Un Curso De Milagros Y El Cristianismo

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UN CURSO DE MILAGROS Y EL CRISTIANISMO Un diálogo

Kenneth Wapnick, Ph.D. W. Norris Clarke, S. J., Ph.D. Foundation for A Course in Miracles Foundation for A Course in Miracles® Teaching Organization of the Foundation for Inner Peace 1275 Tennanah Lake Road Roscoe, NY 12776-5905 • USA Derechos de autor 1995 por la Foundation for A Course in Miracles® Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libró puede ser reproducida o transmitida en cualquier forma o por cualquier forma o medio, electrónico, mecánico, incluyendo fotocopiado, grabado, o por cualquier sistema de acopio de información y sistema de recuperación de información, sin permiso por escrito del editor. Para mayor información comuniqúese con el Director of Publications, Foundation for A Course in Miracles® • 1275 Tennanah Lake Rd. • Roscoe, NY 12776-5905 • USA. Impreso en los Estados Unidos de América Primera Edición, 1995 Primera Edición en Español, 1995 Porciones de Un curso de milagros® derechos de autor 1992 reimpresos con la autorización de la Foundation for Inner Peace. Un curso de milagros es una marca de servicio y una marca de fábrica registrada de la Foundation for Inner Peace. Catalogada en Información de Publicaciones de la Biblioteca del Congreso de los E. U. de A. Wapnick, Kenneth [Course in miracles and Christianity. Spanish] Un Curso de milagros y cristianismo : un diálogo / Kenneth Wapnick, W. Norris Clarke. p. cm. ISBN 0-933291-22-1 (pbk.) 1. Course in miracles. 2. Christianity. I. Clarke, W. Norris, (William Norris). II. Title. [BP605.C68W358513 1995] 299'.93-dc20 95-40754

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Prefacio Kenneth Wapnick

El día 4 de enero de 1989 en la Foundation for A Course in Miracles entablé un diálogo con el Padre W. Norris Clarke, un sacerdote y filósofo jesuita católico romano, sobre las diferencias y similitudes entre Un curso de milagros y el cristianismo bíblico tradicional. El Padre Clarke es un sacerdote y filósofo católico fuera de lo común, en lo que respecta a poseer un enfoque de mentalidad abierta y libre de juicios hacia las enseñanzas no-católicas, al tiempo que conserva su muy arraigada fe personal en la verdad de la Iglesia Católica Romana. Sus antecedentes son impresionantes, y se resumen brevemente a continuación: El Rev. W. Norris Clarke, S.J., obtuvo su Ph.D. de la Universidad de Louvain, y fue profesor de filosofía en la Universidad de Fordham en Nueva York por espacio de treinta y un años hasta su retiro en 1985. Después de retirarse, ha sido profesor visitante en universidades y colegios a través de toda la nación. Fundó y, durante veinticinco años fue Editor en Jefe de, la International Philosophical Quarterly. Ha servido como presidente tanto de la American Catholic Philosophical Association (Asociación Filosófica Católica Americana) como de la Metaphysical Society of America (Sociedad Metafísica de América), y ha sido miembro del Executive Council of the American Philosophical Association (Concilio Ejecutivo de la Asociación Filosófica Americana). Ha dictado un gran número de conferencias, y ha publicado más de sesenta artículos en publicaciones y antologías teológicas y es autor de tres libros. Se le ama y respeta en los círculos religiosos y filosóficos alrededor del mundo como un hombre de profunda fe y sabiduría. Al Padre Clarke se le han conferido numerosos premios y honores en reconocimiento de sus cualidades sobresalientes como maestro, filósofo y sacerdote. Entre estos honores se encuentran la American Catholic Philosophical Association's Aquinas Medal (Medalla Aquino de la Asociación Filosófica Católica Americana) por su distinguida contribución a la filosofía cristiana, Outstanding Teacher Award de Fordham University (Premio al Maestro Distinguido de la Universidad de Fordham), Honorary Doctoral Degrees de Villanova Univer-sity and Wheeling Jesuit College (Grados Doctorales Honoríficos de la Universidad de Villanova y del Colegio Jesuita de Wheeling). Me siento honrado de que él haya aceptado la invitación de la Fundación a unirse a mí en este diálogo. El Padre Clarke y yo hemos sido amigos por muchos años, era él la persona ideal con quién enfrascarse en este diálogo. Nuestra conversación se grabó en video-cinta, pero desafortunadamente la 2

calidad de las cintas resultó insatisfactoria. Este libro es una versión editada del diálogo, el cual incluye cambios menores efectuados con el fin de resaltar la amenidad de su estilo, y material esclarecedor adicional con las debidas referencias a Un curso de milagro y la Biblia. He añadido una introducción especial para este libro, un apéndice que sirve de presentación de Un curso de milagros al lector que no esté familiarizado con éste, y un glosario de muchos de los términos y nombres a los cuales se hace referencia a través del diálogo para aquellos que no los conozcan. Estoy profundamente agradecido al Padre Clarke por su disposición a participar tan gentilmente en este diálogo, y por la claridad que ha aportado al asunto de comparar Un curso de milagros con el cristianismo bíblico. También deseo dar las gracias a mi esposa Gloria y a Rosemarie LoSasso, la Directora de Publicaciones de la Fundación (originalmente estudiante doctoral del Padre Clarke en la Universidad de Fordham) -ambas estuvieron presentes durante el diálogo- por sus muchas sugerencias en la preparación del diálogo en sí, así como de este libro.

INTRODUCCION Kenneth Wapnick Por aproximadamente 2,000 años, la Biblia ha tenido un dominio increíble sobre la civilización occidental, y claramente ha dominado todas las demás formas del pensamiento religioso. Es más, ésta ha ejercido la más poderosa influencia sobre el curso de la historia política, económica, social, moral y artística de occidente. La razón para ese dominio, cuando se examina la Biblia desde la perspectiva de Un curso de milagros, es la clara expresión que su teología le otorga al sistema de pensamiento del ego, lo cual justifica para sus creyentes sus propias necesidades de ser especiales. (Por la misma razón, los creyentes en la Biblia sacarían conclusiones similares acerca de la actual popularidad del Curso.) Inciden-talmente, para los propósitos de este diálogo, el centro de interés principal fue el Nuevo Testamento aunque, como se mostrará en la discusión, el Antiguo y Nuevo Testamentos juntos reflejan una orientación teológica común. Muchos estudiantes de Un curso de milagros han sido tentados a llamar el Curso el "Tercer Testamento," expresando su creencia de que éste representa la misma teología básica de la Biblia, aunque en una 3

forma más "purificada" (i.e., menos ego-dominada) o más evolucionada espiritualmente. Como se hará claro a la luz del diálogo entre el Padre Clarke y yo, esto distorsiona crasamente lo que Un curso de milagros enseña, y constituye un perjuicio tanto para el Curso como para la Biblia. De hecho, el Curso y la Biblia reflejan teologías enteramente diferentes y que se excluyen mutuamente las cuales jamás pueden integrarse en una espiritualidad coherente. Esta diferencia crucial puede resumirse en la afirmación de que para los cristianos la Biblia es la Palabra de Dios (los cristianos difieren únicamente en el grado de literalidad que las distintas iglesias le atribuyen), mientras que desde la perspectiva de Un curso de milagros, la Biblia se vería sólo como uno entre muchos documentos religiosos que reflejan la conciencia de la época y la cultura en las cuales se escribieron. Basado en la importante distinción que el Curso traza entre forma y contenido, la Biblia se entendería como la forma en la cual un pueblo expresó su visión del mundo y de Dios, por lo cual no es diferente a las obras de los grandes poetas occidentales tales como Homero, los autores de la tragedia griega, Dante, Shakespeare y Goethe, entre otros incontables poetas y artistas. El contenido que comparten todas las obras inspiradas es el deseo de expresar lo que es cierto para sus autores, independientemente de la forma de expresión artística en la cual se manifiesta. Sobre entendido desde este punto de vista, el error del cristianismo ha consistido en elevar los planteamientos teológicos e históricos de la Biblia a verdades absolutas, en nada distintos a que un amante de Shakespeare aseverara que sus grandes dramas históricos presentan un relato preciso de la historia inglesa. Por lo tanto, intentar una reconciliación entre estos dos caminos espirituales—Un curso de milagros y el cristianismo tradicional— inevitablemente tiene que conducir a la frustración en el mejor de los casos, y a una severa distorsión en el peor de los casos. En efecto, el Padre Clarke ha comentado, como menciono al final del diálogo, que hablar del Curso como una "corrección" al cristianismo (como yo mismo me he expresado ocasionalmente acerca de éste en el pasado) es engañoso. El corregir algo implica que usted aún retiene el marco de referencia básico de lo que está corrigiendo. Un curso de milagros, por el contrario, refuta directamente el fundamento mismo de la fe cristiana, y no deja nada sobre lo cual los cristianos puedan basar su fe. Sucintamente planteado, he aquí algunas de las diferencias fundamentales entre los dos: 1) Un curso de milagros enseña que Dios no creó el universo físico, el cual incluye materia, forma, y el cuerpo; la Biblia afirma que El lo creó. 4

2) El Dios de Un curso de milagros ni siquiera conoce el pecado de la separación (puesto que conocerlo lo haría real), y menos aún reacciona al mismo; el Dios de la Biblia percibe el pecado directamente, como se describe en el relato del Jardín del Edén el cual se discute más adelante en el diálogo, y Sus respuestas al mismo son vigorosas, dramáticas y a veces punitivas, por decir lo menos. 3) El Jesús de Un curso de milagros es igual a todos los demás, una parte del Unigénito de Dios o Cristo; el Jesús de la Biblia se ve como especial, aparte, y por consiguiente otológicamente distinto a todos los demás, puesto que es el engendrado Hijo único de Dios, la segunda persona de la Trinidad. 4) El Jesús de Un curso de milagros no es enviado por Dios para que sufra y muera en la cruz en un acto sacrificatorio de expiación por el pecado, sino que más bien enseña que el pecado no existe al demostrar que nada le ocurrió a él en realidad, puesto que el pecado no tiene efecto alguno sobre el Amor de Dios; el Jesús de la Biblia agoniza, sufre y muere por los pecados del mundo en un acto que le brinda salvación vicaria a la humanidad, por medio de lo cual establece el pecado y la muerte como reales, y además refleja claramente que Dios ha sido afectado por el pecado de Adán y tiene que responder por la presencia real del pecado en el mundo a través del sacrificio de Su Hijo bienamado. Así pues, desde la perspectiva de Un curso de milagros, el Dios de la Biblia, Creador del mundo y autor del plan de expiación de sufrimiento, sacrificio y muerte, es un Dios ego. Es Aquel que claramente representa el sistema de pensamiento de especialismo del ego que el Curso expone. El mismo Jesús establece estos paralelos en el texto, como puede verse en las secciones iniciales de los Capítulos 3 y 6, en la Introducción al Capítulo 13, la importante sección en el Capítulo 23, "Las leyes de caos," así como en muchos, muchos otros lugares en el Curso. En resumen, por lo tanto, podemos concluir que no existe forma alguna en que uno pueda reconciliar el Dios o la teología de la Biblia con la teología que encontramos en Un curso de milagros. Es más, la figura de Jesús en la Biblia es totalmente incompatible con el Jesús que creó Un curso de milagros. De hecho, el mismo Jesús afirma en el Curso, en obvia referencia a las imágenes históricas que se extrajeron de las bíblicas, que se hicieron ídolos amargos de él "que sólo quiere ser un hermano para el mundo" (C-5.5:7). Constituye una fuente continua de asombro para uno—dadas las claras distinciones entre las figuras bíblicas y del Curso—observar cuan frecuentemente se intenta esta reconciliación. En efecto, el Padre Clarke hace esta observación en el transcurso del diálogo. 5

Frecuentemente, he hecho el comentario público de que una de las lecciones más importantes que puede aprender un estudiante de Un curso de milagros es cómo estar en desacuerdo con alguien (bien sea que esa persona esté en otro camino espiritual, o que sea un estudiante del Curso) sin que ello sea un ataque. En nuestro mundo de multiplicidad, donde rigen las proyecciones y percepciones personales, es casi imposible para la gente estar de acuerdo cuando de sistemas de pensamiento se trata, o casi en todo lo demás en cuanto a eso. De hecho, mi padre solía decir sobre las personas que sustentaban diferencias de opinión: "Eso es lo que hace las carreras de caballos." También es lo que hace el universo del ego, el cual refleja el pensamiento original del ego de que el Hijo está separado y es diferente en clase a su Creador. El mismo Jesús comenta en Un curso de milagros, como cito más adelante en el diálogo: "Una teología universal es imposible, mientras que una experiencia universal no sólo es posible sino necesaria" (C-in.2:5). La experiencia universal es el amor, y el diálogo con el Padre Clarke se sostuvo en el amoroso espíritu de respeto a las diferencias, de acuerdo con no estar de acuerdo, por así decirlo, ofreciendo así un ejemplo de que se puede diferir sin juicio ni ataque. Por lo tanto, esperamos que este libro contribuya a una mejor comprensión del sistema de pensamiento de Un curso de milagros y del cristianismo bíblico. No fue el propósito ni del Padre Clarke ni el mío debatir las claras diferencias que señalé brevemente arriba, y que se discutirán más adelante en el diálogo. Más bien, nuestro propósito fue exponerlas con sencillez, y definir las diferencias (y similitudes donde ocurran) tan claramente como sea posible. Un curso de milagros, de hecho, enseña de por sí a través del uso de contrastes, como afirma con frecuencia (e.g., T-13.XI.6:l-3; T-14.11.1:23), aun cuando esas diferencias están ausentes en el Cielo, el estado de perfecta unicidad o de unidad indiferenciada. En nuestro nivel de aprendizaje, sin embargo, donde creemos que existimos dentro del sistema de pensamiento del ego de tiempo y espacio, de separación y especialismo, todavía tenemos la necesidad del contraste para aprender las lecciones de perdón del Espíritu Santo en vez de las lecciones de ataque del ego. De hecho, uno de los principales contrastes que Jesús utiliza en el Curso para presentar su sistema de pensamiento es con el cristianismo tradicional, con una ocasional referencia específica al Catolicismo Romano. Así que en la presentación misma de Un curso de milagros, Jesús nos muestra que las diferencias se pueden reconocer en una forma amorosa, en un espíritu de no-oposición y sin confrontación, y de manera que sirva amorosamente a un propósito pedagógico. Por lo tanto, el espíritu en que se ha presentado este diálogo también se 6

propone reflejar la visión que tiene el Curso de sí mismo: que es sólo uno entre muchos miles de caminos espirituales (M-1.4:1-2). Pues al final, es la experiencia sin juicios de nuestra unidad con Dios y Su creación, más bien que la mera aceptación de la teología de Un curso de milagros en oposición a la de otro sistema espiritual, lo que constituye el propósito del currículo del Curso. El diálogo se ha dividido en una Introducción y cinco capítulos: El origen del mundo, Jesús, La eucaristía, El vivir en el mundo y Resumen y conclusiones. Un señalamiento final: Un curso de milagros tiene sus propias reglas de capitalización las cuales se han observado en mi parte del diálogo— e.g., todos los nombres y pronombres relacionados con Dios, Cristo y el Espíritu Santo se han escrito con letra mayúscula; el "Hijo de Dios," un término que incluye a todos los hijos de Dios, también se ha escrito con mayúscula. El sistema preferido por el Padre Clarke se ha seguido en la parte suya.

EL DIALOGO INTRODUCCION CLARKE: Me gustaría comenzar esta conversación expresando mi aprecio por la disposición del Dr. Wapnick—voy a llamarlo Kenneth de aquí en adelante—de ventilar las diferencias comunes entre el cristianismo tradicional, y Un curso de milagros. Hace algunos años, cuando oí hablar de Un curso de milagros por primera vez, tomé un taller de seis horas con Kenneth acerca de la doctrina básica del Curso. Me pareció claro que existía un número de incompatibilidades entre el cristianismo y Un curso de milagros, y para mi sorpresa, él estaba totalmente dispuesto a admitirlo. En realidad respeto esa autenticidad. El no trata de evadir las diferencias. Admite bien claramente que existen serias diferencias e incompatibilidades entre el Curso y el cristianismo tradicional, particularmente tal como lo expresa el Catolicismo Romano, e incluso, creo yo, como lo expresan la mayoría de las tradiciones protestantes de línea principal, también. El admite eso, y no trata de esconderlo. Eso es admirable, porque algunas 7

de las personas que presentan Un curso de milagros sí tratan de evadirlo, me parece, y dicen que el Curso es sólo una extensión de las enseñanzas cristianas ordinarias. Kenneth repudia eso claramente, y al hacerlo se muestra como un verdaderamente auténtico, honesto maestro que procura presentar el Curso en los propios méritos de éste como un camino en su propia forma—lo cual es excelente si la gente quiere seguir ese camino, en tanto sepan lo que hacen. WAPNICK: Si me permitas devolverle el cumplido, además de sentir una gran admiración por el Padre Norris Clarke como filósofo y maestro, también siento una gran admiración y respeto por la amabilidad e indefensión con las cuales el presenta muy claramente estas diferencias y la posición de la Biblia y del cristianismo tradicional; y es debido a esto que nos sentimos particularmente agradecidos de tenerte con nosotros, Norris, para sostener este diálogo juntos. Creo que como inicio, lo que ayudaría a esclarecer algunas de las diferencias y similitudes de las cuales hablaremos es destacar el hecho de que Un curso de milagros está escrito básicamente en dos niveles. El primero de éstos, el cual a veces llamo Nivel Uno, es el nivel metafísico, que contrasta el estado puro de Cielo como la única realidad y la única verdad con la naturaleza ilusoria del mundo físico. Así que este nivel metafísico contrasta el Cielo y el mundo, a Dios y al ego, la verdad y la ilusión. El segundo nivel en que está escrito el Curso es lo que a veces llamo también Nivel Dos, el cual es el nivel más práctico de las enseñanzas de perdón del Curso. En este nivel, Un curso de milagros trata únicamente con este mundo físico y con nuestras experiencias aquí como un sueño, y básicamente contrasta dos maneras de percibir este mundo y de vivir en este mundo: la primera es el seguir la dirección del Espíritu Santo; la segunda es el escuchar la voz del ego. La Voz del Espíritu Santo habla de unidad, unión y perdón, mientras que la voz del ego habla de pecado, culpa, miedo, separación, ataque y juicio. Es dentro de estos dos niveles que intentaremos explorar algunas de las similitudes, así como las principales e importantes diferencias entre Un curso de milagros y el cristianismo tradicional. CLARKE: Yo sí tengo mis dificultades con la noción de dos niveles distintos, no tanto de realidad sino de ser real e irreal, ilusión y realidad, pero podríamos entrar en eso más adelante. WAPNICK: Probablemente lo haremos.

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EL ORIGEN DEL MUNDO CLARKE: El primero y más fundamental punto de diferencia entre el cristianismo y el Curso es el primer artículo del Credo* o declaración de la creencia cristiana que se recita cada domingo en las iglesias alrededor del mundo: "Creo en un solo Dios Padre Todopoderoso, Creador de cielo y tierra, de todas las cosas visibles e invisibles." Esto significa que todo lo real que no es Dios viene a tener existencia de la nada (i.e., de material que no ha tenido existencia previa) por Dios únicamente. El Curso niega esto explícitamente, y dice que el mismo Dios no sólo no es responsable de la creación del mundo material, sino que de hecho ni siquiera sabe de su existencia, puesto que éste no es verdaderamente real. Es realmente sólo un estado de sueño, pensado por un fragmento de lo divino o de la conciencia de Cristo que se separó de la pura conciencia divina y tejió este mundo de sueños como un acto de independencia de Dios y como un refugio para el ego que huye al desviarse de Dios. En el Libro del Génesis en el Antiguo Testamento, o la parte judía de la Biblia, aceptada por los cristianos, también, como parte de su fe, se dice que Dios hizo la tierra y todas las cosas vivientes sobre ella, y finalmente a los seres humanos, y "vio que era muy bueno." Esta bondad básica del mundo material, a pesar de todas sus imperfecciones, es central para la creencia cristiana, de modo que el estado final de santidad de los salvados en el cielo, incluyendo el estado de Jesucristo, será uno de un cuerpo ascendido y glorificado, no un rechazo de la materia sino una ascensión de ésta a la vida del espíritu. Así pues, la fe cristiana no podría aceptar que ningún otro que no sea Dios mismo pudiese haber creado de la nada éste o cualquier mundo finito, y menos aún el que esto ocurriera contrario a, o desconocido por, la voluntad de Dios. Ni podría aceptar que este mundo finito no sea el mundo real sino sólo un mundo de sueño o un mundo puramente de pensamiento, de ideas únicamente. Pues, en primer lugar, este mundo es el teatro para toda nuestra actividad moral y en consecuencia decisiones libres, el camino necesario que debemos transitar para ser admitidos a nuestra santidad final con Dios en el cielo; y las decisiones morales libres sólo pueden hacerlas personas reales con voluntades reales, no pueden ser hechas por ideas o personas de sueños. Segundo, la firme realidad de este mundo material es respaldada por el hecho de que Dios mismo en su Hijo Jesús tomó un cuerpo humano real de una madre humana real, María, y ha resucitado de entre los muertos en este mismo cuerpo real, que ahora existe eternamente en el cielo, y nosotros, también, estamos destinados a resucitar de nuevo en nuestros cuerpos reales (aunque profundamente cambiados y espiritualizados). Además de esto, los nuevos infantes que nacen en este mundo son verdaderamente nuevas personas que entran al Reino de Dios, con el 9

espíritu de vida verdaderamente infundido en ellos por Dios, y quienes crecen poco a poco para ser personas morales responsables. No son simplemente productos de un sueño o proyecciones irreales de ideas, o fragmentos que se desprenden de una conciencia en sueños (conscientemente o inconscientemente), sino personas reales con el poder de una decisión moral libre. WAPNICK: Si me permites1, Norris, me gustaría comentar sobre tus planteamientos y ampliar las diferencias entre Un curso de milagros y el cristianismo tradicional. En primer lugar, el Curso ciertamente no vería el mundo como algo bueno, puesto que afirma que "el mundo se fabricó como un acto de agresión contra Dios" (L-pII.3.2:l). Debido a que nace como resultado de la proyección del pensamiento de ataque y separación de Dios de la mente, el mundo tiene que reflejar el horror de este pensamiento de haber destruido a Dios y al Cielo. Y es este pensamiento de separación lo que el Curso define como pecado. Así que la única cosa "buena" acerca del mundo es que puede servir como nuestro salón de clases en el cual aprendamos las lecciones de perdón del Espíritu Santo, lo cual explicaré en detalle más adelante. Pero en y de por sí el mundo no tiene nada de redentor. Segundo, mencionaste la idea sobre "los salvados en el Cielo," lo cual implica claramente que hay algunos que "no son salvados." Este jamás sería el caso de acuerdo con Un curso de milagros, puesto que se entiende que la Filiación de Dios está perfectamente unida y es una consigo misma y con su Creador. Y de ese modo, en realidad no podría haber tales distinciones como "bueno" y "malo," o "salvado" y "no salvado." Únicamente en un sueño dualista podría parecer que ocurren esas distinciones. Las implicaciones de una división como esa, además, es que parte de lo que Dios creó perfecto puede elegir, debido al "libre albedrío," tener una voluntad contraria a la Suya. Como resultado, esa parte tiene que sufrir las consecuencias de la condenación de Dios incluso hasta la condenación eterna. Todo esto, repito, sería imposible en el concepto del Curso de la perfecta unidad del Amor de Dios. Me gustaría además comentar brevemente sobre la palabra "conciencia." La interpretación que hace el Curso de la palabra "conciencia" es que éste es el ámbito del ego, "la primera división que se introdujo en la mente después de la separación" (T-3.IV.2.1). La palabra "conciencia" implica así una dualidad: existe alguien que observa y algo * Vea el Apéndice, pág. 60, para el texto completo del Credo Niceno. 10

que es observado. Yo estoy consciente de algo, estoy pensando en algo. Así que el estado que describes, Norris—"conciencia divina"—en realidad sería uno de unidad indiferenciada, y totalmente carente de forma de acuerdo con la interpretación del Curso, puesto que éste reserva el uso de la palabra "conciencia" para el mundo dualista de la percepción y del pensamiento, en distinción a cómo mucha gente utiliza la palabra corrientemente, y como la utilizaste, Norris. De modo que yo me refiero a ella aquí únicamente como existe en el sistema de pensamiento del ego, porque, repito, la misma implica una dualidad, a lo que Un curso de milagros se refiere como el mundo de la percepción y la ilusión. Entiendo, no obstante, que usted querrías continuar utilizando el término de acuerdo con tu marco de referencias. En lo que se refiere a las dos actitudes contrastantes hacia el mundo, yo estaría totalmente de acuerdo contigo, excepto en un aspecto. Volveré al origen, porque creo que esa es una diferencia crucial. Lo que hace a Un curso de milagros diferente y único entre las espiritualidades del mundo, que es la razón por la cual yo hablo del Nivel Uno y del Nivel Dos, es que por una parte el Curso enseña que este mundo y el cuerpo no fueron creados por Dios, y de hecho señala en un punto, como señalé previamente, que este "mundo se fabricó como una agresión contra Dios"—lo cual acentúa el radicalismo de la posición del Curso aún más. Por otra parte, sin embargo, el Curso no fomenta en sus estudiantes una actitud de denigración del mundo, sino más bien, como ya he dicho, una actitud de que se vea al mundo como un salón de clases, en el cual el Espíritu Santo nos enseña las lecciones de perdón que nos conducen de regreso a Dios. Si bien existiría una diferencia crucial en términos de la cosmogonía del mundo—el origen del mundo—la actitud que Un curso de milagros fomentaría en sus estudiantes no sería una de odio hacia el mundo, como la que experimentaron algunos gnósticos, por ejemplo. Más bien sería un sentimiento de gratitud de que Dios no creara esta pesadilla que nosotros llamamos mundo, lo cual significa que éste es inherentemente irreal. Por lo tanto, un estudiante de Un curso de milagros también agradecería la oportunidad de aceptar la corrección del perdón que nos ofrece nuestro maestro Jesús. Marción, un maestro gnóstico del siglo II, hablaba de que el mundo era una "célula insignificante" en la mente de su creador—entiéndase el ego. Un curso de milagros definitivamente no estaría de acuerdo con esa clase de actitud, ni tampoco el cristianismo, por supuesto. Pero ciertamente en términos del origen y de la naturaleza del mundo, como lo expone el Credo, incuestionablemente existe una clara diferencia 11

entre la posición que el Curso asume y la del cristianismo bíblico. El importante asunto de la moralidad y del libre albedrío que planteaste, Norris, yo volveré a ello más adelante en nuestra discusión. CLARKE: Estoy de acuerdo en que el Curso no afirma que este mundo material sea maligno, lo cual lo hace diferente a las otras doctrinas gnósticas cercanas a los inicios del cristianismo que en muchas formas son similares al Curso, y a las que siempre se opusieron muy tenazmente las iglesias cristianas por considerarlas muy contrarias al espíritu y a la letra del cristianismo. Así pues, el Curso enseña que este mundo es, para los que lo habitamos, una escuela positiva para aprender a despertar y regresar a nuestro estado real de perfecta unión con Dios. Pero este mundo material de personas diferenciadas es aún sólo un mundo de sueño, no un mundo verdaderamente real de personas reales, genuinamente distintas. Esto un creyente cristiano no lo hallaría posible de aceptar; para él este mundo es también un "salón de clases" para despertar a nuestra verdadera naturaleza y desarrollo personal moral y religioso, pero esto sólo pueden hacerlo individuos morales que sean reales en un mundo real en el que se enfrenten con decisiones libres reales. Así que la similitud clave con las doctrinas gnósticas aún permanece, de que este mundo material de muchas personas distintas no es la obra de Dios, y no es real ni bueno en sí. También parece haber un profundo eco de otra gran antigua doctrina, la del Advaita Hindú (o no-dualista) Vedanta, de acuerdo con el cual la Realidad Ultima, o Brahma, es todo lo que verdaderamente es, "Uno sin segundo," y todo lo demás que le parece real a aquellos que están en la ignorancia es de hecho, una ilusión, un producto de una conciencia que sueña o maya. Yo creo que tú mismo, Kenneth, has admitido en algún lugar estas afinidades con el gnosticismo así como con el Advaita Vedanta. Pero para los cristianos sólo hay dos opciones abiertas: o este mundo no es genuinamente real, y por consiguiente no puede ser el campo para el genuino desarrollo moral y la respuesta a Dios como el camino hacia la unión final con él; o es un mundo verdaderamente real, y entonces sólo Dios pudo crearlo de la nada. Yo volveré a esto dentro de un momento. A pesar de todas sus imperfecciones, este mundo sí manifiesta lo segundo por medio de su extraordinariamente rico y entrelazado orden e inmensa energía. WAPNICK: Sí, creo que tu punto acerca de que el mundo o el cosmos es un logro tan impresionante refleja tu amor por Platón, quien obviamente haría el mismo señalamiento. Si bien yo creo que existen muchas cosas que el Curso tiene en común con el platonismo y neoplatonismo, esa no estaría entre ellas, ciertamente. Un curso de milagros diría que el orden y la lógica que existe en el mundo o cosmos es un orden aparente—nacido del ego—porque es un mundo de forma y 12

cambio. Por lo tanto el mundo está realmente en des-orden debido a que es la negación de la carencia de forma y de la inmutabilidad de Dios. De hecho, en una sección titulada "Las leyes de caos," el Curso expone sin lugar a dudas la no-lógica y las dementes premisas del mundo, comenzando con la primera ley de caos de que existe una jerarquía de ilusiones y de que la verdad es relativa y no es absoluta. Así pues, de acuerdo con este principio del ego, ciertas cosas o personas en este mundo serían más valiosas, importantes o santas que otras. Por lo tanto, la falta de verdadero orden y la presencia del caos demente sería la prueba de que el universo físico no pudo haber sido creado por Dios, sino que más bien urgió de las febriles creaciones erróneas de la mente ego, la cual es inherentemente desordenada debido a su naturaleza dualista y separada. La Verdad, en Un curso de milagros, es no-dualista y por lo tanto tiene que ser absoluta y no relativa, el preciso opuesto del estado de la mente dividida. CLARKE: Tendría que ser una mente bastante poderosa. WAPNICK: Sí, Un curso de milagros lo dice así. Creo que ambos coincidimos en que nuestras mentes son poderosas. Lo que el Curso diría, de hecho, y lo que sí dice de diferentes maneras, es que uno de los propósitos que tuvo el ego para fabricar este mundo—el hogar de este falso yo nuestro—fue lograr un opuesto al Cielo; en efecto, tratar de vencer a Dios, contemplar la aparente majestad del cosmos y decirle a Dios, en un nivel inconsciente, obviamente: "¡Mira lo que he hecho! Puedo crear como Primera Causa y hacer algo tan bueno, sino mejor, que Tú!" Esto claramente refleja la arrogancia del ego. Además de esto, el ego se jacta de que puede hacer un mundo el cual, como el opuesto del Cielo, termina como su substituto. CLARKE: Veo. Pero ese ego no sería nuestro propio ego... WAPNICK: No el ego individualizado que identificamos como el de Kenneth o el de Norris. El Curso describe un proceso de fragmentación que ocurrió cuando el Hijo pareció quedarse dormido, lo cual entiendo es un punto con el que tienes dificultad, y al cual volveremos. Originalmente, la separación comenzó cuando una mente se fragmentó, similar al proceso de mitosis celular, y continuó fragmentándose una y otra y otra vez, y se subdividió una y otra vez, el producto final de lo cual es este mundo de multiplicidad y de seres separados. Pero en realidad todos somos parte de un solo yo: tanto de un falso yo, el ser egoísta, así como de un Ser colectivo, el cual Un curso de milagros llama Cristo, nuestra Identidad espiritual. CLARKE: Ese es un resumen muy útil e iluminador de la posición 13

principal del Curso acerca de los orígenes de lo que llamamos "nuestro mundo," o nuestra presente situación. Pero esto resalta aún más claramente las diferencias básicas entre el Curso y el cristianismo tradicional. En términos de la doctrina de Dios solo como el Creador de todo lo que es, creado de la nada, sólo existen dos opciones abiertas para el cristiano: 1) O este mundo material en el cual parece que vivimos es en alguna forma, en algún grado, real—y en este caso no pudo haber sido producido de la nada por ningún otro ser que no sea Dios mismo—no pudo ser producido por ninguna mente real que de algún modo se separara de la mente divina una, desconocido para esta mente divina una, y menos aún contrario a la voluntad divina; 2) o de lo contrario este "mundo" en el cual estamos operando en el presente es sólo un mundo de puros pensamientos, ideas, con ninguna realidad más allá de la de meras ideas, imágenes. Entonces no podría ser el teatro para las decisiones morales reales, para decidir regresar a Dios, apartarse de las ilusiones—tal decisión no puede ser sólo una ilusión en sí—ni para realizar esas acciones tan profundamente buenas como llevar una vida de perdón y de amor, de la cual el Curso habla tan hermosamente en su nivel segundo o práctico. No está claro como un salón de clases de sueño puede ser realmente el salón de clases para enseñarle a las voluntades individuales a tomar las decisiones individuales reales—o rehusar hacerlo—de regresar a Dios. No parece que caracteres simplemente de sueños o ideas puedan tomar decisiones morales individuales de un significado real, a menos que en algún significado de sueño o pensamiento que sea mucho más poderoso y "real" de lo que ordinariamente queremos decir con ello en nuestros lenguajes, y así caemos nuevamente bajo la misma opción rechazada arriba. Creo que tendríamos una dificultad similar al hacer significativo el proceso descrito por el Curso como una fragmentación progresiva de egos de uno originalmente mayor, es decir: ¿sería esta una fragmentación real? ¿Cómo podrían egos únicamente imaginarios tomar decisiones morales reales, buenas o malas? ¿Se fragmentarían éstos sólo en un proceso inconsciente, cuasi-biológico o por una decisión espiritual, deliberada del ego central? Creo que la dificultad primordial aquí es cómo podrían tomarse decisiones morales significativas por caracteres que son sólo caracteres imaginarios irreales, de un sueño. En una palabra, el segundo nivel práctico de enseñanza del Curso, con toda su rica sabiduría psicológica y espiritual y exhortaciones a una vida disciplinada, parece ser una más real y existencialmente dramática que la permitida por la teoría del primer nivel del Curso. Eso es lo que realmente deja a un cristiano tan 14

confundido: cómo un mundo real/sueño así pudo haber tenido comienzo jamás en primer lugar completamente desconocido por Dios e independiente de Él, Creador único de todo lo que es real en alguna forma, o cómo el Creador no pudo conocer lo que muchas de sus criaturas conocen—este dramático mundo de sueño de decisiones morales las cuales ellos conocen y en el cual viven. Ahí tiene, sencillamente expuesto, la razón por la cual un cristiano tradicional creyente en Dios como Creador de todo lo que es no podría aceptar el Curso literalmente tomado como es. WAPNICK: Por supuesto que no, no más de lo que un estudiante de Un curso de milagros podría aceptar la visión del cristianismo tradicional. Como hemos expuesto ya, y sin duda expondremos nuevamente, Un curso de milagros y la Biblia reflejan caminos espirituales que se excluyen mutuamente. Responderé a tu último punto más adelante; pero primero haré algunos comentarios sobre la naturaleza del sueño: La enseñanza metafísica central del Curso es que el mundo de percepción y de forma—a lo que los hindúes se refieren como el mundo de la multiplicidad—es totalmente ilusorio, y es sencillamente un sueño en el cual el Hijo de Dios creyó que podía separarse de su Creador y Fuente, y fabricar un mundo y un yo que es lo opuesto al Cielo. No es diferente— de hecho, la analogía se presenta varias veces en el Curso—a nuestra experiencia nocturna mientras soñamos. Mientras dormimos, las imágenes que "vemos" nos parecen muy reales: las personas con las cuales interactuamos, los lugares en que nos encontramos, los sonidos, gustos y estímulo táctil que son parte del sueño—todos éstos los experimentamos como bastante reales mientras permanecemos dormidos y soñamos. Y esto incluye los acontecimientos en el sueño que "violan" las leyes usuales de tiempo y espacio. Es sólo cuando despertamos del sueño que tenemos conciencia de que nada de lo que nos parecía tan tangible y real había ocurrido en lo absoluto. A través de todos los acontecimientos del sueño, nosotros permanecíamos a salvo dormidos en nuestras camas. A lo que Un curso de milagros se refiere como nuestros sueños despiertos—lo que consideramos nuestras vidas reales —no son diferentes: el mismo contenido, diferente forma. Así pues, nosotros sólo pensamos que estamos aquí, y experimentamos que vivimos en un mundo que fue creado fuera de nosotros mismos, y que existe autónomamente e independientemente de nuestras mentes. Pero en verdad, todo esto es un sueño colectivo, en el cual todas las figuras— animadas e inanimadas, sin considerar dónde caiga cada una dentro de lo que a veces se denomina la gran cadena de ser—son igualmente ilusorias, igual que en un sueño cuando dormimos. Es un sueño de 15

proporciones cósmicas, casi inconcebible en su vastedad. Y sin embargo éste permanece, después de todo, simplemente un sueño, fuera de la mente de Dios, la única Realidad. Regresaré a algunos de los puntos tuyos sobre moralidad y decisiones más adelante en el diálogo, Norris, pero baste decir, repito, que no hay forma en que un cristiano bíblico y un estudiante de Un curso de milagros puedan hallar jamás fundamentos mutuos de acuerdo cuando se llega a las cuestiones de teología o cosmología. CLARKE: Antes de que dejemos este tópico de la creación, considero justo decir algo acerca de las distintas formas en que cada posición visualiza el problema de la maldad. Por la dificultad para reconciliar la obvia maldad en este mundo actual de nosotros con la noción de la creación realizada por un Dios bueno, es ésta una de las principales objeciones del Curso en contra de esta creencia central del cristianismo tradicional. Como dijiste antes, el Curso considera el llamado orden de este mundo como realmente una clase de orden demente, con todas sus imperfecciones, enfermedades, desastres de todas clases, y especialmente la fiera competencia de unas especies que viven de devorar a otras, lo cual es la ley a través del mundo subhumano viviente. Si Dios ha de crear un mundo cualquiera, tiene que ser uno que se asemeje a las perfecciones divinas, no uno lleno de maldad. Seamos perfectamente honrados. El problema de la maldad es uno lleno de misterio para nuestras limitadas mentes humanas, y no uno en el que nos resulte fácil irrumpir y comprender totalmente con nuestra propia visión limitada de historia mundial y de lo que Dios planea para más allá de la muerte. Pero la fe cristiana puede arrojar considerable luz sobre ello, yo creo. Primero, los males morales del mundo, que se derivan de la libre maldad de las decisiones morales de los seres humanos y de sus consecuencias, tales como el odio, el egoísmo, la explotación de los demás, etc., son responsabilidad nuestra y no se deben a Dios en lo absoluto, quien sólo nos permite esto para no pasar por encima de nuestra libertad y eliminar nuestras posibilidades de hacer el bien moral, también. El amor y el servicio libremente dados por los seres humanos es un bien tan excelso que Dios está dispuesto a correr el riesgo de nuestra libre elección del mal en lugar del bien. Segundo, mucha de la maldad física en el mundo hoy día, tal como la destrucción del ambiente, el hambre, la enfermedad, etc., realmente procede de nuestra propia falta, nuestro propio ignorante y avaro mal uso del mundo, y tal parece que Dios quiere que aprendamos de nuestros propios errores cómo ser administradores más responsables del mundo material—y de nuestros propios cuerpos—que él nos ha encomendado. 16

Pero no hay duda de que existe todavía una gran cantidad de sufrimiento, desastres, accidentes, muerte inherente a la estructura de un mundo material dinámico en evolución, en el cual seres vivientes vulnerables limitados a un cuerpo, que bien o carecen de inteligencia totalmente o cuya inteligencia es muy limitada, son retados a sentir su propio camino hacia un crecimiento superior a través de la impredecible acción recíproca de leyes naturales fijas e interacciones accidentales —si Dios desea probar el magnífico experimento de crear un mundo así que culmine con Cristo y una humanidad redimida, ascendida y glorificada. Dios ya ha creado un mundo espiritual mucho más perfecto, el de los ángeles o espíritus puros, donde no existe rastro de ninguno de los males físicos de nuestro mundo inferior. Pero nosotros no tenemos ningún derecho de prohibirle a Dios que extienda su poder y sabiduría hasta el límite y tome la osada decisión de crear un mundo que comience con la dimensión más baja de la materia y que evolucione de manera ascendente para que finalmente sea habitado por el espíritu, transformado por éste, y elevado a la arrobadora unión eterna con Dios mismo. Dios nunca nos promete que no seremos vulnerables o que no sufriremos a lo largo del camino, sólo que él estará con nosotros en cada lugar a lo largo del camino y que se hará cargo, a su manera, de aquellos que sean lastimados, bien sea en ésta o en la otra vida. Realmente no tenemos el derecho o la sabiduría para determinar que sea imposible para Dios el crear otros mundos que no sean los que nosotros consideremos perfectos. Existe además un misterio ulterior, el cual la experiencia humana confirma, creo yo, a todos los que hemos vivido lo suficiente, de que de algún modo la total profundidad y riqueza del carácter humano no es alcanzada simplemente por espíritus encarnados como nosotros a menos que pasemos a través del reto, purificación y transformación del sufrimiento. Es pues en esto que radica parte del misterio de la Cruz y de la pasión del mismo Jesús. Un breve comentario adicional aquí acerca de la cuestión de cómo Dios pudo permitir un mundo donde la vida y la muerte están tan estrechamente entrelazadas, y donde la mayoría de las especies viven de devorar a otras en un ciclo constante de vida a través de la muerte. Sé que esto le molesta mucho al Curso. Existe un gran misterio aquí, sin duda alguna. Pero creo que existe otra manera de mirarlo que no sea sólo un demente relato de horror y destrucción. Los seres vivientes por debajo del nivel humano no son personas que poseen una conciencia propia y libertad; por consiguiente, cada individuo no es un fin en sí mismo como las personas, sino que está subordinado a un bien común mayor, finalmente para el bien de las personas. Y uno bien podría decir que, en vez de que las especies superiores "matasen" a las inferiores 17

destruyendo así el propósito de las inferiores, las inferiores realmente están cumpliendo su propósito al "alimentar" a las superiores, y que la lucha constante por la supervivencia es en efecto el disparador primario detrás de la total evolución creativa inmensa de nuevas formas de vida en la naturaleza. Pero esta cuestión realmente amerita más tiempo del que podemos dedicarle aquí para una discusión más cuidadosa. Aun cuando todo lo expresado arriba se haya dicho, tenemos que ser muy honrados y admitir que no podemos dar respuestas adecuadas en esta vida a todas las preguntas escrutadoras y a las objeciones traídas a colación por el Curso acerca del problema de la maldad en nuestro mundo actual. Nuestra fe cristiana nos obliga a creer y a confiar en que de alguna manera Dios puede abrirse paso poco a poco a través del permitir la maldad de modo que surja un bien mayor al final de todo el proceso, aunque nosotros no podamos ver claramente todavía cómo esto se verá en detalle. En conclusión, sólo podemos decir que ciertamente tenemos dos maneras profundamente diferentes de mirar y de juzgar el mundo en que vivimos, a la luz del primer artículo del Credo Cristiano, la creación de todo lo que es por Dios solo, y la bondad básica de esa creación. WAPNICK: Repito, Norris, no podríamos estar más de acuerdo en cómo estas dos espiritualidades no están de acuerdo. Si me permitas, me gustaría desarrollar algunos de los puntos que presenté antes, aplicándolos específicamente a este importante problema de la maldad. Podemos hablar de Un curso de milagros como una espiritualidad nodualista, mientras que la Biblia presenta una espiritualidad dualista. Creo que esta distinción será útil en el desarrollo de nuestra tesis de cuan radicalmente diferentes una de la otra son estas dos espiritualidades. En términos de la creación, no pueden existir bien y mal a la vez de acuerdo con la visión que tiene el Curso de la realidad, porque sólo existe Dios. El fenómeno de los opuestos existe únicamente en el mundo ilusorio de percepción y de materia, el cual Dios no creó. Y como dice Un curso de milagros en la Introducción del texto: "Lo opuesto al amor es el miedo, pero aquello que todo lo abarca no puede tener opuestos." Y de ese modo, el Dios no-dualista de la creación que presenta el Curso es sólo Amor, lo cual significa que la maldad no existe puesto que no puede haber nada excepto el Amor de Dios. Sin embargo, la maldad, la cual en Un curso de milagros se equipara con la creencia en el pecado de que nos separamos de nuestra Fuente— Dios—muy definitivamente sí existe en el mundo dualista de sueños de 18

la post-separación. Pero puesto que todo esto ocurre solamente dentro de los sueños colectivo e individual del mundo, el pecado y la maldad no pueden existir y verdaderamente no existen, porque sólo un pensamiento erróneo en una mente que sueña cree que puede tener una voluntad en oposición a la Voluntad de Dios, y traer a la existencia un mundo de multiplicidad. Por lo tanto, dentro de este sueño febril de pecado, el Hijo realmente cree que ha destruido la unidad de la Realidad, lo cual él juzga como un acto de maldad que sólo merece castigo. También quisiera recalcar que la mente a la cual se refiere Un curso de milagros no es la mente humana. La mente precede a la fabricación del mundo, y de ese modo antecede a todas las formas—tanto animadas como inanimadas. Es por eso que el Curso enseña que todas las cosas en el mundo son igualmente irreales, y que "fuera del Cielo no hay vida" (T-23.II.19:1). Si bien nos tomaría otro libro discutir esto a profundidad, es importante que por lo menos lo mencionemos debido a que esto pone de relieve otra diferencia importante. El Dios de la Biblia es muy claramente una persona, mientras que el Dios de Un curso de milagros—aunque se habla de "El" como si fuese una persona, en realidad está más allá de tales antropomorfismos. Así pues, el Dios bíblico asume características y motivos muy humanos—tanto superiores como inferiores—y todo esto es tomado por los cristianos como literalmente verdadero. En el Curso, por el contrario, al estudiante se le pide que comprenda que estos antropomorfismos son metafóricos o simbólicos, y no deben entenderse como literalmente verdaderos. No puedo recalcar lo suficiente que el Dios de Un curso de milagros no es una persona o un ser humano, y por lo tanto no razona o piensa como tal. Desde la perspectiva del Curso, todas esas referencias bíblicas son proyecciones antropomórficas del sistema de pensamiento del ego sobre la figura de Dios. Es más, para repetir el punto nuevamente, la maldad no tiene lugar en una realidad no-dualista, y por consiguiente Dios no puede saber nada al respecto ni, obviamente, reaccionar a ello. Su propio ser no-dualista es el deshacimiento del mal. Creo que hemos hecho claras las diferencias en lo que respecta a la creación, así que prosigamos con la discusión sobre la naturaleza de Jesús. CLARKE: Antes de que sigamos adelante, ¿podríamos volver a la enseñanza del Curso sobre el origen del mundo a través de que la conciencia divina se quedara dormida? Esto es algo que para mí tiene ecos claros de las antiguas teorías gnósticas. Los primeros Padres de la Iglesia criticaron severamente a los gnósticos debido a eso, lo que ellos llamaron "el relato de los orígenes," que los Padres consideraron un 19

mito que no podía enfrentarse a la reflexión crítica. Es esta noción de que una conciencia divina se quedase dormida de algún modo con lo que el cristiano tendría gran dificultad, porque por una parte, el Curso diría que el mundo material es una ilusión, así que por consiguiente Dios tendría que ser espíritu puro; pero si usted es puro espíritu infinito es muy difícil ver qué significado podría tener el "quedarse dormido," porque esa es una función de tener un cuerpo, y perder el sentido, y sumergirse en lo inconsciente. No puede hacer eso sin un cuerpo. Así que, por una parte, tal parece que se tendría que concebir a Dios como material—como que tiene un cuerpo—para quedarse dormido. Por otra parte, eso habría que negarlo. Así que la noción de que una conciencia divina, pura, infinitamente perfecta y feliz de algún modo se quede dormida o se divida contra sí misma es extremadamente difícil que tenga sentido para un filósofo, y menos aún para un creyente cristiano. WAPNICK: Creo que parte de la respuesta a eso, lo cual ciertamente no resuelve la diferencia, es que, de acuerdo con el Curso, "quedarse dormido" no es algo que le suceda a un cuerpo. La interpretación del Curso es que esa sería una actividad puramente mental, y el quedarse dormido sería equivalente a la creencia de que pudimos separarnos de Dios. El pensamiento de separación es definido por Un curso de milagros como el comienzo del sueño. El cuerpo surge después, una vez el mundo físico es "falsamente creado," como diría el Curso. Pero el acto de quedarse dormido, desde la visión de Un curso de milagros, sería el equivalente de que la mente tuviese ese pensamiento de estar separada de Dios. La posición del Curso es que ese es un pensamiento imposible: ¿cómo podría una parte de Dios separarse de Sí Mismo? O como dirías, ¿cómo podría una parte de Cristo quedarse dormida, si Su naturaleza es estar despierto? y la respuesta del Curso a eso, la cual lógicamente no contesta la pregunta, es que es un pensamiento imposible y por consiguiente jamás ocurrió en realidad: nosotros sólo creemos que lo imposible ha ocurrido. De hecho, ni siquiera existe un "nosotros" que pudiese creerlo. Yo me doy cuenta de los tremendos problemas filosóficos que esto presenta, y creo que es una premisa que desafía a la lógica. En efecto, estos mismos problemas pueden trazarse desde Platón en adelante a través de la historia de la filosofía cristiana. De hecho, Un curso de milagros dice que hasta el formular esto como una pregunta es un truco del ego, realmente es una aseveración que se disfraza como una pregunta; la aseveración es: Creo que existo como un yo separado, y ahora quiero que me expliques cómo llegué aquí. Por consiguiente, sólo un ego formularía una pregunta como esa, y hasta el contestar esta seudo-pregunta equivale a apoyar la premisa básica del ego de que la separación verdaderamente ocurrió. Por lo tanto, una vez 20

se le adjudica validez a la pregunta, nuestra tarea se convierte en la de tratar de entenderla, lo cual es evidentemente imposible. En un lugar en el Curso, Jesús afirma que nosotros aún creemos que nuestro "entendimiento constituye una poderosa aportación a la verdad y de que hace que ésta sea lo que es" (T-18.IV.7:5). En otras palabras, no debemos intentar comprender algo que es inherentemente nocomprensible. Por consiguiente, lo que Un curso de milagros trata de hacer es describir, no explicar, cómo nosotros vinimos a parar aquí, y si me permitas volver a algo que decías hace un momento, Norris: El hecho de que Dios es espíritu, sin forma, y perfecto, el Curso lo utiliza como una explicación de por qué Dios no pudo haber creado el mundo. En otras palabras, este mundo es imperfecto y es un mundo de forma y de cuerpos, de cambio y de muerte: evidencia que el Curso utiliza como prueba de que Dios no pudo y efectivamente jamás pudo haberlo creado, puesto que El podría crear únicamente como El Mismo. Un curso de milagros parte de la premisa de que cualquier cosa que Dios crea tiene que compartir Sus atributos y características, y puesto que este mundo físico y el cuerpo no comparten los atributos y las características de Dios, por consiguiente El no pudo haberlo creado. CLARKE: Kenneth, esa es una aseveración muy interesante y reveladora, que nos ayuda a penetrar detrás de algunas de las diferencias en la visión del mundo que existen entre el Curso y el cristianismo tradicional. De acuerdo con el Curso, Dios sólo podía crear algo perfecto como él mismo, y eso excluiría un mundo no sólo de maldad sino también de imperfección, de cambio, de cuerpos (materia) y de muerte. Aunque la revelación cristiana en sí no entra explícitamente en estas cuestiones más filosóficas, ésta tiene una actitud implícita que los teólogos cristianos siempre han enseñado claramente. Primero, puesto que Dios es un ser infinitamente perfecto, es absolutamente imposible para él crear otro ser infinitamente perfecto como él mismo. Un ser infinito sólo puede ser uno, único. Un segundo ser así tendría que carecer de algo de lo que tenía el primero, en consecuencia no ser infinito, o si no coincidir perfectamente con el primer ser infinito y de ese modo ser idéntico a él. De manera que cualquier mundo que Dios cree distinto a él en cualquier forma tendrá que ser imperfecto de algún modo. Y si es un mundo de espíritus puros, si han de existir personas reales, éstas tienen que tener inteligencia y libre albedrío (eso es lo que significa ser un ser espiritual) y por consiguiente están abiertos a rechazar libremente o a resistir a Dios de alguna manera, y en esa forma abrir el camino a algún mal moral en el mundo. 21

Pero el punto sobresaliente real, creo yo, es la posibilidad de que Dios crea un mundo material y que sea bueno y de alguna manera una imagen de sí mismo. Para desarrollar un tema sobre el cual hablamos antes: Un cristiano (y muchos otros pueblos religiosos, judíos, mahometanos, etc.) dirían que no podemos limitar la creatividad de Dios, y el que Dios se deleite en extender su poder sin reserva alguna hasta el límite de crear seres inferiores a lo largo del espectro del ser hasta la materia, y luego elevar lentamente este mundo de materia por medio de la penetración del espíritu en él, y finalmente ascenderlo a la luz parcial de la conciencia espiritual en los seres humanos, y que luego éstos sean transformados por la resurrección en la luz de la gloria con Dios, con el Jesús ascendido como precursor. Dios se deleita en tomar las cosas más inferiores y elevarlas a las alturas. El se deleita, podría decirse, en laborar con la materia como el artista, y todo arte verdadero es la penetración y la iluminación de la materia por el espíritu. La materia puede en verdad ser la portadora y la expresión simbólica del espíritu. Si cada artista humano auténtico puede hacer esto, más aún puede hacerlo Dios, el máximo modelo y la inspiración de todos los artistas. Y nosotros no podemos, con nuestras limitadas imaginaciones humanas, decirle a Dios que él no puede hacer eso. Indudablemente, ya Dios ha creado muchos otros universos perfectos, quizás puramente espirituales, incluso el propio universo angélico nuestro. Pero él también quiere mostrarnos su poder creador con su osado experimento con un mundo material en evolución, en el cual el espíritu emerge lentamente de su interior, lleno de imperfección, falsos comienzos, deslices, etc., pero que se mueve hacia ser elevado finalmente a la vida más elevada del espíritu. Dios puede en verdad imprimir su imagen, no importa cuán débilmente, sobre este mundo material y amar esta obra humilde de sus manos como una colmada de una bondad real y potencial. Es aquí, me parece, donde, surge la profunda herencia gnóstica del Curso, pues toda esta tradición siempre ha tenido una profunda desconfianza y denigración de la materia, como algo malo o por lo menos indigno de la atención y del amor de Dios. Para el cristiano, por otra parte, Dios ama esta expresión inferior de sí mismo y ama laborar creativamente con ella, aunque siempre con la visión de penetrar en ella con el espíritu, como lo demuestran todas las formas inteligibles, estructuras, orden, armonía y esplendor de la belleza que emanan de nuestro mundo material inferior. WAPNICK: Antes de responder a tu abarcador comentario, Norris, me gustaría aclarar un punto que acabas de presentar al reiterar mi comentario anterior. Sin duda, Un curso de milagros enseñaría que el cuerpo es "indigno" de Dios—de hecho, éste se refiere al cuerpo como una "imitación burlesca" y una "parodia" de la creación de Dios—pero 22

ciertamente no ve el cuerpo como malo, como lo veían muchos de los gnósticos. Esto le otorgaría al cuerpo una realidad que no tiene, pues si siente que algo le produce náuseas o que lo repudia—como ciertamente se sentían muchos gnósticos con relación al cuerpo—obviamente tiene que creer en su realidad. Y de ese modo los gnósticos le adjudicaban una realidad psicológica a aquello en lo cual no creían filosóficamente. Un curso de milagros no cae en esa muy sutil y astuta trampa del ego. Y ahora voy a referirme a tu punto central, Norris, el cual has expresado tan elocuentemente, y que constituye el punto crucial del asunto: la visión antropomórfica de Dios que es inherente a toda la teología cristiana. Ya me referido a esto, pero me permitas añadir algunos comentarios. Si bien el Curso no discute esto directamente, lo que yo presente se desprende de los principios del Curso. Ambos estaríamos de acuerdo en que Dios es un ser infinitamente perfecto. Sin embargo, ciertamente diferiríamos en lo que esto significa. Para Un curso de milagros esto significa que Dios no es un individuo, con una identidad personal o un yo: esto es, El no tiene forma que lo haga resaltar sobre Su creación. El es completamente impersonal, como lo es el Uno de Plotino. Así pues, Su unicidad no se define al compararlo con otro, sino que más bien Dios es único porque no hay otro. Y como enseña el Curso, no hay ningún lugar en el que el Padre acabe y el Hijo comience como algo separado de El (L-pI. 132.12:4), puesto que son uno. Es más, el Dios del Curso no piensa en la forma que nosotros llamaríamos pensamiento, ni planea o se deleita en nada. El es Totalidad—el Todo—y ninguna "cosa" puede existir fuera de El. Por lo tanto, El no se experimenta a Sí Mismo en relación con Su creación. Creación, en Un curso de milagros, sencillamente puede definirse como la extensión del ser de Dios o espíritu, el cual es tan carente de forma, inmutable y eterno como El Mismo. Puesto que estamos hablando acerca de una dimensión no-dualista que está más allá del espacio y del tiempo, sería imposible para nosotros concebir cómo es esta creación realmente. Repito, yo estoy describiendo la no-dualidad del Curso, la cual no permitiría la clase de aseveraciones que has expresado acerca de Dios. Finalmente, sólo quiero subrayar esta diferencia crucial en Un curso de milagros relativa al cristianismo: no hay manera, en la visión del Curso sobre la realidad, de que la materia pueda ser jamás portadora del espíritu, ni ser expresión de éste. El espíritu y la materia son estados que se excluyen mutuamente, y de los cuales sólo uno es real. Así pues, estamos de nuevo en nuestra aseveración de la no-dualidad de las enseñanzas de Un curso de milagros. 23

CLARKE: Quisiera mencionar de nuevo que también parece haber profundos ecos del Vedanta no-dualista del hinduismo. Para éste, también, el descenso a la multiplicidad en la separación del Dios uno, Brahma, quien solo verdaderamente es y es "Uno sin un segundo," es en realidad una caída en el maya, el mundo de ilusión, el cual jamás se puede explicar. WAPNICK: Sí, hay muchas similitudes entre Un curso de milagros y las enseñanzas del Vedanta, así como de las más elevadas enseñanzas del budismo. De hecho, algunas personas se han referido al curso como el Vedanta cristiano. CLARKE: ¿Quién se refirió a él en esa forma? WAPNICK: Bill Thetford lo hizo. El fue el psicólogo que había colaborado con Helen Schucman, la escriba del Curso. CLARKE: Veo. ¿Así que ambos estaban conscientes de esto? WAPNICK: No en el momento, pero tan pronto como Un curso de milagros comenzó a manifestarse desde Jesús a través de Helen, y Bill empezó a leerlo, él comenzó a leer mucho por iniciativa propia acerca de las enseñanzas místicas tanto de oriente como de occidente. Fue entonces que él descubrió que el Curso tenía algunas ideas en común con el Vedanta. CLARKE: ¿Así que ellos no lo habían estudiado antes? WAPNICK: No, ninguno de ellos tenía trasfondo alguno sobre el pensamiento occidental en lo absoluto. CLARKE: Eso es asombroso. WAPNICK: Y ninguno de ellos tenía ningún trasfondo sobre el gnosticismo. No fue hasta que yo comencé la investigación para mi libro (Love Does Not Condemn [El amor no condena]) que me percaté del ámbito del lenguaje y de las ideas metafísicas en el Curso. Fue verdaderamente sorprendente para mí, en realidad, ver algunos de los paralelos. Lo que he encontrado también, lo cual es una parte importante de mi libro y en lo que creo que estañas particularmente interesado, es que— de acuerdo con mi manera de pensar—el Curso resuelve una paradoja básica que se ha filtrado a través de la mayoría del pensamiento platónico: es decir, cómo se llega del perfecto Uno y Bueno al mundo de 24

imperfección y de multiplicidad. Yo sabía que existía una paradoja que el filósofo Plotino jamás resolvió—una clase de tensión que se destilaba a través de su obra. Donde los platonistas y neoplatonistas terminaron concluyendo de alguna manera que a pesar de toda la antipatía que ellos sentían hacia el cuerpo y hacia muchos de los aspectos del mundo, el cosmos y el cuerpo a fin de cuentas sí procedían del Uno, de Dios. Y desde el punto de vista de Un curso de milagros, eso presenta una paradoja nuevamente: cómo este Dios perfecto, Quien es espíritu puro, sin forma y eterno, puede de algún modo terminar creando un mundo que no comparte esas características. Para replantear este punto brevemente, la resolución del Curso es que el universo imperfecto de dualidad es sencillamente un sueño que nosotros—como una mente colectiva, no individual—estamos soñando. Una vez despertemos del sueño, nos percataremos de que sólo era un sueño de separación que verdaderamente no ocurrió jamás. La integridad de la Divinidad no-dualista de ese modo permanece intacta. Me doy cuenta de que estamos girando alrededor del mismo círculo, y que de acuerdo con lo que dices, Norris, este punto de vista—que es crucial para el Curso—no es un problema para el cristiano. CLARKE: Ya yo he expresado la posición cristiana sobre la creación del mundo material por Dios. Pero la asombrosa afinidad entre el Curso y estas doctrinas tan antiguas como el gnosticismo y el Vedanta Hindú muestran que existe una inclinación natural en la cultura humana hacia este modo de pensar. También quisiera agregar que hasta en el pensamiento de corriente principal en occidente, en la muy influyente escuela del neoplatonismo (fundada por Plotino en el siglo tercero A.D., la última gran escuela pagana de filosofía antes del triunfo del cristianismo con la conversión del emperador romano Constantino), existía una significativa traza de gnosticismo, a pesar de la crítica explícita de Plotino sobre la misma, de que las almas humanas habían caído en la prisión de la materia como resultado de haberse apartado de su previa unión maravillosa con Dios como espíritus puros en el cielo, e ir en busca de su propia independencia. Pero Plotino tenía un problema un poco similar al del Curso, acerca de por qué almas que ya estaban aparentemente unidas con Dios en total dicha querrían separarse. El jamás pudo ofrecer una explicación satisfactoria, al alternar entre el castigo por el pecado y una misión positiva en el extraño mundo de la materia para hermosearlo mediante el gobierno del alma. Para el cristiano, sin embargo, no existe una caída de almas espirituales puras desde un estado de unión pre-corporal con Dios. Esta posición fue condenada temprano en la historia cristiana como contraria a la 25

revelación cristiana. Las almas humanas son creadas por primera vez en cuerpos como su complemento natural, en un estado imperfecto pero bueno, para que encuentren su camino en un viaje a través del mundo material, como un lugar de educación y de prueba, hacia su hogar final en Dios en cuerpos transformados. La bondad original de la naturaleza humana ha sido debilitada, ensombrecida, hecha más vulnerable (destruida o corrompida de acuerdo con el cristianismo luterano) por la libre inclinación de la raza humana hacia el pecado, con sus heredadas consecuencias. WAPNICK: Repito, creo que las diferencias están claras. El punto de vista de Un curso de milagros, para exponerlo un vez más, es que todo esto está ocurriendo en un sueño. Hay una línea en el Curso que dice: "En Dios estás en tu hogar, soñando con el exilio" (T-10.I.2:1). Hay otra línea, originalmente expresada por Mary Baker Eddy, la fundadora de Christian Science (Ciencia Cristiana), la cual cita su comentario de que en el Libro del Génesis en la Biblia se nos dice que sobre Adán se abatió un profundo sueño, mas no se hace referencia en ninguna parte a que haya despertado (T-2.I.3:6). Yo creo que esta es otra forma de presentar el mismo punto. Podríamos decir, metafóricamente, que todo lo que ocurrió desde que "Adán se quedó dormido" se relegaría al sueño. Así pues, todo lo que experimentamos dentro de los billones y billones de años del sueño que llamamos evolución son los efectos del pensamiento de que pudimos llevar a cabo lo imposible; i.e., que podíamos ser Primera Causa al matar nuestra Fuente, usurpar el papel de Dios como Primera Causa, y luego "probarlo" al fabricar un mundo de opuestos y de multiplicidad. El núcleo de este sueño del ego es el cuerpo, al cual Un curso de milagros se refiere como el "héroe del sueño." Y no existe nada positivo acerca de éste, puesto que el cuerpo se hace para proteger el pensamiento de separación del ego y por consiguiente para atacar la unidad del Amor de Dios. Por otra parte, una vez el sueño ha comenzado, el cuerpo se torna neutral, y sirve lo mismo al propósito del ego de aprisionar la mente en el sistema de pensamiento de separación—pecado, culpa y miedo; o al susodicho propósito del Espíritu Santo de que sirva como un salón de clases en el cual aprendemos las lecciones de perdón y despertamos del sueño. De modo que en el Nivel Uno se entiende que el cuerpo es una ilusión de separación, de odio y una limitación sobre el Amor ilimitado, de lo cual Dios no sabe nada; en el Nivel Dos, se ve como una ilusión que sirve o para un propósito nocivo o para un propósito beneficioso, y con el último, nuestra experiencia es que Jesús o el Espíritu Santo es una ayuda siempre presente. CLARKE: Eso me aclara mucho más la enseñanza del Nivel Uno del 26

Curso. Pero debo añadir que aun cuando pudiese haber un estado así de apartarse de Dios para pensar un mundo ilusorio o de "sueño," me parece que Dios mismo, con su infinitamente perfecto conocimiento ante el cual "todo está desnudo y patente," aun los más recónditos pensamientos del hombre (He 4:13), él tendría que conocer claramente (mucho más de lo que un padre humano podría conocer de la pesadilla de su hijo) que el alma está soñando y qué clase de ilusión está soñando, puesto que éste es un acto positivo de una mente real, y entonces Dios procuraría con amor compasivo por nosotros acercarse y ayudarnos a despertar. El Dios cristiano conoce toda nuestra ignorancia, sueños, ilusiones, etc., y precisamente ha enviado a su hijo Jesús para que nos conduzca de la obscuridad a la luz.

Jesús Naturaleza y función CLARKE: La segunda diferencia principal entre el Curso y el cristianismo tradicional que tenemos que aclarar trata sobre quién es Jesús en realidad y su misión en la tierra. De acuerdo con el cristianismo, Jesús es literalmente el Hijo de Dios quien ha tomado una verdadera naturaleza humana corporal, semejante a la nuestra, a través de María de Nazaret, su madre humana, para recorrer la jornada humana con nosotros, dar su vida libremente por nosotros, aunque inocentemente, al tomar sobre sí mismo la carga de nuestros pecados y morir en la cruz, y luego resucitar nuevamente con un cuerpo real glorificado para vivir eternamente en la gloria inmortal con Dios su Padre y de ese modo ofrecernos, también, el compartir para siempre de su propia felicidad. Este es el segundo gran artículo de fe en el Credo Cristiano. Para aquellos que no están familiarizados con la enseñanza cristiana, puede que sea necesaria una palabra adicional sobre lo que se quiere significar cuando se dice que Jesús es "el Hijo de Dios," y que regresa a "Dios su Padre" en el cielo después de su vida en la tierra. El cristianismo cree conjuntamente con el judaismo, del cual surgió, que existe un solo Dios, un ser divino de infinita plenitud de perfección, creador de todo lo que no es Dios. Pero también sostiene, como lo reveló el mismo Jesús, que la vida interior de este Dios uno es una intensamente activa, que Dios activamente piensa una perfecta imagen pensamiento o expresión interna de sí mismo tan completa y perfecta que ésta, también, se convierte en una persona y recibe esta extática expresión de personalidad propia con gratitud y amor, y por esta razón se le llama la "Palabra" o "Hijo" del "Padre" de quién procede, totalmente idéntico en toda perfección con la fuente auto-pensante de la cual procede, excepto que es del Padre y tan distinto a él como su propia expresión interna. Estos dos polos internos personales de la vida divina se unen luego en un único extático acto de amor de la bondad divina y entre sí como sus poseedores, en un acto 27

de amor que es expresión de la propia personalidad mediante el amor—una imagen de amor—del mismo ser divino, nuevamente tan total y completa que ésta, también, se vuelve una persona y se convierte en el tercer polo interno dentro de la vida divina semejante a la segunda persona, y por eso es llamada por el nombre misterioso de "Espíritu Santo" (aquel que es exhalado por el amor). Todo esto tiene lugar al tiempo que permanece aún dentro de la unidad del divino ser uno, pero nos revela a Dios no como una persona solitaria sino como una infinitamente rica y activa circulación interna de vida entre tres amorosas personas que se conocen mutuamente, la máxima plenitud de lo que realmente significa ser. Ahora cuando Dios toma nuestra naturaleza humana en Jesús el hombre, quien se supone que exprese lo divino en forma humana, es propio que sea la Segunda Persona, la perfecta imagen divina de la expresión de la propia personalidad, quien toma esta naturaleza humana como suya propia, para ser la imagen de Dios en la tierra, y transformarnos también mediante la unión con él para convertirnos en imágenes o "hijos adoptivos de Dios." Es por eso que se dice que "el Hijo de Dios se hizo hombre." Esta doctrina de Dios como "Trino" o "Trinidad" (un Dios en tres personas) es el fundamento para la comprensión de la doctrina de Jesús como Hijo de Dios hecho hombre. Una vez se ha entendido esto, vamos a simplificar y a ir directamente al desacuerdo básico. Para la fe cristiana, Jesús es una persona divina que ha tomado una naturaleza humana (sin perder su naturaleza divina, por supuesto) para conducirnos de regreso a Dios como nuestro maestro y el que nos redime del pecado, aquel que por medio del bautismo nos convierte en "hijos adoptivos de Dios." Y él ha tomado un cuerpo real, el cual mantendrá en una forma transformada o glorificada a través de toda la eternidad desde su resurrección de entre los muertos. Nosotros, también, finalmente estaremos con él y como él también con cuerpos reales, aunque glorificados. Para Un curso de milagros, por el contrario, Jesús no es divino en sí mismo, no tiene una naturaleza divina. Más bien, es parte de la conciencia original de Cristo que se separó de Dios, pero él es el primero que ha despertado de este estado ilusorio de sueño dizque de separación de Dios y se ha convertido en un maestro amoroso para ayudar al resto de nosotros a despertar de este sueño, también. Así que en verdad él no tiene un cuerpo real como una parte permanente de su ser, sino que parece tenerlo, para nosotros que aún estamos atrapados en el sueño. La figura de Jesús es una figura maravillosa y amada en el Curso, pero es aún radicalmente diferente en naturaleza al Jesús del cristianismo tradicional, y es importante reconocer esto claramente y no evadirlo como si fuese simplemente una manera de decir lo mismo. Creo que tú, Kenneth, con tu admirable honradez y deseo de claridad, serías el primero en admitir esto. WAPNICK: Sí, eso es correcto, Norris. Creo que probablemente esa es una de las más claras y notables diferencias, además del origen del mundo, que uno podría hallar entre Un curso de milagros y el cristianismo tradicional. "Cristo" en el Curso no se refiere únicamente a Jesús, sino a la Filiación colectiva de la cual Jesús y cada uno de nosotros—como mente—es una parte. El Curso básicamente enseña que cuando el Hijo pareció quedarse dormido—éste jamás diría, repito una vez más, que la conciencia de Cristo, o parte de ella, se separó o se quedó dormida—el sueño de aparente separación pareció empezar. La diferencia entre Jesús y el resto de la Filiación es que él fue el primero, como lo afirma en el Curso, en haber despertado del sueño y recordar quién es él como Cristo. Un curso de milagros jamás expone cuándo él hace esto; eso es irrelevante a nuestra discusión. Pero en el nivel del espíritu, él no es diferente a nosotros. En este mundo, es el hermano mayor quien en efecto retorna y nos ayuda a todos a hacer lo que ya él ha logrado. No cabe duda de que existe una clara diferencia teológica en las dos 28

tradiciones, y esto se puede entender mejor por medio de la discusión de los conceptos de especialismo y del cuerpo que el Curso presenta. Desde el comienzo de la teología cristiana, se concibió a Jesús como ontológicamente distinto al resto de la creación. Como reflejan tus comentarios, Norris, Jesús es considerado por las Iglesias como el hijo único de Dios, mientras que de acuerdo con la teología paulina, a todos los demás seres humanos se les considera como hijos adoptivos. Esto violaría el principio del Curso de la no-dualidad del Cielo y de la unidad de la creación de Dios—Cristo—al establecer a Dios como el Creador de una jerarquía de seres. En esta cadena de ser, Jesús es el primero y todos los demás están por debajo de él, como criaturas inferiores. Y luego, por supuesto, está el resto de la creación, colocada por debajo del homo sapiens como lo describen los dos primeros capítulos del Génesis. "Especialismo" es el término que utiliza el Curso para referirse a la creencia fundamental del ego de que los demás—comenzando con Dios—son más especiales que nosotros, y que nosotros necesitamos sus atributos especiales para compensar por nuestra inherente carencia. Central a la manera de tratar el especialismo en Un curso de milagros, es el énfasis que se le da al cuerpo. Es el cuerpo, según el Curso, el que constituye la encarnación del sistema de pensamiento del ego, puesto que éste siempre destaca las diferencias que separan o el especialismo entre las gentes, más bien que la igualdad que compartimos todos. Y así, repito, que desde la perspectiva del Curso, el énfasis de la Iglesia en el cuerpo de Jesús se ajustaría perfectamente al plan del ego para hacer real su sistema de pensamiento. Por eso es que Jesús afirma en el Curso que él no ofrecería su cuerpo, sino su mente, puesto que es únicamente ésta la que es importante (T-19.IV-A. 17:5-6). Es más, puesto que el espíritu y la carne, el Cielo y el mundo, son estados que se excluyen mutuamente—uno real, el otro ilusorio—la noción bíblica de la encarnación, absolutamente central a la fe cristiana, sería inconcebible e imposible. De hecho, en un lugar Un curso de milagros afirma que, estrictamente hablando, la Palabra de Dios no puede hacerse carne, puesto que ello implica "que un orden de realidad pasó a ser otro" (T-8.VII.7:2). Pero donde Un curso de milagros y el cristianismo tradicional tienen mucho en común, sin embargo, es en el sentimiento de que Jesús es una interna y amorosa presencia de Dios, a quien nos volvemos como hacia un amigo y hermano. En efecto, el Curso hace muy claro que sin Jesús (o el Espíritu Santo) el que uno cambie de pensamiento a través del perdón—la definición de salvación de Un curso de milagros—sería imposible. En ese nivel, creo que veríamos muchas ideas en común, y algunos pasajes del Curso hacen eco de lo que muchos cristianos sienten hacia Jesús. No obstante, aquí también veríamos una diferencia entre nuestros dos sistemas espirituales. Puesto que el mundo y el cuerpo son ilusorios, y por lo tanto todas nuestras experiencias aquí son parte del sueño del ego, no tendría sentido para Jesús que nos ayudase a vivir dentro de una dimensión que es inherentemente irreal. Más bien, en las enseñanzas de Un curso de milagros, se entiende que Jesús está únicamente dentro de nuestras mentes, como un pensamiento de amor. Por lo tanto, él no se relaciona con nosotros en realidad—de persona a persona o de cuerpo a cuerpo—aunque ciertamente lo experimentemos de esa manera, como si se relacionase con nuestra individualidad. Su función es, muy sencillamente, recordarnos que nosotros—el tomador de decisiones en nuestras mentes—somos los soñadores del sueño, más bien que las figuras del sueño que creemos son nuestros seres físicos y psicológicos a los cuales les damos nombres y les asignamos una historia personal. Siempre es beneficioso recordar que de acuerdo con Un curso de milagros, es únicamente dentro de la mente que se necesita ayuda, pues sólo entonces podemos 29

cambiar de pensamientos sobre quiénes somos verdaderamente. Y de ese modo, repito de nuevo, se entiende que Jesús no opera en el mundo—como indudablemente lo ven hacerlo en el cristianismo—sino únicamente dentro de la mente, donde se origina el sueño y donde tiene existencia. Por lo tanto, la mente es el único lugar donde se pueden deshacer los errores. En el lenguaje del Curso, Jesús no obra con los efectos—el cuerpo o el comportamiento—sino únicamente con su causa—la decisión tomada por nuestras mentes de identificarse con el sistema de pensamiento del ego. CLARKE: Contra este trasfondo de profundas diferencias, estoy de acuerdo en que existen algunas ideas en común en lo que a Jesús se refiere. Por ejemplo, hay en el Curso algunas hermosas oraciones de Jesús a Dios con las cuales los cristianos fácilmente podrían resonar y sentir afinidad. En el nivel práctico, también, hay muchos discernimientos espirituales y morales acerca de las actitudes hacia los demás que los cristianos podrían encontrar bastante agradables, tales como el amor, el perdón, la compasión más bien que el atacar a los demás, la naturaleza de las relaciones "santas" más bien que las de apego a la gente. La última en particular yo la encontré bellamente expresada así como iluminadora para mí personalmente. WAPNICK: Es por eso que yo hablo acerca del Nivel Uno y del Nivel Dos. El significado de la crucifixión y la resurrección CLARKE: Hasta ahora hemos discutido las diferencias básicas entre la enseñanza del Curso y la del cristianismo tradicional sobre el significado de la creación, la realidad y bondad de la materia y de los cuerpos, la divinidad de Jesús y el que tuviera un cuerpo real, el cual en la resurrección se transformó en un cuerpo glorificado y ahora está eternamente con él en el cielo—todo lo cual el Curso niega de una manera o de otra. Vayamos ahora a la realidad y al significado de la muerte de Jesús en la cruz, la expiación por nuestros pecados que tuvo como consecuencia que él aceptase libremente la muerte, y la realidad de su resurrección corporal de entre los muertos. El cristianismo tradicional sostiene que los seres humanos han pecado realmente y que se han apartado de Dios, en consecuencia tienen la carga de una culpa genuina (no simplemente neurótica), por lo que necesitan ser perdonados por Dios. Entonces Jesús tomó la carga de nuestros pecados y verdaderamente sufrió y murió en la cruz para llevar a cabo la reparación por los mismos. Luego resucitó en verdad de entre los muertos, con un cuerpo real, aunque transformado o glorificado, y ahora está eternamente unido con su Padre en la gloria, con su total humanidad ascendida y transformada, en cuerpo y alma. El Curso, por el contrario, enseña que puesto que nosotros jamás nos separamos realmente de Dios por medio del pecado, sino en el pensamiento de la experiencia de un sueño ilusorio que dio origen al ego, no existe una culpa real que Dios tenga que perdonar. Lo que se llama el perdón del pecado humano por Dios, es en realidad sólo nuestro despertar del sueño con la ayuda de Jesús para darnos cuenta de que jamás estuvimos separados de Dios en primer lugar y que jamás hemos perdido su amor, el cual permanece perfectamente inalterado hacia nosotros. Entonces, puesto que Jesús no tuvo un cuerpo real, sino que sólo parecía tenerlo para aquellos que están dentro del mundo de sueño, él no sufrió realmente ni murió en la cruz, sino que pareció haberlo hecho, y en verdad jamás fue afectado por lo que pareció ser el sufrimiento infligido sobre él por los hombres pecadores. Además de esto, en realidad él no expió por nuestros pecados, puesto que éstos no eran reales en primer lugar. Finalmente, él no murió en verdad en un cuerpo real, y por lo tanto no resucitó nuevamente reteniendo su cuerpo en forma alguna, puesto que todo esto es una 30

ilusión de aquellos que están en el sueño. Al despertar del sueño nos percataremos de que él y nosotros aún estamos unidos a Dios en una perfecta unión de amor, y siempre ha sido así, y de que la total experiencia corporal de nosotros mismos y de Jesús es un sueño. Obviamente existe una profunda e irreconciliable diferencia entre estas dos visiones, a las cuales no puede dársele una apariencia falaz o disculparse mediante explicaciones. WAPNICK: Primero quisiera comentar sobre tus comentarios acerca del Curso, Norris. Creo que tu explicación sobre lo que éste dice es excelente, con una sola excepción. En tu descripción de Jesús, haces que Un curso de milagros suene demasiado gnóstico. Como hemos visto el Curso es gnóstico en su cosmogonía, pero sólo en algunos aspectos en su visión de Jesús. Ciertamente el cuerpo de Jesús es ilusorio, pero también lo es el de todos los demás. La diferencia es que él lo sabía, mientras que el resto del mundo aún permanece dormido, y cree que su sueño es real. Jesús, como he dicho ya, estaba y está fuera del sueño, y sin embargo permanece consciente de los sueños de sus hermanos y hermanas. Por lo tanto, él no sufrió porque no podía sufrir. Para Un curso de milagros, el dolor y el sufrimiento sólo son realidades dentro del sueño. Cuando uno despierta del sueño, al seguir el ejemplo de Jesús, entonces todo dolor y sufrimiento son imposibles. De vuelta a tus comentarios generales acerca de la crucifixión y la resurrección, Norris, creo que podemos estar de acuerdo en un nivel pero no en otro. Donde Un curso de milagros y el cristianismo tradicional coincidirían es en la importancia de la vida y enseñanzas de Jesús. Donde diferiríamos, sin embargo, sería en la naturaleza y el significado de la crucifixión y la resurrección, en lo cual entraré de inmediato. Quiero aclarar, no obstante, que Un curso de milagros no niega que dentro del sueño del mundo Jesús fuese crucificado. Este sí niega, sin embargo, la interpretación tradicional de su crucifixión, y creo que cuando discutamos la resurrección, encontraremos diferencias muy cruciales entre el Curso y el cristianismo tradicional. Donde me gustaría comenzar es con el papel de Dios en el plan redentor, específicamente en la crucifixión. Lo que Un curso de milagros diría sobre lo que explicaste—lo cual constituye la manera tradicional de mirar la crucifixión—es que tal visión haría que Dios viese nuestro pecado, sufrimiento y maldad como reales. En otras palabras, Dios percibe que en realidad nos hemos separado de El por medio del acto de desobediencia que se describe en el mito del Jardín del Edén en el Libro del Génesis. Por consiguiente, El está declarando que nuestro estado de pecaminosidad es ontológicamente real, y Su sentido de justicia Lo obliga a que nos arroje fuera del paraíso como castigo por el pecado de la desobediencia de Adán, lo cual de algún modo reconoce que toda la humanidad ha heredado este pecado. Además de esto, como ahora se ha establecido que la maldad es real en el mundo, Dios tiene que diseñar un plan mediante el cual Sus hijos puedan salvarse. Ese plan, como explicaste, Norris, es enviar a Su Unigénito engendrado, Jesús, para que muera por nuestros pecados en un acto de salvación y de expiación vicarias a través de lo cual el mundo entero se salva. La posición de Un curso de milagros, repito tal como la articulaste al principio, es que Dios ni siquiera sabe del pecado, de la separación y del sueño. En otras palabras, éste es un sueño que está fuera de Su Mente y por consiguiente no existe, ni puede existir. Y yo comprendo cómo esto desataría la voz de alarma en la fe cristiana básica por no mencionar el Credo Cristiano tradicional. Así que el punto de arranque del Curso es que Dios ni siquiera conoce a sus criaturas como pecaminosas. Un curso de milagros sí afirma, sin embargo, que aunque somos 31

inocentes en la eternidad, somos culpables en el tiempo (T-13.I.3:2). En otras palabras, en el mundo de ilusión— dentro del sueño—nos sentimos culpables, porque hemos hecho la culpa real como resultado de nuestra creencia en el pecado. Pero eso es desde el punto de vista del sueño, del Hijo de Dios separado. No es el punto de vista de Dios en Un curso de milagros. Así pues, la visión que tiene el Curso de la crucifixión es que Jesús está demostrándonos que lo que el mundo define como pecaminoso—lo cual es en realidad el pensamiento errado de creer que hemos atacado y hasta asesinado a Dios, a Cristo y a la verdad—no ha tenido efecto. El Amor de Dios, el cual Jesús sí representa ciertamente tanto dentro del cristianismo como de Un curso de milagros, permanece totalmente inafectado e inalterado por el sueño del ego. Y en esa forma, básicamente, la posición del Curso es que lo que Jesús hizo, en efecto, fue proveer la oportunidad para que los hijos de Dios representaran nuevamente—dentro del sueño—el pecado de separarse de Dios y de atacarlo, al usurpar Su lugar en el trono de la creación, y finalmente Lo asesinaran y crucificaran a Su Hijo. Todos estos son los pensamientos que comenzaron el sueño, el cual inevitablemente condujo a la creencia de que el unificado Amor de Dios pudo ser destruido mediante el fragmentarse de la Filiación y la fabricación en su lugar de un mundo de dualidad. En otras palabras, cuando el mundo se enfrentó al Amor de Dios y a la inocencia de Su Hijo—en la persona de Jesús—lo atacó y lo crucificó. El delito bíblicamente adscrito a Jesús fue la "blasfemia," puesto que él enseñaba, y aún nos enseña en Un curso de milagros que el Hijo de Dios está exento de pecado y que es inocente. Y por eso el sistema de pensamiento de pecado y de culpa del ego no puede prevalecer contra esta verdad. Su resurrección, la cual definiré dentro de un minuto, se convierte en el testimonio viviente del hecho de que el Amor de Dios no puede ser destruido, pues de lo contrario, ¿cómo puede alguien experimentar su presencia post-crucifixión? Y a pesar de las cosa terribles de las que nos acusamos de haber llevado a cabo—de ser pecaminosas, criaturas malvadas que hemos atacado y hasta destruido a Dios—Jesús nos demuestra en Un curso de milagros que el Amor de Dios por nosotros permanece inalterado. En efecto, el Amor que Jesús tenía por nosotros antes del sueño de la crucifixión es el mismo amor que tuvo por nosotros durante este sueño de crucifixión, y de hecho, después de su aparente muerte y resurrección por igual. En otras palabras, nada de lo que el ego o el mundo ha hecho ha cambiado el perfecto Amor de Dios. Un sueño no tiene efecto sobre la realidad, y la realidad de Jesús está fuera del sueño del mundo. En esta forma, por lo tanto, el Curso define esta demostración de la invulnerabilidad del Amor de Dios—en su propio particular lenguaje—como la manifestación del "principio de la Expiación": es decir, que la separación de Dios jamás ocurrió verdaderamente; el Amor de Dios no ha sido afectado por lo que creemos haber hecho. Repito, el Curso no convierte la crucifixión en una parte importante del plan de Expiación del Espíritu Santo, sino que la ve de forma muy diferente, como ya he explicado. La crucifixión, vista desde los ojos del cristianismo tradicional, hace que Jesús sufra y muera en la cruz. Un curso de milagros diría que él no pudo haber sufrido porque todo sufrimiento emana a fin de cuentas de la culpa en nuestras mentes. Y puesto que Jesús no tenía culpa, no existía el sufrimiento; él percibía el ataque de la gente sobre él únicamente como una petición del Amor de Dios que ellos creían haber negado y que no podrían volver a recobrar jamás. El sueño de la crucifixión sólo sirvió el propósito de demostrar—en este específico y aparentemente horrible ejemplo—que el aparentemente horrible instante de separarnos de Dios no ocurrió en verdad. Para exponer este punto central una vez más: un sueño no puede tener efecto sobre la realidad. CLARKE: De modo que su sufrimiento sólo estaría en realidad en las mentes de 32

ellos... no sería un sufrimiento real. WAPNICK: Sí, eso es correcto, no sería un sufrimiento real de parte de Jesús, porque, repito, él está fuera del sueño, donde no existen el pecado y la culpa. Y por consiguiente no puede haber sufrimiento. Como has señalado, Norris, eso haría a Un curso de milagros muy gnóstico en su interpretación de la crucifixión en algunas áreas, especialmente la idea de que Jesús no sufrió. El pareció sufrir porque esa era la proyección de la gente que contemplaba la crucifixión. En otras palabras, él era una figura en el sueño de ellos, que tenían que sufrir para expiar los propios pecados de ellos. Así que en su sueño ellos lo contemplaban como puesto en la cruz. Como dice él en el Curso: Me convertí en el símbolo de tu pecado, y por esa razón tuve que morir en tu lugar. Para el ego el pecado significa muerte, y así la expiación se alcanza mediante el asesinato. Se considera que la salvación es un medio a través del cual el Hijo de Dios fue asesinado en tu lugar.... Nadie puede morir por otro, y la muerte no expía los pecados (T-19.IV-A. 17:2-4,8). Así pues, la crucifixión del Hijo de Dios es la llave al sueño del mundo. Pero Jesús sabía que él no podía sufrir o ser crucificado porque, repito una vez más, él sabía que no era parte del sueño del mundo. Otra manera de entender esto es pensar en Jesús como una voz que llama a sus hermanos y hermanas desde fuera del sueño, a que despierten y vengan a donde él está. En lugar de eso, el mundo continuó su sueño y lo trajo a él hacia dentro de éste, con lo cual lo amoldaron a sus contornos. Y de ese modo el verdadero Jesús que habita en nuestras mentes se perdió, y lo reemplazó una figura en el sueño—en un cuerpo—que tenía que ser crucificada puesto que esa es la naturaleza del sueño del mundo. En Un curso de milagros, Jesús nos ofrece otra oportunidad de elegir de nuevo, de escoger abandonar el sueño y regresar a él en nuestras mentes, de modo que todos podamos retornar a casa juntos hacia Dios. El significado de la crucifixión y la resurrección La crucifixión fue una lección pedagógica para demostrarnos que lo que creíamos que fue un ataque a Dios no tuvo efecto. Y al seguir la lógica del Curso, sucintamente expuesta aquí, si el ataque a Dios no tuvo efecto, entonces no pudo haber ocurrido realmente. Esto refleja el principio de causa y efecto, en el cual si no hay efecto, no puede haber, por definición, causa alguna; y puesto que todo lo que existe tiene que afectar a algo más, si algo no es una causa, no puede existir. Así pues, lo que Jesús nos demostró es que el pecado no ha sucedido en realidad, no quiere decir que los pecados se hubiesen perdonado en el sentido tradicional—i.e., que el pecado es real y luego ocurre algo por medio de lo cual somos perdonados—sino que el pecado jamás ocurrió en realidad. De modo que esa es la máxima definición de perdón de Un curso de milagros: que estamos perdonados por lo que creemos que realizamos; i.e., separarnos de Dios, lo cual es lo que en verdad no hemos hecho. Es nuestro sistema de creencias, pues, lo que cambia, pero a los ojos de Dios nosotros jamás Lo abandonamos por lo cual no hay nada que perdonar. CLARKE: La resurrección, entonces, no sería la transformación y la ascensión del cuerpo al estado permanente con Dios. WAPNICK: Correcto. En otras palabras, la posición del Curso aquí, también, sería muy gnóstica. En su segunda epístola a los corintios, escrita alrededor de la primera mitad del siglo primero, Pablo se mofa de aquellas personas que creían que la 33

resurrección no era del cuerpo (una clase de creencia proto-gnóstica, ciertamente) Un curso de milagros estaría de acuerdo con estos corintios, y enseña que la resurrección es el despertar del sueño de la muerte. Esto significa que la resurrección es realmente un cambio de pensamiento: no tiene absolutamente nada que ver con el cuerpo. Así que entonces diríamos que la resurrección de Jesús ocurrió antes del sueño de la crucifixión física. Repito, cuándo ocurrió es irrelevante; pero creo que para nuestros propósitos podríamos ciertamente decir que, distinto a la enseñanza tradicional, la resurrección de Jesús ocurrió antes de la crucifixión y no tiene nada que ver con el cuerpo. CLARKE: Y de ese modo lo que le pareció a los discípulos como apariciones genuinas de Jesús en un cuerpo resucitado en realidad sólo fueron manifestaciones simbólicas en esa época de lo que él era ya y había sido siempre, un ser puramente divino. WAPNICK: Sí. Creo que lo que le había sucedido a los seguidores de Jesús que sí tuvieron una experiencia de la presencia de él, fue que ellos experimentaron su amor en sus mentes. Una de las enseñanzas de Un curso de milagros es que las mentes están unidas—que los cuerpos no se unen, pero que las mentes están unidas. Así que estos seguidores experimentaron el amor de Jesús y la presencia de Jesús; pero puesto que ellos se experimentaban a sí mismos únicamente como cuerpos, no podían concebir que Jesús no estuviera en un cuerpo, también. Por consiguiente ellos proyectaron esa experiencia interna de Jesús, y así su experiencia consciente fue la de Jesús como un cuerpo resucitado. Pero desde el punto de vista del Curso, eso sólo sería un símbolo que les habría hablado a estos seguidores quienes sintieron la presencia de Jesús en sus mentes, en la única forma que ellos podrían aceptarla y entenderla. CLARKE: Pero en el mismo Jesús ese sería un estado que ya él había poseído por mucho tiempo. WAPNICK: Sí, pero más a propósito aún, Un curso de milagros enseña que el cuerpo en realidad no existe. En otras palabras, éste no vive y tampoco muere; y por lo tanto no tendría sentido, desde el punto de vista del Curso, hablar acerca de la resurrección del cuerpo. LA EUCARISTIA CLARKE: El siguiente punto de diferencia obvio que necesita discutirse es la doctrina cristiana conocida como el sacramento de la Eucaristía, o la Santa Eucaristía, la cual incluye el rito litúrgico eucarístico que se conoce como el Sacrificio de la Misa y la Presencia Real de Jesús bajo la forma del pan y del vino que se venera en los "tabernáculos" de todas las iglesias católicas—no de todas las iglesias cristianas. Esta es una doctrina muy particular de la religión cristiana, única para la misma, yo creo. Pero existen diferencias básicas sobre su significado entre las distintas iglesias cristianas en sí. Todas creen, en alguna forma, en consumir el pan y el vino benditos, al menos como un recuerdo simbólico de lo que efectuó Jesús en la Ultima Cena previa a su muerte, cuando dijo: "Haced esto en recuerdo mío" (Le 22:19). Pero únicamente los católicos romanos, los ortodoxos orientales, los anglicanos, los luteranos y tal vez algunos otros creen que el pan y el vino en la liturgia eucarística se transforman real y verdaderamente en el cuerpo y la sangre de Jesús, tras las apariencias perdurables de pan y vino. Es sólo acerca de esta forma más arraigada de la doctrina, más explícitamente representada por la Iglesia Católica Romana, y las Iglesias Ortodoxas Orientales, que me siento más capaz de hablar aquí. De acuerdo con esta doctrina, que data de los primeros días de la Iglesia Cristiana, la 34

liturgia eucarística es el restablecimiento en forma simbólica del original sacrificio redentor de Jesús, en imitación de la propia promulgación realizada por Jesús en la Ultima Cena, la cual él le pidió a sus seguidores que continuasen haciendo en memoria suya. Esto se realiza cuando el sacerdote ordenado, quien habla en el nombre del Sumo Sacerdote Cristo, que vive ahora eternamente como ascendido y presente en cada misa, pronuncia las "palabras de consagración" en imitación de Jesús, lo cual real y verdaderamente transforma la realidad interna del pan y del vino en el cuerpo y sangre de Jesús, pero cubierto en el misterio bajo las apariencias permanentes de pan y vino. Así que la víctima y el sacerdote original están presentes de nuevo, y la muerte real de Jesús, la cual ocurrió una sola vez, es simbólicamente realizada de nuevo mediante la separación ritual del cuerpo y de la sangre en las consagraciones separadas del pan y del vino. La original muerte real de Jesús, realizada aquí nuevamente una y otra vez, se ofrece realmente de nuevo ahora cada vez que se celebra la misa. Luego en el servicio de Comunión que sigue, los creyentes participan del cuerpo y de la sangre del sacrificado y ahora ascendido Cristo bajo las apariencias de pan y vino, en obediencia de nuevo al mandato de Jesús: "Si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros..." (Jn 6:53). De ese modo Jesús, antes de abandonar a sus discípulos en la muerte, dejó un memorial viviente de sí mismo para que permaneciese con ellos eternamente como su Pan de Vida, su Presencia Real bajo la apariencia externa de pan y vino que se venera en los tabernáculos de todas las Iglesias Católicas en todo el mundo y la cual se indica por medio de la "lámpara del sagrario" que siempre se mantiene encendida mientras el Santo Sacramento permanece en su interior. Esta es en efecto una doctrina misteriosa y compleja, un milagro que está más allá de lo que nuestras mentes pueden comprender, y el cual se conoce únicamente por la fe. Sólo Dios mismo podría realizar un milagro como ese. No me interesa defenderlo aquí, sino sólo presentar lo que se cree, y señalar que éste se ha convertido en el foco central de toda la adoración católica a través de los siglos, en obediencia a los dos mandatos originales de Jesús a sus discípulos: "Haced esto en recuerdo mío," y "Si no coméis mi cuerpo y bebéis mi sangre..." Ha habido muchos intentos de explicaciones teológicas de lo que justamente ocurre aquí y ahora; pero ninguna de ellas puede agotar la profundidad y la riqueza del misterio, y ninguna es obligatoria para el creyente. Está claro que el Curso, en términos de su propia doctrina central, no puede aceptar nada de esto literalmente. Y, en realidad, he notado que a menudo cuando los católicos se unen al Curso, creyendo muchas veces que pueden seguir siendo católicos, la primera parte de su práctica católica que desaparece es su creencia en la Eucaristía y su asistencia a la misa. Se debe a que, puesto que el Curso enseña que el cuerpo de Jesús no es real, ni su muerte en la cruz, literalmente no puede haber una transformación del pan y del vino en su cuerpo y sangre, ni un restablecimiento literal de una muerte que en verdad jamás ocurrió. La única reverencia auténtica es la adoración y el amor a Dios mismo, con quien siempre hemos tenido una maravillosa unión. Una vez esto se ha entendido claramente, los seguidores del Curso pueden evitar muchos malentendidos y confusiones. Es importante saber lo que uno está haciendo y hacerlo de todo corazón. Sólo así puede agradarse a Dios. WAPNICK: Ciertamente, al discutir la Eucaristía o cualquier otro sacramento de la Iglesia Católica habría claras diferencias en la posición de Un curso de milagros y la de la Iglesia. En efecto, hay varios pasajes en el Curso—algunos de ellos velados, algunos de ellos no tan velados—que en realidad son reinterpretaciones del significado tradicional de la Eucaristía y de la comunión, y que también señalarían la diferencia básica que hemos estado destacando: la enseñanza del Curso de que el mundo físico y el cuerpo son ilusorios. 35

Desde el punto de vista de Un curso de milagros, buscar la salvación fuera de uno mismo es una característica principal del especialismo, la cual discutí antes. La relación de amor especial es una en la cual creemos que alguien o que algún objeto fuera de nosotros posee algo de lo cual nosotros carecemos: la capacidad para hacernos felices y darnos paz, o la capacidad para salvarnos. Y, pues, tratamos de acaparar a estas personas u objetos especiales y hacer nuestro su santidad o poder, y de ese modo completar nuestra inherente incompleción con algo externo y que por consiguiente no es verdaderamente nuestro. En este sentido, una relación especial aplicaría lo mismo si consideramos un objeto de amor, alimento, alcohol o el cuerpo santo de Jesús. Así pues, al escuchar la voz del especialismo, creeríamos que carecemos de la santidad o inocencia de Cristo, nuestro verdadero Ser, pero Jesús tiene lo que nos falta a nosotros. Por lo tanto, si hemos de tenerlo, tenemos que obtenerlo de él al tomar parte en el sacramento de la Eucaristía, un proceso que sólo refuerza esta carencia, pero que no la deshace ni la sana. En Un curso de milagros, sin embargo, Jesús nos enseñaría que el propósito de recordarlo es recordar su mente que se identificó únicamente con el Amor de Dios. Por consiguiente, nos exhorta a invocar su nombre y su presencia para ayudarnos a elegir en contra del ego de modo que nuestras mentes sean como la de él, llena tan solo con el Amor de Dios. Y es este proceso el que sí sana la creencia en la escasez, no cubriéndola, sino más bien ayudándonos a cambiar de pensamiento sobre quiénes somos verdaderamente. De ese modo, Jesús no es distinto a nosotros, sino que más bien nos exhorta a que elijamos como él, al unirnos con su mente, y no con su cuerpo. Así pues, desde el punto de vista del Curso, no tendría sentido para Jesús compartir su cuerpo ilusorio con nosotros en la comunión. Por lo tanto, la posición del Curso en lo que respecta a la Eucaristía sería que una vez ésta se estableció debido al deseo de especialismo, se convirtió en un símbolo que puede tener el propósito lo mismo del ego que del Espíritu Santo, dependiendo del propósito al cual le sirva: la culpa o el perdón. Así que los estudiantes del Curso pueden entender el ritual— igual que entenderían cualquier otra cosa—como un símbolo que puede servir a los propósitos de perdón del Espíritu Santo. El logra esto al corregir los errores pasados de la separación y deshacer nuestra culpa—presente sólo en la mente— por haber hecho real el cuerpo como una defensa en contra del Amor de Dios. Fuera de este propósito, no obstante, no hay lugar alguno en el currículo o espiritualidad del Curso para un ritual específico como el de la Eucaristía. CLARKE: ¿Me podrías explicar más específicamente justo de qué sería símbolo? WAPNICK: Sí. En otras palabras, un estudiante de Un curso de milagros podría ver cómo el Espíritu Santo puede tomar la doctrina de la Eucaristía y enseñar el opuesto exacto de lo que ha enseñado la Iglesia. En lugar de ser el restablecimiento del mensaje redentor de Jesús cuyo cuerpo sufrió y murió por nuestros pecados, el ritual de la Eucaristía puede verse como símbolo del compartir con nosotros el amor en su mente. Su mente (no su cuerpo) era una de total perdón: total amor por todos nosotros, un amor que contiene de igual manera el amor que sentimos unos por otros, puesto que la mente del Hijo de Dios es inherentemente una. Y es con esta mente de amor unificado con lo que anhelamos unirnos. Así que la forma del sacramento expresaría ahora un contenido totalmente distinto, el cual consiste en pedirle a Jesús que nos ayude a cambiar nuestra percepción de modo que ésta refleje su verdadero mensaje de perdón. En ese sentido un estudiante del Curso podría considerar la Eucaristía como un símbolo útil para alguna gente, un recuerdo o memorial del significado de la crucifixión; esto es, que si bien el cuerpo puede ser atacado y asesinado, tal acción no tiene efecto alguno en nuestra relación con Dios. En otras palabras, nuestro aparente pecado de crucificar al Hijo de Dios— 36

otológicamente así como en Palestina—no tuvo efecto en la verdadera presencia de la inocencia de Cristo en nuestras mentes. De modo que Un Curso de milagros en sí no dice realmente si en verdad Jesús pronunció las palabras Eucarísticas bíblicas en la Ultima Cena, o ni siquiera si hubo una Ultima Cena o no. No obstante, podría concluirse con certeza a la luz de todo lo que el Curso sí expone que si Jesús pronunció esas palabras, éstas no tenían el significado que la Iglesia les ha atribuido. Es por eso que él comenta en el Curso: No quiero compartir mi cuerpo en el acto de comunión porque no estaría compartiendo nada. ¿Por qué iba tratar de compartir una ilusión con los santísimos Hijos de un santísimo Padre? Y sin embargo... quiero compartir mi mente contigo.... Mas ¿iba acaso a ofrecerte a ti... mi cuerpo, sabiendo lo insignificante que es? ¿O...te enseñaría que los cuerpos no nos pueden separar? (T-7.V. 10:7-9; T-19.IV-A. 17:5-6). Podemos ver, por lo tanto, que Un curso de milagros claramente ha cambiado el centro de interés del mensaje de Jesús a su mente en lugar de su cuerpo el cual fue convertido en algo especial por el cristianismo. A propósito, como dije antes, la ubicación del centro de interés en el cuerpo es siempre el distintivo de una relación especial, el término que utiliza el Curso para el intento del ego de fabricar un substituto para Dios y Su Amor. En resumen pues, podemos ver desde el Curso que es el amor de Jesús—en su mente—lo que el comparte con todos nosotros, sin excepción o exclusión. CLARKE: Entonces la Eucaristía no sería la Presencia Real de Jesús... WAPNICK: Exactamente. Un curso de milagros sería muy claro al respecto, como lo sería acerca de cualquier sacramento: Dios Mismo no actúa en este mundo a través de formas diferentes, bien sea pan, vino o cualquier otra cosa. En el lenguaje filosófico de la Iglesia, diríamos que Dios no está inmanente (o presente) en el mundo; ni que es trascendente en el sentido de ser más allá del mundo que El creó, un mundo que se percibiría como verdaderamente ahí. En Dios, sencillamente no existe mundo en el cual o más allá del cual estar. Las palabras en sí mismas no tienen sentido dentro de una realidad no-dualista. En conclusión pues, debe observarse que Un curso de milagros no tiene un concepto de la Eucaristía en lo absoluto, y este es sólo un ejemplo más de cuan radicalmente distintas son las enseñanzas de Jesús en el Curso a las de la Biblia y el cristianismo tradicional—tanto católico como protestante. Sin embargo, repito, un estudiante podría considerar el símbolo cristiano de la Eucaristía, católica o protestante, como un símbolo beneficioso o como una metáfora para aquellos que resuenan con él. Como señalas, Norris, los católicos creen que la Eucaristía es la Presencia Real de Jesús, que su cuerpo y sangre están en realidad presentes en el altar en el pan y el vino, aunque eso no es lo que cree la mayoría de los protestantes. No obstante, lo que comparten todos los cristianos que veneran el rito de la comunión es la idea de que Jesús sufrió y murió por nuestros pecados, y mediante el verter su preciosa sangre, nuestros pecados fueron redimidos y nosotros nos salvamos. Y eso es lo que la mente recuerda durante el servicio—católico o protestante. Y para exponerlo una vez más, esa doctrina es diametralmente opuesta a lo que Jesús les enseña a sus estudiantes en Un curso de milagros. Y por eso, para el estudiante de Un curso de milagros, la Eucaristía es totalmente irrelevante, pues no existe salvación vicaria—expiación por medio del sufrimiento— que conmemorar. Es más, Jesús literalmente sabía que no estaba sucediendo nada que lo destruyese porque no había sucedido nada que destruyese la unidad de Dios en 37

el momento original de la separación. Todo fue sólo un sueño que no tuvo efecto alguno en la realidad. Y Jesús, repito, no es parte del sueño. Su verdadero ser no estuvo presente en el sueño para ser crucificado, dado que la crucifixión es el centro del sueño del ego, pero no la realidad de Dios. Y así Jesús nos recuerda a todos nosotros que nuestro verdadero ser no está en el sueño tampoco. Desde la perspectiva de Un curso de milagros, pues, este es el mensaje de la crucifixión: no ocurrió nada, puesto que el amor no puede ser cambiado o destruido. Es por eso que este mensaje se resume en el Curso con estas palabras: "Enseña solamente amor, pues eso es lo que eres" (T-6.I.13:2; se han omitido las bastardillas). Y este amor permanece eternamente fuera del sueño de crucifixión del mundo. Antes de proseguir, Norris, hay un punto al cual creo que tú aludiste e implicaste que debe recalcarse. En tus comentarios anteriores sobre la crucifixión, creo que señalaste una diferencia entre cómo verías la crucifixión y la forma en que algunos teólogos medievales podrían haberla visto. En otras palabras, uno de los puntos en los cuales el Curso difiere del cristianismo es la idea de que Dios castigó a Jesús porque nosotros éramos malos y que su muerte fue un rescate, en efecto, para pagarle a Dios por nuestros pecados contra El. Entiendo que en la Iglesia Católica pos-Vaticano II, así como en algunas Iglesias Protestantes de corriente principal, muchos pensadores han estado apartándose de esa idea: ellos no dicen que Jesús no sufrió y murió, pero están alejándose de la noción de que esta fue la forma de pagarle a Dios. No sé cómo tú se sientes al efecto, pero el Curso le da mucha importancia. Es por eso que lo menciono. CLARKE: Me alegro de que lo hayas mencionado, Kenneth. Yo había tenido la intención de decir algo antes cuando hablaba acerca de la crucifixión de Jesús. La mala interpretación y el malentendido son muy fáciles aquí, y los teólogos católicos no siempre han ayudado. Algunas metáforas de la Escritura, también, se han prestado para el fácil malentendido. Tales metáforas como "rescate," que ocurren aquí y allá, se utilizan para explicar porqué Jesús murió por nuestros pecados—como si se hubiese tenido que pagar un precio a alguien, bien fuese al diablo o al mismo Dios, para ganar nuestro perdón; o como si se hubiese tenido que efectuar algún tipo de negociación con Dios, quien exigía el precio de la muerte de su Hijo y cuya ira se apaciguó al ver a su Hijo sufrir y morir. San Anselmo en el siglo doce hasta elaboró toda una teoría teológica de la redención construida sobre una clase de transacción de justicia entre Dios y la raza humana, donde Jesús satisfizo la deuda que el hombre no pudo pagar, puesto que una ofensa en contra de la dignidad infinita de Dios sólo podía ser compensada por alguien de dignidad igualmente infinita, igual a Jesús como divinohumano. Yo tomo esas expresiones como metáforas en la Escritura, las cuales jamás se expresan literalmente como una deuda o un rescate pagado a alguien. Las explicaciones teológicas, como la de Anselmo la cual trató de construir sobre una interpretación literal de esas metáforas fueron bien intencionadas en realidad, y tuvieron cierto atractivo legal, lógico. Pero dieron la impresión de un Dios no muy amoroso y compasivo, sino más bien la de uno que insistía en la justicia, en "la libra de carne," por decirlo así, y que se satisfacía en ver sufrir a su propio Hijo. Había un punto de verdad en las mismas, pero éste pareció quedar sepultado en la perspectiva de la justicia. Pocos, yo creo, sustentarían tales teorías hoy día. (Ninguna explicación teológica, dicho sea de paso, es mandatoria para un creyente cristiano, quien puede siempre permanecer en el misterio tan brevemente explicado por el mismo Jesús.) Me permitas exponerle mi propia explicación, la cual se compara aproximadamente con la mayoría existente. Dios no estaba interesado en exigir ningún rescate o deuda que apaciguara su 38

dignidad herida. Como lo describe Santo Tomás de Aquino, Dios está ofendido por nuestros pecados, no porque su propia dignidad esté amenazada o herida—lo cual es imposible que consiga criatura alguna—sino únicamente porque nuestros pecados nos hacen daño a nosotros, y Dios no quiere que sus hijos bienamados se hagan daño. Dios bien podría habernos perdonado, si quisiera, sin castigo o reparación alguna por el pecado cometido. Dios ha elegido— y su Hijo lo ha aceptado libremente por amor a nosotros—la manera de sanar y de perdonar los pecados por medio del sufrimiento vicario de su Hijo como una forma poderosa de endeñarnos dos grandes lecciones. La primera es el reconocimiento por nosotros de la maldad intrínseca del pecado, especialmente el pecado serio, el cual se inclina por su naturaleza al rechazo o a "dar muerte" a Dios tanto como pueda. Si no se adjudica castigo alguno por el pecado humano, dado nuestro estrecho punto de vista egocéntrico, muy bien podríamos concluir que realmente no importa mucho que pequemos o no; a Dios no le importa en realidad de una u otra forma en su remoto arrobamiento. Los humanos de algún modo sienten naturalmente que la maldad moral objetiva debe castigarse en alguna forma para restaurar el orden de la sabia justicia en el mundo; esto se ha demostrado a lo largo de la historia de las culturas humanas, con la tradición de sacrificio por el pecado en tantas religiones, y por supuesto de manera muy fuerte en la tradición judía de la cual surgió el cristianismo. Hasta los niños parecen tener un sentido natural para esto, de que algo se tiene que hacer en justicia para reparar algo malo que se ha hecho. El tomar libremente la culpa de nuestros pecados por el inocente Hijo de Dios es una forma sumamente dramática de mostrarnos todo esto y de exhortarnos a alejarnos de ese pecado en el futuro. Segundo, es una poderosa enseñanza de cuan profundo es el compasivo amor de Dios por nosotros, el que Dios mismo tomara libremente sobre sí mismo el castigo que nosotros debimos haber sufrido justamente, de modo que nos devolviera de las tinieblas y la adicción del pecado nuevamente a su amor. Como nos dice el evangelio de Juan: "Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único" para que nosotros viviésemos (Jn 3:16), y "Nadie tiene mayor amor, que el que da su vida por sus amigos" (Jn 15:13). El amor demostrado a través del sufrimiento libremente aceptado por el bienamado puede ser el único, o al menos el más poderoso, lenguaje que pueda llegar a nuestros corazones humanos así como a nuestras cabezas. Otro aspecto importante de este plan es que el remedio para el pecado nos deja en una situación mucho mejor que la situación en que estábamos antes, es decir, que mediante la solidaridad con Jesús por medio del bautismo nos unimos con él no sólo en su muerte por el pecado sino en su resurrección a una nueva vida inmortal en gloria con Dios como hijos adoptivos de Dios, en señal de que su amor es mayor de lo que puede ser cualquier pecado. Hay un punto adicional, también, de que cuando los cristianos tienen que pasar por sus propios sufrimientos, pueden sentir el consuelo y la fortaleza de que no tienen que atravesar esto solos, sino en solidaridad con él, de modo que en realidad existe un poder transformador misterioso en el sufrimiento mismo que se acepta en la unión con Jesús. WAPNICK: Esta es otra área donde podemos ver claramente cuan diametralmente opuestos son verdaderamente Un curso de milagros y la Biblia. Para el Curso, el sufrimiento es escogido por los egos para reforzar la creencia de que ellos son cuerpos, separados de su Creador y de todos los demás, y no puede servir el propósito, como se ve en el cristianismo, de acercar a la gente más a Dios, o de reconciliarla con El. Y por lo tanto en el Curso, no se entiende que Jesús sufriese por nosotros, ni que se uniese a nosotros en nuestro sufrimiento. No obstante, él quiere que entendamos que el sufrimiento es nuestra elección, y no la Voluntad de Dios para nosotros. No es para propósitos de salvación. Es por demás interesante, que si bien Un curso de milagros utilizaría mucha de la 39

misma terminología que tú has usado, le daría a las palabras un significado totalmente distinto—la misma forma, pero diferente contenido. Así que donde el Curso podría estar de acuerdo de que el propósito de la crucifixión era restaurar la justicia, la gran diferencia estribaría en entender lo que esa justicia es en verdad, y cómo se restaura. Y ese es todavía otro ejemplo de cómo el Curso utiliza la terminología que ha tenido significados específicos dentro del cristianismo, pero le da un significado que es precisamente lo opuesto de lo que se ha entendido tradicionalmente. Un curso de milagros diría que la verdadera justicia es nuestra aceptación de la verdad de que nosotros jamás abandonamos a Dios, y de que ese es el juicio que hace Dios de nosotros: Aún somos su Hijo bienamado y, en verdad, el sueño del ego de pecado, culpa y miedo no ha hecho nada que cambie ese hecho. Y lo que hizo la crucifixión, repito, fue proveer la oportunidad de restablecer este sueño para nosotros, y para que Jesús manifestara este juicio de Dios—que no ocurrió nada que se interponga entre Sus criaturas y Su amor—como la respuesta a esto. Psicológicamente, Un curso de milagros ciertamente estaría de acuerdo con lo que dices, Norris, de que Dios Mismo no se ofendería por lo que hicimos. Pero el Curso, repito una vez más, lo llevaría un paso adelante y diría que Dios ni siquiera se ha enterado de lo que hicimos, o mejor aún, de lo que creímos que hicimos. El proceso redentor existe únicamente desde nuestro punto de vista. Para el Curso, Dios no es el arquitecto del plan, porque desde Su punto de vista el sueño sencillamente sería lo que es—un sueño—de modo que no existe maldad que haya que redimir. En otras palabras, lo que hay que redimir es nuestro pensamiento de que hemos pecado, y nuestra creencia de que somos malvados. Para resumir, por consiguiente, justicia en el cristianismo es la respuesta de Dios al pecado que es real, mientras que en Un curso de milagros, justicia significa que el pecado jamás ocurrió y que el Hijo de Dios permanece como El lo creó: impecable, inocente y perfecto. Y así, para recalcarlo nuevamente, el sufrimiento no es la Voluntad de Dios, como lo es en el cristianismo. No obstante, en el Curso Jesús hace claro que lo que él llama "períodos de inestabilidad,, son a menudo el efecto inevitable del proceso de perdón, el cual nos pide que miremos los precisos pensamientos del ego que hemos procurado negar y escapar (M-4.I.7). Y este proceso de tener que enfrentarnos a nuestros más profundos miedos casi siempre se experimenta como desagradable.

EL VIVIR EN EL MUNDO CLARKE: Este tópico nos brinda la oportunidad de discutir el segundo nivel en el Curso, la presente vida de sueños en la que todos estamos envueltos ahora, y con la cual tienen que arreglárselas seriamente aquellos que se hallan dentro de la misma, como si fuese real. Anteriormente hablamos sobre el origen del sueño, en el primer nivel. Ahora nos encontramos acá en el nivel práctico, en medio de la refriega humana, por así decirlo. Una de las diferencias principales entre el Curso y el cristianismo tradicional la cual emerge aquí es la concepción del libre albedrío y del orden moral, basada en la libre decisión moral personal, en la cual diferimos de los animales. Para el cristianismo tradicional, esta vida tiene que ser una muy real, debido a que es el teatro de la moralidad, lo cual requiere una genuina responsabilidad moral personal, que se fundamente en la libre decisión moral, por tanto el ejercicio del libre 40

albedrío. Ahora bien, en un sueño, como se entiende ordinariamente, no existe la responsabilidad moral, debido a que no podemos ejercer la libre selección. Somos como observadores, ante quienes la vida transcurre como un espectáculo, no somos actores responsables en el drama, porque no podemos reflexionar tímidamente sobre lo que estamos haciendo y estar responsablemente a cargo de nuestras acciones—en una palabra, ser agentes morales. Por lo tanto, parecería, desde el punto de vista del Curso, que todo el ámbito de la libertad y de la moralidad desaparecerían, junto con la verdadera maldad moral (pecado) y la culpa. ¿Podrías arrojar mayor luz sobre esto? WAPNICK: Me permitas comenzar mi respuesta a tu pregunta, Norris, con la afirmación clara de que el Curso le adjudica un marcado énfasis a nuestra libre elección aquí en el sueño, y a la necesidad inequívoca de que aceptemos responsabilidad por esto. Como exhorta Jesús a que sus estudiantes digan: Soy responsable de lo que veo. Elijo los sentimientos que experimento y decido el objetivo que quiero alcanzar. Y todo lo que parece sucederme yo mismo lo he pedido, y se me concede tal como lo pedí. (T-21.11.2:3-5) Y esta elección simplifica el tomar la decisión entre el ego o el Espíritu Santo como guía de nuestra conducta. Por lo tanto, no es que nuestro comportamiento en el mundo no sea importante para el Curso. Sino que más bien nuestro comportamiento, se entiende como el resultado de nosotros haber escogido en nuestras mentes el maestro que queramos que nos dirija a través de cada uno de los días de nuestras vidas. Es esta decisión de la mente lo que constituye el centro de interés de Un curso de milagros. Esto tiene que ser claramente comprendido tanto por los estudiantes del Curso como por sus críticos, de lo contrario sus enseñanzas se malinterpretarán seriamente. Este es el malentendido que surge del error de confundir los niveles metafísico y práctico de los cuales hemos hablado—Niveles Uno y Dos—y a los cuales retornaremos más adelante. Por lo tanto, yo creo que nuevamente, podríamos estar de acuerdo y diferir. De hecho, podría decirse que en el nivel metafísico, Un curso de milagros verdaderamente no nos enfrenta a un sistema de moralidad, al menos no como se utiliza generalmente el término. En este nivel, por consiguiente, el Curso no ofrece un código específico de conducta porque la conducta se ve como simplemente el epifenómeno de los pensamientos en la mente, y son los pensamientos los que necesitan cambiarse—en otras palabras, la culpa se reemplaza con el amor a través del proceso de perdón. Por lo tanto, centrar el interés únicamente en un código moral sería cometer la equivocación, según la terminología del Curso, de hacer el error real, puesto que usted no intentaría legislar o controlar la conducta a menos que primero creyese que los problemas proceden del cuerpo y no de la mente, y por eso estos problemas tendrían que resolverse en ese nivel físico. Un curso de milagros es enfático en su enseñanza de que es la mente o los pensamientos los que constituyen el verdadero problema—la causa—mientras que el problema que se experimenta permanece como el efecto. Esto ciertamente no quiere decir que no necesitemos leyes y normas que rijan la vida en nuestra sociedad. Por ejemplo, si los padres han de cumplir con sus responsabilidades como padres y madres, tiene que haber directrices firmes en el hogar. Del mismo modo, en un salón de clases, si las reglas no son fortalecidas por los maestros y administradores escolares, el caos inevitable haría imposible el aprendizaje. Y tan claramente como eso, si no hubiese leyes de tránsito, sería inconcebible el manejar un vehículo con seguridad. Todo esto es obvio, y en ningún lugar en Un curso de milagros Jesús nos pide que neguemos este aspecto de nuestro diario vivir, aun cuando el mundo, 41

metafísicamente hablando, a fin de cuentas sea un sueño. Es más, la metafísica del Curso no tiene el propósito de llevar a la conclusión de que las acciones poco amorosas deban condonarse o excusarse, y que continúen sin restricciones. Pero es decir, y de hecho Jesús sí hace este punto muy específico en el Curso, que simplemente cambiar o controlar nuestra conducta—lo que constituye el propósito de cualquier código de moralidad—no es suficiente, puesto que la causa fundamental que es la culpa de la mente aún estará ahí. Es esta culpa la que tiene que cambiarse y reemplazarse con el Amor del Espíritu Santo que ya está presente. Una vez se ha deshecho la culpa totalmente, sólo el amor permanece en nuestras mentes, y por lo tanto, todo lo que hagamos será amoroso. Así pues, Jesús nos pide que miremos las decisiones de nuestro ego de utilizar nuestras funciones mundanas para reforzar la separación y la culpa, pero mirar estas elecciones con su amor junto a nosotros. Esto hace posible que aceptemos su perdón por nuestros errores, y de ese modo aceptamos su amor como nuestra verdadera identidad. Esto significa que tenemos que aceptar responsabilidad por nuestra decisión de elegir al ego como nuestro maestro, lo cual es la causa de nuestra conducta poco amorosa. Y al aceptar esta responsabilidad por el poder de nuestras mentes de elegir equivocadamente, podemos ponernos en contacto con este poder de nuestras mentes de elegir de nuevo y al fin tomar la decisión correcta. Este es un asunto sumamente importante, y uno que es muy fácilmente mal entendido, me permitas repetirlo. Las enseñanzas metafísicas de Un curso de milagros sobre la fundamental irrealidad del mundo físico jamás deben tomarse como que significan que ciertas restricciones externas a la "capacidad de crear falsamente" de las personas, para tomar prestada una frase del Curso, no pueden ser muy útiles. Es simplemente el hecho de que estos límites en sí y por sí mismos, no podrán efectuar un cambio en el nivel de la mente que es la única causa de la verdadera curación, y la única esperanza de una vida que refleje el verdadero amor y la paz de Jesús. Con demasiada frecuencia, para repetir este punto, las personas creen equivocadamente que al controlar su conducta pueden en realidad cambiar sus pensamientos. Y lo que ocurre luego es que la culpa subyacente y el odio los cuales no han cambiado en lo absoluto se proyectan en forma de juicio o persecución, sin que la persona tenga total conciencia de la verdadera naturaleza de sus acciones debido a que el pensamiento subyacente ha permanecido inconsciente. Esta, por ejemplo, sería la explicación del Curso para la conducta de otro modo inexplicable de los cristianos bien intencionados que a través de la historia han llevado a cabo tan perversas y anticristianas acciones como las Cruzadas o la Inquisición en el nombre del Príncipe de la Paz. Sus pensamientos inconscientes de ataque y de separación dejaron a estos seguidores de Jesús en un estado en que literalmente no sabían lo que hacían, y terminaron justificando el ataque y el asesinato al creer que era la Voluntad de Dios. No es el sueño en sí lo que constituye el problema, sino los pensamientos no sanados en la mente del que sueña. Y son estos pensamientos los que originan lo que el mundo llama inmoralidad, y su corrección sería lo que Un curso de milagros consideraría como la verdadera moralidad. Ahora puedo hablar acerca del concepto de libre albedrío del Curso. CLARKE: Tienes que traer a colación al ego, también; no hemos presentado eso todavía de manera sistemática. WAPNICK: Lo haremos aquí. En un nivel, el cual es el nivel del Cielo, no existe el libre 42

albedrío como generalmente se habla o se escribe del mismo. Cuando hablamos de libre albedrío, claramente implicamos que hay una opción: Soy libre de escoger el amor o el miedo, el perdón o el odio, etc. En el Cielo, un estado de unidad indiferenciada donde no existen los opuestos, no puede haber opción desde el punto de vista del Curso. Así que el libre albedrío, la interpretación tradicional del mismo, no tendría sentido en el Cielo. CLARKE: Santo Tomás dice que en el cielo, en la visión beatífica, habría libertad—en el sentido de que nuestros seres íntegros irían espontáneamente hacia Dios, pero que no habría libre selección; sin embargo sí la hay a lo largo de nuestra jornada terrenal hacia la meta, la cual es el ámbito de la moralidad. WAPNICK: Sí, y Un curso de milagros en realidad estaría de acuerdo. Hay una sección casi al final del texto que se titula "El libre albedrío," la cual dice que nuestra voluntad, puesto que es una con la de Dios, es libre, pero no en el sentido de ser libre para elegir porque no hay opción, como estamos diciendo nosotros. De modo que es una afirmación, repito, de la unidad indiferenciada y no-dualista del Cielo. La voluntad del Hijo de Dios es libre porque no puede ser de otro modo. Esta no puede ser verdaderamente aprisionada por la creencia en la realidad del pecado, aunque dentro del sueño podamos creer que lo sea. CLARKE: No está constreñida. Eso es maravilloso en lo que se refiere a la vida divina interior y a nuestra propia vida en el cielo, unidos con Dios. Pero acá en esta vida no estamos en el cielo todavía, sino que tenemos que tomar decisiones morales para llegar allá, para responder al llamado de Dios a que despertemos del sueño, etc. Aquí necesitamos libertad de selección. WAPNICK: Repito, el Curso estaría de acuerdo con respecto a la vida en el Cielo. La voluntad del Hijo de Dios no está constreñida en el sentido de que no existe otra voluntad sino la de Dios y Cristo, los cuales son uno. Y por eso no existe nada que pudiese constreñirla, restringirla o cambiarla. No existe ego en el Cielo, ni pensamiento de opuestos o de limitación. De hecho, no hay pensamiento en lo absoluto. El Cielo es, repito, un estado no-dualista de perfecta unidad. Pero dentro del sueño, como dije antes, Un curso de milagros habla mucho sobre la libertad de elegir. Y en ese sentido, la noción tradicional de libre albedrío aplicaría definitivamente. En ese nivel, nuestra libertad de elegir es, como mencioné justo al comienzo, entre escuchar la Voz del Espíritu Santo, la cual siempre sería una Voz de unión, perdón, amor y paz, en oposición a la elección de escuchar la voz del ego, la cual siempre nos hablaría de atacar, condenar, sentirnos culpables, juzgar, tener conflicto, etc. En ese nivel del sueño, por lo tanto, definitivamente existe una libertad. El llamado que nos hace el Curso es realmente en ese nivel. No obstante, debe entenderse claramente que esta creencia en libre albedrío o selección en el nivel del sueño— siquiera entre el ego y el Espíritu Santo—aún es ilusoria, y por consiguiente no puede constituir una elección real porque, repito de nuevo, en la realidad no existe elección alguna. Y huelga que se diga, que la noción del mundo de lo que es elegir entre ilusiones en términos de satisfacción personal claramente no es ninguna elección, puesto que se omite a Dios en cualquiera de las alternativas. Una de las cosas que Un curso de milagros enseña repetidamente—de hecho la misma sección final del texto se titula "Elige de nuevo"—es que siempre debemos hacer otra elección: donde antes habíamos elegido escuchar la voz del ego y hacer la separación real, para vivir esa separación con nosotros mismos aquí en el mundo, ahora podemos hacer otra elección para escuchar la Voz del perdón. Así que donde veíamos el mundo como un lugar en el cual podíamos atacar a Dios y escondernos de Él, ahora podemos ver el mundo como un salón de clases en el cual aprendemos el significado de la 43

unión. Y la unión que hacemos en este mundo, la cual es una unión de perdón—una unión de compartir un propósito común—se convierte entonces en el espejo o el reflejo de lo que el Curso llama "la unión mayor," que es nuestra unión como Cristo con Dios. CLARKE: Pero entonces mi dificultad sería: ¿Quién hace esta elección? El elegir es un acto muy personal y muy real. Y si esto es todo un sueño, parecería como si no hubiese nadie que tome la decisión. No existe una persona real que haga la elección, porque un sueño es un estado irreal. De modo que tenemos algo así como un escogedor irreal haciendo cierta elección irreal. No veo cómo la verdadera libertad podría existir y cómo el Espíritu Santo podría llamarnos, puesto que no existe un "yo" que pudiese realizar este acto de elegir de una u otra forma—porque este "yo" sería algo distinto a Dios, un centro distinto, unido con Dios en efecto, pero aún sería un centro distinto el cual es capaz de efectuar sus propias acciones. De lo contrario sería una elección irreal, me parece. WAPNICK: Estás muy en lo cierto, Norris; básicamente es una libertad irreal. Es una libertad ilusoria. Al llegar a este punto, me permitas comentar brevemente sobre la naturaleza del ego, o el falso yo. La elección, como yo decía, tiene significado únicamente dentro del nivel del sueño. Y el sueño que llamamos mundo es el hogar del ego. Un curso de milagros define al "ego" como el sistema de pensamiento de la separación, o el yo separado. Así que tiene mucho más en común con la noción oriental de un falso yo que con el ego psicoanalítico de Freud. El ego es el pensamiento de separación tomado en serio, que hemos creído real y hemos llamado pecado. Esto conduce entonces a que construyamos defensas para protegernos de nuestra creencia en la culpa por habernos separado de Dios, y finalmente nuestro miedo a la venganza de Dios, todo lo cual es parte integral del sistema del ego. Y, brevemente expuesto, estas defensas son la negación y la proyección, los mecanismos utilizados por el ego para convéncernos de que nosotros no somos los pecaminosos y culpables, sino que el pecaminoso y culpable es algún otro. Podríamos mirar a este falso yo como que consiste esencialmente de tres pensamientos—pecado, culpa y miedo—lo cual considero una forma de contestar tu pregunta, Norris. Hay, sin embargo, una parte de nuestras mentes divididas que elige escuchar la voz de este falso yo. Y yo creo que parte de la confusión procede del uso frecuente que hace el Curso de la palabra "ego" para denotar únicamente esa voz de ataque, odio, separación y culpa. En un sentido más amplio, no obstante, la palabra "ego" también puede entenderse como el falso yo completo o la mente dividida, la cual, repito, consta de tres partes. La primera parte de ese falso yo sería esa voz de odio y separación, a la cual el Curso también se refiere como la mente errada. La segunda parte sería la parte de nuestras mentes, la mente correcta, que escucha la Voz del Espíritu Santo, la cual habla de unión, perdón y paz. Y luego hay una tercera parte de nuestras mentes que tiene que elegir entre estas dos, a la cual yo me refiero como el tomador de decisiones. Es a esta parte de nuestras mentes divididas a la cual se dirige el Curso en verdad: esa parte que puede elegir entre estos dos sistemas de pensamiento contradictorios: un sistema de pensamiento de separación, odio y muerte; y un sistema de pensamiento de perdón, amor y unidad. CLARKE: Aun así tendría que ser una parte muy real de la mente, me parece. WAPNICK: El Curso diría que no, no es una parte real de la mente, la cual creo que es donde entra nuestra diferencia. Veas, nuevamente, la parte real de nuestra mente es el Ser con "S" mayúscula, o nuestra Mente Cristo. Esa parte no elige. Esa parte aún permanece en casa con Dios, todavía es una con nuestro Padre. Así que la parte de la cual hablamos es la parte que pareció quedarse dormida, que pareció separarse de Dios—esa parte es el reino de la elección. Así pues, en un sentido, la libertad es 44

ilusoria, como señalabas. En otras palabras, el sueño comenzó al nosotros tomar la decisión errada: al elegir escuchar la voz equivocada, y luego identificarnos con esa voz de separación. Por lo tanto, dentro del sueño, antes de que podamos despertar del mismo, tenemos que permitir que esa voz errónea sea corregida por el Espíritu Santo. CLARKE: Desde adentro del sueño. WAPNICK: Desde adentro del sueño, exactamente. Esa es la función del Espíritu Santo. Uno de los conceptos sobre los cuales habla el Curso, es "el sueño feliz." El sueño feliz es las enseñanzas de perdón del Espíritu Santo, las correcciones de los sueños de pesadilla del ego. Pero el sueño feliz aún permanece ilusorio, porque a fin de cuentas corregimos lo que jamás sucedió (tal como se entiende dentro el sistema del Curso). La parte de nuestras mentes que elige entre estos dos sueños, el sueño de pesadilla del ego, y el sueño feliz de perdón del Espíritu Santo, es la tercera parte de nuestras mentes, el tomador de decisiones. Pero todo eso está dentro del yo ilusorio. CLARKE: Eso sería difícil—pensar que esa parte tan importante que va a decidirse por el Espíritu Santo, no sea en verdad real. WAPNICK: Sí, absolutamente—que es la razón por la cual yo hablo sobre el Nivel Uno y el Nivel Dos. El Nivel Dos nos habla únicamente dentro del sueño en el cual creemos estar, y aquí sí sentimos que siempre tenemos una opción. Si me sucede algo que no me gusta en mi vida despierta, tengo la opción o de sentirme airado y atacar, o de perdonar. Esa opción es muy real para mí, dentro del sueño. Y obviamente, estoy consciente de que podría elegir A o B, el ego o el Espíritu Santo; de modo que tiene que haber una tercera parte de mi mente, repito, que pueda elegir entre A o B. Un curso de milagros me habla dentro de este sueño, y habla de que el Espíritu Santo es esa memoria de Dios que se extiende hasta el sueño. O, como yo prefiero pensar al respecto, el Espíritu Santo es esa parte de la mente que, mientras duerme, conserva aún la memoria de cómo es el Cielo, de modo que el Espíritu Santo es como un recuerdo de ese perfecto Amor de Dios en mi mente que sueña, y ese recuerdo me conecta de nuevo con la verdad de mi Identidad como Cristo. CLARKE: El Espíritu Santo, sin embargo, no sería precisamente divino de por sí, como la Tercera Persona de la Trinidad Cristiana, sino más bien la memoria de mi estado de unión con Dios. WAPNICK: Sí, es como una función, ves; de modo que el uso que hace el Curso de "Espíritu Santo" sería distinto al concepto tradicional de la Trinidad. Es como una función, un recuerdo del Amor de Dios que me llevé al sueño conmigo. Cuando me quedé dormido, me llevé esa memoria conmigo. CLARKE: Ahora bien, Kenneth, eso es notablemente parecido a la doctrina neoplatónica de Plotino. Mencionamos a Plotino antes; él era un hombre brillante, el gran fundador en el siglo tercero de la escuela neoplatónica que fue un adelanto sobre Platón. WAPNICK: El es un gran amor tuyo, lo sé. CLARKE: Sí, y una gran influencia en el cristianismo, pero, aun así, él se oponía mucho al cristianismo. El dice que cuando el alma desciende al cuerpo, como si cayera en una prisión, el alma nunca cae totalmente. El cree que existe una parte superior del alma que siempre está en unión con el Uno, pero que existe una parte inferior, habitada por el "yo" de la conciencia humana, que puede sumergirse en niveles más bajos de ser de acuerdo con lo que elegimos amar. Por consiguiente puede adherirse al cuerpo, pero también puede responder al llamamiento de lo Bueno y elevarse 45

nuevamente a su nivel superior, como un "viajero" en la escala de ser, que se convierte en aquello que ama. WAPNICK: Y, según recuerdo, en algunos conmovedoramente de este llamamiento al alma.

pasajes,

el



habla

muy

CLARKE: La noción de dos niveles de conciencia del yo es también bastante prominente en el Vedanta. Hace muy poco que yo hablaba con un famoso filósofo indio. El hablaba de vivir conscientemente acá en este mundo, el cual es real para nuestros propósitos aquí, donde se tiene responsabilidad moral y hay que cumplir con unas obligaciones—todo un mundo de cosas que son muy importantes en este mundo de realidad secundaria. Es muy real, muy importante; tenemos toda una serie de obligaciones morales, y de deberes en la vida, y así sucesivamente. Mas luego, cuando alcanzamos el estado superior, toda esa multiplicidad se desvanece de algún modo. Así que existen dos niveles del mismo ser. Ellos no hablan así como si esto fuera un sueño precisamente. Algunos hablarán de ello como una clase de ilusión. Otros dirán que es imposible de entender. Pero una vez se logra el nivel más alto, entonces toda la multiplicidad desaparece. Tal vez la visión del Curso sea similar a eso. WAPNICK: Sí, es muy similar. Y Un curso de milagros básicamente diría lo mismo que dices. Cuando termine el sueño colectivo—a lo cual el Curso se refiere como el Segundo Advenimiento y el Juicio Final—todo recuerdo del sueño se ha desvanecido, al desaparecer en su propia nada. CLARKE: Por supuesto, como he dicho, un cristiano tendría gran dificultad con la noción de que Dios no se ha enterado de lo que pasa, aunque sea un sueño... WAPNICK: Muchos estudiantes del Curso tienen la misma dificultad... CLARKE: ...puesto que Dios es el sostenedor de todo ser, aun del que está pensando y de todo lo que pensamos o soñamos. Hasta sólo un sueño no es sencillamente nada. Es la actividad de un soñador real. Por eso, pensar que algo pase sin que Dios lo sepa y no lo apoye y coopere con ello de algún modo sería una noción de Dios que resultaría muy difícil que tuviese sentido para mí—que Dios no es en realidad el sostenedor de todo ser, y que no conoce lo que nosotros conocemos, i.e., nuestro soñar. Eso implicaría una limitación de Dios. Nos parecería que El debe conocer eso, con compasión, y tratar de que regresemos a la realidad. No es una limitación conocer lo imperfecto, sino únicamente serlo. WAPNICK: Lo interesante acerca de tu planteamiento -el que Dios no sepa del sueño impone una limitación sobre Él- es que eso es utilizado por Un curso de milagros como prueba de su propia posición. El Curso diría que el sólo saber acerca de este mundo imperfecto, y menos aún interaccionar con él, limitaría a Dios al afirmar que la imperfección existe en realidad, lo cual refleja que lo imposible ha sucedido. Esto apoyaría la creencia del ego de que ha tenido éxito en ponerle un límite a Dios al "crear" algo externo a la perfecta unidad. Esto destaca una vez más las diferencias entre Un curso de milagros y el cristianismo. Siempre regresamos a esta fundamental distinción metafísica. Un curso de milagros, después de todo, es un perfecto sistema no-dualista. No existe nada externo a la totalidad, a la plenitud, al todo, o en la maravillosa frase de San Pablo, Dios es Todo en Todo, lo cual Jesús cita varias veces en el Curso. Por lo tanto, repito, ¿cómo podría el Dios perfecto saber de un mundo ilusorio imperfecto? CLARKE: Sí. Ahora, en ese nivel de vivir acá en este mundo, creo que la noción del ego—la cual no hemos tenido la oportunidad de desarrollar en verdad—la noción ego que constantemente utiliza excusas, el cuerpo por ejemplo, para huir de Dios y 46

proyectar la culpa sobre otros, es un discernimiento psicológico muy rico. Esa es realmente una de las cosas que me gusta mucho, como sabes, acerca del Curso—a pesar de mi dificultad con los orígenes de éste. Pero me parecería, al menos para el cristiano, que es muy importante para una persona admitir su propia culpa primero; que "tomé una decisión, fue una mala elección, y pude haber hecho otra mejor." No fue sólo "Oh, no sabía lo que hacía, lo hice por ignorancia, así que no soy responsable." Tenemos que asumir responsabilidad, como en el relato del Antiguo Testamento en que David le roba la esposa a Urías, Betsabé (2 S 11-12). El hizo que enviasen a Urías a la guerra donde lo mataron, y entonces David toma a su esposa. Samuel lo acusa, y David dice: "He pecado delante de Dios." No había eso de que "el subconsciente me jugó una trastada," o "alguien trataba de perseguirme," o "el ambiente era pobre." El dice: "He pecado delante de Dios." El asumir responsabilidad por nuestros pecados, pues, no debe oprimirnos con culpa, porque una vez lo admitimos delante de Dios, entonces Dios lo perdona y éste desaparece. No debe reincidirse. Pero se tiene el sentido de asumir con humildad que somos pecadores perdonados con una nueva clase de amor. La idea es asumir responsabilidad por el propio pecado de uno, y no sentirse agobiado por esta horrible carga de culpa. Admitir la culpa y luego pedir perdón sería una importante diferencia. WAPNICK: El Curso en realidad estaría de acuerdo contigo en eso, Norris. La diferencia es que Un curso de milagros no ve el proceso de mirar la culpa de uno y de aceptar responsabilidad por ella como algo que tiene que ver con Dios, como tal. Con frecuencia, el Curso es mal entendido por sus propios estudiantes, lo cual me llevó a mí hace muchos años a comenzar a hablar acerca del Nivel Uno y del Nivel Dos, puesto que las enseñanzas metafísicas del Curso a menudo se confunden con sus enseñanzas prácticas. Así que a menudo la gente ha malinterpretado como que Un curso de milagros quiere decir que puesto que la culpa no existe y todo esto es un sueño, entonces puedo hacer lo que se me antoje y no soy responsable de ello. O si soy responsable, es una ilusión como quiera así que no importa lo que haga, etc. Mucha gente, desafortunadamente, de algún modo ha hecho lo mismo que hizo David, y luego lo ha justificado con el pretexto de que esto es todo un sueño como quiera que sea, de modo que ¿qué hay de malo en ello? Eso sería lo más lejos que uno podría apartarse de la verdadera enseñanza y del espíritu de Un curso de milagros. El Curso diría, para utilizar a David como ejemplo, que lo verdaderamente sanador y responsable sería que alguien reconociese —una vez le ha hurtado la esposa a otro hombre, y procurado que ese hombre fuese puesto en el frente de batalla para que lo mataran y sacarlo de en medio— que la verdadera causa de sus acciones fue su deseo de mantener la separación como algo real; mantenerse tan culpable que el Amor de Dios en su mente se bloquease, o que no estuviese consciente del Amor de Dios que ya estaba presente en su mente. Y finalmente, al utilizar aún a David como ejemplo, su pretensión de ser inocente era totalmente irresponsable para Urías, para sí mismo y para Dios. CLARKE: Y también pensar que necesita llenarse porque está vacío. WAPNICK: Absolutamente correcto, sí; eso realmente va a la médula de la enseñanza del Curso sobre relaciones especiales. Ves, eres un estudiante bastante aplicado del Curso. CLARKE: Bien, esa es la parte buena del Curso. WAPNICK: En realidad, la dinámica de la relación especial es crucial para el sistema de pensamiento del Curso, como dije antes: que sentimos que nos falta algo 47

internamente; que hemos desterrado totalmente a Dios de nuestras mentes y por lo tanto existe un hueco enorme. Entonces tenemos que llenar ese hueco con cosas que tomamos—cosas que robamos—del exterior. Un curso de milagros explica que eso jamás funciona porque aún no cambia la premisa básica, que es la creencia de que he perdido el Amor de Dios y he perdido mi Identidad como criatura de Dios. CLARKE: Y realmente no existe nada que pueda llenar ese vacío excepto Dios. WAPNICK: Absolutamente cierto, y Un curso de milagros es claro al respecto. Dice en un lugar que la única relación verdadera que tenemos es la relación con Dios. Y lo que hacemos es utilizar otras relaciones como un substituto de esa relación. Así que... CLARKE: ...o podrían utilizarse como formas positivas para expresar esa relación: por ejemplo, una relación afectuosa. WAPNICK: Sí, o realmente se podría unir con alguien no en el sentido de tratar de poseerles, canibalizarles o atacarles, sino de en verdad unirse con el Cristo en los demás, lo cual refleja el Cristo en uno. Esta unión en realidad refleja el aceptar la unión que ya está presente en la relación. El Curso llamaría esto una "relación santa," el proceso de cambiar el propósito de la relación de uno de separación y de culpa a uno de unión y de expresar el Amor de Dios. CLARKE: ... o de satisfacer una necesidad. WAPNICK: Sí, y la única necesidad real que tenemos es la de recordar que no tenemos necesidades porque permanecemos tal y como Dios nos creó. Ese es uno de los principios fundamentales del Curso. CLARKE: ¿Podrías volver ahora al caso de David y cómo el Curso explica eso? WAPNICK: Sí, pues lo que Un curso de milagros le diría a David, para empezar, es precisamente lo que tú dices: que creía tener una necesidad que sólo podía satisfacer robándole la esposa a otro hombre. Lo que Un curso de milagros diría en un nivel más profundo es que David estaba representando nuevamente su creencia de que le había robado a Dios, porque es con eso básicamente que comienza el sistema de pensamiento del ego. Comienza con la creencia de que Dios tiene algo que yo no tengo; es decir, que El es el Creador original. El ego quiere robarle eso y usurpar Su función como Creador original o Primera Causa. Entonces el ego se siente culpable por ese pecado de haberle hurtado a Dios. Ese es el comienzo de la caída, desde el punto de vista del Curso: la culpa por creer que le hemos robado a Dios, y luego el miedo de que Dios va a venir furioso tras nosotros y nos va a robar el poder que Le hurtamos. Y luego El nos destruirá. Un curso de milagros ve al mundo entonces—para retomar brevemente este punto— como el lugar en el cual nos escondemos de Dios. Esa es la visión que el Curso tiene del mundo. Así que profundo en nuestro interior está ese pensamiento horripilante: "Le he robado a Dios." Y lo que todos hacemos es lo que Freud describe en otro contexto como "repetición compulsión": Nos sentimos forzados a repetir nuestros pecados una y otra vez. Por eso creo que en el nivel último, el que David se robase a Betsabé la esposa de Urías fue su manera de representar el robo perpetrado al Cielo, el robarle a Dios. Y, repito, ¿qué hizo David luego? Sitúa a Urías para que lo maten en batalla, lo cual constituye la expresión de la creencia del ego de que ha matado a Dios para salirse con la suya y quedarse con lo que robó. Esta es la culpa última del ego. 48

Así pues, para retornar al mensaje de Jesús y la crucifixión: en efecto, Jesús representa a Dios para nosotros, y entonces nos dice: "Tú crees que has asesinado a Dios, tanto en ese instante ontológico como en el Calvario, pero la verdad es que no sucedió nada. Mi amor por ti no ha cambiado, del mismo modo que el Amor de Dios por ti no ha cambiado." Por lo tanto, yo creo que lo que David hizo en ese maravilloso relato bíblico fue representar para todos nosotros ese hurto a Dios y ese asesinato de Dios. La razón por la cual David es una figura tan popular es que resulta tan humano para todos nosotros; él tiene todas las flaquezas egoístas que la gente comparte. Y, pues, todo el mundo puede identificarse con él tan fácilmente. Así pues, Un curso de milagros le diría a David: "Contempla lo que has hecho y asume responsabilidad por ello. Pero lo que has hecho—en el nivel corporal—es sencillamente un símbolo. Tan real como parece en el sueño, esto es sólo un símbolo de tu más profunda creencia en el pecado de haberle robado a Dios. Y lo que tienes que hacer ahora es traer tu culpa ante el Amor del Espíritu Santo en tu mente. Este es el Amor que has procurado evitar por medio de tu atracción por el especialismo—el amor por Betsabé, y el odio hacia Urías—y es esta sustitución de Dios lo que tus acciones representan, esta decisión por el especialismo del cual eres responsable y el cual tiene que deshacerse." En este sentido la respuesta del Curso no sería realmente distinta, me parece, de lo que el cristianismo enseñaría. Lo que Un curso de milagros dice es que se traiga la ilusión a la verdad, o la obscuridad a la luz. Y una vez hacemos eso, la luz del Amor de Dios que está presente en nuestras mentes, a lo cual el Curso llama Espíritu Santo, disuelve entonces toda la obscuridad. Pero eso no puede suceder si mantenemos nuestra creencia de que estamos justificados en lo que hemos hecho, o si intentamos espiritualizar nuestros errores. CLARKE: Sí, ¿pero entonces no tendría él que admitir que esa fue una elección equivocada y que él no tenía que tomarla, en el sentido de que él lo hizo libremente? ¿No tendría él que decir, "Yo no tenía que llevar a cabo esto y siento haberlo hecho"? WAPNICK: Sí, por supuesto. Yo creo que a lo que se refieres es a lo que muchos cristianos llaman hoy día "culpa saludable." Un curso de milagros estaría de acuerdo con eso, pero utilizaría un término diferente. Ciertamente hablaría de sobre la necesidad y la responsabilidad de mirar hacia el interior de la mente y hacia la elección de "pecar," de separarse y de atacar. Mi culpa—u odio a mí mismo—me diría entonces que he hecho algo erróneo, lo cual me podría ocasionar varios síntomas: no sentirme bien, no dormir bien, no comer bien; hay ansiedad, depresión; algo está muy mal. Y el Curso me diría que lo que está mal no es que yo haya pecado, sino que tomé la decisión equivocada, y ahora debo traer esa decisión equivocada ante el Amor del Espíritu Santo o de Jesús Quienes pueden ayudarme a aceptar la opción correcta que Ellos ya me han ofrecido. Lo que se necesita para que eso ocurra es lo que Un curso de milagros llama "la pequeña dosis de buena voluntad" para contemplar nuestros errores y traerlos ante el Amor de Dios. Así que yo creo que en ese sentido estaríamos de acuerdo. CLARKE: Sí, eso está muy bien, eso se acercas más, pero David tendría que decir: "Lo hice libremente, no fui forzado a hacerlo." WAPNICK: Absolutamente, él tendría que asumir total responsabilidad por su sueño de lujuria, celos y finalmente asesinato, y darse cuenta de que "el diablo no me obligó a que lo hiciera," sino que esa fue su propia elección. CLARKE: Sí, "el diablo no me obligó a hacerlo y no fue sólo mi sueño inconsciente; no, fui lo suficientemente responsable de modo que ahora lo lamento, y ojalá no lo 49

hubiese hecho." Decir "lo siento" sería nuevamente decir que algo es real, al menos dentro del sueño. No es decir: "Oh no, jamás hice tal cosa," o "no pude evitar hacerlo." No, es decir que "yo asumo responsabilidad." WAPNICK: Bueno, el Curso es muy claro al respecto. Recalca el poder de nuestra mente para elegir, dentro del sueño. El punto último es que no importa lo que hayamos elegido soñar y hacer real aquí, esto no ha tenido efecto en nuestra realidad como criatura de Dios, y jamás nos ha separado verdaderamente de Dios. Pero dentro del sueño indudablemente ha tenido lo que parece ser, y lo que experimentamos como, efectos reales, y hay que mirar los mismos. CLARKE: Kenneth, al reflexionar sobre esta parte de nuestra discusión, me parece al mirarlo desde afuera, que lo que el Curso llama el "mundo del sueño" realmente tiene considerablemente más densidad, drama, urgencia moral, coherencia de causa y efecto, y por consiguiente más aproximación a la realidad que la que se infiere cuando hablamos en lenguaje ordinario de un "estado de sueño," de modo que el término en el Curso parece aproximarse a lo que se podría llamar una metáfora o símbolo de un estado misterioso más allá de nuestro poder de descripción. Y el Curso dice que podemos lamentar lo que experimentamos como efectos reales de nuestras decisiones erradas, ¿no es así? WAPNICK: Oh, sí. Repito, se nos pide que asumamos responsabilidad por todo lo que experimentamos y por todo lo que hacemos. No somos las víctimas inocentes del mundo. Es nuestro sueño. Y tienes toda la razón, Norris; si bien la dinámica de nuestros sueños dormidos y despiertos es la misma, es mucho más fácil experimentar la irrealidad de nuestros sueños dormidos que la irrealidad básica de nuestra experiencia cuando estamos despiertos. Así pues, Un curso de milagros no nos pide que utilicemos la metafísica como una manera de excusar las decisiones del ego de hacerle daño a los demás. CLARKE: Ese es un punto importante porque cuando dices que perdón significa ver que el pecado no es real, se refieres a este otro nivel... WAPNICK: ... el nivel ontológico, o el nivel metafísico, sí. CLARKE: Pero ese nivel no se alcanza, realmente, hasta que no se asume responsabilidad acá en este ámbito. WAPNICK: Sí, y eso es realmente importante... CLARKE: Sí, eso es muy importante porque con frecuencia esto es malentendido o malinterpretado por las personas que dicen: "Ahora puedo deshacerme de toda mi culpa," o "Jamás pequé en realidad," con lo cual se refieren a que jamás hicieron algo malo acá en el mundo de sueño. Pero eso no es lo que dices. WAPNICK: No, Un curso de milagros es bien claro al respecto. Repito, aquella línea a la cual me referí antes dice: "No eres inocente en el tiempo, sino en la eternidad." Dentro del sueño hicimos la culpa real. Dios no nos ve de ese modo, pero dentro de nuestro sistema de creencias indudablemente somos culpables y tenemos que asumir responsabilidad por ello. No fue un ego abstracto el que lo hizo, no fue el diablo el que lo hizo, fue mi elección. Y debo mirar a esa elección con apertura y con honradez y ver lo que he hecho para atacar a otra persona, para atacarme a mí mismo y para atacar a Dios, y traer esa decisión equivocada ante el Amor del Espíritu Santo. Jesús es bastante enérgico en el Curso en que no neguemos nuestra experiencia física en el mundo, y lo que es más, que es casi imposible hacerlo. El no fomenta la negación o la represión. Como expliqué antes, el negar la culpa y el odio es asegurar que se 50

proyectará en la forma de ataque— bien sea sobre el cuerpo de uno o sobre los demás. CLARKE: Pero no es realmente un pecado en contra de Dios, porque para él no es real. WAPNICK: Eso es cierto; Dios no me juzga por ello. Hay una línea en el Curso—de hecho la línea se repite—la cual dice que "Dios no perdona porque nunca ha condenado" (L-pI.46.1:l; L-pI.60.1:2). Dios sencillamente ama. Pero el problema es que nosotros no amamos. Y por lo tanto fabricamos un mundo y un sistema de pensamiento de odio y ataque. CLARKE: En la perspectiva cristiana diríamos que verdaderamente hemos pecado en contra de Dios, al quebrantar o herir un vínculo personal de amorosa obediencia, y que Dios lo sabe. Pero esto no ocasiona ningún cambio en él; no lo amenaza o lo degrada en forma alguna. Su amor permanece siempre igual, y nos cobija por todos lados; somos nosotros los que le permitimos entrar o lo dejamos afuera. Como dije antes, Santo Tomás dice que Dios se siente ofendido por el pecado no porque le haga daño a él sino porque nos hace daño a nosotros, y él no quiere que sus hijos se hagan daño. Y tan pronto nos arrepentimos, su amor clemente y compasivo nos llega en abundancia nuevamente y nuestra relación con él se sana; él no guarda rencores, ni resentimientos. Nuestros pecados nos hacen daño únicamente a nosotros mismos, no a él. Así que en este punto nuestros sistemas de pensamiento realmente se asemejan. WAPNICK: Sí, con esa última aseveración especialmente, de que nuestras decisiones nos han hecho daño. Y no podemos negar eso, ni teologizarlo ni "metafisicalizarlo" -si esa es la palabra- sino que tenemos que mirar lo que hemos hecho, las elecciones que hemos hecho aquí, y cambiarlas aquí. De modo que en ese sentido Un curso de milagros sí exhorta a sus estudiantes a que asuman una profunda responsabilidad, no sólo por lo que hacen, sino más importante aún por lo que piensan. Nos enseña que lo que afecta lo que hacemos es nuestro pensamiento. Así pues, realmente tenemos que cambiar el sistema de pensamiento subyacente, y no podemos hacerlo sin aceptar el Amor del Espíritu Santo dentro de nosotros. Pero la diferencia esencial aquí, para exponer de nuevo este importante punto, es que en Un curso de milagros Dios ni siquiera se ha enterado de que "lo hemos hecho," porque en verdad no lo hemos hecho. CLARKE: Excelente; nuestras diferencias al respecto están claras. Ahora, un último punto acerca de este estado de sueño en el que estamos actualmente. Parecería, por lo que he leído aquí y allá acerca del Curso, que este mundo actual es en realidad sólo una proyección de nuestros pensamientos, ej., el clima, la enfermedad, el sufrimiento, la depresión y otros desórdenes psicológicos, la muerte, etc. Tal parece que lo que procede entonces es que al cambiar nuestros pensamientos pudiésemos deshacernos a voluntad de todos estos males. Entiendo que has dicho, un poco antes, que nuestros egos individuales son parte de un ego sistema mayor que originalmente se separó de Dios y que luego se fragmentó, de modo que nosotros como individuos no pudiésemos cambiar el mundo al cambiar nuestros pensamientos. ¿Podrías explicarme cómo opera eso en el Curso, y si podemos o no cambiar el mundo al cambiar nuestros pensamientos? En un mundo cristiano, por supuesto, no podríamos hacerlo, puesto que el mundo material es un mundo real creado por Dios y que opera bajo sus leyes y providencia, en interacción con nosotros pero que no depende de nosotros para su existencia. WAPNICK: En principio, creo que podríamos—puesto que todos somos de una mente, y el mundo ha surgido de esa mente. Contrario a la experiencia y a las apariencias, después de todo sólo hay un Hijo y un sueño. Y el mundo y la mente que lo soñó son uno; causa y efecto están juntos. Y por consiguiente, no existe ningún mundo fuera de 51

la mente del Hijo que cree en él. En la práctica, no obstante, estoy en total acuerdo contigo. Y Un curso de milagros lo estaría, también. En la práctica, es todo lo que podemos hacer para mantener algún control sobre nuestras mentes individuales y sobre nuestros pensamientos individuales: pensamientos de separación, ira, tristeza, pérdida, depresión, etc. Todos estamos tan identificados con ese particular sistema de pensamiento del ego que ese es nuestro centro de interés: no es realmente mover montañas, o resucitar a alguien de entre los muertos, o cambiar los patrones climatológicos. Repito, puesto que todo esto ocurre dentro del sueño, podríamos en principio en cualquier momento dado sencillamente despertar del sueño, o hasta cambiar cosas en el sueño, del mismo modo que cambiamos tan fácilmente los canales de televisión. Sin embargo, en la práctica no es así en lo absoluto. En la práctica, el constante centro de interés del Curso es ayudarnos a mirar nuestros pensamientos, no de manera que podamos cambiar nuestros pensamientos acerca del clima u otras cosas físicas en el mundo, sino de manera que por medio de la ayuda del Espíritu Santo podamos cambiar nuestros pensamientos de culpa por pensamientos de perdón. Como dice el Curso: "No trates de cambiar el mundo, sino elige más bien cambiar de mentalidad acerca de él" (T-21.in.l:7). CLARKE: Pero si hay una especie de mente ego que produce todo esto, ¿esa mente ego también va a recibir cierta clase de redención, una clase de iluminación, y todo esto va a desaparecer? WAPNICK: Eventualmente, en la medida que las mentes aquí se unan dentro del sueño del tiempo, habrá lo que Un curso de milagros llama el Segundo Advenimiento. El Curso reinterpreta la noción tradicional del Segundo Advenimiento para significar el momento en que la mente total de la Filiación se sane, se ha invertido el proceso completo de la fragmentación, y la mente dividida de la Filiación se restituye a su unidad original. Esto ocurre al final mismo del tiempo; y repito, ese no es el centro de interés de Un curso de milagros. Pero esa es la forma en que el Curso define el Segundo Advenimiento de Cristo, y no tiene nada que ver con Jesús. Es el despertar del sueño del Hijo. Eso ocurre en el mismo punto final de un proceso mucho mayor, el cual Un curso de milagros dice que ocurrirá después de millones de años. Pero el centro de interés radica en el proceso de despertar del individuo. RESUMEN Y CONCLUSIONES CLARKE: Creo que hemos cubierto los principales puntos de desacuerdo entre el Curso y el cristianismo, como lo vemos nosotros dos, y ha llegado el momento de que nos movamos hacia una conclusión. Me permitas recoger en un resumen condensado precisamente cómo operan estas diferencias. 1) El cristianismo cree que Dios creó este mundo material, de la nada preexistente, que es imperfecto pero aun así es una imagen de Dios y es básicamente bueno, y que es un teatro para nuestro crecimiento moral y espiritual hacia la plena naturaleza de los hijos e hijas de Dios que están en un peregrinaje hacia la final unión beatífica con Dios en cuerpos transformados o "glorificados" en el cielo. El Curso cree que este mundo no es el producto de Dios en lo absoluto, sino de parte de la conciencia original de Cristo que se desprendió de Dios en una especie de sueño de separación (no una separación real) y produjo este mundo material como una clase de mundo de sueño o la proyección del pensamiento que es una expresión del intento del ego de separarse de Dios. Dios ni siquiera sabe de la existencia de este "mundo de sueño" porque en verdad éste es irreal. 52

2) Para el cristianismo, Jesús es el Hijo de Dios, la segunda Persona del Dios Trino y Uno, por lo cual posee la misma naturaleza divina de su Padre, quien libremente ha tomado un cuerpo real y una naturaleza humana, nacido de María, que transitó la jornada humana en un cuerpo en este mundo material para demostrarnos cómo vivir como auténticos hijos de Dios, que realmente murió en la cruz para expiar por nuestros pecados, y que resucitó de nuevo en un cuerpo real pero glorificado para morar como tal eternamente con su Padre y el Espíritu Santo en el cielo. El Curso cree que Jesús no es realmente divino en su naturaleza, sino que es parte de la original conciencia de Cristo que intentó separarse de Dios para crear el mundo de sueño en el cual vivimos ahora, pero que fue el primero en despertar de este sueño y reconocerlo como tal, y ahora es un hermano maestro amoroso que ayuda al resto de nosotros a despertar, también. Por consiguiente, él no tiene un cuerpo real, y por lo tanto tampoco murió realmente en la cruz ni resucitó de entre los muertos y mantiene un cuerpo real para siempre. Todo esto es sólo parte del mundo de sueño de la proyección del ego que se ha separado de Dios. 3) De acuerdo con el cristianismo, Jesús realmente murió en la cruz para expiar por nuestros pecados humanos, para enseñarnos tanto la profundidad del mal en el pecado serio y la aun mayor profundidad del divino amor dispuesto a perdonarnos y a devolvernos a una unión superior con Dios. El resucitó en un cuerpo real pero glorificado para llevar a cabo efectivamente esta restauración nuestra a una unión más cercana aún con Dios de la que teníamos antes de nuestros pecados. El Curso, por otra parte, nos enseña que Jesús jamás murió realmente en la cruz; que su cuerpo "sueño" en efecto fue puesto en la cruz pero sólo pareció morir de acuerdo con la proyección del pensamiento de aquellos que deseaban que muriese para deshacerse de él y de Dios en el proceso. El, por consiguiente, en verdad no resucitó en un cuerpo real, que no era real en primer lugar. El relato del evangelio es sólo simbólico del recuerdo de Jesús que tienen sus discípulos. 4) De acuerdo con la enseñanza cristiana, la Eucaristía es el sacramento de la transformación del pan y del vino en el cuerpo verdadero y en la sangre de Cristo, velado bajo las apariencias de pan y vino, el cual constituye el interminablemente repetido memorial de la muerte de Jesús por nuestros pecados que se lleva a cabo en la Misa Católica o liturgia eucarística. Para el Curso, no puede existir tal transformación del pan y vino en el cuerpo y sangre de Jesús, porque él jamás tuvo tal cuerpo verdadero, en primer lugar. Por lo tanto, sólo es un memorial, del amor de Jesús por nosotros. 5) De acuerdo con el Curso, la naturaleza del mundo de sueño en el cual vivimos ahora es que ésta no representa una genuina realidad sino sólo una proyección del pensamiento de una aparente separación de Dios de la cual surgió nuestro ego ilusorio y su tejer de este sueño de un mundo material separado de Dios como un escape del ego de su sueño con la venganza persecutoria de Dios. Este mundo de sueño no fue producido por nuestros actuales egos individuales, sino por el ego original que se separó en su mundo pensado y luego se fragmentó progresivamente en los múltiples egos que experimentamos hoy día como seres humanos individuales. Pero una vez nos hallamos en este mundo de sueño, tenemos que vivir en él y arreglárnoslas con él de una manera moralmente responsable y amorosa, una manera clemente, tal como nos enseñó Jesús, de modo que podamos despertar del sueño tan pronto como concluya la lección de nuestra enseñanza en este "salón de clases," y retornemos nuevamente a la unión beatífica con Dios que en realidad no perdimos nunca. Los pensadores cristianos objetan la idea de que nosotros jamás pecásemos o nos alejáramos de Dios, y que en un mundo de sueño tuviésemos el libre albedrío necesario para tomar decisiones morales genuinas o para decidir regresar a Dios. Ellos temen que la realidad e importancia central del mundo moral desaparezca, puesto que sólo personas reales, creen ellos, pueden tomar decisiones morales auténticas. 53

WAPNICK: Bien, repito que creo que estamos bastante de acuerdo en lo que se refiere a estos puntos principales, pero quisiera exponer de nuevo algunos de los planteamientos que hiciste con relación al Curso, especialmente en lo que respecta a la posición del cristianismo. Para comenzar, Un curso de milagros ciertamente diferiría de que la "unión beatífica final con Dios" ocurra en un cuerpo transformado o "glorificado." Su posición, como hemos visto, es que los cuerpos nos mantienen separados en un estado distinto a nuestra Identidad como espíritu y como Cristo, el Unigénito de Dios. Por lo tanto, jamás se encontraría una dicotomía como la que hizo San Pablo entre El Hijo único de Dios, Jesús, y el resto de nosotros, los hijos adoptivos de Dios. En lo que respecta a Jesús, Un curso de milagros no negaría que Jesús es divino, en tanto se entienda que asimismo lo son todos los demás como Cristo, y que ontológicamente no existe diferencia alguna entre nosotros. Sin embargo, el caso también es que en Cristo no hay individualidad. El Unigénito de Dios tiene un sólo nombre: Cristo. El Curso tampoco hablaría de que Jesús fuese parte de la "original conciencia de Cristo que trató de separarse de Dios," etc. Repito, hablar de ese modo le da a la separación una realidad que el Curso enfáticamente afirma que jamás sucedió. Ni siquiera utilizaría la palabra "conciencia" para describir el estado de Cristo, puesto que ese es un término inherentemente dualista que niega la unidad nodualista del Cielo. Volviendo a la crucifixión de Jesús, quisiera añadir algo a tus comentarios, Norris. El Jesús de Un curso de milagros demostraba la falsedad inherente del pensamiento inconsciente que abrigamos de que hemos matado a Dios y Su Amor. Al permitirle a los soñadores del sueño del mundo— los separados—que representasen en forma su creencia inconsciente de asesinar a Dios y de crucificar a Su Hijo, Jesús demostró; l)que el cuerpo no es nuestra realidad; 2) que Dios, Su Hijo y Su Amor no pueden ser destruidos; y 3) que el sueño de muerte no tuvo efecto en él, puesto que él no estaba dormido, y por consiguiente era invulnerable a los pensamientos y al comportamiento de ataque dentro del sueño. Como dije antes, el Curso afirma que el mensaje de la crucifixión es: "Enseña solamente amor, pues eso es lo que eres." Un punto más acerca de Jesús y de los evangelios: Puesto que el relato bíblico de Jesús discrepa tanto del del Curso, que verdaderamente no podría decirse, como lo hiciste, que de acuerdo con el Curso "el relato del Evangelio es sólo el símbolo del recuerdo de Jesús que tienen sus discípulos." Recuerdo algo que tú me dijiste hace muchos años, Norris. Después de escucharme afirmar que el Curso vino como una corrección al cristianismo, comentaste, y con bastante exactitud, que cuando se corrige algo se retiene el marco de referencia original. Pero Un curso de milagros no retiene nada del marco de referencia original del cristianismo. Lo mismo se podría decir precisamente acerca del Curso y de la descripción bíblica de la vida, muerte y resurrección de Jesús. De igual manera en lo que se refiere a la doctrina de la Eucaristía: Como hemos visto, hay por lo menos dos pasajes en el Curso que refutan específicamente las enseñanzas de la Iglesia acerca del deseo de Jesús de compartir su cuerpo con sus seguidores. Sin embargo, como cualquier otra cosa del mundo del ego, el ritual de la comunión podría ser utilizado por el Espíritu Santo para un propósito diferente—en este caso, como un recordatorio de que Jesús vino a compartir su mente con nosotros, no su cuerpo. Pero en sí y de por sí mismo, el sacramento no tiene significado aparte de este propósito 54

general de perdón. Finalmente, si bien Un curso de milagros realmente no utilizaría el término "moralmente responsable" como se utiliza comúnmente en nuestra sociedad, ciertamente exhortaría a sus estudiantes a vivir de manera amorosa y clemente, como mencionaste. Es más, como hemos discutido, el Curso exhorta de manera enfática el que sus estudiantes sean responsables, pero en un nivel mucho más profundo. Como estudiantes de Un curso de milagros, se nos pide que seamos totalmente responsables de todos nuestros pensamientos, que proceden de la decisión de nuestra mente de unirse con el ego o con Jesús. De esa decisión surgen nuestras creencias, sentimientos y nuestra conducta. Si esta decisión subyacente no se cambia del ego al Espíritu Santo—de la mente errada a la mente correcta—el que sencillamente se modifique la conducta jamás nos curará. Y a la larga, esto reforzaría una falta de responsabilidad en todos los niveles de nuestra experiencia —como lo atestigua la historia de este planeta—puesto que no habríamos asumido la responsabilidad primaria por nuestra decisión original de separarnos del Amor de Dios. Para hacer hincapié una vez más aún, la característica esencial de Un curso de milagros que radica en el núcleo de las diferencias que has resumido de manera tan excelente es que ésta es una espiritualidad no-dualista. El cristianismo, así como el judaismo que lo precede, es un sistema de pensamiento dualista en el cual Dios y el mundo, el espíritu y la materia, co-existen como estados separados, los cuales son igualmente reales. Así pues, la realidad se ve como una dimensión de opuestos—como ocurre con el bien y el mal— en marcada distinción de la comprensión que tiene el Curso de la realidad como que ésta es sólo perfecta unidad en la cual no existen opuestos. Pero nosotros, ciertamente, repito, estamos de acuerdo en que no es beneficioso para las personas, bien sean estudiantes del Curso, católicos romanos, protestantes, hindúes, o cualquiera que sea su camino espiritual, que confundan sus caminos espirituales. Como se mencionó al principio, el Curso dice que es sólo un camino entre muchos miles. CLARKE: Eres muy honrado y franco acerca de eso, y yo admiro mucho esto. De hecho, fuiste quien me invitaste a compartir este diálogo contigo, para hacerle perfectamente claro a las personas interesadas en el Curso las diferencias entre éste y el cristianismo tradicional, que los dos no son compatibles. Me pediste que expusiese las diferencias clara y firmemente, que no las barnizase. Una de las dificultades, en la medida que el Curso se mueve y difunde su influencia, es que no es poca la gente, incluso algunos sacerdotes y algunas monjas católicas, que sí tiende a encubrir estas diferencias o a tratar de combinar cosas de ambos o de asimilar el Curso con el cristianismo debido a que ambos hablan de Jesús. Esto acaba por ocasionar considerable confusión, lamento decir. WAPNICK: Es muy confuso. Lo que acaba por hacerse es diluir tanto la riqueza de la tradición cristiana como la de Un curso de milagros. Y estoy de acuerdo contigo, que es mucho más honrado decir que éstas son las diferencias, y que si éste es el camino que me acerca más a Dios, entonces éste es el camino que seguiré; y si otro camino hace la misma cosa, entonces ese es el camino que debo seguir. CLARKE: Sí, yo no tengo dificultad alguna con que las personas sigan caminos diferentes, en tanto lo hagan sinceramente, honradamente... WAPNICK: Yo sé que no las tienes. Eso es inusual, sabes. CLARKE: He visto a tantas personas que han seguido caminos diferentes con gran 55

fruto, en oriente y en occidente. He conocido a muchas de esas personas maravillosas en la tradición oriental. WAPNICK: Hay una línea en el Curso que realmente afirma: "Una teología universal es imposible, mientras que una experiencia universal no sólo es posible sino necesaria" (C-in.2:5). Y esa experiencia universal sería la experiencia del Amor de Dios. CLARKE: ¡Bien dicho! WAPNICK: Yo creo que debido a que estamos tan fragmentados, tan separados, y somos tan diferentes, para alcanzar la meta de tener esa experiencia universal cada uno necesita distintos caminos espirituales. Y que al final, un camino no es mejor que cualquier otro. Al final, de hecho, todos los caminos desaparecen en el Amor de Dios. CLARKE: Bueno, podría discutirse que uno sea mejor que otro. WAPNICK: Ese es otro diálogo... CLARKE: Con respecto a este punto de no confundir caminos distintos, me permitas formularle una pregunta práctica que me tiene un poco desconcertado. Siento que hay un número de particulares discernimientos espirituales y psicológicos desde el nivel práctico del Curso, como los que mencioné antes, que pueden ser utilizados provechosamente por todas las personas religiosas, incluyendo a los cristianos. Pero tal parece que muchos maestros del Curso por todo el país, y en todas partes, se concentran únicamente en las enseñanzas prácticas de este nivel y omiten, casi totalmente, el mencionar las enseñanzas metafísicas y teológicas más profundas del Nivel Uno—el sueño y sus orígenes, etc. Esto, también, puede ocasionarles confusión a algunos cristianos. Así pues, puedo preguntarte qué piensas de esta práctica, si es que ésta es una práctica acertada en el verdadero espíritu del Curso enseñar el Nivel Dos sin el trasfondo y fundamento del Nivel Uno, en una palabra, separar la práctica de la teoría. ¿Es legítimo y prudente tratar de ayudar a la gente de esta manera? WAPNICK: No, no en mi opinión. Hay muchas otras espiritualidades que enseñarían, como lo hace Un curso de milagros, que el perdón ha de preferirse por encima del abrigar resentimientos, que desarrollar una relación con Jesús o el Espíritu Santo es esencial para nuestro retorno a casa, que Dios nos ama y no trata de destruirnos, etc. Sin embargo, no existe ninguna otra espiritualidad de la cual yo tenga conocimiento que combine una metafísica no-dualista con la muy sofisticada psicología que se encuentra en el Curso. Y una que ubique el significado del perdón en el contexto de esta metafísica no-dualista. Cuando se elimina este contexto de la enseñanza del perdón, en verdad se pierde el significado que Jesús le ha dado en el Curso—el cual es, repito una vez más, que al fin y al cabo no hay nada que perdonar porque no ha sucedido nada que perturbe la paz y el amor que es el Hijo de Dios. Y pues, en el momento en que se elimina el concepto del perdón de la metafísica del Curso, se ha arrancado el corazón mismo de Un curso de milagros—su no-dualidad. Y ya no puede decirse entonces que se habla de Un curso de milagros en lo absoluto, sino más bien de algún otro camino espiritual que sea dualista. Y repito, es un perjuicio para todos el que se tergiverse el Curso de esa manera. CLARKE: Me permitas concluir con la indicación de que a pesar de todas nuestras diferencias, podemos laborar juntos, a la manera de cada uno, hacia la curación de una de las grandes ilusiones del moderno mundo secular: la creencia de que estamos vacíos interiormente (lo cual es parcialmente cierto) pero que la forma de llenar esa vacuidad es con comodidades materiales, con cosas que no son de Dios. Existe un gran desasosiego y una sensación de vacuidad interna en gran parte del mundo 56

moderno, junto con la ilusión del consumismo, de que el poseer y consumir más y más bienes materiales de algún modo mitigará esta inquietud y llenará este vacío, siempre con algo ajeno a Dios y menos que Dios mismo. Pero mientras más posesiones materiales acumulamos, más pobres parecemos sentirnos interiormente. Como hace tiempo señaló San Agustín con gran discernimiento, que al olvidar nuestras riquezas espirituales internas, creemos que somos pobres, y vamos mendigando fuera de nosotros mismos por entre las cosas materiales procurando enriquecernos, pero en el proceso nos tornamos más y más pobres, puesto que lo inferior no puede satisfacer lo superior. Esta ilusión de paraíso sin Dios es en verdad una profunda ilusión. WAPNICK: Creo que ambos estaríamos de acuerdo, ciertamente, en que no es posible el amor en este mundo sin que su Fuente sea Dios. Y la idea total de Un curso de milagros es ayudarnos a traer ante el Espíritu Santo todas las interferencias que le ha puesto el ego al amor en nuestras mentes—i.e., que cambiemos a nuestras mentes correctas, donde al fin podemos convertirnos en instrumentos del Espíritu Santo. Su Amor puede entonces extenderse a través de nosotros y de ese modo, en este mundo, sí nos tornamos más pacíficos y más amorosos con nosotros mismos y unos con otros. Hay un hermoso pasaje en el libro de ejercicios donde Jesús dice: Pues esto es lo único que necesito: que oigas mis palabras y que se las ofrezcas al mundo. Tú eres mi voz, mis ojos, mis pies y mis manos, con las cuales llevo la salvación al mundo (L-pI.rV.9:2-3). CLARKE: En uno de los artículos que yo escribí, "What It Means to Be a Person" (Qué significa ser una persona), basado en el pensamiento de Santo Tomás de Aquino, presenté tres etapas: dominio de sí mismo a través del conocimiento de sí mismo y de gobernar sus acciones; luego la comunicación consigo mismo; finalmente la trascendencia de sí mismo, donde se sale de su propio limitado punto de vista para asumir el punto de vista de la Mente y la Voluntad de Dios, para ver el mundo entero como Dios lo ve, y luego amar todo lo bueno como Dios lo ama en su propio orden. Eso es asumir la Mente misma y el Amor mismo de Dios; que es una trascendencia de sí mismo que luego ocasiona gran dicha. De manera que para ser usted mismo, usted tiene que realmente salirse de sí mismo—de ese yo limitado. No es para que el yo desaparezca totalmente, yo creo, sino para que se realice al lograr algo más amplio, el verdadero Centro, como su propio centro. WAPNICK: Sí, creo que podría mencionar una cosa más en vista de lo que has dicho, que la meta de Un curso de milagros no es realmente estar sin un yo, o desaparecer de este mundo en el corazón de Dios, como dice en un hermoso pasaje poético. La meta es que vivamos sin culpa ninguna, sin ningún pecado, sin ningún miedo, sin ataque de clase alguna. Esa es la meta del Curso: estar presentes en este mundo, pero que todos nuestros equivocados pensamientos de juicio, odio, miedo, y culpa desaparezcan. Y repito, a menudo esto es mal interpretado por los estudiantes del Curso. Como dice el Evangelio de Juan, hemos de vivir en el mundo, mas no ser de éste; i.e., vivir dentro del sueño pero conscientes de que en verdad no somos de éste, y de que nuestra verdadera Identidad está fuera del sueño. En otras palabras, hemos de estar en el mundo de la manera que Jesús estuvo. CLARKE: Pero vivir en este mundo mientras permanezcamos en él. Así que, hay una especie de muerte aquí, cierta clase de muerte física. WAPNICK: Sí, Un curso de milagros no niega una muerte física en el nivel del sueño. Lo que sí dice, realmente, es que hay dos clases de muerte. Existe la muerte que viene a través de la culpa y del miedo, y del miedo al juicio procedente de la imagen de Dios que el ego ha proyectado. Y luego existe la muerte que se describe como un tranquilo abandono del cuerpo cuando hemos realizado nuestro trabajo, y reconocemos que 57

hemos cumplido el propósito de estar aquí; es decir, el haber aprendido a ser más amorosos y más clementes. Y luego nuestra muerte es una muerte apacible. Otra manera de exponer la meta de Un curso de milagros es que ésta consiste en vivir en este mundo en una forma serena, no con todo el conflicto, tanto internacional como personal. Y sí dice, de hecho, que el conocimiento -que es el sinónimo que utiliza el Curso para Cielo (realmente una clase de uso gnóstico de la palabra "conocimiento")- no es la meta de este Curso, sino que la meta es la paz: la experiencia de paz aquí en el sueño. Es una manera de vivir unos con otros -de manera individual, así como entre naciones- en la que se tiene el estado mental en el cual no hay conflicto, no hay deseo de usurpar el lugar de otras personas, y ninguna necesidad de hurtar lo que no es nuestro. CLARKE: Como dijo Jesús, he venido para que tengáis paz; he venido a daros mi paz. WAPNICK: El Jesús de Un curso de milagros se haría eco de eso, también. CLARKE: Así que diferimos en mucho, pero también estamos de acuerdo en mucho. Me permitas ofrecerle una última cita de Charles Morgan, el novelista: "No hay sorpresa más mágica que la sorpresa de ser amado; es el dedo de Dios en el hombro del hombre." WAPNICK: Eso es maravilloso. Si pudiese añadirle algo relevante a eso: Un curso de milagros diría que no hay dicha mayor en este mundo que la dicha de saber que uno es perdonado, y que el perdón sólo puede llegar mediante el experimentar el Amor de Dios a través de Jesús o del Espíritu Santo.

APENDICE GLOSARIO creación - cristianismo tradicional: Dios creó el mundo, el cual existe fuera de Su ser, y creó los seres humanos a imagen Suya; dentro de la Trinidad, el Hijo y el Espíritu Santo se consideran no como creaciones sino como personas dentro de un ser, quienes "proceden" del Padre. Un curso de milagros: Dios crea únicamente a Cristo al extender Su ser como espíritu—una extensión no espacial; el mundo físico y el cuerpo se definen como la "creación falsa" del ego la cual no tiene nada que ver con Dios; Cristo se define como el Hijo de Dios del cual todos somos parte. Cruzadas - expediciones militares cristianas de la Europa occidental para recapturar la Tierra Santa de manos de los mahometanos. Se prolongaron aproximadamente desde 1100 A.D. hasta 1300 A.D., y se caracterizaron por las agresiones particularmente sangrientas, que se llevaron a cabo en el nombre de Jesús y de su Iglesia. Eucaristía - en el cristianismo, es la conmemoración de la Ultima Cena descrita en el 58

Nuevo Testamento, cuando Jesús compartió pan y vino con sus discípulos, y se le llamó al pan y al vino su cuerpo y su sangre; uno de los siete sacramentos de la Iglesia Católica, por medio de la cual el sacerdote transforma el pan y el vino en el cuerpo y sangre de Jesucristo (la Presencia Real de Jesús), y luego el sacerdote y los fieles coparticipan del cuerpo y sangre de Jesús en la "santa comunión." expiación - generalmente, aunque no universalmente, se define en el cristianismo como la expiación de los pecados de la humanidad por medio de la crucifixión y muerte de Jesucristo, tal y como fue dispuesto por Dios—basada en la tradición del Antiguo Testamento de expiación a través del sacrificio. En Un curso de milagros, se refiere a la aceptación de la verdad de que la separación de Dios jamás ocurrió en realidad—y siempre se escribe con mayúscula para distinguirla de la opinión cristiana. Gnosticismo - un sistema de teorías y prácticas religiosas y filosóficas que datan del segundo siglo A.D. (algunos eruditos trazan sus orígenes a siglos más tempranos); un movimiento que más tarde fue suprimido y declarado hereje por la Iglesia; en general, la mayoría de los gnósticos creía que el universo físico no fue creado por Dios, y por consiguiente era inherentemente malo. Inquisición - el esfuerzo organizado de parte de la Iglesia Católica Romana para buscar y castigar a aquellos que se creía que eran herejes. Comenzó en el sigo 13 con el Papa Gregorio IX, y continuó hasta fines del siglo 16. Neoplatonismo - la extensión del platonismo hasta el siglo tercero. Plotino fue su principal exponente. Padres de la Iglesia - los teólogos de los primeros siglos cristianos, cuyas obras formaron la teología y doctrina de la Iglesia. Platón (427-348 antes de Jesucristo) - su principal enseñanza metafísica fue que las cosas individuales del mundo eran reflejos imperfectos, o sombras, de sus ideas perfectas, más reales, las cuales existían en un reino suyo. Consideraba el cuerpo como una prisión del alma, que anhelaba que se le liberase de su hogar físico. Plotino (205-270) - su pensamiento representó un adelanto sobre lo que Platón había comenzado; él definió una Fuente última, llamada el Uno, de la cual emanaba todo; como en el sistema de Platón, el alma anhelaba que la liberasen del mundo físico que la aprisionaba. San Agustín (354-430) - uno de los Padres de la Iglesia quien intentó la integración de las enseñanzas cristianas con la tradición filosófica platónica. Santo Tomás de Aquino (1224-1274) - un filósofo y teólogo sobresaliente cuyo pensamiento fue sumamente poderoso en la Iglesia y se expresa en el sistema de pensamiento conocido como tomismo o neo-tomismo. Produjo una síntesis única del pensamiento platónico, aristotélico y cristiano. Vaticano II - la asamblea de la jerarquía de la Iglesia Católica Romana, convocada por el Papa Juan XXIII entre el 1961 y el 1965. Proveyó un marco de referencia más tolerante y contemporáneo para la práctica y relación de la Iglesia con otras religiones. Vedanta - el hilo de la espiritualidad hindú el cual expresa la naturaleza no-dualista de la realidad, y que se conoce como Advaita Vedanta.

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EL CREDO NICENO Creo en un solo Dios Padre todopoderoso, Criador del cielo y de la tierra, y de todas las cosas visibles e invisibles. Y en un solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, y nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero; engendrado, no hecho, consustancial al Padre; por quien todas las cosas han sido hechas. El cual por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó de los cielos. (Genuflexión) Y POR OBRA DEL ESPIRITU SANTO ENCARNO DE MARIA VIRGEN Y SE HIZO HOMBRE. Crucificado también por nosotros, bajo el poder de Poncio Pilatos padeció y fue sepultado. Y resucitó el tercer día, conforme a las Escrituras. Y subió al cielo: está sentado a la diestra del Padre. Y otra vez ha de venir con gloria a juzgar a los vivos y a los muertos; y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y vivificador, que procede del Padre y del Hijo; Quien con el Padre y el Hijo juntamente es adorado y glorificado; el Cual habló por los Profetas. Y creo en una Santa Iglesia Católica y Apostólica. Confieso que hay un solo Bautismo para perdón de los pecados. Y espero la resurrección de los muertos y la vida del siglo venidero. Amén.

KENNETH WAPNICK - NOTA BIOGRAFICA Kenneth Wapnick fue un amigo íntimo de Helen Schucman y de William Thetford, las dos personas cuya unión de común acuerdo fue el estímulo inmediato para que Helen fuese la escriba de Un curso de milagros. El es un psicólogo clínico, que obtuvo su Ph.D. en 1968 de la Universidad de Adelphi y, además, es miembro de la Junta Directiva de la Foundation for Inner Peace, publicadora de Un curso de milagros. En 1982, Kenneth y su esposa Gloria establecieron la Foundation for A Course in Miracles (Fundación para Un curso de milagros), de la cual son presidente y vicepresidente. Esta fundación es la organización pedagógica de la Foundation for Inner Peace. En 1988, abrieron una Academy and Retreat Center (Academia y Centro de Retiros) en Roscoe, Nueva York. Kenneth es autor de trece libros acerca de Un curso de milagros. Dos de éstos los escribió en colaboración con su esposa Gloria, y en el momento en que se escribe este libro, tiene varios otros en proceso de publicación. Ha escrito también varios artículos sobre Un curso de milagros y sobre psicoterapia. Además de conducir clases y talleres en la Academia de la Fundación, él y Gloria han dictado numerosas conferencias y talleres en los Estados Unidos así como en Europa, Australia y Nueva Zelandia. Trimestralmente publican el boletín titulado "The Lighthouse" (El faro). 60

Cómo surgió Un curso de milagros Un curso de milagros fue el resultado de una empresa de colaboración de dos psicólogos, Helen Schucman y William Thetford. Ellos eran, respectivamente, Profesor Asociado y Profesor Titular de Psicología del Columbia-Presbyterian Medical Center (Centro Médico Presbiteriano de Columbia) en la Ciudad de Nueva York. El Curso surgió como resultado de su mutua unión para encontrar "otra manera" de relacionarse con los demás, y comenzó con que Helen "escuchase" la voz interna de Jesús decirle una noche de octubre de 1965: "Este es un curso de milagros. Por favor, toma notas." A pesar de su considerable ansiedad, Helen procedió a tomar en taquigrafía—por un período de siete años—los tres libros que comprenden el Curso. La experiencia de Helen con la voz de Jesús dictándole el Curso era la de una grabadora interna la cual podía encender y apagar a voluntad. No entraba en trance o estado alterado, ni efectuaba escritura automática. Helen estaba totalmente consciente y se le podía interrumpir en cualquier momento, aun en medio de una oración, y luego podía regresar y continuar donde se había quedado. Cada día en el Centro Médico, siempre que el tiempo se lo permitía dentro de sus cargados itinerarios, Helen le dictaba a Bill lo que le habían dictado a ella el día anterior, y entonces Bill lo escribía a máquina. Gran parte de Un curso de milagros está escrita en primera persona, lo cual resulta de particular aplicabilidad puesto que Jesús se refiere muchas veces a su crucifixión y resurrección, y hace claro que desde la perspectiva de sus enseñanzas en el Curso, el cristianismo tradicional ha malentendido y distorsionado su mensaje. Un curso de milagros fue publicado por la Foundation for Inner Peace en 1976 y, en el momento en que se escribe este libro (1994) ha vendido más de un millón de copias a través de todo el mundo. Se han publicado traducciones en español, portugués y alemán, y pronto le seguirán otras traducciones. Helen tenía dificultad para aplicar los principios de Un curso de milagros a su vida, aunque—contrario a los relatos distorsionados que ya han comenzado a aparecer—ella jamás dudó de la verdad del Curso, ni de que Jesús fuese la fuente del material. De hecho, siempre se preocupó bastante porque se conservase la pureza del Curso, puesto que lo entendía en lo profundo de sí misma, y criticaba a aquellos que distorsionaban sus enseñanzas y procuraban usar Un curso de milagros para lucro personal. Siempre podía discernir entre la autenticidad y la falsedad y para citar su drama favorito Hamlet, ella sabía distinguir entre un "halcón y una garza." Contrario a los rumores, repito, Helen jamás fue verdaderamente atea, aunque al principio de su carrera profesional se hacía pasar por una. Era judía de nacimiento, pero desde su niñez había seguido una búsqueda espiritual y se sentía especialmente atraída por el catolicismo romano, aunque jamás estuvo de acuerdo con sus doctrinas o dogmas. Su relación de amor-odio con la Iglesia se extendía hasta Jesús, y finalmente abandonó su búsqueda espiritual con gran frustración e ira, al creer que ella había cumplido la parte que le correspondía en la búsqueda de Dios, pero que El no había cumplido la Suya. Las luchas de Helen con Jesús, dicho sea de paso, se pueden ver en los poemas de los cuales ella había sido escriba, y que fueron postumamente publicados por la Foundation for Inner Peace con el título The Gifts ofGod (Los regalos de Dios). La historia completa de las experiencias de Helen como escriba del Curso y de su relación con Jesús se puede encontrar en Absencefrom Felicity: The Story of Helen Schucman and Her Scribing of A COURSE IN 61

MIRACLES (AUSENCIA DE LA FELICIDAD: La historia de Helen Schucman como escriba de Un curso de milagros), publicada por la Foundation for A Course in Miracles. Helen falleció en el año 1981, y Bill en el año 1988.

Qué es Un curso de milagros Un curso de milagros consiste de tres libros—texto, libro de ejercicios para estudiantes y un manual para maestros—y en esa forma se presenta como un currículo de aprendizaje completo. Debe señalarse que el mismo afirma que todos somos maestros y estudiantes por igual, así que los tres libros van dirigidos a todas las personas que se convierten en estudiantes del Curso. El texto provee el fundamento teórico para la aplicación práctica de sus ideas que encontramos en el libro de ejercicios, el cual consiste de trescientas sesenta y cinco lecciones, una para cada día del año. El tercer volumen es el manual para maestros, y consiste de preguntas y respuestas las cuales resumen algunos de los temas más importantes que aparecen en el Curso. Un apéndice del manual incluye una clarificación de algunos de los términos del Curso; ésta se tomó tres años después que se concluyó la escritura del texto en sí. Un curso de milagros no hace reclamación alguna de que sea la única forma de la verdad, ni el único camino espiritual que una persona puede elegir para su regreso a Dios. De hecho, el mismo afirma que es sólo una forma "del curso universal... (entre) muchas otras formas, todas con el mismo desenlace" (M-1.4:1-2). Así pues, a pesar de que comparten una meta común, se puede ver que todas las espiritualidades tienen ciertos aspectos únicos que las distinguen de las demás. Un curso de milagros no sólo es único sino que es radical, en el sentido etimológico de que va a la raíz de las cosas. Repetidamente nos exhorta a que volvamos a la raíz original o causa de nuestros problemas: la creencia en nuestra separación de Dios. Un curso de milagros enseña que la manera de recordar al Dios que nos creó es deshaciendo nuestra culpa a través de perdonar a los demás y por consiguiente a nosotros mismos. Su centro de interés radica, por lo tanto, en sanar nuestras relaciones, las cuales sólo existen dentro de nuestra mente (la fuente del sueño), aunque se proyecta sobre el mundo (el sueño) y se experimenta allí. Un curso de milagros es inusual en su integración de una metafísica no-dualista con una psicología práctica. En este respecto, una de las aseveraciones más importantes que hace el Curso es que Dios, por ser un Creador amoroso, no creó este mundo. Lejos de dejar esta idea como un asunto teológico abstracto sin aplicabilidad en nuestras vidas cotidianas, Un curso de milagros nos ayuda a reconocer las extraordinarias implicaciones personales de esta verdad. De hecho, podría decirse que sin la aceptación de esta premisa metafísica, los estudiantes no estarían totalmente listos para entender el sistema teórico del Curso, y mucho menos para aplicar sus prácticas enseñanzas de perdón en todas las áreas de su vida, sin excepción. Así pues, las aseveraciones metafísicas sobre la naturaleza de Dios y del mundo están integradas con una sofisticada psicología que nos ayuda a entender y a aplicar sus enseñanzas ontológicas de modo que logremos nuestra salvación individual. Un curso de milagros también es único por su interesante armonización del pensamiento oriental y occidental. Su metafísica no-dualista tiene más paralelos en las antiguas enseñanzas del hinduismo y del budismo que en el pensamiento dualista de las principales religiones occidentales. No obstante, el lenguaje del Curso permanece judeo-cristiano, y el desarrollo de su teología, de sus principios de perdón, y el papel de Jesús y del Espíritu Santo ocurre principalmente a través del contraste 62

de muchas de las enseñanzas bíblicas.

MATERIAL INTRODUCTORIO SOBRE TEOLOGIA CRISTIANA CATECHISM OF THE CATHOLIC CHURCH (CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA). Librería Editrice Vaticana. MO: Liguori Publications, 1994. FAITH SEEKING UNDERSTANDING: An Introduction to Christian Theology (LA COMPRENSION DE LA BUSQUEDA DE LA FE: Introducción a la teología cristiana). Daniel L. Migliore. Grand Rapids, MI: William B. Eerdmann Publishing Co., 1991. THE NEW TESTAMENT-AN INTRODUCTION: Proclamation and Parenthesis, Myth and History (EL NUEVO TESTAMENTO-UNA INTRODUCCION: Proclamación y paréntesis, mito e historia). Norman Perrin. NY: Harcourt, Brace, Jovanovich, 1982. NEW TESTAMENT THEOLOGY (LA TEOLOGIA DEL NUEVO TESTAMENTO). Joachim Jeremias. NY: Scribner's, 1971. A SUMMARY OF CHRISTIAN FAITH: Catholic, Protestant, and Reformed (UN RESUMEN DE LA FE CRISTIANA: católica, protestante y reforma). John H. Leith. Philadelphia: Westminster/ John Knox Press.

MATERIAL RELACIONADO CON UN CURSO DE MILAGROS* Por: Kenneth Wapnick, Ph.D. Libros PSICOLOGIA CRISTIANA EN UN CURSO DE MILAGROS® Esta es la traducción al español de Christian Psychology in A Course in Miracles? Discusión de los principios básicos del Curso en el contexto de algunas de las enseñanzas tradicionales del cristianismo. Incluye un nuevo Prefacio y un Epílogo. Esta traducción incluye un glosario de algunos de los términos más importantes usados en el Curso. ISBN 0-933291-17-5 • #B-1S • Cubierta blanda • 114 páginas US$5. FORGIVENESS AND JESUS: The Meeting Place of A Course in Miracles® and Christianity (EL PERDON Y JESUS: El punto de encuentro entre Un curso de milagros® y el cristianismo). Cuarta edición. Este libro discute las enseñanzas del cristianismo a la luz de los principios del Curso, destacando sus similitudes y diferencias, la aplicación de estos principios en asuntos tales como la injusticia, la ira, 63

la enfermedad, la sexualidad y el dinero. ISBN 0-933291-13-2 • #B-5 • Cubierta blanda • 355 páginas US$16. LOVE DOES NOT CONDEMN: The World, the Flesh, and the Devil According to Platonism, Christianity, Gnosticism, and A Course in Miracles® (EL AMOR NO CONDENA: El mundo, la carne y el demonio, de acuerdo con el platonismo, el cristianismo, el gnosticismo y Un curso de milagros®). Una profunda exploración de la metafísica no dualista de Un curso de milagros, y su integración con la vida en este mundo de ilusión. ISBN 0-933291-07-8 • #B-9 • Cubierta dura • 614 páginas US$25. ABSENCE FROM FELICITY: The Story of Helen Schucman and Her Scribing of A Course in Miracles® (AUSENCIA DE LA FELICIDAD: La historia de Helen Schucman como escriba de Un curso de milagros®). Este libro discute el conflicto entre la naturaleza espiritual y el ego en la vida de Helen: incluye algunos de sus recuerdos, sueños, cartas y mensajes personales de Jesús—nunca antes publicados; sus experiencias con Jesús, su relación con William Thetford y la escritura de Un curso de milagros®. ISBN 0-933291-08-6 • #B-11 • Cubierta blanda • 521 páginas US$16.

Álbumes de audio cintas Grabaciones de seminarios y talleres ATONEMENT WITHOUT SACRIFICE (EXPIACION SIN SACRIFICIO). ISBN 0-933291-53-1 • #T-3 • 2 cintas US$10. JESUS AND A COURSE IN MIRACLE® (JESUS Y UN CURSO DE MILAGRO!* ®). ISBN 0-933291-62-0 • #T-12 • 5 cintas US$30. JESUS AND THE MESSAGE OF EASTER (JESUS Y EL MENSAJE DE PASCUA). ISBN 0-933291-71-X • #T-21 • 8 cintas US$48. THE METAPHYSICS OF SEPARATION AND FORGIVENESS (LA METAFISICA DE LA SEPARACION Y EL PERDON). ISBN 0-933291-84-1 «#T-34 • 1 cinta US$6. JESUS: THE MANIFESTARON OF THE HOLY MANIFESTACION DEL ESPIRITU SANTO). ISBN 0-933291-81-7 • #T-31 • 5 cintas US$30. FORGIVING JESUS: "Stranger on the Road." (EL PERDONAR A JESUS: "Un extraño en el camino.") ISBN 0-933291-92-2 • #T-42 • 2 cintas US$10.

SPIRIT

(JESUS:

LA

THE BIBLE FROM THE PERSPECTIVE OF A COURSE IN MIRACLES® (LA BIBLIA DESDE LA PERSPECIVA DE UN CURSO DE MILAGROS). ISBN 0-933291-93-0 • #T-43 • 6 cintas $36. THE THEOLOGY OF A COURSE IN MIRACLE® (LA TEOLOGIA DE UN CURSO DE MILAGRO®). ISBN 0-933291-94-9 • #T-44 • 2 cintas $10. 64

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