Id A José Devocionario Del Patriarca San José Mach

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P. José Mach SJ

Id a José Devocionario del Patriarca San José

ID A JOSÉ

Id * Jo«é. Genes, x l i , 55.

Ó SEA

DEVOCIONARIO ESPECIAL PARA E L QUE D ESEE SER VER D AD ER O DEVOTO

DBL PATRIARCA SAN JOSÉ: COMPUESTO

POR K l P. JOSÉ HACE. Miéionero de /« Compañía de Jtsúe AU TOR

d« U A a e m i e

b Iticíob

y del Tesoro del Sacerdote.

l u ad Jatrph : tt oui'^Hid rolii díwní, faeite. Id 4 Jom, t kieca todo eaanlo os dijere. Gen. i u , 53.

Con aprobación del Ordinario.

■UCRUM . I i p m U de fran cisco R osal, heredero de I. G o rg u , p la z a d o l a L o n a .— 1 B 7 S .

SUHKARIO. D E V O C IO N A S A N J O S E .

Motivos y obsequios generales. Obsequios particulares. Novena del santo Patriarca. D E V O C IO N A R IO D E L D E V O T O D E S A N J O S É .

Santificación del dia. Modos de oir bien la Misa. De confesar y com ulgar dignam ente. Meditaciones para cada dia del mes. Varias devociones á nuestro Señor Jesu­ cristo. A la Virgen santísim a. A otros objetos particulares. V ia-Crucis especial. El Sem inarista perfecto. . Hii ' iticos mas usados en Iatin y en

A los RR. Sres. Curas Párrocos.

¡Pobre Egipto! ¡en qué estado se veia tan lastimoso! A siete años de abundancia se habían seguido otros siete de la mas espantosa carestía: el hambre había invadido el reino y las provincias comarcanas. Acosa­ dos de la miseria, acuden los pueblos A Faraón, pidiéndole á voz en grito que remedie sus necesidades. Y el rey acogiéndolos benignamente, id á

— tiii — José, les dice, y haced todo cuanto Él os mandare (1). Pobre Egipto, es verdad; ¿pero es por ventura menos deplorable la suerte de tantas almas que el cielo nos ha confiado ? La Es­ paña ha teñida también años de abundancia ; provista de innumera­ bles medios de salvación y colmada de favores celestiales, ¡qué rica cosecha de méritos y de virtudes acaudalaban sus hijos para la eternidad! Pero desgraciadamente á la abundancia ha sucedido una esterilidad y una miseria mucho mas espantosa que la de Egipto. ¿ Y no habrá remedio á tanto m a l? S I , Señores, asi como Faraón nombró á José Virrey de E g ip to , encargándole de salvar á cuantos le pidiesen socorro; así tam(1) Gen.

x li ,

55

bien el Vicegerente de Dios, el in­ mortal Pió I X ha nombrada á otro José, patriarca de la ley de gracia y Patrón de la Ig le sia , diciendo á todo el orbe católico: Ite ad Joseph: id á José y haced todo cuanto Él os dijere. Perdonad, pues, Señores y Reve­ rendos Padres m io s, si me atrevo á suplicaros que avivéis el celo de la grey que el Señor ot ha encomen­ dado , para que acudiendo al nuevo Salvador que el cielo nos ofrece, se Ubre la España de la espantosa mi­ seria espiritual y temporal que la aqueja. Hágolo con tanto mas gusto, cuan­ to habiendo sugerido en el Tesoro del Sacerdote tantos medios para santi­ ficar las a lm a s; podría parecer es-

traño á algunos que omitiese uno tan poderoso y eficaz como es la devocion á san José. Pero entonces no se ha­ bía aun celebrado el Concilio Vati­ cano; no habia aun Pió I X procla­ mado con tanta eficacia y sancionado el Cielo con tantos prodigios esta preciosísima devocion. Abracémosla, pues, y no dudemos que el Cielo ben­ decirá nuestros esfuerzos y lanzará una mirada compasiva sobre nuestra afligida patria. ¿ Y qué diré á esos amados Josefínos que con tanto entusiasmo y an­ helo están promoviendo y propagando la fructuosísima devocion del excelso Patriarca san José? No dudo que acogerán benignos este nuevo devo­ cionario. Es verdad que pocos habrá

entre ellos que no posean ya el An­ cora de salvación: tal vez á ellos principalmente debo, el que i pesar de los aciagos tiempos en que vivi­ mos y de los esfuerzos que ha hecho la envidia para impedirlo; no obstan­ te se hayan tenido que hacer veinte y nueve numerosas ediciones de dicho devocionario, solo en España y en solos veinte años. Digo solo en Espa­ ña , pues existen otras impresiones españolas hechas en el extranjero, y no han faltado aun sabios y celosos Sacerdotes que la han traducido en varias lengua S i poseen pues dicha Ancora de salvación, si les mueven y excitan á la perfección las prácticas que en ella se proponen, no la abandonen les suplico; al contrario procúrense­

la los que no conocen ó no practican todavía las devociones y medios de santificación que en ella se encier­ ra n . Mas si por desgracia sucediese á alguno, lo que nos pasa con los m an­ jares, que por exquisitos que sean y por bien sazonados que estén, si nos sirven ca(ía dia los miemos, acaban por cansar y fastidiam os; le rogaré entonces que tome este nuevo devo­ cionario: Id á José. Válgase de las nuevas reflexiones y de los medios que aquí le sugiero: tal vez con el aliciente de la novedad se moverá su corazon á consagrarse de vera* al Señor, y abrasando sinceramente la práctica de la v irtu d , verá renacer en el alma aquella dulce p a z; aque­ lla mágica alegría y dichosa tran­ quilidad de conciencia, de que habia



X III



disfrutado un tiempo, antes de enti­ biarse en el primitivo fervor. Pruéba­ lo, amado Devoto de san José, prac­ tica estos medios: no le arredren las azarosas circunstancias de los tiem­ pos en que vives: huella el respeto humano, y con el auxilio de este glo­ rioso Patrón de la Iglesia, no lo du­ des , serás de nuevo hijo de Dios ij heredero de la Patria celestial.

Siendo el fin principal de esle de­ vocionario ilustrar y santificar al Devoto de san José, no extrañe el pia­ doso lector qne no encuentre aquí todas cuantas devociones pudiera desear: pues omitiremos hasta varias de las prácti­ cas que suele observar todo buen cris­ tiano, remitiéndole al Ancora de salvación, donde las bailará muy abundantes y variadas, y tal vez pro­ puestas con otra unción y elegancia que aquí. Comencemos ahora por ilustrar al Devoto de san José.

DEVOCION k SAN JOSÉ SD

h h p o r t a iv c u l .

Fuera de Jesús y de su Madre san­ tísima, ¿qué abogado hallaremos mas poderoso para con Dios, que el glo­ rioso patriarca san Josó? £1 Padre Eterno le confió su hijo amantísimo; el Hijo de Dios le adoptó por padr® y tutor de su humanidad sacrosanta; el Espíritu Santo le entregó su am antísima Esposa; Jesús y María santí­ sima después de haberle honrado y obedecido treinta años consecutivos, asistieron á su m uerte preciosa. ¡Qué

— 32 — motivos estos tan poderosos para pro­ fesarle una cordial devocion! No es extraño que la seráfica Ma­ dre santa Teresa de Jesús profesase tan tierna devocion al santo Patriar­ ca. «Gomo me vi tan tullida y en tan «poca edad, y cual me habían para«do los médicos de la tierra (dice la «Santa ert el capítulo VI de su vida) «determiné acudir á los del cielo, y «tomé por abogado v Señor al glo^ «rio6o san Josef y encomendéme mu«cho á él. Vi claro que ansi desta «necesidad como de otras mayores «de honra y pérdida de alma, eató «Padre y Señor mió me sacó con mas «bien que yo le sabia pedir. No mé «acuerdo hasta ahora haberle supli­ c a d o ck>sá que la haya dejado de ha«cer. Es cosa qué espanta las gran-

— 33 — «des mercedes que me ha hecho Dios «por medio de este bienaventurado «Santo, de los peligros que me ha «librado, ansi de cuerpo como de «alma: que á otros Santos parece les «dió el Señor gracia para socorrer en «una necesidad, á este glorioso San«to tengo experiencia que socorre en «todas, y que quiere el Señor dar«nos á entender que como le fue su«jeto en la tierra, ansi en el cielo «hace cuanto le pide. Esto han visto «otras personas, ú quien yo decia «que se encom endasenáél... Quer«ria yo persuadir á todos fuesen de«votos de este glorioso Santo, por la «gran experiencia que tengo de los «bienes que alcanza de Dios. No he «conocido persona que de veras le «sea devota y haga particulares ser-

— 34 — a vicios que no la vea mas aprove­ c h a d a en la virtud: porque aprove­ c h a en gran m anera á las almas que «á él se encom iendan... Cada año «en su dia le pido una cosa, ysiem «pre la veo cumplida: si va algo tor«cida la petición, él la endereza para «mas bien m ió... Solo pido por amor «de Dios que lo pruebe quien no me «creyere, y verá por experiencia el «gran bien que es encomendarse á «este glorioso P a tria rc a , y tenerle «devocion, en especial personas de «oracion siempre le habian de ser aíi«cionadas... Quien no hallare maes«tro que le enseñe oracion, tome este «glorioso Santo por m ae stro , y no «errará en el camino.» Así hablaba santa Teresa en el si­ glo XVI: pues ¿qué diria si viviese

— 3B — en nuestro siglo y contemplase la ra­ pidez asombrosa con que se está pro­ pagando la devocion á san José en Francia, en Italia, en España y en todo el orbe católico? ¿Qué diría si viese por una parte la imperiosa ne­ cesidad que nuestro siglo tiene de un poderoso Protector que interceda por nosotros delante de Dios, y por otra los esfuerzos que hace nuestro inmortal Pió IX para promover el culto y la devocion á este Santo? ¿Qué diría sobre to d o , si viese las innumerables gracias espirituales y temporales que el Santo derrama so­ bre tantas , ó mejor, sobre todas las poblaciones de España? Aquí son dolores agudísimos que amenazan acabar con la vida del enferm o; in­ voca este al Santo y queda casi re-

— 36 — pentinanaente curado. Allí son pe­ cadores que van á morir im peniten­ tes: almas piadosas ruegan á san José por su conversión, y suelta luego el infierno la presa que mi­ raba como segura. Ora son viajeros que, perdido el camino ó desbocado el caballo, van á ser sepultados en un horrendo precipicio, mas acuden á la protección de san José y salen ilesos del peligro (1). Ora son navios que ven inm inente el naufragio, ó comunidades religiosas que tiemblan de verse asaltadas y atropelladas por furiosos sicarios: invocan á san Jo­ sé: líbranse aquellos del naufragio, y aparece á estas un personaje mis­ terioso que pone en fuga á las fu(l) V éase el P ro pagador de san José, sea el francés, se a el español.

— 37 — rias infernales, quedando el monas­ terio milagrosamente salvo. Y en vista de todo esto , ¿ habrá cristiano tan insensible á sus inte­ reses eternos que mire con indife­ rencia la devocion á san J o s é , casi la única tabla de salvación que nos ofrece el Cielo en la espantosa tor­ menta que amenaza desquiciarlo to­ do? Ea pues, amado cristiano, si quie­ res librarte del mas horrible naufra­ gio, adelantaren la virtud y asegurar tu eterna salvación; sé sinceram ente devoto de san J o s é tó m a le por guia y dechado en la presente vida y por especial protector en el terrible trance de la m uerte. En una palabra abraza los medios, y obsequios prin­ cipales que aquí te propongo.

— 38 —

CDLTOS PRINCIPALES EN HONOR DE SAN JOSÉ.

Cada aSo. Consagrarle el mes de Marzo. Nuestro Santísimo Padre Pió IX en 27 de abril de 1865 se dignó enri­ quecer dicho mes con las mismas indulgencias que Pió VII habia con­ cedido á los que dedicasen el mes de mayo á María santísima. De consi­ guiente consagrando el mes de mar­ zo al santo Patriarca y obsequián­ dole todos los dias, podrán en cada uno de ellos ganar 300 dias de in­ dulgencia, y una plenaria confesán­ dose y comulgando en dicho mes. Todas estas indulgencias son aplica­ bles á las Animas del purgatorio.

— 39 — Sin embargo no quisiera se des­ plegase en dicho mes un lujo y un esplendor que desdijesen del espíri­ tu de penitencia y de recogimiento que nos inculca la Iglesia en aquel sagrado tiempo de compunción. Va gran diferencia entre el mes de Ma­ ría y el mes de san José. Pasada la cuaresma, durante el mes de mayo, haciendo la naturaleza alarde de to­ das sus galas, y ostentación el mun­ do de todos sus encantos, era justo que los amantes de María agotasen casi los hechizos del mes mas de­ licioso del año para atraer á los fie­ les á la Iglesia. Pero cayendo el mes de san José en el tiempo mas augus­ to y sagrado que la Iglesia tiene en todo el año; tiempo casi el único en que esta solícita Madre logra que sus

— 40fieles hijos oigan dóciles la voz de sus Ministros y escuchen las verdades sublimes, pero austeras de la Reli­ gión; hacer entonces mucho boato, y desplegar durante un mes entero extraordinaria pompa en la ilumina­ ción, en el canto y en la m úsica, se­ ria desvirtuar el fruto que la palabra divina debia producir en los corazo­ nes, y convertir en disipación el san­ to tiempo de cuaresma. Esto mismo parece indicar el Sumo Pontífice, cuando al declarará san José Patrón de la Iglesia Católica quiere se ce­ lebre su fiesta con rito doble de pri­ mera clase, pero sin octava, por ra­ zón de la Cuaresma. 8 Dic. 1870. F i e s t a s d e s a n José. Esto no se opone á que la fiesta principal del Santo se celebre con esplendor y

— 41 — m agnificencia, precediéndolo, si se quiere, una solemne novena. Podria haber el 19 comunion general por la mañana, despues una misa solemne cantada, otra función por la tarde y hasta si se quiere una lucida y de­ vota procesion. Se solemnizará tam bién la f i e s t a d e l P a t r o c i n io que la Iglesia ha fija­ do al tercer domingo despues de Pas­ cua, y nuestro amadísimo Pontífice Pió IX ha m uchas veces recom en­ dado encarecidamente y enriquecido con varias indulgencias. Mas en todas estas solemnidades no tanto hay que buscar un boato y lucimiento vano, como el arraigar en los corazones el santo amor y tem or de Dios que son la base y el fundam ento de la sólida y verdadera devocion.

— a — Además, de estos dos dias, el pri­ m er domingo despues de la Epifanía del S e ñ o r, el domingo que viene despues de la Asunción de la Virgen santísim a, y el 26 de noviembre dia de los Desposorios de la Virgen con su dichosísimo Esposo m erecen tam­ bién una comunion y algún obsequio especial en honor del S an to : ya por­ que son dias que por muchos títulos deben ser gratísimos al corazon de san José, ya también porque Pió IX los ha enriquecido con siete años y siete cuarentenas de dias de indul­ gencia aplicables á las Animas del purgatorio. Devocion de los siete Domingos. ¡ Qué medio tam bién tan eficaz para conseguir la victoria de núes-

— le ­ tras pasiones, y el completo triun­ fo de la Iglesia! Alarmado justa­ mente el inmortal Pió IX al ver el espantoso huracan que amenazaba sumergir en el abismo la navecilla de san P e d ro , aunque bien sabia que por recios que sean los vien­ tos, jamás podrán prevalecer contra ella; no obstante acudió al podero­ so valimiento de san José , conce­ diendo preciosas indulgencias á los que durante siete Domingos conse­ cutivos honren los dolores y gozos del santo Patriarca. ¿Y qué indul­ gencias? Una plenaria para cada uno de los siete Domingos comulgando aquel dia , visitando cualquier igle­ sia , meditando los siete dolores y gozos del Santo y rezando en obse­ quio suyo siete Padre nuestros, Ave

— 44 — Marios y Gloria Patri. (22 do Mar­ zo de 4847). Ahora b ie n , propagándose tanto la devocion de san José que solo en Francia habia en 1870 mas de 600,000 asociados, contándose mu­ chos miles en España, y hasta millo­ nes en lo restante del mundo católico, quien podrá calcular el crecidísimo número de gracias que puede obte­ ner del cielo esta sorprendente cifra de sú p licas, comuniones y buenas obras , si los asociados son fieles en practicar esta devocion? Dado que se hiciese por la tarde una función en honor del Santo , podria exponerse el Santísimo con licencia del Or­ dinario , hacerse con solemnidad el Septenario que ponemos mas abajo, con una plática ó meditación sobre

— lo —

ol dolor y gozo que tocare aquel dia y cantar despues de la reserva unos gozos al Santo. DAB DE COIEB A TRES POBRES A UN M Ñ O ,

A SD

M A D R E T A UN A N C IA N O

IH HOSOR DK 8A S JO S Í.

Una de las devociones que hay en honor del santo Patriarca mas ve­ nerables, ya por la autoridad de los autores que la recomiendan , ya por la multitud de gracias que san José dispensa á los que la practican; es la de convidar á tres pobres á comer á la m esa; es decir, un niño, su ma­ dre y un anciano en reverencia de Jesús, María y José. Unos hacen este obsequio el dia mismo del Santo, como D .' Lucía de Alarcon, noble y virtuosísima señora de Lima en el

— 46 — Perú, que hizo una muerte muy edi­ ficante la ante-víspera de la fiesta del Santo. Otros dan esta comida el dia de Navidad, como lo hacia D. To­ más de Artiaga en la misma ciudad de Lima. Y por cierto que un año no pudiendo el mismo en persona ser­ vir á los tres pobres, como tenia de costumbre, por impedírselo una gra­ ve enfermedad : les encargó mucho que despues de la comida fuesen al convento de las Carmelitas Descal­ zas y pidiesen al Santo le diese la salud. Fueron los tres pobres en efec­ to; rogaron al Santo; y luego el fue­ go interior que abrasaba las entra­ ñas del enfermo, salió al exterior del cuerpo que hasta entonces habia per­ manecido como helado y á los pocos dias estaba el doliente completamcn-

— 47 — te restablecido. Pero hágase este obsequio el 19 de m arzo, el dia del Patrocinio de san José , ó el dia de Navidad, no hay duda, que es suma­ mente grato á nuestro Patriarca. Y así refiere san Vicente Ferrer en uno de sus serm ones, que murió en Valen­ cia un m ercader que todos los años ofrecía este obsequio al Santo, y me­ reció que al m orir se le apareciesen Je sú s, María y José y le dijesen : «Pues nos recibiste en tu mesa, ven, «y te recibiremos en la nuestra.» Murió en efecto , y Jesús , María y José se lo llevaron al cielo (1). (1) Fr. José de P a s tr a n a , E xcelenc. de san lo s. tra t. 4.

— 48 — Cada mea. Excelentes son estos obsequios que se hacen todos los años en honor de san José. Mas ningunos, á mi modo de ver, producirán mas fruto en el alma, que los que tengan lugar cada mes, si se logra que se arraiguen en la parroquia. Estos pueden reducir­ se á d o s : uno particular y es el Culto perpétuo, y el otro público que será la devocion del 19 de cada mes. El primero servirá admirablemente á un Párroco celoso para introducir ó fomentar el fruto principal que es la frecuencia de Sacramentos. Vea­ mos á qué se reduce. C u l t o p e r p é t u o . Esta piadosa práctica consiste en que se asocien 31 personas con el objeto de tribu-

. — 49 — tar ni Padre putativo de Jesús el ob­ sequio de una comunion y de otros actos de veneración, gratitud y amor el dia que les cayere en suerte cada mes. Con lo cual resulta que el san­ to Patriarca obtiene ser venerado y honrado de este coro todos los dias del mes y del año. A este fin hemos impreso á parte unas cédulas en que se explican las obligaciones que uno contrae , y las indulgencias de que goza. Hé aquí un fiel traslado. Qniev consolare en nda k san Jo i¿ , m i de Él consolado y eaialido od la mnerlo.

Habiendo cabido á V. en suerte el dia de cada mes para honrar al glorioso Patriarca, se le recomienda á V. le tribute aquel dia los obse­ quios siguientes: 1 .’ Confesar y comulgar: y si no

— 50 — pudiere hacerlo sacramentalm ente, hágalo cuanto antes, supliendo aquel dia con un fervoroso acto de con­ trición, y con una comunion espiri­ tual. 2.° Oir Misa con devocion , en memoria de la Presentación de Je­ sús en el templo. 3 .” Meditar cosa de un cuarto de hora las penas y congojas del Santo. 4.° Llevar el espíritu recogido in­ vocándole á menudo entre dia. 5.° Hacer alguna mortificación ú obra de misericordia espiritual ó cor­ poral. G." Rezar siete Padre nuestros, Ave M arías y Gloria Patri en honor de los siete gozos y tristezas del san­ to Patriarca. 7 .” Visitar al Santísimo por la

— 51 — tardo, si se puede, y concluir el dia ofreciendo el corazon á san José. Nada de esto obliga bajo pena de peca­ do: mas el que lo cumpla Gelmente, podrá ganar las siguientes indulgencias. Indulgencia pleñaría 1.° el dia en que se inscribe en esta Pia-Union.— 2.° El dia de mes que le haya locado, practicando los ob­ sequios arriba dichos en honor de san José. — 3.® En el artículo de la m uerte. Indulgencia plenaria tam bién el 19 de Marzo, Tiesta principal del Santo, el dia de su Patrocinio, el de los Desposorios de Ma­ rta santísim a, y en las fiestas de la Purifi­ cación, A nunciación, A sunción, Natividad y Concepción de esta Virgen inmaculada. Siete años y siete cuarentenas de perdón en cualquier dia que se hiciere algunas de las prácticas mencionadas. Todas estas indulgencias son aplicables i las Almas del purgatorio. Pió IX , 20 de Enero de 1856: y según el P. Maurel po­ drían también ganarse estas gracias é in -

- 82 — diligencias, reuniéndose 365 personas y tom ando cada una el dia del año que le cu­ piere en suerte. Rec. art. v, 86. C elebrar

e l d ía

19

d e cada m e s .

No basta que se haga el mes de san José, que se solemnize su fiesta y la de su Patrocinio con cierto esplen­ dor y hasta con fru to : no basta que se le hayan consagrado siete domin­ gos meditando los siete dolores y go­ zos del Santo: es preciso sostener el fruto entre año y reanim ar la devo­ cion concebida; y nada mas á propó­ sito para esto que tributar al Santo cultos solemnes el dia 19 de cada mes. ¿Y qué cultos serán estos? El principal será una comunion gene­ ral : y si las condiciones de la par­ roquia y los recursos de la Asocia­ ción lo perm iten, podrá solemnizarse

— S3 — aquel dia sea con alguna Misa reza­ da ó cantada en el altar del Santo, sea con alguna devota función por la tarde y con el Santísimo expuesto, con licencia del Ordinaria. Mas adelante nos ocuparemos de lo que podrá hacerse en esta función. Cada semana. C o nsa gra r

el

m ié r c o l e s

a

san

J o s é . Por lo mismo que este obse­ quio debe reiterarse á menudo, con­ viene evitar el que sea largo y de­ masiado costoso: pues de lo contrario pronto se disminuiría el auditorio, se cansarían los devotos con tanta cues­ tación, y se apagaría ó por lo menos se entibiaría mucho la devocion. Yo aconsejaría que se limitasen á encen­ der algunas velas al santo Patriarca,

— u — hacer celebrar una Misa en honor suyo á cierta hora fija y constante, aunque no fuese c a n ta d a , y rezar despues ó durante la misma Misa el santo Septenario. En poblaciones mas importantes donde puede con­ tarse con mas gente y mejores ele­ mentos , se podrá tal vez cantar la misa ó tocar el órgano, según sean los recursos y el entusiasmo que ex­ cite la devocion á san José. Cada dia. E n p ú b l i c o . Fuera del mes de Marzo, de las Novenas que se hicie­ ren en honor del Santo ó de un ob­ sequio los miércoles de cada semana, generalm ente hablando, no conven­ drá establecer ninguna otra práctica pública de devocion. A menos que

— es — sea el que arda constantem ente una lámpara siempre que esté abierta la Iglesia, ó el que haya siempre algu­ na vela encendida ante la imágcn de san José durante los divinos oficios. Podría en parroquias grandes y ricas celebrarse todos los dias alguna mi­ sa en el altar del Santo ; pero intro­ ducir alguna función ó algún obse­ quio público para todos los dias del año, creo sería difícil el realizarlo y poco menos que imposible el soste­ nerlo y perpetuarlo en las presentes circunstancias. Poco cuesta estable­ cer, pero mucho el continuar y au­ m entar. En p a r t i c u l a r , s í ; se puede con feliz éxito promover el culto del San­ to, ya invocándole todos los dias al levantarse por la mañana y al acos-



B6 —

tarse por la no ch e, ya dirigiéndole entre dia fervorosas aspiraciones ó piadosas jaculatorias; ora rezando ante una imagen suya el Memorare ó alguna otra oracion, ora cumplien­ do con el dulce deber que impone la córte de san José de meditar el dolor y gozo que le hubiere cabido en suerte, ó cuando no, rezando sie­ te Padre nuestros ó un Padre nues­ tro siete Ave Marías y Gloria Patri en honor de los siete Dolores v Gozos principales del Santo. En todo tiempo. Abstenerse de ofender á Dios vo­ luntariam ente : pues el pecado re­ novaría en el corazon de san José los acerbísimos dolores y disgustos que padeció en la infancia de Jesús.

— 57 — Llevar consigo una medalla del Santo que esté bendecida: á fin de que nos asista en todas las necesidades. Pertenecer á su A sociación: ya para m erecer y atraerse mejor la protección del S a n to ; ya para dis­ frutar de las gracias é indulgencias que están concedidas á los Asocia­ dos ; ya también para ser participan­ te de las buenas obras que practica esa m ultitud innumerable de fieles Devotos de san José esparcidos por todo el orbe católico. Unir nuestras buenas obras y ora­ ciones con las oraciones y las bue­ nas obras que ofrece á Dios esa mul­ titud inmensa de fieles. Rogar con fervor y á menudo así por las necesidades de la Iglesia y del Sumo P ontífice, como por las



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particulares en que se hallen los Devotos del santo Patriarca. Propagar con puro y ferviente ce­ lo la dcvocion al Santo. ¡ Dichosa el alma que sepa obse­ quiar á nuestro glorioso Patriarca con esta devocion y constancia! ¡Qué rápidos progresos hará pronto en el camino de la virtud! ¡Dichoso el confesor que sepa inspirar estas prác­ ticas espirituales á las almas que di­ rige ! ¡ Qué caudal de méritos y de consuelos Confesor y penitente ha­ llarán en la hora de la m u erte ! PRÁCTICAS PARTICULARES p a ra m ejo r lan tifio ar e ito i ositos.

A l levantarse por la mañana: be­ sar con respeto y fervor la medalla del Santo, que llevarán todos cons-

— B9 — tantemcnte y decir luego: Jesús, Jo­ sé y María , os doy el corazon y el alma mia. (100 dias de indulgencia). A l acostarse por la noche: pos­ trado ante alguna imágen de nuestro Señor, ó de su Madre santísim a, ;i las cuales debiera todo buen Cristia­ no añadir otra de san José, poner fin al dia por donde le dió principio: por el ejercicio cotidiano que se halla en el Ancora de salvación ó en algún otro devocionario piadoso. Conviene que las últimas palabras del dia sean: Jesús, José y María, os doy el co­ razon y el alma mia. Jesús, José y María, asistidme en la última agonía. Jesús , José María , recibid en vuestros brazos el alma mia. Pío V il concedió loo d ías de in d u lg e n c ia por cada u n a de e sla s Ja c u la to ria s.

— 60 — Ave Joseph. Dios te salve, José, lleno eres de gracia, el Señor es contigo, bendito eres entre lodos los hombres, y ben­ dito es el frutó del vientre de tu es­ posa, Jesús. San José, Padre putativo de Jesús, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra m uerte. Amen. Memorare de san José. Acordaos, ó castísimo Esposo de la virgen M aría, y amable Protector mió san Jo sé , que jamás se ha oido decir que ninguno haya invocado vuestra protección é implorado vues­ tro auxilio sin haber hallado con­ suelo. Lleno, pues, de confianza en vuestro poder vengo á vuestra pre-



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sencia y me encomiendo á Vos con todo fervor. ¡Ah! no desecheis mis súplicas, ó Padre putativo del Re­ dentor, antes bien acogedlas propi­ cio, y dignaos acceder á ellas be­ nignamente. Amen. Las m ism as In d u lg en c ia s q u e Pio>VII h a ­ bla concedido al Memorare de la Virgen: es decir, 300 d ias de Indu lg en cia el d ía q u e se rece d e v o ta m en te, y u n a in d u lg e n c ia p le n a ria al m es al q u e la h u b ie re rezado todos los dias, confesán dose, c o m u lg a n d o , y v isitan d o una iglesia. Pió I I , 26 de Junio de 1863.

Acto de consagración k san José. O gran Santo, digno entre todos los Santos de ser venerado, amado é invocado, tanto por la excelencia de vuestras virtudes como por la eminencia de vuestra gloria y por el poder de vuestra intercesión, yo N. N. en presencia de Jesús que os



G2 —

escogió por padre, y de María que os aceptó por esposo, y como á tal os honró y sirvió cariñosam ente, os tomo hoy por mi abogado para con entrambos, por mi protector y por mi padre. Propongo firmemente no olvidaros nunca, antes bien honraros y hacer que os honren mis depen­ dientes todos los dias de mi vida. Os suplico que os digneis concederme vuestra especial protección, y que me ndmitais en el número de vues­ tros devotos siervos. Asistidme en todas mis acciones, sedme favorable para con Jesús y M aría, protejedme en vida y no me desamparéis en la hora crítica de la m uerte. Amen.

— 63 — Oración á san José. Castísimo José, honra de los mas ilustres Patriarcas , varón según el corazon de Dios, cabeza de la mas augusta familia , ejecutor de los in­ efables designios de la Sabiduría y Misericordia infinita, Padre Putati­ vo de Jesús y Esposo dichosísimo do María ; ¡ cuánto me regocijo de ve­ ros elevado á tan sílta dignidad y adornado de las heróicas virtudes que ella requería! Por aquellos dul­ ces abrazos y suavísimos ósculos que disteis al Niño Dios, os suplico me admitais desde este punto en el di­ choso número de vuestros esclavos. Proteged & las vírgenes, ó Tutor de la virginidad de María , y alcanzad­ nos la gracia de conservar sin m an -



Gí —

cilla la pureza de cuerpo y alma. Apiadaos de los pobres jornaleros, y afligidos ; y por aquella extrema­ da pobreza, por aquellos sudores y congojas que padecisteis por sus­ tentar y salvar al Criador y Salva­ dor del universo, dadnos el alimen­ to corporal, y haced que llevando con paciencia los trabajos de esta v id a , atesoremos riquezas infinitas para la eternidad. Sed el amparo de los casados , ó Patriarca dichoso , y haced que los padres y madres sean viva imagen de vuestras virtudes y perfectísimo dechado de piedad para sus hijos. Proteged á los sacerdotes y á los institutos religiosos, y haced que imitando vuestra vida interior, llenen los cargos de su ministerio con la perfección admirable con que

— Go — cumplisteis las obligaciones de vues­ tro estado. Llenadnos en vida de co­ piosas bendiciones, y en el trance de la m uerte, cuando el infierno ha­ ga el último esfuerzo para perdernos, no nos desamparéis , poderoso abo­ gado de I o b que están agonizando; y pues tuvisteis la dicha de morir en los brazos de Jesús y k de María ,’ haced que espiremos todos penetrados de un vivo dolor de nuestros peca­ dos y pronunciando con ferviente afecto los dulcísimos nombres de J esús, María y J osé .

D E S A N JOSÉ. OBÍCEI DE UTA DETOaOV# Navegaban dos religiosos Fran­ ciscanos por las costas de Flandes, cuando do repente se levantó una tan furiosa tempestad, que sumergió el navio con trescientos pasajeros que en él se hallaban. Los dos reli­ giosos se agarraron á una de las pie­ zas del navio , y se sostuvieron así sobre las olas embravecidas. Pero ¿ quién podrá decir las congojas que sentirían, teniendo, durante dos días enteros, delante de sus ojos la muer-

— 67 — te y la vasta tumba que debía se­ pultarlos? En una situación tan crí­ tica y espantosa se encomendaron á san José, permaneciendo así dos dias y dos noches horrorosas. Por fin al tercer dia, vino el Santo á su socor­ ro, se les apareció bajo la forma de un joven lleno de gracia y majestad. Puesto en pié sobre la tabla que los sostenia, saludóles con un aire muy afable ; lo que bastó para llenar su corazon de inexplicable consuelo , y comunicar á sus miembros un vigor milagroso. Despues de esto, hacien­ do el oficio de p ilo to , los guió por medio de las olas y los puso en la playa. Pusiéronse de rodillas los dos religiosos para dar fervorosas gra­ cias al Señor por tan singular bene­ ficio. Dábanlas también al Jóven



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desconocido, y le suplicaban les di­ jese quien e r a : cuando con suma amabilidad, yo soy José, les conten­ ta. Y luego manifestándoles los sie­ te dolores y gozos principales que habia tenido durante su vida mor­ tal , los exhortó á meditarlos á me­ nudo, prometiendo colmar de gran­ des bienes á todos los que practiquen esta devocion (1). ADVERTENCIAS p a ra n q o r kaear cala S a p ta a a ñ * .

El Septenario de los siele principales dolores y gozos de san José, podrá hacerse en las funciones de la ta rd e , sea el 19 de cada mes, sea en los siete domingos conse­ cutivos que se hubieren escogido para ga­ nar las indulgencias concedidas por nuestro (i) P a trlg n a n i lib . 2, cap. 5.— Fr. Ju a n Fan o v ld . de sa n José.

— 69 — Santísimo Padre Pío IX. Has recomiendo 1 los Señores que están encargados de d i­ rigir esta función, que procuren evitar un escollo mas tem ible, de lo que com unm ente se cree, en esle siglo de indiferencia; y es hacer las funciones demasiado largas. En este escollo se estrella muchas veces la pie­ dad de los fieles, de suyo harto lánguida é inconstante. Para evitarlo pues, donde hu­ biere se rm ó n , creo que bastará hacer el septenario como está en el Ancora de sal­ vación, cantando el Padre nuestro, Ave Ma­ ría y Gloria: y dado que quisiesen adoptar este , no se cante mas que lo preciso para amenizar el rezo. Pero donde carezcan de orador, y por otra parte cuenten con ilu­ minación y recursos suficientes para hacer una función interesante, aconsejaré que se valgan del septenario que aquí ponemos. No obstante rara vez convendrá cantarlo todo: pues siete Padre nuestros, cuarenta y siete Ave Martas y siete Gloria Patri, cantados con la gravedad que requiere todo acto re­ ligioso, prolongan demasiado la función, y

— 70 al paso que aum entan los gastos, dism inu­ yen la devocion y acaban por cansar y ale­ jar á los fíeles de la iglesia. Se podría , pues , adoptar uno de estos extrem os. 1.° Cantar solamente la letrilla que aquí ponemos en cada dolor y gozo y lo demás que sea rezado.— 2.° Suprim iendo la letrilla, cantar un solo Podrénuestro, Ave María y Gloria Palri, á cada dolor y gozo. — 3.° Consagrando cada uno de los siete domingos al dolor y gozo que le correspon­ de, podría cantarse la letrilla en todos ellos, y el Padre nuestro, las siete Ave Mario» y Gloria Palri cantarlos solamente en el do­ lor y gozo que toca en aquel dom ingo, y los demás rezados. De esta suerte saldría una función variada , y de consiguiente amena, sin cansar á nadie. Lo que nunca convendrá om itir, es la explicación de cada dolor y gozo; porque siendo lo que mas instruye y ayuda á los fie­ les á m editar el misterio de que se trata, es también uno de los requisitos principales para ganar las indulgencias. Y ¿qué otro in-

— 71 — terés ofrecerá esta le c tu ra , qué otro fruto producirá, si el que dirige el septenario, lo hace en p ié , desde el púlpito con voz clara y d is tin ta , con cierta unción y sin aquel to n illo , que acostum bran algunos, únicamente propio para conciliar el sueño? Lo mismo diré de la m editación que po­ dría hacerse , cuando no hubiese serm ón, escogiendo entre las que se .hallarán en la novena , la que mas relación tenga con el dolor y gozo que se medite aquel dia.— Es­ to supuesto veamos la práctica de dicho septenario que es la siguiente: - SErTENiRIO 1* SAN JOSE. Por la señal de la santa cruz, etc. jfr. Deus in adjutorium meum in lende. H). D om ine, ad adjuvandum me festina. f . Gloria Patri et Filio, etc.

■V- Sicul eral in principio, etc. Allcluia. 1.» DOLOR Y GOZO.

D u d a d e w n Jomé.

No sabiendo todavía el misterio de la Encarnación, quiere José sepa­ rarse de su Esposa: ¡qué amargura! Mas un ángel le revela que María ha concebido por obra del Espíritu Santo: ¡qué alegría para tan santo y amante Esposo! Por esta vuestra angustiosa per­ plejidad y por este vuestro gozo in­ efable os suplicamos , amable Pro­ tector nuestro , que consoléis ahora nuestras almas con la alegría de una conciencia pura, para consolarla des­ pues con una dichosa m uerte seme­ jante á la vuestra. Amen.

— 73 — Padre nuestro, siete Ave Marías y Gloria Patri. ¡Cuál fué, José, tu quebranto Al ver en cinta á tu Esposa, De Vírgenes Reina herm osa, Siendo tú tan puro y santo! Pero cese tu aflicción: Dios, que sobre el Justo vela, Por un Angel te revela La admicable Encarnación. 2 .' DOLOR Y GOZO.

HTaelmlento d e Jtomu.

Nace Jesús en 6uma pobreza: ¡que pena , qué dolor para un Padre tan tierno ! Mas ¡ que alegría cuando vé al Niño Dios alabado de los Angeles y adorado de los Pastores y Reyes ! Por este vuestro dolor y gozo in­ explicable , alcanzadnos, oh ama­ ble Protector nuestro, un total des-

— 74 — prendimiento de los bienes de la tierra, á fin de que la pobreza y los trabajos de este miserable destierro se nos truequen un dia en riqueza y descanso sempiterno. Amen. Padre nuestro, siete Ave Marías y Gloria Patri. ¡Ay! ¡qué profunda tristeza, Al ver Dacido en Belen Del empíreo al sumo Bien En extrem ada pobreza! Mas inefable consuelo El A ltísim o te envía, Cuando angélica arm onía Paz anuncia al triste suelo. 8.* DOLOH Y GOZO.

C1re «metalen de Jesús.

¡ Que tristeza y qué pena para Jo­ sé ver al tiernecito Niño derraman­ do ya sangre en la Circuncisión!

— 75 — Mas, ¡ qué gozo y qué contento al oir de la boca del Angel que se llamará Jesús y salvará á su pueblo ! Por esta vuestra am argura y ale­ gría imponderable os suplicamos, oh amable Protector n u e stro , que nos alcancéis una verdadera mortifica­ ción de los sentidos, á fin de que desterrando de nosotros todo vicio en la presente vida , disfrutemos en la otra de los dulcísimos frutos que Jesús nos asegura con su sangre preciosísima. Amen. Padre nuestro, siete Ave Marías y Gloria Palri. Mira en la Circuncisión AI Blanco de tus delicias: Ya vierte sangre, prim icias De fiera y larga pasión... Mas templa el pesar profundo: E s Jesús su excelso nom bre:

— 76 — P or resucitar al hombre Muere el Salvador del mundo. 4.* DOLOR Y GOZO.

P r o fe c ía d e S im eó n .

Profetiza Simeón la terrible pa­ sión de Jesucristo : ¡ qué espada de dolor atravesaría el coraron de José! Pero anuncia también la triunfante resurrección de Jesús y los copiosos frutos do su redención: ¡qué con­ suelo, qué alegría ! ¡ Ah ! no permitáis : ¡ oh amable Protector n u e stro ! que la pasión de Jesús sea ocasion de ruina para nin­ guno de nosotros; antes bien haced que sea causa de nuestra resurrec­ ción gloriosa y de nuestra eterna salvación. Os lo pedimos por el su­ mo dolor y gozo que inundó vuestra

— 77 alma al presentar á Jesús en el tem­ plo. Amen. Padre nuestro, siete Ave Marías y Gloria Patri. De Simeón en m ar de llanto Te sume la profecía:... ¿Qué pecho resistiría Al filo de dolor tanto? Pero ensancha el corazon: ' Se trocará la am argura En inefable dulzura Y feliz resurrección. 5.* DOLOR Y GOZO.

H u id » 4 E g ip to .

Avisado del Angel huye José de noche precipitadamente á E gipto: ¡qué angustias, qué tem ores! Mas ve caidos en el suelo los ídolos de los egipcios, y á Jesús libre del fu­ ror de Herodes. ¡Qué alegría!

— 78 — Por este vuestro dolor y gozo in­ comparable , alcanzadnos, amable Protector nuestro, valor para huir de toda ocasion pecaminosa , á fin de que cayendo los ídolos de nuestras afecciones mundanales sirvamos fiel­ mente á Dios, y m uramos, si con­ tie n e , por Jesús y María. Amen. Padre nuestro, siete Ave Marías y Gloria Palri. ¡ De cuín acerbo dolor Traspasado al Egipto huyes! No opones quejas, ni arguyes, Yendo en alas del amor. Mas de la gentilidad Ves derrocados los tem plos, Y brotar do quiera ejemplos De sublim e santidad.

— 79 — o.» DOLOR Y GOZO.

R e g r e s o de E g ip to .

Recibiendo aviso de volver á Nazaret teme José á Arquelao no me­ nos cruel que su padre Herodes: ¡qué pena, qué angustias! Mas el An­ gel le disipa toda inquietud: ¡ qué gozo, qué consuelo! Por este vuestro dolor y gozo in­ decible , alcanzadnos , amable* Pro­ tector n u e stro , perfecta sumisión y conformidad á la voluntad divina, de suerte que descansando en los brazos de la providencia amorosa del Señor , marchemos tranquilos y se­ guros por el sendero de la virtud á las mansiones eternas. Amen. Padre nuestro, siete Ave Marías y Gloria Patri.



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Nuevo murtal desconsuelo Tu corazon despedaza : De Uerodes reina la raza, ¡Y qué vuelvas manda el ciclo! Pero del m onstruo infernal No te espanten los furorea; Que vela por sus Am ores Providencia celestial. 7.* DOLOR Y GOZO.

U li a p e r d id a .

José pierde á su dulce Jesús: ¡qué tres dias y noches tan amargas! ¡Qué llanto y qué desconsuelo! Mas le encuentra por fin en el templo asombrando á lo s mismos doctores con su sabiduría : ¡ qué gozo! Alcanzadnos, amable Protector nuestro, la gracia de jamás perder á Jesús por nuestra c u lp a , el dolor de haberlo perdido tanta» veces, y



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el permanecer siempre Celes en su amistad y com pañía. Amen.

Padre nuestro, siete Ave Martas y Gloria Patri. ¿ Y vives aun, tierno Padre, Llorando perdido al Niño, Dulce imán de tu cariño, Vida de su am ante M adre? G ózate; que entre Doctores Brilla su sabiduría, Y por tan grande alegría Cambia en gozo los dolores.

Ipse Jesús eral incipiens quasi annorum triginta ut putabatur filius Joseph. Í¡. Ora pro nobis, Beate Joseph. tj. Ut digni efficiamur promissionibus Christi. Antiph.

OREML’S .

Deus qui ineffabili providentia Beatum Joseph sanclissimte Genilri-



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cis tuce. Sponsum eligere dignatus es: prmsla, quasumus, ut quern protectorem veneramur in terris, intercessorem habere mereamur in calis. Per Christum Dominum nostnm. H|. Amen. Haciendo esle piadoso e je r c ic io , se ganan loo dias de indulgencia cada d ia , 300 cada m iércoles y cada uno de los nueve días que preceden á las fieslas de san Jo sé y de su Pa­ tro c in io , á m as de una ind u lg encia plenaria en esta s dos fiesta s, y u n a vez al m es confe­ sando y com ulgando, etc. Pío V i l .—Has Pío IX sien d o , como e s , lan ferv ien te Devoto del San to, en riq u eció esta devocion con sie te años y siete cu aren ten as de días de ind u lg encia en cu a lq u ie r dia qu e se re c e . 20 Enero de 1856.

— 83 —

EJERCICIO PARA EL DIA 19 DE CADA MES. Si hay comodidad para ello podrá cantarse el Veni, Creator Spirilus; cuando no, dígase: Por la señal de

la santa cruz, etc. Ven, Espíritu San to, llena de tu gracia los corazones de los fíeles y enciende en ellos el fuego de tu di­ vino amor. Envíanos, Señor tu espíritu, y nuestro corazon será de nuevo creado. q|. Y renovarás la faz de la tierra. ORACION.

O Dios que que te dignaste ilus­ trar los corazones de tus fíeles con la claridad del Espíritu Santo , concé­ denos el que animados de este m is-

— 81 — mo Espíritu sepamos juzgar y obrar

con rectitud, y disfrutemos siempre de su celestial consolacion. Prevenid , Señor nuestras accio­ nes con vuestra aspiración , fortale­ cednos con vuestro auxilio, para que nuestras súplicas y operaciones ten­ gan en Vos su principio y logren por Vos un felicísim o fin. Amen.

Luego se rezará el septenario de san José 6 conforme está en el Ancora de salvación, si hubiere poco tiempo, ó como se ha puesto arriba, pág. 71 . Concluido el septenario, tendrá lugar una plática de una media ho­ ra , si pudiese haberla , y si no , se dirá inmediatamente la siguiente ORACION.

Excelso Patriarca san Jo sé , Espo­ so dignísimo de María, y dichosísimo

— 83 — Padre putativo de Jesú s, constituido por tan relevantes títulos superior á todos los Santos, sea infinitas veces alabada , bendecida y glorificada la Trinidad beatísim a que te elevó á tan sublime dignidad y te nombró P a­ trón de la Iglesia para universal con­ suelo de nuestras aflicciones, socor­ ro de nuestras necesidades, y alivio de nuestros m ales; y para que fueses amparo de los atribulados, conduelo de los pobres, refugio de los pecado­ res, auxilio de los agonizantes y es­ peranza de todos los Cristianos. Y pues en t í , oh amable Protector mió, 6e hallan en grado em inente las perfecciones de todos los San ­ tos , á tí recurro con humilde con­ fianza , y rendidamente te suplico que me ampares y asistas en todas



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las necesidades. No me niegues esta g r a c ia , amoroso Padre y Protector m ió, asísteme bondadoso ahora y en la hora de mi m uerte. Desde ahora imploro tu auxilio y tu favor para aquel crítico momento de que de­ pende la eternidad. No me dejes en tanto peligro; no me desampares en tan horrible tran ce; y en separándo­ se mi alma del cuerpo, pónla benig­ no en los brazos de mi Redentor J e ­ sús. No perm itas, ó Santo m ió, que muera sin recibir á tiempo y con fer­ vor los últimos Sacram entos: y si en castigo de mi tibieza en frecuentar­ los ahora, quisiese Dios privarme de tan grande beneficio, alcánzame á lo menos que muera haciendo fer­ vorosos actos de caridad y contri­ ción. Haz que term ine mi vida d i-

— 87 — ciendo ; ó buen J e s ú s , recíb em e; dulce Madre m ía, ampárame: oh mi Señor san José , defiéndeme. Jesú s, José y María, asistidme en la última agonía: Jesú s, Jo sé y María expire en vuestros brazos el alma mia.

No se ponen aquí las letanías de san Jo ­ sé por no estar aprobadas de la Santa Sede, pero pueden servir las siguientes

P B E C E 8 A SAW JO SÉ. José, hijo de David, Rogad por nosotros. Heredero de la Te de los Patriarcas, rogad. José, esperanza de los Profetas, rogad. José, casto Esposo de M aría, rogad. José, gefe de la sagrada familia, rogad. José, imágen y lugarteniente del Pa­ dre celestial, rogad. José, Custodio y Padre nutricio de Jesús, • rogad. José, Cooperador en la grande obra de la Redención, rogad.

— 88 — Jo sé, confidente de los arcanos de la divinidad, rogad etc. Jo sé, tesorero de las gracias del Al­ tísim o, rogad

Contesten ahora: rogad por la santa Iglesia José, prodigio de fortaleza, rogad Jo sé, espejo de m ansedumbre, rogad Jo sé, ejemplar de toda virtud, rogad Jo sé, modelo de los casados, rogad

Jo sé, dechado perfecto de los arte­ sanos, rogad Ju sé, consuelo de los afligidos, rogad Jo sé, salud de los enfermos, rogad José, amparo de los moribundos, rogad Jo sé, padre de los pobres, rogad Jo sé, refugio de los pecadores, rogad Jo sé, protector de los cristianos, rogad Contesten ahora: rogad por la España. rogad rogad • rogad * rogad rogad rogad

José mió dulcísim o, José mió amabilísimo, Jo sé mió pacientísim o, José mió humildísimo, Jo sé, Varón justísim o, José mió benignísimo,

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José José José José

mió mió mió mió José mió

fidelísimo, obedentísim o, prudentísim o, santísim o, gloriosísim o,

rogad etc. rogad. rogad. rogad. rogad. Contesten ahora: rogad por esta ciudad. José, causa de nuestra alegría, rogad. José, esperanza nuestra, rogad. José, tesoro nuestro, rogad. José, abogado nuestro, rogad. José, amparo nuestro, rogad. José, guia nuestra, rogad. José, refugio nuestro, rogad. José, defensa nuestra, rogad. José, medianero nuestro, rogad. José, prez y gloria nuestra, rogad. Digan ahora: rogad por mi. Dueño y Señor m ió, san Jo sé, rogad. Descanso m ió, san Jo sé, rogad. Riqueza m ia, san Jo sé, rogad. Vida de mi alma, san Jo sé, rogad. Querido m ió, san Jo sé, rogad. Maestro m ió, san Jo sé, rogad. Consolador mió, san José, rogad.

-

90 —

Médico m ió, san Jo sé, Patrón m ió, san José, P rotector mió, san Jo sé, Padre m ió, san José,

rogad etc. rogad. rogad. rogad. Contesten ahora: Bendita tea la tantísima Trinidad. P or haberos colmado de gracia, bendita.

Por haberos hecho á medida del corazon de Dios, bendita. P or haberos hecho Padre nutricio de Jesú s, bendita. P or haberos adornado de tantas vir­ tudes, bendita. Porque os hizo Esposo de Marta santísim a, bendita. Porque os hizo refugio de los peca­ dores, bendita. Porque os hizo mi consuelo, bendita. Porque os hizo nuestro abogado, bendita. Porque os hizo Patrón de la Igle­ sia, bendita, f . Ora pro nobis, beate Joseph. Ut digni efliciamur promissionibm Christi.

— 91 — OREMUS.

Sanctissimm Genilricis tum Sponsi, quasumus, Domine, meritis adjuvemur, ut quod possibilitas nostra non obtinet, ejus nobis intercessione donetur. Per Christum Dominum nostrum. A la Virgen santísima. Bajo tu amparo nos acogem os, santa Madre de Dios , no deshechos nuestras súplicas en las necesidades, antes bien líbranos siempre de los peligros ó Virgen gloriosa y bendita. Amen. . Ora pro nobis, sancta Dei Genitriit. ij|. Ut digni efficiamur promissionibus Christi.

— 92 — OREM US.

Concede nos fámulos tuos qutzsumus, Domine Deus, perpetua mentít el corporis sanitate gaudere, et glo­ riosa beata Maria semper Virginii inlercessione a prasenti liberari tristilia et (Eterna perfrui latitia. Per Christum Dominum nostrum.

CORONA A LOS SANTOS ÁNGELES

EK HONOR DE S U JOSÉ, que puede servir de noeena para prepararse i la fiesta de nuestro excelso Patriarca ó de otro Santo favorecido con apariciones angélicas, 6 también para obsequiar d los mismos santos Angeles.

O B JE T O D E U T A

D E V O C IO N .

Esla devocion tiene por objeto ayudar á pagar la deuda inmensa de gratitud que nuestro glorioso Patriarca ha contraido con Dios, y que contrajeron los Santos y Ange­ les cuyo favor querem os im plorar. Y siendo la gratitud una de las virtudes mas bellas, y el carácter que mas distingue á un alma buena, noble y gen ero sa; fácilmente se con­ cibe lo agradable que será al corazon agra­ decido y nobilísimo de san J o s é , el que le

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ayudemos á ensalzar y bendecir i la Trini­ dad beatísim a, ya por los dones y prerogativas ilustres con que adornó á nuestro Santo, ya por los mensajes y favores seña­ ladísimos que recibió de los Angeles. Hay además motivos especiales para tri­ butar este obsequio á san Jo sé : pues no soln fué el ángel tutelar del Verbo Encar­ nado , sino que reunió en grado eminente las cualidades que distinguen á los Coros angélicos, de suerte que podemos decir que no solo fué Angel, sino Rey de los Angeles. Y de hecho, si lo consideram os con aten­ ción , veremos que José es Angel en la pu­ reza é inocencia de vida; Arcángel por la sublimidad de su m inisterio y por la soli­ citud con que desempeña los mas graves negocios de la gloria del S eñ o r; Principado por los triunfos que alcanzó sobre Herodes y sobre los príncipes de las tinieblas-, Po­ testad por la fuerza y dulzura con que ejer­ ce la autoridad que tiene sobre la sagrada familia y por la energía admirable con que sojuzga á los espíritus infernales; Fírlud

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prodigiosa poi; la participación abundante de las perfecciones divinas; Dominación por la moderación y mansedumbre con que se domina á sí mismo y cautiva los corazo­ nes ; Trono afortunado en cuyos brazos des­ cansó tantas veces Aquel i quien rinden obsequioso homenaje los Tronos angélicos; Querubín por el altísimo conocim iento que tuvo de sublimes m isterios, ocultos al resto de los m ortales y hasta á los mas ilustrados Profetas; y Serafín por la vivísima llama de caridad que ardia en su p e c h o , llama que acabó por consum irle de amor. ¿Qué moti­ vos estos tan poderosos para unirnos á las jerarquías celestiales, y al mismo Esposo de la Virgen, que absortos y asombrados de ver reunidas en un hijo de Adán tantas y tan excelsas prerogativas, no cesan de en­ salzar y bendecir á la Trinidad beatísim a? Hay todavía m as: san José no solo me­ rece el nombre de Angel por todos estos títulos, sino que m erece ser llamado Rey de los Angeles, por los mensajes y favores señaladísimos que recibió de estos E sp íri-

— 96 — tas Celestiales. E n efecto, abramos las sa­ gradas E s c ritu ra s , consultem os la historia eclesiástica; ¿qué Santo hallarem os que haya tenido tan frecuentes relaciones con los E spíritus bienaventurados? No hablan­ do del Angel custodio de Jo s é ; los Ange­ les le anuncian el m isterio de la Encam a­ ción (1 ): Angeles le participan la grande obra de la Redención (2 ). Un Angel disipa sus te m o re s, cuando alarmado al ver en cinta á su Esposa, dudaba si la dejaría ocul­ tam ente (3 ). Un Angel le instruye -sobre el nombre augusto que debe imponer al infan­ te recien nacido; por conducto de los An­ geles recibe la órden de huir á Egipto (4): por los A ngeles.le viene el aviso de volver á Israel (5 ), y de refugiarse en Galilea (6). ¿E n vista de tantos mensajes y apariciones angélicas, quien no diria que José dispone de la milicia celestial, y que el gefe de esla augusta familia el Angel custodio y único de Jesú s, es Rey de los Angeles? (1) M a llh .l, SO.— (2) Ib id . 2 1 .— (9) Ib id . 20.— (*) M a tlt).ii,1 3 .— (5) Ib id . v , 21.— (6) I b ld .íl

— 97 — ¡Qué obsequio pues tan agradable 4 san Jasé, alabar i la Trinidad beatísima, por esa amorosa solicitud, y por los beneficios in­ mensos que por medio de los santos Ange­ les dispensó á nuestro glorioso Patriarca! Veamos, pues, de qué m anera podrí re­ zarse : pero noten los S res. Curas Párrocos que además de esta corona angélica , pon­ dremos á lo últim o del devocionario una novena m ucho mas com pleta y provecho­ sa que esta en honor de san J o s é , supli­ cándoles encarecidam ente se sirvan de ella en las ig lesias , si quieren preparar al pue­ blo como corresponde á las Gestas del santo Patriarca. Sin em bargo, si alguno quisiese valerse de esta alguna v e z , podrá entonces despues del A leluya, rezar la oracion que se halla ep la pág. 8 4 . (Oracion á san José, si la novena se dirige al Santo).

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CORONA EN OBSEQUIO DE LOS SANTOS ÁNGELES.

Por la señal de la sania cruz, etc. Señor mió Jesu cristo, etc.

T¡. Deiis in adjulorium meum intende. ij). Domine ad adjuvandum me fes­ tina. jí. Gloria Patri, et Filio, et Spirritui Sancto. 1$. Sicut erat in principio, et mine, et semper, et in smcula síeculorum. Amen. Allelluya. (En tiempo de cua­ resma : Lam Ubi, Domine, Iiex (eter­ na gloria).

— 99 — 1.° C o r a i S i b a t u i u .

Por intercesión del glorioso (Pa­ triarca san Jo sé * ) y del celeste coro de Serafines, os suplicamos , dulce Jesús mió que desterrando de nues­ tro corazon todo afecto terreno , en ­ cendáis en él la llama de la mas pura y ardiente caridad. Y para me­ jor alabar á la santísim a Trinidad (por las altas prerogativas concedi­ das) á nuestro S a n to , digamos tres veces alternando con los Serafines:

fi. S a n to , Santo , Santo , Señor (*) E l que q u ie ra se rv irse de e s la novena, no precisam ente p a ra b o n rar á san Jo sé , sino para ob tener favores de otro San to, del Angel de la g u a rd a , ó del arcán g el san Miguel etc., entonces om ita el p a ré n te sis, y ponga en su lugar el n o m b re del S a n to , del a rcán g el san Rafael, ó de aqu el cuyo p atro cin io Im plora.



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Dios de los e jé r c ito s , llenos están los cielos y la tierra de vuestra gloria. Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo.

C oroi f ii B i v n n i. Por intercesión del glorioso (Pa­ triarca san José) y del coro celeste de Querubines, 06 suplicamos dulcc Jesú s mió que purificando el alma de toda falta voluntaria, hagais que cor­ ramos ligeros por el cam ino de la perfección cristiana. Y para m ejor en­ salzar á la santísima Trinidad (por las excelsas prerogativas concedidas) á nuestro Santo , diremos tres veces alternando con los licos :

Querubines angé­

Santo, San to, San to, etc.

— tul ».° C oroi T botor. Por intercesión del glorioso (Pa­ triarca san José) y del coro celeste de los Tronos, os suplicamos , dulce Jesús m ió , que alejando de nues­ tra alma toda tibieza , pereza y tar­ danza en el servicio divino, nos deis verdadero fervor y constancia en la práctica de la virtud. Y para me­ jor ensalzar á la santísima Trinidad (por las sublimes prerogativas que concedió) á nuestro San to, diremos tres venes alternando con los an gélicos:

Tronos

Santo, Santo, San to, etc.

4.° C ore t D o m m a o rn . Por intercesión del glorioso (Pa­ triarca san José) y del coro celeste



de las

102 —

Dominaciones, os suplicamos,

dulce Jesú s m ió, que reprimiendo el genio y venciendo las pasiones , se­ pamos dominarnos á nosotros mis­ mos , y alcanzar la paz del alm a. Y para m ejor ensalzar á la Trinidad bea­ tísim a (por las raras prerogativas que concedió) á nuestro Santo , diremos tres veces alternando con las Domi­ naciones angélicas: Santo, San to, Santo, etc. 5 .° C o r o i P

o testa d es.

P or intercesión del glorioso (Pa­ triarca san José) y del celeste coro de las Potestades, os suplicam os, dulce Jesú s m ió , que nos concedáis una firmeza inalterable de ánim o, en me­ dio de los trabajos y adversidades de esta vida, de suerte que nada nos es-

— 103 — pante ni separe de Vos. Y para m ejor ensalzar á la Trinidad beatísima (por las muchas prerogativas que conce­ dió) á nuestro Santo , diremos tres veces alternando con las Potestades an g élicas: Santo, San to, Santo, etc.

8.° Coro I VlBTTDEI. Por intercesión del glorioso (Pa­ triarca san José) y del coro admira­ ble de Virtudes celestiales, os supli­ camos , dulce Jesú s m ió , que nos concedáis la pureza de intención en todas las o b ra s, de suerte que so­ lo busquemos la honra y gloria de Dips. Y para m ejor ensalzar á la Trinidad beatísim a (por las ilustres prerogativas de que adornó) á nues­ tro Santo , diremos tres veces alter-

-1 0 1 — nando con el coro de las an g élicas:

Virtudes

San to, San to, San to, etc.

9.° C oro t P bixc ita d m . Por intercesión del glorioso (Pa­ triarca san Jo sé) y del celeste coro de los Principados, os suplicamos, dulce Jesú s m ió, que libréis nuestro corazoti del apego desordgftado ó los honores y bienes de )a tierra f y nos com uniquéis un alto aprecio de la humildad y do la sólida virtud. Y pa­ ra m ejor dtisalía# á ta Trinidad bea­ tísim a (por las inefables prerogativas de que adornó) á nuestro Santo dire­ mos tres veces alternando con Jos

Principados a n g é lic o s: San to, San to, San to, etc.



8 .®Coroi

IOS



á ic in u u a .

Por intercesión del glorioso (Pa­ triarca san José) y del coro celeste de los Arcángeles, os suplicamos, dulce Jesú s m ió, nos deis santa pron­ titud y alegría en obedecer á las ins­ piraciones divinas y abrazar cuanto nos conduce á la eterna bienaven­ turanza. Y para m ejor ensalzar á la Trinidad beatísima (por las em inen­ tes prerogativas con que adornó) á nuestro Santo, diremos tres veces con los Arcángeles del c ie lo : Santo, San to, San to, etc.

•.° C ore t ARfiBufc Por intercesión del glorioso (Pa­ triarca san José) y del coro ccleste de todos los

Angeles, os suplicam os,

— 106 — dulce Jesú s mío , que conservemos sin mancha la fragranté flor de la castidad , de suerte que sea nuestra alma digna morada del Cordero in­ maculado. Y para m ejor ensalzar á la Trinidad beatísima (por las insignes prerogativas con que adornó) á nues­ tro S a n to , diremos tres veces con­ fundidos con los Angeles del cielo : San to, San io, San to, etc.

A hora cada cual podrá pedir al Sanio li gracia que desee alcanzar de Dios en esli novena. (Párese un poco). Si este ejercicio sirviese de Novena i nuestro excelso Patriarca, y hubiese tiempo para ello, podrá decirse aquí la oracion que se pone pág. 8 4 , terminando con la antífo­ na , versículo y oracion latina que se halla en la pág. 8 1 . Mas si este ejercicio sirviese de novena para los A n geles, ó para otro Santo entonces como dijim os; 1.* Se suprim irá el paréntesis, reempla- 1

— 107 — zando el nombre del Patriarca san José con el del Arcángel 6 Santo á quien se invoca. 2.° Se suprim en igualmente las oraciones á san J o s é , sustituyendo la última con al­ guna de las que hay en nuestra Ancora de saltación, si la hubiere allí para dicho Santo. 3.° Si se hace la novena en honor de los Arcángeles san Miguel, san Rafael, san Ga­ briel ó del Angel de la guarda, se concluirá la novena con la correspondiente antífona y oracion que aquí ponemos. Al A rciD fel u n Miguel.

Aña. Princeps gloriosissime, MichaelArchangele, esto memor nostri: Ate el ubique semper precare pro nobis Filium Dei, allelluia. In conspectu Angelorum psallam tibí, Deus meus. ñ|. Adorabo ad lemplum sanctum luum, et confitibor nomini luo. O R E H U S.

Deus qui miro ordine Angelorum ministerio hominumque dispensas: concede propilius, ul a quibus minislrantibus in calo semper assis-

108





titur, ab his in Ierra vita nottra muniatur. Per Christum Dominum no «fruí». Amen. A l A n tn | e l tan l i f t e l .

Aña. Princeps gloriosissime, Raphael Arckangele, esto memot nostri: hic et ubiqv semper precare pro nobis filium Dei. f . Stetit Angelus justa aram tmpli. Habens thwibulum aureum in aanu suo. O R EH U S.

Deus qui beatum Rapkaelem Archangcfan Tobia fámulo tuo comitem dedisti in o ía ; con­ cede nobis famulis tuis; ut ejusdem semper protegamur custodia, et muniamur auxilio. Per Christum Dominum nostrum. r ) . Amen. A l Aroángel ian G abriel.

Aña. Archangelus Gabriel ait a i Marian: non erit impossibile apud Deum omne eerftm Dixit autem V aria: Ecee ancilla Dommi, fin mihi secundum verbum (uum. Et discessit ai ea Angelus. y. In eonspeclu Angelorvm psallam tibi, Deus meus.

— 109 — fij. Adorabo ad templum sanclum luum, et confitebor nomtnt (uo. O REM U S.

Deus qui ínter caleros Ángelas ad annuntiandum Incamalionis tuce mysterium GabrieIm Archangelum elegisli: concede propitius; uf qui feslum ejus celebramos in tenris, ipsius patrocinium sentiamus in calis. Qui vivis el r egnas Deus in sacula saculorum. ftj. Amen. A lo* A a | e l« de guarda.

Aña. Sancti Angelí cuslodes nostri, defendile nos in p ra lio , vi non pereamus in tre­ mendo judicio. y. In conspectu Angelorum psallam tibi, Deus meus. Adorabo ad lemplum sanclum luum, el conjiubor nomini luo. O REM U S.

Deus qui ineffabili providentia sánelos An­ gelo* luos ad noslram custodiam millere dignaris: largire supplicibus luis, et eorum semper proteclione defendí el alerna socielale gaudere. Per Chrislum Dominum mslrum. í^. Amen.

— 110 — Partido que puede m n i h de eita Corone.

Para que vean los Sres. Curas Párrocos y los Devotos de san José el gran partido que puede sacarse de esta Corona Angélica, supongamos que quieren hacer una Noveni á san A ntonio, por ejemplo, á san Ignacio de Loyola, san Francisco Javier etc. Hecha la señal de la c r u z , dicho el Dew in adjutorium etc. y el Acto de contrición, co­ miencen por el prim er Coro. En la oracion que se dirige á cada coro hay dos p arén tesis: el prim ero es para nom­ brar el Santo á quien se hace la novena, sao Jo sé, san Miguel A rcángel, el gloriosísimo Padre san Ignacio, san Antonio, san Fran­ cisco e t c ., y este no se m uda; el otro pa­ réntesis queda también como está si se hacc la novena á un A n g e l, pero si fuere á uo S a n to , se puede variar del modo siguiente según el dia ó el coro que sea. \.* P or la caridad ardiente y las subli­ mes virtudes de que ad orn ó...

— 111 —

2 ." P or la fe viva y las luces celestiales que com u n icó... 3 .° Por la esperanza robustísima y por las altas prerogativas que concedió... 4 .° Por la invicta fortaleza y gracias so­ brenaturales de que co lm ó... 5 .” P or la constancia inquebrantable, y por los altísim os dones con que distinguió... G.° P or el abrasado celo de la gloria de Dios y las estupendas maravillas con que exaltó... 7.° Por el total desprendimiento y por los prodigiosos éxtasis con que favoreció... 8 .” P or la inocencia purísima y por los estupendos m ilagros con que ilu stró... 9 .” P or la m uerte dichosa y por los es­ clarecidos triunfos con que en el cielo y en la tierra glorificó... Dígase luego la oracion que se halla en la Ancora de salvañon en honor del Santo, y conclúyase con la antífona, versículo y oracion que le corresponde según el bre­ viario. Si hubiese poco tiem po, y la novena p a-

— na — reciese demasiado larga, repártanse en nue­ ve dias las nueve oraciones que ponemos en la C oron a, solo que entonces convendrii decir cada dia un Padre o vatro seguido del Santo, Santo, Santo etc. repetido nueve ve­ ces en lugar de tr e s , corno se hace en el Trisagio.

H é tq u l la C ip o » d t tan Jo té ! k i aqol tu M ad re: la Madre del amor hermoio.

ó DET0C10SARI0 ESPECIAL PIRA LOS QUE DE VERAS DE9EEN SER DEVOTOS

DEL SANTO PATRIARCA.

No basta celebrar con religioso en­ tusiasmo las fiestas de nuestro amado Protector san J o s é : poco seria dedi­ carle el mes de Marzo ó siete domin­ gos con secu tiv os, obsequiarle todos los dias 1 9 de cada m es, consagrarle los m iércoles de cada semana y aun no permitir que se pase dia alguno sin dirigirle alguna jacu latoria, ó re­ zarle alguna oracion. El verdadero



116



devoto de san Jo sé lleva mucho mas adelante sus nobles aspiraciones: pues aspira nada menos que á copiar en su alma una viva imágen de las virtu­ des de este perfectísim o dechado de ju sticia y santidad. Y así á semejanza de san Pablo que decía á sus amados fieles de C orinto: Sed mis imitadores como yo lo soy de Cristo ( 1 ) ; el devo­ to de san José no sosiega hasta poder decir á los fieles con su conducta edi­ ficante: Sed imitadores mios, como yo lo soy de san José. Pero ¿cóm o llegar á tan sublime grado de perfección? Haciendo bien las obras de cada dia. (l) I Cor. iv, 16.

— 117 —

SANTIFICACION BE LAS OBRAS. E s cosa muy importante que el devoto de san Jo sé aprenda á santi­ ficar las obras de cada dia. E l que sabe hacer esto , es como la indus­ triosa abeja que de todas las flores saca m ie l; y al contrario, el que ig­ nora este secreto, imita á las arañas, que se desentrañan para tejer una tela que solo sirve para cazar viles insectos. | Cuán diferente sale una misma obra de las manos de un cris­ tiano descuidado, que hace las cosas casi sin saber porqué, y de otro que las hace animado del espíritu de ver­ dadera pied ad , y con intención de agradar á D io s ! E ste aun en los ac­ tos que parecen in d iferen tes, como



118



son dormir, pasear, estudiar, com er, trabajar y otros , sabe ejercitar altí­ simas virtudes , como la obediencia, la abnegación, eFam or do Dios, que algún dia serán otras tantas piedras preciosas añadidas á la corona in­ mortal de la g lo r ia : m ientras que para el otro las acciones mas brillan­ tes serán como paja que el viento se lle v a , pues solo servirán para satis­ facer su amor propio en esta vida y desesperarle en la otra. Si quieres, p u e s, que tus obras sean de algún valor á los ojos d iv in os, acuérdate de lo que á todos los cristianos en­ carga san Pablo : Ya sea que comáis

ó que bebáis 6 que hagais cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios (1 ). Para lo cual procura hacer (1) I Cor. x , 31.

— 119 — con toda devocion el ofrecim iento de obras por la m añana, y además entre dia atiende á estas tres c o s a s : Que todo cuanto hagas sea bueno, ó á lo menos no sea malo en sí: pues claro es que las obras malas no pueden santificarse. 2.° Procura hacerlo todo con la mayor perfección que puedas, lo cual se logrará de dos maneras : una ha­ ciendo la acción como si estuvieras delante de Dios y de san Jo s é : y otra esforzándote por hacerla con la per­ fección con que el Santo la haria. Y así puedes d ecirte: si san José estu­ viera en mi lugar, ¿ c o n qué fervor com ulgaría; con qué prudencia y hu­ mildad procedería ; qué recato, qué silencio, gu ard aría; con qué devocion rezaría? Pues procura tú en honor



120



del Santo hacerlo todo con la perfec­ ción con que el Santo lo haría. 3 .° Hazlo además con recto fin. Muchos son los motivos buenos, que nos pueden mover á haoer una co sa : v. g. el deseo de cum plir la voluntad de D io s , de practicar la obediencia debida á los mayores eto. ¿Te repug­ na una co sa ? Puedes hacerla por espíritu de penitencia, y unir aquella mortifioacion con las de Jesu cristo en su pasión santísim a. ¿T ien es que ha­ cer lo que te da gusto? Procura hacer un acto de a b n e g a ció n , protestan­ do que solo quieres hacerlo por dar gusto á Dios, y porque Él así lo quie­ re y manda, ó aceptando aquel gusto y recreo con acción de gracias, oomo venido de la mano del Señor. 4 .° Finalm ente procura

obrar



181



cuanto sea posible por espíritu de amor de Dios, y así cada dia será pa­ ra tí un dia lleno de gracia y de mé­ rito. Dies pleni invenientur in eit (4)« Así obran los devotos de san José deseosos de aprovechar en la virtud: así obraba san Luis Gonzaga, el cual estando una vez en recreación con los demás, y preguntándole un com­ pañero, qué haria si supiese que aquel mismo dia habia de m orir, respondió, que 6eguiria jugando, porque sabia que en aquello cumplía la voluntad de Dios. ¿ Quiere el devoto de san José ha­ llarse en la hora de la m uerte con dias llenos de m érito y de consuelo para la eternidad ? Procure en medio de las accion esiev an tar de cuando en (1) Ps. L U I!, 1 0 .

— 122 —

cuando el corazon á D io s , y reno­ var la intención de hacerlo todo por su Divina Magestad. Mas como el hombre es frágil y se distrae fácil­ m ente, te recomiendo con todo el en­ carecim iento posible, que por la ma­ ñana así que estes vestido, te postres á los piés de un crucifijo ó de la sa­ grada Fam ilia y ofrezcas á Dios las obras del dia. De esta suerte hallán­ dote en el dichoso estado de gracia, y no retractando esta intención entre dia, todas tus obras, no lo dudes, se­ rán aceptas y agradables á Dios. OFHECIMIEHTO DE LAS OBRAS D EL DIA.

Altísimo Dios y Señor mió : Ver­ dad infalible en q u ierfereo ; Clemen­ cia inefable en quien espero ; Bon-

— 123 — dad infinita á quien amo sobre todas las cosas, y á quien me pesa de ha­ ber ofendido, os doy gracias por ha­ berme criado, redimido y conservado hasta ahora. Ofrezco á honra y glo­ ria vuestra todos mis pensamientos, palabras, obras y trabajos del pre­ sente dia, con intención do ganar cuantas indulgencias pueda, rogán­ doos por los fines que tuvieron los sumos Pontífices en concederlas y aplicándolas en sufragio de las ben­ ditas Animas del purgatorio y en sa­ tisfacción de mis pecados. No perm itáis, Padre m ió, que os ofenda en este dia ; libradme de los lazos que me tiene puestos el enem i­ go y dadme fortaleza para huir de las ocasiones de pecado y vencer mi pa­ sión dominante. Quiero vivir y 1110-

— 124 — rir en vuestra santa fe, á fin de que sirviéndoos en esta vida merezca acompañaros en la gloria. Amen. Al­ canzadme este favor, Angeles y San­ tos del cielo, y Vos en especial, glo­ rioso Patrón y abogado mió san Jo­ sé interceded por m í. Credo, Padre nuestro y Ave María.

Luego encomiéndate á María san­ tísima, diciendo: ¡ 0 Señora mia! ¡0 Madre mia! yo me ofrezco todo á Vos, y en prueba de mi cordial afecto os consagro en este dia mis ojos, mis oidos, mi lengua, mi corazon, en u d s palabra, todo mi ser. Ya que soy todo vuestro, ó Madre de piedad, guardad­ me y defendedme como cosa y pose­ sión vuestra.

Al Angel Custodio: Angel santo, bajo cuya custodia me puso Dios con

— 128 — infinita bondad , iluminadme , de­ fendedme , regidme y gobernadme. Amen. Puede decirse también el Memo­ rare de san Jo sé , pág. 6 0 . Consagradas ya al Señor las pri­ micias y obra? del dia , debe el De­ voto de san José ir con gran cuida­ do en cum plir lo prom etido: veamos pues oomo santificará las principales aociones de cada dia.

Iglesia. El que habitual y advertidamente comete irreverencias en la Iglesia, ó perdió la fe, ó la tiene muy am orti­ guada. Dios te libre, amado devoto de san J o s é , que seas tú uno de estos, pues tales faltas irritan á Dios, como lo manifestó Jesu cristo arrojando del

— 126 —

templo con un azote á los profanado­ res. Además de que seria señal casi manifiesta de falta de devocion verda­ dera á tu Santo protector. ¡Y cuánto no sufriría su corazon, si pudiese de­ cir : Mas respeto tenian los Egipcios á sus falsas deidades, que m uchos cris­ tianos tienen á mi divino Jesú s ! No hables pues en la iglesia, no rías, no hagas señas, no dejes divagar la vis­ ta ; ¡Ah! por respeto á los ídolos, no se atreven los paganos, ni siquieraá escupir en el su e lo : ¡y los cristia­ nos !!! Empieza á recogerte ya antes de entrar en el lugar santo, evitando el ju g ar y gritar ju nto á la ig lesia; antes bien, piensa en lo que pensaba David cuando quería ir al templo:

Introibo in domum tuam, adorabo ad lemplum sanclum luum in timón



127 —

tuo ( i ) . E n tra acompañado de este santo tem or, y él será un maestro que te enseñará á estar con gravedad en la casa de Dios, á hacer bien las genuflexiones, á estar con una postu­ ra de cuerpo modesta y hum ilde, y fi­ nalmente él recojerá tus pensam ien­ tos, y pondrá freno á tus sentidos. Toma con viva fe el agua bendita, pues entre otros saludables efectos dispone nuestro corazon para orar devotamente, y por poco tiempo que tengas, no olvides un Padre nuestro á san José.

Trabajo. Por lo mismo que el trabajo y las ocupaciones se llevan una buena par­ te del dia, debe el devoto de san José (1) Ps. V.



128



poner sumo empeño en no desperdi­ ciar un tiempo tan. precioso. E l cris­ tiano que dejándose llevar de la pe­ reza no se aplica seriam ente al trabajo se hace aborrecible á Dios, pues des­ precia un don tan precioso cual es el tiempo ; frustra los designios que la divina Providencia tenia sobre é l , y m erece que Dios le abandone como cosa inú til, de lo cual resulta que ni es bueno para sí, ni para la sociedad, viviendo como si estuviera de mas en el mundo. Aplícate pues con todo fervor al trabajo y á las ocupaciones propias de tu oficio, acordándote que la ocio­ sidad es madre de todos los vicios, y que quien rehúsa sujetarse á la pena que impuso Dios al hombre por el p eca d o , diciéndole que com ería el

— 129 — pan con el sudor de su rostro, m ere­ ce que le quiten el alimento á él, como dice san Pablo: Si quis non vult

operari, nec manducet (i). Pero no basta cum plir m aterial­ mente con la obligación del trabajo ; el devoto de san Jo sé procura enno­ blecer y santificar sus ocupaciones uniéndolas con el trabajo que por nuestro amor tomó el Hijo de Dios desde joven cito, imaginándose que le oye d e c ir : In laboribus a juventute mea (2 ). ¡Y qué dulce es el trabajo, qué llevadera se hace la fatiga, cuan­ do se unen los sudores y trabajos, con los trabajos y sudores del Hijo de Dios hecho hombre y con los de su padre putativo san Jo sé! ¡Qué llevaderas so hacen las fatigas , cuando no tienen (i) II T h esa l. i n , l o .— (a) P s. Q

l ix x v ii,

Id

á José.

le .



130 —

un salario insignificante, sino un peso inmenso de gloria por recom pensa! Haz la prueba, hermano m ió, imagí­ nate que estás trabajando en el di­ choso taller de Nazaret, y que mezclas tu sudor con los sudores de Jesús, María y Jo sé . ¡ Qué dicha es trabajar en tan buena com pañía! Pruébalo, pues, y por pesadas que te hubiesen parecido hasta ahora, verás qué sua­ ves se te harán las ocupaciones en esta vida , qué consoladoras para la hora de la m uerte, y qué meritorias para la etern id ad !

Estadio. Estas razones tienen ya mucho pe­ so para cualquier artista ó jornale­ ro , que trate de ser devoto de san ¡ Jo sé ; pero ¿cuánto mayor peso é im-



131 —

portancia tendrán para el joven que estudie una facultad cu a lq u iera , ó que trate de abrazar un dia el estado Eclesiástico ? E n to n c e s, s í , que no aplicarse seriam ente al estudio seria escandalizar á los condiscípulos , ser desconocido é ingrato á los maestros y directores , y faltar gravem ente á sus padres. Estos hacen gustosos un sacrificio , tal vez ruinoso á la fami­ lia , por dar una brillante carrera á su h ijo , esperando que con su apli­ cación y buena conducta será un tiempo la honra de su casa y el bá­ culo de su vejez. M a s , si como su­ cede muchas v e c e s , se encuentran luego con un hijo desaplicado, sin oficio ni beneficio , díscolo , liberti­ no , jugador y entregado á todos los vicios; ¡qué deshonor y perjuicio pa-

— 132 ra la fa m ilia ! ¡ qué desesperación para los p ad res! ¡Ah! no lo liarás así, tú, jóven co­ legial ó estudiante, que quieres dar gusto á tu Protector san Jo sé : no solo evitarás el ócio que es raíz fecundí­ sima de inm ensos m ales, no solo te aplicarás con ahinco al estudio, sino que procurarás todavía observar las reglas , que pondremos al fin de es­ te devocionario en un apéndice que consagrarem os á los alumnos que es­ tudian en los Sem inarios.

Comida. ¡ Qué actos de virtud tan sublimes, puede ejercitar el devoto de san José durante esta acción al parecer tan hu­ m illante para el hom bre, si procura en todo lo que pertenece á este acto



133 —

guardar m oderación, y ser dueño de sí mismo! Si estás atento hallarás me­ dios de santificar esta obra, por mate­ rial que sea, ya cediendo fácilm ente á los compañeros el prim er lugar y de­ jando para ellos lo m ejor, ya pensan­ do en la hiel y vinagre que dieron al Redentor; ora m ortificando tu ape­ tito en el com er y beber y dejan­ do el bocadito que mas te gustare en memoria de la Pasión de Cristo ó para alivio de las Almas del purgato­ rio , ó bien en honor de tu augusto Patriarca san Jo sé . Estos actos de mortificación son muy agradables á Dios y tanto mas m eritorios, cuanto siendo ocultos á los ojos de los hom­ bres están mas léjos de la vanagloria. Es muy provechoso al alma y hasta muy bueno para la salud el acostu m -

- 134 — brarse á no com er ni beber fuera del tiempo señalado. Finalm ente procu­ ra aprender de memoria y decir con devocion y recogim iento esta bendi­ ción y acción de gracias. ANTES DE COHEH.

jr. Benedicite. n}. Deas. f . Benedic, Domine, nos et hac tua dona qux de tua largitate sumtu sumpturi peí' Christum Dominum nostrum. tj. Amen. H|. Jube, domne, benedicere. Mensa coelestis participes facial nos Rex alem a gloria. *j. Amen. O bien: Dadnos, Señor y Dios mió, vuestra santa bendición, y bendecid tam bién el alim ento que vamos á to­ m ar para m antenernos en

vuestro

— santo servicio. Padre

135 —

nuéstro, Ave

María y Gloria Palri. ACCION DE GHAC1AS DESPUES DE LA COMIDA.

f. Benedicamus Domino, tj. Deo gratias. f. Agimus Ubi gratias, omnipotens Deus, pro universis beneficiis luis, qui vivis et regnas in sacula sceculorum. Amen. Í¡. Kyrie eleison. tj. Christe eleison. f . Kyrie eleison. bJ. Paternóster. f. Et ne nos inducas in tentationem. tj. Sed libera nos a malo. jL SU nomen Domini benedictum. ij|. Ex hoc nunc, el usque in sceculum. f. Retribuere dignare, Domine, om-

— 136 —

nibus nobis bona facientibus propter nomen tuum vitara atemam. v). Amen. f . Pro fidelibus defunctis: Pater noster.

Ad laudem Virginis M aría: Ave María.

f . Benedicamus Domino. ij| . Deo gratias. fi. Fidelium anima per misericordiam Dei requiescant in pace. H). Amen. 0 bien en castellano: Gracias os d am os, Señ o r, por el alim ento que nos habéis dispensado; esperando que así como nos dais el sustento tem­ poral , os dignareis tam bién conce­ dernos la eterna bienaventuranza.

Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri.

— 137 —

Poaicion io o íiL ACTOS DE VIHTDD QUE PUEDEN PRACTICARSE.

¡Qué bellos actos de virtud podrian los devotos de san José practicar to­ dos los dias, cada cual en la clase y posicion que ocupa en la sociedad! ¡ Qué preciosos méritos podria acau­ dalar cada uno para la eternidad! Hay no obstante dos clases que pue­ den mas fácilm ente granjearse teso­ ros inmensos para el cielo y son precisamente las clases mas explota­ das hoy dia por la impiedad : los po­ bres y los ricos. ¿Sois pobres ? ¡Qué motivos teneis mas poderosos no solo para contenta­ ros con vuestra suerte, sino aun por agradecer á Dios el haberos hecho semejantes á José y á su hijo p u ta-

— 138 — tivo Jesú s ! Este era eterna é infini­ tam ente ric o , y no obstante quiso hacerse tan pobre por nuestro amor, que ni al n acer, ni al m orir tuvo don­ de reclinar la cabeza. Pobres quiso que fueran sus padres : pobrísimo el portal donde n a c ió , pobres los pri­ m eros que llamó para adorarle en el pesebre ; pobre la patria y pobre el taller que tuvo en Nazaret; pobres los Apostóles que escogió para evangeli­ zar la.tierra ; pobres los oyentes que le rodeaban y el pueblo que le se­ guía. Y no obstante esos pobres son los que mas participan de sus mila­ gros , y los que él proclama biena­ venturados, si son pobres de espíritu. Muere el rico y es arrojado á los in­ fiernos , m ientras que el pobre es conducido por los Angeles al paraíso.

-

139 —

¡Qué consuelo para vosotros, pobres, si á semejanza de Jo sé sabéis llevar los trabajos de esta vida, sin quejaros de la divina Providencia, sin murmu­ rar de los ricos, antes bien con santa paciencia y resignación? ¡O h ! ¡qué fecunda puede seros en m erecim ien­ tos esa humilde p o sicio n , esa dura cama, esa mesa pobre, esos m anja­ res groseros, esa choza.obscura, ese desden con que os mira gran parte de la sociedad, si sabéis im itar á san José en la paciencia y humildad ? ¿Sois ricos? ¡Dichosos vosotros, si desempeñáis bien la altísim a misión que el cielo os ha confiado ! ¿ Y qué misión es e sa ? Muy sem ejante á la del excelso P a tria rc a : Dios no os ha confiado á su ü ijo santísim o como á Jo sé: pero os confía los a m ig o s, los

— 140 — representantes de Jesú s, que son los pobres. Y llega á decir un santo Pa­ dre que la limosna hecha á un pobre en nombre de Jesu cristo es en cierto modo mas m eritoria que si se hiciera al Salvador en p erso n a ; porque al m érito de so co rrerá Jesu cristo , aña­ de el de reconocerle en la persona del pobre. Grande fué por cierto la dicha , y sublim ísim a la dignidad de Jo sé , siendo Padre nutricio de Jesús: pero amad vosotros á los pobres, visi­ tad á los pobres, haced limosna á los p o b res, dad albergue á los pobres, vestid á los pobres y habéis amado, visitado, socorrido, albergado y vesti­ do al mismo Jesú s. Quamdiu femití

uni ex Ais fratribus meis minimis, miAi fecistis (4 ). ¡Qué dicha tan incora(i} M atth. xxv,
— 14 1 parable la vuestra, ó dignos Señores, devotos de san Jo sé , si sabéis desem­ peñar como el Santo la nobilísima misión que el cielo os ha confiado!

Exim en general.

Su importancia. Este exámen que las personas que aspiran á la perfec­ ción suelen h acer antes de acostarse, es muy im portante para el devoto de san José , por ser un medio eficací­ simo para ir desarraigando los vicios y plantando las virtudes en el alm a. Con este exámen vence el hombre la ignorancia culpable, y se libra de los pecados ocultos que tanto tem ía el Real Profeta : con él cumplimos lo que tantas veces nos encarga Jesu ­ cristo diciendo: Velad y orad, porque

no sabéis el dia ni la hora. Estad



112



aparejados, porque cuando menos lo penseis, vendrá el Hijo del hombre (1). Con este exámen vela el cristiano so­ bre sí, se corrige de las culpas pasa­ das y se libra de las venideras: con él finalmente se prepara para una santa muerte , pues si por desgracia estu­ viese en pecado m ortal, mediante el acto de contrición perfecta, y propó­ sito que forma de confesarse se pone en gracia de Dios, sin lo cual podría sorprenderle la m uerte y condenar- ' se. E ste exámen contiene los cinco puntos sig u ien tes: 1 . a Dar gracias á Dios por los be­ neficios recibidos. 2 .° Pedirle gracia para conocer y arrepentirse de las faltas cometidas. 3 . ” Exam inar las obras del dia. (1) Luc. I I I , 40. w .™ « ,

— 143 — 4 ." Arrepentirse de los defectos en que hubiese caido. 5.° Proponer la enmienda. PRÁCTICA DE ESTE E IÍM E N .

práctica puede ser la siguiente: arrodillado delante del Crucifijo, ó de una imagen de la sagrada Famirlia , hecha la señal de la cruz, diré con todo respeto: La

Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo , tres personas real­ mente distintas y un solo Dios infi­ nitamente p erfe cto , en quien creo, en quien espero, y á quien amo sobre todas las co sa s; gracias os doy, y de­ seo que todas las criaturas os las den conmigo, por todos los beneficios que con tanto am or me habéis hecho , y singularmente por los que he recibido en este dia. Suplícoos, Dios mió, que á

— 114 — estos beneficios añadais ahora otro, de ilum inarm e con vuestra gracia, para conocer las faltas que he cometido en este dia, y arrepentirm e de ellas. Aquí exam inaré con diligencia las obras del dia desde que me disperté por la mañana hasta la hora presente, mirando: ¿Cómo me he portado con Dios en la m is a , oracion y demás actos de piedad: con qué modestia y respeto he estado en la iglesia? ¿Cómo he obedecido y respetado á los superiores en o b ra s , palabras y pensam ientos? ¿He tratado al prójimo con la de­ bida caridad, humildad y paciencia? ¿C o a qué celo y vigilancia he pro­ curado el bien de los que me están encomendados ?

-

145 —

¿Me he entregado á la ociosidad ó á diversiones agenas de un cristiano? ¿He procurado vencer el vicio do­ minante por medio del exámen par­ ticular? ¿He guardado cuidadosamente mis sentidos, principalm ente los ojos, oí­ dos y lengua? Vistas así las faltas que he com eti­ do por pensam iento, palabra y obra, procuraré indagar el origen ó raíces de donde proceden; si de mi génio, ó disipación, ó de no apartarm e de las ocasiones, y qué remedio podré apli­ car. Separaré lo bueno de lo malo, reconociéndome deudor á Dios del bien que hubiere hecho, pues sin el auxilio de su gracia divina nada hu­ biera podido h a c e r ; y arrepintiéndome de las faltas, propondré sériam en 10

Id i J o h .

— 146 — te la enmienda diciendo con toda hu­ mildad : ¡O Dios m ió! ¡cu án poco ha sido el bien qiie he hecho en este dia, res­ pecto á lo que debia glorificaros por vuestras perfecciones infinitas y por los innum erables beneficios de que me habéis co lm a d o ! Al contrario, ¡ cuántas han sido las faltas con que os he disgustado, y cuánta mi tibieza en amaros y serviros! Sea á Vos, Se­ ñor, toda la gloria del bien que haya h e c h o , que con vuestra gracia me habéis ayudado y librado de innume­ rables m a le s: á mí solo me toca la confusion, la vergüenza y el arrepen­ tim iento por las faltas que he come­ tido. S í , Dios mió , os lo digo con todas las veras de mi alm a, que me pesa de haberos ofendido tantas ve-

— 147 — ces hoy y en todo el curso de mi vida. Pésame , Señor , de haber sido tan tibio en vuestro obsequio, y me pesa no solo por tem or de vuestros casti­ gos , sino m ucho mas por ser Vos quien sois bondad infinita , y porque os amo sobre todas las cosas. Pro­ pongo firmísimamente nunca mas ofenderos, antes bien glorificaros en cuanto pueda. Perdonadme , Señor, por vuestra m isericordia infinita, por la santísima pasión y m uerte de mi Redentor Jesu cristo , por la poderosa intercesión de María santísim a, de mi amado P rotector san Jo sé y de todos los Santos y asistidme siempre con vuestra gracia. Amen.

Este exámen será suficiente también para los devotos de san José que tuvieren la cos­ tumbre de confesarse cada sem ana, y por la

— 148 — gracia de Dios no hallaren roas que culpas veniales de que acusarse. Si alguno prefiere hacer antes de acostar­ se el Ejercicio para la noche que ponemos en el Ancora de saltación, puede continuar con él y hilo aq u í:

Ejercicio para la noche. Puesto de rodillas y hecha la señal de la cru z, d i: Altísimo Dios y Señor m ió , en quien creo y espero, á quien adoro y amo sobre todas las cosas; ¿qué gra­ cias os daré por haberm e criado, he­ cho cristiano, colmado de beneficios, y conservado hasta el presente la vi­ da ? Dadme luz para conocer las fal­ tas que hoy he cometido , y gracia para detestarlas de veras.

Exam ina aquí en qué faltas has caido du­ rante el dia, por pensam iento, palabra, obra

— 149 — y om ision: contra Dios con distracciones vo­ luntarias en los ejercicios de piedad , irre­ verencia en el tem p lo, ju ram en tos, blasfe­ mias, e tc .: contra el prójimo, con maldicio­ nes, escándalos, injusticias, m urm uraciones: contra ti mismo con im paciencias, excesos en la comida ó bebida, faltas contra la modes­ tia, etc. Luego con toda humildad, d i: ¡Y qué se han hecho, Señ o r, tan­ tas resoluciones de nunca mas ofen­ deros! ¡Ay! ¡cuántas veces he recaí­ do ! Misericordia , dulcísimo Jesú s mió; pésame de todo corazon de ha­ beros ofendido, por ser Vos quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas; pésame, Dios m ió, de haber pecado, y propongo firmemente la enmienda ayudado de vuestra divina gracia. Rezada con devocion el Ave Ma­ ría y la oracion O Señora mia, e tc .,



ISO — An­

pág. 1 2 4 , di al Angel custodio, gel santo, e tc ., pág. 1 2 4 .

Guardadme , S e ñ o r , esta noche de todo pecado y libradme de todo mal.

Antes de meterte en la cama piensa un poco: ¡He de m orir, y no sé com o! ¡Seré juzgado de Dios, y no sé cuando! Si fuese esta noche, ¿qué cuenta le da­ ría? ¿Qué sentencia me tocaria? ¿Se­ ria de salvación, ó de condenación? ¿Y con esta incertidum bre no lloraré mis pecados, ahora que tengo tiem­ po, y no enm endaré la vida?

Metido en la cama di : Jesú s, Jo sé y M aría, os doy el corazon y el alma mia.

— 151 — Jesú s, Jo sé y María , asistidme en mi última agonía. Jesús , José y María , recibid en vuestros brazos el alma mia. Pío V II concedió cien días de Indulgencia por cada una de esta s ja c u la to ria s .

Los tres modos diferentes que pondre­ mos ahora para oir devotamente la Misa, serán tal vez excelentes para los individuos en particular; mas leídos al pueblo, del mo­ do que hacíamos en las m isiones, no creo produjesen el mismo efecto que produce la lectura de la Misa, según está en el Ancora dt salvación. Por tanto , si algún Sacerdote hubiese introducido dicha lectura en alguna Misa, le aconsejaré que no la cambie fácil­ mente con estas, á menos que sea observan­ do las advertencias que indico en las últi­ mas ediciones, pág. 1 0 5 .

In tro ib o ad altara D a i: ad Deum qni Intifio at ju r e n tó tem m e a n ,

Entre todos los actos de nuestra santa Religión ninguno hay tan ex­ celente, ni que dé tanta gloria á Dios y tanto provecho al pueblo cristiano como el santo sacrificio de la Misa. Es de tanta dignidad este único sacri­ ficio de la nueva ley, que aparecien­ do él, cesaron todos los sacrificios de la ley antigua como la sombra y fi­ gura desaparece en presencia de la realidad. Y en e fe c to , él los reem ­ plaza á todos con inmensa ventaja ; pues es

Holocausto que da á Dios mas

— 184 — gloria que no pueden darle todos los Santos y Angeles ju n to s: es Sacrificio eucarislico con el cual damos á Dios dignamente gracias por los benefi­ cios recibidos, pues le ofrecem os una Hostia que iguala y excede en valor á todo cuanto nos puede dar: es Víc­ tim a propiciatoria, con cuya obla­ ción se aplaca el Señ o r, de modo que conccdiendo la gracia y el don de la penitencia, perdona delitos y pecados gravísimos, como declara el sagrado Concilio d e T re n to : finalmente es sa­ crificio impetratorio capaz por sí solo de mover la divina bondad á colmar­ nos de todo bien. Ni hay que estrañarlo ; pues es la víctim a anunciada tantos siglos, antes por el Profeta Mala q u ía s, víctim a que siendo única, debia ofrecerse en toda la redondel

— 185 — de la tierra : víctim a tan pura y santa que siempre será agradable al Eterno Padre, por mas pecador que fuese algún ministro y por inmundas que fuesen las manos que la ofreciesen, porque la ofrece el mismo Hijo do Dios, víctima y sacerdote á la vez. S í; el mismo que se ofreció por nosotros en el ara de la cruz es el que se ofrece todos los dias en el altar por mano de sus ministros : de modo que la santa Misa no es otra cosa que la continua­ ción del Sacrificio del Calvario que durará hasta el fin de los siglos, con la diferencia que entonces fue sa­ crificio cruento, y ahora es incruen­ to, es d e c ir , sin derramamiento de sangre. A ním ate, pues, alma devota de san J o s é : ahí tienes una moneda de infinito valor con que liquidar las

— 156 — deudas inm ensas que has contraido con Dios y con tu santo Protector y con que g ra n jea rte todavía cuantos bienes necesites para tu eterna sal­ vación. Basta lo dicho para que entiendas, amado devoto de san Jo sé , con cuan­ ta alegría del corazon y con qué fervor de espíritu deberias acudir á la santa Misa, ansioso de acercarte á la fuen­ te inagotable de celestiales gracias. Mira con qué recogim iento interior y exterior oonvieno que entres en la iglesia para asistir á la celebración de tan soberano m isterio. ¿Y con qué devocion deberíamos asistir á él ? De san Ambrosio cuenta C esá reo , que cuando celebraba , se volvia al pue­ blo despues del Evangelio , y le ex­ hortaba á estar con sumo recogimien-

— 187 — to y silencio , sin consentir que du­ rante el augusto sacrificio escupiesen los fieles ú hiciesen nada que pudie­ se distraer á los demás. Y no es e s traño: pues los mismos Angeles nos tienen envidia. San Ju an Crisóstomo los vió en gran número que rodeaban el altar atónitos al ver á un Dios ano­ nadado por amor del hom bre. E s­ fuérzate , pues, amado cristiano de­ voto de san J o s é , en asistir á este santo Sacrificio todos los dias, y con toda la devocion que puedas. Mira ¡con qué devocion y pasmo estaria el Señor san Jo sé ju nto al pesebre de Belen, contemplando por primera vez á un Dios hecho n iñ o ! Con qué de­ vocion hubieras tu estado con la Vir­ gen junto al pió de la cruz. Pues vas á asistir al mismo sacrificio y puedes



158



ser participante de las mismas gra­ cias. ¡ O h ! ¡ qué dicha tan grande la tuya!

MODO DE OIR D E V O TA M E N TE L A M IS A

El modo de oir Misa mas acepto á san José y mas conform e con el es­ píritu de la Iglesia, es que cada uno procure unir su intención con la del sacerdote, el cual ofrece el santo Sa­ crificio en nombre de la misma Igle­ sia por los cuatro fines ya espresados, que s o n : 1 . ” honrar á Dios y recono­ ce r su infinita excelencia y el supre­ mo dominio que tiene sobre todas las criaturas: 2 . ” ap lacarla divina justi­ cia irritada con tantos crím en es: 3.‘ satisfacer por los pecados de los hom-



1R 9 —

brea: 4 .° dar gracias á la divina Bon­ dad por tantos bienes recibidos , in­ clinándola á que nos conceda nuevas gracias. A este fin podrá servir la práctica sig u ien te: Mientras el Sacerdote dice el Con~ fiteor procura arrepentirte de tus pe­ cados con un fervoroso acto de con­ trición : invoca despues la gracia del Espíritu S a n t o , y la intercesión de María santísim a, de su Esposo san Jo ­ sé y del Santo cuya fiesta se celebra aquel dia para que te ayuden á asistir al santo Sacrificio con la debida re­ verencia y devocion. Luego podrás dividir la Misa en cuatro tiem pos: 4. En el prim er tiem po, que será desde el principio hasta el Evangelio, póstrate en espíritu delante del trono del Altísimo para honrar y alabar á



160



la divina Majestad, digna de honor y alabanza infinita. Im agínate ver á Je­ sús en el huerto de Getsemaní postra­ do la faz en tierra delante del Padre c e le s tia l, y uniéndote á él humílla­ te profundamente confesando tu na­ da, y diciendo: «¡O Dios mió! ¿quién «sois Vos, y quién soy yo ? Vos sois «mi soberano d u e S o , y yo humilde «esclavo vuestro : Vos mi Criador, y «yo vuestra indigna c ria tu ra : Vos «Dios de infinita m ajestad , y yo vil «gusano de la tierra. Os reconozco, «pues, por mi prim er principio y úl«timo f i n , y ya que mi m iseria no «puede alabaros como Vos mereceis, «os ofrezco cuantas alabanzas, adoraaciones y hum illaciones os ofreció por «mí vuestro santísim o Hijo en la tier« ra, é intento pagar con ellas el tri-



161



«Luto debido á vuestra soberana Ma­ je s ta d . » E jercítate una y muchas veces en estos y sem ejantes afectos salidos del corazon: manifiéstalos con las palabras que la devocion te d ic te : en el bien entendido, que pagando el tributo que debes á la Majestad divi­ na , pagas tam bién el hom enaje de­ bido al glorioso san Jo sé y á cual­ quier otro Santo.

E V A N G E L IO . E l que o re je ro y fuere bautizad o, urt •alvo: m u el que no «royere le r * oondenado. Marc. \vi, 1$.

_ 163 — 2. En el segundo tiempo, que será desde el Evangelio á la Elevación, cclia una mirada sobre los gravísimos pecados que has cometido y viendo la inmensa deuda que has contraido con la divina Ju sticia, le dirás con un

corazon contrito : «Aquí teneis , ó «Dios mió, á este pecador que tantas «veces se ha rebelado contra Vos. «Me reconozco digno de todo castigo «por mis m uchas iniquidades ; mas «yo os ofrezco las satisfacciones de «vuestro inocente ¡lijo Je s ú s , y por «ellas os pido humildemente me per«donéis. Atended , Señ o r, á tantos «azotes, espinas, bofetadas y oprobios «como recibió por m í: todo os lo «ofrezco en descuento de mis desór«denes pasados y de mis infidelidades «presentes! Aceptad el m érito de esa

— 164 — «Sangre preciosa que com o victima «os ofrece Jesú s de nuevo en el altar. «¡A h ! No está clamando venganza «como la del inocente Abel, sino mi«scricordia por todos los pecadores. « ¡O h ! ¡quién me diera, ó Padre mió «nmantísimo, las lágrimas de Pedro, «la contrición de la Magdalena, el do«lor de David y el de todos los peni«tenlcs , de suerte que recibiese por «Fruto de esta santa Misa la remisión «entera de todos mis pecados !» Aquí puedes detenerte á conside­ rar las varias afrentas y dolores que padeció Jesu cristo y en cada uno pe­ dir por tí y por los demás pecadores.

H abiendo Je sú s amado á los suyos, lo* amó hasta «I fin. Joan. Xlll, 1.

— 167 — 3 . En el tercer tiempo, que será desde la Elevación á la Comunion, considerándote y viéndote colmado de tantos y tan grandes beneficios como son los de la creación, conser­ vación, redención, vocacion á la fe y Religión verd ad era, inspiraciones, Sacramentos, patrocinio c intercesión de los Santos y demás gracias gene­ rales y particulares, tanto en el orden de la naturaleza , como en el de la gracia y en el de la gloria, excítate, á afectos de agradecim iento, pregun­

Quid rclribuam Domino pro ómnibus qucc retribuit mihi? ¿Qué le daré al Señor por tan­

tándote á tí m ism o:

tos y tan señalados favores como me ha hecho? Y acordándote que puedes en cambio ofrecerle un don de infi­ nito valor, cual es el Cuerpo y S a n -



1G8 —

gre de su mismo Hijo, responde con David : Calicem salutaris accipiam, tom aré el cáliz de salud y desde lue­ go ofrécelo al Eterno Padre diciendo: a Fióme aquí, ó Dios m ió, colmado, «es verdad, de innum erables bene«Picios generales y particulares que «m e habéis hecho y que quereis ha* «cerm e todavía en el tiempo y en la «eternidad. Reconozco la muchedum­ b r e de vuestras misericordias para «co n m ig o ; mas estoy pronto á pa«gároslo lodo cumplidamente y con «ventaja. Aceptad , S eñ o r, la divina «Sangre y el precioso Cuerpo de esuta víctim a inocente que ofrezco por «mano del Sacerdote. Bien sé que «habéis de quedar contento y satis— «fecho, pues os vuelvo mas de lo que «me habéis dado. ¡O Angeles santos

— 169 — «y vosotros Bienaventurados del cieulo! os suplico que ofrezcáis por mí «á Dios esta y las demás Misas que se «dicen actualm ente en todo el mundo «en reconocim iento de los beneficios «que he recibido y espero recibir en «adelante de su bondadosa m ano.» Aquí puedes ir repasando con la consideración cada uno de estos be­ neficios recibidos de Dios, de la Vir­ gen, de san Jo sé e t c ., dando por ca­ da uno la mas ferviente acción de gracias, y ofreciéndole de nuevo en cambio los méritos de la pasión y muerte de Jesu cristo.

j O «agrado co n v ite , en que se recibe al mismo H ijo de D io il

— 171 —

K. En el cuarto tiempo que será desde la Comunión hasta el fin de la Misa, despues de haber comulgado sacramcntalmcnle, ó si esto no pu­ dieres, hecha la comunion espiritual en la forma que luego se dirá, imagí­ nate que ves á tu divino Salvador dentro de tu corazón, y animado do una gran confianza en sus m éritos in­ finitos , pide á Dios todo cuanto ne­ cesites, diciéndolc estas ó sem ejantes palabras : « O soberano Dios y Señor «mió, confieso mi m ucha indignidad: «confieso que, reo de tantos pecados, «no merecía que escuchaseis mis sú«plicas: mas ¿cómo podéis dejar de oir »á vuestro amado Hijo que está en el «altar rogando por m í, y ofreciéndoos «los méritos de su vida y m uerte san­ dísima? Escuchad, pues, ó Padre de

— 172 — « cle m e n c ia , los ruegos de este mi «Abogado , y concededme por amor «suyo todas cuantas gracias sabéis «que me convienen para conseguir mi «eterna salvación. Teniendo tal In«terccsor, no he de contentarm e con «p oco: ¡antes os pido una general ¡ib«solucion de todos mis pecados, y la «gracia de la perseverancia final: no «solo e sto , sino quo confiado en los «ruegos de mi buen Jesú s y del glorio«so san Jo s é : espero alcanzar de Vos «las verdaderas y sólidas virtudes de «humildad, paciencia, castidad, obc«diencia, caridad, abnegación de mi «mismo y finalmente auxilios efica«ces para santificarm e de veras! Tam«bien os pido la conversión de todos « los infieles y de todos los pecadores, «particularm ente de aquellos á quic-

— 173 — unes estoy unido con vínculos mas es­ trech o s de parentesco ó de amistad. «No olvidéis ó piadosísimo Señor, las «almas que están penando en el p u r«gato rio: libradlas de las tinieblas de «aquella cárcel terrible por los mé­ ritos y eficacia de este santo Sacrifi«cio. Consolad á todos los tristes y «afligidos y socorred á todos los que «se hallan en algún peligro corporal ó «espiritual. Finalm ente desterrad los «vicios y plantad las virtudes en mi «corazon y en el de todos los alistados «á la Asociación de san J o s é , para «que haciendo vuestra santísima v o«luntad acá en la tierra, como la ha«cen los Bienaventurados on el cielo, «merezcamos algún dia ser compañe«ros suyos para alabaros y bendeciros «portoda la eternidad. Am en.»

— 174 Concluida la Misa, dirás una

Sakt

á la Virgen y un Padre nuestro á san Jo sé , y al salir de la iglesia procura­ rás hacerlo con un corazon compun­ gido, como si bajases del Calvario. COMUNION E SP IR IT U A L

SDS EXC ELEN C IA S Y PRÁ CTICA .

Puesto que la comunion espiritual de que poco ha hemos hablado es un medio poderosísimo para adelantar on la v irtu d , veamos en qué consiste. Ella no es mas que un deseo ardiente y amoroso de recibir á Jesú s sacram cntalm ente. Es tan agradable á Dios este deseo, que m uchas veces lia querido manifestarlo Jesú s hasta con m ilagros. Por otra parte es de gran­ dísima utilidad para el alm a, puesse

— 175 — puede h acer muy fácilm ente en la Misa y fuera de ella , en la iglesia y en casa, una y muchas veces al dia y por este medio se aviva la fe, se enciende la caridad y pueden los fie­ les unirse espiritualmente con Jesu ­ cristo: por lo cual las almas devotas hallan en ella sus delicias, y á veces sacan mas fruto de este ejercicio que otros de la misma Comunion sacra­ mental . Todo lo cual indica el Sagrado Concilio de Trento (1 ), diciendo que comulgan espiritualmente aquellos que reciben este pan celestial con el deseo y preparación de su corazon, y por medio de una fe viva, animada de la caridad perciben el fruto de él aunque no le puedan recibir sacra­ mentalmente. No dejes pues, ó Cris­ ti) Ses. m i, cap. 8.

— 176 — tiano, devoto de san Jo sé , escapar tan bella ocasion de enriquecer tu alma tan á poca costa, para lo cual podrás valerte de la práctica siguiente: Llegado el momento de la comu­ nión del S a ce rd o te, dá una ojeada i tu propia con cien cia, y si te hallares reo de alguna culpa m ortal, procura ponerte en gracia de Dios con un acto de verdadera contrición; y lue­ go con gran modestia de cuerpo y re­ cogim iento de espíritu dirás: «O Jesús «y Redentor m ió, yo creo íirmemen«te que estáis en realidad presente «en el Santísim o Sacram ento de vues«tro am or, en donde habéis querido «quedaros hasta el fin de los siglos«para ser víctima de expiación por «nuestros pecados, y alim entar nues«tras almas con vuestro Cuerpo y con

— 177 — «vuestra Sangre preciosísim a. ¡ Olí «qué dichosos son los que revestidos «de la rica vestidura de la gracia se «acercan á tan soberana mesa y to«man parte en este celestial convite! «¡Oh qué dichoso seria yo si pudiese «en este njom ento ser del número de «estas almas amigas vuestras, y rc «cibiros en mi p e c h o ! Mas ya que «no soy digno de tan soberano don, «aceptad por lo menos estos mis dc«seos, y haced que mi pobre alma «recoja las sobras de este celestial «convite, concediéndole alguna par«tecita de los riquísimos frutos c sp i«rituales que com unicáis á los que «dignamente os re c ib e n .» Luego ima­ gínate que le recibes en efecto, y quedándote en silen cio, adórale pro­ fundamente como si estuviera en tu ia

Id i J o * !.

— 178 — corazon: dále gracias y pídele que 1c enriquezca con sus dones, conside- | rándole en cada uno de los dias de la semana bajo un título diferente. El domingo como á Sanlificador de las almas : el lunes como á tu Rey y Se­ ñor : el martes como á Esposo de tu alma: el m iércoles como á tu Pastor: el jueyes como á tu Juez: el viernes como á tu Redentor: y el sábado como á Médico c e le s tia l, pidiéndolo cada dia alguna gracia correspondiente á aquel título. Por este medio hallar)? en la comunion espiritual un tesoro inestim able con que enriquecer tu al­ ma con los mas preciosos dones. No tendrás la dicha de acariciar en tus brazos al divino Infante, á semejansa de Jo sé , pero sí, podrás considerarle encerrado dentro de tu corazon.

— 179 —

Este modo de hacer la comunion espiri­ tual puede servir también de práctica para visitar entre dia al Santísimo , y aun para sacar mas copioso fruto de la misma comu­ nion sacram ental.

Gloria A Dio» en U* a ltu ra i, j en U tierra pas á loa hombre* de boena «■ lantad. Luc. II, 14.

— 181 -

SEGUNDO MODO FÁCIL D E O IR L A S A N T A M IS A CO M EXPLA N D O LOS H IS T E R I0 9

DE LA SAGRAD A PASIOH. Observe el devoto de san José que quisiere servirse de este m étodo: 1.° Que Cristo nuestro Señor ins­ tituyó el santo sacrificio de la Misa para volver á ofrecerse todos los dias por los hombres al Eterno Padre por manos del S a c e rd o te , renovando la memoria de su sagrada Pasión : de lo cual se deduce que uno de los m ejo­ res modos de oir la santa Misa es considerar en ella lo mucho que el Señor padeció por nosotros. 2.° Para que esta consideración sea



182



mas provechosa , puede el que oye Misa en cada uno de los misterios que meditare , dirigir algún afecto á nuestro Señor, ya de cómpasion, ya de arrepentim iento de sus pecados que fueron la causa de tantas pe­ nas ; unas veces le alabará y ensal­ zará por tan singular beneficio, otras le pedirá alguna de las virtudes y gracias que mas necesitare ; princi­ palmente la de saber copiar en su corazon una perfecta imagen de san Jo sé. 3 .° S e puede durante la Misa re­ correr toda la Pasión por el órden que aquí se pondrá, ó tom ar uno ó mas pasos para detenerse en ellos, según que cada uno hallare mas de­ vocion. Esto supuesto, empezarás haciendo

— 183 — con toda devocion la señal de la cruz, y trasportándote con el pensamiento á los mismos lugares en que Jesu ­ cristo padeció, atiende á las cerem o­ nias de la Misa que se notan en la página de la izquierda y luego mira en el número correspondiente de la otra página el misterio que aquella ceremonia representa, considerándo­ lo con afecto de com pasion; y así irás siguiendo el órden siguiente :



184 —

M ientras el S acerd ote

\. Llega al altar. 2 . Comienza la Misa. 3 . Dice el Confíteor. A. Sube al altar y le besa. 5 . Va al lado de la Epístola. (>. Lee el Intróito. 7. Dice los 8 . Dice el

Kyries.

Uominus vobiscum.

9. Dice las oraciones. 1 0 . Lee la Epístola. \ 1. Pasa el Evangelio. 1 2 . Vuelve al medio del altar. 1 3 . Dice el Credo.

— 18!J — Corniltier» ta n * Cristo Entra en el huerto de Getscmaní. 2. Hace oracion en el huerto. 3. Postrado en tierra suda sangre. 4. R ecibe el beso de Judas. 5. Le llevan atado á Jeru salen. (J. Es interrogado y recibe una bo­ fetada en casa de Anás. 7. Pedro le niega tres veces en casa de Caifas. 8. Se vuelve íi Pedro y con una mi­ rada de misericordia le con­ vierte. 5). Pedro llora su culpa. 10. Es llevado á Pilatos. 11. Pilatos le manda á Herodes, y allí se burlan de él. 12. Es mandado otra vez á Pilatos. 13. Le examina Pilatos y da testi­ monio da su inocencia.



186 —

m ien tras e l Sacerd ote 1 4 . Descubre el cáliz. 1 5 . Hace el Ofertorio. 1 0 . Cubre el cáliz con la palia. 1 7 . Hace el

Lavabo.

18 . Dice el

Orate fratres.

1 0 . Dice las oraciones secretas. 2 0 . Dice el

Prefacio y el Sanctus.

2 1 . Hace el Memento para los vivos. 2 2 . Prosigue el

Cánon.

2 3 . Hace las cruces sobre las obla­ ciones. 2 4 . Eleva la Hostia consagrada.

— 187 —

C onsidera com o (M ato l i. Es despojado de sus vestiduras. 15. Se ofrece á los azotes por nues­ tros pecados. 1G. Le ponen la corona de espinas. 17. Pilatos se lava las manos decla­ rándole inocente. 18. Pilatos le muestra al pueblo di­ ciendo : Ecce Homo. 10. Recibe mil afrentas dentro del Pretorio. 20. Es pospuesto á Barrabás y con­ denado á muerte. 21. Sube al Calvario con la cruz acuestas. 22. Le sale al encuentro su Madre santísim a. 23. Es clavado en la cruz. 2i. Es levantado en alto.

— 188 — m ien tras el Sacerdote

2 5 . Eleva el sagrado cáliz. 2G. Prosigue el

Cánon.

2 7 . Dice: Nobisquoquepeccaloribus. 2 8 . Dice el Pater nosler. 2 9 . Divide la Hostia. 3 0 . Echa la partícula en el cáliz. 3 1 . Dice el

Agmis Del.

3 2 . Dice las oraciones antes de la comunion. 3 3 . Comulga. 3 4 . Purifica el cáliz.

3 5 . Vuelve á cubrir el cáliz.

— 189 —

C onsidera eom o C risto 25. Derrama por las llagas su San­ gre preciosa. 26. Ve á su afligida Madre al pié de la cruz. 27. Ruega por el género humano. 28. Dice las siete palabras. 29. Su alma bendita se separa del cuerpo. 30. Daja al Limbo á sacar las almas de los santos Padres. 31. Muchos se volvían hiriéndose los pechos. 32. Sale sangre y agua de su costado abierto. 33. Es puesto en el Sepulcro. 34. La Magdalena y otras piadosas m ujeres

ungen

el sagrado

Cuerpo. 35. Resucita con cuerpo glorioso



190 —

m ien tras el S acerdote 3G. Dice el

Domitius vobisctm.

3 7 . Dice las últimas oraciones. 3 8 . Dice el último

Dominus vobis-

crnn. 3 9 . Da la bendición al pueblo. ■40. Dice el lie Mixsa est , y el últi­ mo Evangelio.

— 191 —

C onsidera tom o C risto 36. S e aparece á su Madre santísi­ ma y á los Discípulos. 37. Conversa con los Apóstoles por espacio de cuarenta dias. 38. Sube á los ciclos. 39. Envía el Espíritu Santo. ¿O. Envia lt)s Apóstoles á predi­ car el Evangelio por todo ol mundo.

8 t l f i i ó buen J c a ú i , á tu« siervos; y» que lo» redim iste con tn Sangre precio»*.

— 193 — T E R C E R MODO DE OIR

LA S A N T A M I S A . Como por nuestra inconstancia aun las m ejores cosas nos causan fas­ tidio cuando no van sazonadas con la variedad, me ha parecido añadir aquí otro modo de oir Misa, para que cada uno escoja el que m ejor se adapte á su disposición , y saquen todos mas abundante fruto de una obra tan santa. Este modo consiste en tom ar cual­ quier misterio de la sagrada Pasión, y haciéndose uno presente ¿ él como si pasara delante de n o so tro s, irle considerando por los cinco puntos s i 1 *1

l.l i JosO.

— 194 — guientcs, que podrán también servir de norma para meditar sobre la mis­ ma Pasión, aun fuera de la Misa. 1 . 0 ¿ Quién es el que padece ? pon­ derando su infinita dignidad, sus vir­ tudes , sus perfecciones y demás tí­ tulos que le hacen digno de nuestro respeto y amor como Dios y como hombre. 2 .° ¿Qué

padece? Mírale cuán

angustiado se halla en el espíritu, cuán lleno de dolores en el cuerpo, cuán maltratado en su honor. 3 .° ¿Cómo padece? Penetra hasta lo mas íntimo de su divino corazon, y observa atentam ente como nos da admirables ejemplos de todas las vir­ tudes , especialm ente de humildad, paciencia , silencio y caridad , hasta para con sus mismos enemigos.

— 195 — 4 .° ¿Por quién padece? Por mí. ¿Y quién soy yo? ¿Cómo he merecido que Dios hiciera y padeciera tanto por mi am or? ¿Cómo he mostrado hasta ahora mi agradecim iento para con É l? 5 .*

¿ Por qué padece ? ¿Q ué es lo

que se propuso el Hijo de Dios ofre­ ciéndose por mí á tantos torm entos ? ¿De qué males me lia querido librar? ¿Qué bienes pretende com unicarm e? ¿Qué gratitud m erece de mí en re­ torno? ¿Qué será, pues, justo que yo haga por É l? Convendrá concluir con algún co­ loquio, propósito y petición, confor­ me sea el m isterio que se hubiere meditado, y aun podrán hacerse va­ rios coloquios, sea al Eterno Padre ó á Jesucristo pidiéndoles la gracia que

— 196 — deseamos alcanzar ; sea á la Virgen ó á su santísimo esposo san José , ú fin de que interpongan su poderosa intercesión en nuestro favor.

Venid, venid & gustar El manjar mas regalado, Que ea Jesús sacramentado En la M esa del Altar.

Instrucción y práctica para recibir­ los dignamente. Tres cosas son necesarias para la vida corporal; alim ento, luz y medi­ cina. Sin lo primero el cuerpo desfa­ llece, sin lo segundo está el hombro expuesto á caer en mil precipicios, y sih lo tercero no podría recobrar la salud perdida, y seria inevitable su muerte. Lo mismo sucede en lo es­ piritual: para la vida del alma nece­ sitamos tam bién de alim ento, luz y medicina c e le s tia l, y de estas tres cosas nos ha provisto Dios en los



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santos Sacram entos. Jesu cristo en la sagrada Eucaristía es el sol que da luz a) m un do, iluminándonos con sus inspiraciones divinas ; es el árbol de vida plantado en el jardin de la Igle­ sia que da celestial alimento á las almas ju s t a s , es un éfióacísimo re­ medio y un antídoto soberano que librándonos de las culpas veniales y cotidianas nos preserva de caer en pecados mortales. La Confesion os para los pecadores, medicina que les vuelve la vida de la gracia y el confesor es guia espiritual que les sirve de luz para que no tropie­ cen en medio de las densas tinieblas de las pasiones. ¡ O h ! ¡ cuán inexcu­ sable seria delante de Dios el devoto de san José que por pereza de acu­ dir á tan fácil remedio permaneciese



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de asiento en las sombras ominosas del pecado , expuesto á caer , como tantos otros , en las tinieblas de una muerte eterna ! Bien conoció el Con­ cilio Tridentino de cuanta importan­ cia es este medio para conservarse y crecer en la virtud, cuando tanto lo recomendó á todos y ordenó que los jóvenes que se educan en los semi­ narios frecuentasen los Sacram entos tí lo menos cada mes; haciéndolo con expresiones tales que manifiestan bas­ tante el deseo del santo Concilio de á que se lleguen los cristianos lo mas menudo que puedan. San Francisco de Sales y los demás Santos y Maes­ tros de la vida espiritual aconsejan generalmente á los que quieren de veras aprovechar en la virtud, que se confiesen cada ocho' dias. Mas c o -



202



mo muchos por falta de disposición dejan de percibir el fruto de los Sa­ cram entos, y aun convierten en daño propio lo que se instituyó para nuestro rem edio; debe el devoto de san José poner sumo cuidado en disponerse para recibirlos dignam ente, en espe­ cial el de la penitencia, por ser mas fácil el que falte en este alguna de las disposiciones necesarias. Grabe por tanto en lo mas íntimo de su alm a, que haría mala confesion y com etería un sacrilegio, no solo si por vergüenza dejaba de confesar al­ gún pecado m o rta l, sino también si por falta de diligencia en el exámen se le olvidaba ó no declaraba las ve­ ces que pecó ; y lo mismo debe de­ cirse del que se confíese sin verda­ dero dolor y propósito de la enmien-

— 203 — da, y esto aunque no se confiese mas que de culpas veniales. Para evitar estos y otros peligros ayudarán las prácticas sig u ien tes:

P rá ctica p a ra la Canffeolon. EXAMEN D E CONCIENCIA.

Puesto en la presencia de Dios y hecha la señal de la cruz, implorará el auxilio divino con la siguiente ORACION.

Soberano Señ o r de todas las cosas, á cuyos purísimos ojos están patentes las conciencias de todos los hom bres, ante vuestra divina Majestad me pre­ sento lleno de confusion reconocién­ dome reo de innum erables culpas, aunque no las conozca todas ni forme de ellas el ju sto concepto que debie-

— 204 ra. Por esto os suplico os digneis in­ fundirme vuestra divina luz y gracia, para que sepa acordarme de ellas y aborrecerlas de todo corazon. Y Vos, soberana Virgen María, la mas pura d inocente d'e {odas las cria­ turas, y Vos protector mió san José, volved los ojos de vuestra clemencia liácia este m iserable p ecad o r, y al­ canzadme la gracia de h acer debida­ mente esta confesion , como que tal vez será la última de mi vida. Ense­ ñadme á exam inar severamente mi con cien cia, á arrepentírm e de veras y acusarm e con sinceridad, para que recibiertdo ahora entero perdón de mis pecados , merezca algún dia ser colocado entre los justos á la derecha de Jesú s, Juez de vivos y muertos, y ; oir de su divina boca aquella favora-1

— ble sen ten cia : Venid,

205 —

benditos de mi Padre, y poseed el reino que os está preparado (1) por toda la eternidad. Luego exam ine la conciencia por los man­ damientos, pecados capitales y obligaciones de su estad o, indagando en qué ha faltado en pensamiento, deseo, palabra, obra y omi­ sión según el siguiente catálogo, en el cual se han puesto los pecados así m ortales co­ mo veniales en que pueden incurrir los de­ votos de san José y otras personas que as­ piren á la perfección , y además se han no­ tado con una estrellita los puntos que suelen ser materia mas frecuente de las confesio­ nes ordinarias y cotidianas, dejando los de­ más para el exámeñ de una confesion ge­ neral. (l) Matlb. xxv, M.

-

206



CATÁLOGO da l u principáis» especies da pecados.

P R IM E R MANDAMIENTO.

Pensamientos. Dudas cogtra la fe y tar­ danza en desecharlas. Investigar curiosam ente los m isterios di­ vinos. Desconfianza ó loca presunción de la mi­ sericordia de Dios. Intención de seguir pecando, ó de no de­ cir algún pecado hasta la m uerte. C reer en sueños y supersticiones. Palabras. Quejas contra Dios. H aberse alabado de cosas mal hechas. * Burlarse de personas b uenas, porque lo son, ó porque hacen cosas buenas. * Haber con burlas y malos consejos im­ pedido obras buenas. Blasfem ias, votos y porvidas contra Dios y los S a n to s, ó haber sido causa de que otros las profiriesen.

— 807 — Obras. Supersticiones, tira r las cartas etc.

* Haber leido ú oido leer, prestado ó re­ tenido libros prohibidos. * Hastío de la palabra divina y de las prácticas de virtud. * O rar de mala g a n a , y negarse á otros actos del culto divino. Simonía. Omisiones. Ignorancia culpable de la doc­ trina cristiana. * No haber acudido á Dios en las tenta­ ciones, ni dádle gracias de sus beneficios. * Hipocresía en el ejercicio de las buenas obras haciéndolas por fines torcidos. * Dejar por respetos humanos de hacer algún bien. * No denunciar cuando, y á quien se debía. SEGUNDO MANDAMIENTO.

Pensamientos. Intención de ju rar en falso. Palabras. Haber jurado sin verdad , con

dada, 6 sin necesidad. Haber jurado prometiendo vengarse cansar daño.

ó

208 — juram ento sin ánimo



Prom eter cumplirlo.

cod

de

Omisiones. Negligencia en cumplir los vo­ tos y promesas bien hechas. TERCER MANDAMIENTO.

Pensamientos.

Animo deliberado de

do

oir misa. Palabras. * Conversar en los templos, especialmente durante la misa. Obras. * Irreverenciasen el templo,como citas, miradas, señas, risas ú otros desacatos. * Poco respeto á personas eclesiásticas. Infracción de ayunos y vigilias. Omisiones. Haber faltado á misa por ne­ gligencia. * Haber recibido los Sacramentos sin las debidas disposiciones. * No haber cumplido la penitencia. * Distracciones voluntarias en la misa ó rezo. CUARTO MANDAMIENTO.

Pensamientos. Odio á los padres ó á otros deseándoles la muerte ú otro mal grave.

— 209 — Juicios infundados, sin haberlos des­ echado. Palabras. * Haber hablado mal á espaldas del superior, haberle maldecido en presen­ cia, amenazado maltratado de otra suerte. Lo mismo digo de los hermanos y demás personas de casa. * Lo mismo de los maestros, condiscípu­ los ú otros compañeros. Obras. Falta de respeto, como levantar la mano, ó cometer otro desmán y ofensa que los haya contristado gravemente. * Desobediencias tocantes á las costum­ bres y buena crianza. Juego conthi su voluntad. Tomar cosas de casa sin su licencia. * Desprecios ó burlas de sacerdotes, su­ periores, ancianos, maestros y autoridades. * Faltar á lo dispuesto por los superio­ res. QUINTO MANDAMIENTO.

Pensamientos. Deseos de venganza ó de diñar al prójimo. •i

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i.i

Jo»-.



210



* Alegrarse del mal ó entristecerse del bien de otros. Palabras. Desear la muerte á sí ó al pró­ jimo. Aconsejar, consentir óaprobarla venganza. * Injurias en presencia ó ausencia de al­ guno. * Maldiciones é imprecaciones. Obrat. Haberse puesto en peligro de mo­ rir ó m atar á otro. Hacer daño á la salud con excesos en co­ mer, beber ó en otras cosas. Haberse vengado. * Golpes ó riñas con los compañeros. * Dar á ellas pábulo y causar enemistades. * Escándalos, excitando al mal ó impi­ diendo la práctica de la virtud. Omitiona. * No haber cortado escándalos, avisando á quien correspondía. Negar el saludo al enemigo. SEXTO Y NOMO MANDAMIENTO.

Este vicio es como la p e z , que se pega con facilidad, ó como una peste que se apo-

— 211 — dera pronto de cuerpo y alm a; por lo que el devoto de san José que se viere tocado del vicio im puro, debe examinar sus poten­ cias y sentidos, para conocer el abismo en que se halla. ' Examínese primero por los cinco senti­ dos, mayormente el oido, la vista y el (acto. * Examine sus pensam ientos, palabras y obras. * Examine hasta los sueño s, por si diú lugar 1 ellos, ó se deleitó al despertarse. * Vea si ha seducido ó enseñado á pecar. * Examine cartas, libros, canciones, se­ ñas, ocasiones, peligros, otros actos y es­ cíndalos. Vea si fué por ciertas calles y paseos, ó entró en la iglesia con mal fin. * Mire si en las tentaciones acudió á Dios 6 á san José. No deje de indicar el estado de las perso­ nas, y si fué en lugar sagrado. Finalmente considere que en esta materia cualquier deleite carnal plenamente adver­ tido y consentido, es pecado grave.

— 218 — SÉPTIMO Y DÉCIMO MANDAMIENTO.

Pensamientos. Intención ó deseo de tomar ó retener lo ajeno, engañar ó dañar. Palabras. Haber aconsejado ó aprobado algnn daño hecho al prójimo. Obras. Hurtos hechos, aplaudidos, acon­ sejados, encubiertos ó no impedidos. Jugar ó ganar dinero tal vez robado. Trampas en el juego. * Malgastar lo que los padres dan pan los estudios. Daños en sembrados ó heredades ajenas. Otros daños y perjuicios. * Quitar dinero ú otra cosa á sus compa­ ñeros. Omisiones. No devolver lo hallado, 6 do haber hecho diligencias para averiguar el dueño. OCTAVO MANDAMIENTO.

Pensamientos. * Juicios temerarios. Palabras. * Descubrir á otros sus juicios

ó sospechas.

— 213 — Revelación del secreto que debia guar­ darse. * Mentiras, mayormente con perjuicio. * Murmuración descubriendo pecados aje­ nos. * Haber oído con gusto y aun con aplauso murmurar del préjimo. Esparcir noticias falsas contra la caridad. Escritos ó libelos infamatorios. Obras. * Sembrar zizaña y discordia. * Acusaciones ó delaciones falsas. Omisiones. No haber impedido, pudiendo.la maledicencia ó las injurias dichas al prójimo.

P c n d H esp ítele*. SOBERBIA.

* Envanecerse de sí mismo, de sus talen­ tos y dones naturales ó sobrenaturales. * Despreciar interiorm ente y preferirse á los demás. * Jactarse con palabras vanas. * Manifestar en el trato altivez, orgullo ó desden de los otros.

— 814 — * Llevar á mal que le reprendan ó avisen de las faltas.

AVARICIA.

Falta de generosidad para con los compañe­ ros, deseando ó escogiendo para sf lo mejor, y no repartir con ellos lo que uno tiene, cuan­ do la caridad 6 la buena educación lo exigen. LUJURIA.

Véase lo dicho en el sexto mandamiento. IRA .

* Enojarse por cualquiera palabra ó desaire. Vengarse sacando m otes, ó profiriendo palabras é injurias groseras. * Tener rencor ó aversión á alguno. * Porfiar con otros promoviendo contien­ das y rencillas. * Llevar las adversidades con impaciencia. *

GULA.

* Entretenerse en pensamientos y con­ versaciones de comida.

— 215 —

* Quejarse con sus compañeros de la can­ tidad ó cualidad de los manjares. Comer y beber con exceso. * Tomar la comida con ansia y poco decoro. ENVIDIA.

* Entristecerse de los talentos y dones naturales ó sobrenaturales del prójimo. * Oir de mala gana sus alabanzas, y ale­ grarse de sus vituperios. Murmurar de él procurando rebajar su mérito. Gozarse de verle humillado. PEREZA .

* Poca presteza en levantarse por la ma­ ñana. * Hacer con tibieza los ejercicios de piedad. * Dejar las cosas de obligación para la última hora. * Faltar á sus deberes (de estudiante por ejemplo) dejando de aprender las lecciones ú de preparar las materias señaladas, ó no atendiendo i la explicación del Maestro.

— 216 — Hecho el exámen de las culpas, pondrá todo el cuidado posible en excitarse á con­ trición y propósito haciendo de espacio eslas ó semejantes reflexiones, y parándose de cuando en cuando para ponderarlas mejor.

I0TIT0S »E CONTRICION. ¡O alm a m ia! ¿q u é has hecho?¿á quién has ofendido? Al suprem o Se­ ñor de ciclos y tierra: á un Dios de infinita m a je sta d , an te quien tiem­ blan de respeto las colum nas del fir­ m am ento. ¿Cómo ha sido tan grande tu atrevim iento? ¿Cómo no te llenas­ te de h o rro r de solo pensar lo que ibas á h a c e r? ... ¡A h! ni te acordaste siquiera de que ofendías á un Juez de sum a santidad y ju s tic ia , al mismo que te ha de pedir estrecha cuenta de to d o ! De nada de esto te quisiste acordar; al contrario cerraste los ojos

— 217 — á toda consideración, para pecar con mas lib e rta d ... te hiciste reo de tan­ tos pecados, y en su m ism a presen­ cia !... ¡ O insensato de m í, he pro­ vocado con m is iniquidades la justicia de Dios ! Nada pudo co n tenerm e en la senda de la iniquidad, ni el peligro de una m uerte rep entina, ni el juicio inevitable de Dios , ni los horrores del infierno , de aquel incendio que nunca se apaga, de aquel gusano que siempre roe , ni el alarido de tantos desgraciados que están sufriendo ta n ­ tos años hace la pena de su desobe­ diencia acaso por mas leves pecados que los m io s... ¡Ay! no solom o burlé de las am enazas de Dios, sino que in­ grato despreció sus beneficios. Vos, Dios mió, m e criasteis á vuestra im ágen y sem ejanza ; y yo m e confundí



218



con los b rutos irra c io n a le s: Vos me adornasteis en el bautism o con li preciosa vestidura de la gracia , que me hacia el em beleso de los mis­ mos Angeles ; y yo despojándom e de e l l a , la he arrastrad o por el lodo de la culpa : y olvidándom e del pac­ to que entonces se celebró de que Vos fueseis mi Dios y yo vuestro sier­ vo, Vos mi P adre y yo vuestro hijo, he renunciado á todos esos títulos y me he vuelto á poner voluntariamente bajo la esclavitud de S atanás, de que Vos á tan ta costa m e habíais sacado... ¡Ay dulce Jesús mió! ¿C óm o no me im pidió y me contuvo en el camino de la m aldad el veros á Vos sudar san­ gre , sufrir e sp in a s, cinco mil azotes y expirar en u na cruz por los mismos pecados que yo co m etía? Pero tan

— 219 — cruel y em pedernido estuvo mi corazon, que ni m e sen tí movido á com pa­ decerme de Vos, ni m e horrorizó do. mí mismo, an tes bien os abrí esas lla­ gas y os crucifiqué cuanto estuvo de mi parte! ¡Qué h o rro r!... ¿Qué supli­ cios podrán ser bastantes para casti­ gar sem ejante aten tad o ? Y sin em bar­ go Vos, Dios m ió, m e habéis sufrido con paciencia , y no habéis querido descargase sobre mí el golpe de vues­ tra ju s tic ia , para que no pereciera eternamente. Yo dejé de ser hijo vues­ tro ; y Vos no os habéis olvidado de que sois mi padre. ¡Ah! ¡cuánto mas perverso he sido para con Vos, tanto mas resalta vuestra inagotable bondad y clemencia para co n m ig o !... ¡ Oh ! ¿Quién dará ahora agua á mi cabeza, y á mis ojos fuentes de lágrim as , y

— 220 — lloraré dia y noche m is pecados? ¡Ay de m í ! que ofendí á mi P a d r e , á mi Criador, á mi B ien h ech o r soberano, al m as fiel y generoso de los amigos! Y ¿p o r qué os abandoné, Dios mió? ¿ P or qué m e aparté de Vos que sois la alegría de los A ngeles , la hermo­ su ra de los c ie lo s , origen y fuente de toda bondad? | Ah! P o r un vil pa­ satiempo! ¡Por un sucio deleite! ¡Por un cap rich o ! ¡P o r un n a d a !... Si ahora fuera , no os abandonaría por todo cuanto hay en el m u n d o , y quisiera p erd er mil veces la vida antes que volveros á o fe n d e r, antes que daros el m enor disgusto. Mas ahora ¿ qué haré ? ¿ A quién osaré presen tarm e despojado de la inocen­ c ia , cubierto de asquerosas llagas con tan to s pecados , y merecedor df



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tan graves castigos? ¡ Ay ! á donde quiera que me dirija p arece que todas las criaturas levantan el grito contra mí... ¿Acudiré á san José? ¿Acudiré á la Virgen? A Vos acu d iré, dulce Jesús mió , que aunque seáis el ofendido, sois el único que puede rem ediar mi miseria; y no osando levantar los ojos al cielo h eriré mi pecho diciendo con el publicano del Evangelio: Dios m ió, sed propicio á este pecador. P adre de misericordia, aquí teneis á un pródigo que no m erece llam arse hijo vuestro, dí aun ser adm itido e n tre vuestros criados ; m as perdonadle por vuestra bondad: volved á mi alm a la alegría de vuestra am istad y gracia; que aun­ que no lo m erezca y o , lo m erece la sangre de vuestro in o cente Hijo Je­ sús derram ada por m í. Ea , dejaos



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vencer de sus ruegos y de los de su M adre santísim a , y de mi protector san José que tam bién os lo piden, y concededm e el perdón. Yo por mi parte aborrezco m is culpas pasadas; las confesaré con hum ildad resuelto á h ac er penitencia de e lla s : yo os pro­ m eto con vuestra gracia no ofenderos m as de hoy en adelante, y seguir el cam ino de vuestros santos manda­ m ientos hasta la m uerte. Amen. El que no tuviere que acusarse mas que de faltas veniales podrá prepa­ rarse á la confesion por los puntos y acto de contrición que se pusieron arrib a, pág. 13 4 .

M odo de confesarse. ¡ Qué lástim a, que hasta personas de cierta instru cció n no sepan toda-



223 —

vía confesarse por sí m ism as, y tenga el confesor que preguntárselo todo, como si tu v iera á sus pies un niño ó algún hom bre rudo! ¡Á cuántas con­ fesiones nulas dará ocasion esa tris­ te práctica, no m enos expuesta para el confesor, que nociva al penitente! Este descuida el exam en, fiándose en que ya se lo hará el confesor, om ite las faltas m as graves, y tal vez hasta llega á im aginarse que no deben ser­ lo , cuando aquel no se las ha pre­ guntado. Sepas , p u e s , am ado cris­ tiano, que no tien e el confesor obli­ gación de adivinar tus pecados; tú la tienes y m uy estrech a de decírselos todos: enhorab u en a que con caridad de padre y sagacidad de m aestro, él te ayude á reconciliarte con D io s ; si tú por esa tris te c o stu m b re, ó mal

— 224 — entendido ru b o r llegas á callar volun­ tariam en te, d ism inuir ó disfrazar al­ gún pecado grave, haces una confe­ sión nula y com etes un enorm e sa­ crilegio. P o r tan to te suplico, am ado cris­ tiano , devoto de san J o s é , que ha­ biéndote exam inado con diligencia de a n tem a n o , te arrodilles con toda hum ildad y m odestia á los piés del confesor , y dicho ol Yo pecador, sin ag u ard ar á que el confesor te pre­ g u n te, em pieces sin m as preámbulos ni sa lu ta c io n e s : P ad re , hace tan to tiem po que no m e co n fie so : cum plí la penitencia, he hecho exám en de conciencia,y vengo con dolor de m is pecados y propósito de no ofender m as á Dios. Me acuso q ue, etc.

— 225 —

Aquí se confesará por el órden con que se hubiere examinado, ó empezando por los pecados m oríales, si los hubiere, ó por el que le causare mas rubor, como acostumbran algunos, ó siguiendo los mandamientos. Cualidades de la confesion. Esta debe sor entera, breve, clara y hum ilde. Debe ser entera, diciendo todos los pecados m ortales según su número y especie. El que no pudiere acordarse del núm ero fijo, diga el que le parezca m as probable, y si aun esto no puede, diga por lo m onos las veces que solia p ecar cada dia ó cada sem a­ na. Explique si pecó por obra, pala­ bra , deseo , ó solo por pensam iento consentido. Debe tam bién confesar ciertas circu n stan cias que es preciso que el confesor sepa para form ar el 1 ?;

Id i l o » .



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ju sto juicio del p e c a d o : así v. g. el robo de cosa sagrada ó com etido en la iglesia, es sacrilegio. P or lo mismo en los pecados contra el sexto manda­ m iento debe expresarse no el nombre, sino la cualidad de las p e rso n a s , si eran casadas, parientas ó consagradas á Dios : y siem pre que uno dudare si debe ó no confesar alguna cosa ó cir­ cunstan cia , pregúntelo al confesor. Breve, evitando preám bulos ó nar­ raciones que nada h acen al c a s o : no confíese pecados a je n o s : no se acuse de cosas generales, com o de no ha­ b er servido á Dios com o d e b ia ; pues todos, hasta los m ism os S antos, pu­ dieran d ecir esto, y p o r lo m ism o nada de nuevo dicen al confesor. Ayudará tam bién á la brevedad no poner de­ m asiado em peño en confesarse de tú-

— 127 — das las faltas veniales , pues no hay obligación de decirlas al confesor. Si no hallare culpa grave en la con­ ciencia , bastará que se acuse de al­ gún pecado m ortal de la vida pasada ó del pecado venial de que tenga mas dolor y propósito, por que si do ninguno de ellos se a rrep in tiese, ha­ ría mala confesion. Clara, diciendo lo cierto como cierto, y lo dudoso com o dudoso. Si uno, por ejem plo, sabe de cierto que ha faltado al respeto á sus padres ó m urm urado, no se acusará bien di­ ciendo com o si d u d a r a : me acuso ti he fallado al re sp e to ... si he mur­ murado ó de lo que haya faltado... Si no que debe d e c ir : Me acuso que faltó al respeto, que m u rm u ré, etc. H um ilde, acordándose que está á

los pies de Jesucristo cuyo lugar ocu­ pa el confesor; y así no escuse ni dis­ m inuya la gravedad de las faltas, no eche la culpa á otros y sobre todo no calle por vergüenza pecado algu­ no m o rta l, pues esto seria cometer un h orrible sacrilegio , y abrirse las puertas del infierno con la misma llave del cielo que. es la confesion. Si tuviere la dicha de hallarse lim­ pio de conciencia, d i r á : P ad re, desde mi últim a confesion por la m isericordia de Dios no hallo h aber faltado en cosa notable; y por m ateria cierta y determ inada de este sacram ento m e acuso de tal pecado de mi vida pasada ya confesado. Aquí se acusará de algún peca­ do de la vida pasada ya confesado, teniéndole presente en la memoria

— 229 — y formando nuevo dolor de haberle cometido con propósito firm e de n u n ­ ca mas volver á p e c a r , y así aña­ dirá: Tam bién m e acuso do todos los pecados m ortales y veniales de toda mi vida, de los cuales pido de nuevo perdón á Dios con firm e propósito de la enm ienda , y á Vos, P ad re, peni­ tencia y absolución , si soy digno de ella. Hecho esto, no piense m as en los pecados; escuche al confesor con h u ­ mildad y sin in terru m p irle, y si algo se le hubiere olvidado, lo dirá con­ cluida la exhortación , an tes que le absuelva, y m ien tras recibe la abso­ lución , diga con g ran fervor el Se­ ñor mío Jesucristo.

— 230 —

Despues de la Confesion. Despues de la confesion no te olvi­ des, cristiano devoto de san José, de dar gracias á Dios por tan singular beneficio, para lo cual pongo aquí la siguiente oracion del V. P . Luis de la P u en te, y es sacada del Salm o 102. B endice, ó alm a m ia, al Señor, y todas las cosas que están dentro de mi alaben su santo nom bre. Bendi­ ce, ó alm a m ia, al S eñor, y no quie­ ras olvidarte de las m ercedes que te lia hecho. El perdona todos tus pe­ cados y sana todas tu s enfermedades; redim e tu vida de la m u erte, y te co­ rona con obras de m isericordia; lle­ na de bienes tu deseo , y renueva tu j u ventud com o la del ág u ila. No me ha castigado según m is pecados, ni me

— 231 — lia dado la pena que m is culpas m e­ recían : cu an to dista el oriente del occidente, tan to alejó de m í todas mis m aldades. Como el padre se compadece de sus hijos, así el Señor tiene com pasion de los que le tem en; porque conoce bien n u estra flaqueza y la masa de donde fuim os form ados. ¡0DÍO8 de mi alm a ! si tan grandes son las m isericordias que m e has he­ cho, ¿qué h aré yo para no ser corto en agradecerlas? Deseo proseguir con tu ayuda, lo que en mí ha com enzado tu m isericordia. Y pues m e has p er­ donado los pecados, nun ca m as vol­ veré á ellos ; pues me has librado de la m uerte, no m e su jetaré otra vez á ella; pues me has coronado con m i­ sericordia, yo te daré la gloria de to­ das mis coronas. A ñade, S eñor, esta



232 —

m isericordia ú las pasadas , que lle­ nes mi deseo de tu s bienes celestia­ les, dándom e gracia para cum plir lo que te ofrezco; y m udando m i forta­ leza de tal m anera, que con gran fer­ vor cam ine, corra y vuele com o águi­ la renovada, hasta alcanzar la eterna corona de la gloria. Am en. Si el confesor no-hubiese señalado tiem po, cum pla la p en itencia lo mas pronto que sea posible.

— 233 —

SAGRADA COMUNION. Dioha d el q n t oom ulga b ie a .

La m ayor dicha de que puede go­ zar el cristian o en este d estierro, es unirse con Dios por la participación del divino S acram ento de la E ucaris­ tía con la íntim a unión que nos m a­ nifiesta el m ism o Jesucristo dicien­ do : El que come mi Carne y bebe m i

Sangre, permanece en Mí y Yo en él. Es de tan to valor el don que se nos da en la sagrada Gomunion , que ni al mismo E tern o Padre se le puede ha­ cer regalo m as precioso: y es al m is­ mo tiem po de ta n to provecho á nues­ tras alm as que , como decia santa María M agdalena de Pazzis, u n a c o -

— 234 — m union h echa con las disposiciones de fe , hum ildad , confianza y amor que exige tan soberano m isterio, bas­ taría para hacernos santos. P ero como este S acram ento obra en cada uno según las disposiciones que halla, por esto son tan diferentes los efectos que produce en los que le reciben. S an Luis Gonzaga com ulgaba cada ocho d i a s , pero con tal devocion, que em pleaba tres dias enteros en prepararse con santos deseos y va­ rias p rácticas de v ir tu d , y pasaba los tre s dias siguientes en actos de a g ra d e c im ie n to : y de santa Magda­ lena de Pazzis se lee que siendo de solos diez años sentia tan encendi­ das ansias de u n irse con Jesucris­ to , que con una san ta impaciencia iba contando los dias y au n las ho-



m



ras que faltaban hasta aquel m om en­ to precioso, com o podia hacerlo san José aguardando el dichoso instante de adorar á Jesús recicn nacido. P ro­ cura á lo m enos tú , afortunado de­ voto del S anto ex citar en tí estos de­ seos desde la vigilia , disponiendo tu alma con actos de v irtudes, especial­ mente de fe, hum ildad y am or, para presentarte al convite del Rey celes­ tial á com er el pan de los Angeles. A este fin servirán las consideracio­ nes que aquí pongo , valiéndom e de algunos afectos del V. P. Luis de la Puente , que cada cual podrá dirigir al Señor, com o si salieran de lo ínti­ mo de su corazon.

— 236 —

CONSIDERACION PARA ANTES DE COMULGAS. I. Quién viene. Jesu cristo Dios y hom bro verdade­ ro: pero ¡qué grandezas en cierra este S eñor ya se le considere com o Dios, ya se le m ire com o hom bre! Si dis­ curro por las grandezas de su divini­ dad , y m iro las obras que hace en cuanto D ios , hallo q ue es el mismo Hijo unigénito que está en el seno del E tern o P adre , resplandor de su gloria y figura de su sustancia: eter­ no , in m e n s o , infinito y om nipotente com o el P ad re ; la m ism a sabiduría, bondad y fortaleza, p or quien fueron creadas y se conservan todas las co­ sas. S í, en este inefable Sacram ento

— 237 — está el gobernador del universo, el santificador y glorificador de las al­ mas, el principio y el fin últim o de todas las cria tu ras. ¡Y cómo Señor! ¡Siendo la m ajestad infinita , habéis querido estrech aro s hasta quedaros en ese augusto S acram en to, para que tuviésemos en la tierra un tro n o vi­ sible de gracia á donde acu d ir, segu­ ros, de alcanzar m isericordia y hallar remedio en todos nuestros males! ¡0 Verbo divino que estás en el seno in­ menso de tu P ad re c e le stia l, ¡ cómo vienes á m o rar en el seno estrecho de un hom brecillo m o rta l! O Rey de gloria que estás en los cielos, sentado entrono de infinita m ajestad, ¡cómo te hum illas hasta quedarte en la tier­ ra en trono de ta n ta bajeza ! ¡Ah! tu excesiva caridad es la causa de tanta

— 238 — hum illación ; el deseo que tienes de ensalzarm e y de provocarm e á que te am e ; te obligó á o b rar tan grande prodigio de am or. ¡ Oh ! si te amase com o Tú m e a m a s ! ¡ O h ! si me hu­ m illase yo, com o Tú te hum illas para poderte h o n ra r y serv ir com o me­ reces ! Si m iro las obras que Jesús hizo en cuanto hom bre, y los oficios que ejercitó , veo que en esto admirable S acram ento está aquel Hombre-Dios que obró tan tas m aravillas viviendo en carn e m ortal. E ntró en el seno de la Virgen y la enriqueció con admi­ rables dones de gracia. E ntró en la casa de Z acarías, y santificó al Bau­ tista dejando á sus padres llenos del E spíritu S a n to : ¿p o r qué pues no produciría en mi alm a los mismos

— 239 — efectos , si tien e en ese S acram ento la m ism a bondad y el m ism o poder? Si es el m ismo que san José vió re­ clinado en el pesebre y adorado de los Pastores y Reyes ; el m ism o que anduvo por el m undo enseñando, predicando, cu rando enferm os, resu­ citando m uertos y haciendo bien á todos ; el m ism o que fué preso, azo­ tado, coronado de espinas, escarne­ cido y crucificado por mi a m o r ; el mismo que clavado en la c ru s rogó por sus e n e m ig o s, perdonó al buen ladrón y le prom etió el p a ra íso ; ¿por qué no usaria conm igo de la m ism a misericordia que usó con tantos pe­ cadores? ¡O R edentor dulcísim o! ¿qué gracias podré darte por las en trañ as de m isericordia con que vienes cada diaá visitam os de lo alto ? ¿C óm o no

— 240 — acudiré confiadam ente á T í, pues Tú vienes del cielo solo para mí ? Yo te adoro en ese augusto S a cram en to , y quisiera ad o rarte con el transporte de am or y con la fe con que os adoraría san José nacido en B elen; yo m e arro­ jo á tu s piés, com o la M agdalena, para que m e perdones; to caré ese sagrado v ela de las especies sacramentales com o la H cm orroisa tocó la orla de ti vestido, para que m e c u r e s : palparé esas llagas soberanas com o Tomás, para que m e ilustres y avives mi fe, y diga com o él que tú eres mi Señor y mi Dios, digno de sum a honra y glo­ ria por los siglos de los siglos. Amen

II. A quién viene. G rande é inaudito m ilagro fue e que anunció J e re m ía s : Feemina eir-



241 —

cumdabll virum (1). Una m ujer tra e ­ rá dentro de sí á u n varón perfecto en sabiduría y santidad: pero ¿no es m a­ yor novedad la que vem os en la sagra­ da com union, si m iram os la vileza de la persona que com ulga, y la estrechez horrible de la cárcel en donde entra Jesucristo? O Varón soberano, Adán celestial y hom bre nuevo , ¿ qué in­ venciones de am or tan nuevas son estas que hacéis para mi regalo? ¿Sa­ béis por v en tu ra en qué casa entráis? Mirad que soy un vaso de corrupción, cueva de basiliscos y casa de perdi­ ción. Pues ¿ cóm o quereis e n tra r en tan vil posada? ¿Y cóm o m e atreveré yo á hospedaros en ella? Mi lengua es un m undo de iniquidades ; ¿cóm o tocaré con ella al que es fuente de (1) Jorcro. 1fi

x x ii,

22. lliM .



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todos los b ie n e s? Mi g arganta es una sentin a de gulas y de em b riag u eces; ¿ cóm o q u iere pasar por ella el Autor de toda pureza y santidad ? Mi pecho es un albañal de m alos pensamientos y deseos ; ¿ cóm o ap o sentaré en él al que es la m ism a castidad ? ¡ O Rey soberano ! ¡ Cuán bien os cuadra el ser P ad re de m isericordias, pues quereis m orar en casa llena de tantas m iserias ! A lo m enos, S eñor, reno­ vadla prim ero , limpiadla', adornadla, para que sea digna m orada vuestra. Inclina calos tuos et descendí (1). Vos quereis b ajar y hum illaros á morar dentro de m í ; hum íllense , y bajen, tam bién los cielos: vengan las virtu­ des celestiales á mi alm a; venga la fe hum ilde, la esperanza viva y la can­ il} Ps. CXL11I, 3.

— 243 — dad ard ien te: venga la m ansedum bre, la obediencia, la hum ildad y la devo­ cion y conviertan en cielo la que ha de ser m orada del Rey de los cielos. Y Vos, ó E spíritu santísim o, que en ­ riquecisteis á san José de tan to s do­ nes, y adornasteis el alm a de la Vir­ gen santísim a para que fuese digna morada de Jesú s , purificadm e tam ­ bién y adornadm e con vuestra gra­ cia, pues ha de e n tra r en mí el m is­ mo Dios que en tró en ella.

I I I . A qué viene. ¿Y qué pretende Jesu cristo con esta venida? ¡Ah! pretende ejercitar en mi alma los oficios que ejercitó en el m undo; es d ecir, viene com o Salva­ dor á perdonar m is pecados, aplicán­ dome el precio y valor infinito de su

— 214 — sangre divina. Viene com o Médico á c u ra r m i alm a de todas sus enferm e­ dades. Viene com o Maestro á ilustrar­ m e con la luz de sus inspiraciones y enseñ arm e el cam ino de la virtud. Viene com o sumo Sacerdote á apli­ carm e el fruto del sacrificio que ofre­ ció por m í en el ara de la cruz, y á m overm e á que le ofrezca el sacrifi­ cio de un corazon co n trito , la hostia de m is alabanzas, y el holocausto de mi am or. V iene com o M anjar para su sten tarm e com o á niño con la le­ ch e de sus regalos, y transform arm e en Dios. Viene com o Pastor á reco­ g erm e, com o P ro tecto r á defenderme, com o fuego co nsum idor á purificar­ m e y en cen d erm e. ¡Y cu á n ta necesidad tengo, dulce Jesús m ió, de que ejerciteis conmigo

— 248 — tan am orosos oficios! ¿No veis mi po­ bre alm a cual gim e bajo el cautiverio del dem onio con tantos pecados? Ved­ la enferm a de tan tas pasiones, igno­ rante con tantos erro res , fla c a , po­ bre y necesitada del pan de vida. ¡ O Dios de inm ensa m ajestad! ¡cómo no salgo de mí al ver ta n ta dignación y bondad! ¡Q uien tuviese ahora l o s a r dientes deseos que la Virgen y su Es­ poso ten d rían de ver tu nacim iento ! Ven, pues, Salvador m ió, y no quie­ ras tardar; ven, y rem ediarás las mi­ serias de tu siervo. D espierta tu om ­ nipotencia y v en, para que luego m e hagas salvo. ¡O h ! ¡S i rom pieses los cielos y vinieses, á fin de que se des­ hiciesen los m ontes de m is pasiones con tu venida, y todas m is en trañ as se derritiesen en tu am or! ¡O ciclos, en -

- 246 — viad este rocío ! ¡ O n u b e s , lloved á á este Ju sto ! ¡ O tie rra de los vivos, brota para m í al Salvador ! Y tú Re­ dento r dulcísim o, ven á m i alm a, ven pronto que está ansiosa de recibirte; ven , jú n ta te co n m ig o , porque deseo verm e transform ado en tí, único bien m ió, por infinitos siglos. Am en.

Conviene, devoto muy amado de sao José, conviene muchísimo ejercitarse en deseos fervorosos de recibir á este soberano Hués­ ped; porque Jesucristo nuestro Señor quie­ re ser recibido con deseo y hambre de su venida: y tanto mas aprovecha al alma esta comida celestial, cuánto con mayor hambre se la toma. Para lo cual ayudarán mucho varios lugares de la sagrada E scritu ra, se­ mejantes á los que se han traído. Pero con­ viene también concebir un deseo ardentísi­ mo de llevar la mayor limpieza de corazon que se pueda, procurando, que así como el cuerpo va á comulgar, ayuno de todo man-



247 —

jar corporal, de tal manera que desde la inedia noche no ha de haber comido ni be­ bido cosa alguna, por pequeña que sea; así también el alma vaya aquel dia ayuna de to­ do pecado, de tal m anera, que en cuanto fuere posible, desde la noche antes no haya sido manchada con ninguna inmundicia de carne 6 espíritu; ni de su boca haya salido palabra ociosa; ni de su corazon pensamien­ to malo: porque siendo Cristo nuestro Se­ ñor la misma limpieza, justo es que le re­ cibamos con la mayor que nos fuere posible. Y si por nuestra flaqueza cayeremos en al­ guna culpa, hemos de purificarnos primero de ella por medio de la confesion, lo cual es obligatorio, si fuese mortal, ó por medio de la contrición, cuando es ligera, y hace poco que nos confesamos. Acto de la Comunion. Antes de lleg arte á com ulgar, alm a devota de san José , aplicarás la s a -

— 248 — grada com union por algún fin espe­ cial , com o es el alivio de las Almas del purgatorio , la conversión de los pecadores, el rem edio de alguna ne­ cesidad espiritual ó corporal tuya ú de tu s p ró jim o s, y otros fines sem e­ jan tes. No te olvides de p ed ir á la Virgen santísim a, al Angel de tu guarda, al glorioso P atriarca san José y á los S antos de tu devocion , que acaben de disponer tu alm a y te acompañen á la sagrada Mesa. Los S antos que se distinguieron por su tiern a devocion á la sagrada E ucaristía son entre otros san Ju an E v a n g e lista , santo Tom ás de Aquino , san Francisco de B orja, san Pascual B ailón, san Luis Gonzaga, san E stanislao Koska, san­ ta C atalina de S e n a , santa Juliana

— 219 — Falconieri , san ta T eresa de Jesús y santa M agdalena de P a z z is, de los cuales podrás com poner com o una letanía , suplicando á cada uno que te alcance las disposiciones con que ellos solian com ulgar. Di el Confí­ teor, y repitiendo con el S acerdote tres veces el Domine non sum dig­ nus, llégate con recogim iento, y te­ niendo los ojos bajos , levantando la cabeza, y sacando m oderadam ente la lengua , recibe la sagrada Hostia.

— 250 —

DESPUES DE LA COMUNION. Luego que h u bieres comulgado, piensa que tienes la dicha de san J o s é ... [ A h ! n o : Él no tuvo la dicha de co m u lg a r: .. . ¡y tienes tú en el pe­ cho al m ism o Niño Dios que José tu­ vo en sus brazos! R etírate pues á un lugar recogido, y olvidando todas las cosas de la t i e r r a , no pienses sino en gozar de la presencia de tu ama­ do Jesú s. No dejes p erd er ninguna partecita de un don tan precioso. Tiem po es este de pedir m ercedes y de alcanzarlas á poca costa. ¡ Qué lástim a seria que en trán d osete la di­ cha por tu casa, tú p or pereza, des­ cuido ó distracción la dejases esca­ par! No hagas com o Ju das que luego

— 251 — en recibiendo la com union , se salió del Cenáculo. Em plea á lo m enos un cuarto de hora en estos ó sem ejan­ tes acto s:

Acto de fe y de «doracion. ¡Es posible que haya yo recibido á Jesucristo m i S eñ o r, su cuerpo , su alma, su san g re y su divinidad ! ¡ Es posible que esté en mi pecho el Hijo de Dios vivo, infinito, etern o , inm en­ so, todopoderoso, sabio y santo ; y la misma sabiduría y s a n tid a d ! ¡ Es po­ sible que tenga en mi com pañía á mi Salvador, m i M aestro , mi P ad re, mi Juez y mi Glorificador: al que por mí nació en un p o r ta l, y obró por mí tantos prodigios de am o r !... O Rey mió y Dios m ió , au n q u e no te veo claramente, bástam e sab er que estás

— 252 — a q u í, para que te reverencie , adore y glorifique, como si te viera. Gózome de te n e rte presente , gracias le doy , porque te dignas de estar con­ m igo : aviva, S eñor, mi fe, para que guste de estar siem pre contigo. V enid, potencias de mi alm a, ve­ nid , sentidos de mi c u e rp o , venid, pensam ientos y afectos de mi cora­ zon : Venite, adoremus et procidamnt ante Deurn (1). Aquí los teneis, Se­ ñor, postrados á vuestros sagrados pies; echadles vuestra bendición,pa­ ra que puedan alabaros y glorifica­ ros com o m ereceis. B endígante, Se­ ñor, m is ojos, porque te han visto en este S a cram en to : bendígante mis la­ bios y mi lengua porque te han toca­ do, mi paladar, porque te ha gustado. (1) InvlL.OIBc.

— 283 — mi pecho, porque es m orada tuya ; y digan todos m is huesos y todo mi ser: ¿quién, S eñor, hay sem ejante á T í? Brote mi m em oria tus alabanzas: haz que mi entendim iento te engrandez­ ca, que mi voluntad te am e, que mis apetitos te codicien, y todos se des­ hagan en tu p resencia, cantando la gloria de tu venida. A m en. P edidle, glorioso san José, pedidle Virgen san­ tísima á vuestro am ado Hijo, que me conceda estas gracias. A m en, Am en.

Acto de petición. 0 soberano S eñor sacram entado, que movido de v uestra infinita cari­ dad y del deseo de re m e d ia rm i mi­ seria , habéis querido hospedaros en la pobre casa de mi corazon, sienta yo los efectos de v uestra divina p re se n -



m



cia. Colm adm e de vuestros bienes; si colm asteis de dones la casa de Obed e d o n , solo por h ab e r descansado allí el Arca sa n ta , que era figura de este adorable S acram en to ; ¿cómo me negareis v uestra gracia, siendo Vos la realidad , M a e stro , M édico, Pastor y Salvador de m i alm a? Ea pues, como M aestro, desterrad de mi espíritu las tinieblas de la ig n o ran cia: dadm e en­ ten d im ie n to , y escu d riñ aré vuestra ley y la g u ard aré de todo corazon. Como M édico, cu rad todas m is enfer­ m edades, cicatrizad las llagas de tan­ tas cu lp as; dadm e u n rem edio eficaz co n tra aquel v ic io ... aquella falta... que tan to m e dom ina. Como Pastor, dirigid m is pasos p or la senda de vuestros m a n d a m ie n to s; apacentad­ m e con v u estras in spiraciones, pues



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teniéndoos á Vos por P astor y guia, nada será capaz de p ertu rb arm e. Co­ mo Salvador, no perm itáis que se m a­ logre en mí el precio de vuestra san­ gre, y concededm e el inestim able don de la perseverancia final. O pan de vida, vivifica mi esp irita, conforta mi corazon, alegra mi alm a, fortalece mis potencias , castifica mi carn e y m ú­ dame en otro varón. V erifica, Dios m ió, la prom esa que hiciste dicien­ do: El que come este P a n vivirá eter­ namente (1).

Acto de agradecimiento. Me confundo, S eñ o r, al considerar vuestra infinita M a je sta d , y mi ex­ trema vileza. Cuando pienso en la grandeza del beneficio que os habéis (1) J o a n ,

t i,

59.



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dignado h acerm e, quedo pasmado, y no sabiendo que h ac er, quisiera ser todo lenguas para daros gracias; y te­ n e r á mi disposición los corazones de todos los hom bres para amaros. V irgen santísim a, glorioso Patriarca san Jo sé, suplid os ruego mi imposi­ bilidad , y am adle por m í : Angeles, S e ra fin e s , E spíritus celestiales to­ dos, en to n ad al Señor en mi nombre aquel cántico siem pre nuevo, Santo, Santo , Santo. Y vosotros , Patriar­ cas y P rofetas, Apóstoles y Mártires, Pontífices y L e v ita s , Confesores y V írg e n e s , A nacoretas y dem ás Jus­ tos , prestadm e v u estras virtudes y vuestra santidad, para que tenga al­ go que o frecer al S eñ o r por tanto com o m e h a dado. Todas estas ala­ banzas y m éritos os o frezc o , Jesús

— 287 — mío, y si queréis tam bién algo de mi pobre cosecha, yo os entrego de bue­ na gana todo cuanto soy y tengo, diciéndoos con las palabras de vuestro siervo fiel y am igo.

Oración de san Ignacio de Loyola. Tomad, S eñ o r, y recibid toda mi li­ bertad, m em oria, entendim iento y vo­ luntad, todo cu an to tengo y poseo,Vos me lo disteis; á Vos S eñor lo devuel­ vo: todo es v u estro : disponed de ello átoda vuestra voluntad. Dadme vues­ tro amor y gracia, que esta m e basta.

Anima Chriati. Alma santísim a de C risto , santifí­ came. Cuerpo preciosísim o de C risto, sál­ vame. 1



Id i J o « .



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S angre purísim a de C risto, embriá­ gam e. Agua del costado de C risto, purifí­ cam e. Pasión de C risto, confórtam e. ¡0 mi buen Jesús! óyem e. D entro de tu s llagas escóndem e. No perm itas que jam ás m e aparte de T í : Del m aligno enem igo defiéndem e : E n la hora de mi m u erte recíbeme: Y m ándam e ir á T í : P ara que ju n to con los Angeles y S antos Te alabe y Te bendiga, P or todos los siglos de los siglos. Am en. E sta oracion es sum am ente recomendable, ya por los tiernos afectos que encierra, yi por las indulgencias que le están concedidas. En erecto, se ganan por cada vez que se rece con devocion 300 días de indulgencia; siete años de perdón, si se dice despues de la corou-



259 —

nlon ó celebración de la Misa, y u n a indulgen­ cia plcnaria al mes, dado que se rece cada día. Fio LX, 9 de enero de 1854.

Otro hacimiento de gracias. ¡ Seáis bien venido , ó Rey de la gloria y en can to del Cielo! ¡Con qué habéis querido nacer y ser aposenta­ do en el hum ilde pesebre de mi co­ razon ! Pues ¿ á qué otra cosa puedo com parar mi pobrecita alm a que al vil establo de B elen? Pero ya se echa de ver que sois P adre am orosísim o y Se­ ñor liberalísim o. Bien se vé que vues­ tros ojos m isericordiosos van siem pre en busca de afligidos á quienes con­ solar, de indigentes á quienes socor­ rer y de enferm os á quienes c u rar. Si esto es a s í , si tan to gustáis de hallar pobres y m ise ra b le s, no s a lgais nunca , S eñor, de esta m orada,



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pues las m iserias son la única cose­ cha que abunda en la tie rra ingrata de mi corazon. ¿ B uscabais pobres? ¿Q uién m as pobre y digno de com pa­ sión que este m iserable pecador? Am­ paradm e pues , enriquecedm e de un m odo digno del Rey de Cielos y tier­ ra. Cuando u n rey da lim osna por m ano de su lim osnero, bien se sufre que la dé pequeña : m as cuando la hace por su propia m a n o , ha de ser dádiva g ra n d e , como dádiva de un rey. Siendo pues Vos Rey del univer­ so y viniendo á h en ch irm e de dones, ¡cómo no esperaré grandes gracias y m ercedes de vuestra liberalísim a ma­ no! ¡ Qué dicha será la m ia, si logro recoger siquiera una de las migajas que caen de vuestra m esa r e a l ! Donde quiera que en trabais vivien-



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do en carn e m ortal, señalabais vues­ tros pasos con infinitos favores ! En­ trasteis en el seno de la Virgen ; y la hicisteis em peratriz de cielo y tierra. Entrasteis en casa de Isabel; Zacarías recobró el uso do la palabra y el niño Juan fué santificado en las en trañ as de su m adre. E n trasteis en Egipto; cayeron por tierra los ídolos y aque­ llos desiertos se poblaron de m onjes puros com o los Angeles. E n tró vues­ tra arca en casa de O b e d ed o m ; y quedó esta colm ada de riquísim os dones. E n trasteis en la casa de Za­ queo; y de pecador le hicisteis santo: bajasteis al lim bo ; y le convertisteis en p araíso ... ¿S o lam en te conm igo UBariais, S eñ o r, de diferente conduc­ ta? ¿Solo á mí me dejaríais pobre y desconsolado?



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No sorá a s í , Dios mío ; am ais las alm as con dem asiada te rn u ra , para hacerlo así. Venid , A ngeles santos, A rcángeles, T ronos, Dominaciones, P rincipados , V irtu d e s, Potestades, Q uerubines y Serafines , dad gracias al S eñor por la m erced que m e aca­ ba de h acer. V e n id , glorioso Pro­ tecto r m ió san José , venid , Santos y B ienaventurados del cielo, rendid i mi Dios cum plidas acciones de gra­ cias por tan señalado favor, ya que yo soy incapaz de agradecerselo como m e re c e , hacedlo vosotros por mí. Hacedlo Vos tam bién ju n to con vues­ tro Esposo, ó Virgen santísim a. Yo oí entreg o á vuestro dulcísim o Hijo sa­ cram entado , y os le entrego junto con mi alm a y mi corazon, para que le ofrezcáis al P adre celestial en re-

— 263 — tomo do los inm ensos beneficios que de su m ano tengo recibidos. Dadle mi m em oria y mi entendim iento con todos sus actos, mi voluntad con to­ dos sus afectos, mi cuerpo con todos sus sentidos , mi libertad y todo mi ser. Mas ¡ay! que no puedo vivir sin Jesús ! V olvédm ele, pues, V irgen pu­ rísima , José ca stísim o , volvédm ele con las gracias que el P adre E terno me conceda por vuestra poderosa in­ tercesión. ¡ Oh ! haced que vuestro dulce Jesús fije para siem pre su mo­ rada en mi corazon, que lo consagre con su real p'resencia , y lo conserve siempre puro y sin m a n c h a : sí, Ma­ dre m ia, sí José venturoso, hacedm e templo vivo de Dios, donde descanse y reine vuestro Hijo Jesú s por ete r­ nidad de eternidades. Así sea.

— 264 —

Este es el tiempo mas oportuno para rogar por tus parientes vivos y d ifu n to s, por tus superiores, maes­ tros y bienhechores, por el Sumo Pon­ tífice , Prelados, Sacerdotes, por lat necesidades de la Iglesia y del reino: y finalmente puedes concluir con la siguiente ORACION.

Héme a q u í , dulcísim o Jesús mío, que hum illado m e postro ante tu di­ vina presencia, y con el m as encen­ dido fervor te pido im prim as en mi corazon vivos sentim ientos de fe, es­ peranza y caridad , verdadero dolor y arrep en tim ien to de m is pecados, y eficaz propósito de la enm ienda; m ientras con el m ayor afecto y com­ pasión de que m i alm a es capaz, voy considerando y m editando tu s cinco



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llagas, ten ien d o á la vista lo que de tí cantaba el santo profeta D a v id :

Traspasaron mis piés y manos y con­ taron lodos mis huesos. Pió VII en lo de a b ril de 1821 , concedió In­ dulgencia p le n a ria , aplicable & un alm a del purgatorio, á los que confesados y comulga­ dos digan devotam ente esta oracion ante una imigen de Cristo crucificado. Y los q u e , con­ fesándose cada ocho d ia s , com ulgaren mas á menudo, podrán g anarla cada dia que co­ mulguen, según consta del decreto del mismo Pontífice (12 Junio de 1822). Mas confirmando Pió IX esta Indulgencia, ordena que por al­ gún espacio de tiempo se ruegue á la Inten­ ción de Su Santidad. (31 julio de 1831).

El dia que hubiere com ulgado, debe ser pan el verdadero Devoto de san José como ud dia festivo: de manera que as( como en lis grandes festividades solemos llevar todo el dia mejores vestidos; así también el dia de la comunion aun despues de salidos de la iglesia, no debemos despojarnos del ves­ tido interior del recogimiento y de la de-



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ni aun del exterior de l a modestia y edificación debida: de suerte que aquel dia sobre todo derramemos por todas partes el buen olor de Jesucristo, como advertía san Pablo á sus amados fieles de Corínto (1). v o c ío d ,

(i) 11 Cor. ii, 15.

V elad j o rad p a ra q a e n o n t n i i «a li ten tació n . Marc. sxiv, 18.

De poco serviría al devoto de san José encom endarse á Dios por la ma­ ñana y por la n o ch e,, asistir cada dia al santo sacrificio de la M isa, y reci­ bir á m enudo los santos S acram en­ tos: no consagrando todos los dias un rato á la oracion m en tal, podria, á pesar de todas estas prácticas reli­ giosas, g em ir, com o tan tos otros gi­ men bajo el yugo ignom inioso del pe­ cado. Una sola cosa es incom patible con el pecado, según la seráfica Madre santa Teresa de Jesús , y es la o r a -

— 270 — cion. O rar bien y p ecar es imposible. Esto supuesto veam os la I1P0BTANCIA T PRÁCTICA D E LA O R A C I O N M E N T A L .

Es de tan ta im portancia este ejer­ cicio, que según m áxim a de san Luis Gonzaga, toda la perfección evangé­ lica se adquiere con el estudio de la oracion ; ni llegará jam ás á adquirir las virtudes quien no se dedicare á ella. A m uchos les p arece cosa muy difícil te n e r oracion , y se engañan, pues el m ed itar no es otra cosa que pro cu rar por m edio de la considera­ ción p en etrarse bien de alguna ver­ dad de n u estra san ta R e lig ió n , para anim arse m as á la p ráctica de la vir­ tud. ¿Y quién no vé que esto con la divina gracia está al alcance de todos.

— 271 — pues consiste en aplicar al negocio de nuestra salvación las m ism as poten­ cias del alm a de que nos servim os para los negocios tem porales ? Debe pues el devoto de san José que quie­ ra m e d ita r, rep resen tarse por medio de la m em oria é im aginación la verdad ó el m isterio de que se tra ta , com o si realmente estuviera sucediendo. Va­ ya ponderando bien las circ u n sta n ­ cias del tiem po, lu g ar y personas que intervienen en é l , atendiendo á las consecuencias prácticas que debe sa­ car para su aprovecham iento, y pro­ curando con esto m over la voluntad á aborrecer algún vicio y p racticar alguna virtud , no en g e n e r a l, sino determinando en p articu lar las oca­ siones ó actos en que debe ejercitar­ se. Concluya siem pre con algún c o -

— 278 — loquio sea con Dios n u estro Señor, sea con la Virgen ó con su Esposo santísim o ó algún otro S anto, según fuere el paso que va m ed itan d o ; pero hábleles con respeto y confianza, mas con el corazon que con la boca, unas veces para en tristecerse ó alegrarse con ellos, o tras para im plorar su pro­ tecció n : ya acusándose, arrepintién­ dose y pidiendo perdón de sus peca­ das, ya entregándose á los m as dulces afectos de confianza, am or y agrade­ cim iento ; concluyendo en su presen­ cia con firm es propósitos de mejorar la vida. Estos propósitos son de tan­ ta im portancia que sin ellos la me­ ditación seria m as bien estudio, que m editación; ó seria com o ablandar el hierro y no m achacarlo ni darle for­ ma alguna.

— 273 — Mas para que la m editación te sal­ ga bien, debes, am ado devoto de san José al com enzar la oracion avivar mucho la Te de la santidad y grande­ za de Dios an te quien vas á presen­ tarte, y em pezar siem pre por recoger los sentidos y potencias, perseveran­ do en la oracion de rodillas, ó en pié, ó sentado, pero siem pre con m odesta y devota com postura de cuerpo, no sea que Dios ofendido de tu poca re­ verencia se aleje de tí. Y por cuanto la mayor dificultad que m uchos sue­ len hallar en la oracion consiste en el ejercicio del enten d im ien to, he aquí un modo de ejercitarlo no m enos fá­ cil que provechoso. Supongam os que tomas por m ateria de la m editación algun vicio ó falta de que deseas en­ mendarte : irás considerando a te n Id k Jobc.

271 — tím e n te delante de Dios las cosas si­ g uien tes:

MEDITACION SOBBIJIGÜH H ÍIC T O Ó VICIO. \ ° La fealdad de aquel vicio. 2 . “ Los m alos efectos que produ­ ce en el alm a. 3.° La estrecha obligación que tie­ nes de enm endarte de él, atendido tu estado ó profesión. •4.° G uanta utilidad resultará á tu alm a de la enm ienda. 5.° Que contento en vida. G.° Guanto consuelo te causaría el h ab erte enm endado , si tuvieses que m orir ahora m ismo, 7.° Im agínate que en este mo­ m ento vas á ser presentado ante el suprem o Juez: cuál seria tu confusion en el trib u n al de Dios.

— 275 — 8.* Qué bella corona te aguarda en el cielo, si procuras v encerte. 9.° Cuanto gusto darás con esto al Señor. 10. C uanta in g ratitu d seria no hacerlo , despues de h ab er recibido de su divina bondad tan to s bene­ ficios , y h ab erte m anifestado tanto amor. Estos m otivos bien ponderados te inspirarán afectos de aborrecim iento y dolor, confianza, acción de gracias, amor y otros que te m overán á propo­ ner seriam ente la en m ien da, para lo cual pedirás á Dios que se digne ayu­ darte con su gracia, pues sin ella tu s propósitos no serian firm es ni dura­ deros. Los m ism os m otivos con corta di­ ferencia podrán serv irte , si tom ares

— 276 — por m ateria de la m editación alguna virtud que te propongas alcanzar. Meditación en público.— Si tuvieres que hacer la meditación con o tro s, habiendo rezado el Fmi Creator Spiritus con su ver­ sículo y oracion correspondiente, podrás decir: Pongámonos en la presencia de Dios, cre­ yendo firmemente que está aquí presente, y que nos m ira, contempla y escucha en to­ do lugar, reconociéndonos indignos de com­ parecer ante su divino acatamiento. Btga luego una breve pausa. Adorémosle postrados con el mas profun­ do respeto y filial amor. Pausa brevísima. Pidámosle gracias para hacer bien esta meditación , poniendo por intercesores á la Virgen santísima, al Angel custodio, y álos demás Santos de nuestra devocion. Brea pausa.

Representémonos el objeto de la presen­ te meditación que será... Aquí se lee el títu­ lo de la meditación, mas si la que está sña-



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lada tuviese su composicion de lugar, en ves de decir esto, se leerá dicha composicion.

En seguida leerá despacio y con unción, pero sin tonillo , el prim er punto de la me­ ditación , parándose despues un rato mas ó menos larg o , según el tiempo que ha­ ya de durar la oracion , y según la mayor ó menor facilidad que los que escuchan tu­ vieren para m editar. Lo mismo observará en los otros puntos. Concluida la meditación, dirá: Demos gra­ cias á Dios por los buenos pensamientos y afectos que se ha dignado comunicarnos en esla oracion. Haga aqui una breve pausa. Ofrezcámosle las resoluciones que hemos hecho pidiéndole gracia para ponerlas por obra, interponiendo la mediación del Angel de guarda, la de nuestros Santos patronos, y muy en particular la de María santísima. Pausa. Sub tuum prcesidium confugimus, sancta Del Genitrix, nos tras deprecationes ne despidas in

neeesiitatibus, sed a perícuHs cunctis libera nos ttmper, Virgo gloriosa el benedicta.



278 —

y. Ora pro nobis, sancla Dei Genitnx. ñ). Ut digni efficiavmr promissionibvt Ckrisli. O REM US.

Defende, quwsumus, Domine, Beata María semper Virgine intercedente, islam ab omni adversitate fam iliam , et loto corde tibí protIratam ab hostium propitius hiere clementer intidiü. Per Ckrittum Dominvm nottnn. Amen.

El tiempo mas oportuno para meditar es por la mañana luego al levantarse, antes que uno se distraiga con pensamientos de ne­ gocios, y es muy bueno leer y preparar los puntos ó materia de la meditación por li noche antes de acostarse, fijando ya desde entonces el fruto que se debe procurar. Finalmente concluida la meditación, con­ viene que cada cual se detenga un rato en examinar el cuidado v devocion con queli ha hecho y el fruto que de ella ha sacado, dando gracias á Dios de lo bueno que tu­ ya habido, y pidiéndole perdón, si en algo hallare haber fallado.

— 279 —

MÁXIMAS PRECIOSAS fie pueden serrir de materia para la meditación de ca­ da dia d iru te no mei. y ofrecen i n i dieilro orador a c tle ilu m aterh lu para la predicación (*).

m á x im a I. ¿Qué le aprovecha al hombre ganar lodo el mundo, si pierde su alma (1)?

1. No tengo mas que un alm a . P er­ dida esta, lodo eslá perdido para mí: salvada esla, todo lo tengo asegurado. ¿De que me sirve pues g an a r todo el mundo, si pierdo el alma? 2. Esta alma es propiamente mia. Todo cuanto tengo por m i ó , lo he de dejar finalm ente. ¿Quó daño pues (*) Sou lomadas en gran parle de un autor Italiano.—(1) Malth. xvi, 26.



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me podrá h acer la pérdida de todos los bienes , con tal que llegue á sal­ var mi alm a? 3. Mi alma es eterna. Todos los bienes de este m undo, placeres , ri­ quezas , em pleos, honores todo ten­ drá fin. ¿ C ó m o , p u e s , no procuro asegurarm e la adquisición de los bienes etern o s? Fruto. Adora con el espíritu las cinco llagas de Jesucristo tu Reden­ to r, diciendo cu cada una de ellas: Q uiero, S eñ o r, salvar mi alm a. Sáne­

te Joseph, ora pro nobis. náxlm a n . E l que no comienza á vivir bien m la juventud, se expone á no comenzar jamás.

1. Porque la costum bre que en la ju v en tu d se tom a, difícilm ente se deja.



281



2. Porque con los años se fortale­ cen las m alas inclinaciones, y cre­ cen los peligros. 3. Porque si en la ju v en tu d se desprecian las gracias é inspiracio­ nes divinas, estas con el tiem po irán disminuyendo. Fruto. P ara em pezar desde luego a vivir bien, propon la enm ienda de aquel delecto ú pecado h abitual que le domina. Atiende al lu g ar, tiem po y modo con que suele v en ir la ten ta­ ción y prepárate á rechazarla pronta­ mente; á cuyo fin, acude á san José ú á la Virgen santísim a, rezando tres Ave Marías en h o n o r de su pureza inmaculada.

— 282 —

Máxima OI. Los jóvenes que viven mal, fácilmente se con­ denan, si mueren en la juventud.

1. A la m ayor p arte de los peca­ dores en la m uerte no se les avisa con tiem po, y aun cuando se les avi­ se, no creen lan in m in ente el peli­ gro , y así dilatan la confcsion hasta lo últim o, v se condenan fácilmente. 2. Confesándose con ta n ta premu­ ra de tie m p o , y en tre las angustias de la m u erte , de tem er es no hagan m ala confesion, y se condenen igual­ m ente. 3. Aun dado qué hiciesen buena confcsion, si no se corrigieron cuando estaban buenos , se hallarán con pa­ siones tan fuertes y tentaciones tan vehem entes, que es lacil recaigan en

— 283 — pecado, despues de recibidos los Sa­ cram entos y m u eran en él. Fnito. Im aginando que hoy es el último dia de tu vida , atiende á lo que te pondría en m ayor peligro de eterna condenación, y quítalo ahora mismo, ya que ahora Dios te conce­ de luz, tiem po y g racia. Di tres veces á la santísim a Virgen : María- Mater

gratia, Mater misericordia, tu nos ab hoste protege et mortis hora suscipe. Sánete Joseph, ora pro nobis. máxima IV. No tendrá escusa en el tribunal de Cristo, el que desde joven no comenzó á vivir bien.

\ . No ten d rá e s c u s a ; pues tuvo tiempo y lo desperdició. Se le repre­ sentarán tan to s años de vida ó mal empicados, ó inú tilm en te perdidos.

— 284 — 2. No ten d rá e s c u s a ; pues tuvo auxilios , S acram en to s, luces, inspi­ raciones , y verá que m alogró todas estas gracias. 3. No ten d rá escusa ; pues tuvo ejem plos y no supo aprovecharse de ellos. ¡C uántos de su m ism a edad y condicion se dieron á la virtud, y él con iguales ó m ayores g racias no los ha sabido ni querido im ita r ! Fruto. P uesto á los pies de Jesús crucificado pídele perdón del tiempo perdido , y de las gracias y ejemplos despreciados en la ju v en tu d ; y resuél­ vete á com enzar hoy con el mism o fer­ vor que si fuera este él p rim er dia de tu co n v ersió n . Di á m enudo entre dia:

Domine, durn tenerisjudicare, noli m condemnare. Sancta M a ría , ora pro nobis. Sánete Joseph, ora pro nobis.

— 285 —

máxima V. Una v a perdida la inocencia no se recobra jamás.

\ . A unque u n a sola vez viniere á pecar g rav em en te, será etern am en te verdad que mi alm a fué enem iga do Dios. ¡Qué horror! 2. A unque u n a sola vez viniere á pecar g ra v e m e n te , será eternam ente verdad que mi alm a fué esclava del demonio. ¡Qué deshonra! 3. A unque una sola vez pecare gravemente , será etern am ente ver­ dad que mi alm a fué rea del infier­ no. ¡ Qué c o n fu s io n ! Fruto. Si crees e6tar en gracia, dá gracias á D io s, y ruega á la san­ tísima Virgen que te ayude á con­ servarte así hasta la m u e rte ; dáselas

— 286 — m ucho m as si conocieres que no has perdido aun la inocencia. Guár­ date con cuidado de la prim era ocasion ó te n ta c ió n , y pide al Señor la gracia de m orir an tes que ofender­ le. Malo mori , quam fa d a ri: decia san C asim iro. Sancla M aría, ora pro

nobis, Sánete Joseph, ora pro nobis. IHáxlma VI» E l primer pecado puede ser el último.

1. M uchos se condenaron al pri­ m er pecado m ortal, no pensando que pudiese ser el últim o. ¿Y yo no te­ m eré, habiendo ya com etido tantos? 2. H abiéndom e Dios perdonado tan tas veces, yo siem pre he recaido. Si vuelvo á re cae r ¿quién me asegura que quiera Dios perdonarm e otra vez? 3. El abuso de la misericordia

— 287 — provoca m as la ju sticia. Habiéndom e pues sufrido Dios tan tas veces ¿no es fácil que m e c a s tig u e , si vuelvo á ofenderle? Fruto. Cada vez que diere el reloj, di con todo afecto: A peccato morlali libera m e , D om ine, y reza el Ave María á la V irgen santísim a que te alcance esta gracia. Cuando te vieres acosado de alguna ten tac ió n , piensa:

Este primer pecado puede ser el últi­ mo de mi vula: ¿ y si lo fuese? H¿xlnu» m Cnanto mas fácilmente vuelve uno á pecar, tanto mas difícil se hace el perdón.

\ . Es m as difícil el perdón en el que re c a e , porque Dios no perdonó á muchos que cayeron u n a sola vez. 2. Es m as difícil el perdón en el

— 288 — que re cae , porque con tan tas recaí­ das se hace m as difícil el arrepenti­ m iento. 3. Es m as difícil el perdón en el que recae, porque m uchos con sus recaidas cansan á Dios y así se expo­ n en á que los abandone. Fruto. Di con frecuencia entre dia: No perm itáis, S eñ o r, que jamás m e aparte de Vos. O frece todo el bien que h icieres para prepararte á los S acram entos que hayas de reci­ bir la próxim a vez , á fin de obtener por ellos u na co nstante enmienda, de m odo que no recaigas en pecado m ortal, ni te hagas m as difícil el per­ dón con las recaidas.

— 289 —

m áxim a v m . El que vive mucho tiempo habituado al vicio, corre riesgo de que nunca se confiese bien.

1. El dolor en la confesion debe ser so b ren atu ral. ¿Cómo direm os que lo tiene quien ni tem e ni am a á Dios, antes bien á cada paso le ofende? 2. El dolor debe ser sobre todas las cosas: ¿y cóm o se dolerá del pe­ cado m as que de todo otro m al, el que por un breve gusto vuelve á recaer? 3. El dolor debe 6cr eficaz: ¿ y cómo le ten d rá quien nunca se en ­ mienda de sus vicios, y jam ás se apar­ ta de las ocasiones de p e c a r? Fruto. Si despues de ta n ta s con­ fesiones te hallares todavía con al­ gún mal hábito y sin en m ienda, tra ­ ta luego con tu padre espiritual de 1Q

1(1 i Jo9C,

— 290 — poner rem edio á las confesiones mal hechas por medio de una general. El Salm o Miserere. Sánete Joseph , oro

pro nobis.

m á x im a IX . E l tiempo p a ta: la muerte te acerca: la eter­ nidad tne aguarda.

El tiem po pasa. ¿Cóm o lo em­ pleo? ¡ Ay! Una vez perdido, no vuel­ ve jam ás. 2 . La m u erte se acerca. ¿Pienso yo en ella ? Este dia puede ser el úl­ tim o de mi vida. 3. La etern id ad m e aguarda. ¿Có­ mo no tem o? ¿Y quién sabe que eter­ nidad m e tocará? ¿Si ahora viniese á m o rir, qué eternidad seria la mia? Fruto. P ara m ejor em plear el tiem­ po de hoy en adelan te, haré cuenta

— 291 — cada m añana que aquel dia puede ser el últim o de mi vida; y hoy especial­ mente diré á cada una de mis obras:

¿Si esta fuese la últim a, cómo la ha­ ría yo? ¿ F cómo quisiera haberla he­ cho en el articulo de la muerte? Cada vez que diere el reloj , reza el Ave María añadiendo : E l tiempo pasa : la muerte se acerca: la eternidad me aguarda. Sánete Joseph, ora pro nobis.

m á x im a X. Pocoi ton ¡o» que te talvan, y mucho» lot que se condenan.

1. Pocos son los que se salvan, porque el cam ino del cielo es es­ trecho , y son pocos los que andan por él. 2. M uchos son los que se conde­

n a n , porque según nos enseña Jesu­ cristo, verdad infalible, el cam ino del infierno es an ch o , y son m uchos los que andan por él. 3. Y bien, ¿ te salvarás ó te con­ d enarás? ¿Q ué te responde la con­ ciencia? ¿Vas por la senda estrecha de los pocos , ó por el cam ino ancho de los m uchos? Fruto. E ntrega hoy tu alm a en m anos de María santísim a y de san José, pidiéndoles de veras que te al­ cancen la gracia de salvarla; y entre dia repite esta jacu lato ria: Ne meper-

das, ne me damnes, ó M aría ; film enim luus sum ego. Sánele Joseph, ora pro me.

— 293 —

IHáilma XI. Dos puertas tiene el paraíso, la inocencia y la penitencia.

1. Considera la vida pasada: ¿has vivido siem pre inocente? Un solo pe­ cado m ortal cierra esta puerta por toda la eternidad. 2. C onsidera la vida presente: ¿ha­ ces actualm ente p en itencia de tus pecados? 3. Considera qué vida te propo­ nes h acer en a d e la n te : ¿será tal que te deje abierta una de estas dos puer­ tas hasta la m u erte ? Fruto. Reza devotam ente las le­ tanías de los S antos, invocando con grande afecto á cada uno de ellos, á fin de que con sus m éritos y podero­ sa intercesión te alcancen la gracia

— 294 — de hallarte en la hora de la muerte en el núm ero de los inocentes, ó ú lo m enos de los pen iten tes, de suerte que por la p u erta de la inocencia ó de la penitencia , puedas e n tra r con ellos en el paraíso. Sánete Joseph,

ora pro me.

ináiiim xn. E l mayor de todos los males es el pecado.

1 . Dios aborrece tan to el pecado, que lo castigó con la m ayor severidad en los Angeles y en Adán. ¡Y no ha­ bían com etido m as que u n solo pe­ cado! 2 . Dios aborrece tan to el pecado, que lo castiga con una eternidad de torm entos. ¡Y eso que Dios es todo bondad! 3 . Dios aborrece tan to el pecado,

— 29o — que lo castigó con horrendos supli­ cios en la persona m ism a de Jesu­ cristo. ¡Y no ten ia mas que la apa­ riencia de pecador! Fruto. Haz hoy alguna penitencia corporal en satisfacción de tu s peca­ dos, uniéndola con los m éritos de la pasión y m u erte de tu R edentor ; y con un fervoroso acto de contrición pídele que te libre de exponerte al peligro de p ecar, y del m ayor de to­ dos los m ales que es el pecado. A b

omni peccalo libera me Domine. Sáne­ le Joseph, ora pro me.

m á x im a X D I. La gracia es el mayor de todos los bienes.

1. Los dem ás bienes no satisfacen mas que una pequeñísim a parte de nuestros d ese o s; al paso que la gracia

- 296 — de Dios satisface y llena toda el alma. 2. Los dem ás bienes consuelan poco y solo algún in sta n te ; pero la gracia de Dios produce un consuelo grande y perm an en te. 3. Los dem ás bienes no tien en mas que la apariencia de b ie n ; la gracia de Dios es el único bien real y ver­ dadero del alm a y de la eternidad. Fimlo. Si sientes en tu alm a ape­ go ó afecto desordenado á alguno de los bienes terren o s, com o á riquezas, honores y com odidades, pide de todo corazon al S eñor que te libre de él: princip alm en te si tien es alguna amis­ tad peligrosa , sacrifícala hoy á Je­ sús crucificado , protestando que no deseas otra cosa m as que su amor y gracia. Veni Creator Spiritu». Sáne­

le Joseph, ora pro me.

— 297 —

máxima XIV . Fácilmente cae en pecado quien no desecha pronto la tentación.

1. Porque da tiem po á la te n ta ­ ción para que pueda ejercer su fuer­ za, y arraigarse en el alm a. 2. Da facilidad á las pasiones de coligarse con la tentación. 3. Se hace indigno de las gracias extraordinarias que Dios le haria , si pusiese las diligencias que están de su parte. Fruto. Mira en p articu lar cual es la tentación que mas te dom ina , y pide todas las m añanas á la Virgen inmaculada que te defienda de ella, rezando un Ave María á su Corazon purísimo , con propósito de no con­ sentir jam ás. Di tam bién la siguiente

invocación : Mater purissima , ora pro me. Sánete Joseph, ora pro me.

BKáxlma JLV. Falsas excusas que alega el pecador.

1. Dices que la naturaleza vicia­ da te in clin a al pecado: m as la natu­ raleza se corrige con la gracia. ¿Por que pues no procuras aum entarla con el fervor de las b uenas obras? 2. Dices que las tentaciones del dem onio te incitan al pecado: mas aquellas se vencen con el auxilio de Dios. ¿P or qué, pues, no recurres á él por medio de la oracion? 3. Dices que las ocasiones te in­ ducen al pecado : ¿ m as no estaba en tu m ano el h u ir de e lla s? ¿ Por qué, pues , no lo hacias con ánim o intré­ pido ’y resuelto ?

— 299 —

Fruto. Em plea un cuarto de hora en rezar el Salm o Miserere, con una breve pausa en cada versículo , m e­ ditando el sentido do las palabras, para excitar en tí u na co n trición m as intensa; y en penitencia de tu s peca­ dos prívate hoy de algún recreo lícito. ffláxlm n X T L Dios me ve.

{. Yo no h aria una acción inde­ cente en presencia de u n a persona algo autorizada; ¿ y m e atreveré á cometer un pecado en la presencia de Dios? 2. Yo no ofendería á la cara á una persona p articu lar, que pudiese ven­ garse de mí: ¿y ofenderé á Dios A su misma vista, siendo así que en el ac­ to puede y debería castigarm e ?

— 300 —

3. Yo no haria u na afrenta en pre­ sencia de uno que fuese mi rey ó de­ biese ser mi juez: ¿y m e atreveré yo á rebelarm e contra Dios, rey tan po­ deroso y juez severo que m e ve? F m to. En las acciones principales del dia renueva la presencia de Dios con u n a recta in ten ció n de hacerlo todo en cum plim iento de su voluntad. Cuando te sucediere alguna adversi­ dad d i : Dios lo quiere asi; y al verte acom etido de alguna ten tación, resis­ te desde luego con este pensamien­ to : Dios está presente: Dios me ve. m á x im a x m Batía querer para hacerte tanto.

i. Basta q u e r e r ; pero debe ser u na voluntad absoluta , sin restric­ ciones.

— 301 — 2. Basta q u erer; pero debe ser una voluntad resu elta, sin duda ni tergi­ versación alguna. 3. B asta q u e r e r ; pero debe ser una voluntad co n stan te, sin m udan­ za alguna. ¿T ie n e la tuya estas con­ diciones? Veleidad será en to n ces, no voluntad verdadera. Fruto. Pon especial cuidado en ha­ cer bien las obras de este dia, y prin­ cipalmente las e sp iritu a le s, de modo que no pierdas el m érito de ellas por falta de recta in ten ció n ó de debida atención. Sobre todo acostúm brate á dar siem pre á Dios la prim era obra del dia, levantándote pro ntam ente al oir la señal, y diciendo con gran fer­ vor como los R eyes Magos: esta es la señal del g ran R ey que nos llam a

Sánete Joseph, ora pro m bis.

— 802 — M áxim a X Y H L Un pequeño bien con ¡a gracia de Dios se con­ vierte en grande.

\ . Poco es lo- que Dios nos pide que hagam os por am or suyo, y para esto poco nos ayuda con abundante gracia y nos excita con sus ejem­ plos. ¡O h! ¡ qué b o n d a d ! 2. Pocos servicios exige Dios de nosotros en esta vida, siendo inmensa la recom pensa que nos tien e prepara­ da en el cielo. ¡Oh! ¡qué liberalidad! 3 . M uchos y g randes sacrificios exige el m undo y en cu en tra tantos secuaces : ¡ y Dios tan p o c o s ! ¡ Ay! ¡ qué c e g u e d a d ! Fruto. Anda hoy con los ojos ba­ jos por las calles im itando á san Luis Gonzaga, el cual con su modestia mo-

— 303 — via á devocion á cuantos le m iraban. Toma á este S anto por abogado de tu v is ta , de m odo que en adelante no solo la apartes de todo objeto pe­ ligroso, sino que tam bién sepas m or­ tificarla en su h onor. Sánete Joseph,

ora pro me. Sánete Aloysi, ora pro me. m á x im a X 1 L Un pequeño mal por la astucia del demonio se convierte en grande.

1. Un poco de negligencia en el servicio de Dios basta para que el demonio nos haga perder m ucho m é­ rito y m ucha g lo ria¥ ¡ Qué pérdida ! 2. Un poco de negligencia en de­ sechar las ten tacio n es basta para que el demonio nos haga caer despues en pecado. ¡ Qué peligro ! 3. Un poco de negligencia en co r-

— 304 — regirnos de pecados veniales le bas­ ta al dem onio para que el nos hagn ca er en adelante en m uchos y gra­ ves. ¡ Oh ! ¡ qué ru in a ! Fruto. Harás hoy tres propósitos especiales. El prim ero de guardar­ te de todo pecado au n venial ple­ nam ente consentido. El segundo do evitar cu an to puedas todo defecto en el obrar. El tercero de hacer las obras con grande atención y pura intención de dar gusto á Dios. Tres veces el Gloria Patri á la santísima Trinidad. Pide á san José fidelidad en cum plir estos propósitos.

IHáilnm Quien no te priva de algún gusto licito, fácil­ mente se lomará los ilícitos.

4. Esto es cierto considerada la



30o —

cosa por p arte de sí m ism o ; porque forma un hábito de seguir en todo su amor propio. 2. P or p arte del dem onio; porque ofrece m as fácilm ente placeres ilíci­ tos cuando ve la inclinación á todos los lícitos. 3. P or p arte de Dios; porque pri­ va de sus auxilios especiales á quien no quiere vencerse en nada por am or suyo. Fruto. Reza cinco veces el Padre nuestro y Ave M aría con los brazos en cruz delante de un Crucifijo, y haz cinco actos de m ortificación en ho­ nor de sus cinco llagas. Así mismo propon no gu star cosa dulce los vier­ nes , para im itar siquiera en algo la hiel am arguísim a del S eñor.

— 306 —

m á x im a X U ¿Xo puede agradar á Dios, quien no quiere negarse nada á si mismo.

1. No puede agrad ar á Dios, quien no mortifica sus sentidos : y sin em­ bargo ¡ yo me afano tan to por satis­ facerlos ! 2. No puede agradar á Dios, quien no m ortifica sus pasiones : y ¡tanto com o á mí m e repugna el domi­ narlas ! 3. No puede agrad ar á Dios, quien no m ortifica su voluntad: y ¡tanto com o yo deseo seg u ir m is antojos! Fruto. Deja en la m esa algo de lo que m as te g u s ta ; y ya que muchos practican todos los dias este acto de virtud , hazlo tú siq u iera hoy en ho­ nor de la santísim a V irg e n , y por

‘ — 307 amor suyo propon ayunar ó hacer abstinencia los sábados. Cinco Ave Marías en m em oria do las cinco le­ tras del dulcísim o nom bre de María.

máxima XX1L Dios mefece ser temido.

1. P o r su poder ; pues os tal que no hay quien pueda resistirle. 2. P o r su ju s tic ia ; pues tien e el in­ fierno abierto para el que no le tem e. 3. P or su bondad; pues cu an to mayores son los beneficios que me hace, tanto m ayor será el castigo, si abuso de ellos. Fruto. R epite en tre dia por via de oraciones jacu lato rias actos de fe, ad­ mirando el poder de la divina M ajeslad; de esperanza , confiando en su misericordia ; de caridad , am ando á

— 308 — ' un S eñor ta n bueno en sí mismo , y tan liberal para contigo. Credo quod

revelasti: spero quod promisisti:amo quod pracepisli. Sánele Joseph, ora pro me. M áxim a 1 U L Dios merece ser amado.

4. Debem os am ar á Dios, porque así nos lo m anda É l: es obligación de ju sticia. ¿ L e has tú am ado siem­ pre hasta a h o ra ? 2 . Debem os am ar á Dios, porque es nuestro b ienhechor: es obligación de g ratitu d. ¿ E re s tú actualmente constan te en su am or? 3. Debem os am ar á Dios, porque él nos a m a : es obligación de amor. ¿E stás por lo m enos resuelto á amar­ lo siem pre en lo sucesivo?

— 309 — Fruto. O frccc hoy tu corazon en ­ teram ente á Dios. A im itación de san Ignacio , hazle donacion irrevocable de tu m em oria , en tendim iento , vo­ luntad y de todo tu s e r , diciendo con todo el afecto de tu alm a.— To­ mad, Señor, etc., (pág. 2 5 7 ).

m á x im a X U V . E l mundo no merece ser temido.

¿ Q u é im porta que el m undo no haga estim a de m í? ¿Im pedirá esto el que Dios me ap recie? 2. ¿Qué im porta que el m undo no me ame? ¿Puede por ven tura h accr, que no sea yo am ado de D ios? 3. ¿ Q u é im porta que el m undo nada me dé? ¿P o d rá p o r v en tu ra pri­ varme de los inm ensos bienes que recibo de D ios?

— 310 —

Fruto. Pide perdón á Dios de tres cosas. 1.* Del mal que has hecho por com placer á los am igos. 2.* Del bien que has dejado do hacer por respetos hum anos. 3.* Del m al que hayan hecho otros ó del bien que ha­ yan dejado de h acer por tu causa. Reza el Ave maris stella. Sánete Jo­

seph, ora pro me. máxima XX V . No hay que hacer del amor de los hom­ bres.

1 . P orque el am or de los hombres es falaz : am an su b ie n e s ta r, ó los bienes que puedo darles el am igo; no el m érito ni la persona del que se d esen trañ a por ellos. 2. P orque el am or de los hom­ bres es i n ú t i l : am an sin hacer bien

— 311 — y sin dar m érito alguno dolante de Dios. 3. P orque el am or de los hom bres es pernicioso: ¡c u án tas veces am an ó con fin claram en te m alo, ó al me­ nos peligroso para el alm a ! Fruto. Exam ina si sientes incli­ nación desordenada á alguna perso­ na, y ofrécela en sacrificio al Señor. Imagínate que ves su sem blante lleno de gusanos , de hediondez y podre­ dumbre ta l, cual estará despues de la muerte; y esta im aginación te ayuda­ rá á desprenderte de todo afecto de­ sordenado hácia las cria tu ras. Sáne­

le Joseph, ora pro nobis. m áxim a X X I X Es cosa dura servir al mundo.

1. El m undo es un amo fem e n ti-

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312 —

do. P rom ete satisfacciones y da dis­ gustos ; ¡ y yo me he dejado hasla ahora sed ucir por él, sirviéndole con tanto afan ! 2. El m undo es un traidor. Por algún tiem po se finge am igo, y á lo m ejor nos abandona; ¿soy yo actual­ m ente del núm ero de los que le sirven? 3. El m undo es un tirano. Impo­ ne leyes co n trarias á la m ism a ra­ zón; ¿y proseguiré sirviéndole de hoy en adelante? Finito. P onte á im itación de san Francisco Jav ier com o atadas las ma­ nos atrás en la presencia de Dios, reconociéndote digno de castigo por h aber ofrecido tus servicios al mun­ do. P rotesta que en adelante no quie­ res servir á otro dueño que á Jesu-

— 315 — cristo, üiciéndole : Domine ¿ quid me vis facere? Ayudadm e, denodado Ja­ vier, y Vos glorioso san José.

Máxima XXV II. Cuan fácil es servir á Dios.

1. Dios pide y se contenta con poco: luego es cosa íácil s e rv irle : ¡ y yo pretesto mil dificultades insu­ perables ; su yugo me parece inso­ portable ! 2. Dios consuela m ucho : luego es dulce serv ir al S eñor: ¡ y yo tem o no me cause tristeza su servicio! 3. Dios paga los m enores servi­ cios con prem io e te rn o : luego es útil servir al S eñor : ¡ y yo m iro con h o r­ ror el mas m ínim o trab ajo ? Fruto. Di pues á Dios con ánim o resuelto : soy , S eñor , y quiero ser



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siem pre vuestro siervo : 0 Domine,

quia ego servus lu u s , et film s antUr la tum. Dále gracias y alégrate por la etern a recom pensa que prometo en el cielo á los que le sirven con fervor. m áxim a I X T I I L

De todo ha» de dar cuenta á Dio». 1. D aré cu en ta á Dios de todo el mal que debia evitar y no evité. ¡Qué confusion será ento nces la mia. p or tan to atrevim iento! 2 . D aré cu en ta á Dios de todo el bien que pude p racticar y no practi­ qué ! ¡ Cuál será entonces mi dolor por tan ta cobardía! 3. D aré cu en ta á Dios del tiempo que m e dio para arrep en tirm e, y que yo desprecié. ¿Cuál será entonces mi

— 316 — temor por la scn tcn cia que m e to­ cará? Fruto. S uplica á la santísim a Vir­ gen, que pues es m adre de gracia y de m isericordia, te alcance de Dios el perdón de los pecados com etidos en loda tu vida, y te defienda de las ten ­ taciones en la hora de la m uerte: que te alcance sen ten cia favorable en el tribunal de Cristo suprem o juez, y se digne recibir tu alm a en sus propias manos. T res veces M aría mater gra/»«, etc., (pág. 2 8 3 ).

Máxima U n . Si me condeno et porque quiero.

\ . Puedo enm endarm e de m is pe­ cados: ¿por qué pues no m e enm ien­ do? ¿Por qué no soy pronto en dese­ char la tentación?

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316 —

2. Puedo dejar las ocasiones: ¿por qué pues no hago u n esfuerzo para hollar el respeto hu m an o , y hacerme sordo al m aldito qué dirán ? 3. P uedo cum plir con las obliga­ ciones que m e im pone la conciencia: ¿ p o r qué pues no las cu m p lo ? ¿Por qué no m e resuelvo á v en cer aquella pequeña dificultad? Fruto. Empieza hoy m ism o á abs­ ten erte del pecado en que sueles caer m as á m e n u d o , ap artándote de la o c a s io n : y señala la p enitencia que deberás h acer cada vez que vuelva.* á caer hasta que te enm iendes ente­ ram ente.

m á x im a X XX . E n nuestra mano está ganar el cielo.

1. Dios ha hecho el cielo para que

— 317 — todos vayam os á é l : basta pues que yo quiera de veras arrep en tirm e de mis p ec ad o s, y ser fiel en lo sucesi­ vo, y m e salvo. 2. Dios desea que vayamos al cie­ lo y nos llam a á él: b asta, pues, que yo lo desee eficazm ente y correspon­ da al llam am iento divino. 3. Dios nos da los m edios nece­ sarios para ir al cielo: basta pues que yo me aproveche de sus auxilios, y no abuse de su gracia. Fruto. P ro cu ra con tu s buenas obras au m en tar el m érito, para ten er mayor gloria en el cielo. A este fin repite en tre dia m uchos actos de vir­ tud, y con tu s oraciones, consejos y buenos ejem plos pro cu ra im pedjr al­ gún pecado , prom over la piedad en tus com pañeros y g an a r algún alm a



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para Dios. Ofrece hoy todas tu s bue­ nas obras por el alm a del purgatorio que esté m as cerca de su b ir á la glo­ ria. Sánete Joseph, ora pro nobis. El Papa Benedicto XIV p ara aGclonar i los Geles al saulo ejercicio de la oracion mental, concedió en 16 de diciem bre de 1746 una In­ dulgencia p len aria cada mes, al que meditare por lo menos un cuarto de ho ra coda dia, ó enseñare á oíros & m e d ita r; con tal que con­ fesado y comulgado ruegue por las Intencio­ nes del Sumo Pontífice el dia que escogiere p ara ganar dicha indulgencia. Además siete años y siete cuarcnlena9 de perdón por cada vez que m editare ó enseñare á m editar. Todas estas indulgencias son apli­ cables á las Animas del purgatorio.

— 310 —

PASION DE JESÚS. A dT W tnpiM p a s a m e d ita rla oon fro to .

No d u d o , am ado devoto de san José, que habiéndote aplicado seria­ mente d u ra n te u n m es á m editar las máximas cristian as que te acabo de proponer, te sentirás grandem ente aficionado al ejercicio provechosísi­ mo de la oracion m ental. Voy pues á indicarte u na m ina Fecundísima de donde sacará tu alm a recursos ina­ gotables con que suavizar el yugo del Señor y en riquecerla con el tesoro preciosísimo de toda clase de virtu­ des. ¿Y qué m ina es esa tan preciosa? La m editación de los m isterios de la Pasión y M uerte de n u estro divino Redentor. Y de hecho, ¿q uién podrá

— 320 — decir en pocas palabras cuán prove­ chosa es al alm a y cu an agradable es á Dios dicha m editación? ¡Qué medio este tan eficaz para v en cer las tenta­ ciones, purificar el alm a , perfeccio­ narla en la virtud y en cen d er en ella el fuego del divino am or! Baste decir con el seráfico D octor san Buena­ ventu ra , que aquí halla el cristiano todo cuanto pudiera desear. Qui u

intente ac devole in sanctissima vila el passione Domini exercet, omnk ulilia et necessaria sibi abundanltr ibi inveniel, nec opns e s t, ut extra Jesum aliquid qumrat. La naturaleza de esta obrita no perm ite poner aquí una série de me­ ditaciones sobre este im portante asun­ to. Las hallará el lector en las medi­ taciones del P. La P u en te, de Fr. Luis

— 321 — de'Granada, de Villacastin y otros ex­ celentes au to res. No obstante el re­ loj que vam os á poner de la P asión, el Via-Crucis distinto del que se halla en ol Ancora de salvación, y sobre to­ do las advertencias que siguen podrán suplir algo y serv ir m uchísim o para meditar fácilm ente y con fruto cual­ quier paso de la Pasión del Señor.

CDCIIKSTUCUS QUE PUEDE! UNTU» y afectos que pueden concebirte en cualquier misterio de la Pasión.

En cu alq u ier punto ó m isterio de la Pasión del S eñor puedo ir consi­ derando : 1. La infinita dignidad del S eñor que padece.

2. La grandeza de sus tormentos é ignominias.



m



3. £1 am or inm enso con que to­ do lo sufre. 4. Cuán vil y m iserable soy yo por quien padece. 5. Qué preten d e Jesús con tan es­ tupendas obras, sino el que yo le ame é im ite las virtudes que ejercita. C onsiderado esto brevem ente, pe­ ro con atención , será casi imposible que la voluntad no se sienta movida á varios afectos, principalm ente: De admiración, diciendo: ¿Es po­

sible que padezca un Dios, y padez­ ca. tanto, y por una criatura tan, vil t¡ miserable como yo soy? ¡0 bondad! ¡0 sabiduría de D ios! ¡ Qué medios ha­ béis inventado para salvarme! De agradecimiento, no solo reco­ nociendo in terio rm en te este tan ex­ traordinario beneficio, sino manilos-

— 323 — tándolo exteriorm ente con alabanzas y acciones de gracias ; y sobre todo ejercitándote en deseos y propósitos de pagárselo con obras. De compasion, al ver aquella Hu­ manidad santísim a sum ergida en un mar de dolores, considerando la de­ licadeza de su com plexión, la grave­ dad de los to rm entos, la rabia de los enemigos y v erd u g o s... ¡Oh! ¡Quién, Señor, fe hubiese hallado allí pre­ sente para poderos d ar algún alivio y consuelo 1 De contrición, de tus pecados, re­ conociendo cuán profundas eran las llagas de tu s c u lp a s , pues tal rem e­ dio fué necesario para cu rarlas; con­ siderando cuán caros le costaron á Jesús los placeres prohibidos que te tomaste, y cu án ta p arte has tenido tú

— 321 — en su pasión y m uerte. P ero acom­ paña este afecto con firm es propó­ sitos de en m en d arte , y de m orir mil veces an tes que ofender de nuevo á tan am able R edentor. De amor, esfuérzate en correspon­ der á tan ta caridad , am ando soto todas las cosas á un Dios que te anui m as que á su propia vida, y desean­ do que sea de todos conocido y ama­ do en la tierra y en el cielo. De súplica, pidiendo al Señor la gracia de im itarle en la virtud que m as falta te h a c e , ó que mas res­ plandece en el m isterio que medita­ res ; y excitando tu confianza á vista de lo que Dios ha hecho y padecido por tí; pues como dice san P ab lo : El

que á su propio Hijo no perdonó, ti­ fio que lo entregó á la muerte por It-



325 —

dos nosotros, ¿cómo es posible que no nos dé juntam ente todo lo demás?

P ero advierte que no es necesario que te ejercites en cada m editación en todos estos afectos; basta escoger alguno ó algunos de ellos según tu necesidad ó devocion; así com o tam ­ poco es preciso re co rre r todos los puntos en que se divide el m iste rio ; pues cuando uno m edita en particular y no en com unidad , debe detenerse en el prim er p u n to , m ien tras hallare que m ed itar; y aunque se le pase allí todo el tiem po, no im porta, no pase al segundo p u n to , hasta que haya satisfecho toda su devocion en el pri­ mero, pasando luego á los dem ás si hubiere tiem po. Y esto se entiende de toda suerte de m editaciones, cual­ quiera que fu ere su m ateria.

— 326 —

Lo dicho bastará , amado devoto de san J o s é , para que por de pronto sepas lo mas sustancia] que se requiere para meditar con fruto la sagrada Pasión: pero la práctica, y sobre todo la luz que Dios te comunicará, si perseverasen este santo Ejercicio, te en­ señarán mas de lo que yo pudiera hacer con muchas palabras. Por tanto , á mas del Reloj de la Pasión y una tierna oracion tomada de las obras d? san Buenaventura, que podrán ayudarle so­ bremanera á meditar con facilidad y gusto los padecimientos de J e sú s, voy á ponerte un medio no menos fácil que eficaz pan copiar las virtudes de nuestro amable Sal­ vador.

— 327 —

RELOJ DE IA PASION qie nriai pen nu piadora eoriemplai eitre dia, toi eipedalidad Itt ñenei de eada Rían. Ju eves. Seis de la tarde: Jesús se eiñe con un lienzo , y echando agua en una vacía, lava los pies á sus discípulos, los enjuga y besa. ¡Qué hum ildad! A las siete, instituye el santísim o Sacramento, dando á los Sacerdotes el pasmoso poder de convertir el pan y vino en su C uerpo y S angre precio­ sísima. ¡ Qué a m o r ! A las ocho, va al h u erto de G etsemaní; y á pesar de la tristeza y sudor de sangre, ¡cuán fervorosa y constan­ te es su oracion!

— 328 —

A las nueve, es entregado por Ju­ das, preso, cargado de cadenas y aban­ donado de sus d iscíp u lo s: ¿y no le has entregado tú tam bién alguna vez? A las d ie z , llevante á casa de Anás ; ¡ cuán diferente entrada hace hoy en Jerusalen de la que hizo el dia do Ramos! ¡Qué terrib le bofetada le d a n !

Viernes. A las cuatro de la mañana. Ha su­ frido esta noche infinitos escarnios en casa de G aifás: P edro le ha ne­ gado tres vecejs, y ah ora gritan to­ dos que es blasfemo y digno de muer­ te. ¡Qué ingratitud! A las eincQ, le co n ducen al presi­ dente P ila to s : ¡ q u é insultos por los calles! ¡Con qué furor le acusanl

— 329 —

A las seis, es presentado á H ere­ des ; le yisten u na ropa blanca y es­ carnecen com o á loco; ¡siendo la sa­ biduría infinita! A las siete, Pilatos le pone en p a­ rangón con B arrab ás: y ¡ay! es pos­ puesto á tan vil asesino! A las ocho, m írale atad a á la co­ lumna, y despedazado con cinco mil y mas azotes. A las nueve, hínc&nle en la cabeza una corona de seten ta y dos espinas. ¡Qué torm ento! A las diez, dice P ilatos : Ecce-Hom , m ostrándole al p u eb lo , y este pide feroz que sea crucificado : ce­ de el cobarde ju e z , y le co n d en a á muerte. A las once, sale ya con la cruz á cuestas. ¡ Qué caidas tan d o lo ro sa s!

— 330 — ¡Qué am arg u ra, cuando encuentra á su M adre ! ¡ Qué palabras dirige tan tiern a s á las m ujeres que le sig u en ! A las doce, le desnudan y encla­ van en la cruz: ¡qué ignom inia! ¡Qué torm ento! A la tina, ruega por sus verdugos, abre el 'paraíso al ladrón ; y nos da por m adre á su propia M adre : ¡ qué bondad ! A las dos, quéjase amorosamente con su P a d r e : tiene sed, y le dan á beber hiel y v in a g re ... Ya todo se acabó. A las tre s, entrega su espíritu al P adre E tern o , y m uere por mi amor. Di cinco Padre nuestros, con los bra­ zos en cruz, si puedes y hallas devo­ cion en ello. A las cuatro, bájanle de la cruz:

— 331 — ¡qué escena aquella tan tierna! ¡Qué lágrimas! ¡Qué coloquios! A las cinco, m ira á Jesús en los brazos de su M a d re , y, viendo á su Hijo s e p u lta d o , tom a parte en sil dolor. Hé aquí todavía una oracion que llena de consuelo á las alm as piado­ sas , y será sum am ente grata á san José.— Ella podrá serv ir á sus de­ votos de excelente m editación todos los viernes. Tom en el Crucifijo en la mano , vayan reco rriendo y adoran­ do los sagrados m iem bros , de nues­ tro Señor Jesu cristo , dándole gracias por lo que padeció en ellos por nues­ tro am or.

— 332 — ORACION

p a n dar gracias al Señor por lodo I» que padecié per nosotros ea sus sagrados niembrts. Te adoro, alabo y glorifico, Señor inio Jesu cristo , te bendigo y doy gra­ cias, Hijo de Dios vivo, porque qui­ siste que tu s dignísim os miembros fuesen p o r mi rem edio en tantas ma­ neras afligidos y lastim ados. Yo lo6 saludo todos uno á uno por tu honra y am or. Salúdoos , Piés de mi Señor, por mi causa afligidos y con duros clavos traspasados. S alú d o o s, vene­ rables R odillas, ta n ta s veces hincadas por mí en la tie rra y cansadas de ca­ m inar. Salúdote Pecho florido, afeado por mí con cardenales y heridas des­ apiadadas. Te saludo, Costado sacra­ tísim o , que fuiste traspasado por mí



333 —

con una lanzada. Te saludo, Corazon amabilísimo , suavísim o y piadosísi­ mo, abierto y alanceado por mi am or. Salúdoos , Espaldas , rasgadas y en ­ sangrentadas por mí con cruelísim os azotes. Salúdoos , dulcísim os y carí­ simos Brazos , tendidos y estirados por mí en la cruz. Salúdoos, delica­ das M anos, heridas y traspasadas cruelm ente por mí con duros clavos. Salúdoos, herm osísim os Hom bros, molidos y quebrantados p or mí con el peso de la cruz. S a lú d o te , Boca y Garganta suavísim a am argada por mi salvación con hiel y vinagre. Salú­ doos, benignísim os Oidos, ofendidos con injurias y afrentas por mí. Salú­ doos , bienaventurados O jo s, deshe­ chos en lágrim as por m is pecados. Te saludo, venerable Cabeza corona-



334



da de espinas por mi orgullo, llagada con heridas, y lastim ada con la caña. Saludo, clem entísim o Jesú s, todo tu preciosísim o C uerpo, azotado, llaga­ do, crucificado, m uerto y sepultado por darm e á mí etern a vida. Te sa­ ludo, S an g re preciosa, ofrecida y der­ ram ada por m í. S aludóte, Alma no­ bilísim a , en tristecid a y angustiada por mí. R uégote, am abilísim o Señor, por tu s santísim os m iem bros que san­ tifiques y laves todas las m anchas que yo pegué á los m ios, usando mal de todos ellos: tú que vives y reinasen los siglos de los siglos por siempre jam ás. Am en.

Medio fácil de

k Jesúa.

¡ C uántas veces , am ado cristiano, devoto del p atriarca san José, habrás

— 336 — envidiado la su erte inefable que tuvo el Santo de pasar tantos años en com ­ pañía de Jesú s y de su M adre santísi­ ma? ¡ A h ! no podia m enos de llegar á tan sublim e perfección , te .habrás dicho m uchas v e c e s , viviendo tan cerca del que es la fuente de toda virtud y santidad y estando de con­ tinuo contem plando y adm irando las palabras, gestos y acciones de J e ­ sús y de M aría. P ues el mismo medio puedes tú p ro p o rcio n arte, si quieres; sí; tam bién tú , am ado devoto de san José, puedes d isfru tar de la dicha incomparable que tuvo el S an to ; ¿y cómo? T eniendo siem pre á la vista el modelo de predestinados que san José estudiaba de con tin u o . En eTecto, apenas hay en la vida del hom bre cir­ cunstancia alg u n a, en que no p o d a -

— 336 — m os te n e r p resente á n u estro espíritu alguna acción del Verbo divino Hu­ m anado, análoga á la situación ó cir­ cunstancia en que nosotros nos en­ contram os. R ecordar, pues, é imitar esas acciones, h e aquí el gran medio de salir vivas im ágenes de Jesús, y de ser en algún modo participantes de la dicha inefable de san José. Y sino veámóslo prácticam en te.

Obras buenas. Si haces oracion, figúrate que la haces con Jesucristo en el huerto, A en el tem plo ó en el desierto á don­ de se retiraba á pasar las noches en oracion. iEral pernoctans in o ra tm t Dei (1). ¡Y tan to com o te cuesta á li dar m edia hora ¿ este santo ejercicio! (1 J Luc.

V I,

12.

— 337 — ¿Te repugna el ayuno ? ¿ Cómo no se te hará llevadero , si piensas que Jesús ayunó cu aren ta dias y cuarenta noches en teras p o r tu am or ? ¿Haces limosna? ¡Qué dicha la tu­ ya en poder im itar la caridad con que el Señor alim entaba á tan to s m illa­ res de hom bres en el d e sie rto ! Si tienes que serv ir á un enfermo; no olvides la bondad con que Jesús los visitaba y cu rab a, y la m agnífica recompensa que prom ete á los que esto hicieren p or su am or. Si enseñas al ig n o ran te, ó in stru ­ yes al rudo, adm ira la paciencia con que Jesús in stru ía á los Apostoles tan rudos, y el celo con que predicaba á las turbas. ¿Emprendes u n viaje por la gloria de Dios ? ¡Y cuántos y cuán p e n o 99

Id i Jo m .



338 —

sos em prendió Jesús recorriendo la Judea por la salvación de las alm as! ¿E res tentado ? ¿Y ten d rás motivo para q u e ja rte , habiendo sido Jesús tres veces tentado en el desierto? Si eres S acerdote y oyes confesio­ nes; recu erd a con qué prudencia Je­ sús fué sacando las faltas á la Samaritan a; con qué bondad perdonó á la m ujer ad últera, y con qué celo pro­ curaba p rem u n ir al pecador contra las recaidas.

H o n o r **. ¿T e qu ieren trib u tar honores qut tal vez no mereces? Mira con qui: p ron titu d los rehúsa J e su c risto , es­ condiéndose en el desierto cuando le querían h acer r e y : ¡y esto que en Rey in m ortal de todos los sig lo s!

— 339 — Y si te pareciese que mereces ese honor, considera las disposiciones interiores de Jesús en medio de las aclamaciones que le prodiga el pue­ blo cuando hace su en trada solem ne en Jerusalen. ¡Y ay de tí si hicieres caso de ala­ banzas! M ira, qué pronto aquel ho­ sanna, y aquel B endito sea el que viene en nom bre del S eñ o r, se cam ­ bió en Tolle, tolle, crucifige eum (1). Si tienes que asistir á algún con­ vite; no pierdas de vista á Jesús, cuando Fué convidado á com er en casa de Sim ón el fa ris e o , en la de san Mateo, ó á las bodas de G a n á ; mira con qué m odestia y sobriedad se conduce en todas partes. Si te viniese la ten tació n de e n -

[i) Joan, xix,

16.



3Í0 —

greirte por el aprecio en que te tie­ nen , m ira á Jesús á los pies de Ju­ das, y no olvides que el que se exalta será hum illado.

Adversidades. Si te desacreditan; piensa en las m aldiciones y calum nias que decían contra Jesús,* y dite á tí m ism o: ¿es por ventura el siervo de m ejor condi­ ción que su am o, y el discípulo mas que el m aestro? Si pierdes un pleito; m ira á Jesús conducido de trib u n al en tribunal y condenado á la m u erte m as cruel é injusta por tu am or. ¿ T e ves insultado públicamente* ¿Te dirigen palabras descorteses? ala­ ba al S eñor que sufrió aquella cruel bofetada por tu am or en casa deCaifós.

— 341 — ¿T e hace traición un am igo? Re­ cuerda el beso y la traición del pér­ fido Judas. ¿Tienes que salir de tu patria? ¡Ah! también Jesú s se vió desterrado ú Egipto. Si te ves precisado á separarte de tus caros parientes y a m ig o s , con­ suélate coa el doloroso despido que haría Je sú s de sus am igos y de b u Madre san tísim a, en la am arga vigi­ lia de su pasión.

Actos al parecer indiferentes. Cuando comes, figúrate que ves á Jesús com iendo con san José y con su Madre santísim a; m írale qué tem ­ planza y m oderación m anifiesta en to­ do, no tom ando m as que el alim ento necesario para conservar las fuerzas.

— 312 —

¿Trabajas? ¿ P o r qué no unirás tu trabajo y tu s fatigas con las de este am able Salvador? ¿Haces alguna visita? Tam bién Je­ sús visitó á M arta y M aría: pero ¡qué diferentes eran aquellas visitas de las m uchas que in ú tilm en te se hacen en el m undo! ¡Q ué virtudes ejercitaba! ¡Q ué frutos producía Jesús con sus visitas ! ¿Tom as algún alivio, algún des­ canso? Mira á Jesús ¡con qué modes­ tia duerm e , qué circunspección re­ velan todas sus palabras y gestos en m edio del m ismo recreo ! Si te in terru m p en el sueño duran­ te la noche , piensa que tam bién los Apóstoles despertaron á J e s ú s , en aquella h orrible to rm en ta.

— 343 —

Padecimientos. ¿Tienes hambre? ¡Cuál seria la de Jesús en el d esierto , y cuando los Apóstóles se vieron precisados á en­ trar en un cam po y to m ar algunas espigas en dia Festivo para satisfacer el hambre que los devoraba? ¿Te aqueja la sed? ¡Ah! ¿cuál seria la de Jesús m oribundo en la cruz? ¿ Sientes tedio , tristeza ? ¡ Ah ! ¡cuánto m ayor seria la de Jesús en el h u erto ! ¿Y dónde en cu en tra ali­ vio? No en los Apóstoles, sino en la oracion. Si te duele la cabeza: ¡ qué bella ocasión para p ensar ya en la corona de espinas, ya tam bién en las cnidas del Señor, cuando caes; en el peso de la cruz, cuando llevas alguna carga;

— 344 — en lo que Jesús padeció en sus miem­ bros, cuando á tí te duele alguno! Lo m ism o si te hallas afligido, en­ ferm o , agonizante, piensa en las aflicciones y dolores de Je s ú s , une tu s penas , tu desam paro , y agonía con las p e n a s , con el desamparo y con la agonía de Jesucristo en lt cruz. He aquí un medio eficacísim o pan santificarlo todo con indecible con­ suelo del alm a, para an d ar de conti­ nuo en la presencia de Dios , y tra­ zar en tu alm a una im ágen acaba­ da del hom bre perfecto , haciéndote así copia fiel del m ism o Jesucristo.

Ul exhibeamus hommem perfectum in Chrislo Jesu ( 1). (1) COIOS. I, 28.

DEVOCIONES PARTICULARES. Lo propuesto hasta a q u í , am ado devoto de san José, bastaría para afi­ cionar tu alm a á la p ráctica de la virtud. P ero las cosas espirituales, son de m uy diferente condicion que los placeres m undanales. Estos por mas que fascinen la im aginación al principio, apenas se les ha gusta­ do , sacian y fastidian al h o m b re : pero las cosas espirituales, por mas que repugnen %1 principio , u n a vez gustadas, d e le ita n ; y cuanto mas se las gusta y p ra c tic a , tanto m as inundan el alm a de placer indefíni-



3íG —

ble. De aquí e s , qué si has leido y puesto en práctica lo que precede, no puedes m enos de sen tir un vivo deseo de abrazar algunas otras devo­ ciones. S erá imposible ponerlas aquí todas: hallarás m uchas en el Ancora de sal­ vación , no m enos fáciles que varia­ das : devociones que á m as de hacerle agradable la práctica de la piedad pro­ porcio n arán , lo espero, no pequeñas utilidades á tu alm a. No obstante sin re p etir las devociones que allí puse, te recom endaré ó ap u n taré siquie­ ra las m as notables y las que juzgo m as oportunas, sea para m ejor arrai­ g ar en tu espíritu I? devocion que has concebido al excelso Patriarca san J o s é , sea para h ac er mayores adelantos en el cam ino de la virtud.

— 3i7 — Comencemos por las devociones que se refieren á Dios , y en prim er lu­ jar por el

T I M A L A SANTISIMA TRINIDAD. El sagrado Trisagio que el profeta Isaias aprendió en una visión de boca de los Serafines, fué despue6 revela­ do al m undo para rem edio d é la s pú­ blicas calam idades con el siguiente suceso. Refiere Orsi en su historia eclesiástica que el año 4 4 7 , im peran­ do Teodosio el jóven en O riente, se experimentó un tan terrible terrem o­ to, que bien puede llam arse el m as espantoso de que hay m em oria. Duró 6 m eses, causando indecibles eslragos en los edificios m as so b e r-

— 318 — bios de C o n stan tin o p la, y en la cé­ lebre m uralla del Q u ersoneso, y se­ pultando á ciudades en teras. Quedó desierta la ciudad im perial, abando­ nándola sus h abitantes con el mismo em perador Teodosio , con Pulqueria su h erm an a, san P roclo, patriarca de aquella iglesia y todo el c le ro , para trasladarse á un lu g ar llamado el Campo. M ientras estaban dirigiendo todos fervorosas súplicas al cielo, so­ brevino un dia e n tre ocho y nueve de la m añana un sacudim iento mu­ cho m as violento au n que los pasa­ dos ; cuando he aquí q ue, en medio de la consternación g en eral, ven to­ dos con asom bro á un niño de tier­ nos años que fué arrebatado por los aires h asta perderse de vista. Al cabo de un largo r a to , fué restituido á la

— 319 — tierra; le conducen á la presencia del Patriarca y del E m p e ra d o r: pregún­ tenle donde había estado y refiere que habiéndole adm itido en tre los Espíritus celestiales, oyó ca n ta r á los Angeles este c á n tic o : Santo Dios,

Santo F uerte, Santo Inm ortal, te­ ned misericordia de nosotros, y que le habian m andado les diese noticia de esta visión. Dicho esto, e sp iró el niño. Oida esta relació n , san Proclo y el Em perador dispusieron de co­ mún acuerdo que todo el pueblo en­ tonase este sagrado cántico , con lo que cesó al in stan te el terrem oto y quedó quieta y tranquila toda la tier­ ra. De aquí nació el uso del T risagio en las públicas calam idades, aprobándolo el FV Concilio C alcedonense, y enriqueciéndolo despues los

— 350 — Sum os Pontífices con m uchas indul­ gencias (1). Se reza en la forma que se halla en el Ancora de salvación, hacia la pág. 3 0 0 de las últim as edi­ ciones. (1) Orsl HUI. Ecles. 11b. Si.

LÉí* Q u i* C or ta m a m a n » n on r e d a m e tí ¿ Q u ié n no co rres p o n d erá A tan grande a m o r ? Bern. depass. I)om.

DEVOCION AL, CORAZON DE JESÚS.

—¡-Efec*— VISITA A JESÚS SACRAMENTADO.

Una de las m ejores devociones que pueda abrazar el devoto de san José y todo cristiano enam orado de Jesu­ cristo , es la devocion al augusto Sacramento del A ltar, donde Él re­ side real y v erd aderam ente com o está en el cielo. ¿Y de qué m anera m ejor podemos m anifestar á Jesús nu estra profunda g ratitu d por dádiva tan ex­ celente? ¿Cómo g ranjearnos m ejor el inmenso tesoro de gracias que en­ cierra esta fuente inagotable de toda virtud y de todo b ien, que visitando-

— 384 — le á m enudo y con fervor en la sagra­ da E u caristía? Siem pre , pues , que vayas, am ado devoto de san José, á visitar al santo P a triarc a, dulce obje­ to de tu veneración y de tu am or, no te olvides de h acer au n q u e no sea mas que u n a corta visita á Jesús Sacra­ m entado. T res fines debes proponerte en ella: 1.° dar gracias al Señor por la institución de tan inefable Sacra­ m ento. 2.° D esagraviarle por tantas injurias y desacatos com o en él reci­ be de la m ayor parte de los hombres insensibles á ta n ta fineza de amor. 3.° E xcitar en tí un vivo deseo de adorarle en todos los lugares donde reside , y p rin cip alm en te aquellos donde se vé m as abandonado de los fieles. No dudes que haciéndolo así, alcanzarás la gracia de perseverar en

— 388 — el santo am o r de Dios y la eterna Balvacion. E n cu anto al m odo de ha­ cer con fru to esta visita , se hallará en el libro de oro de san Alfonso L igorio in titu la d o : Visitas al santísimo Sacramento, libro precioso que t r a ­ dujimos para m as facilitar y propagar este m edio eficacísim o de perfección. Remitiéndote pues á dicho libro, pa­ semos á otra devocion no m enos im ­ portante y eficaz para ob ten er el mismo objeto, la devocion al sagrado Corazon de Jesú s.

La devocion al sacratísimo Corazon de Jesús tien e por objeto visible y corpóreo á este deífico Corazon, pre­ ciosa parte de la santísim a h um ani­ dad de Jesu cristo , y por objeto invi­ sible é incorpóreo el am or inm enso en que arde por n u estro am or, sin

356 — que jam ás se apague tan dulce lla­ m a. Mas por cuanto este am or se vé no solo m al correspondido, sino tam­ bién ultrajado en sum o grado hasta en el augustísim o S acram ento del a lta r, para resarcir de alguna mane­ ra los ultrajes que recib e, y corres­ p o n d e rá con encendidos a fe c to s, se reú n en los corazones de m uchas al­ m as p ia d o sa s, y estas convidan á unirse san tam en te con ellas á todos los dem ás fíeles. Dos son los fines de esta devocion, esparcida hoy dia por todo el m undo católico ; devocion á la cu al el S eñor ha vinculado mag­ níficas prom esas y concedido ya muy particu lares gracias. El p rim er fin es corresponder de algún modo al amor inm enso que nos m anifestó nuestro divino R edentor, ya d u ran te toda su

— 387 — v ida, ya instituyendo el santísim o Sacram ento , dándonos ju n tam en te con su Cuerpo su Corazon sacratí­ simo. El segundo fin es re p ara r de cuantas m aneras podam os los ul­ trajes que tan to s m alos cristianos y hombres d esa lm a d o s, h acen á es­ te Sacram ento de am or. Adorem os, pues, á este divino Corazon, alabé­ mosle com o el m as digno objeto, en quien se com place la santísim a T ri­ nidad, y adorém osle ju n to con los Es­ píritus celestiales , com o única víc­ tima capaz de satisfacer á la justicia Divina. Amém osle com o al m as no­ ble, generoso, m agnífico, dulce, h u ­ milde , paciente y caritativo de todos los co razo n es; com o al Corazon de un amigo, de un h erm ano, de u n pa­ dre y del esposo de n u estras alm as,

— 388 — que m erece toda n u estra ternura y g ratitu d . Acudam os á él como á fuente y m anantial inagotable de to­ dos los bienes, con segura confianza de conseguirlo todo. E s el modelo perfecto de a m o r; es la fragua donde se encendió la ferviente llam a de ca­ ridad divina que ardia en el corazon de san J o s é ; debe pues se r también el dulce im án de n u estro corazon. Y para que los devotos del santo Patriar­ ca puedan m as fácilm ente encender en su corazon esta llam a de amor di­ vino , y concebir u n a verdadera de­ vocion á este Corazon sacratísimo, notaré aquí las prácticas principales que hay establecidas en su honor. Cada año: solem nizar la fiesta del Corazon de Jesús el viernes despues de la octava del C orpus, confesando,

— 3B9 — comulgando y visitando al santísim o Sacram ento, en desagravio de las in­ jurias que allí recibe.' Cada m e s : haciendo lo m ism o en los prim eros v ie rn e s , hay concedida indulgencia plenaria ; y dado que no se pudiese com ulgar fácilm ente el mismo v iern es, haciéndolo el prim er domingo se ganará tam bién dicha indulgencia. Cada viernes: dar u n a lim osna, ó hacer alguna ligera p enitencia; cuan­ do no, m ortificarse in terio rm en te en alguna cosa. Cada d i a : h acer alguna visita á Jesús S acram entado en nom bre de todos los pecadores y de los que están fuera del grem io de la santa Iglesia. Siempre: por am or del Corazon de Jesús, ser benignos y afables para

— 360 — c o n el p ró jim o , te n e r c o n él entrañas de v e rd a d e ra c a rid a d , socorriéndole e n su s n e c e sid a d e s, su frie n d o s u s de­ fe c to s , d isim u la n d o s u s q u e ja s é im­ p e rtin e n c ia s y p e rd o n á n d o le las in­ ju r ia s . ir o n M E H C M R n m n É T B M

j aplicables en sufragio ie loi difnntos, naeeiidaj á lo agregados al ng rad t Coran» de Jetas. IN D U L G E N C IA S P L E N A H IA S .

1. El dia de la agregación. 2. El dia de la Gesta del sagrado Corazon de Jesús ó el domingo próximo inmediato. 3. El prim er viernes ó el primer domin­ go de cada mes. 4. Un dia de cada mes. 5. En el artículo de la muerte, invocan­ do el dulcísimo Nombre de Jesús con el corazon, si no se puede con la boca. 6. En las siguientes festividades: Nati-

— 361 — vidad, Jueves Santo, domingo de Pascua de Resurrección y Ascensión del SeBor; Con­ cepción, Natividad, Anunciación, Purifica­ ción y Asunción déla virgen María; Todos los Santos, Conmemoracion de los difuntos, san Pedro y san P ablo, san Juan Evange­ lista y san Gregorio Magno. 7. Cada uno de los seis domingos ó seis viernes que preceden á la fiesta del sagrado Corazon de Jesús. 8. Cada uno de los tres dias de carna­ val , visitando alguna iglesia en que esté expuesto el Santísimo: y esto aunque no pertenezcan á la Pia-Union. (23 de julio de 1763). Hay además otras muchas indulgencias que pueden ganar los devotos de este Cora­ zon santísim o, como consta de varios res­ criptos de Sumos Pontífices. Para ganar estas preciosas gracias é indul­ gencias de la Agregación, es preciso practi­ car la obra im puesta, que es rezar cada dia un Padre »tu ttr o , Ave M aría, Credo, y es­ ta jaculatoria.

— 362 — Corazon de mi amable Salvador,

Has que arda y siempre crezca en mi tu amor.

Para ganar las indulgencias plenarias se requiere la confesion y comunion, debiendo además en las festividades expresadas en el núm. 6, visitar la iglesia donde esti erigida la Pia-Union, y en los dias del núm. 7, vi­ sitar una iglesia en que se celebre la fiesta del sagrado Corazon; y en caso de no po­ derlo hacer, practicar la obra de piedad que impusiere el confesor. Habiendo ya puesto en el Ancora de sal­ vación, el culto perpétuo al Corazon de Je­ sús , un acto de desagravios para cada mes, los nueve Oficios y otros obsequios á este Corazon deífico, me limitaré á proponer aquí estos 40 actos de virtud para que pue­ da el devoto de san José reparar mejor lu ofensas hechas con la siguiente

— 363 — PRÁCTICA DE DETOCIOH

pan cclcbnr piblieaoeile la fiesb del Gomen de le­ ta l, j loi primeros ñ e n e i de cada nes. Estando manifiesto el santísimo Sa­ cramento, y rezado, si •pareciere, el tanto Rosario, puede hacerse un rato de Meditación sobre el amor de Jesu­ cristo para con los hombres en la

tagrada Eucaristía, ú otra materia análoga, despues de la cual se d ir á : Ahora harem os con todo fervor cinco visitas á Jesús S acram entado. 1.* "Visita : para agrad ecer á Jesu­ cristo el am or infinito que nos m ani­ festó instituyendo este adorable Sa­ cramento. Padre nuestro, Ave M aría y Gloria Patri. 2.* V isita : en acción de gracias por todas las veces que le hem os re -

— 361 — cibido en la sagrada E ucaristía, y en p artic u la r p o r todos los beneficios que nos ha hecho. Padre nuestro, Ave M aría y Gloria Patri. 3.* V isita: para desagraviarle de todos los u ltrajes que ha recibido de los infieles y herejes. Padre nuestro, Ave M aría y Gloria Patri. 4 . a V isita: para re p ara r en cuanto esté de nu estra p arte con un profun­ do respeto y con la m as perfecta su­ m isión las irrev eren cias , las impie­ dades y los sacrilegios que h a sufrido y sufre cada dia de u na g ran parte de los m ism os fieles. Padre nuestro, Ave M aría y Gloria Patri. 5.* Visita: para adorar en espíri­ tu á Jesu cristo en todas las iglesias del m u n d o , tanto en las ciudades com o en las aldeas y pueblos donde

— 365 — quiera que resida el Santísim o S acra­ mento. ¡Ay! ¿lo veis? casi todo el mundo le abandona, y donde quiera se ve tan m al recibido , raras veces visitado y casi un iv ersalm ente olvi­ dado. Padre nuestro, Ave M aría y

Gloria Patri. Concluidas las visitas se puede can­ tar el 0 salu taris hostia , ó bien al­ gún otro cántico en honor del San­ tísimo Sacramento 6 del Sagrado Co­ razon de Jesús y en seguida se hará ti siguiente ACTO DI MíifiBiTIQS r a nonoR

BE L I U U D O

C O B A W I D E J E a fr k

¡Am abilísim o Corazon de Jesús, centro de todas las perfecciones y fuente inagotable de gracias y m ise-

— 360 — ricordias infinitas! ¡H asta qué esceso habéis, S eño r, am ado á esta vilísima cria tu ra ! ¡No contento con haberme criado á vuestra im ágen , y amado desde la eternidad ; no contento con hab e r conversado tre in ta y tre s años con unos hom bres ta n in g rato s, qui­ sisteis v erter todavía por mí tantos sudores y lágrim as y d erram ar hasta la últim a gota de v uestra S angre pre­ ciosísim a en la cruz! ¡Y no bastando tan tas finezas de am or á v uestra cari­ dad inm ensa, in stituisteis ese inefable Sacram ento para ser mi consuelo, mi alim ento y mi vida, y para inmolaros cada dia al Eterno P adre en infinitos altares por m i a m o r ! Y q ué, dulcísim o Jesú s m ió, ¿ig­ norabais por ventura los enormes agravios que habiais de recib ir? ¡No

— 367 — sabíais que habría tan to s infieles que os desconocerían, tan to s herejes que obstinados negarían vuestra real pre­ sencia, y os h arían la m as encarniza­ da g u erra; y sobre todo tantos malos cristianos que pagarían ese excesivo amor con la m ayor frialdad, despre­ cio é in g ratitu d ? ¡Ah! ¡si yo á lo m e­ nos, que fui co n stan tem ente el dulce objeto de tan tas finezas, hubiese cor­ respondido siem pre á vuestro am or! Mas ¡ a y ! que yo fui tam bién del nú­ mero de estos in g rato s! ¡Yo tam bién insensible á tantos favores, os encla­ vé mil y m il veces en el m adero de la cruz! Mas penetrado ahora del m as vivo dolor por tantos agravios y por tan negra in g ratitu d , m e postro aquí á vuestras p lan tas deseoso de haceros una solem ne reparación de honor.

— 368 — Sí, perdón, ó dulce Jesús m ió, por el olvido que hasta ahora h e tenido de tan tas finezas de am or; perdón por la poca fe, por la tibieza é indiferen­ cia con que tan tas veces he mirado la sagrada E u c a ris tía , y por la poca devocion con que he asistido al santo sacrificio de la Misa. Perdón portantas irreverencias com o he cometido an te vuestros altares , y sobre todo una y mil veces perdón por tantas com uniones tibias, indignas y sacri­ legas com o habré hecho en mi vida. Dignaos acep tar esta hum ilde re­ paración de h onor que hoy os ofrez­ co. ¡ Ah ! ¡ quién p u d iese, ó amabi­ lísim o Jesú s m i ó , anim arla con la m as viva y perfecta contrición! ¡Quién pudiese re co rre r los lugares que yo y tan to s pecadores hem os manchado

— 369 — con nuestras culpas, purificarlos con mis lágrim as, y hasta lavarlos con la sangre de m is venas! Mas ya que esto no mé es p o sib le , aceptad los deseos que téngo de co nsagrarm e todo desde este m om ento á la gloria de vuestro sacratísimo y dulcísim o Corazon. J u n ­ to estos aunque tibios deseos con el ardentísimo am ór de tan tas alm as justas, Con la reparación de honor que os hizo en la m ontaña del Calva­ rio vuestra afligidísim a M adre, y con el sacrificio que Vos m ismo ofrecis­ teis en la cruz y ofrecéis cada dia al Eterno P adre en nom bre de toda la Iglesia. Sellad, am antísim o Jesús m ió, se­ llad con vu estra san g re preciosa y fortaleced córt v uestra gríicía la firme resolución que tom o en este m otnen-

— 370 — to de pagaros am or con a m o r ; de su erte que de hoy en adelante piense siem pre en V o s , hable de Vos, obre por Vos , padezca por Vos , no ame sino á V o s , no viva sino para Vos, anhelando siem pre el m om ento feliz en que m erezca contem plaros caraá cara etern am en te en el cielo. Amen.

Luego se rezarán las siguienltt preces respondiendo el pueblo: Corazon de Jesú s, tem plo dignísi­ mo del E terno Padre: HJ. Inflam a m i corazon en el amor

divino en que te abrasas. Corazon de Jesú s, asiento del Ver­ bo divino: Inflam a , etc. Corazon de Jesú s, m orada del Es­ píritu Santo: Inflam a, etc. Corazon de Jesú s, sagrario de li santísim a T rinidad: Inflam a, etc.

— 371 — Corazon de Jesú s, en quien habita ia plenitud de la d iv in id a d : Infla­

ma, etc. Corazon de Jesú s, en quien están depositados los tesoros de la sabidu­ ría increada: Inflam a, etc. Corazon de Jesú s, en quien se en­ cierran las riquezas del am or divino:

Inflama, etc. Corazon de Jesú s , afligido por nuestro am or: Inflam a, etc. Corazon de J e s ú s , injuriado con nuestras in g ratitudes: Inflam a, etc. Corazon de Jesú s, herido con la lanza por nu estro s pecados : Infla­

ma, etc. Corazon de Jesú s, fu ente de todo consuelo: Inflam a, etc. Corazon de Jesú s, refugio de los atribulados: Inflam a, etc.

— 372 — Corazon de J e s ú s , am paro y de­ fensa de los que te adoran : Infla­

ma, ele. Corazon de Jesú s, delicias de todos los S a n to s : inflam a, etc. Corazon de Jesú s, ú nica esperan­ za en la hora de la m u e r te : Infla­

ma, etc. Corazon de Jesú s, cen tro de todos los corazones: Inflam a, klé. f . Jesú s m anso y hum ilde de Co­ razon. H). Haced que mi corazon sea con­ form e al vuestro. ORACION.

S eñ o r Jesu cristo , que por un nue­ vo y sin g u lar beneficio hecho á tu Iglesia, te dignaste d u scu b ritao s las inefables riquezas de tn Corazon; con­ cédenos la gracia de corresponder al

— 373 — amor de este Corazon sacratísim o, y resarcir con dignos obsequios las in­ jurias que recibe de los hom bres in­ gratos, á fin de que podam os ser e n ­ riquecidos con la abu n d ancia de ce­ lestiales dones , q u e m anan de esta fuente inagotable de gracias. Am en.

Se concluirá con la Reserva y con el cántico Corazon san to , que se hallará hácia el fin de este devocio­ nario.

ACTOS DE DESAGRAVIOS Ú OBSEQ UIOS

A L C O RA ZO N D E JE S Ú S OFENDIDO

E l L i SAGRADA EUCARISTÍA, que las personas amantei de este Corazon deifico podrán hacer, ya tacándolos por tuerte en ti me* de Jimio que le ettá consagrado, ya por n órden en lo retíanle del año.

1. E l Corazon de Jesús ofendido

en la Eucaristía con curiosidadet vanas. D esagraviadle, con una modestia m uy sin g u lar de vuestros ojos en las Iglesias, y pidiéndole p erdón, siem­ pre que en esto faltareis. 2. E l Corazon de Jesús ofendido

en la Eucaristía con parlerías.

— 378 — D esagraviadle, con u n exacto si­ lencio en las iglesias, á pesar de to ­ dos los respetos h u m an o s: y si en esto faltareis, m ortificad v u estra len­ gua, dejando de d ecir en la conver­ sación alguna cosa que m as desea­ reis decir. 3. E l Comzon de Jesús ofendido

en la Eucaristía, con miradas peca­ minosas. Desagraviadle, guardándoos de to­ do objeto peligroso , y ofrecedle to­ dos los dias vuestros ojos con los ojos purísimos de la V irgen santísim a. 4. E l Corazon de Jesús ofendido

en la Eucaristía con el porte menos compuesto y reverente. Desagraviadle , estando siem pre con g ran rev eren cia y com postura en la iglesia, ora sea estando de r o -

— 376 — dillas, ora sentado por legítim a ne­ cesidad. Haced á este fin , al entrar en la iglesia un neto de fe viva ^cer­ ca de la presencia real de Jesucristo en el santísim o S acram ento. 5. E l Corazon f c Jesús ofendido

en la Eucaristía por un cierto aire de fausto y <1#vanidad. D esagraviadle, yendo á la iglesia en traje lium ilde y m odesto: des­ pues de h ab er adorado al Señor, detestad c o j > un acto de contrición vuestras culpas, por las cuales sois indigno de e&tar a n je su divina Ma­ jestad. G. E l C o r a z a d e Jesús ofendido

en la Eucaristía por los que están en su presencia desanidados y ociosos. D esagraviadle , estando siempre en la iglesia en oracion , ó vocal, ó

— 377 — m ental: y em plead cada dia de este mes un cu arto de liora en m editar sobre la Pasión de J e s u c ris to , y su amor para con Vos. 7. E l Corazon de Jesús ofendido

(/i la Eucaristía por los que se dis­ traen voluntariamente en sus ora­ ciones. Desagraviadle , procurando orar con grande devocion y reverencia : y haced firm e resolución de no om i­ tir, ni in terru m p ir sin ju sto motivo las oraciones que hacéis en casa. 8 . El Corazon de Jesús ofendida

tu la Eucaristía por los que van á las iglesias con fines torcidos. , Desagraviadle , ofreciendo tro corazon al am ante J e s ú s , pre que {e v isitareis, lanzando lin de Vos todo afecto que

vues­ siem ­ á este pueda

— 878 — desagradar á este Corazón purísimo. 9 . E l corazon de Jesús ofendida

en la Eucaristía por los que asisten al santo sacrificio de la Misa inde­ votamente. D esagraviadle, asistiendo siempre ú ella con g ran recogim iento inte­ rior y exterior, o cu p án doos, desde la Elevación hasta la Com union del S acerdote , en m ed itar la Pasión de Jesucristo . 10. E l Corazon de Jesús ofendido

en la Eucaristía por los que oyen Mi­ sa con displicencia y fastidio. D esag rav iad le, oyendo si pudie­ reis , cada dia M isa, y m as de una los dias de fiesta. 1 1 . E l Corazon de Jesús ultraja­

do en la Eucaristía con las comunio­ nes sacrilegas.

— 379 — D esagraviadle, procurando pre­ pararos en este m e s , para com ul­ gar con m ayor pureza de corazon, y haciendo cada noche el exám en de conciencia v el acto de c o n tricion. 12. E l Corazon de Jesús ofendido

en la Eucaristía con las comuniones hechas puramente por costumbre 6 por respetos humanos. Desagraviadle, em pleando las vís­ peras de v u estras com uniones algún tiempo en co n sid erar la inestim able dicha que ten eis recibiendo la sa­ grada E ucaristía : y en las oraciones que hiciereis este m es, renovad, así á la m añana com o p or la tard e , los actos de fe, esperanza y caridad. 13. E l Corazon de Jesús ofendido

en la Eucaristía con las comuniones



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hechas, pon poca, preparación y con m uy breve acción de gracias. D esagraviadle, em pleando siempre u n cu arto de hora por lo menos en prep araro s para com ulgar, y otro tan­ to en dar gracias ; procurad así mis­ m o pasar todo aquel dia con mayor recogim iento, yendo á alguna iglesia á oir la palabra de Dios, ó recibir la bendición del santísim o Sacramento.

\4¡. E l Corazon de Jesús ofendido en la Eucaristía con las comunionet hechas sin fruto, D esagraviadle , exam inando las causas del poco fruto q ue sacais de vuestras com uniones ; proponed la enm ien d a, y esta h a de ser la gra­ cia que habéis de pedir especial­ m en te al S eñor despues de haber com ulgado.

— 381 — 15. E l Corazon de Jesús ofendido

en la Eucaristía con la poca frecueneia de comuniones. Desagraviadle , com ulgando fre­ cuentemente en éste m es, segiln el parecer de vuestro oónfesor ; y co­ mulgad esp iritu alm en te todos los dias en la Misa. 16. El Cotázon de Jesús ofendido

en la Eucaristía por los que le dejan abandonado y en tanta soledad. Desagraviadle , haciendo oada din de este m es tre s visitad en espíritu y con el pensam iento á Jesús S acra­ mentado, y visitátídole personalm en­ te con gran devocion , siem pre que saliereis á paseo. 17. E l Corazon de Jesús ofendido

in la Eucáriitla de los qué se eliran muy poco de recibirle por Viático.

— 388 — D e sa g rav ia d le, pidiéndole en to­ das la9 com uniones de este m es, do perm ita que os coja la m u erte, sin haberle prim ero recibido por Viáti­ co , y haced los actos que quisierais h ac er en aquel tran c e. 18. E l Corazon de Jesús ofendido

en la Eucaristía por verse tan peto acompañado cuando le llevan á lot enfermos. D esagraviadle, con irle acompa­ ñando si p u d ie re is; y cuando no, al oir la cam panilla dadle gracias por ta n inefable beneficio , y unios con el deseo á los que le acompañan, m ediante alguna breve oracion. 19. E l Corasen de Jesús ofendido

en la Eucaristía por el poco respeto que se le tiene cuando sale en proce­ sión por las calles.

— 383 — D esagraviadle, evitando en estas ocasiones toda distracción é irreve­ rencia , y u n dia de este m es en lu­ gar de ir á algún paseo que os tire mucho , visitad tre s iglesias. 30. E l Corazon de Jesús ofendido

en la Eucaristía con los ultrajes de los herejes. D esagraviadle, pro cu rando resar­ cir estos u ltr a je s , renovando cada dia el acto de desagravios, y rogad á su Majestad p o r la conversión de los herejes. 21. E l Corazon de Jesús que rue­

ga, p“or nosotros en la Eucaristía. O bsequiadle, uniendo todas vues­ tras oraciones á las de J e s ú s , y re­ petid frecuentem em te e n tre dia va­ rias jaculatorias. 22. E l Corazon de Jesús que da

— 381 —

e)i la Eucaristía gracias á su Eter­ no Padre por los beneficios que nos hace. Óbsfeqüiadle , pensando todos los dias en las oraciones de la mañana, cuantos beneficios habéis recibido del S eñor y con cu an ta ingratitud habéis correspondido á tan amorosa liberalidad, y ofreced á Dios en vues­ tro nó m b re láá acciones de gracias de Jesucristo. 23. E l Corazon de Jesús que en

la Eucaristía aplaca á su Eterno Pa­ dre ofendido con nuestros pecados. O bsequiadle, añadieiido á las ora­ ciones que soléis h acer á la mañana y i la tarde , el acto de contrición; suplicad al Corazon de Jesús , tengn m isericordia de los pfecadores , y á honra suya y descuento de vuestros

— 38o — pecados , observad alguna abstinen­ cia cada viernes de este m es. 24. E l Corazon de Jesús que en

la Eucaristía glorifica por nosotros al Eterno Padre. O bsequiadle, p ro curando hacer todas vuestras cosas con la m ira de agradar á Dios, y renovad cada hora del dia esta pureza de in tención re­ curriendo al Corazon de Jesús. 25. E l Corazon de Jesús deseoso

de unirse por medio de la Comunion á nuestras almas. O bsequiadle, procurando vencer en este m es aquella pasión que mas os domina , é im pide que Jesucristo esté mas unido con vos ; y todas las veces que cayereis p o r causa de ella, pedid luego perdón á Jesucristo. 26. El Corazon de Jesús en la Id i J o ú .

— 386 —

Eucaristía todo bondad y ternura para oír nuestras súplicas. O b seq u iad le, recu rrien d o á este sagrado Corazon en este m es en todas vuestras necesidades espirituales y tem porales; y tra ta d con vuestros in­ feriores con gran d e am o r y caridad. 2 7 . E l Corazon de Jesús compon

deciéndose en la Eucaristía de nuettras miserias. O bsequiadle, m ortificando el pru­ rito de co n tar á todos sin necesidad vuestros tra b a jo s ; buscad vuestro consuelo en el Corazon de Jesú s, y com padeceos de las m iserias de los p o b re s , p ro curando aliviárselas de algún m odo. 2 8 . E l Corazon de Jesús puaii

en un estado de tanta humillada en la Eucaristía por nuestro amor.

— 387 O bsequiadle, m ortificando el hipo de sobresalir en tre los d e m á s , y si os sobreviniere alguna hum illación, aceptadla con paciencia en obsequio del ^agrado Corazon de Jesús. 29. Eli Corazon de Jesús oculto

por nuestro amor en la Eucaristía bajo los aecidenles de pan. O bsequiadle, guardándoos en este mes de toda jacta n cia y de decir pa­ labra en loor vuestro, y haced alguna mortificación en obsequio del sagra­ do Corazon de Jesús. 30. E l Corazon de Jesús en la

Eucariftia encerrado por amor en los sagrarios.

nuestro

O bsequiadle, procurando guardar U casa y aten d er al cuidado de vues­ tra familia ; y siem pre que os vinie­ re deseo de sab er negocios ajenos

388 — sin alguna n e c e sid a d , mortificadlos p o r' d ar este gusto al Corazon de Jesús. 31 . E l Corazon de Jesús en la

Eucaristía sin desdeñarse de estar aun en iglesias m uy pobres. O b seq u ia d le, llevando con pa­ ciencia la falta de aquellas cosas que q u erríais te n e r, no o bstante, el seros poco ó nada necesarias para vuestro e s ta d o ; y siem pre que os vinieren sem ejantes d e se o s, haced un acto de conform idad con la divina volun­ tad , uniendo vuestro corazon con el de Jesús. 3 2 . E l Corazon de Jesús todo dul­

zura para con nosotros en la Euca­ ristía no obstante nuestra enorme in­ gratitud. O b seq u ia d le, indagando atenta-

— 389 — menle si hay en vuestro corazon al­ guna am argura ó aversión para con vuestros prójim os : si la h u b iere , ro­ gad al Corazon d e Jesús os dé gra­ cia para v e n c e ro s : reconciliaos al punto con vuestro prójimo , y prac­ ticad con él algún fervoroso acto de caridad. 33. E l Corazon de Jesús en la

Eucaristía tiemlsim o Am ante de los <¡ue tan poco le aman. O bsequiadle, procurando m ante­ ner la paz con vuestros dom ésticos : enmendaos de vuestras im pacien­ cias, y aunque os viereis provocado, callad por am or al Corazon de Jesús. 34. E l Corazon de Jesús compla­

ciéndose en la Eucaristía en las pe­ na* padecidas por nuestro amor. Obsequiadle , abrazando por am or

— 390 — de Jesús con resignación las cruces in tern as y externas que os enviare el S e ñ o r , haciéndole tres veceB cada dia u na oferta de todas ellas. 35. E l Corazon de Jesús que re­

nueva en la Eucaristía el sacrificw que de si mismo ofreció por nosotm en el Calvario. O bsequiadle , renovando cada dia el acto de consagración al sagrado Corazon de Jesú s , y hacedle un sa­ crificio privándoos de alguna cosa indiferente que m as os agrade. 3 6 . E l Corazon de Jesús que tvr

fre en la Eucaristía por un portento­ so exceso de misericordia las irreve­ rencias y ultrajes que le hacemos. D esagraviadle, exam inando cuan­ tas irrev eren cias habéis cometido delante del santísim o Sacramento:

— 301 — pedid perdón de todas ellas á Jesús en todas las confesiones de este m es, y si os hicieren algún agravio, sufrid­ le con paciencia por am or de Jesú s, v rogad m uy de veras á este S eñor por el que os hubiere ofendido. 37. E l Corazon de Jesús en la

Eucaristía siempre pronto á recibir­ nos y consolamos. Obsequiadle , com padeciéndoos con caridad cristian a y anim ando al que se hallare aflig id o , aun cuando sea por culpa suya; y si alguno busca consuelo en V o s , exhortadle á que lo busque en el sagrado Corazon de Jesús. 38. E l Corazon de Jesús compla­

ciéndose en la Eucaristía de haber de estar con nosotros hasta el fin del mundo.

— 392 — Obsequiadle, adorando desde vues­ tra casa m añana y tarde el Corazon de Jesú s : m editad cada dia por un cuarto de hora alguna m áxim a de fe, y hacedle todos los dias una visita algo larga , si os lo perm iten vues­ tros negocios. 39. E l Corazon de Jesús en la

Eucaristía que renueva en el sacrifi­ cio de la Misa la obediencia, que por nuestro ámor rindió al Eterno Padre en el Calvario. Obsequiadle , obedeciendo en todo á vuestros superiores sin quejaros de ella , ni in terio rm en te ni delante de otros ; ’ y cuando sin tiereis repug­ nancia en hacer lo que os ordena­ ren , anim aos con el deseo de imitar los ejem plos del Corazon obedientisim o de Jesús.

— 393 —

E l Corazon de Jesús encen­ dido siempre en la Eucaristía de a r ilentísimo amor para con nosotros. 40.

Corresponded á tan inefable cari­ dad, haciendo e n tre dia algunos ac­ tos de am or de Dios : m ostraos ver­ dadero devoto del Corazon de Jesú s, dando en todo buen ejem plo , así en casa como fuera ; y pedid al S eñor lodos los d i a s , que se dilate y au­ mente la devocion al sagrado Cora­ zon de Jesús.



394



FLECHAS AMOROSAS t i M g r a f o C o ra io n 4e Jesóa.

Benignidad del Corazon de Jesús, Apiádate de mi corazon. Hermosura del Corazon de Jesús, Atrae mi corazon. Bondad del Corazon de Jesús, Cautiva mi corazon. Dulzura del Corazon de Jesús, Alienta mi corazon. Amor del Corazon de Jesús, Inflama mi corazon. Fortaleza del Corazon de Jesús, Sosten mi corazon. Prudencia del Corazon de Jesús, Dirige mi corazon. Amargura del Corazon de Jesús, Conforta mi corazon. Misericordia del Corazon de Jesús, Manifiéstate en mi corazon. Caridad del Corazon de Jesús, Transforma mi corazon.

Gloria del Corazon de Jesús, Triunfa en mi torazon. Alegría del Corazon de Jesús, Dilata mi corazon. Humildad del Corazon de Jesús, Confunde mi corazon. Luz del Corazon de Jesús, Ilumina mi corazon. Justicia del Corazon de Jesús, Regula mi corazon. Generosidad del Corazon de Jesús, Enriquece mi corazon. Obediencia del Corazon de Jesú6, Somete mi corazon. Paciencia del Corazon de Jesús, Soporta mi corazon. Mansedumbre del Corazon de Jesús, Amansa mi corazon. Reino del Corazon de Jesús, Establécete en mi corazon. Presencia del Corazon de Jesús, Refrena mi corazon. Providencia del Corazon de Jesús, Vela sobre mi corazon.

— 396 -

Magnanimidad del Corazon de Jesú*, Ensancha mi corazon. Ciencia del Corazon de Jesús, Instruye mi corazon. Silencio del Corazon de Jesús, Habla á mi corazon. V oluntad del Corazon de Jesús, Gobierna mi corazon. Sabiduría del Corazon de Jesús, Conduce m i corazon. Santidad del Corazon de Jesú s, Purifica m i corazon. Celo del Corazon de Jesús, Abrasa mi corazon. Constancia del Corazon de Jesús, Fija m i corazon. Poder del Corazon de Jesús, Deifica m i corazon.

T o m a e it a i a n U e s p a d a oom o don
DEVOCION A LA VIRGEN SANTÍSIMA.

Si la tiern a y constante devocion á María santísim a, en frase de los S an­ tos, es indispensable á todos por ser prenda segura de predestinación para el cristiano que de veras q uiere sal­ varse ; ¿no será ju sto que forme tam ­ bién el carácter distintivo de los que se precian de ser verdaderam ente de­ votos de san Jo sc ? En efecto , ¿q u é cosa podemos h acer m as grata á un Esposo tan am an te, que profesar cor­ dial devocion á u na Esposa ta n am a­ ble, y tan tiern a y ju stam en te a m a -

— 400 — da de É l? Fuera de que la verdadera devocion á la Virgen inm aculada es uno de los m edios m as poderosos que Dios nos ha dado para resistir á los terribles y continuos ataques del de­ m onio, del m undo y de nuestras pro­ pias pasiones. E specialm ente la azu­ cena fragranté de la c a s tid a d , tan bella y necesaria á todo cristiano, no prende en la tierra in g rata de nuestra frágil naturaleza , no se alim enta, ni crece , sino con el fecundo riego de la devocion á María y al calor vivífi­ co del am or á la R eina de los Ange­ les. Esta , pues , debe ser la divisa del verdadero devoto de san J o s é , y por lo m ism o no puedo m enos de re­ com endarle las principales devocio­ nes que h ay establecidas en obsequio de esta am antísim a Madre.



401



ROSARIO DE NUESTRA SEÑORA. Em pezaré por la devocion del san­ to R o sario , por ser la m as u sa d a , la mas fácil y al m ism o tiem po de las mas provechosas ; pues reú n e en sí lo mejor que contiene la oracion sea vocal, sea m ental, o ra s e consideren las oraciones de que se com pone, ora se contem plen los m isterios que en él se m editan. La m ism a R eina de los Cielos lo reveló al esclarecido P a­ triarca santo D om ingo, como un me­ dio poderosísim o para d estru ir la he­ rejía y avivar la piedad en el corazon de los fieles. Así es que los Sobera­ nos Pontífices han enriquecido esta devocion con m uchísim as indulgen­ cias. Pero no hay que olvidar q u e



402 —

para ganarlas es preciso m editar los m isterios que la com ponen , lo cualpuede hacerse ó deteniéndose un cor­ to rato en cada uno de e llo s , ó bien considerándolos al m ism o tiem po que se van diciendo las A v e M a ría » , pro­ curando sac ar algún buen afecto ó pedir alguna gracia para sí ó para otros.

Y aunque en el Ancora de ta ka cim ex­ pusim os el modo de rez a rle , no obstanU, siendo una devocion tan u su a l, quiero po­ ner también aquí lo mas esencial, remi­ tiendo al lector á dicho devocionario, por lo que concierne á las letrillas con que pua­ do amenizarse su rezo, y otras cosas mena necesarias que se om iten aquí.

— 103 — PRÁCTICA DEL SAHTO ROSARIO.

Hecha la señal de la crnz, se empieza di­ ciendo: j. Domine, labia mea aperies. Et os meum annuntiabit landem tuam . f. Deus in adjutorium meum intende. Domine, ad adjuvandum me festina, t. Gloria P atri, et Filio, et Spiritui Sancto. Sicut erat in principio, e t nanc, et sem­ per, et in sxcula saeculorum. Amen.

Ofrecim iento. Señor mío Jesu cristo , etc. Dirigid , Dios y S eñor mió , todos nuestros p e n sa m ie n to s, palabras y obras á m ayor honra y gloria vues­ tra: y Vos , Virgen santísim a, alcan­ zadnos de vuestro Hijo, que con toda devocion recem os vuestro santísim o Rosario : el cu al os ofrecem os por la

— 404 — exaltación de la santa fe católica, por nuestras necesidades espirituales y corporales , y p or el bien y sufragio de los vivos y difuntos , que sean de vuestro agrado , y de n u estra mayor obligación.

MISTERIOS GOZOSOS: lú e s y j u r a . Los m isterios que se han de con­ tem p lar son los gozosos. El primero es la E n carnación del Verbo divino en las purísim as en trañ as de María santísim a. E n reverencia de este mis­ terio rezarem os un Padre nuestro, diez Ave Marías y un Gloria Patri.

Coro.

El Verbo ha tomado Por carne la m ia;

P ueblo .

Y en gozo se baña La Virgen María.

— 405 — El segundo m isterio es la Visita­ ción de la Virgen santísim a á su pri­ ma santa Isabel. E n reverencia, etc. Dió saltos el Niño

Que el seno escondía. Y en gozo, ele. El te rc e r m isterio es cuando M aría santísima , siem pre Virgen , parió á Jesús n u estro R edentor en el portal de Belen. E n reverencia , etc.

Nació el Prom etido Y el cielo reia. Y engoso, etc. El cuarto m isterio es la P resenta­ ción del Hijo de Dios en el tem plo. En reverencia, etc.

Al Padre en el tem plo Por mí se ofrecía. Y en gozo, etc. El quinto m isterio es cuando la Virgen santísim a perdió á su Hijo, y pasados tres dias le halló en el te m -

— 406 — pío, disputando con los doctores. En reverencia , etc.

Le encuentra, le abraza: ¡Cuán próspero dial Y m g o a o , etc.

USTII10S D0L0K0S0S: n u tra j

ñato.

Los m isterios que hoy hemos de contem p lar son los dolorosos. El pri­ m ero es la oracion de nuestro Señor Jesu cristo en el hu erto de Getsemaní. E n rev eren cia, etc. C oro .

Sudaba Dios sangre 1 T errible agonfa!

P ueblo .

¥ tapada en elpeeho La Madre tenia. '

El segundo m isterio es cuando ata­ ron á Jesucristo á la colum na , y le dieron cinco mil y tan to s azotes. En re v e re n c ia , etc.

— 407 — El bárbaro azote Rasgando caía. Y espada, etc. El te rc e r m isterio es cuando pusie­ ron al S eñor la corona de espinas. Ed re v e re n c ia , etc.

Corona punzante Clavó mano im pía. F espada, etc. El cuarto m isterio es cuando car­ garon sobre los hom bros de Jesucris­ to la pesada cruz , en que habia de ser crucificado. En rev erencia, etc. Con leño angustioso Cayendo venia. Y espada, etc. El quinto m isterio es la C ruci­ fixión y m uerte del S eñor. En reve­ rencia , etc. T m nere, y r a s luces

El sal escondía. Y espada, ele.

— 408 — IQSTIEIOS GLORIOSOS: miércolei, lábade j doniigt.

Los m isterios que hoy hemos de contem p lar son los gloriosos. El pri­ m ero es la triu n fan te Resurrección de Jesu cristo . En rev eren cia, etc. C oro .

Revive el caudillo,

Triunfó cual decía: P u e b lo .

Y en gloria se inunda ¡a Virgen María.

El segundo m isterio es la Ascen­ sión de Jesu cristo á los cielos. En re v ere n cia, etc.

En nube dorada Los cielos abría. Y en gloria, etc. El te rc e r m isterio es la venida del Espíritu S anto sobre los Apóstoles en form a de lenguas de fuego. E n reve­ rencia , etc.

— 409 — El doo de los dones Munífico envía. Y en gloria, etc. El cuarto m isterio es el tránsito y la gloriosa A sunción de la Virgen á los cielos en cuerpo y alm a. En re­ verencia , etc.

Los cielos penetra Con dulce ufanía. Y en gloria, etc. El quinto m isterio es la corona­ ción de la V irgen por R eina de cie­ los y tierra. En reverencia , etc.

Le dan tres coronas, Y tres m erecía. Y en gloria, etc.

Dios te s a lv e , Hija de Dios Pa­ dre ; Dios te salve , M adre de Dios Hijo ; Dios te salve , Esposa del Es­ píritu Santo ; Dios te salve , tem plo y sagrario de la beatísim a T rinidad,

— 410 — concebida sin m ancha de original.

pecado

Acción de gracias. Infinitas gracias os dam os, sobera­ na P rincesa , por los favores que to­ dos los dias recibim os de vuestra ma­ no : tenednos ahora y siem pre bajo vuestra protección y a m p a ro , y para m as obligaros os saludam os con una

S a lre. Dios te s a lv e , R eina y Madre de m isericordia , vida , dulzura y espe­ ranza n u estra, Dios te salve, á tí lla­ m am os los desterrados hijos de Eva, á tí suspiram os , gim iendo y llorando en este valle de lágrim as. Ea , pues, S eñora , abogada n u estra , vuelve ¿ nosotros esos tu s ojos misericordio-



411

-

sos, y despues de este destierro m ués­ tranos á J e s ú s , Fruto bendito do tu vientre. ¡ O clem entísim a ! ¡ O piado­ sa ! ¡ O dulce Virgen María ! R uega por nosotros , santa Madre de Dios, para que seamos dignos de aleanzar las promesas de nuestro S eñor Jesu ­ cristo. Amen.

— 412 —

Letania laoretaiu.

K vrie, eleison. K yrie, eleison C hriste, eleison. C hriste, eleison. K vrie, eleison. K yrie, eleison. C hriste, audi nos. C hriste, audi dos. C hriste, exaudi nos. C hriste, exaudí dos. P ater de coclis, Deus, m iserere nobis. Fili, Redem ptor m undi, Deus, miserere. S piritus Sánete, Deus, miserere. Sancta Trio ¡tas, unus Deus, miserere. Sancta María, Sancta Dei G enitrix, ¡Sancta Virgo V irginum , o M ater C hristi, » M ater d iv in e gratiae, > M ater purissim a, M ater castissím a, ^ M ater inviolata, s M ater intem erata, 0 M ater im m aculata, 2 M ater am abilis, 0 M ater adm irabilis, a M ater C reatoris, M ater Salvatoris, « Virgo p ru d e n tísim a , Virgo veneranda,

— 413 —

Virgo praedicanda, Virgo potens, Virgo cíem eos, Virgo Cdelis, Speculum justiti® , Sedes sapientiae, Causa nostrae laetitiae, Vas spirituale, Vas hoDorabile, Vas insigne devotionis, Rosa mvstica, Turris Davidica, Turris ebúrnea,

Domus aurea, Foederis A rca, Janua cceli, Stella m atutina, Salus infirm orum , Refugium peccatorum , Consolatrix afflictorum , Auxilium G hristianorum , Regina A ngelorum , Regina Patriarcharum , Regina P rophetarum , Regina A postolorum , Regina M artyrum , Regina Confessorum, Regina V irginum ,

-

414 —

Regina Sanctorum om nium , Ora pro nobis. Regina sine labe originali concepta, ora. Agnus Dei, qui tollis peccala m undi, parce nobis, Domine. Agnus Dei, qui tollis peccata m undi, exaudi nos, Domine. A gnus Dei, qui tollis peccata m undi, mise­ rere nobis. Sub luum presidium confugim us, Eaocta Dei G enitrix , nostras deprecationes De despicias in necessitatibus, sed a periculis cunctis libera nos sem per. Virgo gloriosa e t benedicta. f . Ora pro nobis, sancla Dei Genitrix. r). Ut aigni efliciamur promissionibos C hristi. OREMUS.

Gratiam tuam qussum 'us, Domine, meotibus nostris infunde: ut qui, Angelo nuntiante, C hristi Filii lui incarnationem cognovim us, per passionem eiusetcrucem ad resurrectionis gloriam perducam ur. Per eumdem C hristum Dominum nostrum . b|. Amen. Pío VII en 30 de setiem bre de 1817 concedió

800 dias de Indulgencia por cada vez que w

rezaren estas letanías, y si se rezan cada día, confesando y comulgando en las cinco fiestas principales de la Virgen se gana indulgencia plenarla.

— 41S —

Mucbas familias cristianas añaden al Ro­ sarlo estas bellas alabanzas ¿ la s a n t í s i j i a T iim d ad.

Bendita y alabada sea la santísim a T rinidad, P a d r e , Hijo y Espíritu Santo: Santo , S anto , Santo Señor Dios de los.ejércitos, llenos están los cielos y la tie rra de vuestra gloria. Gloria al P ad re, gloria al Hijo, glo­ ria al Espíritu Santo. Creo en la santísim a T rinidad: Espero en la santísim a T rin id a d : Amo á la santísim a T rinidad: Pésame de haber ofendido á la san­ tísima T rinidad. Deseo ver á la santísim a Trinidad. Amen.

Clemente XJY concedió loo dl»s de indul­ gencia á los que recen con devocion este Triuglo, y rez&ndolo un mes entero cada día, confesando y comulgando ganarán indulgen­ cia plenarla.

— 410 — Varios Sacerdotes celosos para hacer la devocion del Rosario mas útil y agrada­ ble , y al mismo tiempo para acostumbrar á los fíeles á que lo recen en sus casas; no solo le rezan cada dia en sus parroquias al anochecer, sino que en ciertos dias de fies­ ta se valen de ¿1 para hacer una funcioncita muy devota , que consiste en cantar dicho Rosario, y hacer al principio de cada dena, despues de anunciado el m isterio , una ex­ hortación de tres ó cuatro m inutos sobre el m ism o , refiriendo la historia , ponderando las circu n stan cias, excitando algún buen afecto y concluyendo con un coloquio ó de­ precación á N uestro Señor ó á la Virgen santísim a conforme fuere el m isterio que se medita. Las virtudes que se podrán inculcar y pedir mas frecuentem ente en cada miste­ rio son las siguientes: H U T E B IO I W W

W

.

En el 1." E n c a rn a c ió n ; pídasela hum ildad.

— 417 — 2." V isitación; la caridad. 3.° N acim iento ; el desprendi­ miento de todo lo terreno. 4.° P u rificac ió n ; la castidad. 5.° Jesús en el tem p lo; la obe­ diencia. n n fT E H IO R D O L O B O IO h

1.° Jesú s en el H u erto ; la co n ­ trición. 2.° Los azotes; la m ortificación. 3.° G oronacion de esp in as; la pa­ ciencia. 4.° Subida al C alvario; la resig­ nación. 5.° C rucifixión; la perseverancia. n n m iM

o l o b io w

*.

1.“ La R esu rrecció n ; pídase la fe. 2.° A scención; el deseo del cielo. 97

Id k iosi.

— 418 — 3." Venida del E spíritu S a n to ; re­ cogim iento. A.° A sunción; u n a santa muerte. 5.° C oronacion; un ió n con Jesús y M aría.

ESCAPDUtlO (E L C t t n i . I . O b j e t o : el objeto de esta de­ vocion es o b ten er de la Madre de Dios una protección especial en vida, u n a santa m u erte y u n pronto resca­ te del purgatorio. — El medio es lle­ var con devocion la sagrada insignia de esta gloriosa R eina de cielos y tierra . II. O r íg e n y p r o m e s a s : 1.° Hacia m ucho tiem po que san Sim ón Stock, G eneral de la órden del Carm en pe­ dia con in stan cia la protección déla

— 419 — Virgen M a r ía , cuando he aquí que esta so b eran a R eina se le apareció llevando en sus m anos el E scapulario y le dijo: «R ecibe, ó hijo, este e s c a «pulario de tu órden y distintivo de «mi cofradía, señal del privilegio que «he obtenido p ara tí y para todos los «hijos del C árm en. El que m uera «con esta insignia será preservado «del fuego etern o : él será una señal «de s a lv a c ió n , u na defensa en los «peligros, y u n a prenda de paz y de «protección especial h asta el fin de «los siglos.» Esto no quiere decir que llevando el escapulario nadie puede condenar­ se aunque m u era en pecado m ortal, sino que la M adre de m isericordia obtendrá á sus verdaderos cofrades la gracia de u n a buena m u erte, con

— 420 — tal que lleven el esoapulario con es­ píritu de devocion, con deseo de vi­ vir s a n ta m e n te , y no abusen de eBta prom esa para descuidar el ne­ gocio de su salvación. 2 .° A esta p rim era prom esa aña­ dió la V irgen o t r a , cuando apare­ ciéndose al P apa Ju an XXII y reco­ m endándole la órden del Gármen y la cofradía de su E scapulario le dijo: «Si los R eligiosos ó Cofrades al salir «de esta vida tu v ieren que satisfacer «por sus pecados en el purgatorio, «yo que soy su M adre , bajaré gra«ciosam ente á visitarles el sábado «despues de su m u erte, los libraré de «aquellas penas y los introduciré en «el descanso de la vida etern a.» Esta prom esa constituye el privilegio de la bula Sabbalina.

— 421 — I I I . S o l id e z

de

esta

d e v o c io n

:

i.° Es m uy conform e á la piedad y á la razón que nos honrem os con la glo­ riosa insignia de siervos de esta gran Reina , la cual no puede m enos do mirar con agrado y de recom pensar con m agnificencia este testim onio de nuestra devocion y afecto. 2.° P o r lo mismo la han abrazado los hom bres mas ilustres que ha habido así ecle­ siásticos com o seglares desde que se estableció hace m as de seis siglos. 3.‘ La Iglesia santa que es íirm e co­ lumna de verdad, la ha recom endado y enriquecido con g ran núm ero do indulgencias. 4 ." F in a lm e n te , Dios mismo la ha autorizado con innum e­ rables favores y m ilagros que no es posible n egar. IV. U t i l i d a d : 1.° Nos pone bajo



m



la protección especial de M aría. 2.° Nos hace particip an tes de las buenas obras de la órden del C árm en y de sus cofrades. 3.° Nos enriquece de copiosas indulgencias. 4.* Nos fran­ quea el doble privilegio de u n a buena m uerte y del pronto rescate del pur­ gatorio. Y . I n d u l g e n c ia s . Indulgencia plen aria confesando y com ulgando y ro­ gando por la in ten ció n del Sumo Pontífice. 1." El dia q ue fueren ad­ m itidos. 2 .° El dia de la fiesta de N uestra señora del C árm en. 3.* En el artículo de la m u erte invocando, si no se puede de boca con el corazon contrito el dulce nom bre de Jesús. Adem ás hay m uchas indulgencias parciales p or la m ayor parte de las buen as obras que se hicieren.

— 423 — Para g an a r dichas indulgencias y gozar de la prim era prom esa de la sacratísima V irgen, es preciso llevar el Escapulario (que debe ser de lana obscura ó negra) pendiente del cue­ llo, una p arte hácia el pecho y otra hacia la espalda. Adviértase que la primera vez que uno le recibe debe ser bendecido é im puesto por u n sa­ cerdote facultado al efecto; pero per­ dido ó- hecho in ú til el prim ero, cada uno puede to m ar p or sí m ism o otro nuevo sin necesidad de bendecirlo: el sacerdote q ue im pone el escapulario debe to m ar los nom bres de los que lo reciben para escribirlos en el libro de alguna C o frad ía, y aun cuando esta diligencia no se creia necesaria para gozar de los privilegios del escapula­ rio, según la declaración de Grego-

— 424 — rio XVI en 3 0 de Abril de 1838 á pe­ tición del G eneral de los Padres Car­ m elitas calzados ; no obstante, como aquella declaración relativa á la Fran­ cia , era m as bien para subsanar lo pasado, que p ara definir lo venidero; en 17 D iciem bre de 1 8 7 0 se ordena, que los sacerdotes facultados para dicha adm isión: Penes se habeant

privatum regestum , et qmmprimum commode p o ssin t, transmitiere Uneantur ad superiores respectiva sodalitatis vievnioris canonice erecta no­ m ina receptorum, ut in álbum ipsius sodalUatis transferantur. — Final­ m en te, el sacerdote que tiene la fa­ cultad de im poner el escapulario, la tien e tam bién para aplicar á los Co­ frades la indulgencia plenaria en el artículo de la m u erte. Mas conviene

— 42B — tengan presen te lo que decidió la Sa­ grada congregación de indulgencias y se halla en el Tesoro del sacerdote, 6.' edición, pág. 6 1 5 . Para gozar del privilegio de la bula Sabbatina ó del rescate del purgato­ rio, no basta llevar el escapulario, sino que adem ás debe cada cual g u ar­ dar castidad conforme á su, estado, y rezar cada dia el oficio p a rv o , á no ser que ya esté obligado al oficio di­ vino , pues ento n ces con este solo cumple con la condicion del esca­ pulario y con la obligación del rezo. El que no supiere leer debe abste­ nerse de carne los m iércoles y sá­ bados excepto el dia de N a v id a d ; y si no pudiese rezar ni h acer absti­ nencia , pida al confesor que se lo conmute, el c u a l , según declaró la

— 426 — sagrada C ongregación de indulgencias , puede hacerlo en caso de im­ pedim ento g ra v e : m as en otros casos es preciso re c u rrir para la dispensa á un sacerdote que ten ga facultad del P ap a, ó del G eneral ó Provincial del C árm en. Todo lo dicho no obliga á peca­ do ni aun v e n ia l: solo es condicion necesaria para gozar de los privi­ legios.

— 427 —

OTRAS DEVOCIONES EN BONOS

D E L A V ÍR G E H S A N T ÍS IM A .

Muchas o tras devociones hay esta­ blecidas en h o n o r de esta idolatrada Reina de los A ngeles y de los hom ­ bres. P ues adem ás do las festivida­ des con que la h o n ra la Iglesia, hay Novenas que le hacen sus Devotos, hay la Córte de M aría, el septenario de Dolores, el m es de M aría, m uchas oraciones y cánticos con que sus fie­ les hijos invocan ó celebran su patro­ cinio. Casi todo esto, am ado Josefino, lo hallarás en el Ancora de salva­ ción. Con los m edios que allí sugie­ ro podrás h acerle novenas y prepa­ rarte á celeb rar con fruto las p rin c i-



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pales festividades: allí encontrarás tiern as reflexiones para m editar sus Dolores, obsequios y flores espiritua­ les que ofrecerle d u ran te el mes de Mayo, las súplicas que se le dirigen, cuando se hace la visita de la Córte, y varias oraciones y cántioos para ce­ lebrar sus grandezas. Y como este devocionario no es la reproducción, sino la am pliación de la Ancora de salvación, por esto no pongo aquí aquellas oraciones y cánticos, espe­ rando que ya posees dicho devocio­ nario, ó te harás con él, si no lo po­ seyeses; pues te su m in istra aun mas copiosos m edios que este, para ade­ lan tar en la virtud. No obstante voy á copiar aquí dos de las oraciones que allí pongo , añadiendo o tra á la Vir­ gen de D o lo re s, que tendrás grao

— 429 — consuelo en rezarla á esta M adre dolorosa el viernes de cada sem ana.

m anoB A H E , i tracioi de n i D enudo á María santísima. A cordaos, ó piadosísim a Virgen María, que jam ás se oyó decir que fuese de Vos abandonado ninguno de cuantos han acudido á vuestro am ­ paro , im plorado vuestra protccoion y reclamado vuestro auxilio. Anim a­ do con esta confianza , á Vos tam ­ bién acudo, ó V irgen de vírgenes, y gimiendo bajo el peso de m is peca­ dos , me atrevo á p arece r an te vues­ tra soberana presencia. No desecheis mis súplicas, ó M adre del Verbo di­ vino, antes bien oidlas y acogedlas benignamente. Am en (1). (i) Nuestro Santísim o Padre Pió 1$ cono©-

— 430 —

ACTO DI COISIGBIQOK A IiA T I M E S l i i n í i D U .

0 purísim a V irgen M aría, Madre de Dios y M adre m ia amantísima, centro de las delicias y complacen­ cias del Altísim o , com o la mas per­ fecta de todas sus obras y el mas fiel espejo de sus perfecciones divinas. ¿ Qué g racias te d a r é , Señora , por los inm ensos favores y beneficios que por tu in tercesió n he obtenido del Cielo? ¿C uántos años hace que yo ar­ dería en el infierno, si cual poderosa A bigail, no hubieses aplacado al sudló soo dias de indulgencia por cada vezqut se rezare esta o racio n , y u n a plenaria cili mes al que habiéndola dicho cada d ia , reci­ biere los Saoram enlos y v isita re una Igiesii rogando por las intenciones de Su Santidad. (11 de diciem bre de 1846).

— 431 — premo Juez irritado co n tra m í? A tí vengo, pues, R eina de cielo y tie rra , despues de Dios única esperanza y refugio del pecador en este valle de lágrimas ; á tí acudo , Abogada uni­ versal, que á nadie desechas; Aboga­ da poderosísim a, á quien nada rehúsa el O m nipotente , á tí clam o desde el profundo abism o de m iserias en que estoy sum ido. A cuérdate que por salvarm e tom ó Jesús carn e hum ana en tu s en trañ as virginales, y que antes de espirar en la cruz volviendo á ti sus dulces ojos, Mujer, te dijo, en la persona de J u a n , ahí tienes á tu h ijo : y luego á m í, ahí tienes á tu Madre (4). ¡ Ah ! no merecia yo tan señalado favor : m as Jesús traspasó en mí los títulos y d e -

(i) Joan, x ix ,«. se, 27.

— 432 — rechos que ten ia á tu am or. ¿Y po­ drá u n a m isericordia tan grande co­ mo la tu y a, no apiadarse de una mi­ seria tan extrem ada com o la mia? P ues eres M adre y refugio de peca­ dores ; pues tu s vasallos, ó Reina de m isericordia , son los m iserables; ¿ q u ién habrá m as acreed or que yo á tu clem encia, siendo, com o soy, el m as m iserable de todos los pecado­ res? ¿En quién se h ará m as patente tu m isericordia , que en m í , el mas ingrato de todos tus hijos? ¿No ves, M adre piadosísim a, cuántos peligros m e rodean ? ¿ C uántos y cuán en­ carnizados enem igos m e persiguen? M uestra , p u e s , en mí el cariño que profesabas á tu Hijo. No permitas, que prevalezca el infierno contra un hijo tuyo , que aunque indigno de

— 433 — este n om bre, te invoca, y se acoge á la som bra de tu am paro. ¿Qué? ¿Des­ plegaría el enem igo m as celo y ardor en perderm e , que tú , la m as tiern a de todas las m a d re s , en salvarm e ? ¡ A h ! crim en seria pensarlo. Mas deseas tú dispensarm e favores, que yo pedírtelos. Llorando pues, mi in­ gratitud pasada y queriendo de hoy en adelante am arte con todo el afecto de mi corazon, te elijo por Abogada, Reina y M adre m ia, consagrándom e |»r siem pre jam ás á tu santo servi­ cio. Pongo bajo tu am able im perio mis b ie n e s, mi s a lu d , mi corazon, alma, potencias, sentidos, vida, todo cuanto tengo y soy. En tí despues de Jesús pongo toda m i confianza. Sé siempre mi am paro y mi defensa, ó Virgen poderosa; y en el terrib le tran28

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ce de la m u erte , cuando el dragón infernal haga desesperados esfuerzos para trag arm e, vuela á mi socorro, ó M adre a m a n tís im a , y alcánzam e la perseverancia final. No m e dejes un solo in stan te, hasta que feliz contigo cante tu s glorias y las misericordias de tu Hijo en el cielo por eternidad de eternidades. Am en.

ORACION A L A V ÍR G E N D E DOLORES piu qdxioi m u a u mía n u m an.

¡ 0 dolorosísim a M adre de mise­ ricordia , dulce im án de los corazo­ nes, y, despues de Dios, única espe­ ranza de los pecadores ! ¡ O Reina y M adre afligidísim a! Te suplico con todo el afecto de mi a lm a , que me asistas en la hora de la muerte.

— 435 — Cuando aletargados ya los sentidos, ofuscadas las p o te n c ia s , quebrados los ojos, perdida el habla, levantado el pecho, postradas las fuerzas y ba­ ñado mi rostro con el sudor de la m uerte, esté yo luchando con el úl­ timo parasism o y m e vea cercado de fieros enem igos, que esperan salga mi alma del cuerpo para acusarla de to­ das sus culpas ante el trib u n al divino; muestra en to n ces, ó M adre am orosí­ sima que eres mi Abogada, mi P as­ tora, mi R eina y la ú n ica esperanza de mi desm ayado corazon. S í, como Abogada, defiéndem e entonces en el tribunal divino ; com o P astora vigilantísima , vuela ento n ces al socorro de una de tu s ovejas queridas ; como Reina poderosísim a , am para en to n ­ ces á uno de tu s v a s a llo s ; y como

— 436 — M adre aflig id ísim a, a c ije entonces benigna á uno de tu s hijos. ¡ Ay ! de aquel punto depende mi salvación ó condenación e te r n a : aquel es el hori­ zonte que separa el tiem po de la eter­ nidad , y el crítico m om ento en que va á pro n u n ciarse la sen tencia irre­ vocable que d u rará etern am ente. No m e d e je s , pues, M adre mia en aquel tra n c e suprem o: no m e desam­ pares en tan to peligro. Acuérdate, am abilísim a S eñ o ra, que si tu hijo san­ tísim o pendiente en la cruz te escogió por M adre n u e s tra ; fué para socorrer y am p arar á tu s hijos en aquel momen­ to terrib le. ¡ O sagrado y segurísimo refugio nuestro ! P o r si entonces no tuviese fuerzas ni conocim iento para invo carte, lo hago desde ahora, como si estuviese ya en la últim a agonía,

— 437 — acogiéndome desde ahora bajo tu am ­ paro é in tercesió n , para que m e li­ bres entonces de los m erecidos ri­ gores del Sol de ju sticia. S í, desde ahora com o si ya estuviese agonizan­ do , te digo lo que tal vez entonces no podré decirte. M isericordia , Ma­ ría , dulce M adre m ia, m isericordia; piedad, ó M aría, clem encia, ó M aría, perdón , ó M a ría , Virgen santísim a de los Dolores , querida de m i alm a, consuelo y vida de m i corazon , en tus m anos encom iendo m i espíritu, para que m e presentes al trib u n al di­ vino é in terced as por este pobre pe­ cador. E n tí puse mi esperanza , en tí confío. Ya ves , M adre m ia , que voy á expirar. M isericordia , Madre de mi a lm a , m isericordia M adre de mi-vida, m isericordia , M adre d o lo -

— 438 — rosísim a, m isericordia en esta última agonía, m isericordia. Ju n to este úl­ tim o dolor con tu s acerbísim os dolo­ res, y mi últim o aliento con el último aliento de tu Hijo santísim o. Aplíca­ m e lo que m ereciste con tu s dolores, válganm e los dolores y m éritos de tu dulcísim o Hijo. O bu en Jesú s, ampá­ ram e, ó M adre dolorosísim a, recíbe­ m e, ó glorioso S eñ o r san José, asís­ tem e : m isericordia , Jesús , María y José. M isericordia y gracia. Amen.

Donde la V irgen de Dolores fuese cono­ cida con el nom bre de Virgen de la Piedad, cuando se leyere esta oracion en público, podría substituirse la palabra miterieordit con la de piedad, para excitar mejor la de­ vocion del pueblo. A unque la sagrada Congregación no re­ conozca las m uchas indulgencias que se di-

— 139 —

cen concedidas á la décima sig u ie n te ; con lodo encierra tan bellos afectos, que 1<$ hi­ jos fervorosos de María se recrearán rezán­ dola á m enudo con toda devocion , y repi­ tiendo tres veces con m ucho fervor el últi­ mo verso : No me deje», Madre mia.

Bendita sea tu pureza, Y eternam ente lo sea ; Pues todo un Dios se recrea En tan graciosa belleza: A T í, celestial Princesa, Sagrada virgen María, Te ofrezco desde este dia Alma, vida y corazon, Mírame con compasion, No me dejes, Madre mia.

— 440 —

M A S DEVOCIONES PARTICOLARES. MODO DE HA.CER UN TRÍDUO Ó NOVENA n i r o v o s d i cu A & Q o m tA irro ,

j le prepararse para u a feslnidad priaeipal 1. Sin m u ltip licar los ejercicios de piedad , p rocura pasar estos tres, cinco ó nueve dias con m ucho reco­ gim iento y fervor. 2 . Haz con todo esm ero las obras ordinarias ,7 v• ofrécelas cada dia al Santo á quien consagras la novena, pidiéndole supla tus defectos, y pre­ sen te tu s acciones y súplicas al SeSor. 3 . Em plea cada dia un rato en me­ ditar ó leer la vida del Santo : com­ para tu s im perfecciones con sus vir-



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tildes, hum íllate y confúndete, perú excitándote á su im itación. i . Si no sabes m editar ó leer, oyo á lo m enos la Misa en su honor por poco que las ocupáciones te lo per­ mitan. 5. Reza cada dia de la novena tres Padre nuestros, Ave Marías y Gloría Paíri á la santísim a T rin idad, dán­ dola gracias p or los favores y benefi­ cios que hizo al S a n to : y luego pide la gracia que por su in tercesión de­ seas conseguir en la novena. (>. P ara m as obligarle, suelen al­ gunas personas piadosas p racticar aquellos dias alguna ligera m ortificacioD ó p en itencia, y a y u n ar la vigi­ lia de su fiesta con licencia del con­ fesor. 7. Acaba la novena confesando y

— 442 — com ulgando con todo el fervor posi­ ble: y no dudes que, haciendo loque buenam ente puedas , alcanzarás el favor que pidas, si fuere conducente á tu etern a salvación. MODO D E H O N RA R A CUALQUIER SANTO DE MUESTRA DEVOCION el d ía d e i d fieita . Recibidos con muebo fervor los santos Sa­ cram entos, ó por lo menos oída la Visa con devocion en obsequio su y o , ponte ante su im ágen, si la tien es, y em plea media hon, ó el tiempo que p u e d a s, en los afectos si­ guientes :

Altísim o S eñ o r de todo lo criado, á qui$n respetan hum ildes los Ange­ les, obedecen sum isos los Arcánge­ les, y rin d en obsequioso vasallaje los Serafines y S a n to s , yo os adoro co­ mo á centro de todas las perfeccio­ nes, au to r de todo bien y fuente ina-

— 443 — gotable de toda santidad. Haga cada

cual suyos estos afectos repitiéndolos interiormente: por ejemplo, diga aquí algunas veces: Os a d o ro , S eñor, os adoro c o d profundo respeto. Gracias os doy S eñ o r, por los m u­ chos y señalados dones de n atu ra le­ za y gracia con que enriq uecisteis en este m undo á vuestro fidelísimo sier­ vo san N. y por la sublim e gloria á que le habéis elevado en el cielo. Re­

pite con la misma gratitud, que si es­ tos dones fueran tu yo s: G racias, infi­ nitas gracias, S eñor. Al verm e tan vil y m iserable cria­ tura , y lo que es peor todavía , tan gran p e c a d o r, g ó zo m e, gloriosísim o Santo, de que hayais sabido dom ar las p asio n es, m erecer ta n sublim es prerogativas, y elevaros á tan alta

— 444 — santidad. S í, regocíjale iníeriormentt

de ello. Mas ¡cuánto m e avergüenzo de yer­ me tan desem ejante á Vos, ó amable P rotecto r mió ! ¿ Y cómo no te aver­ gonzarás? ¡E l Santo tan fervoroso, j

tú tan tib io ! ¡ E l tan dado á la orocion, tú tan poco amante de ella! ¡É de una fortaleza invencible, hasta ver­ ter su sangre por Jesucristo; tú ton cobarde, que una ligera contradÁcdm te abate, un qué d irán te retrae dtl camino de la virtud! Os doy g racias por los admirables ejem plos que nos dejasteis, y por los señalados favores que yo y tanto devotos vu estro s hem os recibido del Cielo por v u estra poderosa interce­ sión. S í , dale m uy afectuosas gra­

cias, y dále el parabién.

— ÜB Y Vos, ó Trinidad beatísim a, per­ mitid que desde el profundo abismo de mi m iseria, alce los ojos á Vos y os ofrezca el corazon am ante de este vuestro Siervo escogido, y la caridad jrdentísima con que os am ó y sirvió en la tierra , y ahora os alaba y en­ grandece en la tierra . Ofrecéselo in­

teriormente. Admitid, ó am antísirno Jesús m ió, su fervor en suplem ento de mi tibie­ za, sus abun d an tes m éritos en satis­ facción de mis culpas, sus heroicos ejemplos en reparación de mis escán­ dalos... S í, admitidlos, Señor. Os ofrezco, ó dulce Abogado m ío, el culto y ho n ra que hoy se os trib u ta en todo el universo, y os presento las fervorosas súplicas que vuestros de­ votos ós dirigen en todo el m u n d o ...



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Uno á ellas m is tibias oraciones, y os suplico m e alcancéis que os imite en el ejercicio de las v irtudes en que tanto resp lan d ecisteis, en particu­ lar. .. Pide la gracia que deseas. Alcanzadm e , am oroso Protector m ió, alcanzadm e del S eñ o r esta gra­ c ia, si m e conviene, añadiendo á ella la de la victoria de m is pasiones, pa­ ra que así goce de vuestra dichosísi­ m a com pañía en la gloria. Amen. A unque este solo ejercicio bien hecho, btsU ria p ara h o n rar á los Santos de un nodo mas m eritorio que los que se hallan comun­ m ente en los lib ro s; con todo paralomeDUr m as la devocion de los fieles pondremos aqni v arias oraciones, ya p ara Invocar á alguno* Santos especiales, ya para celebrar el dia di cum pleaños, el aniversario de U primera co­ m unión, de la conversión, etc.

— 447 —

OUCION PARA EL DIA DE CUMPLEAÑOS (1 ). B en o racio n de U i prom esas henha» en el B ao tin n o .

O am orosísim o Dios y S eñor m ió, ¿qué gracias te daré en este dichoso dia en que de hijo de ira y esclavo del demonio pasé por el santo B autis­ mo á ser hijo tuyo y h eredero del cie­ lo? ¿Q ué m éritos h allaste en m í para sacarme de las som bras de la m uer­ te, dar 4 mi alm a la vida de la gracia y ataviarla con las preciosas joyas, dones y virtudes del E spíritu Santo ? ¡Tantos que te correspondieran m e­ jor, están todavía sentados en las ti­ nieblas del erro r; y yo, quizás el m as ingrato de todos, fui preferido á ellos, (1) No dejes de com ulgar en tan fausto dia.

— 448 — alum brado con la luz del Evangelio, y escrito en el libro de la Vida! ¡Oh! canten los Angeles y S antos tus mi­ sericordias para conm igo, y ayúden­ me las criatu ras todas á darte gracias por ta n insigne beneficio. Mas u na condicion p u s is te , Dios m ió, á este señalado favor; y fué que yo ren u n ciase á S atan ás, á sus pom­ pas y o b ra s, y abrazando la santa fe católica perseverase en tu divino ser­ vicio fiel hasta la m u erte. Así lo pro­ m etí entonces por boca do mis pa­ drinos : pero ¡ay de mí! ¡qué mal lie cum plido tan santas y augustas pro­ m esas! Dando oidos á las seductoras m áxim as del m undo , m e pasé á las filas de Lucifer; fui en pos de place­ res y divertim ientos profanos ; cor­ rí tras las vanidades, honores y ri-

— 449 — quezas q ue son las pompas del dem o­ nio ; y m e n o sp re cian d o , S e ñ o r, tu santa l e y , ¡ a y ! preferí las nefandas obras d e S atan ás á los preceptos de la Iglesia. ¡Oh! ¡pasmaos, cielos! m i­ rad hasta donde llegó mi ingratitud y delirio : yo abandoné al P adre que me crió, y dejando esta divina fuente de agua viva , fui á m ancharm e con el cenagoso barro de las cisternas disipadas. Mas com padécete , S e ñ o r , de mi profunda m iseria. No caiga sobre mí aquella m aldición de tu Profeta: ¡Ay

de los malvados hijos, que vuelven las espaldas al Señor (1)! Ya vuelvo á tí, mi dulce J e s ú s ; ya renuncio á Sata­ nás, á sus pom pas y á sus o b ras; ya juro am arte y servirte siem pre m as. (i) Osee, vii, v. 18. 90

IJ i Jo*.



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S í , A ngeles del cielo , que escribis­ teis un dia m is prom esas, sed hoy de nuevo testigos de mi resolución. No, no me arrep ien to de lo que prometí en el santo Bautism o por la boca de m is p a d rin o s; ahora que puedo ha­ b lar, y tengo plena libertad y cono­ cim ien to ; en tu presen cia, soberano S eño r S a c ra m e n ta d o , y delante de toda la córte, c e le s tia l, renuncio de nuevo á S a ta n á s , á sus pompas y á sus obras, y m e consagro para siem­ pre á tu divino servicio. N unca mas abdicar la fe : n u n ca m as avergon­ zarm e de p racticar la Religión santa: n u n ca m as c o rre r tras los fementidos placeres y locas vanidades del mun­ do. T ú, Dios m ió, eres el centro de m i felicidad, tú serás tam bién el úni'co blanco de m is esperanzas y de mi

— 451 — amor. A natem a á S atanás que por tanto tiem po m e ha sojuzgado: ana­ tema á todas las obras de in iq u id a d : anatema al m u n d o , á sus diverti­ mientos y m áxim as perversas : ana­ tema á la carn e y á sus pérfidos hala­ gos: gloria y loor eterno á Jesucristo, á quien solo quiero a m a r , servir y poseer por infinitos siglos. Am en. ORACION

paro acudir á Dios en las aflicciones y traba­ jos de esta vida.

Altísimo Dios de cielos y tierra , Padre de bondad y m isericordia infi­ nita, confuso y tem blando m e postro ante vuestro acatam iento divino, gi­ miendo bajo el peso de vuestra ju s­ ticia con tan ta razón irritada con­ tra mí.

— 452 — Ya veis cu án gran d e es mi aflic­ ción : perdido he lo que m as estimaba en la tie rra ... acosado m e veo por to­ das p artes de infortunios y tribulacio­ nes. .. Representa a l Señor tu» aflic­ ciones, y desahoga con él Ut corazan,

pero eon resignación y humildad. Creo, Dios m ío, que nada sucede por acaso en este m u n d o ; sino qut todo viene regulado y dispuesto por vuestra am orosa providencia. Creo que todos estos golpes, por sensibles que s e a n , vienen todos- dirigidos de lo alto para m i b ie n ; ó para que abra los ojos y enm iende m i vida desarre­ glada , ó para que m e purifique de m is culpas pasadas e n este purgato­ rio len to , ó para q ue, llevándolo como venido de vuestra m a n o , m e labre u n a corona de gloria inm ortal.

— 453 — Justo pues, será, que m e resigne: Vos solo conocéis lo que roas m e con­ viene , yo no. Siendo Vos por otra parte o m n ipotente, y am ándom e con un cariño infinitam ente m as tierno que el de las m adres m as am orosas á sus m as regalados hijos, no dudo que esta adversidad es ló que m as me conviene. Lo creo , am abilísim o Jesús m ió, y por mas que la naturaleza lo sienta y apetezca lo que no le conviene, mo someto á vuestra santísim a voluntad. Pequé, S eñ o r, y aun no me tratais conforme yo m erezco. P or dura y pesada que parezca, beso y bendigo e*a m ano p atern al, no m enos ju sta euando castiga, que cuando prem ia ; no m enos am orosa cuando atrib u ­ la , que cuando halaga ; no m enos

— 464 — sabia cuando p e r m ite , que cuando m anda; no m enos solícita de m i bien cuando m e lev an ta, que cuando me abate. ¡C uántos que con la prosperi­ dad se p erdieran , se salvaron en la ad v e rsid ad ! Hágase pues , S eñ o r, en m í según v uestra san ta voluntad. S i quereis que u n a nube se m e lleve la cobecha, u n a enferm edad el g a n a d o , un falso testim onio la h o n r a , si quereis que pierda el pleito , el n egocio, el ami­ go ; hágase en todo vu estra santa voluntad. Si quereis que m e vea pos­ puesto á inferiores, agobiado de es­ crúpulos, fatigado de tentaciones, en­ ferm o , pobre, abandonado ; sensible cosa e s , pero hágase e n m í según vuestra santísim a v o luntad. V i ad

ofreciéndote á b que te repugnare, di-



456 —

tiendo siempre con todo afecto: hága­ se en m í según vuestra santísim a vo­ luntad. Pero dím e , cristian o , cuando un facultativo te aplica u n cauterio ó hace la am putación de un m iem bro ú otra operacion d olorosa, no solo to resignas, sino que au n se lo agrade­ ces yreco m p en sas. Y esto q u e , sien­ do h o m b re , no sabes si te dará la vida ú ocasionará la m u erte. P ues ¿por qué no harás otro tan to con Dios, con ese P adre tan bueno que tanto se desvela por tu eterna salud? Anímate pues ; algo te costará, pero este es uno de los actos m as subli­ mes que puede h ac er u n a criatu ra en la tierra. Abrázate con la im ágen de Jesús crucificado, besa con am or sus llagas y díle : G racias os doy , S e -

— 466 — ñ o r, por los trabajos que m e enviáis. ¡ Qué dicha tan grande la m ia de ser en algo sem ejante á Vos, y de poder expiar tan fácilm ente m is culpas pa­ sadas ,7 v«> acau d alar tesoros inmensot para el c ie lo ! G racias, infinitas gra­ cias os doy por ello, S eñor. Esfuérzate, cristiano, en pro d u cir estos ac­ tos, que son muy m eritorios. Si no puede obtener del am or propio el dar gracias al Se­ ño r por la cruz que tanto te repugna, vueln á este mismo ejercicio y quizá lo conseguir!) In sppunda vez; y si á pesar de esto no lo al­ can zares, no le acongojes, que Dios no li q u iere insensible, sino resignado. Jesucristo, con ser la fortaleza InG nita, sintió los traba­ jos, y la viva aprehensión de ellos le pusoei agonía m ortal en el H uerto; y no obstante, I cuánto no agradó al E terno P adre su berólca resignación t

— 457 — ORACION

en reparación de las blasfemias.

Inm enso , incom parable , infinito, santísimo Dios y S eñ o r dol universo, ente quien los Serafines y dem ás Es­ píritus celestiales confusos y anona­ dados se postran para adoraros , al paso que los hom bres redim idos con sangre divina , y colm ados por Vos á cada in stante do nuevos é infinitos favores, os ultrajan y ofenden, pro­ fanando y blasfem ando incesante­ mente vuestro nom bre sacrosanto y la preciosísim a sangre de vuestro amado Hijo. Yo m iserable, é indigna criatura, penetrada de vivo dolor por tanta m a ld a d , quisiera im pedirla á costa de mi vida; pero com o esto no es fácil, deseo re p ara r á lo m enos en

— 458 — algún modo tan horribles profana­ ciones. Q uisiera , p u e s , S e ñ o r , cada vez que en este dia sea blasfem ado vues­ tro santísim o nom bre , ó la preciosa sangre de Jesú s, ó el augusto Sacra­ m ento del A ltar, ó los sagrados nom­ bres de Jesú s, M aría ó de los Santos; quisiera poder trib u taro s tan tas gra­ cias, bendiciones y alabanzas, cuan­ tas os rinden los Serafines en el cie­ lo, y cu an tas habéis recibido y reci­ báis de todos los ju sto s y Santos desde el principio hasta la consum ación de los siglos. S í, Dios mió , por cada blasfemia que se profiera co n tra Vos y vuestros S a n to s , es mi in ten ció n ofreceros aquel S an to , S an to , S an to , que os en to n an los A n g e le s, tan tas veces,

— 459 — como estrellas tien e el cielo, átom os el aire , hojas los árboles , gotas de agua y arenas el m a r ; tan tas veces, cuantos son los actos de am or purí­ simo que os dirige M aría santísi­ ma , y cuantas son las perfecciones que en cierra vuestra divina esencia. Amen.

En R om a, para reparar algún tanto las horribles blasfemias que se profieren cada dia contra Dios, contra los Santos y contra li Virgen santísima; despues de ciertas Mi­ sas, 6 bien, siempre que se reserva el San­ tísimo, antes que se encierre el copon ó la sagrada Hostia en el Sagrario, puesto el Sa­ cerdote de rodillas al pié del altar, dice las siguientes bendiciones, repitiéndolas el pue­ blo con mucha devocion. Bendito sea Dios. ñj'. Bendito, ele. Sea su santo Nombre bendito, r). Sea, etc. Bendito sea Jesucristo , Dios y hombre verdadero, tf). Bendito, ele. i toda bendición.



460



Bendito sea el nombre de Jesús. Bendito sea Jesús en el santísimo Sacra­ mento del Altar. Bendita sea María santísima, la gran Ma­ dre de Dios. Bendita su santa é inmaculada Concep­ ción. Bendito el nombre de M aría, Madre y Virgen juntam ente. Bendito sea Dios en sus Angeles y Santos. Hay concedidas u na Indulgencia de un t u por cada vez que se digan estas jaculatorias, y u n a p lenarla al mes aplicable á las Almc del purgatorio, p ara lodos los que, habiéndo­ las dicho cada d ía, se confesaren y comulga­ ren orando por Jos fines de la san ta Iglesia. (Pió 11, 8 de agosto de 18(7J.

O R A C IO N

por la salvación del universo tu las premia necesidades de la Iglesia.

Am ontísim o J e s ú s , que abristeis á los hom bres los tesoros de vuestra c lem en cia in fin ita ; no es ya por il*

— 461 — gunos desgraciados solam ente, es por la España y la Europa en tera, es pa­ ra la cristian d ad y para el universo todo que solicito vuestra m isericor­ dia. Todos los hom bres son hechura de vuestras m anos y herm anos mios carísim os: y apiadándoos de todos ellos, están lejos de agotarse ni de disminuirse los tesoros de vuestra bondad: pues cu an to m as abundante se derram a ese vuestro m anantial de gracias, tan to m as caudaloso brota ; y cuanto m as se com unica, tanto m as se enciende el fuego que arde en vuestro pecho divino. Echad, pues, u n a m irada com pa­ siva sobre toda la tie rra ; ¡ay, llega al extremo la m aldad y la desolación! ¡ Cuánta zizaña do erro res ha sem ­ brado por todas partes el enem igo

— 462 — in fe r n a l! Veis hollados los derechos espirituales y tem porales de vuestro Vicario en la tie rra , ultrajada su al­ tísim a dignidad , y á los mismos re­ yes y pueblos conjurados contra su sagrada persona. El infierno hace ca­ da dia nuevas conquistas : las almas se pierden y caen en el abism o como los copos de nieve caen en invier­ no , y las hojas de los árboles en el otoño. El m undo arrastra á la mu­ chedum bre con seductores halagos, cund en com o contagio las máximas perversas, el in teré s es casi el único resorte de las acciones hum anas, to­ do lo in u n d an el fraude y el engaño: una sed frenética de placeres impu­ ros consum e á todos los estados y edades, y p or colm o de desdichas el respeto hum ano dom ina y tiraniza á

— ¿63 — los m ism os buenos. ¡ A y ! ¡ á qué abismo tan espantoso de m ales nos precipita la irreligión y el libertinaje de nuestros d ia s ! ¿Y seréis, señor, insensible á tan ­ ta miseria? ¿P erm itiréis que sea der­ ramada en balde vuestra S angre pre­ ciosa? ¿Será indignam ente profanada por los m ism os por quienes se d erra­ mó esp ecialm en te? No, no se gloríe Lucifer por m as tiem po. Oid los la­ mentos de las alm as que tiern am en te os aman , escuchad los gritos de los mismos seres insensibles que parece lloran la triste su erte de tenpr que servir á hom bres ingratos en la eje­ cución de sus designios contra el Ha­ cedor ; m uévaos la voz elocuente de esas llagas adorables que piden m ise­ ricordia , y conm uévase vuestro C o-

- 464 — razón santísim o á la vista de tantas desgracias. Suspended el curso de tan tas m aldades, y sobre todo dete­ ned el to rre n te de los sacrilegios, ori­ gen principal de nuestro s male6. Bas­ te ya de indiferencia y de crímenes; baste ya de dolor y de amargura. B rille v uestra faz seren a en la tier­ ra , sople sobre ella vuestro espíri­ tu v iv ificad o r, y renovándolo todo, será vuestro santísim o nom bre glori­ ficado, acatada v uestra R eligión san­ ta , observada vuestra ley divina, y os alabarán y gozarán los hom bres por infinitos siglos. Am en. P uesto que la Seráfica Madre san­ ta T eresa de Jesús fué ta n devota de san J o s é , que tan to s conventos i iglesias puso bajo la protección y advooacion del excelso P atriarca , que



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con sus o b r a s , palabras y escritos admirables contribuyó tan to á exten­ der esta útilísim a d ev o c io n ; justo es que en testim onio de nu estra grati­ tud y afecto le consagrem os siquiera esta corta oracion.

Oraeion ¿ santa T e re s a de Je sú s. Extática M adre san ta Teresa de Jesús, dignísim a Fundadora de la descalsez C arm elitan a; M ujer fuerte en los trabajos y persecuciones con que intentó el infierno im pedir la in­ signe obra de vuestra reform a; cons­ tantísima en llevar con indecible to­ lerancia la pesadísim a cruz de la de­ solación y desaipparo en los ejercicios espirituales, con que el S eñor os pro­ bó por espacio de veinte años, m ere­ ciendo ser regalada despues con proQ ft

Id á Jo ió .

— 466 — digiosos éxtasis y favores; S anta ajus­ tadísim a á las perfectas m áxim as del Evangelio, hasta p ro m eter á Dios con voto el no ofenderle ni au n levemen­ t e ; sapientísim a en la ciencia de los S antos, habiendo dejado á la posteri­ dad d o ctrin a celestial en vuestros es­ critos : suplicad por m í á vuestro di­ vino Esposo que á im itación vuestra destierre de mi corazon la tibieza, sea constante en los ejercicios de piedad, sufrido en las adversidades, y gene­ roso en v en cer todo cu anto impida el aprovecham iento de mi alm a. Espero esta gracia del S eñor por vuestra in­ tercesió n poderosa. Am en. L etrilla de san ia Teresa de Je sú s, dignísi­ ma de estar grabada en los corazones.

Nada te turbe, Nada te espante,

Todo te pata,

— 467 — Dios no »e muda; La paciencia Todo lo alcanza: Quien i Diot tiene Nada le falta, Solo Dio» batía. GLOSA.

Eleva el pensamiento, Al cielo sube, Por nada te acongojes, Nada te turbe.

A Jesucristo sigue Con pecho grande, Y venga lo que venga, Nada le erpante.

¿Ves la gloria del mundo? Es sombra vana: Nada tiene de estable, Todo te pata.

Aspira á lo celeste, Que siempre d u ra : Fiel y rico en promesas, Dio» no »e muda.

Ámale, cual merece



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Bondad inm ensa: Pero no hay amor fino Sin la paciencia. Confianza y fe viva Mantenga el alma; Pues quien cree y espera Todo lo alcanza.

Del infierno acosado Aunque se viere, Burlará sus furores Quien á Dio» tiene.

Vénganle desamparos, Cruces, desgracias; Siendo Dios su tesoro, Nada le jaita.

Id pues, bienes del mundo, Id, dichis vanas-, Aunque todo lo pierda, Solo Dios ba»ta.

— «69 —

Oración á san Roque, para que nos libre de iodo mal contagioso.

Piadosísim o confesor de C risto, glorioso san R o q u e , o tro David de la ley de gracia por la m ansedum ­ bre y rectitu d de corazon: nuevo To­ bías en el tern ísim o afecto para con los pobres y por la constancia en ejercer las obras de m iserico rd ia; cual otro Jo b , prodigio estupendo de paciencia y fortaleza en los dolores y trabajos con que el Cielo te probó : ¡cuánto m e alegro que en este m undo orgulloso, sensual y am bicioso, apa­ rezcas tú tan pobre, hum ilde y m orti­ ficado , distribuyendo á los pobres tu opulentísimo p a trim o n io , y m endi­ gando el pan h asta Rom a en traje de peregrino ! Y com o si nada fueran ni

— 470 — las llagas y dolores que padeces , ni el ham bre que te aqueja, ni el aban­ dono en que te ves , hasta no tener á veces m as recurso ni am paro que el pan que te envia el Cielo por medio de un prodigioso perro; com o si nada fuera aun el verte encerrado cuatro años enteros e n u n h o rrible calabozo por tu m ism o tio , que sin conocerte, te tra ta de espía; te en tregas genero­ so á los rigores de la m as asombrosa penitencia. ¡Oh! ¡cuánto condena esa tu vida p en iten te, pobre y hum ilde, el orgu­ llo, la am bición y sensualidad de la mia! ¡Ah! no extraño seas tu visitado con indecibles favores y gracias ce­ lestiales, al paso que yo soy castiga­ do de la divina ju sticia con razón ir­ ritada p o r tan to s vicios y pecados

— 471 — mios. P ero aplácala, dulce P atrón y abogado co n tra la peste. Tú que li­ braste á Rom a , P lasencia y á tantas otras ciudades de este azote devasta­ dor, líbram e tam bién á m í, y libra de el á esta ciudad que pone en tí toda su confianza. Cúm plase en nosotros la dulce prom esa que el Cielo dejó escrita en aquella m isteriosa tabla que apareció sobre tu glorioso cadá­ ver. Los que tocados de la peste, in­

vocaren á mi siervo R oque, se libra­ rán por su intercesión de esta cruel enfermedad. S i, cristiano lector, deja tú de ir rita r con pecados ¿ la divina Ju sticia, haz u n a buena confesion, y no dudes que, si conviene A tu eter­ na utlvaeion, serás libre de todo contagio.

— 472 —

MODO DE HiCER U S ESTACIONES DE LA BULA DE LA SANTA CRUZADA.

P o r la señal de la santa cruz, etc. S eñor m ió Jesu cristo Dios y hom­ b re verdadero , aquí m e teneis pos­ trado á vuestros pies lleno de confu­ sión á vista de m is m uchas culpas y pecados. ¡Oh! ¡cuánto me arrepiento de haberos tan tas veces ofendido , ó P adre de m isericordia, ó Dios infini­ tam en te bueno y digno de ser amado sobre todas las cosas! Perdonadm e, ó buen Jesú s, por esa san g re que der­ ram asteis por mi am or, y conceded­ m e que gane hoy las indulgencias y gracias de la santa C ruzada, las cua­ les deseo aplicar en satisfacción do m is culpas y en sufragio del alma de N. ó de las que sean de m i mayor

— 473 — obligación y de vuestro agrado. A este fin os ofrezco esta visita de cin­ co altares en m em oria do vuestras cinco preciosas llagas, y por ellas os encomiendo los necesidades de la san­ ta Iglesia y del Estado; á nuestro san­ tísimo P adre N. y dem ás Prelados y Superiores espirituales y tem porales, la paz y concordia en tre los príncipes cristianos , estirpacion de las here­ jías, conversión de los infieles, h ere­ jes y pecadores, perseverancia de los justos y todos los dem ás piadosos fi­ nes de n u estra santa m adre la Igle­ sia. Am en. En cada uno de los cinco altares hecha la señal de la cruz ó u n a in­ clinación , se reza por lo m en o s un Padre nuestro , Ave M aría y Gloria

Patri.

— 474 — Quien quisiere detenerse un poco m as, podrá co n sid erar en la 1 .' vi­ sita la llaga sacratísim a del Pié iz­ quierdo de nuestro S eñ or Jesucris­ to, pidiéndole por los infieles, herejes y cism ático s: en la 2.* adorando •la llaga del Pió derecho pedirá por la conservación de la fe entre los fieles y especialm ente en España: en la 3 . ' encom iéndele la conversión de los pecadores por la llaga de su Mano izqu ierd a: en la 4.* propóngase al­ canzar por la llaga de la Mano derecha la perseverancia de los ju s to s : en la 5.* finalm ente en tre por la llaga del Costado hasta el sagrado Corazon de Jesú s deseando estab lecer en él la m orada y encom endándole los nego­ cios y personas de nuestra mayor obligación y afecto.

— 47B — Saaario de las indulgencia! que se pneden ganar con la Bola de la santa Cruiada. Indulgencia plenaria. \ ° En los domin­ gos de Adviento, Septuagésim a, Sexagési­ ma y Quincuagésima. 2.° Desde el miércoles de Ceniza, basta la Dominica »n albit, ú ocho dias despues de Pascua. 5.* En los dias de Témporas y Roga­ ciones. 4." En la vigilia, Gesta de Pentecostés y los seis dias siguientes. 5.° Por Navidades en cada una de las tres Misas, la vigilia y los cuatro dias que siguen. G.° En las festividades de la Circunci­ sión, Epifanía y Ascensión del Señor. 7." En el artículo de la muerte.

Ptede adenái n o r t e *»íim del pugalaiit. 1.° En las dominicas tercera y cuarta de Cuaresma, como también en la Septuagé­ sima.

— 476 — 2.° El martes despues del prim ero, el sábado antes del tercero, y el viernes y sá­ bado despues del quinto domingo de Cua­ resma. 5.° El miércoles despues de Pascua, co­ mo también el jueves y sábado de la octava de Pentecostés. Seria tam bién muy bueno decir estaortcion que el Sumo Pontífice recomienda i los fieles, concediendo cincuenta-dias de indul­ gencia, por cada vez que se rece devotamente esta oracion. (Pió IX, 10 de Marzo de 1886). O R A C IO N

por las presentes necesidades de la Iglesia.

Rodea ¡ oh S e ñ o r ! la ciudad de Rom a , y guarden tu s Angeles sus m u ra lla s ; oye benignam ente á tu pue­ blo ; aleja de él tu furor , porque se han reunido nuestros enem igos que se glorian en su poder : pero tú des­ truy e su fortaleza y dispérsalos, para

— 477 — que conozcan que tú solo ¡Dios nues­ tro! y n in g ú n otro es el que nos de­ fiende. P o r Cristo n u estro Señor. Amen.

MA DI M IR O PARA CADA IES. Esta práctica de verdadera y sóli­ da devocion es m uy encom endada por los directores espirituales y prac­ ticada por las alm as que desean de veras aprovechar en la virtud. Es uno de los m edios m as poderosos para do caer en la tib ie z a , fijar nuestra natural instabilidad y alcanzar de Dios una buena m u erte y el don de la perseverancia final. Para hacerlo con fruto escogere­ mos cada m es el prim er dia en que

— 478 — podam os desocuparnos de negocios precisos, y entonces dando de mano á todo lo dem ás nos ocuparem os esclusivam ente , ó lo m as que nos sea posible en el negocio de nuestra al­ m a. E n este dia convendrá que ha­ gam os dos horas de m editación, una por la m añana y otra por la tarde, escogiendo aquellos puntos que mas nos escitaren á servir á Dios con fer­ vor , com o son los beneficios divi­ nos , la alteza de n u estra vocacion, la brevedad y preciosidad del tiem­ po, la in certid u m b re de la m uerte, y otros sem ejantes: añadirem os media h o ra de lectu ra e s p iritu a l, y otra m edia á lo m enos de exám en sobre el estado de n u estra alm a, en el cual repasarem os el plan de vida que nos propusim os observar, considerando

— <79 — seriamente qué adelantos ó que atra­ sos hemos h ech o , cóm o hem os com­ batido por m edio del exám en p a rti­ cular el vicio do m in an te, y renova­ remos los p ro p ó sito s, añadiendo si fuere m enester alguno nuevo para el mes que va á em pezar. Este será asimismo el-m ejor tiem pp para dar cuenta á n u estro d irecto r del estado de nuestra alm a, haciendo tam bién una confcsion de todo el m es pasado, para em pezar con nuevo fervor, co­ mo si el m es presen te debiera ser el último de n u estra vida. Finalm ente convendrá co n clu ir con la siguiente

— 180 — PBEPARACIOH PRÁCTICA PAHA LA IDER1L

Com ulgar p o r vía de Viático. Figúrate que estás enferm o de gravedad y deshauctado de los m édicos: que le llevan el santo Viático á la cam a; y despues de haber comulgado dá gracias al Señor del modo si­ guiente.

¡Cómo es posible, am abilísim o Re­ dento r mió : que inclinéis vuestra adorable M ajestad h asta el punto de visitarm e en este hum ilde lecho !... Bien se ve que sois todo am or y bon­ d a d ... pues no confiáis m i socorro i criatu ra alguna , sino que quereis traérm elo Vos m ismo en persona... ¡ qué dignación ! ¡ qué favor !

Quid, retribuam Domino pro ómni­ bus qiuc relribuit m ih í (1)? ¿Qué gra(1) Ps.

CX V,

12.



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cías os d aré, ó m agniíicentísim o Se­ ñor m ió ? ... Vil y m iserable criatu ­ ra... pobre é indigno pecador, ¿cómo agradeceré tan grande b en eficio ?... Vaque no puedo otra cosa, aceptad, Dios mió , vuestro m ism o C uerpo y Sangre p re cio sa... aceptad vuestro am or... y perm itid que an tes que par­ ta de este m undo, convide á los S an­ tos del cielo y á los justos de la tie r­ ra que os dén gracias por la m agní­ fica posada que tan generosam ente y durante tan to s años me habéis dado en este lugar de d e stie rro ... Gracias, S eñ o r, por la caridad in­ finita con que m e am asteis ab (eter­ no , anteponiéndom e á tan to s que os hubieran servido m ejor que y o ... gra­ cias, si, infinitas gracias . . . — Gracias por haberm e dado un ser tan noble,

— 482 — u n cuerpo dotado de sentidos tan perfecto s... y un alm a adornada do potencias tan su b lim e s... gracias... — G racias por habcrm o conservado hasta el p resente la v id a ... mandan­ do á todas las criatu ras del cielo y de la tierra que me sirv ie ra n ... alimen­ ta ra n ... re c re a ra n ... etc. gracias... — G racias por la am orosísim a provi­ dencia con que me habéis llevado en vuestros brazos y gobernádom e has­ ta a h o ra ... librándom e de tantos peli­ gros espirituales y co rp o rales... tem­ porales y e te rn o s ... gracias... — Gra­ cias por haberm e red im id o ... sufrien­ do v oluntariam ente tan tos dolores; torm entos por m í... hasta morir en u n a c ru z ... gracias. Y cuando pienso en la generosidad con que m e habéis aplicado los mé-

— 483 — ritos de v uestra pasión y m uerte sa­ crosanta... dado el don inestim able de la fe ... tan ta abundancia de auxi­ lios. .. buenos ejem plos é inspiracio­ nes, tan to s y ta n ricos S acram en to s... ¿qué gracias os d aré?... S uplid, ju s­ tos... suplid, Angeles y S a n to s... su­ plid, Virgen santísim a y Vos glorioso san J o s é ... suplid Vos m ism o , dul­ ce Jesús m ió ... suplid, suplid. Gracias por la longanim idad y pa­ ciencia con que m e habéis sufrido hasta a h o ra ... á pesar de m is en o r­ mes p ecad o s... y de que ta n ta gloria hubierais tenido ejerciendo conm igo vuestra ju stic ia , com o m anifestándo­ me los tesoros de vuestra m isericor­ dia... gracias. G racias, ó Dios de am or, por to­ dos los beneficios que yo conozco...



m



y que Vos m e habéis hecho sin que yo los pidiera , deseara, ni merecie­ r a ... gracias por las m ercedes que m e h u bierais h ech o , si yo no las hu­ biese im pedido con m is infidelida­ d e s... gracias y tan to m ayores gra­ cias, cu an to m as h e abusado de estos favores , volviéndolos ¡ay! contra mi m ismo R edentor. G racias, infinilat

gracias. ¡ Q uién m e diera un corazon capaz de inm enso ag rad ec im ien to ! ¡ Quién pudiera reco n o cer ta n ta s gracias no solo en nom bre m ió, sino tam bién eD nom bre de las alm as que m e habéis confiado, y de cu an to s desconocen y m aldicen ¡ay! vuestra bondad infini­ ta en este m undo y aun e n el mismo infierno ! P ero de nada , S e ñ o r, me aprovecharían tantos beneficios sin

— Í85 — la perseverancia final: coronad, pues, en aquel últim o in stan te vuestra in­ mensa liberalidad y caridad para con­ migo , dándom e un verdadero a rre ­ pentim iento de todas m is culpas pre­ sentes y p asadas, y recibiendo mi espíritu en v u estras m anos para in­ troducirle e n el reino de vuestro amor. No m e negueis esta gracia , ó dulce Jesú s m ió. ¿H abríais hecho en vano tan largo viaje? H abríais in ú til­ mente bajado por mí del cielo á la tierra y obrado tan to s prodigios, ha­ ciéndoos com ida y viático mió en este augusto Sacram ento? No será así, mi buen Jesús, poned el sello á tan ta s bondades y m iseri­ cordias , concediéndom e la perseve­ rancia en la gracia ; venced mi m ali­ cia con v u estra bondad ; triu n fe en

— 486 — mí vuestro divino am or. Unid el abis­ mo de mis m iserias al abism o de vues­ tra liberalidad : santificad mi cuerpo y alm a con la aplicación de vuestros m éritos: m ostradm e á todos los San­ tos, com o el trofeo de vuestra mise­ ricordia, á fin de que todas las criatu­ ras conozcan en mí la eficacia de vuestra S an g re , y aquel incompren­ sible am or que os movió sin mérito alguno mió á darm e gracia para ser­ viros ahora en este m undo , y des­ pues alabaros y poseeros por siglos infinitos. Am en.

R ecibir espiritualmente la Extre­ ma-Unción. O jo s . P erdónam e , SeS or, tantas m iradas vanas, curiosas y pecamino­ sas com o he echado en m i vida. ¡Ay!

- 487 — derramé m i vista no una vez sola, como David, sino tan tas veces sobre estam pas, libros y objetos que m e provocaban al m al. Perdón , ó Dios mió, perdón: yo te ofrezco todo cu an ­ to mi S eñ o r Jesu cristo padeció en sus santísimos ojos vendados y llorosos por m í : Per tuam piísim am misc-

ricordiam indúlgeos m ih i, Domine, (¡uidquid per visum deliqui.

O íd o s . P e rd ó n a m e , Dios inio, las muchas ofensas que con mis oidos cometí co n tra tu soberana M ajestad. ¡ Ay ! ¡ cu án ta lisonja y palabra m a­ la , cu ánta m u rm u ració n y canción profana escuché g u s to s o ! Acepta ó Padre am oroso , todo cu anto en sus santísimos oidos padeció Je su c ris­ to por mi am or. Per tuam p iissimam misericordiam indulgeas m ihi,

— 488 —

D om ine, quidquiil per audilum deliqui. G u s t o . ¡Ay! ¡cuántas veces, Dios m ió, acibaré tu lengua con palabras indiscretas, y ahelé tu santísim a boca con mi gula desordenada! A cepta, te ruego, en satisfacción de m is ofen­ sas, el bien que Jesu cristo hizo con sus palabras de vida e te rn a , y el tor­ m ento que le daria antes de expirar aquella hiel tan am arga que gustó por m í. Per luam piissimam misericor-

diam indúlgeos m ihi, Domine, quidquid per gustum et locutioncm deliqui.

M a n o s . ¿ Q u é no han profanado, S eñ o r, m is m anos im p u ras, rapaces y sacrilegas? A c ep ta, ó P adre celes­ tial , en expiación de m is culpas lo que padeció m i bu en Jesú s en sus

— 489 — inocentísim as m anos traspasadas con fieros clavos por mi am or. Per tuam

piissimam misericordiam indulgeas m ihi, D om ine, quidquid per tactum ieliqui. Pilis. P erdona tam bién , S eñor, las m uchas ofensas que con m is ma­ los pasos com etí co ntra tu divina Ma­ jestad: acepta en satisfacción de ellas lo m ucho que tu santísim o Hijo pa­ deció en sus pies cansados , llagados y taladrados por mi am or. Per tuam

¡liisimam misericordiam indúlgeos mi­ hi, Domine, quidquid per gressus deliqui. Dios de mi alm a , yo te pido h u ­ mildemente perdón de todas las ofen­ sas que co ntra tí he com etido con to­ dos mis cinco sentidos, em pleándolos en procurar gustos y placeres á mi

— 490 — cuerpo con sum o disgusto tuyo. Acep­ ta, en satisfacción de tan tas culpas, todo lo que el inocentísim o Jesús padeció en sus carn es virginales. Per

tuam piissim am misericordiam indul¡/cas m ilii, D om ine, quidquid per lumborum delcclationcm dcliqui.

Aceptación de la muerte. P ara esto continuaré im aginándom e que es­ toy tendido en el lecbo, ya agonizante; el ca­ bello erizado, las m ejillas h u n d id a s, los ojos cristalizados, la nariz aü lad a , la respiración difícil y fatigosa, cubierto de un sudor frío, con la vela en la mano que no puedo ya sos­ tener por fallarm e p ara ello las fuerzas; un Sacordote al lado leyendo la recomendación del alm a, y los circunstantes consternados es­ perando las últim as boqueadas. Como enton­ ces no estará la cabeza para e llo , h aré abon los actos sig u ien tes:

Yo adoro , Dios m ió, vuestra infi­ nita g ra n d e z a ; os reconozco por su-

— 491 — prenio S eñor de todo lo criado, árbi­ tro de la vida y de la m uerte, y como á tal m e som eto al decreto terrib le que habéis pronunciado c o n tra m í. Lo acepto en espíritu de penitencia, y en unión de la m u erte, que Vos su­ fristeis por m í, deseando por este sa­ crificio rendiros hom enage y expiar el mal uso que hice de mi vida. Acepto desde ahora la m uerte con todas las angustias y dolores que la acom pañarán, en el tiem po, form a y manera que sea m as del agrado de vuestra soberana M ajestad. S í, con­ siento, Jesú s m ió, en que mi alm a sea separada del c u e rp o , en castigo de haberse tan tas veces separado de Vos por el pecado. Acepto la pérdida y privación de m is sentidos y aun de la misma razón , en satisfacción de las

— 492 — m uchas veces que em pleé, en ofen­ deros, estos preciosísim os doces que hahia recibido de vuestra liberalísima m ano. A c e p to , S eñ o r, el que mi cuerpo sea pisado, com ido de gusanos y re­ ducido á polvo, en castigo de aquel orgullo que me hizo p referir mis an­ tojos y gustos á v u estra santísim a vo­ lu n tad . ¡ 0 g u sa n o s! ¡ ó disolución de todo mi cuerpo ! ¡ ó abandono total de los hom bres! ¡ó hediondez y soledad es­ pantosa del sepulcro ! ¡ ó cenizas ! yo os acepto y m iro com o el instrumen­ to de la divina ju sticia. S í , justo es que sea así disuelto, quien no anhelé m as que los placeres del m undo y los seductores halagos de la carne. Justo es que sea así olvidado y arrojado de

— 493 — la sociedad, quien p or dar gusto á los los hom bres y por granjearse algún aplauso, ren u n ció tan tas veces A Dios y á su etern a felicidad. Una sola gracia os pido , S eñor, y es, que yo reciba á tiem po y con to­ do fervor los últim os S a c ra m e n to s ; mas si en castigo de mi m ucha ti­ bieza en recibirlos ahora , quisieseis privarme de tam año beneficio , á lo menos que e s p ir e , Dios m i ó , ha­ ciendo los m as fervorosos actos de fe, esperanza , caridad y contrición : que espire en vuestra am istad y gra­ cia , p ro nunciando los dulcísim os nombres de Jesú s , M aría y José , y que mi alm a sea conducida por los ángeles á la patria celestial para go­ zar de Vos por los siglos de los si­ glos. Amon.

— 494 — En el Ancora de salvación se hallaría lis tiernas súplicas á Jesús crucificado que com­ puso una Jóven protestante, que no solo se convirtió á la Religión católica , sino que desengañada del mnndo se hizo religiosa, y murió de 18 años en olor de santidad. No es necesario hacer todo esto en cada dia de retiro: bastará el ejercicio que insi­ nuamos en dicho devocionario. Mas para que el alma encuentre mas variedad y saque mas provecho, he puesto aquí el recibir espirilualm enle el santo Viático y la Extre­ ma-Unción, á fin de que pueda el devoto de san José ir cambiando de vez en cuando, y aun si quiere alternar con la Recomendación del alma y las letanías de los Agonizante; que hallará también en el Ancora de salta­ ción.

El dia de retiro conviene invocar muy particularm ente al Patriarca san José, pro­ tector de la buena m uerte, y á la Virgen y Mártir santa Bárbara, abogada de los fieles para que no muramos sin los santos Sacra­ mentos. Así vemos que hallándose san Es-

— 49o — tanislao de Koska en peligro de muerte y do pudiendo recibir el santo Viático por es­ tar alojado en casa de un lu teran o , invocó á la Santa , y no solo vino con la Virgen y Mártir santa Catalina y un lucido coro de Angeles que le dieron la sagrada comunion, sino que bajando también la Virgen santí­ sima, le puso el Niño Jesús en los brazos, y ledió perfecta salud. Finalmente voy 4 encomendarte , amado Cristiano, devoto de san José, dos devocio­ nes, que son, creo, las que mas fruto han producido de todas cuantas he promovido con misiones al pueblo y ejercicios al Clero, dentro y fuera de España. Son el Via-Crucis y la Novena de Animas. No ponderaré aquf los frutos incalculables que puede recojer el Párroco celoso estableciendo ó pro­ moviendo estas devociones en su parroquia del modo que indico en la introducción que se halla al principio de dichos opúsculos. Ambas cosas hallarán tratadas con suficien­ te extensión el Párroco en el Tesoro del Sa­ cerdote, y los fieles en el Ancora d eta lra -

— 490 — No obstante remitiéndote, amado lec­ tor, á dicho devocionario , ó al librito que se ha impreso aparte con este título: £/ Consolador de las A lm as, por lo que con­ cierne á la Novena de Animas, voy á poner­ te aquí un Via-Crucis distinto del que se halla en el Ancora de salvación.

don.

Cuanta sea la excelencia é im portancia de esla sólida y llern islm a devocion; cómo se barí fructuosa é interesante al pueb lo ; qué decretos conviene tener presentes en su erec­ ción y práctica; lo h a lla rá quien quisiere en nuestra Ancora de salvación, en el ilb rllo del Via-Crueis, y mejor todavía en n uestro Tesoro iel Sacerdote.

Por la señal de la sania cruz, ele. Señor mió Jesucristo, ele. Aquí m e tcn cis , dulcísim o Jesús, postrado á vuestros piés, para m edi­ tar vuestra sagrada pasión y m uerte, y ganar las copiosas in d u lgencias del Via-Crucis. ¡ Ah ! ¿ qué no tenga yo la conipasion de v uestra santísim a

— 498 — M adre y el fervor de tan tos cristianos que por este m edio adquirieron cre­ cidísim os m érito s, y libraron del pur­ gatorio á in n u m erab les Anim as? Ha­ cedm e siquiera la gracia que detes­ tan d o el pecado é im itando vuestras v irtudes, logre los frutos de esa San­ gre preciosa derram ada por m í. PRIMERA ESTACION.

I m íi

condenado á m u e rte .

Adoramus le, Christe, et benedicimut tito. Quia per Crucem tuam re d m itti mtmdvm.

¿Cómo, P ilatos, juez inicuo, poco ha decias que no hallabas culpa en Jesú s, le declarabas in ocente, y aho­ ra le condenas á la m u erte m as cruel é ignom iniosa? ¿Qué im porta te laves las m anos y protestes no te n e r parte en la m u erte del Justo , si lo entre-

— 499 — gas al furor de sus m as crueles ene­ migos? Pero ¡ay! dulce Jesús m ió, ¿y de qué m e serv iría á mí excusar con frívolos pretextos m is desórdenes ; si pecando , firm aba tam bién la injusta sentencia que P ilatos pronunció con­ tra T í? N unca tal h aré , S eñor : no lo perm itas , te lo suplico , por esos sangrientos azotes y agravios que su­ friste por m í. Padre nuestro, Ave

María, Gloria. % Miserere nostri, Domine. Miserere nostri. t- Fidelium anim a per misericordiam Dei rtquiescant in pace. h). Amen (1). (i) Adoptamos este modo de p rin cip iar y concluir las estaciones, ya porque facilita mas e9te piadoso ejercicio, ya por ser el mé­ todo que prescriben los Via-Crueis aprobados por los Sumos Pontífices y por la sagrada Congregación de Indulgencias.



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Im portando mucho p ara atra e r al puebloá este piadoso ejercicio, que se amenice con algún canto; cuando se haga con solemnidad en dia festivo, al p asar de una estación ¿ otra se puede can lar el Perdón, 6 Dioi mió, ó estas coplas que copiamos del Ancora de salvación.

Por mí, Señor, inclinas El cuello á la sentencia; Que á tanto la clemencia Pudo llegar de Dios. Oye el pregón, ó Madre, Llevado por el viento, Y al doloroso acento Ven del Amado en pos. SEGUNDA ESTACION.

Jei& i «ale con la cru z A o u e ita i.

Adoramus te, Ckriste, etc.,

como en la pri­

mera estación. Ya presen tan á Jesú s el instrumen­ to del suplicio: ¿lo carg ará sobre sus hom bros? ¡Es ta n p esad o ... y El eslá tan exhausto de fuerzas! ¡Ay! ¡tiene



SO I —

que llevarlo e n tre dos m alhechores, en medio del dia, y á la vista de in n u ­ merable gente! ¿Huirá por v en tu ra ?... Cuando quisieron hacerle rey, sí, Je ­ sús se ocultó: m as ahora que le aguar­ dan hum illaciones y to rm entos atro­ ces , no huye, n o , el Rey de la glo­ ria. T rein ta y tres años hace que sus­ piraba por este dia, y así abraza, besa y lleva la cruz con inefable te rn u ra por mi am or. ¿Recibes tú de esta su erte , ó cris­ tiano, la cruz que Dios te envia? Pa­

dre nuestro, Ave María, Gloria.

como en la primera ^ Esconde, justo Padre, La espada de tu ira, Y al monte humilde mira Subir el dulce Bien. / v '¡ 'T ' Y tú, Señora, gime /
Miserere noslri, etc.,

estación.

— 502 — Cual tórtola inocente; Que tu gemir clemente Le amansará también. TEBCERA ESTACION.

Cae J e i ú i le p rim e ra vez.

Ádoramus te, Christe, etc.

P o r ánim o que tenga Jesú s, debi­ litado p or los torm en to s pasados no puede m enos de su cu m b ir. ¡ Cuánto lastim an sus afligidos hom bros los agudos bordes de la c r u z ! Va arras­ trand o por tierra la extrem idad de tan largo y pesado m adero ; y ¡ a y ! ¡ que dolor le causa cada choque y cada golpe que da co ntra aquellas piedras desiguales ! Ya veo regadas las ca­ lles coii la sangre que corre de sus llagas. Ya no puede m as : ya cae en tie rra oprim ido del peso y del dolor.

— 503 — Y ¡a y ! ¡cóm o io m altratan! ¡Qué Geros golpes descargan sobre Él! ¿Ves, cristiano, lo que le cuestan tu s peca­ dos?... Los detesto, Dios m ió, y pro­ pongo con tu gracia evitarlos de veras.

Padre nuestro, Ave María, Gloria. Slúerere nostri, ele.

O pecador ingrato, Ves á tu Dios caído, Ven á llorar herido De contrición aquí. Levántame á tus brazos, ¡O bondadoso Padre! Ves de la tierna Madre Llanto correr por mí. COARTA ESTACION.

J u ¿ s e n c u e n tra á »u M adre san tísim a.

Adoram tu te, Chrúte, etc.

Por perverso que fuese un hijo, por pesares que hubiese dado á su madre, ¿qué dolor no sen tiría esta, si

— B04 — lo viese conducido al patíbulo? Pues, ¿ c u á l seria el dolor de la Virgen, viendo, no á un Hijo p erverso, sino al m as santo y am able de los hom­ bres , á un Hijo D io s , coronado de espinas , saciado de oprobios , todo hecho una llaga, y conducido al mas infam e suplicio? ¡Ay! ¡Lo ve tan aca­ bado, y no puede darle el mas peque­ ño alivio !... R esignada no obstante, ofrece á su Hijo al E terno P ad re, que­ riendo m as perderlo, que im pedir la obra de nu estra redención. Solo sien­ te no poder m o rir ju n tam en te con su dulce Hijo por n u estro am or. ¿Y será ju sto , pecador, que tú re­ nueves pecando los to rm entos del Hijo y los dolores de la M adre ? Pa­

dre nuestro, Ave M aría, Gloria. Miserere noslrí, etc.



BOS



Cercadla, Serafines, No acabe en desaliento, No muera en el tormento La Rosa virginal. ¡ O acero riguroso! Deja su pecho amante, Vuélvete á mí cortante, Que soy el criminal. QUINTA ESTACION.

J m Ai e* ayudado p o r el C irineo A llevar la oras.

Adoranm le, Christe, etc.

¿Qué dicha tan grande la de Sim ón Cirineo, alquilado para ayudar á lle­ var la cruz del Salvador! ¡O h! ¡Quién hubiese estado en su lu g ar ! ¡ Quién hubiese podido aliv iarte, ó buen Je­ sús , ayudándote á llevar carga tan pesada!... Sí, hijo m ió, tu puedes ali­ viarme ; tom a con resignación y a le -

— 606 — gría las cru ces que te e n v ió , y en­ tonces m as feliz que el C irin eo , me ayudarás á llevar la cruz. ¡Ay! si su­ pieses cuán preciosas son las penas y trabajos de esta v id a ! Mas los apreciáras, que si te regalase una reliquia insigne de m i san ta Cruz. Pero no conociendo su valor infinito; ¡ay! tú m iras con h o rro r las tribulaciones y adversidades de esta vida , prorumpiendo en quejas y m urm uraciones contra m í... Es verdad, S eñor, así lo he hecho hasta ah ora; mas de aquí en adelante diré con san A gustín : Q uem a, Diot

m ió , corta enhorabuena, castígame en esta vida, con tal que me ‘p erdona en la otra. Padre nuestro, Ave Ma­ r ía , Gloria. Miserere noslri, etc.



607



Toma la cruz preciosa, Me está el deber clamando, Tan generoso cuando Delante va el Señor. Voy á seguir constante Las huellas de mi Dueño; Manténgame el empeño, Señora, tu favor. SEXTA ESTACION.

Lim pia la V erónica el ro itro A i e i ú i .

Adoramos te, Chrüle, ele.

¡Qué conducta observa la Veró­ nica tan diferente de la de nuestros cristianos! A quella, á pesar de v er al Señor rodeado de sayones, conducido al patíbulo, cubierto el rostro de sa­ livas y de s a n g re ; no obstante rom pe intrépida p o r todo y le lim pia el ros­ tro divino. Mas á n uestros cristianos un nada los espanta , u n a mofa , un

— 508 — tem or pánico, un qué dirán los ater­ ra y obliga á dejar el Via-Crucis, la frecuente conuinion y hasta la prác­ tica de la R eligión. P ero también ¡ qué resultados tan d ife re n te s ! La Verónica sale una san ta; Jesús estam­ pa su faz augusta en tres pliegues del lienzo con que le lim pia el rostro; al paso que estos m íseros esclavos del qué dirán , avergonzándose ellos de Dios, y Dios de ellos á la vez, arras­ tra n siem pre una cadena ignominiosa de pecados. ¡Oh! ¿cuándo, S eñor, me libraréis de tan vil y tirán ica escla­ v itu d ? Padre nuestro, Ave María,

Gloria. M u eren noslri, etc.

Tu imágen, Padre mió, Ensangrentada y viva Mi corazon reciba Sellado con la IV*.

— 509 —

¡O Reina! de tu mano Imprímela en mi alma, Y á la gloriosa palma Contigo subiré. SÉPTIMA ESTACION.

Cae J e iA i le g u n d i vez.

idoram us le, Christe, etc.

A pesar de ayudarle Sim ón Cirineo á llevar la cruz , cae Jesús en tierra segunda vez. ¡ Qué in ju rias y blas­ femias vom itan de nuevo contra El aquellos sayones inhum anos ! ¡ Con qué crueldad le h ieren ! Y Jesús no se queja. A la m enor señal que hicie­ se, se ab riria la tie rra y los tragaría vivos el infierno; y lejos de co n se n tir en ello , Jesú s quisiera aun padecer mas por mi am or. ¡ Qué bondad ! ; Y yo nada sé su frir por E l ! ¡ A la m a s

— 510 — leve in ju ria, á una palabrilla m e exal­ to y prorum po en im precaciones y palabras escandalosas! Y no obstante así com o sin fuego y m uchos golpes de m artillo no fabrica el artista u n pri­ m oroso cáliz ; así tam poco yo me la­ braré sin cru ces ni co n tradicciones la corona del cielo. Lo reconozco, Jesús m i ó ; con tu gracia divina aceptaré gustoso las penas que m e envies, por m as que repugnen á la naturaleza.

Padre nuestro, Ave María, Gloria. Miserere nostri, ele.

Yace el divino Dueño Segunda vez postrado: Deteste yo el pecado Deshecho en contrición. O Virgen, pide amante Que borre tanta ofensa, Misericordia inmensa Pródiga de perdón.

— B ll —

0 OCTAVA ESTACION.

C oninela J e i á i á la* m ojare».

Adoramus te, Christe, etc.

¡Qué bondad la del Corazon de Je­ sús! Olvidando sus to rm en to s y com ­ padeciéndose de las m ujeres que le siguen llo ra n d o ; Hijas de Jerusalen, las dice, no lloréis sobre Mí, sino sobre

vosotras y sobre vuestros hijos; porque ti eti el madero vérde se hace esto, ¿qué se hará en el seco? Que fue decir: si así es tratado el inocente , ¿cóm o lo será el culpado? ¿Si á m í, que soy árbol verde y fructífero, castiga así la divina Justicia por culpas ajenas, có­ mo será castigado por las propias el pecador, que cual árbol seco y des­ aprovechado , no sirve m as que para el fuego, y para el fuego del infierno?

— SIS — Y no obstan te, este es el único que no llo ra ... sabe que está en pecado, que si venia á m o rir ardería en lla­ m as etern as ; y él se rie , juega , sí divierte tran q u ilo al borde del mas horrendo precipicio: ¡ó brutal insen­ sibilidad ! Padre nuestro, Ave Ma­

ría, Gloria. Miserere noslri, etc.

Matronas doloridas, Que al Justo lamentais, ¿P orqué, si oslastim ais, La causa no llorar? Y pues la cruz le dimos Todos los delincuentes, Broten los ojos fuentes De angustia y de pesar.

— 513 — NONA ESTACION.

Cae Je i& i ta re e ra vez oon la o n u .

Adoramus te, Christe, etc.

S í , Jesú s cae te rc era vez con la cruz: nuevas in ju rias y golpes, nue­ va crueldad de p arte de los ju d ío s : nuevos dolores y torm entos , nuevos rasgos de am or de p arte del S eñor. Parece que el infierno desahoga con­ tra El todo su f u r o r : m as Jesús, ¿qué h a rá ? ¿ d e ja rá la em presa co­ menzada? ¿ H a rá com o nosotros, que á una lijera contradicción abando­ namos el cam ino de la v irtu d ? No, n o : bien podrán decirle : S i eres Hi­ jo de D ios, baja de la cruz. P o r lo mismo que lo es , allí perm anecerá hasta m orir. ¿Y cuándo, S eñ o r, im itaré esa tu 33

U i Jow .

— 514 — h eroica con stan cia ? ¡ Ah ! no siendo coronado sino el q u e, peleando legí­ tim am en te, p erseverare hasta el fin; ¿de qué me serviría abrazar la virtud y llev ar la cruz solam ente algún dia? C ueste, pues, lo que cu este, quiero con tu gracia divina, am arte y servir­ te .hasta m o rir. Padre nuestro, Ate

María, Gloria. M im e n nostri, etc.

Al suelo derribado Tercera vez el Fuerte Nos alza de la muerte A la inmortal salud. Mortales ¿qué otro exceso Pedimos de clemencia? No mas indiferencia, No mas ingratitud.

— 815 — DÉCIMA ESTACION.

Desnudan A I m í i y le d an A b e b er hiel.

Adoramus te, Christe, etc.

El Bey de la gloria que viste de hojas los árboles , de (lores el prado y de luces el firm am ento, es desnuda­ do en medio del dia, y delante de in ­ numerable g en te que le está escarne­ ciendo. ¡Qué p en a, y qué vergüenza para el S e ñ o r ! No crucificaban así desnudos sino á facinerosos m uy insignes, paraque con su m u erte espantosa escarm en­ tasen los dem ás. ¡Qué ignom inia! Estando pegado á las llagas, y cua­ jada la sangre , al quitarle el vestido se llevan con él pedazos de ca rn e, renovando así la bárbara carnicería que habian hecho en aquel c u e r-

-

816



po inocentísim o cinco mil y tantos azotes. ¡ Qué d o lo r! Gomo im pedia sacar el vestido, arráncanle la corona de espinas para enclavársela de nuevo. ¡Q ué tor­ m ento ! Esto sufre el Hijo, y todo esto pre­ sencia la M adre... ¡ a y ! inmodestias y sensualidades m ias, ¡qué caro cos­ táis á Jesú s y á María! Padre nuestro,

Ave María, Gloria. Miserere notlri, etc.

Tú bañas, Rey de gloria, Los cielos en dulzura; ¿Quién te afligió, Hermosura, Dándote amarga hiel? Retorno á tal fineza La gratitud pedia; Cese ya, Madre mía, De ser mi pecho infiel.

— B17 — UNDÉCIMA ESTACION.

J e r ó i clavado

e n

la

c to z .

Adoramus te, Chritte, etc.

Ya han despojado á Jesú s; ya le dan á beber hiel y vinagre ; ya m an­ dan que se tienda sobre el doloroso lecho de la cruz. ¿O bedecerá? Sí: tú alargaste la m ano á lo v ed ad o ; Jesús alarga tam bién la suya, para que sea enclavada... P onte , pues , en su lu­ gar : im agínate que van á horadarte los piés y m anos con gruesos cla­ vos... ¿Te horroriza este pensam ien­ to?... Y no obstante Jesús es inocen­ te , y tú reo de suplicios e te rn o s... Contempla á lo m enos lo que pasa. Ya los golpes de m artillo desgarran el corazon de la M ad re: ya el clavo penetra las carn es, rom pe los nervios,

— 518 — rasga las venas, y desm enuza los hue­ sos : ya brotan copiosos ríos de san­ g re ... ¡Ay! ¡qué dolor para la Madre! ¡qué torm ento para el H ijo ! No lle­ gando la o tra m ano , ni los piés al agujero que habian hecho de ante­ m ano, átanlos con cordeles , y tiran con ta n ta inhum anidad q ue le desco­ yuntan los h u eso s, hasta podérselos contar (1). ¡ A y ! y lo que cuestan ¿ Jesú s esas que el deshonesto llama bagatelas, y que tal vez calla por ver­ güenza al c o n fe so r? ... No permitas, dulce Jesús m ió, que yo traspase ja­ más tu s m anos con acciones impu­ ras, ni talad re tus piés con pasos cri­ m inales. Padre nuestro, Ave María,

Gloría. Miserere noslri, etc.

(1) Psalm. xxi, 18.

— 819 —

El manantial divino De sangre está corriendo; Ven, pecador, gimiendo, Ven á lavarte aquf. Misericordia imploro Al pié del leño santo; Virgen, mi ruego y llanto Acepte Dios por tf. DUODÉCIMA ESTACION.

I m é i m n rien d o e a le t r u .

Adoramus te, Christe, etc.

Ya levantan la cruz: ya cae de gol­ pe en el hoyo que estaba abierto en la p e ñ a : ¡y cuáles serian las convul­ siones y el estrem ecim iento de aquel cuerpo tan m altratado ! Ya e n tra Je­ sús en m ortal a g o n ía ... M írale, peca­ dor; es tu P ad re, tu C riador, tu Dios, y está agonizando por tí. Díme: ¿Dón­

de habrá un dolor semejante al luyo?

620 — Si alza los ojos al cielo, ya no bajan los Angeles á servirle com o en el de­ sierto; ¡ay! la Justicia divina descarga sobre El todo su peso. Si m ira la tier­ ra , no oye sino insultos y blasfemias, no ve sino desam paro é in g ratitu d ; hasta el dolor de la M adre acrecienta los torm ento s del H ijo ... Tal vez, S eñ o r, en los siglos venideros halla­ réis algún co n su elo ... P ero ¡cuántos ¡ay! no se aprovecharán de esta san­ gre preciosísim a ! Vos bien hacéis el últim o esfuerzo para m overnos: ro­ gáis por los que os crucifican, abrís el cielo á un la d ró n , nos dais por m adre á vuestra propia M a d re : mas ¡cuántas veces nos obstinam os en per­ dernos! A lo m enos, Jesú s m ió, no sea yo del nú m ero de esos ingratos: nun­ ca m as ofenda á un Dios tan bon-

— 821 — dadoso. Padre nuestro, Ave María,

Gloria. Muerere noitri, etc.

Muere la Vida nuestra Pendiente del madero, ¿Y yo cómo no muero De amor ó de dolor? ¡Ay! casi no respira La triste Madre yerta: Del cielo abrir la puerta Bien puedes ya, Señor. DÉC1MATERC1A ESTACION.

Je»¿f m u e rto e a lo* b i u o i d e n

M ad re.

Adorarnos te, Christe, etc.

O M adre dolorosa y R eina de los M ártires, deja que me a c e rq u e , y adore á tu Hijo y R edentor m ió, di­ funto ¡ a y ! en tu purísim o seno. S í, ven enhorab u en a , hijo m ió : m íra­ le : ¡ qué desfigurado e s tá ! H o rad a-

— 622 — da de espinas la cabeza, am oratada su cara divina , eclipsados aquellos ojos que eran la alegría del cielo, y ahelea­ da aquella lengua que profería pala­ bras dulcísim as de vida etern a, atrave­ sados los pies que co rrían incansables en busca de p e c a d o re s , taladradas aquellas m anos obradoras de tantos prodigios, m uerto en fin, descoyunta­ do y despedazado el m as 6anto y her­ moso de los hijos de los hombres. Contém plale bien , y considerando aquí la Ju sticia de Dios, y reconocien­ do la gravedad del pecado y el odio que Dios le tien e, adm ira y bendice etern am en te el am or infinito de Jesús.

Padre nuestro, Ave M aría, Gloria.

noíín, tle. Dispon, Señora, el pecho Para mayor torm enta;

Miserere

— 623 — La Víctima sangrienta Viene á tus brazos ya. Con su preciosa sangre Juntas materno llanto, ¿Quién, Madre, tu quebranto Sin ligrim as verá? SKCIMACOABTA ESTACION.

J e t ú i encerrado en el «©pulcro.

Ádoramus te, Christe, etc.

Antes que cierren el sepulcro que contiene el tesoro de ciclos y tierra , mira por últim a vez á tu am able Re­ dentor... ¡Ay ! ahora veo lo que son los que yo en otro tiem po llam aba es­ crúpulos y b ag atelas; ¡ay! com o han puesto á mi Dios y S e ñ o r! ¿Y en vis­ ta de esas llagas quisieras au n , alm a mia, seguir ofendiendo á u n Dios tan bueno ? ¿ Q uerrás au n atravesar con nuevas espadas de dolor el corazon

— 524 — de esta am antísim a M adre? ¡Ay! aquí la tienes casi sin fuerzas y sin vida. Haz con ella lo que has hecho con el Hijo. Mas ¡ qué m onstruo , Señor, com etiera sem ejante a te n ta d o ! El s o l , la luna , las piedras m ismas se conm ueven á la m uerte de Jesús, ¿y yo insensible la renovaría aun pe­ cando ? No ; m uera yo u na y mil ve­ ces antes de o fe n d e rte , dulce Jesús mió. No m e niegues esta g ra c ia ; te la pido por esa S angre preciosa que has derram ado p or m í: por los acer­ bísim os dolores de tu M adre santísi­ m a. S í , mi D io s , antes m orir que p ecar. Padre nuestro, Ave María,

Gloria. Miserere noslri, etc.

Al Bey de las virtudes Pesada losa encierra,



825



Pero feliz la tierra Ya cania salvación. Sufre nn momento, Madre, La ausencia del Amado; Presto de tí abrazado, Tendrásle al corazon. Siendo este Via-C ncit diferente del que po­ nemos en el Ancora de salvación, podrán los Párrocos v a ria r fácilm ente de reflexiones, cuando le bagan en público.

-

636 —

A D O R A C IO N DE LAS

CINCO LLAGAS DE JESÜS CRÜCÍFICADO. A la llaga del Pié izquierdo. Adórate , llaga santísim a del Pié izquierdo de mi Señor Jesucristo ; y por la S angre que por ella derramas­ te , te suplico, benignísim o Salvador m ió, m e concedas una fe viva y per­ dones los m alos pasos y movimientos de mi vida disipada. Padre nuestro,

Ave María, Gloria.

A la llaga del Pié derecho. Adórote, llaga sacratísim a del Pié derecho de mi Señor J e s u c ris to , y

— 827 — por el dolor que en ella padeciste, te suplico , dulcísim o R edentor m ió, traspases mi alm a con el clavo de tu santo tem o r, concediéndom e una fír­ me esperanza y la gracia de andar siempre recto por el oam ino real de tu santa ley. Padre nuestro, Ave Ma­

ría, Gloria.

A la llaga da la Mano izquierda. Adoro , am antísim o Jesús m ió, la llaga de tu Mano izquierda, y te doy gracias de haberla recibido por mi amor. C oncédem e por la S angre que de ella derram aste, una caridad ar­ diente, y perdónam e las ofensas que te hice con m is perversas acciones, palabras y sentidos. Padre nuestro,

Ave María, Gloria.

— 828 —

A la llaga de la Mano derecha. Adoro, pacientísim o Jesús, la llaga santísim a de tu Mano derecha; y por los torm entos que en ella padeciste por mi am or, te suplico m e perdones el m al uso que hice de m is poten­ cias, y m e otorgues la gracia de estar en el juicio final á tu m ano derecha con los escogidos. Padre nuestro, Ave M aría , Gloria.

A la llaga del Coatado. A d o ro te , llaga am orosísim a del Costado de Jesú s; ¡quién pudiese m orar siem pre en ese sagrado asilo, en ese divino Corazon , e n que des­ cansan los esco g id o s! P or la sangre y agua preciosa que salió de ese Con­ tado abierto con una lanza por mi

— 829 — amor, y por el agudo dolor que atra­ vesó el corazon de tu am antísim a Madre, concédem e, S eñor, la perse­ verancia final, y penetra mi corazon de los nobles afectos que anim aban á tu divino Corazon. Padre nuestro,

Ave María, Gloria.

v. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi. r|. Quia per Crucrn tuam redmisti mundum. OREMUS.

Respicc qusesum us, D o m in e, s u per hanc fam iliam t u a m , pro qua Dominus no ster Jesús C hristus non dubitavit m anibus tradi nocentium et crucis subiré torm entum . Qui tecum vivit et re g n at, etc.

NO V EN A EN OBSEQ UIO

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A D V E R T E N C IA S . El que quisiere h ac er bien esta novena, an te todo debe p ro cu rar po­ nerse en estado de gracia : pues sin esta joya preciosísim a no será digno de recibir los favores que desee al­ canzar de Dios. P ara lo g ra rlo , pues, mas eficazm ente, podrá valerse de los medios sig u ie n te s: i." Todas laB m añanas proponga hacer con especial esm ero las obras



632 —

de aquel d ia: ofrézcalas á san José, pidiéndole supla los defectos que no­ tare en ellas, y las presente al Señor, con todas las p e n a s , contradiccio­ nes y trabajos que sobrevengan en­ tre dia. 2 . ” Oiga M isa, si puede, los nue­ ve dias; y si no pudiese asistir al ejercicio que se p ractica en la igle­ sia, lea y haga la m editación en casa delante de u n a im ágen del Santo. 3.° P ro cu re estos dias guardar mas reco g im ien to , alejarse de visitas, abs­ ten erse de conversaciones frivolas y de toda culpa v o lu n taria, y esmérese en im itar las virtudes que m as res­ plandecieron en el S an to y m as pro­ pias fueren de su estado. 4 .° Ayudará en g ran m anera pan conseg u ir la gracia que solicita, ha-

— 833 — cer alguna obra de supererogación, dando, por ejem plo, alguna lim osna extraordinaria en honor de san José, ayunar algún dia ó ce rce n ar algo de lo que sirve al regalo y com odidad del cuerpo etc. 5." No olvide el principal objeto, que es u n a confesion y com union bien hechas, y si ocultaba al confe­ sor algún pecado g ra v e , no se con­ tente con h ac er u n a confesion ordi­ naria ; haga una que abrace todos los malos hábitos y pecados com etidos desde la últim a confesion general.

El que no sepa leer, ni tenga quien le lea la m editaoion, puede suplir rezando ante ana imágen de san José siete Padre nues­ tros, siete .Are Marías y Gloria Patri en ob­ sequio de los siete principales dolores y go­ zos del Santo.

— 534 —

NOVENA EK HONOR

DE SAN JOSÉ. D I A P R IM E R O . Por la señal de la sania cruz, ele.

Acto de contrición. S eñor mió Jesu cristo , Dios y Hom­ bre verdadero, C riador, P adre y Re­ dentor m ió , en quien creo y espero, ú quien adoro, am o y quisiera haber am ado siem pre sobre todas las cosas, corrido me postro ante vuestra sobe­ rana presen cia, al ver lo m ucho que Vos hicisteis por m í, y lo ingrato que yo he sido para con Vos. ¡Quién tu­ viera las lágrim as de un David, de un

— 635 — Pedro, de una M agdalena, para bor­ rar con ellas los pecados de mi vida pasada! No m erecía perdón, es ver­ dad : pero confiado en la poderosa in­ tercesión de vuestro P adre putativo el P atriarca san José, espero, S eñor, que m e m irareis con ojos de m iseri­ cordia , y m e adm itiréis de nuevo en vuestra am istad y gracia. Alcanzadme de Jesús este favor, ó dulcísim o Pro­ tector m i ó , alcanzadm e que nunca pierda la gracia divina, ju n to con la merced que deseo conseguir en esta Novena , si es para g lo ria de Dios y bien de mi alm a. Am en. M E D IT A C IO N . San José prevenido de la gracia divina.

P unto primero . Si bien es verdad que la Iglesia nada ha decidido re s -

— 636 — peeto al grado y núm ero de gracias con que previno y enriqueció á nues­ tro glorioso P atriarca; no obstante no se puede dudar que fué colm ado de las m as em inentes virtudes, y a u n pare­ ce verosím il que fué santificado en el m ism o vientre de su m adre. Así lo aseguran Gerson, el B. Pedro Canisio, B ern ard in o d e B ustos, Salmerón, Cornelio á Lapide , y otros teólogos distinguidos. Así lo afirm an varios santos P a d r e s : pues si Jerem ías y san Ju an Bautista fueron santifica­ dos en el seno do su m adre ; aquel, porque ten ia que a n u n c ia r desde le­ jos , y este porque iba á señalar con el dedo al Mesías p ro m etid o : ¿cuán­ to m as justo parece debia serlo san José , escogido por Dios para ser el Custodio , Ayo y P adre nutricio de

— 637 — Jesús, y el verdadero Esposo de Ma­ ría? ¿Qué tien en que ver las m as in­ signes prerogativas de otros patriarcas y héroes ilustres del antiguo Testa­ mento, com paradas con los-altísim os oGcios de que José estaba encarga­ do? El, m as dichoso que Noé, no re­ cogió en el arca la palom a que traia el símbolo de la paz ; sino que m an­ tuvo con el Budor de su rostro al ver­ dadero Pacificador del m undo; no de­ tuvo como Josué al sol. m aterial por espacio de algunas horas , sino que estrechó en sus brazos al sol de ju s­ ticia años en tero s: no contem pló co­ mo Moisés á aquella prodigiosa zarza que ardia sin consum irse ; sino que estuvo trein ta años enteros junto á la mas pura de las V írgenes, y junto á la inocencia y santidad infinita. No

— 838 — fué colocado por Dios para custodiar el paraíso terren al com o aquel Que­ rubín afortunado ; sino que custodió á Jesús árbol de vida verdadera y ¡ M aría, delicia del paraíso celestial; no logró conservar los graneros de Egipto y lib rar de una m u erte inevita­ ble á un num eroso pueblo , como el otro José; sino que nos guardó el Pan vivo bajado del Cielo y libró del fu­ ror de Herodes al m ism o Hijo de Dios. De m anera que cu anto dista la realidad de la figura, y el cielo de la tie rra , tan to exceden las prerogativas de san José á las virtudes y preroga­ tivas de todos los P atriarcas y Santos que le precedieron. Meditae un poco tobre lo dicho. P u n t o s e g u n d o . N o f u is te , ama­

do C ristiano , colm ado de la misma

— 539 — plenitud de gracia que este dichoso Patriarca. Lejos de ser, com o É l, san­ tificado en el v ientre de tu m adre ¡ay! naciste m anchado con la culpa origi­ nal : quedando por ella ofuscado tu entendimiento con la ignorancia , y tu voluntad inclinada al m a l , por la concupiscencia. Sin em bargo, tú tam ­ bién fuiste adornado con la rica ves­ tidura de la gracia y regenerado con las aguas del san to B autism o. Tú también, si quieres, puedes ser eter­ namente fe liz ; pues tú tam bién eres llamado á p ra cticar la virtud y cria­ do para una etern a felicidad. S í , al­ ia los ojos al c ie lo : ¿la ves? aque­ lla es tu p atria. Esta m iserable tierra que habitas no es m as que u n valle de lágrimas y el lugar de tu destier­ ro. O b serv a, p u e s , la ley santa de

— 6¿0 — Dios , no descuides el único negocio im portante de tu e tern a salv ació n : y u n dia en com pañía del glorioso san José habitarás tam bién el palacio in­ m ortal del Rey de los siglos, y serás Feliz por toda u n a eternidad.

Medite un poco tobre lo dicho, y pida f» la intercesión de tan Joté la gracia que das conseguir en a ta nocenq.

O racion p a ra todos loa dias. ¡Oh! ¡cuánto rae regocijo, amable P rotecto r m i ó , al verte colmado á tan to s dones y gracias y bendito en­ tre todos los Angeles y Bienaventu­ rados! ¡Oh! ¡dichoso tu cuerpo virgi­ nal, altar vivo de la D ivinidad, donde reposaba cada dia la Hostia purísima destinada para rescatar al universo! ¡Dichosos tus ojos que vieron los pri-

— 541 — meros al Deseado de las n a c io n e s ! ¡Dichosos tu s labios que cubrieron de besos la faz de Aquel á quien no se acercan los E spíritus celestiales sino temblando y cubriéndose con sus alas! ¡Dichosos tu s oidos que oyeron tantas veces de la boca de Jesú s el regalado nombre de Padre! ¡Dichosa tu lengua que conversó con Jesú s tan á m enu­ do; dichosa tu cara y tu cuello sagra­ do que con sus m anecitas tocó y es­ trechó el Niño Dios con tan ta fre­ cuencia ! ¡ Dichosos b ra zo s, dichosas manos y rodillas que sostuvieron tan ­ tas veces al que sostiene con su poder la fábrica del universo! ¡Dichosos esos piés y todos esos m iem bros benditos, que tan to s viajes y fatigas em prendie­ ron por m an ten e r y salv ar al Salvador del m undo ! ¡Oh! ¡cuánto m e alegro

— 542 — de que hayas sido el varón escogido de Dios para desem peñar ministerios tan elevados! P ero ac u érd a te , ó glo­ rioso Santo , que si eres tan dicho­ so, si te ves en cum brado á tan alta d ig n id a d , lo debes en gran parte á los p e c a d o re s : pues si no fuera por redim irnos no se hubiera Dios hecho niño : y de consiguiente no hubieras tú tenido la dicha de abrazarle y de alim en tarle con tu s sudores y fatigas. A m páranos pues, ó P adre amabilísi­ m o ; ofrece tu s sudores y trabajos en unión con la sangre preciosa de Je­ sucristo p or la salvación de nuestra alm a. Y ya que fué el objeto de tan­ to am or y de tan to s padecimientos, com padeceos de ella. ¿No la ves ro­ deada de tan to s enem igos , sujeta á tan tas pasiones y expuesta á ser pá-

— 613 -*■ bulo de las llam as eternas? ¡Ah! no la abandones, ó Santo m ió ; protége­ nos en vida y am páranos m uy parti­ cularm ente en la h o ra de la m uerte, á (in de que m uriendo en tu s brazos logremos en com pañía tuya bendecir y alabar á Jesú s y á M aría por siglos infinitos. A m en. Y para mejor alcanzar etla gracia digamo»

un Padre nuestro, tiete Ave Marías y Gloria Patri en honor de lo» tiete principóle» dolare» y gozot de nuestro excelso Patriarca. Bjrje¡inpx.o .

Deseando unas piadosas mujeres de Zu­ maya asegurar mas y mas su eterna salva­ ción , resolvieron abrazar la reforma del Carmelo, y pidieron para ello licencia al Obispo de Pamplona su diocesano. Pero es­ te quería que abrazasen una regla mas sua­ ve; y así por mas instancias que hicieron, el obispo se cerró en que mientras él cele-



844 —

b rab a, eligiesen ellas cualquier otro insti­ tuto que no prescribiese andar con los piés descalzos; de lo contrario, concluida la Mi­ sa, les señalaría la órden en que debían en­ trar. M ientras, p u e s, celebraba el obispo la M isa, las devotas vizcaínas estuvieron su­ plicando á Dios y á san José bendito quest dignase admitirlas entre las Carmelitas des­ calzas. No en vano suplicaron. Aparecióse san José al obispo repfendiéndole fuerte­ mente por haber afligido as( i aquellas bue­ nas almas, y le mandó que las autorizase pan abrazar la regla que deseaban. ¿Cuál seria, p u e s, el consuelo y la alegría de aquellas fervorosas m ujeres, cuando despues de la Misa las contó el obispo la visión, y las diú amplio permiso para abrazar la reforma del Carmelo? Fundaron pues el convento, po­ niéndole bajo la invocación de san José, que tan celoso protector se habia declarado de él (1). (1) Devocion á san José, lib. 2, c. 1.

— B4B — OBSEQUIO.

Poner el negocio de n uestra etern a salvación en m anos de san José , y decir e n tre dia: cu este lo que cueste, quiero salvarm e. Alma salvada, todo será salvado; alm a perdida, todo será perdido.

Jesús, José y María, etc., pág. 150. Pueden cantarse los gozos al Santo que se hallarán al fin de la Novena.

D IA SE G U N D O . Por la señal de la santa cruz, etc. Señor mió Jesucristo, etc., pág. 554. M ED ITA CIO N . San José correspondiendo á la gracia. P un to p r im e r o . De poco h u b iera

servido á nuestro glorioso P atriarca el haber sido prevenido de Dios con 35 u iw .

— 516 — la m ayor ab u ndancia de dones y de gracias : Adán y Eva fueron también c ria d o s.e n gracia y adornados con la justicia o rig in a l: m as no corres­ pondiendo d eb id a m e n te , se hicieron ellos, é hicieron al resto de los hom­ bres desgraciados. P ero no sucedió así á n u estro fidelísimo padre san José. La prim era gracia santificante que Dios infundió en 6u alm a fué co­ piosísim a; ya porque así lo requerían las relaciones inefables que debian m ediar e n tre El y las tres Pesonas de la beatísim a T rinidad con motivo del Verbo E ncarnado y de su Madre san­ tísim a ; ya tam bién porque debia ser proporcionada al sublim e ministerio que debia llen ar san Jo sé, ministerio m ucho m as elevado que el de todos los P atriarcas y Profetas y m as ele-

— 647 — vado aun que el de los m ism os Após­ toles. Ahora bien, si es verdad lo que afirman graves D octores que Dios adelantó en san José el uso perfecto de la razón, y que desde la m as tie r­ na edad empezó á ejercitar las v irtu ­ des en altísim o g ra d o ; ¿q u ién podrá concebir los tesoros de gracia y de virtudes que acaudalaría este santísi­ mo P atriarca? ¿Qué estraño es que le llamen los santos P adres m as obe­ diente que A brahan , m as hum ilde que Isaac, m as casto que José y m as paciente que Job? ¿Qué estraño es, si José gustó m ejor que Jacob las dulzu­ ras de la contem plación, si trató m as familiarmente con Dios que Abrahan y Moisés , si ardia en las llam as del amor divino m as que D a v id , y m as que los m as abrasados Serafines ?

-

618



Ahora si se añade á esto el asom­ broso aum ento de gracia y de mérito que cada instante se obraba en é l : si á cada acto de am or que hacia, apa­ recía an te la divina M ajestad con un caudal de virtud y de merecim ientos doble del que poseia en el instante an terio r; ¿qué com puto y qué ingenio bastará para calcular el altísim o gra­ do de santidad á que llegaría este di­ choso P atriarca? ¡Una vida tan larga, y siem pre santificándose : dirigiendo siem pre á Dios los pensam ientos y afectos del alm a, sin p ro nunciar pa­ labra, ni h acer m o v im iento, sin dar ojeada ni respiración que no fuese por Jesú s y María; sin nunca torcer un paso, ni desviarse un punto de su santo am or! ¡Oh! ¡qué bien os cuadra el nom bre de José , que significa

— 849 — acrecentam iento. Filius accrescens Joseph: pues así supisteis acrecentar cada dia y cada in stante el asom bro­ so caudal de gracia que os dió el Se­ ñor en el p rim er m om ento de vues­ tra san tifica ció n ! Medítese un poco sobre lo dicho.

¿Y de qué nos serviría á nosotros el haber sido por el bautism o lavados de la culpa ori­ ginal , y hechos tem plos vivos de la D ivinidad, si lejos de corresponder fielmente á la gracia com o san José, la perdiésem os por el pecado ? ¡ Ay ! ¡ qué m otivos tengo para confundir­ me, ó am able P ro tecto r m ió, si com ­ paro mi conducta con la v u estra! ¿ Cómo m e atrevo á p resentarm e de­ lante de V os? ¡V o sta n fiel á Dios, y yo tan infiel y ta n ingrato! ¡Vos am anP unto se g u n d o .

— 580 — do á Dios sin in terru p ció n alguna, sir­ viéndole siem pre con nuevo fe rv o r; y yo siem pre con estas tristes alterna­ tivas: unos pocos dias de devocion, y tan tas sem anas, m eses y años de ti­ bieza y de glacial indiferencia por mi Dios! ¡Vos doblando á cada instante el caudal de m érito y de gracia que poseíais; y yo perdiendo tan to s años, sin ad q u irir apenas m érito alguno para la eternidad! ¿Qué digo adquirir m é rito ? Q uiera Dios que no haya acum ulado leña para ard er siglos en­ tero s en el p urgatorio, y ojalá no hu­ biese m erecido ard er en las llamas etern as del infierno. ¡Ah! ¡dichosa el alm a que supiese com o Vos no perder n u n ca la g r a c ia , n u n ca empañarla con el inm undo hálito de la tibieza y n u n ca te n e rla ociosa! Voy pues á cor-

— 651 — responder á la gracia divina con todas mis fuerzas. Alcanzadm e del Señor esta g racia, ó am able P ro tector m ió. Medite un poco sobre lo dicho, y pida este favor por la intercesión de san José, junto con la gracia que desee conseguir en esta Novena.

La oracion para todos los dias, Oh cuan­ to me regocijo , pág. 540. Un Padre nues­ tro , siete ic e Marios y Gloria P a tri, como en la pág. 543. B jn e iu m L O .

En 16-48 había en Nápoles un esclavo, que á pesar de negarse tenazmente á abju­ rar el mahometanismo , con todo encendia por las noches una lámpara delante de una imágen de la Virgen que su amo tenia en el jardín. Habiéndolo notado e ste , le pre­ guntó ¿por qué hacia aquello? Y contestan­ do el moro que era por ponerse bajo la pro­ tección de la Virgen, envió el amo á buscar un Sacerdote; pero por mas esfuerzos que ambos hicieron , no lograron del moro mas

— 552 — que burlas é insultos. No obstante lejos de desanimarse, acuden á Dios con mas fervor, cuando h<5 aquí que la noche de la Asun­ ción , estando el moro durmiendo , oye que le llaman: Abel, Abel, despierta este y ve á una Señora rodeada de una luz muy res­ plandeciente que venia acompañada de un venerable Anciano que traia un vaso de pla­ ta lleno de agua. Yo soy M arfa, le dijo la Señora, este anciano que ves i mi lado, es José mi esposo. Quiero que te hagas cris­ tiano y que le llames José. Eso no, replicó el moro; mandadme cualquier otra cosa, menos el que me haga cristiano. Vamos, Abel, repitió la Vfrgen, dándole con la ma­ no en el hom bro, hazte cristiano. Rindióse el moro á tanta am abilidad, y la prometió hacerse cristiano. Pero ¿cómo aprenderé las oraciones, d ijo , si no tengo memoria? No te dé esto pena, contestó la Vfrgen: véte al P. Director de la Congregación de es­ clavos (que era un Padre Jesuíta), y él te las enseñará pronto. En efecto, dotado Abel súbitamente de una memoria feliz, lo aproo-

— 653 — dió todo con mucha facilidad. Y así tu­ vo la dicha de ser bautizado t junio con oíros diez esclavos y un moro compañero suyo, que era el que antes mas se oponia á su conversión. OBSEQUIO.

Decir tres veces al dia: Señor, pe­ qué, tened misericordia de m i: mil veces morir antes que pecar.

Jesús, José y María, etc., pág. 150. Gozos, versículo y oracion al S a n to , al 6n de la Novena. D IA T E R C E R O . Por la señal de la santa cruz, etc. Señor mió Jesucristo, etc., pág. 534.

M E D IT A C IO N . Desposorio» de san José.

P unto prim ero. Para comprender la dicha incomparable de san José, y

— 551 — el caudal de virtudes q ue supone el que sea esposo verdadero de la Vir­ gen, trasladém onos en espíritu al mo­ m ento dichoso en que la santísima Trinidad trató de dar un esposo á la doncella m as santa y privilegiada que conocieron los siglos. El P adre Eter­ no la quiere como á Hija predilecta, el Verbo la escoje por M adre , y el E spíritu S an to la atavía con sus do­ nes y gracias como á su Esposa muy regalada. ¿Quién será el lugartenien­ te del P ad re E terno? ¿Q uién ejercerá la autoridad de un Esposo verdadero sobre esta dichosa P rim ogénita de todas las criatu ras ? ¿ Q uién será el g e fe d e e s ta T rinidad, la m as perfecta im ágen de la Trinidad beatísim a que rein a en los cielos? Yo no dudo afir­ m ar que será el varón m as santo y

— 855 — perfecto. P ues decidm e, padres y ma­ dres que m e e s c u c h á is , si tuvieseis una hija dotada de cu an tas gracias y cualidades puedan h acer am able á una d o n ce lla, y pudieseis darla por esposo el príncipe que quisieseis es­ coger e n tre todos los que existen en el mundo, y dotarle todavía de todas las prendas que gustaseis; ¿habría es­ poso m as cum plido y perfecto que el de vuestra hija ? Pues lo que ningún mortal tuvo jam ás en su poder, esto pudo h acer Dios enam orado de Ma­ ría. Agolpáronse en su inente divina lodos los P atriarcas y Profetas, todos los Santos, todos los justos é infinitos otros varones que podia cria r para ejercer tan sublim e m inisterio : y fija los ojos en José. ¿No es esto una prue­ ba de que José llenaba los designios

— 656 — divinos, y era el varón m as semejan­ te á la Virgen san tísim a? Pues si cuando trataba Dios de dar una espo­ sa ó A dán, ya dijo : Faciamus adjutorium simile sibi (1 ): hagam os uní esposa sem ejante á é l : ahora que se tra ta de d ar un Esposo á la que está escogida para M adre de un Dios he­ cho hom bre, ¿no observaría Dios esta sapientísim a ley? La observó sin duda, y esto nos obliga á afirm ar que es muy difícil en co n trar otro varón mas se­ m ejante á María , y de consiguiente m as perfecto y santo que José. Así es que Dios queriendo recom pensar um pureza y santidad tan e m in e n te , da por esposo á la Virgen pura y santísi­ ma por excelencia el varón m as puro y santo que habia en la tie rra , y á José

(1) Gen. u.

— 567 — le da p or esposa la m as pura y santa de todas las vírgenes efectuando entre unbos u n m atrim onio verdadero y perlectísimo á pesar del voto que habían hecho de perpétua virginidad. Asi nos lo enseña la fe , y así me complazco en llam arte, ó José santísim o, Virum María de qua natus est Jesús, verda­ dero Esposo de M aría, m adre de nues­ tro dulce R e d e n to r, Jesús. Bendita y ensalzada sea la T rinidad augusta, que os elevó á tan alta dignidad. Medite «en poco tobre lo dicho.

P unto seg u n d o . Y vosotros, jóve­ nes que esto oís , y deseáis co n traer un dia m atrim onio, ¿ podréis esperar ser igualm ente bendecidos y recom ­ pensados de Dios ? Lo sereis sin du­ da, si sem ejantes al jóven Tobías, no olvidáis aquella sentencia dignísim a

— 588 — de ser esculpida con letras de oro:

F ilii sanctorum sumus, et non pom m us ita conjungi, sicut gentes que ignorant Deum (1). Somos hijos de padres santos, y no debemos casarrn como los gentiles que no conocen á Dios. S ereis, com o José, bendecidos y recom pensados de D io s , si tanto vosotros , com o vuestros padres al co n traer un en lace, no m iráis preci­ sam ente si el jóven de que se trata es noble , rico , bien p a re c id o ; sino ante todo y sobre todo si es sóbrio. casto, laborioso y am ante de la reli­ gión. Si vuestra in ten ción es pura, si son raras vuestras entrevistas con él, y n u n ca á solas, siem pre en com­ pañía de los padres , sin jam ás per­ m itiros nada que sea indigno de los (i) Tob.

ojos purísim os de aquel Dios que todo lo penetra; no tem áis; el S eñor ben­ decirá vuestro m atrim onio. Mas ¿po­ dría Dios b en d ecir u n a alianza que hubiese sido precedida de una série no interrum pida de desórdenes? ¿P o­ dría Dios b en d ecir vuestro enlace, cuando le hubiesen ú n icam en te for­ mado el deseo de ventajas m ateriales, sin tem or de co n traerle con un jóven materialista, ateo, ó por lo m enos tan indiferente en lo que concierne á la salvación, que tra te de fanatism o la observancia de n u estra santa reli­ gión? Q uiera D ios, no sea esta la causa de tan to s m atrim onios desgra­ ciados com o se ven en n uestros dias. Medítete lo dicho un poco, y pidamos el acierto en la elección de ettado con ¡a gracia
— 660 — Luego la oracion para todos los dias, pígina 510. Un Padre nuestro, siete Ave Marías y Glo­ ria Patri, como en la pág. 543. jKjnejMapjc.o .

En atención á la grande importancia de la m ateria, en lugar de los ejemplos acos­ tumbrados , referiremos hoy alguna de lis maravillas que tuvieron lugar en los despo­ sorios de san José.

Escribe san Gerónimo y refieren graves escritores que habiendo la virgen María lle­ gado á la edad de 14 años, la indicó el sumo Sacerdote que se dispusiese para el despo­ sorio según prescribía la ley. Turbada la Virgen contestó que no podia acceder á ello por haber consagrado su virginidad al Se­ ñor. Pareció extraño el caso en un siglo en que la virginidad era mirada como un opro­ bio, por renunciar así á la dicha de contar al Mesías entre sus parientes: resolvieron pues consultar al Señor: cuando al verifi­ carlo , hé aquí que sale una voz del Propi-

— 561 —

eiatorio , mandando se junten todos los va­ rones solteros de la sangre de David; y que aquel cuya vara florezca, y sobre cuya cabe­ za repose el Espíritu Santo en figura de pa­ loma , será el esposo de la Virgen. Háccse asi, reúnense todos los mozos descendientes de David , y cuando mas ansiosos aguardan lodos la señal del cielo, florece la vara de José, y descendiendo el Espíritu Santo so­ bre la cabeza de nuestro Patriarca, dice tá­ citamente á todos: «¡Este es el varón en quien me he complacido: este es el digno Esposo de María!» Los Sacerdotes proce­ dieron en seguida á la ceremonia conforme mandaba la ley. Puso José un anillo en el dedo de la virgen María, como prenda de la fidelidad conyugal que le prom etía, reci­ biendo una promesa recíproca de parte de la Virgen con la aceptación del anillo, re­ liquia preciosa que se conserva en la Basí­ lica de san Lorenzo de Perusa en Italia (1). (1) Rtbaden. t. i. — S. Geron. llb. de Orí. Vlrg.—Nlcef. llb. i, cap. 7. 36

Mi Jolr.

OBSEQUIO.

T res Padre nuestros á san José para que á unos conceda el acierto en la elección de estado, y á los que le hub ieren elegido ya, la gracia de cum plir bien con los deberes que el estado les im pone.

Jesús, José y María, etc., pág. 150. Gozos, versículo y oracion, se hallarán al fin de la Novena. D IA C U A R T O . Por la señal de la tañía cruz, etc. Señor mío Jesucristo, etc., pág. 5Si.

M E D IT A C IO N . San Joié, modelo de casados. P u n t o p r im e r o . T res son los de­ beres de los casados en tre sí: amarse m utu am en te, ayudarse el uno al otro,

— 863 — y vivir en paz. Almas cristianas, con­ tem plad esos santos cónyuges, y ved si hubo jam ás m atrim onio alguno donde m ejor se observasen estos dul­ ces y sagrados deberes. Ambos se honran, se hablan con la m ayor de­ ferencia, y se am an con el m as en tra­ ñable cariño, porque com prenden lo p u ro , lo am able y santo que es su consorte. M aría honra á su santo Es­ poso, y le habla con la estim ación que reclama el cargo de Gefe de la sagra­ da fam ilia; y José honra á M aría como á R eina que es de los Angeles y Ma­ dre del m ism o Dios. Despues de Dios no tiene M aría en la tierra otro ob­ jeto m as am ado que su Esposo J o s é ; y despues de Dios no tien e José otro blanco m ayor de su cariño que su esposa M aría. José nada hace sin con-

— 864 — su ltar á la V irgen , nada que pueda disgustar á la V irgen; y la V irgen nada h ace, nada q u iere, nada desea, sino d ar gusto á su esposo José. José es todo de M aría; cariñ o , fuerzas, salud, trabajos, sudores, fatigas, todo es pa­ ra M aría; y M aría recíprocam ente es toda de su. esposo José : de manera que si se afana, si se ocupa, si descan­ sa es para m ejor cum plir con su es­ poso José. Ambos ponen en el rango de sus prim eras obligaciones, la de cum plir y h asta p revenir la voluntad uno del o tr o : José se desvive todo y lo sacrifica todo por M aría ; y María á su vez se desvive y lo sacrifica todo por su querido esposo José. Y á pesar de tan fino, tan santo y ard ien te a m o r; ¡ay! ¡qué prueba tan dura p erm ite el S e ñ o r ! Vivian am-

— 565 — bos bajo el m ism o techo en la m as profunda paz y con u n a alegría sin ig u a l; cuando se apercibe José que su Esposa está en cin ta; no puede ne­ gar las apariencias é ignora la causa. No se atreve á ju z g a r, pero tom a el partido m as p ru d e n te : pensaba sepa­ rarse dejando á la providencia divina el cuidado de sacarlo de su ansiedad, cuando u n Angel se le aparece en sue­ ños y le d i c e : No temas permanecer

ton M aría tu esposa; porque lo que ves es obra del Espíritu Santo. Parirá un Hijo y le llamarás J e sú s, porque salvará á su pueblo librándole de sus pecados (4) ■ ¡ Qué p rudencia la de Jo - sé! ¡Qué hum ildad la de María! ¡Qué virtud ta n heróica la de entram bos! Medítese un poco lo dicho. (ij Mailb. i, 20.



666



P u n t o s e g u n d o . M aridos, mujeres

que vivís juntoB y unidos por el lazo indisoluble del m atrim onio, ¿ e s esa la regla de vuestra co n d u c ta ? ¿Es vuestro m atrim onio fiel im ágen de la paz, unión y alegría que reina en el cielo, com o el enlace de José y Ma­ ría ; ó m as bien un triste rem edo de la desunión y tristeza de los que mo­ ran en el infierno? ¡Ay! ¡cuántos ma­ trim onios que excitaban un tiempo la envidia de los m ortales son ahora ol desconsuelo de la Iglesia y el es­ cándalo del m undo ! N ingún mira­ m iento en las palabras, ningún res­ peto ni consideración, n ingún cariño ni condescendencia uno por otro: todo son odios, celos, im precaciones, todo quejas, m u rm uraciones y escándalos. L loran los hijos cuya educación com-

— 667 — pletam ente se descuida; lloran los An­ geles del cielo al ver tan to desórden y tanta infidelidad; llora la santa Igle­ sia al ver que va cundiendo el mal y propagándose el escándalo del m o­ do mas espantoso. ¡ O h ! ¡ y cuántos padres que Dios habia constituido ángeles tu telares de sus h ijo s , si al ejemplo de san José no m udan do conducta, van á ser pábulo de las lla­ mas etern as ! ¡ No lo perm itáis am a­ ble P rotector y dechado perfectísim o de los c a s a d o s ! Medítese un poco lo dicho, y pidamos que cesen los escándalos que se ven en tantos ma­ trimonios , junto con la gracia que cada cual desee alcanzar de Dios en esta novena.

Luego la oracion para todos los dias, pá­ gina 540. Un Padre nuestro, siete Ave Ufarlas y Glo­ ria Patri, como en la pág. 545.

— 868 — iejne:aKPK.o .

Viajando santa Teresa por los montes de Sierra Morena con algunas religiosas que iban á fundar un Monasterio de san José, en un pueblo llamado Veas, se extravió el car­ retero y fué á parar á un horrible precipi­ cio. Ya habían llegado al borde de un des­ peñadero profundísim o, y viendo la Santa tan asustadas i sus compañeras por el inmi­ nente peligro que corrían de perder la vida, las exhorta á recurrir á san José, único me­ dio que habia de salvación. Apenas invo­ caron las monjas el patrocinio del Santo, oyeron una voz que gritaba del profundo del abismo, deteneos, deteneos: si dais un pa­ so mas adelante, pereceis todas. A esta voz páranse los caballos: preguntan las religio­ sas por qué lado tenían que volverse. Y aunque el sitio que la voz indicó no parecía menos peligroso que aquel en que se encon­ traban , con todo obedecieron ciegamente y se hallaron fuera de peligro. Quería el car­ retero dar las gracias al que tan grande fa-

— 669 — vor les había dispensado; pero por mas que buscó y examÍDÓ el precipicio, no pudo dar con hombre, ni con vestigio humano algu­ no. Es inútil andar buscando al que nos ha librado de la m uerte, exclama santa Teresa toda conmovida: nuestro libertador, hijas, no ha sido otro que nuestro Padre san Jo­ sé (1). OBSEQUIO.

Asistir con devocion al santo sa­ crificio de la Misa en honor de san José, pidiéndole la paz y buena arm o­ nía en tre los casados.

Jesús, José y'María, etc., pág. 150. Gqzos, versículo y oracion, se hallarán al fin de la Novena. jl) Fr. Diego Y epes, vida de san ia Teresa lib. 2, c. 2 .

— 670 —

D I A Q U IN T O . Por la señal de la sania crus, ele. Señor mió Jesucristo, etc., pág. 534. M E D IT A C IO N .

San José modelo de los atribulados. P unto primero . ¡C uánta verdad es que la vida del C ristiano en este m undo es un prolongado m artirio! Cuando M aría y José estaban mas inundados de g o z o , recordando sin cesar el prodigioso nacim iento del Hijo de Dios, los cánticos de los.An­ geles , la adoracion de los Pastores y Reyes m a g o s , y lo sucedido en el tem plo; un Angel del S eñor se aparece en sueños á José y le dice: Levántate,

loma el Niño y á su Madre, y huye á Egipto y permanece allí hasta nue-

— 871 — m órden, porque Herodes buscará ti Niño para matarle (1). ¡ Qué cu­ chillo de dolor para José! ¡Qué órden mas seca y difícil' de c u m p lir! ¡ La Madre jóven y delicada, el Niño re ­ cien nacido, el viaje de unas ciento siete leguas, el cam ino áspero y des­ conocido ; y vete ahora m is m o , de noche , sin despedirte de n a d ie , sin viático ni preparativo alguno; y vete á Egipto , país idólatra , el m as re­ pugnante á los H ebreos, y perm ane­ ce allí hasta nueva órden! ¡Qué tro­ pel de objeciones y de dificultades debian ofrecerse á José! Pero nada objeta , nada dice : Dios lo dispone así; despierta á M aría, tom a al Niño y parten para E g ip to , enteram ente abandonados y com o reposando d u l(i) Matlh. u, ls.

— 672 — cem ente en el seno de la Providencia divina. ¡ Qué sum isión ta n perfecta! ¡qué paz tan profunda! ¡qué confor­ m idad á la voluntád de Dios tan heróica! ¿Podría darse destierro mas in­ justo ni persecución m as sensible? Laj jornadas son largas y penosísim as, lo¡ peligros de perder la vida continuos sin com odidad alguna tem poral: y nc obstante obedece y sufre con sumí paz y consuelo del alm a, dispuestos p erm anecer en Egipto ó donde Dios disponga, y todo el tiem po que Dios quiera. ¡Qué resignación tan heroica! ¡Qué santidad m as sublim e ! Medítese un poco sobre lo dicho. P u n t o s e g u n d o . ¿Qué dices, alma

c ris tia n a , á la vista de estas durísi­ m as pruebas por que pasan Jesús, María y Jo sé ? ¡Y son los personajes

— 873 — mas augustos que hay en la tierra ; los m as queridos de Dios, el centro de sus delicias y com placencias infi­ nitas1 Luego si Dios nos en vi a traba­ jos y aflicciones, no es que nos haya abandonado , no es que su am orosa providencia se olvide ó no se cuide de nosotros. Antes la m as cariñosa m a­ dre se olvidará del fruto que lleva en sus en trañ as , que Dios pueda olvi­ darse de nosotros. E scritos nos lleva en sus m anos, y grabados nos tiene en su corazon: hasta llega á decir por Isaías, que nos lleva en su s e n o , y nos trae en sus m ism as entrañas.

Portamini a meo u lero, geslamini a mea vulva (1). José y la sagrada fa­ milia pasan por pruebas ta n duras, & fin de que com prendam os que la pro(1) lS. XLVII, 8.

- 571 — videncia que Dios tiene del justo no consiste en que Dios le libre de todo m a l , com o quisieran algunos , y en que le colm ase ya en este m undo de toda suerte de prosperidades. No, quiere Dios que p or m edio de males aparentes lleguem os á una felicidad real, etern a é infinita. Q uiero, pues S eñor, de aquí en adelante seguir el heróico ejem plo del excelso Patriarca san José: arro jaré todos mis cuidados en el seno de vuestra am able provi­ dencia: seguro de que si Vos lo dispo­ néis así, aunque m e viese en un obs­ curo calabozo com o Jo sé, en el lago de los leones como D aniel, en el vien­ tre de u na ballena com o Jonás, tendi­ do com o Job en un m uladar, ó metido en un horno de fuego como los niños de B ab ilo n ia, vos sabríais sacarme

-

875 —

ileso, y co n v ertir en sum o bien taio aquellas desgracias aparentes. Medítete lo dicho y pidamos al Señor esta perfecta conformidad á la voluntad divina junto con la gracia que cada cual desee conse­ guir de Dios en esla novena.

Luego la oracion para todos los dias, pá­ gina 540. Un Padre nuestro, siete Ave Marías y Glo­ ria Patri, como en la pág. 545. K J n G B E P X .0 .

Cierto caballero muy devoto de san José celebraba todos los años la fiesta del Santo con grande solemnidad. Tenia tres hijos: y icosa extraña! un año muere uno de ellos el mismo dia de la fiesta, y al año siguiente muere el segundo y en el mismo dia. Afli­ gido el padre con pérdidas tan dolorosas, al acercarse al otro año la fiesta del Santo, ex­ clama: ¿y así me pagais, ó glorioso Protec­ tor mió san J o s é , el celo con que tantos años he solemnizado vuestra fiesta? Pues



676 —

este año renuncio á celebrarla, no fuese que perdiese todavía mi tercero y último hijo. Pero ¿qué sucedió? Salió un dia al campo para distraerse un poco, é internándose en un bosque ve á dos jóvenes ahorcados de un árbol. Se asusta al principio, pero recobran­ do ánimo, se acerca y ve que tienen la mis­ ma fisonomía, que sus dos hijos difuntos. No acertaba á comprender la visión; cuando se le aparece un Angel y le dice: ¿Ves? en esto hubieran venido á parar tus dos hijos si hubieran vivido mucho tiempo. Y porqne eres tan devoto de san José, el Santo te al­ canzó de Dios que muriendo en la infancia, evitasen ese deshonor á tu casa y se asegu­ rasen la vida eterna. Ahora no temas cele­ brar la fiesta del Santo; pues el hijo que te queda será Obispo y vivirá mucho tiempo. Todo se verificó como el Angel habia predicho (1). ¡Ah! ¡cuántos cristianos semejantes á este padre, lloran y miran como gravísimos ma(1) P. Juan de Alloza S. J. am or 4 san Jos*, cap. 27.

— 377 — Ies, los qne delante de Dios son inmensos bienes! OBSEQUIO.

Hacer en tre dia varios actos de re­ signación: acostum brándonos á decir como la Virgen : Hé aguí la esclava

del S eñ o r, cúmplase en mí vuestra tantísima voluntad.

Jesús, José y María, etc., pág. 150. Gozos, versículo y oracion, se hallarán al Gn de la novena. D IA S E X T O . Por la señal de la tañía cruz, etc. Señor mió Jesucristo, etc., pág. 554.

M E D IT A C IO N . S u J m ¿ modelo de padrea y gefea de familia.

Punto prim ero. Es cierto que José no tuvo parte alguna en la generación 37 u i jw .

— 678 — de Jesús: pero no es m enos cierto que fué su P ad re, ya por la autoridad que le dió el cielo com o á gefe de la sa­ grada familia, ya tam bién por el ca­ riño y por los oficios de amorosísimo P adre que ejerció con Jesús. En efec­ to, José es el ángel tu te la r, el Custo­ dio fidelísimo á quien el P adre Eter­ no encom endó á ese huérfano divino, salvador del m undo. S í , José : Tibi

derelictus est pauper: orphano tu cris adjulor ( i ) . Tú eres el tu to r y el pa­ dre putativo de un Dios hecho hom­ bre, huérfano sin Padre en la tierra. H onrarte , acariciarte , obedecerte, recon o cer en tí la P ersona del Eterno P adre esta será toda su ocupacion d u ran te trein ta años enteros de los trein ta y tre s que vivirá en la tierra. (1) Ps. J, 14.

-

879 —

Et eral subditiut M is (1). ¡ 0 subli­ me prerogativa de san José ! Pero ¡ qué bien desem peñada fué esta sublim e dignidad ! ¿Q u é padre tuvo jam ás por sus hijos una solicitud y una tern u ra com parable á la que José tuvo por su querido Je sú s? No era un am or natu ral solam ente, ni un amor adquirido, cual es el afecto del mas fino am ante por el objeto mas amable; sino que era com o un am or sobrenatural y divino, en cierta m a­ nera participante del am or que el Pa­ dre y el Espíritu Santo tienen al Ver­ bo divino. Jesús es el objeto de todos sus pensam ientos, el blanco de todos sus desvelos y d e s e o s , el centro de todas sus delicias, la vida de su alm a. Si se afana, si trab aja, si habla, si duer-

()} Luc. ii , al.

— 580 — m e, si descansa, si com e, si respira, si vive; es por su am ado Jesús. ¿Quién ha subvenido á la subsistencia de Jesús y de su Madre ! José. ¿ Quién buscó y preparó albergue al R edentor del m undo? ¿quién le recogió en sus bra­ zos al n acer ? ¿ quién le acostó en el pesebre? José. ¿Por quién fué circun­ cidado? P or José. ¿Q uién le puso el nom bre de Jesús? ¿quién le acompa­ ñó al tem plo? ¿quién le sustrajo del furo r de H erodes, y le condujo á Nazaret al reg resar de Egipto ? ¿ quién proporcionó al Hijo y á la Madre ali­ m ento , vestidos y albergue con el sudor de su frente du rante treinta a ñ o s? José. Y cuando se quedó Je­ sús en el tem plo disputando con los doctores, ¿qué pena y qué dolor seria el suyo? ¡ qué dias y noches fueron

— 881 — aquellos tan am argos! Solo el dolor y la am argura de M aría era com parable á la am argura y al dolor de J o s é : y así lo dió á en ten d er la V irgen con su am orosa queja. Hijo, ¿por qué lo

has hecho así con nosotros? ¿Tú Par­ iré y Yo te hemos buscado con tanto dolor (1 )? Medítese un poco sobre lo dicho. P un to s e g u n d o . ¡Cuánto debe esta

conducta adm irable de José confun­ dir á m uchos de los padres y gefes de familia que vemos en este siglo! José tan solícito por la conservación de Jesús, y los m as de los padres tan des­ cuidados por la buena educación de sus hijos! ¡Qué de suspiros é inform a­ ciones en José; qué de lágrim as y ora­ ciones en la pérdida de su Hijo! y eso (1) Luc. II, 48.

— 682 — que Jesús no podia perderse , siendo la sabiduría y santidad infinita. Pero en los m as de los padres de nuestro siglo ¡ qué indolencia , qué apatía é insensibilidad p o r la salvación del alm a de sus hijos ! ¡ Y esto que son las vivas im ágenes de Jesús, redimi­ dos con las lágrim as, con los sudores y con la sangre de Jesús! ¡Y esto fjue Dios prem iará ó castigará á los pa­ dres y m adres, com o si su solicitud y desvelo , su descuido é indiferencia no hubiese tenido por objeto á sus hijos, sino al mismo Jesús! ¡Ay! Pa­ dres , m adres y gefes de fam ilia que esto oís, ¿ no os llena de tem or y de espanto la sentencia de san J uan Crisóstom o, que lleno del m as vivo dolor exclam a: Majar est cura boum, eqttorum et asinorum, quam / iliorum? Sí,

— 583 — mas cuidado tien en ciertos padres de un b u e y , de un caballo , y de otros anim ales que de sus propios hijos. E n efecto, que os preg u n ten por vuestro jum ento , sabéis donde para, y nada omitís porque no reciba daño. Mas que os p regunten por vuestros h ijo s : lal vez estén ahora en tre com pañeros |ps m as disolutos, en juegos, casas y diversiones las m as perjudiciales tal vez vuelvan á deshora de n o c h e , y nada de esto sabéis : de nada de esto os cuidáis. ¡ O indolencia digna de ser llorada con lágrim as de sangre ! Medítese un poco lo dicho y pidamos al Se­ ñor que los padres y gefes de familia cum­ plan bien con sus deberes, junto con la gracia que desee cada cual conseguir de Dios en esta novena.

Luego la oracion para todos los dias, pá­ gina 540.

— 581 —

Un Padre nuestro, siete Ave Marías y Glo­ ria Patri en honor de los siete principales dolores y gozos del Santo. s jn e a u p i L O . Un jóven muy virtuoso de León de Fran­ cia, habia resuelto entrar en Religión, pan asegurar mas y mas su salvación eterna; mas encontrando grande oposicion en los padres, renunció por fin i su vocacion. Pe­ ro bien pronto el comercio del mundo , (I atractivo de los placeres y los malos ejem­ plos que le rodeaban le cambiaron de suer­ te, que entregándose á los mayores excesos de una vida licenciosa , abandonó, cual otro hijo pródigo, la casa de sus padres y se hizo soldado. En el ejército pronto se aventajó en desenfreno á los mayores libertinos: per­ mitiéndolo Dios así para castigar al hij« que cerró los oidos á la voz de Dios por complacer á sus padres; y á estos, porque que llevados de un amor ciego, se opusie­ ron á lo que Dios quería del hijo. Sin em­ baído los padres penetrados del mas vivt

— 585 —

dolor escribían cartas y mas cartas al hijo, rogándole con ligrim as que mudase de vi­ da , y volviese á su casa, seguro de que le recibirían con los brazos abiertos. Mas viendo que eran inútiles todas sus instan­ cias, recurren al excelso Patriarca san José; suplicante tome bajo su protección al des­ graciado hijo, y no permita que continúe en el camino de la perdición. Sus ruegos fueron oidos. El Santo inspiró al jóven tan vivos sentimientos de compunción, que trocado en otro hom bre, dejó la milicia, y vuelto á la casa de sus p ad res, les pidió perdón de los disgustos que les había dado, y entabló una vida digna de su primitivo fervor (1). OBSEQUIO.

Una visita á san José, para que los padres den buena educación á los hijos, y los hijos ten g an el am or, el respeto y la obediencia que deben á sus padres. (1) Mes de san José dia u.



886



Jesús, José y María, ele., pág. 150. Gozos, versículo y oracion, como al (in de la novena. D IA S É P T IM O . Por ¡a señal de la santa cruz, etc. Señor mió Jesucristo, etc., pág. 551.

M E D IT A C IO N . San José modelo de trabajadores.

P u n to primero . Nada mas común en el siglo en que vivim os, que oir á m uchos pobres jornaleros y artesanos m u rm u rar de la divina Providencia) m aldecir su su erte diciendo: ¿porque tengo yo que ser esclavo del trabajo y estar sudando todo el dia, mientras otros huelgan y se pasean alegres y ufanos ? Si alguno estuviese tentado de hablar a s í , venga y p enetre con-

— 687 — migo en el hum ilde taller de Nazaret. ¡O sagrado tech o ! ¡ó paredes, ó di­ choso recinto que has sido testigo de los ejem plos m as aso m b ro so s! ¿Veis á este jóven que está aserrando y cepillando m adera, barriendo, reco­ giendo astillas, y haciendo todo cuan­ to le m andan su Madre y ese pobre C arp in tero ?¿S ab é is quién e s ? Es el Rey de cielos y tierra , el gran arqui­ tecto del u n iv e rs o , aquel á cuyo nom bre toda criatu ra dobla la rodi­ lla en el cielo , en la tierra y en lo mas profundo del abism o. Y no obs­ tante ha querido le llam asen hijo de un pobre carpintero, y trabaja en un hum ilde taller m anejando la sierra, el cepillo y los m as pesados in stru ­ m entos y m a d e ro s : y eso hasta la edad de trein ta años. Ese varón que

588 — trabaja con tan to afan uniendo sus fatigas con las de este Jóven, es des­ cendiente de reyes, de la noble estir­ pe de David, y no obstante trabaja en la profesión m as hum ilde, y trabaja gustosísim o, sin que salga de sus la­ bios la m as m ínim a queja, contentí­ sim o con su su erte. ¿Y qué dirán á la vista de ese pobre t a l l e r , aquellos cristianos que m u rm u ran sin cesar, cuando sus em pleos y sueldos no cor­ responden á su am bición y orgullo? ¿Qué d irán aquellos padres que tanto trabajan y hasta se arru in an por sacar á sus hijos de la hum ilde esfera ó con­ dición en que Dios los habia hecho n a c e r? ¿Q u é dirán aquellos génios presum idos, que queriendo elevarse sobre el rango en que los habia colo­ cado la divina Providencia , quieren —

vestir, tratarse, d errochar y divertir­ se , elevándose sobre sus ig u a le s , y gastando m as de lo que Dios y sus recursos perm iten? Erubesce, super-

be c in is ; Deus se hum iliat et tu te extollis. ¡ O insolencia y orgullo in­ soportable , que abajándose al hom­ bre la sabiduría y om nipotencia di­ vina, quiera el hom bre elevarse y ha­ cerse superior al m ism o Dios ! Medítete tobre lo difho. P u n t o s e g u n d o . ¿ Cuándo com ­ prenderás , alm a m i a , esta verdad im portantísim a , que el m érito y la gloria verdadera del hom bre no con­ siste en desem peñar m agníficos car­ gos, en m eter m ucho ruido, y h acer un brillante papel en el m undo; sino en q u erer lo que Dios quiere , y con la perfección que El lo quiere ? Y no

— 890 — obstante esto es c ie r to , certísim o. Con m as gusto contem pla el Padre E terno á José ocupado en cosas al p arecer tan bajas y hum ildes, que no tiene gusto en contem plar á los Cé­ sares , Pompeyos y Escipiones que llenan con el ruido de su fama el ám bito del universo. Si estos gene­ rales no poseen la joya preciosísima de la gracia, Dios no tiene por ellos m as que una m irada de desprecio y de horror. Al contrario, al ver á José en su obscuro taller, dice á los An­ geles que rodean su tro n o , ved al Pa­ dre putativo de Jesús, que bien tra­ baja por mi am or: él es mi hijo muy am ado, en quien cifro todas m is com­ placencias. ¿Y Jesús? tanta gloria da b I E terno P adre recogiéndo as­ tillas , ó aserrando m aderos , cuánta

— 591 — le dará un dia predicando el E van­ gelio, m ultiplicando panes en el de­ sierto , curando enferm os y resuci­ tando m uertos : porque ahora, como entonces, podrá siem pre decir : Ego <¡tuB placita sunt ei 'fació semper. Yo siempre hago lo que es agradable á mi P adre (1). ¡Oh! ¡cuándo lograré yo tam bién hacerm e blanco de las di­ vinas co m p lac en cias, viviendo esta vida in terio r , tan desconocida á los m undanos, com o preciosa á los ojos divin o s! ifedítese un poco lo dicho y pidamos la gra­ cia de sabemos santificar, haciendo bien las obras del dia, junto con el favor que cada cual desee conseguir de Dios en esta novena.

Luego la oracion para todos los dias, pá­ gina 540. Un Padre nuestro, siete Ate Marías y Glo(1) loan,

mu, se.

— 592 — rio P atri en honor de los siete principales dolores y gozos del Santo. K U n B M P X .O .

Tal torrente de fuego y de cenizas vomi­ taba el Vesubio eD 1651, que cubría toda la comarca vecina , principalmente el lugar que llaman la Torre del Griego. Vivia allí una mujer llamada Casilda , muy devota de san José, que tenia en casa un sobrinito de 5 años, y llevaba también el nombre de Jo­ sé. Espantada Casilda al ver aquel torrente de fuego, toma en brazos al niño y huye hácia el m ar: pero de repente encuentra cer­ rado el paso por un enorme peñasco que entraba en las aguas. Cual seria su terror, viéndose en la triste alternativa ó de morir abrasada del fuego, ó de ahogarse, si salta­ ba en el mar. En tan grande apuro, san Jo­ sé, exclam a, salvad á vuestro Pepito, yo os le encomiendo: y dejando al niño sobre el peñasco , intrépida se echa de un salto en el m a r, pero con tal felicidad, que no ca­ yó en las olas, como naturalmente debia su-

— 593 — ceder, sino en la arena sin hacerse daño alguno. Pero acordándose del niño que ha­ bia dejado expuesto á ser quem ado, corre llorando de úna á otra parte, á ver si le pue­ de salvar; cuando le ve que venia hácia ella tan contento, y abrazándole ¿q u ién , hijo mió, le dice, quién te ha librado del fuego? San José, contesta el niño sonriéndose, san José á quien me encomendasteis: él mismo me cogió de la mano, y me llevó al sitio en donde me habéis visto. Llorando de gozo la devota Casilda, se pone de rodillas, dando gracias al señor san José por los dos mila­ gros que acababa de hacer, preservando á la tía del peligro de caer en el mar, y al sobrinito de la voracidad de las llamas (1). OBSEQUIO.

Tres Padre nuestros á san José para que se apiade de los pobres tra ­ bajadores. (1) Engelgrave Soc. J. Patrón celest. p. 3, to l. 1 8 3 .

38

Id ¿ J o tl.

— 591 — Jesús, José y María, etc., pág. 150. Gozos, versículo y oracion, se hallarán al fin de la novena. D IA O C T A V O . Por la señal de la sania cruz, ele. Señor mió Jesucristo, etc., pág. 554.

M E D IT A C IO N . In e rte de san Jeii. P u n t o prim ero. Ya va José á con­

clu ir su ca rre ra m o rta l: su alm a no puede soportar m as tiem po el incen­ dio del am or divino que le abrasa in­ terio rm en te : va pues á re n d ir su es­ píritu al S eñor. Venid, penetrad con­ migo en el reducido aposento donde yace n u estro tesoro y nuestro bien, y vereis com o m uere el justo. P ero ¡qué m uerte m as dulce y preciosa, la

— 5#6 — de san J o s é ! Lo que hace á los hom ­ bres am arga la m uerte , es el apego á los bienes de la tie rra , el recuerdo de los pecados com etidos y la in c e r tidum bre de la gloria. Mas ¿podría te­ ner rem ordim iento alguno u n varón que el E spíritu S anto llam a justo (1) y justo por e x c e le n c ia , porqile en sentir de los santos P adres reu n ia el conjunto adm irable de todas las vir­ tudes? Habiendo sido siem pre pura y santa su vida, y habiendo ido siem pre creciendo de virtud en v ir tu d , sin pronunciar palabra , sin h acer obra ni m ovim iento alguno, sin dar ojeada ni respiración que no fuese por agra­ dar á Jesú s y á M aría, ¿ podia estar dudoso de su salvación?— ¿Y qué al­ ma hubo n u n ca ta n despegada de (1) Matth. i, 19.



596 —

cuanto el m undo tien e, habiendo vi­ v id o B iem pre d e s a sid o d e p a r ie n te s ,

de honores y de bienes de fortuna? José no ten ia m as delicia, m as gozo, mas gloria ni v id a que la de compla­ cer á Jesús y á su M adre santísim a: y los tien e ahora á su la d o : Jesús á la derecha , la v irg e n á la izquierda y am bos tien en la m ano del S anto. ¡Qué gracias les da José tan afectuosas por los favores y beneficios que le han hecho y por el cariño que le han s ie m p r e tenido! Pídeles hum ildem en­ te perdón de las faltas y descuidos que ha podido te n e r en su servicio. P ero no, querido José, le contestan, Vos en nada habéis faltado: ningún descuido habéis tenido con nosotros. Vos hubierais querido acom pañarm e, ya lo s é , le dice J e s ú s , en la nueva

— 597 — carrera de trabajos, afrentas y pade­ cim ientos que voy á em prender: pero, Padre m i ó , bastante padecisteis en mi in fa n c ia , b astan te sufristeis en Egipto. El E terno P ad re dispone que vayais á llevar á los P adres que gi­ men en el lim bo la fausta noticia de que se acerca el dia de su redención. Id, P adre m ió, precededm e en el lim­ bo : despues de mi m u erte resucita­ reis conm igo, y recom pensaré en, el ciclo el cariño y los cuidados que nos habéis prodigado á mí y á vuestra Esposa dulcísim a. Recibid pues, P a­ dre é Hijo m ió , mi bendición : m is manos se ab ren para colm aros de gracias á Vos y á los que sean since­ ram ente vuestros devotos. Jesús y María dieron á José el últim o adiós : José les echa la últim a m ira d a , y

m ien tras Jesús y María estrechaban á José en tre sus b ra z o s , José dió el últim o suspiro de am or, m urm urando dulcem ente Jesú s , M aría. O m uerte de José, ¡ qué dulce y preciosa fuis­ te á los ojos del S e ñ o r ! Medita» un poco lo dicho. P u n t o s e g u n d o . Nosotros también m o rirem o s: am ados devotos d e san José. Staíutum est (d ): el decreto está d a d o : cada dia tenem os un dia m enos de vida y estam os veinte y cuatro horas m as cerca de la eterni­ dad. P ero ¿ será n u estra m uerte se­ m ejante á la de san José? ¿Podremos decir como el S a n to ; ya Be acabaron las penas y los trabajos, la pobreza y las ignom inias , las cru ees y los pa­ decim ientos; ya todo será gozo, hon(1) H » b r. ix, 27.

— 899 — ra, gloria y bienaventuranza infinita? Consummatum est (1). ¿ 0 bien te n ­ dremos que exclam ar com o tantos m ortales, ya se acabaron los gozos y las riquezas, los honores y los place­ res , ya todo será pena , dolor, to r­ mento y desesperación eterna? ¿Mo­ riremos en los brazos de Jesú s, María y José ; serem os conducidos por los Angeles al cielo; ó tendrem os la des­ dicha de ser arrebatados por Lucifer al profundo del infierno? Si logram os la m uerte del j u s t o ; que im portará m orir pobres, haber sido el blanco de mil bu rlas y sarcasm os, y haber sufri­ do las m as atroces p e rse c u c io n e s; si todo se cam bia en gozo y felicidad in­ finita? P ero si no lográsem os la m uer­ te del ju sto , ¿de qué nos serviría el mo­ lí) Joan, xix, 30.



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rir ricos, h aber sido blanco de pompo­ sos elogios y adulaciones, y que todo el m undo se deshiciese en obsequio y alabanza n u estra; si todo se trocaba en ignom inia y desventura eterna é infinita? Solo hay una m u erte glorio­ sa; el m o rir en gracia de Dios: y solo hay u n a m uerte desgraciada; la de ex­ p irar en pecado m ortal. La m uerte es el eco de la vida. ¿Q uerem os la muer­ te del ju sto ; una m uerte sem ejante á la de san José? Pues vivam os la vida del ju sto , seam os sem ejantes en vida á nu estro dichoso P atriarca. Medítete un poco sobre lo dicho, y pidamot á Jesús y María por el felicísimo Irántito dt san José que nos bendigan en la última hora y nos concedan la gracia que les pedimos en esta novena.

Despues la oracion para todos los dias, pág. ¿ÍO.



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Un Padre nuestro, siete Ace Mario» y Glo­ ria Palri, en honor de los siete principales dolores y gozos del Santo. x:jne:iuupx.o .

Estando el Venerable Fr. Tomé de Jesús estudiando en el colegio de los PP. Agusti­ nos de Coimbra en Portugal, fué un dia con otros religiosos á bañarse en el rio Mondego. Has teniendo pocas fuerzas y no sabien­ do nadar, comenzó á sumergirse, hasta ver­ se 1 punto de perecer ahogado. Viéronlo los Religiosos, y poniéndose de rodillas suplica­ ron á san José, de quien el jóven habia sido devotísimo desde niño, que le librase de tanto peligro. Oyó el Santo la ocacion, y el jóven pudo llegar ileso á la orilla. Agradecidos á este prodigio, Fr. Luis de Montoya que estaba levantando entonces el colegio de Coimbra edificó una capilla en honor de san José y le nombró patrón del colegio, y Fray Tomé de Jesús prometió emplear toda su vida en servicio de Dios y del Santo. Cum­ plió la promesa tan bien, que estando cau-



002



tivo en M arruecos, á pesar de verse des­ nudo , cargado de cadenas, mal comido y azotado todos los dias bárbaramente, escri­ bió los dos libros de oro intitulados Traba­ jo,t de Jesút: pero ¿cómo? con rara perfec­ ción , y sin mas ayuda que la oracion; sin mas lu z , que la que le entraba en ciertas horas del dia por una rendija que habia en el calabozo. Murió el 47 de abril de 1583 con grande opinion y fama de santidad (1). OBSEQUIO.

m as im portante y provechoso al alm a, el m as grato á san José, se­ rá ofrecerle u n a fervorosa comunion, para o b ten er su protección en vida y en p articu lar á la hora de la muerte. £1

Jesús, José y María, etc., pág. 150. Gozos, versículo y oracion se hallarán al fin de la novena. (l) F r. losé de P aslrana. Excel, de sao José,

t r a l. t.

— 603 —

D ÍA NO NO . Por la señal de la sania cruz, ele. Señor mío Jesucristo, etc., pág. 534. M E D IT A C IO N .

Eficacia del patrocinio de san José. P un to p r im e r o . Dejando á parto lo que dice san ta T eresa de Jesús (1) ¿qué patrocinio h ab rá en el cielo m as

poderoso que el de nuestro excelso Patriarca , ya se considere á Jesús manantial de todas las gracias, ya se atienda á M aría santísim a , canal y dispensadora de todas e lla s ? Si se atiende á J e s ú s , José fué su P adre putativo , com o le llamó el evange­ lio (2 ) , lo fué por adopcion según (l) Véanse las p&ginas 5 y 32 de este opús­ culo.—{*.' Luc. n i, 23.

— 004 — dice san Agustín ; lo fué por la su­ perioridad que ejerció sobre Jesús, com o gefe de la sagrada fam ilia, se­ gún se expresan C ornelia á lápide y el- D octor e x im io : y sobre todo lo fué por el dulce cariño y por los ofi­ cios de am orosísim o padre que ejer­ ció con el Niño Dios. Y de hecho, José fué el único delegado de la Pro­ videncia paro guarda y defensor de Jesu cristo , y estando á ÉL confiado el precioso depósito de la vida del Sal­ vador del -mundo , vino á ser dueño de la vida de su propio C riador y Sal­ vador del que salvó al género huma­ no. ¿Qué no alcanzará pues, el Padre m as am oroso de un Hijo tan sumiso y agradecido? Viviendo Jesús en carne m ortal, estuvo tan obediente á José, que no solo ejecutó sus mandatos,

— 6015 — sino que acató su voluntad y previno sus m enores in sin u a c io n e s; y ahora que está en el cielo, donde tanto se perfecciona la gratitud y la caridad, dejaría de acatarle y de acceder á lfc súplicas de u n P adre tan bueno. Pro­ mete una recom pensa infinita al que dé un vaso de agua á un pobrecito ; ¿y no pagaría trein ta años de servi­ cios penosísim os prestados por José con tanto gusto al mismo Jesús y á su Madre santísim a? Medítete un poco sobre ¡o dicho.

P u n t o s e g u n d o . Y si se atiende á la M adre del S a lv a d o r, dispen­ sadora de todas las gracias , ¿q u ién tendrá m as entrada y casi diré m as imperio sobre su corazon que su Esposo castísim o? ¿Si acá en la tier­ ra no tuvo otra voluntad que la de

— 606 — José , si le cedió todos 6 us bienes y hasta el caudal do todas sus gracias, com o sienten graves a u to re s ; ¿ qué h ará en aquella bienaventurada pa­ tria donde tan to se perfecciona el am or y la g ra titu d ? ¡ Ah ! no podrá m enos de dirigir á Jesú s las palabras que el anciano Tobías decia á su hi­ jo agradecido á los m uchos favores que el A rcángel habia dispensado á su fam ilia : Quid possumus daré viro isti sánelo qui venil tecum (1)? ¿Qué darem os á este varón santísim o que tan to in terés y solicitud se ha tomado por nosotros?— Y Jesú s no menos re­ conocido contestará á su M adre: Quid dignum poterit esse benefiáis ejus (2)? ¿ Qué recom pensa podrá correspon­ der á tan to s favores? El hizo con-

¡1) Tob.

x ii,

I.—

(9) Ibid.

3.

— 607 — migo el oficio de ayo, custodio, nu­ tricio y padre am orosísim o: él custo­ dió fielm ente tu virginidad. ¡Cuántas veces viéndom e tirita r de frió cuando niño, me calentó arrim ándom e á su amoroso pecho! ¡Cuántas veces yen­ do ó volviendo de Egipto, anduvo por aquellos desiertos lleno de pena, bus­ cando agua con que refrig erar nuestra sed, ó algún fruto silvestre con que alimentarnos! ¡C uántas veces no p u diendo yo an d ar de c a n s a n c io , me llevó largas horas en sus b ra zo s! Ea pues, José mió m uy am ado, tú serás el prim ero en el cielo despues de mi Madre. Todo obedecerá al im perio de tu voz: 6olo yo y mi Madre te aventaja­ remos en poder. Ecce constituí te siiper universam terrarn (1). ¿Y podríafi) Gen. xli, <1.



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mos en vista de esto dejar de conce­ bir la m as viva confianza y la mas ardiente devocion á san José? Debe­ mos e sta r m uy persuadidos , nos di­ ce san Alfonso L ig o rio , que Dios en consideración á tantos m éritos, nun­ ca negará á san José gracia alguna que le pida en favor de sus devotos. Las súplicas de san José, añade el sa­ bio G erson, se diferencian m ucho de los ruegos de otros S a n to s : estos in­ terceden suplicando com o servidores; José m anda com o señ o r, pues es Pa­ dre del Hijo de Dios y Esposo verda­ dero de su M ad re: non impetrat, sed imperat. No ru eg a, sino m anda. Medítete un poco sobre lo dicho, y forme­ mos la firme resolución de acudir al Santo e* todas nuestras necesidades. Asi conseguiremos si nos conviene, la gracia que pedimos en esta novena.

— 609 — Despues la oracion para todos los días, pág. 540. Despues de la oracion: un Padre nuestro, siete Ave Marías y Gloria P atri, en honor de los siete principales dolores y gozos del sanio Patriarca. K jnG anpK .o.

Una délas personas mas ilustres y devo­ tas de san José que mas han experimentado la eficacia de su Patrocinio , fué sin duda alguna D.* María Josefa de Orellana, hija de 0. Alonso Marlin , caballero no menos dis­ tinguido por su nobleza que por su piedad. No tenia mas que año y medio y la niña Ma­ ría Josefa estuvo enferma de un dolor de costado tan agudo, que el mismo dia de san José se quedó muerta en los brazos de su ama. Permaneció así tres horas en casa de una lia suya muerta á juicio de cuantos la rodeaban y del mismo médico que la visitó. Poco le faltó que no muriese también de pe­ na D.* Gertrudis Godinez de Luna que era su madre. Pero repuesta algún tanto de su QS

Id

k Jo sé.

— CIO — primer dolar, pónese de rodillas, y abrazán­ dose con gran fervor con una imágen de san J o s é , pídele que no permita tan gran des­ gracia en su casa en su mismo d ia , que le resucite la hija. Promete al Santo celebrar­ le la fiesta todos los años, haciendo igual­ mente grandes promesas á Jesús y á María santísima, si la otorgan lo que pide. Dicho y hecho; pronto recibe la alegre noticia de que la niña ha resucitado. Pero un año des­ pues , cogiendo la niña flores á la orilla de un rio en el P e rú , se cae en el agua y es arrastrada de la corriente un gran trecho. Al advertirlo la madre, Jesús, María y José te asistan, exclama; y Vos Santo bendito, ya que la teneis á vuestro cargo, Vos mis­ mo me la daréis sana y buena. Sin embargo la niña no parecia: la buscaban ya para en­ terrarla , pues hacía mas de un cuarto de hora que no la veian: cuando hé aquí que la encuentra detenida entre la broza debajo de un puente, llena sí de telarañas pero per­ fectamente ilesa. ¿Y quién te ha salvado, hija m ia? exclama atónita la madre: Mamá,



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contesta la niña, un Niño muy lindo me tu­ vo de la mano, y me asistieron una Señora muy hermosa y un Señor muy venerable que tenia un ramo de flores en la mano. Y viendo un cuadro donde estaban pintados Jesús, María y José, mire mama, dice la ni­ ña con mucha viveza, los que me libraron eran como aquellos. Así es que tanto la ma­ dre como la hija y demás miembros de la familia, entre ellos un marqués, celebraron la Gesta de san José con mucha solemnidad todos los años en Lima y donde quiera que se encontrasen (1). OBSEQUIO.

De poco serviría haber obsequia­ do á san José, d u ran te la novena, si concluida esta , se apagaba en nos­ otros la devocion que hubiésem os concebido al santo P atriarca. Es pre­ ciso tom ar á sus piés la firm e re s o (1) Fr. José de P aslrana, Excel, de san José, IraL

— 618 — lu c io n d e re z a rle a lg ú n Padre nues­ tro c a d a d ia , d e c o n s a g ra rle los m ié rc o le s de c ad a s e m a n a , y sobre to d o de c o m u lg a r el 1 9 de c ad a mes e n su h o n o r. Devotos Asociados á la bella devocion de san José, sed fieles en practicar estos obse­ quios : pues de esta constante fidelidad de­ pende que el glorioso Patriarca nos asista en vida, y no nos desampare en la hora de la muerte. Un Padre nuestro, A te María y Gloría Patrí á san José para que colme de bendiciones temporales y espirituales, á los que con sus limosnas y con su constante asistencia han contribuido al feliz éxito de esta novena. Jesús, José y María, ele., pág. 150.

— 613 —

GOZOS EN HONOR

d el ex c el so

PATBIABCÁ SAI JOSÉ.

Venturoso sin igual, Ayo del Verbo humanado, Sé, José, nuestro abogado En esta vida mortal. Antes que al mundo nacido Va fuiste santificado, De virtudes adornado V de gracia enriquecido: Naciste de esclarecido Linaje y sangre real: etc. Por tu angélico candor Alcanzaste suerte ra ra ; Pues floreciendo tu vara Logras la mas linda Flor: Tuya es la esposa mejor Que creó Dios inm ortal: etc. Si tu Esposa fué tan pura, Tú eres varón sin segundo,



614 —

Despues de Marta el mundo No vió mas bella criatura. ¡Qué rara fuó tu ventura, Entre tantos siendo tal! etc. A Jesús, blando Cordero, Recien nacido monarca Adoras feliz Patriarca De los hombres el primero: ¡Qué dicha! ¡Dios verdadero Te honra con amor filial! etc. Dios y tú con fino ardor Dais el uno al otro vida: Tú le ganas la comida, Y él te hinche de santo amor: Así truecas el sudor En un descanso eternal: etc. A la fuerza del amor Rinde el alma en buen hora; Del empíreo la Señora La presenta al Redentor. Vuela al limbo, precursor, Lleva el gozo mas cabal: etc. Con Jesús resucitaste En cuerpo y alma glorioso

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Y á los Cielos victorioso A tu Rey acompañaste; A su diestra te sentaste Formando coro especial: etc. Siendo inmensa tu valía En el trance de la m uerte, Logre yo, José, tenerte A mi lecho en la agonía; Y con tu Esposa María Ir al reino celestial: etc. Si cede el Omnipotente A los ruegos de su Madre, ¿A los tuyos, dulce Padre Será menos indulgente? En tí puso Dios clemente Patrocinio universal: etc. ¡O portento sin igual, Ayo del Yerbo humanado 1 Sé, José, nuestro abogado En esta vida mortal. Aña. Ipse Jetut eral incipiens guasi annorum triginta, u t pulabatw Filius Joseph. f. Ora pro nobis, Beate Joseph.

r¡. Ut iig n i effieiamvr promissionibus Chrisli.

— 616 — OREMUS.

Deus qui ineffabili promdentia Beatum Jo­ seph sanctissimm Genitricis toa Sponsum eligere dignatus es: prasta, qvasvmus, ul qvm Protectorem veneramur in lerris, Inlercessorem habere mereainur in calis. Qui vtcú el regnas in sacula saculorum. ñ). Amen.

L E T R IL L A Eif h o i o b d b i. m i n o u m >

¡O José venturoso, Padre del mismo Dios! Desde tu excelso trono Benigno miranós. Mi espíritu arrebata Tu inefable ventura, Y el alma en tí pensando Se llena do dulzura. En tí, José, tenemos ¡ Qué don tan peregrino! Todo es en tí admirable, Todo es en tí divino.

— 617 —

La esclarecida gloria Del hijo afortunada De Jacob se obscurece Poniéndose á tu lado. Su dicha es infortunio Fealdad la gracia suya, Y mancha su pureza Delante de la tuya. Pues si entendió la ciencia De un misterioso sueño, Tú todos los arcanos Del qufr del mundo es Dueño. Él en Egipto deja Prolongada memoria, Porque del vicio infame Alcanza una victoria. Mas tú, José, tú solo Feliz una y mil veces, Tú solo de María Ser custodio mereces. Y estrechar en tu seno Al celestial infante, Gozando sos caricias Mas que la Esposa santa.

— 618 —

SUFRAGIOS POR LOS ASOCIADOS DIFUNTOS. Una de las prácticas mas conformes al es­ píritu de la Iglesia y que maB ñeles atraen á las Congregaciones, es el hacer memoria de los difuntos que han pertenecido á ellas y celebrar alguna Misa ó por lo menos rezar algún responso en sufragio de sus almas. Por tanto el Director que quiera dar á la Asociación de san José toda la importancia que se m erece, p rocure, terminada la No­ vena, ó concluido el mes consagrado á este glorioso Patriarca, el primer dia que lo per­ mitan las rúb ricas, celebrar unas honras i un aniversario por los Asociados de la po­ blación que hubieren fallecido aquel año. Si abundan los recursos, pueden cantarse con cierta solemnidad; si escasean aquellos, bas­ tará decir una Misa rezada, colocar un fére­ tro modesto en el centro de la iglesia ó ca­ pilla, poner el altar de luto, y concluida la Misa, cantar ó decir el responso siguiente.

— 619 — S almo 129.

De profundis clamavi ad t e , Dom ine, * Domine exaudí vocem meam. Fiant aures tuas intendentes: * in vocem deprecationis meas. Si iniquitates observaveris, Domine: * Domine, quis sustinebit? Quia apud te propitiatio est: * et propter legem tuam sustinui te, Domine. Sustinuit anima mea in verbo eju s: * speravit anima mea in Domino. A custodia matutina usque ad noctem : * speret Israel in Domino. Quia apud Dominum m isericordia: * et copiosa apud eum redemptio. Et ipse redim et Israel: * ex ómnibus iniquitatibus ejus. Bequiem ¡eternam dona eis, Domine. Et lux perpetua luceat eis. t- Bequiescant in pace. Amen. Domine exaudi orationem meam. Rj. Et clamor meus ad te veniat. f . Dominas vobiscum. ñ|. E t cum sp iritu tuo.

OREMUS.

D eus, venias largitor et hum ana salulis am ator, quaesumus clementiam tu am , ut n o strs Congregationis fratres, propinquos et benefactores qui ex hoc sáculo transier u n t, beata Maria semper Virgine interce­ dente cum Omnibus Sanctis tuis ad perpetux beatitudinis consortium pervenire concedas. Fidelium Deus omnium Conditor et Redemptor, animabus famulorum famularumque tuarum remissionem cunctorum tribue peccatorum : ut indulgentiam quam semper optaverunt , piis suppiicationibus consequanlur. Qui vivis et regnas, Deus, in sxcula sraulorum . n|. Amen. Si fuere por una persona en particular, dí­ gase: OREMUS.

Tibí, Domine, commendamus animam famuli tui N. ut defunctus saeculo tibi vi val: et q u s per fragilitatem humanas conversalionis peccata com m isit, tu venia misericordissimae pietatis absterge. Per Christum Dominum nostrum. i<¡. Amen.

— 621 —

t- Requiem sternam dona e is , Domine. í¡|. E t lux perpetua luceat eis. jf. Requiescant in pace. Amen. Ed poblaciones im portantes, donde fuese crecido el núm ero de los Asociados. casi se podría hacer otro tanto despues del 19 de ca­ da roes. Es decir, celebrar una Misa rezada con este modesto aparato el dia que parezca mas & propósito despues del 19, y despues de la Misa echar este responso con a lb a , estola negra, d con capa tam bién si el pueblo acude en gran núm ero.



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C O N C L U S IO N . lie ad Jo sep h : id todo! i Jotí.

Tal es la palabra que Dios parece dirigirnos desde el cielo: Id á José. E stas son las palabras que el Vicario de Jesucristo no cesa de repetirnos en la tie rra : Id á Jo sé: y con estas m ism as palabras concluirem os nos­ otros este o p ú scu lo : lie ad Joseph. Id á José, niños y jóvenes: él cus­ todiará vuestra pureza y vuestra ino­ cencia , y os alcanzará de Jesús que tan dócil y sum iso estuvo á la volun­ tad de José , os alcanzará , d ig o , el respeto , am or y obediencia que debeis á vuestros padres y superiores.

líe ad Joseph. Id á J o s é , padres, madres y cabe-



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zas de fa m ilia: José que tanto pa­ deció por lib rar á Jesú s del furor de Herodes, librará á vuestros hijos y á vosotros m ism os de los m uchos peli­ gros que os rodean así del alm a co­ mo del cu e rp o ; y os alcanzará gra­ cias para ed u car cristian am ente á la juventud, ¡te ad Joseph. Id á José, almas que aspirais á la perfección él os reserva la herencia infinitam ente preciosa de la vida in­ terior : á la escuela de José aprendereis el espíritu de recogim iento y de abnegación, la presencia de D io s, y aquella unión íntim a con su divina Majestad, que os hará sab orear anti­ cipadamente las delicias del Paraíso.

¡te ad Joseph. Id á José, justos am ados, José que fué justo por excelencia , os en se ñ a -

— 621 — rá á p racticar y conservar la virtud; él os obtendrá de Jesús y M aría la pureza del corazon, la guarda de los sentidos y todo cu an to es necesario para p ersev erar en la gracia é ir cre­ ciendo de virtud en virtud. Ite ad

Joseph. Id á José , pobres pecadores, si os espanta la justicia d ivina, si vuestros pecados os im piden acercaros á Je­ sucristo que por m isericordioso que s e a , no deja por (in de ser nuestro ju e z , José le recordará que no vino á llam ar á los justos , sino á los pe­ cadores, y en nom bre de todo lo que ha hecho y sufrido p or este divino Salvador , d u ran te los trein ta ó mas años que estuvo con Él en la tierra pedirá y os alcanzará la gracia de una sincera conversión, lie ad Joseph.

— 625 — Id á José en fin alm as atribuladas, pobres, afligidos, m oribundos, id con plena confianza: que Dios, dice san­ ta Teresa , ha hecho en cierto modo á san José su m inistro , su plenipo­ tenciario y tesorero general en favor de todos los desgraciados. Invocadle, pues, y él será vuestra luz en las du­ das , vuestro am paro en las adversi­ dades, vuestro consuelo en las penas, vuestro alivio y socorro en todas las necesidades. Aun cuando llegue el momento terrib le de la m uerte , no teníais; José que tuvo la dicha de morir en los brazos de Jesús y Ma­ ría, os asistirá en el últim o tra n c e , y hará que m oráis con la m uerte pre­ ciosa de los ju s to s , invocando los dulcísimos nom bres de Jesús , María y José. j |( j

Id i Joflé.

A P É N D IC E PARA. LOS ALUMNOS DE LOS SEMINARIOS. Ya que los Seminarios ban acogido con no­ table benevolencia el Tetoro del Sacerdote y otras obrilas que hemos dado á luz: ya que la Iglesia encuentra allí tantos jóvenes es­ cogidos que abrazan y propagan con tanto entusiasmo la devocion al excelso Patriarca san J o s é : justo es que consagre algo á esa juventud en cuya educación están cifradas las esperanzas de la religión y de la socie­ dad. Lo hago también en obsequio de uo modesto, pero sabio y ejemplarísimo sacer­ dote, compañero mió, cuyo nombre recor­ darán con indecible aprecio y veneración, no solo Manresa en cuyo seno nació, sino también los alumnos de Friburgo y Estavayet en Suiza que le tuvieron por preceptor, el de Vals en Francia donde estudió teología

— 027 — y se ordenó de Sacerdote; Cataluña que fué santificada con sus fervorosas predicaciones y misiones; pero muy especialmente el se­ minario de Barcelona, donde enseñó algunos años la Teología moral con singular apro­ vechamiento de sus discípulos, y el semi­ nario de Salamanca donde falleció el 2 de mayo de 1858, á los 47 años de su edad. Fué tal el concepto que le merecieron en todas partes la modestia, virtud y sabiduría que adornaban su alma , que el respetabi­ lísimo cabildo de aquella insigne Catedral quiso hacerle los funerales, como si fuera miembro de aquella ilustre Corporacion. ¿Y quién fué ese Sacerdote tan digno, tan sa­ bio, virtuoso y cabal? Era el P. Ignacio So­ ler, Sacerdote Profeso de la Compañía de Jesús. Altamente persuadido de lo nAicho que importa á la juventud que trata de abra­ zar el estado Eclesiástico el que sea educado en los Seminarios con el mayor esmero po­ sible ; pensaba dar á luz un Manual del Se­ minarista, en que se hallase lo mas condu­ cente al aprovechamiento espiritual de di-



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chos jóvenes, reunido de varios autores. Por desgracia la muerte le impidió perfec­ cionar y publicar su obra. Mas habiendo por casualidad llegado á mis manos algunos apuntes suyos, voy en este apéndice á esco­ ger los pensamientos mas notables, i fin de que no quede la juventud mas tiempo pri­ vada de tan saludables avisos y consejos. No será un tratado, pero s( documentos muy acertados sobre la Vocacion al estad o Eclesiástico. Modo de conocer si el Jóven ea ñam ado de Dios á ese estado. Reglas p ara h a c e r la elección con aclerlo. Medios p ara aseg u rar el feliz éx ito de la elección. Como d eb e p o rtarse el Jóven en el Sem inarlo. Como en Uempo d e vacaciones. Cómo d eb e p re p a ra rse al SacerdocioCómo se p o r ta ri cu an d o esté p ara sa lir del Semi­ nario.

Los estrechos límites de un devocionario no permiten tratar detenidamente estos pun­ tos, por importantes que sean : me limitaré pues á retocar y coordinar los preciosos avi­ sos que el Padre dejó en sus apuntes.

— 629 — ▼ooaoion al e rttd o E oleiiáitioo.

Si siempre se ha considerado cosa de suma importancia para un cristiano el acertar en la elección de estado : ¿ cuánto mas lo será tratándose del estado mas sublime, que como asegura el Apóstol pide especial vocacion de Dios? N i el mismo Cristo se clarificó á si mis­ mo para ser Pontífice; pues ninguno toma para si este honor, sino el que es llamado de Dios, comoAaron (1). Y nadie dijo el mismo Jesucristo, puede venir á mi, sin o le trajere el Padre que me envió (2). El menor inconve­

niente de equivocarse en la elección de es­ tado seria el pasar una vida llena de disgus­ tos, por ser en la sociedad lo que en el cuer­ po humano un hueso fuera de su lugar. Lo mas terrible es el peligro de condenarse á que se expone quien se empeña temerariamente en tomar sobre sí una carga para la cual Dios no le llama, ni le da fuerzas. Y ¿qué carga? ¿qué estado? el estado que mayores obliga­ ciones impone, que mayores peligros ofrece (l) Htebr. v, *.—(*) loan, vi, 44.



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y mayor abundancia de luces y de gracias exige. Y ¿abrazar esc eslado sin ser llamado de Dios? ¿Podría darse mayor temeridad? Cómo conocerá el jó v e n , «i e» llam ado da Dio* A e ie citad o .

Aunque no podemos dar aquí reglas cier­ tas é infalibles para todos, pues que esto de­ pende de mil circunstancias peculiares á cada uno; hay no obstante indicios que pue­ den dar alguna probabilidad y certeza de que es aquella vocacion de Dios. Tales son, el sentirse aficionado desde pequeño á las sagradas ceremonias y al retiro de las cosas mundanas.— Tener afición y aptitud para los estudios.— Ser inclinado 1 la frecuencia de Sacramentos y á las prácticas de piedad. — Desear este estado no por fines humanos, sino únicamente con el fin de trabajar para la gloria de Dios y la salvación de 1as almas. — Sentir grande amor á la pureza, y mucho horror á todo lo que puede inducir al vicio contrario. Se ha de notar mucho esta última señal, pues en todos tiempos la Iglesia ha

— 631 —

exigido de los ordenandos una gran pureza, y san Alfonso de Ligorio (lib. G, n. 63) con los demás autores dice que no puede en con­ ciencia presentarse á los órdenes sagrados, quien suele reincidir en pecados de impu­ reza. Mas como podria alguno alucinarse cre­ yendo hallar en s( estas señales, y errar en negocio tan importante, conviene quo los que deliberan acerca de este estado pidan á Dios con mucho fervor y perseverancia por intercesión de la Virgen santísima, luz y gracia para conocer y cumplir su santísima voluntad, dirigiendo á esto fin las buenas obras que hicieren cada dia, especialmente las misas, rosarios, mortificaciones y mayor frecuencia de sacramentos. Seria muy del caso que se retirasen por ocho dias con el parecer de su Director á unos ejercicios es­ pirituales, haciendo en este tiempo despues de una confesion general la elección de es­ tado según las reglas que para esto da san Ignacio de Loyola en el libro de sus Ejer­ cicios.

— 632 — HegUa p a ra hacer oon acierto la elección de eitad o .

Hecha la señal de la c ru z , diga el V«m las leíanlas de la Vfrgen y la oracion siguiente con especial fervor. «Soberano Señor, árbitro supremo de mis palabras, acciones y deseos, héme aquí pos­ trado ante vuestro acatamiento divino, de­ seoso de conocer vuestra santísima volun­ tad, y de elegir con acierto el estado á que me llamais. Inspiradm e, qué deseáis que haga en asunto de tanta trascendencia. A Vos, Dios mió, toca disponer de la criatura y de lodos sus actos, y á mí únicamente el indagar y seguir en todo vuestro benepláci­ to. Siendo este mi único anhelo, me pongo, Señor, en vuestras manos como el fiel de la balanza, indiferente para todo cuanto que­ ráis de mí, ora tenga que tomar, ora que dejar la cosa de que se tra ta ; ya repug­ ne, ya sea conforme á mi inclinación lo que Vos prescribáis; resuelto estoy á obedecer, no buscando sino la mayor gloria y alabanza Creator S p iritm ,

— 633 vuestra, y mi eterna salvación. Hablad, Se­ ñor, que vuestro siervo os escucha. •

ruma kobo de u n nm.

1.® Poner delante la cosa ú objeto que quiere sujetar á elección. 2.° Tener recta y ñja la intención en el lio para que fui criado, que es para amar y servir á Dios y salvarme, y estar ya de ante­ mano en total indiferencia sin inclinarme á una parte ni á otra, para tomar, no tomar, ó dejar la cosa de que se trata, y seguir aque­ llo que conozca será de mayor gloria y ala­ banza divina, y mas conducente á la salva­ ción de mi alma. 3.a Pedir al Señor mueva mi voluntad y ponga en mi alma lo que debo hacer acerca de la cosa propuesta que mas haya de ser de su alabanza y gloria, aplicando el enten­ dimiento á discurrir en ello pausada y rec­ tamente, y eligiendo en fin lo que vea será mas conforme al beneplácito divino. 4.° Considerar y comparar atentamente las ventajas é inconvenientes que me resul-

— 634 — tarán de adm itir ó retener la cosa, y lo mis­ mo de no admitirla ó dejarla, pero solo me­ didos en ambos casos con el fin de la gloria divina y salvación de mi alma. 5.° Habiendo considerado así la cosa por todos sus lados, mírese á donde la razón se inclina m a s, y según la mayor mocion ra­ cional , sin ninguna mocion sensual, elegi­ rás por último. 6.° Enseguida póngase la persona en ora­ cion delante de Dios, y ofrézcale la elección h ech a, suplicándole se digne aceptarla y confirmarla, si ha de ser para mayor honra y gloria suya. urano mom i como u s u i m u u n id .

4 .* La primera es, que el amor ó incli­ nación á la cosa propuesta descienda de ar­ riba del amor de Dios, de manera que uno sienta primero en sí que el mayor ó menor afecto con que la mira y elig e, es única­ mente por complacer á su Criador y Señor. 2.* Ver lo que yo aconsejaría á un hom­ bre desconocido á quien desease toda per-

— 635 — lección para mayor gloria divina, y tomarlo para mf. 3 .' Hacer ahora lo que quisiera haber hecho á la hora de la muerte. 4.* Y lo que juzgue me dará mas consue­ lo y gozo en el tribunal divino. Con estas reglas dirigidas á la quietud de mi conciencia y salvación de mi alma haré por último mi elección y oblacion al Señor, como .se dijo al concluir el modo preceden­ te, y puede hacerse de este modo. •Aquí me teneis, Diosmio, deseoso úni­ camente de serviros, y juzgando que os daré así mas gloria y alabanza, y que esto conduce i mi aprovechamiento espiritual, tomo la resolución d e... Si es Je vuestro agrado; bendecidla desde el cielo, dándome gracia y valor para ejecutarla. Sepa yo vencer las di­ ficultades que el mundo, demonio y carne me opondrán al cumplimiento de vuestra san­ tísima voluntad. Alcáncenme esta gracia los glosiosos santos Luis Gonzaga y Estanislao de Koska, que con tanto denuedo siguieron el divino llamamiento. Mas si mi resolución



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no fuere acertada y conforme á vuestro be­ neplácito divino, estorbadla, Dios mió, que no quiero en este mundo otra regla de con­ ducta ni otra felicidad , que la de hacer en todo y por todo vuestra santísima volun­ tad.» Esto es lo nías substancial de la m anera de elegir enseñada por san Ignacio , y el que U hiciere con cuidado bajo la dirección de su C onfesor, puede con fundam ento creer que h a b rá acertado en la elección. M edio* p a ra a ie g n ra r el feliz éxito de U eleooion.

De nada serviría haber hecho una elec­ ción acertada, si despues la conducta de vida no fuese ejemplar, y las costumbres no cor­ respondiesen á la alteza y santidad de la vo­ cación. ¡Ah! ¡cuántos jóvenes están ardiendo en los infiernos por no haber correspondido al llamamiento divino! ¡A cuántos podrá ful­ minar el Señor aquella terrible amenaza: Focan et renuistis, ego quoque in intento vestro ridebo! Por lo tanto , oido ya el lla­ mamiento divino, es de suma importancia



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entablar un bnen método de vida, é irse dis­ poniendo para tan alta dignidad. Dos preparaciones suelen exigir los Padres y Maestros de la vida espiritual: una remota y otra próxima. No disponerse al Sacerdocio mas, que cuando llega el momento de entrar en ejercicios para la ordenación de Presbi­ terado seria un gravísimo y funestísimo er­ ror. Es menester prepararse ya de lejos. Por eso establecióla Iglesia los Seminarios: por eso esta solícita Madre educa allí á sus queridos Samueles y los pone bajo la direc­ ción y tutela de sugetos eminentes en cien­ cia, virtud y prudencia. Por poco, pues, que te lo permitan los recursos, amado jó ven, entra en este paraíso de delicias espi­ rituales, donde se respira el suave olor de todas las virtudes. Déjate meter en aquella fragua divina , donde al golpe del martillo de un sabio reglamento y con la lima de la corrección del Superior, irá Dios labrando aquel vaso de honor que destina para orna­ mento de los altares-, aquel como cáliz ó copon sagrado donde quiere encerrarse y re-



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producirse en cierta manera. Obra sublime es e s a , lo com prendo: no merecías tú laa alto honor, lo concibo: pero acude á la oracion que todo lo alcanza, y di á menudo y con fervor esta OBACIOK para pedir á Dios buenos Sacerdotes.

Adorable Jesús m ío , Sacerdote eterno r Pontífice sumo de la nueva ley, dignaos en­ viar á vuestra Iglesia sacerdotes según vues­ tro corazon, llenos del espíritu de su voca­ ción y dóciles á las inspiraciones de la gra­ cia , que se propongan siempre por regla de su conducta vuestras santas doctrinas j ejemplos. Dadles, ó Dios m ió, espíritu de bondad y mansedumbre para atraer á lot pecadores, de ciencia y fortaleza para opo­ nerse á los errores y escándalos, de caridad con que se hagan amar de los pobres, y fi­ nalm ente, de verdadera santidad que le* merezca el respeto y veneración de todos. Comunicadles aquel celo apostólico, compa­ sivo y prudente que sabe hacerse todo á lo-



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dos, para ganarlos todos para Vos. Con­ cedednos , ó piadosísimo S eñ o r, pastores adornados de verdadera virtud y sabiduría, para que nos guien con sus ejemplos, nos apacienten con sana doctrina, y sepan, cuan­ do conviniere , dar la vida por sus ovejas, como la disteis Vos mismo, ó buen Pastor, que reináis con el Padre y el Espíritu San­ to por los siglos de los siglos. Amen. No ha9la que pidamos nosotros; suplique­ mos á la Virgen y A su Esposó castísim o que se interesen con nosotros, & fin de q u eno3 obtengan esta g ra c ia , que es u n a de las ma­ yores que Dios pueda hacer á un p u eb lo : d ar­ le dignos m inistros y representantes suyos. Y para que logres tú ser de este dichoso núm e­ ro, puedes lom ar dos Protectores m as: santo Tomás de Aquino y san Luis Gonzaga. O ración A la n to T om ás de A q nino.

Angélico Doctor santo Tom ás, gloria in­ mortal de la religión Dominicana, y colum­ na firmísima de la Iglesia, varón santísimo y sapientísimo que por los admirables ejem­ plos de vuestra inocente vida os elevasteis



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1 la cumbre de una perfección consumada, y con vuestros prodigiosos escritos sois mar­ tillo de los herejes, luz de maestros y doc­ tores, y milagro estupendo de sabiduría: i o h ! ¡ quién acertara , Santo mió, á ser en virtud y letras vuestro verdadero discípulo, aprendiendo en el libro de vuestras virtu­ des, y en las obras que con tanto acierto es­ cribisteis , la ciencia de los S antos, que es la verdadera y única sabiduría 1 ¡ Quién su­ piera herm anar, como Vos, la doctrina con la modestia, y alta inteligencia con profun­ da hum ildad! Alcanzadme del Señor esta gracia junto con el inestimable don de la pureza; y haced que practicando vuestra doctrina y siguiendo vuestros ejemplos, consiga la eterna bienavénturanza. Amen.

— 641 O ración A ta n LnU Gonxaga, para alcanzar por la intercesión del Santo la virtud de la castidad (1).

¡0 Luis santo! adornado de angélicas cos­ tumbres , yo , indigno devoto v uestro, os encomiendo la castidad de mi alma y cuerpo para que os digneis encomendarme al Cor­ dero inmaculado Cristo Jesús y á su purísi­ ma M adre, Virgen de vírgenes, guardán­ dome de todo pecado. No permitáis, Angel mió, que manche mi alma con ninguna im­ pureza; antes bien cuando me viereis en la tentación ó peligro de pecar, alejad de mi corazon todos los pensamientos y afectos inmundos , y despertad en mí la memoria de la eternidad y de Jesús crucificado im­ primiendo profundamente en mi corazon el (1) Pío V II, por un decreto Urbit et Orbü de 6 marzo de 1802, concede al que con devocion y arrepentim iento rece esta oracion, con un Padre nuestro y Ave Marta, cien días de Indul­ gencia un a vez al día. Son perpetuas y aplica­ bles ¿ las benditas Animas del purgatorio. ¿i id i w .

— 642 — temor santo de Dios, para que abrasado en su divino amor y siendo imitador vuestro en la tierra , merezca gozar de Dios en vuestra compañía. Amen. Como debe p o rta rte el jó v en en el Seminano.

Media una diferencia inmensa entre un Colegial cualquiera y un jóven Seminarista. Si aquel carece de vicios, si se aplica al es­ tudio y sale un ciudadano honrado, quedan satisfechas la sociedad y la misma religión. Pero de t í , jóven Seminarista , la Iglesia exige mucho mas. No se contenta con que ca­ rezcas de defectos que el mismo mundo mi­ raría con horror; quiere además ver tu alma adornada de virtudes; tienes que ser el mi­ n istro, el lugarteniente de Dios; pide pues la religión que tu modestia, todo tu porte in­ terior y exterior sea ta l, que al verte todos exclamen sorprendidos: ¿Quis putas, puer itle erit? ¿Quién será este jóven (1)? Esto decían del Precursor del Señor, esto debie- (i) Luc. I, 66.



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ran también decir de t í : pues no solo tienes que m ostrar con el dedo al Cordero inma­ culado , sino que teniéndole en las manos habrás de decir: Be aqui el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo (1). Entrado pues en el Seminario, comienza por observar el reglamento con religiosa exactitud. Haz con el mayor esmero los ejercicios de piedad: Ofrecimiento de obras por la mañana , Misa, oracion mental, exá­ men de conciencia, visitas al Santísimo, etc. ¿De quién espera el divino Salvador con mas justicia este tributo de amor, que de tí, jó­ ven afortunado, que moras dia y noche en su compañía, y estudias para ser un dia su mi­ nistro , su amigo y su representante en la tierra ? Encierra pues el corazon en aquel sagrario donde está tu Tesoro, y al levantar­ te por la mañana, y antes de acostarte por la noche, cuando entras y sales de clase ó en alguna otra ocasion que puedas, dedica un rato á hacer compañía junto con los An­ geles á Jesús sacramentado. En fin , lee y medita atentamente estas (i) Joan. i. 29.

— 641 — M áxim a» « a q n debe fo a d a rie to d o buen S em in arista.

4.* El principio de la sabiduría es el te­ mor de Dios. El que no ha aprendido á servir y amar á Dios, nada sabe. Devm time, el món­ dala ejus observa: hoe est enim omnis homo (4). 2.* Por ninguna cosa de este mundo, ni por complacer á ningún hombre he de co­ meter jamás ningún pecado. Porque ¿de qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si es con detrimento de su alma? 5 / En mis peligros, necesidades y aflic­ ciones , acudiré con ñlial confianza á María santísima que es mi Madre: Ecee Mater tua. Si no puedo ofrecerle otros obsequios, re­ zaré á lo menos con devocion cada dia su R osario, y en los sábados ó vigilias de sus fiestas haré alguna mortificación en su ho­ nor con aprobación de mi Director. 4.* Tomaré un Confesor fijo á quien des­ cubriré con sinceridad todo el fondo de mi alm a, y no tomaré ninguna resolución im­ portante 6in su consejo. (i) Eccles. xii.

— 646 — 5.a Seré franco con mis Superiores amán­ dolos á todos como á padres y poniendo en ellos toda mi confianza. 6.* Procuraré vivir en paz con mis com­ pañeros, mortificando para esto mi genio, y mostrándome m anso, humilde y compla­ ciente en todo lo que no sea contra mi con­ ciencia. 7.* Procuraré aprovechar bien el tiempo pensando que Dios me le da para que en el Seminario aprenda virtud y letras, y que del buen ó mal empleo que de él hiciere, de­ pende mi feliz ó desgraciada suerte. 8.* Para no pecar me acordaré con fre­ cuencia de la m uerte, del infierno y de la eternidad. E ita d io .

Por lo que toca al estudio y á tu compor­ tamiento con los catedráticos y superiores, mira como dicho muy especialmente para tí lo que dijimos al principio sobre la aplica­ ción al trabajo, observando además las re-

— 646 — 1 .* (Ofrece cada dia y mejor ano cada hora de estudio como una preparación á los mi­ nisterios sagrados quedeberás ejercer ud dia, ' en bien de las almas el estado sacerdotal. 2 .a No imites á los que dejan el estudio de obligación para lo últim o, empleando la mejor y la mayor parte del tiempo en lectu­ ras de recreo: al contrario, cumple primero con los deberes de la clase: y si algún tiem­ po te sobra, no lo emplearás en leer perió­ dicos, obras románticas y frívolas, ó novelas peligrosas, sino en repasar ó estudiar mate­ rias verdaderamente ú tile s, siguiendo el consejo de sabios y experimentados profe­ sores. 3 .a Estudia con órden y método, siguien­ do exactamente las disposiciones de tus Ca­ tedráticos, tanto en las materias que debes estudiar y el tiempo que has de emplear en cada asignatura, como en los libros de que debes usar. No tener mas regla de conducta que el gusto ó el capricho, es estudiar sin provecho y sin mérito alguno para la eter­ nidad.

— 647 —

4.* Ten por cierto que la ciencia sin el temor de Dios aprovecha poco y daña mu­ cho. Por esto nos avisa san Agustín: Amate scientiam, ted anteponite virtutem : vee enim tcienlia, nisi ei dominelur chantas. Por esto

antes y despues del estudio haz alguna bre­ ve oracion, imitando á san Buenaventura y al Doctor Angélico de quienes sabemos que ounca se ponían 1 leer ó escribir sin hacer antes oracion. Así mismo invoca á la Vir­ gen santísima en todas tus dificultades, aun­ que sea diciéndola solamente : Sedes tapien liw , ora pro me. Levanta igualmente el co­ razon al excelso Patriarca san José y veris como con estos medios aprenderás fácilmenmente, y tu estudio será de gran mérito de­ lante de Dios. ORACION PARÍ ANTES DEL ESTUDIO.

Domine qui per Apottolum luum Jacobum d ix itti: si qui» indiget tapienlia, potlulel á Deo, et dabitur e i: da mihi tedium tuarum attittricen Sapientiam, utmeeum til el mecum labore!, ut sciam quid acceplum sil apud le, Domine Deus. Da mihi inlellectum, et scrula-



Gi8 —

bor legem tuam et cutlodiam U lan in tolo corde meo. Concede mihi, o bone J m i, ut hoc studium ex obedientia tusceptum cedat ad tuam gloriam, proximorum salulem, mmunqw tp irilualem profectum. Amen. Sánete Joseph, ora me: ¡ancle Thoma, ora pro me: sánete Aloya ora pro me. C átedra.

Este es uno de los lugares en que el Se­ minarista y el devoto de san José dan masá conocer lo bueno ó malo que hay en el fon­ do de su corazon. Atiende puesá los debe­ res que la virtud y la misma buena educa­ ción te imponen. 1.” No entres ni salgas precipitadamente; antes bien evita todo clamor ó voz descom­ pasada y toda turbulencia dentro y fuera de la clase. Seria falta gravísima y merecedora de grandes castigos el promover algún motin ó demostración alguna contra un Cate­ drático ó Superior cualquiera, ó tomar parte en ello. 2.° Haz con atención la súplica que se

— 649 — dice al principiar y acabar la clase, no mi­ rando á los compañeros : as( evitarás pala­ bras, risas y otras distracciones. No importa que no lo Dote el Catedrático, te ve uno que es inGnitameivte mas que é l, D ios: y este le advierte que las cosas sanias deben tratarse santa meóle. Someta sánete tractanda. 3.° Mira al Catedrático con el amor y con la reverencia con que Jesús , miraría á san José. Lo merece este Santo, le lo pide Jesús, y lo merece el representante de Dios. Es­ cucha con atención sus explicaciones, y nota lo que no entendieres, para pedirle despues que se sirva aclarártelo mas. Nunca repruebes ni critiques, sobre todo delante de otros, su modo de enseñar, ni dés en la clase mues­ tras de no quedar satisfecho. 4.° Si fueres preguntado 6 tuvieres algo que proponer, hazlo con claridad, modestia y brevedad, no haciendo vano alarde de cien­ cia , no sea que caiga sobre tf la amenaza que el Señor dirige á los soberbios y presu­ midos : E l que te exalta será humillado (1). (l) Matlb. xxin, i#.

— 660 — 5 .” Por lo mismo nunca desprecies i los de poco talento: seria falta de caridad y gro­ sería intolerable reírse de los otros condis­ cípulos, y causarles confusion , cuando sus respuestas no fuesen acertadas. Dios es quien reparte los dones como mejor le place, ni debe gloriarse el que tiene mas, pues todo lo ha recibido del Señor. 6.° No sigas ni defiendas jamás doctrinas que se aparten del común modo de sentir de la Iglesia: antes bien revuelve muchas veces en tu interior, aquella bellísima má­ xima del Apostol san Pablo: Non m im judicavi me tcire aliquid ínter vos, niti Jesum Chriitum et /tune Crucifixum (1). Pide á Dios

esta gracia, mayormente en la visita al San­ tísimo, que en algunos Seminarios se suele hacer antes y despues de la Cátedra. R aoreaoion y paieo .

Para santificar estas obras conviene aten­ der al fin á que se dirig en , que es dar al cuerpo un moderado ejercicio necesario para (1) I C ortnth. ii , í.



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conservar la salud, y al espíritu algún des­ ahogo que le dé nuevas fuerzas para volver á las ocupaciones sérias. Según esto no es contrario á la virtud, antes muy laudable, y aun conveniente, el tomar parte en los jue­ gos en que se hace ejercicio corporal, como se evite el bullicio y la gritería. En la recreación huye de toda singulari­ dad, como de andar solo ó triste: no te re­ tires á hablar con otro á solas, ni busques siempre la compañía de unos mismos, por­ que esto seria como despreciar á los demás; antes procura manifestar á todos afabilidad y amor. En el escoger los juegos ó los pa­ seos, y generalmente en todo lo que no fue­ re contrario á la virtud , confórmate fácil­ mente con el deseo de tus compañeros. En (us conversaciones guarda un m edio, de modo que no seas taciturno, ni hables tanto que no dejes lugar r o tro s: evita las con­ tiendas y palabras injuriosas, y disimula las faltas ajenas, no dejándote jamás dominar de la ira. Desdice de buenos Seminaristas el manosearse, arrojarse en el suelo y gene-

— m — raímente el permitirse juegos de manos. So­ bre todo huye como de la peste de toda men­ tira , murmuración y de toda palabra que pueda ofender los oídos castos ó causar es­ cándalo. En semejantes casos san Luis Gonzaga no atendía á respetos humanos, pues ó reprendía al atrevido, ó se iba de la conver­ saro n . Procura introducir suavemente conversa­ ciones espirituales, valiéndote ya de algún ejemplo de la Virgen santísima ó de los San­ tos , ya de la ocasion de una próxima festi­ vidad, ó de lo que se leyó en refectorio, ó de algún reciente acontecimiento. Para lograr esto mas fácilmente, y evitar al mismo tiem­ po las bitas que suelen cometerse en los juegos y conversaciones, algunos tienen la costumbre de rezar al principio un Ave Marta pidiendo á la Virgen santísima esta gracia.

Por oua.

Nada te recomiendo tanto como la exacta observancia del reglamento y de los avisas que se dieren para el buen órden del Semi-



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nano. Además de que haciéndolo así cum­ plirás la voluntad de Dios manifestada por la voz de tus Superiores, también te acarrea­ rás mucha paz y te librarás de grandes pe­ ligros. Guarda el reglamento, dice san Ber­ nardo, y el reglamento te guardará á tí. Hay ciertos puntos del reglamento que deberían observarse, aun cuando no estuviesen espresamente mandados, porque los dicta la mis­ ma razón, la urbanidad ó alguna otra virtud; tales son la exactitud en levantarse y acos­ tarse á sus debidos tiem pos, la limpieza en los vestidos y aposento, las muestras de res­ peto debidas á los Superiores, á los Sacer­ dotes y á los Maestros. Otros puntos hay que se prescriben porque ciertas circunstan­ cias los hacen necesarios, como el guardar silencio por casa y al ir en comunidad , el no entrar en los aposentos y oficinas, el abs­ tenerse de ciertas cosas ó de algunos juegos, el no hablar sin licencia con los de fuera, el no traer ni recibir á escondidas libros ú ob­ jetos que no se permiten en el Seminario, aun cuando tal vez de su natureleza 110 fue-



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ran malos. El buea Seminarista nunca debe despreciar estas cosas, por mas que á pri­ mera vista le parezcan de poca importancia, pues sabe que por ellas agrada á Dios, y cier­ tamente le ofendería con la desobediencia. Tenga presente aquella sentencia de la so­ ma verdad. E l que es fiel en lo poco, también lo será en lo mucho (1). A o o ita rs e .

Concluido el eximen y la oracion de la no­ che, no busques ni admitas á nadie para ha­ blar: acuéstate con mucha modestia y silen­ cio , para lo cual será bueno que reces en­ tretanto algunas oraciones ó á la sagrada Pasión del Señor, ó á la santísima Virgen, ó en sufragio de las almas del Purgatorio. Piensa que se va acercando el dia en que te acostarás y no saldrás mas de la cama sino para ser trasladado á la sepultura. Aconse­ jan los médicos el acostarse sobre'el lado derecho, á lo que podrás añadir el tener los brazos recogidos delante del pecho. Antes (l) Luc. xvi, lo.

— 688 — de entregarte al sueño, encomiéndale á la sagrada Familia diciendo:

Jesús, José y María, ot doy el corazon y el alma mia. Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía. Jesús, José y María, espire en vuestros bra­ zos el alma mia.

Y no olvides que con cada una de estas jaculatorias puedes ganar cien dias de indul­ gencias (Pió VII, 28 abril de 1807): última­ mente dirás : y. Requiescamvs tn pace. H). In Corde Domini nostri Jesu Christi.

Amen.

Cuando te dispertares de noche, saluda aunque sea por un breve momento á Jesús sacramentado, pensando como por tu amor está tan solitario en la sagrada Escaristía. M odo de p asar b ien

vacaciones.

Tres escollos debes evitar durante las va­ caciones, el ocio, el abandono de las prácti­ cas de piedad y los malos compañeros. Con-

— 666 — viene pues que desde el prim er dia te formes un plan de vida en que se determine el tiempo de levantarte y acostarte, de enco­ mendarte ¿ Dios, y de tener algunas honestas recreaciones, de modo que nunca te halles sin saber que h a c e r, por lo que toca al es­ tudio podrás durante este tiempo dedicarte mas que entre año á lecturas útilmente agra­ dables, como la historia, la geografía, la li­ teratura, etc., pero sin dejar del todo las materias del curso. No dejes sin grave motivo la santa Misa, la meditación y la lectura esp iritu al: los dias de fiesta acércate á los santos Sacra­ mentos según el consejo del prudente Di­ rector, y asiste á los oficios de la Parroquia. Dios y los hombres esperan de tí estos actos de edificación. Aprovecha las ocasiones de procurar la gloria de Dios y ejercitar el celo, las cuales no te faltarán, bien sea ayudando al Cura en el ministerio de enseñar la doc­ trina, ó instruyendo á los de casa en los de­ beres de cristiano , ó cuidando del aseo de la Iglesia, etc.

— 687 —

No trabes amistad con personas de otro sexo, ni te pares á hablar á solas con ellas: cuanto á los amigos y compañeros, podrás juntarte con uno ó dos que sean verdadera­ mente temerosos de Dios y amigos de fre­ cuentar los Sacramentos. Si no quieres per­ derte, huye del trato con jóvenes distraídos, y advierte que entre los malos compañeros debes contar en primer lugar á los malos libros. Guárdate de caer en el vicio de algunos que critican ó manifiestan á los de casa las faltas de las personas que intervienen en el Seminario, pues seria fácil llegase á pecado mortal semejante murmuración. Finalmente sé modesto en el m irar, reca­ tado y circunspecto en la conversación, man­ so y paciente con los iguales, obediente y humilde con tus padres y m ayores: así con­ servarás la pureza de tu corazon, darás buen ejemplo y harás honor al Seminario en que te educas.

— 658 — Como debe el ji v e n p re p a ra rte al Sacer­ docio.

A medida que se va acercando el dichoso dia en que tiene el jóven Seminarista que consagrarse á Dios, contrayendo la solemne obligación de guardar perpétua castidad; debe no omitir diligencia alguna para dispo­ nerse á recibir dignamente un carácter que es sobre todo mérito humano y aun angélico. Délas disposiciones con que se llegare á las sagradas órdenes depende la mayor ó menor gracia sacramental, para que luego pueda llenar el ministerio con aprovechamiento suyo y bien de las almas. Procure pues leer y meditar atentamente el capítulo segundo del primer tratado de nuestro Tesoro del Sacerdote: y allí verá no solo el significado de cada órdsn y los principales decretos y ceremonias que debe observar, sino también las disposiciones con que debiera acercarse para recibir toda la plenitud de gracias que Dios quisiera comunicarle. ¡ A h ! ¡ cómo se prepararía al Sacerdocio san Francisco de

— 689 — Sales , quién , como se lee en su vida, fué arrebatado en altísima contemplación i los mismos piés del Obispo que le ordenaba! Las gracias sacramentales que Dios suele conceder 1 los que con mas cuidado y fervor se preparan al Sacerdocio, suelen ser: 1.° Gran devocion cuando celebran la Misa y rezan el Oficio divino. 2.8 Acierto especial en la dirección de las almas, con grande aprovechamiento suyo y de los penitentes. 5.° Mucha facilidad en convertir í los pe­ cadores que han hecho malas confesiones, ó que rara vez se confiesan, viviendo encencgados en el vicio. 4.° Don de tranquilizar las conciencias, y 1 veces con muy pocas palabras. 5.° Otras gracias mas ó menos abundan­ tes y extraordinarias, según fuere la dili­ gencia con que se preparan á recibir las sagradas órdenes: tales son no experimen­ tar tentaciones, ó resistir varonilmente i ellas.— Encontrar gran gusto en el ejercicio del ministerio.— Suma paz, y tranquilidad,



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y contento, en el estado que han abrazado. A estas gracias debe el ordenando dispo­ nerse con una conducta irreprensible, con mayor hum ildad, obediencia, exactitud y fervor de devocion, de modo que pueda ser­ vir de ejemplo á los demás. La preparación inmediata debe ser una confesion general, con aprobación del Director, como si tuvie­ ra que prepararse para morir, haciendo ocho ó diez dias de ejercicios espirituales, en los cuales, despreciando todo respeto humano, se entregue totalmente á Dios, forme serios propósitos de emprender una vida nueva, y conciba deseos eficaces de cosas grandes; de modo que salga de los ejercicios trootdo en otro hom bre, viéndose esta mudan­ za tanto en lo que mira directamente al ser­ vicio de Dios, como en el trato con los hom­ bres. Así salieron un V. P. Luis de La Puen­ te , que se preparó al Sacerdocio con un mes entero de ejercicios; un san Ignacio de Loyola, un san Francisco Javier, un P. Laynez y otros que se retiraron á la soledad por espacio de cuarenta dias.



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Con semejantes disposiciones debe cele­ brar la primera misa, encargando á otros los preparativos de la fiesta, para que no le di­ sipen el espíritu, y no consintiendo que los convidados se permitan actos ó conversacio­ nes profanas. Y porque de los principios depende por lo regular lodo el resto de la vida, ponga sumo cuidado en aprender y ejecutar bien todas las ceremonias, sin des­ preciar ninguna cosa, por pequeña que pa­ rezca, y acostúmbrese á pronunciarlo y ha­ cerlo todo con la debida gravedad y devo­ cion esterior, que sirve mucho á la interior y i la edificación del prójimo. Como debe p o rta rte , el jó v en .

Adornado ya por fin del carácter sacerdo­ tal, no debe el Seminarista guardar escon­ dido el talento que Dios le confió; antes bien ardiendo en deseos de emplearle fiel­ mente en bien de las almas, diga con el Pro­ feta : Ecce ego, mitte me (1), dispuesto para ir á cualquier puesto que Dios le quiera se(i) Isal. vi.

ñalar por medio del Prelado. Y así antes de salir del Seminario debe recoger los últimos fru to s, y llevarse como un ramillete de las mas olorosas flores de aquel vergel: quiero decir que debe formar y escribir algunos propósitos, que recordándole toda la vida lo que en el Seminario aprendió, recreen, di­ rijan y conforten su alma en la nueva car­ rera que va á emprender. Pongo aquí los que convienen á todos , y cada cual podrá añadir lo que le sugiriere su propia necesi­ dad ó devocion : lo que sigue va sacado en gran parte de una pastoral de uno de los se­ ñores Arzobispos mas celosos de España. Ante todo debe el Sacerdote tener muy presentes estas cuatro cosas: ¿Qui tonos? Sal de la tierra, luz del mun­ d o , ángeles del Señor, Ministro de Jesu­ cristo , espejos en que se miran los demás fieles. ¿Cuáles son nuestros deberes? Ser perfectos, como nuestro Padre celestial es perfecto.— Procurar que los demás se salven y se santi­ fiquen.



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Esto debe ser la ma­ teria de nuestro mas serio exámen. ¿Qué cuenta nos espera? El Sacerdote que en el dia de la cuenta pudiere decir á Jesu­ cristo: •Señor, cinco talentos (6 dos, etc.), ¿Cómo lo cumplimos?

me entregaste, he aquí otros cinco mas que he ganado con ellos, oirá de la boca del S eñ o r: Muy bien, siervo bueno y fiel; ven á tomar parte en el gozo de tu señor.— Mas ¡ay de aquel

que por pereza ó encogimiento escondiere y tuviere ocioso ol talento recibido I Su sen­ tencia está fscrita en el Evangelio: A ese siervo inútil arrojadle á las tinieblas exterio­ res : alU será el llorar y el crujir de dien­ tes (i).

Para que no venga á parar en tamaña des­ gracia, procure Cada año: Hacer los ejercicios espiritua­ les.— Prepararse con mayor fervor y con alguna mortiñcacion á celebrar los dias ani­ versarios de su bautismo y ordenación, y las fiestas principales. Cada mes: Un dia de retiro espiritual, ¡i) Malth. xxv.

— 664 — según el método que arriba se puso.—Sa­ car por suerte un santo Patrón. Cada semana: Confesarse á lo menos una vez con un confesor fijo. Cada d ia : Tener en cuanto sea posible hora fija de levantarse.— Ofrecer obras.— Hacer á lo menos media hora de oracion mental por la mañana, antes que otros cui­ dados ocupen la imaginación: si esto no pu­ diere s e r , busque alguna de las horas del dia menos expuesta 1 distracciones.— Decir la santa Misa de tal modo que no solo saque para sí fruto de devocion , sino que la ins­ pire á los dem ás; á lo cual ayudará hacer con exactitud y gravedad las ceremonias, y pronunciar bien y sin precipitación todas las palabras.— Rezar con el mismo cuidado el oficio divino , buscando lugar y tiempo favorables al recogimiento.— Dedicar un rato á la lectura espiritual.— No omitir ningún dia la visita al santísimo Sacramento y el Rosario.— No dejar pasar dia sin estudiar algunas materias análogas al Sagrado minis­ terio, principalmente la teología moral y la



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santa B iblia, fijando tiempo para ello.— Hacer antes de acostarse exámen de con­ ciencia. Siempre: Vestir hábito talar, y abstener­ se de cazas y juegos.— Tener limpios los ornamentos sagrados, la iglesia bien aseada, y guardar en ella silencio y devocion.— Ser amante de catequizar, predicar y oir confe­ siones.— Rogar por los fieles difuntos y ha­ cer limosna á los pobres.— Huir la ociosi­ dad.— Finalmente edificar á todos, practi­ cando á ejemplo de Jesucristo las virtudes de la hum ildad, mansedumbre, castidad, paciencia, caridad y obediencia, sin mur­ murar nunca de su Prelado.

HIHNOS Y C Á N T IC O S

m a s u sa d o s

.

Bftlmo 50.

me¡ Deus: * secundum magnam misericordiam tuam. E t secundum multiludinem miserationum tuarum : * dele iniquitatem meam. Amplius lava me ab iniquitate mea: * el a peccato meo munda me. Quooiam iniquilalem meam ego cognosco: * et peccatum meum contra me est semper. Tibí soli peccavi, et malum coram te feci: * ut justificeris in sermonibus tuis ct vincas cum judicaris. Ecce enim in iniquitatibus conceptus sum : * et in peccatis concepit me mater mea. Ecce enim veritatem dilexisti: * incerta et occulta sapientix tu s manifestasti mihi. Asperges me hyssopo, et mundabor: * lavabis me, et super nivem dealbabor. Miserere

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Auditui meo dabis gaudium el Iselitiam: * ct exultabunl ossa liumiliala. Averie faciem luain a peccatís meis: * et omnes iniquitales meas dele. Cor mundum crea in me, Deus: * et spi— ritum reclum innova in visceribus meis. Ne projicias me a facie tua: * e t spirilum sanctum tuum ne auferas a me. Redde mihi lstitiam salutaris t u i : * ct spiritu principali confirma me. Docebo iniquos vias tuas: * ct iinpii ad le converlentur. Libera me de sanguinibus, D eus, Deus salutis m es: * et exultabit lingua mea ju stitiam tuam. Domine, labia mea apenes: * et os meum annuntiabit laudem luam. Quoniam si voluisses sacrificium, dedissem u tiq u e: * holocaustis non delectaberis. Sacrincium Dco spiritus conlribulatus: * cor contritum et humiliatum , D eus, non despidas. Benígne fac , Domine , in bona volúntate tua Sion: * u t xdificentur muri Jerusalem. Tune acceptabis sacrificium juBlitiae oblaliones, et holocausta: * tune imponent s u per altare luum vítulos. Gloria Palri, etc.

— 668 — T e-D enm la u d a m o i.

Te-Deum laudam us: * te Domioum con6temur. T cxtcrnum Patrem * omnis Ierra veneratur. Tibí omnes Angeli: * tibí c ali, et uDiversx potcstates. Tibí C herubim , et Sei'aphim: * incessabili voce proclamant. Sanctus, Sanctus, Sanctus: *Dom¡nus Deus Sabaoth. Pleni sunt cceli et térra: * majestatis gloria: tuae. Te gloriosus * Apostolorum chorus. Te Prophetarum * laudabilis numerus. Te Martyrum caudidatus * laudat exercitus. Te per orbem terrarum , * sancta confitelur Ecclesia: Patrem * immensx majestatis, Venerandum tuum verum, *etunicum Filium. Sanctum quoque * Paraclytum Spiritum. Tu Rex glorias, * Christe. Tu Patris * sem piternus es Filius. Tu, ad liberandum suscepturus hominem, * non horruisti Virginis uterum. Tu, devicto mortis acúleo, * aperuisli ereden tibus regna ccelorum.

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Tn ad dexteram Dei sedes, * in gloria Patris. Judex crederis • esse venlurus. Te ergo, quaesumus, tuis famulis subveni, * quos pretioso Sanguine redemisti. /Eterna fac cum Sanctis tuis * in gloria nu­ meran. Salvum Tac populum tu u m , D om ine, * el benedic hsereditati tu s. Et rege eos, * et extol|e ¡líos usque in aeter­ nura. Per singulos dies * benedicimus le. E t laudamus Nomen tuum in saeculum, * et in saeculum sxculi. Dignare, Domine, die isto * sine peccato nos custodire. Miserere nostri, Domine, * miserere nostri. Fiat misericordia tua, Domine, super nos, * quemadmodum speravimus in te. In le, Domine, speravi: * non confundar in ¡eternum. SI este him no se cantase inm ediatam ente despues de los M allines, de la Misa, ó de una procesioo, la capa será del color que corres­ ponda al oficio: mas si se cantare por separa­ do, ordinariam ente se em pleará el color blan­ co ó encarnado. Se dice siem pre en pié, aun estando expues­ to el santísim o Sacram ento. S. B. C. 27 Mar. 1779.—Pero se arro dillarán lodos al verso Te ergo quasumut etc. (cerero. Episc. i. 2 , c. 5) y

— 670 — al últim o se cantarán los versos Benedictinas Patrem ele., Benedictos es ele., Domine exau­ dí ele., con una sola oracion Deus cujus miseri­ cordia. S. R. C. 11 Sel. 1847. Solo despues de la proceslon se añadirán las otras oraciones del Ritual. C ántico d a la V irgen.

Magníficat, * anima mea, Dominum. Et exultavít spiritus meus * in Deo salatari meo. Quia respexil humililalem A ncills su s; * ecce enim ex hoc beatam me dicen t omnes generationes. Quia fecit mihi magna qui potens c s t, * et sanctum nomen ejus. E t misericordia ejus a progenie in pro­ genies * timentibus eum. Fecit potentiam in brachio suo; * dispersit superbos mente cordis sui. Deposuit potentes de sede, * et exallavit humiies. Esurientes implevit bonis, * et divites dimisit inanes. Suscepit Israel puerum suum, * recordatus misericordias su s. Sicut locutus est ad Patres n oslros, * Abraham, et semini ejus in sscula. Gloría Patri. ele.

— 671 — ▼coi C reator S p irltn i. HYMNUS.

Veni, Creator Spiritus, Mentes tuorum visita, Imple superna gratia, Qu® tu creasti pectora. Qui diceris Paraclytus, Altissimi donum Dei, F ods vivus, ignis, charitas,

Et spiritalis unctio. Tuseptiform is muñere, Digitus Patern® dexlera, Tu rite promissum Patris, Sermone ditans guttura. Accende lumen sensibus, Infunde amorem cordibus, Infirma nostri corporis Virtute firmans perpeti. Hostem repellas íongius, Pacemque dones protinus; Ductore sic te previo Vitemus omne noxium. Per te sciamus, da, Patrem, Noscamus atque Filium, Teque utriusque Spiritum Credamus omni tempore. Dco Patri sit gloria,

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Et Filio, qui a mortuis Surrexit ac Paraclylo, In saeculorum sscula. Amen. Solo en (tempo pascual se concluye así este him n o: fuera de dicho tiempo, aun cuando ac dijese dentro de las octavas que llenen con­ clusión propia, se d l r i siem pre: Deo P alri sil gloria Ejusque solí Pillo etc., como en Prima. S. H. C. 7 Abr. 1833. S ao rú «olem nüj.

Sacris solemniis, juncta sint gaudia, E t ex pracordiis sonent preconia: Recedant vetera, nova sint omnia: Corda, voces et opera. Noctis recolitur coena novissima, Qua Christus creditur agnum et azyma Dedisse fratribus, juxta legitima Priscis indulta patribus. Post agnum typicum expletis epulis, Corpus Domimcum datum discipulis, Sic totum ómnibus, quod totum singulis, Ejus fatemur manibus. Dedit fragilibus Corporis feixulum, Dedit et tristibus Sanguinis poculnm Dicens: Accipite quod trado vasculum: Omnes ex eo biblte. Sic Sacrificium istud instituit,

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Cojas officium coaimitti voluil Solis Presbyteris, quibus sic congruit, Ut sumant, et dent coeteris. Pañis Angelicus fit pañis hominum: Dat pañis ccclicus figuris term inum: Ob res mirabilis! Manducat Dominum Pauper, servus et humilis. Te Trina Deitas, unaque poscimus, Sic nos tu visita, sicut te colimus, Per tuas semitas duc nos quo tendimus, Ad luceni, quam inhabitas. Amen. P a n g a lin g o a glorioii.

Pange lingaa gloriosi Corporis mysterinm, Sanguinisque pretiosi, Quem in mundi pretium , Fructus ventris generosi Rex effudit Gentium. Nobis datus, nobis natus Ex intacta Virgine, E t in mundo conversatas, Sparso verbi semine, Sui moras incolatus Miro clausit ordine. In supremas nocte coen® Recumbens cum fratribns, Observata lege plene

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Cibis in legalibus, Cibum turbae duodens Se dat suis manibus. Verbum caro, Panem verum Verbo carnem efficit: Fitque Sanguis Christi merum, E t si sensus déficit, Ad firmandum cor sincerum Sola fídes sufficit. Tantum ergo Sacramentum Veneremur cernui: E t antiquum documentum Novo cedat ritu i: P rsste t Fides supplementum Sensuum defectui. Genitori, Genitoque Laus et jubilatio: Salus, honor, virtus quoque Sit et benedictio: Procedenti ab utroque Compar sitlaudatio. Amen. A ve m a r » «talla.

Ave maris Stella, Dei Mater alma, Atque semper Virgo, Félix coeli porta. Súmeos illud Ave

Gabrielis ore, Funda nos in pace Mutans H evs nomen. Solve vincla reís, Profer lumen cscis, Mala nostra pelle, - Bona cuneta posee. Monstra te esse Malrem, Sumat per te preces Qui pro nobis natus, Tulit esse tuus. Virgo singulari8 Inter omnes mitis, Nos culpis solutos, Mi tes fac, et castos. Vitam p resta puram, Iter para tutum , Ut videntes Jesum Semper collxtemur. Sit laus Deo Patri, Summo Christo decus, Spiritui Sancto, Tribus honor unus. Amen. E n el c o ro y e n la s p r o c e s io n e s d e b e c a n ­ t a r s e l a p r i m e r a e s tr o f a to d a d e r o d illa s . S. H. C. s i J u l. 1665. Com o ta m b ié n b a v q u e a r r o d i l l a r s e e n e l h im n o p r e c e d e n te m ie n tr a s ge c a n te la e s tro * fa Tanlum ergo Saeramentum. E ad . ib ld .

— 676 —

CÁNTICOS CASTELLANOS. PARA INVITAR AL PUEBLO A LA MISION. F A llll BEL U J O n ¿ D M O «

Ven, hijo lloroso, Ven, y abrázame: Que padre amoroso Te soy, te seré. ¿Temes, porque aleve Me desamparaste, Y mi amor dejaste Por un gusto leve? Sf, delito fué; Que no merecía Yo tal vilanfa, Mas ya la olvidé. ¿Acaso perdiste Las gracias primeras, Y en viles maneras Mi bien consumiste? Te perdonaré Tan gran devaneo, Ven, y á tu deseo H artura daré. ¿Deshecho del mundo,

Padre, ele.

Padre, etc.

Padre, ele.

— 677 —

Mi mano besar Temes, por estar Escuálido, inmundo? ¡Oh! vuélvete 1 mí, Que voy por tu suerte La estola á volverte Que en sangre teñí. ¿De tu ser la alteza Acaso borraste, Y te asemejaste Al bruto en vileza? Ven, que te adquirí Altísimo nonor: Eterno loor Habrá para tí. U l f U U I l D C I, T O O

Padre, aqvim eves: Hijo ingrato he sido; Mas arrepentido Ya vuelvo á tus p iis.

¡Ay tristed e mí! ¡Ay qué desconsuelo! Pequé contra el cielo, Pe ' ‘ " Herido me siento, Y en ayes me aliento Perdón á clamar.

Padre, etc.

Padre, etc.

— 678 —

De hoy mas desprendido Del mundo falaz, Ya busco la paz Del Dios ofendido. Por tí viviré, Por tí solamente: Con sangre mi ardiente Amor sellaré. A LA VIRGEN SANTÍSIMA. L a m ú s ic a la m is m a q u e p a r a e l C o n tem p lan , admirare d e s a n C a sim iro .

¡O María, Madre m ia ! . ¡O consuelo ie l mortal! Amparadme Y guiadme A la patria celestial.

Con el Angel de María Las grandezas celebrad, Transportados de alegría Sus finezas publicad. Salve, iúbilo del cielo, Del Gxcefso dulce imán, Salve, hechizo de este suelo, Triunfadora de Satán.

— 679 —

Quien á Tí ferviente clama Halla gloria en el penar; Pues tu nombre luz derrama Gozo y bálsamo sin par. De sus gracias tesorera La nombró tu Redentor; ¿Con tal Madre y Medianera Temer puedes pecador? Pues te llamo con fe viva Muestra, ó Madre, tu bondad A mí vuelve compasiva Esos ojos de piedad. Jardin halle de dulzuras En mi pecho el Hacedor, En él broten flores puras Frutos dé tu santo amor. Hijo ñel quisiera amarte Y por Tí solo vivir: Y por premio de ensalzarte, Ensalzándote morir. Del Eterno las riquezas Por Tí logre disfrutar, Y contigo sus finezas Mil y mil siglos cantar.'

— 680 — SALVE A LA VIRGEN SANTÍSIMA. C oro.

Salve, de los cielos Beirut incomparable; Salve, de los hombres Amorosa Madre.

Salve, airosa palma Frondosa de Caaes, Rosa de los cielos, De aromas fragantes. Salve, portentosa Torre inexpugnable, Oliva que anuncias Paz i los mortales. Salve, de las almas Pastora, que sabes Dar á tus ovejas Pastos inmortales. Salve, hermosa Reina, A quien homenaje Obsequioso rinden Coros celestiales. Salve, Paraíso, om place, Un Dios hecho carne. Salve, rico templo

— 081 —

De Amor inefable, Madre de Dios Hijo, Hija de Dios Padre. Bendigan tu nombre Eternas edades, Los cielos y tierra, El hombre y el Angel. A tu dulce fruto Muéstranos afable, Calma sus enojos, Sus dones reparte. Alivia mis penas, Remedia los males, Atiende 1 mis ruegos, Sénos dulce Madre. Vuélvenos propicia Tus ojos amables, Que el cielo hermosean, Que glorias esparcen. Desterrados lloran En áspero valle Tus hijos, clamando Benigna los salves. Haz que en el Empíreo, Gloriosos te canten Con los Serafines, Salve, Vfrgen, salve.

— 682 — PARA DAR PIN A LOS SERMONES.

Perdón, ó Dio» mió, Perdón, indulgencia, Perdón y clemencia, Perdón y piedad.

Peaué; ya mi alma Su culpa confiesa, Mil veces me pesa De tanta maldad. Mil veces me pesa De haber obstinado Tu pecho rasgado, ¡O suma Bondad! Yo fui quien del duro Madero inclemente Te puso pendiente Con vil impiedad. Mi rostro cubierto De llanto lo indica, Mi lengua publica Tan triste verdad. Por mf en el tormento La sangre vertiste, Y prendas me diste De amor y humildad. Y yo en recompensa, Pecado i pecado,

Perdón, etc.

Perdón, etc.

Perdón, etc.

Perdón, etc.

Perdón, etc.

— 683 —

La copa he llenado De la iniquidad. Mas ya pesaroso Te busco, te llamo, Con lágrimas clamo, Prometo lealtad. Oponga á tu enojo Temido, potente, La Virgen clemente Su ruego y beldad. Tus brazos amantes Estréchenme al cuello, Firmísimo sello De eterna amistad.

Perdón, etc.

Perdón, etc.

Perdón, etc.

Perdón, etc.

PARA EMPEZAR EL MES DE MAYO. C oro.

Corramos fervorosos Con flores á porfía, Con flores á María, Que Madre nuestra es.

De nuevo aquf nos tienes, Purísima Doncella, Mas que los cielos bella, Postrados á tus piés. Venimos á ofrecerte Flores del baio suelo; Con qué filial anhelo,

— 684 —

Señora, tú lo ves. Humildes te rogamos, Si no lo desmerecen, Las que en la gloria crecen, En cambio tú nos des. Con ellas te ofrecemos Rendidos corazones, Pidiéndote los dones Que rica tú posees. ¡Ay, Madre! no nos dejes: ¡ Ay que las almas solas E ntre las turbias olas Darán luego al través! En tus benignas oíanos Vida y salud ponemos; Al puerto llegaremos, Si á nuestro lado estés. PARA ACABAR.

Dulcísima Virgen, Del cielo delicia, La flor que le ofrezco Recibe próvida.

Los valles alegra Renéfico rayo Del sol que engalana Las flores de Mayo. Risueñas se abren,

— 686 —

Y el cáliz asoma, Y esparcen en torno Balsámico aroma. Asi agradeciendo Su noble destino, La gloria publican Del Dueño divino. Jazmin, azucena, Claveles galanos, De ofrenda servidme, Venid á mis manos. Mostrad hoy á gala Mayor lozanía; Que va á recibiros La virgen María. El alma, Señora, Yo, pobre aunque soy, Con todas mis ansias Bendido te doy. Mi afecto sencillo Recibe amorosa, Que en solio esplendente Ños miras piadosa. Propenso tu oido Mis voces atienda, Y admita cual Madre Tu seno mi ofrenda. Tu rostro apacible

— 686 —

Mi vista descubra, Y en tanto dichoso Tu manto me cubra. U S DOS BANDERAS.

Juro, seguir, Dios mió, Tu vos y tu estandarte, Juro ferviente amarte, Constante hasta morir.

Falaz me prometía Luzbel tanta dulzura, Y mares de amargura Hallé ¡ triste de mí! Tú, Jesús amoroso, Tú cumples lo que ofreces; Cuando te amé, mil veces Mas bienhadado fui. 'Juro, etc. No de Satán soberbio He de seguir la huella; Sino la santa y bella Bandera de Jesús. Pena por breve gozo Da el dragón del infierno; Jesús un premio eterno Por momentánea cruz. Juro, etc.

— 687 — AL CORAZON DE JESÚS.

Coro.

Corazon tanto, Tú reinarás: Tú nuestro encanto Siempre serás.

Rey de los siglos, Rey victorioso, Dueño amoroso, Dios de bondad. Vengo á tus plantas, Si tú me aejas, Humildes quejas A presentar. Divino pecho, Donde se inflama La eterna llama De caridad. ¿Cómo no sale De sus prisiones, Los corazones A cautivar? Bien obligado Con empeñada Promesa dada, Señor, estás. ¿Qué mas tu pecho

Corazon, ele.

Corazon, etc.

— 688 —

Pide anhelante, Sino el amante Fuego arrojar? Corra la llama Tan poderosa: Que arda amorosa La tierra ya. Rey de las almas, Jesús clemente, Divina Cuente De santidad. Véante mis ojos, Desenojado, Dueño adorado, Dios de piedad. De hoy mas las manos En cautiverio Con dulce imperio Tú me tendrás. Aquí admitido, Corazon santo, Quiero en el llanto Pei’scverar. De tí la vida, En tí la muerte ¡Divina suerte! Quiero esperar.

Corazon, ele

Corazon, etc.

Corazon, ele.

Corazon, ele.

— 689 — pama u conmuoi* ra u ti luKoa ó Procesion del Santísimo Sacramento. (B E FliN D ID O ).

Con el m ism o Iodo que el Sacris Solemnüs.

Altísimo Señor, Que supiste juntar A un tiempo en el altar Ser Cordero y Pastor, Pues lloro con dolor Mi negra ingratitud, Halle en Tí clemencia y salud. Cordero divinal, Por nuestro sumo bien Inmolado en Salen; En tu puro raudal De gracia celestial Lava mi corazon, Que fiel te rinde adoracion. Suavísimo maná Que sabe á gustos mil, Ven, y del mundo vil Nada me gustará : Ven, y se trocará Del destierro cruel En dulzura la amarga hiol. ti

690

¡O convite real, Dó sirve el Redentor Al siervo, al señor Comida sin igual! Pan de vida inmortal, Ven á entrañarte en m(, Y quede yo trocado en Tí. Si osare á Tí venir Das muerte al pecador, Y de celeste ardor Das al justo vivir. ¡Ay! ¡qué triste morir! De vida en el manjar Letal veneno y m uerte hallar. ¡Precioso candeal, Mas dulce al alma fiel ................................. 1,

No tiene dicna tal La celeste Sion, Del gozo fúlgida mansión. ¡O vínculo de paz! ¡ O fuego abrasador! ¡ O piélago de amor, Del destierro solaz I

— 691 —

Pues yo no soy capaz, Amete el Qnerubin Por m(, y alábete sin fin. «O E M AL ANGÉLICO JÓVEN SAN LUIS GONZAGA.

Pues tu ruego poderoso Cuanto pide siempre alcanza, Pide al Señor que te imite, Santo jóven, Luis Gonsaga.

Dos que tú llamabas culpas, Te fueron ¡ay! tan amargas, Que mientras duró tu vida, No cesaste de llorarlas; ¿Y yo mis culpas no lloro, Siendo tan graves y tantas? Pide, etc. Trataste cual enemigo Tu cuerpo puro sin mancha, Y aun tierno niño, tus carnes Desapiadado rasgabas; ¿Y yo en descanso y placeres, Paso mi vida culpada? Pide, etc. Al mundo y sus devaneos Hollaste con firme planta, Huyendo de sus placeres, Halagos y pompas vanas: ¿Y yo tan mentidos bienes Busco afanado con ansia? Pide, etc.

— 692 —

De la castidad hermosa Tan amante te mostrabas, Que ni idea menos pura Osó jamás empañarla; ¡Y yo en espirita y cuerpo Me miro lleno de manchas! Pide, ele. Tan unida se mantuvo Con su dulce Esposo tu alma, Que te era duro tormento Un solo instante apartarla; ¡Yo lejos de Dios no escacho Sus amorosas palabras! Pide, etc. De amor divino en tu pecho Se encendió tanlo la llama Que fija en tu Dios la mente Solo ae él la lengua hablaba; ¿Y yo en mi pecho de nieve A Dios nunca doy entrada? Pide, etc. Pues tu ruego poderoso, etc.

F IN .

Harte lona 14 de ottubre de 1874. Im prím ase.—J u a n d e P a l a u y S o l e r , Y .

C.

In

d ic e

. p Ab .

S um arlo.......................................................... v A los Párrocos y á los Josefinos. . . . vil Fiestas m ovibles: explicación...................xiv Tabla............................................................... xvi Calendarlo........................................... xiv, xvm Devocion á san José: im portancia.. . . 81 — Favores......................................................32 Cultos p rin c ip a le s: cada año.................... 38 Mes de lla rz o : precauciones...................... 39 Fiestas del Sanio.......................................... 40 Devociones: los siete domingos................. 42 Dar de comer á tres pobres........................43 Culto perpétuo..............................................48 — Indulgencias. . ? ...............................SI Dia 19 de cada mes.......................................82 — Ejercicio p ara este dia.......................... 83 Miércoles de cada sem ana........................... 53 Obsequios de cada dia..................................84 En todo tiempo............................................. 56 Prácticas p articulares................................. 58 Ave Jo sep h : Memorare............................... 60 Acto de consagración...................................61 Dolores y gozos: su origen........................... 66 — A dvertencias............................................68 — Como se rezan..........................................71 Preces á san José.......................................... 87 Corona Angélica: su objeto..........................93

— 691 — — P ráctica..................................................... #* — Puede serv ir de novena.........................lo* — Hasta p ara cualquier Santo..................l l t Antífonas y oraciones........................81, M , 101 Devocionario especial.................................. 111 Santificación de las obras del día. . . . 117 — Ofrecimiento de ellas.............................121 — Iglesia........................................................lid — Trabajo......................................................1J7 — Comida...................................................... 131 — Benedicite. Acción de gracias. . . ......13< Posicion social: cómo pueden santificar­ se los pobres..............................................137 — Los ricos....................................................136 E xám enes: general...................................... 141 — Modo de. h a c e rle ..................................... 143 Ejercicio p ara la noche...............................148 M U it su excelencia....................................1SS — P rim er modo de o írla bien................... í u — O frecim iento............................................16* — Peticiones................................................. 171 — Segundo modo de oirHa Misa. . . . 181 — Aplicase ¿ la Pasión...............................184 — Tercer modo de o í r l a . ..........................le t S a c ra m e n ta l: su precio.............................19Í Confesion: exám en...................................... SOS — Por los m andam ientos...........................3M — Por los pecados capitales......................811 C ontrición: motivos.....................................811 Modo de confesarse..................................- . 8 8 ) Cualidades de la confesion......................... 889 Despues de confesado.................................. 83» CostuMon bien hecha i qué d ich al . . . 831 P a ra antes de com ulgar.............................. Al com ulgar................................................... M7

— 698 — Después de com ulgar...................................*50 Oración de san Ignacio............................... «57 A nim a C hristi... Indulgencias...................357 Otro haclm lenlo de gracias....................... 159 O ración: Héme aq u í.................................... 264 Cómo hay que portarse en tre día. . . . 965 Conjunto* e ifirilu al: excel encia. . . . . 174 — P rá c tic a .................................................... 176 O ración m e n ta l........................................... 270 Meditación en público................................. *76 — Indulgencias............................. 818 — Sobre los vicios.......................................274 Serie de mentaciones: alm a......................... 279 Ser bueno desde Jóven, i gran dicha I . . 280 Ser malo, i qué desgracia I .................... M2 Pera Inexcusable.......................................... 283 Perder la inocencia, i qué pérdida! . . 285 Prim er y últim o pecado. . . . . . . 286 Cuan funesta es la recalda....................287, 289 La m uerte se acerca.....................................290 Número de escogidos................................... 291 Puertas del paraíso......................................298 El pecado, mal grande.................................294 La gracia, el mayor bien............................ 295 Tentación no d e s e c h a d a .......................... 297 Falsas excusas del que es t enl ado. . . . 298 Dios me ve..................................................... 299 SI qulero¿ puedo ser santo......................... 80o Lo pequeño se hace grande. . . . . 802, 808 Prívate de algún gusto licito..................... 804 Si quieres d ar gusto á Dios........................ 806 Dios quiere ser temido y amado. . . 807, 808 Vano temor del mundo............................... 809 Vano amor de los hom bres........................ 81 o Cuesta serv ir al m undo.............................. 811

— 696 — Fácil cosa s e r v ir á Dios. . . . De iodo darás etienla á D ios.. . Solo se condena el que quiere. . El cielo está en n u estra mano. . Patio* de Jesú s: ú til..................... — Fácil............................................ — Y fecunda m ed itació n .. . . — Reloj de la Pastan..................... — Ejercicio útilísim o.................. Imitar á Jesús: en las obras buenas — En los honores......................... — En las adversidades. . . . — En cosas Indiferentes. . . . — En los padecimientos. . . . D erooionei. T rlsag io: su origen. Jesús sacram entado: visitas.. . Corazon de Jetút: devocion santa. Prácticas en su honor.................. Indulgencias.................................. Ejercicio del prim er viernes. . Acto de desagravios, p re c e s .. . C uarenta obsequios en su honor. Flechas am orosas.......................... Virgen tantísima: devocion. . . O Señora y Madre m ia.................. Conmemoracion............................. Rosario: utilidad y práctica.. . Salve y leíanla............................... Escapulario del Cármen. . . . O tras devociones........................... M e m o ra re ..................................... Acto de consagración................... Oracion á la Virgen de DoloresBendita sea tu pureza. . . . . Grande* festividades: trid u o s .. .

— 697 — Fiestas de Santos.......................................... 449 Día de cum pleaños.......................................447 Oraciones: en las adversidades................. 451 P ara re p a ra r las blasfem ias...................... 457 P or la salvación del universo....................460 Por las necesidades de la Iglesia. . . . 476 P a ra una buena elección............................ 632 P ara obtener buenos Sacerdotes. . . . 638 P ara antes del estudio................................. 647 A Jesús puesto en cruz................................332 A san Roque...................................................469 A santo Tomás de A quino...........................639 A san Luis Gonzaga.....................................641 A san ta Teresa de Jesú s..............................465 — Letrilla con su glosa.............................. 464 Bula de la C ruzada: estaciones.................478 — Indulgencias............................................ 475 Di* de retiro al mes........................................477 Comulgar por vía de Yl&tlco......................480 Recibir la E xtrem a-unción........................486 Aoeplaolon* de la m uerte............................ 490 Via-Cnuis....................................................... 497 Adorar las cinco llagas.......................... 474,526 Apéndice p ara 5 c n iiu m U i........................ 626 Vocaclon al estado eclesiástico. . . . . 629 Como se conocerá......................................... 630 Reglas p ara la elección................................6 » — Prim er modo............................................633 — Segundo modo......................................... 634 — Ved ios p ara a s e g u r a r l a ......................636 Sem inarista en el Sem inario..................... 642 Máximas que debe seg u ir........................... 644 Estudio............................................................645 Cátedra............................................................648 Recreación y paseo....................................... 650

— 698 — Por casa.......................................................... 681 A costarse........................................................654 Vacaciones..................................................... 655 P rep ararse al sacerdocio............................ 658 Conducta del Sacerdote............................... 661 Novena de san José. Como se h a r i bien. . 531 Meditaciones. José prevenido de la gracia. 535 Correspondiendo a ella............................... 545 Desposorios.................................................... 553 — Milagros que sucedieron....................... seo José modelo ae casados............................... 562 — de atrib u lad o s......................................... 57o — de padres y gefes de fam ilia................. 577 — de trabajadores....................................... 586 M uerte de san José....................................... 594 Eficacia de su palrocialo............................ eos Ejemplos: de san ta Teresa.......................... 32 Favores & varios devotos....................... 85, 45 A unas que querían ser C arm elitas. . . 543 Conversión de un moro...............................551 — de un Jóven libertino.............................584 L ibra á san ta T eresa de un precipicio. . 568 — de las llam as del Vesubio......................592 — de u na m uerte a fren to sa......................575 — á Fr. Tomé de Jesús................................ 601 — á doña Josefa O rellana...........................609 Enseña los siete dolores y gozos. . . . 66 Id A Jo sé : conclusión...................................622 Sufragios por los difuntos..........................618 Gozos al P a tria rc a ........................................613 Letrilla en su honor.....................................616 Himnos y salmos mas usuales. Miserere. . 666 De profundls..................................................619 668 Te-Deum laudam us...................... .... Magníficat. ...................................................670

— 699 — Veni Creator S p lrilus..................................671 Sacrls solem nlis........................................... 672 Pange lin g u a glorlosl.................................. «78 Ave m arls stella............................................674 Cánticos. P ara Invitar al pueblo á la mi­ sión.............................................................. 676 A la Virgen santísim a................................. 678 Salve á la Virgen santísim a....................... 680 P ara d ar fin A los serm ones.......................682 P ara empezar el mes de mayo................... 688 P ara acabar dicho ejercicio........................684 Las dos banderas.......................................... 686 Al Corazon de Jesús.....................................687 P ara la com union de los niños.................. 689 Gozos á san Luis Gonzaga..........................691 En la página 310 lin ea 11 donde d ic e : No hay que hacer del am or.... aS ád ase, cato del am or; y en la pág. 628 lln. 17, en lugar de m oráis, léase m uráis.

PIN DEL ÍNDICE.

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