05 Las Tres Mujeres De Orula

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Edición: Mayda Argüelles Mauri Diseño: Enrique Mayol Amador Composición: Yunet Amador Corrección: Maritza Vázquez Valdés Primera edición, 2008 Primera reimpresión, 2014 © Armando Ferrer Castro, 2014 © Editorial José Martí, 2014 ISBN 978-959-09-0443-1 INSTITUTO CUBANO DEL LIBRO Editorial JOSÉ MARTÍ Publicaciones en Lenguas Extranjeras Calzada No. 259 entre J e I, Vedado La Habana, Cuba E-mail: [email protected]

LAS TRES MUJERES DE ORULA Orula, el dios yoruba, dueño de los oráculos, no disfruta de la amplia popularidad que tienen en Cuba algunos otros orishas como Babalú Ayé, Shangó, Oshún o Yemayá, con sus correspondientes identificaciones en el santoral católico y en la Regla Conga o del Palo Monte. Sin embargo, la veneración hacia él ha ido creciendo, tanto en nuestro suelo como en otros países de América (Puerto Rico, Estados Unidos, Panamá Venezuela, Colombia, México, Brasil, Uruguay y Argentina). Orula en los cultos cubanos de antecedente africano se asume como San Francisco de Asís, quizá por la legendaria modestia del santo católico y por su amor a la naturaleza, características que están presentes en la deidad africana. Desde tiempos muy remotos, el hombre, deseoso de comunicarse con sus dioses, elaboró sistemas para conocer si los sacrificios y ofrendas que hacía eran aceptados y si las acciones emprendidas por él estarían o no coronadas por el éxito. Testimonio de esto los tenemos en La Biblia (Génesis: 4 y 3)1 «El señor miró con agrado a Abel y su ofrenda, pero no miró así a Caín ni a su ofrenda…». Al parecer, la señal de aceptación consistía en la forma que adoptaba el humo cuando se cremaban los sacrificios. Si se formaba una columna recta y blanca la respuesta era positiva, si por el contrario, el humo era negro y el viento lo dispersaba, Jehová no veía con agrado el sacrificio. En la medida en que las estructuras sociales fueron siendo más complejas, aparecieron más elaboradas operaciones oraculares. En otro momento de su historia, los hebreos contaron con oráculo distinto, el Urim y Tumim, dos objetos (posiblemente unos dados) que eran lanzados al azar para obtener la respuesta de Jehová. De su empleo aparecen múltiples menciones en las escrituras bíblicas del Antiguo Testamento, hasta llegar a los tiempos de David, luego desaparecen.

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Dios habla hoy. La Biblia. Versión popular. 2da. Ed., Sociedades Bíblicas Unidas, 1979, p. 5.

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La antigüedad griega fue testigo del uso de múltiples oráculos. Entre los más conocidos figuran los llamados augurios, que consistían en la interpretación del vuelo y el trino de las aves. Pero muchos siglos antes, formas oraculares más complejas fueron elaboradas en el Oriente. Las prácticas geománticas (la adivinación mediante el uso de tierra) elaboradas allí, ofrecen extraordinarias similitudes con procedimientos que aún hoy se conservan, como lo son el I-Ching y también Ifá, muy utilizado en algunos países de África y América. La presencia del Oráculo de Ifá en Cuba data de mediados del siglo xix, después de la caída del reino yoruba de Oyó en l835 y de las sucesivas guerras civiles en las que se vio envuelto ese territorio. Algunos sacerdotes (babalawos) encargados de interpretar el oráculo fueron apresados y trasladados como esclavos al Nuevo Mundo. Los yorubas reclaman la paternidad del complicado oráculo, pero lo cierto es que en la actualidad no puede establecerse a ciencia cierta si Ifá originariamente se estableció en suelo yoruba, o si por el contrario arribó primero al territorio ocupado por alguna etnia vecina. Cabe la probabilidad de que Ifá llegara a la tierra yoruba con Oduduwá, el legendario fundador de las dinastías reinantes hasta hoy en ese territorio nigeriano, y que según cuentan las leyendas procedía de algún reino árabe donde fueron abolidas las creencias politeístas y sustituidas por el monoteísmo islámico, y que sus seguidores se vieran obligados a huir a otros territorios. Ifá es un sistema geomántico, cuya forma operativa fundamental consiste en la interpretación de los dibujos que se trazan sobre un polvo esparcido en un tablero de aproximadamente medio metro de diámetro. La configuración de los dibujos se obtiene mediante la manipulación de 16 semillas de palma (Elaeis guineensis) de forma tal que se van dibujando sobre el polvo verticalmente, figuras compuestas cada una por cuatro elementos. Para ello se utiliza una escritura binaria, cada elemento equivalente a uno es representado por una raya vertical, y si equivale

a cero se representa por dos rayas verticales paralelas. De esta forma, se obtienen 16 figuras básicas que si las combinamos en parejas ascienden a 256. El hecho confirmado por la historia es que Ifá fue introducido por mercaderes yorubas en el Dahomey (actual República de Benin) a principios del siglo xviii durante el reinado de Agaja, quien lo reconoció oficialmente dentro del cuerpo religioso de ese país. En cada nación, Ifá se ha adaptado a las creencias politeístas del lugar, por lo que cada grupo que ha adoptado este oráculo y lo ha hecho suyo, le ha dado una interpretación con arreglo a sus propios dioses y a la realidad circundante en la región o país del que se trate. Se registra la presencia de Ifá en las tierras Yoruba, Achanti, Nupe, Dahomey y Togo, así como también en los países de América antes mencionados. Se ha afirmado que este oráculo «…no es solamente una colección de procedimientos de adivinación, sino un sistema de cosmología derivado definitivamente y después de revivir numerosas veces del antiguo oriente…».2 Los testimonios del peregrinaje de este procedimiento adivinatorio tendremos que buscarlos en la literatura, los libros de viajes y en las investigaciones históricas y arqueológicas. En muchas oportunidades, los historiadores e investigadores le prestan poca atención a las costumbres religiosas, en especial a las politeístas, pues piensan que todas fueron costumbres bárbaras, superadas por el desarrollo de la humanidad. En el caso de materiales escritos, los críticos de la literatura desdeñan las narraciones que se refieren a los manejos litúrgicos, argumentando la escasez de valores artísticos. No obstante, la atención del etnólogo, del folclorista y de todo aquel que desee saber algo sobre estas cuestiones, debe estar dirigida a lo que otros desestiman porque no entienden, o le pasan por alto porque no lo consideran importante.

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P. Mercier: «Los fon del Dahomey». Mundos africanos. Fondo de Cultura Económica, México, 1975, p. 317.

Un pasaje de Las mil y una noches,3 nos relata: He aquí ahora lo que se refiere al mago mograbino a quien encontramos al principio de todos estos acontecimientos y que, sin querer, fue la causa de la fortuna de Aladino. Cuando abandonó a Aladino en el subterráneo, para dejarle morir de sed y de hambre, se volvió a su país del fondo del Maghreb lejano. Y se pasa el tiempo entristeciéndose con el mal resultado de su expedición y lamentando las penas y fatigas que había soportado tan vanamente para conquistar la lámpara mágica. Y pensaba en la fatalidad que le había quitado de los labios el bocado que tanto trabajo le costó confeccionar. Y no transcurría día sin que el recuerdo lleno de amargura de aquellas cosas asaltase su memoria y le hiciese maldecir a Aladino y el momento en que se encontró con él. Y un día que estaba más lleno de rencor que de ordinario, acabó por sentir curiosidad por los detalles de la muerte de Aladino. Y a este efecto, como estaba muy versado en la geomancia, cogió su mesa de arena adivinatoria, que hubo de sacar del fondo de un armario, sentose sobre la estera cuadrada, en medio de un círculo trazado con rojo, alisó la arena, arregló los granos machos y los granos hembras, las madres y los hijos, murmuró las fórmulas geománticas, y dijo: «¿Qué ha sido de la lámpara mágica? ¿Y cómo murió ese hijo del alcahuete, ese miserable que se llamaba Aladino?» Y pronunciando estas palabras agitó la arena con arreglo al rito. Y he aquí que nacieron las figuras y se formó el horóscopo. Y el mograbino en el límite de la estupefacción, después de un examen detallado de 3

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El libro de las mil noches y una noche (texto completo, no expurgado, conforme a la traducción directa y literal del árabe realizada por el doctor J. C. Mardruz). T. 3, 4ta. Ed., Compañía General de Ediciones, S. A., México.

las figuras del horóscopo, descubrió, sin ningún género de duda que Aladino no estaba muerto, sino muy vivo, que era dueño de la lámpara mágica y que vivía con esplendor, riquezas y honores, casado con la princesa Badrul-Budur, hija del rey de la China, a la cual amaba y la cual lo amaba, y por último, que no se le conocía en todo el imperio de la China, e incluso en las fronteras del mundo, más que con el nombre del emir Aladino. Todo lo que ha sido narrado sobre la mesa de arena adivinatoria y los granos (semillas) machos y granos hembras, ofrece un singular parecido con los procedimientos utilizados por los babalawos en el manejo del Tablero de Ifá. Esto nos reafirma que Ifá es un procedimiento derivado del mundo árabe preislámico de donde se extendió al África sub-sahariana, y que en el camino fue sufriendo modificaciones hasta llegar a la forma en la que se le conoce hoy día. Es muy poco lo que se ha divulgado sobre las creencias politeístas de los árabes anteriores al Islam. No obstante, se sabe que en el santuario de La Meca, el que aún sigue siendo un lugar de peregrinaje para los musulmanes, fue un templo en el que se adoraron 360 dioses y que el abuelo de Mahoma era uno de sus grandes sacerdotes. Algunos sostienen que la geomanciaz tuvo su origen en la antigua Sumeria y que luego fue adoptada por los persas. A esta forma adivinatoria también se le denominó la Ciencia de la Arena, debido quizá a que se utilizó en países con grandes desiertos. Se le atribuye al ocultista Cornelius Agrippa (14861535) el haber utilizado la geomancia en Europa. Entre los Dogón de la República de Mali, se conserva un antiguo procedimiento oracular que muy bien pudiera tratarse de uno de los antecedentes de Ifá:

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Cada día, al atardecer, los hombres dogón abandonan el pueblo para dibujar grandes cuadros en la arena cercana al acantilado. Para que los animales salvajes no estropeen los

dibujos, rodean sus «tablas de adivinación» (yurugugoro) con ramas espinosas de acacia. Después de limpiar la arena de piedras y ramas, proceden a peinarla para que quede bien lisa. Sobre ella primero dibujan diversas «casas». A continuación codifican sus preguntas en la arena (la salud de un niño, el estado físico de algún pariente o el éxito de una empresa) mediante líneas, surcos, montoncitos o huesos de cereza. Después pelan y machacan un puñado de cacahuetes y los dispersan sobre la tabla para atraer al zorro (chacal) durante la noche. Antes de la puesta de sol, los hombres regresan al pueblo. A continuación murmuran palabras para que el zorro pueda asociar el futuro con el presente. A la mañana siguiente, bien temprano, con frecuencia antes del alba, los hombres regresan a las marcas en la arena y estudian las noticias dejadas por el zorro. Cada huella tiene un significado especial: si voltea un tallo de mijo, la señal es de enfermedad o muerte; si corre hacia adelante y luego hacia atrás, la empresa tendrá un buen inicio, pero un mal final. El zorro nunca se equivoca; si sus previsiones no se cumplen, es señal de que el hombre las ha interpretado mal. Si sus respuestas son ambiguas, el hombre pide a una o dos personas más, vecinos o amigos, que planteen la misma pregunta. Si las respuestas coinciden, el hombre tendrá finalmente la certeza. 4 En una de las historias conservadas en la tradición oral en Cuba, se narra que Orula se disponía a utilizar el Tablero de Ifá sobre el que ya había esparcido el yefá o polvo sagrado, cuando una paloma se posó allí y la huella de sus patas dejó marcado un signo que le ofreció al adivino la solución al problema que quería consultar. ¿Será esta una reminiscencia de procedimientos anteriores a Ifá?

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Klaus E. Müller y Ute Ritz-Müller: Corazón de África. La magia de un continente. Könemann, Colonia, 1999.

Pero no podemos pensar que la única forma que se utilizó para obtener un oráculo basado en un lenguaje binario es la que se usa todavía en algunos países de África y de América, o sea mediante el uso del tablero o mesa de arena; de hecho los babalawos disponen también del ékuele o cadena de Ifá que sirve para simplificar el procedimiento adivinatorio. El Juego de los Agujeros y las Semillas que también se conoce cómo Ayo, Adji, Wari, Awekelé, Kpo y otros muchos, pudo haber sido un instrumento para ejercer la adivinación. Un investigador de las religiones de antecedentes africanos en Cuba, nos narra cómo en el ritual mortuorio de un consagrado en las tradiciones religiosas dahomeyanas, se utilizó para la adivinación «un tronco de cedro dividido en varios compartimentos, los cuales están llenos de semillas de mate…».5 Los orígenes de este juego se remontan a Sumeria y de allí al antiguo Egipto, de donde se supone que pasó al territorio de lo que es hoy la República de Ghana y la de Zaire. En la «Epopeya Mandinga» su protagonista Soundjata Keita, siendo un niño, vence al temible rey Mansa Konko durante una partida de este juego, y salva así su propia vida y funda uno de los imperios más importantes de África en el siglo xiii d.n.e.6 Los sacerdotes consagrados al culto de Orula, son los conocidos como babalawos o más comúnmente llamados babalaos. Para consagrarse como babalao, si se reúnen los requisitos, es indispensable someterse a una rigurosa iniciación y luego dedicarse a estudiar el oráculo y todas las ceremonias propias de este sacerdocio.7 En Cuba, a diferencia de Nigeria, donde se les exige a los sacerdotes el uso exclusivo de la memoria; se han publicado grueIsrael Moliner: «Los ritos fúnebres en el folklore matancero», en Lázara Menéndez: Estudios afro-cubanos. Facultad de Artes y Letras, Universidad de La Habana, 1990, p. 359. 6 Wilson Ferrer y Magalys Ruth: El maravilloso mundo de las piedras y agujeros (plegable). Centro Cultural Africano Fernando Ortiz, Santiago de Cuba, 1991. 7 Lourdes López: Estudio de un babalawo. Universidad de la Habana, La Habana, 1978. 5

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sos volúmenes8 sobre el contenido de los odu (figuras) del oráculo de Ifá. Gracias a estas publicaciones, la tradición oral se vio fortalecida, ya que la pérdida de la lengua original fue inevitable, y con ella se perdió también mucha información sobre los poemas que acompañan a cada odu de Ifá. De los poemas se conservaron los argumentos sintetizados y, en algunas oportunidades, solo referencias. Sobre la base de la información conservada se idearon historias, ahora carentes del rigor estilístico de los poemas originales, pero portadoras de una gran riqueza imaginativa. Resulta evidente que la influencia de las literaturas europeas sirvió para salvar lagunas, insertando cuentos y relatos allí donde se había perdido la composición original o solo quedaba una pequeña referencia de ella. Sin embargo, en lo que se refiere a las historias de los orishas, estas fueron conservadas con gran celo, por lo que las narraciones recogidas en Cuba difieren muy poco de las de la tierra yoruba. Otra historia de la tradición oral de antecedente yoruba en Cuba, nos narra algunas de las peculiaridades del surgimiento mítico de Orula: Cuando Orula nació, Obatalá, que estaba furioso por el incesto de su esposa Yemú con Ogún, su hijo, se llevó al niño y lo enterró lejos de la casa debajo de una ceiba. —El siguiente hijo de aquel matrimonio fue Shangó; era un niño tan hermoso que Obatalá no pudo hacerle daño y se lo entregó a Dadá, la mayor de sus hijas para que lo cuidara. Dadá llevaba a Shangó todos los días a ver a su padre. Como era muy despierto le llamó la atención que su madre estuviera siempre llorando. Le preguntó al padre, quien, un poco hoy

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Ernesto Valdés Janet: Documentos para la historia de Osha-Ifá en Cuba. Enciclopedia de caminos. Proyecto Orúmbila, Regla, 1997.

y otro mañana, se lo contó todo y sembró en él un odio fiero hacia Ogún. Obatalá se ponía cada vez más viejo por lo que se le olvidaban las cosas. Un día, cuando Shangó era ya hombre, Eleguá le pidió que le hablara al padre sobre Orula. Cuando conversaron sobre el asunto, Obatalá se sintió muy apesadumbrado por lo que había hecho con el pequeño Orula, pero Eleguá le afirmó que había visto en un lugar un hombre enterrado hasta los brazos debajo de una ceiba y que él le había llevado comida. Obatalá fue en busca de su hijo y le imploró perdón. Luego le pidió que volviera a la casa, pero Orula se negó y alegó que la naturaleza le había proporcionado todo lo que él necesitaba para profetizar. El padre, en desagravio, tomó madera del árbol y le construyó un tablero: —Desde hoy —le dijo— todos los hombres tendrán que consultar contigo.9 Es esta la razón por la cual se dice que el Oráculo de Ifá, aunque primeramente fue propiedad de Shangó, está reservado para el uso exclusivo de Orula y sus hijos, los babalawos. A Orula se le atribuye entre sus poderes el de la fertilidad, tanto en la vegetación como en toda la naturaleza y en especial en los humanos. Otra narración nos habla de su encuentro con tres mujeres que no podían concebir. Olofin había llamado uno a uno a los babalawos para preguntarles dos cosas. Como ninguno le había adivinado lo que él quería, los fue apresando y afirmó que si no eran capaces de adivinar, los iba pasar a todos por las armas.

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Arisel Arce Burguera y Armando Ferrer Castro: El mundo de los orishas. Ediciones Unión, La Habana, 1999, p. 39.

El último que mandó a llamar fue a Orula, el que enseguida se puso en marcha, sin saber qué estaba sucediendo. En el camino Orula se encontró con una muchacha que estaba cortando leña y le preguntó cómo se llamaba, a lo que ella le contestó que Iború. La muchacha le dijo a Orula que lo importante era ver parir la cepa de plátano. Orula le regaló una adié (gallina) y owó (dinero). Más adelante Orula dio con otra muchacha que estaba lavando en el río la que dijo llamarse Iboyá, y le contó que Olofin tenía presa a mucha gente. Orula la obsequió con los mismos regalos que a la anterior. Por último, Orula encontró en el camino hacia casa de Olofin, a una muchacha llamada Ibochiché y ella le contó que Olofin quería casar a su hija. También le dio una adié y owó. Cuando llegó al palacio, Olofin le dijo que lo había llamado para que él le adivinara unas cosas. —¿Qué tengo en ese cuarto? —preguntó Olofin. —Tienes una mata de plátano que está pariendo —contestó —¿Y qué yo quiero que tú me adivines? —Que quieres casar a tu hija y por no adivinarte tienes prisioneros a mis hijos.

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Olofin, sorprendido, mandó a soltar a los babalawos presos y gratificó a Orula.

Cuando el sabio se iba, Olofin le dijo: «modupué» (muchas gracias). Y Orula repuso que desde aquel día él prefería que le dijera: «Iború, Iboyá, Ibochiché».10 Debiera suponerse, ya que son mujeres que establecen relación con Orula, que se trata de tres orishas. Sobre todo de que Iboyá, pudiera ser Oyá, la dueña del aire y de la centella que vive en el mercado y en la puerta del cementerio. Para poder aclarar la identidad de estas tres mujeres, se hace necesario ampliar un poco sobre las figuras del Oráculo de Ifá.

I I I I 1. Ogbe

II II II II 2. Oyekún

II I I II 3. Iwori

I II II I 4. Odí

I I II II 5. Iroso

II II I I 6. Ojuani

I II II II 7. Obara

II II II I 8. Okana

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Arisel Arce Burguera y Armando Ferrer Castro: El mundo de los orishas. Ediciones Unión, La Habana, 1999, p. 154.

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II

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I I II 9. Ogundá

I I I 10. Osá

I II II 11. Ika

II I II 12. Otrupo

I II I I 13. Otura

I I II I 14. Irete

I II I II 15. Oshé

II I II I 16. Ofún

Cada una de las 16 figuras primarias está relacionada con uno de los orishas principales del Panteón Yoruba. También se dice que estas 16 figuras son los «hijos» de Orula y que las 400 restantes son los hijos de las figuras principales. Se dice que en Obara, habla Shangó; en Ojuani, Eleguá; en Ogbe, Obatalá; y así sucesivamente. Por otra parte, cada uno de estos signos, como veremos más adelante, representan en algunos casos a los animales emblemáticos de cada orisha, entre otros significados que se les atribuyen. Cuando revisamos el contenido de uno de los manuales de que hemos hecho referencia, encontramos que en el signo Okana-Odí (Okanadí) se consigna que «Aquí hablan las tres obiní (mujeres) de Orula: la lagartija, la araña y la cucaracha».11 Tratando de buscar la relación de esta afirmación con lo que se ha referido anteriormente sobre los animales emblemáticos de cada signo, veremos que el signo Odí, estrecho en sus extremos 15

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Libro de Tratados de Odun de Ifá, mimeografiado, s/a, s/f, p. 141.

y ancho en su centro, puede identificarse con la figura idealizada de una cucaracha. I II II I Odí está relacionado con Yemayá, la madre universal, que gobierna sobre todos los orificios del mundo y del cuerpo humano. La cucaracha, según todos los creyentes de la Regla de Osha o Santería, es el animal que, por excelencia, pertenece a Yemayá, ya que vive en lugares húmedos como caños y huecos, además su color carmelita oscuro se identifica con el de la orisha a la que se reconoce como negra. El signo Osá puede ser interpretado como una araña que desde lo alto desprende uno de los hilos con que teje su tela. Esta figura es propiedad de Oyá, y cuando sale en el oráculo es reconocido en todos los tratados y por todos los sacerdotes (babaloshas, iyaloshas y babalawos) que está hablando la temida orisha guerrera, identificada en Cuba con la Virgen de la Candelaria. II I I I Por último el signo Oshe, bien puede ser identificado con una lagartija con su cola hacia arriba, sus cuatro pequeñas patas y entre ellas su cabeza. I II I II 16

Los animales simbólicos de cada deidad yoruba están tan enraizados en las creencias populares que muchos cubanos, aunque no estén afiliados a ninguna religión de antecedente africano, se niegan a matar lagartijas o regañan a quien lo haga «porque son de la Caridad del Cobre» con quien, de acuerdo con la corriente sincrética católico-santera, se ha identificado a Oshún, la Venus de los yorubas, a la que se le rinde culto de diversas maneras por tratarse de la Patrona de Cuba. Por eso, cuando alguien extiende su mano izquierda hacia el suelo para reverenciar a un sacerdote de Ifá y pronuncia el ancestral saludo de: Iború, Iboyá, Ibochiché, está haciendo alusión a las tres mujeres de Orula que son Yemayá, Oyá y Oshún, las tres deidades femeninas que ocupan un lugar principal en el panteón yoruba. Todo lo anterior nos conduce a pensar que aunque los signos de Ifá no pueden ser llamados propiamente ideogramas, su lectura se realiza como la de un ideograma, tomando en consideración sus rasgos más sobresalientes, solo que las figuras de Ifá, al contrario de los ideogramas de la lengua china o japonesa, tienen varias interpretaciones y no una sola. Cada signo, odu o letra de Ifá, se compone de los rezos en lengua yoruba, de los refranes que en la actualidad se utilizan en español, de la simbología de cada uno de ellos, los consejos que se le ofrecen a la persona que se está consultando, las historias o itán (fábulas, leyendas etc.), los ebó o formas rituales para conjurar las malas consecuencias y que, a menudo, consisten en sacrificios de animales, y de las prohibiciones rituales (tabúes); además contiene las plantas12 para curar los padecimientos de salud que aquejan al consultante. A los efectos de este trabajo, vamos a centrar la atención en algunos de los símbolos de cada odu, utilizando el orden en que aparecen estos en el oráculo, o sea de mayor a menor. Hay que repetir que los signos de Ifá, son dobles. Cuando uno de los l6 signos primarios se repite, entonces se llama meyi, 12

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Víctor Betancourt: El babalawo. Médico tradicional. Editorial siglo México, 1997.

xxi,

vamos a examinar cada uno de los signos primarios con sus dos escrituras posibles. Eyi Ogbe I I I I

I I I I

Como puede observarse, Eyi Ogbe que equivale a decir Ogbe Meyi, se compone de dos líneas verticales, paralelas, razón por la cual se ha visto en este signo una representación idealizada de los rayos del Sol. Siguiendo esta línea simbólica, entonces Eyi Ogbe se relaciona con todo lo que es recto, digamos la columna vertebral, las palmas reales, el vuelo vertical del buitre hacia la tierra. Por tratarse de los rayos del Sol, se supone que se trata de la palabra de Olofin (Dios) razón por la cual este signo habla de elocuencia, y también de todo lo que es sagrado. Se relaciona con la extensión, tanto la del cielo como la del mar. Dos líneas paralelas hablan de separación de grupos, etnias o personas, no hay convergencia, no volverán a encontrarse. Este signo se le atribuye a Obatalá, orisha dueño de todo lo blanco y puro que reside en las alturas, es dueño de todas las cabezas, por ello sus colores son el blanco y el naranja. Ogbe representa el día, es por eso que va seguido de Oyekún, la noche. Oyekún Meyi

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II II II II

II II II II

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Al estar compuesto por elementos equivalentes todos a cero, se trata de un signo lleno de negatividad y nada más negativo que la muerte. Por eso se dice que aquí hablan los espíritus de los difuntos, la noche. Por tratarse de líneas paralelas y dobles, guarda similitudes con los mellizos, la unión entre los seres humanos, las asambleas, las masas. Visto desde otro ángulo, pudiera semejarse con los nudos de la madera, las escamas de los cocodrilos. A la vez que existen dos seres humanos, pueden diferir de opiniones y de intereses, por lo que se dice que Oyekun marca guerra entre hermanos. Iwori Meyi II I I II

II I I II

0 I I 0

0 I I 0

Considerando que la parte inferior y la superior de este bigrama, pueden ser comparadas con cuatro patas, se dice que representa a un animal con esas características (la hiena). También se ha dicho que representa las extremidades del cuerpo humano, por lo que las dos líneas centrales serían el cuerpo de una persona delgada. Se ha visto aquí una cabeza que habla desde el interior de la tierra. Odí Meyi I II II I

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I II II I

I 0 0 I

I 0 0 I

Al tener en el centro de su configuración dos elementos equivalentes a cero, se dice que Odí representa un agujero, por lo que

gobierna sobre todos los orificios del cuerpo humano y todos los huecos del mundo. Visto el océano como una gran cavidad llena de agua, este odu representa al mar. Aquí suele decirse que «el hueco está abierto», que «es donde se abrió la sepultura por primera vez». Otra interpretación, a la inversa, es que Odí simboliza un vientre lleno, por los que se le relaciona con el embarazo o con inflamaciones en esa parte del cuerpo. Ya se ha explicado con anterioridad por qué este signo representa una cucaracha. Odí pertenece, por tanto, a Yemayá, la dueña yoruba de los mares, madre de los peces y de toda la vida sobre nuestro planeta, por lo que se dice, a veces, que a este signo le corresponde el color azul. Pero el mar, en su extensión, llega a ser muy profundo, es quizá por eso que Odí va seguido de Iroso. Iroso Meyi I I II II

I I II II

I I 0 0

I I 0 0

Al tener dos elementos equivalentes a uno (positivos, sólidos igual que la tierra) sobre otros dos equivalentes a cero (negativos, igual que la cavidad que contiene al mar), se dice que Iroso representa las profundidades del mar, lugar donde reside Olókun, antiquísima deidad yoruba que por ser mitad pez y mitad mujer provocó, como protesta por su deformación, el diluvio universal, por lo que fue condenada a vivir encadenada eternamente en las profundidades de los océanos. En este signo se repite aquello de que «nadie sabe lo hay en el fondo del mar». Visto con otra óptica, los dos elementos superiores son dos ojos y los inferiores son las lágrimas que brotan por ellos. También se dice que los dos elementos inferiores son una máscara y los dos superiores el rostro que se 20

oculta tras ella. Una máscara es el atributo principal de Olókun, a quien no se le puede ver la cara. Por otra parte este odu también simboliza la caída del Sol representado por los dos elementos superiores, el cual se está ocultando en el mar (elementos inferiores) y además una fosa mortuoria. Al retirarse el mar, surgieron los continentes y aparecieron las rocas y las montañas, por eso Iroso viene seguido de Ojuani. Ojuani Meyi II II I I

II II I I

0 0 I I

0 0 I I

Como puede apreciarse, esta figura, contraria completamente a la anterior, se asemeja a una criba o colador, donde lo que cae sobre los dos elementos superiores no puede ser retenido, porque son dos agujeros, su refrán dice «recoger agua en canasta». Se ha visto aquí la caída del pelo y de los dientes. Pero Ojuani asemeja la figura de un ratón, los dos signos superiores son el cuerpo y los dos inferiores la cola. El ratón es el animal emblemático de Eleguá, el orisha que simboliza el movimiento, dueño de las puertas y de las encrucijadas, por lo que en este odu habla Eleguá. La formación de la tierra fue seguida de la aparición del fuego, por lo que Ojuani va seguido de Obara. Obara Meyi

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I I II II II II

I I 0 0 0 0

II II 0 0 Por tratarse de una figura ancha en su base y coronada con una punta (elemento de una sola línea en su parte superior), Obara ha sido parangonado con una pirámide, una lengua de fuego y por extensión con la lengua de los humanos. Esencialmente el fuego es quien domina en este odu, por lo que se le identifica con el orisha Shangó. También se ha visto aquí la cabeza de la tierra, la sabiduría, las bifurcaciones y los árboles que nacen dobles, las lomas, los techos a dos aguas (las casas), una pila de maíz, el poayé o campana de Obatalá que tiene esa misma forma. Al mismo Shangó, en ocasiones, se le llama Obara. A esta figura se le tiene como a un rey coronado. Okana Meyi II II II I

II II II I

0 0 0 I

0 0 0 I

Este signo ostenta tres elementos dobles en su parte superior, por lo que se le compara con una soga; como estos tres elementos equivalen a cero, también se ha querido ver aquí una piedra porosa que filtra el agua (la gota es el elemento inferior). Se le ha comparado con una vesícula, trillizos en el vientre materno. Se dice que los tres elementos superiores representan un feto y el elemento inferior es la lengua. Es un signo en el que todo está invertido porque habla Eshú, la fuerza en movimiento que está fuera de la casa, en la calle, donde puede ocurrir todo lo malo, si no se tiene cuidado. Ogundá Meyi

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I I I I I I

I I I I I I

II II 0 0 Esta letra simboliza el cuchillo, el signo negativo inferior es la empuñadura y los tres superiores conforman la hoja. Siguiendo este mismo razonamiento se compara con los órganos genitales masculinos. Por tratarse de estas dos interpretaciones, es un signo de fuerza y que, por tanto, le corresponde al orisha Ogún, dueño de las forjas y los metales, guerrero por excelencia. Por ampliación nacen aquí la cirugía y la autopsia, también las riñas. Osá Meyi II I I I

II I I I

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0 I I I

A esta figura se le han atribuido múltiples significados. Al estar señalada en su parte superior por un elemento negativo que connota ausencia, se dice que es el viento que no es visible y está por encima de la tierra, simbolizada en este caso por los tres elementos inferiores. Osá también es el oshé o hacha bipenne que utiliza Shangó, en este caso los elementos inferiores serían el cabo o empuñadura y el elemento superior el hacha con sus dos hojas. Por otra parte se le compara con un volcán, aquí el elemento superior estaría considerado como el cráter. Ese mismo elemento se estima como dos caras de una misma persona, razón por la cual se dice que es dónde nació Eleguá que tiene dos caras, como el Janos de los romanos. Otras interpretaciones señalan que Osá es un anzuelo doble. Este signo se identifica con Oyá, que en la mitología yoruba es la dueña del viento y la centella, y con Agayú quien es el volcán mismo. A 23

Oyá se le conoce como la madre de Eleguá y la esposa de Shangó. Ika Meyi II I II II

II I II II

0 I 0 0

0 I 0 0

Los dos elementos inferiores de este signo están considerados como los costados de una embarcación y el tercero (positivo) como la quilla, el elemento superior como un muelle, es por eso que se dice que aquí nació el comercio, pues se descubrió la navegación. Visto desde otra perspectiva, los dos elementos superiores se asemejarían a una vasija o güiro, ellos flotan sobre los dos elementos inferiores que simbolizan el agua. Otrupo Meyi II II I II

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II II I II

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Este odu es la figura contraria del anterior aquí, la embarcación se está hundiendo, el elemento positivo que se identificó como la quilla de la embarcación está hacia abajo. Además, se ha interpretado como si los dos elementos superiores fueran densas nubes de donde se desprende la lluvia que cae sobre la tierra, por eso se dice que es el signo del diluvio. También se ha visto aquí que el elemento positivo señala el lugar del estómago en una figura humana, por lo que indica problemas en ese órgano. Otras interpretaciones asocian la figura con un chivo, un pez y el

pico de una cotorra. Los dos elementos inferiores, uno negativo seguido de uno positivo, se consideran una hoguera y los dos superiores el humo que se desprende de ella. Es por eso que se dice que en este signo también habla Shangó. Otura Meyi I II I I

I II I I

I 0 I I

I 0 I I

El único elemento negativo que tiene esta figura se ha considerado como la boca humana. Por analogía también se le compara con la boca de un cañón. El elemento superior de esta figura es considerado como una cabeza que está separada del cuerpo por el elemento negativo que le sigue. Es por ello que se dice que este odu habla de un tiempo mítico en el que los humanos andaban sin cabeza y Olofin (Dios) decidió dotar a cada ser de una. Irete Meyi I I II I

I I II I

I I 0 I

I I 0 I

Asemeja una figura humana apoyada sobre dos bastones o muletas simbolizadas por el signo doble, razón por la cual se identifica con Babalú Ayé, dueño de las enfermedades. Por tanto es un odu que habla de enfermedades, sobre todo 25

en las piernas. Este signo ha sido visto como los mellizos, representados por el elemento doble, dentro del vientre materno; también como un espejo, ya que sus dos signos superiores pueden ser una figura humana, el elemento negativo el cristal y el elemento inferior la imagen que este reproduce. Oché Meyi I II I II

I II I II

I 0 I 0

I 0 I 0

El principal parecido que se le ha encontrado a este odu es con unas esposas de metal, debido a que sus elementos dobles, separados uno del otro por uno sencillo o positivo, así lo sugieren. Guarda similitud con unas barajas, por los antes mencionados elementos dobles. Se ha explicado con anterioridad cuál es la razón por la que se dice que este signo es una lagartija y su identificación con Oshún, dueña del lujo, la gracia y la coquetería femenina, que, en la religión cubana de antecedentes yorubas, es la que apresa, tanto al que se va a iniciar en la religión como al que tenga problemas con la justicia. El ideograma chino que corresponde a la palabra «río», es muy semejante en su dibujo a Oché que también representa un río, lugar de la naturaleza atribuido a la orisha Oshún. Por extensión, se dice que Oché simboliza la circulación sanguínea y por tanto los nexos familiares. Ofún Meyi II II I I 26

0 0 I I

II II I I

0 0 I I

Los dos elementos negativos son tomados aquí por dos pares de ojos y los positivos por dos bocas, de esta manera la figura entera simula un rostro detrás del otro, como si fuera un espíritu detrás de una persona. Es por ello que se dice que en este signo hablan los espíritus de los muertos. Ofún es el último de los signos dobles de Ifá. Hemos examinado elementalmente los significados que se le atribuyen a cada uno de los 16 odu o letras de Ifá, pero debemos recordar que estos se combinan entre sí dando lugar a la formación de otros 240. Los signos se leen de derecha a izquierda, como en la escritura árabe. Entre las combinaciones podemos encontrar algunas que son el resultado de la suma simple de sus símbolos. Por ejemplo, en el signo Odí Ché, la primera figura, como hemos visto, simboliza un agujero y la segunda unas esposas (alguien que está preso), en este caso el refrán que ilustra el odu dice: «absuelto por faltas de pruebas» y le está vaticinando al que se consulta que alguien que tiene problemas con la justicia quedará en libertad. Una situación algo similar la tenemos en el signo Osá Dí, aquí Osá, el viento, está dentro y puede salir por el agujero que simboliza Odí, en este caso la figura geomántica se conoce como «el fuelle» y la acompaña una historia en la que un individuo llamado Fuelle se brindó para soplarle la candela a Ogún mientras este trabajaba; los resultados del trabajo fueron tan buenos que Ogún decidió no liberarlo: el sujeto quedó preso por hacer un favor. I I II II I II II I Odi Ché

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I II II I II I I I Osa Dí

En otras oportunidades, las dos figuras que componen el odu, se combinan de forma tal que surge una nueva imagen. Eso es lo que

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sucede, por ejemplo, cuando se unen Ogbe con Ogundá y forman una nueva figura llamada Obeyono. La imagen totalmente recta de Ogbe se une con los tres elementos positivos que conforman la parte superior de Ogundá, y que forman el cuerpo de un animal, y el elemento negativo que sirve de base es tomado como una boca, por lo que se dice que Obeyono es un tiburón, un animal insaciable que metafóricamente es tomado por un ladrón o por un malversador. A partir de esta figura se narra una de las historias más interesantes de la tradición oral en Cuba. En ella un sujeto llamado Obeyono, que era el secretario de Olókun, acostumbraba a robar los tributos que los humanos pagaban al Orisha, cuando este descubrió la malversación condenó al ladrón a morir ahogado en el mar. Los ejemplos serían infinitos dada la riqueza interpretativa que tiene el oráculo y la gran cantidad de historias que ilustran sus distintas posiciones. Resulta evidente que la tradición oral de antecedente yoruba proviene de las interpretaciones que se les conceden a las figuras que se forman con el Oráculo de Ifá. De igual maneras, muchos tabúes, costumbres y usos que se han integrado en la cultura cubana, tienen su procedencia tanto de los comentarios que se desprenden de las interpretaciones que se hacen de las figuras, como de las historias que las complementan. Costumbres como la de que las lagartijas no se deben matar, de la que ya hablamos; o la de que las botellas vacías deben acostarse para que los vectores no penetren en ella (Ogbe Fun), razón por la cual los religiosos afrocubanos acuestan las botellas sobre la mesa, una vez que se vaciaron; o la de no pararse en el cruce de dos caminos, pues allí vive Eshú y puede traer la fatalidad; o la de evitar silbar porque atrae a este mismo dios y muchísimas otras, se observan frecuentemente entre nosotros. De ahí, que el estudio de esta forma singular de adivinación tenga especial interés para todo lo relacionado con la Etnología, la Culturología, las ciencias de la Literatura, la Sociología y la Psicología, pues muchas conductas y creencias populares en Cuba tienen su base en ella. Los principios éticos y morales por los que se rigen los practicantes de la Regla de Osha o Santería, están contenidos en el Oráculo de Ifá. Recordemos aquella hermosa frase de Terencio: «Nada humano me es ajeno» y comprenderemos que es necesario acercarnos más al mundo que nos rodea.

Ékuele o cadena de Ifá.

LOS REFRANES DE IFÁ

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Todo el cuerpo adivinatorio de Ifá se compone de diversos factores literarios que acompañan a cada una de las figuras de las que hemos hecho referencia, entre ellos se encuentran: los rezos en lengua yoruba; los consejos ofrecidos a la persona que está consultando el oráculo; los ebó que son formas de conjurar la fatalidad mediante sacrificios; las historias o fábulas, también llamadas patakín o itán, que apoyan lo anterior y ofrecen ejemplos que pueden ilustrar al consultante, y los refranes que casi siempre están relacionados con las historias. Se han establecido diferencias entre refranes, proverbios y adagios. Mientras que los primeros tienen un tono humorístico o festivo, los proverbios por lo común, son frases célebres que pertenecen a la historia y los adagios son sentencias. Los griegos los heredaron probablemente del antiguo Oriente y los transmitieron a los romanos, de los cuales pasaron después a todas las lenguas del mundo occidental, especialmente gracias a Erasmo que en su Adagiorum Collectanea tradujo en latín bajo muchos proverbios griegos y latinos, que después fueron difundidos por toda Europa y se naturalizaron en los distintos países. No obstante la extraordinaria riqueza paremiológica de la lengua española, en América se recibió otra tradición no menos importante que fue la africana. Cientos de refranes se conservan en la literatura de Ifá que, aunque han sido traducidos a nuestra lengua y en el tiempo transcurrido desde su llegada deben haber recibido alguna influencia de otras culturas, conservan el sabor de su origen y, en oportunidades, se cuenta con el texto original en lengua yoruba. En los últimos años, con el crecimiento de la Regla de Osha, se puede apreciar que estos refranes ocupan un espacio cada vez mayor en la oralidad del cubano. Así, refranes como «El perro tiene cuatro patas y coge un solo camino» son utilizados con frecuencia en el habla popular, lo mismo ocurre con otras expresiones extraídas de los oráculos de origen yoruba como son el Dilogún (oráculo del caracol) o Ifá del que hemos venido tratando en este trabajo y que, en esencia, ambos son compatibles. Afirmaciones

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tales como «La lengua es el azote del cuerpo», contenida en el signo Obara Melli, o «Si tu cabeza no te vende, nadie puede comprarte», parte del signo Baba Eyiogbe, comienzan a alcanzar una mayor difusión. Ocasionalmente se pone en evidencia la influencia de la oralidad española y europea en los refranes de Ifá. Cuando se dice, por ejemplo: «Quien tiene tejado de vidrio, no tire piedra al de su vecino», contenido en la figura Odí Melli, se está utilizando una composición de sabor castizo, contenida en el refranero español y que difícilmente fuera traída de África, ya que en el siglo xix, fecha en que fueron introducidos esos refranes en América, el vidrio era apenas conocido por los yorubas, pues no contaban con las técnicas para su fabricación. Resulta probable que otro grupo de estas sentencias se deban a la imaginación popular cubana, como «Una cosa piensa el borracho y otra el bodeguero» o «El que debe y paga queda franco», aportes hechos para facilitar la interpretación del oráculo. La recopilación que presentamos aquí no solo está compuesta de refranes y proverbios; sino también de locuciones, aforismos, sentencias y frases de extraordinario sabor popular, algunas de ellas extraídas del Oráculo de Ifá. Todo ello ha sido posible gracias a la amabilidad del ingeniero Yuri Domínguez (Baba Eyiogbe) que nos dio acceso a su colección de refranes de Ifá, los que hemos cotejado con otras obras, entre ellas múltiples tratados de Ifá anónimos que circulan entre nosotros. Lo que sí queda claro es que todas las adaptaciones y modificaciones, lejos de traicionar la intención ancestral de Ifá, han servido para mejorar su eficacia y hacer más eficiente la comunicación estrecha que se establece entre el que maneja el oráculo, ya sea babalosha o babalawo, y la persona que ha acudido a él en busca de soluciones a sus problemas personales. Estas adaptaciones se han hecho a lo largo de más de un siglo y es presumible que al tratarse de un grupo de creencias que están vivas en la actualidad, su proceso de cambio y enriquecimiento no haya concluido aún. A continuación aparecen refranes, algunos están repetidos ello responden a la información recibida directamente de los practicantes.

Babá Eyiogbe • Jamás el camino de la muerte está cerrado al perro en la tierra, ni a la tiñosa en el aire. • El hueco no abre su boca por gusto. • La cola del pescado no cesa de moverse. • El elefante es muy fuerte, pero no lo suficiente para derrotar al viento. • Los ojos no pueden ver por encima de la cabeza. • El quimbombó no puede crecer más alto que aquel que lo sembró, si crece así lo cortan. • Ningún gorro puede ser más famoso que una corona. • La cabeza lleva el cuerpo y un solo rey gobierna un pueblo. • Las plumas jóvenes crecen más frondosas que las viejas. • Rey muerto rey puesto. • Todo lo tengo y todo me falta. • El error mayor es no aprender de los errores cometidos. • Cuando la cabeza se tiene sobre los hombros, el pensamiento sobre el horizonte y los pies sobre el agua, no nos cabe dudas de que estamos frente al mar. • Mientras hay vida, hay esperanzas. • Ningún sonido es tan fuerte que pueda opacar el sonido de la campana. • Dos amigos inseparables, se separan. • El mar hizo un sacrificio y volvió a su hueco. • Dios le da barba al que no tiene quijada. • Las deudas cuelgan de nuestros cuellos como pesadas piedras. • Nadie es tan pobre que se le vea el culo. • La felicidad en casa del pobre dura poco. • No hay mal que dure cien años, médico que lo asista, ni cuerpo que lo resista. • Este río y el otro río tienen un solo rey, el mar. • La mano alcanza más alto que la cabeza, aunque la cabeza esté sobre las manos. 32

• La verdad fue enviada al mercado, pero no se vendía, el precio que podía pagar la mentira era muy pequeño para comprarla. • El cochino puede vivir sobre la piedra, pero prefiere pasar su vida debajo de ella • El camino siempre está libre para el perro. • Cuando un mal toca en el cielo, toca en la tierra. • No tan calvo que se le vean los sesos. • Divide y vencerás. • Todos los honores de las aguas que hay en la tierra, no son tan grandes como el honor del mar. Babá Oyekun Meyi

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• El que nació derecho está jorobado. • Un solo hombre salva un pueblo. • El que anda bien acaba bien. • Se salvó de la guerra y el disgusto lo mató. • Flechas entre hermanos (guerra). • Acuérdese de la medicina que lo curó. • Perro no come perro. • Un nudo hecho en una soga no le quita su fuerza. • Las tinieblas de la noche, ustedes la quieren hacer día. • La vida del adivino, por muy mala que sea, siempre será mejor que la del labrador. • La vida no se altera al igual que el camaleón no se vestirá jamás de un solo color. • Cuando la noche es negra, el ojo no puede ver a través de un paño oscuro. • Donde está el rey y los ancianos, se está bien. • Las gotas de agua nunca caen solas. • Pueblo sin ancianos, pueblo perdido. • La sabiduría del viejo es como barro mojado, si se salta sobre él, se puede resbalar y romperse la cabeza.

• El fuego calienta la cara del castrador, el sol el lomo del agricultor, pero no pueden calentar la cara ni el lomo del adivino que, en su casa, atiende a su clientela. • Hay quien vive en la oscuridad, aun cuando el Sol lo rodea con su luz. • Un caimán enorme no puede coger el racimo espinoso de la palma de ikines y comérselo. • Los secretos no se pueden confiar a las mujeres porque ellas rompen los juramentos. • Un gran susto trae felicidad. • La muerte nunca regresa de cazar sin traer la presa. • No subestimes la sabiduría de los demás. • La muerte produce vida. • Cuando la muerte tiene hambre no es selectiva. • Lo que no termina no da comienzo. • La vida se sostiene de la muerte y la muerte de la vida. • La muerte nunca muere. • La curiosidad trae desgracia. Babá Iwori Meyi

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• El cojo no puede correr y el que tiene una sola moneda, no puede sonarla. • El chivo entero y la hiena son amigos. • Al mandar dos delante de mí, llegaré de tercero sin remedio. • Si de día no salgo, de noche tampoco. • Yo nací ahora, pero ya viví en este mundo. • Cuanto más sucio y peludo, más limpio de conciencia. • Atando cabos se hace una soga. • A veces queremos ver más allá y no somos capaces de ver dentro de nosotros mismos. • Resguardar cabeza y tener cuatro ojos. • Una naranja que se plante, son muchas naranjas que se arrancarán. • Cualquiera que esté en la vía puede ser arrollado.

• El aire hace al buitre. • El mango de la azada tiene cabeza, pero no sesos. • Muestra la cabeza. • Nunca ofrezcas la última carta. • El coral es el símbolo de mi honor. • Si la hiena oyera sus gritos se espantaría. • El mundo es una tierra extraña, nuestra casa es el cielo. • El que trabaja con añil, se tiñe la ropa. • El pico le sirve al ave para comer y para hacer el nido. • Solo se tiene la felicidad que hemos dado. • Aunque se arranquen las plumas de la cola del loro, ellas crecen de nuevo. • Los vivos trabajan de día y los muertos de noche. • Lo mismo te mueves que te paralizas. Babá Odí Meyi • El exterior no es agradable si en él no se efectúan el juego, el placer y el baile. • Usted puede arrepentirse de sus errores, pero tiene que asumir las consecuencias. • La muerte hereda todo sobre la tierra. • El hueco está abierto. • Lo que más vergüenza nos produce a veces, nos trae satisfac­ ción. • Un río no puede salir a hacerle la guerra a otro río. • Por fuerte que hable el viento a las hojas de la palma, la hierba que crece al pie de esta no le teme. • Un tigre no puede comerse a un perro encerrado en una jaula de hierro. • Nadie puede pasar por muerto cuando hay una mosca. • Si usted no es vicioso, alguien lo es por usted. • El que pervierte a otro, trae la maldad de su casa. • El que dice calumnias de otro, rebaja su propio prestigio. 35

• No se salga de sus costumbres. • Las hormigas blancas intentaron, pero no pudieron devorar la roca. • ¿Con qué culo se sienta la cucaracha? • Nadie nunca ha oído hablar de alguien que haya sido rechazado en los cielos. • Las dificultades son el tropel de la vida. • El ciego vio y el cojo echó andar. • El hombre es el resultado del esfuerzo conjunto. • Nadie se sienta encima de un horno. • Un hijo es la continuidad de nuestros quehaceres en la Tierra. • Un encantamiento asegura un parto feliz. • El tiempo y las cosas no permanecen inalterables. • Las debilidades cerebrales producen morbosidad. • El que tiene techo de vidrio no puede tirarle piedras al vecino. • Secreto entre dos no es secreto. Babá Iroso Meyi • Hay quien se saca un ojo por ver a otro ciego. • Nadie sabe lo que hay en el fondo del mar. • El que parió derecho, parió jorobado. • Los ojos que dicen que Orúnmila no se ve, no están tranquilos en sus órbitas. • Sin obstáculos no hay éxitos. • Las cosas de este mundo son reguladas cuando cada una de ellas llega a su fin. • Dándole de comer a la divinidad de la mala fortuna, seguro que viviré tranquilo. • Si me quejo, será peor para mí. • Yo saludo a la lluvia y al sol cuando le cruzo los brazos. 36

• Mis momentos más importantes son los atardeceres a la caída del sol. • La vida nunca se debe vivir descuidada, una sonrisa para cada traición o engaño, endulzarán y alargarán la vida. • El rojo encendido de la pluma de loro nadie puede apa-garlo. • Mírate a los ojos y verás en ellos al mundo que te rodea. • Donde vive el águila, el canario no llega a rey. • El martillo robusto marca el piso con la cabeza. • Él abandona la casa y regresa a ella. • La vergüenza es una gran enseñanza. • Una mujer nunca valora a un buen marido hasta que haya tenido que tratar a un segundo. • El que no cuida sus posesiones, las pierde. • Con los ojos cerrados no se puede avanzar. • No hay peor ciego que el que no quiere ver. • El que no consulta el oráculo desconoce su destino. • Si un pájaro quiere picar la pringamoza que se arme de un pico de hierro. Babá Ojuani Meyi

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• Un simple gancho en la madera, no puede servir para levantar un paquete. • La guerra no puede romper la roca. • Un claro pensamiento es necesario para obtener éxito. • Si Obatalá no da la orden, la guerra no vendrá al mundo. • Los ojos ven que el fuego cocina, pero no lo ven comer. • El chivo que puede arrancar un pedazo de madera, no puede arrancar uno de hierro. • El agradecimiento es la memoria del corazón. • Una injusticia hecha a uno solo, es una amenaza para todos. • El mal que desee a otro, en usted mismo se verá reflejado. • Quien no ofrece respeto, recogerá agravios. • El jabón que baña al cuerpo, siempre se gasta.

• Yo he visto la muerte con un garrote en la mano. • Quien pega a su madre, seguro lo hará a su esposa e hijos. • Quien lleva el mal a los demás es porque lo aprendió en su casa. • Por largo que sea el camino, la sombra de su silueta lo per­ seguirá. • Un médico puede ayudar a los demás, pero no a sí mismo. • Sacar agua con una canasta es un esfuerzo inútil. • La justicia es justa porque es ciega. Babá Obara Meyi • El tiempo es muy lento para los que esperan, muy veloz para los que temen, muy largo para los que sufren, muy corto para los que se regocijan, pero para los que aman es eternidad. • La muerte lo odiará tanto, que no le querrá de vuelta al cielo. • Este es el abanico que levanta el calor. • Rey muerto, príncipe coronado. • Sin una madre veladora, sería imposible la vida de un niño. • La bebida pone a riesgo el secreto de una conversación peligrosa. • El músculo más odiado es el que siempre se utiliza para la conversación, pues de él dependen sus riquezas o sus penas. • El que sabe, no muere como el que no sabe. • No hables y no te morderás la lengua. • Tu lengua es tu león, si la dejas te devora. • El hombre paciente se hace rey del mundo. • La mujer que come de dos manos pierde su posición. • El que da el mal, solo eso recibe a cambio. • Déjeme sentarme tranquilo e inofensivamente. • La lengua habla mucho bien y mucho mal. 38

• El puerco espín corteja a la mujer del leopardo y este no puede evitarlo. • Gallo muerto habla en el camino. • Lo que no es hoy será mañana. • El hombre nace sincero y muere mentiroso. • Cuando habla el loro el hombre enmudece. • El abanico que se mueve no se detiene jamás sin encontrarse con el aire. • El ojo del amo engorda al caballo. • No hay pobreza que no llegue a su fin. • Tanto sabe la codorniz que duerme en el suelo. • Al que no sabe y se cree que sabe, ignóralo; al que sabe y no sabe que sabe, ayúdalo; al que sabe y sabe que sabe, síguelo; porque el que sabe no muere como el que no sabe. • En boca cerrada no entran moscas. • El que mucho habla mucho yerra. • Hablar impide escuchar. • Lo que se ve no se habla. • Todo lo que le sobra hoy le faltará mañana. • Bodeguero que no cobra su mercancía no tiene ganancia. • El rey no miente. • El que no oye consejos no llega a viejo. • La felicidad en casa del pobre dura poco. • No hay lengua que no habló que Dios no castigó. • La mentira no produce dividendos. • El que mucho habla se condena. • Secretos, secretos son. • La mentira se convierte en verdad y la verdad en mentira. Babá Okána Meyi

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• El que come alimentos cocinados debe preocuparse del agricultor que los produjo. • El agua con que se lavan las manos cuando cae en la tierra no se puede recoger. • El agua no se puede atar con una soga.

• La tarraja de pescar no atrapa a un hipopótamo. • La cucaracha nunca entra en la sopa. • Cinco yemas de dedos nunca chocan entre sí. • El perro de tanto husmear tiene el hocico húmedo. • La boca que yo alimento jamás dará mi sentencia. • En la basura a veces se encuentra la felicidad. • La cabeza de un hombre tiene dos contrarios: la cólera del corazón y el deseo del amor. • De un saco bien amarrado nada caerá al piso. • En el mundo si no hay bueno no hay malo. • Critica todo lo que lo rodea, prueba a mirar por fuera. • Un árbol abatido caerá debajo de la puerta de su tronco. • El monte tiene una hierba buena y una mala. • Si se sueldan dos pedazos de hierro, no se pueden después separar. • Nadie pone la estera vieja sobre la nueva. • El que busca mal para otro se lo hace a sí mismo. Babá Oggundá Meyi

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• El llanto se vuelve risa y lo perdido aparece. • No eres ni carne ni pescado. • El cuchillo corta y rasga, la sangre corre. • Si el machete va al campo con o sin filo, la hierba regresa a la casa. • La rama transplantada se reproduce semejante a su tronco original. • La mujer del cazador no grita sin razón, cuando la flecha da en el blanco. • El cuchillo que llega a la vejez, se come aún el tronco del millo. • El árbol que encuentra al hierro, no tiene buen nacimiento. • De la discusión nace la luz. • Saber esperar es de sabio.

• El cielo es inmenso, pero no crece la hierba. • Guerra pide guerra. • A partes iguales fue concebida la vida para el hombre. ¿Eres tú quien reparte? • El impacto del hierro hace incisiones. • Hay una mujer que tiene en el vientre hormigas. • Si mi cabeza no me vende, nadie me compra. • La paciencia y la benevolencia van dentro del cofre de las riquezas. • Los consejos de esa anciana me llevaron a la cúspide de mis deseos. • De nada vale saber mucho, si no tengo temple para enseñar. • El sol no puede atrapar a la luna. • El alimento del cuchillo es la carne. Babá Osá Meyi

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• Ningún vestido es más largo que el que usan las brujas. • Hombre blanco como el albino, no hay. • Hay que saber nadar y guardar la ropa. • Mis sueños me revelan mis noches y mis días. • Aquel que va a atrapar un caballo, que no se meta en el camino sin llevar millo. • En cualquier país seré rey. • No hay errante más omnipotente que el viento. • El goloso que roba la comida de otro será penado. • El ciervo veloz es el orgullo de los animales del monte. • El Arco iris es el orgullo del cielo, la luna y las estrellas son el orgullo del sol y la mujer hermosa es el orgullo del marido. • Pájaros de una misma pluma, vuelan todos juntos. • Su mejor amigo es su peor enemigo.

• Amigo de sí mismo, mata a su amigo. • Los hijos son el orgullo de la madre. • Yo lucho solo contra el mundo. • Las plumas rojas son el orgullo de la cotorra. • El día llegó, la noche llegó y el rey se graduó. • La saliva prepara la lengua para hablar mejor. • Si duermes bien sobre la tierra, esta te revelará sus secretos. • Los párpados del ojo del elefante no son juguetes para los niños. • La paloma hija única, separa la tierra del mar y regresará sola a su casa. • El aire no puede batir la piedra como a una estera. • Las hojas nuevas son orgullo de la palmera, el árbol esbelto es el orgullo del mono, las flores blancas son el orgullo de las hojas y la galería abastecida es el orgullo del patrón. • El mismo aire que se inhala al nacer es el que se exhala al morir. • Amigo de hoy enemigo de mañana. • Si tu madre no te salva, no te salvará nadie. • Dime con quien andas y te diré quién eres. • El día llegó, la noche llegó y el rey se coronó. • Para amamantar hay que tener tetas. • La vida y la muerte andan de la mano. • El hombre es libre como el pájaro en la jaula. • Así como la tierra gira, hacer girar a la luna. • Cuando el viento sopla, los grandes caen y los pequeños se hacen grandes. • El que piensa traicionar, ya traicionó. • Cuando el amo me celebra mucho, me tiene vendido o me va a vender. • En la mesa disfruta el manjar tanto su amigo como su enemigo. 42

Babá Iká Meyi • Cuando el ancla se mueve el barco se detiene. • El oro no falta jamás en los ojos del leopardo. • El que piensa traicionar, ya esta consumido. • El que a hierro mata, a hierro muere. • No hay mal que por bien no venga. • La jícara cae al agua y no se hunde. • El rey de los hausas jamás muere pobre. • La cigarra nació por desobediente. • La azada tiene cabeza, pero no tiene cerebro. • Atando cabos se hace una soga. • Cualquiera que esté en la vía puede ser salpicado. • El aire hace al buitre. • Los sueños hay que hacerlos realidades para que sean efectivos. • La cabeza en el aire y los pies en la tierra. • La energía produce acción y la inacción apatía. • La moral no se pregona, se practica. • En una familia mal llevada existe la envidia. Babá Otrúpon Meyi

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• La mujer de mi amo no será mía. • La paja verde le dijo a la seca: «Cuando yo finalice mi vida, tú comienzas la tuya». • Sin la protección de Shangó, el rey no puede montar el trono. • La tierra no se asienta sobre la cabeza de un niño. • Si mi hermana me mata a mí, a quién no matará. • Una piedra no hace un camino. • Si sangre quieres, sangre verás. • Cuando hay guerra, el soldado no duerme. • Los orishas me enseñan como vivir. • Cuando me falle la memoria recurro a mi secreto.

• No dejaré que mi mujer me muerda. • La trampa y la falsedad me persiguen. • El servir no es solo faena de inferiores, el sol sirve cuando nos brinda su luz. • Él tuerce la soga, pero no puede torcer la tierra. • No se puede levantar la mano para tocar la tierra. • La casa con techo es más bella, pero más calurosa. • En el río crecido se pesca largamente sobre las hierbas. • La araña le dijo a sus hijos: «Cuando ustedes comiencen a conocer la vida, yo moriré». • A los senos los sostiene el cuerpo. • La viruela fue a la guerra, y el perro la siguió y cuando terminó la guerra al perro mató. • No se puede lavar las manos y coger la tierra al mismo tiempo. • El río crecido se pasea largamente sobre las hierbas. • Candil del vertedero, es candela que come lo que otro botó. Babá Otura Meyi (Ifá Male) • La riqueza y la abundancia no podrán cegarme. • Entre el cielo y la tierra existen cordones que no se pueden mirar fijamente. • La niñez es diferente a la vejez. • La bebida es la causa de mi desánimo. • Lo que se quiere, si es verdad, nunca se abandona. • El pico que le sirve al ave para comer, le sirve para hacer su nido. • El mundo es una tierra extraña, el cielo es la casa. • Solamente se tiene la felicidad que hemos dado. • El que trabaja con añil, se pinta la ropa. • Olodumare es muy grande. • Quítele las plumas de la cola del loro y ellas nacen de nuevo. • El hombre es el rey de los animales. 44

• El mentir no lo exime a uno de convertirse en rico. Romper los pactos no exime a uno de llegar a edad avanzada. Pero el día del sueño, ahí no esperan los problemas. • El juez que mucho avisa, no quiere hallar culpables. • El sol no puede con la sombrilla. • Dios nunca se enferma ni está triste, jamás oiremos de la muerte de Dios, a menos que los mentirosos mientan. • Un peine no puede peinar un calvo. • La tierra insultó a la muerte, pero esta la perdonó porque es su hermana. • El gavilán se lleva a los vivos, la tierra solo a los muertos. • La medicina cura al cuerpo, el amor al alma. • El sabio pierde la sabiduría cuando se encapricha. Babá Irete Meyi (Eyemelere) • Donde llega la enfermedad la sangre se corrompe. • Si el pueblo me salvó, ellos mismos se salvaron; si no me ayudan, ellos se perderán. • Un buen gesto de bondad merece otro, mientras que un mal gesto destruye las relaciones mutuas. • De sembrar tres árboles alcanzaré mi prosperidad. • La sangre resucita. • El arte da forma a mi vida. • He de tener cuidado de no caer en el hoyo de la prosperidad. • Solo la viruela puede insultar a Ikú sin correr el peligro de muerte. • Las epidemias comienzan por uno, pero todos corremos peligro. • La enfermedad y la salud andan de la mano. • La antesala de la muerte es la enfermedad. • Los microbios no se ven, pero se sienten. • El que trae la epidemia es el mismo que la quita. 45

Babá Oshé Meyi

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• Sangre que corre por tus venas. • Perdiendo, se gana. • Del cielo me cae dinero y si no tengo cautela, me sepultará. • Este no es el momento de demostrar luchas. • Bañarme en el río me rejuvenece. • La aurora es visible para todos. • Más vale la inteligencia que la fuerza. • El hijo del gato, caza ratones. • La aguja lleva al hilo. • Mono ve, mono hace. • El gusto por la libertad, si no va acompañado del respeto a Olodumare y al prójimo, es un camino que fácilmente lleva a una u otra forma de esclavitud. • El ñame tostado le dijo al hombre: «Si tú me vas a comer, detrás vendrá la muerte a comer». • La palma piensa que tener algunas pencas le da derecho a creerse rey. • Un pez no puede, sin peligro de muerte, insultar al caimán. • No hay mañana que deje de convertirse en ayer. • No espere que los que derroten en la lucha te recompensen con un regalo. • No busque dinero con apuro y avaricia porque servirá para su propio entierro. • La mano es más larga que la cabeza cuando es extendida hacia arriba. • La rodilla del lisiado no se dobla. • Nadie mata al que le ofrenda comida. • El que sabe esperar, que vengan los vendavales. • El que persevera, triunfa. • No hagas alarde de tus méritos. • Lo verdaderamente tuyo nadie te lo puede quitar, pero te lo pueden interrumpir. • Unos ganan con buenas artes y otros con malas.

• Si el güiro de Osain se menea, la enfermedad se irá. • El exceso de dulce empalaga. • La aguja sabe lo que cose y el dedal lo que empuja. • Nadie reclama ser pariente de un pobre. • La libertad es la condición más preciada del hombre. • Al que bien amarran no le es fácil soltarse. Babá Ofun Meyi (Orangún)

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• Aquí nace la maldición. • Nadie puede agarrar al hijo del misterio delante de sus padres. • El jabón mojado en la cabeza, se desbarata, pero la cabeza se queda. • Los ríos se secan, la mar nunca. • Los ñames mueren, la espina de Cristo no muere ja­más. • El viento dijo: Yo no puedo matar al rey, pero le vuelo el sombrero. • Cuide su posición para que no sea renegado. • La muerte nunca está lejos ni cansada. • La pluma de la cotorra es la luz con la que se divi­sa el futuro. • La muerte no puede ser sobornada. • Mi forma dictatorial y la poca generosidad, me hacen verme solo. • La sabiduría es la belleza más refinada de una persona. • Delante de una mujer, nunca olvides a tu madre. • La muerte del joven es canoa que naufraga en el medio del río, la muerte del viejo es canoa que llega a la orilla o al muelle. • El calabazo rompe su casa, el caldero de hierro nunca lo hace. • La muerte nunca vomita los cuerpos que come, pero no puede digerir el alma. • La muerte no tiene nariz para oler y saber cuál es el rico y el pobre.

• Ni al sol, ni a la muerte se pueden mirar fijamente. • El mundo es cabaña del camino, la muerte es la meta. • La muerte no hace amistad con nadie. • Cuando la muerte viene, la verdad no aceptará ofrendas. • El enfermo está tan desesperado que prefiere la muerte a seguir viviendo. • Cuando la muerte no está lista para recibir a un hombre, envía a un médico en el momento preciso. • El fuego engendra a la ceniza y al que riega la ceniza el fuego lo persigue. • Aquel que le robe un gatito a una gata, la maldi­ción de esta lo acompaña. • El borracho no cuida su posición y la pierde. Ogbe Yeku • El arco iris solo ocupa el tramo que Dios le mande. • El que desee que no lo engañen, que no engañe. • Para hacer el mal, no hay hombre pequeño. • Cuando la boca no habla, las palabras no ofenden. • Desciende sobre la muerte. • La cabeza que no debe ir desnuda encontrará un vendedor de sombreros. • Un rey que sus propios súbditos quieren destronar a flechazo. Ogbe Wori (Weña) • El abikú convierte en mentiroso al médico. • Cada cual vino para lo que Olodumare mandó. • Aunque me creas solo, no lo estoy. • El que disimula la injuria está cuerdo. • Los niños malcriados serán corregidos por extraños. 48

• Eres valiente y te fías de tu fuerza, mas si no moderas tus ambiciones, tendrás una vejez solo para secar tus lágrimas. • La esponja va alegre al baño, pero sale llorando. • La cabeza no tiene que ser grande, pero la capacidad sí. • El que tiene buena cabeza, puede ser rey. • La mala cabeza lleva al fracaso. • Los árboles grandes caen con el ciclón y los pequeños quedan como grandes. • Para ser maestro, primero se es alumno. • El que enseña todo lo que sabe, fabrica su reemplazo. Ogbe Di • Pagan justos por pecadores, cuando el juez es deshonesto. • El verdadero modo de no saber nada, es aprenderlo todo de un golpe. • Después de ofrecer el beneficio me dejan colgando. • La flecha tiene la virtud de no hacer ruido. • La sabiduría está esparcida, no hay cabeza que pueda contenerla toda. • Cada cabeza es un mundo. • Después de la muerte de un amor, viene otro que pensamos es el mejor. • Si el cangrejo tuviera cabeza caminaría con destino. • El que anuncia el bien de todos, puede no alcanzar el suyo. • El que persevera triunfa. Ogbe Roso

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• Las mentiras viajan por veinte años y jamás llegan. • El padre que hace por su hijo, hace por sí mismo. • La vida dice que es mejor revelar la verdad o morir. • El ojo del hombre ve a Dios, solamente entre las lágrimas.

• Si mi cabeza no me vende, no hay quien me compre. • Si das una patada a tu perro, otros le caerán a palos. • Lo prestado no puede retenerse indefinidamente. • Aquel que es enterrado por su hijo, es el que realmente tiene un hijo. • El que pierde a su padre, se queda sin protección. • La verdad, la mentira y lo imposible no se deben confundir. • El que enmienda sus defectos, modifica sus enemigos. • La cabeza, si es buena, conduce los pasos derechos. • En pueblo de ciegos, el tuerto es rey. • Por mucho que lo anuncien, si no sirve, no lo compre. Ogbe Juani (Wale) • El camino más largo se hace corto, cuando se regresa a la casa. • El amo mató al amor y sembró el odio. • Al este o al oeste mi casa es mejor. • La verdad y solamente la verdad se ponen encima de la verdad. • Ser honestos para ser libres. • Todos no servimos para maestros. • Por grande que sea un árbol no es mayor que su bosque. • El hombre quiere ser rey en su propio castillo. • La casa de un hombre es su palacio. • Un extraño no se afecta con los sucesos familiares. • La cabeza siempre triunfa sobre la mala fortuna. • No busque en la calle, lo que tiene en su casa. Ogbe Bara • El jarro que pierde el fondo no retiene el agua. 50

• El murciélago con la cabeza para abajo, observa la manera en que se comportan los pájaros. • Las ideas de un hombre bueno, son como lingotes de oro. • La gallina blanca no se da cuenta de que ella es un pájaro viejo. • Aquel que debe jugar un papel importante en la vida, se le reconoce por su conocimiento. • A la gran tinaja no le falta jamás un hueco. • El buen sol se conoce en la aurora. • Si vistes al desnudo y le echas en cara tu favor, no lo has vestido. • La gran tinaja no puede romperse ella misma. • El dolor y la pérdida más grande es el amor no correspondido. • Tigre que come hueso, satisfacción para su garganta. • A un gustazo un trancazo. • El que mucho se aleja pierde el camino de regreso. Ogbe Kána • La corriente está en el cuerpo. • El hombre desaprueba lo que no puede realizar. • La muerte no puede, después de comerse la comida de una persona, matarla. • El calor no está en la ropa, sino en la piel. • La risa de hoy es el llanto de mañana. • Con soberbia no se puede destruir lo que se creó con sabiduría. • El capricho no es obra de la inteligencia. • Hay mucho que ver y oír. Ogbe Oggundá (Yono) 51

• Las ovejas todavía están vistiendo su lana del año pasado. • La mejor fortuna es tener el poder y el saber. • El gandido agranda el vientre y achica su cabeza. • Chivo que rompe tambor con su pellejo paga. • La oveja que se asocie a un perro, comerá mierda. • El que lleve candela en las manos no puede esperar. • El que cometa adulterio con la esposa de un hombre siempre será su enemigo. • El dinero en el mundo lo encontramos, y en el mundo lo dejamos. • El hambre hace de un joven un viejo, un vientre lleno hace de un viejo un joven. • El ojo no mata al pájaro. • Cuando el chivo jíbaro está vivo, el cuero no se puede usar para tambor, pero cuando muere, nadie vacila en usar su piel. • Cuando se conoce que uno mismo es la causa, no se le pregunta al otro si es feliz. • La orgullosa laguna se aparta del arroyuelo como si lo común entre los dos no fuera el agua. • Cuando tenemos guerra con nuestra propia cabeza, siempre salimos vencidos. • Por mucho que queramos comer, toda la comida no se puede retener. • La inteligencia se vence con sabiduría, nunca con la fuerza. • La avaricia y la tragedia son hermanas. Ogbe Sá

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• El que traiciona al amigo muere de la misma forma que el carnero. • Aquel que desea la muerte de otro, es porque está muerto. • Lo malo que hizo una vez, no lo vuelva a hacer. • La luz de la luna llena, como los ojos de Olofin, dan claridad a todos.

• Árbol que nace torcido jamás su tronco endereza. • Dos amigos no admiten un tercero. • Cerramos el puño para darnos en el pecho. • Cuando un padre de familia muere, en el hogar hay desolación. • Si te comiste la salsa, te comerás el pescado. • Todos los animales no se amarran por el pescuezo. • Donde no hay mayores, no hay gobierno, por eso cuando no hay mayores las cosas no andan bien. • Por mucho que se disfrace el enemigo, con astucia siempre se descubre. • Se puede ser más astuto que otro, pero no más astuto que todos los demás. • La traición no camina con la inteligencia. • Lo que bien se empieza bien se acaba. Ogbe Ká

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• El mayor que se propasa o se excede, pierde todo respeto y prestigio. • Si usted quiere ayudar a otra persona, hágalo bien y completo. • Para dictar sentencia, hay que oír las dos partes. • Cuando se fajan dos carneros uno tiene que ceder. • El calumniador es un hombre con un puñal en la frente • Cuando se le hace un traje a un vago, se le debe teñir de negro para que no se le vea la suciedad. • Cada cual vino a este mundo para lo que Dios lo mandó. • Aunque me crean solo, no lo estoy porque Dios está conmigo. • El que es valiente y se fía solo de sus fuerzas, si no modera sus ambiciones, tendrá una vejez para secar sus lágrimas. • La esponja va alegre al baño, pero sale llorando. • Los odu de Ifá son más fuertes que la brujería, porque nos dan la forma de eliminarla.

Ogbe Trupo (Tumaco) • Cuando un niño llora hace llorar a la madre. • Quien pisa con suavidad va lejos. • Pon a tu hijo sobre la espalda, y atiéndelo al instante. • La guerra se gana con una buena estrategia, pero con la brutalidad se pierde. • Si el cuchillo tiene dos filos, ten cuidado cómo lo agarras. • Al que le piden un fósforo debe pedir un tabaco, si no se irán con su candela de recompensa. • Es mejor dar que recibir. • Ya comí, ya bebí, canta la codorniz cuando está repleta. • Da una cosa y toma la otra. • El fuego consume lo que está a su alcance. • El que busca la enfermedad se encuentra con la muerte. Ogbe Tura (Túa) • La tierra se pudre, pero no muere. • El que puede hacer algo mejor que como lo está haciendo, pero no lo hace, es un vago. • La comadre compró escoba nueva. • La lengua perdió la cabeza, no proclame su conocimiento. • La comida no se saca del fuego antes de tiempo. • Un hombre trabajador rara vez está necesitado. • El que tiene dos brazos y no trabaja, es el padre de la haraganería. • La capacidad del inteligente es la espada con que conquista sus metas. • Una flecha no mata un pensamiento. • Cuchillo para su pescuezo. Ogbe Irete (Ate) 54

• Divisa la corona, pero no la alcanza.

• El mal suyo está sentado en su casa. • El que busca encuentra. • El plato que usted rompió otro lo pagará. • Al viento es al único que se le acepta no tener paradero fijo. • Ayer allá, hoy aquí. Mañana, ¿dónde estarás? • A la malanga de agua, las raíces no la sujetan. • La enfermedad se mueve más rápido que el viento. • El moverse mucho no engaña a la muerte. • Ríe y el mundo reirá contigo, llora y llorarás tú solo. • La enfermedad al hospital y el muerto al cementerio. • Las epidemias viajan por el aire y navegan por la sangre. • La enfermedad es el peor enemigo del hombre. Ogbe Shé • En el hombre moral su espíritu no muere. • La carreta no va delante de los bueyes. • Al que no tiene virtud se desprecia más que al que tiene vicios. • Si las personas fueran pacientes cuando la situación se torna difícil, la superarían al aceptar que esta no perdura. • El rey que camina por el mundo sin corona es súbdito. • La casa vacía no es un hogar. • Las plumas rojas vienen de la cola del loro, pero van a la cabeza del hombre. • Lo persiguen por revoltoso. Ogbe Fun (Funló) • Al que se ahoga, las palabras se las lleva el viento. • Los jóvenes nunca oyen la muerte del paño y este se convierte en jirones. • Para ser respetado, primero hay que respetar. • El respeto engendra respeto. • La cortesía no cuesta nada, cada humano es digno de respeto. 55

• La bendición de Olofin no puede ser forzada. • Con la luna o sin ella, el rey será respetado cuando se le encuentre. • Eso que tú quieres otro lo rechaza. • El hombre y la familia son como el río y el cauce, el río abre el cauce y el cauce esclaviza al río. • Lo que uno se encontró, a otro se le perdió. • Ni el sabio ni el ignorante pueden decir que no encontraron un bastón en el monte. • Entre mayores no hay diferencias si existe el respeto mutuo. • El susto mató a la muerte. Oyekún Ogbe • En los ojos del joven arde la llama y en los ojos del viejo brilla la luz. • Cosa trocada en reunión se resuelve. • La gente de este mundo no se junta con la del otro. • El que hace de cabeza, de cola nunca descansa. • Lo que consigues aquí, aquí se queda. • Las cabezas huecas son territorio de la maldad. • Por mucho que se sepa, siempre nos falta algún conocimiento. • Las cosas nunca se vuelven a hacer iguales. • Quieren cazar un rey a flechazos. Oyekún Wori • Más vale comer poco todos los días que mucho una sola vez. • El barco sale de recorrido, pero regresa como el acero a la vaina. • Codicia entre hermanos, beneficio de un extraño. • La muerte es la única que nos roba el conocimiento. • Todo puede morir, menos la sabiduría que se transmite. 56

• Antes de morir, el que no enseña, vomita todo lo que sabe. • La sabiduría hay que repartirla en vida, no se puede dejar como herencia. • El que se vanagloria de su conocimiento para humillar, no es justo ni consigo mismo. • El viejo no se humilla por recibir conocimientos de un joven. Oyekún Dí • Diga siempre la verdad para que Dios le dé la suerte. • No se precipite, para cuando usted llegue, lo que iba a pasar ya pasó. • Todo principio llega a su final para recomenzar. • El que escucha y cumple con la ley resuelve su problema. • El que hace mal no recibe bien. • Para nacer hay que morir. Oyekún Iroso (Biroso) • Haga bien y no mire a quién. • Tenga siempre buena forma, hasta para cobrar si le deben. • El que duda, no tiene seguridad. • El mal engendra el mal. • La noche no deja reposar al día. • El que mantiene los ojos cerrados no vive la realidad. • El sueño de la noche no es realidad de mañana. • Por mucho que cerremos los ojos, la realidad no desapa-rece. Oyekún Juani 57

• El que me ensucia, no me puede limpiar. • A veces la enfermedad se llama incumplimiento. • Su mejor amigo es su peor enemigo. • Cuando el chivo nuevo crezca, se le enfrentará al viejo. • El que caza sin motivo desperdicia la vida. • Lo que desperdicies hoy, tendrás que buscarlo mañana. • Al que hoy desagradece, mañana nadie le dará. Oyekún Bara • Al caballo y al buey, solo su amo los entiende. • En una silla no pueden sentarse dos personas a la misma vez. • Si le huye a la soga, nunca quedará amarrado. • Más vale inteligencia que brutalidad. • Un guapo amansa a otro guapo. • La conversación que no produce acción es como el silencio. • El principio solo es principio cuando comienza. Oyekún Kana (Foloko) • La suerte llegó, hay que aprovecharla. • La vida de los muertos está en la memoria de Ifá. • El que no oye consejo, no llega a viejo. • El que no cuida lo que tiene, a pedir se queda. • Le entra por un oído y le sale por el otro. • La destrucción no produce reconstrucción. • Lo que fácil se destruye, difícil es reconstruirlo. • Lo que puedas hacer hoy con poco, mañana te costará más. • De la nada comienza todo. Oyekún Oggundá (Tekundá) 58

• El oído que oye todas las lenguas, trastorna su cabeza.

• No deje lo seguro por lo dudoso. • Hay amores de padre que matan. • Las apariencias engañan. • Ser desconfiado es ser precavido. • La guerra produce muerte. • Por un hombre que destruye, hay otro que construye. • Quien queda de cola donde fue cabeza, nadie le respeta. • La discusión nunca vence a la razón. • La mejor arma sigue siendo la lengua. Oyekún Osa (Rikusá) • Revolución en su casa, en la calle tropiezos. • El vanidoso quiere ser higo seco antes de ser higo maduro. • Nada bueno se obtiene sin esfuerzo. • Un viejo no se burla de sí mismo. • No desprecies al que te sacó de la miseria. • No quieras gastar en un día lo que hace siete días te deben. • La muerte es quien nos hace volar. • Solas por el viento viajan igual la vida que la muerte. Oyekún Iká (Biká)

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• El ojo de Dios te mira cuando haces mal. • El mal que le haces al prójimo, te vuelve por la mano de Dios. • El que crea que un enemigo es débil, es como el que cree que una chispa no hace fuego. • Cuando cae la lluvia, no cantan los pájaros. • El camino no dice a nadie los trabajos que pasaron los que sobre él transitaron. • Quítate tú para ponerme yo. • Vale más muchos pocos, que poco de mucho. • El barco que fue de viaje, regresa como las olas a la orilla. • La muerte como la vida, es cosa de Dios.

Oyekún Trupo (Batrupón) • Si los de su casa no lo consideran, los vecinos mucho menos. • Los malos consejos hunden un pueblo. • La candela vive de lo que consume. • El revoltoso crea su propio fin. • El que prende fuego puede ser consumido por las llamas. Oyekún Tura (Tésia) • El que no sabe es como el que no ve. • Lo que está escrito, no se borra. • A ningún matador le gusta que le pasen el cuchillo por el cuello. • No ofrezcas lo que no puedas cumplir. • Hasta los reyes abdican ante la muerte. • Aunque seas rey considera al sentenciado. • Hay quien pone el corazón donde hay interés. • El que porfía pierde. • Aquel que está libre de pecado que tire la primera piedra. Oyekún Irete (Birete) • El que imita, fracasa. • Donde ronda la enfermedad, está la muerte. • El que atormenta hace que sus víctimas sean invencibles. • Las heridas viejas se abren. Oyekún Oshé (Pakioshé) • Vinimos a este mundo uno a uno y, uno a uno, tenemos que irnos. 60

• El enfermo tiene empaquetada su ropa. • Nosotros no tenemos nada en común con los demás. • Sarna con gusto, no pica y si pica, no mortifica. • La salud le da la vida, pero si la descuida encontrará la muerte. • La sangre presa en el cuerpo da la vida. • Pájaro preso no aprende a volar. Oyekún Fun (Bedurá) • No deje lo cierto por lo dudoso. • El aviso dado por un menor, a menudo es tomado como recurso desesperado. • Cuando el aguardiente se derrama, es cuando uno advierte donde había debido tenerlo. • La maldición no evita el nacimiento. • De la oscuridad nace la luz. • La enfermedad y la muerte llegan por la maldición, no maldiga. Iwori Logbe (Bogbe) • Hojas de árbol caído, juguetes del viento son. • Lava cabezas, para que te salgan tiñosas. • Usted no es perro que sigue a su amo. • Todo no se sabe, todo lo que se sabe, es una parte de lo que no se sabe. • Es preferible la muerte que la humillación. • Se puede oír, pero no se puede ver lo que sucede detrás de la pared. • La sabiduría de otros previene al jefe de ser llamado tonto. • El que estudia Ifá sin pensar, es vago. El pensar en Ifá sin estudiarlo es peligroso. La ignorancia, al consultar Ifá, les hace mirar para arriba, pero no hay oráculo en el techo. 61

• El padre dice: «Si no eres feliz en tu casa mejor que vengas conmigo». • El hierro quiso porfiar con la candela. • El que hace bien a montones, lo recibirá a montones. • La jícara rota no se llena nunca. • El que se vanagloria de su saber puede llegar a la ignorancia. • El consejo de un niño puede igualar en sabiduría al de un viejo. • La desobediencia es la madre de la inocencia. Iwori Yekún • Todo lo que se ve no se habla. • Más sabe el diablo por viejo que por diablo. • No bote ni descuide lo que le protege. • Los mensajes de los muertos no se deben desoír. • No por mucho saber, mucho se tiene. • Si cuando estás presente te haces amar, cuando estés ausente te añorarán. Iwori Di (Bodé) • Lo negro no se vuelve blanco. • La libertad no es el libertinaje. • Ayer fui libre, hoy soy esclavo. • La palabra dicha no se puede retirar. • Gavilán que roba polluela asegura su muerte. • La fama de buen amante hace que las mujeres se entreguen. • Los buenos hijos nos enorgullecen, los malos nos abochornan. Iwori Iroso (Koso) 62

• Lo que se anuncia, se vende. • Todos quieren hacer leña del árbol caído. • El sabio en su inocencia cae en la trampa. • El que mucho sabe poco ve. Iwori Juani • El que canta, sus males espanta. • Olókun no abre su puerta a aquel que no se las abrió a su hermano. • El ojo del amo engorda al caballo. • El orgullo destruye el alma. • Está pelado, como una tusa de maíz. • El que le rinde culto a los ancestros tiene la bendición del cielo. • No deje el camino por la vereda. • Nuestras voces nos ayudan a conocernos en la oscuridad. • Si un niño no conoce a su padre, la tierra no está derecha. • Viajeros del cielo y de la tierra, al final de la jornada, se encuentran. • El que lo guía bien, merece consideración. • Lo que se hereda no se hurta. • El amor no tiene edad. • La familia también nos enjuicia. Iwori Obara (Oberé)

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• Por tener buen corazón, se pierde. • Se pagan culpas ajenas. • Por un bochorno se puede acabar el mundo. • Antes de correr, primero se gatea y luego se camina. • El saber mucho es malo. • No se burle del desconocimiento de otros.

• No por mucho madrugar se amanece más temprano. • La pereza inmoviliza al sabio. • La sangre se paraliza cuando hay obstáculos. Iwori Kána • Hablar descuidadamente mata a una persona ignorante. • No hay nada que el adivino no pueda ver, ni nada que esté fuera de sus conocimientos. • El babalawo no puede ser hablantín. • La burla al semejante es ignorancia. • Lo que busca delante lo tiene detrás. • El perro del hortelano, ni come ni deja comer. • Al que la muerte busca, lo encuentra. • Flecha sin punta no mata a nadie. • Si no se paga la deuda con los muertos, ellos buscarán al deudor. Iwori Oggundá • La traición está en la mesa. • Te hice rey y me matas con la ingratitud. • Perro que te conoce no te muerde. • Un perro alimentado no puede jugar con uno hambriento. • Cuando no hay nadie cerca, dos pueden luchar hasta la muerte. • El rico y el pobre, pueden no conocerse, pero andan juntos. • El que mal piensa, mal tiene. • El que espera recoger cosecha, siembra el maíz primero. • Nadie es profeta en su tierra. 64

Iwori Osá (Bosá) • El más débil pierde. • Si un niño falla al ver a sus padres, él solo se defenderá. • El que vive de la nada, a nada llega. • La discordia trae la guerra. • El que dice todo lo que sabe, dice lo que no le conviene. • La mujer es un río donde se rompen todos los güiros. • Nunca se sabe cuando una mujer peca, ni cuando el millo se seca. • Tanto tienes, tanto vales. • Ríete conmigo, pero no de mí. • El alumno de hoy es el maestro de mañana. • Siempre se sabe quién es el enemigo. • La sangre no evita traición. Iwori Iká (Boká) • El que a hierro mata, a hierro muere. • Cuando usted se asustó, no investigó el porqué. • El que corre para todos lados, consigue enemigos. • Al que roba, tarde o temprano lo capturan. • El que permanece en casa con familia, no duerme solo. • Utilizar dinero ajeno en beneficio propio es una forma de robo. • Las palabras se las lleva el viento. • A veces un mal se convierte en un bien. • El resultado de la porfía es la pérdida. • La curiosidad puede originar ceguera. • No todos los profetas son legales. Iwori Trupo (Batrúpo). • Si el sabio no cuida su memoria, le pasa como al leño en la hoguera. • La caridad bien ordenada nace de sí mismo. 65

• El revoltoso paga los platos rotos. • Cuide a su perro porque es su guardián. • La guerra no destruye la cabeza del jefe. Iwori Oturá • Mire bien por donde camina. • La cabeza no tropieza con los pies • La ostra solo abre la boca para comer. • La belleza da todo género de dicha. • El saber es virtud si se utiliza humildemente. • La lechuza chilló ayer y un niño murió hoy, quien sabe cómo lo supo. • El que cumple con lo que le indica el oráculo resuelve su problema. • No comunique sus secretos porque le provocará desgracia. • Si usted no es almacén, no guarde cosas de otros. • El médico no se cura a sí mismo. Iwori Irete (Róte) • El mundo está soportado por cuatro esquinas. • La irresponsabilidad es amiga de la tragedia. • El que hace el bien, lo hace para sí mismo. • El gallo pica al pollón porque ve en él a un futuro rival. • El que mucho se brinda, sobra. • El que no quiere hacer ruido que no cargue guano. • Un solo palo no hace monte. • El que oye el consejo de su médico no le falta la salud. • La enfermedad no hace distinción. • Sé capaz y serás envidiado. • La enfermedad no se ve, pero se siente. • La familia hereda las enfermedades igual que el dinero. • La salud preserva, la enfermedad se hereda. 66

Iwori Oshé (Boshé) • Una sola cabeza no puede gobernar dos tierras sepa­radas. • El que no cumple el juramento, pierde su cabeza. • La extravagancia trae la pobreza. • No deje nunca lo cierto por lo dudoso. • El dinero hace dejar de creer en Dios. • Si la sangre es buena, no produce males. • Las vicisitudes de la vida roban la paz del alma. • Si vas suave, vas bien y si vas bien llegas lejos. • El aprendizaje continuo evita el estancamiento. • El que hoy te desprecia mañana te necesita. Iwori Ofún (Bofún) • Cría cuervos y te sacarán los ojos. • Lo malo se pone bueno y lo bueno inmejorable. • El polluelo que sigue a la gallina, es el que le come la pata a la cucaracha. • Cuando las hormigas crían alas, mueren. • No se puede decir ni en broma que la madre de uno se está muriendo. • La verdadera pobreza es estar sin amigos. • El consentimiento dañará al hijo del rico. • El que se come un ñame fresco convida a otros a comer. • El placer y los negocios no se deben mezclar. • No todo lo que brilla es oro. Odí Logbe (Erdibre)

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• No vuelva con lo que tuvo. • Si una madre pare un niño, puede volver a nacer de su hijo. • Orúnmila dijo: Traer el cielo a la tierra y la tierra al cie­lo.

• Ifá habló en el vientre de la madre. • No hay mujer embarazada que no pueda parir a un babalawo. • Si un padre olvida a un hijo, no importa cuanto tiempo, el hijo puede todavía implorarle al padre. • El sordo no mantiene el ritmo. • El sentimiento anula la razón. • Los sueños pueden convertirse en pesadillas. Odí Yekún • Nadie muere cuando quiere, sino cuando le toca. • El perro que tiene un hueso en la boca, no puede aullar, ni avisar. • Donde el perro mea, también mea su hermano. • Si todos mis hijos fueran iguales, no habría disgusto en el mundo. • El que renuncia a su familia y amigos y traba amistad con los extraños morirá como un chacal. • La niebla gobierna al mundo, pero nubla la vista. • ¿Quién nos puede matar? Dios y los orishas. • Lo pequeño se hace grande, si persiste. • La muerte no puede asustar a la vida, porque ella es su fin. • El fin es la conclusión de todo comienzo. • El ser más sacrificado es la madre. • Las madres paren lo mismo derecho que jorobado. • La moral es la mejor virtud. • Entre tres alguien siempre puede estar sobrando. • Cuando dos personas hacen las cosas mal, siempre hay un tercero que las sufre. Odí Iwori 68

• Con la inteligencia todo se puede vencer. • Cuando se dice la verdad y se es legal, se puede ser grande. • El que con mala compañía anda, mal acaba. • La bendición de la madre es la capa que nos cubre. • La vida es como las hojas de una palma en el camino. • La cabeza de codorniz se volverá cabeza de buey. • La mano que no debes cortar, bésala. Odí Iroso (Roso) • Todo el cuerpo duerme menos la nariz. • Con mis propias manos me hice rey. • No sabe lo que es amor, el que no está enamorado. • Uno es el mejor guardián de su negocio. • El sueño es el calmante que el sol da al hombre. • Buena ayuda recibe, quien se ayuda a sí mismo. • Luchar por sí mismo es la mejor medicina. • Nuestra opción antes del nacimiento, es nuestra experiencia de la vida. • Lo que une el alma con Olodumare, es el amor. • La cucaracha es la que sabe lo que hay en el fondo de la olla. • Hay quien por sacarle los ojos a otra persona se los saca ella misma. • El no querer ver no puede detener el tiempo. Odí Juani (Omóni) • Usted solo se acuerda de Shangó cuando truena. • Una palabra de aliento anima al hombre. • Usted sabe para los demás, pero para usted nada. • Por donde se sube se baja. • Yo no soy tu esclavo, soy tu amigo, hermano y custodia. • La muerte transforma el rostro del hombre. 69

• Lo único que el hombre no puede desperdiciar, es a sí mismo. Odí Bara • La peonía no sabe si se queda con ojos negros o rojos. • El matrimonio es un palacio que tiene dos puertas: la principal y la falsa. • Lo que hace con las manos, lo desbarata con los pies. • Mujer bonita, tragedia entre hombres. • El camino más rápido y seguro es el camino recto. Odí Kána (Ona) • El rico le tiene envidia al pobre. • Cuando no puede ser curado puede ser matado. • Si bien no te hice, daño tampoco. • Un buen hijo es el mejor tesoro. • En casa del trompo no se puede bailar. • El que construye es inteligente, pero si destruye lo que hizo, es un ignorante. • Todos sabemos el día de nuestro nacimiento, pero nadie conoce el de su muerte. Odí Ogundá • La deuda con muertos es mala comida. • La guerra con muertos termina mal. • Al que velan no escapa. • La sabiduría del carácter balancea la fuerza física. • La promiscuidad sexual conduce al desastre. • El adulterio causa guerra. • Las ofensas no crean amor. 70

• Lo que usted no puede comer, deje que lo coman los demás. • El que lucha guerra ajena, pierde su paz. • No quiera lo que no le pertenece por derecho propio. • Cuando el ancla se tira, el barco se detiene. • El que maltrata a un hijo ajeno, maltrata al suyo. Odí Osá • Estire la mano hasta donde alcance. • La bibijagua carga lo que puede. • Ojo por ojo y diente por diente. • Dos leopardos no pueden morderse el uno al otro en la cabeza. • La cabeza de un cadáver no puede curar. • Lo que se fue, vuelve. • Acostarse en una pequeña estera, vale más que acostarse en la tierra. • Ayer fue ayer, mañana será mañana, hoy bebe y come. • Estire los pies hasta donde alcance la sábana. • Los mayores enseñan a los menores, los menores salvan a los mayores. • Veleta que mueve el viento, se mueve, pero no cae. Odí Ká

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• Para vivir en paz es más necesario esconder el mérito que los defectos. • En la tierra no hay justicia divina. • El vampiro Abita se acuesta boca abajo, su hijo el murciélago se acuesta boca abajo, pero si usted se acuesta boca abajo, su estómago le ahogará. • El que vive de ilusiones, muere de desengaños. • El cuerpo es el vehículo del espíritu y el alma es el motor.

• Madre aunque de vinagre. • No hay peor ciego que el que no quiere ver. • Los hijos se crían para otros. Odí Trúpon • Del otro mundo fiscalizan nuestros actos en este. • En la unión de todos, el que se separa se muere y el que se muere no lo lloran. • El que por su gusto muere, que la muerte le sepa a gloria. • Si busco al hijo y no lo encuentro me llevo al padre, dijo Alosin. • Los muertos lo ven todo. • Las discusiones son de mal agüero. Odí Otura (Tauro) • Tanto el padre, como la madre desean ver a su hijo sano. • La longevidad y la vejez dependen del tiempo. • El azadón es el único que cuida el bienestar de la tierra. • Aunque todos los hombres usen el azúcar, unos se mantienen sanos y otros se enferman. • Los hombres se ciegan con las mujeres. • Cuando sepa guardar secretos, obtendré ganancias. • El infortunio nace de la malevolencia y no del destino. • Perro sordo no sirve para cazar. • Si no tienes nada bueno que decir, mejor te callas. Odí Irete (Leke)

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• El buey por hacer el favor al perro, quedó amarrado por los tarros. • Hazte digno de un favor y no tendrás que pedirlo. • Un azadón nunca abandona su trabajo.

• Un machete nunca está enfermo. • Un carnero padre no teme oposiciones. • Para alcanzar metas elevadas, hay que trabajar duro. • El cuerpo solo se pudre cuando muere, la tierra nunca se pudre. • En la tierra no hay justicia divina. Odí Shé (Oshe) • Absuelto por falta de pruebas. • Si un querido me bota, busco otro. • El río arrastra a la persona adulta que no conoce su propio peso. • Demasiada promiscuidad trae seguro la enfermedad. • Una pequeña cosa puede provocar incalculables estragos. • Aquel que hace sacrificio alarga su vida. • No cuente los pollos hasta que no salgan del cascarón. • Los parásitos de la tierra no hacen tanto daño como los humanos. • La gallina con culo podrido no pone huevos. Odí Fun (Fumbo)

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• Cuanto más lejos, mejor. • La humildad y la obediencia me salvarán. • Cuando los negocios no marchen bien se debe coger otro rumbo. • Cuando la mente está confusa, la miseria puede llegar. • Nacer es fácil, pero vivir es difícil. • El que se pierde es por no querer ver su camino. • El que vive en la niebla, para conocer a su prójimo, tiene que hablar. • De la oscuridad nace la luz. • Cuando la mente se oscurece, el hombre pierde su camino.

Iroso Umbo (Yogbe) • El que nació para cabeza, no se puede quedar en la cola. • El sacrificio será recompensado. • Aunque madrugue siempre lo coge la noche. • No vaya tan aprisa, para que pueda llegar. • Lo barato cuesta caro. • Lo único que no se puede perder es la cabeza. • El pino que crece demasiado, se seca. • Guayabito sopla y come. Iroso Yekun (Matelekún) • Al que pique el escorpión que busque pala y azadón. • El adivino debe morirse, el médico es mortal, y el mago no debe vivir para siempre. • Nacemos por un hueco, respiramos y comemos por un hueco, y al fin, nos vamos hacia un hueco. • La muerte necesita de la caja y de la vela. • Vivimos sobre la tierra, comemos de ella para luego alimentarla. • Lo único que nos hace reencarnar es vivir. Iroso Wori (Güiro) • Lo que no es suyo, no lo coja. • El que se extralimita, fracasa. • No se meta en lo que no sepa. • Las cosas para las que no se nace, si se hacen, nos deshacen. • Lo que se hace por la fuerza, por la fuerza se destruye. Iroso Oddi (Di) • La mano está corta y no llega a abajo. 74

• Ama a quien te ame y no a quien te guste. • La mano no puede coger los peces. • El amor ciego se pierde al abrir los ojos. • En el reino del amor, unos aman y otros son amados, la felicidad está en ser las dos cosas. • Si ayer no vimos el presente, hoy no veremos el mañana. • Proponte metas que estén de acuerdo con tus habilidades y posibilidades. • La candela camina por debajo. Iroso Juani • Cría cuervos y te sacarán los ojos. • Amigo de hoy, enemigo de mañana. • Hay quien tiene un pie en la cárcel y otro en el hospital. • El que siembra tiene segura su cosecha. • Más rápido se coge a un tramposo que a un cojo. Iroso Bara (Gan) • Un rey puede perder su corona. • Cuando la palma muere, los hijos más jóvenes caen a su alrededor. • El dinero saca tragedia. • El gato camina por la cerca, el hombre por la tierra. • Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente. • Las mentiras son como agujas en tinaja rota. Iroso Kana (Kalú) • No engañe al que no sabe. • Enseña al que no sabe. • Palabra dada, palabra empeñada. • Tanto quiere el padre a los hijos, que le saca los ojos. • El capricho produce pérdida. 75

• Lo que se pierde, si se busca bien, se encuentra. • Lo que se figura, puede ser cierto, no lo divulgue. Iroso Oggundá (Toldá) • El que empuja no se da golpes. • El que mira por un hueco puede perder el ojo. • La ley del embudo, lo ancho para ti y lo estrecho para los demás. • El ciego no puede ensartar una aguja. • La curiosidad, no nos enseña nada. • El ciego no puede ir a la guerra. • La guerra nutre a la muerte. • El testarudo solo consigue tragedia. Iroso Sá (Sunsún) • Al que vigilan, por bueno no es. • Lo que bien se escribe, no se borra. • Si no abres bien los ojos, no encontrarás estabilidad. • No hay mal que por bien no venga. Iroso Ká • Mientras más mire, menos ve. • Mirar para arriba nos paraliza, mirar para adelante nos moviliza. • El que roba, no disfruta de su maldad. • Por mucho que adquiramos en la vida, en el viaje final no llevaremos ningún equipaje. • El rico, por descuido, puede llegar a ser pobre, el pobre, con esfuerzo, puede llegar a ser rico. 76

Iroso Trupo • Si en la caldera se sale el agua, apaga la candela. • La mujer vanidosa es como un narigón de oro en la nariz de una puerca. • El que siente el calor y no ve el fuego, se quema. • El que se empeña en un sueño imposible fracasa. • El que se quiere hacer notar con el ciego, pierde el tiempo. Iroso Tura (Turara) • El poderoso que desprecia a otro, un día puede necesitarlo. • El hambre es mala consejera. • El que no cuida lo suyo, lo pierde. • Al sordo se le dan ejemplos, porque no oye los consejos. Iroso Irete (Unkuemi-Até) • El que no se cuida, no conoce a sus nietos. • El que más mira, menos ve. • El esfuerzo conquista montañas. • La falta de fe destruye a los hombres. • El río nos trae las riquezas y nos da la vida. Iroso Oshé (Shé) • La muerte está dando vueltas, buscando a quien coger. • El cochino ruino rompe la cerca y se escapan los demás. • Tiene que llover mucho para que el río se salga de su cauce. • El que esconde el botín, cargará con la culpa del robo. • El algodón no puede visitar la candela. 77

Iroso Fún (Ofún) • Ya el enfermo se curó y el sano se puede enfermar. • Lo que parece, puede no ser y lo que es, puede sorprender. • Al ratón se le agarra con una ratonera. Ojuani Shogbe (Eyiogbe) • El que come el huevo, no piensa en el dolor que le costó a la gallina. • Lo malo hasta sin maestro se aprende. • El mal y el bien siempre andaban juntos. • Las malas vibraciones interfieren la paz de la mente. • El dinero no lo es todo en la vida. • Tu tratarás como has sido tratado y serás tratado como hayas sido conocido. • El que se estanca, no recibe beneficios del cambio. • No se puede arar en el mar. Ojuani Yekun • El que da comida al hambriento, alienta su corazón. • Si el viento sopla, hace danzar las hojas de plátano, a la derecha y a la izquierda. • Dios dijo: Yo envío la enfermedad al mundo, pero también las curo. • Cuando el viento sopla, hace ondular el agua del gran río. • Cuando se toman las armas, la guerra no sorprende. • Por mi mala cabeza, lo perdí todo. • El rico y el pobre alimentan a la muerte por igual. • Si el viento sopla, refresca tanto al bueno como al malo. • Por la malacrianza de un niño, se puede perder un mayor. • El que viene desnudo no se puede ir vestido. 78

Ojuani Wori (Tanshelá) • No se debe olvidar nunca el origen. • Al mejor escribano se le va un borrón. • La obediencia salva. • El que tenga miedo, que se compre un perro. • La envidia destruye, pero la justicia llega. Ojuani Odí (Shidí) • El que da, recibe una bendición. • El que devuelve las cosas que le confiaron, siempre será prós­ pero. • El perfume es el espíritu de la flor • No ofrezcas lo que no puedas cumplir. • Hay que hacer por quien hace por uno. • Se hace el muerto para ver el entierro que le hacen. • El hombre infiel pierde lo que posee. • Los enfermos, el médico y los saludables a la fiesta. Ojuani Iroso (Hermoso) • Si usted no se quiere, no puede querer a los demás. • Un babalawo lleno de poder, es menos poderoso que un orisha. • Doy candela, lo mismo arriba que abajo. • De buenos sueños, grandes consejos. • Lo que se ensucia, lavándose se limpia. • La soberbia anula la razón. • Los bueyes sin yunta no alcanzan la meta. Ojuani Obara (Lozure)

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• Usted compró soga para su pescuezo. • Cuando no se tiene nada, nadie nos visita.

• Las ratas abandonan el barco cuando se hunde. • En la unión está la fuerza. • La acción es ver y no mirar. • Las redes abundan, para suerte del pescador. • El que vota lo que compra, desprecia su esfuerzo. • Si la tinaja tiene hueco, por mucha agua que se le eche, nunca se llena. Ojuani Kana (Pokón) • Fue por lana y salió pelado. • Cuando el río suena, es porque la lluvia cayó. • Cuando las cosas caen en el vacío, nada emprenderá. • El enfermo que se acuesta, la muerte lo sorprende dormido. • Lo que mal comienza, no llega a su fin. • El que no agradece, mal padece. Ojuani Oggunda (Awán) • Uno tira la piedra y el pueblo carga la culpa. • No vaya a casa de nadie, para que no sepa lo de nadie. • Si un niño abre una cazuela hirviendo, la vuelve a tapar por el calor. • Pagué la culpa de mi amor, por desobediencia. • El que no mira hacia adelante, atrás se queda. • Ojos malos que vigilan, secretos revelados. • La llama de la discordia no respeta la mano que la prendió. Ojuani Osá (Bosá) 80

• Para no pasar vergüenza, ser prudente y sabio como las hormi­gas. • Acostarse y levantarse temprano, hacen la salud y la energía en el hombre. • Mi poder está en la ceiba, la noche y el río. • La ambición del hombre trae seguro la muerte. • Cuando no se cumplen los ofrecimientos, se vive abochornado. • Es una falta de respeto a todos, que le permitan al manigüero entrar al pueblo en taparrabo. Ojuani Iká (Boká) • La maldición nació por mal agradecimiento. • El rey del río es el mar. • El niño que no camina, no será sabio. • Todo lo que sostenga una pinza, no cae al suelo. • El murciélago no puede sostener un árbol. • El mal que haces al prójimo te vuelve por la mano de Dios. • No es sabio seguir lo que no augura triunfo • No se puede atar un caballo con soga de hierbas. • Oye a todos, pero de ninguno te fíes. • Si no puedes cumplir con una obligación, debes ser franco. • Solo cuando el racimo está maduro, se caen los cocos. Ojuani Trupo (Batrúpon)

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• El llanto no vale nada cuando no es por algo justo. • Antes que la candela me coja, me voy sin quemarme. • Yo traeré la paz al cielo y a la tierra. • El que hace el mal, después le llegará su turno. • Más halan dos tetas que una yunta a la carreta.

• La promiscuidad solo puede llevar a la muerte. • El que se prostituye no se autovalora. Ojuani Otura (Alakéntu) • Al mejor escribano se le va un borrón. • El perro y el león entraron en porfía. • Cuando se está preparado, no lo cogen de sorpresa. • Cuando se busca bien, las cosas aparecen. • No deje el camino por la vereda. Ojuani Irete (Birete) • El pollo pica al gallo, por causa de la gallina. • Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente. • Dos gallos no beben agua juntos. • Por la puerta entra lo mismo lo malo que lo bueno. • Si no escuchas los consejos de tus padres, te darás golpes en el camino. • La avaricia rompe el saco. • Después de tantas mentiras, no te creerán la verdad. Ojuani Oshé (Boshé) • Cuando no está preso, lo andan buscando. • Cuando no se pica, no se practica el mal. • El despreciado de hoy puede ser el salvador de mañana. • La promiscuidad es igual al suicidio. • La jaula, aunque sea de oro, jaula es. Ojuani Ofún (Bofún) 82

• Nadie sabe donde está el corazón del ñame, hasta que no lo pica. • Dios en el cielo y yo aquí, con mi saber, echo afuera todo lo malo y acabo con él. • No meta la mano donde no llegue la vista. • Los niños deben estar en la tierra y no caminando en el cielo. • Ayúdate que Dios te ayudará. Obara Eyiogbe (Bogbe) • El respeto trae respeto. • Las paredes tienen oídos. • El grande no debe comer fuera de las manos del pequeño. • El que no quiera heredar lo malo, que no lo procree. • El comercio reúne a los pueblos y divide a los hombres. • Oreja no pasa cabeza. Obara Yekun (Kuyé) • El criado se le quiere imponer al amo. • No se puede almorzar sin desayunar. • Por libertino, perdí todo en la vida. • Con la unión de mi familia, vencí a los enemigos. • No me dieron las gracias por faltas cometidas. • Zapatero a tus zapatos. • Buscando el dinero encontré la muerte. • Gracias a Obatalá recibí el ashé. Obara Iwori (Woeréko)

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• En el mundo no ambiciones lo que no mereces. • La inseguridad mata. • Para llegar a la cima, pase distintas etapas y tragedias. • Los espejismos no son realidad. • La guerra viene para la ciudad. • Nadie debe ser juez y parte.

• Solo el cielo sabe la verdad. • Se puede engañar a una parte del mundo todo el tiempo o a todo el mundo una parte del tiempo, pero no se puede engañar a todo el mundo, todo el tiempo. Obara Odí (Dila) • El perro tiene cuatro patas y coge un solo camino. • El ratón no mata al gato. • Dos cosas que no sean contiguas, difícilmente podrán coger fuego a la vez. • El mal se convierte en bien. • Nace el soborno cuando se busca posición. • Donde se compra a uno es que quieren tumbar a los demás. • No deje el camino por coger la vereda. Obara Koso (Iroso) • Virtud hay una, maldad hay muchas. • Si no tengo desarrollo espiritual, no prosperaré. • Si no quiero castigo, no practicaré el aborto. • Mi corona está hecha de piel de tigre. • El que come marañón, se le aprieta la boca • Cuidado con los bochornos que le quieren hacer pasar. • Al rey se le puede coronar una sola vez. • Ningún rey se convierte en súbdito. Obara Juani

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• El que dejó su tierra, nunca volvió. • Con el sonido del tambor batá vencí a mis enemigos. • Por engañar, salí engañado. • Solo con la calma obtendré la prosperidad. • El que no saca provecho de sus esfuerzos, no sabe trabajar.

• La envidia esclaviza al que la siente. • El único alimento de la envidia es la destrucción. • El que no retiene sus ganancias no puede disfrutarlas. • El engaño y la mentira nos conducen ante el juez. • Del alardoso se habla tanto bien como mal. Obara Kána • El capricho es la perdición de todos. • Tuve que sacrificar para obtener honor y respeto. • Si uno de repente afronta un peligro, la boca quedará sin habla. • Los resultados solo se ven al final. • A la naturaleza nadie la vence. • Del cielo solo cae agua. • Las esquinas son las encrucijadas donde lo mismo se encuentra lo malo que lo bueno. Obara Oggundá (Kuña) • Al que no quiere caldo, tres tazas. • El que no lo hace a la primera, busca y rebusca de nuevo. • Miramos hacia adelante y no vemos a nadie, miramos hacia atrás y no vemos a nadie. • El ruido de las semillas no martilla a las hojas. • Usted no se mudará por los chismes de la tierra. • Las palabras sacan fuego y este quema. • La montaña fue destruida por creerse poderosa. • Mientras más alto se sube, más fuerte es el golpe al caer. • No hay peor cuña que la del mismo palo. Obara-Osá (Sá) 85

• Usted es loco o se hace el loco. • Repugnancia con el dulce. • Por porfiado, lo perdí todo. • Por viajar mucho, toda mi prosperidad se perdió. • Cuando un esclavo escapa, el dueño lo buscará; cuando un niño se pierde, los padres también lo buscarán. • Si no corro, no podré vivir. • Repitiendo la tonada, vino la prosperidad. • El hijo de Obara‑Osá no corre; el hijo de Obara‑Osá nunca muere; nunca está enfermo; el hijo de Obara‑Osá nunca se desprestigia. • El descrédito cierra los negocios. • El barco que no se amarra se va a la deriva. • El ciclón deja una brecha a su paso. • La mentira sale a flote. Obara Ká • En la tierra no hay justicia divina. • El sol sale para todos. • No ambiciones lo que no mereces. • La cabeza se trastorna cuando la avaricia la toca. • Lo que Dios da también lo quita. • La competencia nos puede traer el triunfo o el fracaso. • Hay que llevar dos sacos, uno para ganar y otro para perder. Obara Trúpo (Tumbun)

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• De fracaso en fracaso, por porfiado. • Por mi locura, la corrupción está en mi familia. • Nací, y debo regresar al cielo. • Dios condena el incesto. • Camino que se pierde, jamás se encuentra. • El que con lengua mata, sin la lengua muere.

• La mala estrategia nos conduce a la derrota. Obara Tura (Kusheyó) • Cuando la verdad llega, la mentira huye abochornada. • Dios no se oye, pero su sentencia se conoce. • El que respeta será respetado. • El hombre enfermo no puede comerciar. Obara Irete (Keté) • Esta es la tierra donde usan la guataca para afeitarse la cabeza. • Este es el filo del azadón que usa su boca para golpear la tierra con impunidad. • Por desobediente me convertí en jícara. • Las marcas de la viruela nunca se borran. • Si la mala fama le precede, trastorno tendrá en su viaje. • Su mentira de hoy puede ser su verdad de mañana. • El enano no vence al gigante. • El mal del pobre puede ser el mal del rico. • Solamente el leopardo tiene pintas. • Cuando se destapa la verdad, la mentira sale huyendo. Obara Shé • Barra para fuera, para el patio, lo que perjudique. • Primero pulla y después injuria. • Entró de aprendiz y quiere quedarse de maestro. • La lengua que come sal, no puede escupir dulce. • Una lengua callada hace una sabia cabeza. • El hablar descontrolado sobre planes futuros, causa dolor en las canillas. 87

• Lo que se bota no se recoge. • El que botan de un lugar, encuentra un sitio mejor. • Lo nuevo quiere desplazar a lo viejo. Obara Fún • Uno toma purgante y al otro le hacen la operación. • Llévate lo que traes. • La codicia y la envidia producen guerras. • El miedo y el respeto son dos cosas distintas. Okana Ogbe (Sode) • Lo que se sabe no se pregunta. • Los elefantes no se cazan con trampas de arcillas. • Cuando un relámpago encuentra obstáculos en su camino, el impacto es más violento. • La violencia sin causa siempre destruye. • La fuerza se usa para construir. • Rey del tablero, perro del espacio. • No espíe secretos, pues mata. • Una mentira que le digan, puede salvarlo de la muerte. • Él es felizmente ignorante, pobre de él cuando abra sus sentidos. • Mira, oye y calla. • En el mundo si no hay bueno, no hay malo. • El bien y el mal son jimaguas. • La ignorancia se paga cara. • Todo fin tiene un principio y todo principio tiene un fin. • Si no sabes lo que tienes, valorízalo y podrás cobrar el doble. Okána Yekún 88

• Si el aceite puro pone sus ojos en el fuego, se derrite. • La babosa nunca sufre una vida caliente. • Confórmese con lo que Dios le dio. • La tragedia vieja vuelve a salir. • Cuando hay mucha candela, Yemayá la apaga con agua. • La enfermedad lo mismo llega por tierra que por mar. • El que da fin al principio es la muerte. • Por mucho que te disfraces, la muerte te reconoce. Okána Wori (Gio) • Yo no seré víctima de la muerte masiva en la tierra. • La benevolencia es recompensada con ingratitud. • La lluvia vino a traer la buena fortuna. • Cuando el fuego se vaya a extinguir, revivirá con hojas de palma seca. • El hombre propone y Dios dispone. • La comida entra con buen olor y sale apestosa. • Pólvora salva, pólvora mata. • Al que se cree indispensable, pueden sustituirlo. • El hombre no deshace lo que mucho le costó hacer. Okána Odí

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• En cada puerto se tiene un amor. • No hable más de la cuenta. • Debe coser primero su ropa, antes de coser la ajena. • Un envase negro se cuida de todo el mundo, hasta de sí mismo. • Cada uno con su cada cual. • El que no va por camino conocido, retrocede y encuentra los demás cerrados. • Gran extensión de agua que alimenta pequeña corriente. • El eco de nuestra conversación puede ser nuestra destrucción.

• Por muy grande que sea el barco, siempre el mar lo mece. Okána Iroso (Roso) • Hay quien se queda tuerto, por ver a otro ciego. • A la tierra que fueres, hacer lo que vieres. • El mundo no hay quien lo arregle. • El secreto nunca debe ser revelado. • Un malintencionado voluntarioso no es bueno. • Todo sucede como tiene que suceder. • El que repara el daño que hizo, mitiga su falta. Okána Juani (Yabilé) • En la guerra el que duerme pierde. • Lo que tiene principio, tiene fin. • El machete viene y arranca la cabeza del maíz que lo desafió. • El muñeco de arcilla nunca cae en el suelo sin dejar de existir. • No averigüe lo que no le corresponde. • No hay tristeza que Orúnmila no resuelva. • Prosperé tanto que fundé mi pueblo. • Haga bien las cosas para que no tenga que rehacerlas. • Tinaja rajada, si no se repara, sigue botando agua. • El mal comienzo conduce a un mal fin. • Lo que con trampa se adquiere, con trampa se pierde. Okána Obara

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• No subestime al pequeño. • La suerte y la desgracia, en la calle tienen quien los cuide. • El que la hace la paga. • Al que trabaja, Dios lo ayuda.

• El caballo no puede encontrar el camino en la manigua. • La roca no tiene lugar en el sol. • El maíz sale unido. • No vaya usted a perder la cabeza, porque el muerto se la lleva. • La mentira produce destrucción. • Lo comenzado, termínelo. Okána Oggunda (Kakuin) • La candela no derrite cadena, pero sí al hierro. • Lo negro se destiñe y lo blanco se ensucia. • El éxito engendra enemigos. • El pájaro carpintero es el escultor entre todas las aves. • El pelo gris hace su hogar en la cabeza de un anciano. • El poderoso disfruta el mundo. • Tu enemigo muerto, sigue siendo tu enemigo • Si va a cortar hierba, afile su machete. • En lo que el hacha va y viene, el palo descansa. • El triunfo final le corresponde a Dios. • Los astros tienen que comer. • De tal palo tal astilla. Okána Osá (Sá)

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• La muerte de uno, es alegría de otro. • Con la verdad se gana. • La tela blanca solo envejece en jirones. • Los viejos jamás han escuchado que Olodumare está muerto. • Cuando el bosque echa flores, los animales florecerán. • Si evito confrontación no tendré problemas. • Cuando actúo pacíficamente no tendré conflictos. • Se hace el bobo para bien o para mal. • Se van uno a uno y de los mejores.

• Con la verdad se gana, aunque su enemigo quiera quitársela. • El viento que nos lleva, es el viento que nos trae. Okána Ká • Las armas también se arrugan. • Cuando una mujer toma la azada, el hombre no puede quitarle su lugar. • Al que le pica es porque ají come. • Hágase el muerto a ver el entierro que le hacen. • De arriba lo mismo viene lo bueno que lo malo. • El que mira hacia abajo no recibe bendiciones. • Si Dios no quiere, nada comienza. Okana Otrupo (Trúpo) • Ayer maravilla fui, hoy sombra de mí no soy. • Cuanto más tiene más quiere. • Cuando un gobernador sale, otro se sienta en su silla. • Falsedad y maldad se unen a la calumnia. • El revoltoso siempre está comenzando. • La guapería no conduce a buen fin. Okána Otura (Turale) • La venganza es la justicia del hombre. • Menéalo que tiene el azúcar abajo. • Todos los pájaros comen arroz y el totí carga la culpa. • El que mata por amor mata por gusto. • La enfermedad no conoce bueno ni malo. 92

Okána Irete (Wete) • Lo que más destruye al hombre es la enfermedad. • Con calma llegará a su destino. • El canto de la guataca convierte al monte en comida. • Se bautiza arriba y se respeta abajo. • Lo mismo se pudre la carne del elefante que la del leopardo. Okána Oshé (Shé) • Fue por lana y salió trasquilado. • El comilón la paga comiendo. • El trabajo duro o el esfuerzo, acaban con la pobreza. • El río nunca atrasa, adelanta. • El que no quiere responsabilidades, que no haga familia. • Conocer a la gente es mejor que conocer el camino. • El agua estancada no mueve molino. • La sangre enferma produce mortandad. • Los que comen en tu misma mesa, serán los que la manchen. • Las manchas que ponen las gentes son indelebles. • El chisme mató al cariño por envidia. Okána Ofún (Fún)

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• Dale de comer al mendigo, aunque no tengas con qué pagar. • Si no mira su casa, no mire las demás. • Aunque no esté en este mundo, la bendición de madre alcanza. • Los últimos serán los primeros. • La astucia puede reemplazar la sabiduría. • El que mucho abarca, poco aprieta.

Oggundá Eyiogbe (Biogde) • Un solo hombre con la ayuda de Ifá, reta a otros treinta a combatir y los vence. • Por causa del tarro se abre la sepultura. • Ojos de fuego, adúltero del corazón. • Si el esclavo muere, solo su madre lo llora. Si un hombre libre muere, todo el mundo lo comenta. Esta es la ley injusta de los hombres. • Ama a tu mujer, pero no te fíes de ella. • Lo que no se ve hoy, se ve mañana. • Aquel que conoce a Olofin, no será más pobre. • El poderoso se desata y desata la guerra a los demás. • La mujer adúltera se muere en casa de su marido, estando viva. • Con la ayuda de Dios todo se vence. • El perro descubre al amo. Oggundá Yekún • En la confianza está el peligro. • Vivir de ilusiones para morir de desengaños. • El hombre que no probó la adversidad es el más desdichado. • La avaricia rompe el saco. • Por una ambición deshonesta se puede perder la vida. • El dinero no lo hace todo en la vida. • Por la puerta de una casa abierta, lo mismo entra un ladrón que la justicia. • No hagas lo que no te gusta que te hagan. • Quien no construye una casa, duerme en un árbol. • La guerra de las lenguas puede acabar con las cabezas. • La guerra es siempre por dinero. Oggundá Worí (Kuanayé) • El sueño de un perro nunca llega a nada. • Árbol que se poda, retoña. 94

• Quien sabe alabar, sabe calumniar. • Quien no ara el ñame, no tiene que comer el lodo. • Amor porfiado, amor muerto. • Más vale pasarse una noche irritado por una ofensa, que arrepintiéndose toda la vida por una venganza. • El pendenciero es como un muerto viajando de noche. • Lo que no tiene remedio, lo mejor es olvidarlo. • Dios aprieta pero no ahoga. • El que se suicida retrocede y, al volver, pasa los mismos percances. • No se sacrifica a otro para eliminar a un enemigo. Oggundá Odí (Dío) • Prepara soga para su pescuezo. • Un proyecto hubiera llegado a ser verdad, si no fuera por la cobardía que hizo sellar los labios de quien lo pensaba. • Un cuchillo destruye su casa, y piensa que destruyó la ajena. • Nada cansa si el deseo es firme. • Cuando el gallo canta de algo avisa. • Dos hojas de cuchillo no entran en una sola vaina. • No hay peor sordo que el que no quiera oír. • Lo que no puedas comer deja que otro se lo coma. • Gente de fuera, tranquilidad robada. • Babalawo no se sienta en silla sin fondo. • Lo que se sabe no se pregunta. Oggundá Roso (Koroso) • No por viejo es pellejo. • No pague plato que otro rompió. • La burla con burla se paga. • Cuando el gallo canta, el hombre vago refunfuña. • Uno conquista a otro para caerle a un tercero. • La trampa se paga con sangre. 95

Oggundá Juani (Leni) • No deje camino por vereda. • No se inmiscuya en lo que no le interesa. • No parta por la primera con violencia. • Vísteme despacio, que voy de prisa. • El hombre que sabe no habla, el que habla no sabe. • Quita la talanquera y deja libre el camino. • Si amarras la vaca no amarres al ternero. • Lo que se desperdicia cuesta más trabajo readquirirlo. • No se meta en lo que no le importa. • El que usa la lengua como espada pierde la guerra y la lengua. • La guerra no produce ganancias. Oggundá Bara (Bambo) • Usted ama como el gallo. • La valentía no tiene edad. • Lo blanco siempre representará la pureza. • Dos cosas iguales nunca serán idénticas. • Lo mismo es el grande que el chico. • A palabras necias oídos sordos, al buen consejo ponle atención. • El que apuesta a las patas de un gallo tiene su dinero en el aire. • Por donde entra la discordia, sale la suerte. • No excuses tus faltas con las de los demás. Oggundá Kána (Folokana) (Ko) • Santo Tomás, ver para creer. • No afirme lo que usted no ve. • La gente corre y no sabe el porqué. • Cuando se usa la tarraya, el pez cae en la trampa. • Copa rota nunca se rehace. 96

Oggundá Osá (Masá) • El pájaro que imita la tiñosa muere detrás del fogón. • No hay en el mundo pájaro como la tiñosa. • La tiñosa sabe dónde le amanece, pero no dónde le anochece y dondequiera ella encuentra su comida, así mismo tengo que encontrarla yo. • Olofin parte la diferencia. • La incomprensión de la vida produce insatisfacción. • El orisha es el ser que nunca cae y Olorun siempre habla de pie. • El hablar sin discusión aclara muchas cosas. • Mientras el mundo sea mundo, la tiñosa no come hierba. • Todas las cosas no se pueden arreglar con hierro. • En la unión está la fuerza. Oggundá Ká • Cuando las aguas se corrompen, la enfermedad llega. • El elefante nunca muere donde nace. • Es mejor perder la vida, que perder la honra. • Cuando la navaja corta, la justicia se para. • El que juega con candela, se quema. • La gallina, con montones de basura, tiene su vida asegurada. • Es mejor que corra la sangre de un gallo y no la nuestra. • En la casa paz, en la calle guerra. Oggundá Trúpo

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• No abuses del inválido, que tiene hermano. • Perro lleno se lame contento. • Si el perro es bueno cuida bien. • Un clavo bien enterrado cuesta trabajo sacarlo. • No hay como la bendición de una madre. • Solo el hombre inteligente se salva de la muerte. • Las personas coloradas son como la pólvora.

• Al mal consejo no se le presta atención, el bueno se hace ley. • El que amenaza declara la guerra. • En casa del herrero, cuchillo de palo. Oggundá Otura (Tetura) • Quien no oye consejos no llega a viejo. • Confórmese con lo que tiene. • Lento, pero aplastante, como el elefante. • El que confía su secreto a otro, se hace su esclavo. • El que imita fracasa. • La discreción es la mayor virtud. • Allá quien recoge lo que otro bota. • El agradecimiento llenó de sangre al bueno. • Usted es el primero en salir de su casa y el último en llegar. • El árabe se sienta en la puerta de su tienda a ver pasar el cadáver de su enemigo. • Daño por daño, hace daño. • El que a hierro mata a hierro muere. Oggundá Irete (Kete) • Amigo íntimo, enemigo íntimo. • Solo el cirujano nos conoce por dentro. • El que tiene tienda que la atienda o la venda. • La soberbia enferma la cabeza. • La culpa de otro la paga usted. • El tirador no necesita enojarse, su lanza hará más daño que su cólera. • El que apunta, banquea. Oggundá Oshé (Shé) • Discusión de familia no trae nada bueno. • El hombre propone y Dios dispone. • La cosa importante es hablar sin equivocación. 98

• El que no conoce a su hijo, mañana podrá ser su enemigo. • Por la curiosidad se puede perder la vida. La curiosidad parió la sangre. • A amigo de tres días no se le enseña el fondo. • La pulla es el lenguaje del Diablo. • La noticia perdida, buscarla entre las mejores. • Para comer un huevo no hace falta un cuchillo. • Repugnancia después que se comió el dulce. • Los consejos de los orishas son palabras santas. • El revoltoso atrae la justicia. • El malagradecido no merece un favor. • El cuchillo corta y rasga y la sangre corre. Oggundá Ofun (Fun) • Cada cual es como Obatalá lo hizo, pero llega a ser como él mismo se haga. • La serpiente no mide su sombra con la del arco iris. • Lo que la tierra da a la tierra vuelve. • El orgullo y la jactancia son la perdición del hombre. • El general va a la guerra, pero el jorobado no lo pierde de vista. • Hay que saber querer, para luego aborrecer. • Quien se manda a correr termina caminando. • Para siete vicios, siete virtudes. • No por mucho madrugar se amanece más temprano. Osá Logbe (Lofobeyo)

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• La mosca no atemoriza al tigre, aunque se le pose encima. • Después de frita la manteca, vamos a ver los chicharrones que quedan. • La babosa que baila, no falta de su casa. • Sabe el precio de todas las cosas, pero no sabe el valor de ninguna.

• Cuando se tienen conocimientos espirituales, se aprecian los regocijos de la vida. • Para arriesgarse en la vida, hay que tener control espiritual. • Antes que me maten me voy. • La gallina percibe la aurora, pero el gallo es el que canta. • Aunque anuncie el bien, no es verdad. • El que no mira hacia atrás no reconoce a su enemigo. • Cuando el viento entra en la cabeza, se convierte en tempestad. Osá Yekun • Tres cartas sobre la mesa. • Si no sacrifica, la muerte está segura. • La gran riqueza de la tierra me espera. • La muerte entra como el viento por cualquier rendija, y no se va con la barriga vacía. • El viento lo mismo que te mueve, te paraliza. • Cuando el fuelle se desinfla la candela se apaga. • El viento que da la vida, da la muerte. • La volubilidad produce mortandad. • La cabeza ve la luz antes que los ojos. • Los problemas de pareja, afectan a los demás. Osá Iwori (Woriwó) • Si nosotros no vemos el mensaje, no nos podemos comer al buitre • Su casa es de todo el mundo, menos de usted. • El tiempo es como el venado, de ágiles patas. • A los sanos los reclaman, pero a los enfermos los abandonan. • Su mejor amigo, su peor enemigo. • Dios le da a cada cual lo que cada cual se merece. • Desvestir a un santo, para vestir a otro. 100

• La cabeza conoce las cosas de nuestro destino, pero cuando arriba a la tierra se impacienta. • El conocimiento tiene valor cuando se aplica. • Rey por un día no es buen gobernante. • El trono de un rey tiene un solo sitio. • Cuando el de afuera valga más que el de adentro, corra y múdese. • Más vale maña que fuerza. Osá Odí (Dí) • Tanto da el cántaro a la fuente, hasta que se rompe. • El que cría perro ajeno, pierde el pan y pierde el perro. • Dos narizones no se pueden besar. • El huevo que el perro no puede tragar, la gallina lo puede picar. • Tigre que come hueso, satisfacción para su garganta. • Donde lo encontré, lo dejo. • No digas nunca: de esta agua no beberé. • La gallina muerta está patas para arriba. • No sea testarudo y tenga cabeza. • Las costumbres ancestrales no se critican en el seno de la familia. • Cuando se quitan los cercos y asedios, se tiene relaciones exitosas. • El yunque y el martillo no se dan golpes porque hay un hierro en el medio. • La cadena convierte en esclavo al hombre libre. • Sin fuelle no hay fragua. • Por hacer un favor el fuelle quedó esclavizado. Osá Iroso (Roso) • Mire para adelante y mire para detrás. • Lo que se ofrece, constituye deuda. 101

• Mire hacia delante y hacia atrás. • Cuando llega la paz, todo es un éxito. • Lo mismo viviré en lo ancho que en lo estrecho, solo deseo tener felicidad. • En la confianza está el peligro. • El que mucho bebe mucho pierde. • El lobo vela hasta que el pastor se duerme. • Las piernas son el sostén del cuerpo. • El carnero por testarudo pierde su cabeza. • Lo que está escrito no se borra. Osá Juani (Loni) • Cuando usted vea al caído, no le dé con la mano, sino con el pie. • El que viste de blanco debe cuidarse de la manteca. • Fracasas por hablador. • Cuando se sale corriendo de un problema, no se cae en bochorno. • Si frente al fuerte te vieras, afróntalo con valentía. • Más vale gallardía, que vivir humillado. • El aceite de la lámpara del ciego, pónselo en los frijoles y te lo agradecerá más. • Si no sabe persistir mejor sea seguidor y no líder. • No trabaje para el inglés, todo esfuerzo debe tener recompensa. Osá Bara (Shepe) • Dos carneros no beben agua en una misma fuente. • Dos leopardos no viven en la misma cueva. • La pérdida llega cuando defendemos sin conocer. • Por defenderme con mi cuerpo, perdí la vida. • Con inteligencia se domina el poder de la fuerza. 102

• Con la flecha que lancé, maté a mi madre. • Cuando se enfrentan dos carneros, uno tiene que ceder. • Una retirada a tiempo, vale más que una batalla perdida. • La brisa y el remolino nunca andan de la mano. • El que no conoce a su amigo, no conoce su enemigo. • Donde manda capitán no manda marinero. • La autoridad tiene una sola cabeza. Osá Kana • Lo que mal empieza, mal termina. • Come más con los ojos, que con la boca. • La paciencia me trajo la felicidad. • Si sacrifico, evito percances y aseguro la tranquilidad. • Cuando se pierde la fe, el alma se queda muda. • La avaricia rompe el saco. • Más vale pájaro en mano que ver un ciento volando. • El eterno comenzar lleva a conclusiones. • La terquedad no conduce a nada. • El suicidio es un desafío a Dios. • La desobediencia cuesta la vida. Osá Oggundá (Kuleyá)

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• La guerra con vivos es mala, pero con muertos es peor. • Si obtiene un gran pescado, debe darle de comer al arroyo. • Amarre el barco, para que no se le vaya a pique. • Cuando realizo sacrificio, tengo buena fortuna. • Si no organizo mi vida, seré como el cao. • Los grandes sacrificios lo hacen las madres por los hijos. • A la jicotea le gusta el baile, pero no tiene cintura. • El que siembra vientos recoge tempestades. • El aire es nuestra salvación, el viento nuestra muerte. • La discusión es aliada de la muerte.

• El que mucho grita, mucho llora. • El carnero cuando ataca, baja la cabeza, cierra los ojos y derrama su sangre. • Lo que con un chantaje se consigue, con otro se pierde. • El borracho tiene un solo precio: el alcohol. • El que no respeta el viento, no se respeta a sí mismo. • La discordia destruye el hogar. • El que se encapricha pierde. • Crueldad engendra crueldad. Osá Ka • El que busca encuentra. • El plato que usted rompió, otro lo pagará. • Hacer comentario de un secreto de otro, es un acto vergonzoso. • Mientras hago reír, mi corazón llora. • De tantos cambios, mi carpa se pudrió. • Todo el que nace, llega el momento que tiene que morir. • El plato que usted rompió, otro lo pagará. • Su casa es de todo el mundo, menos de usted. • Por hacer favores se puede perder la cabeza. • Lo que se escribe con tinta, trabajo cuesta para que se borre. • Todo lo que se eleva con placer, cae por obligación. • No construya castillos en el aire. • La raíz del árbol está en la tierra. Osá Trúpo • No levante el arma para nadie, que le puede caer encima. • El engaño y la calumnia, destruyen la felicidad • El que mal anda, mal acaba. • El canto de las sirenas, son las hijas de Olókun. • El ano domina la cabeza. 104

• Una vulva de mujer, hala más que un buey. • Fracasó por revoltoso, candil del vertedero. • El viento levanta la candela, el agua la apaga. • Palabras de bocón llevan discusión. • Barco sin capitán no llega a puerto seguro. • Quien crea obstáculos, con ellos tropieza. • El bochorno es el producto del que habla sin medida. • Por porfiado se pierde la cabeza. Osá Tura (Uré) • Mientras más miras menos ves. • La verdad es del señor de los cielos que está guiando la tierra. • Cuando decimos la verdad, Dios nos favorece. • Con evitar los problemas que afrontamos, no se resolverán. • La sinceridad en el hombre, lo hace grande. • La lluvia limpia la tierra, pero no se queda en la superficie. • La sabiduría no se debe tener en secreto. • Por mucho que se disfracen de sabios, la ignorancia los descubre. • El que da lo que tiene, a pedir se queda. Osá Irete • Con este muerto a otra parte. • Solo los orishas me ayudarán a resolver mis problemas. • Detrás de la risa viene el llanto. • Solo teniendo la seguridad, podré acusar. • Si uno duerme solo, duerme mal y solo Dios lo puede despertar. • El que no tiene a nadie, pondrá su confianza en Dios. • El que menos sabe siempre adivina. • El que roba se atrasa. 105

• Ayer allá, hoy aquí, mañana ¿dónde estarás? • A la malanga de agua las raíces no la sujetan. • El moverse mucho no engaña a la muerte. • La enfermedad se mueve más rápido que el viento. Osá Oshé (Shé) • Si no sabe con la ley que se vive aquí, tendrá que ir al otro mundo. • Los padres no piden bendición a los hijos. • No me ponga la mano en el hombro. • Por hacer ebó, soy la dueña del mar. • El hijo sigue el modelo del padre. • Si no me ofenden, yo no hiero. • El mal que me hagan, me servirá de bien. • Si no sabes el derecho que te pertenece, no puedes reclamarlo. • El hombre no puede ser su propio enemigo. • La complicidad lo convierte en delincuente. • El enemigo de afuera es controlable, el de adentro mata. Osá Ofún (Fún) • En la confianza está el peligro. • Él brinda el camino desde la muerte y se entierra en la vaina de la espada. • La obediencia de mis prohibiciones será mi triunfo. • Si no regulo mis actividades diarias, me tildaran de loco. • Aquellos que sacrifiquen, tendrán larga vida en la tierra. • El que le debe al mono, siembra maíz en la orilla del río. • El mono perdió el habla por faltarle el respeto a Obatalá. • Llévate lo que traes. • No haga por otro lo que debe hacer por usted. • El que reniega atrae la mala suerte. 106

• Para lograr sus intenciones debe moverse. • Todos los gatos son pardos en la oscuridad. Iká Yogbe (Bemí) • La desobediencia es la madre de la inocencia. • El cliente siempre tiene la razón. • Lo que el viento se llevó, el mismo viento lo trae. • Con la calma todo llega a la normalidad. • Hojas del árbol caído, juguetes del viento son. • Usted no es perro que siga a su amo, le falta fidelidad. • Todo lo que se sabe es parte de lo que no se sabe. • Lo que bien se aprende, no se olvida. • Doy todo lo que sé por saber todo lo que ignoro. • La sabiduría de otros previene al jefe de ser llamado tonto. • La maldad se oculta tras el bien. Iká Yekun (Biku) • Cuando el hombre nace, comienza a morir. • Mueren unos para que otros nazcan. • Un solo pie no hace camino. • Nadie escarmienta por cabeza ajena. • La lluvia no cae en un solo techo. • El fin es productor de la continuidad, el principio es quien nos hace vivir. • La muerte es principio, no fin. • Tener la solución y no ponerla en práctica, no resuelvenada. • La acción realiza, el pensamiento organiza la acción. • La muerte no existe para el árbol que da frutos. • El mañana no existiría si no tuviéramos ayer. 107

Iká Worí (Fefé) • Lo que hace con las manos lo desbarata con los pies. • Hay algo tapado que se puede descubrir. • La mujer mata al hombre cuando no le queda otra alternativa. • Boca que come sal come azúcar, come malo y come bueno. • Mira bien por donde caminas, para que tus pies te lleven a un buen fin. Iká Odí (Dí) • El taburete lo mismo acomoda culo gordo que flaco. • Hay cuchillos que cortan cuchillos. • El poder mover el cuerpo es producto del espíritu. • Las calumnias morales destruyen las uniones. • Lo negro se vuelve blanco cuando nace el día. • Los hijos son los peores jueces de los padres. • Los vicios del cuerpo nunca se sacian • La infidelidad es la peor ofensa a la moral. Iká Roso • La veleta se mueve con el viento, pero no se cae. • Lo que se hace dormido no tiene excusa. • La paloma es la que echa a perder al palomo. • Cuando se cierran los ojos es porque nos disgusta reconocer lo que hicimos. • No hable del que le da de comer. El que no agradece no sirve. • Lo que se anuncia se vende, si el producto es bueno. • No descuide su posición porque la puede perder. • El que mucho quiere ver, anula su visión. 108

Iká Juani (Junko) • La suerte que usted espera es su desgracia. • El odio es cariño. • No diga que sabe más que nadie. • El que no tiene bondad, no puede esperar recibirla de otro. • El que canta sus males espanta. • El que no escucha consejos no puede darlos. • El malagradecido no merece nada. • El que desperdicia lo que otro necesita, termina necesitando lo que otro desperdicia. Iká Bara • La crueldad engendra crueldad. • Te hicieron rey y prosperaste, ahora quieres que con una brujería te hagan Dios. • El dolor de la barriga vacía solo lo siente el que pasa hambre. • Por tener buen corazón, pierdes lo que necesitas. • El que presta pierde lo que tiene y pierde al amigo. Iká Kána • El hombre es el lobo del hombre. • La suerte viene y se va corriendo. • Todo lo malo se va por el escusado y lo bueno te da la vida. • Lo que buscas delante, lo dejaste atrás. • Lo profano y lo divino son enemigos mortales. Iká Oggundá • En la conformidad está el triunfo. • El que persevera triunfa. 109

• Sus enemigos comen de lo suyo, pero cuando no tenga, todos desaparecerán. • La traición está en la mesa donde se sientan sus amigos. • Las guerras no se producen en el cielo. • Las guerras se vencen con los pies en la tierra. Iká Osá (Sá) • El que se casa, casa quiere. • El que no conoce a su enemigo no lo puede vencer. • Cuando los nubarrones pasan, el sol resplandece. • El peor enemigo es el de adentro. Iká Trúpon • Solo cuentas tus mentiras a las gentes. • Eleva tu virtud en público con candela. • El soldado sin armas es un hombre común. • La moral no se puede dictar en calzoncillos. • El que mucho justifica sus acciones, no debiera comentarlas. Iká Tura (Fogueró) • Divide y vencerás. • El sabio no es más grande que el que busca el saber. • El saber no es amigo del egoísmo. • El mundo está soportado por cuatro esquinas que lo mantienen en equilibrio. • La calle no se dobla en la esquina, sino por el centro. • Al sabio se le conoce por su humildad. Iká Irete (Rete) • El pez muere por la boca. • No solo la peste nos avisa de que algo está podrido. 110

• Usted se asustó y no investigó, por desconocer lo invisible. • Los muertos no se ven, pero se sienten. • Santo Tomás no siempre tiene la razón. Iká Shé (Fá) • Su palabra es una verdad como un templo. • La palabra de Ifá no cae al suelo, siempre hay una cabeza para recogerla. • El hombre se pone en la posición que merece. • Orula es tan grande y poderoso que vive en el mundo estando fuera de todo. • La sentencia de Dios es lenta, pero cuando llega no hay quien la quite. • La sangre trasmite a los hijos lo bueno y lo malo. • Buen hijo, buen padre, mal hijo mal padre. • Lo malo se hace bueno y lo bueno mejor, cuando se usa la inteligencia. • El que no sabe ser justo no puede hacer justicia a los demás. Iká Ofún (Fún) • A veces lo que no le guste, es lo que tiene que hacer. • No es necesario ser el primero si sabemos ser. • El polluelo que sigue a la gallina es el que se come la pata de la cucaracha. • Ifá es la sabiduría que nunca se pierde. • Terminar lo que se comienza es sinónimo de crear. • Algunas veces perdiendo se gana. Otrúpon Yogbe (Bekonwá) • La araña jamás afloja su tela. • Un bien con un mal se paga. 111

• El perezoso dice mañana, pero este nunca llega. • Un tigre después de pasar una noche con hambre es más fuerte que un perro bien alimentado. • Los grandes tambores de fiestas son como las tinajas, que vacías hacen más ruido que las llenas. • La voz quedó prisionera. • Por donde pasa la lengua del tambor, no pasa ningún camino. • El silbato que rechaza la voz, no se hará nunca entender. • El que no tiene cabeza no puede ser coronado. • No hagas favores que te perjudiquen. • Cuando no hay respeto se pierde todo. Otrúpon Yékun • No esperes el día de la batalla para afilar tu arma. • No se merienda antes de desayunar. • Por mucho que se grite no se espanta la muerte. • Nunca oscurece si no va a amanecer. • El que quiere quedar bien con todos queda mal consigo mismo. • Para vencer la muerte hace falta un buen médico. Otrúpon Worí (Adaweñe) (Adakino) • Vino de paseo y se quedó viviendo. • En la guerra de familia, no se adelante. • De la noche a la mañana lo mismo se hace rico que pobre. • Lo que sucede conviene, el mal de hoy es el bien de mañana. • Nadie puede engañar a Orula. Otrúpon Dí • Salud, divino tesoro. • Lo negro se pone blanco. 112

• La infidelidad puede ser el camino hacia la hoguera. • De lo que no vea, cuídese. • Calumnia es injusticia y causa muerte. • El dinero no es salud, pero la compra. • En pares los escogió Noel, no en tríos. • La mentira causa guerra. • El que duerme al lado de la hoguera, puede quemarse. • Candela es energía que destruye. • El adulterio recibe su castigo. • La infidelidad se convierte en vicio. Otrúpon Roso (Koso) • Respeta al prójimo como a ti mismo. • No le hagas a nadie lo que no te gusta que te hagan a ti. • Con la vara que tú mides, serás medido. • El que mira mucho el fuego se queda ciego. • El que dice lo que tiene lo puede perder. • Por envidia tratarán de volverlo bobo, mendigo o loco. • Antes de golpear a alguien mire a quién. • La muerte toca en la puerta de la casa. • La salud cuando se pierde, es difícil de recuperar. • Las broncas ajenas no nos incumben. Otrúpon Juani (Ñao) • Las sobras del rey son manjares para el hueco. • La bebida convierte al hombre sensato en atrevido. • El rico que desprecia a los pobres, puede quedar pelado como tusa de maíz. • El que canta alegra su ambiente. • Antes de cruzar el mar haga ebó. • Las juergas no hacen bien. • Total para qué, total para nada. 113

Otrúpon Obara (Ife) • El chivo por hacer favores perdió la cabeza. • Donde hubo fuego, cenizas quedan. • La basura lo salvó. • Los enemigos ocultos no se sabe cuándo atacarán. • La avaricia es mala consejera. • El mundo no puede matarlo, solo Dios tiene ese poder. • Los golpes enseñan. Otrúpon Kána • Por mucho que pesquen, al mar siempre le quedan peces. • El que mejora olvida al que lo ayudó. • Shangó cobra lo que usted no puede cobrar. • No se abochorne por su situación. • Déjele sus guerras a Ogún. • El que hace la ley, hace la trampa. • El que firma sin leer, regala sus propiedades. • El que se pelea con su madre, pierde la bendición de Dios. Otrúpon Oggundá • Vale más precaver que tener que lamentar. • Guerra avisada no mata soldado. • De una desgracia nace la felicidad. • Para eliminar los obstáculos necesita la ayuda de los demás. • Un solo hombre no forma un ejército. • El que recoge a la mujer de otro, que se atenga a las consecuencias. • Dos son pareja, tres es grupo. • El oso come, se acuesta a dormir y lo atrapan. • El bocón es como el pez que por la boca muere. • Si no vas a la guerra, no cargues con las armas. 114

Otrúpon Sá • Entre cielo y tierra no hay nada oculto. • Malas comunicaciones corrompen buenas maneras. • Todo el que lo desprecie hoy, mañana lo necesitará. • El viento aviva la candela. • En la guerra siempre son más los que pierden que los que ganan. • Mudarse de casa elimina enemigos. • La barriga no solo crece con comida, sino también con aire. • El que camina sin mirar para abajo, no encuentra lo que hay en el suelo. • Desarrolle el poder de la adivinación que posee. • El que le huye a la candela, nunca se quema. • No eches leña al fuego. • El carbón, aunque se vea blanco, está ardiendo. • Si vas a luchar contra la enfermedad, el arma es la medicina. Otrúpon Ká • Es tan cortante que se corta a sí mismo. • Los hijos deben seguir el consejo de los padres. • La guerra de familia no adelanta, pero sí destruye. • Vino de paso y se quedó viviendo. • Mientras más se empuja al burro, menos camina. • Si no hay agua, el fuego no se apaga. • El que bendice está elevado, el que maldice se entierra. • El trueno es la única bulla que hace el cielo. • La majagua hizo un favor y nació el hacha. Otrúpon Tura (Tauro) • De la noche a la mañana, lo mismo se hace rico que pobre. • El que sabe a dónde va, sabe de dónde viene. • Por donde se va, no se viene. 115

• No deje lo cierto por lo dudoso. • Lo hecho, hecho está. • No subvalore sus males. • Árbol podrido no da frutos. • La sangre no se ve hervir, pero se siente. Otrúpon Irete (Birete) • El mar se limpia con las olas y arroja la basura para afuera. • Por donde se sube se baja. • No deje lo cierto por lo dudoso. • Para vivir así es mejor morirse, dijo el amigo de la muerte. • Enférmate y sabrás quien es tu amigo. • La ceiba no admite competencia a su alrededor. • El que hace de su casa un hotel, la pierde. • El que trae, lleva, el que no ve, no habla. La cabeza en los hombros y los pies en la tierra. • Cuando el aire entra en la cabeza esta se llena de embustes. Otrúpon Shé • Siempre que llueve, escampa. • Cuando la sangre se calienta, la cabeza se quema. • El borracho pierde la puntería. • La comida lo mismo da vida que muerte. • Lo agrio no se torna dulce, pero lo dulce se puede tornar agrio. • El que armas guarda, guerra encuentra. • A los mayores la experiencia les da la razón. Otrúpon Ofún (Balofún) • Aprendiz de todo, maestro de nada. • Si no llueve hoy, será mañana. 116

• El desconocimiento nos hace cometer faltas. • Las canas se respetan. • Los malos pensamientos producen malas acciones. Otura Eyiogbe (Niko) • El hierro quiso porfiar con la candela. • El sol sale para todos, menos para usted. • El que hace bien a montones, lo recibirá a montones. • La jícara rota, nunca se llena. • El bien y el mal amenazaron al babalawo. • En la tierra de los muertos, yo soy capataz. • No hagas daño a otro porque te perjudicas. • El que a otro da, nunca perderá el beneficio. • El mejor remedio de un mal es una buena cabeza. • Nosotros mismos nos convertimos en las piedras de las que nacemos en virtud del agua. • Cuando la cabeza se emociona, el mundo anda mal. • La mala cabeza evita el triunfo. • El cuerpo muere cuando muere la cabeza. • El que nace para sabio nunca se separa de su cabeza. • La buena cabeza se llena, poco a poco, de sabiduría. • La capacidad e inteligencia se pierden por las emociones. Otura Yekun • Al buey que no tiene rabo, Dios le espanta las moscas. • Vivir de la fantasía es el desengaño de la realidad. • El respeto y la obediencia limpian el alma. • No siempre la muerte logra su objetivo. • Mente sana en cuerpo sano. • Solo Dios permite que la muerte actúe. • Por mucho que se intente no puede variarse el destino. • Por porfiado puede perder la suerte. 117

• Cuando la muerte tiene hambre se come a cualquiera. • Sin vida no hay sabiduría. • La muerte destruye no solo al cuerpo, sino también la capacidad. Otura Worí (Pompeyo) • Las palabras se las lleva el viento. • Mal que será bien. • Cuando se es testarudo, se pierde en la vida. • El que vende a sus amigos, con la cabeza paga. • Madre no es solo la que pare, sino también la que cría. • No se deje llevar por cómo se siente, revise bien su cuerpo. • El que no reclama su herencia, la pierde. • El revoltoso todo lo destruye. • El que vive en la calle pierde su casa. Otura Di (El diablo) • Cuando el gato no está en casa, el ratón está de fiesta. • Al que está de pie, todo el mundo lo rodea, y al caído, nadie lo conoce. • Cuando se pacta un secreto, se juega la vida en él. • La ingratitud de un hijo a los padres, la castiga Olodumare. • La promiscuidad es defecto, no virtud. • Si alguien te ha mordido, te ha recordado que tienes dientes. • El mismo que salves, será tu verdugo. • El brujo puede olvidar, pero aquella a la que le comió un hijo, no olvida jamás. • De las tres he visto una, de las tres he visto dos, de las tres he visto tres. • Cuando se cambian las costumbres, el cuerpo se enferma. • El inteligente no es infiel. 118

• Lo que se aprende despacio, no se olvida rápido. • El que oye chismes no llega a buen fin. Otura Roso (Mun) • Solo Dios es justo. • El ojo de Dios detiene lo malo que hace. • Lo que no quieras para ti, no lo desees para nadie. • Es una ignorancia imitar al ratón, que reta a pelear al gato. • No traicione a nadie, Dios lo ve todo. • Al que está de pie, todo el mundo lo rodea, y al caído, nadie lo conoce. • El que de sus sueños vive, la realidad lo despierta. • El que vive su mentira, su realidad lo mata. • No todo lo que viene al mundo es eterno. • El que no conoce su procedencia, no acepta su futuro. • El que pierde la vista, limita su futuro. • Hay que mirar bien antes de actuar. • Su espada es su conocimiento. Otura Juani • No deje camino por vereda. • La muerte es la que lleva a un niño a conocer el cielo. • El comején no se dispersa sin reunirse primero. • La gente de la tierra regresa adonde vino. • Viajeros en el cielo y viajeros en la tierra, al final de la jornada se encuentran. • El que descuida su salud, se desperdicia. • El que imita fracasa. • El espíritu viajero es dolor de los padres. • La sabiduría no se echa en barril sin fondo. • Su conocimiento lo puede hacer ciego. • El sabio no deposita enseñanza en cabeza hueca. 119

Otura Obbara (Bara) • El saber mucho es malo. • No goces con lo que sufren los demás. • El hombre apurado tropieza con el diablo. • Ni el dinero se queda callado en ningún bolsillo, ni el daño que se hizo en esta vida queda sin castigo. • Las enfermedades, aunque no nos imposibiliten, siguen siendo enfermedades. • La impotencia es desgracia para el hombre joven. • Si no sabe no se meta. Otura Kana (Tikú) • El perro del hortelano, ni come ni deja comer. • El desobediente y el porfiado se encuentran con la muerte. • Solo una madre se sacrifica por un hijo. • La guerra con los orishas, muerte segura. • Estoy tan mal que no tengo ni para comer. • Babalawo no engaña a babalawo. • No puede contigo, pero sí con tu mujer. • El que quiere estar bien no se fía de nadie. Otura Oggundá (Airá) • Ni el rey es más que yo. • Entre los seres humanos hay buenos y hay malos. • Para estar bien, tengo que purgar lo malo. • La enemiga de la salud siempre está en guerra con el cuerpo. • El que pierde la sangre pierde la vida. • El que hace la guerra a otro puede encontrar su propia derrota. • Las batallas se ganan aplicando la sabiduría. • El hombre inteligente, obvia los obstáculos. 120

Otura Osá (Sá) • La mujer es un río donde se rompen todos los güiros. • El águila no anda a la caza de las moscas, pero si alguna impru­dente entra en su boca, ahí termina su existencia. • Solo el cuchillo sabe lo que el ñame tiene en su corazón. • La mujer del cernícalo pone la guerra y el fuego en sus huevos. • Perro que ladra, no muerde. • El que engaña al médico es su propio enemigo. • Si nos quejamos por todo no resolveremos nada. • Discutiendo no se demuestra inteligencia. • Para saber quién es amigo, hay que quitar las caretas. • No entregues tu sabiduría a quien puede llegar a ser tu enemigo. • Contra el sabio la ignorancia no puede. • El mentiroso nunca cumple lo que promete. Otura Ká • Por la soberbia, el hombre puede perder la vida. • Con calma y paciencia, el mundo se puede mover. • Nadie se queda para semilla. • Ganancia ordinaria hace hueco en los bolsillos. • No empeñe su palabra para que no la pierda. • La cabeza está sobre los hombros, no en las nubes. • Al rey no le pueden quitar la corona hasta que se muera. • La cabeza es el almacén de lo que bien se aprende. • Nadie le puede quitar su conocimiento. Otura Trúpon

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• La caridad bien ordenada, nace de sí mismo. • Pagó los platos rotos. • El que busca lo perfecto, nunca lo encuentra.

• Por ser tan curioso, metió los ojos en la candela. • Un guineíto nunca será mudo. • No hay día que el gallo no cante. • La candela lo mismo quema por dentro que por fuera. • El que coma pescado, que se cuide de las espinas. • El que no cumple con los ancestros, nada le sale bien. • El que quema el puente no tiene regreso. • La candela quema al que se confía de ella. Otura Rete (Tiyu) • La reformación de la espiritualidad da beneficios al hombre. • La moderación hace al hombre rico. • Cuando los niños están alegres, la suerte entra a la casa. • Con una sola mano no se puede levantar una calabaza llena a la cabeza. • Mucha gente se limita por sí misma. • El gran vicio del hombre es traicionar a aquel que le dio confianza. • El río que crece rápido lo hace con agua sucia. • La sabiduría es el regalo de la capacidad. • La enfermedad y la muerte son mellizas. • La enfermedad es el banquete de la muerte. Otura Oshé (Shé)

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• Las virtudes de la vida, roban la paz del alma. • Haz bien y no mires a quién. • Si vas despacio, vas bien, y si vas bien, llegarás lejos. • Un bien se paga con un mal. • No hay mal que por bien no venga. • La mala sangre hace del inteligente un ignorante. • El exceso de dulce produce amargura. • Todo el dinero del mundo no compra la vida.

• Favores y más favores, le pueden traer sinsabores. • El cerebro necesita de un buen combustible para funcionar. • La amargura anula la cabeza. • El vicio es el asesino de la capacidad. Otura Fún (Adakoy) • Cuando no se realiza adulterio, la riqueza llega a las manos. • Cuando se aceptan malos consejos, el hombre se pierde. • Cuando la enfermedad invade, la muerte viene atrás. • La violencia solo trae consigo la desgracia. • Si has cogido pocas provisiones, hazte amigo del que muchas tenga. • La oscuridad conoce la naturaleza de la luz de la lámpara. • El que sabe y dice que sabe es jactancioso, el que sabe y no lo dice es modesto. • La madre siempre es el amparo del hijo. • El que no conoce su límite, no debe beber. • El que conoce sus debilidades, no se arriesga. • La oscuridad es el verdugo de la capacidad. • El que tiene posición debe cuidarse de la trampa. • Su capacidad puede que le haga perder su posición. Irete Eyiogbe (Untelú) (Entebe More) • No se puede coger el rastro de la sal en el agua, ni tampoco se puede encontrar las huellas del venado en las lomas de piedra. • Las babosas son aquellas con las que los muchachos hacen pequeños trompos. • El que pierde la cabeza, pierde la vida. • El cuidado nos da la vida. • La cura la da el médico, la enfermedad se la busca usted. • La mala cabeza es cómplice de la muerte. 123

Irete Yekun • La muerte buscaba una cabeza. • Yo no hago diabluras ni mal. • A los enemigos y amigos les hago el bien. • A uno no le dan las flechas sin ir al campo de batalla. • El comedor de huevos no piensa en el trabajo que le costó a la gallina ponerlos. • La muerte vive detrás de la oreja. • El que se esconde no borra sus deudas. • La mujer llora los problemas del hombre. • Secreto compartido, secreto perdido. • Solo la viruela puede insultar a la muerte. Irete Worí (Yero) (Yerugbe Ifá) • Nuestra opción antes del nacimiento, es nuestra experiencia en la vida. • La felicidad quería pasar trabajos. • No bote dinero ni pan, por viejo que sea. • Por bueno y bondadoso, perdiste a tu pueblo. • Tú pretendes un crimen y no puedo ser tu cómplice. • No ha nacido en el mundo la humanidad para dividir en siervos y tiranos, sino para amarse y servirse. • La guerra por chismes e intrigas lo echa a perder todo. • La salud viene del cielo. • El cuidado nunca está de más. • Dios nos da y el mundo nos quita. • El que maltrata a su mujer, maltrata a su madre. Irete Dí (Intedí) • Después que coma, no le importa que lo maten. • Cuando no se puede llevar al padre, se lleva al hijo. 124

• La piedra de amolar siempre tendrá alguien que vaya a ella. • Santeros y awoses (anciano) se fajan por la supremacía. • Todo lo pierde por una mujer. • Nunca hagas daño al hombre pícaro. • El eco enreda la palabra. • La injusticia comienza con la calumnia. • Silla sin fondo, no sirve para sentarse. • Deuda pagada, deuda eliminada. • El guía del alumno es el maestro. • La piel es el espejo de la salud. Irete Roso (Lazo) • Ozun da vueltas, pero cae de pie. • El cadáver no se corrompió, por no estar cumplido. • Tiene las cosas delante y no las ve. • Está en el pueblo y no ve las casas. • Todo el que quiera venir al mundo, que venga, pero no se quedará eterno. • Mira a los cuatro vientos y te salvarás. • El que cierre los ojos no elimina el peligro. • El que no es consultante, no adivina. • Si comete errores no lo lamente. • La suerte está en conocer su camino. • El que desconoce a su pareja, la encuentra en el hospital. Irete Juani (Wan Wan) • Si no es buena hija con su madre, ¿podrá ser buena madre? • El cliente gana y los oponentes pierden. • La salud se pierde cuando nos creemos inmunes. • La suerte que usted espera es su desgracia. • Los pájaros quieren tirarle a las escopetas. • El que enseña todas sus armas, pierde la guerra. 125

• El ascenso es lento y trabajoso, el descenso es vertiginoso. Irete Bara (Oba) • Sal a la calle y busca tu suerte. • Inteligente, pero con mucha tragedia en su tierra. • Buscar la felicidad en otra tierra. • Por mucho que haga, no levanta cabeza si no se muda. • Se va contento y viene llorando. • La lengua no cura, pero puede matar. • A palabras necias, oídos sordos. • Más vale malo conocido que bueno por conocer. Irete Kána • Expía tus faltas, pues tienes que pagar lo que debes. • Las órdenes se convierten en boomerang. • El río es como un falso amigo, nos puede matar. • La suerte viene y se va corriendo. • El río no deja de ser río porque sea subterráneo. Irete Oggundá (Kutale) (Kután)

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• Lo que la tierra da, la tierra se lo come. • El cuchillo no reconoce el cuello del herrero. • Tanta culpa tiene el que mata la chiva, como el que le aguanta las patas. • La suerte está en la puerta de la casa. • El ñame y el maíz se meten debajo de la tierra y nacen, pero si tú bajas a la tierra, no sales más. • Todo nace de mí y todo vuelve a mí. • Mientras que el que te persiga no diga que está cansado, tú no lo dirás. • El año de la fortuna ha venido.

• A la tierra la cagan y en respuesta ofrece comida. • Lo sobrenatural es lo que es más natural. • Caracol habló cuando murió. • El hombre pasa la mitad de su vida acabando con su salud y la otra mitad curándose. • Los hombres mezquinos son tan comunes, como los árboles en el bosque. • La muerte es sorda y no le asusta la gritería. • Antes de partir asegure su regreso. • Con dinero se puede comprar hasta su propia desgracia. Irete Osá (Ansa) (Tomusa) • La falsedad es ropa que se hace jirones. • Vuela con cuidado, murciélago, no sea que pierdas la vesti-menta en el vuelo. • El exceso de alegría enferma y mata. • El mentiroso nunca se salva ante Ifá. • Un amigo en apariencia, puede ser un falso amigo. • El enemigo puedes ser tú mismo. • El viento malo destruye la brisa que nos refresca. • El riesgo que corre el bruto, no lo corre el inteligente. • El que no respeta, no es respetado ni por sí mismo. Irete Ká • Todo el mundo no sabe jugar al juego del guacalote. • Cree en Dios, pero mantén tu poder seguro. • Quien se hace de miel, se lo comen las hormigas. • Mucha gente está ciega de sus propias limitaciones. • El que anda en bote en la mar, no se pelea con el botero. • Hay gentes en las que nunca se puede confiar. • El que se acuesta con niño, amanece meado. 127

• Si me engañas dos veces, la primera es culpa tuya, la segunda mía. • El niño que se lava las manos, come con los mayores. • Cuando el río suena es porque piedras trae. • Lo que mucho se esconde, bueno no es. • Hay algo tapado que se puede descubrir. • El dinero no cura, pero compra remedio. Irete Otrupon (Batrupon) • La estrategia secreta asegura la victoria. • Cada uno para sí mismo. • Cada uno para sí mismo, el diablo coge al último. • El que anuncia la guerra, nunca es el vencedor. Irete Otura (Sukankola) (Siká) • Cabeza de rey, cerebro de niño. • No pidas a otro lo que tú no eres capaz de cumplir. • La vida no se mueve con el movimiento de la muerte. • La suerte y la fortuna están suspendidas en el aire. • El awó trasciende la vida porque sabe el camino correcto. • Al generoso lo encuentra la muerte. • Al mejor escribano se le va un borrón. Irete She (Unfa) • El que anda con mierda, no huele a flores. • La muerte dijo: A toda hora, yo paso por esto. • El bastón que tú lanzas al aire, puede retornar a encontrarse con tu cabeza. • Cuando el bien da un paso, el mal da 216. • El hombre que se tuerce es peor que la mierda. 128

• Aquel que caga en el campo, no puede hacer un muñeco de su mierda. • La sangre dañada produce infecciones. • Ifá es tan grande que vive en el mundo, estando fuera de todo. • La palabra de Ifá nunca cae al piso. • El hombre se pone en la posición que merece. • La mejor herencia es la sabiduría. • El que mucho vive puede estar muriendo antes de tiempo. Irete Fun (File) • Nadie puede ser felizmente juez de su propia conciencia. • Gana la apuesta por inteligente. • Por su capricho, queda esclavizado. • A hijo desobediente, castigo de los padres. • Por los siglos de los siglos, el mundo no tiene arreglo. • La enfermedad que se esconde siempre sale a flote. • El que ríe último ríe mejor. • Lo que no le gusta es, a veces, lo que tiene que hacer. • Cuando la cabeza se trastorna, se tuerce el camino. • La cabeza busca su casa. • Cuidado con ver enfermos, no vaya a cambiar de cabeza. • El que duerme con la muerte, no se muere dormido. • La oscuridad nos puede matar de susto. Oshé Eyiogbe (Nilogbe) • Mientras el ángel de su guarda no lo abandone, no hay rey que lo detenga. • En la venganza está la muerte. • Siempre se puede hacer un bien a todo el que lo necesite, dondequiera que se encuentre uno. • Nadie sabe el bien que tiene hasta que lo pierde. • Para sentenciar un juicio hay que oír las dos partes. • Cuidado un amigo de la casa salga de marido. 129

• El hacha y el cuchillo no son buenos amigos. • El río que fluye no se estanca. • Las venas son los ríos del cuerpo. • La sangre alimenta al cuerpo. • El paladar es parte de la cabeza. • La pluma de loro es la corona del rey. • El orgullo anula la humildad. • La diferencia entre el rey y el súbdito es la corona. • Si la cabeza no busca sombrero, cuando lo encuentre, habrá sombrero, pero no cabeza. • Si la cabeza manda al cuerpo, la sangre lo mueve. • El aprendiz quiere saber más que el maestro. Oshé Yekun • No deje lo cierto por lo dudoso. • La miseria y la necesidad siempre existirán en la tierra. • Dé la razón a quien la tenga. • Mosca de rey, es rey. • Diez reyes, diez épocas. • El dinero trae tragedia entre familia. • Se conoce la tierra por el barro; y el cielo por la luna. • El hermano ofendido es más tenaz que una ciudad fuerte; y las contiendas de los hermanos son como cerrojos de alcázar (fortaleza). • Ten el consejo, no lo dejes; guárdalo, porque eso es tu vida. • Tambor que no come, tambor que no toca. • El alimento es la flecha de la sangre. • Todos nacemos ensangrentados. • Todo lo que nace, muere. • No hay alba sin ocaso. • La mosca siempre molesta. Oshé Páure (Worí)

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• Un hombre y otro hombre, cuando plantan tragedias, nunca aca­ban.

• Aquello que me arañó, no puede acariciarme. • Su cabeza lo salva y su cabeza lo pierde. • Nadie es sabio solo en su propia opinión. • No lleves el corazón en la mano. • El cielo confirma lo que usted hace. • La dulzura camina con la amargura. • Un sabio no le dice nada de sí mismo a un amigo, de lo contrario todos sus secretos serán divulgados. • Haz bien a una piedra y ella te lo devolverá. • Ve a la hormiga, mira sus caminos y sé sabio; la cual no teniendo capitán, ni gobernador, ni señor, prepara en el verano su comida y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento. • Las riquezas traen muchos amigos; mas el pobre es apartado de todos. • Todo el que se apresura alocadamente, de cierto va a la pobreza. • Un padre nunca deja de proteger a su hijo, igual que una madre y el sagrado Ikín de Ifá nunca deja de proteger a sus hijos. • Gato sin uñas no saca sangre. • Donde el corazón es rey, sus órdenes no pueden ser desoídas. • Obatalá le da al sol la orden de elevarse y el sol no puede revelarse. • Los niños son la bendición del hogar. • El respeto hacia la madre es el respeto a sí mismo. • El gato es ladrón por naturaleza. • La paciencia tiene su límite. • Las cosas se hacen en el momento preciso. • El que aplasta el huevo queda manchado. • Donde su cabeza lo lleve, ahí estará. • Canoa sin remos no llega a su destino. Oshé Dí • El que debe y paga, queda franco. • Olodumare ama todas las cosas, pero no los excesos. • No debemos aceptar el regreso de un enemigo derrotado. 131

• La venganza es dulce, pero produce amargura. • El que mucho llama al dinero tiene su entierro pagado. • El agua clara se enturbia si se revuelve el fondo. • Candil de la calle oscuridad de la casa. Oshé Roso (Leso) • Tanta culpa tiene el que mata la vaca, como el que le aguanta la pata. • No te excedas, en la vida todo tiene un límite. • La batalla es ardua. • Si agua no llueve, maíz no crece. • El pez de agua dulce, no vive en agua salada. • El que tiene un hueco en el bolsillo, no sabe adónde va su dinero. • El que llama a la muerte, la encuentra. • La avaricia es un pecado. • No masque más de lo que pueda tragar. • Sabemos cuándo y cómo nos vamos, pero no sabemos cómo regresamos. Oshé Juani (Niwo) • No sale de una, para caer en la otra. • Si no lo invitan, no vaya, para que no pase vergüenza ni per­juicio. • Mejor es que no prometas, a que prometas y no pagues. • Ningún varón se allegue a ninguna cercana de su carne para descubrir su desnudez. • Niega la comida que tenía y después la necesita. • Ayuda al viejo y al mendigo, y serás bendecido. • Ojos que no ven, corazón que no siente. • Cuando el río se sale de su cauce, destruye. • El que más engaña, se engaña sí mismo. 132

• Al que velan, no escapa. • Un día ganamos y otro perdemos. • Un día para el cazador y otro para la paloma. • Perro huevero aunque le quemen el hocico. Oshé Bara • Mire lo suyo, después lo ajeno. • El hijo que no es la felicidad de los padres, es como el abrojo del monte. • Martillo, cuchillo y saeta aguda, es el hombre que habla contra su prójimo falso testimonio. • La lengua es el azote del cuerpo. • El que mucho habla, mucho hierra. • De los dos agujeros del cuerpo por donde sale lo malo, el más peligroso es la boca. • El hábito no hace al monje. • Una cosa piensa el borracho y otra el bodeguero. • La aguja lleva al hilo. • Aparta de ti la iniquidad de la boca y aleja de ti la iniqui­dad de los labios. • El que come dulce, habla dulce. • La noche para dormir, el día para trabajar. • Todas las cosas son buenas de comer, pero no todas son buenas de hablar. • La campana suena para un lado y para el otro. Oshé Kána (Faloko Kána)

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• Las apariencias engañan. • Más mujer que madre. • A amigo de tres días no se le enseña fondo. • Para todas las cosas hay sazón y todo lo que se quiere debajo del cielo, tiene su tiempo.

• La pobreza caminó por su cuenta. • El eficiente exige eficiencia. • Sus pesares son sus secretos. Oshé Oggundá (Omolu) • El propio cuchillo no se puede hacer cabo. • Para ganar hay que perder. • Gallina sola para su cola. • A uno no le dan las flechas sin ir al campo de batalla. • La pobreza termina, el sufrimiento termina y viene la buena fortuna. • Lo que usted deje, no lo vuelva a recoger. • Para ganar hay que perder. • A nadie le entregan el machete, si no va a la guerra. • Las armas no tienen paz con nadie. • La violencia no produce nada. Oshé Sá • Una mano lava la otra y las dos lavan la cara. • El buen hijo tiene la bendición de Dios y de la madre. • Nadie puede simpatizar como una madre. • No hay mal que no tenga remedio. • Su astucia lo salva. • La persona valiente lucha y esquiva. • Cuando vemos la jicotea, no se necesita porra. • El dinero está maldecido, pero para nacer y morir hace falta. • El coco seco y viejo no nace, y sin agua no lo quieren. • La destrucción injustificada de las vidas humanas se castiga. • La conciliación es la orden. • Mal que no tiene remedio. • La sangre pesa más que el agua. 134

Oshé Ká • La paciencia tiene un límite. • Las cosas se hacen en el momento preciso. • Donde su cabeza lo lleve, allí irá. • El mal que le hacen, se convertirá en bien. • Todo dulce tiene su punto, si se pasa, empalaga. Oshé Trúpon • El que crea engañar a Dios, se engaña a sí mismo. • Por traidor, dejó en ruina a su tribu natal. • Dos caracoles nunca pelean. • Los favores lo pueden llevar a la ruina. • No puede con la carga que lleva encima. • La pérdida de uno, es también la del otro. • No se burle del mal de nadie, pues el suyo viene detrás. • Ogún cobra por trabajar. • El que parte con la muerte no regresa más. • La cabeza caliente hace hervir la sangre. • Cabeza fresca y corazón bondadoso, ayudan a lograr los deseos. Oshé Turá • La candela es brava, pero se apaga. • Si su ángel de la guarda no lo abandona, ríase del mundo. • Por mucha sequía que exista, Ifá dará solución. • La maldición del padre alcanza al hijo. • La batalla ha llegado, la batalla ha regresado. Si el hombre parte con la muerte no regresa jamás. • El refrán es el caballo de la conversación. • No se pueden quitar los cargos que son propios de la vida de una persona, para dárselos a la cabeza de otro. • El venado descubre a sus hijos. 135

• Shangó dice una cosa, la tierra no desobedece. • El que le pide la bendición a su padre, la recibe. • Aquel que transporta el equipaje precede a la noticia. • Cuando el sabio pierde su sabiduría es un pobre hombre. • El falso testimonio es la peor de las traiciones. • Al llamado del rey todos acuden. • Las guerras con mujeres son malas. • La sensibilidad es una virtud de los humanos. Oshé Irete (Bíle) • Cuando se elige bien el camino se llega bien a la meta. • La enfermedad no causa daño si la atajamos a tiempo. • Cuando la boca está amarga es porque la caldera está sucia. • Tú eres lo que comes. • La lepra es producto de la sangre. • Si la enfermedad no existiera el médico no comería. Oshé Fun • Obatalá cubre todo lo bueno, pero descubre lo malo. • Tanto divaga la codorniz que el perro la descubre. • No diga mentiras, pues usted mismo se engaña. • Si es desafortunado, entonces no es lo suficientemente sabio. • Siempre hay agua en el mar y en la laguna. • El cochino más ruin salvó la piara. • Orúnmila le cambió la hora a la muerte. • Dolor de barriga, tripa torcida. • Preguntar salva al hombre de errores, quien no pregunta se mete en problemas. • Cristal en latón de basura parece un brillante. • El que tiene la capacidad de crear tiene la de destruir. • El santo le quita lo que tiene del muerto. 136

Ofún Eyiogbe (Nálbe) • Tiene que estar fuerte la cerca por si halan el bejuco. • El pensamiento de un lobo basta para matar a una oveja. • Ningún desastre afecta a la tiñosa. • Dinero y mujeres no tienen hermanos. • La manteca de cacao se derrite y destruye la jícara que la contiene, y su cabeza se puede destruir igual. • El fulgor del relámpago hace salir chispas. • La enfermedad lo lleva al entierro. • Olodumare siempre le traerá qué comer. • Las espigas de maíz puestas encima hacen parecernos a un muerto, pero no son capaces de hacernos traba­jar con los espíritus. • Digno el hombre que se compara con un niño. • No hay noche sin día, ni día sin noche. • El polo norte y el polo sur, son iguales, pero opuestos. • La cabeza y la cola son opuestos y nunca se unen. • Principio y fin son lo mismo, pues todo principio tiene fin y todo fin trae un principio. • La mala cabeza es como la niebla. Ofún Yeku (Yemiló) • Tanto bien como hagas, así será la recompensa. • No le haga daño a otro, porque se perjudica usted. • Ocúpese de usted antes que de los demás. • Nunca trates de hacer lo que te está prohibido, porque te pierdes. • La muerte viene en tinieblas. • El que no está limpio no salva a nadie. • El que de blanco se viste, la muerte no lo ve. • La cascarilla es su aliado ante la amenaza de muerte. 137

Ofún Worí (Gándo) • Cuando dos reyes se embarcan en el mismo bote, algu­no de los dos no llega a la meta. • Cuando no se conoce el terreno, primero se mira antes de pisarlo. • Uno mismo causa su desgracia por decir sus secretos. • El que tiene dinero, hace lo que le da la gana. Ofún Dí • Lo que se echa al mar va para el fondo. • En el pantano también crecen flores. • La curiosidad le puede costar la vida. • El que mucho abarca poco aprieta. • El que traiciona al mayor suyo, traiciona a cual­quiera, por mucha amistad o compromiso que haya. • La pared que se derrumba en la casa, no mata al que se encuentra en el campo. • Usted entra en dificultades y no pide perdón y no admite su culpa. • Por mucho que se oculte la infidelidad, siempre se entera el traicionado. • Los hijos no se pueden ocultar, porque no dejan de crecer. • El sol no se puede tapar con un dedo. • Hijo eres y padre serás, según hagas así te harán. • El que hace trampas no tiene defensa cuando se las hacen a él. Ofún Iroso (Biroso) • El que juega con candela, se quema. • Cada uno tiene asignado su destino. • El orgullo con humillación se paga. 138

• La candela y el papel viven frente a frente, pero nunca se visitan. • Con el agua se apaga la candela y así apaga a sus enemigos. • Si su techo es de vidrio, no tire piedras al del vecino. • El mal de uno, viene de otro. Ofún Ojuaní (Funí) • Los enemigos se echan maldición y con ella se matan. • Más vale maña que fuerza. • La justicia tarda, pero llega. • Lo que muere, renace. • No se puede imitar, la osadía se paga. • Todo lo que se oye no se puede decir. • Donde nace la desgracia, no se encuentra la suerte. • Cada cual morirá como lo determine Olofin. • El más fuerte abusa del débil y pierde. • Todo lo que Olofin haga, nunca dejará que desaparezca. • El tesoro de la doncella es lo más preciado que se puede perder. • En la oscuridad no vemos el hueco por donde entra el ratón. • La ley a cualquiera condena. • No hay posiciones eternas, el más seguro y rápido las pierde. • Por mucho que sople el viento, el sol nunca pierde su camino. • Cuando el cuero del asiento se rompe, por mucho que se cosa, nunca queda igual. Ofún Bara (Susú) • Cuando el hombre y la mujer son viejos como la palo­ma, no tienen problemas para pisar. • Se es útil, pero no necesario. • El hombre hace en una hora lo que la mujer en un día. 139

• Los hombres valientes tienen derecho a reposar un día, y por eso no se puede dudar de su coraje. • Un hombre con dinero y sin título, es a veces más importante que un jefe. • La menor equivocación le cuesta la vida. • La lengua es el único músculo que no te duele, si no te la muerdes. • El que no sabe contar siempre pierde. • Lo que se habla, primero se piensa. • El mudo, por no hablar, no deja de pensar. • La barriga que se maldice, Dios la bendice. • Nadie puede maldecir lo que primero bendijo. • Al que mucho pide, poco se le concede. Ofún Kána • De los cobardes no se ha escrito nada. • El Dios de los cielos pondrá en su lugar a otra perso­na. • El desenfreno sexual lo pierde. • La madre, en su afán, lo perjudica. • El oportunista pierde la suerte. • Lo que se empieza hay que terminarlo. • El que no puede ver a quien le da, se da a sí mismo • El que por amor construye, por odio no destruye. • El que es terco no aprende nada. • La experiencia evita los errores. • La vida es una sola, nadie tiene segunda oportunidad. Ofún Oggundá (Fundá)

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• Mirar para alante y no para atrás. • Si usted pierde a su esposa, perderá su suerte. • El que imita, fracasa.

• Precisa la ayuda de otro para tener lo que quiere. • La guerra de día se puede ganar, de noche se pierde. • Las medias son para los pies. • Somos o no somos, a medias nadie puede ser. • Los que se dividen, pierden. • Al que acostumbra a pegar, le pegan doble. • La tercera posición siempre sobra. Ofún Sá • El mono no se fía ni de su mismo rabo. • La jactancia pierde a la persona. • El hijo compromete al padre. • No intentes mal a tu prójimo si él confía en ti, pues el tuyo vendrá en camino. • La boca del justo producirá sabiduría, la lengua perversa será cortada. • A causa de una mujer ramera, es reducido el hombre a un bocado de pan. • Las promesas se vuelven huecas. • Una palabra sola no guía al awó desde su casa, una palabra sola no guía al mayor desde su casa. • Es como el coco, prieto por fuera y blanco por dentro. • El mono se puso la piel del jabalí, pero murió mono. • La muerte es como la luna, solo muestra una cara. • El enemigo en la niebla, puede parecer un amigo. • Las traiciones nunca se hacen de frente. • Hay quien nace con estrella y hay quien nace estrellado. Ofún Ká (Kámala)

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• El hijo bueno es tesoro del padre. • Cada uno con lo suyo. • Si caíste fue porque te enalteciste. Y si mal pensaste, pon el dedo sobre la boca.

• Corona de los viejos son los hijos. Y la honra de los hijos, sus padres. • El awó siempre tiene algo que hacer. • La impotencia se cura con el médico o con la brujería. • Las mujeres dan gusto, pero también disgustos. • Una mujer enamorada da la vida por su amado, pero si está despechada, lo mata. • El que carga armas ocultas tiene intenciones de usarlas. Ofún Otrupo (Batrúpon) • La casualidad no existe. • Por codicia oculta, pierde la gracia. • Cada uno tendrá su suerte, según su comportamiento. • Alborota su casa el codicioso, mas el que aborrece las dádivas, vivirá. • Por mucho que truene no quiere decir que lloverá. • Los perrros ladran, los humanos hablan. Ofún Otura (Tempolá) • Cabeza hueca, cabeza seca. • Lo que no es bueno al comienzo, no es bueno al final. • Cuando hay cabeza, el sombrero no se lleva en la mano. • La lengua habla más rápido que lo que la cabeza piensa. • Dios es el que guarda las veredas del juicio y preserva el camino de sus santos. • Ir uno mismo, vale más que enviar a alguien. • Saco vacío no se para. • Es inútil mostrarle argollas de oro al que no tiene orejas. • El que se desconoce, no conoce a nadie. • Al que desconocemos no lo podemos eliminar. • El que subestima la enfermedad se vence a sí mismo. • El que se cuida, perdura, el que se descuida, perece. 142

Ofún Irete (Bíle) (Birete) • El espíritu le es al cuerpo en la vida, como las alas al pájaro en el cielo. • ¿Qué ciego le explica a uno el camino? • Hay algo peor que la muerte, el miedo a morir. • Las personas adineradas tienden a morir prematura­mente en la búsqueda de más riquezas. • Los que se comportan prudentes en circunstancias críticas, son destinados al disfrute del aire fresco de la longevidad. • La indiscreción y la riqueza siempre se enfrentan. • Averigüe primero y proceda después. • Mi cabeza espiritual me dio vida. • La cabeza del perro lo ayuda a cortar por los arbustos. • La lluvia fertiliza la tierra, pero también la inunda. • Cada uno con lo suyo. • Las anteojeras hacen que el caballo mire hacia adelante. • Pan con pan sigue siendo pan. • El amanecer siempre nace de la noche. • El que no conoce a su padre no puede quererlo. Ofún Shé • Vivir con una persona humilde refresca la mente. • El que da el pan al perro ajeno, pierde el pan y pierde el perro. • Si los orishas no me dan nada, no puedo hacer nada por ellos. • Su cabeza lo lleva donde termina su destino. • Cuando Shangó lanza su palabra, no hay quien la detenga. • La naturaleza es tan extensa que no hay quien sepa su secreto. • No quieras terminar, sin haber comenzado. • El muerto le quitó lo que tenía del santo. • Solo Orunmila y Dios son los que saben. 143

LAS HISTORIAS DE IFÁ Y ALGUNAS TRANSCULTURACIONES Entre las diversas manifestaciones con que los yorubas contribuyeron a la cultura del Nuevo Mundo, ocupa un lugar muy destacado su literatura. Trasmitida por tradición oral, pues los yorubas no contaron con escritura hasta mediados del siglo xix, su literatura nos aportó los rezos (sureyes), sus refranes (ewes) y las historias (itán), también conocidas como patakín, sustantivo que en Cuba se ha castellanizado, lo que ha permitido formar el plural patakines. A todo lo anterior debieran sumarse las letras de las canciones sagradas que en oportunidades han sido traducidas de forma voluntariosa, sin o con muy poco conocimiento de la lengua yoruba, y en otras, se les ha impuesto una letra nueva en español que nada tiene que ver con el contenido original de la obra. Estas canciones, propias de cada deidad, nos reservan el conocimiento de muchos pasajes de la mitología aún poco divulgados. Fernando Ortiz las valoró de forma muy objetiva cuando afirmó: Un sabio que recogiera tan solo la inmensa variedad de esos cantos sagrados y estudiara su sentido, su simbolismo, su métrica, su rítmica, su oralidad, su ortografía, así como su musicalidad y hasta su correspondencia con la mímesis danzaria que siempre los acompaña, podría escribir, sin duda, una obra fundamental de la poética sobre la génesis de la poesía y del verso y su profunda socialidad.13 La permanencia y el aporte aún constante de la cultura yoruba —se trata de una cultura viva— se debe a su religión: Santería, Regla de Osha o, como preferimos llamarla, religión lucumí. Así, estamos enfatizando su cubanía, pues a pesar de haber sido traída

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Fernando Ortiz: «Prólogo a ¡Oh, mío Yemayá», en Rómulo Lachatañeré: El sistema religioso de los afrocubanos. Colección Echú Bi. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1992, p. 16.

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de África sufrió tantas transformaciones en nuestro suelo que su impronta devino nueva y nacional. Los patakines, como decíamos, son historias que narran diversos episodios de los avatares de los orishas en sus vidas míticas y, en otras oportunidades, aunque no hagan referencia directa a ningún orisha, de alguna forma, sea simbólica o hermética, mantienen contacto con ellos y sus características arquetípicas. El oráculo, ya sea el Dilogún (caracol) manejado por algún santero o Ifá con los instrumentos propios de los babalawos, se fundamenta en los conocimientos acumulados en los Tratados de Ifá. El sacerdote que va a consultarlos debe conocer las 256 figuras u Odu de Ifá y en cada uno de ellos debe memorizar no menos de cuatro historias. Todo lo anterior nos lleva a la conclusión de que aparte de otros requisitos litúrgicos, el sacerdote (babalosha o babalawo) debe recordar más de mil patakines. En la actualidad los investigadores están conscientes de que esos miles de historias no se encuentran reunidas en un solo documento (a pesar de que se han publicado ya varias antologías), sino dispersas entre muchas cabezas, como reza el signo de Ifá, Ogbe-Dí. Para que se tenga idea de la profundidad y riqueza de cada signo, recordemos a don Fernando Ortiz, quien refiriera que en una oportunidad en que se celebraba la ceremonia conocida como «la Letra del Año», es decir las predicciones para el año que comienza, presidida por un babalawo nombrado Ifabí, este se extendió tanto en la interpretación del signo que había salido, que afuera llovió a cántaros, anocheció y ya al amanecer, cuando concluyó su discurso, algunos de los presentes dormían profundamente. Una de las características más señaladas de la literatura yoruba de tradición oral en Cuba es su didactismo, orientado a que el consultante fije los consejos que se le ofrecen, haga los sacrificios indicados y varíe sus normas de conducta. También encontraremos la «máquina épica» o intervención directa de los dioses en la vida de los humanos. En ocasiones, las narraciones llevan insertados cantos en lengua yoruba, lo que las convierte en narraciones

bilingües. Pero cuando nos referimos a los cuentos propiamente mitológicos, es de destacar una diferencia con los dioses protagonistas de otras mitologías: (…) los orishas viven con los humanos en sus pueblos y ciudades, su única diferencia con los hombres radica en su poder, que las más de las veces les viene conferido por el uso de su inteligencia y por la obediencia a los designios del oráculo de que es poseedor el sabio Orula. Así nos encontramos que en muchas ocasiones padecen y disfrutan lo mismo que el más común de los mortales, «tienen hambre» , «carecen de dinero», «hacen vida marital», «no tienen casa o trabajo» , «son esclavos y logran su libertad», «encuentran un tesoro», «sufren prisión».14 Es de imaginar que la reorganización del culto a Ifá en Cuba fue un proceso que demoró décadas. Pero a pesar de todos los inconvenientes el culto sobrevivió. La transculturación condujo a la pérdida de contenidos y a la aparición de otros nuevos. Situaciones que afrontaban en su medio de origen, como guerras con etnias vecinas, la coexistencia con las creencias islámicas, entre otras, ya no existían, su lugar había sido ocupado por una situación nueva. Ahora los sobrevivientes de la trata se encontraban esclavizados y debían acatar la cultura y la religión de sus amos. A la vez que desarrollaron una cultura de la resistencia, pues no renunciaron a sus creencias, hicieron apropiaciones de la cultura de los dominadores, en favor propio. Huellas de la influencia de las culturas europeas y de los antecedentes orientales que ellas aglutinan, pasaron a llenar las lagunas que había como resultado de la trasplantación de Ifá a un medio social geográfico y cultural nuevo. Es por ello que encontramos en sus tratados numerosas referencias a pasajes muy conocidos de la llamada literatura occidental, de La Biblia y de otros textos.

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Arisel Arce Burguera y Armando Ferrer Castro: El mundo de los orishas. Editorial José Martí, La Habana 2005, p.12.

Un ejemplo de lo anterior lo tenemos en la fábula de la lengua como «el mejor plato del mundo» y también «como el peor», historia que podemos encontrar en las fábulas de Esopo. Esta narración es de uso muy común en el signo Obara Meyi, que como hemos dicho en un capítulo anterior, tiene la forma de una lengua y se asocia con una lengua de fuego, por lo que pertenece a Shangó, el dueño de ese elemento. Por asociación se extiende también a la lengua humana, que en ocasiones se usa para hablar sobre todo lo bueno y en otras oportunidades para decir lo malo, por lo que suele aconsejársele al que le salga este signo que se cuide de lo que habla. Esopo vivió en el siglo vi (a.n.e.), considerado como el Padre de la Fábula, sus historias se utilizaron un siglo después como texto para aprender a leer en Grecia. Desde entonces y hasta nuestros días, su obra ha disfrutado de gran popularidad. La frase que da título a una de las narraciones suyas «Más vale ser cabeza de ratón que cola de león», la encontramos también en el signo Iroso Ogbe (Iroso Umbo). Su conocida narración «La liebre y la tortuga» cuenta con una versión o adaptación en el signo Osá Fún, donde la liebre es sustituida por un perro y la tortuga por una jicotea: El perro y la jicotea entraron en porfía a ver cuál de los dos era más rápido. La jicotea fue a casa de Orula e hizo ebó con un hueso y muchos hilos, tal como le aconsejó el sabio sacerdote, todo ello lo puso en el camino por donde deberían de pasar. Durante la carrera el perro se encontró con el hueso y como pensó que tenía ventaja sobre su lento oponente, se puso a roer el hueso, sin percatarse de que sus patas se estaban enredando con los hilos. Cuando quiso incorporarse para reiniciar la carrera, le fue imposible, pues estaba totalmente enmarañado con el ebó de la jicotea. Por ello, la jicotea le ganó la carrera.15

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Dice Ifá, libro mimeografiado, s/f y s/a.

En el odu o signo Oyekun Bara se narra la historia del caballo que se convirtió en esclavo del hombre por querer vengarse de otro animal. Este argumento nos fue referido en la Retórica de Aristóteles como el cuento del caballo que no quiso compartir el prado con el venado, por lo que pidió ayuda al hombre, quien después de ayudarlo a alcanzar al venado y vencerlo, dejó al caballo amarrado para siempre. La conocida fábula de «El perro y la gandinga», podemos encontrarla en el signo Oyekún Tekundá (Oyekún Ogundá). Esta narración que primeramente fue contada por Esopo, es muy conocida en la historia de la fábula. De ella, figuran varias versiones, quizá una de las mejores sea la que transcribimos a continuación y que se debe a la pluma de Lope de Vega, una de las máximas figuras de la Literatura Española. Perder lo cierto por lo dudoso Un perro una vez pasaba otro río como el Duero y un pedazo de carnero entre los dientes llevaba. La sombra que no era poca, dentro de las aguas vio, y por cogerla soltó Lo que llevaba en la boca. Fue a asirla, y su desvarío el perro al instante vio volvió a su carne, y halló que se la llevó el tal río.16

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Fábulas. Editorial Gente Nueva. Selección y recopilación de Francisco Mota, La Habana, 1973, p 11.

Otra fábula famosa dentro de las letras universales, presenta una similitud, casi exacta con lo que cuenta el odu Ogundá Otura: Cuentan que en una oportunidad Orula solo tenía unos centavos en el bolsillo y no le alcanzaban ni para darle de comer a sus hijos. Compró unos eko17 que repartió entre los muchachos y salió de la casa comiéndose uno y caminando lentamente, tan lento como su tristeza. Ya cerca del árbol que había escogido para suicidarse, el sabio tiró al piso las hojas que envolvían al dulce que se había comido. Colgó una soga de las ramas del árbol y entonces oyó que un pájaro le decía: —Orula, mira a ver qué sucedió con las hojas que envolvían al ekó. El hombre volvió el rostro y pudo ver que otro babalawo se estaba comiendo los restos del dulce que permanecían adheridos a la envoltura que él botara al piso. —Y sin embargo —agregó el pájaro—, no ha pensado quitarse la vida.18 Este argumento podemos encontrarlo en el Libro de los Exemplos o de Patronio, Conde Lucanor, del Infante Don Juan Manuel (1282 a 1349 d.n.e.), en el Ejemplo 10: «De lo que aconteció a un hombre que por pobreza o mengua de otra vianda comía altramuces». Pero nadie como Calderón de la Barca supo tratar este tema cuando escribió: Cuentan de un sabio que un día, Dulce confeccionado con harina de maíz y azúcar, envuelto en hojas de plátano. 18 Arisel Arce Burguera y Armando Ferrer Castro: Ob. cit., p. 157. 17

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Tan pobre y mísero estaba, Que solo se sustentaba, De unas hierbas que cogía. —¿Habrá otro —entre sí decía— más pobre y triste que yo? Y cuando el rostro volvió halló la respuesta, viendo que iba otro sabio cogiendo las hojas que él arrojó. Resulta evidente que el fabulario euro-oriental influyó considerablemente en la adaptación del sistema adivinatorio de Ifá al medio cubano. Podrían citarse otros muchos ejemplos de temas incluidos en los odu de Ifá como son: «El viento y el sol contra el caminante» (Ofún Ojuani), «El que a hierro mata a hierro muere» (Iwori Ika), «Un bien con un mal se paga» (Otrupo Ogbe), «El ahijado de la muerte» (Ofun Meyi) y otros muchos. Algo similar sucedió con algunos temas bíblicos. En la figura de Ifá Iworiturá (Iwori Otura) se dice: «Shangó tenía un enemigo muy poderoso que vivía en una pradera y que lo había desafiado. El Orisha subió a una colina cercana y desde allí arrojó una piedra con su honda y mató a su enemigo». Esta historia es muy similar a la de David y Goliat, relatada en La Biblia, cuyo desenlace nos dice: «El filisteo se levantó y salió al encuentro de David, quien a su vez rápidamente se dispuso a hacer frente al filisteo: metió su mano en la bolsa, sacó una piedra y, arrojándola con la honda contra el filisteo, lo hirió en la frente. Con la piedra clavada en la frente el filisteo cayó de cara al suelo». (Samuel 17: 48 y 49) 19 En otros signos de Ifá, también se han hecho identificaciones con pasajes bíblicos, como Otrupo Meyi en el que se habla de diluvio y que, a menudo, se menciona como el Diluvio Univer19

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La Bíblia. Dios habla hoy. Consejo Episcopal Latinoamericano, 1979, p. 351.

sal. Un epígrafe relacionado con esta figura, que encontramos en algunos tratados de Ifá, reza así: «Orula vivía con la Tierra y esta lo ofendió. Entonces Olofin para quitar la mancha mandó el diluvio». Pero otra leyenda yoruba, quizá más divulgada, nos refiere que Olókun, la diosa de las profundidades de la mar, resentida porque Obatalá la había hecho con determinadas deformidades en su cuerpo que motivaron que su esposo Orisha Oko la despreciara, desesperada, decidió inundar el planeta, por lo que los humanos y hasta los orishas que vivían en él tuvieron que refugiarse en las montañas. Recordemos que en La Biblia se nos cuenta la historia del patriarca Noé (Génesis: 5): Dios ofendido por la maldad de los hombres decide enviar un diluvio que duraría cuarenta días con sus noches, pero decide salvar a Noé y su familia en una barca donde se debería además preservar la vida animal. Historias similares de grandes diluvios las encontramos también en otras culturas. En el odu Ogbedí (Ogbe Odí) se ha incorporado el tema de la Torre de Babel, para afianzar el refrán que figura aquí: «El conocimiento está repartido entre muchas cabezas». El mismo tema lo encontramos en el Génesis (capítulo 11). Dios para evitar que los hombres construyeran una inmensa torre, confundió sus lenguas y comenzaron a hablar idiomas diferentes. Pero en la historia que acompaña a este odu hallamos una referencia novedosa sobre el arco iris que también es mencionado en el Génesis bíblico, como símbolo del pacto de Dios con Noé: Después que Olókun lo invadió todo con sus aguas, a los habitantes del planeta no les quedó otro remedio que refugiarse en la montaña más alta.

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Muchos fueron los intentos de llamar la atención de Olofin para que solucionara aquella situación tan difícil. Los hombres idearon hacer una gran torre que llegara al cielo, pero los albañiles de tanto trabajar aislados, terminaron hablando un lenguaje que los demás no podían entender, otro tanto pasó a los carpinteros y así a cada grupo de trabajadores.

De esta suerte surgieron los distintos idiomas, y se hizo tan difícil continuar que poco a poco fueron abandonando la construcción del edificio. Un agricultor que se llamaba Oko tuvo una idea mejor. Con sus aperos de labranza hizo siete surcos inmensos en la montaña, y sembró cada uno con plantas de un color diferente. Una mañana que Olofin miró hacia la Tierra divisó el dibujo que Oko había realizado. Tanto le gustó que de inmediato ordenó que se hiciera un puente con siete colores iguales a los que estaban en la montaña, para que el autor de aquella maravilla pudiera subir a su palacio. Cuando Oko le contó lo sucedido, Olofin indignado ordenó a Yemayá que encadenara a Olókun en el fondo del mar. Oko volvió a la Tierra, que ahora tenía más espacio para cultivar porque las aguas del mar se habían retirado. En la medida en que los hombres conocieron de sus hazañas comenzaron a llamarlo Orishaoko. Olofin decidió que Oshumale, el arco iris, bajara de vez en cuando a la Tierra como recuerdo de aquel suceso.20 A veces se refiere el signo Ogbe Trupo como «la degollación de los santos inocentes», sin embargo, no obstante a las similitudes, el relato bíblico (Mateo 2:16) y la historia de Ifá, son muy diferentes. En la referida letra de Ifá encontramos una historia en la que los padres, antes de nacer el niño que esperaban, consultaron con Orula, y este indicó que cuando viniera al mundo (pues se trataría de un niño prodigio) deberían poner 152

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Arisel Arce Burguera, y Armando Ferrer Castro: Ob. cit . p. 28.

siete flechas en su cuna. Cuando el rey de aquel lugar se enteró de que nacería un niño llamado a sustituirlo, ordenó matarlo. Al llegar los soldados para ejecutar la orden, el pequeño los mató con las flechas que se encontraban en su cuna. El signo Ogbe Bara nos narra cómo iban a sacrificar a un príncipe: Un rey se encontró con una situación muy difícil, a causa de una gran sequía los sembrados no florecían, los animales morían de sed, había una gran epidemia y todos sus súbditos estaban descontentos. Los reyes vecinos amenazaban con invadir su territorio con potentes ejércitos bien armados y provistos de fuertes cabalgaduras. Ante tanta desgracia, convocó a los adivinos para que consultaran el oráculo y le dijeran qué debía hacer para que cesaran las calamidades. Los adivinos dijeron que debía sacrificar a su primogénito Abó, para sí aplacar a los dioses y que todo volviera a la normalidad. Se convino el día que debía efectuarse el sacrificio y comenzaron los preparativos para la ceremonia. Ya casi estaba llegando la hora señalada para el sacrificio, cuando llegó Orula y pidió hablar con el rey. Como Orula siempre llevaba consigo los instrumentos para la adivinación, los consultó en presencia del rey y dijo que era posible sustituir el sacrificio de Abó por el de un carnero. 153

El rey, muy contento ante la clemencia de los orishas, mandó buscar el mejor carnero que se encontrara en sus establos y lo sacrificó, con lo que pudo sacar a su pueblo de tan difícil situación. Es por eso que al carnero se le llama abó.21 Como puede observarse, la situación que aquí se narra es muy similar a otras, como la historia bíblica de Abraham (Génesis 22) que nos cuenta como este patriarca dispuesto a sacrificar a su primogénito Isaac por órdenes de Dios, cuando ya iba a ejecutar el sacrificio, un ángel lo interrumpe y le dice: «No le hagas ningún daño al muchacho, porque ya sé que tienes temor de Dios, pues no te negaste a darme tu único hijo» (Génesis 22: 12). Existen otros textos parecidos en la literatura religiosa de otros pueblos que también señalan el paso de los sacrificios humanos a los sacrificios de animales. En el libro de Jonás, se nos dice que habiéndole encomendado Dios al profeta que fuera a la ciudad de Nínive y que anunciara que iba a ser destruida, este fue y se embarcó para la ciudad de Tarsis. Por la desobediencia cometida, en el camino Dios le envió una tormenta y los marineros seguros de que tal calamidad se debía a Jonás, lo arrojaron por la borda de la embarcación. «Entretanto —nos cuenta el relato— el Señor había dispuesto un enorme pez para que se tragara a Jonás. Y Jonás pasó tres días y tres noches dentro del pez» (Jonás l: 17). Al fin, cuando el profeta logra obtener el perdón de Dios y sale del vientre del pez, se dirige a cumplir las órdenes recibidas. También Ifá tiene su Jonás que se llama Oberoso: Oberoso era un adivino de gran reputación, pero una vez lo llamó el rey y Oberoso se consultó antes con su Ifá. Le salió que debía darle un chivo, un pollo y un pescado a Eleguá antes de ir al palacio, pero no lo hizo. 154

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Ibídem, p. 214.

Una vez ante el rey, este le dijo que necesitaba que secara una parte del mar y que buscara un hombre contrahecho, calvo y cojo. Oberoso se negó y volvió muy preocupado a su casa donde le contó a sus hijos lo que le había pedido el rey. Ellos notaron lo triste que estaba el padre ante la imposibilidad de satisfacer los deseos del soberano, y se fueron a casa de Orula. Mientras, Eleguá que estaba descontento por el olvido del babalawo, fue a ver al rey y le dijo que si le daba la comida que Oberoso no le había dado, se comprometía a obligar al adivino a que hiciera lo solicitado. El rey así lo hizo. Oberoso tuvo que someterse a los caprichos del soberano y fue a orillas del mar a hacer el ebó con muchos animales y otras cosas. Pero como el ebó tiene que terminar, o cerrar, cuando lo marca el tablero que usan los babalawos, y Oberoso tenía a Eleguá, el ebó no cerraba. Tanto fue así, que el adivino, desesperado, después de ofrecer todos los animales que había llevado para la ceremonia, decidió irse él también con el ebó al mar, y entonces el tablero señaló que se cerraba el ebó. Cuando Oberoso cayó al mar con todas las ofrendas de la ceremonia, un pez muy grande se lo comió. En ese mismo momento, Orula le había dicho a los hijos del babalawo que si querían que su padre se salvara, debían buscar el pez más grande que encontraran, y llevárselo para hacer rogación con él. 155

Los hijos de Oberoso fueron a orillas del mar y encontraron a un pescador que ese día había capturado un enorme pez. Cuando llegaron a casa de Orula mandó a que destriparan el pescado, y cuál no sería la sorpresa de todos cuando, del interior del animal, salió Oberoso vivo. Los hijos de Oberoso fueron a ver al rey para reclamarle la presencia de su padre. El rey les dijo que su padre había muerto, pues él mismo había visto cuando un pez se lo tragaba. Ellos se echaron a reír en su misma cara y le aseguraron que a esa hora ya su padre estaba descansando en la casa. El rey, que no podía creer que el babalawo estuviera vivo, hizo una fuerte apuesta con los hijos y se encaminaron todos a casa de Oberoso. Una vez allí, el rey tuvo que reconocer su fracaso y dar una buena parte de su fortuna a aquella familia, que, desde entonces, no solo fue famosa por la reputación de adivino que tenía el padre, sino que, además, fue muy rica y poderosa.22 En algunas oportunidades los Tratados de Ifá se refieren a pasajes del Nuevo Testamento, sin entrar en detalles. Por ejemplo, en el odu Otura Meyi se afirma: «Aquí tuvo lugar la última cena de Jesucristo» y en el odu Ofún Meyi se nos dice que es donde resucitaron Lázaro y Jesús. Es probable que estas afirmaciones provengan de la interpretación ideogramática de los dibujos de cada signo, a las que hemos hecho referencia en la primera parte de este libro. Los ejemplos examinados nos muestran cómo se ha venido operando un proceso de adaptación y transculturación en Cuba de la literatura yoruba contenida en los Tratados de Ifá, que se ha trasmitido, fundamentalmente, de forma oral. Este proceso 156

22

Ibídem, p. 192.

indica de manera explícita cómo la Religión Lucumí o Regla de Osha, lejos de volver a sus orígenes africanos, se viene convirtiendo, cada día más, en una religión cubana, lo que puede apoyarse también en la transformación de sus ritos, que poco tienen que ver en la actualidad con los que se ejecutan en el territorio yoruba de Nigeria. Otro tanto sucederá en los países en los que se ha llevado esta religión desde Cuba. En ellos ocurrirán nuevas transculturaciones con cultos autóctonos y otras religiones y, por supuesto, al entrar en contacto con nuevas culturas, estas influirán en muchos de los contenidos de la oralidad de la Regla de Osha.

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Babalawo africano.

Babalawo africano.

HISTORIAS DE ORULA

Orula vence a Ikú Olofin estaba ya viejo y muy cansado. «Tengo que abandonar las cuestiones del mundo», pensaba constantemente. Fue así que un día decidió: «Voy a llamar a Orula y a Ikú, a ver cuál de ellos se encarga del mundo». —He decidido dejar los problemas del mundo —dijo Olofin— y uno de ustedes dos deberá sucederme. Por eso los voy a someter a una prueba. El que soporte tres días de ayuno demostrará que es capaz de sustituirme. Ikú y Orula se fueron del palacio de Olofin, dispuestos a permanecer tres días sin probar bocado, pero al segundo día Eleguá se apareció en casa de Orula. —Orula, estoy muerto de hambre —dijo Eleguá— por qué no me das algo de comer. Orula comenzó a prepararle un akukó (pollo) a Eleguá, pero fue tanto el apetito que se le abrió, que casi sin pensarlo mató una adié y la cocinó para él. Después de la opípara cena, ambos quedaron dormidos, no sin antes limpiar esmeradamente los calderos y enterrar los restos en el patio. Aprovechando el sueño de su contrincante, Ikú — que también tenía mucha hambre— llegó a casa de Orula y comenzó a registrar la cocina. Como allí no encontró nada, registró en la basura donde tampoco pudo encontrar ningún rastro de lo que había sucedido. Eleguá que duerme con un ojo cerrado y el otro abierto, no le perdía pie ni pisada al ir y venir de Ikú. Al fin Ikú se puso a registrar en el patio y como vio la tierra removida, escarbó hasta que encontró los 160

huesos de la adié y del akukó y se puso a roerlos con afán. Fue este el momento que aprovechó Eleguá: —¡Ikú, así te quería coger! Ahora se lo voy a contar todo a Olofin. Por eso, Orula es mayor que Ikú. Orula engaña a Ikú

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El pueblo hablaba mal de Orula y le deseaba la muerte. Pero Orula, que es adivino, se había visto la suerte en el tablero, y con sus dieciséis nueces había decidido que tenía que hacer una ceremonia de rogación con un ñame, y luego con los pelos de la vianda, untarse en la cara. Fue por eso que cuando Ikú vino por primera vez preguntando por Orula, él mismo le dijo que allí no vivía ningún Orula y la Muerte se fue. Ikú estuvo averiguando por los alrededores y se dio cuenta de que Orula lo había engañado, por lo que regresó a casa de este, con cualquier pretexto, para observarlo de cerca, hasta tener la certeza de que se trataba del sujeto que estaba buscando para llevarse. Orula, cuando la vio regresar, ni corto ni perezoso, la invitó a comer y le sirvió una gran cena y abundante bebida. Tanto comió y bebió Ikú que cuando hubo conclui-do, se quedó dormida. Fue esta la oportunidad que aprovechó Orula para robarle la mandarria con la que Ikú mata a la gente. Al despertar, Ikú notó que le faltaba la mandarria y pensó que sin este instrumento ella no era nadie, por lo que le imploró a Orula que se la devolviera. Después de mucho llorar, Orula le prometió que se la devolvería si le prometía que no mataría a ninguno de sus hijos, a menos que él lo autorizara. Desde

entonces la Muerte se cuida mucho de llevarse al que tiene una ildé (pulso) de Orula. Ikú, Orula y la hija de Obatalá Olofin quería casar a su hija y se presentaron dos pretendientes: Orula e Ikú. Como prueba para saber quién debía ser el esposo de ella, dijo que el que le trajera cien cabezas en un saco, sería el elegido. Toda vez que Orula no tenía manera de adquirir lo que Olofin reclamaba, se registró con su tablero y le salió que debía hacer rogación con akukó, igui (palo), babosas, quimbombó y seis cascabeles y llevarlo por la noche a una encrucijada. En la noche salió con mucho sigilo de su casa para depositar el paquete en el lugar indicado, y sucede que Ikú venía por uno de los caminos con un saco al hombro. Al escuchar el ruido de los cascabeles Ikú se asustó tanto que botó el saco que llevaba a cuestas y salió corriendo. Orula que no sabía quién era el que venía por el camino, fue curioso a ver que tenía el saco abandonado, al encontrar las cien cabezas se puso muy contento y fue a casa de Olofin a entregarlas, para así poder casarse con la joven tan deseada. Orula va a la guerra

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El pueblo le declaró la guerra a Olofin e instó a Orula a que participara. Orula asintió, pero puso una condición, que llevaría un caldero con su comida por si le entraba hambre por el camino. Así partió con el ejército que atacaría el palacio de Olofin.

Como el caldero era grande y el sabio lo arrastraba con una soga, se enredaba constantemente en la maleza. Esta fue la causa por la cual Orula se quedó rezagado. Ogún que había acudido en ayuda de Olofin, desarrolló una de las matanzas más grandes de las que se tenga noticia. El último en llegar fue el adivino y Olofin muy intrigado en saber cómo Orula se había atrevido en participar en la revuelta, lo llamó. —A mí me obligaron, Babá —dijo Orula— pero como sabía lo que pasaría, lo que hice fue traerle comida para usted en este caldero. Olofin lo perdonó y lo dejó encargado de todos los asuntos del mundo. Orula se ruega la cabeza

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Orula tenía que rogarse la cabeza, pero no tenía dinero para comprar los cocos. Fue a la plaza y le pidió a varios comerciantes que le dieran obí (coco) fiado y todos se negaron. Solo recibió malos tratos y ríspidas respuestas. Cuando salía de la plaza muy desencantado, se encontró a un amigo y le contó lo sucedido. El hombre llevó al adivino para su casa y le entregó todo lo que necesitaba para la rogación. Allí mismo, en la casa del amigo, Orula comenzó a realizar la ceremonia. Ya había finalizado cuando tocaron la puerta. Era Ikú, que venía a decirle al amigo de Orula, que sus días se habían cumplido en la Tierra. Ikú se sorprendió mucho al encontrar a Orula allí, y el anciano le pidió que no se llevara a su amigo y le propuso que fuera a buscar a los comerciantes de la plaza que lo habían maltratado. La Muerte aceptó el trato y fue corriendo para la plaza.

Ékuté Orula no podía dormir. Todas las noches sentía un ruido extraño debajo de las tablas del piso que lo despertaba, y luego se desvelaba toda la noche. Una noche, al fin se decidió y se dijo a sí mismo: «Voy a levantar todo el piso si es preciso», y puso manos a la obra. Cuál no sería su sorpresa al encontrase a ekuté, el ratón, debajo de la primera tabla que levantó. —Si me dejas ir —le dijo ekuté muy asustado— te digo lo que va a pasar mañana para que cambie tu suerte y seas rico. Orula accedió y entonces ekuté le dijo: —Mañana van a venir tres personas a consultarse; el primero es Eleguá, tú le dices que ocupe su puesto, que es en la puerta y le das un akukó, porque él te va a ayudar siempre. El segundo es Ogún y tú le vas a dar ekú (jutía) y eyá (pescado), porque él trabaja siempre con Eleguá. La tercera es Iyalode, para la que tú debes tener preparado ochinchín (comida ritual) y la convences para que sea tu mujer. Ella te traerá iré (suerte) y tendrás mucho owó. Orula dejó ir a ekuté e hizo todo lo que él le dijo. El ékuele de Orula En una oportunidad Orula estaba desmochando una palma, resbaló allá arriba y se cayó. Pero como llevaba guardado el ékuele, el collar se le salió del bolsillo y Orula cayó encima de él, por lo que no se hizo daño alguno. La mujer de elefante

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Orula vio a la mujer del elefante y como le gustó, esa misma noche fue y se la robó al marido.

Corriendo la llevó para su casa, la que rodeó de inmensas y espinosas tunas. El elefante furioso porque le habían secuestrado a su esposa, embistió la casa de Orula, hasta que desfallecido y cubierto de las heridas que le propiciaron las tunas, cayó muerto. Orula, contento por su victoria sobre el pobre esposo burlado, fue hasta donde estaba el cadáver del elefante y le cortó el rabo y los colmillos para hacer su irofá (tarro de venado). Orula y el chivo

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En Ifé, la ciudad sagrada de los yorubas, se iba a celebrar una reunión de todos los orishas. Orula que se encontraba muy distante, debía acudir sin falta a la cita. Como no tenía cabalgadura, tuvo que emprender el viaje a pie. Por el camino se encontró con el chivo, que al ver al pobre anciano desfallecido por la caminata, se le brindó para llevarlo en su lomo. Hicieron una jornada agotadora para el animal, aunque este se sentía satisfecho de haber podido servir al adivino en un momento tan preciso. Eleguá los recibió en la puerta del lugar de la reunión y le advirtió a Orula que para poder participar debía sacrificar un animal allí mismo. Orula permaneció pensativo un momento, pues venía atravesando por una situación tan difícil que no tenía, como se dice, «ni donde caerse muerto». Al fin se dirigió al chivo con mucho pesar: —No me queda otro remedio que sacrificarte a ti, —le dijo. —Después del favor que te hice —le respondió el animal— ¿me pagas quitándome la vida?

Orula le repuso que no había más solución porque era necesaria su presencia, pero que le estaría eternamente agradecido por todo lo que había hecho. Orula vence a Osain Osain se pasaba la vida retando a Orula a medir sus fuerzas con las de él. Al fin, Orula ya cansado de tanta fanfarronería le aceptó a su eterno contrincante una prueba en la que uno de los dos saldría triunfador. Ambos enterraron a sus hijos en la arena. La apuesta consistía en ver quiénes saldrían primero. Orula le daría la señal a los suyos, golpeando el Tablero de Ifá con el irofá de tarro de venado, mientras Osain tocaría su corneta. A un mismo tiempo los dos comenzaron con las señales indicadas. Los hijos de Orula salieron todos, mientras los de Osain no oyeron la llamada de su padre, y este tuvo que suplicarle a Orula que los sacara de tan difícil situación. Más tarde, Orula le entregó en secreto un akukó a Eleguá por haber tupido la corneta de Osain con un ekó. Orula y Malé

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Orula tenía una estancia y Malé bajaba todas las noches del cielo y se comía toda la cosecha. Enterado Orula hizo ebó con una botella de otí (aguardiente) y comida de todo tipo. La llevó a su finca, vino Malé, vio aquello y comió y bebió hasta saciarse; reposó un poquito con el propósito de irse enseguida, pero se quedó dormido. Cuando se despertó, ya era de día, entonces le dirigió

súplicas al cielo pidiendo la soga, que Orula cortó con el machete. Desde entonces Malé, el arco iris, está en la Tierra. Orula y Etú Orula tenía una etú (gallina de guinea) que alguien le había regalado y la estaba criando quizá con la idea de comérsela. Un domingo, la etú se puso a escarbar en la puerta del ilé (casa). Cuando Orula fue a ver qué había allí, encontró que habían enterrado un clavo en la puerta de su casa para hacerle daño. En agradecimiento la soltó en el monte y le prometió que nunca se comería una gallina de guinea. Orula va a ver a Olofin

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Olofin había reclamado con urgencia la palabra de Orula, pero este, antes de partir a tan agotador viaje, porque bueno es decir que debía ascender una inmensa montaña, se proveyó de hilos de diversos colores, retazos de tela, agujas, huevos de gallina y bollos de ñame. Cuando ya había vencido un buen trecho, se encontró con un limosnero, que no era otro que el travieso Eleguá disfrazado para probar a Orula. Este, al ver sus ropas rotas, se compadeció de él y le dio las telas, los hilos y la aguja, para que las remendara. En agradecimiento, el limosnero le indicó por dónde encontrar un atajo con el que adelantaría bastante. Más adelante, el caminante encontró la casa de una viejita, que se lamentó de que allí las gallinas no ponían. Orula sacó de su bolso los huevos y se los dio a la anciana que resultó ser Obatalá Yemú, que se ofreció

en pago de su bondad, a enseñarle la mejor manera de llegar a donde se dirigía. Ya frente al palacio de Olofin, el visitante encontró un niño que le preguntó si le traía algún regalo. Orula le dio un bollo de ñame y le dijo que le abriera la puerta para darles a los niños que estaban adentro. El pequeño así lo hizo, y Orula pudo llegar al trono donde se encuentra Olofin. Orula y el marido celoso Orula le dijo a una mujer que tenía que hacer un trabajo con los vellos del pubis si quería conservar a su marido. Cuando la mujer se encontraba en la delicada operación de cortarse los vellos de tan íntimo lugar, el marido la sorprendió. —¿Qué estás haciendo? —le preguntó indignado. —No te pongas bravo, es que Orula me mandó. —¡Orula, lo mato! —y salió furioso en dirección a casa del adivino. Orula vivía en altos y había aflojado un escalón, pues sabía lo que pasaría. El hombre, ciego por los celos, subió corriendo la escalera, se cayó y se mató con su misma arma. Letra del año

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Olofin mandó a buscar a los orishas para la ceremonia de apertura del año y todos fueron muy elegantes. Orula que llegó último, fue en ropa de trabajo y con cuatro ñames en la mano, lo que ocasionó burlas y comentarios. La letra que salió decía que iba a faltar la comida. Pero como estaban en holganza económica se

olvidaron de la advertencia y comenzaron a gastar sin preocupación. Al final, tuvieron que pedirle comida a Orula, que fue el único previsor, ya que sembró los ñames y tuvo comida todo el año. Quieren traicionar a Orula Todos en el pueblo se pusieron de acuerdo, para que gobernara el más joven y muriera el más viejo, el que tuviera más canas. Eleguá, que estaba allí presente, fue inmediatamente a casa de Orula a contarle que como él era el más canoso, los hombres del pueblo iban para su casa a matarlo. Orula, sin perder la calma, mató a un carnero e hizo tiras con su piel y las puso a la puerta del ilé. Cuando entraron los que querían matar al más viejo, tropezaron con las tiras y sus cabellos se tornaron blancos. Orula les hizo ver que ellos también estaban canosos, que cómo iban a querer matarlo a él. Se formó una gran discusión en la que el adivino concluyó: — Cada cual se muere cuando le llega su hora. Los hombres, muy abochornados, se retiraron de casa de Orula. Orula y el campesino

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En una oportunidad en que Orula se encontraba extraviado por el campo, se dirigió a casa de un campesino a preguntarle cuál era el camino que debía seguir. El sitiero le indicó la dirección y Orula fue a darle cuatro pesos, pero el hombre le dijo que era muy

poco, a lo que Orula repuso que el campesino no sabía Ifá, y el hombre de inmediato le dijo que él no conocería Ifá, pero Orula no conocía el camino que buscaba. En medio de esta discusión, la mujer del campesino se asomó a la puerta para saber qué pasaba y viendo Orula que estaba encinta, le dijo al hombre que le daría cuatro pesos más. Pero cuando Orula fue a sacar el dinero del bolsillo, se le cayó el ékuele al suelo y marcó la letra Odí Ogbe, por lo que el adivino le dijo al hombre que ahora era él quien tenía que darle ocho pesos y varios animales, si quería que su esposa tuviera un buen parto. Orula fue al río

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Un día Orula fue al río con su Ifá a darle de comer pescado. Unas mujeres que lo vieron en esa operación comenzaron a decir que estaba haciendo brujería para envenenar al pueblo, y formaron una gran gritería. Como resultado de semejante escándalo, apresaron a Orula y lo llevaron al rey del lugar para que hiciera justicia. El rey no quiso creerle una palabra a Orula y puso en duda que fuera un adivino. Entonces Orula dijo que el rey no dormía bien, que daba brincos en la cama por la noche y que en su gallinero había una gallina clueca que cantaba y no ponía, y que él no sabía cuál era, pero que buscara una gallina prieta, que esa misma era. El rey se dio cuenta de que aquel hombre decía la verdad; les dijo a las mujeres enredadoras y chismosas, y mandó les dieran un castigo ejemplar.

Ikú, Arun y Eyo La mujer de Orula fue a comprar carne y en la carnicería se encontró con la mujer de Ikú, la mujer de Arun y la de Eyo. Como la mujer de Orula se creía superior, compró primero que ellas y se llevó toda la carne que había. Mas, cuando le contó a su marido lo que había hecho, este le peleó mucho. Orula cogió la carne que había comprado su mujer y la dividió en tres pedazos iguales. Puso uno en la puerta de su casa, otro en las cuatro esquinas y el último en la manigua. Así, cuando Ikú fue a tocar en casa de Orula, se encontró el paquete de carne en la puerta y muy contento se lo llevó para su casa. Eyo, la tragedia, que iba derecho para casa del adivino se encontró un paquete de carne en las cuatro esquinas, y se lo llevó, olvidando lo que iba a hacer. Arun, la enfermedad, atravesó presurosa por la manigua en camino a casa de Orula y se encontró su paquete, por lo que regresó a su casa. De esta manera, Orula pudo burlar a sus tres encarnizadas enemigas. Oyelero

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Oyelero fue con su mujer a casa de Orula para ver si podían cambiar su suerte. El adivino le pidió que volvieran allí con dos gallinas, un pollo y dos palomas. Días después regresaron para hacer el ebó, pero como Orula no tuvo que sacrificar los animales y fue hasta el patio y los metió en una jaula, Oyelero, que pensó que lo estaban estafando, le reclamó le devolviera los animales. Orula le explicó que aunque no hubie-

ra que sacrificar los animales, era derecho del babalawo quedarse con ellos. Oyelero insistió en que lo estaba engañando. Entonces comenzó a abrirse la tierra y se tragó al intransigente. Orula engaña a Olofin Orula apostó con Olofin a que el maíz tostado paría. Olofin estaba seguro de que eso era imposible, aceptó la apuesta convencido de que la ganaría. Pero Orula llamó a Eleguá y a Shangó, y se puso de acuerdo con ellos para ganarle la apuesta a Olofin. El día acordado, Orula acudió con un saco de maíz tostado y lo sembró en el terreno que escogió Olofin, después, ambos se fueron para el palacio de Olofin a esperar el tiempo necesario. Esa noche Shangó hizo tronar en el cielo y ayudado por la luz de los relámpagos, Eleguá cambió todos los granos por otros en perfecto estado. Pasaron los días y una mañana Olofin le dijo a Orula que irían a ver si su dichoso maíz tostado había parido o no. Como ya los granos que Eleguá había puesto comenzaban a germinar, Olofin se quedó muy sorprendido y tuvo que pagarle lo acordado a Orula, el que luego, en secreto, compartió con Shangó y Eleguá. Orula y el tambor

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Orula llegó a un pueblo donde lo recibieron a tiros. Muy confundido tuvo que retirarse de allí corriendo y fue a consultarse con Shangó que, como se sabe, fue el primer dueño del tablero y el ékuele.

Shangó le dijo que tenía que buscar un tambor y obsequiarle un akukó a Eleguá, para ver si este accedía a acompañarlos. Al día siguiente, Shangó con el tambor que le habían regalado y en compañía de Eleguá fue con Orula, de nuevo al mismo pueblo y allí comenzaron a tocar el batá, mientras Eleguá bailaba. La gente comenzó a salir de sus casas y a bailar al son del tambor de Shangó; cuando terminó la fiesta, aceptaron que Orula se quedara a vivir allí. Con el tiempo, la fama de Orula comenzó a acrecentarse y llegó a ser el gobernante de aquel pueblo, gracias a la intervención de sus hermanos Shangó y Eleguá. Orula y el tigre

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Como todos los días por la mañana, Orula consultó su tablero y realizó en él los dibujos que Ifá le iba indicando. Ese día, el tablero le aconsejaba que tomara una aguja y la amarrara a un palo con hilo blanco y negro y luego la pusiera detrás de la puerta. Todo lo cual hizo de inmediato. Mientras tanto, los enemigos de Orula, movidos por la envidia que causaban en ellos las dotes de adivino que tenía aquel, habían convencido al tigre para que lo matara. El tigre, cegado por el odio que habían logrado despertarle, se dirigió hacia la casa y tocó la puerta. Cuando le preguntaron quién era, contestó que deseaba consultarse. Orula abrió y el tigre se abalanzó atropelladamente, pero como es un animal grande y fuerte, casi no cabía por la puerta y sucedió que al tambalearse todo el ilé, cayó el palo con la aguja en la puerta y lo hincó.

Fue tanto el susto que se dio el animal al sentirse herido, que salió huyendo de aquel lugar, mientras profería gritos de horror. El rey no hizo ebó Un rey, al que mucho le habían hablado de la fama de Orula como adivino, lo mandó buscar con la intención de ridiculizarlo. —Dime qué tienen estas tres canastas —le dijo a Orula, señalándole tres canastas cerradas. —En esta —dijo Orula señalando la primera— hay seis eyelé (paloma); en esta otra, seis adié y en esta última, hay seis obí. —Ya veo que eres un gran adivino —repuso el rey contrariado. —Y le voy a decir más —agregó Orula— si no hace ebó con estas tres canastas, va a llegar una guerra muy grande y su pueblo sufrirá mucho. El rey se negó a hacer lo que le indicaba Orula. Tres meses más tarde, un pueblo vecino que tenía fama de guerrero, invadió su territorio y asustado mandó de nuevo a que buscaran a Orula y lo trajeran a su presencia. —Por haberse negado la vez anterior, si no quiere que haya guerra —dijo Orula— ahora tiene que hacer la rogación con cien palomas, cien gallinas, cien cocos y cien pesos. Las mujeres de Orula Oreré era una buena esposa que se ocupaba de su casa, de sus hijos y le era fiel a Orula, su esposo. Pero un día, Orula se enamoró perdidamente de Egüé Cocó que era zalamera y coqueta, y abandonó a Oreré. 174

Todos los días, la mujer que no tenía recursos para vivir, se veía en la obligación de lavar y planchar para poder mantener a sus hijos, y todos los días, también, le rogaba a Olofin que castigara a Orula por su traición. Orula vivió un tiempo con Egüé Cocó hasta que un día Laroye le dijo que Egüé Cocó le era infiel. Indignado y enfurecido, Orula llegó al ilé de Egüé Cocó y le dijo que a partir de ese día ella no sería más su concubina, recogió sus cosas y se fue. Pasó algún tiempo y las cosas le iban mal a Orula, casi nadie iba a consultarse con él y lo que ganaba apenas le alcanzaba para vivir. Al verse tan atrasado, Orula cogió su tablero y miró su suerte. La letra que le salió le decía que había dos mujeres que lo maldecían a toda hora, por lo que tenía que buscar la manera de quedar bien con ellas. Fue así que se presentó en casa de Oreré, le llevó un poco de dinero y prometió darle más cuando su suerte mejorara, para que ella pudiera mantener a los hijos. Después de mucho meditar, fue a casa de Egüé Cocó y le dijo: — Mira, yo te voy a perdonar, pero no puedo volver contigo. Desde hoy todos los ebós van a ir vestidos con tus ropas. Desde entonces cambió la suerte de Orula y también los ebós se envuelven con las hojas de malanga, las ropas de Egüé Cocó. Las tres botellas de Otí Un hombre que deseaba ver a Orula para mejorar su suerte, compró una botella de otí, pues sabía que era requisito indispensable para que lo consultara. En dirección hacia la casa del olúo (babalawo), tropezó y se le cayó la botella que se rompió en mil pedazos, regando el aguardiente por el piso. 175

Compró una segunda botella, con la que le pasó lo mismo. Al fin llegó a casa de Orula con la tercera botella en las manos. El anciano, al enterarse de lo ocurrido, le dijo que no se preocupara, pues una botella era para la muerte y otra para la enfermedad y que no tenía que hacer nada más, él le garantizaba que su suerte iba a cambiar. Orula y Oshún El rey mandó buscar a Orula, el babalawo más famoso de su región, pero el olúo se negó a ir. Así sucedió varias veces, hasta que un día Oshún se ofreció para ir a buscar al adivino. Oshún se apareció de visita en la casa del babalawo, y como de conversación en conversación se le hizo tarde, le pidió que la dejara dormir en su cama aquella noche. Por la mañana, ella se despertó muy temprano y puso el ékuele y el yefá (polvo mágico) en su pañuelo. Cuando el babalawo se despertó y probó el desayuno que le había preparado Oshún, ella le dijo que ya debía partir. Pero el hombre se había prendado de la hermosa mulata y consintió en acompañarla un trecho del camino. Caminando y conversando con la seductora mujer, ambos llegaron a un río. Allí el babalawo le dijo que no podía continuar, pues antes de cruzar debía consultar con el ékuele para saber si debía hacerlo o no. Entonces Oshún le enseñó lo que había traído en el pañuelo, y el adivino, ya completamente convencido de que debía seguir a la diosa, pudo cruzar el río y llegar hasta el palacio del rey que lo esperaba impacientemente. El rey, que desde hacía mucho estaba preocupado por las actividades de sus enemigos políticos, quería preguntar si habría guerra o no en su país y, en caso 176

de haberla, quién sería el vencedor y cómo él podría identificar a quienes le eran leales. El adivino tiró el ékuele y le dijo al rey que debía ofrendar dos eyelé y oú (algodón). Luego de limpiar al rey con las palomas, el adivino fue a la torre más alta del palacio y regó el algodón en pequeños pedazos; después le dijo al rey que no tendría problemas, porque saldría victorioso de la guerra civil que se avecinaba, pero que debía fijarse en todos sus súbditos, pues aquellos que tenían algodón en la cabeza, le eran fieles. De esta manera, Obegueño, que así se llamaba el rey, gobernó en aquel país hasta el día de su muerte. Epó le miente a Orula

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Una gran epidemia había atacado aquel país. Los habitantes morían por decenas cada día. El rey desesperado mandó a localizar a Orula para que lo ayudara con su sabiduría. Orula que vivía muy lejos de aquel lugar, no sabía para qué solicitaban su presencia. Se le ocurrió que antes de llegar al pueblo visitaría la casa de Epó y así podría enterarse de cuál era el motivo por el que lo reclamaban. Epó le dijo al adivino que el rey lo estaba buscando para matarlo, por lo que le aconsejaba que no acudiera a su llamado. Orula huyó al monte y se escondió en el tronco hueco de un árbol. Pasaron varios días y una mujer que buscaba leña en el monte, se fijo en el árbol donde se escondía Orula y comenzó a darle hachazos. El anciano comenzó a gritar y la mujer asustada arrojó el hacha y retrocedió, pero cuando vio al adivino salir de aquel tronco, se postró y le dijo: —Iború, Iboya, Ibochiché —Orula la levantó suavemente.

—No te asustes, hijita —dijo— es que me escondí aquí porque el rey me quiere matar. La mujer que estaba al tanto de la situación le contó la verdad a Orula, el que se dispuso de inmediato a ir al palacio del desafortunado rey. Una vez aliviada la situación por los consejos del sabio y los sacrificios que indicó el oráculo, la epidemia comenzó a ceder lugar. Orula volvió a casa de Epó y le aseguró que, en lo sucesivo, él se lo comería. Por eso Orula come Epó, la manteca de corojo. La traición del elefante

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En cierta ocasión Orula se estaba bañando en un río y pasó por allí el elefante que siempre le había fingido amistad, pero que en realidad le tenía mucha envidia; cogió las blancas ropas que el adivino había dejado a la orilla y se las comió. La humillación que sintió el anciano fue mucha, ya que tuvo que pedir a gritos a algunas personas que pasaron de casualidad, que le consiguieran con qué vestirse. Una vez en el pueblo, Orula tuvo que contar lo que le había sucedido, pero nadie quiso creerle porque conocían la gran amistad que este tenía con el elefante. Orula, de nuevo humillado por el descrédito que le conferían a sus palabras, decidió que le daría un castigo ejemplar al traidor. Hizo un pacto con el mejor cazador de aquel lugar, quien aceptó, pues cazar un animal tan temido era una hazaña que lo cubriría de gloria. Orula consultó su tablero para saber dónde se encontraba el infiel amigo y le preparó al cazador una lanza muy especial.

El hombre partió para el lugar que le indicara el sabio y allí dio muerte al elefante. Cuando pudo traer con la ayuda de otros muchos, el cuerpo del animal, le abrió el estómago en presencia de todo el pueblo y extrajo las ropas de Orula, para que todos supieran que él no miente. Ponla Ponla Hubo una época en la que los yorubas no conocían el tambor, por lo que la música que lograban con güiros no complacía plenamente a quienes la tocaban. Un hombre llamado Ponla Ponla, que sentía la música vibrar dentro de él, fue a ver a Orula, quien le dijo que debía hacer dos ebós. El primero con un chivo y el segundo con un gallo y dos palomas blancas. El primero debería botarlo en un matadero y el segundo en otro lugar del pueblo, y de regreso, llevarle a Orula lo que encontrara en esos lugares. Cuando Ponla Ponla fue y arrojó el primer paquete, oyó un ruido que le llamó la atención, pues había caído sobre un cuero seco. Al botar el segundo, este chocó con una collera de la cual pendía una campanita. También se la llevó. Con todos los elementos en su mano, Orula le indicó cómo tenía que hacer el tambor y en qué consistía el secreto que iría dentro, para que este pudiera hablar. De esta suerte, Ponla Ponla se convirtió en el primer hombre que tocó un tambor batá. Los hijos de Orula

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Orula, que tanto había ayudado a la humanidad, comenzó a disgustarse por las imperfecciones humanas, hasta que un día hastiado de todo desapareció.

Los ocho hijos que tenía el adivino y que se llamaban: Alará, Ajeró, Oloyémoyin, Ontaji, Elejelú Mopé, Alakegi, Olowó y Owarangún se pusieron a buscarlo por todo el planeta. La ausencia de Orula trajo innumerables calamidades sobre la Tierra. La lluvia dejó de caer, las mujeres dejaron de tener hijos, las plantas dejaron de brotar, en fin, el caos. Los hijos, convencidos de que Orula no se escondía en ningún rincón del mundo, decidieron subir al cielo ya que por aquel entonces era fácil emprender ese viaje. Al llegar al lugar donde se había refugiado el Orisha, encontraron que el adivino se había sentado al pie de una palma de dieciséis pencas u hojas. Se postraron ante el padre y le suplicaron que volviera a ocupar su lugar. El sabio no accedió a sus ruegos, pero en cambio les dio dieciséis nueces de aquel árbol para que se auxiliaran con ellas en la adivinación, y les aseguró que a través de ellas, él los ayudaría a interpretar los designios de Olofin.

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ÍNDICE LAS TRES MUJERES DE ORULA / 4

Eyi Ogbe / 18 Oyekún Meyi / 18 Iwori Meyi / 19 Odí Meyi / 19 Iroso Meyi / 20 Ojuani Meyi / 21 Obara Meyi / 21 Okana Meyi / 22 Ogundá Meyi / 22 Osá Meyi / 23 Ika Meyi / 24 Otrupo Meyi / 24 Otura Meyi / 25 Irete Meyi / 25 Oché Meyi / 26 Ofún Meyi / 26 LOS REFRANES DE IFÁ / 30

Babá Eyiogbe / 32 Babá Oyekun Meyi / 33 Babá Iwori Meyi / 34 Babá Odí Meyi / 35 Babá Iroso Meyi / 36 Babá Ojuani Meyi / 37 Babá Obara Meyi / 38 Babá Okána Meyi / 39 Babá Oggundá Meyi / 40 Babá Osá Meyi / 41 Babá Iká Meyi / 43 Babá Otrúpon Meyi / 43 Babá Otura Meyi (Ifá Male) / 44

Babá Irete Meyi (Eyemelere) / 45 Babá Oshé Meyi / 46 Babá Ofun Meyi (Orangún) / 47 Ogbe Yeku / 48 Ogbe Wori (Weña) / 48 Ogbe Di / 49 Ogbe Roso / 49 Ogbe Juani (Wale) / 50 Ogbe Bara / 50 Ogbe Kána / 51 Ogbe Oggundá (Yono) / 51 Ogbe Sá / 52 Ogbe Ká / 53 Ogbe Trupo (Tumaco) / 54 Ogbe Tura (Túa) / 54 Ogbe Irete (Ate) / 54 Ogbe Shé / 55 Ogbe Fun (Funló) / 55 Oyekún Ogbe / 56 Oyekún Wori / 56 Oyekún Dí / 57 Oyekún Iroso (Biroso) / 57 Oyekún Juani / 57 Oyekún Bara / 58 Oyekún Kana (Foloko) / 58 Oyekún Oggundá (Tekundá) / 58 Oyekún Osa (Rikusá) / 59 Oyekún Iká (Biká) / 59 Oyekún Trupo (Batrupón) / 60 Oyekún Tura (Tésia) / 60 Oyekún Irete (Birete) / 60 Oyekún Oshé (Pakioshé) / 60 Oyekún Fun (Bedurá) / 61 Iwori Logbe (Bogbe) / 61 Iwori Yekún / 62 Iwori Di (Bodé) / 62

Iwori Iroso (Koso) / 62 Iwori Juani / 63 Iwori Obara (Oberé) / 63 Iwori Kána / 64 Iwori Oggundá / 64 Iwori Osá (Bosá) / 65 Iwori Iká (Boká) / 65 Iwori Trupo (Batrúpo). / 65 Iwori Oturá / 66 Iwori Irete (Róte) / 66 Iwori Oshé (Boshé) / 67 Iwori Ofún (Bofún) / 67 Odí Logbe (Erdibre) / 67 Odí Yekún / 68 Odí Iwori / 68 Odí Iroso (Roso) / 69 Odí Juani (Omóni) / 69 Odí Bara / 70 Odí Kána (Ona) / 70 Odí Ogundá / 70 Odí Osá / 71 Odí Ká / 71 Odí Trúpon / 72 Odí Otura (Tauro) / 72 Odí Irete (Leke) / 72 Odí Shé (Oshe) / 73 Odí Fun (Fumbo) / 73 Iroso Umbo (Yogbe) / 74 Iroso Yekun (Matelekún) / 74 Iroso Wori (Güiro) / 74 Iroso Oddi (Di) / 74 Iroso Juani / 75 Iroso Bara (Gan) / 75 Iroso Kana (Kalú) / 75 Iroso Oggundá (Toldá) / 76 Iroso Sá (Sunsún) / 76

Iroso Ká / 76 Iroso Trupo / 77 Iroso Tura (Turara) / 77 Iroso Irete (Unkuemi-Até) / 77 Iroso Oshé (Shé) / 77 Iroso Fún (Ofún) / 78 Ojuani Shogbe (Eyiogbe) / 78 Ojuani Yekun / 78 Ojuani Wori (Tanshelá) / 79 Ojuani Odí (Shidí) / 79 Ojuani Iroso (Hermoso) / 79 Ojuani Obara (Lozure) / 79 Ojuani Kana (Pokón) / 80 Ojuani Oggunda (Awán) / 80 Ojuani Osá (Bosá) / 80 Ojuani Iká (Boká) / 81 Ojuani Trupo (Batrúpon) / 81 Ojuani Otura (Alakéntu) / 82 Ojuani Irete (Birete) / 82 Ojuani Oshé (Boshé) / 82 Ojuani Ofún (Bofún) / 82 Obara Eyiogbe (Bogbe) / 83 Obara Yekun (Kuyé) / 83 Obara Iwori (Woeréko) / 83 Obara Odí (Dila) / 84 Obara Koso (Iroso) / 84 Obara Juani / 84 Obara Kána / 85 Obara Oggundá (Kuña) / 85 Obara-Osá (Sá) / 85 Obara Ká / 86 Obara Trúpo (Tumbun) / 86 Obara Tura (Kusheyó) / 87 Obara Irete (Keté) / 87 Obara Shé / 87 Obara Fún / 88

Okana Ogbe (Sode) / 88 Okána Yekún / 88 Okána Wori (Gio) / 89 Okána Odí / 89 Okána Iroso (Roso) / 90 Okána Juani (Yabilé) / 90 Okána Obara / 90 Okána Oggunda (Kakuin) / 91 Okána Osá (Sá) / 91 Okána Ká / 92 Okana Otrupo (Trúpo) / 92 Okána Otura (Turale) / 92 Okána Irete (Wete) / 93 Okána Oshé (Shé) / 93 Okána Ofún (Fún) / 93 Oggundá Eyiogbe (Biogde) / 94 Oggundá Yekún / 94 Oggundá Worí (Kuanayé) / 94 Oggundá Odí (Dío) / 95 Oggundá Roso (Koroso) / 95 Oggundá Juani (Leni) / 96 Oggundá Bara (Bambo) / 96 Oggundá Kána (Folokana) (Ko) / 96 Oggundá Osá (Masá) / 97 Oggundá Ká / 97 Oggundá Trúpo / 97 Oggundá Otura (Tetura) / 98 Oggundá Irete (Kete) / 98 Oggundá Oshé (Shé) / 98 Oggundá Ofun (Fun) / 99 Osá Logbe (Lofobeyo) / 99 Osá Yekun / 100 Osá Iwori (Woriwó) / 100 Osá Odí (Dí) / 101 Osá Iroso (Roso) / 101 Osá Juani (Loni) / 102

Osá Bara (Shepe) / 102 Osá Kana / 103 Osá Oggundá (Kuleyá) / 103 Osá Ka / 104 Osá Trúpo / 104 Osá Tura (Uré) / 105 Osá Irete / 105 Osá Oshé (Shé) / 106 Osá Ofún (Fún) / 106 Iká Yogbe (Bemí) / 107 Iká Yekun (Biku) / 107 Iká Worí (Fefé) / 108 Iká Odí (Dí) / 108 Iká Roso / 108 Iká Juani (Junko) / 109 Iká Bara / 109 Iká Kána / 109 Iká Oggundá / 109 Iká Osá (Sá) / 110 Iká Trúpon / 110 Iká Tura (Fogueró) / 110 Iká Irete (Rete) / 110 Iká Shé (Fá) / 111 Iká Ofún (Fún) / 111 Otrúpon Yogbe (Bekonwá) / 111 Otrúpon Yékun / 112 Otrúpon Worí (Adaweñe) (Adakino) / 112 Otrúpon Dí / 112 Otrúpon Roso (Koso) / 113 Otrúpon Juani (Ñao) / 113 Otrúpon Obara (Ife) / 114 Otrúpon Kána / 114 Otrúpon Oggundá / 114 Otrúpon Sá / 115 Otrúpon Ká / 115 Otrúpon Tura (Tauro) / 115

Otrúpon Irete (Birete) / 116 Otrúpon Shé / 116 Otrúpon Ofún (Balofún) / 116 Otura Eyiogbe (Niko) / 117 Otura Yekun / 117 Otura Worí (Pompeyo) / 118 Otura Di (El diablo) / 118 Otura Roso (Mun) / 119 Otura Juani / 119 Otura Obbara (Bara) / 120 Otura Kana (Tikú) / 120 Otura Oggundá (Airá) / 120 Otura Osá (Sá) / 121 Otura Ká / 121 Otura Trúpon / 121 Otura Rete (Tiyu) / 122 Otura Oshé (Shé) / 122 Otura Fún (Adakoy) / 123 Irete Eyiogbe (Untelú) (Entebe More) / 123 Irete Yekun / 124 Irete Worí (Yero) (Yerugbe Ifá) / 124 Irete Dí (Intedí) / 124 Irete Roso (Lazo) / 125 Irete Juani (Wan Wan) / 125 Irete Bara (Oba) / 126 Irete Kána / 126 Irete Oggundá (Kutale) (Kután) / 126 Irete Osá (Ansa) (Tomusa) / 127 Irete Ká / 127 Irete Otrupon (Batrupon) / 128 Irete Otura (Sukankola) (Siká) / 128 Irete She (Unfa) / 128 Irete Fun (File) / 129 Oshé Eyiogbe (Nilogbe) / 129 Oshé Yekun / 130 Oshé Páure (Worí) / 130

Oshé Dí / 131 Oshé Roso (Leso) / 132 Oshé Juani (Niwo) / 132 Oshé Bara / 133 Oshé Kána (Faloko Kána) / 133 Oshé Oggundá (Omolu) / 134 Oshé Sá / 134 Oshé Ká / 135 Oshé Trúpon / 135 Oshé Turá / 135 Oshé Irete (Bíle) / 136 Oshé Fun / 136 Ofún Eyiogbe (Nálbe) / 137 Ofún Yeku (Yemiló) / 137 Ofún Worí (Gándo) / 138 Ofún Dí / 138 Ofún Iroso (Biroso) / 138 Ofún Ojuaní (Funí) / 139 Ofún Bara (Susú) / 139 Ofún Kána / 140 Ofún Oggundá (Fundá) / 140 Ofún Sá / 141 Ofún Ká (Kámala) / 141 Ofún Otrupo (Batrúpon) / 142 Ofún Otura (Tempolá) / 142 Ofún Irete (Bíle) (Birete) / 143 Ofún Shé / 143 LAS HISTORIAS DE IFÁ Y ALGUNAS TRANSCULTURACIONES / 144

Perder lo cierto por lo dudoso / 148 HISTORIAS DE ORULA / 160

Orula vence a Ikú / 160 Orula engaña a Ikú / 161 Ikú, Orula y la hija de Obatalá / 162

Orula va a la guerra / 162 Orula se ruega la cabeza / 163 Ékuté / 164 El ékuele de Orula / 164 La mujer de elefante / 164 Orula y el chivo / 165 Orula vence a Osain / 166 Orula y Malé / 166 Orula y Etú / 167 Orula va a ver a Olofin / 167 Orula y el marido celoso / 168 Letra del año / 168 Quieren traicionar a Orula / 169 Orula y el campesino / 169 Orula fue al río / 170 Ikú, Arun y Eyo / 171 Oyelero / 171 Orula engaña a Olofin / 172 Orula y el tambor / 172 Orula y el tigre / 173 El rey no hizo ebó / 174 Las mujeres de Orula / 174 Las tres botellas de Otí / 175 Orula y Oshún / 176 Epó le miente a Orula / 177 La traición del elefante / 178 Ponla Ponla / 179 Los hijos de Orula / 179

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