Título: Obsesión. Autor: eri-san uesugui Serie: Yu-gi-oh Personajes: Seto Kaiba, Joey Wheeler, Duke Devlin, Tristan Taylor, Serenity Wheeler, Yugi Motou, Yami Atemu, Ryo Bakura, Yami Bakura, Marik Isthar, Ishizu Isthar. Resumen: Eres sólo mío cachorro. Pronunció Seto cayendo rendido sobre el cuerpo del rubio. - Sí, soy sólo tuyo Seto. Afirmo agitado, abrazando la espalda del castaño. Joey nunca imagino lo que esas palabras iban a desencadenar; porque después de todo Seto haría cualquier cosa por tener a SU cachorro a su lado. CAPITULO 1.- Sólo mío.
El teléfono sonó por tercera vez, y por tercera vez no contesto. Sabía que no era de la empresa puesto que nadie (a excepción de su molesto asistente personal) tenía el número privado de su estudio. La tenue luz de la lámpara en su escritorio se derramaba sobre los papeles que tenía en sus manos. Dejo el primer informe cuando termino de leerlo y tomo el que tenía esperando en el escritorio; poniendo especial atención al contenido de éste. -Lo están haciendo bastante bien. Esbozo una sonrisa cuando dejó caer los papeles y se acomodó en el sillón. -Ambos se están esforzando. Estirando el brazo saco una cajetilla y un encendedor del cajón. Había comenzado a fumar poco después de la partida de Mokuba; hacía ya un par de años, y es que aunque le costara aceptarlo su pequeño hermano ya no era tan pequeño en realidad, y como todo joven quería experimentar la libertad. Así que cuando Mokuba decidió ir a estudiar la preparatoria a Inglaterra él apoyo su decisión, basándose también en el hecho de que “Moki” le había dicho que tenía que empezar a socializar más y preocuparse por él mismo “Has cuidado muy bien de mí hasta ahora Seto, ya es tiempo de que veas por ti hermano” Y había tratado de hacerlo, pero en lugar de eso, el estar lejos de las dos personas que amaba le había convertido en un hombre melancólico y más solitario. Y aunque si bien era cierto que gracias a los constantes regaños de Mokuba había acortado sus horas de trabajo a sólo 8 o 10, se había convertido con el tiempo y la experiencia en alguien mucho más agresivo en los negocios a sus casi 21 años. Si Mokuba era dueño de su amor desde el momento en que había nacido y lo sería hasta el momento en el que el CEO muriera, la otra persona que podría jactarse de tener el amor del castaño era quien menos hubiera esperado el mismo Seto… Joey Wheeler; cuyo reporte escolar se encontraba junto al de Mokuba en el escritorio del CEO. Pero el cuándo y el cómo había nacido este amor era algo que Kaiba no lograba recordar del todo. Joey Wheeler siempre le había llamado la atención, sin embargo en sus torpes inicios el rubio para el ojiazul era sólo el tonto, el patético, el inútil, el porrista y el mediocre perro Wheeler. Y había disfrutado mucho haciéndolo reñir para que le siguiera el juego, siempre había dicho que Joey era un inmaduro, pero pronto se dio cuenta que el inmaduro, el “niño” era él. Cuando de vez en cuando no podía conciliar el sueño antes de un duelo importante contra Yugi, solía divagar en el mismo tema: “Wheeler”. Aunque prefería que su Supremo Dragón Blanco Ojiazul se lo tragara antes que admitirlo frente a alguien, debía de aceptar que Wheeler no le desagradaba del todo, de hecho había cosas que le gustaban de él. Pequeñas situaciones que se habían dado entre ellos en el torneo de Ciudad Batallas habían hecho que comenzara a dudar seriamente sobre Joey, tal vez no era un mediocre ni un torpe, tal vez era persistente y cautivador pero… solo tal vez. Para cuando el torneo había acabado Seto tenía muchas cosas en que pensar y entre Dioses Egipcios, un pasado que se negaba a aceptar y cosas menores, había dejado pendiente la charla interna sobre el rubio. La aparición de Darzt fue un punto clave para él, ya que entre
todo el alboroto que causo Seto descubrió lo que cambio su vida: cuando el alma de Joey fue robada, por unos segundos dejo de respirar, sintió ganas de gritar y romperlo todo a su paso, de golpear a Joey por marcharse, pero más que nada sintió la necesidad de tenerlo a su lado. Y no para recalcarle su estupidez u ofenderlo por su derrota, sino para sujetarlo. Seto quería proteger a Joey y eso lo había asustado. Una excusa bien dada y pudo disfrazar su interés en el asunto. Joey regresó, pero Seto decidió por su propio bien distanciarse. May y Joey se traían algo y a él ¿Por qué debía de importarle lo que hiciera el perro? No tenía nada que ver con él. Se mintió. El último duelo del faraón; la batalla contra Bakura. Kisara y el Dragón Blanco Ojiazul ¿En verdad había amado tanto a Seth esa chica? ¿Tanto como para convertirse en su fiel protectora para siempre? Fueron demasiadas cosas juntas que se negaba a creer, y cuando el mundo estuvo en peligro decidió luchar porque no quería que todo terminara sin saber que era lo que le pasaba con respecto a Joey, después de tantos años el rubio seguía presente para él, tal como Seth para Kisara y el Ojiazul. Esa había sido la última gran aventura que Seto había tenido con su Deck; poco después y a punto de graduarse, la mayoría había dejado los duelos para concentrarse en los estudios… había que avanzar, ya no eran niños. Y Seto lo había notado. El crecimiento de Joey era exquisito; su cuerpo ya no era tan delgado, había obtenido masa muscular a pago de seguir en el equipo de football y su trabajo de medio tiempo como cargador. Dejo crecer solo unos pocos centímetros más su cabello siempre revuelto y su voz comenzaba a volverse un poco más grave aunque aún conservaba ese tono alegre e inocentón. Yugi y los demás también habían cambiado, incluso él, pero Joey… él se llevaba todas las miradas. Varios romances habían asomado a las puertas del rubio, pero Joey nunca duraba con alguien, nadie duro más de un mes puesto que él rubio las o los bateaba o misteriosamente la o él chico en cuestión desistía de repente o simplemente dejaba de asistir a la escuela. Para ese entonces Seto sabía por completo que ya no veía a Joey Wheeler como el mocoso inútil… ahora era un hombre, el hombre que deseaba y amaba y por el cual haría cualquier cosa. Nadie debía tocar a Joey, solo él tenía ese derecho pero no sabía cómo reclamarlo y verlo coquetear con otras u otros lo hacía enfurecerse y luego caer en cuenta de que dolía; dolía no tenerlo cerca de él. La graduación fue una pesadilla. ¿Era un adiós definitivo? Joey había hecho su mejor esfuerzo y había sido aceptado en la Universidad que quería, él obviamente había calificado pero en otra Universidad, Motou y Garden se iban a una pública y Taylor al parecer probaría suerte en el mundo laboral. La pandilla se iba a separar por lo que ese día no paraban de tomarse fotos en grupo y en pareja, él hacía lo propio accediendo a fotos con algunos profesores (sólo los que valían la pena) y claro, con Mokuba. La fotografía obligatoria con el director, la aburrida foto grupal y para variar todas las que Mokuba le hacía sacarse con esa panda de idiotas, estaba cansado de eso, sin
embargo accedió a tomarse dos fotos más, y eran esas las que conservaba con gran cariño. Aún recordaba la sonrisa que Joey le había robado aquel día, con aquel simple comentario se había sentido estúpidamente feliz y decidido… ya no había vuelta atrás, lo sabía. Lo que paso ese día no le era suficiente, el sentimiento que hacia arder todo su cuerpo no se apagaría con solo mirarle de lejos, pero tampoco se atrevía a dar el todo por el todo en ese instante. Ese había sido el inicio de un par de años agridulces; sin que el rubio lo imaginase siquiera Seto se hacía cargo de él. La beca, el alojamiento, trabajo seguro para su padre entre otras cosas, el ojiazul estaba al tanto de todo lo que su cachorro hacía o dejaba de hacer, quienes eran sus amigos y quienes querían llegar a ser más que eso. De estos últimos ninguno lograba su cometido por diversas razones y aunque para Seto esta debía de ser una clara advertencia para todos aquellos que osaran mirar siquiera a Joey, parecía que esta situación lo hacía incluso más deseable, sobre todo para cierto tipo que pese a todo no dejaba de perseguir al ojimiel. Desde aquel día había pensado lo mismo una y otra vez <
>. Pero ni él mismo sabía porque se acobardaba tanto al imaginarse frente al rubio a punto de confesársele. ¿Los rencores pasados? ¿El recuerdo de todas las humillaciones que le hizo pasar? ¿El hecho de ser hombre? O más importante aún ¿Ser Seto Kaiba? Lo último pesaba más que lo anterior puesto que siendo como lo es Joey, sabía que no era capaz de guardar rencor a nadie, él siempre tenía la mirada hacia adelante, y eso le hacía creer que su tiempo se agotaba. -Muy pronto cachorro… Dentro de poco serás solo mío. ¿Podría cumplirlo esta vez antes de que alguien le arrebatara lo que desde hace mucho consideraba suyo? Cerró los ojos con cansancio, las claras palabras que Joey le había susurrado en medio de una sonrisa flotaban en su mente. Tendría que ir a la Universidad a realizar el papeleo de costumbre; era uno de esos requisitos que no le importaba cumplir con tal de cuidar de Joey. -Hasta mañana cachorro. Dijo viendo la foto en el expediente del rubio y levantándose para salir del estudio. Tal vez muy pronto podría darle las buenas noches en persona. ************************************************************************ -¡Le digo que este es un favor muy importante! -Joey me encantaría cumplir tu petición, pero comprende que la identidad de nuestros benefactores se mantiene en confidencialidad. -¡¿Está tratando de verme la cara director?! Pregunto entre enojado y ofendido el rubio.
-Otros becados incluso trabajan para sus benefactores. ¿Me quiere explicar entonces por qué a mí nunca se me ha informado quién o qué empresa se hace cargo de mí? El director (que era un hombre de 35 años, de tez blanca y cabello castaño claro) suspiro y cerro sus ojos casi del mismo color que los de Joey. -Escucha Joey. Dijo tranquilamente. -Esta es una Universidad Privada, por lo cual nos adecuamos a las peticiones de los benefactores para el programa de becas, en algunos casos como el tuyo el benefactor prefiere mantenerse en el anonimato… cuando es así ni siquiera yo estoy autorizado para darte información. -Director, estoy a punto de terminar mi carrera, solo quiero agradecer el gesto que se ha tenido conmigo. -Joey en verdad lo siento, no puedo decirte nada hasta que el benefactor lo apruebe. -Entonces ¿Podría discutirlo con él? Pidió como último recurso. -Por supuesto, se lo comentaré. El hombre dio por terminada la conversación, Joey se retiró después de dar las gracias no muy contento con la situación. -En verdad que a mí también me gustaría saber porque Seto Kaiba se niega y prefiere estar en el anonimato. Dijo el director recostándose en su sillón mirando el techo. - Además, pudo haber actuado bajo el nombre de Kaiba Corp. Pero tomo la beca bajo su propio nombre, Seto Kaiba ¿eh?… Es una persona extraña. ************************************************************************ -¡Hey Joey! ¿Cómo te fue? Dijo alegremente Darren quien caminaba torpemente con dos vasos de café en sus manos. -Senpai. Respondió el rubio sin muchas ganas. -Parece que nada bien. Darren dejó caer su cuerpo de 1.84 en la banca donde Joey se encontraba desparramado y le extendió uno de los vasos. -Crema Irlandesa, como te gusta. Le sonrió mientras el otro tomaba la bebida agradeciéndole el gesto. -Comienzo a creer que me patrocina el Conde Drácula. Soltó el ojimiel después de un trago a su café. Darren rió fuerte, echando se melena negra recién cortada hacia atrás con su mano. -El corte te favorece, ya no pareces un buscapleitos. Acotó Joey. -Shizuka dijo lo mismo. Sonrió dando otro trago. -¡Ah! Hoy es el gran día ¿eh?! Canturreo Joey divertido. -¿Estas nervioso Senpai?
-Pues… de hecho estoy muerto de miedo. -No te preocupes Senpai Shizuka-san está totalmente enamorada de ti. -Pero ella es… tan amable y hermosa, es tan madura que comparado con ella yo paso por un crío de secundaria. Suspiró, pero Joey reconoció ese suspiro como uno de esos que suelta la gente enamorada. -Todo saldrá bien, mientras no arruines este aniversario como los otros dos. -¡Ah! ¡Nunca fue mi intención! Es que no se guardar secretos. Recriminó con un puchero. -Bueno entonces hazme el favor de mantenerte lejos de ella lo que resta de la tarde. Además ¡¿que no es hora de que nos vayamos yendo al club?! Preguntó levantándose. -Mmm, hoy no habrá club. Nos tomaremos el día libre. El pelinegro bostezo mirando hacia otro lado. -¡¿Qué?! ¡¿Y qué se supone que haga estas dos horas?! Gritó. -Podrías empezar por huir de tu príncipe latoso. -¿Duke?! Joey se sobresaltó al ver al ojiverde cerca de donde estaban, y como de costumbre parecía estar buscándolo. -Yo que tu corría. Pronuncio su Senpai monótonamente para terminar de beber su café. -Gracias por el café Senpai. Dijo tomando sus cosas. -Suerte con Shizuka-san, nos vemos el lunes. Y se marchó corriendo para mezclarse con los demás alumnos. -Darren ¿Has visto a Joey? Preguntó Duke cuando diviso al inglés. -Para nada. Respondió. -¡Diablos! Se volvió a escapar… Por cierto, ese corte te queda genial. -¿Verdad? ************************************************************************ -¿Quiere que lo acompañe señor? -No es necesario Rolland no voy a perderme. Bajó de la limosina y entro rápidamente a la Universidad. Ese año había comenzado a ir personalmente a realizar los trámites de la beca, antes lo arreglaba todo por teléfono por miedo a encontrarse con Joey, pero ahora desde que
el rubio había entrado al club de Fotografía podía ir sin ese temor ya que Joey nunca faltaba al club e incluso pasaba más tiempo del debido en ese lugar con su dichoso Senpai, al cual Seto no desaparecía del mapa sólo porque tenía como amante desde hacía más de dos años a una de las profesoras de la Universidad, y aunque siempre hacía el gracioso con Joey era más heterosexual que el mismo Casanova. Pero Duke Devlin era otro asunto, ese tipo le hacía perder los estribos sólo oír mencionar su nombre, tres años detrás de Joey y aún no comprendía que el rubio no quería nada con él. Estaba hartó de tener que oír siempre el mismo nombre cuando Yami le informaba. Ese era otro punto a resaltar ¿Cómo es que Yami había terminado trabajando para él? O peor aún ¿Cómo carajos el egipcio seguía ahí, siendo que se suponía había vuelto a donde fuera de donde había venido en primer lugar? (N/E: Aunque esta última expresión suene rara es correcta lo verifique con mi profesora.) Pero bueno, ese era un tema que para ser sincero ya no le interesaba, lo importante ahora era terminar ese pequeño papeleo y marcharse tan rápido como pudiera. Después de todo no estaba preparado aun y lo menos que quería era encontrarse con… -¿Kaiba? Se sorprendió al volver a pronunciar aquel apellido en voz alta después de tanto tiempo. Por su parte Seto se quedó fijo en su lugar sin saber si voltear o no. -¿Kaiba qué haces aquí? Cuestionó rodeando al castaño para quedar frente a él, aún sorprendido. -Wheeler. Dijo reuniendo todo su autocontrol para que la voz le saliera firme, como antes. El rubio soltó una risilla en honor al pasado. -Veo que no has cambiado, bueno físicamente estas mucho más… alto. Dijo como dudando de sus propias palabras. -Tú sigues igual de enano que es otra cosa. Joey observo como el otro bajaba la mirada para verlo con cierta arrogancia, igual que cuando iban al instituto. -¿Y se supone que esto es lo que haces? ¿Vagar en la Universidad en hora de clases? Señalo. -¿Ah? ¡No, no! Se apresuró a decir. -Es que tengo hora libre por que se canceló el club hoy. << ¡Maldición! Justo hoy>> Pensó el ojiazul. -¿Y qué haces tú aquí Kaiba? No me digas que vas a estudiar aquí ¿Tú ya terminaste la carrera no?
-Claro que no perro… además lo que haya venido a hacer no es de tú incumbencia. Seto dio un par de pasos con la intención de irse antes de que el rubio lo descubriera. -En serio que estas igual que antes. Sonrió el rubio cuando el ojiazul pasó de largo. -Pero me dio mucho gusto verte. Ambos se quedaron en silencio en cuanto el CEO ceso su marcha, Seto pensó si ese sería el momento adecuado. -¡Joey! Voltearon al oír el nombre del rubio y Seto endureció sus facciones al ver a Devlin acercándose con una estúpida sonrisa hacia ellos, en realidad sólo hacia Joey. -¡Demonios! Chilló el ojimiel al ver al pelinegro y por unos instantes se le cruzo por la mente esconderse detrás de Seto. -Vaya Kaiba, es la segunda vez que te veo por aquí. Los ojos entrecerrados del chico daban a entender que el comentario había sido lanzado como advertencia de que empezaba a sospechar. -Lo mismo digo Devlin. Respondió cortante, era cierto que hacia un par de meses se lo había topado ahí para su desgracia. - ¿No deberías estar en tu facultad en lugar de andar perdiendo el tiempo aquí? -¿Y tú no deberías estar encadenado a tu empresa? Seto solo carraspeo en respuesta. -¡Oigan oigan, alto al fuego! Interrumpió Joey. -¿Qué les pasa? Seto simplemente siguió su camino dejando a los otros dos parados. -¿Qué es lo que traen ustedes dos? Preguntó Joey. -¿Y cómo está eso de que habías visto a Kaiba aquí antes? Duke miro a Kaiba entrar al edificio principal y le dio muy mala espina. -Olvídalo Joey. Quería verte para invitarte a una fiesta el sábado por la noche. Volvió a concentrarse en el rubio al ver la cara que ponía. -Duke ya hemos hablado de esto, yo no… -Es sólo en calidad de amigos. Se adelantó a decir extendiéndole la mano a Joey que la vio dudoso unos segundos debido a la mirada suplicante del pelinegro. -Sólo por un rato. Dijo estrechándole la mano. -Y en calidad de amigos. Dejo bien claro. Odiaba su debilidad de no poder dar un NO como respuesta.
************************************************************************ Maldijo una y otra vez al imbécil de Devlin, y maldijo aún más su estupidez al dejarlo solo con el cachorro. Eso no estaba bien; de nuevo estaba volviendo a lo de antes con Joey, incluso cuando el rubio se había portado en verdad alegre de volverlo a ver. ¡Maldita sea mil veces su estupidez! Pero es que Joey lo incitaba a portarse así, a platicas agresivas en las que cada gesto hecho por el rubio lo excitaba de sobremanera. -Con el director Masami. Incluso había vuelto a su actitud de antaño. Se sentía revitalizado de cierto modo; su sangre cosquilleaba como no lo había hecho en años. Definitivamente Joey era alguien que le devolvía a la vida. -En seguida señor Kaiba. Contesto la secretaria nerviosa. El chico generalmente tenía una actitud seria pero hoy parecía más bien arrogante y distante. -Adelante por favor. Se apuró a decir para que no fuera a impacientarse el castaño. ************************************************************************ Se sentía tonto, molesto y avergonzado. ¡Diablos! Bien merecido se lo tenía por ser un cabezota y aceptar la invitación de Duke. Una vez más cerró los ojos con furia imaginándose así mismo ahogando al ojiverde en la gran ponchera que tenía delante, sonrió cuando en su mente Duke dejó de moverse y su frustración y enojo cesaron. -¿Ara? Tu eres el… “amigo” de Duke ¿verdad? -¿Ah? Hai. Delante de él se encontraba una chica castaña de ojos oscuros. -Qué desconsiderado de su parte dejarte solo y a merced de otros. Joey parpadeo confuso. Es peligroso dejar a un chico como tú con gente como está. Frunció el entrecejo al comprender la sutil ofensa que ella le había hecho, apretó los labios dispuesto a regresar la indirecta, sin embargo sus palabras no lograron abandonar su boca antes de que los brazos de Duke lo pegaran a su cuerpo por la cintura. -Rika ¿estas tratando de seducir a Joey? Sonrió. -Mmm… ¿hay algo de malo en eso? ¿Acaso lo rentaste y no lo quieres compartir? Soltó mordaz la castaña. Joey enrojeció debido a aquellas palabras. -No, pero él es solamente mío. Afirmo igual de agresivo el pelinegro. Se apartó enojado sorprendiendo a los otros dos. Ni siquiera miro a Duke, camino a zancadas hacia la salida de aquella ridículamente enorme mansión… ¡Por Dios, su departamento entraba dos veces en el baño de esa casa! Además, Duke había dicho que era
una fiesta casual… ¿Por qué rayos todos iban vestidos como si fueran a una pasarela? El camino empedrado hasta la enorme reja lo hacía trastabillar a momentos, carraspeo al oír la voz de Duke detrás de él pero solo se detuvo cuando estuvo frente a la reja y el guardia lo miro dudoso. -¡Joey, espera! No te vayas. -Mira Duke, esto no es lo que habíamos acordado. -Lo sé, fui un tonto, es solo que me deje llevar por sus provocaciones, lo siento. -Esto fue un error de mi parte. No te molestes me voy a casa. El guardia (que discretamente había estado presenciando la escena) se movió para abrirle al rubio. -Joey, al menos déjame llevarte a casa. -Puedo ir solo no te preocupes. Salió de ahí rápidamente, el guardia lo miro unos segundos antes de cerrar la reja (tal vez creyó que Duke iría tras él) y finalmente regreso a su puesto. -¡Carajo! ¡La volví a cagar! Gritó frustrado poniéndose en cuclillas. El hombre uniformado no le prestó mayor atención y volvió a lo suyo. No era la primera vez que veía algo como eso en esa casa; los jóvenes eran tan impulsivos que ya estaba acostumbrado. ************************************************************************ -Estoy bien no tienes por qué estar preocupándote siempre… Todo normal en la empresa y sí, estoy descansando bien. Deja de actuar como si fueras el hermano mayor, es sábado por la noche, sal a divertirte como el puberto que eres. Sonrió de lado; divertido por todas las quejas de su hermano, con lo que no contaba era que la pequeña “Mata negra” también sabia como molestarlo. -Ah y ¿qué paso con Joey hermano? Su voz con un tono divertido atravesó los oídos de Seto. -¿Por fin tuviste el valor para declarártele o todavía sigues esperando que regrese para quitártelo? Este último comentario lejos de hacerlo reír como a Mokuba, lo puso incomodo puesto que aun recordaba el día en que Mokuba le había confesado que por mucho tiempo Joseph Wheeler, SU cachorro, había sido su amor platónico así como el dueño y protagonista de sus poluciones nocturnas o comúnmente dicho “sueños húmedos”. -Seto ¿cuándo piensas actuar? Joey no estará esperando por ti toda la vida.
-Lo sé. Cuando sea el momento adecuado. -Estas envejeciendo ¿sabes? Bromeó -Aún me quedan fuerzas para darte un par de nalgadas. Dijo siguiéndole el juego. -Mejor dáselas a Joey. Rió fuerte y claro y Seto escucho una voz llamando a Mokuba. -Voy a divertirme como puberto, deberías hacer lo mismo, al menos sal a caminar un poco, es malo estar todo el tiempo encerrado… ¿lo harás? -Lo haré, cuídate y felicidades por tú reconocimiento académico. -Vale, te quiero hermano… ¡ánimo! Seto colgó, se estiro en el sillón de manera gatuna (algo que sólo Mokuba había presenciado antes) pensó en encender la laptop y adelantar algo de trabajo pero francamente no tenía ganas de hacer cuentas ni presentaciones. -Salir a caminar ¿eh? No es mala idea. Lo medito unos segundos; el aire fresco y estirar las piernas le harían bien. Tomó su gabardina negra y salió de la mansión. Uno de los escoltas se ofreció a acompañarlo pero le dejo bien claro que iría solo. En realidad, bajar la colina que llevaba a la mansión era relajante; acababa de descubrirlo. Una refrescante brisa comenzaba a soplar haciendo que el sonido de los árboles agitándose acompañara su andar. Casi al final de la zona residencial había un parque bastante bien cuidado para el cual todos los residentes habían aportado (n/e: obviamente dinero, aquí no es de llevar un arbolito XD); ocupaba casi dos hectáreas y tenía canchas, gradas, juegos, jardines y un laberinto de rosales en la zona este. Cuando Mokuba era más pequeño le encantaba esconderse de Seto en ese lugar, el ojiazul recorría todo el laberinto buscando a su ototo y al final terminaban Mokuba riendo y él descansando a su lado en el césped. -Tiene mucho que no visito ese lugar. Abrió el collar con la foto de Mokuba; aun era un niño cuando la habían tomado, pero no había mucha diferencia con el Mokuba de ahora. Recorrer ese laberinto una vez más seria nostálgico… recordar buenos momentos. ************************************************************************ -Dios Santo ¿cuánto me falta para salir de este lugar? La calle parecía no tener fin y no recordaba muy bien el camino porque habían llegado en el coche de Duke, solo sabía que debía encontrar la caseta de vigilancia para salir de ahí. -Tanta casa lujosa me da miedo T-T, además está empezando a hacer viento y yo no traigo abrigo, me voy a congelar. Froto ambas manos y luego de que estuvieran calientes froto sus brazos con ellas friccionando contra su piel la tela de su camisa para conseguir más calor. Un auto se estaciono cerca de donde se encontraba, volteo al escuchar el ruido del motor porque literalmente las calles de ese lugar estaban desiertas a esa hora. No dejo de caminar
pero disminuyo el paso cuando noto que los cinco sujetos que habían bajado del auto lo seguían más cerca de lo que le gustaba. -Oye, no eres de por aquí ¿verdad? Pregunto uno de ellos; el único pelinegro. -¿Estás perdido? Joey miro de reojo. <> Pensó. <<Sí me lío con él no saldré intacto, además están los otros 4>> -¿Quieres que te llevemos? Acompaño otro; más bajo que él pero con bastante cuerpo. Los otros rieron y siguieron caminando tras Joey. -¡Oye! ¡Te preguntamos si estás perdido! Repitió el pelinegro en tono más agresivo. -¿Y qué si lo estoy? Joey se paró frente a ellos tratando de parecer amenazante. -¿Hay algún problema con eso? -Vamos hombre, te estamos ofreciendo llevarte a dónde vas. Sonrió un pelilargo saliendo de entre los otros. Joey se lo quedo mirando; lo había visto en algún lugar pero no recordaba ahora. -No es necesario, gracias. Se dio la vuelta y comenzó a andar. -Verás, el punto es que no aceptaremos un no como respuesta. Enojado Joey se volteo sólo a tiempo para retroceder un poco y poder defenderse de los 2 tipos que se le venían encima. -Jajaja… par de idiotas. Rieron los otros 3 al ver que el rubio se las apañaba para golpear a sus compañeros sin ningún problema. Y es que Joey no podía negar la cruz de su parroquia; tantos años haciéndola de pandillero con Tristan le habían dejado bastante experiencia pero seguía sin saber buscarse problemas. -Vaya, el angelito se nos convirtió en demonio. Rió el pelinegro. -Creo que es hora de pasar al plan B. Joey respiraba agitado, no tenía golpes visibles pero los puñetazos en su abdomen dolían, estaría en problemas si los otros se metían en la pelea. Un sonido metálico le llamó la atención; dos tubos golpearon el piso y rodaron hasta los pies de los sujetos que trataban de golpearlo.
-Rika tenía razón, eres una molestia para nosotros. Escupió con rabia el pelilargo sosteniendo un tubo entre sus manos. <<¿Rika?>> De golpe recordó todo. <<Esa chica… no puedo creer que ella, pero ahora recuerdo, este tipo estaba en la fiesta>> -Parece que vamos a tener que enseñarte cuál es tu lugar basura. Insistió. -No te creas la gran mierda sólo porque el imbécil de Devlin esta encaprichado con tener tu culo. -Oye oye no seas tan grosero con él. De hecho a mí no me desagrada para nada. Sonrió el pelinegro mirando a Joey, éste retrocedió unos pasos al ver la cara de aquel sujeto. -¡Che! Tienes unos gustos bastante raros, ¿qué es lo que quieres decir con eso? -Bueno, si lo que Rika-chan quiere es castigar a este angelito yo puedo encargarme de ello. Sonrió. -¡Váyanse a la mierda! Gritó Joey cabreado a lo que los otros dos (el pelinegro y el de pelo largo) rieron. -Está bien, haces lo que quieras con él pero después nos dejas molerlo a golpes. Dijo el pelilargo. -Claro, no tengo problema con eso. << ¡Carajo! Estoy en problemas>> Sabía que estaba frito si se quedaba ahí a esperar que le rompieran la cara, así que optó por hacer lo que cualquier persona con cerebro haría… corrió tan rápido como sus piernas le permitían. Corrió con sus nuevos amigos tras él. Al menos si sobresalía en algo era en que corría como si el diablo lo persiguiera; su paso por el equipo de football le había dado una buena condición física pero ya llevaba corriendo más de 10 minutos sin saber siquiera a donde se dirigía. Bueno tampoco era como si tuviera tiempo de ponerse a pensar a donde correr; estaba completamente perdido en aquel lugar. Por ahora le preocupaba más el que no lo alcanzarán. Cuando miró hacia atrás notó que sólo iban tres tipos tras él. No sabía qué había pasado con los otros dos y tampoco quería saberlo porque el pelinegro venía pisándole los talones y aunque no llevaba un tubo consigo era seguro que lograría derribarlo. -¿Por qué tardan tanto esos idiotas? Preguntó el pelilargo a su amigo que jadeaba por el cansancio al igual que él. -Sólo iban por el auto. Dijo enojado. Joey trato de correr más fuerte. Ya no podía. Brincó un arbusto con dificultad esquivando las bancas que encontraba en su camino, necesitaba esconderse hasta que esos tipos se cansaran de buscarlo, en la situación en la que estaba dudaba mucho que pudiera enfrentárseles aunque ahora sólo fueran dos; el pelinegro y el sujeto de pelo largo, quienes
lo perseguían. Al parecer los otros se habían quedado en el camino tal vez por el cansancio, había sido una carrera de resistencia y la suya casi llegaba a su límite. Atravesó casi todo aquel parque en cual acabo sin saber cómo. Las gradas le habían servido de escondite temporal pero de sorpresa el chico pelilargo lo había descubierto y tuvo que volver a correr hasta casi el final de las canchas donde los muros de rosales se levantaban formando una figura peculiar que reconoció cuando estuvo frente a la entrada. -¿Un laberinto? Por unos segundos se quedó quieto, al oír los pasos de los otros entro rápidamente sin saber que había cavado su propia tumba, después de todo, aquello era un laberinto que le dejaba encerrado junto a sus dos perseguidores. ************************************************************************ La pequeña brisa había cesado. El silencio de sus recuerdos fue interrumpido por pasos que se oían muy cerca de donde él estaba. Después de unos cuantos gritos escucho un ruido sordo y un quejido. Bufó molesto; seguro algunos estúpidos teniendo una riña. Eso era todo, le habían jodido la noche y el paseo. Estaba dispuesto a marcharse de ahí cuando escucho una voz muy familiar para él. -¡Maldición! ¡Suéltame maldito enfermo! Gritó el rubio lanzando patadas al pelinegro que le agarro de mala gana las piernas algo molesto. -Mira angelito podemos hacer esto por las buenas y menos doloroso o por las malas y más placentero para mí. Sonrió. -¡Vete al carajo! ¡Suéltenme ahora mismo bastardos! Como respuesta recibió un fuerte golpe en el costado de la cabeza con el tubo que tenía en su mano el pelilargo que lo sujetaba de los brazos en el piso. -Oye te dije que no fueras agresivo, no quiero que se vaya a desmayar antes de que me divierta con él. Abrió las piernas de Joey de un tirón y se coló entre ellas. -¡Púdrete mal nacido! Joey escupió la cara de aquel sujeto con asco, consiguiendo que éste le tomara fuertemente del mentón y lo obligara a abrir la boca para poder meter su lengua en esta e iniciar un beso forzado que el rubio se negaba a corresponder. Sintió entonces que sus piernas eran liberadas y sus caderas jaladas de golpe hasta chocar con la pelvis del pelinegro que como si fuera lo más normal del mundo restregaba su naciente erección contra la entrepierna de Joey. Trato de alejarse pero el pelilargo lo sostenía muy bien y empujaba más su cuerpo al del otro chico. -Apresúrate a hacerlo, recuerda nuestro trato. Le dijo. -Claro, no seas tan impaciente. Espero que no te moleste pero no tengo un condón conmigo. Informo con una sonrisa en su cara a Joey. - ¿No te molesta verdad? Repitió arrancando
con violencia los botones de la camisa de Joey. -Voy a matarte desgraciado. Su mirada expresaba ira, enfado, rabia y humillación. Aun a cuestas de que no podía escapar no dejaba de moverse para tratar de liberarse. Grito de dolor, la mordida que estaba recibiendo en la clavícula lo hizo retorcerse para quitarse al sujeto de encima, el aire le abandono cuando el sonido del cierre del pantalón del pelinegro llegó hasta sus oídos junto a los gemidos que el muchacho soltaba mientras su mano recorría su propio miembro erguido y su boca buscaba algo en el pecho del rubio. El pelilargo se carcajeo de aquella situación diciendo cuanta cosa se le venía a la mente para insultar al ojimiel. Joey quería llorar; estaba bastante enfadado y sí… asustado. Trato de concentrarse en otra cosa; en el aroma de los rosales, el viento que comenzaba a calar en su piel, el sonido de los pasos cerca de ahí. <<Pasos>> Pensó Joey abriendo los ojos. <> Sus pantalones fueron hacia abajo con todo y bóxer. Se desesperó, grito y forcejeo salvajemente ganándose otro golpe esta vez del pelinegro justo en el estómago, dejándolo sin posibilidades de seguir gritando o moviéndose siquiera. Sus caderas fueron estrujadas cruelmente y sintió el peor dolor de toda su vida cuando el moreno sin ningún cuidado lo penetro. Gritó casi sin aire y cerró los ojos esperando que todo terminara. Repentinamente su cuerpo callo al césped junto con el tubo de metal. El sonido de golpes y gritos llegaba hasta sus oídos como un eco distorsionado. Soltó otro quejido cuando el pelinegro abandono su cuerpo tan bruscamente como había entrado y sus piernas cayeron con pesadez. No sabía que pasaba, no veía bien y sus oídos parecían atrofiados. Respiró profundo y se colocó los pantalones comenzando a levantarse, su cuerpo choco con otro y logro escuchar la voz alterada de alguien. -¡Aléjate de él maldito! Gritó Kaiba tomando al moreno de la camisa para golpearlo en el rostro. La sangre resbalaba por su ceja a causa de uno de los golpes del moreno, pero estaba tan perdido en su ira que no le prestaba atención a nada. El pelilargo yacía tendido a poca distancia de ahí; Seto después de correr por todo el laberinto y encontrar aquella escena había golpeado con su pierna la cara del tipo y después tratando de desquitar su ira lo había pateado hasta que al parecer este perdió el conocimiento. El pelinegro tardo en procesar lo que sucedía y vio cómo su amigo era golpeado por el castaño, salió del rubio y como pudo subió su pantalón y tomo el tubo para golpear a Kaiba en la espalda, de una patada el ojiazul lo había empujado hasta chocar con el cuerpo de Joey que comenzaba a levantarse. Joey busco apoyo para ponerse de pie, su vista estaba desenfocada, las figuras delante de él parecían borrosas a momentos pero ahí estaba él, el maldito que lo había humillado como nunca en su vida. Sus piernas le respondieron casi de inmediato y se lanzó contra el moreno
que acorralado en la pared de rosales recibió el certero puñetazo de Joey en la cara. Seto se apartó al ver al rubio correr hacia ellos pero cuando el tubo dio lleno en la cabeza de su cachorro se apresuró a quitarlo del medio y quitarle el tubo al pelinegro. Golpeo su costado con el metal y el cuerpo cayó al piso entre gemidos de dolor igual que el de Joey que medio consiente miró como una y otra vez aquel hombre golpeaba al pelinegro en todo el cuerpo con aquel objeto de metal gritando algo que no comprendió muy bien porque su conciencia comenzaba a abandonarlo, le dolía la cabeza. El chico a sus pies convulsiono y vio la sangre mezclarse con el verde césped. Respiró agitado con el tubo en sus manos dirigiendo la mirada aquel cuerpo. Los pantalones estaban desabrochados. Pateo con furia el cuerpo inmóvil y volvió a golpearlo con el tubo que se encontraba en su mayoría cubierto de sangre. -¡Él es mío! ¡Sólo mío cabrón! ¡Nadie más puedo tocarlo! Gritó varias veces hasta sentir que su cuerpo se relajaba. Dejo caer el tubo y su mirada fue directo al cuerpo de Joey, sonrió cuando vio que su rostro se veía hermoso mientras dormía. -Mío, tú eres solo mío Joey. ************************************************************************ -¿Se encuentra bien señor? El escolta corrió hasta Kaiba que cargaba a Joey entre sus brazos inconsciente. -¿Por qué rayos tardaste? Preguntó enojado. -Lo siento, ¿está usted herido? Dijo viendo la ropa manchada de sangre del castaño y su ceja abierta. -Llama a Rolland, dile que es urgente que traiga a sus hombres de más confianza y hasta que no venga no dejes que nadie entre aquí. El escolta personal de Seto lo miro confuso, quería preguntar sobre el chico entre sus brazos, sabía quién era por obvias razones pero ¿Qué estaba haciendo ahí y mal herido? Pero sabía que con su jefe era mejor callarse y obedecer. -¿Cuáles son sus órdenes para cuando llegue? -Dile que se deshaga de todo y vaya a hablar conmigo después. Seto comenzó a caminar hasta el auto negro donde lo esperaba otro escolta. -No es necesario decir que nadie debe enterarse de esto. Miró al hombre que asintió en total silencio y marco el número de Rolland mientras el CEO se marchaba de ahí. ************************************************************************ Rolland estaba como cada sábado en Kaiba Corp. Era su trabajo entregarle un informe a Seto sobre lo que Yami había hecho durante la tarde puesto que él solo trabajaba hasta medio día por cuestiones personales (Mokuba lo llamaba cada sábado por la tarde para asegurarse de que estuviera en casa y no en Kaiba Corp.). Salió de inmediato cuando estuvo
enterado y como le fue indicado llevo a tres hombres de confianza. El escolta lo vio aterrado cuando arribo un poco retrasado pues tuvieron que esperar en la entrada de la lujosa zona residencial a que uno de los vigilantes tranquilizara a tres chicos que según les había comentado estaban arrestados de mientras por fumar marihuana en su auto y ahora gritaban desvaríos sobre atrapar a un sujeto y molerlo a palos con los tubos metálicos que les habían decomisado. Rolland caminó a prisa para saber la situación. -Esto es bastante serio. Dijo el escolta. -Creo que estamos metidos en un problema. El hombre de edad no espero más y entro al laberinto caminando con la seguridad que los años al servicio de los Kaiba le brindaban. Al llegar casi a la salida del lugar su nariz se infesto de un olor repugnante, sus ojos se abrieron sin poder creer lo que veía. Trago saliva y su mente comenzó a buscar posibles explicaciones lógicas que se derrumbaron cuando el hombre a su lado le dijo lo que Seto había ordenado que hiciera. -¿Qué demonios paso aquí? Se preguntó para enseguida comenzar a planear como resolver todo aquello. No tenían mucho tiempo, las rondas de vigilancias casi volvían a comenzar y tenía un chico inconsciente respirando con dificultad por la nariz rota, aunque ese no era su mayor problema; el verdadero problema era el chico pelinegro casi irreconocible que estaba tumbado junto a él, el mayor problema para Rolland era deshacerse de su cadáver antes de que alguien se enterara de todo eso.