos del verano se 824

debe tener cuidado (normalmente son demasiado favorables) y con datos del invierno ocurre muchas veces que no se capta la realidad, porque algunas variaciones exteriores están afectadas por factores artificiales del clima urbano en un extremo que no se puede eliminar el error metódico. Por todo esto consideramos lo más conveniente, para la situación de la Península Ibérica, realizar estos estudios en los meses de marzo a mayo y septiembre a octubre (noviembre). Como control genérico del cálculo, conviene considerar que los datos obtenidos debian ser la media entre unos diez valores para cada punto y el último debia ser representativo para la investigada zona del edificio. Lo que no conviene es mezclar los datos de diferentes puntos de la misma zona tomados en diferentes días. No son comparables.

Por fin, es también importante valorizar el grado del efecto de los tratamientos con productos aislantes y repelentes. Se puede esperar de sustancias aislantes que cubran toda la superficie y que se han aplicado en dos capas intercaladas de alguna carga fibrosa, etc., un resultado de aislamiento contra humedad por encima de 90 por 100 del éxito total teórico. Productos repelentes del agua evitan normalmente la absorción de un 60-75 por 100 de la infiltración anterior. Si se dice que evitan más y no es manifestación puramente propagandística, se debe suponer que obstaculizan ya la transpiración, y esto normalmente no lo deseamos tolerar. No obstante, es admisible en caso de que se trate de una pared de exposición al temporal. Entonces, usando dos manos de los repelentes llamados «totales», llegamos a un 75-90 por 100 de reducción de la infiltración y se debe suponer una pérdida de un tercio hasta la mitad de la transpiración. En regiones de alto nivel de precipitación y con frecuentes precipitaciones masivas, la absorción de agua en una pared normal de ladrillo revocada puede ser equivalente en un sólo temporal (¡!) a la evaporación posible en varias semanas. En este caso se produciría siempre una entrada de humedad al interior, si no se obtiene un elevado grado de repulsión. Incluso puede ser conveniente usar entonces sustancias aislantes, no solamente los productos repelentes. Si bien no recomendamos proceder a tratamientos sin el debido estudio previo del microclima del edificio, en caso de ser imposible realizarlo, se puede dejarse guiar por las siguientes reglas: Sótanos, etc., que tocan con el otro lado de la pared a tierra, 825

se debe aislar con productos aislantes, pero siempre es necesario conseguir simultáneamente una ventilación vertical con chimeneas. Paredes expuestas a la lluvia se deben aislar totalmente sólo si es la exposición a fuertes temporales, en todos los demás casos es mejor usar repelentes de humedad. Paredes cuya temperatura interior regularmente es superior a la temperatura exterior no necesitan tratamiento y, naturalmente, es contraproducente hacer aplicaciones de aislantes en paredes que la lluvia no alcanza. La figura 513 indica los principales aspectos de estas reglas en forma gráfica. En caso de que sea imprescindible mantener un archivo en el sótano, se puede asegurar el efecto de un aislamiento de las paredes contra la presión de vapor del suelo, poniendo al exterior zanjas llenas de grijo, cuya proporción entre profundidad y anchura se puede considerar eficaz para cortar el contacto, si la zanja llega a tres cuartas partes de la profundidad del sótano y su anchura es una cuarta parte de la mencionada profundidad (figura 514). A las zanjas se tapan con losas, espaciadas de fugas algo mayores que las normales en su colocación en seco, o se procura que el tejado sea suficiente voladizo para que la lluvia no alcance la zanja. En cualquier caso, el tejado debe llevar canal para que no caiga la lluvia del tejado a la zanja. 8ad)

PREVISIÓN CONTRA TERMITES SUBTERRÁNEOS

Es necesaria cuando existen frecuentes ataques de termites subterráneos en la zona donde está situado el edificio. E n el clima mediterráneo se debía realizarla siempre y en el clima tropical es imprescindible. En vista de que la entrada de estos insectos es exclusivamente como dice ya su nombre, por camino subterráneo, la previsión es relativamente fácil. No obstante, toda la técnica de previsión contra termites exige muchos conocimientos y experiencia para un resultado seguro. En edificios ya existentes Hay que pensar en todas las posibilidades de su ataque, como las hemos reunido en la figura 516. La técnica de los tratamientos 826

la hemos citado ya en el capítulo 6ed). Las figuras 514 (para el trópico), 521 y 522 indican gráficamente los procedimientos preventivos. Es discutible el uso de barreras venenosas en ciertas regiones, su uso solo no es suficiente nunca. Patios interiores se deben tratar siempre. Aparte esto, hay que impregnar toda la madera, en su parte que tiene contacto con las paredes y el suelo (cabezas de vigas, marcos, etcétera), que se encuentre en los sótanos y la planta baja; convenientemente se incluye también a la primera planta en el tratamiento preventivo. Como productos se deben usar tipos de conservantes especialmente elaborados para este fin. Productos insecticidas del tipo general son inútiles. De los mejores productos que hay en el mercado, se conoce una duración en madera hasta por encima de 25-30 años; en el terreno, algo menos. Las empresas que ofrecen dichos productos y que están verdaderamente especializadas en tratamientos de la previsión contra termites, disponen siempre de un servicio técnico para realizar proyectos de este tipo y normalmente resulta conveniente y económico aprovechar sus conocimientos especiales, porque muchos detalles de la práctica de este trabajo no se pueden aprender de otra forma que por amplia experiencia propia. En edificios que se construye Se debe tratar el terreno, antes de construir de nuevo, si se ha derrumbado un edificio viejo o el sitio llevaba cultivos de plantas leñosas. En España son en primera fila la vid y, naturalmente, árboles de cualquier clase. En el trópico de clima húmedo siempre hay que tratar al suelo. Todo el cemento debe ser incorporado de germicidas, principalmente con las sales sódicas de los fenoles clorados, no substituidos en otro sitio que en el grupo hidroxílico (-OH). Tampoco son convenientes las otras sales metálicas o del amonio. Se debe calcular con una incorporación de 0,5 por 100 en el volumen del material de la obra. En la construcción de ladrillo conviene mojar los ladrillos en una solución al 2 por 100, aparte de usar las sales en el mortero. Lo mismo rige para bloques, si no se ha añadido ya el producto a 827

su masa; hay que pulverizar la solución sobre los mismos. En lo demás se procede igual como en el caso anterior, tratando toda la madera previamente. Lo mejor son baños en la misma obra, si se usa un producto orgánico. Si se aplica sales inorgánicas [deben ser las que forman complejos indeslavables en la madera, del tipo flúorcromo-arsénico, boro-cromo, boro-flúor-cromo, cobre-cromo-arsénico, etc.; véase capítulo 5cc-e)l, hay que usar tratamientos a presión o vacío (sistema de Burnett, de Dry-Vac, etc.), si no la madera estará insuficientemente tratada para largo plazo. Es perfectamente posible impregnar, incluso en el trópico, un edificio totalmente hecho de madera, en una forma que no será atacado por termites. Las conveniencias especiales para la construcción tropical en material de hormigón, las indica la figura 521. Principalmente es importante que no haya fisuras, ni tubos de luz en las paredes sin cuerda impregnada al lado del cable y que se prevea zonas de material blando, bien impregnado, alrededor de las pilastras y debajo de los suelos. Su efecto repelente es muy elevado, porque los termites intentan penetrarlo y tropiezan entonces fuertemente con los productos protectivos. Estos materiales son preferentemente aglomerados de madera y cemento que se ha impregnado en su parte de madera con sales de los fenoles clorados con el zinc y cobre y en su parte de cemento con sus sales con el sodio. Si se usa planchas de viruta-cemento ya hechas, hay que impregnarlas con las mencionadas sales de zinc o cobre. Sin este tratamiento las placas resisten también al ataque por su forma de fabricación (con cloruro de magnesio normalmente), pero no son repelentes. Por tanto, no defienden el edificio en forma perfecta.

8ae)

PROTECCIÓN CONTRA LA L U Z

En general se evita en los depósitos más que 50 lumen de luz a mediodía ( Xo hasta parte de lo necesario en sitios de trabajo). En los sitios donde los fondos están expuestos a la luz directa se debe poner, aparte del cristal, una hoja de plástico de meta-acrilato, que protege bien contra la radiación ultravioleta. Es importante en ventanas o luceras del techo que muchas veces se cubran con planchas de poliéster reforzadas con fibra de vidrio que llevan la protección del meta-acrilato. E l poliéster con fibra de vidrio aumenta notablemente el efecto de la luz U V . También hay algún tipo de luz fluorescente que tiene cierto efecto dañino. Por lo menos en 828

vitrinas en que se exhiben objetos valiosos, debía estar prevista la intercalación de una hoja de meta-acrilatos y luz indirecta. La exposición de las ventanas hay que estudiarla según las conveniencias de cada zona. En principio son preferibles exposiciones al este y suroeste (en el hemisferio norte, inversamente en la del sur) y en zonas tropicales de mucha lluvia, las ventanas (sin cristales) deben estar muy separadas de las existencias. Las paredes nunca deben ser blancas. Un color crema, o verdoso muy claro, es suficiente para evitar reflejos dañinos. Si no se necesita las ventanas, como en salas que sirven simultáneamente para la lectura y como depósito, se las reduce al mínimo necesario para la ventilación. 8af)

PREVISIONES ESPECIALES EN E L CLIMA MEDITERRÁNEO Y TRÓPICO

En el clima húmedo hay que estudiar la ventilación en una forma muy exacta. Como ya hemos indicado, allí, sin un sistema vertical, no se alcanza los intercambios necesarios para evitar el remojo continuo de las existencias por la reducción de la temperatura durante la noche, lo que provoca condensaciones o aumenta por lo menos la humedad relativa del aire al máximo. Lo último también es suficiente para que el papel quede siempre mojado. Contra la multitud de insectos bibliófagos y en especial contra termites de madera seca, que vienen siempre volando durante la noche contra la luz, se debe montar trampas de luz. La figura 268 (arriba) indica el tipo fijo en los techos. Es importante que sean visibles desde los puntos altos de todos los extremos de la biblioteca; entonces basta una para cada sala, si no, deben ser varias. Si son grandes, conviene usar luz de yodo, como los faros de niebla de los coches. Entonces el cristal debajo de la trampa puede ser opaco. Si se usa las amarillas bombillas insecticidas, el cristal debe ser transparente o se debe ponerlas en mayor cantidad. Conviene calcular por litro de volumen en la trampa 10 watios de las bombillas insecticidas o 5 watios de luz de yodo. La parte reflectante del techo debe ser blanca. Si no se construye el edificio ya con separación del suelo por columnas, la planta baja, incluso si existen sótanos, no conviene 829

usarla para el emplazamiento de los fondos. Se debe considerar que especialmente en el clima mediterráneo hay una fuerte condensación, hasta unos dos o tres metros por encima del suelo, casi en cada noche. Siempre se debe realizar las previsiones contra termites (figuras 514 y 521). 8ag)

BIBLIOTECAS EN ZONAS DE DESIERTOS

E l principal problema son allí la humidificación suficiente del clima interior de la biblioteca y las tempestades de arena (capítulo 3ab). La humidificación pertenece a la climatización artificial y la trataremos en el siguiente apartado 8 b). Contra la entrada de arena en un edificio existen diferentes procedimientos, según la temperatura de la región. E n los últimos años se hicieron amplios estudios, incluso en el canal de aire forzado, para aclarar los mejores tipos de edificaciones y de su protección. Es característica típica de estas regiones, el estricto cambio de la dirección del viento al día y por la noche. Por este motivo es posible el estudio en un canal de aire forzado, aplicando la misma velocidad media que el viento tiene en la zona en cuestión, la misma arena que existe allí y modelos reducidos, no más que en 1 : 10, si es posible para el edificio, y en 1 : 3 para las partes interiores.

8ag-a)

Zonas frías

Las ventanas deben ser impracticables. Toda la entrada de aire para la ventilación pasa por canales con pasos doblados, si es posible, dos o tres veces, montando en cada doblaje trampas de polvo, que son telas de yute, etc., mojadas con glicerina en intervalos frecuentes. Deben ser alcanzables para el cambio del filtro. Existen filtros de fieltro que trabajan con aceites, pero conviene aclarar previamente si el polvo no reacciona con el aceite a usar. Las salidas deben ser verticales con protección girable de la salida para que se forme cierto efecto de succión. Conviene tener también filtros en la salida. Las puertas deben llevar juntas en la parte alta y los laterales; en la base, no. Allí se pone una trampa de polvo (figura 525) que evita la entrada del mismo en el momento que se abre la puerta, pasando el aire, aspirado en el primer momento, a consecuencia de la succión que provoca la puerta movida, por el paso filtrado. 830

8ag-b)

Zonas calientes

Ante la imposibilidad de cerrar bien las edificaciones en estas zonas, hay que procurar una forma de la construcción que reduzca al máximo el depósito de la arena sobre los fondos. Tenemos que observar algunas reglas básicas: Nunca debe haber ventanas abiertas (celosías, etc.) más que en un lado del edificio y debe ser la exposición en la dirección nocturna del viento, que suele ser contraría a la gran masa del desierto. Estas ventanas no deben comunicar directamente a las salas de los fondos, sino a un pasillo ancho que dobla hacia las entradas de la sala de fondos, pero sin separación por puertas cerradas. Las ventanas de celosía y la puerta de entrada deben estar provistas de cierres herméticos para el momento de tempestad. Las salidas, de ventilación vertical, llevan las protecciones girables y están provistas de un cierre hermético para el caso de tempestad. Las salas deben tener solamente entradas por un lado y con trampas de polvo (simples alfombras de yute, que se limpian con frecuencia) en el suelo. E l principio de estas defensas constructivas es que el polvo en ocasión de viento normal se precipita en el momento de pasar por la ventana relativamente pequeña a un volumen de pasillo grande, por reducirse de repente la velocidad del aire. E l polvo en el suelo se recoge en las alfombras. E n la noche, inviniéndose la dirección de entrada del aire, se recoge el polvo en las bases de las chimeneas de ventilación y también en las alfombras situadas en los pasos. Construcciones de este tipo permiten también humidificar el aire de las salas de fondos sin elevada pérdida de humedad, usando las mismas alfombras para este fin y, además, dispositivos laterales. Los pasos de las entradas llevan entonces puertas y la ventilación vertical se reduce a un mínimo. Será necesario normalmente en ciertas estaciones del año. Si se consigue con este procedimiento un equilibrio suficiente de la humedad, el sistema es preferible a una climatización artificial; en la última existe a veces un cierto riesgo de fracaso. 831

8ah)

8ah-a)

PREVISIÓN CONSTRUCTIVA CONTRA FUEGO

Paredes y puertas cortafuego

Lo decisivo es que el fuego no pueda pasar de una habitación o sala a la próxima sin estar frenado durante cierto tiempo, lo que permite actuar en contra. Por tanto, conviene separar los apartamientos con paredes que no dejan transmitir calor (fuertes capas de yeso sobre ladrillo hueco, no inferior al espesor «media asta» [—15 centímetros] o paredes prefabricadas cuya resistencia al fuego durante treinta minutos esté comprobada). Hay que evitar pasos de aire de un lado al otro de la sala, montar puertas cortafuegos delante de escaleras, ascensores, etc., separando las estanterías de estos pasos por lo menos 2-3 metros. Las puertas cortafuegos pueden ser metálicas, que entonces llevan en su interior un relleno o una plancha aislante y resistente al fuego, o son de madera ignifugada al máximo. Entre las últimas se consigue protecciones extraordinarias, pueden resistir más que puertas metálicas sin aislamiento. Las últimas no aguantan a fuego de alguna potencia; las puertas cortafuegos de madera resisten hasta una hora y más contra el fuego, incluso, de petróleo.

8ah-b)

La impregnación

contra el fuego

Toda la madera en el edificio debe ser protegida contra fuego, y si no es posible toda, por lo menos los tejados de los edificios antiguos. De un buen producto ignífugo se debe esperar que evite durante cierto plazo (normalmente media hora) cualquier ignición de la madera tratada, o por lo menos el desarrollo de llamas, y que suprime luego la formación de brasas en la madera carbonizada. Este efecto se consigue en vigas solamente con tipos que se aplican (disueltos en agua o como pasta) a razón de unos 250 gramos por metro cuadrado mínimo. Barnices ignífugos, normalmente a base de plásticos y urea-formol, son útiles solamente para maderas de menos espesor, no como marcos, puertas, etc. 832

Existen varios tipos, diferentes en su forma de actuar: 1. Aislando mecánicamente la madera del calor y el oxígeno. 2. Asfixiando las llamas químicamente. 3. Refrigerando la zona de la combustión. 4. Formando capas aisladoras en caso de incendios (espuma de carbón). Como más eficaces y útiles en la práctica resultan los productos que reúnen en su actuación la forma del tipo 2 y 4. Los mejores que hay en el mercado se aplican a razón de unos 250 gramos por metro cuadrado (que siempre contienen derivados de fosfatos amónicos), pero es posible también usar con pleno éxito tipos que necesitan hasta 400 gramos por metro cuadrado (son en sí algo menos eficaces, pero, caso de ser libre de fosfatos, de menos peligro de contaminación dañina en el momento de un incendio); concentraciones mayores normalmente no se puede aplicar, por ser imposible conseguir su fijación sobre la madera. Productos útiles existen muchos, pero, como ya hemos indicado, varía algo su efecto y no siempre el producto de mayor efecto absoluto es el más económico, hay que calcular los costos por metro cuadrado. De las llamadas «pinturas ignífugas» se espera a veces más efectos que pueden tener. La aplicación de ignífugos es sumamente fácil; las soluciones acuosas se aplican por pulverización, dando tantas manos (normalmente 3-4) hasta que se haya aplicado la cantidad correspondiente; pastas y barnices ignífugos se pintan como otros barnices. Para el cálculo de la superficie en construcciones de tejados se usa para mayor facilidad la siguiente tabla 50.

8ah-c)

Tipo de vigas

Sobre el uso de vigas metálicas existen opiniones muy contrarias. Su uso sin protección contra el calor de un incendio, desde luego es contraproducente. Por torcerse fácilmente el hierro al calor, se desintegra el edificio en caso de incendios. Se dice que soldando todo el esqueleto del edificio y, poniendo aislamiento, resultará prácticamente sin peligro de deformaciones precipitadas en el edificio, caso 833 53

T A B L A N Ú M . SO

COEFICIENTES PARA E L CALCULO A P R O X I M A D O D E L A SUPERFICIE D E L M A D E R A M E N D E U N T E J A D O ( s e g ú n K R A E M E R , 217-2A)

Tipo del edificio

La superficie de una planta se multiplicará por:

Tipo de chalet moderno, grupo de vivienda

3,2

4,5

Tipo fábrica o almacén, con tejado abierto en su base

2,4

que simultáneamente se aplique un aislante contra fuego. Debía ser objeto de un minucioso estudio qué aislante se usa, pinturas ignífugas son inútiles. No obstante, más seguros nos parecen los esqueletos de hormigón armado. 8b)

CLIMATIZACIÓN ARTIFICIAL

Es capítulo de vivas discusiones. Las instalaciones simples, como se usa en viviendas, etc., desde luego no son recomendables. Su principal defecto es que aumentan la humedad en la habitación incontroladamente y, en ciudades con contaminación de aire (que son ya casi todas), se eleva el efecto de la misma. De una buena climatización hay que exigir: — Control equilibrado de temperatura y humedad, siendo la última en su óptimo de 45-55 por 100 de humedad relativa del aire, constante también si cambia la temperatura por entrada de aire caliente por las puertas. — Lavado del aire en regiones de contaminación. E l control temperatura-humedad es relativamente fácil de conseguir y exige solamente un reparto estratégico de los elementos de control. Es conveniente comprobar previamente con aparatos de medición cuáles son los puntos más sensibles a los cambios, antes de que se monte en firme los elementos. En un clima húmedo caliente, la simple reducción de la humedad en el aire aspirado no 834

basta, si hay frecuentes movimientos por las puertas. Entonces debe haber instalaciones dentro de la sala que eliminen humedad. Inversa es la situación, naturalmente, en zona muy seca; hay que humidificar la sala. Más problemático es la eliminación de componentes dañinos del aire. Seguro es solamente el lavado con soluciones alcalinas. Esto exige instalaciones voluminosas y costosas; especialmente los elementos de control también son caros. Por otra parte, una climatización artificial en zonas de alta contaminación, sin el lavado, es auténticamente dañina. Todo el aire aspirado, y si son salas con movimiento de público, también el aire dentro de la sala necesita lavado. Para el montaje de instalaciones de climatización se deben usar empresas especializadas y exigir previamente un exacto proyecto con indicación de los márgenes que garantizadamente se cubre. La técnica en esta materia es ya tan amplia que incluso hay oficinas de ingeniería de climatización; sin oir a estos especialistas no conviene instalar ni adquirir modelo alguno.

Si el edificio es antiguo, el proyecto de la climatización debe ser estudiado antes de la reforma y la última debe respetar las exigencias de la climatización. En zonas de termites hay que prever la posibilidad de su entrada por los conductos del aire. También ratas y cucarachas pasan con preferencia por este camino. Son frecuentados principalmente los retornos del aire. Por fin hay que considerar que toda técnica es débil y puede fracasar. La climatización lleva con su presencia un nuevo problema a los archivos; es la propagación explosiva de bacterios en el momento de un fallo. Puede ser bastante en clima caliente, si tarda solamente 2-3 dias. E l frió y la sequedad de la climatización elimina parte de la flora normal de bacterios, pero hay especies que aguantan sin que se propaguen. En el momento de un fallo, se ven favorecidas por las condiciones climáticas repentes y por falta de competencia. También ciertos hongos, como Cladosporium, pueden propagarse entonces rápidamente. Es, por tanto, medida prudente para un caso de averia, disponer de medios para una aplicación inmediata de bactericidas y fungicidas. Los tratamientos y sustancias convenientes los hemos descrito ya en el capitulo 6eb). Nuestra insistencia sobre el caso de fallos radica en la rapidez del daño que se puede producir, en su irreversibilidad y en el riesgo general que significa la dependencia de un suministro ajeno. Que también países con una técnica muy perfeccionada pueden tener fallos graves en el suministro eléctrico, se ha visto ya en repetidas ocasiones.

835

Una técnica especial es la conservación de los apartamientos para los archivos del microfilm. Decisivo es el grado de la humedad; la temperatura es relativamente indiferente. Se suele procurar climatizaciones más exactas dentro de los armarios, con la presencia de las sustancias secantes de silicagel, etc. Así se puede mantener, también en caso de fallos, una humedad constante durante plazos de varios días, incluso semanas. En el clima extramadamente seco, donde debemos aumentar la humedad en las salas de los depósitos, es conveniente tener disponible algún sistema de humidificación útil en momentos en que no funciona la climatización artificial. Una climatización bien estudiada es una excelente previsión, como se puede deducir de la figura 221, que indica las estaciones del microclima que favorecen o frenan a los bibliófagos.

8c)

LITERATURA DE INTERÉS PARA E L OCTAVO CAPÍTULO

Marcamos, como de costumbre, con un asterisco las publicaciones con un amplio Indice de literatura y con dos asteriscos las obras genéricas de su tema. ANÓNIMO

NEUFERT

(007-9).

(283).

B R A W N E (045).

ROUSSLT DE PINA

EDWARDS

S A N C H E Z B E L D A (341-3) * * .

(095).

ELLSWORTH * GEIOER GEOROI

STROHMEYER

(139).

SUTTON

GOEHRE

(149)**. KOELLER

KRATZER

(220).

* LANSBERO LICKLIDER MEWISSEN

(232-1). (240). (265).

TOTTLE (217-2 • • , 2 1 7 - 2 A ) .

(383).

(385).

THOMPSON

(141).

KRAEMER

836

• S C H E I C H L (352-2) • • .

(099).

(138) • • .

GRATWICK

(329).

(391).

(393).

ULSAMCR WHEELER

P U I G O A R Í (396B). +

GITHENS

(427A). •ZINSSNER

(433) * • .

+

M O R T O N

POSTSCRIPTUM

La revisión del manuscrito terminé el día 8 de diciembre de 1972 y la de las pruebas de imprenta del primer tomo, el 29 de junio de 1973. Queda delante la revisión de las pruebas del segundo tomo. Realmente sobre la marcha de las revisiones, nos hemos decidido a un nuevo reparto entre los dos tomos. Queda por fin todo el texto en esta primera parte y toda la documentación gráfica, Indices de literatura, glosario de los términos técnicos y el Indice de materias en el segundo tomo. Consideramos muy conveniente este reparto, porque permite comparar la documentación en el segundo, leyendo el texto en el primer tomo.

Terminado este trabajo, para mi quedan atrás tres años felices; porque aproveché cada minuto libre para su perfección. Me «costó» muchos agradables viajes de estudio y ha sido un trabajo solitario (a pesar de la colaboración técnica que encontré siempre donde la pedí), realizado lateralmente al mismo de mi cargo industrial. El mayor problema ha sido la compilación en forma representativa y conseguir simultáneamente una matización de la selección con el propio concepto. Por una parte hemos querido reflejar, como un inventario, a nuestra ciencia, pero tampoco era nuestra intención mantenernos neutral. Todo lo contrario, deseamos persuadir al lector con nuestras ideas. Esto resultó en una notable tensión de nervios, por las decisiones que había que tomar en cada caso: Llegar papeleando a tener buenos papeles para nuestra causa, o fracasar como papelón, ha sido la cuestión. El lector nos dirá si hemos conseguido con gracia nuestro propósito. Mucha atención hemos prestado al índice de materias, por considerarlo como un buen medio de aprender «de paso» los detalles, pensando preferentemente en el estudiante. Al igual hemos introducido por este motivo más detalles al glosario de los términos técnicos y la lista de los libros básicos al índice de literatura. 837

Es muy digna de reconocer la colaboración que nos prestó el lectorado de Artes Gráficas Benzal y la total libertad en la concepción y presentación del libro que nos concedió el Servicio de Publicaciones del Ministerio de Educación y Ciencia. A mis hijos Tomás y, especialmente, Eula debo de nuevo por el inmenso trabajo de colaborar en reunir las fichas del índice de materias.

Quiero citar aquí, «in memoriam», a mi estimado colega José (025-1), que en su día puso, al principio de su libro de la conservación de madera (en lengua original), las palabras de G O E T H E : «.SO eine Arbeit wird eigendlich nie fertig. Man muss sie fuer fertig halten, wenn man nach Zeit und Umstaenden das Moeglichste gethan hat» (*). Bueno, también este libro no debía terminar nunca; hay que seguir investigando y buscando nuevos caminos. En la presente obra ya entramos por primera vez en un campo aún no tratado en anteriores obras: la psicología del hombre, el que lamentablemente hoy sigue siendo el principal devastador. Sin solución definitiva está mucho de la conservación de papeles deficientes de nuestro siglo y muchos campos nuevos habrá también por la penetración de las zonas calientes con bibliotecas y archivos. Como muestra gráfica de la gracia de nuestra ciencia, hemos reunido, durante la revisión, la última lámina del segundo tomo (LXXVIl, desplegable) con ejemplos y muestras de nuestro trabajo. Es mi mayor deseo que sean muchos los que se dejen estimular a entrar en la tarea de investigar sobre nuestra materia. Es interesante y compleja, sigue atrayendo y complace al que ha empezado su estudio y, al final, le deja a uno exprimido, pero contento, como a mí ahora. BENITO MARTÍNEZ

(*) Un trabajo como esto, realmente no termina nunca. Se debe dar como terminado si —según tiempo y circunstancias— se ha hecho lo humanamente posible.

838

Ministerio de Cultura

E EDUCACION Y CIENCIA

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