El Nacimiento De Una Nación España J Macro

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J. M agro

Ediciones ESPARTA

EL NACIMIENTO DE UNA NACIÓN ESPAÑA EN ÉPOCA VISIGODA Y MEDIEVAL De provincia del Imperio a la primera nación europea

J. Magro Diseño de portada: Maquetación: Estudio Esparta Ediciones Esparta, 2018 ©). Magro © Ediciones Esparta impreso en España

“ E sp a ñ a

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E stado

d e la

E uropa

MODERNA EN HABER ADQUIRIDO DESDE EL SIGLO V II, EL ESTATUTO de

N a c ió n ” .

Suzanne Teillet, Des Goths á la nation gothique: Les origines de 17dée de nation en Occident du v* au viie siécle., Les Bel les Lettres, Collection Histoire, 1re édition 1984, p. 636.

“D e sd e

l o s p r im e r o s m o m e n t o s h a st a el fin a l d e la l a r g a

LUCHA SOSTENIDA POR LOS REINOS CRISTIANOS CONTRA EL SEÑORÍO DE LOS ÁRABES EN LA PENÍNSULA, DURANTE CERCA DE OCHO SIGLOS, LA PALABRA ESPAÑA APARECE LIGADA, ESTRECHAMENTE, A LA IDEA DE RECONQUISTA. E n ESTE ASPECTO, ESPAÑA DESIGNA EN nu estra to

E d a d M e d ia

el á m b it o d e u n a

R e c o n q u ist a

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O TÉRMINO ÚLTIMO DE LA MISMA. N O ES, PUES, POSIBLE ENTEN­

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E spa ñ a

sig n if ic a pa ra l o s c r is t ia n o s m e d ie v a l e s

SIN ACLARAR ESA CONEXIÓN ENTRE ESPAÑA Y LA EMPRESA HISTÓRI­ CA QUE EN ELLA SE DESENVUELVE Y QUE LA POSTULA COMO SU PRO­ PIA META” .

J. A. Maravall, El concepto de España en la Edad Media, Madrid, 1997, p. 249.

“E n t r e

t o d a s l a s t ie r r a s d e l m u n d o

E spanna

a u n a estre-

MANCA DE ABONDAMIENTO ET DE BONDAD MÁS QUE OTRA TIERRA n in g u n a

(...) ¡A y E s p a n n a ! n o n

a leng ua ni engenno que pu ed a

CONTAR TU BIEN...” .

Alfonso X el Sabio en su “Estoria de Espanna”, siglo XIII.

A lfo n s o

VIII, r e y

d e C a s t i l l a c u a n d o s e a p a r tó “c o n l o s de

A ragón e t p o r to g a le s e s e t g a l l e g o s e t a s t u r ia n o s ” d e lo s DEMÁS COMBATIENTES EUROPEOS EN TOLEDO; Y LES DIJO AQUELLO! " A m ig o s , t o d o s n o s s o m o s e s p a n n o l e s , e t e n t r á r o n n o s lo s MOROS LA TIERRA POR FUERZA ET CONQUIRIÉRONNOSLA, ET EN POCO EST1DIERON LOS CRISTIANOS QUE A ESSA SAZÓN ERAN QUE NON FUE­ RAN DERRAYGADOS ET ECHADOS DELLA” .

Alfonso VEH en los días predecesores a la batalla de la Navas de Tolosa, en la Estoria de España mandada escribir por el rey Alfonso X al Primado de Las Españas el navarro Rodrigo Jim énez de Rada.

INDICE

Un prólogo a modo de advertencia..................................... El origen etmológico y del nombre del concepto de España ¿Que es España?.................................................................... España en época romana....................................................... España en época visigoda..................................................... España bajo la ocupación..................................................... España en la Edad Media I.................................................. España en la Edad Media II................................................ Anexos.................................................................................. Bibliografía...........................................................................

UN PROLOGO A MODO DE ADVERTENCIA

España vive un momento crítico. La pérdida de su soberanía o el borrado de sus tradiciones por el cosmopolitismo de la indus­ trialización. El declive demográfico y la reducción de la juventud española. La despoblación del ámbito rural, la emigración del campo a la ciudad o los grandes movimientos globales de pobla­ ciones como la inmigración masiva alóctona procedente de ámbi­ tos o países no castellanos y/o extraeuropeos. También España adolece desde hace tiempo una decadencia anímica con el advenimiento del Estado de las Autonomías y la aparición de nacionalismos disgregadores que crean o recrean límites políticos ficticios o territorios excluyentes. Además lo asombroso es que haya españoles que no perciban como una nación a España, una nación reconocida como tal por las demás naciones reconocidas como tales, en un asunto en el que lo más importante es el reconocimiento internacional y no que algunos o bastantes indígenas peninsulares mayoritariamente lo afirmemos una y otra vez o nos autoidentifiquemos como españoles o con España con mayor o menor grado. Así, según la autorizada opinión, muchos hablan de que el actual Estado espa­ ñol es un Estado plurinacional, un término más confuso aún que

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J. M agro

(sean cuáles sean esos territorios, dado que los nacionalistas los imaginan como quieren). Además territorios cuya población tiene mayoritariamente diversos orígenes geográficos de toda España. Donde, actual­ mente los españoles nunca, o al menos desde época medieval, habíamos estado tan mezclados de diversos territorios formando familias; castellanos que se casan con asturianas, navarras con andaluces, gallegos con madrileñas, catalanes con andaluzas, valencianas con leoneses etc. alcanzado sus máximas muestras en el País Vasco y Cataluña actuales. Porque España es precisa­ mente eso, un proceso histórico y su etnogénesis, pese a que algunos en España, que basan gran parte de su argumentación en una jerga nacionalista o mitos historiográfícos que a día de hoy han prescrito, cuyo rigor y exigencia científica deja que desear. Por desgracia, muchos de los adeptos a los axiomas y postulados seudoetnicistas carecen de faceta crítica y defienden postulados con una vehemencia, hasta hay que subrayarlo, obsesiva. Una prueba de los que defienden la “plurinacionalidad” de España, son el ejemplo de algunas regiones que algunos mani­ fiestan como naciones, con respecto a estos territorios el profesor Besga, afirma que por ejemplo los “parlamentarios de Podemos elegidos en la Comunidad Autónoma de Euskadi, cuyos lugares de nacimiento son los siguientes: tres de Guipúzcoa, dos de Vizcaya, dos de Valladolid, dos de León, uno de Córdoba y otro de Madrid (“rompeolas de las Españas”, que deshace el empate); esto es cinco vascos y seis no vascos). El hecho es más notable si se tiene en cuenta que sólo dos de los parlamentarios de los demás partidos políticos no han nacido en el País Vasco, uno en Miranda de Ebro, que está al lado, y el otro en Caracas, con la cir­ cunstancia de que ambos tienen apellido vasco. Indudablemente un fenómeno así no se habría llegado a ser posible si no existie­ ra una realidad llamada España, de la que parecen no haberse dado cuenta precisamente esos parlamentarios que se han benefi­ ciado de su existencia.

EL ORIGEN ETIMOLÓGICO Y DEL NOMBRE DEL CONCEPTO DE ESPAÑA Se ha escrito mucho sobre el significado de la palabra Hispania. Se le ha otorgado un origen fenicio como “tierra de conejos”. Pero la última raíz tiene un origen latino que significa­ ría “tierra o país” como Britania, Germania... La palabra Hispania consta, como la mayoría de las palabras, de una raíz y uno o varios sufijos. Sufijos claramente latinos de esa palabra so -i- (de valor adjetival) y -a-, (de género gramatical femenino). Pertenece con seguridad a la raíz el segmento Hisp- Y por su parte la -n- que intermedia entre lo uno y lo otro podría ser o bien parte de la raíz o bien parte del sufijo, según cual sea real­ mente la etimología. Si se hace partir de span- pertenecería a la raíz mientras que si se parte de isp- sería parte del sufijo. Las eti­ mologías propuestas para Hispania son dos. En primer lugar la que se basa en una raíz semítica con significado de “conejo'' y que tiene como apoyo real o supuesto el hecho de que efectiva­ mente a los romanos les llamó la atención la abundancia de esos animales en nuestro país. No es inverosímil en si mismo poner un topónimo de esas características a una tierra, como ocurre con la actual isla de Conejera o con Cabrera. Pero según otros, y sin salir del ámbito semita, Hispania sería

J. M a g r o

el nombre puesto a la península por los navegantes fenicios del Mediterráneo y significaría “Tierra del Norte”, lo que efectiva­ mente resultaba ser desde su perspectiva. Los romanos habrían tomado el nombre, tanto si la correcta es la una como si es la otra etimología, de boca de los cartaginenses con quienes combatieron en y por Hispania. Por su parte los grie­ gos llamaron a nuestra península Iberia que significa “la tierra del río Iberos” (Iberos = el Ebro actual). En mi opinión sobre esas tres etimologías diría que la de Iberia = tierra del Ebro es segura. En cambio ninguna de las otras dos para España puede darse por tal, y personalmente rechazo ambas1. Lo único que sabemos es que fueron los romanos quienes die­ ron el nombre definitivo a la Península Ibérica definitivamente hace casi aproximadamente 2500 años con el nombre de España en su grafías latinas: Hispania, Ispania o Spania y es como se conoce actualmente a nuestro país en todos los idiomas moder­ nos: Spain, Spanien, Espagne, Spagna, Spanyolország, Spanélsko, Spanija, Spanien, ápanielsko, Spanija, H ispaania, Ispanija...

1 Existe otra hipótesis completamente desde el indoeuropeo propuesta. Recientemente, Enric Cabreja ha propuesto esta hipótesis autóctona que afir­ ma que el nombre de España se origina de “Ispania”, siendo éste el nombre original que dieron los íberos a su país. fSnric Cabrejas por cuestiones etimo­ lógicas, morfológicas y fonéticas considera a los íberos integrante de un ethnos proto-griego, entiende éste como indoeuropeo.

El

nacim iento d e una nación

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Tá sé seo Spáinn Ta sé seo Eire

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Leithinis Is é seo an Stát na Spáinne ann cheana

Is é seo an Stát re a th a na hÉireann

A tír go líonann an chuid is mó na Spáinne

A tír go líonann an chuid is mó d'Éirinn

Espanha e o Reino da Espanha

é o mesmo! Portugal também é Espanha

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J. Magro

14

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¿QUE ES ESPAÑA?

España es un concepto geopolítico que abarcó la totalidad de la Península Ibérica en el pasado y que supera el marco de la pro­ pia Península actualmente. En tomo a este corónimo que Roma legó a la Península Ibérica dándole nombre en tomo al cual, siglos después, se organizó un auténtico programa político (por una Heerkónigtum germánica de los Balthos visigodos). España conoció periodos de sometimiento político a estructuras de poder orientales/africanas o europeas y periodos de independencia, periodos de fragmentación y periodos de unidad completa o incompleta.

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ESPAÑA EN EPOCA ROMANA

ANTECEDENTES EN ÉPOCA IMPERIAL «Nadie ama a su patria porque es grande, sino porque es suya». Séneca Epístolas, 66, 26.

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J. M acíro

LA NACIÓN HISPANA DURANTE EL IMPERIO Hidacio en su Crónica II, llama al emperador Teodosio I his­ pano de nación, oriundo de la provincia de Gaílaecia y nacido en Cauca. La expresión nación hispana aparece en 5 inscripciones. A un retiario. Marco Ulpio Arancinthro se le llama de nación his­ pana. la inscripción se halló en Roma; al igual que al tracio Quinto Vettio Gracilis. la inscripción se encontró en Nemeusus; que a Casio Apuleyo Diocles agitator, la inscripción se descubrió en Praeneste, y que Tito Julio Urbano, soldado de la Legión VII Gemina Félix, donde sirvió durante 26 años. La inscripción se halló en Bondeno (Venecia e Istria). Los tres primeros son perso­ nas dedicadas a los espectáculos.

Los emperadores hispanos. Trajano (98-117), Adriano (117-138), Marco Aurelio (161-181), y Teodosio (378-395).

Los tres primeros emperadores de la imagen pertenecen, al menos por línea paterna, a tres familias de emigrantes itálicos asentados en la zona de la Bética desde tiempos antes del cambio de Era. Trajano y Adriano están vinculados con la ciudad de Itálica, la colonia romana fundada muy cercana a la ciudad de Sevilla. Por el contrario Teodosio había nacido en Coca en la pro­ vincia de Galicia de esa época en el seno de una familia de vie­ jas raíces indígenas. Teodosio I fue el último emperador romano que, aunque no se prolongó mucho en el tiempo, gobernó en un Imperio unido

El. NACIMIKNTO Í)F UNA NACIÓN

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como jamás antes había estado en extensión. Los españoles actuales, descendientes de los provinciales hispanos, tenemos motivos para estar orgullosos. Ya en el siglo V, el historiador y teólogo Paulo Orosio natural de Braga, a propósito de la dureza utilizada por Roma para asen­ tar su poder, dijo lo siguiente, «edat Hispania sententiam suaml», es decir «¡Que dé España su opinión!», lo que supone que con el término citado alude a un territorio pero también a la comunidad asentada en el mismo que como veremos en las siguientes páginas fue una comunidad histórica, étnica y política que en palabras del profesor Besga Marroquín que “España no fue un mero concepto geográfico en la Edad Medida. Desde el principio, Hispania tuvo un contenido humano, que implicaba la existencia de una comunidad dotada de una identidad, tanto entre hispanos como entre extranjeros. Por eso, tras la desapari­ ción del impero romano de occidente, España pudo convertirse en un proyecto político, como se testimonia tanto en el reino visi­ godo como durante la Reconquista

Ina Flavit ‘O 'L U C U S r °

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ESPAÑA EN ÉPOCA VISIGODA ESPAÑA COMO PROYECTO POLÍTICO “Los reyes deben buscar, ante todo, los intereses de la patria y del pue­ blo”.

Canon décimo. Concilio VIII, año 653. “El pueblo debe obedecer al rey y procurar cuanto convenga a la nación y la prosperidad de la patria Canon primero. Concilio XII, año 681.

::

DE REGNUM HISPANIAE

J. M agro

GOTHORUM

A

REGNUM

Partiendo de la idea expuesta por S. Teillet de que en los últi­ mos tiempos del reino visigodo de Toledo quedó configurada la plena equiparación de esta formación política con Hispania. El objetivo es mostrar o demostrar que España, como afirman los mayores especialistas académicos, se había convertido en la pri­ mera nación de Europa en época visigoda. Lo cierto es que en España ya en esa época también se coadyuvó a poner en peligro la política de unificación y fortalecimiento de España por fuer­ zas interiores y poderes extranjeros. Los visigodos han gozado y sufrido un hado tornadizo en la historiografía, a la casualidad de prejuicios imaginarios. Tras su estreno en los años cuarenta, cincuenta y sesenta del siglo pasa­ do, cayeron prácticamente al olvido. En la actualidad los estudios sobre los visigodos gozan de una excelente salud y, sobre todo, estamos en mejor disposición para valorar debidamente su valor histórico y su contribución a la configuración territorial, política, administrativa y religiosa unitaria de España. El Reino de los godos había sido la inicial y referencia unita­ ria políticamente visible diferente frente a las otras formas políti­ cas de su tiempo, pero que circunscribía a todo la Península. Hecho que habría sido logrado en esa misma época por el rey Suintila, pero que se vislumbra incluso desde el periodo arriano con las políticas de Leovigildo. Esta evolución sobre la equivalencia entre Hispania y el regnum gothorum correspondió a Isidoro de Sevilla durante el pri­ mer cuarto del siglo VII. y adquirió por obra de Julián de Toledo en la segunda mitad del siglo VII con una plena identificación definitiva.

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El do m i n io total de Es paña de la época que abarcaba la totalidad de Península Ibérica po r el rey Suintila al que san Isidoro celebra diciendo "la gloria de un

triunfo superior a la de los restantes rey-es, ya que fu e el primero que obtuvo el poder monárquico sobre toda la España peninsular".

LA PLENA IDENTIFICACIÓN DE HISPANIA CON EL REGNUM GOTHORUM En los decenio últimos del siglo VIL durante el reinado de los últimos monarcas godos, quedó conformada la equivalencia del reino de los visigodos políticamente con Hispania . y así lo ha puesto de manifiesto la mayor especialistas en crónicas latinas y tardorromanas S. Teillet con numerosos ejemplos. Pero la equi­ paración entre Hispania y el regnum gothorum venía de antiguo, pues ya. ese reconocimiento era internacional como así lo atesti­ gua Gregorio de Tours. durante la segunda mitad del siglo VI. llama a Hispania el reino de los godos e Hispani a sus habitan­ tes. Así como a los reyes visigodos los menciona como reges Hispaniae o reges Hispanorum. También. Fredegario a

mediados del siglo VII, identifica al reino visigodo como Hispania y también lo llama como regnum Hispaniae y a sus monarcas como reges Hispaniae como la había hecho un siglo antes Gregorio de Tours. En otros contextos internacionales algo similar podemos decir del papa León II, en el último cuarto del siglo VII. cuya cancillería alude al reino visigodo como Hispania y a su rey Ervigio como rex Hispaniae. Contamos, por lo demás, con textos oficiales del interior del país como son los conciliares y las leyes que testimonian como acabó produciéndose una iden­ tificación entre Hispania y el regnum gothorum incluso en el vocabulario o fórmula político-institucional del Estado. En ese sentido lo analizaron inicialmente, entre otros, R. Menéndez Pidal y H. Messmer, cómo fue justamente San Isidoro de Sevilla el que estableció el argumento se alcanzó a esa identi­ ficación entre Regnum gothorum y Regnum Spania. A media­ dos del la década de los 80 del siglo pasado la latinista francesa Suzanne Teillet. la mayor especialistas en crónicas tardorromanas. culminando la Tesis en esa época sobre el Estado2. : S.Teillet, Des Goths á la nation gothique. Les origines de l ’idée de nation en Occident du Ve au Vlle. París, Les Belles Lettres, 1984, esp. pp. 374-375, 380382. 414-420.494-501, 531-533, 575-578, 582, 584 y 628-636. Cf. R. Menéndez Pidal, “Intro Cf. R. Menéndez Pidal, “Introducción”, en Historia de España de R. Menéndez Pidal. 111. Madrid, Espasa-Calpe, 1940, pp. XXXIVXXXVI; R. Menéndez Pidal, La España del Cid, 1,4a ed. totalmente revisada y añadida. Madrid. Espasa-Calpe, 1947, p. 65; J.L. Romero, “San Isidoro de Sevilla. Su pensamiento histórico-político y sus relaciones con la Historia visi­ goda". Cuadernos de Historia de España, 8 (1947), pp. 54-62; H. Messemer, Hispania-Idee und Gotenmythos. Zu den Voraussetzungen des traditionellen vaierlándischen Geschichtsbildes im spanischen Mittelalter (Geist und Werk der Zeiten. 5), Zürich. Fertz & Wasmuth, 1960, esp. pp. 104-119, Paris, Les Belles Lettres. 1984. esp. pp. 374-375, 380-382, 414-420,494-501, 531-533, 575-578. 582. 584 y 628-636. LA, García Moreno, ’*La idea de España en la época goda", en Fundamentos medievales de los particularismos hispánicos. IX Congreso de Estudios Medievales 2003, León. Fundación SánchezAlbomoz. 2005. pp.52-57: L.A., García Moreno., “Patria española y etnia goda (siglos VI-VIII)'\ en V. Palcaio Arard (ed.). De Hispania a España. El

El. NACIMIENTO DF IJNA NACIÓN

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García Moreno también ha tenido la intención de tratar de demostrar cómo antes de la invasión musulmana, se había produ­ cido un deslizamiento lingüístico entre la denominación Reino de los godos al de Reino de España. Así como en qué medida ese cambio no se fundaba en una mera sinonimia entre ambas pala­ bras, sino que suponía también una mutación conceptual, con implicaciones en la ideología política y en la conciencia históri­ ca de la intelectualidad del Reino godo de Toledo. Esta evolución sobre la equivalencia entre Hispania y el reg­ num gothorum correspondió a Isidoro de Sevilla durante el pri­ mer cuarto del siglo VII, y adquirió por obra de Julián de Toledo en la segunda mitad del siglo VII una identificación definitiva. Esta identificación que literariamente se fue foijando desde San Isidoro en sus “Historias” en su “Alabanza de España” y que se consigue con el historiador y cronista oficial de la corte goda los dos últimos decenios del siglo VII, el obispo Julián de Toledo (+690), que según García Moreno “fue la persona que con sus escritos más contribuyó a subrayar esa identificación del Regnum gothorum con Spania. De modo que el culto naciona­ lismo godo casi moderno, con una equiparación completa de la gens goda con un territorio (patria) que es España. En su exal­ tación de la victoria del rey Wamba, convertido en prototipo del religiosus princeps, sobre el rebelde Paulo y sus apoyos francos en el 673. Julián con frecuencia sustituye el etnónimo gothi por el de hispani, y el término político de hispani, y el término polí­ tico de Regnum por el de Hispania ”3. nombre y el concepto a través de los siglos, Madrid, Temas de Hoy. Colegio Libre de Eméritos, 2005, pp. 48-52 y 331-332; C. Martin, La géographie du pouvoir dans VEspagne visigothique, Temps, espace et société. "Histoireet civilisations’\ 861), Villeneuve d’Ascq, Presses universitaires du Septentrión. 2003, esp. pp. 361-370. 3 L.A., García Moreno, "La idea de España en la época goda", en Fundamentos medievales de los particularismos hispánicos. LX Congreso de Estudios Medievales 2003, León, Fundación Sánchez-Albomoz. 2005, pp.5455.

Continua diciendo García Moreno que “es significativo que Egica. en el tradicional documento (tamus regius) presentado a los padres conciliares del XVII de Toledo del 694 al inicio de sus sesiones, se limita a mencionar a España (fines Hispaniae) como término lo suficientemente preciso e inclusivo para definir el ámbi­ to territorial de su reino. Pues en contraste con este uso las actas del mismo sínodo, redactadas por mentes eclesiásticas. Siguen el uso ti'adicional de ‘España y Galia ’para definir el ámbito territo­ rial de la Iglesia goda. Mismo contraste entre usos civiles. Pues mientras en el documento eclesiástico se habla todavía de los Spaniarum er Galliarum pontífices en el cancilleresco ya sólo se mencionan las Spaniae provincias ”4. Las referencias a España en las actas de los concilios genera­ les de Toledo son frecuentes y se recogen con frecuencia o liga­ das a las provincias o a las regiones de España como por ejemplo a “muchas partes de España”, que por lo menos, si no reflejan una situación administrativa del Reino, sí revelan una territorial interior. Pongamos unos ejemplos o expresiones que aparecen, por ejemplo, en el canon primero del Concilio X del año 656 in multis Spaniae partibus. También son más o menos similares otras expresiones, tales como fines Spaniae o terrae Spaniae. Por ejemplo, en el “tomo regio” presentado por el rey Ervigio al Concilio XII (681) se dice: per totos Spaniae fines, que la ver­ sión que seguimos traduce por “todas las regiones de E s p a ñ a y poco después, en el mismo documento se alude a “los religiosos gobernadores de las provincias y los duques de los órdenes cla­ rísimos de toda España” con un totius Spaniae5. 4 Ibíd., pág. 56. 5 S. Cantera, Hispania-Spania. El nacimiento de España, Madrid, ACTAS, 2014, pp. 118-121. Teillet, Des Goths a la nation gothique. Les origines de l ’idée de nation en Occident du V e au VII e, Paris, Les Belles Lettres, 1984, esp. pp. 374-375, 380-382.

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En los textos de otro cronista oficial de la corte goda de las últimas décadas antes de la invasión musulmana, como Juan de Biclaro utiliza el nombre de Hispania y lo emplea en un sentido geográfico y en ocasiones político. Sin duda fue el metropolitano Isidoro de Sevilla ya antes en su Historia Gothorum, empieza a utilizar en el uso de Hispania como equivalente para todo el reino de los godos. En esa obra se elabora la exaltación de España y como el rey Suintila expulsa a los bizantinos de sus últimas plazas que tienen situadas en la Península. Julián de Toledo cesó de hablar de una patria Gothorum, puesto que las luchas intestina entre las sippe góticas en una misma patria espe­ cialmente de los godos independentistas de la Galia frente a los godos de la Hispania que son los que depositan la lealtad prome­ tida al rey.

En la Historia Wambae se nombre al ejército godo como Spani y la fuerza de Spania.

Sin embargo el historiador Bronisch advierte que “después de esta guerra civil (entre los godos) no hubo ni necesidad ni inte­ rés por parte de los dirigentes del reino —reyes y asambleas con­ ciliares— de hacer uso del concepto ideológico de Hispania

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Pero también dice que las crónicas oficiales “era, por tanto, en los dos casos. el de la Historia Gothorum de Isidoro de Sevilla y el de la Historia Wambae regis de Julián de Toledo, una situación determinada la que llevó a la exaltación de Hispania y al uso de Hispania como si fuera un sinónimo del reino de los godos” También es posible encontrar en las fuentes oficiales de época visigoda de usar el nombre de España para la palabra patria. En consecuencia, Hispania como pars pro toto. Tomemos como ejemplo las fuentes extranjeras como las crónicas francas o del papado cuando se dirigen a determinados reyes godos a los que denominan sobre todo rex Hispaniae en los últimos decenios del siglo VII. Y también es verdad que en algunos casos los godos usaron esta denominación en sus relaciones con las externae gen­ tes. Testimoniado en la carta del papa León II al clero hispano y la contestación de Braulio de Zaragoza repite las frases del papa, "praesulibus per Hispaniam constitutis y universi epsicopi per Spaniam consti tutr.

En efecto en esa crónica, los gothi: son los spani del ejército de Wamba, que es llamado también como exercitas Hispaniae ^ejército español o ejército de España/

El. nac im iento df. ijna nación

Hispania en época visigoda tenía la capacidad de suplantar a patria. Es decir España era una patria para sus habitantes o cro­ nistas. Una patria, España, pronunciada así, más o menos como suena hoy en día. García Moreno que tiene un formación filoló­ gica clásica afirma que cómo se pronunciaba Hispania al menos a partir del siglo II a.C. sonaba al sonido es-pa-ña (la n+i es una manera de notar la nasal palatal, nuestra “ñ”, gafrema que el alfa­ beto no tenía. La apertura del timbre de la vocal inicial no platea mayor problema (mediante una asimilación ante el sonido siguiente de una silbante).

“Nona ut hora Spanorum famosissima est patria”. En la novena hora del día esta la famosísima patria de los españoles. Así dice la Crónica del Cosmógrafo de Rávena. Para este historiador del siglo VII que compuso esa crónica hacia el año 670. España era una “famosísima patria”.

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ESPAÑA INDEPENDENCIA: UN MODERNO EN EL SIGLO VI Y VII

ESTADO

A finales del siglo VII y principios del siglo VIII. España gozaba de un régimen o regnum, que tenía tras de sí una monar­ quía que duraba 300 años. Una unidad política que se vislumbra­ ba desde el período arriano con Leovigildo y que se había enfren­ tado a ataques extranjeros y procesos separatistas, a los que se habría conseguido salir victoriosamente. Contaba con una admi­ nistración bastante aceptable por una tributación del poder cen­ tral, aunque en la práctica no debía ser frecuente en algunas determinadas zonas montañosas. En las que además el documen­ to escrito era insustituible. Se había consolidado un país con una identificación étnica casi nacional. Contaba con una capital como Toledo, una Iglesia centralizada y estaba administrativamente formada por ocho ducados o pronvincae. Asimismo, había asu­ mido el control de plazas y ciudades norteafricanas como Ceuta o Tánger. La mezcla de nuevos avances en ámbitos tan diferentes desde el comercio a larga distancia, las acuñaciones monetarias, envíos de embajadas, permiten constatar la existencia en España para esa época un interesante sistema productivo y operativo destina­ do no solo a la exportación entre inicios del siglo VI y mitad del siglo VII d.C. sino además de una política de relaciones interna­ cionales. Más abajo, aunque sin profundizar, conoceremos a tra­ vés del conocimiento el sistema económico visigodo. Podemos así comprender mejor las bases de relaciones y diplomacia del poder social y político de las élites políticas de Hispania y sus mecanismos de articulación con el poder con otras entidades políticas de la época. El estudio de las dinámicas de poder en el Regnum visigodo en época tardoantigua ha propiciado nuevos e importantes avan­ ces en los últimos años. Frente a los enfoques pasados e interpre-

El. NACIMIENTO DF. UNA NACIÓN

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taciones dominantes hasta hace poco más de una década, aún ligadas al debate entre la feudalización del estado visigodo y el indigenismo de las estructuras sociales de estas zonas, actual­ mente se observa un panorama más aclarativo y rico.

En época visigoda España practicaba una política internacional o exterior. En la imagen la corte merovingia con la que los reyes godos contó con algunos períodos de buenas relaciones.

Los concilios no eran meras asambleas religiosas como las actuales. Eran asambleas de notables, tanto de obispos como nobles de la Corte, donde se debatían los problemas del reino y cuyas resoluciones había de ser aprobadas en votación y firmadas por el rey. Es un antecedente de las cortes medievales.

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La conversión de reiks Recadero al catolicismo como vía para legitimar al Estado.

El carácter de centro económico de España en esa época viene avalado por la presencia de materiales de diferentes áreas del Mediterráneo central y oriental, así como de actividades comerciales y por la existencia de productos de España en ciuda­ des de todo el Mediterráneo. España en esa época va tener en parte un proceso de desarrollo urbano que afecta un buen núme­ ro de ciudades entre la segunda mitad del siglo VI y la primera mitad del VII. La arqueología ha puesto de manifiesto que los talleres o almacenes en época visigoda mantenían una producción interior, y que también se comercializaron los bienes de consumo que lle­ gaban procedentes de otras partes del exterior, sobre todo del Mediterráneo. El hallazgo en diversas excavaciones urbanas de una enorme cantidad de cerámicas de importación revela la existencia de intensos y sostenidos intercambios comerciales entre Hispania y el mundo mediterráneo (Norte de Africa y Mediterráneo oriental

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bizantino) y atlántico (Islas Británicas y Occidente de la Galia) en época tardoantigua. Esta doble conexión es Ja que otorga al yacimiento de Vigo un papel excepcional en los sistemas comer­ ciales de la Tardoantigüedad, ya que funcionaría como nexo fun­ damental (“puerto de ruptura de carga”) entre el comercio medi­ terráneo y atlántico. Los intercambios con el Mediterráneo pare­ cen perdurar hasta algún momento de la segunda mitad del siglo VIL Por su parte, el comercio con el mundo atlántico presenta una menor intensidad global, pero irá cobrando un mayor prota­ gonismo a lo largo de los siglos VI y VII, y podría tener una per­ duración mayor, llegando quizá incluso hasta fines del siglo VII inicios del VIII. Fuentes de la época nos hablan de un comercio de larga dis­ tancia como las leyes visigodas hablan de la existencia de transmarini negotiatores6, que eran comerciantes-vendedores en ciu­ dades con puertos, para organizar tanto las mercancías produci­ das en el interior del país para exportarlas, como de otros produc­ tos llegados desde otros puertos de la Europa atlántica e Islas Británicas (metales, madera tejidos, curtidos, cera, miel o escla­ vos), y las mercancías provenientes de Oriente y Túnez (vino, aceite, alumbre, grano, y diversos objetos de lujo: vajillas finas, lucernas, objetos metálicos), que además podían reexportarse desde aquí como puertos de escala. Pero, junto a ellos, es eviden­ te que existirían unas élites hispanas que dirigían la producción, distribución y preparación de las mercancías y comerciaban con estos mercaderes. Por último, no hay que olvidar que existiría una producción y un mercado interno propio de cierta importancia.

f’ La mayoría eran orientales. Estos comerciantes extranjeros estaban obligados al pago de las tasas de aduanas. Polis. Revista de ideas y formas políticas de la Antigüedad Clásica 11, 1999, pp. 135-160 Puertos y comercio marítimo en la España visigoda, Salvador 1. Maríezkurrena.

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J. M a g r o

La administración central goda tomó medidas en el sistema de aguas más com­ plejo del mundo en su época para el mantenimiento y continuidad de los sis­ temas romanos de conducción de la red de agua (suministro, distribución y desagüe) evitando su progresivo declive en la ciudad de Roma.

En Hispania en época visigoda el agua que llegaba en ciudades como Segóbriga o Recópolis era distribuida través de un sistema de conducción de hormigón con una cañería de plomo.

El estudio en materia tributaria desvela que España en época goda se equiparó las mismas nociones teóricas que administraban la recaudación de impuestos de tipo estatal. Este aprovechamien­ to de planes y capacidades de carácter estatal adquiridas del mundo romano también suponía que tanto los ingresos tributa­ rios, como los bienes públicos que constituían el tesoro real, inte­ grarían parte la propiedad o hacienda al Estado monárquico visi­ godo. Siendo los iniciales los reservados, al menos, a financiar

El. NACIMIENTO DF IJNA NACIÓN

?:

los gastos ordinarios del Estado, esto es el regnum. El problema viene dado en saber hasta qué punto la soberanía de la monarquía visigoda fue apta de instituir con eficacia la administración tribu­ taria.

Pizarra salmantina del siglo VII donde se declara una transacción ganadera. La contabilidad del Estado llegaba hasta las zonas rurales.

La producción de moneda era monopolio del Estado. Así se hacía frente la recaudación de impuestos y la inversión de todo tipo de operaciones necesarias para el mantenimiento de la estructura estatal. Podríamos definir a la tributación del regnum visigodo como un aparato de funcionamiento de estatal. Un fenómeno que se ajustaba a las características de una estructura política, fiscal y

jurídica unitaria. Con ese término entiendo una articulación polí­ tica que necesita muchos menos ingresos que un imperio, ya que se han reducido considerablemente las necesidades: la burocracia es muy pequeña, al igual que el ejército permanente. Ante esta tesitura, se mantuvo un costosísimo sistema tributario, con su laboriosa burocracia, pero que en muchos casos debió ser poco efectiva. Otro proceso que, sin embargo, no puede generalizarse a todo el marco peninsular, y que constituye un ejemplo de la heteroge­ neidad que define a la época visigoda. Es de una política de cre­ ación de ciudades en época visigoda. Las investigaciones en Recópolis, muestran como los procesos de transformación social que se desarrollan en este periodo afectan y se reflejan en el pai­ saje urbano. Otro punto que demuestra la importancia y el prestigio de España para el período de estudio de ese momento, se muestra en una imagen entre los frescos del Palacio de Qusair Amra (actual Jordania) está una representación de seis reyes que se rinden al califa omeya, identificados con sus nombres escritos en caracte­ res griegos y árabes. Uno de ellos es “Roderic” el rey de Spania.

El rey godo Rodrigo está pintado al nivel del rey Negus, los emperadores persa y chino y el de un rey turco o hindú en la residencia califal de Qusayr Amra.

El. NACIMIENTO OF IJNA NACIÓN

España en época visigoda fue un Estado político-constitucio­ nal común o unitario como actualmente son las naciones o Estados modernos, con la monarquía visigoda. En el que institu­ ciones de gobierno, económicas, sociales, culturales en general, y desde luego religiosas, se funden en un sistema superior de ordenación de relaciones en el marco de un espacio de fronteras (relativamente) bien definidas como era la Península Ibérica y que superaba su marco. La invasión musulmana vino a acabar con todo ello.

DE LAUS SPANAIE. MADRE PATRIA. “MATER SPANIA” Es la primera seña de identidad colectiva. La unidad geográfi­ ca, el linaje común, la fertilidad de sus tierras y gentes. Es un texto para comprender la primera imagen de España y para estudiar la idea de España como nación desde sus comienzos. Fue escrito por el gran sabio de toda Europa de su época, el obispo San Isidoro de Sevilla, cuando termino de escribir su “Historia de los godos...”. Quiso prologarlo con esta famosa alabanza a España: “¡Oh, España! La más hermosa de todas las naciones que se extienden desde Occidente hasta la India. Tierra bendita y feliz, madre de príncipes y de pueblos. De ti reciben la luz el Oriente y el Occidente. Tú, honra y prez de todo el orbe; tú. el país más ilustre del globo. No hay en el mundo región mejor situada. Ni te abrasa el estío ni te hiela el rigor del invierno sino que, circun­ dada por un clima templado, te nutren céfiros blandos. Cuánto hay de fecundo en los ejidos, de precioso en las minas y de pro­ vechoso en los animales, tú lo produces. Rica, por lo tanto, en hijos, joyas y púrpuras, fecunda también en gobernantes y en hombres que poseen el don de mandar, te muestras tan fecunda en adornar príncipes como feliz en producirlos. Con razón. ya hace mucho tiempo, te deseó la dorada Roma, cabeza de gentes,

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jurídica unitaria. Con ese término entiendo una articulación polí­ tica que necesita muchos menos ingresos que un imperio, ya que se han reducido considerablemente las necesidades: la burocracia es muy pequeña, al igual que el ejército permanente. Ante esta tesitura, se mantuvo un costosísimo sistema tributario, con su laboriosa burocracia, pero que en muchos casos debió ser poco efectiva. Otro proceso que, sin embargo, no puede generalizarse a todo el marco peninsular, y que constituye un ejemplo de la heteroge­ neidad que define a la época visigoda. Es de una política de cre­ ación de ciudades en época visigoda. Las investigaciones en Recópolis, muestran como los procesos de transformación social que se desarrollan en este periodo afectan y se reflejan en el pai­ saje urbano. Otro punto que demuestra la importancia y el prestigio de España para el período de estudio de ese momento, se muestra en una imagen entre los frescos del Palacio de Qusair Amra (actual Jordania) está una representación de seis reyes que se rinden al califa omeya, identificados con sus nombres escritos en caracte­ res griegos y árabes. Uno de ellos es “Roderic” el rey de Spania.

El rey godo Rodrigo está pintado al nivel del rey Negus, los emperadores persa y chino y el de un rey turco o hindú en la residencia califal de Qusayr Amra.

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España en época visigoda fue un Estado político-constitucio­ nal común o unitario como actualmente son las naciones o Estados modernos, con la monarquía visigoda. En el que institu­ ciones de gobierno, económicas, sociales, culturales en general, y desde luego religiosas, se funden en un sistema superior de ordenación de relaciones en el marco de un espacio de fronteras (relativamente) bien definidas como era la Península Ibérica y que superaba su marco. La invasión musulmana vino a acabar con todo ello.

DE LAUS SPANAIE. MADRE PATRIA. “MATER SPANIA” Es la primera seña de identidad colectiva. La unidad geográfi­ ca, el linaje común, la fertilidad de sus tierras y gentes. Es un texto para comprender la primera imagen de España y para estudiar la idea de España como nación desde sus comienzos. Fue escrito por el gran sabio de toda Europa de su época, el obispo San Isidoro de Sevilla, cuando termino de escribir su “Historia de los godos... *\ Quiso prologarlo con esta famosa alabanza a España: “¡Oh, España! La más hermosa de todas las naciones que se extienden desde Occidente hasta ¡a India. Tierra bendita y feliz, madre de príncipes y de pueblos. De ti reciben la luz el Oriente y el Occidente. Tú, honra y prez de todo el orbe: tú, el país más ilustre del globo. No hay en el mundo región mejor situada. Ni te abrasa el estío ni te hiela el rigor del invierno sino que, circun­ dada por un clima templado, te nutren céfiros blandos. Cuánto hay de fecundo en los ejidos, de precioso en las minas y de pro­ vechoso en los animales, tú lo produces. Rica, por ¡o tanto, en hijos, joyas y púrpuras, fecunda también en gobernantes y en hombres que poseen el don de mandar, te muestras tan fecunda en adornar príncipes como feliz en producirlos. Con razón. ya hace mucho tiempo, te deseó la dorada Roma, cabeza de gentes,

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y, aunque vencedor, aquel empuje romano te desposara primero, luego. el muy floreciente pueblo de los godos, tras haber conse­ guido numerosas victorias, a su vez te tomó y te amó. De todas las tierras que hay desde Occidente hasta a India, tú eres la más hermosa, oh sacra España, madre siempre feliz de príncipes y de pueblos. Bien se te puede llamar reina de todas las provincias. Tú, honor y ornamento del mundo, la más ilustre por­ ción de la tierra en la que la gloriosa fecundidad de la raza goda se recrea y florece. Natura se mostró pródiga en enriquecerte: tú, exuberante en fruta, henchida de vides, alegre en mieses. Tú abundas de todo, asentada deliciosamente en los climas del mundo, ni tostada por los ardores del Sol ni arrecida por glacial inclemencia. Tú vences al Alfeo en caballos y al Clitumno en ganados; no envidias los sotos y los pastos de Etruria ni los bos­ ques de Arcadia. Rica también en hijos, produces los príncipes imperantes a la vez que la púrpura y las piedras preciosas para adornarlos. Con razón te codició Roma, cabeza de las gentes, y aunque te desposó la vencedora fortaleza Romuela, después el florentísimo pueblo godo, tras victoriosas peregrinaciones por otras partes del orbe, a ti amó, a ti raptó y te gozaron con segu­ ra felicidad, entre la pompa regia y el fausto del Imperio

J. MAGRO

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ESPAÑA BAJO LA OCUPACIÓN

LA PÉRDIDA DE ESPAÑA “Nosotros hemos dirigido hacia vosotros los sufrimientos que nos procuraron aquellos de los vues­ tros que vinieron antes contra nos­ otros. Solamente pedimos nuestro país, el que arrebatasteis antigua­ mente, en los primeros tiempos de vuestro poderío. Lo habitasteis el tiempo que osfue decretado; ahora os hemos vencido por vuestra mal­ dad. ¡Emigrad, pues, a vuestra ori­ lla más allá del Estrecho, y dejad­ nos nuestro país! Porque no será bueno para vosotros hablar en nuestra compañía". Fernando I (1016-1065) rey castellanoleonés. ReJato de Ibn Idarí.

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LA PÉRDIDA DE LA PATRIA Los mozárabes se identificarán como los habitantes autócto­ nos del país y lo seguirán siéndolo, aunque para ellos, España es una realidad, que aunque ocupada por los árabes al sur y al norte por francos, los árabes no son más que extranjeros que no forma­ ron parte legitima de lo que era o lo que es la España de su época. El mozárabe Eulogio de Córdoba llama a los árabes como impía gens que además formaba una etnia inmigrante, cuyos miembros mantenían genéricamente un odio racista que en su escrito llama ethnicorum ve! odio contra la población autóctona que había que­ dado atrapada en Al-Ándalus y tienen nostalgia del pasado del reino visigodo. Y van a narrar en sus escritos y describir los peligros pericula y calamidades atroces con un inportuna naufragio y como tanto males en un tantaque mala, habían quedado España arruinada por la dominación de los conquistadores musulmanes y someti­ dos humillantemente por éstos, que la impresión que les había causado se refieren como Spanie ruinas. De este modo, para estos mozárabes cultos, en su desdichada España a la que se refieren en sus textos como infelicem Spaniam, los árabes esta­ blecieron un reino bárbaro al que llaman regnum efferum. Un relato de Abd Allah, que desde una mentalidad musulma­ na (posiblemente porque Abd Allah era un rey musulmán taifal o por el grado de arabización del conde cristiano Sisenando), pone en boca del conde mozárabe de Coimbra Sisnando, que “AlÁndalus... era en principio de los cristianos, hasta que los ára­ bes los vencieron y los arrinconaron en Galicia, que es la región menos favorecida por la naturaleza. Por eso, ahora que pueden, desean recobrar lo que les fue arrebatado Al Andalus se convierte según este discurso en un país ilegiti­ mo, en la España perdida. La noción de la conquista musulma­ na para estos autóctonos cristianos se basa, entonces, en la noción de la España perdida. r

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El mozárabe Eulogio, era un intelectual religioso cristiano que denunció y se atrevió a atacar la arabización e islamización públicamente con argumentos de todo tipo.

LOS ESCRITOS BAJO LA OCUPACIÓN MILITAR Y POLÍTICA DE LOS ÁRABES. EL LAMENTO DE ESPAÑA Fundamentalmente atañe marcar aquí el ignoto historiador cristiano que vivió las últimas décadas de los reyes visigodos y los tiempos de la invasión musulmana junto a los primeros dece­ nios de la dominación islámica en nuestra península, en la llama­ da Crónica Mozárabe, que no fue otra cosa que una continuación de la crónica de San Isidoro. Está crónica está escrita una gene­ ración después de la destrucción del reino godo. Acontecimiento que el cronista vio con sus ojos y sintió contemporáneamente a los sucesos narrados. El anónimo cronista y que habría de seguir existiendo después de la desaparición de éste: “ asentado en España con una solidez ya tradicional —lograda en casi 350 años, desde su origen y prin­ cipio en la era 400—, y que desde Leovigildo se había ido exten-

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diendo pacificamente por toda España durante 140 años”7. La Crónica Mozárabe del 754 contiene un pasaje conocido como el lamento por la “ruina de E spaña”. Para el anónimo autor su visión histórica, explora los sentimientos de pertenencia a una patria y también la relación entre ésta y el lamento por la llegada por los árabes como castigo divino que ha provocado la ocupa­ ción política y militar de España: "Y así con la espada, el hambre y la cautividad devasta no solo la España ulterior sino también la citerior hasta más allá de Zaragoza (...) Con el fuego deja asoladas hermosas ciudades, reduciéndolas a cenizas, manda a crucificar a los señores y nobles y descuartiza a puñaladas a los jóvenes y lactantes. De esta forma, sembrando en todos el pánico, las pocas ciudades restantes se ven obligadas a pedir la paz, e inmediatamente, com­ placientes y sonriendo, con cierta astucia, conceden las condi­ ciones pedidas. Pero asustados, rechazan la paz lograda, huyen por segunda vez en desbandada a las montanas y mueren de hambre y otras causas. Así, sobre esta España desdichada, (...) establecen un reino bárbaro”8. Finalmente el cronista exclama “¡¿Quién podrá, pues, narrar tan grandes peligros?! ¡¿Quién podrá enumerar desastres tan lamentables?! Pues aunque todos sus miembros se convirtiesen en lengua, no podría de ninguna manera la naturaleza humana referir la ruina de España ni tantos y tan graves males como esta soporto. Pero para contar al lector todo en breves paginas, dejando de lado los innumerables desastres que desde Adán hasta hoy causo, cruel, por innumerables regiones y ciudades, este mundo inmundo, todo cuanto según la historia soporto la conquistada Troya, lo que aguanto Jerusalén, según vaticinio de los profetas, lo que padeció Babilonia, según testimonio de las 7 J. E. López Pereira, Estudio crítico sobre la Crónica Mozárabe de 754, Zaragoza, 1980, 99 ss. x Ibíd., p. 69.

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Escrituras, y, en fin, todo cuanto Roma enriquecida por la digni­ dad de los apóstoles alcanzo por sus mártires, todo esto y más lo sintió España tanto en su honra, como también de su deshonra, pues antes era atrayente, y ahora está hecha una desdicha”9. Como ha apuntado García Moreno España constituía el ámbi­ to territorial específico del Reino godo de Toledo que “hasta el punto que para el anónimo clérigo historiador Regnum gotho­ rum y Regnum Spaniae podían ser expresiones totalmente inter­ cambiables. De esta manera llamó reina de España a Egilona, la viuda de D. Rodrigo que contraerá casamiento con Abdelaziz, el hijo del gran Muza. E igualmente podía denominar Regnum Ibe­ ria al invadido reino de los godos”

11La osadía de los enemigos (musulmanes) fue siempre aplastada por él (Alfonso). Este, en compañía de su hermano Fruela, haciendo avanzar a menudo su ejército, tomó por la guerra muchas ciudades (...) y los castillos con sus villas y aldeas, matando además a los árabes con la espada, v l i á n ­ dose consigo a los cristianos a la patria1'. Crónica Alfonso III.

Y aunque para estos españoles medievales que vivían bajo la ocupación militar y política de los árabes que había provocado como decía las crónicas asturianas como la “perdición de España” con un istud quidem scelus causa Yspanie pereunde ,J Ibíd., pp. 69-67.

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f'uit. Para estos mozárabes. España venía a ser la patria común y originaria de todos sus habitantes cristianos que “había venido a sufrir la cruel dominación de los árabes, seguía constituyendo una unidad colectiva objeto de las enseñanzas de sus clérigos situada todavía bajo la primacía doctrinal de la sede metropoli­ tana de Toledo". Como dice García Moreno lo que interesa subrayar aquí es “a juzgar por los escritos de Eulogio, para él y sus compatriotas Hispania seguía constado como unidad geográfica cuyos límites septentrionales eran los Pirineos, con independencia del Estado que dominara sobre unas tierras u otras de la misma. Bajo este prisma, la lejana Gerona, entonces bajo dominio carolingio, era también una ciudad de España. Eulogio se mantenía fiel a las concepciones e identificaciones geográficas de España y lo his­ pánico que a finales del siglo VII había dibujado con nitidez Julián de Toledo, para el que bajo el dominio del reino de los godos..”'0. Y se referían en sus escritos a los peligros con un pericula y calamidades atroces refiriéndose así inportuna naufra­ gio, pues su patria ocupada sufría con tanto males con un tantaque mala, habían quedado afectados por la irrupción de los con­ quistadores musulmanes. Pero, sobre todo, la impresión que les había causado la ruina de España cuando dicen Spanie ruinas. Dice Eulogio que “por nuestros pecados ha pasado nuestra herencia a manos ajenas y nuestra casa a gente extranjera. Nuestras aguas las bebemos por el dinero y tenemos que com­ prar nuestras propias maderas. No hay ya quien nos redima de las manos de los infieles, que, oprimiendo nuestros cuellos con un yugo”". Pero ciertamente que para “tanto Alvaro como Eulogio no podían en momento alguno olvidar la aplastante realidad. Para el primero, todavía en su época la auténtica realidad era que la 10 L.A., García Moreno., Patria española y etnia goda (siglos VI-VIII). 11 Eulog. Apol., ed. Juan Gil, Corpus scriptorum muzarabicorum, Madrid, 1973, p. 483.

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dominación de los árabes seguía miserablemente destruyendo los confines de España con sus engaños y astucia". Para el segundo, Eulogio llama a los árabes como “impía gens” que ade­ más “constituía una etnia extranjera a las Españas cuyos miem­ bros mantenían genéricamente un odio racista (ethnicorum vel odio)'2 hacia los cristianos andalusíes, especialmente si ocupa­ ban alguna posición de poder, como podía ser el caso del amigo de su amigo el noble Argimiro”u. f Para gentes autóctonas como eran Eulogio y Alvaro que vi­ vían la ocupación musulmana les quedaba un último consuelo que era su identificación étnica nacional. Como oportunamente ha indicado García Moreno esta identificación del ethnos no des­ cansaba “en razones religiosas”, como alguien pudiera sentirse inclinado a pensar sobre esa época, “sino en unos étnicos basa­ dos en criterios de linajes A este convendría recordar cómo al referirse Alvaro al mártir cristiano Cristóbal, por el que sentía una evidente simpatía, se vio en la necesidad sin embargo de señalar su pertenencia a la etnia árabe. De modo que, en su ima­ ginario colectivo andalusí, el abrazo de la católica fe cristiana no podía romper esas barreras étnicas que los separaba”14. r

El intelectual Alvaro, era un teólogo cris­ tiano y etnicista autóctono de la Córdoba del siglo IX, superviviente de un viejo linaje de raigambre gótica, que probable­ mente había estado emparentado con los reyes visigodos Égica y Witiza de época visigoda.

12 Eulog. Mem. Sane., ed. Juan Gil, Corpus scriptorum muzarabicorum, p. 397. 13 García Moreno., Patria española, op. cit., p. 45. 14 Ibid, p. 45.

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El análisis de los textos musulmanes revela que para los habi­ tantes autóctonos de Al Andalus no se les aplica en función de un concepto geográfico sino uno étnico. Siguiendo con otro ejemplo proporcionado por García Moreno el escrito arabo-andalusí “Ibn Hayyan. quien, escribiendo ya en los infelices años de la fiína andalus i, llevó a ver en los pactos ocasionales entre aquellos rebeldes muladíes y los cristianos asturleoneses el fiel reflejo de -asabya - solidaridad nacida de la comunidad tribal) de los muladíes e infieles y el abandono de los árabes. Significativa, el sentimiento de extranjería de éstos en las tierras hispánicas y su irreprimible nostalgia de oriente mostrado por los historiadores andalusíes del siglo A75”. El ejemplo de Ibn Hayya revela que el contacto con los árabes o la religión musulmana no hacía a los muladíes árabes. Sobre como se percibía la población que tenía un origen árabe lo argu­ menta otra vez García Moreno diciendo “pero si los ‘hispanoá­ rabes ’(sic) se consideraban en estos siglos como extranjeros en tierras hispanas y veían en cristianes y muladíes posibles enemi­ gos de su dominio”. Y continua diciendo sobre como la población de origen árabe percibía a esta conjunto autóctono de población cristiana y muladí como perteneciente a un mismo substrato étni­ co visto por los árabes como “unidos por una especial asabiya, es porque consideraban a estos dos autóctonos en esas mismas tierras. Por ello era lógico que les pudieran otorgar un étnico que señalase una tal identificación. La prueba de ello la tendrí­ amos en un texto compilado, entre otras noticias andalusíes, por el enciclopedista del califato abasí Ib Khurdadhbeh a mediados del siglo X, y en el que los habitantes de Córdoba son denomina­ dos sorprendentemente al-isba"'16. “Denominación muy posiblemente recogida por los servicios secretos dependientes del diwan al-barid abasí, que transmitiría 11 Ibid., pp. 46-47. ’6 Simple trascripción al árabe del término “hispanos.

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un étnico aplicable a la mayoría de la población cordobesa del momento: muladíes y cristianos. Unos y otros se autodefinirían como hispani, y así serían reconocidos por la minoría árabe. La autoidentificación de los cristianes andalusíes del siglo, IX con España era la continuidad de un imaginario colectivo que ya estaba dramáticamente presente en el anónimo autor de la Crónica mozárabe del 754, tal y como se refleja con nitidez en su conocido ‘Lamento de España ’pasaje literario que representa­ ría el contrapunto del Laude Hispaniae' isidoriano, uno y otro argumentados sobre la autoconciencia de que las Españas eran superiores al resto del mundo. Según este mismo anónimo cléri­ go, su patria Hispania habría sido invadida por una gente extranjera, árabes y moros bereberes musulmanes, caracteriza­ dos muy negativamente por su crueldad y sus fraudes constantes sobre los hispanos”'1. De esta modo, para estos mozárabes cultos, sobre su desdicha­ da E spaña a la que se refieren en sus textos como infelicem Spaniam , estos conquistadores (los árabes) establecen “un reino bárbaro” al que llaman regnum efferum.

El majestuoso conjunto palatino mandado construir por Teodomiro, duque de la Cartaginense, que hizo frente a la invasión musulmana, y luego logrando mantener un poder autónomo dentro de los territorios ocupados por el islam. ,7 Ibíd., p. 47.

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¿QUÉ FUE ÁL ÁNDALUS? Al-Ándalus fue una entidad árabe e islámica surgida tras la invasión y ocupación de una parte o la totalidad de Spania por una acción militar18. Esta entidad política abarcó la península y partes de las Galias, llegando incluso a establecer guarniciones en algunos puntos aislados en los valles del Ródano. Se trataba, pues, de un concepto político-religioso. Aunque tardará tiempo en imponerse y estructurarse cubriendo una realidad geográfica mudable. Su expansión en Europa a inicios del siglo VIII se debe al concepto de “yihad”19. Posteriormente irá fragmentándose su territorio en varias taifas, como disminuyendo su territorio cuan­ do desde las entidades cristianas del norte que no son controladas por el poder islámico, proyectan hacia al sur sus proyectos polí­ ticos y aspiraciones de restauración de España. Uniéndose además, la profunda ideologización de los enfo­ ques sobre la conquista musulmana, lejos de atenuarse con el avance del conocimiento histórico sobre al-Ándalus, se ha incre­ mentado actualmente a los estereotipos heredados de etapas ante­ riores, a saber, bien la de una imagen idílica y paradisiaca de alÁndalus, se ha sumado igualmente fruto de la distorsión, es la aparición del Islam como consecuencia de una crisis interna de la 18 Una aproximación para los trabajos de la conquista y entre los estudiosos, cabe citar a Pierre Guichard (1969). “Le peuplement de Valence aux des premiers siécles de la domination musulmane”, Mélanges de la Casa de Velázquez, 5, pp. 103-158; Pierre Guichard (1987). Estudios sobre historia medieval. Op. Cit., pp. 27-71; Pedro Chalmeta Gendrón (2003). Invasión e islamización. La sumisión de Hispania y la formación de al-Andalus. Jaén; Universidad de Jaén, pp. 23-24, pp. 33-36 y pp. 71-72; Eduardo Manzano Moreno (2006). Conquistadores, emires y califas. Los omeyas y la form ación de Al-Andalus. Barcelona: Crítica, pp. 15-26. n Luis García Moreno ha mencionado al numísmata Tawfiq Ibrahim que está en posesión de un nuevo sello-precinto de plomo, todavía inédito de estudio, de tiempos de la conquista que indica el reparto de doncellas vírgenes como botín entre los guerreros musulmanes “en el camino de Dios”.

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España visigoda en la que jugaron más fenómenos endógenos que alógenos20. La primera moneda acuñada en la Península Ibérica tras la invasión árabe, donde aparece por primera vez el nombre Al Andalus en árabe para los nuevos ocupantes musulmanes y apa­ rece también el nombre Span en latín, para indicar el nombre de como conocían el país los autóctonos desde hacía tiempo: España, a los que principalmente estaba destinado esa moneda para su uso.

Diñar bilingüe. Con la leyenda circular en latín alrededor de estrella de ocho rayos dice FERITOS SOL ÍN SPAN AN XCV. 4. El nombre Span en latín, para indicar Spania. ¿Qué se ocultaba bajo la denominación de Span, sino el nombre para designar al país como eran conocido por las gentes que lo habi­ tan?

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20 Ignacio Olagüe (1974). La revolución islámica de Occidente. Madrid: Fundación Juan March.

DE COMO LOS ÁRABES CONQUISTARON DE MANERA SANGRIENTA TERRITORIOS DE ESPAÑA Un himno que ha sido relacionado con la invasión islámica y compuesto en el tiempo de la conquista islámica o en una de las fases iniciales cruentas de su dominio de la España de esa época, sobre todo en el ámbito geográfico de lo que ocupan los territo­ rios catalanes. Se trata del himno “Tempore bellF2\ Este himno recita muchas veces el carácter general sobre la brutalidad de la guerra y la ayuda de Dios a sus fíeles. El himno contiene unas estrofas que narran una terrible invasión protago­ nizadas por gentes bárbaras no cristianas, que han conseguido la victoria sobre el pueblo cristiano, en ellas deja entrever, destacan­ do las crueldades del vencedor sobre los templos cristianos y sus vírgenes y sacerdotes, este terrible invasor afirma que ha venido del otro lado mar en “hendiendo las amplias planicies del ponto con sus innumerables escuadrones”. Dicho himno refleja la terri­ ble impresión que supuso la derrota del ejército cristiano (del Reino godo) por invasor venido del otro lado de la mar. El carác­ ter violento de la conquista militar: rapiñas, incendio de ciudades, sacrilegios, y un gran número de cautivos y sobre todo cautivas como botín de guerra. A los vencidos solo les queda la fuga y dis­ persión al referirse “por lugares intransitables temblando huye humillada y golpeada e impulsada por un torpe p a v o r Estas condiciones se dieron en la conquista de M usa de la Tarraconense. 21 Cfr. Tempore belli, ed. C Blume Hymnodia Gótica: D ie M ozarabischen Hymnen des alt-spanischen Ritus.Leipzog, 1987, p. 282; y M.C. Díaz y Díaz “Noticias históricas de dos himnos litúrgicos visigodos ”, en Antigüedad y Cristianismo - Monografías sobre la Antigüedad Tardía, III: Los visigodos. Historia y Civilización. Actas de la semana Internacional de Estudios Visigóticos, Madrid-Toledo-Alcalá de Henares: Universidad de Murcia 1986, 448-456.

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El him no habla de la pérdida de valores de las gentes cristia­ nas o autóctonas y que es un “Juicio de Dios”. El “Tempore belli” también term ina con unas estrofas esperanzadoras en la que se invoca a la lucha y a Jesús poniendo en fuga a los invasores y res­ tableciéndose la paz. Aquí también tenemos, quizás, el primer eco de R econquista. La Reconquista nació inmediatamente des­ pués de la derrota.

j. M agro

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ESPAÑA EN LA EDAD MEDIA I

LA SALVACIÓN DE ESPAÑA “También los propios sarracenos por algunos prodigios y señales de los astros predicen que se acerca su perdición y dicen que se restaurará el Reino de los godos por este prín­ cipe nuestro; también por revela­ ciones y apariciones de muchos cristianos se predice que este prín­ cipe nuestro, el glorioso don Alfonso, reinará en tiempo próximo en toda España. Y así, bajo la pro­ tección de la divina clemencia, el territorio de los enemigos mengua cada día". Crónica Profética, año 883, aludien­ do a Alfonso III, rey asturiano.

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ESPAÑA EN LAS CRÓNICAS MEDIEVALES CRISTIANAS Algunas crónicas escritas en el ámbito territorial de los domi­ nios cristianos durante un determinado tiempo España se emple­ ara indistintamente a los dominios cristianos o al territorio ocu­ pado por Al-Ándalus. La idea de España pronto aparecerá en la documentación oficial de la cancillería de los sucesivos monar­ cas asturianos y leoneses, y que se identificaba con la Hispania. Asimismo las crónicas castellanas, aragonesas y navarras incluso portuguesas) atesoraran una gran cantidad de menciones a España, que resulta curioso, pues cuanto más dividida estuvo España políticamente, más se constata su existencia historiográficamente. En un ya clásico libro en los a los años 60, Don José Antonio Maravall publicara un libro titulado El concepto de España en la Edad Media, sobre el contenido y sentido que la idea ha tenido a lo largo del tiempo hasta el Medievo. La mayor voz autorizada sobre los visigodos como García Moreno dice que “sin duda que esta idea de la Reconquista se había constituido en esencial instrumento legitimador del avan­ ce hacia el sur, sobre tierras dominadas por poderes musulma­ nes, de los reinos cristianos peninsulares. Y como tal alcanzó su formulación clásica, ya en lengua ‘romance ’ en la ‘General his­ toria’de Alfonso X el Sabio. Sin embargo hay que señalar cómo aquí (la idea de Reconquista, como restauración de un orden antiguo, se formula bajo una variante bien significativa. Pues que ya no se trata de la recuperación del Reino de los godos sino simplemente ‘de E spaña ’, que se había perdido con la invasión islámica”. Véase un ejemplo significativo, la anécdota del rey aragonés Alfonso el Batallador en su incursión por Al-Ándalus, cuando volviendo sobre sus pasos después de razziar los valles

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andaluces, éste penetra en la intricada comarca de las Alpujarras, sale al mar por Salobreña y se dirige al oeste, hacia la playa de Vélez Málaga. Aquí sube a una barca y come luego pescado recién capturado. El cronista muslime, extrañado, escribe: “Era éste un voto que había formulado y cumplía ahora, o bien lo hacía sólo para que se hablase luego de él. Lo ignoro”. La verdad es que se trataba de una ceremonia con un alto contenido simbólico desde el punto de vista feudal: el monarca aragonés tomaba pose­ sión de los confínes de España antes de retirarse. Es como si emulara el gesto protagonizado por Alfonso VI de Castilla y de León al llegar a las playas de Tarifa en 1082 y adentrarse en el mar montado en su caballo.

EL CONCEPTO DE ESPAÑA EN EL ÁMBITO ASTURLEONLÉS El Reino de Asturias surgido tras la invasión musulmana que ocupa gran parte de la España de la época. Desde luego fue una realidad política diferente al reino visigodo de Toledo. Pero, en cierto modo, como han demostrado los estudios, es también la continuidad y prolongación del reino de visigodo en Asturias". Se desarrollará un discurso ideológico legitimador en el que la continuidad del pasado visigodo que jugaba un papel fundamen­ tal. Continuidad tanto con el ideal hispanogodo perdido como con la propia línea dinástica. Sabemos que existió en el Reino de Asturias una idea de España, que consideraba la identificación de Hispania con el 22 Sobre un probable Ducado de Asturias en época visigoda, véase L.A. García Moreno, Luis A., “Estudios sobre la organización administrativa del reino visigodo de Toledo''’ en Anuario de historia del derecho español. N° 44, 1974. También mi artículo, J. Magro, “Ducado As turiensis: guardianes de un custo­ dio. Entre el último bastión rodriguista y la última bandera de Toledo", en Revista Europae. Asociación cultural Genos, N° 5, 2011, pp 16-19.

fenecido regnum gothorum. Esto nos ha permitido una valoración más ajustada de explícitos títulos utilizados por los reyes leone­ ses. sucesores de los reyes de Asturias. Como podremos apreciar más abajo cómo la idea de continuidad asturiana con respecto al reino visigodo, se plasmó de alguna manera no solo en la titula* ción que se daban sus reyes que fueron, en efecto, los continua­ dores de los reyes visigodo y por eso aspiraron al dominio de toda la Península, de Hispania, y tales aspiraciones quedaron reflejadas en la titulatura: rex o imperator Hispaniae, y un anhe­ lo por la Restauración de España. Todo esto es indicativo que tales títulos fueron reflejo de esa herencia visigoda que además se hace patente en los usos, leyes y arquitectura del núcleo asturianos. Imposibles de asociarlos a los ideales neogóticos, elaborados a finales del siglo IX, que algunos suponen y que veremos a continuación son anteriores a ese siglo. En los dominios de los reyes asturianos se alude a España en fechas muy tempranas. Se hallan en el mismo siglo de la invasión musulmana el segundo testimonio no epigráfico más antiguo del denominado Reino de Asturias. Se trataría de una composición conocida como himno de Santiago que habría sido escrito duran­ te el reinado del rey Mauregato (783-788), al que va dedicado la composición. En el himno se establece ya a Santiago como patro­ no de Hispania cuando dice “¡oh verdadero y digno Santísimo Apóstol, cabeza refulgante y aura de España, protector y patro­ no nacional nuestro! Líbranos de la peste, males y llagas y sé la salvación que viene del cieló'. También data de esa década del siglo VII en Asturias la carta de Beato de Liébana, obispo de Osma, al metropolitano de Toledo y Primado de las España*, Elipando, en el año 785 y en esta carta el Beato menciona que no sólo en Asturias sino que alude a España, al referirse que a toda España y en Francia se discute sobre la querella contra el adopcionismo. Por lo tanto en el reino de Asturias, como en períodos

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NAOMII-.NÍO ÍJf. I,NA NAÍ.KA

posteriores, igualmente coexistió una noción de España equiva­ lente a la Península ibérica, lo que desacredita algunas de las interpretaciones que se han hecho sobre la identificación de España equívocamente en exclusividad con Al-Ándalus. Ejemplo sería en la (Trónica de Alfonso ííí donde es patente la referencia a Asturias dentro del concepto de España en una con­ testación de Pelayo al obispo Oppas que precede a la batalla de Covadonga: “Cristo es nuestra esperanza de que por este peque­ ño monte que tú ves se restaure la salvación de España y el ejer­ cito del pueblo godo” Y en la Crónica Profética, afirma que el rey Alfonso III reina ya en una parte de España, cuando dice “se predice que este príncipe nuestro, el glorioso don. Alfonso, reina­ rá en tiempo próximo en toda España. Y así, bajo la protección de la divina clemencia, el territorio de los enemigos mengua cada día”. Otro documento es la carta enviada por Alfonso III al pueblo y clero de Tours en el año 906, el rey asturiano se ampara en un titulo que desvela el símbolo reivindicativo de una restauración de la perdida unidad de España. Una unidad de España cuya pérdida clamaba con futuro incierto el autor de la Crónica Mozárabe en territorio ocupado por los musulmanes. La propia concepción de la realeza en Alfonso III y la propia concepción de la ascensión de su poder en la carta deja claro sus intenciones in de i nomine Adefonsus pro Christi nutu atque potentiae Hispaniae rex23. Estos textos asturianos a diferencia de otra narraciones mozá­ rabes, se hacen bajo la favorable impresión de las victoriosas sobre al-Ándalus, llegando incluso a vaticinar el inminente cum­ plimiento de esa expectativa restauracionista. Pero hay una secuencia natural o en común en ambas piezas narrativas como 21 R. Menéndez Pidal, El Imperio hispánico y los cinco reinos. Dos épocas en la estructura política de España, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1950, esp. pp. 21-177.

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es la perdida de España y el reconocimiento de España como una unidad, aunque fortuitamente la autoridad este fragmentada en tres autoridades. Sino que además lo que se perdió era toda España, la recuperación, Salus H ispaniae tendría que afectar también a toda España. Parece clara, pues, la asociación de esa auto calificación de Alfonso III como H ispaniae rex a esa idea del Regnum Hispaniae que vemos explicitada unos años antes en el ciclo historiográfico del monarca asturiano. Cito textual “También los propios sarracenos por algunos prodigios y señales de los astros predicen que se acerca su per­ dición y dicen que se restaurara el Reinado de los godos por ese príncipe nuestro; también por revelaciones y apariciones de muchos cristianos se predice que este príncipe nuestro, el glorio­ so don Alfonso, reinara en tiempo próximo en toda E sp a ñ a ”. Con independencia de que pueda verse en esta, hasta entonces insóli­ ta, titularidad regia, la primera prueba de una idea imperial leo­ nesa desarrollada posteriormente, parece clara la asociación de esa autocalificación de Alfonso III como H ispaniae rex a la idea del Regnum Hispaniae que aparece claramente formulada en los textos cronísticos del siglo IX. Pero como afirma el profesor Besga y para finalizar que “por tanto, el uso del nombre de España en el reino visigodo es com­ pletamente equiparable al que tuvo en el reino de Asturias: varios conceptos de España, uno de los cuales excluía al territo­ rio de una antigua Galicia que compondría también Asturias. Por consiguiente, el empleo del término España en el reino de Asturias es una herencia del reino visigodo

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ESPAÑA EN LA DOCUMENTACIÓN MEDIEVAL Las primeras crónicas habrían sido escritas por desconocidos autores eclesiásticos del entorno áulico asturiano como los de las crónicas asturianas de tiempos de Alfonso III (866/910). En esos pasajes asturianos contienen lo que lo que hoy conocemos por Reconquista, creándose la idea de la Pérdida de España, perdida en la funesta batalla de Guadalete al hablar de las causa de la per­ dición de España; Spanie causa pereundi fuit. Pero también su recuperación y la restauración del orden de los godos y con el paso del tiempo vamos a ver desde el pequeño núcleo asturiano, hasta el reino de León como algunos reyes fueron nombrados imperatores. Soberanos que no dudaron en proclamarse con la titulación de “em perador de España” y “rey de España”, con la intención de reclamar las pretensiones de soberanía durante el período de la Reconquista.

taure la salvación de España y el ejercito del pueblo godo". Cróncica Albendese, siglo IX.

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-[...] v todo el ceremonial de los godos, tal como había sido en Toledo, lo res tauró por completo en Oviedo, tanto en la Iglesia como en el Palacio. Cróncica Albendese.

En un principio para los cristianos del norte o poblacioneí autóctonas. España se convirtió en equivalente para la partí peninsular que ellos no controlaban o dominaban, pero que dese aban o anhelaban recuperar y que reclamaban frente a un enemi go que consideraban ilegitimo y extranjero. Cierto es que en la: crónicas del XI se encuentran ejemplos ideológicos para la ide¡ de que la victoria era un signo de gracia y de perdón por Dios po los pecados cometidos por los antepasados en época visigoda. E historiador Brosnich ha insinuado que los cristianos o autóctono que vivían en la España ocupada y controlada militarmente ; políticamente por los árabes lo vieron de manera distinta al prir cipio. Inicialmente no contemplaron ni esperaron la liberació sobre Al Ándalus como ha indicado Brosnich, por parte de ur

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gente que si bien era cristiana y pertenecía al mismo substrato autóctono, pero que venía de la Cordillera Cantábrica. Esa con­ cepción no es del todo cierta24. A la hora de comparar la titulación de los reyes de León es sig­ nificativamente importante para analizar tal fenómeno, la utiliza­ íJ A este respecto cabría decir la hipótesis de Luis García Moreno que a “guisa de una posible gran hipótesis explicativa debería adelantar. La historia compa­ rada induce a pensar que a mediados del siglo VIH la mayoría cristiana andalusí había curado una buena parte de sus miedos de la conquista islamíca. Insustituible y contemporánea — Crónica mozárabe— testimonia la importancia simbólica que se concedió a ambas victorias por parte de las elítes religio­ sas cristianas cordobesas y toledanas. (...) La rareza y el anacronismo de las fuentes disponibles impiden saber si hubo otros intentos de rebelión en otros lugares de la antigua geografía goda. Sin embargo algunos hechos predisponen a una respuesta positiva a tal interrogan­ te. Tales serian por ejemplo la expulsión de la guarnición musulmana de Pamplona algún tiempo antes del 755 o la extravagante noticia de la llamada ‘Crónica profética’ sobre el encierro de los godos en algunas ciudades y su rebelión allí durante siete años al poder de los musulmanes. Posiblemente pudo estar relacionada con esa nueva e inquietante disposición a la rebelión de la mayoría cristiana peninsular la situación de semi-independencia de los des­ cendientes de Teodemiro (...). Necesariamente son indicios de un fenómeno y expectativas más amplias las documentadas rebeliones de las mayorías cristianas. Aliadas o no con mula­ díes, de Mérida y Toledo, dos ciudades de tanto valor simbólico en el imagi­ nario colectivo heredado de la época goda. Sin duda el fracaso de todas ellas a la hora de lograr la destrucción del opresor y extranjero poder islámico y árabe-bereber empujaron a bastantes a solicitar la ayuda del que parecía el invencible campeón de la cristiandad occidental, a Carlomagno. Una petición protagonizada no solo por gentes y comunidades del nordeste hispánico, más próximo o incluso vecino al poderío franco, sino también por otras mucho más distantes. Tal y como testimoniaría en un segundo momento la famosa carta de los cristianos emeritenses al emperador. (...). Ya en siglos posteriores tenemos la expedición de Alfonso I el Batallador (1104-1123) que se adentró Al-Andalus. El cronista moro del periodo almorávide Ibn Sairafi en su obra Kitab alanwar al-jalida , en la versión que transcribió en el siglo XV el también cro­ nista musulmán de Ibn al-Jatib. Según este historiador moro, el rey Alfonso I el Batallador recibió insistentemente cartas y avisos de los cristianos tributa­ rios de la Granada musulmana, y de otras partes, pidiéndole que socorriera en la ayuda de las comunidades cristianas en territorio musulmán .

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ción de Hispaniae o similar a continuación del título rex o imperator. reflejo de sus pretensiones hegemónicas. Esta titulación estaba estrechamente ligaba a los reyes asturleoneses, pues se gesto mucho antes, como hemos visto en los reyes asturianos. Pero no había sido en los documentos privativos o diplomáticos sino en sus crónicas oficiales del entorno áulico. Esta titulación de “rey de España” como oficial em pieza a ser muy habitual en la cancillería del rey Alfonso VI, en los docu­ mentos privados, a partir del año 1077. Pero se gestó antes, por­ que seguidamente después de la reunificación de los reinos, en un diploma original del archivo de la catedral de León, el 17 de noviembre de 1072, Alfonso VI se dice rex Spanie, y en agosto de 1076 un documento privado del archivo de la catedral de Oviedo ofrece la siguiente data histórica: Regnante Adefonso rege cum coniuge sua regina Agnes in Yspania... Como dice el tándem Julia Montengro y Arcadio del Castillo “era, sin duda, una manera de poner de manifiesto las aspiracio­ nes de los reyes de León a controlar la totalidad de la Península; de lograr la reunificación política de la Hispania visigoda. Pero, Alfonso VI en cuyo reinado concurren una serie de circunstan-

1135 es coronado Alfonso Vil de León como Emperador de España. A la cere­ monia asiste su cuñado, Ramón Berenguer IV

El. NACIMIENTO DF, IJNA NACIÓN

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El Rey de Pamplona asistiendo a la coronación del ímperator totius Hispaniae (26 05 1135), su futuro suegro

Ramón Berenguer IV de Barcelona asistiendo a la coronación de su cuñado como Emperador de Toda España 26 05 1135)

cías que justifican sobradamente la reiteración de lafórmula rex Hispaniae, que además magnifica a partir de octubre de 107'7, imperator totius Hispaniae, en contra de lo que indica A. Gambra, no fue su creador. Así se deduce de algunos testimonios, por lo demás muy conocidos, ciertamente escasos y no exentos de problemas, que aluden al dominio de Hispania por parte de reyes de León como Alfonso III, Vermudo II (985-999) o los pro­ pios progenitores del conquistador de Toledo. Alfonso III se

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prodama rex Hispaniae en su célebre, aunque ciertamente dis­ cutida carta al pueblo de Tours del año 906:\ que dice In Dei nomine Adafonsus pro Christi nutu, atque potentia Hispaniae rex... . Más anteriores y bastantes significativos por su antigüedad, pero con la continuidad sobre menciones indirectas como apare­ cen en los textos asturianos sobre sus reyes, resultan dos diploma originales. Uno sería del año 996 del rey Vermudo II, conserva­ do en el monasterio de San Pelayo en Oviedo, que dice así Veremudus rex, dum possideret regnum Spanie .... Y otro docu­ mento del Tumbo Viejo de San Pedro de M ontes fechado en el año 1043 que se refiere al rey Fernando I y su m ujer la reina Sancha con la alusión: Regnante Fredinandus rex, una cum Sancia regina in Legione et in térra Hyspanie. Sin olvidar los contextos internacionales que son referidos algunos reyes leoneses. Por ejemplo sería el papa Gregorio 'VII con la denominación que se refiere al rey Alfonso VI como rex Hyspanie en el año 1074, pero igualmente llam a reges Hyspanie a Alfonso VI y a Sancho IV rey de N avarra (1054-1076) ese mismo año y rex Hispaniorum a Sancho Ram írez de Aragón un año después 1075; por lo demás, en otra ocasión sencillam ente se 25Sobre la probable autenticidad de estos, cf. por ejemplo, Menéndez Pidal, El Imperio hispánico y los cinco reinos...., pp. 29-33; Sánchez Candeira, op. cit., pp. 13-15 n. 13; A.C. Floriano, Diplomática española del período astur (718910), II. Cartulario crítico, Oviedo, Instituto de Estudios Asturianos, 1951, pp. 342-345. Resultan ser claramente falsos dos diplomas de Alfonso III, de la iglesia de Mondoñedo, en los que aparece como totius Hispaniae imperator y como Hispaniae imperator (Flórez, op. cit., Apend. IV y V, pp. 312-313), y uno de Ordofío II, también de la iglesia de Mondoñedo, en el que aparece como rex Hispaniarum (Ibídem, Apend. VIII, p. 318), cf. SÁNCHEZ CANDEIRA, op. cit., pp. 17-19 n. 27. Y son igualmente falsos otros dos diplomas de Ordoño I (850-886), de la catedral de Oviedo, en los que se titula rex Hyspanie (A.C. Floriano, Diplomática española del período astur. Estudio de las fuentes docu­ mentales del reino de Asturias (718-910), I. Cartulario crítico. Primera parle (desde Pelayo a Ordoño II), Oviedo, Instituto de Estudios Asturianos, 1949, doc. n° 64-65, pp. 272 y 279), cf. Ibídem, pp. 287-290.

El. NACIMIHNTO DF UNA NACIÓN

dirige a los reges H yspanie en 1077, entendiendo esto a todos los reyes cristianos de España. Y el reconocimiento de una suprema­ cía por parte de Gregorio VII sobre el resto de reyes españoles, únicamente se aprecia en una epístola que le dirige a Alfonso VI, en la que le recuerda manifestándose en los siguientes términos hacia el año 1081: Memento honoris et glorie, quam tibí super omnes H ispan ¡e reges misericordia Christi concessit... El padre de Fernando I fue el rey castellanonavarro Sancho III el Mayor, parece que se tituló en alguna ocasión como rey de Las Españas, pues en textos, aunque siempre problemáticos aparece como rex Hispaniarum. Pero como afirma el profesor Arcadio que tampoco “no podemos desdeñar totalmente la posibilidad de que el monarca navarro se titulara en alguna ocasión rex Hispaniae a raíz de la conquista de León, habida cuenta de la estrecha vinculación entre este reino y el título de rex Hispania Otro dato más revelador, es la organización de una Curia regia celebrada en la ciudad de León en tiempos de Alfonso V, donde se especifica que se reunieron todos los obispos, abades y mag­ nates del reino de Hispania, por orden del rey Alfonso V. Estableciéndose normas para que presidie de manera fija en el futuro, igual que ocurrió en otra Curia, también celebrada en la misma ciudad, pero en tiempos del rey Alfonso VII, en la que se trataron los temas concernientes al bienestar de todo el reino de Hispania. La España que había sido liberada hasta Tortosa en el extremo oriental y Toledo seguía en poder de los musulmanes. Muy significativo han sido estos testimonios analizados por­ que “si bien ciertamente esporádicos hasta el reinado de Alfonso VI, a un regnum Hispaniae desde fechas relativamente tempra­ nas, y expresados en unos momentos en los que el reino de León tenía escasas, cuando no nulas, expectativas de poder lograr el control de toda la Península evidencian las aspiraciones de los reyes de León a la recuperación de la unidad política de Hispania, cuya pérdida lamentaba en el año 754 el Anónimo Mozárabe” .

J. Magro

La fórmula rex Hispaniae será siendo utilizada por los des­ cendientes al trono de Alfonso VI. Incluso su hija heredera Doña Urraca, que asumió en ocasiones el título de imperatrix, pero es que. además, este título, al igual que el más frecuente de regina, va muchas veces acompañado del concepto Hispaniae o equiva­ lente: Hispanie regina, totius Hispanie regina, Ispanorum regi­ na. Hispaniarum regina, regine et imperatrix Yspanie, totius Hispanie imperatrix, Urraca regnans in tota Ispania, etc. Y lo mismo cabe decir de su segundo esposo Alfonso I el Batallador rey del Reino de Aragón y Pamplona, así como de su hijo Alfonso VII. Con la muerte de este monarca desapareció el Imperio hispánico, en el sentido de que ningún otro rey peninsular se va a denomi­ nar imperator. Castilla volvería a tener rey privativo26.

26Con la muerte de Alfonso VII, repartió sus dominios entre sus dos hijos, aun­ que siguen perviviendo la idea de tradición Imperial hispánica en los reinos de León y Castilla, estos reinos eran depositarios de los fundamentos de que eran sucesores del reino visigodo y sus reyes descendientes de los reyes visigodos, por lo tanto a ellos concernía el cometido de recuperar la “España perdida”, por ser los reyes de Hispania, como lo habían sido los reyes visigodos y por tanto la Restauración de España. Y digo esto porque durante los setenta y tres años en los que León y Castilla van a constituir dos entidades políticas dife­ renciadas, hasta la definitiva reunificación de ambos reinos en la persona del rey Femando III, se conservó en cierta manera la costumbre o tradición regia de conceder a sus soberanos el título de rex Hispaniae.

— -------- REINADO

f e c iia

--------------------- KtFEREÑClA

--------

ALFONSO III (886-910)

867* 877* 906

ORDOÑOII (914-924)

916 917 922

Honkjnius films Adefimsi Magni imperafom Honjumus.. . filiux Adefmiu magní imfferakuix Egf) serentxumus tmperaior Orikiníus

RAMIRO II (931-950)

940

Rcgrmntc

OROON'O ÜI (950-956)

952

Kcgnattte... Honkxuo» prolis dotnni Hanmiri

RAMIRO n i (965-984)

974

RaniminiÑ rex mugnm ... rex magma /... | ámunum et tmperatorem re•

m

RanmiiiUN —princeps magma. basiieus umius ... domno rc\ im ftera to re UcrcTnufc^

Adefomtis UHius Hiipanúir imprnaor Adcfomus Híspanme imperar>r Adcfoasus Híspanme rex

impenuiori muro fUtwrwrus rex

imperaron*

Xem

VERMUDOII (984-999)

996

ALFONSO V (999-1028)

1002 1007 1015

in (1028-1037)

1030 1029/1032 1034

vkrmudo

et imperante Adefonsus Pnnccps rex supr*Kfictus imperator regm imperii Adefonsi principia DtinmUKmxsIctcí reí magma ...regm unpeni Uoremunck» pniwipt> ... tmperator ik>mmis Veremudiuv in Gallee» nn-ni imfxrii Vcremumli* rex

J. MAGRO

Rcgnantc ¡mfM'ntíor Vcrcmundo in lx'ionc

1036 SANCHO III EL MAYOR

1033 1034 1034-1035 ;

j

MONARCAS

FECHA

FERNANDO 1

1036 KM! 1055 1056 1056

ALFONSO VI

1076 1077 1077 107<) 1080 1081 1085 1087 1090 1098 1096

Soncius Hispaniarum rvx Sanciu* Uei grutia pium et maf>num ... nígnum imixriwtt rcx S&nriuft in Ijegionc SaiK'ius... in Legionc imperial* culmine

TEXTO I rcdclainJus intfmttor Garsea rex in Pampilona, Ircdclondus imperutor tn Iriotte ci in Cusidla Rcgnantc domino nostm anfH*mtoris Frcdcnando principe im rcgno siii l^cdclandtis imperator in C'asidla cf in l>egione ct in Ast«>rgns Sub impeñt* impemums Frcdinandi regis el Sancic rebine tntfH'ratru e regnum regentes in Lcgionc el in Gal lee ia vcl in Castclla Rex el intffrrator Ego Adcíonsus totius tspanie n\\ Kgo Adcfomus imperator unías Hispanute Ego famulus Dei Adcíonsus .... nutu Dei tex ct imperator fottus fs/Htnie ligo vero Adefonsus divina virtute totius Isfta• nie imfH'mtor ‘al-lmbrutur dhu-ll-MiUataytt (Emperador de las dos religiones) F-go Adefonsus Dei groóa hnpemtor totius Spanie Ego namque Adefonsus in ipso Chrislo consti­ tuías impenitor su/nrr omnes SfMinie nationes Ego Adcphonsus ... Rcgnantc gloriosissimo Adcfonso imperantre in Toleto, Ixgione, Cíallccia. Castclla ct Nagera lAdepkiouso] imperatore in Lcgiomc et in Toledo Adefonsus locius orbis Ivpuníe impenitor «wstítutus

URRACA

1103 1107

kgo enim Adefonw* Taleumi imperii majt* n iflru s triumphator

1115 1125

Ego Viroca, totm s Hisptm tae im peratrix Ego Urraka. Domini gratín, in Spanéa regma

1110

A LFO N SO I D E ARAGÓN

lija n Adefom w unius tipam e im pem tor im pero to r de Letme Húpam e im pervtor Ego AlfofiMift, Dei grafía, tntius in Hispania im pem tor Ego Alfonso*, grafía Dci im peratnr Híspame impcrmnr. rcgname in Toledo. Le gkmc, Cabella ct Aragonc Fgoautcm AkJcfoniu*, D a gntfia im peratnr Cassette. nccnon rex Amgnnie er Navanc

1114 1117 1123 1124

íi A LFO N SO V II

*

1125

1117 1118 1128 1135 I 153

I)

FER N A N D O I I

I

1156

Lgo AJfomu* Raimundi imperador Ego Adefonso D o grafía rex et im perator Ki* panie, comim Ramundi ct negioc Urrocc filim Ego Adefonsu* D a gnuia Hyspan&r im fw ruto r Tatius Hispaniae im pem tttre reinante im perante ipso im penm tre Toleri. Lcgiooc. ¡ Gaflctia. Casicfla. N m m . Sanigooa, Bactia ct Alma: no; comes Bochifome ct Sanen» rcx Navanr vaoafi im peratoria Piuv fcltx. mcíitus, tram pfotor ct *cmper mj victux tiX 'ius Hispaniae divina ckm enoafitm atsuimm bnpew ior

1162-64 i I 165*75

R r\ Hispanonm Rex H ixpanianm

J. Magro

EL CONCEPTO DE ESPAÑA EN EL ÁMBITO GALAICO-PORTUGUÉS Pues bien, la noción de continuidad con referencia a la perdi­ da de Hispania aparece connotada tempranamente de forma especial en una serie de cronicones en el reino de Portugal, en los cuales se considera que las primeras noticias en ellos contenidas proceden de un texto antiguo redactado en primera instancia seguramente en Asturias poco después de la subida al trono de Alfonso II en el año 791. Algunos de los cronicones que forman parte de un triunvirato denominados Anuales portugalenses vereres, y que en concreto son los siguientes: el Chronicón Alcobacense, de principios del siglo XII, el Chronicón Conimbricense de mediados del II y el último Chronicón Lusilanum o Lusitani de finales del siglo XII. Aunque estas narraciones o memorias se escriben al servicio de la nueva monarquía portuguesa, no por ello son desconocedo­ res del concepto H ispan ia, ni tampoco de la idea de “Emperador de España”, que está presente en el preámbulo en la noticia sobre la muerte Alfonso VII al que denominan im pera­ tor Ispanie. Algo que detectamos, en el primer rey portugués Alfonso Enríquez (1139-1185), con motivo de ratificar unos fueros conce­ didos por su abuelo el rey Alfonso VI, dice así magni Alfonsi imperatoris Hispanie nepos... “el gran Alfonso nieto del empera­ dor de España”. Otro rey de portugués, Alfonso IV de Portugal (1325-1357), fue aún más lejos de reconocer la autoridad de otro rey, pues llegó a admitir la hegemonía de Alfonso XI de Castilla (1312-1350), basándose en el hecho de que este monarca caste­ llano descendía directamente de los reyes visigodos. Sin embargo el tercer cronicón que se elaboró en la ciudad de Coimbra en esos tiempos, fueron los Annciles Lusitanwn que tam­ poco no aparece una idea ajena geográfica de España. Pero con-

El. NACIMIENTODF (JNANACIÓN

73

tiene un elemento político distinto, que no aparece en los otros cronicones portugueses, pues omite las aspiraciones del reino leonés a su dominio y toda mención a los reyes de León y Castilla, excepto la salvedad al emperador Alfonso VIÍ, con el fin de humillarlo al verse obligado a reconocer el poder de Alfonso Enríquez como rey de Portugal, que se presenta como su igual, pariter Imperator... Rex Portugallis. En él se presenta a Alfonso Enríquez como el “Emperador de España’*, que recordemos que es el primer rey de Portugal, como legítimo continuador, monar­ ca destinado, por la providencia estaba predestinado a conseguir la sumisión de los moros en España y las guerras civiles en alÁndalus entre endeluces insurrexerunt comra Arabes conducen a que los árabes abandonen España y pasen más allá del mar: expulsos (...) eos relinquere Hispaniam & transiré ultra mare. Desde 1128 empieza a llamarse príncipe de Portugal “Yo el infante Alfonso, el nieto del gloriosísimo emperador de España, e hijo del conde Enrique y de la reina Teresa, por la Providencia de Dios, príncipe de la totalidad de la provincia de Portugal'21. En la perspectiva de estos Amales, la monarquía portuguesa aparece, pues, como prolongadora del imperium hispánico antes ostentado por Alfonso VI: no en vano se puntualiza varias veces que Alfonso Enríquez es su nieto; magni Imperatoris Hispaniae Domini Alfonsi nepos y primer rey de Portugal. Al tiempo, Hispania permanece como concepto geográfico: por ejemplo, a la batalla de Sagrajas acuden Sarraceni totius Hispanie. Y con la expresión Hispania (que utilizan el Chronicón Alcobacense, el Chronicón Lusitanum y el Chronicón Conimbricense) se refieren a Asturias, como se desprende del Chronicón ex Historiae Compostellanae Códice y de la lectura 27ego egregius infans Alfonsus, gloriosissime Hispaniae imperatoris nepos et comitis Henrici et Theresiae reginae filius, Dei uero prouidentiae totius Portugalensis prouinciae princeps. 8 Luís Carlos Amaral y Mário Jorge Barroca, A condessa-rainha Teresa, cit., p. 230-233.

"4

J. M ag ro

realizada por J. Vaseo del Códice Alcobacense en referencia a otro códice calificado de muy antiguo antes aludido, pues ambos, tras denotar la derrota de los visigodos, especifican que entonces los musulmanes mantuvieron su dominio en Asturias durante cinco años. Nada más lógico que la equiparación entre ambos tér­ minos. Hispania y Asturias, si tenemos en cuenta que Asturias fue la parte de Hispania en la que después reinó don Pelayo. Del pasado asturiano de estos anales es que mantienen el preámbulo procedente de la historiografía asturiana sobre los godos e Hispania; que luego desarrollan y prolongan y que no suprimen.

Folio de la Chrónica geral de Espanha de 1344, escrita a mediados del siglo XIV por Pedro Afonso en el Reino de Portugal.

El. NACIMIENTO OF UNA NACIÓN

5

SEPARACIÓN DE PORTUGAL DEL TRONCO NACIONAL. UNA HISTORIA COMÚN L A

Los portugueses no fueron en un principio propiamente un pueblo distinto al resto de España, sino una fracción desgajada del grupo nacional de los españoles medievales. La primera frac­ tura de los portugueses con sus vecinos gallegos y leoneses, que actuaban en el territorio limítrofe al Atlántico de la Península Ibérica, fue por la falta de hijos varones por parte de Alfonso VI. Las ambiciones de la hija de Alfonso VI, Teresa casada con Enrique de Borgoña propiciaron la aparición de esta nueva monarquía produciéndose una revuelta en el Reino de León con la consiguiente separación del condado de Portugal de los reyes de León y Galicia. La primera independencia portuguesa en realidad no fue “por­ tuguesa” sino de elementos monárquicos ajenos como era Teresa de Portugal, que en realidad era de León y su marido el borgoñés Enrique. Luego el rey Alfonso Enriquez haría lo propio con Castilla en la batalla de Aljubarrota. Aunque hasta finales del siglo XVII pervivió el concepto de España como autoidentificación en la corte portuguesa. Las cir­ cunstancias de siglos anteriores hicieron que Portugal fuera dife­ renciándose y distanciándose cada vez más de las regiones veci­ nas e hicieron posteriormente a Portugal un Estado independien­ te de lo que es hoy de España y crearon poco a poco en sus habi­ tantes el sentimiento de formar un pueblo aparte.

b

i. Magro

EL CONCEPTO DE ESPAÑA EN EL ÁMBITO CATALANO-ÁRAGONÉS En las crónicas escritas de los territorios de los reyes de Aragón también aparece la idea de España y menciones a ella desde el siglo XII en algunas de sus variantes (Hispania, Espanya...). Idea que también florece en el registro oficial de la cancillería de los soberanos aragoneses, y que se identificaba con la España que asimismo en otras crónicas de otros ámbitos penin­ sulares existía para la misma época. En este ámbito vamos a reco­ ger algunos de los testimonios escritos en la llamada Corona de Aragón que abarcará el Reino de Aragón, el condado de Barcelona, posteriormente Cataluña, el Reino de Valencia y el de Mallorca. Como en las crónicas asturianas, en ocasiones, en dicho ámbi­ to se confundan el término España, para referirse a la parte de España ocupada (Al-Andalus)28. Pero también pronto se exten­ derá al conjunto de reinos peninsulares cristianos, como la aso­ ciación de una idea englobadora de los dominios del rey de Aragón como en la titulación real. En los documentos de Alfonso II de Aragón, que fue el primer rey de Aragón y conde de Barcelona, en los que se pueden hallar las primeras y diversas menciones a España. En abril de 1171 y desde Gerona, el monarca aragonés Alfonso II aceptaba la deuda contraída con la Orden de los Hospitalarios hoc in ipsa palia 28 Por ejemplo, en noviembre del afio 1169 y desde Jaca, el rey Alfonso II; se comprometía pagar a la orden del Temple parte de la recaudación de las tribu­ tos recibidos del rey musulmán de Valencia y Murcia, pero de origen autócto­ no, Lobo: “Et si ab illo rege Lupo vel a successoribus suis supradicta domus militie et fratres eiusdem iamdictos mille morabetinos habere non poterunt, ego laudo illis et dono atque concedo illis morabetinos singulis annis de illa palia quam ego et sucesores mei accipiemus de Hispana, undecumque ego accipiam paliam de Hispana et a quocumque habeos ipsam paliam".

El. NACIMIENTO DF. (JNA NACIÓN

qaam de Hispana accipio, scilicei.... El ut hoc ita illis accendam, dono illis fideiussores, Arkertum de Castro Vetulo et Raymundi de Moneada, qui si acceperint ipsam paliam in Ispania

Probablemente, esta idea adquirida y manifiesta en la diplo­ mática del primer titular de la Corona de Aragón corresponda a la con cep ción isidoriana plasmada en el elogio de España por el ilustre obispo San Isidoro que se perpetuó a lo largo de la Edad Media: De laude Spaniae y que tanta importancia tuvo en la Cataluña medieval. Pero, al indagar sobre la idea de España en la Corona de Aragón a través de las crónicas, se puede comenzar por la obra autobiográfica de Jaime I, pero también por los cronistas catala­ nes sobre todo de los siglo XV y primeros del XVI, uno de estos cronista excepcional, fue Pere Miquel Carbonell i Soler (14341517), que escribió una historia exclusiva sobre los reyes de Aragón y condes de Barcelona con el significativo nombre de Cróniques d ’Espanya. Esta historia de la Corona de Aragón empieza con la introducción de los primeros reyes pamploneses, mencionando a los reyes godos como origen común, muy al esti­ lo isidoriano, con lo que pretendía justificar su legitimidad. Aunque, posiblemente, el camino emprendido por Carbonell en su planteamiento no fue muy diferente del iniciado anteriormen­ te por los cronistas precedentes. Planteamiento que aprovechó de otras fuentes anteriores, como la llamada Crónica de San Juan de la Peña . Fundamentos que se localizan igualmente en otras cró­ nicas de su tiempo, como en las de los también catalanes Pere Tomic o Gabriel Turell.

j. M auro

Imagen medieval que representa al conde Ramón Berenguer 1 con la alusión de “apoderador de España” en su afán reconquistador.

Otra de las obras es el Libre del R ey en Pere d ’A ragó e deis seus antecessors passats de Bem at Desclor, allí pone en boca del conde de Barcelona una llamativa frase: “ Yo són I chomte d Espanya que apela hom lo chomte de B a r c e l o n a Para este cro­ nista el condado de Barcelona; por lo tanto, formaba parte del común al que se denominaba España. En otro pasaje de su obra, Desclor afirma que, en una conversación que mantuvo un conde de Barcelona con el emperador de Alemania, aquél le dijo: “ Yo són 1 cavaler d E spanya” y en otra parte de la crónica que

El. NACIMIINTO f)F UNA NACIÓN

podemos leer una referencia a “// cavalers dEspanya ierra de Catalunya” Más aún, al aludir a la muerte del monarca aragonés Pedro ííí el Grande pone de manifiesto el gran dolor que aquel acontecimiento causó entre sus súbditos, “més que hanch rey fos en Spanya”29. Asimismo habla Desclot en otras partes de su crónica de la “costuma d Espanya” ‘o de las “osts d’ Aspanya”. La lectura de la Crónica de Bernat Desclot nos conduce a señalar que el térmi­ no España también se refiere a unas concretas formas de vida y a unos hábitos de comportamiento. Pero, volvamos a retrotraemos a las centurias XII y XIII y en concreto al reinado del rey Pedro II de Aragón, el Católico (11961213), y su hijo Jaime I (1213-1276). La Corona de Aragón, pare­ ce compartir un sentimiento común de España entre los diversos reinos de su geografía que recobra la idea isidoriana en sus cró­ nicas, basado en las continuas crónicas debidas entre ellas al con­ junto elaborado por el primado Rodrigo Ximénez de Rada y, sobre todo, el rey Alfonso X el Sabio. Estos españoles medieva­ les, aparte de sus protagonismos eclesial y político respectiva­ mente, que iban a marcar un hito historiográfico como punto de partida y referente para muchas composiciones narrativas poste­ riores alentadas desde la propia monarquía y a través de la pro­ yección especial del gran soberano de Castilla y León. Pero, en la Corona de Aragón, habrá un rey, que deja testimonio, a través de la crónica parece ser autobiográfica en su Llibre deisfets com­ puesto en lengua catalana; con cuantiosas menciones a Espanya, según se puede ver a continuación30. com entam os

29Este autor finalizó el relato de la vida de Pedro 111recordando que a su muer­ te ufne más llorado que ningún rey que haya habido en España . ,0Crónica o libre deis Felts,, cap. 105.

j. M ag ro 80

En el Llibre deis Jets o Crónica de Jaume I, compuesta en len gua catalana, que va a dejar prueba significativa y la vez trans cendental, sobre todo por su política o hechos durante el reinadí del rey Jaime I, sobre la idea de España y que se basa en tre: eventos históricos militares de la vida de Jaume I, com o es 1¡ reconquista de Valencia, Mallorca y Murcia y que “sabemos qu<

uno de los argumentos que presentan catalanes y aragonese. para emprender la campaña militar de Murcia es el de que s< debe realizar” es “para salvar España, porque si el rey moro di Granada puede con el rey de Castilla, tierra de E spaña de la, tierras de Aragón y Cataluña también pueden peligrar”. En estas obra como en otras posteriores, Jaime I es presenta do como “rei d ’E spanya” promotor de la colaboración entre lo “cinc regnes d'Espanya” y responsable, con su política, de qu sea “honrada tota Espanya”1'. Así, entre las diversas alusiones empezando por su padr

51Op. cit.

E(. NACIMIENTO DR IJNA NACIÓN

81

II el Católico que “Nosíre pare, lo rey en Pere, fo lo pus franch rey que anch fos en Espanya..'. Tras la conquista del reino balear a partir de 1229 dice “Barons, be conexem e creem que vos e tots aquels que en Espanya són sabéis la gran gracia Pedro

que nosíre senyor nos ha feita en nostre jovent del feií de Uaylorques e de les altres illes “£ ell dix: Jo son ángel de nostre Senyor e dic-te que aquest enbarch que és vengut entre los sarrains e.els christians en Espanya, creés per cert que rey los á tots a restaurar e a defen­ der aquel mal que no venga en Espanya...” y “Car creem per cert que nuyl han no.ns poria en mal notar agó, car nós hofem. la primera cosa, per Déu; la segona, per salvar Espanya; la terqa, que nós e vós hajam tan bon preu e tan gran nom, que per nós e per vós és salvada Espanya”

Y considerando Cataluña como un reino de España, en un elo­ gio sentido por el monarca entre los otros estados de su Corona de que “£ fe que devem a Déu, pus aquels de Cathalunya, que és lo meylor regne d Espanya e.l pus honrat e.l pus noble”. Y sigue diciendo “E dixnos que molt havíem bon cor e bona voluntad, cant volíem servir a Déus; e dixnos que ell havia gran volentat que.ns servís ab tot qo que ell pogués haver de l ’Espital en los. V. regnes d ’Espanya..” refiriéndose a Aragón, Castilla, Navarra,

Portugal y parece ser a Granada32. Como hemos podido examinar y comparar las principales obras o crónicas de la Corona de Aragón como de otras del ámbi­ to peninsular es la idea común de España. Algunas de estas cró­ nicas del ámbito catalano-aragones están dedicadas a narrar las hazañas de sus reyes y otras de manera autobiográfica como la del rey Jaime I, hijo de rey Pedro II el católico. Estas obras fue­ ron escritas con la misma intención de describir al rey como modelo identitario y unidad de España que como afirma Enrique Ravello “vemos en él, a un rey que subordina los intereses de la * Op. Cit.

82

J. M agro

Corona a la que representa a los intereses generales de una España que todavía no existe como realidad política unitaria pero a la cual aspirarán a lo largo de toda la Edad los diferen­ tes reinos y territorios que fornan parte en esta épica empresa de la Reconquista, y los subordina, por ejemplo, al entregar al Reino de Castilla el territorio de Murcia que había arrebatado a los sarracenos al responder a la ayuda que le había solicitado su hija la reina Violante, esposa del rey de Castilla Alfonso el Sabio. Lo entrega en cumplimento años antes, lo que había firmado en el Tratado de Almizra años antes con el infante Alfonso (el futu­ ro Alfonso X Cuyo momento de la firma dijo que todo lo que hacía era por car nos ho fem la primera cosa per Deu, la segona por salvar Espanya, la terqa qie nos e vos haiam tan bon preu e tan gran honor que per nos e per vos salvada Espanya.

El padre de Jaume I combatió en las Navas de Tolosa. Cuadro de Ferrer Dalmau. El Rey Pedro II en las Navas de Tolosa.

El. NACIMIENTO DF UNA NACIÓN

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Otras crónica de posteriores reinados será, por ejemplo, la Crónica del catalán Ramón Muntañer1’, narrada sobre Jos hechos del rey aragonés Jaime II (1291-1327), en la que sobresalen men­ ciones sobre España como es la siguiente: E segurament ell (el rey de Castilla) de'ia venial; que si aquests quatre reis (Navarra, Portugal, Aragón y Mallorca) que ell nomená d 'Espanya, qui són una carn e una sang, se tenguessen ensems, poc dubtaren e prearen tot l ’altre poder del mon ”. Y también: E aixi, con lo senyor rei hac tot aixó lleixat e ordonat, e hac yeístas per cap de les gents que lleixá en la frontera lo senyor infant N’Anfós, e ab ell lo comte dEmpúries, e el vescomte de Rocabertí, e el vescomte de Castellnou, e en Dalmau de Castellnou, e N’Arnau de Cortsaví e en Guillem Galcerán de Cartellá, senyor d ’Oslóles e de Pontons, qui podia hom dir quefo deis bons cavallers qui anc fos en Espanya.... En su brillante Crónica, escrita en lengua catalana a comien­ zos del siglo XIV nos nuestra un interesante repertorio del térmi­ no España. Por ejemplo, cuando alude a la coronación del monarca aragonés asistieron tanto magnates nobiliarios como prelados e incluso diversos ciudadanos, Muntaner dice “Ell se faria cavaller e pendria la corona beneita e struga, ab la major solemnitat efesta que ame reu orengués en Espanya nuil temps". Otro pasaje, demostrativo que se encuentra en la Crónica, es aquel que dice: Si aquest quatre reis que ell nomená d Espanya, qui son una carn e una sang, se ten guessem ensems, poc dubta­ ren e prearen tot l ’altre poder del mon34. El cronista que nos ocupa hacía mención en ese texto a los reyes de Castilla y León 33Este cronista de gran calado, el cual, como es sabido, participó en la espec­ tacular expedición de los almogávares al Mediterráneo oriental. 34Frase que recuerda mucho a la del anónimo autor del Poema del Mío Cid. siglos antes, que también recordó la gloria póstuma del caballero castellano Rodrigo Díaz de Vivar por haber casado a sus hijas con los reyes de Navarra y Aragón de que “Oy los reyes d'España sos parientes son a todos alcanza onrra por el que en buena ora na^io”.

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(unidos definitivamente desde el año 1230), de Aragón, de Navarra y de Portugal. Señala que si se unieran lograrían una fuerza prácticamente inigualable en el ámbito de la Europa cris­ tiana. Es una imagen que agrupa a los diversos reinos cristianos bajo el nombre común de España, a la que pertenecen todos ellos, tanto dichos reinos como al grupo de caballeros que en la segun­ da mención aparecen con indudable procedencia catalana, tanto por título condal o vizcondal, como onomásticamente. Situación que se encuentra también insistentemente en las crónicas, como la Crónica de Pere el Cerimoniós. De la que se obtienen algunas muestras significativas35: E. estant nós en Valencia, veents que el passatge que el dit rei de Marrocs ente-nia a fer en Espanya era a nós molt perillos, haüt sobre aqó nostre Consell, trametem al rei de Castella pos­ tres missatgers, go es, mossén Gongalco García, lo Jove, e lo degá de Valencia, apellat Diego López de Fonteio, qui después fon bisbe de Burgos, qui era de la Casa de la reina, nostra madrastra, lo qual la dita reina hi féu anar a favor nostre... E. apés, anam-nos-en en Aragó, e, estants allí, fom requests per lo rei de Castella, qui ens trames sos missatgers que li feéssem valenqa e ajuda per raó de la convine nqa que era entre nós e ell contra lo rei de Marrocs, qui passava ab gran poder en

Espanya.... Dimercres, darrer dia de juny, feem continuar la paga ais cavallers e a las gents de peu e fem fer crida que tothom nos seguís Vendemá e prengués viandes a quatre dies, e reebem homenatge de mossén Ramón de Barberá, capitá de Coblliure, e que tengués lo castell a costum d ’Espanya. Es decir, aquí tenemos una idea de España inscrita en este caso, como anteriormente, al conjunto de la Península Ibérica, pero está vez amenaza por un enemigo extranjero e internacional :i Libre deis Felts. Op. Ct.

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como el rey de Marruecos. Además menciona que Jos reinos están regidos por la “costumbre de España”, entre otras normas comunes, por la dependencia de las fortalezas controladas por el rey y que delegaba a los nobles en su nombre para conservarlas, defenderlas y gestionarlas. Femando I de Aragón, de la casa Trastámara, el historiador medieval Lorenzo Valla, en uno de sus libros describe geográfi­ camente España y sus reinos, diciendo: Así España, cuyas regio­ nes y comarcas, más que las ciudades, han elegido sus nombres, no está dividida tanto en cinco reinos cuanto presta obediencia a cinco reyes, el de Castilla, Aragón, Portugal, Navarra y Granada. Con la misma idea englobadora que las crónicas prece­ dentes habían recogido según la tradición ísidoriana de época visigoda y alfonsina galaico-castellanoleonesa. Precisamente, este mismo cronista, al narrar la campaña de Antequera, que daría prestigio a Femando I de Aragón, alude a que: En cuanto a los víveres, dado que la cosecha siguientefue sumamente copiosa, hubo tal provisión que en ninguna parte de España había menos carestía que en el campamento. Por lo que respecta a la flota, aquel año no hubo ninguna nave en el mar, salvo dos naves de vigilancia, y es que el enemigo o no pensó en rehacer la flota, o no tuvo confianza. Sin embargo, en el interim, los príncipes africanos habían enviado ocultamente a España soldados y armas en previsión de que Femando volviese a decla­ rar la guerra36. Para proseguir el conciso repaso cronístico, llegamos a la época de Femando el Católico, con la llamada Crónica de Aragón del cronista Gauberto Fabricio de Vagad y escrita en len­ gua vernácula37, acopia abundantemente las menciones a España. v‘Les Quatre grans cróniques, prólogo y notas de Ferran Soldevila, Barcelona, 1971. !7La Corona de Aragón utilizó para los documentos oficiales el catalán, caste­ llano y latín. Una de las crónicas de latín son además tardías como la que lleva además un título muy indicativo. Se trata de la Chronica regnum

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Para empezar, en uno de los prólogos el cronista elogia las excel­ situdes de España según lo habían hecho historiadores anterio­ res. cuyos pasajes explica. Pues bien, esta identificación unitaria la testifica, entre otros, el medievalista Ladero Quesada cuando, al referirse, precisamen­ te a esa época, escribe que: Esta concepción unitaria del grupo humano español más allá de las diferentes organizaciones (según Maravall), no se perdió, sino que se difuminó en la historiogra­ fía posterior, y no sólo la castellana, sino también la de Portugal, Navarra y Aragón, donde también se refleja que la conciencia común de saberse españoles era compatible con la defensa y exaltación de la de la identidad de cada reino, incluyendo, claro está, la política, a cuya descripción se consagran28. Estos mismos autores catalanes del siglo XV aplican el genti­ licio “espanyol” al conjunto como Carbonell y Tomic al referirse al conjunto de los peninsular, en un sentido genérico, tanto Carbonell y Tomic al referirse al conjunto de los españoles a fin de retratar “los coratges deis hespanyols” o la necesidad “en scriure veritat de les histories spanyoles”. Para acabar, vamos a terminar en este línea con el anónimo autor catalán del Flos mundi, del año 1407, expone al comienzo Aragonum et comitum Barchinone et populationis Hispanie de Esteban Rollan. Que ftie un escritor del final del siglo XV y comienzos del XVI, que, tras nombrar varias veces a España como una comunidad histórica, termina precisamente con la siguiente referencia sobre Carlos I de España y V de Alemania diciendo que fue “revestido”, en todos los reinos de España: Ad honores Dei et gloriam et ad preconium excellentissimorum regnum Aragonie et comitum Barchinone et nationis nostre inclite Cathalane expliciunt cronice ipsorum abrevióte per fratrem Sthephanum Rollan, ordinis Predicatorum. Ab hac luce substrato rege Ferdinando, scilicet anno Domini M°.D.XVl, successit ei in regno Karolus, pronepos eius ex parte matris, qui fuit sublimatus in regnum totius Hyspanie de mense iulii, anni Domini Millessimi quingentessimi XVIII, apud Cesaraugustam. 38Ladero Quesada, M. A.: “¿Qué es España? Imágenes medievales en tomo al concepto de España”, Historia-16, marzo 1994, Madrid, p. 43.

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¿g su crónica que quiere mejorar lo que han dicho sobre «spanya” escritores que no son españoles y que por tanto se han ocupado de su historia livianamente, dice que “/o empero, qui son spanyol, (exiré e regalaré la dita ysíoria, contemporant unsfeyts ab altres, tam com ma industria sostenir pora”

EL CONCEPTO DE ESPAÑA EN EL ÁMBITO VASCO-NAVARRO En el Reino de Navarra también existió como en Asturias un ciclo de crónicas con una idea legitimadora vinculado a la corte navarra formulada por eclesiásticos como era el obispo Sisebuto autor del Códice de Roda del año mil en el ámbito riojano y nava­ rro de la monarquía todavía pamplonesa. Una empresa de restau­ ración del orden gothorum y la idea de recuperación por la pérdi­ da de España en tiempos del rey Rodrigo que “Entonz se perdió Espayntta” El prólogo del Fuero General de Navarra (finales del siglo XIII) comienza así que Aquí empieqa el libro del primer fuero que fue fayllado en Espayna asi como ganavan las tierras sines rey los montayneses. Y en un diploma fechado un 12 de noviem­ bre de 1022 sobre la restauración de la iglesia de Pamplona se explica de este modo la invasión árabe de tres siglos antes por­ que después que el execrable pueblo ismaelita invadió el Reino de España, apenas tuvo el culto de la divina Religión lugar algu­ no digno de veneración en las iglesias de nuestra Patria. Navarra tiene unos orígenes políticos cristianos y visigodos como reino hunde sus raíces en una ciudad de pasado romano y visigodo poblada en su mayoría por vascones como Pamplona39. 39Angel Martín Duque se refieres así a la ciudad que “había descollado suce­ sivamente como capital del municipio romano, temprana sede episcopal y punto de referencia de un distrito y condado hispanogodo (...). Esta ciudad era la ciudad por excelencia y cuna de la posterior minoría dirigente, una fisiocracia mestiza romanizada y propietaria de antiguas unidades de explo­ tación del suelo (villae )”.

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Aqui comienza el primer libro de los j cscripto que ailli iacia ol roy D. Ro. drigo. Entonz so perdió Espayna ata fueros que fueron fayllados en Espaynlos puertos, sinon Galicia, las Astu­ na assi como ganavan las tierras sin rias, et daqui Alava et Vizquaya, et rey los montaynneses. En el nombre de la otra part Baztan et la Berrueza de Ihesu Crispto, qui es et será nuestro et Deyerri et en Ánsso, et 6obre laca salvamiento, empezamos pora siempre et encara en Roncal et Sarasaz et en remembramiento de los fueros de SoSobrare et en Aynssa. Et en estas brarbe de cristiandad exalzamiento. montaynas se alzaron muyt pocas gen­ Prólogo. Por quien et por quoales tes, et diéronse á pié faciendo cavalcosas fué perdida Espaynna, et cómo gadas, et prisiéronse á cavayllos, et fué levantado el primer rey Despaynna. partiéronse los bienes á los más esfor­ Por grant traycion quoano moros zados ata que fueron en estas montay­ conquirieron á Espaynna sub era de nas de Aynsa et de Sobrarbe mas de DCC.0' et dos aynnos por la traycion OCC." á cavayllo, et no avia ninguno que el rey D. Rodrigo fijo del rey JeEn el prólogo del Fuero General de Navarra de 1228 se encuentra la alusión de la uperdición de Espayna por grant traycion" sobre la invasión musulma­ na coincide con una época de la firmeza navarra de una idea de Reconquista.

Piedra de la fundación de Olite. Datada en el siglo XII, el texto alude a la fun­ dación de Ologite por el rey visigodo Suintila. Es otro ejemplo legitimador de los reyes pamploneses de vincularse con el pasado visigodo y no vascón.

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La presencia en territorito de varias familias que unidas por fuertes lazos de parentesco (los Iñigo, Jimeno, Velasco y Banu Qasj) que podría entroncar con un linaje aristocrático común del siglo VIII que en época visigoda estaría integrado en las estruc­ turas de Regnum Gothorum. La subida de Jimeno Sancho Garcés I, de la familia Jimena, fue elevada al trono de Pamplona por sectores de un cristianismo más combativo y menos beligerantes con los musulmanes con ei beneplácito de los seniores Pampilonenes. La ruptura con sus parientes muladíes y la unión de pamploneses y navarros, más un acercamiento más pronunciado a la monarquía asturiana, y la cir­ cunstancia que se veía próximo el cumplimiento de una profecía de restauración del reino godo en España. La existencia en territorio navarro, sobre todo regido por la dinastía Jimena poseyera en sus dominios con una nutrida pre­ sencia de cenobios. Estos monasterios del territorio navarro eran bastiones de la cultura visigoda40. Estos monasterios nos 40 Estas abadías como la de Siresa eran cenobios relacionados con el obispo Wilesindo que contaban con ricas bibliotecas cuyos códices procedentes de tiempos visigodos causaban el asombro del mozárabe Eulogio de Córdoba en su viaje por ei territorio navarro y pirenaico. Algunos de estos territorios nava­ rro y aragonés estaba gobernado por un kunja gótico como los Galindos, empa­ rentados con ios Iñigos. Iñigo Arista debía pertenecer a alguna de las ramas del linaje que había regido el antiguo condado hispanogodo y la presencia de un antropónimo gótico Galindo en uno de los hijos de Iñigo Arista. Sobre la pre­ sencia de nombres góticos en Navarra véase un artículo en Ja revista HISTO­ RIA 16, n°327, afío XXVÍJ, de Armando Besga Marroquín que lleva por título Sancho III el mayor, un rey pamplonés e hispano. Besga comenta ‘W nombre de ocho titulares de la sede pamplonesa en el siglo X y sólo dos (Galindo v Sisebuto) tienen nombre germánico. Este 25 por ciento es. probablemente, más significativo que la impresión que producen los dos primeros nombres conoci­ dos de obispos pamploneses tras la invasión musulmana, pues corresponde al porcentaje de la sede pamplonesa en la época visigoda ” {op. cit, n° 23) y con­ tinua diciendo “entre los mozárabes de la época los nombres germánicos eran Minoritarios (un quinto entre los mártires voluntarios cordobeses de mediados del siglo IX) tiene que ser significativo que, tras la invasión musulmana, los dos primeros obispos conocidos de Pamplona tengan

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permiten comprender el giro goticistas promovido por la nueva dinastía que se elevaba bajo el cetro de Jimeno Sancho Garcés I, quedando plasmado en un auténtico reino que reproducía los modelos asturianos. Es también cuando la familia decide tener estrechos vínculos con la corte ovetense.

nombre godo: Opilano y Wiliesindo, contemporáneos de Iñigo Arista (824852) y, por consiguiente, de los orígenes del proceso de constitución del Reino de Pamplona, y éste no es un dato aislado: gracias a San Eulogio, conocemos a mediados del siglo IX una serie de nombres de abades pertenecientes todos ellos, probablemente, a la diócesis de Pamplona: Fortún de Leire, Atilio de Cillas, Odoario de Siresa, Jimeno de Igal y Dadilano de Urdaspal. Los nom­ bres germánicos también se encuentran entre los laicos, como se aprecia en las dos familias principales de Navarra: Galindo, uno de los antropónimos más frecuentes en el ámbito navarro-aragonés en el siglo X, fue el nombre del segundo hijo de Iñigo Arista, y Toda, más frecuente aún, el de la madre y la esposa de Sancho Garcés I (905- 925), probablemente el primero en tomar el título de rey. La antroponimia germánica conocida en Navarra antes del año!000, el diácono que Wiliesindo hizo acompañar a San Eulogio en su viaje por el Pirineo se llamaba Teodemundo. La sucesión de dos obispos con nom­ bre germánico en la sede de Pamplona en el primer milenio es excepcional. Gracias al obiturario episcopal del Códice de Roda”. En la siguiente nota dice “dos son los nombres germanos (Odoario y Dadilano), es decir, el 40por cien­ to, y sólo uno propio del ámbito pirenaico occidental (Jimeno). Ese porcenta­ je del 40 por ciento es similar al de los nombres germanos de los obispos pam­ ploneses en los siqlos IXy X ’ {op cit, n° 24). Volviendo sobre el antropónimo Galindo “es el tercer nombre masculino más frecuente en las Genealogías de Roda de finales del siglo X (lo lleva un 10 por ciento de los personajes) y Toda, el segundo entre los femeninos (12 por ciento), sólo superada por el de Sancha; también el nombre latino de Sancho —propio en esta época del ámbi­ to pirenaico occidental— es el antropónimo que aparece más veces en la documentación antes del 1076” {op cit, n°25). Fundamental, y para todo aquél interesado sobre los orígenes visigodos del Reino de Navarra véase Los oríge­ nes hispanogodos del Reino de Pamplona, del mismo autor.

Miniatura del C ó d ice Vigiliano equiparando al monarca reinante Sancho Garcés II con los reyes visigod os Chindasvinto, Recesvinto y Egica. Era la época en que la m onarquía pamplonesa hace copiar las normativas visigodas y hace suyo el n eogoticism o, es decir la restauración del Ordo Gothorum en España.

El vasco Pedro López de Ayala (Vitoria, 1332-Calahorra, 1407) fue un poeta, historiador y estadista del Reino de Castilla. Fue señor de Ayala y Salvatierra, canciller mayor de Castilla, canciller m ayor del rey Pedro I de Castilla, escribió en una cró­ nica de 1390 que “es verd a d que de quatrocientos años acá... vós, señor, en Vizcaya e G uipúzcoa e otros lugares, e nosostros otros fijo s dalgo (...) e, señor, segund oíamos de nuestros antece­ sores, e ellos de lo s suyos, esto vino de quando los moros ganar° e conquistaron a E spaña, e los fijodalgo, algunos que escapa­ ron de tal p érd id a , alzáron se en las montañas (...). E así se fizo, e se guardó d en d e en adelante, e gracias a Dios. se defendieron

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de los moros, e ayudaron al servicio de los reyes sus señores, en manera que echaron los moros de la tierra a nuestros antecesores". Posteriormente, siglos más tarde, en el caso de vascongadas durante los siglo XV, XVI, XVII simbolizaron los caracteres ide­ ológicos de la españolidad renacentista y barroca, a saber; la rai­ gambre, la hidalguía, la limpieza de sangre y la catolicidad.

SANCHO III EL MAYOR UN REY HISTIORIOGRÁFICAMENTE HISPÁNICO Sancho III el Mayor rey de Navarra, fue además el primer monarca hispánico que intentó la primera unificación política de España desde tiempos de los godos. Fue también el primero en acuñar moneda desde también los reyes visigodos, aunque pare­ ce que su datación es de época posterior, aunque se mantiene o se sigue admitiendo esa posibilidad. Fue llamado “rex hispaniorum” (rey de las Españas) y “rex Ibericus” (Rey Ibérico) por los precatalanes Bernando y el abad Oliba, respectivamente. Indicativo, de hasta donde llegaba su influencia y su reconocimiento. También en el extranjero, por un cronista contemporáneo utilizo la forma de “rege Navarrae Hispaniarum” (Rey de Navarra en Las Españas). El tándem de historiadores Arcadio Montenegro y Julia Montenegro dicen “Sancho III el mayor, se titulaba ‘rex Hispaniarum ’en alguna ocasión, siempre en textos problemáti­ cos, pero no podemos desdeñar en alguna ocasión utilizó ‘rex Hispaniae ’a raíz de la conquista de León, habida cuenta de la estrecha vinculación de este Reino y el título ‘rex Hispaniae ’ (Rey de Españaf\ Casado con una castellana. Sus hijos gobernaron en sus domi­ nios, por lo que la unificación española se esfumó con el reparto hereditario: Ramiro I fue rey Aragón, Femando I de León, García Sánchez III de Pamplona, Gonzalo I de Sobrarbe y Ribagorza41.

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Monumento dedicado a Sancho IIII el Mayor en Fuenterrabia. Aunque fue pagado con dinero público, fue la organización nacionalista vasca Udalbiltza quien impulso este “monumento” se inauguró cuando gobernaba el PNV con la leyenda anacrónica “Rey del Estado Vasco”.

NAVARRA DENTRO DE LA “NACIÓN ESPAÑO­ LA” EN EL CONCILIO DE CONSTANZA DE 1416 En 1416, se celebró un concilio en la ciudad de Constanza. Dicho concilio estaba representado por las hasta entonces cinco naciones europeas: Alemania, Francia, Italia, Inglaterra y España. 41 Todos los reyes hispánicos descienden de este rey navarro. Pero como afir­ ma el catedrático vasco Besga “Sancho IIIfue hijo del rey García Sánchez II el Temblón (994-1000), el monarca peor conocido de la España del siglo X. Su madre, Jimena, era hija del conde leonés Fernando Bermúde: y de su espo­ sa Elvira. Es decir: Sancho III era sólo medio vasco. Es más: la sangre cas­ tellana abundaba en la ascendencia paterna de Sancho III el Mayor, pues era biznieto de Fernán González (933-970) y nieto de la infanta castellana Urraca (es decir, tres de sus cuatro abuelos no eran vascos). Esto era así porque la dinastía Jimena, que reinaba en Pamplona desde el 905, había seguido una política matrimonial de enlaces con sus vecinos, particularmente los reyes de León y los condes de Castilla”. Sigue diciendo “¿a unidad que llegó a tener la España de la Reconquista, pese a su fragmentación política, se manijiesta en el hecho de que desde muy pronto los reyes quedaron emparentados, es decir, formaron parte de una misma familia, unfenómeno que también ax'uda explicar las repetidas uniones de los Estados hispanocristianos Tal es así que el cronista e historiador catalán medieval Muntaner afirmará tras reclamar una política conjunto de los cinco reyes de España por “que son d ’una carn e d ’sang".

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La nación española, estaba formada y representada por los cinco reinos Castilla, León, Aragón, Portugal y Navarra. Carlos 111, rey de Navarra era pariente de los reyes de Castilla y Aragón, habiendo casado con una infanta castellana. Su política de acerca­ miento hispánico, aún siendo de origen extranjero, se centró enque sus súbditos siguieran perteneciendo a su comunidad “nacional”e histórica que sus antepasados llevaban siglos perteneciendo.

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Unión d« Coronas bajo (m Royos Católico* (14694516)

ESPAÑA EN LA EDAD MEDIA II

RESTAURACIÓN DE ESPAÑA “Hace más de setecientos años que nunca la corona de España estuvo tan acrecentada ni tan grande como ahora, así en Poniente como en Levante, y todo, después de Dios, por mi obra y trabajo". El rey Fernando el Católico

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ESPAÑA COMO PROYECTO DE UNIÓN Y DE FUTURO DE LOS ESPAÑOLES MEDIEVALES. En 1474 llegó a reinar en Castilla la reina Isabel I, poco tiem­ po después, en 1479, llegaría al trono de Aragón el que sería su futuro esposo. Femando II. Ambos reyes organizarían un gobier­ no conjunto que no se desgarraría con la muerte de la reina, en el año 1504, cuando Femando conservaría la regencia de Castilla hasta su muerte en 1516. La unión del gobierno era frecuente en los reinos españoles medievales, pero también era frecuente, que a la muerte de los titulares se repartiesen los reinos entre los hijos. Sin embargo, también hubo numerosos matrimonios entre las casas reales hispánicas, una cantidad que llevó a Vicente Alvarez Palenzuela a la conclusión de que todos los reinos duran­ te la Edad Media fueron gobernados en realidad por una sola dinastía. El de los Reyes Católicos resultaría excepcional por su pro­ yección, importancia y prolongación, que duraría más de cuaren­ ta años, llegando a heredarse conjuntamente en una cabeza, su nieto Carlos. Durante la época, los cronistas oficiales ya procla­ maban de manera interesada que los reyes restablecieron la año­ rada unidad de Hispania y única autoridad regia como había sido en tiempos de los reyes visigodos. Femando e Isabel, pese a sus diferencias, tuvieron la misma percepción sobre su condición regia, y aspiraron a administrar la justicia suprema justamente, manteniendo la paz, el orden, y defendiendo a los más débiles. En definitiva, aspiraron a la auto­ ridad real. Continuaron con una política antimusulmana que en la guerra de Granada (1482-1492) fue un campo de experimenta­ ción de nuevos métodos modernos bélicos, tácticos, como armas y hospitales de campaña. Además, tomaron otras medidas de índole religiosa, que para las minorías religiosas, era a la larga su extinción. f

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ESPAÑA: EL PROYECTO POLÍTICO DE REUNIFICACIÓN DE LOS ESPAÑOLES MEDIEVALES La unificación de lo que actualmente conocemos por España fue un proceso pacífico mediante la unión de Reinos o Estados medievales hispánicos, a excepción de la conquista de Navarra, que fue a través de una guerra42, contra un bando nobilario parti­ dario de un casa dinástica con origen en Francia. Cabe recordar, salvo este partido navarro-francés, la unidad lograda por los Reyes Católicos (que debía incluir a Portugal) no fue lamentada por nadie, sino que celebrada y deseada por muchos. La unidad de la actual España corresponde a esta época. Los territorios que conforman la España actual han estado unidos más de la mitad del tiempo. Solo Portugal presenta una unidad de mayor duración, lo que está relacionado —como afirma el profe­ sor Besga— con el hecho de que durante mucho tiempo también fue España. La unidad política de España tiene ya quinientos años. Sólo es superada, otra vez, por Portugal. Ciertamente, las fronteras han variado algo desde la conquista de Navarra en 1512. En 1659, se perdió la Cataluña francesa por el tratado de los Pirineos; en 1668, se incorporó Ceuta, una ciudad portuguesa desde 1415 mediante el tratado de Lisboa. Que reconoció la inde­ pendencia de Portugal; y en 1801, Olivenza, conquistada a Portugal durante la Guerra de las Naranjas. Incluso si nos referi­ mos a esa última fecha, las fronteras entre España y Portugal resultan las más antiguas del mundo actual, cuya geografía polí­ tica es reciente o muy reciente.

42Además realizada a través de una blitzkrieg, cuando todavía quedaban siglos para este tipo de guerra por parte de la wehrmacht alemana.

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La primera tierra avistada por los soldados de la corona de Castilla, no fue bautizada como La Castellana, sino que la denominaron la Española. En tierra ya continental, la primera entidad que denominaron en el nuevo mundo fue bautizada como Nueva España, y no como Nueva Castilla. Como habría de esperar, si no existiese España, como algunos sostienen para esa época. Sin embargo son indicios de cómo en el siglo XV la autoidentifícación con España de los españoles era ya suficiente y clara.

El proyecto de los Reyes Católicos incluía también a Portugal. Todavía en el año 1100, nada autorizaba o vislumbraba que habría algún territorio que en el futuro en una hipotética unifica­ ción peninsular permanecería ai margen de ella. En tomo a ese año no había grandes diferencias entre los territorios como exis­ ten ahora. Ni existían poblaciones singulares que habría de hacer de España un país tan diverso culturalmente como lo es actual­ mente. Sin embargo en la época de Reyes Católicos todavía exis­ tían afinidades con los otros territorios vecinos como Galicia o León, pero también ya diferencias notables con otros. Al fínal fue Portugal, cuya afinidad con Galicia, es más que evidente. no obstante fue en Galicia donde nació Portugal, fue el territorio que ha forjado una identidad aparte y una independencia que dejó incompleta el deseo de unificación de los Reyes Católicos con la

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muerte prematura de su nieto Miguel de La Paz. quien era hijo del rey Manuel I de Portugal y de Isabel de Aragón'45, princesa de Asturias e hija de los Reyes Católicos. Como heredero de Portugal y Príncipe de Asturias estaba predestinado a gobernar la totalidad de la España de la época. Esto es, la totalidad de la Península. El apodo de Miguel da Paz en portugués significaba “pacífi­ co"; tal apodo se le dio al niño en el bautismo como símbolo de paz entre los tres reinos españoles: Portugal. Aragón y Castilla.

Miguel de la Paz de Avis y Aragón era el príncipe heredero de Portugal, Aragón y Castilla,. Hijo único del rey de Portugal, y su primera esposa, Isabel de Aragón, que en el momento del nacimiento de Miguel era el heredero de los Reyes Católicos. Imagen de Miguel de la Paz en el Real Monasterio de Santo Tomás. 4’ A pesar de que también fue un proyecto político de los Reyes Católicos. Manuel I se casó con Isabel de Aragón, porque también pretendía unir así unir bajo su gobierno y luego bajo el gobierno de su hijo toda la totalidad de España. Sin embargo, la muerte de su esposa, y luego de su hijo, no le permi­ tió al rey portugués llevar a cabo sus planes. En realidad la casa Avis tenía intención de mantener la independencia de Portugal al evitar una unión dinás­ tica con Castilla y con la llegada de los Austrias, que generalmente se interpre­ taba como la pérdida de dicha independencia y la subordinación al dominio “español” . Esta última visión acerca de los reinados de los Austrias en Portugal ha quedado obsoleta hoy en día.

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Afirma Besga. que por otra parte los fundadores de la inde­

pendencia portuguesa no eran portugueses: Teresa de Portugal, era en realidad, Teresa de León, y su marido, un borgoñés que deseo ser rey de Galicia o Toledo (por no decir de toda Castilla y León). La falta de hijos varones de unos matrimonios (los de Alfonso VI, que se casó cinco veces), la dote y las ambiciones de otro (el de Teresa hija de Alfonso VI nacida fuera del matrimonio y Enrique de Borgoña) y una coyuntura revuelta, propiciada por otro matrimonio (el de Urraca 1, hija legitima de Alfonso VI, y Alfonso I de Aragón y Pamplona) propiciaron la aparición de una nueva monarquía, que es la que ha hecho a Portugal (todos los matrimonios, por cierto, formaban parte de la historia de la misma familia, la que reinaba en Castilla y León, que era de ori­ gen navarro. También ese proyecto implicaba las pretensiones sobre el norte de África de España. Estas pretensiones se basaban en que la Tingitania había sido parte de los dominios de los reyes godos. Y ante un eventual ataque y asalto por parte de Femando el Católico al norte de África, sus consejeros le recomendaron que la nación estaba exhausta y la gentes de los reinos no quieren más guerras, una vez reconstruido en parte el proyecto nacional, disuadiéndolo con estas palabras “En Vuestra Alteza está nuestro consuelo, p a z y sosiego y vida nuestra y de toda España ... En sus bienaventurados días han ganado estos reynos y la nación de España tanto renombre que en grandre reputación son estima­ d o s ...”

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EL ESFUERZO DE LA GUERRA DE UN ESTADO Y LOS INDEPENDENTISTAS Entre julio de 1495 y julio de 1496, el rey de Francia, Carlos VIH. se dispuso a separar una parte de la España gótica, como llegó a denominarlo un historiador contemporáneo, se trataba de abrir un frente en el Rosellón, para intentar la recuperación (sic) de aquellos territorios, de este modo comenzaron la preparación de contingentes militares por parte de los Reyes Católicos, que había logrado unificar una gran parte de España, destinados a defender a España por sus pasos pirenaicos. Ante el curso que tomaban los acontecimientos, los Reyes Católicos quisieron reguardarse las espaldas, haciendo pacto con los reyes navarros, retiraron los rebaños de los pastos y fortifica­ ron castillos en Ainsa, Jaca y Pallars. Reforzaron sus posiciones en los Pirineos y enviaron a don Enrique Enríquez de Guzmán a Perpiñán, como capitán general, para completar su guarnición y la de otros castillos, colocar destacamentos en todos los pasos fronterizos, cerrar la frontera, asegurar la vigilancia de la costa, y la del condado de Pallars, cuyo titular, exilado, llevaba muchos años en rebeldía. Don Enrique era hijo del conde de Alba de Liste y estaba casado con una hija de otro don Enrique Enríquez, tío del rey, así que era pariente del monarca por sangre y por matri­ monio. “Por entonces, a las 600 ‘lanzas’castellanas que ya esta­ ban en Rosellón, se añadieron otras 1.000. Al mismo tiempo, el duque de Nájera y Juan de Ribera y sus tropas continuaban situados en Fuenterrabla y en la frontera occidental de Navarra”

(Aurora Ladero, 2009), por una posible invasión francesa por suelo navarro. La aportación de Aragón y Cataluña era muy exiguas, por con­ siderar las Cortes que era “una gu erra del rey ” y no del reino, como recuerda el historiador aragonés Zurita, pero el Dietari de la Generalidad de Cataluña, el 14 de octubre de 1495 comenzó la guerra abierta en el R osellón , orgullosos con la llegada de la

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«gent de guerra castellana” en Languedoc para defender ia Cerdaña y el Rosellón. Era una de las primeras consecuencias de la unión de las coronas de Aragón y Castilla en un (proto) Estado, los Reyes Católicos podían destinar o disponer los recursos de la parte restituida de España, aunque con reticencias. Tras escaramuzas y algunas algaradas por parte española. El rey francés murió en 1498 y con ello el fin de hostilidades. Pero siglos después, la historia se volverá a repetir, Francia ambicionó el Rosellón. El conde duque de Olivares pidió una intervención y un compromiso más activo de la Generalitat en la defensa del Rosellón y reclamó el envío de recursos económicos y hombres de guerra para sus defensas. Las autoridades catalanas se nega­ ron. Otra vez las fuerzas del “Estado” tuvieron que intervenir, pero esta vez las “gent de guerra castellana” como fueron llama­ das en el pasado, no eran tan castellanas, sino un amalgama de varias nacionalidades extranjeros de la Casa de Austria y de todos los territorios de España y Portugal. Esta vez el Estado, todavía precario, aunque consiguió los esfuerzos de Aragón y Valencia, y que el peso económico no lo llevará Castilla, no se consiguió nada desde Barcelona, esto produjo un mal avituallamiento, donde las tropas se dedicaron al botín en zonas rurales de Cataluña. Lo que produjo una revuelta campesina al grito de “visca el rei d ’E spanya y moren els traidors” y el mal gobierno. El presidente de la Generalitat Pau Claris ofreció el título de conde de Barcelona al rey francés. Esto permitió la cesión de parte de los territorios a los ejércitos franceses con el R osellón y la Cerdaña, con el acantonamiento de grandes fuerzas francesas. España tuvo que renunciar a sus posiciones al otro lado de los Pirineos44. 44 Algunos sectores nacionalistas de Cataluña, ponen no sólo de ejemplo la separación de Pau Claris, sino que “conmemoran” una victoria francesa que a la postre será una derrota para Cataluña, que no solo supuso la pérdida de su “Cataluña norte”, paradójicamente, sino que además fue contra otros pueblos de España. Véase el caso de ERC, donde celebra todos los años la Batalla de Monjuic.

ANEXOS

Eí. NACÍMÍENTO DF UNA NACIÓN

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ETNOGÉNESIS DE LA PENÍNSULA IBÉRICA O DE ESPAÑA COM O CONCEPTO QUE LA ABARCA. Los españoles y portugueses (estos últimos también españoles en época medieval) modernos somos producto de un proceso de larga duración que procede o abarca desde el Paleolítico Superior hasta la actualidad. Resultado de la superposición e interacción de diferentes estratos démicos. Sin embargo, podemos llegar a la síntesis, por el estudio de la etnoarqueología, etnohistoria y folklore de la ProtoHistoria de la Península, esto es la España antigua, es que los españoles o la población peninsular mayoritariamente ya estaba antes de las sucesivas invasiones, romana, germánica o musulmana, proce­ dente del sustrato conformado desde el Paleolítico hasta el perio­ do romano45. Pero que será este mismo período, con la localiza­ ción interior de un concepto geopolítico como el de España, junto al visigodo que proyectará un proyecto político de Estado identi­ ficado con el concepto de España. Cierto es, que hayan pervivido muchas nociones de una cosmovisión y universo prerromano, también se deba, por ejemplo, a que muchas de las tradiciones célticas, coincidían o convergían también con costumbres romanas y germánicas, que por su ori­ gen indoeuropeo común vinieron a reforzarlas.

Ai En ese sentido, parece ratificar la analogía etnohistórica y etnocultural entre las áreas lusitano-galaicas, cantábricas, celtibéricas y meseteflas que ya apare­ cen, un horizonte o paralelismo folklórico-religioso en la Edad del Hierro, basado en un substrato cuanto menos de la Edad del Bronce o precéltico.

no

J. M agro

A PROPÓSITO DE UN NUEVO GENÉTICO SOBRE LOS ESPAÑOLES.

MAPa

Se trata en realidad de un trabajo de 2014 que no se ha publi­ cado todavía, lo que actualmente está corriendo como la pólvora por la red es un pre-print en bioRxiv46.

Desde el principio a simple vista el mapa se asemeja o sugie‘ re sucesos relacionados con la Reconquista. Ahora bien, ni siquiera eso lo hace de una manera nítida e indiscutible. P°r ejemplo que toda la Andalucía Occidental aparezca igualada en los SNPs a León, cuando fue Castilla su conquistadora y repobla­ dora) establece una simetría entre el eje geográfico y la exclusi­ vidad leonesas de los repobladores que me parece creíble, dado que políticamente Castilla y León ha estado unidas bajo sus reyes castellanoleonses, pero no exacta. Por otra parte, al faltar en el estudio los datos correspondientes a Portugal, carecemos de un elemento de juicio que hubiera sido valioso. Pero llaman la aten“ https://biorxiv-org/content/biorxiv/early/2018/03/12/250191 .full.pdf.

El. NACIMIENTO DF, UNA NACIÓN

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ción en el caso de Valencia, donde los repobladores supuestamen­

te habrían sido mayoritariamente aragoneses, según si hacemos esa interpretación repobladora. Creo que este mapa no significa gran cosa históricamente, o al menos yo no he sido capaz de ver un significado, excepto el ya mencionado sobre la Reconquista. Sus fuertes discrepancias con otros mapas genéticos se deben a que aquellos están basados sobre estirpes monoparentales de dos elementos del geneoma que no se recombinan (ADN mitocondrial y cromosoma Y), es decir los haplogrupos. En cambio estos otros mapas, basados en los SNIPs de los cro­ mosomas autosómicos que se reconbinan en cada generación, resultan por el momento confusos en sus eventuales interpreta­ ciones. Pero que constituyen un intento pionero para abrir un camino que no sé si en el futuro obtendrá resultados más clarifi­ cadores y útiles que estos que comentamos47. En España/Península Ibérica pertenecemos a un único sustra­ to peninsular originario de diferentes estratos démicos desde el Paleolítico hasta época pre-islámica. De este sustrato étnico han subsistido sistemas culturales comunes en la etnohistoria y el fol­ klore que hoy desde regiones o ámbitos no castellanos tienen visiones sesgadas con un carácter político. Los gallegos son los españoles con «I mayor porcentaje dt genes magrebfes ssg^n un estudio ds las universidades de Oxford y Santiago de Compostela.

Un gallego es más 'árabe* que un andaluz: estos son tus genes según dónde vives

A .

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47 En realidad está tardando m ucho en publicarse, ¿podría ser alguno de e s o s motivos o ambos? d o s

Aquí reposan nuestros antepasados. El poso de parte de nuestras raíces etnoculturares.

E t. nacimiento de una nación

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LA FR O N TR ER A E N T R E PORTUGAL Y ESPAÑA Las fronteras históricas medievales entre España y Portugal o los territorios con nacionalismos excluyentes surgidos durante el Romanticismo como son Cataluña o País Vasco no son más que recreaciones modernas que no corresponden al estudio de la etnoarqueología, etnohistoria y folklore de la ProtoHistoria de la Península, esto es la España antigua. Los actuales estudios de etnografía, folclore y de literatura oral demuestran que españoles y portugueses no se puede decir que hayan vivido totalmente de espaldas ni que se hayan ignora­ do siempre mutuamente. Un ejemplo sería el enfrentamiento que representaban las disputas de dos comunidades para delimitar lin­ des o fronteras vecinas o dirimir otras cuestiones. Cada res o toro representaba a una comunidad. Y era muy frecuente este uso en la Europa céltica

r En la imagen pelea de bóvidos en Cantabria hace unas décadas.

En España y Portugal se conservó esta práctica. Hasta el punto que tenemos testimoniado en la literatura el combate entre dos toros que representaban a un pueblo portugués y al otro lado de la orilla del Guadiana a uno palentino, presagio de una guerra que ganará España o Castilla a Portugal. Un testimonio de un ritual

j. M agro

que indica el mayor vinculo o común entre dos pueblos de dos áreas políticas que en el pasado formaron parte de un mismo substrato poblacional y a un mismo territorio. En la Península Ibérica solo ha habido una nación en el senti­ do primitivo de su significado original, que fue la España medie­ val en su sentido primogénito y romano de la palabra. Es decir una población que tenía un origen común. San Isidoro de Sevilla intento dar una explicación a este sentimiento o autoidentificación. dado que en el siglo MI no se había desarrollado una histo­ riografía moderna, se intentó explicar con los conocimientos o estado cultural de la época. Para San Isidoro los hispanos son los descendientes de Tubal nieto de Noé. El hecho de dar una expli­ cación sobre el origen común de la población peninsular y dotar­ la de un pasado común, muestra que en época visigoda, aunque sea por parte de una élite intelectual, se sabía que la población peninsular tenía un mismo origen.

En la imagen alusión del caudillo autóctono Vlriato con la vieja piel del toro como escudo. El substrato prerromano es el elemento mayoritario de etnoformación de España o la Península Ibérica.

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Los españoles y/o peninsulares no somos castellanos, ni cata­ lanes. ni asturianos, ni portugueses, ni andorranos, ni tampoco vascos... Lo serem os en el sentido político y pero tampoco com­ pletamente cultural, aunque en parte lo seamos, a pesar, sobre todo, por el factor lingüístico y territorial, pero no étnico y la otra parte cultural, porque esto últim o es mucho más antiguo. En la mayoría de los casos hasta precristiano y prerromano. Los m oradores autóctonos de la Península Ibérica somos el producto de una etnogénesis que abarca desde el Paleolítico hasta época pre-islám ica. M ucho más antiguos que los mojones e hitación del período m edieval o postmedieval. M uchas de las tradi­ ciones o celebraciones “castellanas” o “vascas”, por poner dos ejemplos, se rem ontan a la época de la Edad del Hierro. Es el caso de lo que hoy conocem os por Tierras Altas de las sierras del norte del Sistem a Ibérico que conocemos un patrón de asenta­ miento de esa época. Las gentes que poblaron los castros de la I y II Edad del Hierro en las actuales serranías riojano-sorianas. Sus ritos perduran se habría conservado durante estos milenios hasta nuestros días en estas serranías del norte de la actual provincia de Soria en una celebración como el Paso del Fuego y M óndidas durante las fies­ tas de San Juan en San Pedro Manrique. Las com unidades prem odem as de la Península Ibérica, que pervivieron hasta m ediados del siglo X X en el ámbito rural, per­ miten adentram os a través del análisis etnográfico, etnohistórico, etnoarqueológico y agruparlos en las sociedades de la II Edad del Hierro, pues presentan muchas (casi las m ism as) semejanzas en tradiciones, atributos y rasgos festivos a esa época hispanocéltica

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J. M agro

OTROS TERRITORIOS TRANSFRONTERlZ o s ANTERIORES AL PERÍODO MEDIEVAL

Mural en el rincón de Ademuz (Valencia). A pesar de la hitazión moderna. El paso de entidades alógenas (Al-Ándalus) o autóctonas (Reinos de Castilla/Aragón/Valencia) no ha impedido que se conservase la reunión o festividad que tiene lugar en la ermita de Santerón en el término de Algarra (Cuenca) de vecinos de siete pueblos limítrofes pertenecientes a las actuales CastillaLa Mancha, Aragón y Valencia, prolongando los vínculos de época precristiana de una substrato anterior a las entidades jurí­ dicas/administrativas o corónimos políticos nombrados, proce­ dente de época de la España céltica48.

*** 48 Véase para en una ancestral federación céltica prerromana F. J. Fernández Nieto; La federación celtibérica de Santerón; en Pueblos, lenguas y escritu­ ras en la Hispania prerromana : actas del Vil Coloquio sobre Lenguas y Culturas Paleohispánicas (Zaragoza, 12 a 15 de marzo de 1997) / coord. por Francisco Beltrán Lloris, Francisco Villar Liébana, 1997, ISBN 84-7800-0941, págs. 183-202.

El NACIMIENTO DF UNA NACION

SANTIAGO MATAMOROS LA r e p r e s e n t a c i ó n MEDIEVAL DE LUG

Santiago es una divinidad guerrera del panteón cristiano/católico hispánico. Es la encamación de la deidad hispanocéltica de Lug. Esta antigua divinidad céltica pervivió en la mitología de las sociedades indoeuropeas españolas o hispánicas medievales en un proceso de sincretismo en el cristianismo. Lug era un dios guerrero de la España céltica que era caracterizado como un jine­ te celeste y luminoso que lanzaba y guiaba a los ejércitos hacia la victoria. Atributos que vemos en nuestra deidad cristiana y santo patrón militarizado desde época medieval en la figura de Santiago Matamoros.

TARANIS: ELTHOR CÉLTICO I I "dios dcl trueno” celta es el conocido por Taranis “el trona­ dor”. que también es conocido por nueve inscripciones encontra­ das en Italia. Alemania. Hungría. Croacia, Francia y Bélgica, y figura como el personaje de Taran en el Cymric (galés) Mabinogi de Branwen ferch Llyr. se identifica con Júpiter, como un señor de la üuerrav W * un dios del cielo. Los sacrificios humanos a Taranis fueron hechos por prisioneros en llamas (Mac Congail / Krusseva 2010 ).

Es un dios o divinidad suprema del panteón céltico, análogo a otras divinidades del mundo indoeuropeo, como Júpiter romano, el propio Thor de los germanos o el Perkunas de los países bálti­ cos. En la Península Ibérica tanto en España como en Portugal se ha conservado en topónimos orográficos como cimas o simas. El Taranis hispanocéltico era asociado como un dios soberano gene­ ral. como del cielo, del orden y del tiempo, que además propicia­ ba reuniones o asambleas interfronterizas, siempre representado con una rueda y un rama o tronco de Quercus.

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A SECCIÓN

FE M E N IN A DE FET DE LAS JONS y SU LA LA B O R R EC O PILA D O R A , TIPIFICAd 0 R A Y DIVULG ATIVA DEL FOLKLORE DE LA DIVERSIDAD D EL PU EBLO ESPAÑOL Folklore, etnicidad y nación: conceptos que vuelven a ser váli­ dos y loables para según quién sea el que lo hace... Si lo hizo el patriotismo español en el pasado, en una de sus variantes, no son tan válidos o loables. A la derecha un grupo danzante perteneciente a la Sección Femenina de FET de los JONS durante el franquismo en una de sus publicaciones49. El franquism o propuso un tím ido regionalis­ mo de un ethnos español, se noto sobre todo en la Sección Femenina que realizo la impagable deuda de recuperar y divulgar la cultural local dentro de la diversidad del pueblo español que inculcó a las nuevas generaciones, que no haber sido así, hubie­ ran desaparecido buena parte del folklore regional de España. A la izquierda el político Arnaldo Otegui, un español autóctono, perteneciente a un tipo de nacionalismo vasco e uniformador (euskaldún), con las viejas tradiciones recuperadas durante el franquism o del ámbito vascongado, como bien dijo el tristem en­ te ya fallecido Pascual Tamburri “ han convertido el carnaval rural y las tradiciones de ciertos lugares en signos de identidad nacional. Buena manera de destruir el patrim on io histórico de zam panzares y mielotxines ’.

un m edio tam bién de absorber las fiestas c iv ile s y relig io sa s c o m o ha h ech o el nacionalism o catalán o vasco.

J. MAORO

«NOSTALGIA DE ESPAÑA» Y «GRACIAS A Los MONARCAS VISIGODOS, HISPANLA YA ERa UN REINO SOBERANO, UNA PATRIA» Por su parte, en la España fragmentada en reinos de la Edad Media también existía un sentimiento de unidad, que incluso fue muy anterior a aquella época. Así, José Angel García de Cortázar sitúo entre los siglos V y VIII el nacimiento de un concepto pare­ cido a lo que hoy día se considera nación. “ Gracias a los monar­

cas visigodos, Hispania ya era un reino soberano, una patria”, aseguró el catedrático y doctor Honoris Causa por la Universidad del País Vasco, que añadió que el recuerdo de aquella época pro­ vocaba en la clase dirigente y en los intelectuales de la Edad Media una “nostalgia'' de la España visigoda. En cuanto al sentimiento de pertenencia a la región, el histo­ riador explicó que no era precisamente uno de los que actuaba con más fuerza en la sociedad medieval, en la que los hombres y mujeres se sentían sobre todo ligados a su villa o su ciudad. El historiador volvió a recurrir a la mirada retrospectiva para recor­ dar a cronistas y nobles de la época, como es el caso del catalán Ramón Muntaner que, en el siglo XIV, se refiere “a los reinos de la Península, Portugal, Castilla, Navarra y Aragón, como una carne y una s a n g r e “No será hasta el siglo XIX, cuando el romanticismo propiciara la pertenencia a la región y a la nación, cuyos sentimientos siguen muy vivos entre nosotros en estos días”, comentó José Ángel García de Cortázar sobre el movi­ miento independentista que se vive en Cataluña50. *** 50 Fragmentos de un artículo aparecido en el diario Sur sobre Don José Ángel García de Cortázar Doctor Honoris Causa de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea por la Facultad de Letras. Es uno de los medievalistas españoles de mayor prestigio. Estudiante de Filosofía y Letras en la universidad de Valladolid, profesor en Salamanca, Santiago de Compóstela y Cantabria, sus propuestas como docente e investigador han mar­ cado con su impronta la evolución de la historiografía medieval en nuestro

El. NACIMIENTO DF UNA NACIÓN

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, PADRE DE LA NACIÓN ESPAÑOLA. SAN IS ID O R O EL PADRE DE LA PATRIA. Como pasa en estos casos en la España actual, su figura como símbolo identitario no ha sido lo suficientemente reivindicada y tampoco un mayor aprecio. Tampoco ha sido tenida en cuenta por los políticos en el pasado como Padre de la Nación, recayendo este papel historiográfico en Don Pelayo y el valor literario de la Batalla de Covodanga como orígenes de la Nación Española. A pesar de la transcendencia y haber sido el mayor intelectual de su época como fue San Isidoro de Sevilla, existen razones para concederle el título de PADRE DE LA NACIÓN. Pues sin él, no podíamos entender la mitificación y construcción de España en un proyecto político de Estado en época visigoda y sus textos ejercieron una enorme influencia y mistificación también para la reconstrucción de España por los españoles medievales. “Tú eres, oh España, sagrada y madre siempre feliz de príncipaís. Su tesis doctoral, versó sobre Vizcaya en el siglo XV. Aspectos económi­ cos y sociales (Bilbao, 1966). Desde la Vizcaya bajomedieval se adentró en el estudio de la sociedad rural peninsular publicando estudios pioneros como El dominio del monasterio de San Millón de la Cogolla (siglos X-XIII). Introducción a la historia rural de Castilla altomedieval (Salamanca, 1969), o síntesis como La sociedad rural en la España medieval, (Madrid, 1988). Desarrolló nuevas propuestas de investigación en tomo a la organización social del espacio plasmadas, entre otras publicaciones, en La Historia rural medieval: Un esquema de análisis estructural de sus contenidos a través del ejemplo hispanocristiano (Santander, 1978) o en la coordinación del libro Organización social del espacio en la España medieval. La Corona de Castilla en los siglos VIII a X V (Barcelona, 1985). Su abundante obra sobre el País Vasco ha sido en parte recogida en Investigaciones sobre historia medie­ val del País Vasco (1965-2005) del profesor José Angel García de Cortázar. 20 artículos y una entrevista (Bilbao, 2005). Sus propuestas han dado fruto en veinticinco tesis doctorales y sus discípulos desarrollan sus trabajos en univer­ sidades y centros de investigación españoles y europeos. http://www.diariosur.es/culturas/libros/201511/25/yihadismo-frente-fuerzarazon-20 151125005908.html

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J. M ag ro

,vv I de nucblos. la más hermosa de todas /as /ierra* eres ahora la reina de todas las provin cias, de quien reciben prestadas sus luces no sólo el ocaso, sino tam bién el Oriente. Tú eres el honor y el ornamento del orbe y la m ás ilustre porción de la tierra, en la cual grandemente se g oza y espléndidam ente flo­ rece la gloriosa fecundidad de la nación goda. Con justicia te enriqueció y fue contigo más indulgente la naturaleza con lu abundancia de todas las cosas creadas, tú eres rica en frutos, en uvas copiosa, en cosechas alegre... Tú te hallas situ ada en la región más grata del mundo, ni te abrasas en el ardor tropical del sol, ni te entumecen rigores glaciares, sino que, ceñida por templada zona del cielo, te nutres de felices y blandos céfiros... Y por ello, con razón, hace tiempo que la áurea Roma, cabeza de las gentes, le deseó y, aunque el mismo poder romano, prim ero vencedor, te haya poseído, sin embargo, al fin, la florecien te nación de los godos, después de innumerables victorias en lodo el orbe, con empeño te conquistó y te amó y hasta ahora le goza segura entre ínfulas regias y copiosísimos tesoros en seg u rid a d y felicid a d de imperio”".

" Isidoro, Historia de regibus Gothorum, Vandalorum et Suevorum,1 62 ved C U t V /• Rodríguez Alonso, Las historias de ¡os Godos. Vándalos y Suevos de Isidoro de Sevilla. Estudio, edición crítica y traducción, Fuentes y estudios de histo­ ria. Leonesa 13, León, 1975, 163-287.

El. NACIMIKNTO [)P. IJNA NACIÓN

eCÓPOLIS estatal.

ejem plo

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c iu d a d

Un evidente impulso urbano protagonizado por el Estado visi­ godo fue desarrollado en la segunda mitad del siglo VI y prime­ ra mitad del siglo VII. Este desarrollo urbano formaba parte de política centralizadora que genera conjuntos notables urbanos que desde hacía siglos no se habían construidos. Para esta época existe testimonios de centros urbanos funda­ dos ex novo o rehabilitados y ampliados que muestra como el Estado, necesita una red de ciudades que estructuran el territorio. En el año 581 se funda la ciudad de Victoriacum (actual Victoria o cercana a ella en Álava), en época de Suintila se funda la ciu­ dad de Ologicus, identificada con la ciudad navarra de Olite. Recientemente, la investigación arqueológica. Pero los ejemplos de nuevas fundaciones o desarrollos urbanos que son la máxima plasmación del poder regio que representan la idea urbanística de época visigoda alcanzando gran esplendor es el conjunto de lla­ mad Vega Baja en Toledo y la fundación de Recópolis en el año 578 en la actual provincia de Guadalajara. Los resultados e interpretaciones alcanzadas con los actuales trabajos arqueológicos realizados sobre Recópolis. Se documen­ ta por las excavaciones como la ciudad se construyó con un pro­ yecto previo de planificación para el desarrollo urbano. En él debían transcurrir una serie de edificios públicos y privados. Desde complejos palatinos, una zona comercial, los espacios para vivienda, así como una muralla que cercaba todo el contomo de la ciudad. R ecópolis es la muestra de la presencia estatal de un poder central como el de los godos con un claro impulso de urbaniza­ ción del territorio por parte del Estado. El carácter de Recópolis como una ciudad del Estado es su centro económico y fiscal que aparece garantizado por la presen-

J. Ma(,i<()

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cia de materiales de diferentes áreas del M editerráneo central oriental, como de África y Asia, así como de actividades producf ti vas y comerciales avaladas por la presencia de una ceca en el interior de la ciudad. La secuencia estratigráfica ha confirmado múltiples ocupacio­ nes y diversos sectores, en los que se combinan procesos de arra­ samiento y relleno previo a al comienzo de las obras para la fun­ dación de la ciudad. Se inició una intensa tras formación o modi­ ficación de las características físicas del Cerro de la Oliva, espe­ cialmente en los espacios en pendiente, que fueron aterrizados. Hl especialista y arqueólogo Lauro Olmo die que “se realizó mediante muros con orientación O-E, de 65-70 cm de ancho, con sillarejo en are-nisca, conformados en dos hiladas trabadas con arcilla. La cimentación de las primeras construcciones combina­ ba varias técnicas, siendo sin duda, la dominante al sur del yaci­ miento, la eliminación de cualquier estratigrafía de posicional hasta alcanzar el nivel geológico, sobre la que se asentaban los muros, sin que exista fosa. Una vez construidos los zócalos o cimientos, se producía el rellenado del espacio intermurario con Krava”. Olmo finaliza mencionando la importancia que tiene Recópolis. el asentamiento europeo más importante pura entender el urbanismo alto medievar y que "fue una ciudad excepcional, con una densidad de edificios inusual para lu Europa de la época”. Actualmente existe un pro­ yecto interdiseiplinar e inter­ nacional de universidades y ■ académicos que “está contri0 ' huyendo, a través del uso de ^ ^ g n u e v u s tecnologías, a desvelur las dimensiones y la trascen­ dencia de una ciudad sin ■parangón en Europa". Kccópolú

FX NACIMHKÍO í*. UNA NACIÓN

UN REY

de

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ESPAÑA EN ÉPOCA VISIGODA

Bl Papa León II se dirigió en varias misivas al rey visigodo Ervigio. En el contexto de una de estas cartas desde la cancillería papal se intenta convencer al soberano visigodo para que lograra la lealtad de los obispos de su reino a las actas del Concilio ecu­ ménico de Constantinopla III. Y esta misiva papal el pontifique Papa León, llam a a Ervigio como rex Hispaniae, y no hace nin­ guna mención al gentilicio “godos”. La designación habitualmente utilizada por los reyes visigo­ dos había sido la de rex gothorum o de gentis gothorum. Lo cier­ to, es que está también había sido la fórmula más usada por las cancillerías pontificales de Roma hasta entonces. El historiador García Moreno se pregunta si al utilizar la chanciHería del Papa León la denominación de “rey de España” plan­ tea que este uso pueda tener segundas intenciones políticas con respecto a las Galia gótica. Pero este uso papal para nombrar al rey y al reino de los godos concuerda con la designación habi­ tualm ente m anejada por los cronistas francos de la época52.

»j Como sería en el caso en la Pseudo Fredegario (vid. S. Teillet, Des goths noto 161. 575 ss).

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J. M agro

ROMANCERO AL REY DON RODRIGO Tratan de hacerle una cueva v enterrarle ✓ en ella viva; allí había una serpiente que siete bocas tenía...

Esta historia del rey Roderik en alguno de los romances sobre la Pérdida de España. Es la misma historia en la que el protago­ nista (generalmente de origen germánico) es lanzado a una oque­ dad como pueda ser una cueva o pozo, tienen un símil en las sagas escandinavas y Eddas nórdicos que describen situaciones análogas a la de los romance castellano/español, por poner un ejemplo en la Vólsunga saga, allí, Atli ordena que arrojen a Gunar a un pozo lleno de serpientes. En la misma línea, la Saga de Ragnar Lodbrók narra cómo en una situación pareja, la de este héroe vikingo que es capturado por un rey sajón llamado Aella de Northumberland, quien también lo arroja a un pozo de serpientes donde Ragnar, entre amargas risas y canciones, indicando su incertidumbre sobre su muerte, final que llega. Como afirma Santiago de Andrés, en España, “la mitología germánica sobre­ vivió mucho tiempo a la conversión de Recaredo’>\

El. NACIMIENTO DF. UNA NACIÓN

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oíír GOS

UNA PRO VINCIA CON TOPONIM O O F IC IA L G ER M Á N IC O La provincia de Burgos es el único corónimo oficial de origen germánico de una entidad adm inistrativa y política de España con carácter territorial. Procede del gótico *baurgs (fortaleza, ciudad fortificada). El conde Diego Rodríguez Porcelos fundó una torre de vigilancia y defensa en el cerro de la Blanca en la ciudad de Burgos en el año 884.

En la imagen la estatua del Rodrigo Díaz de Vivar en la ciu­ dad de Burgos, más conocido por el Cid Campeador. Se trató, por su antroponimia, de un auténtico descendiente de las antiguas comunidades góticas meseteñas de época visigoda en plena Castilla medieval. Si bien existe la posibilidad que otra entidad política y territo­ rial española, administrativamente más grande que las provin­ cias, como es el caso de la que forma una Comunidad autónoma como es Cataluña, tuvieran también un origen germánico de Gothalandia “tierra de godos” o “tierra de godos y alanos”, pero no está probado totalmente. Y posiblemente tenga el mismo ori­ gen etimológico que Castilla.

J. M a g r o

VASCONIA ES ESPAÑA Y LO DEMAS Es CONQUISTA Se ha dicho o mantenido que el actual País Vasco nunca fUe romanizado, cosa incierta, pues España fue romanizada totalmen­ te. otra cosa es la incidencia de esa romanización. Aun así, l0s territorios de Alava y Navarra (en la parte sur) son de los más romanizados de España. La integración de posibles sectores vascones en el Ducado de Cantabria55, dentro del concepto político de España, que era el proyecto político de los godos, podemos encontrar la respuesta en los comienzos de la Reconquista a los alaveses integrados en el Reino de Asturias prácticamente desde sus orígenes. La forma­ ción de otro núcleo reconquistador con población vascona en su seno como pudo ser el Reino de Pamplona que se convirtió en el reino de Navarra y que su primer Fuero alude a la pérdida de España y se hace heredero de esa España perdida de los godos. No me voy a extender mucho sobre la participación de los vascos y navarros en la Reconquista y Repoblación por todos los rinco­ nes de España, pues es un hecho que debería ser sabido y a la empresa de conquista y colonización de América, al Imperio y la 55 El Ducado de Cantabria fue una entidad político-administrativa y territorial del Reino de los godos. Se trataba de una de las ocho provinciae o ducados que conformaban la España visigoda. Su última autoridad parece ser que fue el duque Pedro de Cantabria. Su capital o residencia ducal se encontraba en Amaya, en la Cantabria cismon­ tana. La extensión geográfica y jurisdiccional de la circunscripción adminis­ trativa visigoda abarcaría toda la actual Cantabria, norte de Burgos, parte oriental de Asturias, comarcas vizcaínas como Sopuerta o Carranza, y posible­ mente extendiéndose la autoridad ducal por la llanada alavesa y hasta la actual La Rioja, entrando quizás en competencias o en el espacio político del conde Casio. Besga Marroquín, Armando; Orígenes hispano-godos del Reino de Asturias. Real Instituto de Estudios Asturianos. Oviedo, 2000. -García Moreno, Luis A.; “Estudios sobre la organización administrativa del reino visigodo de Toledo” en Anuario de Historia del Derecho Español, N° 44, 1974.

El. NACIMIENTO DF UNA NACION

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,rra de Independencia, com o en todos los acontecimientos transcendentales para que sig a e x is tie n d o el concepto España.

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ESPAÑA SIN VASCONIA NO ES ESPAÑA

¿VASCONIA LA ESPAÑA SIN ROM ANIZAR? El viejo españolismo renacentista y barroco convirtió al habi­ tante vascongado como el elemento indígena español que se habría perseverado inalterado en el actual País Vasco. Habría sido el único superviviente de una antigua tribu (los vascones) cuyos orígenes se remontan ai pueblo indígena del norte de España de mayor antigüedad, que además, se había conservado inmutable frente a las infiltraciones de otros elementos e indómito frente a las invasiones: romana, visigoda o musulmana. Sin embargo, este mito historiográfico que perduró durante siglos y que heredó el nacionalismo vasco adaptándose a su interés. Hoy sabemos las abundantes evidencias antiguas de la presen­ cia de otros elementos en el propio País Vaso más antiguos que la “vasquidad ancestral” del territorio, que podemos considerar indoeuropeos. Pero el territorio que ocupa la Comunidad Autónoma del País Vasco es uno de los territorios más romaniza­ dos de España como demuestra la llanada alavesa. Excluyó de mi crítica a las interpretaciones que el nacionalis­ mo vasco ha hecho sobre el mito de la independencia del País

J. M agro

Vasco en época romana. Sin embargo, debo hacérsela a nuestro insigne y fecundo historiador Sánchez Alboznoz que ha sido la mayor influencia, dado que fue de una solvencia científica garan­ tizada como demostró en muchas de sus teorías y obras. A Sanchéz Albornoz le gustaba definir al país vascongado como "la España sin romanizar''. Si bien Sánchez Albornoz no acertó en su primer juicio (una Yasconia no romanizada) si acertó en otro juicio (la vasconización tardía). Prueba de esto último, sería la lingüística. La presen­ cia o perduración del euskera no habría sido motivada por la independencia o indomable ímpetu vascones desde épocas remo­ tas en el País Vasco, de lo que no hay constancia de la presencia de hablantes de euskera en la Prehistoria y Antigüedad, sino que esta lengua habría llegado o extendido en épocas recientes del período Medieval por el actual territorio vasco.

Topónimos pre-romanos en Vascongadas Dato»: FranciscoVMar

■ Topónimos ■ Hidrttwnos

E l NACIMIENTO DF UNA NACION

t l CONDE C A SIO £1 “Casius. q u m is al tagr” de las crónicas musulmanas, proba­ blemente fuera el conde Casio, ‘'conde de la frontera” como dice la crónica, dominios que llegarían a los Pirineos con guarnicio­

nes o establecimientos de los que serían nominalmente goberna­ dos por ei linaje de los Galindo en nombre de Casius y Toledo contra los francos. No voy a explicar aquí el motivo de su apostasía y su posterior conversión. Sino la integración de los vascones o sectores vascones en el Reino de los godos. Se viene hablando mucho sobre la independencia de los vas­ cones en época visigoda y en continuo enfrentamiento contra las huestes regias de Toledo. Esto no debe sobreentenderse que detrás de esos enfrentamientos, estuvieran los vascones en plena soberanía y condición independiente sobre Toledo. El afán expansionista de los reyes visigodos en el control de toda la península les llevo a una visión unionista geográfica y política de su reino desde Leovigildo que llevo al apaciguamiento y conquis­ ta de numerosos pueblos y entre ellas parte de Vasconia (partem Vasconiae), posteriores reyes godos los vemos operar en las par­ tes de Vasconia, más en acción de castigo que de una conquista de un terruño libre, un indicio nos las crónicas asturianas cuando hablan del período godo sobre los vascos “bascones crebro rebe­ lantes” (vascones, que se rebelaban continuamente), rebelarse un verbo que no es sinónimo de conquista sino de insubordina­ ción, sublevación, es decir de sometimiento o dominio de una población que se alza sobre un poder mayor que los posee. Estas continuas rebeliones en territorios se explican por ser una zona residual del Regnum y alejada de Toledo, conquistada a finales del siglo VII y en “partes” desde Leovigildo, que bien le viene el dicho de tarde, mal y nunca, explica que no dio tiempo a configurarse un provincia, con problemas internos del reino y la posterior conquista musulmana. Pero si la existencia de un comí-

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tatus a la cabeza de Casio, donde la antroponimia vascona de algunos de sus hijos, y lejana descendencia indican el emparen­ tamiento entre los señores godos de frontera con familias rele­ vantes de aquellos terruños54.

54 Comes Cassius era un comes que gobernaba un territorium visigodo de los muchos que formaban España en época visigoda. Una crónica cristiana men­ ciona que era un “conde en época de los godos”, en las fuentes árabes se refie­ re como un qümis del Targ (conde de la frontera), noticia transmitida en el de Ibn Hazm y que hace a Casio como el fundador del clan como su conversión al islam. El nombre del cabeza del linaje, así como su descendencia no pertenecen a los antropónimos góticos. Posiblemente fuera parte de la aristocracia de la Tarraconense romana, a juzgar por la antroponimia vascónica latinizada en el caso de Fortún y un nombre celtíbero Lobo (posteriormente islamizado de la forma vasca) que en algún momento había conseguido integrase en las estruc­ turas del Regnum Gothorum formando así parte de la aristocracia goda, y como tal, siendo la autoridad de Toledo sobre ese territorio como conde. Sobre su pretendido patrimonio territorial y el ámbito geográfico del control político se ha especulado mucho. Cañada Juste dice que posiblemente fuera el conde visigodo de Olite que comprendía un territorio entre Olite y Ejea. En una última monografía de Jesús Lorenzo Jiménez considera al personaje como un conde poco relevante para los conquistadores árabes, sin grandes raíces patrimoniales, ni grandes extensiones territoriales, sino uno más de los muchos de la pequeña aristocracia visigoda. Para este autor los dominios que llegarían alcanzar el linaje de los Banu Qasi, por lo que hoy es las actuales comunidades de La Rioja, sur de Navarra y algu­ na posesión en Aragón, no obedecen a las raíces patrimoniales de época visi­ goda, sino a su posterior prestigio como capacidad militar y $u oportunismo en época omeya. Cañada, Alberto; “El posible solar originario de los Banu Casi”, en Homenaje aJ. M° Lacarra, Zaragoza , 1977,33-38. -Lorenzo Jiménez, Jesús; Algunas consideraciones acerca del conde Casio, Studia Histórica Medieval, 27, 2009, 173-189 pp.

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JVAVARRA Etim o lo g ía

Según la hipótesis más aceptada o tradicional es hacer derivar el corónimo Navarra de una voz o palabra vasca como *nava, que significaría “llanura entre montañas”. Pero esta etimología está discutida actualmente. Tal significación entra en contraposición con las crónicas francas cuando mencionan por primera vez a unos “nabarri” en los pasos de los Pirineos. Caro Baroja fue el primero en percatarse de tal contradicción. La designación a los navarros es en los Anales Mateenses Priores, que son los relatos más antiguos en referencia a la Batalla de Roncesvalles, aparecen mencionados dos etnónimos; nabarri e Hispano wasconi, es decir los navarros y los hispanos vascones. A partir de esas fechas se suceden las alusiones al gen­ tilicio medieval “navarros” como pueblo diferente a los vascones de España e incluso a los “pamploneses”, llamados en la crónica escrita en latín pampiloneses. Sin embargo, Martín Duque afirma que la denominación “navarri et pampiloneses” menciona la división social existente en la época medieval. Los primeros serían la masa de población rural dedicada actividades agropecuarias y los últimos serían los nobles y señores del reino, destinados a gobernar sobre el resto de la población. Desde luego el étimo nabar, del euskera “reja de arado” podía ser un indicio. Pero, aun admitiéndola, es posible que para esa época se haya corrompido o desligado de su signifi­ cación original como etnónimo, de época más antigua. Pero el hecho que el apelativo *nava se encuentre en varias denominaciones de fortalezas pirenaicas como Navardún o Navascués podría relacionarse con fortalezas de los “navarri”. ♦dunon significa “fortaleza” en lengua celta, más concretamente en su variante gala, que vendría a significar “fortaleza de los navarros”. También se encuentra testimoniada en varias zonas del

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Pirineo aragonés delimitado con el navarro, como Berdún 0 Gordún, es posible que los nabarri fuera una división o grUp0 gentilicio de los suessetanos'\ Poblamiento, grupos lingüísticos y etnogénesis

Navarra fue poblada desde el Paleolítico inferior en pequeños grupos humanos cazadores que se movían en las inmediaciones de los recursos hídricos y que habitaba en refugios o abrigos rocosos. Con la llegada del Neolítico, remontando el curso fluvial del Ebro, arribaron nuevos pobladores e introdujeron la agricul­ tura, innovaciones tecnológicas y técnicas funerarias entorno al 4.500 a. C. A partir del IV Milenio a. C. se constata el inicio de construcciones megalíticas. Alrededor del 1000 a. C. se atestigua la llegada de gentes de cultura y prácticas que se adscriben a los Campos de Urnas de procedencia centroeuropea relacionada con los celtas. En Navarra conjugan prácticamente los mismos elementos étnicos que en la etnoformación de la España antigua (Península Ibérica), a excepción de los vascones. Navarra es una de las regiones más indoeuropeizadas de España, como pone de mani­ fiesto su toponimia antigua premedieval, constituyendo más del 50%. F. Villar afirma que “el estrato étnico-lingüístico más anti­ guo tanto del País Vasco como de Navarra es el que representa en tomo al 64% de su toponimia. Se trata de una lengua indoeuro­ pea no celta, sino bastante más arcaica” así como los teónimos son en su generalidad son casi todos indoeuropeos. Otros de los elementos importantes es el de los vascones, atestiguados sólo a partir del siglo I a. C. con la fundación de Pamplona. 55 El nombre o etnónimo de los suessetanos estaría relacionado con el numeral indoeuropeo seis, heredado de la raíz celta ‘"sweks. Esta división de los sues­ setanos indicaría que estarían formados por seis grupos gentílicos, entre los que habría situar a los nabarri, que serían celtas o galos. Además en territorio suessetano encontramos topónimos relacionados con los nabarri y la palabra Navarra como son Navarín, Navarin y Navasa.

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Según la compilación lingüística manifiesta que Navarra fue poblada por indoeuropeos antiguos, otros indoeuropeos más recientes como celtas y romanos, y otros pueblos o grupos lin­ güísticamente no indoeuropeos como vascones e íberos. También se evidencia otros tipos de celtas más modernos como los galos y el asentamiento germánico de bandas góticas con clara funcio­ nalidad militar como la de los Galindo56, en las estribaciones de los Pirineos o los grupos taifales en Tafalla, sin descartar otros linajes como los Banu Qasi.

Época romana La romanización fue significativa en el actual territorio nava­ rro. Fue muy profunda sobre todo al sur, como demuestra las más de 200 villae o mansiones romanas con ricos mosaicos en las inmediaciones en las vías romanas como pone de manifiesto la importante calzada a Burdeos y ramales que pasaban por el cruce de caminos que era Pamplona. Pamplona fue creada después de las Guerras de Sertorio como campamento romano sobre algún asentamiento vascón. La romanización legó además otros tipos de infraestructuras romanas, que se han conservado en obras de ingeniería hidráulica de conducción como el acueducto de Alcanadre a Lodosa o medios de retención como la presa de Andelos. *

Epoca visigoda La penetración a España por parte de los godos para el domi­ nio de la antigua Tarraconensis fueron las operaciones o campañax de Heldefredo y Gutier, éste último según la Chronica Gallica pasó por Pamplona, lo cual al menos, pueda ser el inicio de su control a su paso en el año 473. En la “Crónica de Z a r a g o z a ” m e n c io n a ta m b ié n la en tra d a de trop as g o d a s e n el año 56 Estos celtas modernos, com o eran los galos habrían dejado su en huella en los topónimos Pagus Gallorum, Gallicum documentados en los Pirineos nava­ rro y aragonés.

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497. dicha crónica afirma que años después de otra penetración visigoda producida por un buen número de familias góticas qUe tuvo que utilizar necesariamente los pasos de los Pirineos navarros siguiendo las vía que unía Astorga con Burdeos, habla en tér­ minos de emigración gothi intra Hispania ingressi surtí para el asentamiento de la masa popular en la meseta norte y el valle del Ebro, pasaba necesariamente que el control de la ciudad de Pamplona estuviera en manos visigoda, bien desde la campaña de Gutier o en este segundo desplazamiento. La presencia visigoda en Navarra se evidencia por la existencia de un obispado visigo­ do en Pamplona, y la fundación de la ciudad de Olite en el actual espacio que ocupa Navarra, por entonces integrantes de la pronvinciae Tarraconensis57. La aparición del texto De laude Pampilone donde se relata las preocupaciones de la ciudad y sus defensas contra unos bacei, identificables con los vascones, obe­ dece a composiciones muy características del período visigodo, pero resulta problemática su datación para la época visigoda58. Arqueológicamente para esta época contamos con el registro monetario de dos monedas de oro de Suintila en una de las necró­ polis pamplonesas, rey que según la “Historia de los godos, sue­ vos y vándalos” de San Isidoro menciona que Suintila fundó la ciudad de Olite. También se han encontrado otros tipos de mate­ riales visigodos, como también en los yacimientos de TudelaRecientemente se ha descubierto en la Catedral de Pamplona res­ tos de época visigoda59. 57 Juan José Larrea Conde, “El obispado de Pamplona en época visigoda”. Hispania sacra, vol. 48, n° 97, 1996, págs. 124-147. 5* Koldo Larrañaga lo ha datado en una época donde Pamplona estaba asenta­ da la autoridad carolingia Glosa sobre un viejo texto referido a la historia de Pamplona: el De laude Pampilone, Gobierno de Navarra: Institución príncipe de Viana 1994, pág 141, n. 19. Sin embargo Ángel J. Martín Duque se ha refe­ rido que los autores del texto son los recopiladores del Códice de Roda. 59 La asistencia del obispo Liliolo en el III Concilio de Toledo celebrado el año 589 representando a la sede pamplonesa (Vives, J., Concilios visigóticos e hispano-romanos, Barcelona-Madrid 1962, pp107 117. Enlace:

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Durante muchísimo tiempo se pensó que dentro del gentilicio medieval de los navarros habían participado sólo vascones en su formación. Poco a pocos sale a la luz sustratos indoeuropeos que quizás jugaron un mayor papel si cabe. “navarrí' es un etnónimo galo. Celtas custodios de los Pirineos. Jcicic

http://www.diariodenavarra.es/noticias/navarra/pamplona_comarca/pamp lo n a /2 0 1 4 /0 7 /3 0 /d esc u b ie r to s_ re sto s_ e d ific io _ b a jo _ c a te d r a l_ p a m plona_ 169516 1702. htm 1

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GALICIA: DE AUTÓNOMA

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R E IN O

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C O M U N ID A D

Exceptuando a Galicia, ninguna de las 17 Comunidades Autónomas que componen el Reino de España ha conservado la denominación oficial de una antigua provincia oficial de época romana para la España de hace 2000 mil años. Galicia es una de esas singularidades políticas y culturales, que en ningún caso puede dar pie completamente a que sea dife­ rente a otros ámbitos de la España actual, pues en la Edad medie­ val compartió con otros espacios peninsulares rasgos culturales y políticos. El propio hecho de que Galicia pasara de reino suevo a provin­ cia visigoda, no impidió que no se conservara. Mientras el resto de provincias de época romana acabará desapareciendo con la ocupa­ ción política y militar musulmana, merecería una explicación. Gallaecia como era en latín, llegó a ser Reino durante la Edad Medía y su vinculación con Asturias y sobre todo con León cuan­ do dejó tener un rey privativo. A pesar de que Galicia y Portugal eran parte de un mismo ámbito cultural, sin embargo política­ mente tomaran caminos diferentes. ***

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LOS PRIMEROS CATALANES FUERON ORIGENES “CASTELLANOS”

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DE

más abajo un artículo del catedrático Antonio Fontán d e la Universidad Complutense de Madrid que lleva por título LOS PRIMEROS LLAMADOS ESPAÑOLES FUERON LOS CATALANES, sobre el nombre, el etnónimo que tuvieron la p o b la c ió n precatalana60, que como afirman el tándem de histo­ riadores Pablo Barroso que “así pues, por sorprendente que pueda parecer en la actualidad' en un principio ‘catalán’ y ‘español ’hacían referencia a un mismo grupo de población: el de los habitantes de la antigua provincia de Hispania bajo la soberanía de los reyes francos, ya que en la práctica estos hispa­ ni venían a coincidir de este modo, el término espanhol ( ‘habi­ tante de la Marca Hispánica ’), fórmula acuñada en los círculos populares del sur de Francia, actuaba de hecho como sinónimo de *catalán ’ ( ‘habitante de la tierra de los castillos Esto es, la Catalunya. Vella) porque ambos eran hispani, no propiamente gothí, y porque el dominio de la Marca se extendía únicamente en las tierras limítrofes entre la Narbonense y el norte de lo que posteriormente será Cataluña. Sólo siglos después, con la difu­ sión de la lírica provenzal por las cortes peninsulares, las pere­ grinaciones a la tumba del apóstol Santiago en Compostela y el aumento de cruzados de origen occitano en las campañas contra el enemigo musulmán, el gentilicio espanhol pasó a designar a los habitantes de todas las tierras de la diócesis Hispaniarum que habían constituido el antiguo regnum Gothorum, es decir, a todos los antiguos hispani. En el siglo XIII la forma gentilicia R e p r o d u c ir e m o s

Cuyos orígenes son bastante homogéneos y diversos geográficamente como comprobaremos en otro texto o artículo que prosigue al antes citado, titulado LO S PRIM ERO S C A TA LA N E S FU ERO N CASTELLANOS. Como demuestra la onomástica o antroponimia como la hagionimia el origen diver­ so peninsular de la población que en el futuro será llamada como catalanes. Sobre todo de una población procedente de las dos mesetas.

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español español debía ser ya común en España, pues hacia el año 1230 Gonzalo de Berceo llama a Santiago de Galicia padrón de españoles'fllda de San Millón., copla 431). Por esta razón la voz catalán quedó restringida de forma exclusiva a los pobladores de la Marca Hispánica. Donde precisamente la extensión del régimen feudal había hecho del Castell una de sus principales señas de identidad. En realidad, la verdadera causa del triunfo del gentilicio ‘catalán no fue otra que la difusión del vocablo españolespañol que vivían en los otros reinos peninsu­ lares ". No tendría mucho sentido que en esta ocasión analizara

con detenimiento que fue el obispo Julián de Toledo (690) la per­ sona que con sus escritos con frecuencia sustituye el etnónimo gothi por el de hispani, configuró el razonamiento en virtud del cual se llegó a esa identificación que todos los habitantes de Spama eran hispani. El etnónimo que dio origen a españoles. Ya anteriormente lo han hecho6'1.

Toledo en época goda. Y que recibió numerosa población después de la derro­ ta visigoda contra los musulmanes. Allí se celebran festejos de “costumbre española” desde hace siglos.

í: Ya anteriormente lo han hecho, entre otros, Luis García Moreno.

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sentimiento que podía unir a los hispani(oles) se halla en el relato que hace el obispo emigrado a Francia, Teodulfo de O rleá n s sobre s u cometido en Septimania para solventar cier­ tos problemas de s u población a finales del siglo VIII. Cuenta este obispo emigrado, que le salieron a recibir, llenos de esperan­ za, lo s restos de la población goda y la multitud hispánica, y que le acogieron con alegría por ver en él a un consanguíneo62. Reproducimos el artículo en cuestión: p ru eb a d e e s e

LOS PRIMEROS LLAMADOS ESPAÑOLES FUERON LOS CATALANES63. Hace ya un siglo que los sabios empezaron a advertir que la palabra “español” es ajena al genio del idioma castellano. En 1904 don Ramón Menéndez Pidal escribía que “esa terminación ‘-oF no se usa en nuestra lengua para significar naciones”. Es, añade, el resultado de una “disimilación” para evitar la acumula­ ción de las dos consonantes nasales de un antiguo “españón”, que es voz construida con el mismo sufijo que bretón, sajón, frisón, lapón, borgoñón, etc. Tenía razón el maestro. Lo castizo en nues­ tra lengua era “españón”. Así se lee, hacia 1240, en el poema de Fernán González. 44Desque los españones a Jesucristo conocie­ ron, / desque en la su ley bautismo recibieron, / nunca en otra ley tornar quisieron, / mas por guarda de aquesta muchos males s u fr ie r o n Unas estrofas más adelante el poeta llama a San Eugenio, el obispo godo de Toledo, “de españones pastor Por contra, Gonzalo de Berceo, el poeta riojano también del XIII, al contar maravillas de dos santos abades muy milagreros 62 “Reliquiae g e tic i p o p ili, sím il h esp era turba/m e consanguíneo f i t duce laete s i b r citado por Ramón D ’Abadal, E l dom ini carolin gi a Catalunya, 1986,1. p. 161. 61 A ccesible en internet en http://w w w .abc.es/hem eroteca/historico-08-072 0 0 3 /a b c /O p in io n /lo s -p r im e r o s -e s p a % C 3 % B 1o le s - q u e - s e - lla m a r o n asi 193265.html

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—Domingo de Silos y Millán de la Cogolla— , dice del primer que era un “confesor honrado” en buena hora nacido “para espl° itolcs \ Y de San Millán, que era el “padrón de españoles”, 0 sea su patrono, detrás de Santiago. En la Crónica General del Rey Sabio, del mismo siglo, se menciona a los “españoles”. (Hace unos años el maestro Lapesa reunió estos y otros textos semejan­ tes). La idea de que las terminaciones -ol, -oles habrían venido a resolver una posible cacofonía, provenía de una escuela lingüís­ tica mecanicista que estuvo en boga a fines del XIX, y con la que el propio don Ramón en sus estudios más personales y permanen­ tes casi nunca coincidió. Por otra parte, bastaría repasar mental­ mente el léxico común castellano para encontrarlo salpicado de "pares y nones", cañones, garañones, riñones, borgoñones, etc. Estudios más recientes apuntan a que “español” es un présta­ mo del provenzal. la lengua vernácula del sudeste de Francia, cuya obra literaria más conocida es la Mireya de Mistral, el Nobel de 1905. Algo de eso hay. Es voz que viene de fuera, pero a mi entender de otra manera. En documentos del siglo XI se encuentra la voz "español" para designar a personas, comunida­ des o pueblos en un momento histórico en que las lenguas deri­ vadas del latín —como serian poco después el provenzal. el cata­ lán o el castellano— no estaban todavía definitivamente forma­ das. El que íúe ilustre historiador y político catalán, "catalanista** de I nió. Miquel Coll i Alentom. encontraba la palabra "español en documentos de la marca carolingia de 1095. En ese momento las gentes corrientes de allí empleaban ya sin duda unos dialec­ tos que no lardan an en dar lugar a las lenguas de cultura, roman­ ces o románicas, de regiones en las que durante un milenio se había hablado latín, y el catalán era uno de ellos. La invasión árabe y bereber de la península, que comenzó en el Guadalete. llegó a cubrir en pocos años la mayor parte de la península. Pero la presión militar y social de los guerreros islami-

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eos fue mucho mayor en el sur, centro y oeste que en las comar­ cas subpirenaicas orientales. El reino godo se desplomó y las ciu­ dades y poblaciones menores abrieron sus puertas a los musulma­ nes. Sin embargo, en el nordeste el empuje sarraceno fue menor y más tardío. Las posibilidades de desplazamiento de poblacio­ nes y gente a la Galia narbonense, que durante varios siglos ftie provincia visigoda, estuvieron al alcance de “hispanos” que acu­ dieron a refugiarse en lo que hoy es el sur de Francia. Había caminos para aquella época andaderos y para comerciantes, fun­ cionarios y otros viajeros no sólo conocidos, sino habituales. La tarraconense y la narbonense de los godos habían pertenecido al mismo reino. Numerosos cristianos de la región emigraron al norte. Allí se les conocía como los “hispani” o “hispanos”. Los sucesores de Carlomagno, en general, los acogieron favorablemente. Hubo disposiciones de los reyes francos que facilitaban su asentamien­ to. Esas leyes se llamaban en latín “preceptos”. Algunos de esos "preceptos de Hispanis” se pueden leer todavía en cartularios y colecciones diplomáticas. Los hispanos eran una población dife­ renciada de la aquitana y de la que luego sería la provenzal. En aquellas tierras se identificaba claramente a estos forasteros lle­ gados del sur. El progreso de la reconquista peninsular, lenta al principio en esta zona de la península, dio lugar a una repoblación de los espa­ cios que iban siendo cobrados por los primeros condes catalanes. Al irse disolviendo la marca carolingia, vinieron de la Galia con pretensiones señoriales, personajes que se consideraban godos o hijos de godos, y otros francos, latinizados pero de origen germá­ nico. Fueron famosos ya en Hispania, el godo conde Bera y el franco Vifredo. Pero el común de los repobladores pertenecían, sin duda, a esas comunidades de ascendencia "hispana** cuyos mayores se habían trasladado cien años antes a las Galias. Los franco-galos les daban a ellos y a sus hijos el nombre de “hispa­ nos. hispani y con una palabra de más sílabas, conforme al uso

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del latín de la época, "hispaniolos, hispanioli*\ (También francos (“francO se les llamaba “Frangís” o ‘‘francoises^E “hispanioli" es la voz latina sobre la que se forma primero ^ catalán y luego en castellano el actual “español”. No es preciso suponer que esa palabra en su camino del latín al romance haya tenido que pasar por el trám ite del provenzal. El catalán viene del latín, no del provenzal, aunque se parezca a éste. La palabra “español'* nace directamente en el catalán —o “protocatalán"— que en esos tiempos estaba tomando cuerpo y forma. No es un “provenzalismo", sino un catalanismo. Fueron los retomados que poblaron los condados catalanes y enriquecieron su demografía, los que, junto con sus personas, ofi­ cios, hábitos y familias, trajeron consigo el apellido de *‘hispamoli , sobre el que la lengua catalana acuña la voz ‘‘español' y, a tra­ vés del castellano, se la regala al mundo. Los primeros ‘ españo­ les que se llamaron así fueron los abuelos de los catalanes de ahora. ***

LOS PRIMEROS CASTELLANOS

CATALANES

FUERON

Año 711. España en época visigoda había alcanzado, según la mayor especialista latinista en crónicas tardo antiguas, Suzanne Teillet (1984) en un exhaustivo estudio reconoció que “fue el pri­ mer Estado de la Europa moderna en haber adquirido, desde el siglo VIL el estatuto de nación”. Pero una terrible desgracia se cernía sobre esta primera nación. Por el norte de África avanza unos ejércitos que portaban enseñas verdes con una grafía extraña. Eran oleadas de grupos de árabes con otras tropas islamizadas. No eran desconocidas, años antes había sido repelida una algarada o intento de invasión, por

El NACIMIENTO DF UNA NAQON

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duque de la *4Beticae” Rodrigo (¿?-¿711?), su éxito contra aquella prim era oleada, según García Moreno (2013). le habría llevado alcanzar la corona del Reino. Con el tiempo llegarían más. y en mayor número. Pero los traidores, los ambiciosos, los colaboracionistas y secesionistas (como en la España de hoy) se preparaban para arruinar a la Patria. En plena batalla una parte de los nobles del ejército deser­ tó en plena batalla. 44La pérdida de España” se había consumado. Así lo estimo amargamente 40 años después un cronista en la lla­ mada Crónica Mozárabe de 754, bajo ese título decía ‘'Así sobre e n to n c es

esta España desdichada (...) establecen un reino bárbaro [...] no podría ninguna manera la naturaleza humana referir la ruina de España ni tantos y tan grandes males como está soportó". Efectivamente esa primera seña de identidad nacional a finales del siglo VII, parece que había alcanzado en el imaginario colec­ tivo de la población o una parte de la población. España, su patria, era una nación ocupada militarmente por gentes bárbaras (árabes y bereberes). Décadas antes con el gobierno todavía de los godos, Julián de Toledo (642 -690) hablaba de vina identifica­ ción étnica, en la que ya no había godos y romanos, todos se nombran bajo el etnónimo “hispani”. Estos 44hispani” de las crónicas de la corte visigoda, son los que repoblaran los territorios de la actual Galicia, León, Asturias. Castilla, Álava, partes de Vizcaya, Aragón y Cataluña. Pero cen­ trémonos en lo que nos interesa, lo que será la futura Cataluña. En el norte de los Pirineos, donde el latín tampoco se habría dis­ gregado, en las crónicas carolingias se les aplicaba el mismo etnónimo en los diplomas: ‘"hispani” o "spani”, y así debieron ser conocidos por las gentes del país, a aquellos procedentes de todas las partes y regiones geográficas de España, que escapaban de la dominación musulmana durante los siglos VIII. IX, que se asien­ tan en las Galias, bajo el régimen de “aprisio”, y en el X se detec­ ta más movimientos, pero en tierras de la Marca Hispánica. Un testimonio muy conocido de estos orígenes étnicos nos las

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da la voz más autorizada en esta materia García Moreno, sobre uno de estos famoso “spani” con nombre latino “Joanes” dice "este mismo diploma de agosto del 834 ofrece muy interesantes datos referidos a la procedencia de Juan y sus hombres. La indi­ recta afirmación que en el mismo se hace de que eran 'spani ’ aparece confirmada por onomástica indudablemente gótica que exhiben algunos familiares de Juan y algunos de sus hombres Continua diciendo “más complejo resulta establecer el origen concreto, dentro de la antigua geografía hispanogoda, de Juan y su g e n te Pero tenemos el indicio en la hagiotoponimia (estudio de la toponimia de santos) en el “aprasio” que se benefició Juan y su gente, en Fontejuncosa (cercano a Narbona), se testimonia del culto a santa Leocadia. Allí Juan y su gente habían traslado el culto de la mártir toledana. García Moreno dice “podía ser el indicio del toledanismo de Juan y su linaje”. Pero como recono­ ce este autor “sería un error suponer un mismo origen geográfi­ co, y toledano, para todas las gentes que acompañaron a Juan y su familia desde España a su nuevo asentamiento septimano de Fontejuncosa. En el citado documento (...) se cita un tal “Tamunno”. Antropónimo que hay que relacionar con el nombre eusquérico de “Munnio”, bien testimoniado incluso en época goda en la Rioja [un obispo de Calahorra llevaba tal nombre] (. ••) “Asinarius”, un antropónimo latino (...) y que traducía un nom­ bre eusquérico (...). Otros dos personajes su origen pirenaico occidental y vasco: “Roncariolus” (...) y “Wasco”. Por el contra­ rio al territorio catalán del extremo nordeste apuntan los nombres de “Calapodio” y “Parapario”. Pero también había un “hispani” que portaba el nombre de “Castellanus”, oriundo del solar de la más Vieja Castila, en Álava o altísimo EbroM. Y solamente de este diploma, hemos podido sacar tales afir­ maciones. Pero existen cientos de diplomas de ellos, quizás ML A García Moreno, “Los Hispani- emigrantes y exiliados ibéricos en la Francia carolingia. Realidad y mito hLstariográfico". XXXIV Semana de Estudios Medievales, pp. 53 -7.

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miles. Ramón d ’Abadal minusvaloró la impronta repobladora a las tierras de Cataluña. Para este historiador la mayoría de los habitantes de Cataluña procedería de la población que se había mantenido bajo la dominación musulmana, pero como ha admi­ tido Santiago de Andrés sobre los “hispani” que aparecen en los documentos “son sólo la punta del iceberg”. También como fina­ liza García Moreno “la heterogeneidad (...) que ofrecía las hues­ tes comandada por Juan y su familia. Ambas cosas explicables en las particulares circunstancias en las que, a finales del siglo VIII, se habría formado la misma, u otras bandas guerreras de hispanos de los que desconocemos sus líderes”. Tanto por la antroponimia y hagiotoponimia del sur de la Francia carolingia muestran una gran extensión de parentesco con las del reino godo. Ha quedado una vez más demostrada que la población peninsular que va repoblar Cataluña no estaba liga­ da a un territorio o etnogénesis concreta o separada, sino que estaba presente en toda la Península. Por lo tanto, los intereses personales y familiares que llevaron a muchos de estos hispanolis a emigrar después de la invasión musulmana, solían atravesar las fronteras geográficas de España para refugiarse al norte astu­ riano y carolingio, hicieron de los catalanes un pueblo como el castellano. La Cataluña y Castilla recibieron gente de práctica­ mente de los mismos sitios peninsulares que se estableció en esos territorios, creando un territorio lleno de castillos que al final aca­ baron por dar el nombre a esos territorios y a la postre una misma población originaria peninsular.

Santuario de Montgrony en los Pirineos catalanes. Según un manuscrito del monasterio de Ripoll hoy perdido habría tenido lugar una lucha fatal con los musulmanes donde habría muerto el señor de la fortaleza de Mochoronium, Montgrony, un tal Quintila.

Eí.

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ANTROPONIM O ESPAÑOL EN CATALUÑA

Por su valor histórico mencionaré los procedentes del etnóni­ mo “hispani/spani”, desde donde evolucionaria al gentilicio “español” , nombre que daban las comunidades del Reino de los francos a la riada de gentes procedentes de todos lugares de España goda. Esta primera emigración española o hispanioles que se instalaría al norte de los Pirineos con la posesión de tierras libre con cierta fiscalidad a los francos. Estos “hispani” y sus des­ cendientes van a protagonizar décadas después un movimiento hacia el sur, hacia España, repoblando las tierras yermas de la futura Cataluña. Es allí donde el etnónimon “hispani” pierde su significado inicial y se acomoda como antropónimo, seguramen­ te hereditario. En ellos encontramos en muchos caso con un sufi­ jo germánico, como se ve en la documentación diplomática cata­ lana los encontramos con primer elemento *hispan/* spani- como en los siguientes ejemplos Spanila, Spanufreda, Spanesindus, Spanilde, Espanilde, Spanovero, Spanellas, etc. que denotaban los orígenes autóctonos (hispánicos o españoles) de sus linajes en el extranjero (como había sido el sur de Francia).

En la imagen la Leyenda de Ogter Catalon o Gotlan, el héroe epónim o de Cataluña, evoca a unos de esos “hispani” de antroponimia típicam ente gótica que combaten en los Pirineos contra huestes moras y m usulm anas.

J. Ma(.i«)

nacionalismo catalán0'. 22. Los catalanes apoyan al archiduque Carlos, Austria frente a Felipe V, Borbón. Pero Cataluña era sociedad plu­ ral y hay catalanes que apoyan a Felipe V. 23. Resulla curiosos que los catalanes inicialmente fueron borbónicos, como indican los elogios dedicados a Felipe V en visita a sus Cortes 1701/1702. 24. Fn 1705 se pasan al austriacismo, en el contexto mayoritario que lo hace la Corona de Aragón. 25. El 11 de septiembre de 1714 las tropas borbónicas entran en la ciudad de Barcelona, sitiada durante ocho meses y crean al héroe de referencia, Rafael Casanova. 26. Rafael Casanova defenderá el sitio de Barcelona “por la libertad de toda España”. 27. Los decretos de Nueva Planta, las políticas de Felipe V, afectan al conjunto de España, no solo a los catalanes, en absoluto se trató de que los españoles quitaran a los catalanes sus fueros, derechos, etc. 28. En toda España desaparecieron las instituciones pro­ pias de cada reino, cortes, diputaciones, administración fiscal... desaparecen. 29. Paradójicamente tras esto Cataluña empieza a despun_____ tar económicamente con los gobiernos borbónicos. 1:1 “Onze de setembre de 1714” es interpretado en clave nacionalista, y poli­ tizado para el chantaje político. En torno a los sucesos del sitio de Barcelona se ha construido una idea mítica/errónea por parte del nacionalismo catalán que ha desembocado en la actual Diada. No siempre fue así. La Diada hasta el último tercio del siglo XX fue una festividad regional, sin ninguna implicación política. Pero cuando ciertos sectores intelectuales han mitificado el pasado histórico catalán ya a finales del siglo XIX, lo aprovecha en la actualidad un sector político que lo ha manipulado. Este sector convirtió la derrota austriacista del 1714 en el imaginario nacionalista con el fin de una “nación catala­ na”. Tal acontecimiento es utilizado por estos en un discurso víctimista que encuentra múltiples contradicciones históricas, Entre ellas la de la imagen del líder de resistencia austracista en Barcelona. Sabemos que históricamente luchaba en nombre de toda España.

El. NACIMIENTO DF. UNA NACIÓN

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30. En todo caso, la práctica de políticas centralizadoras nunca fue en España com parable a las aplicadas por los borbones en Francia. Y llegam os al siglo XIX. 31. En la guerra de Independencia. Los catalanes ofrecen una m uestra de un nivel de españolidad nada desdeña­ ble66. 32. Durante el siglo XX. Cataluña se convierte en una región poderosam ente económ icam ente rica con los gobiernos centralistas com o los de Primo de Rivera y Francisco Franco. 33. Tras 1978 a los catalanes se les otorgan unas liberta­ des y derechos, que pocas dem ocracias han soñado darle a sus ciudadanos. Y todo ha sido posible dentro de España y a sus gobiernos.

***

“ En los inicios del siglo y mitad del XIX, la política catalana se hará espaflolista, durante la (tercera) Guerra del R osellón entre 1793-1795, los franceses ofrecieron a Cataluña que se instaurara en un República bajo la protección de Francia, que los catalanes rechazaron, aún existiendo partidarios a favor, ven­ cieron los que recordaban experiencias anteriores, todavía se recordaba en Cataluña el fatídico protectorado francés en 1640 con la pérdida del R osellón o la participación francesa en la guerra de Sucesión española 1701-1713. Durante la Guerra de la Independencia, Cataluña o los catalanes defenderán su españolidad mostrando el odio a sus vecinos de arriba, recordem os que el sitio de Gerona contra los franceses tendrá un nivel sim ilar de españolidad com o el sucedido en Zaragoza.

J. M ac.ro

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“El separatism o ignora u olvida la realidad de España. D esconoce que España es sobre todo una gran unidad de destino. Los separatistas se fijan en si hablan lengua propia, en si tienen características raciales propias, en si su com arca presenta clima especial o especial fisonomía topográfica. Pero habrá que repetirlo siempre, una nación no es una lengua, ni una raza, ni un territorio, es una unidad de destino en lo universal. Esa unidad de destino se llamó y se llama España. Bajo el signo de España cum plieron su destino, unidos en lo universal, los pueblos que la integran. Nada puede justificar que esa m agnífica unidad, creadora de un m undo se rom pa” .

José Antonio Primo de Rivera

COLECCIÓN NOSOTROS

1.- Juan de Austria: espada invencible de España Jesús María Ruiz Vidondo 2.- Diario de guerra de un falangista caido Jacinto Valentín y Fernandez de la Hoz Edición de Jorge Olmedo Cantalapiedra 3.-E1 nacimiento de una nación. De provincia del Imperio a la primera nación europea

JMagro 4.-Millán Astray, La leyenda de un soldado español

Niko Roa

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